05/078/104 - 18 cop. (Siglo XIX) El corazón de las tinieblas: ¿Anti, Racismo, o Impresionismo? 1 (Selección) [Página 363 ]2 En una conferencia en la Universidad de Massachusetts, el novelista nigeriano Chinua Achebe atacó a El corazón de las tinieblas calificándola como "racista". Conrad, nos dice Achebe, "proyecta la imagen de África como ´el otro mundo´, la antítesis de Europa y, por consiguiente, de la civilización, un lugar donde la jactancia del hombre sobre la inteligencia y el refinamiento son finalmente burlados por una bestialidad triunfante"3. Lejos de ser un gran desmistificador, Conrad es en realidad un "proveedor de mitos reconfortantes" e incluso un "maldito racista". Achebe agrega: "Que esta simple verdad sea pasada por alto por los críticos de su obra se debe al hecho de que el racismo contra África es una forma de pensar tan normal que sus manifestaciones pasan completamente desapercibidas". En conclusión, para el novelista nigeriano sería deseable eliminar la novela de Conrad de la currícula académica -una de las obras de ficción más frecuentes en las clases de literatura inglesa desde Chicago a Bombay y Johannesburgo. Estas diatribas han provocado un vigoroso número de defensas a favor de El Corazón de las tinieblas, las cuales resaltan predeciblemente la mirada crítica de Conrad sobre el imperialismo; subrayando al mismo tiempo que las categorías y lenguajes racistas eran ampliamente aceptadas en el periodo Victoriano tardío. Cedric Watts, por ejemplo, argumenta que "Conrad y Achebe en realidad están del mismo lado"4. Achebe simplemente se deja llevar por su entendible aversión a los estereotipos racistas. "Lejos de ser un proveedor de mitos reconfortantes", dice Watts, "Conrad muy deliberada e incisivamente se ocupa de desarticular tales mitos". Además de reconocer que Conrad empleó el lenguaje estereotípico común a su época, Watts insinúa a la vez que de hecho logró sobrepasarlo: Achebe señala con indignación que Conrad (en las "Notas de autor" de Victory) habla de un encuentro con un "negro inmenso" en Haití que le causó una fuerte impresión asociada a la idea de violencia pura e irracional. También habrá notado la referencia en The Nigger of the ´Narcissus´ ... ... a una "cara aplastada y atormentada- una cara patética y brutal: la trágica, misteriosa y repulsiva máscara del 1
Brantlinger, Patrick, 1985. "Heart of Darkness": Anti-imperialism, Racism, or Impressionism?", en: Traducción de Daniel Ismael Gómez Gómez para la cátedra de Criticism, Vol. 27, No. 4, páginas 363-385. Traducción Literatura de Siglo XIX. [N. del T.] 2 Se consigna entre corchetes corchetes la página del texto original para posibles posibles referencias. [N. del del T.]. 3 Achebe, Chinua, 1978. "An image image of Africa", Africa", en: Research in African Literatures, 9, páginas 1-15, reimpresión de Massachusetts Review, 18 (1977), páginas 782-94. 4 Watts, Cedric, 1983. "A bloody racist": racist": About Achebe´s View of Conrad", en: Yearbook of English Studies, 13, páginas 196-209. Para ver otra defensa, se puede consultar: Hawkins, Hunt, 1982. "The issue of Racism in Heart of Darkness" , Conradiana, 14, páginas 163-171. Entre los críticos que apoyan a Achebe, ver Blake, Susan, 1982. "Racism and the Classics: Teaching Heart of Darkness", en: College Language Association Journal, 25, 396-404; y Redmond, Eugene, 1979. "Racism, or Realism? Literary Apartheid, or Poetic License? Conrad´s Burden in The nigger of the ´Narcissus´ , en: Conrad, Joseph, 1979. The Nigger of the Narcissus. Ed. Robert Kimbrough, Nueva York: Norton, páginas 358-368. Achebe es, sin embargo, una minoría dentro de los escritores no-occidentales; ver Nazareth, Peter, 1982. "Out of Darkness: Conrad and Other Third World Writers", Conradiana, 14, 173-187.
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alma de un negro." Habrá notado, también, que las cartas de Conrad están salpicadas por casuales referencias antisemitas. Lo mismo sucede en las cartas a su amigo [R. B. Cunninghame] Graham. Tanto Conrad como Graham fueron influenciados por el clima de prejuicios de su época... Lo interesante es que sus mejores trabajos trascienden estos prejuicios" (p. 208).
[Página 364] Sus trabajos "trascienden estos prejuicios", argumenta Watts, en parte porque ambos atacan al imperialismo. Watts es uno de los tantos críticos que interpretan El corazón de las tinieblas como una denuncia de la violencia y rapacidad imperialistas. La carrera de Kurtz hacia lo demoníaco va en contra de la ideología imperialista, y la avaricia de los “peregrinos sin fe” -los blancos sub-Kurtzes por así decirlo- es quizá peor. “La conquista de la tierra”, declara Marlow, “que mayormente consiste en quitársela a los que tienen una diferente complexión o una nariz ligeramente más chata que nosotros, no es algo muy agradable cuando uno reflexiona demasiado al respecto”5. No hay nada equivocado en ese comentario; Conrad no se hizo ninguna ilusión sobre la violencia imperialista. Pero Marlow distingue entre el imperialismo británico y el de las otras potencias europeas: las partes rojas del mapa son gratificantes, dice, "porque así uno sabe que en esa zonas se está trabajando en serio"6 (p.18). El corazón de las tinieblas trata específicamente sobre lo que Conrad vio en el imperio africano del rey Leopoldo en 1890; el alcance de hasta dónde su crítica pueda ser generalizada y aplicada al imperialismo por fuera del Congo no está claro. El sentido político de la historia de Conrad es complicado debido a su estilo ambiguo. Utilizaré el término “impresionismo” como uno no muy adecuado para referirme al lenguaje y a la estructura narrativa, en parte porque Fredric Jameson lo hace así en su diagnóstico de la naturaleza “esquizofrénica” de Lord Jim.7 El “impresionismo” de Conrad es para algunos críticos el objeto más preciado de sus obras, mientras que para otros es un modo de ofuscación que le permite enmascarar su “nihilismo”, o mantener valores contradictorios. Las interpretaciones de El corazón de las tinieblas que se centran en el racismo (y, por lo tanto, en el imperialismo), o en un anti-imperialismo (y, por lo tanto, anti-racista), inevitablemente se fundan en base a este “impresionismo”. Para señalar únicamente la dificultad más obvia, el marco narrativo filtra no solo todo lo que se dice a través de Marlow, sino también a través del primer narrador anónimo. ¿Hasta qué punto es seguro asumir que Conrad/Marlow expresan un punto de vista? Y aun suponiendo que Marlow habla directamente en lugar de Conrad, ¿están de acuerdo con los valores que enuncia el primer narrador? Más allá de las respuestas, El corazón de las tinieblas, creo, lleva a cabo una fuerte crítica hacia al menos algunas manifestaciones de racismo e imperialismo, al mismo tiempo que expresa esta crítica por medios que pueden ser únicamente caracterizados como imperialistas y racistas. El “impresionismo” es la frágil piel del discurso que expresa -u oculta- esta “esquizofrénica” contradicción como 5
Conrad, Joseph, 1963. Heart of Darkness. Nueva York: Norton. Página 7. Los números de esta edición se pondrán en paréntesis a lo largo del texto. 6 En este caso, se ha optado por la traducción de Dieguez Rodríguez de la editorial Alfaguara y su correspondiente numeración de página: Conrad, Joseph, 2008, El corazón de las tinieblas, Buenos Aires: Alfaguara. (N. del T.) 7 Jameson, Fredric, 1983. The Political Unconscious: Narrative as a Socially Symbolic Act. Ithaca: Cornell University Press. Páginas 206-280. Véase también la discusión de Ian Watt sobre el “impresionismo” y “simbolismo” en Conrad in the Nineteenth Century. Berkeley: University of California Press. Páginas 168200.
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una total y aparente armonía. I [Página 365] En Conrad and Imperialism, Benita Parry argumenta que "al revelar
el desajuste entre la retórica altisonante y la sórdida ambición, y al indicar el propósito y los objetivos de una civilización dedicada a la hegemonía global, los escritos de Conrad son más destructivos para las premisas ideológicas del imperio que las polémicas de sus detractores contemporáneos"8. Tal vez. Al menos es cierto que Conrad se encontró consternado por la "retórica altisonante" que fue utilizada para enmascarar las "sórdidas ambiciones" del Rey Leopoldo II de Bélgica, quien fue su empleador durante los últimos seis meses de su estadía en el Congo en 1890. El corazón de las tinieblas expresa no solo lo que Conrad vio y registró parcialmente en "Congo Diary", sino también la revelación de las atrocidades que comenzaron a aparecer en la prensa británica a partir de 1888 y que alcanzó su clímax 20 años después, cuando en 1908 el progresivo escándalo forzó al gobierno belga a que tomara control de los dominios privados de Leopoldo. Durante ese período la población del Congo fue reducida quizá a la mitad; hasta 6,000,000 de personas llegaron a ser desplazadas, torturadas, y asesinadas por medio de un sistema de trabajo forzado usado para extraer marfil y lo que los reformadores llamaron "goma roja"9 del "corazón de las tinieblas".10 Conrad tenía simpatías por la Asociación para la Reforma del Congo (Congo Reform Association), establecida en 1903 en parte por su amigo Roger Casement, a quien conoció en Africa, y éste logró que escribiera una carta de propaganda en la que se afirma: "Es algo extraordinario que la conciencia de Europa que setenta años atrás había defenestrado el comercio de esclavos bajo una óptica humanitaria ahora tolere el estado actual del Congo"11. En dicha carta, Conrad prosigue con un lenguaje condescendiente contrastando las brutalidades hacia los congoleños con las protecciones legales que poseen los caballos en Europa. Pese a ello, la intención de Conrad es bastante clara. Hay poco que añadir a lo dicho por Hunt Hawkins sobre la relación de Conrad con la Asociación para la Reforma del Congo. Su líder, Edmund Morel, quien citó la carta de Conrad a Casement en King Leopold´s Rule in Africa (1904), llamó a El corazón de las 12 tinieblas la "cosa más poderosa jamás escrita sobre el tema" . Pero, como Hawkins nota, aparte de escribir esta carta a Casement, Conrad no se involucró con la Asociación.. [Página 366] Otros novelistas prominentes que nunca fueron al Congo contribuyeron 8
Parry, Benita, 1983. Conrad and Imperialism. Londres: MacMillian. Referencia a la cantidad de muertes implicadas en la extracción y comercialización de la goma, uno de los principales materiales extraídos del Congo. (N. del T.) 10 S. J. Cookey, 1968. Britain and the Congo Question, 1885-1913, Londres: Longmans. Brantingler debate el número de muertes ocasionadas por este sistema y agrega otras referencias bibliográficas: Morel, Edmund, 1968. History of the Congo Reform Movement, Oxford: Clarendon; y Legum, Colin, 1961. Congo Disaster, Baltimore: Penguin. (N. del T.) 11 Carta de Conrad citada en: Morel, E. D., 1970, King Leopold´s Rule in Africa, Westport, CL: Negro University Press, páginas 351-352. 12 Hawkins, Hunt, 1981, "Joseph Conrad, Roger Casement, and the Congo Reform Movement", en: Journal of Modern Literature, 9, páginas 65-80; "Conrad and congolense Exploitation", en: Conradiana, 13, páginas 94-100; y "Conrad´s critique of Imperialism in Heart of Darkness", en: PMLA, 94, páginas 286-299. La cita de Morel aparece en el último artículo referido, página 293, y originariamente en Morel, E. D., History of the Congo Reform. 9
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mucho más a la causa. Mark Twain envió "King Leopold´s Soliloquy", y Sir Arthur Conan Doyle escribió un libro para la Asociación llamado The crime of the Congo. Hawkins señala que Conrad "tenía poca fe en la agitación para conseguir una reforma política debido a que las palabras eran insignificantes, la naturaleza humana incapaz de mejora, y el universo entero estaba pereciendo"- puntos de vista que dificultan la participación en causas políticas como las de la Asociación.13 A pesar de esto, en al menos una de sus obras de ficción, Conrad registró su aborrecimiento por la explotación cruenta del Congo llevada a cabo por el rey Leopoldo. Esa obra menor pero muy reveladora es la fantasía que escribió en co-autoría con Ford Madox Hueffer, The Inheritors: An Extravagant Story (1901). El rol de Conrad en la escritura pudo haber sido escaso, pero aun así fue lo suficientemente sustancial para hacer notar que compartía los puntos de vistas allí expresados. A modo de resumen, el protagonista conoce a una mujer joven y hermosa que proclama que proviene de "una cuarta dimensión" y que será una de las que "heredarán la tierra". Los Dimensionistas vendrían en masa, para materializarse, para devorar como una plaga . . . Ellos vendrían como la nieve por la noche: por la mañana uno mirará a través de la ventana y encontrará al mundo cubierto de blanco ... En cuanto al método, nosotros seríamos tratados como lo hacemos con las razas inferiores"14
Lejos de ser dóciles, los "herederos" son como los imperialistas de los tiempos modernos, descritos satíricamente como invasores que vienen de un mundo alternativo de carácter "espiritual". Pero aparte de la joven mujer y otro personaje, la invasión no sucede durante el transcurso de la novela; la sátira se mantiene a través del retrato del Duc de Mersch y su "Sistema para la Regeneración de las Regiones Árticas" (p. 46). Como el rey Leopoldo, "el financiador extranjero – el así llamado Duc de Mersh- era un filántropo megalomaníaco", que termina probando que no es en absoluto un filántropo, solo una clase de "gigantesco y atroz fraude". Todo lo que uno necesita hacer para leer The Inheritors como un ataque hacia el régimen africano de Leopoldo es sustituir "Greenland" por "Congo". El héroe, el periodista Arthur Granger, ayuda a exponer "los verdaderos horrores del sistema Groenlandés- nativos flagelados, descuartizados, miserables, y la hambruna, los vicios, las enfermedades, y los crímenes" (p.280). Los autores ni siquiera cambian el color de las víctimas esquimales: un personaje dice que el Duc "asesina a los negros" (páginas 246-7). [Página 367] Hueffer y Conrad escriben algunas cosas abrasadoras en The Inheritors acerca de "la crueldad hacia los miserables y los indefensos" (p. 282). Pero los hechos de la explotación en el Congo son quizá menos alarmantes que el falso idealismo que los oculta: Más desagradable de ver desenmascarada era la falsedad oculta en las palabras que a través de los años impulsó a los hombres a nobles proezas, al sacrificio, al heroísmo. 13
Hawkins, Hunt, "Conrad´s critique of Imperialism", páginas 292-293. Conrad, Joseph, y Madox Hueffer, Ford, 1901. The Inheritors: An Extravagant Story. Nueva York: McLure, página 16. 14
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Lo descorazonador era ... que todos los ideales tradicionales de honor, gloria, conciencia, han servido para mantener un gigantesco y atroz fraude. La falsedad ha sido desplegada con sigilo, ha devorado el mismísimo corazón de los credos y las convicciones que hemos aprendido del pasaje entre el pasado y el futuro. El viejo orden de las cosas tuvo que vivir o morir con una mentira. (P. 282) Volveré luego a la posibilidad de que el peor rasgo del imperialismo para Conrad quizá no sea la violencia hacia "los miserables" y "los indefensos" sino la mentirosa propaganda que cubre caminos de sangre. Como Hawkins y otros críticos han marcado, Conrad no basó su crítica sobre la explotación imperialista en El corazón de las tinieblas únicamente en lo que vio con sus propios ojos en el Congo. Lo que presenció fue miserable, y él también fue tratado de manera miserable, adquiriendo así una buena cuota de resentimiento convencido de que sus empleadores belgas lo habían explotado. Pero, como le remarcó a Casement, durante su estancia en el Congo no escuchó nada sobre "la supuesta costumbre entre los nativos de cortar manos"15. La conclusión que Casement trajo de esta y otras evidencias fue que gran parte de las crueldades practicadas en el Congo no eran tradicionales, sino recientes efectos de la explotación. El corte de manos era un castigo por falta de cooperación en el sistema de trabajo forzado del rey Leopoldo, y probablemente se hizo frecuente a partir de 1890. Y sí Conrad vio escasa evidencia de tortura, Molly Mahood conjetura, tampoco vio evidencias de canibalismo, más allá del énfasis puesto en dicha historia16. Parece, entonces, que mucho del "horror" retratado o sugerido en El corazón de las tinieblas no representa lo que Conrad vio, sino lo que leyó en la literatura que exponía el sangriento sistema de Leopoldo entre su regreso a Inglaterra y la composición de su novella en 1898-1899. Mientras que "Congo Diary" y cada faceta de su viaje a Stanley Falls ha sido analizada por Norman Sherry y otros, [Página 368] mucha menos atención se ha puesto en lo que Conrad aprendió sobre el Congo luego de su estancia17. La literatura de denuncia sin duda confirmó las sospechas que Conrad tenía en 1890; el periodo más sangriento del régimen de Leopoldo comenzó un año después. Según Edmund Morel: "Desde 1890 los archivos del Estado del Congo estuvieron literalmente cubiertos de sangre. Incluso en tan temprana fecha, la verdadera faceta de la filantropía de dicho Estado estaba comenzando a surgir, pero la opinión pública en Europa se encontraba en ese entonces presa de un engaño."18 Los dos eventos que más lograron poner el foco en el Congo de Leopoldo por parte del público fueron la guerra de 1891-94 entre las tropas de Leopoldo y los traficantes de esclavos árabes, y el asesinato de Charles Stokes, un ciudadano inglés y misionero renegado, a manos de oficiales belgas en 1895. El conflicto con los árabes -una "guerra 15
Carta de Conrad a Roger Casement, citada en Morel, King´s Leopod Rule in Africa,, página 117. Mahood, M. M., 1977. The colonial encounter: A reading of Six Novels. Londres: Rex Collings, páginas 40-47. 17 Sherry, Norman, 1971. Conrad´s Western World. Cambridge: Cambridge University Press; Jean-Aubry, Gerard, 1926. Joseph Conrad in the Congo. Nueva York: Haskell House.; y Zins, Henryk, 1982. Joseph Conrad and Africa. Nairobi: Kenya Literatura Bureau. 18 Morel, E. D. King Leopold´s Rule in Africa, página 104. 16
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de exterminación" según Morel- fue increíblemente cruel y sangriento. "El primer enfrentamiento serio con los árabes ocurrió el 27 de octubre, en 1981; el segundo, el 6 de Mayo, en 1892. Tras esto, cada batalla fue seguida por otra; Nyangwe, la fortaleza árabe, fue capturada en enero de 1893 y, con la rendición de Rumaliza en enero de 1894, la campaña finalizó"19. Sin duda Conrad leyó acerca de estos eventos en la prensa y quizá haya leído luego escritos al respecto, como por ejemplo The Fall of the Congo Arabs (1897) del capitán Sidney Hinde. Arthur Hodister, quien Sherry identifica como el Kurtz originario, fue una temprana víctima de la lucha, liderando una expedición a Katanga, la cual fue aplastada por los árabes. Ian Watt comenta: "The Times anunció que Hodister y sus camaradas aparecieron "con sus cabezas clavadas en palos y sus cuerpos devorados"20 Este y muchos otros episodios similares de la guerra probablemente sirvieron como fuentes para el énfasis que puso Conrad en el canibalismo a lo largo de El corazón de las tinieblas. El canibalismo fue practicado por los dos bandos en guerra, no solamente por los árabes y sus soldados congoleños. Según Hinde, quien debe ser contado como uno de los posibles modelos para Kurtz, "el hecho de que ambos lados eran caníbales, o que en ambos bandos era parte de su entrenamiento, fue gran parte de nuestro éxito"21. Los musulmanes, apunta Hinde, creen que irán al cielo solo si sus cuerpos permanecen intactos, a diferencia de los cuerpos que son mutilados, destrozados, o devorados. Por esta razón, el canibalismo fue un arma para causar miedo en ambos bandos, sin dejar de ser un elemento omnipresente durante las guerras entre algunas sociedades congoleñas. Hinde se refiere a los combatientes de los dos bandos como "hombres lobo" y describe numerosos "banquetes asquerosos" (p.69). [Página 369] Un pasaje típico de su texto dice: "Lo que más me sorprendió en estas expediciones fue el número de cuerpos parcialmente destrozados que encontré en cada dirección en un radio de varios kilómetros. Algunos no tenían manos ni pies, y otros tenían pedazos cortados de la cintura u otras zonas del cuerpo; otros no tenían cabeza ni entrañas, dependiendo del gusto individual del salvaje ..." (p. 131). Las descripciones que Hinde hace sobre estas atrocidades parecen ser imparciales, de un observador externo, pero, de hecho, él fue uno de los seis oficiales blancos a cargo de cuatrocientos "regulares" y unas 25,000 tropas "caníbales". Sus expresiones de horror parecen ser las esperables para un oficial inglés, pero también son las de un participante en contradicción y con cierta fascinación sádica por cada sangriento detalle. Si bien parece probable que Conrad haya leído a Hinde, también pudo haber conocido otras noticias más tempranas como las publicadas por The Times. Para citar otro ejemplo, en una serie de textos publicados en The Century Magazine en 1896-1897, E. J. Glave documentó "la crueldad en el Estado Libre del Congo". Según Glave, "El Estado no suprimió la esclavitud, sino que estableció un monopolio expulsando a la competencia árabe y wangwana". En vez de tratarse de una noble guerra para terminar con el tráfico de esclavos, que es lo que el rey Leopoldo y sus agentes argumentaban para justificar sus acciones contra los árabes, un nuevo sistema de esclavitud se instaló en lugar del otro. Glave continúa: "a veces los nativos son tan perseguidos que toman venganza de sus perseguidores matándolos y torturándolos. Recientemente, un puesto del gobierno en 19 20 21
Morel, E. D. King Leopold´s Rule in Africa, página 23. Watt, Ian, Conrad in the Nineteenth Century, página 142. Hinde, L. Sinde, 1897. The fall of the congo arabs. Londres: Methuen. Páginas 124-125.
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Lomami perdió dos hombres, quienes fueron asesinados y devorados por los nativos. Los árabes fueron enviados para castigarlos; muchas mujeres y niños fueron capturados, y veintiún cabezas fueron traídas a Stanley Falls, y usadas como decoración por el capitán Rom en el jardín de su casa"22. El capitán Rom, sin duda, también debe ser contado como un posible modelo de Kurtz. En todo evento, la práctica de capturar congoleños para usarlos como trabajadores y cortar manos y cabezas a los que se resistían continuó y probablemente aumentó luego de la derrota de los árabes, tal como numerosos testigos han notado a lo largo de la gran cantidad de citas incluídas en la denuncia de Edmund Morel. Un relato típico de un observador suizo es suficientemente ilustrativo: "Si el jefe no trae la cantidad estipulada de goma cruda, se envían soldados a matar sin piedad a la gente. Como prueba de esto, partes de los cuerpos de las víctimas son traídos a la fábrica. Cuántas veces he visto cabezas y manos llevadas allí."23 II
Cuando Marlow declara que “la conquista de la tierra... no es algo agradable”, [Página 370] no tarda en sugerir luego que el imperialismo puede llegar a ser “redimido” por la “idea” que se halla detrás de él. Pero en el mundo real el idealismo es frágil, y en El Corazón de las tinieblas, excepto por las ilusiones mantenidas por un par de mujeres en Bruselas, ha muerto por completo. Al “volverse nativo”, Kurtz traiciona los ideales “civilizadores” con los que supuestamente partió desde Europa. Entre los “peregrinos sin fe” hay solo falsos ideales y falsa religión de auto-conocimiento. “Arrancar tesoros desde lo profundo de la tierra era lo que deseaban”, dice Marlow, “sin más propósito moral que los de unos ladrones abriendo una caja fuerte” (p.31). La verdadera naturaleza de la filantropía europea en el Congo se le revela a Marlow por las cadenas y “las negras sombras de enfermedad y hambre”, abandonadas para morir en “el esplendor verdoso”, que ve en la Lejana Estación. (pp. 16-17). Estos “fantasmas” miserables son probablemente un retrato acertado de lo que Conrad vio en 1890; también pueden ser considerados como una representación de lo que luego aprendió sobre los campos de trabajo forzado de Leopoldo. En cualquier caso, desde el primer momento que pone su pie en el Congo, Marlow tiene en claro el significado de “la feliz danza de la muerte y el comercio” (p.14). Por esto, tiene sentido interpretar El Corazón de las tinieblas como un ataque al imperialismo, al menos al que operó en el Congo. Pero, en el transcurso de este ataque, todos estos “ideales” amenazan con transformarse en “ídolos”: “algo”, en palabras de Marlow, frente a los cuales “uno puede inclinarse y ofrecer un sacrificio” (p. 7). Conrad universaliza “la oscuridad” parcialmente al universalizar el fetichismo. Lenin, Rosa Luxemburgo, y otros críticos marxistas contra el imperialismo describiero la era de “la carrera hacia África” -a grandes rasgos, de 1880 a 1914- como una donde “el fetichismo por las mercancías” del “capitalismo tardío” fue intensa; una problemática que luego Edward Said analizaría en The Nigger of the ´Narcissus´ 24. Si los “nativos” entre las tinieblas toman a Kurtz como un ídolo, los europeos idolatran el marfil, el dinero, el poder y la reputación. Kurtz se une a los 22
Glave, E. J., 1897. "Cruelty in the Congo Free State", en: The Century Magazine, 54. También, Glave, 1896-1897, "New conditions in Central Africa", The Century Magazine, 53. 23 Morel, E. D., 1906. Red rubber: The story of the Rubber Slave Trade on the Congo. Londres: T. F. Unwin. 24 Said, Edward, 1966. Joseph Conrad and the Fiction of Autobiography. Cambridge, MA: Harvard University Press. Páginas 142-143.
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“nativos” en sus “indecibles ritos”, idolatrando su propio poder y el goce sin freno. El mismo Marlow asume una posición como ídolo, sentado sobre la cubierta con sus piernas recogidas y las palmas abiertas como Buda. Y la pretendiente de Kurtz es quizá el mayor fetichismo, al idolatrar la imagen de su prometido. La mentira de Marlow deja a la pretendiente de Kurtz oculta en la oscuridad protegida de las ilusiones, de la idolatría. Pero la dificultad de esta inversión, a través de la cual los “ideales” se transforman en “ídolos”, es que Conrad retrata la moral en bancarrota del imperio al mostrar que los motivos y las acciones de los europeos no son diferentes al fetichismo y salvajismo africano. Conrad pinta a Kurtz [Página 371] y a África con la misma brocha. Su versión de lo malvado -la forma tomada por el comportamiento satánico de Kurtz- es “volverse nativo”. En suma, la maldad es africana en la historia de Conrad; si es también europea, es porque un número de hombres blancos en el corazón de las tinieblas se comportan como africanos. El énfasis puesto en el canibalismo, su identificación del vínculo entre las costumbres africanas y la violencia, la lujuria, y la locura, sus metáforas sobre la bestialidad, muerte, y oscuridad, su sugerencia de que viajar por África es como ir hacia atrás a un tiempo más primitivo, infantil, pero también escenario infernal para la existencia -estos aspectos de la historia son tomados del repertorio del imperialismo victoriano y del racismo que pintó de negro a todo un continente. Achebe, entonces, tiene razón al denominar “racista” al retrato que Conrad hace sobre África y sus habitantes. Es posible argumentar, como lo hace Parry, que Conrad trabaja las dicotomías blanco-y-negro, luz-y-oscuridad, que pertenecen a la fantasía racista para lograr subvertirlas, pero ella también reconoce que esta subversión es incompleta: “Aunque las resonancias del blanco son discordes... el negro y lo oscuro sirven en el texto como equivalentes para lo salvaje y lo imposible de redimir, lo corrupto y degradado... lo cruel y lo atroz. El mismo imperialismo es percibido como lo oscuro dentro de Europa... A pesar de que por momentos se separe de la tradición europea... la ficción vuelve a la práctica establecida, registrando dos órdenes incompatibles dentro de un universo maniqueo.”25 La "imaginación imperialista", sugiere Parry, trabaja con las imágenes "maniqueas", las polaridades irreconciliables comunes a toda ideología racista. Achebe aborda esta problemática de manera más sucinta: "Conrad tenía un problema con los negros... A veces su obsesión con su color... era avasalladora."26 Identificar las fuentes específicas del conocimiento más tardío de Conrad sobre los horrores del régimen de Leopoldo es menos importante que reconocer que hubo numerosas fuentes, incrementándose a lo largo de 1890. Conrad modificó su experiencia directa a la luz de estas fuentes de muchas maneras. Como he sugerido, el énfasis en el canibalismo en El corazón de las tinieblas probablemente deriva en parte de su lectura acerca de la guerra entre los agentes de Leopoldo y los árabes. Al mismo tiempo, la guerra no es mencionada en la novela; ciertamente, los rivales árabes en pugna con los belgas por el control del Congo brillan por su ausencia. Esta omisión tiene el importante efecto de pulir la dicotomía luz/oscuridad, el sello del racismo europeo: "el mal" y "la oscuridad" están solamente entre dos lados, Europa y África, "blanco" y "negro". Pero mientras que Conrad/Marlow atribuye "el mal" a los invasores europeos como una paradoja, esta atribución a los africanos lo considera como un hecho. [Página 372] Aun 25
Parry ,Benita, Conrad and Imperialism, página 23. Achabe, Chinua, "An image of Africa", página 10.
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más, la omisión de los árabes significa que Conrad no aborda al canibalismo como el resultado de una guerra, sino como una costumbre habitual entre los congoleños, más allá de que probablemente no haya visto evidencia alguna de ello cuando estuvo allí. Exagerar el alcance y la naturaleza del canibalismo es un procedimiento estándar en las descripciones racistas sobre África. Simplificando sus memorias y fuentes, Conrad arribó a una dicotomía o patrón maniqueo del romance de la aventura imperialista, un patrón radicalmente contrario a un realismo con intención de denuncia. Quizá El corazón de las tinieblas exprese dos intenciones irreconciliables. Como dice Parry, "hacer una interpretación de El corazón de las tinieblas como una denuncia militante y una afirmación de la civilización imperialista, como una ficción que expone pero también colabora en secreto con la civilización imperialista, es reconocer sus contradicciones inmanentes" (p.39). Además, el argumento de que Conrad era consciente de su anti-imperialismo, pero que inconscientemente o por descuido empleó terminología racista perteneciente a su época, no se sostiene, porque él estaba muy seguro de lo que hacía. Cada contraste blanco-negro y luz-oscuridad, sin importar que corroborara o subvertiera hipótesis racistas, es calculada con precisión tanto por su efecto como unidad en un esquema imaginario como también como punto focal en una compleja telaraña de valores políticos y morales contradictorios. Conrad sabía que su historia era ambigua: puso énfasis en esa ambigüedad en cada ocasión, por lo que etiquetarla como "anti-imperialista" es tan insatisfactorio como condenarla por ser "racista". La causa de todas estas contradicciones y ambigüedades en el texto está entre Marlow y Kurtz. Claro que también lo está entre Conrad y sus dos ambivalentes personajes, y eso sin mencionar además el primer narrador anónimo. ¿Es el Kurtz de Marlow un antagonista, crítico y potencial redimidor? ¿O es una pálida sombra de Kurtz, un admirador, su doble, y finalmente otro idolatra más en esta historia llena de ejemplos de fetichismo y adoración a los demonios? Conrad instaura estas interrogantes con gran cuidado pero con el mismo cuidado se niega a responderlos. III
En el mundo de El corazón de las tinieblas, no hay repuestas claras. La ambigüedad, quizá la forma principal de "tiniebla" en la historia, prevalece. Conrad recubre el contenido moral y político de su novella con patrones simbólicos y míticos que desvían la atención puesta en Kurtz y el Congo hacia "halos de neblina " y "la luz de luna". [Página 373] El narrador anónimo usa estas metáforas para describir diferencias entre la historia de Marlow y la de los marineros comunes: Las historias de marinos son de una enorme simplicidad, su significado cabría en la cáscara de una nuez. Marlow, sin embargo, no era como los demás -excepción hecha de su propensión a contar historias-, y para él el significado del episodio no estaba dentro de él como una almendra, sino fuera de él, envolviendo el relato que lo dejaba ver sólo como un destello de luz deja ver la bruma, al igual que sucede con esos halos de neblina que a veces ilumina la luz espectral de la luna" (p.5) 27
Este pasaje señala que ubicar el "significado" de la historia no será fácil, y, de 27
Nuevamente, se ha usado la traducción de Diéguez Rodríguez y dejado en paréntesis la numeración del original. Las páginas correspondientes a la traducción española son 9 y ss.
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hecho, pueda llegar a ser imposible. Parece ser casi una confesión de derrota, o, al menos, de contradicción. Conrad establece aquí como uno de sus temas el problema de hacer cualquier juicio -moral, político, metafísico- acerca de la narrativa de Marlow. Es precisamente esta complejidad -un tema que puede ser catalogado como una dislocación de sentido o desorientación de los valores en la historia- la que muchos críticos han abordado como su mejor característica. En The Political Unconscious, Fredric Jameson argumenta que las historias de Conrad - Lord Jim es el ejemplo principal- delatan una división sintomática entre una modernista "voluntad de estilo", llegando a un elaborado pero vacío "impresionismo", y las cosificadas tendencias de la cultura de masas cercana a las convenciones del relato popular de aventuras. De un modo algo obvio, El corazon de las tinieblas delata la misma división, moviéndose hacia los "halos de neblina " y "la luz de luna" de un estilo que busca ser su propio significado, lejos de todo "núcleo" o centro o contenido demasiado claro, pero también tomando otra dirección en las convenciones del romance gótico de estatus devaluado para la cultura de masas -convenciones que fueron adaptadas a una temática de las heroicas aventuras de la propaganda imperialista. Esta división casi corresponde a la contradicción de una novela anti-imperialista que es a la vez racista. En la dirección de un alto estilo, la historia adquiere varios propósitos serios, incluyendo aparentemente una crítica hacia el imperio. En la otra dirección, la de la cosificación de la cultura de masas, cae dentro de los patrones esterotípicos sobre el pensamiento acerca de la raza, común a la entera tradición de los relatos imperialistas pertenecientes al romance. Jameson llama "esquizofrénico"28 a este propósito doble y contradictorio que probablemente forme parte de todas las ficciones de Conrad. Al decir "el maniqueísmo de la imaginación imperialista", Parry se refiere a que el mundo se divide entre "fuerzas morales en lucha" -el bien contra el mal, la civilización contra el salvajismo, el Oeste contra el Este, la luz contra la oscuridad, el blanco contra el negro. [Página 374] Tales polarizaciones son propiedad común del racismo y el autoritarismo que constituyen la teoría política imperialista de un gran número de escritores de relatos de aventura -G. A. Henty, Rider Haggard, Robert Louis Stevenson, Conan Doyle, John Buchan, Rudyard Kipling, y Conrad, entre otros. Como marca Martin Green, "Conrad, por supuesto, nos da una mirada irónica sobre el género. Pero reafirma su valor"29. Conrad es simultáneamente un crítico de la aventura imperialista y sus ficciones románticas, y uno de los mejores escritores de tales ficciones, su grandeza proviene en parte de su ironía critica y en parte de la complejidad de su estilo -su "impresionismo". Pero la principal dificultad en el argumento de Jameson, creo, es que esa "voluntad de estilo" en el texto de Conrad es una voluntad de apropiar y rehacer las convenciones del romance gótico, transformándolas en un arte superior. En un nivel, el "impresionismo" de las novelas de Conrad y sus rasgos de romance son idénticos Conrad construye una versión sofisticada del romance imperialista- y, en todo caso ambos amenazan con "desrealizar" la crítica hacia el imperio dentro de su propio y estricto proyecto estético. Como parte de ese proyecto, proveyendo mucha de la sustancia del "impresionismo", las convenciones del romance que Conrad modifica traen consigo las polarizaciones del pensamiento racista. 28
Jameson, Fredric, The political Unconscious, p. 219. Green, Martin, 1979. Dreams of Adventure, Deeds of Empire. Nueva York: Basic Books. Página 313.
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Al analizar la "escritura esquizofrénica" de Conrad, Jameson nota la proliferación de opiniones críticas y recurrentemente contradictorias que marcan la historia de su recepción: "Las discontinuidades objetivamente presentes en las narrativas de Conrad han, como en el caso de unos pocos escritores modernos, proyectado una desconcertante variedad competitiva e inconmensurable de opciones interpretativas ...”. Jameson procede a enumerar nueve diferentes acercamientos críticos, desde “el ´romance´ o la lectura de Conrad por parte de las masas como un escritor de aventuras, y el análisis estilístico de un Conrad que ejerce una voluntad de estilo” hasta la lectura “crítica de mitos”, la freudiana, la ética, “la psicologista del ego”, la existencial, la nietzscheana, y la estructural. Jameson no incluye en la lista su propia lectura marxista con el fin de sugerir que a menudo la crítica ignora o reduce la importancia de las contradicciones políticas en la ficción de Conrad. Raymond Williams emite la misma queja: Es asombroso que una escuela entera de crítica ha logrado vaciar El corazón de las tinieblas de su contenido social e histórico... El congo de Leopoldo sigue la ruta de mar que Dombey y Son usó para comerciar, la sigue dentro de un proceso de substitución interminable en la que ningún objeto es él mismo, ninguna experiencia social directa, sino que todo es traducido a lo que puede llamarse un lenguaje metafísico -el río es el Mal; el mar es el Amor o la Muerte. Pero solo llamado metafísico porque no hay nada visceral en él. No hay una creencia profunda y ordinaria, solo una perpetua y sofisticada evasión...” 30 [Página 375] Hay lecturas maravillosas acerca del viaje de Marlow como el
descenso al infierno, jugando con las frecuentes alusiones de Conrad a Homero, Virgilio, Milton, Goethe, y la idolatría. Y hay también una gran cantidad de trabajos sobre la lectura de la narración como un “viaje interior”, un “auto-conocimiento”, en donde el lenguaje geopolítico es abordado como una simbolización psicológica de partes y estados de la mente. Conrad fue el contemporáneo de Freud, nos recuerda Albert Guerard, y en El corazón de las tinieblas produjo un magistral “viaje nocturno hacia el inconsciente”.31 Guerard agrega que “importa poco que, en términos de simbolismos psicológicos, nosotros digamos lo que Kurtz representa: sea el Ello freudiano o la sombra Jungiana o de forma más vaga, el bandido”. Quizá importa así de poco que digamos que la historia toma lugar en el congo de Leopoldo o en algún territorio puramente imaginario. El punto, sin embargo, es no pelearnos con Guerard y los otros críticos que se concentran en el “impresionismo” de la historia de Conrad, sino restaurar lo que estas lecturas dejaron de lado. En una gran parte de la crítica contemporánea, las palabras mismas han dejado de tener referentes externos. Williams no sigue la línea de Jameson de acusar que la “voluntad de estilo” ha vaciado a El corazón de las tinieblas de su “contenido social e histórico”; en vez de esto, él acusa a la crítica de ser la que ha vaciado dicho contenido. La "voluntad de estilo" -o, mejor, la voluntad por una rara inteligencia 30
Williams, Raymond, 1970. The English Novel from Dickens to Lawrence. Nueva York: Oxford University Press. Página 145. 31 Guerard, Albert, 1958. Conrad the Novelist. Oxford: Oxford University Press. Página 39. Pueden verse también varios ensayos en Conrad, Joseph, 1963. Heart of Darkness, ed. Robert Kimbrough. Nueva York: Norton; Harkness, Bruce (ed.) 1960. Conrad´s “Heart of Darkness” and the Critics. Belmont, California: Wadsworth; y Mudrick, Marvin (ed.), 1966. Conrad: A collection of Critical Essays. Englewood Cliffs, Nueva Jersey: Prentice Hall.
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crítica- nos devora, más allá de todas las lecturas estructuralistas, deconstruccionistas, althuserianas y foucaltianas. Conrad anticipó a sus críticos al construir una historia en la que el "significado" no descansa en su centro, ni siquiera "en el corazón de las tinieblas", sino en otro lugar, en "halos de neblina" y "luz de luna"- por siempre más allá de un vertiginoso horizonte que retrocede mientras el pretendido crítico-aventurero navega hacia él. IV
Se disparó a una multitud de civiles en una aldea, y hubo quince muertos, incluyendo cuatro mujeres y un bebé asesinado sobre el pecho de su madre. Las cabezas fueron cercenadas y llevadas al oficial al mando [Página 376], quien ordenó a sus hombres que cortaran las manos de los aldeanos y fueran perforadas, colgadas y secadas bajo el fuego de una hoguera. He visto con mis propios ojos, junto a muchos otros, a estas cabezas. El pueblo, alguna vez próspero, fue incendiado, y lo que no pudo ser trasladado fue destruido. Muchas personas fueron capturadas, mujeres en su mayoría, y tres nuevos grupos de esclavos fueron añadidos. Estos pobres no eran más que esqueletos... El gran pueblo Chiyombo fue el próximo objetivo. Mucha gente fue asesinada, y se cortaron cabezas y manos para ser llevadas a los oficiales... Poco después, las caravanas del Estado, con banderas agitándose en alto y sonando las trompetas, entraron a la estación de la misión en Luanza... y me será difícil olvidar pronto la repugnante imagen de grandes cestos llenos de cabezas humanas" 32
Mientras que el primer narrador y muchos críticos parecen creer que el significado de El corazón de las tinieblas se encuentra en "la luz espectral de la luna", Marlow parece tener una idea mejor. "La luz" es tan falsa como la mayoría de los hombres blancos- tan falsa como la "civilización" blanca; la "verdad", o, al menos, el significado del relato de Conrad, está en "las tinieblas". Por esta razón, apenas Marlow se entera de la existencia del oscuro Kurtz, éste se impacienta y quiere llegar a la Estación Central. Pero, aun así, Kurtz parece tanto un inadecuado personaje central como también un inadecuado objetivo de la aventura de Marlow -vacuo, una mera "sombra", un "hombre hueco". Esto, sin embargo, sea quizá el punto de Conrad. Ian Watt ha identificado al menos nueve modelos posibles para Kurtz, incluyendo a Henry Morton Stanley, Arthur Hodsiter, y Charles Stokes, quien abandonó a la Sociedad Misionera de la Iglesia (Church Missionary Society) por una mujer africana y una vida como traficante de armas y de esclavos.33 En 1895 Stokes fue ejecutado en el Congo por vender armas a los árabes, un hecho que, al ser muy cercano a la guerra, proporcionó un foco para la indignación del público británico. A la lista de Watts de los posibles modelos para Kurtz, ya he agregado al capitán Hinde, autor de The fall of the Congo Arabs, y al capitán Rom, quien decoró los bordes de su jardín con cráneos humanos. El oficial belga responsable de la ejecución ilegal de Stoke, el capitán Lothaire, también debe ser añadido a la lista. Pero así como Conrad probablemente tomó muchas fuentes para describir los horrores del Congo, así probablemente también lo hizo con los modelos para Kurtz. Todos los oficiales blancos a cargo del imperio de Leopoldo fueron, en esencia, Kurtz, como el testimonio publicado por la Asociación de Reforma del Congo ha demostrado. 32
Cita extraída de Morel, E. D., Red Rubber, página 49. Watt, Ian. Conrad in the Nineteenth Century, páginas 141-145. Ver también Cookey, S. J., Britain and the Congo Question, páginas 31-34. 33
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¿Y sobre los testigos? ¿Siempre fueron tan objetivos o moralmente horrorizados como han declarado? ¿Y qué podemos decir del mismo Conrad? A pesar de que su rol en la construcción del Estado Libre del Congo de Leopoldo fue menor y también anterior a los peores horrores, [Página 377] Conrad debió haber reconocido su propia complicidad y se habrá visto él mismo como un potencial Kurtz. En la novela, la jungla africana sirve como espejo en cuya oscuridad Conrad y Marlow ven su propia pálida imagen. La enorme evidencia de torturas y masacres bajo la dirección de los agentes de Leopoldo indica no solo que hubo numerosos Kurtz en el "corazón de las tinieblas", sino que, como Hannah Arendt sostiene en The origins of Totalitarianism, el imperialismo del siglo diecinueve preparó el terreno para que se enraizaran el fascismo y el nazismo luego de la Primer Guerra Mundial. Arendt tiene en mente a Kurtz y otros personajes de las obras de Conrad cuando ella describe la atracción del "fantasmagórico mundo de la aventura colonial" para algunos tipos de europeos: Fuera de la presión social y la hipocresía, con la vida nativa de fondo, los gentleman y los criminales sintieron no solo la cercanía a hombres que compartían el mismo color de piel, sino el impacto de un mundo con infinitas posibilidades de cometer crímenes con un espíritu festivo y de juego, de una combinación de horror y risa, que es la entera realización de sus propias existencias fantasmales. La vida nativa les dio a estos fantasmales eventos una aparente garantía contra todas las consecuencias porque todo era, de todas formas, para estos hombres un "mero juego de sombras. Un juego en el que la raza dominante podía dar un paseo sin ser afectada y haciendo caso omiso a todo mientras llevaba a cabo sus incomprensibles objetivos y necesidades". El mundo de los nativos salvajes era un perfecto lugar para los hombres que habían escapado de la realidad de la civilización" 34
Muchos europeos semejantes a Kurtz "se volvieron nativos" en África, a menudo hasta tal punto que practicaron genocidio como un hobby; se rumoreaba que algunos incluso practicaban canibalismo. Recordemos las palabras de Sir Harry H. Johnston, el primer gobernador del Protectorado Británico de África Central: "me ha estado sorprendiendo la gran rapidez con la que tales miembros de la raza blanca se han quitado el freno de la civilización y han desarrollado una sed sin límites y una crueldad abominable."35 Kurtz no es un miembro de la peor "clase" de la raza blanca, sin embargo; Conrad está hablando de un patrón común de conducta. Una de las más llamativas perversiones de la crítica sobre El corazón de las tinieblas ha sido la de ver a Kurtz no como una abominación -un "hombre hueco" con una sed de sangre y dominación- sino como un "héroe del espíritu". Esta frase es de Lionel Trilling. En su conocido ensayo que describe la creación del primer curso moderno de literatura en la universidad de Columbia [Página 378] , Trilling explica por qué ha puesto a la novela de Conrad en la lista de lectura: Si Conrad leyó o no a Blake o a Nietzche, no lo sé, pero El corazón de las tinieblas sigue la misma línea. Esta gran obra no ha tenido fallas y merece toda la atención que se la ha dado; se la ha puesto en un lugar especial dentro de la leyenda de la literatura moderna por estar claramente en la mente de Eliot al escribir The waste 34
Arendt, Hannah, 1968. Imperialism. Nueva York: Harcourt, Brace & World. Página 70, Johnston, Harry H., 1897. British Central Africa. Londres: Methuen. Página 68.
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land y haber tomado a la novela en un epígrafe a "The
Hollow Men". "36
Más allá de la asociación que hay a la figura del "hollow man [el hombre hueco]" en el poema de Eliot y la novela de Conrad, Trilling indica que "nadie, a mi parecer, ha confrontado de modo explícito el extraño y terrible mensaje de ambivalencia en torno a la vida civilizada" (p. 17). En Sincerity and Authenticity, Trilling añade que el relato de Conrad es "la expresión literaria paradigmática de la preocupación moderna sobre la autenticidad", y continúa: "esta obra problemática no tiene un contenido polémico manifiesto pero contiene, en suma, toda la crítica radical hecha por la literatura moderna hacia la civilización Europea."37 Aunque Trilling hace mención del trasfondo congoleño del relato, este es menos importante para él que el gran interrogante acerca de la naturaleza de la "civilización europea". La búsqueda de Kurtz llevada a cabo por Marlow se transforma en una sobre la verdad de esa civilización. Trilling llega parcialmente a la visión que Marlow tiene de Kurtz, porque este al final de su carrera satánica parece confrontar "el horror, el horror". "Para Marlow", dice Trilling, "Kurtz es un héroe del espíritu a quien aprecia como Teseo en Colono apreció a Edipo: él pecó por toda la humanidad. Debido a su regresión a lo salvaje, Kurtz llegó hasta lo más profundo posible de las construcciones de la civilización, hasta la verdad irreductible del hombre, al centro mismo de su naturaleza, su corazón de las tinieblas. Desde esa auténtica Estigia proviene la iluminación..."38 Marlow paradójicamente llega a admirar a Kurtz porque ha "resumido" o "juzgado" en sus últimos momentos que "ha sido un hombre notable" (p. 72). La admiración de Marlow por Kurtz, sin embargo, conlleva una enorme carga irónica que parece que Trilling no reconoció. Kurtz no solo perdió fe en la civilización experimentándola por ende como una "auténtica Estigia" - también es un asesino, quizás hasta un caníbal. Ha permitido que sus idólatras hicieran sacrificios humanos en su honor y, como el capitán Rom, ha decorado su rincón del Infierno con los cráneos de sus víctimas. Sospecho que Trilling llega a su propia evaluación de Kurtz como "un héroe del espíritu" en parte porque él mismo [Página 379] no encuentra al "horror" tan horrible, más allá de que 6,000,000 muertes congoleñas es un alto precio a pagar por la "iluminación" de la "autentica Estigia". Pero la interpretación de Trilling acerca de las últimas palabras de Kurtz -"el horror, el horror"- no consideran lo que sucedió en el Congo de Leopoldo. "Para mí es todavía ambiguo si las famosas últimas palabras de Kurtz se refieren a la proximidad de la muerte o a su experiencia en la vida salvaje."39 Según el punto de vista de Trilling, o Kurtz piensa sobre la muerte y exclama "el horror, el horror", o lo hace sobre el "salvajismo" africano al pronunciar esas palabras. Hay otra posibilidad, por supuesto, que se trata de que las últimas palabras sean un grito a sí mismo y en contra suyo -en contra de la traición hacia la civilización y su amada, en contra de sus tempranas esperanzas, y también en contra de la dominación sangrienta ejercida hacia las personas a las que conquistó. Jamás nadie confundirá a los otros traidores de la civilización como "héroes del espíritu". Pienso, por ejemplo, en el caso de 36
Trilling, Lionel, 1965. "On the Modern Element in Literature", en: Beyond culture: Essays on Literature and Learning. Nueva York: Harcourt Brace Javanovich. Página 106. 37 Trilling, Lionel, 1972. Sincerity and Authenticity. Cambridge: Harvard University Press. Página 106. 38 Trilling, Lionel, Sincerity and Authenticity. Página 108. 39
Trilling, Lionel, "On the Modern Element in Literature". Página 18.
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Willems, quien va por un camino equivocado y luego "se vuelve nativo" en An Outcast of the Islands, o el irónicamente simpático asesino Leggatt en "The Secret Sharer". Incluso Lord Jim no es "un héroe del espíritu", sino un hombre moralmente lisiado que logra ganar un poco de respeto propio solo después de marcharse a Patusan. Pero, ¿cómo fue posible que Trilling pasara por alto los crímenes de Kurtz e identificara "el horror" con el miedo a la muerte o el "salvajismo" africano? Achebe nos da parte de la respuesta: "el racismo hacia África es un modo de pensar tan normal que sus manifestaciones pasan desapercibidas"; tan normal que muchos actos que son condenados como los peores crímenes cuando son cometidos en el supuesto occidente civilizado pueden ser en cambio vinculados a "un heroísmo del espíritu" y una "autenticidad Estigia" si se cometen en África contra sus habitantes. Pero la otra parte de la respuesta, a mi parecer, es que Trilling tiene razón. Conrad se identifica e irónicamente admira a Kurtz. Él, también, lo ve como "un héroe del espíritu", aunque, "el espíritu" para Conrad quizá no sea lo que Trilling piensa que es. Para Conrad, el heroísmo de Kurtz consiste en mirar hacia un abismo completamente nihilista y gigantescto, en el cual las problemáticas del imperialismo y el racismo se convierten en insignificantes. Apenas importa que el abismo sea obra de Kurtz. Creo que Conrad no le dio gran importancia ni otorgó una reflexión profunda a los "ritos indescriptibles" y los cráneos puestos en postes, como no lo hizo Trilling ni tampoco la gran mayoría de los críticos occidentales. Estos elementos aparecen en el relato de Marlow como muchos otros recursos melodramáticos -la evidencia del descenso y caída, sí- pero aun así es Kurtz el que sigue siendo el centro del escenario con quien Marlow sigue hablando, puesto que es el objetivo y el punto más lejano del viaje. Las víctimas negras y los idólatras de Kurtz son otros tantos recursos melodramáticos. [Página 380] Kurtz no es solo el héroe del melodrama, sino también un artista, un "genio universal", y una "voz" bastante poderosa y elocuente. Como nos señala Achebe, los personajes africanos, por el contrario, no poseen un lenguaje inteligible. El jefe del grupo de caníbales bajo las órdenes de Marlow solo emite un par de frases en la lengua pidgin: no casualmente, algo acerca de devorar a algunos de sus compañeros africanos. Estos son los idólatras negros de Kurtz, gimiendo y gruñendo incoherentemente entre las tinieblas y los arbustos cerca del río. La "regia y salvaje" reina, aunque descrita en detalle, no posee voz, pero a pesar de esto me gusta imaginar, al menos, que ella no tenía ninguna ilusión acerca de Kurtz o el imperialismo, a diferencia de las tejedoras pálidas de Bruselas. "Es extraño cuán alejadas están de las verdaderas mujeres" (p.12) dice Marlow, pero por supuesto, él se refiere a las mujeres blancas. La reina negra de Kurtz conoce todo; desafortunadamente Marlow no le pidió una entrevista. Las voces que vienen del "corazón de las tinieblas" son exclusivamente blancas y masculinas. Como casi una "voz" pura e incorpórea que emana del centro del relato, Kurtz es una figura para el novelista, como su doble Marlow. Es verdad, la "voz" que habla desde "el corazón de las tinieblas" es una voz hueca, la voz del abismo; pero Marlow aun así habla del "inextinguible don de nobleza y altura de expresión" que posee Kurtz. La "voz" de Kurtz ha "electrificado grandes concurrencias", y por medio de ello Kurtz "podía llegar a creerse lo que fuera -lo que fuera" (p. 74). ¿Conrad está cuestionando o burlándose de su propia "voz", su talento propio en el arte de la ficción, de la mentira? ¿se percata de que la "voluntad de estilo", su propia tendencia hacia el "impresionismo", apunta hacia la producción de novelas que están vacías en su núcleo -lo
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que puede justificar cualquier injusticia-, que quizá contengan solo el abismo, un "el horror, el horror" de Kurtz? Sí, creo que sí. A fin de cuentas, es esta voz "vacía", tan retorcida y ambigua, tan capaz de engaño y de falsa propaganda aquella que habla desde el centro del "corazón de las tinieblas" para "resumir" y "juzgar". Además de ser pintor, músico, orador, y "genio universal", Kurtz es, como Conrad, un escritor.40 Lo que él escribe puede ser visto como una analogía del relato y también como su centro muerto, el núcleo de significado o no-significado dentro de la cáscara abierta. Es verdad, Kurtz no ha escrito mucho, solo diecisiete páginas, pero era "un hermoso escrito". Este es el panfleto para la "Sociedad Internacional para la Supresión de las Costumbres Salvajes", que Marlow describe como "elocuente, de vibrante elocuencia, pero elevada en exceso, creo" [Página 381]: El parágrafo inicial... a la luz de la información posterior, ahora me parece siniestro. Él comenzó con el argumento de que los hombres blancos, según el estado de desarrollo al que habíamos llegado, "deberían necesariamente aparecerse a los salvajes como seres supernaturales - nos acercamos a ellos con la fortaleza de una deidad", y así, y así. ´Por el simple ejercicio de nuestra voluntad podemos ejercer un poder para el bien prácticamente sin límites´, etc, etc. A partir de ese punto, él se elevó y me arrastró consigo. Su perorata fue magnífica, pero difícil de recordar. Me dio la sensación de una Inmensidad exótica gobernada por una augusta Benevolencia. Me hizo vibrar de entusiasmo. Este era el poder de la elocuencia sin límites. [Y aquí agrego, "esta fue la voluntad de estilo sin límíte"] No hubo indicios prácticos para detener la corriente mágica de las frases, salvo una nota al pie en la última página, escrita evidentemente mucho después, con una mano poco firme, quizá considerada una exposición del método. Era muy simple, y al final de esa conmovedora apelación a un sentimiento altruista, te abrasaba, luminoso y terrorífico, como un relámpago en el cielo sereno: "¡Exterminen a todos los brutos!" (pp. 50-51).
Mirada de una manera, la trama anti-imperialista de Conrad condena al racismo asesino del imperativo de Kurtz; de otra, la trama racista de Conrad da voz a ese mismo imperativo, y él lo sabe. En el centro hueco de El corazón de las tinieblas, lejos de "los halos neblinosos", y "la luz lunar" donde el significado supuestamente reside, Conrad inscribe un texto que, como la novela misma, cancela sus mejores intenciones. Pero ahora las últimas palabras de Kurtz pueden verse como algo más que un grito de culpa, y ciertamente más que una mera expresión de miedo a la muerte o de desprecio hacia el "salvajismo" africano. Pueden verse como una especie de idealismo mentiroso que puede racionalizar cualquier comportamiento, una completa separación entre las palabras y los significados, la teoría y la práctica -quizá el más endiablado "impresionismo" del arte y la lengua. En este nivel metafísico, creo, Conrad deja de preocuparse por las atrocidades cometidas en el Congo e identifica a Kurtz como un compañero artista, un "héroe del espíritu" de ese nihilismo que Conrad encontró tan atractivo. En varias ocasiones, Conrad comparó al artista con el constructor de imperios de un modo contrario a su crítica del imperialismo en El corazón de las tinieblas. En A Personal Record , Conrad escribe acerca de "ese mundo interior en donde el pensamiento 40
Daniel R. Schwartz lo llama "un artista demoníaco", pero no elabora la comparación entre Kurtz y Conrad. Revisar su Conrad: Almayer´s Folly to Under Western Eyes. Ithaca: Cornell University Press. Página 72.
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del novelista y ... sus emociones [Página 382] van en busca de... aventuras imaginarias", y donde "no hay policías, no hay ley, no hay presión de circunstancias o miedo a la opinión que puedan mantenerlo atado dentro de un límite". Y en el primer manuscrito de "The Rescuer", que, como John Mclure señala, contiene "de lejos" el "más simpatético" tratamiento del imperialismo, los creadores de imperios son "uno de esos guías desconocidos de la civilización, quienes en los bordes de la avanzada del progreso, son administradores, guerreros, creadores... Son, como los grandes artistas, un misterio para las masas, apreciados únicamente por los pocos poderosos"41. Kurtz es un creador de imperios, un artista, un genio universal, y una voz que grita en medio de la jungla: todo en uno. Pero ha perdido la fe -visión o ilusión- que permite sostener a un gran imperio que cree arte. El nihilismo no es una base sólida para fundar o administrar una colonia, y tampoco para escribir una novela, y, nuevamente Conrad sabe esto. Al sugerir su afinidad a Kurtz, también sugiere la bancarrota moral de su propio proyecto literario. Pero antes había grandes constructores de imperios y grandes artistas que poseían fe. Conrad frecuentemente expresa admiración por los grandes exploradores y aventureros, desde Sir Walter Raleigh y Sir Francis Drake, hasta James Brooke, el rajah blanco de Sarawak, y David Livingstone, el mejor de mucho de los grandes exploradores del "Oscuro Continente". La crítica de Conrad al imperio nunca es estrictamente anti-imperialista. En vez de eso, en términos que pueden ser considerados más como conservadores que nihilistas, se lamenta de la pérdida de la verdadera fe en los tiempos modernos, el cierre de las fronteras, la reducción de posibilidades de aventura, la comercialización del arte y del mundo, la muerte del honor y la caballerosidad. Aquí el énfasis puesto en la mentira de la propaganda del imperialismo moderno se hace evidente. Lo que antes era una empresa verdadera, grande y noble, aunque violenta, es ahora "un gigante y atroz fraude" -salvo, quizá, piensa Marlow, en las zonas rojas del mapa, porque allí "se está trabajando en serio". Mirando al abismo de su vida, o al menos a la de Kurtz, Conrad ve en su desilusión, en su nihilismo, una especie de destino universal: el camino de desintegración seguido por la historia moderna. No son solo África o Kurtz los que poseen un "corazón en las tinieblas"; el relato de Conrad porta de igual forma ese título. No es mi intención sin embargo finalizar estos comentarios con un anuncio "mordaz y despreciativo" acerca de la muerte de un clásico como Conrad, como el chico insolente del gerente anunciando: "Seño Kurtz- él muerto [Mistah Kurtz, he dead]". Estoy de acuerdo con Trilling en que la "autenticidad", el decir la verdad, lejos de ser un efecto literario insignificante, es la esencia de la mejor literatura. El hecho de que casi no haya ningún otro trabajo escrito de ficción británica que critique al imperio antes de la Primera Guerra Mundial, y cientos de obras imperialistas que son completamente racistas, [Página 383] es una buena forma de medir los logros de Conrad. No creo, sin embargo, que la verdadera fuerza de El corazón de las tinieblas esté en lo que dice sobre las atrocidades del Congo del Rey Leopoldo, aunque su impulso documental es una importante contrapartida a su "voluntad de estilo". Como crítica social, su mensaje antiimperialista es socavado por su racismo y su impresionismo. Pero conozco pocas novelas que invocan tan insistentemente un idealismo que no parecen contener, y en el que la 41
Debo este punto y las citas que lo ilustran a John A. McLure, (1981), Kipling and Conrad: The Colonial
Fiction. Cambridge: Harvard University Press. Páginas 89-90.
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modernista "voluntad de estilo" está sujetada por un poderoso auto-escrutinio -en el que se sugiere que "la voz" en el corazón de la novela, la voz de la literatura, la voz de la civilización misma pueda de forma más pura, libre, brindar solo "el horror, el horror". Universidad de Indiana.
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