PARSIFAL
LIBRETO Y COMENTARIOS DE VARIOS AUTORES
SINÓPSIS Acto I Un claro del bosque en los dominios de Monsalvat, el territorio territorio de los Caballeros del Grial. Está amaneciendo. El sonido de trombones llama a Gurnemanz y los escuderos que duermen en el bosque, a rezar. Todos deben prepararse para el baño del Rey Amfortas, de quien los exploradores, traen malas noticias. Aparece una figura extravagante, con el cabello enmarañado, como si llegara de un exhausto viaje: se trata de Kundry quien, desde las profundidades de Arabia trae un bálsamo para aliviar el sufrimiento del d el Rey. Entonces aparece el resto de la procesión. Amfortas es llevado en su litera, Gurnemanz le entrega el frasco traído por Kundry, pero ella, que insiste en permanecer en silencio, rechaza toda muestra de agradecimiento. agradecimiento. Su actitud apenas sorprende a los escuderos quienes están dispuestos en ver en ella al culpable de la desgracia del Rey. Gurnemanz les saca de su error: desde el día en que Titurel, el fundador de Monsalvat, la encontró encontró casi sin vida entre la maleza, ella ha servido s ervido siempre al Grial. Sin embargo, los hechos demuestran que cada una de sus ausencias ha coincidido con alguna desgracia de los Caballeros. Ante la mirada atenta de los pajes, p ajes, Gurnemanz deja que sus pensamientos se llenen de recuerdos: Hace mucho tiempo había dos tesoros en Monsalvat: el Grial, el cáliz sagrado donde se recogió la sangre del Salvador, y la Lanza que le hirió en el costado. Fueron entregados a Titurel, padre de Amfortas, para que los guardara. Construyó Monsalvat y allí organizó una Orden de Caballeros, Klingsor exigió ser admitido. Incapaz de controlar su propia libido, se castró a sí mismo, y con desprecio fue expulsado de la Orden. Exiliado al desierto, por arte de magia Klingsor construyó allí una tierra de placeres, repleta de flores diabólicas, y desde entonces, intenta atrapar a los Caballeros allí para conseguir su reino. Cuando Titutel, ya anciano, entregó la insignia del soberano a Amfortas, éste en el ardor de la juventud, intentó combatir al diablo de Klingsor, a cuyo reino se se dirigió llevando la Sagrada Lanza con él. Pero fue, seducido por una mujer, una flor del infierno y la lanza cayó en poder de Klingsor quien se la clavó a Amfortas en el costado provocándole una herida que sólo la propia lanza puede curar. Todos aquellos que intentaron recuperarla de manos del brujo, también han sucumbido. Sin embargo, el Grial ha profetizado que un día llegará un hombre puro y gran conocedor de la pena. Los escuderos repiten la profecía con devoción, y entonces un cisne herido cae en el claro del bosque. Orgulloso de su arco y de sus flechas, un joven se jacta de ser el autor de tan buen disparo. Más Gurnemanz le hace apenarse haciéndole ver
el dolor angustioso de la hermosa ave herida. El joven no sabe porque ha disparado, ni quién es ni de donde procede. Sólo sabe que su madre se llama Herzeleide. Kundry se le acerca en silencio, ella sabe que el muchacho al alejarse de su madre, la ha puesto en peligro dejándola sola y Herzeleide ha muerto. Temblando de furia, el joven parece dispuesto a matar matar a Kundry, pero se desmaya del impacto recibido. Kundry logra despertarlo con un poco de agua del manantial, y después se vuelve a la maleza para dormir como un perro. Mientras tanto, el Rey ha vuelto de su baño. Como haría un buen padre, Gurnemanz invita al joven desconocido a presenciar la celebración del Grial. El claro del bosque desaparece, y en su lugar aparece una gran sala donde los Caballeros esperan la llegada de Amfortas para celebrar el sacrificio. Titurel le invita a hacerlo. Antes de morir, querría ver el Grial al descubierto, ya que es lo que le mantienen vivo. Pero Amfortas se niega a acceder: el Grial le da la vida a él también, y para él la vida es un tormento. El oráculo desciende una vez más desde la cúpula: un hombre puro llegara, conocedor de la pena. Amfortas, transfigurado, descubre el Grial. Una vez más, su herida vuelve a sangrar. Se lo llevan, y la procesión abandona la sala. Parsifal sin decir palabra, y sin aparentemente haber entendido nada, lo ha visto todo. Gurnemanz lo echa un poco de malas maneras, ¡Dejad que el ganso, se vaya a buscar su ganso y que deje en paz a los cisnes!
Acto II El Castillo mágico de Klingsor, El brujo se halla en su torre, ante su espejo mágico. Ya ha llegado la hora: ve al loco joven dirigiéndose a su castillo de placeres. Debe despertar a la esclava de su encantamiento: encantamiento: es Kundry que se despierta con un grito animal ante la llamada del brujo. Desearía dormir para siempre. Desafiar a Klingsor, el mutilado, pero el vence: pronto él será el dueño de no sólo la Lanza sino también del Grial. El apuesto joven, quien habrá de sucumbir, se acerca. Con un grito de dolor, Kundry se dispone a llevar a cabo su misión. La torre deja paso a un jardín de placeres donde las Doncellas Flor dan la bienvenida bienvenida al joven, provocándole, después de que haya vencido a todos los guardas. Más el permanece insensible a sus sensuales provocaciones. Pero entonces, una voz mucho más dulce le llega de entre ellas y lo deja paralizado. Ha pronunciado su nombre: Parsifal, así era como su madre le llamaba.
Kundry despide a las Doncellas Flor y le habla a Parsifal de su madre, quien ha muerto de pena después de que él la abandonara. Lleno de resentimiento, Parsifal cae al suelo junto a Kundry. Ahora puede conocer el amor que su madre conoció y recibir de la mensajera del brujo su primer beso de amor, como una última bendición materna. Pero cuando se abrazan, Parsifal se separa de un salto: ha visto en su mente la herida d Amfortas, y bajo la sangre ardiente ha visto el lamento del Salvador. Empuja a Kundry a un lado después de darse cuenta del engaño. Entonces Kundry le suplica que se apiade de ella ¡Hace tanto que le espera!. Una vez, en su camino lleno de sufrimiento, ella se encontró con el Salvador y se rió de él. Desde entonces, no puede deshacerse de esa risa a menos que consiga seducir alguna víctima a pecar. Ella debe ser amada y redimida. Parsifal se indigna ante tal blasfema. Ahora lo ve todo con claridad. Quiere volver a Amfortas. Ella le promete enseñarle el camino de vuelta, a cambio de que Parsifal le conceda una hora de amor. Rechazada embriagada de furia, Kundry convoca a todos los caminos del mundo para que se cierren ante él que la ha despreciado. Klingsor intenta matar al incauto joven con la Lanza, pero Parsifal logra quitársela y, haciendo la señal de la cruz, pone fin al encantamiento del castillo de Klingsor.
Acto III El claro en el bosque. Es primavera, Gurnemanz ya es anciano. Vive como ermitaño en la frontera del territorio. Un quejido atrae su atención. Suena como el lamento de una bestia salvaje. Se trata de Kundry, que ha vuelto de nuevo, rígida y tiesa como si estuviera muerta. Gurnemanz la despierta y la consuela. Ella sólo quiere servir. ¡Pero el Grial ya no es lo que era, y apenas hay mensajes que llevar! ¿Quién es este que se acerca ahora, con armadura negra y una lanza en su mano? Se detiene, clava la lanza en la tierra y se arrodilla, Gurnemanz le reconoce: es el que hace mucho tiempo disparó al cisne. ¡Y la lanza ha vuelto! Su camino ha sido arduo: una maldición le hacia siempre perderse por los caminos. Pero ha llegado para que Gurnemanz le diga: Amfortas desea morir incluso aún más; ya no celebra el Grial, privados del consuelo divino, los Caballeros han entrado en decline; Titurel está muerto. Exhausto, física y emocionalmente, Parsifal está a punto de derrumbarse. Kundry ha ido a buscar agua del manantial para lavarle los pies. Ahora Gurnemanz debe derramar el agua pura sobre su cabeza. Después, los tres se dirigirán a Monsalvat, donde Amfortas, para el funeral de su padre, debe descubrir el Grial por última vez. Kundry ha untado los pies de Parsifal con un bálsamo y se los ha secado con sus cabellos. Así Parsifal
se convierte en Rey. Como primer acto de su nueva mandatura, bautiza a Kundry. Con la cabeza inclinada hacia adelante, Kundry llora, y Parsifal observa con emoción la belleza de la pradera que le sonría. Se trata del encantamiento del Viernes Santo: el rocío sobre las flores, las lágrimas del pecador, la sangre del Salvador. Las campanas del medio día replican. Es hora de irse. En lugar de celebrar el oficio sagrado, Amfortas se lamenta y maldice a sí mismo. Fue él quien causó la ruina de su padre. ¡Que el sagrado Titurel interceda con el Salvador para que así el pecador pueda morir por fin!. Los caballeros le apremian para que descubra el Grial. Con un dolor delirante, se niega a hacerlo. Se desgarra las ropas y muestra la herida que sangra, incurable. ¡Que le maten y el Grial volverá a la vida! Parsifal se ha adelantado. Sostiene la lanza que tiene el poder de curar la herida que ella misma ha provocado. Toca a Amfortas con ello. Parsifal descubre el Grial. Kundry cae al suelo, muerta. Todos se arrodillan para rendirle honores reales.
HISTORIA El 14 de Abril de 1.865 Wagner escribió a Luis II: "Hoy es Viernes Santo, otra vez. ¡Oh día bendito, el día más lleno de significado del mundo! ¡Día de Redención! ¡El sufrimiento de Dios! ¿Quién podría expresar toda su enormidad? (…) Un Viernes Santo cálido y soleado me inspiró con sus sensaciones sagradas a que escribiera el Parsifal, que desde aquel día ha vivido y crecido dentro de mí como un niño en el vientre de su madre". En el corazón de Parsifal radica la sobrecogedora paradoja que permite al rito de la primavera ya a la agonía divina coexistir en un único día, y ese doble mandato permite a Wagner reemplazar el "Oficio de las Tinieblas" con una música coral en la que muerte y resurrección, naturaleza y el hombre-Dios están mezclados. Wagner también contó a Mathilde Wesendonck la historia de esta escena original (la cual, pronto se supo, había sido cambiada en algunos aspectos e, incluso, predatada). Pero esta pequeña mentira cronológica, sin ningún interés excepto para los biógrafos, demuestra la importancia de Parsifal: la ventana que se abre, los murmullos, y esa "fragancia de infancia efímera" que, en realidad, tuvo lugar (y que fue lo que Wagner llamó, con una mezcla de dolor y alegría, una ambivalencia estática, el "Encanto del Viernes Santo). A lo largo de toda la ópera, se reaparece el enigma, al que la música puede unirse en dolor, lo cual, para Wagner, era la máxima intuición musical: ¡Ay, el día de todos los dolores sin igual! Creo que todo lo que nace, que respira, que vive y que aún vive, no deberían lamentarse ni llorar. La muerte de Cristo (la muerte de Dios nunca fue el tema de Wagner el cual nos muestra aquí la gran diferencia que hay entre música y filosofía) se convierte en una sola cosa con la resurrección de la naturaleza. Y este es el principal conflicto de Parsifal. Las lagrimas de arrepentimiento se convierten en gotas de rocío, la contemplación de la primavera, las criaturas que despiertan tras el invierno, la oscuridad y el pecado, toman el relevo a la adoración ante la Cruz. ¿Acaso Wagner está pensando en las palabras de San Pablo a los romanos?: "El universo creado aguarda con ávida expectación a que el hijo de Dios se manifieste. Sufrió frustración, no por voluntad propia, sino por la voluntad de aquél que lo permitió, con la esperanza de que todo el universo quedara libre de las cadenas de la moralidad y entrara en la gloriosa libertad de los hijos de Dios". Parece ser que, en el Parsifal de Wagner, una premonición de lo que ocurrirá en la historia de la salvación puede encontrarse en el júbilo de la naturaleza, el sonido de los pájaros cantando y la vista de las praderas de nuevo en flor. El día de gracia ha llegado y
el hombre, menos malvado que antes, ya no pisa las criaturas vivientes a su paso: deja crecer a los primeros capullos, de la misma manera que Cristo, con su muerte, absolvió a la humanidad del pecado de haber nacido. Infirmitas Infirmitas es, según algunos, el origen del nombre de Amfortas: la distintiva debilidad de aquél que no puede morir, y cuyo sufrimiento sin fin, de repente se presentará a Parsifal, como una revelación sentida y sincera. Amfortas padece de una herida misteriosa, ya que la lesión de su costado no puede curarse: marca el lugar donde Klingsor, el Caballero caído, le hirió con la lanza que le robó a Amfortas, la misma lanza con que el centurión hirió a Cristo en el costado. Pero esta herida, en un conflicto el cual sólo la música puede acomodar, es al mismo tiempo el emblema físico de la agonía redentora y la prueba vergonzosa de cómo ha sido olvidada. En una carta a Mathilde Wesendonck , Wagner escribió: "El Grial (…) es el cáliz de la última Cena en el que José de Arimatea recogió la sangre del Salvador crucificado. La postura de Amfortas adquiere así, un gran significado respecto a este cáliz milagroso; él que padece de la misma herida causada por la lanza de un enemigo, cuando se ve envuelto en un apasionado romance, debe hallar su única salvación en la consagración de la sangre que una vez surgió de la herida del Salvador". ¿Por qué la muerte no se lleva a Amfortas?. Quizás porque, como dijo Pascal, Cristo sufre en agonía hasta el final de los tiempos, pero también porque la pasión física le ha convertido en un rey insensible, aunque sólo por un instante, a la Pasión a la que sirve. La herida incurable, que representa, al mismo tiempo, la vulnerabilidad sexual y el patetismo del amor puro, mantiene en su cuerpo la marca de su infidelidad hacia la compasión caritativa, es decir, el estigma de sumisión a la ferocidad del deseo. Nietzche se burló de lo que él tomó como una tardía conversión a la castidad por parte de Wagner, en términos estereotipados e incluso un poco frívolos. No obstante, la duda establecida con el misticismo de Wagner y su música se merece un reconocimiento, por desarrollarse como se desarrolla, como un hilo luminoso a lo largo de la obra, y al mismo tiempo tratar uno de los temas sin resolver que han plagado la humanidad a los largo de su historia. Parsifal no trata del miedo a ser corrompido, ni es una fascinación senil de la pureza; representa, en cambio, la infinita melodía de la tragedia del deseo, una tragedia que, para Wagner, reside en el inmenso vacío, que nunca ha sido salvado, entre Eros y la piedad. Si fue capaz de escribir sobre Amfortas ("El es mi Tristán del Tercer Acto, sólo que infinitamente intensificado"), fue porque consideraba a este rey caído, que aguarda al "loco inocente", el único que puede consolarle y relevarle de su nostalgia infernal con su piedad, como el centre de su
drama. De hecho, Amfortas, esa encarnación de la voluntad Schopenhaueriana de vivir, puede confiar tan solo en alguien que es capaz de sufrir tanto como él mismo sufre. "Me muero porque no puedo morir", canta más o menos, mientras los tormentos que soporta como un castigo dejan intactos sus poderes sacramentales, elevando así su sufrimiento al máximo. Por desconcertante que esto parezca, las lamentaciones del Rey Pecador no son más una repetición de las lamentaciones del Salvador moribundo que los gritos del cisne herido al que Gurnemanz defiende. Pero este lamento lleva consigo buenas noticias pues declara la posibilidad de redención que llegará gracias a y a través de la piedad. Enseñado por la piedad A diferencia de Schopenhauer, de quien era discípulo, Wagner coloca la compasión por encima de la renuncia, ya que el auto-sacrificio es esencial para una compasión más profunda, cosa que no ocurre al revés. La contemplación angustiosa del sufrimiento puro de Amfortas es lo que conducirá a Parsifal - al principio un muchacho desconcertado - hacia una piedad activa que sólo la abnegación puede reforzar. No se trata de renunciar a la propia vida, sino de convertirla en una amor nacido de la piedad, el cual, gracias a la piedad, se esfuerza por romper por completo la voluntad individual de cada uno. Al principio del drama, Parsifal carece de las señales normales por las cuales ala gente se reconoce mutuamente, hasta tal punto que Gurnemanz no tiene manera de identificar al joven que ha salido del bosque de una manera inocente y rústica como la de Siegfried. Como respuesta a la reprimenda de Gurnemanz por haber matado al cisne, "Y aunque lo puedas matar, aquí, en el bosque sagrado (…) ese leal cisne, ¿que te ha hecho él a ti?". Parsifal, al romper su arco, parece tan sólo responder con un gesto malhumorado. En realidad, es aquí cuando el método de entendimiento propio de Parsifal aparece por primera vez. Se trata de un método que está en armonía con la frase de Clauder. "No os pido que entendáis, mi querido señor, os pido que no intentéis entender". Mauric Barrés escribió que no es el sufrimiento de Amfortas ni sus lamentos ni sus manos desgastadas, con las que se oprime la herida de su pobre corazón humano, lo que nos hace llorar en Parsifal. Lo que en verdad nos conmueve, según él, es la glorificación del impulso primitivo en la personal de Parsifal, la exaltación del individuo que está por encima de todas las normas y con una propia ley. Todo lo contrario - le podemos responder - es precisamente el sufrimiento de Amfortas y lo que puede llamarse la glorificación de la ternura lo que nos hace llorar. Parsifal siempre está a punto de derrumbarse, incluso de desmayarse, en las escenas decisivas, revelándonos así una sensibilidad casi femenina. Cuando Gurnemanz le lleva ante Amfortas que está celebrando la ceremonia del Grial en
agonía, todo lo que hace es llevarse la mano al corazón, como si estuviera a punto de desmayarse, lo cual es malinterpretado por Gurnemanz. Si es cierto que se lleva consigo casi todas las convenciones sociales básicas, no lo hace para reemplazarlas por el impulso instintivo e inmoderado del individuo. Él eleva el dolor sin limites de Amfortas, por su intensidad, un dolor que no podría acompañarse sólo con palabras. Parsifal se identifica con él, reproduciendo en su corazón y en su cuerpo el sufrimiento del rey; no lo ha comprendido en el sentido intelectual, es decir, con claridad, pero lo ha asumido, le ha afectado en todo su ser y le ha dejado una marca permanente para lograr un destino, su destino que a partir de aquí está unido al de Amfortas. Vivirá con el enorme dolor que conlleva el pecado sin redimir - como si le estuviera imitando - oyendo continuamente sus terribles lamentos. Wagner hizo hincapié en la dirección de escena en que Parsifal, anonadado e incapaz de entender las palabras de la ceremonia, se lleva la mano al corazón. Esto se debe a que ese momento se transforma en la iniciación de un nuevo tipo de conocimiento que sólo puede obtenerse por medio de la compasión. Y Gurnemanz, a pesar de su avanzada edad y de sus muchos años de experiencia, no lo entiende y lo echa. Esta profunda comprensión nacida de la piedad tendrá un efecto sorprendente en Parsifal cuando rechaza a Kundry, después de que ésta, le haya besado y revelado tanto su nombre como la muerte de su madre. "¡Amfortas! ¡La herida! ¡La herida!" Esta es la desgarradora revelación que le arranca de los brazos de la mujer que desea, de la misma manera que como hombre puede desear la sabiduría y la muerte. No lleva sobre sus hombros los pecados del mundo, sino el tormento del deseo y del amor. Es a través del secreto de esta repentina revelación, a través de Parsifal como hombre de deseos, que la piedad nace en toda su pureza, la receptividad de todo dolor, la bienvenida a todas las criaturas que sufre. Se necesita mucho coraje, para no evadirse de esta auto-renuncia, pues la piedad - contrariamente a lo que afirma Nietzsche - "es compasión en un alma fuerte", y puede hacer desaparecer el conflicto existente entre la debilidad y la fortaleza. "¿Cuál es el significado del beso de Kundry?", escribió Wagner a Luis II. "Es un terrible secreto, querido mío (…) El beso que provocó en Amfortas se rindiera ante el pecado, despierta en Parsifal, el cual es inocente de todo pecado, una consciencia total del pecado cometido por el rey dolorosamente afligido cuyos lamentos de dolor que hasta ahora sólo había escuchado sin prestar atención. La causa del pecado de Amfortas se le presenta con toda claridad a través de su propio sentimiento de compasión. En un instante, reconoce el veneno que está ma tando al rey, cuyo dolor no ha sabido comprender hasta ahora. La sabiduría de Parsifal es, por tanto, mayor que la de los demás. Más grande incluso que la de todos los Caballeros del Grial, quienes siempre han creído que Amfortas sólo sufría de una
herida de lanza. Parsifal lo ve con más claridad". Al igual que Moisés sacó a su pueblo de Egipto pero tuvo que pararse antes de llegar a la Tierra Prometida, la leal presencia de Gurnemanz acompaña la ley del Grial y el sufrimiento de su rey. Pero su destino, es permanecer fuera del drama que une a Parsifal, Amfortas y Kundry, ya que no es capaz de aceptar esta sabiduría sin nombre que Parsifal posee: que es a través de la carne, además del desprecio de la carne, como se consigue la piedad. Figuras de redención ¿Cómo deberían interpretarse las últimas palabras de Parsifal: "Erlösung dem Erlöser" (Redención del Redentor), como que el redentor debería ser redimido? Esta reduplicación de la salvación, está exageración, este uso de superlativos, sugiere algo así como, que la redención está incompleta, o quizás que la redención nunca ha cesado de empezar. Es el pecado original más antiguo, y definitivamente el menos Judio-cristiano, aquel que Schopenhauer, citando a Calderón, dijo que se hallaba en el pecado del nacimiento y por lo tanto en el egoísmo del individuo, el cual debería redimirse así, sin fin, lo que Parsifal personifica, si tal opinión es aceptable, es el paso de "amar" a "caritas" y la renuncia al egoísmo que es la razón de toda la desdicha del mundo: la traición de Amfortas al Grial, y el robo del Oro del Rin cometido por Alberich, son parte de un mismo error. Sin embargo, las ideas de redención y de regeneración no son sólo temas Cristianos, ni sólo Zoroastrianos ni Mesianismos Parsee. También representan - y esto debería recordarse - un tema persistente en los escritos utópicos Judíos, expresados por escritores y filósofos como Martin Buber, Franz Rosenzweig, Franz Kafka, y Walter Benjamin. La idea de redención es universal. No obstante, aunque la música de Wagner siempre ha estado llena de una expectación parecida, la primera vez que la redención llega a través de un hombre es en "Parsifal". Redendores anteriores a él, de hecho, fueron llamadas Senta, Elisabeth, Brünnhilde, etc. La regeneración parsifaliana se une y a la vez se opone a la tradición femenina, pues la figura de Kundry jugará un gran papel en el drama. Ese ser sub-humano, esa criatura que se rió del sufrimiento de Cristo cuando pasó por su lado, que fue el instrumento de la herida inmortal de Amfortas, esa seductora del héroe virgen, es al mismo tiempo la portadora del bálsamo y la mensajera del Grial: un verdadero "Pharmakon", en el sentido griego antiguo: una cura y un veneno a la vez. Kundry representa, tan perfectamente como la frase de Nerva: "los suspiros de un santo y los lamentos de una bruja". Esta mujer expresa sus deseos de una manera que Wagner creyó sin comparación alguna, ni siquiera con su Tristán del Tercer Acto ("En Tristán" le confesó a
Cosima, "ala menos había una voluptuosidad melancólica mientras que aquí sólo hay el dolor salvaje del amor") Es una Fedra alemana - y por lo tanto redimida - que ilustra la maldición del amor en su histeria lastimera. Y aún así, lo maravilloso es que logra presentarse ante nosotros como merecedora de una piedad infinita - una sierva humilde y exhausta - una nómada que hace su papel con intensidad en el plan secreto y sutil de la redención. De repente parece convertirse en la representante de todas las criaturas mudas y en sufrimiento, como la voz de la naturaleza, herida y redimible. Dionisos y Cristo Antes de tratar de la relación entre arte y religión que Wagner introduce en Parsifal, es necesario citar, de una manera más o menos extensa, un pasaje de la ceremonia del Grial al final del primer acto, el cual indica hasta que punto la representación dramática ha substituido el énfasis del rito: El vino y el pan de la última cena, El Señor del Grial los ha transformado, gracias a la poderosa piedad del amor, en la sangre que él derramó este cuerpo que él puso en la tumba. Sangre y cuerpo, dones sagrados, se transformaron en comida Que el espíritu nos reconforte con este vino, servido para nosotros, con este pan, que nos alimenta. Lo que no gusta a los Católicos de este ritual, no es tanto el hecho de que la consagración y la comunión se hayan llevado al escenario - como se cree normalmente (Claudel es famoso por haber preferido la misa del pueblo más humilde a "Parsifal") - sino, sin duda, la incomodidad que provoca la inversión de Wagner de lo que en teología recibe el nombre de "transubstanciación". Durante la Última Cena y cada vez que se celebra el sacramento de la Eucarístia, el pan y el vino se transforman en el cuerpo y sangre de Cristo, mientras que en Parsifal se invierte el proceso, y la sangre y el cuerpo se convierten en vino y pan, gracias al rayo de luz que cae sobre el cáliz y que provoca este cambio milagroso y la regeneración de los Caballeros. Hay que señalar que la ceremonia del Grial lleva a cabo una verdadera desconstrucción de la misa en el mismo momento que se practica.
También es posible descartar las críticas tanto Cristianas como Agnósticas porque surgen de la misma malinterpretación. Por supuesto, todo el mundo tiene el derecho de no gustarle "Parsifal", pero no el derecho de tomar la obra como un simulacro de eucaristía cuando se halla en el proceso de minar un engaño pecaminoso. El Grial es el cáliz de la Última Cena, donde se recogió la sangre del Salvador crucificado; en esta reliquia de valor incalculable el fino del Jueves Santo se identifica con la sangre del Viernes Santo, además de - para repetir las graves palabras de Nietzsche - Dionisos con Cristo. Esto puede verse en las palabras que Wagner dirigió a Cosima: "Aún así es una obra religiosa eclesiástica - una obra de una ferocidad divina". La interpretación de "Parsifal" como un rito Masón - aún cuando esto tranquilice a algunos amantes racionalistas de la música - carece de credibilidad; no estamos ante una iniciación por partes y una jerarquía, sino ante un héroe completamente aislado: la revelación no es progresiva, ni se consigue mediante duras pruebas, aunque el progreso del cisne a Amfortas y de Amfortas a Kundry represente un movimiento de potencial a acción. Parsifal experimenta diferentes repeticiones de una misma cosa y de la misma conmoción, tan repentina y misteriosa como una redención. Sin embargo, este tema de redención resulta extraño para los Masones. La única interpretación aceptable en este caso es una puramente religiosa, y esto resulta bastante paradójico, pues Wagner nunca escribió en los géneros dedicados a la música de iglesia: la Misa, la Pasión, el Réquiem y a la Cantata. Pero esta extraordinaria exposición de adoración por medio de la cultura, esta deuda que el arte ha pagado a lo sagrado, sólo es posible porque la familiaridad con compasión representa el sentimiento religioso por excelencia. Tolstoy, en su "Krentzer sonata" culpa a la intoxicación musical de la infidelidad amorosa de su heroína, y da rienda suelta al rencor de la era platónica contra la música emotiva por ser demasiado oscura y despertar pasiones. Parece ser que, aquí también, Wagner, en su "Parsifal" y después de "Tristán", estaba realizando un enorme cambio, esta vez adaptando el poder de expiación a la música, una cualidad que contiene piedad, ese impulso nacido de la ternura carnal y desinteresada. Parsifal, la evolución Resulta poco sorprendente que la evolución de "Pársifal", la última y más madura obra de R. Wagner, y por lo tanto la más profunda y complicada que compuso, supusiera un largo proceso. Durante más d e 30 años, la obra fue madurando en él, hasta convertirse en una obra única que presentaba todo sus conocimientos y experiencias, tanto de su vida privada como profesional, y las aspiraciones que ni su vida ni su obra pudieron satisfacer. El embrión del tema de la obra, que está dominada por la idea cristiana de la compasión, puede verse ya en el esbozo de la
obra "Jesús de Nazaret", escrita por el joven Wagner cuando tenía el puesto de "Kapelmeister". En aquel entonces, Wagner creía que había encontrado su ideal de libertad artística en la ideología de los revolucionarios democráticos, a los que en 1.849 se unió en las Barricadas. Sin embargo, la concepción de la obra sobre Cristo, estaba menos relacionada con estos acontecimientos que con los cuadros y oratorios que representaban la cara humana de la figura de Cristo, el "Jesús de Nazaret" de la propia experiencia de Wagner. No obstante, no llegó a completar el esbozo. Quizás el tema no resultó ser el adecuado para su experiencia personal. Sólo la muy bien definida figura de María Magdalena como pecadora arrepentida era lo suficiente fuerte como para reaparecer en una generación posterior en la figura de Kundry. Mientras tanto, escribió nuevos esbozos relacionados con la religión. Cuando apareció "Tristán" (1.856), ya tocaba ideas budistas en "Die Sieger". Una muchacha Tschandala, que en una vida anterior había pecado debido a la falta de compasión, es finalmente aceptada en una comunidad de santos después de aceptar penitencia y la "Renuncia a las ganas de vivir". El mismo Wagner nos explica hasta que punto la elección de este tema se ha convertido en algo inseparable del estilo de composición que ha desarrollado ahora: "Además de la belleza melancólica de un tema tan sencillo, otro aspecto que me empujó a escogerlo fue la curiosa afinidad que este tema tenía con el proceso musical que yo tenía mientras componía. Ante el espíritu de Buda, el pasado (encarnaciones anteriores) de todas las criaturas que se encuentran con él se muestran de una manera evidente, como si estuvieran realmente presentes. La importancia de esta simple historia es que la vida anterior de la figura central que sufre, funciona como el presente inmediato de la nueva existencia. En seguida me di cuenta de que sería posible presentar estos sentimientos a través del continuo acompañamiento de una reminiscencia musical de esta doble vida, y ello me hizo decidir, con particular afección, dedicarme a escribir este poema". Así pues, no fue sólo la naturaleza ideal del tema, sino el hecho que resultaba apropiado para el "proceso que se desarrollaba mientras tanto" (la técnica de reminiscencia y "leitmotiv"), lo que atrajo al compositor. Sin embargo, al final, incluso el reino de Buda queda abandonado. En "Tristán e Isolda" aparece por primera vez la figura de Pársifal en el sufrimiento del héroe moribundo. El mundo de Pársifal, el mundo del Grial, ya había sido presentado en "Lohengrin": fue la primera intención de Wagner de que el mismo Pársifal apareciera ahora en "Tristán".
"En el último acto, introduje un episodio que, al final no resultó bien; la aparición de Pársifal en el lecho de muerte de Tristán, mientras va buscando el Grial. En la mente de Tristán, que a pesar de la herida no puede morir, se identifica con Amfortas, en la leyenda del Grial. Pero tuve que reprimirme en seguir por esta idea, para no distraerme de mi gran labor musical". Wagner compuso "Tristán e Isolda" y no se permitió "distracciones". Pero el tema principal de Pársifal, la idea de última redención "Redención del Redentor", ya había sido moldeada, y el tema de la redención, presente en todas sus obras anteriores, fue llevado a su nivel final, "masculino" de consciencia. Este tema le facilitó el marco ideal para el tema de la obra, con el cristiano medieval, el héroe Pársifal, y el mundo místico y santo del Grial. De hecho, "Los Maestros Cantores" y "El Anillo de los Nibelungos", se completaron antes de que el poema fuera finalmente publicado en 1.877. Pero no se hicieron cambios importantes entre 1.860, cuando escribió un esbozo para el Rey Luis II de Baviera, y Enero de 1.882, cuando se acabó la música. Los elementos principales de la obra estaban firmemente grabados en el espíritu de su creador y tan sólo esperaban el honor de ser "despertados". La idea de redención En su autobiografía, Wagner explica la experiencia que le inspiró los esbozos preliminares de "Pársifal": "El Viernes Santo (1.857 en Zurich) me desperté ante un sol resplandeciente: el jardín florecía, los pájaros cantaban, y al fin, podía sentarme en la baranda de la pequeña casa para disfrutar de la propicia tranquilidad que tanto había deseado. Inspirado por esta tranquilidad, de repente me acordé de que era Viernes Santo y recordé que la importancia de este recuerdo ya se me había ocurrido antes del "Pársifal" en Wolfram. No me había ocupado de ese poema desde que estuve en Mariembad (1.845) cuando ideé "Los Maestros Cantores" y "Lohengrin". Ahora su forma ideal se apoderó de mí por completo, y partiendo de mis pensamientos sobre el Viernes Santo rápidamente concebí todo el drama en 3 actos, y compuse un boceto de la idea". Así como "El Holandés Errante" evolucionó a partir de la idea de la Balada de Senta, y la obra de "Tristán e Isolda" creció a partir de un único compás que simbolizaba el proceso misterioso, de la misma manera se formó el proceso creativo en "Pársifal", inspirado por las más profundas facetas de la obra, la idea de la redención del mundo a través de la compasión, representada por el poder del misterio cristiano de la salvación.
Su idea del poder de redención del amor puro de una mujer, tal como se ve en Senta y Elisabeth, quedó enriquecido y profundizado por la ideología cristiana, y al final de su vida, se transformó en la idea de "redención del mundo por la compasión", revelada a él en su refugio de Zurich en aquella mañana de Viernes Santo. Todo ello aparece bajo forma musical en el Acto III de Pársifal en la mañana de Viernes Santo, sección con la que empezaban sus bocetos.
Wagneriana, 28. 1998
Sobre el significado de "Parsifal" Por Richard Wagner
Carta escrita a Mathilde Wesendonck el 30-5-1859 Me he dispuesto de nuevo desfavorablemente con respecto al poema de “Parzival”. Considerando bien las cosas, tengo la convicción de que se trata de un trabajo difícil en alto grado. Amfortas es el centro sobre el que gira el asunto principal. Meditando sobre él, se me hizo de pronto muy claro, cayendo en la cuenta que es semejante a mi Tristán del tercer acto, pero con una progresión de intensidad no imaginada aún. La herida ocasionada por la lanza y la otra que tortura su corazón, le causan tales sufrimientos que sólo aspira a lograr la muerte. En vano ha esperado la cura por medio de la adoración del Gral, mas el Gral no sólo no remedia sus torturas, sino que las aumenta, porque la contemplación le recuerda la inmortalidad. A mi juicio el Gral es el cáliz de la Cena, en el cual José de Arimatea recogió la sangre del Salvador crucificado. ¡Qué terrible significación adquiere así la situación de Amfortas con respecto a ese cáliz milagroso! El sufre una herida, ocasionada por la divina lanza en una pecadora aventura y debe seguir consagrando la sangre que manó un día del costado del Salvador al morir en la cruz, renunciando y sufriendo por la salvación del mundo. ¡Qué abismo entre un sufrimiento y otro! En éxtasis ante el maravilloso cáliz que enrojece con sublime y dulce resplandor, Amfortas siente renovarse en él la vida y alejarse la muerte anhelada. El vive y se reanima en su vitalidad, aunque la herida fatal le abrasa más que nunca. La adoración misma se ha convertido en dolor. ¿Cómo lograr el fin? ¿Cómo conseguir la liberación? En esa forma lleva sobre sí, como una carga, los sufrimientos de la humanidad entera por toda una eternidad. Es por eso que desea alejarse del Gral, desentenderse de él, en la locura de su desesperación. El lo desea para poder morir, mas, ha sido elegido para guardar el Gral. Y esta elección no la ha realizado un poder ciego, sino que recayó en él porque era digno. Nadie como él, reconocía la fuerza milagrosa del cáliz y su alma anhelaba como la de ninguna, contemplar el Gral, que le sobrecogía de admiración, proporcionándole el poder de vivir, al mismo tiempo que el sufrimiento eterno. ¿Deberé escribir todo esto y la música correspondiente? ¡Ah! no, gracias. Que otro intente tal empresa. Yo no llevaré sobre mis espaldas carga tan pesada.
Quien pueda realizarlo, lo hará seguramente al gusto de Wolfram (1). Es posible que pueda tener así alguna apariencias y hasta buena forma. Mas yo tomo estos asuntos más en serio. Y os referiré cómo el amigo Wolfram lo realizó a su manera, sin llegar a entender su verdadero sentido. El reúne un suceso con otro, encadenando aventura tras aventura. Asocia al asunto del Gral, hechos e imágenes curiosas y extravagantes, avanza por tanteos dejando a oscuras a quien quiere profundizar. Si alguien tratara de interrogarle seguramente hubiera contestado: “Si yo mismo no lo sé”. Se asemejaría a un sacerdote que celebrara su cristianismo en el altar mayor sin saber de qué se trata. Wolfram hizo su prematura aparición en una época bárbara y confusa, que oscilaba entre las antiguas creencias y las nuevas. En esa época nada podía madurar; cuando el poeta pretende ahondar se pierde en fantasmagorías desprovistas de sentido. Yo estoy completamente de acuerdo con Federico el Grande que al recibir la edición de Wolfram dijo al editor “que no debía importunarle con semejantes futilidades”. Es cierto que para ello es necesario haber vivido el verdadero sentido de la leyenda del Gral y estudiar luego la forma como la concebía un poeta como Wolfram. Esto es lo que yo he hecho hojeando vuestro libro, para llegar a indignarme de la incapacidad del poeta (yo hice la misma experiencia con Godofredo de Strassburgo, para “Tristán”). En todas las fuentes primitivas de la leyenda, el cáliz maravilloso es una piedra preciosa, particularmente en las narraciones árabes de España. Desgraciadamente hay que convenir que todas nuestras tradiciones cristianas tienen un origen exótico derivado del paganismo. Los cristianos supieron con gran sorpresa que los moros veneraban en la Kaaba de la Meca una piedra milagrosa (un cuerpo solar, caldo del cielo, un meteorito). Las leyendas de estos objetos misteriosos, fueron bien pronto interpretadas por los cristianos a su manera, relacionándolas con el viejo relato extendido en la zona meridional de Francia, según la cual, José de Arimatea había huido allí llevando el sagrado cáliz de la Cena. Esta tradición concordaba perfectamente con el entusiasmo por las reliquias de las primeras edades del cristianismo. Desde entonces, la leyenda adquirió su significado. Yo admiro mucho este bello rasgo de la tradición cristiana, de ideas así, el símbolo más hermoso de la esencia representativa de una religión. ¡Quién no se encontraría invadido de los sentimientos más intensos y sublimes, al conocer la existencia de ese cáliz, en el cual el Salvador, bebió al despedirse de sus discípulos y en el que no sólo se sentirá reconfortado sabiendo que él existía, sino que estaba destinado a que los justos pudieran contemplarlo y adorarlo. Por eso, la leyenda de que el Gral (corrupción de Sangre Real) sustentaba únicamente a los caballeros piadosos, proporcionándoles bebida y
alimento, es de una belleza incomparable, por el doble significado que adquiere ese sublime receptáculo de ser, además del cáliz de la Santa Cena, el emblema del sacramento más sublime del culto cristiano. Todo esto resulta incomprensible para nuestro poeta, cuya narración estaba influenciada por los mediocres romances de caballería franceses que eran imitados servilmente. Saque Vd. ahora conclusiones para el resto. Tan sólo existen algunas descripciones bellas, en las que sobresalen los poetas de la Edad Media, y tan sólo allí se encuentra una atmósfera de contemplación bien sentida. Pero el conjunto, a pesar de ello, es siempre confuso y estúpido. ¿Qué hacer ahora con Parzival? Porque Wolfram tampoco lo supo... Su alejamiento de Dios es tonto y mal justificado y su conversión satisface aún menos. La idea de la interrogación está presentada con muy poco gusto y carece de significado. Aquí, yo tendría que inventar todo. Y aún se presenta otra dificultad para Parzival; él resulta indispensable para desempeñar el papel de redentor en la salvación anhelada por Amfortas. Pero si el personaje de Amfortas es presentado bajo la nueva forma, adquiere un interés trágico muy grande, hasta tal punto, que se vuelve imposible colocar a su lado una segunda figura de interés principal. A pesar de ello debe encarnarla Parzival, si no se quiere estar obligado a hacerle aparecer, exclusivamente en la escena, como una especie de “deux ex machina” indiferente. De modo que es necesario colocar en primer plano el desenvolvimiento de Parzival, su sublime purificación, su espíritu predestinado por su naturaleza contemplativa y profundamente compasiva. Y como no imagino un plan tan extenso como Wolfram, debo concentrar todo en tres situaciones principales, de un contenido profundo, de tal suerte, que el complejo personaje sea tratado clara y distintamente, porque tal es la característica de mi arte. ¿Y yo emprenderé un trabajo semejante? ¡Dios me guarde! Por ahora renuncio a tan insensato proyecto. Que Geibel lo versifique y que Liszt escriba la música. Cuando mi antigua amiga Brunilda se precipite en el fuego, yo haré lo mismo, con la esperanza de un fin feliz. He ahí todo y amén. El Graal no me hará emprender un camino tan intrincado (2). Considere ésto como una conferencia para lo cual no ha tenido necesidad de acercarse a la ciudad de Zurich. (Traducción del Dr. Carlos J. Duverges (1897-1979) que se halla en la introducción a su traducción del libreto de “Parsifal” ). (1) Wolfram von Eschenbach, autor del poema sobre Parsifal en el que se basó Wagner. (2) Nota del Editor: Evidentemente fue el Graal el que le hizo emprender el camino.
Apéndice de "Lohengrin y Parsifal. Descripción e interpretación con arreglo a los escritos de Wagner". Versión de la 3ª edición inglesa. Barcelona, 1927. La leyenda del Santo Grial Por Alice Leighton Cleather y Basil Crump
Nuestro brevísimo estudio de Lohengrin y Parsifal quedaría incompleto si no se comprendiera claramente el origen y la significación de la tradición del Santo Grial. Esta hermosa leyenda, que ocupa lugar tan eminente en la mitología de los pueblos europeos, y en especial de los celtas, ha hablado a la imaginación de muchos poetas, pero a ninguno más poderosamente que a Ricardo Wagner. En su ensayo «Los Wibelungos: Historia del Mundo según la Saga» (1848, Obras en prosa, vol. VII) se habla del origen y significación de la Caballería ideal en relación con el mito de los Nibelungos, el Grial y la raza franca. Wagner había deseado, después de escribir Lohengrin, «infundir vida poética al emperadorhéroe1 en nuestra escena dramática». Tenía que haberlo hecho en un drama hablado, porque Wagner consideraba el tratamiento musical inadecuado para un tema histórico-político. Pero sus estudios le hicieron ver que debía continuar por la senda primeramente abierta por la fábula de El Holandés Errante -la del drama musical simbólico,- y así, abandonando a Federico en favor de Sigfredo, se vió gradualmente conducido al proyecto y ejecución de la magnífica trilogía de los Nibelungos. El ensayo «Wibelungen» fué el resultado de sus estudios, y revela la maravillosa facultad del maestro de penetrar en los mismos cimientos de un asunto. Así, con certero instinto, nos muestra el nacimiento de las primeras razas en el Este bajo la tutela de los «troncos-padres nacidos de los dioses». «Su procedencia del Este -dice Wagner- ha subsistido en la memoria de los pueblos europeos desde los más remotos tiempos: las Sagas conservaron esta tradición, si bien muy desfigurada. El mantenimiento del poder de los reyes en las diferentes naciones, su restricción a una raza favorecida.., debieron de tener una honda base en la conciencia del pueblo; se basaban en la memoria del prístino
hogar asiático... La leyenda de una ciudad o castillo primitivos, construidos por la más remota raza humana, y rodeados de paredes ciclópeas para guardar a su más santo fetiche, se encuentra en casi todas las naciones del mundo, y especialmente en las que podemos presumir se diseminaron hacia el Oeste desde aquellas primitivas colinas de Asia. ¿Es que no existió verdaderamente el arquetipo de esas ciudades fabulosas en el remoto hogar de esos pueblos? Seguramente hubo una ciudad antiquísima y amurallada que guardó en su seno la más antigua y venerable raza, el manantial de todo patriarcalismo, esto es, de la Realeza unida al Sacerdocio.»2 En Federico Barbarroja reconoce Wagner «al representante de la última Realeza popular primitiva y racial» , a un «Gobernante del Mundo» , a quien de todos los países acudían embajadores de Reyes con valiosos dones como homenaje a su poder imperial. Pero Palestina hizo llegar a sus oídos el grito para que salvara el Santo Sepulcro. A la Tierra de la Mañana volvió Federico su mirada; una fuerza irresistible lo condujo a Asia, a la cuna de las naciones... Había oído maravillosas leyendas de una región magnífica en lo más hondo del Asia3 , en la remota India; de un Rey-Sacerdote divino y primitivo, que gobernó allí a un pueblo puro y dichoso, inmortal porque tenía una milagrosa reliquia llamada el Santo Grial. ¿Podría él recobrar allí la perdida Visión de Dios, ahora monopolizada por ambiciosos sacerdotes con arreglo a su antojo? «El viejo héroe renacio en él; con espléndida hueste de guerra marchó al través de Grecia. Podía haberla conquistado -¿quién lo impedía?- pero sin descanso se sentía impulsado a la remota Asia. Allá en un campo de batalla quebrantó el poder de los sarracenos. La tierra prometida se extendía ante él indisputada; sin poder esperar la construcción de un puente volante, avanzo impaciente hacia el este, y a caballo se lanzó al río: nadie lo volvió a ver. »Desde entonces, corrió la leyenda de que el Custodio del Grial había traído realmente la sagrada reliquia a Occidente. Grandes maravillas había realizado. En los Países Bajos... había aparecido un Caballero del Grial (Lohengrin), pero se desvaneció cuando le preguntaron cosas prohibidas acerca de su origen; luego el Grial fué llevado por su antiguo custodio al remoto Oriente, y quedó custodiado una vez más en un elevado Monte de la India... La espiritual ascensión del Tesoro al Grial fué realizada en la conciencia germánica, y el Grial, por lo menos en el significado que le dan los poetas alemanes, debe considerarse como el representante o sucesor ideal del Tesoro de los Nibelungos. Este también procedía de Asia, de la morada primitiva de la humanidad; Dios lo había conducido a los hombres como dechado de santidad.
»Era de capital importancia que su custodio fuera Sacerdote y Rey a un tiempo, esto es, un Maestro (Oberhaupt) de toda Caballería espiritual, tal como fué traído del Oriente en el siglo XII... Desde entonces la demanda del Grial reemplaza al Tesoro de los Nibelungos, y cuando el mundo occidental, no satisfecho con él, pasó más allá de Roma y del Papa para hallar su lugar de salvación en la tumba del Redentor en Jerusalén; cuando, no satisfecho ni aun allí, lanzó su anhelosa mirada, entre espiritual y física, aun más allá, hacia el Este, para hallar el primer santuario de la humanidad, entonces se dijo que el Grial se había retirado del impúdico oeste a la pura, casta e inaccesible tierra nativa de todas las naciones.» En lo anterior conviene observar que Wagner adopta la tradición que coloca la morada permanente del Santo Grial en un «elevado monte» de la India. Y esto, junto con el relato que él hace de su origen oriental, casa íntimamente con algunas de las versiones expuestas por eminentes eruditos. Émile Burnouf, por ejemplo, escribe: «La única leyenda verdadera del Vaso (o Copa) sagrado, es la que puede seguirse desde el día de hoy, remontándose hacia lo pasado, en las Escrituras cristianas, griegas, persas y budisias, hasta los himnos vedas, donde se halla su significado»4 . También Rosenkranz, Simrock y otros están de acuerdo con Burnouf en que esta tradición es principalmente oriental; aunque no cabe duda de que la tradición cristiana, habiéndose apropiado la leyenda, sigue la versión de Chrestien de Troyes, que elimina el elemento griego y le da una base completamente cristiana. Nutt5 , sin embargo, dice que «Wolfram von Eschenbach... nacido en los últimos treinta años del siglo XII... conoció bien el poema de Chrestien, y repetidas veces se refiere a él, pero con gran desprecio, por ser una versión falsa de la historia». Por los recuerdos del pasado parece ser que los eslabones de la cadena de pruebas conducen, a través de España y de los Caballeros Templarios, a San Juan el Divino, y de él, por los Esenios, hacia el Este. Un escritor reciente6 indica que el norte de España estaba invadido, durante la edad media, por el Misticismo Arábigo, y que Guiot de Provins -o, como lo llama Wolfram von Eschenbach, Kyot, «estudió algún tiempo en España, en Toledo, bajo eruditos filósofos árabes». Allí encontró un libro arábigo que «contenía la historia del Santo Grëalz». Este volumen estaba escrito con caracteres desconocidos, los cuales tuvo que aprender Guiot. Después de leerlo, empezó éste a buscar en las tradiciones de otros países, Bretaña, Francia e Irlanda, y encontró las leyendas de esto en ciertas viejas Chroniques d’Angevin (Anjou). Se valió de éstas como de una
corroboración, e introdujo elementos occidentales en su historia; pero, según insisten a una Warton y Görres, la escena de la mayor parte de ellas se halla en Oriente, y una gran parte de los nombres son de origen oriental. El doctor K. Sirnrock7, eminente erudito alemán, apunta que la tradición del Grial es la base de la enseñanza secreta de los Templarios, entre los cuales y los Esenios había cierta relación, pues existe una leyenda de que Jesús -que, según la misma leyenda, habría sido instruido por los Esenios - eligió a ciertos discípulos suyos y les confió una ciencia secreta, más adelante enseñada a los sacerdotes de la Orden de los Caballeros del Temple. Rosseti, que escribía en 18348 dice: «¿Por qué fueron los Templarios, que pertenecían a las más ilustres familias de Europa, sacrificados a centenares en diferentes países...? La historia nos lo dice: porque pertenecían a sociedades secretas, y profesaban doctrinas enemigas de Roma». Parece ser que la metempsicosis y la preexistencia del alma eran parte integrante de su sistema9; y, como nos dice Lecky10, «la doctrina de la transmigración era categóricamente rechazada por los católicos». En el siglo pasado el Padre Grégoire11, escribiendo sobre las doctrinas religiosas y filosóficas profesadas por los Caballeros Templarios, dice que Jesús fué educado en la Escuela de Alejandría y que había sido instruido en «los misterios y jerarquía de la iniciación egipcia», transmitida a los judíos por Moisés. Que más tarde, Jesús puso a sus discípulos bajo la autoridad de San Juan, que nunca salió del Este; y que aquellas secretas enseñanzas, que «el discípulo amado» transmitió a sus sucesores los cristianos primitivos o juanistas, y que éstos conservaron religiosamente, fueron por fin el origen de la fundación de los Templarios. Porque en 1118, cuando los Cruzados llegaron a la defensa de los Santos Lugares, Hugo de Payens fué reconocido por sus virtudes y su elevada personalidad como digno custodio de la enseñanza secreta, y él fué quien fundó la Orden. Podemos también seguir esta leyenda juanista en la masonería, pues se dice que fué transmitida por los Templarios a las Cofradías Constructoras de la edad media, y así a los actuales francmasones del rito sueco. La íntima conexión de los Templarios con la masonería es reconocida por varias autoridades de la historia. Baste decir aquí que Wagner viste a los Caballeros del Grial, en Parsifal, con el hábito Templario, e introduce ciertos detalles masónicos en el drama. Evidentemente, además, tenía en la mente esta relación masónica cuando escribió lo siguiente: «Así como el rey es el primero que ostenta el más alto grado de las Ordenes, así se le considera el Gran Maestre de una logia actual
(Ordenskörper)... Como Gran Maestre de la Orden que suponemos, que ya existiera in potentia y no necesitara más que ser despertada a una vida de confraternidad positiva - una orden en la cual, exactamente como en las más primitivas de estas comunidades, aun los mayores servicios no habrían de dar derecho a ser admitido sino con la condición del voto de perseverante adhesión a fines más altos y altísimos-, el rey sería el eslabón viviente entre su tendencia ideal y la tendencia realista del Estado, y habría conquistado la atmósfera indispensable para su movimiento: un cuerpo de hombres de igual espíritu, eméritos (eximirten), esto es, libertados por su propio sacrificio de la ley común de la conveniencia, obligados a servirle sin reserva, y a cumplir su voluntad» (Obras en prosa, vol. IV). Además, con especial referencia a los Caballeros del Grial de Parsifal, dice Wagner, escribiendo sobre la primera representación en Bayreuth en 1882: «Buscábamos el significado del Rey, en esta Compañía de Caballeros, en el verdadero sentido de la palabra «rey» como cabeza de la raza, y elegido como tal para ser el defensor del Grial; no debe guardar distinción con el resto de los Caballeros, salvo por la significación mística de la alta función reservada para él solo, y la carga de padecer, que nadie sino él podía medir». Es imposible, en tan pequeño espacio como el de este libro, hacer otra cosa que indicar brevemente dónde pueden encontrarse siquiera algunos de los testimonios que corroboran las opiniones sustentadas por Wagner; y así llegamos ahora al último eslabón de la cadena de pruebas que es posible dar aquí; un eslabón que nos lleva a esa «distante tierra de Oriente» de que nos habla, y a ese «misterioso personaje» - el Preste Juan - que, como dice el doctor Simrock, está tan íntimamente relacionado con la leyenda del Santo Grial. Acerca de él poco parece saberse concretamente, salvo la exaltada naturaleza de su cargo y su gran sabiduría y pureza de carácter. Cada rey sucesivo del Grial parece haber tomado este título, porque cuando la Hermandad del Grial deja a Monsalvat por la India, Parzival tiene que asumirlo. Dice San Marte12: «El paso del Grial a la India y la transformación de Parzival en el Preste Juan es importante de observar... No se nos dan detalles de este misterioso personaje, cuya existencia, no obstante, no se puede poner en duda... Los Nestorianos le llamaban el Rey Johannes». En el poema titulado Der jüngere Titurel13 se trata muy minuciosamente del paso de los Caballeros del Grial a los reinos del Preste Juan. «En esta obra no es Parzival el personaje en torno del cual se agrupa el principal interés, sino Titurel y su raza, cuando siguen al Fundador; luego, cuando empieza el oscurecimiento del
fervor espiritual y se generaliza más el derrumbamiento del tipo de pureza, las pocas y afligidas almas caballerescas, los Templarios, con oraciones y ayunos hacen preparativos para volver al Este, de donde había venido su primitiva inspiración. Conducidos por Parzival, pasan de Occidente a Oriente»14. Pero hay un punto importante que, como se habrá visto, resulta expuesto mucho más claramente por Wagner que por las demás autoridades que hemos podido examinar, a saber: que el Grial procedía originariamente del Este; y que fué traído de su primitiva fortaleza de la India (probablemente en el Himalaya) y colocado en el santuario de Monsalvat, en los Pirineos, para difundir su luz y su sabiduría por los países occidentales. Cuando la misión hubo terminado, la Hermandad se volvió de nuevo a Oriente con la Copa sagrada. Acoplando esto con la tradición juanista y lo que Wagner dice respecto de la asociación de la leyenda del Grial con el sacrificio de Jesús, parece indicado con bastante claridad que las dos tradiciones estaban íntimamente relacionadas, si es que no tenían un origen común. ______ 1 Federico Barbarroja. 2 Aquí tenemos el germen de la idea del Rey-Sacerdote de la Hermandad del Grial, que Wagner personificó y desarrolló después en Parsifal. 3 Las antiguas tradiciones chinas hablan de Si-dzang, en el Tibet, como el gran centro del saber místico desde tiempo inmemorial. Allí fué donde el sabio emperador Yu (2207 a. de J. C.) obtuvo su conocimiento de «los Grandes Maestros de la Cordillera Nevada». 4 Le Vase Sacré et ce qu’il contient: dans l’Inde, la Perse, la Grèce et dans l’Église Chrétienne; avec un appendice sur le Saint Graal (París, 1896). 5 Studies on the Legend of the Holy Grail, 1888. 6 Traces of a Hidden Tradition in Masonry and Mediaeval Mysticism, Londres, 1900. 7 Parzival und Titurel, Rittergedichte von Wolfram von Eschenbach, Stuttgart y Tubinga, 1842. 8 Disquisitions on the Anti-Papal Spirit which produced the Reformation, Londres, 1834. 9 Véase en la página 12, últimas líneas, la cita de la carta de Wagner a Augusto Roeckel; véase también la manera como introduce el tema en Parsifal. 10 History of European Morals, Londres, 1877. 11 Histoire des Sectes Religieuses, París, 1828. 12 Nene Mitteilungen aus dem Gebiete historisch-antiquarischer Forschungen, II, 36. 13 A. von Scharffenberg (1270). 14 Traces of a Hidden Tradition in Masonry and Mediaeval Mysticism, Londres, 1900.
_____ Lohengrin
En nuestro libro sobre Tannhäuser y Los Maestros Cantores de Nuremberg, citamos las observaciones de Wagner acerca de la necesidad de una dicción y ejecución excelentes, así como de una buena voz, para el papel de Tannhäuser. La misma combinación se necesita para Lohengrin, unida al suficiente magnetismo personal para comunicar al espectador una atmósfera de espiritualidad y de
misterio. Como dijo Wagner a Liszt cuando lo estaba dirigiendo en Weimar: «Mirar a Lohengrin ha de dar escozor en los ojos». Y luego, escribiendo en 1850 a un amigo, dice: «Lo más importante de todo, para el cantante de Lohengrin, es la escena final del último acto todo su efecto depende de la maestría del actor en tan difícil arte. Al principio de esta escena, y en su acusación a Elsa, tiene que mostrarse terrible en su severidad, como un dios que castiga. Pero después de su narración y de la revelación de su origen, desde las palabras: «¡Ah, Elsa! ¿Qué me has hecho?», toda su severidad de dios debe perderse para no dejar sino el más intenso dolor humano. Debe poner la más honda, la más desgarradora, la más emocionante pasión en todo el horripilante contenido del final de la obra, hasta el momento de la partida. Él sólo puede producir el efecto deseado, y nadie más; lo restante vendrá por sí mismo. Si queda un corazón sin conmoverse, será suya la culpa.» Liszt escribe, con notable penetración del personaje de Elsa: «Elsa nos atrae quizá más que cualquier otro individuo de esta familia de hermosas inquiridoras, por causa de su ingenua pureza y del humilde y ferviente abandono de su amor. Por fortuna no tenemos aquí una discutidora femenina, una indépendante que propugna los Derechos de la Mujer, y que, deseando examinarlo todo y enjuiciarlo todo, abdica necesariamente del altísimo privilegio de la inspirada clarividencia: esa presciencia instintiva sólo concedida al Corazón cuando, en lugar de seguir la guia del Intelecto, presta a este último su propia luz rarísima. Elsa no busca nunca, en sonoros hexámetros, entronizar los intereses de su dignidad. Ama con una sencillez adorable, y sólo el temor de perder a su amado es lo que la arroja al frenesí, a la rebeldía y al perjurio. Antes de este momentáneo extravío, Elsa sentía, como lo proclamaba, la identidad del Amor y la Fe». El subrayado de este pasaje es cosa nuestra; porque en el texto copiado, Liszt expresa, con extraordinaria visión interna, la esencial diferencia entre la Intuición y el Intelecto, entre el Corazón y la Cabeza. El mismo Wagner tenía una comprensión igual, por no decir mayor, de esta esencial diferencia. Lo demostró claramente en sus dramas simbólicos, a contar desde El Holandés Errante. El Holandés puede conseguir su redención de manos de «una mujer que, con el amor más grande- escribe en la «Comunicación» -se sacrifique por él. Así el anhelo de la muerte le espolea a buscar a esa mujer; pero ella no es ya la casera Penélope de Ulises, a quien cortejaban en los días de antaño, sino la quinta esencia de lo femenino, la Mujer infinitamente femenina, aun no manifestada, la anhelada, la soñada; por decirlo en dos palabras: La mujer del Porvenir» (Obras en prosa, vol. 1).
Hasta qué punto era amplio y universal este concepto de la feminidad en Ricardo Wagner, se puede ver más claramente, poco después, en el mismo ensayo, cuando habla de su anhelo de su tierra alemana: «Era el anhelo de mi Holandés Errante por das Weib, la mujer redentora, cuyas facciones no se me habían presentado nunca en contorno definido, pero que flotaba ante mi vista como el elemento de la feminidad en su más amplio sentido». Escribiendo acerca del tiempo en que Wagner estaba bosquejando la música de Lohengrin y dedicándose a su distracción favorita, la lectura, dice su biógrafo Glasenapp: «Pocos germanistas profesionales pueden haber estado tan versados en el legendario saber de las razas teutónicas, en sus antiguas costumbres, lenguaje y usos, como el poeta de Tanhäuuser y Lohengrin; y esta profunda familiaridad con los antiguos ritos feudales y judiciales germánicos, estampada en la obra desde el principio al fin, da a Lohengrin ese dejo peculiar de realidad que lo distingue de todos los demás libretos». El mismo Glasenapp dice en otra parte: «En literatura, Wagner sabía todo lo digno de saberse, desde las obras de los tiempos antiguos hasta las más recientes producciones aun de la escuela llamada «elegante», con gran asombro de sus amigos, que ni aun en esto podían nunca presentarle una novedad; lo que uno mencionaba por primera vez era cosa ya sabida para Wagner, que tenía ya su opinión propia sobre ella». El término «Zukunftsmusik» (Música del Porvenir) que Wagner cita a la cabeza de su carta a un amigo de París, Fr. Villot es una cita falseada deliberadamente en una crítica hostil del título del gran ensayo de Wagner «La Obra de Arte del Porvenir», en la cual muestra las funciones propias de la Poesía, de la Música de la Mímica y de otras Artes en el drama perfecto. La frase ha subsistido hasta el día de hoy (aun atribuida a Wagner por los mal informados) y ha dado origen a infinitos errores acerca de sus fines y de su obra en el campo del arte dramático. Nos dice Wagner que, cuando estaba desterrado en Zurich y habían aparecido ciertas noticias favorables de la representación del Lohengrin por Liszt en Weimar, «cierto profesor Bischoff se presentó en la Kölnische Zeitung como fundador de un sistema de difamación proseguido desde entonces en contra mía; ese caballero se apoderó de mis escritos sobre el arte, y retorció mi idea de la «Obra de Arte del Porvenir» convirtiéndola en la absurda pretensión de una «Música del Porvenir», una música, en verdad, que sonaría bien con el transcurso del tiempo, por mal que sonara ahora... Piense usted, pues, con qué gigantesca pertinacia debió de formarse y divulgarse esa ridícula calumnia, al ver que en casi toda la prensa europea, a pesar de la actual difusión y popularidad de mis óperas, retoña de cuando en cuando con renovada fuerza - tan indiscutida como irrefutable, - tan pronto como se menciona mi nombre» (Obras en prosa, vol. III, pág. 103).
Parsifal Con respecto a la mezcla de budismo y cristianismo en este drama, aunque hemos visto que Wagner estaba ya familiarizado con la religión y la filosofía orientales en la época de Lohengrin, parece ser que se familiarizó más con el budismo gracias a los escritos de Schopenhauer. En 1855 cuando acababa de leer «El Mundo como Voluntad y Representación», escribió largas cartas a Roeckel y a Liszt, en las cuales habla de sús principales ideas en relación con los principios fundamentales del Cristianismo y del Budismo. A Liszt por ejemplo, le escribe que «las investigaciones modernas han conseguido demostrar que el cristianismo puro y sin mezcla era sólo una rama de ese venerable budismo que, después de la expedición de Alejandro a la India, se divulgó por las orillas del Mediterráneo1. En el cristianismo primitivo vemos claras huellas de la perfecta negación de la voluntad de vivir, del anhelo de la destrucción del mundo, esto es, de la cesación de toda existencia». Y escribiendo a Roeckel exclama: «... ¡Cuán divino es el reconocimiento de la vanidad y de la nada de este mundo, manifiesto en la idea originaria del cristianismo, y cuán sublime es la doctrina de Buda, que nos unifica por la compasion con todos los seres vivientes! » Esta doctrina se imponía con fuerza singular a la mente de Wagner, como cosa natural, por razón de lo intensamente que detestaba la crueldad con los animales. Esto era probablemente resultado de un incidente ocurrido siendo Wagner muy joven, cuando asistió a la única expedición de caza de su vida. Wolzogen lo refiere en su Richard Wagner und die Thierwelt. Siempre lleno de vida y de energía, el mozo había consentido en que sus compañeros de holgorios lo llevaran a la caza. Se levantó una liebre, y su poco experta mano disparó al tuntún contra la pieza; no supo si la había acertado o no, pues todos sus pensamientos estaban absortos en la excitación de un insólito deporte. Más tarde, cuando él y sus camaradas se hallaban almorzando alegremente al aire libre, un lebratillo herido se arrastró por cerca de ellos; la elocuencia de sus lastimeros ojos dijo a la conciencia del joven que aquella era la víctima de su irreflexiva diversión. No pudo nunca olvidar la mirada de angustia de aquel pobre sér, ni volvió jamás a empuñar un arma contra un animal» (Vida de Wagner, Glasenapp y Ellis, vol. I, página 142). _____ 1 Kakasu Okakura, el erudito autor japonés, en su obra «Los Ideales del Este», dice, con respecto al budismo, que su mismo poder de adaptación y crecimiento «constituye la grandeza de ese sistema, que no sólo domina el Asia Oriental, sino que llevó sus semillas hace mucho tiempo a florecer en el desierto de Siria, y en
la forma de cristianismo completa la circunvalación del mundo, con su fragancia de amor y de renunciación». Ejemplos de los poemas Lohengrin El estilo es en su mayor parte análogo al de Tannhäuser, con rimas sucesivas y finales; pero la tendencia a emplear versos más cortos hace presentir El Anillo. El verso suelto se usa también en muchos pasajes:
REY ENRIQUE: Ruft die Beklagte her! Beginnen soll nun das Gericht! Gott lass mich weise sein! LOHENGRIN: Nie sollst du mich befragen, noch Wissens Sorge tragen, woher ich kamm der Fahrt, noch wie mein Nam’ und Art! EL REY Y LOS NOBLES: Ruhm deiner Fahrt! Preis deinem Kommen! Heil deiner Art, Schützer der Frommen! LOHENGRIN: In fernem Land, unnahbar euren Schritten, liegt eine Burg, die Monsalvat genannt; ein lichter Tempel stehet dort inmitten, so kostbar, als auf Erden nichts bekannt.
Parsifal Este poema es muy parecido, en su fusión de los últimos procedimientos de Wagner, a Los Maestros Cantores. Los versos varían continuamente de metro, de
una o dos a once sílabas; con frecuencia carecen de rima, y se usan también las dos clases de rimas finales. Representa el fruto de la evolución de Wagner como poeta-músico en su admirable flexibilidad, expresión y adaptación al tratamiento musical. GURNEMANZ: Oh, wunden-wundervoller heiliger Speer! Dich sah ich schwingen von unheiligster Hand! .................................... Titurel der fromme Held, der kannt' ihn wohl. Denn ihm, da wilder Feinde List und Macht des reinen Glaubens Reich bedrohten ihm neigten sich in heilig ernster Nacht dereinst des Heiland's sel'ge Boten. AMFORTAS: Erbarmen! Erbarmen! Da Allerbarmer, ach, Erbarmen! Nimm mir mein Erbe, schliesse die Wunde, dass heilig ich sterbe, rein Dir gesunde! KUNDRY: Bekenntniss wird Schuld und Reue enden, Erkenntniss m Sinn die Thorheit wenden: die Liebe lernen kennen, die Gamuret umschloss, als Herzeleid's Entbrennen ihn sengend überfloss: die Leib und Leben einst dir gegeben der Tod und Thorheit weichen muss, sie beut' dir heut' als Muttersegens letzten Gruss
der Liebe - ersten Kuss. PARSIFAL: Auf Ewigkeit wärst du verdammt mit mir für eine Stunde. Vergessen's meiner Sendung, in deines Arm's Umfangen! Auch dir bin ich zum Heil gesandt, bleib'st du dem Sehnen abgewandt. Die Labung, die dein Leiden endet, beut nicht der Quell, aus dem es fliesst das Heil wird nimmer dir gespendet, eh' jener Quell sich dir nicht schliesst.
EL “PARSIFAL” DE WOLFRAM VON ESCHENBACH Por Xavier Nicolás EL “PARSIFAL” DE WOLFRAM VON ESCHENBACH Por Xavier Nicolás Dificilmente se puede hablar del “Parsifal”, desde cualquier punto de vista, sin mencionar en algún momento a Wolfram von Eschenbach. Aunque no excesivamente conocido por el gran público, este trovador alemán, este Minnesänger, es una de las piezas claves para entronizar el mito del “Parsifal”, y su obra quedará siempre como un “clásico” en el tema. (1) ¿Qué sabemos de Wolfam von Eschenbach? Realmente no demasiado, aunque lo suficiente para afirmar que fue uno de los más importantes trovadores alemanes de la época de la Wartburg, y que sus odas y composiciones fueron muy loadas en su época. Podríamos afirmar como J. Fastenrath: (2) “Descubríos ante la figura sublime del cantor de lo eterno, Wolfram von Eschenbach, que, sin ser un asceta, se remontó a las alturas de lo sobrehumano, a las regiones del mítico Grial...”. Al parecer, fue un caballero, de aquellos a los que gustaban las justas y torneos , siguiendo las máximas de Ramón Llull. No se sabe a ciencia cierta cuando nació, pero se cree que a finales del Siglo XII. Su patria natal fue Baviera, y Eschenbach su pueblo, habi endo vivido gran parte de su vida en Ansbach. Según parece a su pueblo natal se le dió hace unas décadas el nombre de Wolframseschenbach en su memoria, y se erigió un monumento en su honor. De su producción literaria, su obra más conocida es este “Perceval el Galés”, pero también dejó otras dos, inconclusas: “Titurel” y “Willehalm”, así como otras obras menores. Lo más curioso del caso es que, según cuentan, Wolfram von Eschenbach no sabía ni leer ni escribir, (3) lo cual no deja de ser chocante. Al parecer se hacía leer las obras (de tradición oral y escrita) y poseía una prodigiosa memoria. Era una mezcla de caballe ro medieval y de poeta, de monje y guerrero, “reunía en su persona elementos caballerescos, y populares, laicos y eclesiásticos; tenía por única riqueza el arte que le dió Dios por única fuente de sustento, el canto; respirando sus poemas la fresca atmósfera del bosque y de las montañas”. (4) Se cree que concibió su Parsifal a principios del Siglo XIII, en la Wartburg, mítico castillo, cuna de poetas y trovadores; y que lo fmalizó en 1215. Allí, en este castillo, donde estos cantores al Amor, estos Maestros Cantores, cuyas tres reglas principales, Dios, su señor y la mujer ama da, constituían la fuente de sus inspiraciones, compuso Wolfram su magna obra. Pues él fue el príncipe de los trovadores, la máxima figura junto a Walter von der Vogelweide y Heinrich Tannhäuser. Richard Wagner, el gran músico, también puso su atención en él, y lo inmortalizó en su obra “Tannhäuser”, mostrándonos aquí a un Wolfram piadoso y compasivo, caballeresco y receptáculo de virtudes, y máximo exponente de la Renuncia. Ya Wagner tuvo un primer contacto con la obra de Wolfram von Eschenbach allá por los años de 184445, cuando ya empezaba a gestar su “Lohengrin”: “Con un libro debajo del brazo (los poemas de Wolfram von Eschenbach) me adentraba en el bosque y, tumbado a orillas de un riachuelo, me distraía en compañía de Tliturel y Parsifal, personajes de estos poemas tan extraños, y, sin embargo, tan familiares, de Wolfram”. (5).
Wagner, como en muchas otras ocasiones, supo captar genialmente lo mejor de este personaje histórico, y lo plasmó en su obra de una manera especial, conmovedora. Wolfram es aquí el símbolo de la Renuncia, -como Hans Sachs en los “Maestros Cantores” es el signo de la Amistad- y de la Fidelidad a Tannhäuser. Sus palabras, en el tercer acto, cuando contempla el sufrimiento de Elisabeth, son de una belleza exponente de esto que acabo de decir; es su angustia del pesar ante el dolor de Elisabeth (a quién él ama profundamente) por Tannhäuser, su fiel amigo: “¡Oh Dios del cielo, que puede verle! ¡Si este consuelo no he de encontrar dale al menos fuerza para sufrir!” (6) Y finalmente será él, con sus palabras, con la sola mención del nombre de Elisabeth, quien hará que Tannhäuser se redima, se libere. J. Mª. Serra de Martínez definió en breves palabras el espíritu de Wolfram: “Es el representante único de la amis tad cristiana. Toda su vida y su o bra no va dirigida a otro fin que defender, que redimir al amigo, a salvar a Tannhäuser. Su heróico renunciamiento y su acción de caridad con el prójimo le convertirán en modelo de abnegación y sacrificio, y su nombre será venerado como héroe de la verdadera amistad”. (7) Ciñéndonos ya a la obra “Parsifal” de Wolfram von Eschenbach, y visto mucho de lo que sobre el tema se ha escrito, podemos afirmar que es la obra cumbre, junto a la de Chrétien de Troyes (8), sobre este mítico personaje. La historia, desde sus orígenes hasta el fmal del ciclo, difiere y diverge del resto, aunque manteniendo ciertos puntos de contacto. Voy a tratar de desglosar la historia de este “Parsifal” de Wolfram, no exhaustivamente, pero sí paso a paso. Se inicia la obra de Wolfram con la historia del padre de Parsifal, Gamuret (9), hijo de noble estir pe, del rey Gandin. Su vida es el eterno combate, su fin, la gloria. Y para ello decide marcharse a Oriente a ensalzar más su nombre, si cabe. Así va a parar al reino de Zazamanc, donde tras una serie de fortuitos combates, acaba casándose con Bélacâne, una reina mora. Pero pocas felicidades le esperan en este matrimonio, ya que semanas después, Gamuret parte de nuevo en pos de más combates y hazañas, dejando en Zazamanc a su esposa y a un hijo por nacer. Pasado el tiempo reglamentario tiene lugar el nacimiento de este niño, quien, por prodigio divino, nace con la piel de dos colores, blanca y negra. Su nombre será Feirefiis, y tendrá un papel muy importante en el contexto de la obra. Este será el hermano de Parsifal. De vuelta a Europa, pasa a España Gamuret, saludando al rey de allí, Kaylet, primo suyo; y va hacia las Galias donde se celebran unos torneos en honor de su reina, Herzeloide. El premio al vencedor será la mano de la reina, aún doncella, y su reino. Gamuret gana las justas, y muy a su pesar, pues ya estaba casado con Bélacâne a quien echaba mucho de menos, se casa con Herzeloide. Pero de nuevo Gamuret, eterno errante, viajero infatigable, se va en busca de la diosa Fortuna. Esta vez es Bagdad su meta, y es allí donde al fin encontrará su muerte, este noble caballero, que “descendía de una raza de hadas” según Wolfram (10). Y de nuevo este caballero medieval cristiano, este héroe de héroes, vuelve a dejar otro sucesor, esta vez en el seno de Herzeloide, el que será nuestro joven Parsifal. Es curioso constatar, cuando Wolfram nos hace la descripción fisica de Parsifal a lo largo de la obra, la belleza del héroe. A juzgar por sus palabras, era el más bello y honrado caballero del mundo. Todos cuantos le ven, caballeros y damas, reyes y vasallos, amigos o enemigos; todos coinciden en esto: “De todos los hombres que yo haya visto, él es ciertamente el más bello y mejor hecho”, “todos pudieron convencerse que no había en el mundo criatura más bella”, “Dios había trabajado con amor el día que creó a Parsifal, el héroe sin miedo”. (11) Hecha esta salvedad, y volviendo al hilo de l a historia, tenemos que, una vez muerto Gamuret, Herzeloide se retira a un bosque profundo, lejos del mundanal mido, con su hijo, en el país de Soltane.
Con un reducido séquito, instruído para que nadie revele nada al muchacho. De este niño, que recorre el bosque con su arco y flechas, cazando animalillos, vamos a resaltar dos virtudes que van a ser los puntales de su personalidad: la compasión y la ausencia de miedo. Recordemos aquí la escena del “Parsifal” wagneriano en que el joven inocente mata a un cisne y los remordimientos tras la reprimenda de Gurnemanz. Del mismo modo, a lo largo de la obra, se repiten escenas semejantes, iniciadas ya en su tierna infancia tras la muerte de un pájaro. Asimismo, como Sigfrido, Parsifal desconoce el miedo, y su temeridad raya con la inocencia, candor infantil que le hace decir, mientras camina por lo más profundo del bosque y oye ruidos extraños: “¿Qué ruido es ese? ¡Ah! ¡Si fuese el Diablo! Quisiera que apareciese por aquí, con toda su maldad y cólera. No dudaría ni un instante en atacarle”. (12) Su primera visión de cuatro caballeros, en medio del bos que, le fascina por sus armaduras brillantes y sus espadas. A sus infantiles ojos semejan Dioses. Es su primer encuentro con la caballería andante, y lo que hará que decida su camino a seguir. Quiere ante todo ir a la corte del Rey Arturo que le mencionaran esos caballeros; aquel rey de reyes que le armará a él caballero. Esta súbita marcha de Parsifal, tan esperada como temida por Herzeloide, provocará su muerte, acontecimiento del cual Parsifal no tendrá noti cia hasta mucho tiempo después. Desde su primer combate con Ither de Gahaviez, Parsifal irá errando de aquí para allá en busca de gloria y renombre, venciendo a cuantos se encuentre en su camino. Tendrá un buen maestro de armas, Gornemant de Grahars, personaje que aquí nos aparece con diferente aspecto al del drama sacro de Wagner. Será Gornemant quien le enseñará los secretos de la caballería andante y el cual, a través de sus consejos (“nunca hagas demasiadas preguntas”), será el responsable indirecto del fracaso de Parsifal en su primer encuentro con el Grial. Seguidamente viene el episodio del encuentro del héroe con Condwiramour, con la que contrae nupcias. Y aquí llegamos a un punto clave de la historia de Wolfram con relación al ciclo artúrico. Tal y como se nos presenta al héroe en el conocido ciclo, es precisamente la virtud de la castidad ante todo, la que hará de Parsifal uno de los elegidos para llegar al Santo Grial. Sin embargo, aquí, en la his toria de Wolfram, Parsifal contrae matrimoni o con Condwiramour y consume el mismo, perdiendo esa virginidad original base de las virtudes “sine qua non” del héroe que ha de alcanzar el Grial en la Vulgata artúrica. De este modo, Parsifal se convierte, por derecho marital, en rey de Beaurepaire, aunque siga aún conociéndose como el Caballero Bermejo, por haber matado a Ither y cogido su armadura de ese color. Es así como llegamos al castillo del Grial de la mano de Parsifal. “Sólo aquellos que no buscan el Grial, lo encontrarán”, esa es la sentencia popular. Y de este modo, Parsifal encuentra al rey Pescador, y éste le invita a pernoctar en su castillo. En su interior, pajes y guardianes, van vestidos de verde. Y es así como Parsifal ve la lanza que gotea sangre por la punta, y el dolor de Amfortas, y nada pregunta, pues su instructor Gornemant así se lo dijo. Wolfram nos describe con lujo de detalles todo el castillo, las ceremonias y ritos previos a la aparición del Grial, traídos por la joven Repanse de Joie. También nos describe Wolfram los pensamientos del joven Parsifal: “Gornemant me recomendó el no hacer pre guntas. Quizás mi estancia aqui sea parecida a la que tuve en s u casa. Quizás entenderé qué hacen todos est os caballeros aquí reunidos, sin tener que preguntar a nadie ”. (13) Esta no-pregunta fatal, se ha querido ver muchas veces como una justificación de su culpa en la muerte de su madre, cuando dejó el hogar y marchó a la corte del rey Arturo. Sin embargo, creo más acertada la tesis que se basa en la propia esencia de candor, inocencia y simpleza de Parsifal. Alguien ha pretendido ver en Wolfram y su obra visi ones mágicas y extraños lazos esotérico-místicos: “Su Parzival revela un control intelectual, una tendencia cognoscitiva, alquímica y mágica. Wolfram es un guerrero nato, un guerrero Minnesänger de la guerra esotérica”. (14) Wolfram nos habla del Grial como una fuente poderosa de poder. De él emana riqueza y abundancia sin límites. Veamos cómo lo describe: “...era un objeto tan solemne, que en el Paraíso no hay nada más bello, el todo perfecto donde nada faltaba y que era al mismo tiempo racimo y flor. Este objeto era
llamado el Graal. Y no había sobre la Tierra cosa más maravillosa”. (15) Y este cáliz santo, que todo lo da y todo lo sacia, pasa ante los ojos de Parsifal como en un sueño. Y tal como vino, se fue. A la mañana siguiente ya no existe Grial, ni Amfortas, ni castillo d e Monsalvage. Como una vana ilusión, como un sutil sueño, se desvanece ante sí todo aquel mundo sagrado, y todo ello por no haber hecho la pregunta adecuada. Parsifal está frustrado, decepcionado de sí mismo. Se siente culpable subjetivamente, se inquiere a sí mismo mil veces, mil preguntas, pero sin respuestas. Y entonces va a la búsqueda del Grial, esa búsqueda del santo cáliz sagrado que únicamente aparece cuando precisamente no se le busca. Monsalvage-Titurel-Amfortas, estos nombres se barajan en l a mente de Parsifal. Después de esta derrota moral, en su errante caminar se encuentra Parsifal con su prima Sigune quien por primera vez le da a conocer su nombre: Perceval. A partir de ahí ya no será más el caballero bermejo, ahora tendrá un nombre: Perceval. Ella le explicará también los misterios de la Tierra Salvaje donde los caballeros de la blanca paloma, del Graal, sirven a su rey, a su señor Amfortas. Parsifal ciñe ahora dos espadas, la suya ganada a pulso en sus combates, y la que l e diera Amfortas en Monsalvage. Espada mágica, sagrada. Y Parsifal regresa a la corte del rey Arturo, donde combate con varios caballeros de la tabla redonda. Aparece entonces uno de los personajes más enigmáticos de la obra , Cundrie, la que poco o nada se parece a la Kundry wagneriana. Pero es e n esta aparición donde vamos a e ncontrar una de las claves del enigma laberíntico de la búsqueda del Grial. El discurso que lanza, que apostrofa, a modo de insulto y escarnio, con mucha carga de violencia, Cundrie a Parsifal. Y ello es muy sintomático e importante para todo el relato que vendrá a continuación. Wolfram nos presenta a Cundrie como un ser deforme, tanto fisica como mentalmente. Es un ser extraño, ido, una bruja, una pagana. Se dirige en primer lugar al rey Arturo diciéndole que su corte es ahora indigna, descortés, irreverente, por haber acogido a Parsifal, a ese ser odioso e infame, según ella. Se dirige después al pobre Perceval quien escucha atónito y sin fuerzas para replicar: “Soy presta a jurar que jamás hombre tan bello com o vos guarda en su alma tal reserva de false dad. Sois un traidor y el más vil de los pecadores, como la mordedura de una serpiente (16). Le echa en cara su deshonor por no haberle preguntado nada a Amfortas. Le zahiere e insulta, lanzando por fin, mientras se aleja, una última súplica: “¡A Monsalvage! ¡Asilo de los peores dolores! ¡Nadie, nadie! ¿no habrá nadie que vaya a llevar allí esperanza y consola-ción?”. (17) Y a partir de ese momento es cuando Parsifal sufre en su interior un cambio de mentalidad en su espíritu, y se aparta de Dios a su manera. Piensa que Él le ha abandonado a su suerte y no quiere saber más de él. Sólo confia en su fuerza, en su instinto, en sus sentimientos, en su mujer amada. Y es curioso que cuando se despide de Gauvain, su fiel amigo, le diga aquello de que ha de confiar más en su mujer amada que en Dios a la hora de combatir, de luchar. (18) También a partir de ahí comienza el largo peregrinar de Parsifal durante largos años en busca del Grial, en busca de su espiritualidad perdida, del Dios verdadero. Para demostrar al Mundo, y a su amada, y sobre todo a sí mismo, que no está acabado, que Monsalvage aún le espera. Y Wolfram nos desentiende de ese largo errar parsifaliano para irnos de ave nturas con Gauvain. Mientras nos narra las aventuras de éste, Parsifal aparece y desaparece, aquí y allá. Hasta que finalmente aparece, reaparece y encuentra el Grial, mitigando el dolor de Amfortas. Parsifal de esa manera acaba sus sufrimientos, re-encuentra su fe perdida y la Paloma blanca sobrevuela por encima del Santo Cáliz. En el Cáliz puede leerse una inscripción: “Si alguna vez Dios designa a uno de los caballeros templarios como rey de un pueblo extranjero, este caballero de bera exigir el que nadie intente buscar ni conocer su nombre, ni su origen; y deberá ayudar a ese pueblo a hacer respetar todos sus derechos. Pero si alguna vez se le eleva esa pregunta, entonces se alejará para siempre de allí”. Aquí ya vemos a quien va dirigida la inscripción, al hijo de Perceval, Loherangrin, el Lohengrin wagneriano. La escena queda bañada por una ténue luz blanquecina, un haz potente de luz emana de
la parte superior, de fondo resuenan las campanas del Templo del Grial mientras un coro de guerreros de capa blanca, entonan cánticos en loor del nuevo rey del Graal: Perceval.
NOTAS:
1) “Parzival”, de Wolfram von Eschenbach. Edición francesa. Ed. Aubier Montaigne . Paris, 1977 ((2 vol.) esta será la edición a fa cual me remitiré en las sucesivas notas. (2) “La Walhalla y las glorias de Alemania”. Ed. sucesores de Rivadeneyra. Madrid, 1911. Tomo 12, pág. 5. (3) Cfr. J.Fastenrath op. cit. Pg. 7: “fue el último gran poeta de la literatura universal que no sabia leer ni escribir’. Cfr. Ernest Tonnelet en “Introducción al Parsifal de W. von Eschenbach”. Ed. Aubier Montaigne, Paris, 1977, Pg. IX “Es muy probable que utilizase la ayuda de escri bas y lectores”. Cfr. el propio Wolfram von Eschenbach: “Yo no sé leer ni escribir”. Op. cit. pg. 101. (4) J. Fastenrath. Op. cit. pg. 6. (5) R. Wagner: “Mi vida”. Ed. Janés. Barcelona, 1952. Pg. 261. (6) R. Wagner: ‘Tannhäuser”. Ed. Anna D’Ax. Barcelona, 1962. Pg. 61. (7) J. Mª. Serra de Martinez: “Figuras wagnerianas”. Ed. librería literaria. Barcelona, 1928. Pg. 73. (8) Chrétien de Troyes: “Perceval o el cuento del Grial”. Espasa Calpe, col. Austral. Madrid, 1960. (9) Muy curioso el tiempo narrativo que utiliza Wolfram, quien empieza la historia con las aventuras del padre de Parsifal, Gamuret; y acaba la obra narrando las peripecias del hijo de Parsifal, Loherangrin (Lohengrin). (10) Wolfram. Op. oit. Pg. 85. (11) Wolfram. Op. cit. Pg. 118 y 131. (12) Wolfram. Op. cit. Pg. 107-8. (13) Wolfram. Op. cit. Pg. 209. (14) Miguel Serrano: “AH. el último avatara”. Ed. la Nueva edad. S. de Chile. Pg.509. (15) Wolfram Op. cit. Pg. 206. (16) Wolfram.Op.cit.Pg.276. (17) Wolfram. Op. cit. Pg. 278. (18) Wolfram. Op. cit. Pg. 289 y 323.
EL FAMOSO DRAMA MISTICO MUSICAL DE WAGNER
(MISTERIO DE LAS GRANDES OPERAS por Max Heindel ) Mirando a nuestro alrededor en el universo material vemos miles de millones de estrellas de formas y todas ellas tienen cierto color y muchas de ellas emiten un tono definido: en verdad todas lo hacen, porque hay sonido hasta en la llamada inanimada. El viento en los árboles, el murmullo del arroyo, la agitación del océano, son todas contribuciones a la armonía de la naturaleza. De estos tres atributos de la naturaleza: forma, color y tono, la forma, la forma estable, con tendencia a permanecer en “statu quo” durante un tiempo considerable, y con cambios muy lento. El color, por otro lado, se modifica más menudo, palidece; y hay algunos colores que cambian de aspecto según el ángulo que se un tiempo considerable. y con cambios muy lentos. El tono es el más falaz de los tres, porque va y viene con tal rapidez que es Imposible acogerlo o retenerlo. También tenemos tres artes que tratan de expresar lo bueno, lo verdadero y lo bello en estos tres atributos del Alma del Mundo: la escultura, la pintura y a música. El escultor, que se entiende con la forma, trata de incrustar la belleza en una estatua de mármol, que resistirá las inclemencias del tiempo durante miles de años. Pero una estatua de mármol es fría y ‘habla” sólo a unos cuantos de !os más evolucionados, capaces de influir en ella su propia vida. El arte del pintor. se sirve sobre todo del color y no da ninguna forma tangible a sus creaciones. La forma, en una pintura, es una ilusión desde el punto de vista material, pero aún así, es mucho más real para la mayoría de la gente que la estatua con toda su realidad, porque en el lienzo de un gran artista hay una belleza viva, que mochas personas son capaces de apreciar y sentir profundamente. Pero una pintura ofrece por otro lado, el inconveniente de la relativa facilidad de descomposición de los colores, que pierden su vigor con años y no habrá lienzo que dure tanto como una estatua. Ahora bien, en las artes basadas sobre la forma y el color, hay una creación única, para siempre y en este punto son perfectamente iguales, pero a la vez difieren aquí del tercero, o sea la música, que es tan sutil que hay que crearlo de nuevo cada vez que queremos disfrutarlo. Sin embargo. este arte tiene el poder de hablar a todos los seres humanos de un modo muy superior al de los otros dos. La música es capaz de intensificar aún nuestras mayores alegrías y de calmar nuestros más agudos dolores; puede ahogar la pasión del salvaje y estimular al más cobarde a cometer actos de valor; es el factor más poderoso conocido por el hombre para ejercer influencia sobre las grandes masas: pero desde un punto de vista puramente material, es superfluo, como lo demostraron Darwin y Spencer.
Solamente cuando nos colocamos detrás de la escena del mundo visible y nos damos cuenta de que el hombre es un ser compuesto de espíritu, alma y cuerpo, estamos en situación de comprender por qué razón los productos de las tres artes nos afectan de tan distinta manera. Mientras el hombre vive una vida exterior en el mundo de las formas, donde vive una vida de forma entre otras formas, también vive a la vez una vida interior que es de mucha mayor importancia para él; una vida en la cual sus sentimientos, pensamientos y emociones, crean ante su “visión interna” imágenes y escenas que están cambiando constantemente, y cuanto mas intensa son manifiesta esta vida interior, tanto menos necesitará el hombre buscar compañía fuera de si mismo, porque él es su mejor compañero, independiente de toda distracción exterior tan asiduamente buscada por todos aquellos cuya vida interior es infecunda, porque son extraños a si mismos. teniendo miedo de su propia compañía. Si analizarnos esta vida interior, veremos que es de dos aspectos: 1) la vida del alma compuesta de sentimientos y emociones, y 2) la actividad del ego, que dirige todas las acciones por el pensamiento.
Lo mismo como el mundo material es la base de aprovisionamiento del cual se ha sacado el material para la construcción de nuestro cuerpo denso, y es eminentemente el mundo de la forma, así hay un mundo del alma, llamado entre los Rosacruces del Mundo del Deseo, que es a base de donde ha sido sacada a sutil vestimenta del ego. que llamamos alma y este mundo es particularmente el mundo del color. Pero el aún más sutil Mundo del Pensamiento, es el hogar del espíritu humano, el ego, y es también la morada del sonido. Por esta razón, de las tres artes es la música la que tiene el mayor poder sobre el hombre; porque mientras estemos en esta vida terrestre desterrados de nuestro hogar celeste, muchas veces lo hemos olvidado por completo en medio de nuestros afanes materiales, pero entonces viene la música como un perfume cargado de recuerdos inenarrables; como un eco del hogar que nos trae un recuerdo de aquel país olvidado donde todo es paz y alegría; y aunque rechacemos con desdén semejante ideas en nuestra mente material, el ego reconoce cada nota bendita como un mensaje de nuestro país natal que le llena de alegría. Esta realización de la naturaleza de la música, es necesaria para la debida apreciación de una obra maestra tan grande como el Parsifal de Ricardo Wágner, donde la música y los caracteres están íntimamente ligados como en ninguna otra producción musical moderna. El drama de Wágner está basado en la leyenda de Parsifal, que tiene su origen envuelto en el misterio, en cuya sombra se ha desenvuelto la infancia de la raza humana. Es un error el pensar que un mito es una ficción de la imaginación humana, sin tener ninguna base fundamental. Al contrario un mito es un estuche que condene a veces, las más preciosas joyas de verdades espirituales perlas de una belleza tan rara y etérea que no pueden ser expuestas al intelecto material. A fin de protegerlas y permitir al mismo tiempo que ejerzan su influencia sobre la humanidad para su desarrollo espiritual, los Grandes Instructores que guían la evolución, invisibles pero poderosos, facilitan estas verdades espirituales a la humanidad naciente, encajadas en el simbolismo pintoresco de os mitos, de modo que puedan obrar sobre nuestros sentimientos hasta el momento en que nuestra inteligencia en formación esté suficientemente desenvuelta y espiritualizada, para que podamos sentir y saber sin más
ayuda. Exactamente lo mismo como damos a nuestros hijos enseñanzas morales por media de libros ilustrados de hadas, reservando la enseñanza más directa para los años venideros. Wagner hizo más que copiar tan sólo la leyenda. Las leyendas. como todo lo demás, se encostran a fuerza de transmisión y pierden la belleza y esto es otra evidencia de la grandeza de Wágner, que nunca fue cohibido ni limitado en la libre expresión de su genio por la moda imperante ni por las creencias de ni su clase. El mantuvo siempre las prerrogativas del arte, empleando y sirviéndose de las alegorías de un modo libre y sin trabas. En su tratado “Religión y arte dice: Se podría decir que cuando la religión se hace artificial, incumbe al arte el salvar el espíritu de ésta, por el reconocimiento del valor figurativo del símbolo místico, al cual la religión se quisiera que lo tomáramos en un sentido literal y revelando sus profundas y ocultas verdades por medio de una presentación ideal ...Mientras que el sacerdote lo basa toda en alegorías religiosas, aceptadas como hechos concretos, el artista desdeña completamente semejante subterfugio, puesto que presenta abiertamente su obra como produce de su propia invención. Pero la religión ha caído en una vida artificiosa cuando ella se ve en la necesidad de poner constantemente añadidos al edificio de sus símbolos dogmáticos, y oculta así a la divina verdad única que hay en ella, debajo de un montón siempre creciente de cosas imposibles de creer que recomienda sin embargo a la fe de sus creyentes. Dándose cuenta de este hecho, la religión siempre ha buscado la ayuda del arte el cual por su parte ha permanecido incapaz de una evolución más elevada mientras tiene que presentar al creyente aquella pretendida realidad en forma de ídolos y fetiches, pudiendo en efecto cumplir solamente su verdadera misión por medio de una presentación ideal de la figura alegórica, la llevándonos a la comprensión de su verdadero contenido, la inefablemente divina verdad Volviendo ahora al drama de Parsifal, vemos que la escena de entrada está localizada en las tierras del Castillo de Mont-Salvat. Es un lugar de paz donde la vida toda es sagrada: fieras y aves son dóciles y mansas, puesto que, igual que todos los hombres realmente santos, los Caballeros son inofensivos, no matando ni para comer ni por deporte. Ellos aplican el lema Vivid y dejad vivir a todas las criaturas sin excepción. Amanece, y apercibimos a Gurnemanz, el más viejo dc los Caballeros del Grial, con dos jóvenes caballeros balo un árbol. Acaban de despertar de su sueño y a lo lejos están viendo acercarse a Kundry que viene galopando sobre un corcel salvaje. En Kundry vemos a una criatura de dos existencias. una como servidora del Grial, dispuesta y afanosa para fomentar los intereses de los Caballeros del Grial por todos los medios a su alcance; ésta parece ser su verdadera naturaleza. En la otra existencia ella es, contra su Voluntad. la esclava del mago Klingsor y es forzada por a tentar y perturbar a los Caballeros del Grial, a los cuales ella quisiera servir con verdadero afán. La transición que conduce de una existencia a la otra es ‘el sueño’, y ella se ve forzada a servir a aquel quien la encuentre y la despierte. Cuando Gurnemanz la encuentra es la sincera servidora del Grial, pero cuando Klingsor la evoca por su magia negra, él tiene derecho a hacerse servir por ella quieras que no.
En el primer acto, Kundry está vestida con una túnica de piel de serpiente, símbolo de la doctrina del renacimiento, porque lo mismo como la serpiente echa su piel, capa tras capa,
exudándola de su cuerpo, también el ego, en su peregrinación evolucionaría, emana de si mismo un cuerpo detrás del otro, echando fuera cada vehículo como la serpiente echa su piel, cuando se ha endurecido y cristalizado hasta el punto de perder su eficacia. Esta idea corre parejas con la enseñanza de la ley de Consecuencia, la cual nos trae el fruto de todo lo que hemos sembrado lo que halla su expresión en la respuesta de Gurnemanz a la manifestación de desconfianza en Kundry por parte del joven caballero: “Es posible, que ella este bajo el efecto de una maldición lanzada contra ella en una vida pasada y oculta a nuestra vista, y que trate de liberarse de las consecuencias del pecado por . medio de buena obras. Es seguramente el bien lo que ella persigue, ayudándose así a si misma mientras nos está sirviendo” Cuando Kundry entra en escena saca de su seno una redomita la cual, según dice, ha traído de Arabia, y cree que contiene un bálsamo para la herida de Amfortas, el Rey del Grial, herida que le hace sufrir de un modo indecible, y que no se puede curar. Después traen al rey dolorido medio acostado en un lecho. Le llevan a tomar su baño diario en un lago próximo, donde nadan dos cisnes, convirtiendo el agua en una loción curativa que alivia su horroroso sufrimiento. Amfortas da las gracias a Kundry, pero expresa la opinión de que no puede curarse hasta tanto que no venga el salvador del cual el Grial ha dicho que sera “un tonto virgen, iluminado por la piedad”. Pero Amfortas cree que la muerte vendrá antes que la curación. Se llevan a Amfortas y cuatro de los jóvenes caballeros rodean a Gurnemanz y le ruegan que cuente la historia del Grial y lo de la herida de Amfortas. Todos se sientan debajo del árbol y Gurnemanz dice: “La noche en la cual nuestro Señor y Salvador, Jesucristo, tomo la última cena con sus discípulos, bebió el vino en cierto cáliz que después fue empleado por José de Arimatea para recoger la sangre que manó de la herida del costado del Salvador. También guardó la lanza ensangrentada con la cual se habla hecho la herida, y llevó estas reliquias consigo a través de muchos peligros y persecuciones. Finalmente, ambos objetos los tomaron bajo su custodia los ángeles que los guardaron hasta que cierta noche apareció un mensajero místico, enviado por Dios, quien rogó a Titurel, el padre de Amfortas, que edificase un castillo para la recepción y para conservar en él con toda la seguridad de estas reliquias. Así fue construido cl castillo de Mont Salvat encima de una alta montaña, y las reliquias fueron colocadas allí bajo la guardia de Titurel y un grupo de caballeros santos y castos que él habla reunido a propósito. Este sitio se transformó en un centro desde donde salían poderosas influencias espirituales hacia el mundo. “Pero en tu valle de aquellos contornos, vivía un caballero negro que no era casto, pero que sin embargo deseaba hacerse Caballero del Grial, y para lograrlo se mutiló. Se privó a si mismo de la posibilidad de satisfacer su pasión. pero la pasión quedaba intacta. El rey Titurel vió que su corazón estaba repleto de siniestros deseos, y le negó la admisión. Entonces Klingsor juró que si no podía servir él al Grial, el Grial habría de servirle a él. Construyó un castillo con un jardín mágico poblándolo de doncellas de belleza radiante, que esparcían un olor como las más fragantes flores, y era su misión interceptar el camino de los Caballeros del Grial que tenían que pasar delante del castillo cuando iban o volvían de Mor,t Salvat, y tenderles un lazo para hacerles olvidar sus juramentos y violar sus votos dc castidad. De este modo caían prisioneros en manos de Klingsor y sólo unos cuantos permanecieron fieles defensores del Grial.
“Entre tanto Títuriel había cedido el cargo de guardián del Grial a su hijo Amfortas y éste, viendo el mal causado por Klingsor, se decidió a ir a su encuentro para combatir con él. Y a este fin llevó consigo la lanza sagrada. ‘‘El cauteloso Klingsor no fue personalmente al encuentro de Amfortas. sino que evocó a Kundry y la transformó de criatura repugnante que era como servidora del Grial, en una mujer de belleza trascendental. Bajo el hechizo de Klingsor ella salió al encuentro y tentó a Amfortas, el cual se rindió y cayó en sus brazos, dejando escapar de sus manos la lanza sagrada. “Entonces apareció Klingsor, cogió la lanza, hirió con ella al indefenso Amfortas y si no huhiera sido por los heroicos esfuerzos de Gurnemanz, se hubiese llevado prisionero a Amfortas. Pero Klingsor pudo quedarse con la lanza, sin embargo y el rey está inutilizado por el sufrimiento y sin que haya esperanzas de que la herida se cure”. Los jóvenes caballeros se levantan ardiendo en deseos de venganza y juran que ellos se batirán con Klingsor y le vencerán y recuperarán la lanza. Gurnemanz mueve tristemente la cabeza y dice que esa acción es superior a sus fuerzas, reiterando la profecía que dice que la redención la llevará a cabo un “tonto puro, iluminado por la piedad”. De repente se oyen gritos “¡El cisne ! ¡Oh, el cine!”, y uno de los cisnes del lago cruza la escena revoloteando y viene a caer muerto a los píes de Gurnemanz y de los escuderos que le acompañan quienes al ver esto quedan presos de viva agitación. Otros caballeros entran en escena acompañado a un alto y hermoso mancebo armado de arco y flechas el cual, cuando Gurnemanz le pregunta entristecido: “¿Por qué has matado a este inocente animal?”, le contesta con suma ingenuidad: “¿Esta mal hecho?” Entonces Gurnemanz le dice del sufrimiento del rey y de la parte que el cisne tomaba en la preparación del baño curativo. Al oír esto, Parsifal queda profundamente emocionado y rompe su arco. “El espíritu al resurgir e iluminarse ha sido representado simbólicamente en todas las religiones en forma de ave. El momento del bautismo, cuando el cuerpo de Jesús estaba en el agua, el Espíritu de Cristo descendió sobre él en forma de paloma”. El Espíritu se mueve encima del agua’, un agente fluidico, como los cisnes se mueven en el debajo del “Yggdrasil”, el árbol la vida de la mitología del Norte, o en las aguas del lago en la leyenda del Grial. El ave es por consiguiente. una representación directa de la más alta influencia espiritual y por este motivo los Caballeros teñían razón de lamentarse por su pérdida. La verdad tiene muchas facetas. Hay por lo menos siete interpretaciones adecuadas de cada mito, una para rada mundo y mirando desde el punto de vista material y literal, la Compasión nacida en Parsifal y el acto dc romper su arco marcan un paso definitivo en la vida superior. Nadie puede realmente ser compasivo y un auxiliar para la evolución, mientras mate para comer, sea personalmente o por delegación en otro. La vida inofensiva es un requisito preliminar indispensable para lo vida de ayuda al prójimo. Ahora Gurnenanz empieza hacerle preguntas de su persona: quién es y cómo llegó al Mont Salvat. Parsifal demuestra la más extraña ignorancia. A todas las preguntas contesta: “Yo no sé’’. Finalmente, Kundry interviene y dice:
“Yo puedo deciros quién es. Su padre era el noble Gamuret. un príncipe entre los hombres que murió combatiendo en Arabia cuando este jovenzuelo estaba aún en el vientre de su madre: la Señora Herzleide. Al exhalar su último aliento su padre le dio el nombre de Parsifal, “el tonto puro’’. Temiendo que al crecer el joven aprendiese el arte de la guerra y le fuese arrancado de su lado, su madre le llevó a un bosque intrincado, haciéndole permanecer en la más completa ignorancia dcl arte de la guerra’’. Aquí Parsifal la interrumpió diciendo: “Sí” y un día vi algunos hombres sobre hermosos corceles, y deseé ser como ellos, y les seguí durante muchos días hasta que por fin llegué aquí, después de haber tenido que combatir con muchos monstruos semejantes a hombres’’. En esta historia tenemos una excelente imagen del alma que está escudriñando las realidades de la vida. Gamuret y Parsifal son distintas fases de la vida del alma. Gamuret es el hombre del mundo, pero a su debido tiempo se casa con ‘‘Herzleide’, aflicción del corazón, en otras palabras. Encuentra la pesadumbre en su camino y muere para el mundo, como hacemos todos los que hemos entrado en la vida superior. Cuando la nave de la vida está flotando en aguas serenas y nuestra existencia toda parece ser una suave y hermosa melodía, entonces no nos sentimos empujados hacia arriba: cada fibra de nuestro ser grita: “ Esto me basta, no quiero más’’; pero cuando las oleadas de la adversión nos rodean y envuelven y cada sucesiva ola trata de tragarnos, entonces nos hemos desposado con la aflicción del corazón y nos convertimos en hombres tristes, y estamos dispuestos a nacer como Parsifal, el tonto de corazón puro, o el alma que ha olvidado la sabiduría del mundo y está buscando la entrada en la vida superior. Mientras el hombre trata de acumular dinero o de pasar bien cierto rato, no tiene más sabiduría que la de este mundo: pero cuando toma el rumbo hacía las cosas del espíritu, aparece como un tonto ante la vista de los hombres. Olvida todo lo que se refiere a su vida pasada y deja sus penas atrás, como Parsifal dejó a Herzleide y se nos dice que ella murió cuando Parsífal no volvió a su lado. Así la pena muere cuando ha dado lugar al nacimiento del alma que aspira al cielo y huye del mundo; uno puede estar en el mundo para cumplir en él con su deber, pero no es & este mundo. Gurmemanz se ha convencido poco a poco de que Parsifal ha de ser el salvador de Amfortas y le lleva consigo al Castillo del Grial. A la pregunta de Parsifal: “¿Quién es el Grial?, él contesta: “No podemos decirlo: pero si tu vienes llamado por El, la verdad te será descubierta. Me parece que tu cara no me es desconocida. Para llegar al Grial no hay que buscar ningún camino terrestre: y toda tentativa de ir a su encuentro nos aleja aún más, si El mismo no es nuestro guía.”
Aquí Wágner nos lleva hacia atrás, a los tiempos pos pre-cristianos — pues antes del advenimiento de Cristo la Iniciación no era libremente accesible a cualquiera que quisiera buscarla de un modo apropiado, sino que se reservaba a ciertos individuos escogidos, como Brahmanes y Levitas, que recibían privilegios especiales como recompensa por haberse dedicado al servicio del templo. Pero la venida de Cristo operó ciertos cambios definidos en la constitución de la humanidad y desde entonces todos estamos capacitados para entrar en el
sendero de la iniciación. Tenia que ser así, en efecto, desde el momento en que los casamientos entre miembros de distintas naciones hicieron desaparecer las castas.
En el castillo del Grial se le insta a Amfortas para que celebre el rito sagrado del servicio del Grial; a que descubra el santo cáliz para que su vista pueda renovar el ardor de los Caballeros y estimularles para que efectúen actos de servicio espiritual, pero él se resiste temiendo el sufrimiento que la vista del cáliz le hará sentir cuando la herida que tiene en el costado siempre vuelve a sangrar a la vista del Grial, como la herida del remordimiento nos hace sufrir cuando hemos cometido un pecado contra nuestro ideal. Finalmente, cede a las súplicas combinadas de su padre y de los caballeros y celebra el rito sagrado, esta sufriendo al mismo tiempo la más la más atormentadora agonía. Parsifal, que está en un rincón, siente por simpatía el mismo sufrimiento, sin darse cuenta del porque y cuando Gurnemanz le pregunta después de la ceremonia, lo que ha visto, el se queda mudo, y entonces le echa airadamente fuera del castillo el desengañado caballero. Los sentimientos y emociones no refrenados por el saber, son buenas fuentes de tentación. La misma inocencia y sencillez del alma, es necesario que estas tentaciones se presenten para hacernos ver nuestros puntos de flacos . Si caemos, sufrimos lo mismo que Amfortas; pero el dolor desarrolla la conciencia y nos hace aborrecer al pecado. Nos fortifica contra las tentaciones. Todos los niños son inocentes porque no han sido aún tentados; solamente cuando hemos sido tentados y hemos permanecido puros, o bien cuando hemos caído y nos hemos arrepentido y reformado somos virtuosos. Por esta razón, Parsifal debe ser tentado. En el segundo acto vemos a Klingsor despertando a Kundry, porque ha observado que Parsifal viene hacia su castillo, y le teme más que a todos los que han venido antes, porque es un tonto. Un hombre de sabiduría mundana es enredado fácilmente por los engaños de las doncellas flores de su jardín. pero la sencillez de Parsifal le protege, y cuando estas aparentes flores humanas le rodean, él pregunta inocentemente: “¿ Sois flores? ¡ Exhaláis un olor tan suave!” .Para vencer su pasividad es preciso emplear la astucia superior de Kundry y aunque ella suplica, protesta y se opone, es forzada a tentar a Parsifal y a este fin se le aparece como una mujer de belleza soberana, llamando a Parsifal por su nombra. Este nombre evoca en su pecho recuerdos de su niñez: el amor de su madre y Kundry le hace sentarse a su lado, y empieza a actuar delicadamente sobre sus sentimientos, recordando a su memoria visiones del amor de su madre y de la tristeza que sintió cuando él se había marchado y de la cual murió. Después le habla del otro amor que pueda ser una compensación para él, del amor del hombre para la mujer y finalmente ella pone en sus labios un beso ferviente, largo y apasionado. Entonces se produce un silencio profundo y terrible, como si el destino del mundo entero estuviese pendiente de este beso y cuando ella le coge en sus brazos, la cara de Parsifal sufre un cambio gradual, dibujándose en ella una mueca de sufrimiento. De repente se levanta de un salto, como si aquel beso le hubiese inferido un nuevo sufrimiento las líneas de su figura pálida se hacen más intensas y con las manos fuertemente apretadas sobre el corazón, como para sofocar una tremenda agonía. Se le aparece en una visión el cáliz del Grial y Amfortas con el mismo horrible sufrimiento, gritando por fin: ¡oh Amfortas!. Ahora lo sé: la herida de la lanza en tu costado es la que no quema el corazón y está aniquilando mi propia alma. ¡Qué penal qué miseria! Angustia espantosa. . ., la herida está sangrando en mi propio costado.”
Y continúa con la misma horrorosa entonación: “No es eso sólo. Esto no es la lanza hundida en mi costado, sino que hay fuego y llama dentro de mi corazón que perturba mis sentidos y me hace delirar en una locura horrible de un amor doloroso. . Ahora sé cómo el mundo se ve excitado, agitado y convulso y a menudo hundido en la vergüenza por las terribles pasiones del corazón.” Kundry le tienta de nuevo: “Sí este solo beso os ha dado tanta sabiduría, ¿cuánta más tendréis si os abandonáis a mi amor, aunque sólo sea por una hora?” Pero ya no hay vacilación: Parsifal ha despertado; ya distingue entre el bien y el mal y contesta: La eternidad estaría perdida para nosotros dos si yo me abandonara entre tus brazos aunque sólo fuese una corta hora: no sólo no haré esto, sino que quiero salvarte y también liberarte de la maldición de tu pasión: porque el amor que arde dentro de ti no es más que sensual y entre éste y el amor verdadero de corazones puros, hay un abismo tal como entre el cielo y el infierno”.. Cuando finalmente Kundry tiene que darse por vencida se entrega a una explosión de cólera. Llama a Klingsor para que la ayude y éste aparece con la lanza sagrada que tira contra Parsifal. Pero a éste, siendo puro e inocente, nada puede herir y la lanza revolotea alrededor de su cabeza sin tocarle. El la coge, hace la señal de la cruz y el castillo de Klingsor con su jardín mágico cae destrozado. En el tercer acto estamos en un día de Viernes Santo, muchos años después. Un guerrero que parece venir de un largo viaje, vestido con una cota de malla negra, entra en las tierras de Mont Salvat, donde Gurnernanz vive en una cabaña. Se quita su casco de acero, apoya su lanza contra una roca y se arrodilla para orar. Gurnemanz, entrando en escena con Kundry reconoce a Parsifal con la lanza sagrada, y con gran alegría le da la bienvenida, preguntándole de donde viene. La misma pregunta le había hecho con ocasión de la primera visita de Parsifal, y entonces éste le ha a contestado: “No lo sé”. Pero esta vez es otra cosa, porque Parsifal contesta: Vine después de haber buscado y sufrido. Lo primero significa uno da los vislumbres que el alma percibe de las realidades de la vida superior; pero lo segundo es la llegada consciente a un nivel superior de actividad espiritual de aquellos que se han desarrollado como conciencia de sus penas y sufrimientos, Parsifal cuenta luego que muchas veces ha sufrido embestidas de enemigos y hubiera podido escapar por el empleo de la lanza, pero que se abstuvo de hacerlo porque esta es Instrumento para curar y no para herir. La lanza es el poder espiritual que se comunica al corazón puro, pero debe sólo ser empleado por fines altruistas. La impureza y la pasión ocasionan su pérdida, como sucedió en el caso de Amfortas. Aunque el hombre que posee tal poder pueda ocasionalmente dar de comer a cinco mil personas hambrientas, no le está permitido convertir ni una piedra en pan con el fin de aquietar su propia hambre: y aunque pueda emplearlo para contener la sangre que corre de la Oreja cortada de un centurión, no le es licito usarlo para contener la sangre que se escapa de su propio costado. Como se ha dicho siempre de semejante ser: “Él salvé a los demás, pero a si mismo no pudo (o no quiso) salvarse”.’ Parsifal y Gurnemanz entran ahora en el Castillo del Grial donde e Amfortas esta solicitado a celebrar el rito sagrado, pero se niega a ello como el fin de evitar el sufrimiento que le causa la vista del Santo Grial y desnudando su pecho suplica a sus correligionarios que le maten. En este momento Parsifal se acerca a él y toca la herida con la lanza, curándola en el acto. Sin
embargo, destrona a Amforta se hace cargo el mismo de la guardia del Santo Grial y de la Lanza Sagrada. Sólo aquellos que cultivan el desinterés más absoluto y a la vez poseen el mayor discernimiento, están calificados para disfrutar el poder espiritual, simbolizado por la lanza. Amfortas la hubiera empleado para atacar y herir a un enemigo. Parsífal no quiso siquiera emplearla para su propia defensa. Por esto él puede curar, mientras que Amfortas cayó en el foso que él había cavado para Klingsor. En el último acto, Kundry, que representa la naturaleza inferior, no dice más que una palabra: “Servicio” Ella ayuda a Parsifal al espíritu, a lograr el ideal por su intachable servicio. En el primer acto ella se fue a dormir cuando Parsifal visitó al Grial. En aquel estado desarrollo el espíritu no puede remontarse al cielo sino cuando el cuerpo se ha dejado dormido o ha muerto. Pero en el último acto. Kundry, el cuerpo va también al Castillo del Grial, porque ahora está dedicado al yo superior y cuando el espíritu, lo mismo que Parsifal ha llegado la meta, entonces ha alcanzado el estado de liberación mencionado en el Apocalipsis. “Al que venga yo le convertiré, en un pilar de la casa de mi Dios y ya no saldrá más de allá”. Un ser semejante trabajará por la humanidad desde los mundos superiores no necesita ya un nuevo cuerpo físico, porque está más allá de la ley del Renacimiento y por esta razón Kundry muere. Oliver Wendell Holmes, en su bellísimo poema, “El caracol nautilus” ha encerrado en verso esta idea de la progresión constante en vehículos gradualmente más perfectos y la liberación final el caracol construye su concha espiral en secciones abovedadas, abandonando constantemente las más pequeñas, que ya ha utilizado por la última que edifica: “Año tras año soportando en silencio su trabajo que hace desplegar su lustrosa espiral, callado, viendo crecer sus anillos deja la mansión que tuvo esta año por a nueva, deslizándose bajo el brillante arco con suave paso y construye una puerta innecesaria y se amolda a su nuevo hogar, sin conocer más el antiguo. “Gracias por el celestial mensaje que me traes, hijo del inquieto mar expulsado de tus orígenes los olvidas. “De tus mudos labios sale una nota más elocuente que las emitidas por el cuerno enroscado de Tritón; mientras suena en mis oídos a través de las profundas grutas del pensamiento, oigo una voz que canta ”Construyo mansiones más duraderas, ¡alma mía! según las veloces estaciones ruedan. Abandona tus criptas ya surcadas. Haz que cada templo sea más noble que le pasado; abarca un espacio celeste más ancho hasta que por fin te libertes arrojando tu concha subterránea por un océano de vida inmortal.”
LIBRETO LIBRETTO ESPAÑOL
PRELUDIO ACTO I
(La escena se desarrolla en el territorio de los Caballeros del Grial y su castillo, Monsalvat. El bosque está en penumbras, oscuro pero no tenebroso. Hay un claro en el centro. A la izquierda, un camino lleva hasta el castillo, el escenario del fondo hace bajada hasta llegar a un lago. Está amaneciendo. Gurnemanz, un anciano robusto, y dos jóvenes escuderos duermen bajo uno de los árboles. Los trombones tocan a diana desde el castillo) Gurnemanz
(Despertando y despertando a los escuderos) ¡Eh, vosotros! Guardianes del bosque, o más bien del sueño, ¿ni siquiera os despertáis cuando el día amanece? (Los dos escuderos se ponen de pie de un salto) ¿Habéis oído diana? Ahora dad las gracias a Dios, que os habla y escucha (Se arrodillan para rezar, después se levantan despacio, cuando cesan los trombones) ¡En pie, muchachos! A lavarse. Esta vez el Rey viene en litera. ¡Ya veo acercarse a los exploradores! (Entran dos caballeros) ¡Saludos! ¿Cómo está Amfortas hoy? Va a lavarse muy temprano: Confío en que esa hierba que Gawan le consiguió con tanta osadía y arte le alivie el dolor. Segundo Caballero
¿Así que eso confiáis, viejo sabelotodo? De repente, la enfermedad le ha vuelto a atacar con ferocidad, le impide dormir, y le destroza por dentro. Necesita lavarse en seguida. Gurnemanz
(Bajando la cabeza con tristeza) ¡Que tontos somos al buscar remedios, cuando sólo la Salvación puede curar! Podemos buscar y perseguir hierbas y pociones por todo el mundo
¡La ayuda sólo proviene de Uno! Segundo Caballero
¡Entonces decidnos Su nombre! Gurnemanz
(Evadiendo la respuesta) ¡Preparaos para el baño! (Los escuderos están de espaldas, mirando a la derecha) Segundo Escudero
¡Mirad el jinete salvaje! Primer Escudero
¡Eh! ¡Mirad cómo flotan en el aire las crines de la yegua de ese diablo! Segundo Caballero
¡Bien! ¿Está Kundry allí? Primer Caballero
Dudo que no traiga ningún mensaje Segundo Escudero
La yegua ha tropezado. Primer Escudero
¿Ha salido volando por los aires?
Segundo Escudero
Ahora ha caído al suelo Primer Escudero
Está barriendo el musgo con sus crines (Todos miran a la derecha con curiosidad) Segundo Caballero
La mujer salvaje logra salir y se pone en pie (Kundry entra, cojeando. Sus ropas están rasgadas, hechas un lío, lleva su melena negra suelta; su piel tiene un color marrón rojizo oscuro; sus ojos son negros y penetrantes: a veces echan chispas, pero casi siempre están llenos de vida y están atentos a todo. Se dirige corriendo hacia Gurnemanz, y le tiende un frasco de cristal) Kundry
Ten. Toma. Este bálsamo
Gurnemanz
¿De dónde lo traes? Kundry
Desde más allá de lo que os podáis imaginar. Si este bálsamo no le ayuda, Arabia no puede hacer nada más para salvarle. No me hagas más preguntas (Cae al suelo, agotada) Estoy cansada (Por la izquierda entra una procesión de Caballeros y escuderos que llevan la litera de Amfortas. Gurnemanz dando la espalda a Kundry, se gira hacia los que acaban de llegar) Gurnemanz
(Mientras entra la procesión) Ya viene. Nos lo traen. ¡Ay de mí, como puedo soportar verlo así: cómo un señor de un linaje tan victorioso de una hombría de tan noble sangre, puede quedar tan degradado por una enfermedad!. (Dirigiéndose a los escuderos) ¡Tened cuidado! ¡el Rey está gimiendo! (Los escuderos dejan la litera en el suelo) Amfortas
(Incorporándose un poco) ¡Ya está bien! ¡Gracias! Un pequeño descanso. Después de una noche de horrible dolor, ¡ahora una brillante mañana en el bosque. En el lago sagrado, las olas me calmarán. El dolor ha cesado la noche de enfermedad ha aclarado ¡Gawan! Segundo Caballero
¡Mi Señor! Gawan no está. Su hierba curativa aunque con tanto empeño la buscó, no os ha traído ninguna esperanza, y ahora se s e ha ido a buscar nuevas hierbas. hie rbas. Amfortas
¿Sin mi permiso? ¡Qué se le perdone esta falta cometida, contra la Orden del Grial! ¡La aflicción se apoderará de este caballero tan desafiante, desafiante, si cae en las redes de Klingsor! Ahora, todos vosotros, dejadme en paz.
Yo espero a aquél que me juzgará: "Conociendo "Conociendo gracias a la piedad…" ¿No era así? Gurnemanz
Así lo decíais vos. Amfortas
"¡El tonto inocente!" Creo que le conozco: ¡Debería llamarle muerte! Gurnemanz
(Tendiéndole el frasco de Kundry) ¡Bueno, pero primero probad esto!
Amfortas
(Examinándolo) ¿De dónde procede este misterioso frasco? Gurnemanz
Lo encontraron para vos en Arabia Amfortas
¿Quién lo encontró? Gurnemanz
Ahí la tenéis, la mujer salvaje. ¡Levántate Kundry! ¡Ven aquí! (Kundry se niega y sigue tumbada en el suelo) Amfortas
¿Tú, Kundry? ¿Debo darte las gracias una vez más?, ¿A ti doncella infatigable de mirada tímida? ¡Bien! ¡Probaré este bálsamo como agradecimiento por tu fidelidad Kundry
(Tumbada (Tumbada en el suelo, su elo, un poco incómoda) ¡No me deis las gracias! ¡Ja! ¿De qué serviría? ¡No me deis las gracias! ¡Id, id a lavaros!
(Con una señal de Amfortas la procesión se pone en marcha. Gurnemanz, mirándolos con tristeza, y Kundry, que sigue s igue tumbada, se quedan. Los e scuderos van va n y vienen) Tercer Escudero
(Un joven)
¡Eh, tú! ¿Por qué seguís tumbada como si fueras una bestia salvaje? Kundry
¿Acaso las bestias aquí no son sagradas? Tercer Escudero
Sí, pero no es tan seguro que tú seas sagrada también. Cuarto Escudero
(Un hombre más o menos joven) Con su arte de brujería, imagino que pronto acabará con nuestro Señor. Gurnemanz
¿Ehem! ¿Acaso os ha hecho algún mal? Cuando todos están sin saber que hacer, sin saber como enviar un mensaje a nuestros hermanos que luchan en tierras lejanas, vosotros ni tan sólo sabéis a dónde, ella, mientras vosotros buscáis la respuesta, corre y vuela de aquí a allá, llevando nuestros mensajes fielmente. Ni os pide nada, ni se acerca a vosotros, pues no es de vuestras clase baja: ella ofrece su ayuda cuando hay peligro, y sin dudarlo vuela por los aires, sin pediros que le deis las gracias por ello. ¡Si esto es hacer el mal, entonces vosotros podéis hacer mucho bien! Tercer Escudero
¡Pero, si nos odia! ¡Mirad de qué manera tan despectiva nos mira! Cuarto Escudero
Es una hereje, una bruja. Gurnemanz
Sí, por desgracia está maldita. Y ahora vive entre nosotros, para pagar una deuda que tiene desde una vida anterior, y que hasta ahora no ha sido pagada. Ahora hace penitencia llevando a cabo actos como el de procurar éxitos a nuestra Orden de Caballeros. Hace el bien, y nos sirve con obediencia, y así se ayuda a sí misma.
Tercer Escudero
Entonces, ¿es cierto que por culpa suya, esta maldición ha caído sobre nosotros? Gurnemanz
(Recordando) Sí, muchas veces, cuando permanece alejada de nosotros durante mucho tiempo, la desgracia cae sobre nosotros. Yo la conozco desde hace muchos años: sólo Titurel la conoce desde hace más tiempo que yo. (Dirigiéndose a los escuderos) Él fue quien la encontró, cuando construía el castillo, ella dormía aquí entre los matorrales, su cuerpo inmóvil y sin vida, como muerto. Fue hallada no hace mucho, después de aquella maldita desgracia nos la trajeron desde las montañas (A Kundry) ¡Eh, tú! Escúchame y dime ¿dónde te hallabas cuando nuestro Señor perdió su lanza? (Kundry permanece en un melancólico silencio) ¿Por qué no nos servías en aquel entonces? Kundry
Yo… no ayudo a nadie Cuarto Escudero
Ella misma lo admite Tercer Escudero
Si es tan fiel, tan valiente en la lucha; enviadla a buscar la lanza perdida Gurnemanz
(Con tristeza) Eso es otro asunto. Nos está prohibido a todos (Más afectado) ¡Oh, lanza sagrada de heridas milagrosas! ¡He visto cómo te blandían, las manos menos sagradas (Perdido en sus recuerdos) Amfortas, cegado por la pasión, con la lanza en la mano, ¿quién podía prevenirle de no luchas contra el encantador? Allí, junto al castillo, nos arrancaron de nuestro héroe: una temible y bella mujer lo había embrujado;
allí permaneció ebrio entre sus brazos, y la lanza se le cayó de las manos, ¡un grito de muerte!. Yo corrí hasta él, pero Klingsor, riendo, desapareció ante mí llevándose con él la lanza sagrada. Luché para tapar la herida del Rey, pero Klingsor, riendo desapareció, ¡y esa herida no se cura! Tercer Escudero
(A Gurnemanz) ¿Así que vos conocéis a Klingsor? Gurnemanz
(A los escuderos que regresan) ¿Cómo está nuestro Señor? Primer Escudero
El baño le ha refrescado Segundo Escudero
El bálsamo le ha calmado el dolor. Gurnemanz
(A si mismo) ¡Esa herida no se curará! (El 3º y 4º escudero ya se han sentando, los otros dos se colocan a los pies de Gurnemanz, bajo un árbol) Tercer Escudero
Bien, Abuelo, ahora contadnos el cuento: ¿Vos conocéis a Klingsor?… ¿cómo puede ser? Gurnemanz
¡Titurel, el héroe piadoso le conocía bien! Con todo su poder y magia el feroz Enemigo amenazó al Reino puro de la Fe, ante él, durante la noche sagrada y seria, los mensajeros del Salvador se inclinaron. Le entregaron, para que lo guardara, ese Cáliz, copa sagrada y noble, de la cual Él bebió durante la Última Cena, y en la cual cayó su preciosa sangre desde la Cruz, y con el cáliz, la Lanza que le hirió, ambos testimonios de los más sublimes milagros. Para guardar estas reliquias construyó un santuario. Otros vinieron a servir con él.
Recorriendo caminos que ningún pecador puede atravesar, sólo los puros, ya sabéis, pueden pasar. A estos hermanos, el Grial otorgó su fuerza milagrosa. Más, todo esto le fue prohibido a Klingsor aunque suplicó y luchó por ello. Marchó y se asentó en el otro lado, en el valle, en la tierra del pagano. No sé qué quería curar o remediar allí, buscó la santidad. Indefenso y para acabar con el pecado que había dentro de él, puso su mano sacrílega sobre su cuerpo, y después la estiró para coger el Grial, pero los guardias, precavidos, se la cortaron. Entonces, Klingsor, lleno de rabia, intentó hallar la manera de hacer que esta ofrenda mutilada, se convirtiera en magia endemoniada, y la halló. Convirtió el desierto en un jardín de placeres, en el que crió mujeres de belleza diabólica. Allí aguardó a los Caballeros del Grial, y los hizo caer en la malvada lujuria, y en el fuego del infierno. Aquél que lo intente, puede darse por perdido. Después Titurel, cansado por la avanzada edad le entregó el señorío a su hijo, pero Amfortas no descansaría hasta que lograra poner fin a tanta brujería. Ya sabéis lo que ocurrió después: la Lanza está ahora en manos de Klingsor; la usa para herir a los Santos, y cree que pronto nos usurpará el Grial. (Kundry se ha agitado con remordimiento varias veces) Cuarto Escudero
¡Antes de nada debemos hacernos de nuevo con la Lanza! Tercer Escudero
¡Ay! ¡Cuanta gloria y alegría representaría eso para él! Gurnemanz
Ante el santuario vacío se halla Amfortas sumido en profunda oración, suplicando una señal de perdón: una luz sagrada iluminó el Grial; una visión sagrada le habló sin tapujos, con unas palabras claras y sencillas. "Al tonto inocente que aprenderá por la piedad,
a él aguarda, yo te lo enviaré" Los cuatro Escuderos
(Muy conmovidos) "Al tonto inocente que aprenderá por la piedad…" (Desde el lago llegan los gritos de caballeros y escuderos; Gurnemanz y los cuatro escuderos se paran a oírlos, alarmados) Escuderos
¡Ay! ¡Ay! Caballeros
¡Eh! ¡Eh!
Escuderos
¡Dejadlo! Caballeros
¿Quién ha cometido este crimen? (Un cisne silvestre, con el ala herida, cae revoloteando) Gurnemanz
¿Qué es esto? Cuarto Escudero
¡Allí!
Tercer Escudero
¡Aquí!
Segundo Escudero
¡Un cisne! Cuarto Escudero
¡Un cisne silvestre! Tercer Escudero
¡Está herido!
Caballeros y Escuderos
¡Ay!, ¡Ay!, ¡Ay! Gurnemanz
¿Quién ha disparado al cisne? (El cisne cae de repente; un escudero le saca la flecha)
Primer Caballero
El Rey dice que es un buen augurio, pues el cisne llegó volando hasta el lago, y después apareció la flecha… (Escuderos y Caballeros entran en escena, llevando a Parsifal) Caballeros
¡Ha sido él! Escuderos
¡Él es quien ha disparado! ¡Aquí está el arco! (Señalando el arco de Parsifal) Segundo Caballero
(Mostrando la flecha) Aquí está la flecha, son iguales. Gurnemanz
(A Parsifal) ¿Has sido tú quien ha matado al cisne? Parsifal
¡Por supuesto! ¡A todo lo que vuela yo le disparo! Gurnemanz
¿Tú lo has hecho? ¿Y no te avergüenzas de haber cometido tal acto? Escudero Y Caballeros
¡Castigad al criminal! Gurnemanz
¡Acto sin precedentes! ¿Y has podido matar, aquí, en el bosque sagrado, cuando todo a tu alrededor es paz y tranquilidad? ¿No se te acercaron las bestias del bosque para atacarte? ¿Acaso te dan la bienvenida como a un amigo piadoso? Desde las ramas de los árboles, ¿qué te decían los pájaros? El fiel cisne, ¿que te había hecho? Sólo iba volando en busca de su compañera para cruzar el lago juntos, y así bendecir noblemente sus aguas. ¿Cómo es que no te asombraste? Tú, como un simple muchacho, sólo pensaste en tu arco mortífero. Nosotros le amábamos: ahora ¿qué es él para ti? ¡Mira, mira aquí! Aquí lo heriste, por aquí le caía la sangre, su ala cae como muerta,
sus plumas del color de la nieve, se han teñido de oscuro, su mirada está vacía. ¡mira cómo nos mira! (Parsifal le escucha cada vez con más emoción. Rompe su arco y tira sus flechas) ¿Eres consciente ahora del pecado que has cometido? (Parsifal se cubre los ojos con la mano) Dime, muchacho mío, ¿Comprendes el pecado cometido? ¿Cómo pudiste hacerlo? Parsifal
No lo sabía Gurnemanz
¿De dónde eres? Parsifal
No lo sé Gurnemanz
¿Quién es tu padre? Parsifal
No lo sé Gurnemanz
¿Quién te mostró el camino para llegar aquí? Parsifal
No lo sé Gurnemanz
Dinos tu nombre al menos Parsifal
He tenido tantos que ahora no sé ninguno Gurnemanz
¿Así que no sabes nada de nada? (Para sí mismo) ¡Persona tan tonta como esta sólo conozco a Kundry! (A los escuderos, que se han colocado a su alrededor) ¡Vosotros, fuera de aquí! ¡No descuidéis el baño del Rey! ¡Ayudadle! (Los Escuderos, con reverencia, colocan al cisne muerto sobre un féretro de ramas frescas y se marchan en dirección al lago. Gurnemanz y Parsifal se quedan solos. Kundry les escucha, desde su rincón. Gurnemanz se vuelve hacia Parsifal) Ahora ¡habla! No sabes nada de lo que te he preguntado: así que dime lo que si sabes, pues al menos algo has de saber
Parsifal
Tengo una madre: se llama Herzeleide. Nuestro hogar está en el bosque y en campo abierto Gurnemanz
¿Quién te dio el arco? Parsifal
Me lo hice yo para perseguir las águilas silvestres del bosque. Gurnemanz
Mas parecéis noble y de alta cuna: ¿por qué tu madre no te permite aprender a blandir armas mejores? (Parsifal no dice nada, Kundry, que durante el recital de Gurnemanz sobre el destino de Amfortas ha estado muy agitada, ahora observa a Parsifal con curiosidad y dice con voz ruda): Kundry
Su madre tuvo un hijo huérfano, pues Gamuret había perecido en el combate; ante una muerte tan prematura del héroe, su madre tenía la esperanza de proteger a su hijo, no permitiéndole llevar armas y cuidándole en el bosque: ¡una loca! (Se ríe) Parsifal
(Ha estado escuchando con vivo interés) ¡Sí! Una vez, en los límites del bosque, montados sobre hermosos corceles, llegaron radiantes caballeros: me habría gustado ser como ellos: pero ellos se rieron y se fueron. Así que les seguí, pero nunca les alcancé. He atravesado desiertos, montañas y valles. Descansaba cuando cía la noche, y volvía cuando amanecía: solo con mi fiel arco, contra hombres salvajes y monstruosos… Kundry
(Se levanta y se acerca a él) ¡Sí! Has abatido la fuerza de salteadores y gigantes, que han aprendido a salir corriendo al ver tu tierna juventud. Parsifal
(Sorprendido) ¿Quién me teme? ¡Hablad!
Kundry
¡Los malvados! Parsifal
Aquellos que me atacaban ¿Eran malvados? (Gurnemanz se ríe) ¿Quién es bueno? Gurnemanz
(De nuevo serio) Tu madre, a la que abandonaste, y quién llora y se lamenta por ti. Kundry
Su dolor ha llegado a su fin: su madre está muerta Parsifal
(Alarmado) ¿Muerta?… ¿Mi… madre? ¿Quién te lo ha dicho? Kundry
Pasé por allí y la vi morir, y a ti, tonto, te traigo sus recuerdos. (Parsifal se lanza al cuello de Kundry, pero Gurnemanz lo retiene) Gurnemanz
¡Muchacho indisciplinado! ¿Otra vez te estás peleando? (Kundry se libera de él; Parsifal permanece en silencio) ¿Que te ha hecho la pobre mujer? Sólo te ha dicho la verdad. Kundry no miente: sencillamente lo vio todo. Parsifal
(Tembloroso) ¡Me voy a desmayar! (Kundry, al ver el estado en que se halla Parsifal, corre al manantial, y le trae agua con la que remoja la cara de Parsifal, y le da de beber) Gurnemanz
¡Bien! Así lo quiere el Grial: la maldad se disipa cuando actuamos con bondad. Kundry
(Con tristeza) Yo no haré nada bueno: déjame en paz, déjame reposar. ¡ay! ¡estoy tan cansada! (Se da la vuelta con tristeza y mientras Gurnemanz le tiende una mano paternal a Parsifal, ella se desvanece entre los matorrales)
¡Dormir! ¡Ay, que no me despierten! (De repente, se acobarda) ¡No! ¡A dormir no! ¡El terror se apodera de mi! (Empieza a temblar; deja caer los brazos y la cabeza y así se introduce entre los arbustos) ¡Es inútil resistirse! Ya ha llegado la hora. (Los Caballeros y Escuderos vuelven del lago en dirección al castillo, llevando la litera de Amfortas) ¡Dormir… dormir… debo…! (Se esconde entre los arbustos, y desaparece de la vista) Gurnemanz
El Rey ya regresa de su baño, el sol ya está bien alto. Permíteme que te lleve al banquete piadoso; si eres puro, el Grial será para ti bebida y comida. (Pone su brazo sobre el hombro de Parsifal, y se lo lleva muy despacio) Parsifal
¿Quién es el Grial? Gurnemanz
No debes hablar así de él; mas, si te acepta nunca perderás la Sabiduría. ¡Y mira! Creo que te conozco bastante bien: ningún camino de la tierra lleva hasta él, y ningún hombre puede atravesarlo, a menos que él mismo le guíe. Parsifal
Apenas he dado un paso, y me parece que ya he llegado lejos. Gurnemanz
Mira hijo, aquí el tiempo no hace cambiar el espacio (Mientras caminan, la escena va cambiando poco a poco. El bosque desaparece, y en su lugar aparecen gargantas rocosas y túneles de piedra oscura. El camino va subiendo a través de paredes, y la escena cambia por completo. Gurnemanz y Parsifal entran en la Sagrada Sala del Grial) . Gurnemanz
(Dirigiéndose a Parsifal estupefacto) Ahora, abre bien los ojos, y muéstrame el tonto inocente que eres
y que sabiduría se te concederá (La luz ilumina la sala desde una gran bóveda. A ambos lados, las puertas del fondo están abiertas; por la de la derecha entran los Caballeros del Grial, que se sientas alrededor de las mesas) Caballeros
La Última Cena de Amor que se ofrece día tras día (Un grupo de escuderos cruza el escenario hacia el fondo) Como si fuera la última vez, ¡que no se repita después de ésta! (Un segundo grupo de escuderos cruza la sala) Si tus actos son bondadosos, esta comida te renovará; serás refrescado con el don de las alturas (Los Caballeros se colocan en las mesas. Los escuderos llevan a Amfortas en una litera: delante de él, cuatro escuderos transportan el Relicario cubierto que contiene el Grial, la procesión se dirige hacia el centro, al fondo, donde hay colocado un diván donde colocan a Amfortas: ante él, hay una piedra de altar sobre la que los escuderos colocan el Relicario cubierto que contiene el Grial) Jóvenes
(Las voces provienen desde lo alto de la cúpula) Para este mundo pecador, entre miles de dolores, como antes ya sangró él, para el héroe salvador, ahora ya con los corazones alegres, dejad que mi sangre también fluya. Su cuerpo, tal como él nos confesó, vive en nosotros a través de su propia muerte. Pajes
(Desde lo más alto de la cúpula) La Fe se mantiene viva; la Paloma, única mensajera del Redentor, revolotea sus alas. ¡Bebed de este vino, que fluyó para vosotros, y comed del pan de la vida! (Todos ocupan ya sus puestos. Después de un completo silencio, se oye una voz desde el fondo. Es la voz de Titurel, que parece venir desde la tumba) Titurel
Hijo mío, Amfortas, ¿Eres tú quien oficias el servicio? ¿Me permitirás al menos que vea el Grial, y que viva? ¡Acaso debo morir sin haber sido guiado por el Redentor?
Amfortas
¡Ay Dios! ¡Ay Dios! ¡Qué tormento hay dentro de mi! ¡Mi padre! ¡Ay, una vez más oficiad el servicio! ¡Vivid, vivid… y dejadme morir! Titurel
Estoy en la tumba, por la gracia del Redentor: mas, me siento demasiado débil para servirle. ¡Con el servicio compensa tu deuda! ¡Destapar el Grial! Amfortas
¡No! ¿Déjalo cubierto! ¡Ay! ¿Acaso nadie puede ver el dolor que me causa mirar lo que en otro tiempo me deleitaba? ¡Además de la herida, de su ira abrasadora de este dolor y este tormento infernal, he de ser maldecido con este servicio sacro. ¡Esta es la angustiosa herencia que me dejaron, a mi, pecador entre pecadores, debo guardar el objeto sagrado entre los sagrados, y llorando, suplicar que se me conceda la gracia de aquél que tiene un corazón puro! ¡Oh castigo, castigo sin igual, cuya… ¡ay! clemencia me hace sufrir tanto! A Él y a su divina compasión debo desear con fervor, desde lo más profundo de mi alma, debo alcanzarle para poder salvarme. Ya ha llegado la hora: un rayo de luz resplandece sobre la obra sagrada; el velo ha caído. El líquido divino del Sagrado Cáliz se enciende con una fuerza resplandeciente, el dolor me sacude con un inmenso placer, siento cómo fluye en mi corazón, el manantial de la más sagrada de las sangres: Pero, entonces, desde mi interior, mi sangre pecadora como empujada por una corriente de pecados vuelve a fluir dentro de mi, y el mundo de los pecadores, se apodera de mi con una aversión desgarradora; y de nuevo rompiendo todas las puertas, vuelve a manar, por aquí, por esta herida, igual a la Suya, que provocó la misma lanza que le hizo la herida a nuestro Salvador, y a través de la cual, con lágrimas sangrientas, el Divino lloró a causa de la ofensa de la humanidad,
con una ansia sagrada de compasión, y ahora a través de mi herida, en el mismo lugar divino, como guardián del más sagrado de los tesoros y guardián del bálsamo de la salvación, la sangre del pecado vuelve a manar de nuevo de la fuente del eterno deseo, que ¡ay! ¡ninguna penitencia puede detener! ¡Piedad! ¡Piedad! ¡Compadécete de mi! ¡Ay piedad! ¡Llévate mi herencia, cierra mi herida, para que pueda morir en gracia, puro y perdonado por Ti! (Cae postrado) Pajes Y Jóvenes
(Desde la cúpula) "El tonto inocente, al que la piedad hará saber; a él esperadle, yo os lo enviaré" Caballeros
Así se os prometió. Esperad y tened confianza, y ahora realizad el servicio. Titurel
Destapad el Grial. (Amfortas se reincorpora con dificultad. Los pajes quitan la cubierta del Relicario. Extraen el Cáliz de cristal al que le sacan la tapa, y lo colocan frente Amfortas) Voces
(Desde lo alto) Tomad mi sangre, tomad mi cuerpo, en nombre de nuestro amor (Amfortas se arrodilla para rezar; la oscuridad cae sobre la sala) Pajes
(Dese lo alto) Tomas mi sangre, tomas mi cuerpo, en recuerdo mío (Un deslumbrante rayo de luz cae sobre el Grial que resplandece con un rayo brillante. Amfortas, transfigurado, alza el Cáliz y consagra el pan y el vino. Todos se arrodillan)
Titurel
¡Oh, dicha sagrada! ¡Cómo la gracia del Señor brilla hoy sobre nosotros! (Amfortas baja el Cáliz que los pajes vuelven a depositar, en el Relicario, y lo cubren como antes. Vuelve a haber luz. Los cuatro pajes van pasando pan y vino) Pajes
(Desde arriba) Pan y Vino de la Última Cena, que el Señor del Grial ha transformado, gracias a la gran compasión del amor, en la sangre que derramó, en el cuerpo que descansó en la tumba (Los cuatro pajes cogen del altar las jarras de vino y las cestas de pan que Amfortas ha bendecido, y las distribuyen entre los Caballeros, Gurnemanz, que ha aguardado un sitio detrás de él, llama Parsifal, Pero Parsifal, permanece solo, a un lado, de pie y muy recto) Jóvenes
(A media altura de la cúpula) Sangre y cuerpo, sagrados presentes, transformados en comida. ¡Que el espíritu nos reconforte con este vino escanciado para nosotros, este pan, que nos alimenta. Caballeros
(Primer grupo) ¡Tomas este pan, para que se convierta en vuestra propia carne, y fortificadlo fieles hasta la muerte; honestos en todas vuestras pruebas, para continuar la obra del Redentor! Caballeros
(Segundo grupo) ¡Tomas el vino, para que se convierta en vuestra propia sangre, y encended el fuego de la vida, y la alegría de la unión, en verdades hermandad, para luchar junto al bendito espíritu! Todos los Caballeros
¡Bendecidos por la fe! ¡Bendecidos por la fe y el amor! Jóvenes y Pajes
¡Bendecidos por el amor! ¡Bendecidos por la fe! (Los Caballeros se dan abrazos de paz. Durante la comida, Amfortas, que no ha participado en ella, poco a poco a recaído por el esfuerzo de tanta exaltación: inclina la cabeza y se lleva la mano a la herida. Los pajes se le acercan; por sus movimientos, queda claro que la herida ha empezado a sangras de nuevo; atienden a Amfortas, tumbándolo en su litera, y mientras los demás se preparan para salir, ellos se llevan a Amfortas y el Relicario sagrado. Del mismo modo, los Caballeros abandonan la sala en solemne procesión. Empieza a oscurecer. Al oír el grito de dolor de Amfortas, Parsifal se lleva la mano al corazón. A partir de ese momento, permanece inmóvil. Gurnemanz se le acerca y lo zarandea) Gurnemanz
¿Por qué te quedas aquí? ¿Sabes lo que has visto? (Parsifal, aún con la mano en el corazón, menea la cabeza) Sí, no eres más que un inocente. (Abre la puerta lateral) ¡Vete! ¡Sal por aquí! Gurnemanz te ha avisado: ¡de ahora en adelante deja a los cisnes en paz, y dedícate mentecato, a los gansos! (Echa a Parsifal y se va a unirse a los Caballeros que ya han salido) Una voz alta
(Desde la cúpula) "¡El tonto inocente, al que la piedad hará saber!" Voces
(Desde arriba) ¡Bendecido por la fe! (Campanas)
PRELUDIO ACTO II
(El castillo mágico de Klingsor. El interior de una torre abierta por la parte de arriba. Un foso. Instrumentos de tortura y magia. Klingsor se halla sentado ante un espejo de metal) Klingsor
Ha llegado la hora
El tonto inocente pronto se verá atrapado en mi castillo mágico, ya lo veo venir, saltando como un niño. A ella, su propio encantamiento la ha sumido en un sueño en el que parece estar muerta, pero yo sé cómo ponerle fin: ¡Levántate! ¡A trabajar! (Salen vapores que lo envuelven; empieza a hablar en dirección al foso) ¡Aquí! ¡Aquí! ¡Por aquí! ¡Tu señor te llama a ti, que no tienes nombre, diablesa de los orígenes del mundo, Rosa del Infierno! Tú eras Herodías, ¿y quién más? ¡Allí Gundryggia, aquí Kundry? ¡Aquí, aquí, Kundry! ¡Tu señor te llama: ven a mi! (Kundry, tumbada bajo una luz azulada, parece dormir. Poco a poco empieza a moverse como si se estuviera despertando; al final, deja escapar un terrible grito) ¿Te has despertado? ¡Bien! Una vez más, mi voluntad ha caído sobre ti, en el momento justo. (Kundry gime, con desgana) Dime, ¿por dónde has estado vagabundeando otra vez? ¡Qué asco! ¡Con esa banda de caballeros, que te tratan peor que una bestia! ¿Acaso no estás mejor conmigo? Cuando me entregaste a su señor, ¡ja, ja! El puro guardián del Grial ¡que te hizo volver de nuevo a ellos? Kundry
(Con voz ronca y cansada) ¡Ay! ¡Ay! ¡Noche profunda!… ¡Locura! ¡Oh, Furia!… ¡Ay! ¡Desgracia!… Dormir… dormir… ¡dormir profundamente!… ¡Muerte! Klingsor
¿Pero otro te despertó? ¿No? Kundry
¡Sí!… ¡mi maldición! ¡Oh, deseo… deseo! Klingsor
¡Aha! ¡Deseo de castos caballeros! Kundry
Allí… allí.. yo les serví Klingsor
Sí, sí ¿para remediar el daño, que con tanta malicia les habías provocado? Ellos no te ayudan: yo los compraré a todos, si pago el precio justo; el más fuerte de todos ellos sucumbirá si logras que caiga entre tus brazos, y entonces sobre él caerá la lanza, que arrebaté a su propio señor. Este que hoy nos desafía es el más peligroso: su simplicidad le protege como un escudo. Kundry
¡Yo no quiero! ¡ay! Klingsor
No, pero lo harás porque debes hacerlo. Kundry
Vos… no podéis… obligarme Klingsor
Pero puedo dominarte Kundry
¿Vos? Klingsor
Tu señor Kundry ¿Con qué poder? Klingsor
¡Ja! Contra mi tu poder… no puedes hacer nada Kundry
(Rompe a reír) ¡Ja, ja! ¿Acaso sois tan casto? Klingsor
(Furioso) ¿Qué pregunta es ésa, maldita mujer? (Sombrío) ¡Horrible fatalidad! ¿Acaso el diablo se burla ahora de mí, porque una vez intenté figurar entre los santos? ¡Horrible fatalidad! ¡Oh, insumiso dolor del deseo, impulso horrible doblegado en el infierno,
que yo he conseguido dominar en el silencio de la muerte! ¿Y ahora se ríe y burla de mí, a través de ti, novia del diablo? ¡Cuidado! Pagarás por tus burlas y risas: ese orgulloso, fuerte con su justicia, que me expulsó de su lado, su tribu serán mis esclavos, y al santo guardián haré consumirse, sin redención; y pronto, creo yo guardaré el Grial ¡Ja, ja! ¿Te gustó mucho Amfortas, el héroe que te envié como compañero del placer? Kundry
¡Ay! ¡Desgracia!… ¡Desgracia! ¡Él, también es débil!.. ¡Todos son débiles!… ¡Todos se convertirán en víctimas, si yo soy parte de la maldición! ¡Oh, sueño eterno, única salvación! ¿cómo… cómo puedo conseguirte? Klingsor ¡Ja! Aquél que te desafíe, te liberará: ¡inténtalo con este muchacho que se acerca! Kundry
Yo… ¡no quiero hacerlo! Klingsor
(Subiéndose a la almena) ¡Ya casi ha pasado las murallas! Kundry
¡Oh! ¡Ay de mí! ¡Ay de mí! ¿Para esto he despertado? ¿Debo hacerlo? ¿Debo hacerlo? Klingsor
(Mirando desde la almena) ¡Ah! ¡Es un muchacho apuesto! Kundry
¡Oh, oh! ¡Ay de mí! (Inclinándose hacia fuera, Klingsor hace sonar un cuerno) Klingsor
¡Eh ahí! ¡La guardia! ¡Vosotros Caballeros!
¡Héroes! ¡A las armas! ¡El enemigo se acerca! ¡Ja! ¡Cómo corren hacia las murallas, ciegos por la locura, para proteger a su hermosa diablesa! ¡Así! ¡Con valentía! ¡Con valentía! ¡Ah! No les tiene miedo: Ya ha desarmado al valiente Ferris, y ataca con furia a los otros (Una risa incontrolable se apodera de Kundry) ¡Que mal se les da luchas con ahínco a esos payasos! ¡Uno ha perdido un brazo, otro una pierna! (Kundry grita y desaparece) ¡Ja, ja! Rompen filas. Huyen (La luz azul ha desaparecido. Abajo hay una completa oscuridad. Por encima de las murallas, se ve un cielo totalmente azul) ¡Todos los hombres se arrastran a casa herido! ¡No os servirá de nada! ¡Toda la orden de los Caballeros, podría sucumbir ante él! ¡Ay! ¡Ahí en las almenas, que orgulloso parece! ¡Cómo sonríen las rosas de sus mejillas, al mirar como un niño, el jardín desierto! (Se vuelve hacia el foso) ¡Eh, Kundry! ¿Qué? ¿Ya has empezado a prepararte? ¡Ja, ja! ¡Que bien me sabía el encantamiento que te pondría de nuevo a mi servicio! (Dirigiéndose hacia el interior) Tú, ese de ahí, jovenzuelo ¿que profecía, te ha traído hasta aquí? Demasiado joven y atolondrado, y ya has caído en mis redes: ¡una vez te halla despojado de tu pureza, sucumbirás a mi poder! (Rápidamente, desaparece junto con la torre; al mismo tiempo se alza el jardín mágico: vegetación tropical, flores exuberantes. En la parte de atrás se hallan las almenas de las murallas del castillo. Sobre las murallas se encuentra Parsifal, mirando hacia el jardín, sin salir de su asombro. De todas partes aparecen bellas doncellas. Éstas llevan velos de colores pastel que se ha puesto a toda prisa, como se acabaran de levantarse de un largo sueño) Doncellas
(Las unas a las otras) ¡Ha sido aquí! ¡Aquí! ¡El clamor! ¡Las armas! ¡Gritos feroces! ¡Maldición! ¿Quién es el culpable? ¿Dónde está el culpable? ¡Venganza! 1ª Doncella - Grupo I
Mi amado, herido 1ª Doncella - Grupo II
¿Dónde está el mío?
2ª Doncella - Grupo I
¡Me he despertado sola! Coro I y II
¿A dónde han escapado? 1ª Doncella - Grupo II
¡Dónde está mi amado? 3ª Doncella - Grupo I
¿Dónde está el mío?
2ª Doncella - Grupo II
¡Me he despertado sola! Doncellas
(Las unas a las otras) ¿Dónde están nuestros amados? ¡Dentro, en la sala! ¿Dónde están nuestros amados? ¡Los vimos en la sala! ¡Los vimos llenos de heridas, sangrientas! ¡Ay de mí! ¡Ay de mí! ¡Salvémosles! ¿Quien es nuestro enemigo? (Señalan a Parsifal) ¡Ahí está! ¡Miradlo! ¡Miradlo! ¡Ahí está! ¿Dónde? ¡Ahí! ¡Ja! ¡Ya lo veo! 1ª Doncella - Grupo I
¿En su mano lleva la espada de mi Ferris! 2ª Doncella - Grupo I
Yo veo la sangre de mi amado Coros I y II
¡Era él! 1ª Y 3ª Doncella - Grupo II
¡Mí héroe se lanzó al combate 2ª Y 3ª Doncella - Grupo I
¡Y todos le siguieron
1ª Doncella - Grupo I
¡Mí héroe se lanzó al combate! Coros I y II
¡Todos se lanzaron, pero se encontraron con él en guardia! ¡Ay de mí! ¡Ay de él! ¡Ha derribado a nuestros amados! 2ª Doncella - Grupo I y Doncellas del Coro I
¡Ha derribado a mi amado!
2ª Doncella - Grupo II y Doncellas de los Coros
¡Me ha arrebatado a mi amigo! 2ª Doncella - Grupo II y Doncellas de los Coros
¡Su espada está manchada de sangre! 1ª Doncella - Grupo II y Doncellas de los Coros
¡El enemigo de mi amado! Doncellas
¡Maldición! ¡Tú, ese de ahí! ¡Maldito seas! ¿Por qué nos has traído tanta desgracia? ¡Maldito seas! (Parsifal salta al jardín) ¡Ja! ¡Es valiente! 1ª Doncella - Grupo I y 1ª y 2ª Doncella - Grupo II
¿Te atreves a acercarte? 2ª y 3ª Doncella - Grupo I y 3ª Doncella - Grupo II
¿Por qué has matado a nuestros amados? Parsifal
Hermosas doncellas, ¿acaso no tuve que matarlos? Bellas damas: me impedían el paso hacia vosotras. 1ª Doncella - Grupo II
¿Querías llegar a nosotras? 1ª Doncella - Grupo I
¿Ya nos habías visto antes? Parsifal
Nunca había visto una estirpe tan bella: Creo que sois hermosas, ¿acaso no estoy en lo cierto? 2ª Doncella - Grupo I
Así pues ¿no nos vas a matar?
2ª Doncella - Grupo II
¿No nos matarás? Parsifal
No podría 1ª Doncella - Grupo II
Y sin embargo, ¡Ya nos has hecho tanto daño! 2ª Y 3ª Doncellas - Grupo I y II
¡Tanto y tan doloroso!
1ª Doncellas - Grupo I y II
Has matado a nuestros compañeros de juego Doncellas
¿Quién jugará con nosotras ahora? Parsifal
¡Yo, con mucho gusto! (Las doncellas-flor ríen y rodean a Parsifal, jugueteando. Mientras él se va acercando a los animados grupos, las doncellas del grupo I y el coro I se separan para completar el adorno floral) Coro I
Así pues ¿somos de tu agrado?
Grupo II
¡Quédate! ¡No nos dejes! Coro II
¡Ven acércate! 1ª Doncella - Grupo II
Si no nos haces daño…
2ª Doncella - Grupo II
te recompensaremos… Grupo II
(Alternativamente) … no jugamos por oro. 1ª Doncella - Grupo II
Jugamos por amor 2ª Doncella - Grupo II
¿No deseas consolarnos? 1ª Doncella - Grupo II
¡Si es así, tú ganarás!
(Las doncellas del grupo I y coro I vuelven, vestidas con flores y con aspecto de flores; se acercan a Parsifal) 2ª Flor - Grupo I
¡Dejad al muchacho! 1ª Flor - Grupo I
¡Es mío! 3ª Flor despues la 2ª - Grupo I
¡No!
Coro I y Grupo I
¡Ah! ¡Traidoras! ¡Se han adornado en secreto! (El grupo que ha vuelto se coloca alrededor de Parsifal, y las doncellas del grupo I I y el coro I I salen del escenario) Coro I y Grupo II
(Dando vueltas a Parsifal y halagándolo) ¡Ven, ven, hermoso muchacho! ¡Ven, ven! ¡Deja que florezca para ti! ¡Hermoso muchacho! ¡Para tu placer y consuelo
me he molestado tanto en arreglarme! 1ª Flor - Grupo I
¡Ven, hermoso muchacho! 2ª Y 3ª Flor - Grupo I
¡Hermoso muchacho! (El grupo II y el coro II vuelven igual de adornadas) Las Flores
¡Ven, ven, hermoso muchacho! ¡Deja que florezca para ti! ¡Para tu placer y consuelo, me he molestado tanto en arreglarme! Parsifal
(Pasando entre los grupos, alegre) ¡Qué aroma tan dulce desprendéis! ¿Acaso sois en realidad flores? 1ª Flor - Grupo I
El tesoro del jardín… 1ª Flor - Grupo II
… y esencias de dulce perfume.
1ª Flores - Grupo I y II
¡Nuestro señor nos arranca en primavera!
2ª Flores - Grupo I y II
Crecemos aquí… 1ª Flores - Grupo I y II
… bajo el sol estival… 1ª Y 2ª Flores - Grupo I y II
… floreciendo para ti, llenas de placer.
3ª Flores - Grupo I y II y Coro I
¡Ahora se bueno y ámanos!
2ª Flores - Grupo I y II y Coro II
¡No dejes a las flores sin su recompensa! Flores
Si no nos amas y cuidas, nos consumiremos y moriremos 1ª Flor - Grupo II
¡Tómame en tu seno!
Coro
¡Ven, dulce muchacho! 1ª Flor - Grupo I
¡Deja que te refresque la frente!
Coro I y II
¡Deja que florezca para ti! 2ª Flor - Grupo I
¡Deja que te acaricia la cara! 2ª Flor - Grupo II
¡Deja que te bese en la boca! 1ª Flor - Grupo I
¡No! ¡Yo! ¡Yo! ¡Yo soy la más bella!
2ª Flor - Grupo I
¡No! ¡La más bella soy yo! Coro I y II
¡Yo soy la más bella! 1ª Flor - Grupo II
¡No! ¡Mi aroma es más dulce! Doncellas
¡No! ¡Yo! ¡Yo! ¡Sí, yo! Parsifal
(Deshaciéndose de ellas con amabilidad) Descontrolado y hermoso jardín de flores, ¡si queréis que juegue con vosotras, tenéis que dejarme espacio! 1ª Flor - Grupo II
¿Nos estás riñendo? Parsifal
Pero ¿si os estáis peleando entre vosotras? 1ª Flor - Grupo I despues 2ª Flor - Grupo II
Nos peleamos por ti Parsifal Controlaos 2ª Flor - Grupo I
Dejadle, veis: ¡es a mí a quien quiere! 3ª Flor - Grupo I
¡Me prefiere a mí! 3ª Flor - Grupo II
¡No, a mí!
2ª Flor - Grupo II
¡No, me prefiere a mí! 1ª Flor - Grupo II
¿Me rechazas? 1ª Flor - Grupo I
¿Me tienes miedo? 2ª Y 3ª Flores - Grupo I y 3ª Flor - Grupo II
¿Me rechazas? Coro
¿Qué? ¿Acaso tienes miedo de las mujeres? Grupo II
¿No te atreves? Coro II
¿No te atreves? 1ª Flor - Grupo I
¡Chico malo! ¡Tan inseguro y frío! Coro I y II
¡Malo! ¿Y tan tímido? 1ª Flor - Grupo II
¡Chico malo! ¡Tan inseguro y frío! Coro II
¡Tan tímido y frío! 1ª Flor - Grupo I
¿Permitirás que las mariposas hagan la corte a las flores? 2ª Y 3ª Flores - Grupo I
¡Qué tímido es! 2ª Y 3ª Flores - Grupo II
¡Qué frío es! Coro
¡Dejadlo! ¡No os acerquéis a él!
Flores - Grupo I y II
Lo dejamos por perdido Coro II
¡Oh dejad que sea totalmente nuestro! Flores - Grupo II
¡No! ¡Es mío! Flores
¡No, es nuestro! ¡Todo nuestro! ¡Mío también! ¡Todo mío! Parsifal
(Medio enfadado; empujándolas) ¡Separaos de mí! ¡Dejadme espacio! (Empieza a marcharse, pero una voz le detiene) Kundry
¡Parsifal! ¡Quédate! (Alarmadas por la voz, las doncellas se separan de Parsifal) Parsifal
¿Parsifal? Así, en sueños, me llamaba mi madre. Kundry
¡Quédate ahí! ¡Parsifal! ¡El mayor de los placeres y la fortuna te saludan! Vosotras, amantes infantiles, dejadle; flores que pronto marchitaréis, él no está destinado a jugar con vosotras. Id a casa, cuidad de los heridos; muchos héroes abandonados os esperan. (Arrepentidas, las doncellas salen dirigiéndose al castillo) 1ª Flor después 3ª Flor - Grupo II
¿Dejarte a ti?
2ª Flor - Grupo II
¿Abandonarte?
3ª Flor después LA 1ª Flor - Grupo I
¡Ay de mí! 2ª Flor - Grupo I
¡Ay de mí, que dolor! Coro I y II
¡Ay de mí!
Flores - Grupo I
Con gusto les abandonaríamos a todos… Flores - Grupo I y II
… para quedarnos a solas contigo. Coros I y II
¡Adiós, adiós! ¡Adiós, héroe, tú orgulloso tú… simple! (Salen corriendo, riéndose) Parsifal
Todo esto… ¿no lo he soñado? (Se vuelve hacia donde ha salido la voz que ha oído. Kundry aparece como una joven de gran belleza, totalmente transformada, llevando una túnica de flores al estilo Arabe) ¿Me llamaste a mí, el que no tiene nombre? Kundry
Yo te llamé, corazón simple y puro "Fal Parsi" el puro y simple: "Parsifal" Así, cuando moría en la tierra de los sarracenos, antes de morir tu padre Gamuret, pidió que se diera este nombre a su hijo, que aún estaba en el vientre de su madre. Yo te he estado esperando aquí, para decirte todo esto: ¿qué, sino el deseo de saberlo, te ha hecho venir hasta aquí? Parsifal
Nunca había visto, ni nunca había soñado don lo que ahora veo, y con lo que ahora, con miedo, inunda mi alma, ¿también tú floreciste en este bello jardín? Kundry
¡No, Parsifal, corazón simple y puro! Mi tierra está lejos.. muy lejos. Para que pudieras encontrarme te he estado esperando. Vengo desde muy lejos, y he visto muchas cosas. Vi al recién nacido sobre el pecho de su madre, aún puedo oír la risa de sus primeros balbuceos, y cómo, con el corazón alegre, Herzeleide también reía, cuando tú, la niña de sus ojos, se reía de su dolor.
Arrecostada con cuidado sobre el tierno musgo, adormece con caricias a su amado niño, igual que, con sumo cuidado, una madre tierna vigila a su hijo que duerme, y cuando llega la mañana, la escarcha caliente de las lágrimas de la madre, despierta al niño. No podía más que llorar, al verte, nacido del dolor del amor y muerte de tu padre. Y protegerte de tales desgracias, se convirtió para ella en una obligación suprema. Intentó guardarte y protegerte de las armas, y del estruendo de las luchas de los hombres. ¡Ay! Ella era toda cuidado, toda ansiedad: pero tal conocimiento no debería legarte. ¿No oías sus llantos de lamento cuando te alejabas tanto y durante tanto tiempo? ¡Ay! ¡Cuando, después de buscarte, te encontraba, que alegría y que risa alegraban su corazón!. Cuando sus brazos te rodeaban con tanta ansia, ¿no te deban miedo aquellos besos? ¡Y sin embargo, no supiste ver su desesperación, ni su desgarrador dolor, cuando, al final, no regresaste y tus pisadas se borraron en el camino! Esperó día y noche, hasta que su lamento se agotó; cuando la pena acabó con su dolor, se entregó a la tranquilidad de la muerte: el dolor le rompió el corazón y Herzeleide… murió. Parsifal
(Deshecho, a los pies de Kundry) ¡Ay de mí! ¡Ay de mí! ¿Qué he hecho? ¿Dónde estaba? ¡Madre! ¡Dulce y amada madre! ¡Tu hijo, tu hijo te mató! ¡Oh, tonto! ¡Idiota, tonto sin remedio! ¿A dónde me dirigí, olvidándome de ella… olvidándome incluso de mí mismo? ¡Querida, amada madre! Kundry
Mientras el dolor te era desconocido, el dulce consuelo no podía animarte el corazón. Para el mal del que ahora te arrepientes, para la desgracia que ahora sufres, para ellos el amor te ofrece consuelo. Parsifal
(Aún más conmovido) ¡Mi madre, mi madre! ¡y pude olvidarme de ella! ¡Ay! ¿Hubiera preferido olvidarme de todo lo demás? ¿En qué estaba pensando? La simple estupidez se ha apoderado de mí! (Kundry se inclina, le acaricia la frente y le pone el brazo alrededor del cuello) Kundry
Confesar el arrepentimiento pone fin al sentimiento de culpabilidad; el saber convierte las locuras, en algo con sentido. ¡Aprende a conocer ese amor, que se apoderó de Gamuret, cuando las feroces llamas de Herzeleide le consumieron. Muerte y estupidez deben dar paso a este cuerpo y a esta vida, que te fueron otorgados; y hoy, ahora como si fuera la última bendición de tu madre, el amor te ofrece… este primer abrazo. (Se ha inclinado sobre la cabeza de Parsifal y le da un largo beso. De pronto, él se pone en pie; le ha cambiado la expresión y parece que esté sufriendo un dolor espantoso) Parsifal
¡Amfortas! ¡La herida! ¡La herida! ¡Me quema aquí en el costado! ¡Ay! ¡El grito! ¡El más terrible grito! ¡Me llama desde lo más profundo de mi corazón! ¡Oh, oh! ¡Pobre desgraciado! ¡Ay, miserable! ¡He visto cómo sangraba la herida: y ahora me sangra a mí! ¡Aquí! ¡Aquí! ¡No! ¡No! No es la herida. ¡Qué su sangre fluya desde aquí! ¡Aquí, aquí! ¡En el corazón, entre las llamas! ¡El deseo el terrible deseo que se apodera de mí y me empuja a seguir! ¡Oh! ¡El tormento del amor! ¡Cómo se estremece todo, como da vueltas y tiembla, con un deseo pecaminoso!… (Kundry mira a Parsifal llena de terror, mientras él sigue, cada vez más inspirado)
Mis ojos se detienen ante el Cáliz Redentor, donde la sagrada sangre resplandece; el place de la Redención, la divina mansedumbre, hacen estremecer a todas las almas; solo aquí, en mi corazón, el dolor persistirá. Ahora comprendo el lamento del Salvador, el lamento, ¡ay! el lamento por el Relicario profanado: "¡Sálvame y aléjame de las manos manchadas de pecado! "Así habló Dios con un grito horrible, que resonó en mi alma. Y yo… el tonto, el cobarde me lancé a juguetear con hazañas infantiles. (Cae al suelo de rodillas, desesperado) ¡Salvador! ¡Redentor! ¡Señor de la Gracia! ¿Cómo puedo yo, un pecador, reparar mi falta? Kundry
(Titubeando, intenta acercarse a Parsifal) ¡Noble héroe! ¡Déjate de fantasías! ¡Mírame! ¡Sé bueno con esta portadora de gracia que se te acerca! Parsifal
(Aún de rodillas, observando los movimientos seductores de Kundry) ¡Sí! ¡Esa voz! Así le llamaba, y estos, estos labios que tan traicioneramente le sonreían… sí… le atrajeron hacia ella, así inclinó el cuello, así alzó valientemente la cabeza, así danzaban sus hermosos cabellos, así su brazo rodeó su cuello, así, con suavidad, le acarició las mejillas. Sufriendo todos los dolorosos tormentos a la vez, ella le arrancó con un solo beso, la redención de su alma. (Se levanta despacio) ¡Ay! ¡Ese beso! (Le da un empujón a Kundry) ¡Tentadora! ¡Apártate! Para siempre… para siempre… ¡Apártate de mí! Kundry
(Con apasionada desesperación) ¡Cruel! Si en tu corazón no sientes más que el dolor ajeno, ¡siente ahora el mío! Si en verdad eres un salvador, ¿qué te impide, malvado
unirte a mí para salvarme? Todo este largo tiempo te he esperado a ti, redentor, del que tanto me burlé, y ahora es de masiado tarde. ¡Ay! ¿Acaso no conocías la maldición que, despierta o dormida viva o muerta en la alegría o en la tristeza, me atormenta sin cesar, con un dolor cada vez más agudo y penetrante? ¡Yo le vi.. le vi a Él y… me reí! ¡Entonces, Él me miró! Y ahora le busco de mundo en mundo, para encontrarme con Él otra vez. Cuando estoy realmente desesperada, creo que sus ojos me miran de cerca, y que su mirada se posa sobre mí. Y entonces, de nuevo esa risa maldita vuelve a surgir de mí, ¡cuando un pecador cae entre mis brazos! ¡Y río! ¡Río! No puedo llorar, tan sólo gritar, desvariar, vociferar, enfurecerme, en una noche interminable de locura, de la cual, me despierto arrepentida. Por Él, languidezco de deseo, a Él conocí, de Él me burlé, déjame que llore sobre Su pecho, junto a ti, sólo durante una hora, y aunque Dios y el mundo me rechazaron, contigo podré liberarme de mis pecados y redimirme. Parsifal
Durante toda la eternidad, sufrirías tu maldición junto a mí, si una hora, olvidándome de mi misión me dejara rodear por tus brazos. He sido enviado a redimirte a ti también, si es que puedes reprimir tus deseos. El consuelo que pondrá fin a tu dolor no proviene de la misma fuente que éste: nunca se te concederá la salvación, mientras esa fuente no se haya secado para ti. Hay otra… otra ¡ay! donde vi a los hermanos lamentándose, consumiéndose por la cruel desgracia
castigando y mortificando su propia carne. Sin embargo, ¿quién no reconoce la clara y brillante fuente de redención? ¡Oh, aflicción que ahuyentas la redención! ¡Oh mundo oscurecido con falsas fantasías: aquél que arde de pasión por la divina redención se ve postrado por el deseo de la fuente de la maldición! Kundry
(Fuera de sí) ¿Así que fue mi beso lo que te ayudó a ver esa segunda imagen? Entonces, el abrazo que te puedo dar con todo el amor de mi corazón, te pondría a la altura de un dios. Tú salva al mundo si esa es tu misión: pero esta hora puede convertirte en un dios, aunque me deje a mi maldita para siempre y mi herida nunca se cure. Parsifal
Te traigo la redención, muchacha pecadora. Kundry
Déjame que te ame como a mi dios, y ésa será mi redención. Parsifal
Amor y redención tendrás, sólo si me muestras el camino que conduce a Amfortas. Kundry
(En un arrebato de ira) ¡Nunca… le encontrarás! ¡Ha caído, deja morir a ese infortunado deshonroso, payaso innoble, del que yo, burlándome, me reí… reí… reí! ¡Ja, ja! ¡Su propia lanza le causó su herida! Parsifal
¿Quién fue quien le hirió con la lanza sagrada? Kundry
Fue él, fue él, el que mi risa maldijo. Su maldición… ¡Ay!… me hizo fuerte; ¡contra ti alzaré mis armas, si tú, con piedad, honras al pecador! ¡Ja! ¡Locura!
(Suplicando) ¡Piedad! ¡Ten piedad de mí! ¡Se mío durante tan sólo una hora! ¡Se tuyo durante tan sólo una hora! Después te mostraré el camino (Intenta abrazarlo, pero él la rechaza) Parsifal
¡Aléjate mujer endemoniada! Kundry
(Arañándose el pecho y mirando a lo lejos) ¡Ayúdame! ¡Ayúdame! ¡Por aquí! ¡Arrestad al granuja! ¡Cortad los caminos! ¡Cortad los senderos! Si te marcharas de aquí, si intentaras encontrar todos los caminos del mundo, los senderos que buscas, no los encontrarías: he maldecido para ti esos caminos y senderos que te trajeron hasta mí. ¡Oh, errante! ¡errante! Tú que me eres tan leal, te pido que seas su guía. (Klingsor aparece en la muralla blandiendo su lanza) Klingsor
¡Detente o te detendré con todas mis armas! ¡El tonto está destinado a probar la lanza de su señor! (Tira la lanza que se queda colgada en el aire por encima de Parsifal) Parsifal
(Cogiendo la lanza) Con esta señal rompo el hechizo, igual que cura la herida que tú abriste, que así lleve tu falsa pompa a la miseria y a la ruina. (Hace la señal de la cruz; el castillo desaparece; un desierto aparece donde estaban los jardines; Kundry cae al suelo. Desde arriba, Parsifal se vuelve hacia ella) Parsifal
¡Tú ya sabes donde puedes encontrarme de nuevo!
(Se va. Kundry lo sigue con la mirada)
PRELUDIO ACTO III
(Los dominios del Grial. Un paisaje primaveral con el fondo lleno de colinas en flor. Un manantial donde empieza el bosque. Una cabaña levantada contra una roca. Es muy temprano, Gurnemanz, ya un anciano que se parece más a un ermitaño que a un caballero, sale de la cabaña y escucha) Gurnemanz
El gemido ha venido de allí. Ninguna bestia salvaje ha emitido jamás un quejido semejante, al menos en una mañana tan divina como ésta. (Se oye un quejido) Creo que conozco ese llanto. (Se acerca a un arbusto, y separa las hojas; de repente se para) ¡Ah! ¡Es ella! ¿Ha vuelto? Los crueles espinos invernales le han cubierto, pero ¿Durante cuánto tiempo? ¡Levántate! ¡Kundry! ¡Levántate! ¡Ya ha acabado el invierno y ha llegado la primavera! (Arrastra a Kundry, que permanece inmóvil, hasta un lecho de hierba) ¡Despierta! ¡Despierta a la primavera! ¡Fría y rígida! Esta vez parece que esté muerta de verdad: sin embargo era su quejido lo que he oído (Intenta reanimarla. Al final, abre los ojos, grita y se pone en pie. Lleva puestas las ropas de mensajera del primer acto. Sin embargo, su cara está más pálida y ya no tiene un aspecto salvaje ni se comporta como tal. Mira a Gurnemanz, se arregla la ropa y el cabello, y parece esperar órdenes) ¡Muchacha alocada! ¿No me dices nada? ¿Así me das las gracias por haberte despertado una vez más de tu sueño mortal? Kundry
(Inclinando la cabeza, con voz ronca) ¡Para servir… para servir! Gurnemanz
(Sacudiendo la cabeza) ¡No será duro para ti!
¡Ya no volverás a ser enviada como mensajera! Ahora, cada hombre busca sus propias raíces y hierbas, tal como lo hemos aprendido de las bestias del bosque. (Kundry se ha metido en la cabaña; Gurnemanz la sigue con la mirada) ¡Cómo ha cambiado su manera de caminar! ¿Habrá sido obra de este día divino? ¡Oh! ¡Día de gracia incomparable! No cabe duda de que ha sido por su propia salvación, que hoy he despertado a esta pobre doncella, de su mortal sueño. (Kundry vuelve a salir con una jarra que lleva hasta el manantial. Ha visto a alguien acercarse a lo lejos, y se lo señala a Gurnemanz. Durante la entrada de Parsifal, Kundry se hace a un lado con la jarra llena y entra en la cabaña, donde se pone a hacer cosas) ¿Quién es éste que en un día tan glorioso se acerca, con una armadura tan negra? ¡No pertenece a la hermandad! (Parsifal sale del bosque con una armadura negra; con la visera bajada y una lanza en la mano. Se dirige hasta el lecho de hierba y se sienta. Gurnemanz lo mira con atención, y va hacia él) ¡Saludos, huésped! ¿Os habéis perdido y queréis que os muestre el camino? (Parsifal niega con la cabeza) ¿No me devolvéis el saludo? (Parsifal deja caer la cabeza) ¡Eh! ¿Qué? Si vuestro voto os obliga a contestarme en silencio el mío me obliga a deciros cómo debéis comportaros: os halláis en tierra sagrada, y no es apropiado llevar armas aquí, ni yelmo ni escudo, ni lanza. ¡Y menos hoy! ¿Acaso no sabéis qué día santo es hoy? (Parsifal niega con la cabeza) ¡Pues vaya! ¿De dónde vienes? ¿Entre qué paganos has estado viviendo que ni siquiera sabes que hoy es Viernes Santo, el más sagrado de los días? (Parsifal inclina aún más la cabeza) ¡Rápido! ¡Deja las armas! No ofendas al Señor que en este día desarmado, derramó su sagrada sangre para salvar a este mundo pecador! (Parsifal se levanta; tira la lanza al suelo, deja su espada y su escudo, se levanta la visera, se saca
el yelmo y lo deja en el suelo. En silencia, se arrodilla ante la lanza y reza. Gurnemanz lo mira con sombro, y le hace señales con el dedo a Kundry que acaba de salir de la cabaña. Parsifal, ahora, levanta la cabeza con devoción hacia la lanza) ¿Le conoces? Es él, el que hace ya tiempo disparó al cisne. (Kundry asiente con la cabeza) Si, seguro, es él el tonto, al que eché de entre nosotros (Kundry mira a Parsifal) ¡Ay! ¿Qué camino siguió? ¡Esa lanza… yo la conozco! (Con gran emoción) ¡Oh día bendito, entre los benditos! ¡que yo haya vivido para verte! (Kundry se ha dado la vuelta. Parsifal se levanta después de rezar, la mira con calma, y le da la mano a Gurnemanz) Parsifal
¡Dios me ha salvado, pues os he vuelto a encontrar! Gurnemanz
¿Así que me reconocéis? ¿Aún me reconocéis agobiado por el dolor y la desgracia? ¿Cómo has llegado hasta aquí hoy? ¿Y de dónde? Parsifal
He venido siguiendo caminos errantes de dolor; ¿He acabado por fin mi búsqueda cuando de nuevo oigo el murmullo del bosque y a vos os saludo, buen anciano? ¿O todavía he de seguir buscando? Todo me parece tan cambiado Gurnemanz
Decidme ¿a dónde lleva el camino que buscáis? Parsifal
A él cuyo grito desesperado oí hace tiempo con mucho asombro, a él para quien fui escogido, para traerle salvación. Más ¡ay! no he sido capaz de encontrar el camino que lleva a esa salvación, cuando, errante una terrible maldición se apoderó de mí: incontables peligros,
combates y luchas me hicieron perder el camino, y no pude reencontrarlo. Me desesperé por mantener a salvo la sagrada lanza, y por guardarla y protegerla resulté herido al defenderla; sin embargo no blandí la lanza en la lucha, sin profanarla la mantuve junto a mí, para poder traerla a casa, donde pueda brillar intacta: la Lanza Sagrada del Grial. Gurnemanz
(En éxtasis) ¡Oh, gracia! ¡La más alta redención! ¡Oh milagro! ¡Divino y esplendoroso milagro! (Dirigiéndose a Parsifal, un poco más calmado) ¡Oh, Señor mío! Aunque hubo una maldición que os hacía perder vuestro camino, ahora - podéis creerme - todo se ha acabado. Aquí estáis; estos son los dominios del Grial, donde sus caballeros os aguardan. ¡Ay, que necesitados están de esa gracia, de esa gracia que vos les traéis! Desde aquel día en que estuvisteis entre nosotros, el dolor y la aflicción que entonces visteis, aquel sufrimiento ha llegado a su punto álgido. Amfortas luchando contra la herida luchando contra la angustia de su alma, intenta seguir viviendo, y en medio de tanta locura, aguanta hasta que le llegue la muerte. En vano le imploran los afligidos caballeros, pero él se niega a retomar su cargo divino. Hace mucho tiempo que el Grial permanece oculto en su Relicario, pues así su guardián, atormentado por la culpa, espera que, ya que no puede morir al mantenerlo oculto y no poder verlo, acelerará su fin, y al poner fin a su vida, así pondrá también fin a su dolor. Se nos ha negado la carne santa, y hemos de alimentarnos con comida vulgar; así se ha aplacado la fuerza de nuestros héroes. Nadie nos envía ya mensajeros para que vayamos a combatir lejos de aquí santas cruzadas. Los caballeros, tristemente afligidos, van de un lado a otro pues han perdido su ánimo y su líder. Yo me escondí en este extraño rincón del bosque,
para esperar a que me llegara la paz de la muerte, que ya ha llegado al que antes era mi señor en la guerra. Pues, Titurel, santo heroico, ya no se reconforta mirando el Grial, está muerto: ¡Un hombre como todos nosotros! Parsifal
(Profundamente afligido) ¡Y yo, soy yo quien ha provocado toda esta desgracia! ¡Ay, tantos pecados tantos crímenes cometidos durante toda la eternidad pesan sobre este pobre idiota, que ninguna expiación, ningún arrepentimiento podría abrirme los ojos, yo, el elegido para lograr la redención, me perdí tan lejos de aquí, y perdí esa redención por todos los caminos! (Se deja caer. Gurnemanz le ayuda a sentarse. Kundry va a buscar agua para refrescarse) Gurnemanz
(Empujando a Kundry a un lado) ¡Así no! ¡Deja que el manantial sagrado bañe a nuestro peregrino! Creo que hoy aún le queda por hacer otra sagrada hazaña, y realizar el acto sagrado: así que déjalo tal como está y que se bañe y limpie todas las manchas de su largo y errante camino. (Entre los dos lo llevan al manantial, Kundry le quita las grebas, y Gurnemanz le desabrocha la coraza) Parsifal
¿Es hoy cuando visitaré a Amfortas? Gurnemanz
(Sigue desnudándolo) Sí, seguro; el impresionante castillo os aguarda: las exequias de mi amado señor me han llamado para que vaya. Una vez más, sacaremos el Grial de su Relicario, en una misa largamente esperada, y una vez más oficiará y santificará a su noble padre, que pagó por el pecado de su hijo,
el cual ahora intenta expiar su culpa; así nos lo ha prometido Amfortas. (Parsifal mira a Kundry sorprendido mientras ella le lava los pies) Parsifal
(A Kundry) Tu me has lavado los pies ahora deja que mi amigo me lave la cabeza (Gurnemanz coge agua con las manos y se la tira a Parsifal por la cabeza) Gurnemanz
¡Yo te bendigo a ti, el más puro de los hombres con esta agua pura! ¡Qué toda culpa y aflicción desaparezca de ti! (Mientras Gurnemanz solemnemente echa agua sobre la cabeza de Parsifal, Kundry saca un frasco de entre sus ropas y le unge los pies con el contenido; después se los seca con sus cabellos) Parsifal
(Con suavidad, le quita el frasco a Kundry y se lo da a Gurnemanz) Tú me has ungido los pies, ahora deja que el amigo de Titurel me unja la cabeza ¡Y déjale que en este día me declare Rey! (Gurnemanz le unge y une sus manos) Gurnemanz
Así se nos prometió; así yo te unjo la cabeza para poder declararte Rey. ¡Tú, el más puro de entre los hombres! ¡Tú misericordioso que tanto has sufrido, tú que sabías cómo conseguir la salvación! ¡Ya que has hecho tuya su aflicción, ahora toma, como último servicio, su poder Real! (Parsifal toma agua del manantial) Parsifal
¡Mi primera misión, así la ejecuto!: (Se inclina sobre Kundry, que está arrodillada, y le echa agua por encima) ¡Recibe este bautismo, y cree en tu Redentor! (Kundry cae al suelo, y llora. Parsifal se gira hacia la pradera y la mira con una mirada llena de ternura) ¡Qué hermosa me parece ahora la pradera! ¡He visto flores maravillosas, que me llegaban hasta la cabeza,
y en cambio nunca había visto unas hojas tan dóciles, y tiernas, unos capullos y unas flores como éstas que tan sólo con su dulce aroma perfuman el aire y me hablan con tanto amor. Gurnemanz
Es el encanto del Viernes Santo, mi Señor Parsifal
¡Ay! ¡El día de los más grandes dolores! ¡Creo que todo lo que florece, todo lo que respira, que vive y sigue viviendo, no debería lamentarse y llorar! Gurnemanz
Pero mirad, no es así. Son las lágrimas de arrepentimiento del pecador, lo que hoy, en forma de rocío divino salpica la pradera de flores: por eso se alegran. Así es cómo todas las criaturas celebran ver la hermosa huella de su Salvador, y le ofrecen sus plegarias. No lo ven en la cruz: lo ven entre la humanidad redimida la humanidad liberada del peso del pecado gracias al amor puro y a la ofrenda de salvación de Dios. Las hojas y las flores de la pradera así lo señalan; ¡hoy, ningún hombre caminará sobre ellas, e igual que Dios, que gracia divina, se apiadó del hombre y cargó con su sufrimiento, así el hombre hoy caminará, con cuidado sobre ellas. Todas las criaturas dan las gracias, todo lo que ahora florecer y pronto ha de morir, pues la naturaleza redimida vive hoy, en este día de inocencia. (Kundry ha levantado la cabeza y mira a Parsifal con calma) Parsifal
Vi marchitarse a aquellas que hace tiempo se rieron de mí: ¿desean ahora su salvación? Tus lágrimas también son un bendito rocío: ¡Lloras! ¡Pero, mira! ¡La pradera sonríe! (Le besa en la frente. Se oyen campanas a lo lejos) Gurnemanz
¡Ya es medio día!
Ya ha llegado la hora. ¡Dadme permiso para marchar, mi señor, y vuestro escudero os guiará! (Gurnemanz ha cogido su capa de caballero. Con la ayuda de Kundry, se la pone a Parsifal, que le sigue con la lanza en la mano. Se produce el mismo cambio de escenario del primer acto. Aún se les puede ver un rato, pero al final desaparecen con el bosque. Aparecen bóveda rocosas. Se ve la sala del Grial, sin las preparaciones de fiesta, llevan el ataúd de Titurel, y a Amfortas en una litera). 1ª Procesión de Caballeros
(Con Amfortas) Escondido en el Relicario que lo protege, llevamos el Grial al oficio sagrado ¿Quién es el que te guarda en esa oscura urna y por quién estamos de luto? 2ª Procesión de Caballeros
(Con el cadáver de Titurel) Un héroe es quien sostiene el Relicario que causa tanta tristeza, el que sostiene el divino poder de ese héroe. Dios en persona se lo dejó a su cargo hace ya tiempo: es Titurel a quien traemos. 1ª Procesión de Caballeros
¿Quién consiguió abatir a quien el mismo Dios protegía con su propia mano? 2ª Procesión de Caballeros
Le abatió el victorioso peso de los años, pues ya no podía ver el Grial 1ª Procesión de Caballeros
¿Quién le excluyó de la gracia divina de ver el Grial? 2ª Procesión de Caballeros
Este a quién aquí traemos, el guardián pecador 1ª Procesión de Caballeros
Ahora lo traemos para que una vez más, y por última vez oficie la ceremonia. ¡Ay! ¡Por última vez! (Colocan a Amfortas sobre su diván detrás del altar y a Titurel, en su ataúd, delante. Los Caballeros se giran hacia él) 2ª Procesión de Caballeros
¡Ay de mí! ¡Ay de mí! ¡Vos, guardián del Grial! ¡Ay, por última vez, oficiad la ceremonia!
¡Por última vez! ¡Por última vez! Amfortas
(Incorporándose un poco, exhausto) ¡Ay de mí! ¡Ay! ¡Desgracia, la desgracia cae sobre mí! ¡Así, con placer, me uno a vuestra llamada! ¡Y aún con más placer dejaría que me matarais! ¡Oh, sería la más dulce de las muertes! (Abren el ataúd. Un grito de dolor. Amfortas se levanta del diván y se gira hacia el cadáver) ¡Mi padre! ¡El más bendito de los héroes! ¡Vos, el más puro, ante el cual los ángeles se inclinaban!: ¡El único por el que habría muerto, y en cambio, a vos os provoqué la muerte! ¡Oh! ¡A Él a quien, vos, bañado con luz divina, al mismo Salvador que ahora podéis ver, A Él implorad que Su divina sangre hoy, una vez más, Su gracia, pueda descender hasta los hermanos para refrescarles y traerles de nuevo la vida, pero a mí que me conceda tan sólo la muerte. ¡Muerte! ¡Morir! ¡Mi única gracia! ¡Que permita que esta terrible herida, este veneno queden para siempre borrados! ¡Y que silencie mi corazón abatido! ¡Padre mío! ¡A vos os invoco, para que Le supliquéis!: ¡Oh, Salvador, conceded la paz a mi hijo! Caballeros
(Acercándose a Amfortas) ¡Destapad el Grial! ¡Oficiad la ceremonia! Pues así lo quiere vuestro padre: ¡Debéis hacerlo! ¡Debéis hacerlo! (Amfortas, fuera de sí, corre hacia los caballeros) Amfortas
¡No! ¡Nunca jamás! ¡Ay! Ya siento que la muerte se apodera de mis fuerzas, y sólo conseguiría volver otra vez a la vida! ¡Es una locura! ¿Quién quiere volverme a la vida? ¿Acaso sabría éste cómo concederme la muerte? (De repente, se abre las ropas) ¡Aquí me tenéis - aquí tenéis la herida abierta! ¡Sacad la espada y clavadla hasta lo más hondo - bien hondo, hasta la empuñadura! ¡Venga héroes!