El santo Willibrord, «oblato» ya desde niño con seis años, fue adoctrinado por los monjes escoceses de Ripon, cerca de York. Y con la autorización papal y la asistencia de la alta nobleza austrasia difundió la doctrina cristiana entre los ignorantes. Para ello le sirvieron de cabezas de puente primero Amberes y más tarde el monasterio de Echternach. Su protectora especial fue la abadesa Irmina de Oeren en Tréveris, probablemente madre de Plektrud, la mujer de Pipino. El año 697-698 Irmina hizo donación de Echternach a Willibrord. Algo antes, en su segundo viaje a Roma, el papa Sergio I le nombró arzobispo, a instancias de Pipino que soñaba con una entera provincia eclesiástica frisona en tomo de Utrecht. Y el propio Pipino destinó su fortaleza de Traiectum (Utrecht) para sede de Willibrord, «porque la difusión del cristianismo entre los germanos fortalecía su influencia política en la frontera del reino» (Buchner). «Dominio franco y misión cristiana se apoyaron mutuamente» (Levison). «El interés político y el eclesiástico fueron de la mano en el nuevo territorio misional» (Zwolfer). Todo esto es algo probado e indiscutible desde hace mucho tiempo. Primero la espada de la nobleza, luego la locuacidad del clero y, finalmente, la sangría general. A la muerte de Pipino (714) el duque pagano de los frisones, Radbod, que se autodenominaba rey, rechazó a los francos. Reconquistó los territorios al oeste del Altrhein; y con el dominio franco también se hundió la Iglesia cristiana. Sólo después de muerto Radbod (719) irrumpieron de nuevo los francos en Frisia occidental. «La tierra invitaba a la inmigración...» Carlos Martell, que apoyó el ministerio de Willibrord con magníficas donaciones y beneficios fiscales, a lo que se fue «acomodando» el resto más o menos esclavizado, marchó tres veces contra los frisones y en dos guerras contra el duque Bobo (733 y 734) se apoderó de toda la Frisia central, mientras que la Frisia oriental, a una con los sajones, sólo pudo someterla Carlos «el Grande».23 Pero Camill Wampach (que también fue director del archivo público de Luxemburgo) puede informar, «tras los prometedores comienzos de la fe cristiana» en Frisia, de los templos que se alzaron en tiempos de Willibrord, las iglesias bautismales, las solemnes ceremonias religiosas, etc. También los francos que en «aquellas regiones fronterizas... montaban la guardia en puestos marginales y de enorme responsabilidad y que en sus extensas posesiones, en sus amplias mansiones señoriales del interior y en sus casatae erigieron el oratorium y las primeras basílicas en honor de la Madre de Dios y de los príncipes de los apóstoles, en las que podían reunirse con sus columnas más o menos grandes de fieles para el servicio divino...».24 Extensas posesiones, amplias mansiones señoriales del interior y co21