Teología de la cultura La finalidad es tratar de definir el modo en que el cristianismo se refiere a la cultura secular. Paul Tillich (1886-1965) filosofo, teólogo, escritor y predicador. En 1919, Tillich comienza en Berlín a abordar el tema de la relación entre religión y cultura.
Para Tillich la religión es una dimensión necesaria de la vida espiritual del hombre, siendo “la dimensión de la profundidad” de todas las funciones y actividades. Como tal la religión se manifiesta en el ámbito de la moral bajo la forma de la seriedad incondicionada e la exigencia moral; en el ámbito del conocimiento bajo la forma de la búsqueda apasionada de la verdad última; en el ámbito de la estética, bajo la forma del deseo ilimitado de expresar el sentido último de las cosas.
“ser religioso significa interrogarse apasionadamente sobre el sentido de nuestra vida y estar abiertos a las respuestas, aunque éstas nos zarandeen profundamente”. La religión tiene una doble polaridad: subjetiva que es la experiencia y objetiva que es lo
incondicional que se presenta como “interés ultimo”. Por una cultura teónoma La religión es la sustancia de la cultura y la cultura es la forma de la religión. Tillich introduce a este propósito tres conceptos que interpretan de distinta manera el problema del nomos, es decir de la ley de la vida y sus manifestaciones: afirma que el hombre, en cuanto a potador de a razón universal, es la ley para si mismo, es la fuente y medida de su vida en todas sus expresiones. Una cultura es autónoma si sus expresiones siguen las leyes de la racionalidad inminente, sin ninguna referencia a una dimensión última y a una instancia incondicionada.
Autonomía:
afirma que el hombre en cuanto incapaz de actuar según la racionalidad universal, debe someterse a una ley extraña y superior a él. La cultura es heterónoma si se somete a instancias eclesiásticas o políticas.
Heteronomía:
afirma que el hombre está bajo una ley superior que, sin embargo, no le es extraña. La ley superior es al mismo tiempo la ley más profunda del hombre: la ley de la vida trasciende
Teonomía:
al hombre, aun siendo contemporáneamente su propia ley. Una cultura teonóma “expresa en sus creaciones un interés último y significativo, trascendente no como algo extraño, sino como su mismo fundamento espiritual.
Tillich conecta el concepto de teonomía con lo que él llama “el principio protestante” que es el principio de la protesta y de la crítica, sin embargo, se hace principio de creación y formación dentro de la historia. Teología sistemática Es una teología de ataque, cuya estrategia es el método de la correlación, que es la reflexión teológica que se desarrolla entre dos polos: la verdad del mensaje cristiano y la interpretación de esta verdad, que debe tener en cuenta la situación en que se encuentra el destinatario el mensaje; la situación hace referencia a las formas científicas, artísticas, económicas, etc, en que se expresan sus interpretaciones de la existencia. La correlación instituye una interdependencia entre dos factores independientes: las preguntas existenciales y las respuestas teológicas. La razón salvada En la primera parte de la teología sistemática donde se desarrolla la correlación entre “razón y revelación”. La razón no se opone a la revelación, sino que pregunta a la revelación en cuanto que esta significa la reintegración de la razón. La razón humana es finita y ambigua: si se hace autónoma, pierde su profundidad; si se vuelve
heterónoma, pierde su capacidad de crítica: “la revelación supera el conflicto entre la autonomía y la heteronomía, restableciendo la unidad esencial de ambas”. En virtud de la revelación, la razón conserva, en todas las formas de la creatividad humana, sustancia, profundidad y arraigo en el misterio sin caer bajo autoridades extrañas, tanto eclesiales como políticas. La razón concreta, en virtud de la revelación, se vuelve razón teónoma, integra sin sumisiones,
centrada sin desarraigos, autónoma y transparente al misterios “razón salvada”. La potencia del ser En la segunda parte se desarrolla la correlación, entre el ser y Dios. El hombre se plantea el problema del ser y experimenta la finitud como la amenaza del no-ser. La finitud es la posibilidad de perder la propia estructura ontológica y, con ello, a uno mismo.
“Dios es la respuesta a la pregunta implícita en la finitud del hombre: Él es el nombre de lo que interesa en último término al hombre.” El atributo más peculiar que evidencia el método de la correlación es el de “potencia del ser” Dios es la potencia del ser que resiste y vence al no-ser; es un poder santo y lleno de amor; es la respuesta a la búsqueda de un coraje que nos permita vencer la angustia de la finitud (Dios omnipotente), la negatividad de las transitoriedad temporal (Dios eterno), la inseguridad de las limitaciones espaciales (Dios omnipresente), la angustia de la duda y del absurdo (Dios omnisciente).
La teología sistemática propone una idea auto-trascendente y extática de Dios, en el sentido de que mundo finito se “auto-trasciende” en la infinitud del infinito y, consiguient emente, la mente humana es remitida, “extáticamente” más allá de su experiencia finita, a la experiencia del misterio y de lo santo. La preocupación constante es desvelar, a partir de la experiencia y practicando el método de la correlación, el secreto, el misterio, la profundidad del mundo y la vida; en el sentido de una “entificación” de Dios entre o sobre los demás entes. Habla de trascender al Dios objetivado, ser entre los seres, aunque el más eminente de todos ellos; arte de la totalidad, no el fundamento de ésta –para llegar a la trascendencia del Dios por encima del Dios, que es la fuente del coraje del ser. El nuevo ser En la tercera parte, se desarrolla la correlación entre la existencia y Cristo. Según Tillich, la sustancia cristológica de la tradición debe ser mantenida, pero a la vez expresada de una nueva manera; significa sustituir los conceptos estáticos de naturaleza humana y naturaleza divina por los conceptos relacionales, los que operan una correlación entre la pregunta de la existencia alienada del hombre y la respuesta que constituye la figura del Jesús como Cristo. El cristiano propone el símbolo religioso del Cristo como camino de salvación; que sintetiza la
correlación y la respuesta a la pegunta existencial del hombre alienado, es el de “Nuevo ser”. La nueva creación ha aparecido en Jesús como el Cristo: él es el portador de una nueva realidad, él es el Nuevo Ser, que ha vencido la alienación existencial y confiere el poder de
vencerla. El poder del nuevo ser explica de triple manera su acción sanante y salvífica: “el poder del Nuevo Ser brilla con un triple colorido: primero y de manera decisiva, como la unidad inviolable del centro de su ser con Dios; segundo, como la serenidad y la majestad de quien preserva esta unidad contra todos los ataques que provienen de la existencia alienada; y tercero, como el amor que se auto-abandona, que representa y actualiza el amor divino al
asumir la autodestrucción existencial.” Vida realizada La cuarta parte contiene la pneumatología y la eclesiología.
La “Presencia Espiritual”, que el don del Espíritu hace realidad, crea el Nuevo Ser ta nto en la persona singular como en la humanidad histórica.
La Iglesia es la “comunidad espiritual”, es decir, la comunidad animada por el Espíritu. En ella se hace la experiencia de la regeneración, es decir, de ser aceptados por Dios a pesar de nuestra inaceptabilidad según los criterios de la ley; la experiencia de la santificación, es decir,
de ser insertados en un proceso vital e transformación real: “cada miembro de la Iglesia no es una personalidad religiosa, sino la representación anticipada de una nueva realidad, el Nuevo
Ser como personalidad.”
La Iglesia es la Comunidad Espiritual manifiesta; pero por encima de ella y más amplia que ella, está la Comunidad Espiritual latente: el Espíritu está en acción en cualquier parte del mundo en las religiones y en los movimientos sociales y culturales. La cultura teónoma esta determinada por el Espíritu y dirigida por el Espíritu, y el Espíritu da plena realización al espíritu. El sentido de la historia la quinta y última parte es una continuación de la cuarta y se pregunta por el sentido y el cumplimiento de la historia, estableciendo la correlación entre la historia y el Reino de Dios. La vida eterna es la dimensión trascendente y trans-historica del Reino de Dios, y Tillich la interpreta con la categoría de esencialización universal, según la cual el contenido positivo de la historia, liberado de sus distorsiones negativas y realizando plenamente en sus potencialidades, es ascendido a lo eterno. Cristo y la cultura En la obra del teólogo norteamericano Richard Niebuhr, Christ and Culture (1956), se especifican cinco tipos fundamentales que expresan de diversos modos la relación entre cristianismo y cultura: a) “Cristo contra la cultura”, expresa la contrapos ición radical y exasperada entre naturaleza y gracia. b) “El Cristo de la cultura”, armoniza los valores cristianos y los valores culturales. c) “Cristo por encima de la cultura”, según el axioma de que la gracia perfecciona la naturaleza. d) “Cristo y la cultura en paradoja”, no es posible ninguna síntesis entre Cristo y la cultura, dado que constituye el ámbito del pecado y la corrupción; sin embargo, a pesar de que la condena de Dios caiga sobre la cultura, la autoridad divina nos ordena participar de ella. e) “Cristo transformador de la cultura”, subraya la discontinuidad entre cultura y gracia y la posibilidad de recuperación de aquella por parte de ésta, que transforma y convierte la obra del hombre.