Cronología Tratado de Fontainebleau:
Firmado el 27 de octubre de 1807. Estipulaba la invasión militar conjunta franco-española de Portugal (la cual se había unido a Inglaterra) y se permitía para ello el paso de las tropas francesas por territorio español. Se firmo entre Godoy (primer ministro de Carlos IV entre 1792 y 1797, y nuevamente de 1801 a 1808) y Napoleón. La zona sur de Portugal pasaría a Manuel Godoy y su familia. Familia real portuguesa salida hacia Brasil:
29 noviembre la, encabezada por el Príncipe Regente, futuro Juan VI, y otras quince mil personas, habían, donde quedaría fijada la Corte hasta 1821. En marzo de 1808, la familia real española se retiró a la localidad de Aranjuez para, en caso de necesidad, seguir camino hacia Sevilla, Cádiz y, finalmente, embarcarse para América, como ya había hecho el Príncipe Regente de Portugal. Motín de Aranjuez:
Fue un levantamiento ocurrido el 17 y el 19 de marzo de 1808 . Donde Carlos IV es obligado a abdicar en su hijo coronado Fernando VII. Las abdicaciones de Bayona: Que tuvieron lugar en mayo de 1808 son las renuncias de los reyes Fernando VII hacia Carlos IV y este abdica frente e Napoleón. Levantamientos: Levantamientos: fue la respuesta militar ante la invasión
El 2 de mayo de 1808 tiene lugar un levantamiento popular y militar en Madrid contra los franceses, que se salda con unos fusilamientos masivos de las tropas napoleónicas. Juntas: fue la respuesta política frente la invasión 27 de mayo de 1808 se llamó en un comienzo Junta Suprema de España e Indias Sevilla y tuvo un papel importante en la resistencia
militar del Sur de España, así como en la comunicación con Inglaterra y con las colonias americanas. Septiembre de 1808 Junta Suprema Central Gobernativa fue un órgano formado en que acumuló los poderes ejecutivo y legislativo españoles durante la ocupación napoleónica de España. En ella había representantes de las Juntas que se habían formado en las provincias españolas. Se constituyó después de que el Consejo de Castilla declarase nulas las abdicaciones de Bayona.8 9 Estuvo vigente hasta el 30 de enero de 1810. En enero de 1810 los franceses lograron ocupar casi toda españa y la junta se disolvió. Fue creado el Consejo de Regencia de España e Indias, a partir del cual, tras la pérdida casi completa del territorio peninsular durante la Guerra de Independencia española, se forman las Cortes de Cádiz, que acabaron redactando la Constitución española de 1812.
Ternavasio, M. – Historia de La Argentina 1806-1852 - Cap 2 Una monarquía sin monarca 2. Una monarquía sin monarca
En 1808, los ejércitos franceses al mando de Napoleón Bonaparte invadieron España: la Corona española quedó acéfala y fue ocupada por José Bonaparte, hermano del emperador francés. En la Península tuvo lugar un movimiento juntista que, en nombre del rey “cautivo”, reasumió la tutela de la soberanía. La crisis de la monarquía repercutió inmediatamente en sus posesiones americanas.
Las consecuencias de un trono vacío Napoleón ocupa la Península Ibérica
A comienzos de 1808, tanto las autoridades virreinales como la población porteña en general vieron agudizados sus temores frente a la posibilidad de una nueva invasión británica, especialmente luego de recibir noticias acerca de la p resencia de la corte portuguesa en Brasil bajo la protección de Inglaterra. La expansión napoleónica en Europa encontraba una barrera aparentemente infranqueable: el dominio marítimo inglés. la única manera de avanzar sobre Gran Bretaña era ocupar Portugal, por eso, avanzó sobre España con el pretexto de ocupar Portugal. En ese avance, España pasó de país aliado a país ocupado por las fuerzas napoleónicas. El reinado de Carlos IV se encontraba desprestigiado, sobre todo por la mala reputación de su ministro favorito, Godoy. En marzo de 1808 se produjo el Motín de Aranjuez, en el que se destituyó a Godoy y Carlos IV abdicó a favor de su hijo Fernando. Napoleón reunió en Bayona a la familia real. “sucesos de Bayona”, donde se sucedieron tres abdicaciones, de Fernando, que devolvió la Corona a su padre, la de Carlos IV a favor de Napoleón y la de éste a favor de su hermano José Bonaparte. Estos hechos no tenían antecedentes en la tradición monárquica europea, según la cual un rey no podía renunciar voluntariamente a la corona sin el consentimiento del reino. Con el legítimo monarca cautivo en manos de Napoleón, restaban dos opciones: o se juraba fidelidad al nuevo rey francés o se desconocía su autoridad. La España insurgente inició, pues, una guerra de independencia contra el invasor, y encontró una aliada en su tradicional archienemiga: Gran Bretaña. La forma de resolver provisoriamente el dilema jurídico del trono vacante fue constituir juntas de vecinos en las ciudades no ocupadas por el invasor para que, en nombre de la tutela de la soberanía del rey Femando VII, asumieran en depósito e interinamente algunas atribuciones y funciones de gobierno. el juntismo -entendido como gobiernos autónomos de los territorios- fue un hecho insólito en el marco de la vacatio regis, de 1808. Los propósitos eran expulsar a los ocupantes y restaurar al monarca Borbón en el trono. Una pluralidad de juntas Se formaron 18 juntas supremas provinciales, por elección de los vecinos más notables o en asambleas tumultuosas. Miembros:
autoridades provinciales, militares, eclesiásticos, burgueses y miembros de las principales corporaciones.
Para centralizar decisiones (para comando de la guerra contra Francia) en septiembre de 1808 se formó la Junta Central Gubernativa del Reino, constituida por representantes de las juntas de ciudades con 35 miembros. Fernando VII “El Amado” el “Deseado”.
Para gran parte de la opinión pública española, el nuevo rey Fernando VII, ausente y a la vez retenido por Napoleón, se convirtió en un héroe, frente al "villano Godoy” aliado de Napoleón. La crisis de la monarquía se traslada a América
Los primeros movimientos juntistas surgidos entre 1808 y 1809 fueron fieles al monarca cautivo. Los primeros en Sudamérica fueron los de Montevideo, (septiembre de 1808), y Buenos Aires, (enero de 1809). No reivindicaron la autotutela de la soberanía, sino que se declararon subalternas de la Junta de Sevilla, en el primer caso, y de la Junta Central, en el segundo. Es importante destacar que los reclamos de autonomía de algunas de las juntas sudamericanas formadas entre 1808 y 1809 se referían más a su dependencia virreinal que a las autoridades sustitutas del rey en la Península o se inscribían en el zócalo de descontentos generados por las reformas borbónicas.
la junta de Quito conservaba la fidelidad a Fernando VII, pero lanzaba una fuerte diatriba contra los peninsulares, porque tenían “todos los empleos en sus manos” y “habían siempre mirado con desprecio a los americanos”. Temas en debate
Durante mucho tiempo, las historiografías nacionales interpretaron las juntas americanas entre 1808 y 1809 como manifestaciones independentista fracasadas o como antecedentes de las -emancipaciones posteriores. La apuesta consistía en crear mitos de origen de las gestas revolucionarias ocurridas después de 1810. Las nuevas miradas: 1º. el movimiento juntista era fiel al monarca y no exhibía intenciones de romper lazos con la metrópolis. 2º. que no se trató de una confrontación entre españoles y criollos, sino que fue la respuesta a la crisis peninsular y al temor que despertó la posibilidad de pasar a depender de Francia. 3º. los sectores criollos e incluso las propias autoridades coloniales aprovecharon la coyuntura para negociar con la metrópoli una mayor autonomía local y no tenían vocación independentista. América, “parte esencial e integrante de la monarquía española”
La Junta Central gubernativa de la Península advirtió con rapidez el riesgo potencial que implicaba no integrar en su seno la representación de los territorios americanos, porque aunque fueran fieles al rey cautivo, reclamaban los mismos derechos (de autonomía local) que las juntas peninsulares. En enero de 1809 decretó que los territorios americanos ya no eran “colonias” sino “parte esencial e integrante de la monarquía española” ´por eso debían elegir representantes a la Junta Central. Un diputado por cada virreinato, capitanía general o provincia, mientras que para España asignó dos diputados por provincia. Cada capital de gobernación elegía una terna, de la que salía sorteado un candidato. luego el virrey y la Audiencia elegían a su vez una terna entre dichos candidatos para después sortear al diputado del virreinato destinado a representar su jurisdicción en la Junta Central.
debido a la lentitud en las comunicaciones y a lo complicado del sistema electoral estipulado por la Junta llevó a que, finalmente, ningún diputado americano pudiera integrarse a ella. A comienzos de 1810, las tropas napoleónicas habían avanzado hacia el Sur hasta ocupar toda Andalucía. La Junta, trasladada de Sevilla a Cádiz, se autodisolvió y decidió nombrar un Consejo de Regencia de sólo 5 miembros.
Aunque durante 1808 y 1810 se mantuvo la obediencia a la Junta Central en toda América, la situación dio la posibilidad de pensar nuevas alternativas: 1º. se podía aceptar el dominio de José Bonaparte, como había ocurrido en parte de la Península. 2º. jurar obediencia a las Junta Central y luego al Consejo de Regencia. 3º. establecer juntas locales que, según el ejemplo metropolitano, gobernaran transitoriamente en nombre del rey. 4º. aceptar la reclamación de la infanta Carlota Joaquina, la esposa del rey de Portugal y hermana de Femando VII de Borbón que se había trasladado en 1808 a Río de Janeiro para huir de la ocupación napoleónica. ella solicitó ser la Regente de los dominios pertenecientes a la Corona. 5º. negociar mecanismos de integración a la monarquía que dieran a los pueblos americanos un mayor margen de autonomía. 6º. separarse totalmente de España declarando la independencia. La última fue la que contó con menos adhesiones en los primeros años de la crisis; las pocas juntas formadas en América antes de 1810 - leales a la Corona- fracasaran; la alternativa “carlotista” parecía viable sólo en el Río de la Plata; Tampoco las adhesiones a Francia y a Napoleón contaron con suficiente fuerza, ni siquiera en el Virreinato del Río de la Plata, donde el nuevo virrey interino surgido de la crisis provocada por las invasiones inglesas, Santiago de Liniers, era de origen francés.
El Río de la Plata frente a la crisis monárquica
¿A qué rey jurar fidelidad?
En Julio de 1808, llegó a Buenos Aires la Real Cédula en la que se ordenaba reconocer como rey de España a Fernando VII, luego de la abdicación de Carlos IV, en ocasión del motín de Aranjuez de marzo de 1808. 30 de julio circularon impresos llegados desde Cádiz en los que se anunciaba la protesta de Carlos IV a su abdicación. El Virrey ordenó suspender la ceremonia de juramento al rey Fernando VII prevista para el 12 de agosto. 13 de agosto arribó al Río de la Plata el marqués de Sassenay, enviado de Napoleón Bonaparte. El objetivo de su misión era observar las reacciones de los rioplatenses frente a esta noticia.
En esos días, circulaba en Buenos Aires la proclama del Supremo Consejo de Castilla -que había aceptado las abdicaciones como un acto legítimo -, y amenazaba con castigar severamente a quienes intentasen romper la alianza entre España y Francia. Liniers recibió a Sassenay junto al Cabildo y la Audiencia; examinaron los papeles en los que se daba cuenta de las abdicaciones y la elección del rey José Bonaparte. Para mayor confusión, muchos de esos papeles estaban avalados con la firma de autoridades españolas. 15 de agosto el Virrey lanzó una proclama a los habitantes de Buenos Aires no condenaba a Napoleón, aunque se ratificaba la fidelidad del pueblo de Buenos Aires a su legítimo soberano. Por esto luego sus adversarios argumentar su postura indecisa respecto de Napoleón. 21 de agosto, juramento de fidelidad al rey Fernando VII. 2 de septiembre se publicó por bando en Buenos Aires la declaración de guerra a Francia y la firma de un armisticio de paz con Inglaterra. Inglaterra y Portugal generaban desconfianza por el temor de que cualquiera de las dos potencias estimulara una independencia bajo su protectorado. Las tratativitas de Carlota desataron sospechas sobre los vínculos de la princesa con personajes locales, a los que se comenzó a imputar una vocación revolucionaria y republicana. La desobediencia de Montevideo
Liniers estaba enfrentado al Cabildo de Buenos Aires, por el control sobre las milicias. Los contactos iniciados por la infanta Carlota llevaron a que el Cabildo lo acusara de connivencia con portugueses e ingleses en pos de declarar la independencia respecto de la metrópoli española. En segundo lugar por, en esa particular coyuntura, su condición de francés de nacimiento. Francisco Javier de Elío gobernador interino de Montevideo acusó de pro francés a Liniers en septiembre de 1808. Solicitaban que Liniers fuera separado del mando. El Virrey reaccionó enviando al capitán de navio, Juan Ángel Michelena, para relevar del cargo a Elío. Sin embargo no pudo cumplir su cometido, puesto que este último se resistió a acatar la orden. En ese clima, Montevideo se celebra un cabildo abierto que resolvió “establecer una junta subalterna de la de Sevilla a imitación de las de España”.
De esta manera, la Banda Oriental lograba la autonomía absoluta respecto de Buenos Aires pero fiel al rey Fernando VII, pero no existía reclamo de derecho al autogobierno frente a las autoridades sustituías del rey en la metrópoli sino un reclamo de autonomía respecto de Buenos Aires. La formación de juntas provocó el inmediato rechazo por parte de las autoridades coloniales (Audiencias) residentes en la capital . Liniers y la Audiencia exigieron a Elío la disolución de la Junta. El frustrado intento juntista del Cabildo de Buenos Aíres
En enero de 1809, el Cabildo de Buenos Aires (alcalde de primer voto, Martín de Alzaga) intentó formar una junta similar a la de Montevideo. En la Plaza Mayor se juntaron las fuerzas milicianas del Cabildo 300 a 400 hombres, mientras que el Virrey contaba con el apoyo de la mayor parte de las tropas. Se convocó a un cabildo abierto en que se resolvió constituir una junta. No se reclamo de autotutela del depósito de la soberanía frente a la autoridad de la metrópoli, sino que más bien se manifestó como un golpe contra el Virrey. La presencia de varios batallones ocupando la Plaza Mayor -entre ellos, el de Patricios, comandados por Saavedra- alcanzó para poner en evidencia el fracaso del movimiento liderado por Alzaga. El conflicto culminó con la inmediata detención, destierro y procesamiento de los responsables del motín. 22 de enero de 1809 la Junta Central invitaba al Virreinato a elegir un diputado que lo representara en su seno. 6 de octubre de 1809 la Junta Central, disponer que todos los cabildos, pertenecieran o no a ciudades cabeceras, debían intervenir en la elección. Para el momento en que se disolvía la Junta Central, ya habían sido electos representantes por Córdoba, La Rioja, Salta, San Juan, San Luis, Mendoza, Potosí, Cochabamba, Mizque, Corrientes, Asunción, Montevideo, Santa Fe y La Plata.
El último virrey Vigilar y castigar
El 11 de febrero de 1809, la Junta Central gubernativa designó a Cisneros como virrey propietario del Río de la Plata. Se trataba del primer virrey cuyo nombramiento no emanaba directamente de la autoridad real. Sus instrucciones eran pacificar las discordias del Virreinato y vigilar y castigar cualquier tipo de sedición o plan revolucionario. En agosto de 1809 fue reconocido como nuevo virrey del Río de la Plata. Una de sus primeras medidas fue pacificar los ánimos suspendiendo el juicio iniciado a los amotinados del l9 de enero de 1809 y restituyendo las armas y banderas a los batallones disueltos de vizcaínos, catalanes y gallegos. Poco después, creó un comité de vigilancia contra “propagandas y manejos subversivos”.
Por otra parte, la Junta Tuitiva de La Paz, surgida de un cabildo abierto, expresó también la demanda de autogobierno, que vinculaba al reclamo de dejar de subsidiar económicamente al Virreinato del Río de la Plata. Cisneros destinó tropas a cooperar en el sofocamiento de este movimiento. La interrupción del flujo de metálico enviado desde el Alto Perú hada la capital, principal recurso fiscal del Virreinato, obligó a Cisneros a autorizar el comercio con los ingleses a través de un reglamento dictado en noviembre de 1809, pero mantenía el monopolio del comercio interno y la venta al menudeo en manos de los comerciantes locales, tanto peninsulares como criollos. ¿La Península perdida?
El 18 de mayo por Buenos Ares recorrió la noticia acerca del avance francés sobre Andalucía y la disolución de la Junta Central. Provocó una nueva crisis, impulsada ahora por la fuerte sensación de que la Península se perdía en manos francesas. Saavedra jefe del Regimiento de Patricios, presiono a Cisneros convocar a un cabido abierto que se realizó el 22 de mayo de 1810. Las autoridades residentes en Buenos Aires estaban más preocupadas por sus disputas internas que por gobernar el amplísimo territorio que tenían bajo su tutela. Un hecho por cierto comprensible si se tiene en cuenta que el Virreinato sólo tenía tres décadas de existencia, y que su creación había unido jurisdicciones acostumbradas a la autonomía. Buenos Aires pudo descubrir la verdadera naturaleza de su condición de capital después de mayo de 1810, cuando encabezó el proceso revolucionario