Sobre la admisión de las mujeres en el derecho de ciudadanía .
El hábito puede llegar a familiarizar a los hombres con la violación de sus sus dere derech chos os natu natura rale les, s, hast hasta a el extre xtrem mo de que que no se encontrará a nadie de entre los que los han perdido que piense siquiera en reclamarlo, ni crea haber sido s ido objeto de una injusticia. Algunas de tales violaciones se les escaparon incluso a los filósofos y a los legisladores al ocuparse en establecer, con el mayor celo imaginable, los derechos comunes de los individuos de la especie humana, y de convertirlos en fundamento nico de las instituciones pol!ticas. "or "or ejem ejempl plo, o, #Aca #Acaso so no todo todos s han han viol violad ado o el prin princi cipi pio o de la igua iguald ldad ad de dere derech chos os,, al priv privar ar tranq tranqui uila lame mente nte a la mita mitad d del del g$ne g$nero ro huma humano no de parti partici cipa parr en la form formac ació ión n de las las leye leyes, s, al excluir a las mujeres del derecho de ciudadan!a% #&abrá una prueba más contundente del poder del hábito, aun sobre hombres ilustrados, que la de ver que se invoque el principio de la igualdad de derechos a favor de '(( o )(( hombres a quienes un prejuicio absurdo hab!a despojado, mientras se le olvida en lo que respecta a *+.(((,((( de mujeres% "ara que tal exclusión no fuese un acto tiránico, ser!a preciso demo demostr strar ar que que los los derec derecho hos s natur natural ales es de las las muje mujeres res no son son absolutamente los mismos que los de los hombres, o probar que son incapaces de ejercerlos. Ahora bien, los derechos de los hombres se desprenden nicamente de que son seres sensibles, susceptibles de adquirir ideas morales y de reflexionar sobre esas ideas. "or consiguiente, como las mujeres poseen esas mismas cualidades, tienen necesariamente derechos iguales. ningn individuo de la especi especie e humana humana tiene tiene derecho derechos s verdad verdadero eros s o todos todos tienen tienen los mismos- y qui$n vota contra el derecho de otro, cualesquiera que sean su religión, su color o su sexo, abjura por ello de los propios. er!a dif!cil demostrar que las mujeres son incapaces de ejercer los los dere derech chos os de la ciud ciudad adan an!a !a.. #"or #"orqu que e sere seres s expu expues esto tos s a emba embara razo zos, s, a indi indisp spos osic icio ione nes s pasa pasaje jeras ras,, no podr! podr!an an ejer ejerce cer r derechos de los cuales a nadie, jamás, se les ha ocurrido privar a las personas que padecen de gota todos los inviernos o que se resfr!an fácilmente% Admitiendo en los hombres una superioridad de esp!ritu que no sea consecuencia necesaria de la diferente educación /cosa que dista mucho de haber sido demostrada, y
que deber!a serlo, para poder privar, sin injusticia, a las mujeres de un derecho natural0, ser!a una superioridad que no podr!a consistir más que en dos puntos. e dice que ninguna mujer ha hecho un descubrimiento importante en las ciencias, ni dado pruebas de genio en las artes, las letras, etc.- aunque sin duda, nadie habrá pensado en conceder el derecho de ciudadan!a tan sólo a los hombres geniales. e ha a1adido que ninguna mujer posee la misma amplitud de conocimientos, el mismo poder razonador que algunos hombres- pero lo que de esto se desprende es que, con la excepción de una clase poco numerosa de hombres muy ilustrados, hay una perfecta igualdad entre las mujeres y el resto de los hombres- y que aparte de esta peque1a clase, la inferioridad y superioridad se distribuyen por igual entre los dos sexos. Ahora bien, puesto que ser!a por demás absurdo reservar para tan sólo esta clase superior el derecho de ciudadan!a y la capacidad para el desempe1o de las funciones pblicas, #por qu$ habr!a de excluirse a las mujeres, antes que a aquellos hombres que son inferiores a gran nmero de mujeres% 2inalmente, #podr!a arg3irse que existen en el esp!ritu o en el corazón de las mujeres ciertas cualidades que nos obligan a excluirlas del disfrute de sus derechos naturales% 4onsultemos ante todo los hechos. 5sabel de 5nglaterra, 6ar!a 7eresa, las dos 4atalinas de 8usia han probado que a las mujeres no les faltan ni la fuerza de ánimo ni el valor espiritual. 5sabel ten!a todas las debilidades femeninas- #causaron más da1o a su reinado que las debilidades de los hombres al de su padre o al de su sucesor% #9os amantes de algunas emperatrices han ejercido una influencia más peligrosa que las queridas de 9uis :5;, de 9uis :; o incluso de Enrique 5;% #e pueda serlo de la tiran!a, #&abr!a ella, al defender la constitución francesa, incurrido en el absurdo y repelente galimat!as con que el c$lebre retórico acaba de combatirla% #9os derechos del ciudadano no habr!an sido defendidos mejor, en 2rancia, en ocasión de los Estados generales de *?*), por la hija adoptiva de 6ontaigne, que por el consejero 4ourtin, el cual cre!a en sortilegios y poderes ocultos% #9a princesa de los @rsinos no val!a
un poco más que 4hamillard% #"odr!a creerse que la marquesa de 4hatelet no hubiese podido cumplir un encargo tan bien como el se1or 8ouill$% #9a se1ora de 9ambert habr!a formulado leyes tan absurdas y tan bárbaras como el ministro de racia y Busticia, dCArmenoville, contra los protestantes, los ladrones dom$sticos, los contrabandistas y los negros% 7ras una somera mirada sobre la lista de quienes los han gobernado, los varones no tienen derecho a mostrarse tan orgullosos de s! mismos. 9as mujeres son superiores a los hombres en cuanto virtudes amables y dom$sticas- aman, como los hombres, la libertad, aunque no disfruten de todas sus ventajas- y, en las repblicas, se las ha visto a menudo sacrificarse por ellaD han demostrado poseer las virtudes del ciudadano cada vez que el azar o los trastornos civiles las han colocado en un escenario del que el orgullo y la tiran!a de los varones las han excluido en todos los pueblos. e ha dicho que las mujeres, a pesar de su mucho esp!ritu, de su sagacidad y de una facultad de razonar semejante a la de los dial$cticos sutiles, jamás se gu!an por lo que llamamos razón. 4omo sus intereses no son los mismos, por culpa de las leyes, y las mismas cosas no tienen para ellas la misma importancia que para nosotros, pueden, sin faltar a la razón, determinarse por principios diferentes y orientarse hacia una finalidad distinta. Es tan razonable para una mujer ocuparse del arreglo personal, como lo era para emóstenes cuidar de su voz y de sus gestos. e ha dicho que las mujeres, aunque mejores que los hombres, más tiernas, más sensibles, menos sujetas a los vicios que tienden al ego!smo y a la dureza de corazón, carecen propiamente del sentimiento de la justicia- que obedecen antes a su sentimiento que a su conciencia. Esta observación es algo más cierta, pero no demuestra nadaD no es la naturaleza, sino la educación, la existencia social la que causa esta diferencia.
i se aceptasen como válidas, contra las mujeres, razones semejantes, ser!a necesario tambi$n privar del derecho de ciudadan!a a aquella parte del pueblo que, entregada sin cesar a su trabajo, no puede ni adquirir conocimientos, ni ejercitar su razón, y no tardar!amos, paulatinamente, en no permitir otros ciudadanos que aquellos que aquellos que hubiesen llevado un curso de derecho pblico. i se aceptan tales principios, habr!a que renunciar, como consecuencia necesaria, a la idea de tener una 4onstitución libre. 9as diversas aristocracias se han valido de pretextos semejantes a modo de fundamento o de excusa, como lo prueba la etimolog!a misma del t$rmino.
interesen menos en conservarlo, cuando deje de ser para ellas el nico medio de defensa y de escapatoria de la opresión% i la cortes!a impide a la mayor!a de los hombres sostener en sociedad su propia opinión frente a la de una mujer, tal cortes!a obedece mucho al orgullo- se cede una victoria intrascendente- la derrota no humilla porque se la considera voluntaria. #&abrá quien crea, seriamente, que ocurrir!a otro tanto en una discusión pblica acerca de una materia importante% #9a cortes!a impide querellarse contra una mujer% Fuizás se argumente que este cambio ser!a contrario a la utilidad general, porque distanciar!a a las mujeres de los cuidados que la naturaleza parece haber reservado para ellas.
cambio, pero las costumbres dom$sticas saldr!an ganando gracias a esta igualdad tanto como por cualquier otra. &asta ahora, todos los pueblos conocidos han tenido costumbres feroces o corruptas.
ciudadan!a, habr!amos de privar de tal derecho a las mujeres, antes que dejarlas en libertad de ejercerlos personalmente%K
NICOLAS DE CONDORCET 1790