Carta del embajador de Francia en Moscú, Charles Alphand, dirigida a Paul Bonco ur, el titular entonces del Ministerio en París, de fecha 13 de setiembre de 193 3. La carta relata un viaje por la Unión Soviética de Alphand acompañando a Herr iot. Dice así: Invitado oficialmente por el gobierno soviético para participar en el viaje de H erriot al sur de la URSS, seis días en Ucrania y en el norte del Cáucaso [...] Este viaje [...] ocasionó manifestaciones de lo más cariñosas respecto a Francia que por todas partes recibió los aplausos unánimes de la muchedumbre soviética sin que [...] hubiera una nota discordante. El sólo hecho de que se les haya per mitido e incluso provocado, muestra el deseo de los gobernantes de mostrar su de seo de acercamiento con Francia. Además de museos y monumentos antiguos, hemos visitado el mayor número posible d e fábricas y explotaciones agrícolas [...] maravillado por el Dnieprostroi donde , además, se encuentra la fábrica hidroeléctrica más importante de Europa. Sobre una estepa rusa se eleva desde hace cuatro años una ciudad de 150.000 habitante s, de los que 40.000 son obreros [...] Salvo para el aluminio (sólo se logró un sexto de lo previsto), las fábricas aún están en fase de equipamiento y la produ cción no alcanzará su pleno rendimiento hasta dentro de tres o cuatro años, segú n los técnicos que he podido consultar. Visita a las fábricas de panificación de Kiev, de turbinas y tractores de Jarkov, maquinaria agrícola, cosechadoras en R ostov, rodamientos y motores en Moscú. Concordando esas constataciones de las in formaciones ya proporcionadas al Departamento sobre las formidables industrias d e los Urales (Magnitogorsk y Kuznietsk), sobre los proyectos hidroeléctricos del Volga y de Siberia, sobre las fábricas de Gorki y de Leningrado, se ve el esfue rzo industrial enorme del Gobierno de los Soviets. Dada la peculiar situación de la URSS, el único país del mundo que progresa, ese desarrollo no puede perjudic ar a las industrias europeas, más que cerrándoles el mercado ruso, porque las po sibilidades de absorción de ese mercado son tan grandes que pasarán 50 o incluso 100 años antes de que los Soviets alcancen una sobreproducción que no sean capa ces de absorber por ellos mismos. Pero hay un grave problema [...] el de los tra nsportes: insuficiencia de la red ferroviaria y vial [...] En esta vía [...] pod ememos plantearnos la colaboración franco-soviética. Al margen de la cuestión industrial, se desprende una impresión del viaje a la U RSS, el de un esfuerzo en la construcción de alojamientos para una población que en diez años aumenta la población de Francia. Lo mismo en Moscú que en Leningra do de un plumazo se alzan grandes casas obreras casi en cada calle, pero el éxit o más grande desde el punto de vista del urbanismo está en Jarkov donde en cuatr o años una ciudad entera de aspecto netamente americano se ha edificado al lado de la ciudad antigua. En fin, una de las partes mas importante de nuestra gira ha sido la visita a las organizaciones soviéticas en Ucrania y en el norte del Cáucaso, el centro mismo de los territorios donde, según recientes campañas de prensa, reinaba un hambre comparable a la de 1922. Usted verá, me habían dicho, que en el último momento esta parte del viaje será suprimida; no le llevarán a ese infierno de miseria. Para encontrar en Moscú a M olotov, que partía de vacaciones, se suprimió del programa la excursión a Crimea que tenía un carácter particularmente turístico; el viaje a Ucrania se desarrol ló normalmente. Hemos atravesado de parte a parte, en los dos sentidos, en ferro carril, este inmenso campo de cereales cuyos cultivos se interrumpen allá donde no alcanza la vista, de espeso humus negro que hace innecesario el abono. A 60 y 70 kilómetros de las ciudades, hemos visitado koljoses y sovjoses, y volvemos c on la impresión muy clara de la falsedad de las noticias difundidas en la prensa y la convicción que yo esbocé en mi correspondencia de una campaña inspirada po r Alemania y los Rusos blancos deseosos de oponerse al acercamiento franco-sovié tico.
Antes de recorrer el país, yo mismo me he hecho eco de esas habladurías difundid as por los enemigos del régimen y tengo hoy la certidumbre de su exageración. Sin duda, se nos dirá, los eslavos, después del Potemkin, tienen un maravilloso sentido de la puesta en escena, sólo os han mostrado lo que querían que viérais, ¿cómo pretende Usted, en una excursión de una semana, no hablando ruso, apercib irse del estado de una región tan extensa? Sin embargo, hemos mirado por las ven tanas durante el trayecto de más de 3.000 kilómetros, y no se ha podido trucar c ompletamente la población, que nos ha parecido en el mejor estado físico y de ve stuario que la de las ciudadades del norte, de donde venimos. Nuestro coche ha p odido aplastar pollos de más de cuatro meses; nos hemos dado cuenta de la extens ión de esos campos que acaban de proporcionar una cosecha que todos están de acu erdo en calificar de excepcional. Si verdaderamente millones de hombres estuvier an muertos de hambre en esas regiones, los infortunados hubieran comido sus poll os antes de pensar en alimentarse de cadáveres. Hubieran sido necesarios millone s de soldados para impedirles comerse las semillas. ¿Qué dicen a este respecto las autoridades que hemos interrogado? El año pasado tuvo lugar efectivamente, un episodio de los más graves de la Revolución para la aplicación del régimen colectivista en la agricultura. En esas regiones particu larmente ricas, hemos tenido que luchar contra los campesinos ricos que no culti vaban por sí mismos sus tierras sino que utilizaban asalariados; contra esos kul aks, más o menos abiertamente sostenidos por Alemania, que lleva en Ucrania su c ampaña separatista. Con la esperanza de desórdenes graves, esos elementos contra rrevolucionarios intentaron suscitar la huelga de brazos caídos. De ahí resultó una disminución de la producción de cereales que en un momento dado amenazó seri amente Moscú y supuso no solamente graves dificultades en las regiones donde se organizó el sabotaje de la cosecha, sino también la obligación de imponer restri cciones importantes en la distribución de víveres. Que ha habido hambre está fue ra de duda. Pero por una acción enérgica del poder central, acción combinada de la policía y de los elementos políticos comunistas, gracias a ciertas concesione s ofrecidas al interés personal (propiedad de una vaca y de productos de la huer ta), la situación ha podido ser restablecida durante estos últimos meses y Stali n, según una expresión de Radek [...] ha ganado su ‘batalla del Marne’ agraria. Dos ejemplos típicos de esta campaña y de las dificultades [...] nos los ofreció Kalinin, a quien interrogamos sobre este grave problema del hambre. Nos dio el ejemplo de la comuna de Tver que hoy lleva su nombre, donde hay tres koljoses. E l primero ha trabajado muy bien, ha realizado una buena cosecha y sus miembros h an obtenido buenos beneficios; el segundo ha alcanzado los dos objetivos; pero e l tercero, por impulso de nuestros adversarios, ha saboteado la cosecha y sus af iliados han corrido el peligro de morir de hambre. A petición mía [de Kalinin], el Gobierno les ha hecho llegar ayuda. A causa de ello, me he atraído la enemist ad de los otros dos koljoses que pensaban que no importaba hacer las cosas mal s i, no haciendo nada, se obtenía sin embargo la subsistencia [...] El segundo ejemplo de Kalinin es el siguiente: el año pasado faltó la leche en M oscú y se restringió la distribución incluso a los niños y a los obreros emplead os en trabajos nocivos. Pero la persona encargada de la distribución era precisa mente el gran negociante de preguerra que aseguraba el mismo servicio bajo el ré gimen zarista. El Presidente Kalinin llamó a ese fucionario para preguntarle cóm o con una cantidad doble de leche no llegaba para suministrar a las categorías r estringidas indicadas. El interesado apenas tuvo que mostrar que la cantidad era hoy insuficiente porque antes la leche era un privilegio de la clase noble y ri ca de Moscú. Aumento considerable de las necesidades, resistencias políticas de los elementos reaccionarios, tales son las causas del desequilibrio que revuelve nuestros esp íritus occidentales pero que parecen naturales al espíritu eslavo fatalista que,
poco deseoso de intereses inmediatos individualistas, está centrado en el cumpl imiento del amplio prgrama que se ha propuesto.