BIBLIOTECA CLÁSICA GREDOS, 119
TEOFRASTO
CARACTERES
CARTAS DE PESCADORES, CAMPESINOS, P A R Á S I T O S Y CORTESANAS
INTRODUCCIONES. TRADUCCIONES Y NOTAS POR
ELISA RUIZ GARCIA
EDITORIAL GREDOS
Asesor para la sección griega: CARLOS GARCUGUAL. Según las normas de la B. C. C . . las traducciones de este volumen 'ian sido revisadas por CONCEPCION MORALES OTAL.
O
EDITORIAL GREDOS, S. A. SAnchez Pacheco. 81. Madrid. Espaiia, 1988.
TEOFRASTO
CARACTERES
Depósito Legal: M . 39531-1988.
ISBN 84-249- 1298-5. Impreso en Espaiia. Printed in Spain. Gráficas Cóndor, S. A., Sánchez Pacheco, 81, Madrid. 1988. - 6234.
1.
Datos biográficos '
Tírtamo 2 , que tal era el eufónico y auténtico nombre de nuestro autor, nació en Éreso, una ciudad situada en la costa occidental de la isla de Lesbos, en torno al aÍío 372 a . c . Su padre, Melantas, era cardador. El ejercicio de esta profesión suponía la creación de una industria artesanal que, gestionada correctamente, podía producir unos saneados beneficios. Tal vez la situación económica familiar fue desahogada, ya que, tras haber recibido las ensefianzas de un maestro local, llamado Leucipo, se desplazó El estudio más completo sobre este autor sigue siendo la amplisirna y rica monografía de O. REGENBOGEN.en PAULY-Wissow~, Realencyclopadie der klass. Alfertumswiss.. Suppl. VI1 (1940). cols. 13541562, S.U. Theophrmtos von Eresos. Las fuentes de la Antigüedad que aportan datos de mayor interts son: DI~GENES LAERCIO (V9,36-57),y SUDA, S.U. Theóphrrrrtos. Di&. LAERC.(V 38), amtn de otros testimonios, nos transmite que el sobrenombre de «~eofr&to» le fue aplicado por Aristóteles. quien, seducido por su elocuencia, lo llamó primero Eufrasto. esto es, «buen expositor*, y, más tarde. lo elevó a la categoria de «divino» al otorgarle el apelativo de ~Teofraston.
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a Atenas3 para continuar su etapa de formación en la Academia. Allí debió de coincidir con Aristóteles 4, mayor que él una docena de años aproximadamente. Tal vez la desaparición del maestro determinó el estrechamiento de sus vínculos con el Estagirita. Sabemos que, cuando Espeusipo quedó al frente de la escuela, aquél se trasladó al Asia Menor. Durante tres afios permaneció en Aso (Misia) y dos en Mitilene, ciudad de la isla de Lesbos y no lejana del precedente enclave continental. Teofrasto también frecuentó estas dos sedes. Probablemente colaboró con su amigo, dado su conocimiento personal de la geografía del lugar, en la recogida de datos que más tarde se plasmarán en las obras relativas a la observación directa de la naturaleza'. Cuando, en el 343-342 a.c., Aristóteles fue llamado a Macedonia para encargarse de la educación del heredero del reino, Teofrasto lo acompaña. Hasta el 335, fecha en que vuelven a Atenas, media un período de tiempo transcurrido, verosímilmente, en el país de Filipo. A su regreso, el autor de la Poética comienza a impartir sus enseñanzas en un gimnasio situado al este de la ciudad, llamado Liceo por encontrarse en las inmediaciones de un santuario en honor de Apolo Licio. Durante trece ailos se prolongará esta actividad docente. A la Cabe la sospecha de que razones de tipo politico interviniesen, en mayor o en menor grado, en su determinación de abandonar temporalmente su isla natal. El fundador del Liceo prolongó voluntariamente su discipulado y permaneció vinculado con la Academia durante muchos anos. Llegó a Atenas en el ano 368-367 a . c . y continud como alumno de la misma hasta la muerte de Platón. acacecida en el 348-347 a . c . D'ARCYTHOMPSON.en el prblogo de su traduccibn de la Historia de los animales (Oxford, 1910), afirma que en ella y, en general, en las obras de carácter biol6gico figuran numerosas referencias a esta zona geográfica.
muerte de Alejandro Magno (323 a.c.) se produce una reacción antimacedónica que afecta también al fundador del Peripato. En consecuencia, se retira a Calcis, donde, poco tiempo después, fallece. Anteriormente le había confiado a Teofrasto la dirección de la escuela. En su testamento lo nombra heredero de su espléndida biblioteca y tutor de su hijo. Como se puede apreciar, la vida de nuestro autor estuvo íntimamente ligada con la del genial pensador 6 . Hasta la desaparición de éste fue un fervoroso discípulo, un fiel amigo y un estrecho colaborador. Cabe suponer que esta larga y fructífera convivencia marcó de forma indeleble la existencia de Teofrasto. A partir de este momento el autor de los Caracteres desempefiará la jefatura del foco intelectual más prestigioso de Atenas. Ocupar el puesto vacante dejado por Aristóteles no debió de ser tarea fácil; no obstante, supo hacerlo con acierto, pues tenemos noticias del enorme prestigio alcanzado7. Entre sus numerosos alumnos se encontraba Menandro. Más adelante nos detendremos sobre las posibles consecuencias de esta relación. Probablemente vivió largos afios, ya que coronó los ochenta y cinco, segun las fuentes más fidedignas8, rodea6 Voluntariamente hemos subrayado algunos hitos biográficos esenciales de Aristóteles en los que. de una forma mAs o menos coyuntural, Teofrasto participó. lo cual no quiere decir que permaneciese ininterrumpidamente a su lado durante todos estos anos en sus diversos lugares de residencia. La figura de Teofrasto quedó eclipsada temporalmente ante la opinión pública, a causa del deslumbramiento que producía el talento de su predecesor. En la actualidad se tiende a reconocer sus indiscutibles méritos y su acusada personalidad. al igual que hicieron sus coetáneos. En el Proemio que encabeza nuestra traducción se habla de 99 anos e, incluso, se llega a los 107 en otra fuente (S. J E R ~ N I M O ,Epist. 11 Ad Nepotian.).
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do del afecto y la admiración de sus seguidores y conciudadanos, y consagrado por entero a la investigación y a la docencia. Las únicas notas que enturbiaron su apacible existencia en este período fueron la sombra de un proceso de impiedad, incoado por Hagnónides -sin éxito alguno (318-315 a.c.)- y la interrupción de sus actividades en el 307 a.c. por espacio de un afio, en virtud de un decreto, propuesto por un tal Sófbcles, en contra de las escuelas filosóficas. Su vocación por el mundo del saber le hizo vivir entregado al estudio. Voluntariamente renunció al matrimonio. Ahora bien, no hay que pensar que fue un ser insociable e incapaz de disfrutar de los placeres de una amable convivencia. Le preocupaba su aspecto físico, procuraba relacionarse con personas de esmerado trato y le gustaba compartir una mesa bien servida9. Trabajó incansablemente hasta el final de sus días, y murió (ca. 287 a.c.) deplorando la brevedad de la existencia, que le condenaba a desaparecer en el justo momento en que empezaba a conocer algunas cosas. A través de los distintos datos que sobre 61 poseemos, se puede deducir que fue un individuo de una exquisita sensibilidad y de un notable agrado personal. Sin duda fue un espíritu lúcido y generoso. Nada mejor para corroborar cuanto decimos que la lectura de su ejemplar testamento, que nos ha sido conservado gracias a la curiosidad de Diógenes Laercio (V 5 1-57) lo.
Cf.. particularmente, ATENEO, 1 21A-B. En este documento se puede constatar cdmo lega la mayor parte de sus bienes a la escuela peripatética, recomienda la manumisidn de sus esclavos y pide ser enterrado en el jardín del Liceo con la mayor sencillez. lo
2 . Los escritos de Teofrasfo
El término de «polígrafo» le cuadra a la perfección a este autor. Siguiendo los pasos de su maestro y amigo, escribió sobre numerosos y variados temas. Diógenes Laercio nos ha transmitido la lista de obras que se le atribuyen ' 1 . A través de los títulos se observa un cierto paralelismo temático con la producción del Estagirita. Esta coincidencia nos hace pensar en la estrecha colaboración entre ambos estudiosos, y en la vasta programación concebida por Aristóteles con la finalidad de recoger y organizar sistemáticamente los conocimientos adquiridos hasta su epoca en diversos campos del saber. Este ambicioso y encomiable proyecto fue una tarea ingente a la que consagraron sus mejores esfuerzos una serie de prestigiosos intelectuales. A cada uno de ellos se le confió una parcela, quizá la más afín a sus gustos o dotes personales. A Teofrasto se le asignb la filosofía natural; a Eudemo las matemáticas; a Jenócrates la geometría; a Menón la medicina, etc. Esta planificación de la labor a realizar supuso la creación de un equipo de trabajo -quizá el primero de la historia occidental- cuya cohesión estaba garantizada por la formación recibida y por los fines perseguidos, sin menoscabo de la libertad de pensamiento. Cada colaborador gozaba de una total independencia para exponer sus propios puntos de vista. Varios testimonios confirman este aserto y, particularmente, la obra conservada de Teofrasto. Del elenco anteriormente mencionado se deduce que nuestro autor escribió más de doscientos títulos 12. De to" l2
V 42-50.
Según la lista citada, 225 títulos. Su producción equivaldría a la mitad de la de Aristbteles. esto es, unas 230.000 líneas (cf. M. FERNANDEZ-GALIANO, LOS caracteres morales, Madrid. 1956, pág. X).
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do este caudal poco ha llegado hasta nosotros. En la actualidad poseemos: Dos tratados relacionados con el mundo de la Botánica: Historia de las plantas, en nueve libros, y Sobre los orígenes de las plantas, en seis 13. Ciento noventa fragmentos de varia procedencia y desigual extensión. El pequeño opúsculo de los Caracteres.
Las obras consagradas a la Botánica hacen «pendant» con aquellas aristotélicas dedicadas a la Zoología. No obstante, se perciben diferencias debidas a las concepciones científicas y a las personalidades diversas de sus respectivos autores. En Teofrasto predominan las vías del empirismo sobre las de la especulación. Sus grandes dotes de observador de la naturaleza y sus cualidades de expositor y compilador de datos -propios o ajenos- sintonizan a la perfección con la temática de los asuntos tratados. Un punto de discrepancia con su maestro -y que debemos apuntar a su favor- es su neta distinción entre el reino vegetal y el animal. Después de observar las analogías funcionales entre las diversas partes distinguibles en los representantes de la flora y la fauna, llega a la conclusión de que dicha analogía es insostenible a nivel morfológico. Aquí reside la diferencia fundamental entre animaies y plantas. Los primeros están constituidos por unas partes que son permanentes, una vez que han aparecido, salvo que se pierdan por enfermedad, vejez o lesión. Las segundas, en cambio, se renuevan y mueren de modo parcial -
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Algunos estudiosos opinan que la división en dos obras de sus escritos botánicos no fue establecida por el autor. sino por los editores de C p o ~ palcjandrina, quienes distinguieron entre los pasajes en los que invoca el principio teleológico y en los que lo evita cuidadosamente. l3
todos los años 14. Como es lógico, el interés científico que hoy tienen estos dos tratados es muy limitado: constituyen un peldaño de la historia de la Botánica, pero, en su momento, supusieron un esfuerzo de síntesis y de erudición con el fin de abarcar cuanto se sabia sobre el reino vegetal 1 5 . En el haber de sus aciertos, en lo que se refiere a su actitud científica, cabe senalar su postura de reserva escéptica sobre el principio teleológico: Con respecto a la opinión segun la cual todas las cosas tienen un fin y nada existe en vano, la asignación de fines no es en !general tan fácil como se acostumbra a afirmar 16. En otro pasaje insiste sobre la misma cuestión: Debemos tratar de poner un limite a la asignación de causas finales. Éste es el pre-requisito de toda la investigación científica del universo, o sea, de las condiciones de existencia de las cosas reales y de sus relaciones recíprocas ".
El tono dubitativo de estas palabras deja traslucir una visión global superadora de los límites y de los presupuestos metafísicos hasta ahora considerados como intangibles l a . l4 Cf. B. FARRINGTON, Greek Science = Ciencia griega [trad. E. A. NIKOS].Barcelona, 1979, págs. 152 y sigs. '5 No en vano han estado vigentes durante siglos. l6 Con estas palabras inicia el cap. 1X de su Metafisica. Cf. la ed. Oxford. 1932. de W. D. Ross. F. H. FOBES, l 7 Ibidem. Estas frases cierran el capitulo anteriormente citado. I s También es original su posición en lo que atafie a la teoria del conocimiento. Su punto de vista es una puerta abierta hacia la concepción kantiana. Igualmente se aparta de Aristoteles en el campo de la Lógica, al plantear los silogismos disyuntivos e hipotéticos. y en el ámbito de la Física. al cuestionar algunas definiciones del movimiento, del primer motor y del espacio. Sus afirmaciones sobre esta noción están proximas a las de Leibniz. Cf. C. P ~ h u x Le , monde hellénistique = El mundo helenístico [trad. J. Facij, Barcelona. 1984, vol. 11. pág. 378.
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No nos detendremos a comentar el contenido de los numerosos fragmentos conservados, de procedencia muy varia. El caracter mútilo de los mismos nos impide hacer una recta valoración, ya que es muy peligroso pronunciarse sobre restos de difícil engarce, al carecer de un contexto que defina el auténtico propósito del autor. Simplemente insistiremos, una vez más, en que, a través de ellos, se constata sus cualidades proverbiales de rectitud de criterio y de probidad científica. 3.
El destino de los «Caracteres»
Bajo este nombre ha llegado hasta nosotros un conjunto de treinta breves capítulos. La singularidad del escrito, dentro de la tradición literaria griega, ha motivado numerosas especulaciones sobre cuil era la finalidad perseguida a traves de estas páginas y la intención que guió al autor en su composición. A título indicativo enumeraremos algunas de las múltiples conjeturas formuladas 19. A fines del siglo pasado, ImmischZOapuntó la posibilidad de que se tratase de unas ejemplificaciones prácticas que sirviesen para ilustrar los trabajos retbricos de Teofrasto, de manera que a traves de ellos se confirmasen sus ensefianzas teóricas. De este mismo parecer es D. J. Furley '', quien, medio siglo más tarde, aceptó su hipótesis. En una línea parecida se sitúa Octave NavarreZ2.Para este estudioso la galería de retratos sería una conclusión e ilustral9 No pretendemos ser exhaustivos sobre este punto, ya que menudean los puntos de vista más dispares. «Über Theophrasts Charaktere~,P h i l o l o g ~57 ~ (1898). 193 y sigs. z1 «The Purpose of Theophrastus's Charactem», Symb. Osloen. 30 (1953), 56-60. 22 Théophrmte, CaractPres, París, 1924, 1952 z, pág. 20.
ción concreta de un tratado de moral teórica. J . M. Edrnonds considera que pudieran ser ((answers to dinner-table questions)). Probablemente serían composiciones destinadas a las comidas mensuales organizadas por grupos de discípulos peripatéticos2'. También deben recogerse las opiniones de los que ven en el opusculo una especie de extraída de los manuales de Retórica del autor, o bien de su perdido tratado Sobre la comedia, y la de aquellos que enjuician nuestro texto como una simple colección de documentos y materiales reunidos con el fin de ser utilizados por su creador en el momento oportuno. Para terminar este recorrido por el universo de las conjeturas, incluiremos la contribución de P. Steinmetz", quien en un documentado artículo ofrece un completo resumen del estado de la cuestión. Desde nuestro punto de vista, los Caracteres es un libro enigmático, no por su propia naturaleza, sino por el conjuro de unas circunstancias adversas. Es muy probable que Aristóteles escribiese una segunda parte de su Poéticaz5, 23 The Characters of Theophrartus, Londres-Cambridge, 1929, 1967 2, pags. 6 y sigs. Se trataría, pues. de un hábito escolar consistente en disquisiciones eruditas desarrolladas en las sobremesas. Esta práctica habría llegado a constituir un género literario. Muestras del mismo serían, por ejemplo, las Quaestiones convivales de Plutarco o el Banquete de los sof~srasde Ateneo. 24 «Der Zweck der Charaktere Theophrasts)), Ann. Univ. Sarav. 8 (1959). 209-246. Segun este helenista, Teofrasto describe unos tipos humanos afianzados en sus tendencias por falta de paideía. La risa sería el arma empleada por la escuela peripatética para conseguir sus fines («ZU Theophrasts Charakteren~.Rhein. Mus. 103 éticos. Para R. STARK [1960], 193-200) la intencionalidad del tratado está en función de la teoría aristotelica de la educación. 25
Ésta es la opinibn más generalizada, ya que se puede colegir que la obra esta incompleta, a través de un examen del libro conservado y gracias a las referencias de otros pasajes del propio Aristbteles. 119.
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que no ha llegado hasta nosotros, dedicada al estudio de la comedia. Sabemos que Teofrasto compuso sendos tratados que versaban Peri kümóidrás y Peri geloíoux. Si tuviésemos acceso al contenido de estas tres obras, con toda seguridad, nadie se preguntaría por el significado de esa treintena de capítulos o de retratos morales. En nuestro actual nivel de conocimientos, sólo nos queda la posibilidad de hilvanar hipótesis, y esto es lo que vamos a hacer. Para ello, primero hay que remontar el vuelo. En el siglo i v el individualismo, la introspección y el concepto de philía fueron temas palpitantes en los medios intelectuales y, particularmente, en los peripatéticosz7. Los caminos -sin distinción- tendían a alcanzar estos objetivos esenciales. Y si bien es verdad que todos los medios se consideraban válidos, algunos lo eran de forma privilegiada. Entre ellos la paideía. La función aleccionadora de la misma se debía ejercer a través de la vía escogida. La producción de Aristóteles, en su totalidad, ilustra a la perfección su estrategia. Dada la lucidez de su espíritu y su visión totalizadora de los problemas, no es de extrafiar que, en última instancia, él estableciese una interrelación entre diversas disciplinas, dotadas cada una de campos específicos, pero, en el fondo, ordenadas hacia un mismo fin: la implantación de la solidaridad entre los hombres. 26
Tales son los títulos que figuran en el catalogo citado de Di&.
LAERC..V 46-48. Cf. también ATEN.,VI 631D y VI11 348. 27 Sobre esta cuestidn, cf. A. BARIGAZZI,La formazione spirituale di Menandro, Turin, 1965, cap. 111. El sentimiento de solidaridad humana, tan en boga por aquellos anos, fue ampliado por Teofrasto, quien lo hizo extensivo a todos los seres vivientes. porque todos participan de unas mismas arkhai. Esta concepción, de capital importancia, bautizada por nuestro autor con el término de oikei6sis. sintoniza a la perfección con los presupuestos ideológicos de nuestro tiempo.
La Ética era una parte de la filosofía que tenía por objeto el estudio del comportamiento humano; la Retórica se ocupaba de las técnicas de la elocución, y la Poética era un arte que intentaba analizar los principios que regulan el proceso de la creación artística. Las tres ramas eran, pues, antropocentricas. Suponemos que el fundador del Liceo teorizó sobre el concepto de la risibilidad y trazó las líneas maestras de una estética del hecho cómico. En la obra que precisamente responde al nombre de Poética esboza una definición del género literario antagónico de la tragedia. En dicha formulación se subraya el papel que desempeña la imitación de personas inferiores (mímesis phaulotérDn)28.De ello se deduce que, para conseguir una semejanza con la realidad, es preciso reproducir los hechos de la vida cotidiana y el lenguaje natural que se emplea en tales circunstancias, ya que, en ambos niveles -la situación y la elocución-, es donde puede desencadenarse el mecanismo psíquico de la risa. El ejercicio de esta facultad procura una felicidad interior en el individuo y favorece su estado de disponibilidad hacia los demás. Es, por tanto, una fuente de cohesión social y, por ende, de filantropía en su acepción aristotélica. La pérdida del hipotético libro 11 dedicado a este asunto nos impide conocer con mas detalles el desarrollo de sus elucubraciones. No obstante, algunos otros pasajes diseminados a lo largo de su producción nos ayudan a completar el panorama. En especial, Ética Nicomáquea IV 8, donde expone y contrapone tres tipos: el que se caracteriza por su agudeza y sus dos contrafiguras, tanto por exceso como por defecto, esto es, el bufón y el rudo. En este orden de cosas, el cultivo del ingenio tiene como corolario la liberalización
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de las tensiones interiores. Cabe suponer que la kátharsis es un efecto que también puede atribuirse, por extensión, al género cómico. Por consiguiente, la mera descripción de determinados comportamientos o su puesta en escena son un vehiculo idóneo para, a través de su ridiculización, provocar una sonrisa que despierte en el individuo la eúnoia y, al tiempo, fomente los vínculos de solidaridad. Esquemáticamente el proceso es el siguiente: Sujeto
Medio
Efecto
Representa- -, ro geloion -+ kaiharsis -+ ción de tipos inferiores
Funciones Liberalización de las tensiones internas. Ejemplificacion por vía negativa. Identificación de las faltas propias.
-+
Objetivo
Philía
Corrección de las mismas. Adhesión hacia los demás.
Este mecanismo se puede poner en marcha de varias formas que van desde el empleo del chiste ocasional hasta la composición de una comedia muy elaborada, pasando por los apuntes teofrasteos. A nuestro modo de ver, el libro de los Caracteres no es otra cosa que una pieza más de esa espléndida maquinaria intelectual que fue el sistema filosófico ideado por el Estagirita. La obra que comentamos es una mímpsis de los defectos -que no de los vicios- que aquejan frecuentemente a la gente mediocre y
carente de formación. Las descripciones están realizadas con ese don de la eutrapelia que caracteriza al hombre de ingenio. Gracias a ello se pone en funcionamiento el sutil de la risa. La sola presencia de esta manifestación animica arrastrará consigo los benéficos efluvios ya permitiendo que surta efecto la intención próxjma de la paideía y su objetivo final de la philanthropía. Quiere decirse, pues, que Teofrasto crea un instrumento eficaz, ya que, con una gran economía de medios, consigue dar totalmente en el blanco propuesto por Aristóteles. El análisis de los distintos temperamentos tal vez encontró su mejor valedor en la figura del discípulo, quien supo subrayar la vigencia de la introspección y de la pintura de los caracteres. Quizá él puso el acento sobre este aspecto en sus enseíianzas teóricas relacionadas con el género de la comedia. Un eco indirecto de su magisterio se encuentra, con toda probabilidad, en la producción menandrea, donde esta orientación se llevó a sus últimas consecuencias. Una vez que hemos puesto de relieve el papel de correa de transmisión que el contenido del libro encierra, dentro de la macroestructura del pensamiento filosófico de la escuela peripatética, nos parece secundario determinar la razón de ser de su aspecto formal y la naturaleza del público a quien iba dirigido. No obstante, abordaremos de pasada esta cuestión. Este pequeíio gran libro, como lo define certeramente J. M. Edmonds en el prólogo de su edición, fue compuesto, con cierta probabilidad, en torno al año 31929a . c . Este dato tiene su interés: certifi29
Esta fecha ha sido determinada a través de los datos internos que ofrecen los Caracteres Vlll y XXIII. Se supone que los capitulos restantes fueron redactados en un plazo mas o menos próximo al afio citado.
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ca que su autor frisaba la cincuentena cuando lo escribió y que, además, Aristóteles ya había muerto. Teofrasto, desde la altura de su medio siglo de vida, se permite describir una serie de congéneres de distinta especie aplicando su fino sentido de la observación, desarrollado a lo largo de aaos de metódica investigación científica. La capacidad de análisis se refleja, particularmente, en aquellos temperamentos que ofrecen un gran parecido. En muchos casos los rasgos diferenciadores son mínimos; sin embargo, para un experto en el arte de la clasificación de los elementos de la naturaleza, estos matices son más que suficientes para definir con toda precisión una variedad, a pesar de otras muchas notas comunes. Estamos, pues, ante un estudioso en la cumbre de su plenitud intelectual y humana. Las largas horas de vuelo se notan en la multiplicidad de conocimientos y de experiencias vitales acurnuladas. Algo de todo ello queda plasmado en esos esbozos magistralesM, en los que despacha de un plumazo -apenas una treintena de líneas- el retrato acabado de una forma de ser. Todavía hoy sus descripciones tienen plena vigencia, pues ha sabido captar lo que es esencial y, al mismo tiempo, pertinente en cada tipo psicológico. Buena prueba de su lucidez e inteligencia es la vía narrativa y el tono discursivo empleados. No se trata de sesudas reflexiones o de exquisitas disquisiciones sobre la condición No todos los estudiosos aceptan esta datacibn. REGENB~GEN (ed. cit., col. 1510) la admite con cierta reserva. F. RUHL («Die Abfassungszeit von Theophrasts Charakteren», Rhein. Mur. 53 118981 324-27) se opone («Der Zweck ...», pAg. 238) la sitúa en claramente a ella, y STEINMETZ el Último decenio del siglo. El adjetivo se refiere al contenido de los testimonios que son un modelo de fina observación psicológica. sutil ironía y capacidad de concreción. Desde el punto de vista de la calidad de la prosa dejan mucho que desear.
humana en la estricta línea de la investigación aristotélica, sino de una bocanada de humor3' sano y reconfortante sobre los defectos inherentes a nuestra calidad de seres racionales. La lectura de estos breves capítulos produce un efecto catártico sobre nuestra propia conducta y acrecienta ]a capacidad de comprensión y de ternura hacia el prójimo y sus debilidades. No hay una visión inmisericorde de nuestros errores ni una actitud punitiva o moralizadora, tan sólo un dibujo hecho con finos trazos e intención caricaturizante. El desconcierto que produce esta obrilla es la mejor prueba de su originalidad. No es un tratado científico, a pesar de toda la tradición que su progenitor encarna, por otro lado tampoco es una composición meramente literaria, destinada a brillar por la galanura de su estilo. Justamente desde un punto de vista lingüístico deja mucho que desear, como ya hemos anticipado. Cada uno de los caracteres se atiene a un esquema convencional: una definición inicial centra nuestra atención sobre la variedad analizada y, a continuación, una expresión formularia, que se repite casi invariablemente en los treinta capítulos, nos inicia en una serie de rasgos diferenciadores y paradigmáticos en cada caso. El hilo conductor siempre es el mismo, sin concesiones en aras de la variedad o de la coquetería estilística. Hay un descuido formal que se traduce, entre otras cosas, en un empleo abusivo del infinitivo y en una torpeza generalizada en la pura descripción y concatenación de los hechos. Muestra un desaliiio -ignoramos si intencionado- en la manera de decir, que recuerSteinmetz opina que «Humor ist kein griechscher Begriff». En consecuencia le parece más exacto aplicar el término geloion en su lugar. EDMONDS, sin embargo, sostiene que «the humour of Characters is essentialn.
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da la monotonía y la despreocupación por las reglas del juego literario, propias del discurso científico. A veces nos entra la sospecha de que este cúmulo de defectos ostensibles no son debidos a que el producto estaba inacabado o destinado a un uso personal, a modo de notas de consulta para ulteriores desarrollos, sino más bien creemos que se puede aventurar una hipotética sugerencia de que la estructura fija y el propio ropaje empleados son también una caricatura de la jerga generada en la escuela peripatética. Para un discípulo del Liceo este modus dicendi podría resultarle particularmente familiar y su uso descontextualizado se cargaría de resonancias cómicas. En el fondo se trataría de un procedimiento escolar elemental -y que todos hemos practicado- consistente en imitar el tono y los cauces expresivos de índole magistral en un registro menor. El recurso a unas formas expresivas aparentemente desmañadas cuadraría con una posible e indemostrable interpretación de la finalidad perseguida por este opúsculo: enseñar divirtiendoJ2. Se trataría, tal vez, de un producto realizado con vistas a amenizar las sobremesas o ratos de esparcimientos de miembros y frecuentadores de la escuela. En un ambiente de intenso estudio y de total dedicación a tareas intelectuales, el remedo de la propia actividad en clave de humor habría sido un sano ejercicio y una excelente prueba de la salud mental de los componentes de este círculo privilegiado. Estos ejemplos prácticos podrían ser la contrarréplica de discusiones teóricas o elaboraciones doctrinales en curso. El carácter esotérico de estos escritos le conferiría unas connotaciones de imposible valoración en la actualidad. 32
Nuestra postura, consistente en considerar estos esbozos como paig-
nia. se aproxima a la hipotesis de Edmonds.
~1 eventual destino originario de la obra -de talante <
Las cifras oscilan en torno a dos mil.
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tual de nuestros conocimientos resulta imposible dilucidar la cuestión. Por consiguiente nos parece más constructivo abandonar las preocupaciones de indole teleológica -siguiendo su ejemplo- y bucear más en el texto legado. 4.
Los «Caracteres». un testigo de su tiempo
El tratado, tal como ha llegado hasta nosotros, nos permite afirmar que ha sufrido no pocas manipulaciones textuales, según se deduce de la tradición manuscrita. Amén de estos retoques acomodaticios o accidentales, hay que suponer la posible pérdida de algunas partes ". Teniendo presente estas circunstancias, podemos preguntarnos no para quién iba dirigido. sino cuáles fueron sus raíces. Estamos de acuerdo con Edmonds, el cual, haciendo gala de un fino humor anglosajón, afirma: ueven new things have originsn. Pero desgraciadamente la respuesta a este interrogante no es fácil, ya que nuestro conocimiento de la literatura griega es muy fragmentario. Sin género de dudas, estamos incapacitados para rastrear los antecedentes de una obra semejante, pero si podemos espigar en los textos conservados descripciones de tipos con posibilidad de haber actuado como fuente de inspiración3'. Por otra parte, la propia evolución de las corrientes artis34 Sobre este punto hay disparidad de criterios. La ambigüedad de la cuestión ha permitido a un estudioso emular el arte y, sobre todo, la intencionalidad caricaturizante de Teofrasto. Cf. M. MARCOVITCH. «The Genuine Text of Theophrastus' Thirty First Character. Papyrus Lychnopolitana, edirio princepw, Ziva Anrika 26 (1976), 51-52. 3s Se sefiala. por ejemplo, la descripción del «déspota» en H E R ~ D O TO (111 80) o del «oligarca» en PLATON(República 533a). También existe la influencia aristofanesca en algunos trazos. Cf. R. GLENNUSSHER, «Old Comedy and Character, Some Cornmentw, Grecce m d Rome 24 (1977). 71-79.
ticas e intelectuales apuntan en tal sentido. Citemos, por las transformaciones sufridas por el género cómico y t r á g i ~ o ' ~10s , nuevos cánones imperantes a nivel en lo que se refiere a la figura humana, los ideales que se abren camino en materia de convivencia y, particularmente, los derroteros por los que discurre el pensamiento filosófico. En este terreno las preocupaciones por la observación directa de los seres y de la naturaleza en general debieron de ser determinantes. Todas estas orientaciones tienden hacia un mejor conocimiento del hombre en tanto que individuo. Se valoran los rasgos diferenciadores y se potencian los elementos que permiten hacer retratos personalizados y con hondura psicológica. Hay un clima en Atenas que favorece este género de especulaciones. Los bosquejos de Teofrasto eran unas composiciones que estaban «a la page» y que reflejaban oportunamente las consignas estéticas e ideológicas imperantes. Fueron, pues, un fiel testimonio de su época, fuese cual fuese su cometido ". Un signo más de la modernidad del libro es su propia morfología. Los Caracteres son un trabajo que tiene una forma peculiar. En estos ailos proliferan los escritos que no se atienen a las estructuras genéricas convencionales. Se buscan nuevos cauces de expresión a través de vías diversas. Generalmente son productos de pequeíío formato, pero de gran eficacia funcional y viveza: cartas, mimos, diálogos, relatos breves, escenificaciones, etc. Dentro de 36 Corno puede apreciarse en los escasisirnos testimonios de la M4sZ y, sobre todo, en Euripides. 3 El impacto del pequeiío tratado en los medios peripatéticos debió de ser grande, puesto que inició un genero de composición dentro de la escuela. Sabemos que siguieron esta vía Licbn (escolarca de ca. 270236); Aristón, de una generación posterior, y Sátiro (siglo 11 a.c.).
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esta corriente innovadora habría que incluir, como una variante más, la obra que comentamos. Como es lógico, el registro lingüístico empleado también corrobora las tendencias literarias coetáneas. Se sirve de un lenguaje natural y directo, émulo del habla cotidiana. Su prosa es sencilla y su léxico en consonancia con el mundo que describe. 5.
La erología peripatética
La producción aristotélica de carácter ético constituye el primer tratado orgánico de moral del mundo occidental. Su influencia fue enorme, ya que, superando el estrecho marco de la filosofía, consiguió impregnar todas las manifestaciones espirituales de su tiempo: desde la política hasta el comportamiento individual. Es imposible señalar los límites de la contribución de Teofrasto en esta empresa, pero, sin duda alguna, contribución hubo. Su estrecha colaboración con el maestro y la coincidencia nominal existente entre algunos de sus caracteres y los estudiados por el Estagirita en sus obras de Ética 38 y Retórica han motivado que se intente establecer una conexión entre ambas producciones. De hecho, once tipos están presentes en los dos autoresj9; ahora bien, su enfoque es muy distinto. Aristóteles, como es bien sabido, distingue tres variantes en cada comportamiento. Dos de las cuales se apartan de la norma ideal: una, por exceso, y la otra, por defecto, mientras que la virtud es única y consiste en el justo término medio (mesótPs). Este planteamiento difiere, pues, Particularmente con la dedicada a Nicómaco. Sobre este particular, véase el análisis realizado por STEINMETZ en su edici6n (Theophrmts Choraktere, Munich, 1960, vol. 11, phgs. 8 y sigs.).
del teofrasteo, donde cada forma de ser es analizada independientemente, sin que exista un vínculo o una contrastación entre ellas. La técnica expositiva también es diversa. Tras las definiciones, de corte escolar, aparece una descripción que se despega del tono científico inicial, tanto por el lenguaje empleado -sin pretensiones académicas según indicamos- como por la forma diegética utilizada. De pronto el lector se encuentra inmerso en una escena llena de vida y verismo, en la que predominan los recursos de la ficción literaria y el arte de saber evocar tipos y situaciones con muy pocos elementosrn. Hay una especie de ruptura entre el incipit. solemne y farragoso, y el resto, jugoso por su contenido. Como nexo entre ambos universos el autor emplea una expresión estereotipada y torpe que, a modo de trampolín, nos hace pasar del ámbito de la escuela al de la calle. Estos textos denotan una cierta esquizofrenia: es posible observar cómo los rasgos propios del investigador meticuloso ceden su paso ante el impulso del hombre de letras que late en el mismo individuo. Aparte de estas diferencias con el modo de abordar Aristóteles estas cuestiones, se aprecian algunas divergen-
Son auténticas muestras parateatrales. La mayoria de los capitulos emplean como decorado de fondo una de estas tres ambientaciones: a) La casa, donde el personaje descrito es recibido como invitado en la mayoría de las ocasiones. Alguna vez, el protagonista actúa de anfitrión, en cuyo caso escatima las atenciones a sus huéspedes. b) El teatro o espacio en que se desarrolla un espectáculo público. C) Las calles de Atenas como marco habitual de encuentro fortuito y de relaciones interpersonales.
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Estos tres escenarios pueden combinarse en el interior de un mismo capitulo. Por ejemplo en el 11.
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cias conceptuales, en las que aquí no podemos entrar. Una vez más aflora la personalidad del escritor por encima del principio de autoridad del maestro. Desarticulada la relación inmediata -que no la mediata- de los Caracteres con el fundador del Liceo, sigue en pie la incógnita del criterio aplicado por el autor en la elección de sus tipos. Los defectos descritos no son los más representativos, ni los más frecuentes ni, desde nuestra óptica, susceptibles de una cierta si~tematización'~. Quizá la colección esta incompleta y su número fuera superior a los treinta. Tal vez existiese una segunda parte en la que se analizasen los temperamentos mociéli~os~~. En resumen, esta es otra cuestión debatida y que, por el momento, queda sin respuesta. La falta de precisión de algunas definiciones, ciertas repeticiones o incongruencias en las atribuciones de rasgos psicológicos y el desorden de los capítulos que deja traslucir la tradición manuscrita constituyen una incitación para el estudioso, el cual propende a instaurar un principio de organización. J. M. Edmonds4' ha barajado una serie de rasgos estilisticos y de noticias proporcionados por el propio autor con el fin de sentar las bases de su estructura originaria. De hecho determinadas expresiones, construcciones o vocablos tienen un índice de frecuencia mayor en algunos capítulos del libro. Ahora bien, las indicaciones 41
Sin embargo, este procedimiento cientifico es empleado con maestria por Teofrasto en sus investigaciones botánicas. 42 En la lista de Didgenes Laercio, el titulo de nuestra obra figura incluido dos veces. Este hecho y alguna alusión aislada, como por ejemplo la de E u s ~ ~ c i(11. o 931, 21) y la del Proemio. permiten considerar esta probabilidad. Ahora bien los temperamentos virtuosos, como las parejas felices, dan poco de si como fuente de inspiración literaria. 43 Cf. The Characiers..., pigs. 3 y sigs.
así obtenidas, en una obra que ha sufrido un prolongado desgaste escolar y, por consiguiente, de transmisión, sólo pueden tener un valor relativo, pero no absoluto. Por tanto lo único que podemos afirmar es que este documento es una pieza más que ilustra, de manera fehaciente y un tanto original, el notable desarrollo alcanzado por la doctrina etológica en el seno de la escuela peripatética. 6.
L a otra Arenas
El hecho de que el presente volumen ofrezca las obras de Teofrasto y Alcifrón, dos autores muy distanciados en el tiempo y, quizá también, en otros muchos aspectos, exige una explicación. Ambos escritores, a pesar de que sus intereses y sus trayectorias personales fueran muy distintos -cosa que suponemos, pero que no podemos ratificar-, coinciden, desde nuestro punto de vista actual, en sus aportaciones, directas o indirectas, sobre la vida cotidiana en Atenas en el siglo rv a.c. Gracias a ellos nos es dado penetrar en un universo lleno de humanidad, debilidades y anécdotas insignificantes. Este mundo vulgar y antiheroico rezuma autenticidad. Los dos documentos son un resquicio a través del cual contemplamos el paisaje urbano, el ajetreo de la ciudad y el comportamiento de sus habitantes, gente corriente y de ambiciones modestas. En una palabra, le tomamos el pulso a una época. Después de una lectura detenida de estas páginas, se tiene la impresión de haber compartido muchas de las vivenias que aquí se nos cuentan. Sus protagonistas nos resultan extrafiamente familiares y nos sentimos tentados de ponerles nombre y apellidos a mAs de uno. Hay un realismo latente que trasciende la voluntad de los propios autores. Frente a la visión tradicional de una Grecia modéli-
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ca, en lo bueno y en lo malo, y por consiguiente excesiva, surge esta imagen colorista, popular y un tanto doméstica. Los presentes testimonios nos permiten valorar el discreto encanto de la gente y de las cosas corrientes. Es ésta una Atenas -y, por extensión, una Grecia- entrafiable y cercana, sobre todo para unos riberefios del mar Mediterráneo. Aparte de estas apreciaciones, totalmente subjetivas, conviene subrayar que los textos encierran un cierto valor desde el punto de vista de las nuevas corrientes historiográficas. Cada día se aprecian más las fuentes que nos posibilitan reconstruir el tejido orgánico de un período. La elaboración de una vía de aproximación a esa realidad la llaman los franceses, con un ápice de cursilería, un estudio de las mentalidades. Pues bien, este tipo de análisis sociológico y cultural, en un sentido lato, es perfectamente posible realizarlo a través de los datos positivos, esto es, los que aparecen enunciados y, también, a partir de los elementos negativos, es decir, tácitos, bien sean voluntariamente silenciados o sencillamente neutralizados 44. Por supuesto, la idea no pasa de ser una simple sugerencia. A titulo de ejemplo, vamos a mencionar, esquemáticamente, algunas de las muchas concordancias existentes en el microcosmo descrito por ambos autores:
La ciudad como signo ambivalente. La valoración del marco urbano. ~1 claro predominio de la vida al aire libre, con menoscabo de la coexistencia familiar. La importancia de ciertos centros de interes ciudadano: el ágora. los pórticos, los gimnasios, los bailos públicos, etc. ~1 peso tradicional del espectAculo, bien sea puramente teatral o parateatral (fiestas, competiciones, procesiones, etc.). La práctica de la convivialidad como símbolo de cohesión social: banquetes y/o simposios. EI carácter residual y ritual de las creencias religiosas. La ausencia de unos principios y de unos ideales de corte tradicional. La tímida recuperación, para el mundo de la literatura -y, probablemente. para la historia «tout courto-, de sectores sociales que hasta ahora figuraban como comparsas o personajes de relleno. El limitado papel de la mujer: un oscuro objeto de deseo. El elogio, tácito o explícito, de la generosidad y de la solidaridad. La alegría de vivir y la exaltación de unos placeres elementales. El empleo de un lenguaje cotidiano y directo. La elección de una estructura formal breve y eficaz. La naturaleza escénica y secuencia1 de los relatos. etc.
A través de los rasgos improcedentes denunciados, se puede bosquejar, a modo de negativo fotográfico, cuál es la conducta ideal del perfecto ciudadano. Es decir. por exclusión podríamos obtener una especie de tratado de urbanidad o de buenos modales. bien de estilo decimonbnico: «el buen Juanito)), bien de corte renacentista: II corligiano. En cualquier caso, los numerosos datos proporcionados por Teofrasto y los esbozados por Alcifrón son un material harto suficiente para establecer un estudio sociológico de los p a r h e t r o s comportamentales vigentes en la Atenas del siglo iv, tanto a nivel tebrico como práctico.
Esta relación podría ser más amplia, pero creemos que los puntos esbozados son suficientes para probar nuestras afirmaciones. Para cerrar este apartado mencionaremos algo que confirma la existencia de un hilo conductor que une a nuestros dos escritores. Nos referimos al hecho fortuito de su vinculación con Menandro. Teofrasto fue su maestro, como ya anticipamos, y Alcifrón, por su parte, nos lega las
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muestras de una correspondencia apócrifa entre el comediógrafo y Glicera, su supuesta amada. La sombra del autor dramhtico se proyecta en ambas obras y, sin género de dudas, sus piezas teatrales suscriben esta lista de afinidades y completan nuestro conocimiento de esta centuria, porque los tres autores participan de una veta común de inspiración realista: la ciudad y su entorno humano 45.
7.
La fortuna literaria del texto: influencias y traducciones
El término griego kharakt6r4 servía originariamente para designar el instrumento que deja una huella o graba, por ejemplo, el troquel y, también, el efecto de esta acción, esto es, la impronta marcada. Un uso metafórico del vocablo lo llevó a significar «señal», «distintivo». Probablemente bajo esta acepción lo utilizó Teofrasto, quien, tal vez, introdujo la novedad de aplicarlo al alma humana. Segun P. Steinmetz4', el plural que figura como título de la obra estaría justificado por ser una denominación genérica, algo así como «rasgos». En consecuencia,
Bien a través de una experiencia directa (Teofrasto y Menandro), bien mediante una recreación intelectual y acadkmica (Alcifrón). Cuando estas obras se leen, producen el efecto de un fuego cruzado. El valor documental de los Caracteres ha sido estudiado recientemente por C. BoDEI,«Immagini di una societh. Analisi storica dei Caratteri». Atheneum 58 (1980). 77-102. 46 Sobre la historia del vocablo hay varias monografias. Cf. A. KOERTE.«Xapa~rfip»,Hermes 64 (1929), 69-86; B. A. VAN GRONINGEN, «Der «XAPAKTRPE&, Mnemosyne 58 (1930), 45-53, y STEINMETZ, Zweck ...», pAg. 224. 4' Cf. STEINMETZ. ed. cit., vol. 11, pág. 8. 45
el nombre que encabeza el capítulo en genitivo precisaría el campo analizado en cada caso. El siguiente paso ha sido, a raíz de su vinculación con el mundo del comportamiento, considerarlo equivalente del modo de ser peculiar de una personaa. Al menos así lo testimonia Menandro cuando afirma: «El carácter de un hombre queda patente a través de su palabra»49. La descripción psicológica iniciada, en cierta medida, por Teofrasto y aplicada al mundo de la ficción a través de los personajes del comediógrafo, como una consecuencia práctica de las ensefianzas recibidas, abrió un camino fecundo en dos direcciones: la puramente creativa y la científica. No es este el lugar adecuado para desarrollar ambas corrientes. Nos limitaremos a comentar, de manera esquemhtica, la influencia decisiva que ejerció sobre el dramaturgo 50. Es obvio que el peso de la docencia debió de ser grande. La preocupación por las cuestiones morales, que trasluce la escuela aristotélica de forma global, incidió, con toda probabilidad, en la ideología y en la concepción teatral de Menandro. Pero, aparte de esta impronta, fruto de haber frecuentado un circulo intelectual
4g En castellano se conservan claras huellas del historial de la palabra a través de las distintas acepciones que alberga. 49 Fr. 66 K.-TH. La simple enumeración de los puntos de contacto resulta aquí imposible dado su elevado numero. En el texto hemos señalado algunos casos mediante notas. Por supuesto, no de forma exhaustiva. ya que un trabajo de esta índole mereceria un estudio aparte. Remitimos al libro La formazione spiriruale di Menandro, ant. cit.; al venede BARIGAZZI. Daos. Tableau de la comédie grecque rable tratado de PH. E. LEGRAND, pendanr /a pPriode dite nouvelle, Lyón, 1910, pionero en estas lides. y ~Theophrastusund Menandern, al articulo de W. W. FORTENBAUGH, Bull. Inst. Clms. Stud. 20 (1%3), 163-1154
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determinado, hay que señalar una serie de puntos de contacto concretos entre ambos autores. Varios títulos de piezas teatrales, diversos personajes del repertorio cómico y frecuentísimos detalles confirman la existencia de un fecundo intercambio de ideas. La conservación parcial de la producción de estos dos escritores nos impide establecer un cotejo en regla. No obstante, a travts de los fragmentos descabalados que poseemos, nos es dado apreciar la enorme deuda contraída por Menandro con los escritos peripatéticos, en general, y con la personalidad y la obra de Teofrasto, en particular. El discipulo fue el auténtico creador de la comedia de caracteres. El enorme éxito que cosechó se tradujo en la configuración de una nueva estética basada en el análisis psicológico de los personajes. En una palabra, inició un camino de modernidad en la literatura que llega hasta nuestros días. Aparte de esta vía de penetración indirecta, conviene recordar que el opúsculo, por su propia naturaleza y por haber sido conocido sin interrupción" a través de los siglos. ha ejercido una influencia mediata o inmediata en muchos autores 52. A partir de la edición que realiza Casaubon en 1592 la descripción de los distintos temperamentos fue cultivada como un género independiente. Baste con citar, entre otros, a Joseph Hall, John Earle y La Bruyere. La imitación realizada por este último se llevó la palma, gracias a su calidad y a su condición de ser francesa, ya que por esta razón ha gozado de la caja de A diferencia de otros muchos textos que han permanecido en el olvido durante centurias y que sdlo se han recuperado a partir del Renacimiento. 52 Sobre este particular, véase el estudio de G. S. GORDON, «Theophrastus and his imitatorsn, en English Literature and the Classics, Oxford. 1912. 5l
resonancia que es el país vecino en lo que respecta a todos sus productos 53. Según Gilbert Highet 54, los distintos ensayos que arrancan de esta época han desembocado en la novela moderna. El análisis etológico fue emprendido en Espaiia por el doctor Huarte de San Juan, en su Examen de ingenios para las ciencias ", publicado en 1575. También fue un notable psicólogo el jesuita Baltasar Gracián, como puede observarse en casi la totalidad de su producción y, particularmente, en su obra El Criticdn (1651). Ambos eran buenos conocedores de los clásicos, por tanto no es de extrañar que la huella de nuestro autor se encuentre en sus escritos. Teofrasto fue un consumado empirista. Por esta razón, dentro del espectacular desarrollo alcanzado por la Psicología durante este siglo, tal vez sea la conductista la escuela científica más afín a su metodología. En este sector de la investigación cabría detectar su influencia, aunque fuese de una manera implícita y residual. Los Caracteres han sido traducidos en numerosas ocasiones y a múltiples lenguas. Dada su difusión, nos parece
53 NAVARRE (Théophraste..., págs. 20 y 21), al referirse a su compatriota. declara: «qui I'a imité et infiniment surpassé)). Más adelante habla de una acomparaison accablante)} para la figura de Teofrasto. Nos parece que «tout de méme, i1 exagéren. La traducción -que no la imitación- hecha por el clásico francés es muy mediocre y farragosa, ya que por no conocer bien el griego, manejó la traducción latina de Casaubon. 54 The Clersical Tradition. Greek and Roman Injiuences on Western Literature = L a fradicidn clá~ica.Inflitencias griegas y romanas en la literatura occidental [trad. A. ALATORRE].Méjico, 1976, pág. 304.
55 El tratado es un notable intento de analizar los distintos tipos de inteligencia y de relacionar las facultades mentales con la complexión física. con el fin de discernir las aptitudes de cada individuo.
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improcedente proporcionar datos sobre esta cuestión. En nuestro país este tratado fue vertido al castellano en el siglo xvrrr por Ignacio López de Ayala 56 y, recientemente, por S. Cunchillos 57 y por Manuel Fernández-Galiano 58. Esta última es una excelente traducción, ceñidisima al texto original y que testimonia el buen quehacer de este filólogo. 8 . Fuentes manuscritas e impresas
La historia de cualquier texto de la Antigüedad que ha llegado hasta nosotros es, necesariamente, azarosa. En el caso que nos ocupa lo es particularmente. Con toda probabilidad, a la muerte del autor, sus escritos y los de Aristóteles fueron legados a su alumno predilecto, Neleo, quien los trasladó a Misia. A la desaparición de este último quedaron en poder de sus descendientes, quienes, deseosos de poner a salvo semejante legado, los escondieron en un lugar subterráneo. A fines del siglo Ir a.c., fueron vendidos -lo que quedaba- a Apelicón, quien obtuvo una copia muy defectuosa. Ésta permaneció en Atenas temporalmente. Cuando esta ciudad fue conquistada, en el aíío 87 a.c., por Sila, el manuscrito fue llevado a Roma. A partir de aquí proliferarán las reproducciones. La m i s famosa fue la realizada por Andrónico de Rodas. Probablemente el filósofo epicúreo Filodemo, coetáneo de Cicerón, se sirvió de esta edición para la larga cita tex-
tua] que figura en su tratado Sobre los males encontrado en Herculano s9. En los primeros siglos de la etapa bizantina, el opúsculo -o la parte restante del mismo- gozó de mucho predicamento, ya que era utilizado como un instrumento de trabajo con fines escolares. Quizá datan de esta época el proemio y las moralejas que cierran algunos capítulos 60. Durante la Edad Media fue conocido y estudiado. De hecho, nuestras fuentes más antiguas se remontan al siglo x y las más modernas llegan hasta los albores de la imprenta. Su amplia difusi6n ha motivado que poseamos en la actualidad una setentena de manuscritos 6i. De la conjunción de estos factores surge una situación enormemente compleja. Los testimonios más solventes de esta enmerafiada colección son los que a continuación describimos someramente: Siglas
Signatura
Datacion
A
Cod. Parisinus Gr. 2977 Cod. Parisinus Gr. 1983 Cod. Vaticanus Gr. 110 Cod. recentior
XI
B V C
D E
X-XI
Idem.
XIII
Caps. XVI-XXX.
XV-XVI Pr.; caps. 1-XXVIII. XIV-XVI Pr.; caps. 1-XXIII. XIIl-XVI Pr.; caps. 1-XV.
Pap. Hercul. 1457. Steinmetz cree que estas adiciones datan del siglo vi. 6 1 Aparecen enumerados y escuetamente descritos por IMMISCH en la obra colectiva titulada Theophrasfs Charaktere herausgegeben... von der philologischen Gesellschaff, Leipng. 1897, Introducción, págs. VI11 y sigs. Cf., asimismo, el artículo de N. G . WILSON,«The Manuscripts of Theophrastusu, Scriptorium 16 (1962). 92-102. 59
56 Se trata de los ventiocho primeros capítulos. Fueron publicados en la Biblioteca Clásica en 1888 y reeditados en la colección Crisol en 1945. 57 Buenos Aires, 1943. 5 8 Edición bilingüe con Introducción y notas, Madrid, 1956.
-
Contenido
Proemio; caps. 1-XV.
40
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M P
Cod. Monacens¿s Gr. XIV-XV Pr.; caps. 1-XXI 505 (epitome). Pap. Hercul. 1457 Cap. V. Pap. Oxyrh. IV 699 Caps. XXV-XXVI
(epítome). Generalmente se postula la existencia de un arquetipo (x), fechable en el siglo v i i i y escrito en mayúsculas. Por alguna razón que ignoramos, dicho ejemplar fue dividido. Por tal motivo unos testimonios (A,B) ofrecen los quince primeros capítulos y otro (V) los quince últimos. El principal problema reside en seíialar las relaciones de parentesco entre A,B,V, por un lado, y C,D,E,M, por otro. Las dificultades que encierra la reconstitución de un stkmmo quedan testimoniadas en las discrepancias existentes entre los diversos estudiosos. Sobre estos aspectos puramente técnicos y conjeturables, remitimos a las Introducciones de las ediciones de 0. Immisch, Navarre, Edmonds y, particularmente, al capítulo consagrado a esta espinosa cuestión por P. Steinmetz, en el vol. 11, donde en sus primeras sesenta páginas ofrece un completo análisis del problema. Concretamente para este autor, siguiendo las conclusiones de Immisch, procederían del arquetipo (x) dos ejemplares: uno que habría sido desmembrado en cuatro cuaterniones (x l-x 4, y otro, cuya copia en caracteres minúsculos estaría a la base de V. Los restantes testimonios serían simples apógrafos. En lo que respecta a las versiones impresas el proceso ha sido el siguiente. La editio princeps6' de los Corocte62 LOSdatos complementarios de las ediciones citadas en este apartado figuran en el apendice bibliográfico. En realidad. se pueden considerar principes todas las ediciones hasia la de AMADUZZI.
res, acompafiada de una traduccibn latina, fue publicada en el aAo 1527 por W. Pirckheymer en la ciudad de Nuremberg. Constaba tan sólo de quince capítulos y el manuscrito fue proporcionado por Pico della Mirandola. A partir de esta fecha se suceden las ediciones y se va incrementando el caudal del libro. El texto completo vio la luz por primera vez en 1786 en Parma gracias al esfuerzo de J. C. Amaduzzi, quien utilizó el Vaticanus Graecus 110 de la Biblioteca Apostólica. La obra aparecía reproducida en su totalidad, pero llena de incorrecciones. Dos aíios más tarde Siebenkees ofrece una versión mas depurada. El siguiente paso notable fue dado por H. Diels, quien realizó una excelente tarea en su Theophrasreo y, posteriormente, en su edición para la colección de Oxford (1909). Para evitar engorrosas repeticiones, omitimos voluntariamente la inclusión en este apartado de las publicaciones que se han sucedido a lo largo del presente siglo, ya que aparecen registradas en el apéndice bibliográfico. 9.
Observaciones sobre nuestra troduccidn
La complejidad que caracteriza al texto de la presente obra, en lo que a tradición se refiere, se refleja en el iter seguido en nuestra versión. Para empezar es problemático elegir una edición que sirva de base a la traducción ofrecida. Después de muchos titubeos y de numerosas comparaciones entre los textos originales de las ediciones más autorizadas, hemos optado por la de P. Steinmetza. Pero, Procediendo por exclusi6n y por considerar que es la más reciente y la más documentada. lo cual no quiere decir que estemos siempre de
acuerdo con el erudito alemán, como lo pone de manifiesto la lista de los loci en los que nos apartamos de sus lecciones.
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de hecho, hemos realizado nuestra tarea cotejando en todo momento las distintas fuentes a nuestra disposición. Una vez aclarado este punto, vamos a detenernos sobre algún otro. La rigidez estilística y el ritmo monótono de los infinitivos que la obra ofrece son un auténtico «tour de force» para quien desea trasladar su mensaje a otro idioma. Fernández-Galiano en la presentación de su trabajo afirma: Nos hemos impuesto, como siempre, la consigna de la fidelidad, aun a costa de parecer áridos o demasiado insistentes en la repetición servil de las fórmulas fijas6'.
En efecto, en su traducción ha llevado hasta sus últimas consecuencias esta postura. La existencia de una versión con estas características, nos ha decidido a intentar una que estuviese más en consonancia con el espíritu de nuestra lengua, dentro de unos límites de respeto absoluto al original. Otra dificultad reside en la traslación al castellano de los términos griegos que designan a los diferentes temperamentos. La vaguedad de las definiciones contribuye a crear confusión. Además, una exacta correspondencia Iéxica no es siempre posible. De igual modo existen numerosos pasajes en los que varias lecturas son plausibles y unos pocos que sólo admiten como opción la crux desperarionis. Estos escollos enunciados los hemos procurado sortear aplicando siempre un criterio conservador, es decir, salvaguardando, en la medida de lo posible, las lecciones de los manuscritos. De todas formas, a lo largo de la traducción -y a pesar de la brevedad del documento-, nos hemos visto obligados a tomar más determina65
LOS curaclera.. ., pág. Xl J 1.
ciones de las que nos habrían gustado. Toda alternativa presupone al abandono de una conjetura posible. En este terreno la incertidumbre es grande, pues en la mayoría de 10s casos existen razones válidas en uno y otro sentido. Estas aclaraciones no son de carácter exculpatorio. Es obvio que asumimos la responsabilidad de nuestro trabajo. Simplemente queremos poner al lector en antecedentes de los muchos meandros que encierra un texto aparentemente inocente y jovial. Mas, como bien se sabe. en cuestión de literatura nada es inocente.
A)
PRINCIPALES EDICIONES
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se ha vuelto a editar con una breve Introduccion de F. FERRARI.) 1920: 0. NAVARRE, Caracteres, París. (En 1924 ve la luz una nueva edición corregida por el autor.) 1923: 0. IMMISCH.Theophrasti Characteres, Leipzig. 1929: J . M. EDMONS,A. D. KNOX, The Characters of Theophrastus. Londres. 1956: M. FERNANDEZ-GALIANO, LOScaracteres morales, Madrid. -, E. LEVI,I Caratteri, Milán. 1960: R. G. USSHER,The Characters, Londres. -, P. STEINMETZ, Theophrasts Charaktere, Munich.
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Dada la abundante bibliografía existente sobre este autor, hemos optado por incluir tan's610 los trabajos más recientes de carácter monográfico y algunas obras de consulta básicas, que a su vez ofrecen completos apéndices de fuentes.
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E. 'Emrqpíq
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TEOFRASTO: ((CARACTERES))
T. B. L. WEBSTER, Studies in Later Greek Comedy. Manchester, 1953. -, Studies in Menander, 2.' ed., Manchester, 1960. -, Hellenistic Poetry and Art, Londres, 1%4. -, Greek Theatre Production, 2.= ed.. Londres, 1970. -, An Introduction to Menander. Manchester, 1974. N . G. WILSON,«The Manuscripts of Theophrastus)), Scriptorium 16 (1%2), 96102.
NOTA TEXTUAL
Pasajes en los que no se sigue la edición de P. Steinmetz. Edición de Sreinmerz
Lección seguida por nosorros
B. C , D , E) T I V ~(NEEDHAM) &v nvi a ~ á ; (A, B. C. D . E) K ~ K E(A. ~
Eni y' K ~ O U V O (RUU V [EDMONDS]) 'Eppacppo6irouq (SIEBENKEES) 6ióti OUK ÜEI (NEEDHAM) aUrfic... 466 (V)
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aiiroq ( C . D) k c a ~ o o i a q(V) - i o u ~( C . D) ara pvav (SALMASIUS) oravra< (C. V ) n h a v 6 ~(V) i o n TO Asyóp~vov( V ) a v a n o 6 i S o v ~ w v(V).
PROEMIO '
[Muchas veces en el pasado, al reflexionar sobre esta c u e s t i ~ nme , he preguntado con extrañeza -y quizá nunca deje de preguntarme- por qué razón, en ultima instancia, acontece que, aun gozando Grecia de un mismo clima y habiendo recibido todos los griegos una idéntica educación. no tengamos una misma forma de comportamiento. Pues bien, Policles2, desde hace mucho tiempo yo ven- z go observando la naturaleza humana: he cumplido noventa y nueve años y, por tanto, he tenido trato con muchas y variopintas personalidades. En consecuencia, tras una mi-
Este Proemio tiene todos los visos de ser apócrifo. No es atribuible a Teofrasto, ni por su estilo ni por su contenido. Por esta razdn aparece entre corchetes, al igual que las moralejas que cierran algunos capitulas. La edad atribuida al autor y la mención de unos caracteres de signo positivo - q u e no han llegado hasta nosotros. si alguna vez existieron-. son datos que abonan. amen de otros, esta hipbtesis. Igualmente extrafia el empleo de vocablos para designar a Grecia y a sus habitantes desde un punto de vista global, ya que Teofrasto en esta obra siempre hace referencias concretas a la ciudad de Atenas y a los que en ella viven, sin mencionar a la totalidad de los helenos. Tenemos noticias de que existid un consejero de Euridice, esposa del rey Arrideo -hermanastro de Alejandro Magno-. que respondia a este nombre. Ignoramos si se trata de una alusión a dicho personaje.
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nuciosa comparación entre seres buenos y malos, he considerado un deber describir cuáles son sus respectivas conductas en la vida. Yo te voy a exponer, de una manera ordenada, los diferentes tipos de caracteres que a éstos les corresponden y la manera que ellos tienen de regirse. Me atrevo a suponer, Policles, que nuestros hijos3 serán mejores, gracias a estos apuntes que yo les lego, pues, al disponer de modelos, escogerán convivir y tener relación con las personas más dignas de estima a fin de ser sus iguales 4. Mas vuelvo a mi exposición. Es cosa tuya seguirla con atención y mirar si tengo razón en lo que digo. Mi primera disertación versará sobre los que practican el fingimiento, sin hacer una introducción ni enunciar otros preliminares sobre el tema. Comenzaré por el fingimiento y su definición, luego describiré al fingidor, cuál es su comportamiento y a qué carácter responde. También procuraré, según me he propuesto, poner en claro de una forma ordenada los restantes estados anímicos.] El término griego empleado significa, en efecto, «hijos», pero creemos que aquí se puede entender en un sentido espiritual. esto es, discipulos. o bien, jbvenes en general. ya que este escritor no tuvo descendencia, según nuestras noticias. Podría tambien ser un lapsus del autor del Proemio. El espíritu de este pasaje encierra un tono moralizante que esta ausente del resto de la obra. Este rasgo unido a los anteriores y a otros factores lingüisticos hacen suponer a P. STEINMETZ en su edicibn (Theophrasts Charaktere, Munich, 1960, vol. 11, pág. 32) que la redacción de este Proemio se puede situar en torno al ano 500 d.C. En cambio, J . M. EDMONDS, en su trabajo dedicado a este mismo tratado (J. M. EDMONDS. A. D. KNOX,The Characiers of Theophrasts, Londres, 1929, pág. 39). lo considera auténtico y afirma que su prosa no es tipicamente bizantina. Los estudiosos del tema rechazan, en su mayoría, la autenticidad del mismo.
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DEL FINGIMIENTO5
Pues bien 6, el fingimiento parece ser, en un sentido lato, una simulación de signo negativo tanto en palabras co5 El término griego empleado, eiróneía, y la definición del mismo acunada por Teofrasto dificultan enormemente una exacta traslacidn al castellano. En nuestra lengua no tenemos un vocablo que refleja por entero el campo semántica del original. Por otro lado, la propia trayectoria de la palabra en diferentes contextos contribuye al desconcierto. Aparece registrada por primera vez en ARIST~FANES (Nubes 449). Es de origen popular y sentido peyorativo. Fue empleada por los enemigos de Sócrates. En Platon significa fingida ignorancia tefiida de humor. En Aristóteles se precisa y se potencia su aspecto negativo. En Teofrasto y Demóstenes se intensifica su valor de reproche y es considerada como una actitud perjudicial. A partir de este momento se convertirá en una voz corrienie bajo esta acepcidn. Por último, Quintiliano estudia el aspecto estilistico de la ironía y le otorga su sentido actual. La definición, tal como figura en nuestros manuscritos, resulta algo conflictiva, si la comparamos con cuatro pasajes de Aristóteles en los que se trata este carhcter. El Estagirita distingue al hombre veraz de los que no lo son, bien sea por exceso o por defecto, de acuerdo con su esquema tripartito de la virtud como un punto medio entre dos extremos. El e+¿% seria el que tiende a disminuirse. En un solo lugar emplea la forma kheiron (peor), que es la que aparece en Teofrasto. Este cambio introduce una variante: no se trata de un amenguamiento, sino de una depreciación. (vol. 11, págs. 33 y sigs.) y al arRemitimos a la edición de STEINMETZ
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mo en obras. E1 fingidor es un individuo de la siguiente especie. Está dispuesto, tras haberse acercado, a entablar conversación con sus enemigos y a no dar pruebas de su odio. Alaba, cuando están presentes, a unas personas a las que el atacó en secreto, e incluso les expresa su pesar si son derrotadas7. Da pruebas de aceptar a los que le han difamado y también los infundios contra su persona. Conversa sin alterarse con los que están indignados por haber sido objeto de una injusticia, y a los que desean verle con mucha prisa les hace saber que vuelvan en otra ocasión. No confiesa nada de lo que hace, sino que, por el contrario, mantiene que está indeciso. Finge que acaba de llegar o que llego tarde o que no se encuentra bien. A los que solicitan un préstamo o piden dinero en calidad de amigoss (les responde que no esta en buena posicióng. Afirma que vende,) cuando no vende, y sostiene
que no vende, cuando vende. Lo que ha oido pretende no haberlo oido, y lo que ha visto finge no haberlo visto, y tras haber llegado a un acuerdo, simulará haberse olvidado. En ocasiones responderá que tiene que meditarlo; en otras, que no sabe o que está perplejo o que él ya había llegado tambikn a la misma conclusión. En una palabra, es una persona hábil en servirse de expresiones de este tipo: «No lo creo)), «No las tengo todas conmigo)), ((Estoy extrafiado)), o bien: «Por lo que dices, se ha convertido en otro individuo)), «Ciertamente no era eso lo que me dijo a mi», «Me resulta extrafio el asunto)), «Díselo a algún otro», «No sé si desconfiar de ti o pensar mal de él)), «Ten cuidado no sea que te confíes demasiado deprisa)). [Tales son las palabras, los rodeos y los circunloquios que cabe esperar del que es un fingidor. Hay que guardarse de la doblez de estos temperamentos y de sus hipocresías más que de las víboras] 'O.
tículo de G. MARKANTONATOS, «On the Origin and Meanings of the Word dpovBa», Riv. Filol. Isir. Class. 103 (1975), 16-21,donde figuran unos análisis pormenorizados de la cuestión. La dificultad intrinseca de traslación que ofrecen los términos griegos que designan a los diferentes caracteres motiva que, en diversas versiones, se transliteren los vocablos originales, renunciándose a traducirlos. La presencia de la expresibn griega equivalente a estas dos palabras. que sólo figura en el encabezamiento del cap. 1, es uno de los argumentos esgrimidos por Edmonds en favor de la autenticidad del Proemio conservado o. al menos, de la existencia de una introducción -sea cual fuere- justificativa de este sintagma de concatenación. Se sobreentiende: «en un proceso*. 8 Alusibn a una practica habitual, consistente en reunir una cantidad de dinero en concepto de préstamo sin interés (&anos) gracias a las aportaciones de un grupo de amigos para ayudar a alquien en apuros. Este gtnero de contribución estaba muy generalizado. Cf. infra, caps. XV 7, XVIl 9. XXIl 9 y XXlll 6. Pasaje corrupto. El texto que figura entre paréntesis angulares es una conjetura.
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l o Especie de moraleja que figura tarnbitn el final de los caps. 11, 111. VI, VIII, XXVIl y XXXIX. Se trata de una apostilla tardía de época bizantina. En este período la obra fue empleada con fines escolares. En su estudio prevalecían los aspectos retóricos y moralizantes.
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Se podria definir la adulación como un trato indigno (en si mismo,) pero ventajoso para quien lo practica ". El adulador es un individuo capaz de decirle a la persona con quien se pasea «¿Te das cuenta de cómo te mira todo el mundo? Eso no le ocurre en la ciudad a nadie más que a ti. Ayer en el Pórtico l 2 hacían tu elogio. Allí l1 Este rasgo -el provecho perseguido por el adulador- es lo que distingue a este carácter del descrito en el cap. V, donde se pretende halagar sin buscar un fin lucrativo. La etimología del tkrmino kólau es oscura. Quizá en sus origenes carecía de valor despectivo. En todo caso, en los textos literarios del siglo v ya lo tiene. Esta palabra se vincula con el personaje del parásito, usándose con frecuencia para designarlo. Los representantes de esta condición social fueron incorporados prontamente al repertorio cómico. bien mediante caricaturizaci6n de seres reales. bien a través de entes de ficción. 0. RIBBECK,en su monografía sobre el tema (((Kolax. Eine ethologische Studie)), Abhandl. Philo1.-hisror. KI. Sachs. Gesell. 9 118841, M),sehala la existencia de más de 75 obras teatrales en las que desempeñan un papel. Alcifrón también nos muestra una completa galería de retratos. El que aquí nos ofrece Teofrasto es una delicia. l2 Se refiere a la Estoa Pecile, construida por Pisianacte en torno al 473-462 a . c . Las numerosas pinturas que allí figuraban, algunas obras de Polignoto. le valieron el calificativo de poiki75. En el siglo III a.c., Zenón eligió este lugar como sede de su escuela filosófica.
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había más de treinta personas sentadas l 3 y, habiendo surg i d ~el tema de quién es el hombre de más valía, todos los presentes empezaron y fueron a parar a tu propio nombre.» Mientras le continúa diciendo amabilidades, le 3 quita una pelusa del manto Y, si alguna brizna se deposita en su cabello llevada por el viento, la retira y le dice con una sonrisa: «iTÚ ves? Como hace dos días que no me encuentro contigo, tienes la barba cubierta de canas y eso que para tu edad tienes el pelo negro como ningún otro.)) Apenas éste rompe a hablar, el adulador hace que 4 los demás se callen, lo elogia cuando él le oye y en el momento en que el otro se calla, exclama: «Magnifico,» Si aquél gasta una broma insulsa, éste se echa a reír y se tapa la boca con el manto, como si no pudiera contener la risa 14. A las personas que salen al paso, les indi- : ca que se paren, hasta que ((Él» l 5 haya pasado. Tras ó comprar unas manzanas y unas peras, se las lleva a los hijos de éste y se las reparte ante la vista de su padre y, al tiempo que les da un beso, les dice: «De tal palo, tal astilla)) 16. Cuando le acompaña a comprar calzado, ase- 7 gura que el pie de aquél está mejor hecho que el zapato. -
l 3 Teofrasto nos ofrece varios testimonios de la costumbre mediterránea de estar sentados formando tertulia al aire libre. Uno de los lugares de reunión era el Pórtico, frecuentado por un público asiduo que solia servirse de los bancos de piedra allí existentes. l4 Gesto habitual que denota buenos modales y, al tiempo, subraya el grado de intensidad de la ocurrencia del adulado a través de los efectos que aparentemente produce en nuestro personaje. l5 Hemos optado por esta grafia para reproducir la forma pronominal enfática del texto original. generalmente usada por los esclavos para designar a su amo. en lugar de emplear el vocablo ((patrón)) u otro similar. La expresion proverbial dice literalmente: «Camada de buen pad r e . ~También ~ figura en A R I S T ~ F A N E S (Aves 767).
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Si el otro se dispone a visitar a un amigo, nuestro hombre se anticipa y le anuncia: ((Fulano viene a verte.)) Y luego. deshaciendo el camino, le comunica: «Ya le he avi9 sado de tu inminente llegada.)) Y, por descontado, es también capaz de hacer, como si fuera un esclavo, las compras en el mercado de las mujeres", sin pararse a respirar siquiera. io De entre los invitados, él hace el elogio del vino el primero y, fiel a su empeño, proclama: «iCon qué exquisitez comes!» la. Cuando prueba algún manjar de los que están servidos en la mesa, declara: «Esto está buenisimo.)) A su anfitrión le pregunta si no tiene frío, si quiere abrigarse y si le pone algo sobre los hombros. Al tiempo que le dice esto, le hace confidencias acercándose a su oído, y tiene su mirada fija en el, aun cuando conversa con los 1 1 demás. En el teatro le quita al esclavo las almohadillas 12 de las manos para ponerlas él a su gusto. Y, asimismo, celebra lo hermosa que es su casa, lo bien cultivada que está su propiedad y el enorme parecido de su retrato 19. 13 [En resumen, como se puede ver, el adulador dice y hace todo con tal de congraciarse.] 8
Se trata de una zona del ágora también mencionada por MENAN(fr. 390 K.-TH). Como las mujeres libres no acostumbraban a salir para estos menesteres, se especula con la posibilidad de que allí se vendiesen artículos típicamente femeninos, dom&ticos o bien esclavas. Otra hip6tesis es que los puestos estuviesen regentados por representantes de este sexo. También es citado este lugar en el cap. XXIl 10, en donde se habla de la compra de una criada. La frase es ambigua. Puede referirse tanto a sus modales como a la calidad de los manjares servidos. En este último caso se pretendería ensalzar lo bien que se come en su casa, es decir. se elogiaría su condición de «gourmet». También cabría interpretar: ((¡Qué poco comes!)) En nuestra traducción hemos procurado reflejar la vaguedad del original. l9 Los retratos eran ya una práctica habitual en el siglo iv a.c. l7
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La charlatanería es una propensión a hablar mucho y fuera de propósito 20. El charlatán es un individuo capaz de sentarse al lado de alguien a quien no conoce y, para empezar, le hace el canto de su propia esposa; luego, le cuenta lo que ha soñado la noche anterior; después, describe con todo lujo de detalles lo que tuvo para cenar. A continuación, pasando de un tema a otro, afirma que los hombres de hoy son mucho peores que los de antaño, y que el trigo en el mercado esta a muy buen precio, y que hay una gran afluencia de extranjeros, y que a partir de las Dionisias21 el mar es de nuevo navegable, y que si Zeus mandara más lluvia, mejoraría la situación del campo, y lo que cultivará en su tierra el año próximo, y que la vida está dificil, y que Damipo ha consagrado una antorcha grandísima en los Misteriosz2. y cuántas son las 20
Este rasgo diferencia a este carácter del núm. VII. El locuaz habla mucho, pero no dice tonterías. 2' Fiestas en honor de Dioniso que tenia lugar del 9 al 13 del mes de Elafebolión (marzo-abril). 2 Z Suponemos que se trata de una ceremonia relacionada con el culto que recibía la diosa Deméter en Eleusis.
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columnas del Odeón 23, y «Ayer vomité)) y (<¿Qué día es hoy?)) 24. Si se le aguanta, él no ceja: «en el mes de BoedromiÓn2' se celebran los Misterios; en el de Pianepsión 26, las Apaturias, y en el de Posideón 27, las Dionisias rurales 28». [Es preciso huir a todo meter 29 de tales individuos, si se quiere evitar una calentura. Pues resulta trabajoso pararle los pies a los que no distinguen entre la actividad y el ocio.]
23 En diversas fuentes este edificio es calificado de po/jsfylon. Originariamente en él tenían lugar espectáculos musicales. A partir de Pericles fue destinado también a otras funciones públicas. 24 Voluntariamente hemos respetado el estilo kai o copulativo del original. ya que refleja muy bien la incontinencia verbal de nuestro protagonista. 2S Se corresponde con la segunda mitad de septiembre y la primera mitad de octubre. En este periodo tenían lugar las fiestas Eleusinias. 26 Se corresponde con la segunda mitad de octubre y la primera de noviembre. En este mes se celebraban las Apaturias, que eran unas festividades que se prolongaban por espacio de tres días. Durante ellas se procedía a la inscripción de los hijos legítimos en las listas de las fratrias. 27 Se corresponde con la segunda mitad de diciembre y la primera mitad de enero. 28 Llamadas también Pequeaas Dionisias, por oposici6n a las Grandes Dionisias, celebradas en la primavera. Literalmente dice: ((Moviendo las piernas y agitando los brazos)), con el fin de conseguir un mayor impulso.
1v DE LA RUSTICIDAD
La rusticidad parece ser una ignorancia carente de modales 30. El rústico " es un hombre capaz de asistir a la asamblea, después de haber ingerido unas gachas 32, y asegurar que ningún perfume huele mejor que el tomillo. Calza unos zapatos mayores que su pie y habla con una gran vozarrón. Desconfía de amigos y parientes y, en cambio, hace participe a su servicio de los asuntos importantes y les cuenta a los jornaleros que trabajan su tierra a sueldo las deliberaciones de la asamblea. Cuando se sienta, se remanga la ropa por encima de las rodillas, de forma que 3O La definición de Teofrasto pone de relieve el desconocimiento de los hábitos sociales propios de la ciudad por parte del hombre que vive El labrador. fr. 3 K.-TH. en el campo. Cf. MENANDRO. El término agroikos empieza a usarse. en determinados contextos, con valor peyorativo bajo el influjo de la sofistica en los Últimos anos de las Guerras del Peloponeso. La introducción de una diferencia acentual permitid distinguir las acepciones de «campesino» y de «paleto>), «rusticon. Posteriormente el personaje se incorporará al repertorio cómico. Algunos titulos de piezas teatrales llevan este nombre. 32 Literalmente dice kykeán. Este era un plato muy apreciado por el campesino Atico. Estaba compuesto, entre otros ingredientes, por harina. miel, vino y tomillo.
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quedan al descubierto sus desnudeces. Por ninguna otra razón se detiene o se inquieta en la calle; pero, en cambio, se queda parado mirando, cuando ve un buey, un asno o un macho cabrio. No le produce enojo comerse algo directamente de la despensa ni beber vino puro3'. Galantea a escondidas con la panadera y, además, le ayuda a moler el grano en cantidad suficiente para si y para el resto de la casa. Mientras desayuna, le echa el forraje a los animales. En persona sale a abrir la puerta l4 y, tras haber llamado al perro y haberlo cogido por el hocico. afirma: «Éste es quien protege mi tierra y mi casa.>) Cuando recibe dinero de alguien, lo rechaza por encontrarlo en muy mal estado e intenta conseguir otro distinto. Si prestó un arado, un cesto, una hoz o un saco, se levanta a reclamarlo por la noche, al acordarse de ellos en su desvelo. Cuando baja a la ciudad, le pregunta al primero que encuentra a cuánto están las pieles y el pescado en salazón, y si hoy es luna nueva 35. E, inmediatamente, aAade que quiere cortarse el pelo en cuanto llegue, cantar en la casa de bailos, ponerse clavos en los zapatos y, de paso, pues le coge de camino, recoger las conservas del negocio de Arquias. 33 Como es sabido, el vino se solía beber mezclado con agua en distintas proporciones. El ingerirlo puro era prueba de ordinariez o bien de enejenación. Particularmente en los casos de pasión amorosa. Cf. inN . 8 , 2, y n. 26. Jira, A L C I F R ~ IV 34 Las normas sociales impiden que un hombre libre realice tareas propias de un esclavo, como es aquí el caso. El resto de la escena refleja la ausencia de modales. Al visitante se le acoge con recelo, según indica la presencia del perro y el comentario del amo. en lugar de hacerlo con la hospitalidad y el agrado debidos. 3' Es decir, día festivo.
v DE LA OFICIOSIDAD
La oficiosidad, si queremos abarcarla en una definición, es un tipo de relación cuyo objetivo no es el bien, sino procurar agrado. El oficioso se comporta, por supues- z to, de esta guisa: después de saludar a una persona desde lejos, de calificarla de excelente y de hacer aspavientos, la retiene cogiéndola con ambas manos y, tras haber caminado junto a ella durante un breve trecho y haberle preguntado cuándo se verán de nuevo, se despide deshaciéndose en elogios. En el caso de ser convocado a un ar- 3 bitraje, pretende agradar no sólo a la parte que él representa, sino también a la contraria, a fin de parecer que es i m p a r ~ i a l ~Manifiesta ~. que los extranjeros dicen cosas 4 más sensatas que sus propios conciudadanos. Cuando es invitado a un banquete, le pide al anfitrión que haga venir 5 a sus hijos y, cuando éstos entran, asegura que son clavados a su padre3'. Luego de atraerlos hacia sí, los besa y los sienta a su lado y, mientras que él juega con unos di36 La comedia menandrea titulada El arbitraje nos ofrece una muestra de este tipo de acción judicial. También vuelven a mencionarse infra, X1I 13 y XXlV 4. otros actos de esta naturaleza. 37 Literalmente dice: «Se parecen al padre mas que un higo a otro.))
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ciendo: «Odre, hacha)) 3b, consiente que los otros se queden dormidos aplastándole el ~ i e n t r e ' ~ . 38
Palabras relacionadas con algún juego infantil del cual no tenemos otras noticias. En la actualidad ambas palabras son empleadas en dialecto lacónico para expresar los conceptos de «ligero» y <(pesado» «De duobus sermonis puerilis respectivamente. Cf. J . D. MEERWALDT. exemplis apud Theophrastum conservatis)), Mnemosyne 55 (1927), 44-53. J9 Siguiendo el criterio de diversos editores, pero no el de P. Steinmetz, hemos desplazado el resto del texto que figura en los manuscritos al final del cap. XXI, en donde se trata de la vanidad. Los rasgos descritos en este pasaje concuerdan mejor con ese temperamento, ahora bien esta traslacibn no respeta las fuentes mas antiguas y descompensa la extension media de los retratos.
La desvergüenza es una osadía que se manifiesta en hechos y palabras censurables. El desvergonzado es un indi- z viduo de la siguiente calaila: jura a la ligera, tiene mala reputación e insulta a los potentados. De acuerdo con su comportamiento es un vagoa, un exhibicionista y un tipo capaz de todo. Por descontado, no le importa bailar 3 el córdace4' sin estar bebido y sin llevar una máscara en un cortejo. En los espectáculos ambulantes recoge la cal- 4 derilla, pasando ante cada uno de los asistentes, y discute con los que llevan un pase y quieren ver la representación gratis. No le causa enojo estar al frente de una posada, 5 ejercer de proxeneta o recaudar impuestos4*; ni rechaza El término griego es mis expresivo. Literalmente dice: «un individuo que se pasa el día en la plaza». Danza primitivamente religiosa y relacionada con los orígenes de la comedia. Se caracterizaba por sus movimientos violentos y su desenfreno, siendo considerada por muchos autores de la Antigüedad como licenciosa o indigna. Cf. infrcr, ALCIFR.,11 15 y 111 10. 42 El descrédito de esta profesi611 estaba muy generalizado. Su vinculación con el mundo de la prostituci6n figura tambitn en otros autores. El comediógrafo JENÓN (fr. 1) afirma: «Todos los recaudadores de tributos son rapaces.» IIY. - 5
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ninguna tarea por indigna que sea, sino que actúa de pregonero, sirve de cocinero 43 y juega a los dados. Deja morir de hambre a su madre44, es detenido por robar y, en consecuencia, pasa más tiempo en la cárcel que en su propia casa. Podría ser uno de esos que forman en torno a sí y convocan a un corro de gente y , luego, con una voz potente y cavernosa apostrofan y entablan conversación con ellos. Mientras tanto. unos se acercan, otros pasan de largo sin escucharle, de manera que él cuenta a unos el principio y a otros el final o una parte de la historia. No encuentran mejor ocasión para dar muestras de su desvergüenza que cuando hay una fiesta pública45. Se presta a sostener diversos procesos al mismo tiempo: en uno actúa de defensor, en otro de acusado, de un tercero se libera mediante juramento y en un cuarto se presenta con un estuche en el pliegue del vestido6 y un legajo de documentos en sus manos. No rechaza ni la posibilidad de ser el cabecilla de la gente del mercado ni, al mismo tiempo, prestarles a estos dinero. Les exige, en concepto de interés, tres semióbolos por cada dracma al día4'. Suele hacer su ronda por las carnicerías, las pescaderías y las tiendas de
salazón, y las ganancias que va obteniendo de este negocio las guarda en su boca4'. [Resultan fastidiosos los que tienen una lengua expedita para el insulto, y están dotados de una voz potente, hasta el punto de hacer resonar con sus gritos la plaza y los talleres.]
43 Esta profesión tenía una pésima fama. El mágeiros es otro personaje prototípico de la comedia. Aparte de la obligación moral de atender a los progenitores, existía una norma legal que exigía del hijo esta prestacibn (gerotrophró). 45 El 5 7 es considerado apócrifo por muchos editores. Este pliegue, practicado a la altura del pecho. se usaba como faltriquera o bolsillo. El objeto que lleva escondido en 61 es una especie de funda que servía para proteger los textos escritos. Cf. infra, XXll 7, y ALCIFR.,111 18, 4. 47 Como la dracma equivale a 6 óbolos, los 3 semióbolos suponen un rédito del 25%.
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48 Alude a una práctica habitual -y poco higiénica- de transportar en esta cavidad natural algunas piezas de moneda. Cf. A R I S T ~ F A NLa ES,
rnamblea de mujeres 818.
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VI1 DE LA LOCUACIDAD
La locuacidad, si alguien quisiera definirla, parecería ser una incontinencia de palabra. El locuaz es un individuo de estas características: ante cualquier cosa que le haya dicho la persona con quien se ha encontrado, él replicará que no es así, que está muy bien informado y que, si le presta atención, le pondrá al corriente del asunto. Mientras que aquél le contesta, él le interrumpe diciendo: «No te vayas a olvidar de lo que me quieres contar)), y «Haces bien en recordármelo)), y (
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fiarles hasta la puerta de sus casas. Cuando está al corriente, informa de los asuntos de la asamblea y, ademhs, pasa a contar el enfrentamiento verbal entre oradores que tuvo lugar hace ya tiempo, durante el arcontado de Aristofonte49, y los discursos que él mismo llegó a pronunciar ante sus conciudadanos con un gran éxito. Al tiempo que sigue con su relato, lanza invectivas contra la multitud, de manera que sus oyentes pierden el hilo, cabecean o se marchan, dejándole con la palabra en la boca. Impide con su verborrea que se desarrolle el juicio, cuando forma parte de un jurado, que se contemple el espectáculo en el teatro y que se coma a gusto en una cena. Asegura que para un hablador es un tormento permanecer callado, que la lengua está en su elemento y que, aunque corriera el riesgo de parecer más charlatán que las golondrinas 50, no podría estar en silencio. Incluso soporta las burlas de sus propios hijos, los cuales, cuando quieren dormirse, le suplican que les hable: «Papá, cuéntanos algo para que nos entre suefío.)) 49 Se refiere al proceso de la Corona que se celebró en el ano 330 a . c . y que tuvo como protagonistas a Esquines y a Demóstenes. J0 Frase proverbial que, con diversas variantes, aparece en otros autores.
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CARACTERES
La novelería es una invención de dichos y hechos fal2 sos, a los que quiere su portavoz que se les preste crédito. El novelero es un individuo capaz de encontrarse con un amigo e, inmediatamente, sin guardar las formas y entre sonrisas, preguntarle: ((¿De dónde vienes?)), <<¿Quécuentas?)) y « i C ó m ~ ? » ,«¿Sabes algo nuevo sobre este asunto?» Y con redoblada insistencia inquiere: «¿No se rumo3 rea algo más novedoso? Sin embargo, hay noticias excelentes.)) Sin dar tiempo para que le conteste, prosigue: «¿Qué dices?)), «¿No has oído nada?)), «Me parece que voy a 4 darte un lote de informaciones de primera mano)). Y, a continuación, e1 menciona a un soldado, a un hijo de Asteo, el flautista, o a Licón, el empresario que acaba de llegar del campo de batalla, como testigos de lo que dice haber oído, pues, en efecto, las fuentes de sus historias s son tales que nadie podría rebatirlas. Cuenta, tras asegurar
s i El flautista y el empresario son dos personajes que intervienen indirectamente en la guerra a traves de sus funciones especificas: el primero, en acompañamientos musicales, y el segundo, en cuestiones de intendencia, material bélico u otros cometidos similares.
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que así se lo han confirmado estos, que PoliperconteS2y el rey han vencido en una batalla y que Casandro está prisionero. Y si alguien le objeta: «¿Pero tú crees eso?» Él 6 aducirá que el hecho es un clamor en la ciudad, que el rumor se está propagando y que todos a una coinciden, pues refieren los mismos detalles sobre la batalla y que se ha producido una gran carnicería. Señala, además, un 7 indicio, los rostros de los que ocupan altos cargos: en efecto, se ve a todos demudados. Afirma que también está de que ellos tienen en su poder, oculto en una casa, a alguien que llegó desde Macedonia, hace cuatro días, el cual sabe todos los pormenores. Mientras que relata s todas estas cosas se lamenta -no os podéis imaginar con qué aire tan persuasivo- diciendo: c< ;Desdichado Casandro! iOh infeliz! ¿Te das cuenta de los reveses de la fortuna? Particularmente después de haber sido tan poderoso», y ((Conviene que tú seas el Único en saberlo)), a 9 pesar de que ya ha ido a la carrera a comunicárselo a todos los que viven en la ciudad. [Yo me pregunto con extraííeza sobre esta clase de indi- i o viduos qué pretenden al forjar esta invenciones. Pues no sólo mienten, sino que además no consiguen ningún provecho. En más de una ocasión, algunos de ellos, a causa 1 1 de los corros que provocan en torno a sí en los baños públicos, han perdido sus mantos. Otros, mientras que en el Pórtico de las Pinturas celebran victorias alcanzadas por tierra y por mar, son condenados en un juicio por 12 incomparecencia. Hay quienes, por haber conquistado ciudades de palabra, se han perdido una cena. La ocupación 1 3 52 Poliperconte. regente de Macedonia, estuvo en guerra con Casandro durante diez aaos (319-309). Probablemente el rey mencionado es Filipo Arrideo. Cf. supro, n. 12.
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de esta gente es muy miserable. No hay galería, tienda o porci6n del ágora que no ocupen a lo largo del día, causando el agotamiento de sus auditores. Hasta tal punto ellos los agobian con sus imposturas.]
La gorronería es, en términos de definición, un menosprecio de la opinión ajena por mor de una ganancia deshonrosa. El gorrón 54 es un individuo capaz, en primer lugar, de ir a pedirle un préstamo a la misma persona a la que ya ha sableado *** 5 ' . Luego, tras celebrar un sacrificio en honor de los dioses, acude a cenar a casa ajena, después de haber preparado su carne con sal para conservarla 56. Una vez allí, habiendo llamado al esclavo que Ileva como acompailante, le da un trozo de pan y otro de 54 Este carhcter y el núm. XXX ofrecen como denominador común la búsqueda de una ganancia, sin parar en los medios, que son deshonrosos. Esta falta de escrúpulos se constata en la raíz común a ambos términos griegos. Estos temperamentos tienen también una cierta relación con los descritos en los caps. X y XXII, donde se retrata a unos tipos humanos cuya obsesión es no gastar dinero y acumular bienes. En los dos primeros domina el afán de lucro; en los dos Últimos, el de ahorro excesivo. Ésta es. su principal diferencia. Probable laguna en el texto. 56 La carne de la víctima sacrificada la prepara con sal para que se conserve mejor, en lugar de consumirla en una comida con unos amigos, como era habitual. Cf.. por ejemplo, MENANDRO, La samia 123. Por si fuera poco, se va a cenar a una casa ajena y aprovecha esta circunstancia para darle su ración de alimentos al criado que le acompafia.
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carne, que previamente ha cogido de la mesa, y le dice: ((Buen provecho, Tibio "», sin que le importe que todos 4 le oigan. Cuando va de compras, le saca a relucir al carnicero algún favor que le haya hecho y, apostado junto a la balanza, deja caer en ella, de preferencia, un trozo de carne y , si no, un hueso para el caldo. Si triunfa en su intento, tanto mejor; en caso contrario, coge del moss trador un pedazo de tripa y se aparta de allí en medio de risas. Siempre que adquiere unas localidades de teatro para sus huéspedes, asiste al espectáculo sin entregar su entrada y, de esta manera, al día siguiente lleva a sus hijos 6 y a su preceptor. De cuantas compras alguien realiza a 7 buen precio él reclama llevar una parte. Si pide en préstamo cebada, o bien paja, después de ir a una casa ajena, s exige, además, que le hagan el transporte a domicilio. Igualmente, no tiene empacho de acercarse a las calderas de los baiíos públicos y, tras sumergir una jarra, verter su contenido desde la cabeza hasta los pies, en medio de las protestas del baiiero y , luego, al tiempo que se va de allí puntualiza que ya se ha lavado y: ((Además estoy en paz contigo.»
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E S T R A B ~(VI1 N 3, 12) nos transmite que era un nombre frecuente en Paflagonia. Deriva de un topónimo frigio. MENANDRO lo emplea en La tesalia, Lo mesenia y La perinria.
X DE LA SORDIDEZ
La sordidez es un ahorro excesivo de gastos. El sórdido 2 es un individuo dispuesto a presentarse en una casa antes de que finalice el mes para reclamar un semióbolo de interés. Cuando toma parte en una comida a escote 59, se 3 encarga de contar cuántas copas ha bebido cada uno y él es, de entre los comensales, quien ofrece el presente más insignificante en honor a Ártemis. Si alguien, habién- 4 dole comprado unas cuantas cosas a buen precio, pretende cobrárselas, le replica que son superfluas. Si su criado le s rompe una ollarn o una fuente, le descuenta su importe con cargo a su sustento. En el caso de que su mujer pier- 6 da un tricalco6', cambia de sitio los muebles, las camas y las arcas, y escudriiía los revestimientos del suelo. Cuan- 7 do vende algo, lo hace a un precio tal, que no beneficia 58 En Grecia se solía pagar los intereses mensualmente. El semióbolo supone una mbdica suma. 59 Este tipo de celebración en la que todos contribuían a los gastos (éranos) era muy frecuente entre los miembros de corporaciones. C f . infra, X X X 16. Una conjetura posible añadiría: «que ya tenía un año». 6' Moneda que representa una cantidad irrisoria. como, por ejernplo, «tres centimos)).
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a1 comprador. No permite que se tome un higo de su huerto, ni que se pase por su terreno o se recoja una aceituna o un dátil de los que yacen caídos por tierra. 9 A diario comprueba si las sefiales de su propiedad están io en su sitio. Está dispuesto a denunciar la morosidad en i i los pagos y a exigir los intereses de los intereses. Cuando ofrece una comida en honor de los miembros de su 12 demo, les sirve la carne en trozos pequeños. Si sale de 1 3 compras, vuelve sin haber adquirido nada. También le prohibe a su mujer que preste sal, mechas, comino, orégano, granos de cebada, cintas o tortas para los sacrificios, pues afirma que estas cosas sin importancia representan una bonita suma al cabo de un aiio. [En resumen, se puede observar que los cofres de los 14 sórdidos estan enmohecidos y sus llaves oxidadas. Ellos llevan puestos unos mantos que apenas les cubren los muslos, se friccionan con el aceite contenido en unos ungüentarios muy pequeños, se cortan el pelo al rape, permanecen descalzos hasta el medio día y piden a los que le limpian el vestido que le pongan abundante arcilla para que no se ensucie rápidamente.] 8
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Se trata de la tierra esméctica o algún otro producto detersivo.
XI DEL GAMBERRISMO
No resulta difícil definir el gamberrismo, pues consiste en una actitud de burla manifiesta y grosera. El gamberro es un tipo capaz de levantarse la ropa y ensefiarles sus vergüenzas a las mujeres libres que le salen al paso. En el teatro aplaude, cuando los demás dejan de hacerlo, y silba a los actores a 10s que la mayoría contempla con gusto. En el momento en que el auditorio está en silencio, levantando su cabeza, eructa a fin de que el público se vuelva hacia atrás. Cuando el mercado está en el momento de mayor afluencia, tras aproximarse a los puestos de nueces, de m u r t i l l a ~O~de ~ frutos secos, se pone a comisquear de pie, mientras que parlotea con el vendedor. Llama por su nombre a alguno de los presentes, aunque no sea un conocido suyo. A los que ve que se dirigen a prisa hacia algún sitio, les hace detenerse. Aborda y felicita al que sale de un tribunal, después de haber perdido un proceso importante. Realiza personalmente sus compras 64,
63 Son las bayas de una planta mirtácea, que eran muy apreciadas por los griegos. NO era frecuente que un hombre libre hiciese la compra. En caso
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contrata a la flautista65 y ensefia los productos adquiridos a los viandantes, atrayendo su atencion sobre ellos 66. Apostado en la barbería o en la tienda de perfumes, cuenta que tiene la intencibn de emborracharse. En el momento en que su madre sale para consultar al augur, dice palabras de mal agüero. Mientras los demás entonan plegarias y vierten libaciones, él arroja la copa y se echa a reir como si hubiese hecho algo extraordinario. Cuando oye el sonido de la flauta, es el único que toca las palmas, tararea e increpa a la taíiedora por haber terminado tan pronto. Teniendo la intención de escupir por encima de la mesa, yerra el tiro y le escupe al copero.
afirmativo, se hacia acompafiar de un esclavo para que llevase los productos adquiridos. Cf. infrP. XXlll 8. 65 Se trata de la mujer, generalmente cortesana, que amenizara la sobremesa, como veremos en este volumen en numerosos casos. Quizá este pasaje estC incompleto. 66 El texto que sigue. hasta el final, figura en los manuscritos en el cap. XIX. Dado su contenido. nos ha parecido mas oportuno incluirlo aqui, siguiendo el criterio de otros editores.
XII DE LA INOPORTUNIDAD
La inoportunidad es una intervención extemporánea que perturba a las personas de nuestro entorno. El inoportuno : actúa de la forma siguiente. Se acerca a hacerle sus confidencias a alguien, cuando precisamente está ocupado. In- 3 tenta cortejar6' a su amada, en una ocasión en que ella está con fiebre. Va a pedirle que sea su fiador a un in- 4 dividuo que acaba de ser condenado por un asunto de garantías68. Se presenta como testigo de una causa que s ya ha sido juzgada. Invitado a una boda, pronunciará du- 6 ras acusaciones contra el sexo femenino. Al que acaba de 7 llegar de una larga caminata, la propondrá dar un paseo. 67 La forma aqui utilizada en el texto original está relacionada con el sustantivo k h o s , vocablo que significaba. primitivamente, un tipo de cortejo festivo dorio con cantos y danzas de honor de Dioniso. Por extensión se dio este nombre a las fiestas callejeras y, en general. a los grupos de hombres bebidos y, por consiguiente. alborotadores. Posteriormente adquirirá el valor de «ronda, visita galante», tal como se puede apreciar en el Idilio 111 de T E ~ C R I Tasí O , titulado. El verbo de este pasaje encierra la idea de cortejar. Cf. infra, ALCIFR.,1 6. La fianza como instrumento jurídico era un procedimiento muy empleado en Atenas. En caso de impago. el fiador debía atender a todas las obligaciones inherentes a su aval e, incluso, podía ser llevado a los tribunales.
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Asimismo, es capaz de traerle un comprador que ofrece más a quien ha cerrado un trato, y de levantarse y explicar todo desde el principio a los que ya tienen noticias y están al cabo del asunto. Pone todo su empefio en prestar una atenciones que el interesado no desea, pero que, por pudor, no sabe rehusar. Cuando unas personas están celebrando un banquete, tras un sacrificio, se presenta para reclamar unos intereses. Si delante de el se azota a un esclavo, 61 explicará que en una ocasión un criado suyo se ahorcó después de un castigo similar. En el caso de que actúe de árbitro en un litigio, incita a las partes contendientes, a pesar de que ambas deseen una conciliación 69. Y arrastra a bailar a alguien que todavía no está bajo los efectos del vino.
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Cf. supra, n. 36.
XIII DEL ENTROMETIMIENTO
Por supuesto ' O , el entrometimiento parece ser un exceso de buena disposición tanto de palabra como de obra. El entrometido es un individuo capaz de prometer, tras haberse levantado ", lo que no va a poder cumplir. Cuando se ha reconocido unánimemente que una proposición es justa, él, después de haber insistido en algún punto, es refutado. Obliga al esclavo a mezclar más vino 72 del que pueden beberse los invitados presentes. Separa a dos que se están peleando, aunque no los conozca. Se pone a guiar por un atajo y luego no puede encontrar el lugar a donde quiere ir. En el ejército se presenta ante el general para preguntarle cuándo se dispone a alinear a sus hombres y cuál será el santo y sella de pasado mallana. 'O Hay cinco capítulos que inician con el adverbio amélei. Esta forma indica la existencia de un diiiogo tacito o explícito. Por tal motivo algunos estudiosos consideran su presencia como un argumento en favor de la hipótesis de que estos bosquejos etológicos reflejaban escenas de sobremesa. Nosotros creemos, en cambio, que puede ser un mero expediente retórico para dar viveza al cuadro. al igual que el trasiego de estilo directo al indirecto y viceversa. 71 Se sobreentiende: «para hablar en la asamblea». 72 Cf. supra. n. 33.
I IV.
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Se acerca a su padre para decirle que su madre duerme ya en la alcoba. Si el médico recomienda que no se le dé vino al enfermo, él, bajo el pretexto de querer llevar a cabo una experiencia, le hace ingerir al paciente una buena cantidad. En el sepulcro de una mujer recién fallecida, hace inscribir el nombre de su marido, el del padre, el de la madre, el de la propia difunta y su lugar de nacimiento. Por si fuera poco, pide grabar también que todos eran personas de bien 1 3 . En el momento de pronunciar . un juramento, aclara a los circunstantes: «Ya he jurado en otras muchas ocasiones))74. Las estelas funerarias griegas eran muy parcas en datos relativos al fallecido. l 4 La misma idea en MEN., fr. 87 K.-TH. 73
XIV
DE LA TORPEZA
La torpeza es, en términos de definición, una lentitud de la mente en palabras y acciones. El torpe es un in- 2 dividuo tal que, después de hacer sus cálculos l 6 y de averiguar el total, le pregunta al que tiene a su lado: ((iCuá1 es el resultado?)) A pesar de que es objeto de un proceso 3 y tiene la obligacibn de asistir, se olvida de ello y se marcha al campo. En el teatro se queda solo por haberse 4 dormido. A causa de una copiosa comida, por la noche, 5 cuando se levanta para ir al retrete, es mordido por el perro de su vecino. Tras haber recibido y guardado algo, 6 lo busca más tarde y no consigue encontrarlo. Si alguien 7 le comunica que ha fallecido uno de sus amigos, para que acuda al entierro, él se entristece y entre lágrimas dice: «en buena hora.)) Es capaz de reclamar unos testigos, 8 cuando se le paga una deuda. En pleno invierno le rifie 9 al esclavo porque no trajo pepinos del mercado. Rinde 10 7 5 El tipo aquí retratado se caracteriza, particularmente. por sus despistes y distracciones. 76 En diversas ocasiones (cf. infra, XXXl 6 y XXIV 12), Teofrasto alude a operaciones aritméticas realizadas con la ayuda de calculi y del ábaco. Las noticias que tenemos sobre los sistemas de cómputo son escasas. Cf. infru, ALCIFR., 11 5.
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de cansancio a sus propios hijos, obligándoles a ejercitarse en la lucha y en la carrera. Cuando en el campo él mismo se cocina un plato de lentejas, le echa sal por dos veces en la olla y deja el guiso incomible. Si llueve, él afirma: ***17. En el caso de que alguien le pregunte: «¿Cuántos cadáveres han pasado, a tu juicio, por las puertas Erieas 78?», él responde: ((Tantos como yo deseo para ti y para mí» 19. 77
LOSmanuscritos ofrecen en este lugar un texto ininteligible. Se trata. pues, de un locus desperatus. '8 Estas puertas conducían al cementerio del Cerámica. l9 Una vez más el protagonista responde por la tangente. Este tipo de contestaci6n tendría sentido si la pregunta estuviese relacionada con dinero o algo similar.
La grosería es una tosquedad en el trato que se manifiesta verbalmente. El grosero, si alguien le pregunta: «¿Donde está Fulano?», replica: «Y a mi qué me importa.» Cuando se le saluda, no contesta. Si vende algo, no dice a sus compradores el precio que pide, sino que inquiere cuáles son las pretensiones del cliente. A los que le dan muestras de estima y le envían algún obsequio con motivo de las fiestas, el objeta que no le resultará regalado. Es incapaz de perdonar a quien le mancha, le empuja o le pisa involuntariamente. Al amigo que le pide su contribución en un préstamo primero se la niega y, luego, se presenta con ella, afirmando que se trata de un dinero perdido. Si da un tropezón en el camino, se pone a maldecir la piedra. No consiente aguardar a alguien por mucho tiempo. Tampoco accede a cantar, recitar o bailar E, incluso, se atreve a no implorar a los diosesg2. Cf. supra, n. 8.
El ateniense que había recibido una buena educación estaba preparado para el ejercicio de estas artes; por tanto, se consideraba una incorrección no dar pruebas de sus conocimientos y habilidad en estos sectores desde una dptica convivmcial. 82 En esta actitud se subraya la falta de elegancia espiritual y de buenos modales con respecto a la divinidad.
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CARACTERES
XVI DE LA SUPERSTICI~N
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En efecto. la superstición parece ser un arnedrentamiento respecto a lo sobrenatural. El s u p e r s t i c i ~ s ose ~ ~comporta de la siguiente manera. Tras haberse lavado las manos y purificado en la fuente de «Los tres caflow" y después de haber cogido una ramita de laurel del templo, se pasea durante todo el día con ella en la boca. En el caso de que una comadrejaBsse atraviese en su camino, no si83 Menandro trató este tipo en su comedia titulada precisamente: El supersticioso. Desgraciadamente sólo tenemos escasos versos de ella. El único pasaje conservado reproduce uno de los detalles incluidos por Teofrasto en este carácter. En cualquier caso, espigando en la obra del dramaturgo, se encuentran otros elementos dispersos en su producción que confirman creencias y prácticas aquí esbozadas. En el cbdice Vaticanus 110 (V) se lee: epl khrznen. En otras dos fuentes (C y D) dicho sintagma se omite. Como el ttrmino del ms. V supone una corrupción, los editores han optado por diversas conjeturas. La leccian que nosotros ofrecemos (epi g'krounon) no ofrece serias dificultades paleograficas y se apoya en el v. 55 de la comedia menandrea La aparicidn, donde se dice: «Se purificó con agua procedente de la fuente de Los tres caiíos.)) Dados los numerosos puntos de contacto entre ambos autores. cabe la posibilidad de que en los dos pasajes se aluda a una misma fuente. B5 Cr. A R I S T ~ FAsambl. ., muj. 792.
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gue andando hasta que no pase alguien o bien él haya lanzado tres piedrase6 por encima de su sendero. Cuando ve 4 una serpiente en su casa, si es carrilluda, invoca a SabaCioB7;si es sagrada, erige en seguida un altar en aquel lugar. Al pasar por el lado de esas piedras relu- s tientes que hay en las encrucijadas, vierte el aceite de su lecito y no se aleja sin antes haberse arrodillado y haberlas adorado. En el caso de que un ratón haya roído 6 un saco de cebada, se presenta ante el intérprete y le consulta qué debe hacer Si le responde que lo dé a un curtidor para remendarlo, no se contenta con esto, sino que hace un sacrificio para verse librado del maleficio. Con- 7 tinuarnente purifica su casa, por pretender que sobre ella pesa un conjuro de Hécate9". Si las lechuzas se alborotan s a su pasoY',e1 pronuncia la fórmula incantatoria: «Atenea es más fuerte)), y, tras esta cautela, sigue su camino. 86 En la Antigüedad el tres era considerado, originariamente, un número fatidico. Poco a poco fue perdiendo este valor y quedo convertido en una forma expresiva de carácter aumentativo. En los numerosos ejemplos que aparecen en este volumen ambos significados se alternan o se solapan. 0 Divinidad de procedencia tracofrigia, de carácter orgiástico, que pronto fue indentificada con Dioniso en el mundo griego. Cf. infra, XXVll 8 y n. 179. La serpiente en Atenas era un animal frecuenie. Su presencia siempre se interpretaba como un signo sobrenatural. En el culto de Sabacio ocupaba un lugar importante el tipo de ofidio aqui mencionado. S ~ b r ela otra variedad llamada sagrada cf. ARIST~TELES, Historia de los animales Vlll 29. Recipiente de cuello largo, empleado especialmente para contener aceites y perfumes. El que lleve consigo tal objeto quizá sea un signo mas, caracteristico de este grotesco personaje, el cual camina pertrechado para toda eventualidad. Ry Cf. MENANDRO.,El s~persticioso, fr. 97 K.-TH. Diosa ctónica relacionada con el mundo de la magia y de los hechizos. Cf. MEN., fr. 620 1 1 K.-TH.
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Procura no pisar una tumba, ni acercarse a un cadáver o a una parturienta, pues asegura que no le conviene conio taminarse. El día cuatro y siete de cada mes92, después de ordenar a los de casa que preparen el vino caliente, se va al mercado a comprar unas ramas de mirto, incienso y pasteles sagrados y3. A su regreso se pasa el día enI I tero coronando los Hermafroditos 94. Cuando tiene un sueiio, acude a los intérpretes de visiones oniricas, a los adivinos y a los augures para que averiguen a qué dios o diosa debe suplicar. Visita a los sacerdotes de Orfeo con la intención de renovar su iniciación en los Misteriosy5 todos los meses en compañía de su mujer (o de la nodriza, en el caso de que aquélla se encuentre ocupada) 1 2 y de los niños. Tambien podría ser de los que realizan 1 3 abluciones meticulosamente a la orilla del mar. Si en alguna ocasión ve a uno de esos hombres coronados con ajos que se encuentran en las encrucijadas de los caminos, al volver a su casa, se lava desde la cabeza hasta los pies y, después de llamar a las sacerdotisas, les pide que le purifiquen con una cebolla albarrana o un cachorroM.
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92 Los días 4 y 24 eran considerados nefastos. Quizá haya que interpretar el séptimo día empezando por atrás. Los griegos dividían el mes en tres periodos de diez dias. La última década solían designarla de manera regresiva. afiadiendo ep'eikadi («sobre veinte»). Con este sistema de cómputo, el dia séptimo. respecto de los que quedan para finalizar el mes, coincide con el 24. Habría que sobreentender por tanto: ep'eikadi. El día 4 estaba consagrado a Herrnes. 93 Esto es, los preparativos para un ceremonial religioso. El mirto estaba asociado con el culto de Afrodita. Los ~ Ó P ( I Meran una especie de tortas que se quemaban en los sacrificios. 94 Es una divinidad bisexual, quizá de origen oriental. El códice V ofrece, en este lugar, una lectio dubia. y5 O bien para ser purificado por los sacerdotes que oficiaban los cultos relacionados con el orfismo. % El significado de este pasaje es dudoso. Probablemente se trata
CARACTERES
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La vista de un loco o de un epiléptico le produce estremecimientos Y, en conSecuencia, escupe en el pliegue de SU ropaje 97.
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de un empleado que tenia por misión limpiar los restos depositados en calidad de ofrendas ante las estatuas de Hécate, ubicadas en las encrucijadas de los caminos. Esta persona llevaría unos ajos. ya que en la Anliguedad se consideraba que eran unos bulbos depurativos. El espiritu enfermizo del supersticioso hace que se precipite a purificarse por miedo de que la simple visión de la escena callejera le contamine. 9' Gesto de carácter apotropaico. Cf. infra. ALCIFR.,11 5 y n. 11 14.
CARACTERES
XVlI DE LA INSATISFACCI~N DE LA PROPIA SUERTE
La insatisfacción de la propia suerte es una critica in2 justificada de cuanto se recibe. El insatisfecho 9B se comporta de la siguiente manera. Si un amigo le hace llegar una ración de un banquete, le dice al portador: «Me consideras indigno de tu sopa y de tu vino peleón, puesto que 3 no me has invitado al festín *.»Cuando es besado por su amante, le manifiesta: «Me resulta extrafio que tú me 4 quieras con toda el alma.)) Se enoja contra Zeus no por s falta de lluvia, sino por su tardía llegada. En el caso de que encuentre una bolsa en la calle protesta: «Esto si, 6 pero un tesoro no lo he encontrado jamás.)) Cuando compra un esclavo a buen precio por haber regateado insisten-
* En realidad se trata de un individuo pesimista en lo que concierne a su persona. * El verbo en 2.' persona del singular suscita algunas dificultades.
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Quizá haya que suponer que sea un mensaje para que el esclavo la transmita al duefio. Otras hipotesis son: a) que se trate de una confusi6n del protagonista. el cual no distingue entre el remitente y el portador (Edmonds); b) que suponga un comentario crítico expresado en voz alta por el personaje en contra del amigo que hace el envío (Steinmetz); c) que sea preciso introducir un cambio en el verbo. En 3.' persona iodo encaja (Navarre).
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temente con el vendedor, se dice para sus adentros: «Me maravillaría que esté en buenas condiciones al ser tan barato.» Al que le da la feliz noticia de que: «Te ha nacido un hijo)) le replica: «Si añades que se me ha volatilizado la mitad de mi patrimonio, tendrds toda la razón.)) Después de haber ganado un proceso por unanimidad, reprocha al autor de la defensa por haber omitido muchas pruebas. Tras haber obtenido un préstamo a su favor de parte de sus amigos, y habiéndole alguien aconsejado: «Alégrate», él responde: «iComo es posible, si tengo que devolver a cada uno su dinero y, encima, estarles agradecido por haber sido objeto de su atención?)) l o l .
El nacimiento de un hijo era considerado un don divino. MEN.. El arb., fr. 357 K.-TH. C f . F U P M . n. 8.
cf.
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puesto a dar su manto a limpiar no al tintorero que trabaje mejor, sino al que tenga un fiador de mayor garantía.
XVIII DE LA DESCONFIANZA
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Por supuesto, la desconfianza es una sospecha de maldad en todos los seres humanos. El desconfiado es un individuo capaz de enviar a un esclavo a hacer la compra y, a continuación, mandar a otro para que se informe de cuánto ha comprado. Cuando se traslada, él lleva el dinero personalmente y en cada estadio Io3 se sienta a contar lo que hay. Estando ya en la cama, le pregunta a la mujer si ha cerrado el arcón, precintado el aparador y echado el cerrojo en la puerta del patio. Aunque ésta responda afirmativamente, él 'O4 se levanta del lecho, a pesar de su contestación, y, tras encender una lamparilla, hace un recorrido, desnudo y descalzo, inspeccionándolo todo. Sólo entonces y a duras penas consigue conciliar el sueño. Delante de testigos reclama los intereses a los que le deben dinero, a fin de que no puedan decir que no. Está dis-
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En lugar de confiarselo al esclavo. Cf. infra, XXIIl 8. Medida de longitud que equivale a unos 180 m. aproximadamen-
te. El protagonista, a causa de su defecto. realba el control de todo, en lugar de creer a su mujer o de encargar a un esclavo tal cometido.
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Cuando alguien viene a pedirle en préstamo unas copas de la vajilla, él no accede en la mayoría de los casos. Si se trata de un pariente o de un amigo, lo permite faltándole poco para someterlas a la prueba del fuego 'O5, pesarlas e, incluso, exigir un fiador. Al esclavo que le acom- 8 paña, le ordena que no vaya detrás, sino delante, para poder vigilarle, por miedo de que se escape en el camino. A los que le compran algo y le dicen: «Dime cuánto es u y apúntalo, ya que ahora no tengo tiempo)), él les replica: ((No te preocupes por enviármelo, pues yo voy a acompañarte hasta que estés desocupado.))
'05 Estas cautelas solo son posibles si se trata de unos objetos fabricados con un metal noble. Tal vez se pueda interpretar que inscribe en ellas su nombre.
CARACTERES
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el bailo con un aceite en malas condiciones. Y se va a la plaza, después de haberse vestido con una túnica gruesa y un manto muy ligero y lleno de lamparones 109
El resto del texto ($O 8-1 1 ) lo hemos desplazado al caricter núm.
1 ~ como . en su momento ya indicamos.
XIX DE LA GUARRER~A
La guarrería es un abandono del cuerpo que resulta desagradable (a los demás). El guarro es un individuo capaz de pasearse con su costra la, SU rofia y SUS largas ufias, y asegurar que éstas son enfermedades suyas hereditarias, pues las han tenido su abuelo, su padre y él, de J forma que no es faicil para un tercero hacerse pasar como de su familia. Por supuesto, no le importa tener Úlceras en las piernas o heridas en los dedos sin curar, sino que las deja que se infecten. Sus sobacos están hirsutos y velludos hasta una gran parte del costado, sus dientes negros y medio roídos 'O7, de manera que resulta asqueroso de as4 pecto y desagradable. Otros rasgos propios de él son: sonarse mientras come, rascarse en medio de un sacrificio, s salpicar con saliva cuando habla y eructar al tiempo que 6 bebe. Se acuesta con su mujer en la cama con la ropa sucia loa. Se cubre de una erupción por haberse ungido en
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Io6 Según Steinmetz, el término empleado (Idpra) aludiría a una especie de elefantiasis (lepra Craecotum). Cf. infro. ALCIFR.,11 25, 2 . Lectio dubia.
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CARACTERES
La impertinencia es, en lo que ataiie a su definición, una forma de trato que, sin dafiar, causa fastidio. El impertinente "O es un individuo capaz de ir y despertar a 3 uno que acaba de dormirse para hablar con el. Entretiene 4 a los que están a punto de embarcarse, y, en cambio, si vienen a visitarle, pide que aguarden hasta que vuelva del s paseo. A la nodriza le quita el niño de los brazos y le da de comer masticándole él mismo los alimentos, y , al tiempo que lo besuquea, utiliza diminutivos cariñosos y 6 lo llama «bribonada de su abuelo))"'. Mientras come, cuenta que ha evacuado por arriba y por abajo gracias al elCboro ll2, que ha bebido, y que en sus deposiciones la bilis era más negra que la sopa que está sobre la mesa. 7 NO le importa preguntar en presencia del servicio: «Dime, mama, iqué día "'era cuando tuviste los dolores y me
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ltO Literalmente el texto original dice ~desgradable)).Este personaje se caracteriza por la falta de tacto en sus palabras y actuaciones. I l 1 Esta expresión es dudosa. El término del manuscrito V aparece abreviado. En los otros se omite. I i 2 Planta medicinal que se empleaba para curar diversos males. Cf. también injra, ALCIFR., 1 12 y n. 58. A L C I F R ~emplea N la misma expresión en 111 4, 1 .
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pariste? Ir4. (En nombre de ella responde que es algo agradable y doloroso a la vez, pero que, en efecto, no es fácil encontrar a un ser humano que no haya conocido ambas sensaciones.) Afirma que en su casa el agua está fria gracias a un depósito; que su huerto produce verduras de todas clases y muy tiernas; que su cocinero tiene muy buena mano; que su vivienda se asemeja a un albergue, pues siempre esti llena, y que sus amigos son como una vasija agujereada "5, ya que no consigue hartarlos, a pesar de sus buenos oficios. Cuando actúa de anfitrión, le ensalza a su compailero de mesa los mCritos de su parasito, y, al tiempo que los invita a beber, les declara que ha preparado una grata sorpresa a los comensales y que, si así lo desean, el esclavo ira a buscarla a casa del proxeneta para que «Todos oigamos su música y disfrutemos)).
Il4 Este párrafo ofrece serias dificultades. De entre las conjeturas hemos optado por la leccidn de Edmonds. "5 Alusión al mito de las Danaides. A L C I F R ~ Ntambien lo cita en 1 2 (cf. infra. n. 4).
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XXI DE LA VANIDAD
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La vanidad parece ser un deseo mezquino de ostentación. Tal es el comportamiento del individuo vanidoso. Si se le invita a un banquete, se las arregla para colocarse en el puesto de honor junto al anfitrión. Lleva a su hijo a Delfos para que le corten el pelo I l 7 y se preocupa de que el siervo que le acompafie sea un etíope. Cuando paga una mina1I8 de plata, procura que sea en dinero nuevo. Es capaz de comprar una escalerilla y hacerle un escudito de bronce al grajo que tiene en su casa domesticado, a fin de que éste suba los peldaños así equipado. En el caso de que sacrifique un buey, clava el testuz en la misma entrada de su casa, después de haberlo adornado con grandes cintas, con la intención de que los visitantes vean que ha sacrificado tal res. Luego de haber participaLiteralmente dice: «recostarse». de acuerdo con la usanza griega. Alusión a la ceremonia ritual, que tenia lugar en la festividad de las Apaturias, en virtud de la cual un joven ateniense era inscrito en su fratría, al cumplir la edad reglamentaria. Generalmente la cabellera era ofrecida a una divinidad. La elección del dios Apolo y del templo de Delfos evidencia el afan de ostentación de nuestro protagonista. 118 Unidad monetaria que equivale a 100 dracmas. Il6
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do en una procesión con los caballeros Il9, le da al esclavo todo el equipo para que lo lleve a casa, pero se pasea por el ágora con el manto y las espuelas puestas. Si se le muere un perrito de MaltaJz0,le encarga una sepultura y una estelita, y en ella hace grabar: ((Rama, oriundo de Malta.)) Habiendo ofrecido como exvoto en el santuario de Asclepio 12' un dedito de bronce, a éste le saca brillo, 10 adorna y lo perfuma todos los días. Por supuesto, se las ingenia con sus compaiieros de pritania para ser él quien anuncie a sus conciudadanos el resultado de los sacrificios. En consecuencia, ataviado con un manto resplandeciente y una corona se sube a la tribuna y proclama: «Atenienses, los miembros de esta pritanía hemos hecho los sacrificios de las Galaxias en honor de la Madre de los dioses lZ4. LOS augurios son favorables. Recibid, pues, sus dones.» Tras esta notificación se marcha a su casa para contarle a su mujer el enorme éxito que ha cosechado. Se cona el pelo con mucha frecuencia, cuida de que sus dientes estén blancos, se cambia de ropa, aunque se iI9
Este hecho indica que el protagonista pertenece a esta clase so-
cial. 120 Raza canina originaria de la isla de Melít6 próxima a la costa dalmata. que gozaba de mucho aprecio en la Antigüedad. El nombre del animal, de carácter vegetal, refleja unos hábitos onomásticos atestiguados por otras fuentes. Cf. infra, ALCIFR.,11 19. I2l Recinto sagrado dedicado en Atenas al dios griego de la medicina. hijo de Apolo. '22 LOS pritanes son los miembros de la comisión permanente del Consejo. En las festividades hacian sacrificios en nombre del pueblo. Iz3 En estas ocasiones tenia que ser blanco. 124 En las fiestas en honor de Cibele, se ofrecían unos pasteles hechos a base de leche, de ahí el nombre de (
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encuentre en buen estado y va muy perfumado. En el ágora frecuenta las mesas de los banqueros y pasa su tiempo únicamente en los gimnasios en los que se entrenan los efebos; en el teatro, cuando hay función, se sienta cerca de los estrategos 126. No compra nada para su uso personal, pero sí para 8 sus huéspedes: aceitunas para Bizancio, perros laconios para Cicico y miel del Himeto para Rodas. Luego informa a 9 toda la ciudad de cuanto ha hecho. Es capaz, sin lugar a dudas, de criar un mono y de estar en posesión de un titiro 12', palomas sicilianas, tabas de gacelas la, redondas ampollas procedentes de Turios '2g, bastones curvados de Lacedemonia, un tapiz que tiene unos persas como dibujo y una pequeiía palestra con su pista de arena y su 10 juego de pelota. Va por todas partes ofreciendo a los fi16sofos, a los sofistas, a los maestros de armas y a los músicos este emplazamiento, para que allí actúen, de forma que él entre tarde en las exhibiciones, cuando ya estén todos acomodados, a fin de que alguien de entre los espectadores comente: «De ése es la palestra.»
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miento aquí es más correcto, en funci6n de su contenido. Por tal motivo hemos respetado este punto de vista y no hemos seguido el criterio de Steinmetz. 1% Las personas que ostentaban este cargo ocupaban unos puestos preferenciales. 12' Sobre el significado de esta palabra hay disparidad de opiniones. Se barajan las posibilidades de que se trate de una especie de mono, macho cabrio o pájaro exótico. Esta última es la más verosirnil. 128 Para practicar el juego que lleva su nombre. Cf. ATEN.,V 194A. 129 ciudad de Italia.
XXII DE LA TACANERÍA
La tacafíería es una ausencia de generosidad en lo que atañe al gasto. El tacafio es un individuo capaz de consagrarle a Dioniso una tira de madera 130 con su nombre inscrito únicamente, después de haber vencido el concurso de tragedias. Cuando en la asamblea se solicitan ayudas económicas de carácter voluntario 1 3 ' , él se fevanta sigilosamente y se quita del medio. Si se celebran los esponsales de su hija, vende la carne de la víctima sacrificada, excepto la parte reservada a los sacerdotes, y, a los servi-
E1 tacaao ha costeado los gastos del coro en su calidad de corego. Era habitual, en el caso de que la obra ganase el concurso. consa-
grar una estela de mármol, mas o menos artísticamente trabajada, como testimonio de la victoria, en la que se consignaba los datos esenciales del acontecimiento. Aqui se ha escatimado tanto en el material como en el texto de la inscripción. El término griego empleado indica que se trata de un trozo estrecho de madera en forma de banda. Como se puede apreciar a lo largo del capítulo, el protagonista debe de ser un hombre acaudalado, según se deduce de las clases de impuestos a que esia sometido. Este hecho subraya más su defecto. I3l
Alusión a la práctica estatal de demandar públicamente una conlos ciudadanos. en casos de especial necesidad (epidosis).
i i i h i i ~ . i o n de
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dores que contrata para la ocasión, lo hace sin derecho a comida 13*. Durante su trierarquíaJ3', coloca para su uso sobre el puente las mantas del piloto extendidas, mientras que reserva las propias. Cuando se celebra la fiesta en honor de las Musas, se abstiene de enviar a sus hijos a la escuela bajo el pretexto de que están enfermos, a fin de no tener que hacer algún desembolso ' 3 4 . Una vez que ha comprado la carne en el mercado, la lleva el personalmente y también las verduras en el pliegue de su vestido IJ5. Se queda en casa, cuando da a lavar el manto. Si un amigo esta haciendo una colecta y ya ha hablado con él, tan pronto como le ve acercarse, se aparta de su camiio no y vuelve a su casa dando un rodeo IJ6. A su esposa no le compra una criada, a pesar de que aporto una cuantiosa dote, sino que alquila en el mercado de mujeres '" 1 1 una jovencita para que la acompañe en sus salidas. Lleva sus zapatos remendados y asegura que: «Son tan sólidos i z como si fueran de cuerno.» Después de levantarse, arregla De este tipo de contrato también nos habla MENANDRO, La citas . ~ .oikósilos. risfa, frs. 89 y 6 K.-TH. Cf. HESIQUIO, 133 La trierarquía era otra prestación impuesta a los ciudadanos ricos, consistente en costear los gastos de sostenimiento de un navio del Estado. lw Las escuelas estaban bajo el patrocinio de las Musas, y los gimnasios. de Hermes. En el día de su festividad, se realizarían, probablemente, sacrificios y, tal vez, algún otro tipo de acto requiriese las aportaciones económicas de los alumnos. Ijs Como ya hemos subrayado cf. supra. n. 64, es impropio de un ciudadano ateniense ir de compras al mercado. sobre todo sin un esclavo para que transporte las adquisiciones. Sobre el pliegue en el vestido. cf. supra, VI 8 y n. 46. 136 Una vez más se trata del eranos. Cf. supm. n. 8. IJ7 Cf. supra, 11 9 y n. 17. La adquisici6n de esclavas para el servicio de la esposa se consideraba una buena prueba del afecto y generosidad del marido. Cf. MEN.,La sarn. 381. 132
CARACTERES
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su casa y limpia las camas. Cuando se sienta, pone del revés el manto 139 que él mismo lleva. 138 El verbo utilizado puede significar «barrer» o bien «limpiar de chinches». El contexto no permite decidir en uno u otro sentido. 139 E1 término empleado, mWn, significa una capa raída y tosca, muy común entre artesanos y gente humilde. Este genero de prenda era usado por algunos filósofos. Cf. injro, ALCIFR..11 38 y 111 19, 9, 140 Una vez mls el tacafio no se sirve de un criado que le acompaae. La acción descrita aquí, sucintamente, quiza pueda relacionarse con la costumbre mencionada en 11 11, donde vemos que un esclavo transporta una almohadilla para que el amo se siente sobre ella en el graderío de un teatro. Otros editores proponen leer: «que es cuanto él Ileva», entendiendo que no usaba en ese momento otra ropa. Esta iarianie wpone una corrección del original.
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CARACTERES
XXIII DE LA MANIA DE GRANDEZAS
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Por supuesto, la manía de grandezas parece ser una invención ficticia de bienes inexistentes. El megalómano I 4 l es un individuo de las siguientes características. De pie en el malecón les explica a los extranjeros que tiene mucho dinero invertido en el mar, y les informa de qué gran negocio es este tipo de préstamo 142 y también de sus pérdidas y ganancias. Al tiempo que alardea de esta forma, envía al esclavo al banco, donde tiene una dracma. Es capaz de engafiar a ¿u compañero de viaje durante el camino, contándole que perticipó en una expedición con Alejandro I J 3 y cómo lo trataba éste y cuántas copas con incrustaciones de piedras se trajo. Mantiene que los artesanos de Asia son mejores que los europeos, y se expresa en estos terminos pomposos '44, aunque jamás puso los pies I4l Este caracter, de acuerdo con la concepción aristottlica, seria el opuesto al descrito en el capitulo 1. Aquél supone un atentado contra la verdad por defecto, éste por exceso. El fanfarrón es un tipo de rica tradición cómica que, por supuesto, figura en los repertorios menandreos. 142 LOS intereses podian elevarse hasta el 30%. 14' Sc. «Magno». MEN., fr. 520 K.-TH., y ALCIFR.,IV 18, 1 3 , se sirven de expresiones similares.
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fuera de Atenas. Asegura que ha recibido por tres veces cartas de Antípatro 145 invitándole a visitar Macedonia y que, a pesar de haberle sido concedido un permiso de importación de madera exento de impuestos, lo ha rechazado, a fin de no ser acusado por algún conciudadano: «Tenían que haber sido más avispados los macedonios.)) Sostiene que, durante la época de escasez, gastó más de cinco talentos l" en socorrer a los más necesitados de entre sus compatriotas, por ser incapaz de negarse a ello. Sentado en medio de unos desconocidos, le pide a alguno que disponga las cuentas del ábacoI4'. Después de contar por seiscientas dracmas y por minas, y de afiadir a cada una de estas partidas unos nombres para que resulten más verosímiles, alcanza la cifra de diez talentos. Luego aclara que esta suma ha sido cedida por él para préstamos de amigos 148 y puntualiza que no ha incluido los gastos correspondientes a las trierarquías ni cuantas liturgias '49 ha sufragado. Se acerca a los que venden los mejores ejemplares de caballos para simular que tiene la intención de comprarlos. Cuando va de tiendas, elige vestidos por un Regente de Macedonia tras la muerte de Alejandro (323-319). El talento es una unidad monetaria de cálculo equivalente a 6.000 dracmas. Tal vez se pueda ver una alusibn al periodo de hambre que sufrió Atenas en torno al aiio 329 a . c . '41 Este pasaje resulta un tanto oscuro. Se han propuesto diversas lecciones y conjeturas. Aquí ofrecemos una de ellas, según la cual el ábaco aquí empleado constaría de tres columnas. que representarían respectivamente, 1 mina (100 dracmas), 6 minas (600 dracmas) y 1 talento (6.000 dracmas o 60 minas). Cf. supra, XIV 2 y n. 76. la Cf. supra, n. 8. 149 Las liturgias eran unas contribuciones satisfechas directamente a la comunidad por parte de los ciudadanos pudientes. Las prestaciones de servicios financieros podían ser de diversos tipos: coregías. trierarquias, etc. Cf. nn. 130 y 133. 1-35
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importe de dos talentos y, luego, le riiie al esclavo que le acompafía por no llevar dinero suficiente. Aunque vive en casa de alquiler, él declara a quien no esta al corriente que es una propiedad familar, pero que proyecta venderla por resultarle demasiado pequeña para acoger a sus invitados. XXIV DE LA ALTANERIA
La altanería es un cierto desprecio de todo lo que no es uno mismo. El altanero es un individuo capaz de decir- 2 le, a alguien que tiene prisa, que lo recibirá después de la comida, durante el paseo ''O. Según afirma, no se olvi- 3 da del favor prestado. Mientras se pasea, en su calidad 4 de árbitro 15', otorga su dictamen a los que sostienen un litigio. Habiendo sido elegido para un cargo público, re- s nuncia al mismo mediante juramento, alegando que no tiene tiempo. No quiere acercarse a nadie el primero. Sue- 6 le ordenar a sus proveedores y asalariados que se presen- 7 ten en su casa al amanecer. Va por las calles sin hablar 8 con las personas que le salen al encuentro: unas veces mira al suelo y otras, cuando le parece, hacia arriba. En el 9 caso de que invite a sus amigos, él no come con ellos, sino que encarga a uno de sus subordinados que los atien- io da. Cuando se pone en camino, envía por delante a alguien para que anuncie su próxima llegada. No permite 1 1
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Este mismo gesto ya ha sido atribuido a otros caracteres. Cf. su-
pra, 1 3 y X X 4. '5' Cf. supro, V 3 y n. 36.
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que nadie se acerque mientras se unge, se lava o come. Por supuesto, al ajustar las cuentas con otra persona, le ordena al esclavo que haga los cálculos ISZ, obtenga el importe total y se lo cargue en la cuenta. Cuando redacta una carta, no emplea: «Me harías un favor)), sino: ((Quiero que se haga)), y ((Te he enviado una persona para que me lo traigan, o ((Procura que esto sea así y no de otra manera)) y ((Rápidamente)).
xxv DE LA COBARD~A
''* Una vez más se alude a los calculi. En estas operaciones aritméti< t i \
\o10 tiene en cuenta su punto de vista, de ahí su indelicadeza.
En efecto, la cobardía parece ser una cierta deficiencia del espíritu causada por el miedo. El cobarde se comporta de la siguiente manera: en medio de una travesía confunde 10s promontorios con naves de piratas. Desde el momento en que hay marejadilla, investiga si alguno de los pasajeros no está iniciado .'51 Al piloto le pregunta, mientras otea el cielo, si la ruta seguida ofrece un buen calado y qué opina del tiempo 154. A su vecino de asiento le confía que está receloso por causa de un cierto suefio. Tras quitarse la túnica corta, se la da al esclavo '55 y pide que lo desembarquen. En el transcurso de una expedición militar, cuando entra en combate la infantería, llama a todos pidiendo que, permaneciendo a su lado estén alerta y aiiade que es
153 Cf. ARIST~FANES. La paz 276. La nave podía correr riesgo si alguno de sus tripulantes no se habia iniciado en los Misterios de los Cabiros de Samotracia. genios protectores de los navegantes. IJ4 Cf. EURIPIDES, El CícIope 212. 155 Para poder nadar con mayor facilidad. Este pasaje ofrece variantes en los manuscritos. Ésta es una de las versiones.
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difícil 15' discernir cuáles son los enemigos. Al oír el fragor de la lucha y ver los primeros caídos, dice a sus compafíeros de armas que se va a coger la espada, pues la dejó olvidada con las prisas. Sale corriendo hacia su tienda y, tras quitar de en medio al esclavo con la excusa de que averigüe dónde están los adversarios, esconde el arma bajo la almohada y deja pasar mucho tiempo como si estuviera buscándola ISs. Estando aun en la tienda, al ver a uno de sus amigos que lo traen herido, corre hacia él, le da ánimos y ayuda a llevarlo. Después le presta los primeros auxilios, le lava la herida y, sentado a su cabecera, le aparta las moscas 159. En una palabra, hace de todo menos luchar contra los enemigos. Cuando el trompeta toca generala, él, sentado en la tienda, protesta: «¡Vete a paseo! I6O. NO vas a dejar que este hombre coja el sueilo con tanto estruendo.)) Cubierto de una sangre manada de una herida ajena, se hace el encontradizo con los que vuelven del combate y les cuenta, como si hubiese puesto en juego su propia vida: «He salvado a uno de nuestros amigos.» Hace venir ante el que está postrado a miembros de su demo y de su tribu para que le vean, y a cada uno de éstos les explica que fue él, personalmente, quien lo trajo hasta la tienda con sus propias manos.
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Expresión utilizada también por MENANDRO {El escudo 21). Expediente que figura en diversas comedias. Cf. MEN..frs. 155, 156 K.-TH. Literalmente dice: «¡Vete a los cuervos!».
XXVI DE LA OLIGARQUÍA
La oligarquía parece ser un cierto afán de mando que encierra unas aspiraciones de poder y de riqueza. El oligarca 16' se comporta de la siguiente forma. Cuando el pueblo delibera sobre quiénes serán los colaboradores del arconte para organizar la procesión, él, tras subirse a la tribuna, declara que éstos deben gozar de plenos poderes necesariamente. Si los demás proponen diez personas, e1 replicará que: ((Basta con una, con tal de que sea un hombre cabal» '63. De la obra de Homero recita un único verso -pues ignora el resto- que dice:
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No es bueno el mando de muchos: que uno solo sea el fjefe '64. Por supuesto, es capaz de emplear razonamientos oligárquicos como éstos: ((Conviene que, reuniéndonos entre 161 El oligarca aquí retratado se caracteriza por su espíritu antidemocrhtico. 162 Se trata del arconte ep6nimo o magistrado encargado de la organización del cortejo celebrado con ocasión de las fiestas de las Grandes Dionisias, que tenían lugar en el mes de Elafebolión (marzo-abril). 16' Cf. MEN., iu sam. 349. Iliada 11 204.
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nosotros mismos, tomemos determinaciones sobre estos asuntos y nos alejemos de la muchedumbre y del ágora. Pongamos punto final a nuestras participaciones en las magistraturas, y de esta manera tambien a las críticas y a los honores de esta gente))'61 y «ES preciso que en esta ciudad habiten solamente ellos O nosotros». Después de salir a la calle a eso de mediodía '67, con el manto colocado hacia atrás con esmero, una media barba y las uiias muy cuidadas 168, se pasea 169 en dirección del Odeón I7O diciendo frases como éstas: «No hay quien viva en la ciudad por culpa de los sicofantaw 17', «En los tribunales sufrimos un pésimo tratamiento por la corrupción existente))I7l, «Me admiro de los que se ocupan de los asuntos públicos. iQué pretenderán?)) o ((Ingrato cometido es el de dar y repartir». Le produce disgusto, cuando se sienta junto a él alguien esmirriado y con aspecto de pobre. Y se queja diciendo: «iCuándo se acabarán estas liturgias y trierarquías que nos están llevando a la rui--
M~ Las palabras atribuidas al protagonista son de carácter reaccionario. A través de ellas se propugna abstenerse de la participacion en la vida política activa. En este pasaje se alude también a las distintas pruebas a las que debian someterse los ciudadanos designados para el ejercicio de un cargo público. 166 ES decir, los demócratas. lb7 Una vez que ha terminado el mercado y el agora no esta abarrotada de público. Cf. MEN.,fr. 825 K.-TH. Ib9 El verbo aqui empleado, sobé& con valor intransitivo se encuenfr. 826 K.-TH.,y en ALCIFR..IV 7, 1. tra tambien en MEN., I7O Edificio publico en el que tenían lugar espect&ulos musicales originariamente. Era famoso por sus numerosas columnas. Cf. supra, 111 3. I7l Acusadores voluntarios y, en cierta medida, profesionales de la calumnia. 172 Alusión a los jurados populares constituidos por numerosos miembros.
CARACTERES
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na?» 173 Y ((¡Qué abominable es el clan de los demagogos!)) Y agrega que Teseo 174 es el culpable inicial de los males que acontecen en la ciudad y que éste recibió su merecido, pues fue la primera víctima, (una vez abolida la monarquía, después de haber él concentrado la población de doce ciudades en una sola) 175. Estas y otras cosas semejantes comenta con extranjeros y con aquellos de los ciudadanos que piensan y son de las mismas opciones políticas que él. Cf. supra, nn. 130, 133 y 149. Según la leyenda. este personaje mítico unificb desde un punto de vista administrativo las doce comunidades originarias en una sola ciudad (sinecisrno). Posteriormente fue obligado a abdicar por el pueblo. Teseo era considerado en el siglo iv el introductor de la democracia. 175 E1 pasaje entre paréntesis angulares es una probable interpolaci6n. 173
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CARACTERES
El afán tardío de educación parece ser un esfuerzo de 2 aprendizaje impropio de la edad. El adulto deseoso de instrucción es capaz de estudiarse tiradas de versos -a pesar de sus sesenta años cumplidos-, y al querer recitarlos 3 en la sobremesa lT6, olvidarse de ellos. Intenta aprender de su hijo las voces de mando: ((Derecha)), «Izquierda» 4 y «Media vuelta>). Durante las fiestas en honor de los héroes participa en la carrera de las antorchas en colaboras ción con los jóvenes Por supuesto, cuando es invitado al Heracleo, tras arrojar su manto, levanta la cabeza del 6 buey hacia atrás, para que sea degollado. Frecuenta las 7 palestras y se ejercita incansablemente. En los espectáculos ambulantes contempla las representaciones tres y cua8 tro veces con el fin de aprenderse las canciones. Al ser
176 Alusión a uno de los distintos pasatiempos que amenizaban el simposio. Sobre ello nos proporciona Alcifrón abundantes testimonios. IT7 Estas competiciones tenían lugar en las festividades de determinados heroes locales. El protagonista no sólo desea instruirse, sino tambien comportarse como si fuese un joven, según se puede observar en sus actuaciones siguientes. Este genero de representaciones ya ha sido mencionado en VI 4.
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iniciado en los Misterios de Sabacio 179 pone todo su empefio en parecer muy hermoso ante el sarcedote. En sus 9 amoríos con cortesanas, él fuerza las puertas con arietes y es llevado ante los tribunales por un rival, después de haber recibido una paliza. Con motivo de un paseo por io el campo en un caballo, que no es de su propiedad, aprovecha para hacer ejercicios de equitación y , al caerse, se hiere en la cabeza. Entre los miembros de una sociedad 1 1 de decadistas '@',reúne a los que colaborarán con él en la promoción de la entidad. Juega a la gran estatua con su 1 2 esclavo 18'. Se entrena en disparar con el arco o en lanzar 1 3 la jabalina con el preceptor de sus hijos y , mientras tanto, le aconseja que aprenda de él, como si aquél fuese inexperto. En el establecimiento de baños, cuando lucha, 1 4 balancea mucho las nalgas para figurar como un consumado deportista '82. En el caso de que estén cercanas unas ic mujeres, intenta marcar unos pasos de baile, mientras que él mismo tararea la melodía. 179 Sabacio. hijo de Zeus y de Perséfone, era una divinidad frigia de carácter orgiástico, que pronto fue identificada con Dioniso. El neófito, debía desnudarse en el acto de su iniciacióii. de ahi el posible sentido de la frase. Cf. suoro. . - XV1 4. Asociación de jóvenes, llamada así, porque se reunían a comer el día 10 de cada mes. Cf. MEN., fr. 146 K.-TH. Frase de significado incierto. Para unos, se trataría de una especie de tiro al blanco; para otros, de un tipo de ejercicio atlético. 'S2 En efecto, este movimiento era propio de los deportistas avezados. Cf. T E ~ C R . Idil. . XXIV 111.
CARACTERES
XXVIII
DE LA MALEDICENCIA
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La maledicencia es una inclinación de la mente hacia el mal que se manifiesta verbalmente. El maldiciente responde a las siguientes características. Cuando alguien le pregunta: «¿Quién es Fulano?», él contesta de forma ordenada como suelen hacer los genealogistas: «Pues bien voy a empezar por sus antecedentes familiares. El padre de éste se llamaba primeramente Sosias, luego Sosistrato, durante su etapa militar, y por último Sosidemo, cuando consiguió inscribirse en el registro de los ciudadanos la'. Su madre es una tracia de rancio abolengo, pues, al menos, la bendita ostenta el nombre de Crinoc6raca la4 Y Irr3 A través de estos cambios de nombre se refleja una auténtica ascensión social. El primero es propio de esclavos. En el segundo existe una raíz relacionada con el mundo de la milicia, que refleja su actuaci6n como soldado mercenario. En el Último caso. la forma onomástica significa «salvador del pueblo». con manifiesta referencia al periodo en que consiguió inscribirse fraudulentamente en el registro de los ciudadanos. Ia4 NO se sabe a ciencia cierta el significado de este nombre propio. Esta circunstancia dificulta la comprensidn del pasaje, que resulta algo oscuro. En todo el parrafo esta latente un doble sentido y un tono caustico.
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dicen que en su país las mujeres de esta índole Irrs son nobles. En cuanto a este individuo, fruto de tales progenitores, es un malvado y carne de látigo Ia6)>.ES capaz de decirle malevolamente a uno: «Sin duda alguna yo conozco a fondo estas cuestiones sobre las que tu divagas al conversar conmigo. Te voy a poner al corriente del asunto: esas mujeres acosan en la calle a los viandantes)) y «Ésa es una casa en la que levantan las piernas con mucha facilidad. Lo que yo os cuento no es un infundio: hacen el amor en las calles como los perros)), o bien: «En una palabra, son unas cazadoras de hombres)) y «Ellas acuden en persona a abrir la puerta del patio)) Ig7. Por supuesto, si otros critican, él corrobora diciendo: <(Yo a ese tipo lo aborrezco particularmente. Incluso su aspecto es repulsivo y su maldad no tiene igual. He aquí una prueba: a su mujer, que aporto una dote que se contaba en talentos lag -Y de la que tiene- un hijo- Ia9, le da tres perras gordas Ig0 para la comida y la obliga a que se lave
Quizá sea una forma velada de aludir a la prostitución. Idéntica expresión en La trclsquilada 325. Is7 Este gesto ya fue censurado a nivel masculino. Cf. supra, IV 12. «La puerta del patio es un limite que no debe franquear una mujer honesta» asegura MEN., fr. 592 K.-TH.Este comportamiento indica, por tanto, una moralidad sospechosa. Cf. también ARISTCIFANES,Las tesmoforianfes 790, 797. y La paz 980. Cf. n. 146. Algunos editores afíaden un número que esté en consonancia con los datos ofrecidos por otras fuentes y, particularmente, por Menandro, quien nos ilustra ampliamente sobre esta cuestión. Irr9 Razón de más para tratarla con generosidad, puesto que le ha asegurado su descendencia, objetivo exclusivo de la unión matrimonial griega. 185
I9O Literalmente dice: «calcos>),moneda de valor insignificante. Cf. supra, VI 4 , X 6, e infra, XXX 9.
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con agua fria en el día de Posidón ' Y ' » . Estando sentado en compañia de otros, es capaz de hablar del que acaba de irse. Una vez que ha comenzado con el ausente, ni siquiera deja libre de critica a sus parientes. Y censura, en particular, a sus propios amigos y familiares e, incluso. a los que ya han pasado a mejor vida. Él califica de franqueza, de espíritu democrático y de independencia a su mala lengua y su mayor placer en la vida reside en esta práctica. [Hasta tal punto la excitación de la maledicencia con7 vierte a los hombres en unos seres insensatos y que no están en su sano juicio.]
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Esta festividad se celebra en el mes que lleva su nombre, el cual
coincide con el periodo mas crudo del invierno (diciembre-enero).
XXIX DE LA AFICIÓN A LA MALDAD
La afición a la maldad es una pasión por lo perverso. El individuo que siente esta inclinación procura frecuentar z a los que han sido derrotados y condenados en procesos públicos, ya que supone que, con su trato, adquirirá una mayor experiencia y será más temido. En lo que concierne 3 a la gente de bien ' 9 2 , sostiene que nadie es bueno por naturaleza 19', que todos son iguales, y recrimina a quien es honrado. Mantiene que el malvado es un hombre libe- 4 ral, si alguien quiere someterlo a prueba. Reconoce como ciertas algunas de las cosas que sus conciudadanos le imputan, pero rechaza otras. Afirma que este sujeto es de Ig2 En este capítulo se contraponen dos concepciones del ser humano: el hombre de bien (khrésrósj y su antónimo, el malvado (ponZrós). El primer término se emplea, en esta época. para designar al individuo que encarna un tipo ideal de comportamiento, esto es, aquella persona que es generosa y solidaria, con independencia de su procedencia o condición social. Este ser prototípico figura en diversas comedias menandreas e, igualmente, es posible espigar en sus textos numerosas citas en las que se define el contenido del adjetivo. Baste con la mención del fr. 248 K.-TH. En el fondo, se trata del principio de la filantropía, tan vinculado con la ideología peripatética. IY3 Cf. MEN.,fr. 631 K.-TH.
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buena índole, amigo de sus amigos y hábil Iq4. Añade a SU favor que jamás tropezó con persona mas capacitada. Se muestra favorable con el encausado que rinde cuentas en la asamblea o que es juzgado en un tribunal. No le importa decir a sus vecinos de asiento '95 que se debe juzgar el hecho concreto y no al hombre. Alega que aquél es un perro del pueblo '%, pues vigila a los delincuentes. Asegura que «No encontraremos quienes se quieran exponer a la animadversión en defensa del bien común, si damos de lado a personas de esta especie». También es capaz de erigirse en protector de extranjeros de baja estofa197,de defender en los tribunales causas detestables 198 y de interpretar siempre en el peor sentido las alegaciones de ambas partes, cuando juzga un asuntolg9. [En resumen, la afición a la maldad es la hermana del mal y encierra una gran verdad el refran que dice: «Cada oveja, con su pareja»2*.] Estos tres adjetivos encarnan las cualidades propias de un buen dembcrata. i95 Se sobreentiende: «en el tribunal». Es decir, se refiere a los otros miembros del jurado. 1% Esta expresibn solía utilizarse para designar a los sicofantas. 19' LOS extranjeros domiciliados en Atenas (metecos) estaban sometidos a la tutela de un ciudadano ateniense que los representaba legalmente. Aquí se alude a este patronazgo. Tal vez Teofrasto subraya el hecho de que ampara a los de una condición inferior, dentro de la categoría. Cabe también la hipótesis -menos probable- de que el autor dé muestras de una cierta xenofobia, mas o menos irbnica. 198 Quizá aluda a la defensa complementaria que un amigo del encausado podía hacer en favor del inculpado. Esta figura legal recibía el nombre de synigoros. 199 En el texto de este capítulo hay numerosas variantes y pasajes oscuros. De ahi que menudeen las conjeturas. m El texto original dice lit.: «Lo igual se encamina hacia lo igual.» Este refran esta ampliamente testimoniado en la literatura griega.
XXX DE LA CODICIA
La codicia es una pasión por un tipo de ganancia vergonzante 2 0 ' . La persona aquejada de este defecto es ca- 2 paz de, en un banquete organizado por ella, no servir pan en cantidad adecuada y de pedirle un préstamo al huésped 3 que ha acogido en su casa. Si recibe el encargo de distri- 4 buir la carne, mantiene que es justo que se le dé una ración doble al que hace el reparto e, inmediatamente, se asigna su porción loZSi vende vino, se lo traspasa al ami- s go ya mezclado con agua. Acude con sus hijos a un espec- 6 táculo en el preciso momento en que los organizadores dejan entrar de baldezo3.En el caso de que realice un 7 viaje con cargo al erario público, deja en casa el viático proporcionado por la ciudad y le pide dinero en prtstamo a los compañeros de la misión oficial. Hace que el esclavo que le acompaña lleve un peso superior al que puede soportar y, en cambio, le suministra menos cantidad de 201 En el original la definición resulta particularmente tautol6gica, de ahí nuestra traducción. 202 Probablemente se refiere al reparto entre los miembros de la fratria de la víctima sacrificada. *O3 ES decir, una vez que la funcibn ha comenzado. De esta forma se ahorra los dos óbolos que costaba la localidad.
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alimentos que los demás. Tras haber reclamado su parte de los regalos ofrecidos por los anfitriones 2M,los vende. En el momento de ser ungido con su aceite en el bailo público exclama: <(iMehas comprado un aceite rancio, calamidad! 205.»Y, acto seguido, se perfuma con el ajeno. Cuando sus servidores encuentran algo de calderilla en las calles, él está dispuesto a exigir su parte, asegurando que es un bien común2". Si da su manto a lavar, pide uno en préstamo a algún conocido y deja pasar varios días hasta que se lo reclaman. Él lleva a cabo otras arbitrariedades como éstas: reparte personalmente los víveres a sus esclavos sirviéndose de una medida fidonea207 de fondo abollado y cuidando de que esté muy al ras. Compra a bajo precio de un amigo confiado cualquier género de existencias para luego venderlo a su precio habitualZm. Si paga una deuda de treinta minas, procura dar un tetradracma de [email protected] el caso de que sus hijos no vayan a la escuela durante el mes completo por 204
En concepto de huéspedes oficiales. La recriminación. dirigida aparentemente contra el criado, le servirá de justificación ante los demás para echar mano del producto de otro ballista. 2" Literalmente dice: «Es un Hermes común». Tradicionalmente se consideraba todo hallazgo como un bien deparado por este dios. Cf. infra, ALCIFR..11 26. 2 y 111 34, 1, y MEN., La Irasqu. 3 17. 207 El sistema métrico atribuido a Fid6n. rey de Argos (ca. 750 a.c.). constaba de unas unidades de medida de menor capacidad que las usadas en Atenas a partir de Solon. Existe, además, un juego de palabras intraducible, ya que la raíz presente en el nombre del monarca coincide con el lexema que encierra una idea de parsimonia y de tacañería. 208 Texto incierto. 209 La mina es una unidad monetaria que equivale a cien dracmas. Por tanto, en la operación aludida, intenta procurarse una rebaja de cuatro dracmas sobre un total de 3.000. 205
CARACTERES
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una enfermedad, descuenta de la retribución la parte proporcional. En el mes de Antesterión * l o no los manda a clase a causa de sus muchas fiestas, para así ahorrarse el 1s importe. Cuando cobra la contribución que le abona el esclavo, exige que se le compense la depreciación sufrida por la moneda de cobre2" y, también, cuando recibe las 16 cuentas del administrador. Si él organiza el banquete de la fratría, pide que se le aparte comida del fondo común para sus esclavos personales212. De los rábanos medio rnordisqueados que se retiran de la mesa, toma nota para 1 7 que no los coja el servicio. Cuando emprende viaje en compañía de unos conocidos, emplea a los criados de éstos y alquila el propio para que trabaje fuera; en cambio, no aporta al grupo el beneficio obtenido. Por supuesto, en 18 el caso de que se celebre una reunión en su casa, lleva una cuenta pormenorizada de todo cuanto ha corrido de su cargo: leila, lentejas, vinagre, sal y aceite para la Iám- 19 para. Cuando uno de sus amigos se casa o promete a una hija, se ausenta un cierto tiempo antes de la fecha para 20 ahorrarse un regalo. Y también suele pedir prestadas a sus amigos cosas que, (por su escaso valor>, uno no se atrevería a reclamar ni tampoco a cogerlas con presteza en el momento de su devolución.
En nuestro cómputo equivale a febrero-marzo. El esclavo que trabajaba en el exterior estaba obligado a darle una parte de sus beneficios (apophorá) al amo. El pago se realiza en monedas de cobre por tratarse de una pequeña cantidad. Aquí el duefio reclama de su dependiente la parte correspondiente a la depreciación que dicha moneda sufre al ser cambiada por una unidad superior. 2 1 2 En este tipo de organizaciones, sus miembros aportaban unas cantidades determinadas para formar un fondo común, con el que sufragaban los gastos correspondientes a las distintas celebraciones y actividades. Cf. supra, n. 59. 210
211
CARTAS DE PESCADORES, CAMPESINOS, PARÁSITOS Y CORTESANAS
Alcifrón, un autor doblemente desconocido
1.
De Alcifrón tan sólo sabemos que se llamaba Alcifrón, válganos la perogrullada. Lo demás es puro malabarismo filológico. El bizantino Isaac Tzetzes ', de pasada, le otorga la etiqueta de rh6f¿k, palabra que acompaña también a su nombre en algunos de los manuscritos conservados, todos ellos muy tardíos 2 . Eustacio de Tesalónica, erudito arzobispo que vivió en el siglo xii, lo califica certeramente de attikisth en sus comentarios a Homero '. Nada más se sabe fuera de estas magras noticias. En la Antigüedad ni se le menciona. Habrá que esperar al año 1499 para que el benemérito Marco Musuro incluya algunas cartas suyas en un epistolario colectivo que vio la luz en Venecia, bajo el ropaje formal de una bellísima edición aldina4. La total ausencia de datos biográficos nos impide en-
' siglos
'
Scholia ad Chiliades VI11 8895. El más antiguo, Vindobonensii phil. 342. se puede datar entre los xii
y xiii.
Ilíada IX 453 (dreksa). ' E m o ~ o k a iSiacpópov cpthooócpov, bqropwv, oocpior6v roiq E ~ K O O I , Venecia, 1499.
ES n p b ~
cuadrarlo en el espacio y en el tiempo. Algunos estudiosos han postulado un origen oriental, a causa de que en su obra se mencionan determinados productos de tal procedencia5. Quizá sus puntos de contacto con Luciano hayan influido en la adopción de este punto de vista. Respecto de la época en que vivió, tampoco podemos recabar datos significativos para precisarla. La naturaleza de su propia obra, como más adelante analizaremos, es un obstáculo para su fijación cronológica. Generalmente se le considera un representante mas de ese movimiento de restauración, a nivel estético, que fue la Segunda Sofística. Su gusto anticuario, su devoción por todo lo ateniense -incluida la lengua- y el propio talante de sus cartas nos llevan a considerar como probable esta datación genérica. Hay quienes han pretendido ser más exactos6. El método de trabajo empleado ha sido establecer una comparación entre textos lucianescos y alcifroneos que encierran un cierto parentesco. Los frutos de esta confrontaci6n no han resultado convincentes. Donde unos ven lazos de paternidad, otros los ven de filiación '. Además existe 5 Cf. A. R. BENNER, F. H. FOBES,The Letters of Alciphron, Aelian and Philosrmius wiih un English Translation. Londres, 1949. pág. 6.
Las alusiones nos parecen escasas y coyunturales. No creemos que justifiquen por si solas la aceptacibn de esta hipótesis. 6 Los cambios de datacibn que han sufrido las novelas griegas en las últimas décadas nos aconsejan adoptar una postura cautelosa. Máxime cuando la obra. por su propia naturaleza. es poco permeable a influencias ambientales. B. BALDWIN(«The Date of Alciphronm, Herrnes 110 [1982]. 253-254) considera como terrninus ante quem la primera decena del siglo III d.C. Sobre esta cuestibn, cf. la edición de BENNERy FOBES,ya citada, pigs. 7 y sigs., donde se plantea el problema con todo lujo de detalles. Dado el carhcter hipotético y discutible del asunto, nos parece improcedente reflejar in extenso sus argumentaciones.
una tercera posibilidad: la de que ambos hayan bebido en una fuente común, cosa nada improbable. Un escritor tardio, Aristéneto datable en el siglo v d.C., imagina un intercambio epistolar entre Luciano y Alcifrón. Esta atribución ficticia9 indica que por entonces se les consideraba coetáneos. Pero nada más. Nuestro autor ha permanecido en un total anonimato durante siglos, al no aparecer citado en otras fuentes ni conservarse textos suyos por transmisión indirecta. La influencia que ha ejercido desde el momento en que tiene lugar la editio princeps ha sido escasísima, como lo indica el número de sus traducciones. Por todo ello nos encontramos ante un escritor del que no sabemos nada sobre su ~eripeciavital ni tampoco sobre la fortuna de su obra.
',
2 . A lcifrdn, escritor
Como las indagaciones de carácter biográfico son infructuosas, la única vía de aproximación que nos resta es acudir a su producción lo.De él se ha conservado solamente una obra, constituida por una colección de cartas " que se distribuyen en cuatro libros de desigual extensión 12. 1 5 22. Se conservan de él dos libros con cartas de tema amoroso. Por otra parte, tan frecuente en el mundo epistolar griego, como puede comprobarse incluso en la obra objeto de nuestro estudio. Esta práctica entroncaría con el gusto helenico de concatenar hechos y personajes mediante falsas anécdotas. ' 0 Estos exiguos recursos nos permitirán, al menos, afrontar a nuestro proragonista a cuerpo limpio, sin los condicionamientos propios de una tradición secular. Quien no se consuela es porque no quiere. Son en la actualidad, 123 piezas, para ser más exactos. Algunas de ellas se encuentran en estado fragmentario. l 2 La actual división es obra de M. A. SCHEPERS, quien hizo dos ediciones de este autor a principios del presente siglo (Alciphronis Rhetoris epistularurn libri ?V. Groninga, 1901, y Leipzig, 1905). 8
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A L C I F R ~ N <
En la disposición de este conjunto se ha seguido un criterio taxonómico: el tipo de actividad desarrollado por los diferentes corresponsales ' l . Los estamentos sociales descritos son pescadores, campesinos, parásitos y cortesanas. Ignoramos las razones de esta selección. En cualquier caso, desde nuestra óptica actual, es posible trazar una línea fronteriza entre las dos primeras categorías y las dos restantes. A un lado quedarían las clases trabajadoras, al otro los representantes de la improductividad, como certeramente ha seaalado Oddone Longo 14. Se da la circunstancia curiosa de que éstos últimos están mucho mejor reflejados y constituyen la parte más elaborada de toda la obra. Cada libro, al tratar monográficamente a un sector social, produce la impresión de ofrecer variaciones sobre un mismo tema. Los asuntos, sean cuales fueren, están marcados por el signo de la cotidianeidad. No suceden acontecimientos prodigiosos ni tampoco relevantes. En su mayoría son unos hechos corrientes afrontados por unos sujetos de sencilla condición, dentro de unos parámetros sociales determinados. La falta de otros escritos suyos nos dificulta la tarea de adscribirlo a un género concreto. Por otra parte, la única obra conservada no nos permite considerarlo como un creador de altos vuelos. Sin embargo, sus páginas nos pueden ilustrar sobre el quehacer de un maestro de retórica y, en cierta medida, son un buen ejemplo de virtuosismo literario algo trasnochado. Pero, tal vez, convenga,
'3 En ocasiones la adscripción de una carta a uno u otro grupo es discutible. i4 Cf. la Inrroducción que acompaiia a una edición de los dos ultimas libros de Alcifrdn realizada por E. A v ~ z z ú(cf. E. Av~zzu. O. LONCO, Lettere di parassiti e di cortigiane. Venecia. 1985).
antes de analizar su mensaje, hacer algunas consideraciones sobre la carta como medio de expresión. 3.
Observaciones sobre el género epistolar
La elevación de la carta al rango de obra literaria debió de ser un hecho relativamente tardío. En sus inicios fue un tipo de documento de carácter meramente informativo. La popularización de este medio de comunicación sólo pudo producirse en íntima conexión con el proceso de alfabetización del pueblo griego y con la difusión de materiales escriptorios más idóneos y de menor costo. La poesía -épica o lírica-, la historia y el drama, por citar tres casos paradigmáticos, eran géneros que no exigían de su público que supiera leer. La degustación de la obra literaria se realizaba a través del canal auditivo primordialmente, ya que un emisor la divulgaba por vía oral en el curso de unas manifestaciones privadas o colectivas. La epístola, en cambio, por su propia naturaleza, estaba destinada a prosperar tan sólo cuando existiese un número elevado de potenciales lectores. Desde el momento de su incorporación como procedimiento generalizado de comunicación interpersonal en la sociedad griega es cuando cabe pensar que diera el salto cualitativo. A nuestro modo de ver, estas condiciones no se dan hasta el siglo IV a . c . A partir de estas fechas tenemos numerosos testimonios, directos o indirectos, que nos confirman esta práctica. La proliferación de estas muestras no se debe exclusivamente a las razones objetivas apuntadas más arriba. El período helenístico fue una etapa de profundas transformaciones. En aquellos aAos se operaron cambios esenciales. Generalmente se habla del ocaso de Atenas y se invoca el fantasma de la decadencia. Pero esto, a nuestro modo de ver,
es una verdad a medias. Por aquel entonces se sancionó el fracaso de una ideología dominante y el «sueño» griego se convirtió en pesadilla. Ahora bien, se empezaron a valorar otros aspectos tales como el desarrollo del concepto de igualdad entre los seres humanos, el deseo de liberar a estamentos sociales tradicionalmente oprimidos y la exaltación del individuo y de su entorno. Desde un punto de vista social el saldo no es negativo. Estas y otras muchas innovaciones se tradujeron en un cambio de mentalidad que afectó a todos los Órdenes y, particularmente, al estético 15. En este ámbito se abren camino unas tendencias hasta ahora insospechadas: un cierto gusto por el realismo, los conflictos psicológicos y la expresión de sentimientos. Hay un deseo de interiorización que privilegia al «yo» como punto de vista de la obra artística. Durante la vigencia de estas premisas nacieron o se incrementaron algunos cauces literarios, que por su propia estructura formal se acomodaban mejor con las modas y modos imperantes. Entre éstos cabe citar el diáiogo, la carta, el mimo y aquellas otras piezas no muy extensas que permiten describir situaciones concretas, vivencias y opiniones. El auge de la epístola en esta época se debe, por tanto. a la feliz conjunción de unas causas objetivas con otras puramente subjetivas, fruto de la sintonización con la ideología en boga. La carta es un tipo de composición escrita de difícil valoración por varias razones. Puede ser un mero mensaje informativo, una forma de creación artística o bien ambas
cosas. En teoría, los campos están bien deslindados. Pero, en la practica resulta muy arriesgado marcar fronteras. Como esta cuestión no nos afecta en lo que ataiie a la obra analizada por nosotros, la dejaremos a un lado. Otro aspecto conflictivo es la autoría. A causa de los procedimientos de difusión literaria seguidos en la Antigüedad y de la azarosa historia de los textos que han llegado hasta nosotros, es imposible certificar la autenticidad de un testimonio de acuerdo con nuestros criterios actuales. Sólo se puede postular atribuciones en función de rasgos estilísticos o datos internos que presupongan una vinculación cierta con un emisor determinado. De ahí que la paternidad de numerosas muestras conservadas y tradicionalmente relacionadas con personajes históricos sea siempre cuestionable. Desde este punto de vista las correspondencias se clasifican en reales, apócrifas y ficticias. No siempre es fácil otorgar el adjetivo apropiado en cada caso 17. Hasta ahora hemos puesto en tela de juicio la naturaleza y la legitimidad de esta clase de documento a nivel teórico. Pero hay que considerar otra vertiente. Dentro del esquema de una carta caben muchos contenidos y muy distintas intencionalidades. Esta versatilidad genérica se vio plasmada en una rica tipología '' que, en sus líneas generales, ha llegado hasta nuestros días 19. Antes de poner punto final a estas observaciones, conviene recordar algunas características de la carta en tanto 1'
Aqui si lo es: el tercero de la serie le cuadra a la perfección. Sobre las clases de cartas se conservan unos tratados, de datación y atribución muy discutida. que nos ilustran acerca de su variedad. Por ej., Tjlpoi epistolimoí y Episrolimofoi kharokf&es, recogidos en R . HERCHER, Epislolographi Graeci, París, 1873. l9 Hay misivas eruditas, doctrinales. politicas, eróticas, comerciales, amistosas. etc. '8
15 Al menos su apreciación es mas factible para nosotros a traves de los testimonios conservados. 16 Tales como un indice progresivo de alfabetización y la proliferación de medios materiales escriptorios.
que vía de comunicación entre particulares. En estos casos se emplea un lenguaje coloquial y transparente, un tono intimista, una temática de asuntos personales y un cierto toque de frescura y esponteneidad. La enunciación se realiza desde el «yo». El uso de la primera persona le otorga al producto un marchamo de autenticidad -real o aparente- y unos visos de verosimilitud. Por otra parte, la extensión de un escrito de este tipo siempre es reducida y su estructura interna no es compleja. Quiere decirse, pues, que la pieza literaria que pertenece a este grupo compositivo ofrece un máximum de degibilidad~,factor siempre estimable, pero, particularmente, en épocas de estancamiento cultural. 4.
La técnica cornposifiva de A lcifrón
El mero hecho de hojear el epistolario y de pasar lista a los encabezamientos de sus misivas nos pone en alerta sobre la autenticidad de las mismas. Esta sospecha se confirma en cuanto se inicia la lectura. Son piezas de pura recreación literaria, a las que se les ha dado formato de carta por gusto, moda o necesidadm. Cada uno escribe teniendo en cuenta sus propias posibilidades expresivas, el contenido de su mensaje y las expectativas eventuales de comunicación. En función de estos factores se escoge el género literario a través del cual el emisor da a conocer el fruto de su Minerva. Probablemente, Alcifrón eligió el marco de una epístola por ser el vehículo que mejor se 20 Estos textos se ajustan muy poco a las convenciones del género; por ejemplo, en sus formulas iniciales y finales. Mas que cartas son esbozos de escenas y situaciones captadas al vuelo y descritas con cierta vivacidad. La estructura formal es un mero pretexto puesto al servicio de la narración.
adaptaba a los objetivos que él quería cubrir. Tal vez sea una prueba de honestidad: una simple constatación de sus propias fuerzas. Quizá fuera una imposición del tiempo en que le tocó vivir: cada época tiene los lectores que se merece. En cualquier caso, ahí están unos textos que en ningún momento pretenden ser una correspondencia real y que, por consiguiente, hay que enjuiciar en tanto que son muestras de un acto voluntario de creación literaria. AI examinar sus escritos, se aprecia que éstos han sido concebidos para un lector de unas determinadas características y que, en su elaboración, el autor ha desplegado una acertada estrategia. La confección de un producto de esta índole exige un discreto esfuerzo por no ser obra de grandes pretensiones ni de extensas dimensiones. No obstante, hay que reconocerle una cierta habilidad y maestría. La técnica compositiva de Alcifrón se asemeja al procedimiento artesanal de la taracea. Su pretensión es embutir pequeños retazos de varia procedencia para conseguir un conjunto armónico. En sus páginas, como rezaba en el ya viejo principio estructural, ((tout se tient)). Sin duda alguna, la redundancia es una especie de válvula de seguridad que contribuye a subrayar la univocidad de un mensaje. Gracias a ella, el descodificador se encuentra en un universo que le resulta familiar. Pues bien, este expediente es utilizado ampliamente a lo largo y a lo ancho de su correspondencia. Una obra literaria es susceptible de ser analizada a traves del estudio parcial de los niveles que se pueden distinguir en ella. En el caso que nos ocupa, encontramos en los distintos escalones elementos referenciales abundantes. El epistolario presenta una estructura cerrada. Cada signo remite a otro de una unidad superior o inferior, de manera que su lectura produce el mismo efecto que la ilusión
óptica de una imagen reflejada en una serie de espejos y repetida hasta el infinito. Con el fin de no extendernos excesivamente, nos contentaremos con una mera enumeración de los casos más relevantes. Para empezar, la lengua empleada es una forma artificial que intenta reproducir unos hábitos expresivos que ya estaban en desuso en la época en que fueron redactados estos escritos. Se trata de un dialecto ático cargado de estilemas, frases proverbiales y locuciones familiares para un hablante griego. El texto resulta de fácil comprensión y de agradable lectura. Si seguimos profundizando, descubriremos una combinación de factores que garantizan una feliz andadura. En efecto, en las cartas menudean los motivos artísticos y éstos se entrelazan originando composiciones de corte tradicional. Vamos a señalar algunos de ellos, plasmados en secuencias narrativas, unidades de mimetización y lugares comunes: La persona que aguarda y desea ver al ser amado que está al otro lado de la puerta (IV 10). E1 pastor que, mientras descansa debajo de un árbol, inicia una dulce melodía y embelesa incluso al ganado (11 9). El pobre diablo que roba un objeto para subvenir a sus necesidades (111 10, 11 y 17). La amenaza de suicidio (111 1, 3 y 13). El suefío que permite evadirse de la realidad (111 22). El gallo que con su canto rompe el hechizo de la noche y desvanece las ilusiones (11 2 y 111 22). El vino como fuente de placer y panacea de males (IV 8, 13 Y 14).
El juego como causa de perdicidn (111 6 y 18). El elogio de la propia ciudad y los males de la ajena (111 15, 24 y IV 18, 19). La escena del ~déjeunersur I'herben (1V 13). La descripción de un locus amoenus, etc.
Los motivos aquí enumerados reproducen situaciones concretas, descritas con anterioridad por otros autores. Son auténticas secuencias ya elaboradas y, en más de un caso, producen la sensación de haber sido previamente visualizadas 2 1 . Si Alcifrón fue, además, un rhitbr, es 1ógico que poseyera un auténtico archivo de recetas, fruto de su experiencia profesional. En el fondo se cumple, una vez más, el precepto horaciano, ut pictura poesis. Aparte de estos bosquejos narrativos figura en la correspondencia una serie de ideas recibidas, de principios morales y de expresiones proverbiales que cuadran con el sentir del lector medio. Otro nivel digno de mención está formado por el conjunto de referencias explícitas. Globalmente se pueden dividir en miticas y/o religiosas, literarias e históricas. Estas alusiones funcionan como un auténtico (
comportamiento se respetan las normas convencionales que el género dramático les había otorgado. Los presupuestos ideológicos que la obra encierra son el último recurso empleado para establecer una cierta connivencia con el público. La actitud artística del autor -mirar hacia atrás con admiración- es conservadora. Acepta el legado recibido sin reservas. Esta aceptación del pasado refuerza y culmina la labor de redundancia puesta en práctica mediante la aglutinación de los restantes elementos. Por tanto, su técnica está emparentada con la del centón y se tiene la sensación de que el autor guiña de continuo al lector, deseando que éste sea lo suficientemente sagaz como para averiguar de dónde procede cada elemento. Es literatura hecha sobre literatura. Un análisis somero de una de sus cartas ejemplificará cuanto afirmamos. Glaucipe (1 I I ) , hija de un pescador, se enamora perdidamente de un distinguido efebo, al que contempla en una procesión con motivo de una escapada que realiza a Atenas. En el texto se subraya la fascinación provocada por el ateniense en su enamorada a través de unas comparaciones en las que el segundo término es: la espuma del oleaje, el mar en calma, el azul intenso de las aguas al ser baííadas por el sol, etc. La joven se desespera ante la idea de tener que casarse con un islefio de Lesbos. En consecuencia, amenaza con suicidarse imitando a Safo. Esta carta ilustra, bien a las claras, el arte alcifroneo. La ciudad por excelencia es un centro de seducción en todos los órdenes. El personaje femenino está dibujado con propiedad: emplea como punto de referencia el mundo que conoce y, finalmente, el guiao literario. La mención de Lesbos provoca la conexión con la autora local y su trágico finz3,también motivado por razones amorosas. Por si l3
De acuerdo con una tradición no documentada.
fuera poco, Glaucipe ha enriquecido su descripción del ser amado trayendo a colación a las Gracias, las rosas, la fuente de Argafia y Afrodita, es decir, una serie de elementos líricos que corrobora su vínculo con un universo poético determinado. Pocas líneas han bastado para reflejar una situación dramática. Glaucipe es víctima de su condición femenina, que le impide obrar libremente. Por ello se ve abocada a tomar una decisión fatal, mediando la amenaza de un romántico gesto que cuenta con un famoso precedente. El lector recrea sin dificultad el escenario y capta el clímax. La huella de Safo y los conflictos propios del sexo débil -expuestos reiteradamente por Menandro- son unos mensajes que funcionan subliminalmente. Todos estos datos producen necesariamente la sensación del «déja vu». Aquí el goce reside en la identificación del detalle concreto y en el reconocimiento de la habilidad del maestro de ceremonias que ha sabido ensamblar tan sabiamente noticias procedentes de los cuatro puntos cardinales. Cada carta es una pieza de un «puzzle» que encaja con precisión, brindándonos una visión panorámica homogénea y bien estructurada. Esta forma de entender la obra literaria indica un gusto por el producto anticuario y un afán de coleccionismo que emerge, en determinados momentos, de la historia cultural de un pueblo. Son objetos artesanales de exquisita factura que reproducen modelos en otros tiempos innovadores 24. Cuanto hasta aquí hemos dicho no debe considerarse como un saldo totalmente negativo en lo que se refiere a la valoración de este escritor. Entre otras cosas, porque no hace falta recordar que el principio de originalidad, z4 Como esos muebles honestamente falsos, porque imitan un estilo ya trasnochado, pero que están trabajados cuidadosamente y creados en función de una clientela específica.
tan arraigado en nuestra mente en lo que se refiere al mundo de la creación, no tenía la misma vigencia en Grecia, ni siquiera en sus momentos de esplendor. El artista helénico, en cualquier campo, medía sus fuerzas y sus capacidades inventivas reelaborando modelos precedentes de manera manifiesta y con espíritu agonal. En las realizaciones alcifroneas se encuentra esta misma actitud inicial, lo que falta, a nuestro juicio, es el «élan» que transforma la obra honesta y bien intencionada en ejemplar.
5 . El sentido del tiempo en Alcifrón
Este autor se mueve en un universo cerrado. El único marco físico presente en su obra es el Ática y, en particular, su capital. Desde un punto de vista cronológico también se atiene a unos límites precisos. Conviene tener presente un dato importante: él nos evoca un mundo que ya había desaparecido desde hacía unos quinientos ailos. A pesar del inmovilismo propio de las sociedades tradicionales, el desfase temporal es enorme. Sin embargo, esta actitud no es un rasgo peculiar suyo 25. En la literatura griega se observan dos tendencias: una, que mueve al escritor a inspirarse en el pasado, y otra, que le insta a reflejar el hic y el nunc. En la primera corriente cabria incluir a la épica y a la tragedia, salvo honrosas excepciones 26. En la segunda a la lírica y a la comedia. Alcifrón optó por volver la vista hacia atrás. 25 Por ejemplo, en la actualidad hay un rebrote de la literatura histbrica, particularmente en el género que mejor se presta a esta mirada hacia atris, esto es, en la novela. 26 Los persas de Esquilo, pongamos por caso.
Toda su correspondencia pone de manifiesto su deseo de recrear un mundo perdido para siempre, Con amorosa delectación intenta reproducir hasta en los mínimos detalles la vida en el Ática a finales del siglo IV y, en consecuencia, resucita a algunos de sus protagonistas, unos, históricos2', otros, fruto de la imaginación. Hay que confesar, en honor de la verdad, que los resultados son bastante plausibles. Gracias a su arte combinatoria, la forma de expresarse casa muy bien con el contenido de sus narraciones, sobre todo por las frecuentes y oportunas alusiones a la geografía del lugar. El escenario es verosímil, los personajes hablan y se comportan de acuerdo con la «Weltanschauung» propia del crepúsculo ateniense y, por tanto, se crea el espejismo. Para comprobar sus dotes de persuasión no hay mejor ejercicio que leer, tras su correspondencia, algunos pasajes de Eliano, Filóstrato o Aristéneto, autores de otros tantos epistolarios, afines por su temática y fuente de inspiración. Estos últimos resultan mucho más falsos, incoloros y amanerados: sus obras son de auténtico cartón piedra. La capacidad de Alcifrón de reproducir un ambiente, aun siendo aceptable, no llega a un alto grado de perfección. Por supuesto, no hay anacronismos flagrantes, pero sí una serie de detalles que traicionan el paso del tiempo y que, con toda seguridad, para él eran imperceptibles. De hecho, nuestro autor se desenvuelve en un mundo que ya es sensiblemente más dilatado que el estrecho marco de la Atenas que idolatra. Esta sensación emana de sus escritos cuando, de pasada, nos elogia un vino de Siria, 27 Cabe suponer que Alcifrón, a través de la elección de protagonistas reales. intenta reproducir esta época con mayores visos de verosimilitud.
nos habla de la pesca de un camello (sic), alude al mar Tirreno, menciona dátiles y pistachos, etc. Su visión panorámica es más amplia y, además, en ella se aprecia un mayor influjo del mundo oriental (cf. por ejemplo, IV 11). Se podrían aducir otros argumentos para apoyar nuestro punto de vista, pero nos limitaremos a dos relacionados con la vida cotidiana. El primero, la gastronomía. Los alimentos que menciona, su preparación y variedad nos parecen reflejar un arte culinario más refinado y unos paladares más exigentes que los del pueblo ateniense de la cuarta centuria. De igual modo, la mención de la hora sexta, como el momento de la comida, presupone la implantación de unos hábitos de computación cronológica probablemente más tardíos 28. Aparte de estos elementos culturales discordantes, y quizá discutibles por nuestra falta de información puntual sobre muchos de estos aspectos, quedan por traer a colación los datos puramente gramaticales y lingüísticos. En este terreno se pueden detectar muchas formas morfológicas, giros sintácticos y elementos Idxicos que traicionan su pretendido aticismo. Hay un afán de purismo, que podemos calificar de noble esfuerzo, aunque resulte artificial en ocasiones. 6 . El marco flsico del episrolario La concepción del espacio en Alcifrón es importante. En todas sus historias hay un hic bien definido y personaEl primer testimonio de este sistema se encuentra en Piteas de Marsella, que vivió en la segunda mitad del siglo iv a . c . La práctica habitual consistia en contar las horas en función de los pies que media la sombra proyectada por el gnomo. Tal uso esta atestiguado en ME. NANDRO (fr. 304 K.-TH.) y en LUCIANO (Lex~yanes4). entre otros autores. 21
]izado. Creemos que ello se debe, en parte, a la influencia de la Comedia Nueva. Su impacto es tal en este escritor que sus cartas muchas veces son auténticas escenas teatrales. La simple adscripción de una misiva a un libro concreto actúa como una especie de acotación. Nos pone en antecedentes sobre una serie de datos circunstanciales, gracias a lo cual hace falta que el autor ailada muy poco, para que se opere el milagro de la función pragmática por parte del lector. La verdad es que tiene el arte de evocar un ambiente o crear una atmósfera con mínimos detalles. Dentro de su geografía personal distingue tres sectores: la ciudad, el campo y el mar ". Entre ellos se perfila una clara oposición; el concepto de ciudad -o lo que es lo mismo en su mente, Atenas, encarnación física de esta entelequia- versus los otros dos términos. Alcifrón utiliza con toda propiedad los términos pólis y ásty. El primero, como es sabido, se emplea para designar un sistema concreto de organización social, fruto de una convención, aceptada por una colectividad humana. El segundo se refiere al conjunto inanimado que constituye el paisaje urbano. El hecho de frecuentar este espacio y de convivir con sus moradores desarrollaba en el individuo unas maneras y unos hábitos propios de dicho tipo de comunidad. Estos modales se calificaban mediante el empleo del adjetivo asfikós, que encierra unas connotaciones de distinción y de buen tono, esto es, las formas corteses propias de la crianza en una urbe30. Algunos ejemplos ilustrarán esta con29 Con su obvio correlato de la costa. Esta distribución refleja la división tripartita del territorio ático impuesta por Clistenes con fines puramente politicoadministrativos. 30 El binomio griego se encuentra también en latín: civitas/urbs. De este último vocablo surge el adjetivo urbanus, que se puede considerar como un calco semántico de astikós.
cepción. Fildcomo (11 28) le confiesa a un amigo no haber penetrado jamás en un núcleo urbano (ásty) e ignorar en qué consiste eso que suele llamarse una ciudad (pdlis). Aquí se contraponen con toda claridad los dos términos griegos. El resto de la carta es muy revelador sobre esta cuestión. El joven desea vehementemente comprobar cómo viven unos seres humanos en el interior de un recinto amurallado y en quC se diferencia la pólis de la vida en el terruiío. En otro lugar, Filometor 3' (11 37) aconseja vivamente a su madre que se acerque a la urbe para conocer sus hermosos especthculos ya que (tdejar esta vida sin haber gustado la ciudad es un sacrilegio y síntoma de un temperamento salvaje y poco sociable)). Al lado de estos dos testimonios de signo positivo, se podrían citar otros muchos en los que se ponen de manifiesto los graves inconvenientes y peligros que acechan a los habitantes y transeúntes ocasionales de una gran metrópolis. Corrupción moral, engafios, servilismo y, en una palabra, deshumanización son las principales lacras que se detectan en el panorama descrito por Alcifrón. En resumen, la ciudad es un polo de atracción. Todos acuden a ella como las mariposas a la luz y, desgraciadamente, muchos sucumben en su empeiio. El mundo urbano es una especie de dios Jano de doble faz: una risuefia y otra destructora. Una vez mis está presente la pareja de Eros y Tánato.
La esfera del hambre y / o del amor
7.
La temática alcifronea es, a primera vista, intrascendente. Sin embargo, una lectura mis detenida de sus cartas --
El nombre de la persona remitente concuerda con el afecto que le profesa a su madre, como se puede apreciar a lo largo de la carta. 31
nos permite descubrir que, en definitiva, este escritor trata problemas esenciales bajo su aparente superficialidad. Hay dos asuntos que obsesivamente -nos atreveríamos a decir- monopolizan la atención del autor: el modo de sobrevivir día a día y la forma de alcanzar el amor. Un rasgo que aúna a todos sus entes de ficción es la búsqueda de uno de estos objetivos. En definitiva, sus personajes están acuciados por el hambre o, al menos, por un tipo de hambre. La fisiológica ocupa un puesto preferencial. LOS estamentos laborales -pescadores y campesinos- se esfuerzan para satisfacerla mediante el desempeño de sus penosos trabajos. De igual modo, los parásitos soportan todo tipo de humillaciones y malos tratos físicos con tal de acallar los aldabonazos de su estómago. Los representantes de estas esferas sociales se ven obligados a canalizar todas sus energías en esta dirección, por ello la otra clase de necesidad, la pulsion amorosa, pasa a segundo término: «El hambre imposibilita el amor.)) El espíritu de esta conocida frase, de corte popular, se encuentra también en algunos pasajes de Menandro. Por ejemplo, en el El genio tutelar (1 5-1 7). Daos, un esclavo, le confiesa a Getas, compañero de fatigas, que está enamorado. La respuesta de éste no se hace esperar: «Mala cosa, Daos, quizá comes demasiado.» En otro momento se insiste sobre el mismo tema: «¿Jamás estuviste enamorado, Getas?)) La contestación del interlocutor es tajante: «No, porque nunca estuve satisfecho.)) Como se puede apreciar, el sentimiento amoroso está unido a cierto grado de alimentación 'l. El estado de saciedad condiciona las capacidades 32 El propio Alcifrón inicia la carta 1 21 con el siguiente dilsma: hypermads6is 8 mémenai. Los dos tCrminos contrapuestos -hartura y perdida del juicio- son dos circunstancias extremas que se aducen como
eróticas del individuo. En esta cultura los términos ér6s y lirnós son antitéticos. Por ello, la esfera del placer, la hedon& llega a su culminación cuando ambas necesidades se cubren en el transcurso de un mismo acto. Pues bien, ese objetivo se consigue a través de la participación en un syrnposiurn. El otro género de hambre o libido ocupa un puesto determinante en esta producción. En numerosas cartas se trata esta cuestión. Alcifrón, al considerar este aspecto del psiquismo humano, no se muestra particularmente original o profundo. Para la descripción de este sentimiento recurrirá a la imaginería tradicional de la literatura griega, que refleja una concepción del amor como una fuerza devastadora: es implacable, penetra hasta los huesos (1 16,2) y hace desvariar a quien lo sufre (1 11, 12, 16, etc.). El individuo aquejado de este mal se siente abocado a un triste destino, porque en el fondo es víctima de una enfermedadj3. Este padecimiento brota de manera súbita y cuando menos se espera. Es un flechazo maléfico. En la mayoría de los casos la mujer es una cortesana". Este factor sociológico hay que tenerlo en cuenta.
hipótesis irrealizables. %lo en el caso de que el pescador hubiera ahuyentado el fantasma del hambre seria lógica su entrega a la pasión. Idénticas reflexiones se encuentran en la Antología Palatino V 113: «Cuando eras rico. tú estabas enamorado, ahora que eres pobre ya no amas. iQut remedio es el hambre!». 33 Esta concepción se refleja, incluso, en el uso del termino phórmakon. empleado para designar el remedio de una pena amorosa. Este vocablo tiene claras connotaciones medicinales. 34 En este autor tan sólo figuran las relaciones heterosexuales, al igual que acontece en Menandro. En cambio, LUCIANOnos describe con su característica viveza y mordacidad una escena entre lesbianas (Diálogos de las coriesonas V).
Son, por consiguiente, amores turbulentos, mercenarios y pasionales. La hetera retratada en las cartas suele responder al tipo convencionalmente fijado, es decir, un personaje de signo negativo 35. El concepto de amor queda, pues, reducido al ámbito del placer. El Único objetivo perseguido es la posesión física. Este planteamiento demasiado reductivo cancela la posibilidad de expresar otros sentimientos y de introducir un análisis psicológico de los protagonistas, los cuales. actúan como unas marionetas guiadas indefectiblemente por sus instintos. Al abordarse tan sólo la dimensión erótica, se empobrece el panorama presentado y se limita la casuística de las situaciones. Necesariamente hay núcleos argumentales esquemáticos y repetitivos, porque los peones son siempre los mismos. Aparte de la cuestión de fondo, son fieles también el tópico los datos accesorios y la ambientación general. De pasada se alude a los hábitos propios del cortejo amoroso. El varón obsequia a la mujer de sus sueiios en la medida de sus posibilidades. Algunas prendas de amor son particularmente significativas: las manzanas y las guirnaldas de flores encierran mensajes inequívocos de ardiente pasión. Los medios expresivos utilizados para la descripción de este sentimiento no son originales, sino que engarzan con las formas tradicionales. En el mundo griego se había ido creando a lo largo de los siglos un universo peculiar, habitado por una serie de instancias divinas y de personificaciones. Forman parte de este cortejo Afrodita, con su amplio abanico de advocaciones y epítetos, Eros, las Gracias, la Persuasión, Himeneo, etc. Todos ellos responden a una iconografía precisa y secularmente testimoniada. Su simple mención es un recurso retórico que, con escasas variantes, Báquide y Glicera constituyen una excepción
permite al autor crear un clima gracias a un lenguaje muy codificado. Alcifrón será un eslabón más de esta cadena. 8. El banquete: un símbolo polivalen te
En la sociedad griega había dos estructuras claramente diferenciadas: la pólis, fruto de un proceso de organización colectiva. y el oíkos, último reducto de la ((privacidad» personalJ6. La relación entre ambos compartimentos ha variado a lo largo de la historia de Grecia. En la época clásica existía un neto predominio en favor del primero. En la fase helenística se inicia la hegemonía del segundo. En cualquier caso, ambas esferas presentaban una zona intersecante constituida por el acto ritual del banquete, que estaba a mitad de camino entre la actividad pública y la privada. La primera dificultad reside en traducir correctamente este vocablo al castellano. Los términos habitualmente usados, tales como «banquete», «convite», «ágape» o «festín» son impropios, pero, desgraciadamente, tenemos que seguir usándolos, ya que no es posible encontrar otros cuyos campos semánticos se superpongan mejor. La palabra original griega sirve para designar un tipo de reunión que se desarrolla por espacio de varias horas, consta de diversas partes bien definidas y encierra numerosos significados. En el mundo de Alcifrón -al menos el que él nos describe-, la celebración se inicia a la hora sexta y se pro36 LOS términos polítFs e i d i 6 t ~ sofrecen la mejor expresión de esta bipolaridad. Ambos vocablos son predicables de un mismo individuo. Por esta razón se observa una especie de esquizofrenia en el comportamiento social: el hombre griego se debate entre estas dos tendencias esenciales que condicionan su existencia.
loriga hasta el alba3'. Durante este espacio temporal se procede en común a la ingestión de alimentos sólidos, syssítion en el sentido etimolbgico del término; la consumición de bebida de un determinado porcentaje alcohólico, sympósion; la audición y contemplación de manifestaciones artísticas muy diversas j8 y, por ultimo, la satisfacción del apetito sexual eventualmente. La somera enumeración que hemos realizado de los elementos constitutivos de un banquete no presupone un orden obligatorio de sucesión de los hechos. A este respecto, son muy ilustrativas las cartas 13 y 14 del libro IV, donde se nos describe con todo lujo de detalles todo el proceso simposíaco 3g. El banquete griego es, pues, un gran ceremonial que tiende a colmar las pulsiones esenciales de los participantes, incluyendo en ellas las Iúdicas como un factor importante de equilibrio y de felicidad M. Es un acto asociativo por excelencia, y en él un grupo de individuos practican una especie de terapia colectiva, bajo el signo protector de Dioniso y de Afrodita, Este género de actividad supone una satisfacción de las exigencias somáticas que son la causa ultima de toda actividad. El rasgo más característico 37 Generalmente, es el canto del gallo el que marca el final de la fiesta. 3s Particularmente musicales. J9 Se trata de una auténtica «grande bouffe)). En el epistolario también se nos dan noticias sobre las modalidades de organización, la determinaci6n del anfitrión y las reglas del juego que se siguen en cada caso. Otros testimonios procedentes de la época clásica nos ofrecen variantes del ritual. particularmente en lo que a pasatiempos y diversiones se refiere. Bástenos con citar el diálogo platónico cuyo título responde a este nombre. Sobre la incidencia de este genero de reunión en la poesía griega, véase el trabajo colectivo, editado por M. VETTA. titulado Poesía e simposio nella Grecia ontico. Guido slorico e cNrica, Roma-Bari, 1983.
del banquete es su función totalizadora. Se trata de una celebración singular, en cuya realización toman parte los componentes básicos de la vida psíquica4'. Es, por tanto, un magistral resumen de nuestras tendencias innatas, sabiamente organizadas y unificadas, bajo un ropaje convencional en sus aspectos externos. Se puede, por consiguiente, postular que, en el banquete griego, coincidían desde un punto de vista antropológico la esfera de la alimentación y del eros, dos campos que en nuestras sociedades figuran separados, pero que en otras de carácter tradicional aparecían unidos 42. Esta celebración es fruto de una «convivialidad)>,cuyo mejor caldo de cultivo es la ciudad. Por consiguiente, es el acto urbano por excelencia. En el epistolario, estas fiestas tienen lugar en otro marco en dos ocasiones, debido al desplazamiento local de sus protagonistas que, ocasionalmente, deciden cambiar un escenario y un rito consagrados por el uso. En la carta 1 15, un «fils a papa» organiza su diversión en un barco de pesca; en la epístola IV 13 asistimos a un komos celebrado en una propiedad localiza-
4i Sobre el hambre y la pulsion amorosa, S. FREUD afirma: «En las funciones biológicas ambos instintos básicos se antagonizan o combinan entre si. Así. el acto de comer equivale a la destrucción del objeto, con el objetivo final de su incorporación; el acto sexual, a una agresión con el propósito de la más intima unión. Esta interacción sinérgica y antagónica de ambos instintos básicos da lugar a toda la abigarrada variedad de los fen6menos vitales» (Abriss der Psychoanalyse = Compendio del psicocrnalisis [trad. L. LOPEZ-BALLESTEROS, R . REYARDID],Madrid, 1974, pág. 112). Un tratamiento discutible en algunos puntos, pero sugestivo, ofrece sobre estas cuestiones la obra de M. FOUCAULT, titulada L'usage des ploisirs, París, 1984. vol. 11. 42 En el mundo semítico las celebraciones de este tipo reciben el nombre genérico de «noches rojas*.
da en las afueras de Atenas. En ambos casos se trata de una «profanación» de lugares ajenos a este tipo de actividad. El campo y el mar son un espacio de producción, de trabajo duro y honesto. Las tierras están situadas, generalmente, en los confines del Ática (eskharía). La zona costera (paralía) es el otro término de esta oposición. Quizá el más alejado y diverso: «Como el mar difiere de la tierra, así también nosotros, los marineros, llevamos una existencia distinta de los que viven en la ciudad o en aldeas)) (1 4). La topografía alcifronea queda, pues bien dibujada en sus cartas: Atenas como centro del placer y, frente a ella, el ámbito de la laboriosidad, del esfuerzo, del peligro y de la dura necesidad, subdividida en dos áreas, la rural y la marinera, siendo esta última la más des favorecida. 9.
La tipologia social de Alcifrón
Su concepción del espacio físico se refleja en los estam e n t o ~descritos. Hay una puntual correspondencia entre el escenario y los protagonistas. La diferencia con Teofrasto es notoria. Este último se preocupa por distinguir variedades dentro de una misma especie, como si de un entomólogo se tratase. En cambio, el autor de la correspondencia no se interesa por los matices. Como ya anticipamos, en la obra de Alcifrón quedan reflejadas primordialmente cuatro categorías socio-profesionales y, accesoriamente, algunos tipos representativos de otras actividades diversas. De acuerdo con la distribución de los libros establecida por los editores, el primero está dedicado a los pescadores, y en el se tratan algunos aspectos específicos de esta profesión, como, por ejemplo, los peligros que encierran
la navegación, la dureza del trabajo, los escasos bienes que reporta y otros problemas afines. El denominador común es el sentimiento de inseguridad (aspháleia) que atenaza a estos hombres. Los marineros están dibujados con negras pinceladas. Su condición es triste, se debaten en la pobreza y carecen de un horizonte más esperanzador. Para colmo de males, cuando el amor interviene en sus vidas, no alegra su existencia, sino que, por el contrario, es un factor más de perturbación. La carta núm. 16 refleja a la perfección la desazón que este sentimiento produce en el interesado. El panorama ofrecido en estas misivas no es particularmente sugestivo. Lo destacable es el interés humano: la expresión de unos problemas auténticos y casi atemporales. Hay un planteamiento genérico de situaciones verosimiles, pero no un conocimiento profundo de esta categoria social. Apenas usa tecnicismos en el vocabulario ni descripciones pormenorizadas de tareas específicamente marineras. Son unos hombres de la mar vistos por un hombre de tierra adentro. El segundo libro tiene por protagonistas a unos campesinos. Como en el caso anterior los representantes de esta profesión carecen de rasgos propios. Ofrecen una perspectiva menos pesimista, pero su tratamiento es superficial. La pertenencia a esta clase es un pretexto, ya que la anécdota va, generalmente, por otro lado. Nueve cartas son de contenido amoroso; otras aluden a la educación de los hijos y a su alejamiento del seno familiar, a los atractivos de la ciudad, a los peligros de la bebida, al mal comportamiento de los esclavos, etc. Los temas directamente relacionados con la vida rural son escasisimos. Este dato es relevante. Alcifrón, como Sócrates, es una admirador de la pólis y de las manifestaciones vitales que el mundo urbano ofrece. Es un autor que no vibra ante los encantos
que encierra una existencia en contacto con la naturaleza 4J. Cuando nos describe un amable paisaje en las afueras de Atenas (1V 13), se limita a reproducir un típico focus amoenus de manera formularia y sin aportaciones personales. Ambos libros representan el mundo de la bausanrá, es decir, un microcosmo cuyos habitantes viven en un ambiente, donde priman unos valores distintos de los que están vigentes en el marco ciudadano. El premio de su honradez y de su esfuerzo es una supervivencia conquistada día a día con el trabajo de sus manos. Las otras dos categorías siguientes son objeto de una mayor atención por parte del autor. Constituyen un sector urbano e improductivo, pero indispensable en la puesta en escena de una celebración simposiaca. Es más, ellos son la encarnación de la «convivialidad»". Nos referimos a los parásitos y a las cortesanas. En ambos hay rasgos comunes. En principio, son seres libres de condición social, pero sometidos al arbitrio de otros. Dependen de la persona que los contrata. En este sentido son un bien público, una mercancía. Unos y otros ofrecen su cuerpo al mejor postor: el parásito se aviene a sufrir en sus carnes las vejaciones y las ofensas que el tropheús" estima oportunas; la cortesana otorga sus encantos al eraste's de turno. Los dos tipos se ven obligados a practicar el arte de la adulación, la kolakeíaa, factor importante para conseguir sus 43 44
Sentimiento frecuente en la epoca helenistica. En la carta 111 13 se afirma: «Sin nosotros no hay fiesta en abso-
luto.» 45 El nombre de por si es elocuente, ya que etimoldgicamente indica el que alimenta a alguien. 46 Cf. supra, el cap. 11 de los Caracteres, donde TEOFRASTO nos pinta un espléndido retrato del tipo.
objetivos. El parásito y la cortesana se sienten unidos y forman un frente común respecto de la persona que alquila sus servicios. Hay una cierta connivencia en más de una ocasión4'. Ahora bien, esta misma vinculación origina, circunstancialmente, conflictos. Por ejemplo, el parásito intenta congraciarse con su protector a expensas de la hetera (111 2). Asimismo, sus intereses se encuentran a veces y chocan en lo que se refiere a las ganancias, ya que ambos estamentos tienen una economía concurrente. En efecto, si el patrimonio del dueño se consume, se desvanecen las posibilidades de mantenimiento (111 14). Los parásitos alcifroneos, que figuran en el libro 111, responden al tipo fijo consagrado por la comedia especialmente. Son unos esclavos de su vientre (gastir), víscera que será desginada con variados epítetos alusivos a los males que provoca. Para dar satisfacción a sus exigencias, estos pobres diablos se ven obligados a sufrir todo tipo de humillaciones. Algunos, al borde de la desesperación, buscan unas vías de escape: el suicidio (1, 3 y 13) o bien un puesto de trabajo (4, 35 y 11 32). Ser cargador en el Pireo, bracero de un pequeño propietario o cómico de baja estofa serán las tareas emprendidas en esta segunda opción. En ocasiones se adopta una solución menos drhstica: el robo de algún objeto que permita subsistir por un breve espacio de tiempo (10, 1 1, 17 y 34). Estos personajes no tienen otro horizonte ni preocupación que la comida. Ni siquiera les acecha el implacable Eros, como ya hemos comentad~~ Estarán ~. dispuestos, eso sí, a colaborar con sus
protectores, bien para proteger su oikos o para secundar sus deseos (2, 5, 26 y 27). Quien los nutre (tropheús) es un dios y a él se deben. En resumen, son los representantes de una farándula social cuyo reflejo literario llegará hasta nosotros bajo la forma del pícaro. El último libro de Alcifrón, en su disposición actual, comprende veinte cartas 49. Todas están relacionadas con el mundo de las cortesanas. De las cuatro categorías sociales representadas, ésta es, quizá; la más conseguida. Aparte de una mejor caracterización de las protagonistas, existe una técnica narrativa más elaborada. No son meros esbozos o apuntes en serie, sino que hay un deseo de presentar a un mismo personaje desde diversos ángulos, mediante su aparición en distintas cartas. Este procedimiento establece también un entramado argumenta1 entre varias misivas, que potencia, en último termino, toda la trayectoria diegética del libro. Hay, además, un aliciente complementario, ya que entre los corresponsales figuran distintos personajes reales de los que tenemos noticias históricas. Las mujeres que componen esta galería tienen personalidades bien definidas, que van desde la hetera ejemplar y abnegada hasta la vulgar mujerzuela carente de todo escrúpulo Sabemos por numerosas fuentes el papel decisivo que desempeñaron las profesionales del amor en Grecia. Por exigencias de su oficio gozaron de una mayor libertad de movimientos, de una cierta preparación5', y de un conocimiento más exacto de la realidad circundante
La última es un fragmento. En el repertorio reflejado en este libro sólo figuran exponentes de una cierta clase (hetaírai), no hay ninguna representante del rango inferior {porni?). Sobre todo en el terreno de la música y de la declamación. 49
En 111 28 al parásito le será otorgado falsamente el papel de leno por parte de la hetera con vistas a la consecución de sus propósitos. Una excepción se encuentra en 111 31. El parásito, al hablar de su pasión, empleara imagenes y alusiones referentes a la comida. 47
50
y de sus congéneres, por estar en COntaQO con el medio urbano y no permanecer recluidas en el seno de un gineceo. La literatura, en general, y la comedia, en particular, nos han deparado numerosos testimonios sobre su forma de ser y su participación en la vida cotidiana. Menandro, en más de una ocasión, reivindica el papel jugado por algunas cortesanas. En esta línea ejemplarizante estaría Báquide, destinataria de las cartas núms. 2 y 14, y remitente de las 3, 4 y 5 . A través de estas misivas se adivina un ser generoso y conciliador, rasgos que se confirman en la úndecima epístola. En ella, Meneclides comunica a su amigo y, por ende, a nosotros, sus lectores, la prematura muerte de esta mujer de gran valía. Dentro de la mejor tradición del elogio post mortem, en realidad se trata de un epicedio, Báquide es considerada como una amante excepcional y su pérdida como irreparable. Pero de todo hay en la vifía del Seiior. Junto al caso anterior, nos encontramos con otras heteras insensibles a las quejas amorosas, como Petale, quien le echa en cara a su cortejador su exceso de lágrimas y su falta de regalos y de atenciones (IV 9). En este amplio registro de actitudes y caracteres existe un denominador común: un sentimiento de solidaridad que hermana a estas mujeres, como lo demuestra su participación colectiva en algunas orgías (IV 14) o bien sus consejos y confidencias epistolares (IV 17). Obviamente, están presentes las rencillas (IV 6), los celos (IV 2,5), las rivalidades (IV 14 y fr. 5 ) y las muestras de intolerancia que cualquier convivencia engendra, máxime participando todas en una actividad tan conflictiva por naturaleza. Un lugar aparte ocupan en este libro la correspondencia o las menciones a personajes históricos: Praxiteles, Hiperides, Menandro, Dífilo, Demetrio Poliorcetes, Apeles
y Epicuro 52 son los más conspicuos. En relación con ellos figuran los nombres miticos de Friné, Mirrina, Glicera, Lamia, Lais y Leontion. El hecho de servirse de figuras reales es una manera de potenciar su afán de verismo y de reconstrucción de un mundo irremediablemente desaparecido. No hay una intención falsaria en esta actividad. Se trata, simplemente, de un recurso que pretende familiarizar al lector con unos seres de carne y hueso y hacerlo partícipe de unas noticias que, si bien n o son auténticas, no por ello dejan de tener su interés y su alicente 5 3 . A través de estos testimonios se confirma el hecho de que en aquella sociedad la esfera del eros no coincidía con la del matrimonio en la mayoría de los casos j4. Ello explica la diversidad de roles del mundo femenino y, al mismo tiempo, la actitud de tolerancia reinante, desde nuestra óptica actual. Sobre este particular conservamos un documento esclarecedor y numerosas veces citado. Nos referimos a un pasaje de Demóstenes, donde afirma: ((Tenemos cortesanas para nuestro placer, concubinas para el cuidado cotidiano del cuerpo y esposas para la procreación de hijos legítimos y como fieles guardianas del interior de la casan (Contra Neera 122).
Como se puede apreciar, el hombre griego conoce muy bien cuáles son los cometidos específicos de cada categoría femenina y acude, en consecuencia, a la representante idónea del sexo opuesto, de acuerdo con sus deseos y necesi52
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También son mencionados de pasada algunos discípulos suyos. El mismo que pueda encerrar hoy la llamada ((prensa del cora-
zdnn. 54
El régimen conyugal atendía primordialmente los intereses del
oikos. es decir, la reproducción de la pareja.
INTRODUCCIOK
dades. las funciones son concebidas como contiguas, pero sin interferencias. Los estamentos hasta aquí analizados no agotan la galería de personajes que se asoman a las cartas de Alcifrón. De todos los restantes, el más frecuente y mal parado es el filósofo. Sus intervenciones son de signo negativo y, a pesar de que figuran en diversos libros, todos responden a un modelo único y estereotipado, tanto en lo físico como en lo moral. Son macilentos, de cefio fruncido55,de barba y pelambrera abundantes y, en una palabra, descuidados (1 3, 111 19, I V 7 y 17). Su forma de ser es aun más decepcionante. Ninguno se salva y eso que se nos describirán representantes de numerosas escuelas: pitagóricos, cínicos, estoicos, peripatéticos y epicúreos. Sus diferencias doctrinales no impiden que ellos tengan un tratamiento homogéneo, como si se tratase de un único individuo. En este caso nos encontramos con un ente de ficción que arranca del mundo de la comedia y que ha ido acumulando, en tanto que figura literaria, una serie de rasgos con el paso del tiempo, con independencia de la valoración social que un ser consagrado a la filosofía tuviese en cada momento histórico. Es el prototipo del intelectual deshonesto, incoherente e hipócrita, cuyo fundamental objetivo es obtener ganancias a través de engaiiosas enseiianzas a los jóvenes (11 38, 111 8, 28, I V 7). De igual calafia son los dos ejemplares de pedagogos que figuran episódicamente en el epistolario. Su nota dominante es la irascibilidad. Un personaje también ruin es el usurero, quien ejerce una actividad profesional que se presta por sí sola a la 5
Este rasgo en particular, amen de los otros, nos hace pensar que Alcifrón tiene presente en su memoria una máscara teatral concreta cuando describe a su personaje.
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caricaturización. La avaricia es un vicio ridículo por ser antisocial, de ahí la comicidad inherente a esta forma de comportamiento. Alcifrón nos describe a dos prestamistas cortados por el mismo patrón (1 13 y 11 5). Responden al esquema tradicional. Otras figuras de rancio abolengo literario son el soldado fanfarrón y el misántropo. El miles gloriosus descrito en 11 34 responde, en todos sus pormenores, al tipo del repertorio cómico. En otro pasaje (111 22) hay, en cambio, un intento de redimir a este ente de ficción 5 6 . El exponente de la insociabilidad, aquí dibujado bajo los trazos de Timón (11 32), obedece a la caracterización habitual, incluso en un gesto que hoy leemos en Menandro: gratifica con terrones de tierra a los que le salen a su encuentro. Al variopinto mundo del espectáculo pertenecen un par de sujetos reflejados en esta correspondencia: uno es un actor cómico, vanidoso como un pavo real (111 12). el otro es un malabarista (11 17), a quien imaginamos hábil y fullero. Ambos están retratados con fidelidad y acierto. Para cerrar esta nómina 57, cabría incluir el estamento social de los esclavos, de papel desvaído en estas cartas. Su tratamiento es convencional y, por ello, no merecen un particular comentario. 10.
Las fuentes del episrolario
Ya hemos analizado in extenso el gusto anticuario de Alcifrón y su técnica compositiva. En esos apartados subEn Menandro ya figuran las dos variantes. Figuran también en el epistolario otros dos oficios de rica tradición cómica: el médico y el cocinero. El primero se comporta como un buen profesional y no responde a la tipologia habitual. El segundo es mencionado sólo de pasada. 5'
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ALCIFRON:
.CARTAS-
rayamos cómo toda su obra no es otra cosa que un eco -más o menos desvaído- del caudal literario precedente. En su correspondencia hay citas precisas y alusiones a escritores concretos, pero estos datos no se pueden considerar como las pautas de su inspiración ni mucho menos. Son meros nombres y frases traídas a colación porque engarzan oportunamente con la narración en curso, no porque su mención suponga una especial devoción por parte del autor. Por tanto, sus auténticas raíces hay que rastrearlas. In genere la mayoría de sus recursos proceden del mundo teatral y, particularmente, de la Comedia Nueva, como ya hemos selíalado El escaso número de piezas conservadas y el estado lacunoso de las mismas nos impiden establecer un árbol genealógico en regla. No obstante, se puede afirmar que los préstamos son importantesS9. Ya hemos aludido al hecho de que muchas de sus cartas son auténticas rabellae dramhticas. No sólo las situaciones tienen esta ascendencia, sino tambih los entes de ficción que reproducen a los dramatis personae de los repertorios. Ésta sería, a nuestro modo de ver, la veta mhs notoria de su inspiración. A lo largo de sus cartas se pueden seguir también las huellas de otros autores, como, por ejemplo, Teócrito, del que se aprecian no pocos rasgos, y, por supuesto, Teofrasto 60. También cabe suponer el influjo de otras obras de varia procedencia y breve extensión, que tratasen temas 58 En menor medida Aristbfanes y las tragedias de Eurípides tambiCn dejaron sus huellas. 59 Los testimonios de la Néa y de la palliata nos confirman la efectiva dependencia de Alcifrón de modelos mas antiguos. Cf. J . C. YARDLEY. «TWONotes to Propertiusn, Phoenix 34 (1980), 255-256. Sobre esta cuestibn, cf. el correspondiente apartado en la Introducción dedicada a este autor en el presente volumen.
de poca trascendencia y que gozasen de popularidad 6'. El ejemplo más acabado de este tipo de literatura sería la vasta producción l ~ c i a n e s c a ~En ~ . ella nos encontramos con un auténtico creador, fino observador de la naturaleza humana y, al mismo tiempo, lleno de mordacidad y espíritu crítico. Las concomitancias existentes entre ambos escritores denotan el tratamiento de unos mismos temas, motivos y personajes, pero poco más. Un bagaje cultural común y los condicionamientos y presupuestos artísticos que definen a una época son rasgos que marcan por igual a los creadores de una misma generación. Si analizamos el talante de dos obras estrechamente relacionadas, como son Diálogos de las cortesanas y el libro IV del epistolario, veremos como cada uno tiene una personalidad diferente. Por ultimo no hay que olvidar el enorme peso y poso de la tradición oral. De ella encontramos huellas difusas, siendo las expresiones proverbiales un buen testimonio 63. 11.
Valoración de la obra alcvronea
Ya hemos visto en las páginas precedentes que Alcifrón no fue un autor original: emplea sistematicamente un material de segunda mano. Ahora bien, hay que reconocer que fue un hábil reelaborador de productos ya usados por
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Al igual que tenemos noticias de idilios. dizilogos, mimos, cuentos milesios y otras creaciones, debieron de existir diversas manifestaciones literarias que no han llegado hasta nosotros. La floraci6n de la novela nos confirma la practica de una técnica narrativa ya muy desarrollada y con muchísimos elementos populares. 62 No descartamos la posibilidad de que Alcifrón tuviese conocimiento de la obra lucianesca, pero tampoco creemos que su producción dependa servilmente de esta. En nuestra versión aparecen seiialadas.
la literatura precedente. Su acierto, quizá, reside en el uso de la carta como vía expresiva, ya que esta forma genérica permite que el protagonista hable en primera persona64. Gracias a este artilugio, sus palabras se cargan de sinceridad, puesto que el procedimiento empleado se aproxima a la confesión y se presta al tono íntimo. De aquí derivaría la sensación de frescura y de autenticidad que, en ocasiones, suscitan sus textos. A pesar de esta impresión, no olvidemos que él reproduce o intenta reproducir, con más o menos verismo, un marco histórico y unos personajes desaparecidos desde hacia más de quinientos aiíos, y que para ello acude a unas fuentes literarias, fruto a su vez de una selección y de una codificación de temas y formas precedentes. Suponemos que la Atenas de Menandro no reflejaba una realidad coetánea y que, en cierta medida, este autor procuraba sintonizar sus mensajes escénicos con la ideología dominante. De ahí el indiscutible éxito del que gozd en vida. En consecuencia, la reutilización de estos textos, por parte de Alcifrón, supone ya un segundo grado de ficción. En ningún momento este escritor es un testigo de su tiempo ni menciona las preocupaciones o circunstancias de la época en que le tocó vivir6S.SU obra denota un conservadurismo mental y lingüístico. El mundo que describe y el vehículo expresivo que emplea en dicha descripción son M A veces figuran en los textos la l.' y 2.a persona del plural, alli donde esperariamos las formas correspondientes del singular. Esta particularidad sintáctica, común a otras lenguas, está registrada en el idioma griego desde el siglo i i i a . c . 65 Aunque la aceleración de los procesos históricos es un fenómeno relativamente moderno, cabe sospechar que el lapso cronológico que separa a este autor de la etapa que describe es lo suficientemente amplio como para que su testimonio resulte artificial y producto de laboratorio.
falsos, porque reproducen unos modelos copiados y carentes de relación dialéctica con la realidad circundante. Esta actitud lo convierte en un fiel representante de la Segunda Sofística, movimiento que se significa por su vocación arqueológica. Por consiguiente, su concepción artística no responde a un criterio exclusivamente personal, sino que da fe de un clima cultural y de un gusto difundido en el público por el consumo de obras de estas características. ~ l c i f r ó n ,como Menandro, crea atendiendo a las orientaciones, por no decir exigencias, de sus potenciales degustadores. El epistolario es un producto de imitación, que no pretende engailar, sino entretener a un determinado sector social, para el cual el placer de la lectura reside en el reencuentro con temas ya conocidos y, además, ennoblecidos por una patina del tiempo. Sus cartas, fruto de una patente contarninatio muy bien dosificada, resultan ser unas piezas representantivas de una artesanía narrativa de cierta calidad y, por ello, son una vía expedita hacia la evasión. Ellas no suscitan una emoción poética privilegiada, pero, en cambio, saben desencadenar unos mecanismos psicológicos elementales en el grupo social que las lee. Los receptores de este mensaje serían preferentemente los exponentes de un cierto renacimiento pagano, para los que el culto de la tradición clásica constituía un programa de restauración erudita y, quizá, política. En realidad, fueron promotores de un auténtico ((revival)). Se trataría de una «elite», que habría recibido una educación retórica y que, por tanto, se sentían en la obligación de ser laudatores temporis acti. Si intentamos valorar la producción alcifronea aplicando los parametros de la critica de nuestros días, diremos que su epistolario pertenece al tipo de literatura de entrete-
nimiento y que iba destinado a una audiencia medianamente culta, al menos. Tal vez convenga matizar algo las precedentes afirmaciones, ya que se puede pensar que consideramos a esta obra como un producto prototipico de la «midcult». Tal calificación no seria exacta. Sobre el ha escrito unas vagoroso concepto de «Kitsch», U. páginas sugestivas y, a nuestro juicio, clarividentes. Pues bien, los textos alcifroneos no responden por completo al retrato robot que su definición suscita, aunque es verdad que tienen un estrecho parecido. La incapacidad de fundir la cita o la referencia cultural en un nuevo contexto es el signo característico de la obra susceptible de ser catalogada como «Kitsch)). Nos parece que esto no acontece en los escritos que estamos analizando. Aquí el mensaje es artesanalmente correcto. El autor intenta estimular experiencias de diverso tipo, sirviéndose para ello de estilemas y temas artísticos ya utilizados, pero, no obstante, el producto resultante alcanza una cierta dignidad. Independientemente de las funciones y de la estimación que este mensaje tuviera en su época, es justo que nos preguntemos qué valor reviste hoy para nosotros. Desde este punto de vista nos parece que, por un lado, completa nuestras informaciones sobre aspectos de la sociedad griega mal conocidos 67 y que, por otro, nos permite acercarnos a un tipo de mentalidad, a unos presupuestos ideológicos que han tenido vigencia en unos años determinados
y, asimismo, a sus partidarios, aunque sdlo fuese el reducido circulo de unos lectores69. En resumen, estamos ante una obra digna por su factura, amena y de fácil lectura. En algunos momentos está llena de viveza 70, frescura y espontaneidad. En toda ella se perfila un realismo mimético que «non 6 vero, ma e bene trovato)). No es una pieza maestra, pero sí el documento de un maestro 71 que ha escrito de acuerdo con los cánones estéticos de su t i e v o y que, además, estaba dotado de una fina sensibilidad y de una dulce nostalgia7*. 12. Fuentes manuscritas e impresas
Las cartas, por su naturaleza híbrida, constituyen siempre un apartado secundario en los manuales de literatura, como les ocurre a las mal llamadas artes menores en las obras destinadas al estudio de las creaciones plásticas. Este
69 La difusión del libro en esta época, como medio de comunicación, es notable. Coinciden en el momento de expansión dos formatos: el códice y el rótulo. El primero se especializó en obras técnicas, cristianas o de escaso valor literario. El segundo se continuó empleando para dar a conocer aquellos textos paganos que mejor reflejaban la tradición clásica. Cf. el interesante trabajo de G. CAVALLO, titulado Libri, editor; e yubblico nel mondo anfico. Turín-Bari, 1975. Cf. J. R. VIEILLEFOND, «L7invention chez Alciphron)), Rev. N. Gr. 92 (1979), 120-40. Cf. F. CONCA, «Ossewazioni intorno allo stile di Alcifrone)), Riv. Filol. Istr. Class. 102 (1974), 418-131. Quizá convenga recordar aquí las últimas palabras que cierran un magistral trabajo de E. PANOFSKY y que rezan así: «Una visión nostAlgica, nacida de la distancia, junto con una sensación de afinidad, constituyen la esencia misma del Renacimiento)) (Renaissance and Renascences in Western Art = Renacimiento y renacimientos en el arte occidental [trad. M . a L . BALSEIRO],Madrid, 1975, pág. 298).
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Apocalitticj e integrati. Comunicazroni di m a s a e ieorie dello cul-
tura di masa, Milán, 1978 2, pág. 110. 6' Aunque su adscripción temporal y su realismo sean ambiguos y discutibles. 68 Por supuesto, en el seno de la segunda centuria después de Cristo.
prejuicio ha motivado que el corpus alcifroneo haya tardado mucho tiempo en constituirse, ya que siempre prevalecía un criterio antológico. La editio princeps, como ya anticipamos, fue preparada por el humanista Marco Musuro y contenía cuarenta y cuatro cartas 73. Este texto fue traducido al latín y publicado en Ginebra en 1606 74. A principios del siglo x v i r i , esta primera entrega fue completada sustancialmente por Bergler 75, quien ailadió otras setenta y dos misivas. En 1791 se vuelve a reeditar en Utiekht. Pocos años más tarde (1798), J. A. Wagner incorpora seis cartas más y ofrece una nueva traducción latina. En 1853 salen a la luz dos versiones: la de A. Meineke y la de E. E. Seiler. Esta última completa el texto por nosotros conocido: por primera vez son publicadas las ciento veintitres epístolas. En 1856 se realiza una editio nova de este mismo trabajo. Veinte anos después (1873). R. Hercher 76 incluye esta correspondencia en la colección titulada Epistolographi Graeci. M. A. Schepers 77 publicó dicha correspondencia completa y la dividió en cuatro libros, según la disposición actual, en dos ediciones sucesivas y muy próximas en el tiempo (Groninga, 1901, y Leipzig, 1905). Esta pauta ha sido seguida por A. R. Benner y F. H. Fobes, quienes, en 1949, dieron a conocer la producción alcífronea en una l3
'ErrioroAai biacpópov cpikooócpov, bqrópov, aocpiorc%v E€, n p o ~ r o i ~E ~ K O O ~Venecia. , 1499. El término editio princeps lo empleamos en sentido absoluto. Por supuesto, esta denominación es aplicable a todas aquellas ediciones que engrosan el corpus. 74 Epistoloe Graecanicae Mutuae, Ginebra, 1606. Alciphronis Rhetoris Episrolae Graece et Latine, quarum maior pars nunc primum editur, Leipzig, 1715, y Utrecht, 1791. Epistolographi Groeci, Paris. 1873. Alciphronis Rhetoris epistuhrum libri IV, Groninga, 1901. y Leipzig. 1905.
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versión más fidedigna y que corrige en varios pasajes las lecciones de Schepers. Hoy por hoy es la edición crítica más autorizada que poseemos. El texto de la misma es el que hemos utilizado como base de la presente traducción 7s. Las fuentes del corpus están constituidas por catorce manuscritos de datación reciente. El más antiguo se sitúa a caballo entre los siglos Xii y X i i i . Los demás hay que fecharlos en el X I V y en el xv. No deja de ser curioso el hecho de que un autor de tan poca influencia en la posteridad haya sido objeto de una cierta atención en el protohumanismo, como lo indica el número de sus manuscritos. Nueve de ellos se distribuyen en tres familias (x, x l y x '). Los cinco restantes son independientes, o bien ocupan una posición incierta en el stémma 79. La sucinta historia de la tradición de esta obra evidencia su escasa fortuna. Esta falta de atención nos parece inmerecida. Por ello, no es de extrañar que no abunden las traducciones a lenguas modernasa0. Entre las más notables se encuentran la inglesa que acompaAa al texto griego de la colección Loeb, ya citada, y una versión parcial italiana de reciente publicación8'. The Lellers of Alciphron, Aelian and Philostrarus, Londres. 1949. Cf. la Praefotio de la edición de SCHEPERS (1905) y la Introducy FOBES.págs. 18-21, en lo que concierne a la descripción de BENNER ción y relación de los manuscritos entre si. 80 Remitimos. una vez más, a la Introducción de BENNER y FOBES, págs. 32 y 33, donde se citan las más importantes. Letlere di parassiti e di cortigiane, a cargo de E. A v ~ z z uy ODDONE LONCO, Venecia, 1985. Es también la última edición del texto original del que tenemos noticia. Solamente publica los libros 111 y IV. Se trata de una reproduccion de la versión griega fijada por Benner y Fobes. N o obstante, es un trabajo interesante por su introducción, notas y bibliografía. 79
E n castellano este epistolario ve la luz por vez primera. Confiamos en que, al ser un autor ((nuevo)) para los hispanoparlantes, encuentre una acogida más propicia y más justa, en consonancia con el testimonio que nos depara.
BIBLIOGRAF~A
A) PRINCIPALES EDICIONES
Relación cronológica
1499: M. Musu~us.'Emoro)caibacpópov cplhoaócpwv, i>qrópov,
t,, (Editio princeps. Consoocpiarov ES npbc r o i ~ í ~ o aVenecia. ta de cuarenta y cuatro cartas.) 1606: Epistolae Graecanicae Mutuae sumptibus Caldorianae Societatis, Ginebra. (Traducción latina del texto precedente.) 17 15: S. BERGLER, Alciphronis Rhetoris Epistolae Graece el Latine, quarum maior pars nunc primum editur, Leipzig. (Reedición en Utrecht, 1791. Ofrece una edición de setenta y dos
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NOTA TEXTUAL Pasajes en los que no se sigue la edición de Benner y Fobes: Edición de Benner y Fobts
I 2, 3
bva!3puvop~vq< ~ ikrj< 610v
Lección seguida por nosotros i v EUpuvópqq ~ i q Afipvov (N)
LIBRO 1 CARTAS DE PESCADORES
1
De Eudio a Filóscafo En el día de hoy, el mar recobró la calma que es tan beneficiosa para nosotros. En efecto, el temporal iba ya por su tercera jornada. Sobre la superficie soplaba impetuosamente un viento norteño procedente de los acantilados, de forma que. la masa de agua estaba encrespada y negruzca. Un festón de espuma florecía sobre el oleaje, ya que, por doquier, las olas chocaban entre sí: unas se estrellaban contra las rocas, otras rompían por su propia hinchazón. La inactividad era total. Nos pusimos al abrigo en unos refugios de la costa y, tras recoger los restos del maderamen cortado por los constructores de embarcaciones y que andaban por allí abandonados desde hacía poco tiempo, encendimos con ellos unas hogueras y, de esta manera, combatimos la crudeza del frío. Una vez que llegó el cuarto día, «del alción)) ' según creo (ello se puede Recibían el calificativo de «alcionios» los días que precedían y seguían al solsticio de invierno, unos catorce en total. Tradicionalmente se consideraba que, en este espacio de tiempo. el martin pescador o alción incubaba sus huevos en unos nidos que flotaban sobre las aguas. Este período de tiempo se solía caracterizar por ser bonancible. Cf. ARISTOFANES, Aves 1594, y TE6CRITO. ldilios VI1 57.
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LIBRO I
comprobar por la limpidez del cielo), éste nos trajo todo genero de bienes: tan pronto como se dejó ver el sol y brilló sobre la superficie el primer rayo, hicimos a la mar con presura nuestra barquichuela que, últimamente, había permanecido varada. Luego, colocadas las redes en ella, 4 nos pusimos a la obra. Apenas alejados de la costa las echamos y, al izarlas, conseguimos, ¡qué hermoso espectáculo!, una enormidad de peces. La red estaba tan hinchada que los flotadores casi se hundían bajo el agua. Seguidamente, los comerciantes del ramo que estaban por zllí cerca, después de apoyar unas barras sobre sus hombros, equilibrar las cestas en sus extremidades y pagar el importe de la mercancía, se encaminaron velozmente s desde el Falero hacia la ciudad '. Abastecimos a todos éstos y, además, pudimos llevar para las madres de familia y los nifios una cantidad no despreciable de pescado de pequefio tamaño, con el objeto de que tuvieran no sólo para un día, sino para varios, en el caso de que sobreviniera otra vez el mal tiempo.
De Galeneo a Cirlón En vano nos esforzamos, Cirtón, por todos los medios. Durante el día la brisa marina nos abrasa la piel; en cambio, por la noche rastreamos las profundidades bajo la luz
Barrio situado al sureste del Pireo. Para todas las referencias locales que aparecen en el epistolario, remitimos al manual cliisico de W. JUDEICH, Topographie von Alhen. 2.' ed., Munich, 1931. 3 Por supuesto, se refiere a Atenas. Habitualmente esta poblacidn aparece mencionada mediante los nombres comunes griegos &/ir o &y. Cf. Introd., apart. 6.
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de unas lámparas y, como reza en el dicho, vertemos nuestros cántaros en los recipientes agujereados de las Danaides4, hasta tal punto nuestros afanes son inútiles e infructuosos. Ni siquiera conseguimos llenar el estómago con anernonas de mar o con berberechos. Nuestro patrón recoge tanto los peces como la calderilla. Y no contento con obtener semejante ganancia a nuestra costa, escudriña sin cesar nuestra pobre embarcación. Hace poco, cuando enviamos desde Muniquia5 a este joven de aquí, Hermón, para que le entregase cuanto habíamos capturado, nos pasó el encargo de pescar esponjas y lana marina6, la cual se cría abundantemente 7 . Tan pronto como hubo recibido la petición, Hermón, después de haber dejado plantada la cesta con peces y todo, y a nosotros con Se trata de las famosas hijas de Dánao que fueron condenadas. en las mansiones subterráneas, a llenar inútilmente unas vasijas sin fondo. como castigo por haber asesinado a sus esposos. Lengua de tierra firme que forma una de las ensenadas del ~Pireo, concretamente la parte más meridional de la misma. Probablemente se refiera al byssos. hilo fino. largo y fuerte segregado por la pínna, molusco bivalvo. Esta delicada fibra se utilizaba para hacer tejidos que gozaban de una gran estima en la Antigüedad. Uno de los lugares mas destacados en la elaboración de este género de manufactura fue Tarento, Cf. infra, n. IV 32. Para todas las referencias vinculadas con la fauna marina, remitimos a D'ARCYW. THOMPSON, A Glosary of Greek Fishes, Londres, 1947. Este pasaje es un tanto incierto. Los manuscritos ofrecen diversas lecciones, pero ninguna totalmente satisfactoria. No obstante, hemos opcado por la que figura en el manuscrito N (Parisinus supp. Graec. 352). por parecernos algo artificiosa de forma y significado la conjetura ofrecida en la edición de Benner y Fobes. Tal vez existid un templo en honor FLACO,Argonaulica de Eurinome en la isla de Lemnos. Cf. VALERIO 11 136. Expresiones parecidas a nuestra versión se encuentran infra, en 1V 11 y 19. I I Y - 12
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nuestro barco, se marchó en una modesta lancha, tras enrolarse en la tripulación de unos remeros rodios que trabajan por cuenta propia. Ahora el amo echa de menos al subordinado y nosotros a un buen camarada.
De Glauco a Galatea
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Provechoso es el campo y exento de peligros el terrufio. No en vano los atenienses llaman a la tierra anutricia)) ', porque nos proporciona unas dádivas que nos permiten estar vivos y subsistir. Duro es el mar y la navegación una ardua empresa9. Yo opino así con fundamento de causa, a través de las ensefianzas recibidas y de mi propia experiencia. En cierta ocasión, en que yo quería vender mi pescado, escuché a uno de esos tipos, que, descalzos y con aspecto macilento l o , se pasan la vida en el Pórtico de las Pinturas 11,recitar un verso en el que se censuraba la fal-
ta de seso de los navegantes. Y afirmaba que estas palabras eran de un cierto Arato, hombre experto en fenómenos celestes. La cita rezaba así, al menos la parte que pude retener de memoria, ya que soy incapaz de recitarlo completo: Una plancha ligera de madera los protege de la muerte1?.
¿Por qué razón, mujer no tomamos una determinación y, aunque la ocasión sea tardía, evitamos la vecindad de
la muerte, máxime debiendo conservar la vida en pro de nuestros hijos? Y si por nuestra falta de medios no les podemos ofrecer gran cosa, al menos, les procuraremos y haremos este favor: que no lleguen a conocer las furias del oleaje l 3 y los riesgos abisales y, en cambio, que crezcan en medio de tierras de labor y disfruten de una existencia segura y ajena al miedo. 4
En un altar de Pkrgamo figuraba la siguiente inscripción: G i Anésidha. Es también uno de los apelativos de Deméter. Cf. PLUTARCO, Quaestiones convivales IX 14. 4. La peligrosidad del mar es un tdpos que se registra ya en H e s i o w (Trabqios y Dim 618 SS.). Cf., en particular. D I ~ ~ E NLAERCIO. ES 1 4. 77. 10 La parodia del filósofo es un tema cómico tradicional. Baste con citar las Nubes de Aristófanes. A partir de él los testimonios literarios menudean. Este ente de ficción llega a convertirse en un «tipo» fijo que siempre responde a unas mismas caracteristicas, tanto en su aspecto fisico como en su forma de ser. La caricatura de este personaje figura en varias cartas (11 11 y 38; 111 17, 19 y 28. y IV 7). Todas las escuelas filos6ficas son objeto de shtira por igual. Luciano también ofrece un amplio material a este respecto. 1 1 Se trata de la Estoa Pecile, construida por Pisianacíe en torno al 473462 a . c . Las numerosas pinturas que allí figuraban, algunas obras
De Cimóroo a Trirónide
Como el mar difiere de la tierra, así también nosotros, los marineros, llevamos una existencia distinta de los que viven en ciudades o en aldeas. Pues éstos, o bien en el interior del recinto amurallado participan de los asuntos públicos, o bien, dedicándose al cultivo del campo, aguardan a que los productos del suelo les procuren el susten-
de Polignoto. le valieron el calificativo de poik17é. En el siglo 1 1 1 a.c., Zenón eligió a t e lugar como sede de su escuela filosófica. Fendmenos 299. l3 Literalmente dice: «una triple ola». Cf. supra, TEOFRASTO, Caracteres, n. 86.
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to. En cambio, para nosotros que nos ganamos la vida en las aguas del mar, la tierra firme significa la muerte, como les acontece a los peces, incapaces de respirar el aire. ¿Cuál es, pues, la razón que te incita, mujer, tras abandonar la playa y los filamentos de lino 14, a frecuentar la ciudad para asistir a las fiestas Oscoforias l 5 y Leneas 1 6 , en compañía de atenienses adineradas? Semejante comportamiento no revela sensatez ni buenas disposiciones. Ciertamente, tu padre en Egina 17, donde tú fuiste a nacer y te criaste, no me confió en estos términos a tu persona para ser iniciada por mí en la vida conyugal. Si tanto te atrae Atenas, adiós y vete. Si, por el contrario, amas a tu marido y las cosas del mar, vuelve a casa, una vez que has elegido lo mejor, y olvídate por completo de los espectáculos engaiíosos que la ciudad encierra 1 8 .
Alusión a las redes. Las Oscoforias se celebraban en Atenas en la epoca de la vendimia en recuerdo de la mitica empresa de Teseo contra el Minotauro. Con tal motivo se organizaba una procesión desde el templo de Dioniso hasta el de Atenea en el Falero. En este cortejo tomaban parte dos jóvenes atenienses, de familias distinguidas, portadores de unos racimos de vid (oskhophoroi). Tambitn son citadas en 1 11 y IV 2. 16 Las Leneas eran unas fiestas en honor de Dioniso que tenían lugar en el mes de Gamelión (enero-febrero). Durante ellas había certámenes teatrales. También son mencionadas en 1V 18. l7 Pequeña isla del golfo Sarónico, próxima a Atenas. ' 8 En estas líneas se pone de manifiesto la extraiieza de Cimótoo ante un comportamiento de su mujer, que atenta contra los hábitos y las normas tradicionales en lo que atañe a la condición femenina. Cf. JENOFONTE,Económico VI11 10, 11 y 14. Sus escapadas a la ciudad provocan una velada amenaza de divorcio por parte del mando, quien le hace ver los peligros inherentes a los espectáculos y festejos de Atenas. Menandro, amén de otros testimonios. nos ilustra cumplidamente sobre este punto.
5 De Náubates a Rocio Crees que tú únicamente eres rico, porque has conseguido atraerte a tu causa por una paga más elevada a los que a mí me servían. Y es natural. Hace poco, en un golpe de red capturaste unas monedas de oro con la efigie de Darío -quizá una reliquia de la batalla naval de Salamina 19-, procedentes, según yo creo, de una nave persa hundida con su tripulación y su cargamento, cuando, en tiempos de nuestros antepasados, Temístocles, hijo de Neocles, erigió un magno trofeo en su lucha contra los medos. Yo, en cambio, prefiero satisfacer mis necesidades gracias al trabajo cotidiano realizado con mis manos. Ahora bien, si nadas en la abundancia, emplea el dinero con justicia, de manera que tu riqueza esté al servicio de una causa noble y no de una indigna.
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De Pánope a Eurr'bulo Eutíbulo, cuando tú me tomaste por esposa, yo no era una mujer marginada ni de oscuro origen, sino, por el contrario, el fruto de unos dignos progenitores. Mi padre era Sostenes, del demo de Estiria 'O, y mi madre, Demófile. Ellos concertaron contigo un compromiso matrimonial
l9 Este combate tuvo lugar en el ailo 480 a.c. Temistocles fue el artífice de la victoria. al derrotar a la poderosa armada persa capitaneada por Jerjes. Cf. ESQUILO,Los persas 355-471, y H E R ~ W T O ,VI11 74-95. Lugar situado en la costa oriental del Ática.
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de su hija y heredera2' para la procreación de hijos legít i m o ~ Pero ~ ~ . tú, por darle gusto a la vista y por haberte entregado a todo género de placeres amorosos, me has deshonrado a mi y a nuestras hijas, Galene y Talasión, y te has enamorado de una extranjeraz3 procedente de Hermionez4, a quien acogió el Pireo para desgracia de sus amantes. Los jóvenes ribereños la cortejan y unos
21 El termino ep~RIProsaqui utilizado designaba originariamente a la única heredera de un patrimonio. Ésta, en virtud del derecho ático, debía desposar al pariente más cercano -generalmente el tío paterno- para conservar los bienes en el seno de la familia. La fina sensibilidad de Mcnandro para defender las causas de los dtbiles supo sacar partido dramático de esta injusta norma en más de una ocasión. Particularmente en la comalia titulada El acudo, donde toda la trama argumenta1 de la misma se centra en torno a esta espinosa cuestión jurídica. Es difícil saber el valor exacto que esta palabra encierra en la obra de Alcifrón (11, 23; 111, 22; 111 28), dada la vaguedad del contexto y la fecha tardia de su composición. En la mayoría de los pasajes parece significar: «mujer legalmente casada», sin ninguna otra connotación. Cf. infra, n. 111 117. 22 Fórmula habitual empleada por la persona que otorga legalmente a la futura esposa. durante la ceremonia de la eng)iesis, acto que sanciona la promesa de conceder una mujer al que un día será su futuro marido. 23 En el texto original se emplea el vocablo «meteco», que era el termino usado para designar a los extranjeros de condición libre, domiciliados en Atenas y sometidos a determinadas prestaciones y requisitos legales. z4 Puerto de la Argólide. Este lugar es también mencionado en 1 16 y 111 10. 25 La forma aqui utilizada en el texto original esta relacionada con el sustantivo komos, vocablo que significaba primitivamente un tipo de cortejo festivo dorio con cantos y danzas en honor de Dioniso. Por extensión se dio este nombre a las fiestas callejeras y, en general. a grupos de hombres bebidos y, por consiguiente, alborotadores. Posteriormente adquirirá el valor de «ronda, visita galante», tal como se puede apreciar
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tras otros le ofrecen regalos. Ella los acoge en su casa y los devora a la manera de Caribdis 26. Tú, por saberte a poco los dones propios de un pescador, ni le llevas ni quieres darle boquerones o saimonetes 17, sino que, deseando desplazar a codazos a tus rivales, le envías redecillas milesias 28, un mantoz9 siciliano y, por si fuera poco, algún objeto de oro, ya que tienes constancia de que eres demasiado maduro para ella y de que estás casado desde hace muchos años, así como de que eres el padre de unas hijas que no son precisamente unas nifias pequeñas. Por consiguiente, abandona tu comportamiento arrogante y deja de ser un libertino y un mujeriego. En caso contrario, has de saber que me marcharé a casa de mi padre, quien, por supuesto, no me mirará con malos ojos y , por lo demás, te denunciará ante la justicia por malos tratos 'O.
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en el Idilio 111 de TECRITO. así titulado. El verbo de este pasaje encierra la idea de cortejar, al igual que en TEOFR..Caract. X11 3. 26 Hija de Posidón y de Gea. Por su voracidad fue convenida en una roca que, frente a Escila, bordea el estrecho de Mesina. Tres veces al día absorbía enormes cantidades de agua y cuanto habia en suspensión en ella, vomitándolo todo poco después. Alcifrón nos presenta otra situación conflictiva semejante en 11 31. Cf. Odisea X11 235 SS.; F I L ~ S TRATO, Epístolas 50. 27 Cf. ATENEO,VI1 313A-C 324G325F. 28 Es un accesorio femenino empleado para sujetar el cabello y, particularmente, el rodete, como se puede apreciar en la figura de la tafiedora de flauta del Trono Ludovisi. Las de Mileto gozaban de una particular fama. l9 El himarion era una prenda de amplias proporciones que se utilizaba para salir al exterior. Las palabras de Pánope difícilmente podrian convertirse en realidad. desde un punto de vista legal, en el siglo iv. Ignoramos si en la epoca de Alcifrón serían algo más que una amenaza.
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De Talaso a Pontio Te he hecho llegar una acedia 3', un lenguado, un mújol 32 y treinta y cinco caíiadillas. Tú, en cambio, mándame un par de remos, puesto que se me han roto los míos. Ciertamente, el toma y daca es propio de amigos. El que pide con naturalidad y confianza demuestra su convicción de que todas las cosas se tienen en común tanto para otorgarlas a los amigos como para recibirlas de parte de ellos ".
ese barco que tú ves, el batel equipado con numerosos remeros, es una nave coriciaJ5 y su tripulación unos piratas de Ataliaj6. Éstos quieren que yo participe en su aventurera empresa, prometiéndome a cambio bienes y bienes sin cuento. Ciertamente estoy con la boca abierta como un animal de presa en lo que respecta al oro y la vestimenta que me ofrecen, pero no soporto la idea de convertirme en un asesino y de manchar mis manos con sangre, manos que el mar ha conservado puras de toda iniquidad desde mi infancia hasta el momento presente. Seguir viviendo en la pobreza es duro e insoportable. Sopesa tú la elección entre estas dos opciones, pues, una vez que tu, mujer, te hayas inclinado en un sentido, yo te seguiré por ese camino, ya que el parecer de los seres queridos sirve habitualmente para zanjar una decisión dudosa.
Los indecisos suelen tomar sus determinaciones siguiend o el dictado de personas reflexivas. Yo, tras haber hablado muchas veces en el vacío -pues no me atrevía, mujer, a decirte nada-, rompo ahora el silencio y te pido que, eligiendo lo más conveniente, me aconsejes. Escucha cómo está la cuestión y respecto de que problema necesito tu parecer. Nuestra situación, como bien sabes, está en un callejón sin salida y nuestra vida adolece de una gran estrechez, ya que el mar no nos da para comer. Pues bien,
¡Bonita suerte la mía! j7. Mis asuntos van de mal en peor, como le sucedía a Mandróbolo 3s, el del proverbio. Ciertamente vender la mercancía por cuatro cuartos y comprar justo lo indispensable es un magro consuelo. Pues bien, ha llegado el momento de que tú me ayudes, Estru-
Cf. ATEN.,VI1 329E-3308. 32 Cf. ibid., 306D-308D. El molusco citado a continuacidn, keryx. es un tipo de caracola o buccino. 33 La idea aqui expresada se basa en una máxima que se atribuye en sus orígenes a Pitágoras. Su acuiiación habitual es koina ra ton phí1511y, como tal, aparece en numerosos textos. Dentro de este epistolario se alude también a ella en 11 12. 34 Este pasaje tiene reminiscencias euripideas.
Córico fue una ciudad costera de Licia que tenía fama de ser una guarida de piratas. 36 Ciudad de Panfilia. 37 Variante eufemística de la expresi6n habitual: bulle es kórakas, que literalmente significa: «iVete a los cuervos!» 38 Avaro que prometi6 a los dioses un carnero de oro, luego fue rebajando su ofrecimiento y termin6 por no dar nada. De aqui la expresión hecha que encierra la idea de cosas o situaciones que se van deteriorando.
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De Egialeo a Estrución
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ción, a cambio percibirás una recompensa de mi parte, en la medida en que el mar provea. Yo querría, a través de tu patronazgo, entablar amistad con uno o dos de estos tipos de aquí, forrados de dinero, bien Erasicles de Esfe~ , el fin de poder yo to 39 o Filóstrato de C ~ l a r g o ~con personalmente servirles el pescado en sus cestas. Sin duda alguna, además del dinero contante, yo conseguiré de ellos, por mediación tuya, algún amparo durante la celebración de las fiestas Dionisias4I o de las Apaturias41. Por otro lado, apartarán de mí la amarga mano de los agoránomos4l, quienes, con tal de conseguir su propio beneficio, descargan sus iras a diario contra los más débiles. En efecto, es un hecho -y no un cierto rumor- que vosotros, los parásitos, gozáis de mucha ascendencia entre los jóvenes y los ricos. 10
De Céfalo a Pontio Como ves, el mar está rizado y el cielo cubierto por todas partes de negros nubarrones. Los vientos encontra-
Demo iítico al SE. del monte Himeto. Demo que se encontraba al norte de Atenas. 41 En honor de Dioniso se organizaban diversas fiestas: las Dionisias propiamente dichas -las Grandes y las Pequeiías-, las Leneas y las Antesterias. Las primeras, que tenían lugar en la primavera, eran las más importantes. En ellas predominaban las manifestaciones teatrales y la exaltación del vino. 42 Fiestas que duraban tres dias y durante ellas se profedía a la inscripción de los hijos legitimos en las listas de las fratrias. 43 Funcionarios encargados de la regulación y vigilancia de los mercados, entre otros cometidos. 39
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dos casi nos anuncian la gran intensidad que alcanzará la marejada. También los delfines al saltar y brincar plácidamente sobre un mar que se alborota por momentos nos indican que la tormenta y el mal tiempo ya están encima. Los expertos en cuestiones meteorológicas afirman que el nacimiento de Tauro" en el cielo ha provocado la situación actual. Ciertamente, quienes adoptan una postura vigilante ante el peligro con frecuencia se salvan, gracias a las medidas tomadas. Pero hay otros que, una vez que se han dado a la mar y tras haber encomendado sus timones a la suerte por causa de su inexperiencia, son arrastrados a la deriva. Por tal motivo llega después hasta nosotros la noticia de que, llevados por las corrientes, han encallado o han naufragado, unos a la altura del cabo de Malea JS, otros en el estrecho de Sicilia y otros en la zona de Libia. C a f a r e ~no~ tiene ~ nada que envidiarle a estos lugares en lo relativo a temporales y peligrosidad. En efecto, tras haber aguardado que cese el oleaje y retorne el buen tiempo, bordearemos la costa hasta llegar al propio Cafareo con la finalidad de, en el caso de que sea hallado. en alguna parte, un cadáver arrojado por el mar, procedente de un naufragio, enterrarlo una vez que le proporcionemos la debida sepultura. Pues obrar bien no queda sin recompensa, aunque a primera vista no aparezca el beneficio de la buena acción. Amén de las ventajas que se
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En esta constelación se encuentran las Híades (literalmente: «hacedoras de lluvia»). Estas estrellas aparecen en primavera y en diversas fuentes de la Antigüedad se subraya su vinculación con las tormentas. 45 Se encuentra al SE. de Laconia. Era considerado un lugar peligroso para la navegacidn. Promontorio al SE. de la isla de Eubea, donde -según la tradición- sufrid un descalabro la flota griega a su regreso de Troya.
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esperan 47, la conciencia del deber cumplido conforta y ensancha particularmente el corazón a los hombres y, en especial, cuando tributan un gesto hermoso a congéneres que ya no disfrutan de la existencia.
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que las propias Gracias5', tras abandonar Orcómeno 5 Z y baiiarse en la fuente de Argafia bailotean en sus mejillas 54. Sus labios son como si él le hubiese quitado a Afrodita las rosas de su regazo y las hubiese hecho florecer en su boca. He de conseguir unirme a él. En caso contrario, imitando a la lesbia Safo, me arrojaré al abismo, no desde los acantilados de Léucades6, sino desde las rocas del Pireo.
De Glaucipe a Cárope
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Madre, estoy fuera de mí y no soporto la idea de casarme con el joven de Metimna4s, el hijo del piloto, con quien mi padre me anunció recientemente que me prometerá. Mis sentimientos son tales desde el momento en que vi al disting~ido'~ efebo portador del racimo de vid, cuando tú me animaste a que fuera a Atenas, durante la celebración de las fiestas Oscoforias Realmente es guapo, madre, guapo y muy agradable: sus cabellos más rizados que la espuma del oleaje, su sonrisa más dulce que el mar en calma y su mirada de un azul intenso, como se muestra la superficie marina al ser iluminada por los primeros rayos del sol. De la totalidad de su rostro podrías decir
47 Alude a los objetos de valor que solían ponerse al cuello los pasajeros de una embarcacidn, con el fin de recompensar a quienes le concedieran una sepultura, en caso de naufragio. a Ciudad costera al N. de la isla de Lesbos. 49 El adjetivo artikds. aparte de su valor primigenio referido a la ciudad, connota la distinción propia del hombre que vive en una pólis, máxime cuando ésta es Atenas. El joven que lo ostenta es, además, un arkhophdros. cometido desempeitado por muchachos pertenecientes a conocidas e ilustres familias atenienses. De ahí nuestra traducción. Cf. Introd.. apart. 6. so Cf. supro, n. 1 15.
51 Las Carita -de acuerdo con su denominación griega- son unas hermosas jóvenes a las que se acostumbraba a representar en numero de tres, desnudas y cogidas por el hombro. Eran antiguas deidades de la vegetación. En la poesía alejandrina son mencionadas con mucha frecuencia. particularmente en conexión con la diosa Afrodita de la cual son casi un cortejo obligado. Como tal han seguido en la literatura amorosa posterior. Cf. infro, 111 8 y 29, y IV 9, 4. 5Z Ciudad de Beocia al N. del lago Copais, en donde Eteocles hizo construir un templo en honor de las Gracias, según ESTRAEION(1X 2 40). Manantial situado al pie del monte Citerón en Beocia. s4 Metáfora empleada por el propio Alcifrón (111 29) y por otros autores, tales como Luciano y Aristéneto. La rosa era una flor muy apreciada por los griegos. En contextos amorosos suele figurar en comparaciones y usos metafóricos, que por su mucho empleo han degenerado en tópicos muy manoseados, que Uegan hasta nuestros días. El inicio de la carta recuerda vagamente un pasaje de SAFO (fr. 114 DIEHL).Incluso se da la circunstancia de que el prometido es de Metimna (Lesbos). Esta pieza sc cierra con la mención de la muerte de donde figura el testimola poetisa. Cf. el fr. 258 K.-TH. de MENANDRO, nio mBs antiguo de esta desaparición novelesca. Véase, asimismo, la Introducción, apart. 4.
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De Cárope a Glaucipe
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Estás loca, hijita mía, y verdaderamente fuera de quicios'. Necesitas una dosis de eléboross y no de la clase corriente, sino del que viene de Anticira de Fócide. En lugar de comportarte con comedimiento como le corresponde a una jovencita, has borrado el sentido del pudor de tu rostro 59. Repórtate poco a poco y sacúdete a ti misma, a fin de que dejes el mal de tu mente. Pues si tu padre viniera a saber algo de esto, sin pensarlo por un momento y sin demora, te arrojaría como pasto para las bestias marinas.
De Evagro a Filotero Había una enorme cantidad de peces, pero yo, al desplegar la red barredera y ver que estaba rota por muchos sitios, no sabia qué hacer. Así que me pareció conveniente idear un plan digno de SisifoW: ir a la casa de Cremes, el prestamista, y, previo acuerdo con él, hipotecar mi barSigue muy de cerca el v. 359 de las &cantes de E U R ~ P I D E S . El eltboro era considerado una planta medicinal muy apropiada para los trastornos mentales. Se producía en muchos lugares de Grecia. El de Anticira gozaba de particular fama. Cf. PAUSANIAS,X 36, 7 ; PLINIO.Historia natural XXIl 133. y ESTU.. I X 418. También es mencionad o por Teofrasto. cf. supra. n. 112. J9 Esta misma idea se expresa infra, 11 38. Hijo de Éolo y Enáreta. Fue el más astuto de los hombres. De ahl la cita, no exmta de ironia, ya que el proyecto resultará un a u t h tico fracaso. 5'
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co a cambio de cuatro monedas de oro, con cuyo importe me sería posible reparar mi red. Y dicho y hecho. Cremes era un puro hueso, solía tener el ceAo fruncido y mirar a todos torvamente como si fuera un toro6'. En aquella ocasión, dejando a un lado su gesto adusto y grave -quizá por haberse enamorado de mi barco-, me sonrió de manera fingida y, al tiempo que dulcificaba sus miradas, me aseguró que estaba dispuesto a darme toda clase de facilidades. Desde el primer momento quedó bien a las claras que un cambio de actitud tan repentino no presagiaba nada bueno y que, tras su filantropía, había gato encerrado. Pues bien, cuando cumplió el plazo, él me reclamó los intereses, además del capital, sin posibilidad de demora. Entonces yo reconocí en el a aquel individuo que, según mis informaciones, estaba sentado junto a la puerta de Diomeide6' con un bastón, tramando maldades contra todos: a Cremes de Fliunte 'j3. En efecto, él estaba dispuesto a quedarse con mi barco. Entonces, al ver el embrollo en el que me había metido, me marché a casa corriendo y la cadena de oro, que en un momento de prosperidad yo le había regalado a mi mujer para que la llevase al cuello como adorno, se la quité de la garganta y me fui en bus-
6' El personaje aquí retratado responde a un «tipo» fijo de la Comedia Nueva, incluso se le ha conservado un nombre que se registra con frecuencia en los dramatis personae. Los rasgos fison6micos se corresponden con las máscaras nums. 5 y 6 de la lista de P ó ~ u x .El ceno fruncido se interpreta en la tradicidn griega como un signo de orgullo. La doblez de su modo de ser recuerda al primer carácter dibujado por Teofrasto. 62 Era una de las puertas de Atenas. Situada en la parte oriental de las murallas, conducía a Cinosarges. 63 Demo al NE. de Atenas.
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ca del banquero PasiónM y se la vendí. Después de entregarle a aquél la suma obtenida más los intereses, conseguí saldar la deuda y juré por mi mismísima cabeza que jamás caería en la tentación de ponerme en manos de un prestamista, ni aunque estuviera a punto de morirme de hambre, pues es mejor dejar de existir con dignidad que vivir esclavo de un viejo vulgar y miserable.
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¿Has oído, Escópelo, el más grave de los rumores? Los atenienses proyectan enviar una expedición al extranjero con la intención de entablar una batalla naval. La Páralos y la Salaminia6', buques insignias particularmente veloces, están a punto de soltar las amarras. A bordo ya se encuentran los oficiales encargados de indicar el lugar y el momento en que los hombres se irán a combatir. Los restantes barcos que transportarán un contingente de tropas tienen necesidad de numerosos remeros y, particularmente, avezados en luchar contra viento y marea. En consecuencia, ¿qué hacemos, compañero? ¿Huimos o nos quedamos aquí? Están reclutando como marineros a gente procedente del Pireo, el F a l e r ~ el ~ ~cabo , Sunio6' e incluso hasta de las zonas limítrofes con el propio G e r e s t ~ ~iCómo ~.
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En el siglo iv hubo un conocido banquero de este nombre en Ate-
nas. 65 Bajeles sagrados de Atenas a los que se les confiaba, además, otras misiones oficiales. 66 Cf. supra, n. 1 2 . 6' Lugar situado en el SE. del Ática. Lugar emplazado en el SE. de la isla de Eubea.
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nosotros que ni siquiera sabemos a ciencia cierta lo que es el ágora nos vamos a atrever a alinearnos y ser ayudantes de los soldados de infantería? Las dos opciones son malas: huir, por causa de nuestras mujeres e hijos, o bien participar, en cuyo caso expondremos nuestro cuerpo a la vez a las armas y a la mar. Puesto que permanecer no ofrece ninguna ventaja, me parece más provechoso ponernos a salvo.
De Nausibio a Primneo Ignoraba hasta qué punto los hijos de los atenienses ricos son delicados y exquisitos. Recientemente Pánfilo, acompañado de unos amigos de su misma edad, alquiló mi embarcación con el fin de dar un paseo por mar, aprovechando que estaba en calma y, al mismo tiempo, participar en las faenas de la pesca. Entonces comprendí de cuántas comodidades se rodean. tanto en tierra firme como en el mar. A causa de no soportar las planchas de madera de mi barco de pesca, se recostó sobre unas prendas y unos tapetes extranjeros (pues confesó ser incapaz de descansar, como los demás, sobre la cubierta, por considerar, según yo creo, el suelo más duro que una piedra). Luego me pidió que le proporcionase alguna sombra desplegando sobre él una parte del velamen, ya que no podía soportar en absoluto las rayos del sol. En cambio, nosotros, no sólo los que ejercemos esta profesión, sino también, en general, todos cuantos no están sobrados de dinero, nos apresuramos a calentarnos con su energía, cuando nos es posible. En efecto, soportamos por igual tanto el frío como el mar. IIY. - 1 7
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Pues bien, iniciamos la navegación todos reunidos. Pánfilo no vino solo ni con un grupo de camaradas unicamente, sino que le seguía un cortejo de muchachas de 4 singular belleza, todas ellas con aficiones musicales. La que respondía al nombre de Crumation era flautista. Érato tocaba la cítara y otra, Evépide, hacía sonar los címbalos. En consecuencia, mi barca se lleno de música, el mar s era una cadencia y todo resultaba placentero. Pero, en realidad, estas cosas no me agradaban a mí: no pocos de mis compañeros me lanzaban miradas de reproche y, mayormente, el amargado Glaucias, que estaba más desagradable conmigo que un T e l q ~ i s ~ ~ . Puesto que Pánfilo pagó un generoso alquiler, el dinero ha derretido mi corazón y ahora aprecio sus juergas marineras y sueno con embarcar a otro joven tan derrochador y dispendioso.
De Auquenio a Armenio Si puedes ayudarme en algo, házmelo saber con toda franqueza y sin informar a otros de mi situación. Pero, si no puedes auxiliarme en nada, sé más hermético que un areopagita7' en lo que a mí respecta. Yo, por mi par69 Genios de carhcter maligno y envidioso, a quienes se suele asociar con la isla de Rodas. Eran considerados hhbiles marinos y excelentes forjadores. 70 El término empleado es komos, usado con un vaior genérico. Cf. supra, n. 1 25. 7 l Expresión proverbial. El Areópago fue un tribunal de corte aristocriltico, que representd en un primer momento la mas alta potestad del Estado. Con el paso del tiempo, sufrió diversas transformaciones y fue apartado definitivamente del poder político por Efiaites, quedando
te, te voy a explicar con detalles cómo van mis cosas. Eros 72, por haberse apoderado de mi persona, no permite que la razón guíe mis actos, sino que cuanto de cordura hay en mí se va a pique irremediablemente bajo los efectos de mi pasión. ¿Por qué motivo Eros fue a caer sobre mí, un pobre pescador que a duras penas se gana su sustento? Éste no me deja en paz, una vez que me ha penetrado hasta los huesosT3,sino que me consumo con un fuego iddntico al de los jóvenes ricos que están en la flor de la edad. Yo que, en otro tiempo, me burlaba de los que, a causa de su vida regalada, eran esclavos de su pasión, estoy totalmente entregado a ella. Ahora deseo ardientemente casarme y en suefios se me aparece la imagen de HimeneoT4,el hijo de TerpsícoreT5.La joven, de la que estoy enamorado, es hija de unos metecos l6 procedentes de HermioneT7y que -no s i cómo- han ido a parar al Pireo. Yo no puedo ofrecer otra dote, pero habiendo dejado ver bien a las claras qué clase de pescador soy, creo que su padre, si está en su sano juicio, me considerará un buen partido. limitado su cometido a la jurisdiccidn criminal. A lo largo de toda su historia. sus miembros gozaron de un gran prestigio y una reconocida autoridad moral. 72 Cf. Introd., avart. 7. 73 El amor que cala hasta los huesos es una afirmación tópica. Cf., por ejemplo, TEOCR.. Idil. 111 17. l4 Divinidad que presidía el cortejo nupcial. Tal vez fuese la personificacidn del canto que se entonaba en el ritual de bodas. Hay numerosos testimonios literarios. Cf.. entre otros, los cantos corales que cierran las comedias de L a paz y las Aves de Aristófanes. Una situación parecida es reflejada en Lo samia (120 SS.) de MENANDRO. l5 Musa de la danza y de los cantos corales. l6 Cf. supra, n. 1 23. Probablemente se trata de la misma persona que figura en la carta 1 6. l7 Cf. supra, n. 1 24.
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De Encimón a Halíctipo
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Al ver en la playa de Sunio 78 una red vieja y en mal estado, yo pregunté quién era su dueño y por qué motivo yacía alli, hendida no sólo por el peso de la carga, sino también hecha pedazos por la acción del tiempo. Los del lugar me respondieron que era un bien de tu pertenencia desde hacía más de cuatro allos. Y luego me explicaron que estaba rota en el centro de las mallas a causa de una roca submarina y que alli permanecía desde entonces, porque tú no habías querido repararla ni tampoco deshacerte de ella, en vista de lo cual nadie de los alrededores se habia atrevido a tocarla, en la idea de que era de otro. En consecuencia, el resto llegó a ser ajeno tanto para aquéllos como para ti, su antiguo dueíío. Por tanto, te pido lo que ya no es tuyo, ni por su estado ruinoso ni por el tiempo transcurrido. Dame, de buen grado y sin menoscabo de tu parte, un objeto al que destinaste a una completa destrucción. Adiós. 18
De Halíctipo a Encimón
El ojo de los vecinos es adverso y envidioso, segun reza el proverbio79. ¿Qué te importan a ti mis bienes? ¿Por qué consideras como tuya una posesión mía objeto de cierta indiferencia por mi parte? Frena tus manos y, so-
Cf. supra, 1 67. Este refrán refleja una mentalidad campesina de corto alcance, tal como se entreve en el universo de Hesiodo y de la fhbula. '8 9 '
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bre todo, tus insaciables apetencias, de manera que el deseo de los bienes ajenos no te obligue a pedir favores improcedentes.
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De Encirnón a Halíctipo
No te pedí lo que tienes, sino lo que no tienes. Y puesto que no quieres que otro tenga lo que no tienes, guárdate lo que no tienesg0.
20 De Eusageno a Limenarco
iQué se vaya al diablo 8 1 el vigilante lesbio! Éste, tras observar que el mar tenía manchas oscuras y estaba rizado en algunas partes, nos alertó de que habia un banco completo de atunes y cordilasE2.Nosotros, dando crédito a su aviso, casi rodeamos con la red la totalidad del golfo. Luego nos dispusimos a izarla. El peso era mayor de lo que suele ser una carga de pescado. Llenos de esperanza, llamamos a algunos del lugar para comunicarles que participarían de los beneficios, si colaboraban y se afanaban con nosotros. Finalmente, tras mucho esfuerzo y ya avanzada la tarde, sacamos de las profundidades un camello, de gran tamaíío, hinchado y cubierto de gusanos: tal fue mi presa. Te lo he contado no para hacerte reír, sino
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Juego verbal de clara ascendencia retórica. Literalmente dice: «¡Vete a los cuervos!» Cf. supra, n. 1 37. Cf. ATEN., 111 116E y 120F.
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LIBRO 1
para que sepas con cuáles y cuántas artimaiias la fortuna" me combate a mi, pobre desgraciado.
De Éuploo a Taláseros
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Estás hinchado de comer o estás loco. Ha llegado a mis oídos que te has enamorado de una mujer que toca la lira, y que, plenamente seducido, pones a su disposición tu captura cotidiana. Esto me lo ha contado Sosias, mi mejor vecino. Él es de los que saben valorar la verdad en su justa medida y jamás caería en una falsa atribución. Éste es el famoso Sosias que prepara una excelente y sabrosa salsas4 hecha a base de los minusculos pececillos que se depositan en el fondo de la red. Dime, pues, ¿de dónde te viene a ti ese gusto por el sistema musical diatónico, cromático y enarmónicos5? El propio Sosias me lo hacía notar al contármelo. En efecto, tú gozas por igual con la belleza de la joven y con los rasgueos del
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El término griego empleado es tjkhz. El papel desempeiiado por la Fortuna en los asuntos humanos es un antiguo tópico. Las transformaciones de toda índole que se produjeron en el periodo helenístico contribuyeron poderosamente a la configuración de creencias en las que esta instancia actúa como una fuerza infinitamente superior a la voluntad y condición del individuo. En la Comedia Nueva su intervención ocupa un puesto relevante. En Alcifrón figura en 11 10, 111 8 y 37. g4 Se trata del famoso gorum, salsa o pasta hecha a base de anchoas y salmuera. SS Esta pregunta encierra un juego de palabras intraducible, probablemente de carácter obsceno. Desde aquí hasta el final hay alusiones eróticas, ticitas o explícitas para el buen entendedor. En le medida de lo posible hemos intentado reproducir la voluntaria ambigüedad del texto.
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instrumentos6. Deja de derrochar, no sea que la tierra, en lugar del mar, esquilmándote tus recursos, te convierta en un náufrago y el refugio de la tañedora de lira llegue a ser para ti el golfo Calidonio8' o el mar TirrenoE8,y la artista musical se transforme en una Escila. Pues tú no podrías invocar a Cratais 89,si aquélla te ataca de nuevo.
De nada me sirven tus advertencias, Euploo. Ciertamente por nada del mundo yo me apartaría de esta persona, pues presto obediencia a un dios portador del arco y del fuego, y que inicia en los misterios Pero, además, amar es algo connatural para nosotros, ya que una divinidad marina 9' dio a luz a este niiio. Eros es algo nuestro por parte de madre y, a causa de estar herido por éste en mi corazón, tengo a mi enamorada junto al mar e imagino que estoy unido a Pánope o a Galatea, las más bellas de entre las Nereidas 92. Esta afirmación encierra cierto parecido con el epigrama 99 del libro V de la Antología Palarina. Probablemente se refiere al de PatrAs. Peligroso por sus piratas y, particularmente, por la presencia de Escila, monstruo marino, que, apostado en el estrecho de Mesina, daba caza a cuantos marineros pasaban por alli. Cf. Od. XII 112 SS. Madre de Escila. Si se la invocaba, ella impedía que su hija atacase de nuevo. Cf. ibid., XII 124 SS. 90 Eros. 9i Afrodita, nacida del mar. Cf. infra. . n. 111 92. 92 Divinidades marinas que estuvieron profundamente arraigadas en la creencia popular griega. Las hijas de Nereo. anciano del mar, eran muy numerosas. Cotejando diversas versiones se llega hasta 66 nombres diferentes. Entre ellos figuran los dos citados aqui. Galatea fue la amada de Polifemo.
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LIBRO 11 CARTAS DE CAMPESINOS
Me encontraba yo probando unos cachorros para ver si eran capaces de correr tras la presa, cuando hice salir, por haberla asustado, a una liebre que estaba en un matorral. Entonces mis hijos soltaron a los perros de sus correas. Éstos alborotaban con sus ladridos y ya estaban a punto de cazar al animal, pero la liebre sorteó el peligro y, tras franquear la pendiente de una colina, encontro la escapatoria de una madriguera. La más viva de las perras, con sus fauces ya abiertas y pronta para dar la dentellada, se metió, a su vez, en el agujero e intentó hacer salir por la fuerza a la liebre, a causa de lo cual se fracturó una de sus patas delanteras. Finalmente, retire al noble animal cojo y a su presa medio devorada. Yo, que esperaba alcanzar una misera ganancia, obtuve en su lugar una gran pérdida.
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Esta carta carece de encabezamiento.
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LIBRO 11
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De Yofonte a Erastón
De Amnión a Filomosco
Ojalá reviente y de mala muerte muera el malvado e infame gallo2 que con su canto me despertó, mientras que yo en sueiios contemplaba un agradable espectáculo. En él me veía, querido vecino, como alguien importante y de mucho dinero, además estaba escoltado por una legión de esclavos, a los que consideraba como mis mayordomos y administradores. También me pareció ver mis dos manos repletas de anillos y a mí cubierto de piedras costosísimas. Mis dedos eran delicados y no tenían ni el más remoto recuerdo del azadón. Los aduladores también estaban allí presentes. Podrías decir que a mi lado se encontraban Grilión' y Pateción 4. En esto, el pueblo de Atenas, congregado en el teatro, pedía a gritos que yo fuera elegido como general. Mientras que se procedía a la votación, el maldito gallo cantó y se esfumó mi visión. No obstante, recién despierto, yo estaba muy contento; pero, cuando realicé que corrían los meses en los que los árboles están sin hojas, me di cuenta de que mis sueiíos eran completamente falsos 5 .
La fuerte granizada que ha caído ha destruido nuestros sembrados. Contra el hambre no tenemos ningún recurso, ya que por falta de dinero contante no estamos en condiciones de comprar grano traído de fuera. Según he oído, a ti te quedan restos de la buena cosecha del aiío pasado, préstame, pues, veinte medimnos 6 , a fin de que podamos subsistir yo, mi mujer y mis hijos. Cuando se produzca otra buena cosecha, nosotros te pagaremos «la misma cantidad con creces)) ', en el caso de que nuestra recolección sea abundante. En consecuencia, no consientas la ruina de unos buenos vecinos a causa de una apurada situación pasajera.
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El gallo como aguafiestas es un motivo que aparece otra vez infra. IV 13. El inicio de esta carta es muy similar al comienzo de la obra de LUCIANO que ostenta este mismo nombre. Cf. tambih Antología Palatina V 3 . 3 Nombre de un famoso parásito del que tenemos noticia en ATENEO (VI 244 s.). Aparece también mencionado infra, 111 8. 4 Fue un conocido sicofanta o delator. También figura infra, 111 6. 3 PLUTARCO (Quoesfiones convivales Vlll LO) afirma que, en los meses en los que los Arboles carecen de hojas, los sueaos son particularmente engañosos.
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De Eupétalo a Elacidn Puesto que la tierra no ha producido en consonancia con mis esfuerzos. me tendré que poner, sin genero de dudas, en manos del mar y de las olas. Ciertamente, morir o vivir nos está decretado por la suerte y nos resulta imposible evitarlo, aunque uno permanezca al acecho encerrado entre cuatro paredes8. Pues el destino es una fuerza poderosa y sus designios ineluctables. De manera que el fiel de la balanza no se inclina hacia el lado de la vida por causas externas, sino que es el propio azar quien ac-
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Medida empleada para los áridos, equivalente a unos 52 1 . Cf. HESIODO,Trabajos y Días 350. En Demdstenes y Luciano se encuentra la misma idea.
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LIBRO 1 1
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túa de árbitro. En efecto, algunos, en tierra firme, disfrutan de una breve existencia y, en cambio, otros en el mar llegan a ser longevos. Hasta tal punto estoy convencido de que las cosas son así, que me embarcaré y los vientos y las olas serán mis compaiíeros, pues es mejor volver rico del Bósforo y de la Propóntide9 que permanecer sentado en los confines del Ática, vomitando pobreza y suciedad.
De Agelárquides a Pitolao
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Un gran mal, querido amigo, son los usureros de la ciudad. En verdad, ignoro en qué estaba yo pensando, pues hubiera debido recurrir a ti o a algún otro de los vecinos del campo en aquella ocasión en que me encontré en una situación económica apurada. Como quería comprar un trozo de tierra en Colono lo, me llegué a las puertas de Marpsias, guiado, en mi condición de pueblerino, por un individuo de la ciudad. Allí me encontré con un viejo, de muy mal ver, ceño fruncido " y que sostenía entre sus manos un puñado de hojas viejas, deterioradas por el tiempo y medio devoradas por tijeretas y polillas '*.Pues bien, en un primer momento, apenas me dirigió la palabra, considerando una pérdida el hecho de hablar conmigo. Luego, cuando mi protector le confirmó que yo necesitaba dinero, me preguntó que cuántos talenEn la actualidad el mar de Mármara. Demo ático al N. de Atenas. 1' Cf. supra, 1 6 1 . 12 Evidentemente, recibos y documentos relacionados con préstamos y deudas. 9
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tos 13. Por haber dado yo muestras de extrañeza ante la elevada oferta, él, enseguida, empezó a escupir l 4 y, evidentemente, se encontraba enojado. Sin embargo, estaba dispuesto a concederme el préstamo y me pidió un recibo donde figuraba, además de la suma inicial, una elevada tasa de interés y, por Zeus, la hipoteca de cuanto poseo. Los que se pasan el día contando con piedrecillas l 5 o con los dedos doblados son ciertamente un gran mal. Ojalá no vuelva yo a ver nunca mas, genios protectores de los campesinos, un lobo ni un prestamista 16. 6
De Aniceto a Febíane Me rehuyes, Febíane, me rehuyes, precisamente ahora que me has arrebatado mi hacienda entera, pues ¿cuál de mis bienes no está en tus manos, tras habérmelo quitado? ¿Acaso no proceden de mí higos, queso sacado de sus moldes, un cabritillo recién nacido, un par de gallos y
l 3 El talento era una unidad monetaria de cálculo que equivalía a 6.000 dracmas. l4 En determinadas condiciones, el hecho de escupir se transformaba en un gesto supersticioso para alejar la mala suerte. Particularmente cuando la acci6n se realizaba por tres veces en dirección del regazo o VI 39; Ps.-TE~cR.,XX 1 1 , pliegue del vestido. Cf. T E ~ C R I TIdilios O, y supru, TEOFRASTO, Caracteres XVI y n. 97. Aquí puede encerrar una connotacion despectiva. l 5 Se trata de los calculi empleados para realizar operaciones aritmkticas. Los griegos utilizaban sistemas de c6mputo muy rudimentarios -entre ellos el dbaco- sobre los que poseemos informaciones muy escasas. Cf. supru, TEOFR.,Caruct. XIV 2, XXlll 6 y XXlV 12. l6 Esto es, la encarnación de los dos males más terribles para un hombre que vive de la tierra.
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LIBRO II
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todos los restantes artículos de lujo que obran en tu poder? Tú me hiciste ser tu esclavo, después de haberme trastocado desde mi propia raíz, como reza el proverbio 17. Mientras yo me consumía por el ardor de mi pasión, tú no me diste muestras del más mínimo afecto. Por tanto, adiós y vete en buena hora. Yo, por mi parte, sobrellevaré con dificultad mi humillación, pero, no obstante, sabré soportarla.
De Febíane a Aniceto
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Hace poco, la mujer de mi vecino, estando a punto de dar a luz, me mandó llamar para que fuese a su casa y, en efecto, me disponía yo a salir, habiendo cogido mis bártulos para este trance, cuando tú, llegando de improviso, intentaste besarme, inclinando hacia atrás mi cuello. Viejo carcamal Is y miserable, ¿cuándo dejarás de correr en pos de nosotras que estamos en la flor de la edad, como si tú fueras un joven que empieza a vivir? ¿No te alejaste tú de las faenas del campo, porque te causaba enojo tu inercia 19? ¿NO te has apartado del lugar del asado y del brasero a causa de tu incapacidad 19? ¿A qué se deben, pues, esas miradas lánguidas y esos suspiros? CálEn castellano se correspondería con la expresión «darle a uno la vuelta como a un calcetín)). Cf. HERÓD.,1 32, 9. 18 Literalmente dice: «tú que has vivido tres veces la edad de una corneja)). Existía la creencia de que este animal vivía un período equivalente a nueve vidas humanas. ARIST~TELES, HLSI. animal Vil1 3, habla de «ser más longevo que una corneja)). En la Aniologió Palarina (V 289) se dice de un personaje que «tiene la edad de tres cornejas)). Sobre el número tres. cf. supra, TEOFR.,Caraci. XVI y n. 86. 19 Expresiones de doble sentido y evidente significado erótico. 17
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mate, CércopeZOmiserable, y repórtate, vejestorio, no sea que yo te pesque y te dé un disgusto. 8 De Driántidas a Cronion
Ya no te ocupas ni del lecho conyugal, ni de nuestros propios hijos, ni del estado de la hacienda, sino que toda tu eres presa de la ciudad. Has dejado a un lado a Pan 2 1 y a las Ninfas, a las que tú solías llamar Epimélides 12, Driades 2' y NáyadesZ4, en cambio, tú nos traes nuevos dioses, amén de los muchos que ya tenemos. ¿En qué lu- 2 gar del campo consagraré yo un altar en honor de las divinidades Colíades y Genetílideszs? Conozco de oídas algunos otros nombres de instancias divinas, pero la mayoría escapan a mi memoria a causa de su elevado número. Según las apariencias, no te comportas sensatamente 3 Z0 Eran llamados asi dos enanos gemelos que vivían en Libia y se dedicaban a robar a los viajeros. A causa de sus continuas fechorías, Zeus los convirtid en monos. Según otras fuentes, los CCrcopes tenían relacidn con diversos lugares del mundo griego. Quizá estas historias esten relacionadas con los primeros contactos de los viajeros antiguos con los pigmeos. Figuran representados en una conocida rnetopa del templo de Selinunte. 2' Dios de los pastores y rebailos. Pertenece al cortejo de Dioniso. Su cuerpo es mitad hombre y mitad macho cabrío. Se caracteriza por ser lascivo y perseguir a muchachas y Ninfas. 22 Ninfas que velan por las ovejas. l 3 Ninfas de los arboles, en general, y de las encinas. en particular. 24 Ninfas de fuentes, ríos y lagos. 25 Apelativos de Afrodita. en tanto que diosa de la generación. Con el nombre de Genetílides se designaba tambitn a unas divinidades protectoras de los nacimientos. Este pasaje tiene reminiscencias de ARIST~FAN E ~(Nubes 46-52) y LUCIANO (Amores 42).
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LIBRO 11
ni estás en tu sano juicio, sino que pretendes competir con estas damiselas de la ciudad que se derriten en blandenguerías y que son de rostros maquillados y perversa condición. En efecto, ellas pintan sus mejillas con polvo, arrebol y colorete, aventajando a los más hábiles artistas. Si recuperas el sentido común, volverás a ser como antes, cuando te bastaba con lavarte la cara con agua y jabón?
partícipe de todo esto, deseoso de que mi amigo sepa que tengo un rebafio amante de la música.
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De Prátinas a Epígono
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A L C I F R ~ N :«CARTAS»
En pleno mediodía, tras haber elegido un pino bien expuesto y orientado hacia donde soplan las brisas, me dispuse a combatir el bochorno bajo su sombra2'. Mientras que yo estaba allí agradablemente al fresco, me vino la idea de tocar algo, y cogiendo la siringa 18, deslicé sobre ella mi lengua y, tras insuflar un ligero soplo con la ayuda de mis labios, se dejó oír una grata melodía pastoril. Entretanto, y sin que yo sepa cómo, se fueron congregando desde todas las direcciones, en torno a mí, todas las cabras, atraídas por el dulce sonido y, habiendo dejado de triscar los madroños y el asfódelo, quedaron totalmente absortas por la música. Yo, en medio de ellas, imitaba al edonioZ9,al hijo de Calíope. Pues bien, yo te hago
26 Refleja el ideal femenino que JENOFONTE exalta en el Econdmico, VII-VIII. 27 Esta cana es una recreación del tema pastoral en todos sus elementos tópicos. Bástenos con citar a Teócrito. a Especie de zampoila. Instrumento musical compuesto de varios tubos de cana, sujetos unos al lado de otros. 29 Étnico relacionado con el pueblo tracio de los edones. Se refiere a Orfeo.
De Calícrates a Egón
Cuando llegó la estación apropiada, después de haber trazado unos alcorques y de haber excavado unas zanjas profundas, me disponía a plantar unos retoños de olivos y a hacerles llegar el agua de un manantial, que era traída a través de un canal, procedente de una torrentera cercana. Pero, habiendo sobrevenido una tromba de lluvia por espacio de tres días y otras tantas noches, desde las cimas de los montes se formaron unos riachuelos. Éstos, llevados por su propio ímpetu, arrastraban consigo el fango y cegaron mis excavaciones, de manera que todo el terreno quedó a un mismo nivel y no parecía en absoluto que hubiera sido trabajado. Por consiguiente, han resultado vanos todos mis esfuerzos y sólo resta un insólito espectáculo. ¿Quién tendría ánimos para esforzarse de nuevo inútilmente, en la esperanza de conseguir de los campos cultivados unas inciertas ganancias? Debo emprender otro género de vida, pues existe la creencia de que con los cambios de profesión, se cambia también el signo de la suerte.
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De Sitalces a Enopión
Hijo, si imitas a tu padre y eres de mi misma opinión, manda a paseo a esos impostores, descalzos y macilenI I Y . - 14
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LIBRO 11
tosJ0 que frecuentan la Academia1', y que no saben ni pueden realizar algo de provecho para la vida, y que sólo se dedican a hacer elucubraciones sobre las cosas celestes. Renunciando a ese género de existencia, ocúpate de las faenas del campo, gracias a las cuales conseguirás con tu esfuerzo que tu granero esté lleno de toda clase de cereales, tus ánforas rebosantes de vino y, en una palabra, bienes sin cuento ' l .
De Córino a Trigodoro Se acerca la fecha de la vendimia y tengo necesidad de cestos. Préstame. pues, los que te sobren: te los devolveré en un plazo no muy largo. Yo, en cambio, poseo numerosos recipientes de vino. Si tienes necesidad, cógelos de buen grado. El dicho que reza: «las cosas de los amigos son comunes» )', debe tener vigencia particularmente en el campo.
De Filis a Trasónides Trasónides, si tu quisieras trabajar la tierra, ser sensato y. obedecer a tu padre, ofrecerías a los dioses hiedra, laureles, mirtos y flores, cuantas son del tiempo; y a tus progenitores, trigo por ti cultivado, vino prensado por ti, Cf. supra, n. 1 10. Gimnasio situado al NO. de la periferia de Atenas. Recibió este nombre en honor del héroe Academo. Fue sede de la escuela de Platón. 30
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Consejo hesiódico. Cf. supra, n. 1 3 3 .
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y la colodra rebosante de leche, después de haber ordeñado tus cabras. Pero, por el momento, rechazas el campo y el laboreo y prefieres los cascos de triple cimera y estás prendado del escudo como si fueras un mercenario de Acarnania o de M a l i a ~ No ~ ~ .vayas por ese camino, hijo mío, sino vuelve a nuestro lado y abraza una vida tranquila. El cultivo de la tierra es cosa segura y sin riesgos; no tiene nada que ver con grupos armados, emboscadas o falanges. Además, pronto necesitaremos los cuidados propios de la vejez3" Escoge un bienestar cierto, en lugar de una existencia insegura.
Lerion, ojalá t u , malvada, acabes de mala manera, puesto que, después de haberme incitado a dormir a tu lado en un ambiente de embriaguez y de músicas de flauta, me hiciste aparecer como un impuntual ante los ojos de los que me habían hecho venir del campo. Éstos me aguardaban desde el amanecer, ya que debía traerles unos enseres de barro, razón por la que salí de viaje. Pero yo, estando embelesado por la melodía de la flauta durante toda la noche, como un i n g e n ~ o ' ~me , quedé dormido 34 Regiones particularmente atrasadas y que fueron cantera de soldados desde tiempos remotos. Cf. TUCIDIDES, Vlll 31 5. Clara alusi6n a la obligación de los hijos, impuesta por la ley, de alimentar y cuidar a su progenitores, esto es. la gerorrophia. Cf. supro. TEOFR.,Carael. VI 6, y n. 44. j6 La expresión ho khrysok figura dos veces en el epistolario (11 14 y 111 35). Este adjetivo encierra, entre otras, unas connotaciones de ingeSobre una falta comerida a! nuidad y de buen corazón. Cf. LUCIANO, Epist. 19. saludar l . y ELIANO,
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LIBRO 11
hasta bien entrado el día. Vete, pues, desdichada, y embauca con tus hechizos a estos pobres diablos de la ciudad. Si me vuelves a molestar, te marcharás habiendo cobrado tu merecido.
De Eustaquio a Pitacnión
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Te ruego, Pitacnión, que asistas al banquete que organizo para festejar el cumpleaños de mi vástago. Mas no vengas solo, sino acompañado de tu mujer, tus hijos y tu colaborador. Si quieres, trae también a tu perra, que es un excelente guardián y que sabrá ahuyentar con la estridencia de su ladrido a los que acechen contra nuestros rebaiíos. Un huésped de tal calibre no sería mal recibido por nosotros. Tenemos la intención de organizar una celebración muy divertida: beberemos hasta emborracharnos; cantaremos, una vez que estemos hartos de comer, y el que sea capaz de bailar el córdace 37, saliendo al centro de la pista, será el alma del grupo. Por tanto, no te retrases. querido amigo, pues, en las fiestas que se precian, es buena cosa preparar las libaciones desde muy temprano ".
De Pitacnión a Eustaquio
¡Ojalá seAis felices tu, tu mujer y tus hijos, Eustaquio, pues eres una persona sociable y buen amigo. En cuanto a mí, por fin he descubierto al ladrón que me robó la esteva y un par de hoces, y que me tenía preocupado desde hace tiempo. Lo tengo atrapado en casa, mientras vienen unos aldeanos en mi ayuda. No me pareció oportuno ponerle las manos encima hasta hoy, por estar solo y sin fuerzas. El individuo tiene una mirada violenta, las cejas arqueadas, las espaldas vigorosas y muestra unos fuertes muslos 'g. Yo, en cambio, estoy hecho un manojo de huesos por el exceso de trabajo y por la azada. mis manos están llenas de callos y mi piel es más frágil que la muda de un reptil. Por tanto, irán a tu casa mi mujer y mis hijos y participarán del festín. Mi colaborador está enfermo hoy. Yo y mi perra tendremos al delincuente en casa bajo vigilancia.
3' Danza primitivamente religiosa y relacionada con los orígenes de la comedia. Se caracterizaba por sus movimientos violentos y su desenfreno, siendo considerada por muchos autores de la Antigüedad como Caruct. VI 3 . licenciosa e indigna. Cf. infla, 111 10, y supro, TEOFR., 38 Ruego habitual en las invitaciones. Cf., por ejemplo, Anr. Pal. V
Cf. Odisea XVlll 74. El término syrgastros significa «muerto de hambre)), «individuo que repta como un gusano)). Como esta carta es respuesta de la anterior, donde se menciona a un synergaslros, es decir, a un «colaborador» -O colono en este contexto-, creemos que, por referirse a la misma persona, se podría postular la lectura de synérgasfrm, donde la edici6n de Benner y Fobes ofrece syrgastros, puesto que este último vocablo, de cierto cariz despectivo. no cuadra, a nuestro juicio, con el tono general de la epistola. En cualquier caso sospechamos que, en ambos fragmentos, se repite una denominación idéntica aplicada a un único perso-
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naje.
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LIBRO I I
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que hay en el interior de casa, pondría punto final a su tarea con las del campo.
De Napeo a Creníades Tú sabes que yo cargué mi burra con higos y pasteles de frutas. Pues bien, la fui guiando hasta que conseguí vender la mercancía a uno de mis clientes. Luego, un individuo me acompañó hasta el teatro y, tras acomodarme en un buen lugar, me embelesó con diversas demostracior nes. La mayoría de éstas no las retuve en la memoria, pues. en efecto, soy poco diestro para recordar y contar tal género de cosas, pero hubo una en particular que, al yo verla, me dejó boquiabierto y casi sin habla: un cierto tipo avanza hasta el centro, coloca una mesa de tres patas y, sobre ésta, tres platitos. Después debajo de éstos deslizó unos pequefios cantos rodados de color blanco, como los que habitualmente se encuentran en las orillas de 3 los torrentes. Luego, unas veces aparecía cada guijarro debajo de cada recipiente, otras -sin saber yo cómoestaban todos bajo uno solo y, finalmente, desaparecieron 4 todos de debajo y surgieron en su boca. Una vez que se los hubo tragado, hizo salir a la pista a los espectadores que estaban más cercanos y le quitó uno de la nariz al primero, otro del oido al segundo y otro de la cabeza a s un tercero. Tras haberlos recuperado, los hizo desaparecer de nuevo de nuestra vista. Este hombre aventaja por la habilidad de sus manos a Euríbates de Ecalia4', del que tanto hemos oido. Ojalá no aparezca por mi terruño una criatura semejante, pues no podría ser capturada por nadie y, después de haberme quitado todas las provisiones -
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Personaje famoso por sus fechorías y estratagemas. En ocasiones se le relaciona con los Cércopes. Cf. supra, n. 11 20. 41
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De Éunape a Glauce Mi marido va por su tercer día de ausencia, ya que está en la ciudad. Por otra parte, el peón que tenemos en casa, Parmenón, una pura calamidad, es un hombre despreocupado y que se pasa durmiendo la mayor parte del día. Además, había un lobo, cruel vecino, que merodeaba con ojos asesinos y sedientos de sangre. Pues bien, éste acaba de alejarse, tras haber robado de la cerca de piedra a Quione, la más hermosa de mis ovejas. Mientras él devora a este esplhdido ejemplar y que daba tan buena leche, las lágrimas resbalan por mis mejillas. Mi marido todavía no está al corriente de todo esto, pero, cuando se entere, colgara del pino más próximo a nuestro asalariadoq2, y él no dejará de ingeniárselas por todos los medios, hasta que le dé su justo castigo al lobo.
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De Polialso a Eusfáfilo Coloqué una trampa contra las dañinas zorras colgando de una lengüeta un trozo de cebo, puesto que éstas atacaban las vides y no sólo mordisqueaban las uvas, sino que 42 ES obvio que esta acción encierra una idea de castigo. Se discute la tipología del mismo, ya que hay testimonios literarios precedentes para todos los gustos. Se puede sobreentender para azotarlo, ahorcarlo o despedazarlo a la manera de Penteo en las Bacanres. Cf. LONGO, Dafnis Y . CIOPIV 8, 4-9.
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también arrancaban los racimos completos de los viñedos. Corrió el rumor de que el dueño estaba a punto de venir, un hombre difícil y agrio, que continuamente está presentando a los atenienses mociones y propuestas en la Pnix43y que ya ha conseguido llevar a muchos ante el tribunal de los Once", a causa de su temperamento tortuoso y de su facilidad de palabra. Por miedo a sufrir algún perjuicio, particularmente siendo mi amo de tal condición, quise poder entregarle la zorra ladrona, una vez que la hubiese capturado. Pero ésta no se presentó. En cambio, Plangón, una perrita de raza maltesa4', a la que yo criaba para darle gusto a mi dueña, se sintió atraída por la carne, a causa de su excesiva voracidad: ahora su cadáver yace tendido, en estado de descomposición, desde hace dos dias. En contra de mi voluntad voy acumulando daño tras daño. ¿Qué clase de perdón por tales faltas podré conseguir en presencia del malhumorado? Me escaparé tan rápido como mis pies me lo permitan. Adiós a la hacienda y a todos mis bienes. Ha llegado el momento de ponerme a salvo y de no aguardar el castigo, sino, por el contrario, tomar medidas antes de que éste se produzca.
De Talo a Piiuisco Me agrada recoger todo genero de cosecha, pues la recolección de los frutos es una justa recompensa a los es-
43 Lugar al O. de la Acrópolis donde se celebraban las asambleas del pueblo. U Magistrados encargados en Atenas de la inspección de las prisiones y ejecución de las penas de muerte. 45 Cf. supm, TEOFR., Caract. XX1 9 y n. IZO.
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fuerzos; pero, en particular, me gusta extraer la miel de las colmenas. Yo tengo unos enjambres al abrigo de una roca y, después de haber roto los panales nuevos, he hecho una ofrenda a los dioses a modo de primicia y, ahora, en segundo lugar, a vosotros, mis amigos. Son blancos de aspecto y dejan manar unos riachuelos de miel ática al igual que los que florecen en las laderas del monte Brilesoa. Ahora te envío este presente y ojalá el año próximo recibas de mi parte una cantidad mayor y más dulce que esta.
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De Filopemen a Mosquión Me parece que estoy criando a un lobo en lugar de un maldito esclavo, pues ha caído sobre mis cabras y no hay una que no haya arruinado: unas las ha vendido, otras las ha sacrificado. Mientras tanto, su estómago está harto de vino, despilfarra lo que le queda en manjares exquisitos, se recrea al son de la cítara y de la flauta y merodea entre los puestos de perfume. En cambio, los rediles están desiertos y aquellas cabras de antes han desaparecido. Por el momento, no he tomado ninguna medida por miedo a que se dé cuenta y se escape como un silbido. Si pudiera sorprenderlo y hacerme con él, este tendría que arrastrar gruesas trabas en los pies. Cuando esté atento al pico, al son del bidente y de la azada, se olvidará de la vida regalada y llegará a comprender, mediante una dura exper i e n ~ i a qué ~ ~ , perjuicios comporta el decir adiós al sentido de la moderación propio del campo. Elevación situada al NE. de Atenas. Reminiscencia del viejo tema del pcithei márhos. También presente en 1 3 y 11 24. 47
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LIBRO 11
De Hile a Nomio
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Nomio, acudes a la ciudad con excesiva frecuencia y no quieres echarle una ojeada al campo, ni siquiera por un instante. La tierra está improductiva, al estar privada de los que la trabajan. Yo, sola, estoy al frente de la casa y, con la ayuda de Sira, voy sacando adelante a los niilos a duras penas. En cambio, tú, un hombre con el pelo ya canoso, te comportas. a mi modo de ver, como si fueras un joven de la ciudad. Ha llegado a mis oídos que pasas la mayor parte de tu tiempo en los barrios de Ésciro y Cerámico 48, donde dicen que los más depravados consumen su existencia en medio del ocio y de la molicie.
De Leneo a Coridón Hace poco, se presentó mi dueilo de improviso, cuando yo acababa de limpiar la era y estaba ya guardando en su sitio el aventador. Después de haber observado mi faena, elogió mi laboriosidad. Mas he aquí que apareció, no sé de dónde, el malvado Estrómbico, ese demonio de Córico49. Pues bien, al ver que yo obedecía al dueilo, se
48 Barrios atenienses de mala reputaci6n situados al NO. de la ciudad. De Ésciro nos dice Esteban de Bizancio que «allí permanecian sentadas las prostitutas». El Ceramico comprendía una parte intramuros y otra extramuros. Aparecen mencionados, varias veces, en el epistolario: 111 2, 5 , 12 y 28, y I V 18, 11. 49 Cf. supra, n. 1 3 5 .
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marchó llevándose bajo el brazo la zamarra que se encontraba allí, porque yo la había dejado mientras trabajaba. En consecuencia he tenido que soportar tanto esta pérdida como el ser objeto de burla por parte de mis compañeros. 24
De Gemelo a Salacónide Salacónide, ¿por qué razón, tú, desgraciada, desprecias a tu dueño? ¿Acaso no fui yo quien te liberó de estar sentada en el taller de un remendón, medio cojo, a escondidas de tu madre? ¿No te tengo a mi lado y te trato como si fueras una heredera casada con todas las de la Tú, sin embargo, te das importancia, vulgar muley jerzuela, y te pasas el día carcajeándote y burlándote de mí. ¿No vas a poner fin a tu insolencia, desdichada? Yo te voy a mostrar a tu amante en su papel de duefio y te obligaré a tostar cebada en el campo y, entonces, comprenderás, a través de una penosa experiencia5', el daíio que t u misma te has causado.
25 De Salacónide a Gemelo Yo me siento capaz de soportar todo, menos dormir a tu lado, señor. No hui durante la noche ni me oculté bajo unos matorrales, como tu crees, sino que, deslizándome bajo la artesa, la pasé allí, tapándome con la parte cóncava de la misma a modo de cubierta. Y puesto que
si
Cf. supra, n. 1 2 . . Cf. supra, n. l l 47.
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he decidido quitarme la vida mediante un nudo corredizo, escúchame en esta ocasión en que me expreso abiertamente, pues, en efecto, mi determinación de poner fin a mi existencia aleja de mi entorno todo tipo de miedo. Yo, por mi parte, te odio, Gemelo. Me repugna tu cuerpo velludo, del que me aparto como si de un zorro se tratase, y también tu boca desagradable, que exhala un fetido aliento desde lo más profundo de la garganta. ¡Ojalá mueras de mala muerte por ser como eres! Vete al lado de una vieja campesina legaiiosa, que se pavonea porque aún le queda una Única muela y tiene su cuerpo ungido con aceite de ¡pino! 5 2 . 26
De Orio a Antoforión
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Antoforión, yo sabía que tú eras un hombre de una pieza y la quintaesencia de la clase campesina: hueles a orujo y estas habituado a respirar el polvo de la tierra. Pero, en cambio, ignoraba que fueras un orador capaz de aventajar a los que entablan injustas batallas en la Helieas3 por cuenta ajena. En efecto, de las querellas que últimamente has presentado ante la autoridad municipal no hubo una de la cual no salieras vencedor. ¡Bendita lengua la tuya! Eres más locuaz que una tórtolas4. Tú 52
Parece ser que este producto se usaba para enfermedades de la
piel. 53 El mayor peso de la justicia recaía sobre el jurado popular. heliaía. Heliasta o juez colectivo podía ser todo ciudadano, mayor de 30 anos, que gozara de la plenitud de sus derechos cívicos y estuviera inscrito como aspirante al cargo. 5 Expresi6n proverbial. En castellano diríamos: «tienes un pico de oron. El lenguaje paremiológico continua hasta el final de la carta.
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eres para mí un feliz hallazgo deparado por la suerte, como dice el proverbioss, pues estoy expuesto a los que quieren apropiarse de mis bienes y, por otra parte, me gusta la tranquilidad, a pesar de que tengo la certeza de que, en muchas ocasiones, de la despreocupación nacen las preocupaciones.
De Ampelión a Evergo Este ano el invierno ha sido muy crudo y para nadie era posible salir al exterior, pues la nieve se había adueñado de todo y estaban blancos tanto los cerros como los valles. No se podía trabajar, sin embargo resultaba enojoso estar sentado sin hacer nada. Pues bien, después de haber abierto el postigo una rendija y tan pronto como saqué la cabeza de la cabaña, vi, al tiempo que caía la nieve, una entera bandada de pájaros, mirlos y tordos, que alzaban el vuelo. En seguida, pues. extrayendo de un recipiente liga para cazarlos, unté las ramas de unos perales silvestres y, apenas se había posado la nube de pájaros, cuando ya estaban todos colgando de ellas -delicioso espectáculo- retenidos por sus alas o bien aprisionados por sus cabezas o patas. De entre éstos te envio un lote de veinticinco, las piezas más llenas y de mejor carne. Ciertamente es una bendición compartir lo que se tiene con unos buenos vecinos, aunque esto provoque envidia en los que son malos.
Literalmente dice: ((deparado por Hermesn. Los hallazgos o acontecimientos inesperados se atribuían a la influencia de esta divinidad. Cf. infra, 111 34, y supra, TEOFR., Caract. X X X .
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que tienen algún bien en excedente lo compartan con los amigos, por ser nosotros sencillos y amantes del prójimo, como lo son los hijos que alimenta la querida tierra.
De Filocomo a Asrilo Jamás he bajado a Atenas ni sé qué es eso que suelen llamar una c i ~ d a d ' ~Tengo . muchas ganas de ver este espectáculo nuevo para mí: unos seres humanos que conviven en el seno de un -recinto cerrado y, también, averiguar las restantes cosas por las que la ciudad se diferencia de la vida campesina. Si, buenamente, te surge un pretexto para dar un salto a Atenas, ven para llevarme esta vez contigo. Yo, por mi parte, creo que ha Ilegado el momento oportuno para aprender algo más, pues ya me ha empezado a brotar abundantemente el bozo. ¿Quién podría ser mas indicado que tú para iniciarme en los misterios de aquel lugar, tú que pasas la mayor parte de tu tiempo zascandileando por el interior de sus murallas?
29 De Comárquides a Euquetes
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La cerda que, últimamente, estaba a punto de dar a luz, acaba de parir y, en consecuencia, tengo una abundante camada de lechones. Sus gruilidos son muy desagradables, pero, en cambio, ellos son un excelente manjar. Te voy a dar, por tanto, dos de éstos para que los críes. Yo, en efecto, no tengo posibilidad de alimentarlos a todos por escasez de cebada y, también, porque es norma de buena convivencia entre la gente del campo que los '6
Sobre el campo semántico de asly y pólis, cf. Introd., apart. 6.
De Escopíades a Cofión ¡Maldita sea! ¡Qué cosa más mala es una borrachera, Cotión! Pues fui a caer en el festín de unos pobres diablos -todos eran grandes bebedores y ninguno se contentaba con hacerlo moderadamente-, por tanto la copa pasaba de mano en mano sin parar (se había impuesto como castigo para los que rehusasen, en el caso de que alguno declinase el tazón, organizar otro festejo para el día siguiente). En total bebí más de lo que yo recuerdo haber transportado con anterioridad en mi odre5'. Ya han transcurrido dos días y todavía tengo la cabeza pesada y vomito restos de la borrachera. 31
De Antila a Corisco Da la impresión de que los ríos van contra corriente *", puesto que tú, Corisco, tan entrado en ailos y cuando ya tenemos nietos y nietas, vas y te enamoras de una citarista y me causas pesares hasta el punto de que desgarras mi propio corazón. Pues yo soy objeto de desdefio des- 2 pués de treinta aíios de vida en común y, en cambio, 5' Obviamente el término «odre» está aquí empleado metafóricamente: se refiere a su estómago. 58 Expresión popular que refleja uno de los impossibilia de raigambre clásica. Cf. EURIPIDES, Medea 410.
LIBRO 11
Partenion, una prostituta de mala raleas9, es mimada con nombres carifiosos, luego de haberte absorbidow a ti por entero junto con tus tierras. Los jóvenes se rien de ti, pero tú permaneces insensible a sus burlas. Viejo, eres el juguete de una mala mujer6'.
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de que ningún ser humano le salga a su encuentro. Hasta tal punto él aborrece la raza de sus congéneres. L.os demás nuevos ricos que hay en Atenas son Fidones y Egnifones66 de poca monta. Hora es de que cambie de vida y de que trabaje para subsistir. Acéptame, pues, como un asalariado en tus tierras, ya que estoy dispuesto a soportarlo todo, con tal de poder llenar mi insaciable estomago.
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De Gnatón a Calicómides 33
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Calicómides, tú conoces a Timón6', el hijo de Equecrátides, del demo de Colito6', quien, sin darse cuenta, pasó de la riqueza a la penuria, después de haber dilapidado su patrimonio con nosotros, unos parásitos, y con cortesanas. Luego, de generoso que era, se transformó en un misántropo e imitó la conducta odiosa de A p e m a n t ~ ~ ~ . Ahora se ha refugiado en un lugar apartado y con terrones 6s de tierra acoge a los que por allí pasan, con el fin 59 El término hippdpornos, en la mejor tradición del insulto griego vinculado con el nombre de un animal, aparece injra, en dos ocasiones más (111 14 y IV 11). y tambikn una vez en MENANDRO (La posesa 19). * Cf. supra, n. 1 26. Aquí no se menciona a Caribdis, pero se afirma que la cortesana «ha absorbido,, al padre de familia junto con sus bienes. 6' El tema tradicional del viejo enamorado de una moza lozana ya fue tratado supra, en 1 6 . 62 Personaje conocido por otras fuentes literarias. Figura ya en Aristdfanes. Vivid durante las guerras del Peloponeso. Era rico y generoso, pero se transformd en misántropo cuando descubrid la perfidia e ingratitud humanas. Cf. LUCIANO,Timdn. 63 Situado en la parte meridional de Atenas. 64 Personaje mencionado tambitn por DIOGENESLAERCIO (1 9 107) y PLUTARCO(Vita Antonii 70). 65 Cnem6n, el misántropo menandreo se defiende del mismo modo. Epist. 13. Cf. Luc., Tim. 34, y EL~ANO,
De Talisco a Petreo
Pertinaz sequía la de ahora. No hay una nube a la redonda, sin embargo estamos necesitados de un buen chaparrón. Los terrones cuarteados muestran bien a las claras que las propias tierras de labor tienen sed. Me parece que en vano hicimos nuestros ofrecimientos en honor de Zeus, dispensador de la lluvia: no nos ha prestado oído, a pesar de que todos los habitantes de la comarca realizamos a porfía actos propiciatorios y cada uno contribuyó en la medida de sus posibilidades o en función de sus excedentes: uno aportó un carnero, otro un macho cabrío, un tercero alguna primicia, el de escasos medios la torta para el sacrificio y el que era aún más menesteroso unos granos de incienso muy enmohecidos6'. Pero, ninguno un toro. Pues, en efecto, los que habitamos el árido terreno del Ática carecemos de ganado abundante. No obstante, Estos nombres figuran en la Comedia Nueva y en Luciano. Son los avaros por antonomasia. Un Fidón figura en Nubes 134 y también Subus.Sta de vidas 27. en la Nda. Sobre Gnifón, cf. LUCIANO, 67 Esta misma expresión se encuentra infra. en 111 17. No sabemos si este estado del producto era un mero accidente o, por el contrario, un signo externo de buena calidad. Cf. LUCIANO, Zeus trágico 15. I I Y . - 15
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LIBRO I I
de nada nos han servido los dispendios. Según parece, Zeus atiende a otros pueblos y, por tal motivo, se desentiende de los de aquí.
De Pratino a Megalóteles
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Pesado nos ha resultado el soldado 68, pesado. En realidad, se presentó ya avanzada la tarde y no nos llegó con buen pie, pues no cesó de fastidiarnos con sus relatos, nombrando continuamente unas ciertas decurias, falanges y, luego, lanzas, catapultas y manteletes. Ahora va y nos cuenta cómo derrotó a los tracios, tras haber herido al que los guiaba con una jabalina y, de nuevo, cómo mató a un armenio, atravesándolo de un lanzazo. Y por si fuera poco todo esto, nos ha traído a colación los prisioneros, y también nos ha descrito las mujeres que, segun dice, le fueron entregadas del botín por sus superiores, como recompensa por sus proezas. En este punto, tras Ilenar con gran ruido una copa de buen tamario, se la ofrecí como remedio de su charlatanería, pero el bebió de un trago ésta y tras ésta muchas más y, sin embargo, no le puso punto final a su cháchara.
Con una corona de flores confeccionada por mí, me dirigía al túmulo de Fedrias, del demo de A l Ó p e ~ e ~pa~, 68 Aqui aparece recogido el tema cómico del miles gloriosus. Cf. supro, TEOFR.,Caract. XXIII. 69 Situado al E. de Atenas.
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ra depositarla allí. Mas he aquí que de repente, surge un grupo de jóvenes insolentes, confabulados contra mí. Dicho grupo estaba de común acuerdo con Mosquión 'O. Pues bien, desde que yo perdí a Fedrias, de feliz memoria, no ha dejado de importunarme y de pretenderme. Pero yo lo rechacé, en parte, por compasión hacia mis hijos pequeños y, en parte, por tener ante mis ojos la noble imagen de Fedrias. Ni por un momento pensé que me aguardaba una unión forzada y que me iba a encontrar con un lecho nupcial en medio del bosque. En efecto, habiéndome llevado a un lugar totalmente cubierto por el espeso follaje de la arboleda, allí, en medio de flores y de hojas ... me da vergüenza, querida amiga, contar lo que me obligó a soportar. Y ahora tengo un esposo impuesto por la violencia y, aunque es sin mi consentimiento, sin embargo lo tengo. Cosa hermosa es ser inexperto de lo que no se desea, en cambio, aquel a quien esto no le ocurre, se ve obligado a ocultar su desgracia. 36
De Éudico a Pasión Tengo un esclavo frigio que es una calamidad. Éste se ha mostrado así, una vez que tomó tierra. Cuando yo lo compré, tras una selección, el ultimo día del mes, al punto le impuse como nombre Numenio7'. Aparentemente La temhtica de esta carta tiene una evidente conexión con las violaciones frencuentes en la Néa. Incluso el nombre del protagonista masculino, Mosquibn, figura en algunas comedias menandreas con un comportamiento parecido. 7' La venta de esclavos tenia lugar en torno al novilunio. En estos dias finalizaba un mes y empezaba otro. De ahí el nombre de Numenio. Cf. A RI S T ~ F A N E S , Caballeros 43, y A VlSpoS 169- 17 1 .
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era fuerte y de mirada despierta. Contento por mi adquisición, me lo llevé para que me ayudara en mi hacienda que está en las afueras. Pero el individuo era una completa nulidad. Come la ración de cuatro zapadores y duerme cuanto solía un tal Epiménides de Creta72,según le oí decir a un sofista de muchos humos, o bien la triple noche de Heracles ", que tantas veces hemos escuchado. ¿Qué podría yo hacer? Tú, el más querido de mis camaradas y compañero de profesión, ven y dimelo, toda vez que he pagado una cierta suma por semejante animal.
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nes de las Tesmoforias ", que ahora se están celebrando. El primer día tuvo lugar la Subida procesional, hoy entre los atenienses se festeja la jornada del Ayuno y, maíiana, se harán sacrificios en honor de Caligenia. Si te pusieras en camino a buena hora, antes de que salga el lucero del alba, tu podrías participar mafiana en los sacrificios con las atenienses. Ven, pues, no te retrases; sí, por mi propia felicidad y la de mis hermanos. Dejar esta vida sin haber gustado la ciudad es un sacrilegio y síntoma de un temperamento salvaje y poco sociable 78. Perdona, madre, mi exceso de franqueza, que busca tu propio bien. Tratar sin rodeos a todos los seres humanos es hermoso, y un deber decir la verdad, en particular, a los que viven bajo un mismo techo.
De Filometor a Epifanion En nombre de los dioses y de los poderes celestiales, madre, deja por un poco el campo y los terrenos pedregosos, y contempla, antes de que llegue el último día, los hermosos espectáculos que ofrece la ciudad. ¡Qué cosas, en efecto, qué cosas te estás perdiendo! Las ha loa^^^, las Apaturias 7 5 , las Dionisias 76 y las festividades muy solem-
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Fue m sabio y una especie de santón, del que se decia que había dormido por espacio de cincuenta y siete anos. Cf. DI&. LAERC.,1 10, 109. Es también citado por LUCIANO (Tirn. 6). 73 Se refiere a la prolongada noche de bodas de Zeus y Alcmena, padres de Heracles. Este tema también se encuentra en LUCIANO (Diálogos de los dioses X ) . 74 En el mes de Posidón (diciembre-enero) se celebraban estas fiestas en ho~iorde Deméter y Perséfone, cuyo objetivo era la preservación del grano que germina en la tierra. En ellas se admitian a las cortesanas. 75 Cf. supra, n. 1 42. 7 h Cf, supro, n. 1 4 1 .
De Eutídico a Filisco Yo envié a mi hijo a la ciudad, para que vendiera leña y cebada, con el encargo de que volviera en el hueco del
día, trayendo el dinero ganado. Pero un ataque de bilis 79
77 En el mes llamado de Pianepsión (octubre-noviembre) tenian lugar estas fiestas reservadas a las mujeres, que -como nos cuenta Alcifrón- duraban tres dias. Eran en honor de Deméter, quien protege, al mismo tiempo, las simientes del campo y la fecundidad femenina. Cada jornada era designada en función del acto ritual mas importante: Anodos, Nesteia y Kalligeneia, respectivamente. Este último epíteto, «la otorgadora de hermosos hijos». se refiere. evidentemente, a Deméter. Cf. supra, IV 19, y ARIST~FANES, Tesmoforiantes 80. 78 Cf. Introd., apart. 6. 79 El término khdlos encierra tanto el significado referente al humor fisiológico como el relativo al comportamiento temperamental. Cf. ME. NANDRO. El escudo 336 SS.
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LIBRO I I
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-enviado sobre él por una cierta instancia divina cuyo nombre ignoro- lo transformó por completo y lo szcó de sus casillas. Pues mi hijo, tras haber contemplado a uno de esos insensatos de allí, a los que solemos llamar «perros)>" por causa de su actitud furibunda o rabia, aventajó al causante de sus males por vía de la imitación. Es un espectáculo horrible y penoso de ver, cuando agita su sucia melena y te mira insolentemente. Se presenta medio desnudo, con una capa raída8', una bolsita colgante y, entre sus manos, una maza hecha de madera de peral silvestre. Va descalzo, no se lava y carece de oficio y beneficio. No quiere saber nada de su hacienda ni de nosotros, sus padres, sino que, por el contrario, nos reniega, pues afirma que todas las cosas son obra de la naturaleza y que la unión de elementos es la causa de la generación y no los progenitoresB2.Evidentemente, desprecia el dinero y aborrece el cultivo de la tierra. No tiene sentido de la vergüenza y el pudor se ha borrado de su rostro. AY, Agricultura, cómo te ha roto la crisma el pensatorio de estos farsantes! Censuro a Solón y a DracónB3,porque decidieron castigar con la pena capital a los ladrones de
Evidentemente, se refiere a los seguidores de la escuela cinica. Literalmente dice trib¿hon, vocablo que designa una prenda tosca, propia de la gente de condición humilde. Era usada tambien por algunos filósofos. Cf. supra, TEOFR.,Caract. XXll 13. 82 Todo el fragmento es una sátira de la escuela cinica, cuyo fundaen la carta 21 recoge la idea aquí expresada. dor, D I ~ G E NDE E SSINOPE, Las Nubes de Aristófanes están en la mente del autor como indica el empleo del término phroniiit6rion (pensatorio). Cf. supra, 1 10. 03 Solón (640-560 a . c . ) fue un politico. legislador, poeta y precursor en lo que a medidas democrAticas se refiere. Dracón, el mas antiguo legislador ateniense, codificó los principios jurídicos vigentes en su época (cu. 621). 80 81
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uvas y, en cambio, consideraron exentos de culpa a los que esclavizan a los jóvenes, apartándolos del camino de la sensatez.
De entre las ovejas que tengo en DeceliaB4he trasquilado las robustas y te he enviado los vellones. Los ejemplares que estaban afectados gravemente por el escabro los devolví de nuevo a Pirrias, el pastor, para que hiciera con ellos lo que quisiera antes de que fuesen totalmente inservibles a causa de su enfermedad. Como tienes lana en abundancia, téjenos unos vestidos adecuados según las estaciones, de manera que los de verano sean ligeros y, en cambio, los de invierno tengan mucha tela y su trama sea más gruesa, a fin de aquéllos solamente nos protejan del sol a causa de su poca consistencia y no den calor al cuerpo; y, sin embargo, éstos por su espesor no dejen penetrar el frío y nos defiendan del viento. Procura que nuestra hija soltera, la cual está en edad casadera, colabore con las esclavas en las tareas del hilado, para que, cuando se marche a su domicilio conyugal, no nos avergüence a nosotros, sus padres. Pero, además de esto, es preciso que sepas que las mujeres que disfrutan practicando el oficio de tejedoras y que cultivan a Érgane 8 5 gozan de una existencia ordenada y serena.
"
Demo ático al N. de Atenas. Literalmente: Martesanan. Epiteto de Aienea.
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LIBRO 111 CARTAS DE PARÁSITOS
De Trequedipno a Lopadectambo El reloj ' no marca todavía la hora sexta 2, sin embargo, yo estoy a punto de quedarme seco, aguijoneado por el hambre. Bien, te ha llegado el momento de tomar una decisión, Lopadectarnbo, o, mejor, de buscar un madero y una cuerda para colgarnos. Pues, arrancar de cuajo el pilar que sostiene el funesto reloj o cambiarlo de posición, a fin de que marque más rápidamente las horas, esto seria una tarea digna de Palamedes ya que ahora estoy muerto de hambre y flaco. Teocares, por supuesto, no se coloca en su sitio para comer hasta que el criado presuroso le anuncia que son las seis. En consecuencia,
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En realidad, el gndrn6n o indicador de las horas en los relojes so-
lares. 2 Es la hora habitual de la comida. El uso de dividir el periodo diurno en doce partes es tardío. Los primeros testimonios se remontan a la segunda mitad del siglo iv a.c. La impaciencia del parásito hambriento es otro tema cómico proverbial. 3 Personaje mítico, hijo de Nauplio. que participó en la expedición a Troya. Su nombre llegó a simbolizar al inventor por antonomasia a causa de sus numerosos hallazgos.
LIBRO III
necesitamos trazar un plan que nos permita desarticular y trastocar su metódico comportamiento, pues habiéndose educado bajo la férula de un pedagogo cargante y cejijunto, es incapaz de introducir alguna innovación, sino que, por el contrario, es austero en sus hábitos como un Laques o un Apolexis4 y no considera de buen tono llenar el estómago antes de su hora.
De Ectodioctes a Mandalocolaptes
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Ayer, entrada ya la tarde, me encontré por casualidad con Gorgias Eteobútades y, tras saludarnos efusivamente, me recriminó por no frecuentarlo más a menudo. Después de una breve charla, me dijo: «Por Zeus, ponte en movimiento, querido amigo, y tras haberte lavado con rapidez, ven a casa y trae contigo a la hetera Aedonion, pues es una intima amiga mía y para, como tú bien sabes, a poca distancia del Leocorio6. Tengo preparado para nosotros un excelente menú compuesto por unos filetes de pescado en salazón y unas jarras rebosantes de néctar mendesio7, como alguien diría.» Y tras decir esto, se marPersonajes de dudosa atribución. El primero podría ser el celebre general ateniense que dio nombre a un dialogo plat6nico. Un Apolexis es mencionado por DEM~STENES (XXI 182) asociado a Soión. Uno de los sacerdotes hereditarios de Atenea Políade. esto es, protectora de la ciudad. El patronímico significa literalmente: ((Auténtico descendiente de Butes.» 6 Templo situado en el Ceramico, cercano al Pbrtico de las Pinturas. Cf. supra, nn. 11 48 y 1 1 1 . Probablemente, Alcifrón se refiere al vino de Mende, ciudad de la peninsula calcidica. Sobre la bondad de sus caldos nos ilustra ATENEO ( 1 29E).
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chó. Yo, por mi parte, fui corriendo a casa de Aedonion y le hice saber de quién partía la invitación. A punto estuve de caer en una trampa, pues, a lo que parece, ella había tenido ya ciertas experiencias con Gorgias, individuo ingrato y poco inclinado a las remuneraciones. Como su indignación estaba aun reciente, al retirar la olla llena del anafe, poco faltó para que me vertiera el agua hirviendo encima de mi cabeza, menos mal que yo, anticipándome, retrocedí de un salto y evité el accidente por los pelos. De esta manera nosotros recibimos insultos más numerosos que placeres, siendo burlados por engañosas esperanzas.
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De Artepitimo a Cnisozomo
Necesito una cuerda para ahorcarme y t ú me verás en breve con un nudo corredizo en el cuello. Pues yo no puedo soportar las bofetadas ni los demás excesos de unos borrachos que beben a escote -y que jojalá acaben de malas maneras!-, ni tampoco controlar mi maldito y voraz estómago8. En efecto, éste tiene sus exigencias, ya que no se contenta con estar lleno, sino que, además, pide exquisiteces. Mi rostro no aguanta los continuos golpes y corro el riesgo de que uno de mis ojos quede tumefacto al ser agredido por las bofetadas. ;Maldito sea este omnívoro y devorador estómago que nos obliga a soportar semejantes vejaciones! En consecuencia, he tomado la determinación de despedirme airadamente de la vidag, El vientre como fuente de males es otro tema tópico. Literalmente dice: «escupir mi vida)). El tema del suicidio también aparece infra, 111 13.
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LIBRO I I I
después de haber disfrutado de una buena mesa, por considerar que es mejor una muerte placentera que una existencia miserable.
De Heternocoso a Zornecpneonte
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¡Caray! ¿Qué día era ayer? ¿Qué numen o divinidad me retuvo de manera teatral ' O en el último instante, cuando me disponía a unirme a la gran mayoría "? En realidad, gracias a un golpe de buena fortuna, pues el médico Acesilao, al verme a mí, cuando salía del festín, medio muerto o, mejor dicho, un verdadero cadáver -como uno de los de abajo- dando instrucciones a sus discípulos para que me transportaran rápidamente, me hizo conducir a su propia casa, me provocó unos vómitos y, luego, habiéndome hecho una sangría, favoreció que la sangre manase en abundancia. Si no llega a ser por esto, nada habría impedido que yo pereciese bajo los efectos destructores de la impasible muerte. ;Qué faenas, qué faenas me hicieron, en verdad, los ricachones! Cada cual desde su sitio me obligó a beber más de lo debido y a comer por encima de la capacidad de mi estómago. Uno me saturó de salchicha, otro introdujo entre mis mandíbulas una rodaja enorme de pescado, un tercero, habiendo preparado una mixtura, pues no era vino, sino mostaza, más una salsa fuerte de anchoas y vinagre 1 2 , la vertía en mi inteLiteralmente dice: apo mFkhan&, termino procedente del lenguaje teatral. Un calco sernántico del mismo es la acuñacion latina ex machina. Cf. MENANDRO,í.u posesa, fr. 5 227 KOCK. 1 1 Forma eufernistica para designar el mundo de los muertos. 12 Cf. supra, n. 1 84. 10
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rior como si se tratase de una tinaja. Súbitamente empecé a llenar hasta los bordes con mis vómitos cántaros, bocales y escupideras, hasta el punto de que el propio Acesilao estaba admirado de dónde y como pude hacer sitio a un cargamento semejante de alimentos. Pero, puesto que los dioses, benefactores y protectores de males, me salvaron de manera manifiesta de un evidente peligro, en lo sucesivo, me dedicaré a trabajar y patearé el Pireo, transportando a sueldo mercancías desde las naves hasta los almacenes, pues es mejor apacentar el estómago con tomillo y cebada 13, teniendo asegurada la existencia, que saborear golosinas y faisanes, aguardando cada día la llegada de una muerte incierta.
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De Enopnictes a Cotilobrocfiso Ve y dirígete, con tu flauta pastoril y tus címbalos, a eso de la primera vigilancia nocturna, al Pasaje Dorado", a la altura del sauzgatillo, donde nos encontraremos, y, luego, recogeremos de Ésciro l 5 a la hetera CIímene para llevarla a casa del nuevo rico Terípides, del demo de Exone 16. Éste, desde hace mucho tiempo, se encuentra ardientemente enamorado de ella y derrocha no poco dinero sin conseguir resultado alguno. Ella, efectivamente, por haberse percatado del amor encendido del jo-
l3 Probablemente. una masa o cocción hecha con estos ingredientes. Cf. supra, TEOFRASTO.Caracreres IV y n. 32. l4 Tanto este emplazamiento urbano como el árbol cercano son mencionados también infra, IV 14. l5 Cf. supra, n. 11 48. l6 Lugar de la costa, al S. del monte Himeto.
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ven, se da importancia y se hace de rogar continuamente y, a pesar de que recibe más y más regalos, mantiene que no se entregará, si no obtiene un terreno amén del dinero. Por tanto, ha llegado el momento de arrancarla por la fuerza, si nos opone resistencia, como hace habitualmente. Al ser nosotros dos, y además fuertes, la llevaremos con facilidad, aunque no quiera 17. Si Terípides viene a saber esto y juzga el desenlace como un feliz resultado de nuestro desvelo, recibiremos no pocas monedas de oro por nuestra mediación inesperada, una espléndida vestimenta y, sobre todo, la posibilidad de frecuentar su casa sin miedo alguno y disfrutar de ella en el futuro sin cortapisas. Y, tal vez, ya no nos considerará como parásitos, sino como amigos, pues los que no aguardan una invitación a cambio de un favor, se cuentan entre el numero de los íntimos y no de los aduladores.
De Ragostrongiso a Estenfilodemón
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Te digo que estoy completamente arruinado. Pues, yo, que ayer vestía con lujo, hoy cubro mis vergüenzas, como puedes comprobar, con harapos sucios y gastados por el uso. Me dejó en cueros el malvado Patecion I B , quien con hábiles jugadas de dados me robó mi dinero contante hasta el último céntimo (y yo tenía una buena cantidad, como tú sabes). Me habría sido posible hacer la vista gorda sobre lo que perdí y poner a salvo la mayor parte, pero aguanté la mala racha hasta el final, arrastrado por el vi-
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cio en un momento de pasión. Fui apostando una por una todas mis prendas y acabé desnudo sin ninguna de mis ropas. Así pues, ja donde podré encaminarme? El viento del Norte, soplando con impetuosidad y furia, asaetea mis costados, como si de dardos se tratase. Quizá deba irme a Cinosarges lg. Pues alguno de los jovencillos de allí. apiadándose de mí, me cubrirá con alguna prenda, o bien me aproximaré a los hornos cercanos y, desgraciado de mí, me calentaré con su fuego, ya que, para los que no tienen con qué cubrirse, la llama y el caldearse al sol hacen el papel de una pelliza y de un vestido.
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De Sicoclastes a Bución
En el día de ayer yo, Estrucias 20, y Cineto 2 1 , unos parásitos, con las cabezas arregladas y recién aseados en el baiio de Serangio 22, a eso de la quinta hora, nos dirigimos, a la carrera, a la propiedad que tiene en las afueras, en ÁncileZ3, el joven Caricles, donde nos recibió él en z persona de buen grado, por ser de carácter alegre y dispendioso. Nosotros, por nuestra parte, les ofrecimos a é1 y a sus invitados un entretenido espectáculo alternando los golpes que nos propinábamos mutuamente con la recil9 Gimnasio situado al E. de la periferia de Atenas. a los pies del monte Licabeto. Era frecuentado por quienes no eran auténticos atenienses. El nombre está relacionado con Cérbero. 20 Nombre de parásito en El adukador de Menandro. 2' Parásito adulador de Demetrio Poliorcetes. citado por LUCIANO,
Pro irnagin. 20, 22.
Otra escena frecuente en la Comedia Nueva. Menandro, en El adulador y El misóniropo, ofrece muestras de colaboraciones similares. 18 Cf. supra, n. 11 4. l7
22 NES, 23
Localidad del Pireo donde había un baao público. Cf. ARISTOFAfr. 122. Localidad situada entre Atenas y el monte Himeto.
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tación de sonoros anapestos, rebosantes de bromas llenas de salero, de muestras de la auténtica gracia ática y de 3 picardías. Y mientras que el convite transcurría en medio de la alegría y la hilaridad, salió de alguna parte Esmícrines24, hombre de mal genio e irascible. Tras él iban un tropel de criados, los cuales la emprendieron con noso4 tros a la carrera. El propio Esmícrines, para empezar, golpeó con un curvado bastón la espalda de Caricles, luego le pegó en la cara, tratándolo como si fuera el último de los esclavos. A un solo gesto de la cabeza del viejo, nosotros pusimos nuestras manos cruzadas en las espaldas. A continuación nos dio con un látigo un número de azotes tales que difícilmente se podrían contar y, a la postre, s el colérico anciano nos condujo de allí a la cárcel. A no ser por un amigo de confianza y que se ha divertido en muchas ocasiones con nuestra compañía, el bueno de Eutídico, miembro destacado del tribunal de los areopagitas 26, que nos abrió las puertas de la prisión, quizá habríamos ido a parar ante el verdugo. Hasta tal punto estaba quemado contra nosotros el violento y amargado viejo, que hizo cuanto estaba en su mano para que fuésemos conducidos a la pena capital como si se tratara de unos asesinos o unos ladrones de objetos sagrados.
24 Actúa como pedagogo de Caricles. Las relaciones conflictivas entre el educador y el parásito vuelven a surgir en 111 21. El nombre propio es utilizado por Menandro en algunas comedias. 25 Cf. A R I S T ~ F A N Ranas E S , 619. 26 Cf. supra. n. 1 69.
De Gnatón a Licópinax No hacen ningún caso de nosotros, como si fuésemos de Mégara o de Egio 27;Únicamente Grilión goza, en la actualidad, de plena aceptación y es el dueño de la ciudad. Todas las puertas se le abren al igual que a Crates 29,el filósofo cínico de Tebas. A mi modo de ver, gracias a los oficios de una cierta vieja tesaliota o de una maga de AcarnaniaJOha embaucado a unos pobres adolescentes. Pues jen quC reside su ingenio?, ¿por que resulta encantador y de agradable trato? Quizá las Gracias lo ven a él con ojos más favorables y, por ello, éstos se muestran embobados con él. Nosotros, en cambio, nos contentamos si alguien nos arroja unas migajas, como a unos perrosJ2. Probablemente no dispone de un hechizo, sino de una suerte propicia, pues la fortuna lo es todo en los asuntos humanos ". De nada sirve el juicio entre los 2' Forma proverbial para indicar que no se presta atención a alguien. Deriva de una respuesta oracular a los habitantes de una de estas dos ciudades, segun transmite PLUTARCO. Quaestiones convivales V 7 . 2 V f . supra, n. 11 3. z9 Frase proverbial. Este filósofo regaló a su ciudad una cuantiosa fortuna para poder entregarse al vagabundeo cinico. Fue blanco de burlas por parte de la Néa. Cf. MENANDRO. fr. 104 K.-TH. 30 Acarnania y Tesalia son regiones que aparecen con frecuencia asociadas a las artes mágicas. Cf. TEOCRITO, 11, y LUCIANO, Diálogos de las cortesanas l. 31 Una idea parecida, i n f ~ IV , 9, y en ARISTENETO, 1 1 l. 32 Alude a las migas de pan con las que se limpiaban las manos los comensales y que luego arrojaban a los perros. Esta sentencia figura ya en DEM.,11 22. La idea es un leitmotiv a partir del siglo iv a . c . Cf. supro, n. 1 83.
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hombres y todo lo puede el azar. Quien lo tiene de su parte resulta agradable y es bien considerado.
De Trapezolicres a Sicodialecres
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Me ha causado dolor, hermoso Siquión 34, la noticia del percance que ha afectado a tu rostro. Si este hecho aconteció de la manera que nos lo contó Lirione al regreso del festín -me refiero a la joven sirvienta de Filis, la taiiedora de lira-, tú hiciste frente a un ataque y a un asedio en regla, pero sin ingenios bélicos. H a llegado a mis oídos que un tipo abominable y afeminado te ha tirad o a la cara su copa de vino, de manera que los fragmentos han desfigurado tu nariz y tu mejilla derecha y que la sangre manaba a raudales, al igual que las rocas en Geranía35destilan agua. ¿Quién podrá seguir soportando por más tiempo a estos malvados que aquí tenemos, los cuales nos venden a semejante precio tener el estómago Ileno? Nosotros, en efecto, trocamos la posibilidad de vivir a cambio de correr riesgos y, por nuestro miedo a morir de hambre, acogemos con los brazos abiertos tanto el sustento como el peligro inherente.
Trapezocaronte. Te lo contaré, ciertamente, antes de que tú me interrogues. Pues bien, se celebraba en la ciudad, como tú sabes, el día de la Cureótide j7. Yo, habiendo sido invitado para amenizar un banquete, me dedicaba a ~. los comensales bebían a bailar el c ó r d a ~ e ~Mientras, porfia, hasta que, por haberse prolongado la competición indefinidamente, reinó en el festín un estado comatoso y todos daban cabezadas de sueíío, incluso los propios criados. Yo miraba a mi alrededor por si podía conseguir alguna pieza de plata del servicio, mas como éstas habían sido retiradas de la vista, cuando aún reinaba la sobriedad, y estaban a buen recaudo, con una servilleta bajo el brazo salí precipitadamente, hasta el punto de que perdí una sandalia en la huida. Mira cuanto valor tiene: se trata de un tejido de lino egipcio, teñido con púrpura marina procrdente de Hermione 39, fino hasta la exageración y muy caro. Si consigo venderlo sin problemas, te llevaré a la hosteleria de Pitacnión y te haré llenar tu estómago. Hemos soportado por igual las secuelas de grandes y frecuentes borracheras ajenas, por tanto, es justo que tú, mi compañero de infortunios, participes también del día en que me sonríe la suerte.
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De Estenfiloqueronte a Trapezocaronte ¡Con qué buena fortuna y con qué acierto he obrado! 36. Quizá tú me preguntes a qué me refiero, querido 34
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Hipocoristico de Sicodialectes. Cadena montaiiosa de la Megáride. Calco del v. 629 del PIuto aristofanesco.
j7 El tercer día de las Apaturias era llamado Cureotide o jornada de la Tonsura, porque, según algunas fuentes. en él cortaban ritualnienle la cabellera a los nifios atenienses presentados a la fratria. 31 Cf. supra, n. 11 37. '9 Ciudad costera de la Argolide.
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De Horologio a Lacanoraurnaso
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i Hermes benefactor y Heracles protector del mal!, he conseguido ponerme a salvo. iOjalá no me vuelva a suceder otra historia como ésta! Tras haberme apropiado de un aguamanil de plata, propiedad del rico Fanias, me di a la carrera llevándolo conmigo (pues era la hora intempestiva de la media noche), ya que deseaba vivamente ponerme a salvo. De repente, unos perros guardianes, molosos y cnosiosa de raza, me rodearon y cada uno por un sitio se abalanzaron sobre mi, fieros y en medio de terribles ladridos. Nada habría podido evitar que yo fuese totalmente despedazado4' por ellos, como si hubiese ofendido a Ártemis, hasta el punto de que ni siquiera habrían quedado mis extremidades, para los que se dispusieran a darme sepultura al día siguiente llevados de la compasión y de la piedad. Pues bien, habiendo descubierto una conducción de agua abierta y no profunda, sino superficial, conseguí esconderme, sumergiéndome en ella. Todavía tiemblo y me excito al contarte esto. Cuando brilló en el cielo el lucero del alba, yo no los sentía ya a ellos ladrar, sin duda alguna estaban atados en la casa. Entonces, dirigiéndome a la carrera hacia el Pireo, consegui embarcarme en una nave siciliana en el preciso momento en que se disponía a soltar las amarras. Allí le vendí el aguamanil al capitán del barco, y ahora, por estar en posesión de esta fortuna, nado en la abundancia y he vuelto a la
* Perros utilizados como mastines. Los canes cretenses eran famosos por su velocidad y resistencia. 4' Tema mítico: Acteón y Orfeo, por ejemplo.
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ciudad convertido en un nuevo rico. Me hago tantas ilusiones que deseo mantener a unos aduladores y rodearme de parásitos y no ser yo el que ejerza como tal. Cuando me gaste este patrimonio que me he proporcionado, de nuevo volveré a mi antigua ocupación. Pues una perra que ha aprendido a morder el cuero no se olvida de su habilidad 42.
De Etelogliptes a Mapafániso ;Ojalá L i ~ i m n i o ~el~ actor , trágico, pierda la voz y acabe malamente sus días! Pues, cuando venció con los Propompoí" de Esquilo a sus rivales Critias de C l e ~ n a s ~ ~ e Hípaso de Ambraciaa, gracias a su voz clara y potente, celebró un banquete y estaba ufano y coronado de hiedra. Allí fui invitado y iqué miserias tuve que soportar! 2 Primeramente tenía la cabeza cubierta de pez y los ojos embadurnados con una salsa fuerte de anchoas4'. Luego, mientras que los otros comían pasteles de leche y de sésamo. yo, en cambio, en lugar de una torta, intentaba tragarme unos guijarros bañados de miel. Hiacíntide, una 3
42 Máxima que aparece con ligeras variantes en LUCIANO(Contra un ignorante... 25). Licimnio seria un actor que se comsagró al repertorio de Esquilo en el siglo iv a.c. Cf. A . W. PICKARD-CAMBRIDGE, 7ñe Dramatic Festivals of Athens, Oxford, 1968 ( = 1953). pág. 101. Sobre la voz de los ariistas, consultese esta misma obra (phgs. 165-169). 1 . 4 Este titulo es recogido por HESIQUIO, S . U . Dipoloi. 45 Ciudad al SO. de Corinto. Ciudad de Acarnania. 4' Cf. supro, n. 1 8 4 .
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putilla del Cerámico 4 8 , en realidad una extranjera procedente de Feneo4!', la mas osada de entre todas, tras Ilenar una vejiga de sangre, la dejó caer sobre mi cabeza: al unísono con el chasquido quede chorreando de este 11'4 quido. Múltiples y sonoras carcajadas brotaron de entre los comensales. Yo, sin embargo, no percibí una paga en consonancia con mis afrentas, sino que, por el contrario, la recompensa por mis humillaciones fue la capacidad de s mi estómago, pero nada más. Por consiguiente, jojalá Licimnio, odioso a los dioses, no esté vivo el aiio próximo o, al menos, no venza de nuevo! Propongo que sea Ilamado por nosotros y por el coro de los aduladores de DionisoSO«grajo5' chillón» a causa de su voz desagradable. 13
De Capnosfrantes a A ristomaco
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Tu, mi genio protector, que me has sido asignado y que me has tocado en suerte, ¡qué malvado eres y cómo me entristeces, teniéndome siempre atado a la pobreza! Cuando no hay una invitación, me obligas a comer perifollo y ascidias o a recoger hierbas y llenar mi estómago bebiendo agua en la fuente Enneacruno j2. Además, cuan4~
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Cf. supra, n. 11 48. Ciudad situada al N. de la Arcadia. ARIST~TELES (Rerorica 1045a23) le otorga este apelativo a los ac-
tores y reconoce que ellos prefieren ser llamados (
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do el cuerpo, por encontrarse en su mejor momento de vigor y de juventud, aguantaba las afrentas y estaba en una etapa en la que podía sufrir los golpes, el mal trato era algo soportable. Pero, ahora, una vez que ya me encuentro en la mitad del camino y que lo que me resta de vida tiende hacia la vejez, jcuál será el remedio de mis males? Necesito una soga de Haliarto s3, y me colgaré enfrente del D i p i l ~ n ' ~a, no ser que la fortuna quiera otorgarme algún favor. Pero si se mantiene en las mismas, 3 no pondré el nudo en mi cuello antes de que consiga disfrutar de una mesa lujosamente servida. En breve, tendrá lugar la boda, ilustre y que atrae la atención de todos55, de Cárito y Leócrates, justo después del fin del mes de Pianepsiónj6. A ésta yo seré invitado, sin duda alguna, bien para el primer día o para el siguiente, pues en las celebraciones nupciales se requieren diversiones y la presencia de unos parásitos. Sin nosotros no hay fiesta en absoluto y el cortejo sería de cerdos en lugar de seres humanos.
Ciudad de Beocia. Nombre de una de las puertas de Atenas, llamada también Cerámica, porque comunicaba el barrio de este nombre con la zona extramuros del mismo. Cf. supra, n. 11 48. Idéntica adjetivación en LUCIANO (Timón 38). 56 «Mes de las habas cocidas.)) Cuarto mes del calendario ático que se corresponde con la segunda mitad de octubre y la primera de noviembre. Como ya hemos indicado el novilunio marca el cambio de mes, de ahi la expresión usada. 53 54
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De Bucopnictes a Arropictes
De Lemociclope a Creolobes
No puedo ver cómo Zeuxipe, una vulgar prostituta5', explota sin piedad a un joven. Él, en efecto, pone en sus manos no sólo monedas de oro y de plata, sino también sus casas y sus tierras. Ella, por su parte, habiendoselas ingeniado para atizar más y más la pasión de él, finge estar enamorada de un adolescente de Eubea, con la intención de entregarse a otro amor en el momento en que haya agotado los bienes de aquel. A mí me duele el corazón al ver deshacerse un patrimonio semejante, que le fue dejado en herencia por Lisias y Fanóstrata, de feliz memoria. Ellos lo consiguieron reunir céntimo a céntimo, y esta mujerzuela, que va de mano en mano y que es una completa desvergonzada, lo va a gastar de golpe5'. Yo, en verdad, siento una cierta compasidn por el muchacho, pues cuando se hizo cargo de su heredad se mostró muy generoso con nosotros. En consecuencia, veo que nuestras cosas también oscilan, pues si todas las posesiones de este excelente amigo van a parar a ella ... ¡bien, oh dioses, bien vamos a saciarnos en el futuro! Pues Filebo es, como tú sabes, un hombre sencillo, propicio a nosotros, los parásitos, y mesurado de temperamento: se divierte más con canciones y con risas que maltratándonos.
He aquí que, después del Eurotas 59,las aguas de Lerna* y la fuente de Pirene6', por añoranza de la Calírroe62, regreso de nuevo a Atenas desde Corinto. Como ninguna de las delicias de aquí me seduce, me dispongo a marcharme de este lugar y a llegar, cuanto antes, a vuestra presencia. Los habitantes de esta región son, desde mi punto de vista, toscos y malos bebedores6': los excesos causados por el vino son entre ellos más numerosos que las satisfacciones que produce su consumo. Para mí es preferible, sin duda alguna, tener entre mis manos unos higos silvestres o unas acederas del Ática que cosechar oro de aquella gente. ¡Qué novedades intentan ellos introducir! Obligan a beber a los que saltan a la pata coja sobre un odre64, vierten en sus gargantas un vino fuerte y que abrasa por no haber sido mezclado con agua; luego, te arrojan unos huesos, de muslo o de vértebras, como si se tratara de unos perros. Sobre ti rompen unas varas y, a modo de juegos, te vapulean con látigos y otros tipos de correas. iOh Atenea protectora y defensora de la ciudad, ojalá yo pueda vivir y acabar mis días en Atenas! Pues prefiero que mi cadáver yazga tendido sin 59
Rio de Laconia. Zona pantanosa de la Argólide, emplazamiento mitico de la Hi-
dra.
5' 5'
11.
Cf. supra, n. 11 59. Tema recurrente de la rapacidad de las cortesanas. Cf. infra. IV
En Acrocorinto. Este manantial estaba consagrado a las Musas. Renombrada fuente de Atenas. Cf. supra. n. 1 1 1 52. Idéntica adjetivación en LUCIANO(De mercede conduc. 30). Saltare per utres. Se llenaba un odre de vino y se untaba de aceite por fuera. Luego se intentaba danzar sobre él.
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un túmulo delante de la Puerta de Diomeideh5 o de la Puerta de los Caballeros a disfrutar de las dichas del Peloponeso.
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mentos. Pues está claro que quienes se sirven de la temeridad sin escrúpulos pagarán un precio conforme a su acción.
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De Acratolimas a Conócrates
De Copadión a Eucniso No es de mi incumbencia: que hagan cuanto les venga en gana los osados Grontón y Sardanápalo. Es de todo punto imposible que yo participe en su insensata empresa, ni aunque un oráculo de la encina de Dodona6' me lo aconsejara. Sin ningún género de dudas hay que mantenerse alejado del asunto. En efecto, intentan seducir a la concubina del amo de z la casa y ya la aventura ha llegado a su culminación. Y , no contentos con la satisfacción ilícita de sus deseos amorosos, van robando, además, el menaje de la casa pieza 3 por pieza. Quizá pase inadvertido por un cierto tiempo el delito realizado, pero, sin duda, algún vecino charlatán o un criado chismoso descubrirán el pastel y. forzosamente, la cicuta o el pondrá fin a su placer, después de ser castigados con fuego. hierro y todo género de tor-
Cf. supra, n. 1 6 2 . 66 De ella partia el camino hacia Colono. El tema del retorno a Atenas es tópico, particularmente en la comedia. Cf. MENANDRO. L a samia 96-111. 67 Ciudad del Epiro donde exibtia un antiguo oráculo. La voluntad del dios era revelada a través de das hojas de una encina sagrada. Allí tenia su sede el templo de Zeus y Afrodita, cuya fundacibn se atribuía a una paloma. 68 Desde el siglo iv se llamaba así a un barranco situado al O. de la colina de las Ninfas. En él erdn arrojados los restos de los criminales. b5
Ayer, mientras Carión estaba distraído con el pozo, yo conseguí entrar en la cocina. Después de encontrar una bandeja muy bien aderezada, un gallo asado y una olla con anchoas y sardinas de Mégara 69, me apoderé de ellos y, saliendo disparado, busqué un lugar donde pudiera refugiarme y comer a gusto yo solo. Por falta de un sitio adecuado, me encaminé corriendo hacia el Pórtico de las Pinturas 'O -pues no lo enturbiaba ni siquiera uno de esos filósofos charlatanes del contorno-, y allí me disponía a gustar el fruto de mis esfuerzos. Mas, al levantar la vista del plato, avizoro a unos jóvenes que se acercaban y que venían de jugar a los dados. Yo, temeroso, coloqué detrás de mí la comida y me recosté en el suelo ocultando mi presa y, al tiempo que les pedía a las divinidades tutelares que pasase el nubarrón, prometí ofrecerles una buena cantidad de granos de incienso, muy enmohecidos7', que yo tenía en casa por haberlos recogido de los sacrificios. Y no me quede defraudado, pues los dioses los guiaron en otra dirección. Después de devorar a toda prisa cuantos alimentos habia en los recipientes, le di a un amigo tabernero la olla y la fuente, reliquias de mi captura, para congraciarme con él. Y seguí mi camino, 69
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Ciudad emplazada en el istmo de Corinto y próxima al Ática. Cf. supra, n. 1 1 1 . Cf. supra, n. 11 67.
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quedando ante sus ojos como una persona digna de aprecio y hábil, gracias a los regalos.
cuanto allí había depositado. Considerándolo bien, es rnejor vivir sin un cuarto, que morir en medio de riquezas.
De Quitrolictes a Patelocaronte
De Autoclero a Heremaristo
Quizá me preguntarás por qué razón lloro, dónde me herí en la cabeza o cómo llevo este espléndido manto hecho pedazos. La causa es que gané a los dados y jojalá esto no hubiese sucedido jamás! ¿Qué necesidad tenía yo, que soy un alfeñique, de enfrentarme con unos jóvenes llenos de vigor? Una vez que conseguí acumular a mi favor la totalidad de las apuestas, ellos se quedaron sin blanca y se lanzaron todos a una contra mí. Unos me golpeaban con sus puños, otros empleaban piedras y unos terceros me rasgaron el vestido. Yo permanecía con el dinero agarrado, prefiriendo morir antes que cederles algo de lo conquistado por mí. Y, efectivamente, resistí heroicamente hasta un cierto punto: aguantando el impacto de sus golpes y soportando que me retorcieran los dedos. Me comportaba cual un espartano al ser azotado ante el altar de Ártemis Ortia72.Pero, en realidad. no era en Lacedemonia, donde yo sufría estas pruebas. sino en Atenas, y ellos, los más perdidos de entre los jugadores que hay en la ciudad. Finalmente, estando ya a punto de perder el conocimiento, dejé que mis atacantes se apoderasen de la suma. Ellos rastrearon también el pliegue del vestido donde se suele guardar el dinero7' y se marcharon llevándose
72 LOS jóvenes lacedemonios eran alli azotados para demostrar su resistencia al dolor físico. 73 Cf.supra, TEOFR.,Carac!. V I 8 .
En poco o en nada difieren los simples particulares de la gente respetable que continuamente ensalza los méritos de la dignidad y de la virtud. Me refiero, concretamente, a éstos que embaucan a los jóvenes74. Menudo, menudo banquete te has perdido con motivo del cumpleafios de la hija de Escamónides. Pues, habiendo invitado, en un pri- z mer momento, a no pocos de los que en apariencia destacan en Atenas por su riqueza y su ascendencia, creyó conveniente, después, darle un toque de distinción a la fiesta con la presencia de unos filósofos. Entre los más conspicuos se encontraba Eteocles, el estoico ése, el vejestorio. con la barba descuidada, sucio, la cabeza despeinada, consumido y con más arrugas en el rostro que una bolsa. También estaba allí Temistagoras, de la escuela peripatéti- 3 ca, hombre de aspecto no desagradable y orgulloso de su perilla encrespada. Y Zenócrates, el epicúreo, preocupado por sus rizos y que se daba importancia a causa de su poblada barba. Asimismo, el célebre -de esta manera era 4 llamado por todos- Arquibio, seguidor de Pitágoras, que ostentaba una enorme palidez en su rostro, unos bucles que pendían desde lo alto de su cabeza hasta su pecho, 74 En esta carta se pasa revista a las distintas escuelas filosóficas, en clave de sátira. Anteriormente (n. 1 lo), ya hemos comentado este lugar común. Aparte de otros precedentes literarios, existen numerosos puntos de contacto con dos escenas lucianescas: Diálogos de los muertos X y El banquete.
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una barba puntiaguda y muy larga, una nariz ganchuda y unos labios fláccidos, dando a entender en todo momento, al tenerlos apretados y totalmente cerrados, el silencio 5 preceptivo de los pitagóricos. De repente hizo su aparición Páncrates, el cínico, quien empujaba con fuerza a la gente hacia un lado y se apoyaba en una estaca de encina. Llevaba un bastón que estaba tachonado con unos clavos de bronce en los sitios compactos de los nudos, y una bolsa totalmente vacía y muy apropiada para los restos 75. Los demás invitados, desde el principio hasta el fin, 6 guardaron idéntica compostura o muy similar; en cambio, los filósofos, conforme el festín avanzaba y los brindis se iban sucediendo, empezaron a dar muestras, uno por uno, 7 de sus extraños modales. Eteocles, el estoico, a causa de su avanzada edad y de haberse saciado más de la cuenta, yacía tendido y roncaba. El pitagórico, tras haber roto su habitual silencio, tarareaba al son de cierta melodía algunos de los Versos de oro76.El bueno de Temistágoras, como define a la felicidad no sólo en función del cuerpo y del alma, sino también de acuerdo con las cosas externas, según el principio peripatético, reclamaba más pastes les y una abundante variedad de manjares. El epicúreo Zenócrates tenía entre sus brazos a una citarista y, al tiempo que la mirada con languidez y sensualidad, afirmaba con los ojos medio cerrados que esto era la tranqui9 lidad de la carne y la consolidación del placer. El cínico, después de haber desabrochado y dejado caer por tierra su manto ", empezó por orinarse, en consonancia con la doctrina cínica de la indiferencia. Luego, estaba dispuesto
a hacer el amor con Dóride, la cantante, ante la vista de todos cuantos le miraban 7a,pretextando que la naturaleza es un principio de generación. De manera que a nosotros, los parásitos, ya no se nos prestó ninguna atención. El espectáculo y el entretenimiento no corrieron a cargo de ninguno de los que estaban contratados a tal fin. Y eso que, tanto el citarista Febades como los actores cómicos encabezados por Sanirión y Filistíades, no cejaron en su empelio. Pero sus números se consideraron aburridos y sin atractivo, Únicamente los despropósitos de los filosofastros gozaron de una general aprobación.
De Tambófago a Cipelistes
Tu te ensalzas a ti mismo sin razón, estás lleno de humos y caminas al igual que Pitocles 79,como dice el proverbio. Sin embargo, te llevas raciones de comida y, día tras día, llenas completamente tus cestas con una gran cantidad de sobras. En realidad, te comportas como el grammático Arétades 'O, quien afirmaba recientemente, citando un verso de Homero adaptado habilidosamente a las sustracciones de alimentos: Comamos y bebamos y, luego, Ilevémosnos también al[go a'. Una vez más LUCIANO (Bonqu. 46). Expresión proverbial, equivalente a nuestra afirmación: «tiene más orgullo que don Diego en la horca». Cf. DEM..XIX 314, y ATEN..V 2 13E. 80 Este personaje figura en los Scholia od Iliadem XXlV 110. Od. XV 378. 7a
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De alimentos procedentes de banquetes. Breve poema didascálico en hexámentros que contiene diversos principios de la doctrina pitagórica. Su cronología es muy dudosa. 77 Cf. SUPM, 1 1 38 y n. 81. '6
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Cesa en tu actitud, depón tu fanfarronería, desgraciado, o, en breve, serás puesto, desnudo, de patas en la calle ". De Halocirnino a Filogareleo De Enólalo a Poreriofliaro
Habiendo bebido más de la cuenta, me burlé de Zópiro, el cual educa a mi joven amo. Desde entonces, éste se muestra poco predispuesto a las dádivas y muy comedido en lo que se refiere a gastos, quizá por haber sido herido en sus oídos por una calumnia de aquél. Él acostumbraba a enviarme en los días de fiesta una túnica, una capa o un manto. Últimamente, cuando se estaban celebrando las Croniasa3,me mandó un par de ((ificrátidas» recitn hechas, encargándole a Dromón que me las 2 hiciese llegar. El esclavo estaba indignado a causa de ellas y me reclamó una propina por el servicio. Mientras tanto, . yo estoy que muerdo, trato de contener mi lengua impulsiva y me percato de mi error demasiado tarde. Pues, en efecto, cuando las palabras fluyen sin que las controle la mente, necesariamente la lengua en esas circunstancias yerra y dice lo que no debe.
Escena cómica que también recoge Luciano con ligeras variantes. Se celebraban a principios del mes de Hecatombeón (julio-agosto). Se pareclan a las fiestas Suturnales latinas por sus usos e intercambios de regalos. Este fragmento encierra estrecho parentesco con el de Luc.. De mercede conduc. 37. 84 Sandalias. llamadas así en recuerdo de Ificrates, general ateniense.
No te hago caso en absoluto, aunque me amenaces con lanzar bulos contra mí y difundir calumnias innobles. Este soldado maliense ", que nos permite sustentarnos hasta ahora, es un hombre sencillo y generoso, y dista mucho de sentir celos por las prostitutas, pues, hace poco, durante un banquete, habiendo derivado la conversación hacia este particular, él virtió un torrente de palabras para censurar a los que mantienen un tal parecer. Él consideraba : que las mujeres casadas, dotadas de un patrimonio, deben cuidar su hogar y llevar una vida respetable, y, en cambio, conviene que las heteras estén a disposición de todos sin cortapisas y que mantengan relaciones amorosas con cuantos así lo deseen. De igual manera que nos servimos de los baños públicos y de sus instalaciones en común, aunque se estime que son propiedad de un solo individuo, así también se deberá actuar con las mujeres que se han enrolado en este género de vida. En lo sucesivo, y puesto 3 que ya sabes que tu falsa acusación no se tiene en pie, tiembla, mientras que muerdes tus labios como los que pasan ante el Héroe Silencioso 86, por miedo de que recibas algún daño, pues nuestro hombre no es uno de esos atenienses jóvenes y frívolos, sino un guerrero y un servidor de Ares, y a su lado se desvanece la práctica de la
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Procedente del golfo Maliaco en Tesalia. N 2 10). se trataria del monumcrito dedicado Según E S T R A B ~(IX a Narciso de Eretria. llamado «el Silencioso» porque la gente se callaba cuando pasaba ante él.
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adulación y de la calumnia. Forzosamente, quien no da pábulo a las maledicencias es enemigo de los que las propalan.
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Quiero acudir a un cierto individuo de los que exponen tablillas junto al templo de Yaco8' y aseguran saber interpretar los sueiíos, y, después de haberle pagado estas dos dracmasa8-que tú sabes tengo en mi poder-, describirle la visión que se me ha aparecido, mientras dormía. Mas no es mala cosa contarte a ti, puesto que eres mi amigo, esta pesadilla extraña e increíble. En el suefio yo aparecía convertido en un joven de buen aspecto, pero no en uno al azar, sino en el famoso troyano, impoluto y bellísimo, Ganimedesn9, hijo de Tros. Tenia un cayado y un caramillo, la cabeza cubierta por un bonete frigio y estaba pastoreando en las inmediaciones del monte Ida. De pronto voló sobre mí un águila de grandes dimensiones, terribles uñas, fiera mirada y curvado pico. Alzándome con sus garras de la roca en la que me encontraba sentado, me llevó por los aires y, velozmente, se encami87 Epíteto de Dioniso. Diversos testimonios nos confirman la existencia de unas tabellae donde se recopilaban experiencias oníricas con fines interpretativos. Su mejor exponente es el tratado de Artemidoro consagrado a este tema. 08 Cantidad equivalente a 12 óbolos. 09 Era el más bello de los mortales. Mientras cuidaba, en Troya, de los rebaiios de su padre, fue raptado por Zeus, quien. enamorado de la belleza del joven, le hizo copero en el Olimpo. En algunas versiones, el dios tomó la apariencia de un águila. Desde un punto de vista psicoanalítico, el sueno se presta a una transparente lectura.
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nó por las regiones celestes. Luego, cuando estaba a pun- 4 to de alcanzar las puertas que guardan las Horasgo, caí herido por un rayo, y el ave ya no era un águila divina y majestuosa, sino un buitre maloliente, y yo, este Liméntero que en realidad soy, completamente desnudo, como si me dispusiera a tomar un baao o a ejercitarme en la palestra. Como es natural, me desperté sobresaltado por s semejante caída. Ahora estoy obsesionado por la rareza del suefio y necesito averiguar lo que este significa a través de los expertos en tales cuestiones, si alguien es capaz de descifrarlo y de decirme la verdad que encierra según su interpretacibn.
De Cascobuces a Hipnotrapezo Y ya no he vuelto a Corinto, porque, en poco tiempo, pude comprobar la sordidez de los ricos de aquel lugar y la miseria de sus pobres. Pues, a eso del mediodía, una vez que la mayoría ya había tomado los baños, me fue posible contemplar a unos jóvenes desenvueltos y de buen aspecto que se reunían no en torno a sus casas, sino alrededor del Craneo 9' y, particularmente, donde las panaderas y las verduleras suelen asentarse. Pues bien, allí iban mirando atentamente el suelo, de manera que uno cogía los pellejos de los altramuces, otro examinaba las cáscaras de las nueces, para que no se le escapase algún resto comestible que hubiese en ella, un tercero rascaba con las Las tres hijas de Temis y Zeus, Irene, Eunomía y Dice, tenían. entre otros cometidos. el de custodiar las puertas del Olimpo. Paralelismo en LUCIANO(ZR(S trágico 33, y Acerca de los sacrificios 8). 91 Famoso gimnasio frecuentado por Diógenes el Cínico.
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uñas las envolturas de las granadas, que los atenienses Ilamamos sidia habitualmente, por si podía obtener algún grano. Había también quienes recogían los trozos de pan, tirados por el suelo y que habían sido pisados por muchos, y los devoraban ávidamente. Tales son las puertas que dan acceso al Peloponeso. La ciudad se encuentra entre dos mares, es agradable de ver y tiene toda clase de lujos; en cambio, en su interior, existen unos habitantes poco agraciados y sin los encantos de Afrodita, a pesar de que ellos dicen que esta diosa, cuando pasó por Citera91, rindió un saludo a Acrocorinto. Tal vez Afrodita, defensora de la ciudad, sea la patrona de las mujeres y el Hambre, el de los hombres.
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De Escordosfrantes a Méridas
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¡Por Heracles, cuánto he tenido que frotar con jabón y sosa de Calastra9] para limpiar la mancha de salsa que fue derramada ayer encima de mí! Y no me irritó tanto la ofensa, cuanto la diferencia que me separa de mi ofensor. Pues yo soy hijo de Antemión, el hombre más rico de Atenas, y de Axiótea, descendiente del linaje de Me-
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Isla que se encuentra situada al S. de Laconia. H ~ s l o w(Teogo-
nía 188-200) nos narra el nacimiento de Afrodita. Segun esta versión,
la diosa habria pasado por Citera, de ahí el epíteto de Citerea. después de emerger de las aguas y, posteriormente, llevada a Chipre. Corinto siempre rindió culto a esta divinidad, particularmente en su famoso santuario. 93 Ciudad del golfo Termaico (Macedonia). La sosa provenia de las orillas de un lago cercano.
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g a ~ l e s ~En~ .cambio, el autor del percance es de padre desconocido y su madre era una extranjera, una esclava e s ~ i t aO ~de~ la C6lquideX, segun creo, comprada un primero de mes W. Al menos, así me lo contaron unos conocidos. Pero ahora me encuentro en una situación mísera por haber perdido mi herencia paterna y me contento con proporcionarle sustento a mi estómago. En efecto, Dosíades, oh dioses, domina la Pnixg8 a través de sus intervenciones demagógicas, es considerado el primero entre los jueces de la Heliea* y tiene las riendas del pueblo, por culpa del cual fue apresado Milciades lW, el que erigió el trofeo en Maratón, y Aristides el Justo 'O1 fue desterrado. Amén de las otras cosas, me apena especialmente la pérdida de mi nombre. Mis padres decidieron llamarme Polibio, pero la fortuna, cambiándome mi denominación, me obligó a aceptar el apelativo de Escordosfrantes usado por mis compafieros de profesión.
Estirpe de los Alcmebnidas, a la cual pertenecieron Clistenes y Pericles. 95 Procedente de una zona al N. del ponto Euxino. % Regica situada al E. del Ponto Euxino. 97 f. supra, n. ll 71. 98 Cf. supra, n. 11 43. 99 Cf. supra, n. 11 53. Io0 Sobre este episodio de su vida, cf. DIODORO S~CULO, X 30, l . Io1 Aristides. estratego y político ateniense, fue arconte en el 489-488 y desterrado en el 482 por ostracismo. Fue reclamado para el cargo de estratego ante el avance de Jerjes. Se ganb la reputación de justo por la escrupulosa honestidad con que desernpefió sus puestos públicos. De él se contaba que murió pobre y el Estado tuvo que hacerse cargo de sus hijos.
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De Escordolépiso a Caparosfranles Debes saber la causa por la que esas mujeres me criticaban y por qué una vieja criada, como colofón, me censuró increpándome: « i Vete a paseo!. pues eres inoportuno y charlatán.)) Ellas guardan su secreto con más misterio que el de las dos diosas de Eleusis 'O2 y pretenden que nosotros, que estamos al cabo de la calle, nos hagamos los ignorantes. O bien creen que, a pesar de haber oido rur mores, no les prestamos crédito. Yo conozco el asunto y dentro de poco se lo comunicaré al amo. pues no quiero comportarme peor que las perras, quienes avisan con sus ladridos y protegen a los que les dan de comer. Un seductor está asediando la casa, un joven eleo, un malhadado de los que hay en Olimpia. A él le envía a diario la esposa de quien nos alimenta cartas de dos hojas 'O3, coronas medio marchitas y manzanas mordisqueadas 'O4. 3 Estas malditas sirvientas están en connivencia, y también la vieja, que ya tiene un pie en la tumba, y a la que todos los de la casa suelen llamar Empusa 'O5, a causa de Deméter y Persefone. El texto dice grammaiídia dílhyra. Dada la fecha tardía de Alcifrón. es dificil saber con exactitud el material escriptorio empleado. Máxime. cuando recoge una tradición literaria como es aquí el caso. Cf. Com. Ati. Frag., 111, págs. 95-%. 1 Regalos con significación erótica. Alusión tangencia1 infra, en IV 8 3. Cf. LUCIANO, Tóxaris 13, y Dial. cort. XI1. La simbologia de la manzana en el terreno amoroso está ampliamente testimoniada en la literatura griega. 1" Ser monstruoso del mundo infernal cuyas fechorias guardan un cierto parecido con las de los vampiros. Cf. ARISTOFANES, Asamblea de mujeres 1056, y DEM.. XVlll 130.
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que ella es quien hace y deshace. Ignoro cómo podré permanecer callado, pues quiero mostrarme no como un parásito, sino como un amigo y, al mismo tiempo, estoy sediento por vengarme de éstas. Lo sé, lo sé a ciencia cierta: si esta aventura fuera desvelada, las esclavas serán encadenadas, el seductor morirá con el trasero taponado con unos rábanos l m y la desdichada mujer recibirá el castigo que merece por su infidelidad, a no ser que Lisicles sea mhs blando que el jorobado Poliagro 'O7 en esta cuestión. En efecto, éste, tras percibir una indemnización de los amantes que habían atentado contra su matrimonio, los dejaba ir libres de culpa.
De Filomagiro a Pinacospongiso ¡Qué cosas traman y maquinan estas lestrigones 'O8 enemigas de los dioses! Ellas están compinchadas con su duefia y, por consiguiente, Fedrias no sabe nada del asunto. Su mujercita dio a luz un varón al quinto mes de su matrimonio. Las sirvientas, después de cubrirlo con unos pañales y de ponerle unos colgantes al cuello y unos objetos para su identificación '*, se lo entregaron a Asfalio, un
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Castigo empleado en casos de adulterio. Cf. LLJCIANO, Acerca de la muerte de Peregrino 9 , y Scholia ad Aristophanis Plutum 168. lo' Cf. PLUTARCO, De audiendis poetis 8 . Io8 Caníbales gigantescos recordados por Homero en el canto X de la Odisea. En este relato es una mujer, la esposa del rey, quien tiene los primeros contactos con los compañeros de Odiseo. '09 La exposici6n del recién nacido es un tema mítico y una realidad social en determinadas tpocas de la historia de Grecia. Menandro -y la Nda en general- recurre en numerosas ocasiones a este expediente. Otro tanto ocurre en el género de la novela.
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vil gusano "O, para que lo llevara a las cimas del monte Parnes"'. Mientras tanto es preciso que yo oculte esta grave falta y, por el momento, permaneceré callado. Pero el silencio es pasto de la venganza y, tan pronto como me irriten un poco, llamándome adulador, parásito y otras lindezas que acostumbran a proferir, Fedrias se enterará de lo sucedido.
De Turdosínago a Efalocitres Critón, por sus escasas luces y su anticuado modo de ser, envió a su hijo a que frecuentase la escuela de un filósofo, un viejo austero y serio, aquel del Pórtico de las Pinturas "', al que consideró ser el más adecuado, de entre todos ellos, para instruir a su vástago, con el deseo de que éste, tras aprender a su lado algunas sutilezas de z lógica, llegase a ser un hábil y retorcido dialéctico "'. El muchacho copio al maestro hasta en los mas mínimos detalles. Pero se apresuró a ser discípulo de su vida y de su conducta antes que de sus elucubraciones. En efecto, una vez que vio que su preceptor adoptaba durante el día unos aires solemnes y graves, y que era exigente con sus alumnos, mientras que por la noche, tapándose la cara con el manto para no ser reconocido, frecuentaba los 3 prostíbulos '14, decidió imitarlo en grado sumo. Al quinto 110 Significa. literalmente, «persona que arrastra su vientre)). De ahí sus acepciones de «hambriento», «servil». 1 1 1 Cadena montaaosa situada entre Beocia y el Ática.
Cf. supra, n. 1 1 1 . Una vez más, el recuerdo de las Nubes está latente en esta carta. 114 Cf. Luc., Dial. muert. X . El comportamiento sexual de los filó+ofos es safirizado en diversas cartas; particularmente, en 111 19 y IV 7 . 112 "3
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día ya estaba completa y ardientemente enamorado de AcaIántide, una joven del Cerámico l I 5 . Ella está en muy buenas relaciones conmigo y reconoce que lo ama, pero, al darse cuenta de que el adolescente la desea con vehemencia, le ofrece resistencia y le dice que no se entregará hasta que yo se lo permita. Por tanto, ha delegado en mí el poder de decidir en esta historia Il6. Afrodita Pandemo Il7, ojalá le concedas muchos bienes a esta querida mujer, pues ha llevado a cabo una tarea digna de un buen amigo y no de una «amiga». En efecto soy tratado por aquél espléndidamente con múltiples y continuos regalos. Si su número se incrementa, conforme avance el tiempo, nada me impedirá, cuando el muchacho se case con una joven heredera "', que yo, tras liberar a Acalántide, la tome por esposa. Y puesto que es la causante de que yo pueda vivir, justo será que yo la haga partícipe de mi vida.
De Pexancono a Rigómaco Un gran bien, en verdad, nos ha traído a Atenas la nave procedente de Istria1I9que ha fondeado junto a la Cf. supra, n. 11 48. La figura del proxeneta no aparece en el epistolario alcifroneo, a diferencia de lo que ocurre en otros testimonios literarios. Il7 Diosa del amor terrenal frente a la advocación celestial o Afrodita Urania. Cf. P L A T ~ NBanquete , 181a. A nuestro modo de ver. quizá en este contexto el término epiklFros conserva su sentido primigenio, ya que la perspectiva de una esposa adinerada sería una buena razdn para que un joven en posición acomodada abandonase su estado de soltería. Il9 Localidad situada al NE. del Adriático. Pudiera también referir"6
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escollera, puesto que nos ha aportado este espléndido comerciante, el cual ha hecho aparecer a los atenienses ricos y munífices como tacaños y mezquinos, hasta tal punto su bolsa ha sido pródiga en dádivas. Ha hecho venir de la ciudad no a un único parásito, sino a todos nosotros, y no sólo a nosotros, sino también a las más caras de las cortesanas. a las más hermosas cantantes y a cuantos actúan, por asi decirlo, en un escenario. Él no dilapida su herencia paterna, sino los bienes adquiridos por él legitimamente. Le gusta la música de citara y de flauta, tiene una conversación muy amena y llena de encanto, y no emplea jamás expresiones malsonantes. Es agradabilísimo de aspecto, las Halias 'O le bailotean en su rostro y podrías afirmar que la Persuasión reside en sus labios 1 2 ' . Tiene un fino sentido del humor y es muy ágil de palabra: «Porque la Musa le ha derramado un dulce néctar en su boca)) '22.En realidad, no es mala cosa que quien procede de Atenas se exprese de acuerdo con los que han frecuentado la escuela, ya que en esta ciudad no existe ni siquiera un individuo ayuno en estas cuestiones. se a la ciudad emplazada en la costa occidental del Ponto Euxino y pr6xima a la desembocadura del Danubio, que responde a un mismo nombre. Dada la generosidad del forastero, quid haya que pensar en esta última. 120 Ninfas marinas. Esta misma metáfora referida a las Gracias se encuentra supra, en 1 1 1 . 121 La personificacibn deificada de la persuasión retórica es una imagen frecuente. Normalmente figura en contextos donde aparecen Afrodita, Eros o las Gracias. En similar compañia se encuentra en numerosos vasos ceramicos áticos. ÉUPOLIS (fr. 94 KOCK) la emplea referida a Peri(El orbifroje 555-56). Ludes. Tambitn la encontramos en MENANDRO CIANO (Dernonacfe 10) y Anf. Pul. V 70, 137 y 195b. Alcifrón vuelve a servirse de ella injrrr, IV 1 1 . 122 TEÓCR.,VI1 82.
De Gimnoqueronte a Fagodetes ¿Has visto qué faena me ha hecho ese maldito barbero que trabaja junto a la calle? Me refiero a ese charlatán y deslenguado, el que expone espejos de Brentesio lZ3, amaestra inofensivos cuervos y, a modo de preludio, afila sus navajas acompasadamente con un sonido semejante a los címbalos. Pues bien, cuando llegué allí con la intención de afeitarme, él me recibió afablemente y me hizo sentar en un alto sillón. Después de haberme colocado una toalla limpia alrededor del cuello, empezó a deslizar su cuchilla por mi rostro con mucha suavidad, rasurando mi espesa barba. Pero, precisamente en esto, era hábil y diestro. ya que, sin que yo me diera cuenta, me afeitó algunas partes y no las mejillas completas, de manera que en algunas zonas quedaban pelos y, en cambio, otras estaban perfectamente apuradas. Yo, ajeno a la bellaquería, me encamint, como de costumbre -sin ser invitado 124a casa de Pasión 125. LOS comensales, cuando me vieron, se echaron a reír, hasta que un cierto individuo -pues, en efecto, yo ignoraba el motivo de su risa-, luego de salirme al encuentro y de cogerme por un mechon de pelos de los que me habían quedado, tiró hacia si. A duras penas conseguí liberarme, cortándolos de raíz con un cuchillo. Ahora estoy dispuesto a romperle la crisma al culpable con una estaca de buen tamaño, pues él, que no me 123
Brindis era famosa por sus espejos de bronce. PLINIO, Hisf. not.
XXXlIl 9 45). Cf. Luc., Contro un ignorante... 29. 124 125
Como Alcidamante en Luc., Bonqu. 12. En Luc., Dia:. cort. XII l . Pasión es un armador.
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mantiene, se permitió un género de bromas que tan sólo me gastan los que me dan de comer.
De Dipsanapausilipo a Placuntomión Después de haber visto a Nébride, llevando un cestillo en la procesión '26, una doncella de hermosos brazos y bellas manos, con unos ojos de mirada relampagueante, alta, de piel aterciopelada y resplandecientes mejillas, hasta tal punto el amor me abrasó que, olvidándome de mi condición, sentí el impulso de salir corriendo y besar su boca. Luego, una vez que recobré la sensatez, quise besar t las huellas de sus pies, para, de esta forma, acercarme a ella. ¡Qué arrogancia la mía! Ahora ya no quiero altramuces, habas o gachas. sino que estoy harto en tal grado, que solo deseo lo inaccesible. Venid todos aquí y lapidadme, antes de que yo sea devorado por mi pasión, y que el montón de piedras sea para mi la tumba del amor.
De Hedidipno a Aristócorar Bienaventurados dioses, jsedme propicios y benévolos! ¡De menudo peligro he escapado! Unos contertulios -por tres '27 veces los maldigo- querían verter sobre mí un caldero de agua hirviendo. Como vi desde lejos que estaban dispuestos a hacerlo, di un salto y me marché corriendo. Ellos, en efecto, arrojaron el contenido irreflexivamente 126 En las procesiones en honor de Deméter, Dioniso y Atenea, la cantfora lleva en un cestillo unos objetos sagrados. 127 Cf. supra, n. 1 13.
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y el líquido ardiente fue a caer sobre Bátilo, que se de-
dicaba a servir el vino. Y lo abrasó por completo, pues z le quemó la piel de la cabeza y le levantó ampollas en la espalda. ¿Qué numen fue mi protector? Tal vez las deidades salvadoras '28 me libraron de un baño de fuego, como preservaron a Simónides, hijo de Leóprepes, durante el banquete en Cranón.
De Triclinosarax a Cosotrapezo A Mnesíloco de Peania 129 le puse al corriente del comportamiento licencioso de su mujer. Pero este hombre, que tiene un corazón de oro I3O, en lugar de aclarar la cuestión mediante una completa investigación, confió todo el asunto a la prueba de un juramento. Entonces su esposa le llevó ante el pozo Calícoro 1 3 ' que hay en Eleusis, proclamó su inocencia bajo juramento y dio por terminada la acusación. Él se dejó persuadir sin dificultad y alejó de si toda sospecha. Yo, en cambio, estoy dispuesto a que corten mi charlatana lengua con un óstraco de Ténedos '32 quienes así lo deseen.
'28 Cástor y Pólux habrían salvado a Simónides en el derrumbamiento de la sala donde se celebraba una banquete en Cranón (Tesalia). 129 Demo ático en la falda oriental del Himeto. 130 Cf. supra. n. 11 36. '3' Fuente consagrada a Deméter, protectora de la vida familiar. 132 Quizá tenga alguna relacibn con un tipo de justicia sumaria practicada en la isla de Ténedos, de acuerdo con la información proporcionada en el léxico Suda, s . ~ Tenédios . anrhr¿5pos. En este testimonio el objeto es un hacha. Cf. LUCIANO, El pseudosofista 29.
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De Limopictes a Calcociderno
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Yo era muy amigo de Coridón, un labrador. Éste, con frecuencia, me gastaba bromas por estar dotado de un sentido del humor ático, rasgo que suele ser extraño en la gente rústica. Yo creí ver en él a un ser providencial '", pues, en el caso de que me alejara de la ajetreada vida ciudadana, me retiraría al campo y viviría en compañia de este buen amigo, un labriego sin problemas, trabajador y que no se propondría obtener recursos por vías injustas, recurriendo a los tribunales o practicando el chantaje en el ágora, sino que, por el contrario, aguardaría pacientemente para recoger la cosecha de la tierra. Y, convencido de que esto sería así, intimé con Coridón. Adopté, pues, un atuendo campesino: una zamarra sobre los hombros y un azadón en la mano. Parecía que había estado haciendo zanjas toda la vida. Durante un cierto tiempo yo hice todo como si se tratara de un juego. En estas condiciones el trabajo resultaba llevadero y lo consideraba una gran cosa, porque me había liberado de los insultos, de las bofetadas y de las inicuas raciones de comida de los ricos. Pero, una vez que la faena se convirtió en una rutina diaria y en una obligación, era preciso, sin excusa alguna, arar, limpiar el terreno de piedras, abrir hoyos e ir colocando las plantas en sus sitios. Este género de vida ya no era soportable. Me arrepentí de mi insensata iniciativa y empecé a sentir afioranza de la ciudad. En vista de lo cual me volví a Atenas. Durante un largo período de tiempo no fui acogido de la misma manera que antes ni 11]
Cf. supro. n. 11 55
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tampoco me consideraban un personaje atractivo, sino, por el contrario, tosco, agrio y desagradable, hasta el punto de que, a partir de entonces, todas las casas de los ricos me cerraron sus puertas y el hambre daba aldabonazos en mi estómago. A causa de mi estado de pobreza, tuve que aliarme, arrastrado por la falta de lo más preciso, con unos piratas megareos, los cuales tendían emboscadas a los viajeros que pasaban por las inmediaciones de las rocas Escironias Desde entonces vivo con mayor holgura gracias a mi conducta delictiva. Es imposible saber si seré descubierto o no, mientras llevo a cabo tales acciones. En cualquier caso, me da miedo el cambio de mi modo de vida, pues tales transformaciones no suelen desembocar en la salvación, sino en la ruina.
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De FiIóporo a Sicómaco Lexífanes el poeta cómico, al ver que yo estaba indignado por los excesos de los borrachos durante los banquetes, cogiéndome aparte, me aconsejó, como primera providencia, no ejercer una actividad cuyo saldo final fuese mi propia humillación. Luego, tras ser sometido a una breve prueba, para ver cómo estaba yo de voz, me aceptó en su compañía de actores cómicos, a fin de que yo también me mantuviera -segun aseguraba- con el ejercicio de esta profesión. En consecuencia, me encargó que me
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Éstas se encontraban en Mégara. Su nombre deriva del personaje mítico llamado Escirbn, que fue muerto por Teseo y cuyos huesos se transformaron en una masa rocosa. El protagonista de la carta emula -en cierta medida- ias fechorías de su famoso antecesor. Luciano tiene una obra que responde a este nombre propio.
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aprendiera mi parte de memoria, L...] puesto que en las fiestas Dionisias IJ6, que ya estaban próximas, caracterizad o de esclavo, representaría este papel en la comedia. Pero yo, por haber cambiado demasiado tarde mi modo natural de ser y mi medio de vida, me mostraba en los ensayos desairado y torpe. Sin embargo, como no podía ganarme el sustento de otra forma, me estudié a fondo la obra y, habiendo mejorado mis dotes interpretativas mediante un continuo ejercicio, estoy ahora ya dispuesto a debutar. Tú, apláudenos en compañia de nuestros amigos, a fin de que, si cometemos un error inadvertidamente, los jóvenes distinguidos '31 del público no tengan ocasión de patearnos o silbarnos, sino que, por el contrario, el aplauso entusiasta ahogue el rumor de las protestas.
tas y antorchas, sospechó que yo era el recadero de su aventura amorosa. Con la ayuda de sus servidores consiguió apresarme y, al punto, me ató al poste. Al día siguiente, me llevó ante su padre, el severo Cleeneto, el cual, en aquel momento, ocupaba el primer puesto del Consejo '39 y era el punto de mira del Areópago I4O. Pero, cuando los dioses quieren salvar a alguien, lo consiguen y pueden sacar a uno del mismísimo báratro 14', como hicieron conmigo, al liberarme del can tricéfalo '42 que, según dicen, vigila las puertas de Tártaro. En efecto, antes de que aquel funesto viejo diese parte de mi caso al tribunal pertinente, cogió unas fiebres malignas y en dos días se murió. Cuando éste yacía de cuerpo presente y mientras se hacían los preparativos para el cortejo fúnebre, yo me escapé, tan rápido como me lo permitían mis pies, y me puse a salvo. En consecuencia, no fui guiado hacia el más allá por el hijo de Maya '43, descendiente de Atlante, sino que fueron mis piernas y mi presencia de ánimo las que consiguieron el estrecho sendero de la libertad.
De Enoqueronte a Rafanocórtaso
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ALCIFRON: «CAR TAS»
Los que mutilaron las estatuas de Hermes o divulgaron no arriesgaron tanlos Misterios de la diosa de Eleusis to su vida como yo, oh dioses, cuando fui a parar a las manos de la infame Fanómaca. En efecto, cuando ella se enteró de que su marido tenía relaciones con una muchacha de Jonia, aquella que hace juegos malabares con pelo136
Durante las cuales tenían lugar distintos certámenes teatrales. Cf. supra, n. 1 41. 13' Cf. supra, n. 1 49. 1J8 Alusión a los actos sacrilegos que se cometieron en la vispera de la marcha de la flota ateniense en su expedición contra Sicilia (415 a . c . ) . Este hecho tuvo una gran repercusión en Atenas. Se produjeron numerosos arrestos y condenas. Entre los inculpados se encontraba Alcibiades, quien consiguió escapar al proceso, como el protagonista de la carta.
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De Termolepiro a Ocimón Sufrimos un tratamiento indigno, pues, mientras que a unos se les sirve tetillas, vulvas e hígado tan suave como '39 El termino griego del original es ambiguo (synédrion). No obstante, dado el contexto, suponemos que el autor quiera referirse a la
BOUI~
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Cf. supra, n. 1 7 1 . Cf. supra. n. 111 68. I4l Evidentemente. Cérbero. 143 Hermes. Esta divinidad tenia la misión de conducir lac almas de los muertos hacia la pradera de los asfódelos, por tal motivo se le atribuia el epíteto de Psicopompo. I4l
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ALCIFRON:
el rocío, a otros, en cambio, se nos da un puré de legumbres. Ellos beben un caldo calibonio '44, nosotros un vino ácido y avinagrado. Dioses del destino y numenes que lo guiáis, concededme que cambie mi suerte adversa y no favorezcaís que unos estén siempre en la prosperidad y otros convivan con el Hambre. Tales situaciones, en realidad se producen ineluctablemente por el impulso del hado y, por su causa, soportamos injusticias sin cuento los que tenemos una fortuna escasa y mezquina 145.
De Conoposfrantes a Iscnolimo
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Vanas esperanzas tenía yo depositadas en el joven Polícrito. Pues yo creía que, si su padre moría, él gastaría ostentosamente grandes sumas, organizando banquetes y festejos, en compañía de nosotros y de cuantas cortesanas descuellan por su belleza, y que, de este modo, dilapidaría la mayor parte de su patrimonio. Pero, desde que su progenitor se quedó como un lírio l*, él toma una sola comida al día, y ésta a hora tardía. cuando ya el sol está a punto de ponerse. Y no se alimenta con caros manjares, sino con pan corriente del mercado y, como acompañamiento, si en aquel día se festeja algo especial, unos frutos ya maduros y unas aceitunas de mala calidad. Al desvanecerse esta fatua esperanza, no sé qué hacer. Pues si el que tiene que mantener necesita de uno que lo 1"
Procedente de Calibón, ciudad siria. famosa por sus vinos. Cf. 28D. Cf. supra, n. 1 83. Metáfora para indicar la muerte. En castellano coloquial: ((como
ATEN.. 1 IJ5 1"
LIBRO III
«CARTAS))
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mantenga, ¿qué debe esperar el que tiene que ser mantenido? Doble desgracia es que el hambriento conviva con otro hambriento.
De Gemelo a Eubulo Teníamos ante la vista un pastel que lleva el nombre de Gelón de Sicilia 14'. YO disfrutaba tan sólo con verlo, mientras que, gozoso, me disponía a paladearlo. Pero la espera era larga, puesto que estaba adornado con golosinas para el final del banquete: pistachos, dátiles y nueces peladas. Yo miraba con animadversión a cada uno de éstos y con la boca abierta aguardaba que se me permitiera echarle mano a la torta. Pero los comensales iban retrasando interminablemente el momento de probarlo, y con las continuas rondas de vino se acrecentaban las tardanzas y las demoras. Al fin, como si desearan prolongar mi ansia de mutuo acuerdo, el uno empezó a quitarse con un mondadientes los restos de comida que se le había alojado entre los dientes; el otro, tumbándose boca arriba, se disponía a dormir con más gusto que a prestar atención a la mesa. Luego, el uno hablaba con el otro, y se hacia de todo, en lugar de empezar a degustar aquella torta deliciosa y aiiorada por mí. A la postre, los dioses, como era previsible, habiéndose apiadado de mi garganta reseca por la vana espera, propiciaron que yo comiese un trozo del pastel por el que tanto había penado. Te cuento por escrito todo esto, no por estar satisfecho de haber probado este exquisito manjar, sino, particularmente, a causa de mi exasperación por tan prolongada demora. 14'
Tirano de Siracusa que venció a los cartagineses en el 480 a . c .
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De Platilemo a Erebintoleón
De Panlácano a Monognacio
Jamás he afrontado en el Ática un temporal semejante. Los vientos no sólo silbaban al unísono y, de más en más llevados de su impetuosidad, nos golpeaban con sus ráfagas, sino que también, al mismo tiempo, caía una intensa y persistente nevada que, primero, cubrió el suelo y, luego, lo dejó todo bajo un espesísimo manto blanco, mas no uniforme, sino formando montículos, hasta el punto de que se consideraba afortunado quien, al abrir el postigo de su casa, conseguía ver el sendero. Yo no tenía a mi disposición ni leña ni una prenda de abrigo. ¿De dónde y de qué manera podría yo obtenerlas? El frío penetraba sutilmente hasta las propias médulas de los huesos. En consecuencia, decidí poner en marcha una estratagema digna de Odiseo: irme a toda prisa a los caldarios o a las estufas de los baAos publicas. Pero ni siquiera me hicieron un hueco los que estaban allí congregados de mi misma calaña. A ellos les atenazaba la misma deidad que a mí, la Pobreza. Cuando comprendí que mis posibilidades de entrar en aquellos lugares eran nulas, me dirigí corriendo a la casa de baños de Trasilo y la encontré vacía. Le di dos óbolos '" al encargado: con ellos me gané su simpatía y pude disfrutar de buena temperatura, mientras que la nieve se convertía en hielo y las piedras formaban un bloque compacto al solidificarse sus intersticios por el frío. Una vez que cedió la crudeza de este, empezó a lucir un sol tibio que me devolvió la libertad de movimiento y de pasear a mi aire.
¡Ojalá sean exterminados por completo los Clístenes y los Dracones 149! [...l.
la El óbolo era la sexta parte un dracma. Por tanto, se trata de una módica cantidad.
De Frigoceles a Borborozomo Ser insultado por el que le mantiene a uno, aunque inhumano, es soportable, toda vez que se ha arrendado el cuerpo a los que quisieren humillarnos por causa de un estómago incontrolable. Serlo por los invitados presentes es más duro. Pero más duro todavía es cuando no sólo se trata de éstos, sino también de los desvergonzados criados. Y si afiadiera las sirvientas con sus risotadas, sus burlas y su desprecio por nuestra miseria ... entonces es cosa funesta, como diría Hornero, y llego al borde de la desesperación. En cierta ocasión le oí decir a Autoctón I5O, el gramático, y aun lo conservo en mi memoria:
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Padre Zeus. nadie es más cruel que tú enfre fodos los (dioses l 5 : En verdad son malvadas las deidades que nos deparan tales contingencias, pues, mientras que soporto dolorosos males, gente de la más baja condición encuentra en ellos motivo de risa. 149 Legisladores atenienses. Dracón (vil a . c . ) fue el autor del primer cddigo legal escrito del que tenemos noticia. Clístenes ( v i a . c . ) introdujo importantes reformas sociales y políticas. Is0 Erudito citado varias veces en los escolios homéricos. /l. 111 365, y Od. X X 201.
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LIBRO 1V CARTAS DE CORTESANAS
[...] No estés receloso, pues has realizado una obra be-
llísima, como nadie ha visto jamás de cuantas han sido creadas por manos de hombre. Conseguiste que una estatua de tu propia amante se alce en un. recinto sagrado: estoy colocada en medio de Afrodita y de Eros, obras también tuyas. Y no me envidies este honor, ya que cuantos nos contemplan elogian a Praxíteles. Gracias a tu maestría artística, he llegado a estar situada entre unos dioses sin que los tespios2 lo juzguen inconveniente. Una sola cosa le falta ,todavía a tu regalo: que vengas hasta mí, para que podamos yacer en el lugar sagrado. Ciertamente, no ofenderemos a unos dioses a los que nosotros mismos hemos dado vida. Adiós.
Famosa cortesana que fue amante de Praxiteles (siglo I V a . c . ) , autor, entre otras obras. de la famosa Venus de Cnido. De sus relaciones amorosas nos habla también P L I N I (Hist. O nar. XXXIV 70). 2 Habitantes de Tespis. ciudad de Ekocia, región de donde procedían muchas cortesanas. Cf. PAUSANIAS, IX 27 3-5.
ALCIFRON: <
De Glícera3 a Báquide Mi Menandro ha decidido ir a Corinto para asistir a los Juegos Istmicos5. Yo no estoy contenta por ello, pues sabes bien lo que significa estar privada de un amante de tal categoría, aunque sea por poco tiempo. Pero me resulta imposible disuadido, puesto que no suele ausentarse z con frecuencia. No sé si debo o no recomendártelo, ahora que se dispone a viajar a tu ciudad, puesto que él quiere disfrutar de tus atenciones, cosa que estimo como un honor para mi, conociendo la profunda amistad que nos 3 une; pero tengo miedo, querida amiga, no tanto de ti, cuanto de él, pues sé que tu eres de una condición más noble que tu género de vida. En efecto, él es tremendamente enamoradizo y de Báquide ni siquiera el individuo 4 más severo del mundo querría apartarse. No las tengo todas conmigo, por parecerme que él emprende este viaje tanto por encontrarse contigo como por ver los Juegos. Quizá me taches de suspicaz. Perdona, amiga mía, los celos propios de nuestra profesión. Pero es que yo no podría considerar como un hecho sin importancia perder a 3 Amante de Menandro. También figura una Glicera en LVCIANO, Diálogos de las cortesanas 1). Ignoramos si alude al mismo personaje, ya que no se menciona a Menandro. En el epistolario encarna el tipo de cortesana fiel y desinteresada. aparece también una Báquide Cf. infra, IV 1 1 y 1V 14. En LUCIANO (Dial. corr. IV). Una vez más, Alcifrón sigue pautas trazadas por otros. En este caso Menandro es un claro precedente: Habrótono (El arbirroje) y Críside (La samia), por ejemplo. 5 Tenían lugar cada dos aaos en el Istmo de Corinto en honor de Posidon.
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Menandro de amante. Además, en el caso de que exista entre nosotros una dificultad o llegue a producirse una separación, no faltarán duros ataques contra mí en la escena por parte de un Cremes o de un Fídilo? Si vuelve a mí tal como se marchó, yo sabré agradecértelo. Adiós.
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De Báquide a Hiperides ' Todas y cada una de nosotras, las cortesanas, te estamos tan agradecidas como Friné, pues, aunque el pleito, que el maldito Eutias ha entablado, afecta solamente a ella, sin embargo, el riesgo nos alcanza a todas. En efecto, si no conseguimos de nuestros clientes el dinero que les pedimos por nuestros servicios o si sufrimos un proceso por impiedad, en el caso de que encontremos quienes nos paguen, mejor será abandonar este género de vida y no tener nosotras problemas, ni tampoco buscárselos a los que nos frecuentan. De ahora en adelante ya no inculparemos a nuestra profesión, porque Eutias se ha mostrad o como un amante despreciable, sino que estaremos orgullosas, ya que Hiperides se ha comportado como un caballero. iOjalá recibas por tu generosidad bienes sin cuento! Tu te has ganado a pulso una excelente amante y nosotras estamos dispuestas a corresponderte en su nombre. Si llegaras a dejar por escrito la defensa que hiciste en favor de Friné, entonces nosotras, las cortesanas, te erigiremos, sin duda alguna, una estatua de oro, en el lugar de Grecia que prefieras. Nombres de personajes, frecuentes en la N&. Orador ateniense del siglo iv a . c . De este proceso s61o tenemos noticias en ATENEO(XIII 590d-591F) y en el PSEUDO-PLUTARCO (Vira Hyperidk 849e).
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De Báquide a Friné
De Báquide a Mírrina lo
Aun siendo grande mi preocupación por el peligro que tu afrontabas8, querida amiga, no se puede comparar con mi actual satisfacción, ya que has conseguido liberarte de Eutias, un malvado amante, y has encontrado uno excelente, Hiperides. Creo que el proceso te ha traído buena suerte. El célebre juicio te ha hecho famosa tanto en Atenas como en toda Grecia. Eutias, en cambio, recibirá un justo castigo al quedar privado de tu trato. A mi modo de ver, dejándose llevar de la rabia por su estupidez congénita, ha superado los limites de los celos amorosos. Ten la certeza de que en este momento aquél te ama más que Hiperides. Está claro que éste quiere ser objeto de tus atenciones, a causa de tu agradecimiento por su intervención, y que se deja amar. En cambio, aquél está profundamente irritado por haber perdido el pleito. Tú vas a recibir de nuevo ruegos, súplicas y abundante dinero de su parte. Querida amiga, no nos causes perjuicio a nosotras, las cortesanas, ni contribuyas -accediendo a las peticiones de Eutias- a que se piense que Hiperides actuó erróneamente al defenderte. Tampoco prestes oído a los que afirman que si no hubieras enseñado tus pechos Y , tras haber abierto tu vestido, de nada habría servido el defensor. Pues era precisa la defensa de aquél, para que este mismo gesto resultase oportuno.
Por Afrodita, nuestra diosa protectora, jojalá no Ilegues a alcanzar otro amante mejor que éste y pases el resto de tus dias con Eutias, a quien ahora mimas! ¡Qué insensatez la tuya, desdichada mujer, al buscar tu propia ruina con la compañía de semejante animal! A no ser que quizá confies demasiado en tu propia belleza: esta claro que amará a Mírrina, tras haber despreciado a Friné. Pero, según parece, lo que tu has decidido es provocar los celos de Hiperides, en vista de que ahora te hace menos caso. Eutias tiene una cortesana digna de él y tu el amante que te mereces. Pídele algo y te verás acusada de haber prendido fuego a los arsenales o de haber atentado contra la constitución. Al menos, ten por seguro que te has ganado el odio de todas nosotras las que veneramos a la generosa Afrodita.
Nunca habría creído que llegaría a producirse entre Euxipe y yo una tal desavenencia, después de haber sido amigas tan íntimas. No le echo en cara las demás cosas en las que yo le ayudé a su llegada aquí desde Samos 12. '0
Sobre las relaciones de Hiperides y Mírrina cf. ATEN.,Xlll 590C-
D.
En el caso de haber prosperado la acusación de impiedad, podría haber sido condenada a la pena capital. Para suscitar un sentimiento de compasión. Tal es el gesto de HCcuba en la Iliada (XXlI 79-83). 8
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Una cortesana de este nombre tuvo relaciones con Alejandro Magno. Cf., entre otros testimonios. PLUTARCO,Vita Alex. 38. En Luciano hay tambitn una Tais. 12 Isla del Egeo muy próxima a Asia Menor.
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Pero, cuando Pánfilo me ofreció dinero -tú sabes bien a cuánto ascendía la cantidad-, no quise tener trato con el joven porque me pareció que ocasionalmente se relacionaba con ella. A cambio de ello, Euxipe me correspondió de una bonita manera, en su afán de congraciarse con Mégara, que ojalá acabe malamente. Entre ésta y yo existía una vieja rencilla por causa de Estratón. Por tanto, no me sorprendía que ella hablase mal de mí. Pues bien, cuando se estaban celebrando las Haloas l 3 todas nos encontrábamos juntas durante la vigilia nocturna, como es habitual. Yo estaba admirada de la insolencia de Euxipe, pues, para empezar, ponía de relieve su hostilidad hacia mi persona a través de risas y de burlas en las que participaba Mégara; luego, abiertamente, cantó unos versos en los que se mencionaba a un amante que ya no me presta atención. De esto yo no me daba por aludida. Pero, después, dejando a un lado el sentido del pudor, empezó a mofarse de mis coloretes y de mi maquillaje. A mi me parece que ella debe estar en muy mala situación económica, cuando ni siquiera posee un espejo, pues si se viera a si misma con su rostro enrojecido, no se atrevería a criticarme por mi mal aspecto. A mí todo esto me importa muy poco, ya que quiero agradar a mis clientes y no a esas monas de Mégara y Euxipe. Te lo he contado todo detalladamente para que no me censures. Yo las atacaré a ellas no con chanzas ni con insultos, sino en donde más les duela 14. Invoco a Némesis 15. 13
Cf. supra, n. 11 77.
Tenemos noticias de que el amor Iésbico gozaba de cierto predicamento en la isla de Samos -de donde procede Euxipe-. Quizá esta ambigua amenaza sea una velada alusión a esta cuestiiin. Cf. Antolográ Palatino V 207. 15 Diosa encargada de ejercer la venganza sobre los malvados. Cons14
De Tais a Eutidemo Desde que te has dado a la filosofía, adoptas un aire grave y alzas desmesuradamente las cejas 16. Además, con un porte digno y un libro entre las manos te diriges hacia la Academia l7 y pasas por delante de mi casa como si no la hubieras visto antes 1 8 . Estás loco, Eutidemo. ¿NO sabes cómo es ese sofista de aspecto severo y que ante vosotros despliega admirables razonamientos? ¿Desde cuánto tiempo, crees tú, que me da la lata para conseguir una cita conmigo? También corteja a Herpílide 19. la esclava preferida de Mégara. En aquella ocasión yo no accedí a tener trato con él, porque prefería dormir, teniéndote entre mis brazos, mejor que el oro de todos los filósofos juntos. Pero, puesto que tu. al parecer, evitas mi compaIlia, yo lo recibiré a él y, si quieres, te mostraré cómo precisamente este misógino maestro no se contenta con los
tituyc un poder destinado a eliminar roda desmesura. Era objeto de especial culto en Éfeso, Esmirna y Samos. l6 El destinatario de la carta tiene el mismo nombre que un dialogo platónico. A lo largo de ella se nos describe a un joven que tiene muchos puntos de contacto con un estereotipo de la Néa. La alusión a sus cejas ampliamente enarcadas es un rasgo propio de los filósofos que aparecen en escena. MENANDROlos define como hoi ras ophrj% aoirntes (frs. 347 y 395 K.-TH.). Este gesto denota orgullo. Cf. Anl. Pal. V 92, 216. 217, 299, 300, etc. Las mascaras 1 y 3 de la serie de jóvenes protagonistas de la lista de Pólux ostentan esta caracteristica. Al personaje portador de la máscara núm. 1 se le aplica, además, el adjetivo gymnastikds. Este calificativo también le cuadra a Eutidemo. l7 Cf. supra, n. 11 31. la Una situación análoga en Luc., Dial. corl. X . l9 Así se llamaba la concubina de Aristóteles, madre de Nicómaco.
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habituales placeres de una nochez0. Sus lecciones son pura charlatanería, humo fatuo y dinero perdido en balde por vosotros, los jóvenes, pobre insensato. ;Crees que un sofista se diferencia tanto de una cortesana? Quizá tan sólo en el hecho de que uno y otro intentan persuadir por distintas vias, ya que el objetivo común a ambos es conseguir ganancias. Nosotras somos un tanto mejores y más pías, pues no afirmamos que los dioses no existen y, encima, depositamos nuestra confianza en unos clientes que juran amarnos. No consideramos licito que los hombres tengan relaciones sexuales con sus hermanas y madres, ni tampoco con las esposas de otros. Quizá, porque ignoramos de dónde proceden las nubes o cuál es la naturaleza de los átomos, por tal motivo nos juzgas inferiores a los sofistas. Sin embargo, yo, en persona, he frecuentado su escuela y he hablado con muchos de ellos. Pues bien, ni uno solo, cuando está con una cortesana, suena con tiranías ni trama revoluciones, sino que, por el contrario, permanece tranquilo y profundamente borracho, estirando lo que puede el momento de levantarse hasta la tercera o cuarta hora. Además, nosotras no educamos a los jóvenes de peor manera que ellos. Anda, compara, si lo crees conveniente, entre Aspasia, la cortesana l',y Sócrates, el s o f i ~ t a Decide ~ ~ . cuál de los dos fue mejor educador. Ve-
Cf. Luc., Dial. corf. X. El ejercicio de esta profesión por parte de Aspasia no esta confirmado históricamente. Sobre sus dotes excepcionales y tiernas relaciones Vira Peric. 24. con Pericles. cf. PLUTARCO. 22 Este calificativo no es aplicable a Skrates, quien fue un acérrimo contrincante de las ideas y metodologia empleadas por el movimiento sofistico. Aqui este utilizado con un valor despectivo y generalizante, reflejando una visión popular de la cuestión.
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rás que Pericles fue discípulo de ella, Critias 23, en cambio, de él. Eutidemo, aleja de ti esta locura y esta severa actitud, amor mío. No hay derecho a que unos ojos como los tuyos estén tristes. Retorna a tu amada, como solías hacer muchas veces viniendo del Liceo24,cubierto de sudor, para que, tras haber bebido un poco, consigamos mutuamente el hermoso objetivo del placer. En estos momentos yo te pareceré a ti particularmente sabia. La divinidad no concede un largo espacio de existencia 2 5 . No la dejes, pues, escapar, malgastándola en adivinanzas y palabrerias. Adiós.
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De Simalión a Pétale Con razón te tomas a broma mi amor, si crees que te produce un cierto placer, o es un motivo de presunción ante algunos de tus clientes, el hecho de que rondo continuamente tu puerta y les doy lástima a los criados portadores de mensajes, a los que son más afortunados que yo. Sin embargo, aunque se que es contraproducente para mí el obrar así, has de saber que yo me estoy comportando como pocos de los que ahora te frecuentan se comportarían, en el caso de que fuesen abandonados por ti. Creía que el vino puro, que anteayer por la tarde tomé en consi-
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23 Aristócrata. hombre de letras y conocido oligarca ateniense que formó parte del gobierno de los Treinta (404-403 a . c . ) . Gimnasio situado en la parte oriental de Atenas. Tomó el nombre de un templo cercano dedicado a Apdo Licio. 25 Estas afirmaciones son de corte epicúreo.
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derable cantidad en casa de Eufronio l b , seria un remedio para mí, pues confiaba en que precisamente me alejaría las preocupaciones durante la noche. Sin embargo, su efecto fue de signo contrario. Pues acrecentó mi pesar hasta el punto de que, con mis llantos y gemidos, suscité la compasión de los más considerados y la risa de los restantes. Me queda un pequeño recuerdo y un consuelo que ya se está marchitando: la corona2' que, arrancándola de tus propios cabellos, me arrojaste durante la penosa discusión que sostuvimos durante el banquete, para dar a entender que te causa desagrado todo lo que procede de mi. Si esto te produce placer, disfruta a fondo de mi cuidado y, en el caso de que te resulte grato, cuéntaselo a los que ahora son más felices que yo, pero que dentro de poco sufrirán, al ser tratados de la misma manera. Ruega que Afrodita no te haga pagar tu altivez. Cualquier otro te escribiría insultos y amenazas. Yo, en cambio, en tono de petición y de súplica, porque te amo, Pétale, para mi perdición. Temo que, si el mal aumenta, imite a alguno de los que fueron desafortunados en sus quejas amorosas 26 PLINIO (Hist. nat. XIV 19, 24) nos habla de un personaje que responde a este nombre y que es una autoridad en materia de vinos. Como es sabido, esta bebida se consumía ordinariamente mezclada con agua. Cuando el amante esta desesperado suele recurrir al producto alcoh6lico puro, para emborracharse a conciencia y olvidarse de sus males. Esta práctica se convierte en un lugar común. Cf. TEÓCRITO, Idilios 11 152. L a poseso, fr. 3=224 KOCK, y Ant. Pul. V paXIV 18; MENANDRO.
sim. 2' Coronas de mirtos y cintas eran accesorios habituales en los comensales. Estos adornos florales se vendían en un sector del ágora. Cf. A R I S T ~ F A NTesmoforiantes ES, 448, 457-58. La ofrenda de una guirnalda de flores encierra una simbología amorosa claramente reflejada en la Anr. f a l . V 92, 145 y 191. 28 El suicidio por amor tiene un ilustre precedente en Safo. Este te-
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De Pélale a Simalión Me gustaría que la casa de una cortesana se pudiera mantener con lágrimas. En ese caso yo viviría espléndidamente, disfrutando del abundante llanto que tú derramas. En cambio, lo que ahora necesito es dinero, vestidos, adornos y servicio. De estas cosas en su totalidad depende mi medio de vida. Pues no tengo en MirrinunteZ9una pequeña heredad ni beneficios de las minas de plata30, sino unas módicas retribuciones y estas gratificaciones en forma de quejas y de gemidos de parte de unos estúpidos amantes. Después de estar tratándote durante un aiio, estoy harta: tengo la cabeza sucia por no haber visto durante este tiempo ni siquiera una gota de unguento y siento vergüenza ante mis amigas por llevar un vestidillo de T a r e n t ~viejo ~ ~ y harapiento. Por tanto, jojalá me suceda algo bueno! Además, ¿de dónde crees tú que sacaría yo para vivir estando sentada a tu lado? Vamos, ¿lloras? Pues ya dejarás de llorar dentro de poco. Yo, en cambio, me moriré de hambre tan santamente, si no existe un tipo ma, por su dramatismo. ha tenido una gloriosa descendencia literaria. Cf. las amenazas que figuran supra, en las cartas 1 11 y 11 25. 29 Lugar situado en la costa oriental de Atica. Se refiere a las de Lauri6n, al S. del Ática. El importe que se debía pagar a la cortesana se llamaba místhóma (ATEN,XIII 581a) y estaba regulado por el agorhnomo. 32 Los tejidos de Tarento eran muy apreciados por su finura y por el color de la púrpura con que eran tenidos. Ignoramos si estaban hechos con el b N u s de la pínna o si trabajaban también otras materias textiles. Hay numerosos testimonios sobre su calidad: MENANDRO. E l arbitraje 313; Luc., Didl. cort. VII; FIL~STRATO. Epkt. 22; ELIANO,Epíst., fr. 12; ARIS~ÉNETO, 1 25, etc. Cf. supra, n. 1 6.
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que me mantenga con sus obsequios. Me causan extraííeza tus lágrimas, ya que me resultan insinceras. Por Afrodita, nuestra patrona, dices que me amas, buen hombre, y pretendes que la persona amada tenga trato contigo, pues sin 4 ella no puedes vivir. ¿Y qué? ¿NO hay menaje en tu casa? [...] ¿NO puedes conseguir alguna joya de tu madre o algún dinero de tu padre 'j? iDichosa Filótide! A ella la miraron las Gracias con ojos más benévolos ". Menud o amante encontró en Meneclides, quien a diario tiene una atención con ella. Evidentemente es mejor que Ikrar. s Yo, desdichada de mí, no tengo un enamorado, sino un quejica. Y encima, me envía guirnaldas y rosas, como si se tratase de alguien que ha muerto intempestivamente, y afirma pasarse la noche entera gimiendo. En el caso de que traigas algo, ven sin llorar. Si no, cúlpate tú mismo, pero no a mí.
De Mírrina a Nicipe Dífiloj5 no me hace caso, en cambio está totalmente entregado a la desvergonzada de Tétale. Hasta las Adonias me frecuentaba ocasionalmente con el fin de diver33 Literalmente dice: «algunos créditos)). Es decir, conseguirlos mediante un documento falso. Cf. Luc., Diál. cort. X11 1 . 34 Cf. supra, n. 1 51 J5 Autor cómico de la Néo. 36 Fiesta anual durante la cual se lloraba la desaparición de Adonis. Este personaje, hijo de Mirra, es el protagonista de un mito muy difundido por el Mediterráneo oriental. Representa el espiritu de la vegetación anual. Su vinculación con Afrodita y Perséfone -divinidades con las que comparte su existencia durante varios meses- simboliza la semilla que permanece oculta bajo la tierra durante un tercio del año.
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tirse y, también, para pasar la noche juntos, pero incluso, entonces, mostrando cierta indiferencia y dejándose querer. La mayoría de las veces, venía guiado hasta aquí por Hélix, cuando estaba borracho. A este, por estar enamorado de Herpílide, le gustaba estar un rato en nuestra compafiia. Sin embargo, está claro que ahora no quiere en z absoluto encontrarse conmigo. Durante cuatro días seguidos ha estado de juerga en el jardín de Liside con Tétale y también con el maldito Estrongilión, quien le ha proporcionado esta amante por estar algo enfadado conmigo. Cartas, recados con las criadas y cuantas cosas suelen hacerse en estas circunstancias fueron en vano: ningún provecho obtuve de ellos. A mi modo de ver, a causa de estas gestiones él se da más importancia y me trata con mayor desprecio. Por tanto, lo único que me queda por 3 hacer es cerrarle la puerta y rechazarlo, en el caso de que venga a mi, en un determinado momento, con idea de pasar la noche juntos (si alguna vez quiere encelar a Tétale). Habitualmente el orgullo se vence con la indiferencia 37. Si no consiguiera nada por este camino, tendría que recurrir a algún remedio más potente, como se suele actuar con los que están gravemente enfermos. Pues seria terrible esto: quedar privada de sus retribuciones y, además, ser un hazmerreír para Tétale. Tú tienes un filtro j8, según di- 4 ces, que probaste en muchas ocasiones durante tu juventud. Necesito una cura tal que lo sane de su orgullo excesivo y también de su inclinaci6n por la bebida. Procuraré reconciliarme y dejaré caer mis lágrimas de modo convincente. Luego le diré que le conviene estar atento a Né37
Estrategia amorosa por parte de Mírrina. Una exposición más completa de esta cuestión en IV 16. Sobre este tema. cf. TEÓCR., Idil. 11.
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me si^'^, si me desprecia a mí que tanto le amo, y otras historias de este género que me inventaré. En consecuencia, terminará por volver, sin duda alguna, al sentir compasión de mí, que me consumo por él. Dirá que es hermoso acordarse del tiempo pasado y de nuestras relaciones, inflado de orgullo, el muy perdido. Y Hélix colaborará conmigo. A este fin Herpilide se desnudará en su honor. En verdad los filtros suelen ser de dudoso resultado y pueden llevar a la perdición. Poco me importa. Pues es preciso que el viva para mí o que muera para Tétale.
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De Meneclides a Euticles
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Se ha marchado la hermosa Báquide4", querido Euticles, se ha marchado definitivamente, dejando tras de sí un reguero de lágrimas y el recuerdo de un amor tan dulce entonces como amargo ahora. Jamás me olvidaré de Báquide. Ese momento no llegará. iCuánta comprensión me mostró! No se equivocaría quien la considerase a ella como un prototipo ejemplar de la condición de cortesana. A mi modo de ver, si las heteras de todo el mundo se reunieran y erigiesen una estatua suya en el santuario de Afrodita o de las Gracias, le tributarían un merecido honor. Ciertamente, el rumor por todos propalado de que son malvadas, infieles, interesadas, pendientes siempre de quien les paga y causantes de males a los que las frecuentan quedaría probado como una injusta calumnia en lo
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Cf. supra, n. IV 15. Cf. supra, n. 1V 4 .
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que ataile a Báquide. Hasta tal punto ella quedó al margen de esta mala fama generalizada, gracias a su modo de ser. Tu conoces a ese medo que desembarcó aquí pro- 4 cedente de Siria y que se desplazaba con gran cantidad de servicio y enorme boato, prometiendo eunucos, esclavas y ciertos atavíos exóticos. Pues bien, Báquide no accedió a sus deseos cuando él la cortejó, sino que prefería dormir debajo de una prenda mía vulgar y corriente". Y mientras que se contentaba con los modestos regalos enviados por mi, ella rechazaba espléndidos presentes, propios de un príncipe oriental. ¿Qué más podría contarte? s ¡Cómo echó a cajas destempladas a aquel comerciante egipcio que le ofreció tanto dinero! Estoy seguro de que jamás existirá alguien mejor que ella. Alguna deidad la dotó de un temperamento demasiado noble para un medio de vida ingrato. Ella se ha marchado, tras haberme abandonado para siempre. De aquí en adelante, Báquide dormirá sola. ¡Qué injusticia, veneradas Moiras 42! Pues seria preciso que yo ahora -como entonces- me recostara a su lado. Sin em- 6 bargo, sigo viviendo, pruebo bocado y converso con mis amigos. Pero ella ya nunca me mirará con sus ojos luminosos, cuando sonreía, ni contenta y feliz pasará las no-
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El término griego empleado, khlaniskion, indica que se trata de un manto o capa de lana fina. Las personas de escasos medios económicos usaban este tipo de prenda como cobertor. Recuérdese el testimonio de Sócrates. Cf. PROPERCIO, 1 S, 33-36. 42 Eran unas divinidades temibles, relacionadas con el destino humano y revestidas de unos rasgos siniestros. Hcsiodo las hace hijas de la Noche y las presenta como tres hermanas cuyos nombres son Cloto (la que hila), Láquesis (la que asigna el lote) y Átropo (la inflexible). Representan el tema tópico de las «hilanderas».
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ches en medio de aquellas amables caricias43. Hasta hace poco, ;qué cosas me decía y cómo me contemplaba! ;Cuántas sirenas anidaban en sus charlas", cuán dulce y puro fluía el néctar de sus besos! La Persuasión se asentaba -segun yo creo- en sus labios 45. Ella seducía a todo el mundo como si tuviera en su poder el cinturón mágico*, por haber acogido a Afrodita en compaíiía de las Gracias47. Enmudecieron las cantinelas que acompañaban a los brindis y tambien la lira tailida por unos dedos marfileiios enmudeció. Ella, objeto de atención de todas las Gracias, yace convertida en una piedra muda y unas cenizas. En cambio, Mégara, una vulgar mujerzuela48,disfruta de la vida y eso que desvalijó tan despiadadamente a tea gene^^^ que el desdichado, poseedor de un patrimonio muy considerable en sus orígenes, se vio obligado a marcharse, echando mano de una clárnide50 y de un escudo, para ganarse la vida como mercenario. Sin embargo, Báquide, que amaba a quien la amaba, ha muerto. Querido Euticles, me encuentro mejor desde que te he -
43 Sobre este sustantivo (kólasma) hay numerosas conjeturas y posibilidades de significado. Hemos escogido un vocablo que respete el contexto. Uso metafbrico para expresar una enorme capacidad de seducción, como las sirenas odiseicas. Cf. ARISTEN.,1 1. 45 Cf. supra. n. 111 121. Meneclides se refiere al poder que los antiguos le conferían al cinturón de Afrodita, capaz de inspirar amor a todos por la mujer que lo llevaba. Hera se lo pide a su dueiia para seducir a Zeus (Ilíada XIV 214 SS.). Cf. Anf. Pat. 11 101 y V 121. 47 Cf. supra, n. 1 5 1 . 48 Cf. supra, n. 11 59. 49 Cf. 111 14. LUCIANO (La travesía 6) tambien zahiere la rapacidad de las cortesanas. 50 Especie de capote, propio de los soldados.
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hecho partícipe de mis penas. Hablar y escribir sobre ella me resulta muy reconfortante, pues nada me ha quedado de su persona, salvo el recuerdo. Adiós.
De Leena a Filodemo Durante la celebración de los Misterios he visto a tu joven esposas1, vestida con un bello traje veraniego. Por Afrodita, te compadezco, desdichado amigo. ;Cómo debes sufrir durmiendo con esa tortuga! La piel de esta mujer es de color bermellón puro. iQué grandes bucles le pendían, en nada parecidos con los cabellos de lo alto de su cabeza! iQué cantidad de emplasto llevaba encima! iY nos critican a nosotras, las cortesanas, porque nos componernos! Además, llevaba una gran cadena. En efecto, merece vivir entre cadenas, pero no de oro, pues tiene la cara de un fantasma. ¡Qué tamailo el de sus pies, qué anchos, qué desgarbados! ¡Ay, qué cosa debe ser abrazarla desnuda! Encima me parece que le huele mal el aliento. Némesis 5 2 , señora nuestra, yo elegiría mejor dormir con un sapo. Prefiero mirar abiertamente a una Q ~ i m e r a 'que ~ con la cadena y las ajorcas [...l.
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51 En esta carta se plantea la rivalidad existente entre una cortesana y una recién casada. El retrato que Leena hace de esta ultima es despiadado. 52 Cf. supra, n. IV 15. 53 Animal monstruoso nacido de la unión de Tifón y de Equidna. Tenia cabeza de león. cuerpo de cabra y la parte trasera de serpiente.
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ALCIFRON: «CARTAS),
estadios 54 de la ciudad, diciendo que le debía un sacrificio a las Ninfas. Aquello es una especie de prado o jardín. Hay un insignificante trozo de tierra cultivable a lo largo de la casa, el resto es cipreses y mirtos. En realidad, querida amiga, se trata de una pequefia propiedad, digna de un hombre mujeriego y no de un campesino. Desde el principio nuestra excursión hacia allí fue divertida, pues, unas veces, nos gastábamos bromas entre nosotras o sobre nuestros amantes y, otras, nos reiamos ante las narices de los que nos salían al paso. El calavera de Nicias, surgiendo no sé de dónde, nos dijo: <. Cf. supra, n. 11 14.
Típica descripción de un locus amoenus. Cf. supra. n . 11 21. 59 Diosas menores bajo cuya advocacidn estaban todo tipo de fuentes, ríos y lagos.
[...] a un terreno de su amante, que dista unos veinte
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por laureles y plátanos. En ambos lados florecían unas matas de mirto y una hiedra que, adherida sólidamente a la piedra, rodeaba todo el conjunto formando una especie de entramado. De aquí manaba una agua purísima 5 7 . Bajo los salientes pétreos estaban unas estatuas de Ninfas y un PanS8que se inclinaba como para mirar a las Nayades 59. Enfrente de este conjunto improvisamos un altar y, luego de haber colocado sobre él algo de leña y las tortas para el sacrificio, les ofrecimos una gallina blanca; después hicimos una libación a base de miel y leche, encendimos el incienso con un poco de fuego y, tras invocar con numerosas plegarias a las Ninfas y no menos a Afrodita, pedimos que nos concedieran una buena cosecha de amantes. Desde este momento estábamos ya dispuestas para el festín. Melisa propuso: «Vayamos a casa y ocupemos nuestros puestos para comer.)) Yo repliqué: «Ni hablar, en nombre de las Ninfas y de este Pan, pues tú puedes observar cuán enamoradizo es. Ciertamente vería con gusto cómo nosotras nos banqueteamos aquí. iEh, mira cómo este lugar bajo los mirtos y su entorno están bafiados de rocío y tapizados de amables flores! Yo preferiría recos tarme sobre esta hierba mejor que encima de aquellos tapetes y suaves cubiertas. Por Zeus, en verdad que las comidas aquí en medio de los alicientes del campo y al aire libre resultan más gratas que las que se preparan en la ciudad.» «Sí, sí, tienes razón)), dijeron. Seguidamente, y después de cortar algunas de ellas unas ramas de tejo, y
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otras, unas de mirto, extendimos los propios vestidos e improvisamos entre todas un lecho. El suelo resultaba blando gracias al trébol y al meliloto. En medio de nuestro círculo algunos jacintos y flores de varios colores alegraban nuestra vista. Unos ruisefiores, posados en unos brotes de aquella estación, trinaban de una forma grata y armoniosa. Las gotas que se deslizaban apaciblemente de la roca, a modo de exudación, proporcionaban un suave rumor que concordaba con nuestra comida primaveral. El vino, muy dulce y abundante, no era del país, sino italiano, del tipo del que tú dices que has comprado seis jarras en EleusisW. El punto de los huevos era tal que éstos temblaban como las nalgas de Triálideo'. Había también unas tajadas de un cabrito muy tierno y unos pollos caseros. Luego, variados postres de leche, unos elaborados con miel y otros fritos (creo que llaman a éstos «calostros» y «gusanos))), y cuantos frutos proporciona el campo en esta época del aiío. Después de esto, las rondas de copas fueron pasando sin interrupción, ya que ni siquiera se había determinado el número de brindis. Y como no se habían establecido de una manera conveniente unas reglas sobre la cantidad de bebida, se cometieron excesos por la asiduidad. En efecto, nos íbamos empapando con tragos pequeiíos, pero continuos@. Alli se encontraban Crumation de Mégara, que p~
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Ciudad situada en una fértil llanura al NO. de Atenas. Este núcleo urbano fue famoso por ser la sede del culto de las diosas Deméter y Perséfone, en cuyo honor tenían lugar diversas e importantes festividades. 6' Cf. IV 14, 4-6. 62 El banquete griego respetaba un rígido ritual que se iniciaba con la designación del simposiarca. Este comensal debía establecer todas las normas referentes a la bebida. En este caso, por no existir un acuerdo 60
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tocaba la flauta y Simique, que entonaba canciones arnorosas, siguiendo la melodía. Las Ninfas de la fuente esta- 1 2 ban complacidas. Cuando Plangón levantándose del suelo empezó a bailar y a mover sus caderas, poco le faltó a Pan para saltar desde la roca sobre sus nalgas. Al instante la música se apoderó de nosotras y, por estar algo bebidas, pensábamos en eso ... tú sabes a que me refiero. Nosotras acariciábamos las manos de nuestros amantes 1 3 con delicadeza para relajar las articulaciones de sus dedos y nos entregábamos a jugueteos amorosos por estar en compaííía de Dioniso. Una tendida boca arriba se dejaba besar y tocar sus pechos y, simulando que se había vuelto torpemente, apretaba fuertemente las ingles de su compafiero con sus nalgas. Mientras, se habían enardecido tanto 14 los deseos de las mujeres como los de los hombres6'. Por tanto, después de escaparnos furtivamente, encontramos una espesura del bosque, a corta distancia, apta para servirnos de táiamo en medio de aquella borrachera. En este punto hicimos un alto en nuestra bebida y nos dirigimos con cierta displicencia hacia nuestros escondites. Así pues, is una de nosotras trenzaba unas ramas de mirto y colocándoselas sobre la cabeza, a modo de corona, gritaba: «Querida amiga, mira si me queda bien.)) Otra con un manojo de violetas exclamaba con admiración: (<¡Qué bien huelen!)) Una tercera, que llevaba en su regazo unas manzanas tempranas 64, las mostraba diciendo: ((Mirad esto.)) Otra tarareaba. Un quinta iba arrancando las hojas de las previo, se sigue un método que emborracha particularmente. Cf. EUBULO, fr. 45 KOCK. 63 Cf. ARIST~FANES, i.iS$fraL 937 Y 995. 64 Quizá se refiera a sus propios pechos. El termino «manzana» con el valor de «seno» está ampliamente testimoniado. Cf. PSEUDO-TE~CRITO, XXVII 50; Ant. Pul. V 60, 258, 290 y 291.
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ramas y las mordisqueaba haciéndose la distraída. Y lo que es más divertido: todas, tras habernos levantado, con un idéntico objetivo, quisimos escondernos las unas de las otras, pues los hombres, por su parte, se habían encaminado dando un rodeo hacia el lugar escogido como cobertizo. De esta forma, después de haber hecho un trato con Afrodita por un breve espacio de tiempo, se reanudó de nuevo la bebida. Y nos parecía que las Ninfas ya no nos miraban como antes, en cambio Pan y P r i a p ~lo~hacían ~ de manera más propicia. Otra vez nos pusimos a comer: aves capturadas con redes, perdices, unas uvas dulcísimas conservadas en mosto y costillares de liebres. Luego, había almejas y caiiadillas traídas de la ciudad, caracoles del lugar, setas de unos madrofios y raices de chirivias, que son muy digestivas, aderezadas con miel y vinagre. Y, además, apio y lechugas66, manjares que comimos con particular gusto. Te preguntarás de qué tamaño eran las lechugas. Pues bien, había en las inmediaciones un huerto y cada una les dijimos a nuestras criadas: ((Arráncame ésta», «Por Zeus, para mí ésa». «No, ésa no, aquélla)). Unas eran grandes y de hermosas hojas, otras rizadas como una cabellera ensortijada, unas terceras pequefias y con unas hojas de un amarillo brillante. Se dice que a Afrodita le gustan éstas. Después de esta contienda y de haber satisfecho nuestro apetito, continuamos bebiendo jovialmente, hasta que ni siquiera deseábamos ocultarnos las unas de las otras y nos dábamos al placer sin ningún sen65 ES una divinidad de caracter obsceno, representada como un hombre deforme, con un enorme falo en erección, encarnaci6n de la fuerza fecundadora de la naturaleza. Su culto en Grecia es tardio. 66 Ambas verduras estaban íntimamente ligadas con el culto de AdoLes jardins d'Adonis, París. 1972. nis y Afrodita. Cf. M. DETIENNE,
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tido del pudor. Hasta tal punto los brindis degeneraron en bacanal. Odio al gallo 67 de los vecinos. Su canto puso punto final a nuestra orgía. Me pareció normal que tú disfrutaras -al menos de oídas- de nuestro banquete (pues fue espléndido y en consonancia con una aventura amorosa), aunque tú no hayas podido gozar de la fiesta. En verdad. queria describirte cada cosa con todo detalle, jno faltaba más! Si, en realidad, has estado algo débil, procura mejorarte. Pero, si estás en casa porque aguardas que venga el hombre que amas, tienes toda la razón para quedarte. Adiós.
De Mégara a Báquide Tu eres la única en tener un amante al que quieres tanto que no consientes separarte de él ni por un instante. iQué fastidio, por Afrodita, nuestra patrona! Invitada por Glícera, con mucha antelación, a un sacrificio (pues nos lo comunicó cuando la celebración de las Dionisias @),no acudiste. Yo creo que, por culpa de él, no te permites ni siquiera ver a tus amigas. Has sentado la cabeza y amas a tú enamorado: ¡felicidades por tu buena suerte! Nosotras, en cambio, somos unas prostitutas y unas desvergonzadas. También Filón tuvo un bastón hecho de una higuera69. En verdad, estoy enfadada, lo juro por la gran diosa 'O. Estábamos presentes todas: TCtale, Moscarion,
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Cf. supra, n. 11 2 . Cf. supra, n. 1 4 1 . Forma proverbial para dar a entender algo que no sirve para na-
da. Deméter.
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Tais, Antracion, Pétale, Triálide, Mírrina, Crision y Euxipe. Incluso Filumene, a pesar de que estaba recién casada y vigilada celosamente, se incorporó, aunque algo tarde, después de haber dejado a su marido en la cama tan santamente. Tú eres la Única entre nosotras que cultivas a tu Adonis ", por miedo, tal vez, de que Perséfone te lo arrebate, una vez abandonado por ti, su Afrodita. Nuestro banquete resultó estupendo (¿por qué razón no habré de tocarte las fibras sensibles del corazón?) y lleno de todo tipo de deleites: canciones, bromas, bebida hasta el canto del gallo, perfumes, coronas, golosinas. Estábamos recostadas a la sombra de unos laureles. Y sólo nos faltó una cosa: tu persona. Pero nada de lo demás. En muchas ocasiones nos hemos divertido bebiendo, pero pocas tan agradablemente como en ésta. Lo que proporcionó mayor distracción fue una reñida competición que se estableció entre Triálide y Mírrina acerca de las nalgas 12, sobre cuál de las dos las tenía mejores y más tersas. Mírrina, la primera, se desató el cinturon -su tunica 73 era de seda- y empezó a mover sus caderas, que se traslucían, temblorosas como un pastel de leche y miel. Simultáneamente miraba hacia atrás para observar su vaiven. Luego, dejó escapar unos quejidos placenteros, como si estuviese haciendo el amor, de forma que, por Afrodita, yo me quedé estupefacta. Triálide, sin embargo, no se dio por vencida, sino que la aventajó en frescura, pues dijo: «Yo no competiré a través de velos ni me voy a an-
Cf. supra, n. IV 36. Sobre este tipo de concurso tenemos otros testimonios: ATEN., XII 554C. y Anr. Pal. V 35 y 36. 73 ARIST~F.. Ljsistr. 47-48, nos habla de túnicas muy transparentes usadas por mujeres. Cf., también, Anr. Pul. V 104. 7'
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dar con miramientos, sino como si estuviera en un gimnasio. Pues los subterfugios no le cuadran a este certamen.)) A continuación se quitó su vestimenta interior y arqueando un poco la cadera exclamó: «Mira mi piel qué lozana es, Mírrina, qué nítida, qué limpia de imperfecciones. Observa estas sonrosadas caderas y la línea curvada que desciende hacia los muslos. Mis nalgas no pecan ni por exceso ni por defecto y tienen un par de hoyuelos en la parte superior. Sin embargo, por Zeus, no tiemblan -afirmó al tiempo que sonreía- como las de Mírrina.)) Al instante, puso en movimiento su trasero con una gran sacudida y le imprimió un giro a todo él, de un lado para otro, de forma ondulante, hasta el punto de que todas prorrumpimos en aplausos y proclamamos a Triálide como vencedora. Existieron también concursos de caderas y certámenes de pechos [...] Nadie en absoluto se atrevió a competir con Filumene, pues ella todavía no había dado a luz y estaba en un momento de plenitud física. Pues bien, después de haber pasado toda la noche en vela, de haber hablado mal de nuestros amantes y de suspirar por encontrar otros (en efecto, siempre resulta más grato tener un nuevo amor), nos pusimos en movimiento estando ya algo bebidas. Durante nuestro camino de regreso, seguimos tomando numerosos tragos y fuimos a parar a casa de Dexímaco en el Pasaje DoradoT4, con e1 pretexto de que íbamos hacia el sauzgatillo que está cercano a la casa de Menefrón. Pues Tais está enamorada de él perdidamente y, por Zeus, con razón, ya que, hace muy poco, el joven ha recibido la herencia de un padre rico. Por esta ocasión te perdonamos tu gesto altivo. Durante las Adonias organizaremos un festín en la casa del l4
Cf. supra, n. 111 14.
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amante de Tétale, en el demo de Colito 15. Ella está preparando al amado de Afrodita. Procura venir con tu jardincito 76, l a figurilla y tu Adonis particular, al que ahora cultivas, de manera que nos divirtamos bebiendo en compañia de nuestros amantes. Adiós. 15
De Filúmene a Crirón
¿Por qué razón te atormentas a ti mismo escribiendome tanto? Lo que necesito son cincuenta monedas de oro y nada de cartas. Por tanto, si me amas, dámelas. Pero si amas más al dinero, no me molestes. Adiós. 16
De Lumia a Demefrio''
Tu me has permitido expresarme libremente, a pesar de que eres un rey poderoso. Además, me has exhortado Demo situado en la parte meridional de Atenas. Se refiere a un curioso rito ligado con la historia de este personaje mitico. Durante las fiestas de su nombre, en plena canícula. las mujeres plantaban en diversos recipientes unas semillas de trigo, cebada, lechuga e hinojo. Luego exponían estos «jardines» en el techo de sus casas, donde germinaban en muy poco tiempo. Con la misma rapidez se agostaban por el calor y. de esta manera, conmemoraban la prematura desaparicion de Adonis. Cf. DETIENHE, Les jardi m..., págs. 187 y sigs. PLUTARCO (Vita Demetrii 27) nos relata los amores de estos dos personajes. Demetrio Poliorcetes («el asediador de ciudades))) fue rey de Macedonia y se distinguio por emplear sistemhticamente mhquinas bélicas, con el fin de conquistar plazas fuertes. En el aiio 307 a . c . , fue recibido por los atenienses como un liberador. Murió prisionero del rey Seleuco (336-283 a.c.). Cf., tambikn. ATEN.. XlIl 577C. '5
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a mí, una hetera, a que te escriba y no has considerado indigno tener contacto con mis cartas, al igual que conmigo toda. Yo, Demetrio, mi señor, cuando de lejos te contemplo y te escucho acompañado de lanceros, ejércitos, embajadores y diademas, tiemblo y tengo miedo, sí, por Afrodita, y estoy turbada y me aparto, como si del sol se tratase, para que no me ciegues los ojos. Entonces me parece que tú eres realmente Demetrio, el sitiador de ciudades. ¡Cuán fiera y hostil es entonces tu mirada! Yo desconfío de mi misma y me pregunto: ((Lamia, ¿tú duermes a su lado? ¿Tú le embelesas con la flauta durante toda la noche? ¿Es a ti a quien ha enviado hace poco un mensaje? ¿Te compara a ti con la cortesana Gnatena 18? Luego, a causa de mis ideas confusas, me callo y pido volver a contemplarte-en mi casa. Cuando vienes me arrodillo ante ti. Y, cuando me besas apasionadamente entre tus brazos, de nuevo me hago a mi misma reflexiones de signo contrario: «¿Éste es el asediador de ciudades? ¿Éste es el que está al frente de los ejércitos? ¿A éste le tienen miedo Macedonia, Grecia y Tracia? Sí, por Afrodita, a él precisamente lo asediaré hoy con el son de mi flauta y veré cómo se comporta conmigo.)) [...] mejor pasado mañana, pues cenarás junto a mi -te lo suplico- el día de las Afrodisias 79. Así lo hacemos todos los años y tengo como objetivo ver si supero con la presente a las celebraciones anteriores. En verdad, te acogeré de la manera más amorosa y seductora que me sea posible, en el caso de que tú me proporciones medios Cf. ATEN.. XIII 579D-581C. 585A-B. Fiestas que tenían lugar en Atenas a fines del mes de Posideón (diciembre-enero) en honor de la diosa del amor. También recibían este nombre las celebraciones mensuales que con carácter privado organizaA «Las Afrodisias: una fiesta ban las'cortesanas. Cf. S. G A R C ~VAZQUEZ, de heteras)) (en prensa). 79
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en abundancia. No he llevado a cabo todavía ninguna acción que desmerezca de tus bondades, desde aquella noche memorable, y eso, a pesar de que tú me incitas a servirme de mi cuerpo como yo lo estime oportuno. Sin embargo, yo me he comportado dignamente y no he tenido relas ciones con otros hombres. No desempeñaré mi oficio ni te mentiré, mi dueño, como hacen otras. Desde aquella, ocasión, pocos son los que me envian recados, por Ártemis, ni intentan nada por respeto a tus asedios. Rápido es Amor, oh rey, tanto para venir como para marcharse volando. Cuando tiene esperanzas revolotea, pero cuando éstas se desvanecen, él suele dejar caer sus alas súbitamen6 te arrepentidos0. Por tal motivo un ingenioso expediente es urdido por las que ejercen esta profesión: retrasar el momento de satisfacer el deseo para reinar sobre los amantes a través de las ilusiones. Pero, respecto de ti, me resulta imposible fomentar tardanzas, hasta tal punto tengo miedo de perderte. En una palabra, nos es preciso unas veces actuar, otras estar indispuestas o bien cantar, tocar la flauta, bailar, preparar la comida, y arreglar la casa, demorando unos placeres que de otra manera se consumirían demasiado rápidamente, con el fin de que las mentes de los enamorados, estando más ardientes por el deseo prendan mejor con las dilaciones, temerosos de que otro impedimento de su buena suerte momentanea surja de nuevo ". 7 Tal vez yo podría, oh rey, tomar precauciones y poner en práctica este género de artificio con los demás, pero so Anl. Pat. V 57, y ARISTBN.,11 1 . 81 Tactica amorosa de la que ya se ha hablado en cartas precedentes. En general el comportamiento de la hetera se caracteriza por la doblez y el cálculo en todas sus acciones.
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sería incapaz de llevarlo a cabo contigo, ya que te portas tan bien al ensalzarme públicamente y al declarar ante las restantes cortesanas que yo aventajo a todas. Por las veneradas Musas, contigo me resultaría imposible fingir. No soy hasta tal punto de piedra. De forma que, si por darte gusto, renunciase a todo e incluso a mi propia vida, yo consideraría que el sacrificio es pequeiío. Estoy segura de que el acontecimiento será muy celebrados2, no sólo en la casa de Teripidion, en donde me dispongo a organizar la cena en tu honor con motivo de las Afrodisias, sino también en toda la ciudad de Atenas, por Ártemis, y en toda Grecia. En particular, no cesaran de denigrar nuestros banquetes en las regiones montañosas del Taigetos3 y en sus yermas tierras los odiosos espartanos, al medir tu forma humana de entender la vida con el rigido código de Licurgos4, hasta el punto de que los zorros de Éfeso parecerán ser auténticos hombres 85. Pero que ellos se vayan a paseo, señor. Tú acuérdate de guardarme Libre de compromiso el dia de la cena. La hora, la que tú eKjas. La que quieras será la mejor. Adiós.
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PLUT., Vil. Dem. 27, alude a la suntuosidad de esta celebración. Cadena montanosa situada entre la Laconia y la Mesenia. Legendario legislador espartano, a quien se le atribuye la realizacibn de una serie de reformas políticas, militares y sociales. El significado de esta frase de corte proverbial no es muy claro. Quizá se pueda relacionar con un pasaje paralelo de ARIST~FANES (La paz 1189-1190).
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A mi modo de ver, no hay nada más desagradable que un viejo que se las da de joven. Como si lo fuera, me trata ese Epicuro8', que me censura todo, sospecha de todo, me escribe cartas sin pies ni cabeza y me echa de su Por Afrodita, ni aunque él fuera un Adonis -ya está cerca de los ochenta años- yo le soportaría por estar lleno de piojos, achacoso y cubierto de un vestido forrado de vellones muy gruesos en lugar de paños9. ¿Durante cuánto tiempo podría alguien soportar a semejante filósofo? Que se guarde para él sus Principales máximas sobre la Naturaleza y su retorcido Canon y, en cambio. que a mí me deje ser dueña de mi persona de una forma natural y estar libre de cóleras e insolencias. Tal es, en realidad, Lamia, el asediador de cabellos blan86 Esta cortesana fue amante de Epicuro y concubina de Metrodoro. Cf. DIOGENES LAERCIO.X 6-7. 23. De nuevo el estamento de los filósofos sale mal parado. Sobre la personalidad un tanto controvertida de este filósofo recomendamos el sugestivo libro de C. GARcia CUAL,Epicuro. Madrid, 2.' ed.. 1983, donde se subraya la trivialización sistematica de su doctrina durante siglos y la tergiversación de que ha sido objeto su pensamiento. La carta de Alcifrón esta inmersa en una corriente de tradición denigratoria, compartida. eso sí. con las restantes escuelas filosóficas. El &&m estaba cercano al Dipilón. Distaba poco de la casa donde se reunían y convivían los discípulos. 89 Acerca de su indumentaria. cf. lix. Suda, S.U. Eprkouros. 90 Son titulos de obras epicúreas. El primero, sin embargo, sintetiza el nombre de dos tratados independientes: Sobre la Naluraleza y las Máximas capitales.
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quecinos 9' que yo tengo y no, como tu Demetrio, un asediador de ciudades. Mas, jacaso es posible conseguir la serenidad de ánimo al estar en su compañía? Él pretende ser Sócrates, se las da de ingenioso, practica la ironía, y cree que Pitoclesn es un Alcibiades 93 y que yo debo comportarme como Jantipa 94. Finalmente, poniéndome en camino hacia cualquier lugar, huiré de tierra en tierra con tal de no soportar sus incesantes cartas. Él ya se ha atrevido a la cosa más terrrible y más into- 4 lerable de todas. Por tal motivo te escribo, porque quiero recoger tu opinión sobre lo que debo hacer. Tú conoces al bello Timarco 95,del demo de Cefisiagb. No niego que he tenido relaciones intimas con el joven desde hace tiempo. A ti te diré la verdad, Lamia: fue mi primera experiencia amorosa. Él me hizo perder la virginidad, cuando yo era su vecina. Desde aquella ocasión no ha dejado de s enviarme toda clase de regalos: vestidos, joyas y esclavos indios de ambos sexos. Del resto me callo. Incluso se adelanta a las estaciones en los detalles más insignificantes, para que nadie disfrute de las primicias antes que yo. Pues bien, respecto de un amante de este tipo el filósofo me dice: ((Ciérrale la puerta y no dejes que se te acer-
9' Juego de palabras que no se puede reproducir en castellano. Los epítetos atribuidos a Demetrio y a Epicuro son muy parecidos por su forma fónica, pero tiene un significado muy distinto. 92 Joven con quien Epicuro tuvo relaciones amorosas. Cf. LUCIANO, Acerca de la muerte de Peregrino 43, y D16c. LAERC.,X 5. 93 Discutido y discutible politico ateniense, sobrino de Pericles y discípulo de Sócrates. Esposa de Skrates. 95 PLUTARCO (Adv. Colot. 17) menciona a un epicúreo llamado así. Demo situado al NE. de Atenas y en una zona regada por el río Cefiso. Este lugar fue la cuna de Menandro.
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que.» ¿Con qué términos, crees tú, que lo llama? No ciertamente con los propios de un ateniense o de un filósofo [...], sino más bien con los de uno que llega por primera vez a Grecia desde la Capadocia9'. Si la ciudad de Atenas fuera epicúrea totalmente, por Ártemis, yo, por mi parte, pondría a todos sus habitantes en un platillo y un brazo -mejor dicho, un dedo- de Timarco en el otro, (y ni aun así el fiel de la balanza se inclinaría a favor de aquéllos). ¿TU qué me dices, Lamia? ¿Acaso no es verdad esto? ¿No es justo cuanto digo? En nombre de Afrodita te lo pido. No me vengas con afirmaciones como éstas: «Pero es un filósofo muy ilustre y tiene muchos amigos.» Que coja incluso lo que poseo y que le dé lecciones a otros. Su prestigio no me reconforta en absoluto. Concédeme, Deméter, lo que yo quiero, esto es, a Timarco. También por mi causa el pobre muchacha se ha visto obligado a abandonarlo todo: el Liceo, su propia juventud, sus compaiíeros de efebía y la participación en asociaciones de amigos. Y, encima, vivir a su lado, adularlo y entonar el canto de sus vanas Máximas. Este Atreo 98 le dice: ((Aléjate de mi terreno de caza y no te acerques a Leontion.)) Como si aquél no pudiera decir con más justicia: «Eres tu quien no debe aproximarse a la que es mía.» A pesar de que es joven, soporta a un viejo rival, llegado después que él. En cambio, Epicuro no cede ante el que tiene mejor derecho. iQué debo hacer, Lamia? Por los dioses te lo suplico. Te juro por los misterios y por la cesación de mis males, que cuando 97 Los habitantes de esta región del Asia Menor tenían mala reputación. 98 Personaje mítico, hijo de Pélope e Hipodamía. autor de atroces crímenes. Agamenon y Menelao fueron descendientes suyos.
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pienso en la separación de Timarco, al punto me quedo helada y el sudor me llega hasta las extremidades y el corazón me da vuelcos 99. Acógeme en twcasa, te lo pido, por unos días y conseguiré que éste se dé cuenta de qué bienes disfruta al tenerme en el hogar. Él no soportara el golpe, estoy segura. Enseguida me enviará como embajadores a Metrodoro, Hermarco y Polieno l". Cuantas veces, crees tú, que yo he ido ante él en privado y le he dicho: ((iQué haces, Epicuro? ¿NO sabes que Timócrates, el hermano de Metrodoro, te pone en ridículo por estas cosas en las reuniones, en los teatros y ante los demás sofistas?)) Pero, ¿qué se puede hacer con él? Carece de dignidad, en lo que respecta al amor. Yo, a mi vez, seré en cierta medida semejante a él y no abandonaré a mi Timarco. Adiós.
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De Menandro a Glícera ' O 1
Te prometo, por las diosas de Eleusis 'O2 y por sus Misterios, por los que yo he jurado muchas veces ante sus efigies, Glícera, estando los dos solos, que, no por darme importancia ni porque quiera separarme de ti, te digo de palabra y por escrito lo que sigue. ~ Q u Ccosa me resultaría a mí agradable lejos de ti? ¿Qué podría ser m8s exul-
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99 Descripción de las manifestaciones fisiológicas del amor. Los conocidos versos de SAPO(fr. 2 DIEHL)resuenan en este pasaje. 'O0 Los tres fueron discipulos de Epicuro. Esta carta y la siguiente recrean una posible y muy discutida relacion amorosa entre Menandro y una cortesana llamada Glícera. El principio de la misiva recuerda un pasaje de La trasquilada (fr. 87 K.-TH.). lo* Demkter y Perskfone.
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tante que tu cariho? Incluso nuestra extrema ancianidad me parecerá siempre una eterna juventud a causa de tu carácter y de tu manera de ser. Ojalá vivamos juntos durante nuestros años mozos y envejezcamos también unidos y, por los dioses, muramos al mismo tiempo, pero dándonos cuenta, Glícera, de que morirnos a la vez para que ningún tipo de resquemor baje al Hades con uno de nosotros dos, motivado por la idea de que el superviviente pruebe algunos otros placeres. Ojalá no me sea dado ser objeto de otras experiencias, si me faltas tú. Pues, en verdad, ¿qué otro bien podría ya quedarme? Lo que me mueve a mi, ahora que estoy enfermo en el Pireo (pues tu conoces bien mis habituales achaques, a los que suelen tildar de molicie y afectación mis detractores), a enviarte este mensaje a ti, que estás en Atenas a causa de las fiestas Haloas 'O' en honor de la diosa, es lo siguiente: he recibido de parte de Ptolomeo IM, rey de Egipto, una carta de invitación en la que me pide con insistencia y me intenta convencer de que vaya, prometiéndome, en términos regios, ((todos los bienes de la tierra)), como suele decirse, y no sólo me lo ofrece a mí, sino también a Filemón 'OS. Asimismo, me asegura que éste ya ha recibido la misiva. Por otra parte, el propio Filemón me la ha enviado, quedando manifiesto que su invitación personal es más convencional y menos cuidada en sus términos que la mía, puesto que Menandro no es su destinatario. No obstante, éste verá lo que le conviene hacer y decidirá a título personal. Yo, por mi parte, no tengo Cf. supra, n. 11 77. Ptolomeo Soter (367-283a . c . ) fue el primer rey de Egipto e iniciador de la dinastía de los Lágidas. Esta invitación hecha a Menandro (Hist. nat. VI1 30-31). es recogida por PLINIO 105 Autor cómico (360-264 a . c . ) , emulo y rival de Menandro. Io3 1
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que pedir asesoramiento. Pues tú, Glicera, has llegado a ser y siempre serás mi punto de referencia, mi consejo del Areópago la, mi tribunal de la Heliea 'O7 y, en una palabra, todo, si, por Atenea. Te mando. por consiguiente, la carta del rey, de forma que te importunaré por partida doble: recibirás mi escrito y el de aquél. Quiero que tu sepas lo que he decidido contestarle. No me entusiasma, por los doce dioses 'O8, la idea de hacer un viaje por mar y de marcharme a Egipto, un reino que está tan alejado y distante de casa. Pero ni aunque Egipto estuviese emplazado en esta isla de Egina lo9, tan próxima, ni aun así yo proyectaría, dejando a un lado el reino particular de tu afecto, contemplar solo, sin tu presencia, un populoso desierto en medio de una enorme multitud egipcia. Prefiero estar al servicio de tus abrazos, cosa más grata y segura, que frecuentar las mansiones de sátrapas "O Y de reyes. Pues el exceso de franqueza es algo peligroso, la adulación una práctica despreciable y el éxito un bien inseguro. En cuanto a mi, no estoy dispuesto a perderme las fiestas anuales de los Coes "', los espectáculos teatrales Cf. supra, n. 1 71. Cf. supra. n. 11 5 3 . los Los llamados olímpicos. Un altar en su honor se ha excavado en la parte norte del agora. Sus nombres son: Zeus, Posid6n, Ares, Apolo. Hermes, Hefcsto Hera, Hestia, Atenea, Demeter. Artemis y Afrodita. lo9 Pequeiia isla del golfo Sardnico, cercana a Atenas. Gobernador de una provincia del Imperio persa. 11' Segundo día de las Antesterias, fiestas que tenian lugar en febrero aproximadamente. En esta jornada habia concursos de bebedores. Los c
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de las Leneas Il2, nuestro encuentro de ayer, los ejercicios gimnásticos del Liceo l I 3 y la sagrada Academia I l 4 a cambio de unos vasos de Tericles '15, copas, recipientes de oro y todos los bienes que abundan en los palacios de aquéllos. Lo juro por Dioniso y por las báquicas coronas de hiedra con las que prefiero ser coronado mejor que con las diademas de Ptolomeo, ante la presencia de Glícera, sentada en el teatro. Pues ¿dónde podré ver una asamblea y una votación en Egipto? ¿Dónde una multitud que ejerce su libertad en plena democracia? ¿Donde unos tesmótetas coronados de hiedra en los cortejos sagrados en honor de Dioniso? ¿Qué recinto "'? ¿Qué elección? ¿Qué fiesta de las Ollas ]la? ¿Como veré el Cerámica, el ágora, los tribunales, la hermosa acrópolis, las venerables diosas, los Misterios, la vecina isla de Salamina, los estrechos, Psitalia Il9, Maratón Izo, Hélade entera aquí en Atenas, toda la Jonia 12', todas las Cícladas lU? ¿Qué me vaya a Egipto a cosechar oro, plata y riquezas, dejando aquí estas cosas y a Glicera entre ellas? ¿En Cf. supra. n. 1 16. Cf. supro, n. IV 24. I l 4 Cf. supra, n. 11 31. "5 Célebre alfarero corintio, mencionado varias veces en la Néa. Cf. MEN., La POS., f r . 4 = 226 KOCK. 116 Colegio formado por seis miembros más un secretario. Fue instituido exclusivamente para tramitar asuntos de jurisprudencia. Il7 Zona del agora marcada por una cuerda embadurnada de berme11dn para delimitar el dmbito de reunión de la asamblea. 118 Tercer día de las Antesterias, consagrado a los difuntos. 119 Pequena isla del golfo Sardnico, próxima a Salamina. 120 Llanura al NO. de Atenas, donde se celebr6 la batalla, que lleva su nombre, contra los persas en el año 490 a . c . 121 Región costera del Asia Menor. 122 Archipiélago del mar Egeo. 112 '13
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compafiia de quién gastaré mi dinero? ¿Con Glicera, existiendo de por medio tanto mar? ¿No serán para mi estos bienes una especie de pobreza, al estar privado de ella? Si llegase a mis oídos que ella ha transferido a otro nuestros amores, dignos de veneracidn, jacaso no tendrían para mí todos los tesoros igual valor que la ceniza? Cuando me muera me llevaré conmigo las penas y, en 13 cambio, las riquezas yacerán a disposición de los que sean capaces de cometer acciones injustas. ¿Es tan importante convivir con Ptolomeo, sátrapas y otros tales en resonancia, cuya amistad es insegura y su enemistad no exenta de riesgo? En cambio, si Glícera se enfada conmigo, ea, 14 cogiéndola en mis brazos le doy un beso. Y si continua enfadada, más la apretaré. Y si está profundamente apesadumbrada, yo dejaré caer unas lágrimas. Ante éstas, será incapaz de soportar mi congoja y, finalmente, cederá, pues carece de soldados, lanceros y centinelas: yo soy todo para ella. Tal vez sea una gran cosa y algo digno de admiración 1s contemplar el hermoso Nilo. Pero, ¿no es también un gran espectáculo el Eufrates? ¿Y el Danubio? ¿NO lo son, igualmente, de entre los grandes ríos el Termodonte 123, el Tígris, el Halis la y el Rin? Si me dedico a verlos todos, mi vida se ahogará entre sus aguas ID, al no poder contemplar a mi Glícera. El célebre Nilo es, en efecto, 16 hermoso, pero está infectado de alimafias y no es posible ni poner un pie en él, ya que es una auténtica trampa por los grandes peligros que encierra. Ojalá me sea dado Río de la Capadocia que desemboca en el Ponto Euxino. Era el río más importante de Asia Menor. Tarnbitn lo menciona Luc.. Dial. corr. IX. 125 Segun la tradici6n Menandro habría muerto ahogado. Cf. OVIDIO,Ibis 589. Aquí se trataría de una especie de premonici6n. '23 la
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tener un túmulo y una sepultura en mi propia tierra. Ojalá me sea posible, rey Ptolomeo, ser coronado siempre con la hiedra ática y cantar en honor de Dioniso todos los ailos, junto al altar, y llevar a cabo los ritos mistéricos, y poner en escena una nueva obra en los concursos anuales, y en medio de risas y diversiones, tomar parte en la competicion temiendo por la derrota y, finalmente, hacerme con la victoria. Que a Filemón le vayan bien las cosas en Egipto y que, incluso, se apropie de mi parte. Él no tiene una Glícera ni, quizá, es digno de semejante don. En cambio, tú, mi pequeiia Glícera, ponle los arreos a la mula y ven hacia mí volando, en cuanto terminen las Haloas Iz6, te lo suplico. Nunca he conocido un festival más largo e inoportuno. Perdóname Deméter. 19
De Glícera a Menandro
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Leí inmediatamente la carta del rey que me enviaste. Por la diosa Caligenía,'21 en cuyo templo me encuentro ahora, yo estaba encantada y fuera de mí por el placer, Menandro, y mi estado de ánimo no lo oculté a las que estaban presentes. Se encontraban mi madre, una de mis hermanas, Eufronion y, de entre mis amigas, a la que conoces. Ella ha cenado en tu casa en muchas ocasiones y tú elogiaste su forma de expresarse en ático con gran pureza, pero hiciste la alabanza con cierto miedo. Fue en aquella ocasión en que yo, en medio de sonrisas, te besé apasionadamente. ¿Te acuerdas, Menandro? Pues bien, ésIz6 '21
Cf. supra, n. 11 77. DemCter. Cf. supra. n. 11 77.
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tas, desputs de haberme visto risueña de rostro y de mirada más de lo habitual, me preguntaron: ~Glicerion,¿qué bien tan grande te ha sucedido, ya que te muestras ante todas nosotras transformada de cuerpo y de alma? Tu aspecto físico es exultante e irradias felicidad y satisfacción.)) Yo repliqué: ((Ptolomeo, el rey de Egipto, ha hecho llamar a mi Menadro, ofreciéndole a cambio la mitad de su reino, por así decirlo.» Me expresé en un tono fuerte y vibrante de modo que lo oyeran todas las presentes. Mientras yo hablaba, movía y agitaba en todas las direcciones la carta con el sello real que tenía entre mis manos. Ellas me contestaron: «¿Acaso estás contenta ahora que te deja?)) Pero no era así, Menandro. De ninguna forma, ni aunque el buey rompiera a hablar '2a, como dice el proverbio, yo podría creer esto, por las diosas 129, a saber: que Menandro querrá alguna vez o será capaz de triunfar solo en Egipto en medio de todas sus riquezas, habiéndome dejado a mí, su Glícera, en Atenas. No obstante, a través de la carta que leí, está claro lo siguiente: el rey, a lo que parece, está informado de nuestras relaciones, queriendo de manera encubierta y con delicadeza darte pruebas de la sal ática en versión egipcia. Por tal motivo estoy contenta, a saber, porque la noticia de nuestros amores ha llegado allende los mares, a Egipto, e incluso a oídos del rey. Desde que se enteró de ello, debe de estar plenamente convencido de que proyecta algo imposible, al pretender que Atenas cruce el mar en pos de él. Pues, ¿qué es Atenas sin Menandro? ¿Y qué Menandro sin Glí-
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Expresi6n proverbial que encierra la idea de algo imposible de cumplirse, como nuestro dicho de no prestar crédito «ni aunque se vea un burro volando.» n9 Demkter y Perskfone. Juramento típicamente femenino.
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cera? La cual le prepara las máscaras y viste a los actores y permanece entre bastidores con las manos apretadas y temblorosas hasta que el público del teatro rompe a aplaudir. Entonces, por Ártemis, recobro la respiración y, al abrazarte, estrecho al venerado autor de esas comedias. 6 YO les dije a mis amigas, Menandro, que esto era lo que me alegraba: que no sólo Glícera, sino también los reyes que están al otro lado del Egeo, te aman y que los ecos de una fama ultramarina ensalzan tus méritos. Egipto, el Nilo, el promontorio de Proteo I3O y las atalayas de la isla de Faros están ahora todos expectantes, deseosos de ver a Menandro y de oír a sus personajes: avariciosos, enamorados, supersticiosos, desconfiados, padres, hijos, criados y todo el que sube al escenario. Ellos podrán escuchar a Menandro, pero no verlo, a no ser que se encuentren en Atenas, encasa de Glícera, y contemplen mi felicidad, un Menandro que permanece junto a mí de día y de noche y que en todas partes es famoso. Sin embargo, si una cierta nostalgia se apodera de ti 7 a cuento de los bienes materiales de allí o bien respecto del propio Egipto -que es una maravilla-, de sus pirámides, de las estatuas que emiten rumores 1 3 ' , de su famoso laberinto o de las restantes cosas que son dignas de admiración entre ellos a causa de su antigüedad o de su valor artístico, te lo pido, no me pongas como excusa. s No sea que los atenienses por tal motivo me odien, por estar ya contando los quintales l J 2 de grano que el rey les Lugar de la isla de Faros frecuentado por el personaje mitico Proteo. Cf. Odisea IV 354 ss. l 3 Los famosos colosos de Memnón. citados también por LUCIANO en Tóxuris 27. 132 Literalmente dice «medimnos». Cf. supra, n. 11 6. Egipto vendía granos al Ática a cambio de productos griegos manufacturados, especial-
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enviará gracias a ti. Ea, vete bajo los auspicios de todos los dioses, de la buena suerte, de unos vientos favorables y de un Zeus protector de la navegación. Pues yo no te abandonaré. No creas que yo me limito a decirlo: ni si- 9 quiera podría, aunque lo quisiera; sino que dejando a mi madre y hermanas me embarcaré para navegar contigo. Estoy segura de que me mostraré muy experta en semejantes lides y, en el caso de que te marees a causa de algún percance, yo te cuidaré. Aliviaré tu cansancio por la travesía y te conduciré hasta Egipto como una Ariadna 13' sin el hilo, y tú no serás Dioniso, sino su servidor y su intérprete. Yo no seré abandonada en la isla de Naxos o en io una playa desértica, lamentando tu perfidia e invocando la protección divina. ¡Que se vayan a paseo aquellos Teseos y las increíbles acciones perversas de nuestros mayores! Para nosotros cualquier emplazamiento es seguro: Atenas, el Pireo y Egipto. No hay un lugar que no pueda acoger la plenitud de nuestro amor. Sé, a ciencia cierta, que si habitásemos en una roca, nuestro cariño mutuo la transformaría en una sede de Afrodita. Tengo la certidumbre de que ni por una vez has desea- I I do dinero, bienes superfluos o riquezas, ya que cifras tu felicidad en mí y en tus comedias. Pero los familiares, la patria, los amigos -casi todos en todas partes, como tú sabes- tienen muchas exigencias y quieren ser ricos y tener abundancia de bienes. Tú jamás me inculparás, ni po- 1 2 co ni mucho, acerca de nada. Soy consciente de ello. Hamente objetos cerAmicos, de los que se han encontrado gran abundancia en ese país. 1 3 3 En estas líneas se alude a la hazaña del mítico Teseo, vencedor del Minotauro, y a sus amores con Ariadna, a quien abandonó en la isla de Naxos. Sobre la intervención de Dioniso en este episodio, hay diversas versiones.
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ce tiempo quedaste rendido por tu pasión y amor hacia mí. Ahora has afiadido a éstos el discernimiento, que yo valoro grandemente. En verdad, Menandro, temo la brevedad propia de un deseo vehemente, pues el amor pasional es tan violento como frágil. En cambio, los que lo han fortalecido de una manera reflexiva, el vínculo en éstos es ya más indisoluble, al no estar exento de placer ni tampoco dominado por la ansiedad. La decisión es cosa tuya, puesto que tú mismo me aconsejas a menudo con tus advertencias sobre estas cuestiones. Aunque tú no me censures ni me reproches, me causan miedo los atenienses, quienes, como avispas '34, empezarán por todas partes a zumbar, cuando yo salga, propalando que les he privado de la auténtica riqueza de Atenas. En consecuencia, te hago una petición, Menandro: aguarda un poco y, por el momento, no le des ninguna contestación al rey. Reflexiona todavía, espera hasta que estemos juntos y acompañados de nuestros amigos, Teofrasto y Epicuro '35. Quizá tú y aquéllos enfocaréis este asunto de distinta forma. Y es más, haremos sacrificios y veremos qué dicen los auspicios de las víctimas: si es mejor marchar a Egipto o quedarnos aquí. Y también consultaremos el oráculo de Delfos, tras enviar a alguien con nuestra demanda, pues se trata de un dios patrio IJ6. Así tendremos como justificación a los dioses, tanto si nos vamos, como si nos quedamos. Yo haré, además, lo siguiente: conozco a una cierta mujer, que ha venido hace poco de Frigia, muy competente en iw Cf.
ARIST~FANES, Avispas 1090. y p0S~Im. Sobre los lazos de amistad existentes entre estos tres escritores, tenemos noticias histdricas: DI&. LAERC.,V 2, 36, y Anr. Pul. VI1 72. 136 Apolo tuvo un especial culto en Atenas. Era llamado párrios porque había engendrado a 1611. de quien se consideraban descendientes los atenienses. 135
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este campo y experta en gastromancia 13', mediante la observación de la tensión de unas cuerdas de esparto durante la noche y la evocación de divinidades. No es necesario creer en sus palabras, sino simplemente ver, segun dicen. Yo le enviaré un mensaje, pues, según esta mujer asegura, es preciso que ella lleve a cabo una cierta purificación y prepare determinados animales para el sacrificio, incienso macho, una larga rama de estoraque, pasteles en forma de luna y hojas de un sauzgatillo silvestre Creo que para entonces habrás venido del Pireo; en caso contrario, hazme saber con seguridad hasta cuándo no puedes ver a Glicera, para que yo vaya corriendo a tu encuentro y, al mismo tiempo, tenga avisada a la mujer frigia. Lo que tu intentas procurar, a saber, que yo esté alejada del Pireo, de nuestro pequeiío terreno y de Muniquia '19 por un poco de tiempo, para que salgan de mi mente -yo no puedo hacer todo esto, por los dioses-, tu no lo conseguirás tampoco,-por estar ya tu vida completamente entrelazada con la mía. Aunque todos los reyes te mandaran llamar, yo seré ante tus ojos una reina más poderosa que los demás. Ciertamente, en ti encuentro a un amante devoto y que no olvida nuestros juramentos sagrados.
'3' Arte adivinatoria consistente en inmolar la víctima y examinar sus vísceras. La mujer que realiza estas prácticas es de un país bárbaro y oriental. como lo son todas las magas de la tradici6n griega. Son lo ingredientes del rito. El incienso macho. es decir, perfecto. se encuentra también en VIRGILIO(mascula rura, Égl. Vlll 65). El estoraque es una resina aromática que deriva de un árbol del mismo nombre. Los pasteles -literalmente «de luna»- de forma plana y redonda, estarían vinculados con cultos nocturnos. Cf. EUSTACIO, 1165, 7-10. 139 Cf. supra, n. 1 5 .
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De manera que, amor mío, intenta tú, sobre todo por mí, venir a Atenas lo más rápidamente posible, a fin de que, si cambias tus planes sobre la partida hacia el rey, tengas preparadas las obras y las que de entre ellas puedan interesar más a Ptolomeo y a su Dioniso (que, como sabes, no está de la parte del pueblo ,)al bien sea Tais, El detestado, El bravucón, El arbitraje, La abofeteada, El sicionio I 4 l o cualquier otra. ¿Qué estoy diciendo? ¿Cómo soy yo tan atrevida y osada para juzgar las comedias de Menandro, siendo una simple aficionada? Pues bien, porque mi amor hacia ti es sabio y es capaz de enjuiciar tus obras. Tú me has enseñado que una mujer bien dotada aprende rápidamente de sus amantes. En verdad el amor consigue resultados muy a prisa. Nos avergonzaría, por Ártemis, no estar a vuestra altura, al no aprender con prontitud. Te pido con todas mis fuerzas, Menandro, que ultimes la comedia en la que tú me retratas I4l, para que, si yo no estoy a tu lado, pueda ir por mar al encuentro de Ptolomeo a través de otra persona y el rey se percate más de cuan poderoso es ante tus ojos, ya que le has llevado tus amores de ficción, dejando en Atenas los auténticos. Pero, ni siquiera dejarás a estos Últimos, lo sabes bien. Yo seré iniciada en el arte de pilotar o de ser segundo de abordo, hasta que tú vengas a mi desde el Pireo, a fin de que pueda con mis propias manos guiarte a ti, en bo-
1" Por tratarse de una monarquía y no de un régimen democrático, según se ha indicado reiteradamente en la carta de Menandro a Glicera. I4l Titulos de comedias menandreas, de las que hoy tenemos abundantes fragmentos y noticias. 142 Q u i d la comedia titulada La rrasquilada, de la que se conservan unos 400 versos.
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nanza, a lo largo de nuestra navegación, si te pareciera mejor esta opción. Oh dioses todos, ojalá parezca ser mejor lo que es ventajoso para los dos y que la mujer frigia nos depare unos vaticinios más propicios que los de la joven de tu obra La posesa14'. Adiós. Fr. 5
Las cortesanas de Corinto '" saludan a las de Atenas ¿No os han llegado a vosotras las últimas noticias? ¿No habéis oído el nuevo nombre de hetera? ;Menuda carga nos ha caído encima! Lais, criada como un animal salvaje por el pintor Apeles 14'. Desdichadas, cerrad vuestros establecimientos, o mejor todavía, encerraos en su interior vosotras mismas. Una sola es la mujer que ahora excita a la entera Hélade, una sola: Lais en las barberías, Lais en los teatros, en las asambleas, en los tribunales, en el Consejo, en todas partes. Todos hablan de ella, sí, por Afrodita, e incluso los mudos entre si comentan por seiias su belleza. iLais hace hablar hasta a los que están incapacitados para hacerlo! Es comprensible, pues muestra, vestida, un rostro bellísimo y, una vez desnuda, toda ella es tan hermosa como su 143 Titulo de otra pieza menandrea, de la que se conservan una treintena de versos. Corinto era famosa por el número y la belleza de sus cortesanas. El lujo de la ciudad y el elevado coste de estas frecuentaciones motivaron el conocido dicho que reza: «A todos no les a t a permitido hacer una escapada por mar hasta Corinto)) (Amo GELIO. 1 8, 3). Este mismo autor (ibidem) nos ilustra sobre la personalidad y el atractivo de Lais. ' 4 5 Quizá el pintor más famoso de la Antigüedad. Vivió en la segunda mitad del siglo IV. Frecuentó la corte de Macedonia y, a la muerte de Alejandro Magno, se retiró a Egipto, donde reinaba Ptolomeo Soter.
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rostro: ni demasiado seca, ni entrada en carnes, sino del tipo que nosotros calificamos de «delgada y jugosa» '46. SUScabellos son rizados de modo natural. rubios, sin ser teaidos, y caen sobre su hombros graciosamente. Sus ojos, por Ártemis, son más redondós que la luna llena, sus pupilas más negras que el azabache y el blanco que las rodea [...l. INDICE GENERAL
Este ideal femenino, expresado en tkrminos muy similares. se encuenira en la Anf. Pat. V 37.
TEOFRASTO
CARACTERES Págs. -
Introducción
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l . Datos biogrzíficos. 9. - 2. Los escritos de Teofrasto, 13. 3. El destino de los Caracteres. 16. 4. Los Caracteres, un testigo de su tiempo. 26. 5. La etologia peripatética, 28. - 6. La otra Atenas, 31. - 7. La fortuna literaria del texto: influencias y traducciones. 34. - 8. Fuentes manuscritas e impresas, 38. - 9. Observaciones sobre nuestra traducc i h , 41.
-
Bibliografía . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Nota textual .................................
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Proemio . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
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fingimiento . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . la adulación . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . la charlatanería . . . . . . . . . . . . . . . . . . la rusticidad . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . la oficiosidad . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
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1. 11. 111. IV. V.
Del De De De De
INDIcE GENERAL
VI. VII. VIII. 1X. X. Xl. XII. XIII. XIV. xv. XVI. XVII. XVIII. XIX. XX. XXI. XXII. XXIII. XXIV.
xxv.
XXVI. XXVII. XXVIII. XXIX. XXX.
De la desvergüenza . . . . . . . . . . . . . . . . De la locuacidad . . . . . . . . . . . . . . . . . . . De la novelería . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . De la gorronerrá . . . . . . . . . . . . . . . . . . . De la sordidez . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Del gamberrismo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . De la inoportunidad . . . . . . . . . . . . . . . Del entrometimiento . . . . . . . . . . . . . . . . De la torpeza . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . De la grosería . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . De la superstición . . . . . . . . . . . . . . . . . . De la insatisfacción de la propia suerte De la desconfianza . . . . . . . . . . . . . . . . . De la guarrería . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . De la impertinencia . . . . . . . . . . . . . . . . De la vanidad . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . De la tacaiiería . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . De la manía de grandezas . . . . . . . . . . De la allanería . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . De la cobardía . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . De la oligarquía . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Del afán tardío de educación . . . . . . . De la maledicencia . . . . . . . . . . . . . . . . . De la afición a la maldad . . . . . . . . . . De la codicia . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
ALCIFRON
CARTAS
Págs.
Introducción
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l. Alcifrón, un autor doblemente desconocido. 127. - 2. Alcifrón, escritor, 129. - 3. Observaciones sobre el género epistolar, 131. - 4. La técnica compositiva de Alcifron, 134. - 5. El senrido del tiempo en Alcifrón, 140. - 6. El marco fisic'o del epistolario. 142. - 7. La esfera del hambre y/o del amor, 144. - 8. El banquete: un simbolo polivalente, 148. - 9. La tipologia social de Alcifron, 151. 10. Las fuentes del episrolario. 159. - 1 l . Valoración de la obra alcifronea, 161. - 12. Fuentes manuscritas e impresas, 165.
Bibliografía . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Nota textual . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
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1: Curras de pescadores . . . . . . . . . . . . . . . . 11: Cartas de campesinos . . . . . . . . . . . . . . . 111: Cartas de parásitos . . . . . . . . . . . . . . . . IV: Cartas de corresanas . . . . . . . . . . . . . . .
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Libro Libro Libro Libro 121