CONTENIDO
Presentación : Joaquln Abel/áll ..........•...................................... 9 Bibliograffa ................. ......... .......... ........ ........ .. ... ... :... ..... ... 18 Tabla cronológica............................................... .............. .. 20 INTRODU!XIÓN METO DO LÓGiCA PAlA LAS ENCUESTAS
1. C aracteres generales de la encuesta ............ ..... ... ................. 2. Los problemas científico-naturales de la encuesta ......... ••.... 3. El método de la encuesta .. ................ ... ........ ........ ...............
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Dlreclo< d lt coleccIón
Jocobo Muñoz. rslco plslCA DEL TRABI\lO INDUSTRIAL
Ti lulos. origlnoles: fv\.ftIhod%gi:.c.he Elnleilung fiif die' Erhebungen des Vefeins für Soz,alpolmk übes AuS~S9 IJ1ld Anpos.su"!;J tee.uhwohl une! BerulwicbolJ der
Albe;ler:;c::ho~ dar ge~nen Gr06¡ndustrie
y lor Psychophysik der ;ndu~rielleo Albei1 11) j.C.B. MOOr [Poul Siebeck) Verlog, Tüb ingen, 1924. 1985
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Edilorlol Tlolla, S.A, 1994 Ahomiro no, 34 2S008 N\odrld Telé/ollO 5491 4 43 FOil 5491615
@Jooquin Aoollán Gord o, poro 10 tro ducción y el prólogo
Diseño Jooqul n Gollego
1S8N: S4 - 81ó4 - 0 31-X .' 0cp0si1o legol: M-38213 / 94 impre$iÓfl Co5fYl0p!i nt, S. l.
Observación preliminar ............... ...... ................. .. ....... .... ........ 1. Fatig'a y descanso.......................................... .... .... .............. 2. Práctica .............. ..... .... ... ................... ........... .. ....... .... ..... 3 . la interacción entre la fatiga y la práctica ........ ................... 4. la a habituac ión ~ en las interrupciones del trabajo y en La realización simultánea de varias tareas .............. .. ............ .. .. S. Interrupciones en el trabajo ................................................ 6. Cuestiones metodológicas ...•••..•.•.........•••.••.......... .... ....... .... 7. Oscilaciones en los rendimientos del trabajo industrial ....... 8. Sexo, edad, estado civil, etc., en relación con su influencia en el rendimiento laboral ................................................ .. :. 9. Ganancia a destajo y diferencias de rendimiento ................. 10. Mediciones de los contadores d e los telares y oscilaciones en los rendimientos .......................•.................................... 11. Aumento de la práctica y aumento continuado del rendimiento ................................................................. ... ........... 12. Análisis de varios rendimientos individuales y su evoluciÓn. 13 . Resumen .................... ......... ....... ..... ...... ........ ..... .... .. .. .. .... 14. Otras cuestiones y tareas a realizar ..................................... Tablas ..... ......................... ........... ..........................................••
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PRESENTACIÓN
Al profesor Wilhelm Henn;sJ con la gratitud del discfpulo y amigo
Los dos trabajos de Max Weber que se editan en et presente volumen, escritos entre 1908 y 1909, abordan cuestiones relativas a la investigación empírica de la situación de los obreros industrialés en Alemania a comienzos del siglo xx. . La p,rimera gran cuestión que plantean es la determinaCión de los objetivos que del;>e perseguir una investigación sociológica de la industria. Al tratarse de una investigación realizada desde la"perspectiva económica--desde el criterio de larentahilidad-, pasana un primer plario las actitudes y los aspectos cualitativos del comportamiento de los obreros en relación con.su rendimiento, hasta el punto que la-pregunta básica a que debe responder la investigación es el tipo de- hombre que están genenindo las condiciones y las exigencias delt.raJ~é.1jo i~dustrial. En íntima relación con este objetivo plantea Max Weber la cuestión metodológica. Para el estudio del «carácter» de los-obreros no resultanadecuados los métodos de las ciencias naturales, como la fisiología o la psicología experimental. La economía, como ciencia cultunil, tiene un método diferente. Y si bien Weber piensa que es necesaria una colaboración entre ambos tipos de ciencias, considera al" misino tiempo que la diferenciación entre las ciencias naturales y las ciencias culturales no sólo no es fácil de superar, sino que en ningún pasaje de estos dos trabajos presenta vía alguna para la superación de esta contraposición.
1. Las investigaciones empíricas de Max Weber Las reflexiones más sistemáticas de Weber sobre el trabajo industrial, y sobre laque podría considerarse un esbozo de «sociologíaindustrial», están contenidas sin duda en los dos escritos de 1908/1909 que ahoca se publican en castellano, pero, con anterioridad a ellos, Max Weber se había ocupado en otros momentos del estudio de la situación de los
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obreros industriales, y también de la situación de los obreros agrícolas. Un repaso de estos otros trabajos puede darnos una visión más completa del significado de los mismos dentro de su obra. La primera aportación de Max Weber a la investigación empírica de la sociedad alemana, concretamente la situación de los obreros agrícolas, tuvo lugar en 1892, con ocasión de una encuesta que había organizado la "Asociación de Política Sociah) (Verein für Sozialpolitik). Fundada en 1872 por prestigiosos profesores universitarios alemanes -denominados usualmente «socialistas de cátedra»-, esta Asociación se había ocupado de algunas cuestiones te6ricas y prácticas relacionadas con el liberalismo económico. Entre sus miembros má~ famosos destacaban Lujo Brentano, Heinrich Herkner, Wilhelm Roscher, Gustav Schmoller y AdolfWagner. Y si bien no todos ellos compartían los mismos principios téoricos, compartían al menos algunas ideas básicas. No aceptaban el ideal de la armonía social que predominaba en el pensamiento económico liberal, por considerar que era un ide~l ajeno a la realidad. Defendían una ciencia económica más andada en la realidad empírica, que en el caso de Schmoll.er implicaba una profunda. orientación historicista. Y eran críticos respecto a la situación social de su época, demandando una política social por parte <.lel Estado que corrigiera la situación económica y social en qu.:e se encontraba Alemariia, aunque rechazaban, por otro lado, la teoría y el programa práctico del par.tido socialdemócrata alemán (SPD). Nacida la Asociación C9!t la finalidad de poder suministrar propuestas práctic"as de política social que pudieran ser tenidas en cuenta por el Estado, comenzó en 1890 la preparación de una amplia investigación empírica sobre la situación de los obreros agrícolas enAlemania, que se realizó entre diciembre de 1,891 y enero de 18.?2. En esta ocasión al joven Max Weber se le encomendó la evaluación e interpretación de los cuestionarios remitidos por lo.s obreros agrícolas del Este de Alemania, que aquél plasmó ep l:1n Informe publicado en 1892 ' . : El interés de Max Weber por profundizar en el c~nocimiento de.la situación de los opreros agrícolas no ~e colmó po.r completo con. la. encue:;ta de la Asociación de Política Social y el mismo año de 1892 propuso al Congreso Evangélico Social (Evangelisch-sozialer Kongress) que realizara otra encuesta sobre el mismo tema.; El propio Webet y el secretario general del Congreso Evangélico Social, Paul G6hre, redactaron un cuestionario con veintitrés pregunt~ y remitieron 15.000 copias a los párrocos evangélicos de toda Alemania. En el mes dé junio de 1893 habían recibido unas mil respuesta&,.y Weber se encargó nuevamente. de evaluar las procedentes del Este de Alemania2 • Estos trabajos de Weber sobre los obreros·agrícol~s de Alemania tienen una clara· significación dentro de su traye,ctoria intelectual. Lo que Weber valo~a en primer término son las consecuencias de la
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implantación del capitalismo en el sector agrícola; ·consecuencias de· orden económico, social, político, psicológico y moral. Y también desde el punto de vista metodológico tienen estos estudios una clara significación; constituyen una fase importante en el desarrollo por parte de Weber de un método de investigación empírica, pues en los años siguientes continuada interesado por los problemas que generaba la implantación progresiva del capitalismo, con la consiguiente destrucción de los modelos culturales tradicionales. Eri efecto, después de su estudios sobre la BolsaJ , en los que aparecen nuevas facetas del capitalismo, Weber centra su atención directamente en la investigación de la situación de los obreros industriales. En todos sus trabajos sobre los obreros industriales escritos entre 1897 y 1909·, Y de manera similar a sus trabajos sobre los obreros agrícolas, la cuestión que más le preocupa a Weber son los efectos que produce la extensión del capitalismo, ahora en el sector concreto de la gran industria alemana. La transformación de Alemania en un Estado industrial-era una tema habitual de discusión y análisis en la última década del siglo XIX. En 1897., por ejemplo, el VIII Congreso Evangélico Social se· ocupó expresamente de él, y Weber, asiduo participante en sus reuniones, dio también a conocer allí su posición al respecto. Sin contarse entre· los que manifestaban un optimismo expreso por el desarrollo del capitalismo, Weber reconocía, sin embargo, que no podía frenarse el desarrollo capitalista de Alemania. El capitalismo era algo inevitable y sólo se· podía actuar económicamente. desde la vía que a.quél había establecido. Por eso Weber estaba en contra tanto de quienes estaban por una «feudalización del capital burgués» como de los defensores de un capitalismo nacional encerrado en los límites· de Alemania. Para Weber, ambas posiciones eran igualmente un obstáculo para la libertad política de Alemania y para un saludable desarrollo social. La posición de Weber a favor del imperialismo estaba íntimamente ligada a la necesidad, exprésamente reconocida por él, de que Alemania se modernizara económica y socialmente y avanzara hacia una mayor libertad política4 • La intervención imperialista hacia el exterior debería forzar en el interior la modernización económica y política de la sociedad y del Estado alemán. Poco tiempo después; en 1900, colaboró en una investigación sobre los tipógrafos en Alemanias, pero donde Max Weber abordó de una manera más amplia y profunda el estudio empírico de la industria fue en 1.908/1909, con motivo de la gran encuesta organizada nuevamente por la Asociación de Política Social. En el planteamiento de la encuesta tuvieron· un papel decisivo los hermanos Alfred y Max Weber, especialmente Alfred Weber, que fue quien fijó los temas principales de la investigación. En la reunión de· la Comisión ejecutiva de la Asociación de Política Social, celebtadaen Magdeburg el29 de septiembre de 1907,
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, fue aceptado como tema de investigación de la encuesta el que proponíanAlfred Weber y HeinrichHerkner: {(la industria y sus obreros»). Con este tema se pretendía investigar las exigencias de todo tipo -intelectuales, psíquicas y físicas- que la industria moderna imponía a"los obreros así como las transformaciones que los obreros industriales estaban experimentando en su personalidad. Alfred y Max Weber formaron parte de la Subcomisión de la Asociación nombrada para la realización de la encuesta y se destacaron de manera especial en las sesiones de trabajo de esta Subcomisión, tanto en la celebrada el13 de junio de 1908 como en la celebrada el 11 de octubre de 1908. En esta segunda reunión se adoptaron los acuerdos definitivos sobre la realización práctica de la encuesta:· Max Weber se encargó de redactar una exposición sobre cuestiones metodológicas y Alfred Weber elaboró el «Plan de trabajo» y el «Cuestionarioé. El escrito metodológico que Max Weber redactó con esa finalidad -la Introducción metodológica del presente volumen- fue publicado como libro en 1908, con un título algo diferente y con un contenido algo más amplio que el publicado posteriormente en 1924 7 • Paralelamente a los pre"parativos de la encuesta de la Asociación de PolíticaSocial, Max Weber acometió personalmente, en el verano de 1908, una investigación empírica sqbre los obreros de la industria textil en una fábrica deL!)}! tío suyo en Westfalia. Los resultados de esta investigación y de la discusión metodológica en la que la enmarcó los publicó Weber en la revista Archiv'für Sozialwissenschaft und Sozialfmlitik, entre 1908 y 1909, en una serie de cuatro artículos sobre Psicofísica del trabajo i~t!ustrial, que se publican asimismo en el presente vohlmen 8 • - La encuesta de la Asociacióri de Política Social comenzó a realizarse en octubre de 1908'y sus resultados fueron publicándose en la colección de escritos de la Asociación entre 1910 y 1915 9 • En la asamblea de la Asociación del año 1911; que tuvo lugar en Nucemberg y abordó el tema "Problemas de la psicología de los obreros», Heinrich Herkner informó sobre los resultados de la encuesta. También intervino Max Weber, quien se limitó a insistir en que los resultados de la encuesta no eran en absoluto definitivos y que realmente se estaba sólo al comienzo. Según Weber, serían necesarios nuevos materiales y mucho más tiempo'para poder llegar,
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de puntos técnicos, el más importante de los cuales es quizá el concerniente a la necesidad de elaborar una tipología precisa. Levenstein clasificaba las respuestas a los cuestionarios según una tipolOgía que había concebido de manera intuitiva, sin ofrecer una base clara para la Clasificación. Weber le critica expresamente esta falta de sistematización y le indica que debiera adoptar un procedimiento más lógico12 •
2. Objetivos de la investigación sobre el trabajo industrial: el tipo de hombre que origina la gran industria El objetivo de la encuesta de 1908 pretende alcanzar la doble cara de la misma realidad, pues aspira a analizar la «selección» que la gran industria moderna opera sobre sus obreros, a la vez que el proceso de (adaptación» que~ por su piute, tienen que sufrir los obreros industriales procedentes de otro medio laboral, social y cultural.distinto. Este doble objetivo requiere, por consiguiente, según manifiesta Max Weber en su Introducción metodológica, de una parte, la investigación de las transformaciories profesioflales de·los obreros ylas experimentadas en su modo de vida como consecuencia de las condiciones de trabajo establecidas por la industria moderna. Pero, por otro lado, implica asimismD el análisis de la incidenCia que la cualificación profesional y el modo de ser de los obreros tiene sobre la toma de decisiones empresariales, tanto en el ámbito de las medidas de carácter laboral como en el de las inversiones y renovación tecnológica. En definitiva, la cuestión última que le interesa a Max Weber en esta investigación sociológicá del trabajo industrial es indagar «qué tipo de hombre está .configurando la gran industria moderna en virtud de sus caract~rísticas iñteiñasyquétipo de destino profesionall~s depara a las personas que trabajan en ella y, a través de ahí, de manera indirecta, qué destino extra profesional les depara» (Introducción metodológica, p. 56). Esta pregunta por el tipo de hombre que origina la industriamodernase sitúa, por tanto, dentro del objetivo general que guiaba asimismo sus estudi9s sobre sociología de la religión, con los que quería contribuir a. una caracterización f1el hombre occidental moderno, a pedila.r su talante, su actitud básica, su GesinnunglJ • Tanto en sus estudios de sociolpgía de la religión como en estos de «sociología de la industria» que ahora nos ocupan, Max Weber está interesado por la dimensión cu~itativa del comportamientnhYQ:!~no, por el carácter humano Q tipo de hombre que se ha ido configurando en la época moderna. La gran industria, en efecto, se le presenta a Weber con unas características tan propias y definidas y con tales efe,ctos sobre el (modo de vida» que llega a afirmar que aquélla «ha cambiado el rostro espiritual del género humano, hasta casi no poder r~conocerlo y seguirá-trp,!1sformándolo» (Introducción metodológica, p. 74). Es esta significación de
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La perspectiva desde la que Weber considera que debe ser abordada la investigación del trabajo industrial es la propia 4e la ciencia económica', que'es una Ciencia cultural (Kulturwissenschaft). Por esta razón su rechazo. del,«uaturalismo», es decir, del intento de aplicar los métodos de las CienCias naturales a las ciencias culturales, es rotundo tanto en la Introducción metodológica coliloen la Psicofísica del trabajoindus-tria l. La diferenciación y contraposición eutre los métodos de ambos tipos de c~encias no s~ s?-aviza en absoluto en estos trabajos. Investigar el trabajO mdustrial desde la perspectiva de la economía significa para Max Weber estudiarlo desde el criterio dll.-r,,-¡¡úbili~~: ~~ta entonc~s habían primado en-la investigaciónlos 'enfoques fls10loglcos o méd1cos, y el interés prioritario de los investigadores se había centra~o en las'consecuencias patológicas de la fatiga y del ex~e~o de trabajO en los ob[{~ros. A Max Weber, sin embargo, lo que le interesa son los efectos típ1COS del trabajo industrial en la vida normal del obrero, es decir, aquellos efectos que no le producen necesariamente una. e,nfermedad. Weber quier~ examinar cómo se adaptan los obrero.s ,al sl~t~.ma del trabajo}ndustrial, cómo rinden y cómo -s-oo ellos mismos, 'en definitiva~ rentables para las empresas~ Desde -la-perspec-
tiva de la ciencia económica los obreros industriales son vistos como un factor de la producción, y, de manera similar a corno ocurre con los otrOs factores de la producción, se calcula su capacidad de rendimiento, sus posibilidades de fallos, etc. Desde esta perspectiva, las empresas se preguntan si sus obreros tienenun rendimiento-adecuado para que el producto final pueda competir en el mercado e inmediatamente se plantean cómo aumentar el rendimiento de los obreros. Para fomentar el rendimiento de los obreros, las empresas suelen contar con el sistema de_ trabajo a destajo o con el despido de los obreros me~o~ rentables, es decir, de los ,que produzcan menos o peor. Esto pone de manifiesto _ un hecho decisivo para el rechazo del (
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la gran industria para_la cultura y la civilización humana la que le interesa averiguar a Max Weber. Con su hermano Alfred comparte Max Weber la apreciación de que la gran industria moderna ha creado ante t~do un ~peculiar «aparato» de producción, que le imprime su sello d,1~erent1ad<:>r. Lo~ elementc:>s que configuran este (aparato» de producClOn -l~ e?,ls,tencia de una ~erarquía en los puestos de trabajo y de una ~ fuerte d1sc1p~ma,e.n el tra~baJo, el sometimiento del hombre a la máquina, la generahzaclon del calculo de todos los movimientos y rendimientos de los obreros- convierten a la gran industria como sistema de próducción, según Weber, en un sistema propio e independiente respecto a su forma de funcionamiento --capit'alista o socialista-o El-sistema de'pr5)d~ccjón. es en' sí mismo mucho más importante que la cuestión me1)or de si éste funciona bajo una dirección capitalista o una socialistª. . ~l es exptesam~nte consciente, sin embargo, de qué el espíritu que -se-.y¡-ve en esta t$:rnble coraza de la gran industria moderna cambiaría si_se sustituyese el principio básico de la rentabilidad por alguna form~ ,de-economía sin afán de lucro. Pero la investigación, según Weber, no debe en.trar e:n ~a emisión de juicios de valor sobre la situación en la que la-gran.1ndustn~ col~,:a a l?s obreros ni debe preguntar quién tenga la «culpa» de esa sLtuaclOn, Sino que debe limitarse a investigar la situación de hecho y la relación que ésta tiene con las condiciones estructura:~es del trabajo en la gran industria.
3. Critica del «naturalismo» metodológico
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mente real, siendo los procesos psíquicos «fenómenos accidentales»). Max Weber, sin embargo, encuentra que algunos de los factores de la curva del rendimiento con que opera Kraepelin no pueden ser explicados satisfactoriamente desde la propia teoría fis!~!ºg.ica que Kraepelin utiliza pata explicar la «fatigª"» y la «prá~_tica». Esos factores a los que se refiere Weber son la «motivación», la «estimulación» y el «impulso de la voluntad», pero, incluso en ~Jconc~pto básico de la-¡(fatiga» de Kraepelin, encuentra Weber algunas dificultades explicativas; desde el momento en que la «fatiga» puede no disminuir, aun después de cierto tiempo de trabajo, si intervienen otros factores como la motivadón. Ni siquiera todo lo que ocurre en torno a la fatiga puede explicarse, en último término, desde una base fisiológica. Y, según Weber, es el propio Kraepelin quien da pie para pensar que existen procesos inconscientes, psíquicos -=-Como'el «impulso de la voluntad»-, lo cual significaría ya una renuncia tácita al paralelismo físico-psíquico de Wundt l4 • Peró,probablemente la insuficiencia mayor de los trabajos de Kraepelin radique para Max Weber en la incapacidad de su instrumentario conceptual para construir una tipología de l
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en la Universidad de Leipzig y premio NóbeI de Química en 1909, defendía la existencia de una unidad entre el hombre y la naturaleza y la consiguiente validez de las mismas leyes,en ambos dominios. Según Ostwald, las leyes básicas de la energía valían para ambos ámbitos, el del espíritu y el de la materia 16. Pero Ostwald representaba para Weber, sin embargo, ese equivocado «naturalismo~) que intentaba aplicar al ámbito de la «cultura" los métodos de las ciencias naturales y que pretendía obtener «juicios de valon} partiendo de datos científico-naturales. Weber, por el contrario, defiende la especificidad de las ciencias culturales, aunque se declara al mismo tiempo partidario de una colaboración con las ciencias naturales, pero considera inexcusable para esa colaboración que se acepte previamente conc:ará<;t~t g~,ner_aUa_~ig-':1iente idea: que la técnica no depende sólo de sí misma; que son ciertas condiciones sociales históricas las que han hecho posible el aprovechamiento de los, «descubrimientos}~ t~cnicos; y que el futuro del desarrollo de la técnica depende de la evo[ución de las condiciones o condicionantes históricas, y no meramente de las propias posibilidades técnicas l7• Otra cuestión importante que Weber plantea en la Introducción metodológica y en Psicofísica del trabajo industrial, y que le sirve para insistir en la diferenciación metodológica entre \as ciencias culturales y las ciencias naturales, es el papel de Iª herencia como factor determinante de las actitudes y del carácter. La cuestión la pla,ntea a propósito de sj la aptitud para el trabajo industrial es una cualidad heredada o adquirida. A la vista de los conocimientos de Sil-época sobre la transmisión hereditaria de las capacidades, Max Weber concluye que la idoneidad para el trabajo industrial no puede explicarse desde la herencia. Por esta razón aconseja a los colaboradores de la encuesta que no partan de la herencia para explicar los comportamientos dejos obreros, sino del-inedio social y de las tradiciones en que han vivido (Introducció/f metOdológica, pp. 50-51). Frente a las características biológica~ -:-hereditari~s-, Weber habla de la e~~<;~~i9n_ yJ~.s tradiciones recibidas como 'factores decisivos en la explicación de las actitudes básicas de los obreros. Pero su posición no deja de ser ambigua. A pesar de recomendar que en este tipo de investigación se opere preferiblemente con el concepto de. «medió socia~~tPsicoflsica del trabajo industrial, p. 227), tampoco es~tole parece preciso. Para poder ser utilizado con provecho es necesario determinar con claridad las circunstancias personales concretas que se están tomando en consideración cuando se habla de «medio social» como punto de referencia explicativo de las actitudes o del talante de la persona. A pesar de esta ambigüedad, sí queda claro su rechazo a acudir al concepto de los «caracteres nacionales}} (Introdf:lct;ión metodológica, p. 48) Y su inclinación a privilegiar la Kulturfrertte a la biología (Psicofísica del trabajo industrial pp. 231, 234). .
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Un pasaje de lalntrod~cción metodológica expresaCQn rotundidad la crítica de Max Weber al intento de aplicar los métodos de las ciencias naturales a una ciencia,cultural como es la economía polítjca. Se dice allí (Introducción metodológica, p. 40) que la aplicación de las leyes de la fisiología al terreno de la industria conduciría a abandonar por completo los objetivos propios de la economía. Sise quisieran aplicar efectivamente las leyes fisiológicas a la industria, habría que interpretar el desarrollo industrial en los términos de la ley general del ahorro de energía, mientras que, según Max Weber, el desarrollo industrial deber ser entendido desde una perspectiva económica, en realidad, como un caso de ahorro de costes. Quiere decir esto_que el óptimo de racionalización de la energía-desde el punto de vista de la fisiología no coincid~ en absoluto con la optimización de la energía desde el punto de vista_de la economía, es deCir, con la optimización de la utilización del capital desde el puntQ de vista económico. Al economista lo que le interesa saber en esta investigación sobre la industria es cómo repercuten sobre los obreros las decisiones empresariales relativas a la rentabilidad de la empresa, cómo les afecta~ las decisiones sobre ahorro salarial, sobre el aprovechamiento de las materias primas o sobre la utilización de las máquina~ etc... La perspectiva de la rentabilidad, con su remisión alos efectos sobre el carácter o. el tipo de hombee que genera el modo de trabajo en la gran industria, no es accesible con los métodos de las ciencias natueales. Max Weber no encuentra aquí mi puente que supere la diferenciación y contraposición entre ambos tipos de ciencias.
Gesamtausgabe, 1, vol. 4, ed. por W. J. Mommsen con la colaboración de R. Aldenhoff, Tübingen, 1993, pp. 626-640. (Sobre la situación de los tipógrafos alemanes): «Vorbemerkung)) al estudio de Walter Abelsdorff, B~itriigezur Sozialstatistikder DeutschenBuchdrucker. Volkswirtschaftliche Abhandlungen der Badischen Hochschulen, ed. poe C. J. Fuchs, G. von Schulze-Gavernitz y M. Weber, 4. 0 vol., 4. 0 Heft, Tübingen/Leipzig, 1900, pp. VII-IX. Erhehungen über Auslese undAnpassung (Berufswahl und Berufsschicksal) der Arbeiterschaft-dergeschlossene't Grossindustrie, Altenburg, 1908. También en Gesammelte Aufsiitze zur Soziologie und SozialpoUtik, T übingen, 1924, pp. )-60 [cOI~ el título algo diferente de: «Methodologische Einleitung für'die--Erhebungen des Vereins für Sozialpolitik über Auslese und Anpassung (Berufswahl und Berufsschicksal) der Arbeiterschaft der geschlossenen GroBindustrie), incompleto]. «Zur Psychophysik der industrielLen Arbeit)): Archiv für Sozialwissenschaftund Sozialpolitik 27 (1908), pp. 730-770; 28 (1909), pp. 219-277; 719-761; ·29 (1909)', pp.-513-542. También en GesammelteAufsiitzezurSoziologie und Sozialpolitik, Tübingen, 1924, pp. 61-255. «Zur Methodik sozialpsychologischer Enqueten und ihrer Bearbeitung)) (Recensión de lo~ escritos de A. Levenstein: «Aus der Tiefe>l, 1908; «Arbéiter-Philosophen und-Dichter», vol. 1, 1909; «Lebenstragodiceines Tagelohners». 1909): Archiv für Sozialwissenschaft und Sozialpolitik 29 (1909), pp. 949-958. Intervención de Max Weber en la discusión sobre el tema "Probleme der Arbeiterpsychologie unter besonderer Rücksichtnahme auf Methode und Ergebnisse der Vereinserhebungen»: Schriften des Vereins {ür Sozialpolitik, vol. 138, Leipzig, 1912,pp. 163, 176, 189-197. También en Gesammelte Aufsiitze zur Soziologie und Sozialpolitik, Tübingen, 1924, pp. 424-430 (incompleto).
BIBLIOGRAFÍA
La recepción de la «sociología industrial» de Max Weber en Alemania ha sido muy escasa durante muchos años. Ralf Dahrendorf y Rainer Lepsius, autores de unos de los primeros manuales sobre sociología industrial en Alemania, afiemaban, por un lado, que en Weber están contenidos los primeros impulsos para una sociología industrial, pero pensaban, al mismo tiempo, que había que situar a Weber en cieno sentido en una fase previa a la sociología industrial (R. Dahrendorf,Industrie-undBetriehssoziologie,Berlin, 1962, p. 30; R. M. Lepsius, Strukturen und Wandlungen im Industriebetrieb, München, 1960, p. 9). La idea dominante entonces era que la sociología industrial comienza con Elton Mayo y Gotz Briefs. A diferencia de lo ocurrido en Alemania, los investigadores anglosajones, por el contrario, le otorgaron a Weber una mayoe atención y significación en este campo. Véase P. Lazarsfeld yA. Oberschall, «Max Weber und Empirical Social Research»: American Sociological Review 30 (1965), pp. 185-198; y el libro deA Oberschal~ EmpiricalSocialResearch in Germany 1848-1914, Paris, 1965, que sitúa a Weber como el primer sociólogo empírico de-Alemania; J. E. T.-Eldr:L~ge se ocupa en detalle de-la «Introducción metodológica", de. 1908: «Weber's Approach to the Sociological Study oflndustrial Workers)), enA Sahai (ed.), Max WeberandModernSociology, London, 1961 (existe trad.
Actualmente está todavía en curso la edición de las Obras Completas de Max Weber, ed. por H_. Baier, M. R. Lepsius, W. H. Mommse,n y W. Schluchter: Max Weber Gesamtausgabe, J.C.~. Mohr (Paul Siebeck), Tübingen, 1984 y ss.
Escritos de Ma~
vyeberrelativos a investigaciones emplric:;as
Die Lage der Landarbeiier im ostelbischen Deutschland, Leipzig, 1892. Ahora en Max-Weber Gesamtausgabe, sección 1', vol. 3, ed. por M. Riesebrodt, Tübingeil, 1984~ «Die deutschen Landarbeiter. Korreferat und Diskussionsbeitrage auf-dem fünften Evangelisch-sozialen KongreB am 16. Mai 1894», enMaxWeber Gesamtausgabe., 1, vol.-4, ed. por W. J.,_MollilJlsen, con la colaboeación <;le R. Aldenhoff, Tühingen, 1993, pp. 313-345. .. Intervención de Max Weber sobre la conferencia de Karl Oldenberg. «Dber Deutschland als Industriestaat», en Verhandlungen des 8. Evangelischsoziafen -Ko1tgresses. ahgehalten zu Leipzig am 10. u. 11. Juni 1897, Gottingen, 1897, pp. 105-113; 122-123. Ahorá en Max Wehers
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INDUSTRIAL
cast.); S. T. Ackroyd, ((Economic RationaJity and the Relevance of the Weberian Sociology to Industrial Relations,,! British Journal of Industrial Relations (1974), pp. 236-248. Gert Schmidt sintetiza las principales aportaciones en este campo: «Max' Webers Beitrag zur empirischen Industrieforschung»: Kolner Zeitschrift für Soáologie und Sozialpsychologie 32 (1980), pp. 76 R92. Para encuadrar las aponaciones sociológicas de Weber en su época: P. Hinrichs~ Um die Seefe des Arbeiters. Arbeiterpsych_ologie~ Industrie- und Betriebssozio/ogie in Deutschland 1871-1945, K6In, 1981. Como en estós trabajos están en un primer plano no sólo los problemas «metodológicos», sino sobre todo «el tema» de investigación que le interesaba a Weber; véase para esta cuestión: W. Hennis, (Eine Wissenschaft vom Menschen». Max WebeJ:."und die" deutsche Nationalokonomie der Historischen Schule». en W. J. MommsenJW. Schwefl.tk.:.t:=rl(eds.),Max Weber und se;ne Zeitgenossen, Gottingen/Zürich, 1988, pp. 41-83; Y «El problema central de Max Weber»: Revista de EstudiosJ!QMticos 33 (1983), pp. 49-99. Sobre la relación de Weber con la psicología ~xperimePtal: S. Frommer. «Bezüge zu experimenteller Psychologie, Psychiatrie und Psychopathologie in Max Webers methodologischen Schriften», en G. Wagner/H. Zipprian (eds.), Max Weber~ Wissenschaftslehre, Frankfurt a.M .• 1994, pp. 239 R258j T. B. Strong, ~~Max Weber und Sigmund Freud: Berufung und Selbsterkenntnis», en W. J. Mommsen/W. Schwentker (eds.), Max Weberund seine Zeitgenossen. Gottingen/Zürich, 1988, pp. 640-660.
Sobre la «(Asociación de Política Social»: F. Boese, Geschichte des Vereinsfür Sozialpolitik 1872-1932, Berlin. 1939; D. Lindenlaub, FJchtungskiimpfe im Verein für Sozialpolitik. Wissenschaft und Sozialpolitik im Kaiserreich vornehmlich vomBeginn des «Neuen Kurses» bis zumAusbruchdesErsten Weltkrieges (1890R1914). Wiesbaden. 1967; D. Krüger. Nationalokonomen im wilhelminischen Deutschland, Gottingen. 1983. TABLA CRONOLÓGICA
1864 (21 de abril) Nacimiento de Max Weber en Erfurt, primero de los ocho hijos de Max Weber, abogado y político prusiano, procedente de una familia de industriales "textiles, y de HeIlene Fallenstein, procedente de una familia de origen hugonote y dedicada desde varias generaciones anteriores a la docencia y a la administración. 1882-1889" Estudios universitarios. en Heidelberg, Berlín y Gotinga. Se doctora con Levin Goldschmidt y RudoIf Gneist (1889) con una Tesis sobre (Evolución del principio de responsabilidad solidaria y del patrimonio especial en las sociedades mercantiles de las ciudades italianas». Esta Tesis constituye el tercer capítulo de un trabajo más amplio sobre «Hisroria de las sociedades mercantiles en la Edad.Media. Según fuentes del Sur de Europa».
20
I
PRESENTACIÓN
1888 Ingresa en la «Asociación de política social». 1892 «Escrito de Habilitación» con August Meitzen sobre «Significación de la historia agraria romana para el derecho privado y el derecho político». En el semestre de verano de 1892 comienza a dar clases en la Universidad de Berlín sobre Derecho mercantil y Derecho romano, sustituyendo a Goldschmidt, que estaba enfermo. 1893 Matrimonio con su prima Maria Schnitger, que había venido a Berlín en la primavera de 1892 para estudiar. 1894-1903 Docencia como Profesor universitario. En otoño de 1894comienza su docencia universitaria en Friburgo, en cuya Universidad había aceptado una Cátedra de Economía Política. En mayo de 1895 pronuncia su célebre Lección Inaugural de toma de posesión oficial dela Cátedrasobre ((El Estado nacional y la política económica),. En 1896 se traslada a la Universidad de Heidelberg. como sucesor deI"economista Knies. Problemas de salud le llevan a interrumpir en varias ocasiones la docencia universitaria y a abandonarla definitiva"mente en octubre de 1903. a los 39 años. Se le nombra Profesor honorífico. " 1903-1914 Intensa actividad investigadora y publidstica. Juntamente con Edgar Jaffé y Werner Sombart dirige la revista Archiv.für Sozialwissenschaft und Sozialpolitik, donde aparecerán algunos de sus más importantes trabajos. En 1909 funda la «Sociedad Alemana de Sociología», de cuya junta directiva forma parte junto Con Ferdinand Tonnies, Georg Simmel y Heinrich Herkner (sustituido muy pronto por Werner Sombart). La participación de Max Weber en los debates de la «Asociación de Política Sociah> es constante durante estos años, destacando especialmente su contribución al debate sobre los «(juicios" de valon. 191+1918 Durante los dos primeros años de la· primera guerra mundial. Oficial de reserva en Heidelberg, encargado de la dirección de nueve hospitales militares. Continúa su investigación sobre sociología de la religión y escribe además varios artículos para el periódico Frankfurter Zeitung sobre la situación política interna y externa de Alemania y sobre su fu turo tras la guerra. 1918-1920 En el semestre de verano de 1918 vuelve a la docencia univerR sitaria como Catedrático de la Universidad de Viena (Economía·políti R ca). En la primavera de 1919 sucede en la Cátedra de la Universidad de Munich a Lujo Brentano. Entre noviembre de 1918 y enero de 1919 participa activamente en la campaña política a favor del partido demócrata (DeutscheDemokratischePartei). Enla primaverade 1919 forma parte de 13 delegación alemana de paz en VersaHes. Muere el 20 de junio de 1920. 10AQUlNABEl.LÁN
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SOCIOlOGiA
DEL
TRABAJO
PRESENTACIÓN
INDUSTRIAL
14. En sus observaciones sobre Kraepelin, Webcrse hace eco de algunas críticas <¡ue Kracpelin había recibido por parte de algunos de sus discípulos y de algunos expertos, con los que Weber había estado en contacto. Se trata de Hans Gruhle, doctorando de Kraepelin en Munich en 1904/1905, yde Willy Hellpach, que en 1905 publicó un artículo en la rcvista que dirigía Weber, «Sozialpathologie als Wissenschaft.. :Archiv{ür Sozia/wissenscha{tundSo:úalpolitik 21 (1905), pp. 275-307. Sobre la posición de Weber respecto a Emil Kraepelin, véase S. Frommer, «Bczüge zu experimenteller Psychologie, Psychiatrie und Psychopatbologie in Max Webers merhodologischen Schrifrenn, en G. Wagner/H. Zipprian (eds.),MaA""Webers Wissenschaftslehre, Frankfurt a.M., 1994, pp. 239·258. 15. VéaseMaxWeber,GesammelteAufsiitzezllTW,ssensmaftslebre, Tübingcn, 71988, pp. 173 s.y42ss. 16. Weber escribió una recensión del libro dc Wilhelm Ostwald, Energetische Grnndlagen der Kulturwissenschaft, bajo el.título ..-Energetische "'Kulturtheorieo",,: Archiv für Sozialwissenschaft fmd Sozialpolitik 29 (I 909), pp. 575-598 (posreriormente en Gesamme1te AI,fsiit~e zur Wissenscbafts/ebre, pp. 400-426). Ostwald había fuodado la revista Annalen deT Naturphilosopbie (1902-1911) para difundir sus planteamientos científicos, en la que colaboraron, entrc otros, Wundt, Mach y el hiStoriador Lamprecht. 17. Véase «Encrgetische KUlturtheorien .. ". en Gesamme/leAufsiltzezurWissenschaftslehre, esp. pp. 425-426.
NOTAS
1. El Informe redactado por Max Weber llevaba por título Die Lage der Landarbeiter im ostelbischen Deutschland y se ocupaba efectivamente de las. provincias de Prusia Oriental, Prusia Occidental, Pomerania. Posnania, Silesia, Brandemburgo, Mecklemburgo y Lauemburgo.. Se pub.li. có en diciembre de 1892, como el tercero de los volúmenes que la Asociación de polítIca S:oclal dedicó a la evaluación de los resulrados de la encuesta (ahora enMax Weber Gesamtausgabe, v.ol. U 3). En la asamblea de la Asociación de marzo de 1893, Max Weber expuso una ponencia al respecto. El texto de esta ponencia y de la discusión enMax WeberGesamtausgabc, 1, vol. 4, ed. por W. Mommsen, Tübingen, 1993, 1. Halbband, pp. 165-207. 2. Los resultados pro_visionales de esra segunda encuesta fueron dados a conocer por Weber y Gohre en ei transcurso del 5.° Congreso Evangélico Social, el 16 de mayo de 1894 (texto de la ponencia de Max Weber en.Ma.x Weber Gesamtausgabe, [, vol. 4,1, Halbband, pp. 3 LJ-345), pero la publicación defittitiva de una parte de Los resultados comenzó en 1899. Max Weber fue el editor de varios cuadernos, con prólogos u observaciones preliminares suyos. Sobre la colaboradó~ de Max Weber con el Congreso Evangélico Social, véase R. Aldenhoff, «Max Wcberund det Evangehschsoziale Kongregll, en W. J. _Mommsen y W. Schwentker (eds.), Max Weber und seine Zeitgenossen, G6ningen, 1988, pp. 285-312. . 3. DieBOrseI. Zweckundilll/JereOtganisation, G6tringen, 1894,y DieBorseH. DerBorseflverkehT, GOttingen, 1896. posteriormente en GesammelteAu{siltze :turSoziologie und Sozialpolitik, Tübingen, 1924, pp. 256-288, 289·322. 4. Véase la intervención de Max Weber en respuesta a la conferem:iadc Karl Oldcnbergsobre «Über Deutschland als lndu stri estaat.. enDie VerhamUungen des 8. Evangelisch-sozia len Kongresses, abgehaltenzuLeipzigam 10. u. 11.Juni 1897, Góttingen, 1897,pp. 105-113; 122·123. También en Max Weber Gesamtausgabe, 1, vol. 4, 2. Halbband, pp. 626-640. 5. Weber coeditó, junto con c.J. Puchs y G. von Schulze-Gavernitz, la Illvestigación de Walter Abelsdorff sobre los tipógrafos alemanes, escribiendo ulla nota preliminar al trabajo (W. Abelsdorff, BeitTiige zur Soziafstattstik der Deutschen Buchdrucker, TübingeoJLelpzig, 1900). 6. Véase el «Prólogo» de Herkncr, Schmoller y A1fred Weber al primer volumen de los resultadosdclaencuesta: M. Bernays,AusleseundAnpassungderArbejterschaftdergeschlossenenGroprnduslrie, Leipzig, 1910 (vol. 133 de las publicaciones de la «Asociación de Política Social,,), pp. VII-XV. 7. El título de la publicación era; Erbebungen über Auslese undAnpassuIIg (Beru{swahl ulld Berufsschicksal) deT Arbeiterschaft deTgeschlossenen Gropindustrie, A1tcnburg, 1908. El texto, incompleto, que se publicó en 1924, dentro de los Gesammelte Aupiitze zllr Sozio/ogie und Sozialpolit!k, (Tübingen; 1924, pp. 1-60) lleva porrítuloMetbodo/ogische EjnleituIlg {ür die Erhebungen des Verems für Sozialpo/itik über Auslese und Anpassung (Berufswahl uni! Berufsschicksal deT Arbeiterschaft der geschlossenenGrop;ndustrie. . .. 8. «Zur Psychóphysik der industrieUen Arbeit,,; Archiv für Sozialwissenschaft undSozlalpo~jtlk 27 (1908), pp. 730-770; 28 (1909), pp. 219-277; 719-761¡ 29 (1909), pp. 513-542. Posteriormente en GesammelteAu{siltzezur Soziologie und Sozlalpolitik, Tübingen, 1924, pp. 61-255 9. Contienen los resultados logrados sobre la industria textil, la industria del automóvil, la industria del cuero,la Indus.tria cerámica y la industria de maquinaria, entre otras. Sobre los res~l tados de la encuesta, véase M. Bernays, ..-Berufswahl und Berufsschicksal des modernen Industne· arbeiters,,:ArchivfürSozialwissenschaftundSozialpolitik 35 (1912), pp. 123-176; 36 (1913), pp. 884915. 10. Véase la intervención de Max Weber en el volumen edItado por la Asociación sobre la asamblea de 1911: Verhandlungen des Ve,.eins {ür Sozialpolitik in Nümberg 1911, Leipzig, 1912, pp. 163, 176, 189-197. 11. Levenstein envió 8.000 cuestionarios entre 1907 y 1911, Yobtuvo un 63% de respuestas; se interesaba sobre todo por las actitudes y expectativas de los obreros. Max Weber exptesó su opinión al respecto en ~Zur Methodik sozialpsychologischet Enqueten und ¡hrer Bear-beitung" (recensión de los escritos de A. Levenstein: «Aus der Tiefe", 1908; «Arbeiter-Philosophen undDichter", vol. 1, 1909; «Lebenslragodie eines Tagelohners~: Arcbiv (ür Sozialwissenscha{t und Sozia/politik 29, 1909, pp. 949-958). 12. Ibid., especialmente p. 956. 13. Véase Marianna Weber,Max Weber. Ejn Lebensbild, Tübingen, J 1984, p. 346; W. Hennis, «EJ problema central de Max Weber»: Revista de Estudios Políticos 33 (1983), pp. 49-99.
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r INTRODUCCIÓN METODOLÓGICA PARA LAS ENCUESTAS DE LA .VEREIN FÜR SOZIALPOLITIK" (ASOCIACIÓN DE POLÍTICA SOCIAL) SOBRE SELECCIÓN Y ADAPTACIÓN DE LOS OBREROS EN LAS GRANDES FÁBRICAS (1908)
1
CARACTERES GENERALES DE LA ENCUESTA
La presente encuesta pretende dos objetivos: por un lado, pretende determinar qué efeqos ejercen las grandes fábricas sobre las características personales, sobre el destino profesional y sobre el «estilo de vida» extraprofesional de sus obreros; qué características físicas y psíquicas desarrollan en ellos y cómo se manifiestan esas características en el co_njunto del modo de v~da de los obreros; por otro lado, pretende establecer hasta qué punto depende la propia gran industria, por su parte, en su capacidad de desarrollo y en la orientación de su desarrollo, de las características dadas -de los obreros producidas por sus condiciones de vida, sus tradiciones y su proveniencia social, cultul"al y étnica. Son dos cuestiones distintas, por tanto, que están Interrelacionadas entre sí, y el teórico puede y debe distinguirlas, aunque en la práctica de la investigación se presentan casi siempre entrelazadas de tal modo que, en último término al menos, no se puede responder a la una sin responder a la otra. La «Verein für Sozialpolitik» se sitúa, en esta encuesta, en el terreno de un objetivo exclusivamente científico. Las publicaciones que se quieren hacer, así como las posibles explicaciones en relación a la encuesta, son ajenas a toda intencionalidad de {
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INTRODUCCiÓN
METODOLÓGICA
PARA
LAS
CAR~CTERES
ENCUESTAS
~ofrezcan ningún interés práctico.
La cuestión de si [a capacidad de rendimiento de nuestras grandes industrias está unida a las características de nuestros obreros -y cuáles serían esas características- , condicionadas por el estado de la cultura y del «carácter popular», así como la cuestión inversa de con qué cualidades físicas y psíquicas tendremos que contaren el futuro, cultivadas en nuestros obreros por el continuo progreso de nuestro desarrollo industrial por ser útiles o necesarias para la propia gran industria, y la cuestión, por último, de en qué condiciones generales de vida están colocados estos obreros y 'en qué condiciones estarán, todas estas cuestiones tienen una muy considerable significación, con toda seguridad, para problemas de naturaleza de «política cultural» de importancia general (por ejemplo, de política escolar) y no sólo de política comercial. Y difundir claridad sobre esas cuestiones podría tener un gran interés práctico para los implicados, los empresarios industriales y los propios obreros. Y podría, finalmente, arrojar más luz que la que existe actualmente sobre la cuestión de qué puede considerarse como «(alcanzable» y qué no, de cara a las condiciones de vida dadas de la gran industria, por la vía de la legislación. Pero estos posibles fines prácticos de"Ja encuesta no constituyen su objetivo. La «Verein) no tiene la intención, con esta encuesta, de plantear una discusión sobre cuestiones prácticas como ha ocurrido con otras encuestas. La «Verein» no piensa en que la encuesta suministre, por ejemplo, material para- emitir un juicio «moral» sobre los implicados, sean los empresarios o los obreros. Esos propósitos no servirían de ninguna manera a la neutralidad científica de esta investigación. Todo el problema de que aquí se trata es, atendiendo a su propia naturaleza, un problema totalmente neutral desde el punto de vista de la política social, y no parece superfluo insistir en ello de cara , a los colaboradores. De----aquí se deriva, por ejemplo, que si un colaborador de alguna sección se encuentra con quejas de los obreros sobre cualquier cosa (sistema salarial, comportamiento de los jefes de taller, etc.), de acuerdo con el sentido de esta encuesta.flO tendría que abordar esta circunstancia como expresión de una «cuestión» práctica, acerca de la que él tuviera- que-tomar una posición valoI'ativa, sino que sólo tendría que considerarla como un fenómeno concomitante de determinados procesos de transformación (técnicos, económicos, psicológicos), cuya evolución hay que explicar objetivamente. Considerándolo desde este punto de vista, estas manifestaciones de los obreros pueden tener también interés· para la presente encuesta. Pero los colaboradores sólo tendrían que considerar su surgimiento, no su «justificación»). Y evidentemente tendría que valer este mismo principio para irritadas manifestaciones de los empresarios respecto a los obreros: considerarlas como expresiones de las fricciones del desarrollo y, eventualmente, analizarlas.
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I ! •
I
GENERALES
DE
LA
ENCUESTA
La presente encuesta, por tanto, persigue objetivos «teóricos), en el sentido antes mencionado. Parece útil explicar de qué naturaleza son estos objetivos de una manera más expresa que lo que se puede desprender del «plan de trabajo» comunicado. La encuesta es limitada en cuanto que tiene por objeto las grandes fdbricas, es decir, la actividad empresarial que crean, totalmente o al menos en cuanto a su interés central, las grandes fábricas:-pero el trabajo doméstico conectado a la gran industria habría que compararlo naturalmente, en cuanto a la proveniencia y características de sus obreros, con los obreros de las grandes fábricas. Llegado -el caso, podría ser fructífero una comparación con la situación' de la industria casera. El objetivo último de la encuesta no es el análisis de cuestiones «morfológicas»), como la organización de la producción y de-las ventas o la estructura interna de la empresa según sus condiciones económicas o técnicas. No obstante, es inevitable naturalmente que los colaboradores se procuren buenos 'conocimientos para sus sectores de trabajo, como se presupon.e en el primer párrafo del «Plan de trabajo». Los puntos que interesarían están tratados, por ejemplo, en el trabajo del Dr. G. Ephraim sobre una determinada empresa (Organisation undBetrieb , einer Tuchfabrik, Tübingen, 1906) y se puede recomendar a los colaboradores que lo estudien. Pero trabajos de ese tipo no podrían servir para dar respuesta a las cuestiones que se plantean en esta encuesta, por muy imprescindibles que sean como trabajos de carácter previo para realizarla. Así por ejemplo, esta c:mcuesta no debería tener como objeto propio las distintas unidades de producción de la actividad empresarial y el tipo de relación entre ellas .(a esas unidades de producción se-las llama usualmente «fábricas» (Betriebe), con lo que se -quiere decir de una manera exacta una unidad" de producción reunida en -un mismo edificio y bajo una misma dirección como, por ejemplo, las unidades técnicas de la metalurgia: la fundición, la calderería, el taller de maquinaria, etc., o las unidades técnicas -de la industria textil como la hilandería, la tejeduría, el departamento de alisado, el departamento de dobladillos, etc. Lo que interesa en esta encuesta comienza más bien con preguntas como las siguientes: ¿hasta qué punto existe entee esas unidades de peoducción un intercambio de mano de obra, un «Avancement» de unas a otras -estén separadas unas de otras o relacionadas desde el punto de vista de la producción-, de la contabilidad o -de su ubicación física?, o ¿existe, por el contrario, una separación más o menos estricta?-, o üiene la separación entre ellas alguna consecuencia desde una per..§p~ctiva .social o en la comunicación dentro de la el11presa? En este sentido se comportan de una manera, muy distinta entre sí el taller de moldeo y la'calderería, la hilandería y la tejeduría, la tejeduría y el departamento de dobladillos.
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INTRODUCCiÓN
METODOLÓGICA
PARA
lAS
ENCUESTAS
, _Lo mismo hay que decir de la organización de las ventas, en sí misma muy importante. No constituye tarr.--poco el obje~o ~e e.sta encuesta. Pero, sin embargo, interviene con relativa frecuencia tndl~ectamente y con carácter radical en las cuestiones de esta encuesta. PQr ejemplo, las ventas que se hacen a través de mayoristas, tal c~o~o ocurr~ e~ la. ~ndustria textil de Inglaterra, favorecen una grandlslma especlahzacl9ll de las distintas empresas Y consiguientemente la de su~ obreros, como consecuencia de ello su empleo continuado en el mismo trabaJO, lo cual es importante tanto para el (destino profesionah~ de l?s obre~os, que ~QS interesa, como para ver sies posible obte~e~ un mat~nal, en~clerta.medi~ «exacto», sobre su capacidad de rendimiento (vease mas abaJo): Alh donde existe un mayor trato con minoristas, como en ~lemanla, ~a especialización es inás difícil-y consiguient~mente;l cambIO de trabajO de los distintos obreros al menos el cambiO de genero que ellos producen (como ocurre e~ algunas ramas de la tejeduría), dificulta!ldo típicamente su situación y la obtefo1ci~n de cifr~s claras que caract~r.lcen el nivel de su rendimiento, las OSCilaCiones de este y su comparabthdad con otros obreros de la misma empresa. Aunque. los problemas de organización interna de la empre~a y. de las ventas estén llamil;do.s a . desempeñar solamente un papellndlfec~o en esta encuesta,-Sl bien importante en ocasiones, hay q~e aconseJ~r a 195 c~la~oradores ?ue presten atención a algunas (~CuestlOnes J?re~las» economtcas ~n senudo estricto, fuera de esas cuestiones orgamzauvas. En este senudo.. parece importante que los colaboradores se procl!ren u~ ~ua,dro lo mas claro posible de las necesidades de capital de las mdustnas qu~ vayan a tra:-ar (para las unidades «técnicas» de producción de .determ,~ado tama?-?) y de la estructura (orgánica» del c~pita! necesano, es decu, la relacion de capital inmobiliario y de maqumana, por un lado, y, de los .costos salariales y de las materias primas, por _otro. Es dudo~o q~~ un empresario esté dispuesto a dar datos detallados sobre su SltUaClO~ co.ncreta en este punto, pero es igualmente probable,.según la expen~p.cla~ 9ue se puedan establecer con relat_iva facilidad algu-:-os pr?medlos uu!tzabIes. No sería.menos impo.rtante"lpoder determInar como, se ha transformado eNif!.mpo -de circulación de los capi~les_ en ~l transcu..rs?_ del desarrollo técriiCoy e€-onómico de cada sector lndustnal en los ultllI?os años-y cuál es su situación actual en ~ste se~tido. estructura del capital de una industria, y esto quiere decu, al mismo tiempo, la es~ruct~ra de sus costes de producción, se manifiesta ~obre .todo e~ !a duecclón, en que se mueve su tendencia a ahorrar trabaJO. La mstalaClOD?e .una ~ueva máquina, técnicamente mejor, significa"por un lado, l~ ehmll~acI.On ~e una serie de procesos que eran n~cesano~ para serVlf l.a maqUlnana utilizada hasta entonces, lo cual qUiere declf que se prescmde de determinadas cualificaciones de los obreros que hasta entonces eran necesarias; significa también, por otro lado, el empleo de otros obreros para
CARACTERES
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GENERALES
DE
LA
ENCUESTA
servir estas nuevas máquinas, que, por su parte, tendrán que desarrollar otras cualificaciones. Para la presente encuesta, uno de los puntos más importantes es determinar, primero, qué tipo de obreros y con qué tipo de cualificación se eliminan por estos cambios tecnológicos y, segundo, hasta qué punto está condicionado esto por las bases económicas generales de cada inqustria, que dependen del volumen y del tipo de las necesidades de capital. Las transformaciones tecnológicas, a consecuencia de la escasez de «capital)) disponible, siguen el camino que indique la obtención del máximo ahorro en los costes. Pero dónde esté éste viene determinado en gran medida por la estructura del capital de las distintas unidades económicas reunidas bajo una única dirección. El· desarrollo tecnológico de cada sector industrial va variando, por ejemplo, según la impor.tancia relativa de los costes originados por un uso antieconómico del material o por el desgaste de la maquinaria o por fallos o falta de uniformidad en los productos o según la importancia de los meros costes salariales en cada unidad. La industria, en conse. cuencia, no pretende sencillamente, como es conocido, prescindir absolutamente de los obreros mejor pagados a ~ausa de las innovaciones tecnológicas, sino que intenta prescindir de ellos, por ejemplo, cuando los costes salariales en la sección respectiva del proceso de producción absorban una fracción relativamente elevada del capital total, porque los tespectivos obreros sean muy cualifiCados, es decir, relativamente numerosos y más caros. Y la cuestión que interesa en esta encuesta es entonces la siguiente: ¿hasta qué punto se echa a un obrero, en el caso concreto, en beneficio de un grupo más reducido de obreros con una cualificación eventualmente aun más elevada o por un obrero de menor'cualificación y sustituible en todo momento? Pero en esos desplazamientos de obreros no siempre se trata, en absoluto, de sencillos cálculos de ,los costes salariales; la tarea sería precisamente investigar hasta qué punto los cambios tecnológicos y-consiguientemente en la composición de la-mano de' obra están condicioiuidos por esas causas y hasta qué punto' lo están por otras necesidades, como, por ejemplo, la uniformidad de ·Ios productos,- el. ahorro de material, etc. Estas transformaciones también pueden estar en función del interés de la industria por acelerar la circulaci6n de su capital. Una condición típica para una renovación ·tecnológica amplia es poder aumentar la rapidez de circulación del capital global no ya a pesar del aumento del capital fijo, sino por medio de un continuo aumento del capital fijo, yespecialmente de la maquinaria; Por ello, las partes del proceso de producción que están más expuestas a estas transformaciones - y consiguientemente los obreros de esas fases-del proceso- son aquellas en las que más tiempo se pueda ahorrar gracias a la mecanización. Además, grandes sectores de la industria manufacturera y semimanufacturera·están sometidas a una creciente «estandarización)) de sus productos. Ellas inrentan redu-
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INTRODUCCiÓN
METODOLÓGICA
PARA
LAS
ENCUESTAS
cir el número de sus productos al mínimo posible para poder eliminar la costosa diversificación de su maquinaria productiva, ((mecanizando» la producción desde este punto de vista. Las -innovaciones tecnológicas, los procesos de eliminación y de nuevas incorporaciones que siguen bajo la presión de estos intereses, tienen lugar con la máxima intensidad en aquellas fases del proceso de producción donde se puede lograr una tipificación mayor de los productos. La encuesta no debe establecer estas y otras condiciones económicas de las innovaciones tecnológicas, que son distintas según cada sector industrial. Son importantes más bien p~ra los objetivos·que aquí se persiguen desde un punto de vista metodológico, concretamente para la cuestión de qué industrias y---..,..-dentro de cada una de ellas-qué parte de los obreros. representan un objeto especialmente adecuado para el establecimiento de las diferencias de aptitud laboral de los obreros entre sí, SlJ.S causas y sus consecuencias, es decir, dónde habría las máximas posibilidades para una investigación detallada de este punto con la ayuda . de ~os medios que habrán de ser explicados posteriormente. Esto ocurrirá, en primer lugar, donde los costes. salariales representen una importante fracción de los gastos globales y donde sea, por tanto, especialmente urgente una utilización racional de los obreros para la rentabilidad; en segundo lugar -este punto va unido con frecuencia pero no siempre al primero- donde la_cualificación de los obreros sea de la máxima significación para el éxito técnico de la producción-en cantidad y calidad-, es decir, donde la industria dependa en gran medida de la aptitud labocal de los obreros y, en tercer lugar, donde la «estandarización» de los_ productos y con ella la continuidad de los obreros en puestos de trabajos iguales haga posible una medición elevada y lo más exacta posible de los rendimientos de los obreros (véase más abajo) -lo cual va unido frecuentemente a los primeros puntos, pero no siempre-o Cuando coincid~n. productos tipificados, una elevada cualificación de los obreros y una significación relativamente grande de los costes salariales, el terreno está favorablemente abonado para el éxito de todas las cuestiones relativas a la «selección»- de los obreros. Se entiende en este punto, sin embargo, que la encuesta, con independencia de que no esté pensada únicamente para esta cuestión, no debe renunciar totalmente a abordar también industrias en las que las condiciones para la investigación no s€an tan favorables desde todos los puntos de vista. Las posibilidades de llegar a algún resultado no son siempre, el). absoluto, peores; pues no debe olvidarse que, además de la aptitud laboral pura medible en el resultado del trabajo, hay otras. condiciones históricas que determinan la utiliz<\ción de obreros de determinadas proveniencias en determinados puestos de trabajo. Desde una perspectiva objetiva, lás bases económicas de las inversiones de capital y de sus transformaciones interesan, en primer lugar,
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CARACTERES
GENERALES
DE
LA
ENCUESTA
~ara la siguiente pregunta: ¿hasta qué punto han llevado las peculianclades de la estructura del capital, de la evolución de la circulaciÓn del capital y de la ((estandarización» en las distintas ramas industriales en un pasado no lejano, a alguna transformac--ión--@o la~rg@ización in~er nla ~e los obr~ros, en el destino profesional de és~os y_~n..sus_c.a[acte nstlcas profeSIOnales y-((humanas»? Es decir, ¿qué transformaciones de esta clase hay que imputar a la evolución de las inversiones de capital? En segundo lugar, habría que pr<;gtiff~r también si la industria en cuestión se encuentra por su par~ frena (o cree encontrarse frenada), y enq~ésentido lo está, en la rea-nz ción de sus inversiones de capital-por ejemplo en intensificar su capitalización, en ir hacia la estandarizac~ó~ o aumentar la rapidez del transporte, etc.- por las caractenstIcas dadas de sus obreros, porque ~.s.ta.~ _características dificulten innovaciones tecnológicas de determinada clase. Si ocurre realmente esto hay que continuar preguntándose si existe este freno (o existía> con carácter general o sólo sectorialmente, por ejemplo, a diferenCia de otros.sectores económicos, es decir, hasta qué punto depende (o ha dependlqo) de la mano de obra local disponible. Por último hay que preguntarse de qué manera la industria en cuestión necesita y pretende .a
-rn-
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INTRODUCCIÓN
METODOLÓGICA
PARA
LAS
ENCUESTAS
fábrica, y concretamente al crecer las industrias o al experimentar una rápida transformaciÓn tecnológica. El curriculum profesional de los obreros se presentaría, bajo nuestro puesto de vista, como una especie de «calle por etapas» en la que, partiendo de un determinado origen cultural, social, étnico y local (que habrá que establecer de más cerca), se han ido aproximando a su cualificación para el puesto finalmente alcanzado. También se podrían alcanzar algunos resultados característicos para los obreros sobre todo, cuya cualificación especial seaen gran medida imprescindible atendiendo a las características técnicas de cada rama industriaL De lo dicho se deduce también el papel que está llamada a jugar la técnica en esta encuesta. Un conocimiento lo más detallado posible de la técnica de la industria objeto de estudio es un presupuesto evidente paraque sea posible trabajarla. Los fundamentos más sencillos para ello los puede suministrar probablemente el estudio de alguno de los numerosos manuales especializados. Pero, evidentemente, no más que eso. En la medida en que los señores colaboradores no sean elfos mismos técnicos o, lo que sería de celebrar, maestros en las escuelas técnicas, que preparan para el conocimiento y el funcionamiento de las máquinas, no se les aconsejará lo suficiente que se sirvan del asesoramiento permanente de técnicos experimentados y l:?ien entendidos en el servido y en las exigencias de las máquinas y en la evolución histórica de las mismas. Una exposición de la técnica de las distintas ramas industriales sólo es deseable en la medida en que sea inevitable para la comprensión de aquellas cuestiones que consti turen el objeto de esta encues~ tao Pues, a la vista de la enorme bibliografía sobre la técnica, fácilmente accesible, no tendría evidentemente ningún sentido convertir estas exposiciones en un fin en sí mismo. Obviamente son las características «técnicas») del proceso de producción, en especial de las máquinas, las que determinan directamente aquellas cualidades de los obreros'que cada rama industrial necesita yque determinan además su posibledestino profesional. Pero al establecer la naturaleza de este contexto, el objeto no es en modo alguno la descripción de las máquinas, sino solamente un detallado análisis de las manipulaciones que tienen que efectuar los obreros en las máquinas-y sólo desde el punto de vista de qué capacidades concretas interesan para las manipulaciones concretas en las distintas categorías laborales. Este análisis nunca será seguramente demasiado minucioso. Los -colaboradores prestarán atención probablemente con mayor frecuencia y de manera más fácil a los puntos decisivos, cuando estudien la evolución del-proceso de aprendizaje y cuando intenten averigüar en concreto cuál de las distintas partes en las que se puede dividir el trabajo ·de los distintos obreros resulta más difícil al comienzo del aprendizaje, según la experiencia, atendiendo a los datos de los propios
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obreros Y, d~ I?s empresarios, de los técnicos y de los maestros de taller, y con qu~ dificultades ch?ca el aprendizaje en las fases siguientes y la frecuencia con que se realIza de una manera perfecta. En conexión con esto habría que estudiar la posible influencia de la diferente proveniencia social, cultural, étnica y geográfica de los obreros sobre su capacidad
de aprendizaje.
~l proces? de aprendiz~je, cuyo d~tallado análisis bajo este punto -de vista podna ser de gran ImportanCia para los objetivos de esta encuesta, transcurre~ como es conocid?, de manera muy diferente en cada una de las categonas laborales. En ciertas tareas muy sencillas se limita a u~ p.roceso de prá~tica I?uy sencillo. Ni siquiera los trabajos no especl~h~a~os se realizan sin que la «práctica» tenga alguna sobre el rendlffile?to. Estos trabajos más sencillos, muy poco «especializados)~ en e~ senndo usual de11enguaje, pueden ser tanto de tipo «físico» como de tipO «me~tal». Contar. y controlar la cantidad de productos entregados, p,or.eJernpl~, puede.ser tan mecánico que no requiera casi ninguna pra.ctICa preVIa y, a diferencia de lo que ocurre en el servicio de las máqUinas, podr!a se~ ~ealizado por el individuo más limitado y menos capaz de avanzar, reqUIriendo solamente la existencia de una fiabilidad pe!sonal, es d~cir, una «cualidad caracterológica». Entre-los niveles más baloS de trabajO «~O cualificado» y una «cualificación)~ que se aproxima ya a un ~(arte» eXiste toda una gama posible de escalones intermedios ~e trabajOS y de ca.t«?gor.Ias laborales. No siempre es posible en la práctica hac~r. una clasIÍl~ac~ón sencilla en obreros «cualificados» y obreros «no cualIficados»; mas bien habrá que distinguir en cada industria cómo y en qué cantidad, están distribuidos los obreros de las fábricas d~ de~e~minado tipo y tamaño entre los distintos niveles de cualificación eXigida; habrá que distinguir, además, cómo ha cambiado esta estructura en. el pas~do reciente y qué transformaciones son de prever en el futuro Inmediato, y por qué. Las ramas de la industria se dividen frecu~ntemente de_una forma muy característica entre aquellas en las que ex~ste un pequeno sJ;"upo de obreros muy cualificados frente a ungrupo mas o menos aIDl?lio de obreros casi «no cualificados» y aquellas otras en las que sólo eXI~ten ~iferencias de grado entre las distintas categorías laborales. E~tas sl~uaclone~ están en una continua evolución por las transfor~aclones tecn~lóglcas, que, por su parte, tienen que ver con la tendenCia general. de I~ ~nversión de capital mencionada antes, y habría que exponer la dlfecclOn de esa evolución. . En la «cualific~ción» hay que distinguir también varios tipos. 5igUlend~ ~l uso hab1t~al del lenguaje, se recomienda entender por obrero «cualIficado», a qu~en.haya hecho realmente algún aprendizaje según el modelo de aprendizaje de los antigUQs gremios o alguno similar, sea e? U? taller ~rtesano o ~n un ta~le~ de aprendizaje especIfico o en la propia fabnca. De estos habna que dlstmgulf a los obreros «semicualificados»
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(angelernte Arbeiter) , que se colocan en la fábrica directam~te en las mismas máquinas u otras similares que luego tendrán que atet.tder y son enseñados hasta que logren un rendimiento normal o el mímmo necesario para que su empleo sea rentable; en esta diferenciación habrá que _tomar en consideración los niveles intermedios que se puedan encontrar entre ambas categorías. En este tema habría que investigar por qué las distintas ramas de la industria o las distintas fábricas condicionan una u otra forma del aprendizaje, es decir, si todavía es nec~sario actualmente -y por qué- un aprendizaje reglado para determInadas_categorías laborales y no para otras, según la naturaleza de la tarea:, en vez de un aprendizaje directo en la fábrica, o hasta qué pu.n~o, por eJern[?l?, no está condicionado el empleo de mano de obra ((cuahflcada)~ .en el vieJo sentido por las características técnicas de las exigencias que les impone a los obreros el propio proceso de producción por su propia na~~ral~~a, sino que es básicamente un residuo histórico, etc. Para la clanÍlcaclOn de las causas en cada caso concreto sería deseable investigar los costes directos e indirectos aproximados que surjan del «aprendizaje en la fábrica», al tener que poner a disposición algunas máquinas y algu,:!?s obreros instructores, por ejemplo, además de tener una produc~lOn menor en relación a las ganancias mínimas garantizadas durante el tiempo del aprendizaje, etc. Asimismo habría que determinar como algo muy importante qué volumen de rendimiento habría que exigir en c~da.caso concreto para poder afirmar que se ha completado el aprendizaJe, es decir, para poder contratarlo como pleno obrer~,.y habría que establecer, finalmente, en cuánto tiempo se ha alcanzado este volumen por parte de los obreros de· las distintas categorías según su edad, sexo y proveniencia social, cultural, étnica o geográfica y seg.ún su o.cupación anterior en este u otros oficios, y a qué se- deben las dIferenCias que se muestren en ese sentido. Para la encuesta podrían ser muy importantes los posibles resultados sobre este punto, apoyados en mat~r~ales s~fi cientemente amplios e interpretados con cautela, pues qUlza podrtan atribuirse a las diferencias de capacidad de aprendizaje de los obreros según la proveniencia de cada uno. Esto, por supuesto, sola~~nte SI s.e ha realizado el ptoceso de aprendizaje en la fábiica en condICIones SImilares; pues es muy diferente, por ejemplo, que un ?brer.o t~nga que aprender a manipular una nueva ~áquina pieza por pI~za sigUiendo las instrucciones de un maestro o que se encuentre contmuamente en la proximidad de obreros plenamente «(experim~ntados» q~e reali<:en.las mismas manipulaciones, pudiendo ((compartir» su tra.baJo por l~llta ción. En algunas fábricas, esta influencia del ((compartir» el trabajO de los obreros experimentados ha producido en algunos obreros una ~e ducción de su tiempo de aprendizaje a casi una sexta parte. En cambiO, . por otra parte, aun con las mismas condi~ion.e~ de aprendiz:je el tiempo necesario es muy diferente según los mdlvlduos y habna que per-
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seguir las condiciones de estas diferencias, concretamente en cuanto que puedan tener su origen en diferencias de procedencia. Junto a esto, la influencia de la estructura interior de los obreros tal como viene condicionada por su rendimiento, por el nivel de cualificación requerido y por el tipo de aprendizaje sería uno de esos puntos en los que habría que acometer el análisis del destino profesional, de las relaciones sociales de los obreros entre sí y de las cualidades ((caracteriológicas») de los obreros que la gran industria desarrolla. Las cuestiones que entran en -consideración en este punto son claramente las siguientes: a) ¿hasta qué punto evolucionan los obreros hacia: una diferenciación cualitativa entre sus distintos estratos y, desde ahí, hacia una diferenciación social y económica, o evolucionan, por el contrario, hacia una mayor uniformidad?; b) ¿hasta qué punto la gran industria especializa de manera creciente a los obreros para la práctica exclusiva de cualidades específicas o, por el contrario, los configura de una manera universalista?; c) ¿hasta "qué punto las distintas ramas industriales se libran de determinadas cualidades de sus obreros, sean éstas inculcadas por educación o aprendidas en la práctica y hasta qué punto le corresponde a la ((estandarización" de los productos una «(estandarización» de los obreros o, a la inversa, hasta qué punto le corresponde a la especialización de los medios de trabajo una diversificación de las cualidades de los obreros?; d) ¿cómo se configuran para los obreros las oportunidades de «Avancement») dentro de los empleos, tanto desde el punto de vista económico (según sus posibles curvas de ganancia) como desde el punto de vista organizativo (grado de independencia relativa en el trabajo o incluso puesto de mando al que se llegue a lo largo de la vida profesional en vez de !ªinevitable subordinación ini<:ial) o desde un punto de vista «psicológico» (según la inclinación subjetiva a los .:distintos puestos de trabajó en los que tengan la oportunidad de entrar). También entra aquí la cuestión de la (satisfacción en el trabajo) (H. Herkner) y, por ejemplo, la valoración de la cuestión a veces comentada de bajo qué condiciones puede el «(servicio» de la máquina se~ senticto por parte del obrero como una «dominación" de la inisma. Y e), por último~ cómo se manifiesta el resultado de todas estas influencias en el «(estilo de vida» yen las características psicofísicas y caracteriológicas de los obreros de una rama industrial. Estas cuestiones tan importantes de la encuesta tienen que partir en conjunto, evidentemente, del proce~o de adaptación a determinada capacidad de rendimiento que la industria requiere, pero también de los presupuestos y consecuencias físicos y psíquicos generales que tiene la «(adaptación» y la «(práctica». En la medida en que los colaboradores no sean fisiológos o psicólogos experimentales de profesión o formación, no puede presuponerse que posean los conocimientos especializados necesarios para dominar los resultados de esas ciencias que podrían ser tomados en considera-
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ción para los objetivos de esta encuesta. Intentar valorar esos resultados sin un control estricto de especialista fallaría fácilmente como diletantismo. Si abordamos aquí estos problemas más de cerca, lo hacemos para lograr una visión de conjunto sobre aquell.o ~ lo ?u~" en principio, habría que aspirar con esta encuesta como o~Jetlv~o ulumo, pero no para inducir a los colaboradores, cuya mayona seran predominantemente economistas puros, a que se atrevan a adentrarse en un terreno no familiar a su especialidad. Parece útil que cada uno te!1ga claro qué problemas no ha analizado hasta el fondo con~su planteam~en too Pero, por otra parte, nada habría 9u~ celeb.ra~ ~as que la pOSible colaboración de especialistas de las dlsuntas dIsCIplInas afectadas.
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LOS PROBLEMAS CIENTÍFICO-NATURALES DE LA ENCUESTA
Hay que constatar desde el-principio que los relevantes progresos que se han hecho sin duda en el análisis de los hechos que se van a considerar aquí sólo han llevado, por efecto de la extraordinaria dificultad de los controles experimentales, a algunos resultados parciales utilizabIes para los objetivos de esta encuesta, si Se dominara de manera más completa el material. "Esto vale en _gran medida incluso para el terreno de la mera prdctita muscular. Sería·recomendable la ayuda de un experto en fisiología al abordar las transformaciones técnicas de los trabajos corporales. Apoyándose en sus análisis habría que examinar hasta qué punto el desarrollo de la técnica, tal como se realiza bajo la presión de la economía de costes de la economía privada, sigue al mismo tiempo la dirección deja economía de la energía fisiológica (ahorro en la «pérdida de energía», es decir, ahorro en el rendimiento general de los músculos no utilizados en forma de trabajo). Está establecido, por ejemplo, que la «práctica» de determinadas tareas también significa básicamente una «automatización» de los impulsos de la voluntad articulados originariamente en la conciencia; y que, asimismo, esto significa un -ahorro de energía fisiológica en el terreno muscular o nervioso (respectivamente). Pero habría que determinar qué amplitud tiene este principio en cada-sector industrial en concreto. También está ya establecido que la«ritmización» del trabajo proporciona un servicio similar, en parte directamente y en parte a través de la mecanización. Podría ser valioso esforzarse por establecer qué ocurre con la ritmización bajo la influencia de las máquinas. En este punto habría que prestar atención a que estas influencias parece que son muy diferentes, según las investigaciones experimentales existentes, según si·se adaptan al ritmo más adecuado -para el sistema psicofísico individual o según si se le fuerza a ese ritmo
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desde fuera con su oposición en contra. Otros problemas más complejos, que sólo se podrían abordar con la ayuda de fisiólogos, se tocaría~ en cambio, por ejemplo, con las cuestiones de hasta qué punto la ehminación de rendimientos musculares y la práctica con máquinas van juntas realmente con la eliminación de los músculos grandes a favor de los más pequeños y con un aumento en la reducción del movimiento de los músculos no requeridos directamente (como se ha dicho); y, finalmente"con la cuestión de hasta qué-punto el aumento de la velocidad de las mdquinas y consiguientemente un ~umento en la intensificación del trabájo ha ido y todavía va paralelo al aprovechamiento de la «suma de efectos secundarios del estímulo», afirmado y también demostrable experimentalmente, al menos en principio, de modo que result3:ba de ,aquí un ahorro de energía en el sentido fisiológico de la palabra. Algunas de estas importantes hipótesis fisiológicas son bastante controvertidas entre Jos propios especialistas. El análisis del d~sarro llo"tecnológico de industrias importantes desde similares puntos de vista podría producir hasta cierto punto valiosos resultados, pero sólo si se acometiera bajo el control de especialistas. Por ello sería de celebrar que fisiólogos o médicos con buena base, fisiológica participaran en el trabajo de esta encuesta como colaboradores. En todo caso, sería asunto de los expertos en fisiología juzgar hasta qué punto se estaría ya hoy sobre suelo firme en semejantes investigaciones desde el estado actual de los conocimientos fisiológicos y a qué problemas habría que prestar atención. Pero, frente a la casi irresistible tentación que sienten a veces las distintas disciplinas de las ciencias naturales de q~erer. deducir los fenómenos sociales desde sus especialidades -por ejemplo, interpretar el desarrollo industrial en función de las leyes de la economía de la energía fisiológica-1-, habría que mantener que la industria como tal no aspira a un «ahorro de energía» sino ¡l un «ahorro de costes» y que las vías por las que consigue este úlrimo no siempre coinciden en absoluto con un desarrollo racional desde el punto de vista fisiológico, sino que, más bien, por motivos muy diversos, el desarrollo de la utilización económica óptima del capital puede diverger del desarrollo de la utilización de la energía hacia su óptimo fisiológico. Pero en los casos en los que el desarrollo tecnológico muestre realmente una transformación claramente progresiva y característica del funcionamiento fisiológico de los obreros -n9 se puede establecer de antemano con qué frecuencia ocurra eso-, habría que preguntarse de qué forma participan en los casos concretos de este desarrollo fisiológico las distintas tendencias económicas que surgen del interés de rentabilidad del capital (ahorro salarial, aprovechamiento económico de la materia peima y de las máquinas, aumento de la rapidez en el transporte, estandarización, etc.) y sólo luego qué partes de los mús_culos o del sistema nervioso son preferidas y cuáles otras son relegadas, y qué conse-
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PROBLEMAS
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cuencias tiene esto para el habitus flsiológico o qué consecuencias ha tenido o tendrá más adelante. No basta en ningún caso la mera indicación de que el desarrollo tecnológico ha correspondido a determi:q.ados postulados de la economía de la energía fisiológica. Aún sería más importante para esta encuesta el establecer si el desarrollo del moderno trabajo industrial ha tenido~ y tiene, condiciones y consecuencias psíquicas básicas - y cuáles son-, si se pudieran emplear al respecto algunos conocimientos de psicología experimental sufióentemente claros, reconocidos y al mismo tiempo exactos. Por desgracia, esto sólo ocurre rara vez. Cuando" las amplias investigaciones de esa disciplina que se han ocupado del problema del trabajo han estado influenciadas por problemas actuales, han tenido una orientación predominante de higiene escolar. De ahí-haresultado, por una parte, que, en contra de algunas esperanzas iniciales, no exista, actualmente en todo caso (según algunos investigadores, quizá nunca) ningún método de medición exacto y apropiado para investigacionesma.sivas que ofrezca resultados intachables sobre la evolución de las curvas de fatiga y de práctica, de las diferencias individuales a ese respecto y de su condicionamiento por las características de· temperamento y de carácter. Ni el sistema de los llamados mental tests, cultivados especialmente en Francia y Estados Unidos, ni los intentos de medir los efectos psíquicos secundarios del trabajo con estesiómetros y otros instrumentos semejantes son reconocidos por los especialistas alemanes importantes como medios suficientemente seguros para determinar las diferencias individuales. Tales investigaciones requieren más bien la realización de experimentos con los individuos concretos, que frecue-nteniente dura.n varias semanas y en condiciones muy cuidadas y observadas. Por ese motivo, hasta ahora esas investigaciones no han podido tratar las condiciones psíquicas o psicofísicas del trabajo concreto en la fábrica. A consecuencia de su orientación predominante de higiene escolar, por sus principios metodológicos y por las características de sus instrumentos, se ocupan sobre todo de la investigación de la actividad de la memoria y de los procesos de asociación. Se ocupan también de la influencia de la fatiga y de la práctica en los trabajos «mentales», y los resultados de estas investigaciones en especial sí entrarían en consideración. El concepto de lo «mental» se entiende ahí en un sentido muy-amplio, en la medida en que abarca también actividades del sistema psicofísico muchas veces puramente mecánicas o típicas en alto grado-(aprender sílabas sin sehtido y similares). Al investigar la capacidad de rendimiento de los obreros de la gran industria, no desempeñaría en todo caso ningún papel, o uno muy reducido, la contraposición entre trabajo «físico» y trabajo «menta!», si se quisiera entender por trabajo mental solamente la actividad «combinatoria», en el sentido más estricto de la palabra. A los obreros que trabajan con máquinas, en efecto, sólo se les exige una
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actividad así con carácter excepcional y por casualidad -yen pocas ocasiones-o En cambio, si se toma el concepto de «trabajo mental» en una acepción menos «pretenciosa», muchos de los trabajos industrial~s caen bajo este concepto. Y sobre todo:- las diferencias entre los ~endl mientas que exige la industria de los obreros son muy grandes SI se las mide por)a contraposición «mental-físico», mucho mayore~ en todo caso que la contraposición entre el grupo de obreros que trabaJa sobre todo «mentalmente» y los estratos sociales con los que se solapan. El concepto de mental es en verdad totalmente inadecuado e inutilizable para una clasificación. De lo que se trata, más bien, es de en qué medida y en qué dirección tiene lugar, o no tiene lugar, l~ puest~ en funcio~~ miento del sistema nervioso central por determinados tipOS de activIdades y qué tipo de reacción del sistema nervioso configura laf; bases de la actividad en cuestión. Se ha dicho, por ejemplo, y no totalmente sin razón, que el trabajo de un obrero con una perforadora al p~ep~rar el material para la máquina es de la misma naturaleza que el de un ClCu)ano durante una operación « atendiendo a la naturaleza de la acción»: se quería decir según las funciones del sistema psicofísico que _s~ p_ooen en acción. Y, por ejemplo, la cualificación de una obrera famlhanz_ada con los telares mecánicos no depende, en último término, de cuabdades «físicas» sino sobre todo de si posee «visión de conjunto» y «concentración» para dominar simultdneamente un número tan grande de telares que le resulte rentable al empresario em-plear este t~po d~ m..áquinas y a la obrera en cuestión. En sentido estncto, no eXiste nIngun trabajo que sea solamente «físico», es decir, un trabajo que ~ólo p~nga en funcionamiento determinados músculos,y el.correspondlente SIstema de transmisión nerviosa. Pero, no obstante, en un obrero que esté excavando tierra se ponen en funcionamiento, se practican y se fatigan preferentemente ciertos músculos y los nervios,corre~pondientes? mientras que lo hacen relativamente menos las funCiones d~lsIstema psicofísico en las que pensamos cuando hablamos de «trabajO mental» -rapidez de asociación, capacidad de concentración, etc.-; tan po~o lo hacen que la «fatiga) laboral así como la (~práctica:) a co~secuencla del trabaj6 se extienden menos ~ e~as fUl!clones. SI s~ qUiere hac~r realmente distinciones entre los dlstIntos tipOS de trabaJO, ante la flUIdez de la transición que existe entre ellos, puede preguntarse qué capacidades y qué funciones del sistema p~ico~ísico se po~en'prefeIente mente en funcionamiento en cada trabaJO, Siendo, conSiguientemente, objeto de la práctica y de la fatiga. Éste serla el pun~ode vista que debería guiar una clasificación de los obreros para lo~ obJetivos de l~-~ncuesta. Parece seguro que, en algunas ramas Industnales, la evol_uclon tecIl:0 lógica se mueve en la dirección ~e ~n aumento ~e !as funCiones nervIOsas y de actividades cerebrales Slmtlares,' de actiVidades por t.anto que se diferencian de quienes trabajan_«mentalmente», en el sentido usual
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del-término, por la monotonía de su 'contenido y por la ausencia de esa «relación con los valores» que solemos asociar al trabajo «mental». Sólo la propia encuesta dirá hasta dónde ocurre esto y si tiene consecuencias - y cuáles- desde el punto de vista de la salud, de la psicofísica y desde un punto de vista «humano» '-con lo controvertidas que son estas cuestiones-o Habría que aconsejar al respecto a los señores colaboradores que, en la medida en que no tengan una formación neurológica, se pongan en contacto con médicos con una amplia orientación neuropatol6gica para conocer los efectos nerviosos directos del trabajo industrial y de las circunstancias que lo acompañan -por ejemplo, el ruido de las máquinas- que son asimismo importantes, al menos según algunas opiniones; como factor etiológico: es decir, conocer el gasto de energía que ahí se produce. Pero siempre con la salvedad de que esta encuesta, en la- que interesa el establecimiento de las tendencias . de evolución, no debe desplazarse por ello a consideraciones de higiene social práctica_ (Sobre este aspecto de la cuestión, véase el artículo del Dr. G. Heilig «Fabrikarbeit und Nervenleiden», en la revista Wochenschrift für soziale Jyfedizin, 1908, núm. 31 ss., y los trabajos del Dr. W. Hellpach- y otros allí citados.) Habría que pensar en una investigación sistemática con los médicos del seguro sobre la tendencia de los obreros a la neurosis en las distintas industrias y según las distintas categorías laborales_ Estar'ía asimismo bien que colaboraran en la encuesta señores experimentados de esos círculos. Para los fines concretos de esta encuesta, por los motivos ya indicados, los colaboradores no podrán recibir quizá una ayuda demasiado directa de los resultados logrados hasta ahora por los trabajos de la psicología experimental sobre los procesos de la fatiga y de la práctica-, por muy importantes que. éstos sean. De todos modos podría ser de utilidad el familiarizarse con algunos de los conceptos más sencillos que suelen utilizarse en las-investigaciones recientes de esa naturaleza, por muy controvertido que sea actualmente, por desgracia, el contenido de muchos de ellos 2 • Conceptos como «fatigabilidad» (Ermüdbarkeit) (medida por el ritmo y el nivel en que progresa la fatiga), «capacidad de recuperación)} (Erholbarkeit) (según el tiempo enque se reconstruya la capacidad de rendimie~to tras haberse experimentado la fatiga), «capacidad de práctica» (Ubungsfahigkeit) (según el ritmo en que au_merite-el rendimiento en el transcurso del trabajo), «solidez deJa práctica» (Übungsfestigkeit) (según el nivel de los «(remanentes de práctica» que subsisten tras las pausas y las interrupciones en un trabajo), «estimulabilidad» (Anregbarkeit) (según la medida en que el efecto (psicomotor» del trabajo incremente el rendimiento), «capacidad de concentración» (Konzentrationsfiihigkeit) y «capacidad de distracción» (Ablenkbarkeit) (según exista o no la distracción, y en el primer caso según la medida en que se reduzca el rendimiento a causa de un «me-
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INTRODUCCIÓN
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dio» desacostumbrado o a causa de «interrupciones»), «capacidad de habituación» (GewÓhnungsfahigkeit) (a un medio desacostumbrado, a las interrupciones y, lo que en principio es más. importante, a si.r:nu1tanear varias tareas); estos conceptos y otros similares son suficientemente claros en cuanto a su contenido, representan unidades medibles, tienen una utilidad probada y pueden muy bien ofrecer a los colaboradores una visión global sobre ciertos elem,entos simples de la cualificación laboral personal e incluso en una terminología operativa, pues se puede trabajar muy bien con ellos incluso donde no se pueda establecer numéricamente elgrado en que influyan sobre el rendimiento laboral los factores por ellos denominados. Y, además, las explicaciones de la psicofísica especializada sobre, por ejemplo, las relaciones entre la fatiga y el cambio de trabajo, sobre las consecuencias subjetivas y objetivas de «estar predispuesto» para un determinado trabajo, sobre el modo en que se realiza la adaptación de los distintos factores psicofísicos al practicár tareas complejas y al realizar simultáneamente varias tareas, sobre si las reacciones tienen una base motora o una base sensorial de ~ara a sus consecuencias para la cantidad y la calidad del rendimiento y sobre si esa diferencia está condicionada por diferencias en los fundamentos psicofísicos de la «personalidad»; estas explicaciones y otras semejantes, por muy pocas cosas firmes que hayan aportado hasta ahora en algunos puntos, serían muy apropiadas para tener una visión más profunda de una serie de problemas generales que destacan dentro de las cuestiones bastante complejas de las·condiciones del rendimiento industrial y de los efectos del desarrollo tecnológico, concretamente del «fraccionamiento del trabajo» y de procesos similares. Sería especialmente muy importante que se pudieran encontrar algunos datos psicofísicos exactos para la cuestión de los requisitos y las consecuencias del cambio de trabajo. En este punto hay que sostener que la presente encuesta tiene que abordar este problema totalmente desde el punto de vista de la rentabilidad. Este punto de vista está en contra, la mayoría de las veces, del cambio de trabajo, pues, en términos globales, es éste evidentemente un fenómeno que tiene una influencia desfavorable sobre el aprovechamiento continuo de la's máquinas, y,con frecuencia tiene una in.fluencia desfavorable en términos muy.radicales. Pero, por otro lado, es un fenómeno favorable allí, por ejemplo, donde sea necesario darle al obrero la oportunidad --cuando se amplía la especialización- de conocer por'sí mismo lós efectos de sus fallos, al poder desarrollar otra tarea en la etapa siguiente del proceso de producción. En todo caso, en todos aquellos casos en los que se dé un cambio de trabajo hay que preguntarse qué experiencias han tenido los directivos de las empresas de los distintos sectores industriales y en los distintos trabajos con los cambios de trabajo dentro de·la empresa en relación a sus efectos sobre el rendimiento. Hay que preguntarse qué diferen-
cias se ponen de manifiesto en la aptitud laboral atendiendo,al tipo de trabajo que hayan realizado los obreros antes de empezar a trabajar en sus puestos actuales o más atrás en el tiempo o, incluso, en su juventud. Estas diferencias son, con frecuencia, considerables y se pueden establecer también numéricamente (véase más adelante). Pero también habría que tomar en consideración asimismo las experiencias y las actitudes subjetivas de los propios obreros. Su actitud subjetiva está determinada en gran medida, evidentemente, por factores racionaies: las d~ferencias de-salarios, la comodida,d~!! _elt!.ªp~jo, etc. Donde predommen claramente- estos factores, no se trata naturalmente de su posición respecto a la cuestión de si se prefiere el cambio de trabajo o la permanencia en el mismo ni si esto podría estar condicionado por causas fisiológicas o psicológicas -y cómo serÍa-o Pues la actitud de los obreros respecto al cambIO de trabajo como tal, es decir, cuando los distintos tipos de trabajo no muestran ninguna diferencia considerable en cuanto a su soportabilidad o comodidad, está determinada por C~lli,-~d.e!;ationes económicas lógicas. En una empresa donde el cambio de trabajo'-presione' coritinuáinente sobre el rendimiento a consecuencia de la ((pérdida de práctica» y de la necesidad de adaptarse a un nuevo trabajo, presiona también sobre el salario, si es un salario a destajo. En los secto.res industriales con una producción diversificada (con escasa estandarización), en las épocas 4e depresión -en las que se reducen los pedidos y aumenta la diversificación de la producción (calculándola en unidades de tiempo)-la crisis recae sobre las oportunidades salariales de los obreros en forma de un cambio más frecuente de trabajo. Tampoco se puede hablar en estos casos de que su posición respecto a este proceso esté condicionada fisiológica opsicológicame_QJ..e. Tampoco cuando se observa que los obreros mayores, casados, prefieren mantener unos salarios iguales y con un trabajo continuado, aunque. sea monótono, mientras que los obreros más jóvenes y solteros, en cambio, pr~fieren cambiar de trabajo para ampliar su aprendizaje y, consigUientemente, el valor de su fuerza de trabajo. No obstante, junto a estos y otros casos similares -que habrá que estudiar más detalladamenteen los que el comportamiento de los obreros está determinado por consideraciones económicas, hay muchos otros casos en los que su comport:t..nÚento parece no estar claramente determinado por tales c~~msideraciones y, a veces, induso parece contradecirlas. Parece.plauslble, y se ha observado en algunas ocasiones, que el cambio de trabajo como tal, es decir, cuando no dicen la palabra decisiva las oportunidades económicas ni la comodidad o incomodidad deLtrabajo, se les presente como algo deseado. Pero también están confirmados con seguridad otros casos en los que los obreros no deseaban el cambio de trabajo, ni ·siquiera dándoles la total garantía de que no les- iba a traer ningún.perjuicio económico. Que no estaban en juego aquí circunstan-
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cias excepcionales ni una vinculación interior genérica a la tradición parece demostrarse por el hecho de que, en algunas ocasiones, se ha encontrado esa resistencia en obreros que habían realizado un cambio de empresa y de lugar con toda facilidad, e incluso con predilección, si podían colocarse fuera en un puesto de trabajo igual. No se puede determinar a priori si para explicar esto se podrían utilizar aquí los conceptos de «habituación a» y de «predisposición)} para una tare~ concreta, conceptos cuya significación para la curva de rendimiento se puede medir al parecer experimentalmente. En estos y en otros muchos casos semejantes, siempre parece posible que las consideraciones puramente psicofísicas no permitan una respuesta clara~ porque los motivos intervinientes son demasiado complejos. Esta situación se repetirá en numerosas ocasiones. En conjunto, en el estado actual de los trabajos psicológicos, los colaboradores se verán con frecuencia abandonados a sus propios recursos casi siempre que tengan ocasión de describir las diferencias de las «características anímicas)} generales de los obreros según su tipo de empleo y su proveniencia social, es decir, sus diferencias de «(carácter», de «temperamento» y de «actitud» «intelectual» y «morah> -cosas éstas que tienen sin duda alguna una significativa influencia sobre la cualificación para los distintos tipos de trabajo industrial:--. Es verdad que los antiguos «cuatro temperamentos» están siendo sustituidos por las cuatro combinaciones posibles entre la intensidad y la duración de los sentimientos; pero se pierde el contenido cualitativo que se encerraba en esos viejos conceptos. Hasta ahora, los trabajos de «psicología diferenciah}, los de «caractedología», los de ((etiología» o los de «(psicología especial>} - o como se llamen estas investigaciones-no han logrado sustituir ese contenido por otra clasificación de los (temperamentos» -por dificultades metodológicas genéricas- ni han logrado clasificar las numerosas diferencias cualitativas de las actitudes, que nosotros denominamos «carácter» y que son muy complejas desde el punto de vista.psicológico. No existe actualmente ninguna clasificación de estas diferencias que tenga un reconocimiento general ni existe ninguna en especial apropiada sin más para que pudiera servir de base a-los fines de la presente encuesta_ Las diferencias psicológicas con las_que hoy en día trabaja la psiquiatría son demasiado sencillas o demasiado específicas, por razones que proceden de la especial naturaleza de esta ciencia. Por este motivo, sólo se puede aconsejar a los colaboradores que observen lo más exactamente posible las fonnas de manifestación externa de las «diferencias de 'carácter» en la medida en que se presenten inequívocamente en la realidad, es decir, los diferentes modos de reacción de los individuos que se pueden observar en su comportamiento externo, en donde crean ,reconocer aquellas diferencias; y se les puede-aconsejar que describan esas diferencias en el lenguaje cotidiano de la manera más sen-
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cilla y comprensiva posible. Pero, en beneficio de esta encuesta habría que aconsejar encarecidamente a los señores colaboradores u~a cosa: qu.e] encaso de que, ensus lecturas o a través de las sugerencias de algún flslolog~, o de a~gú."-psicólogo o de algún biólogo o antropólogo con f?r~aCIÓn espeCialIzada, tengan ocasión de familiarizarse con los prinClplOS ge~erales de esas _disciplinas no «se pierdan)} en esos problemas, por muy Interesantes que le puedan parecer a cualquiera, y que no «se adscriban» bajo ningún concepto a ninguna de las teorías generales psicológicas o biológicas o antropológicas que están enfrentadas entre sí. ~o como si los problemas más generales de ~as ciencias naturales no pudleran afectar a los planteamientos de esta encuesta ni tampoco como si los ~echo,s que sacarán a la luz nuestros planteamientos no pudieran ser de lnteres para aquellas teorías generales. Ambas cosas son posibles. Pero para la neutralidad de la indagación de los hechos, que es la base fund~m~ntal par~ que triunfe esta encuesta y que_constituye sobre todo s?- obJetIVO esenCIal, no podría suceder nada peor que el que se e~table Cleran esos he~hos desde un principio desde la perspectiva de corroborar la correCCIón_o no de esas hipótesis generales de las ciencias naturales. Si ya conduce a veces a extravío que los especialistas de las ciencias ~aturales sin conocimientos precisos de los-problemas económicos l',ltenten eso, si se hiciera lo mismo por parte de no especialistas difícilmente se favorecerían las ciencias naturales a causa del inevitable diletantismo, y sí se dañarían gravemente los objetivos de esta encuesta, particularmente al intentar una construcción partiendo de un punto de vista hipotético. Pues, incluso siendo muy concienzudos, siempre estaría presente el peligro de ignorar-aquellos hechos que no se acoll1odar~n a aquella interpretación hipotética o de no establecerlos o reproducltlos, en todo caso, con el interés y la perfección deseados. Por este motivo no se aconsejará con suficiente insistencia, primero, que se atraiga a colaI:>0~adores ~spec!alistas cuando se desee tener una apoyatura en conOCImIentos cIentIfIco-natur;lles; segundo, que se utilicen los resultados de los trabajos científico-naturales cuando se trate de hechos importantes para los objetivos de esta encuesta que tengan re_conocimient. Q. y sea~ ~ólidos en virtud de haber sido comprobados y, tercero, q."e s?lo se uuhcen, en cambio, terminologías y te,orías generales de las clenc~as. naturales cuando tengan el reconocimiento general de los especlaltstas y cuando -esto aporte, excepcionalmente, alguna ventaja realmente palpable para los objetivos de la. encuesta. Estos principios valen especialmente cuando se llega a las cuestiones de la herencia biológica; y difícilmente se _podrá evitar, si se utiliza el concepto de _«disposición natural». Difícilmente se evitará el contacto con esas cuestiones cuando se aborden má~ de cerca las causas de las diferencias en la ap~intd laboral. Y tampoco se podrá evitar c~ando eJ;1 alguna fase de la investigación, haya que plantear necesariament~ la
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INTRODUCCiÓN
METODOLÓGICA
PARA
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ENCUESTAS
cuestión de hasta qué punto es posible atribuir las diferencias de este tipo a diferencias biológicas transmitidas hereditariamente. La pregunta es hasta qué punto la investigación vaa poder dar una solución a estos problemas con los medios de esta encuesta. En teoría, nadie debería poner en duda la posibilidad, e incluso la probabilidad, de que las "diferencias raciales» tengan alguna significación para la aptitud laboral en el trabajo' industrial, como se ha puesto Gle manifiesto muy claramente en las industrias textiles de Norteamérica con la contratación de negros, y como también parece que se está poniendo de manifiesto, por ejemplo, en España yen Bélgica. Muchísimos empresarios dirán que tienen experiencias muy distintas con las diferentes «estirpes» (Stiimme) alemanas. Los obreros metalúrgicos bávaros y los del noroeste de Alemania gozan de una fama muy distinta, así corno los tejedores silesios o los de Westfalia'o los laminadores renanOs de la frontera con Bélgica y los de Alemania del Norte; la lista se abultará enormemente en las manos de'los colaboradores, si prestan su atención a ello. Tampoco debería ser una cuestión controvertida, en principio, que las diferencias considerablemente importantes para la aptitud laboral hay que buscarlas en el terreno de la constitución psíquica y nerviosa, en el distinto modo de reaccionar -en cuanto a la rapidez, firmeza y seguridad de las reacciones- yen las «diferencias de temperamento» condicionadas por aquél; diferencias de temperamento que, a su vez, influyen sobre la «disciplina)~ necesaria para la gran industria. La tarea consistiría, primeramente, en reproducir críticamente el caos de afirmaciones incontrolables que, sin lugar a dudas, se van a encontrar los colaboradores y luego, en cuanto que sea posible, investigar hasta-qué punto. se puede afirmar que existan diferencias «hereditarias» en sentido biológico -en cada casa concceto, y no sólo diferencias recibidas, como ocurre con toda seguridad en muchos casos, aunque no en la mayoría de ellos: el concepto convencional y muy impreciso del «carácter nacional» (Volkscharakter) como «fuente)) de determinadas cualidades-de los obreros confunde inextricablemente ambas cosaS, que son muy diferentes. Apenas existe un tema que sea tan difícil de responder en el caso concreto co'n claridad y de manera exhaustiva; incluso es posible la ~pinión de que nunca se pueda responder inequívocamente la cuestión; en todo caso braman las disputas entre «teorías~> biológicas enfrentadas entre sí, incluso sobre la interpretación de hechos relativamente seguros. Por eso mismo habrá que evitar en este punto, además del error anterior, el siguiente:, el de creer que, partiendo del material investigadoaquf, que abarca en el mejor. de los casos algunas pocas generaciones, se pueden -obtener algunos resultados sobre la fundamentación de alguna de aquellas teorías, es decir, del darwinismo en su v~rsión ortodoxa o ,en la versión de Weismann, del «neo-lamarckismo.~, de la teoría de Hering-Semon, etc.; habrá que evitar también creer que la tarea sería, o que sería de desear,
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utilizar ese material, al elaborarlo, en esa dirección. No se trata evidentemente de eso. 'Pongamos, por ejemplo, que se confirmara la observación, que se ha hecho en algunas ocasiones, de que la población de zonas que fueron centros industriales durante bastante tiempo (centros de industrias domésticas, por ejemplo) no sólo tiene en general una fuerte inclinación hacia el trabajo industrial sino que está mejor cualificada para el mismo -lo cual es algo diferente de lo anterior-, especialmente para los trabajos industriales distintos a los tiadicional_~s, es decir~ que se confirmara que esa población tiene una mayor «capacidad de práctica» en estos trabajos. Este hecho, en caso de que fracasaran todos los intentos de derivarlo de la educación; de las tradiciones recibidas, de la imitación, etc., y de que, por tanto, fuera probable que esa cualificación fuera «hereditacia», este hecho podría sec interpretado de las más diversas maneras, tanto, por ejemplo, como un resultado de disposiciones embrionarias activadas por la «selección" o como consecuencia de una «práctica» continuada cuyas consecuencias para el desarrollo del sistema psicofísico se hubieran heredado o como una consecuencia de «la huella de la memoria»; o quizá podría ser interpcetado incluso de alguna otra manera; sin"mbargo, sólo los biólogos especializados podrían determinar qué manera sería la más sencilla,-pero probablemente, sin duda, les patececá totalmente insuficiente para tomar esa determinación el material que pueda suministrar eventualmente nuestra encuesta. Una consideración que se acerque «sin presupuestos previos) a la situación debería tener en cuenta, en primer lugar, que cada 'una de las manifestaciones de la vida humana puede entenderse corno una deterffiinadaespecie de «funcionamiento» de las «disposiciones hereditarias» causado por las circunstancias actuales, disposiciones que, por su parte, se han «desarrollado» de una manera determinada por determinadas circunstancias del pasado; en segundo lugar, hay que tener en cuenta que, en principio, está mal planteada la' pregunta, y por tanto sobra, de qué es, en general, lo «importante» y lo «decisivo» desde un punto de vista causal, si las disposiciones hereditarias o las cualidades adquiridas. Está mal plánteada porque la cuestión de si algo es «importante» o no como factor causante depende de para qué sea «importante» o «no importante», es decir, depende del punto de vista concreto con que se contemple su significación para el caso individual concreto. En esta encuesta no debería tratarse nunca-de «solucionar» estas cuestiones generales, en el caso de que se llegase realmente a acercarse a estos problemas en algún punto, sino que debería tratarse sólo jr exclusivamente de lo siguiente: de si las cualidades específicas que hacen que sea rentable emplear a -los obreros que las posean en determinadas tareas de determinadas características residen predominantemente o no, según los distintos casos, en la vida de los obreros (en sus destinos personales, en el sentido más amplio de esta expresión).
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Pero en este punto habría que contar, desde el principio, con la posibilidad de que- esta cuestión pudiera tener distintas respuestas para cada categoría laboral en cada sector industrial; habría que contar además; naturalmente, con el hecho indudable de que los efectos d~ diferentes disposiciones hereditarias pueden compensarse en gran medida con lo que haga en su vida cada uno (el «medio social»}_y que los efectos de disposiciones hereditarias similares pueden ser muy diferentes, y al revés. El concepto de «medio social» (milieu), concepto enteramente impreciso y que reúne en sí las cosas más heterogéneas, habría que diferenciarlo, en cada caso concreto, en los diversQs géneros de condiciones de vida que en él se comprenden. El nivel de desarrollo o de empobrecimiento de las «disposiciones» hereditaria!'! existentes que puedan ser importantes para la aptitud laboral en el trabajo industrial moderno depende mucho, sin duda, de las influencias de los años juveniles. Esto lo hacen probable tanto las consideraciones generalescomo las comprobaciones experimentales que existen -muy pocas y poco firmes, efectivamente-, por ejemplo, sobre la relación entre la exactitud cualitativa de las actividades motoras y el nivel del desarrollo intelectual o sobre la relación entre la fatiga y la capacidad de asociación y la proveniencia sociaL Estas influencias de los años de juventud las ejercen, entre otros factores, el tipo de alimentación y educación, el grado de los estimulos intelectuales y de las posibilidades de desarrollar una actividad intelectual, la riqueza de material a observar que ofrece el medio sodal. de los años de juventuq.· La estrechez o el desahogo material, dado la mayoría de las veces por la clase social de los padres, y la amplitud del «horizonte intelectuah> de la casa paterna, la formación escolar y el servicio militar, el número de habitantes y las características económicas y culturales del pueblo en que se ha-nacido o donde se ha pasado la juventud, el destino personal de cada uno en su juventud: todos estos-factores eje:rcen, según todas las probabi~ida des, una influencia tan duradera sobre la evolución q1.Je experimentarán en el futuro las. distintas capacidades -desarrollo o inhibición de las mismas- que, como se, ha comprobado experimentalmente, por ejemplo, en las dotes pictóricas, só.lo unas dotes para determinadas actividades muy por encima de lo normal parecen poseer la facultad de imponerse, en un grado reconocible, respecto a aquellas condicio-:nes dadas por la estratificación social y cultural en los momentos deja vida en que ésta tenía la máxima plasticidad. ·Entre las «disposiciones» generales del sistema psicofísico que pueden ser imp-ortantes para l~ áptitud laboral, una parte de ellas es, sin duda:, adquirible (tanto intra como extrauterinamente) a través de un «aprendizaje» que l11S favorezca o a través de unas condiciones de vida ·expresamente perjudiciales o que comporten un freno. Estas diferencias por el origen urban_o o ;rural -por «urbanon habría que entender cualquier lugar, de cualquier ta-
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maño, que tenga la vida comercial característica de las ciudades con todas sus c_o~secuencias- son a veces muy perceptibles, si se examinan con precIsión los c~lculo~ de los salarios de las empresas industriales. ~ ~~tas conSideraCiOnes podrían aconsejar por sí mismas que, en el anahSIS de ~os fundamen~o~ de las diferencias de las aptitudes laborales, no se pa~,e~a metodologIcamente de la hipótesis de la transmisión he~edItan~ sino que se investigaran primeramente las influencias de o~lgen soc~a~ y cultural, l~s influencias de la educación y de las tradi~iOnes r~clbldas -conSCIentes de que la «herencia» (Erbgut) puede lI~terven~r eI?- general en esas difere~cias- y avanzar con aquel principiO ~xphcatlV? hasta donde sea pOSIble. En el ejemplo utilizado antes d; .SI en la antIgua población industrial existía una cualificación especIfIca. (a~ar~nte) para ~l trab~j? industrial (nos referíamos aquí a un tr~baJod,stmto al ~rabaJo tradlclonal) podría resultar, por ejemplo, que d.1(erentes. poblaCIOnes, de la vieja industria no se comportaran de la mIsma manera, es deCIr, que unas se mostraran inclinadas a cambiar a otr~s tipos de tr~bajo industrial con relativa facilidad y que otras, en C~~biO, no,; por eJ~mplo, la población de Silesia en relación a la poblaClan de la mdustnMoméstica de Alemania central. En este caso es basta~~e lógico sospechar que se trate de diferencias hereditarias. Tamblen e~n estos_ casos ?abría que investigar, en primer lugar y de la manera ~as pr~clsa pOSible, las posibles influencias de la tradición y del «m.edlO» SOCial y ~ult~ral y se podría pensar que quizá no falte tanto la aptttud ·como la tncltna~i~n para cambiar de -oficio. Habría que preguntar~e con un pr?C~dlmle~to lo m~s «exacto)) posible hasta qué punto el upo de trabaJO Industnal antenor de las poblaciones que se c?mparan e~tre s~ te':1fa real!llente un parentesco fisiológico y psicológico ,:.on.los trabajOS Industnales que ahora les sustituyen (por motivos economIcos) o, al ~evés, hasta qué punto pueden estar actuando «(como un .freno>~ las ~ualtdad~s «p~·acticadas» del viejo trabajo para la adapta~Ión a ot~o tipO de eXigenCIas. Per-o el análisis podría no progresar tan . leJOS, y ~uIzá n<:> ~~ya tampoco ningún motivo para ello, pues antes·de llega~ a ~sos dIfIctles yroblemas tendría q-ue estar investigado don anterto~lcfa1- has~a que punto favorece el apegarse a la tradición o la adaptacIon mter~or a las innovaciones la estructura social y económica genelal,.~a denSIdad de l.os centros urbanos,-la.variedad o no de la _p.roducclOn ~n general, las costumbres y las condiciones de vida tradiCiOnales de~ldas a_un tipo determinado de educación en esas regiones en q u: se estan rea!lzand? esos procesos de transformación y, finalmente, ten~dna que estar mvestIgado -lo que también puede suceder- hasta ~ue.punto se da el caso de que la población antigua que se va es sustltUI?~ por- otra de otro nivel cultural y, entonces, el «apegarse a la trad~CIÓn) ~n un cas.o y el cambio de trabajo en el OtfO sólo representan mamfestacIonesaparentes de la misma población. Tan sólo después de
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INTRODUCCIÓN
METODOLÓGICA
PARA
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ENCUESTAS
tomar en consideración estas influencias y su posible trascendencia, en caso de que no bastaran para dar una explicación, se llegaría a aquellas cuestiones de la «disposición» psicofísica y eventualmente, porúl~imo, a la presencia de cualidades hereditarias. Este procedimiento parece tanto nlás aconsejable cuanto que, al menos 'en el campo de las actividades psíquicas y según los conocimientos actuales de la biología y la psiquiatría, no es evidentemente niuy fácil en absoluto formular qué cosas son en realidad, totalmente o al menos con carácter general, objeto de transmisión hereditaria en algún ámbito relevante para la aptitud psicofísica laboral. Si se quiere decir, por ejemplo, que no se heredan c
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la cultura de!a. tierra natal. Cuando se investigue a obreros que no estén reclutados baslcamente de unos pocos territorios con una clara diferenciación desde el punto de vista étnico y cultural, sino que estén muy mezclados entre sí, muchas veces no se estará en situación de ir tras el tipo y grado de las influencias de la tierra natal en cada uno. Cuando las co.ndiciones sean muy favorables, pero no sea posible atribuir con segundad las evidentes diferencias de aptitud laboral ni a las condiciones ec.on~micas o tradicionales !ti a características físicas visiblemente heredItanas -lo que ocurrirá la mayoría de las veces- se hará probablement~ bien .en la presente encuesta en exponer y ~ostrar sola!llente la ex~~tencla real de las ~iferenCias, pero dejando al margen toda mterpret~clOn caus~l de las mismas por la herencia o por la tradición u otras C1fcunstancIas. Siendo muy difícil una dara atribución de las diferencias de ,aptitud la.bora! ~ diferencias de cualidades últimas, simples, que descansen en «diSPOSICIones naturales», mucho más lo es cuando estas cualidades no s~ específica para una determinada actividad -diferencias eventualmente de una predisposición hereditaria- cuando se da el mismo nivel de intensidad del esfuerzo. Como no existe un medio
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INTRODUCCiÓN
METODOLÓGICA
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ENCUESTAS
para medir objetivamente y con seguridad este factor puramente subjetivo, la psicología experimental parte en muchos casos del principio de que los experimentos sobre una mayor o menor disposición para una determinada actividad (eventualmente también sobre una predisposición hereditaria) sólo pueden dar un resultado seguro cuando varias personas realicen el mismo rendimiento bajo la condición de que rindan realmente el maximo absoluto que puedan rendir. Estas condiciones son muy fáciles de reproducir en el laboratorio, cuando las personas sujetas al experimento tienen un interés ideal propio en el éxito del experimento y cuando éste dura muy poco tiempo. En cambio, en -el trabajo en la fábrica durante toda su vida, los' obreros que aspiren a alcanzar, y que puedan lograrlo, un rendimiento superior al normal y que son empleados por ello muchas veces como instructores -los llamados Renner, se ven forzados, directamente o indirectamente, por solidaridad co~,§~~,_<:gmpañ~IQ~ ª.«a~torrestringip) _S1l: Q!~du~2.E-s decir, se ven forzados a mantenerse dentro de los límites de-un esfuerzo medio que perlíüta-qit~ ~os dep14s_,«RlJe"d.\n ~eg1,liíl~~)~_i9:..if.t~.2~!t!..i!~ue se dé el 'pél~gro', siempre aducido por los obreros, de _'1~~_,l;1-_n _~~~~nto de sus salarios por alto rendimiento pudiera indué'k-al empresario a, una reducción de la tarifa del destajo. En la encuesta actual, ese principio metodológico de la psicología experimental puede sugerir que se someta a una examen en profundidad ese «trabajo ejemplar», en cuanto a las condiciones de su capacidad de rendimiento específica,en especial la proveniencia étnica, social y cultural de los obreros, pero sobre todo que sólo se busquen explicaciones para las diferencias de aptitud laboral donde el sistema salarial contenga estímulos suficientes para los esfuerzos mdximos. Y para establecer separadamente las influencias del sistema psicofísico heredado yde la tradición cultural y social y del medio ambiente de los obreros, de modo que se pueda ir más allá de hipótesis generales indemostrables, se necesitaría una investigación más detalláda de aquellos casos que sean lo más iguales posible en cuanto a los factores del rendimiento citados anteriormente -que actúan visiblemente de manera más inmediata, directa y grosera- y en los que el esfuerzo de los obreros no se mantenga dentro de los límites tradicionales a causa del todavía frecuente sistema tr~dicional de un «límite del destajo» (Akkordgrenze) firme (fáctico). Incluso con una investigación tart precisa sólo existe la posibilidad de obtener un cuadro -exacto de . la aptitud laboral en una parte de los obreros de una parte de la gran industria. A la vista de tantas dificultades se podría plantear la pregunta de por qué habría que analizar con tanta profundidad el aspecto «científico-natural» -de' los problemas abordados por esta encuesta. Esto ha ocurrido por múltiples motivos ..En primer lugar, -parece correcto que, al acometer una encuesta como la presente, se dé cuenta de la existen-
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cia de estas cuestiones «últimas», para cuya respuesta fiable faltan actua1men~e hipótesis en la mayoría de los casos, pero que deberían ser respondidas para poder alcanzar realmente resultados definitivos. Por ello es ~~ ~e~r i~e~itable poner en claro dónde estaría el objetivo «ideal>, del anahsls CIentlÍ1co y es deseable, en segundo lugar, que los propios colaboradores y s~s le~tores conozcan totalmente las probables lagunas de lo que se p,!ede conocer hoy ---en relación al objetivo propuesto-yd~ lo que qU.lz.á se podrá conocer en un tiempo previsible. Además, la «Vereln»~ al sohcltar colaboración, se dirige no sólo a colaboradores con ~or~~c16n puramente económica sino también a representantes de las dlsclpl~nas científico-naturales. Por lejos que esté todavía el tiempo en que eXls~a~ respuestas definit~vas a preguntas como las que hemos toca~o aqUl, SI e~ta totalmente abIerto el camino para iniciarlas con los mediOS de q.ue dlspon~mos en nuestras especialidades, y esperemos que con el trabajO en comun se vaya estrechando el abismo existente actualmente entre los medios de trabajo de ambas disciplinas. NOTAS 1. ~o siem.pre escapa a esre peligro, por ejemplo, el bello ensayo de Gerson en el volumen X de la reVista Zutschr. f. Sozialwissenschaft, al menos enJos dos artículos finales. . 2. ~~ el ":úmeco de noviembre y de enero de la revista Archiv ¡ür Sozialwissenscbaft und S?zlalf!a./~tlk he mren~do un resumen de los problemas con una informaci6n bibliográfica y esrá a dlsposlclOn, en la medida en que alcancen las exisrencias de separaras.
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EL
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EL MÉTODO DE LA ENCUESTA
De todo lo dicho anteriormente podrían deducir los señores colaboradores, en cualquier caso, hasta qué punto se trata en esta cuestión -en sus puntos esenciales- de algo distinto a la exposición de la ({morfología)) y de la organización técnico-social de los distintos sectores industriales. Este «(algo distinto» podría formularse en los 'siguientes ~érminos: hay que investigar, por un lado, el tipo de «proceso de selección» que realiza la gran industria de acuerdo a sus necesidades internas sobre las personas que estdn ligadas a.dla por su profesión; por otro lado, hay que investigar el tipo de «adaptaciÓn» de las personas que trabajan «corporalmente» o «intelectualmente» en las grandes industrias a las condiciones de vida que éstas les ofrecen. De esta manera nos aproximaremos a la respuesta a la pregunta de qué tipo de hombre está conformando la gran indus~ria moderna en virtud de sus características internas y qué tipo di.! destino profesional les depara (y a través de ahí, de manera indirecta, qué destino extraprofesionalles depara). El «Plan de tl;'abajo» y el Cuestionario entregado tienen la finalidad de orientar a los colaboradores sobre algunos puntos que serían importantes, en todo caso, para los objetivos de la encuesta. Entre las cuestiones del «Plan de trabajo)) existen muchas a las que no se busca una respuesta por sí mismas, sino sólo porque parecen necesarias, ya que sin ellas no se podría avanzar en las tareas propias de la encuesta. Así, por ejemplo, la investigación de la duración de la jornada de trabajo y de su significación no es, en modo alguno, un fin en s( mismo de la encuesta, a la vista de la enorme bibliografía que existe sobre el tema. Pero la duración del trabajo significa, evidentemente, un factor esencial en el «destino profesional» de los obreros. Por otro lado, es
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ENCUESTA
también una manifestación muy importante del tipo de tareas, y consiguientemente de la cualificación, que los respectivos sectores industriales exigen de sus obreros, concretamente- si esperan de ellos un trabajo intensivo o un trabajo extensivo. Una industria con una jornada laboral larga no sólo podrá esperar un alto grado de rendimiento puramente físico-muscular, sino también un algo grado de rendimiento nervioso. Por otra parte, una industria que sólo pueda disponer de una f!1ano d~ obra COIl. escasa capacidad para el trabajo intensivo porque carezca de las cuahdades para ello, innatas o adquiridas por herencia o educación, intentará subsistir con jornadas laborales largas. No se trata aquí de desarrollar estas consecuencias, que son ya muy conocidas. Pero, no obstante, sí es pertinente para los objetivos de la encuesta la cuestión de qué relación existe realmente en la actualidad entre la jornada laboral y el rendimiento en los distintos sectores industriales es decir, cómo es esa relación desde el punto de'vista de la rentabilidai La situación, por ejemplo, que existía en la minería hace unos cincuenta años, cuando el trabajo era predominantemente manual y cuando existían grandes pos~bilidades de expansión para los beneficios~ hacía que los obreros rindieran en seis horas a destajo -calculado racionalmente- tanto como antes en diez hQras con los salarios tradicionales (aunque el agotamiento fuera muy intenso) y que sólo se consiguieran gr~ndcs aumentos de producción en cuatro turnos;-esasituación ya no eXiste en los mismos términos en obreros que están encadenados a las máquinas, y por esta razón habría que confirmar en cada settor industrial, según fuera posible, en qué relación se encuentran el rendimiento y los costes salariales, atendiendo a las condiciones técnicas concretas propias de cada sector y a la duración de la jornada laboral, en la medida e~ que existan conocimientos exactos al respecto. Pero habría que preguntarse sobre todo hasta qué punto la jornada laboral es una «manifestación)), en cada caso concreto, de determinadas características de los ?breros. (Puede- darse poi conocido que no es siempre eso lo que o~urre en realidad.) El modo de distribución de las pausas y su duraCIón durante el trabajo se apoya asimismo en un conocimiento de los efectos de las pausas sobre el rendimiento laboral, allí donde las pausas respondan realmente a motivos-racionales y no a motivos tradicionales (como podría ser la regla). Por esta razón, habría que establecer de la manera más exacta posible, tanto para la jornada laboral como para las pausas durante el trabajo, si hay datos en este terreno-y cuáles sean esos datos- para las distintas categorías laborales según su procedencia social y educación, en especial, naturalmente, si se han introducido modificaciones en la duración de la jornada o en la distribución de las pausas; habría que determinar, por ejemplo, cómo se está más fresco para el trabajo en los distintos momentos del día, cómo se comportan los obreros respecto a la distribución de la jornada «ingle-
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sa», etc. Cuestiones que, por supuesto, sólo darán resultados limitados en muchísimos casos porque predomina una regulación puramente consuetudinaria de estas situaciones. Semejante papel está llamada a desempeñar la cuestión de las formas de los salarios. Debe darse por supuesto que los señores colaboradores están familia'rizados con la bibliografía usual al respecto (por ejemplo, el libro de SchloB-Bernhard). Por lo demás, está en marcha 'actualmente una amplia publicación de la «Asociación para el bienestar de las clases trabajadoras» (<
trabajo por categorías laborales iguales desde el punto de vista 50c~al, y por eso ~abría que estudiarla con la máxima profundidad poSIble, en la medIda en que se puedal110grar algunas conclusiones exactas. Pero, por otra parte, el sistema salarial existente, al menos donde no esté- hecho por criterios tradicionales sino racionalmente con la finalidad de optimizar el trabajo, es uno de los síntomas más import~ntes -con mucha frecuencia es un indicativo expreso- de las cualzdades d~ ~os obrerOS en las que la industria correspondiente pone el valor deCiSiVo y que tratará lógicamente de reconocer -a obreros individuales o a grupos de ellos- con una bonificación directa o indirecta. Evidentemente, tanto el sistema salarial como las tarifas salariales de las distintas categorías -laborales no están determinadas, en absoluto, de manera racional, sino, a veces, por criterios tradicionales muy ilógicos. Por eso será necesario establecer en cada caso no sólo qué sistema salarial está funcionando, sino también hasta qué punto ~a sido determ~nado por criterios tradicionales y hasta qué punto lo ha Sido por conSideraciones racionales, hasta qué punto puede generar, en último extremo, un impulso laboral o una «auto-restricción de la producción» por parte de los obreros, y habrá que comprobar, sobre todo, si se ha emprendido alguna reforma del mismo en los último años, partiendo de qué experiencias, para qué objetivo~ y con qué resultados. Evidentemente habría que averiguar muy CUIdadosamente si, al mismo tiempo que la reforma del sistema salarial o a consecuencia de ella -lo que también es muy típico - se ha producido al.gú~ cambio, brusco o paulatino, en el personal obrero y ~or qué motl.v0s, Un eventual «fracaso», total o parcial, de un nuevo SIstema salanal 'podría- ser quizá muy instructivo para los colaboradores en el sentido de esta encuesta, pues por muy amplias que sean las consecuencias del sistema salarial, su efectividad no es, sin embarg.o, todopod~rosa. En circunstancias totalmente iguales, un nuevo sIstema salanal no produce, en absoluto, los mismos resultados e.n los obreros. ~sta efectividad limitada del sistema salarial para estimular el trabajO y-las posibles diferentes reacciones a un mismo sistema salarial. por parte de los obreros de diferente proveniencia étnica geográfica, cultural, social o religiosa, etc., tienen un especial interé~ para el.tema de esta encuesta. Como-se desprende de lo anterior, para la metodología de la en. cuesta tiene un interés práctico e inmediato la cuestión de cómo se lIeva la contabilidad de los salarios en virtud del sistema salarial y cómo se hace el cdlculo de los costes salariales y la comprobación numérica del re.ndimiento efectivo de los obreros. Cuando se trate de lograr_ un material de alguna manera exacto para las diferencias en la capacidad de rendimiento debidas al origen étnico, cultural o social, los colaboradores dependerán ante todo de esas fuentes, siempre,que
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INTRODUCCIÓN
METODOLÓGICA
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sean accesibles. El que la contabilidad salarial de una empresa indus~ trial pueda proporcionar resultados inmediatos para los objetivos de esta encuesta dependerá, sobre todo, de si está dispuesta a que los rendimientos de cada obrero individual sean accesibles para su· cálculo y un control continuado y si, al mismo tiempo, la praxis respecto a los «márgenes del destajo» es apropiada para fomentar unos rendimientos óptimos. Sería importante averiguar hasta qué punto existe una contabilidad salarial que se base en las papeletas individuales del destajo o en una documentación semejante y que establezca en cada caso la tarifa de destajo, el número de horas estándar y el rendimiento de hecho (sería especialmente importante averiguar esto para poder efectuar los cálculos posteriores). Esto es necesario la mayor parte de las veces en empresas que utilizan sistemas salariales con primas individuales. Pero también muchas empresas que trabajan con sistemas de destajo sencillos han realizado, en beneficio propio, esas estadísticas que abarcan a cada obrero. individualmente. Se pretende, además, cubrir con exactitud no sólo los costes salariales, sino también el rendimiento efectivo de cada obrero individualmente y existen muy variados aparatos que controlan el nivel de rendimiento de las máquinas por cada obrero. Donde la contabilidad es suficientemente precisa, se pueden establecer, a partir de sus apuntes, las oscilaciones de los rendimientos día a día; teóricamente incluso sería posible un control hora a hora con algunos ·aparatos, como los contadores de las pasadas de trama de las tejedurías. Sólo donde se haya establecido la rentabilidad de cada obrero en relación exactamente a la rentabilidad de la máquina, de las materias primas y del carbón -lo cual sólo es posible y práctico en algunas partes de la gran industria por motivos muy distintos (habría que averiguar en qué partes)-, sólo en esos sitios podrán los colaboradores obtener el máxi l11 0 posible de exactitud de los materiales. Donde existan sistemas de destajo colectivo, habría que comprobar en cada caso concreto si se podría obtener de los libros de la contabilidad salarial algún ·resultado importante para los objetivos de esta encuesta - y cuál~,.atendiendo a los cálculos salariales y a la formación de lós grupos. No es el propio sis,tema de los salarios colectivos el que hace imposible la obtención de un material apropiado. Cuando se le da a cada obrero su participación en el salario colectivo en forma de una tasación. sobre una «tarifa salarial por horas» -que sube y baja según el rendimiento de cada uno y que, en ese sentido, representa la base de la distribución del salario dentro del grupo-, resulta, ciertamente, sólo «relativamente» exacta la obtencion de una base calculable para. .la averiguación del rendimiento, individual y requiere mucho tiempo, per.o no es, en absoluto, imposible. Es, en todo caso, del máximo valor para los objetivos de esta encuesta, siempre que los colaboradores puedan· lograr consultar esos mate:riales, y
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deberían calcularse, en todo caso, cuidadosamente con los criterios importantes para aquellos objetivos. En la valoración de los libros de contabilidad salarial cada colaborador tendrá que hacerse su propio método, considerando y constata~d~ hasta qué punto los problemas que eligen son fructíferos para los obJe~lv~s de la enc~esta ..Hay que observar que, en todo caso, importan las SIgUientes avenguaclOnes: 1) posibles diferencias en los sistemas salariales condicionadas por las diferentes proveniencias de los obreros y las caus~s ~e aquéllas; 2~ diferencias en el nivel de rendimiento y en el ma~telllmlento de ~se ~lvel en obreros con iguales tarifas de destajo y de dIferente pr~JVelllencla~ por un lado, y los diferentes resultados que. prod~..lCe el camblO de las tarIfas a destajo, por otro (introducción de nuevos slstema~ salariales, especialmente el del destajo, subida de la tarifa de los salanos a destajo al ser los salarios insuficientes o reducción de la ta~ifa al ~er los salarios altos, que es lo más frecuente); 3) las dife~ renClas de tiempo en que sube el rendimiento de los obreros midiéndolas por la evolución de sus ganancias a destajo (cuando é;tas no se puedan ~etermi?-~r por Jos libros de contabilidad), medirlas por. la frecuen~la y el fll~el de reducción de la tarifa del destajo o, en el caso de destaJo~ colectivos, del cambio en la valoración del salario por horas, como SUStituto; 4) comparar la evoluciófíl de las curvas salariales en obreros de diferente pro~eniencia y con el mismo tipo de trabajo, por un lado, y con obre~os de Igual proveniencia y distinto empleo, por otro; en este pu~to ~~bna q~e tener en cuenta, concretamente, 10 siguiente: a) dete~mu~~clOn d~l tiempo en que alcanza la mdxima ganancia y b) deternunaclOn del tiempo durante el que el obrero se mantiene en su nivel de ganancias, constatando la edad que tenía cuando lo -logró y cu~ndo come':lzó a bajar, así como aquellos cambios en el tipo de trabaJO y de salano que causa la reducción de su capacidad de rendimiento al aumentar su edad. Todo esto puede dar algunos puntos de apoyo para respC;n,der a la cu~stión sobre ~l ~iempo y la rapidez con que se consigue la maxll~a .capaclda~ de rendlm1ento, según el tipo de tarea y según las c?-racte~Is~Icas pecuha~e~ de los obreros y sus orígenes culturales, soCIales, etlllCOs y geograflcos. . Sólo el examen de Ios libros de contabilidad salarial y de los cálculos de los co~tes salanales·puede enseñarnos hasta qué punto pueden resultar apropIados como bases de estos cálculos en los diferentes sectores indust~iales. Es comprensible además que no se pueda ·presupon~r como eVldent~~ en absoluto, el que cualquier empresa industrial esté dispuesta a p~rmltIr que un ~e.rcero -desconocido para ellas- pueda cons,ultar sus lIbros de contablbdad. Pero, por otro lado, no existe ningún ~?tlVO para supon~r que las industrias en general crean que la valoraClon, de este matenal estadístico hecho para sus fines particulares dé motIvos para recelar de los objetivos de esta encuesta. Ni en este caso
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especial ni en ningún otro debe exigirse, evidentemente, a los directi~ vos de las empresas que cedan sus secretos empresariales; ni siquiera, por ejemplo, sus cálculos de los salarios, por muy deseable que fuera por sí mismo el conocimiento de semejante material. Los colaboradores se toparán en muchísimos casos con la duda de si un análisis de los cálculos da realmente una idea de los propios cálculos salariales que pudiera poner en peligro importantes secretos empresariales; Sin embargo, es posible, en todos los casos sin excepción, con buena voluntad por ambas partes, reunir extractos y cifras que hayan sido publicados y limitarse a ellos tan estrictamente que ningún competidor tendría la mínima posibilidad de hacer cálculos útiles de los costes efectivos de un determinado producto. Pues es evidente que ningún colaborador va a extractar ni a publicar el contenido de una ficha de trabajo rellenada para hacer después los cálculos ni tendrá el más mínimo interés en ello. y para cuestiones importantes, por ejemplo con los extractos de contabilidad y de los cálculos del rendimiento efectivo, bastaría precisamente con poder establecer las cifras de relación. Ni siquiera sería necesaria una publicación del nivel absoluto de los salarios y de las tablas de los destajos, como sí suele hacerse voluntariamente p.or parte de las grandes empresas, en parte por la vía del intercambio entre competidores. En cualquier caso sería de celebrar que la gran mayoría de los colaboradores se ganara la confianza personal de los directores de las grandes empresas de modo que les confiaran esos materiales. Posiblemente muchos directivos de empresa preferirán que sean- sus propios empleados quienes realicen los extractos y los cálculos necesarios. Sin embargo, no se les encarecerá demasiado a los colaboradores que, según sus posibilidades, se sienten ellos mismos detrás de _los libros de contabilidad y hagan al menos algunos de estos extractos, aunque sea un trabajo en gran parte puramente mecánico. Según mi propia experiencia, algunas docenas de fichas salariales o de tablas de rendimientos efectivos calculadas cuidadosamente por uno mismo y comentadas con el director de la fábrica o sus empleados les darán a los colaboradores un juicio sobre los coeficientes del rendimiento laboral m~cho más seguro que la mayor de las estadísticas o series numéricas que hubiera sacado para ellos otra persona. y lo. mismo vale para la cuestión de hasta qué punto influyen sobre el rendimiento el material, la maquinaria, el cambio de trabajo, las pausas en el trabajo, la «(auto-restricción» de la producción por parte de los obreros o por parte de la empresa -contingentando, en épocas de estancamiento de las ventas, la producción máxima, algo tan frecuente en nuestros días-,-; y vale también para los incentivos, muy diversos y frecuentemente compl~jos, que _contiene la fijación del salario, y, finalmente, vale también para la medida y dirección en que las características peculiares del obr~ro determinan realmente la evolución de su curva salarial, después de haber tomado en
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consideración todas esas circunstancias. Pero aun así, en muchos casos los co~aborado~es sólo recibirán, si llegan a recibirlo realmente, un m~tenal selecclonad~ por la pr?pia fábrica; y después de que ellos mismos se hagan una Idea del·orzgen de las cifras al hacer una serie de cálc~l?s pr?pios, no están sometidos a ningún tipo de reservas metodologlcas SI aceptan agradecidamente la ayuda de los empleados de la empresa en cuanto que sea preciso tenerla para la producción de esos extractos. Esa ayuda podría incluso suministrar algún material-du~ante las éP
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efectuar una comparación entre las características y la proveniencia de los obreros afiliados a los sindicatos y las de los obreros no afiliados a organizaciones obreras. En otros casos son el grupo a destajo y el obrero instructor -sea éste elegido o sea impuesto- q\Jienes realizan la selección de los capacitados para un determinado trabajo, complementándose dentro de ciertos límites. La dirección de la fábrica se sentirá obligada a bajar de nivel a los obreros no capacitados, reduciéndoles su salario por hora (que es el que co'nstituye el divisor para la distribución de las ganancias), y, al final, los despedirá. Evidentemente siempre resulta bastante difícil conocer cosas realmente fiables que sean al mismo tiempo típicas del modo y de la orientación de esa selección; pero habrá que hacer el intento necesariamente. La mayoría de las veces, las observaciones e indicaciones de los maestros, de los jefes de taller y de'los inspectores sobre las cualidades de los obreros constituirán el fundamento para adjudicar los ob~eros a los diferentes trabajos y, event,ualmente, para la formación de lo,s grupos de destajo. Dependerá de la situación de cada se,ctor industrial y de sus fábricas, y también de , la habilidad de los señores colaboradores, hasta qu.é punto sea posible aprovechar para los objetivos de esta encuesta el gran cúmulo de experiencias adquiridas por los empleados de las fábricas, a lo largo de sus años de servicio, sobre las diferencias de capacidad de rendimiento y sobre sus causas. Evidentemente depende ante todo de la autorización expresa de los empresarios h~sta 'qué punto sería posible esto, consultando personalmente, de forma sistem4tica y en profundidad, a los empleados sobre los criterios con que se realiza la selección y sobre la orientación que se persigue, lo cual sería lo mejor que se podría desear. El éxito de la encuesta está condiciona49 muy fundamentalmente por el hecho de que los empresarios sean abiertos y amplios de miras para que puedan convencerse firmemente de que no se les va a «sacar» nada con lo que no estén de acuerdo que se informe, para que la persona del colaborador les inspire confiariza y para que vean que se trata de un objetivo científico realmente valioso. Si los colaboradores se encuentran con una fuerte desconfianza que no se pueda eliminar, la encuesta no pr"omete ningún éxito. Por lo .demás, todo lo que los colaboradores no vean por sí mismos o no puedan constatar auténticamente consultando los libros de contabilidad o por otras vías, tendrán que reproducirlo con la-observación expresa de que se tr~.ta no d,e constataciones propias sino de informaciones que les han Sido SUffiJnistradas_ Lo que un colaborador digno de confianza conseguirá sin dificultades en cualquier empresa no excesivamente miedosa será la autorización para consultary extractar el libro de registro de los obreros. Todas las empresas deben disponer, como mínimo, de los datospersonales de sus obreros contenidos en-su cartilla de enfermedad, es decir, la fecha
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y el lugar de nacimiento y el lugar de residencia, lo cual es importante para saber el tiempo que tarda en llegar al trabajo. Para la encuesta reviste gran importancia que se pueda averiguar por esa vía, para cada fábrica, la estructura por edad y sexo y la proveniencia social de los obreros conjuntamente con el puesto de trabajo actual-sobre Jo que nose podrá preguntar sin dificultades--:-; eventualmente que se pueda perseguir históricamente esto ultimo en relación con los niveles de cambios de empresa. También es de gran importancia que se traten las diferencias de edad y de proveniencia social cuando se estén trabajando muchas fábricas de diferentes sectores industriales en la misma región o del mismo sector industrial en diferentes regiones. L.os libros de registro de los obreros contienen la mayoría de las veces, además, datos sobre el estado civil, con frecuencia también sobre la confesión religiosa; a veces se puede constatar a partir de ellos el tipo de ,vivienda que tienen -alquiler o casita propia-y la frecuencia con que se da el que realicen los mismos trabajos que sus padres en la misma fábrica., Pero siempre se puede investigar la típica contraposición entre industrias con obreros de la región (junto a los que existen muy frecuentemente obreros de fuera -precisamente por la cohesión que existe entre los propios paisanos, que presionan sobre la duración media de pertenencia a la empresa) e industrias con un reclutamiento abierto de obrerps, así como la evolución en una dirección u otra, y se pueden explicar sus razones y consecuencias con planteamientos inteligibles. En términos generales habría que comenzar por la elaboración de estos materiales, que ofrecerán a veces conclusiones más interesantes que lo que los colaboradores y los propios directivos de la empresa podían esperar en un principio. El material obteni<;lo de los empresarios o de sus empleados habría que combinarlo con la consulta directa a./os obreros. En este punto se presentarán previsiblemente algunas dificultades metodológicas de consideración. Estas dificultades no residirán probablemente en la consecución de la información en sí misma de parte de los obreros. Los sindicatos obreros han manifestado en sus propias publicaciones, con ocasión de diferentes encuestas oficiales o privadas, que no sólo están muy receptivos cuando están convencidos del valor científico de una encuesta, sino que sus miembros tienen muy buena práctica en el arte no siempre sencillo de contestar correctamente cuestionarios para fines estadísticos. Las dificultades estarían, más bien, en la obtención de un material por parte de los obreros que pudiera combinarse con el suministrado por los empresarios. Lo ideal'sería, naturalmente, un estudio en profundidad del mayor número posible_ de fábricas, analizando sus libros de registro y sus libros de contabilidad, trabajando los datos de los empresarios y de sus empleados, por un lado, y haciendo una consulta completa a todos los obreros de esas mismas empresas en relación a su origen cultural, social, étnico y.geográfico, a su profesión,
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su puesto de trabajo y los restantes datos objetivos y subjetivos que entran en consideración en esta encuesta. Siempre que se pueda realizar esto, aunque sólo fuera posible en unasola fábrica (suficientemente grande), habría -que intentarlo antes que otra cosa. Si esto chocara con dificultades técnicas insuperables, no sería absolutamente necesaria la consulta de todos los obreros de las diferentes categorías para poder constatar sus posibles condicionantes sociales, culturales y étnicas, si los libros de contabilidad y de registro y los cálculos de los costes salariales u otras informaciones valiosas demostraran la existencia de diferencias típicas respecto a la aptitud laboral; esa función de la consulta general la podría cumplir la investigación de un cierto número de obreros -lo mayor posible, en todo caso- que parezcan típicamente diferentes desde el punto de vista cuantitativo o cualitativo. Pero incluso con esta limitación no se debe contar necesariamente con que estos casos sean lo bastante numerosos como para concederles conjuntamente una imagen bastante firme de lo que los obreros tienen que decir sobre la situación. Aun cuando la dirección de las empresas mostrase la máxima receptividad que se pueda pensar en relación a la au~orización-para tratar directamente con los obreros, con ello no siempre está garantizado que los obreros no se vayan a comportar por su parte con una actitud más o menos de rechazo respecto a una encuesta autorizada o apoyada por la dirección de la empresa. No siempre se podrá superar esta desconfianza, a pesar de la petición expresa de que se omita el nombre de los encuestados en los cuestionarios -petición que hay que aconsejar al máximo, según mi propia experiencia- y a pesar de que la expresa garantía de que el material suministrado por ambas partes estará a disposición exclusivamente de los colaboradores científicos encargados de la toma y valoración de los datos. En muchos casos, por tanto, habrá que renunciar a un -material conseguido directamente de los obreros, y la encuesta, basada entonces en materiales y en información procedentes de los directores de la fábricas y de sus empleados, pondrá sólo de manifiesto la información de esta parte, completada con las observaciones personales de los colaboradores. Esta carencia no podrá ser sustituida realmente por cuestionarios enviados a las organizaciones sindicales y a las agrupaciones sindicales locales de distinto signo existentes en las respectivas regiones, por muy- deseable que esto sea. Las organizaciones sindicales se extienden a través de las empresas de su ramo. Por regla general no abarcan todas las categorías laborales -de una empresa; por otra parte no es raro que integren a obreros de empresas de sectores productivos diferentes. Así que si no se analizan todas las empresas en las que estén empleados miembros del sindicatoy si no están en el sindicato aproximadamente todas las categorías laborales de estas empresas-lo que difícilm-ente ocurre-, el material a trabajar no tendría una coherencia interna. Sobre todo, las organizaciones sindicales
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más desarrolladas representan por lo general sólo una selección dentro del conjunto total de los obreros de las correspondientes categorías, los cuales suelen tener un escaso contacto personal con los obreros afiliados a las organt:aciones sindicales -a veces están en abierta oposición, de modo que el mtentorle hacerles llegar los cuestionarios a los obreros no afilíados.a través de su intermediación -intento siempre a considerar- no Siempre tendría buenas perspectivas. Ma teriales casi exhaustivos para poder valorar el oficio típico de una categoría laboral proceden sólo de ciertos obreros altamente «cualificados", donde los sindicatos tienen a veces prácticamente a la totalidad de la categoría laboral. De aquíse deriva que, en muchos casos, la encuesta tenga que utilizar dos modos distintos de trabajar:
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1) Un primer modo tomará como punto de partida, siempre que sea posible, el análisis de las empresas, considerando especialmente las cuestiones del «Plan de trabajo». Constatará en números, en primer lugar, la estruc~ura i-':lterna de la plantilla de los obreros según sus categorías, es d.ecIr, la demanda de mano de obra de un determinado tipo, y luego el SIstema salarial, sus requisitos y consecuencias. Luego intentará analizar los libros de registro y, si fuera posible hacer una v(lloración?-e los libros de contabilidad; analizar tambié~ las experiencias de los.dl~ectores de las empresas y de sus empleados y de aquellos técnicos espeCIalIstas que conozcan lo que las máquinas exigen de los obreros, y luego completar lo más posibles estos resultados con la consulta personal entre los obreros de la empresa. Si se dirigen algunos cuestionarios a las organizaciones sindicales locales, habrá que intentar paralelamente una investigaCión personal sobre la situación de los obreros no afiliados, que quizá sea muy divergente. Parece muy digna de ser tenida en cuenta la sugerencia de explotar los materiales de las cooperativas y-de otras asociaciones de seguros obreros para ínvestigar lafrecuencía del cambio de empresa y otras cuestiones semejantes, tal como fue dada por una parte apreciada. 2) El otro modo de hacer la encuesta es dirigirse con los cuestionarios a los sindicatos obreros, cubriendo el máximo territorio, incluso todo el territorio del Reich, porque en ese caso aumentaría_el valor del mat~rial al aum~ntar el número de cuestionarios respondidos; es decir, pedu colaboraCIón no a las agrupaciones sindicales locales sino a las instancias centrales de los sindicatos, pidiéndoles especialmente su me~~ación ante las organizaciones más pequeñas, a las que habría que solIcitarles luego que aceptaran ser destinatarios de los cuestionarios que habría que enviar a los sindicatos -en sobre franqueado y con un so~re de respuesta con la dirección y franqueado-o Aquí no habrá posibilidad, por lo general, de cubrir la situación de los obreros no
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Naturalmente, además de estos dos modos, se puede pensar cualquier otra combinación d~ los puntos de partida y se debe dar la bienvenida a cualquier trabajo, aunque sólo trate un problema parcial importante de la encuesta desde un punto de vista elegido por uno mismo, siempre que se mantenga dentro del ámbito de su objetivo básico: la constatación de la influencia de las peculiaridades técnico-económicas de las grandes fábricas y de sus transformaciones sobre las características de sus obreros, y al revés. Será muy alentador que, a consecuencia de la concentración territorial de una rama industrial, algún colaborador pueda combinar realmente ambos modos de hacer la encuesta, pero no siempre ocurrirá esto. Y como no debería renunciarse en absoluto a consulté\r el máximo material posible de los sindicatos obreros, algunos colaboradores introducirán de manera autónoma elsegundo modo (basarse en las estadfsticas de los sindicatos), además del modo primero (basarse en los análisis de las fábricas o del sector industrial, trayendo a colación eventualmente materiales de las instituciones de seguros obreros), y habrá que saludar que haya colaboradores que quieran cultivar solamente aquel lado de la encuesta. Será asimismo bien recibido que un trabajo se limite a explotar los libros de contabilidad y de registro de personal de las grandes fábricas desde todos los puntos de vista y que analice entonces, con conocimiento propio y exacto de las transformaciones técnicas del sector industrial en cuestión, los desplazamientos habidos en la estructura interna de los obreros, en la aptitud laboral exigida y en las' «carreras profesionales» típicas de los obreros. Ya se ha dicho algo antes sobre los criteriC?s que habría que tomar en consideración en los trabajos del primer tipo, yel «Plan de trabajo» contiene todo lo necesario. Parael caso de que con esos trabajos se logre un contacto personal con los obreros, habría que añadir aquí expresamente que también entraría en consideración su actitud subjetiva respecto a la actividad laboral, en igual medida que los criterios de la aptitud laboral objetiva y del destino profesional de los obreros, tratados antes de manera destacada porque plantean problemas más complicados. En este punto caben las siguientes preguntas: ¿qué puestos de trabajo son para ellos relativamente más deseables y por qué? l. ¿Jntervienen otros motivos --esto es lo importante- además del evidente interés por la ganancia? ¿Cuáles? ¿Son motivos diferentes según la proveniencia social, cultural, étnica y geográfica de los obreros? ¿Hasta qué punto la po-
sible diferente distribución de los obreros de distinta procedencia entre los distintos puestos de trabajo no sólo se debe a diferentes aptitudes laborales sino también a una diferente inclinación y valoración social del tipo de trabajo? .(Un ejemplo entre muchísimos: las costureras de las tejedurías, a quienes su trabajo les parece superior desde el punto de vista social al trabajo, mejor pagado, de los tejedores por su limpieza y por su proximidad al trabajo doméstico; por este motivo, el reclutamiento de las costureras está muchas veces muy determinado social y geográficamente; es un reclutamiento mucho más urbano.) Más aún: ¿qué efectos subjetivos sienten los obreros o creen sentir -psíquicos o físicos- por los distintos tipos de actividades laborales, es decir, en qué sentido y de qué manera se hacen sentir subjetivamente la fatiga laboral, el ruido de las máquinas y las restantes condiciones del tr~bajo y cómo les siguen afectando en la vida fuera del trabajo? ¿Tienen los obreros alguna idea determinada de las transformaciones que desean, por ejemplo, respecto al sistema salarial o a las pausas durante el trabajo, y cuáles? (siempre según las distintas categorías laborales, evidentemente). ¿Hasta qué punto se adecuó su adscripción a un oficio a sus propias inclinaciones o hasta qué punto fueron obligados por los intereses económicos o por otros factores objetivos? Más importante aún: ¿Hacia qué profesión tienen intención de orientar a sus hijos, o los han guiado ya? ¿Con qué modelo y por qué motivos? PorúltÍ,mo, la pregunta que ya hemos tocado antes.: ¿Cuál es la posición subjetiva de los obreros respecto a estas dos posibilidades: tener un niismo empleo en un mismo trabajo o cambiar de trábajo? (eliminando, naturalmente, aquellos casos en los que la posición está determinada de antemano por puras cuestiones salariales). ¿Pueden los obreros dar alguna razón para las diferentes p'osiciones que existen? ¿Están estas posiciones condicionadas por su proveniencia social, cultural yétnica y, consiguientemente, por sus diferentes características personales? ¿y hasta qué punto lo están por las peculiaridades de la actividad laboral? ¿En qué dirección evolucionan, dentro de los distintos sectores industriales, estas posiciones de los obreros, caso de que se note realmente alguna evolución? ·¿En qué medida y en qué circunstancias se produce esa mayor vinculación psíquica interior con un tipo de trabajo '--si es que realmente se produce, y en cuanto que no' sean determinantes los factores mencionados anteriormente de las diferencias de edad y de estado civil-? Estas y otras cuestiones similares contenidas en el «Plan de trabajo» -no podrán ser contestadas sin más muchas veces por los obreros, y otras muchas veces no podrán ser contestadas con precisión. Pero el hecho de que no puedan contestarlas parece ya, en cuanto tal, algo característico de su propia situación intelectual-aunque se pueda constatar en cierto modo una tendencia de evolución-,- lo cual es algo importante para los objetivos de esta encuesta; pues los componentes más importantes de la actitud
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afiliados a los sindicatos. Este modo de realizar la encuesta partida, más bien, de las tende~cias de evolución de cada sector industrial, ya conocidas o a constatar con ayuda de técnicos expertos, para ir hacia la preparación de un material lo más amplio posible desde criterios lo más variados posible y combinados entre sí e ir posteriormente, en cuanto fuera posible, a la interpretación de las cifras así obteqidas.
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interior respeto a la propia vida son, por un lado, aquellas cosas que son tan evidentes .a un determinado estrato de la población que, precisamente por ello, no se manifiestan, y, por otro lado, cosas inconscientes porque se deben a innumerables influencias imperceptibles del . propio medio específico. Hay que destacar expresamente, por último, que en esta encuesta, tal como queda expresado literalmente en el «Plan detrabajo)~, constituye un objetQ de investigación, además del «destino profesionah>, el «estilo de vida» extraprofesional. No se trata evidentemente de describir todos los detalles hasta donde se alcancen si:Q. que se puedan reunir bajo algún punto de vista unitario, como se ha intentado en las biografías y en otras descripciones de las vidas típicas de los obreros; se deben destacar solamente aquellas"cosas que estén demostradamente determinadas por las peculiaridades de la gran industria. En este punto, los colaboradores tendrán que plantearse la pregunta de qué tipo de intereses extraprofesionales puede todavía cultivar realmente un obrero normal-como receptor o como creador-, después de estar fatigado por su trabajo -no «fatigado)~ en general, sino fatigado de esa manera específica-o Habrá que preguntarse entonces: ¿Se diferencian con carácter general y de manera notable, en relación con otros grupos de población de ingresos modestos parecidos y de una formación escolar similar, su vida familiar, la educación de sus hijos, sus formas de diversión y descanso, sus formas de hacer'vida social, sus costumbres alimenticias y de bebida, sus intereses estéticos e intelectuales en cuanto al nivel y naturaleza de los mismos (lectura), sus relaciones con la escuela, con las formas oficiales de la Iglesia y con una ~(concepción"del mundo» religiosa o de otro tipo, etc. ¿Se diferencia en estas cosas el estrato superior de lo~ obreros mejor pagados de los empleados subordinados (Privatbeamte) y de la pequeña burguesía con niveles de ingresos y de formación escolar similares? Pero más aún: ¿Se diferencian entre sí las distintas categorías laborales de la gran industria por su nivel de aprendizaje y por su puesto en el "proceso de producción o por la edad y el estado ,civil o por su procedencia social? Las diferencias en cuanto al tipo de actividad laboral o al nivel de aprendizaje o al puesto de trabajo ¿crean sus propias relaciones «sociales» y de trato, prescindiendo de la comunidad que formen desde la perspectiva de los intereses económicos? Y en caso afirmativo: ¿Dónde está la frontera, y según qué criterios se separan los obreros en sus relaciones sociales? Es conocido que esa separación se da con frecuencia. En los países anglosajones no existe muchas veces el menar contacto social entre los sindicalistas cualificados y los estratos obreros por debajo de aquéllos. Como es sabido, difícilmente se sientan a la misma mesa. Sería muy interesante investigar hasta dópde y por qué existen esas diferencias en Alemania, y por qué, o SI están surgiendo o, por el contrario, si están desapareciendo. También tendría interés la cuestión de hasta qué punto existen matri-
monios y relaciones sociales o de otro tipo con la pequeña burguesía o con la burguesía de los pequeños funcionarios, o si están surgiendo o desapareciendo. Por último, habría que exponer la profunda influencia que tiene sobre el modo de vida el hecho de pertenecer a alguna organización sindical, en cuan"to que esto forma parte del tema de esta encuesta, es decir, en cuanto que es algo que está producido por las peculiaridades de los diferentes sectores industriales. Habría que investigar en este punto las empresas clasificándolas por su tamaño y por su sistema salarial, pues según sean las oportunidades de avancement económico y sindicaVorganizativo tiene mas peso el sentimiento de solidaridad o el interés individual, la «condencia de clase» o la preocupación por el ascenso de los propios hijos, la concepción del sindicato como un respaldo económico o como una célula de la organización ideal del futuro. Trabajos del segundo tipo (basados predominantemente en estadísticas de los sindicatos) no podrán desaconsejar el que los colaboradores aprendan ellos mismos las técnicas estadísticas o que reciban una asistencia permanente de estadfsticos profesionales para los cálculos que hayan de realizar: 1) Al hacer los cómputos tiene que representarse en una tabla el número de cambios de empresa y de lugar, por categorías laborales y por la proveniencia social, ordenados por grupos de edad. 2) Luego habría que determinar la {(carrera profesionah), por cat.:;:gorías laborales, y dentro de éstas por grupos de edad. Los materiales analizados dirán si:;le puede hacer en forma de tabla o no. Hay que señalar expresamente que ésta es una de las cuestiones que está la mayoría de las,veces en el centro de la encuesta. 3) Habría que exponer en forma de tablas, si fuera posible, la procedencia geográfica de las distintas categorías laborales y el de ambos padres; luego, el oficio del padre, el del abuelo, el de los hermanos y quizá el de los hijos mayores; también el tipo de educación escolar y de formación profesional. En este punto sería interesante hacer una comparación entre los distintos grandes sindicatos (los Gewerkvereine, los sindicatos libres, los sindicatos cristianos, etc.) y sería asimismo interesante constatar la distribución de estos sindicatos entre las distintas categorías laborales (puestos de trabajo) y entre los tamaños de las fábricas. 4) Luego habría que hacer el cómputo de las distintas categorías laborales en 'cuanto asi tienen un trabajo complementarlo o si lo tiene su familia, si poseen casa u otro tipo de residencia. 5) Por lo ~ue respecta a la declaración de útiles para el servicio militar; sería más interesante que comparar las cifras de los que fueron declarados útiles para el servicio militar en las distintas generaciones el establecer la relación entre la declaración de útil para el servicio y la cualificación profesional en los distintos sectores industriales (oportunidades profesionales, tal como se manifiestan en la carrera profesional), si los materiales permitieran realizar esa constatación. 6) La dis-
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tribución de las confesiones religiosas entre las categorías laborales podría ofrecer un interés suficiente, hoy que la confesión religiosa tiene una significación creciente en relación a la inclinación profesional, cuando se trate de industrias que tengan una fuerte mezcla de confesiones religiosas que no esté en relación con una mezc:la étnica (como ocurre con los polacos). En casi todos estos casos, como en todas las encuestas sobre profesiones y tipos de trabajo, la dificultad reside en el tipo de clasificación de los c;>hreros según los puestos de trabajo que hayan de estar finalmente a (a base de la investigación. Difícilmente podría pensarse demasiado en la clasificación y difícilmente podría realizarse con demasiado detalle. Habría que examinar hasta qué punto bastarían las denominaciones habituales en las fábricas y, en cuanto fuera posible, partir de ellas. Por lo demás, al hacer la valoración de los cómputos habría que hacerlo en dos direcciones: a) tendría que enlazarse con los temas comentados anteriormente: qué cualidades concretas interesan para cada puesto de ..trabajo, según los resultados que cada uno obtenga o según una opinión técnica bien fundamentada, es decir, qué cualidades o características resultan más expuestas en cada caso concreto a la «fatiga.> ya la «práctica»); según esto, habría que clasificar a los obreros en categorías según el grado en que desarrollen actividades musculares u otras actividades de naturaleza nerviosa y psíquica, que habría que distinguir cuidadosamenr;ej b) pero también tendría que estar a la base de la clasificación la naturaleza y el grado de la «capacidad de ap~endizaje», es decir, la duración media del «aprendizaje en la fábrica" hasta que el obrero logra el rendimiento normal y el rendimiento máximo de su puesto de trabajo. Habría que clasificar a los obreros, por consiguiente, en categorías desde una perspectiva lo más omnicomprensiva posible, que deberían ser computadas entonces desde las cuestiones planteadas anteriormente para que los obreros pudieran ser investigados en cuanto a su proveniencia social y a las restantes variables. Todos estos comentarios y sugerencias que parecían deseables para que pudiera presentarse inequívocamente el sentido de la encuesta no persiguen, por lo demás,_en absoluto, censurar la libertad de los señores colaboradores para organizar autónomamente su trabajo. Su tarea más importante y la que más les merecerá la pena será, mas bien, precisamente, experimentar por sí mismos las preguntas y los métodos apropiados. Y como sólo la puesta en funcionamiento del trabajo puede enseñar dónde están sus auténticas dificultades, habrá muchísimas ocasiones para ello. La «Verein für Sozialpolitik») como tal sólo exige a 10s trabajos que deseen navegar bajo su bandera que elaboren las cuestiones establecidas en sus escritos oficiales (Plan de trabajo y Cuestionarios); deja totalmente a la iniciativa particular los medios con que se realice. Una cosa se les debeadelaritar a los señores que estén dispuestos
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LA
ENCUESTA
a poner sus conocimientos y su trabajo al servicio de esta encuesta: la cualidad más imprescindible para obtener algún resultado (inuevot) será, en este caso más que en cualquier otra encuesta anterior de la «Verein», una extraordinaria constancia en la persecución de los objetivos fijados. Quien no posea esta cu_alidad, que se mantenga alejado de colaborar. Está totalmente excluido que, en unos pocos meses, se puedan conseguir resultados en este terreno que merezcan ser impresos. Aun siendo los temas de la encuesta realmente amplios, representan sólo una parte (importante, en todo caso) de un análisis científicosocial de la gran industria moderna. Además de las cuestiones organizativas («morfológicas<<) de naturaleza técnica y comercial, de las que se habló al comienzo, habría que investigar la selección y el destino profesional de los empleados (funcionarios) de la gran industria, concretamente de los técnicos, en los diferentes sectores industriales ysegún los distintos grupos de empleados, a diferenciar por ~a orientación de su formación previa. Finalmente, habría que perseguir en detalle, en cada sector industrial, la cuestión no carente de interés, en absoluto, de la cualificación necesaria y de la proveniencia de los empresarios y de sus patrimonios en relación a la exigida en épocas anteriores. Una vez-reunidas todas estas investigaciones, podrían dar una imagen de la significación cultural del proceso de desarrollo que ha experimentado la gran industria. Los problemas culturales que, en último término, se persiguen son de una trascendencia enorme. En un escrito a la Subcomisión, mencionado en la Observación preliminar,A. Weber~ de acuerdo con la opinión de muchos de-nosotros, destacaba 10 siguiente: que la fatídica significación de la estructura de este singular «aparato» que la organización de la producción de la gran industria le «ha puesto sobre la cabeza» a la población sobrepasa incluso la trascendencia de la cuestión de si la «organización) de la producción es «capitalista» o «socialista», porque la existencia de este «aparato» como tal es independiente de esa alternativa. En realidad, la fábrica moderna es independiente de esa alternativaj con su jerarquía de puestos, con su disciplina, con el encadenamiento de sus obreros a las máquinas, con el hacinamiento y, al mismo tiempo, el aislamiento de los obreros (en comparación, por ejemplo, con las hilanderías del pasado)2, con su terrible aparato calculador, que se introduce hasta en el movimiento más sencillo de los obreros, tiene unos amplios efectos sobre los hombres y sobre su «estilo de vida», que le son totalmente específicos y propios. Por supuesto que la sustitución de la actual «selección» según el principio de la rentabilidad de la economía privada --que encadena la existencia de todos los proscritos (Gebannten) de la fábrica, mandando u obedeciendo, a la decisión del cálculo privado de costes y beneficios del empresario'- por alguna forma de «solidaridad» de una economia sin afdn de lucro cambiaría radicalmente el espíritu que vive
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INTRODUCCiÓN
METODOLÓGICA
PARA
LAS
ENCUESTAS
actualmente en este terrible caparazón y nadie puede ni siquiera imaginar con qué consecuencias. En la encuesta presente no entran en consider~ción tales perspectivas; debe contentarse para su justificación con el hecho de que el «aparato.), tal como es en la actualidad, y con las consecuencias que tiene y que van a ser investigadas aquí, ha transformado el rostro espiritual del género humano casi hasta no poder reconocerlo y lo seguirá transformando. NOTAS 1. Sobre estas cuestiones hay que ver las exposiciones de H. Het"kner, Die Bedeutung der Arbeitsfreffde (Dresde; 1901) Y DieArbeiterfrage (1"1908. esp. pp. 27 s.). 2. La cuestión de hasta qué punto es posible conversar durante el trabajo o no (y por qué); la cuestión de qué cualidades, profesionales y de otro ripo, pwducen prestigio dentro de los cít"~los de los compañeros de tmbajo, la orientación de los juicios de valor étICOS entre los obt"eros; todas estas cuestiones y otras similares tienen que ser esrudiadas en la manera en que están condicionadas por la «comunidad»-fábrica (que no es, en realidad, ninguna «comunidad») y poda prevalencia de una relación put"amente pecuniaria con el trabajo (que habrá que investigar hasta qué grado se da).
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PSICOFÍSICA DEL TRABAJO INDUSTRIAL (1908-1909)
OBSERVACIÓN PRELIMINAR
Es sorprendente, a primera vista, que, con los-extraordinarios progresos que ha hecho la- investigación en antropología, en fisiología, en psicología experimental y en psicología clínica, sólo se hayan hecho algunos pocos intentos por poner en relación los resultados de esas disciplinas con un análisis del trabajo productivo desde el punto de vista de las ciencias sociales. Más adelante hablaremos de- esos intentos. El proceso de «división del trabajo)) y de «especialización» y, sobre todo, el proceso de «fraccionamiento del trabajo)} en las grandes empresas modernas; la transformación del proceso de trabajo por la introducción de nuevas máquinas o por cambios en las exist~ntes; la transformación de la ¡omada laboral y de las pausas en el trabajo; la introducción de sistemas salariales "dirigidos a premiar determinados rendimientos cuantitativos o cualitativos; todos estos procesos significan," en cada caso concreto, una transformación de las exigencias planteadas al sistema psicofísico del obrero. Los resultados que logre cada una de estas transformaciones dependen de las condiciones bajo las que funcione el'«sistema» psicofísico y produzca determinados rendimientos. Cuando se discute, por ejemplo, la relación existente entre la jornada laboral, el salario yel rendimiento o cuanao se explican las condiciones y efectos que tiene un trabajo más intenso entran en juego,ademds de otras cosas, también las con-diciones básicas del trabajo, la investigación de las cuales es propia de las disciplinas científico-naturales mencionadas. En las explicaciones dentro de nuestra disciplina, nosotros nos contentamos, en cierto modo, con las experiencias de la «psicología vulgar», dicho en el lenguaje de los psicólogos. Sería posible que este aparente «defec-' to) tenga sus motivos metodológicos en gran parte de las investigaciones de nuestra disciplina. Más adelante hablaremos sobre .dÓnde están esos motivos. Pero ahora nos situamos en una posición puramente
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~eórica. irrefutable: tendría que ser posible, en principio, lograr alguna Ide~ -sobr~ la base de l~s ~onoci~ientos de la fisiología, de la psico-
logIa expenmental y qUlza tamblen de la antropología- sobre los p~esupuestos y l~s .efectos de las transformaciones económicas y técnIcas de las condlclOnes del trabajo industrial. .. El objetivo de las líneas que siguen es, en primer lugar, explicar las dlftculta~es a las que hay que atribuir que no se dé en la realidad esa cooperación entre las distintas disciplinas, posible «en principio»; y, en sel?u?do lugar, preguntar en qué sentido y en qué medida sería posible qUlza en el futuro una cooperación entre ellas. En este sentido parece inevitable que intentemos dar una visión ~ano~ámica -muy resumida:, por ~upue~to, ~ada la extensa bibliografla eXlstente- sobre una sene de InvesttgaclOnes experimentales cuy?S resultados revestirían especial importancia"para nuestro punt~ de Vista. Cuando un profano total en esas materias como yo acomete este desa~ío, lo. hace cum beneficio in,!,en.tarii y. con la esperanza de que" semejante mtento, con sus necesanas carenCIas, les haga-más fácil a los e~pertos aborda~ aquellos temas en· los que más ayuda urgente necesitamos. En este mtento hay que plantear la pregunta de si se podrían establecer líneas de conexión -y cuáles- entre los medios de investigación de las ci':.ncias ~atur~les y los de nuestra propia disciplina o hasta qué punto habna que conSIderar que el profundo abismo existente actualmente entre ambos es insalvable, provisionalmente o para siemp~e: La pres.ente exposición sólo está dirigida a esta cuestión metodo-l<;>glca,. y no Intenta, por ejemplo, utilizar resultados de estas disciplinas cIentífIco~naturales en el análisis científico-sodal-intento prematuro desde casI ~od.os los puntos de vista, como lamentablemente se verá. «~n pnnclpio~, l.as condiciones fisiológicas y psicolqgicas de la capacIdad de rendlmlento para tareas concretas deberían constituir el punt<:> de partida de un .análisis científico-social de los problemas del trab~Jo moderno, .especlalmente del trabajo en las grandes industrias. Con I~dependencla de dónde resida en el individuo la posesión o la no poseSIón. de ~a «capacida~ de rendimiento» para determinados trabajos -es d~ctr, SI so~ deter~tnantes las predisposiciones hereditarias o la educaCIón o la altmentaclón u otros elementos de la vida de cada unola aptitud para un trabajo siempre se manifiesta en la administració~ del s~stema p~icofí~~co. Por este motivo, en los comentarios que van a. seg~tr a co~tlnuaclon ocupan ~~ c.entro de [a bibliografía sobre psico10~la experImental ~u~ es dIÍlcdment~ abarcable-los amplios trabaJOS del excelente pSIqUiatra E. Kraepehn y de sus discípulos sobre los presupuestos y ef~ctos del ren~imiento laboral; trabajos que están basados en experImentos muy mgeniosos y meticulosos realizados durante más de una década y en una reflexión muy profunda. En el artículo introductorio de sus trabajos, Kraepelin ha ex'puesto los pun-
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OBSERVACiÓN
PRELIMINAR
tos de vista con los que abordó sus investigaciones. Según Kraepelin, la psiquiatría, partiendo de la doctrina de la afasia, se había acostumbrado a desmenuzar el alma «monadológicamente» en un sinnúmero de fuerzas específicas y a tratar las actividades psíquicas corno «resultados de los acuerdos mayoritarios de la cámara de los comunes de las percepciones y de la cámara de los lores de los recuerdos». Según esto, Kraepelin creía necesario entender las «características fisiológicas básicas» de la personalidad como decisivas para el desarrollo de las actividades psíquicas, características que deciden cómo el individuo «(procesa» en sí mismo los {(estímulos» a los que él «reacciona)). La investigación se dirige, en último término, al análisis de estas «características básicas)) del obrero y para poder analizarlas hay que partir de los elementos más simples del rendimiento laboral. Es evidente que este planteamiento viene al encuentro de los intereses de nuestra disciplina. Por ello, en las páginas que siguen vamos a partir de las investigaciones de Kraepelin y sus discípulos, cuando no se diga en el texto lo contrario. Los otros autores se traen a colación con carácter complementario, especialmente cuando representen una crítica a Kraepelin y sus discípulos'. Todo lo que exista sobre fisiología y psicología del trabajo en trabajos no experimentales va a quedar por el momento a un lado. Vamos a poner, en primer lugar, los resultados esen.ciales de los estudios de Kraepelin y de los estudios emparentados con ellos, para preguntarnos luego por la metodología que subyace en su elaboración y compararla con nuestros propios medios metodológicos. Si se miden, en sus intervalos más cortos posible, los rendimientos laborales de una persona que trabaje de una forma determinada y continua mediante aparatos mecánicos apropiados en el laboratorio o mediante la cantidad o la cualidad del producto realizado y se lleva luego el resultado a un sistema de coordenadas como una «curva del rendimiento», esta línea muestra una trayectoria muy irregular, difícilmente explicable no sólo a primera vista sino también después de un de_tallado análisis; en esa trayectoria parece que sólo hay común una cierta subida al comienzo de la jornada laboral y una cierta caída hacia el final de la jornada, pero una caída de intensidad muy distinta y graduada. Los conceptos que siguen a contimtación se refieren a los componentes de la «curva del trabajo», que se pueden representar a su vez ellos mismos aisladamente como curvas. NOTAS 1. El mismo Kraepelin ha expuesro sus ideas en varios lugares: 1) en su inrroducción a la. obra colectiva, en cinco volúmenes, editada por E. Kraepelin PsychologischeArbeiten¡ 2) en su colaboración en el libro homenaje a Wundr (Philosophische Studie" XIX, p. 475; publicada también como un cuadernillo independiente con el tíruloDie Arbeitskuroe en 1902); 3) en larevistaArchiv{ürdie
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gesamte Psychologie, vol. L En sus investigaciones se apoyan también los coccespondien.tes capitulas en las conocidas obras de Wundt, de Ebbinghaus y otfOS. Sobre los rendimienros musculares hay que utilizar los correspondIentes capftulos en los compendios de fisiología de Munk, de Thierfelder, y para la teoda del movimiento, R Du Dois Reymond (véase también en la conocIda obra de Ranke DerMensch, vol. 1, pp. 476 ss., vol. n, pp. 163 ss.). Es un mérito de Gerson el haber intentado por vez" primera la utilización sistemática de los conocimientos fisiológicos en la teoría social, en un bonito artículo publicado en el volumen 10 de la re vista Zeitschrift {ür So:áalwissenschaft, por muy escéptico que se pueda esta r respecto a lo que dice. Las páginas que siguen son, básicamente, IIna recensión comentada de los trabajos editados por Kraepelin en la mencionada obra colectiva y pracricados por sus discfpulos en ellabora.f9rio de psicología del manicomio de Heidelberg, combinada con alguna otra bibliografía. La bibliografía sobre psicología diferencial y sobre psicopatologí.a mencionada ya en esta parte del [[abajo, y concretamente sobre la cuesti6n de la herencia, se cirará mejor en el segundo capitulo. Indiquemos todavía algunos títulos relativos a distintos capítulos del texto: Sobre fatigay descanso: Mosso,DieErmüdulIg, traducción alemana de Glinzer. Sobre éste, Ph. L. Bolron, en los Psychologische Arbeiten, ed. por Kraepelin; vol. IV, pp. 175 ss. (especialmente sobre la metodología, a la que volveremos en el segundo capítulo). Sobre los efectos del trabajo corporal y mental: Bettmann, cn los Psycho/ogische Ar:beiten. ed. por Kraepelin, vol. 1, p. 182; Miesemer, en la misma obra, vol. IV, pp. 375 ss.; Treves, "Le tl"avail, la fatigue etl'effon", enL 'annéepsychologique xn (1906), pp. 34 ss. Sobme/trabaiomusclllar(in/lestigacionessobree/~ma);Oseretzkowsky,enlosPsych%gische
Arbeiten, ed. por Kraepelin, vol. nT, pp. 507 ss. j Yoreyko, en L 'année psych%giqlle V (1899). Sobre edady curva deamsanCfo: Maggiora, eoArch. ital. dI biol. 29 (1898); Treves, en obra ya citada. Sobre trabajosin cansanCIO: Broca y Richet,enArch.de ph ysio/. normale el pothalog. 5 Sér. X (1898). Sobre lapo/émicacontraelconCepto kraepelinianodecansancio: Seashore, enPsychoLBull. 1 (1904), pp. 87101 (informe para la asamble .. de la Amer. Psychol. Assoc.) Sobre la práctica: entre los trabajos antiguos, especialmente Fechner, en verh. ti. SIIchs. G. d. Wiss. (Marh.-PhiL KI.) IX (1857), p. 113; X (l858), p. 70. Sobre los efectos de la práctica: Bolton, Gerson, op. ett., Eb ert y Meumanll, en Archi/l f- d. ges. Psych%gie lV (1904); so~re esta,la recensión de D. E. Müllercn la revista de Ebbinghaus, Zeitschn"{t far Pbysio/ogie und Psycb%gie der Sinnesorgane 39 (1905); van Voss (Schwankllngengeistiger Arbeitsleistungen), en 10sPsych%gischeArbeiten de K~epelin, vol. n, pp. 399 ss. Sobre los tipos de reacción y la ritmización: Specht, enArchi/l f. d. ges. Psychologie Hl (1904); Yerkes ("Variabiliresof reaction times»), enPsychol. Bull. I (1904),pp. 137~ 46; Tarchanoff,Atti del XI Congr. Medico Intemaz. di Roma (efectos de la música); en lo demás, el libro de W. Stern que se citará en el capftulo scgundo y la bibliografía alU in·dicacta. Sobre la «práctica simultánea".: Fechner, op. cit. (1858); Volkmann, en Verh. d. Siichs. Ges. d. Wiss. VIII (1856); Washburn, en Phi/o Stud. XI, p. 95. Experimemosconcajistas sobre la práctlca:Aschaffenburg,enlos Psycho/ogische Arbeiten de Kraepe!in, vol. 1, p. 611. Sobre Abbé, véase el capítulo segundo. sobre distracción y habituaCIón, y.sobre simultaneización de tareas: VOg[, enPsychologische Arbelten, ed. E. Kraepelin, vol. m, pp. 62 ss. Sobre cambio de trabajo; Wey&andt, en Psychologische Arbeiten, ed. E. Kraepelin, vol. 11, pp. 118 ss. Una crírica de este trabajo en Seashore, op. cit. Sobre técnica del aprendizaje y «economía» del a prendizaje~ Christo Pemschew, en la revista Archiv f. d. ges. Psycbologie I (1903). Sobre solidez de la práctica, porejemplo: Swift, «Memory ofshitted movemenrs», en la revista PsychoL Bull. JI[ (1906), pp. 185-187. Sobre interrupción del trabajo yefatosde las pausas: Hylan y Kraepelin,enPsychoiogischeArbeiten, ed. E. Kraepelin, voL IV, pp. 454ss.; Oseretzkowsky, op. cit.; Heumann, en Psychologische Arbeitell, ed. E. Kraepelin, vol. IV, pp. 538 ss. Sobre la significación metodológica de las in/lestigacionessobre las pausas: el articulo de Kraepelin citado antes como número 3. Más bibliog~afía en el capítulo 2. Agradezco sus valiosas indicaciones al Sr. Dr. H. Gruhle en Heidelberg y al Privatdozent Dr. W. Hcllpach en Karlsruhe.
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FATIGA Y DESCANSO
Al concepto básico de «fatiga» se le contrapone el de (cdescanso». Ambos se refieren prácticamente a la disminución o a la recuperación de la capacidad de repetir rendimientos concretos en períodos de tiempo dados. Se supone que toda disminución de rendimiento, que constituye el síntoma de la «fatiga», se debe a un doble nlotivo: primero, a la obstaculización inmediata del rendimiento por una acumulación de factores causantes de fatiga; segundo, a la disminución de los elementos imprescindibles (o de algunos de ellos) para el rendimiento «(agotamiento»). Esta hipótesis ayuda a la interpretación del proceso de la «recuperación»; Para eliminar esa «obstaculización» inmediata bastan breves pausas entre las actividades, eventualmente algunos minutos, que permitan la eliminación de los elementos causantes de la fatiga mediante la irrigación del órgano concreto con sangre fresca. Para la eliminación del «agotamiento», es decir, para la reconstitución de las cualidades fisiológicas iniciales del ?rgano, son necesarios, en cambio, per!?dos de tiempo más largos, que, según Kraepelin, son de varias horas incluso en trabajos cortos. Según parece, por tanto, desde un punto de vista fisiológico, no está establecido con carácter definitivo si el proceso de la fatiga en actividades predominantemente no musculares, especialmente en actividades del sistema nervioso central, es de igual naturaleza que la interpretación química de la fatiga muscular desarrollada por J. Ranke, entre otros. Pero, en todo caso, parece que la fatiga actúa en ambos casos de manera igual en 10 que se refiere a sus efectos sobre el rendimiento. Por lo demás, es conocido que la {(fatiga» no es sólo consecuencia del {(trabajon en el sentido de la realización de un esfuerzo consciente, «externo» o «interno». Atendiendo a la experien-· cia, el sueño en cantidades suficientes es insustituible como medio para la eliminación de la fatiga general que se produce por el consumo de
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energía en la propia vida en vigili~ como tal, con independencia de si ese tiempo de vigilia se pasa «trabaJand?;) o en un .«d,esc~ns~» .absoluto. Apoyándose en una ligera adaptaclOn a las hlpotesls b~s~cas de las ciencias naturales, se supone, y se intenta demostrarlo emplncamente, que la «(fatiga» producida por el trabajo se inicia en el primer momento de la actividad y progresa sin cesar~n cua~to que no se produzca una recuperación por una pausa-, correspondIendo exactamente al co~ sumo de energía-que, por su parte, transcurre paralelamente ~l r~ndI miento del trabajo «real». En cuanto que el proceso del rendImIento contradiga esta hipótesis, esa discrepancia se imputa a los efectos de otros factores externos, que serán comentad.os má~ a~elante. Por ~so hay ~ue distinguir estrictamente entr: la «fatIga obJ~t}va», :s ~ecIr, la f~t1ga debida a los procesos metabóhcos, y la sensacH~n subjetIva de «fatIga», cuya naturaleza física, origen y desarrollo constItuye un proble~a (bastante complejo) de la Psicología. Tan cierto es que ~sta ~~ns~c~on. . s~b~ jetiva suele estar habitualmente en relación con la SItUaClOn ftsIs procesos patológicos de «(obstaculiza~ión»-, .n~ sobre laapt~tud «obJetIva» para el trabajo. A pesar de la «fatiga» SUbjetIva de sent~r d.~sgana en el t~a bajo se han logrado rendimientos no sólo Iguales, SillO lficl~so.supeno res (a consecuencia de la práctica). La cap,!ci~d de r~ndlmIento, en cuanto s,e pj~nse qu~ depende de la fatiga «obJetiva», funclOnac,?m? algo «que no se puede caracterizar psicológicamente» y se !,u~de anadu que tampoco se puede caracterizar com? algo causado PS!quIcamente, un.a ideatípica de la escuela de ~raepelm~ q~e.conductra con toda segundad todavja a alguna diSCUSIón de pnnCIplOS.
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fATIGA
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DESCANSO
Evidentemente, una discrepancia considerables y continua entre la fatiga «subjetiva» y la fatiga «objetiva» es un elemento que limita sen. siblemente el control de la energía y, consiguienJemente, el autocontrol orgánico del trabajo, y por ello amenaza indirectamente a ·la capacidad de rendimiento. La fatiga debida al traba;o, que es la única que tratamos aquí, es siempre consecuencia de actividades concretas. Esto significa, en el campo estrictamente «muscular», que la fatiga es el resultado de-la puesta en funcionamiento de determinados músculos o de grupos de músculos. Pero su efecto, sin embargo, no es puramente local. No se puede obtener la fatiga de un solo músculo, ni siquiera en un experimento que disponga de un aparato para ello, como, por ejemplo, el «ergógrafo») de Mosso, P9rque desde un punto de vista fisiológico nunca se actúa con un solo músculo. El rendimiento laboral es, más bien, la resultante de una serie, por así decir, de efectos superpuestos de distintos grupos de· músculos, y frecuentemente existen otros grupos de músculos que pueden entrar en funcionamiento, concretamente cuándo se excluyen o 'se agotan uno o 'varios de aquéllos. Pero, sobre todo, en toda actividad tienen que Intervenir con;untamente el sistema completo de órganos terminales periféricos, de conductos nerviosos y, ante todo, el sistema nervioso central. Y cuando parece discutirse sobre los nervios, sobre en qué se~tido pueden cansarse realmente por su puesta en funcionamiento o, al menos, sobre en qué tiempo pueden cansarse, esa fatiga por las actividades diarias normales, incluido el trabajo corporal, ocurre indudablemente en el cerebro. En teoría habría que separar, por tanto, fatiga «periférica» (músculos y órganos motores,terminales ) y fatiga «central». Pero incluso la fatiga del músculo generado en él, contemplándolo a él solo en los experimentos de contracciones musculares, sigue leyes bastante intrincadas (por ejemplo, según Volkmann, la transformación de la intensidad, no de la cantidad, de los procesos metabólicos, la lentitud creciente del proceso de oxidación sin una reducción esencial de la cantidad de materiales oxidados). El análisis de las causas se complica aún más por su combinación con los proceso~ centrales y por la transformación del estado y delci tensión de los músculos en el transcurso de su puesta en acción. Y como -aIii~os aparecen unidos en la práctica, por ejemplo en las curvas del ergograma, una medición separada de ambos componentes se encuentra naturalmente con las mayores dificultades. En todo caso, está reconocido 'que la fatiga corporal se extiende no sólo a la actividad concreta que provoca la fatiga sino también a aquellas funciones del sistema psicofísico puestas en marcha por aquella actividad. En ese sentido, al- menos, no es una situación psicofísica puramente local, sino general (o se convierte en general si continúa en funcionamiento el organismo durante bastante tiempo). Kraepelin, que en el terreno de las -actividades corporales reconoce
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fATIGA
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ampliamente la posibilidad de una fatiga parcial del organismo, supone que la fatiga «mental» es una fatiga general. Quizá vaya él aq~í demasiado lejos (véase más adelante), pero, en todo caso, el trabajo mental de determinada naturaleza fatiga el sistema central para otras actividades mentales, como aqueIJas cuya realización continuada c~u só la fatiga. Pero, además, el trabajo «corporal» fuerte produce fatiga también para la realización de actividades mentales, un efecto que parece haber sido comprobado experimentalmente, aunque ese efecto enseña, como lo enseña asimismo la experiencia cotidiana, que la estimuláción «psicomotriz» que suelen dejar tras de sí las actividades cQrporales puede quedar a veces «oculta» tanto subjetivamente como en la curva d~ la .tarea objetiva. Parece además que, a la inversa, la capacidad de rendimiento corporal se obstaculiza por un esfuerzo mental ant~rior; aun9u.e su alcance sea discutible y sea quizá distinto según el tipo de actiVidad (<
«psicológico» de las actividades sino su carácter «fisiológico), y quizá además una serie de circunstancias totalmente desconocidas hasta ahora. En principio, sólo parece segura una cosa: que la fatiga producida por el trabajo, incluso en tareas «puramente corpora.les» trasciende el ámbito de la actividad del organismo puesta directamente en funcionamien·to, precisamente porque siempre interviene el sistema nervioso central, y que cuanto más interviene, más mental es la actividad, es decir, que absorbe especialmente funciones del sistema nervioso central. El nivel y el ritmo de la «fatiga» objetiva se podría medir, en teoría, directamente por la reducción de la actividad, con todas las cautelas necesarias para separar las influencias colaterales; el nivel y el ritmo de la «recuperación» se podría medir comparando la capacidad de rendimiento después de una pausa con el grado de fatiga establecido al comienzo de la misma, y con iguales cautelas que antes. En realidad, la medición de los efectos de la fatiga (en el sentido de Kraepelin) sobre el proceso de la «curvadel trabajo» real representa un problema extraordinariamente difícil a causa del montón de elementos de distinta naturaleza que influyen en la configuración de esa curva. El intento de solución que ha hecho Kraepelin, a pesar de que se basa en el trabajo de toda una década, ha quedado realmente como una solución muy hipotética, incluso en su propia opinión: Hasta que se logre perfilar de una forma hasta cierto punto plausible el proceso de la fatiga.-¿ por qué vía?, de ello hablaremos más adelante-, Kraepelin opina que la fatiga varia considerablemente según el cambiante estado de ánimo cotidiano de una persona, pero que, no obstante, el ritmo de la fatiga muestra un significativo nivel de constancia en la misma persona. Kraepelin supone que en los individuos existe básicamente en igual medida «capacidad de fatiga» y «capacidad de recuperaciófi)); cuyos niveles y ritmos son determinables en actividades generales, pero no en actividades específicas; Kraepelin supone además que esas capacidades se pueden modificar considerablemente por la práctica (véase más adelante), pero que en su estructura básica representan una característica constante de la personalidad individual como tal y que, por tanto, podrían medirse en cualquier actividad de la misma; la capacidad de recuperación va unida la mayoría de las veces, entre otras cosas, a la profundidad del sueño del individuo. Este punto de vista de Kraepelin ha sido rebatido por psicólogos norteamericanos (Seashore), que han dicho que la «fatiga» no es algo homogéneo ni general, sino que el nivel y el tipo de fatiga depende del tipo de trabajo que lo causa, y que, por consiguiente, la «(capacidad de fatiga» de una persona no es una característica uniforme medible por la evolución de las distintas curvas de trabajo. El no especialista no puede emitir un juicio aquí; en la cuestión de los efectos recíprocos entre las actividades «corporales» y las «mentales, algunos resultados de los
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trabajos de la escu.ela de Kraepelin podrían insinuar un punto de vista diferente del suyo. Por lo demás, naturalmente, no entramos en la cuestión de hasta qué punto se podría determinar, con el punto de vista de Kraepelin, si las «características básicas)} de las que habla él son «innatas») o «adquiridas hereditariamentel>, lo que no es lo mismo. Las capacidades generales permanentes también se pueden «adquirir». Prescindiendo de la adquisición de una mayor capacidad de fatiga por enfermedad o por otras debilidades, especialmente de origen sexual o alcohólico, la vida de los jóvenes -incluido su tipo de alimentación, por ejemplo, la duración del tiempo de lactancia-, según recientes declaraciones influye con toda seguridad en su capacidad de rendimiento corporal posterior y sobre su capacidad de rendimiento mental, como se ha intentado demostrar en algunas ocasiones.
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PRÁCTICA
Otro concepto básico es el concepto de «práctica»; significa un incremento de la facilidad, de la celeridad, de la seguridad y de la uniformidad de una· determinada tarea a través de su repetición frecuente. La «práctica» en este sentido es un proceso complejo incluso en tareas sencillas, es decir, en actividades no descomponibles prácticamente en otros elementos, proceso en el que concurren una serie de causas para lograr esa mejora enJa.administración de la energía que cónstituye la esencia de la práctical • El efecto de la práctica es una utilización más ahorrativa y más exitosa de la reserva de. energía y de la «capacidad energética» de;:;: un sistema psicofísico dado, es decir, el logro de un mayor rendimiento (en términos:absolutos) con un consumo decreciente (al menos en térJD.inos relativos) de la cantidad de energía. Esta administración de la energía se rige sobre todo por la exclusión o por el funcionamiento limitado de todas las partes del aparato psicofísico que no sean imprescindibles para una actividad determinada. La actividad «corporal» y la actividad «(mental» son, en este sentido, un proces.o de mecanización y (automatización)) del máximo posible de los elementos integrantes de una tarea, que en un primer momento se realizan en t.odos sus detalles con un impulso consciente de la voluntad y c.on una atención sostenida. Esto quiere decir, por tanto, que mediante la repetición frecuente de una tarea se forma paulatinamente una capacidad para realizarla sin. poner. en funcionamiento los mecanismos conscientes de la voluntad y de la atención y para poder realizarla, finalmente, incluso mejor sin prestar atención a las distintas funciones del sistema psicofísico. Prescindiendo de que este proceso, bien conocido en la experiencia cotidiana, deja disponibles para otras funciones la voluntad consciente y la.atención y de que, por ell.o, es la base imprescindible de todas las tareas complejas y complicadas, este proceso supone pro-
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bablemente un considerable ahorro de energía al descargar al sistema nervioso central. La «automatización» parece que sólo se consigue en un alto nivel a través de la ritmización del trabajo, porque ésta facilita de forma sustancial la producción de reacciones tfpicas,sin que se articule ningún impulso de la voluntad, tanto en la actividad «corporal» como en la «mental)). La relación entre trabajo físico y el ritmo la ha aclarado Bücher, desde una perspectiva de la historia de la cultura,-en su hermoso y conocido libro. Pero lo que hay que tomar en cuenta para el análisis psicofísico es, en primer lugar, que los individuos parecen comportarse de modo muy diferente en cuanto al grado de su influenciabilidad por el ritmo: las personas que reaccionan básicamente de manera (muscular)) (véase más adelante) son muy influenciadas por, las ffiedificaciones en el ritmo del trabajo, según las observaciones de Specht, mientras que las personas que reaccionan de «manera sensorial)) no lo son en determinadas circunstancias. En segundo lugar, pa'rece que existe una gran diferencia a veces según si el ritmo le es impuesto al trabajador desde fuera o según si éste tiene un ritmo de trabajo adecuado a las condiciones estructurales de su sistema psicofísico. En la explicación de este extremo, Awranoff supone que la ritmización del trabajo debe sus resultados básicamente a su adaptación a las oscilaciones naturales de la voluntad y de la atención (véase más adelante). En todo caso, la significación de las diferencias individuales es muy distinta según el tipo de actividad y de ritmo. Es totalmente creíble que existan nunierosas actividades sencillas, como por ejemplo los ritmos de marcha y similares, a las que se adaptan fácilmente la gran mayoría de los seres humanos. Por otra parte, yen cambio, es también plausible la afirmación de que los individuos reaccionen de forma muy diferente a los distintos ritmos en tareas complejas y diferenciadas. La ritmización como medio de «(habituación») (véase más adelante) es importante precisamente en las tareas simultaneadas y lo es concretamente para poder adaptar las pausas mínimas e imperceptibles de las distintas tareas parciales entre sí, 10 cual es muy importante para la realización de actividades complejas, como se comentará más adelante. Laautomatización de las tareas parece ir simultáneamente con una transformación del proceso reactivo-aunque no siempre, pero sí ocurre con frecuencia y precisamente donde la automatización alcanza el máximo nive1-, transformación que posibilita, hablando desde un punto de vista fisiológico, el aprovechamiento de los' efectos secundarios del estímulo mediante su «suma)). Parece que este proceso se produce en todo tipo de actividad. En la puesta en acción de los músculos significa sencillamente que, por la aceleración de la sucesión concatenada de los distintos estímulos, el estímulo que provoca la contracción muscular siguiente actúa antes de que haya pasado totalmente la contracción
anterior, posiblemente en el momento del nivel máximo de la primera contracción o incluso antes de que comenzara (en el momento llamado «situació~ de latencia» del primer estímulo). Si es esto último lo que ocurre, el mtenso esfuerzo adicional que exige una aceleración tan fuerte --:.esfuerzo adicional que siempre es más que proporcional- puede ser sobrecompensado, sin embargo, por los efectos de la «superposición de los estímulos»). Esto significa en la práctica lo siguiente: una suma de pequeñ,os e~tímulos, imperceptibles a veces y por ello no articulados en la concIe.ncla, puede tener un efecto suma continuado, que podría no logrars.e Incluso con estímulos mucho más intensos, si éstos se producen en Intervalos mayores de tiempo, porque en el caso de los estímulos pequeños se pierde mucho menos de los distintos estímulos que en el último caso. Este comportamiento de los músculos, como de forma acalambrada -cuyos efectos se pueden observar, según parece, en el ergógrafo cuando .s,e acelera la velocidad de las curvas del trabajoparece encontrar un paralelismo sobre todo en el trabajo «mental», no «muscular», en el aprovechamiento por parte de la actividad mental de u,na estimulación ,igualmente «de forma acalambrada» que surge, por ejemplo, con la aceleración máxima que se produce al hacer la operación ,de sumar, pero que se da también en la realizaci
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de su ralentización al tener que activar necesariamente otros impulsos y reacciones con otra dirección. Paralelos a estos procesos, en la «práctica» se dan otros proces,?s, que contribuyen igual~ente a la administ"r~ci?n de las fue~zas del Sl~ tema psicofísico. En pnmer lugar, en la practica de los musculo~ utilizados para una determinada reacción. Los músculos son, en SI, «la dínamo más completa que conocemos», en expresión de Munk, porque en algunas circunstancias pueden transformar h~st.a el 40% de la e~er gía química de las materias consumidas en r~ndlmlento laboral (n~l1e~ tras que es-conocido que la porción que se pIerde en todas las ~(maqul nas)} como calor no utilizado llega hasta el 9/10 y más). Una mayor práctica signific"a una reducción c.ontinua ~e. la tensión muscular empleada inútilmente en un~ deter~mada act1vid~? o, expresado. d~ otra manera, significa una contmua mejora de la relaclOn entre el rendImiento fisiológico y el rendimiento (energético) físico. E~to sucede, sobre to~o. por la mayor limitación del movimiento, en pr.tmer l':1~ar, a lo~ ~us culos que participan directamente en la respectIva actIvidad: ~hmlna ción del movimiento simultáneo de otros músculos no necesanos ~ara la actividad en cuestión y que al principio de la práctica actúa maSivamente de manera involuntaria, movimiento simultáneo que es el. sí.ntoma externo característico de la «torpeza» y un daño para la a?~lnIS tración de la energía; en segundo lugar, por la limitación del movur.uento a aquellos músculos, entre los varios posibles, que pueda~ reahzar la correspondiente actividad utilizando la menor fuerza pOSIble. Los especialistas no parec~n ?ab~~ determina~o s~, en e~tos proc;~os,. se produce también una ehmlllaclOn de cualqUIer ImpedImento hSICO Interno que impida el mayor juego libre posible de los mÚscu,los. De las d~s direcciones mencionadas en las que avanza la econornla de la e~~rgla con la práctica, la más inte,resante es el desplazamiento ~e la actIVidad hacia aquellos músculos que requieren un menor despheg~e de energía. Sobre este desplazamiento ha de~arrollado Gerso~ reCIentemente algunas teorías en un sugerente y reciente ensayo. Segun yo lo veo, l~s ha desarrollado desde el punto de vista de la economía del trabaJO (Arbeitsokonomie) y están dirigidas al no especialista -en parte r;sponden a la experiencia del no experto-, aunque naturalmente solo pueden ser comprobadas en su alcance, y en sus det~lle~ por un especialista en fisiología. Según esas teo.rías, la automaUzaClOn y la aceleración, que son condiciones del ahorro de energía, alca~zan su punto máximo en aquellos movimientos que pue~an ser .~eahzad~s yor los músculos mds pequeños, cuyo «umbral de e~tirnulaclon» es baJO y cuya emisión de energía en las distintas contracclO~es.permanezca a~go por debajo del umbral de la conciencia; cada mOVlmlento de los musculos mayores, por el contrario, exige un estímulo fuerte para poner. se . en funcionamiento (<
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Gerson, el efecto del estimulo y el proceso de la reacción es tan lento y cada movimiento individual representa tal gasto de energía (por ejemplo, los movimientos de un herrero o de un remero; otra cosa son los movimientos de la marcha, mientras el tipo de marcha no sea especialmente pesada) que es más difícil automatizarlo que los movimientos de los músculos más pequeños (por ejemplo, los movimientos de la escritura). El desplazamiento de la mayor parte de las actividades hacia los músculos más pequeños que provoca-un determinado objetivo, concretamente hacia los músculos-de la mano, y la descarga de los músculos mayores significan, por eUo,'un aprovechamiento más completo de la tensión muscular, porque el aprovechamiento de la automatización y los efectos estimulantes pueden ser ahí más completos, incluso si la energía que han de gastar los músculos pequeños en conjunto para un deterl!linadc;> objetivo no es menor que la que tendrían que utilizar los músculos grandes para ese mismo objetivo. No se puede poner en duda que las máquinas modernas, en general, ha"o procurado una liberación de los músculos grandes cargando el peso en los pequeños. ~ería muy fructífero analizar más profundamente la evolución de la técnica desde esta perspectiva, por muy poco pertinente que sea querer exphcar toda la historia de la cultura o incluso toda la historla de la técnica por el «prinCipio de los músculos más pequeños», por así decir. Más necesitada de una investigación más detallada está la cu~stión de hasta qué punto juega un papel en los procesos de la prdctica individual ese desarrollo de la técnica que sí lo juega en la historia delacultura, aunque dentro de ciertos límites no determinables a priori. Si realmente existe la posibilidad de una utilización aproximadamente igual de distintos grupos de músculos para una misma tarea (sólo el especialista podrá mostrar en un análisis concreto dónde ocurre esto y con qué frecuencia), a la larga tendrá lugar la exclusión de todos los demás músculos, excepto de aquel que se pueda utilizar con el máximo ahorro de energía. En muchos casos, ese músculo será al mismo tiempo el músculo más pequeño. Pero sólo una investigación especializada podría determinar si siempre lo va aser. En todo caso, en la «práctica» tiene lugar con cierta frecuencia, en realidad, un desplazamiento en los medios utilizados para una determinada"tarea, como ocurre en los músculos del brazo y de la mano. Ese desplazamiento se da también, de un modo característico, en el terreno de las actividades «mentales». Una misma actividad puede realizarse en no pocos 'casos con medios muy distintos. Se suelen distinguir, por ejemplo, varios tipos de memoria según se graben, por ejemplo, los números o las sílabas visualmente (imdgenes de los números o de las sílabas) o auditivarnente (imágenes auditivas: se oyen «interiormente))) o motoramente (se sienten susurrar (cinteriormente») o según funcione mayoritariamente uno de esos-tipos,_pues muchas veces
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se trata solamente de la preponderancia de un tipo de memoria sobre los otros. Según esto., Kraepelin quiso distinguir entre memorización sensorial (Erlernung) y «práctica)~ (adiestramiento motor), a las que cabría añadir, como insinuó él mismo, un tercer tipo, «la práctica por asociación»). En la actividad de la memoria parece que sólo se puede distinguir prácticamente entre un tipo 9.e memoria más «visual,~ y un tipo de memoria más auditivo-motora. El ejemplo más conocido y más citado eran los dos virtuosistas matemáticos.Inaudi y Diamondi: éste último se aprendía los números con imágenes visuales y el primero~ que había sido analfabeto hasta los años veinte' años, 10 hacía de manera auditivo-motora. Se trata de dos «tipos de percepción» que descansan en cierta medida en una disposición innata -frecuentemente es innata en una gran medida-, pero se dan muchísimo, por otra parte, según la dirección que haya tomado de hecho la «práctica)), como ha destacado Henry. La pertenencia a un tipo de percepción o a otro y la posibilidad de cambiar entre un tipo de «percepción» y otro -posibilidad existente en algún grado en la mayoría de los individuos- es presumiblemente muy importante para la posibilidad de simultanear varias tareas parciales, como se comentará más adelante. De manera similar se suelen distinguir también «tipos de reacción», según si, en el transcurso de la reacción al estímulo, la atención se dirige principalmente al estímulo o al movimiento que hay que realiz~r: reacción «sensoriah~ o. reacción «motora». Baldwin quiso combinar estos tipos con los tipos de percepción y de lenguaje y, como sobre la base de algunas observaciones se suponía que la reacción <'sensoriah~ era más lenta, quiso establecer el tiempo de duración de la reacción como la característica decisiva de los individuos. Esa contraposición en el tipo de reacción tiene que ver con importantes diferencias de la personalidad (de los «temperamentos,,), aunque sea una contraposición relativa en la mayoría de los casos. El tipo «sensorial» suele distinguirse, por ejemplo, por una mayor capacidad para la «crítica» y-una mayor «pasividad»; el tipo de reacción «motora,) suele distinguirse púr una mayor «actividad» y prontitud, por un multifacetisnlO. Pero la circunstancia de que sean más frecuentes los tipos «sensoriales) auditivos qQ.e los tipos de reacción sensorial parece excluir que se pueda hacer, una sencilla clasificación de la personalidad en «sensorial" y «motora.). Tampoco se cubren entre sí los «tipos perceptivos) y los «tipos reactivos)). Y Flournoy cree haber demostrado que la reacción sensorial es usualmente la más lenta, perú no siempre, afirmación que hay que entenderla motivada por la relativa «pureza» de los tipos «
rentemente respecto a ambos tipos, es decir, individuos enlos que se produzca una reacción con igual rapidez, pero que dirijan su atención prioritariamente al estímulo o a la reacción o a ninguno de los dos. Pero, de todos modos, en muchos casos sigue siendo un factor importante de la capacidad del rendimiento del individuo tanto el diferente tipo de rea~ción a la que está acostumbrado como su «tipo de percepción)~ y, sobre todo, la mayor o menor capacidad para cambiar el tipo de utilización que haga de su si-stema psicofísico; es u'n factor importante de la capacidad de rendimiento y, Inás concretamente, de su capacidad para rea.Iizar acciones complejas. Se puede ver entonces que, con la «práctica~), se produce con cierta frecuencia en la misma persona un cambio de estas condiciones, en especial si se desplaza la práctica mayormente al aumento de la rapidez de la acción. Ocurre entonces frecuentemente que el agente pase sin darse cuenta de la práctica «sensorial" a 13 «motora» para facilitar de esa manera la aceleración y mecanización de la acción. Pues, aun cuando se niegue que una acción (Cmotora»en sí misma signifique una velocidad mayor, la expulsión de la acción -del campo de la atención cons~iente y de la voluntad (la «automatización») sí está, sin embargo, en estrecha relación con un predominio del tipo de reacción motora. El tipo de reacción motora tiene asimismo una ventaja para la rapidez de la acción (al contrario que para su precisión): la de poder aprovechar la estimulación general (<
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predominar en ella más los efectos de la fatiga que los del aumento de la.práctica. Por este motivo, el incremento de la práctica se suele medir por el aumento que manifieste la capacidad de rendimiento al comienzo de un nuevo período de trabajo, separado del anterior por una pausa suficiente para la recuperación, especialmente al comienzo de una nueva jornada de trabajo respecto a la jornada anterior. Pero, por otra parte, de acuerdo con la experiencia y con los experimentos, se considera que el nivel de {(experiencia» logrado comien~a a descender inmediatamente con el cese de la repetición de la tarea, primero rápidamente y luego más despacio ("pérdida de práctica»); de esta manera sólo se está midiendo lo que queda del aumento de práctica al comienzo del nuevo período de trabajo (<
anterior de destreza tras largos períodos de interrupción de la actividad. Mientras que la destreza comienza a descender, primeramente, muy deprisa, parece que este descenso se ralentiza 'paulatinamente y que durante largos períodos subsiste una capacidad para una rápida recuperación del nivel de destreza existente con anterioridad. Un experimento (norteamericano)·con máquinas de escribir mostró, por ejemplo, que el nivel de destreza mecanográfica adquirido al final de un período de cincuenta días se recuperó al decimotercer día después de una pausa de más de dos años, durante la cual la persona con la que se hizo el experimento se había deshabituado por completo a escribir a máquina. El (remanente de práctica» se pone de manifiesto en que el tiempo necesario de. práctica se reduce a una'é'uarta parte aproximadamente. Pero, por otra parte, parece estar establecido por una comprobación experimental de conocidas experiencias cotidianas que incluso un nivel de destreza tan elevado nunca inmuniza contra la ({pérdida de práctica», sino que toda interrupción, incluso en obreros muy experimentados (contables, cajistas, virtuosos del piano), se siente inmediatamente en la continuación de. la práctica, lo cual es de una importancia práctica considerable para la cuestión de los·~cambios de trabajo. Los trabajos de la escuela de Kraepelin han sacado algunas conclusiones importantes, según la opinión de su director, sobre las relaciones recíprocas entre fatiga y práctica y sobre la disposición hacia ambas. Kraepelin considera como experimentalmente demostrable que un «(trabajo fatigoso», es decir, un trabajo realizado en situación de profundo agotamiento, deje pocos o nulos remanentes de práctica, es decir, que tenga un escaso valor para la práctica. Y, lo que es más importante, Kraepelin tiene además por· bastante seguro que el nivel de la capacidad de fatiga y el nivel de la capacidad de práctica se corresponden aproximadamente entre sí en una misma persona. La validez general de esta observación ha sido puesta en duda por otros. Kraepelin, por su parte, cree probable que a una gran {(capacidad de práctica» le corresponda una escasa (solidez de práctica», de modo que surgiría un nuevo tipo psíquico específico y lábil, combinando la disposición hacia una práctica rápida, una fatiga rápida y' una rápida pérdida de práctica. Esto, sin embargo, no está tampoco fuera de discusión, al menos si hay que entender por ello una clasificación unitaria de las posibles formas de comportamiento del hombre., Por otro lado, parece poder establecerse que la capacidad de práctica y la capacidad absoluta de rendimiento no guardan relación entre sí. Una persona con una capacidad máxima de rendimiento muy limitada (para una tarea determinada) puede alcanzar su punto máximo más rápidamente o también más lentamente que otra persona con una capacidad máxima de rendimiento más elevada. «(Fatiga» y (práctica» se contraponen entre sí en muchos aspectos. Los efectos de la fatiga son, por su propia naturaleza, pasajeros, dejan-
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do a un lado los casos patológicos. Por el contrario, los efectos de la práctica son siempre duraderos, aunque de distinta duración según los individuos. De la fatiga parece que puede establecerse, como ya ha sido mencionado, que se convierte en algo general que afecra a todo el organismo, al menos cuando es una fatiga profunda y cuando se trata de actividades «mentales»; de él se puede decir también que reduce el nivel de todas las acciones y no sólo de las acciones emprendidas expresamente, aunque esto lo haga de manera muy distinta. La práctica, por el contrario, es, por su propia naturaleza, «parcial» y concreta. En las actividades puramente ffsicasexcluye los movimientos simultáneos, antieconómicos, de todos aquellos músculos de los que se pueda prescindir para realizar la tarea que se quiere realizar, limitando la pues-ta en funcionamiento a aquellos músculos que puedan trabajaren cada caso con un uso de energía más conveniente y luego aumentando ésta cuando la práctica se continúa; además, la práctica «automatiza» al máximo su funcionamiento, es decir, ahorra la puesta en acción de la voluntad consciente; en resumen, la práctica actúa por la vía de poner fUda de funcionamiento al máximo número posible de órganos. En la ejercitación de las actividades «mentales» se trata igualmente de buscar una puesta en funcionamiento del sistema psicofísico que permita la realización de una tar~a con el mínimo de esfuerzo y una vez encontrada la forma adecuada ~por ejemplo, la forma «auditivo-motora» del aprendizaje-se trata asimismo de «automatizarla» al máximo. En todos los casos, por tanto, la «práctica» en una determinada tarea restringe el campo de las funciones psicofísicas que se utilIzan para su realización. Lo que, sin embargo, resulta problemático y al parecer no se puede determinar es hasta dónde puede llegar esta restricción de funciones en el caso concreto. Esta cuestión puede también plantearse al revés y adquiere entonces una importancia considerable, porque la puesta en acción simultánea de otras funciones podría significar, quizá, según las circunstancias, una ca-práctica simultánea con esas otras funciones. Se ha intentando repetidas veces identificar la «práctica» con la «memoria» o subsumirla dentro de este concepto como un caso especial, pero también se ha intentado diferenciarla de la memoria. Estas cuestiones no nos afectan a nosotros ahora, 'pues está claro que si por ((memoria» se entiende solamente el almacenamiento de impresiones y la capacidad de reproducirlas intencionadamente o por una asociación casual, los efectos de la «práctica» llegan mucho más lejos; sin perjuicio de lo-dicho anteriormente sobre las diferencias entre los efectos de la práctica y los de la fatiga, está totalmente daro, no obstante, que la práctica no s610 favorece la repetición de la tarea concreta practicada sino que favorece el rumbo general de la actividad psíquica, de la que aquella tarea era una función concreta; esto es así en muchos casos, y especialmente en ciertas actividades mentales. De esta manera, por
la práctica de reproducir determinadas impresiones concretas no sólo se aumenta la capacidad para observar esas impresiones, sino que se aumenta la capacidad de observación en general, según muestran ineq~ívo~amente algunos experimentos, es decir, que «se practica» esta capacidad. En algunos casos de actividades memorísticas, después de un largo período de varios meses, incluso se ha encontrado un .«remanente de práctica» mayor que el nivel de práctica alcanzado al final del período de práctica anterior. La interpretación de este dato es controvertida: para G. E. Müller se trata del «perfeccionamiento latente de unas capacidades que habían sido estimuladas con anterioridad» en conexión con el descanso; para los propios autores del experimento, Ebert y Meumann, se trata de una ~
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práctica simultánea en el ámbito de la capacidad de observación se escalona según el.nivel de parentesco entre las tareas «co-practicadas simultáneamente» y la tarea practicada directamente ha encontrado algunas objeciones. Respecto a esa afirmación se ha dicho que habrían de considerarse como causas de un incremento general de la capacidad de rendimiento la mejora de la «sensibilidad») subjetiva, la mejora de las «técnicas de aprendizaje» y el aUUlento general de la «capacidad de concentración». Sea como sea, también en esta última suposición se copractican simultáneamente con determinadas tareas concretas algunas «capacidades» generales que transcienden a. esas tareas concretas, capacidades generales que también favorecen la realización de otras tareas distintas a las tareas practicadas directamente; lo importante sería precisamente saber qué tareas podrían verse afectadas en el caso concreto por esos efectos indirectos de la práctica. Si se supieran más datos al respecto, sedan muy significativos para muy variados problemas; por ejemplo, la amplia dependencia existente entre la cualificación profesional y las influencias recibidas en la época de la máxima plasticidad del individuo -la primera juventud-, dependencia que ha sido afirmada y en parte también estudiada, podría subsumirse en una parte considerable dentro del concepto mas amplio de «práctica previa». La significación que tiene el tipo de formaciónesco[ar para la cualificación profesional en el trabajo industrial moderno, la influencia que tiene sobre esta cualificación el estilo de vida «practicado» por las confesiones religiosas -influencia afirmada con cierta frecuencia para el presente e,influencia probable en ciertos casos-, la influencia que ejerce sobre la capacidad de rendimiento en las fábricas el hecho de haberse criado en la ciudad o de provenir de determinados ambientes económicos y, por último, el tipo de empleo que tiene la juventud, por ejemplo, en las empresas industriales-domésticas de los padres~ y otras influencias generales que recibe la juventud -entre las que hay que contar el servicio militar moderno--, todos estos fenómenos están considerados con razón como altamente decisivos para el desarrollo de aquellas capaci· dades que son importantes para el empleo de la población en la industria. Es, por supuesto, muy discutible si el modo de influencia de esas condiciones ambientales se puede encuadrar -o más bien cómo pueda encuadrarse- en los conceptos de «práctica previa) y de «co·práctica simultánea», si se entienden estos últimos en el sentido estricto de la psicología especializada; pues hasta ahora faltan conocimientos en alguna medida,exactos sobre qué capacidades reciben, o pueden recibir, los efectos de «práctica previa» o de «(co-práctica simultánea» de esas influencias ambientales; y por esta razón apenas se va más allá de vagas generalidades. en ese sentido. Las investigaciones que tocan este tema se mueven en el campo, "efectivamente. muy, importante, de la capacidad de rendimiento inte-
lectual. Bolton intentó demostrar experimentalmente, en niños de distinta procedencia social, la probabilidad (?) de que determinados tipos de- actividad motora, concretamente determinados movimientos que requieren una reacción rápida y exacta (como, por ejemplo, el meter una aguja en los agujeros de una cinta en movimiento) estuvieran en correlación con el nivel de desarrollo de la inteligencia. Partiendo de esas y similares observaciones se ha llegado a veces, por ejemplo, a la conclusión, más o menos, de que un enriquecimiento del sistema psicofísico con algunas capacidades motoras conduce a un enriquecimiento de la vida mental con «ideas de movimiento» y por ahí a un desarrollo de la vida mental (<
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cados, en el sentido de la administración económica de la energía fisiológica. De todas formas, en todos esos casos el concepto de «práctica previa» sigue siendo un concepto bastante vago, pues no caen precisamente bajo ese concepto las importantes y decisivas influencias que los añps de juventud ejercen sobre-el desarrollo o no desarrollo de las capacidades físicas o intelectuales generales; y de ese concepto se había partido anteriormente cuando se planteó la cuestión de qué otras tareas concretas se co-practican simultáneamente cuando se practica asiduamente una determinada tarea concreta o de si existe -siquiera ese efecto de co-práctica simultánea y se puede formular alguna afirmación sobre su alcance. Sobre esta cuestión no disponemos en este momento, que yo sepa, de investigaciones exactas, pues los efectos de una tarea anterior sobre otra tarea posterior cuando se cambia de trabajo--de lo que hablaremos más adelante- caen bajo otros puntos de vista totalmente distiQtos. NOTAS 1. La intervención del s,i.stema netvioso central muestra, por ejemplo, el efecto de la práCtica de los músculos de una parte del cuerpo sobre los músculos de la otra parte. 2. Por lo demás, parece que todavía está muy poco chlra la cuestión de la «superposición" de los estímulos 'Para la actividad del sistema nervioso central concretamente, porque este sistema parece que no está en condLclones de enviar impulsos distintos y pQrque .:;ada Impulso tiene, según la opinión de los experws, una .. frecuencLa natural» que, al parecer, no es influenciable en su ritmo. Esro modificaría la mterpretación de los fenómenos mencionados en el texto, sin perjudicar su trascendencia práctica. 3. Según una opinión que, por lo demás, esrá:siendo todavía muy discutida entre los especlalistas. 4. No se consideran en este contexto la cuestión de la práctica simultánea de los correspondientes miembros de la -otra media parte del c:uerpo ni fenómenos como la práctica simultánea en el sentido del tacto de puntos simétricos de la piel; no se consideran o se consideran solamente en cuanto que muestran que \01 «práctica" no es, en· rodo caso, ningún proceso concreto periférico.
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. LA INTERACCIÓN ENTRE LA FATIGA Y LA PRÁCTICA. OTROS COMPONENTES DE LA CURVA DEL RENDIMIENTO: «ESTIMULACIÓN», «IMPULSO DE LA VOLUNTAD», «HABITUACIÓN»
La práctica y la fatiga principalmente determinan, en su mutua interacción, la evolu~ión de la curva diaria del rendimiento. Su influencia no sólo es distinta según los individuos ~según la respectiva «capacidad de fatiga», «capacidad de práctica», etc.-, sino que es distinta en el mismo individuo según el tipo de tarea; por ejemplo, la curva de rendimiento en la operación de sumar números es distinta, en el mismo individuo, a la de la memorización, porque ambas actividades requie,. ren muy distintos tipos de funcionamiento del sistema psicoffsico y un distinto nivel de esfuerzo; por esta razón, el resultado derivado de la contraposición entre práctica y fatiga tiene que ser asimismo distinto. Pero la evolución de la curva de trabajo y sus diferencias según los individuos y según el tipo de tarea están sometidas también a otras circunstancias. La fatiga y la práctica no las determinan con carácter exclusivo ni tampoco las determinan en el sentido de que, si existiera al comienzo de la jornada laboral un nivel de capacidad de rendimiento con tendencia a mantenerse constante, ese nivel sólo fuera a cambiarse por el efecto de los dos mencionados factores. Parece que se hacen notar otros factores, por ejemplo, los efectos de la comida, que se hacen sentir durante la digestión, al principio entorpeciendo la tarea y luego, en cambio, en las horas posteriores de la tarde, estimulándola. Si la diferencia entre el rendimiento antes y después del mediodía se manifiesta en el ergógrafo en que el número de puntas se mantiene igualo se reduce mientras que su altura sube, se podría intentar poner en relación esta observación con la tesis -discutida y de difícil demostración~ de que el número de puntas es básicamente actividad muscular y su altura, en cambio, está producida por el sistema central. Sea como fuere, lo que sí parece seguro es que la curva diaria del rendimiento está sometida también a otras oscilaciones espontáneas, independientes de la fatiga
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producida por la actividad, que tienen una evolución característica en cada individuo, com.o afirmó M.osso. Existen, en todo caso, en el ámbito de las actividades «mentales» y «nervi.osas», «trabajad.ores de mañana» y «trabajadores de tarde», como muestra la experiencia cotidiana y como parecen confirmar los experimentos, y se dice que-la diferencia entre un.os y otros es una cuestión de la propia constitución física (?). Kraepelin ha planteado la hipótesis -manteniend.o también aquí su concepto estrictamente fisiológico de «fatiga»- de que el factor decisivo para la «aparente» fatiga matutina es la profundidad del sueño y el c.orrespondiente ritmo de los procesos metabólicos, es decir, del grado en que se haya realizado o no la absorción de nuevas partes en el tejido que está operando. En todo caso, está claro que, además de los factores ya mencionados de la «capacidad de fatigan, de la «capacidad de práctica» y otros similares, existen otras diferencias individuales en el sistema psicofísico permanentes, aunque no necesariamente hereditarias, y que influyen ampliamente sobre la evolución de la curva del rendimiento. S.obre la base de estas .observaciones se han propuesto determinados métodos de medida para establecer cómo discurre en los individuos la curva de rendimiento o, induso con carácter más general, la «curva de la energía psíquica»; W. Stern, por ejemplo, ha propuesto el ritmo al llevar un compás sencillo como una característica del «ritmo psíquico» de la personalidad. Sobre el valor de estos métodos sólo los especialistas están llamados a emitir un juicio. Lo que, en todo caso, nos tememos es que no existan en este punto actualmente instrumentos de medida claros y sencillos, porque parece muy·problemático realmente el hecho de una «energía psíquica». Las investigaciones empíricas parecen presuponer, más bien, que esa «energía) no es la determinante sino la resultante de una serie de distintos elementos, como lo es la (Ccurva del trabajon. Kraepelin y sus discípulos han intentando determinar otros c.omp.onentes de la curva de trabajo y formularlos conceptualmente, además de la (cfatigan y de la «práctica». Y precisamente son esos otros componentes los que, por su .origen más .o menos «afectivo» -en parte, directamente psíquico-, resultaban menos fácil de situar en la relación mecánica que Kraepelin había establecido entre los distintos pr.ocesos metabólic.os contrapuestos entre sÍ. Entre esos componentes está la transforma.ción general de los hábitos psíquicos que genera el propio trabajo en el obrer.o, la (estimulaciónn, -que Kraepelin define como la «eliminación de la inercia del sistema», como «la puesta en funcionamiento» de todas las zonas psicofísicas necesarias para el trabajo respectiv.o;,la define, por tant.o, como.un estad.o ~(psicomotor» que entra en acción inconscientemente o, en todo caso, sin quererlo; un estímulo que facilita ~l trabajo, con independencia del nivel de práctica que se tenga, y cuya n.ota característica es que suele producirse p.oco tiempo
después del comienzo del trabajo yque desaparece tras realizar una pausa bastante breve en el trabajo (a veces bastan 15 minutos). De este hecho se sacan las más distintas consecuencias para la obtención del efecto óptimo de las pausas en el traba;o, según su duración y distribución, en conexión c.on la fatiga, el descanso, la práctica y la- pérdida de práctica. En todo caso, el nivel de estimulabilidad no sólo es distinto según los ind·ividuos, sino también según el tipo de trabaj.o, especialmente según el nivel del interés en-el traba;o. La escuela de Kraepelin hace una distinción entre esta estimulación pr.oducida mecánicamente -sin ninguna intervención activa de la voluntad- que favorece el desarrollo del trabajo, pero que también acelera la fatiga, y los efectos de los «impulsos de la voluntadu (Willensantrieb). Por «impulso de la voluntadn entienden un impulso generado por una situación-especial y que pr.oduce un repentino crecimiento, a diferencia de ese nivel medio de «(tensión de la voluntad) (Willensanspannung) que subyace en todo el desarrollo de la curva de trabajo. Dicen que ese impulso- hace su aparición al comienzo del trabajo, con una breve elevación de la curva del rendimiento, después de las pausas y también, con bastante regularidad, al final del trabajo, pero que también se produce cuand.o se siente subjetivamente la fatiga y cuando existe la decisión de no bajar el rendimiento; dicen que se hace notar mucho, en una curva de trabajo inestable, cuando una dificultad especial de la actividad exige una intervención más frecuente de la voluntad para poder superarla. Al parecer ese ~ámpulso» es influido negativamente por el aburrimiento del trabajo y, al comienzo del trabajo, por saber que se está ante una larga jornada de trabajo. Mientras que una mayor o menor c(desgana)~ en el trabajo, y la «fatiga» psíquica producida por.ella, no influencia, o influencia apenas, la capacidad de rendimiento, concretamente, la evolución de la fatiga (<
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experimentos no son comparables directamente con el trabajo de cada día, por ejemplo, en una fábrica. En el trabajo cotidiano, en todo caso, desempeña un papel predominante el interés económico del trabajo, y a veces también el interés ideal o el interés suscitado por la relación psicológica con el trabajo. En las curvas de trabajo obtenidas experimentalnlente, que descan san en un nivel considerable de tensión, el influjo del factoc voluntad que haya en esa tensión se manifiesta en los distintos niveles de fatiga que producen las tareas, en cuyo resultado intecviene intensam~nte la voluntad y respecto al cual la voluntad no puede influenciado o en muy pequeña medida. Cuando en ciertos experimentos sobre las «interrupciones)), por ejemplo, la curva de fatiga de la actividad de sumar númecos es más empinada que la curva del aprendizaje de los números y de las sílabas -aunque la suma es, sin' duda, 'una tarea más f~cil-, esto habría que atribuirlo con razón (con Vogt) aque las actividades de pura memoria no están influidas por la voluntad o lo están incomparablemente menos que cuando se trata de la rapidez en la suma. Por tanto, el que las tareas de la capacidad· de observación no dependan básicamente de la voluntad no está evidentem'ente en contradicción con que -sea demostrable experimentalmente que el interés tenga una significación decisiva en la selección de lo que se retiene realmente en la memoria. (En este punto han fracasado frecuentemente los intentos por establecer diferencias individuales en la capacidad de atención corno tal, pues, por ejemplo, distintos escolares, qui~á con la misma capacidad de atención, mostraron las máximas diferencias en el rendimiento de la memoria para los mismos contenidos según la dirección de sus intereses.) Tampoco contradice al hecho de que el nivel de concentración de la atención afecte determinante mente al rendimiento de la memoria ni que la actividad de la memoria sea, por su parte, sin duda, una «actividad de la voluntad), si es que se sigue manteniendo en algún sentido el concepto, psicológicamente complejo,. de voluntad. No hay contradicción, pues, en aquella afirmación; se trata de que, con la misma atención, tanto en un caso como en el otro, el esfuerzo puede influenciar la rapidez y la amplitud del resultado de la tarea en un caso (en la suma) más intensamente que en el otro caso. Si la interpretación de Vogt es correcta, sería de gran interés analizar el mayor número posible de distintos tipos de tareas, viendo en qué sentido y en qué medida pu~den cQ-determinar los «influjos de la voluntad» el resultado de una tarea y, consiguientemente, el de la fatiga. Hasta donde yo sé, no existen investigaciones sistematizadas_ de esta clase. Otro factor de la curva de trabajo lo encuentra Kraepelin (y, después de él, Wundt) en la habituación (Gewohnung). A veces se la denomina también, a ella o las situaciones psicológicas de la misma naturaleza, «estar familiarizado) con una concreta actividad. Esta fa-
miliaridad con un determinado tipo de tarea se manifiesta en la adquisición de una mayor práctica, tras la desaparición, en la persona «deshabituada»), de la sensación de «inadecuación» interior de su sistema psicofísico a la tarea, al realizar un trabajo que no había practicado durante mucho tiempo. Esto ocurre en las tareas sencillas incluso después de unos pocos días. El efecto de ese «proceso de habituaeión» se ve en el bcusco y rápido aumento del rendimiento, más rápido que el que permite exp1icar el aumento normal de la práctica.
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NOTAS 1. La escuela dc Kracpelín (Osererzkowsky y Kraepelin) rechaza la tesis de que las partes musicales cn cono mayot tengan un efecto aumentativo del rendimiento y las partes musicales en tono menor un efecto reductivo. Según ellos, sólo el ritmo influye a su manera sobre el rendimiento laboral.
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4 LA «HABITUACIÓN» EN LAS INTERRUPCIONES DEL TRABAJO Y EN LA REALIZACIÓN SIMULTÁNEA DE VARIAS TAREAS. DIFERENCIAS DE LA CURVA DE RENDIMIENTO EN TRABAJOS SIMPLES Y COMPLEJOS; EL CAMBIO DE TRABAJO
El concep~o de «habituación» obtiene ahora una mayor significación en un sentido algo diferente, especialmente en el ámbito de las «interrupciones del trabajo» y de la «realización simultánea de varias tareas». El entorno en el que se desarcolla una tarea ejerce una influencia continua que atrae sobre sí la atención, es decir, intenta «desviarla» del trabajo. El nivel de «capacidad de distracción» 0, a la inversa el de resistencia a las distracciones -la «capacidad de concentración'»- es muy distinto según los individuos. Está considerada como una predisposición general, frecuentemente de base hereditaria, lo que no excluye, sin embargo, que individuos con una misma capacidad general de concentración se distraigan de manera muy diferente ante los mismos tipos de influencias perturbardoras: la historia individual de cada personalidad así como otras diferencias en las predisposiciones naturales (por ejemplo, en la predisposición musical) están frecuentemente a la base de profundas diferencias de «receptividad» respecto a las mismas impresiones. En todo caso, la capacidad de «concentración» -sea innata o adquirida- representa un factor de extrema importancia para la capacidad de rendimiento laboral del individuo. Y puede ser diferente tanto respecto al nivel de concentración como respecto a la rapidez que se alcanza frente a los factores que producen la distracción. Los efectos de la distracción son, evidentemente, más elevados en los factores de distracción nuevos, «(desacostumbrados», para descender luego rápidamente. Por ello, la rapidez con la que un individuo aumente su resistencia .frente a ~eterminadas distracciones, desacostumbradas para él, es deCIr, la rapIdez con que se acostumbre a ellas -su capacidad de hab!tuación- ~s ~simismo de una trascendencia enorme para su capaCIdad de ~endlmIento. Es probable que la «capacidad de habituación» en este sentido se pueda adquirir en una medida considerable a través
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de la (práctica»; es decir, que un aumento en la habituación a determinadas distracciones en tareas de un determinado tipo siga teniendo efecto al pasar a otras tareas de otro tipo, y esto parece que también es demostrable experimentalmente. Pero aún no parece estar establecido hasta qué punto la «(habituación» a determinados tipos de distracciones incrementa la capacidad -de habituación a otras distracciones de otra naturaleza. Las «interrupciones» y las ((desviaciones» pueden consistir también en la necesidad de tener que realizar otra tarea, ademds de la tarea continua, aunque sólo sea de forma ocasional, recurrente o permanente; es decir, pueden consistir en una simultaneización temporal de una tarea con otra tarea paralela: Pero esta simultaneización sólo cae bajo el concepto de (ánterrupción» en el sentido propio del término, primero, cuando" se pueda considerar a una de las dos tareas corno ((tarea principal» y a la otra que produce la distracción para la principal como (tarea secundaria», y, segundo, cuando ambas tareas sean de naturaleza heterogénea entre sí; de modo que no formen una misma tarea unitaria. Sin"embargo, en relación a la primera condición, si ,!-inguna de las dos tareas pudiera considerarse como tarea principal, ese caso es igual, en cuanto al principio, al caso de la ((interrupción» (en sentido estricto). Por lo que respecta a la-segunda condición, hay que decir que la transición entre «realización simultánea de tareas»- y ((tarea compuesta» es muy fluida, en caso de que existieran, por ejemplo, algunas diferencias prácticas entre ambas; pues, en último término, un número muy grande de tareas de la vida cotidiana, realmente la mayoría de ellas, se pueden dividir en distintas tareas que, por su propianaruraleza, no siempre están relacionadas entre sí como partes de una misma tarea, es decir, por el tipo de puesta en funcionamiento del sistema psicofísico. Incluso un proceso tan (,si~ple» como, por ejemplo, el «aprendizaje» de las s~la~as se presenta complejo e «interrumpido» en relación con el ((aprendlzaJe» de los númerós, aun cuando este último se realiza de manera totalmente «motora», por el hecho de que en el aprendizaje de las sílabas interviene más intensamente la ((imagen acústica», haciendo necesaria una adaptación interior más compleja. Pero con tanta mayor razón existen montones de trabajos industriales en los que intervienen varias tareas implicadas recíprocamente entre sí o en los que se cambia d~ una tarea a otra, que requieren el funcionamiento de órganos y de capacidades muy distintos o un funcionamiento de-estos mismos en un sentido diferente. Por este motivo, las investigaciones experimentales de las tareas «(simultaneadas» y de las tareas ((compuestas» (relativas hasta ahora básicamente a actividades ((mentales))), han partido, con razón, del concepto de (ánterrupción». Es evidente que sólo se da una (simultaneización» de varias tareas en el sentido expuesto aquÍ en aquellos-casos en los que no se trata de una sucesión de procesos internos, en los que
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el proceso posterior está causado por-el anterior, como ocurre en el proceso de « percepción,) del estímulo y de {(respuesta" al mismo. En cambio, el proceso de respuesta a un solo estímulo puede evidentemente resultar «interrumpido» por la percepción simultánea de otro estimulo diferente así como la percepción de dos estímulos diferentes o las respuestas a ellos pueden también colisionar entre ellas en el sentido de la «interrupción». En principio, sólo se puede hablar de «interrupción,) recíproca entre dos tareas diferentes cuando se realicensimultdneamente . .Pero ~i se denomina «habituación» al proceso de la adaptación interIOr a dIferentes tareas simultáneas que se «producen mutuamente una interrupción», resulta cuestionable si este proceso de «habituación» no consiste precisamente en que tareas «simultáneas,) se_ transformen en tareas «sucesivas». Parece bastante probable que una gran parte de estas t~lCeas transcurran de la siguiente manera: que una de la tareas simultaneadas se meta en las pequeñaspausas que hay dentro del ritmo de las otras (pausas subjetivamente imperceptibles con frecuencia)· la «adaptación interioD) consiste entonces en configurar el ritmo de 'las distintas tareas de modo que sea posible una transformación de tareas simultáneas en tareas que se vayan alternando siguiendo un determinado ritmo. Pero, aun aSÍ, esto no parece agotar en absoluto el modo como se p~e~e desarrollar la «habit!Iación». Otra forma de transcurrir parece conSlsnr en una transformaclón de la técnica psicofisica de una de las dos tareas, de modo que el sistema psicofísico quede libre para la otra. De?tro de e~te ~~timo esquema está la experiencia general de que, en la~slmultane~zaclOn de tareas, se «~ecaniza» muy rápidamente el mayor ~umero p~slble de tareas -medlante un fuerte esfuerzo inicial- y se lIbera el Sistema central para ser puestq en funcionamiento por otras tareas. Pero aquel principio domina también el curso técnico del trabajo e.n su dimensión cualitativa. Vogt ha demostrado, por ejemplo, que al SImultanear una tarea continua de sumar con recitar de memoria un poe~a conocido, la persona. sujeto de la experimentación sustituye a partlr de entonces, InconscIentemente, las imágenes ópticas de los números en la-realización de las sumas, que habitualmente había realizado utilizando la imagen sonora (<
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realización de los mismos medios técnicos, cuanto menos tengan que «utilizar el mismo alambre)), como dice Vogt. Las tareas que estén más próximas entre sí en cuanto a los medios técnicos que ambicionan son las que inás se interrumpen recíprocamente. Dos tareas que sean idénticas en este sentido «técnico)) no podrán realizarse nunca simultáneamente sino de forma alternativa. Por el contrado, cuanto más diferentes sean las tareas mentales en ese sentido «técnico)), psicofísico (no en un sentido lógico u objetivo), más fácilmente se podrán realizar (en principio) simultáneamente desde un punto de vista psicofísico, ceteris paribus. eonesto no se está diciendo que no pueda haber también (quizá) actividades que sean difícilmente simultaneizables a consecuencia de su excesiva heterogeneidad entre ellas, por tener una más difícil adaptación al ritmo o por tener una mayor dificultad para concentrarse en una «tarea unitaria)) que mantuviera la «atención}> en una tensión menor: De 10 dicho se desprende que la mayor o menor posibilidad de simultanear varias tareas depende, en gran medida, de diferencias in~ividuales en la técnica que sea la más adecuada para cada uno en la realización de las tareas determinadas contenidas en lasimultaneizadón: de según uno aprenda de forma «visuah" por ejemplo, o de forma auditiva o de forma motora, o según se esté en situación de mecanizar con mayor o menor dificultad una u otea «respuesta» o de lograr un ritmo apropiado para adaptarse a las otras tareas, etc. De aquí se sigue además la siguiente cuestión: ¿es más {(económico» lasimultaneización de varias tareas como una tarea unitaria o, por el contrario, el máximo fraccionamiento posible de una tarea unitaria en distintas tareas a realizar de forma sucesiva?, es decir, ¿cuál de ambos aporta más resultados globales en una unidad de tiempo dada atendiendo a la proximidad psicofísica de las distintas tareas y atendiendo a las diferentes técnicas psicofísicas de cada individuo al realizar estas tareas, que pueden ser muy diversas -descansen esas diferencias en una predisposición hereditaria o en una habituación duradera-? Esto no carece de importancia para la teoría de la «especialización» y división del trabajo. Desde la peculiaridad de los procesos de adaptación se explican además, según parece, algunas características de las curvas de rendimiento de trabajos realizados simultáneamente. Cuando se trata de una tarea «interrumpida» desde el comienzo (por ejemplo, cuando se realiza en un medio no habitual, pero también cuando se trata de trabajos simultáneos), el incremento del rendimiento es mdsrdpido y más intenso que el que vendría determinado por el mero efecto de la práctica, según 10 que se conoce de las tareas no interrumpidas, y es más rápido en concreto que cuando esta misma tarea se comienza y se realiza sin,ning1:lna ~
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parece ser ~on frecuencia más elevado en trabajos «interrumpidos» que el que cabrIa esperar por un aumento de práctica. Estos resultados que hacen aparecer al trabajo complejo como menos cansado y de una más fácil adaptación sedan, como dice Vogt de manera convincente unos resultados paradójicos, dando por supuesto que los análisis sean c~rrec~ tos. Se explican sencillamente por el hecho de que el trabajo «interrumpido» --es decir, cada una de las tareas concretas en las que se puede descomponer un trabajo complejo- empieza con un nivel mucho más b~jo, a consecuencia de esa interrupción, que un trabajo no interrumpIdo. Luego va subiendo el rendimiento a medida que progresan la habituación y la adaptación interior a la (dnterrupción») o a las otras tareas hasta llegar al máximo más rápidamente que en trabajos «no interrum~idos», p~rque se hace valer precisamente no sólo una mayor práctica SIn? tambIén una m.ayor adaptación a la «interrupción» y porque ésta últIma alcanza preCIsamente su nivel máximo casi siempre al final del trabajo. El nivel máximo del rendimiento «interrumpido», es decir, cuando se trata de varias tareas realizadas simultáneamente el rendimiento de cada una de las distintas tar~as en cuanto tales p~rmanece, por lo general, muy por debajo del nivel que alcanzan éstas cuando se ~ealizan .sin interrupción (no siempre, a la larga). Por ello, a veces, la InfluenCIa de la fatiga, no sólo de cada una de las tareas pardales sino también de la simultaneización de varias tareas, puede ser menor que cuando se hace una-ejecución sucesiva de las distintas tareas' es decir que, en ese sentido, la realización simultánea _es más econódtica. Qu~ ocurra esto o no, depende de la mayor o menor dificultad de trasladar las distintas tareas que se realizan simultáneamente a las respectivas pausas, pero depende sobre todo de si la adaptación entre estas tareas entre sí es especialmente difícil, es decir, de si esa adaptación causa un esfuerzo especial o no, y depende, finalmente, de si la cantidad de trabajo es susceptible de incrementarse notablemente por un esfuerzo de la ,:o!untad, siendo entonces, eso sí~ más fatigoso, como ocurre en las a~t1yldades motoras, a dif~rencia de las actividades sensoriales. Algo sImllar ocurre 'con la práctIca en tareas realizadas simultáneamente o interrumpidas~ El efecto de la práctica se manifiesta menos que en tareas sencillas y-Ia-combinación de sus efectos con los efectos de la «habituación)} da con frecuencia una imagen discordante de las curvas de rendimiento. EI-esfuerzo de «habituación» parece mostrar sus efectos más pasajeramente que la práctica, quizá porque aquél se apoya sobre una técnica de adaptación bastante compleja, concretamente en tener que coloc~r un~ tarea entre las pausas de otras tareas sig~iendo el ritmo antenor. Sl esto fuera correcto, se podría entender' también, como establec.e ':ogtpara algunos trabajos «interrumpidos», que el incremento ~e ren~l1~lIento entre una jornada y otra fuera menor que el que se daría SI las dIstIntas tareas parciales no fueran interrumpidas, en contrapo-
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sición al incremento rápido del rendimiento que se produce durante la misma jornada de trabajo. A un fuerte aumento de la habituaCión dentro de la jornada de trabajo se le contrapondría una fuerte pérdida de habituación entre una jornada y otra. Por este motivo, en ,el caso de individuos con una fuerte «capacidad de distracción» o una reducida «capacidad de habituación» y también en el caso de trabajos que dificultan la adaptación interior a sus trabajos parciales concretos, la curva del rendimiento mantendría permanentemente su característica desviación respecto a la curva del rendimiento de trabajos no interrumpidos. Por ello, individuos precisamente con una escasa capacidad de habituación podrían simular, especialmente en la realización de trabajos complejos, la impresión de una menor fatiga, es decir, de una capacidad de rendimiento en aumento durante la jornada laboral y que se mantiene largo tiempo, y consiguientemente podrían simular tener una práctica muy conveniente, porque sería decisiva para sus curvas de rendimiento la adaptación interior que tendrían que realizar nuevamente cada día. Por los mismos motivos, cuando predominen las tareas simultaneadas podrían ser razonables a veces jornadas de trabajo largas, 0- podría parecerlo. A la inversa, cuanto más se fraccione un trabajo en sus tareas más senCillas -es decir, que se eliminarían las ~
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no se atreve a d~~ir que sea probable- que, en ciertos casos, la práctica de un trabajo industrial complejo, razonable y fácilmentecomprensib/e, para conseguir un determinado resultado facilitaría, al menos al comienzo, una mayor práctica desde el punto de vista psicofísico que el fraccionamiento de ese trabajo en múltiples manipulaciones sin sentido. Pero faltan conocimientos exactos al respecto y es muy posible que no exista nada similar. Por lo demás, la base psicofísica general de la práctica se manifiesta también en el caso explicado por Pentschew en el hecho de que, en el aprendizaje del poema todo entero, a un rendimiento mayor en cuanto a velocidad y a efectividad le corresponde asimismo una fatiga mds intensa a consecuencia de una mayor atención. Sobre la importante cuestión de la mayor o menor dificultad -desde el punto de vista del uso de energía- en convertir varias tareas simultáneas en una sola «tarea unitaria» sólo existen algunas experiencias, que no permiten un resumen general. El principio general que se )la mencionado antes para decidir el parentesco psicofísico (la utilización del «mismo alambre.,) sufre algunas complicaciones concretas. Todas las actividades, incluidas las «más sencillas» en términos psicofísicos, están compuestas de una serie de procesos encadenados entre sí, las actividades «mentales» están compuestas, al menos, por procesos de «captación» y de las ~onsiguientes reacciones. Ambos procesos, a su vez, pueden representar tareas muy complejas; pueden ser tareas de la «capacidad de atención», etc. Cuando se realizan simultáneamente varias tareas «parciales», hay que preguntarse cuáles deJos sucesivos procesos parcia/es de cada una de ellas son los más afectados por la in.terrupción que mutuamente se producen entre ellas ycómo se distribuyen los efectos de la interrupción sobre los procesos parciales siguientes. Esto es muy distinto, naturalmente, según las características de la tarea. Parece que las actividades reactivas sufren más intensamente por la interrupción -en la rapidez y seguridad- que la mera comprensión, y ésta a su vez menos que las eventuales actividades memorísticas requeridas. Las interrupciones motoras parecen ejercer una influencia sobre las actividades motoras menos restrictiva a la larga (si las motoras son por lo general de otra clase, véase más arriba). Por el contrario, una persona que esté aprendiendo, por ejemplo, con interrupciones «motoras» sufre, al parecer, por eso mismo, una disminución relativa de su capacidad de rendimiento más fuerte, porque suele trabajar mds rdpidamerz-t~ y las pausas en las que podría intercalar la actividad interrumpida son; por ello, más reducidas que cuando una persona aprende visualmente (a través de imágenes). Si se trata además de la realización simultánea de varias tareas a su vez complejas -en términos psicofísicos-, los efectos de las interrupciones mutuas se hacen cada vez más complejos con cada nueva simultaneización de tareas. En este punto le cierra el paso a la comprensión de estos procesos la costumbre de la «psicología
vulgar» de clasificar las actividades por el resultado, no por su técnica psi ca física. Lo que desde el punto de vista del «resultado) se presenta como la «parte principal» del trabajo no siempre lo es, en absoluto, desde el punto de vista de su relevancia psicofísica. Una mínima transformación de una tarea, vista desde el punto de vista del resultado, por ejemplo, puede ser muy importante para su capacidad de realizarse simultáneamente con otras tareas 1 • Por lo que respecta alosdistintosgéneros de actividades del sistema psicofísico, Vogt cree poder establecer que cuando las tareas de volición, de memorización y de asociación pasan a otras tareas son las que más «interrumpen» a éstas últimas y, a la inversa, son también las más afectadas por éstas últimas. Por tanto, elgrado en que se reduce el rendimiento de las distintas tareas por realizarse simultáneamente es muy distinto según las características de las tareas y, por ello, también lo es la significación energética de la realización simultánea de varias tareas o, a la inversa, del fraccionamiento de tareas complejas. Parece suceder que, después de un cierto período de habituación, se pueden realizar varias actividades simultáneas sin ningún efecto interruptor, pero produciéndose, naturalmente, una mayor fatiga. Y como se ha aludido antes, el uso de energía de la realización simultánea o del fraccionamiento en tareas simples resulta asimismo distinto según los medios psicofísicos que utilice el trabajador para producir un determinado rendimiento, según reaccione en determinados casos, por ejemplo, de forma «sensorial» ° de forma «motora»). Próxima al problema de los efectos mutuos entre distintas tareas realizadas simultáneamente está la cuestión de cómo influye la realización sucesiva de tareas de distinta naturaleza sobre cada tarea concreta. Hasta ahora sólo se ha investigado experimentalmente -y es comprensible-la cuestión de los efectos del cambio de trabajo a lo largo de una jornada, pero no la cuestión, más importante para la dimensión económica, de cómo afectaría un cambio entero en el tipo de ocupación en períodos más largos, por ejemplos meses o también semanas. Por lo que respecta al cambio de trabajo por horas, a-los experimentadores les-interesaba esencialmente la cuestión de cómo afecta la evolución de la fatiga, es decir, si el avance de la fatiga podría frenarse o incluso eliminarse intercalando otras tareas muy diferentes en un trabajo continuado. La opinión al respecto de Kraepelin -basada en sus propios experimentos y en los desus discípulos, concretamente Weygandtla hemos resumido ya al exponer su concepción de' la fatiga mental. Consecuente con esta concepción, Kraepelin se opone al antiguo «dogma) de que «el descanso está en el cambio»), opinión en la que se apoyaba una buena parte de la planificación de los horarios escolares, y niega cualquier influencia de esa naturaleza: «determinante del grado general de fatiga sólo es la dificultad del trabajo, no su naturaleza». Un cambio de tarea sólo -reduce la velocidad del aumento de la fatiga si el tra-
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bajo intercalado es más fácil que la tarea principal, pero, si no es así, la nueva tarea aumenta la fatiga, y cuando se están alternando dos tareas, la tarea en sí más difícil de las dos se soportará más fácilmente, como consecuencia de una fatiga menor, y la tarea en sí más fácil se soportará, en cambio, con mayor dificultad, a consecuencia de una mayor fatiga, que lo que ocurriría en los respectivos espacios de tiempo si sólo se hubiera practicado' de manera continuada una sola de ellas. Como también Weygandt ha llegado al mismo resultado de que no se puede hallar ninguna diferencia por el tipo de trabajo que se intercale y de que no se puede confirmar experimentalmente la opinión de que se pueda alcanzar una «recuperación» a través de cambiar a tareas muY' diferentes ---en todo caso, no se puede confirmar en los tipos de trabajo investigados hasta ahora-, tanto él como Kraepelin rechazan la posibilidad de una fatiga mental parcial y encuentran ahí una diferencia estricta respecto al trabajo de los músculos, que pueden hacer muchas actividades independientes entre sí, por lo que los músculos pueden fatigarse y recuperarse aisladamente. Pero según otros resultados, y támbién según algunas otras manifestaciones de Kraepelin, hay que contar,_aun aSÍ, con la posibilidad de que esta concepción no pueda ser mantenida, al menos en esa formulación. Se trata realmente, mirándolo desde el punto de vista práctico, sólo de diferencias de grado. Pues por lo que respecta a la fatiga muscular, está claro ya--como hemos mencionado anteriormente--que, aun así, es de naturaleza «generaI» en no pequeña medida: una marcha continua,. por ejemplo, fatiga los brazos y un simple paseo largo parece afeccar al trabajo mental posterior. El mismo Kraepelin no discute esto y lo atribuye al hecho de que esta'fatiga procedía delámbito de la voluntad, es decir,-del sistema central (véase más arriba). En ese sentido, el efecto de los trabajos físicos es, en- sus resultados prácticos, un efecto general indirecto (por la mediación del sistema central), también en la opinión de Kraepelin. Kraepelin también reconoce además la posibilidad de que el rendimiento aumente a consecuencia de que se intercalen otras tareas de naturaleza diferente. La observación, que Kraepelin reconoce como posible, de que la ejecución de trabajos mentales más fáciles sería quizá hecha más fácil directamente por otros trabajos más difíciles anteriores o intercalados, la fundamenta él con lo siguiente: con que el mayor esfuerzo de la voluntad en el trabajo anterior más difícil continúa todavía teniendo sus efectos. Lo que significaría que el rendimiento, a veces, -puede- aumentarse con un cambio de tarea, pero aumentándose asimismo la fatiga «(objetiva» global, según la-teoría de Kraepelin. Tampoco falta bibliografía sobre rechazos de principio a la teoría del efecto general de la fatiga mental. Un rechazo así tendría que dirigirse ante todo evidentemente contra el concepto kraepeliniano de fatiga. Desde un punto de_~ista práctico se ha afirmado en algunas ocasiones -aunque
no sin objeciones- que es posible organizar una jornada laboral con tareas de distinta naturaleza y con pausas adecuadas, de modo que no se produzca ninguna fatiga. El profano en la materia no se va a atrever a expresar ninguna opinión al respecto. Según algunos experimentos de Weygandt se podría tener la impresión de que quizá ·cada caso concretO sea distinto por la técnica del trabajo. Por lo demás, las dificultades están determinadas-cuando existen- por los conceptos tan ingeniosos como complicados de fatiga, etc., que Kraepelin ha creado. No se ha investigado nada el efecto del cambio de trabajo en períodos mds largos. Cuando se han intercalado en algún trabajo -comprobado experimentalmente- días de descanso o días con otros trabajos diferentes, por ejemplo pasear en vez de sumar, etc., se ha hecho básicamente para medir la pérdida de práctica -muy importante sin duda para· ese problema- o para otros fines similares, pero no para comprobar el uso de energía del trabajo, y es evidente que esto sólo se podría realizar experimentalmente en periodos más largos, si se pudiera disponer de la misma persona para el experimento--prescindiendo .de otras dificultades-o A priori, es decir, en este caso concreto sobre la base de otros hechos diferentes comprobados, p'oco se puede decir sobre las posibilidades que pueda tener el cambio de trabajo periódico, y con seguridad sólo se puede decir realmente lo siguiente: que probablemente debería acarrear resultados muy diferentes según las características del trabajo y según las características de la persona. Entraría en consideración, sobre todo, además de la «capacidad de práctica)} y de la «solidez de la práctica", su «capacidad de habituación". Los trabajos se organizarían, por tanto, de manera diferente según su grado de complejidad, es decir, según el grado en que la «-habituación» juegue un papel para el rendimiento. En trabajos complejos que no se pudieran fraccionar fácilmente, el cambio podría ser quizá conveniente con obreros con una gran ~(capacidad de habituación"; si se fracciona 'mucho el trabajo en sus tareas más simples y -con obreros de una mayor «capacidad de práctica",' quizá sería más razonable mantener a los obreros en el mismo trabajo: según cada situación, es decir, partiendo de las características del trabajo y de las de lós obreros, avanzar en la especialización o mantener'a los obreros en su especialidad podría tener efectos muy diferentes desde el punto de vista de la rentabilidad del trabajo. Pero no se puede decir absolutamente nada general sobre este tema; nabría que estudiar cada caso concreto.
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NOTAS L Así por ejemplo el mero borrar una letra que haya que ir contando de un texto sin sentido, que produce diferencias muy significativas.
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En los trabajos de Kraepelin juega un papel muy importante la explicación de los efectos de las pausas en el trabajo -de las pausas breves realizadas durante la jornada de trabajo-;y no sólo por las pausas en cuanto tal sino también por razones metodológicas. La medición de la transformaóónde la capacidad de rendimiento antes y después de pausas de duración variable, insertas en el trabajo según la distinta duración de éste, es el único medio útil de que se dispone para determina~ en cada caso concreto el nivel de influencia que tienen sobre la evolucIón de la curva del rendimiento sus distintos componentes, antes comentados. La posibilidad de utilizar para este fin experimentos sobre las pausas se deriva de la circunstancia de que esos distintos componentes de la curva entran en acción en distinta medida y a distinto ritmo y sus efectos desaparecen también en distinta medida y a distinto ritmo, lo que hay que considerar ahora. . Es fundamental para la posible obtención siquiera de ~lgún progreso en el rendimiento el hecho de que la práctica deja huellas duraderas a diferencia de la fatiga (normal). En los efectos.de las pausas se añade, además, que la «pérdida de práctica~> tiene efectividad duran~: el primer período de la pausa mucho más despacio que la «c,ecuperaClon» que la pausa genera, aunque la «pérdida de prác.tica>, s~ produce muy rápidamente tras la inteITupción del ttabajo, mientras que, por otro lado, la pausa lleva a la desaparición de la «estimulación» provocada por el propio trabajo y a la desaparición del «impulso de la voluntad» más o menos existente (véase más arriba)~ La relación mutua entre la desaparición de la fatiga, del estímulo para el trabajo, del impulso de la voluntad y de la práctica determina cuál es la pa,usa más favora~le para el trabajo, es decir, proporciona el punto óptimo de la capaCIdad de rendimiento para después de la pausa. El tiempo tras el que se alcanza
ese mejor efecto de la pausa es muy distinto según la capacidad de fatiga, la capacidad de práctica, la capacidad de estimulación y la solidez de la práctica de cada individuo y también según el nivel de la fatiga alcanzado antes de la pausa --es decir, según el tipo y la cantidad de trabajo realizado previamente- ; también según la cantidad de estimulación existente y de los «impulsos de la voluntad» y según, finalmente, el grado de aumento de la práctica, q"Ue disminuye al ~:umentar la fatiga y que se elimina por completo al final. De estas circuns;tan,cias dependen también el efecto recuperador que-generan las pausas. Si, antes de la pausa, pesaba más la fatiga que la estimulación -es decir, que aumentaba la fatiga y no la estimulación-, entonces la pausa actúa de manera favorable para el rendimiento posterior; en caso contrario, cuando la recuperación gracias ala pausa no es suficiente par-a compensar la pérc;lida de estimulación, la pausa actúa de manera inconveniente. Si el impulso de la voluntad era débil, suele ser más fuerte después de la pausa y el rendimiento suele subir asimismo fuertemente, pero, eri.cambio, si el esfuerzo de la voluntad era fuerte (lo que puede ocurrir, por ejemplo, cuando se está luchando contra la fatiga), las pausas tienen un efecto perjudicial inmediato, pues relajan aquel esfuerzo. Hay, por tanto, junto a pausas favorables alguna «desfavorable», o a veces varias. El efecto de las pausas parece evolucionar de manet:a que, al principio, comienza a compensar rápidamente la fatiga, comenzando a desapar~cer la estimulación más lentamente que la fatiga, pero, a partir de un determinado momento, la compensación de la fatiga va más lenta que la pérdida de estimulación. Después de la completa desaparición de esta última, se alcanza el nivel más bajo del efecto de la pausa; este efecto comienza a subir de nuevo hasta que comienza a predominar -una vez eliminados los elementos de fatiga-la pérdida de práctica en relación a la lenta desaparición de los efectos del «agotamiento» (véase capítulo 1); se traspasa así el punto óptimo del efecto de la pausa y éste desciende de nuevo hasta una segunda pausa «desfavorable" para subir posteriormente al ralentizarse la pérdida de práctica y al comenzar al «agotamiento». Al combinarse con la «familiaridad con el trabajo» y con el «impulso de la voluntad» surgen, a veces, otros efectos más complicados de las pausas. Junto al principio de que en trabajos muy fatigantes, en general, las pausas cortas tienen mejores efectos que las pausas largas al final de la jornada -pues la cortas no hacen desaparecer la estimulación producida por el trabajo ni la «familiaridad» con el mismo- hay que tomar en consideración además que pausas frecuentes y cortas (de pocos minutos) son adecuadas para personas resistentes, con una estimulación fácil y con práctica; y que pausas escasas (y eventualmente más largas) son adecuadas para personas que tienen más dificultades en la práctica y que se cansan más lentamente. Así como Kraepelin ha utilizado los experimentos sobre las pausas -el «método
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INTERRUPCIONES EN EL TRABAJO , (EFECTOS DE LAS PAUSAS, SIGNIFICACION DE LOS EXPERIMENTOS SOBRE LAS PAUSAS: EL «MÉTODO DE LA PAUSA MÁs FAVORABLE»)
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de la pausa más favorable))- para descomponer la curva de trabajo en sus elementos integrantes, las diferentes pausas óptimas para una persona que realice trabajos diferentes y, a la inversa, para un mismo trabajo realizado por distintas pers~nas tendrían que servir como mediQ de análisis de las peculiaridades psicoffsicas de los trabajos y de las personas. Una consecuencia importante de la concepción de Kraepelin, aunque por supuesto muy discutida, como ya hemos observado, es su opinión de que la «característica básica» de la «resistencia)) (capacidad de fatiga) y de otras «características básicas)} establecidas por él, aunque él no lo haya dicho· (capacidad de práctica, solidez de la práctica, habituabilidad, distracción), tendrían que valer como características generales de la personalidad, que podrían ser medidas en el transcurso de un trabajo concreto mediante un detallado análisis. Por otro lado, Kraepelin ha contribuido con la máxima insistencia a destruir la fe en que se pueda obtener un cuadro más o menos adecuado de las características psicoffsicas de una persona o de un trabajo con un sencillo sistema de pruebas al azar y durante un breve período de tiempo. Todavía tenemqs que hablar algo de la dimensión metodológica de estas inv-estigaciones, porque es decisiva para la cuestión de la utilidad de estas investigaciones para los problemas socio-económicos.
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6 CUESTIONES METODOLÓGICAS. METODOLOGÍA DE KRAEPELIN Y UTILIDAD DE SUS CONCEPTOS. LOS DEBATES HIGIENISTAS SOBRE LOS EFECTOS DEL TRABAJO INDUSTRIAL. EN TORNO A LA CUESTIÓN DE LA INVESTIGACIÓN «EXACTA» DELOS FACTORES PSICOFÍSICOS DEL TRABAJO INDUSTRIAL
Los principios metodológicos de Kraepelin y sus discípulos están en abierta contraposición a los intentos que se han hecho por encontrar un camino para hacer investigaciones de masas partiendo de los métodos de medición dellaboratorlo, intentos que en Alemania han sido realizados por gentes interesadas en la pedagogía sobretodo, aun cuando no exclusivainente por ellas, y en el extranjero por una -larga serie de psicólogos profesionales, especialmente en Francia y en Estados Unidos. En Francia y en Estados Unidos, lo que más interesaba eran aquellos problemas que William Stern bautizó ·posteriormente con el nombre de «psicología diferencia!» y que otros intentaron convertir en objeto de una dísciplina autónoma bajo el nombre de
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p.roblema de la medición de las diferencias individuales de las personas, SIlla el problema de la medición masiva de los efectos de diferentes trabajos y condiciones de trabajo. En la bibliografía con que tuvo que habérselas la escuela de Kraepelin, estaba en un primer plano el problema de la fatiga y de su medición en masas humanas. Griesbach en Alemania y Vannod en Francia habían comenzado a investigar, con la ayuda del ((estesiómetro», la influencia del rendimiento laboral sobrela sensibilidad de la piel para percibir diferencias espaciales (el umbral de percepción de la dista'ncia entre'las dos puntas de un compás). Ellos creían que el nivel de disminución de esa percepción era una medida para la fatiga producida por trabajos de distintas clases: el trabajo escolar, el trabajo dt:;. coptabilidad, el trabajo en los telares mecánicos y otros trabajos mecánicos. Kemsies intentaba establecer, con ayuda d'el ergógrafo de Mosso, la influencia de trabajos escolares de distinto tipo sobre la capacidad de rendimiento físico para proporcionar así el «índice ergográfico) de las distintas asignaturas, es decit:·, su valor-fatiga. El interés de los pedagogos comenzó a dirigirse a estos problemas que habían pasado al primer plano de la discusión por los comentarios sobre la «sobrecarga» que se habían realizado en las últimas décadas: trabajos de ilustres pedagogos (Wagner-Darmstadt) intentaban destacar, frente a un tratamiento puramente psicofísico del problema, la s~gnificación que tenía para la fatiga el interés por el trabajo de los escolares; se puso de nuevo en circulación la cuestión de si produce más fatiga' la atención o, por el contrario, {(obligarles a aburrirse)), etc. Aunque Griesbach, por ejemplo, todavía defendió sus métodos de medición en el Congreso Internacional de Demografía e Higiene de Berlín, en 1907, la crítica de la escuela de Kraepelin ha destruido todas las esperanzas que se habían abrigado al principio. Los críticos alemanes no sólo han valorado menos que su autor l la eficaCia del ergógrafo como instrumento de medición y no sólo no se le concede al estesiómetro como tal un valor inequívoc0 2, sino que la impresión de la extremada complejidad de los componentes de la curva de trabajo y de sus mutuos y recíprocos efectos, tal como Kraepelin intentó analizarlos, hace que se desvanezca completamente la esperanza de poder establecer pronto y (con exactitud)}, con sencillos instrumentos y experimentos, la medida de la fatiga de determinadas tareas concretas en una clase escolar, y mucho más en grupos de miles de obreros; hacia esta misma desesperanza apunta la impresión del gran cuidado con que habría que aislar los resultados de la medición frente a las innumerables falsificaciones posibles para lograr realmente cifras útiles. Incluso Kraepelin, que, por su parte, ha hecho algunas veces alguna prop~esta para el análisis de la fatiga en niños de escuela ~propuesta que no nos interesa en este momento-, contempla con gran escepti-
cisma la posibilidad de que se llegue a resultados.realmente útiles por este o por algún otro camino de los ya conocidos. Su opinión es, sin duda, que actualmente no es posible todavía alcanzar resultados sobre las ,co~dici0l!es I?~icofísi~as y los efectos del trabajo mediante ningún tipo de lnvestlgaclO.n ~aslva, en lo que respecta a las características (típicas)) ya la pecuhandad de los obreros. Por «investigación masiva» habría que entender, para aclararlo cuanto antes, todo tipo de investigación que tenga por objeto personas, cuyo comportamiento respecto al sueño, a la alimentación, al consumo de alcohol, a su trabajo corporal o mental y respecto a otras manifestaciones de la vida significativas desde elpun to de VIsta del uso de la energía nerviosa y muscular no esté regulado nI controlado por un experimentador. Una ojeada a los trabajos de la e,scue1a de Kraepelin muestra realmente la extraordinaria influencia que tlen~ el ((e~tad? de ánimo diario» del individuo sobre los experimentos. Las lllvestlgaclOnes de Kraepelin y las emparentadas con ellas se prolongaban, por ello, durante varias semanas, incluso algunos meses, y frecuenteme.nte bajo una est.ricta reglamentación de la vida de las personas sometidas a los expenmentos, que eran la mayoría de las veces personas con un interés científico propio en esos experimentos, 0, en todo caso, personas de un considerable nivel de formación -excepto para experimentos muy sencillos, concretamente sobre el alcohol- o personas que, como funcionarios de una clínica (y, a veces, internados), estaban sometidas continuamente a la investigación del experimentador. E, incluso c:on estas condiciones, era necesario un fuerte despliegue de agudeza mtelectual y de conciencia para eliminar la influencia de las «casualidades». . El número de personas que participaban en una investigación cont~nuada e~a, por ello, muy pequeño: cuatro personas representaba una Cifra media, y ocho representaba ya un número considerable. Si se toma en consideración además la complejidad y el refinamiento de los métodos d: investigación, los precisos aparatos de registro, la inaudita precaUCión en la comprobación de los registros que debían leerse utilizando fuertes aparatos de aumento, una cosa q~eda completament~ . .clara: ~e est~ sistema n? sale ningún camino hacia una «(investigaclon maSIVa» ni en el sentido más limitado de la palabra. . Pero no debe olvidarse que, a pesar del general reconocimiento que tlen~ la eminent~ ~portación intelectual de Kraepelin, existe realmente un cierto esceptiCismo entre los especialistas respecto a algunos fundamentos y resultados de sus trabajos, escepticismo que,'probablemente P?r el justificado re.speto de que goza Kraepelin en la opinión pública, aun no se ha manIfestado en su plenitud. En ese sentido se puede plantear la pregunta, por ejemplo, de si las características de este tan reducido número de personas no pueden desempeñar el significativo papel de ((casualidades~}, dañando con ello el valor de las investigacio-
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nes. No es, én realidad, el pequeño número en sí en lo que estamos pensando, sino en el peligro que encierra su selección. Al fundamentar tales investigaciones en-personas individuales, la preocupación por los resultados podría presentarse en la f
para conceptos tan importantes para las tareas complejas como los de «interrupción), ((desviación», «(habituación», «capacidad de habituación» y para las explicaciones sobre los medios posibles de la adecuación entre sí de varias actividades del sistema psicofísico. Pero también vale para aquellas tesis que se apoyan en la experiencia -cotidiana de la «(psicología vulgar» o que son simplemente «sublimaciones» de esta última, o que se han convertido en medios heurísticos mediante la utilización de «(experiencias de la psicología vulgar»: de éstas existe una gran cantidad en los resultados de Kraepelin mencionados en los primeros capítulos, si se los mira más de cerca. Quizá, precisamente por ello, valga, al menos, lo mismo para las teorias que Kraepelin puso a la base de su concepto de fatiga y de todo su tratamiento de las causas del rendimiento laboral: la hipótesis de que los distintos factores de una tar~a «(se e,ncubren» y «se solapan» mutuamente; su idea de que dentro del proceso químico nervioso y muscular' «luchan» entre sí, por así decir, varias (fuerzas» y de que unas veces manda una de ellas y otras veces otra, podría sugerir fácilmente una idea de imputación causal, contra la que se han levantado-muchas objeciones en otros terrenos. . Dejadas a un lado estas reservas más formales, que se refieren a su modo de formulación -y que, por lo demás, en mi opinión, tampoco son penetrantes desde un punto de vista lógico-, en la teoría de Kraepelin existen también algunas dificultades de contenido cuando se las compara con el modo de formulación dominante entre los psicólogos experimentales influidos por Wundt. La psiquiatría, y precisamente la de Kraepelin, siempre tenderá a considerar los procesos somáticos más o menos como lo «real» y los procesos psíquicos como «fenómenos •• accidentales. Si esto es así, un cierto número de los «factores» de la curva de trabajo con los que ha trabajado Kraepelin caen en una posición algo ambigua. Prescindiendo de detalles, son concretamente las ideas sobre el tipo de influencia de la «estimulación psicomotora», de la (estimulación» y del (
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no sólo «aparentemente»_ (es decir, según la sensación subjetiva) sino también realmente (es decir, en el sentido- de los. procesos metabólicos). Sólo la neuropatología podría realmente determinar si esto es acertado, y su práctica, al menos, parece operar muchas veces con otros presupuestos muy distintos, según me han confirmado los neurólogos. También hay que preguntarse aquí, y de manera especial, por la influencia del interés en el traba;o sobre la evolución de la fatiga (el interés en el trabajo no desde un punto de vista económico, sino el interés generado por el tipo de trabajo), es decir, la influencia -de la «motivación» de origen «idea!» realmente; y también pertenece a este ámbito, finalmente, la idea de una fatiga puramente «fisiológicovegetativa»J, que comienza con el inicio de la actividad y que no puede ser apresada en la reducción del rendimiento por «estar encubierta» por la «estimulación» o por un «(aumento de práctica», etc. Pero empíricamente sólo se puede establecer (y permanecerá así por mucho tiempo) lo que los procesos químicos de los tejidos realizan: (~fatiga», «habituación», ((estimulación», etc., son conceptos que, en último término. sólo se pueden entender desde esas realizaciones y presuponen ciertos procesos y estados químicos -muy hipotéticos en puntos importantes- corno la causa de esas realizaciones. Pero no resulta nada fácil trabajar seriamente con construcciones puramente químicas y además con las ideas del «solapamiento)•. El concepto kraepeliniano de ((fatiga» y todo lo que va unido a él podría así posiblemente encontrarse con algun~s dificultades -¿pero cómo puede juzgar esto un profano?- que surgirían precisamente de su intento de entenderla en términos estrictamente fisiológicos, o más exactamente bioquímicos, a consecuencia de las condiciones que establecería un estricto nexo causal en este terreno. Por otro lado, la concepción kraepeliniana de las características básicas de la «personalidad» (psicofísica) -por ejemplo, la concepción de la (( posibilidad de fatiga» (Ermüdbarkeit) como una característica general-, concepción muy discutida. como ya hemos dicho, es realmente una consecuencia -de determinadas ideas biológicas que quizá no armonizarían sin dificultad con aquella orientación puramente química.. Todas estas explicaciones removerían inevitablemente el eterno problema de las cuestiones teóricas básicas de la «Psicofísica» (en el sentido fechneriano de la palabra, pues no siempre se utiliza ésta en un sentido unívoco): ciertos elementos de la teoría kraepeliniana (iel impulso de la vQluntad!) podrían conducir -muy en contra de su intención- a la idea de la existencia de procesos ~(inconscientes» «(psíquicos», y no-~(físicos», con lo que se llegaría a una idea sobre la relación entre lo físico y lo psíqulc04 totalmente distinta a como la representa la tesis oficial del «paralelismo» wundtiano, al que siguen la mayoría de los psiquiatras (al menos presumiblemente).
Pero, por suerte para nosotros. la cuestión de la cimentación teórica de los conceptos de Kraepelin tiene una significación secundaria para su posible utilización de cara a nuestros objetivos. Para nuestros fines prácticos tiene una significación secundaria la cuestión de si hay que entender el aumento o la disminución del rendimiento por la fatiga y por la práctica, la influencia de la ((distracción», de las interrupciones, del remanente de práctica o la pérdida de práctica sobre el rendimiento, y las influencias psicomotoras y similares, como una interacción entre distintos elementos, de modo que cada uno deje una situación psicofísica específica que, en cierto modo, coexiste en el organismo, o si hay que cimentar los .procesos metabólicos «(sencillos», como harían algunos objetores de Kraepelin, en el tejido muscular y en las células nerviosas, que son "influenciadas, tras la puesta en acción del organismo, en una u otra dirección y que luego influyen sobre el rendimiento. A nosotros nos basta con que con esos importantes conceptos prácticos se puedan hacer análisis correctos, de los que podríamos suponer que también se podrían hacer posiblemente en el trabajo industrial con un estudio suficientemente pr;-eciso, y nos es suficiente, por ejemplo, que «remanente de práctica», «solidez de práctica», «estimulación pslcomotora» o «pérdida de práctica.> puedan servir como denominaciones que reproduzcan adecuadamente el nexo causal entre el nivel de rendimiento en que se mueve un obrero y determinados "hechos comprobables empíricamente que se dan en él o que le faltan. Y esto es lo que parece que ocurre según los análisis de la vida cotidiana y de los resultados objetivos de los experimentos. Provisionalmente podemos dejar sin contestar la cuestión, en sí misma muy importante para nuestro tema, de si se puede establecer un tipo caracteriológico general con la ((capacidad de fatiga», la «capacidad de recuperación» o la «(capacidad de estimulación», etc., y nos podemos contentar con que se pueda demostrar que se pueden analizar tales características como características más o menos constantes con relación a tipos concretos de tareas, lo cual apenas ofrece dudas según los experimentos así como según la experiencia cotidiana. Independientemente de todas las «teorías» aparecen finalmente numerosos análisis, tan importantes para nosotros, sobre el modo como influyen las pausas, la simultaneización de varias tareas, etc. Y también podrían ser muy fructíferas para nosotros las hipótesis expuestas en nuestro comentario con claras reservas sobre cómo se realizan desde un punto de vista psicoffsico, por ejemplo, la simultaneización de varias tareas y otros procesos similares o sobre los desplazamientos de tareas o sobre la relación suplementaria entre la reacción motora y la sensorial. Esas hipótesis muestran, al menos, incluso para quien las rechace, que los procesos con los que opéramos en nuestro análisis de los efectos de la ((división de los trabajos» se realizan siempre, en realidad, de manera menos sencilla que las unidades conocidas.
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Pero aun cuando pudiéramos aprovechar en general para el análisis del trabajo industrial los conceptos que ha elaborado la psicología experimental, hay que preguntarse si existe la posibilidad de suministrar un andlisis de ese «trabajo cotidiano», que se realiza fuera del laboratorio, que sirva desde un punto de vista cualitativo para un tratamiento exacto del mismo, de manera similar a los experimentos de laboratorio. Apenas es necesario señalar que esa posibilidad es muy reducida en este campo. Prescindiendo de todo lo dicho anteriormente sobre la técnica y las condiciones científicas de los experimentos_de laboratorio, el trabajo de la fábrica tal como se realiza en la vida cotidiana está sometido a una serie de condiciones que son ajenas al laboratorio: en primer lugar, los hábitos de alimentación de los obreros, la situación de sus viviendas, el consumo de aleohoIS, su tipo de vida sexual, según las circunstancias, y también si se tiene otro trabajo; en segundo lugar, la circunstancia de que, normalmente, a los obreros sólo les una a su trabajo un interés económico, no un interés ideal propio, y el hecho de que la duración para toda la vida del trabajo en la fábrica y otras condiciones de trabajo no les motiven para estar en una continua tensión elevada, al menos no continuamente en la tensión máxima, mientras que los experimentos de la psicología dan unos resultados obtenidos con una tensión máxima sostenida de la capacidad de rendimiento (pues, de lo contrario, falta una comparabilidad firme) j en tercer lugar, y relacionado con lo anterior, los efectos del sistema salarial, que puede llevar a una acritud muy diferente respecto al trabajo por parte de los obreros (y de los mismos obreros en distintas épocas), Incluso con una misma bonificación de los rendimientos mejores tanto desde un punto de vista cuantitativo como cualitativo, como todavía hemos de ver. A esto se añade que la mayor parte de los rendimientos laborales en la industria no sólo están ligados, con mucho, al funcionamiento de las respectivas máquinas -esto podría sin duda compensarse- y, a veces, a las condiciones climatológicas (que también podrían ser tomadas en cuenta), sino que también lo están frecuentemente, y con bastante- intensidad, a la calidad del material, cuya influencia no siempre es fácil de apreciar; hay que añadir además que las actividades en la industria son la mayor parte de las veces, también donde está muy avanzada la división del trabajo, mucho más complejas y de naturaleza muy distinta a las actividades que sirven de base a las investigaciones de laboratorio. Trabajos corno el del cajista o el de mecanografía están relativamente próximos a estas últimas -y sobre ellos se han hecho realmente muchos experimentos---=--, pero la simultaneización de tareas y las continuas manipulaciones que representa el «servicio de un telar mecánico» están muy alejadas de áquéllas. ¿Cómo va a tener lugar en las grandes máquinas una ~investigación de los rendimientos directa y «exacta» según el estilo del laboratorio? Un telar de felpa tiene que producir unos
cincuenta kgm de mercancía y un telar de pañuelos !lene que producir unos 15 para pagar los interesesy amortizarlos. Evidentemente es muy difícil imaginar que en un laboratorio se puedan montar máquinas tan caras y hacer experimentos con ellas y la creación de, por a~í decir, «robots» para experimentar seda con toda seguridad algo muy dificil y muy costoso. Sí se podría pensar que, en épocas de reducción de la producción a causa de las crisis, alguna empresa permitiera que algunas de sus máquinas funcionaran, contra una remuneración, para poder hacer experimentos con ellas de la misma manera que las dejan funcionar con pérdidas para el aprendizaje o, en determinadas circunstancias, para fines de cálculo .(aun así, esos experimentosserfan muy caros, como muestran las cifras anteriores). Pero incluso esta eventualidad hay que considerarla, lamentablemente, a muy «larga distancia». Así que, prescindiendo de algunos casos especialmente favorables, parece que para la gran mayoría de los trabajos en la in-dustria moderna no se puede prever de qué modo serían accesibles a una investigación experimental con una exactitud similar a la que exige el laboratorio. Reduzcamos, por. tanto, _nuestras pretensiones y preguntémonos de dónde y de qué manera se han suministrado hasta ahora los materiales para enjuiciar las condiciones y los efectos psíquicos y físicos del trabajo industrial. Nosotros prescindiremos de los primeros trabajos antropológicos que atañen a nuestro problema6 y que, en cuanto se refieren a investigaciones masivas, se refieren, -por regla general, a mediciones realizadas .en reclutas. Hacernos esto, en primer lugar, porque para nuestros objetivos sólo significan un trabajo previo, aunque sin duda muy importante, y, en segundo lugar, porque las mediciones hechas a los' reclutas captan a los obreros en una edad juvenil, en la que todavía no se ha formado nada definitivo sobre su aptitud laboral y sobre su empleo, es decir, sobre su inclinación vocacionaL,- y captan la valoración tradicional, vulgar, de la cualificación profesional de los niños para este o aquel empleo según lo ven los padres, que son quienes realizan aquí la «selección» (por este motivo, esas mediciones aportan naturalmente los mejores materiales para los viejos oficios tradicionales). Luego nos queda todavía corno un medio posible la información del médico sobre sus experiencias en consulta, especialmente del médico del seguro (en Alemania). En este punto existen trabajos científicos muy valiosos sobre la influencia del trabajo fabril, pero no, en cambio, sobre las condiciones del rendimiento laboral- (hasta ahora). Los primeros -pueden proporcionar algunas conclusiones muy importantes e instructivas, en combinación con las manifestaciones de los inspectores de trabajo, dispersas, por supuesto, hasta ser prácticamente ilocalizables7 • Echemos un breve vistazo a las opiniones que suelen dominar en los comentarios usuales- de los médicos y de los fisiólogos especializados.
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Las investigaciones sobre la significación del trabajo productivo dentro de la economía de los procesos físicos y psíquicos se han referido, naturalmente, a los fenómenos patológicos. Se ha analizado la cuestión del exceso de fatiga, es decir, del trabajo «excesivo» desde el punto de vista médico, pero no se ha discutido la cuestión de los efectos del trabajo «normal» sobre el hombre, es decir, de un trabajo «perjudicial», insano directamente en el sentido de un acortamiento de la vida o de un deterioro prematuro -en comparación con la media- o de una deformación de algunos órganos; ni se han discutido, a la inversa, las condiciones que influyen sobre el trabajo. A pesar de ello, estas investigaciones contienen algunas cosas importantes para la psicofísica del trabajo: la menor «racionalidad)) en el uso de la energía fisiológica en los estados de fatiga (entrada supletoria de músculos menos adaptados en lugar de los músculos cansados, creciente inexactitud de la irrigación nerviosa por un cerebro sobre fatigado: ambos son sin duda los motivos principales de la escasa práctica -que proporciona el trabajo realizado con fatiga), la intensidad de la respiración y del funcionamiento del corazón COlno señales del grado-de fatiga; significación del ruido de las máquinas para la fatiga (discutida en cuanto al nivel)R y de las vibraciones producidas por ellas (fatiga más rápida en los pisos altos de las hilanderías y de las tejedurías) así como el montón de «(enfermedades profesionales)) producidas por el trabajo industrial, sobre todo los trastornos «nerviosos». Todas estas cosas ofrecen un material en continuo aumento, que tiene muchísima importancia para fundamentar las peculiaridades de las condiciones y de los efectos de los distintos trabajos industriales. Y la tiene concretamente_en el terreno de la puesta en funcionamiento de los nervios del organismo por el trabajo. Pues parece que la mayoría de las transformaciones del trabajo que denominamos (intensificación) del trabajo representan un incremento más que proporcional de la actividad nerviosa (motora» -medible en kilográmetros-, a costa directamente, con frecuencia, de la actividad muscular. Hay que saludar encarecidamente, sin duda, cuando se descompone el puro rendimiento muscular, que-se manifiesta en lo.s movimientos de los órganos externos del cuerpo, en sus actividades físicas parciales y se las mide, como han hecho Imbert y Mestre con obreros utilizando el (cDiable) (una carretilla para a~arrear el grano)9; pero, en los cálculos de Imbert 10, un recadero realiza 259.500 kgm tres veces cada tres horas de andar (puesta en funcionamiento sobre todo de los" músculos de las piernas) y un zapador de carbón no llega a los 75.000 en ocho horas (puesta en funcionamiento sobre _todo de los músculos grandes del brazo) 11, y, sin embargo, el trabajo de este último era mucho «(más intensivo», es decir, era un, trabajo que producía una fatiga mucho mayor, no sólo por la mayor incidencia en el trabajo de factores ((estáticos» (sobre esto hablaremos más adelante), sino porque el sistema
nervioso se pone en funcionamiento de manera más intensa para prepararse de manera continuada para un trabajo de una considerable monotonía. Todas las investigaciones están de acuerdo en que las condiciones (mentales» del trabajo, es decir, el modo de funcionamiento del sistema nervioso central, adquieren una significación creciente para los efectos del trabajo sobre la salud. Por un lado, el nivel de tensión de la atención: los obreros «cualificados)_ constituyen el mayor porcentaje relativo de los neurasténicos en las capas obreras 12 (en las investigaciones no es siempre fácil separar, por supuesto, a los obreros «cualificados») de los oficiales o incluso de los maestros artesanos, en los que entran en juego otrOs factores económicos muy distintos). Pero luego está precisamente la monotonía, y probablemente en relación con 10 anterior, de "modo que la combinación de una «capacitación intelectua1>, con un trabajo monótono es la que constituye un daño decisivo. El papel que desempeña este factor específico del trabajo industrial ha sido muy poco investigado desde el punto de vista de la exactitud médica en relación con la enorme significación del problema IJ. Parece que en esta cuestión, al ig~al que con el tema del «ruido de la fábrica»), hay que distinguir entre la sensación producida por la monotonía que llega a la conciencia del obrero -sensación que, en industrias con un trabajo muy fácil pero muy monótono, por ejemplo el trabajo de perforador en grandes sectores de la industria textil, como las fábricas de botones" y corsetería, puede conducir a veces a cambiar de puesto de trabajo «sin motivo»)- y los efectos de la monotonía de la que el obrero no es consciente ni percibe como una dificultad para su trabajo ni como-un riesgo para su salud 14 • Está aceptado con bastante generalidad que los pueblos anglosajones soportan la monotonía más fácilmente que los pueblos románicos; se afirma que las mujeres la soportan más fácilmente que los hombres; en algunas jndustrias, de acuerdo con la experiencia, los obreros mayores y casados prefieren expresamente la monotonía en contraposición a los más jóvenes, cuando a ella van unidas unas ganancias más estables y porque ya no les importa tanto como a los jóvenes aprender nuevas destrezas que amplíen su capacidad y que, consiguientemente, ensanchen sus posibilidades de promoción. En esta cuestión resulta difícil distinguir entre motivos «racionales» y motivos {(PSlcOfísicos». Este ejemplo nos está mostrando que, tras la cuestión de los efectos de la monotonía en el trabajo y de la actitud de los obreros respecto a ella, se encuentra un maraña de cuestiones de naturaleza muy diversa, en cuyo-desentrañamiento apenas se han dado los primeros pasos. Con la monotonía está claramente relacionado el tema de los efectos del ritmo del trabajo, el cómo lo marca la máquina y, sobre todo, elgrado en que lo marca (en la industria textil, por ejemplo, lo marca naturalmente mucho más que en la industria de maquinaria), pero es un tema que como
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tal, después de lo que hemos dicho anteriormente sobre la ritmización, está necesitado de,una investigación sistemática. Quizá se pueda dudar si las extraordinarias diferencias entre las fábricas textiles y la industria eléctrica investigadas por Roth, en cuanto a los síntomas de la fatiga ya la frecuencia de las enfermedades, de las enfermedades nerviosas y anémicas sobre todo, hay que atribuirlas completamente a la diferente dependencia en que están respecto a la velocidad de la máquina, pero apenas puede dudarse de que ese factor interviene muy fuertemente, y quizá con un carácter decisivo. Sin embargo, por muy importantes que nos puedan resultar estas investigaciones para el conocimiento de la etiología de la fatiga y de otros efectos del trabajo industrial, no tendría ningún sentido seguir dándoles vueltas, a la vista del aumento de la bibliografía sobre «higiene sociah~, pues no nos ayudan de una forma determinante para nuestro propio tema hasta tanto no se ·intente salir del ámbito patológico y se intenten captar los efectos psíquicos y físicos que tienen sobre los obreIos los distintos tipos de trabajo, y precisamente allí donde no acarrean ninguna «perturbación» de la vida que pueda aparecer como una «enfermedad)}, Pues nuestra pregunta es: ¿qué condiciones existen en las distintas industrias para una utilización económica, pára un empleo rentable de los obreros, y hasta qué punto cumplen o no cumplen esas- condiciones obreros de una procedencia social, étnica, cultural y profesional determinada, o hasta qué punto las cumplen en distinto grado? Está claro que la patología también podría dar indicaciones muy importantes para estas cuestiones, en especial la neuropatología,-si estuviera en disposición de desarrollarse como una neuropatología diferencial y comparada delos grupos sociales, étnicos, culturales y profesionales 1s • Veremos más adelante qué aproximaciones se han hecho hasta ahora a esta cuestión. Pero está claro que aquí las investigaciones de las diferencias de morbilidad nerviosa, incluida la morbilidad nerviosa profesional, sólo van a abarcar los casos extremos. La descualificación neurótica de los negros norteamericanos para ciertos trabajos en la industria textil es evidente en ellas, pero, sin embargo, las diferencias más sutiles que se presentan en las empresas europeas, pero más decisivas para un empleo rentable de los obreros, no se pueden captar ni siquiera desde "las excelentes estadísticas de enfermedades profesionales 16 , por muy importantes que sean éstas para nuestros objetivos. El médico del seguro sólo podría sernos de una importantísima ayuda en el análisis de las condiciones y de los efectos físicos y psíquicos del trabajo industrial si fuera más allá de su objeto profesional inmediato -el enfermo-- y analizase detalladamente con sus medios científicos, en el círculo de sus pacientes potenciales~ las . distintas capacidades que los distintos trabajos exigen de los obreros, o presuponen en ellos- o ,cultivan en ellos en el camino de la selección;
Y si analizase, igualmente, en qué medida se roza una desviación propiamente «patológica» en el proceso de selección y de adaptación. Una investigación sistemática- del trabajo industrial, fisiológica y psicológico-experimental, puede esperarse actualmente de dos institutos: en primer lugar, el director de la Office du Travail en Francia, el Sr. A. Fontaine, ha creado un laboratorio para ese fin; por otro lado está en proceso de formación en la universidad de Harvard un instituto de psicología aplicada, bajo la dirección de H. Münsterberg, que intentará también sin duda cultivar estos estudios.· Habrá que dejar en suspenso todo tipo de juicios ,sobre estas instituciones hasta que existan resultados, pero continúan existiendo para ellas esas dificultades, que hemos mencionado anteriormente, para analizar el trabajo industrial cotidiano con experimentos de laboratorio, incluso con experimentos tan ingeniosos, si éstos pretenden tener alguna exactitud. En Alemania el único laboratorio que podría proporcionar actualmente investigaciones de este tipo sería sin duda el de Kraepelin en Munich, pero su di-rector tendría probablemente muchas reservas respecto a tales experimentos, cuando no un declarado escepticismo. Además, según me han - dicho, la universidad de Budapest dispone,posiblemente de instalaciones y de personal adecuados -algo que no puedo confirmar. A la vista de esta situación, ciertamente nada halagüeña, hay que preguntarse si no podrían tomarse en consideración otros medios para aproximarnos a las condiciones y a los efectos del [[abajo industrial -aquí Vamos a limitarnos a decir condiciones-o Como además de la fisiología, de la psicología y de la higiene, que se ocupan del problema del trabajo, también está la economía, vamos a dirigirnos a esta última. Entre las distintas «perspectivas» desde las que la economía aborda el trabajo, es la perspectiva más básica de todas, la de la rentabilidad de la economía privada, la que vamos a tomar en consideración, porque las cuestiones de rentabilidad son cuestiones de cálculo. En la cuestión de la «rentabilidad», la capacidad de rendimiento del obrero es considerada exclusivamente en el mismo sentido que la rentabilidad de una clase cualquiera de carbón o de un mineral o de cualquier otra «materia prima», de una fuente de energía o de un determinada máquina. El obrero es aquí, en principio, nada más que un medio de producción rentable (ia ser posible!), con cuyas capacidades y «fallos» hay que contar, como se cuenta con las de cualquier medio de -producción mecánico. Sus capacidades se «calculan», sobre la base de la experiencia presente, -respondiendo a las dos preguntas siguientes; la primera es si con el rendimiento efectivo de unos obreros determinados, fundado en su capacidad de rendimiento y en su disposición hacia el trabajo, ha sido posible un determinado nivel de utilización de determinadas máquinas y materias primas de modo que los precios fijados por el mercado permitieran unas ventas con beneficios, toman-
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do en cuenta los costes salariales, financieros y de las materias primas; la segunda pregunta es: ¿con qué medios puede aumentarse el rendimiento de los obreros -tanto su capacidad de rendimiento como su disposición hacia el trabajo- de modo que un mayor aprovechamiento de las máquinas y de las materias primas y la consiguiente reducción de los costes salariales - a no confundir con la reducción del salario, que es harina de otro costal y no nos interesa en este momento- hagan posible un precio del producto que permita unas ventas con beneficios, o con mayores beneficios? Como es conocido, e~ medio para aumentar la capacidad de rendimiento y la disposición hacia el trabajo es la bonificación directa de los aumentos de rendimiento a través de un sistema retributivo adecuado (el tipo más sencillo es el sistema de destajo puro) y también la «selección», es decir, el despido de los obreros que rindan menos o tengan menos disposición para rendir. La posibilidad de emplear este último sistema -el látigo siempre amenazante del «desempleo»- contribuye, al menos tanto como la dependencia directa del nivel de producción realizada en el sistema de destajo, a ese desarrollo de la capacidad de rendimiento de los obreros, que podemos observar en mucha~ fábricas y que es una realidad indudable, aun cuando su nivel esté calculado en ci.fras muy burdas y sobre una base, quizá, falsa. No obstante, a nosotros nos interesa la cuestión de hasta qué punto es suficientemente «exacta)} esa averiguación contable del «valor del rendimiento}} de los obreros para poder emprender algo científicamente con sus resultados. Ahí hay un problema que es dístinto en cada empresa. Ninguna empresa calcula más de lo que sea necesario para averiguar la rentabilidad ni más de lo que prometa ser efectivamente rentable. Y lo que se necesita para ello depende, en primer lugar, de la significación relativa de los costes salariales -en el conjunto de los costes globales del producto de la empresa; en segundo lugar, depende del grado en el que la capacidad de rendiriüento del obreco influya sobre la cantidad y la calidad de los productos; y depende, por último, del nivel de esfuerzo y de los costes que signifiquen los posibles tipos de control técnico de la capacidad de rendimiento. La influencia del obrero sobre el producto puede descender- a niveles mínimos tanto donde exista un desarrollo ,técnico de las mdquinas muy alto que automatice completamente el trabajo (así ocurre en algunos trabajos en las fábricas de máquinas de coser) como donde n"o exista ninguna «(máquina» en el sentido usual de la palabra (altos hornos); por otra parte, la relativa disminución de los costes salariales en el conjunto de los costes globales no impide, en absoluto, que la influencia del trabajo sobre la calidad del pcoducto pueda ser muy grande (las tejedurías frente a las hilanderías). Hasta el momento son relativamente pocas las industrias que, en el caso de que hayan hecho
cálculos sobre el rendimiento laboral, vayan más allá de la determinación de promedios muy toscos -más allá, por ejemplo, de la determinación del volumen de extracción diaria en un pozo concreto realizada por la plantilla-. Es evidente que no se puede establecer ni la mas lejana relación entre estas cifras y los métodos de medición que hemos encontrado en los laboratorios de los psicólogos experimentales. Tomemos, por ejemplo, las máquinas que cuentan automáticamente el número de golpes o puntadas (en las zapaterías) o el número de vueltas o el número de movimientos de la lanzadera (en las tejedurías): ellas sólo reproducen el lado cuantitativo de su rendimiento, lo cual quiere decir el nivel de aprovechamiento de las máquinas por el obrero. Además, para poder hacer la comparación no sólo hay que determinar la calidad del producto -y ésta no se puede estimar «exactamente), en el sentido del laboratorio, donde se inide por las «reacciones fallidas}>, etc., sino según ciertos pr0!lledios (~o~ binando, por ejemplo en las tejedurías, el número, elll~vel y la SIgnIficación de los fallos)17- sino que hay que tener presente, sobre todo, que el rendimiento del obrero no se expresa, en absoluto, en el número de movimientos de la lanzadera y en la clasificación del producto en una determinada calidad (por ejemplo, de la calidad 1 a la III, según la cual se determina la concesión ge una prima), por cuanto el obrero, trabajando en la misma máquina e incluso con un número igual de vueltas e igual funcionamiento de todas sus partes, tiene que vérselas con materiales de distintos géneros o, dentro del mismo género, con calidades trabajadas de manera muy diferente. La extraordinaria influencia de este hecho sobre el rendimiento, en la tejeduría, por ejemplo, se ilustrará más adelante. Pero incluso suponiendo que todas esas condiciones son iguales, el rendimiento medido con ayuda de los aparatos de medición automática contiene en sí mismo un montón de elementos imprecisos, que el laboratorio excluye (los aparatos de medición automática representan, en todo caso, por lo general, el máximo de «exactitud) y'son realmente «exactos)} en la medida en que se trate de rendimientos cuantitativos dentro de una unidad de tiempo determinada -día u hora-). En las máquinas con esos aparatos de medición depende del arbitrio del obrero, y debe depender de él, el apagar la máquina o ellas mismas se apagan automáticamente, por ejemplo cuando se rompen los hilos, y esperan de nuevo su puesta en funcionamiento después de que se hayan atado los cabos: el resultado cuantitativo que hay que medir depende ahí del período de tiempo en el que la máquina no ha estado funcionando. Pero los motivos por los que un obrero deja que la máquina esté parada o la alimenta más despacio o la hace funcionar más despacio, si también esto está en sus manos, pueden estar completamente fuera del proceso de trabajo que está realizando en esa máquina. Si está aten-
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diendo a varios telares, puede parar la máquina por estar ocupado por los fallos o el mal funcionamiento en uno de ellos, lo cual es un caso muy frecuente. Pero puede también parar la máquina aun cuando sólo esté sirviendo un telar, por necesidades técnicas de su trabajo o por-comodidad, 0- por trabajar de una manera más relajada o para prevenir unas ganancias mayores por haberse reducido los salarios o por fatiga debida a un mal estado de ánimo (el cual puede deberse a muy distintos motivos, que en el laboratorio se eliminan cuidadosamente) y la puede parar más veces que las que él mismo lo haría en o,tras circunstancias o más veces_que las que otro en su misma situación podría hacerlo, sin que las desnudas cifras del aparato de medición revelen nada de esas circunstancias. Por consiguiente, esas cifras necesitan una interpretación y está claro que esta interpretación es mucho más difícil, si se quieren captar realmente los detalles con exactitud, que lo que suele suceder en el laboratorio en tareas similares, hasta el punto de que le podría resultar difícil llegar a los resultados que proporciona el laboratorio-bastante inseguro, como hemos visto-, incluso contando con una investigación inmediata en el mismo día ycon la mejor disposición por parte del obrero para suministrar una información exhaustiva. Si esto es lo que aCUITe con la «medición» directa de los rendimientos laborales, existe luego, naturalmente, la posibilidad, más lejana pero muy importante en la práctica, de utilizar los registros salariales de las empresas como la base del análisis de la capacidad de rendimiento de los obreros, especialmente las ganancias a destq';o {(desnudas), es decir, descontados todas las primas, los sueldos mínimos, los complementos y las bonificaciones, cifras, por tanto, que indican solamente el resultado final del trabajo y no, en cambio, el modo como se ha logrado; esto es, desde el punto de vista del laboratorio, aún más inexacto y expresamente contrario a todos los métodos de medición psicofísica, que tienen-que partir ciertamente del «rendimiento», del resultado. del funcionamiento del sistema psicofIsico, pero que tienen como objeto de sus análisis el modo como el sistema psicofIsico ha realizado ese rendimiento, la técnica de su funcionamiento (recuérdense los comentarios sobre la simultaneización de tareas). Como, además, las ganancias-a destajo sólo pueden establecerse para períodos más largos (almenas una semana, por lo general dos semanas), no sólo no se puede hablar en ellas de un «análisis» de los motivos próximos de las oscilaciones en los rendimientos, sino que, por regla general, apenas se puede. hablar de una anamnese directa: esos motivos se abren, en los casos más favorables, con la ayuda de la información personal, nunca controlable por un autoanálisis sino exclusivamente a través de un andlisis critico objetivo~ Pero si se quiere comparar el rendimiento de un obrero, que produzca ~istintos tipos de mercancía en una o en varias máquinas, en distintos períodos de tiempo, o sise quiere comparac el rendimiento de
obreros de distinta proveniencia (geográfica, étnica, profesional, cultural, social) en distintos tipos de trabajo - y ésta es, en última instancia, la tarea por la que se han planteado todos estos problemas-, no siempre resulta utilizable el tipo de destajo «desnudo)) en el .sentido anterior. Si un obrero, por ejemplo, está sirviendo varios telares al mismo tiempo, parar temporalmente uno de ellos (por algún fallo o para empezar una nueva urdimbre) le significará naturalmente la"posibilidad de aumentar su rendimiento en el que siga funcionando (todavía hemos de ver en qué medida). En este caso, la ganancia a destajo «desnuda») no proporcionaría una imagen correcta y si serían más adecuadas las cifras de los cdlculos realizados por la dirección de la empresa (véase más adelante). si los obreros, además, cambian de género, en su ganancia a destajo «desnuda)} están incluidos asimismo los cdlculos de la empresa respecto a la «dificultad» de cada género. Solamente en los casos de un trabajo continuado y uniforme no nos vamos a encontrar este elemento que mete todos los problemas del cálculo del destajo en las cifras aparentemente tan «exactas», elemento cuya eliminación sólo prospera con enor-tnes dificultades y cuya no presencia en las cifras de las ganancias a destajo habría que determinar previamente, si esas cifras han de ser utilizadas para realizar comparaciones. A pesar de todas estas reservas, las experiencias acumuladas por las empresas industriales bajo el punto de vista de la rentabilidad -la ganancia a destajo y los cálculos hechos para el «rendimiento efectivo», es decir, para elniveldeaprovechamiento de las máquinas por los obreros en un volumen de producción dado- son el instrumento más valioso entre todos los disponibles para hacer más pequeño, desde nuestros propios métodos, el abismo que nos separa actualmente de los métodos de _medición- de los psicólogos experimentales, si lo utilizamos sin hacernos ilusiones poco razonables sobre lo que puede aportar. Lo que puede apoctar no es, en absoluto, poca cosa, si se analizan las condiciones previas, y a continuación se van a,hacer algunas observaciones relativas básicamente al método. Al intentar explicar causalmente los cambios' en los rendimientos laborales; tal como se expresan en las ganancias a destajo o en los datos «exactos» de-las mediciones automáticas, hay que tener presente en la actualidad que, en ~sta cuestión, intervienen varios tipos de factores que traspasan sus mutuas fronteras entre sí, pero que son, sin embargo, muy distintos en cuanto a su «naturaleza». Por un «lado»,-un factor racional: nos vamos a encontrar una y otra vez con el hecho de que los obreros planifican el nivel y el modo de su rendimiento en relación a fines «materiales», es decir, «lucrativos»: lo aumentan o lo reducen o varían la forma de combinar varias tareas, en el caso de realizar varias simultáneamente, como, por ejemplo, cuando trabajan géneros distintos en varios telarys~ con la posibilidad de obtener ganancias diferentes. La
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«má~ima» que ~igue esta pLanificación la podemos <
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-un efecto éste sólo secundariamente interesante para nosotros y que quizá sólo se presente en algunas circunstancias-o Entre estos tres tipos se pueden pensar numerosas combinaciones y escalas intermedias-que -se dan empíricamente-o Nosotros simplemente constatamos aquí como un hecho este entrelazamiento entre distintos factores de distinta natur~~eza, que hemos form':llado aql!-í en un lenguaje nada correcto cien-;:"-_. -') ufIc~mente: ellos complican considerablemente el problema de un tra- (:;;t;! tamlento puramente psicofísico del trabajo industrial. Desde el punto de vista metodológico va a ser importante la cuestión de qué favorece con mayor seguridad el conocimiento de las condici?nes del rendimiento laboral: si un análisis causal lo más amplio pOSIble del mayor número posible de curvas de rendimientos y de ganancias a destajo individuales o la obtención de grandes promedios a partir de un material estadístico lo más amplio posible, aunque no esté muy elaborado. Como todos los comentarios que siguen a continuación, per~ concretamente los de los capítulos finales, quisieran aportar algo propIO a esta cuestión, anticipo ya ahora, con carácter provisional, algunos principios- que no me ofrecen actualmente ninguna dud~: 1) Estoyconvencido de que no se consigl,Ieabsolutamente nada con meros promedios, pQr ejemplo de la cantidad de producción o de las ganancias a de-stajo, aunque fueran ·de grupos de obreros homogéneos o aunque e.stuvi<:ran clasificadas las diferencias en esos promedios por procedenCIa SOCial, por sectores, etc. Si la situación no es extraordinariamente sencilla, es imprescindible aclarar con precisiónc6mo se realiza en concreto la ganancia a destajo de los obreros, si se quiere valorar correctamente la utilidad de esas cifras para la averiguación de la capacidad de rendimiento. 2) Es incontrovertible la tesis siguiente: algunas docenas de curvas de rendimiento analizadas causalmente son mds instructivas que las mayores estadísticas masivas, que manejan cifras de promedios -curvas de r~ndimientos cuidadosamente seleccionadas, limpiadas luego de «c~su~h~ades» y elaboradas en cuanto al nivel de las ganancias a destaJo dIanas, en cuanto a las oscilaciones de los rendimientos entre días . . ' entre: semanas y entre meses, SIempre que esto sea pOSIble, y luego hablando las con los expertos, especialmente con los directivos de la empresa y con los obreros, cuando sea factible (y lamentablemente lo es muy rara vez por diversos motivos, no siendo en absohito el más importante la oposición de la dirección de la empresa)-. No obstante, las cifras de promedios también tienen, efectivamente, su razón de ser. ~) Las cifras d~ p~omedios pueden ser, en efecto, indicadores para avenguar las deSViaCIOnes llamativas respecto a lo que se esperaba, si se .las clasifica suficientemente por categorías laborales y por rendimientos medios de los distintos obreros: los casos que se desvían hacia
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arriba o hacia abajo son los que más necesitan una investigación individual. 4) Después de conocer, con la ayuda de las investigaciones individuales, cómo surgen esas cifras, se estará en situación de trabajar provechosamente con los crudos promedios de las grandes estadísticas sin el peligro de una sobrevalora<;:ión superficial: los «grandes números) son evidentemente imprescindibles como final. 5) Quien haya intentado realizar este tipo de investigaciones, aunque fu.era en un nivel modesto, sabrá cuán necesario es guiarse continuamente por los promed.ios durante la realización de la investigación individual, como control de ésta, para poder distinguir lo singular de lo importante desde un punto de vista general. La investigación individual tiene que servir de control para los promedios y éstos tienen que servir de control para la investigación individual. La investigación individual tiene, por ello, en el estado actual de los problemas, un valor y uD: sentido (crítico respecto a las cifras». En la exposición que sigue no se va.a intentar proporcionar resultados objetivos que den nuevas soluciones a los problemas aquí comentados. No obstante, la exposición va a incluir una serie de cálculos sobre el nivel de aprovechamiento de las máquinas, que he hecho basándome en los libros de los salarios y en las anotaciones puestas amablemente a mi disposición por los directivos de una empresa industrial 18. Pero lo reducido del material estadístico excluye cualquier idea de que con él se pueda «(demostra(» algo. Las cifras tienen una finalidad ilustrativa . y quieren mostrar que, con cifras suficientes, habría algunas vías para sacar de esas cifras más de lo que parecen decir a primera vista, y cuáles serían esas vías. A modo de introducción, debe establecerse a continuación, y .sin ninguna garantía de exhaustividad, ~otalmente irrelevante aquí, todo lo que ya está actualmente establecido sobre las oscilaciones de los rendimientos laborales y sobre las influencias externas e internas más importantes que .las condicionan y lo que se podría establecer en el futuro y cómo está establecido, para analizar luego algunas curvas de rendimientos reales,.examinando las causas que puedan haberlas determinado y, naturalmente, las lagunas que dejan actualmente semejantes investigaciones, y sacar de ahí algunas conclusiones metodológicas. Luego hay que intentar aproximarse brevemente a la cuestión que está en el trasfondo de todos estos comentarios: qué posibilidades puede tener hoy el intento de retomar, sobre la: base de las disposiciones transmitidas hereditaria mente, el medio social, profesional y cultural como fuente de las diferencias en los rendimientos de los obrerosl 9 •
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NOTAS 1. Véase sobre este punto, por ejemplo, R. Müller, "Über Mossos Ergographen roir Rücksichr auf seine physiologischen und psychologischen Anwendungen»: Philos. Studien XVII (1901). . . 2. Sobre este punto y sobre el problema en conjumo, véase concretamente el trabajo de Bolton citado en el capítulo 1 en los Psychologische Arbeiten, ed. por E. Kraepelin, vol. IV. 3. Expresión que B. W. Hellpach, por ejemplo. utiliza de manera similar (Gren.z(ragen der Psycho/ogie, p. 103), a diferencia de hl .. fisiologfa animal», que tiene que contar la fatiga desde el momento en que se reconoce el rendimiento. . . 4 .. Sobre este punto, véase el tratado de W. Helpach en la Ebbinghaussche Zeltscbrlft 1908 (<
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Schonow» un 74% de obferos cualificados y artesanos ffente a un 26% de obfefos no cualificados. Véase Roth, op. cit., p. 614. 13. Véasenlas ohsefvacionesde G. Helligenlafevista Wochenschriftf So~.Med,zin, 16 Jahrg. (1908), p. 395, Y Roth, op. cit., p. 614. 14. Sobre los efectos de la monotonía, algunas alusiones en Heilig, op. cit. 15. No me son cOlloddas las posiciones de los expertos en concreto fespecto a la construcción teórica de W. Hellpach (PsychologiederHysten'e, última parte). 16. Propuestas al respecto en K. Hauck, «Internat. Krankheitsstatistik», en la revista Zeitschr. f Gewerbehygiene. Unfallverhütung undArbeiterwohlfahrtseinrichtungen, Viena, XIIJahrg.; sobfe la técnica de las revistas de enfermos de las Cajas del seguro, en EisneI (en Berliner Kongre/l. citado anteriormente). 17. Hasta qué punto sea medible directa o indirectamente el aspecto cualitativo del rendi· miento depende, naturalmente, de cada industria y habría que estudiarlo antes al tratar nuestros problemas. 18. También han sido puestos a mi disposición amablemente por parte de la e~presa ex· nacros de las n6minas y ciertos cálculos necesarios para confeccionarlas. Sin embargo'- yo no he utilizado aquí casi ning(1fl material recalculado por mi mismo, porque con frecuencia se me ponra de manifiesro la necesidad de calcularlas de otra manera diferente. Las cifras del texto persiguen tambiéll, entre otros filles, mostrar que, en virtud de la mdxima franqueza de todos estos registros, es posible útilizar el material, sin embargo, para "uestros fines de manera que quede excluido por completo que cualquier competidor, que viera estas líneas, pudiera hacer cálculos de los costes de la empresa. Como yo mismo no pude dedicar nada más que catorce días de trabajo a la elaboración de extracros, hay que operar aquí con un material estadístico muy reducido. Pero para fines ilustratiuos debe bastar mejor o peor, pues otros trabajos me.impiden ahora escribir una monograffa. 19. Estas cuestiones son los temas de la encuesta de la Verein fUe Sozialpolitik sobre «Anpassung und Auslese (Berufswahl und Berufsschicksal) der ArbeiterschaÍt der geschlossellen GroBindustr¡e~, que se ellcuentra actualmente en sus comienzos. En conexión con los comentarios que he tellido con mi hermano, Prof. A. Weber, que por su pane ha preselltado a la Comisión de la Verein el primer proyecto de cuestionario, con una. exposición que esbozaba los criterios de esta encuesta, yO mismo he redactado una Memoria por iniciativa de la Vereill, de la que he -tomado algunos puntos de vista.
7 OSCILACIONES EN LOS RENDIMIENTOS DEL TRABAJO INDUSTRIAL'
A. DURANTE LA JORNADA LABORAL
Una investigación verdaderamente exacta del ren"dimiento laboral a lo largo de una jornada es posible, en principio, en todas las empresas que puedan controlar el funcionamiento de sus máquinas con instrumentos de medición automáticos, y se está haci~ndo ya en muchos sitios. Pero sólo los períodos de tiempo entre dos pausas son realmente controlables en su totalidad sin crear roces ni mal humor, pues en los sitios donde los obreros pudieran, rechazarían esos instrumentos de control por la molesta sensación de estar vigilados durante el trabajo a causa de la lectura de los datos en la ~áquina cada hora. Las empresas que pueden medir el consumo de energía eléctrica por horas estarían en condiciones de medir, al menos, las oscilaciones del rendimiento global de todos los obreros en una jornada -en la medida en que se procucara eliminar los factores engañosos-, pero sin que se pudieca determinar qué tipo de obreros habían tenido un papel esencial en esas oscilaciones ni qué diferencias hay entre sus componentes individuales por edades o proveniencia (y sin que se pudiera determinar cómo se podrían diferenciar). El nivel de exactitud de los contcoles de estas oscilaciones tiene, naturalmente, muy distinto valor, según se hagan éstos atendiendo a la distribución de la pcoducción de una jornada (en una fábrica de laminado, poc ejemplo, citada por Roth, solía ir al almacén en la primera mitaddelajornada el 57,5% de toda la producción del día, yenlasegunda mitad el 42,5%) o atendiendo a la observación del desarrollo del trabajo por parte de los maestros o, finalmente, a los datos d~ los propios obreros l. Las informaciones de los directivos no apoyadas en cifras exactamente controlables se contradicen entre sí respecto a los mismos En la versión original, los apartados A, By C aparecen como capítulos independientes.
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tipos de trabajo y, a veces, incluso respecto a trabajos dentro de la misma fábrica. Es en cierto modo plausible que la minería, con un trabajo de tanto esfuerzo y que exige el funcionamiento de determinados músculos del cuerpo, y la industria de l~construcción presenten los rendimientos más elevados en las primeras horas de trabajo de la mañana (en la construcción porque los obreros consumen mucho alcohol a lo largo del día). Pieraccini creía que el rendimiento corporal e intelectual alcanzaba su punto máximo en la segunda y tercera hora de trabajo. Es improbable que esa afirmación sea exacta para el trabajo industrial: aquí depende no sólo de la dificultad del trabajo sino de si el obrero hacomido algo por la mañana antes de ir al trabajo y de qué haya comido; es frecuente que los obreros retrasen la toma de algún alimento hasta la primera pausa. Por logeneralexistendospuntos máximos de rendimiento, concretamente en las industrias manufactureras: después del primer café de las nueve o entre las 10 y las 12 (la pausa antes del mediodía) y después del café de la tarde, alrededor de las tres o entre las cuatro y las seis. En general, las horas de la segunda mitad de la mañana son absolutamente las mejore~; esto ocurre, por ejemplo, en la curva de rendimientos de la empresa Siemens&Halske A.G. reproducida por Roth y se afirma 10 mismo, incluso.con mayor intensidad de la industria del alambre. En esos rendimientos, el efecto «estimula~te» del café s~ el obrero ha ido casi totalmente en ayunas al trabajo, habrá que con~ slderarlo solamente como un factor «desencadenante» de un mejor funcionamierito de todo el sistema psicofísico, determinado por la práctica (en las mañanas) y por tomar algo después de hecha la digestión (en las tardes). La gran significación para el rendimiento de tener un interés económico en el tra'bajo se pone especialmente de manifiesto en las considerables diferencias que repetidamente se afirma que existen entre los rendimientos de las últimas horas de la jornada, según exista un sistema a destajo o una remunerélción por horas: cuando se dice en las fábricas de maquinaria que los obreros por horas pierden más rápidamente las «ganas» y que por ello se «cansan», hay que preguntarse en qué sentido se- trata aquí realmente de un «fatiga». Algunos resultados de los análisis sobre la distribución de los acCidentes entre las horas de trabajo que muestran un aumento continuo a lo lar~de la mañana hasta la pausa del mediodía y a lo largo de la tar.d.e liast el final de la !ornadél: -como ha hecho recientemente Bille-To 2 _ podrían Interpretarse tanto como una prueba del aumento'ccmtinuo de la «fatiga objetiva)~ (a pesar de un incremento en el rendimiento) o como expresión de que un trabajo más intensivo aumenta el riesgo de accidentes. No parece seguro que la tesis de algunas fábricas de conservas y de piel de que el rendimiento efectivo aumenta en las últimas horas de la jornada sea suficientemente desinteresada --ese hecho podría ser en sí mismo muy posible en el destajo- y tampoco parece seguro que
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esté apoyada en una investigación exacta, en el caso de que así fuera. Lo que todavía falta, antes que nada, es una diferenciación sistemática de los obreros según el modo de su puesta en funcionamiento del organismo -por lo demás ya pedida por Roth- y una investigación comparada de las categorías resultantes. Pero falta también además una clasificación de los obreros según su proveniencia social y étnica, según la edad y situación familiar, y una investigación espeCífica de ellos en relación asus curvas de rendimiento diario; estas clasificaciones no son, por supuesto, nada fáciles de hacer y, en todo caso, exigen períodos de andlisis más amplios. Casi está totalmente aceptado, se podría decir que con la sola excepción de informantes tendenciosos, que el rendimiento en las horas extraordinarias. tiene un valor mínimo (en las fábricas de alambres y agujas,- un 250/0), al menos si aquéllas se prolongan durante un largo período de tiempo. En muchos casos, son pocos los días, siempre entre 14 y 21 como máximo, en los que se pueden hacer horas extraordinarias sin que se reduzca el rehdimiento global. Lo que importa, naturalmente, es en qué.medida están exigidos los obreros antes de las horas extraordinarias. Pero en este punto, la duración de la jornada laboral normal no nos da ningún criterio, porque normalmente cuando se trabaja a destajo el rendimiento es-más intenso con una jornada más breve que con una jornada más larga, y no sólo cuando se trabaja a destajo, según parece con bastante seguridad. Este dato, con independencia de las experiencias que Brentano comentó en su conocido escrito, y que han sido comentadas con mucha frecuencia y que incluso se han ampliado desde entonces, lo han transmitido también los empresarios voluntariamente, por ejemplo, en la encuesta de Eisner en el sector de la fabricación de piel (ahora una jornada laboral neta de ocho horas y media), en las fundiciones y en las fábricas de maquinaria (el mismo rendimiento en nueve horas que el que antes se hacía en nueve horas y cuarenta y cinco minutos), en la fabricación de instrumentos ópticos; pero, al mismo tiempo, han insistido, en el sector de la producción de alambre y agujas, en la necesidad de controlar más profundamente las máquinas al final de la jornada, cuando ésta es más corta, porque entonces se trabaja de una manera más rápida: una consecuencia evidente de una mayor fatiga a causa de un esfuerzo más intenso. Este incremento de la intensidad, por supuesto, no tiene siempre necesariamente el mismo efecto que tiene la reducción del tiempo de trabajo en los famosos ejemplos de manual, en el caso de las fábricas Zeiss, por ejemplo, es decir, que en una jornada laboral más breve se rinda tanto, o incluso más, que en una jornada más larga. No obstante, sin embargo, permaneciendo las demás condiciones iguales --en concreto, permaneciendo igual la relación de poder entre obreros y empresarios-, una jornada laboral más corta es casi siempre una cierta señalde un trabajo más intenso, aunque
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no siempre se corresponda; significa, por tanto, una mayor actividad fisiológica y también una fatiga extra para los obreros, calculado en unidades de tiempo de trabajo, por ejemplo, en horas de trabajo (si se sigue con los conceptos de Kraepelin). Y se entiende por sí mismo que, en ese sentido, un mayor trabajo en una jornada laboral más breve no resulta necesariamente más llevadero que en una jornada más larga. A motivos similares se debe, en buena parte, el hecho de que haya retrocedido en muchas fábricas la jornada laboral normal «por sí misma» cuando se exige un mayor esfuerzo físiCo y psíquico de los obreros, es decir, que haya sido acortada por los empresarios voluntariamente, aun cuando con muchas dudas, por su propia experiencia de la no rentabilidad de la jornada larga. Sobre esta cuestión, algunas palabras. No tendría sentido desarrollar aquí el amplio tema de la «jornada laboral» con su extensa bibliografíaJ : Pero la cuestión, extremadamente importante, de cómo se diferencian las distintas industrias en cuanto a los efectos_de la reducción de Ia,jornada laboral necesita todavía, aun con lo mucho que se ha dicho ya al respecto, una investigación sistemática apoyada en datos calculables. FaLta todavía, por ejemplo, una explicación precisa y franca sobre el tan discutido problema de hasta qué punto la automatización creciente, y la eliminación de la influencia del trabajo del obrero sobre la intensidad del aprovechamiento de las máquinas y de los motores que la automatización conlleva, significa un límite al principio de que una jornada laboral corta equivalga a un trabajo más intenso; la explicación de esta cuesti6n_sólo será fructífera si se hace comparando el mayor número posible de distintos trabajos de manipulación. Los materiales existentes que se puedan considerar exactos se-refieren casi por completo a industrias en las que se da una considerable influencia de los obreros sobre la calidad y el ritmo de la producción. La exposición teórica más original, con una orientación fisiológica y guiada por la práctica de la propia empresa, la ha suministrado Abbé en sus conocidas conterencias4 ; el consumo de energía en la realización del trabajo lo atribuye a tres distintos factores: está en función; en primer lugar, de la cantidad de manipulaciones de la misma clase que haya que realizar, sin importar en qué tiempo se realicen; en segundo lugar, está en función de la rapidez del trabajo y, en tercer lugar, por último, se corresponde con el consumo de energía «inútil» que se realiza al trabajar con máquinas, es decir, como" consecuencia de una fatiga meramente «pasiva» producida por la necesidad de tenet que permanecer en una determinada posición, de pie o sentado, y muchas veces agachado porque así lo exija la realización del respectivo traqajo. Según Abbé, el hecho de que la reducción de jornada limite bajo cualquier circunstancia este último factor improductivo de la fatiga constituye el secreto determinante de su éxito. La primera de sus afirmacIones coincide con la teoría kraepeliniana de la fatiga, pero, por ello mismo,
está expuesta a sus mismas críticas (véase más arriba). La tercera afirmación, que es acertada, se refiere básicamente en la formulación de Abbé a los llamados por los higienistas trabajos «estáticos», es decir, . trabajos que no exigen el funcionamiento del sistema muscular grande, sino una misma y continua posición de todo el cuerpo (el estar encorvado, sobre todo, no tanto el estar de pie) junto al movim.iento -'-trabajo «dinámico»- de algunos músculos concretos: según Abbé, no son estos músculos que trabajan dinámicamente los que muestran la fatiga, o eventualmente una fatiga extra, en el caso, por ejemplo, de los panaderos, de los zapateros, de los cerrajeros, de los herreros, de las planchadoras, de muchos trabajos en la industria textil, de los picadores en las minas sobre todo, que trabajan tumbados, y también de los pulidores,. sino que son los músculos «estáticos» los que lo manifiestan: varices en los obreros que trabajan de pie, dolores lumbares en los zapateros, dolores de espalda en los panaderos. (A pesar de todo, sin embargo, cuando hay posibilidad de elegir, los obreros prefieren trabajar de pie porque en este trabajo se pueden «dar más maña».) Pero no todos los trabajos de este tipo son «estáticos» y la formulación de Abbé necesitaría una formulación más amplia, más psicológica: en los trabajos «estáticos» habría que tomar en consideración no sólo la posición del cuerpo sino la «dispo.sición» psíquica o psiéofísica hacia el trabajo y las inhibiciones de todo tipo que ésta lleva consigo como la otra cara de la moneda. Esta perspectiva nos acerca de nuevo a las cuestiones de los higienistas escolares, a la cuestión, por ejemplo, de- qué efectos tiene el tener que estar sentados y escuchando pasivamente a la vez que se exige una amplia «productividad» del propio cerebro, tal como requiere por sí misma la escuela, ya otras cuestiones similares. Difícilmente se puede afirmar que existan conocimientos concluyentes al respecto. Y respecto al trabajo industrial, el alcance de la perspectiva de Abbé necesita todavía mucha investigación en las distintas industrias, por muy reconocida que esté su aportación, investigación que, como ya se ha dicho, no debería limitarse al aspecto fisiológico del asunto y a la que sólo habría que concederle quizá un margen de exactitud muy relativo. Por lo que respecta a la segunda parte de su teoría de la fatiga laboral, Abbé sólo la ha desarrollado de una manera bastante imprecisa. En cambio reviste un gran interés su exposición sobre la «adaptación automática» del trabajoS, a la que responden otras muchas y diferentes experiencias, con independencia de si algunos elementos de su formulación vayan a resistir durante mucho tiempo la crítica especializada. Según Abbé, se produce una compensación de energía entre el trabajo y el de,scanso con una considerable independencia de la-voluntad y del conocimiento de los obrecos de tal manera que, en un deter:.. minado tiempo de trabajo, la intensidad del trabajo logra un nivel que se corresponde con el nivel de recuperación alcanzada. En realidad se
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tiene la impresión algunas veces de que elnivel delrendimiento por hora de trabajo oscila en torno a un punto óptimo que, almenos cuando existe un salario a destajo, se sitúa una fracción por debajo de la capacidad mdxima de rendimiento del «sistema psicofisico» de los obreros, punto óptimo que, sin representar evidentemente un nivel constante, no oscila, sin embargo, demasiado eQ sus grandes promedios, elevándose sólo lentamente a consecuencia de la práctica, en la medida y durante el tiempo en que ésta tenga efectividad. A grandes esfuerzos por parte de los obreros durante un día, durante una semana o durante un mes parece sucederles casi siempre un-brusco descenso del rendimiento en el periodo siguiente, la mayoría de las veces algo más corto (día, semana o mes); de esto volveremos a hablar posteriormente. Sólo después de la desaparición de este descenso suele manifestarse un aumento de la prdctica. Y parece asimismo que, cuando se reduce el rendimiento efectivo diario por propia decisión de los obreros (<}. Por lo que yo pude ver en las curvas de rendimiento de los tejedores que calculé por días, por semanas y por meses, suele suceder que la «familiarÍzación» con un nuevo género, cuando se trabaja a destajo y tratándose de obreros capaces y-dispuestos, sea rápida al principio, seguida de una distensión, a la que le siguen de nuevo nuevos impulsos y nuevas distensiones. Así, con continuas oscilaciones, los
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OSCILACIONES
EN
LOS
RENDIMIENTOS
DEL
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INDUSTRIAL
o breros alcanzan paulatinamente un rendimiento medio en ascenso. Más adelante veremos más de cerca estas subidas y bajadas de los rendimientos y veremos entonces también que los obreros que son interrumpidos en esta posibilidad de' trabajar a golpe de impulsos y de manera «relajada» muestran una rentabilidad decreciente, a pesar de tener una notable conciencia de su trabajo -por ejemplo, cuando les tocan siempre urdimbres malas. Pero de esto hablaremos más adelante. Con estos comentarios algo anticipados hemos llegado ya a la cuestión de si los rendimientos entre jornada laboral y jornada laboral, o entre períodos de tiempo más largos, oscilan y cómo oscilan. B. ENTRE D.ISTINTAS JORNADAS LABORALES
Hay que constatar de entrada que las oscilaciones de los rendimientos de los distintos obreros, en un mismo tipo de trabajo continuo y de un día a otro, son considerables y mucho mayores de lo que a priori se podría pensar como probable, al menos en algunas industrias. Tomemos como ejemplo algunos rendimientos de tejedores6 , establecidos con la a yuda de aparatos automáticos de medición y referidos cada vez al nüsmo telar, al mismo género y a la misma urdimbre: poniendo el rendimiento medio de cada vez en 100, nos encontramos los siguientes rendimientos de un obrero entre los días 5 de junio y 11 de julio de 1908: 88,4; 86,7; - Pentecostés - 96,0; 116,0; 115,4; 99,5; 109,5 100,8; 108,3; 114,6; 97,5; 103,2 -113,1; 89,4; 89,4; 76,7; 109,1; 99,3 -91,1; 97,4; 105,4; 96,9; 103,2; 99,8 - 84,8; 84,8; 109,1; 99,3 - 91,1; 97,4; 105,4; 96,9; 103,2; 99,8 -84,8; 84,8; 93,7; 106,4; 87,3 (las semanas están separadas por los guiones). La diferencia entre el rendimiento diario mayor y el menor en este período de cinco semanas llega al ,39,7% del rendimiento medio, estando el rendimiento máximo un 51,70/0 por encima del rendimiento menor. En dos ocasiones ocurre que dos días consecutivos tengan el mismo nivel de rendimiento, pero, por lo demás, las oscilaciones son muy grandes precisamente entre días próximos: la oscilación mayor (109,1-76,7) es un 32,4% del rendimiento medio o un 42,2% del rendimiento bajo de los dos rendimientos siguientes; el promedio de todas las oscilaciones de un día a otro es un 8,75%, o alrededor de 1/12, respecto al rendimiento medio. _Hasta dónde interviene en estas oscilaciones la humedad del aire, muy importante para la tejeduría dei lino, lo muestran los valores del higrómetro durante1:lna semana comparados con los rendimientos: .
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PSICOFislCA
Registro higrométrico
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OSCILACIONES
EN
LOS
RENDIMIENTOS
DEL
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INDUSTRIAL
Aquí coincide también el menor rendimiento de todos Jos días con el día más desfavorable, como en el caso anterior, y el segundo rendimiento más bajo con eJ segundo día más desfavorable, y la semana en
conjunto resulta incluso más desfavorable que en el otro caso, pues tiene un rendimiento un 7,20/0 menor que la media (de esto hablaremos más adelante); pero el nivel de las oscilaciones de los restantes cinco días de la semana no aparece determinado por los niveles de humedad del aire. En los restantes rendimientos que he calculado, el promedio de las oscilaciones entre dos días consecutivos se sitúa entre el6,83 yel20,9%; hay algunas oscilaciones máximas entre rendimientos de dos días que llegan hasta casi el 1000/0 del rendimiento más bajo' de los dos días, en los que, naturalmente, no se toma en consideración los fallos excepcionales de las máquinas o de los «golpes de la lanzadera». Más adelante hablaremos sobre las razones de estas fuertes oscilaciones de los rendimientos entre dos días. AqUÍ sólo queríamos dejar constatado este hecho. Hay que hacer notar que, por razones del material, el rendimiento diario de lqs tejedores de lino está expuesto a oscílaciones más fuertes que en otras industrias, independientemente de su voluntad y de su estado de ánimo; el número de veces .que se rompe el hilo, que incide de manera decisiva sobre el rendimiento de la jornada, no depende completamente de las condiciones del aire de la fábrica, sino ante todo de la calidad del hilo y del cuidado con que se haya alisado la urdimbre; el número de veces que se rompe se distribuye entre los distintos días de for~a tanto más irreg!llar, naturalmente, cuanto más irregular y desfavorable sea la calidad y el alisado del hilo. Por otra parte, el ritmo del trabajo depende en gran medida no sólo de las cualidades del obrero sino también de su voluntad, que puede dejar apagado el telar para arreglar una rotura del hilo o un enredo de hilos en la urdimbre según él quiera o lo necesite para tomarse un respiro. Hay numerosas fábricas en las que esto ocurre con frecuencia y hay otras en las que el obrero está en una situación Iuás desfavorable -suponiendo siempre la misma intensidad y eficacia del control que ejercen los «maestros»-; merecería la pena clasificar las industrias o las categorías laborales por la medida en que el obrero está «encadenado a la máquina»,_ en el sentido de la palabra empleado aquí. Nosotros, en este momento, sólo nos preguntamos si se pueden poner en relación el nivel de las oscilaciones de los rendimientos diarios y los distintos dfas de la semana. En los ejemplos anteriores no se encontrará ninguna huella de esa relación: los rendimientos diarios parecen saltar hacia arriba o hacia abajo sin ninguna referencia a la posición del día dentro de la semana. Quizá resulte un cuadro distinto si se tomaran en consideración los rendimientos de grupos mayores de obreros. Recordemos lo que se ha dicho hasta ahora sobre este tema. En cuanto·a las oscilaciones de los rendimientos a lo largo de la semana, la opinión unánime de los directivos de la empresa aptlnta a que el peor día de la semana es el lunes: es la consecuencia de las costumbres dominicales de la población alemana a diferencia de los do-
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75
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(valocesrándar = 80)
Rendimiento en 0/O respecto a la media
113,1 89,4
89,4
76,7 109,1 99,3
El punto más bajo del rendimiento cae, en efecto, en el día en el que el nivel de humedad del aire dentro de la fábrica es muy desfavorable, a causa del calor seco del aIre exterior; uno de los dos rendimientos más bajos cae en el segundo día más desfavorable, y toda la semana está, desde el punto de vista de la humedad del aire, un promedio de 2,40/0 por debajo del rendimiento medio del obrero. Pero, en lo demás, las oscilaciones del rendimiento no están condicionadas por esas condiciones de la humedad. Las oscilaciones observadas aquí no son en absoluto extremadamente altas. Hay otras más elevadas. Otro obrero que trabajaba.el mismo género y en el mismo período (entre ellO de junio y el9 julio) en un telar un 8,4°;6 más rápido y que trabajaba otro género distinto en un segundo telar, tuvo los siguientes rendimientos, en porcentajes de su propia media (naturalmente notablemente más baja en relación con el trabajo en un solo-telar?: 95,6; 104,4; 88,5; 117,1 ~ 103,3; 99,6; 108,3; 85,2; 98,8; 92.,1 -91,6; 110,9; 78; 77,8; 93,3; 95,5; -97,8; 110,8;110,5; 100; 80,1; 121,7; - 96,5; 105; 137,5. La diferencia entre el rendimiento mayoryel menor representa aquÍ el 59,7% (137,5-77,8) del rendimiento medio y un 76,7% del rendimiento diario más bajo; la mayor diferencia entre rendimientos de dos días consecutivos representa el 41,6% (121,7-80;1) del rendimiento medio y el5~,20/0 del rendimiento más bajo de los dos días; la media de todas las dIferencias entre dos días consecutivos es'el140/0, o casi un séptimo, del rendimiento medio. Si para examinar la influencia del nivel de humedad del aire tomamos aquella semana.que fue muy desfavorable por término medio, resulta lo siguümte: Nivel del higrómetro
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. 64
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78
77,8
93,3
95,5
(nivelestándar=80)
91,7 110,9
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INDUSTRIAL
OSCILACIONES
mingos ingleses, que tienen su importancia para la capacidad de rendimiento de los obreros, pues, al tener libres las tardes de los sábados, el consumo de alcohol se traslada al sábado y el domingo sirve para superar las consecuencias de la bebidaS. El rendimiento de los lunes parece estar muy deprimido en los trabajos que requieren relativamente mucha inteligencia, por un lado, y en los trabajos muy monótonos, por otro. Este último punto sería muy significativo para la psicología del trabajo, si se pudiera confirmar con mediciones exactas. Las opiniones sobre el rendimiento laboral de los sábados por la tarde difieren bastante entre sí. Existe tanto la opinión de que el sábado, o Lncluso los dos últimos días de-la semana, arrojan un rendimiento menor como la opinión de que es el final de la semana donde se sitúa el trabajo más intensivo, cuando se trabaja a destajo. Faltan todavía hasta ahora comprobaciones exactas sobre ese día y sobre los otros días de la semana. Los materiales sobre los rendimientos diarios medidos con exactitud que he calculado -materiales bastante modestos desde el punto de vista de la cantidad, pues sólo abarca algo más de 100 semanas de trabajo (en vez de, pongamos por caso, diez mil):-- arrojan el siguiente cuadro para una determinada cantidad de tejedores varones: si ponemos 100 al rendimiento medio del día de la semana que lo tenga más alto, ese día resulta ser el miércoles, y en relación a él se agrupan los restantes días de la semana de la siguiente forma:
lunes +42,3 -57,7
EN
LOS
martes +88,6 -33,3
RENDIMIENTOS
DEL
TRASAJO
miércoles jueves +68 +38,8 -32 -62,2
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viernes +56,3 -43,7
sábados +48,8 -51,2
Si calculamos, por último, los distintos días por la frecuencia con que se produce un aumento o una disminución del rendimiento respecto al día anterior (en los mismos obreros), resulta el cuadro siguiente para aquellos casos en los que se manifiesta realmente una desviación: el rendimiento creció (+) o disminuyó (-) en los casos analizados los
En estas circunstancias (muy influenciadas por el campo) el lunes, que cuenta con casi un 11 % de rendimientos máximos~ muestra, a pesar de todo, un aumento respecto al sábado en más de 2/5 de los casos, es decir, que, al' menos en este sentido, está en una situación más favorable que el jueves respecto al miércoles. La excelente posición del miércoles como jornada de trabajo se destaca asimismo cuando se cuentan los aumentos de rendimiento y también cuando se cuentan los rendimientos más elevados. El martes también es bueno, midiéndolo por la relación entre aumento y descenso de los rendimientos, y lo es en un grado más alto de lo que sería necesario para compensar el desequilibrio de] lunes respeto al rendimiento del sábado anterior. Sin embargo, el aumento del martes al miércoles es aún más frecuente que el aumento entre lunes y martes. El jueves aparece como un día en el que el rendimiento tiende a relajarse en la mayoría de los casos, pero esa pérdida no llega a caer al nivel del martes, como muestra el número de veces que tiene los rendimientos más_altos de la semana. Los viernes y los sábados, por último, se comportan de manera distinta en lo que respecta al número de veces que,tienen los rendimientos más altos de la semana y al aumento del rendimiento respecto al día anterior, y también en lo que respecta a los porcentajes de rendimiento de los distintos días. El viernes muestra un número de, rendimientos máximos menor que el jueves y menor que el sábado -que supera a todos los días de la semana excepto al miércoles-:-. El viernes muestra un nivel medio de rendimiento más alto que el jueves y, en cambio, muestra un nivel medio más bajo que el sábado, que también es el día que más se acerca en eso al miércoles. Por el contrario, la frecuencia con que se da en los viernes un aumento de rendimiento respecto al jueves no sólo es mayor que la frecuencia con que se da el jueves respecto al miércoles (pues el jueves viene después del día del rendimiento semanal más alto), sino que también es mayor respecto a la del sábado, en el que predomina un descenso de la frecuencia de aumentos del rendimiento. Esto no encierra en sí mismo ninguna contradicción: expresa, más bien, que se aprovecha con especial intensidad el reducido tiempo para tejer de los sábados, pues las horas finales del sábado, entre una hora y media y dos horas y cuarto, las emplean para el mantenimiento de las instalaciones9 aquellos obreros .--minoría- que buscan tina ganancia mayor con el sistema salarial existente en la empresa (salario a destajo con ganancia mínima garantizada y bonificaciones por rendimientos altos), mientras que la mayoría de los obreros comienzan ya a tener un cierto ambiente de día festivo, con la conciencia de tener un sueldo I!1ínimo garantizado. Las cifras con las
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151
lunes 93,61
martes 96,45
miércoles jueves 100 96,79
vlernes 98,!i 4
sábado 99,54
La semana mostraría, por tanto, una curva de rendimiento con una subida más fuerte entre el lunes y el miércoles y con una subida menos fuerte entre el jueves y el sábado, separadas por un descenso entre el miércoles yel jueves. Si calculamos ahora, en las semanas en las que algún día haya destacado especialmente sobre los demás con un rendimiento muy alto, estos días de los rendimientos más altos, resulta que esos máximos diarios se distribuyen entre los días de la semana de la siguiente forma (si se -distribuyeran uniformemente entre todos los días de la semana,' cada día debería tener un 16,60/0 del total):
%
de los casos
lunes 10,9
martes miércoles Jueves viernes sábado 14,1 29,3 15,2 14,1 16,4
OSCILACIONES PSICOFlslCA
DEL
TRABAJO
que hemos operado aquí son muy incompletas: en más de la. mitad de los casos contienen mediciones de los telares en los que el teje'dor tenía que atender simultáneamente un segundo telar (eventualmente con otros géneros muy distintos). Más adelante hablaremos de cómo se manifies-ta ese hecho en las cifras. Aquí escogemos para el análisis aquellos casos en los que existen mediciones del trabajo en un solo telar, con lo que toda la energía del tejedor se concentra en ése sólo. Para estos casos, poniéndole 100 al día del rendimiento más alto, el rendimiento d~ los días de la semana en promedio es como sigue: lunes 92,69
martes 95,61
miércoles 100
jueves 96,91
VIernes 99,67
sábado 99,18
El rendimiento más alto vuelve a encontrarse de nuevo los miércoles e, igualmente, el descenso.más significativo se produce del miér~ coles al jueves; en cambio, el viernes y el sábado están más cerca del miércoles, y el sábado pre.sent;a un retroceso en vez de un aumento respecto al viernes. El hecho de que en tejedores que trabajan dos te~ lares el sábado presente una situación más favorable, en armonía con el número relativamente alto de rendimientos máximos semanales que arroja el sábado (véase más arriba), se podría quizá explicar, silas cifras al respecto no fuesen demasiado pequeñas, por otraS condiciones que genera el propio trabajo en d~s telares y que comentarem?s más a~e~ lante. El hecho de que el lunes esté muy por debajo de la medIa s~ explIca por la diferente composición del grupo de obreros que se anahza cada vez, y que vamos a mencionar en seguida. El nivel de rendimiento, el aumento o el descenso de rendimiento y los rendimientos más altos de martes a miércoles, de miércoles a jueves y de jueves a viernes pod~Ían muy bien venir determinados predominantemente por el estado pSICOfísico (práctica, fatiga, recuperación)-; pero se necesitaría naturalmente un material incomparablemente más amplio; incluso para poder formular esa afirmación como hipótesis. En la sección de dobladillos de la misma empresa, donde trabajan obreras (~uchachas jóvenes), la situación respecto a los rendimientos de cada día de la semana es, según la indicación del director de la fábrica, como sigue: -los rendimientos suben hasta el miércoles y en parte hasta el jueves, y luego bajan. Los libros de contabilidad que yo he examinado confirman esta impresión, sin que yo haya elaborado las cifras. Las diferencias individuales que existen detrás de las cifras promedio mencionadas antes se pueden ver, por ejemp10, al comparar a siete obreros (a-g) en relación a los días de la semana en los que más destacaron sus rendimientos más altos 1O• Estos se dieron en:
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EN
LOS
RENDIMIENTOS
DEL
TRABAJO
INDUSTRIAL
INDUSTRIAL
lunes martes miérc. Jueves viernes sáb. semanas rend. más veces veces veces veces veces veces de trabajo elevados a)
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3
7
3
6
3
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3
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5
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3
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3
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O
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3
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O
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e)
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2
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13
f)
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1
2
O
O
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g)
O
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1
O
4
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7
Para excluir en los tres obreros a, b y c, el mayor número posible de elementos casuales, pues en eUos se han contando muchas semanas de trabajo, se pueden reproducir aquí las oscilaciones del rendimiento medio en cada día de la semana (el máximo es de nllevo 100): a)
b)
e)
lunes 92,3 90,8 97,2
martes 96,4 93,3 96,5
miércoles 100 98,3 100
Jueves 97 95,6 92,4
viernes 98,4 100 89,7
sábado 99,2 96,5 94,7
Los tres obreros han nacido en el campo, pero el obrero e reside en el campo, a diferencia de a y b, que son hermanos, y es además el mayor de los siete obreros (cuarenta años), a lo que habrá que atribuir básicamente su mayor rendimiento los lunes, como consecuencia de una utilización más sana del domingo. (El obrero e, que también reside en el campo, logra asimismo unos rendimientos altos los lunes, alcanza ya su rendimiento máximo los martes en vez del miércoles y luego, después de un fuerte descenso, sube de nuevo el viernes.) Los obreros a, by c (también e) se desvían de la distribución de los rendimientos más altos entre los días de la semana, comentada anteriormente, principalmente respecto al viernes y respecto al sábado por los motivos ya expuestos. Por lo demás, los obreros a y b pasan por ser fuertes y laboriosos, pero lentos; f y g, ambos nacidos y residentes en la ciudad, son considerados como muy hábiles y algo inconstantes; c y d pasan por ser medianamente fuertes y relativamente poco hábiles, ye está considerado como un obrero muy constante y concienzudo, aunque no muy rápido l l ; los obreros b, f y g eran sindicalistas.
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PSICOflslCA
OEL
TRABAl O
INDUSTRIAL
Por lo demás, es de señalar que no pueden rastrearse los efectos de las cualidades personales de los obreros sobre la curva semanal, pues querer ilustrar las diferencias individuales con cifras tan pequeñas podría tener un cierto sentido, en todo caso_, en relación con todas las otras características del comportamiento de los respectivos obreros en el trabajo (sobre este punto diremos algo más adelante), pero aun así sólo tendría sentido para esta fábrica y sólo con la máxima prudencia. Las notas anteriores no pueden pretender demostrar la existencia de una curva semanal de rendimientos «típica», en algún sentido, que quizá estaría sometida a condiciones muy divergentes desde el punto de vista étnico y geográfico, para cada fábrica (según el tipo de esfuerzo laboral requerido) y para la ciudad o el campo (según el tipo de diversiones dominicales y de consumo de alcohol). Aquí sólo quiere ilustrarse realmente la posibilidad y la utilidad de esos cálculos. En las fábricas que funcionan con energía eléctrica pueden medirse con facilidad las oscilaciones del rendimiento total a través de las oscilaciones en el consumo de energía eléctrica cada día de la semana. Es lógico que la utilización de este criterio exija tomar en consideración con precisión los tipos de trabajo y otros numerosos facto'res técnicos de la empresa. Y, en todo caso, habría que intentar adentrarse en los tipos de comportamiento de las distintas categorías laborales -quizá bastante diferentes- según el tipo de empleo y la proveniencia social, si fuera posible, pero habría que hacerlo en todo caso cuando el conjunto de los obreros presente fuertes diferencias entre unos obreros y otros. Pues no se puede excluir a priori la posibilidad de que en las curvas semanales de rendimiento se pongan de manifiesto diferencias típicas t2 •
OSCILACIONES
EN
lOS
RENDIMIENTOS
OEL
TRABAJO
INDUSTRIAL
Sobre las oscilaciones de los rendimientos según la estación del año existen aigunas manifestaciones al respecto, peroapenasalgunos materiales exactos. Está establecido el hecho general de que el rendimiento retroc~de en el verano en las fábricas que generan gran cantidad de calor (fundiciones de acero, soplado de vidrio), como ocurre en la industria textil, concretamente en la del lino, cuando el clima es seco, en especial con el caIorseco del verano, pues entonces resulta muy difícil lograr elgrado de humedad correcto en el aire del interior de la fábrica. La opinión de que en recintos fabriles con buena calefacción y buena ventilación se trabaja mejor en invierno que en verano está muy extendida además en fábricas de sectores industriales en los que la materia prima n9 s~fre dire(:~amente ninguna influencia, como en la industria textil; esta opinión podrfaser acertada, pero no siempre necesariamen-
te. En los oficios, por ejemplo, en los que juegan un papel importante los ojos, la iluminación artificial durante los meses oscuros del año presiona algunas veces sobre los resultados; esto ocurre en la fabrica ción de plumas de acero, donde se ha introducido la jornada de ocho horas, en parte, por ese motivo). La situación de cada industria necesitaría una consideración especial. Pero, al intentar determinar las oscilaciones entre las distintas estaciones del año o entre distintos meses o entre cualesquiera espacios de tiempo mayores, habría que prestar muchísima atención a los efectos de -la coyuntura econóinica general sobre el nivel de empleo de las empresas, dependiente de aquélla, efectos que dificultan el análisis de la influencia de la estación del año como tal sobre el rendimiento, porque las oscilaciones coyunturales se manifiestan también en oscilaciones-del nivel de. aprovechamiento de la mano de obra. Se manifiesta directamente, por ejemplo, en que la emp'resa ((frena», es decir, ((conting~nta» su máximo de producción a realizar. Esto ocurre en épocas-de depresión cuando la reducción de las temporadas de trabajo no genera la deseada reducción de la producción, pues los obreros a destajo se resarcen con un trabajo más intensivo, mientras que baja la calidad a consecuencia de ese trabajar demasiado precipitado. Las oscilaciones coyunturales tienen también efectos indirectos: en una coyuntura desfavorable, en la -que los compradores esperan que los precios siga~ bajando algo' más, los pedidos suelen ser por término medio de cantIdades pequeñas y suelen darse en el último momento en el que los necesitan urgentemente, es decir, con un plazo de entrega más breve (esto es típico de la industria textil); por otro lado, las empresas suelen aceptar en esas épocas pedidos que, normalmente, caen fuera del ámbito de su actividad regular, con lo que las épocas de depresión tienden a presionar a la baja el nivel de especialización empresarial-por ejemplo, en grandes sectores de la producción de maquinaria-o En las épocas de crisis aumenta además el abigarramiento de la producción, al menos en lo relativo al tamaño de los pedidos, cuando las fábricas hacen transacciones comerciales con minoristas y se- ven forzadas, por lo tanto, a diversificar su producción más que cuando negocian con mayoristas, quienes permiten a la fábrica realmente limitarse a la producción de una especialidad --como ocurre en Inglaterra-, mientras que los minoristas exigen recibir todos sus suministros del menor número de proveedores posible -de uno o de -unos pocos-o Con otras palabras: las depresiones producen un retroceso en la especialización y, par otra parte, generan un trabajo irregular y precipitado. Esas épocas de crisis-presio;. nan sobre el volumen del rendimiento (por el cambio frecuente del tipo de empleo por parte de los obreros) y sobre la calidad del rendimiento y, por consiguiente, sobre las propias ganancias a destajo. Por otro lado, las posibilidades que tienen los obreros en numerosas'industrias manu-
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C. ENTRE PERÍODOS DE TlEMPO MÁs LARGOS. COYUNTURA ECONÓMICA-
COYUNTURA SOCIAL: LA «AUTO-RESTRICCIÓN DEL RENDIMIENTO))
w
't,~'---, PSICOFfslCA
DEL
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INDUSTRIAL
factureras de mejorar su rendimiento y sus ganancias a destajo están ligadas a la calidad de la materia prima o del producto semimanufactu rada que ellos procesan. Pero cuando la coyuntura es favorable, las hilanderías, por ejemplo, hacen saber que no aceptan pedidos de las tejedurías y están en situación de imponer las condiciones en las que les sirven el hilo, y fuerzan a estas últimas a comprar mercancías que en tiempos normales no comprarían --esto lo hacen a lo largo del proceso de producción todos los productores anteriores respecto a los que les siguen-o La consecuencia de esto -por ejemplo, el típico empeoramiento de la calidad del hilo- unida al trabajo precipitado propio de la coyuntura favorable recae de nuevo en gran medida sobre el rendimiento de los obreros en las industrias que continúan la elaboración del l, producto, recayendo consiguientemente sobre las ganancias a destajo. ! En las coyunturas favorables, esto constituye una fuerte incitación a la huelga y luego, en las primeras épocas de la depresión, cuando hay que trabajar un material malo que se compró forzadamente durante la coyuntura favorable, constituye un motivo para que las ganancias sean ,_:' menores. La popular idea de que «el empresario carga con los riesgos de la empresa» es totalmente incorrecta en un sentido estrictamente económico: no sólo la quiebra de su empresa deja a los obreros sin pan, sino que cualquiererror que cometa en la adquisición de la maquinaria y de la materia prima recae sobre los obreros, de la misma manera que también recae sobre ellos el mejor o peor funcionamiento de las ventas. Todos estos factores que intervienen hacen extr~madamente difícil para muchas empresas que puedan determinar hasta qué punto _se producen oscilaciones de los rendimientos entre grandes períodos de tiempo, sea por la situación climatológica o por causas fisiológicas. No existen materiales exactos al respecto; más adelante volveremos sobre algunas cqes.tione_s...telativas a este tema. -.-"' __ .~De la mi&ma forma que la coyuntura económica, también la coyun..,. ,'. ÜlI~. socia.L;¡tecta al rendimiento en aquellas empresas que permiten a , los obreros influir sobre la producción. Hay informaciones muy claras, r-- '."'. .I;i--¿ \, aunque sin una comprobación exacta, sobre el hecho de que las «con'/> c_ vicciones» de los obreros y, en especial, sus relapiones con el empresario influe!1cian_§..!i!~~l!riñTeftlOr.r:-Las'q11ej1is-sobre la ((auto-restricción» practIcada por los obreros son antiguas, pero se han incrementado sin duda en las últimas décadas, paralelamente a lacreciente racionalización del sistem::t salarial tendente a aumentar el rendimiento, pero paralela~ente también a las menores oportunidades de hacer huelgas a consecuencia de una mejor organización de los empresarios. Cuando los empresarios responsabilizan a los sindicatos, sobre todos a los sindicatos libres, por_~!g
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do superficial, con arreglo a como se pueden juzgar hoy en día las cosas. La «auto-restricción) intencionada y consciente, no sólo la involuntaria
y dependiente del estado de ánimo, se da en todos los sitios en los que exista algún sentimi~!!tºsl!:,g>Jl~a~lciªQ_~!ll.teJQ§Qbreros o en una' parte significativa de elIOs, aunque no "exista una organización sindical. Hablando en términos generales, los obreros tienen múltiples formas para luchar por el precio de su rendimiento, consciente e insistentemente, pero _ sin pa_Labras. Puede ser tanto ellugru-d-e·c!esrarosmasHalros-colño el mantenÍmle1fto del ritmo anterior de trabajo y conservando los mismos precios de destajo, o puede ser también, por último, el poner de manifiesto la conciencia de un malestar general, más o menos clara según su proveniencia. Donde esto es un medio de la "política salarial» de los obreros, representa la reacción inevitable a la asimismo inevitable política salarial del empresario, cuyas consecuencias las sufren los obreros en su propia carne. Una tejeduría de -lino alemana con una producción medianamente diversificada produce entre trescientas y cuatrocientas clases de mercancías -incluyendo aquí variaciones como la superficie de los pañuelos o ~l tipo y anchura de los dobladillos~ y, aun cuando una parte considerable de estas diferencias sean irrelevantes para lo que se exige del obrero y para la determinación de su salario, aun así hay que calcular «correctamente), en conjunto, más de doscientos precios de destajo tornando en consideración las diferencias existentes en el equipamiento técnico de los telares (por ejemplo, la medida eh que los dispositivos mecánicos para parar la máquina cuando se quiebran los hilos y para volver a encontrar los hilos quebrados ahorren tiempo ydescargue la atención), las diferencias de los tejidos en cuanto a su composición (lino, medio lino, finura de los hilos), o su anchura y densidad (número de tramas por centímetro), etc. Hay que calcular los precios de destajo de modo que la ganancia posible con cada uno de los géneros, con un esfuerzo medio, no arroje unas diferencias demasiado llamativas, contra las que reaccionarían los grupos de obreros afectados -los tejedores, por ejemplo- pidiendo una elevación de todos los precios de destajo restantes. Pero el cálculo de los precios a destajo sólo puede hacerse -si no quiere uno ser borrado de las tablas de los competidores- cuando se tiene una idea global aproximada de lo que los respectivos obreros pueden producir por término medio en los distintos géneros o de lo que van a producir en el futuro después de alcanzar una práctica suficiente. Las épocas en que se comienza a calcular por vez primera una serie de precios de destajo para determinados rendimientos, y en concreto cuando se introducen nuevos géneros, son, por tanto, épocas críticas en su mayoría tan pronto como los obreros notan 10 que el reloj ha marcado. Au-'¡1 sin ninguna organización sindical, existiendo una solidaridad suficientemente desarrollad~? 195 obf~~S suelen «auto-restringiD) ._-.-;;--=:~'
.-"._~-,.... ,- ,-
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la producción sistemáticamente para lograr precios de destajo lo más altos posible. Si lo. logran, asciende rápidamente el rendimiento -así ocurre muy notoriamente con las muchachas de la sección de costura , 1 , de la fábrica mencionada antes-. El empresario se ve obligado entonV ces, si quiere detener una subida generalizada de los salarios, a aplicar una rebaja de los precios de destajo, -medio que le presenta siempre muchas dudas para-sus propios intC;~_~_~~~,P9Iq~~.p_rQyq~..h!l~lgas o una /..-- ." nueva «auto-restricción» de la producción o un malestar desfavorable para' e-t--propro--renrujuíenro~eiñas arrloafy-¡:;a rii-el-tec1utamiento de nuevos obreros. Si se trata de unos pocos nuevos géneros, resulta más fácil presionar sobre los destajos calculados al principio «demasiado favorablemente» para los obreros, cambiando los géneros a otro telar que tenga otros precios distintos. La ((auto-restricción» por motivos de {(política salarial)), es decir, la auto-restricción que tiene como finalidad influir en la fijación de los destajos y no otras causas tradicionales o ilógicas ·desde el punto de vista económico, se desarrolla, si es aplicada por amplios grupos de obreros, de manera similar a corno se desarrollaría una huelga -de la que muchas veces es un sucedáneo-, si no hubiera obreros «dispuestos'a trabajaD): la pregunta es quién puede esperar más tiempo. A diferencia de la huelga, la ((auto-restricción» no requiere ninguna organización formal ni ninguna caja de mantenimiento, los obreros no se quedan sin comer sino que limitan sus ganancias, y su situación táctica es más favorable que la de la huelga en cuanto que el enemigo no siempre está en situación de demostrarle a cada obrero si ha ((auto-restringido» la producción y en qué"medida lo ha hecho. El despido de un obrero notoriamente eficiente por una supuesta «(autorestricción)) sin estar fundado desde el punto de vista formal significaría -----para el empresario, cuando los obreros no carecen de algún poder, cargar con un odio que no se soporta a gusto. Las coyunturas en alza y, sobre ,.--~,~·tod~, la a.mpliación ~~ la diversificación pro~u~t!va de la empresa .s.?n ',~, __ .:- -'las sItuaClones especlflcas para la «auto-restnccIOn)} de la producclon. ( ________ El círculo de obreros a los que abarca en el caso concreto y, por consiguiente, su alcance puede ser muy distinto. Y naturalmente también su éxito. -Pero con el aumento del poder de las asociaciones obreras irá ganando terreno a costa de las huelgas, que van perdiendo perspectivas. Los empresarios exageran mucho su frecuencia actual, pero, a pesar de todo, no se la puede infravalorar. Un obrero muy eficiente de la tejeduría que hemos citado varias veces, hombre de confianza de un sindicato, practicó la ((auto-restricción)} de la producción sistemáticamente durante siete meses (de junio a enero), en una época en la que los obreros perseguían la firma de un convenio colectivo; y no sólo indicaron la autorestricción sus correspondientes maestros, sino también su propia curva-de rendimiento, que analizaremos más en detalle posteriormente, de modo que su rendimiento quedó un 150/0 por debajo de lo que podía (
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haber producido a pleno esfuerzo, de acuerdo con el desarrollo de su capacidad a lo largo de los nueves meses anteriores, mientras que su salario se redujo-un 10%14. Comº- ~ª_~olidaridad de los obreros fracasó en un abierto incumplimiento, producíd~lti-fu() términn-;'por dios mismos, esta «auto-restricción» resultó inútiL El análisis posterior de la curva de rendimientos mostrará qué difícil resulta la medida individual del influjo de esta auto-restricción en cierto modo segura, cuando entran en acción otros muchos elementos. Y esto vale naturalmente, y sobr~ todo, para la gran mayoría de los obreros. En el caso anterior, la medIa mensual del rendimiento a destajo por día de la mayor parte de los obreros empleados de manera continua y en circunstancias iguales durante ese tiempo muestra un llamativo descenso en los meses finales del otoño y del invierno de 1907/1908, es decir, durante la época más aguda de la movilización, y ese descenso es un descenso global, tanto en los tejedores como en las tejedoras; más aún, se manifiesta de manera especial tanto en los tejedores de telares anchos como en las tejedoras de pañuelos. La falta de material-del que se privó a los hiladores en la situación forzad~ de la coyuntura alta- y aún en un grado más elevado la introducción de nuevas variedades o el incremento de la producción'de éstas influyeron decisivamente en ello (de esto hablaremos más adelante), pero no explican quizá totalmente que el rendimiento diario calculado a destajo puro, que había subido por término medio, entre agosto de 1907 y agosto de 1908, a185% y al 71 %, en los varones y en las mujeres, respectivamente, respecto del nivel de ganancia que funciona como estándar para los hombres 1s y que, en septiembre, había subido al-85,60/0 y al 76,6%, respectivamente, muestre luego una tendencia a descender, llegando a su punto más bajo en febrero (79,6% Y 64,00/0, respectivamente) -'--tras el despido de aquel obrero-, para subir en marzo al 830;0 en los-varones y al 74% en las mujeres y alcanzar en el mes de abril el punto máximo del 91,6% y 78%, respectivamente 16, y aproximarse de nuevo, a partir de ahí, al antiguo promedio. La situación climatológica suele tener un efecto sensible en la industria textil, como ya se ha dicho, en el verano especialmente, cuando el mantenimiento del aire ·en el interior de los establecimientos produce dificultades sobre el nivel necesario de humedad, mientras que en el invierno es mucho menor-o ninguno. En·febrero de 1908, el crudo frío de los caminos hacia la fábrica pudo, evidentemente, haber reducido la agilidad de-las manos, pero el rendimiento de enero, también un mes muy frío, estaba en el.85% y en el 66,30/0, es decir, mucho más alto, y concretamente entre los varones. Por esta razón, puede valer al menos como explicación posible y plausible -dada por la dirección de la fábrica respecto a una parte del invierno- el que el rendimiento se viera afectado por la coyuntura político-social, aunque no sea una explicaci.ón estrictamente evidente. 159
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madamente rentables para los empresarios y, desde el punto de vista de su beneficio, les es muy lamentable esta situación de que este poder de la reJigiosidad se esté extinguiendo entre Jos obreros varones, aun· que hayan dicho expresamente que les sorprendía la más eficiente de aqueLLas obreras «pietistas» por su inusualmente rígido sentido de la justicia -que se manifiesta sin embargo de manera totalmente «individualista»_-y por la dura defensa desus derechos. Habrá que investigar müy cuidadosamente hasta qué punto semejantes fenómenos tienen todavía validez general hoy. A mí me parece muy creíble que formen parten, como residuos del pasado, de un contexto mas amplio, dentro del que yo he intentado analizar estas cosas en otro Jugar, y que siguen siendo, en cierta medida, característicos de unas fuerzas que fueron activas en la primera época del capitalismo industriapo. Mientras que para estos círculos pietistas puede valer, probabJemente en un grado bastante considerable, que una educación en una determinada «concepción del mundo» influya en gran medida el desarrollo del rendimiento laboral-aun cuando no sea lo único exclusivo---, no funciona esto mismo en situaciones paraJelas por parte de los varones: en la elevada cualíficación de los sindicalistas socialdemócratas -en el caso de que ésta exista con carácter general-o Es muy plausible que obreros c~nscientes de su rentabilidad como «medios de producción» y motivados específicamente por su propia disposición se conviertan en sindicalistas -y, en las circunstancias actuales, en socialdemócratas, atendiendo a la mayoría de los casos-, mientras que sería necesario analizar con mucha precisión si la educación socialista o una posterior inmersión en las ideas del socialismo -que quiere ser un sucedáneo de religión, aun cuando sobre la base de convicciones diametralmente opuestas- podría ser apropiada para despertar capacidades adormecidas que pudieran favorecer eJ rendimiento JaboraL Esto es, en todo caso, muy problemático y llevaría ahora demasiado lejos, cuando estos problemas sólo podrían ser abordados con imágenes miniaturas; preferimos volver a otras consideraciones desde las que, con los medios de que disponemos, parece más accesible el camino para un tratamiento más exacto de la cuestión.
Ya que estos comentarios han rozado la cuestión de la relación entre los hábitos político-sociales de los obreros -podemos decir de su mentalidad- y su rendimiento, podríamos detenernos un momento en esta cuestión de la relación entre aquellos factores y la productividad de los obreros. En la cuestión de la calidad de los sindicalistas socialdemócratas en cuanto trabajadores, bastantes empresarios imparciales, y de empresas muy distintas~ suelen conceder con bastante generalidad que esos sindicalistas se encuentran normalmente, en cuanto a su capacidad, entre los mejores obreros (no se refiere.n naturalmente a t.odos los sindicalistas socialistas, pues eso 'sería una tontería, sino al «tipo» del «más convencido» desde un punto de vista sindical). Esto ocurre incluso en la industria metalúrgica de Renania-Westfalia, tan enfrentada a los sindicatos, como testimonia Jeidels. En el caso de la empresa anterior también es esto exacto, en lo esencial. Todos los obreros varones que habían sido calificados por la dirección de la empresa como «sindicalistas comprometidos» muestran unos rendimientos máximos, y los mejores trabajadores de la empresa se encuentran entre ellos, con alguna excepción, según pude ver. El obrero expulsado en el conflicto no sólo era quizá el más eficiente de la empresa, sino que los sindicalistas están indiscutiblemente en el primer puesto de rendimiento y muy por encima de la media, tanto entre los tejedores de telares anchos como en los de telare's estrechos. Las tejedoras proyectan un cuadro distinto. Entre ellas parecen destacar cualitativamente las que proceden de los círculos pietistas. No es ninguna casualidad que las dos obreras que ascendieron a maestras en los dos departamentos dedicados a los dobladillos (alisado y deshilado) pertenecieran a esos círculos, aunque una de ellas procedía, por familia y residencia, del campal? Tampoco es casual que ambas tejedoras de pañuelos, para las que vale 10 mismo, estuvieran, por ejemplo, entre agosto de 1907 y agosto de 1908, con un valor de destajo" del 98% Y del 99,6% de su rendimiento medio diario respecto al 71% de las demás tejedoras en ese tiempo (véase más arriba) un 380/0 o un 390/0 de media, respectivatnente, por encima de aquél l':!. Y tampoco lo es, por último, que en el trabajo de alisado, de gran responsabilidad y difícilmente controlable, figure asimismo mano de obra pietista. En estos fenómenos se ponen de manifiesto las consecuencias de evitar los salones de baile y otras diversiones similares criticadas por el {(pietismo» ---consecuencias, en otras palabras, de la «ascesis protestante>;, y de la actitud interior respecto al trabajo profesional «querido por Dios», generada por aquella ascesis-. También se manifiestan los rasgos «individualistas», y al mismo patrimonialistas -en el sentido religioso de la palabra-, de la «disposición al trabajo» de su específica actitud religiosa en la oposición de todos estos círculos al sindicalismo~ Los obreros educados en estas costumbres e ideas son, naturalmente, extre-
1. En los materiales de la encuesta de A. Levenstein, que amablemente me han sido cedidos para su examen, hay daros sobre la evolución de la fatiga, que, en todo caso, sólo sirven para la fatiga subjetiva (véase más arriba), 2. H_ Bille-Top, KKopenhagcn: Die Verteihlllg der Unglücksfiille der Arbeiter auf die Wochentage nach Tagess[Unden .. : Zentralbl. f allg, Gesundheitspflege, 27 Jahrg. (1908), p, 197. Los datos están romados de la consulta privada de su auror, La distribución de las cifras absolutas era la siguiente (1898-1907):
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3' 6
5
2
8-9 12 3
[-2 9 1
3-' 26 8
4-5 29 2
5-6 20 5
6-7 7 3
7~8
8-9 2
noches 7
6-7 2 2
7-8
hombres mujeres
hombres mujeres
2-3 14 5
II
2 1
(Parte de las grandes fábricas cierran a·las cinco). Las cifras para hombres y mujeres coojuntamente se distribuyen de la siguiente manera: 6-9: 31; 9-12: 92; 12-3: 34; 3-6: 90. los sábados, en esas mismas fraojas horarias: 5 - 16 - 6 - 24; es el día siguiente al día de la paga, y sube el oúmero de accidentes a la 'Vez. que el rendimiento más rápidameute que eo los otros días. las cifras son pequeñas, pero no sin valor. La diferencia entre hombres y mUjeres es una consecuencia de los efectos del alcohol (Véase más adelante). 3. Aún menos, por cuanto el anículo «Arbeitszeit» (jornada laboral) de Herkner da una acenada visión de conjunto en el Handw.-B. d. Staatswiss. 4. So:dalpol. Schr., pp_ 228 s. 5. Véase p. 233 de su obra citada. 6: La empresa se encuentra (en Wesrfalia) en un lugar con aspecto de ciudad, a una hora de tren de vía estrecha de una gran ciudad industrial. En estos tejedores, como en los cálculos que seguirán a continuación, se han excluido aquellas semanas que tenían imerrupciones por días de fiesta_y aquellos dfas en los que la producción se interrumpió por algún acontecimiento ajeno a la voluntad de los obrcros y del desarrollo normal del proceso de trabajo (por ejemplo, un «golpc de lanzadera» que puede reventar cientos de hilos y puede bajar a veces el rendimiento durame casi dos días a cero). 7. Sobre este punto hablaremos más adelante. 8. Sólo una investigación exacta podría mostrar has[aqué puma, por ejemplo, el rendimiento de los lunes de los obreros ingleses es más elevado o si es tan elevado como para más que cOmpensar la tarde libre del sábado. Evidentemente, la supresión de numerosas fiestas católicas ha . significado para el ren,dimieoto mucho más que su mera conversión, en días laborables. 9. No es necesario indicar que los rendimientos diarias están calculados tomando en consideración esta oscilación del número de horas de trabajo en los distintos días, es decir, que se apoyan en los I;"endimientos medios por hora de trabajo efectivo cada día. 10. Sólo entran en consideración, como antes, los rendimientos más altos que sobrepasen al menos en un 3% al siguiente rendimiento más alto. 11. ~ efectos de comparación, mencionemos por lo menos la curva semanal de una de las obreras más laboriosas que haya tenido la fábrica y que, sirviendo dos telares, trabajaba en el mismo telar y el mismo género que, a veces, el obrero d: lunes 91,4
marres 96,2
miércoles lOO
jueves 95,4
viernes 99,6
sábado 95,6
No se evidencian difC;rencias respecto a la curva semanal tfpica dc los obreros que trabajan en un solo telar; el lunes arroja un rendimiento a(m mucho menor que los obreros, lo que permite concluir que no sólo es el alcohol el que intervienc en los menores rendimientos de los lunes: la muchacha, que deJÓ el trabajo para casarse, ya estaba comprometida eo la época a que se refieren los rendimientos anteriores y los efectos del domingo no podrCan considerarse en su caso precisamente c0D!0 un «descanso... Más adelante nos encontraremos. todavía coo los efectos del desgaste erótico y los comentaremos con el ejemplo de esta obrera. 12. Sólo llamaremos la atención ahora acerca de las cifras suministradas par Bdle-Top, en su obra antes citada, sobre la distribución de los accidentes entre los días de la semana, en Copenhaguc (cifras obtenidas en su consulta privada):
varones mujeres
lunes 50
•
manes 46 10
miércoles
3. 12
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jueves 34 LO
viernes 33 9
sábado 43 13
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El número de accidentes de los sábados es consecuencia del alcohol (el viernes es día de paga)' el distinto cOmportamiento de los varones y de las mujeres en tos primeros días de la semana es: asimlsmo, consecuencia del mayor desgaste de salud en los hombres respecto a las mujeres. Por falta de es.pacio no entro ahora en los datos estadísticos oficiales (estadísticas de accidentes), cuya SignificaCión para la cuestión ~eI «exceso de fatiga» ha sido comentada en repetidas ocasiones. 13. Por ejemplo, C. J. Wentworth Cookson (Australia), sobre cuyas manifestaciones, a las que no he accedido en su original, se puede comparar, entre otros, Soziale Praxis, 1902, p. 890. 14. El rendimiento medio por jornada a destajo empieza en el mes de octubre de 1906 con un 80,3% del nivd está.ndar (véase nota p. 15) Y evoluciona por truncstres, por una mayor práctica, de la siguiente manera: noviembre-diciembre-enero: 95,3%; febrero-marza-abril: 114,3; mayojunio-íulio (<
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abordar el problema. Los datos del censo laboral son ya apropiados para ello. En las Cartas obreras, que edita A. Levenstein bajo el titulo Al/S der Tiefe (Berlín, 1909), hay una carta de un obrero (pp. 82 ss., especialmente p. 91) que en su rechazo total de la Iglesia tiene claramente una disposición religiosa (pem como smdicalista). Su característica actitud hacia el trabajo y hacia el telar (p. 89 abalo) muestTaque laeconomía de las fuerzas psCquicas de estas naturalezas se rcaliza aquí de manera más favorable que en O[(OS -----correspondiendo a la función general de la religión-. Habrá que volver a este pUDro en Otra ocasión. Por lo demás, los impresionantes materiales (más de 6.000 encuestas, con frecuencia largas cartas) que ha reunido Levenstein mediante un trabajo incansable y exiroso (y del que esa publicación sólo da una débil imagen) son una mina para la "psicología» obrer'a, en el sentido de moral práctica y de concepción del mundo de la palabra -lo más valioso, en todo caso, que he conocido en ese ámbiw--. Es de esperar que se publiquen en extractos lo más amplios posible. "~-."
8
SEXO, EDAD, ESTADO CIVIL, ETC" EN RELACIÓN CON SU INFLUENCIA EN EL RENDIMIENTO LABORAL
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Apenas existen investigaciones precisas sobre la aptitud. para el trabajo por sexos. Sería irt;lportante evidentemente tratar solamente aquellas fábricas en las que se dé realmente una competencia entre los sexos. Entre éstas figuran, entre otras, amplias ramas de la industria textil. En la tejeduría"dellino no hay duda de que predominan los varones en el telar ancho (para sábanas y similares): ni en la antigua industria doméstica ni en la actualidad se podía plantear el empleo de mujeres en esa rama. En los telares de pañuelos, por otra parte, me parece que la mujer sale claramente favorecida. El único varón que estaba empleado en telares de pañuelos en la fábrica de Westfalia que yo conozco (y que ha sido citada ya varias veces) -el único obrero de fuera al mismo tiempo, concretamente de Sajonia-, aunque era un ejercitado tejedor en su mejor edad (de 30 a 31 años), estaba curiosamente por detrás de las tejedoras, incluidas las más jóvenes y menos experimentadas; con un rendimiento medio anual, después de descontar todos los complementos, de un 69,3% del nivel estándar (véase más arriba), estaba por debajo del rendimiento medio de las tejedoras durante el mismo tiempo (71,6010) y escasamente alcanzaba el 70% del rendimiento de las mejores tejedoras (98% y 99,6 0¡Ó en el caso de las tejedoras «pietistas», véase más arriba). En los telares para hilado fino parece que hombres y mujeres compiten entre sr, de modo que las obreras eficientes rinden al menos lo mismo que los hombres eficientes. Evidentemente, esto depende de los géneros. Para una batista bastante gruesa, por ejemplo, con el mismo telar y con la misma urdimbre en la que un hombre sustituyó a una muchacha que dejó el trabajo para casarse, los rendimientos del hombre, medidos por el número de tramas por hora, se pusieron sólo en el 87,3% de los de la muchacha, en el mejor rendimiento de esta última l. En este dato hay que observar que ambos tejían a dos telares y que el género
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que corría en el otro telar era igual en ambos en cuanto al tipo de nilo, anchura y consistencia; hay que observar también que la muchacha pertenecía, por su fuerza corporal y por su capacidad de concentración, al grupo de las tejedoras más eficientes y que el hombre pertenecía al grupo de obreros medianos, aunque la muchacha se encontraba en las inmediaciones de su boda 2 • El rendimiento de los varones sólo se aproxima al de las obreras eficientes, y ocasionalmente lo supera, cuando se trata de tejedáres muy concienzudos y constantes, no demasiado corpulentos y hábiles con los telares estrechos. El obrero varón más. eficiente de este tipo (sindicalista) tuvo, en los nueve meses que van de septiembre de 1907 a mayo de 1908, un rendimiento medio diario en . valor de destajo neto del 93,60/0; la muchacha más eficiente mencionada tuvo un rendimiento del 80,60/0 del nivel estándar, es decir, un 13,90;0 menos que el rendimiento del varón (con lo que de nuevo entra en consideración la influencia de su boda inmediata)J. La im.portancia de las mujeres y de las niñas no era pequeña en la tejeduría-manual-en la tejeduría de pañuelos y la mayor parte de las veces· también en la producción de linos estrechos- porque ellas podían permanecer allí durante en el verano en un número mas elevado, mientras que los varones, si eran campesinos, sólo podían trabajar en las tejedurías durante el invierno. Los campesinos contrataban, no rara vez, muchachas (hasta 9) para que tejieran para el entarimador. Entre los albañiles la situación era similar, pues los hombres de este oficio sólo en invierno podían sentarse al telar. Una empresa cerrada podría, por sí misma, cubrir sus necesidades de trabajo no s610 para pañuelos sino también para lino estrecho con mano de obra femenina, y sólo el número insuficiente de mujeres dispuestas a ir a la fábrica y la mayor irregularidad de éstas (iel matrimonio!) fuerza a buscar hombres, lo cual es más caro; pues las posibilidades de un salario menor para loshombres en los telares estrechos y su exigencia de poder ganar más que las mujeres, en cualquier circunstancia, obligan a garantizarles un «complemento por sexo» en los telares estrechos de más de un 1/5 de sus ganancias a destajo, además de que el salario mínimo garantizado de los varones era más elevado que el de las mujeres. Y mientras que el jornal de los varones, con la inclusión de este complemento por sexo, supera naturalmente al de las mujeres que trabajan en los telares estrechos y sobrepasa también la media de todas las tejedoras, sólo los jornales de los más eficientes entre ellos superan los-ingresos netos diarios -sin ningún complemento-de las tejedorasde pañuelos, mientras que éstas últimas, -por su parte, están significativamente por encima de la media deJos'jornales de los tejedores varones de los telares estrechoscon.inclusión de aquellos. compleQ1ento por sexo. Las razones por las que, en esta empresa, el tejedor varón -o más exactamente el tejedor con la máxima cualificación que ofrece esta
peculiaridad westfaliana- despliega sus energías vitales al máximo en el telar ancho y la mujer (de Westfalia) las despliega en los telares pequeños para pañuelos (4 por tejedora en el caso de un aprendizaje completo)4, necesitarían, en primer lugar, un análisis técnico más detallado de las máquinas, que yo dejo totalmente a un lad6, pues los comentarios anteriores así como los siguientes de este artículo tienen la finalidad de ilustrar el método, y no la de desarrollar, una monografía exhaustiva desde el punto de vista del contenido; en segundo lugar, los datos establecidos aquí para una sola fábrica necesitarían naturalmente, antes de su generalización, su verificación en otras fábricas y habría que mostrar entonces si el tejedor de la zona montañosa entre Silesia y Sajonia se comporta de manera similar o si eventualmente se comporta de manera diferente, y hasta qué punto, teniendo un pasado totalmente diferente (los telares manuales de Silesia se diferenciaban considerablemente-de los telares de Westfalia en cuanto a lo que requerían de los tejedores)S, teniendo unas costumbres alimenticias totalmente distintas y una constitución física notablemente diferente, lo cual tiene que ver, en parte, quizd con diferencias en sus- cualidades hereditarias. El hecho de que el único tejedor varón de la mencionada fábrica empleado de forma continua en los telares para pañuelos sea al mismo tiempo el único que no es de la zona, sino del Este (del reino de Sajonia), como ya se ha dicho antes, puede ser una casualidad, pero quizá no lo sea. Al- calcular conjuntamente los jornales a destajo de todos los tejedores varones de esa fábrica (sin el complemento por sexo) y los de todas las tejedoras para los meses comprendidos entre agosto de 1907 y agosto de 1908, estando ocupados de manera continuada durante ese tiempo, se ve que las tejedoras están alrededor de un 17% por debajo de los tejedores varones: la causa de esto reside, en parte, en la inclusión, en los hombres, de los complementos más altos por telar único y los complementos extra en las urdimbres malas; reside, también en parte, en el cálculo más elevado de los salarios para trabajos más difíciles en los telares an_chos servidos exclusivamente por hombres y, por último, reside también en la gran juventud de las mujeres. Las tejedoras de pañuelos más experimentadas están-considerablemente por encima de la media de todos los varones y superaron asimismo el rendimiento medio de los tejedores de telares anchos (94,3%) en esa época en un 3,60;0-5,4% respecto a los mismos. La cuestión de cómo afecta la edad de los obreros a su rendimiento es muy diferente, por razones-conocidas, en cada una de las fábricas, mucho más diferente que la conocida diferencia en la esperanza de vida de los obreros de los distintos oficios. Una de las principales tareas es establecer, para las distintas fábricas, dentro de sus diferentes categorías laborales y dentro de éstas. según las diferentes proveniencias so-
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c.¡ales, étnicas y profesionales los siguientes extremos: la rapidez o lentItud con que los obreros consiguen un nivel de eficacia de modo que sea rentable ,emplearlos como obreros a jornada completa6 , cuándo a~canzan la cima de su rendimiento, cuánto tiempo se mantienen en ese nIvel y cuándo desci~nde su eficacia hasta el punto de no ser ya rentab~es co~o obreros a Jornada completa o ni siquiera para el correspondle~te tipo de tra?a~o. Cuándo un obrero ha alcanzado o-sobrepasado la CIma de su rendlml~nto por razones de edad se puede reconocer quizá, por .l? gener.al, por como se acerca al punto máximo de práctica: dismin~cIO~ del tiempo empleado en aumentar su práctica. Sólo un examen ~llnUCIOSo d; numerosos casos y comparables entre sí a lo largo del tlelnpo podna exponerlo, si es que realmente se pudiera, pues los casos calc.u~~dos por mí que dan fundamento a esa suposición (que es unasupOSlct~n totalm~nte provjs~on~1) no satisfacen estas exigencias tampoco segun 1:- r:-~hdad, prescmdIendo por completo de su reducido número. Sena utzl aparentemente, por ejemplo, una comparación entre l~s cur~~s de rendimiento de los dos primos -utilizadas antes para eJemp1tftcar la medida de las oscilaciones de los rendimientos día a díaque tejían el mismo género en las misma semanas. Ambos obreros s~ llevan una diferencia de edad de unos diez años. En realidad muestran diferencias que podrían deberse muy bien a la diferencia de edad. Si ponemos los promedios semanales de los rendimientos diarios de cada obrero u1~os debajo de l,os ?tros -calculados en cada uno de ellos según porcentajes de su rendImiento medio-, tenem?s el siguiente cuadro: a) (37 años): b) (28 años):
87,5
107,5 -103,3
105,1 97,1
96,1 90,8
98,9 103,5
91,8 111,1
_ El r~ndimiento del más joven cae bruscamente, por tanto, por la mfluencl.a ~e la desfa,:,orable humedad (citada ya anteriormente), de ~a1!era SimIlar al rendImiento del obrero mayor, pero sube mucho más r~pldamente, como muestran los números, -de manera tan fuerte que, SI se pone el rendimiento del tejedor que trabaja en.un solo te1al' igual alOa Y se ~o~para entoQces el rendimiento del tejedor de dos telares, resulta el SIgUIente porcentaje entre b ya para las diferentes semanas durante las que se descifran los rendimientos de ambos: 76,1
73,5
74,7
82,7
97,3
Esta serie muestra que el tejedor más joven (h) ha caído ciertamente al?"O más rápida (segunda semana), pero menos bruscamente que el tejedor mayor (tercera semana), y que aquél, aunque tenía que atender un segundo telar (pero con una especie de medio lino liso que c-orre aceptablemente, como casi siempre) además del género tejido por ambos, 168
EDAD,
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casi había alcanzado, sin embargo, al final el promedio del tejedor a. ¿Es esto consecuencia, total o parcial, de la diferencia de edad? El más joven de ambos obreros muestra, como se desprende de los datos aportados anteriormente con ocasión de las oscilaciones diarias, una oscilación mucho mayor en los rendimientos diarios que el obrero mayor: el nivel de rendimiento más alto y el más bajo de una jornada ,están separados en el más joven un 50 0/0 más que en el mayor; la oscilación máxima entre dos días consecutivos, alrededor de un 18,20%, la media de todas las oscilaciones de un día a otro, por encima del40 0;ó. Parece, por tanto, más propicio a la fatiga, pero por otra parte se muestra más «experimentado» que el obrero mayor, que es su primo. La dirección de la fábric<,l, sobre la base de las experiencias hechas con él, considera sus cualidades relevantes para la aptitud para el trabajo, en especial la rapidez de reacción y la capacidad de aprendizaje, como características personales y es de la opinión que esas características 10 destacan también respecto al hermano más joven (33 años). Tomemos ahora una curva de rendimientos de este hermano (e) trabajando en un solo telar y con un tipo de medio Hno bastante flexible, entre el21 de febrero yel31 de marzo de 1908. El cuadro de los rendimientos por semana (en promedios porcentuales) muestra lo siguiente:.880/0, 91,90;6, 88 ,301Ó, 99,50;0, 104,20;0,107,80;0,114,7% , es decir, un progreso continuo sólo con un retroceso en la tercera semana. Sin embargo, las oscilaciones también son muy'significativas en su caso: la diferencia entre el rendimiento diario mayor y el menor de todo el período es el 76,4% (66,7%) de los más bajos, el 55% (50%) del rendimiento medio, la diferencia de dos días consecutivos es el 59% (33,6%) de los más bajos, el 42% (31,7%) del rendimiento medio (los números entre paréntesis indican las diferencias máximas siguientes y se han añadido porque el rendimiento mínimo absoluto era debido quizá a" una «trama,> no registrada por no tener especiales consecuencias). La oscilación media entre cada uno de los dos días alcanza el 13,5%, es decir, sólo un 0,50/0 menos que en el primo más joven, aunque las calidades del medio lino solían correr relativamente bien y la estación del año era favorable. Tomemos además, finalmente, el rendimiento de un tejedor, no emparentado con estos obreros y considerado como mucho menos hábil y útil que ellos, que, con cuarenta años, sobrepasa al tejedor a en dos años y que trabajaba en mayo, junio y comienzos de julio de 1908 un tipo de lino estrecho de consistencia mediana, además de los medios linos. El cuadro muestra lo siguiente: rendimientos semanales de su media en porcentajes: 96,6, 89,5, 95,3,106,106,4,106,4,92,6,110,8, 99,3,101, 103. Encontramos también aquí una gran lentitud en el incremento del rendimiento, aun cuando, a diferencia del tejedor a, una subida pronunciada. Si ponemos unas debajo de otras las semanas en que ambos 169
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obreros trabajaron al mismo tiempo, resulta: a)
d)
87,5 106,4
107,5 106,4
105,1 92,6
96,1 110,8
98,9 99,3
91,8 101
Ahí no se puede encontrar ningún paralelismo. En la cuarta semana, desfavorable desde el punto de vista meteorológico, el tejedor d alcanza su punto álgido, mientras que el tejedor a baja. Y si volvemos a los días-de esta semana crítica, se ve lo siguiente: Nivel del higrómetro: a)
d)
76 77 70 64 75 76 113,1 89,3 89,3 76,7 109,1 99,3 115,6 115,1 122,6 102,8 98,8 109,3
En el tejedor d, por tanto, también se dio un retroceso, sus efectos se muestran tan sólo después de los días desfavorables en toda su dimensión, mientras que con el tejedor b se dio más rápidamente que con el tejedor a y tanto más que con el tejedor d. Las numerosas casualidades que posiblemente intervienen aquí impiden una interpretación. El promedio de las desviaciones de un día a otro es más débil en d (con un 11,40/0 de los rendimientos medios) que en b y en c, el hermano más, joven de a; pero, en cambio, probablemente a causa del doble telar, es má~ fuerte que en a (8,50/0); la diferencia entre el. máximo y el mínimo aSCiende al 66, 7% de los más bajos y a14 7,90/0 del rendimiento medio; la máxima diferencia de un día a otro es el 56,5% de los más bajos y el41,5%del rendimiento medio. Esto son sólo unas oscilacionesmáximas poco menores que en b (el obrero más joven, de 28 años) y también que en e (el hermano más joven de a, de 33 años), pero son considerablemente más altas que en el tejedor a, de 37 años: el doble telar es aquí ciertamente el factor alterador. La influencia de esta circunstancia descalifica este-ejemplo tan fuertemente como para ser utilizado como «ejemplo» de una situación diferente, que hubiese sido demostrada como una situación típica por numerosos y fidedignos casos de la misma naturaleza. No obstante, otros ejemplos distintos a estos casos, que yo podría aportar, en relación a la menor «capacidad de práctica» (es decir, una m_enor capacidad para adaptarse a nuevos géneros, que parece que se presenta alrededor. dejos cuarenta años), no son necesariamente concluyentes por otras razones -invariablemente porque preexisten ot~os elementos-que podrían explicar la situación. Pero ahora hay que deJata un lado hasta qué punto interviene la diferencia de edad en las diferencias que se han presentado en este caso. En la medida en que así fuera; habría probab~.emente que achacarle a eso ante todo el reducido aumento de práctica en los dos obreros mayores (a y d)1. Sin embargo, la observación de una cantidad suficientemente grande de casos que
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fueran concluyentes y el control--donde fuera posible- de los salarios medios de las grandes empresas nos podria sacar de estas suposiciones inseguras. Los obreros más viejos de la fábrica Zeiss han tenido sorprendentemente un buen rendimiento con la intensi-ficación del trabajo por la jornada de ocho horas, mejor que la mayoría de los obreros más jóvenes (aumento de la intensidad en las primeras cuatro semanas tras la introducción de la jornada de ocho horas: en los obreros mayores de cuarenta años = 100:117,4, sólo más alta en los obreros entre 22 y 25 años: 100: 117,9; en los otros años, por grupos de cinco años, entre los 25 y los 40: 100: 116,7,114,9,115,8)'. En la tejeduría del lino parece que decrece la necesaria agudeza visual frecuentemente después de los 39 años, ya veces antes. No se trata aquí de obtener resultados, sino de mostrar, en un ejemplo poco apropiado para la obtención de éstos, cómo se podrían lograr. Más adelante habrá que volver a los detalles de otros problemas que sólo se han tocado al reproduCir las cifras anteriores. Finalmente, ¡lor 'o q"f r~IiRecta a la influencia del estado civil, no dispongo de material sobre el te_~a:-ESconoclao q~e étreffiazDque tienen los obreros a la monorontadel trabajo decrece radicalmente por lo general y de manera comprensible si el trabajo aporta unos ingresos seguros, cuando los obreros son padres de familia. Es posible también que soporten más fácilmente la monotonía desde un punto de vista físico y psí-quico por el hecho de que suele ser menor la influencia del alcohol, al menos en términos generales 9 • No existen investigaciones precisas sobre todas estas situaciones. Son dignas de atención, pero necesitadas también de una amplia comprobación, las explicaciones de H. BilleTop 10,_ según las cuales, entre los casados, el salario a destajo sube, o permanece en su cima, durante más tiempo-en torno a cinco años por término medio- que entre los solteros; entre éstos, hasta los treinta años, y entre los casados hasta los 35. El descenso que comienza entonces tiene una caída brusca en los solteros, según esa investigación, un lustro antes--entre los 40 y los 45 años-que en los casados-entre los 50 y los 55 años-". Un trabajo más descuidado y una indolencia más temprana son, según la investigación, el frecuente resultado de una soltería demasiado prolongada, es decir, que dure más allá de los 2530 años. (Hay que entender aquí que «soltería» en los obreros de una ciudad que cuenta con el réc"ord mundial de vida licenciosa no equivale a abstinencia sexual: al contrario, lo determinante de la «eficacia» es -presuponiendo que la observación sea correcta en general- el «orden» relativo del modo de vida matrimonial, y no otra cosa.) Y, como no- hay nada nuevo que añadir a la inmensa bibliografía sobre los efectos del alcohol en el rendimiento, suficientemente conocidos por lo generaP2, ni a lo que ya se ha dicho frecuentemente sobre la influencia de las condiciones de la vivienda y de la distancia al lugar
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de trabajo, y como no se ha investigado en absoluto la vida sexual de los obreros en su relación con el rendimiento laboral -en absoluto irrelevante, según yo creo lJ- , interrumpimos aquí el comentario de los distintos factores que influyen de manera general en la configuración de las curvas de rendimiento: NOTAS 1. Se puede conocer eS[Q a partir de las primas pagadas, o no pagadas. 2. ~u:esta circunstancia también se manifiesta numéricamente en el rendimientosedesprende de lo siguiente: la. muchacha en cuestión superaba al obrero varón mencionádo también en la media de los nueve meses anteriores a la boda (de septiembre de 1907 a mayo de 1908) en un 5% (80,6% frente.aI77% respecto al nive! estándar del rendimiento diario a destajo (véase más arciba). Por el contrano, en el afio anterior los rendimienros de ambos estaban de la siguiente manera: La muchacha: octubre de 1906 (primera quincena: 98,6%, segunda quincena: 88%, media mensual: 91,6%; noviembre (92%, 89%), media mensual: 90,3%; diciembre (85,3%, 84%), media mensual; 84,6%; enero de 1907 (78,3%, 86%): 82,5%; febrero (8-4,6%, 87,6%): 86%; marzo (75,3, 87,6): 81; abril (77,3%, 81%): 82,5; mayo (95,3%, 90%); 92,6%; junio (79,6%; 87,1%): 81; julto (88, 93%): 90,3%; el promedio (en septiembre de 1906 y abril de 1907 trabajo pocos días): 86%, a lo que h.ay que afiadir ~u~su rendimiemo aparecegednlckt (un 5%) por el hecho de que durante todo este tiempo (hasta Juma) estuvo trabajando en géneros euyas tarifas de destajo todavía tenían que s.er calculadas y fueron. puestas más airas qpe la i:arifa calculada.para ella (por eso. durante este tIempo, obruvo unsalanogamntiwdo equivaleute al 88,3% pord!a). El obrero varóu mencionado, en cambio, produjo en el mismo tiempo, en valores de destajo diario, lo siguiente; octubre 1906; 79,6%; noviembre: 77,8%; diciembre: 78,8%; enero de 1907: 61,8%; febrero: 80%; marzo; 81,3 % (en abril fahó), mayo: 89,5%: junio: 74,8%; julio: 81,1%; agosto; 74.6%: promedio: 73,3%, es decir, que fue superado por ella durante este tiempo más de dos v:eces y media, concretamente un 12,75%. 3. Pues un cálculo del rendImiento de ambos en el ano anterior da como resultado que este obrero, con un rendimiento medio del 81,3% respecto a la norma, ,estaba un 5,5%.por debajo del rendimiento de la muchacha. 4. El relar ancho tiene orras exigencias muy diferentes en comparación' con el telar estrecho, no sólo respecto a la fuerza corporal (cuando hay que pararlo y volver a ponerlo en funcionamiento al reventarse los hilos) sIno también respecto a la atención -según sea su construcción-o Se dice -y esto habría que comprobarlo-- que las exigencias de los telares anchos son más elevadas que el atender ~ dos telares estrechos (lo especial en aquéllos está realmente en las condiciones ópticas de poder controlar con la mirada e:uensiones tan grandes de hilos). Por otra parte. el servicio de los telares pequeños para pañuelos, precisamente pOrque la renrabilidad de la obrera depende por entero del número de telares atendidos por ella (4), exige una atención y fijeza especial-para las numerosas y complicadas manipulaciones que hay que hacer. Pero, como se trata de pequeñas superficies, los ojos trabajan menos que en los linos estrechos, y la atención requerida es menor, pues U? fallo en el tejido sólo descalifica el pañuelo concreto y no toda la pieza, como ocurre en otros lienzos, anchos o estrechos; también es menor la fuerza corporal requerida en comparación cal! los telares estrechos, donde la manipulación de la carga y la urdimbre siempre resulta de bastante esfuerzo para las mujeres. La tejeduda de Jacq~ard, por último, requiere los niv~les más bajos de cualificación de los tejedores: la parte del león del trabajo cualificado se la llevan kquf las máquinas, mucho más complicadas, y el jaleo de colocar las tarjetas que requiere los niveles máximos de una tensa atención ..Los fallos de [ejido se oculran mucho más fácilmente entre tejidos estampados que en las telas lisas. . . 5. Incluso en sus dimensiones. Los potentes telares de WestEalia, lujosamente adornados en acomodadas casas de labradores y, como se puede reconocer por las inscripciones- grabadas pasa~os de generación en generación como parte de la herencia y del aju~r, no podian se; mampulados en los sótanos sin fallas en el tejido (Knickschliige) a causa de las, sacudidas del terceno: por eso el ponerlos en los sÓfanos empeoró la calidad del tejido a mano-y fue uno de los motivos
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por los que perdieron terreno, al descender la competitividad del telar mecánico, que no existe hoy en algunos tejidos, y al mejorarse el grado de finura de los tejidos de hno. (los molestos efectos del «ruido de las máquinasn desde el punto de vista del sistema nervioso, problemáticos en sí mismos y discutidos entre los médiCOS, no pueden superar el infernal espectáculo de los antiguos relares manuales ni siquiera eqmpararse a aquél; si exisrieran todavía, a pesar de todo, esos efectos -lo que parece muy dudoso, al menos en la rejeduría-, 10 decisivo debería ser realmente la calidad de las impresiones acusticas, su continuo arrebato en el conjunto de la amplia nave.) 6. SI es que son realmeDre rentables. En otro caso, se eliminan en cualquier empresa con cálculos ajustados. En la empresa textil frecuentemente mencjonada, la «selección» de los obreroS se realiza básicameme de la siguiente forma: siguen ca~inos distintos (normalmente) la tejeduría y la hilandería por un lado, y la costura con su lavandería y planchado, por otro .. En este último trabajo, especialmente en la costura (pues aquí es muy importaDre el m'imero de obreras), entra en consideraCión el origen mayoritariamente «urbanoD, es decir, de pueblos urbanizados, en un sentido comercial y como domicilio de empresarios y rentistas: muchachas de educación «mejor», que prefieren e! trabajo limpio y, en cuanto a su contemdo, el trabajo doméstico en sentido tradicional y que, en ningún caso, «bajarían» a las fábricas que están un piso más abajo de donde viven, a pesar de sus mejores posibilidades de ganar. En la secCIón de cosrura, las muchachas reciben, para la primera y la segunda semanas, un jornal, y luego, hasta la duodécima semana, un complemento al destajo que va bajando de semana en semana; a partir de la semana decimotercera (normalmenre), trabajan a destajo puro. Por lo que respecta ala tejeduríayal encanillado, se coloca a adultos «con experiencia previa» (concretamente, antiguos tejedores. manuales o que hayan trabajado ya con máquinas en otros lugares, siendo contratados en la empresa como obreros -lo cual sólo ocurre muy ex~epcionalmente, habida cueDra de! carácter local de la plantilla-) y se les enseña allí mismo. Esto sucede asimismo con los jóvenes, pues el encanillado es realmente para ellos la escuela de la tejeduría. El encanillado podrían hacerlo muy bien las mujeres solas, pero se coloca a prinCipiantes varones para conserva.r un grupo sufiCIente de aprendices varones para la empresa., que, de lo contrario, si los jóvenes fueran empleados en otros sitios, luego estarían poco cualificados o se les reforzaría su inclinación a irse fuera. Los obreros varones procedentes del encanillado que pasan a los relares tienen garantizado durante unos seis meses sus ganancias medias de los úlrimos tres meses en el encanillado; los aprendICes que son colocados directa.mente en los telares reciben un salario que Silbe dos veces alrededor de cada seis semanas. Si muestran suficientc práctica para ir acercándose a ganar e! destajo nominal de los rejedores, se les garantiza ese sueldo como sueldo mínimo y las tarifas de primas según la.s ganancias adiCIOnales que vayan haciendo; son, de esa manera, obreros completos. Esto ocurre después de cuatro meses, al menos; la mayor parte de las veces después de 9-10 meses; si después de unos doce meses no alcanzan esta eficacia, se les despide como inadecuados. En el encanillado, donde se da un destajo por kilo, con primas o penalizaCIOnes según la cantidad de desperdicios, también hay previamente un proceso de selección similar. A las mujeres bobinadoras, en caso de que no se pasen voluntuiamente a los telares -lo que acontece por regla general no sólo por ganar más sino, según dicen expresamente, por ser «e! (rabajo más interesante»-, se les pone en una época determinada ante la alternativa de irse o de pasarse a la tejeduría, pues la empresa desea, para mantener a los aprendices varones, tener siempre sirio para colocar a jóvenes varones como bobinadores. Son excepción algunas mujeres que posean muy buenas cualidades para el encanillado. En concreto parece que no son apropiadas para.eI duro trahajo de tejer las mujeres mayores y que han seguido solteras -aunque no exclusivamente ellasy son rodavía útiles en el encanillado -mientras que el tejedor masculino en ese caso sólo podria ser colocado como Platwrbeiter- y luego siguen siendo especialmente útiles, porque son inmunes a la atracción erótica: entre julio de 1907 y agosto de 1908, dos bobinadoras mayores de 50 años hicieron un re~ndimiento medio, calculado a destajo puro, del 73% una y del 70,6% la otra respecto al baremo masculino, rendimiento que sólo fue superado por una muchacha de 16 años, con un 79%, mientras que el rendimiento medIO más alto siguiente, con un 65,6%, estaba un 11% por debajo en un caso y un 7,5% en el otro; los restantes rendimientos estaban entre más de un 20% y un 50% por detrás, estando los jóvenes más por debajo que las muchachas. (Por lo demás, en el encanillado había, junto a una obrera de 15 años, otra que tenía 69 años.) Esta selección funcionaba bastante sensiblemente, incluso de/ando a un lado las solicitudes no tomadas en consideración por descuaJifiación y comando sólo las despedidas. En e! caso de las obreras, no obstante, los motivos de abandono son, en un tercio de los casos, «siruaciones familiares», es decir, se trata, con muy pocas excepciones, de la boda o de su preparación; esta «selecci6n.. es, en relación a la cualificación, una
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selección «sin elección". es decir, entre ellas se encuentran tanto obreras excelentes como mediocres. Otra fracción, eJ 1/10 de los casos, tiene como motivos la ambición insatisfecha, tensión con la maestra o estar descontentas con el salario. Entre las costureras está presente a veces la intendón de coser o cortar por su cuenta; en un caso, de una eficiente COSUlrera, la entrada en un puesto de servicio especialmente bueno; en el caso de una bobinadora de 63 años, el motivo fue la Invalidez; por último, en un caso el moti:vo fue el paso a una tejeduría de una gran ciudad próxima. En el resto, alrededor de un tercio de los casos, el abandono se debe a una deficiente cualificación, donde juegan un papel los ojos, también la lentitud, es decir, una lentitud innara en las reacciones, que se maninesta luego en el paso al servicio doméstico, y, finalmente, una predisposición a la histeria (un caso) y otras faltas de salud. Entre los varones, en una sexta parte de los casos los motivos para abandonar voluntariamente son asuntos personales o familiares; en un te((~io lo es el des~o de ganar o aprender más o el rechazo a la disciplina de la fábrica; en el resto 0/2), es la falra de cualificación. Entre éstos, en un caso tuvieron mucha imporrancia las inclinaciones eróticas, demasiado fuertes, que ponfan en pelIgro la disciplina; en alrededor de la mitad, ojos débiles, en los restantes, «lentitud., o-torpeza general. Los excluidos por este último motivo se hicieron, mayoritadamente, albañiles, uno se hizo carpintero, otro minero y otro portero. Si se pone a la base el número de los obreros que se encontraban a destajo en el otoño de 1908, los abandonos durante los dos últimos dos años y medio están en la siguiente relación con el tamaño de la plantilla: entre los tejedores y engomadores varones: 56 a 100; entre las tejedoras: 1 a 2; entre las costureras: 53 a 100. Los despedidos pordescualificación significaban entre las tejedoras sólo el 1/10 de la plantilla de 1908; entre los tejedores, en cambio, las tres ocravas partes. Para adaptarse al trabajo de la tejeduría mecánica haSta el punto que representa el máximo nivel de práctica, se calcula una media de unos cinco años; se esperan los resultados más favorables de la mano de obra formada ya en su juventud, aunque en Alemania los dos años del servicio militar, por' mucho que favorezcan el sometimiento del obrero a la disciplina de la fábrica, podrían ser ciertamente significativos como una interrupción muy palpable de la «práctica'" 7. Yolveremos a eSte punto al analizar las curvas del tntbajo. 8. Aquí interviene el tipo de distribución en los tipos de puestos, el cual condiciona el nivel de la capacidad para aumentar la intensidad. 9. Pero esto precisamente no correspondía a la realidad, por ejemplo, en las encuestas que vamos a mencionar en seguida en Copenhague y las enfermedades.del aparato digestivo se daban nuis entre los casados: iconsecuencia de la falta de cualificación culinaria de las mujeres de los obreros! 10. H. BiJle-Top,Biáragti{ áensocialeArbejderstatistik, Copenhague, 1904 (A. Bangs PorIag). A su base están las experiencias de la Caja del seguro de'enfermedad Aldertrtist en Copenhague. 11. También la morbilidad de ambos grupos es muy dIferente, según esa investigación. /"".... 12. La encuésta de Levenstein contiene un cantidad enorme de material tomado directamente ~ (\\.de la boca de los obreros, que confirma totalmente las opiniones de Kraepelin en sus puntos ~ ; '--/{esenciales.Bdsicamente,lastrabas de la policía y la faJta de 10calessindicaIes, etc., Hevanalosobreros -._......-'" a depender de los taberneros y, consiguientemente, del alcohol. 13. Es asombroso que no se haya organizado rodavl'a ninguna encuesta con los médicos ----eVidentemente lo más internacional posible--- que pudiera dar un cuadro de la frecuencia de fas relaciones sexuales que se considera normal en las diferentes condiciones climatológicas, culturales, sociales y émicas (primeramente de la frecuencia en las relaciones matrimoniales, que: es el termómetro más importante). Ésta podría ser una de las encuestas médicas más indicadas y relativamente fácil de hacer.
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9 GANANCIA A DESTAJO Y DIFERENCIAS DE RENDlMIENfO
En este apartado queremos analizar un conjunto de series numéricas tomadas de los registros de los telares y de los libros de pagos de una tejeduría ---citada ya en -varias ocasiones- y convertidos en porcentajes de medias o de valores máximos según el modo antes explicado. El único' objetivo que se pretende con ello es lograr una imagen aproximada de si se podrían encontrar causados ~if:-º.f~i.camente)) y en qJJé plle&t{f$. ..--... factores ..-<."." -,-,' __ n., __ --_~~o_~~~.·
_-~.--
A primera vista estos números presentan aparentemente un caos totalmente arbitrario. Pedimos al lector que mire la Tabla 1 (p. 239), que indica qué porcentaje de la tarifa normal de los tejedores varones -que hace las veces de salario mínimo garantizado- ganaron determinados.tejedores, varones y,mujerest, entre agosto de 1907 y agosto de 1908 en promedios mensuales, dejando al margen todos los complementos por sexo, las bonificaciones, las penalizaciones, etc., es decir, tomando en consideración solamente la ((ganancia a destajo»2. Si se miran estas cifras en conjunto, la primera impresión que se tiene es la de una completa arbitrariedad, una impresión de subidas y descensos de los salarios de cada obrero sin atender a ninguna regla, la impresión de unas diferencias de rendimientos entre los distintos obreros y de su movimiento de mes a mes sin regla alguna: aparentemente no se encuentra aquí, en absoluto, ningún paralelismo. Llama especialmente la atención, dentro de los rendimientos de los distintos obreros, algunos saltos bruscos hacia arriba de un mes a otro, que al mes siguiente retroceden totalmente o casi. Esto ocurre, por ejemplo, en el tejedor f de marzo a abril-hacia·arriba-, en k- de diciembre a enero y en 1de marzo a abril.....,...también hacia arriba-, y al mes siguiente retroceden en todos ellos hacia abajo, etc. Es preciso constatar de antemano que estos saltos, así como las diferencias en los pagos mensuales, no significan necesariamente, en
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absoluto, unas diferencias en el rendimiento laboral efectivo. La ganancia a destajo se fija, al calcular los salarios, según la cantidad entregada por el obrero enel período remunerado. La entregase produce por lo general después de terminar cada «pieza». Como cada pieza tiene una longitud de unos 40 metros, la circunstancia casual de que una entrega se produzca poco antes del final de mes o inmediatamente después puede , r--7generar una oscilación bastante pronunciada. Pero el obrero tiene además la posibilidad de guardar intencionadamente una pieza en el • 1<-_ almacén y de entregarla algún tiempo después de su acabado efectivo. ----- Hacer esto puede tener un considerable beneficio, cuando, como en el caso anterior, existe un sistema de bonificaciones salariales combinado con el sueldo mínimo. Un mes con un rendimiento menor -por cualquier motlvo- puede dejar una pieza en el telar y se conforma con el salario mínimo: como consecuencia de esta reserva, puede alcanzar'al mes siguiente un rendimiento especialmente alto (aparentemente) y, con ello, un tipo de bonificación ekvada. De esta manera puede trabajar, alternativamente, un mes «cómodamente» a la sombra del salario mínimo y poder ganarse al me·s siguiente, _con esta artimaña, sin excesivo esfuerzo, una bonificación. No hay duda de que se hace uso de esta posibilidad y de_que, aun cuando esto no ocurra intencionadamente, el cálculo basado enlaentrega de piezas, que naturalmente siempre se hace a golpes, influye notoriamente sobre las cifras. Amado de ejemplo se ha registrado en la Tabla 1, en el obrero k, como rendimiento de enero un.121,6%; el dato está puesto entre paréntesis, porque el obrero sólo había trabajado los primeros 6 días del mes y se ha recogido la cifra excepcionalmente -sólo a modo de ejemplo-, a diferencia de todos los demás casos, donde estos cortos pedodos no se han tomado en cuenta sencillamente por ser incomparables. Esa cifra está más de un 50% por encima del mes anterior y del mes siguiente, y esto se explica casi completamente por el hecho de que en esos primeros seis días es cuando se· produce la _entrega de 4 piezas de mercancía, dos por cada uno de los telares servidos (en este caso, quizá, sin una intención planeada por parte del obrero). Por el momento en_que se efectúa la entrega se explican algunas otras fuertes oscilaciones similares -por las anotaciones de las fichas de los telares que se llevan para control de las urdimbres-, pero, por supuesto, no todas ni con muchoJ • _Un poco más adelante vamos a comentar que existen mas bien otros motivos para las oscilaciones, que tienen realmente una fuerte incidencia. Si miramos ahora las cifras, tal como están, para ver si se pueden descubrir algunas regularidades, y dónde, sólo una cosa llama la atención a primera vista: los promedios de rendimiento de estos trece-meses se escalonan en el modelo II, en los tejedores varones y mujeres, correspondiéndose bastante exactamente con la edad4, mientras que esto no -
GANANCIA
A
DESTAJO
Y
DIFERENCIAS
DE
RENDIMIENTO
ocune en absoluto con los tejedores en el modelo 1. Ordenados por la edad~ el rendimiento medio es como sigue: Tipo de telar 1: edad: rendimiento:
b 48 94,9
e 40 81,1
Tipo de telar 1I: edad: rendimiento:
o 44 90,9
37 83,8
Tejedoras: edad: rendimiento %:
a 27 99,6
24 98
d 28 110,7
37 104,5
a 30 87,7
m 33 74,5
32 74,1
31 73,6
¡¡ 22 62,2
19,5 60,4
e
f
24 7i,7
I
176
k
y
J3
23 77,3
I
n
p 31 70,7
E
En los tejedores, en el modelo 1, por tanto, los tres mayores consiguieron en conjunto un promedio más elevado (93,5) que los más jóvenes (86,7), pero individualmente parece que reina la arbitrariedad, pues el máximo rendimiento lo consiguió el segundo más joven y la diferencia entre ambos promedios está producida al contar también al tejedor más joven en situación de aprendizaje. En cambio, en los dos otros grupos -varones en el tipo II y mujeres- hay una clara gradación del rendimiento por edades. Esto podía ser una casualidad total en las cifras pequeñas. Y una mirada más detenida da como resultado que, en todó caso, no es la mera edad,- sino la experiencia la que explica la gradación de los rendimientos. En el caso de los tejedores del tipo II, los dos casos aducidos aquí con los máximos rendimientos (o y k) eran antiguos tejedores manuales, muy experimentados; lo mismo se puede decir del tejedor b del grupo ¡,que demostró uno de los rendimientos máximos. Los antecedentes del tejedor c y del tejedor d, uno de los tejedores más jóvenes especialmente hábil y equilibrado, no me son conocidos, pero es un hijo de tejedores manuales. Lo que ocurre es que la mayoría de los restantes obreros mayores proviene de familias de tejedores manuales. Pero muchos de ellos pueden haberse visto frenados en su práctica del tejer (por trabajar como albañiles en verano, junto al trabajo de tejedor manual durante el invierno) y algunos también por trabajar intensamente en la agricüItura. De todos modos, es muy probable que la pequeña coincidencia entre edad (esto quiere decir nivel de experiencia) y rendimiento medio en los tejedores del grupo 1 respecto a los restantes tejedores tenga otras causas. En primér lugar, la mayor importancia que tiene precisamente en estos telares la calidad de los ojos, al tratarse aquí de superficies especialmente anchas de hilas filos en movimiento (véase
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antes p. 171). Ya se ha mencionado antes que en el quinto lustro de la vida, y a veces incluso algo antes, comienza a tener importancia para el rendimiento de los tejedores de manera muy sensible el descenso de agudeza de la visión. Pero también la situación concreta de esta empresa: los géneros del grupo 1, a diferencia de los otros, eran géneros nuevos -en el período analizado- y fueron introduciéndose continuamente otros nuevos; se ·examinó por vez primera si las nuevas tarifas de destajo eran «correctas» para el rendimiento; en un período así las ganancias a destajo puras de los obreros afectados por -ellas tienen que tener forzosamente una tendencia a oscilar irracionalmente: también las ganancias mínimas garantizadas, entre otros, tenían que tapar esa fuente de descontento. De todos modos, la cualificación más alta de los tejedores manuales antiguos y experimentados es probablemente cierta, por sí misma y según la experiencia de la propia emptesa. La dirección de la empresa considera naturalmente que tienen las mejores oportunidades los obreros que estuvieron ocupados en los terares mecánicos desde su juventud (o en el encanillado de los carretes). El evidente y rápido avance en la p¡;áctica, que se puede observar en los promedios mensuales del obrero f de la Tabla, es una buena ilustración de lo anterior. Por lo que respecta ~ las tejedoras del grupo IIP, que están todas en-los veintitantos años, aquí interviene en cierta medida una mayor práctica en los telares. Pero la capacidad para el rendimiento máximo no pueden adquirirla realmente las tejedoras solamente a través de la práctica -aunque ésta sea naturalmente un presupuesto-, sino que requiere cualidades personales específicas, y por cierto bastante poco abundantes, que pueden residir tanto en su disposición natural (concentración y serenidad, es decir, nervios más seguros) como en un modo de vida aprendido (sobre el que se habló anteriormente)~~ Si se buscan otras regularidades en el movimiento de las cifras de las ganancias a destajo, poco se ve en la Tabla. Sin ningún otro comentario se puede explicar que el paso a otro tipo de telar, es decir, a otras condiciones de trabajo diferentes en varios sentidos, produzca primeramente una caída en las cifras de las ganancias a destajo: el rendimiento sube de nuevo, por regla general, a consecuencia de la práctica. Pero incIuso esta caída que se ve en la Tabla 7 no es un fenómeno que no tenga excepciones: otro obrero, que durante los mismos meses (de agosto de 1907 a agosto de 1908) había ganado en un telar del tipo II 63%-65%68,4%-70,1 %-68%-7 5 ,5%-71 0/0-77%-77,3%-72,6%-68,6%-64%65% de la producción estándar, la subió a 124,30/0 al pasar a un telar del tipo 1 en septiembre de 1908; estaba, por tanto, particularmente adecuado para este cambio. Por lo demás, la Tabla no muestra a primera vista, en las relaciones entre un mes y el siguiente, ninguna homogeneidad en los movimientos
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de las cifras y sólo en algunos casos muestra una ~(tendencia general» clara, de modo que los movimientos opuestos podrían ser considerados como casuales y provocados por condiciones especiales. Sólo está clara, en cierta medida, la tendencia a la baja entre octubre y noviembre y luego a subir en primavera, tendencia en la que confluyen varios factores: los efectos de la iluminación artificial en los meses más oscuros del año, eLintenso frío de enero y febrero, desavenencias ocasionadas por el movimiento sindical, numerosos nuevos géneros. Como ya hemos hablado de esta tendencia, y precisamente por incluir no sólo la mano de obra recogida en la Tabla sino toda la mano susceptible de comparación según la situación del material8 , remitimos a lo dicho.
NOTAS 1. Se han elegido intencionadamente las edades y tipos de empleo lo más diferentes posible; por otra parte, se han reunido sólo aquellos casos en los que la posibilidad de comparación no esté dificultada por una situación especial reconocible con total seguridad. 2. Por lo que respecca al concepto «sahtrio- a descajo» en el sentido de las Cifras de esta Tabla, hay que indicar lo siguiente sobre el modo de cilculo: las cifras absolutas, cuya conversión en porcentajes respecto al salario normal (= mfnimo) representan las cifras de la Tabla, se obtienen dividendo el número de jornadas de trabajo efectivo (o fracciones de jornadas) entre la parte de 1;1 remuneración mensual que consta-del salario ~a destajo», y cuyo nivel se puede ver desde los bloques de salarios para aquellaS semanas en las que, por estar el rendimiento a destajo por debajo del sueldo míni~o usual, se pagó este último. Están descamados todas los días a jornal, todas las bonificaCIOnes y los complementos de aprendizaje de los, «aprendices». En este punto hay que indicar que los trastornos y el trabajo adicional causados por el aprendiz se compensan de sobra con la ayuda que le da al obrero un aprendiz capaz, después de superar las pnmeras dificultades que pueden limirar, en efecto, el salario a destajo del maestro. En cambio, los complementos de destajo dados por una «urdimbre mala» -fuera porque el hilo era malo o fuera porque la urdimbre estaba mal encoladase incluyen en el cákulo-cuando era importante averiguar si la eficacia del obrero se pone de manifiesto en las cifras, al contrario de los datos dados más adelante al analizar las causas de las oscilaciones (véase). No es fácil la cLlestión de cómo había que proceder con tejedores de doble telar en los períodos en que tenfan que trabajar con un solo telar a consecuencia del cambio de la urdimbre, o de un fallo mecánico, etc. Para estos períodos se pagan bonificaciones por hora (1/3 del salario normal par horas). En los números de más abajo, que se calculan para el análisis de las oscilaciones de los rendimientos, no se ha tomado en consideración, evidentemente, este pago. Por el contrario,los he incluido en el9Ílculo en las cifras de esca Tabla. La pérdida de salario, producida por el paro de uno de los dos telares, es muy diferente según la urdimbre y también según el individuo, pues el incremento de rendimiento en el otro telar que trabaja el obrero durante ese tiempo es extremadamente diferente (sobre esto véase más abajo). Por término medio, si se comrapesara la pérdida direcca de la oportunidad de recibir remuneración en un telar con la oportunidad de incrementar el rendimiento en el otro, la remuneración podría más que cllbrir esa pérdida. Lo que no está cubierto (y n<;J puede cubrirse con esta remuneración) es el daño que produce a las oportunidades de ganar--que comentaremos en seguida-la necesidad de adaptarse a la nueva situación, cada vez que se introduce una nueva urdimbre o un nuevo género (pérdida por «adapcación~). No he quitado el cálculo de la indemnización' por trabaJar en un solo tclar, pues eSte cákulo, de todos modos, es apropiado para compensar parcialmente la trascendencia de esa causa de oscilación para las, -no obstante, oscilantes y complejas cifras, oscilación que no hay que tomar todavía en cuenta para el punto de vista que tenemos ahora en el primer plano. 3. No se puede decir con seguridad e1grado de influendaconcceta del sistema salarial como tal en este tema. Hay un número de obreros en los que Las oscilaciones en los bloques salariales
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crecen mes a mes t!:"as la introducción del sistema de salarios mínimos y de primas. Junto a ellos hay otros en los que esas ~scilaciones suben en parte y en pane descienden. Esro último ocurre en algunos obreros cuyo rendimiento ya de por sí elevado suMa más tras la introducci6n del sistema de primas (por ejemplo, d y o de la Tabla), y también es de por sí evidente que la tentación de poder alternar. por medio de la mencionada manipulación, entre el trabajo cómodo con una ganancia segura (minima) y un esfuerzo mayor con ganancia de primas utilizando el producto realizado en el mes anterior, debe de ser muy efectivo especialmente entre obreros que, por su disposición o su experiencia, no están taD fácilmente en situación de ganat primas de manera continuada. Hay que considerar como un fesultado contfario a Jos efectos del sistema salarial el que los maestfos sólo autoricen a hacer entregas de dos piezas de tejido a los obreros más eficientes, mientras que los menos eficientes -los más propensos, por tanto, a empleaf aquella art¡~_aña tienen que entregar cada pieza con el objeto de controlar la calidad más concienzudamente. Pero, en conjunto, tras la Introducción de este sistema salarial, predominan las amplias oscilaciOnes sobre las de la época anterior, cU¡Jndo no existfa un sistema sólido de primas ni un salario mínimo siempre yen todas partes igual, pero no se dan de manera tan pronunciada como para poder pensar que sea demasiado fuerte el efecto de los retrasos mtencionados en las entregas sobre las curas. No sería en absoluto sencillo contestar la pregunta general de qué efectos tenía el sistema salarial, puramente como tal, en la evolución de los rendimientos en su conjunto. Entre los obreros varones, que son los que interesan aquí sobte todo, se ve un incremento del rendimiento exactamente de 1/3 por término medio en los tres meses siguientes a la introducción del sistema salarial frente al promedio del trimestre anterior y una reducción del rendimiento de 1/3. El tririlestre siguiente arroja otra elevación del rendimiento en sólo 1/5 de los casos, una reducción en 2/3 de los casos, perm¡Jneciendo el resto igual, de modo que, respecto al trimestre anterior a b introducción del sistema salarial, sólo la mitad subió (7/15) o baJÓ, permaneciendo el 1/15 igual. En este puma hay que tomar en cuenta que ese trimestre comprende los meses más oscuros del año y que, además, el movimiento sindical fue entonces especialmeme vivo (el sistema de prim¡Js tenía que aparecer, tuviera esta intención o no, en cuanto a su contenido, en todo caso, como un revés a los principios de solidaridad sindical) y que el cambio de género tenía Un efecto relativamente imporrante (de esto se habla más abaJO). Pero si se comparan ahora con el trimestre anterior a la introducción del sistema de pnmas los mismos tres meses del año siguiente, se ve una reducción del rendimiento en 8/15 de los casos, un rendimiento igual en 3/15 de los casos y un aumento del rendimiento en sólo 4/15 de los casos (así y todo un aumemo considerable), medido según la ganancia a destajo. La posibilidad de comparar se dificulta aquí por el bastante intenso cambi,o de' género, por las modificaciones técnicas n;:alizadas en un gran número de telares vinculadas a las reducciones del destajo, el comienzo de la depresión que redujo la intensidad del [raba jo. Pero en algunos obreros es mncgable una cierta relajación después dcllmpulso del comienzo y P¡Jrece bastante seguro lo cual se corresponde con las impresiones de la dirección de la fábrica- que el sistema de primas en conexión con una gananci¡J mínima garantizada tuvo unos efectos desiguales, según la eficacia y otras características individuales de los obreros: una minoría ----dentro de ella tanro los obreros más jóvenes, en aprendizaje, como los obreros más eficientes de la empresa- se estimuló para incrementar bastante notablemente 'su rendimiento; frente a ella parece que estaban otros obteros -asimismo una minoría- que, cQn la vista puesta en la ganancia mÚlima garantizada, no sólo no incrementaron su rendimiento sino que propendieron a reducirlo; por último, una parte de obreros parece que no reaccionaron en absoluto, de manera notable. al cambio del sistema salarial. Entre estos dos últimos grupos se encuentra los obreros de por si menoS eficientes de la empresa, que no esperan ninguna prima o sólo la esperan excepcionalmente. El sistema de primas eS, qUizá, en esta concreta combinación, apropiado parn marcar las diferencias emre los obreros según su respectiva disponibilidad y eficacia. Pero sus efectos deben ser disrlntos según las particularidades de los obreros y del ilmbiente de' cada empresa. Naturalmente incide también sobre sus efectos el nivel de las primas: en el caso presente suben hasta un 8% del salario, de modo que el estímulo para rendir más se mantiene en unos límites moderados, dado que existen muchas circunstancias que no dependen de los obreros y que condicionan un rendimiento,mayor. Pero unas primas más elevadas provocarían, por una pane, una «caueu» y, por otra, acumularían un mateClal de conflicto -mevitable en estas circunstancias--- entre los obreros y los maestros que reciben las piezas, pues el pago de las primas depende t¡Jmbién del logro de un cierto mrnimo de calidad, sólo determinable mediante una valoración; de esta manera, el sistema de pfimas se desacreditaría rápidamente entre los obreros.
4. En la Tabla, las cifras están agrupadas sencillamente en el oroendel registro, el cual, por su pane, en cuanto que no impere en la distribuciÓn de los números la pura casualidad, se corresponde en cierta medida, por lo general, con la fecha de entrada en la empresa. En las muchachas, por su parte, que en su mayoría viven con sus familias, pero que suelen estar más vincuiadas a su zona, el registro corresponde en la mayoría de los casos a la edad de las muchachas, como se ve en la última columna. (La «edad» significa aqur siempre los años que los obreros cumplen, según el registro, durante el período de 13 meses que está a la base de este trabajo.) 5. En la página 167 de este volumen se indicó eqllivócad¡Jmente que era «normal" el número de 4 telares: en la tercera línea de esa página y en la 'nota 4, p. 172, debe decirse «hasta 4". CuatrO ha de valer, además, como una «norma ideal», rara vez alcanzable. En la p. 165 hay una equivocación: el tejedor varón que allí se menciona no es el (IOICO obrero sajón de la empresa, con el que lo he confundido al escribir el fubajo. Este último es más bien el obrero p de la Tabla J, que llama la atención por su bajo rendimiento en los telares corrientes y que está por debajo del nivel de las mujeres. 6. Esto se destaca en la gran diferencia de las ganancias a destajo. Sobre las razones, véase p. 166, y p. 172 nota 4. 7. La caida aparecería con un 20% más, si no se hubiera descamado el comple!llemo pot sexo en el modelo II (véase p. 166). . . 8. Se han tenido que descartar los obreros recogidos en esta Tabla que cambiaron de tipo de telar durante el período (g, h, i) Y todos los obreros que no estuvieron empleados durante todo el período.
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MEDICIONES
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Como estas cifras de las ganancias a destajo muestran, al menos en principio, una cierta inutilidad, y como_las oscilaciones en concreto parecen totalmente ilógicas en su inmensa mayoría, es natural pensar si se podría llegar a mejores resultados a través de la indagación de las oscilaciones de los rendimientos en períodos de tiempo más cortos, a ser posible de un día a otro, es decir, a través del contador del telar que indica exactamente el número de pasadas de trama hechas por los obreros en una unidad de tiempo cualquiera. Y esto vendría'reforzado por cuanto ---como muestran los comentarios anteriores-las cifras que indican las ganancias a destajo son elresultado de un cálculo: la comparabilidad de esas cifras entre sí reside en el supuesto de que las tarifas de destajo para los géneros que van trabajando los obreros consecutivamente son «correctas», es decir, que son tarifas que están calculadas de modo que toman en consideración acertadamente la distinta cantidad de trabajo que cada uno de es~os géneros requiere. Más adelante veremos el papel que desempeña esta «adaptación» del obrero a la medición del destajo en las oscilaciones de los rendimientos. Ahora sólo recordaremos que una medición «correcta» del destajo, en su sentido exacto, sólo sería posible, en principio, si los diferentes rendimientos sólo fueran diferentes en la cantidad o en la intensidad que se exige a los obreros. Pero no es· esto lo que ocurre. Las diferencias de exigencia a los obreros son, al menos, de.naturaleza mds cualitativa que las «destrezas» concretas: la capacidad de concentración, por ejemplo, la rapidez de reflejos, la uniformidad en el mantenimiento de la atención, etc., cada una de las cuales es requerida en un cierto grado para cada uno de los géneros, pero se combinan de manera muy diferente en los diferentes tipos de género. El cálculo del destajo, por tanto, no parte en absoluto de consideraciones sobre la medida que se requiere de cada uno de los distintos «com-
ponentes» del rendimiento, sino que se calcula, por el contrario, de una manera puramente empírica partiendo del conocimiento de los resul~ tados del rendimiento -el nivel de aprovechamiento de la máquina-, que suele alcanzar un «obrero idóneo de tipo medio) trabajando un género concreto. Este cálculo se realiza, por tanto, por razones evidentes, como ya se ha dicho antes en términos generales, de manera totalmente opuesta a como debería hacerlo un análisis «psicofísico» del trabajo. ¿No seria mejor, por consiguiente; dejar a un lado las cifras que se apoyan en esa base -que, como ya vimos, están sometidas a todo tipo de casualidades al no basarse realmente en el «rendimiento» sino en la entrega de la mercancía- y atenernos exclusivamente a los resultados de los contadores de los telares,-que, como «controlan)) en realidad el trabajo inmediatamente, parecen ofrecer un material «exacto») en un sentido totalmente diferente? No hay duda de que la medición con ese instrumento del número de pasadas de trama realizadas por los obreros merece realmente el calificativo de «exacto» y de que, por tanto, en la medida en que el rendimiento del obrero se expresa en ese número de pasadas, se mide asimismo «de manera exacta». Pero entonces pasa totalmente inadvertida la calidad del tejido producido, que es extremadamente importante para valorar el nivel de rendimiento. (La calidad puede averiguarse recurriendo a las fichas de control de la urdimbre con las anotaciones del empleado que recibe las piezas, pero ni de una manera ni de otra es «exacta».) Esta deficiencia la comparte la «medición de los contadores de los telares)} con las «desnudas» ganancias a destajo de la Tabla I. (En estas últimas se podría obtener alguna claridad, al menos, para los rendimientos por encima de lo normal a través de la indicación de si se han pagado primas, lo cual sólo ocurre cuando la mercancía tiene buena calidad; sobre este punto volveremos en otro momento.) Pero, además, en estas mediciones de los contadores de los telares sólo tenemos, nuevamente, el resultado final, el «rendimiento) que ellos establecen; pero al comparar varios rendimientos entre sí seguimos, sin tener seguridad, de qué dicen realmente esas pasadas de trama sobre el tipo de, rendimiento, es decir, sobre la medida en que son requeridas las diferentes cualidades del obrero relevantes para la tejeduría (véase p. 133 s.). Una sencilla comparación atendiendo al número de pasadas realizadas por un obrero, por día o por hora, daría un resultado equívoco si se cambian los géneros. ¿Cuántas pasadas de trama podría .hacer un obrero en un nivel ideal, que nunca se da en la realidad, en una determinada uni'dad de tiempo, si la máquina no sufriera ningún fallo, si el hilo fuera irrompible, si no fuera necesario vaciar y rellenar la lanzadera con hilo, si la ausencia de fallos en la confección de la urdimbre no requiriera ninguna reparación, si no se enredaran los hilos por otros motivos, es decir, en
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pocas palabras, si la máquina y el hilo continuaran funcionando por sí mismos y produjeran tejido continuadamente de maner~ que el obrero fuera superfluo? Este máximo «ideal>, del aprovmo ca~e ~~l más fino; aumento de las interrupciones que, en ocaslOnes, signIfica un 1001}'0 Y más por jornada, es decir, para el obrero significa un trabajo mecánico mayor. Por lo tanto, no se trata de poner como base de la comparación las cifras absolutas de los contadores de las pasadas de trama en un día o por hora 2 • Es, más bien, la relación entre el númer<:> de pasadas de trama hechas y las posibles la q~e resulta ~ás apr<;>plada para eHo. Sobre esta cuestión,. unas observaclOnes previas. El nl,vel en que queda una máquina servida por un obrero respecto al nu.mero ideal de pasadas de' trama que se podría hacer cón un determmado número de vueltas en una unidad de tiempo (día, hora) está en función, sobre todo, de dos condiciones: en primer lugar, está en funCión de la frecuencia requerida para llenar la trama '(de 10 que se trataba) -una circunstancia que es totalmente independiente del obrero- y de la rapidez en rellenarla, la cual depende de su habilidad; en segundo lugar, ,está en función de la frecuenCIa con que rev~enten los hIlos de la urdimbre (la ruptura de los hilos de la trama Juega un papel inferior), 10 cual depende, en parte, del material del hilo y también de la calidad del encolado (es decir, de cosas que están precis~mente «(dadas» para el tejedor), pero, en parte, también de la atenCI?ll del obrero a la urdimbre que entre en la máquina, porque los htl<:>s se revientan,en una cantidad importante de veces como consecuenCla de los enredos de los hilos de la urdimbre, que el obrero puede y debe
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eliminar a tiempo. Además de estas dos causas de interrupción del proceso de la máquina, otra cosa que afecta al rendimi~nto del obrero es la calidad del tejido, en beneficio del cual el obrero tiene que observar y regular, llegado el caso, el desenvolvimiento de la urdimbre de manera continuada: también aquí puede suceder que haya que parar la máquina, pero cuanta mayor sea la experiencia del obrero más rara vez se producirá. Cuando se compara el número de pasadas alcanzable por la media de los obreros, según muestra la experiencia, en una unidad de tiempo determinada y con estímulo suficiente para llevar al máximo sus capacidades, con el número ideal máximo de pasadas que resulta de multiplicar el número de vueltas por la cantidad de minutos de trabajo, el número de pasadas que se puede esperar normalmente (esto quiere decir el nivel de aprovechamiento que se puede esperar normalmente de la máquina) está, en cada caso, en una relación porcentual -con el número de pasadas ideal, relaci?n que es distinta, con igual número de vueltas, para cada género dlfer~nte y que alcanza su nivel óptimo para cada género con un determInado número de vueltas. Pero dónde se encuentre el nivel óptimo de este «aprovechamiento» alcanzable depende, en cada tipo de gén~ro., de una gran cantidad de factores técnicos o del matenal, como mdIcan ya estas rápidas observaciones, pero depende también, por o~ro lado, de la cualificación de los obreros, y concretamente de las dtferentes cualificaciones para cada uno de los géneros. Como los distintos obreros reúnen en sí mismos estas cualidades en muy diferentes niveles, la dirección de la fábrica establecerá el número de vueltas eventualmente de manera individual para cada uno de los géneros; pero, globalmente, habrá que operar con la experiencia de lo que los obreros por término medio rinden, tal como son en cada caso: una vez que se conoce aproximadamente el nivel óptir~lO medio d~l núm~ro de vueltas, según indique la experiencia, la tanfa de destajO se mIde por el «rendimiento efectivo» (respecto al máximo ideal) alcanzable por término medio y entonces se adjudican a cada obrero aquellos tipos de género para los que resultan relativa~ente más .ad~cuados según la experiencia hecha con cada uno, es decu, se les adjudican los géneros que puedan trabajar de la manera relativamente más rentable, tanto para la empresa como para los obreros mismos. Si se trata de introducir nuevos géneros, es inevitable ir probando hasta que se determine qué obreros resultan los más adecuados relativamente para el género y los más capaces para alcanzar el n~vel estándar de la ganancia a destajo. En conjunto, también en las cifras de los contadores de los telares, aparentemente medidas «con exactitud», está incluido el cdlculo de la dirección de la empresa, y esta circunstancia requiere ser tomada en cuenta, si se pretenden comparaciones entre vari~s obreros o entre los rendimientos de un mismo obrero en tiempos ,dl-
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ferentes. Aquí no podemos proceder, en todo caso, sino de la siguie,nte manera: en vez de basatnos en las cifras absolutas de las pasadas de trama, inutilizables para el fin de comparar los rendimientos de diferentes générosJ , nos basamos en el «(.rendimiento efectivo» (porcentajes respecto al rendimiento máximo ideal, (teórico», de las máquinas)' . . Pero hagámonos primero la siguiente pregunta: ¿el rendimiento diario de un mismo obrero en pasadas de trama en una misma urdimbre representa, almenas en cierto sentido, una medida firme, más firme que las oscilaciones,de las ganancias medias mensuales? Difícilmente podremosesperar esto, después de lo que se ha dicho antes (p. 147 ss.). ¿O se observa alguna regularidad en los movimientos de los rendimientos día a día de varios tejedores que trabajen al mismo tiempo? Según lo dicho en página 14710 tendremos por algo pensable, pero después de las observaciones que se han reproducido en la página 153, por algo incierto. Miremos, por tanto, lo siguiente: la Tabla 11 reproduce una cifra de día en día para un cierto numero de meses seleccionados y para los obreros sometidos en ese tiempo al control de los contadores de los telares -la cantidad de anotaciones de control existentes es como tal pequeña y, desgraciadamente, tiene fuertes oscilaciones para los distintos meses-; esa cifra expresa la relación del rendimiento correspondiente respecto a la media de pasadas logradas por los obreros en su, correspondiente urdimbre y la cantidad media de.la semana anter~or (en los domingos, en cifras espaciadas)5. Al c(:mtemplar esas senes numéricas, salta a la vista --por empezar por esta cuestión- que no existe ninguna tendencia clara y uniforme en las oscilaciones. Se ve especialmente que las oscilaciones no se pueden explicar por l~s, condiciones meteorológiGas existentes cada día o por: otras condIciOnes «generales») del trahajo; , , ' ' Si las oscilaciones diarias de los rendImIentos dependIeran conSIderablemente de_ tales circunstancias «generales» de cualquier naturaleza, entonces la gran mayoría de los obreros empleados debería mostrarse influida, al men0S de-manera aproximada, por esas circunstancias, en esos mismos días,- en la misma dirección. Pero no es esto lo que ocurre. Nosotros encontramos, precisamente en un caso ya comentado anteriormente, que el grado de humedad del aire mostraba un paralelismo_bastante exacto con el rendimiento de algunos obreros que trabajaron en ese dia6 • Y es indudable que el aumento de la sequedad del aire dificulta el trabajo. -Los obreros la sienten personalmente y suelen quejarse entonces de que los hilos se rompen más veces. En cierto sentido sólo se encuentra un ejemplo similar en otro único día7 • En cambio, los otros días en los que la humedad medida del aire estuvo por debajo del70%-porencima de este nivel no se puede constatar en absoluto ningún efecto en las cifras
diarias- muestran unos efectos muy indeterminados, pero algunos de ellos muestran precisamente lo contrario del descenso esperad08 • La Tabla muestra con carácter totalmente general que las desviaciones de la mediase encuentran enlos distintos obreros en el mismo día y en todas las variaciones posibles y que no se puede hablar aquí de la existencia en ellos de estado de ánimo diario general, que pudiera estar condicionado por circunstancias generales externas y cuya variación de una dla para otro explicara las fuertes oscilaciones en los rendimientosdiariosj9. . La fría temperatura exterior en invierno, que presiona con frecuencia sensiblemente las dos primeras horas de trabajo hasta que las manos «se,descongelen», así como trabajar en invierno con luz artificial en vez de con luz natural, que hace más pesadas las horas de la mañana y de la tarde, y el fuerte y seco calor en el verano, que dificulta el trabajo al mediQdía y en las primeras horas de la tarde, todas estas condiciones ·tienen evidentemente sus correspondientes efectos. Éstos se encuentran en las fuertes reducciones en la media de rendimiento que se observan en los cálidos meses del verano y en los fríos y oscuros meses del invierno. Pero, sin embargo, sólo una pacte de los obreros reacciona inmediatamente con una reducción de su rendimiento diario o semanal ante estas dificultades en el trabajo (el que los hilos se rompan con más frecuencia por la sequedad del aire, el efecto adormecedor del calor, la tendencia a funcionar de una manera insegura y la fatiga de los ojos por la i~uminación artificial). Los otros buscan, aparentemente, mantener su nivel de ganancias anterior con un mayor esfuerzo y lo logran frecuentemente tan bien, que incluso algunos días desfavorables desde el punto de vista de la humedad del aire arrojan rendimientos muy convenientes)10 . Sólo cuando estas desfavorables condiciones generales del trabajo se mantienen durante mucho tiempo y superan un determinado nivel, fracasa esa reacción con el adormecimiento de las ganas y de la energía para trabajar. ' Así como se descartan las condiciones meteorológicas como una posible explicación de las oscilaciones diarias de los rendimientos, también se descartan todas las demás condiciones de trabajo ((generales» pensables, es decir, que afecten a los obreros en su conjunto, si esas condiciones no muestran ningún tipo de uniformidad, como se ve. En este tema, por lo tanto, como en las oscilaciones mensuales, nn queda sino operar con cada obrero y sus rendimientos por separado, si se quieren esperar algunos resultados. Para los rendimientos diarios se descarta, naturalmente, la idea de determinar, por cualquier vía, por qué el rendimiento de un obrero, por ejemplo, del dia 1 de noviembre de 1907 fue un 10%-más.altoy no tan bajo como en el día anterior o posterior. Seguramente sería una operación útil anotar al final de la jornadalO-que marque el contador de un gran número de obreros que trabajen con contadores en los telares e indicar cuidadosamente, lo más pronto po-
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sible~ las razones que han generado -en su opinión-las diferencias de rendimiento en-los diferentes días. Pero, en este punto, ,se puede predecir con total seguridad lo siguiente: 1) en tanto las diferencias no estén fundadas en condiciones de trabajo objetivas, es decir, enlasituación de las máquinas o del material (la frecuencia con que se quiebran los hilos, etc.), sólo se podrán hacer datos seguros en una minoría no muy grande de casos, incluso en el caso de que los que respondan sean muy concienzudos (o, más bien, precisdmente si lo son); 2) si se les escondiera a los obreros el contador de pasadas de trama y luego se' les preguntara qué rendimiento creían haber alcanzado ese dfa y por qué, es decir, si había sido mayor o menor que el dfa anterior, en ese caso, digo yo, se recibirían respuestas sólo aproximadamente acertadas en l,lna parte aún menor de casos, pues el nivel del propio «estado de ánimo» psicofísico para el trabajo se les escapa con frecuencia incluso a las personas' con las que se experimenta en laboratorio o queda sin una explicación, y los obreros no se encuentran, por lo general,. ni siquiera en situación de apreciar en cierto modo el nivel de su propia fatiga, y con frecuencia ni siquiera de ser claramente conscientes de la realidad de la fatiga, si se prescinde de las horas extraordinarias 'o de otros esfuerzos excepcionales; mucho menos van a querer intentar adentrarse en las razones de'las oscilaciones entre las distintas jornadas de trabajo que quedan varios meses atrás (entre 3/4 y 1112de año). Si perseguimos, así y todo, por el mero interés en los hechos mismos, las oscilaciones diarias de los rendimientos de un único t~jedor (que trabaja un solo telar), del que casualmente existen controles consecutivos para los diez meses comprendidos entre noviembre de 1907 y agosto de 1908 (es e! tejedor e de la Tabla 1), se ve e! cuadro de la Tabla 111. Los rendimientos del obrero, que por lo demás está entre los tejedores más regulares de la fábrica, oscilan de manera muy variada y no se pueden explicar con toda certeza con ningún medio que sea exhaustivo para nosotros. Aun así, se pueden hacer algunas observaciones sobre las cifras de la Tabla 11 y la Tabla III". Nosotros consideramos básicamente que una parte muy considerable de· los rendimientos más bajos se dan al comenzar nuevas urdimbres y nuevos génerosl 2 • Es verdad que una nueva urdimbre no comienza siempre con una reducción del rendimiento diario, pues también ocurre lo contrario: altos rendimientos iniciales y luego bajos; Según parece, en concreto cuando el cambio a un nuevo génerq representa el paso de un trabajo difícil a uno mds fdcil (aunque no exclusivamente en esos casos), el obrero al que el trabajo le resulta fácil infravalora el esfuerzo y pretende ganar mucho, por ejemplo; en la Tabla m,e! día 18 de agosto, donde e! obrero tuvo que pasar de trabajar un hilo 1/3 más grueso a trabajar un género un 280/0 menos grueso, manteniéndose igual el número de vueltas y la anchura del tejido, y de manera similar en otros casos diferentes. En estos casos
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TELARES
sf se encuentra mayoritariamente un menor rendimiento inicial. Por otro lado se dan casos, como veremos, en los que un obrero muy eficiente procura mantener con todo su esfuerzo el número de pasadas de trama anterior al cambiar a un género más difícil ysólo después de algún tiempo cae bruscamente. Nosotros nos atenemos aquí al hecho de que el trabajo con nuevos géneros, y también con nuevas urdimbres del mismo género, permanece, en todo caso, con muchísima frecuencia por debajo del rendimiento medio conseguido globalmente en esa urdimbre. Y nos preguntamos si esto se corresponde con la media y en qué medida. Si asf fuera, habría que suponer realmente que estamos ante manifestaciones de la «práctica» (Úbung). Vamos a analizar ahora con mayor precisión la presencia de estas manifestaciones. NOTAS 1. Cuando el número de vuelras es muy elevado, entra en consideracIón el desgaste de la ruáquina, que emonces se incrementa dpidamente. El algod6n puede soportar los números de vueltas más elevados (hasta más de 200 por minuto); en los paños, por el comrario, 75 vueltas por minuto es ya un número bastante frecuente; el lino está entre ambos, pero acercándose mucho más a las cifras medias de los paños que a las cifras medias del algodón, pero con diferencias de un ]040%, según el género y el material. 2.. Con esto no se quiere decir que semejante c;omparación no pudiera ser instructiva ni que no debiera hacerse con una investigación realmente «exacta" de la situaCIón, que aquí no puede intentarse. 3. Para los rendimientos de diferentes obreros en el mismo tipo de género sólo tenía 4 ejemplos, de los cuales se hablará en su momenro. Dos de ellos ya han sido utilizados anteriormente (p. 148 Y p. 168). 4. Y siempre se procede de manera que las cifras dianas se calculan en porcentajes del rendlmienro efectivo promedIO logrado por esre obrero en esa urdimbre. Por lo que respecta al nivel def rendimiento efectivo alcanzado: en la tejeduría del lino es mucho más bajo que en la tejeduría de la lana y del algodón, que pueden contar con rendimientos efC(:tivos de entre el 80 Y el 90% respecto al rendimiento máximo teórico (o incluso más), mientras que el rendimiento medio en la tejeduría del lino no es raro que descienda por debajo del 50%, al menos al servir varios telares. A nosotcos no nOS interesan aquí estas gradaciones. . 5. Siempre la semana entera, de modo que las cifras de diferentes género~ se contraen en la misma media; dos obreros que fueron controlados en el mes de julio con dos urdimbres cada uno se han excluido ahora, por falta de espacio, y serán comentados posteriormente por separado. 6. Para completar ef ejemplo: 5 obreros observados exactamente mostraron el siguiente comportamiento: % del rcndimiento medio de estos cinco obreros en el día 23 (higr6metro: 77): 109,]; en el día 24 (higrómetro: 70): 99,5; en el día 25 (higrómetro: 64): 92,1. Del 2] al 24, dos obreros tUVieron Una disminución de rendimiento, 2 un aumento yuno mantuvo el mismo. Del 24 al 25, 4 tuvieron una dIsminución y uno un pequeño aumenro. 7. 30 de mayo de 1908: 1) media de los 5 obreros observados: el día 19 de mayo (higrómerro; 70): 91,8; el 20 de mayo (higrómetro: 65); 81,7; el21 de mayo (higrómetro; 70): 103,3. 2) El rendimiento de cada uno de los cinco obreros el 20 de mayo está por debajo de su rendimiento medio; en cuano de ellos muestra una reducción respecto al día 19 y un aumento en uno; del 20 al21 sube el rendimiento en todos ellos; del 21 al 22 de mayo (higrómetro: 76) hay un aumento en cuatro de ellos respecto al21 y una redUCCIón en uno. Pero esto se corresponde, así y todo, con el postulado. 8. El 2 de junio de 1908, con un mvel del 68%, es al mismo tiempo uno de los días más raros en el que todos los obreros observados -más de cuatro---- tuvieron un rendimiento por
189
PSICOFlsICA
DEL
TRABAJO
INDUSTRIAL
encima de su rendimiento medio (un aumento entre el 3,6 Y el 15,3%). El ! de junio, con el mismo nivel de humedad, es un lunes, y por ello lIO es utilizable. El !6 de mayo, COll el mismo bajo nivel de saturación, muestra también un aumento en cuatro de los obreros observados. Esto no significa evidentemente la irrelevancia del nivel de humedad, sino sólo lo siguieme: significa, en primer lugar, que sus efectos s610 son medíbles en los dismuos obreros cuando se está, primero, muy por debajo del nivel estándat y, segundo, con velocidades y lIiveles muy distintos; significa, en tercer lugar, que cuando las oscilaciones se mamienen en los límites de hasta un 1/6 del nivel estándar, su influencia se solapa con otras circunstancias de otro tipo (véase más abajo). 9. Esto se desprende de maneta mas convincente aún de la siguiente observación: durame un período de 197 jornadas de trabajo fue investigado un cierto número de obreros ---observados exactamente con los contadores de los telares respecto a su rendimiento durante todos los días en que trabajaba más de uno de ellos- en cuanto a las desviaciones de sus respectivos rendlmienros respecto a la media (en sus respectivas urdimbres) (100%) y luego se compararon cada uno de los días para ver qué diferencias tenían los rendimienros entre sí. El número de los obreros osciló en esos días entre 2 y 6. En 141 días, es decir, en el 70% del período, se observó una desviación de mds del 15% de media entre ellos, y en 119 dfas de esos 141, es decir, el 60,1% del toral de días, también se desviaban respecto a la media hacia arriba o hacia abajo. Desviaciones de más del 10% de la media en cada uno, hacia arriba o hacia abaJO, se dieron en 46 días, es decir, en el 23,3% del total de días. Los obreros se desviaron, en conjunto, de la media hacia arTlba o haC/aabajo, en 134 días (= 67,6% del total). Desviaciones en los rendimientos entre sí mellares del 5% de la media sólo se vieron en 17 días (8,6%) y de menos de un 2%5ólo en 5 dfas (4,9%). Pero se forllló una relación en términos tales que, en los días en que fueron observados simultáneamente más de dos obreros en relación a su rendimiento, los rendimientos se desviaban respecto a la media, en direcúones distintas, en el 83,4% de los casos, y este porcentaje asciende al aumentar el número de obreros observados y sube a 100 con seis obreros (dentro de este material esradfstico), es decir, que está en función del número de obreros observados simultáneamente, con lo que no puede determinarse en ningún caso una tendencia válida con carácter ge1¡eral para todos los obreros. 10. Véanse las siguientes observaCIones. Seg(m la dirección de la fábrica,los obreros sienten cada descenso notable en la humedad normal del aire y entonces reclaman ayuda. Como, a pesar de ello, no se da nn paralelismo enrre el nivel de humedad y el rendimiento diario -.como ya ha sido dicho--, sólo es posible probablemente la explicación presente. 11. On detalle: los dos últimos sábados de agosto, cuyas CIfras están entre paréntesis, porque sólo representan un trabajo de cuatro horas como consecuencia de la disminución de horarIO en la empresa, muestran los efectos sobre la elevación del rendimiento de una Jornada laboral más corta, con un rendimiento alrededor del 10% superior al del viernes en cada uno de esos sábados. Lo mismo sucede con la mayor paIte de los otros obreros en un mvel incluso may.o.~ (incrementos de hasta el 47% respecto al día anterior), pero no con todos. Los incrementos afectan a algo más de las tres cuartas partes de rodas los casos; del resto, que arrOja lIna reducción, una parte es debida a la casualidad; pero existen algunos casos en los que descendió la disposición al trabajo a consecuenc:ia, de la jornada laboral,corta. 12. Hay que tomar en cuenta, por lo que respecta a la Tabla IlI, que la urdimbre que funcLonaba a comienzos de noviembre ya había funcionado algúri tiempo en octubre.
190
11 AUMENTO DE LA PRÁCTICA Y AUMENTO CONTINUADO DEL RENDIMIENTO
Hay que adelantar en seguida, sin embargo, que no se puede considerar, en ningún caso, una mayor «práctica» del obrero como el único motiv9 de un rendimiento bajo en las nuevas urdimbres o en los nuevos géneros l • El comienzo de la urdimbre así corno su terminación -los días de estas operaciones muestran en un promedio global rendimientos más bajos- son, en sí mismos, más difíciles que el trabajo general en la urdimbre por motivos técnicos de los propios telares, y hay que achacar a esta circunstancia, al menos para los primeros tiempos, la mayor parte de la causa de los bajos rendimientos. Pero que los efectos de la ((práctica» tienen una fuerte presencia se deriva, a pesar de todo, con una gran probabilidad, de la observación de que, aun cuando un obrero entre en el lugar de otro en una urdimbre que este último hubiera trabajado· hasta la mitad, aquél-el nuevo- comienza a trabajar por debaio de la media que él mismo logra después-en todos los casos en los que esto se puede ebservar en los materiales- y sólo más tarde sube z. La pregunta es solamente cudndo se notan estos efectos de la práctica, es decir, cuánto tiempo necesita un obrero experimentado en la tejeduría para «adaptarse)) a un nuevo género o a una nueva urdimbre del mismo género. Se tiene la tendencia a suponer que esto es un asunto de pocos días y algunas series en las Tablas, que indican una subida rápida del rendimiento tras un nivel bajo al comienzo, así parecen confirmarlo. Pero en este punto sólo los promedios pueden arrojar claridad,- pues pueden ser determinantes de esta subida, en un caso concreto, circunstancias muy variadas, tanto circunstancias accidentales del material como los esfuerzos extraordinarios que haga el obrero en un caso determinado, por los motivos que sea, así como la situación de tejer en dos telares (con mercanCÍas estrechas), que se comentará después. A la
191
PSICOF[SICA
DEL
TRABAJO
INDUSTRIAL
A-!-I,MENTO
vista de la distinta velocidad con que se trabaja una urdimbre, -distinta velocidad producida por número diferente de vueltas-, nosotros no ponemos como base el tiempo sino el rendimiento medio diario por unidad de rendimiento, es decir, por «pieza» (unos cuarenta metros de largo, metro arriba metro abajo, según los géneros). Existen comprobaciones para una parte de los obreros controlados con los contadores de los telares que nos permiten proceder así. Como las urdimbres son de longitud muydiferente-algunas se acaban con la séptima pieza, otras dan, por ejemplo, 25 piezas-, el número de urdimbres que se p.ueden tomar en consideración para el rendimiento medio limitándonos a las primeras piezas es considerablemente mayor que el número de urdimbres si se tomaran en cuenta el máximo de piezas posteriores (5). Así que si tomamos sólo las primeras ocho piezas de todas las urdiplbres controladas (24) y ponemos como 100 el rendimiento medio de pasa das de trama por día en la primera pieza, nos resultan los siguientes rendimientos: w
Pieza: Ret;ldimiento %: Pieza: Rendimiento
:,
%:
1100 6 105,5
2 3 105,2 - 105,2 7 108,4
4 107,3
5 110,9
8 109,1
o, para la primera y segunda pieza conjuntam_ente: 102,60/0 del rendimiento contado en la primera pieza;' para las piezas 3 y 4: 106,2; para las piezas 5 y 6: 108,2; para las piezas 7y 8: 108,70/0. Se trata, asi y todo, de un incremento aceptablemente regular-con un retroceso en. la sexta pieza tras una fuerte subida en la quinta pieza-, para cuya valoración (véase más arriba) hay que tomar en consideración que, altnenos para la primera pieza, pero también para la segunda, actúan como factores de la subida las condiciones puramente técnicas del tejer, no sólo el «aumento de la práctica», y que, en casos desfavorables, es muy posible que aquellas condiciones amplíen aún más sus e;fectos. Para el desarro 110 posterior, limitándonos a las urdimbres largasJ , resulta lo siguiente: w
"
Piezas: Rendimiento %:
1-3 100
Piezas: Rendimiento %:
16-18 114
4-6 109,2
7-9 107,9
10-12 111,2
13-15 110,3
o, de seis en seis piezas: 1-6: 104,60/0 del rendimiento logrado en la primera pieza; 7-12: 109,5; 13-18: 112,2%. Es, por tanto, un aumento del rendimiento asimismo rítmico del 140/0 en las últimas tres 4 frente
192
LA
PRÁCTICA
al rendimiento de las tres primeras piezas tomadas en conjunto.' y de alrededor del 70/0 si se roman cada seis piezas. Aquí se podrá considerar como probable -teniendo siempre a la vista que su reducido ntimero aconseja prudencia- que la «adaptación» a cada género o urdimbre es realmente decisiva, porque es improbable que tengan un efecto las dificultades iniciales de la urdimbre del segundo grupo de tres piezas y, mirando los grupos de seis piezas, se excluye que lo tenga sobre la sexta pieza5 • No habrá que considerar evidente en absoluto la existencia probable de un aumento de la práctica de en torno a un 100/0 en una sola urdimbre en los obreros más viejos y con muy buena experiencia y en un trabajo tan uniforme, aparentemente, como la tejeduría mecánica (en el plazo de tres meses aproximadamente y si se descuenta el efecto de las dificultades iniciales de la urdimbre), pero no habrá tampoco que considerar que no tiene importancia, si se confirmara como un hecho al corroborarlo con cantidades mayores en otras industrias similares. No carece de importancia, junto con las dificultades de «adaptación» producidas por el telar, paca valorar los efectos de un cambio mayor o menor de urdimbre o de género sobre los beneficios del obrero. Para la cuestiÓn de si se pueden establecer efectos «psico#sicos!) de la práctica, y hasta qué punto, debe tener interés, además de la evolución de los niveles de rendimiento, la intensidad de las oscilaciones en el decurso de la «adaptación) a un nuevo género o a una nueva urdimbre de un mismo,género. Estas oscilaciones podrían representar una especie de prueba de si se puede aceptar realmente como plausible lo que se ha explicado en cierta forma como probable sobre los efectos de la práctica como probable. Según los exper,imentos psicofísicos, la amplitud de estas oscilaciones debería tende.r ~ reducirse al aumentar la práctica, el trabajo debería ser «más constante». Si se. calcula el promedio de las oscilaciones diarias (en porcentajes del rendimiento medio) para las seis primeras semanas 6 de trabajo.en un género, resulta el cuadro siguiente del ffi:ovimiento de. las oscilaciones, calculado en porcentajes respecto, al rendimiento medio pata los siguíen'tes veinte casos tomados al azar: . Semana:
11
DE
a) b) e) d) e)
f) g)
h)
1
2
3
4
13,3 9,12 23,2 12,1 7,2 13,6 19,0 15,6
15,9 8,2 20,5 6,9 8,2 12,3 10,9 10,9
8,2 8,0 28,5 9,5 5,6 17,3 15,9 11,1
20,2 4,8 15,2 12,6 13,3 16,1 3,5 10,2
193
5
6
17,3 8,1
23,6 8,3
6,7 8,1 9,3 11,3 10,7
8,3 6,3 1,3 10,7 19,2
PSICOffslCA
i)
k) 1) m) n) o) p) q) r) s) t)
u)
13,2 15,5. 7,7 8,1 3,4 13,9 13,6 12,1 9,8 16,1 18,7 6,2
DEL
TRA8AJO
13,5 8,5 8,3 7,5 12,4 12,1 7,5 15,8 7,9 6,4 10,2 8,9
~-JJMENTO
INDUSTRIAL
18,9 8,1 29,9 14,7 4,4 14,4 16,3 5,2 4,4 5,1 12,0 5,0
10,9 6,3 17,7 6,8 2;8 16,7 14,6 24,6 5,5 13,7 2,2 5,7
6,3 5,9 11,5 7,1 9,1 9,5 7,2 7,1 9,6 3,3
9,5 4,7 0,8 4,3 3,4 3,6
Cortemos aquí. Añadir más casos no iba a cambiar nada la impresión de arbitrariedad que producen estas cifras y, por otro lado, los materiales no iban a ser suficientes para obtener promedios de cantidades mayores. Si, aun así, ponemos como prueba el promedio de estos veinte casos (en los que sólo participan 8 obreros distintos), se muestra lo siguiente: I Semana: Oscilaciones O/o:
1 12,57
2 11,19
3 12,17
4 11,17
5 8,36
6 8
Esto representaría, si se prescinde de la tercera semana que muestra un retroceso, un descenso continuo de las oscilaciones de un 12,570/0 a un 80/0, es decir, a un nivel inferior a los 2/3 de las- oscilaciones del comienzo; por tanto, estaría en consonan.cia al menos con el aumento del mantenimiento del rendimiento, que se podría reclamar desde el punto de vista psicofísico como consecuencia de un {( incremento de la práctica»). Si tomamos ahora cada dos semanas, las oscilaciones llegan a un 11,880/0 en el primer tercio, a 11,670/0 en el segundo y a 8,180/0 en el tercer tercio. Si tenemos presente que las oscilaciones cuando se teje en dos telares son necesariamente más ilógicas 7 que con un solo telar y si consideramos además que en la quinta y sexta semana se terminaron algunas de la~ urdimbres incluidas en el cálculo, podemos abrigar la sospecha de que, considerando solamente tejedores que tejen en un 50]0 telar y liinitándonos a los _casos en los que se ofrecen datos para las seis semanas, la serie numérica tendrá que ser todavía más constante, uniforme. Si 10 intentamos y calculamos el promedio de estos casos (d, e, n, 0, T, S, u, es decir, siete casos), resulta el siguiente cuadro: Semana: Oscilaciones %:
1 9,83
2 7,54
194
3 7,06
4 10,04
5 6,53
6 4,49
DE
LA
PRÁCTICA
También aquí hay sólo un retroceso, en la cuarta semana, habiendo una subida continua, que llega hasta el 46% respecto a la primera semana. Si de nuevo los reunimos por grupos de dos semanas, tenemos 8,68 0AJ en el primer tercio, 8,550/0 en el segundo y 5,71% en el tercer tercio, es decir, un ritmo y un nivel en el retroceso'similar al de todos los casos en conjunto. El hecho de que en ambos casos el tercer tercio (la quinta y sexta semana) muestre una muy cIara desaparición del tamaño de las oscilaciones, parece estar en consonancia con la circunstancia de que la adaptación a un nuevo género suele suceder muy de golpe, con un fuerte esfuerzo ysus consiguientes retrocesos (sobre este tema, véase más adelante). De todos modos hay que prevenir muy seriamente de tomar estas series como «resultados» que podrían «demostrar» que también valen aquí aquellas experiencias psicofísicas, o cuyo desarrollo podría ser considerado como una «expresión» indudable de aquéllas. El «retroceso» que se encuentra en cada unade las'series de los promedios podría ciertamente establecerse, con un análisis más preciso, como una «casualidacl»8 y muy bien podría ser considerado como tal con una suficiente clarificación del «tipo» sin una demostración especial, y sin que perdieran su valor en todo caso las series numéricas. Pero, aun aSÍ, las cifras que están a la base son realmente demasiado pequeñas y requerirían una dimensión veinte veces mayor para poder llegar a resultados seguros. ·Pero,_sohre todo, si se decanta aquí realmente como «típica» una disminución de las oscilaciones, un aumento en el mantenimiento del rendimiento efectivo, hay que preguntarse de nuevo hasta qué punto la causa de ello es el aumento de la «práctica» del hombre y hasta qué punto lo son otras condiciones externas a su persona. Entra en consideración aquí la circunstancia, que ya nos hemos encontrado antes, de que tras la introducción de una nueva urdimbre en un telar pasa un cierto tiempo hasta que se dan las-condiciones normales de trabajo similares a las que existen durante el resto del proceso, que duran hasta que se presenta de nuevo una situación desfavorable, similar a la del principio, a consecuencia de la terminación de la urdimbre y la consiguiente inseguridad en los movimientos de la misma. La primera semana con toda seguridad, y también con mucha frecuencia la segunda, están bajo la influencia de estas circunstancias desfavorables, independientes de la «práctica» del obrero y no son, por consiguiente, comparables a las siguientes semanas; así y todo hay que contar siempre con la posibilidad de que estos efectos se extiendan ocasionalmente aún más y que, por tanto, continúa siendo inseguro, en todo caso, en qué grado participa en el descenso de las oscilaciones la-tendencia a una «adaptación» creciente a un género (en el sentido de un aumento de la «(práctica» del obrero) -tendencia en sí plausible y probable- y en qué grado lo hacen las condiciones técnicas de su trabajo, cuando no hay en la base espa195
PSICOFlslCA
DEL
TRABAl
°
AUMENTO
INDUSTRIAL
cios de tiempo superiores a seis semanas. Por- otro lad.o, si yo pusiera exclusivamente los· casos de aquellas urdimbres que funcionan durante varios meses (en un solo telar), el número de casos observados con exactimd en fenómenos tan dependientes de circunstancias irracionales, como lo son las oscilaciones de día a día, sería _demasiado escaso9 • No parece dudoso, a priori, que las -distintas estaciones. del año, con sus muy diferentes efectos sobre el rendimiento laboral (la iluminación, la temperatura y la-humedad) ejerzan también una ínfluenciasobre el grado de las oscilaciones, pues éstas dependen del número de veces que se rompen los hilos (que aumenta con la sequedad) y, en parte también, de la rapidez y seguridad de la vista y de los movimientos del obrero (que son influenciados desfavorablemente por la iluminación artificial y por el calor o frío intensos); esto no se puede verificar aquí, pues los materiales existentes para el verano y para el invierno se refieren a distintos géneros. Supongamos que la amplitud de las oscilaciones será de dimensiones diferentes, no sólo dentro de una misma urdimbre sino sobre todo entre distintas urdimbres y, aún más, entre: distintos géneros, y realmente según las condiciones concretas del trabajo y, por último, según las peculiaridades personales de los obreros. ¿Se puede extraer algo plausible sobre este punto de los materiales? Tomamos, primeramente, como prueba al mismo obrero, cuyos rendimientos durante diez meses se- reprodujeron en la Tabla IlI, y perseguimos las oscilaciones medias a través deJos géneros trabajados por él en ese tiempo, cuyas característiCas externas medibles (grosor, anchura, finura del hilo) se indican, así como el número de vue1tas de las máquinas, los rendimientos efectivos normales (los esperados por término medio) y la divergencia de los logrados de hecho, todo ello en porcentajes respecto al primer género trabajado, pero en números redondeados. El cuadro que sale es el siguiente:
1
2
100 97 1. Anchura %: 100 100 2. Grosor %: 100 3 .. Finura del hilo %: 4. Número devueltas %:100 99 S. Tarifas de destajo%: 100 91,5 6. Rendimiento 100 117 efectivo normal 0;0: 7. El rendimiento efectivo alcanzado suma menos que el 13,5 16,3 normaro¡o: ~o
196
6
3
4
100 128 150 95 127,6
87 128 162 ·95 127,6
115 128 150 95 142,5
93,1
102,4
80,9
8,7
16,1
0,3
S
115 100 100 95 '93,2 ~,
DE
LA
PRÁCTICA
8. Las oscilaciones c:: de día a día suman: a) % del rendimiento alcanzado: 6,89 11,9 12,6 b) % del rendimiento con el género 1: 100,00 170,0 180,0 9. Porcentajes del rendimiento alcanzado: 100,00 114,5 102,2 10. Duración del trabajo con el género: 1!X1 27!X1I 18m a
20/XII
a 14m
a
3M
9,7 10,3
7,9 (8,2)"
139,0 147,0 113 (131) 111,1 102,7 5M a 12/V1I
15MI
115,9 18VII
a a 13/V111 . 30/VIII
Se puede ver que la amplitud de la oscilaCión no discurre realmente paralela a ninguna cifra. Sí se puede observar que lo·s tres géneros más gruesos, que son al mismo tiempo los que tienen tarifas de destajo más elevadas (3,4,5), muestran en promedio las mayores amplitudes en las oscilaciones respecto a los tres con destajos más bajos (1, 2, 6) (160% de amplitud en el primer género contra 1270/0). Pero, según resulta de las cifras, no se puede demostrar ningún paralelismo entre la dificultad del rendimiento que se refleja en la tarifa del destajo y el nivel de las oscilaciones de los rendimientos 13. Mientras que con un mismo género o una misma urdimbre, según lo hecho probablemente arriba, la evolución se produce de manera que al aumentar la práctica (que debe hacer subir el porcentaje de rendimiento efectivo) disminuye la amplitud de las oscilaciones, aquí no se puede encontrar un paralelismo a la inversa en la relación entre varios géneros: los dos casos en los que el- rendimiento efectivo está por debajo, pero más cerca, del rendimiento efectivo nonnal (géneros 3 y 5), tiene cada uno una de las amplitudes de oscilación más altas, mientras que, al revés, con el género 2-, con un rendimiento efectivo bajo, las oscilaciones son también fuertes. No se puede hablar en absoluto de un paralelismo entre el grado de oscilación y la anchura, finura del hilo y número de vueltas (que sólo muestra unas pequeñas diferencias, siendo por lo demás, según su número absoluto, bajo, y que no se reproduce aquí). En las calidades de los hilos, no aprensibles en cifras tan simples, podría precisamente estar la causa de diferencias tan notables en las condiciones del rendimiento de modo que, al menos en este caso, las otras diferencias al respecto no tendrían un valor claro. Tiene importancia además que sólo el género 1 y 'el 3 eran urdimbres largas, de las cuales una (género número 1) ya estaba funcionando algún tiempo cuando se empezó a contar, es decir, que ya tenía superadas las fuertes oscilaciones del comienzo, y otra (género
197
PSICOFlslCA
OEL
TRASAJO
INDUSTRIAL
AUMENTO
DE
LA
PRÁCTICA
número 3) estuvo cuatro meses en el telar, mientras que, por el contrario, el género 2 sólo.se trabajó siete semanas, el género 4 cinco semanas, el género 5 cuatro semanas y el género 6 sólo dos semanas; después llegó un obrero distinto al telar. El género 1 se presenta, por tanto, probablemente demasiado favorable, y el género 6, con toda seguridad, demasiado desfavorable. El último género es igual en grosor y finura del hilo que el género 1, en el número de vueltas alrededor de un 50/0 menos, en la anchura un 150/0 mayor, y su hilado es algo más fácil de trabajar: todo· esto encuentra su expresión en una tarifa de destajo un 6,80/0 más baja. No se puede decidir, en absoluto, si la circunstancia de que el rendimiento efectivo logrado en ese género sea un 150/0 más elevado que el logrado con el género 1 significa en estas circunstancias un «progreso de la práctica». El género 3 debe su fuerte amplitud en las oscilaciones con un rendimiento efectivo favorable (bajo el número 7) a un cambio de urdimbre, en parte también a un cambio técnico en el telar, sobre cuya desfavorable influencia sobre el rendimiento de ese obrero ya se ha hablado antes, y, en parte, a una mala salud, que le llevó a interrumpir dos veces el trabajo en primavera. El motivo de la fuerte oscilación, unida a un rendimiento bajo, en el segundo género (bajo el número 7) está, por el contrario, en la Navidad, con su trabajo discontinuo y el movimiento sindical, casualmente muy fuerte en aquellos días. El menor rendimiento en el género 4-con una amplitud de oscilaciones mediase explica por la inadecuación del género al telar. El género 5, con una cifra de oscilación media quizá algo por encima de la media (con tejedores de un solo telar) (bajo el número 8) -que en una urdimbre más larga hubiera caído mucho más bajo- muestra al obrero, en un rendimiento efectivo que casi se corresponde al exigido como normal (bajo el número 7), en la cima de su rendimiento: el género es, como muestra el destajo (bajo.el número 5), difícil, Y por consiguiente el rendimiento efectivo exigido es menor (bajo el número 6): el obrero que se sabe no era muy hábil (relativamente) pero muy fuerte y constante pudo rendir su máximo con una exigencia moderada de rapidez (número de vueltas y rendimiento efectivo). Si, después de que este ejemplo concreto ha mostrado a qué conjunto de condiciones muy individuales conduce el análisis de las diferencias de oscilación en un obrero concreto, intentamos ver si no habría alguna tendencia hacia algún paralelismo mirando un número mayor de ejemplos, parece probable que aumentos considerables en el número de vueltas tienden a aumentar las oscilaciones. Si se ordena una serie seleccionada de urdimbres controladas con el contador del telar por el número de vueltas con las que fueron trabajadas y se le da 1 DO. al número ·m~s alto, se ve, en realidad, que todos los promedios de las oscilaciones que superan el 14% (del rendimiento medio en la urdimbre)
se encuentran en números de vueltas por encima del 750/0 Y que, por el contrario, con ese elevado número de vueltas sólo hay un único caso con un promedio de oscilaciones por debajo del 10.0/0, el de una mujer extraordinariamente hábil: cuando esta mujer fue sustituida en la misma urdimbre por un obrero varón mediano, la amplitud de las oscilaciones se aceleró al 20.,90/0 de su rendimiento medio en la segunda mitad de la urdimbre -la oscilación máxima de todas las urdimbres-. Por el contrario, con un número. de vueltas del 750;o y menos, predominan promedios de oscilaciones inferiores al 120/0 y hasta el 6,5% y sólo se encuentran algunos aislados.que sobrepasen el 120/0 (hasta un máximo del 140/0). Por lo demás, no existe ningún paralelismo estricto entre número de vueltas y oscilación. Por lo que respecta al grosor de los tejidos: de las seis urdimbres controladas que tienen un grosor máximo de 10.0.·950/0, la mitad tiene más de un 12% de oscilación media, 5/6 más de un 10.0/0; en urdimbres con un 90.-60.% del grosor máximo (controlado), 1/3 tiene más de 120/0, 4/5 más de 10.0/0 de oscilación; con niveles más bajos de grosor suben de nuevo los promedios, a consecuencia del elevado número de vueltas. Sin embargo, por lo reducido del número, estas diferencias no demuestran riada. La finura del hilo coincide la mayoría de las veces con el grosor del género y vale entonces lo dicho; donde excepcionalmente no ocurre esto, es decir, que el tejido es más ralo, no es evidente ningún paralelismo; como ya se.ha dicho, tienen también importancia otras características del hilo que no se pueden poner en una comparación numérica. Queda todavía una diferencia capital: tejer con un solo telar o con dos. Esta diferencia es de la máxima importancia para el tipo de exigencias que se le imponen al tejedor. Trabajar entre dos telares, uno delante y otro detrás) con la necesidad de tener que dejar de mirar ocasionalmente a uno cuando el otro requiere la atención, afecta naturalmente a los nervios de los obreros no experimentados de manera muy preocupante. Como era de esperar lógicamente, las oscilaciones de cada urdimbre al operar con dos telares son, en conjunto, más fuertes que al trabajar con un solo telar; las oscilaciones se mueven, en este último caso, alrededor del 1 0%, en el primero alrededor del 14% respecto al rendimiento medio. Claro que se dan algunas excepciones trabajando con dos telates con cifras de oscilación (relativamente) muy bajas (hasta poco más de un 50;01, y son precisamente obreros especialmente experimentados (varones y mujeres) quienes las tienen. Las oscilaciones y movimientos del rendimiento al trabajar con dos tejares despiertan. un interés especial y hay que abordar este punto más de cerca. A priori podría pensarse que las oscilaciones en el rendimiento en dos telares servidos por el mismo obrero se compensarían, por lo
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general, entre sí: si el obrero dirige su atención a un telar, se resiente el rendimiento en el otro. Pero que esto no ocurre en las oscilaciones entre los diferentes rendimientos diarios lo indican los casos -'-por supuesto no muy numerosos- en los que existen mediciones del contador en dos telares servidos por el mismo obrero. La regla de la mayoría de los rendimientos diarios observados es, con mucho, que éstos se mueven en la misma dirección (hacia arriba o hacia abajo) de un día a otro, aun cuando la mayoría de las veces en una proporción muy desigual. Se podría querer deducir de aquí que en esto se pone de manifiesto un mismo efecto de los respectivos «estados de ánimo del día» para el trabajo. Podría muy bien ocurrir esto. Pero no existe ningún medio para decidir en qué medida y parece seguro que juegan un papel preponderante otras circunstancias propias de la técnica del trabajo. El obrero que sirve dos telares,· cuando un día el servicio de uno presenta especiales dificultades, especialmente cuando se int~rrumpe muchas veces la urdimbre, p~ede aceptar las consecuencias de un engomado defectuoso de la urdimbre u otros motivos, y puede no servir el otro telar de manera tan precisa como en los días en que la urdimbre del primero corre sin pro-blemas. Esta recíproca influencia del trabajo en los dos telares podría desempeñar el papel más decisivo en ese fenómeno ql1;e ahora puede ser ilustrado con algunas cifras. Veremos luego que también seda, y por qué, el fenómeno contrario, un -comportamiento opuesto de los rendimientos en ambos telares. En un obrero especialmente eficiente y constante, las oscilac,iones del rendimiento de un día para otro, en un período de 30 días seguidos, en los dos telares que él servía; eran de la siguiente manera (en porcentaje respecto al rendimiento medio): Días: 1-2 Telar A:. +5,0 Telar B: -0,9 Días: Telar A: Telar B:
2-3 -1,4 -8,0
4-5 3-4 +2,4 +5,4 +1,5 +14,0
5-6 -3,4 -9,2
6-7 -1.3 -0,9
7-8 +9,1 +1,8
8-9 -3,7 -0,6
9-10 10-11 11-12 12-13 13-14 14-15 15·16 16-17 -7,0 +11,4 -11,7 +5,0 -2,5, -3,1 +7,7 -3,6 _9,6 +6,9 -5,4 +2,9 +4,5 -10,0 -0,8 +6,8
Días: 17-18 18-19 Telar A: -9,6 +10,8 Telar B: -14,9 +13,8
19-20 20-21 21-22 22-23 23-24 24-25 -9,3 +8,1 -1,3 +0,7 -2,0 ,20,4 -8,8 +7,3 -2,2 +7,5 -19,2 +9,2
Días: 25-26 26-27 27-28 28-29 29-30 Telar A: +70 +44,9 -20,3 -9,1 -6,1 Telar B: Flnalde Fuerode Pleno o." """""""de laurdimbra
"""'"
Iaurdlmbre" ~
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Durante los 25 días en los que funcionaron ambos telares, el rendimiento se movió~n dirección opuesta, de un día a otro, sólo en tres casos; y de entre ellos, uno (del día 24 al 25) pertenece ya al final de la urdimbre en el telar B. Si se añade para cada día el número de pasadas de trama en ambos telares, resulta una oscilación media del rendimiento global entre cada dos días del 6,11 %, mient-ras que el rendimiento en el telar A oscila del primer día al vigésimo quinto·un 5,960/0 por término medio, y en el telar B, que tiene un número de vueltas algo superior al 9%, oscila por término medio un 7,36%. La media de oscilación del rendimiento global está ciertamente más cerca de la media más baja que de la alta, pero no está por debajo de ambas, como sí ocurriría si las oscilaciones de ambos rendimientos hubieran tendido a compensarse mutuamente. La media de oscilación entre los treinta días, en- el telar A --contando los días en que trabajaba en un solo telar- alcanza el 80/0 frente al 5,96% cuando trabaja en los dos telares, es decir, por encima de un tercio. El rendimiento en el telar asciende alrededor de un 45,% respecto a la media (del día 26 al 27), mientras el telar B está totalmente fuera de servicio, después de que había caído rápidamente antes durante el laborioso trabajo en la última parte de la urdimbre en el telar B (del día 24 al 25), y desciende de nuevo mientras se pone en funcionamiento el telar B hasta su media anterior. Consecuencia de este cambio de trabajar con un telar a trabajar con dos al cambiar la urdimbre es la media de oscilación más fuerte- que registran los contadores en los telares para tejidos estrechos (tejidos, por tanto, en dos telares). Esa media de oscilación es consecuencia, además, como ya se ha insinuado hace poco, de que el cambio de género (o el cambio de calidad del hilo dentro de un mismo-género) en un telar influye en el nivel del rendimiento en el otro telar. Si el trabajo en un·telar se vuelve difícil, baja entonces el rendimiento en el otro y al revés, y esto se manifiesta -al comienzo del cambio- en fuertes diferencias en el rendimiento diario y en desviaciones más fuertes hacia arriba o hacia abajo respecto a la media global del rendimiento alcanzado en la urdimbre. Si ponemos, por ejemplo, 100 para la media del rendimiento global de la urdimbre en el telar A, todo el período de los 25 días de operar con dos telares tomados en consideración está en el teJar A a un 121,5% por término medio ~ consecuencia de un cambio de género en el telar B- (más de un 1/5 por encima de la media tota!),_ corriendo en el telar B un género «de grosor medio)), mientras que, después de la introducción en el otro telar (B) de un género fino y un 25% más grueso, el ren:" djmiento en el telar A sólo se mueve por encima de la media (104) en la primerasemana, evidentemente por el esfuerzo especial del obrero 14 -que puede controlar su rendimiento en el contador-, porque intenta al máximo sacar el número de pasadas de trama acostumbrado. Pero luego baja en la media de los siguientes 25 días por debajo de la media
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global de la urdimbre al 95,40/0, nivel en el que se mantiene en adelante 15. Y al mismo tiempo que baja el rendimiento suben las oscilaciones. La oscilación ~edia del rendimiento global (sumadas todas las pasadas de trama reahzadas en ambos telares) suma el 6,930/0 del rendimiento medio (contra el 6,11 en el primer período de 25 días). Lo característico c:le ~odo esto es que el.aumento de las oscilaciones no se produce de manera intensa, en absoluto, en el telar B, aunque los tejidos gruesos, al menos con hilos finos, conocen un número mayor de urdimbres quebradas que los más ligeros: el nivel de la oscilación media en ehelar B es, a p'esar ~ ello, casualmente la m~sma en el segundo período que en e~ pnmero .: 7,360/0. Por el contrano, en el telar A, en el que siguió corriendo la misma urdimbre, el rendimiento oscila notoriamente con mayor· intensidad que en el primer período, concretamente un 6 99% por término medio (contra un 5,96% del primer período). La media de las oscilaciones del rendimiento global está aquí, por tanto, por debajo ~e la media de ambos rendimientos individuales, lo cual se produce porque, aquí, las oscilaciones de siete casos (contra tres en el primer período) discurren en dirección opuesta,_es decir, se compensan: en este ca_so el obrero, después de tener que ceder en su intento inicial de ma~tener ambos telares con el mismo número de pasadas, se concentró tan intensamente en el nuevo género que ciertamente lo mantuvo en su cima, o incluso_lo aumentó, pero, al mismo tiempo, sufrió el serviCio del otro telar con la urdimbre antigua que ya le habia sido encomendada; el telar, por ejemplo, esruvo parado más tiempo por término medio en las interrupciones de la urdimbre, etc., y de esta manera se obtuvo un ren~imiento lnás bajo y mucho más oscilante en este telar. Pongamos ahora este obrero (de 29 años), especialmente eficiente y-voluntarioso y con mucha práctica, frente a otro, asimismo con buena di~posición, pero diez años más joven, que también trabajaba, y en la misma época, con dos telares. El- número de vueltas de sus dos telares era entre un 2'y un 60/0 más bajo que en el telar B, entre un 3 y un 70/0 más alto que en el telar A del otro obrero, diferencias que no tienen ~~portancia para nuestro objetivo. Los géneros que hacía_eran predominantemente géneros ligeros-un trabajo relativamente cómodo, por t-anto, que corría normalmente bien-, junto a los cuales sólo había un género pesado, pero cuyo grosor estaba en relación con el del otro obrero en laproporción 2:3 ó3:5. Su trabajo era, por consiguiente, mucho más fácil que el del otro obrero, pero, a cambio, con 19 años, no llevaba todavía ni tres años en el trabajo ysólo un año y tres cuartos a pleno destajo, es decir, mucho menos experimentado que el otro obrero. Por esto, el nivel del rendimiento y el aprovechamiento de la máquina que él 10graba estaba por detrás del rendimiento del otro, a pesar de ser un trabajo más fácil: alrededor de un 18 o alrededor de un 28 0/0 17, según si se mide por el número de pasadas hechas -lo que da una imagen en cierta manera
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correcta- o si se mide por el nivel del _«rendimiento efectivo», donde efectivamente es importante el cambio de urdimbre en el joven, que presenta una frecuencia de más del doble (siete urdimbres diferentes y cinco géneros diferentes en quince semanas y media en los dos telares del más joven frente a tres urdimbres diferentes e igual número de géneros en trece semanas y media en el mayor). Si se miran ahora las oscilaciones en el obrero más joven, el resultado de los catorce días en los que ambas urdimbres estuvieron funcionando a la vez es como sigue: en un telar (e) un 23% y en el otro (D) un 16,1% del promedio global de la correspondiente urdimbre, mientras que el rendimiento global (sumados los dos rendimientos efectivos de cada día) oscila un 14,30/0. El hecho de que las oscilaciones del rendimiento global estén muy por debajo de las oscilaciones de cada uno de ellos es debido a que en este obrero, de los catorce días del período, los rendimientos se mueven ocho veces en la misma dirección y cinco veces en la dirección opuesta. Siguen luego quince días con tres cambios de urdimbre y de género (un cambio en el telar C y dos cambios en el telar D) y, consiguientemente, oscilaciones muy intensas.en ambos telares: 29,4% en el telar C, 27,3% en el telar D. Durante el período siguiente de 31 días en total, el obrero tuvo la ventaja de tener el mismo 18 género ligero en ambos telares. Por ello bajan las oscilaciones. Alcanzan, entre los 25 días adecuados para el cómputo l9 , en promedio: 11,90;0 en el telar C, 16,40;0 en el telar D, y 11,2% para el rendimiento global, es decir, casi el doble que con el obrero mayor. El número de casos en los que los rendimientos de un día para otro se mueven en dirección opuesta suma nueve (de 25), relativamente menos, por tanto, que en el primer período de este obrero, pero también mucho mas que con el obrero mayor. Se podrá ver en las diferencias de amplitud de las oscilaciones y en sus compensaciones una consecuencia de la diferente práctica entre ambos. Se puede pensar como explicación que el obrero más joven, al prestar atención a dos telares, mira aquí y allá en mayor medida que el obrero mayor, que dirige su atención a utilizar los telares tan completamente como sea posible, pues por su mayor experiencia está en condiciones de hacerlo con mayor éxito y, por ello, en efecto, mantiene ambos telares con un funcionamiento uniforme. «Mantenerlos con un funcionamiento uniforme» no quiere decir lograr en cada uno el máximo número de pasadas de trama, sino lograr, según las posibilidades, el máximo de utilización de cada una de las máquinas que está a la base de! cálculo del salario y que, dando por supuesto que este cálculo sea «correcto), le garantiza a la empresa el máximo de mercancías en las condiciones dadas, tanto desde el punto de vista cuantitativo como cualitativo, y le garantiza al obrero el salario máximo posible por unidad. de tiempo (con la norma de sueldos que subyace al cálculoFo. El cálc~lo, aun siendo «correcto», puede estar
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desautorizado por las condiciones materiales, especialmente las relativas al material; entonces sufren el daño la empresa (en la calidad de la mercancía) y el obrero (en el salario)21. Por otro lado, el cálculo «falso» de la tarifa a destajo para el caso concreto de dos telares servidos por un solo obrero -falso en el sentido de no corresponder a las condiciones técnicas del rendimiento en cada uno de ellos- tendría como consecuencia que el obrero -si calcula correctamente sus posibilidades de remuneración- intentaría ganar su remuneración por la vía del «menor esfuerzo», es decir, emplear al máximo el telar para-ganar-más con el menor trabajo, porque la tarifa salarial esté calculada «demasiado favorablemente» para los géneros a trabajar en ese telar en relación con los otros géneros del otro telar, y trabajados simultáneamente. La pregunta que nos interesa ahora es la siguiente: ¿hasta qué punto con un cálculo «correcto», se da realmente esa tendencia a la adapta~ ción que debe regir si el obrero adapta la medida de rendimiento de los telares al cálculo salarial y a las posibilidades de ganancia que de ahí se denvan? A esta pregunta sólo se le puede dar una respuesta considerando períodos de tiempo mds largos, en los que los mismos géneros estén funcionando paralelamente4 Adehntando esta respuesta en su punto central -en la medida en que es posible una respuesta con el modesto volumen de los materiales- diré: semejante adaptación tiene lugar en cada obrero, según parece, en un grado muy diferente. Cada obrero que sirve varios telares se ve obligado en-ulia cierta medida a «adaptarse» a las condiciones de la máxima prqducción, si no quiere tene~ desventajas económicas (pérdidas en el salaría o despido, si está contInuamente muy por debajo del rendimiento esperado calculado). Pero el grado en que ocurre esta adaptacjón parece ser bastante diferente. De la observación de las oscilaciones_en las remuneraciones de un mayor número de obreros que trabajan en dos telares me parece que se desprende que los obreros «más dotados» son-aquellos que mejor se saben adaptar al cálculo -y esto fue confirmado- por la dirección de la fábrica.como algo que se correspondía con·sus propios conocimientos al respecto--. Esta adaptación parece realizarse de modo que el obrero que comienza a tejer dos géneros distintos simultáneamente, si es eficiente, comienza casi siempre a alternar el máximo de su esfuerzo entre ambos géneros, de modo que primero se presenta una rápida subida del rendimiento en un telar y luego, al estar éste parado o al reducirse la prod~cción en él, se da una subida similar en el otro, lo cual puede ser repetido una o dos veces hasta que el obrero, después de haber aumentado suficientemente el rendimiento en ambos telares con la «práctica» y de haber «tanteado» la relatIva rentabilidad de su salario, aprenda poco a poco a repartir sus esf~erzos en ambos telares-de modo que gane el máximo, y esto quiere decir--con un cálculo «correcto» del destajo-que gane igual cantidad en cada uno de los telares. Esto significaría,
con otras palabras, que los rendimientos de los telares servidos por un obrero expresados en cantidades de producción, con obreros experimentados y con un cálculo «correcto», tienden a situarse proporcionalmente en sentido inverso a la tarifa de destajo de los géneros. «Tienden» quiere decir que una cantidad de circunstancias individuales, del material, del telar, del ~(estado de ánimo» del obrero, de la estación del año, etc., pueden impedir que se dé realmente este resultado, pues las diferentes exigencias que les plantean a los obreros los distintos géneros, que hay que considerarlas a través de las diferencias en las tarifas de destajo, no se refieren a una destreza única y uniforme de los obreros que fuera relevante para todos los géneros, sino que se refieren a un conjunto grande de destrezas que son relevante's en distinta medida para las distintas cualificaciones, de modo que la individualidad del obrero tiene que implicar fuertes divergencias. Pero, a pesar de todo esto, la mencionada tendencia se da repetidamente y con bastante claridad precisamente entre los obreros con mayor práctica. De esta manera, por seleccionar al menos dos ejemplos, el obrero mayoiy más experimentado de los dos cit<\dos anteriormente como ejemplo para las oscilaciones, al tejer dos géneros distintos con una, diferencia entre sí del 7,5°;6 en la tarifa de destajo -géneros que tejió simultáneamente durante cuatro meses y medio-, muestra, primero, una fuerte subida del rendimiento en ambos telares y, precisamente, en el género más grueso con una tarifa más elevada. A esa subida, conseguida evidentemente con un sobreesfuerzo continuo, le sigue, de la segunda a la terc;era quincena, un considerable descenso, más fuerte con el género más grueso (para un mismo nivel de remuneración más
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lo que, en los dos primeros períodos, cambia mucho más fuertemente que en el tercero la medida en que uno u otro telar tienen la preponderancia. El telar con el género más fácil ganaba más (+) o menos (-) que el otro (en porcentajes respecto a sus respectivas ganancias bajas): primera quincena: +14; segunda quincena: -8,5; tercera quincena: +18,7; cuarta quincena: -13,8; quinta quincena: + 14,7; sexta quincena: +9,2; séptima quincena: + 12,9; octava quincena: +5,2; novena quincena: +3,9. De todo esto se pude ver que el obrero, tanteando y adaptándose de manera continua -consciente o inconscientementese acerca progresivamente a las condiciones relativas del trabajo que estaban a la base del cálculo del destajo. La tendencia a equilibrar las ganancias en los telares se destaca aun con mayor claridad que en este obrero -que, dicho sea de paso, es .sindicalista- en una mujer especialmente hábil, si contemplamos las siguientes cifras, que se refieren a las quincenas tras el comienzo del trabajo en dos telares con dos géneros distintos y con una diferencia del 17,6% en el destajo entre sí: la ganancia en el telar A (con el género más elevado) se comporta en relación" al telar B (con el género mas bajo) en las quincenas de la siguiente manera:
como 100"a
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2
3
4
262
155
120
96
5 86,2
6 93
7
86,9
8 9 o 101,5 100 100,6
El promedio, por tanto, de las tres primeras quincenas tiene una relación como 100 a 146, en las cuatro quincenas intermedias como 100 a 90,S, en las tres últimas quincenas, por último, las ganancias fueron iguales con diferencias mínimas. Expresado de otra manera: en los primeros cuatro meses, la obrera,que ya había trabajado dos quincenas en ese género en el telarB, se adaptó al género más difícil (en el telar A), pero, concentrando su atención en el viejo género más fácil, mantuvo el telar B en todo su funcionamiento (pues las cantidades producidas por día en este telar sólo están algo por debajo de la media en la segunda quinceua); después de adaptarse al nuevo género difícil (telar A) en la tercera quincena, la obrera dirige su atención temporalmente a éste género" con" una tarifa más alta con una intensidad mayor que al género más fácil, de modo que el rendimiento en este último cae en torno al 150/0; sin embargo, durante el último tiempo del período lasganancias en ambos telares son iguales y esto significa que la producción estuvo en relación inversamente proporcional a las tarifas del destajo, de manera que la" producción en B está más baja que en el primer período, y que la deA está mas baja que en el segundo período, es decir, que se da un equilibrio con una especie de linea (media)), que es precisamente inversamente proporcional a la tarifa de destajo calculada, después de que la obrera hubiera elevado, con un fuerte esfuerzo, su nivel de prác-
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tica, primero en un género y luego en el otro. Puede bastar con el análisis de estos casos, que se pueden apoyar con otros casos similares, pero hay que observar que flente a éstos, en los que se trata de obreros muy experimentados, existen otros casos, y concretamente con obreros menos dotados o con menos práctica, en los que se da una continua e inestable oscilación entre ambos telares, en los que no se da, por tanto, la compensación ni la adaptación al cálculo del salario, lo "cual reduce siempre la ganancia. Con estos comentarios hemos entrado en el análisis de las oscilaciones en los rendimientos de obreros concretos, como ya había ocurrido antes ocasionalmente. Entonces observamos, sin embargo, la evolución del rendimiento en un mismo género (o en dos géneros en dos telares). Ahora vamos a analizar una seri'.! de obreros en períodos de tiempo más largos, que abarcan múltiples cambios de género, lo que hasta ahora sólo había sucedido de manera aislada y alusivamente con fines ilustrativos. NOTAS 1" Asr como tampoco el bajo rendimiento de los lunes (véase más an"iba) es sólo consecuencia de una utili1:ación poco sana del domingo por pane de los obreros: la máquina, que está parada entre la tarde del sábado y la mañana del lunes tres veces más el tiempo que lo está de un día para otro, con los hilos cubiertos de goma, encuentra también más dificultad para empe1:ar los lunes que cualquier otro día. 2. Así, por ejemplo, el rendimiento diario de un tejedor que sustituye a una mujer en una urdimbre a medio comienza con el 80% de su rendimiento medio de los tres primeros días. En la urdimb.re que trabajaban los obreros tratados en la Tabla 1II, el rendimiento cae de 101,6% al 93,9% en el promedio de los tres primeros días cuando, e11 de septiembre, entra un nuevo obrero (asimismo eficiente), para volver a subir en la segunda semana al 102,2%, etc" Las transformaciones técmcas en los telares acometidas durante el proceso de una urdimbre, incluso aquellas que deben faci{jtarel trabajo, significan realmente, sólo por la falta de práctica, un descenso al principio y luego una progresiva subida en el rendimiento, incluso con un tejedor experimenrado como los tratados en la,Tabla lIt véanse las cifras del 18, 19 Y 20 de mayo (también OCurre exactamente lo mismo con otros obreros). 3. Se han excluido del cálculo una «urdimbre mala» (pues cuanto peor sea la urdimbre más irregular suele ser la distribución de las fallas del hilo) y un obrero que no se podía comparar bien por una gran discontinuidad en el trabajo. Si se incluye a este último, el resultado sería, de tres en tres piezas, como sigue: 1-3: 100; 4-6: 107,9; 7-9: 108; 10-12: 106,7; 13-15: 105,5; 16·18: 109; es decir, también una subida, aunque no tan rítmica. 4. Es decir, de lastres últimas que se han tomado en cuenta aquí. Al{inal de la urdimbre baja algo el rendimiento. 5. Como las urdimbres largas, en las que se trabajó hasta cuatro meses, tienen un comienzo y un final en distintas estaciones del año, es posible, al menos, que intervengan también las condiciones meteorológicas generales, aunque las urdimbres que se han incluido se compensarían unas con otras. Pelo siempre hay que tener claro que todas estas cifras no son «resultados~, sino que representan "posibilidades» que habría que comprobar con materiales más amplios. 6. Las semanas siguientes no Eneron incluidas, porque era demasiado grande el número de casos en los que en la séptima semana se trabajó una urdimbre (corta). (Ya en la sexta semana, e incluso en la quinta, se terminan algunas urdimbres; las cifras correspondientes a esas semanas no se han puesto en la T ahIa.)
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LA
PRÁCTICA
7. Porque el trabaJo eu un solo telar está influido muy fuertemente por la situación en el otro, especialmente por la introducción de nuevas urdimbres en éste. 8. Tanto en la primera como en la segunda de ambas series, la caída d!!l ritmo de las mismas está condicionada en cada una de las semanas por ciertas situaciones anormales de determinadas semanas (d(as de tejer con un solo telar en el caso de tejer con dos telares, media jornada laboraJ ---con su consiguiente subida de inrellsidad- y jornadas no trabajadas). La diferencia en el número de jornadas en cada una de las semanas es realmente muy distorsionante. Pero aunque se prescindiera de la división en semanas y se reunieran, por ejemplo, los rendimientos y las oscilaciones de cada cinco o seis días en los que se trabajó, las peculiaridades de los lunes, por ejemplo, que intervendrian una o dos veces ell esos grupos, distorsionarían el resultado. Hay que destacar siempre que no se trara de «resultadoso sino de caminos, a través de los cuales quizá, con unas ¡;andiciones más favorables que las que ofrece esta fábrica, podria llegarse a aquéllos,9. Están producidos naturalmente de manera más irracional que los rendimientos globales medios de un pedodo comentados, en los que los «resulrados» obtenidos antes podrían ser considerados,aun con todas las reservas, como tales. No tendría ningún interés intentar analizar las cifras de las semanas posteriores, pues éstas oscilan mucho. 10. La finura del hIlo no tiene aquí valor de comparación porque la resistencia y otros comportamientos del material son muy diferentes. 1L No calculado. 12. Los números entre paréntesis resultan de incluir en el cálculo las medias jornadas de los sábados, con su correspondiente rendimiento más elevado, que al calcularlo conjuntamente con (as jornadas enteras eleva el promedio de las oscilaciones; las cifras no puestas entre paréntesis resultan de la no inclusión en el cálculo de esas medias jornadas. 13. No obstante, se puso tarifa de destajo del género 4 «a modo de prueba .. , que se hizo una sola vez por un encargo especial. Es ése el género cuya renrabilidad para el obrero fue trastrocada por una deficiente adaptación del género al telar (véase el texto). 14. Pues el rendimiento en el telar B es también muy alto, al menos para Un comienzo de urdimbre. 15. . La elevación-del número de vuehas en B un 0,9% difícilmente juega algún papel. Las condiciones meteorológicas no eran muy diferentes en ambos períodos (julio o agosto y la primera semana de septiembre de 1908) y, en conjunro, eran relarivamente-favorables para esta esración del año. Una restricción limitada en el funcionamiento de la fábcica en el mes de agosto (varios sábados sólo media jornada, algunos sábados sin trabajo) era más bien apropiada, con las peculiaridades personales de este obrero cxtremadamente voluntarioso, pata llevar hacia arriba el rendimiento de los segundos veinticinco días. 16. Sólo marca una cierta diferencia la circunstatlcia de que en el primer perlodo sehan inclúido las fuertes oscilaciones del rendim¡cmo entre los trcs últimos días (fmal de la urdimbre). 17. Parece directamcnte comparable el rendimiento de ambos ohreros en un período, mientras que ambos trabajaban en el mismo género y el obrero mayor lograba un rendimiento efectivo Un 38% superior al del joven, o, Contado scgún el número de pasadas de trama, un n6mero de pasadas 29,7% más alto, con un número de vuelras en el telar un 6,75%_más elevado. Sin embargo, la instalación técnica de los telares no es la misma en todos los pumas y el Iilis joven tellía un género distinto (más fácil) que el rnayo'r en el otro telar. que funcionaba a la 'p'ar. ' 18. Pues la diferenCia de mi 3% en la anchura no cuenta naturalmente para el rendimiento. Además los orros géneros eran también muy similares, de modo qlÍe puede entrar en juego el efecto de la práctica. 19. Tuvieron que quedar fuera de consideración algunos días, en los que no se trabajó en un telar por alguna avería. 20. Un telar cuyo número de vuelras se aumentata, con un mismo género, supo~gamC:'s en un 20%. incluso suponiendo que este aumento de velocidad por metro de urdimbre no trajera consigo ninguna rotura de hilos ni ninguna otra alteración, no podría, sin embargo, aumentar la productión de mercancía en Un 20%, si el obrero necesita el mismo tiempo para reparar los hilos que se rompen, etc., que el que necesita con un 20% de vueltas menos, sencillamente porque el tiempo perdido en tales interrupciones significa, referido al número de metros de la mercancía, una pérdida mayor que con un número menor de vueltas. Sólo si el obrero reaccionara asimismo un 20%más rápido, subiría el producto en un 20%. Por esto, el grado de rendimiento de la máquina logrado normahnente por un mismo obrero no es igual de elevado según el número de vueltas. Pero el número de vueltas;
naturalmcnte, tiene una considerable influencia sobre el número dc veces que se rompen los hilos y sobre otros comportamientos de los hilos al rcjer, y la tiene de distinta consideración, por ejemplo, según la finura y el número dervuelras del hilado y depende, por ello, de estas y arras muchas cnCunstancias para lograr el máXimo. 21. Las enormes diferencias de Jos materiales podrían constituir uno de los varios problemas cuando se inrenta firmar un convenio colectivo. Actualmente, en los casos de «urdimbres malas» se complementa con suplementos individuales. El monto de estoS suplementos na se podría acordar fácilmente. Y ocurre además que el número de veces que se rompe el hilo no está, en absoluto, solamente en función del tipo de hilo y de la calidad del producto (tampoco en la teje'durfa del algodón), sino que depende también en una medida considerable del obrero, que puede evitar una gran parte de esas quebraduras con el control de la urdimbre y una intervenCión a tiempo. Al obrero con práctica lo suelen reconocer los m'acstrOs inspectores, entre otras cosas, en que está tanto delante como detrás de los telares (también en la tejedurfa del algodón).
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ANÁLISIS
DE
VARIOS
RENDIMIENTOS
INDIVIDUALES
Comenzamos con una obrera, la «que une los cabos», cuyo rendimiento manifiesta totalmerite las características del trabajo manual y que en esta empresa tiene además que realizar el «enhebrado»), el «pasar los hilos» y «la perforación de los peines», es decir, todos los trabajos manuales previos a la elaboración de la urdimbre. De estos trabajos, el trabajo más importante desde el punto de vista de la ganancia es el de unir los cabos (en el que, en otras circunstancias, suelen estar especializadas varias obreras, es decir, tanto en empresas más grandes co,:""o por falta de obreros tan altamente especializados, como ocurre aquí); parece que el rendimiento en este trabajo, que consiste en giros de la mano lo más rápido posible sobre los hilos previamente seleccionados, igualmente con la máxima rapidez, depende en gran medida de una capacidad natural (de una determinada habilidad con los dedos), además de que presupone una absoluta insensibilidad respecto a la inaudita monotonía del rápido movimiento de la mano, que se repite diez veces y más por minuto, siempre igual, y exigiendo una atención visual muy precisa. Los otros trabajos --cuya dificultad y duración relativas vienen caracterizadas por el porcentaje de sus tarifas de destajo por cada 1.000 hilos en los siguientes términos: unir loscabos-enhebrar-pasar hilos-perforar los peines = 10040-140 (ó 174)'-30- no le van a la zaga en monotonía al trabajo de unir los cabos, pero en ellos el rendimiento no depende en igual medida de una predisposi~ión natural como en aquél. El puesto de la obr.era en el proceso de producción lleva consigo que la cantidad de trabajO y su distribución entre las cuatro tareas que le incumben cambien permanentemente, según las nuevas urdimbres que se hayan introducido. Se obtiene una muy buena imagen de esto en las series reproducidas en la Tabla IV. Hay que observar al respecto lo siguiente: la obrera había sido antes tejedora manual, luego hizo trabajos de jardinería y otros y de su
empleo en el jardín del jefe pasó a la fábrica, al principio sólo medio día, trabajando el otro medio día en el jardín, y fue contratada a destajo a tiempo completo a partir de febrero de 1907; sus tarifas de destajo fueron reducidas un 10% a partir de junio de 1907, de acuerdo con una notificación que §e le había hecho justo al comienzo'. Según la Tabla -línea 4e-, es, al menos, posible que la obrera reaccionara antes del mes crítico con un rendimiento más bajo, pero luego, después de que se hubiera introducido, a pesar de todo, la rebaja, con un rendimiento tan fuerte que sobrecompensó en ganancias la rebaja efectuada. No tuvo lugar una segunda rebaja de otro 10%, que le había sido anunciada para los meses posteriores a septiembre de 1907 (contra la que, en septiembre, reaccionó quizá con un rendimiento menor en ese mes-véase línea 4e-), porque entretanto había crecido el movimiento sindical y la obrera era suficientemente rentable. Los rendimientos más bajos en los cuatro meses oscuros del invierno de 1907 a 1908 (de noviembre hasta febrero) se explican bien, como en otros obreros, por el mayor esfuerzo de trabajar con luz artificial. La brusca caída en septiembre de 1908 se explica por el hecho de que le afecta precisamente a la obrera que une los cabos, e intensamente, la depresión de la empresa en ese mes, cuyo nivel de empleo depende muy claramente del inicio de nuevas urdimbres, es decir, del nivel de los pedidos. Como muestra la línea 2, sólo estuvo a destajo quince días (de las 26 jornadas del mes), sufriendo, por tanto, más del doble que otros obreros por las reducciones de la fábrica, al encontra.r; trabajo sólo hasta cuatro días a la semana, cayendo en concreto el pasar los hilos hasta casi la quinta parte. El rendimiento de la obrera, en sus cuatro trabajos concretos, depende siempre, en todo caso, incluso en épocas de pleno empleo, de las necesidades de la empresa. Como resulta de las líneas 1 y 2, el tiempo del trabajo a destajo es realmente distinto de las jornadas realizadas en once de diecinueve meses y las cifras de la línea 5 muestran que, incluso si se suma cada uno de los trimestres, cambian sin ninguna regla fija las ganancias globales derivadas de las ganancias en los cuatro trabajos concretos. Naturalmente podría estar interviniendo en este punto un distinto nivel de prdctica en los distintos trabajos parciales. Pero las cifras de la línea 4ad, con un cambio en los rendimientos totalmente irregular en cada uno de los trabajos parciales, indican que, en todo caso, nosotros no los podríamos reconocer. Lo que interesa, en cambio, en gran medida, a la vista de este fuerte cambio de trabajo producido solamente por las necesidades de la empresa, es el hecho, deducible de la columna 6, de un aumento de la práctica de un tercio respecto al rendimiento de marzo de 1907, que, por su parte, era el segundo mes de trabajo de la obrera. Al mismo tiempo, la comparación de estas claras cifras -resultantes de la síntesis de todo este pc:ríodo de seis meses y que muestran una evolución sostenida- nos enseña, con la irregularidad de las cifras que
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12 ANÁLISIS DE VARIOS RENDIMIENTOS INDIVIDUALES Y SU EVOLUCIÓN: A) TRABAJO MANUAL, B) TRABAJO MECÁNICO
PSICOflslCA
DEL TRABAJO
INDUSTRIAL
ANÁLISIS
DE
VARIOS
RENDIMIENTOS
INDIVIDUALES
arrojan los períodos mensuales e induso trimestralesl, algo que ya se ha presentado antes: que sólo la cOJnparación de promedios mayores puede realmente decidir sobre si, en las diferencias de rendimiento, estamos ante «casualidades» o ante diferencias fundadas en diferentes predisposiciones naturales o de diferentes niveles de práctica. El alto nivel de práctica de la mujer se. corresponde con sus características personales: la obrera tiene 42 años y con un sentido tan fuerte de querer ganar, que, cuando el dinero de (a manutención que daba a su familia fue rebajado 10 Pfg., se fue de ella. Vamos ahora a las curvas de las ganancias de algunos tejedores mecánicos. Ya hemos analizado antes en lo fundamental, al comentar las oscilaciones, la evolución de las ganancias de un tejedor de un solo telar (b). En el género moderadamente grueso, pero bastante ancho, que trabajó hasta el 20 de diciembre, ganó, en conjunto, bien, y obtuvo una prima de calidad en septiembre (110%) y en noviembre (108,5')1>), mientras que el tiempo de Navidad le- supuso un descenso en el rendimiento y, a consecuencia de un cambio de urdimbre y de un rendimiento inicial más bajo, le supuso quedarse por debajo de la ganancia normaL A comienzos de enero, tras el caIubio a un género más fácil con un material más soportable, subió rápidamente su ganancia a un nivel extraordinario (1270/0), como resultado de un aumento muy significativo de su producción. Sin embargo, no obtuvo ninguna prima_a pesar de ello, por lo que parece, por tanto, que su rápido trabajo ~o fue suficiente desde el punto de vista de lacalidad: es un hombre de mediana edad, muy fuerte, pero ni muy rápido ni especialmente hábil. Los rendimientos seffianales 4 en este nuevo género subieron entre diciembre y mediados de enero de 65,6 a87,6, 96,4 y 113,5%, luego siguió una bajada al 98,3%, probablemente a consecuencia del fuerte frio, nuevamente un aumento al 108,6 y a comienzos de febrero otro aumento a un 110.,9 % , a lo que le siguió el final de la urdimbre, a mediados de febrero, con un 88,60/0. La ganancia de febrero se mantiene en el nivel normal (10o.,3%),-porque el rendimientos al final de la urdimbre del género anterioryal comienzo del otro género que se empezó entonces era inferior. Este nuevo género, más pesado, lo trabajó el obrero en dos urdimbres hastájunio, con los siguientes rendimientos semanales (siempre en porcentaje respecto a su rendimiento medio en esta urdimbre): 89,6-96,5-99,2 (mediados de marzo), a lo que siguió una larga enfermedad del obrero, y luego, ya en abril, tuvo los siguientes rendimientos: 88,5-101,7-90,8-110.,9 hasta 105,3-111,7; luego (en mayo), tcas Ulla refocma en el telar: 92,8·111,11-96,7 (final de la urdimbre a comienzos de junio). Este obrero alcanzó mensualmente, en marzo, el1 o. 1 ,70/0 respecto al rendimiento en febrero, el 104,3 0¡Ú en abril, en mayo -antes de la reforma en el telar- el 116,70/0, ysuganancia por día subió, a consecuencia de ello, del.l00,3%
en febrero a1110% en abril (el mes de marzo no es comparable, en cuanto a la ganancia, pues este obrero trabajó primero de-forma no continuada y luego no trabajó durante algún tiempo). El rendimiento cae entonces, en mayo, a consecuencia de la reforma en el telar y del consiguiente cambio efectuad" en la taófa del destajo al 90,6% del rendimiento de febrero, y la ganancia al 89,50/0 de la ganancia normal. La subida de febrero a mayo será quizá consecue'ncia, en parte, de las mejores condiciones de trabajo de la estación del año. Pero las c.fras tras la reforma del telar parecen indicar que también interviene fuertemente la mayor práctica). El mes de junio, con un 102,3°;6, muestra una clara ganancia teniendo presente el cambio de género: el obrero se lanzó evidentemente con gran celo al nuevo género, especialmente liviano y un 12,50/0 más estrecho, logrando buenos progresos al comienzo. Pero luego se frenó visiblemente: los rendimientos semanales se mueven del 87,50/0 en los primeros días al 107,5-105,1- 96,1-98,8-91,8 (mediados de julio), de modo que el obrero fue superado aquí por un priIl}o suyo más joven, que, trabajaba en dos telares, como ya ha sido mencionadoS. Además de la fuerte sequedad .de una semana de junio y del calor de julio (relativamente moderado, por lo demás), desempeñó un papel en este rendimiento otra circunstancia --que hay que añadir a las observaciones del un capítulo anterior, página 148, ju.nto a la no muy grande habilidad de este obrero ya mencionada: esa circunstancia es que este género producido ocasionalmente por encargo se adaptaba mal al telar grande, que estaba sirviendo este obrero. La ganancia de julio, consiguientemente, estuvo algo por debajo de lo normal (99,1), pues además de que se había cambiado a un nuevo género, éste tenía una anchura bastante mayor que el que había sido trabajado de febrero a junio, aunque del mismo grosor. Pero con este nuevo género, este obrero ganó bien en el mes de agosto (114,60/0 respecto al nivel estándar) alcanzando por vez primera el nivel estándar que está a la base del cálculo de los costes salariales (véanse las cifras de p. 197) Y manteniéndose, también desde el punto de vista de la calidad, en un nivel tan elevado que obtuvo, por vez primera desde noviembre, primas. Si se prescinde-de los dos géneros livianos (enero/ febrero y junio/julio), se podría decir que este obrero se vio ante un trabajo con una difIcultad creciente y que, por ello, de acuerdo con su natural lento, se metió en sus nuevas tareas con lentitud,_pero luego fue adaptándose a ellas de manera creciente y continua. Pero evidentemente le resulta más fácil realizar un mayor trabajo mecánico, que le exigen los géneros gruesos (con un llenado del Schütze más frecuente y con una anchura que requieren mayor fuerza física y seguridad en la visión), que lograr otros resultados sirviendo.géneros más finos y, por consiguiente, más quebradizos. Según esto, las oscilaciones en sus ganancias mensuales de la Tabla 1 se explican, en parte, por un trabajo no continuo (Navidad), en parte por la interrupción por enfermedad (marzo) yen parte
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PSICOflslCA
DEL
TRABAJO
ANÁLISIS
INDUSTRIAL
por las dificultades concretas de un género no apropiado para el telar (junio), pero, en general, se explican, enteramente, por los cambios de género o de urdimbre o por las reformas en el telar. Otro de los obreros estudiados en la Tabla 1 (g), un primo del anterior algo más joven (33 años), realizó en noviembre el paso al modelo 1, en el que trabajaba con un solo telar, después de haber obtenido durante tres meses buenos resultados por encima de la media en dos telares del modelo 11 (sin el suplemento por sexo en agosto y en octubre, casi la tarifa estándar entera). Su adaptación a la nueva tarea se realizó, como muestra la Tabla, a golpes. En los meses de noviembre y diciembre el rendimiento es extraordinariamente bajo para un tejedor hábil, como es él, 330/0 o 230/0 por debajo del nivel estándar. Hasta enero, con un género grueso de un material muy resistente, no comenzó él a subir con intensidad, rindiendo entonces más que el nivel estándar calculado y ganando en puro destajo bastante por encima de la media (IS%). Sin embargo no mantuvo este despegue totalmente en los meses siguientes: no pudo cumplir lo que le exigían los géneros más estrechos pero más gruesos y más finos (u0250;0 en el número _de hilo además de en la calidad del hilo), a pesar de un número de vueltas inferior, lo que se pone de manifiesto en la Tabla en sus ganancias adestajo por debajo de lo normal hasta el mes de junio. Sólo se mejoró su rendimiento al pasar a génerosde hilo muy fino más anchos y moderadamente gruesos, rendimiento que fue todavía desigual de junio a agosto, considerable en otoño y que sobrepasó en octubre y noviembre el nivel estándar de esta mercancía producida con material mucho más quebradizo. Las cifras que caracterizan la relación entre producción y género a partir de enero de 1908 desde un punto de vista cuantitativo son las siguientes: Género
2 3 114 114 85,1 97,8 95,1 95,1 106 108 113 '106
4 114 87,2 95,1 117 113
5 114 100 95,1 109 117
+8,7 -19,7 -14,6
-2,8
+6,4
1 100 100 100 Rend. efect./estánd.lOO Tarifa destajo 100
en % respecto Grosor Anchura aLprimer Número de vueltas género
Rendimiento efectivo logrado respecto al nivel estándar (%)
Las ganancias a destajo y los rendimientos en los cinco généros por mes, los últimos en porcentajes respecto al rendimiento medio (y entre paréntesis en porcentajes respecto al rendimiento estándar) van de la siguiente mane~a:
214
Tarifa destajo % Rendi miento %
DE
VARIOS
Enero 118 Gén.1:99 (lQ7,6)
RENDIMIENTOS
INDIVIDUALES
Febrero Marzo Abril 97 78,3 93,6 Gén. 1:100,2 Gén. 2: 103,6 Gén. 3:96,2 (109,9) (86,5) (84,1) Gén.2:91,6 (76,2)
Mayo' T acifa destajo % 84 Rendimiento % Gén. 3 :97,9
(85,3)
Julio Agosto Junio 109 87,1 87,6 Gén.3:108 Gén. 4:101, Gén.4:94,7 (98,3) (91,7) (94,2) Gén.4:90,1 (88,9)
En el mes de septiembre, el rendimiento en el género 4 sube considerablemente: no es aventurado suponer que este obrero aumentó fuertemente su eficacia y su voluntad de rendir por un mayor tiempo de descanso a consecuencia de las reducciones de actividad de la fábrica (sábado libre). Pues el rendimiento en el género 5, con el que comenzó en octubre, subió en noviembre, después de que no hubiera ya esas reducciones de la fábrica, sólo al101 % del rendimiento de octubre, de lo que puede ser responsable, sin embargo, la iluminación artificial, que siempre actÚa de manera desfavorable, pero también la circunstancia de que el plomo y la Hnuradel hilo en los géneros 4 y 5 muestran la misma relación, pero el género 5 había sido experimentado ya con el 4, por lo que funcionó muy bien en su rendimiento desde el comienzo. Este obrero, muy eficiente en conjunto, arrojaba el siguiente cuadro sobre la relación-erttre los géneros que trabajaba-y sus progresos de «adaptación» semanales: las cifras de su rendimiento representan, en medias semanales, porcentajes respecto a los promedios alcanzados en el respectivo género: Semana 1 Género 1 97,7 Género 2 91,6 Género 3 82,6 Género 4 85,4 Género 5 100,3 Semana Género 1 Género 2
7
2 97,4 91,9 97,3 98,4 98,4
3 101,6 88,3 95,2 100,3 101,5
8
9
215
4 96,7 99,5 98,2 98,3 93,1 10
5 104 104,9 96,2 102,8 100,5
6 104,7 107,8 89,1 107,9 92,8
11
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PSICOFlslCA
Género 3 Género 4 Género 5
97,8 94,7 94,7
109,3 92,4
DEL
TRABAJO
102,3 92,4
ANÁLISIS
INDUSTRlAL
113,9 99,5
104,8
104,2
Se ve qué poco claro es aquí el aumento de la práctica (especialmente en el género 4 y en e15) cuando se reúnen meses enteros; es menos cIara que con el obrero anterior.. (b). La causa de esto está en los dos últimos géneros, en las circunstancias ya mencionadas y, además, en las semanas séptima-novena del género 4, el obcero no trabajó, por alguna razón, de forma uniforme. En la caída de la sexta semanad el tercer género (89,1) podrían haber influido circunstancias higrométricas desfavorables (descenso del grado de saturación, un día, al 68%). Por lo deinás, los promedios de las seis primeras semanas (sólo eIlas susceptibles de comparación), a pesar de desviaCiones concretas en apariencia totalmente arbitrarias, indican un progreso rítmico hacia arriba desde !.!191,5 0IÚ respecto al rendimiento meaio en la urdimbre en la primera semana al 94,7-97,3-97,1 Y hasta el 103, 7-100,4% en las siguientes cinco semanas o del 93,1% en las aosprimeras sem:::anas conjuntamente al 97,20/0 en la tercera y cuarta y al 1020/0 en la quinta y sexta. Pueden bastar estos ejemplos de tejer en un solo telar, que resulta especialmente adecuado para la observación de los factores más·simpIes del rendimiento, pues lo que interesa está ilustrado suficientemente por lo ya dicho: la destacada significación que tiene para la evolución de las ganancias y de la producción elgénero quese trabaja y, sobre todo, el cambio de género. Se puede añadir que, de las fuertes oscilaciones que arrojan las cifras de las ganancias a destajo en la Tabla 1, después de descontar una parte de alrededor del .0,5% por dificultades personales (enfermedades o similares) o por influencias de la estación del año o del mal tiempo, el resto hay que imp~tarlo al cambio de género. Aquí se ponen de manifiesto las condiciones mecánicas del trabajo (comienzo y final de la urdimbre), las diferencias de aptitud de los obreros para los diferentes géneros (en concreto, la mayor o menor rapidez de sus reacciones y l~s consiguientes diferencias de «rapidez» mental a ellas unidas, pero también, evidentemente, un gran' número de otras diferencias individuales en la calidad del trabajo), la necesidad de {(adaptación" a cada nueva tarea, es decir, la práctica -y cada nuevo género o cada nueva urdimbre significa una nueva, tarea, aunque en distinta medida-, y, finalmente, con 10 que llegamos a un elemento que ya hemos tocado en los comentarios anteriores, «el estado de ánimo» de los obreros en el trab~jo -consciente o inconsciente- producido por las peculiaridades de las condiciones de trabajo. Todavía hay que ilustrar esta circunstancia con algunos ejemplos. En toda la tejeduría es un fenómeno conocido el hecho de que la calidad del hilo y el cuidado con que se prepara la urdimbre, especial216
DE
VARIOS
RENDIMIENTOS
INDIVIDUALES
mente el encolado~ ejerce una gran influencia sobre el estado de ánimo /1 de los obreros. Este hecho se manifiesta muy claramente en las respues- ¡' tas de los obreros textiles a las preguntas del cuestionario de Levensteiti . sobre «satisfacción en el trabajo". Es verdad que en todas partes se pretende compensar la pérdida de ganancias a destajo en urdimbres malas o mal encoladas con complementos especiales. Pero siempre subsiste, en la percepción subjetiva del obrero, la arbitrariedad de esa concesión, la inseguridad de si su concesión le está sustituyendo una ganancia posible con el mismo esfuerzo, en caso de que el material estuviese en condiciones impecables (como esto no se puede demostrar estrictamente, casi siempre le hace dudar subjetivamente, lo cual es comprensible) y subsiste el hecho de los continuos fallos y el carácter muy desagradable del trabajo desde un punto de vista cualitativo, lo cual tiene que repercutir sobre la actitud interior respecto al trabajo. El grado de persisten, cia de estas repercusiones, incluso después de que se haya eliminado su causa, lo expresa, por ejemplo, el comportamiento de un tejedor de dos \ telares, de 30 años, muy eficiente en cuanto a capacidad y práctica, tal - J como lo indican los datos siguientes (Tabla V). Las cifras arrojan, hasta la segunda quincena de mayo, una subida muy significativa de su eficacia que salta a la vista-. Es cierto que casi todos los períodos en los que toca un cambio de género muestran una caída, la mayoría de las veces en el telar en el que tuvo lugar el cambio, y a veces en el otro -cuando el obrero ponía un esfuerzo especial en aquél-o También es cierto que sus rendimientos oscilan considerablemente con independencia del cambio de género, a consecuencia del cálculo del rendimiento adestajo por cantidades aportadas, el cual tiene que dar fuertes oscilaciones al calcularse por quincenas. Pero es evidente la subida de su rendimiento global y es una expresión tan clara,de su elevada cualificación general como tejedor como la combinación de las tarifas de destajo lo era de exigencias que se le imponían al obrero. Las ganancias a destajo diarias subieron en el promedio de abril de 1907 casi un50% respecto a las ganancias iniciales en octubre de 1906. Luego siguió un continuo descenso en mayo, después de que se hubiera acometido una reforma en uno de los telares (b), que debería facilitar ,el trabajo, pero iba ligada a una rebaja del destajo, y después de que se hubiera puesto a trabajar un nuevo género en el mismo telar, cuya urdimbre se reveló de manera inesperada de un material malo. COU1P indica la Tabla, la carda ---de entre un 30 y un 440/0-- ocurrió en. ambos telares. El obrero ya no se recuperó de esta caída, aunque, a partir de junio, tuvo mejores posibilidades de ganar, como muestra la Tab,la, por complementos al destajo, además de una elevación, no usual, por 10 demás, del suplemento de trabajar con un solo telar, y aunque trabajó con urdimbres impecables en la segunda quincena de julio y en agosto y aunque en septiembre y octubre se le bonificara con un suplemento
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ANÁLISIS PSICOFlslCA
DEL
TRABAJO
del destajo por trabajar con una urdimbre defectuosa, como indica la Tabla. Mas bien comenzó a frenar cuando el movimiento sindical se hizo más vivo a partir de julio de 1907. La evolución posterior ya ha sido mencionada (página 159); aquílo .importante para nosotros está en que el primer impulso para esa actitud negativa,: que se manifestó luego en una obstrucción intencionada, lo dio claramente su mal estado de ánimo, causado por el comportamiento de una «mala» urdimbre ---quizá semiconsciente al principio-, el cual produjo por su parte un rendimiento decreciente, una ganancia decreciente y, con ello, más motivos para el, mal estado de ánimo. Aun cuando el estado de ánimo poco propicio de este obrero, generado por el mal material del hilo, se convirtiera en una oposición consciente, no es ésa la regla general. Pero, sin embargo, los efectos de ese estado psíquico que se produce por un comportamiento del material o de las máquinas, que el obrero percibe como algo molesto y perturbador, inusual e inesperado, y lo percibe, por ello, en cierta medida, como una Tücke, esos efectos se extienden, al menos en los obreros temperamentales, mucho más allá de las dificultades objetivas del trabajo, es decir, de las' dificultades puramente técnicas. Por ello se suele confiar este material a obreros especialmente «pacientes». Pero las cifras siguientes, que se refieren a un obrero empleado de forma continua por su gran habilidad y por su gran conciencia (Tabla VI), muestran la distancia existente respecto al rendimiento normal, incluso en obreros con una buena disposición natural y una amplia práctic~, 'si se continúa atribuyéndoles un material malo y poniendo a prueba el correspondiente grado de «paciencia». Las líneas superiores arrojan, en primer lugar, que este obrero experfmentó en sus dos telares7 , en diecisiete meses, quince cambios de urdimbre, entre ellos nueve cambios de género, y, en la medida en que la diferencia del destajo expresa aproximadamente las diferencias de dificultad, experimentó oscilaciones en la dificultad del trabajo de más de dos veces y media. Entre las dieciséis urdimbres de ese tiempo, al menos tres fu~ron malas (por el material o por un engomado defectuoso) y'otras varias tenían una dificultad por encima de lo normal, como indica el·número de fallos anotados, a pesar del notorio cuidado del obrero~ Además de esto, el obrero tuvo que producir un género inusualme:nte fino (telar b, diciembre de 1907), que le suponía unas exigencias anormales. El resultado de todo esto es que el obrero, que inicialmente subía: fuertemente en su rendimiento, sólo sobrepasa el nivel estándar deldestajo, a pesar de su especial habilidad, en tres de los diecisiete meses, incluyendo el suplemento por sexo que le fue concedido (20%), pero la mayor parte de las veces permanece significativa-mente por debajo del nivel, un 8 % (72%) incluso respecto a la media global de este modelo de telar (80%), que se manifiesta en el suplemento por sexo. Se mueve,
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DE
VARIOS
RENDIMIENTOS
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en el promedio trimestral, de 78,3% a 77,3-73,3-71-80 ya 63%, es decir, bajando, prescill,diendode la subida en el penúltimotri~estre, q~e estuvo condicionada por la calidad de la urdimbre, de un materIal especialmente favorable (es decir, poco propicia a quebraduras de los hilos), única urdimbre de este tipo en todas las series mensuales. La reducción de las ganancias a destajo en los últimos meses no se puede explicar por l~s géneros y el material; como máximo, .en el último mes se pod~ía exphcar hipotéticamente por las mayores lflterrupciones del trabaJO a consecuencia de las reducciones de actividad de la fábrica, que, sin embargo, muestra precisamente un moderado aumento. Parece que la gran cantidad de cambios de urdimbre y de urdimbres malas en general, que tuvo que sufrir el obrero, se manifestó en su «ritmo de trabajo)) usual, quizá también en su esrado de ánimo (inconsciente); podría no p<;>~er comprobarse si ocurrió así. En todo caso, este ejemplo muestra la deCISiva influencia del material sobre las oscilaciones del rendimiento, y concretamente el cambio de género y de urdimbre. Por lo general, está claro que se produce un aumento de la.p~áctica «generab> -como ~uestra el primero de los últiII10S ejemplqs cltados- a pesar de la neceSidad de «adaptarse» a cada nuevo género, a cada nueva urdimbre y a las otras condiciones del trabajo. Pero parece posible que se reduzca ese aumento de práctica por una excesiva presión debida a todas estas condiciones demasiado desfavorables, como oc~rrió (quizá) en el segundo caso. NOTAS 1. Desde julio tuvO que trubajar en pasar los hilos bajo nuevas condiciones que le requerían una mayor atención al principio, y luego una atención total. Que el trabajo era mas difrcil se manifiesta en una tarifa elevada a algo más det24%. Con esto se produce una cierto trastorno en las cifras, que, no obstante, sólo tuvo importancia, como muestra la Tabla, durante poco tiempo. l. Para poder compararlas, las cifras hasta junio se han recalculado de manera que dan cuánto habrfa ganado si las tarifas hubiesen sido tan altas desde el principio. 3. Las consecuencias de esas cifras bajas en julio y septiembre de 1908, generadas por los efectos de la depresión, y de las bajas cifras en enero y febrero producidas por las condiciones del invierno, son que estos dos trimestres muesrran retrocesos frente a los anteriores. Sólo cuando se sintetizan los 'semestres se muestra la continuidad del incn;mento. 4. Medidos (véase más arriba) con la media de los rendimieinos de esta urdimbre; que, en este caso, medidos con los rendimientos de este obrero en otras urdimbres, representa un rendimientoelevado. 5. Página 168. 6. Cambio en la tarifa del destajo como conseCuencia de reformas en el telar. 7. La supervisión de un tercer telaf que' había quedado vacante temporalmente durante el período de la coyuntura alta -julio de 1907- puede dejafse aqu~ a u~ I~do .. El obrer~, ~omo se ve, ganó en este mes una cantidad may~r que en los Otros y subió aSimismo su rend,m,en~o en metros por día, pero el gndo de explotación de la máquina y la calidad del 'producto se reduleTon ranto --con el peligro de un sobfeesfuerzo del obrefo, tal como se ve en la caída del mes siguienteque éste siguió siendo'el único caso ocurrido en la fábrica.
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Cortamos aquÍ y no continuamos esta exposición, ya excesivamente larga, sin duda, para un artículo pensado como un comentario bibliográfico. Evidentemente, si se viera como una monografía o una exposición especializada, sería muy insuficiente. Una exposición de esas características debería empezar aproximadamente donde nosotros terminamos, y cortamos aquí no porque la elaboraci6n fuera- a presentar en este punto una dificultad técnica-especial, pues ocuece más bien lo contrario; el auténtico impulso para una exposición realmente especializada sólo podria comenzar cuando la exposición se adentrara en la realidad del taller desde las meras cifras de los libros de contabilidad, que son siempre abstractas y multívocas, y les mirara allí a la cara a personas vivas y a ,máquinas inquietas. Pero aquí, por la propia naturaleza del objeto, no se podía ni se -debía pretender una exposición realmente especializada, que hubiera analizado la técnica del telar y de sus distintos modelos, el tipo de ,exigencias que imponen cada uno de éstos y la calidad de cada material, los distintos oficios, el nivel y tipo de atención, etc., y que hubiera investigado--luego en cada obrero sus datos personales-edad, procedéncia, antecedentes profesionales y de cualquier otro tipo, estado civil y características especiales- y que hubiera tratado de descubrir la relación entre' ésas circunstancias y el puesto de trabajo y su rendipúento en la empresa. La empresa cuya situación se ha abordado aquí a modo de ejemplo tenía, en p,rimer lugar, un reclutamiento de sus obreros muy local; además, como se ha puesto de manifiesto en varios momentos, se encontraba últimamente en un proceso de fuerte transformación, tanto en los tipos de mercancías' que producía como en los modelos de máquinas utilizados -igual, por lo demás, a lo que estaba ocurriendo en otras empre'sas de su tipo--; y, por último, pertenecía a una rama de la industria textil que no es en absoluto adecuada para investigaciones como
la que había que estimular aquí. El grado en que la cantidad y la calidad de los productos depende de las cualidades de los obreros es ciertamente bastante considerable, comparado, por ejemplo, con las hilanderías, a.pesar de que los costos salariales en las hilanderías son naturalmente más elevados relativamente, al menos cuando se toman en consideración los artículos masivos medios de ambas ramas. Pero se debe a la propia naturaleza de las grandes ramas de la industria textil, al menos de la que se trata ahora, el que su producción sea muy diver~ificada, concretamente en Alemania, con la consecuel1cia de un intenso (relativamente) cambio de géneros. Determinar'el grado y el tipo de la influencia de esta última circunstancia era uno de los objetivos principales de estas líneas. Un cierto número de cambios de géneros no es, realmente, en sí mismo un impedimento para intentar estimar el nivel de eficacia de los obreros entre sí; sólo hay que saber aproximadamente cómo presiona sobre el rendimiento el cambio de género y observar después qué diferencias existen, en relación a ese p'unto del número de cambios, entre los obreros que se están comparando entre sÍ. Pero también el tipo de tejidos que había que producir representaba, entre los obreros de la empresa estudiada, tal variedad de combinaciones y tan heterogéneas que ciertamente se pueden dar como muy plausibles las razones de las oscilaciones en los rendimientos de cada obrero en cada género, como mostraron algunos ejemplos, pero habrá que tener serias reservas para comparar los rendimientos de distintos obreros entre sí según los promedios que se calculan para cada uno de ellos y pretender establecer en cifras, posteriormente, su eficacia general, que es, al fin y al cabo, de lo que se trata al hacer una comparación por la procedencia, etc. Otra razón para las reservas es que los pocos ejemplos que se han incorporado a lo largo de nuestros comentarios han mostrado que la adecuación de los distintos obreros a cada uno de los géneros presentaba muy notorias oscilaciones, con lo que eventualmente resultarían escalas diferentes I , No obstante, las cifras de la Tabla 1 indicaban que, a pesar de todo, se encuentran paralelismos bastante amplios entre la eficacia general y el grado de práctica general y que también las desviaciones podrían explicarse racionalmente. Y la escala de los promedios de las ganancias a destajo se corresponde muy bien en conjunto, en períodos de tiempo suficientemente largos, con la escala de la valoración de los obreros por parte de la dirección de la empresa atendiendo a sus cualidades. A pesar de la necesidad de {cadaptación» a cada nuevo género y urdimbre -necesidad puesta de manifiesto continuamente- y de las oscilaciones en las cifras de ganancias a destajo generadas por aquélla, tiene aparentemente su sentido, incluso con circunstancias tan desfavorables, trabajar con los conceptos de eficacia y de práctica ccgenerales». Con todo, se podrá suponer que si la producción fuera menos cambiante y menos
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diferenciada que aquí -donde las posibilidades de un fallo o de una casualidad escapan a una valoración- se podría contar con estos presupuestos, y-con estas cifras promedio, con un grado de seguridad muy distinto. No faltan ramas de la industria textil que responden mejor a estas condiciones, es decir; que tienen una producción muchísimo menos· diferenciada en relación a las diferencias de las condiciones de trabajo; casi todas las hilanderías están entre ellas, y en la tejeduría se me dice que lo está concretamente la tejeduría de la muselina (con cuyas peculiaridades no estoy familiarizado)2. En este punto hay que preguntarse simplemente si las investigaciones presentes, emprendidas a moclo de ilustración en un terreno tan desfavorable; han producido algún resultado objetivo positivo, como un producto derivado, por así decir, y cuál. No es necesario destacar de manera especial que estos resultados son exiguos y que quizá, según la impresión dellector,_no estén en relación con el trabajo de cálculo invertido: de aquí se sigue claramente que esos resultados necesitan todos una comprobación con materiales mucho mas amplios, que quizá los modifiquen todos en algo esencial o los anulen. De todos modos, no son simplemente nada. Las investigaciones han puesto de manifiesto en las más diversas ocasiones - y esto no es indiferente desde el punto de vista metodológico-- que las series estadísticas que nosotros tomamQs en consideración, y que se comportaban de un modo extremadamente ilógico, al-tomar períodos más largos de tiempo y cantidades mayores daban como resultado algunos promedios para distintos planteamientos, que son mucho menos ilógicos que las series estadísticas mismas y que lo son mucho menos cuanto más material se pudo reunir para formar esos promedios. Que eso era así y que se puede esperar un aumento en la invariabilidad, de las cifras eligiendo correctamente los cálculos promedios con un material más amplio no era en absoluto algo tan evidente por la naturaleza del material como parece una vez establecido. Y hay que repetir, por otro lado, que -como se destacó con carácter introductorio en la página 137 Y como confirman los ejemplos- elegidos- los. cálculos de los promedios sólo son aceptables y fructíferos cuando se haya comprobado minuciosamente el modo como han llegado a reuni(se las cifras. Cálculos de promedios sin este control previo y sin una interpreta<;ión exacta quedarían totalmente estériles, como puede fácilmente demostrarse con cualquier prueba en los extractos del material ya presentados3 • No se pueden dar en realidad reglas generales para los controles mutuos de la significación de las distintas series en los promedios ni al revés. Aquí habría que proceder ilustrando con ejemplos. y desde_ el punto de vista material, de contenido, también se pueden describir algunos conocimientos-aunque modestos-o, digamos mejor, algunas posibilidades de conocimiento. De todos modos no resulta inútil conocer que un cambio de las
condiciones técnic~s del trabajo producido por las máquinas, por el material o por el producto a producir, o un cam~io en otras cue~t~ones aparentemente subordinadas, o incluso un cambIO de es~as con~IClones que, por sus propias características, comportaría unaaltgeramten.to del trabajo (aligeramiento que se puede reconocer a la larga en u~ I~cre mento real del rendimiento), represente una nuev~ tarea de «practica». Quedó como algo probable que estuvieran en juego algunos efec.tos de la «práctica», en el sentido del primer artículo, al p~rar l~ máqulll~ en caso de cambio de urdimbre o de género y en las mejoras Introducidas en el telar sobre todo. Probablemente es uno de estos casos el aumento de los rendimientos más allá del período laboral influido por el comportamiento de las nuevas urdimbres llegadas al telar, pero lo es absolutamente el caso aquel donde un nuevo obrero llegó a una urdimbre ya_ en una fas'e .avanza?a de su .proceso y.d~~mde, llar. con.sil?~iente, no podían tener nmguna mfluencla las condlclOnes tecmcas InICiales de la urdimbre. Otro ejemplo de la influencia de la práctica sería el hecho de la amplitud de las oscilaciones en los distintos rendimientos diar~os a lo largo del procesamiento de una urdimbre, pero para que este mismo fenómeno valiera como un hecho probado tendría que demostrarse con muchas más experiencias. De entrada sólo puede ser tomada en cuenta como una «posibilidad», apoyada de un modo digno de atención en las cifras presentadas 4 • Pero, en todo caso, estos c~lculos han hec~o. probable que no carezca de perspectiva el profundIzar en las condLclones psicofísicas del rendimiento conocidas, en laboratorio, a pesar de su ocultamiento por las condiciones técni~as del trabajo, que es.tán .en el primer plano de las circunstancias que Ifl~uyen sobre las oscl~acl0nes de los rendimientos. Evidentemente el abIsmo entre los expenmentos de laboratorio y estos cálculos de tanteo y no afinados -es, por de pronto, incalculablemente grande. Lo único que, en todo caso, p~e~e decirse con una cierta probabilidad es, provisionalmente, lo slgulente: existe un incremento de una práctica «específica» (para tareas concretas) con una veloddad rápida al principio y decreciente después (p. 85 s.) junto a un incremento de una práctica «general» (para la.5 tareas de todo tipo, véase rrlás arriba, p. 221), siendo ambos reconoclbles en un aumento de la cantidad producida (y de la calidad); incremento de la regularidad del rendimiento al incrementarse la práctica, ta~to general como específica (p. 90); progreso con inter~~tencias ~:I nIvel d.e r~!1dimiento con períodos alternantes de la maxlma tenslQn y relaJaclOn como un fenómeno que no se presenta siempre pero con bastante frecuencia (véase más arriba, p. citada), mientras que la aumenta la continuidad o permanencia con un trabajo deliberadamente «más cómodo»; influencia claramente perceptible sobre el rendimiento del «~sta do de ánimo» (p. 155s.); adaptación a las posibilida~es econóU?-lc~s, adaptación expresa' junto a una inadaptación inconSCiente (medlO lfl-
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consciente o totalmente inconsciente) (p. 102); efectos sobre las curvas semanales del «estado anímico)} de cada día, especialmente los lunes y los sábados, según la edad, estado civil, consumo de alcohol y otras condiciones generales del modo de vida (p. 149 s.); la propia curva semanal (nivel óptimo los miércoles, retroceso del miércoles al jueves) necesita evidentemente una comprobación, así como ciertas relaciones con la ((concepción del mundo)} y el tipo de modo de vida dado-a trav~s de la educación problemáticas, no demostrables evidentemente con el presente material, pero, aun así y todo, plausibles hasta cierto punto y apoyables en la analogíaS. Asimismo se demostró la posibilidad, en principio, en todo caso, de explicar las diferencias de rendimiento de un mes a otro y de un día a otro -aparentemente sin regla fija-, al menos en sus causas más importantes, por una combinación de factores técnicos -la máquina y el material-.:... y factores personales -del propio obrero, tanto irracionales como racionales6 • En cambio, todos los resultados más refinados de la investigación de laboratorio (p:l04), por ejemplo la intervención de·la ((perturbación» (St6rung) (en el sentido psicofísico de la palabra) y de la «habituación» (Gew6hnung) en el proceso de la práctica (experiencia) y similares, tuvieron que quedar fuera desde el principio porque, a pesar de todo el progreso en la mecanización técnica, el trabajo de la tejeduría mecánica actualmente es enteramente una combinación de movimientos muy heterogéneos -que ni forman un ritmo constante ni se repiten en una sucesión invariable en el tiempo- con unos rendimientos intelectuales asimismo diferentes. Otras empresas con una especialización del trabajo mas amplia serían un campo de trabajo más adecuado que la fábrica que hemos tomado aquí como ejemplo. Pero tambi¿n en ese caso sería un requisito imprescindible para llegar a resultados útiles una observación prolongada del obrero durante el trabajo, después de un' análisis técnico y fisiológico de las exigencias que l~ máquina impone. Sólo una observación de muchos obreros trabajando y los controles de estas observaciones a través de los contadores de los telares y de las anotaciones de los libros salariales podrán constituir el punto de partida-para investigar la significación de las diferencias' individuales de los obreros, sobre todo para determinar cudles de estas diferencias son relevantes para el rendimiento. Nos hemos encontrado repetidamente con la signific~ción de las características individuales; se puede decir incluso que éstas se presentan a cada paso. Tanto en sus curvas semanales como en el modo de evolución de sus rendimientos en cada urdimbre concreta, tanto en el nivel y en el modo de sus oscilaciones como en otros fenómenos característicos, los obreros muestran en una cantidad Hamativa -no todos, pero sí muchísimos- fenómenos {(típicos», es decir, fenómenos que se repiten de manera similar en la mayoría de sus rendimientos, y que no pueden
1. Una circunstancia que, por su parte, con unos materiales suficientemente amplios y con otcas condiciones favorables, podría arrojar conclusiones muy mteresantes sobre la adaptación por parte de los obreros según la orientación de la producción y que luego, al combmar estos resultados con la proveniencia social y regional de los obreros, podría mostrarse muy fecunda para las cuestiones que a nosorros nos interesan. Pero precisamente sólo donde se dieran otras condiciones, concretamente un reclutamiento it¡terlocal. 2.. Por lo demás, es de desear urgentemente que,denero de la industria textil, se ÍllVestíguen, de la manera más detallada posible, esas grandes ramas de la producción, como la teJe~uría del algodón y del paño y también por ejemplo la tejeduría de las alfombras y de la felpa, que ImP.onen otras condiciones muy específicas, en relación al origell de sus obreros y sus eventuales relaCiones con las condiciones técllicas del trabajo; sin importar si los cálculos del estilo de los emprendidos aqul prometen prodUCir resultados ni si se puede determinar con métodos más bastos la posibilidad de su conocimiento o del valor (provisional) de su conocimiento. En conjunto, en muchos casos se avanzará mediante detallados análisis técnicos del desarrollo reciente del equipamiento mecánico con sus consecuencias sobre la demanda de mano de obra (análisis sólo realizables por un técnico mecánico bajo un control permanente de sus re.~ultados por un prdctico del sector productivo afectado); y mediante el anáhsis, por atta parte, de los obreros en cuanto a edad y proveniencia social (datos que como mejor se pueden obtener, relativamente, es a través de los sindicatos, ~unque los materiales de éstos son evidenrememe incompletos, porque no abarcan nunca la totalidad de los obreros sino sólo algunos sectores). Así, al menos, se podrán poner los cimientos para tales investigaciones., que se pusieron como objetivo en los primeros capítulos. 3. Por ejemplo, el comentario sobre las causas de las oscilaciones en las series de la Tabla l. dio como resultado que sólo un aumento muy grande de los materiales estadísticos permitiría sacar .. promedios» de algún valor en la dirección vertical. mientras que en la horizontal la re~¡ó~ de cada 4 columnas suministra una cifra útil. l.as consideraciones sobre los factores de las ~scllaclOnes del
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ser comentados ahora, porque los resultados que me parecen plausibles en cierta medida no guardarían relación con el espacio necesario para los necesarios y complicados análisis individuales y porque, a pesar de ello, no podría establecerse una imputación causal de las diferencias encontradas7 , ya que se q,abía renunciado a hacer una consulta personal a los obreros, y no puedeh ser. comentados ahora, sobre todo, porque las cifras serían demasiado pequeñas para afirmar algo seguro, aunque sólo fuera de una manera alejada. Como se trata de obreros muy homogéneos en cuanto a su proveniencia, sería el destino individual quien, con toda seguridad, desempeñaría en este punto el papel decisivo (es el destino individual y no el impreciso concepto del milieu el que hay que contraponer a las «(disposiciones naturales»): en el centro de este problema está la cuestión, evidentemente, de si alguien había trabajado de joven en la agricultura muy a menudo y de en qué medida hizo posteriormente otro trabajo de los que endurecen la piel. Otras circunstancias y las «disposiciones naturales)} -por muy decisivas que ciertame~te haya que considerarlas- raramente se aproximarían de manera senSIble a la índole del material.- Incluso una observación personal de los obreros más detallada sólo podría ofrecer una base más firme en conexión con unos materiales que abarcaran espacios de tiempo más largos. Podemos prescindir de otros detalles mas secundarios, sobre los que quizá podría haberse arrojado alguna luz en algún aspecto. NOTAS
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rendimiento en tejedores de dos telares muestfan asimismo que una «unifotmidad» relativamente alta del rendimiento totaLno es en absoluto una muestra clara de una mayor eficacia ~j de un trabajo más uniforme; puede ser eso, pero también lo concrario. Y la investigación de la trascendencia del cambio de trabajo-indica que, cuando se comparan rendimientos medios de períodos más largos, hay que considerar la frecuencia del cambio'de urdimbre como un factor muy importante. 4. Por el carácter demasiado hipotético de estas cifras me he abstenido de hacer el intemo lógico de presentar la evolución de la amplitud de las oscilaciones de los obreros observados en coniunto a lo largo del tiempo. El cálculo está hecho y para la parte final del otoño de 1908 indIca una reducción notable de la media de las oscilaciones respecto a la primavera (los meses del fmal del otoño y los primeros meses del invierno 1907/08 se comportan de manera muy diferente y no se pueden comparar porque el número de observaciones oscila); es decir, aumemode la invariabilidad (continuidad), a peSar de que, compensado todo, las exige"cias puestas a los obreros bien podrfan, sin duda, haber subido. Realmente las condiciones de trabajo de los obreros a tomar en consideración son demasiado heterogéneas para poder operar con tales cifras. Y todavía entonces seguirfa siendo atrevido, aun cuando la realidad fuera firme, interpretar en este caso un incremento de la continuidad como consecuencia dtda práctica. Pues parece muy posible que los efectos estimulantes de la primavera sobre la actitud física y psíquica de los obreros hayan ca-generado al menos esta mayor amplitud de las oscilaciones respecto a la última parte del otoño --en el caso de que haya que considerarla con seguridad como exisreme"'"""-. Si es esto lo que ocurrió, y en qué grado, sólo podrian enseñarlo otras investigaciones más amplias sobre pedodos de tiempo más largos. 5. Apenas necesito repetir que todo laque se ha dicho antes (véase p. 160) sobre la probable influencia de la educación pietista sobre el rendimiento laboral cominúa siendo totalmente hipotét,co, considerándolo en su COllcreción individual. Pero, como se expondrá en otro momento. el fenómeno encuentra también hoy paralelismos mucho más numerosos que lo que yo tendía a suponer (Arch. f. Sozw. und Sozpof., vol. XX). En este pUnto hay que repetir con total claridad, como en la Otraocasión, qlle para los obreros i"duslnalesmodernosla confesión religiosa como tal probablemente no establece acrualmente la dIferencia, como parece que sí fue en la época de! primer capitalismo para el mundo de la burguesía, sino la Intensidad con la que influye el modo de vida en el cllso individual,sea el catolicismo o e! protestantisIno. Que e! catolicismo actual, muydistintoen este sentido al de la edad media en cuanto al nivel y dirección de su influencia,_ es un medio de sometimiento tan útil como cualquier «ascesis procestante" lo muestran, enue otros ejemplos, CIertos fenómenos recientes en el norte de España, donde las escuelas de jesuÍ[as son utilizadas como tales sistemáticamente por los empresarios. Más sobre esta cuestión en otra ocasión. 6. Esta explicación, a realizar en concreto en las Tablas 1 y 11, a la que yo he renunciado por falta de espacio, habrfa podido abarcar casi todas las oscilaciones muy raras, incluso de las curvas diarias. (Una gran parte, por ejemplo, de estas últimas se debe a que se trataba de urdimbres con tejedores que atendían dos telares y a que tenfa su efecto la situación del otro telat, especialmente el atender a un solo telar: así, por ejemplo, para toda la serie de rendimientos extrañamente elevados de la Tabla n, e, 21-23 de enero, 18-27 de febrero; m, 7-13 de enero, así como para otros muchos días raros.) Con todo, sigue existiendo naturalmente una parte importante, inexplicable ex post por investigaciones posteriores, y el abanico normal de las oscilaciones se escapa totalmente a toda explicación posterior. 7. Se trata de observaciones básiCamente como, por ejemplo, las siguiemes: que tales obretos, al pasar a nuevos géneros y más difíciles, desarrollan un rendimiento muy elevado al pri"ciplO (porque aspiran a mantener su nivel de pasadas de trama por día con el nuevo género), muestran un componamiento similar en el rendimiento a lo largo de la semana, concretamente el lunes, de modo que tanto la «curva de práctica» como la «curva de la semana" se forman en ellos diferenciándose de la media (para la primera curva se destaca esto con claridad concretameme en los tejedores que atienden dos telares: d. p. 98. Sobre las diferencias de la influencia de los domingos ya se ha hablado en la p. 1495.; se podría añadir todavfa algo, aunque hipotético). Muy hipotéticas tenddan que seguir siendo, por Lo reducido de las cifras a comparar, las observaciones sobre las diferencias en las c;aracterísticas de los obreros «urbanos"" es decir, de las localidades de estilo urbano, y de los obreros nacidos, crecidos o domiciliados en el «campo» (en la-curva de la semana, la curva de la práctica, el abanico de las oscilaciones, el nivel del rendimiento). La mayor rapidez: (Fixigkeit) de los primeros, su ritmo de conseguir más práctica (no teniendo siempre una mayor capacidad para la práctica) no son experiencias sin excepción, comose podría suponer teóricamente, y no se puede hablar de «medias» con cifras pequeñas. Véase también el texto. '
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Lo que el presente comentario ha podido probablemente aportar como resultado es la constatación negativa de que, aun cuando se hubieran cubierto las lagunas existentes en una observación psicofisica «exacta» y nuestros medios de observación -lagunas puestas de manifiesto en el presente comentario-, es decir, aun cuando nosotros pensáramos que en la comprensión de estos datos tenemos una medida de precisión similar a la de un laboratorio, aún nos separaría un profundo abismo de un tratamiento ((exaCto»-de la cuestión (última» de que hasta qué punto tienen influencia las disposiciones «heredadas» y las biografías individuales sobre la aptitud para el trabajo industrial. Pues entonces comenzaría el problema, para abordar el cual tendríamos nosotros que buscar los medios que nos ponen a nuestra disposición las disciplinas especializadas correspondientes. Se vería entonces que la explicación biologista de las cuestiones hereditarias-no se ha desarrollado en la actualidad tanto como para poder obtener nuevas ideas para nuestros objetivos. El abuso que se 'comete -con frecuencia entre los· sociólogos al dividir todos los factores determinantes (hipotéticos) de las capacidades concretas de un individuo simplemente-entre «disposicione~ naturales» y (medio social» es muy poco útil para avanzar en este trabajo. Si tomamos el conceptQ de milieu (medio social), éste no nos dice evidentemente nada si no se le limita a disposiciones constantes muy determinadas y difundidas con cardcter universal dentro de determinados círculos sociales, profesionales o geográficos, y que, por ello, influyen sobre los individuos que pertenecen a esos círculos; es decir, el concepto de medio social no nos dice nada si no se circunscribe ·a un sector claramente definible del conjunto de las condiciones de vida y de los probables destinos individuales en los que se mueve·un indi-
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viduo O un grupo de individuos. Si no es aSÍ, sería mejor evitar ese concepto que sólo tiene una apariencia de explicación. Con el concepto de «disposición natural» (Anlage) las cosas son de otra manera pero para nuestros objetivos, no obstante, presenta asimismo reser~ va~. Todas las buenas teorías sobre la herencia operan, como siempre, eVIdentemente con este concepto (o con conceptos del mismo valor). Pero para nuestr?s objetivos, muchísimo antes que cualquiera de esas cuestiones tan VIvamente debatidas sobre el alcance material de la herencia (la cuestión de la transmisión héreditaria de cualidades adquiridas) y sobre el origen de las variaciones que se convierten en objeto de la «selección» (la «casualidad», las «huellas cerebrales de la memoria» o cualesquiera otras cualidades «regulativas») específicas de la ~a~eria.viv~a), habría que hac.erse la siguiente pregunta, mucho más practIca: ecual puede ser propIamente, según los conocimientos dados, el contenido de una «disposición natural» despertada a través de la herencia? Los volúmenes y las medidas corporales y todos las demás disp?siciones corporales posibles, incluido sin duda, por ejemplo~ el aS1en~o de los surcos cerebrales -(según parece tras las investigacIOnes recIentes), pero (en qué relación está todo esto con el modo y el grado de. determinabilidad hereditaria de las cualidades psíquicas relevantes para la aptitud hacia el trabajo, y concretamente para el contenido de la determinabilidad de la voluntad del individuo que trabaja? Está, evidentemente, fuera de duda una cierta influencia de la herencia. Pero a nosotros no nos interesa ahora, en primer lugar, ni su existencia ni el grado en que influye. Esto último es una cuestión para ~a que- no cabe una respuesta general -lo cual ha de quedar espeCIalmente claro-, sino sólo una respuesta para determinados grupos de ~
de pensar de un escritor, se reciban por IIherencia l1 y sean asimismo, por consiguiente, transmisibles. Pero, por otro lado, el caso de una mujer que estaba sin duda alguna «enferma)} y que actuó coherentemente según los «principios de Stirner» -formulados por ella independientemente y con una claridad aceptable como «concepción de la vida»- se convirtióen motivo para una investigación históricasobre si el propioStirner, que «actuaba» totalmente normal, -no tenía que ser clasificado bajo el mismo «tipo de enfermedad,} (en el sentido clínicq) (Archiv für Psychiatrie, 36, 1902). Hereditaria debe ser (también según la opinión de los psiquiatras) «evidentemente» sólo la «forma» de los procesos psíquicos; los «contenidos» son «adquiridos». Pero ¿qué hay que entender en este caso por «forma» y qué por «contenido», a la vista de la multivocidad de estas palabras? Un ejemplo para aclararlq: En Berlín fue presentado en 1905 el caso de una· mujer joven en apariencia totalmente «normal», que vivía un matrimonio muy feliz y que no era ni apasionada ni melancólic"a ni de estado anímico· lábil, la cual, sin que pudiera conocerse el más mínimo motivo, u;n día se fue a la cocina a plena luz del día y se sorprendió a sí misma intentando cortarse el cuello, teniendo plena conciencia en ese momento. Como dos ascendientes de ella habían muerto por suicidio-ella explicó, sin embargo, que no había pensado en esto en absoluto-, un lego en la materia hablaría de un «impulso heredado al suicidio)}. Los especialistas, sin embargo!, rechazan totalmente esa opinión y son de la opinión, bien fu n-dada en experiencias, de que sólo se puede hablar de una disposición natural para un tipo específico de trastorno agudo y momentáneo de la conciencia (Diimmerzustand), y de que con esa disposición natural no está decidido absolutamente nada sobre la cuestión de qué tipo de acciones pueden cometerse en el transcurso de ese estado psicopático (suicidio, actos violentos u otros actos, por ejemplo, sexuales o actos de-otro tipo dirigidos contra otras personas o una conducta .que se manifieste activamente); son de la opinión de que esto depende de circunstancias, que en el caso concreto se escapan a la previsión la mayoría de las veces, y en todo caso se escapan por lo general. La enfermedad (Diimmerzustand) representa aquí la «forma», y el modo concreto de acción, el «contenido). Se le podrá ocurrir decir respecto a esta.separación entre «forma» y «contenido)} algo como que en una Dammerzustand quizá, aun así, no cualquier conducta es probablemente igual y que se favorece (con ese estado) en muy distinto grado un determinado tipo de entre todas las conductas posibles de esta «forma)) patológica, especialmente determinados modos, el suicidio entre ellos, siendo, por tanto, más o menos el «contenido)) de esta «forma» patológica, en contraposición a otras situaciones «psicopatológicas») (no a todas, pero a muchas) y a la «situación normah). Entonces, la contraposición entre «forma» her:edada (en· la forma de una «(disposición natural») y «contenido}) realizado
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no sería absoluta. La oportunidad de que aconteciera alguna situación que cayera bajo el género de Diimmerzustand, tendría un ~egment? de probabilidad dado por «disposición heredada), y tota lmente maprenslb.le, evidentemente, en el caso individual, mientras que para que acontecIeran o no acontecieran podrían ser ,determinantes la influencia de otras disposiciones heredadas y, en parte, quizá, también clesconocidos-«destinos individuales), -cuáles y cómo-o Dentro de este segmento de probabilidad, la posibilidad de que se realice un determinado tipo de acción nunca ,tendría prácticamente, con toda seguridad, su determinado segmento de probabilidad totalmente tangible hereditario en parte y en parte accidental. Sin embargo, esta idea no es aceptada por los psiquiatras porque las acciones sucedidas en un Diimmerzustand son realmente de todos los tipos que se puedan pensar y comprenden a todas las- que suceden en un estado normal, de las que sólo se distinguen por una interrupción en la conexión de los ffi?tivos que sí se desarrolla en el estado de conciencia clara. Ésta es Una información muy poco consoladora para nosotros. Y apenas más consoladora parece ser para nosotros la psicopatología, si la examinarnos minuciosamente el! las relaciones entre la «forma» de la enfermedad (clínica) yel «contemdo" de la voluntad o representación patógena. Para los no especialistas interesados en la materia es ya conocido, por las exposiciones de Kraepelin, que el psiquiatra clínico trata, por ejemplo, el «contenido» de' la-locura de un enfermo endógeno (de _este tipo, en concreto, pero, en general, no sólo de este tipo de enfermos) como algo. no .característico de este tipo concreto de enfermedad y que para el pSiqmatra, antes de la experiencia con el clínico, pierden significación para el diagnóstico y el pronóstico un montón inabarcable de síntomas psíquicos, que el no especialista considera muy «importantes» y según los que él clasificaría las enfermedades. Enfermedades muy heterogéneas -producidas, en este caso, por procesos somáticos en el cerebro de naturaleza muy diferente atendiendo a su aparición y ~esarrollo- pueden prod~ cir los mismos síntomas psíquicos y la «misma,. enfermedad (es decu, producida por iguales procesos somáticos) puede manifestarse a través de síntomas psíquicos muy variados y en abierta contraposició~ entr.e s1. -Pero además de esto, la transmisión' hereditaria de una -predispOSIción natural hacia enfermedades «mentales.) ocurre «de manera desigual», es decir, que en la mayoría de los casos sólo puede v~ler realmente como «heredada" una disposición imprecisa e indetermmada en relación al cuadro de la enfermedad que finalmente se realiza -pues, como es conocido, ya existen sólidas experiencias al respecto para una gran -parte de enfermedades, o más exactamente para una parte de dífetente volumen de diferentes tipos de enfermedades, pero una parte aplastante en su conjunto-. El intento de demostr~r que las perturb~ ciones «(afectivas» -e «intelectuales» estarían exclUIdas de la herenCIa
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también parece fracasado, prescindiendo de la cuestión de ~os principios demarcadores entre ambos tipos. Y sobre los ~orcentaJes en que se realiza de hecho una predisposición heredada haCia una enferme~ad -en que se pone de manifiest~, las ciftas estadístic<1:s (e_n l~ ~e~ida en que se pueda hablar de tales estadísticas) o~cilanmuy slgnlftcatlVamente, incluso en el caso de una ascendenCia fuertemente lastrada contando el número de enfermedades. Los especialistas, forzados momentáneamente por la nece.si~ad, comentan que hay que ser cada vez más cautelosos con el esta?l_e~cimlen to de regularidades en relación a las posibilidades de transmISlOn h~re ditarla en cuanto al grado y dirección. Algunos fenómenos llamatIVos de los negros norteamericanos-la aparición entre ellos de enfermedades mentales consideradas como «hereditarias» y, por otro lado, su creciente adaptación a las condiciones dominantes tras su emancipaci?n, adaptación en continuo crecimiento, ~egún parece, a pes~r de las diferencias que siguen existiendo-permiten dar una ft~erza mso~pechada a la significación de las condiciones puramente socIales.y aromoran el valor de las investigaciones-que están todavía en sus comlenzos- sobre las diferencias cu'antitativas y cualitativas de la morbilidad psíquic~a. ~e las «razas.» y grupos_étnicos~ como un ~aterial adecuado para el anahsls de las diferencias psíquicas hereditanas. Y esto lo refuer~a ~~ hecho de que las pocas investigaciones existentes, t~davía~m~y pnm.ltlvas desde un punto de vista metodológico, sobre la pSlcologla dIferencIal (normal) de las distintas_ generaciones (de un mismo estrato cultural) de u~a determinada población'actual, en cuanto que permiten suponer la eXiStencia de diferencias realmente características, apuntan desde el punto de vista etiológico en la misma dirección que las «di~ere~cias étn~cas» observadas en las clínicas psiquiátricas: apuntan haCIa la InfluenCIa de la cultura (Kultur) en general. Como parece, además, que tampoco es muy frecuente entre_'{~sanos» una imagen anatómica del cerebro de pureza realmente (norma!» (es decir, «(ideal", en verdad) y que, en todo caso, parece que se pueden dar deformaciones muy consider~bles con un funcionamiento totalmente normal del cerebro y como ntnguna transformación celular como tal puede valer para explicar una psicos~s «(:spedfica»), mientra:;; que, por otra-parte, no se puede demostrar mngun tipo de deformación cerebral en algunas de las enferme~ades _((mentales» transmitidas_ hereditariamente con más fuerza y uniformIdad (según las primeras suposiciones al m~nos3), se entiende ~ntonces que por parte de los psiquiatras se diga preCIsa_mente que~es.casi una burla hablar de leyes de la herencia4, ya que las CIfras estadlstlcas de las (taras hereditarias) todavía oscilaban hace poco entre el 4% Y el 90%. Pero lasitúaciónno es en realidad, tan desesperada como se podría creer al leer esas afirmaci~nes. Un mayor cuidado en la observación e investigación lleva en todas_ partes a la conclusión de un aumento en
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las cifras de transmisión hereditaria5 , y evidentemente hay también un considerable número de características psicológicas muy determinados para los distintos tipos de enfermedad, entre los que hay muchos caracteres determinados «por el contenido) (una característica como, por ejemplo, una reacción «sin sentido») es una característica «de contenido», por muy «general» y negativa [reactiva] que sea). Sin embargo, en las propiamente llamadas psicosis «orgánicas)), especialmente las psicosis de imbecilidad (Verblodung) (parálisis, dementia praecox), elelaro perfil del cuadro de la enfermedad y la irracionalidad de todos-los fenómenos psíquicos que la acompañan excluye la existencia de escalones intermedios hacia el estado «normal) (el cual sólo existe aquí como una «carencia») parcial en el estancamiento de la enfermedad o en su curación totaI--en el caso de la parálisis-), excluyendo, parella, toda posibilidad de comparación con é,~. Por supuesto que es de otra manera en el enorme terreno de las enferm'edades degenerativas no «orgánicas», sobre todo en la histeria y en las neuropatías emparentadas6 . Pero en torno a la intervención de las disposiciones naturales hereditarias en estos fenómenos reina la máxima inseguridad. Cuando aparecieron las teorías de Freud, que pa-redan destacar los factores ambientales casi como la única causa de la enfermedad, la polémi'ca fue muy dura. Ahora, al perder brillo progresivamente las tesis de Freud, parece que la: polémica (en el único punto que a nosotros nos interesa) se resuelve en la siguiente dirección: que las «disposiciones naturales», nunca aprensibles en sus características en el caso individual de manera más cercana, son al menos una- «condición» regular de las respectivas enfermedades -pero no sin excepciones, según Freucl-, mientras que las vivencias concretas son su «causa»; enfermedades que Freud intentó clasificar según el tipo de la'vivencia, con el que fue causada cada forma concreta. Y como ahora es seguro que estas vivencias no siempre ocurren a consecuencia. de la histeria o de la neurosis existiría entonces en general una relación de «adecuación» entre la vida o destino individual y el tipo de anormalidad que surge -más o menos claramente desarrollado-o Y, en principio, la participación de la herencia en todos estos casos sigue, siendo muy variada: pero se trata en esos casos de anormalidades de extraordinaria difusión y de gran trascendencia asimismo desde el punto de vista de la historia de la cultura. Lo que 51 es posible es el establecimiento de que exis~en diferencias étnicas en la posibilidad de l1egar a la histeria (como ya se indicó, véase la nota de la página 229): ahí se trataría probablemente, al menos, de un efecto hereditario. Por otro lado, se ha hecho el intento ingenioso -sin que el no especialista pueda juzgar con qué resultado definitivo- de diferenciar los estratos sociales en ese sentido y quizá haya aquí un gran campo de trabajo para obtener los tipos cotidianos de patologías psíquicas, pero, en la medida en que esto
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prospere, 10 será sobre la base etiológica de las influencias de la «cultura» (o in-cultura) y no sobre la base de la «transmisión hereditaria». Por último, existen algunas otras psicosis características y degenerativas «endógenas» (hereditarias)_ en alto grado, que manifiestan la misma peculiaridad de encontrarse con mucha frecuencia en la vida cotidiana en una forma muy debilitada. Son, en concreto, los estados melancólicos y manIacos sim pIes y cíclicos desde los que queda libre el camino hacia las numerosas diferencias patológicas cotidianas de las «peculiaridades» personales dentro del amplio sector de los «(sanos» (convencionales). Pero tampoco en estos casos, como en la histel;-ia y en las neuropatías, parece estar garantizada la uniformidad de la transmisión hereditaria. Aquellas clasificaciones generales, que le bastan a la psicopatologla para caracterizar las diferencias de «personalidad», están muy lejos dB llegar a aquella diferenciación de «cualidades básicas», que KraepeHn, como vimos, hizo para sus investigaciones sobre psicología del trabajo. Pero éstas son importantes para la «idoneidad para el trabajo») y lo único que hay que preguntarse es si ésta puede descomponerse tanto en sus «últimos)) componentes individuales como para poder preguntarse ya por su origen hereditario o ambiental, o por elgrado en el que actúan sobre su desarrollo la herencia y la vida o destino individual. Semejante «descomposición» en sus «últimas) unidades tendrá que tomar para nosotros [a forma de esta pregunta: hasta qué punto existen relaciones de «adecuación) entre la posesión de aquellas cualidades más simples y puralnente formales y los requisitos concretos del trabajo industrial. Pero hay que tener precaución frente a la suposición de que, porque en sentido biológico sólo valgan como «hereditarias» las disposiciones naturales «formales)), todas las cualidades que se nos presenten «formalmente» o «simplemente)) son-específicamente «hereditarias».-Sobre esta cuestión de cuáles características psicoffsicas son «simples» o «formales» en el sentido de la transmisión hereditaria sólo puede decidir la experiencia, pero no la dirección en la que nosotros descompongamos y generalicemos. En conjunto, la opinión, muy extendida entre los no especialistas, de que la psicopatología ofrece la oportunidad de observar las diferencias «caracteriológicas» y de otra lndole de las «disposiciones naturales») de manera muy «pura» -al poder observarlas en el nivel agravado de su peculiaridad- sólo es correcta con grandes limitaciones. Si algo puede enseñar la psicopatología, es la advertencia de no calificar precipitadamente algunas características complejas y específicas como «hereditarias» enel sentido biológico y de ser lo más prudentes posible con la suposición de la transmisión «hereditaria» (en el sentido biológico) de cualidades psíquicas o psicoffsicas «adquiridas» determinantes de la aptitud para el trabajo? La transmisión a los hijos de caracterís-
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ticas de los padres a través de la educación (Tradition) (en contraposición a la transmisión biológica) se realiza no siempre a través de una transmisión consciente, sino también a través de una imitación inconsciente desde la más temprana j~ventud. Y, de entrada, según los ma· teriales que existen actualmente, no se puede hablar aquí de la recepción de una adaptación «hereditaria» (en sentido biológico) a determinados modos de trabajo concretos. Intervienen otros factores selecciona,,!do Y adaptando con tanta fuerza que, actualmente, todavía resulta absolutamente problemático actualmente el aislamiento del factor «herencia». Es muy plausible que las características nerviosas de la madre y un «nerviosismo» enfermizo adquirido puedan influir en el sistema nervioso del niño durante el embarazo. Pero no se conoce, en principio, cómo ocurre la transmisión de características adquiridas a los niños, por mucho que se quiera suponer que estas características somáticas adquiridas pudieran influenciar el embrión con mayor intensidad que todas las demás influencias. Pero de lo que se trata ahora en gran medida es de las características nerviosas para la aptitud para el trabajo, almenos entre los obreros «cualificados)). Una cosa podemos tomar, en todo caso, de lo dicho sobre la psicopatología: que, para nuestras necesidades, debe quedar totalmente fuera de consideración la disputa entre las teorías sobre la herencia y que no pueden introducirse de ningún modo en los comentarios de los que aquí se está tratando .. Si coordinando nuestros medios de investigación con los resultados de la psicología y la biología, se puede llegar a establecer en un caso concreto que determinadas características, relevantes para la idoneidad para el trabajo, habría que consideradas probablemente como hereditarias, éste sería realmente un resultado importante en cada caso, pero es totalmente indiferente que se pueda «explica[l~ según Lamarck, Darwin, Weismann, Semon 0cualquier otro; .ya se verá en la mayoría de los casos -se trata sólo de unas cuantas generaciones- a cudl de estas formas de explicación 'se acomodan. Con esto no se quiere decir que no sería muy útil cono· cer, al ·menos, los rasgos básicos de estas teorías: la discusión entre ellas también puede ofrecer una advertencia, la de no considerar la «(transmisi6n hereditaria)~ en bloque como algo sencillo y no problemático y no precipitarse en el empleo de este concepto. Todavía pasarán décadas hasta que se puedan establecer en cifras y sin dudas casos de adaptación hereditan"a de una población o de un grupo de obreros a tipos específicos de trabajo -por muy modesto que se ponga el nivel de especialización-. La tarea actual consiste en la· investigación cui· dadosa del máximo posible de grupos de obreros que realicen un trabajo lo más igual posible y calculable respecto a si -y cómo- las diferencias de origen profesional, social, cultural o geográfico corren paralelas o no con diferencias específicas de rendimiento o con dife·
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rencias cuantitativas en ese mismo rendimiento. Antes de que exista un cierto mínimum de cifras realmente seguras y explicables causalmente -y esto requerirá tiempo- no se va a poder lograr otra cosa. Lo repito: sería de la·. máxima trascend~ncia para cuestiones concretas de nuestra disciplina, sin ninguna duda, toda demostración de que la vida individual y el milieu (en el sentido estricto de la palabra), concretamente el tipo de trabajo profesional de los padres o de los abue~os de los obreros, hayan tenido alguna influencia palpable en la aptltud para el trabajo en éstos últimos -y cuál haya sido-, en el s~ntldo de una «transmisión hereditaria» (en sentido biológico), es deCIr, en el sentido de la aparición de unas características diferenciales en la generación siguiente, idénticas y relevantes para la aptitud para el trabajo. Pero sería de~ poca importancia para nuestros objeti· vos -en contra de la opinión dominante entre los sociólogos- cuál d~ las teorías sobre la tra~s-misión hereditaria disponibles podría exphcar los hechos de manera más adecuada. Para nuestros objetivos, sólo se~ía un resultado de consideración el que, por ejemplo, si en un determmado grup·o de población, una generación desarrolla una prdctica profesional de determinado tipo, la siguiente generación tuviera u.nas características diferenciales del niverx para ese trabajo profeslOnal. E~ ot~o lugar 8 h~ intentado ofrecer algunas sugerencias para la . lnveStlgaclón acometida por la Verein für Sozialpolitik sobre la selec· ción y adaptación de los obreros de las grandes fábricas en el sentido de estas reservas respecto a planteamientos que, por nuestra parte, no podem,?s responder. Oigo con satisfacción que·el Instituto Solvay, en Bruselas, bajo la dirección del profesor Waxweiler, intenta hacer una investigación similar9 • Pero no podemos hacernos ninguna ilusión sobre estos dos puntos: primero, que un trabajo que promueva realmente este as~nto en este terreno no es de unos pocos meses, y, segundo, que los pnmeros resultados auténticos sólo se podrán esperar cuando existan docenas de estos trabajos. NOTAS 1. Ziehen, que presentó el caso eh laCharité (véase Ber!. klin. WochúlSchrift, 1905, Nr. 40). 2. Por ejemplo, la tendencia· mas fuerte de los bávaros internados en manicomios a cometer acciones violent:Is, la de los del Palatinado a alborotar, la de los sajones al suicidio, y la tendencia concret~ de los ~slavos y de los románicos a la hisreria, y en especial a su forma más grave, habría que derivarla, Slfi embargo, de la historia de las religiones antes que considerarlas como una auténtica «característica racial" hereditaria. 3. Concretamente en ciertas perturbaciones «cíclicas» muy extendidas en una forma debilitada. 4. Strohmayer,Zeitschr.f Psych.., 61 (1904)y MÜnch. medo Wochensch,ift, Nr. 45 y46 (1901). 5. Los trabajos de Jenny Koller (larchi/J f. Psychiatrie, 28), que al investigar igual número de sanos y de enfermos mentales sólo mostraban un moderado predominio de taras hereditarias en
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estos úlrimos (76,8 frente aI59%), y las cifras de Diem,Arch. (ü,. Rassen- und Gesellschf.-Bio/ogie, 2 (1905) (77% frente al 66,5%), revelan un cuadro más favorable y mejor de la significación de la transmIsión hereditaria ---que el de Diem-sólo cuando se separan por enfermedades y se estl!dian de manera separada los que tienen Una tara hereditaria directa. Véase además Tigges, AI/g. Zeitschr. f. Psych., 64 (1907). Las lllfluencias de los datos de los parientes, casi siempre incompletos, especialmente al induir a los hombres, dan una falsa impresión sobre las cifras demasiado pequeñas de las estadrstLcas usuales. 6. ..Orgánicas" se llama en psiquiatrfa, en el sentido clínico de la palabra utilizado aquí, a las psicosis generadas por transformaciones cerebrales que (en principio) se pueden hacer visibles. La psicosis pura más ,extendida y la mayoría de las veces «endógenamente,. hereditaria -la llamada por Kraepelin perturbación Kmaniaco-depresiva»- no sería en este sentida «orgánica», sino «funcional". 7. La suposición, expresada anteS muchas veces también por especialistas, de que las enfermedades psíquicas eran más fácilmente hereditarias según_ su manera de «manifestación», ofrecía una atractiva analogía en este punto. Pero esta suposición parece no ser demostrable con seguridad. 8. En una memoria pata la Verein fUr Sozialpolitik, impresa, 1908. Véase pp. 27-74 de este volumen. 9. De los trabajos recientes del Instituto, una parte son trabajos para-el gran público; uno de éstos es el de L. Querron, «L'augmentation du rendement de la machine ~umaine» (1905), de Actualjtés sociales, mientras que el trabajo de MUe. J. J oteyko, Entrai"ement et fatigue au pojnt de vue miljtaire (1905), presenta algunas cosas muy valiosas ensus planteamientos (pp. 59 s.), aun cuando la tesis de que, después de que se haya a!callZO el nivel óptimo de práctica de un individuo tras un (relativamente) cortO tiempo, no tiene sentida Ulla práctica posterior, no coincide con las observaciones recientes hechas en la industria. Con esto no se está diciendo que quizá no pueda valer realmente para el riro, porque aquí las diferencias de talenw son de gran significación en la realidad. A mí mismo me resulta esto dudoso. Pero la tendencia de este trabajo, sobre todo, hace este asunto algo sospernoso. Aquella tesis debe ayudar a la reivindicación pacifista de reducir el servicio mditar. No es apropiada para ello --se pl1ede lamentar esto, pero difícilmente se puede cambiar~. Quien haya visto el ejército alemán en repetidas ocasiones, primero con los "de tres años» y luego sin ellos, sabe que aquél ha cambiado desde la separación de estos últimos. El no especialIsta no puede Juzgar si para bien desde el punto de vista militar (aunque algo habla evidentemente en contra), pera lo contrario es, en todo caso, posible (seg~lllas reivindicaciones que se pongan) y de esa manera no están permitidos juicios tan generales. Pues el óptimo de tiro logrado no es sólo lo importante, también puede ser relevante desde el punto de vista de la técnica militar la transformación de toda la actitud interior del varón (transformación ciertamente muy poco alentadora d~sde un puntO de visra «humano»), cuyo desarrollo se podía observar precisamente en el sentimiento específico de ser un soldado -de los "de tres años». Y precisamente la intensificación y condensación de la «práctica» alacortarse el servicio lleva en sí misma el peligro del «hiperentrenamiento». Además, el rendimiento en tiro en la marina no -se. pl!ede elevar, sin ninguna duda, por una práctica de corta duración. Aquí tienen que trabajar conjunh!menre varios hombres en los cañones y la superioridad de la marina inglesa (al menos en los rendimientos récords) tiene que ver sin duda alguna con quelos equipos que sirv!!nlos cañones están puestos unos en relación con los otros durante una habituación de anos. En todo caso cs bastante difícil con los materiales existentes hasta ahora Obtener consecuencias seguras. Las opiniones esotéricas (incluso rara vez expresadas en privado) de militares muy destacados, con conocimiento del mundo y no comprometidos poJíticamente ya no son hoy necesariamente favorables al servicio militar obligatorio masivo como único fundamento de la guerra. Cuanto más mecánica sea la guerra más fuerte será la presión para emplear especialistas formados durante años, ,introduciendo, de esa manera, Ull trabajo profesional asalariado en"los trabajos forzados del «servicio militar obligatorio» que tiende cada vez más al carácter de una milicia y que no siempre fue la base para hacer la guerra ---en Inglarerra, como es sabido, hubo factores ético-religiosos que hicieron que el ejército más exitoso de su época, el ejército de Cromwell, condenara el servicio militar obligatorio-- ni quizá lo sea siempre. Sea todo esto dicho de paso: un punto débil de algunos trabajos de-los círculos «positivistas» es que éstos le permitan a la ciertamente «buena cos_a» que representan una influencia sobre su argumentación. No me atrevo a Juzgar si las observaciones de MUe. Joteyko sobre las relaciones entre la práctica muscular y nerviosa y el cansancio (Ermüdung) en el capítulo VI están
toralmente libres de objeciones. Desgraciadamente se mezclan a veces los concepros «energéticos» de Solvay (así, por ejemplo, hay que notar en la página 75 que también es posible una AuslOsung a rravés del consumo de energ{a, es declC, que los «cennos nerviosos» no están fuera de la economía de la energía, y en la página 83 que "la fuerza de resistencia psíquica» -de un ejército--no está en función de la «intelIgencia», y otras observaciones Similares). Por lo demás, lamento que se me haya pasado desapercibido el muy instructivo artículo de la autora ("Fatigue») en el Dictionnaire de physjologie. Remito ahora a ese trabajo con carácter suplementario. El número deActualités más digno de ser leído es, sin duda,la exposicióno de L. G.Fromontsobre jas experiencias hechas, en la fábrica de química que él dirigía, en la calcinación de la blenda de cinc, al pasar del doble turno (una jornada de doce horas con 10 horas de trabajo efcctivo) al triple turno y, de esa manera, a la jornada de ocho horas (7112 horas de trabajo efectivo). Pero no vaya adentrarme ahora más de lleno en este trabajo, muy apreciado con toda razón, porque en él se dejó a un Indo el comentario de los efectos de la duración del trabajo. Para justificar esto puede remnirse ahora, además del anteriormente citado artículo de Herkncr, al escrito de E. Bernhard aparecido después (1909) (~H/jhere Arbeitsintensitat bei kürzerer Arbeitszeit, ihre personalen und technischsOZIalen Voraussetzungell», enSchmoflers Forschungell, Hefr 138). Este trabajo rrata el tema sistemáticamenre con una breve panoramica, Sin agotarlo en ningún sentido, pe¡u lo trata, en todo caso, en conjunto, muy bien, de acuerdo con la situación de los materiales existentes y según lo que el autor pretendía, sill aportar llada realmcnte nuevo respecto a Herkner. La bIbliografía mencionada es buena. (Hago de paso la indicación de que las cifras reproducidas en este escrito de una memoria elaborada en 1905 por el Ministeno del Interior del Reich sobre la jornada laboral de las obreras de las fábricas -que se me habían pasado a mí- confirman la:; obst;rvaciones sobre el rendimiento a lo largo de la semana en la tejeduría, que he expuesto anres; Illcrememo del lunes al miércoles, derención en e1 jueves, ligera subida el viernes, y luego subida el sábado hasta el máximo semanal ~¡a consecuencia de una jornada con una hora menos!-" El autor, por lo demás, no conocía mis artículos, por lo que dice. Se le cuelan algunas observaciones equivocadas; por ejemplo, el primer párrafo introductorio de la página 1 no tiene que ver con la materia y la observación en la página 33, nota 1, no tiene contenido, pues al obrero no le sirvc de nada el ser algo "disrinto" a un "átomo sin voluntad». AJgunas afirmaciones, espeCialmente en el apartado final, no están, en su oprimismo, en consonancia con las reservas del alltOr que, por lo demás, son de alabar; Herkner, por ejemplo, es con razón más cauteloso respecto a la significación de la automaúzaciÓn). Los otros trabajos del Instituto Salvar ya publicados -a los que habrá que volver eventualmenre en otro contexto-- no entran en consideración para nuestras objetivos. (El trabajo de Ch. Henry, Mesure des capacités intel/ectuelle et énergétique, no tiene ningún valor bajo ese rítulo tan pretencioso; véanse mis observaciones al respecto en mi comentario de la «Energetische Soziologie» de Ostwald, en Arch. f. Sozw. u. Sozpo/. vol. 29, Heft 2). Hay que esperar a ver qué utilidad van a tener para el análisis psicofísico del trabajo los trabajos fum ros dellnstitmo con el empleo de observaciones q uinesográficas del trabajo. Por el momento sólo hay ahí una ..idea original", pero no está excluido en absoluto que, con observaciones correcras. sea posible después una medida más exacta del tiempo de las distintas reacciones de las que se compone una manipulación concreta -y esto no sería nada insignificante.
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Tabla 1 Ganancias a destajo diarias de 23 obreros (en porcentajes respecto a la ganancia estándar) en promedios mensuales: de agosto de 1907 a agosto de 1908
, Modelo de telar 1
VIII
95,3 b 105,0
IX
96,0
95,1 103,0 110,0
d 116,0
109,3
70,S
74,0
,
e
X
XI
xn
94.0 97,0 99,8 107,3 76,6
99,3
96,0 93,6
95,0
108,5 98,0 104,0 104,6 77,6 6S,3
f ~
~
e
8
N
~
en el modelo 1, luego (a partir de *) en el modelo 11
g h
k
W \O
Modelo de telar 11
Modelo de telar III
ro n o
99,0
"'67,0 82,6
77,S
118,0
84,0
77,1
86,6
83,S
86,0
87,3
88,6
82,0
76,8
84,3
87,3 56,3
87,3
79,3
84,3 69,S
74,6
64,1
63,S
78,0 99,0
83,6
65,5
59,8
69,6 67,6 101,0 77,3
80,0 65,S 74,6 68,6 92,0 78,3
~
Modelo de telar III
~
'S'
::;:
en el modelo I1I, luego (a partir de *) en el modelo II
94,1
IV 79,6
97,6 110,0
78,3
97,0 83,0 78,3
*82,6
93,6 117,6
88,3
94,1
(121,6) 77,6
82,5
V
80,0 99,0 89,6 117,3 85,0 69,0 83,0 76,0 "'79,0
60,3 92,6 77,6
56,6 67,8 82,1 88,6 58,1
65,S 80,5 86,0
83,8 102,5 85,6 84,0
93,5
83,3
70,1
66,8
78,3 96,0 79,6
74,6
77,8
78,3 80,6
83,8
VI 91.6 96,8
VII 85,5 94,8
102,3 99,1 105,3 128,6 101,3 104,3 83,6
84,0
87,6 109,0
VIII Promedio Edad 87,7 , SO 88,3 84,3 94,9 48 104,5 114,6 S7 111,6 110,7 28 110,8 40 SU 71,7 24 87,1 89,0
91,S 96,5
"28
86,6
86,4
19
83,8 74.1
67,0 76,0 80,3 61,1
83,0 75,6 67,0 51,1 92,1 73,6
70,7
S7 32 S3 32 44 31
82,0
'81,3
71,9
18
104,1 98,0 88,0 98,8 102,3 102,0 85,8 80,0 77,6 68,8 73,3 89,6 6],8 57,3 61,3
99,6 . 98,6 77,3 62,2 60,4
27 24 23 22 19
96,0 103,3
92,0 93,8
82,6 83,0 66,8 78,1 76,0 84,0
84,5 64,6
87,8
74,5 73,6 90,9
P
92,3 67,3
q
75,3
73,0
58,8
68,0
68,3
66,6
65,0
55,0
77,0
77,6
ct 102,6
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102,1 84,3 61,6 46,6 64,S
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48,8 51,1
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95,3
76,8 76,1 53,3 43,0
101,0 99,6 87,0 77,3
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69,3
67,3
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111,0 114,5' 97,1 113,0 61,3 75.6 74,0 80,5 54,0 5\,1 82,S
93,0 95,S·
80,0 89,6
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88,0
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74,6 68,6 79,3
90,1
96,6 93,3 69,8 67,8
54,0
Tabla 11 Rendimientos diarios de algunos obreros (en porcentajes.respecto al rendimiento obtenido por ellos en sus respectivas urdimbres) ro o
I
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2 3 4 5
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13
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105,1
24,5
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113,2 126,8 58,4 109,4
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90,8 102,9 76,1 §84,7 105,0
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97,7 83,0 80,2 102,9 106,6 111,5
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96,9
108,1 116,0
94,7 96,6
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110,3
105,9 110,1 81,1.
88,1 §88,4 81,7 102,1 t82,1
115,3
103,0
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98,9
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107,1
86,7
93,0
96,0 110,4
58,9 82,4 116,0 100,9 122,3 109,3 107,7 102,1 95,0 106,4 104,7 94,1 . 91,1 97,6 99,0 105,7
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84,8 99,0
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100,7
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103,0
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114,6 106,6
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21
22
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23
24
25
26
27
28
29
30
31
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103,9
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106,1
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101,6
81,5
94,1
107,1
101,9
106,5
123,1
92,4
110,9
114,4
119,7
76,6
93,1
67,5
89,6
84,0.
96,4
98,3
97,4
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105,5
82,1
105,7 94,1 114,0 114,2 90,0 86,5
79,0 91,6
114,4 150,9
97,6 103,2
105,1
113,1
95,9
113,4
87,2
91,6
106,1
(90,4)
97,0
92,1
113,7
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104,7
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94,5
92,6 ]32,6
76,0
96,0 78,0
104,3
91,9
72,9
105,8
90,1 123,5 106,2 89,4
89,4
76,7
88,0 113,1
109,8
102,1
114,1
86,8
113,9 105,7 §54,7 79,4 92,1 116,0 115;3 122,8 109,4 100,1 95,3 118,0 99,8
101,1
112,3
77,8
93,3
73,1
99,7
98,9 100,3
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(e)
2 4 5 6 8 9
(m) (e)
78,9 68,8 90,9 133,3 107,9 118,7 101,3
(n)
106,9 105,3
102,0 102,0 113,5 103,8 109,1 119,8 123,9 115,9 111,6 99,2 106,8 104,4 105,0 105,0 103,0 §66,1 98,3 93,4 105,1 95,0 94,7 lO6,9 106,1 88,7 99,2 110.,8
(h)
111,6 103,9
106,5
(g)
88,9 118,4
133,1
74,1
92,1
90,3
97,7
91,6
110,9
78,0
99,3 106,9 106,9 106,2 60,4 106,1 100,5 108,1 101,8 92,7 113,8
104,9
I 96,1 99,7
109,1
99,3
90,7
103,2
§85,9 97,5
88,4
83,9
92,7
103,0
99,0
109,5
110,8
100,8
114,1
103,6 105,8
108,1
114,5
90,8
97,8
110,9
104,7
105,7 110,5
119,5
102,7
86,8
111,9 104,0
105,4
57,2 112,5 111,1
143,2 109,0 109,0
129,0 103,4
93,6
67,1 111,9 106,7 108,1 104,0 109,7
98,9
101,7
§63,6
101,6
85,0
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86,8
94,6
97,6
96,4
105,2
97,1
91,2
86,9
101,1
91,3
85,0
86,3
112,3
116,5
95,3
91,1
97,4
115,.3
74,1
* Nueva urdimbre del mismo género. § Nuevo género. t Lo mismo en otro telar. 1 Cambios en el telar (las letras entre paréntesis detrás de los números de los obreros remiten a la Tabla 1).
".':'"'·'''''"",,1"'''':'''<'i,.~,t.''11''~
Tabla III Rendimientos diarios (y promedios semanales) de un ti:ü~dor durante diez meses (de noviembre de 1907 a agosto de 1908) Día
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~
XlI
1
I2
105,6
1I
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VI VII VllI
I
8
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21
22
I II 107,4 100,0
97,7
92,1 "'86,5 105,3 93,7 105,3 96,0 116,4 93,7 106,4 1109,3 96,8
99,7
105,3 92,9
24
1 14 1 15
13
26
I 25
107,9
88,6
99,2 115,8
107,9 115,8 115,4 99,5 \ 109,51107,5 87,3
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103,3
109,5
27
28
100,81 108,3 §62,7
.
95,5
31
30
29
105,21 101 ,1 59,1 1 (65,6) 87,1
111,81100,71 93,91 78,0 1106,71 98,3 90,0 79,0 89,6 84,0 95,9 113,4
109,8 1 89,8 "1 108 ,3 1114,2 87,2 91,6 106,1
79,3 106,6 105,1 102,0 100,3
79,3 118,8
115,3
99,3
96,1
105,7
110,5
I
(111,7) t71,9 114,6 106,6 102,5 78,8 l§llO,3
101,4 105,1 76,7 99,7 96,7
90,8 105,5 109,1 105,1 107,2
82,8
72,5
96.41§108,2 I ll3.51 99,1 8S,5 82,1
92,9 98,7 83,4 117,9 110,2 92,8 113,1 89,4 89,4 114,3 103,8 109,2 (111,5) 103,9 92,5
16
120,41109,1
83,0 1 97,11 94,6
93,S 1 96,91112,31100,9 1109,2 1107,1 104,2 Navidad
101,7 82,1 68,6 97,6 103,2 81,7 101,5 101,3 96,3
I
92,81 96,4 96,3 84,4
82,4 1102,9 \. 85,0 88,1 96,0 96,4
84,5
23
I 12
92,S 1117,6
114,7 110,4 124,3
III IV V
102,2
99,2 1 96,1
9S,3 84,S 84,8 111.3 1Il,1 110,8
17 I 18
1
7
109,5 115,5 103,7 §88.4 86,7 93,0
110,9 104,5 SS,l 103,2 99,S 107,1 106,1
123,0 119,2 96,0 106,0 105,4 96,9 103,7 104,6
I
ff
87,6 I 79,1
Día
1I
5
110,3
Dra
~
~
I
4
102,9 \ 96,7 \ IDO,' \ 95,5 \ 102,4 \
Año nuevo \
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I
3
§71,6
112,0
115,9
119,2 110,0 116,2 110,0 91,1
111,1
97,4 85,8 100,3
119,5 102,7
96,4 (105,1) 101,6
* Nueva urdimbre del¡mismo género. § Nuevo género. t Lo mismo en otro telar. 1 Cambios en el ,telar. "
,~
~·,.i~
Tabla IV Evolución de las ganancias a destajo diarias de una obrera con un trabajo manual: de marzo de 1907 a septiembre de 1908
m 1. Ganancias totales mensuales en porcentajes respecto al primer mes. 100
2. Jornadas por mes. 3. De ellas, a destajo.
~
VJ
IV
9'
99 2'" 24"
24
23~
23~
""
a) unir los cabos b) enhebrado e) pasarlos hilos d) perforación peines
100 100 100 100 100
85 94 102 320 96
a) unir [os cabos 5. Porcentaje en que b) enhebrado lastareas participan e) pasar los hilos enlagananciaades- d) perforación tajo media por día. peines
54 21 24 1
4. Porcentaje que supusieron las ganancías a destajo diarias respecto a las ganancias del pri~ mer mes.
6. Ganancia adest3Jo media por día en periodos de seis meses, en porcentajes respecto a la ganancia del primer mes.
VI
V
ll4 110 36 161 95
VII
117
109
VIl!
125
25 25 Jh2 261fl 25 25\4 24\t.í
105 114 136 120 ll4
96 105 110 114 167 11<167 140 160 11' 124
43 17 -36 3
53
21 21
5
100
111,0
*
IX
X
Xl
ll8
141
117
24 26 Jh 24 24%
81 68 210 220 115
1
XlI
100
89
111
IV
V
119
127
126
131 127
25 20\.i 24~ 25 26 24 2(}:1/5 22 1/s 22\4 24 1;5
147 138 168 122 138 147 136 134 108 49 O 82 O O 40 O 132 112 112 113
125 121 102 40 116
57
"10
23
19 20 3
114,4
Cambios en el modo de trabajo (mayor dificultad en el trabajo y consiguientemente un destajo un 24,3% más elevado).
VlIT IX
130 ll3
23 26" 20 24%
98 168 141 156 152 162 98 129 59 63 179 100 O O 58 20 120 131 127 140
59 17 0,6
VI
23 23" 23 22lh
67
O
VII
IT
144 126 82 O 121
21 17~
157 166 98 O 140
64 2' 12 O
132,2
76 16 15
152 159 20 O 118
Tabla V Ganancias totales y por telar de un tejedor que sirve dos telares
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91,3
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1261 115
123
103 1107
100
*
Los números en negrita significan cambio de urdimbre. Se infiere si hayal mismo tiempo un cambio de género por los cambios en el nivel del porcentaje que corresponde al destajo. § Cambios en el telar que supusieron una reducción del destajo.
Tabla VI
V
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1907 VI
VII
1908 VIl!
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III
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95
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95
95
95
95
95
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104
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66
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27 13 24 1,! 13
23
25
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23
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83
83
VI
VII
91 1 91
1 lO.
108
VIl!
IX
Promedio
91
83
83
95
66
V
8 88 95
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IV
77 77
108
108
116 116 1 116
108
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Telar b: Te!or e:
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21 24-1,4 18 23
24 1/; 22 1/;
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20~
63,6 69,3
84,6
78,3
80,0
151 132
140 124
133
22%
21\4
19 1,4
26~
22~
2"" 23%
22\12
7S,3
49,3
61,6
lO' 137
56
.8
80 103
25 mI 24 1/111
J,
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63,3
64,0 76,6
100 100
lO. 103
86,6 96,3 91,0 63,3
79,0 93,3 67,6 66,3
S,3
72,0
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Telar b: Telar e:
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81
14.
-
159 110
lO' 11S
~100
134 120
§71
120
139
97
13.
143 145
132
98
112
'2
136 31
106 104
154
83
132
-
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* Elevación del destaJo alrededor de un 9%. En el apartado 3, los datos de los días 1-15 del mes V (primera columna) están basados en la wifa de destajo válida a panirde16 de junio. para poder hacer la comparación. Números en negrita = cambio de urdimbre. Si hay también cambio de génerose infiere por la comp