ARTHUR SCHOPENHAUER Y LA MÚSICA
Nombre: Benjamín Antonio González Alfonso Curso: Historia II Módulo: Música y literatura en el romanticismo Carrera: Interpretación musical – Universidad de Chile Profesora: Julia Grandela
Introducción En el periodo Romántico, que abarcó el siglo XIX hasta comienzos del siglo XX, el pensamiento filosófico tuvo un especial interés en la música, como expresión de arte totalmente distinta de todas las otras manifestaciones artísticas y además encabezando la jerarquía de estas. Arthur Schopenhauer, pensador nacido en la ciudad de Danzing en el año 1788, tuvo una especial consideración hacia la música, ubicándola dentro de un papel importantísimo, no sólo en relación hacia las demás artes, sino además dentro de todo su pensamiento. El presente trabajo tiene como objetivo y como inquietud general, desentrañar la concepción que el filósofo del pesimismo tuvo acerca de la música. Se darán a conocer los aspectos generales de su pensamiento y se definirán algunos conceptos esenciales para su adecuada comprensión. Sin embargo, si se examina con detención la historia de la filosofía y del pensamiento occidental, se verá que éste, a lo largo de todo su desarrollo, ha mantenido una preocupación significativa con respecto a la música, aunque nunca, en mi opinión, con la profundidad con que Schopenhauer llevó a cabo su pensamiento. Por esta misma razón es preciso tener algunas consideraciones generales con el inicio de la filosofía y lo que significo la música para los Antiguos pensadores Griegos.
Los Griegos y la Música Para los antiguos pobladores de la Hélade, la música estaba principalmente ligada a los mitos, la religión, los ritos, como también a la vida social etc., de hecho se le confería a ésta una proveniencia divina. Debido a esto, la música tenía un carácter mágico y se le llegó a atribuir poderes terapéuticos. La música, poseedora de ignotos poderes podía influir en el espíritu de los hombres, haciéndoles cambiar su estado de ánimo, llevándolos ya a la prudencia, la calma y el reposo o bien al desenfreno, la exaltación o el delirio. Estos atributos se ven claramente en la Iliada, donde, Aquiles, el de los pies ligeros, depone la cólera contra el soberano de hombres, Agamenón, por medio de la música del sabio Quirón. En la Odisea, se ve ilustrado el efecto negativo que puede causar en los hombres, llevándolos incluso a apartarse de sus más deseados propósitos debido al enloquecedor canto de las sirenas. El canto en los antiguos, también era usado para pedir bienes, en cuanto la música era de origen divino, el canto les servia para congraciarse con alguna deidad, ya que ésta era la que podía quitar u otorgar tanto bienes como males. Aquí se ve claramente una relación entre música y medicina. De esto se desprende claramente que la música, al influir directamente en el ánimo y el parecer de los hombres, tiene además de un efecto estético, en el sentido de que también la música nos procura placer, un efecto ético e incluso sanador, en tanto realza o modifica 2
la conducta humana o un estado de cosas. De esta manera los griegos pudieron llegar a considerar a la música como un elemento educativo-ético-cognoscitivo. Los Pitagóricos Esta escuela de pensamiento llegó a tener una amplia concepción acerca de la música, considerándola inseparablemente de los números, llegando esta idea a repercutir no sólo en lo que se refiere al alma humana, sino que incluyendo lo que ellos mismos denominaron el cosmos, es decir el orden de cosas, el universo, en cuanto toda la materia puede ser reducida a un concepto único: el numero. Los pitagóricos llegaron a establecer las relaciones numéricas que existen entre cada uno de los sonidos de la escala musical, así como también las relaciones numéricas que se dan entre los cuerpos celestes. Si la armonía musical tiene una naturaleza numérica y matemática y las relaciones entre los planetas son igualmente numéricas y matemáticas, existe una relación íntima entre la música y el cosmos, así como también debería haber una relación lógica entre la música y el alma y el cosmos. El universo es una eterna lucha de fuerzas que se oponen. La armonía es conciliación y equilibrio de contrarios. En su esencia armónica, la música a su vez puede reestablecer la armonía espiritual en los hombres, ya que el alma es también armonía, es decir, conciliación y equilibrio de contrarios. El efecto que la música puede producir en el alma humana viene dado por su afinidad ontológica entre ambas, de esta manera se asenta una base metafísica a la creencia de que “la música es la medicina del alma”. La relación entre la música y el cosmos se debe a que como el sonido es producido por el movimiento de los cuerpos, los cuerpos celestes al girar sobre sí a velocidades inimaginables producen una música inaudible, cósmica, reflejo quizás de la armonía de todo el universo: la música de las esferas, acaso la esencia secreta del universo.
Platón El discípulo de Sócrates no dejó de considerar a la música como un elemento que sabidamente tenia efectos en el alma de los hombres, efectos que podían ser positivos o negativos, como se vio en los ejemplos de Iliada y Odisea, de hecho, reconoce ciertos modos, como los que promovían virtudes como valor y templanza (dorio y frigio) siendo los demás excluidos por exaltar o promover vicios y defectos. Platón en su republica ideal, llega a condenar a la música en cuanto fuente de placer y sólo acepta aquellas melodías que encaminan el espíritu hacia la virtudes, es decir, le atribuye una importancia no solamente ética sino que también educativa. Me parece preciso señalar que, según mi parecer, los antiguos pensadores, consideraron la música con un énfasis, más que todo, exterior, es decir, se dedicaron a reflexionar los efectos que ésta tenía en los hombres y descuidaron lo que ésta significaba en cuanto tal, qué es la música realmente, contraste que quizás se vea realzado cuando exponga a grandes rasgos la concepción del filósofo del periodo romántico, Arthur Schopenhauer.
Consideraciones Generales del pensamiento de Schopenhauer
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El pensamiento capital del filósofo nacido en Danzing, se encuentra en su obra “El Mundo como Voluntad y Representación” (Die welt als wille und vorstellung). Schopenhauer se inscribe dentro del pensamiento filosófico idealista. Seguidor del pensamiento de Kant, acepta y desarrolla la idea de que el entendimiento sólo puede conocer fenómenos, es decir, el mundo en su apariencia, pero nunca la esencia de las cosas, lo que el pensador que nunca se aventuró más allá de los límites de Könisberg llamó, la cosa en sí. En este sentido el mundo es la representación de un sujeto que conoce un objeto, el mundo se reduce a la interrelación inquebrantable de sujeto cognoscente y objeto conocido. El tiempo y el espacio no son cosas en sí, sino que son sólo la condición que posibilita el conocimiento, de hecho, son formas a priori del entendimiento al igual que la ley de causalidad. En este sentido el mundo es una representación de un sujeto, en otras palabras el mundo es un constructo cerebral, es más, el mundo existe porque hay un sujeto que conoce, el objeto esta puesto por y para el sujeto. Ciertamente este pensamiento es el que impregna toda la época Romántica, que va a llegar a una total decepción de la razón, idea de la cual se van a inspirar poetas y músicos, porque de esta concepción del mundo como representación, en primer termino, se llegará fácilmente a conclusiones poco alentadoras: la razón no puede conocer más que fenómenos, sujetos a las condiciones espacio-temporales y de causalidad, a eso se limitaría el uso de la razón, ya no hay más veritas aeternas, como lo hubo anteriormente en otras épocas, por lo que la esencia del mundo y de las cosas y el destino de los hombres son misterios incognoscibles para el hombre mismo. Por otra parte está la voluntad (vorstellung) que define él mismo como “un ciego afán, impulso carente por completo de fundamento y motivos” (El mundo como voluntad y representación, Vol. 2, ii, 28). Esta voluntad sin fundamentos será a la vez el fundamento de todo lo que es, lo que significa, que todo el mundo fenoménico es una objetivación de la voluntad, desde el mundo inorgánico de los minerales, hasta el hombre, donde la voluntad, encuentra su objetivación más elevada. De hecho en el hombre la voluntad se manifiesta como un deseo constante, un constante querer. La voluntad es la esencia del mundo, cuando ésta se objetiva se somete a las leyes espacio-temporales y de causalidad, es decir se vuelve fenómeno. La voluntad en el hombre se sabe a sí como una voluntad, ahora bien, la vida del hombre se manifiesta como un continuo desear y la felicidad de este consiste en satisfacer deseos para luego, volver a desear, mas el hombre nunca logra satisfacer todos sus deseos, debido a esto la vida para Schopenhauer es esencialmente sufrimiento. Este pensamiento “pesimista” está patente en toda la música romántica, así como igualmente lo está en la poesía. Aunque el llamado pesimismo del pensador es sólo hasta cierto punto, esa discusión no viene al caso, ya que los puntos esenciales del la concepción filosófica en cuestión han sido expuestos, si bien muy discretamente, el terreno está preparado para adentrarnos a este pensamiento tan profundo y original que el filósofo estudiado tiene de la música.
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La Música y Schopenhauer Schopenhauer ubica a la música no sólo en la cúspide de la jerarquía de las artes sino que además, para él la música es un género aparte. Antes de conocer la razón de estos enunciados, escuchemos al filósofo su decir de la música: “… Es un arte tan excelso y admirable, obra tan poderosamente sobre lo más íntimo del hombre y es tan completa y profundamente comprendida como una lengua universal, cuya claridad supera incluso a la misma intuición…” (Schopenhauer, 1818). Ciertamente, Schopenhauer, sentía que en la música se expresaba gran parte de su ser. Si bien, al igual que los pitagóricos también aceptaba las proporciones numéricas existentes en la música, se debía conferir a la música un significado más serio y más profundo, según el mismo expresó, en relación a la esencia del hombre y del mundo y las proporciones numéricas a las que la música podía verse reducida debían considerarse como el signo y no como lo significado. Seguramente al expresar este punto, tenía en mente a los pitagóricos. Schopenhauer pensaba que la música en su relación con el mundo se podría eventualmente deducir de las demás artes, es decir como la representación con lo representado, como ocurre patentemente en el arte de la escultura o el teatro. Sin embargo, esta relación eventual de representación con lo representado, para el filósofo, debía ser “mucho más íntima, infinitamente exacta y muy precisa”. Esto debido a que la música es comprendida inmediatamente, es infalible porque su forma puede expresarse a través de reglas muy exactas y además ser expresada en números sin dejar de ser música. Según el filósofo, admirador del oriente, las ideas son la objetivación adecuada de la voluntad, es decir de aquel “impulso carente de fundamentos y motivos”, de aquel “ciego afán”. Para él, la finalidad de todas las obras de arte es “suscitar el reconocimiento de estas ideas por medio de la reproducción de objetos singulares” (Schopenhauer, 1998,156 pp.). Según el pensador, “todas las artes objetivan la voluntad, pero sólo de modo indirecto”, es decir, las artes objetivan la voluntad por medio de ideas, pero a la vez las ideas son representaciones abstractas del mundo fenoménico. He aquí por qué la música supera con creces a todas las demás artes, la música está por encima de las ideas, por lo tanto es totalmente independiente del mundo fenoménico, es decir podría existir completamente aislada del mundo, aunque éste no existiera, cosa que de las otras artes no se puede decir. Por estas razones la música será concebida por él como “una objetivación directa y una imagen de la voluntad toda” (Schopenhauer, 1998,156 pp.). Las demás artes representan ideas; la música es la representación misma de la voluntad, por estos motivos la música es la mas poderosa, profunda y clara de todas las artes, la cual podemos comprender de forma inmediata, es decir, sin la intervención de las ideas, la música nos muestra la realidad misma, y además es una representación de la esencia íntima del mundo, es decir, de la voluntad, es una “copia de un original que no puede ser copiado” (Schopenhauer , 1998,156, pp.) .
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Armonía y Mundo Fenoménico A continuación Schopenhauer realiza una analogía, para entender más claramente sus ideas, -según él mismo manifiesta- y no sin poca lucidez ya que de antemano aclara que su exposición acerca de la música es esencialmente imposible de demostrar, en tanto que la música es representación de un objeto que no puede ser- debido a su naturalezarepresentado, a saber: la voluntad. Por esto mismo considera a la música como copia de un original que no puede ser copiado. La analogía considera la relación entre la armonía y el mundo fenoménico, entendiendo por mundo fenoménico la objetivación de la voluntad. Para Schopenhauer el bajo fundamental a partir del cual se constituye un acorde representa los escalones inferiores de la objetivación de la voluntad: el reino mineral, la materia inorgánica, la masa de los planetas. Esto tendría una correspondencia en la naturaleza, ya que todos los organismos son el resultado del desarrollo de una materia prima, bruta. Así mismo las notas superiores al bajo, son el resultado de las vibraciones concomitantes que éste produce. A la vez la masa planetaria es el sostén de todos los organismos, como en la armonía el bajo es el sostén en el cual las notas superiores se asientan. Las notas superiores al bajo, lo que Schopenhauer llama notas de relleno de la armonía, es decir, tenor y contralto, vendrían a representar el reino vegetal y animal. Para el pensador mencionado las disonancias entre notas tendrían su correlato fenoménico en aquellos productos monstruosos de la naturaleza, como en aquellos seres con miembros de dos animales distintos, o que exceden la cantidad o el tamaño natural, etc. Generalmente en Armonía, el movimiento del bajo es más lento en relación a las notas superiores, o de relleno. Las notas de relleno son más rápidas que el bajo pero no más que el movimiento que presenta la nota superior, la melodía principal. Las notas de relleno no presentan continuidad melódica ni progreso significativo, y en este sentido se explicaría su relación con el mundo de los animales y las plantas, ya que estos seres carentes de razón no poseen una conciencia cohesiva y, en el caso de los animales, ésta no posee unidad significativa, según los términos schopenhauerianos. Finalmente la melodía, voz superior y del canto, voz que además es la que mantiene el hilo conductor de un pensamiento único, ya que la melodía contiene toda la significancia, que le otorga sentido y unidad al todo musical y es la única – según Schopenhauer- que vuela libre en alas de la fantasía, es la que representa el grado más elevado de la voluntad, la vida consciente, las aspiraciones humanas. La melodía es la representación de la voluntad iluminada por la razón, ya que la razón en el hombre es la que le otorga sentido y unidad a su existencia. En efecto, debido a que la melodía es la única voz que presenta un sentido e intención de principio a fin, ésta nos cuenta la historia de la voluntad iluminada por la razón, todas las aspiraciones del hombre, la conducta humana, un viaje que puede ir hacia lo más profundo de la esencia del hombre, como a las regiones más superfluas y triviales de los hombres mediocres.
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Como ya dijimos antes, la felicidad del hombre consiste en la transición del deseo a su cumplimiento y de éste a un nuevo deseo, y siempre que esto se produzca de forma rápida, porque el retardo del cumplimiento de los deseos produce dolor y el no tener deseos produce hastío y languidez, en este sentido el hombre está siempre preso entre la Escila del dolor y la Caribdis del tedio. Esto, representado en música, se vería en las constantes modulaciones que puede realizar una melodía alejándose a tonos muy distantes de su tono principal, esto mostraría los distintos y múltiples anhelos de la voluntad, el querer y sentir del hombre, pero también su satisfacción después de múltiples trabajos, resolviendo en el tono fundamental. Esta interesante y reveladora analogía hay que considerarla, sin embargo, de una forma indirecta y a modo de hacer comprender mejor la idea de que la música es la más poderosa de todas las artes y que trabaja con sus propios recursos, en cuanto que ésta no expresa el fenómeno, sino la esencia misma del mundo. La música no expresa un sentimiento determinado, por ejemplo, júbilo, tristeza, etc. Sino que nos comunica la esencia de estos, sin nada accesorio, de manera que en la música se hacen presentes, con su más poderosa presencia, el dolor, la alegría, la esperanza, el esfuerzo, etc. en sí mismos. De alguna manera la música nos transmite los sentimientos in abstracto, nos comunica, al escucharla, la quintaesencia de estos, por esto se dice con razón que la música es un lenguaje universal, ya que trabaja con la pura forma, con la universalidad de los conceptos, que de manera tan clara y distinta los percibimos, con una precisión tal que la ubica por encima de todas las demás artes, ya que sólo el arte de los sonidos logra expresar y llegar a aquellas regiones del alma humana, donde la palabra no tiene ningún dominio y donde la música encuentra su sitio más fecundo. Ésta universalidad, es comparable a las cifras o a las figuras geométricas, ya que éstas son las formas generales de todos los objetos posibles de la experiencia y no tienen nada de conceptos vacíos, muy por el contrario, son intuitivos, determinados y aplicables a priori a los objetos de nuestra experiencia.
Música y Palabra En cuanto a las palabras, Schopenhauer dice, que cuando la música se ciñe tan estrechamente a éstas, está queriendo hablar un lenguaje que no es el suyo, debido a que el lenguaje no posee la virtud de ser tan universal y a la vez tan lleno de significado y contenido, como el arte musical. De esta manera, el filósofo, no desconoce la problemática entre las palabras y la música. Para el pensador, el origen del canto con palabras o bien la ópera, se produce porque la fantasía del hombre, trata de revestir de carne y hueso, y darle circunstancias particulares a esa generalidad, que es propia de la música y en este sentido no se debería olvidar el papel subordinado que tendría un texto con música, porque la música es la que, finalmente nos transmite el significado más profundo de cualquier representación en escena o de un texto. Lo mismo ocurre en el caso inverso, es decir, cuando una música se adapta a un texto. Esto se explica con el argumento de que la música no es la copia o representación del fenómeno, como sería una representación teatral, sino que la música expresa y representa de manera directa e inmediata la voluntad misma, la esencia del mundo, nos hace presente lo metafísico de todo lo físico del mundo. 7
Música y Voluntad Como se explicó más arriba la voluntad es, en último caso, la verdadera esencia del mundo y su fundamento, lo más real. Me atrevería a decir, a modo de tentativa, que finalmente, hablar de voluntad o música, sería estar hablando de lo mismo. De hecho, esto se basaría en la afirmación del pensador, que, después de las razones ya expuestas piensa el mundo como una encarnación de la música, lo mismo que una encarnación de la voluntad. ¿Será que finalmente la esencia u origen del mundo y no sólo del mundo, sino que de todo lo ente, en cuanto que todo ser es producto de la objetivación de la voluntad en mayor o menor grado, sería de índole musical? ¿No será demasiado aventurado afirmar tal cosa?, de todas maneras la pregunta queda abierta, mas cabe decir que sí se puede afirmar con seguridad, dentro del pensamiento schopenhaueriano, que música y mundo fenoménico son expresiones diferentes de lo mismo, o sea de la voluntad.
CONCLUSIÓN Es cierto que el pensamiento de Schopenhauer es quizás el más profundo y auténtico que se tiene de la música, considerando además que es el primer filósofo – según el mismo manifiesta- que se detiene a meditar tan extensamente acerca del arte musical en cuanto tal. Sin embargo, no es menos cierto que los argumentos que esgrime para justificar su doctrina están cercados por el momento histórico en el cual se desarrolla su pensamiento, ya que sus razonamientos se desprenden del uso de la armonía Clásico-Romántica de su época, y se podría pensar que su pensamiento no es aplicable ni al pasado ni al futuro musical, y con mayor razón en nuestros tiempos donde el uso de la tonalidad ha sido reemplazado por el dodecafonismo o la atonalidad. Empero, esto no significa que su pensamiento no sea verdadero, ya que no hay que olvidar que Schopenhauer habla de la música esencialmente a partir de los compositores de su época, y por lo tanto juzga la música romántica con los mismos parámetros que hacen posible a ésta, la armonía. Además le da un fundamento metafísico, a una idea muy común de su época: que la música encabeza la jerarquía de las artes, al ser el arte más poderoso, que incluso supera a la poesía, ya que es capaz de expresar lo inefable, lo esencial, lo más verdadero.
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BIBLIOGRAFÍA
Fubini, Enrico 2001
La estética musical desde la Antigüedad hasta el Siglo XX
Madrid: Alianza Editorial.
Schopenhauer, Arthur El mundo como voluntad y representación, Buenos Aires: 1818 M. Aguilar ed. Traducción: Eduardo Ovejero y Mauri. Schopenhauer, Arthur Pensamiento, palabras y música. Madrid: Edad ed. Traducción: 1998 Dionisio Garzón.
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Índice
Pág.
Introducción………………………………………………………………………… 2 Los Griegos y la Música…………………………………………………………… 2 Los Pitagóricos……………………………………………………………………… 3 Platón………………………………………………………………………………... 3 Consideraciones Generales………………………………………………………… 3-4 La Música y Schopenhauer………………………………………………………… 5 Armonía y Mundo Fenoménico……………………………………………………. 6-7 Música y Palabra…………………………………………………………………….. 7 Música y Voluntad…………………………………………………………………. 8 Conclusión…………………………………………………………………………… 8 Bibliografía………………………………………………………………………….. 9 Índice………………………………………………………………………………… 10
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