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Textos: Leire Iriarte, 2017 Infografías y portada: Oscar Larrañeta
reative Commons Atribución-No comercialompartir Igual (CC-BY-NC-SA)
ISBN: 978-84-697-7832-6
Disponible en: TransitándoNos, www.transitandonos.org
Las paradojas No por andar más rápido, llegaremos antes No por querer llegar lejos, iremos a donde queremos No por ser ambiciosos, perderemos el rumbo No por vagar, dejaremos que vuele el tiempo No por soñar, nos pasará la vida No por ser observadores, renunciaremos a ser protagonistas No por amar, seremos más vulnerables Desnudos, curiosos, a veces cerca, otras en espera ansiosa o ansiada Unas veces más perdidos y otras más encontrados Y al final, como al principio, amor
Quiero hacer contigo lo que la primavera hace con los cerezos Pablo Neruda
Gracias a todas las personas que la vida me ha puesto por delante, tanto a aquellas de las que he aprendido por las malas como a las que han querido enseñarme por las buenas . A todas ellas, por ayudarme a ser quien soy. Y a ti, por darle una oportunidad a este texto. Unas palabras especiales de cariño para David Barba, Carmen Itamad Cremades, Cristina García Cachón, Lucía García Sidera, Muskilda Lareki, Oscar Larrañeta, Ignacio Prieto, Anabel Rodríguez, Maria Luisa Toribio, y Marta Venegas por ayudar a que versiones anteriores de este texto mejorasen.
I.1 Una radiografía social………………………... I.1.1 El entorno: ¿Dónde estamos? …………... I.1.2 Conductas: ¿Cómo? ¿Qué dinámicas lo sustentan? ……………………………………. I.1.3 Aptitudes y actitudes ¿con qué facultades y con qué comportamientos? ………………… I.1.4 Valores y Sistemas de Creencias, ¿por qué y para qué? …………………….………… I.1.5 Identidad: ¿Quién?………….………….. I.2. Altermundismos : construyendo alternativas… I.3 El gran reto: Shangri – La o la tierra de las personas felices…………………………………... I.4 El cambio interior como semilla para el cam bio social……………..……….……………... I.5 Motivos para la esperanza….…………………
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II.1 Crecimiento interior……………………… II.2 Coherencia relacional………………….….. II.3 Solidaridad colectiva………..….…………..
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El primer acuerdo de los propuestos por Miguel Ruiz (1998) en su libro Los Cuatro Acuerdos es “Sé impecable con tus palabras”. Probablemente, esta recomendación nace del profundo conocimiento de que nuestro verbo es un reflejo de nuestro pensamiento. Siguiendo este principio de la sabiduría tolteca, este ensayo quiere hacer una reflexión breve y concisa sobre el gran reto humano del siglo XXI. En estas líneas se hilvanan retales de conocimientos de muy diversas disciplinas de las ciencias sociales y exactas con el ánimo de sintetizar, conectar y difundir conceptos que generalmente se abordan de forma estanca. Estos trozos, al juntarse, adquieren una cualidad carente al estar separados: conforman una manta que nos abriga. Esta filarmónica cuenta con una única partitura, pero muchos instrumentos para abrir el campo de nuestras posibilidades. Perdóname si algunas exposiciones no alcanzan el grado de profundidad y pulcritud que merecen. Perdóname también por las generalizaciones y simplificaciones derivadas de querer acercarme a un público con diversos pasados y presentes. Con esta reflexión quiero compartir mis preguntas y respuestas, lo que he aprendido en mi camino, por si puede resultarte útil en el tuyo. Mi visión, como la de cualquiera, es una forma subjetiva más de acercarse a la realidad. Aquí recojo lo que me susurran mi ex periencia e intuición y te invito a que filtres estas palabras a través de tu propia experiencia. No te creas lo que te digo, compruébalo. Todo esto nace de aproximarme a distintos mundismos (es decir, todas las personas, organizaciones y movimientos trabajando bajo las corrientes predominantes de pensamiento), altermundismos (entendidos como el amplio abanico de personas, organizaciones y movimientos que intentan frenar las consecuencias negativas de los
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mundismos y aquellos que proponen modelos alternativos) y mo-
vimientos de desarrollo personal, aderezados con mi experiencia vital. He tenido la oportunidad de recorrer rincones de varios continentes y en casi todos los sitios encuentro sonrisas espontáneas, naturales, que no suelo ver en la Vieja Europa , donde percibo a la gente envuelta en un halo de tristeza e irascibilidad, sin alegría. Gracias a este acercamiento han surgido preguntas para las que no he encontrado respuestas y respuestas que no obedecían a preguntas. Esta paradoja avivó mi curiosidad y me abrió las puertas a interesarme por entender las sociedades modernas y comprender las causas de sus desafíos. Llegó un momento en mi vida en el que no me servía culpabilizar ni a los políticos ni a los mercados neoliberales y los consejos de administración de grandes transnacionales de los males del mundo . Tampoco me servían las respuestas altermundistas y percibía cierta desconexión con lo social por parte de las personas participando en los movimientos de desarrollo personal. Me llamó es pecialmente la atención la cantidad de energía que muchas personas quieren poner a disposición del Bien Común y no saben cómo hacerlo a la vez que otras quedan atrapadas en la suerte de cierto elitismo de desarrollo personal . No comprendía cómo habíamos generado y naturalizado un sistema relacional en el que para que unos ganen otros tienen que perder. Entendí que los sistemas abstractos, como los mercados económicos, no habían nacido de la nada, sino que eran una decisión humana. Me pregunté: si no nos respetamos a nosotros mismos, ¿cómo vamos a hacer que alguien, como las personas detrás de los mercados, nos respeten? Cuestionar y trascender la culpa me abrió las puertas para afrontar un análisis relacional profundo en el que perdió validez la separación entre buenos y malos . Entendí la ley del karma: todas las acciones tienen unos efectos que no son necesariamente buenos o malos , sino que son simplemente las consecuencias derivadas de unas acciones y unas intenciones subyacentes (ver, por ejemplo, Wikipedia, 2017a).
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Me senté delante del mundo y observé. Intenté dejar de lado mis prejuicios y el silencio proactivo se tornó elocuente. Cuestioné lo que sabía y ofrecí una oportunidad a lo que no sabía, a lo desconocido. Percibí un malestar generalizado y un vacío abismal en muchos corazones. Si alguien nos estuviese mirando por un agujerito (imagínate que alguien nos mirase desde el espacio con un telesco pio, por ejemplo), ¿qué pensaría de nosotros? ¿entendería nuestro sufrimiento? ¿y nuestras guerras? ¿entendería el daño ambiental y los desequilibrios sociales que hemos generado? Comenzaron a resonarme las palabras de Claudio Naranjo (2000) (una de las 100 personas más influyentes mundialmente en el mundo espiritual en 2016 según Watkins): “merece especial atención la hipótesis de que los males de la sociedad sean resultado y amplificación de nuestra incapacidad (apenas reconocida) de mantener relaciones sanas”. Desde aquí, comencé a intuir que la forma de ser de las personas tenía algo que ver en este laberinto en el que vivimos. Las preguntas se fueron aclarando, ¿cuál es el verdadero problema? ¿los desequilibrios ambientales? ¿las injusticias sociales? ¿acaso no será nuestro malestar profundo? En contraposición con las reflexiones generalizadas, superficiales y tecnofílicas sobre los males del mundo , centradas en analizar las consecuencias sin profundizar en las causas y que marginan el plano humanista subyacente, esta reflexión propone una aproximación desde la unidad e interrelacionalidad a la comprensión de las sociedades occidentales modernas. Se aborda además de por qué el para qué. Desde aquí se conjugan la razón y el corazón con la ciencia y la consciencia para alcanzar ese equilibrio en el que se encuentra la virtud. Partimos de la premisa de que hay leyes universales ca paces de explicar todo, el macrocosmos y el microcosmos; las personas y sus sistemas relacionales. Todo es parte de lo mismo aunque cuanto más nos centramos en las formas más alejadas nos parecen unas cosas de otras. Tan solo tenemos que aprender a utilizar los instrumentos correctos para interpretar cada una de las escalas.
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Nos hemos acostumbrado a confinar el conocimiento sin abordarlo relacionalmente y con perspectiva, lo que nos aboca a descontextualizarlo y condenarlo a la deriva, a apuntar a un no lugar , arrebatándole su esencia. Este ensayo propone un análisis desde la sencillez profunda, que da la bienvenida a toda pluralidad. Se defiende que desde esta sencillez seremos capaces de formular las preguntas que estamos buscando y encontrar las respuestas que merecen. Así es, las preguntas son al menos igual de poderosas que las respuestas. No estamos solos, son muchos, como por ejemplo el Dalai Lama (2016), los que abogan por buscar nuevas respuestas para solucionar la crisis ambiental y los conflictos violentos que nos enfrentan en el siglo XXI. Por ello, desde aquí se quiere poner el foco en el cómo y para qué a expensas del qué y el por qué . El título escogido para este manuscrito tiene truco. Probablemente recuerdes la trilogía Matrix. En este largometraje se presenta un mundo virtual para ocultar la verdad. En la película “Neo descubre que el mundo en el que creía vivir no es más que una simulación virtual a la que se encuentra conectado mediante un ca ble enchufado en su cerebro. Los miles de millones de personas que viven (conectadas) a su alrededor, están siendo cultivadas del mismo modo para poder dar energía a las máquinas. Esta ilusión colectiva (o simulación interactiva) es conocida como Matrix. En esta Matrix la humanidad se encuentra esclavizada por las máquinas” (Wikipedia, 2017b). ¿Y si nuestra sociedad fuese una gran Matrix? ¿Si estuviésemos alimentando una sofisticada maquinaria que no se dirigiera a ningún sitio? ¿Y si esta confusión en cuanto al destino también nos limitara el disfrute del viaje? ¿Y si esta Matrix, ávida de energía, y temerosa de ser cuestionada, nos atrapara en su telaraña? ¿Y si Ma- trix fuésemos nosotros? Estas líneas van de personas. Te invito a un viaje lejano, sin movernos a ninguna parte, porque el lugar más exótico al que podemos acceder es aquel que cuestiona lo aprendido y ofrece atención a lo desconocido. Se trata de un viaje al interior de nosotros mismos para re-conectarnos, re-conocernos, dar con las preguntas
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y encontrar todas las respuestas que no hallamos fuera. Ese sitio está aquí y es ahora. La mirada curiosa al mundo que aquí se propone es probablemente muy comparable a la que tendría El Principito si hiciese este análisis. Por ello, el texto está escrito a dos tiempos y al comienzo de cada sección se ha inmiscuido este niño , tan curioso e inquieto como maduro. Se le ofrece voz, con sus palabras, o en sus silencios. Transitando la Matrix cuenta entre sus ingredientes con el principio taoísta del yin-yang (Wikipedia, 2017c), “que describe las dos fuerzas fundamentales opuestas y complementarias, que se encuentran en todas las cosas. Según esta idea, cada ser, objeto o pensamiento posee un complemento del que depende para su existencia y que a su vez existe dentro de él mismo. De esto se deduce que nada existe en estado puro ni tampoco en absoluta quietud, sino en una continua transformación. Además, cualquier idea puede ser vista como su contraria si se la mira desde otro punto de vista”. Figura 1: El yin-yang para la transición
Por ello, estas páginas ofrecen primero una reflexión activa y posteriormente formulan una serie de herramientas para la acción reflexiva ya que ambas facetas son dos partes indisolubles e igual de necesarias para salir de la Matrix . Estas páginas quieren inspirar una reflexión más compasiva, sistémica, integradora y profunda sobre los retos del siglo XXI que la ofrecida por defecto en esta
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sociedad del ruido, las prisas y el (des)conocimiento y catalizar una
acción, más eficaz y coordinada entre todas las personas que quieren vivir vidas más plenas y hacer de este mundo un lugar más amable. Esta reflexión es un lugar de encuentro, un comienzo para tender puentes que faciliten el acercamiento de los movimientos de despertar de la consciencia involucrados con el desarrollo personal y las personas comprometidas con un mundo mejor posible, independientemente de la clasificación mundista o altermundista en el plano de la forma. En definitiva, Transitando la Matrix , se dirige a todas las personas que quieren ver florecer el mundo. Para abordar esta lectura se requiere tiempo, serenidad y silencio mental. Aunque haya fuerzas poderosas que intenten mantener el status quo , encontramos cada vez más personas que independientemente de su origen, cultura, religión, género, edad o condición económica, están cuestionando y abandonando de forma pacífica la iner- cia . A estas personas no les sirve la solución por defecto del paradigma predominante y están labrando y sembrando, mediante la maduración de su estado consciencial , un camino de sabiduría y compasión. Estos tránsitos individuales serán mucho más poderosos si los elevamos a colectivos y generamos círculos virtuosos entre ambos planos. En caso de no incluir esta sabiduría y compasión en los movimientos mundistas y altermundistas , difícilmente encontraremos nuevas respuestas y probablemente sigamos enredados en las mismas preguntas, que apunta a temas superficiales cómplices de nuestro malestar. Este horizonte, aunque todavía solo es referencia para una minoría, tiene un gran poder transformador ya que se aleja de las visiones rupturistas de víctimas y verdugos a las que tan acostum brados estamos en el plano político y económico en nuestra Matrix, para apuntar hacia una forma madura de entender la vida que puede inspirar y liderar la metamorfosis de muchas personas. En general tenemos dos grandes mecanismos de aprendizaje: por las malas , en el que tras hacer lo mismo una y otra vez (quien dice hacer dice pensar, decir, o no hacer), comprendemos que ese no es el camino o por las buenas , en el que tenemos una motivación
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para cambiar nuestra acción por defecto. Podemos esperar a llenar el vaso de nuestro sufrimiento o iniciar el camino para aprender por las buenas , en poner un faro, llamado felicidad, que guíe nuestras vidas que nos conduzca por el sendero de vivir una vida de bienestar profundo, una vida que merezca ser vivida, ¿lo intentamos?
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Este ensayo ha procurado usar un lenguaje inclusivo y ha utilizado el género neutro para incluir a todas las personas.
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Tu vida, ¿merece la pena ser vivida? - preguntó, atónito, El Principito. ¿Por qué no contempláis las flores y los amaneceres? ¿Dónde quedaron vuestras sonrisas? ¿Por qué no giráis con el mundo y disfrutáis de ese sencillo placer? ¿Qué le pedís a la vida? ¿Por qué no sois felices? Y se hizo el silencio
En las últimas décadas el ser humano ha sido el protagonista indiscutible del planeta tierra por su despliegue y colonización. Por un lado, como especie, en tan sólo el siglo XX, hemos conseguido triplicar la población sobre el planeta, pasando de 1.650 millones en el año 1900 a 6.070 millones en el año 2000 (Wikipedia, 2017d). Por otro lado, hemos duplicado la esperanza de vida al nacer, desde 31 años en el año 1900 a 67,2 años en el año 2000 (Wikipedia, 2017e). Esta expansión no tiene precedentes en nuestra historia y pone de manifiesto la capacidad regenerativa de nuestra especie con todo lo que ello supone. No obstante, el siglo XX también ha sido protagonista de los naufragios de utopías, como la comunista. Nuestra expansión ha estado aparejada a un vertiginoso despegue material y una tecnología arrolladora. No obstante, este pro- greso material ha sido posible a expensas de deuda tanto social como ambiental. Utilizamos los recursos a un ritmo superior al que pueden regenerarse y los distribuimos de tal manera que sólo una parte de la población mundial accede a ellos. Vencedores y vencidos. Además, este despliegue y el modelo de vida en el que basamos nuestra existencia ha generado una serie de daños colaterales entre nosotros mismos y con el planeta. Una de las paradojas más llamativas de nuestro desarrollo es que, aunque durante el siglo XX hayamos conquistado grandes
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progresos materiales, no hemos asociado estos progresos a nuestro progreso integral y a una mejora de la calidad de vida, como han apuntado distintas voces, entre otras la del Papa Francisco (2015). El siglo XXI ha nacido con una complejización de la tecnología y de la organización social, pero no hay una evolución y maduración psicológica acorde (Jara, 2013). En efecto, a pesar de que durante el siglo XX la humanidad se haya esforzado con ahínco en el despliegue material ofrecido por el progreso tecnológico, este despegue de la economía no nos permite vivir mejor. Por ejemplo, en países como Estados Unidos o Japón la renta ha incrementado sustancialmente durante los últimos 50 años pero este aumento del poder adquisitivo no se ha traducido en una mayor felicidad de la población (Ansa Eceiza, 2008). Vivimos en una sociedad de un falso bienestar. Pero, ¿qué es la felicidad? Se trata de un concepto ambiguo y multidimensional y puede responder a muy distintas percepciones. Más allá de la aproximación hedonista, basada en un concepto individualista que proviene de maximizar el placer, alcanzar objetivos y minimizar los malos momentos, hay otras aproximaciones que abordan este concepto desde una perspectiva más profunda y menos volátil. La felicidad duradera o eudemónica está basada en actividades significativas dirigidas a alcanzar la perfección que re presenta la realización del verdadero potencial de cada persona y está más orientada al nivel relacional. En el libro “The How of Happiness” (El cómo de la felicidad ), Sonja Lyubomirsky (2011) describe la felicidad como “la experiencia de la alegría, el contentamiento o el bienestar positivo, combinado con el sentido de que la vida de uno es buena, significativa y valiosa”. Borja Vilaseca (2011) lo explica con claridad: “la auténtica felicidad, aunque no es posible describirla con palabras, podría definirse como la ausencia de lucha, conflicto y sufrimiento internos. Por eso se dice que somos felices cuando nos aceptamos tal como somos y –desde un punto de vista emocional– sentimos que no nos falta de nada”. En este texto, cuando hablamos de bienestar profundo o felicidad nos referimos a la segunda acepción, a la aproximación eudemónica.
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Así, nuestra humanidad, este teatro de la vida, es como una gran tienda o escenario: muestra un escaparate con estilizados modelos y guarda sus males en la trastienda. A nuestro escaparate no le falta de nada y nuestros modelos sonríen, pero sabemos que es un bienestar postizo. A pesar de lo impresionante del escaparate, hay algo que no acaba de encajar. En la trastienda domina el caos con un poco de todo y huele a rancio, síntoma de que no está bien ventilada. Hay varios montones con cajas que recogen un sinfín de problemas ambientales y sociales: pobreza en los denominados países en desarrollo , crisis económica y desempleo en los países desarrollados , y crecimiento económico como el motor de desarrollo en ambos casos. También encontramos contaminación por aquí, cambio climático por allá, agotamiento de recursos en algunas etiquetas. No se adivina el fin de la trastienda. En el camino de nuestro progreso nos hemos olvidado de nuestras raíces, de nuestra conexión con la naturaleza y de la solidaridad intergeneracional haciendo que la herencia a nuestras futuras generaciones sea una casa poco habitable y unas costumbres bastantes insanas. Estamos acostumbrados a oír hablar sobre la contaminación ambiental pero menos sobre la contaminación social , que llena de malestar a gran parte de la población . Esta falta de sensi bilidad tanto con el pasado como con el futuro es solo una muestra de nuestro abandono del presente. Probablemente una de las razones subyacentes que explican esta paradoja del crecimiento infeliz es que parece que hemos com prado nuestra ética en un bazar chino (sin desmerecer los productos chinos, probablemente coincidirás conmigo en que su calidad suele ser dudosa). Nos olvidamos de nuestra ética, ya de por sí endeble y somos capaces de colgarle el cartel de rebajas si los mercados lo exigen. Distintas voces como el Dalai Lama (1999) o el Papa Francisco (2015), también han llamado la atención sobre la falta una ética social sólida. En las sociedades occidentales hemos renunciado a las religiones como referencia vital pero no hemos sustituido los valores que éstas ofrecen por un sistema de valores
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seculares que guíen nuestras vidas. Además, son escasos los intereses para que la sociedad civil y sus individuos cultiven unos valores sólidos que les sirvan de guía. Hemos llegado a un punto de sofisticación del absurdo . Nos esforzamos por refinar la tercera derivada de un determinado elemento como tecnología más avanzada, experiencias más exclusivas, viajes más exóticos o economía financiera sin preguntarnos por el elemento en sí. Esto hace que nuestra perspectiva queda totalmente descontextualizada y desvirtuada. ¿Para qué los mercados financieros? En este camino, cada vez nos hacemos más dependientes de las múltiples derivadas, desconectándonos más de nuestra verdadera naturaleza. Cuanta más atención ponemos en las vacaciones del verano, más nos alejamos de nosotros mismos. Nos olvidamos de para qué hacemos las cosas. Todo, o casi todo, se ha transformado en líquido. Éste es el término que ha utilizado Zygmunt Bauman (Wikipedia, 2017f) para definir la provisionalidad, precariedad y efimeridad de la sociedad moderna así como la falta de compromiso mutuo. ¿Tiene rumbo nuestra sociedad? Esta vida, ¿no es una oportunidad para ser felices? De acuerdo a la edición de 2017 del Informe Mundial de la Felicidad (Helliwell et al ., 2017), la felicidad media de las personas del planeta es 5,31 (en una escala de 10), es decir, un aprobado justo, aunque existe una gran variabilidad geográfica y entre capas dentro de la misma población. Desde el año 2013 Naciones Unidas (2017) celebra el 20 de Marzo como el día Mundial de la Felicidad, ¿reservamos la fecha? Parece que la humanidad se enfrenta a la crisis de los 40 , a una búsqueda identitaria que le dé razón de ser a su vida. ¿Para qué tanta expansión material si no incrementamos nuestros niveles de felicidad? ¿Para qué tanto desarrollo económico si no sabemos a dónde vamos? ¿Cuáles son los verdaderos desafíos que enfrenta el siglo XXI? ¿Será el desarrollo sostenible? ¿Asegura el desarrollo sostenible el bienestar de las personas? ¿Promueve el desarrollo sostenible que podamos ser felices? ¿Debiéramos cuestionar si nuestra carta de navegación pudiera proporcionar los elementos
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para que creásemos las circunstancias para que todas las personas podamos ser felices? Probablemente sea una amalgama de razones las que empañan nuestra falta de propósito. Entre ellas, seguramente encontraremos la herencia recibida por democracias jóvenes que atesoran siglos de historia basados en el deber, el miedo, el sufrimiento, el castigo, la vergüenza y la culpa; la represión emocional frente a la supremacía racional; la tecnofilia; la complejización , compartimentación y especialización del conocimiento (que no de la sabiduría), la rapidización 1 y la promoción de una sociedad individualista de consumo, construida sobre valores materiales extrínsecos. Las cosmovisiones predominantes en occidente se basan en proyectarnos hacia el exterior, bajo una visión dualista del mundo. Buscamos en el mundo de ahí fuera, en los otros y en las cosas, el éxito social, la realización, el amor, la seguridad y la paz, asumiendo que es algo que necesitamos y que nosotros mismos no podemos proporcionarnos. Intentamos que algo o alguien llene nuestros vacíos, alivie nuestras carencias y disipe nuestros miedos. Cuanto más nos esforzamos en buscar fuera lo que no nos atrevemos a indagar dentro, más nos desconectamos de nosotros mismos, más grandes son nuestros abismos. Nuestra tensión interna no es inocua. Esta tensión, este sufrimiento, son proyectados al exterior de forma más o menos consciente. La sociedad en la que vivimos es un reflejo de las personas que somos. Así, la contaminación ambiental y social son simplemente reflejos en el plano de la forma de nuestro malestar interior. Con palabras claras, la hipótesis que aquí se defiende es que los males de nuestro mundo son un reflejo de los males de nuestra alma . Si aspiramos a un cambio sostenido y de calado no podremos intervenir sobre las consecuencias colaterales que genera nuestra expansión y, por tanto, nuestra contaminación, sin profundizar en
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Término utilizado en la encíclica del Papa Francisco (2015) Laudato Si para referirse al rápido desarrollo de la sociedad.
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sus causas. Gandhi sostenía que “ojo por ojo, todos ciegos” mientras que Albert Einstein formuló que “no podemos resolver un pro blema desde el mismo nivel de comprensión en el que lo creamos”. Por ello , desde aquí se abre una invitación a interesarnos por y atender a nuestro sufrimiento, más o menos consciente, como medicina para aliviar los males del mundo y vivir bien, ser felices.
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Lo importante no lo ven tus ojos, lo siente tu corazón – Fueron sus primeras palabras. ¿Quién eres? – Preguntó una voz anónima Yo soy tú – Respondió El Principito
La sociedad en la que vivimos es un reflejo de las personas que somos y hemos sido, de la historia, las dinámicas y las inercias que hemos recibido y que vamos arrastrando. Cada uno de nosotros vivimos nuestras vidas de acuerdo a nuestros valores y creencias, que sustentan nuestras conductas, y proyectamos tanto estos valores y creencias así como sus implicaciones a nivel social, a pesar de que en la mayoría de las ocasiones no somos capaces de perci birlo. Nuestros valores y creencias están fuertemente condicionados por el medio que nos rodea. Así es, por muy autónomos que nos creamos, el agregado social retroalimenta nuestras creencias y valores, y así se cierra el círculo entre individuos y sociedades. No somos indiferentes a los estímulos sociales porque se nos cuelan a nivel subconsciente. Es a este nivel en el que procesamos la mayor parte de la información que recibimos. De esta manera creemos que nuestras creencias son muy nuestras cuando, en realidad, pueden estar fuertemente condicionadas por el medio. El agregado de nuestras proyecciones es el pulso de la sociedad. Las personas somos a la sociedad como los cruces de hilo en una tela. Estamos estrechamente unidos y somos, indiscutiblemente, parte del resto de las personas y el resto de las personas son, indudablemente, parte de nosotros mismos. Bajo esta perspectiva, la sociedad es un continuum de individuos interconectados. Nuestros subconscientes, invisibles y difícilmente accesibles, son los que conforman el subconsciente social, la Matrix , sutil y escurridiza. A pesar de nuestra innegable interconexión, esta sociedad erigida sobre valores individualistas se esfuerza en hacernos creer que las personas estamos muy alejadas las unas de las otras. Nuestras
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sociedades occidentales exaltan con furor al individuo como la unidad material humana básica y aislada, olvidando los lazos de unión, de comunidad, entre todas las personas. Figura 2: La interconexión de individuos y el plano colectivo
Todas las personas albergamos una combinación de distintas fuerzas . Podemos emanar amor y su energía contraria, que es el miedo, así como ira, tristeza, alegría y otras muchas emociones secundarias. El agregado de estas fuerzas es lo que vemos en nuestras sociedades, aunque haya zonas en las que pueda predominar la concentración de una u otra fuerza. Por tanto, queramos o no, “somos copartícipes y corresponsa bles” (Vilaseca, 2016) de lo que pasa ahí fuera, aunque estemos acostumbrados a achacar la culpa de los males del mundo a alguien externo como los gobiernos, las instituciones, las élites, las manos negras y las trasnacionales. Estas personas, ¿no son una representación de nosotros mismos? Nos han inculcado y hemos hecho pro pia la máxima de que hay víctimas y verdugos cuando, en realidad, somos víctimas y verdugos de nosotros mismos. En nuestra radiografía social abordaremos las causas avanzando de lo más tangible a lo más sutil, teniendo presente la teoría
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del todo, de la unidad, y utilizando la jerarquía de cuestiones pro puesta en la siguiente figura. Proponemos interesarnos por la pro blemática social mediante un análisis relacional que no se conforma con discutir las consecuencias más evidentes y burdas, sino que aspira a profundizar en las causas últimas más sutiles. Nos aventuramos en la parte sumergida de nuestro témpano de hielo. En el fondo, nuestra tienda, tanto el escaparate como la trastienda, es una representación de nosotros mismos. ¿Por qué no vivimos bien? ¿Por qué no somos felices? ¿Por qué permitimos las injusticias sociales? ¿Por qué nos estamos cargando el planeta? Figura 3: La jerarquía de la profundidad
Hemos logrado domesticar muchos procesos naturales y nuestra inteligencia ha puesto a nuestros pies grandes avances tecnológicos. Vamos a la luna, nos acercamos a otros rincones del universo, nos comunicamos instantáneamente desde todos los rincones del mundo y podemos acceder a cualquier rincón del planeta. Hemos descubierto galaxias lejanas, curas a enfermedades, la ciencia occidental va dando la razón a la sabiduría oriental y muchas personas son conscientes de todo lo que nos queda por descubrir. Incluso en algunos países, se ha desarrollado la bautizada como
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sociedad del bienestar , aunque en realidad se respire un profundo malestar. Más aún, algunas personas disfrutamos de opciones de educación, sanidad, seguridad, libertad y desarrollo personal. Todo esto hace que en muchas de las sociedades desarrolladas y las élites de los países en vías de desarrollo y las clases altas de las economías emergentes , podamos satisfacer nuestras necesidades de supervivencia, y podamos disponer de cierto tiempo y energía para alimentar aspiraciones más elevadas que las meramente reproductivas. Sin lugar a dudas, esto supone que la humanidad es capaz de grandes conquistas, pero ¿a qué precio? Tanto los logros sociales como sus daños colaterales son los dos sentidos de una misma dirección que evidencia nuestra dualidad y que genera esas paradojas frente a las cuales nos hemos inmunizado pero sobre las que merece la pena llamar la atención. Por citar algunas: o
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Aunque producimos alimentos suficientes para cubrir las necesidades a todas las personas (World Hunger Education Service, 2016), 793 millones de personas sufren de hambre crónica (FAO, 2017) y 650 millones son obesas (OMS, 2017a). A nivel global, gastamos mucho más dinero en publicidad (más de 500 billones de dólares americanos en 2015 2) que en Ayuda Oficial al Desarrollo (143 billones de dólares americanos en 2016 por parte de los países miembros del Comité de Asistencia de Desarrollo de la OCDE, (2017)). Desde 2015, el 1% más rico de la población mundial posee más riqueza , en términos económicos, que el resto del planeta y 8 hombres poseen ya la misma riqueza que 3.600 millones de personas (Intermon Oxfam, 2017), es decir, la mitad de la población mundial.
El dato varía entre fuentes. Consultar, por ejemplo, Statista (2017) y CNBC (2017)
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Es sabido que estamos viviendo muy por encima de nuestras posibilidades ecológicas, como lo demuestran nuestra huella ecológica y la alteración de las dinámicas naturales que estamos produciendo. La huella ecológica del planeta, ese concepto que ya no llena titulares y que se refiere a la demanda humana de los recursos existentes en los ecosistemas del planeta, es de 1,6 planetas (WWF, 2017). Es decir, además del planeta que ya tenemos necesitamos 0,6 planetas más para cubrir nuestras necesidades. Grandes civilizaciones han caído porque, entre otros factores, no han sabido hacer un uso razonable de sus recursos naturales (Infobae, 2016) y nada indica que nosotros podamos ser la excepción. No nos detendremos en este aspecto ya que hay mucho escrito sobre los problemas ambientales debidos a la acción de la humanidad (ver, por ejemplo, Prats, Herrero y Torrego (2017)). En el plano más social, también nos hemos expandido a base de succionar de ciertos colectivos hacia otros. Hablamos de pobreza y exclusión ya no solo en países en desarrollo sino en el corazón de las sociedades desarrolladas . Hemos generado grandes ineficiencias sociales y mucho malestar, debido a la forma en que nos relacionamos entre nosotros mismos. A día de hoy en las sociedades occidentales, más allá de fundamentar nuestra vida en el consumo ya no de objetos, sino de sím bolos, como han analizado autores como Jean Baudrillard (Wiki pedia, 2017g), hemos reconvertido al consumidor en producto, como apuntan Zygmunt Bauman (Wikipedia, 2017f) y Erich Fromm (Wikipedia, 2017h). “No sólo consumimos para satisfacer necesidades, sino para ser aceptados, encontrar el sentido y la satisfacción” (Narberhaus et al., 2011). Hemos naturalizado esta dinámica y somos consumidores pasivos, acomodados y demandantes, con muy poca vinculación con las cadenas de producción. Además, el capitalismo ha transgredido las fronteras materiales y está colonizando el campo de lo cognitivo, de nuestras vidas más íntimas, a través, por ejemplo, de políticas agresivas como las que se pueden observar en muchas redes sociales que quieren capturar a sus usuarios.
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En el centro de estas dinámicas que promocionan el malestar sutil está la colonización del pensamiento de masas, introduciendo una hegemonía intelectual basada en leyes contrarias a los princi pios de la vida. Así es como la sociedad que va deprisa a ninguna parte arrasa todo lo que tiene por delante, olvidándose del bienestar profundo de las personas, del cultivo de su felicidad y generando una lucha de víctimas contra víctimas. En este sentido, podemos resumir y conceptualizar la sociedad en distintos grupos:
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a.
, los que sufren y mueren por causas antropogénicas, como muchos suicidios y muertes por contaminación, aunque este hecho quede silenciado en los medios. Cerca de 800.000 personas se suicidan anualmente y muchas más lo intentan (OMS, 2017b), mientras que se estima que en 2012 murieron 12,6 millones de personas por vivir y trabajar en ambientes insalubres, lo que supone casi el 25 % de las muertes totales (OMS 2017c y 2017d).
b.
, en este grupo podemos incluir a la gente que hemos dejado fuera de la posibilidad de acceder a los recursos materiales para cubrir las necesidades básicas/mínimas que les permitan asegurar las condiciones para ser felices. Distintos estudios apuntan que una vez alcanzado un nivel de cobertura de las necesidades materiales mínimas, el incremento de la felicidad no está asociado al nivel de ingresos (ver, por ejemplo, Seligman (2003); Marcellesi (2011)). En efecto, en estudios sobre economía y felicidad se ha com probado que a partir de unos 15.000 dólares americanos percápita (esta cifra varía según los autores: ver, por ejemplo, Marcellesi (2011); Ansa Eceiza (2008); Seligman (2003)) los aumentos de renta no implican incrementos significativos en la satisfacción o felicidad media. Que el dinero no proporciona la felicidad se sabe, aunque no se aplique, desde tiempos inmemoriales. Alejandro Magno, por ejemplo, antes de morir solicitó que los tesoros que había conquistado (plata, oro, piedras preciosas, etc.) fueran esparcidos por el
camino hasta su tumba para que las personas pudieran apreciar que los bienes materiales de la vida terrenal se quedan en ella. No es objetivo de esta reflexión hacer un análisis profundo del estado de la pobreza material en el mundo. A modo ilustrativo, indicar que más del 10% de la población mundial mayoritariamente localizada en países en vías de desarrollo vive por debajo de la línea roja de la pobreza, con ingresos inferiores a 1.9 dólares americanos por día (Banco Mundial, 2017a). Más aún, en 2012 el 22 % de la población de los países denominados desarrollados (equivalente a 300 millones de personas) estaban viviendo en pobreza relativa (OIT, 2016). Es decir, a través de nuestros sistemas relacionales se condiciona la vida de muchas personas, y quedan excluidas de tener la oportunidad de ser felices. Para tener un orden de magnitud, el Producto Interior Bruto (PIB) per capita a precios actuales en 2015 fue de 10.112 dólares americanos (Banco Mundial, 2017b) con diferencias sobresalientes entre naciones y también dentro de las distintas capas sociales de la misma nación. Esta cifra no está muy alejada de los 15.000 dólares americanos per capita anuales requeridos para cubrir nuestras necesidades materiales básicas, umbral a partir del cual podemos desarrollar una vida plena. A pesar de lo simplificado de esta comparativa, ya que no se cuestiona, entre otros aspectos, cómo se genera el PIB, nos permite apuntar a que si distribuyésemos los recursos de otra forma, todos estaríamos más cerca de poder cubrir nuestras necesidades materiales sin condicionar el desarrollo de nuestra felicidad. Esta comparativa no quiere llevarte a pensar que debamos extrapolar el modelo de desarrollo consumista occidental al resto de pueblos. No, por muchos motivos; entre ellos que cuanto más nos concentramos en el consumo, más nos desconectamos de nuestro ser interior y, además, debemos respetar unos Límites del Planeta (ver, por ejemplo, Rockström et al. (2009) que nos impiden utilizar los recursos al ritmo que lo hacemos. Más
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bien, invita a explorar la idea de que otra redistribución de recursos permitiría que todas las personas pudiésemos tener la oportunidad de ser felices. Como decía Gandhi: “En la tierra hay suficiente para satisfacer las necesidades de todos, pero no tanto como para satisfacer la avaricia de algunos”. c. Los
, esa gran masa social visiblemente insatisfecha con la vida. Estos confundidos son los que abarrotan la zona de confort en el teatro de la vida. La zona de confort no significa que estemos bien, confortables, sino que estamos acomodados y, aunque suframos, no queremos cam biar. Esta ciudadanía gris, como la describe Borja Vilaseca (2011), “se caracteriza por llevar una existencia alienada, monótona y gris, en la que nos sentimos seguros, pero no satisfechos. Y puesto que nuestro nivel de malestar es inferior a nuestro miedo al cambio, solemos acomodarnos y resignarnos”. Además del miedo que el cambio pueda suscitarnos, también tenemos pocas expectativas de éxito en nuestros cambios. La vocecita que nos repite: las cosas son como son y no podemos cambiarlas , se ha instalado en nuestras cabezas. En nuestras valoraciones subconscientes, consideramos que mantener lo que tenemos tiene menos coste que cambiar. Esta confusión genera múltiples impactos como la falta de ilusión y motivación e incluso enfermedades como el estrés y la depresión. Se calcula que 300 millones de personas a nivel global sufren depresión, aproximadamente el 4 % de la población mundial (OMS, 2017d). Evidentemente, estas enfermedades pueden atender a muy diversas causas, pero es indiscutible que existen factores ambientales potenciadores directamente asociados a las exigencias y demandas de la Matrix , como son el engranaje laboral.
d. Los , o “Neos” un grupo todavía minoritario pero creciente que está rompiendo sus lazos con la Matrix y ha suscrito un sistema de valores éticos, respetuosos y alineados con la vida y es coherente con él. Se trata de personas
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que, con mayor madurez consciencial , se sienten interde pendientes y se orientan al Bien Común , en base a un sistema de valores interiores no materialistas. Algunos de ellos pasan inadvertidos en las masas, otros se alejan a lugares remotos, algunos de ellos participan en reivindicaciones sociales y otros no.
Hemos visto que los mecanismos de organización social han sido capaces de proporcionar una gran cantidad de beneficios para una mayoría y, al mismo tiempo, han dejado de lado también a una mayoría, que no vive bien, sumergida en un gran malestar. Nuestras conductas se basan en la dualidad, en la separación. Por ejemplo: entendemos que hay un sistema económico desligado del ecológico, o un sistema productivo independiente del reproductivo. Este despiece de la vida, esta dualidad, probablemente atienda a múltiples razones como la facilidad que encontramos al tratar los temas separadamente frente al esfuerzo que implica abordar la vida de forma holística. La separación y análisis por partes puede conducirnos al precipicio porque, al no poder contextualizar los elementos, perdemos la perspectiva. En el plano económico, por ejemplo, hemos disociado la oferta (empresas que producen, distribuyen o comercializan determinados productos o servicios) y la demanda (los usuarios consumidores). Al estar disociados, el objetivo de la oferta es perpetuarse y maximizar sus beneficios, para lo que hace lo que haga falta hacer: crear necesidades totalmente accesorias, sofisticar el marketing, expandir los mercados, etc. Esta organización en la que se disocia oferta y demanda es altamente ineficiente ya que se duplican, tri plican o multiplican al infinito estructuras organizativas para ofertar productos y servicios que, en muchos casos, resultan totalmente innecesarios o son exactamente iguales. Como en todo, hay excep-
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ciones, como algunas las propuestas que se hacen desde los mercados sociales, mediante las que se intentan acercar productores y consumidores. ¿Por qué la demanda no madura, se organiza y asume mayor protagonismo en la oferta ? ¿Por qué la oferta no prioriza el cubrir las necesidades que proporcionasen mayor bienestar profundo a la demanda ? ¿Qué necesitamos para fomentar una economía más hu- manista , que pusiese en el centro a las personas? También resulta sorprendente nuestra relación con el dinero. Hemos revertido el concepto y potencialidad del dinero. Éste, que podría ser una expresión de nuestra inteligencia para relacionarnos, lo hemos confundido con el fin. El dinero está concebido para intercambiar bienes y servicios, y no para imponer y manipular estructuras de poder que permiten condicionar la vida de personas. Son bellas las palabras de Charles Eisenstein (2011): “el dinero es potencial humano desnudo – energía creativa que todavía no ha sido vestida con construcciones materiales o sociales”. Aunque en el acervo popular se diga que el dinero no da la felicidad, muchas personas condicionan sus vidas por un ánimo lucrativo. Las relaciones insanas con el dinero están fuertemente enraizadas en el subconsciente colectivo. El dinero, como indica Jara (2013), “lo que pretende es cubrir nuestra natural necesidad de libertad, autonomía y suficiencia”. ¿Por qué y para qué acumulamos sin límites? ¿Qué miedos nos acechan para temer que no vamos a cubrir nuestras necesidades cuando éstas se generen? ¿Cuáles son las creencias que sustentan este comportamiento? Nuestras conductas nos regalan sorprendentes paradojas: . Priorizamos el crecimiento económico a los límites del planeta, los límites de la vida. Más allá de los problemas ambientales ya conocidos, es menor la difusión e incidencia sobre los puntos de no retorno que puede generar nuestra disociación y abandono del medio ambiente. Llegará un día en el que la tala de un árbol más en la Amazonía haga caer el ecosistema entero. Hay procesos, como la deforestación de ecosistemas, que no son lineales, es decir, que no puedes
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hacer que el bosque vaya despareciendo y los ciclos que lo sustentan (la biodiversidad o los ciclos hídricos), decrezcan proporcionalmente. En otras palabras, deforestar la mitad de la Amazonía no significa que los ciclos vitales que la sustentan se reduzcan a la mitad. El último árbol de la Amazonía puede estar mucho más cerca de las fronteras agrícolas que de sus rincones inexplorados. Todavía hay muchas cosas que la ciencia nos tiene que descubrir, y ante este desconocimiento, resulta bastante ignorante, arrogante y negligente nuestra actitud para con el planeta que no respeta los límites que no conoce. . Utilizando como narrativa la defensa del Bien Co- mún , la promoción y mantenimiento de la sociedad del bienestar, hemos deshumanizado la vida, haciendo que millones de personas sufran los daños colaterales de la expansión de la especie mediante modelos abstractos artificiales, como el capitalismo, el neoliberalismo o los mercados que prometen el bienestar para una mayoría. En el fondo, son modelos en los que nadie sale beneficiado. Las personas expuestas a los daños colaterales sufren directamente los impactos, las élites que los dirigen, en su conjunto, no son necesariamente más felices y la supuesta mayoría a la que benefician está sumergida en un profundo malestar. Como hemos dicho, estos modelos abstractos artificiales están sustentados por personas con nombres y apellidos. A este respecto, la dinámica del Mercado de Trabajo es probablemente una de las más perversas. Resulta muy elocuente leer por segunda vez Mercado de Trabajo , un lugar donde las personas se exponen para ser útiles a las necesidades laborales del sistema. Hemos sido capaces de crear, de forma artificial, un mercado de trabajo que excluye a personas del sistema. Con este artificio generamos escasez y lucha, en el que es más importante el sistema que las personas. Aún más grave quizá es crear empleos remunerados que mantienen a las personas en la exclusión y pobreza mientras
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alimentan la Matrix . Es decir, en vez de distribuir las tareas que debemos realizar entre las personas que somos, utilizamos como excusa las necesidades del sistema, haciendo que sólo sean válidas un determinado número de personas con ciertos perfiles. Por si fuese poco, el sistema generalizado de organización se basa en las necesidades del sistema, no en las necesidades de las personas, asociado a la distribución piramidal de responsabilidades y su consiguiente distribución de salarios. Esto genera graves perjuicios, no sólo a las personas excluidas directamente, sino a toda la sociedad. Probablemente esta sea una de las motivaciones de los movimientos en favor de la Renta Básica Universal con sus distintas versiones y contextos. Las personas marginalizadas por este sistema difícilmente van a poder cubrir sus necesidades materiales y van a ver dañada su autoestima. ¿En qué cabeza cabe que haya personas que no sean útiles para el sistema? ¿Es más importante el sistema que las personas? Más allá de no respetar los límites ambientales en nuestro desarrollo, tampoco respetamos los límites sociales. El sistema monetario internacional y el dinero son inventos que no están respaldados por ningún bien físico. Al desligar el mundo virtual de los mercados financieros (cuyo volumen es varias veces superior al de la economía real ) de la realidad material, hemos conseguido sofisticar y enmascarar una dinámica sin sentido y perversa que, si aunque bien es cierto que proporciona dinero y poder a unos pocos, perjudica a una mayoría. Generamos el dinero en base a deuda. El dinero hace tiempo que dejó de estar respaldado por bienes físicos, como el oro. A mi esto me dejó perpleja cuando lo conocí y supe que no iba a remediar la situación metiéndola debajo de la alfombra y mirando a otro lado. Solo podremos trascender esta situación con verdad y con amor. La mayor parte del dinero, por muy sorprendente que parezca, se genera cuando
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vamos a los bancos y pedimos un crédito (ver, por ejemplo, El Blog Salmon (2016)). Se nos ha ido de las manos: en 2016, la deuda global contraída por empresas, hogares y go biernos superó los 217 billones de dólares (siendo la deuda pública de unos 60 billones de dólares americanos (The Glo bal Debt Clock, 2017) y superando a día de hoy los 70 billones de dólares americanos (World Debt Clock (2017)), equivalente al 327% del Producto Interior Bruto mundial (El País, 2017). Teniendo en cuenta que en 2016 éramos en el planeta 7400 millones de personas (Wikipedia (2017i), esto equivale a una deuda per cápita de unos 29.300 dólares americanos. Por pertenecer a la ciudadanía global tenemos este regalito, pero ¿quién debe qué a quién? Al contrario de cualquier otro organismo vivo que no puede desarrollarse en base a deuda , las personas podemos contraer deudas, especialmente monetarias, que nos permiten adquirir bienes o servicios en el presente bajo la premisa de devolver este dinero en el futuro, con un interés de por medio, claro. En vez de utilizar este mecanismo como ex presión de nuestra inteligencia y libertad, lo hemos pervertido de forma insana para convertirlo en un mecanismo de control social. Una vez que contraes una deuda económica, debes generar dinero para sufragarla y así puedes quedar fácilmente atrapado en los tentáculos del molino del creci- miento infeliz . Generalmente, a través del trabajo remunerado, vamos generando los ingresos que nos permiten ir afrontando nuestra deuda y generalmente este trabajo no nos satisface. Nos estamos haciendo un flaco favor al utilizar el dinero como telarañas que nos limitan en vez de trampolines que nos impulsen. Aunque, como hemos visto durante las pasadas décadas, el desarrollo material nos ha permitido una gran expansión, llega un momento en el que el desarrollo material no está asociado a mayores niveles de felicidad. Sin embargo, la gran mayoría de países, independientemente de
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su condición de desarrollados , de las economías emergentes o de los países en vías de desarrollo , siguen aferrados al concepto de crecimiento económico como razón de ser del desarrollo social. ¿Para qué crecer? ¿Cómo crecer? El sentido común nos dice que madurar significa transformarse y que crecer por crecer no tiene ninguna razón de ser, ¿te imaginas un bebé de 30 años? Es necesario un esfuerzo de resignificación de los conceptos de crecimiento y progreso, ya que el crecimiento económico y el desarrollo sostenible no suponen sinónimos de mejora ni progreso. También sabemos que las leyes naturales dictan que todo lo que crece detiene en algún momento su crecimiento y decae: personas, civilizaciones, animales, plantas, organismos, células, estrellas, galaxias, etc. Podríamos anticiparnos a la catástrofe a la que nos aboca el crecimiento per se , porque disponemos de evidencias científicas y juicio suficiente para verlo con claridad, y centrarnos en generar bienestar, oportunidades de felicidad para todas las personas. A día de hoy, el falso bienestar de las sociedades occidentales está fundamentado en la capacidad de acceso a bienes materiales. Hemos hecho nuestra una dinámica obscena de consumo, ya no material, sino simbólico, para realizarnos como personas. Y, para poder consumir, debemos generar los recursos que nos permiten gastar. Esto en muchas ocasiones nos aboca a realizar actividades profesionales remuneradas que no nos satisfacen e incluso nos generan sentimientos negativos. Para aliviar el malestar interior que nos genera esta trampa, desarrollamos distintos mecanismos de compensación, válvulas de escape, como consumir más. Así quedamos atrapados en la telaraña de la sociedad de consumo. Sin embargo, el concepto de felicidad, de auténtico bienestar, todavía no se ha puesto de moda en la esfera pública, aunque existen esfuerzos internacionales (Wikipedia, 2017j; NESI Forum, 2017), más o menos incipientes, reivindicando que el progreso de las naciones debiera hacerse en función a su felicidad, no en base a su Producto Interior
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Bruto. Incluso hay países, como Bután, que lo llevan aplicando desde hace décadas, y otros como Japón, Corea del Sur y más recientemente Brasil, (Excelsior, 2012) que han introducido el derecho a la felicidad en sus constituciones. Hasta la OCDE (2016) llama la atención sobre el bienestar. Pero estos casos todavía son marginales. La falta de rumbo social es el caldo de cultivo perfecto para distorsionar medios y fines, generar confusión y desorientarnos. Al anteponer partes del sistema sobre el sistema en su conjunto, hemos perdido de vista en nuestro radar la necesidad de respetarnos y cuidarnos entre nosotros, la necesidad de cultivar nuestra felicidad auténtica. Nuestro modelo social de mercantilización de la vida está basado en el sálvese quien pueda y en modelos de éxito personal o estatus, individualistas, meritocráticos, estandarizados y globalizados basados en la seguridad de pertenecer al grupo, de pendientes del juicio de los demás y anclados a la materialidad, a la tenencia y acceso a bienes. Esto ha sido bautizado por Erich Fromm como la patología de la normalidad . Creemos que lo que la sociedad considera normal es lo bueno y lo correcto para cada uno de nosotros, por más que vaya en contra de nuestra verdadera naturaleza. Esta enfermedad se alimenta de un modelo de éxito de cuyas redes es difícil salir, justificándose los sinsentidos que ponemos en práctica para poder triunfar. ¿A quién responsabilizamos (que no culpabilizamos) de este maremágnum ? Resulta tentador achacar la problemática ecosocial descrita anteriormente a la política, el capitalismo neoliberal, los mercados, las transnacionales o el modelo social basado en el consumo. Podemos usar a cualquiera de estos entes para poner la res ponsabilidad fuera de nosotros mismos. Estos mundismos son sistemas y organismos antropógenos, es decir, creados por personas. Por tanto, son las personas las que los defienden o los luchan, las que los perpetúan o los abandonan. ¿Podría resultarnos más enriquecedor conocer y entender a las personas que hay detrás de estas conductas en vez de confrontarnos con dichos entes? ¿Por qué no nos interesamos por conocer a las personas que alimentan estos
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mecanismos? ¿Nos sumergimos en entender las creencias y motivaciones de estas personas?
Para comprender los entes abstractos y los sistemas relacionales es necesario acercarse a las personas que los sostienen mediante su consentimiento, alimentación, lucha o abandono. No podemos entender nuestras creaciones sin entendernos a nosotros mismos. Estas creaciones no son algo indisoluble de nuestra esencia, son, sim plemente, nuestras proyecciones. Partimos de la premisa de que las personas siempre buscan la mejor manera de vivir y resolver sus circunstancias, independientemente de las circunstancias en sí y de las capacidades y habilidades disponibles para afrontarlas. Por tanto, desde esta perspectiva, no nos sirve contentarnos con criticar las consecuencias negativas producidas por nuestros actos (que también engloban el no acto), sino que vamos a intentar comprender por qué, hasta ahora, éstas formas han sido las mejores que hemos encontrado para afrontar nuestras circunstancias. Desafortunadamente, este texto tampoco es un manual de psicología ni un libro de autoayuda, así que proponemos una aproximación simplificada para adentrarnos en la condición humana. Indicar que las personas nacemos con cierto temperamento (impreso en nuestra carga genética) y que a través de distintas experiencias lo convertimos en un determinado carácter. En este camino, vamos condicionando (adaptando) nuestras emociones que en principio son naturales. Mucho de nuestro aprendizaje viene por modelado de lo que vamos viviendo y mantenemos lo que aprendemos de acuerdo a su funcionalidad, es decir, lo que nos sirve para algo. En definitiva, hay una parte de nosotros mismos que la traemos al nacer y otra que vamos forjando, aprendiendo a través de nuestro entorno y experiencia.
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A pesar de que en las sociedades individuales modernas las personas tendemos a reconocernos con una personalidad única y muy diferenciada del resto de personas basada en elementos muy superfluos como el género, la clase social , la apariencia, los gustos, etc., ¿es tanto lo que nos diferencia? Hay muchas maneras de acercarse a la condición humana y entender nuestra forma de comportarnos de acuerdo a nuestros valores, creencias y conceptos identitarios que vienen fuertemente condicionados por el entorno, por la sociedad. Aunque dentro de la psicología haya muchas corrientes para estudiar y definir a las personas, desde aquí se presta especial atención a la aproximación por arquetipos o patrones principales de personalidad. Por su universalidad y completitud, vamos a usar el eneagrama. Se trata de “una figura geométrica que representa los nueve tipos de personalidad fundamentales de la naturaleza humana y sus com plejas interrelaciones. Es una descripción de la psicología moderna basada en la sabiduría espiritual de muchas tradiciones antiguas diferentes. Cada tipo de personalidad cuenta con su propio modelo mental, es decir, una lente a partir de la que filtramos la realidad objetiva de forma subjetiva. Este esqueleto psicológico también determina qué nos mueve a ser como somos y a hacer lo que hacemos; cuáles son nuestros principales rasgos de carácter, incluyendo nuestros defectos y cualidades; qué deseamos y de qué tenemos miedo; e incluso cuál es la piedra emocional con la que tropezamos una y otra vez a lo largo de nuestra vida” (Riso y Hudson, 1998). Cada persona puede identificarse con uno de los nueve tipos principales (ver Figura 4), aunque alberguemos rasgos de otros ti pos. Esto no quiere decir que toda la complejidad de una persona quede reducida a uno de los nueve tipos de personalidad. Más bien, esta aproximación apunta a que los rasgos determinantes de la personalidad quedan englobados en uno de los tipos, que es capaz de esbozar nuestras principales características. Además, dentro de cada tipo, se puede estar en distintos grados de desarrollo, manifestando, de esta forma, sus mayores miedos o virtudes; para cada tipo existe una franja sana, media e insana.
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Se trata de un enfoque dinámico a la personalidad humana, ya que cada persona va mostrando más signos de un determinado tipo u otro, aunque mantenga su tipo principal, según su grado de toma de consciencia y madurez. En la Tabla 1 se muestran los elementos de abundancia (diferentes elementos o cualidades que constituyen un ser humano completo), deseos básicos, miedos y pasiones de cada tipo de personalidad. Figura 4: Eneagrama de las pasiones
Fuente: Naranjo, 2000
Por ejemplo, las personas Tipo Uno, el tipo idealista de sólidos principios, son éticas y concienzudas, poseen un fuerte sentido del bien y del mal. Son profesores y cruzados, se esfuerzan siempre por mejorar las cosas, pero temen cometer errores. Bien organizados, ordenados y meticulosos, tratan de mantener valores elevados, pero pueden resultar críticos y perfeccionistas. Normalmente tienen problemas de rabia e impaciencia reprimidas. De esta forma un Tipo Uno, mientras que puede experimentar una continua frustración e insatisfacción consigo mismo hasta que no toma consciencia de su condición, en su mejor aspecto, el Uno es sabio, perceptivo, realista y noble, discernidor y juicioso a la vez que moralmente heroico.
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Tabla 1: Elementos básicos de los nueve tipos de personalidad de acuerdo al eneagrama de las pasiones
Tipo 1 Pasiones: Ira, resentimiento Miedos: A ser malo, corrupto, perverso o imperfecto Deseos básicos: De integridad (degenera en perfeccionismo crítico) Abundancia: A vivir para una finalidad superior (sabiduría y discernimiento) Tipo 2 Pasiones: Soberbia (vanagloria) Miedos: A ser indigno de amor Deseos básicos: De ser amado (degenera en necesidad de ser necesitado) Abundancia: A sustentarte a ti mismo y sustentar a otros (bueno contigo mismo y con los demás) Tipo 3 Pasiones: Falsedad (vanidad) Miedos: A ser despreciable o a carecer de valor inherente Deseos básicos: De ser valioso (degenera en afán de éxito) Abundancia: A desarrollarte y ser un ejemplo para los demás Tipo 4 Pasiones: Envidia Miedos: De ser uno mismo (degenera en autocomplacencia) Deseos básicos: A carecer de identidad o de no ser importante Abundancia: A olvidar el pasado y renovarte por tus experiencias Tipo 5 Pasiones: Avaricia Miedos: A ser inútil, incapaz o incompetente Deseos básicos: De ser competente (degenera en especialización inútil) Abundancia: A observarte y observar a los demás sin juicios ni ex pectativas (objetivo participar en la realidad) Tipo 6 Pasiones: Cobardía (ansiedad) Miedos: A carecer de apoyo u orientación
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Deseos básicos: De seguridad (degenera en fuerte apego a las creencias) Abundancia: A tener fe en ti y confiar en la bondad de la vida Tipo 7 Pasiones: Gula Miedos: A estar desvalido o quedar atrapado en el dolor Deseos básicos: De ser feliz (degenera en escapismo frenético) Abundancia: A celebrar alegremente la existencia y compartir infelicidad Tipo 8 Pasiones: Lujuria (vehemencia) Miedos: A ser dañado dañado o controlado controlado por otros Deseos básicos: De protegerse (degenera en lucha constante) Abundancia: A defenderte y decir francamente lo que crees Tipo 9 Pasiones: Pereza Miedos: A perder la conexión, a la fragmentación Deseos básicos: De estar en paz (degenera en terca negligencia) Abundancia: A llevar paz y soñación a tu mundo Fuente: Riso & Hudson (1998)
Una de las grandes claves proporcionadas por el eneagrama es que nos indica aquello que nos separa de ser nuestra mejor manifestación, “nos recuerda los diferentes elementos o cualidades que constituyen un ser humano completo” (Riso y Hudson, 1998). Los nueve tipos tienen cualidades únicas, todas igual de valiosas, que cada uno puede cultivar. La pregunta se vuelve evidente, ¿en qué grado de madurez nos movemos? ¿Nos encontramos en la franja sana o insana? Claudio Naranjo (2000), en su libro el “Eneagrama de la Sociedad” , exploró y asoció las principales patologías que afectan a la sociedad moderna con las distintas pasiones del eneagrama. En esta obra se relaciona, por ejemplo, el autoritarismo con el miedo; el mercantilismo con la vanidad; la inercia del Status Quo con el exceso de conformidad; el perfeccionismo con la represión; el carácter rebelde con la violencia y la explotación; la envidia, con la
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dependencia; la falta de compromiso con la pérdida de la relación con el prójimo; la gula, aparejada al hedonismo y la actitud light; el falso amor que nos ciega ante la naturaleza del amor. Lo siento, pero este manual tampoco es un manual de sociología, ni de filosofía, ni de antropología, así que no nos detendremos en las distintas corrientes de pensamiento sobre las relaciones entre individuos y sociedades. La hipótesis que aquí se defiende es que la relación entre individuo y sociedad es circular y dependiente, por lo que no se puede entender a una de las partes como un elemento aislado. Concretando, las proyecciones individuales de las pasiones son corresponsables del estado social y el estado social favorece que se mantenga cierta (in)madurez consciencial de de los individuos. Por tanto, por un lado nos encontramos, como indica Naranjo (2000), que “podemos pensar que los males fundamentales del mundo son fenómenos sociales que constituyen formas básicas de interferencia con el potencial de la humanidad”, y, por otro lado, que los males del mundo suponen suponen en su conjunto manifestaciones de nuestro estado de desarrollo consciencial . Como hemos visto, todas las personas pueden desplegar los elementos de abundancia inherentes de cada eneatipo. Esto supone salir de nuestra zona de confort , movernos hacia nuestra abundancia, que implica un cuestionamiento y trabajo profundo con nuestro ego, las creencias que lo alimentan y el concepto identitario que lo sostiene. Hay pocos estímulos en las sociedades modernas invitando a iniciar un proceso de introspección. ¡Con lo bien que vivimos cul pando a los demás de nuestras desgracias! A ver quién es el guapo que se cuestiona a sí mismo y se permite, por un momento, un resquicio de duda. Por ello, es más necesario si cabe responsabilizarnos de este proceso a nivel personal para conocer quienes somos realmente. Este trabajo interior es el fundamento que puede ampliar nuestro nivel de comprensión y, por tanto, nos permita mirar desde una perspectiva renovada a nuestros daños colaterales y y marcar decididamente un rumbo que nos permita vivir bien a todas las personas.
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Inevitablemente, las personas que dominasen sus miedos difícilmente permitirían el autoritarismo, una vanidad controlada redefiniría el mercantilismo, etc. De esta forma, dejaríamos de generar el combustible que alimenta los males del mundo . En definitiva, aquellas personas con mayor madurez consciencial reflejarían otras relaciones a nivel social, siendo capaces de disipar muchos de los males que que nos afligen.
Más allá de los eneatipos, todas las personas disponemos de un sistema de creencias, que son como el software a a través del que filtramos la realidad. Se trata del mapa mediante el que interpreta- mos el territorio . “Una creencia es el sentimiento de certeza sobre el significado de algo. Es una afirmación personal que consideramos verdadera. Las creencias, que en muchos casos son subconscientes, afectan a la percepción que tenemos de nosotros mismos, de los demás, y de las cosas y situaciones si tuaciones que nos rodean” ( HispaHispamap, 2011). Para las personas que no se hayan acercado al estudio de la l a condición humana, es necesario aclarar que la mente está dividida en dos partes, la consciente y la subconsciente. Como se ha mencionado, la mayor parte de la información la procesamos a nivel subconsciente sin darnos cuenta de ello. Esto lo saben muy bien los profesionales del neuromarketing. Es por ello que muchas veces respondemos a estímulos sin entender exactamente a nivel consciente a qué se debe nuestro comportamiento. El responsable es nuestro sistema subconsciente, donde albergamos gran parte de nuestras creencias. Muchas de nuestras creencias están fuertemente enraizadas en este nivel, en el subconsciente y no somos capaces ni siquiera de percatarnos de su existencia. Como dice Jung, “lo que no se hace consciente se manifiesta en nuestra vida como destino”.
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Este sistema de creencias supone nuestro Libro de la Ley , como lo denomina Miguel Ruiz (1998). Es la base a través de la que filtramos e interpretamos la realidad y con la que construimos nuestra realidad aportando nuestro sesgo cognitivo (el perejil de nuestra receta, cada uno el suyo). Ortega y Gasset las definió como el “continente de nuestras vidas”. Las creencias determinan nuestras conductas: si crees que puedes, podrás. Si crees que no puedes, no podrás. Creamos lo que creemos. Al relacionarnos con el mundo, en realidad, nos estamos relacionando con nosotros mismos, ya que filtramos la realidad de acuerdo a nuestro mapa. Por tanto, nuestra percepción queda fuertemente condicionada por el sistema de creencias del que generalmente no somos capaces de percatarnos. Los valores (Hispamap, 2011) son “los estados a los que las personas dan importancia. Por ejemplo, éxito, seguridad, amor, felicidad, etc. Un valor es una palabra que indica algo elevado en la jerarquía de nuestros intereses. Los utilizaremos continuamente, en muchos casos de forma inconsciente, para juzgar lo que está bien y lo que está mal. Son etiquetas que utilizamos para indicar diferentes niveles de placer o dolor”. Existen valores primarios, que designan lo que es más importante para nosotros, y valores secundarios que nos permiten alcanzar el valor primario. “A diferencia de las creencias, los valores están organizados jerárquicamente, lo que en ocasiones lleva a conflictos, aunque tam bién se puede disponer de varias jerarquías en diferentes contextos. Tanto las creencias como los valores están situados en el mismo nivel, formando una unidad que determina conductas y el hacer de las personas, en sus múltiples facetas. Es por ello que son vitales en el desarrollo de cualquier plan de cambio en la persona” (Ayuda Coach 2013). Mientras que los valores podemos cambiarlos y modificar su jerarquía conscientemente, no podemos alterar las creencias de la misma manera ya que su impronta está fuertemente arraigada a nivel subconsciente. Todas las personas construimos nuestro sistema de creencias en edades tempranas, mayormente durante la infancia. Durante estos
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años nuestras familias, escuelas y contextos socioculturales inoculan una serie de patrones de creencias en nuestros subconscientes que vamos destilando y acatando como nuestras verdades, convirtiéndolas en nuestro Libro de la Ley . Al no ser capaces de acceder al software subconsciente, no nos percatamos de su existencia y creemos que somos auténticos y libres cuando en realidad simplemente estamos respondiendo como automatismos a esta programación. La globalización ha llevado aparejado un reduccionismo cultural, con una visión imperante de lo que es bueno y lo que hay que hacer en la vida , ese subconsciente colectivo sutil que aquí se denomina Matrix. Esto nos conduce a unos yo prestados , a que nos identifiquemos con unas personalidades que en realidad son las creencias transferidas por el entorno y no tienen por qué representar lo que libremente somos y queremos creer. Todos tenemos en nuestro subconsciente los patrones que nos dicen qué está bien o mal , qué cosas debemos hacer y cómo, qué queremos alcanzar y un largo etcétera. Probablemente, ésta sea la mayor conquista de la sociedad occidental: hacernos pensar de forma hegemónica con leyes interiores contrarias a los principios de la vida. Esto nos aleja de las personas que verdaderamente somos y que estamos destinadas a ser. Aunque cada persona desarrolla un esquema de creencias pro pio, se observan una serie de creencias subconscientes colectivas generalizadas en las sociedades occidentales que ejercen un gran poder en los esquemas individuales. Algunas de ellas: A pesar de ser una cuestión muy íntima, cada uno de nosotros debemos enfrentarnos a esta gran pregunta antes o después. El propósito de la vida no es cumplir las expectativas que los demás tengan de nosotros, sino descubrir aquello que hemos venido a aprender y hacer en esta vida. En pala bras de Miguel Ruiz (1998): “hemos aprendido a vivir intentando satisfacer las exigencias de otras personas. Hemos aprendido a vivir según los puntos de vista de los demás por
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miedo a no ser aceptados y de no ser lo suficientemente buenos para otras personas. Si quieres vivir con alegría y satisfacción, debes hallar la valentía necesaria para romper esos acuerdos que se basan en el miedo y reclamar tu poder personal”. Sin embargo, nuestra creencia es que debemos obedecer a nuestro Libro de la Ley , el heredado, sin cuestionar si este libro es el que queremos acatar o no. Así nos creemos libres, responsables de nuestros actos, aun obrando de acuerdo a unos esquemas que son prestados y que nos limitan si no tomamos conciencia de su existencia y los acatamos con conocimiento de causa. A nivel social esto se evidencia en el apego que hemos desarrollado sobre nuestro sistema económico a pesar de poder ser plenamente conscientes, si reflexionamos dos minutos, de haber confundido el medio con el fin. Si eres de los que piensan que necesitamos crecimiento económico para crear puestos de trabajo y reactivar la economía, te invito a que te dediques un tiempo y explores distintas posibilidades. No tiene sentido, tras el despegue material que nos ha permitido la expansión de la especie, seguir utilizándolo como guía cuando sabemos que no nos proporciona mayor felicidad. Tal vez haya que subordinar el desarrollo económico a algo superior como es la creación de las circunstancias para que todas las personas podamos ser felices. Sin embargo, esto nos obliga a cuestionar profundas creencias asociadas al propósito social tanto a dirigentes como a diri- gidos . Para no enfrentarnos al miedo que supone abrir esta caja de Pandora , se intenta naturalizar la dinámica, bajo distintos enfoques miopes, como la necesidad de crear empleo y consumir para mantener la economía. Además, no se ha desarrollado una masa crítica ni en las esferas de toma de decisiones ni en las esferas que acatan esas decisiones de alcance global, lo suficientemente poderosa como para enfrentarse a esta inercia. ¿Por qué somos la coartada de un
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modelo de desarrollo obsoleto que no satisface nuestras necesidades? A pesar de que una gran mayoría es consciente de la incoherencia, se perpetúa la dinámica, entre otros motivos, por la vanidad, el miedo, la falta de expectativas y el flujo que la alimenta, ya que enfrentarla supondría enfrentarnos a nosotros mismos y no todos estamos preparados. En nuestra sociedad meritocrática, tenemos que demostrar nuestra valía personal, que hemos desvinculado del hecho de ser. Como elabora Erich Fromm (Wikipedia, 2017h): “en la sociedad actual el éxito y el fracaso se basa en el saber invertir la vida. El valor humano se ha limitado a lo material, en el precio que pueda obtener por sus servicios y no en lo espiritual (cualidades de amor, ni su razón, ni su capacidad artística). La autoestima en el ser humano depende de factores externos y de sentirse triunfador con respecto al juicio de los demás. De ahí que vive pendiente de los otros, y que su seguridad reside en la conformidad; en no apartarse del rebaño. El individuo debe estar de acuerdo con la sociedad, ir por el mismo camino y no apartarse de la opinión o de lo establecido por esta”. La sociedad moderna se basa en promocionar valores externos, extrínsecos, que conlleva que necesitemos tantas cosas del exterior como aprobación, reconocimiento y amor. El foco de atención está ahí fuera, por lo que abandonamos los valores internos como amor, sabiduría y comunidad. Al poner nuestros objetivos en el mundo exterior, si alcanzásemos ese éxito o reconocimiento que pedimos fuera, pronto nos iba a saber a poco e íbamos a querer más. Esto nos ata al molino de la constante insatisfacción (con su aparejada frustración), que nos lleva a querer lo que no tenemos ni somos y no valorar lo que somos y tenemos. Los valores extrínsecos materiales nos llevan a intentar manifestarnos como únicos a nivel individual, a una sofisticación de los egos, a la creación de nuestra propia marca
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personal. Nos perdemos en versiones superficiales de nosotros mismos. Llevar cosas exclusivas, visibilizar nuestras posesiones, una segunda casa y disfrutar de experiencias extraordinarias. Cuanto más nos esforzamos en alcanzar eso de ahí fuera, más nos alejamos de nosotros mismos, de nuestros valores intrínsecos y de nuestro aquí y ahora. Los pilares de la sociedad actual están basados en la se paración, en los unos y los otros , lo bueno y lo malo , las víctimas y los verdugos , las personas y la tierra , el éxito y el fracaso, el triunfo y la derrota. Por eso surgen las polaridades y las luchas de clases como la de los dirigentes contra los dirigidos , las élites contra los sometidos . La dualidad, la ruptura de la unidad, también configura las jerarquías de poder. Desde la perspectiva integradora y unionista que aquí se defiende, lo bueno y lo malo no existe, solo se pueden observar los efectos generados por causas. La renuncia a lo bueno y lo malo y su substitución por sistemas relacionales y de aprendizaje no implica, en absoluto, que se abogue por suprimir un sistema de valores. Sobre lo que aquí se quiere llamar la atención es sobre las causas últimas de determinados efectos que juzgamos como buenos o malos . Por ejem plo, la decisión que toma alguien sobre un determinado tema y cuyo resultado juzgamos como bueno o como malo es la mejor respuesta que ha tenido esa persona de acuerdo a su sistema de creencias y valores ante una determinada situación. Para evitar que se vuelva a dar la misma respuesta ante una situación similar, hay que cambiar la programación subyacente, ya que el mero juicio de la respuesta no implica que pueda modificarse dicha respuesta. Aplicando esta mirada, que intenta profundizar en las causas y entender los procesos, es como podemos ampliar la comprensión de las circunstancias, independientemente de su manifestación externa. Esto nos abre la puerta a entender
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que lo que a simple vista puede parecer lo mimo, puede res ponder a distintas motivaciones profundas. La dualidad en la perspectiva individual es la que a nivel social traducimos de forma simplificada en grupos separados de los unos y los otros cuando en realidad hay una corresponsabilidad com partida entre todas las personas. La aproximación separatista nos aleja a unas personas de otras, dificultando que podamos sentirnos más cercanos a otras personas y diluyendo la res ponsabilidad intrínseca individual. Creemos que los recursos tanto materiales como inmateriales no son suficientes para cubrir nuestras necesidades y, por tanto, el modelo relacional se basa en la creencia artificial de que no hay recursos para todos, propugnando un sistema de competencia y lucha. Este modelo, basado en la exclusión, asume que si tú tienes o consigues algo, yo quedo condicionado o no lo puedo tener o conseguir. Hemos visto, cómo, por ejemplo, producimos alimentos para toda la humanidad pero, mientras que muchas personas sufren de hambre crónico, otras muchas sufren de obesidad debida a un exceso en la ingesta de alimentos. Cuanto más alimentamos un sistema basado en generar necesidades materiales, más evidencias encontramos para justificar la escasez de recursos y las consecuentes políticas de miedo que propugnan la lucha. Si nos contentásemos con lo que somos y tenemos, podríamos renunciar a muchas de las cosas accesorias que creemos necesitar y querer ser. Nuestra inseguridad y miedo existenciales nos apegan a las cosas, a las personas y a las circunstancias. “La evolución es el principio fundamental que rige el funcionamiento de la vida” (Vilaseca, 2011) y 4000 millones de años de historia de la vida en la Tierra nos demuestran que lo único
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permanente es la impermanencia. Así es, especies y ecosistemas han variado notablemente a lo largo de las eras. No obstante, tenemos un rechazo generalizado al cambio por lo que nos agarramos a las cosas dificultando su flujo natural. Esta resistencia al cambio, a salir de nuestra zona de confort , es un lastre pesado para las transiciones. Se trata de una de las emociones básicas que, como estímulo natural ante un peligro o amenaza, nos ayuda a preparar una respuesta de huida o lucha. Sin embargo, esta emoción ha sido artificialmente condicionada como mecanismo de control social en muchas sociedades occidentales. La invención de distintos enemigos , como la subida del paro o el retroceso económico, ayudan a inocular miedo que se mantiene en el ambiente y nos impregna tanto a nivel consciente como subconsciente. Naomi Klein (2007) discute y elabora esta idea en “La doctrina del shock. El auge del capitalismo del desastre”. Esta emoción y los mecanismos de defensa parejos nos restan grados de libertad. El miedo es la energía contraria al amor, así que mientras el miedo nos domine, no podremos disfrutar del amor, del auténtico amor. El cerebro cuenta con dos hemisferios: el derecho, asociado con la energía femenina y que desarrolla fundamentalmente la intuición, está ligada al corazón y a la energía de la unión; y el izquierdo, ligado a la energía masculina, que es la energía activa ligada a las funciones analíticas, a la acción y a la voluntad. En nuestra sociedad hay una sobreex presión del lado racional, del hemisferio izquierdo, que conlleva un claro desequilibrio a favor de los aspectos productivos en detrimento de los reproductivos, aquellos que sustentan la vida. Esta racionalidad justifica, en parte, la ignorancia de nuestra propia ignorancia y la malversación del conocimiento científico. Si no podemos demostrar algo bajo
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el método y medios científicos actuales, no lo aceptamos, aún conocedores de las limitaciones de nuestras capacidades científicas y la transitoriedad de los conocimientos. Esto nos invita a una percepción limitada y distorsionada de la vida. La tendencia es consumir el tiempo y sobreocuparnos como evidencia para demostrar que somos útiles. También nos caracteriza la capacidad de anclarnos al pasado o antici parnos al futuro para olvidarnos del presente. Vamos de prisa, aunque no sepamos a dónde vamos. Frente a la concepción generalizada en las sociedades occidentales de que el tiempo es lineal (Wikipedia, 2016), en las sociedades orientales y otros pueblos se considera que el tiempo es cí- clico (Wikipedia, 2017k), circular. Más aún, de acuerdo a los postulados de Einstein el tiempo es relativo, función de la velocidad y no una variable independiente. Profundizar en el concepto de tiempo, puede ayudarnos a afrontar las circunstancias de la vida con una visión renovada, como una oportunidad de disfrute y de aprendizaje de todo lo que nos pase, no como un tren que podemos tomar o perder. Las sociedades modernas han generado un discurso, apropiándose de grandes palabras y eufemismos que acaban en expresiones como explotaciones petrolíferas ambiental- mente sostenibles (ver, por ejemplo, Islam, Chhetri, Khan, 2012), lo cual conceptualmente no deja de ser una contradicción estrepitosa porque el uso del petróleo, al ritmo que lo consumimos, no puede ser sostenible por mucha sofisticación tecnológica que introduzcamos en los procesos de producción. O balas mágicas (CNN, 2017), que son igual de eficaces para matar pero no ensucian e incluso pueden ayudar ambientalmente al entorno. Mucho ruido y pocas nueces. También vemos la malversación de la dialéctica en los grandes procesos internacionales. Por ejemplo, la comunidad internacional se posiciona a favor de la conservación de
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espacios con alta biodiversidad pero cuando es necesario pasar a la acción, como ocurrió en el momento en el que la reserva del Yasuní en la Amazonía ecuatoriana enfrentó el dilema de su conservación frente a la explotación petrolífera, fueron escasos los apoyos para su protección (ver, por ejemplo, BBC Mundo (2013)). A través de discursos mani pulados, tratamos de maquillar y defender grandes despro pósitos. Las guerras dialécticas y el terrorismo lingüístico tratan de desvirtuar el fondo. Las formas pueden llegar a confundirnos, por lo que necesitamos desarrollar un profundo criterio que nos permita destilar los elementos accesorios y entender la esencia. En base a este conjunto de creencias implantadas a nivel profundo, construimos nuestras realidades, prestadas , conducentes a una sociedad prestada , en la que no nos sentimos identificados a pesar de ser copartícipes. Creemos que la política no nos representa, que el sistema económico nos es ajeno o que no tenemos nada que ver con la problemática ecosocial, cuando, en realidad, esta sociedad prestada es un reflejo de nosotros mismos, de nuestro subconsciente colectivo. La falta de empatía para con otras personas nos ayuda a diluir nuestras responsabilidades y desentendernos de los lazos de unión con el resto de personas que participan en las cadenas de producción globalizadas. Esta sociedad prestada retroalimenta los subconscientes individuales, inoculando la creencia de que el poder está fuera de nosotros mismos, en los demás . Interesarnos por nuestro Libro de la Ley , cada uno por el suyo, es una decisión individual, un viaje que sólo puedes iniciar si así lo decides. Tú serás la primera persona que pueda disfrutar del bienestar que esto te pueda traer e inevita blemente irradiarás y contagiarás al entorno de ese estado.
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Además de compartir que todos nosotros vamos a morir, tam bién tenemos en común el deseo de ser felices. Pese a este deseo, somos seres sufrientes y nuestro sufrimiento individual derivado de nuestra inmadurez consciencial se proyecta a nivel colectivo generando una sociedad consciencialmente inmadura. Nuestra felicidad verdadera no depende de nuestras circunstancias, sino de cómo vivamos esas circunstancias, de nuestra inter pretación de las mismas. Existen varios factores bajo nuestro control individual que podemos trabajar para incrementarla (Seligman, 2003). Uno de ellos es sentirnos como una parte que está contribuyendo a un propósito superior, más elevado que nuestra propia existencia, y utilizar esta vida como una oportunidad para manifestarlo. La felicidad se trata de un bien autosuficiente, es decir, que no se busca para alcanzar otra cosa. Sería el estado último de bienestar. No se puede formular el ser feliz como un objetivo en nuestra lista de deseos al comienzo de año. En realidad, apreciamos su manifestación como consecuencia de haber cultivado sus causas, de liberarnos de la lucha, el conflicto y el sufrimiento interno. En relación al sufrimiento interno, tenemos mucho que aprender del budismo como filosofía de vida. Las enseñanzas de Buda están orientadas a la eliminación del sufrimiento interno, que es la forma de alcanzar el estado de liberación o nirvana. El budismo basa sus enseñanzas en las cuatro nobles verdades (Wikipedia, 2017l): 1. El sufrimiento existe: todo es sufrimiento, nada es felicidad completa, el sufrimiento está siempre presente. 2. El sufrimiento tiene una causa: El sufrimiento proviene del deseo y los cinco venenos (apego, odio, ignorancia, ego y celos). 3. El sufrimiento puede extinguirse, extinguiendo su causa. Para terminar con nuestro sufrimiento hay que embarcarse en un estudio para hallar sus causas y comprobarlas por uno
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mismo y, después, eliminarlas. Hay que suprimir los cinco venenos y realizar acciones virtuosas, creando karma bueno. 4. Para extinguir la causa del sufrimiento, debemos seguir el Noble camino óctuple: 1. Comprensión correcta 2. Pensamiento correcto 3. Palabra correcta 4. Acción correcta 5. Ocupación correcta 6. Esfuerzo correcto 7. Atención correcta 8. Concentración correcta Trabajar en la liberación de nuestro sufrimiento es lo que nos puede ayudar a construir identidades más auténticas, a descubrir nuestra verdadera naturaleza. La felicidad es un derecho legítimo de los seres humanos y a lo que podemos orientar nuestro paso por esta vida. Mientras seamos seres sufrientes e ignorantes de nuestro sufrimiento, difícilmente podremos construir un mundo libre de sufrimiento. Este camino puede proporcionarnos vidas mucho más plenas. Si no es para vivir una vida que merezca la pena ser vivida, ¿para qué estamos aquí?
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¿Qué es lo que verdaderamente te molesta? ¿Para qué lo quieres cambiar? – Inquirió nuestro Principito
A millones de personas en todo el planeta no les gusta la tienda de la humanidad . A algunas les molesta el escaparate y a otras les incomoda la trastienda . Muchas personas están trabajando en la construcción de altermundismos , para fomentar de alguna manera y de forma genérica lo que se conoce como la Gran Transición, óptica bajo la que se aboga por la necesidad de un cambio sistémico de gran envergadura para resolver los problemas de sosteni bilidad (Narberhaus et al. 2011). Estos altermundismos pueden ser más o menos visibles y trabajan en infinidad de sectores a través de movimientos a distintos niveles de organización social. ¿Hasta qué punto responden estos altermundismos a necesidades de la Matrix? ¿Constituyen estos altermundismos resquicios de libertad generados por la propia Matrix para controlar las voces rebeldes ? ¿Han revisado estos altermundismos sus sistemas de creencias y valores o se basan en las mismas que fundamentan la Matrix? ¿Son altermundismos maduros, con identidad propia, o se construyen en contraposición a la Matrix para tratar de atajar las consecuencias negativas del modelo de desarrollo mundista ? ¿Podemos proponer opciones diferentes si somos las mismas personas? En definitiva, ¿suponen estos altermundismos un cambio transformador, un Nuevo Paradigma ? Evidentemente, no podemos facilitar respuestas categóricas a estas cuestiones. Existen multitud de reivindicaciones, luchas y construcción de propuestas con variopintas trayectorias y objetivos con un amplio abanico de grados de madurez consciencial . Algunos de los movimientos altermundistas con visión holística, es decir, que intentan hacer una propuesta integradora de la vida en su totalidad son, por ejemplo: el movimiento decrecentista (que es crecentista de otra manera, ver Wikipedia, 2017m), la sim- plicidad voluntaria (Wikipedia, 2017n) y el movimiento slow (Wikipedia, 2017ñ). En el plano de la economía también existen distintas corrientes alternativas que podríamos englobar dentro del
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paraguas de las Nuevas Economías, que tratan de fomentar otros valores más allá del mero lucro económico. Dentro de estas corrientes encontramos, por ejemplo, la Economía Social y Solidaria, la Economía del Bien Común, o la Economía Azul. Cada una de estas vertientes pone el acento en distintas formas sobre cómo de biera ser la economía. Muchos altermundismos, como pueden ser los movimientos ecologistas que intentan frenar que nos comamos el planeta o las organizaciones no gubernamentales de desarrollo que concentran sus esfuerzos en mejorar la calidad de vida de las personas nacidas en países en vías de desarrollo , se centran en intentar paliar los daños colaterales de los mundismos . Dada la limitación de recursos, estas organizaciones tienden a enfocarse en los síntomas sin abordar las causas últimas que dan lugar a estas circunstancias, lo que lleva frecuentemente al fracaso porque “los problemas siguen existiendo debido a la resistencia al cambio sistémico” ( Narberhaus et al., 2011). De esta manera, las organizaciones de la sociedad civil (OSC) “ intentan conseguir lo que es posible a corto plazo sin intentar cambiar en el medio o en el largo plazo los parámetros fundamentales del sistema, como los valores, los estilos de vida y las estructuras económicas. Este enfoque posibilista también deja ver que, a la hora de actuar, se está apuntado a los síntomas más que a las causas últimas, dejando poco margen para marcos y visiones unificadoras entre las diferentes tipologías de las OSC, a la vez que se pueden provocar consecuencias no deseadas que tengan un im pacto negativo en otras partes del sistema. Muchos líderes de OSC reconocen la necesidad de ir más allá de las actividades que res ponden a los síntomas y, en su lugar, buscar una transformación más radical que ataque a las causas” ( Narberhaus et al., 2011). Un ejemplo que nos sirve para ilustrar cómo se abordan las consecuencias sin profundizar en las causas son algunos de los procesos participativos que desde distintas instituciones y organizaciones se promueven. Frente a la falta de voz con la que muchos nos hemos sentido en las esferas de la vida pública, los procesos participativos son una propuesta para recuperar una democracia más
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genuina en la que se tengan en cuenta todas las voces. Estos procesos son exigentes en cuanto al tiempo y la energía que tanto organizadores como participantes deben invertir. Puede darse la paradoja de que en los procesos participativos la palabra de todos los asistentes tenga el mismo peso, independientemente de la experiencia y conocimiento que una persona tenga sobre cierta materia. Por otro lado, las exigencias de tiempo y agenda hacen que los organizadores puedan tener dificultades para absorber las aportaciones de los participantes. Con estas consideraciones, los procesos participativos pueden resultar en procesos más democráticos pero contraproducentes para el Bien Común al no ser capaces de integrar y contextualizar las aportaciones de cada individuo. Frente a esto, la organización a través de redes de confianza, en la que las personas partícipes puedan opinar, cuando tengan algo que decir, y puedan delegar, cuando saben que las personas que van a tomar las decisiones van a velar por el Bien Común , podría ser un proceso más eficiente. Las creencias e identidades de las organizaciones altermundis- tas no tienen que ser necesariamente diferente a las mundistas . Una pista es que en el sector sin ánimo de lucro las condiciones laborales no tienen por qué ser mejores que en las empresas tradicionales, enfrentando distintos males como el mobbing (The New Work place Institute Blog, 2014). ¿Tiene sentido defender causas nobles como puede ser proteger la tierra o ayudar al bienestar de los países en vías de desarrollo sin cuidar a las personas que contribuyen a este empeño? ¿No resulta incoherente que los valores defendidos (que algo se encuentre en una situación mejor que la ofrecida por defecto, por los mundismos ) sean diferentes a los principios con los que se actúa? No obstante, resulta paradójico que en general seamos más transigentes con los mundismos porque no esperamos nada de ellos, mientras que a los altermundismos les asignamos mayores expectativas, ¿no debiéramos intentar exigir a todas las partes lo mismo? ¿Y no debiéramos exigirnos a nosotros mismo primero lo que estamos demandando fuera ?
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Otro campo en el que se aprecia claramente la fuerza del subconsciente de la Matrix es en el emprendimiento e innovación social. En muchos ambientes se habla de estos emprendedores como agentes de cambio con un altísimo potencial de impacto positivo en la sociedad. Más allá de la ambigüedad de los términos, se habla menos del desamparo al que se enfrentan los colectivos decididos a hacer algo por la sociedad. Estas personas y organizaciones se exponen a tener que invertir una cantidad ingente de recursos para intentar sacar adelante su iniciativa sin ninguna garantía sobre el éxito de su propuesta. Se trata de una escena bastante similar a la de los gladiadores romanos en los fosos con leones; el libre mercado del emprendimiento. Una persona o colectivo puede detectar un problema e intentar atajarlo proponiendo una solución, con un poco de suerte, viable y eficaz. No obstante, esta propuesta nace más del lado de la oferta , no de la demanda por lo que los interesados potenciales están totalmente desconectados del producto/ servicio. Resulta un poco aventurado que, hasta en estas corrientes calificadas de sociales, una sola de las partes deba asumir los riesgos del conjunto. La asunción unilateral y total del riesgo justifica un retorno económico unilateral e ilimitado. Como en todo, de nuevo, en este ámbito se encuentra alguna excepción. Otra característica de los altermundismos es la fragmentación y especialización para poder gestionarlos más fácilmente. “La especialización generalmente deriva en comprensión parcial del mundo, que puede obviar aspectos relacionales fundamentales y llegar a generar efectos contraproducentes” ( Narberhaus et al., 2011). Esta profundización vertical del conocimiento hace que, aunque seamos expertos en una materia, si no somos capaces de contextualizar y engranar ese conocimiento en los saberes de otros campos, ese saber quede muy a la deriva al ser parcial y carecer del elemento relacional que le da razón de ser. Además, es notoria la “falta de colaboración entre sectores de las OSC” ( Narberhaus et al.2011). Cada uno defiende sus luchas y, al disponer de recursos limitados, los invierte en su frente en vez de elaborar acciones estratégicas con organizaciones trabajando en otros campos de conocimiento.
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Gran parte de las reivindicaciones de muchos sectores alter- mundistas se fundamentan en querer de forma subconsciente lo mismo que quieren los mundismos pero bajo el amparo de defender los intereses y el bienestar de una mayoría social. Como hemos visto, las soluciones ante contextos de carestía, como puede ser la falta de voz, no tiene por qué ser necesariamente dar voz, sino, quizás, engranar una acción estratégica de mayor alcance mediante la que los intereses de todas las personas puedan quedar representados. Difícilmente solucionaremos nuestra adicción tecnológica, restringiendo el acceso a internet. Tal vez, la potenciación de nuestro empoderamiento y discernimiento sean recursos mucho más contundentes. Esta acción lineal contrapuesta a los efectos negativos pueden ser respuestas eficaces en el corto plazo pero no necesariamente el elemento detonador de un cambio de mayor calado. Esto hace que, antes o después, se repitan en los altermundismos los mismos patrones que los observados en los mundismos, con el riesgo añadido de abanderar el bien, la justicia y la verdad. Esta confrontación genera polaridades y, por tanto, rechazo por parte de quien se siente cuestionado o amenazado. Un claro ejemplo es la formulación que hacemos del concepto de riqueza y la lucha contra la desigualdad: en primer lugar, al ha blar de riqueza, damos por hecho que nos estamos refiriendo a los bienes materiales. Estamos acostumbrados a asociar riqueza a poder adquisitivo, al dinero que se tiene en una cuenta bancaria, en un paraíso fiscal o invertido en cualquier tipo de activo que podamos imaginar, ¿es esto verdadera riqueza? La Real Academia Es pañola (2017) proporciona tres definiciones: (i) abundancia de bienes y cosas preciosas; (ii) abundancia de cualidades o atributos excelentes, y (iii) abundancia relativa de cualquier cosa. Entonces, la palabra no solo se refiere a los bienes materiales, sino también a otros aspectos que van más allá. Podemos reapro piarnos del concepto en su totalidad y resignificarlo para que reco bre la riqueza de sus acepciones. Sin embargo, la gran protesta se basa en llamar la atención sobre la desigualdad en términos económicos y en reivindicar que el 1% de la población mundial acumula el 99% de la riqueza. Este modo de formular el problema asume,
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muy sutilmente, que el dinero que acumula el 1% de la población es el objetivo deseado para distribuir. ¿Es nuestra verdadera ambición que se redistribuya ese dinero de forma más igualitaria? ¿Es necesario redistribuir lo que ya tenemos? ¿Por qué tenemos que distribuir lo que ganan unos si, generalmente, se lo hemos permitido entre muchos? ¿Quién no compra en Amazon, aun sabiendo que Jeff Bezos, su fundador, es la persona más rica del mundo? ¿No debiéramos plantearnos si lo que necesitamos es garantizar las condiciones materiales mínimas a toda la sociedad para que puedan desarrollar su felicidad? ¿Podría, entonces, ser nuestra riqueza nuestro bienestar profundo? Peretti, quien pasó seis meses codeándose con los Super Ricos (Ayuso, 2015), concluyó que “estas personas se creen los dueños del universo, y los hechos les están dando la razón. Este poder les hace incapaces de ser tolerantes hacia la debilidad. No se libra ningún súper rico: incluso el multimillonario más ‘BillGatesiano’ y filántropo, que construye bibliotecas y paga programas de vacunación en África, es incapaz de comprender por qué no todo el mundo en la Tierra tiene la determinación de ser tan exitoso como ellos. Como se recuerda en la entrevista, el problema es que esta visión de una supuesta meritocracia, tan poco real como la igualdad de oportunidades, ha calado en todo el mundo desarrollado. Los súper ricos nunca se creen suficientemente ricos. La falacia de que el dinero nos hace mejores personas se ha utilizado para justificar la desigualdad, explica Peretti. Los ricos creen sinceramente en esto, y quieren que nosotros nos lo creamos también. Y, adivinen qué, lo hacemos. La burbuja que han creado es tan hermética que les impide vivir como las personas normales. Su riqueza les hace sos pechosos y distantes. Les ha deshumanizado y no hay nada que puedan hacer para remediarlo”. Recordemos que, como ya hemos indicado, incluso estas personas sumamente ricas son sólo ligeramente más felices que una persona de un país occidental con unos ingresos medios. Entonces, ¿para qué muchos altermundismos se referencian en el tablero de juego de los bienes materiales? ¿Por qué, en vez de oponer lucha
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contra estos capitales, miramos para otro lado, para nuestro bienestar profundo y dejamos que se desacredite, se desvanezca sola, esta visión de riqueza que mutila su completitud? Las personas que acumulan grandes capitales ya no es que puedan comprarse una isla tropical a la que lleguen en jet privado, sino que acumulan poder que pueden utilizar en someter voluntades de muchos. Los Super Ricos lo son por diversas razones, pero muchos de ellos lo han conseguido siguiendo los méritos dictados por el Sueño Americano . ¿Por qué solo premiamos algunas de las capacidades del ser humano? ¿Acaso no son necesarias todas las capacidades que pueden desarrollar las personas? ¿No son todas las ca pacidades asociadas a nuestras necesidades reproductivas y productivas igual de útiles y valiosas? Hemos creado un sistema de valores que sólo premia algunos aspectos de la vida, ninguneando necesidades fundamentales para la vida en su conjunto, ¿no debiéramos reconocer la cualidad de ser, independientemente de aquello a lo que cada uno se dedique? ¿no debiéramos reconocer mejor a las personas dedicadas a la medicina que salvan vidas, el profesorado que educa generaciones, la comunidad científica que investiga o las personas que aseguran que tengamos un plato caliente que comer y unas condiciones mínimas de higiene todos los días? Bajo este prisma del éxito, es normal que el objetivo de muchos se dirija hacia este modelo meritocrático. Una de las retóricas más afinadas de los mundismos es la filantropía como modo de construir altermundismos . Se trata de donaciones para mejorar la situación del mundo, donde “la creación de riqueza global es un prerrequisito para una filantropía robusta” (GIP, 2010). Por tanto, esta filantropía se basa en succionar y acumular recursos por un lado y transferir parte de estos recursos por el otro. Grandes filántropos han sido, por ejemplo, Bill y Melinda Gates, de Microsoft; Mark Zuckegberg, impulsor de Facebook; Warrent Buffet, empresario e inversor; o Amancio Ortega, del grupo Inditex. Mucha actividad filantrópica desvincula las actividades de las que proviene el capital de las acciones altermundistas a las que se dirige. Por ejemplo, la industria de la moda o de la
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tecnología que generalmente está localizada en países en desarro- llo , en vez de mejorar sus procesos, se dedica a financiar actividades relacionadas con la salud y la educación. Las cosas se ponen más graves cuando las actividades filantrópicas se utilizan como vía de apoyo a grandes intereses económicos en detrimento de la soberanía pública (ver, por ejemplo, GJN, 2016). ¿Hasta qué punto tiene sentido que estas personas estén succionando por un lado y estén donando parte del capital acumulado a actividades desvinculadas de su cadena de valor? ¿No tendría más sentido mejorar la actividad de la empresa en su conjunto para fomentar un desem peño de mayor excelencia y contribuir a mejorar el mundo con las actividades que saben hacer y que hacen en vez de dedicarse a actividades desvinculadas de su área de negocio? Tal vez haya llegado el momento de dejar de poner la intención de puertas para afuera y mirar para adentro. La inercia arrastra a muchos de estos altermundismos a intentar disminuir, amortiguar o reconducir los efectos negativos de las dinámicas imperantes, sin reconocer las cosas beneficiosas que aportan. Al no profundizar en las causas últimas de los mundismos , es fácil que los altermundismos apunten a diagnósticos e intervenciones poco pertinentes y con alcance limitado. Un ejemplo puede ser la moda basura, que proporciona productos a un precio (entendido como cantidad de dinero) muy bajo. El incremento en la accesibilidad, tienta a muchas personas. Tal vez, para sanar esta situación no sea suficiente con criticar las cadenas comerciales que lo ofrecen y tratar que realicen prácticas más sostenibles , sino hacer que este tipo de consumo pierda su sentido. La aplicación de un enfoque sistémico probablemente nos permitiría un diagnóstico más certero de la situación y, con ello, una prescripción del tratamiento necesario para curar la enfermedad . Por tanto, los altermundismos, tal y como están orquestados hoy en día, quizá no son necesariamente la respuesta a los males del mundo ya que generalmente se formulan desde el mismo nivel de comprensión. A través de una actitud empática y compasiva, que aspirara a entender las motivaciones tanto evidentes como ocultas de los
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mundismos y altermundismos , podríamos aumentar nuestra com-
prensión. Es más que necesario trascender la dualidad de los planteamientos generalizados para acceder a nuevas soluciones. Mientras sigamos atacando a las élites y pidiendo a los gobiernos (su peditados a las necesidades económicas de los estados) que cam bien la situación a través de otras medidas económicas y fiscales, mientras que nosotros no seamos coherentes con lo que exigimos fuera y sigamos transfiriendo nuestro poder económico al mejor postor sin responsabilizarnos de nuestros actos y sin involucrarnos en la vida pública, difícilmente cambiará algo. Resulta paradójico exigir fuera aquellas cualidades o formas que nosotros mismos no cumplimos. Por ejemplo, no podemos pedir a los líderes que sean humildes si nosotros no somos ejemplo de esta humildad que demandamos. Hay personas en su proceso de despertar, de madurar su estado consciencial , dentro de los mundismos y altermundismos , y se observan grandes egos y procesos ególatras en ambos bandos . Tal vez sea hora de dejar las etiquetas que nos catalogan en uno u otro bando y preguntarnos cómo podemos apuntar a un lugar que nos permita ser felices, aportando lo que podamos, independientemente de dónde estemos. Como la mayoría de personas somos co partícipes de la Matrix, necesitamos responsabilizarnos de la parte que nos corresponde. La verdadera alternativa solo puede formularse a través de las preguntas correctas y la voluntad para transitar los caminos que aspiren a darles las respuestas necesarias.
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No, no puedo decirte cómo será ese mundo que tanto anhelas dijo El Principito. Lo tienes aquí y puedes vivirlo tú mismo. Solo tienes que aprender a percibirlo – continuó. Y calló para seguir contemplando el horizonte.
Como hemos visto, los males del mundo son abundantes, están interconectados y, difícilmente los resolveremos, con la perspectiva con la que los estamos afrontando. Estos males son una proyección de nuestro sufrimiento interno, de nuestra falta de madurez consciencial . Hasta que no nos abordemos a nosotros mismos, difícilmente ganaremos la comprensión que necesitamos para ofrecer respuestas renovadas. Lo que nos estamos jugando es, además de nuestra permanencia como especie, nuestra felicidad. Estamos en un momento en el que podemos dibujar un nuevo faro, que es nuestro bienestar profundo, lo que nos permitiría subordinar el resto de desafíos a este propósito. Al tratarse de una verdad que brilla por su belleza y sencillez, resulta difícilmente discutible, aunque pueda parecer ilusorio y le jano. Por ello, puede convertirse en un elemento aglutinador que facilite la confluencia de los movimientos mundistas, altermundis- tas y de desarrollo personal. Si acordásemos que nuestro faro se llama felicidad, entonces podríamos ponernos a trabajar para crear las circunstancias que permitieran que todas las personas tuvieran la oportunidad de ser felices. Con esto se estaría más cerca de vivir en Shangri-La (Wikipedia, 2017o; Espinoso, 2017) ese paraíso terrenal donde las personas son felices y que fue descrito por James Hilton en la novela “Horizontes Perdidos”. En Shangri-La se abandona la inercia de los valores, conductas y creencias del Viejo Paradigma , independientemente de su etiquetado dentro de mundismos o altermundismos y se sustituye por una serie de características que corresponden al Nuevo Paradigma , con rasgos de mayor madurez consciencial. Los cimientos de esta tierra
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son la verdad y el amor. Las características de uno y otro se recogen en la siguiente tabla. Tabla 2: Características del Viejo y el Nuevo Paradigma
Deriva (falta de propósito) Valores extrínsecos materiales
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Dualidad Escasez Permanencia (resistencia al cambio) Miedo Supremacía de la racionalidad
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Olvido del presente Retórica incoherente Ética endeble Consumismo Ignorancia Ego Autoimportancia Comparación Competitividad Victimismo Lucha Vacío existencial Trabajo Orientación al propio interés Diferenciación (individualismo) Sufrimiento
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Propósito Valores intrínsecos autotrascendentales Unidad Abundancia Aceptación de la Impermanencia Amor Equilibrio de energías (mental, emocional y profunda) Centramiento en el presente Coherencia en el verbo Ética sólida y universal Alegre sobriedad Sabiduría Esencia Humildad Autenticidad Cooperación Responsabilidad Aceptación activa Paz Interior Vocación Orientación al Bien Común Comunalidad Felicidad
Fuente: Elaborado a partir de Jara (2013) y Vilaseca (2017)
Llamando Shangri-La a nuestro faro, podríamos ganar la pers pectiva necesaria para aumentar nuestro nivel de comprensión y acercarnos e interesarnos por los desafíos del siglo XXI con una visión renovada que nos posibilite descubrir opciones impercepti bles desde la perspectiva actual. Para ello se necesita crear espacios donde confluyan mundismos , altermundismos y movimientos de
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desarrollo personal, porque, para que este gran cambio se materialice, es necesaria la inclusión y participación de todas las partes. Por ejemplo, de acuerdo a ciertos autores (Marcellesi, 2011), sólo existen dos formas de abordar el dilema del crecimiento econó- mico : hacer sostenible el crecimiento o estable el decrecimiento. Bajo este enfoque se pone toda la carga en el (de)crecimiento cuando, en realidad, el (de)crecimiento debiera ser un medio para un propósito superior, la oportunidad de que seamos felices. Con este prisma no afrontaríamos el (de)crecimiento como un dilema, sino que lo responderíamos de acuerdo a lo que nos proporcionase mayor bienestar, para lo que probablemente sea necesario conjugar aspectos de ambas corrientes. Con otras palabras, subordinaríamos el (de)crecimiento a nuestro bienestar profundo en armonía con la naturaleza. Aceptando que los verdaderos cambios, transformadores y sostenidos, provienen de las estructuras más profundas, tal vez podamos encontrar elementos catalizadores de transformación en elementos que a priori pudieran parecer alejados e inconexos, porque “ni la manera tradicional de resolver los problemas uno por uno, ni el análisis lineal causa-efecto contribuirán a poner fin a estos pro blemas” (Narberhaus et al. 2011). Tal vez las respuestas más poderosas para luchar contra el cambio climático se encuentren en cuestionar las creencias y valores que sustentan nuestros estilos de vida, actuar consecuentemente y no sólo en dejar que las inversiones internacionales para la generación de energía se dirijan hacia las fuentes renovables, en cambiar las bombillas de casa o sustituir el parque automovilístico por una flota eléctrica. Aportaría coherencia a este contexto cuestionar la comunicación mediática que sigue alimentando un sistema basado en valores materiales extrínsecos. No se trata de transitar hacia el consumismo verde , sino de dejar de ser unos siervos del consumismo para poner el consumo (razonable y razonado) a nuestro servicio. Quizás resulte más eficaz tratar de guiar la economía desde una esfera distinta a la económica, como la cultural. Cuando se agoten los valores invisibles que permiten que el sistema económico predominante siga devorando la existencia, será el momento en el que
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no haya más combustible que alimente este motor. Mientras tanto, vamos a seguir confrontando y discutiendo aspectos irrelevantes para el asunto que nos ocupa, que no es otro que crear las condiciones para que las personas podamos ser felices, como los tipos de interés o la prima de riesgo. Abordando cuestiones más profundas, como por qué y para qué esos tipos y esas primas, podríamos obtener respuestas de mayor calado. Como se ha indicado, la felicidad no es un concepto ampliamente difundido en las narrativas occidentales, aunque algunos países han introducido el Derecho a la Felicidad en sus constituciones e incluso ha habido intentos en la Unión Europea (Friends of Epicurean Philosophy Garden of Greece, 2014). Así mismo, la OCDE (2016), indicó que la institución debe trabajar para “crear una nueva narrativa del crecimiento basada en el bienestar de las personas”. No obstante, la falta de rumbo en las sociedades occidentales no significa que no haya sociedades que hayan desarrollado un entendimiento más amplio y profundo de la vida. Existen muchos pueblos indígenas en distintos rincones del mundo supervivientes a la lógica predominante de entendimiento de la vida occidental con cosmovisiones respetuosas con las personas y con la naturaleza. Como nos recuerda Naranjo (2000), “las sociedades primitivas dedicaban unas tres horas al día a actividades de supervivencia con lo que estaban bastante mejor que muchas personas de la sociedad actual que durante ocho horas realizan actividades sin sentido personal ante un escritorio, o limpiando vidrios, cerrando botellas... en un ambiente incomparablemente menos sano y menos bello”. No es el objetivo de este capítulo visionar La tierra de las per- sonas felices en el plano material, de la forma, porque debemos dejar espacio a distintas ideas y propuestas. No vamos a enredarnos en decir si en Shangri-La habría coches, viviríamos en rascacielos que acariciasen la luna o en cuevas en las profundidades del mar. Es difícil saber si cada uno tendría su propio espacio o si podría-
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mos satisfacer nuestras necesidades de forma colectiva. Probablemente haya aspectos de la misma realidad material superpuestos, es decir, compartidos en las sociedades actuales y en Shangri-La. Lo que sí parece seguro aventurar es que nuestras relaciones serían más sanas, equilibradas e integradas. La economía estaría al servicio de las personas mediante fórmulas generalizadas que amortiguaran y redistribuyesen riesgos y beneficios. No existirían fronteras entre la oferta y la demanda y la figura de prosumidor, de consumidor-productor proactivo, pasaría de ser la excepción a ser la regla, reflejo de personas y sociedades más maduras. De esta manera, la economía recobraría un propósito profundo y se evitaría el gran desperdicio de energía en la creación artificial de necesidades y en la repetición de estructuras. En cualquier caso, no se está proponiendo un volver a las ca- vernas , sino una revolución tecnológica basada en la sabiduría y respeto de la vida. Desde el presente resulta temeroso especular sobre el futuro, ¿crees que Samuel Morse, inventor del telégrafo podría haber imaginado la existencia de internet? Simplemente necesitamos crear las circunstancias para que las personas puedan manifestar su poder creador. A partir de ahí, la magia ya que las personas somos capaces de grandísimas proezas. La aportación disruptiva en Shangri-La es el concepto de la vida, de quiénes somos, para qué estamos aquí y los valores que nos guían. En este paraíso habría un respeto profundo y una cele bración continua de la vida. Las personas dejarían de vivir vidas prestadas y podrían desplegar sus capacidades genuinas, viviendo en armonía con el resto de seres sintientes. Un valor fundamental sería la compasión, puerta de entrada a la sabiduría, y con ella la cooperación y la libertad. Esta autenticidad individual se manifestaría en nuestras relaciones sociales creando sistemas más respetuosos con nosotros mismos y con el entorno. Se crearía un círculo virtuoso en el que las personas estarían al servicio de un propósito más elevado y la sociedad estaría al servicio de las personas. Esto lo vimos en los na´vi de Avatar de James Cameron. Avanzar en nuestra madurez consciencial puede abrirnos las puertas de este paraíso. Como hemos dicho, la sociedad en la que
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vivimos es un reflejo de las personas que somos y, por tanto, son nuestros valores y creencias los que proyectamos a nivel social. Mientras sigamos siendo las mismas personas difícilmente podremos obtener distintos resultados. Porque a este Nuevo Paradigma no podremos llegar con sofisticados sistemas cartográficos, sino con el acercamiento a nuestros corazones. Shangri-La está aquí y para vivirlo solo debemos dejar que emerja. No se trata de luchar contra los malos (Narberhaus, 2014), sino de dejar de alimentar la Matrix , ese sistema de sufrimiento, a través de nuestros pensamientos, palabras, acciones y relaciones. El tránsito no podemos hacerlo exclusivamente desde el empuje de lo conocido, sino transportándonos a Shangri-La y tendiendo manos desde allí. El empuje conlleva un esfuerzo que acaba consumiendo una energía personal no renovable. Necesitamos conectar los distintos planos de realidad, sin vencer ni convencer, sin luchar ni confrontar, sino dejando marchar aquello que ya no nos sirve. Simplemente hay que desmontar ciertos sistemas , como defendió Naomi Klein en su entrevista con Jordi Évole (Salvados, 2016). Algunas personas percibirán como cruel plantear la felicidad como faro que nos guíe cuando la trastienda de la humanidad está a rebosar. Es exactamente este motivo el que hace más necesario que nunca abrir la puerta a lo que puede resultar utópico para que podamos hacerlo posible. La utopía no está para ser alcanzada, sino para marcarnos el rumbo y animarnos a la acción. La humanidad atesora en su historia la superación de grandes retos como la abolición de la esclavitud formal. Cada uno elige: podemos vivir el presente como parte del pasado de un futuro emergente o resignarnos a lo que podría haber sido y no fue. Aunque resulte seductora la idea de transferir nuestra responsa bilidad individual a una legislación favorable, una economía com prometida o unos movimientos altermundistas sólidos, no serán terceros los que nos conduzcan a la tierra de las personas felices . Los esfuerzos para generar cambios pueden ser truncados no sólo por el rechazo de los poderosos, “sino también por la falta de interés de los demás” (Papa Francisco, 2015). Es necesario que nos responsabilicemos y movilicemos, más allá de la puesta en marcha
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de mecanismos de compensación que no cuestionan nuestra hoja de ruta. Muchas personas reaccionan ante un sentimiento de cul pabilidad o de querer contribuir a causas nobles como la exterminación de la pobreza mediante la realización de acciones desvinculadas de sus vidas, algo así como una filantropía personal . Es decir, por ejemplo, en vez de replantearnos la configuración de nuestras vidas, hacemos donaciones puntuales o participamos en distintas causas sin cuestionar las repercusiones que tienen nuestras acciones ordinarias. Por un lado, intentamos contribuir a un mundo mejor posible y, por otro, alimentamos el status quo por nuestra ignorancia o indiferencia. Como dice el Papa Francisco (2015): “ayudar a los pobres con dinero debe ser siempre una solución provisoria para resolver urgencias” . Un ejercicio más transformador sería el abandono de las estrategias de compensación en favor de mecanismos de integración. Tenemos llaves para entrar en Shangri-La, una tierra de verdad y amor, y se trata, ni más ni menos, de superar el inmovilismo, recuperar nuestra responsabilidad sobre nuestros pensamientos, emociones, palabras y acciones y desarrollar la voluntad para aliviar nuestro sufrimiento y con ello aliviar el malestar de los demás.
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Estar vivos es nuestro mayor miedo. No es la muerte; nuestro mayor miedo es arriesgarnos a vivir: correr el riesgo de estar vivos y de expresar lo que realmente somos . – le dijo Miguel Ruiz a El Principito.
Y El Principito no pudo más que asentir con una sonrisa en los ojos.
Bajo nuestra mirada actual no podemos apreciar Shangri-La, aunque esta tierra está ahí. Para poder vivir este paraíso, necesitamos profundizar en nuestra comprensión, ampliar nuestra perspectiva, y, para ello, es necesario cuestionarnos a nosotros mismos. Aunque sea imperativo “reconocer el valor político de la transformación individual” (Naranjo, 2000), las sociedades occidentales proporcionan pocos estímulos para iniciar el viaje del autoconocimiento ya que la sociedad moderna de consumo se fundamenta en valores materiales extrínsecos. No obstante, la ciencia del desarro- llo humano y su aparejada industria de la autoayuda están en auge, indicio de que algo no va bien. Aún así, probablemente muchos lectores (y tal vez tú seas uno de ellos) sean reacios a explorar este planteamiento al asociarlo, inconscientemente, a doctrinas religiosas. Nada más lejos de la realidad. Desde aquí no se pretende entrar en las distintas religiones, es decir, en los sistemas culturales sobre los comportamientos y prácticas, cosmovisiones, ética y organización social, que relaciona la humanidad a una categoría existencial (Wikipedia, 2017p). Desde aquí se invita a descubrir la verdad que cada uno llevamos dentro, a conocernos a nosotros mismos más allá de la identidad de nuestro yo prestado . Y cuanto más nos acercamos a nuestras verdades individuales, más universal se convierte dicha verdad. La transformación personal es imperativa porque los valores sociales no podemos cambiarlos a no ser que cambiemos los nuestros propios. Un cambio duradero, genuino y de calado pasa necesariamente por el cuestionamiento personal. Resulta osadamente optimista pensar que alguien va a cambiar algo si nosotros no lo hacemos. No podemos pedir a los dirigentes que sean una muestra de ética si nosotros no lo somos.
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Según vamos adentrándonos en preguntas más profundas de las estructuras humanas, las respuestas son más poderosas. Los cam bios en niveles superficiales pueden generar cambios a un nivel más profundo, penetrando en las estructuras, pero su fuerza va disipándose según vamos adentrándonos en la esencia. El cambio transformador se produce cuando efectuamos un cambio en un nivel profundo, ya que su fuerza irradia en las capas más externas. El despliegue de lo interior a lo exterior es mucho más poderoso que en sentido opuesto, porque se realiza desde niveles más esenciales. Si fuésemos capaces de ir diluyendo nuestro sufrimiento interno, accederíamos a la sabiduría de la comprensión del alma, que proporciona opciones en las que todas las partes implicadas en un determinado asunto pueden ser ganadoras. Así es, podríamos plantear opciones en las que para desarrollarnos como individuos y como especie no tuviésemos que dejar a ningún ser sintiente en la cuneta. En las teorías evolucionistas se sabe que según se van com plejizando los sistemas se generan más soluciones ganadoras para todas las partes. De hecho, Darwin, al final de sus días apuntó que las especies ganadoras son las colaborativas (ver, por ejemplo, Seligman 2003). La importancia del autoconocimiento es conocida y ha sido desarrollada en muchas civilizaciones y pueblos, incluso en las sociedades modernas. En Delfos se lee: “Conócete a ti mismo”; Aristóteles proclama: “Considero más valiente al que conquista sus deseos que al que conquista a sus enemigos, ya que la victoria más dura es la victoria sobre uno mismo”. Más recientemente, Fromm, por ejemplo, indica que “debemos volver a adquirir el sentimiento de ser nosotros mismos y retomar el valor de nuestra vida interior”. La filosofía del yoga y el budismo, entendido como una filosofía de vida, también inciden en el autoconocimiento, desde distintas perspectivas. El camino del autoconocimiento puede ayudarnos a madurar consciencialmente . La mayor madurez consciencial nos invita a pasar de orientar nuestra existencia en actividades de supervivencia a la búsqueda de unidad. Para realizar este tránsito necesitamos
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información, energía y entrenamiento, como se ilustra en la siguiente figura. Aquí observamos que en estados inmaduros nos orientamos a nuestro propio interés, mientras que, según vamos descubriendo estadios más profundos, en dirección a la unidad, nuestra orientación se dirige al Bien Común . Pasamos de consumir a contribuir, de requerir del sistema a querer aportar al sistema, porque trascendemos nuestra individualidad, “nos sentimos un ser que es en relación al entorno que forma parte de algo superior” (Eizaguirre, 2016) y va disipándose nuestro sufrimiento. En los estados maduros nos acercamos a la verdad y generamos una profunda capacidad de admiración, agradecimiento y compasión ante la vida y disponemos de una energía que de forma natural queremos orientar hacia el Bien Común . Nace una espontánea y auténtica vocación de servicio hacia los demás e interés por cómo podemos ponernos al servicio de la vida. Se activa un círculo virtuoso con todas las criaturas que nos rodean porque comprendemos que cuanto más damos, más recibimos. Nuestro dar se vuelve altruista, desinteresado. En nuestra agenda oculta no estamos pidiendo nada a cambio. Como dice Amma 3: “ la felicidad no se mide por lo que recibes, sino por lo que eres capaz de dar”. Mientras nuestro estado consciencial sea inmaduro, nuestra ignorancia y sufrimiento hace que debamos dedicar gran parte de nuestra energía vital a apaciguar los estados mentales negativos derivados de cómo vivimos aquellas circunstancias que consideramos adversas. Es decir, necesitamos orientarnos a nuestro propio interés, el más burdo. Por ahora, las leyes de la física nos obligan a poder estar solo en un sitio en un determinado momento, es decir, si estamos en un sitio no podemos estar en otro. Por ello, mientras estemos preocupados de y por lo que comprendemos como nosotros mismos, no podemos orientarnos decididamente al Bien Co- mún . Cuanto más se avanza en la liberación del sufrimiento propio, de más energía disponemos para poder contribuir al Bien Común y, con nuestra contribución al Bien Común , más nos estamos cuidando a nosotros mismos. 3
Ver “Embracing the World”: http://es.embracingtheworld.org/
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Figura 5: Espiral de la madurez consciencial
Fuente: Elaborado a partir de Vilaseca (2011)
“Todo nos llegará por añadidura si nos ocupamos antes que nada de ese reino que se encuentra en nuestro corazón”, escribe Claudio Naranjo. Para dejar paso a que nuestros corazones tomen la razón, no tenemos que adquirir más conocimiento, sino desaprender; cuestionar y dejar ir aquello que ya no nos sirve. Se trata de realizar un ejercicio de observación y cuestionamiento intros pectivo para retomar la responsabilidad de nuestra propia vida. No se trata de convocar a nuestro tribunal de guerra interno que juzgue nuestros delitos . Se trata de mirarnos con cariño, de entendernos, de aprender de nosotros, de perdonarnos y curar nuestras heridas. La responsabilidad alegre de hacernos dueños de nuestros destinos. En este proceso se abandona la reactividad (responder a los estímulos externos como creemos que debemos responder por defecto según interpreta nuestro yo prestado ) y ganamos en libertad (en responder como verdaderamente queramos responder, dando lugar a nuestro yo genuino, independientemente de nuestro condicionamiento). No se trata de un concepto superficial de libertad, como el de hago lo que me da la gana , que resulta tan opresor como
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hacer lo que le da la gana a los demás, sino conectarnos con la vida desde donde hacemos lo que sabemos que tenemos que hacer. En este proceso vamos entendiendo la perfección de todo lo que nos sucede porque sabemos que son experiencias de aprendizaje que nos ayudan a madurar como personas. Generamos una renovada aceptación y comprensión de nosotros mismos y del mundo. Esto irá calmando el sentimiento de vacío y desconexión y nos ayudará a dar respuesta a saber quiénes somos y para qué estamos aquí. En esta metamorfosis, la Conciencia Espiritual (Kumar, sin fecha) que nos permite encontrar “encantamiento en cada acción que hacemos y no sólo en los resultados de nuestra acción, va ganando terreno a la Conciencia Moderna, obsesionada con el progreso, ya que, dondequiera que estemos, no es lo suficientemente bueno” . La Matrix se basa en la Conciencia Moderna y la Conciencia Es piritual es la base en Shangri-La, del Nuevo Paradigma . Con el desarrollo de esta Conciencia, “debemos procurar un estilo de vida equilibrado entre lo que somos, lo que hacemos y lo que tenemos” (Vilaseca, 2011), basado en un código de valores sólido y unas creencias revisadas. Esta transformación resulta en una redefinición de los valores personales, transitando de los “valores extrínsecos a los valores intrínsecos y de valores relacionados con el Yo físico a valores autotrascendentales”, como se describe en la siguiente figura. Según avancemos en este camino, menos atención pondremos a nuestra fortuna externa, ya que sabremos que nuestro bienestar profundo no depende de las cosas que ocurran fuera y menos aún de los bienes materiales. Esto supone que parte de la discusión se desvaneciese porque no pondríamos nuestra atención en si el coche que vamos a comprar debe ser verde o no, sino en para qué queremos ese coche, ¿podríamos cubrir nuestras necesidades de desplazamiento sin comprar ese coche? ¿sería suficiente compartir un vehículo? Así seríamos capaces de subrogar medios a fines profundos y mucha de la retórica se esfumaría. Nuestro faro tendría nombre, se llamaría felicidad e iluminaría el camino para que des plegásemos nuestro potencial. Encontrando el propósito, nuestra
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tienda, la tienda de la humanidad, luciría distinto escaparate y distinta trastienda. Nos alejaríamos de aquello que ya no tuviera sentido: una persona que vive en paz no es capaz de concebir la guerra, y el miedo no nos serviría para someternos ni dejar que otros nos sometieran. No intentaríamos imponer nuestro poder a través de la acumulación de recursos, ni seríamos capaces de concebir la po breza material, porque tomaríamos medidas determinantes para extinguirla al transformar nuestra economía en un sistema relacional sagrado4. De nuevo, querríamos compartir y hacer que nuestros semejantes viviesen bien. La claridad del propósito no nos permitiría que nos perdiéramos en negociaciones ególatras ni parches superficiales y provisionales. Tampoco seríamos capaces de concebir a nuestra Tierra, Gaia, como un ente al servicio de las personas, sino que nos integraríamos en sus brazos. “No habrá una nueva relación con la naturaleza sin un nuevo ser humano. No hay ecología sin una adecuada antropología”, indica el Papa Francisco (2015). Otro aspecto en el que ganaríamos equilibrio es en nuestras fuerzas internas. Las polaridades perderían intensidad, siendo mucho más natural y con propósitos más nobles la utilización de unas u otras. Por ejemplo, cualidades como el egoísmo y el altruismo, que tienen un fin adaptativo para garantizar nuestra supervivencia en la tierra, no entrarían en conflicto porque sabríamos utilizarlas de forma que los resultados sean beneficiosos para todas las partes. Si, una actitud mucho más asertiva. Al ganar en claridad, tenemos la oportunidad de mejorar radicalmente nuestras relaciones. El desarrollo de valores intrínsecos autotrascendentales nos ayuda a desarrollar conductas empáticas y colaborativas para la resolución de retos (Narberhaus et al. 2011).
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Charles Eisenstein, en la obra “Economía Sagrada” indica que “a día de hoy, la inversión es lo que hacen las personas para preservar su riqueza. En una economía sagrada, la inversión es lo que hacemos para compartir nuestra riqueza”.
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Nuestro sentimiento de comunidad volvería a tener su lugar, contribuyendo a no abandonar a nadie, a evitar las paradojas que encontramos en la Matrix . Para Shangri-La, un requisito sine qua non es proteger a todas las partes y velar por el Bien Común . Al entendernos en otras personas, seríamos capaces de tender puentes mucho más sólidos con nuestro entorno. Nos reapropiaríamos de una compasión universal. Figura 6: Modelo circumplejo de los valores
Fuente: Elaborado de Narberhaus et al. (2011)
El desarrollo de estos valores intrínsecos autotrascendentales no resulta limitador a nivel personal sino liberador ya que se trata
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de una transición en la que vamos reemplazando viejos valores por otros que nos representan mejor. Esto resultaría en una unidad en la diversidad, muy alejada del adoctrinamiento de masas, es decir, construir desde la diferencia. Como defiende Satish Kumar: debemos fomentar la diversidad sin división y la unidad sin uniformidad. Diversidad, porque somos iguales pero diferentes y esto de biera ser motivo de respeto y crecimiento. Unidad, porque somos uno, todos somos parte de la misma esencia y debemos trascender la concepción individualista limitadora basada en valores extrínsecos y materialistas que hemos forjado con tanto ahínco. Destapar estas preguntas e iniciar el camino para buscar las res puestas puede dar un poco de vértigo y no puede venir impuesto. A cada persona nos llega el momento y las fuerzas para comenzarlo cuando estamos preparados para ello. La vida, siempre que sepamos escucharla, nos irá guiando por los senderos correctos. Es cuestión de confianza. Esta metamorfosis exige respeto y paciencia y es necesario vivirla en primera persona, corroborándola desde la propia experiencia individual. Aunque Transitando la Matrix no es un manual de autoayuda que guíe el proceso personal de cada uno, si puede resultar de ayuda compartir los 10 puntos propuestos por Action for Happi- ness (sin fecha) para una vida más feliz: o
Dar: hacer cosas para otros
o
Relacionarse: conectar con personas
o
Ejercitarse: cuidar el cuerpo
o
Consciencia: vivir la vida atentamente
o
Experimentar: seguir aprendiendo nuevas cosas
o
Dirección: tener objetivos que conseguir
o
Resiliencia: encontrar caminos para recuperarse
o
Emociones: buscar lo que es bueno
o
Aceptación: estar confortable con quien eres
o
Significado: ser parte de algo mayor
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La meditación es una técnica muy poderosa, cuyos efectos beneficiosos han sido ampliamente probados por la ciencia (ver, por ejemplo, Sociedad Española de Meditación) y es muy útil en este camino. Podemos convertirnos en faros de nosotros mismos; podemos ser el cambio que queremos ver en el mundo . Este cambio nos hará reinterpretar la realidad en la que vivimos y puede ser la inspiración para quienes nos rodean. El cultivo de nuestra interioridad no es para unos pocos elegidos o desviados del camino de la normali- dad . Está abierto a cualquier persona en búsqueda de una vida más plena. No nos podremos cambiar a nosotros mismos si no revisamos nuestras creencias, nuestro Libro de la Ley , así como no podremos cambiar el mundo si no revisamos las creencias en las que se basan sus dinámicas. El mayor bienestar profundo que nos proporciona el camino del conocimiento personal se traduce en un mayor bienestar social. La maduración consciencial individual se proyecta en una mayor madurez consciencial social que es la puerta que nos abre la posibilidad de observar la realidad y enfrentar los conflictos de forma renovada. Este viaje nos ayudará especialmente a desarrollar mayor em patía por quienes nos rodean, a comprender nuestra interdependencia y a sentir que nos unen muchas más cosas que las que nos diferencian. También iremos apreciando la belleza de la esencia de las personas, independientemente de cómo se manifieste, ya que tendremos bien presente que todas las personas siempre viven sus vidas de la mejor manera que les es posible, independientemente de los recursos y herramientas que tengan para ello. Recordaremos que las personas a las que más nos cuesta amar son aquellas que más amor necesitan. En este proceso nos vendrá muy bien armarnos de paciencia y responsabilidad, compromiso con nosotros mismos, porque irán apareciendo muchos rincones oscuros. Al igual que en las terapias psicológicas, nos puede resultar de ayuda reforzar los beneficios que nos reportan los cambios en vez de incidir sobre las pérdidas
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o renuncias que nos suponen. No olvidarnos del propósito y tener presente todo lo que podemos ganar pueden ser importantes motivaciones. El desarrollo de la autenticidad hará que dejemos de alimentar la energía de la Matrix . Este cultivo de nuestras personas y el tránsito a los valores intrínsecos autotrascendentales es la herramienta para poder abandonarla. Confrontar la Matrix resulta en su autoafirmación, ya que le proporcionamos un enemigo contra el que enfrentarse. Tampoco podemos intentar convencer a la Matrix de que no va por buen por camino, ya que probablemente interpretará nuestras palabras como elemento de confrontación. La tesis sobre la necesidad de una maduración interior para la transformación social es todavía muy minoritaria tanto en los mun- dismos como en los altermundismos . Hasta que no nos reapropiemos de la responsabilidad individual y recobremos la importancia que cada uno de nosotros tenemos en el mundo, difícilmente seremos capaces de que algo cambie. Somos herederos vivos de una historia y seguiremos vivos a través de la herencia que dejemos a quienes nos rodean. ¿Qué herencia quieres dejar tú?
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Imposible es lo que no se sueña
Hay muchas formas de afrontar y salir de la crisis de los cua- renta. Hay personas que entran en su cuarta década sin mayores inquietudes que las que arrastran, otras que se enfrentan a un momento existencial del que salen fortalecidas y otras a las que, pese a haberse replanteado cosas, continúan su tránsito por la misma senda. Como indica el Dalai Lama (2016): “es nuestra responsabilidad colectiva asegurar que el siglo XXI no repita el dolor y el derramamiento de sangre del pasado. Debido a que la naturaleza humana es básicamente compasiva, creo que es posible que a partir de ahora veamos una era de paz, pero debemos trabajar juntos como ciudadanos globales de un planeta compartido”. No sé tú, pero yo, creo en las personas. Mi experiencia vital me ha proporcionado evidencias más que suficientes para confiar en la naturaleza compasiva de las personas. He comprobado cómo las personas me han ayudado cuando he necesitado ayuda, han estado a mi lado cuando lo he pedido y han procurado mi bienestar sin que yo lo pidiera explícitamente. Otra consideración diferente es que, en determinadas ocasiones, surjan conflictos a nivel burdo por interpretaciones diferentes ante un mismo hecho. Estas diferencias en el nivel más material, de la forma, no significan que nuestra esencia no sea la misma y que la intención subyacente que defienden las personas no sea noble. Desde que aprendí que las personas nos relacionamos con nosotras mismas, con nuestras creencias, entendí que la expresión de nuestra interpretación de la realidad es totalmente accesoria y no va contigo: cuando una persona se enfada contigo, en realidad se están enfadando con ella misma, porque está respondiendo a su programación. Somos esclavos o libertadores de nosotros mismos; poco tiene que ver el mundo de ahí fuera. Las personas se están respondiendo a ellas mismas y lo están haciendo de la mejor manera posible. Esto cambió radicalmente mi
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perspectiva, ya que entendí que los softwares, son simplemente eso, programaciones, y que las personas son mucho más. Es palpable el murmullo de que algo no va bien, se escucha un abrumador pero silenciado malestar tanto en los mundismos como en los altermundismos . La falta de propósito es alarmante, el discurso del crecimiento económico como motor de desarrollo es una falacia, el número de abandonados , excluidos y confundidos es creciente, los problemas ambientales acuciantes y, sobre todo, la necesidad de bienestar irrenunciable. Cada momento histórico ha afrontado unos retos y, ahora que en algunas sociedades se ha realizado un increíble avance material y la historia nos regala evidencias de las que nutrirnos, probablemente sea el momento para revisar si queremos continuar centrando los esfuerzos en la senda del no propósito o queremos concentrar la energía en el despliegue de la humanidad. Ante esta situación, podemos seguir siendo cómplices de la deriva o enfrentarnos decididamente a la situación. Todos tenemos la capacidad de asumir nuestras responsabilidades. Los tomadores de las grandes decisiones como los políticos de alto nivel , los consejos de administración de multinacionales o los representantes de organismos internacionales, aún bien conocedores de este murmullo, probablemente tengan miedo a tomar decisiones valientes orientadas al bienestar profundo, tanto suyo propio como de las personas influenciadas con sus decisiones, que vayan en contra de su Libro de la Ley . Aunque haya vocecitas que les susurren por las noches que lo que hacen es un gran sinsentido, habrá otras vocecitas ha blando más alto y claro diciendo que están haciendo lo que tienen que hacer: han aumentado los puestos de trabajo, expandidos los mercados e incrementado el retorno de sus accionistas con su esmerado trabajo, por lo que merecen un reconocimiento y una remuneración con muchos ceros. Pero no solo ellos tienen las vocecitas; aquellos que mantienen la coartada también tienen miedo y pereza, ya sea el de enfrentarse a ellos mismos o a las respuestas del exterior. Cambiando las vocecitas es como podemos cambiar los resultados.
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Introducir cambios sociales sustanciales puede ir en contra de egos de masas independientemente de que deseemos calificarles como víctimas o verdugos . Aquellos que coincidan en que debemos crear las condiciones para que las personas podamos ser felices, necesitamos prepararnos primero para introducir esos cambios y fomentar un proceso de empoderamiento de la sociedad civil. Las personas necesitamos prepararnos para comprender y retomar nuestras responsabilidades individuales y hacer frente a los cam bios de paradigma que esto conlleva. No hay lugar para culpas ni reproches ni a nivel individual ni a nivel estructural, porque, como ya hemos dicho, todos hacemos las cosas de la mejor manera que nos es posible de acuerdo a nuestras creencias. Hay capítulos de la historia que han conseguido significativas transformaciones a través del empoderamiento de la sociedad civil. Recordemos, por citar algunos, el trabajo de Gandhi en la India o de Mandela en Sudáfrica. Pero tal vez este no sea el camino o sea un sendero a compartir con otras opciones que lleven al mismo destino. Las personas somos capaces de grandes proezas cuando estamos al límite, aunque generalmente debemos colmar el vaso de nuestro sufrimiento para reaccionar. Mientras tanto, el vaso sigue estando medio lleno o medio vacío, según se mire. Tal vez, todavía nuestra situación, nuestro malestar, no es tan desesperada como para dar un giro y acercarnos a aprender por las buenas . Tal vez, deban tensarse más las cuerdas para generar un estado crítico que dinamite nuestra reapropiación de la vida y que cambie la voluntad de los poderosos y el inmovilismo de masas. Por ello, situaciones como que Trump sea presidente de Estados Unidos, que avancen los movimientos de ultraderecha en Europa, que sigamos resolviendo nuestros conflictos por la fuerza o que haya millones de desplazados civiles en muchos rincones del planeta, ataques terroristas, personas muriendo de hambre y condicionadas por la po breza y la inseguridad, pueden ser vistas como el detonante que genere las evidencias suficientes para tener que aprender por las malas . Estas situaciones son nuestro karma social y podemos com prenderlas como las situaciones necesarias para nuestro despertar, ¿necesitamos más?
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En cualquier caso, todas las personas somos estrellas con valiosos dones y un valor intrínseco incuestionable e incalculable. Es una decisión personal decidir qué hacer con esa luz. ***
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Abriendo el corazón encontrarás lo que necesitas
En este capítulo se quieren proponer herramientas para que Shangri-La se manifieste. Como ya se ha indicado, Shangri-La está aquí, aunque el ruido y la falta de presencia no nos permitan percibirlo. Solo podemos crear espacios de libertad y silencio para que Shangri-La vaya asomando, sin imponer ni convencer. Al igual que debemos respetar la madurez consciencial individual, debemos aceptar la proyección social que de ella deriva. En primer lugar, necesitamos coincidir en que el desafío nuclear al que nos enfrentamos es crear las circunstancias para que todas las personas podamos ser felices. Estar de acuerdo en este faro supone en sí un desafío, cuando las organizaciones y las personas estamos tan ahogadas con la acción rutinaria de lo posible , tan limitadora para desarrollar la perspectiva de lo necesario . Si fuésemos capaces de estar de acuerdo en que queremos crear las circunstancias para que todas las personas pudiéramos ser felices, entonces podríamos superar fácilmente las grietas que separan la situación presente de la deseada. La definición de este rumbo, permitiría, por un lado, que ciertos retos desaparecieran y otros se recolocasen. Somos capaces de cambiar el mundo entero al renovar nuestra forma de pensar, sentir y actuar. Nos suele guiar la máxima de todo para las personas, sin las personas . Devolver a las personas al centro del desarrollo, tanto a los que hemos considerado víctimas como a sus verdugos , sería probablemente, uno de los actos más compasivos que podemos imaginar. Las preguntas se revelan evidentes, ¿cómo creamos el momento para que las personas entendamos que nuestro gran desafío colectivo es crear las circunstancias para que todas las personas
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podamos ser felices? Si nos guía este faro, ¿qué decisiones y acciones tomamos para lograrlo? Proponer la felicidad como guía, teniendo en cuenta cómo tenemos la tienda de la humanidad , puede hacer que muchas personas se rían, otras la ridiculicen o la desprecien, a otras les parezca despiadada y otras, simplemente, la ignoren. Solo unas pocas se interesarán por ella. Como planteó Gandhi: “Primero te ignorarán. Después se reirán de ti. Por último te atacarán. Entonces habrás ganado”. ¿Cómo abordamos la transformación social? Por etapas, como se resume en la siguiente figura. Los procesos de cambio no son automáticos; se necesita decidir cambiar la situación, iniciar la movilización y sumar esfuerzos que permitan avanzar de forma colectiva en una dirección común. Figura 7:
Las etapas de la transformación social
Fuente: Adaptado de Rajagopal (2017)
No será una única acción, ni el sumatorio de acciones dispersas, lo que nos permita progresas decididamente en este sentido. Para manifestar Shagri-La se necesita un despliegue de mayor envergadura, manifestado de forma acompasada entre el plano individual y el colectivo, entre el derribo de muros y la construcción de puentes, en el que se trabaje en tres pilares fundamentales:
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o
o
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El cambio interior: revisión de las creencias y conceptos identitarios. Coherencia relacional: proyección coherente de nuestro cambio interior en nuestras relaciones. Solidaridad colectiva para proteger la vida.
Figura 8: El despliegue de Shangri-La
Para que el despliegue pueda materializarse, es necesario el equilibrio en todas sus facetas, porque de lo contrario se rompe la coherencia interna que lo sustenta y limitamos su potencial transformador. Es necesario activar y alimentar un círculo virtuoso que avance, se despliegue, progresivamente. Si pusiéramos todos nuestros recursos en la revisión de nuestras creencias, por ejemplo, sin atender nuestra coherencia relacional, Shangri-La no podría mani-
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festarse por el simple hecho de que la coherencia relacional quedaría rezagada. Se rompería el equilibrio del yin-yang, de la integración de las polaridades en el que se basa la virtud. Algunas de las fuerzas que dinamitarán la chispa y alimentarán el tránsito son la empatía, la compasión, el disfrute, la presencia y la humildad. Para que Shangri-La se manifieste necesitamos conjugar ambos planos de realidad, es decir, tender puentes y derribar muros . En paralelo, necesitamos dejar que la energía de las personas desconectadas de la Matrix se proyecte, al tiempo que se van limpiando las capas más superficiales, las capas más densas que separan el momento presente de Shangri-La. Poco a poco vamos cambiando la perspectiva y nos damos cuenta de que los muros que antes nos construíamos no nos protegen, sino que nos hacen prisioneros como lo son las resistencias al cambio derivadas del miedo. De esta forma dejamos que los muros sean permeables y vayan debilitándose. Nos puede resultar de ayuda y evitar la frustración el orquestar el trabajo de fondo y de forma. En paralelo, podemos adentrarnos en conocernos, en averiguar nuestros sistemas de creencias y valores así como nuestros mecanismos de defensa asociados, y en trabajar desde capas más superficiales aquello que no somos capaces de abordar desde esta profundidad para que vaya calando en las zonas más profundas. Revisar nuestros hábitos puede ayudarnos e inspirarnos. Por ejemplo, aunque estemos acostumbrados al egoísmo más ególatra y nos cueste realizar una acción altruista, saber de su potencial beneficioso para nosotros mismos y para los demás es una invitación para iniciar la práctica. Esto nos conducirá al entrenamiento del músculo de la generosidad hasta interiorizarlo en nuestro subconsciente y convertirlo en una programación natural. Es una forma de generar el hábito hasta que el hábito sea parte nuestra. De esta forma, podemos ir trabajando con los pares de opuestos, con nuestras paradojas, con las formas y los contenidos. Para conectar estos mundos es necesario una escucha y aceptación plenas y profundas, un diálogo paciente y una compasión universal.
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Para vivir en Shangri-La es importante diluir las fronteras entre el yo y el nosotros , reforzar las comunidades y entender los lazos que nos unen con todo lo que nos rodea. Tal y como apunta Satish Kumar (sin fecha): “perseguir el viaje interior no debiera estar se parado del viaje social , porque no somos dos seres separados. Es un espejismo pensar que podemos apartar nuestras personas del mundo pensando que podemos seguir nuestra iluminación personal, independientemente del mundo alrededor de nosotros. Debemos encontrar una forma de vida que combine lo espiritual y lo social, lo interior y lo exterior en equilibrio”. Evidentemente, en el proceso de despliegue es necesaria la difusión, sensibilización y la transferencia de esta aproximación a la educación. Para llegar a la educación de nuestras futuras generaciones en la tierra de las personas felices, es necesario que quien llegue a estas páginas (u otras) integre sus contenidos, ya que de poco sirve usar un discurso que no se vive. Los agentes de cambio los podemos encontrar en personas y organizaciones de cualquier nivel trabajando y manifestándose en muy distintas direcciones. Son las personas que deciden desconectarse de la Matrix, independientemente de su trayectoria y de la situación en la que se encuentren, y asumir las responsabilidades que esto implica. Tal vez tú seas uno de ellos. La unión de estas personas podría generar un movimiento multiplicador y transformador que supusiese la salida del aislamiento y de la falta de visibilidad. Esta unidad del movimiento podría ser el referente para que otras personas se activasen y de esta manera generar un círculo virtuoso entre la acción individual y colectiva mediante la apropiación de una corresponsabilidad compartida. No se trata de escalar el movimiento y convertirnos en una organización transnacional anti-Matrix , sino de abrazar las réplicas nacidas en los distintos rincones y con distintos matices en su operativa, para generalizar una cultura de apoyo en un marco glocal (aquel que bajo un pensamiento global propone acciones locales). Se trata de materializar esa unidad de la diversidad de la que ha blábamos antes.
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“Un movimiento ciudadano global con visión sistémica sería un agente crítico e histórico para la Gran Transición. El incremento de la actividad de la ciudadanía en las últimas dos décadas ha hecho que un movimiento como este sea tan posible como necesario. Este movimiento integraría varias perspectivas y movimientos como expresiones independientes de un proyecto común. El activismo de la sociedad civil tiene que evolucionar para poder jugar un papel vital asumiendo el liderazgo a la hora de dar vida a un movimiento ciudadano global. Para que este movimiento se materialice, la sociedad civil debe superar la política de oposición actual y desarrollar nuevos modelos de implicación, colaboración y liderazgo. La Gran Transición concibe un movimiento ciudadano glo bal que sea un punto de convergencia donde desarrollar y experimentar con formas de asociación multicapa y con una democracia en todas las escalas, que esté tan localizada como sea posible y que sea tan global como debe serlo” (Narberhaus et al., 2011). ¿Cómo generamos este movimiento inspirador? ¿Cómo dotamos de recursos a este círculo virtuoso para progresar? A través del desarrollo del máximo potencial de las personas y de la innovación en los diversos planos, procesos y sectores. De esta manera, aparecerán ante nosotros oportunidades que anteriormente no éramos capaces de detectar. Las cosas se vuelven sencillas. Sí, con magia y alquimia. Como ya se ha descrito, Shangri-La es un lugar donde se desarrollan las capacidades plenas de las personas, independientemente de cuáles sean. Unas personas demuestran habilidades extraordinarias en los detalles mientras que otras lo hacen en la definición de grandes objetivos. Algunas tienen unas habilidades sociales desbordantes y otras son capaces de hacer desarrollos tecnológicos inauditos. Todas estas cualidades son igual de valiosas y necesarias. En definitiva, dejando que las personas florezcan. Muchos hemos experimentado que nuestra capacidad creadora y creativa se multiplica cuando nos encontramos en un buen estado de bienestar profundo, alineados con los valores defendidos en Shangri-La. ¿Qué elementos favorecen la innovación? Los vemos en la siguiente tabla.
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Tabla 3: Factores que favorecen o impiden la creatividad personal y grupal
- Apasionarse, incluso un cierto
grado de obsesión - Dar la vuelta a las cosas - Observar, saber escuchar - Mantener una actitud lúdica frente al problema - Sentirse capaz y con libertad de acción - Asumir el riesgo de lo nuevo. Poder experimentar - Clima de confianza. Perder el miedo al fracaso - Recibir feedback: sentirse valorado Fuente: Vargas Leyva (2010)
- El exceso de vigilancia y control - La restricción de actuación/elec-
ción La presión (en tiempo, recursos, competencia) La negatividad (crítica destructiva) La ansiedad asociada al riesgo y a la incertidumbre La falta de apoyo, reconocimiento, confianza La falta de información y/o autoridad que impide sentirse responsable
Como se puede apreciar, los elementos potenciadores están muy en consonancia con los valores perseguidos en la tierra donde las personas tienen la oportunidad de ser felices. Aunque hasta el momento muchas de las revoluciones tecnológicas se han producido en periodos bélicos ya que se han proporcionado ingentes cantidades de recursos para ello y la amenaza de la supervivencia ha sido un elemento catalizador, bajo la visión de Shangri-La, se asume que desde nuestro bienestar profundo nacen capacidades que en nuestro estado de consciencia actual difícilmente pueden manifestarse. La visión utópica no se enfrenta con la realista. Con un poco de pensamiento estratégico podremos llegar lejos. Es necesario enfocar nuestra atención en ver qué podemos hacer con los recursos disponibles, muchos de ellos custodiados en nuestros corazones, en vez de disipar energías en la confrontación y la lucha. Acordar un proyecto motivante, e ir construyendo la realidad. También sabríamos poner las cosas buenas que proporciona la Matrix al servicio de nuestro propósito. Trasladar el debate a cómo
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podemos servirnos de los progresos que hemos conseguido, evitando los riesgos que supone. Por ejemplo, la pregunta no debiera centrarse en intentar llegar a una respuesta categórica sobre si algo es bueno o es malo, porque evidentemente todo proporciona cosas buenas y cosas malas . La pregunta debiera centrarse en cómo podemos sacar partido a las cosas buenas , especialmente el despliegue científico y tecnológico, y minimizar las negativas, los riesgos y los usos contraproducentes. En definitiva, profundizar en cómo ponemos algo a nuestro servicio en vez de estar nosotros al servicio de algo.
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Si tú cambias, todo cambia
Abrir la puerta al reencuentro con nosotros mismos es uno de los mayores regalos que podemos hacernos. Este reencuentro im plica irrenunciablemente sentarnos con nosotros mismos y conocernos. Darte tiempo te abre la puerta a indagar y cuestionar las viejas creencias, aquellas que sustentan nuestro comportamiento y ver si verdaderamente nos sirven y son las que libremente elegimos o son creencias que no nos corresponden y deseamos abandonar. Al disolver nuestro yo prestado , permitimos el espacio que nuestro yo genuino necesita para manifestarse. El proceso de transformación no es lineal y habrá momentos en los que parezca que estamos en el mismo punto de comienzo. Que no decaiga el ánimo porque podemos apreciar los progresos que hemos hecho, lo que hemos aprendido y, por tanto, ser capaces de vivir una situación similar con una percepción renovada. La transformación interior es un despliegue, es un viaje para disfrutar y no un objetivo a alcanzar. Nadie será capaz de ponernos más obstáculos que los que nos pongamos nosotros mismos. Tomando prestadas las palabras de Guhyapati (2016): “Los mayores obstáculos para incrementar nuestra capacidad emocional, nuestra capacidad para seguir mirando, son la tendencia de la aversión y el miedo a cerrar nuestro corazón, que se pueden transformar mediante la práctica sencilla y diaria de nuestras habilidades emocionales, la amabilidad y el metta o amor incondicional. (…) El mejor antídoto es la observación profunda, basada en la consciencia plena y la amabilidad incondicional de nuestro ser, en la impermanencia y en la insustancialidad de las cosas”. Avanzar en ser nosotros mismos es un camino plagado de resistencias. La primera es que nos enfrenta a la posibilidad de cam bio derivado de interiorizar lo desconocido y esto cuestiona, sutilmente, pero a un nivel profundo, si hemos hecho bien las cosas hasta ahora. Esto inquieta a nuestro ego, ya que no le gusta ser
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cuestionado y menos aún que le quiten la razón. La sabiduría po pular lo recoge en el: más vale malo conocido que bueno por co- nocer . Otra lectura de la situación que nos puede hacer el proceso más amable es aceptar que hasta ahora hemos hecho las cosas de la mejor manera que nos ha sido posible. Hemos vivido las circunstancias que nos ha traído la vida de la mejor manera que hemos podido, por muy torpe que pueda parecernos nuestro desem peño cuando lo observamos con perspectiva. Hemos vivido lo necesario para aprender. Ni remordimiento, ni culpa, ni temor. Cuestionarnos qué personas creemos ser y acercarnos a los valores del Nuevo Paradigma nos facilita una serie de procesos personales: . En el Viejo Paradigma desaprovechamos mucha energía personal en la indignación, el juicio y la crítica propia y de terceros. Estos son unos impresentables, mira lo que hacen aquellos, esto no se puede tolerar, es que, es que…. En definitiva, a través de este acti- vismo de barra de bar desperdiciamos mucha energía en
reaccionar ante aquello que no nos gusta. Antes de reaccionar por defecto ante una determinada circunstancia, desarrollar la capacidad de pararnos y reflexionar si es esto lo que verdaderamente queremos hacer nos proporcionaría muchos beneficios. Esto no resta ni condiciona nuestra personalidad, al revés, la hace más sana y poderosa. En el tránsito al Nuevo Paradigma, nuestra referencia deja de ser el Viejo Paradigma , sustituyendo los esquemas obsoletos por otros propios elegidos con mayor grado de libertad. Por defecto la Matrix nos condena a ser seres pequeños y dependientes, haciéndonos sentir como seres inferiores con poca valía. Con este contexto impostor se articula la maquinaria consumista. En contraposición, en el Nuevo Paradigma , el yo genuino se coloca en una posición de igualdad e interde pendencia con respecto al resto de la creación. Esto nos
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ayuda a ser personas más seguras y a disipar miedos. El esfuerzo se refiere al desarrollo de la confianza y la voluntad para no decaer decaer en el propósito, en derribar derribar nuestros muros y tender nuestros puentes. . Es decir, dejar de someternos a los esquemas meritocráticos del mundo exterior para dirigir nuestros esfuerzos hacia la búsqueda de nuestros verdaderos principios. Reconocer nuestra valía por el simple hecho de ser, sin tener que ser nada y sin tener que demostrarnos fuera. Según avancemos en la revisión de nuestros principios y creencias, más auténticos seremos, más verdad será nuestra verdad. Esto nos aleja de lo que no queremos y, sobre todo, nos acerca a lo que queremos, independientemente de lo que desde fuera se espere de nosotros. Paulatinamente dejaremos de compararnos con las expectativas que se tiene de nosotros e irá brillando lo más genuino de nosotros mismos, para acercarnos al tesoro de saber lo que verdaderamente queremos, más allá de saber lo que no queremos. Poco a poco, el engranaje entre lo que pensamos, decimos y hacemos será mucho más armonioso. Según se avanza en el camino, tomaremos consciencia de las partes que no son coherentes con otras. Al ser conscientes de las fisuras entre los distintos planos, y asumir la res ponsabilidad que esto implica, estaremos mucho más cerca de su superación. . Cuando asumimos la res ponsabilidad de hacer lo que tenemos tenemos que hacer, los los resultados generados por el proceso quedarán en un segundo plano. En vez de poner nuestra atención en lo que queremos conseguir, nos centraremos en el proceso que estamos viviendo, nos acercaremos al presente. Optaremos por disfrutar y honrar aquello que nos ocupe.
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Concentrar nuestra energía en el aquí y ahora. Dejar de buscar lo que no tenemos y agradecer y disfrutar de lo que tenemos te nemos dentro de una alegre sobriedad. Así concederemos a nuestro destino el el es pacio que necesita para manifestarse. Depende de nosotros ver el vaso medio lleno o medio vacío. de que las cosas son como son y no como a nosotros nos gustaría que fuesen. Podemos vivir lo que pase fuera sin la interferencia de nuestros patrones mentales que juzgan las situaciones como bue- o malas . De esta manera, podemos aprender a vivir con c on nas o menos interferencia de nuestras creencias. Tenemos la tendencia de parcializar y juzgar las acciones, desconociendo el entramado de causas y los efectos que genera la acción en sí. Podría proporcionarnos proporcionarnos mayores beneficios observar los efectos y las causas y dejar que fluyeran, aceptándolas y preguntándonos qué podemos aprender de ese hecho o circunstancia. Frente al mundo infestado de competencia, en el que para que unos ganen otros tienen que perder, el Nuevo Paradigma sabe sabe que si tú ganas, yo gano y que si yo gano tú ganas. Con un enfoque asertivo podemos resolver las situaciones con resultados ganadores para todas las partes. . Muchos arrastramos la creencia de que no podemos influir en el mundo. También creemos que, aunque nosotros cambiemos, nada va a cambiar y no se va a generar un impacto positivo en la sociedad. Un coctel perfecto de desidia y miedo. Nos hemos acomodado en nuestra propia insignificancia, insignificancia, lo que nos desalienta para para manifestar manifestar nuestro mejor potencial. Al madurar nuestro punto de vista, v ista, comprendemos la importancia de los impactos que generan nuestras actitudes y conductas en el entorno y aprendemos a movernos y disfrutar de nuestra zona de influencia, sin su-
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cumbir al inmovilismo al que conduce la abrumadora cantidad y lejanía de los males del mundo . Como dijo Marco Aurelio: “la sabiduría es el arte de aceptar aquello que no puede ser cambiado, de cambiar aquello que puede ser cambiado y, sobre todo, de conocer la diferencia”. Este claro discernimiento contribuye a sustituir la necesidad de cambiar el mundo por cambiarnos a nosotros mismos, cultivar la humildad y salir del inmovilismo. Bajo las reglas del Viejo Paradigma escasea escasea el respeto a la diferencia. Dado que nuestros egos se consideran conocedores supremos de la verdad, lo que no son capaces de entender como algo igual lo lo califican de diferente. Solemos querer acercar lo diferente a a nuestra verdad y para ello lo confrontamos o tratamos de aleccionarlo. Bajo el enfoque del Nuevo Paradigma , todo merece el máximo respeto porque, simplemente, no conocemos los zapatos con los que caminan los demás.
Según avancemos en el proceso, ya no nos importará tanto la cantidad sino la calidad. Iremos soltando la necesidad de seguridad s eguridad que nos proporcionan las posesiones, la avaricia e inseguridad de querer más, y nos centraremos en vivir el presente con toda nuestra nu estra energía. Esto nos permitirá salir de la rueda de molino meritocrática que te asigna un buen trabajo, trabajo, una buena pareja, pareja, una buena casa y abundantes posesiones. Decidiremos nosotros, con mayor grado de libertad y bajo nuestros criterios, en qué queremos em plear nuestro tiempo y cómo queremos queremos ganarnos la vida, si queremos tener pareja y cómo queremos que sean nuestras relaciones, así como el tipo de techo y posesiones que necesitamos. Más aún, no mediremos nuestros logros por lo que consigamos, nuestro logro será ser. En este proceso de vaciado, sabremos centrar y com prender las circunstancias, dejar que muchas de las cosas que arrastramos se desvanezcan, apaciguar los conflictos de fuerzas opuestas, y discernir con mayor lucidez entre medios y fines.
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En el plano físico, este yo genuino puede tener muy diversas manifestaciones. Algunas personas realizarán cambios evidentes en sus vidas como cambios de trabajo, de pareja o de intereses. Otras no necesitarán introducir ninguna novedad. Será común a todas ellas una paz más profunda, mayor sabiduría y más compasión. El compromiso con el cultivo de nuestra mejor manifestación hará que el círculo virtuoso que estamos creando a nivel personal se vea reflejado a nivel social. El crecimiento interior se ve refle jado, con cierta cadencia, en el mundo exterior y de esta forma alimentaremos un ciclo positivo en el que cada vez la sociedad sea más amable y alentadora en la búsqueda introspectiva. A nivel colectivo, en el contexto del Nuevo Paradigma , la claridad del propósito nos aumenta la comprensión y subordina el resto de planos a este bien último compartido y superior. Con esta perspectiva, el dilema (de)crecentista pierde validez. Nuestra pregunta ya no se centra en sí la economía debe crecer o decrecer, porque lo importante es que las personas estemos bien, que estemos bien con mayúsculas, y si para ello es necesario crecer, creceremos y si no lo consideramos necesario, simplemente nos quedaremos como estamos o decreceremos. Evidentemente, el subsistema económico estaría enmarcado en el ecológico. Con este foco, no generamos confrontación, ni contra los que hasta ahora han apostado por el crecimiento, ni contra los que han defendido el decrecimiento, y reconocemos que ambos bandos han hecho las cosas hasta ahora, de la mejor manera que les ha sido posible. No hay ni crítica ni juicio, simplemente una ampliación de perspectiva. De esta forma, evitamos el rechazo que a los bandos les pueda suscitar que se ponga en entredicho que su estrategia es la buena y generamos el espacio para que ambas partes puedan aportar sus mejores cualidades a nuestro Bien Común . De esta manera se generan soluciones ganadoras para todas las partes. Eso es, debilitamos los muros de la Matrix a través de la compasión. También nos puede ayudar a acercar posturas entre Shangri-La y la Matrix aprender a cuestionar y debilitar el modelo de éxito meritocrático, inconcebible en el Nuevo Paradigma . La valía no está en lo que haces, ni en lo que dices, ni en lo que tienes; la valía
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la tienes por derecho legítimo propio. Recuperar el modelo de éxito basado en el Ser, hace que pierda fuerza de nuestro imaginario colectivo el molino del éxito . De nuevo, compasión que nos permite mirar a todas las personas de igual manera. El Nuevo Paradigma se asienta en una ética sólida y universal frente a la ética endeble con la que vive la Matrix. Encontramos propuestas de sistemas de valores aplicable a toda la humanidad en distintas filosofías como el budismo o el yoga. Nos puede resultar de ayuda recuperar la sabiduría de estas tradiciones para aplicarla en nuestras vidas diarias tanto en el plano individual como comunal. La filosofía del yoga no se reduce a las clases de posturas y estiramientos que se venden en occidente. Se trata de una pro puesta integral para alcanzar el estado de iluminación o Samadhi y consta de 8 pasos según la tradición ashtanga. La sabiduría del yoga la sintetizó Patanjali en sus Yogasutras hace más de 2000 años, a través de 195 preceptos que recogen la esencia de esta filosofía. Tal y como quedó recogido en dichos Yogasutras, en el camino de desarrollo espiritual, los primeros pasos se refieren a las relaciones individuales con los agentes externos y se consideran prerrequisitos esenciales para el progreso en este camino (Gonzalez Laporte, 2004). Estas actitudes vitales, aplicables a todas las personas sin excepción son: los Yamas, que se refieren a las abstenciones (qué no hacer, especialmente hacia lo que nos rodea) y los Niyamas, referidos a las observancias (qué hacer, particularmente hacia nosotros mismos). Los cinco Yamas5 son: , no daño, no injuria, inofensividad (Ahimsâ). Implica que no se debe realizar ningún tipo de daño, en ningún momento, a ningún ser viviente y que las otras abstenciones y observancias están enraizadas en ella, y son sólo practicadas para llevar a ella a su culminación, sólo para perfeccionarla. 5
El texto resumen de los Yamas y Niyamas se ha extraído de Gonzalez Laporte (2004)
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, no mentir o engañarse (Satya). La veracidad im plica que no hay doblez en nuestro corazón, que somos sinceros y amamos la verdad, la honestidad y la justicia. Tam bién engloba la idea de coherencia entre pensamiento, pala bra y acción; coherencia también entre los valores que decimos sostener y lo que hacemos en la vida cotidiana. (Asteya). Nos habla de la honestidad como forma de vida. No se refiere sólo a no quitarle al otro lo que posee, a nivel material, intelectual o moral; sino también respetar sus derechos a la vida, la religiosidad, el estudio, la salud, la justicia; es no socavar las creencias del otro por medio de una burla sistemática; es no robarle al otro su tiempo ni su fama. , disciplina o modo de vida (Brahmacharya). Se trata de un camino de autocontrol, una vida disciplinada en todos los aspectos. , no acaparamiento de las cosas (Aparigraha). Todo lo que tenemos y somos es un don y esos dones reci bidos deben circular hacia los demás. Significa, en esencia, disciplina o modo de vida conducente a un logro espiritual superior. Los cinco
son:
, pureza, purificación (Shauca). Aplica tanto a la pureza corporal como a la mental. , satisfacción y serenidad (Santosa). El contento es la actitud por la cual aceptamos todas las circunstancias de la vida intuyendo que tienen un sentido y, sea que las experimentemos como positivas o como negativas , serán de cualquier manera una ayuda para nuestro crecimiento. , autodisciplina, rectitud (Tapas). Implica una acción correctiva o de transformación que perfeccione las dis-
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tintas dimensiones de la personalidad humana. La autodisciplina produce alguna forma de purificación, en el plano físico, mental y emocional. y autoconocimiento (Svâdhyâya). Estudio de sí mismo o lectura regular de textos sagrados. a lo absoluto (Îshvara pranidhâna). Devoción con una actitud de entrega. Como ya se ha propuesto en el texto, la sociedad moderna carece de una ética secular sólida. El Dalia Lama (2014) defiende que las soluciones a los problemas del siglo XXI están en la promoción de este concepto: “ Éste es un acercamiento a educarnos nosotros mismos basado en resultados científicos, experiencia común y sentido común - un acercamiento más universal a la promoción de nuestros valores humanos compartidos. Necesitamos principios morales - compasión, respeto por los demás, bondad, res ponsabilidad - en todos los campos de la actividad humana”. ¿Dónde podemos encontrar los espacios de encuentro, diálogo, materialización y difusión para una ética universal? Tres lugares de referencia donde la ciudadanía global se encuentra son Naciones Unidas, el centro de referencia de los gobiernos, el Parlamento de las Religiones del Mundo, el espacio en el que trabajan las distintas religiones y otras propuestas con visión universal nacidas desde la sociedad civil. Las Naciones Unidas empezaron a existir oficialmente el 24 de octubre de 1945, como respuesta a la devastación acarreada por la Segunda Guerra Mundial, con el objetivo de conservar la paz y ayudar a crear un mundo mejor. Actualmente lo conforman 193 Estados Miembros y su trabajo se basa en: o
Mantener la paz y la seguridad Proteger los derechos humanos
o
Distribuir ayuda humanitaria
o
o o
Promover el desarrollo sostenible Defender el derecho internacional
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Aunque Naciones Unidas cuenta con una oficina interna sobre ética y trabaja en múltiples aspectos relacionados con los derechos humanos, nada indica que desde esta institución se haya desarrollado una ética global detallada aplicable a todos los pueblos que deseasen acatarla. En el plano de las religiones, el II Parlamento de las Religiones del Mundo (1993) trabajó en el desarrollo de una propuesta de ética universal. En el documento “Hacia una ética mundial: Una declaración inicial” (1993), se recoge: Existe un consenso entre esas religiones que puede constituir el fundamento de una ética mundial. Se trata de un consenso básico mínimo relativo a valores vinculantes, criterios inalterables y actitudes morales fundamentales. No es posible un nuevo orden mundial sin una ética mundial. En tan dramática situación mundial, a la Humanidad no le bastan los programas y las actuaciones de carácter político. Necesita ante todo una visión de la convivencia pacífica de los distintos pueblos, de los grupos étnicos y éticos y de las regiones, animados por una común responsabilidad para con nuestro planeta Tierra. Una visión semejante se basa en esperanzas, en objetivos, ideales, criterios; dimensiones todas ellas que muchos hombres diseminados por el ancho mundo han ido perdiendo. A partir de experiencias personales y a la vista de la precaria historia de nuestro planeta, hemos aprendido: o
o
o
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que solamente con leyes, reglamentos y convenciones no se puede crear, y mucho menos imponer, un mejor orden mundial; que la consecución de la paz y de la justicia y la conservación de la Tierra dependen de la actitud y de la disposición de los seres humanos para hacer valer el derecho; que el compromiso con el derecho y la libertad supone una toma de conciencia previa de las responsabilidades y obligaciones, y que, por tanto, es menester interpelar a los seres humanos en su mente y en su corazón;
o
que el derecho sin eticidad no tiene a la larga consistencia ninguna y, en consecuencia, sin una ética mundial no es posible un nuevo orden mundial.
Por ética mundial no entendemos una nueva ideología, como tampoco una religión universal unitaria más allá de las religiones existentes ni, mucho menos, el predominio de una religión sobre las otras. Por ética mundial entendemos un consenso básico sobre una serie de valores vinculantes, criterios inamovibles y actitudes básicas personales. Sin semejante consenso ético de principio, toda comunidad se ve, tarde o tem prano, amenazada amenazada por el caos o la dictadura dictadura y los individuos por la angustia. angustia. La condición básica es que todo ser humano debe recibir un trato humano. Para conducirse de forma verdaderamente humana vale ante todo aquella regla de oro que, en el transcurso de milenios, se ha ido acreditando en muchas tradiciones éticas y religiosas: no hagas a los demás lo que no quieras para ti. Un principio que que tiene un planteamie planteamiento nto positivo: haz a los demás demás lo que quieras que te hagan a ti. Esta debería ser norma incondicionada, absoluta, absoluta, en todas las esferas de la vida, en la familia y en las comunidades, para las razas, naciones y religiones. Cuatro orientaciones inalterables: 1. Compromiso a favor de una cultura de la no violencia y res peto a toda vida vida 2. Compromiso a favor de una cultura de la solidaridad y de un orden económico justo 3. Compromiso a favor de una cultura de la tolerancia y un estilo de vida honrada y veraz 4. Compromiso a favor de una cultura de igualdad y camaradería entre hombre y mujer Para concluir, apelamos a todos los habitantes de este Planeta: nuestra Tierra no puede cambiar a mejor sin que antes cambie la mentalidad del individuo. Abogamos por un cambio de conciencia individual y colectivo, por un despertar de nuestras fuerzas espirituales mediante la reflexión, la meditación, la
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oración y el pensamiento positivo, por la conversión del corazón. ¡Juntos podemos mover montañas! Sin riesgos y sin sacrificios no será posible un cambio fundamental de nuestra actual situación. Por eso, nosotros nos comprometemos en favor de una ética mundial común, de un mejor entendimiento mutuo y de unas formas de vida socialmente conciliadoras, promotoras de paz y amantes de la Naturaleza.
Entre las propuestas de la sociedad civil, destaca la Red Internacional de Ética Universal (sin fecha), que en agosto de 2017 contaba con 517 adscritos. Los valores universales básicos que proponen son: o
Amor a la verdad y al conocimiento con ocimiento La honestidad y la integridad personal
o
Bondad y amor
o
La sensibilidad hacia la belleza
o
o
Respeto por el medio ambiente y la vida vi da en general Sentido de la vida y trascendencia espiritual
o
Sentido de la justicia asentado en un gran humanismo
o
Responsabilidad y sentido del deber
o
Fraternidad universal
o
Tolerancia activa
o
Compromiso social
o
Se constata que todas las propuestas apuntan en la misma dirección. Esta universalidad probablemente guarde algo de verdad, ¿estamos preparados para promover a nivel individual y colectivo una ética sólida?
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Tu vela no se apagará por encender la mía. Cuantas más velas encendamos, menos oscura será la noche.
La primera persona con la que nos relacionamos desde que nos levantamos hasta que nos acostamos es con nosotros mismos. Nos relacionamos con el mundo externo de la misma manera que nos relacionamos con nosotros mismos. Todos los órdenes en los que nos relacionamos y las formas en las que lo hacemos atienden al mismo sistema central de creencias y, por tanto, están íntimamente interconectados. El despertar de nuestro yo genuino abre abre el camino de la coherencia relacional interna, con nosotros mismos y con el entorno, facilitando el alineamiento de quienes somos con nuestros hábitos y estilos de vida. La búsqueda de esta coherencia no consiste en que ahora todos abandonemos las vidas que estamos viviendo, sino que ajustemos quienes somos a la vida que queremos vivir. Abandonar puede ser una huida, puede conducirnos a un no lugar y y es nuestro deber permanecer en el lugar en el que nos encontramos hasta que no sepamos a dónde ir. Se trata de ir reajustando nuestros distintos planos relacionales de tal manera que generemos un círculo virtuoso apostando por ser más y mejor nosotros n osotros mismos. El cuestionamiento de nuestras creencias invita a que revisemos nuestros hábitos y estilos de vida. Al poner la atención en valores interiores en vez de exteriores, necesitamos consumir menos porque nuestra felicidad no estará en los bienes que tenemos. Perderemos interés en cosas que antes atraían nuestra atención, como ir de compras o buscar experiencias exclusivas que nos diferencien. Al no medirnos con respecto al entorno, ya no es que necesitemos menos, sino que necesitaremos necesitar menos y podremos satisfacernos en la sobriedad. Responsabilizarnos implica alinear nuestros valores en y con la vida pública. En el Viejo Paradigma , se establece la democracia a través de sistemas representativos como forma de hacer política, es decir, de encargarnos de los asuntos públicos. Muchos creemos que hacer política es emitir un voto cada cuatro años. Sin embargo, e mbargo,
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la economización de la vida y de los intereses públicos ha mostrado que es un sistema con grandes limitaciones. Probablemente esta sea la razón de ser de la aparición de partidos políticos-movimientos así como de plataformas que acercan políticos y ciudadanos como: Osoigo, Civio, y Polétika. Existen muchas formas de involucrarse en la vida pública que no necesariamente pasan por el sistema político institucional. También podemos relacionarnos de forma renovada con las personas a nuestro alrededor y con el entorno, teniendo bien presentes el respeto, la alegría y la generosidad. En este plano podemos relacionarnos con distintos grados de materialidad: desde acciones muy sutiles a muy tangibles. En la sutilidad encontramos, por ejemplo, una tarjeta sonríe, la participación en una Cadena de Favores o en un Karma Kitchen. El uso que hacemos de nuestro dinero, que en el fondo es el flujo de nuestra energía, es una forma clara de mostrar nuestra identidad. Como apunta Pepe Múgica, “cuando compras no estás pagando con dinero sino con el tiempo que te costó ganar ese dinero”. Bajo el Nuevo Paradigma , al reapropiarnos de nuestra res ponsabilidad para con el mundo, ponemos más atención en nuestras compras y en los flujos a los que favorecemos con nuestro dinero. Al desarrollar valores intrínsecos, el dinero y el consumo quedan relegados a un segundo plano. Ya no hay una confrontación directa con el dinero, sino que deja de tener el valor que antes le dábamos por lo que deja de ser nuestro centro de atención. Esto nos invita a reformular tanto cómo ganamos el dinero, como la forma que tenemos de gastarlo. Podemos ganarnos la vida de la misma manera que hacíamos cuando habitábamos el Viejo Paradigma , si consideramos que es una forma alineada con nuestros valores, o bien podemos reformular la forma en la que queremos ganarnos la vida, si la que tenemos no nos satisface. Como dijimos, mientras no sepamos a dónde ir, debemos quedarnos donde estamos. Lo importante es aprender a desarrollar una actitud constructiva y positiva independientemente
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de la situación en la que nos encontremos. Con aceptación y desa pego, iremos cultivando un campo fértil en el que pueda crecer aquello que estamos destinados a ser. El objetivo de la propiedad queda subordinado a la accesibilidad a los bienes y servicios. En esto, la denominada economía colaborativa tiene mucho que decir. Consumimos menos e intentamos reusar, reutilizar y reciclar, ya que entendemos el impacto que genera nuestro consumo. Rescatemos las palabras del Papa Francisco (2015): “Mientras más vacío está el corazón de la persona, más necesita objetos para comprar, poseer y consumir”. Según avanzamos en nuestra madurez consciencial , sería natural interesarnos por saber a quién estamos favoreciendo con nuestro dinero cuando realizamos un acto de compra. Esta es la razón de ser de la plataforma ConSuma Consciencia, una herramienta online que pretende ofrecer información clara y comparable sobre cómo son y cómo operan todo tipo de empresas, desde cooperativas hasta transnacionales, ofreciendo productos o servicios dentro del mismo sector, como energía o banca, con el objetivo de que las personas usuarias puedan tomar decisiones más conscientes sobre su consumo. La coherencia relacional a nivel individual se traduce, en el plano colectivo, en el acceso a propuestas que individualmente son inalcanzables. Las Organizaciones de la Sociedad Civil son actores clave para el progreso social ya que, “a lo largo de los años, han demostrado que son capaces de cambiar la sociedad para mejor y son el actor social en el que más confía la ciudadanía” (Narberhaus et al. 2011). Para que Shangri-La florezca, sería muy útil crear un movimiento social fortalecido de personas auténticas, que sea capaz de orquestar las reflexiones y acciones necesarias que creasen las circunstancias para que todas las personas podamos ser felices. Este movimiento no tendría razón de ser si no se basase en la confianza, en la creación de redes de apoyo y en la generación de sinergias nacidas desde lo que nos une.
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Hasta ahora se ha puesto un énfasis desmedido en los aspectos económicos de la vida. Pero hay muchos más capitales que el económico: salud, humano, manufacturación, financiero, natural, cultural, social, conocimiento, psicológico y espiritual (ver, por ejem plo, Meta Integral Associates). Aunque los aspectos económicos, psicológicos y culturales puedan ser unos lastres pesados para transitar a un Nuevo Paradigma , no son condicionantes si establecemos con determinación y claridad nuestra hoja de ruta. ¡Es tanto lo que podemos ganar! Sería sensato cubrir nuestras necesidades de forma alineada con los valores que queremos defender, con esos valores que nos definen. A nivel colectivo, hay muchas opciones alineadas con los valores de Shangri-La (y otras muchas viniendo) que nos permiten cubrir nuestras necesidades cotidianas. Así mismo, hay muchísimas iniciativas, aunque a veces estén invisibilizadas y desprotegidas, que intentan tender puentes para acercar a una mayoría social a los valores del Nuevo Paradigma . Debiera ser nuestra obligación moral comunicar y llenar los vacíos que detectemos, bien mediante la creación de nuevas opciones o bien a través de la reconversión de las ya existentes. Para llegar a este nivel de actuación, las Organizaciones que están alineadas con la esencia necesitan unirse y las personas inmovilizadas pasar a la acción. Aunque estamos viviendo un tiempo de efervescencia social, no hay un movimiento organizado que identifique, conecte, coordine y colabore por este Bien Común . Hasta el momento, los movimientos sociales suelen estar más fragmentados y suelen crear identidades comunes en base a elementos superficiales que contestan a las preguntas del entorno, como el sector en el que se desenvuelven. Evidentemente, crear un movimiento unificado en la sociedad civil exigiría muchos esfuerzos y el trabajo con muchos egos, pero la repercusión podría ser inmensa. Este movimiento no entiende de lugares, tiempos, géneros o trayectorias personales o colectivas. Se trata de poder unir a una humanidad despierta res petando la diversidad, que sepa vivirse desde la autenticidad y con la visión compartida de la unidad. Se propone un punto de encuen-
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tro donde también se pueda compartir la perspectiva humana subyacente a cualquier organización o entidad, porque esto va de personas. Evidentemente, bajo esta estructura se acoge y se respeta la diversidad de lo local y la unidad de lo global. Son principios indivisibles, ni confrontados ni confrontables, que no se rompen en su integración. Todas las personas podemos contribuir a crear las condiciones para que esta sociedad consciente florezca. Podría ser un proyecto motivador. En el fondo, todos buscamos lo mismo: una vida que merezca la pena ser vivida. ¿Y si lo soñamos?, ¿y si lo hacemos realidad? Igual de legítimo sería quedarnos donde estamos y dejar que un sufrimiento inaguantable sea el acicate que nos saque del inmovilismo.
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Vivir es un regalo de incalculable valor. Es nuestra responsabilidad protegerlo.
La solidaridad colectiva es la que nos permitirá proteger Shangri-La, proteger la vida. Como ambas tierras, el Viejo y el Nuevo Paradigma, conviven en el espacio-tiempo, hay planos en los que se solapan, por lo que resulta necesario proteger Shangri-La de aquellas cuestiones fundamentales que la pongan en peligro. No se trata de luchar contra la Matrix, porque no hay nada que jugar contra ella, sino de defender aquellos pilares sobre los que el Viejo Paradigma interfiere. Este planteamiento, al no referenciarse dentro de los límites de la Matrix, es el mayor acto de desobediencia, de no cumplir la voluntad de quien manda, que podemos plantear, ya que desplazamos nuestro sistema de coordenadas, nuestras creencias, fuera de su alcance. Ignorándola compasivamente es como podremos debilitarla. Dejando de referenciarnos en esta ilusión para transferir nuestra energía a la plena manifestación del Nuevo Paradigma . Evidentemente, la Matrix sabe que este es su talón de Aquiles y por ello dispone de toda su artillería para que no haya grietas, para que no cuestionemos sus valores y creencias. Nos ocupa y nos entretiene y así se blinda contra lo externo. La Matrix es poderosa y atesora sofisticados sistemas de autodefensa para ser desobedecida con la extensión e intensidad que puede gestionar. Es decir, es ella misma la que de alguna manera alienta la desobediencia para tenerla controlada y evitar, de esta manera, que crezca una identidad genuina que pueda cuestionarla. La auténtica desobediencia no surge por el hecho de desobedecer o de obedecer. Puede surgir, si es necesario como lo es en este caso, de cambiar nuestro faro y asumir las consecuencias de esta decisión. La Matrix es bien conocedora de que desaparecerá cuando de jemos de alimentarla, cuando utilicemos nuestra energía vital en aquello que deseemos profundamente. Por ello, ofrece muchos es-
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tímulos y tiene una estrategia expansiva, tentadora, es decir, colonizadora de todo espacio-tiempo para minimizar las opciones de que nos interesemos por madurar consciencialmente. Pero, como dijo Gandhi, cuando una ley es injusta, lo correcto es desobedecer . Los actos de desobediencia que sean necesarios deben ser transitorios, nacer con el propósito de desaparecer. Mientras crecemos interiormente y ganamos en la coherencia de nuestras relaciones, a través de nuestra solidaridad colectiva podemos proteger la casa común y tender puentes a todas las personas que quieran acercarse a vivir vidas más plenas. La solidaridad colectiva nos ayuda a apoyarnos mutuamente para crear las circunstancias en las que todas las personas puedan desarrollar vidas en las que puedan ser felices. Un ingrediente importante es la empatía con todas las personas. La exobiología o astrobiología es una ciencia que estudia la posibilidad de presencia de vida en otros planetas. La evidencia científica indica que las condiciones para que se den la vida no son frecuentes en el espacio, aunque existan infinitud de planetas donde la vida es potencialmente posible. No obstante, la paradoja de Fermi pone de manifiesto la aparente contradicción que hay entre las estimaciones que afirman que hay una alta probabilidad de que existan otras civilizaciones inteligentes en el universo observable y la ausencia de evidencia de dichas civilizaciones. La existencia de vida en la Tierra y de nuestra especie es un milagro, un suceso extraordinario. Thomas Pesquet, un astronauta francés que ha vivido en la Estación Espacial Internacional, que orbita a 400 km de la Tierra lo recoge así (ESA, 2017): “¿quién soy? ¿un hombre del espacio? ¿un astronauta francés? No, soy un hombre. Unido a otros hombres y mujeres, en un viaje de descubrimiento. Y como en todos los via jes, esto te lleva a descubrirte a ti mismo más que ningún otro lugar. Y por alguna razón nos cuesta toda esta tecnología llegar aquí arriba y entender la simplicidad de las cosas. La Tierra, el Cosmos y la propia vida como una unidad. Y desde aquí es muy difícil entender las fronteras, las guerras y el odio”.
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El acto imaginable más radical para desatar nuestra solidaridad y proteger los fundamentos de la vida es ser amables, humildes, generosos, pacientes, compasivos y proactivos, celebrar que estamos vivos y que tenemos una oportunidad única para vivir una vida que merezca la pena ser vivida. ***
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Leire, ¿nos hemos quedado solas? No lo sé – respondo. Recuerda el cuarto acuerdo de Miguel Ruiz: “Haz siempre lo máximo que puedas”. Habrá llegado hasta aquí quien tenía que hacerlo – continúo- el resto tendrán otras cosas mejores en las que ocuparse. No estáis solas – irrumpe el Principito. Yo, y muchas personas más, aunque todavía no las veáis, estamos con vosotras. ***
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