Acerca de la fragilidad de los vínculos humanos.Full description
bauman yaşama sanatı
"Cuando la desesperación estalla salen las ratas de las alcantarillas"Descripción completa
Acerca de la fragilidad de los vínculos humanos.
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Hasta ahora se creía que la modernidad iba a ser aquel período de la historia humana en el que, por fin, quedarían atrás los temores que atenazaban la vida social del pasado y los seres hu…Descripción completa
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El Holocausto no fue un acontecimiento singular, ni una manifestación terrible pero puntual de un «Barbarismo» persistente, fue un fenómeno estrechamente relacionado con las características de la modernidad. El Holocausto se gestó y se puso en práctica en nuestra sociedad moderna y racional, en una fase avanada de nuestra civiliació civiliaciónn y en un momento momento culminante de nuestra cultura, es, por lo tanto, un problema de esa sociedad, de esa civiliación y de esa cultura. «!n libro profundo, brillante" de lectura altamente recomendada» Political Political Studies
«#e planteamiento amplio y análisis penetrante, conmovedor como e$ige el asunto tratado, logra mantener la distancia refle$iva de la %ue se desprenden nuevos y más certeros conocimientos» Tunes Higher Education Supplement . Modernidad Modernidad y Holocausto Holocausto obtuvo el &remio Europeo Amalfi de 'ociología y (eoría 'ocial del a)o *++.
-ygmunt Bauman
Modernidad y Holocausto
ePUB r1.0
Dr. Doa *.*/.*0
-ygmunt Bauman
Modernidad y Holocausto
ePUB r1.0
Dr. Doa *.*/.*0
(ítulo original1 Modernity Modernity and the Holocaust Holocaust -ygmunt Bauman, *++
(raducción1 2na 3endoa
#ise)o de portada1 #r. #oa
Editor digital1 #r. #oa
e&ub base r*.4
&567898
#espu: #espu:ss de escribi escribirr su histor historia ia persona personal, l, tanto tanto en el ghetto ghetto como como huida, huida, ;anina me dio las gracias a mí, su marido, por soportar su prolongada ausencia durante durante los dos a)os %ue invirtió en escribir y recordar un mundo %ue «no era el de su marido». 7o cierto es %ue yo escap: de ese mundo de horror e inhumanidad inhumanidad cuando se e$pandía por los rincones rincones más remotos de Europa. <, <, como muchos de mis contemporáneos, contemporáneos, nunca intent: intent: e$plorarlo despu:s de %ue se desvaneciera de la tierra y de=: %ue permaneciera entre los recuerdos obsesionantes y las cicatrices sin cerrar de a%u:llos a los %ue hirió y vistió de luto. Evidentemente, tenía conocimiento del Holocausto. >ompartía esta imagen del Holocausto con muchas personas, tanto de mi generación como más =óvenes1 un asesinato horrible %ue los malvados cometieron contra los inocentes. El mundo se dividió en asesinos enlo%uecidos y víctimas indefensas =unto con algunas personas %ue ayudaban a esas víctimas cuando podían, aun%ue casi nunca fuera posible. En ese mundo los asesinos asesinaban por%ue estaban locos, eran malvados y estaban obsesionados con una idea loca y malvada. 7as víctimas iban al matadero por%ue no podían competir con un enemigo poderoso y fuertemente armado. El resto del mundo sólo podía observar, perple=o y agoniante, sabiendo %ue solamente la victoria final de los e=:rcitos aliados en la coalición antinai pondría fin al sufrimiento humano. >on todos estos conocimientos, mi imagen del Holocausto era como un cuadro convenientemente enmarcado para distinguirlo de la pared y subrayar su diferencia del resto del mobiliario. >uando leí el libro de ;anina, empec: a pensar en todo lo %ue no sabía o, me=or dicho, en todas las cosas sobre las %ue no había recapacitado debidamente. Empec: a comprender comprender %ue no entendía entendía realmente realmente lo %ue había sucedido sucedido en «ese mundo %ue no era el mío». 7o %ue había ocurrido era demasiado complicado como para %ue se pudiera e$plicar de esa manera manera sencill sencillaa e intele intelectu ctualm almente ente con consol solador adoraa %ue yo ingenua ingenuament mentee suponía suponía suficiente. 3e di cuenta de %ue el Holocausto no sólo era siniestro y espantoso, sino %ue además era un acontecimiento difícil de entender con los t:rminos al uso. &ara poder comprenderlo había %ue describirlo con un código específico %ue, previamente, se debía establecer.
los testigos del crimen, sino para todos los %ue estamos vivos hoy y esperamos estarlo ma)ana. 7o %ue vi por esa ventana no me gustó nada en absoluto. 'in embargo, cuanto más deprimente era la visión más convencido me sentía de %ue si nos negábamos a asomarnos todos estaríamos en peligro. <, no obstante, yo no había mirado por esa ventana antes, y en eso no me diferenciaba del resto de mis compa)eros sociólogos. 2l igual %ue muchos de mis colegas, daba por sentado %ue el Holocausto había sido, como mucho, algo %ue los científicos sociales teníamos %ue aclarar, pero en absoluto algo %ue pudiera aclarar las actuales preocupaciones de la sociología. >reía, por e$clusión más %ue por refle$ión, %ue el Holocausto había sido una interrupción del normal fluir de la historia, un tumor canceroso en el cuerpo de la sociedad civiliada, una demencia momentánea en medio de la cordura. 2sí, podía crear para mis estudiantes un retrato de una sociedad cuerda, saludable y normal y de=ar la historia del Holocausto a los patólogos profesionales. ?uestra suficiencia, la mía y la de todos mis colegas, se apoya, aun%ue a e$cusa, sobre ciertas maneras en las %ue se ha utiliado el recuerdo del Holocausto. >on demasiada frecuencia, se ha sedimentado en la opinión p@blica como una tragedia %ue les ocurrió a los =udíos y sólo a ellos y %ue, en consecuencia, re%uería de todos los demás remordimiento, conmiseración y acaso disculpas, pero poco más. !na y otra ve, tanto los =udíos como los no =udíos lo habían narrado como propiedad @nica y e$clusiva de los primeros, como algo %ue había %ue de=ar para los %ue escaparon de los fusilamientos o de las cámaras de gas y para sus descendientes, %uienes lo guardarían celosamente. 7as dos actitudes, la «e$terna» y la «interna», se complementaban. 2lgunos Aautoproclamados portavoces de los muertos llegaron al e$tremo de avisar contra los ladrones %ue se confabulaban para arrebatar el Holocausto a los =udíos, para «cristianiarlo» o simplemente para disolver su carácter genuinamente =udío en una «humanidad» tristemente indiferenciada. El Estado =udío intentó utiliar los recuerdos trágicos como el certificado de su legitimidad política, como salvoconducto para todas sus actuaciones políticas pasadas y futuras y, sobre todo, como pago por adelantado de todas las in=usticias %ue pudiera cometer. (odas estas actitudes contribuyeron a %ue el Holocausto se afianara en la conciencia p@blica como un asunto e$clusivamente =udío y de poca importancia para todos los demás Alos =udíos individualmente considerados tambi:n %ue nos vemos forados a vivir nuestro tiempo y a pertenecer a la sociedad moderna. !n amigo mío, muy culto y refle$ivo, me descubrió hace poco, en un destello, lo peligrosamente %ue se había reducido el significado del Holocausto a trauma personal y reivindicación de una nación. Estábamos hablando y yo me %ue=aba de %ue en el campo de la sociología no había encontrado muchas referencias a las conclusiones de importancia universal %ue se derivan de la e$periencia del Holocausto. «Es realmente sorprendente», me contestó mi amigo, «sobre todo, si tenemos en cuenta la gran cantidad de sociólogos =udíos %ue hay». 'e lee sobre el Holocausto con ocasión de los aniversarios, %ue se conmemoran con un p@blico fundamentalmente =udío y se presentan como acontecimientos propios de las comunidades =udías. 7as universidades han programado cursos especiales sobre la historia del Holocausto %ue, sin embargo, se imparten desga=ados de los cursos de historia general. 3uchas personas definen el Holocausto como un asunto específico de la
historia =udía. (iene sus propios especialistas, profesionales %ue periódicamente se re@nen y disertan entre ellos en simposios y conferencias especialiadas. 'in embargo, su traba=o, impresionante y de crucial importancia, raramente acaba verti:ndose sobre la línea central de las disciplinas acad:micas ni en la vida cultural en general, como suele ocurrir con los otros intereses especialiados en este nuestro mundo de especialistas y especialiaciones. En las pocas ocasiones en %ue encuentra una salida, se le suele permitir salir al escenario p@blico de forma as:ptica, es decir, amable y desmoviliadora. &uede llegar a sacudir al p@blico y sacarlo de su indiferencia ante la tragedia humana, por%ue se hace eco de su mitología, pero no le sacará de su complacencia como en Holocausto, la serie de televisión estadounidense en la %ue se veía a m:dicos bien alimentados y con buenos modales y a sus familias, igual %ue los vecinos de BrooClyn, erguidos, dignos y moralmente incólumes, conducidos a las cámaras de gas por unos nais degenerados y repugnantes a los %ue ayudaban campesinos eslavos sedientos de sangre. #avid 9. 5osCies, estudioso perspica y empático de las reacciones =udías ante el 2pocalipsis, ha observado el traba=o silencioso e ine$orable de autocensura. 7as «cabeas inclinadas hacia el suelo» del poeta del ghetto se han sustituido, en ediciones posteriores, por las «cabeas levantadas por la fe». 5osCies concluye diciendo1 «>uantas más onas grises se eliminen, más claros serán los contornos del Holocausto en cuanto ar%uetipo. 7os =udíos muertos eran todos buenos y los nais y sus colaboradores absolutamente malos»D*. 2 Hannah 2rendt la abuchearon coros de sentimientos ofendidos cuando se atrevió a decir %ue las víctimas de un r:gimen inhumano debieron perder algo de su humanidad en el camino hacia la perdición. El Holocausto sí fue una tragedia judía . 2un%ue los =udíos no fueran el @nico grupo sometido a trato especialF por el r:gimen nai Alos seis millones de =udíos se contaban entre los más de veinte millones de personas ani%uiladas por orden de Hitler, solamente los =udíos estaban se)alados para %ue se procediera a su destrucción total y no tenían sitio en el Nuevo Orden %ue Hitler se propuso instituir. &ero, a pesar de ello, el Holocausto no fue simplemente un prolema judío ni fue un episodio sólo de la historia =udía. El Holocausto se gest! y se puso en pr"ctica en nuestra sociedad moderna y racional# en una fase avan$ada de nuestra civili$aci!n y en un momento "lgido de nuestra cultura y# por esta ra$!n# es un prolema de esa sociedad# de esa civili$aci!n y de esa cultura . &or esta raón, la autocuración de la memoria histórica %ue tiene lugar en la conciencia de la sociedad moderna no sólo constituye una negligencia ofensiva para las víctimas del genocidio, tambi:n es el símbolo de una ceguera peligrosa y potencialmente suicida. Este proceso de autocuración no implica necesariamente %ue el Holocausto se desvaneca de la memoria por completo. E$isten muchas se)ales de lo contrario. 2parte de las pocas voces revisionistas %ue niegan la realidad del suceso Ay %ue parece %ue, sin percibirlo, incrementan la conciencia p@blica sobre el Holocausto por medio de los titulares sensacionalistas %ue provocan parece %ue la crueldad del Holocausto y su impacto sobre las víctimas, especialmente los supervivientes, ocupa un lugar cada ve mayor en el inter:s del p@blico. 7os temas de este tipo han pasado a ser casi obligatorios, aun%ue con una
función au$iliar, como tramas secundarias en películas, series de televisión y novelas. <, sin embargo, no cabe ninguna duda de %ue la autocuración sigue produci:ndose por medio de dos procesos entrelaados. !no de ellos es convertir la historia del Holocausto en un empe)o especialiado confinado en sus propias instituciones científicas, fundaciones y circuitos de conferencias. !no de los efectos frecuentes y sabidos de esta separación de las especialiaciones acad:micas es %ue el vínculo entre el nuevo ámbito de estudio y el campo principal de la disciplina se va haciendo cada ve más tenue. 7os intereses y conclusiones de los nuevos especialistas y el nuevo lengua=e e imaginería %ue crean apenas inciden sobre el grueso de la disciplina. >on frecuencia, la división implica %ue los intereses acad:micos encomendados a las instituciones especialiadas se eliminan de la línea principal de la disciplina. &or decirlo de alguna manera, se particularian y marginan y, en la práctica, aun%ue no necesariamente en teoría, pierden sus implicaciones más generales. #e esta manera, la corriente acad:mica principal puede obviar esos intereses, de suerte %ue, aun%ue aumenta a velocidad impresionante el volumen, la profundidad y la calidad acad:mica de las obras especialiadas en el Holocausto, no lo hace ni el espacio ni la atención %ue se le dedica en el relato de la historia moderna. 'i acaso, resulta ahora más sencillo pasar por alto el análisis sustantivo del Holocausto, escudándose tras una oportunamente engrosada lista de referencias bibliográficas. 8tro proceso es la ya mencionada asepsia de la imaginería del Holocausto sedimentada en la conciencia popular. >on demasiada frecuencia, la información p@blica sobre el Holocausto se ha asociado con ceremonias conmemorativas y con las solemnes homilías %ue estas ceremonias suscitan y legitiman. 7as ocasiones de este tipo, aun%ue sean importantes desde muchos puntos de vista, de=an poco espacio para hacer un análisis profundo de la e$periencia del Holocausto y, en especial, de sus aspectos más in%uietantes y ocultos. #e estos ya de por sí tímidos análisis, escasos son los %ue llegan a una conciencia p@blica alimentada por no iniciados y medios de comunicación de masas. >uando se pide a la gente %ue se plantee las preguntas más terribles1 «Gcómo fue posible tal horror», «Gcómo pudo suceder en el coraón de la parte más civiliada del mundo», no se suele perturbar ni su tran%uilidad ni su e%uilibrio mental. El e$amen de las culpas se disfraa de investigación sobre las causas. 7as raíces del horror, nos dicen, se deben buscar y se encuentran en la obsesión de Hitler, en el servilismo de sus partidarios, en la crueldad de sus seguidores y en la corrupción moral de sus ideas. 2hondando en la etiología, acaso tambi:n se encuentren causas en algunos reiterados aconteceres de la historia de 2lemania o en la especial indiferencia moral del alemán medio, actitud %ue era de esperar a la vista de su antisemitismo patente o latente. (odo lo cual suele ser consecuencia de la insistencia en considerar %ue «intentar entender cómo fueron posibles esas cosas sólo se consigue mediante una letanía de revelaciones sobre un Estado odioso llamado (ercer 5eich, sobre la bestialidad de los nais o sobre otros aspectos de la Ienfermedad alemanaF %ue, seg@n creemos y nos animan a creer, indican la presencia de algo %ue «va contra los principios del planeta»D/. 'e dice tambi:n %ue una ve %ue conocamos con detalle las bestialidades del naismo y sus causas «entonces será posible, si no curar, al menos sí cauteriar la herida %ue el naismo ha causado a la civiliación
occidental»D0. Estas y seme=antes actitudes pueden interpretarse en el sentido Ano siempre pretendido por sus autores de %ue, una ve establecida la responsabilidad moral de 2lemania, de los alemanes y de los nais, habrá concluido la b@s%ueda de estas causas. >omo el propio Holocausto, sus causas se encontraban en un espacio reducido y en un tiempo limitado %ue, afortunadamente, ha terminado. 'in embargo, el e=ercicio de centrarse en la alemanidad del crimen considerándola como el aspecto en el %ue reside la e$plicación de lo sucedido es al mismo tiempo un e=ercicio %ue e$onera a todos los demás y especialmente todo lo demás. 'uponer %ue los autores del Holocausto fueron una herida o una enfermedad de nuestra civiliación y no uno de sus productos, genuino aun%ue terrorífico, trae consigo no sólo el consuelo moral de la autoe$culpación sino tambi:n la amenaa del desarme moral y político. (odo sucedió «allí», en otro tiempo, en otro país. >uanto más culpables sean «ellos», más a salvo estará el resto de «nosotros» y menos tendremos %ue defender esa seguridad. < si la atribución de culpa se considera e%uivalente a la localiación de las causas, ya no cabe poner en duda la inocencia y rectitud del sistema social del %ue nos sentimos tan orgullosos. El efecto final consiste, paradó=icamente, en %uitar el agui=ón del recuerdo del Holocausto. El mensa=e %ue contiene el Holocausto sobre la forma en %ue vivimos hoy, sobre la calidad de las instituciones con las %ue contamos para nuestra seguridad, sobre la valide de los criterios con los %ue medimos la corrección de nuestra conducta y las normas %ue aceptamos y consideramos normales se ha silenciado, no se escucha y sigue sin comunicarse. 2un%ue los especialistas lo hayan sistematiado y se discuta en el circuito de conferencias, raramente se oye hablar de :l en otro sitio, y sigue siendo un misterio para las personas a=enas al asunto. (odavía no ha penetrado, por lo menos seriamente, en la conciencia contemporánea. &eor todavía, a@n no ha afectado a los hábitos contemporáneos. Este estudio %uiere ser una contribución pe%ue)a y modesta a lo %ue parece ser una empresa de una formidable importancia cultural y política %ue debió hacerse mucho tiempo antes1 la empresa de %ue las lecciones psicológicas, sociológicas y políticas del episodio del Holocausto logren incidir sobre la conciencia y la actuación de las instituciones y de los miembros de la sociedad contemporánea. Este estudio no ofrece ning@n relato nuevo de la historia del Holocausto, sino %ue se remite plenamente a los notables logros de las recientes investigaciones especialiadas %ue he intentado estudiar minuciosamente y con las cuales tengo una deuda infinita. Este estudio se centra en las revisiones %ue de los distintos asuntos fundamentales de las ciencias sociales Ay posiblemente tambi:n en las costumbres sociales deben hacerse a la vista de los procesos, tendencias y potenciales ocultos %ue salieron a la lu en el transcurso del Holocausto. El prop!sito de las diferentes investigaciones de este estudio no es aumentar los conocimientos especiali$ados y enri%uecer ciertas preocupaciones marginales de los científicos sociales# sino trasladar las conclusiones de los especialistas al uso general de la ciencia social# interpretarlas de manera %ue muestren su relevancia para las cuestiones principales de las investigaciones sociol!gicas# transmitirlos a la corriente principal de nuestra disciplina y, de esta manera, conseguir %ue, desde su actual marginalidad, pasen al campo central de la teoría social y de la práctica sociológica.
El capítulo * es un estudio general de las respuestas sociológicas, o me=or dicho, de su manifiesta insuficiencia, a ciertas cuestiones teóricamente fundamentales y vitales en la práctica %ue plantean los estudios sobre el Holocausto. 2lgunas de estas cuestiones se analian por separado y con mayor profundidad en capítulos posteriores. En los capítulos / y 0 se estudian las tensiones %ue provocaron las tendencias a traar límites propias de las nuevas condiciones de moderniación, el hundimiento del orden tradicional, el afianamiento de los Estados nacionales modernos, los vínculos entre ciertos atributos de la civiliación moderna Ael más importante de todos, la función de la retórica científica en la legitimación de las ambiciones de la ingeniería social, el nacimiento del racismo como forma de antagonismo comunal y la asociación entre el racismo y los proyectos genocidas. 2l sostener %ue el Holocausto fue un fenómeno típicamente moderno %ue no se puede entender fuera del conte$to de las tendencias culturales y de los logros t:cnicos de la modernidad, en el capítulo J intento plantear el problema de la combinación aut:nticamente dial:ctica de singularidad y normalidad %ue distingue al Holocausto de otros fenómenos modernos. En la conclusión sugiero %ue el Holocausto fue el resultado del encuentro &nico de factores %ue# por sí mismos# eran corrientes y vulgares' ( %ue dicho encuentro result! posile en gran medida por la emancipaci!n del Estado político )de su monopolio de la violencia y de sus audaces amiciones de ingeniería social) del control social# como consecuencia del progresivo desmantelamiento de la fuentes de poder y de las instituciones no políticas de la auto*regulaci!n social . En el capítulo K emprendo la dolorosa e ingrata tarea de analiar una de esas cosas %ue, con denodado empe)o, «preferimos de=ar sin e$presar»DJ1 los mecanismos modernos %ue permitieron %ue las víctimas cooperaran en su propio sacrificio y %ue, al contrario de lo %ue se afirma de los efectos dignificantes y moraliadores del proceso civiliador, indican el impacto progresivamente deshumaniador de la autoridad. El tema del capítulo L es uno de los «vínculos modernos» del Holocausto1 su relación íntima con el modelo de autoridad desarrollado hasta la perfección en la burocracia moderna. Es un comentario detallado sobre los importantes e$perimentos sociopsicológicos realiados por 3ilgram y -imbardo. En el capítulo , %ue sirve de síntesis teórica y conclusión, se estudia el lugar %ue ocupa la moralidad en las versiones dominantes de la teoría social y aboga por una revisión radical %ue tome en consideración la demostrada posibilidad de manipular socialmente la distancia social, física y espiritual. 2 pesar de la diversidad de asuntos, tengo la esperana de %ue todos los capítulos apunten en la misma dirección y refuercen la idea central. Todos ellos son argumentos para %ue incluyamos las lecciones del Holocausto en la línea principal de nuestra teoría de la modernidad y del proceso civili$ador y sus efectos . (odos ellos proceden de la convicción de %ue la e$periencia del Holocausto contiene información fundamental sobre la sociedad a la %ue pertenecemos. El Holocausto fue un encuentro singular entre las antiguas tensiones %ue la modernidad pasó por alto, despreció o no supo resolver, y los poderosos instrumentos de la actuación racional y efectiva %ue crearon los desarrollos modernos. 2un%ue este encuentro fuera singular y e$igiera una peculiar combinación de circunstancias, los factores %ue se reunieron eran, y siguen siendo, omnipresentes y «normales». ?o se ha hecho lo suficiente
para desentra)ar el pavoroso potencial de estos factores, y menos todavía para ata=ar sus efectos potencialmente horribles. >reo %ue se pueden hacer muchas cosas en ambos sentidos y %ue debemos hacerlas. 3ientras escribía este libro, pude sacar provecho de las críticas y conse=os de Bryan >heyette, 'hmuel Eisenstadt, Merenc Meh:r, 2gens Heller, 7uCas HirsoNic y Oictor -aslasvsCy. Espero %ue encuentren en estas páginas algo más %ue restos marginales de sus ideas y su inspiración. Estoy especialmente en deuda con 2nthony 9iddens por sus atentas lecturas a las sucesivas versiones del libro, meditadas críticas y valiosos conse=os. &ara #avid 5oberts, mi gratitud por su paciencia y %uehacer editorial.
?ota al lector
Esta edici!n incluye un ap+ndice titulado ,Manipulaci!n social de la moralidadactores morali$adores# acci!n adiafori$ante.' Es el te/to de la conferencia %ue pronunci! el autor cuando a esta ora le fue concedido el Premio Europeo Amalfi de Sociología y Teoría Social en 0121 .
*.
Introducción: la sociología después del Holocausto
En la actualidad# la civili$aci!n incluye los campos de muerte y 3uselmPnner entre sus productos materiales y espirituales .
5ichard 5ubenstein y ;ohn 5oth, Approaches to Ausch3it$
&ara la sociología, en cuanto teoría de la civiliación, de la modernidad y de la civiliación moderna, e$isten dos formas de minimiar, =ugar erróneamente o negar la importancia del Holocausto. !na de ellas es presentar el Holocausto como algo %ue les sucedió a los =udíos, como un acontecimiento %ue pertenece a la historia judía. Esto convierte al Holocausto en algo @nico, cómodamente atípico y sociológicamente intrascendente. El e=emplo más corriente de este enfo%ue es presentar el Holocausto como el punto culminante del antisemitismo europeo y cristiano, en sí mismo, un fenómeno @nico %ue no se puede comparar con el amplio y denso repertorio de pre=uicios y agresiones :tnicas o religiosas. El antisemitismo destaca entre todos los otros casos de antagonismos colectivos por su sistematicidad sin precedentes, por su intensidad ideológica, por su difusión supranacional y supraterritorial y por su mecla @nica de fuentes y afluentes nacionales y universales. 3ientras se defina al Holocausto como, por decirlo de alguna manera, la continuación del antisemitismo por otros medios seguirá pareciendo un «con=unto de un solo elemento», un episodio aislado %ue acaso arro=a alguna lu sobre la patología de la sociedad donde se produ=o, pero %ue no aporta casi nada al entendimiento %ue podamos tener del estado normal de esa sociedad. < menos a@n reclama una revisión significativa del entendimiento ortodo$o de la tendencia histórica de la modernidad, del proceso civiliador o de las cuestiones de inter:s para la investigación sociológica. 7a otra vía, %ue aparentemente apunta en la dirección opuesta, aun%ue, en la práctica, conduce al mismo punto de destino, consiste en presentar el Holocausto como un caso e$tremo dentro de una amplia categoría de fenómenos sociales habituales, una categoría odiosa y repelente con la %ue, sin embargo, podemos y debemos convivir. #ebemos convivir con ella debido a su capacidad de adaptación y a su om ni presencia,