SALUD, NUTRICIÓN Y BIENESTAR Los Dossiers de
LOS NUEVOS TRATAMIENTOS NATURALES VALIDADOS POR LA INVESTIGACIÓN CIENTÍFICA
E
Dr Jean-Paul Curtay
l Dr. Jean-Paul Curtay es un pionero en terapia nutricional. Creó una de las primeras consultas de nutriterapia (curar mediante la alimentación) en Europa y ha formado a más de 6.000 médicos en universidades de todo el mundo (Bruselas, Lisboa, París, Viena…). El Dr. Curtay es presidente del Greenhealth, un movimiento internacional que persigue promover la salud (especialmente a través de la alimentación y el medioambiente), miembro de la Academia de Ciencias de Nueva York y forma parte part e del equipo editorial de la revista Journ Journal al of Nutritional and Environmental Medicine , de la British Society for Ecological
Medicine (BSEM). rabaja para difundir la terapia nutricional, para introducir la educación sobre nutrición en las escuelas y con agricultores y la industria alimentaria para evolucionar hacia productos más saludables. ambién es autor y coautor de numerosos libros sobre salud y nutrición (por ejemplo, La nueva guía de las vitaminas , prologada por el premio Nobel de Medicina Jean Dausset, o la Guía familiar de los alimentos que curan, entre otros). Ha estudiado a fondo la alimentación y el modo de vida que han hecho que los ancianos de Okinawa gocen de la mayor longevidad del mundo y las ha adaptado a nuestras costumbres occidentales. El Dr. Curtay es una auténtica “enciclopediaa viviente” sobre salud natural, ciclopedi pero además una de sus mayores cualidades es la pedagogía, el arte de transmitir su saber de manera clara y práctica. Lleva 35 años formando a otros profesionales de la salud, introduciendo la educación nutricional en las escuelas y promoviendo que los agricultores y la industria agroalimentaria evolucionen hacia productos que incorporen los conceptos de bienestar y salud. Vive en el bosque de Fontainebleau y es padre de dos hijos a quienes ha trasladado su amor hacia la naturaleza, el deporte, la lectura, el arte, los conciertos, los viajes y la fotografía. De hecho, también es autor de libros de otras áreas distintas a la salud, como poesía, educación o música.
Nº 37
ENERO 2017
SALUD NUTRICIÓN BIENESTAR
PROBLEMAS DIGESTIVOS
Haga las paces con su estómago Por Jean-Paul Curtay Aerofagia, reflujo, Aerofagia, reflujo, acidez, pesadez de estómago estómago,, indigesti indigestión, ón, distensi distensión ón abdominal (hinchazón), estreñimiento, estreñimiento, diarrea… la lista de trastornos que afectan al aparato digestivo es tan larga como variada. Una de cada tres personas sufre en España molestias digestivas. ¿Y en qué se traduce eso? Pues en un consumo elevado de medicamentos: protectores gástricos, inhibidores de la bomba de protones, bismuto, antiespasmódicos, antiespasmód icos, analgésicos, laxantes y con frecuencia ansiolíticos. Pero, ¿atiborrar el tubo digestivo de estas sustancias es la mejor solución para estos problemas, sobre todo si crean dependencia, como ocurre en muchos pacientes? La mayoría de estos trastornos no están asociados con ninguna enfermedad, pero algunos de los que en un principio tan sólo eran “funcionales” pueden convertirse convertirse con el tiempo en “orgánicos” y provocar, entre otras enfermedades, cáncer. Le invito a conocer mejor su sistema digestivo y a aprender a solucionar los trastornos que pueden producirse: I. LA CARA OCULTA DEL ESTÓMAGO
¿De qué manera nos habla el estómago?. . . . . . . . . . . . . . . . . . Los agentes aduaneros del tubo digestivo . . . . . . . . . . . . . . . . . Cómo se desajusta la microbiota . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
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II. LOS GRANDES DESESTABILIZADORES DEL “PLANETA TRIPA”
1. El estrés . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 6 2. La alimentación . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 8 3. El tabaco . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 9 4. La contaminación. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 9 5. Los medicamentos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 10 III. CÓMO ACABAR CON LOS PEQUEÑOS PROBLEMAS DIGESTIVOS
1. La aerofagia. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 11 2. Los reflujos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 14 3. La La pesad pesadez ez de de estóm estómago ago,, la ind indig igest estió iónn y la la gastr gastriti itiss. . . . . . 17
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I. LA CARA OCULTA DEL ESTÓMAGO Como el vientre se encuentra justo en el centro del cuerpo y la mayor parte del tiempo ni nos damos cuenta de que está ahí, tenemos la sensación de que es una parte del cuerpo íntima y protegida. Pero en realidad se trata de un patio a cielo abierto. Basta con pensar que el tubo digestivo, desde la boca hasta el ano, se encuentra en contacto con el exterior. Es una frontera entre nosotros y el mundo que nos rodea, en la misma medida que la piel, y se parece a un entramado de túneles y formas diversas. Las mucosas de nuestros túneles intestinales miden más de 8 metros de longitud: 7 metros en el caso del intestino delgado, que está dividido en 3 partes (duodeno, yeyuno e íleon) y 1,5 metros el del intestino grueso, formado por seis partes (ciego, colon ascendente, colon transverso, colon descendente, colon sigmoideo y recto). Estas mucosas del estómago cubren, con todos sus pliegues (vellosidades y microvellosidades) ¡cerca de 400 m2! Y eso sin contar la mucosa bucal y los 25 cm del esófago y del estómago. Por tener un elemento de comparación, la piel alcanza una superficie media de 1,7 m 2 (1,6 m2 en las mujeres y 1,9 m2 en los hombres). Otra diferencia fundamental es el grosor. La piel, que debe ser impermeable, tiene de media 0,6 mm de grosor (llegando hasta los 4,7 mm en la planta de los pies). Con respecto a la mucosa del tubo digestivo, digestivo, debe ser permeable con el fin de dejar que los elementos nutritivos pasen a la sangre y, por consiguiente, sólo tiene un grosor de unas micras (una micra es una milésima de milímetro). Por esta razón, resulta muy frágil.
|¿De qué manera nos habla el estómago? Cuando la piel se irrita y se enrojece, lo vemos, por lo que tratamos de no irritarla todavía más. La cuidamos. Cuando se nos irrita el tubo digestivo, en la mayoría de los casos ni nos enteramos. Sin embargo, puede llegar a irritarse mucho y puede manifestarlo de múltiples maneras. El tubo digestivo es tremendamente sensible… y lo expresa de muchas formas. Para empezar, está inervado, es decir, asociado con nervios. iene una especial conexión con el nervio vago, aunque contiene cientos de millones de neuronas autónomas que forman el sistema nervioso entérico, al que también llamamos “segundo cerebro”.
Los intercambios que se producen a través del nervio vago y los cientos de millones restantes hacen que el estrés psicológico repercuta directamente en nuestro tubo digestivo. Y a la inversa, cualquier alteración digestiva, incluso
Una auténtica minifábrica
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l tubo digestivo está repleto de células y glándulas (las glándulas salivales, salivales, el hígado, la vesícula biliar y el páncreas) capaces de segregar hormonas y neurotransmisores: • La histamina histamina y la gastrina gastrina que aumentan la producción de ácido clorhídrico por parte del estómago. • La secretina secretina que activa la secreción secreción de de jugos pancreáticos. • La colecistoquin colecistoquinina ina que estimula la contracción contracción de la vesícula biliar. • La motilina motilina que que sacude sacude el tubo digestivo digestivo incrementando el peristaltismo peristaltismo.. • El péptido péptido intestinal intestinal vasoactivo vasoactivo (PIV) que dilata los los vasos del intestino, etc. Unas células especializad especializadas as denominadas enterocromafines son capaces de producir serotonina, de la que el 90% de todo nuestro sistema se concentra en el vientre, mientras que el resto se encuentra sobre todo en el cerebro (1%), la sangre y las plaquetas, encefalinas, sustancia P… odos estos mensajeros inciden sobre la motilidad digestiva, el dolor, etc.
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mínima, como puede ser una ligera hinchazón, un estómago saturado o una alteración del tránsito intestinal, ya sea hacia una diarrea o hacia el estreñimiento, afecta directamente al cerebro y sus capacidades, a nuestro bienestar o malestar, a nuestra confianza, a nuestro estado de ánimo… Cualquier porción del tubo digestivo, desde el esófago hasta el ano, puede contraerse, a veces hasta el espasmo, y alborotarse bajo los efectos de infinidad de estímulos y sensaciones procedentes tanto del exterior como del interior.
|Los agentes aduaneros del tubo digestivo El tubo digestivo está custodiado por agentes aduaneros y soldados: glóbulos blancos y anticuerpos que pueden atacar a los intrusos o decidir si los toleran o no. Las proteínas de los cereales, las legumbres, los huevos, el pescado y la carne, en la medida en que no son digeridas por completo y reducidas a bloques de aminoácidos, representan antígenos, una auténtica invasión de cuerpos extraños en nuestro tubo digestivo. Éste debería en ese caso tratar de atajar dicha invasión mediante los anticuerpos y los glóbulos blancos. Pero es necesario que el estómago aprenda a tolerar estos cuerpos extraños, lo cual consigue a través de complejos mecanismos. Cuando estos sistemas se desajustan, corremos el riesgo de sufrir intolerancias alimentarias, así como una inflamación del tubo digestivo que se refleja en el conjunto del organismo.
Lo que ocurre en el estómago después de comer un alimento
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l tubo digestivo está rodeado por células musculares lisas que permiten cerrar o abrir el estómago para retener ahí los alimentos que hay que digerir. Los hace girar como en una lavadora junto con el ácido clorhídrico para desinfectar el estómago, junto con mucho líquido y enzimas para trocear los nutrientes presentes en los alimentos. Una vez liberados por los músculos lisos del píloro (que es el esfínter o válvula que controla la salida del contenido gástrico digerido hacia la primera porción del intestino delgado), los prepara para que sean absorbidos. Este “vaciado gástrico” tiene lugar a la salida del estómago y prepara los nutrientes para que sean troceados por las enzimas del páncreas y absorbidos después por el intestino. Posteriormente, los músculos lisos del intestino delgado continúan haciendo circular los alimentos y lo que queda de ellos hacia el colon mediante contracciones en forma de ondas (un proceso denominado peristaltismo que en condiciones normales dirige las ondas de evacuación en dirección al recto y al ano) Y, por último, se produce una salida controlada por el esfínter anal, después de que hayan sido recogidos en la ampolla rectal.
Eso no es todo. En el tubo digestivo viven millones de billones de bacterias y levaduras (que forman la microbiota intestinal) que también son cuerpos extraños… y ¡100 veces más numerosas que nuestras propias células! Estos cuerpos extraños representan entre un 1,5 y 2 kg de nuestro peso total, y alrededor de la mitad del de nuestras heces. No podríamos vivir sin ellos, pues nos permiten: • Digerir fibras que el estómago y el páncreas no pueden. • Fabricar vitaminas esenciales como la vitamina K. • Hacer que sean más fáciles de digerir y más activos los polifenoles (mensajeros presentes en los vegetales, que los utilizan para protegerse del estrés y que a nosotros nos pueden servir para lo mismo).
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• Producir una amplia gama de otros principios que regulan el apetito, la rapidez del vaciado gástrico, la inflamación y el riesgo de cáncer de colon, las defensas antiinfecciosas… oda esta gran labor debe también favorecer tolerancias para resultarnos beneficiosa. Por otra parte, cuando nos encontramos estresados o cuando alteramos a los huéspedes de nuestra flora intestinal debido a una mala alimentación o agentes contaminantes, los mecanismos naturales de protección pueden llegar a agotarse. Resultado: una posible aparición de mensajes negativos, además de inflamatorios, que afectan a todo el
organismo, incluido el cerebro.
La inflamación puede producir un incremento de permeabilidad intestinal, que deja que pasen antígenos alimentarios, péptidos derivados de proteínas (por ejemplo, de productos lácteos o gluten) y endotoxinas bacterianas que tienen grandes efectos, incluso en el cerebro.
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|Cómo se desajusta la microbiota El tubo digestivo tiene un lenguaje extraordinariamente variado a la hora de expresarse a través de esta flora que denominamos microbiota. odos estas formas de expresión interactúan entre sí. 1. El estrés no sólo modifica las actividades nerviosas y la motilidad del tubo digestivo, sino también la secreción de hormonas y neurotransmisores, así como la flora y su producción. Por esa razón, una transformación de la flora repercute en la secreción de hormonas y neurotransmisores, en los movimientos del estómago (vaciado gástrico), en el cerebro y en la inflamación y los glóbulos blancos. 2. Además, nuestra selección de alimentos influye en todas las actividades del tubo digestivo: nerviosas, motrices, neurohormonales, inmunitarias y de la microbiota... Por ejemplo, si consumimos fibras, producimos butirato, un combustible que proporciona más energía a las células del colon, lo que les permite cumplir mejor su función. El butirato es asimismo una señal que tranquiliza a los glóbulos blancos para que toleren a las bacterias que nos resultan beneficiosas y a los antígenos “extraños” de los alimentos que no se han digerido por completo. Por el contrario, si consumimos poca fibra, la producción de butirato disminuye, lo que favorece la inflamación. Esto puede contribuir a la colopatía (enfermedad del colon) y más tarde a patologías inflamatorias del tubo digestivo y, por último, a incrementar el riesgo de cáncer de colon. No es ninguna sorpresa que las personas que comen carne desarrollan más cáncer de colon que el resto, Visite nuestra web: www.saludnutricionbienestar.com
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un efecto que aumenta considerablemente por la presencia de hierro y otros agentes altamente proinflamatorios en la carne. 3. Si consumimos mucha carne, azúcares de absorción rápida y pocos vegetales, favorecemos la aparición de una familia de bacterias de la flora denominada firmicutes (caracterizadas por su gruesa membrana celular) que cada día incrementan el aporte calórico de cada comida y perjudicamos a otra familia, la de las bacteroides, mientras que los alimentos ricos en polifenoles (frutas y verduras, cúrcuma, té verde, almendras, chocolate negro...) tienen el efecto contrario. Este desequilibro entre familias de bacterias está asociado con el descenso de una señal bioquímica, el propionato, que tiene dos efectos: reduce el apetito a través de un mecanismo de inhibición cerebral y frena la salida del bolo alimenticio del estómago (el “vaciado gástrico”). Dicho de otro modo: el apetito está condicionado por las necesidades metabólicas y calóricas de nuestro organismo. Si el apetito aumenta, el riesgo de sobrepeso también; y si el estómago se vacía más deprisa, el nivel de azúcar en la sangre aumenta más rápido, por lo que el riesgo de diabetes… es mayor. No es raro que entre las personas con sobrepeso y diabetes observemos por sistema una flora alterada. Esta complejidad explica lo fácil que resulta desequilibrar el vientre y, posteriormente, el resto del cuerpo. Y a la inversa, si nos familiarizamos con su funcionamiento, podemos conseguir que funcione en mejor sintonía, sobre todo gracias a una mejor gestión del estrés y a una selección de alimentos más conveniente.
II. LOS GRANDES DESESTABILIZADORES DEL “PLANETA TRIPA” El sistema digestivo resulta muy fácil de desequilibrar. El estrés, la alimentación, el tabaco, la contaminación y los medicamentos son los cinco factores que más contribuyen a su desquilibrio.
1. El estrés El estrés es el más destacado de los grandes desestabilizadores del estómago. Ahora verá cómo se crea este círculo vicioso. Hay que tener en cuenta que el estrés lo provoca un peligro que amenaza nuestro territorio y, por tanto, nuestra supervivencia (seguridad, alimentación, sexualidad…). De ese modo, un ruido, por intrascendente que sea, nos pone en guardia. Algunos ruidos nos producen una alerta para prevenirnos de un peligro real. Pero, según los psicólogos, en el 96% de los casos estos ruidos no señalan ningún peligro real, y sin embargo provocan que el cerebro y el cuerpo reaccionen como si se encontraran ante una situación de tensión (de manera más o menos consciente). Con este mecanismo el cuerpo está preparado para poder responder a una amenaza (ya sea real o no). Es el mismo mecanismo que hace que las palomas echen a volar cuando damos una palmada. Detrás del estrés se encuentran las glándulas suprarrenales que segregan noradrenalina. Esta última no sólo va a poner en tensión a los músculos, sino también a las células musculares lisas de los órganos internos y de los vasos para que los esfínteres se cierren (tanto la digestión como la excreción son actividades inoportunas ante situaciones de emergencia) y la tensión arterial aumente (acrecentando el flujo sanguíneo cerebral). La noradrenalina también libera la energía necesaria para hacer frente a la situación de emergencia: aumento de la glucemia (el glucógeno hepático almacenado es transformado súbitamente en glucosa), ácidos grasos circulantes que salen del tejido adiposo, dilatación de los bronquios para permitir un mayor Visite nuestra web: www.saludnutricionbienestar.com
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consumo de oxígeno, aceleración del ritmo cardíaco para entregar más rápido a los músculos calorías y oxígeno... Este mecanismo nos permite, ante un peligro, huir o pelear. La noradrenalina es en realidad un neurotransmisor que en la unión sináptica (terminal nerviosa, célula muscular lisa o estriada) modifica el potencial de acción transmembrana, facilitando la entrada de calcio al interior de la célula (lo que ayuda en la contracción muscular) y la salida de otros iones como el potasio y el magnesio. El estrés, al aumentar la producción de noradrenalina, es un potente inductor de la contracción muscular mediada por el neurotransmisor noradrenalina. Pero la reabsorción de estos iones no es completa y, después de cada ruido, de cada situación de estrés, la cantidad de magnesio en la sangre aumenta. El riñón, que tiene la función de eliminar los desechos y conservar estables los niveles sanguíneos de moléculas útiles como los minerales, vitaminas, aminoácidos u hormonas, hace pasar a la orina el exceso de iones al considerar que hay demasiada cantidad. Por tanto, el estrés continuado es responsable de una pérdida de magnesio a través de la orina, que agrava el déficit de 100 a 220 mg relacionado con la falta de aportes diarios procedentes de la alimentación. La alimentación aporta de media 240 mg de magnesio al día mientras que la recomendación gira entorno a los 400 mg diarios. u Cómo
actúa el estrés en el estómago
• El estrés aumenta la secreción de las glándulas del tubo digestivo: el intestino se agita, aumenta la acidez. • Bajo los efectos del estrés aumenta la producción local de histamina y gastrina estomacal y aumenta la producción de ácido clorhídrico por parte de las células gástricas parietales lo que, en conjunto, eleva los niveles de acidez gástrica, aumenta la tensión intragástrica. Esto, a su vez, puede producir reflujo gastroesofágico que clínicamente se manifiesta como una sensación de intensa quemazón retroesternal. • El estrés también hace que se segregue más serotonina y sustancia P, por lo que podemos sufrir dolores abdominales. • Aparte de calcio, el estrés hace que penetre hierro en las células. Ahora bien, el hierro es un violento prooxidante y proinflamatorio, por lo que, Visite nuestra web: www.saludnutricionbienestar.com
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a largo plazo, se puede padecer una inflamación crónica, caldo de cultivo de las colopatías, y posteriormente, en caso de extenderse, de una enfermedad similar a la enfermedad de Crohn (inflamación crónica de la porción terminal del intestino delgado) y rectocolitis hemorrágica, que por último puede degenerar en cáncer de colon o de recto. • El estrés, al desestabilizar la función del tubo digestivo, puede facilitar la progresión de alimentos no digeridos desde el intestino delgado hasta el colon, promoviendo, entre otras cosas, una notable alteración de la flora intestinal e induciendo inflamación crónica, lo que clínicamente se expresa en forma de estreñimiento pertinaz y ocasionalmente de despeños diarreicos.
2. La alimentación Cuanto más se come, más se dilata el estómago, más problemas se tienen para gestionar la digestión del exceso de alimentación y más se cansa también el sistema cardiovascular y el conjunto de células que reciben demasiadas calorías de las que ocuparse de golpe. ¿Cuándo se come mucho? Para la mayoría de los españoles no es tanto ni en el desayuno ni la comida (salvo alguna ocasión excepcional), sino en la cena. u La
cena, el momento más peligroso
Con el cansancio y el estrés de la jornada, sentarse a la mesa y llenar el estómago tiene en realidad un efecto psicotrópico, sedativo… Pero sus consecuencias negativas son numerosas: • El estómago y todo el tubo digestivo se acaban estresando debido a este exceso. • Las calorías que las células no pueden quemar circulan por la sangre y, al no producir energía, se almacenan en forma de grasa . • La glucosa se une a las proteínas, impidiendo que sean activas, y eso paraliza todas las funciones, como les ocurre a los diabéticos. • Implica un aumento de la inflamación en la sangre, que afecta a todo el organismo. • Reduce las funciones de reparación que deberían tener lugar por la noche, debido a la sobrecarga que ha provocado cenar tanto (es un hábito que a largo plazo contribuye a una aparición más precoz de casi todas las patologías degenerativas asociadas a la edad y a reducir la esperanza de vida). odos estos efectos se agravan cuando la comida es inflamatoria. Los alimentos más inflamatorios son la carnes, ricas en hierro, ácido araquidónico, leucina, moléculas deformadas por la cocción agresiva, contaminantes y gérmenes de todo tipo (virus, bacterias…). A continuación vienen los fritos y los alimentos ricos en grasas saturadas. odo ello se ve incrementado aún más por la ingesta de alcohol cuando bebemos más de un vaso de vino o de un botellín de cerveza. Si además nos tomamos un café, hay que tener en cuenta que éste es un fuerte estimulante de la histamina y, por tanto, de la acidez estomacal y de la inflamación del tubo digestivo. En cambio, las verduras, sobre todo las de color verde, naranja y morado (ricas en antioxidantes y polifenoles), las legumbres, los cereales ricos en fibras (sobre todo solubles como los copos de avena), las bayas y frutos rojos y negros, el chocolate negro, el té verde, la cúrcuma, el jengibre, las hierbas… tienen potentes efectos antiinflamatorios y equilibrantes en la flora del colon.
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3. El tabaco No hay duda de que el tabaco aumenta la práctica totalidad de los casos de cáncer digestivo, pero antes de eso hay algo que solemos desconocer: favorece el reflujo gastroesofágico, las úlceras, las patologías inflamatorias del tubo digestivo, los pólipos colorrectales y altera la digestión. Induce una inflamación grave de las encías, lo que provoca un desprendimiento precoz de piezas dentales y altera enormemente el olor y, por tanto, el gusto, que en un 80% depende del olor. odo son buenas razones para dejar de fumar.
4. La contaminación La contaminación atmosférica tiene efectos depresivos en el sistema inmunitario e inflamatorio de todo el organismo. Por esa razón puede afectar al tubo digestivo, inflamarlo y hacerlo más permeable a moléculas que no deberían pasar a la sangre, pero también afectar a las bacterias que aloja. Un estudio sobre hospitalizaciones en el estado de Wisconsin, en Estados Unidos, constató que los picos de contaminación del aire están asociados con un aumento del 40% de las hospitalizaciones debidas a patologías digestivas. Otro estudio realizado en 12 ciudades canadienses con 35.000 personas puso de manifiesto que cuanto mayor es el contenido de smog en el ozono (nube formada de dióxido de carbono, hollín, humos y polvo en suspensión que se forma sobre las grandes ciudades), más aumentan las hospitalizaciones por apendicitis. Y un estudio inglés demostró que el riesgo de enfermedad de Crohn se duplica en las personas expuestas a unos niveles altos de dióxido de nitrógeno. Las mucosas digestivas, los glóbulos blancos que ahí se encuentran y las bacterias de la flora del colon son atacados por: • La presencia de bacterias, virus y parásitos en los alimentos y las endotoxinas que permanecen incluso tras cocinarlas. Por ejemplo, un alto porcentaje de piezas de pechugas de pollo sin procesar contienen bacterias potencialmente dañinas. • Los disruptores endocrinos que se concentran en las grasas animales y que también son transmitidos por los envases de plástico. • Un determinado número de aditivos alimentarios (cuya admisibilidad está siendo revisada a nivel europeo). • Los pesticidas. • Los derivados tóxicos que ocasionan las agresiones por el calor: aminas heterocíclicas, benzopireno, acroleína, acrilamida…
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5. Los medicamentos Los medicamentos más agresivos para el tubo digestivo son: • Los antiinflamatorios no esteoroideos o AINE. Existen más de un centenar de especialidades, siendo las moléculas más conocidas el diclofenaco, ibuprofeno, ketoprofeno, naproxeno, la indometacina, el piroxicam o la serie de los coxib –inhibidores de la ciclooxigenasa-, como el celecoxib). Son unos de los medicamentos más recetados en el mundo, que debilitan la pared del estómago y que en el 30% de los pacientes pueden provocar dispepsias (pesadez de estómago, dolores, náuseas), úlceras (hasta en el 25% de los pacientes) y un número importante de hemorragias del estómago que pueden resultar mortales. • La aspirina (que es un AINE) es corrosiva para la mucosa digestiva. De hecho es la segunda causa de hemorragia digestiva. • El resto de anticoagulantes y antiagregantes plaquetarios, que favorecen esta misma clase de sangrado. • Los protectores gástricos (antiácidos), casi todos los cuales contienen aluminio, que es prooxidante y neurotóxico. • Los antiobióticos, que destruyen la flora y aumentan los riesgos de futuras infecciones resistentes a los antibióticos. • Los suplementos alimenticios que contienen hierro y/o cobre, proinflamatorios radicales y que, en lo que al hierro se refiere, favorecen la proliferación de bacterias no deseadas. • Los laxantes irritantes, de los cuales algunos provocan una mala absorción de vitaminas y que, como verá, no tienen ninguna razón de ser.
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III. CÓMO ACABAR CON LOS PEQUEÑOS PROBLEMAS DIGESTIVOS La lista de trastornos que afectan al aparato digestivo es tan larga como variada. Lo que sigue son algunos de los más frecuentes, acompañados de la explicación de por qué se producen y, sobre todo, las soluciones para evitarlos. ¡Le ayudará a reconciliarse con su estómago!
1. La aerofagia Como su nombre indica, la aerofagia consiste en la ingesta de aire que desciende al estómago (aerogastria) y puede contribuir a que se produzcan inflamaciones intestinales que llegan hasta el colon (aerocolia). Cuando esto afecta a todo el tubo digestivo hablamos de “meteorismo”. u La
explicación
Es completamente normal ingerir aire al comer. Un adulto traga entre 1.000 y 2.000 veces al día y en cada deglución ingiere entre 2 y 3 ml de aire. Al beber un sorbo de líquido, también estamos ingiriendo al mismo tiempo una cantidad de aire variable, entre 8 y 32 ml. En condiciones normales, el tubo digestivo contiene de forma permanente uno o dos litros de aire, de los que prácticamente la mitad se encuentra en el estómago, lo que provoca de tres a cuatro eructos en la hora posterior a la comida. Este fenómeno afecta hasta a los bebés, a quienes sistemáticamente ayudamos a aliviarse después de que coman apoyándolos en el hombro mientras nos movemos ligeramente y les damos golpecitos en la espalda. El problema aparece cuando la cantidad de aire ingerido es excesiva. u El
problema
Esta cantidad excesiva de aire que queda atrapado en menor o mayor medida a varios niveles conlleva malestar: • • • • • • • •
Sensación de hinchazón. Dolor cuando el aire se bloquea. Eructos continuos más o menos cargados de acidez si el aire sube desde el estómago. Distensión estomacal Inflamación intestinal Dolores abdominales Ventosidades Etc.
Y como ya vio, cuando afecta al estómago, repercute de manera inmediata en el cerebro, haciendo que la sensación general de bienestar se resienta, la concentración sea menos aguda y la energía necesaria para actuar disminuya.
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soluciones
En los niños, chuparse el dedo y masticar chicle provoca hipersalivación, así como ingesta de aire al tragar la saliva. Las bebidas gaseosas pueden agravar el problema. En caso de aerofagia, ya sea en los niños o los adultos, es mejor evitarlas. Comer en condiciones incómodas (sobre todo a mediodía, en poco tiempo y de pie, en un entorno ruidoso y a la carrera), las prisas, la deglución rápida y los disgustos hacen que se trague mayor cantidad de aire. Cualquier comida, por sencilla que sea, se merece tomarla en condiciones libres de estrés y en un tiempo mínimo (estimado por lo general en 45 minutos). Los ancianos de Okinawa cumplen con la regla que observa que nunca hay que sentarse estresado a la mesa, ya que consideran que altera la relación con los alimentos. Yo aconsejo tomarse un momento para uno mismo antes de cada comida, aunque no sea más que el tiempo justo para realizar unas respiraciones completas, contemplar el plato, apreciar lo que hay en él y su valor (“para que este plato exista ha hecho falta el esfuerzo de muchos agricultores, transportistas, cocineros…”). Una comida es tiempo de calidad para hacer una pequeña meditación centrada en valorar las cosas. El primer beneficiado será nuestro estómago. Pero además, estas condiciones favorecen el sabor, la saciedad (cuanto más saboreamos, menos nos llenamos) y la digestión, reducen el riesgo de inflamación del tubo digestivo y de sobrepeso y a largo plazo aumentan la esperanza de vida sana. Comer y degustar en buenas condiciones tiene además efectos antiestrés y permite producir más energía con menos calorías. Menos calorías significa menos trabajo para el aparato digestivo, menos inflamación postprandial (en las horas posteriores a la comida), menos residuos radicales y menos desgaste global de nuestro organismo al completo. Pero también tragamos aire fuera de las comidas. El estrés excita a las células musculares del esófago, que de forma inconsciente engulle aire que acaba diseminándose por todo el tubo digestivo. Lo que ocurre es que esta alteración muy pocas veces se limita al esófago. El estómago, el intestino, las vías biliares, el colon e incluso el esfínter anal pueden tener espasmos por culpa de ruidos intrusivos, restricciones excesivas, problemas en el trabajo o personales, tráfico complicado, conflictos, malas noticias de actualidad… Las ocasiones para sufrir disgustos nunca escasean. Ahora bien, casi nunca tenemos la posibilidad de acabar con todas estas fuentes de estrés. ¿Se puede mantener en el fondo de uno mismo un “planeta tripa” en paz cuando la armonía no siempre reina en el entorno? En cualquier caso, podemos utilizar numerosas herramientas que con el tiempo permiten que nos beneficiemos de un nuevo equilibrio. Estas son algunas de ellas: • La valoración de la que ya le he hablado y que se ocupa de dar valor a nuestros días, desde que nos levantamos hasta que nos acostamos. • Unas minivacaciones o, en su defecto, pequeñas meditaciones en las que nos concentremos al 100% en, por ejemplo, una foto de las vacaciones, un peluche, un perfume, una flor, las nubes que pasan, un recuerdo feliz, una música que podamos tararear… Visite nuestra web: www.saludnutricionbienestar.com
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• La respiración completa y la secuencia recarga-descarga para evacuar las emociones negativas. • En la medida de lo posible, poner en práctica una vida que se corresponda mejor con nuestros deseos y valores (vivir en la naturaleza o en la ciudad, realizar un trabajo que amemos en lugar de un trabajo con el que poder pagar las facturas…). • Paliar nuestra carencia diaria de magnesio. Para mejorar nuestros aportes alimenticios en magnesio cada día hay que consumir: • Aguas ricas en magnesio; el agua del grifo se puede utilizar para bebidas calientes y sopas. • é (mejor verde) más a menudo que café, que debe incluirse entre las bebidas “placer” que deben tomarse sólo de vez en cuando. • Sustituir los refrescos industriales por zumos de frutas o batidos. • Evitar el exceso de alcohol, que aumenta la excreción de magnesio en la orina y el consumo excesivo de vitaminas del grupo B. • Consumir cereales integrales o semiintegrales, preferiblemente sin gluten: quinoa, trigo sarraceno, arroz… Pueden consumirse en forma de copos o sémola en el desayuno o incluirlos en ensaladas y sopas. • Leche de soja enriquecida en calcio en lugar de leche de vaca, que es el doble de beneficiosa en lo que a magnesio se refiere, así como yogures de soja (a ser posible con bífidus), tofu (el tofu blando es el más fácil de incorporar en las recetas). • Legumbres: lentejas, judías, garbanzos, verduras de color verde y algunos carbohidratos como el boniato, la castaña, el plátano… ricos en magnesio y vitamina B6. • Oleaginosos: almendras, nueces, avellanas, anacardos, pacanas, pistachos… • En general, más vegetales ricos al mismo tiempo tanto en magnesio como en vitaminas B, antioxidantes y polifenoles. • Además de aceite de oliva, utilizar aceite de colza (ecológico en botella de cristal) como aliño, entre 2 y 3 cucharadas al día (no utilizar para freír, pues el calor altera los omega-3). • Consumir tres veces por semana pescado azul (salmón, trucha de mar, fletán, caballa, arenque, sardinas…), marisco y frutos del mar cocidos al vapor, escalfados, marinados, crudos… ricos en taurina, magnesio y omega-3.
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Para librarse de las acumulaciones de aire, aquí tiene algunas herramientas sencillas y eficaces: •
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Evite forzar los eructos, por el riesgo de que al aumentar la presión intraabdominal, en lugar de
subir, baje. Dé un pequeño “paseo digestivo” (cuanto mejores sean las condiciones en las que hemos comido y menos nos hayamos excedido, menos necesitaremos que ese paseo sea largo). La práctica diaria de cualquier deporte ayuda a evacuar el aire. Los más eficaces son salir a correr, saltar (podemos simplemente dar unos cuantos saltos en el sitio) y estirar. El yoga , sobre todo las posturas invertidas; la más sencilla es la vela (mantener la posición tres minutos). Numerosas técnicas asiáticas de bienestar realizan pequeñas percusiones en la tripa . Automasajes en el vientre, tumbados en la cama o la bañera. Por supuesto también nos podemos dar un masaje. Los osteópatas y etiópatas (que son quienes se ocupan de buscar las causas de cualquier enfermedad) tratan lo “visceral” y pueden ayudarnos a instaurar la paz en nuestro “planeta tripa”.
2. Los reflujos El contenido del estómago, impregnado del ácido clorhídrico que segrega la pared gástrica para esterilizar el bolo alimenticio a la vez que permitir su digestión por parte de las enzimas, puede subir por el esófago (reflujo gastroesofágico). u La
explicación
Por un lado, el extremo final del esófago contiene un esfínter que se relaja cuando deglutimos y se cierra para evitar que suban los alimentos. Como este mecanismo es imperfecto, es normal experimentar pequeños reflujos sin consecuencias alarmantes. Pero si la región abdominal está en tensión y el estómago tiene espasmos debidos al estrés, el aumento de la presión puede desencadenar reflujos importantes y reiterados. No obstante, puede ocurrir que bajo determinadas circunstancias el fundus gástrico (parte alta del estómago) pueda deslizarse por efecto del aumento de la presión intra-abdominal hacia la cavidad torácica, provocando una hernia de hiato cuyo curso clínico puede ser transitorio o cronificarse provocando continuos reflujos con toda la sintomatología que conlleva. En ocasiones, aparte de las medidas preventivas, hay que recurrir a la cirugía.
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problema
Los reflujos ácidos son corrosivos para la mucosa del esófago que, a diferencia de la del estómago, no tiene la capacidad para protegerse contra la acidez. Esto acaba provocando una sensación de ardor que tiende a propagarse de abajo arriba a la que denominamos pirosis. Entre el 10 y el 20% de la población occidental sufre pirosis. Es la primera causa de consulta médica por síntomas digestivos. Si los reflujos se prolongan en el tiempo, la mucosa del esófago se inflama, lo que también puede llevar asociado dolor: hablamos de esofagitis. La inflamación crónica puede desencadenar fibrosis estenosante de la porción terminal del esófago, lo que se conoce como “esófago de Barret”, que en algunos casos podría degenerar en un cáncer de esófago. Ahora bien, una tercera parte de los pacientes a los que se les detecta una esofagitis mediante fibroscopía nunca se ha quejado ni de quemazón ni de dolores. En muy pocas ocasiones la mucosa inflamada sangra. Un estudio japonés realizado con tres grupos de diabéticos observó que el consumo de yema de huevo produce una secreción excesiva de colecistoquinina y que ésta relaja el cierre superior del estómago. En el caso de los voluntarios sanos, el paso de proteínas y glúcidos no aumenta la secreción de colecistoquinina, pero sí la de grasas y reduce el tono del esfínter del esófago. Por último, el aumento de la colecistoquinina presiona el píloro, el esfínter de la parte baja del estómago, e impide el vaciado gástrico. Esto explica que una comida grasa permanezca más tiempo en el estómago y contribuya a un aumento muy significativo del riesgo de reflujos. Los estudios demuestran que la frecuencia y gravedad de los reflujos y la esofagitis es proporcional a la cantidad de grasas animales consumidas e inversamente proporcional a la cantidad de fibras consumidas. Un metanálisis de 45 estudios puso de relieve que cuantas más grasas y carne se consuman, mayor será el riesgo de tener un esófago precanceroso y canceroso. Los reflujos también son causa de insomnio y de un descanso no reparador. u Las
soluciones
El tabaco aumenta el riesgo de reflujos, inflamación y cáncer. Lo mejor es sustituirlo por “drogas buenas” que tengan efectos serotoninérgicos, como el chocolate negro, los glúcidos de absorción lenta, el magnesio, el azafrán, el deporte o aficionarnos a actividades creativas. El estrés, que aumenta la presión intra-abdominal y los espasmos del estómago, es un factor muy habitual de reflujo. Además, cuanto más aire aprisionado hay en el estómago (un estudio japonés ha comprobada que podía contener… ¡hasta 4 litros!), mayor es la presión y más aumenta el riesgo de reflujo. Antes ya ha visto qué hay que hacer para reducir la aerofagia y el estrés. El sobrepeso y el embarazo aumentan también la presión en la región abdominal y el riesgo de reflujo, al igual que las comidas copiosas. ¿Qué se debe hacer? Es mejor repartir las calorías tomando un buen desayuno proteico, una comida equilibrada en proteínas y glúcidos y una cena ligera. Ese es sin duda el quid de la cuestión. omar una cena ligera por la noche y, salvo algunos períodos cortos de la vida, vegetariana, resulta fundamental, y no sólo para luchar contra los reflujos, sino también contra los trastornos del sueño ocasionados por cenas demasiado copiosas y demasiado ricas en proteínas animales, contra el sobrepeso, la diabetes y la práctica totalidad de las patologías degenerativas. Así es; la sobrecarga del tubo digestivo favorece la inflamación de todo el organismo, lo que acelera el envejecimiento y las enfermedades cuya incidencia aumenta con la edad. Visite nuestra web: www.saludnutricionbienestar.com
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Una afluencia masiva de calorías en las células satura a las mitocondrias, nuestras centrales energéticas, y eso tiene tres consecuencias: • Las calorías que no se queman salen y se depositan en el tejido adiposo. • Las centrales energéticas sobrecargadas emiten más radicales libres, que son los residuos corrosivos que desempeñan un papel fundamental en los fenómenos del envejecimiento y las patologías degenerativas. • Las reparaciones que deben hacerse por la noche en un clima de desaceleración del metabolismo no se pueden realizar igual de bien, y los daños ocasionados en las células y los genes se van acumulando. Así de claro: comer demasiado por la noche, y ya si hablamos de proteínas animales peor aún, resulta ser una de las formas más eficaces de reducir sus años de vida saludable. ambién se pueden fragmentar incluso más el número de comidas diarias tomando un pequeño tentempié a media mañana y a media tarde. Por ejemplo fruta, oleaginosos (almendras, nueces, avellanas…) o chocolate negro, que tienen la ventaja de proporcionar muchas fibras, así como polifenoles. Entre las personas obesas, la práctica habitual de una actividad física reduce la frecuencia de los reflujos. Una alimentación rica en verduras, sobre todo en fibras y polifenoles, tiene efectos antiinflamatorios y protectores de las mucosas del estómago y del esófago y se ha comprobado que está asociada con una frecuencia menor de reflujos, así como de sobrepeso. Así, en Asia se observa una incidencia claramente inferior de reflujos gastroesofágicos: • • • • • •
Asia, del 2,5 al 7,8% Norteamérica, del 18,1 al 27,8 % Oriente Medio, del 8,7 al 33,1 % Sudamérica, 23 % Europa, del 8,8 al 25,9 % Australia, 11,6 %
Al comparar a 148 monjes budistas con muestras de la población general, parece ser que una alimentación vegetariana reduce a la mitad la frecuencia de los reflujos. Por otra parte, un estudio realizado con voluntarios ha permitido comprobar que cuanto más rica en grasas sea la comida, más se relaja el cardias y más asciende la acidez desde el estómago al esófago. Una alimentación antiinflamatoria incluye: • Nada de café y nada de bebidas que contengan cafeína (refrescos, bebidas energéticas…), puesto que la cafeína además aumenta las secreciones de ácido clorhídrico. • Poca carne. • Pocos o incluso ningún lácteo. • Pocas grasas saturadas (mantequilla, margarina, queso, carnes grasas, yema de huevo…) e hidroganadas (grasas saturadas tratadas industrialmente para estabilizarlas y hacer que los preparados duren más tiempo (contenidas en bollería industrial, etc.). • Frutos rojos, negros, morados y púrpuras. • Mucha verdura. Visite nuestra web: www.saludnutricionbienestar.com
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Oleaginosos (sobre todo almendras). Aceite de oliva virgen extra y de colza (ecológico en botella de cristal). Cúrcuma, clavo, nuez moscada, ajo, cebolla y hierbas. Chocolate negro con más de un 74% de cacao. é, sobre todo verde, rooibos, infusiones de hibisco…
El vino tinto contiene polifenoles, pero en caso de reflujo, la presencia de alcohol aumenta los ardores. Cuando se inicia una alimentación antiinflamatoria, al cabo de unos meses podemos volver a introducir de forma progresiva una copa de vino tinto y después una segunda. Si ya se sufre reflujo, ardor y no digamos ya inflamación que han sido detectados en una fibroscopia, es necesario añadir: • Una cucharada de gel de aloe vera 99% en cada comida (por ejemplo, en un zumo de granada, de arándano, de grosella negra…). • Un compuesto generalista (es decir, con múltiples oligoelementos y vitaminas) que contenga zinc biodisponible. • Magnesio. • Polifenoles en suplementos.
3. La pesadez de estómago, la indigestión y la gastritis La pesadez de estómago y la indigestión son muy comunes y puede tratarse de algo puntual. Si son crónicas, corren el riesgo de complicarse debido a una inflamación y derivar en una gastritis. La inflamación puede afectar a todo el tubo digestivo, desde la boca hasta el ano. ras el esófago, puede alojarse en el estómago y provocar síntomas poco específicos: dolores, indigestión, sensación de hinchazón, náuseas… u La
explicación
La pesadez de estómago y la indigestión se deben sobre todo a comidas demasiado copiosas que sobrecargan y dilatan el estómago. A menudo van asociadas a tensiones y estrés que provocan espasmos en el estómago, así como un cierre prolongado del píloro. Resultado: el vaciado gástrico no se realiza en los plazos habituales. La pared del estómago segrega ácido clorhídrico por estimulación de la gastrina y la histamina. Sirve para esterilizar los alimentos y activar la enzima que digiere las proteínas a este nivel, la pepsina. Por eso el pH del estómago es muy ácido, entre 1 y 2 (el pH normal de los líquidos corporales se sitúa entre 7,35 y 7,40). En condiciones normales, la pared gástrica está protegida por su propia mucosa contra la actividad ácida que provoca el ácido clorhídrico al digerir el bolo alimenticio. Pero un exceso de secreciones ácidas, una infección crónica o interferencias inflamatorias o medicamentosas pueden conducir a la corrosión de la pared gástrica, lo cual en un primer momento desencadena una simple gastritis. Si el bolo alimenticio que sale del estómago hacia el duodeno es hiperácido de manera crónica o está mal sellado por las secreciones biliares y los bicarbonatos del páncreas, la inflamación puede alcanzar la parte alta del intestino, el duodeno.
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Las causas principales de un exceso de secreción ácida son el estrés y el consumo de café. La cafeína aumenta la secreción de histamina e induce una producción de ácido muy elevada. El agente infeccioso responsable es la bacteria Helicobater pylori , capaz de resistir a dicho medio ácido. Los principales medicamentos involucrados son la aspirina y el resto de AINE (ver más arriba). La mayoría de la gente acumula varios factores: exceso de llenado del estómago, café, estrés, Helicobater y medicamentos, o cualquier combinación entre ellos. u El
problema
Una inflamación prolongada en el estómago, al igual que en el esófago y el duodeno, es una puerta abierta a daños cada vez más profundos: por ejemplo, úlceras, ya sean de estómago o duodeno. La fase posterior a la úlcera es la metaplasia , es decir, que los genes de las células resultan dañados y se evoluciona hacia una lesión precancerosa y a continuación, inevitablemente, a un cáncer. La gastritis y la infección de Helicobacter son las principales causas del cáncer de estómago. Aquí tiene tres advertencias antes de comenzar un tratamiento: advertencia :
4 Primera
No se debería seguir ningún tratamiento sintomático sin someterse primero a una fibroscopia que permita ver qué está pasando en el esófago, o a una gastroscopia (el equivalente para el estómago). Esto es así porque si se receta un tratamiento contra la acidez como alivio, lo que se puede estar haciendo es que se tarde más tiempo en diagnosticar una evolución precancerosa o un cáncer ya instalado. ambién es necesario tener en cuenta la edad de la persona (cuanto más mayor, más aumenta el riesgo de cáncer), antecedentes personales y familiares y factores de riesgo (por ejemplo, un fumador que come muy pocas verduras). En cualquier caso, cuanto más esperemos, más empeorará el pronóstico. 4 Segunda
advertencia :
Con un simple tratamiento de alivio (protectores estomacales antiácidos, inhibidores de la bomba de protones tipo omeprazol…) no se pone remedio a las causas de la hiperacidez y la inflamación, que al dejar el tratamiento, volverán a aparecer. Y además, los medicamentos tienen efectos secundarios no deseados: • Algunos protectores antiácidos contienen aluminio prooxidante y neurotóxico que penetra con mayor facilidad y llega a la sangre y el cerebro en caso de inflamación. • Los inhibidores de la bomba de protones privan al paciente de las ventajas del ácido clorhídrico y le exponen a un mayor riesgo de intoxicación alimentaria y a una disminución de la eficacia de la digestión que realiza la pepsina. Y una digestión imperfecta allana el camino para las intolerancias alimentarias. Hoy en día, a pesar de que se conocen sus efectos, los inhibidores de la bomba de protones se siguen prescribiendo de modo indiscriminado. 4 Tercera
advertencia :
En caso de infección de Helicobacter , los medicamentos de los que hemos abusado son cada vez menos eficaces, ya que la bacteria se vuelve cada vez más resistente a los antibióticos. Un protocolo clásico antiHelicobacter incluye tres medicamentos (triterapia): un inhibidor de la bomba de protones y dos antibióticos. Visite nuestra web: www.saludnutricionbienestar.com
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Ahora bien, este protocolo funciona cada vez menos. Los profesionales clínicos tratan de superar esta resistencia a los tratamientos probando una cuatriterapia que por el momento ofrece mejores resultados. ¿Pero por cuánto tiempo? Comprobamos además que cuanto más ácido sea el estómago, más destruye los antibióticos. Algunos autores predicen el final del reinado de los antibióticos y solicitan que se estudien alternativas y lo primero que sugieren es incluir probióticos. Vamos a ver qué otras medidas básicas deben ponerse en práctica. u Las
soluciones
• • • • •
Evitar atascar el estómago distribuyendo mejor las calorías, sobre todo por la noche. Sustituir el café por el té (que no aumenta las secreciones ácidas y es altamente antiinflamatorio). Avanzar hacia una alimentación cada vez más antiinflamatoria (según las pautas antes explicadas). Gestionar mejor el estrés (herramientas de gestión, magnesio…). Dejar de beber alcohol mientras se va poniendo todo en orden (ingerir magnesio, seguir un tratamiento de vitaminas B y tomar otras medidas que mejoran el control de la serotonina. • Dejar de tomar aspirina y AINE (antiinflamatorios no esteroideos). • Si ha ingerido inhibidores de la bomba de protones, es mucho más importante que tome magnesio, ya que los inhibidores tienen efectos antimagnesio. Con estas medidas se reduce la pesadez de estómago, la indigestión y las secreciones ácidas excesivas al empezar a luchar contra la inflamación de la pared del estómago. En caso de gastritis, y no digamos ya de infección por Helicobacter , úlcera o lesiones precancerosas, hay que añadir: • Alimentos y bebidas ricos en polifenoles, ya que son al mismo tiempo poderosos antiinflamatorios, antiHelicobacter y anticáncer. Hablamos de frutas y verduras, frutos rojos, negros, morados, púrpuras, manzanas ecológicas con piel, aceite de oliva virgen extra, cúrcuma, clavo, ajo marinado, almendras, chocolate negro, té verde, té verde matcha e infusiones de hibisco. • Gel de aloe vera ecológico 99% (de dos a tres cucharadas al día en batidos, zumos, sopas…). • Aceite rico en omega-3: dos terceras partes de aceite de linaza o camelina con una tercera parte de aceite de oliva o de colza para aliñar (dos cucharadas al día). • ras analizar los niveles plasmáticos y la corrección de los déficit o carencias, una suplementación de vitamina D (sin tolueno), alrededor de 2.000 UI de vitamina D al día. • Magnesio en forma de suplemento. • Polifenoles en forma de suplemento. En caso de déficit, también puede considerar tomar bromelina, que son enzimas de piña, antiinflamatorias. Pero asegúrese de tomar una fórmula que no contenga ftalato, un disruptor endocrino. La pimienta de cayena, que contiene capsaicina, tiene un efecto positivo en las dispepsias, según un estudio. En otros estudios también se ha observado que es analgésica. Pero además se trata de una especia agresiva que quema, y no estoy seguro de que eso sea lo mejor, especialmente si cuando un estudio en Italia observó una disminución del riesgo de cáncer de estómago, otro en México demostró lo contrario. En caso de úlcera y/o lesiones precancerosas, se debe pensar en reforzar el tejido conectivo (ahí participan los polifenoles) con silicio. Visite nuestra web: www.saludnutricionbienestar.com
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CÓMO ACABAR CON LOS PEQUEÑOS PROBLEMAS DIGESTIVOS L A AEROFAGIA • Michel Robaszkiewicz et al, Douleurs thoraciques pseudo-angineuses: physiopathologie, démarche diagnostique et traitement, Gastroentérologie Clin Biol, 2000, 24: 746-752 L OS REFLUJOS • Djärv et al, Physical activity, obesity and gastroesophageal reflux disease in the general population, World J Gastroenterol, 2012, 18 (28): 3710-4 • Dent J et al, Epidemiology of gastro-oesophageal reflux disease: a systematic review, Gut, 2005, 54, 710-717 • Hashem B El-Serag et al, Update on the epidemiology of gastro-oesophageal reflux disease: a systematic review, Gut, 2014, 63, 871-880 • JG Jung et al, Vegetarianism as a protective factor for reflux esophagitis: a retrospective, cross-sectional study between Buddhist priests and general population, Dig Dis Sci, 2013, 58 (8): 2244-52
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