Triángulo de Amor Generalmente la frase popular “ Triángulo de Amor ” se relaciona con mucha
facilidad a un o una tercera entrometida en la relación de pareja. Sin embargo existe otro tipo de “triángulo “ triángulo de amor ”. ”. Una relación en triada vivida a la luz de la sociedad, a la que estamos ciegos y peor aún ignoramos sus fatales consecuencias. - Mami quiero esa muñeca. - No hija, no hay plata. - Papi, quiero esa muñeca. - Ya hijita, cógela para llevarla. ¿Sienten conocido el pequeño diálogo anterior?, ¿Cuántas veces lo hemos repetido?, ¿Qué información estamos revelando a nuestras hijas?, ¿Qué emociones estamos generando?, ¿Cuáles son las consecuencias? consecuencias? La DESAUTORIZACIÓN latente entre padres, es la principal causa de la BAJA AUOTESTIMA que pueden develar nuestras estudiantes. La fácil manera en que los adultos insertan en una encrucijada a sus hijas, es la actitud responsable del porque la falta de amor a ellas mismas. El triángulo es formado cuando la niña se acomoda a la respuesta que le genera satisfacción, pero no deja de amar a la madre o al padre que tiene la respuesta contraria. La Psicología en estos triángulos de amor es lineal, es decir, basta con lograr comprender que las hijas aman a sus dos padres pero ellos no se aman entre ellos, y por eso tienen respuestas diferentes a una misma pregunta. Estos triángulos formados dentro de una misma familia responden al vacío emocional y el conflicto afectivo, que se acentúa con mayor peso, fuerza y poder en la etapa de la adolescencia, sentimientos que son características comunes por el desarrollo, sin embargo se presentan con más determinación cuando se ha vivido de manera constante la desautorización entre los padres. Así también, dentro de los estudios psicológicos, se descubre la existencia del sentimiento de culpa, dolor interno del cual los individuos se sienten presos al descubrir una y otra vez que los litigios entre dos seres que ellos aman, son únicamente por causa de ellos. Lleguemos a una reflexión, reconozcamos que nuestras hijas sólo son las consecuencias de nuestra falta de control de impulsos, de nuestros arranques de cólera, de nuestros desquites con el esposo o esposa, de llevarnos siempre la contra buscando dominar o tal vez con la idea de no ser dominado(a). Contemplemos a nuestras hijas y notemos que son el reflejo exacto de nuestra falta de convicción y el resultado de nuestras inconsistencias en las decisiones, de nuestro egoísmo como padres. Pero, no tiremos las riendas, no las sigamos abandonando, aún no es momento para rendirse; es momento de diálogo, de pedir perdón, de dejarnos orientar, de realizar el acompañamiento adecuado, de mostrar que nunca es tarde para arrepentirse e iniciar un nuevo comienzo. La lucha necesitará de más fuerza, pero de esa fuerza convertida en AMOR. Lic. Ps. Isabel del Milagro Vásquez Vera