Fernando Alberca de Castro
163 TODO LO QUE SUCEDE IMPORTA Cómo Cómo orien orie ntar en e n el labe labe rinto rinto de los se s e ntimientos ntimientos
Crecimiento personal COLECCIÓN
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© Fernando Alberca de Castro, 2012 © EDITORIAL DESCLÉE DE BROUWER, S.A., 2012 Henao, 6 – 48009 Bilbao www.edesclee.com
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A María, brújula y llave, más allá del tiempo. Con toda toda mi admiración, a María, Marta, Fernando, Mercedes, Álvaro, Álvaro, José, Esperanza y Rocío.
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“Sólo tenemos de verdad aquello que compartimos. Lo que no compartimos, realmente no lo tenemos”. Rafael Alvira, filósofo.
“Si quieres conocer a una persona, no le preguntes qué piensa, sino qué ama”. San Agustín.
“Ser feliz se parece a cocinar. Hay que usar buenos ingredientes y conocer la receta, ero eso no es todo. Hay que estar ahí, hay que acertar con la temperatura adecuada, e ir probando para corregir la sal o añadir un poco de agua, hay que dejar que los ingredientes se cuezan, hay que saber esperar y retirar el puchero del fuego a tiempo”. Carlos Goñi.
“Aquello que termina, no había empezado de verdad”. Idea antigua.
“No hay que ordenar el mundo, porque el mundo es la encarnación del orden. Somos nosotros los que debemos ponernos al unísono con ese orden”. Henry Miller.
Hay quien qui en acierta aci erta una vez y es feli z toda una vida. v ida. F. A.
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1 ¡TIRA EL GPS! Antón se perdió ANTÓN es un escritor conocido, aunque su nombre nombre real es otro. otro. Listo como el solo. Domina cuatro cuatro idiomas. idi omas. Viaja por todo el mundo con una soltura que envidio. envidi o. Sus libros han sido publicados a varias lenguas. “Voy a Asturias. A firmar ejemplares de mi último libro. Iré a verte”, me dijo. Pruvia se llamaba el lugar donde yo vi vía en el centro centro de Asturias. Asturi as. Antón se acababa de comprar un GPS para el coche, “para llegar fácilmente a cualquier sitio”, había dicho. “Con un GPS –me contaba por teléfono antes de partir– cualquier persona va donde quiere, sin necesidad de conocer los lugares ni los caminos, sin necesidad de preguntarle a nadie”. “Tú y tu GPS y un coche: eso basta”, afirmó. Y algo de razón llevaba, pero no había tenido en cuenta las limitaciones reales de su orientador mecánico. Antón escribió escribi ó “Pruvia” para que el GPS le guiara a donde quería llegar. llegar. Debía estar conmigo a las doce y a las dos me llamó desde Trubia, a 29 kms., y a más de una hora si no sabes realmente cómo moverte entre caleyas asturianas. No consiguió dar con Pruvia por más que se lo volvió a marcar a su flamante GPS. Tuve que salir a su encuentro cuando decidió no seguir y aparcar en la cuneta. Quizá su GPS no era bueno. Quizá sólo falló aquella vez. En el laberinto de los sentimientos equivocarte una sola vez puede dejar una huella infinita.
Laura me llamó a la radio LAURA también llegó a pensar que no le serviría ningún GPS en la desorientación desorientaci ón ersonal que sentía. Llamó un lunes al consultorio radiofónico radi ofónico que atendía cada semana. “Verás, Fernando, mi problema es que no logro ser feliz”, resumió. “Lo deseo y no sé cómo conseguirlo. consegui rlo. Deseo ser importante i mportante para alguien, algui en, amar y ser amada. Sentir que me necesitan. Ser feliz. Pero no tengo ni idea de cómo lograrlo. No sé si es que hasta ahora he tenido muy mala suerte, no sé si en verdad la felicidad es una utopía o es que
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soy yo la culpable. No sé hacia haci a dónde tirar ti rar.. Dime, Di me, ¿qué hago?”. A Laura no le servía un GPS, porque porque no sabía qué indicarle, indi carle, dónde encontrar lo que tanto deseaba. Ni siquiera podía estar segura de si ella podría alcanzarlo. Intuía que debía cambiar muchas cosas. Cuando alguien está mal, cambiar es mejorar. Ya lo sabía. Pero Pero hacia dónde caminar. caminar. Qué indicar indi car a su GPS. Lo ignoraba y por eso no encontraba su sitio. A sus treinta y dos años no sabía qué podría indicar a su GPS. Pero Pero necesitaba necesi taba moverse.
Sergio desconocía el lugar A SERGIO tampoco le si rvió su GPS. Él quería salir sali r del pueblo donde había nacido. Le asfixiaba. asfixi aba. El mundo era muy grande y ansiaba encontrar hueco en él, quizá para volver más crecido. De momento, se sentía apresado por un espacio cada día más estrecho. Quería llegar a donde el corazón y su cabeza le acompañaran. Deseaba poder comprar un GPS e indicarle el nombre de un lugar que no fuera muy populoso. Que no uera la capital de la que dependía su pueblo, más de lo mismo. Ni un lugar muy lejano, en el que pudiera sentirse desarraigado. Solo conocía los pueblos cercanos al suyo. Tan escasos kilómetr ki lómetros os no eran suficientes. sufici entes. Y le parecía parecía una ingenuidad ingenui dad optar or ciudades míticas como Nueva York, París, Roma, Lisboa, Estambul..., hechas más de leyenda que de oportunidades para él. El problema problema era que aunque sabía que debía cambiar de lugar, lugar, no conocía lugares lugares donde realmente podía hacerlo. Como a menudo pasa en los sentimientos. Lo que realmente necesita el ser humano no es un GPS. Los GPS, si funcionan bien, sólo indican caminos que desconocemos, pero a lugares que sí conocemos, aunque sea de oídas, para indicárselo al GPS. No sirven para guiarnos en el laberinto de los sentimientos. Porque no sabemos cómo se llama, cómo es ni dónde está ese lugar al que podemos llegar si acertamos en el camino. Si lo conociéramos, ya no sería el más estimulante de los horizontes al que podríamos aspirar. Los grandes horizontes son por definición desconocidos en lo concreto y sólo pueden intuirse difusamente. Nos dirigimos hacia ellos, sin saber en qué consisten exactamente hasta conquistarlos. Para llegar a la máxima felicidad –y es posible– necesitamos desenredar la madeja de nuestra vida. Encontrar la salida de nuestro particular laberinto de sentimientos. Un laberinto que somos capaces de recorrer tan solo mediante lo que vivimos. Todo lo que
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vivimos. Por eso, todo lo que nos sucede realmente importa. No necesitamos necesitamos un GPS, GP S, ya que no sabemos dónde ir, ni lo que nos espera. Quien Quien crea conocer su destino, se pierde el gran destino que le aguarda si camina más. Quien desee dar con la auténtica salida en su laberinto de sentimientos, la felicidad plena, lena, tiene tiene que apartar su GPS. GP S. Para Pa ra no confundir confundir lug ugares ares conocidos conocidos con los que en verdad le aguardan, siempre más grandes y felices de los que sospecha antes de alcanzarlos. No es un GPS GP S lo que necesitamos necesitamos en nuestros sentimi sentimientos. entos. Sino Sino una buena brújula. brújula. Cuyo imán no esté viciado y no nos confunda con un falso norte ni un errado sur. Una brújula porque no conocemos realmente el mejor de los caminos. Demasiado lejano para reconocerlo. Aunque sí sabemos en qué dirección está. Necesitamos ecesitamos a cada paso reconocer sólo sólo el Norte y el Sur. P untos fiabl fiables. es. Saber cuándo nos desviamos o aproximamos. Cuando vamos al Este y cuando al Oeste. La felicidad que buscamos está cerca del Norte, algo inclinado hacia el Este, como veremos. Por tanto, el NE es el punto al que debemos dirigirnos siempre. Avanzando entre callejones y trampas: falsas salidas. Con una brújula para todos accesible, porque está en nuestro ser impresa. En nuestra inteligencia y en lo que queremos. Basta desempolvarla y aprender a interpretarla con el uso. Ser feliz es fácil con esta brújula. Con ella, el camino de nuestro laberinto de sentimientos se convertirá en una aventura que engrandecerá nuestra inteligencia y nuestro ánimo. Y hará que no caigamos en ese club de la mayoría de adultos que se confiesan soportablemente infelices, y que están muy cerca de ser ellos mismos los insoportables. Hemos de aprender a sortear los principales callejones sin salida que se presentan ante los sentimientos de todos los seres humanos sanos, para poder evitarlos y acertar con la salida. Una salida que nos llevará a la plenitud y satisfacción que ni siquiera sospechamos al inicio del laberinto. Una experiencia, la salida, a la que nunca llegaríamos sin la fuerza que nos proporcionan los sentimientos.
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2 LA PRIMERA TRAMPA: YO Durante un programa programa de televisi ón, una periodista, periodi sta, de unos treinta treinta años, me reguntó: ¿Y realmente todos somos capaces de lograr la felicidad? Por supuesto, respondí. Pero no se conformó: ¿Y no será que nos engañamos y realmente la felicidad no es posible? Buena parte del resto del programa quise demostrar cómo la felicidad es más asequible de lo que parece, pero tiene que ver con resolver la maraña de la vida. Lo que sólo puede hacer cada uno por sí mismo. Porque Porque cada uno es el principal princi pal responsable responsable de su propia propia vida, de su propia propia libertad, de su propia voluntad y su felicidad. La clave está en acertar con el camino correcto en el laberinto de nuestros sentimientos. Un camino que tiene su lógica y siempre nos presentará las pistas necesarias nec esarias para dar con la salida y el éxito. éxi to. Comienza a andar. Por ti. Tú. Sin esperar a nadie. Al poco de iniciar el camino, nos encontramos con la primera trampa. En ella caen los que creen que el camino es corto. Empezar para acabar. Dar vueltas a una rotonda. Girando en torno a un centro: ellos mismos. Su YO. Cuanto antes se madura, antes abandonamos ser nosotros mismos nuestro propio centro y lo cedemos a lo que más nos importa: siempre otro. Hay quienes, sin embargo, pasan su vida vida dándole dándole vueltas vueltas a su YO. Mareados o acostumbrados. Tanto, que pierden pierden el sentido de la realidad y la perciben como un círculo sin salida, con atracciones, inercias y equilibrios nuevos en cada vuelta, pero la misma al cabo. No ven más salida. La costumbre y la velocidad de sus vueltas, sobre su centro, hace que no perciban más a su alrededor que ellos mismos, sus gustos, sus necesidades, su conveniencia, su hartura y su soledad. Esto es terminar el camino al poco de iniciarlo. Es la trampa más torpe. Pero muchos son los que caen en ella. Los que acaban por no avanzar, solo dar vueltas, sin rectificar. Son éstos los egoístas inmaduros. Los que se convencen de que no hay más camino que ir cada uno a lo suyo. Sin más salida. Y no son felices. Porque la infelicidad se asegura si no se recorre el laberinto de la vida. Los que intentan no complicarse la vida más allá de lo que la vida se lo imponga –que siempre es más de lo que les gustaría–, ignoran que su ovillo tiene nudos que sólo ellos pueden deshacer y que les apretarán
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mientras no los desaten. A muchos les parece demasiado tortuosa la idea de tener que poner de su parte para lograr un premio que no imaginan y por eso creen que no desean. Pero sí lo hacen. “El hombre no puede no querer la felicidad. La quiere siempre y en todo y mediante todo”, escribió Juan Pablo II. Como defensa argumentan que uno debe dejarse llevar por sus sentimientos sin intentar guiarse a sí mismo en ellos. Defienden que mientras sientas algo, ese algo es bueno. Y ocultan que les da igual igual el daño que hacen a otros o a sí mismos. mismos. P arece que nada es igual para ellos, pero todo lo es. Piensan que sus sentimientos no tienen más resultado que su propio sentir e ignoran el daño que pueden hacer con ellos o no les importa. Desconocen al cabo lo lejos que podrían llevarles sus sentimientos (a la felicidad), si los unieran a su inteligencia y voluntad. Quienes viven en torno a su YO se limitan a convencerse de que realmente la felicidad es imposible o simplemente que ellos no han sido de los afortunados en lograrla: cuestión de mala suerte. Hemos de ser más astutos. Conducir nuestros sentimientos a algo superior. Un porqué, un para qué y un qué exactamente. Parece difícil, pero no lo es. Al revés, quedarse en este callejón sin salida del YO entorno a nosotros mismos, sin preocuparnos por más que lo que sentimos nosotros y lo que deseamos, eso sí es complicarse para siempre la vida.
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3 UNA BRÚJULA Me encontré con Yago, Yago, al que no veía ve ía desde que dejamos el colegio, colegi o, hacía veintiséi vei ntiséiss años. ¿Cómo va tu vida?, pregunté. No quieras qui eras saber –me di jo. Mi vida vi da tiene ti ene poco que ver con lo que imaginaba i maginaba cuando niño y aprendimos en el colegio. Pero con frecuencia pienso que algún día seré capaz de cerrar el círculo. Todo se andará. Lo importante es no perder el Norte, ¿no? El orte siempre será el Norte, –concluyó. Mi amigo lo encontrará, estoy seguro. seguro. Pensé entonces que teniendo el rumbo, lo demás es cuestión de viento y no estorbar mucho. Se lo dije y sólo le pregunté: ¿Y tienes brújula? La brújula es necesaria para llegar a donde queremos. Con brújula y rumbo vendrá entonces preocuparse por la fuerza y la velocidad con la que llegar. Pero antes es necesario un rumbo claro y, para ello, sacar previamente la brújula que todos tenemos incorporada entre nuestra cabeza y nuestro corazón, nuestra razón y nuestro espíritu. Unida a ambos. ¿Qué hacer con ella?, ¿cómo utilizarla?, ¿hacia dónde orientarla y cómo interpretarla? El rumbo de nuestra felicidad como seres humanos nos lo dicta inevitablemente nuestra capacidad de amar y ser amados infinitamente, nuestra inteligencia casi infinita de la que sólo empleamos aproximadamente el 20% de su capacidad. Nuestra poderosa posibi osibillidad de razonar hasta lo desconocido. desconocido. De dar respuesta a lo que atormenta, complace y ensalza. Capaz de degradar también al hombre y a la mujer. De dar soluciones inéditas a problemas ancestrales. De superar la experiencia y conjuntar con ingredientes y cocción nueva –como nunca antes en la historia de la humanidad se haya hecho– cuanto se sabe, se conoce y se desea para alimento y disfrute de todos. Y nuestra capacidad de emoción y de superar circunstancias. Pero para acertar, el rumbo de nuestra felicidad debe marcar al Norte. Con inclinación hacia el Este. Lo iremos descubriendo en los capítulos que siguen. Descubriremos por qué. Para ser felices debemos andar el camino que nos lleve al NE. Con independencia de que en su conquista encontremos montes, ríos, cumbres, valles que nos desviarán
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momentáneamente de la dirección. Para eso están precisamente las brújulas, para saber hacia dónde vamos cuando caminamos con pasos contradictorios con el rumbo, para saber cómo recuperar la dirección que queremos, después de vadear un obstáculo o tras perdernos poco o mucho tiempo. La brújula es sencilla. La llevamos siempre con nosotros y no se gasta. Sólo hemos de preocuparnos de caminar guiados guiados por ella. ella. Desvelemos por el momento lo suficiente para seguir. En la metáfora que mantenemos de la brújula en el laberinto de los sentimientos, el SUR es el YO. Entonces, si hemos dicho que la salida está en el Norte con desviación al Este, quiere decir que está casi en lugar opuesto a nuestro YO. Pero podríamos preguntarnos: cómo es posible lograr mi Felicidad alejándome de mi YO. Si precisamente soy YO quien quiere ser real y plenamente feliz. Habría que decir: confiemos por ahora. Reservemos esta respuesta. Al final encontraremos nuestro yo verdadero en la plena felicidad. Pero hay que recorrer el laberinto para salir de él: desenmarañar la madeja de nuestra vida. Si abandonamos el yo supremo, se nos abre un sendero. Todos hemos de partir del YO, pero también, alejarnos del mismo. Dejar nuestro Sur. Hay quienes prefieren no mirar la brújula: engañarse. Prefieren pensar que la flecha de la brújula es la que engaña. No es así. La Tierra y su imán no engañan nuestra brújula. La realidad es como es y acaba siempre imponiéndose tozudamente. Necesitamos la brújula rújula precisamente precisamente para cuando dudemos de la reali realidad, que eso sí es propio propio de nuestra inteligencia. Tanto como acertar. Pero al tiempo puede que nuestra brújula alguna vez se estropee. Se imante. Pierda la orientación. De ahí que, de vez en cuando, convenga confirmar la orientación de nuestra brújula rújula con la de otro. Mejor, Mejor, con la de quien quien tenga tenga más avanzado su camino en el laberinto, esté más cerca de su propia felicidad, tenga mayor experiencia, nos produzca mayor fiabilidad. Es difícil que dos brújulas fallen indicando el mismo error. Sobre todo, si la primera se encuentra en un lugar más adelantado. Si ya superó con éxito nuestra propia ropia encrucijada.
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4 EL CALLEJÓN DE LA CURIOSIDAD Recuerdo Recuerdo una profesora profesora de Árabe que tuve en la Universidad Universi dad de Valladolid. Sus consejos eran tan estridentes como su forma de maquillarse y vestir. A menudo, con un café en la mano, en el departamento o en la cafetería, solía repetirnos una misma cantinela a los alumnos: “Hay que salir, hay que salir, no os quedéis en casa. A mí el techo se me cae encima y las paredes me ahogan”, decía. “Hay que salir. A arrakech, Rabat, Arabia, Túnez… o a Japón, pero salir. No descubrir nuevos lugares es morir”. Tras superar el dominio autodestructivo del YO absoluto, se nos abre un sendero. El sendero donde la vida parece empezar a complicarse, como cuando comenzamos a desatar un nudo en un ovillo. Pero precisamente en remover los cabos de ese nudo, tirando y aflojando, está el inicio de su disolución como tal. Con todo, a lo largo del sendero acertado, se abrirán con frecuencia callejones sin salida: los callejones de la curiosidad. La curiosidad se presenta culturalmente tan atractiva como la sensación de libertad o la mayoría de edad, con las que se tiende a relacionar. Pero no es una ni otra. Más bien sus contrarias. La curiosidad es como una planta carnívora gigante que crece sin control en medio de una exuberancia salvaje por definición desordenada. Como las plantas asesinas, despliega su atracción, consistente en sus colores vivos, ternura, engañosa belleza, fingida inocencia, dulzura o vistosidad. Engaño en definitiva. Popularmente suele considerarse la curiosidad una fuerza motivadora, positiva, que contiene en sí la energía de hacernos aprender más, tener más experiencias. Lo primero no es cierto, lo segundo sí. Explicaremos esto por la enorme importancia que tiene en muchas vidas que creen haber vivido ya mucho no habiéndolo hecho apenas. No es cierto que la curiosi curiosidad dad nos haga aprender. Lo que nos hace aprender es esa tendencia sana que los seres humanos más libres sienten por descubrir la verdad. Buscar la verdad nos hace libres e inteligentes y encontrarla, más sabios. Buscar la verdad y ser decididos no es ser curiosos. Encontrar la verdad nos satisface y sacia, la curiosidad sólo crea hartazgo, frustración, ansiedad e insatisfacción. Pero dijimos que la segunda parte de la sentencia era cierta: nos proporciona
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experiencias. Aunque con matices. Lo realmente novedoso es la verdad. Y hay quienes dejándose llevar por la curiosidad sólo encuentran una y otra vez una única experiencia, esa a la que está acostumbrado: la experiencia de sí mismo, su comodidad, sus ya repetidos conocimientos, sus propias conclusiones una y otra vez. Así, por ejemplo, un profesor que repiti repitiera era año tras año los mismos mismos recursos con los alumnos, alumnos, dando clase clase treinta años de igual forma, sólo tendría una experiencia repetida treinta veces. Igual, quien se busca a sí mismo en todo, acaba por repetir la experiencia sin enriquecerse y perdiéndose erdiéndose la infini nfinita ta gama de sensaciones sensaciones que puede experiment experimentar ar cuando en lug ugar ar de la curiosidad lo que le mueve es la verdad, incluso sobre sí mismo: una verdad comprometedora. La diferencia entre curiosidad y búsqueda de la verdad puede parecer sutil, porque en nuestra cultura la hemos identificado con demasiada superficialidad. Sin embargo, son muy diferentes. La curiosidad es fruto de la inmadurez. La verdad, de su contrario. Curiosidad es buscar la parte de la verdad que sólo se adecua a lo que hacemos o deseamos hacer. No aceptarla si nos exige cambiar. Curiosear es buscar sentir sin más fin. Aunque nos empeore como personas. Lo que en el fondo hay detrás de la curiosidad es el intento vano de un imposible: verse coronado emperador en el centro de algo perfecto con el mundo a los propios pies de una forma más o menos camuflada. Verdad es la madurez, dijimos. Buscarla es predisponerse a ella. Por el contrario, la curiosidad excesiva conlleva inmadurez. No jovialidad ni vitalidad siquiera. Como consecuencia de la inmadurez, la persona muy curiosa es un ser insatisfecho. Un ser que no encuentra su plenitud porque no descubre la grandeza real de la verdad que le rodea y busca ingenuamente que la realidad sea diferente. El curioso se adentra en una y otra experiencia, inútilmente, queriendo encontrar lo que nunca hallará: verse coronado en ellas. Se aleja de la verdad y por tanto de la plenitud, la felicidad, la posibi osibillidad de satisfacción satisfacción.. El curioso curioso por eso cada vez se siente siente más insatisfecho. nsatisfecho. Y ansía su próxima experiencia. Alimentando así la inmadurez que de no controlarla, podría llevarle incluso hasta la enfermedad. La curiosidad es un callejón cómodo pero, pese a su buen nombre, es un callejón de paredes curvas y deslizant deslizantes, es, fácil de recorrer, difíci difícill de desandar. desandar. Embaucador. Embaucador. Desorientador. Que nos aleja de la verdad, de la plenitud, de la satisfacción, de la felicidad… de la salida.
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5 MAPAS Y CAMINOS: QUÉ SENTIMOS Gerardo y yo fuimos al mismo colegio. Ahora, él era conocido dentro y fuera de España por sus aventuras, sus documentales y reportajes televisivos. televisi vos. Al i niciar nici ar una entrevista tras su vuelta de una ruta que le había llevado por más de 30 países del mundo, el periodista le preguntó: “¿Se requiere mucha preparación, documentación, ara un viaje así?; porque supongo que es preciso planos de todo tipo para conducirse or senderos de países tan abruptos y zonas tan poco exploradas”. “Lo más importante –respondió Gerardo– es conocer a qué tienes que enfrentarte: uerras, huracanes, naufragios… A veces más que los mapas, lo importante es conocer los obstáculos y cómo funcionar ante ellos”. El camino de nuestros sentimientos no será recto. No lo somos nosotros. A menudo el camino se hará lento, nuestros pies parecerán pesarnos más. Cuesta arriba, nuestros pies se harán pesados. Incluso podrán perder la seguridad de seguir. Por eso es importante preguntarse y preparar qué tendremos que saber antes de echar a andar para llevar el camino y sus dificultades lo mejor posible, andar más y con menor desgaste. ¿Qué calzado será el adecuado para nuestros pies singulares? ¿Qué técnica deberemos emplear? ¿Cada cuánto tiempo pararemos? ¿Qué comeremos en el camino cuando sintamos hambre? ¿Dónde pararemos cuando nos pueda el cansancio? Es propio de un camino sentimental, emocional, afectivo, que se haga a tramos costoso, difícil, complejo, y que a rachas se oscurezca. Por ello, para orientarse en nuestro laberinto de sentimientos y para aprovechar y adecuar nuestro caminar a cuanto necesitamos, necesitamos, hemos hem os de saber qué y cómo sentimos sentimos realmente. Nosotros particul particularmente. armente. Somos emocionales y eso nos hace variantes, también más ricos. Pero qué es lo que realmente sentimos en nuestro laberinto, ya sea al andar o al estar parados. Aunque popularmente solemos decir que lo que sentimos son sentimientos, en realidad llegamos también a sentir otras realidades: las sensaciones por ejemplo, que son diferentes a las emociones, cómo éstas lo son de los sentimientos propiamente dichos y también difieren del amor. Sentir sólo es sentir. Sentir no es amar. Los que no aman también sienten. Aunque no basta sentir sentir para ser feli feliz. Quien Quien no ama no puede ser feliz. feliz. No basta por ell ello sentir. sentir.
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Sentir es algo. Pero insuficiente. Al menos básicamente, hemos de saber distinguir lo que sentiremos, para preparar qué haremos cuando lo sintamos.
Primero, las sensaciones: Lo primero que sentimos, lo más básico, son las sensaciones. Según la Real Academia de la Lengua Española, la sensación es “la impresión que las cosas producen por medio de los sentidos”. Quien tenga sentidos, tiene sensaciones. Todos sentimos. No es cierto que haya personas insensibl nsensibles. es. Incluso Incluso la mayoría de los enfermos que padecen una alteración alteración grave de la sensibilidad común. Todos somos más o menos sensibles, afectivos, emocionales. Especialmente los medianamente sanos. Eso sí, unos están más atentos que otros a estas sensaciones llegadas de los sentidos y, sobre todo, unos más que otros saben qué hacer con ellas. Todo nos llega a través de nuestros siete sentidos: los clásicos gusto, vista, tacto, olfato, oído y los más recientemente incluidos sentido del equilibri equi librioo y el interior (que se encarga de que sintamos dentro de nuestro cuerpo, por ejemplo, un dolor muy localizado, un pinzamiento, un dolor de garganta, una irritación al toser, etc., que no es el tacto, cuyos órganos de percepción son exteriores). Pues bien, todo lo que percibimos nos llega por medio de uno o varios sentidos, y a cada información que nos transmite algún sentido le llamamos una una sensación sensación . ¿Qué pasa cuando llegan las sensaciones? Cuando una sensación nos llega sobre algo, interviniendo nuestra inteligencia, memoria e imaginación también, surge en nosotros un concepto. Varias sensaciones se unen y crean una emoción. La conjunción de varias emociones añadidas a varios conceptos, genera en nosotros un sentimiento y un conocimiento más complejo. Movidos por nuestros sentimientos, por numerosos sentimientos entrelazados, podemos llegar al amor, la culminación de todos los anteriores (sensaciones, emociones y sentimientos). El amor nos lleva hasta la cumbre del conocimiento de la persona que se ama y culmen de quien ama también… Cumbre de cuanto puede llegar a ser: sólo se es más, si más se ama. Lo importante al final es, por tanto, amar y lo que amamos. Pero el amor comienza en las sensaciones. Incluso el amor más espiritual, el sobrenatural, el que los creyentes pueden sentir por Dios, la Virgen o los santos, se apoya en los sentidos. Todo comienza en los sentidos. En el oído (escuchar por ejemplo las
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historias que narran los padres, fiables transmisores). En la vista: para sentir imágenes que le ayudan a comprender parte de la realidad sobrenatural, o para leer sus misterios incomprensibles. En el tacto (tocar el paso de las cuentas de un rosario, por ejemplo, como escalones en una petición que acerca a lo que se pide). O el olfato (que si es a viejo, a rancio, a mojado o a desagradable, puede dificultar la concentración, el ánimo y el optimismo espiritual, la confianza, exigiendo un plus de fe y de esfuerzo). Etcétera.
De las sen se nsacione sacione s a las em e mocione ocione s Varias sensaciones conforman una emoción, dijimos. Una sensación es, por ejemplo, que el corazón nos lata más rápido. Otra sensación que las piernas nos tiemblen. Las dos sensaciones, se asocian a otras y forman el miedo, que es ya una emoción. Pero, ¿las emociones se forman solas, involuntariamente? Las sensaciones se convierten en emociones cuando llegan a nuestra cabeza. Es decir, cuando las pensamos. Cuando las interpretamos en nuestra razón. Cuando las llenamos de sentido, más o menos conscientemente. Las emociones, por su parte, tienden a relacionarse racionalmente para conformar sentimientos. De forma que razón y emoción, o como popularmente expresamos: cabeza corazón, no se separan en el registro sano de sensaciones, en la creación de emociones, en la elaboración de sentimientos. Ni tampoco en un sano uso de la propia razón, que para ser completa y sana ha de estar e star acompañada de nuestro corazón. Arthur Freeman, Profesor emérito de Psicología de la Universidad de Filadelfia, ya en el año 2000 defendía que “ la interpretación de la sensación que nos lleva a una determinada emoción, está controlada por la conciencia. Y que para que tenga sentido la emoción, nos ha de llevar a un fin”. Esto implica que desde las partículas de información más pequeñas que conforman nuestras emociones, es nuestra conciencia la que las va dirigiendo a un fin, y les da sentido. El mismo sentido que nuestra conciencia dará a nuestros sentimientos y amor, siguiendo ese fin. Nuestra concienci concienciaa y el fin fin que nos mueve, ambos unidos, unidos, llenan de sentido sentido cuanto sentimos. La conciencia buscará llevarnos a ese fin. Los dos juntos serán los grandes artífices de nuestra felicidad emocional y racional, puesto que ya explicamos que son inseparables en la práctica. Al menos en una mente sana: un corazón sano y una cabeza sana, ambos residen en él único ser humano que vivimos.
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De esto se deduce la importancia que tiene una conciencia formada, ágil, habituada a ser escuchada y por tanto a hablarnos. También la importancia de tener un fin adecuado a nuestra naturaleza y nuestro ser, para lograr una sana vida emocional y racional. Salud que nos conducirá a la felicidad. Podemos ser felices si tenemos una vida sana (racional y emocionalmente), y la tendremos, si interpretamos con libertad nuestras sensaciones, nuestras emociones, nuestros sentimientos y nuestro amor, mediante una fuerte conciencia y un fin adecuado, un fin diseñado a nuestra altura, el que nos merecemos todos. Un fin que dé sentido a cuanto sentimos. Que nos pueda hacer inmensamente felices. Por encima de nuestras limitadas expectativas personales. Entretanto, el día a día nos dice que deberíamos conocer mejor cómo llegan, cómo funcionan y qué podemos hacer con nuestras emociones. Las agradables y las desagradables.
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6 APROVECHAR LOS SENTIMIENTOS Todo lo que cuentas –me dijo alguien en el coloquio de una conferencia–, sobre racionalizar los sentimientos y provocar que dialogue la cabeza y el corazón, está muy bien, pero en realidad hoy en día el mundo ya no se mueve por las ideas –afirmó–, el mundo sólo lo mueve las emociones. ¿No nos iría mejor si siguiéramos sólo a las emociones? Nuestro primer primer mundo vive vive una cultura cultura en la que las emociones emociones incli nclinan nuestra balanza alanza cada día. Si un espectador medio de un programa de televisión escucha a dos personajes discutir, cree que lleva la razón –la tenga o no– aquél quien más le conmueve, porque generalmente decide más con la emoción que con su razón. Si queremos convencer de algo a alguien, empleemos un argumento emocional, dirijamos primero al menos nuestro argumento a su corazón y tendremos muchas más probabil robabilidades de lograr lograr nuestro objetivo que con un argumento argumento exclusi exclusivamente vamente racional. racional. Pero… ¿esto siempre es sano?..., ¿incluso emocionalmente? Hasta mediados del siglo pasado, las ideas movían el mundo. Hoy hay quienes afirman que es movido por las emociones. ¿Es así? ¿O simplemente lo que ocurre es que al no haber ideas, el mundo no evoluciona, permanece sin progresar y por tanto desgastándose sobre sí mismo? Los grandes y pequeños avances de toda la humanidad han procedido siempre del mundo de las ideas. Las emociones –importantísimas– son las que estimulan que surjan estas ideas, que las pongamos en práctica o que las sigamos. Pero una sociedad donde no se fomente la importancia de las ideas y a cambio se magnifique el protagonismo de las emociones, es una sociedad fofa, lánguida, que se relame sin curar sus heridas, sin resolver sus problemas, sin avanzar, sin mejorar, sin progresar. Por qué las emociones tienen tanto protagonismo es algo muy interesante, pero nos alejaría mucho del núcleo de este libro. Es algo que ya analicé en el libro: “ Las complicaciones del corazón”. Lo que es cierto es que tanto emociones como pensamientos se generan en los mismos individuos. Aunque nuestra cultura desde la Edad Media se refiera al corazón como el
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órgano donde se gestan y residen las emociones y sentimientos, realmente sólo se gestan como tales y permanecen en nuestro cerebro. El cerebro rige. Nuestro estómago, por ejemplo, también puede recoger y formar un grupo de sensaciones, pero las emociones como tales llegan al pasarlas por nuestra mente y darles un sentido, como ya hemos señalado. El que hoy parezca que el mundo es movido por las emociones y no por las ideas, es una reacción lógica al exceso histórico de racionalismo. El ser humano se conmueve, se pone en marcha, se solid solidariza, ariza, se siente siente interpelado nterpelado inelu ineludi dibl blemente emente y no puede resisti resistir r actuar, ante la llamada de su emoción. Es un hecho en la mayoría de nuestros conciudadanos del mundo. Eso en sí no es malo y puede ser muy bueno. No obstante, hemos de saber que el recorrido de nuestra emoción es muy corto. Cuando por ejemplo sentimos que alguien necesita compasión o ayuda, comprensión o usticia, y lo vemos en imágenes emocionantes con una música emocionante, entonces nuestras emociones se disparan. Sentimos un enorme deseo irresistible, un grito imposible de silenciar que parte de nuestras entrañas y llega a nuestra cabeza. Pero fugazmente. Nuestra voluntad parece desear una acción, movernos, hacer algo, sin embargo muy pronto esa decisión voluntariosa parece decrecer y diluirse primero en nuestra sangre entera y luego pasar a nuestra piel y evaporarse al final. Quedando un tibio recuerdo primero y un confuso olvido después, cuando surge otra imagen con otra música emocionante y sustituimos la primera fuerte emoción por otra nueva. Y no llegamos a actuar, ayudar realmente, ni a transmitir al que sufre nuestra comprensión ni nuestro consuelo ante la injusticia. De manera que nos vamos acostumbrando, sin darnos cuenta, a que la mayoría de nuestras emociones y sentimientos buenos acaben siendo estériles, porque no llegan a la acción, a la vida, al otro. Hoy las emociones son protagonistas, y por eso muchos sienten mucho por lo que pasa a su alrededor alrededor,, pero pocos hacen algo algo por cambiarl cambiarloo y lo cambian.
Síntomas de una vida emocional desordenada Tenemos una vida emocional desordenada, si: Nuestras emociones no se corresponden con una jerarquía clara, con un fin fin que nos propone nuestra conciencia como bueno. Cierta, fría y racionalmente también. No podemos sacudirnos sacudirnos sin sin confli conflicto las emociones emociones que nos alejan alejan de ese fin fin que encabeza nuestra jerarquía.
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No somos capaces de frenar alg algunas emociones emociones que viol violentan entan lo que deberíamos ser, hacer, sentir. O no logramos potenciarlas y aprovecharlas hasta la acción –hechos– cuando son emociones que nos motivan para llegar a ser lo que deseamos, también en calma. No podemos aisl aislar ar las emociones, emociones, diferenciánd diferenciándol olas, as, evitando evitando agrandar agrandar el problema roblema que supone unirlas. unirlas. Tiene una vida emocional desordenada, quien ve con claridad que no debe hacer algo o no quiere seguir haciéndolo, pero no cesa de hacerlo. Quien por tanto hace lo que no quiere, sólo porque siente un impulso irresistible. Quien hace algo, sólo si lo siente. Quien piensa de una forma, pero actúa de otra. Quien disfruta teniendo sensaciones e incluso las provoca, pero luego no crea con ellas ningún sentimiento válido. Por ejemplo, quien ante algo bello –pongamos un paisaje– sólo piensa qué bien y no qué bello es este sitio, qué bien hecho está el mundo pese a tantas cosas malas que alberga, o sentimientos más profundos si se quiere, como qué suerte tengo con este momento, con mi vida, con quien me ama. O por ejemplo, si alguien nos acerca un refresco y sentimos qué bien se está ahora bebiendo y no vamos más allá tras esta primera sensación, pensando quizá qué agradable la persona que me lo ha traído, qué agradable que me quieran tanto, si es mi amado/a quien me lo ha dado sin pedirlo, o qué agradable es poder tener este rato de descanso y poder pagar con el dinero fruto de mi trabajo este local donde sirven refrescos en momentos como este. También es desordenado emocionalmente quien se enamora de forma platónica y prefiere no desvelar sus sentimientos ni siquiera a la persona amada, por temor a no ser correspondido. Quien no le importa lo que los demás están sintiendo. Quien cree que está solo en el mundo y nadie le aprecia. Quien piensa que el mundo es cruel con él y está mal hecho. Quien cree que todo lo hace sin ayuda, que nadie ha contribuido decisivamente a que haya llegado a donde lo ha hecho ni a ser como es. Quien piensa que debe ser el centro de todas las atenciones: siempre o en una determinada ocasión. (Quien lo piensa siempre tiene una vida emocionalmente desordenada siempre, y quien lo piensa en un determinado momento, la tiene en
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ese momento). Quien no ama más a otros. Quien no dedica sus ilusiones y empeño más noble a las personas, luego a los animales, a las plantas en tercer lugar y a las cosas al final. En el trabajo, en la vida familiar, social, en los ratos de ocio y en todos los ámbitos. Entre otros síntomas.
Consecuencias A la vida emocional desordenada le sigue necesariamente una vida intelectual desordenada. Con ambas perdemos energía, pero también claridad a la hora de pensar, tomar decisiones, evaluar las consecuencias, la gravedad de los problemas, etc. Y junto a la pérdida de energía y claridad, nos acompaña la falta de reflexión y la falta de voluntad. Con una vida emocional desordenada pasamos a desear intensamente grandes cosas, deseamos hacer grandes hazañas, afrontar grandes retos, aspirar a grandes conquistas. Pero sucumbimos ante todas ellas, porque sólo nos movemos en el ámbito de los deseos. Deseamos querer hacer y no hacemos. Deseamos querer llegar y no nos movemos. Deseamos querer ser y no somos. Queremos cambiar y no cambiamos. Porque cuando emocionalmente somos desordenados nos ilusionamos con fines que nunca llegan, porque no ponemos los medios para log lograrlos rarlos.. Por el contrario, como se deduce de lo anterior, una emotividad ordenada da una razón ordenada y en consecuencia mayor energía, claridad de reflexión, acierto, dominio y voluntad. Pero qué pasa si no tenemos muy ordenada nuestra emotividad. Qué podemos hacer si en algunas ocasiones presentamos alguno de los síntomas que hemos descrito, aunque sea ocasionalmente. Sea nuestro caso el desorden habitual o sólo algunas veces, hemos de saber que en cualquier circunstancia, edad y ocasión, siempre podemos empezar a ordenar nuestras emociones. Con mayor o menor dificultad dependiendo del hábito de desorden que tengamos. Pero siempre se consiguen avances extraordinarios, si nos empeñamos en que nuestra emoción dé fruto y un fruto que revierta con hechos en los demás.
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7 DOMINAR Y EXPRESAR LAS EMOCIONES Sara era una chica inteligente, brillante en muchas cosas, buena estudiante. Triunfadora socialmente. Sus padres hablaban maravillas siempre de ella. Sus amigas también. Los chicos más queridos del colegio deseaban lograr su atención. Pero, con todo, ella decía que no era feliz. A veces, según decía, había salido con chicos que ni siquiera siqui era le gustaban. No disfrutaba sabiendo que les alimentaba una expectativa que se tornaba sufrimiento sufrimi ento pronto. pronto. No se sentía orgullosa orgullosa de hacerlo, pero pero cada jueves quedaba con alguien, aunque supiera que no hacía ningún bien a esos chicos a los que utilizaba. “No lo puedo evitar”, repetía. “No soporto la idea de quedarme sola en casa no tener con quién quedar para dar una vuelta”. Confesaba no tener en cuenta nada más. “¿Y eres así infeliz?”, le preguntaba yo. “Sí, porque todos creen que hago lo que quiero y salgo con quien quiero, pero la verdad es que soy muy débil, me da mucho miedo quedarme sola, como mi madre, y desearía poder encontrar ese chico con el que cada chica sueña y nunca llega. Nadie sospecha que por ese miedo soy más vulnerable que ninguna otra chica, que me agobio hasta lo insoportable. Si lo supieran, podrían aprovecharse de mí. Por eso no se lo cuento a casi nadie. Además, no me creerían y, sobre sobre todo, no me ayudarían. No tengo solución..., solución. .., porque porque nadie sabe cómo soy realmente”. Todas las emociones tienen un sentido. Un porqué y una conveniencia si sabemos cómo guiarlas. Hay emociones que nos benefician y otras que nos perjudican. Pero todas hemos de afrontarlas. Tomar sus riendas. Protagonizar nuestra propia vida, que para eso la vivimos. Las emociones no hay, por tanto, que reprimirlas. No hay que eliminarlas. No hay que acallarlas. No hay que ignorarlas. No hay que temerlas. No han de avergonzarnos sean cuales cuales fueran. Lo que hay que hacer con ell ellas es aprender a conducirl conducirlas as razonablemente. Nuestra razón, nuestra cabeza como se dice popularmente, ha de indicarnos el “ peso” y el “ paso” que debe tener cada una de nuestras emociones. Por ejemplo, si sentimos una emoción inconveniente, un deseo que va contra nuestros principios, contra nuestra ética, contra nuestra sensibilidad, nuestra estética, nuestra educación en sentido libre y amplio, contra lo que creemos que debemos hacer, pensar, decir…, contra lo que
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creemos que debe ser nuestro concepto de las personas, del mundo y de las cosas, o si sentimos una emoción simplemente ilógica, es nuestra razón la que nos ayuda a no darle eso, es decir, no darle importancia, ni paso, es decir, desecharla por inválida como motor de nuestra actuación, sustituyéndola por otra más conveniente o lógica de inmediato en nuestro ámbito emocional. La emoción es inconsciente, natural y positiva. Lo que hagamos con ella es lo que deja consecuencias, positivas o negativas, según el peso y el paso que le hayamos dado y que son los que hacen que la emoción nos aporte algo positivo o negativo. Las emociones realmente las venimos sintiendo, prácticamente las mismas, desde que nacemos. Antes de cumplir un año de vida nuestras expresiones emocionales son muy semejantes a las de los adultos. Así ocurre con nuestra expresión de la rabia, la tristeza, la alegría, el miedo, la felicidad, los celos, el odio, la envidia, el asombro, la contrariedad, el enfado, la decepción, entre otras muchas. Emociones que tanto de adultos como de niños niños menores de un año, expresamos expresamos con muy parecidos gestos, gestos, posturas y sonidos. Esto reafirma lo que dijimos anteriormente, las emociones son propias del ser humano, innatas, lo que hagamos con ellas es de lo que somos dueños, causantes y responsables.
El desequilibrio ideal Las emociones que sentimos son de dos grandes tipos: agradables o desagradables. Pues bien, desde niños, todos necesitamos que exista un equilibrio entre las emociones agradables y desagradables que sentimos. Un equilibrio ideal que consiste a grosso modo en que las agradables sean más en número e intensidad que las desagradables, pero con la conveniencia clara de que éstas existan también, en todas las edades. De hecho, si las emociones agradables tienen una predominancia excesiva con respecto a las desagradables, sentiremos un exceso de atención que, aunque pueda extrañarnos, también es perjudicial y nos desvía de lo que nos hace bien y feliz. Mucho afecto es necesario, muchísimo es muy conveniente; pero excesivo conlleva una serie de trastornos, por la disposición de quien lo recibe no tanto por la de quien lo da. Así: y atenciones, provoca una sobreprotección, que conlleva –entre otras– las siguientes consecuencias negativas:
El
exceso
de
emociones
agradables
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– Mayor tendencia a una emoti e motivi vidad dad desmedida, – Excitabi Excitabillidad, – Angusti Angustia, a, – Preocupaci P reocupación, ón, – Hipersensibi Hipersensibillidad, idad, – Tendencia a sentirse herido, herido, – Muestra de poco afecto por los demás, – Intolerancia Intolerancia a la frustración, la contrariedad, contrariedad, – Agresi Agresivi vidad dad ante los obstáculos, obstáculos, – Ingratitud, Ingratitud, – Desprecio a los demás, – Pensar P ensar que el mundo es injusto, – Frustración ante las experi experienci encias as desagradables, desagradables, que sin duda las las habrá, – Creci Cre ciente ente dificul dificultad tad para querer de verdad y para aprender a reci re cibi birr el amor de otro. Por su parte, el exceso de emociones desagradables, también conlleva una serie de consecuencias perjudiciales, como son, entre otras: – Tendencia al enfado, – Reticencia Reticencia ante casi todo, – Apatía, – Malhumor, Malhumor, – Indiferencia, Indiferencia, – Rendimiento Rendimiento inferior inferior a la capacidad real, real, – Disminuci Disminución ón del interés interés por cosas y personas, – Preocupaci P reocupación ón sólo por lo lo propio. Como podemos ver, hay una coincidencia. El exceso de las emociones agradables y también el de las desagradables se aproximan en varios puntos y coinciden en uno: ambos excesos llevan a demostrar poco afecto por los demás, poco interés por lo que no es uno mismo y lo suyo… y esto es la siembra que a la larga recoge como fruto la soledad, sinónimo sinónimo de infelici infelicidad. dad. De ahí que si queremos de verdad a alguien, debamos provocarle más emociones agradables que desagradables, enseñándole a reconducir ( pesar y pasar adecuadamente) las desagradables. Sin eliminarlas. Sin evitárselas. La vida tiene sus propias dificultades,
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que son ineludibles y flaco favor haríamos a quien queremos, si en lugar de ayudarle a superar los obstáculos, superándolos, nos limitamos a potenciar su incapacidad de superarlos. Así, por ejemplo, el niño –y adulto si no lo ha hecho antes– debe aprender a gestionar la emoción desagradable del miedo. Sentirlo. Darle importancia. Pero convivir con él. Reconducirlo. Servirse de él. Para huir. Prevenir. Descubrir la necesidad que tiene de los demás. Reincidiendo en aprender a pesarla y pasarla adecuadamente. Ocurre lo mismo con la enfermedad grave en el adulto –también en el niño– o cualquier otra emoción desagradable a cualquier edad: la rabia, el disgusto, el enfado, la sensación de haber caído en el ridículo, etc. Todas ellas en balanza predominante con emociones agradables, nos hace mucho bien, nos equilibra, nos hace crecer y mejorar. Recordemos que lo ideal es el desequilibrio entre emociones agradables y desagradables, con existencia abundante de ambas y clara predominancia de las primeras. Así que hemos de provocar este desequilibrio ventajoso, especialmente en las personas que más nos importen y en nosotros mismos, huyendo de los dos fatales excesos.
La necesidad de liberar las emociones y controlarlas Necesitamos ecesitamos descargar la tensión tensión que nos proporcionan proporcionan –conll –conllevan– las emociones. emociones. Tanto las desagradables como las agradables. Una tensión que nos comporta una serie de efectos negativos que enunciaremos en el capítulo posterior, en el que hablaremos también de cómo evitarlos. Por ahora, centrémonos en cómo podemos liberar esta tensión que la emoción lleva consigo y que necesitamos descargar a tiempo. La emoción retenida –esa que si no la descargamos, nos hace caer en excesos que destruyen nuestra salud mental, afectiva, física, y hacemos daño a otros– se descarga de tres formas básicas: con el ejercicio físico agotador, con la risa y con el llanto. Además de descargarlas adecuadamente, necesitamos aprender a dominarlas, a no darles demasiada importancia cuando no lo merezcan, porque nos hagan sentir mal cuando la emoción desaparezca. Aprovecharlas cuando sean útiles, beneficiosas, como olas que los surfistas aprovechan para llegar más alto y mucho más lejos con menor esfuerzo y mayor sensación de valor y autoestima. Las emociones nos engrandecen si las dominamos. Si las controlamos nosotros y no al revés. Si las utilizamos para hacer y llegar a donde queremos nosotros. Las emociones así nos ayudan como el viento a un velero, que sirve para llegar a donde quiere, si tiene marcado un rumbo, y es su perdición si no lo tiene. Si somos dueños de nosotros mismos
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–también también de lo que hacemos con nuestras emociones–, emociones–, el control de las emociones emociones nos hace más eficaces en todo lo que hacemos, reduce nuestra agitación interior y nos provoca los impulsos mpulsos más nobles, nobles, entre otras consecuencias. consecuencias. Llevándonos Llevándonos hasta donde no podríamos llegar jamás sin ellas.
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8 ¿PARA QUÉ SIRVEN LAS EMOCIONES? A Luis le daba clase de Filosofía. Un día entró en mi despacho y dijo sin aviso: eso de expresar las emociones es una chorrada. Lo que hace falta es hacer lo que se debe hacer y dejarse de tantas mariconadas inútiles. Dos años después no pensaba lo mismo. La vida le había enseñado su cara más dulce y la más amarga también. Su madre había muerto y tenía la tristeza de no haberle dicho todo lo que le hubiera ustado. Se sentía vacío por no haberlo hecho. Muchos son los beneficios de las emociones que todos sentimos, porque todos los seres humanos somos emotivos, más o menos. Las emociones son radicalmente necesarias para todos: Nos enriquecen la vida. Nos deparan imprevistos. Ilusiones inesperadas. Motivaciones nuevas. Altibajos que rompen la monotonía. Nos hacen capaces de recibir y darnos asombrosamente. Que son dos constituyentes básicos del germen de nuestra felicidad. Hacen más atractiva nuestra personalidad . Las emociones nos otorgan esa riqueza –única en su combinación– que nos hace tan singulares, tan cambiantes, diversos, capaces de grandes cimas y de íntimos valles. Nos provocan la necesaria m otivación para hacer algunas cosas, especialmente las más importantes. En la emoción encontramos: – El estímulo estímulo para actuar, actuar, el impulso impulso para querer, para hacer alg algo, para cambiar, cambiar, para emprender un nuevo camino, camino, para dar la vuelta, para subir subir más alto, alto, para decir la verdad, para contar con los demás, para buscar ayuda, para conocernos sin temor, buscar la verdad, ejercer la libertad, ser magnánimos, generosos, ser humildes, honrados, descubrir la grandeza de los demás, superar las dificultades, superar el dolor, la enfermedad, la ausencia… – P ara hacer esfuerzos que no haríamos sin sin la dosis dosis de motivaci motivación ón que nos proporciona roporciona la emoción. emoción. – Para P ara afrontar nuevos retos.
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– P ara no venirnos venirnos abajo ante el fracaso, sino sino aprender de nuestros errores y mejorar, progresar, evolucionar, ser más, más humanos, más capaces, más realistas. – Tolerar nuestra realidad realidad y la de quien queremos. – Disminui Disminuirr la gravedad gravedad de los defectos ajenos. – Confiar. Confiar. – Corresponder a quienes nos amaron siempre siempre y ahora están enfermos o viejos... viejos... – Aspirar Aspirar a más. – Para P ara buscar la felici felicidad dad donde verdaderamente podemos encontrarla. – En la emoción emoción encontramos la sufici suficiente ente motivaci motivación ón para reconocer la felicidad, despojarnos de cuanto nos aparta de ella, conquistarla y afincarnos en ella de una forma creciente. Las emociones Nos proporcionan fortaleza: – La fortaleza de continuar. continuar. – De ser fiables. fiables. – La perseverancia que nos hará lograr lograr el éxi éxito. – Afrontar nuestra verdad, descubrir descubrir cómo somos y cómo nos ven. – Ser veraces siempre. Auténticos. Auténticos. Optimistas. Optimistas. P acientes. acientes. P rudentes. Templados. Sobrios. Sobrios. Ecuánimes. Ecuánimes. Esperanzados. Firmes. Como se deduce de todo lo apuntado, las emociones posibilitan nuestra felicidad . adie es feliz si no siente emociones. Con equilibrio emocional, autodominio, autocontrol. La felicidad de verdad se hace imposible si eliminamos nuestras emociones. Si las reprimimos. Para ser feliz lo que hay que hacer es simplemente aprovecharlas, conducirlas, sacarle rendimiento, para que nos lleven hasta la felicidad que merecemos todos y tenemos mucho más al alcance de lo que sabemos. Las emociones nos abren las puertas de la felicid felicidad, ad, si las las hemos hem os sabido educar, como un perro perr o lazaril lazarillo, para que nos guíe hasta las puertas acertadas.
Pero también tienen efectos negativos Las emociones, hemos dicho, proporcionan riqueza a nuestra vida, a nuestra personali ersonalidad, nos motivan, motivan, dan fortaleza fortaleza y posibi posibillitan la felici felicidad. dad. P ero también también pueden conllevar una serie de efectos negativos que debemos aprender a evitar. Comenzaremos por enunciar los efectos que podemos sufrir si no nos preparamos, y
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posteriormente osteriormente analizaremos analizaremos cómo evitarl evitarlos. os. Así, Así, las emociones pueden provocarnos: Trastornos somáticos. Todos hemos sufrido la afección de estómago que nos provoca el exceso exceso de nerviosi nerviosismo, smo, la ansiedad, ansiedad, o el enamoramiento. enamoramiento. Incluso Incluso taquicardia. Quizá vómitos. Descomposición de vientre ante un examen muy importante. La caída del pelo ante el exceso de estrés... Trastornos que hay que vigilar, que hemos de saber controlar, dominar, para evitar los problemas que pueden acarrearnos nuestras emociones, más o menos serios, en función de su intensidad. Inestabilidad . Quien se deja llevar siempre por las emociones, es inestable. Hoy siente una emoción determinada que le hace actuar de forma diferente a como actúa al día siguiente, si la emoción que siente también cambia. Las emociones son muy ricas y variadas. Es su grandeza. La racionalización de nuestras emociones es precisamente la que nos hará ser coherentes. Dominarlas y enfocarlas hacia alguno de los principios que libremente hemos elegido para presidir nuestro actuar, nos asegurará nuestro equilibrio y felicidad. La forma de actuar hay que definirla, fijarla, preverla, igual que se marca un rumbo de navegación. Pero hay que hacerlo cuando no estamos emocionados, antes de que nuestro barco sentimental navegue en altamar y antes, sobre todo, de que llegue la tormenta. Luego, cuando la emoción llega, lo único que tenemos que hacer es dirigir nuestra emoción hacia la dirección que habíamos marcado con la razón, y entonces aprovecharla para que nos impulse, motive y dé fuerzas para acercarnos al fin que nos marcamos. Sólo de esta manera, todas nuestras emociones nos ayudarán a caminar en el mismo camino y sentido. Sólo así evitaremos dirigirnos a sentidos contradictorios, sin llegar por ello ello a ningún ningún sitio. sitio. Nuestras emociones emociones sí pueden ser contradictori contradictorias, as, para compensar nuestros sentimientos unos con otros, para fomentar nuestra mayor capacidad, nuestra riqueza, nuestras aptitudes, nuestras posibilidades. Pero a donde nos dirijan las emociones –es decir, nuestro actuar– ha de ser a un único rumbo, fijo, estable. Nuestras emociones distintas han de hacernos conquistar objetivos que no se contradigan ni sean excluyentes. Dificultad de concentración. Quien se mueve sólo por las emociones, sin racionalizarlas, deja lo que está haciendo cuando le sobrecoge otra emoción. Se distrae a cada emoción que le inunda algún sentido. Es arrastrado por las olas de
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las emociones y no es capaz de perseverar en un esfuerzo. Abandona lo que hacía cuando siente apetencia por otra emoción, aunque sea contradictoria con la anterior. Eso tiene las emociones, que pueden ser tan variadas que caben las contrarias. Por eso, si nos dejamos llevar siempre por ellas, sin control, nos veremos haciendo cosas contrarias, con contrarios objetivos, más a menudo de lo que nos damos cuenta. Inconstancia. Si sólo actuamos cuando estamos motivados, impulsados por las emociones, fruto de la emoción y no de la voluntad y el esfuerzo, cuando no sintamos esa emoción no actuaremos. Seremos inconstantes. Estaremos a merced de nuestros impulsos emocionales y seremos poco fiables. Se podrán apoyar poco en nosotros, en nuestra ayuda y en nuestro consejo. Seremos poco necesarios necesarios para proyectos largos, largos, importantes, profundos, serios o personales. personales. Nos hace ilógicos. Las emociones oscurecen nuestra lógica. Pueden confundir nuestra apreciación exacta de las cosas. Su valor real. Su importancia. La euforia, por ejemplo, nos puede hacer ver las cosas mejor de lo que son, y el pesimis esimismo, mo, por el contrario, peor de cómo son realmente. realmente. P or eso es prudente no decidir nunca emocionados. Las cosas importantes no han de decidirse bajo la influencia de emociones fuertes. De forma que cuanto más importante sea la decisión, más alejados hemos de estar de ellas, más tiempo hemos de dejar pasar antes de decidi decidirr. Ansiedad . La ansiedad está provocada por una combinación de emociones. Llega cuando no dominamos nuestra inquietud antes de que se desboque, con su mar de complicaciones y consecuencias psíquico-somáticas. Irritabilidad . Las emociones nos pueden hacer perder el sosiego, provocarnos excesiva excitación o sentir ira, celos, odio, avaricia, etc., de forma desproporcionada. Depresión. Nos pueden conducir a la tristeza, a la inhibición, e incluso a veces a trastornos neurovegetativos. Crea hábitos. No siempre damos a este efecto de nuestras emociones, la importancia que tiene. Las emociones crean el hábito en nosotros de repetirse ante las mismas sensaciones y éstas ante los mismos estímulos. Una emoción que notamos que nos hace daño, que deja huella negativa en nosotros, tiende a repetirse si no la amortiguamos con otra. Por tanto, si notamos que una emoción nos perjudica cuando surge y así lo
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enjuiciamos una vez ha pasado, hemos de procurar que no se repita mucho en nosotros. O si lo hace, quitarle la mayor importancia posible y sustituirla por otras emociones, porque una emoción repetida se convierte en hábito y cuando una sensación que acaba en una determinada emoción se presenta de nuevo, tiende a reproducir las mismas emociones resultantes, y éstas, repetidos sentimientos. Controlemos por tanto las sensaciones, evitando las ocasiones en las que nuestros sentidos perciben esas sensaciones que nos provocan las emociones que luego nos disgustan. Controlarlas no es reprimirlas, todo lo contrario, es aprovecharlas en lo que nos benefician y completarlas con otras más beneficiosas.
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9 CÓMO EVITAR LOS EFECTOS NEGATIVOS DE LAS EMOCIONES “No puedo evitarlo. Es verlo y… Luego siempre me arrepiento. Me siento mal. Sé que me perjudica. Pero es como si estuviera enganchado a repetir sin cura aquello. Porque Porque el arrepentimi arrepentimiento ento me dura poco. Falta de voluntad quizá. No lo sé. Pero Pero a veces me pregunto qué pasa en mi cabeza que me provoca tanta emoción la tentación de hacerlo una vez más, y no pueda combatirla pese a lo mal que me siento luego. ¿Hay remedio para esto?”. Se trata de la confidencia de un alumno de 15 años. Trabajamos lo que se explica a continuación. Hoy ya no le agobia aquello que le tenía obsesionado. Lo evita casi sin esfuerzo, porque ha alimentado emociones contrarias mucho más fuertes. Varios son los medios eficaces para evitar o paliar los efectos que pueden dañarnos de nuestras emociones. emociones. ¿Qué debemos hacer con las emociones desagradables que acaban haciéndonos daño, con las que siendo en principio más o menos atractivas, su huella en nosotros nos desagrada una vez pasan, nos hace sentirnos peores. 1. Quitarle importancia, trascendencia:
Cuando una emoción en nosotros nos parece dañina, solemos darle importancia, salta en nosotros una alarma. Algo nos incomoda. Quisiéramos que cesara pronto. Presentimos que nos dará problemas. Ante estos síntomas, debemos pensar que estas emociones no tienen realmente tanta importancia, como parecen. Que no tienen necesariamente que tener tantas ni tan malas consecuencias para nuestra vida real, si no queremos. Así, igual que debemos hacer con las consecuencias, debemos empezar por quitarle importancia también a las causas de las emociones que nos desagradan. desagradan. 2. Quitarle duración:
Debemos procurar que cese o decrezca cuanto antes. Mediante la distracción. Concentrándonos en una emoción diferente, o enfriándola mediante nuestra racionalización de los síntomas y causas de la emoción. Pensando que no es lógica
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tanta emotividad, que no es para tanto, que es desproporcionada, que al final acabará pasando, que es por tanto temporal y subjetiva, que nos estamos dejando llevar por una ilusión más que por una realidad. 3. Desligar la emoción de otros recuerdos:
Las emociones tienden a fundirse con otras, porque buscan formar sentimientos, sólidos y fértiles, que nos provoquen una mayor felicidad. Por eso, cuando queramos evitar los efectos negativos de una determinada emoción, debemos aislarla lo más posible. Separarla de otras emociones, más agradables, que luego nos harán recordarla mezclada con ellas. Así, una emoción que a la larga nos disgusta, suele unirse a otras más agradables que luego no nos disgustarán. El cómputo de unidas todas es agradable. Por eso, si quisiéramos superar en nosotros la primera, habría que aprender a aislarla de las segundas, de esas que se añaden y son positivas separadas de la primera. Esta habilidad de supervivencia, que hemos de practicar, de ser capaz de aislar las emociones, tiene una cara y una cruz. – La cara: Suele ser muy útil para remontar en la mayoría de casos las emociones desagradables o sensaciones de fracaso… sin demasiada importancia. Así, por ejemplo, si sentimos una emoción desagradable como el sentirnos heridos por alguien (no hablo de sentirnos humillados, o emociones peores, como las generadas en una agresión, abuso o un maltrato, de las que hablaremos en un capítulo específico); es decir, si nos sentimos heridos sin gravedad, un desaire leve, por alguien que sabemos que de verdad nos quiere y lo demuestra en el día a día, entonces es muy útil ligar esta emoción desagradable, de malestar por la ofensa, a otras agradables como son el recuerdo de lo que realmente nos ama esa persona con hechos, que nos ayudan a ponderar la ofensa en su medida justa y perdonarla erdonarla y ver que pesa menos de lo que hemos sentido. – Pero P ero esta moneda m oneda tiene también también una pelig peligrosa cruz : El inconveniente viene si eliminamos la emoción desagradable que precisamente fuera en algún caso la tabla de salvación, la que nos puede hacer ver que no debemos seguir con una relación personal, por ejemplo. No olvidemos que las emociones desagradables, lo vimos anteriormente, son necesarias. Dan muchas pistas istas a nuestra intelig nteligenci encia. a. Así, si sentimos una emoción: emoción: sentirnos humil humillados, lados,
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por ejemplo ejemplo por una agresión agresión física física o psicol psicológ ógiica, esta emoción emoción desagradabl desagradablee tenemos que saber desligarla de otras emociones que podamos recordar conjuntamente, como son, por ejemplo, habernos sentidos protegidos en otras ocasiones, el recuerdo de aquel enamoramiento que sentimos al principio, o lo atractiva que nos sigue pareciendo en otras circunstancias esa persona. Desligar las emociones agradables de las desagradables nos permitirá calibrar con más exactitud, más razón, más acierto, la importancia de una emoción como la de sentirnos humillados. Y si lo somos realmente (lo que hay que calibrar una vez la emoción pase) entonces tomar decisiones, sin estar sujetos en tal caso a las emociones del atractivo o la protección en otras ocasiones. Porque esa emoción de humillación es la que nos dará fuerza para cortar una relación inconveniente, por ejemplo. ejemplo. Será nuestra tabla tabla de salvaci salvación ón en un mar confuso de sensaciones. sensaciones. Ese es su sentido. En definitiva, hacernos ver que realmente quien nos humilla no nos ama de verdad. Para poder evitar esta cruz y aprovechar la cara de saber aislar las emociones, es clave la formación, lo que popularmente llamamos los principios, que serenamente nos ayudarán a distinguir la importancia de las emociones, y a saber con justicia si una emoción negativa desequilibra objetivamente la balanza junto a las positivas. Y al revés. En cualquier caso, ante la duda, hemos de consultar a alguien que nos merezca confianza y nos parezca más experimentado y objetivo en estas emociones. Ya se ve por tanto que es importante desligar las emociones para poderlas calibrar con mayor acierto. Que siempre han de sopesarse en frío, cuando las emociones han decrecido, para valorarlas justamente y podamos decidir. Teniendo en cuenta que cuanto más importante sean las decisiones que debamos tomar, menos contaminados por las emociones hemos de estar. Más distanciados de ellas. Para una vez hayamos decidido respecto a cada emoción, entonces sí permiti ermitir que pase a darnos fuerzas para llevarla a cabo y disfrutarla. 4. Cuando queramos deshacernos de la emoción de sentirnos tristes, inseguros…, comenzar por actuar como si estuviéramos alegres, seguros…
Cuando nos tratan como inteligentes, agudizamos nuestro ingenio para estar a la altura. Cuando nos dicen que somos amables, explotamos al máximo nuestros encantos y nuestra delicadeza en el trato con los demás, para mantener, repetir y
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consolidar esta impresión de ser amables generada en los demás, que nos revierten y tanto nos agrada. Se trata pues de empezar a generar la emoción deseable nosotros mismos. Buscar la energía del cambio que necesitamos en nosotros, provocando una sensación y una emoción de alegría por ejemplo, de seguridad, etc., que aunque comience forzadamente, al poco notaremos cómo nos aleja poco a poco de la tristeza e inseguridad de la que huimos y hacemos bien en huir. 5. Reajustar nuestros valores:
Dando más importancia a lo más importante, a lo de consecuencias más graves, lo más trascendental, lo que mayor huella dejará. Pensar en una acertada jerarquía de valores, donde nosotros y nuestros sentimientos no seamos el centro, sino que lo sean las personas que más amamos. Esto nos ayudará sin duda más de lo que imaginamos a dimensionar adecuadamente nuestras emociones. No sentirse el centro del universo nos libera, por ejemplo, de muchos susceptibilidades, malentendidos, desprecios, falta de atenciones, etc., que tanto nos hieren, tanto nos lastra y empeora. 6. Ocupar nuestra mente en otras ideas que nos llenen:
Sustituir una emoción que nos reporta efectos negativos, por otra que nos llene de efectos positivos. Distraernos, pero concentrándonos en otra emoción que sustituya la que queremos evitar. Pensando en otra cosa y provocando así que nos asalten las emociones que reporten efectos positivos más que negativos. 7. Pensar en lo bueno que nos rodea:
Pensar en la bondad humana. Hay gente muy buena en el mundo. Gente capaz de grandes cosas por los demás, por ideales nobles, en beneficio de toda la humanidad o de las personas que le rodean. Excusemos los defectos de los demás. También a nosotros muchas más personas de las que pensamos nos excusan nuestros defectos. Es una realidad aunque en temporadas podamos dudarlo. Pensemos en lo bueno a nuestro alrededor o algo más lejos si es necesario. La propia ropia naturaleza naturaleza recomienza recomienza maravill maravillosamente tras lo que parece que es aniquilación y no lo es, porque la naturaleza siempre se empeña en renovarse, dándonos nuevas oportunidades. oportunidades. 8. Aflojar los músculos y relajarse:
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Es importante aprender a relajarnos. Todos los seres humanos, por el mero hecho de tener emociones intensas, debemos saber cómo descargarnos de la energía que nos generan y relajarnos. Debemos saber respirar hondo, intentar sosegarnos, seguir los pasos de relajación de cualquier página web seria sobre técnicas de relajación. Es muy conocida la técnica de Schultz, pero hay muchas más, sencillas y efectivas. Entre otras posibles, por ejemplo, y entretanto perfeccionamos nuestra técnica, podemos comenzar por un ejercicio ejercicio sencillo sencillo:: – Ponte P onte ropa cómoda y descálzate. – Deshazte de todos los complementos complementos que lleves puestos y si llevas levas el pelo pelo recogido, suéltal su éltalo. o. – Después y muy suavemente haz unos cuantos movimient movimientos os giratori giratorios os lentos con los pies, con las manos y con la cabeza (si no tienes problemas de mareos o cervicales). – A la vez que los haces ve respirando respirando profundamente. – Túmbate en la cama, el sofá, una tumbona o simil similar, ar, y apaga apaga la luz. (Si quieres puedes tener una luz tenue encendida y música relajante relajante puesta). – Ten el cuerpo estirado boca arriba y lo más cómodo posible. posible. – Respira despacio. despacio. – Entonces empieza a imagi imaginar un cielo cielo azul maravil maravilloso, sin una nube. – Durante un rato recuerda el olor olor y sensación sensación del aire aire cuando el ciel cieloo está despejado. – Recuerda lo a gusto que te sientes ante un día así. – A ese cielo cielo dibújale dibújale en la mente un inmenso y profundo océano océa no azul. – Observa detenidamente que está en calma calma y que puedes oír las suaves olas. – Siente la la profundidad y serenidad serenidad de ese e se mar durante otro rato. – A continuaci continuación, ón, a ese ciel cieloo maravill maravilloso y al sereno y profundo mar, añádele un bell ello sol amaneciendo. amaneciendo. – Inúndate de la sensación de frescura y renovación renovación que nos transmite transmite el amanecer todos y cada uno de los días de nuestra vida. – Y durante un rato disfruta disfruta de él. – Introdúcete a ti en la la imagen imagen encima de una verde hierba. hierba. – Siente el frescor y relajación relajación que te transmite transmite y disfruta de ella ella otro rato. – P ara final finaliizar, visual visualiiza el conjunto y durante varios varios minutos minutos disfruta disfruta de la
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serenidad serenidad que te aporta hasta que te sientas completamente completamente relajado. Si no funciona del todo puedes volver a respirar hondo. Sonreír. Sentirte con verdadero valor. Valioso. Muy valioso. Más valioso que lo contrario. Capaz de todo. Respira aún más hondo. Más hondo y rítmicamente. Despacio. Piensa: – Nada es realmente tan importante si nos hemos equivocado, equivocado, como seguir seguir vivos y poder pedir perdón y cambiar. cambiar. – Nada es tan importante si podemos podemos pedir ayuda. – Nada es tan importante si tenemos a alg alguien, uien, aunque a unque sea lejos. – Nada es tan importante si podemos podemos buscarlo. – Nada es irremediabl irremediablee mientras recordemos. – Mientras vivamos. vivamos. Respira, sigue respirando hondo y rítmicamente. Hasta que notes que la emoción negativa está decreciendo, que hay otras emociones más positivas, que merecen la pena recordarse más, y deja que éstas vayan sustituyendo a las negativas, una a una.
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10 LA CABEZA Y EL CORAZÓN: DOS EN UNO Una persona muy conocida, que lo tenía casi todo y salía en las revistas nacionales e internacionales como ejemplo de felicidad, en una ocasión me dijo: “Mi cabeza me manda lo que mi corazón contradice con una fuerza insuperable, porque ir contra la cabeza es más fácil que contra el corazón”. Al poco se publicó su tragedia. En otra ocasión un amigo ami go me confesó convencido convenci do lo contrario: es más fácil seguir a la cabeza que al corazón. Ninguno llevaba razón. La cabeza y el corazón son dos realidades muy distintas que operan en una sola persona y deben operar en cada ca da ocasión ambas. Necesitamos ecesitamos tener ordenada nuestra cabeza y bien aprovisionado nuestro corazón: esa es la clave de la convivencia en un solo ser y una sola vida de las dos coordenadas necesarias del ser humano. Desde la Edad Media en la literatura española se utiliza el corazón como símbolo del refugio donde guardamos, generamos y gestionamos nuestros sentimientos, emociones, toda nuestra afectividad. Sin duda el corazón, con su palpitar y arritmia, tiene mucho que ver con los sentimientos y emociones, como lo tiene el estómago, el temblor de la voz, el titubeo, el sonrojo de nuestra piel y múltiples manifestaciones de cuanto nos pasa y recorre nuestro cuerpo entero, pero realmente nuestra afectividad y nuestra razón, nuestro corazón y nuestra cabeza, no tienen su castillo sólo en nuestro corazón. El afecto, el habla, el cálculo, la inteligencia y sus variados usos, la memoria, nuestra conciencia, la creatividad, la generación de ideas jamás asociadas antes por inteligencia humana, nuestra creatividad, y todas las potencias de nuestra mente, ocupan espacios muy próximos próximos dentro de nuestro cerebro. Pero a veces no sólo nuestro cerebro es su castillo. Somos un uno, complejo. No sólo cerebro, no solo corazón, no solo piel, no solo manos… Somos un ser humano completo. Único. Irrepetible. En todo nuestro ser está el corazón y la voluntad y la inteligencia, no sólo en nuestro cuerpo. Nuestro cuerpo es quien quien registra registra lo que nuestro espíritu espíritu genera y lo que en nuestro
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espíritu sucede, que es distinto. Ambos: espíritu y cuerpo se necesitan. Necesitan ir unidos, al unísono. Establemente. Coherentemente. Cabeza y corazón, razón y afectos, son distintos, pero inseparables. Por eso hemos de cambiar nuestra cultura predominante, que tanto interesa a los medios de comunicación por su inmediatez. nmediatez. Esa que potenciada potenciada por el Racionali Racionalismo del sigl siglo XVIII ( cabeza igual a razón) y por el Romanticismo del XIX ( corazón igual a afectividad), separaba uno y otro en el siglo XX, hasta presentarlos como contradictorios. Como si tuviéramos que seguir a nuestra cabeza o por el contrario a nuestro corazón. (“El corazón tiene razones que la razón desconoce”, dijo Pascal). Sin embargo, no es a uno o a otro a quien debemos seguir. Ambos son ineludiblemente complementarios. Siempre. Aunque uno aporte más información y elementos para decidir y debamos darle más importancia, según la ocasión. Esa cultura extendida a finales del siglo XX nos sigue diciendo hoy que corazón y cabeza son tan distintos, que resultan excluyentes. Y así nos va. Es hora de concebir ambos como complementarios, indisolubles, tal y como son. Algo parecido a lo que quiso transmitir Cervantes en su principal obra. Donde Quijote es el idealista y Sancho el realista, pero ambos se entrecruzan conforme evoluciona la historia y sus vidas, de forma que al final Quijote en el lecho de la muerte habla desde el realismo y es Sancho quien recurre al idealismo para sobrevivir. Unidos y confundidos uno y otro para siempre. Complementados necesariamente en cada ocasión. De hecho los dos personajes de Cervantes en realidad representan –así se estudia en la crítica literaria universal– dos concepciones dentro del mismo ser humano, nuestro yo realista (Sancho = cabeza), con los pies en el suelo y atendido siempre por el sentido común y el pragmati ragmatismo, smo, a veces rastrero; en convivenci convivenciaa necesaria con nuestro yo ideali idealista (Quijote = corazón), capaz de aspirar a lo más noble, de implicarnos personalmente hasta lo que otros juzgan desde fuera como absurdo o locura, porque no son capaces de ver ni sentir lo que nuestra entrega sí es capaz de hacernos ver, en servicio a lo que amamos, a nuestro deber y principios. En ambos radica el heroísmo. Porque heroísmo sin razón es locura y pragmatismo sin corazón: mediocridad y bajeza. Ahora, cumplida ya la primera década de un nuevo siglo, deberíamos concebir fructíferamente inseparables nuestra cabeza y corazón. Vivir con plenitud una vida emocional razonada y una razón iluminada con la magnanimidad de nuestra emoción: una razón emocional . Sentir y emocionarse y pasar nuestras emociones por la razón para sopesarlas. Recordemos: pesarlas y pasarlas. Es decir, descifrar su valor, concluir si
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debemos desecharlas o darles paso y hacerlas fructificar en nosotros, asociándolas a otras emociones, conjugándolas en sentimientos cada vez más labrados, profundos y duraderos y aceptándolas aceptándolas como parte de nuestra historia historia afectiva ya para siempre. siempre. Pero, además –hoy quizá más que nunca– nuestro amor requiere razón. En el siglo XX se impusieron en el arte las vanguardias. Algunas de ellas consistían en dejarse llevar por las impresiones, por las primeras asociaciones de ideas, por las primeras rimeras emociones, emociones, los primeros primeros sentimi sentimientos, entos, sin sin permiti permitir que la razón los tamizase y limitara, como si fuera una esclavitud en lugar de un ejercicio de voluntad y libertad: consciente. Por eso, los que más triunfaron en todo el mundo fueron artistas que, aprovechando estas vanguardias excéntricas –como por ejemplo el dadaísmo–, encontraron sin embargo el equilibrio entre esta espontaneidad y el arte fruto del trabajo concienzudo: inspiración, esfuerzo y técnica unidas. Así en Literatura, por ejemplo, autores como los integrantes de la Generación del 27 (Lorca, Aleixandre y amigos), encontraron ese equilibrio, punto intermedio, esa falsa naturalidad , inspiración buscada en la mesa de trabajo, que les dio un Premio Nobel y el éxito universal, segunda cumbre de nuestro arte literario después del Siglo de Oro (el de Cervantes, Lope, Calderón y otros, donde el corazón no abandonó la cabeza; basta leer los autores citados). ¿Cuál fue la clave de uno y otro momento cumbre de nuestra historia literaria? Entre otras, la combinación imperceptible de trabajo e inspiración, técnica y espontaneidad, tradición y creatividad, razón y emoción, cabeza y corazón. Hemos de aprender de ellos y unir, al sentir y vivir, nuestra cabeza –el sentido común– a nuestro corazón e impulsos afectivos. No deberíamos tomar decisiones teniendo en cuenta sólo nuestro afecto, nuestras emociones. Rebajemos la emoción para calibrarla con mayor exactitud antes de que nos lleve a tomar una decisión comprometida. Porque toda decisión que se toma con el corazón compromete nuestra razón también, no solo nuestro afecto. Entreguemos con cabeza nuestro corazón a quien amamos y hemos decidido seguir amando. Con grandeza. Sin más interés que hacer feliz y ser feliz. Es algo más práctico de lo que pudiera pensarse. Poner la cabeza en el corazón lo hacemos, por ejemplo, cuando al tener que regalar un regalo de cumpleaños, pensamos en qué le gusta al otro y no en qué nos hace ilusión a nosotros regalar. Es, por ejemplo, pensar cómo adelantarnos adelantarnos a sus peticio peticiones: nes: qué puede necesitar necesitar antes que lo pida pida e incluso lo note. Pensar –razón– si tendrá sed, porque llevamos andando toda la tarde, o si estará cansado, y adelantarnos y facilitarle que sacie su sed o descanse antes de que lo reclame e incluso antes de tener consciencia de su cansancio o sed. Hacerlo con
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emoción, quererle, nos mueve a hacerlo con la amabilidad, atractivo, oportunidad y emoción que más le llena al otro. Lo conmovemos y al hacerlo nos sentimos bien, correspondidos, amantes y amados: satisfechos, más felices, y el otro también. La razón nos hizo acertar al decidir qué y cómo actuar, nuestro afecto añadió los aspectos más sabrosos de ese cómo y nos dio la fuerza y constancia para conseguirlo y transmitirlo, llevarlo a cabo y comunicar nuestra intención y nuestra implicación al hacerlo. El éxito está servido, porque somos todo nosotros: razón y afecto. Nosotros y el otro. Poner la cabeza también es acertar quién es merecedor de nuestro centro. Y quién adecuado para ocuparlo. Que no traicione el centro que le damos y que no nos expulse del centro que nos prometió prometió para siempre. siempre.
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11 MÁS SOBRE EL AMOR Alguien me dijo: di jo: “He leído tus 99 trucos para ser más feliz”. feli z”. Ojalá hubiera algo así sobre el amor. Porque Porque llevo una racha en que dudo si realmente sé qué es eso de amar de verdad . Al estilo de los 99 trucos para ser más feliz que publiqué hace algunos años, incluyo a continuación una serie de puntos sobre los que conviene alguna vez reflexionar. Menos de 99 porque empezar a amar es más sencillo que terminar haciéndolo y cada vez mejor: ser feliz. 1. El amor verdadero exige amar con cabeza, lógica, prudencia, astucia y como el otro necesita. No satisfaciéndole en algo que luego le hará sentirse mal y acabará separando a los amantes. 2. Nadie ama de verdad si no gobierna y somete la propia tiranía de su corazón y su cabeza. Para amar es preciso liberarse de la mayor esclavitud: nuestro yo por encima del otro. 3. No ama de verdad quien no desaparece al ponerse al lado de la grandeza de lo que ama. 4. No se siente amado quien no ama mucho. 5. Se siente amado quien cree que le aman más de lo que merece. 6. Para amar hay que tomar en serio sólo las cosas serias. Enterrar la susceptibilidad. 7. No sabe amar quien no perdona de verdad y para siempre. 8. Quien ama a una persona real, no puede asombrarse de que tenga defectos. Quien no soporta los defectos de otro, no soporta los suyos propios. 9. Quien ama mucho sabe que le soportan mucho, perdonan mucho, quieren mucho y aman más. 10. Todos somos más amados de lo que nos damos cuenta en el día a día. Y por más personas de las que percibimos. percibimos. 11. Los amantes tienen vocación de infinito. El amor empieza pero nunca acaba si se ama sin límite y de verdad. Nunca acaba. Ni con la muerte. 12. Nadie puede amar por otro, ni de la misma forma.
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13. El amor no sólo gobierna el sentimiento, el deseo o el espíritu. Sino que quien ama de verdad lo hace con hechos. El ser humano rezuma por la boca, los ojos y las manos, cuanto llena su corazón. En la vida –en los hechos– se unen con evidencia el corazón y la cabeza. 14. El amor duradero no se encuentra por azar. Como no se encuentra la felicidad. Ambas se construyen. Con esfuerzo, buenos materiales, empeño, ilusión, ciencia, emoción y tiempo. 15. No son importantes los detalles que pueden tenerse con alguien. Ni los favores que se hagan. Lo verdaderamente valioso es por qué y para qué se hacen. 16. Sólo las personas son dignas de ocupar el centro de otra persona. 17. Las personas que se enamoran sobre todo de sí mismas tienen baja autoestima, un escaso concepto de sí; tanto que no pueden compartirse temiendo que se divida y mengüe. 18. Todos los seres humanos –hasta los pervertidos y asesinos– tenemos un tesoro que se nos concede al nacer: nuestra capacidad para ceder nuestro centro de atención y dedicarnos a otro. Por eso, el mayor desamor no es el conflicto, sino la indiferencia. Echar a alguien lo más lejos de nuestro centro. 19. Amar sin perder la cabeza nos lleva a elegir bien a quien es merecedor de nuestro centro y acertar: – porque coinci coincide de con nuestros principi principios, os, los principi principios os que creemos que nos harán felices, aunque en lo que no son principios seamos radicalmente distintos; – porque nos respeta sin engaños; engaños; – porque nos demuestra que somos parte nuclear de su propio centro; – porque su educación, su forma de ser, ser, su predisposició predisposición, n, su actitud y su fuerza de voluntad, es la suficiente para no traicionar nuestra entrega. 20. Amar es lo máximo. Lo que más nos puede llenar. Lo que más nos puede engrandecer, mejorar, hacer feliz. Y más llena, engrandece, mejora y hace feliz, quien es mejor. 21. Acertar es poner la cabeza. Y amar, dejándose amar.
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12 DEPENDENCIA EMOCIONAL SIN LIBERTAD Al consultorio radiofónico radiofóni co que cada lunes respondí respondí en directo, durante tres tres años, llamó una joven de 35: “Llevo cinco relaciones. Todas se me rompen a los dos o tres años. En cuanto una termina, me digo: no más, no merece la pena, todos los hombres son iguales. Pero no tardo ni siquiera un mes en volverlo a intentar. Reconozco que cada vez exijo menos. Siento que estoy harta. ¿Cómo puedo lograr ser feliz? La adicción amorosa es tan antigua como el ser humano. La podemos llamar verdadera adicción por las notables coincidencias con otras adicciones que podríamos sufrir. Quien padece adicción amorosa, siente una necesidad que no puede resistir, que le es difícil controlar, la necesidad de: Tener alguien a su lado, a quien necesitar, con quien mantener estrecha relación. Tener pareja y tenerla cerca físicamente. Ocupar con esa persona el centro de su atención constante. Hacer cuanto sea posible por estar con ella. Juntos. Necesitar su presencia. Sufrir ansiedad, depresión, frustración, baja autoestima y otros síntomas propios de cualquier síndrome de abstinencia, si no logramos tener cerca a la persona que amamos. Hasta ahí más beneficios que inconvenientes. Pero hay un paso más allá de la adicción amorosa. Estamos ante una dependencia emocional cuando nuestra adicción nos hace sentirnos insuficientes, dependientes. No sentirnos valiosos por nosotros mismos sin el otro. Separarnos de ese alguien nos hace sentirnos mal físicamente. Sentimos profunda añoranza desde que se va: un vacío provocado por el hecho de no tenerlo ante nuestra presencia resencia física. Y nos sentimos sentimos incapaces solos solos e incluso incluso nada valiosos. valiosos. Los grandes amores en verdad no requieren la presencia física constante para alimentarse. En la dependencia emocional, esta presencia es vital. Su ausencia provoca
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un vacío creciente que asfixia y liquida como individuo personal a quien sufre la dependencia emocional. Porque quien ama completamente se da entero, pero alguien ha de poseerse para poder darse. Dominarse personalmente. La personalidad, el autoconocimiento y el autodominio, son tres consecuencias y al tiempo condiciones imprescindibles en el amor pleno, consecuente, fecundo y maduro. Para poder darse hay que dominarse. Lo que ocurre en caso de los grandes amantes, pero no en el de los los dependientes emocional emocionales. es. La adicción amorosa puede ser sana, pero sólo en una relación amorosa donde ha quedado demostrada en el día a día la libertad, la madurez y el autoconocimiento de los amantes y como cada uno de ellos –los dos– vive para el otro. Así puede darse –no necesariamente se da– en una de las relaciones amorosas más tendentes a la dependencia: la religiosa. Por ejemplo, en la relación tan singular de un creyente católico con su Dios Creador, que le cuida, protege, procura lo necesario, incluida la cruz, el sufrimiento expiatorio y fecundo, para lograr el premio final de la felicidad sin fin, fruto del amor a Él, a los demás y a sí mismo. Siempre que este amor sea libre y alegre, no fruto del miedo. Por otra parte, cierta adicción amorosa a alguien, que objetivamente nos mejora, puede darse en un amor práctico práctico y real entre amantes entregados entregados voluntari voluntariamente, amente, que con sólida personalidad y autoestima, simplemente consideran a ese otro que han encontrado, el centro voluntario de sus vidas. Pero con un amor libre que en realidad podría dejar si quisi quisiera, era, aunque a veces no se lo parezca. El verdadero amor ha de ser siempre libre. Voluntario y por eso valioso. No adicto. Quien nos ama ha de amarnos porque así lo decide y no porque no podría vivir por sí mismo sin amarnos, sumiso o porque se sienta incapaz, inferior, esclavo. En lugar de rey. Quien ama también ha de hacerlo libérrimamente. Seguiría sobreviviendo, existiendo, seguiría siendo valioso y teniendo autoestima, si no amara. Pero desea hacerlo voluntariamente. Poner al otro en el centro libre de su atención y su vida. Con lo que su vida se engrandece. Pero no hablamos en este capítulo de esa dependencia sana, voluntaria, de quienes se sienten valiosos por sí solos y al tiempo viven pendientes de la felicidad de otro, siendo así muy felices. Sino de esa otra enfermiza. Esa que pone su dependencia en alguien no merecedor de tanta atención, porque no le mejora, no le corresponde, le traiciona, o le exige una infravaloración para sentirse superior. Cualquier amor que se pueda llamar tal, ha de ser humano, digno, libre y beneficioso.
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Por eso, en el ejemplo del amor de los católicos con un Dios todopoderoso y creador, ese Dios no se hace presente si no es a través de la fe que por definición es voluntaria; porque así ha de ser para que el amor pueda ser verdaderamente libre, condici condición ón que el amor cierto exige. La dependencia emocional está sin duda tras muchos de los matrimonios fracasados que nunca debieron llegar a ser matrimonios o de hecho no llegaron a serlo auténticamente, y que se fraguaron en noviazgos dependientes que debieron cortarse a tiempo. En ese consultorio que respondí durante tres años, aprendí que la dependencia emocional es más común de lo que parece y más insana de lo que apreciamos, y que puede generar una inestabil nestabilidad y esclavit esclavitud ud enormemente destructiva, destructiva, con consecuencias consecuencias costosas de reparar. Veamos mejor en qué consiste esta dependencia, cuáles son sus síntomas y cuáles sus causas.
¿Qué es? La dependencia emocional consiste en el padecimiento de necesidades emocionales insatisfechas, frustradas, que se intentan cubrir con otras relaciones estrechas interpersonales, que derivan en una mayor frustración, insatisfacción, o al menos en una relación básica interpersonal primitiva y de escasa satisfacción y mejora personal.
Causas Entre las posibles causas de la dependencia emocional, hemos de apuntar especialmente una: La carencia afectiva temprana. La ausencia de adultos de sólida referencia vital durante la infancia. O la presencia de adultos (padre, madre, principalmente) que no han demostrado el afecto en la dosis y frecuencia necesaria, especialmente durante los tres primeros rimeros años de vida. vida. La carencia afectiva es más frecuente de lo que sospechamos. Si nos acostumbramos a ver esa carencia a nuestro alrededor, sin darle la importancia que tienen sus consecuencias, es porque sin duda se trata de una insuficiencia afectiva en un grado menor a otras carencias que conducen a trastornos psicopatológicos más graves y antisociales. Dicho de otro modo, a menudo no damos importancia a estas carencias
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porque no dan como resultado resultado hijos hijos antisoci antisocial ales, es, y no parece muy importante que nuestros hijos sean dependientes emocionales, con baja autoestima, porque son sociables y eso parece que es lo más importante. Incluso más que su felicidad. A veces los padres desconocen que la felicidad de su hijo tiene más que ver con la autoestima que con la sociabilidad. Así, los hijos que tienden a establecer con facilidad relaciones interpersonales, damos por hecho que no tienen tienen grandes problemas y no nos damos cuenta de que lo esencial no es que nuestros hijos sean sociables. El objetivo de todo padre y madre –también cualquier educador– no es la socialización de su hijo. Nuestro objetivo final, único ustificado como padres y educadores, es que nuestros hijos o educandos se sientan queridos, aprendan a querer, dejen de necesitarnos lo antes posible y hagan suyas libremente las claves de la felicidad y la alcancen realmente.
¿Cuáles ¿Cuáles son los sín sí ntomas? tomas? La persona dependiente emocional: 1. Necesita que los demás le aprueben y aprueben lo que hace, lo que dice, lo que piensa… iensa… 2. Necesita la presencia del otro, o estar enganchado al otro por teléfono, sms, email… 3. Alimenta en su fantasía relaciones personales platónicas. Así, por ejemplo, si en un aeropuerto ve a un famoso, aunque sea a larga distancia, ya se siente más cerca de él, aprueba más lo que hace y dice, lo defiende más, lo admira más, se siente más parte de él o ella, ella, simplemente simplemente por haberlo visto visto de lejos. 4. Normalmente muestra una aptitud subordinada ante los demás. Se acostumbra a que su opinión y sus gustos no sean protagonistas en las elecciones. Se habitúa a renunciar a sus sueños y principios, sus ideas y deseos, con tal de convivir en paz. Aquí me parece importante explicar que cuando alguien se entrega libremente, puede parecer que también también presenta estos mismos síntomas, porque quien quien ama de verdad está más pendiente del otro que de sí mismo, ya que su fin principal es hacer feliz al otro y así logra una mayor satisfacción y felicidad propia. Pero aquí no hablamos de esta entrega amorosa de los propios gustos. La diferencia está en que en una relación emocionalmente sana, cuando alguien se cede amorosamente
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en beneficio y protagonismo del otro, lo hace voluntariamente, porque quiere satisfacer al otro, no porque necesite satisfacerlo para poder convivir en paz con él. Quien ama de verdad, es decir, libremente, entrega su propio juicio y gusto porque busca un fin mayor: la felici felicidad dad y bienestar bienestar de la persona que ama más que a sí mismo. En el caso de la dependencia emocional, su renuncia es fruto de la necesidad, de la sumisión como única opción para mantener la relación. Un medio para poder recibir recibir algo algo que le permita permita segui seguirr justificand justificandoo la relaci relación ón de la que depende y no puede dejar de depender, aunque para ello tenga que renunciar a todo, también a sí mismo, como condición. 5. Por muchas relaciones que tenga, la persona dependiente emocional, siempre sentirá insatisfacción y soledad. Aunque sienta que su soledad sería mayor sin esa relación. El dependiente teme tanto a la soledad, que prefiere depender emocionalmente, antes que sentirse solo o sola. Cuando la relación se inicia, la soledad de la que huye se ve mitigada con la nueva relación, adornada por sus grandes expectativas y la fantasía platónica. Luego, conforme la relación avanza, la soledad va creciendo. Cada vez la relación mantenida llena menos el vacío de la soledad. Pero el dependiente emocional sospecha que peor sería cortar con la relación, e intenta mantenerla pese a la soledad creciente. 6. No recibe amor del otro. Se acostumbra a no ser querido como desearía. Se aferra a su relación, aunque no le llene y esto alimenta aún más su baja autoestima. Nunca se ha sentido totalmente querido, ni ha aprendido a querer sanamente, por eso no le parece tan dañino contentarse con no serlo serlo en verdad. 7. A menudo presenta ansiedad, depresión o tendencia a la misma. No rinde sus reales talentos, los muchos encantos que realmente tiene. Se minusvalora. 8. Unos trastornos, los anteriores, que pueden derivar en el abuso de sustancias como tabaco, somníferos, tranquilizantes, alcohol y otras drogas. 9. Su excesiva sumisión, que se hace cada vez menos atractiva para el otro, junto a otros factores que nutren el hastío de la relación, provoca con frecuencia la ruptura promovida romovida por quien quien realmente gobierna obierna la relació relación: n: el otro. Dándose lug ugar ar a rupturas muy traumáticas, traumáticas, que hunden más aún al dependiente dependiente en la baja autoestima autoestima y hace que tras la soledad del abandono, busque aún más desesperadamente otra
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relación, con mayor dependencia y menor exigencia.
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13 LA TRAMPA EXTENDIDA DEL MALTRATO “Yo no sé qué haría si viera a mi alrededor un maltrato”, me dijo una persona que intuyo que lo veía, aunque nunca lo supe. “Si la víctima no hace nada ni deja hacerlo a quien conoce el maltrato, ¿no sería traicionarla intervenir desde fuera, si no lo hace ella?”. Le dije que el maltratador es un enfermo intencionado, intenci onado, el maltratado puede serlo también sin intención éste, y si el espectador calla, es el verdugo siempre o al menos el uez de la sentencia. En contra de lo que parece, parece, el maltratado está gritando auxilio auxili o a quien ve su maltrato y le ama, pero no sabe cómo salir de ese callejón… sin ser más dañado. El maltrato –del tipo que sea– es un acto de cobardía consistente en una agresión que presenta las sig siguientes uientes constantes que lo definen: Los maltratos son intencionados, Se repiten y prolongan en el tiempo, Lejos de la mirada de adultos que el maltratador considere que puedan impedirlos impedirlos o denunciarl denunc iarlos, os, Se infringen con la intención de humillar, Abusivamente: el agresor hace uso del mayor poder que tiene sobre la víctima, que no sabe cómo defenderse ni tiene quien la defienda, o no lo busca. El maltratador, hombre o mujer, psicológico o físico, padre, madre, hijo o hija, pariente ariente o conocido, es un desequili desequilibrado brado emocional. emocional. En todo maltrato se unen tres disfunciones emocionales: La que padece el maltratador, La que padece la persona maltratada que por miedo o sumisión no huye o pide ayuda, La del espectador. Ya que lo habitual es que haya quien vea, oiga o intuya los maltratos.
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Veamos los tres agentes por separado.
El maltratador Sólo psicológica o psicológica y físicamente, quien maltrata es un maltratador. Y no hay disculpas ni razones que puedan justificarlo. Ning inguna una persona debe sufrir sufrir el maltrato, maltrato, la humil humillación ación y el daño que conll conlleva la violación de la dignidad que todo ser humano tiene y por tanto merece por el mero hecho de serlo. Nunca. En ninguna ninguna circunstancia. circunstancia. Por ning ningún ún motivo. Individual Individualmente mente ni amparándose en ninguna colectividad. Siguiendo ninguna ley, ni incitado por la cultura difundida por ningún Estado. Desarrollado o no. Moderno o antiguo. Cercano o lejano. Provenga de hombre o mujer. Con ninguna justificación posible hoy, ayer ni mañana. El maltrato físico y psicológico, público y doméstico, son todos uno. Por eso, ninguno es más grave. Lo son todos. El maltrato doméstico y el de la víctima de lo que llamamos internacionalmente bulling , son quizá menos notorios o tardan más en manifestarse. Por ello el maltratador es más cobarde. A estos maltratos, por ser los más relacionados directamente con el laberinto de los sentimientos que nos ocupa, son a los que nos referiremos especialmente en este capítulo. Aunque en verdad, cualquier tipo de maltrato (laboral, vecinal,…) sigue el mismo esquema y proceso. El maltrato físico se da al mismo tiempo que el psicológico, en la misma persona y en el mismo maltratador. Aunque para definirlo mejor, el maltratador físico padece un notable complejo de inferioridad, poco inteligente, más impulsivo, primitivo, agresivo, que no aprendió a querer de verdad y no logra auto-controlarse, no tolera la contradicción, y considera que el mundo ha de ayudarle a no poner en evidencia sus carencias, que son muchas y graves, y lo sabe. En tanto que el maltratador psicológico, aún pudiendo ser físico y psicológico, como este último, es una persona más vengativa, menos impulsiva, más fría, cobarde y sibilina, que intenta llegar a la culpabilidad del otro para infringir así más daño y más prolongado. Ambos se dan al tiempo y en el mismo acto. El maltratado se siente culpable. Es verdad que la culpabilidad en general –no esta– puede ser curativa curativa en ocasiones, ocasiones, fructífera y fecunda. P ero entonces se trata de arrepentimiento más que de culpabilidad. El arrepentimiento es el que hace conocernos
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mejor, objetivamente. Porque es la verdad la que nos salva y nos hace progresar. El arrepentimiento no nos hunde. La culpabilidad sí. El arrepentimiento nos hace reconocer que debemos mucho a los demás, porque nos ayudan a sobreponernos, no dándoles importancia cuando realmente somos la causa de nuestros errores y sobrellevándolos con amor. Ahí está la clave de la diferencia. Le debemos a quien nos ama que la culpa no aplaste nuestros deseos de mejorar, sino que nos excusa, comprende, nos quiere por encima de los defectos, pese a ellos y no soporta vernos con la sensación de culpa. Con optimismo nos alienta a recomenzar, más excusados y redimidos por quien nos quiere de verdad y sin condiciones. El maltratador no es así. Por el contrario, huye de ayudar al otro. Desea que cada vez se sienta más culpable. Hace todo lo posible para ello. Es su forma de arrinconarlo. De someterlo. De tenerlo atado y encerrado. Culpable. Porque mientras consiga que se sienta merecedor de su maltrato, no podrá escapar de sus garras. No dejará de autoinfligirse el castigo el propio maltratado cuando no esté presente el maltratador. Los maltratos físicos se sufren siempre, aunque se infringen cuando el maltratador está presente. Sin Sin embargo, en ausencia ausencia del maltratador maltratador permanecen los maltratos maltratos psicol sicológ ógiicos, que sig siguen efectuándose cuando el no está presente, porque se renuevan y crecen, porque están vivos en la mente de la víctima, como vivo está el dolor creciente, la poquedad y la aniquilación continua.
El maltratado Quien es maltratado sufre una continua degradación en espiral de su valía, su emotividad y personalidad, y va vaciándose a cada maltrato. El maltratado tiende a justificar lo que le pasa, culpándose a sí mismo. O al menos quitándole la gravedad que otros verían si conocieran su sufrimiento. Lo sabe. Reconocerlo y pedir ayuda cree que le esclavizará aún más, por la marca que le dejará y los efectos que teme tenga que soportar si lo hace. Vergüenza y temor, por tanto, que hace al maltratado aguantar lo que nunca debiera, porque el silencio no soluciona el problema, roblema, sino sino que lo agrava considerablemente. considerablemente. Esto es lo peor. peor. El maltratado cree que simplemente lo oculta, al padecerlo en silencio y a escondidas. Pero lo cierto es que la enfermedad emocional que padece el maltratador no deja de crecer ante el silencio y la impunidad. Lejos de curarse, con el silencio el maltratado alimenta cada día más su maltrato, porque se cree cada vez más culpable. Miedo y vergüenza. Las dos esposas que encadenan a las personas maltratadas. Cuya
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liberación, por tanto, solo pasa por liberarse de ellas. ¿Con qué llaves? Con la llave de la Valentía, que mitiga el miedo hasta lo suficiente, aunque no lo elimine. La Valentía de saber que las personas merecen ser tratadas como personas. Que los enfermos deben curarse y que no se hace ningún bien a nadie manteniendo un maltrato. Que pase lo que pase, no será peor. Porque solo estamos desvelando la verdad y la verdad –aunque se tema– es la cura y la solución, no el problema. El problema en parte es el silenci silencio. o. Cada uno ha de enfrentarse a su propia responsabilidad, hacer lo que cada uno debe en su papel. El maltratado pidiendo ayuda a quien pueda dársela. El maltratador asumiendo su responsabilidad como tal y cumpliendo con su rehabilitación social y médica. El espectador saliendo de la complicidad que más adelante analizaremos y provocando la solución al drama. Sólo asumiendo su papel cada uno de ellos, realmente los tres encontrarán su liberación, la verdad de su condición, su situación, sus acciones, sus hechos, su curación, su salvación. Aunque haya que pasar por el aparentemente insuperable obstáculo de hacerlo público. Sólo insuperable en apariencia, porque el parecernos insuperable es precisamente recisamente una de las características características de la relación relación del maltratado con el maltratador y una de las ventajas de este último sobre la víctima. Si no le pareciera al maltratado insuperable ese obstáculo, si no creyera realmente que hacer pública su situación será aún peor, no persistiría el maltrato, ni siquiera habría maltratadores. Por otra parte, quisiera a continuación detenerme en un aspecto que apunté en el apartado anterior: la mezcla de emociones. Decíamos que para evitar una emoción desagradable, uno de los mecanismos que debíamos emplear era aislarla de otras emociones agradables que, unidas a la primera, nos impide liberarnos de ella. Esto deberían hacer especialmente las personas maltratadas: no compensar, con agradables, sus emociones desagradables, las que sienten al ser violadas en su dignidad personal. ersonal. Los maltratos jamás están justificados ni siquiera cuando uno se crea más tonto e ineficaz que otro. Todos tenemos derecho a ser más tontos que otros, más defectuosos, menos eficaces, menos ágiles, menos hábiles, menos guapos, menos agradables, y a portarnos como somos. Como también tenemos el deber de intentar, ntentar, con la motivación motivación y
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el estímulo de sentirnos queridos de verdad, mejorar como personas, por el cariño y amor sincero y desinteresado que nos tienen y tenemos. Con nuestros defectos. El maltratado debe aislar la emoción desagradable de esta violación, que se añade a otras emociones y conforman un sentimiento desagradable, de cualquier otra emoción agradable como la de sentirse mejor protegido con el maltratador. O de la emoción de preferir referir evitar el miedo miedo y la vergüenza de hacer público público su esclavitud. esclavitud. Aislando las emociones, podemos valorarlas con mayor exactitud y decidir qué debemos hacer. Analizar si objetivamente estamos siendo maltratados o no y el único camino que nos queda para dejar de estarlo. Sin excusas. Pensar “es que yo también le provoco”, es síntoma de la existenci existenciaa de un auténtico maltrato. maltrato. Se dice que hay que ser muy valiente para huir. A menudo es la única solución. Reforzar nuestro ánimo. Recordar las emociones más hermosas que sentimos cuando nos sentíamos amados. Saber que, seamos como seamos, hay una realidad ineludible, no pertenecemos a nadie nadie ni nadie nadie nos creó salvo salvo el Dios que nos ha hecho tal como somos: más tontos que otros, menos hábiles… en el peor de los casos, y mejores que otros en muchas cosas siempre. Simplemente diferentes y valiosos. Y libres. Cuando dudemos de si la culpa será nuestra, hay una prueba que no falla para saber que aunque no seamos muy virtuosos, estamos siendo injustamente tratados: la violencia, la agresividad, física o psíquica. Quien la ejerce es la causa.
El esp es pe ctador Siempre que se da el maltrato, hay alguien que lo intuye, si no lo conoce con seguridad. Y tiene también su papel, a menudo decisivo en la solución. Un testigo que guarda silencio, que se inhibe, pese a que conoce los maltratos –una postura egoísta al cabo–, opta por la perversi perver sión ón de sus principi principios os morales, la traición traición a lo que sabe que es bueno y malo, justo e injusto, lo que merece su actuación y lo que no. De ahí su disfunción emocional, más grave cuanto más se prolongue su inhibición. Quien presencia, convive o sospecha los maltratos, puede ser espectadorsolucionador o espectador-víctima. El primero es el caso de un cuñado, una vecina, una amiga. El segundo es el de un hijo, por ejemplo. Aunque ambos se pueden mezclar. Es Víctima quien cae en la misma red de la vergüenza y el miedo a hacerlo público. Y Solucionador, quien lo hace público o anima a hacerlo con prudencia. También son dos las huellas y disfunciones emocionales que ambos sufren indistintamente:
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Por un lado, es parte de los maltratados, porque por empatía con el maltratado se siente también él mismo maltratado. Por otro, debido a su silencio, al tiempo se siente culpable, maltratador en parte, en cuanto no log ogra ra ayudar al maltratado maltratado hasta liberarlo. berarlo. Se siente siente más culpable porque sabe que el maltratador conoce su existencia como espectador y refuerza al agresor su impunidad. Tanto si el espectador es Víctima como Solucionador, normalmente puede tener un papel decisi decisivo vo en el desenlace. De los tres (maltratador, maltratado y espectador), el espectador es el más capaz de hallar la solución. Es quien padece una disfunción emocional más leve, y su doble sentimiento contradictorio de culpa y sufrimiento, de víctima y agresor, le sitúa en una oportunidad constante de acción. Es el espectador el más capaz de actuar. El más capaz de hacer público el maltrato. El más capaz de liberar a la víctima. El espectador es también la solución más probable que la víctima presiente. La víctima espera que alguien lo descubra y le libere de tener que dar el paso de la denuncia. Un paso que le supera. La víctima espera que quienes le aman de verdad le salven. Que intervengan los que tienen más fuerza que ella. Aunque desencadene el problema, temido, que le frena a dar el paso decisivo, pero que al tiempo desea incesantemente que lo hagan en su nombre. Por el cariño, la compasión y la humanidad que le tienen las personas que le quieren. Es al espectador, por otra parte, al que más teme el maltratador. Intuye que no puede atemorizar a todo el mundo, que su poder quizá no se extienda más allá de sus atenazadas víctimas. Sabe que en cuanto el espectador-víctima pase a ser espectadorsolucionador está perdido. Sabe que está en manos de los espectadores y por eso se protege rotege de ellos ellos e intenta intenta amenazar aún más a la víctima víctima para que el e lla misma misma le esconda ante los espectadores, bien escondiendo su sufrimiento, bien quitándole importancia o ustificándole. Por todo ello, la solución de cualquier maltrato es más fácil que la inicie un espectador. Escuchando a su conciencia y no dejándose atrapar en las redes que atrapan a todo espectador-víctima, convirtiéndose en el solucionador, cuando descubra el maltrato. Para terminar este apartado, quisiera hacer hincapié en que la curación de la disfunción emocional del maltratador, no depende de la víctima ni del espectador. Así, la víctima no debería nunca creer que con sobrellevar su sufrimiento puede contribuir a solucionar el
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problema. roblema. Sólo Sólo una intervención ntervención externa externa y especial especialiizada puede hacer que cesen los maltratos y, en su caso, actuar sobre la disfunción emocional de cada uno de los agentes, intentando corregirla o compensarla en el mejor de los casos. Este apunte sobre la lacra del maltrato, es necesario tenerlo en cuenta por su relación estrecha con la emoción y las esclavitudes de nuestras mal gobernadas sensaciones y emociones. Sin embargo, seguiremos este libro levantando el vuelo, con optimismo. Porque en la vida hay más bondad que maldad, más amor que odio y abundan más los sentimientos positi ositivos vos y agradables agradables que los contrarios. contrarios. Así Así que analicemos analicemos otros aspectos sobre los sentimientos que nos resulten útiles para el dominio de nuestro corazón y nuestra cabeza, y así de nuestra auténtica felicidad, que es francamente posible.
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14 LOS SENTIMIENTOS Y ALGUNOS EJEMPLOS Un buen alumno y buen adolescente, es decir, maduro para ser niño e inmaduro para adulto, me reconocía: “No sé qué me pasa. No sé cómo expresar lo que siento. Cuando lo intento digo lo que no siento y lo empeoro. Voy a pedir perdón y lo estropeo aún más. Voy a reconocer mi error y me excuso. Voy a agradecer algo y parezco engreído… sí es normal que nadie nadi e me entienda. No me entiendo enti endo ni yo mismo mi smo muchas veces”. La definición de sentimiento sentimi ento es, según el diccionario de español, el estado afectivo del ánimo producido por causas que lo impresionan vivamente. Dijimos ya que el sentimiento estaba formado por varias emociones. Esas “causas” en plural lural que refiere refiere el dicci diccionari onario. o. La conjunción conjunción de disti distintas ntas emociones emociones en un mismo mismo sentido provoca en nosotros una especie de confirmación, de validación de cada emoción, y uniendo varios hilos que serían las emociones, elaboramos una soga con ellas, mucho más fuerte, que es un sentimiento. Al igual que con las emociones, es curioso descubrir cómo popularmente se emplean arbitrariamente conceptos sobre los sentimientos. Es curioso y significativo que normalmente no seamos más exactos al expresar algo tan importante como nuestra afectividad. Que conlleva tan pesadas consecuencias. Una afectividad que requiere multitud de matices para describir lo que sentimos. Llama la atención la inexactitud del lenguaje que utilizamos para describir, por ejemplo, lo que amamos y cuánto lo hacemos. El hombre y la mujer no ha aprendido –generalmente– a expresar con suficiente precisi recisión ón y clari claridad dad lo más grande que le acontece e invade invade su estado físico, físico, mental, mental, anímico –espiritual–, actitud, lo que hace y piensa, su inteligencia, memoria, conciencia, voluntad, su sensación de existencia y tantos cómos, qués, porqués y paraqués en su vida. Si no sabemos explicar lo que sentimos, si no estamos seguros de cómo explicar nuestros sentimientos, no llegaremos a conocerlos realmente. Y si no conocemos nuestros sentimientos, no nos podremos conocer realmente. No podremos tampoco hacernos entender ni hacer que nos comprendan. Por eso es importante saber expresar cuanto sentimos y nos sucede. Con la mayor exactitud posible.
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¿Solemos hacerlo? Basta mirar algunos listados de sentimientos que flotan en el océano de internet, para darse cuenta de la inexactitud y del afán del ser humano por conocer mejor su afectividad, lo que le pasa para ser comprendido, disculpado y amado. Por indicar un caso, como ejemplo de lo que a casi todos nos puede ocurrir, me he fijado en una lista publicada en una página de tantas en internet (“ Sedice” tiene por nombre). Es un elocuente ejemplo de nuestra necesidad de saber cómo expresar lo que nos llena y lo que nos vacía. Nuestros sentimientos. Dentro de esta página encontrada al azar, hay un blog en el que varios anónimos, con seudónimos como “neurópata”, van añadiendo en serio a la lista, y según su parecer, los sentimientos que existen. Los participantes en el blog intentan confeccionar la lista real de sentimientos con la buena intención de ayudar y ayudarse. Esta lista nos sirve para comprobar de qué se habla hoy en la calle cuando se habla de sentimientos. Sin añadir ni una sola palabra, y sin eliminar ni un solo comentario, a continuación transcribo lo que los participantes en el blog, jóvenes de hoy, responden a la solicitud que hace el creador del blog pidiendo ayuda para completar una lista de sentimientos, agrupándolos en buenos y malos. A esta solicitud responden muchos, resultando una buena radiog radiografía rafía de la cultura cultura de nuestra sociedad sociedad al respecto de las emociones emociones y los sentimientos y de la dificultad de expresar nuestra emotividad. Según la página mencionada y a partir de aquí, cada palabra es literal:
LOS BUENOS SENTIMIENTOS, por decir deci r algo, son: Euforia Éxtasis (lo de los místicos) Entusiasmo Júbilo Alegría Felicidad Felici dad Optimismo Satisfacción (¿Bienestar?¿Sentir bienestar y sentirse satisfecho es igual?) Placer Fruición Fruici ón (es algo así como placer, placer, ¿o es lo mismo?) Goce (¿es más que el placer?)
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Agrado Tranquilidad (“Nada me amenaza, y no siento deseos”) Serenidad (“Juzgo que hice todo lo que estaba en mi mano por cambiar, construir, modificar el futuro. No lo modifiqué, pero estoy en paz con ello” ) Sosiego (grado máximo de tranquilidad) Orgullo (¿Es bueno?) Humildad (¿Es buena?) Cariño Amor Amistad Camaradería Confianza (“Basándome en la historia pasada, tengo el juicio de que cumplirás tus promesas”) promesas”) Seguridad (“Soy competente para actuar en este dominio y puedo fundar este juicio”) juici o”) Gratitud Respeto Lealtad Fidelidad Fideli dad Solidaridad Altruismo Compasión Deseo (luego estará o no correspondido) Esperanza Comprensión Empatía (sentirse próximo a alguien algui en desconocido) desconoci do) Interés (¿Se elimina? eli mina? Si nadie lo defiende defi ende lo elimino) eli mino) Ilusión Temple ¿Buena ¿Buena disposición disposici ón de ánimo? Paciencia Pacienci a ¿Sentir valor? ¿Es un sentimiento el valor vs. cobardía? Admiración Admiraci ón Autonomía (Sentirse capaz, sentirse senti rse autosuficiente) autosufic iente)
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Ambición Ambici ón (“Veo (“Veo posibilidades posibi lidades para mí en esto y estoy comprometido comprometido a tomar acciones para hacer que ocurra”) Aceptación (“Opino que aquí se han cerrado posibilidades posibi lidades para mí y estoy en paz con ello”) Asombro Asombro (“No sé qué es lo que ocurre aquí, y me gusta”) Perplejidad (“No sé qué es e s lo que ocurre ocurre aquí. No me parece malo”) Resolución (“Yo (“Yo veo posibilidades posibi lidades para mí aquí y voy a tomar acción acci ón ahora mismo”) (¿Alguien conoce la sensación que tienes cuando tu programita de software funciona, o cuando has conseguido que tu novela encaje, o acabar tu relato con el cierre adecuado? ¿Cómo lo llamaríais? Candidatos: éxito, “orgasmo creativo”). ¿Lo contrario contrari o de vergüenza? vergüenza? ¿Descaro? LOS MENOS BUENOS SON: Nostalgia Melancolía – Morriña Tristeza (¿aflicción?) Pena ¿Autocompasión? (Dudoso) Impaciencia Impacienci a Intranquilidad Intranquili dad Nerviosismo Nerviosi smo Desasosiego Incertidumbre Desconcierto. (¿Confusión? “No sé qué es lo pasa aquí, no sé qué hacer, hacer, y no me gusta”. Desconcierto es relativo a algo nuevo e inesperado; la confusión puede surgir surgir por cambiar cambi ar un juici jui cioo sobre algo ya conocido). conoci do). Turbación Fastidio Fastidi o Miedo. (¿Temor?) (¿Temor?) Cansancio vital vi tal o metal Desaliento Desamparo Desamparo ¿Cobardía? ¿Cobardía? (¿la cobar c obardía día se siente?)
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Desconfianza (“No has cumplido tus promesas promesas y en el futuro futuro no lo harás”; ¿es lo mismo que “sentir sospecha”?) Desgana Insatisfacción Insatisfacci ón Indiferencia Ansiedad Amargura Amargura Egocentrismo (exaltación ( exaltación de uno mismo) mi smo) Egotismo (dar excesiva excesi va importancia i mportancia a todo lo que uno hace) Egoísmo (excesivo (excesi vo amor a uno mismo) mi smo) Narcisi Narcisismo smo (excesiva (excesi va admiración admi ración por el físico físi co de uno) Vanidad Arrogancia Arrogancia Vergüenza ergüenza “Vergüenza “Vergüenza ajena” Bochorno (grado máximo máxi mo de vergüenza) Soledad Frustración Aburrimiento Aburrimi ento Hastío Náusea (¿Sentir náusea existencial?) exi stencial?) Desengaño. (¿Decepción?) (¿Decepci ón?) Arrepentimi Arrepentimiento ento Remordimi Remordimiento ento Irrealidad Irrealidad (“Sentimiento (“Sentimi ento de irr i rrealidad”) ealidad”) Incertidumbre (“sentir incertidumbr incerti dumbre”) e”) Desagrado Rechazo ¿Vehemencia ? Desesperanza (“juzgo que hechos negativos me ocurrirán aquí, y veo que nadie puede hacer algo para cambiarlo”) cambi arlo”) Enemistad (¿Hostilidad?) (¿Hostili dad?) Ingratitud (Pero, ¿uno siente eso? ¿O le acusan de ello?) Mezquindad (¿se siente uno así cuando recuerda ecuerda que ha hecho algo mezquino? ¿O lo que siente es remordimiento por haber sido mezquino?)
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Inferioridad Inferiori dad Superioridad Inseguridad Resignación Resignaci ón (“juzgo que nada mejorará aquí, ha sido siempre así y siempre será así, no hay nada que yo pueda hacer para cambiarlo”) Resentimiento (“juzgo que tú me has cerrado posibilidades, te declaro responsable por ello, y estoy comprometido a no tener ninguna conversación contigo sobre esto”) Agobio (“Se me cerrarán futuras posibilidades posibi lidades si no trabajo más duro y más rápido rápi do ahora mismo”) Desilusión Desilusi ón Irritación Irritaci ón Agotamiento Preocupación Preocupación Pesimismo Pesimi smo Sentirse Senti rse traicionado trai cionado Sentirse vacío Sentirse Senti rse inútil i nútil Sentirse incapa i ncapazz Sentirse incontrolable Sentirse atormentado, Sentirse ofendido, Sentirse molesto, Sentirse alarmado, Sentirse vencido, Abatimiento Abatimi ento LOS PEORES: Odio Inquina (es aversión aversi ón y mala voluntad, distinto di stinto de odio) odi o) ¿Aversión? ¿Aborrecimiento? Despreci Desprecioo Rencor Celos Envidia Envidi a malsana (puñetera y asesina; ¿se puede poner mala leche?) Soberbia Pavor, Pavor, Horror, Horror, Terr Terror or (¿es cierto ci erto que son lo mismo?) mi smo?) Pánico Depresión Depresión
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Desolación Repugnancia Asco DUDOSOS (ni chicha chic ha ni limoná): Alegría malsana Envidia Envidi a sana Sorpresa Pasión Hasta aquí la cita literal. No tiene desperdicio. Podríamos escribir un libro entero sobre ella. Se trata de una lista popular. No científica. Inexacta. Que transcribe muy bien a mi parecer, no obstante, la percepción sentimental sentimental de una inmensidad inmensidad de jóvenes sobre todo, pero también de muchos adultos. Cada día más como es e s lógi lógico. No hace falta falta hacer muchos comentarios, comentarios, ni siqui siquiera era a las inex nexacti actitudes. tudes. Baste aclarar, aclarar, por ejemplo, ejemplo, cuando se pregunta pregunta si el Orgull Orgullo y la Humild Humildad ad son buenos realmente, que el primero –el orgullo– es bueno; pero el segundo, la humildad, además de buena, es vital, necesaria, óptima, y genera buena parte de nuestra felicidad y de quienes tenemos cerca: nos hace amables y necesarios. De este listado se concluye entre otras cosas, que necesitamos distinguir emociones de sentimientos, lo que es importante pero no demasiado grave. No tan grave al menos como confundir sentimientos con amor y cuya confusión trae tantas consecuencias y tan duraderas. Algo que veremos más adelante. En este listado y otros que se pueden deducir al observar y escuchar a nuestro alrededor, o al leer las revistas y novelas más leídas de nuestro país y el mundo entero, confirmamos la necesidad que tenemos de una más profunda educación emocional, enraizada en la verdadera antropología del ser humano. Tal como somos. Necesitamos ecesitamos con urgencia urgencia un mayor ma yor conocimiento conocimiento de nuestra afectivi afectividad. Nuestra educación, educación, también también la de nuestros padres e hijos, hijos, carece de una adecuada orientación y formación emocional. Así ha sido y así es. En épocas pasadas no se dio a nuestro ámbito afectivo la importancia que tiene para nosotros y nuestra felicidad. En la época actual tampoco se le da. Como resultado, sufrimos las consecuencias de una mala interpretación de cuanto sentimos y de cómo amamos, con una embrutecida desproporción de lo afectivo, que se nos escapa sin
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aprovechar y disfrutar como real motor de nuestra felicidad. Necesitamos ecesitamos hoy especial especialmente mente conocer nuestra afectivi afectividad dad mejor. P orque en estos años, más que en otros, concedemos poderoso protagonismo a nuestra emotividad. Nuestros hijos, nuestros nietos, la necesitan necesitan de una forma perentoria. perentoria. Nuestros jóvenes de una forma urgente. Los adultos, de una manera curativa. La realidad es que hoy aún no hemos aprendido a gobernar nuestras emociones, nuestros sentimientos, y no hemos aprendido a expresar unas y otros de manera que nos hagamos más comprensibles, más amables, más humanos, más lógicos, más queridos, apoyados, orientados, ayudados, valorados, apreciados y amados en definitiva: mejores personas y más felices. felices.
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15 NUESTRO UESTRO AMOR AMOR REAL: REAL: LA LA LLA LLAVE Me consultó alguien algui en en el espacio radiofónico radiofóni co semanal que ya he descrito y atendía sobre sobre las relaciones afectivas: “Noto que mi chico chic o me habla de amor cuando quiere tener relaciones sexuales conmigo, e incluso a veces cuando las estamos teniendo, pero al terminar y hasta que vuelve a tener ganas, no me demuestra que me quiere más”. Lo más decisivo en nuestra vida, es decidir a quiénes amar y, entre ellos, a quién amar más. Pero, ¿qué es amar realmente? Amar es un verbo que debemos depurar. Primero, descomponerlo para limpiar y examinar los semas que lo integran. Después, llenarlo nuevamente del contenido apropiado. Llevarlo a nuestra vida. Si no, acabaremos por perderlo para siempre, y hablaremos de él sólo de oídas, por lo que otros dicen que sienten cuando aman y no sentimos nosotros. Amar es un verbo y como verbo, una acción. Para saber si amamos, y correctamente, con todo su contenido, baste buscar en nosotros sus consecuencias, inseparables por tanto de la acción de amar: la felicidad nuestra y la de quienes más amamos. Si no la tenemos aún, es que nos falta ejercitarlo más o mejor. Amor es una palabra mayor. De ello da fe la propia Real Academia Española en su definición: 1. “Sentimiento intenso intenso del ser humano que, partiendo p artiendo de su propia insufici insuficiencia, encia, necesita y busca el encuentro y unión con otro ser. 2. Sentimiento hacia otra persona que naturalmente nos atrae y que, procurando reciprocidad en el deseo de unión, nos completa, alegra y da energía para convivir, comunicarnos y crear. 3. Sentimiento de afecto, inclinaci inclinación ón y entrega a alguien alguien o algo. algo. 4. Relaciones sexuales. sexuales. 5. Blandura, Blandura, suavidad. suavidad. Cuidar el jardín con amor. 6. Persona amada.
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Esmero con que se trabaja una obra deleit deleitándose ándose en ell ella. ant. Voluntad, consentimiento. pl. Relaciones amorosas. amoros as. Objeto de cariño especial para alguien. alguien. Expresiones de amor, amor, caricias, caricias, requiebros”.
Pero la Real Academia no es exacta en todas sus acepciones. Quizá porque la RAE lo único que hace es recoger los usos que el pueblo hace de esta palabra. Manoseada a veces. Hecha para engrandecer a todos. Aunque a menudo muchos la empequeñecen, empequeñeciéndose empequeñeciéndose a sí mismos como amantes. Quizá Amor es una palabra demasiado grande para el vocabulario aprendido por algunos. No todas las personas del mundo m undo saben lo que es realmente realmente el Amor , porque no todas lamentablemente han disfrutado de la sensación, la emoción, el sentimiento y sus consecuencias en la vida, de ser auténticamente amado, amar y ser correspondido de nuevo, sin cesar el ciclo. Descubriendo un horizonte cada día más infinito. A mi padre, doctor en Pediatra y especialista en Psiquiatría Infantil, le oí en una ocasión confesar que una de las más impactantes enseñanzas que había aprendido en la consulta había sido comprobar que no todas las madres querían a sus hijos. A mí me impactó. Cuando le oí esta confesión, él tenía más de cuarenta años de experiencia clínica, y aún se le notaba la impresión en la voz. Mi opinión es que la Real Academia Española se queda muy corta cuando describe el mor . Porque es mucho más. Hay realidades tan importantes en nuestra vida, tan ricas, tan grandes, de tan intensa y extensa repercusión, que no se dejan enjaular. ¿Acaso para un creyente el diccionario es capaz de explicar la palabra Dios ? ¿O para un enfermo terminal, la palabra Muerte? ¿O la palabra padre padre, mujer, hijo e hija? No sirve el diccionari diccionarioo para ning ninguna una de las palabras verdaderamente verdaderam ente importantes. P ara mor no sirve. Menos aún, porque ha sido una palabra contaminada con otros significados incluso contrarios al amor de verdad. Tal es el caso de la acepción 4 de la Real Academia Española (“relaciones sexuales”). Contrario, pese a recogerse en la RAE, porque el Amor vive en las más altas y ricas relaciones sexuales, en las más proyectadas en el futuro, en las más profundas, generosas y comprometidas, pero no en todas las relaciones sexuales
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por el mero me ro hecho de ser tales. tales. El ser humano puede amar o no amar en las relaciones relaciones sexuales. Los animales no aman cuando las tienen. Porque relaciones y amor no siempre se exigen una a la otra, depende de quién, cómo, por qué y para qué se mantienen esas relaciones que unen a dos seres diferentes en un mismo acto. Las relaciones sexuales pueden ser manifestación del Amor . Pero nunca el Amor es manifestación de nuestras relaciones sexuales. Se puede decir: “como nos amamos, acabaremos teniendo relaciones”. Pero no: “como hemos tenido relaciones, nos amamos”. Aunque lo digan muchos. Algunos no se lo creen, otros pueden incluso creérselo equivocándose. No ha de extrañarnos extrañarnos cualqui cualquier er confusión confusión respecto a la real e infini nfinita ta grandeza de las relaciones sexuales. Menos aún en culturas donde por ley parece que se pretenda adoctrinar a los niños en separar donación de relaciones, enseñándoles al amar a otro, buscarse primordial primordialmente mente a sí mismo. mismo. Contradictori Contradictorioo y por tanto imposibl imposible. e. Es cierto que pueden utilizarse las relaciones sexuales para buscar el propio placer, a menudo lo sufren muchos adolescentes y quienes ya no lo son tanto. Lo malo es que el hombre y la mujer que es feliz lo es porque ama y quien ama busca al otro y se entrega entero. Lo busca como fin de su Amor , no como medio. Recordemos aquí el aforismo aforismo romano que decía: la perversión de lo mejor es lo peor. En aquel consultorio radiofónico semanal en el que tanto aprendí de las preocupaciones reocupaciones de tantos, escuchaba a muchos chicos chicos y chicas chicas hablar hablar sobre sus relaciones sexuales y sus anhelos de amor. Muchos adolescentes, jóvenes y adultos recién casados o con muchos años de relación, me han enseñado que el amor lo deseamos todos, las relaciones sexuales –salvo excepciones como el celibato voluntario– también, pero que no siempre se dan juntos. Hoy pienso que en demasiadas ocasiones las personas se han habituado a vivirlas por separado. No sé si más o menos que en otros tiempos pasados. Quizá cualquier tiempo pasado fue peor. Baste recordar expresiones vomitivas como la del “débito conyugal”. Pero no importa mucho. El caso es que Amor y relaciones sexuales en la actualidad pueden no ir unidas y cuando eso ocurre, se hace imposible amar y ser amado con plenitud. Volvamos al Amor . Difícil de definir. Más fácil de explicar.
Dife Diferentes rentes amor amoree s El ser humano es el único capaz de dirigir su amor. A objetos, a animales, a personas. Dependiendo de nuestra necesidad, podemos sentir que amamos a una cosa, a una
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planta, lanta, a un animal, animal, a un amigo amigo,, o a una persona que ocupe el centro de nuestro corazón: el Amor con mayúscula. mayúscula. Pero todos son diferentes. Realmente Amor solo es el último. Los demás son aproximaciones de lo que puede dar de sí nuestro corazón, nuestra necesidad de sentirnos correspondidos, nuestra necesidad de dar y recibir, de ternura, delicadeza, entrega, ser importante para la existencia de alguien, pertenecer. Merecer ser el centro de alguien y poder entregar el nuestro al mismo tiempo. Sin miedo. Una COSA puede provocar un deseo de posesión muy intenso, que se asemeja al enamoramiento, a la pasión. La característica diferenciadora de las cosas con relación a los seres vivos, es que este amor con minúscula que podemos sentir hacia una cosa, comienza a decrecer en cuanto la cosa se posee. Una PLANTA también puede llenar una necesidad de amor. Su cuidado, sobre todo. Sentirnos necesarios para la planta y ver cómo al estar viva reacciona a nuestros cuidados, sin duda se aproxima más al concepto de amor y al de una relación amorosa que nuestro deseo o disfrute de las cosas, sin vida por tanto. El ser humano necesita vida alrededor y tender hacia ella. Un ANIMAL puede llenar, más que las cosas y las plantas, nuestra necesidad de amor y nuestra capacidad de amar, sobre todo. Porque hay más correspondencia por su parte y porque el objeto de nuestro amor en este caso va dignificándose, exigiéndonos una entrega voluntaria y libre. También porque un animal tiene más que darnos y más que recibir de nosotros. El animal se nos entrega más y transmite mejor su entrega, porque su inteligencia es superior y sus matices emocionales más ricos y espontáneos. Así, sentimos que nuestro amor es más útil que simplemente haciendo que viva y esté sano, como ocurre con las plantas. A los animales podemos hacerles no solo que sigan vivos, que estén alimentados, que gocen de salud, que no sufran en lo remediable; sino mucho más, que estén contentos, que su vida sea feliz, que se sientan importantes en nuestra vida. Sobre todo, sentimos al amarlos que el nuestro es un amor fructífero, porque les hacemos felices. Desinteresado. Real. Con hechos. Fruto de nuestra capacidad de ternura. Nos sentimos bien por haber sido capaces de llevar a la práctica nuestros deseos de cuidar de alguien, de
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hacer feliz a alguien. Confirmamos la potencia de nuestra capacidad de amar. La eficacia de nuestras atenciones sinceras. Atenciones, que ellos corresponden. Los animales más inteligentes corresponden más nuestro afecto instintivamente. Entonces experimentamos la satisfacción de implicarnos, de ponernos en juego. Mayor satisfacción cuanto más desinteresada sea nuestra atención a estos animales. Y es que nos aproximamos al Amor con mayúscula. Pero aún hemos de depurarlo. El amor de un amigo primero y el Amor definitivo al final, si tenemos la suerte y la habilidad de llegar a él. Un AMIGO. La amistad es ya un amor personal. Entre personas. Con la reciprocidad singular y propia solo de las personas. Con su inteligencia, voluntad y libertad humana. Las personas son más libres para amar. Infinitamente más que los animales, que están más condicionados por lo que reciben. De hecho, si sólo amamos cuando recibimos antes, nuestro amor es más animal que personal. ersonal. Eso tenemos de animales animales los racional racionales es seres humanos. Menos animales y más personas cuanto queremos con más libertad, sin condiciones interesadas, con toda nuestra voluntad, esfuerzo, decisión, compromiso, implicación, riesgo, afecto, vulnerabilidad, razón, ilusión, paciencia, optimismo, mejoría, bondad, sincerid sinceridad, ad, horizonte, horizonte, desinterés. desinterés. Mayor es nuestra amistad, cuanto más nos acercamos a la culminación óptima de estos conceptos anteriores. anteriores. El amor de los amigos, al que llamamos amistad , para distinguirla del Amor con mayúscula, llena más que ninguno de los descritos anteriormente cuando lo sentimos y cuando es verdadero. Porque un río no puede llenarse con una laguna, sino con al menos otro río; porque el mar no puede llenarse con un río, sino con otro mar; porque el océano no puede llenarse con un mar menor, sino con otro océano; y porque el ser humano sólo puede llenarse llenarse al menos por otro ser humano. Las emociones del ser humano reciben reciben una correspondencia especial, que sólo puede alcanzar en tan alto grado, al menos otro ser de igual riqueza. La inteligencia del ser humano sólo encuentra entendimiento en grado sumo en la inteligencia de otro ser igual. La entrega del ser humano sólo puede recibirla y corresponderla corresponderla en grado superior otro ser semejante. Eso no quiere decir que no haya animales que nos den más cariño que algunos seres humanos, pero un ser humano queriéndonos verdadera, desinteresada y humanamente –
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personalmente– ersonalmente– no tiene tiene comparaci compara ción ón con el cariño cariño que podemos recibir recibir del más amante de los animales. La amistad es más real y mayor, cuanto es más madura, más incondicional y más duradera. – Madura. Porque quien no se posee a sí mismo no puede entregar parte de sí. Sin sentimientos confusos, que mezclen el interés, el enamoramiento, el apasionamiento, la dependencia, la mentira, la sumisión, nuestro desmedido afán por quedar bien, etc., etc. , con c on el verdadero amor de amigo: amigo: la la amistad. – Incondicional Incondici onal . Sin sometimiento al amigo ni a sus condiciones para seguir siéndolo. Sin que la amistad se empequeñezca por los momentos de fracaso, de hundimiento, de uno de los amigos. Con paciencia. Exigiendo. Mejorando y haciendo mejorar al amigo. Sobreponiendo la amistad a los defectos, a los desaires, si son ocasionales, y a la inoportunidad. Entregando nuestro tiempo y cuanto podamos para que el amigo mejore como persona y logre ser más feliz. Permitiendo que el amigo se apoye sin peligro en nosotros, en nuestro conocimiento, en lo que tenemos y ponemos a su alcance. También nuestro estímulo, comprensión, aliento, consuelo, optimismo y escucha. – Duradera. La amistad verdadera no está sometida al tiempo ni a la distancia. Esto la diferencia del Amor . La amistad se reactiva en tiempo muy breve. Una conversación por ejemplo. Aunque hayan pasado decenas de años y se hayan interpuesto miles de kilómetros. Es como si la amistad se pudiera volver a continuar, tras el punto y aparte de un periodo largo sin tratarse. Con todo, hay diferentes tipos de amigos: - Una especie menor son los amigos temporales, ocasionales: aquellos que disfrutamos mientras estamos en un determinado lugar, un determinado trabajo, ciudad, ciudad, una determinada edad, posició posiciónn social, social, etc. - Distintos de ellos son los amigos íntimos, un grado superior de la amistad. Son propiamente ropiamente amigos. amigos. Amigo migoss de verdad. Que no dependen de ning ninguna una de las anteriores circunstancias. Un AMOR con A mayúscula. Se trata del Amor singular a una persona por encima de todas –de la humanidad entera–, por encima de los amigos. Que tiene la virtud de ser compatible con el amor a los padres y a los hijos. Porque se mueve en el plano de la creación en nosotros de una nueva dimensión, nuestra propia ropia famili familia. Segui Seguimos mos siendo siendo deudores afectivos afectivos de nuestros padres, siempre siempre
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enraizados en ellos, y al tiempo somos ricos proveedores de afecto de nuestros hijos para siempre. Pero necesitamos ocupar el centro de quien ocupa nuestro centro. Un centro libre y voluntario. Tan libre como para no ser fruto del justificado ustificado agradecimi agradecimiento ento a nuestros padres, ni de nuestro deber afectivo afectivo a nuestros hijos. Un Amor que sea innecesario. Completamente libre. Liberado de la historia heredada. No elegimos nuestros padres, no elegimos nuestros hijos, sí elegimos nuestro Amor . Es superior por ello al amor de amigo. El del cónyuge sin duda es nuestro verdadero Amor elegido. De igual a igual. No instintivo. Voluntario. Más auténtico cuanto más libre y menos sometido está a la necesidad. Por último, está un amor singular, el que los creyentes escriben con las cuatro letras mayúsculas. El AMOR a alguien superior. Aún superior a su corazón. Un AMOR a quien el creyente le agradece la existencia de todo, la suya y la de su amada o amado. Un AMOR que no le pide exclusividad, sino al contrario, que le ame también a través de otros que tiene a su alrededor. Como si al quererse unos a otros los seres creados por su Dios, éste quisiera que cada uno de sus seres privilegiados cuidara de sus otros privilegiados. Un AMOR voluntario y libre. El menos necesario para sobrevivir. En el que se ama menos por conveniencia y más por agradecimiento, correspondencia, conmoción. El amor por quien quien es nombrado y tratado por los creyentes como Dios: Dios: Creador y manantial de AMOR, no justiciero. El amor es un don que necesitamos, pero innecesario para vivir (hay quienes no lo logran en su vida y sin embargo sobreviven, aunque no felices con plenitud). Porque es innecesario, es más valioso. Lo más valioso del mundo siempre es innecesario. Sobrevivir es necesario, pero sobrevivir sólo no da la felicidad. No basta comer, beber, dormir, descansar. La felicidad no está en nuestras necesidades, éstas son solo el inicio para poder ser feliz, feliz, pero no son la feli felicidad cidad plena. plena. La feli felicidad, cidad, por el contrario, contrario, está en esas experiencias que son propiamente innecesarias, gratuitas e inmerecidas, grandiosas que nos ensalzan inmerecidamente. Amar y sentirse amado. El Amor , cuando es de verdad, es un acto de la voluntad. Amamos cuando queremos amar, pudiendo no hacerlo.
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MEJOR, TODOTERRENOS En una ocasión tuve una compañera de plató en un programa programa nacional naci onal de televisión, televisi ón, sobre sobre “¿Qué pasa cuando se acaba el enamoramiento?”, que comentó convencida: “En el amor hay que buscar siempre nuevas metas, nuevas cumbres a las que llegar con el amante. Si no, es fácil caer en la monotonía que acaba con todo”. Sin duda aquella compañera de tertulia televisiva era una escaladora, más que una todoterreno. Todo ser humano busca ser amado y amar. Al tiempo. Mucho. Pero muchos no han aprendido a amar de verdad y por eso el amor se les complica tanto. En Cuatro claves para que tu hijo sea feliz expliqué de una forma práctica cómo una de las cuatro enseñanzas que toda madre y padre debían enseñar para posibilitar a su hijo la felicidad, era enseñarles a querer de verdad. Quien no es feliz, no hace feliz a otro y viceversa, y quien está en esa situación es porque no ha aprendido aprendido a amar. Los que saben amar, han aprendido a hacerlo eficazmente en cualquier ocasión. Aunque a veces por debilidad no lo hagan. Quien ama de verdad hasta ser feliz y hacer feliz a alguien, ama en cualquier circunstancia, a cualquier hora, en cualquier terreno. Los buenos amantes, así, son TODOTERRENOS, como no podría ser de otro modo. Por el contrario, hay otros que también aman, aunque no son tan buenos amantes. No logran ser felices ellos ni hacer felices a quienes aman siempre. Estos son los que podemos llamar los amantes ESCALA ESCALADORES, DORES, porque sobreviven sobreviven en la meseta, en la plani lanicie, cie, pero no son feli felices ni se vuelcan vuelcan como amantes, hasta que no llegan a la cumbre. Su meta son los picos. Necesitan un paraje vistoso. No son capaces de emocionarse si no es llegando a un pico extraordinario. Su vida de amor se reduce a ir esperando el siguiente pico de felicidad, siendo monótonamente desdichados mientras no llega ese pico. Son felices a ratos. Ratos cada vez más distanciados, porque cada vez son más viejos y les faltan más las fuerzas para llegar a la siguiente cumbre. Son los que si esa cumbre que esperan tardase mucho en presentarse, pensarían aquello de: “se me acabó el amor”.
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AMAR SIN PERDER LA CABEZA Un amigo, casado desde hacía nueve años, desesperado por la conjunción de muchos afectos confusos, poco importantes cada uno de ellos, pero peligrosos en conjunto, me expuso un día su preocupación: “Yo la quiero. De eso no tengo duda. El roblema es que somos dos cabezas y dos corazones muy distintos. Por eso nunca coincidimos. Cuando yo pienso en manifestar mi amor de una forma determinada, ella quiere otra. Y viceversa. No hay manera de estar con ella y ser feliz”. La cabeza y el corazón –lo que así llamamos popularmente–, en una persona equilibrada, están bajo el dominio y el gobierno del cuerpo la primera y del espíritu el segundo. Y en contra de lo que algunos parecen creer en su forma de expresarse o incluso en su forma de actuar, los dos –nuestros sentimientos y nuestro entendimiento– son inseparables. Como inseparables son nuestro cuerpo y espíritu. Precisamente en la unión de cabeza y corazón radica el hecho de ser inseparables el cuerpo y el alma de una persona en vida. Y también también lo que llamamos llamamos equili equilibrio brio emocional y madurez personal. personal. Es propio del ser humano feliz, encontrar el equilibrio entre ambos. Su convivencia fecunda. De cualquier otra forma, nuestra psique enfermaría: por exceso de sentimiento y pobreza de entendimiento o por exceso de éste y defecto de aquél. Ambos son como hermanos siameses, a los que debemos cuidar y alimentar con igual cariño. Porque ambos son tan inseparables, como necesarios para nuestro equilibrio, nuestra salud y nuestra felicidad y la de quienes queremos. Uno complementa al otro. Si bien es cierto que en cada persona predomina uno sobre el otro, y así hay quienes son más afectivos y quienes menos. Con todo, cualquier persona equilibrada cultiva, escucha y nutre ambos. El sentimiento nos estimula y da la fuerza necesaria, la atención. La razón nos dice cómo gobernarlo, cómo aprovecharlo en la búsqueda de nuestra felicidad y la de los que queremos. Nos ayuda el entendimiento a decidir y fijar el rumbo; nuestro afecto, será el viento que nos empuje hasta arribarlo, conquistarlo victoriosamente y festejarlo. Hemos de actuar por tanto siempre escuchando a ambos. No debemos por eso decidi decidir asuntos importantes sin sin haberlos haberlos sopesado
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convenientemente antes bajo la lente del corazón y la cabeza, es decir, del afecto y la razón. Así: a) Antes de decidir, debemos observar las opciones con la lente de nuestro CORAZÓN : – Valo Valorando rando lo que nos hace sentir, sentir, – Lo que nos conmueve, – Cuánto lo deseamos, – Si nos atrae realmente, – Si nos parece amable, – Si nos emociona y esa emoción será duradera,… b) Y con la lente lente de nuestra CABEZA: – Valorando alorando si es objetivamente objetivamente bueno y nos hace bien bien a nosotros y a los que más queremos, – Cómo, por qué y para qué lo deseamos, – Si a la larga nos hará feliz, feliz, cuando nuestro corazón haya puesto la atención en otro objetivo, – Si nos costará continuar continuar cuando el afecto decaiga decaiga y si tendremos fuerzas para lograr lograr el objetivo… Cuanto más importante sea el asunto que exija nuestra decisión, con menos prisa hemos de estudiarla en frío, distanciándonos del hoy y ahora, de la urgencia, fuera de la confusión que nos puede acarrear la emoción, cuando haya pasado el tiempo necesario para que esa emoción se haya debili debilitado. Además, es bueno tener en cuenta ante cada decisión, que siempre tenemos cuatro opciones: 1. Si sentimos que queremos hacer algo y es bueno y nos hará feliz a la larga, más allá del impulso que sentimos ahora. En ese caso, HAGÁMOSLO. Si no es este el caso, entonces reflexionemos aún más, antes de decidir: 2. Puede ser que sí sintamos querer hacer algo, pero pensemos que quizá no nos convenga y no nos hará felices más allá del momento de nuestro impulso. Entonces, NO LO HAGAMOS. HAGAMOS. 3. Puede ser que no sintamos especial emoción, pero sí sepamos que nos convendría
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y que nos hará felices a la larga. En este caso, busquemos la emoción que nos reporte el impulso y ese querer hacerlo, y HAGÁMOSLO. Recordemos que las emociones también se encuentran si las buscamos. Explicaré esto, porque me parece crucial: crucial: Hemos dicho que entendimiento y sentimiento son inseparables. Si sabemos que algo nos conviene, si creemos que nos hará sentirnos bien con nosotros mismos y hacemos con ello bien a otros (esto nos lo indica nuestra conciencia, nuestros princi rincipi pios, os, si estamos habituados habituados a tenerlos tenerlos presente y defenderlos), defenderlos), entonces este pensamiento ensamiento tiene tiene parejo un sentimi sentimiento ento que nos movería a desear segui seguirl rlo. o. Estará en nosotros con seguridad. Porque pensar que algo nos conviene y desearlo van juntos, aunque a veces la emoción emoción se oculta oculta por el predomini predominioo del entendimient entendimiento, o, sin que signifique ello que no hay emoción. La encontraremos si la buscamos. La buscaremos pensando en ella. ella. Y nos reportará la fuerza sufici suficiente ente para inici niciar ar algo algo con ánimo y satisfacción cuando lleguemos a la meta. 4. Naturalmente, si no sentimos emoción por hacer algo y además sabemos que no nos conviene, que no nos hará mejores, ni hará felices a quienes queremos, por mucho que otro quiera –el que nos lo sugiere o manda–, no lo hagamos. La cabeza no debe perderse al amar, Ni siquiera en el sexo s exo
En el amor, la cabeza nunca debe perderse, porque quien se pierde junto a la cabeza es el amor entero. Al desunir corazón y cabeza, comienza comienza toda desunión. desunión. Así, por ejemplo, si uno de los amantes, en un acto de amor, se deja llevar por la pasión asión sin sin contar con el otro, en breve –más breve, si quien se deja llevar es el amante masculino–, se verá envuelto en una espiral de placer-pasión-placer-mayor pasión, que si no cuenta con el otro, no tardará en hacerle descubrir que se ha quedado solo en su espiral, disfrutando él únicamente, no amando, porque el amor siempre exige dos. En ese momento en que se ha preferido el disfrute, dar rienda a la pasión biológica unilateralmente, sin escuchar a su cabeza que le advertía de que el otro no le estaba acompañando plenamente, como lo que no une, desune inevitablemente, comienza a sentirse el vacío de la desunión. Fruto de haberse quedado solo en un acto que debió ser conjunto, compartido, antes de que fuera casi imposible frenar la espiral del deseo. A veces, uno de los amantes –insisto, sobre todo el varón por regla general, más
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externo en sus impulsos y en su placer, más breve, intenso y directo–, puede creer que ella le está acompañando en el acto amoroso y entonces, en cuanto descubre que sólo le está permitiendo, se encuentra en una rampa difícil de frenar. Duda continuar o no al notar que en el acto uno está apasionado y el otro pasivo. Duda, pero a menudo no cesa. Ese es su error. No frenar, escuchando a su cabeza en ese instante. Desoyéndola continúa en su acto unilateral soportado por el otro o la otra normalmente, y entonces ese acto no une como lo hace el acto compartido y verdaderamente amoroso. Frenar cuando uno ve que el otro no le sigue es un acto propio de nuestra cabeza que nos dicta no seguir a nuestro corazón y nuestra pasión. No frenar cuando uno camina camina solo, solo, es dejarse llevar por nuestro deseo, impulso, mpulso, pasión, asión, emoción, emoción, corazón. Desoyendo a nuestra cabeza, nuestra razón, que intuye las sensaciones y emociones del otro. Tan propio del verdadero amor. Ese que engendra más amor y unión a cada acto. A menudo el sexo desune. Si no implicamos en él nuestra cabeza también. Encontrarse con el otro para disfrutar uno solo, en cualquiera de los campos, sexual o no, siempre conlleva soledad y desunión. Puede que no importante, dependiendo de la generosidad del otro, pero desunión al cabo. Porque lo que no disfrutamos juntos, no lo compartimos y lo que no se comparte, nos diferencia y nos separa. Tengamos siempre presente que el sexo tiene la posibilidad de unir con plenitud, pero también de desunir definitivamente. Sin remedio. Una relación sexual donde se busca cada uno por separado ha comenzado su fin. Quizá suponga al principio sólo una pequeña separación, una desunión, una fisura en la roca que parece firme, no importante en un principio, pero que unida a otras desuniones, con la temporada del frío, el hielo se introducirá en la fisura de la roca y acabará haciéndola estallar. Las pequeñas desuniones pesan cada vez más. En consecuencia, un acto –como el sexual– diseñado para unir y manifestar nuestro amor mutuo, de potencial infinito, acaba convirtiéndose en una manifestación de las vidas paralelas de dos amantes que desunidos, se utilizan individualmente juntos. Sin remedio. Es cuestión de tiempo.
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UN CONSEJO SOBRE LA COMUNICACIÓN Cuentan que una vez se reunieron, en un lugar de la tierra todos los sentimientos y atributos del ser humano, y que a propuesta del aburrimiento se pusieron a jugar al escondite. Que la locura se la quedó y se puso a contar y tras un buen rato, contando a por 999, el amor aún no había encontrado dónde esconderse. Porque todos los sitios siti os estaban ocupados. (Que es lo que suele ocurrirle al amor, que no encuentra fácilmente sitio). Y que al fin el amor vio un rosal hermoso y decidió esconderse entre sus muchas lores. La locura, al terminar de contar, contar, se puso a buscar, buscar, como loca, y fue encontrando a todos, uno a uno. Pero no encontraba al amor. El amor no aparecía por ningún sitio. (También suele ocurrir). Entonces la locura se acercó acercó al rosal y comenzó a mover sus ramas. De pronto, pronto, se oyó un doloroso grito. Las espinas habían herido los ojos del amor. La locura no sabía qué hacer para disculparse ante el amor: lloró, le rogó perdón y hasta prometió ser su lazarillo. Por eso, desde entonces, se dice que el amor es ciego y que la locura siempre le acompaña. Hoy seguimos segui mos oyendo que el amor es ciego, porque porque según se dice di ce no ve los defectos, las reales dificultades. Pero esto sólo es un cuento y no es cierto que el amor sea ciego. En realidad, como escribió Ortega y Gasset, “el amor, a quien pintan ciego, es vidente y perspicaz porque el amante ve cosas que el indiferente no ve, y por eso ama”. El amor ilumina con una luz única. A este punto y a reflexionar sobre cómo y por qué los amantes, que no son ciegos, tienden a quedarse mudos, dediqué un capítulo en mi libro ¿Quieres casarte conmigo? Pero aquí debemos apuntar al menos algunos aspectos que determinan el éxito o fracaso de nuestra comunicación amorosa. Algo que incide también directamente en lograr la salida, la felicidad, en el laberinto de nuestros sentimientos. Dos personas se comunican cuando una escucha. Cuando una calla y atiende activamente a la otra. Es decir, cuando una está pendiente no sólo de las palabras del
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otro, sino de lo que no dice con las palabras y quiere transmitir. Escuchar es amar. Escuchar de verdad. Porque de verdad nos interesa. Las palabras nunca dicen lo que realmente las personas queremos decir. El lenguaje verbal nunca es exacto. Por eso quien le interesa de verdad lo que la otra persona está intentando decirnos, está muy pendiente de la persona que habla. Es decir, está pendiente también de los gestos, la postura, el momento, la intensidad, la emoción, la experiencia, la jerarquía de valores, prioridades, ilusiones, aspiraciones de quien habla. ¿Demasiado complicado? No. Rico Rico sí. P orque el amor es eso: riqueza. riqueza. Por eso todos los matices y datos que lo rodean son importantes. Esas cuestiones secundarias que giran en torno al mensaje amoroso, a veces son esenciales. Así hemos de atender al todo que se nos quiere transmitir, incluyendo qué siente la persona cuando nos habla y qué desea que hagamos: sentir con ella, cambiar de actitud, compadecerla, animarla, corregirla, consolarla, quitarle una idea de la cabeza… En los gestos que acompañan su hablar o su escribir están sin duda las claves de lo que necesita de verdad y hemos de darle. Por último, hay que saber que el amor tiene un lenguaje propio. Comprometedor. Así, por ejemplo, no deberíamos decir nunca que amamos cuando sólo alguien nos cae bien ien o simplemente simplemente le queremos. Amar es demasiado. Esto nos lleva a una, ¿cuál es la diferencia entre querer y amar? Amar sólo se puede amar cuando quien ama es dueño de sí mismo y entrega a alguien todo lo que es. Por tanto, pasado, presente y futuro. P odríamos sacar de esto miles miles de consecuencias. consecuencias. Fijémonos Fijémonos en dos radicales: radicales: • Quien ama es dueño de sí mismo. Si no tiene entregado su amor a alguien. Uno no es de sí, si aceptó ser el centro de otro voluntariamente. Los vínculos afectivos de personas diferentes no se eliminan tan fácilmente cuando nos interesa. El amor es la desatención de nosotros mismos para la felicidad de otro que al ser realmente feliz, provoca a su vez una felicidad que no imaginábamos y sólo podemos experimentar nosotros. Así, aunque muchos lo desconozcan, amar de verdad es como tener un hijo. Quien es padre o madre, lo es para toda la vida, aunque no se porte como tal. Quien ama de verdad, ama en todo, con todo y también en el tiempo. Eso es lo que lo hace grande y comprometido a los mejores amores. Lo demás se parece demasiado al interés circunstancial de uno más que otro.
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• Quien ama lo hace en el tiempo: – Olvidando Olvidando el pasado o recordándolo, según lo lo merezca; – Cuidando el presente, presente, no dando por hecho el futuro; – Comprometiendo el futuro. ¿Demasiado radical? Es que el amor de verdad, ese que llena de felicidad y plenitud a quien es amado y ama, es radical. Si no, simplemente digamos que queremos, que es mucho, pero no que amamos.
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SIMPLEMENTE ACERTAR A mi novia le dije di je una vez: “Para ser feliz feli z basta acertar una vez”. Entonces llevábamos saliendo cuatro cuatro meses. Hoy hace diecisiete dieci siete años que nos casamos y sigo pensando lo mismo. La razón es precisamente la que confirma la elección del afecto. La que argumenta lo que desea el afecto y refuerza su impresión de que realmente será un acierto optar por algo. El mayor acierto que podemos lograr en nuestra vida es acertar a quién ceder el centro de nuestro corazón. El protagonista de nuestras emociones principales, nuestros sentimientos agradables y nuestro amor. El mayor acierto sin duda, el más decisivo de nuestra vida, es acertar al elegir a quién entregarnos y a quién convertir en el protagonista de nuestros desvelos, nuestro obrar, nuestro empeño en hacer feliz y corresponder. Acertar al considerar quién será digno y no traicionará nuestra entrega pese a los obstáculos. Quién no nos venderá a ningún precio. Quién nos amará pese a como somos y conocernos. Acertar al escoger a quién soportaremos sus defectos y amaremos con sus exigencias. Los defectos no menguan con el tiempo. No cambian pese a lo mucho que amemos a alguien y nos amen, porque son parte de las personas de las que nos enamoramos íntegramente. Sus defectos son los mismos que le forjaron durante su infancia y adolescencia, y ningún ser humano acaba de erradicarlos del todo. El mérito de quien nos ama está en luchar contra ellos por nosotros, y la clave, que sean soportables por nuestro amor, no que desaparezcan. La ingenuidad de muchos hace que, con el paso del tiempo, cuando se enfrentan a los mismos defectos del otro, al ver que no desaparecen, los confunden con una manifestaci manifestación ón de desamor y argumentan que ya no se sienten enamorados. Si un día pudimos soportar los defectos que hoy no soportamos, es simplemente porque algo algo ha cambiado en nosotros, que nos hace peores amantes. Que los defectos de alguien a quien amamos se conviertan en un serio problema, depende más de nuestra
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capacidad de sobrellevarlos y darles un sentido nuevo que de los defectos en sí. La balanza alanza donde sopesamos la importancia importancia de sus defectos y nuestro aguante, depende sólo de nosotros: es nuestra. Acertar también es elegir a quien podremos hacer feliz siempre, tal y como somos nosotros ahora. Porque la felicidad no puede fundamentarse en un futurible, un posible incierto, sino en un presente y un pasado. También en un pasado. En la realidad, al cabo, que es sólo donde amamos.
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AHORA En una clase tenía un alumno preocupado preocupado por el tiempo perdido perdido en su vida. ”Por qué estas cosas no se aprenderán antes de comenzar a meter la pata. La experiencia nos hace aprender, pero demasiado tarde”. No te olvides –le dije–, del ahora. prendemos prendemos de la experiencia experie ncia justo en el momento en que estamos preparados preparados para darnos cuenta de algo y ponerlo en práctica. Por eso la clave es no desperdiciar muchos AHORAS. No se repiten. Hay un hecho irrefutable: ahora aún estamos vivos. Si estamos ahora vivos, es que ahora podemos. No puede quien no vive, pero cualquier vivo realmente puede. El inicio del éxito de cualquier propósito es saber que en realidad podemos. El hecho de vivir hace que el acierto y la felicidad, sean posibles. Vivir es igual que querer y poder luchar. Poder ser felices, con una felicidad que no se apague ni deje de crecer nunca. Basta convencerse de que el laberinto de nuestros sentimientos tiene un camino que dará con la salida, que será muy placentera y seguirlo. Brújula, vida y rumbo acertado. Eso y nuestros pies bastan. Lo demás es seguir andando. Ya llegará la salida si no nos preocupamos en controlarlo todo, sino en dar cada paso seguro hacia esa salida. Evitando la claustrofobia estéril. La meta se acerca con independencia de nuestro paso. Llegará tarde o temprano, si andamos. Pero si andamos ahora. El ahora es la estrategia más eficaz. Nuestro gran poder. Ahora sí, ahora otra vez, ahora más, ahora ya, ahora de nuevo, ahora pese a todo…, ahora de verdad. Es nuestra arma. La única.
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EL ACTIVISMO INSOLIDARIO Raúl me contó que el mundo estaba mal hecho. Que comprobaba comprobaba cada verano que iba a Perú con una ong solidaria, cómo habiendo tantos necesitados, nadie hacía nada salvo un puñado de cooperantes como él, durante sus vacaciones… vacaci ones… a sentirse importantes pensé yo por otras cosas que me contaba. Roberto, sin embargo, embargo, me dijo que cuando fue la primera vez a Kenia encontró la randeza de la vida y la pobreza de África. Cuando volvió, en su segundo viaje encontró la paz oculta detrás de cada niño feliz pese a las dificultades de África. En su tercer viaje, me confesó por email que había encontrado a los mismos niños jugando con Dios. No es oro todo lo que reluce reluce y hay un callejón callejón sin sin salid salidaa en el que aquell aquellos con las mejores disposiciones pueden caer: el activismo insolidario. Se trata de un callejón de sutil entrada y buena dirección, pero que sólo el tiempo lo revela sin salida. Es el callejón de los que descubren con acierto que dedicar la propia vida a los demás es ganarla, pero acaban su camino volviendo sobre sí mismos, importándoles más su propia ropia ayuda que las personas a la que ayudan. Podríamos decir, aunque fuera alegóricamente, que si las personas a las que queremos y ayudamos (los demás) son el Este. El Sur sería nuestro yo. Y el fin del laberinto, la felicidad real, estaría en el Noreste. Pero es posible que muchos, dirigiéndose hacia el punto correcto, se queden muy cerca y no lleguen. Harán mucho por los demás y serán muy útiles, pero habrá algo que les mantendrá vacíos y no se sentirán felices. Dedicarse a los demás siempre conlleva premio. Es cierto. Hacer feliz a alguien, conlleva buena parte de nuestra felicidad. Es simplemente verdad. Sin embargo, la experiencia dice que muchos de los que se afanan en labores solidarias, acaban por centrarse en exceso en su propia eficacia y limitan su ayuda, sin la profundidad rofundidad de hacerl hace rloo por amor de verdad y desinterés. desinterés. Muchos, llenos de buena intención, no logran alcanzar la plenitud propia ni la de aquél a quien ayudan, porque con el paso del tiempo lo que es un camino plausible, se
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convierte en un sendero con destino en sí mismo, no en los demás como empezó. Si el activismo insolidario fuera solidario de verdad, desembocaría en la felicidad. Fecunda. No estéril. De ambos: ayudante y ayudado. Pero eso, sólo puede darse cuando el porqué se hace está fuera del que ayuda, trasciende toda circunstancia y no esconde otro interés que el puro ayudado. Por eso, a algunos, el amor a Dios les lleva a la ayuda solidaria y viceversa: ésta a Dios. Aún así, bajo la fachada de generosidad, se esconde a veces el interés desmedido por un yo, más que por los demás. Hay una señal que delata el activismo insolidario: pensar “ soy muy bueno, muy eneroso, mi ayuda es eficaz, y el resto del mundo no hace nada, porque el mundo es simplemente i njusto y está mal hecho. Cuanto yo hago no basta, simplemente porque porque no hay más manos”. Sintiéndose frustrado por ello. La frustración es manifestación de un yo desmedido y un los demás pequeño.
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LA SALIDA “Te reconozco –me dijo una alumna– que a veces cuando me empeño en ser feliz, en estar bien, en pasármelo bien, consigo lo contrario. Quizá es que me busco como dices a mí misma y sólo encuentro la soledad que yo genero”. Somos cada uno irrepetible, por eso también lo es nuestro laberinto. De ahí que no haya GPS posible, porque nunca antes nadie había explorado nuestro laberinto. Basta saber cuál es el rumbo, contar con una brújula (nuestra conciencia formada). Con buenos mapas para distinguir la naturaleza de las cosas que nos encontraremos, la apariencia de los obstáculos, el lugar de los oasis, las claves de cuanto sentiremos, pensaremos y debemos aprender. Sólo nosotros, con nuestra vida, podemos aprender que el Sur es la infelicidad, y su contrario lo único que permanece llenándonos. Que si el Noreste supone la Felicidad y la grandeza, el Sur –su contrario– es la pequeñez más inútil. Que si el Noreste es la Plenitud, el Sur es el vacío. Por eso, el comienzo es vaciar el corazón y la cabeza de nuestro yo. Porque nosotros no podemos llenarnos a nosotros mismos, como el continente no puede ser al mismo tiempo el contenido. Así, el Sur es la soledad de intentar acompañarnos a nosotros mismos. Pero la Felicidad está en su contrario, en la compañía de quien nosotros más queremos y elegimos con libertad para que ocupe nuestro continente y llene hasta el colmo nuestro recipiente. Que nos haga –ahí está la clave– sentirnos verdadera y completamente queridos. Sin vacío. Como sólo algunos amores pueden amar. Esa sensación de plenitud a la que aspira todo ser humano es a la que llamamos Felicidad. En definitiva, el Sur es el Yo; el Norte: Dios; el Este: los demás; el Oeste: la conducta asocial enfermiza. El hombre necesita reconocer cuanto antes que para ser feliz ha de sentirse amado. (Que será más feliz, cuanto más amado se sienta. Y más aún, si se siente amado por Dios). Y que ha de corresponder a ese amor. (Que será más feliz, cuanto más ame a los demás. Y aún más feliz, si corresponde a Dios). Así, el laberinto de nuestros sentimientos nos lleva a la salida, la Felicidad, cuando nos
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dirigimos a los demás por Dios o se llega a Dios por los demás. En todo caso, el Norte, con ligera desviación al Este, como anunciamos. Al final de todo, el Amor abrirá cualquier obstáculo, el más nimio y el más decisivo también. Clave de la Felicidad sin límites. Así es la vida, así podemos vivirla a cualquier edad. Así la viven los felices. Sólo dejarse llevar, brújula en mano y paso a paso. Nada más. Nada menos. Hasta el final.
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El viaje al ahora Una guía sencilla para llevar la atención plena a nuestro día a día Jorge Barraca Barraca ISBN: 978-84-330-2527-2 Vivir con atención plena consiste en mantener la actitud de estar en contacto con el mundo, abierto a lo que se experimenta en cada instante, dirigiendo la atención de forma consciente a lo que se hace en cada momento, y llevarlo a cabo de forma similar a la de un niño que contempla por primera vez un espectáculo sorprendente, sin juzgarlo, valorarlo, cuestionarlo, criticarlo… sin compararlo con vivencias del pasado, sin preocuparse por lo que sucederá, sin sin envidi envidias. as. Se trata, en suma, de dejar que sean las cosas, el mundo, las experiencias, los sentidos, el cuerpo los que hablen por sí mismos, directamente, sin que la mente se inmiscuya u opine. Empezar a vivir con atención plena significa vivir realmente. Es despertarse y descubrir el mundo, que resulta entonces mucho más interesante, intenso, atractivo, vivificante y placentero. La clave para contrarrestar los pensamientos negativos, los estados de ánimo bajos, la ansiedad por problemas futuros, está en no ensimismarse, sino en estar ahora –ya– en
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conexión con el exterior y francos a lo que llegue en cada momento. Frente al pensar y pensar, ensar, invito nvito a vivi vivirr y vivi vivirr, pero para eso se tendrá que volver volver al presente. Esta es la idea básica que quiero transmitir en este libro. Tome su billete para el viaje al lugar más extraordinario del mundo, el único real. Quizás nunca ha estado de verdad en él o lleva años sin frecuentarlo, aunque le aseguro que está muy, muy cerca. Su billete es para el viaje al ahora.
Cómo ganarse a las personas El arte de hacer contactos Bernd Görner ISBN: 978-84-330-2498-5 ¿Cuál es el secreto de las personas a las que se les abren todas las puertas como por arte de magia, de la gente que avanza por la vida sonriente y alegre y parece conseguir cuanto se propone? Son personas que tienen encanto y carisma. Con estas cualidades captan fácilmente la voluntad de los demás en favor de sus intereses e ideas. Bernd Görner nos enseña mediante múltiples ejemplos cómo ganarnos
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la confianza de las personas en la esfera profesional y privada, y a conquistar con elegancia el corazón de nuestros interlocutores, tanto en encuentros breves y desenfadados como en conversaciones formales. formales.
Vivir con plena atención De la aceptación a la presencia Vicente Simón ISBN: 978-84-330-2524-1
Vivir con plena atención trata de la vivencia del ser, más allá de cualquier adscripción a una escuela filosófica o a una tradición religiosa determinadas. Vivir la propia vida es una realidad de primera mano, única, intransferible. Y cuando se la mira de cara, atisbando su más profundo núcleo, lo que se nos manifiesta es la Conciencia misma, que siempre estuvo ahí y que nos tiene reservado el tesoro inagotable de una tranquilidad que permanece para siempre. siempre. Se atestigua que es posible relacionarse de una manera distinta con la propia mente y que, si este empeño perdura, nos acaba revelando la magia de un paisaje imprevisible. o hace falta ir a ninguna parte, ni aguardar ningún acontecimiento venidero. La experiencia puede suceder aquí mismo y ahora, si acaso tenemos la valentía de afrontar la propia realidad tal como es, sin disfrazarla ni zafarnos de ella. El presente libro indaga
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en la estructura de la mente egoica (predominante entre nosotros) y en sus aspectos más problemáti roblemáticos, cos, que inclu incluyen yen su reclusi reclusión ón en un universo universo conceptual, conceptual, una ilusoria usoria idea de la felicidad, el protagonismo desmesurado de la historia personal y la ilusión de separación en que vivimos. Pero tras alcanzar una visión cabal de la mente y de su relación con la realidad, se percibe que el mundo no resulta ni tan amenazador ni tan prometedor como lo habíamos imaginado. maginado. Se entrevé que la bondad y la bell belleza han estado desde siempre en el fondo del propio corazón y que una vez reveladas, van a ser reconocidas por doquier.
Los cuentos de Luca Un modelo de acompañamiento para niñas y niños en cuidados paliativos Carlo Clerico Medina ISBN: 978-84-330-2481-7 Luca es un niño pequeño, bueno, sensato; es aprendiz de mago y está por convertirse en un magazo extraordinario. Su vida no será larga, pero sí será muy ancha. Tiene mucho que compartir contigo y con tu familia, en especial si tienes una niña o un niño muy enfermo o en cuidados paliativos. Dado que es un niño sensato, Luca ha logrado crear un mundo mágico dentro del
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hospital, y aunque siempre vuelve a la realidad de los adultos, ha encontrado mucha luz y verdad en ese sitio extraordinario al que solo pueden entrar Mateo, su hermanito menor, y Pablo, su mejor amigo de todo el mundo mundial. En este mundo especial, su cama de hospital se convierte en una enorme montaña y ahí dentro, en un castillo increíble, vive Gufo, su maestro de magia y de vida. Si tu familia vive hoy en medio del dolor que provoca la enfermedad de un niño, este es un cuento para ti. Está pensado para leerse despacio, en paz. Busca daros algunas ideas que os permitan ensanchar vuestras vidas. Hallarás en Luca y en su comunidad un reflejo franco, honesto y claro en el que podrás mirarte con más compasión, paciencia y generosidad. Encontrarás también algunos trucos de magia muy útiles para comprender mejor lo que está pasando alrededor de la cama de tu hijo y, sobre todo, para descubrir Vida y sentido a pesar del dolor.
Famili amilias as felices fe lices El arte de ser padres Trisha Lee • Steve Bowkett • Tim Harding • Roy Leighton ISBN: 978-84-330-2485-5 Hoy se espera que los jóvenes no solo tengan un expediente brillante, sino que también
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sean equilibrados, que desarrollen inteligencias múltiples, que sean individuos creativos y maduros que puedan afrontar el cambio y la complejidad en un abrir y cerrar de ojos. Este libro, informativo y entretenido, proporciona a los padres herramientas prácticas para que sus hijos hijos empiecen con buen pie. pie. Basado en una investig nvestigación ación sóli sólida, los autores reúnen diferentes experiencias personales de la vida familiar y también distintas aproximaciones a la creatividad, inspirándose en el teatro-fórum, el arte de contar, la música, la Dinámica Espiral (DS)... que nos ayudarán no solo a ver cómo podemos desarrollarnos como seres humanos maduros y cariñosos, sino también a comprender el acto de equilibrio entre nuestro pensamiento y el ambiente que nos rodea, y cómo pueden influi influirse rse mutuamente. Familias Famili as felices se centra en la actividad que constituye el mayor desafío: ser madre o padre de niños niños pequeños y adolescentes. adolescentes. No hay un manual de paternidad, paternidad, pero sí que hay muchas ideas e indicadores buenos, y esta obra contiene numerosas fuentes con esa inspiración. Los autores de este libro son padres, de modo que conocen todos los problemas roblemas y las difi dificul cultades, tades, pero tienen tienen además la ventaja de que han trabajado con niños durante muchos años… y ofrecen a los padres confianza, aliento, perspectiva filosófica y abundantes consejos prácticos para formar a niños felices y equilibrados».
Cómo envejecer con dignidad y aprovechamiento 96
Ignacio Berciano ISBN: 978-84-330-2530-2 ¿Cómo adaptarnos al paso de los años? ¿Cuáles son las herramientas más adecuadas para mejorar, e incluso incluso disfrutar, disfrutar, con el inevi inevitabl tablee proceso de envejecimien envejecimiento? to? Desde estas páginas se hablará de radicales libres y de antioxidantes, del famoso resveratrol, que se encuentra más en los vinos tintos que en los blancos, de Picasso, de Leni Riefenstahl, de qué alimentos y deportes son los más convenientes y de muchos otros asuntos al respecto. Incluso de sexo. Hace unos años escuchamos en la terraza de un bar, al comienzo de una primavera sevillana, la opinión de un hombre de edad madura que sostenía, experto, un catavinos. Explicaba a sus contertulios que la vida es como compartir una botella de manzanilla con unos amigos. Los primeros sorbos pueden parecer los mejores pero, si sabemos paladearl aladearlo, o, no tiene tiene por qué no ser delici delicioso oso el final final de la la botella. botella. Totalmente Totalmente de acuerdo.
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DIRECTOR DIREC TORA: A: OLGA CASTANYER CASTANYER crecimiento personal . CARLOS ALEMANY ( ED.). (6ª ed.) 1. Relatos 1. Relatos para el crecimiento asertivi dad: expresión expresión de una sana autoestima. autoestima. OLGA C ASTANYER. (34ª ed.) 2. La 2. La asertividad: 3. Comprendiendo cómo somos. Dimensiones de la personalidad . A. GIMENO-BAYÓN. (5ª ed.) ndiendo a v ivir iv ir.. Manual contra el aburrimiento aburrimiento y la prisa. prisa. ESPERANZA BORÚS. (5ª ed.) 4. Apre 4. Aprendiendo 5. ¿Qué es el narcisismo? narcisismo? J OSÉ LUIS TRECHERA. (2ª ed.) 6. Manual 6. Manual práctico de P.N.L. Programación Programación neurolingüística neurolingüística.. R AMIRO AMIRO J. ÁLVAREZ. (5ª ed.) 7. El 7. El cuerpo viv enciado y analizado. analizado. CARLOS ALEMANY Y VÍCTOR GARCÍA (eds.) 8. Manual 8. Manual de Terapia Terapia Inf antil Gestáltica. Gestáltica. LORETTA ZAIRA CORNEJO P AROLINI. (5ª ed.) 9. Viajes hacia uno mismo. Diario de un psicoterapeuta en la postmodernidad . FERNANDO J IMÉNEZ HERNÁNDEZPINZÓN. (2ª ed.) 10. Cuerpo y Psicoanálisis. Por un psicoanálisis más activo. activo. J EAN S ARKISSOFF. (2ª ed.) 11. Dinámica 11. Dinámica de grupos. Cincuenta años después. después. LUIS LÓPEZ-YARTO ELIZALDE. (7ª ed.) 12. El 12. El eneagrama eneagrama de nuestras relaciones relaciones.. MARIA-A NNE G ALLEN - HANS NEIDHARDT . (5ª ed.) 13. ¿Por qué me culpabilizo tanto? Un análisis psicológico de los sentimientos de culpa. culpa. LUIS ZABALEGUI. (3ª ed.) 14. La 14. La relación de ayuda: De Rogers R ogers a Carkhuff Carkhuf f . BRUNO GIORDANI. (3ª ed.) 15. La 15. La f antasía como terapia de la l a personalidad . F. JIMÉNEZ H ERNÁNDEZ- PINZÓN. (2ª ed.) 16. La 16. La homosexualidad: un debate abierto. abierto. J AVIER GAFO (ed.). (4ª ed.) UBIO. (3ª ed.) 17. Diario 17. Diario de un asombro asombro. A NT ONIO GARCÍA R UBIO. ISO. (6ª ed.) 18. Descubr 18. Descubree tu perfil de personalidad en el eneagrama. eneagrama. DON R ICHARD R ISO. 19. El 19. El manantial escondido. La L a dimensión espiritual de la l a terapia. terapia. THOMAS H ART. OSÉ A NT ONIO G ARCÍA-MONGE. (12ª ed.) 20. Treinta palabras para la madurez. madurez. JOSÉ 21. Terapia Zen. Zen. DAVID BRAZIER . (2ª ed.) 22. Sencillamente cuerdo. La espiritualidad de la salud mental . GERALD M AY. nder de Oriente: Lo cotidiano, lo lento y lo callado. callado. J UAN MASIÁ CLAVEL. 23. Apre 23. Aprender caminante. M. SCOTT PECK. 24. Pensamientos 24. Pensamientos del caminante. estratégico. R. J. ÁLVAREZ. ARE Z. (2ª ed.) 25. Cuando el problema es la solución. Aproximación al enfoque estratégico. ICHO. (3ª ed.) 26. Cómo llegar a ser un adulto. Manual sobre la integración psicológica y espiritual . DAVID R ICHO 27. El 27. El acompañante desconocido. desconocido. De cómo lo masculino y lo f emenino que hay en cada uno de nosotros nosotros afecta af ecta a nuestras relaciones. relaciones. JOHN A. SANFORD. 28. Vivir la propia muerte. STANLEY K ELEMAN. 29. El 29. El ciclo de la l a vida: v ida: Una visión vi sión sistémica de la f amilia. amilia. ASCENSIÓN BELART - MARÍA FERRER. (3ª ed.) 30. Yo, limitado. limit ado. Pistas para descubrir y comprender comprender nuestras nuestras minusvalías minusvalí as.. MIGUEL Á NGEL CONESA F ERRER. 31. Lograr 31. Lograr buenas notas con apenas ansiedad. ansiedad. Guía básica para sobreviv sobreviv ir a los exámenes. exámenes. K EVIN EVIN FLANAGAN. 32. Alí 32. Alí Babá y los cuarenta cuarenta ladrones. ladrones. Cómo volverse v olverse ver v erdaderam daderamente ente rico. rico. VERENA K AST. 33. Cuando el amor se encuentra con el miedo. miedo. DAVID R ICHO ICHO. (3ª ed.) 34. Anhelos 34. Anhelos del corazón. corazón. Integración psicológica y espiritualidad . WILKIE AU - N OREEN C ANNON. (2ª ed.) 35. Vivir y morir conscientemente. conscientemente. IOSU OSU C ABODEVILLA. (4ª ed.) 36. Para 36. Para comprender comprender la adicción al juego. juego. MARÍA PRIETO U RSÚA. 37. Psicoterapia 37. Psicoterapia psicodramática psicodramática indivi i ndividual dual . TEODORO H ERRANZ C ASTILLO. 38. El 38. El comer emocional . EDWARD ABRAMSON. (2ª ed.) RIS WENTWORTH. 39. Crecer en intimidad. Guía para mejorar las relaciones interpersonales.J interpersonales.J OHN AMODEO - K RIS (2ª ed.) 40. Diario 40. Diario de una maestra maestra y de sus cuarenta cuarenta alumnos. alumnos. ISABEL A GÜERA E SPEJO-S AAVEDRA. 41. Valórate por la felicidad que alcances. alcances. XAVIER M ORENO L ARA. AMIRO J . Á LVAREZ. ARE Z. 42. Pensándolo 42. Pensándolo bien... bien.. . Guía práctica para asomarse asomarse a la l a realidad realidad . R AMIRO 43. Límites, 43. Límites, f ronteras y relaciones. relaciones. Cómo conocerse, conocerse, protegerse protegerse y disfrutar disf rutar de uno mismo. mismo. CHARLES L.
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WHITFIELD. encuentro con el sufrimiento. sufrimiento. JOSÉ CARLOS BERMEJO. 44. Humanizar 44. Humanizar el encuentro 45. Para 45. Para que la vida vi da te sorpr sorprenda enda.. MATILDE DE TORRES. (2ª ed.) 46. El 46. El Buda que siente y padece. Psicología budista sobre sobre el carácter, la advers adv ersidad idad y la pasión. pasión. DAVID BRAZIER. 47. Hijos 47. Hijos que no se van. La dif icultad de abandonar el hogar . JORGE JORGE BARRACA. 48. Palabras 48. Palabras para una vida v ida con sentido. sentido. Mª. ÁNGELES NOBLEJAS. (2ª ed.) 49. Cómo llevarnos bien con nuestros deseos. deseos. PHILIP SHELDRAKE. 50. Cómo no hacer el tonto por la vida. Puesta a punto práctica del altruismo. altruismo.LUIS CENCILLO. (2ª ed.) 51. Emociones: 51. Emociones: Una guía interna. Cuáles sigo y cuáles no. no. LESLIE S. GREENBERG. (3ª ed.) 52. Éxito 52. Éxito y f racaso. racaso. Cómo viv irlos con acierto. acierto. AMADO RAMÍREZ VILLAFÁÑEZ. 53. Desar 53. Desarrrollo de la armonía interior. interior. La construcción de una personalidad positiva positiv a. JUAN ANTONIO BERNAD. 54. Intro 54. Introducción ducción al R ole-Playing pedagógico. pedagógico. PABLO POBLACIÓN KNAPPE Y ELISA LÓPEZ BARBERÁ. (2ª ed.) 55. Cartas a Pedro. Guía para un psicoterapeuta que empieza. empieza. LORETTA CORNEJO. (3ª ed.) 56. El 56. El guión de v ida. ida. JOSÉ LUIS MARTORELL. (2ª ed.) 57. Somos lo mejor que tenemos. tenemos. ISABEL AGÜERA ESPEJO-SAAVEDRA. 58. El 58. El niño que seguía la l a barca. barca. Intervenciones I ntervenciones sistémicas sobr sobree los juegos f amiliares amiliares.. GIULI ANA PRATA, PRATA, MARIA VIGNATO Y SUSANA BULLRICH. 59. Amor 59. Amor y traición t raición.. JOHN AMODEO. 60. El 60. El amor. amor. Una visión v isión somática. somática. STANLEY KELEMAN.
61. A 61. A la búsqueda de nuestro nuestro genio interior: i nterior: Cómo cultiv arlo y a dónde nos guía. guía. KEVIN FLANAGAN. (2ª ed.) corazón abierto. Confesiones de un psicoterapeuta. psicoterapeuta. F. JIMÉNEZ HERNÁNDEZ-P HERNÁNDEZ-P INZÓN. 62. A 62. A corazón En vísperas de morir. morir . Psicología, espiritualidad y crecimiento cr ecimiento personal 63. En 63. . IOSU CABODEVILLA. CASTANYER ER Y ESTELA ESTE LA ORT ORT EGA. (7ª ed.) 64. ¿Por qué no logro ser asertivo? OLGA CASTANY profundo undo.. JOSÉ-VICENTE BONET, S.J. (2ª ed.) 65. El 65. El diario íntimo: buceando hacia el yo prof ed.) 66. Caminos sapienciales de Oriente. Oriente. JUAN MASIÁ. 67. Superar la ansiedad y el miedo. Un programa paso a paso. paso . PEDRO MORENO. (9ª ed.) 68. El 68. El matrimonio como desafío. desafí o. Destrezas Destrezas para para viv v ivirlo irlo en plenitud plenit ud . KAT KAT HLEEN HLEE N R. FISCHER Y THOMAS N. HART. HART. 69. La 69. La posada de los l os peregrinos. peregrinos. Una aproximación aproximación al A rte de Vivir Viv ir.. ESPERANZA B ORÚS. 70. Realizarse 70. Realizarse mediante la magia de las coincidencias. P ráctica de la sincronicidad sincronicidad mediante los cuentos.J cuentos. J EANPASCAL DEBAILLEUL y C ATHERINE FOURGEAU. 71. Psicoanálisis 71. Psicoanálisis para educar mejor. mejor. FERNANDO J IMÉNEZ HERNÁNDEZ -PINZÓN. 72. Desde 72. Desde mi ventana. v entana. Pensamientos P ensamientos de autoliberación. PEDRO MIGUEL LAMET. 73. En 73. En busca de la sonrisa perdida. perdida. La psicoterapia y la l a revelación revelación del ser. ser. J EAN SARKISSOFF. 74. La 74. La pareja y la comunicación. La importancia del diálogo para la plenitud y la longev idad de la l a pareja. pareja. Casos y reflexiones. PATRICE CUDICIO y CATHERINE CUDICIO. 75. Ante 75. Ante la enf ermedad de Alzheimer. Alzheimer. Pistas para cuidadores cuidadores y f amiliares. amiliares. MARGA N IETO CARRERO. (2ª ed.) 76. Me 76. Me comunico... comunico.. . Luego existo. Una historia de encuentros encuentros y desencuentros. desencuentros. JESÚS DE LA GÁNDARA MARTÍN. 77. La 77. La nueva nuev a sofr sof rología. Guía práctica para todos. todos. CLAUDE IMBERT. 78. Cuando el silencio habla. MAT ILDE DE TORRES VILLAGRÁ. (2ª ed.) 79. Atajos 79. Atajos de sabiduría. CARLOS DÍAZ. OSAL CORT ORT ÉS. 80. ¿Qué nos humaniza? ¿Qué nos deshumaniza? Ensayo de una ética desde la psicología. R. R OSAL AFAEL R EDONDO. EDONDO. 81. Más 81. Más allá del indiv idualismo. R AFAEL 82. La 82. La terapia centrada en la persona hoy. hoy. Nuevos avances av ances en la teoría y en la práctica. DAVE MEARNS y BRIAN THORNE. mov imientos oculares. oculares. La promesa promesa potencial de un nuevo avance psicoterapéutico. FRED 83. La 83. La técnica de los movimientos RODUCCIÓN A LA EDICIÓN ESPAÑOLA POR R AMIRO AMIRO J . Á LVAREZ FRIEDBERG. I NT RODUCCIÓN ¡... Cuando puedes ser ser tu mejor amigo! A NN- M. MCMAHON. 84. No 84. No seas tu peor enemigo... ¡...Cuando B ases teóricas teóricas de la diafr diaf reoterapia. LUZ CASASNOVAS SUSANNA. (2ª ed.) 85. La 85. La memoria corporal. Bases 86. Atrapando 86. Atrapando la f elicidad con redes pequeñas. pequeñas. IGNACIO BERCIANO PÉREZ. C ON LA COLABORACIÓN DE ITZIAR BARRENENGOA. (2ª ed.) 87. C.G. Jung. Vida, obra y psicoterapia. psicoterapia. M. PILAR Q UIROGA MÉNDEZ. 88. Crecer en grupo. Una aproximación desde el enfoque centrado en la persona. persona . TOMEU BARCELÓ. (2ª ed.)
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cognit iva con grupos. ALEJANDRO BELLO GÓMEZ, 89. Automanejo 89. Automanejo emocional. Pautas para la intervención cognitiva A NT ONIO C REGO D ÍAZ. 90. La 90. La magia de la metáfora. metáf ora. 77 relatos breves breves para educadores, educadores, f ormadores ormadores y pensadores. pensadores. NICK O WEN. 91. Cómo volverse enfermo mental. J OSÉ OSÉ L UÍS PIO A BREU. 92. Psicoterapia 92. Psicoterapia y espiritualidad. La integración de la dimensión espiritual en la práctica terapéutica. AGNETA SCHREURS. 93. Fluir 93. Fluir en la advers adv ersidad. idad. AMADO R AMÍREZ AMÍREZ VILLAFÁÑEZ. 94. La 94. La psicología del soltero: soltero: Entr E ntree el mito y la realidad. J UAN A NT ONIO BERNAD. 95. Un corazón auténtico. Un camino de ocho tramos hacia un amor en la madurez. J OHN AMODEO. 96. Luz, 96. Luz, más luz. Lecciones de filosof f ilosofía ía v ital de un psiquiatra. BENITO P ERAL. (2ª ed.) 97. Tratado de la insoportabilidad, la envidia y otras “virtudes” humanas. LUIS R AIMUNDO AIMUNDO G UERRA. (2ª ed.) 98. Crecimiento Crecimiento personal: Aportaciones A portaciones de Oriente y Occidente. MÓNICA R ODRÍGUEZ-ZAFRA (E D.). 99. El 99. El f uturo uturo se decide antes de nacer. nacer. La terapia de la v ida intrauterina. CLAUDE I MBERT. (2ª ed.) 100. Cuando lo perfecto no es suficiente. Estrategias para hacer frente al perfeccionismo. MARTIN M. A NT ONY R ICHARD ICHARD P. S WINSON. (2ª ed.) 101. Los 101. Los personajes personajes en tu interior. interior. Amigándote con tus emociones más prof profundas. undas. J OY C LOUG. UTLEDGE. 102. La 102. La conquista del propio propio respeto. respeto. Manual de respons responsabilidad abilidad personal. T HOM R UTLEDGE. 103. El 103. El pico del Quetzal. Sencillas conversaciones para restablecer restablecer la esperanza esperanza en el f uturo. uturo. MARGARET J . WHEATLEY. 104. Dominar 104. Dominar las crisis de ansiedad. Una guía para pacientes. PEDRO MORENO, JULIO C. MARTÍN. (10ª ed.) 105. El 105. El tiempo regalado. regalado. La L a madurez madurez como desafío. IRENE E STRADA E NA. 106. Enseñar 106. Enseñar a convivi convi virr no es tan difícil. dif ícil. Para quienes no saben qué hacer con sus hijos, o con sus alumnos. MANUEL SEGURA M ORALES. (13ª ed.) (depresión), rabia (violencia), (v iolencia), alegría (euf oria). 107. Encrucijada 107. Encrucijada emocional. Miedo (ansiedad), tristeza (depresión), ARMELO B IZKARRA. (4ª ed.) K ARMELO 108. Vencer la depresión. Técnicas psicológicas que te ayudarán. MARISA B OSQUED. 109. Cuando me encuentro con el capitán Garfio... (no) me engancho. La práctica en psicoterapia gestalt. Á NGELES MART ART ÍN Y CARMEN VÁZQUEZ. 110. La 110. La mente o la vida. vi da. Una aproximación aproximación a la Terapia Terapia de Aceptación A ceptación y Compromiso. Compromiso. J ORGE B ARRACA (2ª ed.) 111. ¡Deja de controlarme! Qué hacer cuando la persona a la que queremos ejerce un dominio excesivo sobre nosotros. R ICHARD ICHARD J . S TENACK. 112. Responde 112. Responde a tu llamada. Una guía para la realización de nuestro nuestro objetiv o vital v ital más prof profundo. undo. J OHN P. SCHUSTER. 113. Terapia meditativa. Un proceso de curación desde nuestro interior. MICHAEL L. E MMONS, PH.D. Y J ANET EMMONS, M.S. 114. El 114. El espíritu de organizars organizarse. e. Destrezas Destrezas para para encontrar el signif icado a sus tareas. tareas. PAMELA K RISTAN. 115. Adelgazar: 115. Adelgazar: el esf uerzo posible. posible. Un sistema gradual para superar superar la obesidad. A. CÓZAR. 116. Crecer en la crisis. Cómo recuperar el equilibrio perdido. ALEJANDRO R OCAMORA. (3ª ed.) 117. Rabia 117. Rabia sana. Cómo ayudar a niños y adolescentes adolescentes a manejar su rabia. BERNARD GOLDEN, (2ª ed.) 118. Manipulador 118. Manipuladores es cotidianos. Manual M anual de superviv encia. J UAN C ARLOS V ICENTE C ASADO. 119. Manejar 119. Manejar y superar el estrés. estrés. Cómo alcanzar una vida más equilibrada. A NN W ILLIAMSON. 120. La 120. La integración int egración de la terapia experiencial y la terapia breve. Un manual para terapeutas y consejeros. consejeros.B BALA J AISON. AIMUNDO GUERRA. 121. Este 121. Este no es un libro de autoayuda. Tratado de la suerte, suerte, el amor y la l a f elicidad. LUIS R AIMUNDO AFA EUBA. (2ª ed.) 122. Psiquiatría 122. Psiquiatría para el no iniciado. R AFA ARMELO BIZKARRA. (3ª 123. El 123. El poder curativo del ayuno. Recuper R ecuperando ando un camino olvidado olv idado hacia la l a salud. K ARMELO ed.) 124. Vivir lo que somos. Cuatro actitudes y un camino. E NRIQUE M ARTÍNEZ LOZANO. (4ª ed.) 125. La 125. La espiritualidad en el f inal de la v ida. Una inmersión en las f ronteras de la ciencia. I. CABODEVILLA (2ª ed.) 126. Regr 126. Regreso eso a la conciencia. AMADO R AMÍREZ. 127. Las 127. Las constelaciones familiar famil iares. es. En E n resonancia resonancia con la v ida. PETER B OURQUIN. (9ª ed.)
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libro del éxito éxit o para vagos. v agos. Descubra lo que realmente realmente quiere quiere y cómo conseguirlo sin estrés.T estrés. THOMAS 128. El 128. El libro HOHENSEE. 129. Yo no valgo menos. Sugerencias cognitivo- humanistas para afrontar la culpa y la vergüenza. OLGA CASTANYER . (3ª ed.) 130. Manual 130. Manual de Terapia Terapia Gestáltica aplicada apl icada a los l os adolescentes. adolescentes. LORETTA CORNEJO. (3ª ed.) 131. ¿Para qué sirve el cerebro? Manual para principiantes. J AVIER TIRAPU. (2ª ed.) 132. Esos 132. Esos seres seres inquietos. Clav es para combatir la ansiedad y las obsesiones. obsesiones. AMADO R AMÍREZ VILLAFÁÑEZ. 133. Dominar 133. Dominar las obsesiones. obsesiones. Una guía guí a para pacientes. PEDRO M ORENO, JULIO C. MARTÍN, J UAN GARCÍA Y R OSA OSA VIÑAS. (3ª ed.) 134. Cuidados musicales para cuidadores. Musicoterapia Autorrealizadora para el estrés asistencial. CONXA TRALLERO FLIX Y J ORDI OLLER VALLEJO 135. Entre 135. Entre personas personas.. Una mirada cuántica a nuestras relaciones relaciones humanas. T OMEU BARCELÓ 136. Superar las heridas. Alternativas sanas a lo que los demás nos hacen o dejan de hacer. WINDY DRYDEN 137. Manual 137. Manual de f ormación en trance prof profundo. undo. Habilidades Habili dades de hipnotización. IGOR L EDOCHOWSKI 138. Todo lo que aprendí de la paranoia. CAMILLE 139. Migraña. 139. Migraña. Una pesadilla cerebral. cerebral. ARTURO GOICOECHEA 140. Apr 140. Aprendiendo endiendo a morir. morir. IGNACIO BERCIANO PÉREZ 141. La 141. La estrategia del oso polar. polar. Cómo llevar adelante tu vida v ida pese a las l as adversidades. HUBERT MORITZ AND ÍVAR AR 142. Mi 142. Mi salud mental: Un camino práctico. EMILIO G ARRIDO LANDÍV ODÉS 143. Camino de liberación en los cuentos. En compañía de los animales. A NA M ARÍA SCHLÜTER R ODÉS N ITA IMPE 144. ¡Estoy furioso! Aproveche la energía positiva de su ira. A T 145. Herr 145. Herramientas amientas de Coaching personal. FRANCISCO Y USTE. (2ª ed.) AFA E UBA 146. Este 146. Este libr li broo es cosa de hombres. hombres. Una guía psicológica para el hombre hombre de hoy. R AFA depresión con psicoterapia interpersonal. interpersonal. Guía de autoayuda. J UAN G ARCÍA S ÁNCHEZ Y PEPA 147. Af 147. Af ronta tu depresión PALAZÓN R ODRÍGUEZ consejero pastoral. Manual M anual de “r “ relación de ayuda” para sacerdotes sacerdotes y agentes de pastoral. E NRIQUE 148. El 148. El consejero MONTALT ALCAYDE 149. Tristeza, miedo, cólera. Actuar sobre nuestras emociones. DRA. STÉPHANIE HAHUSSEAU 150. Vida emocionalmente inteligente. Estrategias para incrementar el coeficiente emocional . GEETU BHARWANEY 151. Cicatrices del corazón. Tras una pérdida significativa. R OSA OSA Mª MARTÍNEZ GONZÁLEZ 152. Ojos que sí ven. “Soy bipolar” (Diez entrevistas). A NA GONZÁLEZ ISASI - A NÍBAL C. MALVAR 153. Reconcíliate 153. Reconcíliate con tu inf ancia. Cómo curar antiguas heridas. heridas. ULRIKE D AHM 154. Los 154. Los trastornos de la alimentación. Guía práctica para cuidar de un ser querido querido.. JANET TREASURE GRÁINNE SMITH - A NNA C RANE 155. Bullying 155. Bullying entre entre adultos. Agresor Agresores es y víctimas v íctimas.. PETER R ANDALL ANDALL 156. Cómo ganarse a las personas. El arte de hacer contactos. contactos. BERND GÖRNER 157. Vencer a los enemigos del sueño. Guía práctica para conseguir dormir como siempre habíamos soñado. soñado. CHARLES MORIN 158. Ganar perdiendo. Los procesos de duelo y las experiencias de pérdida: Muerte - Divorcio - Migración. Migración. MIGDYRAI M ARTÍN R EYES 159. El 159. El arte de la terapia. Ref R eflexiones lexiones sobre sobre la sanación para terapeutas principiantes principiantes y v eteranos. P. BOURQUIN 160. El 160. El viaje viaj e al ahora. Una guía sencilla para llevar llev ar la atención plena a nuestro nuestro día a día. día. J. BARRACA M AIRAL 161. Cómo envejecer con dignidad y aprovechamiento. aprovechamiento. IGNACIO BERCIANO AST 162. Cuando un ser querido es bipolar. Ayuda y apoyo para usted y su pareja. pareja. CYNTHIA G. LAST 163. Todo lo que sucede importa. Cómo orientar en el laberinto de los sentimientos. sentimientos. FERNANDO ALBERCA DE CASTRO Serie MAIOR 1. Anatomía 1. Anatomía Emocional. La estructura de la experiencia experiencia somática somática S TANLEY K ELEMAN ELEMAN. (9ª ed.) 2. La 2. La experiencia somática. F ormación de un yo personal. personal. S TANLEY K ELEMAN. (2ª ed.)
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elación. A NDRÉ LAPIERRE. 3. Psicoanálisis 3. Psicoanálisis y análisis corporal de la relación. práctica. J OSÉ AGUSTÍN R AMÍREZ. AMÍREZ. (3ª ed.) 4. Psicodrama. 4. Psicodrama. Teoría y práctica. 5. 14 Aprendizajes vitales. vitales. CARLOS ALEMANY (ED.). (13ª ed.) 6. Psique 6. Psique y Soma. Terapia bioenergética bioenergética.. JOSÉ AGUSTÍN R AMÍREZ. 7. Crecer bebiendo del propio pozo. Taller de crecimiento personal. CARLOS R AFAEL C ABARRÚS, S.J. (12ª ed.) ed.) 8. Las 8. Las voces v oces del cuerpo. Respiración, sonido y movimiento mov imiento en el proceso proceso terapéutico. CAROLYN J . B RADDOCK. 9. Para 9. Para ser uno mismo. De la opacidad a la transparencia. transparencia. J UAN MASIÁ C LAVEL 10. Vivencias desde el Enneagrama. MAITE M ELENDO. (3ª ed.) 11. Codependencia. Codependencia. La dependencia controladora. controladora. La dependencia sumisa. DOROTHY M AY. 12. Cuaderno de Bitácora, para acompañar caminantes. Guía psico-histórico-espiritual. CARLOS R AFAEL AFAEL CABARRÚS. (5ª ed.) 13. Del 13. Del ¡viva ¡vi va los novios! nov ios! al ¡ya no te aguanto! Para el comienzo de una relación enpareja enpareja y una convivencia convi vencia más inteligente. EUSEBIO LÓPEZ. (2ª ed.) 14. La 14. La v ida maestra. El E l cotidiano cotidi ano como proceso proceso de realización realización personal. personal. J OSÉ MARÍA T ORO. 15. Los 15. Los registr registros os del deseo. Del afecto, af ecto, el amor y otras pasiones. pasiones. CARLOS D OMÍNGUEZ MORANO. (2ª ed.) 16. Psicoterapia 16. Psicoterapia integradora humanista. Manual para el tratamiento de 33 problemasps problemaspsicosens icosensoriales, oriales, cognitiv os AMÓN R OSAL. OSAL. y emocionales. A NA GIMENO-BAYÓN Y R AMÓN 17. Deja 17. Deja que tu cuerpo interprete interprete tus sueños. EUGENE T. GENDLIN. (2ª ed.) LEINKE. 18. Cómo afrontar los desafíos de la vida. CHRIS L. K LEINKE. Z. I DÍGORAS (E D.). (3ª ed.) 19. El 19. El valor terapéutico del humor. humor. Á NGEL R Z. ON DALRYMPLE, PH.D., F.R.C. 20. Aumenta 20. Aumenta tu creativ creatividad idad mental en ocho días. R ON F.R.C. 21. El 21. El hombre, hombre, la razón y el instinto. instinto. JOSÉ Mª PORTA T OVAR. 22. Guía práctica del trastorno obsesivo compulsivo (TOC). (TOC). Pistas para su liberación li beración.. BRUCE M. HYMAN y CHERRY PEDRICK. t erapéutica y las adicciones Teoría, Teoría, Modelo y Método. Método. GEORGE DE L EON. 23. La 23. La comunidad terapéutica clínicas. WALEED A. SALAMEH Y WILLIAM F. F RY. 24. El 24. El humor y el bienestar en las intervenciones clínicas. 25. El 25. El manejo de la agresividad. agresividad. Manual de tratamiento completo para profesionales. profesionales. HOWARD K ASSINOVE ASSINOVE Y R AYMOND AYMOND CHIP T AFRATE. 26. Agujer 26. Agujeros os negros negros de la mente. Claves Clav es de salud psíquica. psíquica. JOSÉ L. T RECHERA. 27. Cuerpo, cultura y educación. educación. JORDI P LANELLA R IBERA. IBERA. 28. Reír 28. Reír y aprender aprender.. 95 técnicas para emplear el humor en la l a f ormación. ormación. DONI TAMBLYN. 29. Manual 29. Manual práctico de psicoterapia gestalt . Á NGELES MARTÍN. (7ª ed.) 30. Más 30. Más magia de la metáf ora. Relatos R elatos de sabiduría para aquellas personas que tengan a su cargo cargo la tarea tarea de Liderar, Liderar, Influenciar Inf luenciar y Motivar Moti var . NICK OWEN 31. Pensar 31. Pensar bien - Sentirse bien. Manual práctico de terapia cognitiv o-conductual para niños y adolescentes. PAUL S TALLARD. 32. Ansiedad 32. Ansiedad y sobreactivación. sobreactivación. Guía práctica de entrenamiento entrenamiento en control control respiratorio respiratorio.. P. R ODRÍGUEZ ODRÍGUEZ CORREA. 33. Amor 33. Amor y v iolencia. La dimensión af ectiva del maltrato. maltrato. PEPA HORNO GOICOECHEA. (2ª ed.) 34. El 34. El pretendido pretendido Síndrome Síndrome de Alienación A lienación Par P arental. ental. Un instrumento que perpetúa el maltrato y la violencia vi olencia.. SONIA VACCARO - C ONSUELO B AREA P AYUETA. 35. La 35. La v íctima no es culpable. Las L as estrategias de la v iolencia. iolencia. OLGA CASTANYER (COORD.); P EPA HORNo, A NT ONIO ESCUDERO E I NÉS MONJAS. 36. El 36. El tratamiento de los problemas de drogas. drogas. Una guía para el terapeuta. terapeuta. MIGUEL DEL NOGAL. GELES MARTÍN. 37. Los 37. Los sueños en psicoterapia psicoterapia gestalt. Teoría Teoría y práctica. práctica. Á NGELES AMÓN MORA R IPOLL. 38. Medicina 38. Medicina y terapia de la risa. Manual . R AMÓN 39. La 39. La dependencia del alcohol. Un camino de crecimiento. crecimiento. THOMAS WALLENHORST. 40. El 40. El arte de saber alimentarte. Desde la ciencia de la nutrición al arte de la alimentación. alimentación. K. BIZKARRA. presencia. VICENTE SIMÓN. 41. Vivir con plena atención. De la aceptación a la presencia. herido. JOSÉ OSÉ C ARLOS BERMEJO. 42. Empatía 42. Empatía terapéutica. La compasión del sanador herido.
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Índice Portada interior Créditos Dedicatoria Frases 1. ¡Tira el GPS! 2. La primera trampa: yo 3. Una brújula 4. El callejón de la curiosidad 5. Mapas y caminos: qué sentimos 6. Aprovechar los sentimientos 7. Dominar y expresar las emociones 8. ¿Para qué sirven las emociones? 9. Cómo evitar los efectos negativos de las emociones 10. La cabeza y el cirazón: dos en uno 11. Más sobre el amor 12. Dependencia emocional sin libertad 13. La trampa extendida del maltrato 14.Los sentimientos y algunos ejemplos 15.Nuestro amor real: la llave 16. Mejor, todoterrenos 17. Amar sin perder la cabeza 18. Un consejo sobre la comunicación 19. Simplemente acertar 20. Ahora 21. El activismo insolidario 22. La salida Libros Serendipity 104
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