TAPA 2.qxd
29/11/2011
14:29
PÆgina 2 (1,1)
LUCHA AR LUC ARMA MADA DA EN LA ARGENTINA
TAPA 2.qxd
29/11/2011
14:29
MARZO ABRIL MAYO 2005 REVISTA TRIMESTRAL - AÑO 1 - NÚMERO 2
PÆgina 2 (2,1)
$ 14
Montoneros. Losenemigo grupos originarios El concepto del en el PRT-ERP IGNACI IGN ACIO O RNOV VÉLEZ CARRER CAR AS VERA VE RA CARN CA OVAL ALE E RERAS ERP-22 de Lectura enAgosto: dos tiempos una frac fracción ción pro-Cámp proCámpora ora OSCAR TERÁN EDUARDO WEISZ El del Policlínico Lamito guerrilla salteña Bancario GABRIEL ROT Entrevista a HÉCTOR JOUVÉ La vida enigma plena del “Caso Aramburu” El falso SERGIO ERNES ER NESTO TOBUFANO SALAS SA LAS Orígenes de las FALsi Asta As tars rsa: a: mi mili lita tanc ncia ia sind ndic ical al aient Juan yEntrevista enfre enf rent ntam amie ntoo "mi "Carlos mili lita tar" r"Cibelli FEDERICO LORENZ Memoria, militancia e historia Teoponte: HUGO VEZZETTI la otra guerrilla guevarista en Bolivia FEDERICO LORENZ GUSTAVO GUST AVO RODRÍGUEZ OSTRIA PILAR CALVEIRO Para Mario Payeras, Payeras, sin amarg amargura ura o sombr sombraa Tupamaros: ADOL AD OLFO FOGI GILL LLY Y la construcción de su pasado SILVINA SILVINA MERENSON Documentos Documentos Crónicas y declaraciones del ERP-22 Organización Comunista Poder Obrero Minimanual del urbano DARDO DARD O CASTRO CASTR O yguerrillero JUAN JUAN ITURBURU ITURBURU CARLOS MARIGHELLA ¿Revolución en la Revolución? RÉGIS DEBRAY
2
001 a 003 editorial.qxd
29/11/2011
14:09
PÆgina 1
LUCHAARMADA ENLAA AARG ENTIN INA
Dirección
Sergio Bufano Ga briel Rot Rot Secretaria Secretaria de Redacción
Licia López López de Casena ve Colaboraron Colaboraron en este número
Ignacio Vélez Carreras Débora D´ Antonio Carlos Flaskamp Adolfo Gilly Héctor Jouvé Federico Guillermo Lorenz Charo López López Marsan o Gustavo Rodríguez Ostria Ernesto Sa las Edua rdo Weisz Weisz Las fotografías que ilustran el artículo de Ignacio Vélez fueron suministradas por
Roberto Baschetti Diseño
Juan José Olivieri Imprenta
Nuevo Offset Viel 1444 - Capital Federal Correo electrónico
ejercitarlamemoria70@ yahoo.com. yahoo.com.ar ar ****** Todos los derechos re serva dos. Prohibida Prohibida su reproducción reproducción pa rcial o total. Propiedad Intelectual de Publicaciones Periodísticas Periodísticas y registro de Marca: en trámite. ****** Las colaboraciones firmadas expresan la opinión de sus autores y no reflejan necesariamente la de la revista.
En primer lugar, corresponde agradecer a los lectores el recibimiento otorgado al primer número de la revista, recibimiento que supera ampliamente las expectativas que teníamos en el momento de lanzarla. La primera edición se agotó en todas las librerías y sólo se pueden hallar algunos ejemplares en quioscos. En Buenos Aires, Córdoba y Rosario se realizaron presentaciones y en todos los casos encontramos a un público dispuesto a debatir francamente sobre un tema tan delicado como el propuesto en estas páginas. A la vez, el correo de la revista se vio superado por solicitudes provenientes de provincias a las que no llegamos con el número uno y que esperamos alcanzar con este. A medida que aceitemos el mecanismo de distribución llegaremos a todas las ciudades del interior. Simultáneamente, recibimos muchísimas solicitudes de España, Italia, Suecia, Israel, Canadá, Perú, México, Bolivia y Francia que hemos podido resolver en forma individual a través de una ag encia. Tamb ién en este caso buscarem os un mecanismo para q ue la revista llegue a tiempo y en cantidades suficientes para satisfacer la demanda. Este número tendrá un cincuenta cincuenta por por ciento más de ejemplaejemplares, a pesar del aumento en los costos de papel. No No hace falta decir que Lucha Armada en la Argentina se realiza a pulmón y con la colaboración solidaria de amigos. Algunos escriben, editan, corrigen galeras; otros ayuda n económicamente económicamente pa ra solventa solventa r los gast os. A todos todos ellos ellos le agra decemos decemos ese va lioso lioso aporte. En segundo lugar, queremos señalar el curioso y a la vez importante efecto que causó la aparición de la revista. Como si se hubiera abierto una puerta cerrada herméticamente con llave, llave, los artículos despertaron la necesidad de hablar sobre el tema, recordar episodios, polemizar abiertamente, relatar sucesos que permanecían guarda dos, en fin, convocar convocar a la memoria. Muchos Muchos nos envían envían sus tra bajos, algunos de ellos relatando historias regionales hasta ahora desconocidas conocidas y que contribuirán contribuirán a conocer conocer las dimensiones nacionales nacionales de la lucha armada en nuestro país. En las presentaciones o a través del correo aparecieron aparecieron viejos viejos milita milita ntes que durante años perma necieron necieron en silencio y que hoy tienen deseos de dar testimonio, debatir experiencias, y también contar su historia. El hecho de abrir la puerta ha generado un impulso impulso saludable que est amos convencidos convencidos de q ue será útil para todos los que estén interesados en volver la cabeza y reflexionar sobre aq uellos uellos años y sus específi específicas cas prácticas políticas. políticas. El debate ha sido abierto y hoy son varios los que quieren part icipar icipar en él. Este número es un reflejo reflejo de esas inquietudes y los materiales que ya se elaboran para los siguientes proseguirán en esa dirección. Reiteramos las g racias a lectores lectores y colaboradores.
Los editores
LUC HAARMADAEN NL LAA AARG EN TIN INA
1
HISTO RIA I DEBATESI DOCUMENTOS
001 a 003 editorial.qxd
29/11/2011
14:09
PÆgina 2
Debemos una explicación más seri a que la apologética, dice el autor en estos retazos de historia militante. Protagonista del período inicial de Montoneros, reflexiona con mirada crítica sobre aquellos años.
Muchos crímenes políticos a lo largo de nuestra historia han quedado sin respuesta. Es que los atentados poseen una serie de particularidades que provocan confusión e incertidumbre. A ello se agrega el hecho de que algunas veces los autores no están interesados en reivindicar públicamente el crimen cometido.
En la historia de Astarsa, hay alrededor de treinta asesinados y desaparecidos. Esta es una aproximación a las luchas de sus trabajadores, su vinculación con grupos armados y la represión que sufrieron.
-2
-C
-E
No hay estudios específicos sobre las fracciones del PRT. El autor describe el surgimiento de una de ellas, el ERP-22 de Agosto, y reconstruye su desarrollo como posible expresión de elementos nacional-populistas del grupo originario.
Entrevista a HÉCTOR JOUVÉ Miembro del Ejército Guerrillero del Pueblo, que operó en Salta bajo la dirección de Ricardo Masetti, Jouvé rememora el surgimiento y derrota de la primera guerrilla guevarista en la Argentina.
LUC HAARMADAENLAARG EN TINA
2
La guerr il la de Teoponte, fue una repet ición de la del Che, aunque su derrota más vertiginosa y dramática. Experiencia casi desconocida, fue concebida para durar 10 años y derrotada en poco más de 100 días. Varios argentinos participaron en ella.
H ISTO RIAI DEBATESI DOCUMENTOS
001 a 003 editorial.qxd
29/11/2011
14:09
PÆgina 3
Payeras integró en 1972 la guerrilla que operó en las montañas de Quiché y fue miembro del Ejército Guerrillero de los Pobres (EGP) hasta 1984, fecha en que rompió con el grupo.
RESEÑAS BIBLIOGRÁFICAS El tren de la victoria Charo López Marsano
Ese Infierno Débora D´ Antonio
DOCUMENTOS -2
Polémicas ..Carlos Flaskamp
Crónicas y Declaraciones
En respuesta al artículo de Gabriel Rot, El mito del Policlínico Bancario , publicado en el número anterior, Carlos Flaskamp ha enviado sus reflexiones sobre el tema.
Carlos Marighella
Donde comprar Lucha Armada en la Argenti na Av. Corrientes 1916 y sucursales Av. Las Heras 2225 Hipólito Irigoyen Tucumán 1 76 Av. Corrientes 1888 Av. Corrientes 174 3 Av. Corrientes 1543 Av. Corrientes 1555 Av. Corrientes 1436 / Av. Corrientes 1311 Callao 1012 Av. Santa Fe 1685 Av. Santa Fe 2928 Av. Corrientes 1551 Fray Luis Beltrán 125 Pza. Italia esq. 44 (La Plata) Calle 7 N º 12 88 esq. 5 8 (La Plata) Calle 49 Nº 543 (La Plata) Calle 6 esq. 47 (La Plata) (Rosario) (Rosario) (Córdoba) Librerías: 1584 -
Solicite información sobre otros puntos de venta a:
ejerci tarlamemoria70@ yahoo.com.ar
LUC HAARMADAENLAARG EN TINA
3
HISTO RIA I DEBATESI DOCUMENTOS
*
Debemos una explicación más seria que la apologética, dice el autor en estos retazos de historia militante. Protagonista del período inicial de Montoneros, reflexiona con mirada crítica sobre aquellos años.
Introducción Exposición presentada en el C EDINCI en agosto de 2003. Miembro del grupo fundador de Montoneros.
1. Este grupo de compañeros conocido como “los de La Calera” estaba conformado por Luis Losada, Pepe Fierro, Carlos Soratti, Luis Rodeiro e Ignacio Vélez Carreras. El debate intenso y democrático (de presos) y la producción del documento crítico (redacción de sus tramos esenciales), fue coordinado por el Negro Luis Rodeiro,
Pertenezco a un grupo de compañeros en el que estamos algunos de los fundadores de Montoneros que, a partir de nuestra detención en julio de 1970, comenzó a plantear posiciones críticas en relación con el accionar de la organización, lo que provocó nuestra separación en 1973. Este proceso de discusión crítica se produjo en la cárcel, mientras en “el exterior” se profundizaba en un accionar de la organización que considerábamos desviaciones, producto de concepciones erróneas. Con paciencia de presos, elaboramos un documento importante, muy crítico, que no fue respondido por la organización pese a nuestros intentos de generar un debate interno. Nos separamos de Montoneros el 25 de mayo de 1973 cuando salimos amnistiados.1 Nos sumamos entonces a la columna Sabino Navarro de Córdoba que había asumido nuestro documento como propio. “Los Sabinos” teníamos una posición duramente crítica al accionar de Montoneros, a su relación con Perón y el movimiento popular, a su práctica militar (que caracterizamos como foquista y militarista). Esta crítica alcanzaba también a las organizaciones armadas en general. Voy a referirme a los orígenes de este grupo, a los principales compañeros, cómo nos conocimos, cómo actuamos y en qué circunstancias. A partir de allí trataré de describir a los personajes, la ideología y consecuentemente las decisiones tomadas.
quien tenía una sólida formación y una mayor experiencia política.
Un nuevo actor irrumpe en la política nacional
Formaban parte del grupo también Jorge Cottone, Tony Riestra y Carlos Figueroa. En el “exterior”, la articuladora con la columna Sabino Navarro “real” fue la inolvidable compañera Maria Graciela Doldán (“María”o “la petisa”) quien está detenida desaparecida. Fue vista en “La Perla”.
El 29 de mayo de 1970 un Peugeot 504 blanco se introdujo en un estacionamiento de la calle Montevideo, en el centro de la ciudad de Buenos Aires. Sus ocupantes, dos civiles en los asientos delanteros y dos oficiales del ejército argentino en los traseros, informaron al cuidador que se retirarían en pocos minutos. El civil acompañante y los dos oficiales entraron en uno de los edificios de esa cuadra, y salieron poco después acompañados por Pedro Eugenio Aramburu. A partir de ese hecho, el secuestro de Aramburu, se inició un proceso que desestabilizó a la dictadura del general Onganía, colocando al país entero en un nuevo escenario en el que irrumpía un nuevo actor que transformaba, L UC HA A RM AD A E N L A A RG EN TIN A
4
H IS TO RI A I DEBATES I DOCUMENTOS
en forma imprevista y descontrolada, las reglas de juego de la política tradicional y golpeaba duramente sobre el sistema político de pactos y negociaciones. Este episodio obligó a realineamientos y alianzas que marcaron a fuego la política nacional por una larga década. Las especulaciones duraron un mes, hasta el 1 de julio de 1970, día en que cuatro comandos montoneros tomaron militarmente la localidad de La Calera, en Córdoba, a escasos kilómetros de las principales unidades militares del Tercer Cuerpo de Ejército y ocuparon la comisaría, el correo, la oficina de teléfonos, el banco y el municipio. En la retirada, algunos de los combatientes fueron detenidos y comenzó a develarse la incógnita acerca de quiénes eran estos Montoneros, de dónde provenían, cuál era su origen de clase, dónde se habían formado, antecedentes ideológicos y posiciones políticas y objetivos que se proponían. Más adelante trataré de dar respuestas a algunos de estos interrogantes tomando como referencia central al pequeño grupo originario de Córdoba que conforma Montoneros. Continúo entonces con la toma de La Calera. La retirada fue compleja. Se quedó un auto y varios compañeros debieron subir a otro vehículo. Se sembró la retirada de clavos miguelito para evitar la persecución, pero como uno de los autos estaba sobrecargado, se deja a dos compañeros que fueron caminando hacia una casa de seguridad ubicada en Villa Rivera Indarte, pegada a Villa Allende. Como iban cargados con bolsos, una camioneta de la policía los encuentra casualmente y los detiene. A partir de allí, los compañeros hablan de más y por un error de seguridad propio de la organización se “destapa” una casa que suponíamos estaba absolutamente “tabicada”. Allí estábamos Emilio Maza, Cristina –mi mujer– y yo. Cuando fueron a detenernos se produjo un enfrentamiento y Maza y yo fuimos gravemente heridos y Cristina detenida. A mí me internaron primero porque era el que más grave estaba. Finalmente, por esas cosas de la vida, yo me salvé y Emilio murió a mi lado. En la casa encontraron un permiso de manejo de un auto que había sido emitido por Norma Arrostito a nombre de Maza. A partir de allí salta la investigación a Buenos Aires y comienza la persecución sobre el grupo de esta ciudad, fundamentalmente sobre Fernando Abal Medina, Norma Arrostito, Mario Firmenich y Gustavo Ramus, con arrastre sobre Carlitos Maggid y Nelly Arrostito. Días después, la esposa de Aramburu reconoció a Maza como uno de los “oficiales” y, posteriormente, uno de los compañeros detenidos señaló una foto mía reconociendo que yo había sido el civil que acompañaba al chofer: “este es Mateo/Marcos el que entró al departamento ”.
Ignacio Vélez en el Liceo Militar de Córdoba
Los primeros pasos
Propongo un recorrido casi historiográfico en el que veamos a los actores de este proceso. Como se conocieron, cómo se encontraron y cuáles fueron sus sueños que los llevaron a entregar muchas veces, sacrificadamente, la vida cotidiana y el riesgo de perderla, por una causa redentora. Luego trataré de descubrir cuáles eran las convicciones ideológicas profundas que sustentaban esa práctica. Inicialmente, Montoneros tiene dos grupos madre: Buenos Aires y Córdoba. El grupo Buenos Aires estaba conformado por Fernando Abal Medina, Gustavo Ramus, Norma Arrostito, Antonia Canizo, Mario Firmenich y otros compañeros colaboradores. En el grupo Córdoba participamos al comienzo Emilio Maza, el cura Alberto Fulgencio Rojas, Héctor Araujo2 y yo. Luego se sumaron Carlos Capuano, Luis Losada, Mirtha Cucco, Pepe Fierro, Susana Lesgart y otros. Me voy a referir fundamentalmente al grupo Córdoba. Maza, Araujo y yo nos conocimos cursando los últimos años del Liceo L UC HA A RM AD A E N L A A RG EN TI NA
5
H IS TO RI A I DEBATES I DOCUMENTOS
2. Héctor “el Petiso” Araujo y su compañera Liliana Marchetti, compañeros excepcionales, fueron secuestrados por la dictadura a fines de 1976. Vistos en “La Perla”, actualmente siguen desaparecidos.
3. Previo a esta relación con Mazza y Araujo (a los 15 años de edad), yo había participado de otro grupo nacionalista de cadetes (auspiciado por oficiales del Liceo) que en realidad nunca funcionó ni tenía ideas o estrategias muy claras mas allá de un furibundo anticomunismo. Se llamaba PROA (Pro Recuperación del Occidente en América) lo que lo define con claridad. 4. El Doctor Enrique “Quique” Martínez Paz, hombre probo perteneciente a una de las familias tradicionales de mi ciudad, interrumpió su docencia sobre Historia de las Ideas Políticas con la que enseñaba a los estudiantes el valor de la democracia, para ser Ministro de Interior de la dictadura de Onganía.
Militar, donde nos encontramos compartiendo la crítica a los cursos extracurriculares de guerra contrarrevolucionaria que nos daban los milicos. Nos unió una actitud muy crítica que exigía o preanunciaba la necesidad del debate social y político. Allí nos reunimos en primera instancia, alrededor del Rdo. Padre Carlos Fugante, capellán del Liceo y, posteriormente, con su reemplazante el padre Rojas. Los dos curas fueron compañeros inolvidables que nos acompañaron en aquellos primeros pasos sin que existiera por parte de los ellos ninguna intencionalidad de adoctrinamiento y menos de impulsar la generación de instancias organizativas. Éramos un grupo reducido de amigos, muy horizontal, que compartía las inquietudes del compromiso cristiano y avanzaba con lentitud hacia mayores definiciones políticas que hoy podríamos llamar de nacionalismo popular antiimperialista. 3 En 1964, luego de mi egreso, mantuvimos una fuerte relación de amistad y política con el cura “Beto” Rojas, el “Gordo” Maza, “el Petiso” Araujo y otros. Rojas vivía en el Hogar Sacerdotal (Rioja y La Cañada, en Córdoba) a dos cuadras de la casa donde yo vivía con mis padres. El Hogar se transformó en un lugar permanente de reuniones y discusiones políticas. Allí pasamos varias etapas y se nos abrieron caminos al compartir búsquedas con Monseñor Angelelli, el cura “Pepe” Echeverría, el cura Milán Viscovich –sacerdote decano de Ciencias Económicas de la UCC–, el “Flaco” Gabutti y otros sacerdotes y laicos, algunos de los cuales luego conformarían el Movimiento de Sacerdotes para el Tercer Mundo. Fue en esa época cuando participábamos de manera activa del diálogo católicomarxista (detonado por la presencia en Córdoba de Conrado Eggers Land) y, superando lecturas del cristianismo más reformista, manteníamos fuertes discusiones alrededor de las resoluciones del Concilio Ecuménico, de la Iglesia progresista y las lecturas de Theillard de Charden, cuya filosofía cristiana planteaba la marcha del universo y el hombre hacia la hominización. En nuestra interpretación, ésta se asemejaba al hombre nuevo, guevarista, y nos acercaba al testimonio de lucha y entrega más cercano a nuestra formación ideológica cuyo ejemplo era el sacerdote revolucionario colombiano Camilo Torres, muerto en combate. Fueron años apasionantes en donde la debilidad estructural del gobierno de Illia era jaqueada cotidianamente por un vigoroso peronismo que golpeaba sin piedad, exigiendo su derecho a la participación política y al retorno de su líder. En 1964 sufro mi primera detención por participar en una protesta durante la visita del general De Gaulle a Córdoba, en octubre de 1964. Eran tiempos de búsquedas y aperturas. En esa época estudiaba abogacía y en la cátedra del “demócrata” Enrique Martínez Paz, 4 leí a Jean Jacques Chevallier –politólogo de derecha– que en su libro Historia de las Ideas Políticas tiene un largo capítulo sobre el marxismo en donde, para criticarlo, reproduce citas textuales de Marx. Para mí fue asombroso. Recuerdo que llegué al Hogar Sacerdotal y fascinado les comenté a Maza y a Rojas que estaba impresionado porque sentía que el análisis marxista hacía una lectura correcta de la realidad, que lo sentía casi como una descripción de nuestras sociedades. Vida cotidiana
Vivíamos en el Hogar Sacerdotal prácticamente en comunidad. Éramos bastante marginales. El “Beto” Rojas daba misa en un asilo de ancianas que tenían las monjas creo que de “San Camilo”, en Argüello (a 12 km de la ciudad), y yo iba como acólito. Las monjas nos invitaban luego de la misa a tomar el desayuno. Y como estábamos muertos de hambre con Rojas comíamos todo lo posible y afanábamos panes y pedazos de queso para sobrevivir el resto del día. En esos tiempos Maza consiguió un trabajo como “zor ro gris” (inspector de tránsito) y vivíamos todos a su costa. Era una maravillosa época de compañerismo, búsqueda y entrega total. L UC HA A RM AD A E N L A A RG EN TIN A
6
H IS TO RI A I DEBATES I DOCUMENTOS
La detención del montonero
Onganía, el detonante que faltaba
Luis Losada
El golpe de Onganía significó para nosotros, como lo dijo John William Cooke, que la oligarquía y el imperialismo habían jugado su última carta. La violencia desnuda había asumido el poder con expresiones groseramente provocadoras. Las fachadas seudo democráticas como las de Frondizi, Guido o Illia no habían sido suficientes para domesticar al movimiento popular que encabezaba el peronismo. Según Cooke “porque para nos- otros ha comenzado la última etapa del sistema capitalista en la Argentina”.
Éramos conscientes de que la oligarquía no se iba a suicidar, que había que derrotarla, que la violencia era el único camino y que teníamos que comenzarlo ya, que no podíamos perder más tiempo. Que a un ejército sólo se lo derrota con otro ejército y que el ejército liberador debía ser el verdadero ejército popular sanmartiniano. Que para constituirlo había que instalar la vanguardia, el foco guerrillero que convocara (traccionara) al conjunto del pueblo a través de la propaganda armada y lo condujera hacia la victoria. El golpe provocó que las inquietudes que teníamos, habladas en maravillosas mateadas nocturnas casi intimistas en las que participábamos los amigos, tomara una vertiginosidad brutal, con alto riesgo y compromiso político. Durante los años anteriores –1964 hasta finales de 1966– habíamos hecho el tránsito del nacionalismo popular a la izquierda peronista que luchaba por el socialismo. El Hogar Sacerdotal era un hervidero de reuniones y debates. Hasta hubo noches en las que nos mantuvimos expectantes ante las versiones de sublevaciones de “coroneles nasseristas”.5 Mientras Maza y Araujo militaban en el integralismo cordobés (que venía de un origen democristiano y estaba haciendo el paso al peronismo como buena parte de los sectores medios), otros profundizaban su compromiso cristiano revolucionario siempre cerca del integralismo. También manteníamos discusiones con otros sectores, como los Malenas (Movimiento de Liberación Nacional). Con la parroquia universitaria Cristo Obrero, que estaba al lado del Hogar, los lazos se estrecharon durante 1966. En la parroquia a cargo de los sacerdotes Nelson Dellaferrera y Orestes Gaido se realizó una importante huelga de hambre de apoyo a la movilización y huelga universitaria. Y allí se formó el Movimiento Universitario de Cristo Obrero (MUCO). El golpe había puesto en pie de guerra a la Universidad donde el movimiento estudiantil había decidido realizar una huelga general por tiempo indeterminado (en Buenos Aires se había dado la brutal represión de “La noche de los bastones largos”) y diariamente el centro de la ciudad era arrasado por los enfrentamientos que teníamos los estudiantes, apoyados por los sindicatos combativos, con la policía. Manteniendo nuestra pertenencia al grupo que se reunía en el Hogar Sacerdotal, algunos de nosotros participamos en las acciones directas como integralistas o como parte de los comandos de resistencia Santiago Pampillón (grupos de acción formados por militantes universitarios de diversos orígenes políticos e ideológicos). También para esa época, los compañeros curas que luego formarán el Movimiento de Sacerdotes para el Tercer Mundo comenzaron a expresarse públiL UC HA A RM AD A E N L A A RG EN TI NA
7
H IS TO RI A I DEBATES I DOCUMENTOS
5. Es destacable también que en los sectores políticos ligados al peronismo y al movimiento nacional y popular, en general, existía la mitificación del origen militar de Perón, el GOU, etc., que luego se convirtió en la búsqueda desesperada por largas décadas de “coroneles nasseristas” o “militares patriotas a la peruana” o simplemente militares progresistas, donde los ejemplos de Torres en Bolivia, Torrijos en Panamá, etc., eran mirados con gran simpatía.
Gustavo Ramus murió durante un enfrentamiento con la policía.
6 . Posteriormente, la agrupación “Lealtad y Lucha” genera una incipiente actividad político militar y evoluciona hacia posiciones más clasistas críticas del movimientismo peronista. Algunos estudiantes ingresan al trabajo fabril desde donde enfrentan a la burocracia sindical, sobre todo del SMATA y la UOM, autotitulándose “peronistas de las bases”. Nace así el Peronismo de Base cordobés que tiene excelente relación, pero no es parte orgánica del Peronismo de Base referenciado en las FAP. 7. Nos hicimos representantes de Cristianismo y Revolución en Córdoba y lo distribuíamos kiosco por kiosco. Gustavo Roca me hizo el contacto en el sindicato de canillitas y pese a que era un sector sindical peronista –más bien de derecha–, nos dio la posibilidad de que la revista estuviera en toda la ciudad. 8. Gustavo Roca era abogado comprometido en la defensa de las mejores causas de la ciudad. Brillante y generoso fue un hermano mayor que nos apoyó generosamente en aquellos pri-
camente y a ser reconocidos: José Orestes Gaido, Erio Vaudagna, Nelson Dellaferrera, son los que recuerdo, siendo sus lugares de encuentro la mencionada parroquia Cristo Obrero y las de los barrios Los Plátanos con Vaudagna, y Bella Vista con Fugante. La experiencia del MUCO y la parroquia culminó a fines de 1966, con una asamblea que se realizó en el hogar sacerdotal donde la mayoría de los integrantes del Movimiento optó por llevar políticamente la lucha estudiantil al trabajo territorial y sindical. Nosotros, un pequeño grupo minoritario, exaltando la lucha armada y la necesidad de montar el aparato militar, tomamos el camino foquista. El grupo mayoritario marcharía hacia la construcción de la Agrupación Peronista Lealtad y Lucha que, a su vez, fundó en la Universidad Católica de Córdoba la Agrupación de Estudios Sociales (AES). Numerosos estudiantes se integraron a la agrupación a través del AES. Más tarde fueron absorbidos por Montoneros.6 En abril de 1967 nos conectamos con Juan García Elorrio, que se había dado a conocer en todo el país con su irrupción en la Catedral de Buenos Aires. (Ver El falso enigma en el caso Aramburu, en este mismo número) El contacto se produjo de manera accidental cuando participamos de un congreso peronista en Quebraba Honda, Unquillo, muy copado por los sectores de la derecha del peronismo. Nosotros, el cura Rojas, el Gordo Maza, Milan Viscovich y yo, nos alineamos con este porteño que, acompañado por Jorge Bernetti, hacía la apología del peronismo revolucionario desde el compromiso cristiano y militante. Allí comenzamos a trabajar con García Elorrio, que nos mostró el número cero de Cristianismo y Revolución, e iniciamos nuestra relación con el grupo Buenos Aires.7 Era una época en donde pasaban muchísimas cosas pero no las veíamos, obsesivamente dedicados a construir el foco armado. La CGT de los Argentinos y el Cordobazo son un ejemplo, como luego analizaremos. El grupo Córdoba, muy pequeño hasta ese momento, se abrió políticamente y amplió el número de participantes. A través de Gustavo Roca,8 abogado muy amigo del Che que había viajado a Cuba, tuvimos acceso a información y vivencias de la impronta maravillosa de la revolución cubana. Gustavo estaba muy ligado al “26 de Julio ”, y nos trasmitía una imagen de la revolución muy fresca, movimientista, hereje, de ruptura y con participación y apoyo de los cristianos revolucionarios. Además, el regreso de Leopoldo Marechal de Cuba sosteniendo que era el sistema más evangélico existente en este momento en el mundo nos conmovió y comprometió más aún. La relación con Gustavo Roca y García Elorrio nos abrió contactos con Acción Revolucionaria Peronista (ARP) de John William Cooke y Alicia Eguren, y nos permitió participar en congresos del peronismo revolucionario en Buenos Aires. Recuerdo como importante el de Avellaneda, bajo la cobertura del inolvidable Monseñor Jerónimo Podestá. Pero nuestros objetivos eran obsesiva y reiteradamente afirmados: frente a la diletancia de la izquierda y la proliferación de siglas y propuestas del peronismo revolucionario estábamos convencidos de que “mejor que decir es hacer ” y que “mejor que prometer es realizar ” y que “el deber de todo cristia- no es ser revolucionario ” y que “el deber de todo revolucionario es hacer la revolución”.
meros pasos.
Cuanto peor, mejor
Durante 1967 nos violentamos brutalmente para asumir conciente y responsablemente la lucha armada mientras participábamos con diversas siglas de “fantasía” en las luchas populares cordobesas (estudiantiles y obreras). Buscábamos radicalizar los enfrentamientos asumiendo las consignas más elementales del foquismo (“cuanto peor, mejor” , “las condiciones objetivas y subjeti- L UC HA A RM AD A E N L A A RG EN TIN A
8
H IS TO RI A I DEBATES I DOCUMENTOS
vas están dadas” , “sólo falta el foco generador de conciencia, organización y meto- dología” , “la lucha armada es la condición determinante” , etc.).
Participamos activamente en apoyo de las movilizaciones y luchas callejeras de los sindicatos de Luz y Fuerza de Agustín Tosco y la UTA de Atilio López, y volanteamos en las puertas de las fábricas automotrices. Estábamos absolutamente decididos a terminar con el espontaneísmo y la improvisación. Por ello, las “acciones” tenían el doble objetivo de apoyar el movimiento popular y foguearnos en la experiencia de lucha, sin buscar la capitalización política en una sigla. Todo era dirigido a la construcción del foco. Hasta una volanteada era planificada meticulosamente como una operación político-militar. Lo importante era la experiencia. En Buenos Aires el grupo de Cristianismo y Revolución se expresaba a través de los comandos Camilo Torres. Manteníamos con ellos una relación política constante, pero no “operativa”. Recibimos materiales y nos sentimos partícipes de la constitución de la OLAS (Organización Latinoamericana de Solidaridad) y nos emocionamos con el mensa je del Che a su fundación, que planteaba los ejes que nosotros creíamos correctos (“crear varios Vietnam, en una revolución si es verdadera o se triunfa o se muere, hay que endurecerse pero sin perder la ternura jamás” ) y si bien nos impresionaba un poco aquello de que había que transformarse en una máquina fría y selectiva de matar, estábamos convencidos de que ese era el costo inevitable ante la brutalidad criminal de la violencia de arriba. En 1967, a partir de la convicción de que teníamos que comenzar a construir el aparato militar, cortamos todas las relaciones políticas. Cada uno inventó una cobertura, una excusa para marginarse de la militancia política (que se quebró, que me quería casar y estudiar, etc.) y desaparecimos de los lugares que solíamos frecuentar. Fue muy duro en lo personal, pero se solidificó en la conciencia de cada uno de nosotros que éramos los elegidos, que con el sacrificio de nuestras propias vidas estábamos construyendo la posibilidad real de construir el poder armado que derrotaría al brazo armado del imperialismo. Era el mesianismo en todo su esplendor. La convicción profunda de que estábamos elegidos, que nos tocaba cumplir la misión de Cristo: estoy dispuesto a dejar todo, padre, madre, amigos, por tu nombre. En esa época mezclaba lecturas de formación política con el Evangelio según San Mateo y me conmovían frases donde se exigía la entrega total ( “he venido a enfrentar al hijo con los padres” o “quien tiene dos capas dé una al que no la tiene” , y escenas como la expulsión de los mercaderes del templo o la relación de Jesús con pobres y prostitutas). Fue entonces que elegí Mateo como mi nombre de guerra. Mejor que decir es hacer
Pero, sin dudas, la situación trascendía absolutamente la patología individual de cada uno de nosotros. El clima político de la época era apasionante. Dice el mencionado documento de los Sabinos analizando esta etapa del grupo: “La concepción es, pues, consecuente y coherentemente foquista. Lo mili- tar determinaba lo político y posponía lo teórico. La disciplina de audacia, el valor, el heroísmo, toda esa mística guerrillera estaba presente en esa realidad. Y esa mística, esa decisión, es lo que hace realidad un aparato mínimo, pero eficaz a nivel armado. Se opera –sin firmar– tratando de aceitar el mecanismo y se prueba su efi- cacia. Por esta visión y dedicación unilateral, se superan las limitaciones que un grupo político tiene para desarrollar lo armado” .
Eran tiempos de pasiones fuertes. La rebeldía andaba suelta por las calles y barrios. En un mismo día trataron de captarme para tres organizaciones político-militares distintas. Venían los compañeros y me decían: “Che,
tengo que hablar con vos, porque sos un buen tipo, luchador, no estás en polí-
L UC HA A RM AD A E N L A A RG EN TI NA
9
H IS TO RI A I DEBATES I DOCUMENTOS
9. La información de la “ruptura” con la gente de García Elorrio nos la trasmite la compañera Antonia Canizo que había quedado como responsable del “Grupo Buenos Aires”. Paralelamente, sin coordinación ni contacto alguno con los compañeros que estaban en la isla, Antonia también se había enfrentado con la gente de García Elorrio en un encuentro realizado en
tica porque estás desilusionado, pero...” , y yo decía: “por favor, no me contés nada porque no me quiero enterar, ya me abrí de todo” . Mi origen de clase me
permitía fingir rápidamente la deserción a los ojos de muchos queridos compañeros. Por ese tiempo el cura Carlos Fugante nos conectó con Luis Losada y su compañera Mirtha Cucco que se incorporaron al grupo. También ingresaron otros amigos míos muy queridos como Carlos Capuano y José “Pepe” Fierro; en esos días llegaron “la gorda” Susana Lesgart (que más tarde sería asesinada en Trelew) y su compañero. Los contactos con Buenos Aires se hicieron rutina. Además de ser los referentes en Córdoba de Cristianismo y Revolución, asumimos la corresponsalía de la revista Tierra Nueva, de cristianos progresistas.
Montevideo. Fernando Abal Medina y Emilio Maza eran dos compañeros dia-
El deber de todo cristiano es ser revolucionario
metralmente opuestos pero que se complementaban muy bien. Fernando era de una audacia y valentía excepcional, con ideas claras, absolutamente pragmático, de decisiones vertiginosas. Emilio era algunos años mayor, mas maduro y tenía una práctica política y una formación importante para la época. Además era muy “culto”. Leía poesía, novelas, etc. Ambos tenían un lindo sentido del humor cargado de ironía. Por discusiones previas a los hechos, hoy tengo la convicción de que en ese momento en esa organización en gestación ya había dos estrategias que corrían de forma paralela. Por un lado, la de Fernando que era absolutamente foquista en el sentido del foco como generador de conciencia, organización y método de lucha. Como estrategia de lucha armada dirigida a la conformación del ejército popular en el monte. En las discusiones cordobesas con Emilio, pensábamos más en la utilización del foco como instrumento de propaganda armada para convocar e instalar un polo de lucha política intransigente, como alternativa en el movimiento peronista. De todos modos ambas posiciones nunca fueron muy explicitadas. Hoy pienso que en realidad fueron casi posiciones personales, producto de los diversos orígenes y experiencias de cada uno.
En uno de esos viajes con la que era mi novia (en general “a dedo”, por carencia absoluta de recursos) conocimos y estrechamos contacto con el padre Carlos Mugica. Coincidimos absolutamente con él, en esos “enganches” de la época que eran mucho más que políticos. Eran humanos, éticos, de entrega y compromiso total. Allí nos planteó que fuéramos a una villa miseria a ser la levadura en la masa, a redimir a nuestros hermanos explotados. Él mismo nos llevó a la villa y nos mostró la casilla. Si bien al principio nos conmovimos con la propuesta, luego de discusiones a nuestro regreso a Córdoba, ésta fue descartada por completo. Lo nuestro era la toma del poder político para revertir la situación de explotación del pueblo, y no un testimonio casi asistencialista. Posteriormente se produjo el viaje de algunos compañeros a entrenarse a Cuba (coordinados por García Elorrio y Cooke) y los que nos quedamos dimos un paso adelante, ejercitándonos en la planificación y ejecución de pequeñas operaciones político-militares, en un principio orientadas a la recuperación de armas y uniformes necesarios para conformar el foco guerrillero. Al poco tiempo nos enteramos que en Cuba se había producido un enfrentamiento muy fuerte entre García Elorrio por un lado, y Fernando Abal Medina y Maza por otro.9 Esto llevó a que el primero fuera desplazado y significó una ruptura orgánica con Cristianismo y Revolución. De todas formas, ninguno de nosotros tenía la convicción ni la esperanza de que García Elorrio fuera a liderar una estrategia política-militar. Era un comunicador excepcional, dotado de una cautivante calidad humana y una gran capacidad de seducción política. Pero nada más. La conducción de Maza en Córdoba era absolutamente natural, por lo que el conflicto no tuvo ninguna repercusión en nuestro pequeño grupo. De todos modos, algún día habría que evaluar esos entrenamientos en Cuba y cómo influyeron en el proceso de conformación de los grupos originales de la época. Me temo que la conclusión sería que la influencia era absolutamente negativa. Al menos a mí, nunca me quedó claro cuál fue el aporte positivo de los “entrenados”. Los negativos se expresaron en una mayor rigurosidad militarizada y jerárquica en la práctica interna que tuvo sin duda su reflejo en el diseño de las políticas posteriores de la organización. Fue en esa época cuando se produjo la deserción de un compañero que contaba con mucha información y tomó conciencia de los peligros que estaba asumiendo. Esto provocó un debate interno muy fuerte porque se planteó la sugerencia (u orden) de eliminarlo por la seguridad del conjunto. La respuesta fue la negativa absoluta. No acepté, no aceptamos, ni siquiera considerar tal posibilidad. Pero en la nueva estructuración del grupo, con el retorno de los “entrenados”, se profundizaron las condiciones de clandestinidad y compartimentación que, me parece, perduraron para siempre. También comenzaron a L UC HA A RM AD A E N L A A RG EN TIN A
10
H IS TO RI A I DEBATES I DOCUMENTOS
aparecer incipientes intentos de escalonamientos jerárquicos en el interior de la pequeña “orga” (que todavía era pequeña, casi adolescente y compuesta por amigos) que con el tiempo Montoneros llevó hasta lo grotesco.
Recuerdo haber tratado estos temas con Susana Lesgart mientras hacíamos como que “franeleábamos” fingiendo ser
La construcción del foco
una parejita mientras controlábamos un destacamento poli-
Los años 1968 y 1969 se invirtieron en la preparación del foco. Ignoramos coyunturas y procesos de gran riqueza política y social, sin distraernos de nuestro rol central: construir el núcleo operativo político-militar. El argumento tenía en ese momento mucho peso: los sectores progresistas, la izquierda, el mismo peronismo revolucionario, se habían desgastado en el espontaneísmo, en discusiones estériles, en acciones absolutamente inconducentes, incapaces de construir la organización armada capaz de golpear al enemigo. Este fue el análisis que en su momento hicimos de la caída de los compañeros de Taco Ralo. No se puede enfrentar al brazo armado de la oligarquía y el imperialismo sin nociones elementales de disciplina, eficacia y estrategia militar. No puede ser que fueran detenidos porque perdieron una pistola. No se podía seguir luchando “a lo peronista” o sea, espontánea y masivamente sin planificación ni objetivos claros. Había que terminar con la costumbre (en realidad, maravillosa) de perder el tiempo en discutir politiquería hasta la madrugada entre vinos y empanadas. Había que vivir ascéticamente. Ser fríos, eficientes y selectivos. Rigurosos en nuestras vidas privadas y totalmente solidarios entre nosotros. Y, sobre todo, absolutamente clandestinos. En esos dos años hicimos numerosas operaciones de recuperación de armas y uniformes. En realidad sólo pensábamos en montar el aparato. Desde un tiro federal, policías sueltos, varios destacamentos policiales, una guardia militar y otros.10
cial. En esa conversación (que recuerdo con mucho cariño), ambos coincidíamos en una visión más política del proceso que estábamos iniciando.
Los elegidos
Era tan fuerte la conciencia del destino manifiesto del grupo, tan clara la decisión, que el Cordobazo nos pasó de lado. La preocupación central fue que no cayera ninguno preso casualmente y que por el allanamiento se descubriera la existencia del grupo. Ahí estábamos. Teníamos el privilegio de ver en un multitudinario y violento laboratorio social en acción lo que era una estrategia insurreccional, donde el pueblo desorganizado ponía los muertos, y no lograba nada más allá de la experiencia y de producir hechos políticos de gran valor histórico. Objetivamente sentíamos que todo era muy heroico, pero que no se avanzaba hacia la toma del poder. Otro tanto ocurría con el proceso de la CGT de los Argentinos (CGT-A). Nos manteníamos informados y sentíamos que allí estaban nuestros compañeros, pero teníamos la convicción de que nosotros éramos quienes, al desarrollar las condiciones para atacar el centro del poder enemigo, los convocaríamos, y supongo que no exagero si digo que los conduciríamos a la victoria. Algo así como que “la clase obrera y el pueblo” estaban esperando nuestro grito de combate expresado en hechos para plegarse a nosotros. Sin duda era una concepción absolutamente idealizada aunque también es necesario reconocer que, lamentablemente, en gran parte se convirtió en realidad. En esa época no teníamos ninguna relación con el Partido Justicialista (PJ), al que nunca estuvimos afiliados ni participamos en sus estructuras locales. En realidad sentíamos por el PJ un profundo desprecio, salvo honrosas excepciones como Ricardo Obregón Cano. Con el sindicalismo la situación era más compleja ya que, como dije, respetábamos a algunos de sus líderes (Atilio López, Agustín Tosco, etc.) y apoyábamos desde nuestra práctica los planes de lucha. Con los Sacerdotes del Tercer Mundo manteníamos una estrecha relación y en términos generales estábamos informados de su lucha en el interior de la Iglesia. Nuestra relación con los L UC HA A RM AD A E N L A A RG EN TI NA
11
H IS TO RI A I DEBATES I DOCUMENTOS
10. Con paciencia vietnamita, constancia y frialdad controlábamos, por ejemplo, un destacamento policial durante 20 días y a toda hora. A veces llegábamos a la conclusión “ no lo hacemos, conviene levantar la operación” y volvíamos a chequear otro. Así hasta que lo copábamos. Gracias a esa meticulosidad operativa y seguramente a la suerte, nunca tuvimos ningún enfrentamiento ni caída (en la planificación se trataba de evitar absolutamente toda posibilidad de enfrentamiento).
11. Con Carlos Capuano nos pasamos varios días “rezando”, refugiados en un seminario. 12. Como comentario al mar-
más comprometidos con la acción directa era permanente. Funcionaban como la retaguardia del grupo. Era normal tener armas escondidas en los altares de las iglesias y tener que esperar a que el cura terminara la misa y cerrara la iglesia para pasar a la sacristía y sacarlas. Nos acercamos así al fin del período que pretendo analizar y que fue marcado por la aparición pública de Montoneros con el secuestro de Aramburu y la toma de la localidad cordobesa de La Calera. A fines de 1969, en una operación de expropiación, tuvimos nuestro primer enfrentamiento armado generalizado. Combatimos en medio de la calle, a cara descubierta y por un largo rato, con lo que nos quedamos con la convicción de que podíamos ser reconocidos en cualquier momento. El gordo Maza, ante la necesidad de que desapareciéramos por unos días de nuestros lugares habituales, retomó contacto con los viejos compañeros de Lealtad y Lucha (que para entonces era el Peronismo de Base-PB) que, a la vez que nos brindaron cobertura,11 comenzaron su proceso de incorporación a nuestro pequeño grupo, impresionados por el desarrollo militar que habíamos logrado. La concepción militarista (foquista) triunfaba en toda la línea por sobre la estrategia de construir el poder político y social recreando el movimiento popular desde la base. Se seleccionó del PB a aquellos compañeros que tenían las mejores condiciones para incorporarse al aparato militar (abandonando los trabajos de base) y se los transformó en aspirantes a combatientes de una estructura pequeña y audaz, cuyo mérito era haber construido con eficiencia y rigurosidad un eficaz aparato militar prácticamente al margen de la lucha social y política del conjunto de la población. Una barbaridad, un grave error político que expresaba toda una concepción y que también se explicaba por las frustraciones que ellos habían tenido en sus trabajos de base lentos y riesgosos, sin valor político inmediato. Posteriormente se sucedieron los hechos fundacionales de Montoneros. En el secuestro de Aramburu participaron el grupo Córdoba y el de Buenos Aires. En la toma de La Calera, a escasos seis meses del reencuentro con los viejos compañeros, actuaron el grupo Córdoba, más de quince compañeros provenientes del PB y uno o dos del grupo Buenos Aires. Luego de ese primero de julio de 1970 vendría para algunos de nosotros la cárcel y la disidencia. Para ver las principales vertientes ideológicas que alimentaron estos grupos originales, voy a tratar de hacer una primera aproximación a cuatro temas que, superpuestos y entrecruzados, creo que son los ejes fundamentales desde donde analizábamos la realidad y actuábamos en consecuencia: nacionalismo popular, cristianismo, peronismo y lucha armada.12
gen, creo que, en este análisis muy general, es difícil contem-
El nacionalismo popular
plar situaciones locales muy particulares que, de una u otra manera, fueron determinantes en los primeros grupos. En el caso concreto de algunos de los militantes cordobeses se daban, además del condicionamiento general, las características de una profunda pertenencia al cristianismo y a valores propios de la clase media de la ciudad, heredera de la cultura española castiza como el culto a la valentía, la hidalguía, el honor, la honestidad, la verdad, la no claudicación, el ascetismo, etc.
Para muchos, la contradicción principal en Argentina se definía como el enfrentamiento entre pueblo-antipueblo y se había manifestado a través de la historia de nuestro país en su polo popular con las montoneras federales del interior, la defensa de la soberanía nacional del gobierno rosista, con el peludo Hipólito Yrigoyen y su defensa al reconocimiento de los derechos civiles y políticos, y la apertura a la participación popular del peronismo. Fueron muchos los militantes populares del peronismo ligados en sus orígenes a posiciones de derecha nacionalista (defensa de “la nación” entendida como territorio, cultura, costumbres, historia, riquezas patrimoniales, que al agregarle otros contenidos como derecho a la vida digna, valor del trabajo, apropiación de la riqueza, etc.) que evolucionaron progresivamente y lucharon hasta dar su vida en las filas de las Organizaciones Armadas Peronistas (OAP). Gustavo Rearte, José Luis Nell, el petiso Héctor Spina, el inolvidable hermano Envar Cacho El Kadri, etc. son algunos ejemplos. La derecha proveniente de la vieja Alianza Libertadora Nacionalista se había L UC HA A RM AD A E N L A A RG EN TIN A
12
H IS TO RI A I DEBATES I DOCUMENTOS
reconvertido con características particulares en Tacuara que luego se dividió en Guardia Restauradora Nacionalista (GRN), Movimiento Nueva Argentina (MNA) y el Movimiento Nacionalista Revolucionario Tacuara (MNRT) cuyos integrantes asumieron posiciones más radicalizadas. Teníamos la convicción, por los análisis aún superficiales del momento, que el peronismo había sido expulsado del poder en 1955 por la dictadura de Aramburu y Rojas a partir de la defección de la burguesía que en 1952 había abandonado la alianza en la que se asentaba el gobierno popular. Que esto había debilitado al gobierno de Perón y por eso se habían vuelto inevitables las concesiones al imperialismo como los contratos con la California. Que por lo tanto las posibilidades de transformar la realidad del país a través de un movimiento policlasista que expresara la contradicción principal imperialismo-nación habían devenido en inexistentes. O sea, que la burguesía había defeccionado de la alianza de clases. Y esto se confirmaba cuando la dictadura de Onganía aplicaba el programa económico de Adalbert Krieger Vasena, que abrió la economía del país a las empresas transnacionales para que nuestros “burgueses nacionales” vendieran alegremente sus empresas (muchas de ellas familiares, importantes, verdaderos símbolos de la historia productiva del país) al capital transnacional y que, orgullosos, pasaran a ser la “burguesía gerencial” de los intereses imperialistas. Por lo tanto, terminamos identificando a la clase obrera y sus aliados (pequeños industriales, empleados, estudiantes, campesinos, etc.) como los sectores que, al tener sus intereses inmediatos y estratégicos ligados al desarrollo local nacional, eran los genuinos sectores enfrentados estratégicamente a la oligarquía y el imperialismo. En consecuencia, comenzamos a concebir al peronismo no solo como un movimiento de liberación nacional sino como un movimiento de liberación nacional y social, al que había que limpiar de traidores e infiltrados que ocupaban nada más ni nada menos que la conducción táctica del movimiento. Hicimos así, casi sin escalas, el tránsito desde el nacionalismo popular a la izquierda peronista que lucha por el socialismo. El cristianismo y sus mandatos. Los soldados de Cristo o del Che
Domingo Savio con su famosa frase “Morir antes que pecar” guió la niñez de algunos de nosotros. Con el transcurso del tiempo se demostró que hizo escuela con sus mandatos (aunque no todos los modelos cristianos de aquellos tiempos eran tan trágicos). La formación cristiana fue la base primaria, sensible, esencial, de nuestro compromiso con las clases explotadas. El viejo “amar al prójimo como a ti mismo”, el compromiso evangélico hecho carne y sangre en la comunión con los pobres nos convocaba a ser la levadura en la masa. L UC HA A RM AD A E N L A A RG EN TI NA
13
H IS TO RI A I DEBATES I DOCUMENTOS
El análisis crítico de las limitaciones del largo camino que pasaba por la simple limosna y el asistencialismo nos llevó a la lucha popular violenta. Teníamos la convicción de que ese tipo de compromisos eran sólo paliativos que pretendían tranquilizar nuestras conciencias culposas y que en el fondo sólo le hacían el juego al sistema de explotación al garantizar la sobrevivencia de los explotados para la continuidad del sistema. Que la lucha había que llevarla de lo individual a lo social, y de allí a lo político como única forma de redimir a nuestros hermanos y comenzar la construcción del reino de Dios aquí en la tierra. Pero allí nos encontramos con que teníamos que empuñar el látigo que usó Jesús para expulsar a los mercaderes del templo. Que la violencia era inevitable pese a que nos resultaba muy doloroso tener que asumirla. Pero que era la única alternativa para enfrentar la violencia de arriba y dar testimonio. Por suerte para nuestras vírgenes conciencias descubrimos que ya Santo Tomás hablaba del “legí- timo derecho de resistencia a la opresión” y que en la encíclica Populorum Progressio se justificaba el derecho a la rebelión ante las tiranías. Que el mandato evangélico nos obligaba a comprometernos a proteger a los oprimidos para siempre mediante la revolución liberadora. Que antes de acercarnos a Dios teníamos que reconciliarnos con nuestros hermanos más castigados. Que Dios nos envió a Jesús, su hijo a que se sacrificara por nosotros para redimirnos. Vale decir, un fortísimo mandato que unificaba y justificaba todo: lo religioso, lo ético, lo político, lo histórico en una misma orientación: la lucha armada. Imitación a Cristo o imitación al Che. Sacrificio testimonial o lucha redentora. Jesús el salvador de almas o los salvadores de la patria. Dar la vida por la salvación del otro, o Patria o muerte. Iglesias distintas de una misma religión. Y aunque lenta, reflexión tras reflexión, se fue formando en nuestras mentes y corazones la mística mesiánica que con una fuerza espiritual muy potente se transformaba conciente y voluntariamente en acto terrenal transformador. Era el paso sin escalas del compromiso sublime, a las armas (y esto era lo que realmente importaba en esos momentos). Esto llevó a jóvenes honestos y sensibles, provenientes de los sectores medios de nuestra sociedad, a abandonar las comodidades de la vida burguesa y alistarse hasta la inmolación en la cruzada redentora. Y mientras la Iglesia institución idolatraba al becerro de oro abrazada a los poderosos, nosotros junto con la verdadera Iglesia, la de los pobres, nos comprometíamos a dar la vida por la salvación de todos. En esa época, los Sacerdotes del Tercer Mundo lo explicitaban claramente: “Es necesario poner en marcha el programa políticamente eficaz de un proyecto liberador. Esto es inevitable en un momento en que los cristianos tomamos con- ciencia profunda de que el mensaje evangélico de liberación pasa también por la dimensión sociopolítica de la historia humana” (fines de noviembre 1969).13 “Yo sé por el Evangelio, por la actitud de Cristo, que tengo que mirar la his- toria humana desde los pobres. Y en Argentina, la mayoría de los pobres son pero- nistas (lo que era claramente coincidente con el análisis que llevaba a asumir el
13. En Concati, Rolando, Nuestra opción por el peronismo, MSTM, Mendoza, 1972, 14. El compañerismo, el respeto por las compañeras, el increíble rol de esas “chicas guerrilleras” de los primeros años son temas que algún día habrá que profundizar.
peronismo como la expresión de uno de los polos de la lucha de clases estructural en nuestro país). Estoy dispuesto a que me maten pero no sé si estoy dispuesto a matar.” (Padre Carlos Mugica.) A nuestro grupo, vía Cristianismo y Revolución, llegó mucha información y textos sobre el sacerdote colombiano Camilo Torres y su compromiso cristiano con la lucha armada y política en el Frente Unido. Y este origen cristiano empapaba nuestras relaciones cotidianas. El interior de nuestros grupos originales era de una ternura infinita. La calidad humana de la relación entre militantes, los cuidados, la contención, la conformación de ámbitos “familiares”, aún perduran. A pesar de la compartimentación había mucho cuidado por “el otro”, en un marco de mucho respeto, donde los “principios” y el ascetismo guiaban todos los actos de nuestras vidas.14 L UC HA A RM AD A E N L A A RG EN TIN A
14
H IS TO RI A I DEBATES I DOCUMENTOS
El peronismo
Para nosotros el peronismo era el hecho maldito del país burgués . Era la identidad política a través de la cual se expresaban la clase obrera y el pueblo, los explotados, en esa etapa histórica. Veíamos en el peronismo al proyecto político que dio fuerza y organización al proletariado que se había conformado en las últimas décadas, fundamentalmente en el conurbano bonaerense. “El peronismo dio fuerza, identidad y triunfo al movimiento proletario” ,15 decía Rolando Concati. Peronismo-antiperonismo no eran sino la forma en que en nuestro país dependiente se expresaba la “lucha de clases”. Era uno de los polos de pueblo-antipueblo, o “imperialismo-nación”. Nos reconocíamos como parte de esa línea nacional representada por las montoneras del siglo XIX, Rosas, Yrigoyen y Perón considerando que la contradicción principal que expresaba la lucha central en nuestra patria era imperialismo-nación. Asumíamos el peronismo no por la teoría, o los discursos de sus dirigentes más allá que determinadas frases de la inolvidable Evita nos conmovieran y convocaran. Lo asumíamos como la realidad concreta de la expresión política de un pueblo (de una nación) en marcha, comprometido con la construcción de una sociedad justa, libre y soberana. Autoritarios al fin, pero con compromiso social, en la disputa libertad-igualdad estábamos absolutamente convencidos de que era inevitable sacrificar libertades individuales y/o sociales en aras de eliminar las brutales e injustas desigualdades existentes en nuestra patria. Teníamos absolutamente naturalizada la tradición de sentir como lógica la resolución violenta de los conflictos en nuestra historia. Por lo tanto, estábamos convencidos de lo legítimo de la imposición autoritaria de las políticas públicas favorables al ganador, pese al irrespeto por los derechos de las minorías. Esto nos impedía tener una visión crítica del personalismo, autoritarismo y verticalismo de Estado de la década peronista. De esos años felices, donde se construía la “felicidad del pueblo y la grandeza de la nación”, nos llegaba con fuerte vigencia la memoria diseminada en los sectores más humildes de nuestro pueblo que añoraban aquella época donde ellos, los postergados de siempre, se habían sentido sujetos, partícipes de un proyecto de país esperanzador, con mayor dignidad para los humildes, mayor participación política y una distribución de la riqueza que al menos cubría las necesidades básicas. Más allá de las medidas concretas propias del Estado benefactor, nos conmovía la lealtad con que la clase obrera y el pueblo seguían defendiendo esa identidad política en una tenaz resistencia (incontenible por más de una década en ese entonces) que era ferozmente reprimida por los “demócratas” que usurpaban el gobierno amparados en la proscripción del peronismo. No podíamos menos que reconocer el profundo sentido clasista que tenía el grito de “¡Viva Perón, carajo!” con que los sectores más humildes y combativos de nuestro pueblo provocaban y desafiaban a las clases poderosas y a sus guardianes, y nos emocionaba esa entrega, la permanencia de esa lealtad. Porque de lo que estábamos plenamente informados, y aún teníamos vivencias propias, era de la triste historia del golpe canallesco de la Revolución Libertadora. Aún hoy parece increíble que aviones golpistas con banderas democráticas hayan podido bombardear Plaza de Mayo, la plaza central de una ciudad como Buenos Aires, y masacrar a cientos de transeúntes, obviamente civiles. Y que ese acto terrorista y el golpe realizado con apoyo de la Iglesia y los partidos democráticos, permitieran la perpetración del Plan Prebisch, siniestro antecedente del de Krieger Vasena que soportábamos y el primero de los “programas económicos de la democracia” que tratábamos de entender (incentivo a la oligarquía terrateniente, mercado libre de cambios, crédito externo, ajuste con congelamiento de sueldos y salarios, libre circulación del capital extranjero, ingreso al FMI, etc.). L UC HA A RM AD A E N L A A RG EN TI NA
15
H IS TO RI A I DEBATES I DOCUMENTOS
15. Concati, Rolando, op. cit., pág. 21.
Luis Losada detenido y esposado
Por otra parte, dadas nuestras características, nos indignaban el avasallamiento de los derechos y garantías individuales en nombre de la democracia y la libertad. Sentíamos que el golpe de Onganía era una feroz dictadura genocida que expresaba lo peor de la derecha oligárquica y pro imperialista argentina. Vimos como se anuló por decreto la Constitución social de 1949 mientras se generalizaba la represión brutal. Aún hoy es increíble leer el Decreto Ley 4161 de la dictadura aramburista y recordar que no sólo proscribió todo lo que tuviera que ver con el peronismo, sino que se lanzó una persecución aberrante que además de prohibir toda actividad sindical, asaltaba los locales partidarios y encarcelaba a los dirigentes populares por el solo hecho de serlo. La indignación y la impotencia llegaban a extremos cuando se recordaba el secuestro del cadáver de la compañera Evita o los infames asesinatos-fusilamientos del general Valle (once oficiales, siete suboficiales y nueve civiles, y de los compañeros de José León Suárez) con ley posterior al hecho luego del levantamiento del 9 de junio de 1956 (el libro Mártires y Verdugos de Salvador Ferla fue de mucho impacto entre nosotros). Luego vino el Plan CONINTES (Conmoción Interna del Estado) que alcanzó a vastos sectores medios como los bancarios y se encarnizó ferozmente con los más humildes. Ya en esa época teníamos una lista actualizada de mártires que, al no ser demasiados, podían ser recordados por sus nombres: Vallese, Musy, Méndez, entre otros. Y lo que más nos legitimaba es que pese al terrorismo de Estado y a la persecución ilimitada, la oligarquía no podía abrir los espacios democráticos genuinos porque el peronismo combatiente hacía uso de su herramienta electoral y trasmutado en PJ daba por tierra con todas las ilusiones de los gorilas de legitimarse en el poder por la vía electoral. En las elecciones de 1957, en medio de la persecución atroz, la UCRP (Ricardo Balbín, Sabattini y Zabala Ortiz ) ganó por 2.106.524 votos por sobre la UCRI (Arturo Frondizi). Pero el voto en blanco, de inocultable origen peronista, sacó más que los ganadores: 2.115.816. El 23 de febrero de 1958, gracias al pacto con Perón, Frondizi ganó por casi cuatro millones de votos (3.983.478) contra 2.526.611 del radicalismo balbinista. El 18 de marzo de 1962, el peronismo triunfó en las elecciones de Buenos Aires con la consigna “Framini-Anglada, Perón en la Rosada” y Frondizi anuló las elecciones. El golpe palaciego sacó a Frondizi y asumió Tomás Guido, y el 14 de febrero de 1962 el Poder Ejecutivo volvió a restablecer la plena vigencia del Decreto Ley 4161/56. Ya en 1963, Illia había ganado las elecciones posteriores por el 22% o 25%, (pero siendo razonable creo que se legitimó en el poder). O sea, el peronismo era el auténtico hecho maldito del país burgués, el árbitro excluyente de la posibilidad de la democracia republicana en nuestro país. La salida democrática estaba clausurada por el brazo armado de la oligarquía y el imperialismo, el poder real detrás de los títeres civiles: las fuerzas armadas. La única posibilidad de desalojarlos del poder era mediante la violencia. Y por eso, la lucha de la heroica resistencia por la vuelta del pueblo y Perón al poder nos marcaba el camino. Nos desafiaba y convocaba al enfrentamiento total con los gobiernos fantoches, que no sólo eran títeres de la oligarquía y el imperialismo sostenidos por las fuerzas armadas, sino que además no podían jamás garantizar la paz social y política con el peronismo unido en pie de guerra en la oposición. Durante la resistencia, según informes del propio Ejército, entre el 1º de mayo de 1958 y el 30 de junio de 1961 se produjeron 1.022 colocaciones de cargas explosivas, bombas y petardos, 104 incendios de establecimientos fabriles, plantas industriales, vagones ferroviarios y 440 actos de sabotajes con más de quince muertos y ochenta heridos. Nosotros éramos los herederos, continuadores en el mejor sentido supeL UC HA A RM AD A E N L A A RG EN TIN A
16
H IS TO RI A I DEBATES I DOCUMENTOS
rador, de esa clase obrera y pueblo que había mostrado espontáneamente, pese a la brutal persecución, el compromiso y la conciencia revolucionaria durante los años de la primera y segunda resistencia. De todos modos es inocultable que veníamos desde fuera del peronismo, más allá del peronismo genético de algunos de nosotros.16 Que pese al respeto que teníamos hacia El General, nuestro accionar se nutría mucho más en el análisis histórico-político-social que hacíamos de la lucha de nuestro pueblo y de las experiencias de lucha de liberación de otros países del tercer mundo, que de sus discursos o libros. Concretamente, no teníamos la experiencia, ni la vivencia “peronista”, ni el sentido de pertenencia (ese “ser parte de”) que sí tenían Cacho El Kadre y su familia o Gustavo Rearte. Admirábamos a Perón por su capacidad de conducción y el manejo que tenía de la basura burocrática y “pejotista”. Aunque su manejo de los tiempos y las contradicciones, de los apoyos cruzados y las medias palabras, en principio nos desconcertaba. Pero en el corto lapso le reconocíamos la viveza de Viejo Vizcacha cuando lograba con gran habilidad que los traidores se autopurgaran o neutralizaran entre sí, manteniendo la unidad del movimiento y quedando él como el único e indiscutido conductor. También es cierto que el juego pendular nos provocaba sonrisas y comentarios sarcásticos, o ácidas ironías sobre nuestro destino, probablemente porque nos preocupaba su descalificación. Nuestro origen externo nos exigía muestras de genuflexiones a veces exageradas, con tal de que no se nos señalara como “infiltrados” (hay mil ejemplos de movimientismo ciego e inexplicable realizados posteriormente por la organización). De todos modos, en el fondo, en el grupo inicial al menos, se dudaba de su coherencia y su valor. Estábamos convencidos de que más allá del “cinco por uno” y otras arengas que expresaban máxima dureza, a El General le había faltado valor y convicción en 1955 para enfrentar al golpe gorila. Que pese a que la conspiración militar eclesiástica era evidente, desde 1951 nunca escuchó las propuestas de Evita para defender el gobierno popular, ni tomó medidas de fondo para contener a los golpistas. Y llegado el momento prefirió la cañonera paraguaya antes de desatar la furia popular que, probablemente, lo hubiera llevado en un proceso sin retorno a destruir ese ejército del cual él formaba parte y a asumir posiciones revolucionarias. Nuestro rol dentro del peronismo. El Evitismo
Pero donde poníamos toda nuestra veneración ilimitada era en la memoria de la inolvidable compañera Evita. Recordábamos algunas de sus frases que nos conmovían en nuestro sentir humanista y popular del proceso revolucionario del cual aspirábamos ser principales actores: “Desearía que cada peronista se grabara este concepto en lo más íntimo del alma; porque esto es fundamental para el Movimiento; nada de la oligarquía puede ser bueno. He hallado en mi corazón un sentimiento fundamental que domina desde allí en forma total mi espíritu y mi vida: ese sentimiento es mi indignación frente a la injusticia” .
Hay numerosos datos que prueban esta diferente valoración que hacíamos de Perón y Evita. Uno de ellos es que en la primera época de pintadas, todavía con tachos y pinceles, el grupo que luego fue la semilla en Córdoba de Montoneros hizo todas sus pintadas con frases de Evita. L UC HA A RM AD A E N L A A RG EN TI NA
17
H IS TO RI A I DEBATES I DOCUMENTOS
16. Dedicado a El Negro Luis.
Pero ese venir de afuera del peronismo implicaba que lo nuestro no fuera “entrega total y ciega”, acrítica al movimiento peronista y sus conducciones. En todo caso, el compromiso absoluto era con Perón y el peronismo de los trabajadores que habían escrito esas páginas de luchas gloriosas como peronistas. Tampoco era el “entrismo” tradicional de los sectores de izquierda que descubrían al peronismo. Dice Rolando Concati: “Estos grupos no practican un ‘entrismo’ cínico o una componenda calculadora como los políticos tradicionales que se han acercado al peronismo para usarlo y treparse a su caudal electoral. Son a la vez singularmen- te críticos ante el peronismo al que no otorgan sólo elogios y alabanzas; pero sin- gularmente apasionados deseosos de asumir la causa del pueblo y el movimiento que lo lidera con algo más que un frío diagnóstico intelectual ”.17
17. Concati, Rolando, op. cit. 18. Sin embargo, “a pesar de entrever su carácter espontane ísta como déficit, en la práctica política y fundamentalmente en la batalla con la ’izquierda teórica y purista’, la convertíamos precisamente en culto al espontaneísmo como criterio contundente donde escondíamos un cierto desdén por lo teórico. Esto es más patente si recordamos que los primeros grupos que optan por el peronismo –provi niendo del cristianismo– lo hacen enmarcados en un popu lismo rajante, que conserva en sus comienzos rasgos macartistas” ( documento de los Sabinos)
Porque para nosotros el movimiento peronista era un gigante invertebrado y miope, conducido tácticamente por burócratas traidores que habían sido incapaces de conformar en el país conducciones coherentes con el objetivo de liberación nacional, que era su destino histórico. Sus luchas en el mejor de los casos eran agitativas y muchas veces inconducentes al ser negociadas de inmediato por esas conducciones traidoras.18 Estábamos convencidos de que la estrategia de El General era de enfrentamiento total al régimen, de acuerdo con el concepto de guerra integral, y que si no había podido llevar el movimiento a la victoria era por culpa de la mediación que se interponía entre su conducción y las bases. Y esa mediación entre Perón y las bases estaba en mano de la conducción táctica acuerdista y corrupta. Traidores que se aprovechaban de la lealtad popular para enfrentar al gobierno de turno y luego negociaban esas luchas, obteniendo jugosos dividendos u otras prebendas. Quiero decir que además de los problemas del espontaneísmo y la sinuosa conducción de El General, identificábamos como nefasto al enemigo interno “enquistado” en la conducción táctica del movimiento que, gracias a la mediación traidora, había copado las estructuras burocráticas y lograba negociar con la oligarquía y el imperialismo diversas prebendas y retazos de poder a cambio de su traición. Que ese juego dialéctico, entre la burocracia sindical traidora y los jerarcas del PJ, y los gobiernos que se sucedían, impedía (mediante mecanismos tramposos) que el movimiento de liberación que era el peronismo tomara el poder y llevara adelante las transformaciones revolucionarias que profundizaran las realizaciones de los dos gobiernos de Perón. Las bases combativas enfrentaban a los personeros del régimen hasta el momento de la negociación (muchas veces incentivada por los mismos burócratas). Y allí aparecían los claudicantes y corruptos que, como Jorge Daniel Paladino, pasaban de ser dirigentes del peronismo a ser representantes del régimen de turno ante el peronismo. Pero... (y allí empezaban las contradicciones) en alguna medida, y momentáneamente... eran necesarios y funcionales a la estrategia de Perón. El movimientismo más ortodoxo, que fue el que condujo después a Montoneros, se expresó de esta manera en el reportaje de la revista Aquí y Ahora de comienzos de 1971 y que citan los Sabinos en su documento crítico: “A su vez siendo la función que cumple esa superestructura la de negociar con el régimen de turno, vehiculizando una estrategia defensiva, en tanto carezca de una herramienta revolucionaria eficaz que le permita pasar a la ofensiva. (...) una vez que esta alternativa revolucionaria logre desarrollarse y sea inmune a la traición del integracionismo, esa superes- tructura ya no será necesaria y habrá finalizado la estrategia defensiva”.
Era deber nuestro construir esa herramienta revolucionaria ganándonos el corazón y la conciencia del conductor y las bases peronistas, y ocupando el lugar de esa superestructura traidora que vaciaba de contenidos revolucionarios al movimiento (que lo era por la naturaleza de clase de sus componentes). Porque si bien, insisto, le teníamos una fuerte admiración a El General por su manejo integral del accionar del peronismo, estábamos convencidos de que por la lejanía y la traición de dirigentes existía un vacío de poder entre Perón y las L UC HA A RM AD A E N L A A RG EN TIN A
18
H IS TO RI A I DEBATES I DOCUMENTOS
bases. Y que ese vacío de conducción táctica entre el líder y las bases combativas sólo podía ser cubierto por una vanguardia revolucionaria que no claudicara, que derrotara al enemigo y entregara al pueblo y a Perón el poder. Con las armas en las manos nos veíamos haciendo un atajo, gracias a la audacia, compromiso, valentía e inteligencia, y así ganando un lugar legítimo en la guerra integral que conducía Perón, convencidos a su vez, de que los espacios los teníamos que ganar expulsando a los claudicantes y a los traidores. Perón entonces tendría la posibilidad real de seguir conduciendo al conjunto y de vencer a la antipatria, con nosotros como vanguardia. Para ello teníamos que ser una alternativa real que convocara al conjunto del movimiento y expulsara a los traidores. Otra vez los elegidos
Sin embargo, pese a esta posición movimientista, estábamos lejos de acompañar las acciones agitativas y masivas del movimiento. La clandestinidad nos lo impedía. Nos considerábamos y estábamos para otra cosa. No tendremos más mártires sino héroes, dijimos en el primer comunicado. El folklore, el bombo, la marchita, la agitación y la parafernalia del simbolismo peronista, el desenfado jacobino y popular, el “Viva Perón, carajo ” como grito de guerra frente al enemigo, o sea, el espontaneísmo creativo de las masas, estaba bien, lo sentíamos con simpatía y lo vivíamos con alegría. Pero nosotros éramos los elegidos. Los responsables de recuperar el movimiento nacional y popular, y convertirlo en el instrumento que Perón necesitaba para llevar adelante su estrategia para la toma del poder. Nosotros estábamos para ganarnos la conducción táctica del movimiento. Para eso éramos la vanguardia que llevaba adelante el máximo nivel de la lucha política, la lucha armada. Esa era la forma de irrumpir, ganarnos la conducción de las bases del movimiento y marchar hacia la victoria para el pueblo y para Perón. Lucha armada
Ya dije que la lucha armada fue elevada a categoría ideológica determinante. Pero es imposible hablar de la lucha armada, de la guerra de guerrillas y su desarrollo en la conciencia de los jóvenes combativos de fines de los 60, sin mencionar el fuerte impacto de la derrota yanqui en Vietnam y las guerras de liberación colonial que llevaron adelante los movimientos de liberación nacional en los países de Asia y África en esa década. Pero sobre todo, en nuestro continente americano, contábamos con el ejemplo del heroico pueblo cubano que con su revolución triunfante nos había brindado el modelo, el espejo donde soñábamos mirarnos. Dicen los Sabinos: “En cuanto al triunfo y desarrollo de la revolución cuba- na y su influencia en los sectores de la pequeña burguesía radicalizada a la que per- tenecíamos, se da fundamentalmente a nivel metodológico, la lucha armada gene- rada por un ‘foco rural’ y mezclado a ello, un misticismo heroico junto a principios ideológicos generales” .
En realidad, al proceso cubano lo conocíamos por las anécdotas y la epopeya de este pequeño grupo con “voluntad” revolucionaria que había encausado a todo un pueblo en su lucha contra la dictadura y el imperialismo. La admiración daba paso al “culto al modelo” y a su aplicación mecánica en base a dos o tres condiciones mínimas, coincidentes. En aquellos días, el ejemplo cubano era presentado, incluso por la prensa burguesa, con una gran carga apologética. La semejanza de este modelo con la resistencia peronista y la realidad que significaba el comienzo del Onganiato era la respuesta total y contundente a nuestras ansias revolucionarias. De súbito, sin la necesidad de un análisis profundo, sin la necesidad de una teoría que era diletante, habíamos resuelto el problema del poder en la Argentina L UC HA A RM AD A E N L A A RG EN TI NA
19
H IS TO RI A I DEBATES I DOCUMENTOS
19. “El castrismo: la gran marcha de América latina” y “¿Revolución en la revolución?” eran dos documentos de Debray de lectura obligada entre nosotros. 20. “Papel contra bala no puede servir, canción desarmada no enfrenta un fusil” cantaba Daniel Viglieti.
y el misticismo heroico –que después agregaría otras fuentes– lo envolvía todo. Esto que se manifestaba con claridad en los nuevos grupos, quizás haya sido más medido, pero no ausente, en algunas organizaciones que provenían del interior del peronismo. A esta visión simplificada se unía el análisis de las experiencias guerrilleras latinoamericanas, y se dogmatizaban conceptos y criterios propios de esas experiencias: foco, propaganda armada, etc., profundizados a través del auge de los libros de Régis Debray 19 y de las narraciones del Che. La muerte de Camilo Torres en los sectores cristianos aportó algo más a la “mística heroi- ca del guerrillero” (Sabinos). Y esa hoguera que recorría Latinoamérica se extendía y se personalizaba en nombres propios, en nuevos líderes-político militares que, desde sus experiencias guerrilleras, nos mostraban la viabilidad de enfrentar el imperialismo con sus mismas reglas de juego. Más allá de lo difícil que fue para los pequeños burgueses que proveníamos del cristianismo asumir la violencia, la coyuntura no nos dejaba otra salida. La brutal violencia dictatorial, no sólo en sus consecuencias estructurales con el hambre y la miseria sino con el cierre de todas las expectativas políticas de participación democráticas, brindó los argumentos definitivos para que gran parte de aquella generación se volcara a organizar la violencia popular para enfrentar la violencia de los poderosos. No olvidemos que Onganía prometió al menos veinte años de dictadura. El golpe puso las cosas en claro. El enemigo a vencer eran las Fuerzas Armadas, la máxima expresión de violencia del estado burgués y era suicida pretender enfrentarlo mediante prácticas políticas tradicionales.20 Las luchas políticas de la partidocracia demoliberal burguesa, las acciones agitativas y aun la violencia espontaneísta de la heroica resistencia no habían logrado asentar las bases de la organización, ni diseñar la estrategia definitiva que pudiera permitirnos ver la victoria al final del camino. Además, la violencia en la resolución de los conflictos sociales y políticos era lo normal en la Argentina de esos años. Las represiones de la época con su secuela de persecuciones, vejaciones, torturas y prisiones nos obligaban cada día a asumir formas más cuidadosas de militancia que limitaban aún más nuestras ansias de participación social y política, fomentaban la indignación y justificaban el convencimiento de que debíamos avanzar en forma urgente para tener capacidad para expresar nuestra rebeldía en acciones violentas. En estas condiciones, poco nos costó convencernos de que “el poder nace del fusil” y que “la lucha armada es la máxima expresión de la lucha política”. Porque fue la lucha armada uno de los dos parte-aguas de la época para los jóvenes decididos a enfrentar la violencia brutal del anti-pueblo con la violencia liberadora. El otro fue el peronismo-no peronismo. Nuestro guía en esa época, el Bebe Cooke, lograba la síntesis y nos alentaba con su pluma encendida en un documento escrito para la militancia peronista (ARP): “Nuestra concepción estratégica es hoy, siempre, la de la lucha armada (...) Hay que actuar con un objetivo más en vista, que se cumple no al triunfar la guerra sino, por el mero hecho de que una guerra exista: hacer que este paso innecesario y apresurado del régimen hacia la dictadura militar sea irreversible. Porque para nosotros, ha comenzado la última etapa del proceso argentino. (...) El argumento en contra lo conocemos: la violencia revoluciona- ria no es objetable, pero para emplearla deben existir ciertas condiciones, en el medio ambiente y en las formas de su empleo, que la diferencia de la ‘pro- vocación’ y la ‘aventura’. (...) De acuerdo, pero: ¿quién fija esas condiciones? ¿Los que detentan el monopolio de Lenin, Karl Marx, de la filosofía marxista, de la ‘representación’ del proletariado? Nosotros no tenemos, lo confesamos, mucha confianza en esos sabios de la historia que nos adelantan el final pero
L UC HA A RM AD A E N L A A RG EN TIN A
20
H IS TO RI A I DEBATES I DOCUMENTOS
nunca logran entender lo que pasó ayer o está pasando ahora. Y ¿cómo saben que no hay condiciones? El cri- terio para el fallo es también caracte- rístico. Los revolucionarios toman el poder, son Lenin, Mao Tse Tung, tal vez Fidel Castro, los aventureros fra- casan, mueren, van presos. No nos parece un criterio muy marxista de análisis, más bien creemos que lo enunció Nicolás Maquiavelo. Pero esto no es lo más grave, sino ¿cómo se sabe de antemano si la intentona será destinada a la cárcel o a la gloria? Contra los que importan sabiduría económica, el que lucha apuesta a favor de la revolu- ción su vida, única e irreemplazable. El análisis de los científicos se vuelve una simple lectura de datos sin misterio: ellos aciertan siempre, porque aciertan con Ho Chi Minh, con Castro o con Lenin, es decir se apropian de los aciertos ajenos. Acertar con Fidel es intentar lo que él intentó; seguir el camino que él abrió. En último caso es preferible ser derrotado o muerto con el Che que acer- tar y triunfar con Vittorio Codovilla. Sobre todo, mucho más alegre. (...) ¿Con quién se hará la Revolución entonces? Con los miles de revolucionarios poten- ciales que hay en la masa, pero que surgirán una vez que la revolución comien- ce a vislumbrarse como posibilidad efectiva... lo que nos merece otro juicio, y contribuye realmente a dificultar lo que es arduo de sobra y por sí mismo es la actitud de los que se proclaman revolucionarios y desde su pedestal proyec- tan ‘las condiciones’ su propia incapacidad, acumulan sus miedos para que pasen por sentido común y por justificación de la inacción. La posibilidad de la lucha revolucionaria sólo puede demostrarse a través de la lucha revoluciona- ria. (...) Hay que distinguir entre la política revolucionaria que se propone la toma violenta del poder y el momento insurreccional que puede demorar en presentarse. Pero hay que tener en cuenta que ese momento depende –en apreciable proporción, cuando no absolutamente– de la vanguardia revolucio- naria. En Argentina, las condiciones a considerar para la guerra revolucionaria no son ya las generales del país sino las condiciones de la vanguardia revolu- cionaria para iniciar la lucha armada. (...) No desconocemos la relevancia de la lucha urbana en un país que como el nuestro cuenta con un movimiento nume- roso y organizado, con bases que han demostrado hasta el hartazgo coraje, capacidad y espíritu de sacrificio. Para esta misma década de sabotajes, aten- tados, ha demostrado que es necesario para dar permanencia, continuidad, proyección y perspectiva a esas luchas la formación de un ejército revolucio- nario que opere en el monte, el campo, y la selva y se plantee como objetivo estratégico la toma del poder político. (...) 1) TODO el esfuerzo de las organi- zaciones revolucionarias debe ser para la guerra. 2) La capacidad para desatar y conducir la guerra reside en la identificación ideológica y combativa de sus cuadros políticos-militares. 3) Toda la guerra es apoyo y tiene como eje el fren- te guerrillero. 4) La guerrilla detona la resistencia en las ciudades y moviliza a las masas. La lucha en las ciudades, sin negar la indudable importancia que tiene en países como el nuestro, debe responder a la estrategia de la guerrilla y a sus necesidades de crecimiento. 5) Planteada la lucha en el movimiento de masas, las vanguardias de las organizaciones populares pasan a ser la reta- guardia de la guerra. La conclusión estratégica de todas las formas de lucha debe estar en manos de la dirección combatiente.”
Como vemos, revolución y lucha armada se identifican claramente con el foco rural y es “la ideología” determinante. Dicho en broma, por suerte, fuimos lo suficientemente sagaces para tomar la esencia de la proclama y hacernos los distraídos con lo de lo rural. L UC HA A RM AD A E N L A A RG EN TI NA
21
H IS TO RI A I DEBATES I DOCUMENTOS
21. Aunque habría que analizar cuánto de oportunismo hubo en
La lucha armada y Perón
las explicaciones y posiciones de la conducción montonera que lograron confundir mucho más a sus militantes que al enemigo. 22. Sin duda hubo un alto grado de oportunismo en las declaraciones de lealtad absoluta a Perón, expresadas incansablemente por la conducción montonera, aun en momentos en que El Viejo castigaba duramente a la organización. Declaraciones y explicaciones incomprensibles que, cuando se profundiza el distanciamiento entre Perón y la organización, confundían absolutamente a la fuerza propia obligando a los cuadros medios a hacer malabarismos para interpretar los argumentos con que la conducción montonera trataba de explicar a Perón. 23. Régis Debray, Ensayos sobre América latina, Era, México, 1968, Pág. 243
Como ya dije, estábamos convencidos de que la lucha armada nos aseguraba la conducción táctica de esa guerra integral de la cual Perón era el conductor estratégico. De todos modos, las expresiones en Cristianismo y Revolución no son tan claras y por momentos pasamos de ser “la vanguardia” o “conducción táctica” a ser simplemente el brazo armado del movimiento: “...ya que nuestra lucha no es más que la continuación armada de la lucha polí- tica del movimiento” (documentos C y R ). De allí que nuestro rol fuera sencillo: “claro que esta maniobra fue montada con la intención de desvincularnos del movimiento popular, para hacernos aparecer al peronismo como algo domesticado, inofensivo y conciliador, negando la existencia de su brazo arma- do ” (documentos C y R ).
La organización tuvo una concepción movimientista, expresada en los primeros documentos, absolutamente acorde con la visión posteriormente explicitada por el conductor estratégico de que las organizaciones armadas peronistas eran “formaciones especiales” del movimiento en su guerra integral. Por lo que es lógico que haya existido por parte de numerosos compañeros la aceptación de que el accionar de la guerrilla pudiera ser utilizado por El Viejo para presionar salidas reformistas. Y además porque, en la práctica posterior, si bien se profundizaron las tendencias militaristas, foquistas y vanguardistas, siempre lo hicieron en referencia al “movimiento” y respetando la conducción de El Viejo, hasta la confusión total. 21 Por lo tanto, ¿Perón también conducía la lucha armada? Es difícil generalizar y asignar a todos los militantes originarios una misma posición en cuanto a la relación con Perón y cómo se lo veía en el futuro. Porque no había en los grupos iniciales demasiado debate en cuanto a nuestra relación con su conducción. Él era el conductor del conjunto y había que hacer todo lo posible para lograr su reconocimiento. Él otorgaba el carné de peronista. Y creo que en principio, los más movimientistas aceptaban ciegamente la conducción directa de Perón. Aunque también hay que señalar que nadie pidió permiso para las acciones principales, y El General, posteriormente “encomió lo actuado”. Pero pese a esta “independencia” inicial, estaba fuertemente instalada en la organización, y así se expresó en los primeros documentos, una concepción movimientista absolutamente acorde con la visión posteriormente explicitada por Perón de que las organizaciones armadas peronistas eran “formaciones especiales” del movimiento en su guerra integral. El tema es complejo, y es para pensarlo, porque es inocultable que la estrategia de la lucha armada foquista implicaba la premisa de que la “conducción del proceso revolucionario debía estar en manos de la vanguardia combatiente”, lo que convertía en inevitable la ruptura con Perón. Quizás por eso la conducción montonera insistió hasta el absurdo en que había una relación de identidad entre Montoneros y Perón al que caracterizaban (pienso que para la gilada) como a un líder revolucionario.22 Pero estos son problemas políticos que se plantearon posteriormente. Para nuestro grupo inicial, “lo político” no era el problema. Nuestras primeras y obsesivas actividades se dirigieron a montar el aparato militar aun a costa de suspender el análisis y la reflexión política. El foco condiciona la construcción política
Nuestro gurú Régis Debray nos decía: “la más decisiva de las definiciones políticas es pertenecer a la guerrilla, a las fuerzas armadas de liberación, por lo que es posible llegar al foco político a partir del foco militar pero imposible llegar al foco militar a partir del foco político ”23.
L UC HA A RM AD A E N L A A RG EN TIN A
22
H IS TO RI A I DEBATES I DOCUMENTOS
Y nadie mejor que nosotros para conformar el foco militar en la medida que no traíamos “compromisos” ni estábamos contaminados por la “politiquería” ya que éramos externos al sistema político y aun al movimiento social. Además, Debray nos enseñaba que “la práctica del foco crea a los dirigentes, a los cuadros del futuro partido y desarrolla hasta el campo teórico del proce- so revolucionario ”.
La lucha armada nos unificó a todos. Puso las cosas en blanco y negro. Se discutió lo concreto para la acción. Se acabó la relación intelectual con la violencia. Se planificó cómo ejercerla. Éramos la continuidad de los héroes de la resistencia. Sentíamos que habíamos terminado con los debates abstractos e inútiles propios de los ámbitos estudiantiles e intelectuales incapaces de transformar la realidad. Partíamos de una simple y clara (un poco maniquea) caracterización del enemigo, por lo que toda discusión sobraba. Bastaban acuerdos muy simples, peronismo (sin profundizar mucho) y lucha armada, para incorporarse a las filas combatientes. En realidad, la lucha armada fue un ordenador de las historias políticas personales de cada uno de nosotros. Porque en el grupo originario cordobés coexistían cristianos sin experiencia ni formación política alguna, militantes que venían del grupo “La Verdad” de Nahuel Moreno, peronistas y otros compañeros que, honestamente, no tengo la menor idea de lo que pensaban, más allá de las simples definiciones mencionadas. Era preferible dos compañeros entrenándose a las seis de la mañana, que treinta discutiendo hasta la madrugada acerca de cuántas hectáreas iban a tener los pequeños productores agrarios después de la reforma agraria cuando tomáramos el poder. Estábamos absolutamente convencidos de que era inaceptable militar políticamente o simplemente plantearse seriamente el problema de la revolución en nuestro país, sin dar respuesta al interrogante de cuál era la estrategia para derrotar el brazo armado de la oligarquía y el imperialismo. Si la lucha armada nos marginaba de las luchas sociales y políticas no importaba, porque el pueblo ya tenía su vanguardia. Había nacido el actor principal y todo debía subordinarse a él. Esto nos llevó a considerarnos elegidos, predestinados, entregados a un accionar central e imprescindible. Ese destino manifiesto y las prácticas clandestinas necesarias para actuarlo, y sobrevivir, se instaló de tal manera entre nosotros que nos marginó de lo político y lo social. Pero ese era el costo. El accionar compartimentado y celular inevitablemente nos iba aislando. No podíamos participar en huelgas o manifestaciones para no ser detenidos y allanados. Que ese tipo de acciones, importantes sin duda, la hicieran otros compañeros menos imprescindibles que nosotros. Un compañero contaba que en esa época, sin participar en las movilizaciones, se entrenaba subiendo a colectivos armado para probar su comportamiento en medio de medidas de seguridad y de la gente. El debate interno también se militarizó
Pero la vida de guerrillero no sólo nos excluyó de la lucha política y social que libraba la sociedad, no sólo nos limitó en la relación con el “afuera”. También limitó el debate político interno en la medida que nos contactábamos sólo con los compañeros del ámbito de pertenencia y para lo estrictamente necesario. Esto se profundizó más aún y el debate interno se congeló. Se suspendió “provisoriamente” la democracia interna y aun las más elementales reglas del llamado centralismo democrático (que era muy centralista y muy poco democrático). Más tarde, en épocas de mayor clandestinidad, esta tendencia al congelamiento del debate político se agravó y sólo se debieron cumplir las líneas generales que bajaba la conducción. Terminaron imponiéndose (en términos generales) L UC HA A RM AD A E N L A A RG EN TI NA
23
H IS TO RI A I DEBATES I DOCUMENTOS
conceptos traídos del ejército burgués como aquél que “las órdenes primero se cumplen y después se discuten”. 24 En realidad a nadie se le ocurría discutir una orden ya cumplida y las llamadas autocríticas posteriores estaban condicionadas absolutamente por la evaluación de la conducción o por el éxito o el fracaso que, en la realidad, había tenido la acción en cuestión. La tarea urgente de la construcción de la organización político-militar no podía ser retrasada: “lo decisivo para el futuro es la apertura de focos militares y no de ‘focos’ políticos”. A los que se oponían les faltaba coraje o eran incapaces materialmente. O no sabían optar por lo primordial, postergando lo secundario, o simplemente eran reformistas incorregibles con intereses espurios.25 Nosotros éramos los sacrificados militantes que dejando las cosas banales de la vida, decidíamos voluntaria y concientemente entregarla por nuestro pueblo construyendo el foco guerrillero. La ecuación era simple y clara. Las condiciones objetivas y subjetivas estaban dadas. Era lícito por lo tanto mostrar mayor poder o desarrollo del que realmente se tenía para atraer y convencer (deslumbrar) a las masas para que se incorporaran. Con el tiempo estas concepciones se agravaron. “Que la victoria era cerca- na, que estaba a la vuelta de la esquina, que el asalto al poder era posible, que el pueblo ya tenía su vanguardia capaz de conducirlo a la victoria”. Lo primero era proteger y fortalecer la orga. Se podía descuidar, aban24. Sin dudas, el militarismo influyó en forma determinante y muy negativamente en la línea política de la organización e hizo aportes sustanciales a la “teoría de los dos demonios”. Con menor fuerza (salvo la insoportable vergüenza ajena) impactó en el género teatral de las tragicomedias payasescas (supuestos“comandantes montoneros” que, disfrazados de milicos y tratándose de usted, con el grado militar adelante, hacían chocar sus tacos en orden cerrado... encerrados en un living de Madrid o París????!!!!). 25. Irónicamente creo que se pensaba más o menos así: como todo el mundo sabe, para ser reformista, hay que ser deshonesto El brillo preclaro de la revolución es tan luminoso que no lo ve quien no quiere verlo. Negar estas verdades, son vacilaciones pequeño-burguesas. 26. Ser responsable de una operación, o participar en un hecho militar importante era un premio y un reconocimiento que nos llenaba de orgullo.
donar o hasta negociar “trabajos o desarrollos políticos” pero jamás atentar contra el fortalecimiento del aparato militar (las infraestructuras como casas, fábricas de armas o granadas pasaron a tener en algunos casos casi más valor que los mismos militantes). Y esta concepción valorativa de “lo militar” condicionó los méritos y castigos. Los más audaces, los más jugados, los más valientes en el combate eran los mejores cuadros, los mas confiables. En términos generales se puede afirmar que ascendía el más audaz, al más fierrero .26 Y los cuadros político-sociales, que tenían niveles de representatividad propios en el movimiento popular eran integrados a las periferia y dependían de “responsables” (aun en sus propias áreas de representación) que eran muchas veces jóvenes estudiantes que habían hecho méritos como audaces combatientes (quizás por que eran temerarios o buenos tiradores). Así, lo que era bueno para la organización era bueno para la revolución. La organización, entonces, comenzó a priorizar sus intereses propios frente a los intereses de la bases o lucha populares. Posteriormente a nuestra disidencia, la dirección negoció luchas fabriles que libraban compañeros de la JTP contra la UOM a cambio de cargos en listas electorales. Esta grave concepción acerca de quién es el actor revolucionario en nuestro país, planteado oportunamente por la disidencia de los Sabinos, fue con el paso del tiempo lo que más gravitó sobre el desarrollo y accionar de Montoneros y las organizaciones guerrilleras en general. En los años siguientes a su lanzamiento, Montoneros, desde la soberbia absoluta, llegó a considerarse el actor sujeto histórico político, predestinado a hacer la revolución. No era la clase obrera ni el pueblo. No eran los organismos de masas. Tampoco el pueblo a través de las organizaciones gestadas en su seno. Era la organización Montoneros que luchaba por y para el pueblo. No desde y con el pueblo. Dentro de esta concepción, era lógica la incorporación de compañeros que hacían trabajos de base al grupo combatiente, abandonando esos desarrollos sociales y políticos. O negociar con la UOM el levantamiento de una huelga fabril que impulsaban compañeros de JTP a cambio de uno o dos lugares en una lista de diputados, que otorgaba más poder político a la organización; u operar militarmente en una zona de conflicto, sin tener en cuenta las consecuencias represivas que caerían sobre la agrupación que, desde años atrás, venía fortaleciendo un grupo de base. O pasar a la clandestinidad dejando al descubierto a todos los compañeros de “superficie”. L UC HA A RM AD A E N L A A RG EN TIN A
24
H IS TO RI A I DEBATES I DOCUMENTOS
Las consecuencias políticas fueron inevitables. La organización, y sus intereses “propios” de pretendida vanguardia, se convirtió en una patrulla perdida, desvinculada totalmente de la realidad y los intereses concretos de la clase obrera y el pueblo. Estas bases conceptuales erróneas, que ya se podían rastrear en los grupos iniciales como el nuestro, se multiplicaron con el crecimiento de la organización. Porque la mayor capacidad de violencia para imponerse permitió realizar acciones-aprietes a través de las cuales la organización se instaló en la agenda política en todos los niveles (desde el apriete o atentado contra el capataz de una fábrica hasta los ajusticiamientos en la política de “continuar la persecución” antes del 25 de mayo de 1973). Con las armas la orga instalaba protagonismo con gran espectacularidad militar dificultando, por ejemplo, en las proximidades de la apertura democrática la participación masiva o el debate de ideas donde pudieran participar la militancia común y el conjunto de la población. Montoneros eligió un accionar funcional a su estrategia militarista y foquista, despreciando las aperturas que posibilitaban abrir brechas democráticas de lucha política con alta participación popular. Elevó las apuestas con la presencia descontrolada de la acción armada, que respondía a los intereses políticos y militares propios del aparato montonero.27 Pretendió ser el árbitro, la autoridad dueña del poder de la violencia que dirimía los conflictos políticos, reemplazando la lucha popular, impidiendo a los sectores populares desarrollar sus propias experiencias, sus propios dirigentes, sus propias organizaciones y sus propias victorias y derrotas. Intentó apoderarse del monopolio de la fuerza (no de la política), en una disputa con el otro aparato de las fuerzas armadas, y esto dejó al conjunto del pueblo como aterrado espectador sin posibilidad de participar ni opinar. Espero que esta mirada crítica nos permita acercarnos a la comprensión del proceso por el cual amplios sectores de nuestra sociedad (para no pensarse a sí mismos y liberarse de culpas), adoptaron la perversa “teoría de los dos demonios” que hoy cuesta tanto combatir. Quizás ese sea el único valor de líneas, de este intento de mirada crítica. De tratar de exponer estos retazos de historia militante para analizarlos. Porque tengo la sensación que le debemos una explicación más seria que la apologética, difundida y defendida hasta ahora, a los amplios sectores populares con los cuales compartimos largos años de lucha. Es con ellos que debemos tratar de comprender el pasado y tratar de construir el futuro. Pero para ello, humildemente, tenemos que desmontar mitos y consignas y revisar, hasta poder explicarlo por qué tanto amor, tanto compromiso, tanta valentía, tanta entrega terminó en una brutal derrota que hoy nos duele hasta la sangre y en la que perdimos a nuestros hermanos mas queridos que hoy, como siempre, están entre nosotros. Porque para no reincidir en los errores, para construir nuestro futuro como pueblo, no alcanza con absolver o condenar. Creo que lo importante es comprender. L UC HA A RM AD A E N L A A RG EN TI NA
25
H IS TO RI A I DEBATES I DOCUMENTOS
27. Hay elementos suficientes que permiten afirmar que desde la lógica militarista (modelo de lucha simple y conocido por la organización) se llegó hasta a desear el golpe militar que simplificara y radicalizara el proceso político (“lo bueno es lo malo que se está poniendo” y otras barbaridades por el estilo producto de esta concepción errónea).
-2 -C -E No hay estudios específicos sobre las fracciones del PRT. El autor describe el surgimiento de una de ellas, el ERP-22 de Agosto, y reconstruye su desarrollo como posible expresión de elementos nacional-populistas del grupo originario.
*Sociólogo-UBA y Centro Cultural de la Cooperación.
1. En otro trabajo hemos analizado al PRT como producto de una tensión entre la Nueva Izquierda y la Izquierda Tradicional. Cfr. Weisz, Eduardo, El PRT-ERP: Nueva Izquierda e Izquierda Tradicional. Centro Cultural de la Cooperación, Cuaderno de Trabajo Nº 30, Buenos Aires, 2004.
En los últimos meses de 1972 surgió en el Partido Revolucionario de los Trabajadores (PRT) una fracción que, ya separada del partido y constituida en organización independiente, haría su aparición pública el 8 de marzo de 1973. Ese día, tras haber secuestrado al director del diario Crónica, Héctor Ricardo García, el ERP-22 de Agosto publicará una solicitada en dicho medio llamando a votar por la fórmula peronista de Cámpora y Solano Lima en las elecciones que se realizarían tres días después, el 11 de marzo. A pesar de que en los meses subsiguientes el “22” –como se lo llamaba– mostraría una capacidad operativa y un peso político relativamente importante, el surgimiento de esta organización y su posterior desarrollo no es casi mencionado en la bibliografía sobre el período, y apenas recibe, como veremos, alguna mención en los trabajos específicos sobre el PRT. Sin embargo, más allá de la importancia histórica del ERP-22 de Agosto, el surgimiento de una corriente dentro del PRT con la política de “acompañar la experiencia del movi- miento obrero peronista” presenta la oportunidad de analizar los puntos de encuentro y de desencuentro entre el marxismo-leninismo –clasista e inter nacionalista– con el que se embandera esa organización, y las tendencias más generales de la época y de la llamada Nueva Izquierda. En un momento en el que el peronismo concita un fervor de enormes dimensiones y que las posiciones más radicales parecen tener un creciente peso en su interior, la mayoría de las organizaciones seguirán, apoyando a Cámpora, las tendencias mayoritarias de la sociedad. El proceso que analizamos aquí permite profundizar sobre la especificidad del PRT-ERP, y este artículo tiene parcialmente este sesgo.1 Si bien las rupturas en la historia del PRT repiten en general las formas en las que éstas se dan en la izquierda tradicional –documentos escritos y acusaciones cruzadas de toda índole–, resulta llamativa la falta de documentos en el proceso de ruptura del ERP-22 de Agosto. Por ello, hemos debido basarnos especialmente en entrevistas, en el marco de las dificultades inherentes al uso
L UC HA A RM AD A E N L A A RG EN TIN A
26
H IS TO RI A I DEBATES I DOCUMENTOS
de la historia oral en un contexto en el que los entrevistados son sobrevivientes de un crimen como el perpetrado sobre esa generación de activistas y militantes. Queremos recordar aquí especialmente a uno de ellos, G. –dirigente del ERP-22 de Agosto–, quien colaboró con esta investigación a la vez que, tras muchos años de exilio, se reencontraba con su propia historia. G. murió de cáncer a comienzos de 2004. 2
I) Condiciones de emergencia 1. El PRT y la apertura del proceso democrático. Los análisis que el PRT realiza sobre la apertura democrática presentan problemas que exceden largamente los propósitos de este artículo. Sí nos interesa mostrar qué dinámica se prevé para este proceso de democratización, pues está íntimamente ligada al surgimiento del “22”. A partir de marzo de 1971, como consecuencia del proceso de movilización con centro en Córdoba, el régimen militar iniciado en 1966 por Onganía entraba con Lanusse en su etapa final, destacándose su intento de encausar por la vía electoral el ascenso de masas abierto con el Cordobazo en 1969. En un primer análisis el PRT considera la asunción de Lanusse como un golpe palaciego, que no podría generar cambios importantes y tampoco despertar expectativas. Ya en abril, en la reunión del Comité Ejecutivo se comienzan a visualizar los cambios en la situación política. Allí se plantea que la dictadura está llegando a su término, producto de la movilización de las masas: “La posibilidad
de la concreción en un futuro inmediato de un vuelco masivo del proletariado a la guerra revolucionaria, liderada por esa vanguardia forzaron a las Fuerzas Armadas a dar el golpe que liquidara la política de Levingston, simple conti- nuación de la de Onganía, para intentar una nueva salida”.3 En este marco se habla de una “farsa electoral” por parte del gobierno para “ poner un freno a las movilizaciones de las masas y aislar de éstas a la vanguardia armada” . Esto no implica para el PRT que las masas v ayan a seguir esta política, especialmente dada su situación económica. Por el contrario, como consecuencia de esa situación, los sectores populares se movilizaron fuertemente y favorecieron las condiciones para el desarrollo de la organización. Estos lineamientos se mantendrán hasta marzo del 73. En cuanto a las elecciones específicamente, el PRT sostiene en el documento de abril que no debe mantenerse una actitud pasiva y que si bien la estrategia es “romper las elecciones, demostrar que son sólo una farsa” , según la situación esto puede hacerse mediante el boicot o mediante la participación. Santucho deberá insistir reiteradas veces sobre estas dos formas de intervención posible; sin embargo, también como parte de los problemas de funcionamiento que tendrá el PRT durante el año 72, la táctica electoral no se resolverá claramente, como veremos. El otro aspecto que caracterizará los análisis del PRT tiene que ver con las expectativas de que las masas se desilusionen con el viejo líder y avancen a posiciones revolucionarias. Es ésta una constante en los análisis de Santucho, que implica –aunque sin sistematizar– una concepción de cómo se constituyen los idearios y las lealtades políticas, aspecto sobre el que volveremos en la parte final, pero que es de enorme importancia para entender el surgimiento del “22”. Una de las estrategias sostenidas –no sin dificultades– por el PRT en este período son los Comités de Base (CdB). En la reunión del Comité Ejecutivo de mayo del ‘71, se definiría la política de conformar CdB amplios para preparar la intervención “contra la farsa electoral y por un programa predominante- mente democrático.4 Sin embargo, pese a la insistencia de Santucho,5 la orga-
L UC HA A RM AD A E N L A A RG EN TI NA
27
H IS TO RI A I DEBATES I DOCUMENTOS
2. Al igual que con en el resto de los entrevistados respetamos su voluntad de cómo aparecer nombrado. 3. Resoluciones del Comité Ejecutivo de abril de 1971. En De Santis, Daniel, A vencer o morir. PRT-ERP documentos. Eudeba, Buenos Aires, 1998. p. 263. 4. Con este criterio amplio describe Santucho los Comités de Base propuestos en una carta a Sayo –su compañera– escrita en septiembre desde la cárcel. Seoane, María, Todo o nada, Planeta, Buenos Aires, 1997, p. 141. 5. Cfr. por ej. el editorial de El Combatiente Nº 70, julio de 1972.
nización de CdB no parece haber tenido la respuesta esperada en muchas regionales. El Comité Central (CC) había designado un responsable para centralizar esta política, Cacho Ventricci. Será éste el único miembro del CC que se irá con el “22” y, como veremos, la política de los CdB tendrá cierta afinidad con lo que luego se propondrá la nueva organización. Ventricci, nacido en 1943, había sido presidente de la Juventud Peronista de Tres de Febrero, en el Gran Buenos Aires, y activista sindical en una lista opositora a la dirección del gremio de la Alimentación, en Nestlé. Allí conoció al Indio Bonnet, quien lo incorporó al PRT en 1967, al participar ese año como delegado en el III Congreso de la organización. En el V Congreso (1970) fue elegido miembro del CC, y luego del Buró Político. En septiembre de 1971 es enviado a Cuba como responsable de un grupo de militantes que viaja a recibir entrenamiento. A su regreso, será destinado a la regional Buenos Aires, constituyéndose allí uno de los núcleos embrionarios del ERP-22 de Agosto. 2. El PRT frente al peronismo . Según Irma Antognazzi, en el PRT parecían convivir dos líneas, una “nacional y patriótica” y la otra “ por el socialismo y anticapitalista” .6 Esta idea cobra mayor peso al analizar el FRIP, la organización fundada en 1961 por los Santucho y que confluiría con el morenismo para fundar cuatro años después el PRT. Como señala Pozzi, el grupo fundado en Santiago del Estero “distaba mucho de manifestarse ‘de izquierda’ o marxista, o anticapitalista. Antes bien, se definía como nacional y antiimperialista ...
Como parte de eso, abrevaba en los revisionistas argentinos, principalmente Juan José Hernández Arregui y Arturo Jauretche”. La visión de la Revolución Cubana, agrega Pozzi, les llegaba de la mano de John William Cooke.7 También se manifiesta esta tensión cuando “durante la década de 1980 muchos de los sobrevivientes se alejaron del marxismo internacionalista para adoptar postu- ras cada vez más nacionalistas ”.8 6. Cfr. Antognazzi, Irma, La lucha armada en la estrategia política del PRT-ERP (1965-1976). En Razón y Revolución Nº3, Invierno de 1997. Reedición electrónica, Julio de 2001. Buenos Aires, 2001, p. 19. 7. Pozzi, Pablo, Por las sendas argentinas ... El PRT-ERP. La gue rrilla marxista. Eudeba, Buenos Aires, 2001, pp. 45 y ss. 8. Ibídem: p. 413. 9. De Santis, Daniel (comp.), el PRT-ERP y el peronismo. Documentos, Nuestra América, Buenos Aires, 2004, p. 11. 10. La polémica completa puede consultarse en Baschetti, Roberto, Documentos (19701973). De la guerrilla peronista al gobierno popular, De la Campana, La Plata, 1995, p. 145-214.
Tanto en los orígenes de la organización como en la evolución ulterior de algunos militantes existen concepciones nacionalistas, ancladas en autores determinantes del andamiaje ideológico de la izquierda nacional y de los Montoneros en particular. Resulta por lo tanto decisivo para entender el surgimiento del “22” las posiciones que el PRT desarrolló frente al peronismo, a los fines de clarificar si existían en éstas irresoluciones que pudieran aclarar las posiciones que desarrollará la fracción. En este sentido, nos limitaremos aquí al documento más importante que produjo el PRT al respecto, el que según De Santis constituía “una lectura
imprescindible en la formación política de los militantes de la organización al punto de convertirse en un clásico de la literatura partidaria”.9 Dicho documento se originó en una polémica entre militantes del PRT y las FAR en 1971, en la que estos últimos, reivindicando al marxismo como marco teórico, sostenían su apoyo al peronismo. Carlos Olmedo, dirigente de las FAR, intervino en la polémica con un largo documento.10 Sus argumentos pueden sintetizarse en tres ejes: a) la necesidad de partir de la ideología existente en la clase obrera, b) la separación entre la base obrera y los burócratas del peronismo, y c) la necesidad de partir de un estudio de la historia nacional para entender la realidad argentina. La respuesta a Olmedo apareció en los números 56 al 59 de El Combatiente , entre marzo y junio de 1971, y se reimprimió en agosto de 1971 y en sucesivas ediciones como folleto independiente titulado El Peronismo. El autor fue Luis Ortolani –bajo el seudónimo de Julio Parra–, quien provenía del morenismo, y los conceptos no difieren centralmente de lo elaborado al respecto por Moreno. El peronismo es visto aquí como un gobierno bonapartista con relativa independencia, apoyado en la clase obrera a la vez que ejerciendo su control sobre ella. Para ésta, proveniente del interior y sin experiencia política, el peronismo representaría una primera etapa en la formación de su conciencia, por
L UC HA A RM AD A E N L A A RG EN TIN A
28
H IS TO RI A I DEBATES I DOCUMENTOS
Solicitadas aparecidas en los diarios La Razón y Clarín en 1973, convocando a la unidad y a la defensa de los postulados revolucionarios.
“sin llegar a tomar aún conciencia de sus objetivos históricos comienza a reconocerse como clase, como un conjunto de personas unidas por los intereses comunes y enfrentando a otro conjunto de personas, a otra clase, por esos mismos intereses” .11 Este avance, sin embargo, es sólo un primer medio de la cual
paso que está lejos de permitir una perspectiva política para la clase. Las distintas corrientes que intentaron organizar dentro del peronismo una fuerza que respondiera a los intereses obreros de las bases tuvieron el mismo resultado: “el fracaso; la imposibilidad de estructurar una auténtica corriente pro- letaria dentro del peronismo” .12 Al analizar la relación entre la Resistencia y las organizaciones armadas peronistas, se señala que mientras que en la primera la ideología burguesa era el aspecto dominante, las segundas son hijas del nuevo ascenso de fines de los 60: “los militantes peronistas al hacer uso de la violencia, están utilizando el
método más revolucionario posible, pero en función de un objetivo que no tiene nada de revolucionario, como es la vuelta de Perón y la reconstitución de su gobierno burgués que intente la conciliación de clases”. 13
Sin embargo, al tomar el retorno de Perón como punto de partida para transformar revolucionariamente el régimen social, estas organizaciones se verían, en el caso que avanzara el Gran Acuerdo Nacional, “ante la dramática alter- nativa de dejar las armas o dejar de ser peronistas”.14 Esto se explica a partir del rol que vendría a desarrollar Perón: “una vez más como el freno de la lucha revo- lucionaria, en este caso, concretamente, de la guerra revolucionaria” .15 También aquí el énfasis estará puesto en la creciente ruptura de las masas con el peronismo, una etapa “ que comienza a ser superada por la nueva
11. El Peronismo. En De Santis, Daniel, A vencer o morir. PRT ERP documentos,Eudeba, Buenos Aires, 1998, p. 233. 12. Ibídem, p. 243 13. Ibídem: p. 249 y ss.
generación proletaria, la que tiende a asumir su propia ideología de clase, el marxismo-leninismo”.16
14. Ibídem: p. 252
Ortolani asociará el tránsito de sectores de la pequeña burguesía hacia el apoyo al peronismo con la política de entrismo llevada a cabo por el morenismo desde finales de los 50 y hasta establecer la relación con los hermanos Santucho. Cabe señalar al respecto la interpretación del surgimiento del “22” que hará en 1990 Amílcar Santucho, al frente de un pequeño grupo denominado PRT: “El que se denominó ERP 22 propugnaba un apoyo incondicional al
15. Ibídem: p. 257.
peronismo en los comicios programados, en un intento de ‘entrismo’ que ree- ditaba prácticas del ‘morenismo’ desechadas por el PRT en su II Congreso”.17 Si bien el análisis de Amílcar Santucho parece estar determinado por el ansia de descalificar al “22” –incluso inventándole una supuesta incondicionali-
L UC HA A RM AD A E N L A A RG EN TI NA
29
H IS TO RI A I DEBATES I DOCUMENTOS
16. Ibídem: p. 256, ó cfr. la misma idea en p. 258. 17. Dirección del Partido Revolucionario de los Trabajadores, Historia del PRT. Editorial 19 de Julio, Buenos Aires, 1996, p. 34.
dad hacia el peronismo– nos permite trazar una relación entre el tránsito hacia el peronismo que realiza una generación de, en general, sectores medios y el de los militantes que formarán el “22”, por lo que volveremos sobre este aspecto. 3. La situación interna del PRT . Es importante destacar la situación particularmente crítica que se desarrolla en la regional Capital de donde en parte surge el “22”. Un elemento que pone de manifiesto la situación del PRT PRT en el año 72 es el contraste entre la cantidad y dimensión de las operaciones militares realizadas y la escasa periodicidad de su órgano central: El Combatiente; en todo el año aparecerán solamente siete números. También resulta notorio que entre octubre de 1971 y diciembre de 1972 no se haya reunido el Comité Central de la organización, máxima instancia de dirección entre congresos que supuestamente debiera reunirse una vez al mes. En una sociedad en la que según estudios de la época cerca de la mitad de la población justificaba las acciones guerrilleras, el PRT-ERP PRT-ERP comenzó a tener una importante influencia y a crecer numéricamente en militancia. A fines de 1971, una encuesta de IPSA arrojaba datos relevantes para entender este aspecto: el 45,5% justificaba la violencia guerrillera en el Gran Buenos Aires y esa cifra se elevaba al 51% en Rosario y al 53 % en Córdoba.18 En una entrevista, G. nos manifestó que el rédito del PRT provenía de sus acciones militares, y que incluso el trabajo del partido en las fábricas estaba determinado por lo que los traba jadores jadores conocían conocían de las operacione operaciones s del ERP a través través de los diarios. diarios.19 Si bien la preponderancia de la actividad militar, problema decisivo en la ruptura con Moreno, tiene sin duda un hito en el V Congreso, es insoslayable el salto que este proceso da a fines del 71 y en el 72. Juan Cacho Ledesma, cooptado al Comité Central en diciembre de 1972 y en 1975 votado al Buró Político, se refirió en estos términos a lo que generó el V Congreso: “se abandona lo que había sido la herencia hasta ese momen-
18. Cfr. De Riz, Liliana, La Liliana, La política política en suspenso. 1966/1976, Paidós, Buenos Aires, 2000, p. 102. 19. Entrevista a G., agosto de 2002, Buenos Aires. 20. La entrevista a Cacho Ledesma fue realizada por Daniel De Santis en La Plata en enero de 1998; agradecemos que nos haya permitido su uso. 21. Cfr. Mattini, Luis, Hombr Luis, Hombres es y Mujeres Mujeres del del PRT-ERP PRT-ERP,, De la Campana, La Plata, 1995, pp. 178 y ss. 22. El 22. El Combati Combatiente ente Nº 271. Citado en Mattini, Luis,
to, del partido, o sea ese militante bien ligado a las masas, bien ligado a la lucha política de las masas, no hostil a la lucha armada, sino propenso a la lucha armada pero con toda una formación, una cultura de trabajo y de des- arrollo y de construcción política ligado a la gente (...) un montón de compa- ñeros que eran dirigentes de masas, sindicales, no se les da pelota, se los deja de lado. (...) Nosotros de dirigir la FOTIA –durante los años 65, 66, 67 y 68 sabíamos hasta los puteríos ínfimos de la FOTIA, no había nada que se nos escapara–, en el 70, después del V Congreso, los compañeros de la dirección no tenían idea de quién dirigía la FOTIA (...)¿Qué es lo que forma el V Congreso?, también un militante multilateral, pero dentro de esa multilatera- lidad, unilateral, porque solamente era multilateral en lo militar ... ...” .20
Las “desviaciones militaristas” del 72 serán incluso reconocidas por la dirección autocríticamente a finales de ese año. Nos parece pertinente, aunque insuficiente, la afirmación de Luis Mattini, para quien ambas fracciones –Fracción Roja y ERP-22 de Agosto– se desarrollaron “en el campo fértil del año de militarismo”.21 Si esta es la situación de la organización en conjunto, en Buenos Aires se le agregan problemas particulares. Luis Pujals había sido enviado a la regional Capital después del V Congreso, siendo su responsable militar y político hasta su desaparición en septiembre de 1971. Proveniente del morenismo, Pujals era, según El Combatiente, “el baluarte principal principal contra las desviaciones mili- 22 taristas”. Como consecuencia de su desaparición, la organización envió varios cuadros desde Rosario y otras zonas, entre ellos a Osvaldo Tordo Debenedetti, para la dirección del Comité Militar de Capital. Según Mattini, “el
op.cit., p. 107.
Comité Central designó un ‘Comité Interventor’ ... Fue como una especie de ‘Golpe de Estado’ sobre la regional”.23 Pocos meses después, a la vuelta de su
23. Mattini, Luis, op.cit., p. 112.
viaje a Cuba, Cacho Ventricci tomará la responsabilidad política de la regional.
L UC UC HA HA A RM RM AD AD A E N L A A RG RG EN EN TI TIN A
30
H IS IS TO TO RI RI A I DEBATES I DOCUMENTOS
“Había mucha gente afuera, muchas bajas, mucha gente presa, por lo tanto hubo un bajón en la elaboración política. Nosotros en zona Norte y Capital que- ríamos trabajar sobre los obreros industriales . Los compañeros de Rosario que- rían trabajar sobre los sectores más marginales. Cuando el Tordo, que tenía esa posición en Rosario, vino a Capital –yo estaba en Cuba– destrozaron la regio- nal. Teníamos el FATRAC, que era impresionante como fuente de difusión, de captación, de información, de apoyo logístico. (...) Lo destrozaron al trabajo. No tenían experiencia política, el Tordo tampoco, era estudiante en Rosario. Quisieron aplicar un plan de proletarización forzada, los quisieron sacar a com- batir a la calle sin prepararlos políticamente. Robi mismo se dio cuenta de eso, perdíamos el apoyo que teníamos en varios sectores a partir de tipos muy gros- sos. Cuando llegué de Cuba me instalé en lo de Daniel Hopen y empezamos a reorganizar todo el frente, yo planteé que había que mantenerlo, luchar para mejorarlo. Pero ya era tarde, igual se rescató bastante, el frente siguió funcio- nando. Baxter estaba también en la dirección, el Indio Bonnet preso, el Flaco Pujals ya no estaba. Estaba muy golpeada la regional y vinieron estos compa- ñeros a instalarse a Buenos Aires. (...) En Capital había trabajos pero la mayo- ría lo transformaron en comandos militares. Quedó muy desarticulado. Con la llegada de estos compañeros quedó muy mal todo. Cuando empezamos a rees- tructurar FATRAC, empezamos una discusión. Había muchos cuestionamien- tos de los compañeros .24 Junto al Tordo , en el Comité Militar estaba también Victor Gallego Fernández Palmeiro.25 Según María Seoane, “ambos con escasa experiencia política y sobre todo muy inclinados a multiplicar las acciones guerrilleras .” .”26 Durante éstos y los meses siguientes, la organización de conjunto y la regional en particular –para Mattini “la gran víctima del foquismo urbano”–27 se caracterizarán por una intensa actividad militar.
24. Entrevista a Oscar Ventricci, octubre de 2002, Buenos Aires. 25. Victor Fernández Palmeiro había militado en el PC y luego en el PCR antes de entrar al PRT. En febrero de 1972 había logrado escapar de la cárcel cambiando sus ropas con su hermano durante una visita. Miembro de la dirección militar de Capital, participa del operativo de la fuga de Rawson, retornando al país
II) Surge el ERP-22 de Agosto
en febrero de 1973, e incorpo-
1. Diferencias políticas y organizativas . En la segunda mitad del año 1972,
los Montoneros comenzaron a ganar un importante apoyo popular, motorizado por un giro estratégico estratégico en su política política de masas. Como señala señala Gillespie: Gillespie: “Sin abandonar totalmente la lucha armada, manteniéndola para indicar a los gene- rales lo que podían esperar si se suspendían las elecciones anunciadas, orienta- ron entonces sus energías hacia una labor de masas en la campaña para el retor- no de Perón y después en la propia campaña electoral”.28 De este modo, los Montoneros pasaron en pocos meses a ser actores fundamentales de la situación política, centralmente a través de la Juventud Peronista. Apoyados explícitamente por Perón los Montoneros se convertirían en los protagonistas indiscutibles de la campaña electoral del FREJULI. Todo coad yuvaba a que la juventud radicalizad radicalizada a interpretara interpretara al peronismo peronismo como el sujeto político indudable de la revolución. La necesidad de Perón de mantener la presión sobre el régimen militar y la consecuente ambigüedad de su discurso, incentivaban a amplísimos sectores populares a percibir que estaban a punto de transformarse, de la mano de su líder, en protagonistas de la realidad argentina. Pero esa misma ambigüedad estaba al servicio de una salida ordenada del régimen militar, militar, así como de un progresivo encorsetamiento del proceso de movilizaciones en la medida en que se afirmaban los acuerdos con el régimen militar y se aproximaban las elecciones y un gobierno peronista. El PRT-ERP denunciará los 10 puntos propuestos en octubre por Perón Perón a la dictadura, como “la confirmación lisa y llana de que Perón está al servicio de la burgue- sía y del imperialismo, que ha traicionado hasta a los peronistas ”. ”.29 Perón, sostenían, “está negociando la sangre de los caídos (...) está al servicio de los explotadores, de la contrarrevolución”.30 Estos señalamientos complejizaban el trabajo político en momentos en los
L UC UC HA HA A RM RM AD AD A E N L A A RG RG EN EN TI TI NA NA
31
H IS IS TO TO RI RI A I DEBATES I DOCUMENTOS
rándose a la dirección del “22”. El 30 de abril de ese año muere baleado tras atentar desde una motocicleta contra el Contralmirante Hermes Quijada, Jefe del Estado Mayor Conjunto al momento de la masacre de Trelew. 26. Cfr. Seoane, María, op.cit., p. 144. 27. Mattini, Luis, op.cit., p. 128. 28. Gillespie,Richard, Soldados de Perón. Los Montoneros, Grijalbo, Buenos Aires, 1998, p. 152. 29. PRT: Un Plan contra el Pueblo Pueblo.. Volante de Noviembre de 1972. 30.- ERP: El ERP: El ERP y los 10 puntos puntos del Gral. Perón. Volante de noviembre de 1972.
que el retorno de Perón suscitaba las mayores expectativas. Es en este marco en el que surgen las discusiones dentro del PRT con los militantes que romperán. Con la llegada de Ventricci, comenzaba a desarrollarse en la regional de Capital un amplio trabajo alrededor de la política de CdB. Esta orientación será eficazmente desarrollada en La Boca, Dock Sud, Isla Maciel y Bajo Flores, abriéndose locales en los que se realizaban actividades actividades organizadas con los trabajadores de la cultura que habían animado el FATRAC. Exposiciones de cuadros, clases de música, espectáculos de mimo, charlas, actos de homenaje al Che, comenzaron a dar vida a la actividad de estos Comités con un criterio amplio de participación. Según Ventricci: “Había peronistas de izquierda, católicos, marxistas, anarquistas. No eran exclusivamente de izquierda, había hasta curas”.31 Esta orientación no estaba sin embargo generalizada en la organización. Es necesario señalar al respecto las dificultades del partido en esta etapa, devenidas de la clandestinidad y la cárcel de muchos de sus principales dirigentes. La comunicación interna era asimismo muy escasa. “Había una espe-
cia de mensajeros que transmitían mensajes de los compañeros de dirección. Cada uno le metía por el lado que más le parecía o que más facilidades encon- traba. Por eso se había hecho en Capital, el desastre con el FATRAC y el mili- tarismo. (...) Desde el punto de vista militar se hicieron operaciones fabulo- sas... pero también era la línea organizar CdB. Yo tenía esa responsabilidad a nivel nacional, y se hacía; se hacía en Córdoba, en Rosario, norte de Buenos Aires, supuestamente en Tucumán.” 32 La ausencia de reuniones del Comité Central no permitió tampoco centralizar experiencias y profundizar la orientación. Al profundizarse las diferencias, en el marco de la desorganización reinante, Ventricci planteó dejar de participar del Buró Político, y no tendría más contacto con la dirección de la organización hasta varios meses después, con la vuelta de Santucho de Cuba hacia fin de año. Este último, desde la cárcel, había señalado la necesidad de oponer candidatos obreros a los de la burguesía, línea que ya había sido planteada en marzo del 71, coincidente por otro lado con la línea que había tenido el PRT antes de romper con Moreno. Sin embargo, en el marco de la nueva situación política y frente a los resultados que se estaban logrando en la experiencia de CdB en Buenos Aires, esta orientación comenzaría a ser resistida por Ventricci Ventricci primero, y más tarde por el resto de los militantes de la regional. Citamos extensamente a Ventricci para apreciar las diferencias que se desarrollan en relación con esta situación: “Los
32. Ibídem.
documentos políticos decían que las masas estaban rompiendo con Perón, pero las masas cuando tiene que movilizarse lo hacen con Perón, cuando tiene que manifestarse electoralmente, lo hacen con Perón. Vos ante eso ¿qué haces? te lo pasas por las bolas, o tenés una política acorde con eso... Esa discusión no la pudimos dar. Yo lo discutí con Gorriarán, con Robi, pero extraoficialmente extraof icialmente y ya con todo el quilombo armado. En los barrios que estábamos la gente feste- jaba la vuelta de Perón. (...) La gente lo veía como un triunfo. La que se que- jaba era la oligarquía. Nosotros queríamos que se reconozca como un triunfo del pueblo. (...) Nosotros pensábamos que eso se podía utilizar desde el punto de vista revolucionario, para penetrar, para desarrollarnos, no disfrazarnos de peronistas para nada (...) La comprensión del peronismo no pasa porque Perón era un militar burgués. Si entendés así el peronismo estás hasta las pelotas. No comprendés el fenómeno de masas que era. Nosotros fuimos a Ezeiza con dos, tres millones de tipos, cobijados en el seno del pueblo. Si esa no es la forma de luchar, ¿cuál es? ¿Salir a la madrugada en el baúl de un coche? Cuando se ana- liza el peronismo a partir de las concepciones de Perón se meten en un fárra- go.(...) No le tengo personalmente ninguna simpatía pero tengo en claro la importancia que tenía para el pueblo”.33
33. Ibídem.
En este testimonio se expresa cabalmente una posición central para entender la ruptura; pero es, sin embargo, sólo una parte del proceso de sur-
31. Entrevista a Oscar Ventricci, Octubre de 2002, Buenos Aires.
L UC UC HA HA A RM RM AD AD A E N L A A RG RG EN EN TI TIN A
32
H IS IS TO TO RI RI A I DEBATES I DOCUMENTOS
gimiento de la fracción, y en el que Ventricci tiene un claro protagonismo. Pero por otro lado, con centro en el Comité Militar de Capital, comienzan a desarrollarse críticas al funcionamiento de la organización y a aspectos de la actividad militar. Estos aspectos no están desligados de la intervención a la regional, pero no se basan en la relación de la organización con sectores peronistas, o con el trabajo entre intelectuales, sino que con el funcionamiento interno. Estos son los ejes excluyentes del documento que escribe el Comité Militar de Capital en el Boletín Interno, según se desprende de la respuesta a esa minuta hecha por la regional Córdoba.34 Según esta respuesta, el CM de Capital se arrogaría “operaciones militares como elementos de presión para ... erigirse en los salvadores del Partido” . La respuesta cita partes de la minuta d e Capital, en la que se sostiene que “la actual dirección del Partido no goza de la confianza de los militantes del frente (...) La dirección está totalmente aislada de las bases. (...) La línea impuesta proviene de las cartas de los que están adentro y (...) las ideas de los Comités de Base son ideas de Rawson”.35 También se cita de la minuta de Capital la crítica a la forma del operativo de Rawson, con la que estaban en desacuerdo, aunque hubieran participado del mismo por disciplina. Para el CM de Capital, “Los compañeros de aden- tro y de afuera [del penal, E.W.] son, en parte, miembros de una ‘familia’ a la que no se admite al conjunto de los militantes. (...) una dirección vertical tam-
bién utiliza a los cuadros y militantes como simples peones de tareas, nunca como constructores parciales de un edificio común”. 36 Los militantes de Córdoba caracterizan las posiciones de esta minuta como producto de “lastres burgueses” y solicitan que, de no autocriticarse, se los separe como militantes.
La minuta del Comité Militar refleja entonces una preocupación en este organismo de otro orden, que jugó un rol central en la formación de la f racción y surgió independiente al proceso que hasta ahora describimos.37 En la entrevista con G., éste señaló que en un comienzo lo que fraccionó a la regional Capital fueron las actitudes burocráticas de la dirección, siendo posteriores las diferencias políticas en relación con las elecciones.38 Esto parece haber sido así para el Comité Militar, que asumió posteriormente las diferencias políticas que venía desarrollando Ventricci en relación con el trabajo hacia las masas. En un testimonio recogido por Marta Diana, el problema de método aparece para una militante como la única razón de la ruptura. Así, Negrita señala: “Conocí gente del PRT-ERP y entré por un corto tiempo. Pero yo no acepto
34. “Minuta de la Regional Córdoba sobre la Minuta del Comité Militar de Capital”. En Boletín Interno No. 31, 2 de Octubre de 1972. No hemos tenido acceso a la minuta que originó la respuesta. 35.- Boletín Interno No. 31, 2 de octubre de 1972. p. 9. 36. Ibídem. p. 9 y ss. 37. Según la investigación de Anguita y Caparrós, estando en Cuba después de la fuga de Rawson, Santucho discute con Fernández Palmeiro sobre las posiciones frente al peronismo, teniendo ya en ese momento Fernández Palmeiro las posiciones que desarrollaba Ventricci. De ser así, el Comité Militar de
el verticalismo. Cuando pedía o intentaba dar una explicación y me cortaban con ‘es una orden’, me rechiflaba y no lo aceptaba. Junto con otros compañe- ros nos fuimos o ‘nos fueron’ en el 72, por diferencias de método y estructura. A partir de ese momento integramos la fracción denominada ERP-22 de Agosto”.39 Negrita no hace siquiera mención a diferencias sobre la política
Capital al que pertenecía el
frente al movimiento de masas. El relato del proceso de fraccionamiento hecho por G., ya mencionado, señala entonces estas etapas: “... la semilla, la idea, de irse ya está desde que
tendemos a dudar. Anguita,
muere Pujals, ya está la mentalidad ‘nosotros’ y ‘ellos’, y de parte de ellos tam- bién. Cuando vas a intervenir a alguien está la idea de que son otros, ‘vamos a sacarlos de sus desviaciones’. Por no provocar rupturas, después por debilidades por la represión, hasta Trelew se mantiene la situación así. El diálogo lo tenías muy en confianza entre nosotros, y con ellos formal. No había fundamentos polí- ticos hasta Trelew, algunas cosas muy suaves que tienen que ver con problemas de métodos, no había algo político detrás, no había tácticas diferentes”.40 Del testimonio de Ventricci puede seguirse también la relación entre estos dos orígenes del fraccionamiento: “En Capital no se sabía quién era yo, no cono-
cían mis posiciones, el Boletín Interno llegaba cuando llegaba y a quien le llega- ba. Cuando me reuní con Robi no había hablado con la mayoría de los militantes de base de Capital. Si con el Comité Militar que ya decían que se iban a la mier- da, y nos pusimos de acuerdo. El Gallego me decía después que estaba harto de L UC HA A RM AD A E N L A A RG EN TI NA
33
H IS TO RI A I DEBATES I DOCUMENTOS
Gallego podría haber tenido estas posiciones ya antes del operativo, es decir, antes de mediados de agosto, cosa que Eduardo y Caparrós, Martín, La Voluntad. Una historia de la militancia revolucionaria en la Argentina. 1966-1973, Norma, Buenos Aires, 1997, pp. 627 y ss. 38. Entrevista a G., realizada en agosto de 2002, Buenos Aires. 39. Diana, Marta, Mujeres guerri lleras, Planeta, Buenos Aires, 1997, p. 170. 40. Entrevista a G., ya citada.
haber hecho tantos años gorilismo en el PC como para seguir haciéndolo. (...) El Comité Militar fue asimilando el problema político, pero no era la base de su dis- crepancia. Había algunos que venían del peronismo y todos comprendieron rápi- damente cómo era el problema político. Muchos eran muy fierreros y si seguía- mos peleando estaba todo bien. El tema de cómo trabajar con el peronismo lo tomaron. El Gallego era del Comité Militar, tuve varias reuniones con él. Él tenía formación del PC y no planteaba el problema del peronismo. Tenía discrepancias muy grandes con la improvisación que se hacía en lo militar, en los temas de seguridad. Pero no planteaba el aspecto político”.41 Un militante que se iría con el “22”, Guillermo, comienza a militar en barrios y en su experiencia se manifiesta la dificultad para hacer trabajo hacia sectores de masas, más que los problemas metodológicos que pesaban en otros sectores de la regional: “No eran las mismas las contradicciones en el Comité
Militar que la gente que actuaba en barrio. Para mí el problema metodológico era secundario. Si eran militaristas o no, no era lo central; para mí era discu- tir la problemática del peronismo. En la discusión el Comité Militar incorpora lo que se estaba discutiendo en territorial. Los problemas de militarismo, de aparatismo, no explican la fracción en cuanto al contenido que después toma. Un tipo que estaba en una fábrica o en un barrio, tenía que discutir sobre el peronismo. Empezaban a aparecer las expectativas de la gente. ¿De qué hablas con la gente? Necesariamente se caía en las expectativas de la gente en la coyuntura. Podías ignorarlas pero no hacías política. Esta era la disyuntiva... Lo del militarismo se podría haber resuelto de otra forma, ser más militarista o menos, no te puede producir una ruptura.Yo creo que la discusión del Gallego no pasó por el problema del peronismo. Sí la discusión de la fuga, que tenía otra posición (...) La fuga salió mal, todo lo planificado salió para el orto y pro- bablemente fue más eso la discusión”.42 41. Entrevista a Oscar Ventricci, ya citada. 42. Entrevista a Guillermo, realizada en julio-agosto de 2002, Buenos Aires. 43. Belomo participó en la guerrilla salteña de Masetti, por la que estuvo varios años preso. Luego se incorporó a las FAL, y después del V congreso al ERP, formó parte de la dirección de la regional Buenos Aires desde el 72. Cae en el invierno del 75. 44. Entrevista a Ventricci, ya
En síntesis, hay dos procesos independientes que confluyen. Por un lado el del trabajo de masas, y la relación con el peronismo, ubicado en los sectores que hacían trabajo barrial, alrededor de la política de CdB. Este sector tuvo como dirigente a Ventricci, quien con más claridad planteaba esta problemática. Por otro lado la discusión sobre los métodos de la dirección, y sobre la preparación de los operativos militares, que preocupaba centralmente al Comité Militar de la regional. Este sector estaba dirigido por el Gallego Fernández Palmeiro y por Jorge Belomo, quien jugaría un rol decisivo en el “22”.43 Una característica sobre este proceso de fraccionamiento a la que hemos hecho referencia es la casi ausencia de materiales para plantear la discusión en la organización. Ventricci mismo señala su explícita oposición a las luchas fraccionales y al intercambio de minutas, al uso tradicional. “Sobre el peronismo,
antes de la ruptura, no hubo minutas. Yo estaba totalmente aislado en Capital. (...) Yo fui toda mi vida enemigo de fracciones y tendencias. En el paso en el peronismo y en el morenismo aprendí que eso tiende a debilitar a las organi- zaciones. No hice una lucha fraccional fuera de la zona en la que estaba mili- tando. Yo militaba en Capital y prácticamente todo se fue con el ‘22’.” 44
citada. 45. Mattini, Luis (1995): p. 163. 46. “Resoluciones del Comité Central de Diciembre de 1972”. En Partido Revolucionario de los Trabajadores: Resoluciones del V Congreso y de los Comité Central y Comité Ejecutivo posteriores. Ediciones El Combatiente, agosto 1973. p. 219.
2. La ruptura. El 20 de noviembre regresa Santucho de Cuba, donde estuvo tras la fuga del penal de Rawson. “Objetivamente el Partido estaba
duramente golpeado, más de doscientos prisioneros, muy desorganizado, con escasos recursos materiales, sobre todo sin dirección y falto de línea tácti- ca.” 45 En ese marco se convoca en diciembre una reunión del CC –la primera en catorce meses– bajo el nombre de “Héroes de Trelew”. Las resoluciones de este Pleno del CC confirmará la absoluta “corrección de los análisis y de la línea del Partido , la que no precisa ser modificada en lo más mínimo ”.46 Sin embargo existen ciertos cambios en el análisis de la situación: “el enemigo ha logrado ciertos éxitos. Ha despertado expectativas en el
pueblo y ha sumido en la confusión y el desconcierto al grueso de la pequeño L UC HA A RM AD A E N L A A RG EN TIN A
34
H IS TO RI A I DEBATES I DOCUMENTOS
burguesía y sus organizaciones. (...) [Estos éxitos, E.W.] son pilares de su derro- ta estratégica.47 El creciente entusiasmo popular con el proceso abierto encuentra finalmente cierto lugar en las caracterizaciones del partido, aunque en sus conclusiones el “éxito” del enemigo será relativizado. En esta reunión, pese al ánimo crítico inicial por el estado de la organización, los cuestionamientos a la dirección habrían sido canalizados –centralmente a través de las intervenciones de Santucho– hacia la Fracción Roja, la que tenía miembros presentes en la reunión. Esto, según Mattini, habría sido hecho a través de la idea –por cierto, no nueva en el santuchismo– de la lucha de clases en el seno de la organización, es decir, la interpretación de que las posiciones de la Fracción reflejarían las posiciones de sectores enemigos de clase.48 Según Mattini, allí presente, Urteaga informó que Ventricci no había aparecido en las citas convenidas, siendo ése el motivo de su ausencia. Sin embargo, Ventricci señaló en nuestras entrevistas: “Para el CC de diciembre me dejaron colgado en una plaza”.49 Esto nos fue confirmado por Batallés –quien no simpatizaba con la fracción–, para quien “no es lo que dice Mattini que dijo Urteaga. Fue una represalia por el fraccionamiento ”.50 Seguimos a través del relato de Ventricci los días posteriores a la reunión del CC: “Después
47. Ibídem: p. 220. 48. Cfr. Mattini, Luis (1995): p. 165 y ss. 49. Entrevista a Ventricci, ya citada. 50. Entrevista a Rubén Batallés, ya citada.
me hicieron otra cita para encontrarme con Robi y me cagaron también. Después los ubiqué e hicimos una reunión con Robi y el Pelado, hablamos toda la noche, quedamos que íbamos a ir al Congreso como fracción o tendencia”.51
51. Entrevista a Ventricci, ya
En esa reunión Ventricci les ofreció hacer un plenario con los militantes de Buenos Aires para que pudieran defender sus posiciones: “... les reuní del
cual se planteaba la posibilidad
primero al último compañero de Capital en una casa-quinta, estuvimos todo el día. Yo quería que hablen con todo el mundo, que el tipo que tenga sus posi- ciones se quede con ellos. Todos le dijeron que estaban en contra de la políti- ca que impulsaban. No pudo desbloquear ni a uno. Nos saludamos y quedamos que íbamos a ver como participábamos en el VI Congreso. Un tiempo después sale el Boletín Interno diciendo que tratando de recuperar bienes que eran del partido Robi se había reunido con el Comité Militar de Capital y otros compa- ñeros de Capital. Y de eso no se había hablado absolutamente nada. Cuando leí esa minuta, aparte de la tristeza sentí sensación de alivio. No daba para más, no había más nada que hablar”.52
citada. Estaba formalmente en preparación el VI Congreso, al de que el “22” asistiera. Más allá del desenlace de esta ruptura, el VI Congreso no se pudo hacer hasta mayo de 1979, ya en el exilio, en Italia. 52. Ibídem. 53. Entrevista a G., ya citada. Germán ó Tito, son seudónimos de Jorge Belomo. 54. Hemos tomado este comuni-
III) El ERP-22 de Agosto
cado del número 22, de agosto
1. Sus posiciones políticas. En enero de 1973, en un camping en el conurbano bonaerense, el ERP-22 de Agosto realizó su congreso fundacional, con la casi totalidad de los militantes de la Regional Buenos Aires y del Comité Militar de Capital. La organización se estructuró trasladando la organización que tenían dentro del PRT: “Se hace una dirección nueva, pero sin votar sino
de 1974, de la revista Liberación. Este número de la revista es posterior a la ruptura en esta organización –a la que más abajo nos referiremos–, ruptura de la cual
que se traslada casi mecánicamente la dirección de Buenos Aires, pasa a ser la dirección. Con algunos pequeños cambios. Se funciona orgánicamente con Cacho como dirección orgánica, la dirección real era el Gallego primero –ya antes de la ruptura–, pero le consulta todo a Germán. Después que no está el Gallego es Germán”.53
una de las fracciones saldrá con
Sin embargo, es un dato a destacar que la nueva organización no separará organizativamente al partido del ejército, quedando su nombre solamente ligado a este último. A principios de febrero, luego de haber salido del país en agosto del año anterior –con el operativo de la fuga de Rawson–, regresa al país Victor Fernández Palmeiro quien se incorpora inmediatamente al ERP-22 de Agosto. Será él quien dirija el secuestro de Héctor Ricardo García mediante la “Operación Poniatowski”, denominada así en contraposición al apellido paradigmáticamente común del director de Crónica. El “22” conseguirá que ese mismo día aparezca en Crónica un comunicado bajo el título “El 22 de Agosto apoya al FREJULI”.54 El mismo
la acompaña, figura como nom-
L UC HA A RM AD A E N L A A RG EN TI NA
35
H IS TO RI A I DEBATES I DOCUMENTOS
la denominación “El-22”. Evidentemente por este motivo, tanto en la reproducción de la solicitada como en el artículo que bre de la organización 22 de Agosto, cuando en la solicitada original figuraba su nombre de aquel momento, ERP-22 de Agosto. Debido a que la solicitada la levantamos de este número de Liberación, hacemos esta aclaración y respetamos el texto tal como aparece en la revista.
señala que las elecciones son vistas como una concesión de la dictadura para “tra-
tar de evitar la cada vez mayor ligazón del pueblo con las organizaciones guerri- lleras”. Y luego: “Pero la columna vertebral del peronismo es la clase obrera y el pueblo, son los Montoneros y las Fuerzas Armadas Revolucionarias de quienes el 22 se siente hermano porque juntos hemos combatido ...Las masas utilizarán el FREJULI como herramienta de lucha para afirmar sus reivindicaciones, para pro- clamar su derecho a una vida mejor (...), al cese de la explotación del hombre por el hombre y a la construcción del socialismo. Y es por eso que el 22 de Agosto llama al pueblo a derrotar en las urnas a la dictadura, a través del voto masivo a las lis- tas del FREJULI y a movilizarse para garantizar el cumplimiento de estas reivindi- caciones. Trabajadores: Un solo camino para la toma del poder: La guerra del pue- blo. Una sola opción para votar el 11: El FREJULI. Viva la unidad de acción de Montoneros, FAR y 22, Vanguardia del pueblo en su lucha por la libertad”. 55 Consecuentemente, el primer número de Liberación, publicación de ERP22 de Agosto y sobre la cual volveremos más adelante, en su edición del 16 de marzo saludará con grandes letras desde la tapa: “¡TRIUNFÓ EL PUEBLO!” , y señalará en el editorial que el triunfo de esta fuerza es la culminación de la primera etapa de un proceso que debe culminar con “ la concreción de una ver- dadera revolución” .56 Como se sostendrá en una nota posterior, “Sabemos que
de las elecciones no surgió el poder para la clase obrera y el pueblo, pero entendemos que fue un deber de los revolucionarios el utilizarlas para derro- tar, en ese plano también, a la dictadura”.57 En los próximos números de Liberación, los editoriales harán hincapié en la necesidad de movilizarse y unificar la voluntad popular para impulsar al gobierno electo a producir realmente la revolución que el pueblo espera.58 55. “El 22 de Agosto Apoya al Frejuli”. En Liberación Nº 22, agosto de 1974. p. 13. 56. Liberación Nº1, 16 de marzo de 1973. p. 2. 57. Liberación Nº5, 25 de junio de 1973. p. 5. 58. Liberación Nº2, Primera Quincena de abril de 1973. p. 2 59. Liberación Nº4, 22 de mayo de 1973. p. 2 60. La línea electoral del PRT –la abstención– fue muy poco clara incluso para los propios militantes, lo que hemos constatado en entrevistas. De ahí que el “22” puede haber tenido la idea de que el voto en blanco fue finalmente la política perretista. 61. Crónica. 4 de junio de 1973. 62. Liberación Nº 5. 25 de junio de 1973. p. 2.
Para cumplir con las esperanzas populares depositadas en él, el nuevo gobierno deberá cumplir sus promesas y promover un cambio profundo de estructu- ras que marque la etapa de tránsito hacia el socialismo .59 Muy pronto aparecieron señales de que el período en el que Perón había dado cierta anuencia a los sectores radicales del movimiento llegaba a su fin. El enfrentamiento entre la derecha y la izquierda del peronismo recrudecerá rápidamente, cada uno reclamándose el peronismo verdadero. El gabinete de Cámpora va a reflejar esta tensión, dando cabida a ambos sectores. El “22” sacará un comunicado a principios de junio planteando la coexistencia de dos sectores dentro del peronismo, alineándose con la JP y con los sectores combativos y clasistas para movilizarse a fin de alcanzar los objetivos de la liberación nacional y social. Criticando el voto en blanco del PRT-ERP, 60 reivindicará “la
herramienta imperfecta pero real que el pueblo forjó para aplastar en las urnas a la dictadura. Esa herramienta ya devolvió la libertad a los combatientes, reestable- ció la libertad a los combatientes, reestableció las libertades democráticas, reinició las relaciones con Cuba y se apresta a hacerlo con Corea del Norte y Vietnam”. 61
La llegada de Perón al país el 20 de junio marcará un hito respecto al enfrentamiento dentro del peronismo. Perón sería cómplice, con sus declaraciones posteriores, del ataque de la derecha del movimiento a los sectores embanderados con la JP en las inmediaciones de Ezeiza. El editorial de Liberación – titulado “La Masacre de Ezeiza”–, a los pocos días de los hechos se referirá a lo sucedido: “Por una parte el pueblo, sus organizacio-
nes de base, sus organizaciones político-militares, por la otra los traidores que amparándose en el escudo del peronismo sirven –descaradamente– a los enemi- gos de la clase trabajadora y del pueblo; ellos son el desarrollismo, los burócratas sindicales, los representantes de la “burguesía nacional”, las bandas fascistas, paramilitares y parapoliciales (...) Y los dos bandos en el combate estuvieron cla- ramente identificados: de un lado los revolucionarios, del otro los enemigos del pueblo, cualquiera fuera su ideología, aún si se reivindicaban peronista” .62 Pocos días después, el “22” sacará una solicitada en La Razón, en la que sostendrá haber llamado a concurrir a Ezeiza pese a no ser parte del
L UC HA A RM AD A E N L A A RG EN TIN A
36
H IS TO RI A I DEBATES I DOCUMENTOS
Movimiento Nacional Peronista, por el carácter popular del líder. Sin embargo, sostienen, “manifestamos públicamente que no compartimos algunos de sus
conceptos vertidos el 21 de junio, porque ellos expresan la decisión de que todo quede como está ”.63 Tras la renuncia de Cámpora, el “22” seguirá radicalizando su discurso frente al avance cada vez mayor de la derecha en el peronismo. En una solicitada aparecida en Clarín el 31 de julio, la organización señalaría que frente a la revolución deseada por el pueblo, se le pretende dar sacrificios en beneficio de capitales nacionales y extranjeros. En una alusión tanto a las organizaciones armadas peronistas como al PRT-ERP, sostendrán que “si en síntesis renunciamos a nues-
tro papel de vanguardia le hacemos tan fácil el camino a nuestros enemigos como si desde la vereda de enfrente del movimiento popular declamamos verdades para los entendidos marginándonos del proceso real de las masas”.64 El 2 de agosto, Perón anunciará la fór mula presidencial, con Isabel como vicepresidenta. Como señala De Riz, “la nominación de la fórmula ‘Perón-
Perón’ en el Congreso Nacional del Justicialismo no dejó dudas acerca de quié- nes eran los infiltrados en el movimiento” .65 Sin embargo, pese a esta con-
solidación del ala derecha, el ERP-22 de Agosto volvió a llamar a votar dicha fórmula. El 9 de septiembre, en un operativo similar al de García, secuestrarán al apoderado de Clarín, Bernardo Sofovich, a cambio de la publicación de tres solicitadas en la edición del día siguiente, lo que se consiguió. 66 En la primera de ellas se apoya la fórmula del FREJULI, pese a Isabel, porque se considera necesario que el pueblo agote la experiencia interrumpida en el 55 para acercarse a una conciencia socialista. El peronismo, se sostiene, es tanto el pueblo como la reacción; y a través de la debilidad de los sectores populares se explica que los últimos hayan copado la conducción del gobierno. La liberación de la Patria, prosigue, no consiste en echar a los yanquis sino que también a los explotadores que los sirven, los enemigos de adentro. El contenido popular del voto a la fórmula Perón-Perón, concluye, se defiende “organizándose en cada fábrica, en cada taller, en cada barrio, en cada universidad ”.67 La segunda era para presionar al Parlamento a que investigue los sucesos de Trelew, mientras que en la tercera el eje era la crítica a López Rega y Lastiri, la que es hecha en forma irónica al punto que entre los firmantes figuran Mongo y Aurelio .68 En estos meses decisivos en los cuales Perón irá aislando a los sectores más radicalizados de su movimiento, dándole creciente preeminencia a los sectores de la derecha, el “22” tomará posiciones cada vez más críticas. Pocos días después de la muerte de Perón, desde el editorial de Liberación , Perón será caracterizado por dar “ protección y amortiguamiento ante las crecientes presiones anticapita-
listas emergentes del seno del pueblo, de la clase obrera especialmente ...”. 69
Otro aspecto a señalar es la política del “22” frente a otras organizaciones, a las que caracteriza como hermanas. Ya desde la ruptura con el PRT-ERP la organización tiene la política estratégica de unificarse con otras organizaciones armadas. “Nosotros nunca pensamos formar una organización, pequeña pero eficiente y todas esas huevadas. (...) A nosotros no nos interesaba para nada mantener una organización de 200-300 compañeros. (...) Siempre quisi-
63. La Razón. 30 de junio de 1973. 64. Clarín. 31 de julio de 1973. 65. De Riz, Liliana, Retorno y Derrumbe. El último gobierno peronista, Hyspamérica, Buenos Aires, 1987, p. 94. 66. Cfr. Anguita, Eduardo y Caparrós, Martín, La Voluntad. Una historia de la militancia revo lucionaria en la Argentina. Tomo II: 1973-1976, Norma, Buenos Aires, 1998, pp. 172 y ss.
mos trabajar sobre la unidad. Había varias organizaciones que tenían como objetivo golpear, hacer propaganda. Nosotros nunca compartimos eso, creía- mos que había que construir una organización, no muchas”.70
67. Clarín. 10 de septiembre de
En este marco, el “22” comienza un proceso de confluencia con una de las dos fracciones en las que en el año 73 se divide la FAP, la fracción “Comando Nacional”, dirigida por Raimundo Villaflor. Los acuerdos parecían indicar una rápida unificación, que finalmente se frustró: “No teníamos la con-
68. Ibídem.
cepción de armar un kiosko, queríamos construir con la FAP, con otras organi- zaciones. Rompimos con el PRT porque era imposible trabajar en las masas. Tuvimos un acercamiento muy fuerte con la FAP de Raimundo Villaflor, pero L UC HA A RM AD A E N L A A RG EN TI NA
37
H IS TO RI A I DEBATES I DOCUMENTOS
1973.
69. Liberación Nº 21. s/f. [ca. julio de 1974, E.W.]: p. 3. 70. Entrevista con Ventricci, ya citada.
querían que nos asumamos como peronistas. (...) nosotros queríamos trabajar con todas las organizaciones armadas, no nos consideramos la herramienta, y cuando no logramos acuerdos con la FAP, no logramos acuerdo con Montoneros, no logramos dar la batalla política dentro del PRT, pierde un poco de sentido lo nuestro y nos rompemos en 50 pedazos. Muchos compañeros fue- ron a militar a otras organizaciones”.71 Para Ventricci el fracaso en el proceso de intentar confluir con otras organizaciones disparará una crisis en la organización. En 1974, hacia mediados de año, el “22” realizará un Congreso con motivo de las diferencias internas abiertas con la crisis. “Gente que venía del Comité Militar, Tito por ejemplo, quiso transfor-
mar la organización en una organización militar. Tuvimos muchos quilombos. Hubo un Congreso en la Federación Gráfica, rompieron los que habían sido del Comité Militar, que planteaban llamarse Ejército de Liberación-22, y armar una estructura militar. Nosotros seguimos siendo ERP-22. Al ‘22’ después lo reventa- ron los servicios, al ser una organización militar tuvieron más dificultades. Yo estuve un par de años muy enfermo y en poco tiempo nos hicimos bolsa”.72 2. Sobre la publicación del ERP-22de Agosto: Liberación . Un aspecto a subrayar del “22” es la concepción de la publicación que alentará: Liberación. Una de sus características más notorias es la singular amplitud que la destaca y su pretensión de no ser la publicación de una organización en particular. En este sentido, en ningún lugar figura que el ERP-22 de Agosto sea su principal animador. Si bien nos ocuparemos en profundidad de esta publicación en un próximo trabajo, trazaremos aquí sus aspectos más importantes. El primer número salió el 16 de marzo de 1973, bajo la dirección de Herardo Quijano. Para el segundo número, fechado en la primera quincena de abril de ese año, se suma como secretario de redacción Vicente Zito Lema y un consejo de redacción formado, entre otros, por Monseñor Podestá, Agustín Tosco, Mayor (R) Bernardo Alberte y Gustavo Roca. A su vez figura un comité solidario, del que son parte Julio Cortázar, Padre Carlos Mujica, Rodolfo Walsh, Rodolfo Ortega Peña, Eduardo L. Duhalde y Ricardo Carpani, entre otr os. Es de destacar que casi la totalidad de las figuras son ajenas al “22”. En el quinto número, del 25 de junio de 1973, Zito Lema y Di Pasquale pasarán a ser directores. En este número, sin ninguna otra explicación, se anuncia que se cierra el primer ciclo de la revista. Para el número 17, del 25 de marzo de 1974, Gustavo Roca73 asume la dirección de la publicación, y ya no figuran ni consejo de redacción ni comité solidario. Los primeros cuatro números tienen un énfasis excluyente en la situación de los presos políticos, homenaje a víctimas de la represión, un suplemento en el nº 2 sobre el juicio por el secuestro de Sallustro en el que escriben los abogados defensores, varios de ellos ligados a la revista. Sólo los editoriales plantean aspectos por fuera de la temática señalada, centralmente ligados a las expectativas en que el gobierno a asumir cumpla con sus promesas. Pero desde el nº 5, unos días después de Ezeiza, la polarización en el peronismo parece ser más decisiva en el cambio de temática. El editorial ataca a “los traidores que amparándose en el escudo del pero- 71. Ibídem.
nismo sirven –descaradamente– a los enemigos de la clase trabajadora y el pue- blo” .74 También, bajo el título “Qué piensa la guerrilla?” se vierten las posiciones
72. Ibídem.
de las FAP, ERP-22 de Agosto, Montoneros, FAR, ERP y FAL sobre la situación política. También incluye este número una serie de análisis sobre el retorno de Perón, con posiciones harto diversas. Es decir que, junto a la ampliación temática, se mantiene el intento de que participen diferentes sectores haciendo primar los puntos de encuentro generales por sobre las diferentes interpretaciones sobre el peronismo o sobre la coyuntura. Esto está en clara consonancia con la idea del “22”: permitir confluir a las organizaciones existentes en una nueva. Esto nos fue confirmado por Zito Lema: “Liberación debe ser vista desde este ángulo: si había organiza-
73. Abogado cordobés, activo en la defensa de presos políticos. Según nos dijera G., habría aceptado el lugar de dirección por su relación de amistad con Belomo. 74. Liberación Nº 5. 25 de junio de 1973: p. 2.
ciones que sentían que los representaba, me parece muy bien, pero en Liberación L UC HA A RM AD A E N L A A RG EN TIN A
38
H IS TO RI A I DEBATES I DOCUMENTOS
se mantuvo un profundo respeto por todos los que participaban, no usar a la gente, respetar a los compañeros intelectuales que aportaban en los límites que podían dar su aporte”.75 Sin embargo, con el proceso de derechización del gobierno y las posiciones que va tomando el “22” en relación con el tono de Liberación irá variando junto con el staff. En el año 74, la revista tendrá una perspectiva muy diferente. Comienzan a aparecer referentes propios de la tradición marxista, como Rosa Luxemburgo, Lukács, Lenin y Trotsky. Incluso el nº 22 incluye un suplemento de 16 páginas titulado “El Partido Armado”, en el cual se sostiene que “ la única
teoría urbana triunfante del partido revolucionario es la elaborada por Lenin”.76 Estos cambios se manifiestan también en las posiciones frente al peronismo, y más claramente frente a las corrientes peronistas de la tendencia. Así, Perón es visto como “ protección y amortiguamiento ante las crecientes pre- siones anticapitalistas emergentes del seno del pueblo” 77 , y nunca habría dicho ser socialista “como creyeron los oportunistas”.78 Por otro lado, se señalan hechos que hacen “dudar drásticamente respecto de la intencionalidad de algu-
nos sectores importantes de la organización Montoneros”.79 En el recuerdo de Zito Lema, “El cambio de línea en la revista tiene que ver con el cambio de director. El director expresa un grupo de intelectuales con una visión, no es él solo. Si yo dejo de ser director es porque hay un cambio de línea, y detrás de esa línea hay personas, ideologías, política, proyectos. (...) Por lo menos mientras estuve yo, no considero que se pueda llamar a Liberación la revis- ta del 22. Podés reconocer influencia del 22 en las caracterizaciones de la reali- dad, y ese tipo de cosas, que yo compartía. (...) Tenés que pensar que cambió la injerencia del 22. Cuando estoy yo en Liberación tiene una línea, después pasa a otra manera mucho más dura con el peronismo. Yo me voy de la revista porque considero que no es el medio más idóneo, que es una equivocación”.80 La dirección de Gustavo Roca y la orientación de la revista dan cuenta de que la publicación había quedado luego del Congreso bajo control de EL-22, es decir, del sector del ERP-22 que al fraccionarse del PRT había puesto menos énfasis en el problema del peronismo.81
75. Entrevista a Vicente Zito Lema, octubre de 2002, Buenos Aires. 76. Suplemento “El Partido Armado”. En Liberación Nº 22. s/f: p. 8.
3. Las relaciones entre el ERP y el ERP-22 . El PRT tendrá en general una actitud ofensiva hacia el ERP-22, que incluiría cierta violencia. Los acusará de haberse quedado con armamentos y recursos pertenecientes a la organización y caracterizará su línea como un intento de “disfrazar con una serie de argu-
77. Liberación Nº 21. s/f. [ca. julio de 1974, E.W.]: p. 3.
mentos ‘políticos’ el delito contrarrevolucionario de apropiación ilegítima de fondos y otros bienes de la organización que han consumado” .82 También condena que la fracción continuará firmando como ERP con un aditamento, “en una condenable actitud divisionista, abiertamente al servicio de los intereses y objetivos contrarrevolucionarios de la casta militar, la burguesía y el imperia- lismo...”.83 Por lo tanto el Comité Central decidió su expulsión “bajo la acusa- ción infamante de robo de bienes de la organización”.
78. Ibídem: p.25.
Para Batallés, quien saliera de la cárcel con el Devotazo, los informes que recibió sobre las fracciones consumadas estaban “cargados de subjetividad”. Según su versión, Santucho habría tenido una posición conciliatoria, opuesta a la intolerancia manifestada por muchos perretistas: “Lo que sí me acuerdo es que en
81. Esto nos fue confirmado por
algún momento en el BI se dice que queremos que no usen la sigla ERP. Estamos dispuestos a compartir armas y dinero que hemos conseguido en común, sólo les pedimos que no usen la misma sigla porque confunde. Se ha hecho terrorismo ideológico con los del 22, se decía que son lúmpenes, incluso hubo piñas en mani- festaciones, había una bronca muy grande Yo no lo compartía en ese momento. En el BI se había planteado tener una relación lo más fría y objetiva posible... (...) Lamentablemente no fue así. Había compañeros que querían tomar represalias con los del 22, no Santucho, pero era parte de la locura que a veces nos envuel- ve a los militantes. Había actitudes que tendían a pudrir más las cosas” .84 L UC HA A RM AD A E N L A A RG EN TI NA
39
H IS TO RI A I DEBATES I DOCUMENTOS
79. Ibídem: p. 7. 80. Entrevista a Vicente Zito Lema, ya citada.
G. en la entrevista ya citada, él mismo miembro también del EL22 después de la escisión. 82. El Combatiente Nº 76, segunda quincena de marzo de 1973. p. 5. 83. Ibídem. 84. Entrevista a Rubén Batallés, ya citada.
85. Ibídem. En Estrella Roja saldrá un comunicado sobre el operativo que dio muerte a Quijada, en el que se señala que fue muerto Fernández Palmeiro pero sin nombrar a la organización que lo realizó. Estrella Roja Nº 20. 14 de mayo de 1973. En De Santis, Daniel, op.cit., p. 385. 86. Entrevista a Daniel De Santis, agosto de 2002, La Plata. 87. “A las organizaciones revolucionarias y al pueblo”. Clarín, 31 de Julio de 1973. 88. “Comunicado del ERP-22 de Agosto”. Crónica, 4 de junio de 1973. 89. Sobre nuestro desarrollo. Tesis del CC. Mimeo, s/f.
Sin embargo, el trato dispensado por El Combatiente a la fracción no parece fomentar una relación fría y objetiva. Según recuerda Batallés, el asesinato del Contralmirante Quijada en abril del 73 habría tenido tanta repercusión que El Combatiente no pudo evitar sacar una nota al respecto, “entonces en el Comba sale algo sobre el atentado y al lado
una crítica a la fracción. Nos faltó un poco de táctica en eso. Puede ser que haya circulado la bola de que Fernández Palmeiro era servicio, pero no el PRT ni menos que menos Santucho. Algún compañero es posible, había mucha bronca con el 22, pero eximo de toda responsabilidad a Robi. Él había planteado en el Boletín Interno que debíamos separarnos ordenadamente, pero una organización tiene este tipo de contradicciones, sobre todo cuanto más crece”.85 El pedido al ERP-22 de Agosto para que cambiara su nombre y omitiera la sigla ERP no tendrá mucha respuesta por parte de la nueva organización. De Santis recuerda al respecto que frente a una pegatina del “22” “salimos con Susana Gaggero en mi Zanella 175 color verde, y aerosoles, a taparle la parte que decía ERP. No le arrancábamos los afiches, pero ERP éramos nosotros ...”.86 De todos modos, el posterior crecimiento del PRT, así como la crisis en que entrará el “22” en el año 74, diluirá naturalmente la preocupación del santuchismo. Por su parte –aunque nunca aparecerá nombrado– el “22” hará sistemáticamente alusión al PRT en sus apariciones públicas. En casi todos los comunicados públicos y solicitadas aparecidas en los diarios, hará alguna alusión a quienes “desde la vereda de enfrente del movimiento popular declaman ver- dades para los entendidos marginándose del proceso real de las masas” .87 Por momentos la alusión es más explícita, como en el comunicado que logran publicar en Crónica –y más sintéticamente en Clarín–, en junio del 73:
“Algunos grupos políticos confunden la realidad de la vida con la realidad que inventan ellos para explicarse su soledad. El esquematismo y el sectarismo presiden su accionar y le impiden aprender de la rica experiencia que las masas van recorriendo en el camino de la revolución. Así votaron en blanco, en vez de hacerlo por la herramienta imperfecta pero real que el pueblo forjó para aplastar en las urnas a la dictadura”.88 Más analíticamente, un documento del CC de una de las fracciones en las que se rompe el “22” desarrolla sus posiciones frente al PRT-ERP. Este documento, titulado “Sobre nuestro desarrollo. Tesis del CC” no está fechado pero de su contenido se desprende que es de la segunda mitad del 75, es decir, después de la ruptura del 74. Allí se plantea una crítica al PRT basada en lo que ellos consideran la base de su línea política: los documentos del IV Congreso, los del V junto con las resoluciones de los Comités Centrales y Ejecutivos posteriores, y el trabajo de Santucho Poder burgués y poder revolucionario, aprobado por el CC del PRT en septiembre de 1974. Los ejes de sus críticas a estos documentos son: 1) la idea de que no puede haber revolución en un solo país; 2) la sobrevaloración por parte del PRT de los elementos del país afines a las características rurales de los otros países latinoamericanos, y de la necesidad de crear un ejército, en desmedro de aprehender la importancia nacional de lo urbano, y de la importancia de construir el partido; 3) la caracterización del peronismo como fenómeno burgués, sin un análisis más detallado, y la consecuente falta de táctica para hacer avanzar la conciencia; y 4) los errores de apreciación: “La práctica les obliga a introducir
continuas correcciones, que son presentadas como nuevas verdades absolutas desarrolladas a partir de aciertos anteriores igualmente absolutos ”.89 IV Reflexiones finales 1. En la presentación de este trabajo nos habíamos interrogado sobre en qué medida el surgimiento del ERP-22 de Agosto puede interpretarse como la expresión de elementos nacional-populistas dentro del PRT. Para profundizar sobre esta línea interpretativa, en el marco de ubicar el
L UC HA A RM AD A E N L A A RG EN TIN A
40
H IS TO RI A I DEBATES I DOCUMENTOS
lugar del “22”, deberemos detenernos en las características de la izquierda nacional . Aunque desde el punto de vista conceptual deba separase el concepto de izquierda nacional del de nueva izquierda, las características en Argentina de aquellos sectores que nacen en ruptura con la izquierda tradicional –o separados de ella ab initio – son inescindibles del proceso de revalorización del peronismo y por lo tanto del nacionalismo.90 Si bien el término izquierda nacional incluye sectores con cierta diversidad, tomaremos la definición de Hernández Arregui –quien creó este término en 1957–, y que fue referente indiscutido de las corrientes radicales dentro del peronismo.91 “Por izquierda nacional, en un país dependiente, debe enten-
derse en sentido lato, la teoría general aplicada a un caso nacional concreto, que analiza a la luz del marxismo, en tanto método de interpretación de la rea- lidad, y teniendo en cuenta, en primer término, las peculiaridades y el des- arrollo de cada país, la economía, la historia y la cultura en sus contenidos nacionales defensivos y revolucionarios, y coordina tal análisis teórico, con la lucha práctica de las masas contra el imperialismo, en el triple plano nacional, latinoamericano y mundial y en ese orden.” 92 La definición es sumamente vaga, pero parte de la coordinación entre una teoría general –iluminada por el marxismo–, aplicada a un caso nacional, y una práctica definida como lucha de las masas contra el imperialismo. A diferencia de la guerrilla peronista, las posiciones desarrolladas y la posterior evolución de la fracción no permiten, a nuestro entender, ubicar al “22” sin más dentro del tipo de concepciones definido por Hernández Arregui. Como hemos señalado, las posiciones del PRT sobre el peronismo han mantenido, en general, una misma clave de interpretación: su rol pacificador de la lucha de clases y por lo tanto contrarrevolucionario que tiene el peronismo en ese momento histórico. Por otro lado ante la imposibilidad de que el peronismo en el poder vuelva a dar concesiones a los trabajadores, la agudización de los conflictos deberían enfrentar al gobierno con los sectores populares. Como consecuencia, las organizaciones armadas peronistas tendrían que optar entre dejar a Perón o dejar la lucha armada. A nuestro entender los análisis perretianos han sido parcialmente confirmados. El lugar que el PRT visualizaba sobre el peronismo en la lucha de clases fue efectivamente el que tuvo: muy pronto Perón daría muestras de su lugar de pacificador . Las organizaciones armadas peronistas podrían sostener su lugar acrítico mediante la poco sostenible teoría del “cerco”, según la cual el entorno del general era responsable de las políticas antipopulares y represivas de su gobierno. El proceso abierto al ser insultados y echados de la plaza por Perón el 1º de mayo del 74, hubiera terminado en el vaticinio del PRT –abandonar a Perón o a la lucha armada– de no ser por la muerte del líder pocas semanas después. Esta misma contradicción analizada por el PRT será planteada muchos años después y desde un análisis de los discursos por Sigal y Verón. Para ellos, cuando se pone en evidencia un desajuste entre la palabra de Perón y la de la JP,
90. Para el análisis del origen de esta relación, cfr. Terán, Oscar, Nuestros años sesenta. La formación de la nueva izquierda inte lectual argentina. 1956-1966, El Cielo por Asalto, Buenos Aires, 1993, especialmente su Capítulo V. 91. Según nuestros entrevistados la lectura de Hernández Arregui fue totalmente ajena a la formación de los militantes del PRT, aun cuando, como hemos visto, puede haber sido material de formación en los años iniciales de la corriente, es decir, en el FRIP. 92. Hernández Arregui, Juan José, La formación de la conciencia nacional, Plus Ultra, Buenos Aires, 1973, p. 475. 93. Sigal, Silvia y Verón, Eliseo, “Perón o muerte”, Hyspamerica, Buenos Aires, 1988, p. 137.
“ o bien la vanguardia renuncia a su rol privilegiado de portavoz del Pueblo (una especie de suicidio en tanto que vanguardia) o bien ésta se decide a no recono- cer más la palabra del líder como expresión del Pueblo, lo cual la lleva inexora- blemente a colocarse fuera del mecanismo discursivo del peronismo”.93 La dife-
rencia entre ambos análisis está en que para el PRT más que el rol de vanguardia dado por un discurso, éste está dado por la opción por las armas. En este sentido, no parece haber habido ningún tipo de ambigüedad en la conceptualización del peronismo que pudiera tener alguna relación con el surgimiento del “22”. De haber dos líneas dentro de la organización, como señala Antognazzi –nacional-patriótica y socialista–, éstas no parecen haberse expresado en las posiciones partidarias sobre el peronismo. Si para el “22” el peronismo estaba formado por el pueblo y por la reacción, y como señalan después de la caída de Cámpora, el sector enemigo del pueblo y
L UC HA A RM AD A E N L A A RG EN TI NA
41
H IS TO RI A I DEBATES I DOCUMENTOS
Daniel Hopen
del país había copado momentáneamente la conducción del gobierno, para el PRT todo intento de formar un ala izquierda dentro del movimiento peronista está por un lado destinado al fracaso y por otro, lleva confusión a los sectores populares. Sin embargo, es probable que esta posición del PRT coexista con diferencias internas al respecto. Pozzi señala la influencia del ingreso a la organización de trabajadores de origen peronista que mantuvieron parcialmente sus concepciones.94 Si a esto sumamos la poca discusión política dentro de la organización, y en particular en este período de preeminencia de lo militar –volveremos sobre este aspecto–, es posible que hubiera cierta brecha entre las posiciones de la organización y la de los militantes individualmente.
94. Cfr. Pozzi, Pablo, op. cit. p.409. 95. Lenin, ¿Qué Hacer?, Ediciones en Lenguas Extranjeras. Pekín, 1975, p. 213. 96. Entre ellos, un rol muy importante tendrá en Nuevo Hombre Daniel Hopen quien luego se irá con el “22”. Según Ventricci,
2. Dos aspectos que hacen a la concepción teórica del PRT, y que lo diferencia tanto de la Nueva Izquierda como del “22”, es a) la relación entre partido y ejército y b) la concepción del periódico y de la organización. El PRT tenía un posicionamiento teórico inequívoco en cuanto a la separación entre el partido y el ejército, basándose tanto en la concepción leninista de organización como en los trabajos de los vietnamitas sobre la subordinación del ejército al partido. Esta diferenciación se plantea ya desde la fundación del ERP en el V Congreso. Sin embargo, el propio partido reconoce que esta relación no había sido claramente establecida en el Congreso y, por otro lado, en el período de “desviación militarista” la distinción es mucho menos clara aún. De ahí que el hecho de que el “22” no se forme como partido y ejército diferenciado, sino como organización armada no pueda ser visto como un signo concluyente de una concepción diferente. La inexistencia en el “22” de un periódico con el objetivo de propagandizar sus posiciones marca también una diferencia teórica en relación con la organización de origen. En el PRT, siguiendo en esto a la izquierda tradicional y a la concepción leninista, “el periódico no es sólo un propagandista y un agitador colectivo, sino tam- bién un organizador colectivo”.95 A diferencia de El Combatiente o incluso Estrella Roja, Liberación está lejos de ser un periódico leninista que oriente la construcción de la organización. Evidentemente la concepción sobre el periódico refleja una concepción de organización diferente de la que el PRT había heredado del morenismo, y que puede observarse en la negativa de Ventricci a formar una nueva organización: su política es confluir con los grupos existentes, y el fracaso en el proceso con las FAP lleva al “22” a una crisis determinante. Cabe señalar, sin embargo, que Zito Lema fue también director de Nuevo Hombre , una revista que el PRT comprará y tendrá un perfil similar e incluso, parcialmente, los mismos colaboradores que la revista del “22”.96 Esto podría hablar de cierta continuidad entre el PRT y el “22”, pero para el PRT Nuevo Hombre fue una publicación entre otras, mientras que Liberación fue la única publicación del ERP-22 de Agosto. También de la entrevista con Ventricci se desprende cierta línea de continuidad entre la política perretiana de CdB amplios y lo que intentará hacer el “22”. El mayor desarrollo de esta política en la Regional Buenos Aires es sin duda un factor para que haya surgido aquí el “22”. Es significativo que en la Regional Córdoba éstos también lograran cierta implementación y, según Seoane, también allí surgirán presiones para votar al FREJULI en las elecciones de marzo.97 También esta continuidad debe ser cuestionada: para el PRT es sólo una táctica, para el ERP-22 de Agosto se convertirá en estrategia permanente.
Hopen habría armado esta revista con criterio de frente único. 97. Cfr. Seoane, María, op.cit., p. 186. 98. Gillespie, Richard, op.cit., p. 132.
“Había un culto a la acción implícito en la visión montonera de que el peronismo se componía históricamente de dos ten- dencias, burocrática la una y revolucionaria la otra; y de que lo que las distin- guía eran los métodos que utilizaban. Los revolucionarios eran los que habían luchado empleando procedimientos guerrilleros, rebeliones militares, movili- zaciones de masas y el arma de la huelga, aun cuando no hubieran oído hablar nunca de ‘socialismo nacional’”.98 3. Como señala Gillespie,
L UC HA A RM AD A E N L A A RG EN TIN A
42
H IS TO RI A I DEBATES I DOCUMENTOS
A nuestro entender, el PRT hereda de su relación con el morenismo un andamiaje conceptual más riguroso, pero el que también está cruzado por fuertes elementos pragmáticos. En el PRT parece haber habido un criterio frente a otras organizaciones según el cual, más allá de sus concepciones, se privilegia la lucha armada. Este criterio práctico resultó decisivo para las convocatorias a la unidad que periódicamente la organización hacía, así como frente a los agrupamientos internacionales. En ese sentido citaba el PRT el discurso unitario del Mensaje a los Argentinos del Che, llamando a la unidad a las organizaciones peronistas. “Aun
cuando las ideologías cambien, aun cuando uno se reconozca comunista, o socia- lista, o peronista, o cualquier otra ideología política en determinado país, sola- mente caben dos posiciones en la historia: o se está a favor de los monopolios o se está en contra (...) Todos los que luchamos por la liberación de nuestros pue- blos, luchamos al mismo tiempo (...) somos enemigos del imperialismo.99 La lucha práctica de las masas –como definía Hernández Arregui– era entendida por la izquierda nacional más allá del significado subjetivo que las masas daban a esa lucha, y creemos que en el PRT hay elementos muy fuertes en ese sentido, y que son un elemento importante para entender el surgimiento del “22”. María Cristina Tortti ha destacado también estos aspectos que unificaban a sectores con raíces teóricas muy diversas: “Un lenguaje compartido y un común
estilo político daban cierta unidad ‘de hecho’ a grupos que provenían del peronis- mo, de la izquierda, del nacionalismo y de los sectores católicos ligados a la teología de la liberación .(...) Además, la multiplicidad de los lazos que sus componentes des- arrollaron contribuyó a que fueran percibidos –y se percibieran a sí mismos– como partes de una misma trama: la del campo del ‘pueblo’ y de la ‘revolución’” .100 4. Podemos apreciar en los documentos que hemos mencionado, así como en las posiciones anteriores del PRT, una caracterización de los trabajadores y de los sectores populares según la cual éstos están “rompiendo con las direcciones traidoras y avanzando hacia el socialismo” . Este aspecto resalta en un momento en el que cobra dimensiones inéditas el fervor que despierta en los sectores populares la perspectiva del retorno de Perón al gobierno. Los Montoneros podían soslayar que ese apoyo no tenía mayoritariamente un contenido revolucionario, en el marco de la vaguedad que significaba la adhesión peronista. Pero los análisis al respecto del PRT son directamente opuestos al contenido de los sentimientos masivos abiertos en la etapa. No es difícil ver aquí cierta marca de origen dado por la impronta del morenismo. Las corrientes de la izquierda tradicional han tenido a nuestro entender cierta visión mecánica sobre la relación entre la conciencia y la existencia, y por lo tanto han tenido grandes dificultades para comprender la construcción de imaginarios colectivos, los que juegan un rol central para definir una etapa política. Criticando aspectos de Lenin, en este caso la teoría “del reflejo” en relación con la conciencia, Zizek señala, basándose en el análisis del fetichismo de la mercancía en El Capital , que la apariencia tiene más peso que la cosa en sí misma, porque “designa la manera en que la cosa en cuestión se
99. El Combatiente nº 81. 16 de julio de 1973. p. 10 100. Tortti, María Cristina, “Protesta social y ‘nueva izquierda’ en la Argentina del ‘Gran Acuerdo Nacional’”, en Taller. Revista de Sociedad, Cultura y Política,vol. 3 nº 6, abril 1998, Asociación de Estudios de Cultura y Sociedad, Buenos Aires, pp. 13 y ss.
inscribe en la red de sus relaciones con las otras, esta apariencia determina su estatuto social objetivo” .101
101. Cfr. Zizek, Slavoj, A propósi-
Este aspecto, desde otra perspectiva, ha sido destacado por Hilb y Lutzky, aunque ceñido al fenómeno de la Nueva Izquierda: “¿Qué significa no pensar
dad en el capitalismo tardío,
lo político? Significa no poder analizar la naturaleza simbólica del poder en la sociedad moderna, el hecho mismo de que haya sociedad, el reconocimiento de ésta por los individuos que la componen. Pensar lo político es pensar la insti- tución y delimitación de un espacio en el que se ponen en juego las reglas de funcionamiento de la sociedad, es interrogar la forma de constitución de ese espacio y la efectividad de la adhesión simbólica que lo constituye ”.102 Carecen los análisis perretianos de una mirada sobre la cultura política de los
L UC HA A RM AD A E N L A A RG EN TI NA
43
H IS TO RI A I DEBATES I DOCUMENTOS
to de Lenin. Política y subjetiviAtuel/Parusía, Buenos Aires, 2004, p. 36. 102. Hilb, Claudia y Lutzky, Daniel, La nueva izquierda argentina: 1960-1980. (Política y vio lencia), CEAL, Buenos Aires, 1984, p. 31.
sectores que se movilizaban, es decir, toman la definición de ésta que hace Gordillo, “el conjunto de normas, creencias, símbolos, prácticas y representaciones
ampliamente compartidas que se articulan en una trama de significados acerca del orden económico, social y político deseables, estableciendo las prioridades políticas que deben ser atendidas desde el Estado, lo que debe ser considerado como bien- es públicos, así como las formas específicas de canalización de la protesta y las pau- tas de reconocimiento que sustentan una identidad colectiva”.103 Probablemente, de no haber cometido el PRT los errores de caracterización en relación con las expectativas de los trabajadores, los caminos para plantear su visión sobre el rol de Perón podrían haber sido otros, incluso como se intenta aisladamente –ante el impacto del resultado electoral de marzo del 73– en la “Respuesta al Presidente Cámpora”. Destaquemos en este sentido que el Comité Ejecutivo de abril de ese año –reunido unos días antes de la aparición de la “Respuesta ...”–, evalúa el resultado de las elecciones y plantea la necesidad de “una intensa prédica educativa”. Leemos acá una manifestación de haber percibido, luego del resultado electoral, qué se planteaba la mayoría de los trabajadores. Es decir, en términos de Hilb y Lutzky, cuán efectiva era la “adhesión sim- bólica” a determinadas “reglas de funcionamiento de la sociedad” . En ese contexto, en aquellos sectores del PRT que estaban abocados al trabajo de masas, que debían confrontar cotidianamente los idearios de los trabajadores con los análisis que publicaba el partido sobre esos mismos sectores populares, no es de extrañar que haya surgido un sector que buscara una salida a esa contradicción mediante el apoyo al peronismo. Esto resuelve un aspecto del problema de intervención, pero, al no ver el problema esencial de la caracterización, el “22” también planteaba que “ el pueblo quiere una revolución” .104 En este sentido nos parece pertinente citar el análisis de María Cristina Tortti: “Pese al alto grado de conflictividad y al frecuente recurso a la violen-
cia por parte de los sectores subordinados, la persistencia de identidades polí- ticas sólidamente arraigadas parece haber sido más poderosa que el impulso de las corrientes ‘revolucionarias’. Los grupos –armados o no– que pretendie- ron desarrollarse al margen del imaginario del populismo, fueron los primeros en quedar políticamente aislados cuando el peronismo se aglutinó tras la con- signa del ‘luche y vuelve’. Para las organizaciones de la ‘izquierda peronista’, ese momento se demoró un poco más, aunque no tardaría en llegar”. 105
103. Gordillo, Mónica (editora), Actores, prácticas, discursos en la Córdoba combativa. Una apro ximación a la cultura política de los 70, Ferreira Editor, Córdoba, 2001, p. 14. 104. Clarín. 31 de julio de 1973. 105. Tortti, María Cristina, op.cit., p. 31. 106. Martuccelli, Danilo y Svampa, Marristella, La plaza vacía. Las transformaciones del
Maristella Svampa y Danilo Martuccelli, al analizar la militancia peronista a través de distintas épocas, señalan un aspecto que distingue a los militantes revolucionarios peronistas de los que no lo son. Los primeros serían un “híbrido” político, pues “es posible rastrear en ellos una postura que defiende
simultáneamente la hegemonía de las masas con respecto a las elites cultura- les sin abandonar del todo su confianza en un Saber sobre la historia (...) Pero una actitud que, a pesar de su confianza en el Saber revolucionario, nunca se decide verdaderamente por separar éste ni de la conducción del líder ni de la sabiduría popular”.106 Como señalan los autores tomando el caso del MIR chileno, y que a nuestro entender puede hacerse extensivo al PRT, se combina en estas organizaciones una confianza ilimitada en una verdad teórica indiscutible y una certeza sobre el rol histórico esencialmente revolucionario del proletariado. En esta última organización, esto proviene inevitablemente de la relación con el morenismo. En el ERP-22 de Agosto hay un quiebre en esta concepción, porque, al igual que en la militancia peronista, la hegemonía de las masas se impone frente a una manifestación de las elites culturales, que es como en última instancia se visualiza a la organización de Santucho, la que “desde la vereda de enfrente declama verdades para los entendidos” .
peronismo, Losada, Buenos Aires, 1997, pp. 145 y ss.
5. La afirmación de Mattini, para quien las dos fracciones surgen en el
L UC HA A RM AD A E N L A A RG EN TIN A
44
H IS TO RI A I DEBATES I DOCUMENTOS
campo fértil del período de “desviación militarista”, nos parece que, aunque parcial, destaca un aspecto insoslayable de este proceso. En lo que hace al “22”, los dos núcleos críticos que surgen en Buenos Aires deben ser vistos a través de esta mediación. En el marco de la dictadura y las limitaciones que impone a cualquier organización ilegal, el énfasis en la actividad militar mina tanto el trabajo político hacia afuera como la posibilidad de elaborar política en la organización. En cuanto al primer aspecto, será el propio balance autocrítico del PRT el que señalará que el “militarismo” había socavado el trabajo hacia los centros fabriles. Esto puede haber colaborado con la insensibilidad que parecen reflejar los documentos en relación con las expectativas populares y del movimiento obrero frente al retorno de Perón. Una muestra de esto se manifiesta en los recuerdos de Ventricci y Ledesma citados. La actividad militar desligada de la actividad política, de la discusión con sectores de las masas, tiene que haber colaborado con la distorsión en la percepción de la organización sobre el motor subjetivo de la lucha de los sectores populares. Cabe insistir al respecto en que la preocupación sobre el peronismo surge claramente en sectores que, ligados a los CdB, se encuentran con la identidad masivamente peronista, incluso de aquellos sectores dispuestos al diálogo y a las actividades en común con el PRT. En cuanto al aspecto interno, la falta de periódicos en el 72, la poca circulación de Boletines Internos, la ausencia de discusión aun entre miembros de la dirección que caracterizan a este período obstruyen la posibilidad de que las experiencias puedan circularse en la organización, y, sobre todo, que de la discusión surjan precisiones y superaciones de la línea partidaria. Obviamente la descalificación del adversario con supuestas caracterizaciones de clase elimina cualquier posibilidad de arribar a posiciones en común superadoras. 6. Para finalizar, queríamos referirnos a la interpretación que realizara el PRT residual en 1990, para quien el “apoyo incondicional” al peronismo por parte del “22” sería una reedición del entrismo. Esto lo podemos asociar con la interpretación de Ortolani sobre las capas medias que en su tránsito a la izquierda descubren el peronismo reeditando la experiencia de entrismo realizada por el morenismo. Ambas afirmaciones parecen más determinadas por móviles políticos de descalificación que por el intento de explicación. En primer lugar, no se puede decir que el “22” se haya planteado el apoyo incondicional al peronismo; como hemos visto, han tenido diferentes posiciones y, siempre se han mantenido por fuera del movimiento. En segundo lugar, la táctica de entrismo es una táctica específica que el morenismo utilizó a fines de los 50 y principios de los 60, en el marco del ascenso sindical alrededor de la Resistencia peronista. No vemos mucha relación entre dicha política y la del “22” o la de la izquierda peronista. Con diferencias entre sí, la izquierda peronista y el “22” ven en el peronismo un camino inexorable hacia la revolución, o al menos hacia una etapa de ésta. En el morenismo nada de esto existía, al margen del diferente momento. El objetivo del entrismo en el peronismo era en última instancia –con grandísimos problemas– un atajo hacia la construcción de la organización revolucionaria, obviamente independiente del peronismo, y entendiendo como tal a la propia organización, y sin ningún tipo de idealización del peronismo . Si en las organizaciones peronistas hubo idealización de Perón, no la hubo de parte del “22”. Sí, en cambio, la hubo sobre las posibilidades que brindaba un movimiento que, ajeno al socialismo, agrupaba a millones de luchadores que creían poder recuperar el protagonismo que sentían habían tenido. Las debilidades entre los revolucionarios para comprender e interpretar los imaginarios populares, la idea de revolución como operación militar más que como proceso contrahegemónico, tuvo entonces en el fervoroso clima del luche y vuelve un emergente en la formación del ERP-22 de Agosto.
L UC HA A RM AD A E N L A A RG EN TI NA
45
H IS TO RI A I DEBATES I DOCUMENTOS
HÉCTOR JOUVÉ Miembro del Ejército Guerrillero del Pueblo (EGP), que operó en Salta bajo la dirección de Ricardo Masetti, Jouvé rememora el surgimiento y derrota de la primera guerrilla guevarista argentina.
Comencemos con tu historia.
Nací en Belle Ville, Córdoba, en octubre de 1940, en el seno de una familia humilde. Mi abuelo era francés y ese es el origen de mi apellido. Mi padre era capataz en el Ministerio de Obras Públicas que tenía su base en Belle Ville, y dirigía los trabajos en la zona. Arreglaban colegios, hacían alcantarillas en el campo o trabajaban en la Escuela de Agronomía, que era nacional y muy importante. ¿Era una familia de clase media baja?
Yo diría que era una familia humilde. Teníamos una casa sin baño que se fue haciendo a medida que nacían los hijos. Éramos cinco hermanos y ya de chicos colaborábamos con la construcción de la casa, donde lo único que no faltaba era la comida y cosas para leer. ¿De dónde libros?
provenían
participación. Él jugaba al fútbol y era bastante conocido en el pago porque había sido campeón de ciclismo. El "Central" estaba en el barrio Estación, un barrio que tiene tradición en muchos sentidos, sobre todo porque era el barrio de los estibadores. En una época la estiba local tuvo mucha importancia en el país porque el cereal y esas cosas pasaban por ahí. Todavía está la terminal con la plataforma para la locomotora. Por eso Sarmiento la ubicaba como la posible capital de la provincia. Además era la única terminal del ferrocarril en ese momento. Hubo bastante lucha entre los estibadores en la década del '30. El escuadrón de Córdoba iba a reprimir esas manifestaciones e inclusive mataron a unos trabajadores. Y bien, por ese barrio hubo mucha gente que pasó por el Partido Comunista (PC).
los
Mi viejo los sacaba de la biblioteca del "Club Central", un club en el que había tenido mucha
¿Tu padre era del PC?
No, mi viejo empezó a leer cosas que le pasaron los anarquistas. Como lo mandaron a
L UC HA A RM AD A E N L A A RG EN TIN A
46
trabajar en la cárcel les pasaba cosas que los anarquistas le pedían, y ellos le recomendaban algunos libros. Y él los leía; aun así, decía que era apolítico. Por ejemplo, en el año 1947 lo quisieron enviar a Salta como inspector. Con vivienda y un sueldazo. Pero como se tenía que afiliar al Partido Peronista, dijo que no. Y no porque fuera antiperonista, sino porque no era de nadie. Digamos que simpatizaba, en general, con la izquierda, con Alfredo Palacios, por ejemplo, pero sin militancia socialista. Era un tipo sumamente honesto, muy laburador que se ocupaba de mi madre y también de sus hermanos, casi como un padrastro. Y muy claro en las normas familiares. A nadie se le prohibía nada. ¿Y tu madre?
Mi vieja, de apellido Casalagnidad, era una mujer del campo que aprendió a leer con un tío. Todo lo demás lo hizo como autodidacta. Veíamos en casa geografía y subíamos al techo
H IS TO RI A I DEBATES I DOCUMENTOS
De Izquierda a derecha: Alberto Korn, Wenceslao Paul, Miguel Colina y Federico Méndez.
para ver las constelaciones. Tenía una gran intuición. Yo siempre digo que era más sabia que mi viejo. Era como la protagonista de "La casa de los espíritus". Tenia cosas así… muy mágicas. Recuerdo el día que escuchábamos radio "El Mundo". Yo tenía unos trece años. Perón no había caído todavía. Evita había muerto. Y escuchamos el informativo de las 20, que a las 20:25 recordaba la hora en que Eva Perón había muerto. Y justo cuando la radio hace el Bip... Bip... viene mi vieja y dice: "Abran la puerta que viene el tío Juan", que era el que le había enseña-
do a leer. Entonces salimos y no vimos a nadie: "el tío Juan no está", le dijimos. "Si yo lo he visto pasar, ¿cómo no va a estar?". Salimos, prendimos las luces, buscamos y no estaba. Y el tío Juan se había muerto ese día a las 20:25. Otra vez cayeron piedras adentro de mi casa con las puertas cerradas... Todos esos fenómenos raros ocurrían en mi casa. Por eso digo que era "La casa de los espíritus".
laburé con mi viejo en una empresa constructora rarísima que él había hecho y en donde toda la gente que trabajaba lo hacía en condición de socia. Hasta había escrito varios artículos que reglamentaban el sistema. Y nos fue bien. Yo guardé los sueldos que me pagaba y me vine a Córdoba a estudiar medicina. Al principio vivía con un primo en un conventillo. Tengo recuerdos muy lindos de esa época.
¿Cómo fueron tus estudios?
¿Hasta que año estudiaste?
Yo hice el secundario en Belle Ville. Di 5° y 6° año libre y me recibí a los 16 años. Y después
L UC HA A RM AD A E N L A A RG EN TI NA
47
Terminé 3° año. Me faltó rendir una. Ahí terminé. Cuando empecé la colimba no volví a
H IS TO RI A I DEBATES I DOCUMENTOS
cursar. Por un tiempo me fui a trabajar a la Sagrada Familia como preceptor. Un día el cura me dijo: "yo sé que sos ateo. Pero el 30 de agosto vas a tener que tomar la hostia porque yo te necesito". Entonces me fui. Tenia 22 años.
tratos petroleros. Salí con 18 años y ya estaba en el PC. Después me metieron preso de nuevo por haber hecho una pintada en el arzobispado que decía "Libertad al PC".
¿En la facultad tuviste algún contacto político?
Fue una militancia muy rígida y mecánica. Yo lo aprovechaba a Pancho, que era Secretario Político de Córdoba, y le planteaba distintos problemas políticos y teóricos y él me recomendaba: "Tenés que leer a Gramsci". Y bien, ahí empecé a leer libros, aprendí a discutir, a fundamentar. También leía libros de autores anarquistas. Después me empezaron a mandar a otros lugares, como Villa María, y a participar en reuniones de dirección. Me defendía bien. Luego fui a la colimba en Campo de Mayo, un año en una agrupación blindada. Pero desde allí seguí de cerca lo que pasaba en Cuba, la guerrilla en Venezuela, Sierra Falcón. Leía mucho sobre esas experiencias y también sobre el "Bogotazo" y Guatemala.
Antes, durante el '58, estuve militando para el frondicismo. Pero cuando vine a Córdoba me enganché con el Movimiento de la Paz, que estaba ligado al PC. A mí me había impactado mucho la Segunda Guerra Mundial, los campos de concentración. Me había conmovido mucho con algunas lecturas como Sin novedad en el frente , de Erick María Remarque, y La chispa de la vida, de Renard. También los relatos de los diarios. Todo eso me rompió la cabeza. Posteriormente la Guerra de Corea, Indochina… ¿Quién te acompañaba en esas inquietudes?
Nadie, estaba solo. Mi hermano menor más o menos. Yo antes había sido "perocomunista". Me acuerdo de cuando lo quisieron echar a Perón. Los que estaban contentos eran los hijos de todos los que tenían guita. Y los que no teníamos guita tomamos la escuela porque querían echarlo. Finalmente me vinculé al Movimiento por la Paz. Hasta que un día apareció Pancho Aricó y dio una charla que me encantó. Realmente me pareció un tipo brillante, sencillo en su exposición pero muy meduloso, y poco después me afilié al PC y empecé a militar. Eso fue un día después de cumplir 18 años, el 10 de octubre de 1958. Recuerdo que me habían metido preso por participar en una manifestación por la firma de los con-
¿Qué militancia tuviste en el PC?
¿Y sobre la URSS?
Pensaba que estaba bien. La veía como la madre patria. Ya había pasado el XXII Congreso cuando empiezo a escuchar sobre el stalinismo. Y yo me preguntaba "¿y acá, porque el stalinismo?". Yo veía que si discutías algo críticamente venían a explicarte las cosas, como queriendo demostrarte que la luna es cuadrada. Y yo les decía, "la luna es redonda". Y si discutías mucho eras un loco o un agente de la CIA. ¿Cuestionaban individualmente o había alguna agrupación interna?
Con algunos hablamos unas cosas, pero no nos juntábamos. Todavía no había ninguna frac-
L UC HA A RM AD A E N L A A RG EN TIN A
48
ción. A fines de 1962, comienzos del '63, después del 18 de marzo, nos empezamos a juntar. Existían muchas diferencias con la Dirección. Primero, la reticencia al apoyo a Cuba. Segundo, las mentiras. Un día aparece en Nuestra Palabra un artículo cuyo título decía "Manifestaciones de masa en Córdoba por el Día de la Paz". Yo había participado y éramos cinco, entonces me pregunté "la pucha. ¿por qué lo dicen? ¿Por qué mienten?" Así es empezamos a pensar en otra cosa. ¿Eran disidencias espontáneas o alguien los guiaba? ¿Pancho Arico, por ejemplo?
En mi caso personal, no. Pancho no decía nada. ¿Entonces ustedes rompen antes que Aricó y los demás?
Sí. En enero me dan la baja en el servicio militar y vuelvo a Córdoba. Todavía era miembro de la Federación Juvenil Comunista, junto a mi hermano, Canelo, Henry Lerner y otros. A veces teníamos discusiones con gente que venía del MNR, con Marcelo Verd y algunos más. ¿Qué leían en ese momento?
A Régis Debray, los textos cubanos, el Che… ¿Piensan en armar una guerrilla similar a la cubana?
Sí. Primero porque creíamos tener mucha información sobre la Argentina. Entonces pensábamos que el eslabón más débil de la cadena se encontraba en el norte. Nuestro proyecto también era rural, y nos interesaba la zona cercana al ingenio "San Martín". ¿Cuántos eran ese momento?
Éramos poquísimos, pero la
H IS TO RI A I DEBATES I DOCUMENTOS
idea no era empezar a combatir. Primero había que conseguir dinero, armas y esas cosas. Eso implicaba una ruptura con el modelo del partido.
Sí, militancia y política, por otros medios. Nuestro proyecto revolucionario se formó con un discurso completamente diferente y contra un programa oportunista y reformista. La ruptura se produjo por ahí. ¿Cómo continuó la cosa?
Por entonces, un compañero que era de Tres Arroyos me había prestado su laboratorio fotográfico gracias al cual durante parte de 1962 viví de la fotografía. Como teníamos cámaras bastante buenas, la idea era explorar el norte como fotógrafos y poner el laboratorio en la zona. Eso nos daría una cobertura legal para recorrer lugares y, sobre todo, conocer personas. Pensábamos que de esa manera podríamos analizar cómo era la situación política en el norte. ¿Quiénes estuvieron dispuestos a ir?
En principio íbamos a ir un compañero llamado Osvaldo y yo. Y estábamos preparando esas cosas cuando a mediados de agosto apareció Ciro Bustos, que había pasado por Belle Ville donde tenía un conocido, creo que medio pariente de él, que era bioquímico. Este tipo le dijo que hablara conmigo, "que tal vez Jouvé estaba en eso". Entonces nos encontramos y charlamos y me explicó que ellos tenían avanzadas unas cuantas cosas. Que habían explorado toda la zona, incluso un poco más al norte de la que pensábamos nosotros, que tenían muy buen armamento, militantes que ya habían combatido y que poseían mucha experiencia. Y era cierto, pues había varios cubanos.
¿Bustos explicitó que era una guerrilla de el Che?
No. No dijo nada. De todos modos me enteré de eso más tarde, ya en el monte, pero no porque me lo dijeran, si no cuando aprendí a descifrar las claves de las cartas que venían de la isla. ¿Qué dijiste a tu familia?
La verdad. Los viejos me dijeron que lo pensara bien. En cambio a los amigos y compañeros de la Universidad no les comenté nada. ¿Cuánto pensabas que iba a durar la lucha, diez años, veinte?
Y bueno, la idea era la misma que tenían los chinos de la guerra prolongada. Me iba por un tiempo indeterminado, hasta que se terminara todo. Y dejabas todo para eso.
Sí, incluso a mi novia. Esa fue la disposición de todo el grupo. ¿Cómo fue tu partida? ¿Cómo te fuiste?
unos papeles del registro civil de Córdoba, que eran mis documentos provisorios ¿Tenían algún tipo de saber o capacidad física que los hacía aptos para semejante experiencia?
No, para nada. En eso no se pensaba. Por eso también pasaron todas las cosas que pasaron. ¿Tenían indicado con quién encontrarse en destino?
Teníamos la orden de parar en el hotel "Mar", en Bermejo. Así lo hicimos y a la mañana siguiente de haber llegado, fui a preguntar en un mercado a qué hora había un transporte para Tarija. Una señora me dijo que por ahí la "góndola" no pasaba, pero sí otro vehículo. Le pregunté cuál y me indicó a un señor que seguramente podía llevarnos. Bueno, llego al tipo ese y me señala un camión que tenía una barra en el medio y un "dos aguas". Y empezamos a esperar, eran las 8:30 más o menos. Al final salimos dos horas más tarde. Cuando subimos al camión, también subieron tres muchachos con el típico uniforme de guerrilleros. Eran Jorge Bellomo, el "Pupi" y el "Pirincho"
Me voy llevando la ropa y nada más. Subo a un taxi hasta la estación de tren y me encuentro con otro compañero al que yo no conocía y que también iba al monte, el "Correntino" Stachiotti. Pero él lo hacía porque era amigo del flaco Méndez y no por cuestiones políticas. A él le gustaba cazar ¿Cómo es eso del "uniforme" pajaritos en el monte y subía de guerrilleros? para acompañarlo, por pura Vestían borceguíes, y pantalón amistad. y camisa verde oliva, con bolsillos tipo fuelle. Por la facha y ¿Cómo se conectaron en la todo eso, era evidente su oriestación? gen universitario. Nosotros, Por una contraseña y por la en cambio, estábamos vestidescripción física. Nos vimos, dos como cualquiera. Cuando dijimos la contraseña y nos fui- los vi con esas ropas me dije mos para Salta. Una vez allí "pucha, vamos al mismo nos tomamos un colectivo lugar". hasta Orán. Y en Orán toma- Entonces, después de estar un mos otro colectivo que iba a rato en la caja del camión, les Aguas Blancas. Yo no tenía ni pregunté y así empezamos a pasaporte ni documentos. Sólo hablar más abiertamente.
L UC HA A RM AD A E N L A A RG EN TI NA
49
H IS TO RI A I DEBATES I DOCUMENTOS
Después nos separamos, arrancó el camión, y en cinco minutos se llenó de gente. Primero estábamos acostados, después sentados y finalmente nos tuvimos que parar porque no cabíamos. Para colmo llevaban alcohol y no sabíamos que festejaban. Te pasaban la botella y tomábamos. Habíamos hecho la mitad del trayecto cuando llegamos a un pueblito que se llamaba "Palacaia". Hasta ese momento la gente golpeaba el techo por cualquier cosa, pidiéndole al chofer que parara un rato, sea para orinar o para sacar las hojas de coca de un árbol que había al borde del camino. Pero en ese lugar empezaron a golpear el techo y las paredes del camión gritando "Chavoia, Chavoia" y yo decía "¿Qué será?". Bueno, era el nombre de otro pueblito. Entonces le pregunto al chofer "¿Chavoia queda camino a Tarija?". "No", me responde el tipo, "para el otro lado, pero la gente quiere ir para allá. Si querés venir, vení, si no te quedas acá porque yo voy para Chavoia". Entonces le pedí que me devolviera la plata del viaje. Y me dijo que no, que así son las cosas. Y nos bajamos, el tipo se fue a "Chavoia" con el camión y la plata, y nos dejó en banda a nosotros. ¿Y entonces?
Entonces fuimos hasta la iglesia. Había muchas señoras con jugos de naranja y pomelo, supongo que también de guayaba. Pregunto que posibilidad había de conseguir un transporte para Tarija. Y me dicen que "la góndola pasa pasado mañana". Pero apareció un chico que nos dijo que podía llevarnos. Y bien, arreglamos un precio, vino con un camión y nos llevó. Ahí ya se veía el río Bermejo allá abajo.
Y por fin llegamos a Tarija, donde nos separamos de los otros tres compañeros. Nosotros nos fuimos a un hotel y esperamos. La cosa es que pasaron unos cinco días hasta que por fin vino a buscarnos Hermes Peña (oficial del ejército cubano, jefe de la custodia del Che), preguntó por Stachiotti y le dijo que teníamos que irnos. Nos subimos a un jeep, en el que estaba esperando el flaco Federico Méndez, y arrancamos para "Emboruzú", en Bolivia.
Lo expresado era diferente
¿Y los tres "uniformados"?
¿Tenían apoyo de alguna organización política argentina?
Creo que los pasaron a buscar al día siguiente. ¿Llamó la atención el acento cubano de Hermes?
Me sonó a cubano…sí. Yo pensé que era cubano porque de alguna manera lo sospechaba. Pero no imaginaba que era el jefe de escolta del Che, no sabía quien era. El alcance de la operación, por lo que te dijo Bustos ¿hasta donde llegaba?
Yo pensaba que era una cosa de propaganda armada, que nos íbamos a acercar más a los ingenios, a ese tipo de lugares. Y que íbamos a tratar de relacionarnos también con otra gente, de redes urbanas. Ya se había hecho contacto con un escribano conocido de Orán, que sostenía posiciones progresistas, y con el viejo Garrido, dirigente sindical del Partido Comunista en el ingenio Esperanza, cerca de San Pedro -que después estuvo en cana porque le encontraron la "Carta al campesino" que había publicado el EGP-. Es decir, yo pensaba que se iba a tener un sustento urbano. Si no, no tenía sentido. Pero no estaba claro, no estaba expresado.
L UC HA A RM AD A E N L A A RG EN TIN A
50
Lo expresado era que por ahora éramos un soporte de la guerrilla. Soporte más bien de provisiones y ese tipo de cosas. En lo rural, pero en una zona donde no había mucha gente. Pero bien, ahí cerca estaba Yuto, que era un pueblo "importante" para la zona. La idea era tomar el pueblo, hacer una asamblea popular y convocar a la gente a la lucha armada. También movernos por la zona, posiblemente contactando a otras personas.
Ninguno. Creo que ni John William Cooke sabía nada de esta experiencia, porque a él se lo pasaron por el costado. Pienso que la idea del Che era que el peronismo y el peronismo de izquierda estaban sumamente infiltrados. Por eso no le informaron a Cooke, que justamente estaba en Cuba con Alicia Eguren. Cuando le pregunté a Ricardo Masetti por Cooke, me respondió que no participaba. Supuse entonces que algo pasaba, porque Cooke hablaba todos los días con el Che. Llegan, por fin, a Emborozú ¿Quiénes estában?
Ahí estaban Masetti, Bustos, el "Furry" (oficial cubano) y Leonardo Werthein, que después dejó el campamento por una infección en la piel. Y nosotros llegamos con el flaco Méndez y Hermes Peña. ¿Cómo era Masetti?
Cuando llegamos era un tipo sumamente agradable. Muy seductor, con mucha fuerza. Con mucha convicción. Con voluntad. Y con un discurso lindo, digamos que era un discurso cubano, el discurso de Fidel y del Che. Era eso. Se
H IS TO RI A I DEBATES I DOCUMENTOS
presentó como "Comandante Segundo" y nunca dijo quién era en realidad. Yo empecé a sospechar un poquito que era Masetti, pero casi al final. Era un tipo jovial, que por ahí hacía un chiste. Así era, de llegada fácil. Generaba simpatía, digamos. Eso fue cuando llegamos y durante un tiempo fue así. Después, cuando había que hablar de cosas serias, se ponía serio. Podía pedir orden: "No, eso no" o cortar discusiones o intentos de diálogos sobre algún tema porque creía que no era lo que había que discutir. Pero bien, luego fue cambiando la cosa. En la finca también hubo cosas más "duras". Pero siempre bien, sin muchos problemas. ¿Y Ciro Bustos?
Era el bueno. Todos eran duros y rígidos. Él, en cambio, era un tipo que se aproximaba a los compañeros desde otro lugar y hablaba como lo estamos haciendo nosotros ahora. Bustos era el tipo que hablaba con compañeros, no con subordinados. No como el que tiene muchos secretos en la cabeza y entonces mide sus palabras. Y tenía formación política. La carta que después hace en Bolivia cuestiona justamente el foco y fuertemente, no como un error táctico ni porque cayeron las redes urbanas, sino que era una cuestión política. Masetti le decía "Pan blanco", porque era el blando. Los cubanos también le decían así, pero cargándolo. ¿Qué impresión te causó el grupo?
Me dio cierta seguridad. Me hizo bien saber que participaba gente que había combatido en Cuba. Hermes hablaba de la batalla de Santa Clara. Castellanos1 también. Contaban lo que habían
Jorge Ricardo Masetti, en Cuba.
hecho en la sierra, de la alfabetización. Bien.
así. La idea era también entrar tomando Aguas Blancas. Eso se fue diluyendo porque segu¿Qué armamento tenían? ramente le dijeron "pará" a De primera. Desde fusil Masetti. Entonces se modificó "Garand", semiautomático y para ver si se podía hacer proque tenía un cargador de siete paganda armada, si se podía proyectiles, hasta FAL (Fusil reconocer el terreno, hacer Automático Liviano) con gra- depósitos, etc. Preparar en nadas antitanques. También serio otra cosa. Y después salir granadas de mano norteameri- de Yuto, porque estábamos en canas, las "Energas", dos bazo- una zona bastante alejada. okas con proyectiles, "RPG" soviéticas, había "M1" y "M2", ¿Qué aparatos de comunicaque usaban los norteamerica- ción tenían? nos y "M3", que era del tipo Teníamos transmisores que PAM pero de calibre mayor: aguantaron bien la selva, pero 11.25. Y ametralladoras pare- se quedaron sin pilas. Y como cidas a la Halcón, como las que estábamos siempre juntos, no tenía la policía argentina. los usábamos. También poseíamos una radio que era un apaMucho poder de fuego para una rato utilizado por la CIA duransimple caminata por el monte. te la invasión a Girón. Era Ninguna guerrilla empezaba impresionante, tenía un equipo
1. Alberto Castellanos, oficial del ejército cubano
L UC HA A RM AD A E N L A A RG EN TI NA
51
H IS TO RI A I DEBATES I DOCUMENTOS
electrógeno muy simple, a pedales, y un sistema de cristales con el que buscabas una determinada frecuencia, entonces orientabas la antena hacia el lugar de donde venía la emisión y listo. Te conectabas perfectamente. Así recibíamos información cifrada.
recía por varios días. Eso "bajaba" mucho a todos los muchachos, pero después charlaba de nuevo con nosotros con su discurso convincente y nos llegaba a todos. ¿Siempre estaban juntos?
Hasta la caída del campamento de La Toma siempre estábamos ¿Tenían algún tipo de comuni- todos juntos. Yo a veces salía a cación con Cuba? la mañana a explorar y regresaLa teníamos, pero por correo. ba a la noche o al otro día. Era una correspondencia en clave que traían los emisarios ¿Qué rol jugaba Bustos? de la isla, como "Papi",2 que Viajaba mucho a la ciudad. Él después moriría durante la tenía contactos con una cantiguerrilla boliviana del Che, o el dad de gente que eran conoci"Furry".3 dos de Masetti y muchas cosas se hacían a través de radio "El ¿Quién las descifraba? Mundo". Cosas simples: por Bustos, y cuando él se fue yo ejemplo, decían "temperatura aprendí las claves y las descifraba. en Buenos Aires y Capital Federal". Si uno quería que te ¿Qué descifraste? avisaran si alguien había llegaUn mensaje del Colorado do, decían "Temperatura en Piñeiro4 y una o dos cartas del Capital Federal y Buenos Che, donde hacía comentarios, Aires". Invertían la fórmula y preguntaba sobre la zona y nosotros teníamos la informacómo seguía la cosa y la moral ción. También estaba cerca de del grupo. Y después decía: Oscar del Barco, la revista "espero que pronto se haga la Pasado y Presente ; además operación". Era como ansioso. tenía contactos en Mendoza, de donde él era, y con otra gente ¿Cómo eran las comunicacio- de Rosario, entre otros.
por los contactos posteriores. ¿Después de la visita de Aricó, se multiplicaron los contactos cordobeses?
Yo diría que se incrementaron. Ya había contactos en Jujuy. También con Garrido, que estaba por la zona del ingenio Esperanza. Sí, se multiplicaron los contactos. Incluso yo le dije a Masetti que podía viajar a la ciudad y operar políticamente y armar redes de apoyo logístico. Me dijo que no porque pensaba que mi intención era otra; "vos te querés rajar". Siempre pensó eso. ¿Dónde conocieron los códigos de disciplina del EGP?
En "Emboruzú", que es el lugar donde se redactaron. Me acuerdo de unos artículos que particularmente me llamaron la atención. Por ejemplo, la aplicación de la pena de muerte por homosexualidad. Era algo que no podía justificarse. A mí me chocó profundamente porque tenía toda una posición de respeto por la diferencia que, incluso, la expresé en el PC. Me enojaba saber que el PC italiano había excluido a Pier nes entre ustedes? Paolo Pasolini por su condición. Yo tenía buena comunicación Aricó subió al monte... La pena de muerte por traición con todos. Bustos también. El Creo que lo trajo Canelo con la ante el enemigo me parecía, en Flaco Méndez era más tacitur- camioneta. Me parece que con cambio, más o menos legítima no. Méndez siempre fue más él también vino Alberto Korn. para una estructura militar. taciturno. Incluso después. Estuvo tres días con nosotros, También regía la pena de Empezó a ser diferente muchos pero yo apenas pude conversar muerte por aprovechamiento años más tarde, cuando hubo con él. Él hablaba con Masetti.. de la población civil, violar a un incidente en la cárcel y ahí Nosotros esperábamos de una mujer, robar y ese tipo de hablamos muchas cosas y Pasado y Presente apoyo políti- cosas. cambió un poco, empezó a ser co. El primer editorial de la menos rígido. Hermes también revista fue un artículo que ¿Cuando deciden cruzar el tenía buenas relaciones con estaba ligado a lo que se estaba Bermejo? todos, no era autoritario. Y haciendo: el tema de la volun- El 21 de setiembre de 1963 nos Masetti por ahí estaba. A veces tad y una exaltación a la metimos en la Argentina. era super simpático y otras Revolución Cubana. Yo no sé lo Cruzamos ocho o nueve: Maveces estaba refugiado en su que conversaron, pero eviden- setti, Bustos, Federico, Herlugar, en su hamaca, y no apa- temente siguieron colaborando mes, el "Correntino", "Pupi", . José María Martínez Tamayo, capitán cubano. . Alberto Colomé Ibarra, posteriormente ministro del interior y general de Cuerpo de Ejército cubano. . Manuel Piñeiro Losada Barbarroja, a cargo de la Inteligencia cubana.
L UC HA A RM AD A E N L A A RG EN TIN A
52
H IS TO RI A I DEBATES I DOCUMENTOS
"Pirincho", yo y creo que Castellanos. Lo cruzamos por un vado que seguramente la gente utilizaba. No había un camino trazado pero sí una bajada fácil. De todos modos Bustos casi se ahoga porque el río estaba medio crecido. ¿Se juramentaron?
Sí, sí, en una especie de ceremonia donde se hablaba en lo que estábamos "metidos" y juramos fidelidad al movimiento y al EGP. Masetti dio un discurso muy breve, y después le tomó el juramento a cada uno, que contestaba "patria o muerte" o "revolución o muerte", una de las dos. Cruzamos de noche y nos metimos un poco adentro por camino de montaña. Había que abrir el sendero con el machete. Hermes iba adelante, yo en la retaguardia y Masetti en el medio. Y bien, avanzamos bastante. Y después agarramos un arroyo y terminamos en un lugar cerca de la ruta que va de Orán a Aguas Blancas. Ahí agarramos la ruta porque estábamos medio desorientados y no teníamos agua. Me acuerdo que el "Correntino" estaba medio zombie por eso, por la falta de agua ya que hacía bastante que no tomábamos y hacía muchísimo calor, muchísimo calor…ahí es cuando Masetti se enoja con "Pupi" porque venía atrasando la columna… yo creo que por la falta de agua "Pupi" se vino muy abajo. Al día siguiente salimos con Hermes a buscar agua y llegamos al río Pescado. Allí Hermes se tomó como tres litros, hasta quedar medio noqueado. Después volvimos hasta donde estaban ellos, que ya habían salido de la ruta para meterse un poco para adentro. Y bien, finalmente nos "instalamos" cerca del río Pescado. Ahí voy yo vestido de civil a una casa
esquina. Al agua había que ir a buscarla, tomabas agua de los arroyos. Había que caminar. No hacíamos más que caminar. No era fácil si no te sostenían otras Después volveremos sobre el cosas. Y yo creo que mucha tema de Pupi. ¿Hubo nuevos gente en ese tiempo se enganingresos? chó en ese tipo de experiencia Sí. Poco después, en noviem- mucho más por el culto al herobre, se suma Marcos Szlachter ísmo que por convicciones pro y otros dos compañeros más. fundas, quiero decir más por Marcos era un tipo intelectual- cosas carnales, más sentidas mente muy sólido. Con él con el cuerpo. Después comenhablábamos y planteábamos zaron los problemas. muchos temas políticos, pero como era muy difícil plantear ¿Llegan ahí y arman un camcosas políticas con Masetti, eso pamento? se cortaba. Todas en el plano Pero duró muy poco. Unos dos teórico, porque en lo práctico, o tres días. Y acampamos porél estaba ahí porque creía que que teníamos que esperar a los había que estar ahí. Esa cosa de que iban a integrarse desde los cubanos que sin definir lo Córdoba. Después cruzamos el que iban a hacer hicieron una río Pescado, cerca de la juntura Revolución, la reforma agraria con el Iruya, y lo bordeamos y todo lo que se proclamaba por el otro lado. Y ahí fuimos como camino de la revolución subiendo y encontramos un en el mundo. Igualmente creía- arroyo muy chico y acampamos que se habían agotado una mos. En ese viaje llegó mi herserie de instancias en el país. mano con Henry Lerner, con Que la democracia había sido Del Hoyo y con Bollini. Creo liquidada en 1955. Que al que venía Canelo también. mismo tiempo había un pro yecto bastante enquilombado ¿Cuál era el primer objetivo en las FFAA. También éramos militar? bastante inocentes acerca de Al comienzo, cuando íbamos a todas las cosas que pasaban en cruzar, era el puesto de genel país. Para nosotros la situa- darmería de Aguas Blancas, ción daba para que se dieran pero se cambió por reconociluchas sociales fuertes. Habían miento del área. Así que no comenzado las tomas de las teníamos planificada ninguna fabricas. Yo me acuerdo que en acción militar, salvo que nos Córdoba habíamos hecho una cruzáramos con alguien. operación para poner un cartel convocando a la insurrección Si se cruzaban con Gendarpopular. mería… Lo más probable es que ellos ¿A poco de integrarse hubo iban a estar armados y nosproblemas? otros también. Entonces íbaSí… hasta ahí habíamos hecho mos a pelear. Pero si era posiunos cinco o siete días de mon- ble evitábamos el enfrentataña. Hasta ahí venía más o miento. menos bien. Los últimos dos o tres días pasó lo que pudo ¿En un principio era posible? haberle pasado a cualquiera. Sí, por eso se marchaba en Era el monte, no había un pues- columnas distanciadas una de to de Coca Cola a la vuelta de la otra, prestando mucha atende YPF que estaba muy cerca. Y me vine con unas bananas y una gallina. Creo que era el día de mi cumpleaños.
L UC HA A RM AD A E N L A A RG EN TI NA
53
H IS TO RI A I DEBATES I DOCUMENTOS
ción a las señales mínimas, como huellas, para evitar a los gendarmes. ¿Sabían detectar huellas o no dejarlas?
Todos habíamos leído algunas cosas sobre como opera una guerrilla, teniendo cuidado de no hacer una "carretera" por donde íbamos pasando. Es decir, habitualmente se iban borrando las huellas. En el monte difícilmente pasaba alguno. Y si pasaba te dabas cuenta que pasó, aunque sea en alpargatas. Cuando estábamos en el campamento de La Toma, yo le había dicho a "Papi", refiriéndome al campamento: “¿vos qué pensás, cae esto?" y él me dijo "Es probable que sí, esto es muy inseguro". Se lo dije a todos, a Masetti también. Dije que me parecía que había que irse porque La Toma no era un sitio seguro. Era un lugar donde había una represa con troncos cruzados y con piedras. Cuando el agua subía un poco el nivel del río, se abría un canal y el agua regaba a la colonia Santa Rosa, una lugar importante de producción de frutas y verduras. Allí había una casa. Nosotros estábamos a 4 o 5 kilómetros, y hasta allí llegaba una camioneta con gente que después volvía sola con el chofer. Era evidente que eso era peligroso, que nuestra presencia se iba a notar. Con Hermes, que había ido a Santa Cruz para conectar gente, quedamos en encontrarnos en otro sitio. Entonces no fui al campamento de La Toma. Y no fui porque vi las huellas de los gendarmes. Los gendarmes andan con alpargatas, eso yo lo sabía, todos lo sabíamos y de pronto encontré una huella hecha por ellos, que no tienen problemas en dejar huellas. Pasé por un rancho y entonces dije, "a esta casa no voy". Y efectivamente, allí habían detenido a un viejo y
su hija estaba llorando. Entonces re-gresamos y nos acomodamos en posición de combate, bastante distanciados. Yo iba a la vanguardia y si nos topábamos, íbamos a tener que pelear. Había caído La Toma. Hice el recorrido convenido con Hermes. Entré al arroyo y encontré huellas por todos lados. Y comencé a encontrar los mensajes de Hermes. Luego me cuenta que se habían topado con dos paisanos que iban para el campamento y los detuvo. Los llevó al campamento, los tuvo un rato, les hablaron de la revolución y los largaron. Esto fue el 4 o el 5 de marzo del 1964. El 6 cayó la gendarmería.
ba de un árbol y él les dijo que subió porque lo atacó un chancho salvaje. En ese momento pasaba un avión por arriba, y los policías dijeron que era de la inteligencia militar, que ya estaban todos rodeados. Después los dejan y van a buscar a los gendarmes, pero éstos caen sobre ellos sin saber que eran agentes. Por eso también los detienen. ¿Dónde sucedió eso?
Muy cerca de La Toma. Los gendarmes se habían emboscado alrededor, y cuando pasaron Fernández y Campos, los detuvieron sin saber que eran agentes infiltrados. Después lo agarran a Henry Lerner y Alberto Pero se supone que Hermes Castellanos. "Qué están haciendo era un tipo con experiencia. acá?" le preguntan a Castellanos. Había combatido con los cuba- Y él les dice que estaba cazando nos en Playa Girón ¿no? pavas de monte. Sí… ¿No se resistieron? ¿Entonces cómo se explica que él y Masetti, que también tenia experiencia en lo militar, fueran tan descuidados en la cuestión de seguridad?
Hermes compartía conmigo el criterio, pero bien, cumplía ordenes igual que yo. Y si Masetti no decía nada... ¿Los otros compañeros qué decían?
No decían nada. Pero mientras tanto había otros problemas. En otro grupo nuestro estaban los dos infiltrados que teníamos de la DIPA: Víctor Fernández y Alfredo Campos. En un momento, estos dos policías empiezan a hacer escándalo y le gritan al resto: "esto está tomado, ustedes son comunistas, nosotros somos peronistas", y antes que pudieran reaccionar le disparan en la pierna a Diego Magliano y desarman a todos, a Carlitos Bandoni y al "Gallego" Álvarez, que logra escapar. Igualmente la gendarmería lo encontró arri-
L UC HA A RM AD A E N L A A RG EN TIN A
54
No tuvieron posibilidad. Los emboscaron bien. Había cuatro tipos escondidos, y cuando ellos pasaron le saltaron encima. ¿Qué se perdió en La Toma?
Todas las provisiones de alimentación para dos meses, armas y gente: Castellanos, Del Hoyo, Lerner y Frontini. Los cuatro. Diego queda herido con Carlitos Bandoni y Ariel logra escapar. Se esconde detrás de un árbol gigante, a metros del operativo. Eso fue lo que lo salvó. Pero una vez perdidas las provisiones, hubo problemas para alimentarse: murieron Marcos y César, los dos de hambre. Marcos se había adaptado bastante bien al monte. Nunca estuvo desesperado, ni se puso loco. Incluso cuando estaba mal por falta de alimentos nos dijo "hay que seguir, ustedes tienen que seguir”. En cambio César, que tenía una capacidad física infinitamente superior a la de Marcos, jugaba water polo en la
H IS TO RI A I DEBATES I DOCUMENTOS
primera de Boca, era deportista, tenía un físico bárbaro, se quebró y se quedó acostado en la hamaca. Cuando llegué a él, después que encontramos a Diego y a Marcos, ya había muerto. Yo también había perdido mucho peso. ¿Cómo es estar en esa situación de hambre?
El hambre es muy duro al principio, después es una sensación extraña, casi dulce. Sí, hay alucinaciones. Diría que hasta tiene algo de placentero. Yo escuchaba ruidos de vacas y de gallos. Lo recuerdo a Marcos que estaba muy tranquilo. ¿Había desmoralización?
Depende. Algunos no. Colina y Bandoni, que recién habían llegado, no estaban desmoralizados, pero sí preocupados. Cuando advierten que La Toma cayó, que no tienen provisiones y la gendarmería está detrás de ustedes ¿no hay decisión de abortar las operaciones?
Yo lo pensé. Y lo charlé con Castellanos y Bellomo. Ya estaba muy difícil y además no tenía fuerza y me sentía muy mal. ¿Masetti en ningún momento plantea abortar el intento?
No, no. Había que seguir. Sólo había que proveerse de alimentos. Entonces se plantearon dos posibilidades: o vamos hasta Yuto o hacia otro lado. Se evalúó el estado de la gente, el estado de la moral. Si había que combatir no era nada bueno, estábamos todos debilitados. Yo tomo contacto con ellos el diez u once de marzo. Y llegué a su campamento como podían haber llegado los gendarmes, había una "avenida" hacia el sitio en el que estaban. Crucé el río, seguí las huellas y nos encontramos. Masetti me
dijo que había que salir como fuera de esta situación y ver cómo se conseguía alimento. Había dos alternativas: una era ir por un sendero marcado en el mapa. Pero estaba borrado porque la vegetación había crecido mucho. Y la otra era ir a Yuto. Sabíamos que había gendarmes por ahí y que seguramente iba a haber enfrentamientos. ¿No era evidente que estaban en el lugar políticamente equivocado?
No, porque pensábamos que la política la tenían que hacer en la ciudad. Nosotros éramos el foco, la chispa que encendía la pradera. Éramos el detonante revolucionario que podía catalizar ese proceso. La idea central era esa. Para nosotros estaban dadas las condiciones en la sociedad: los golpes de estado, la proscripción del peronismo, las luchas obreras... Por eso al principio nos propusimos tomar Aguas Blancas, aunque nos mataran a todos. Iba a primar el heroísmo. En las ciudades habría apoyos, contactos políticos para ir armando redes. Entonces nuestra guerrilla podría funcionar como el catalizador de un proceso diferente.
tades para seguir caminando, Pupi perdió fuerzas, y como que se fue desmoronando su personalidad. Cuando llegamos al campamento estaba muy mal. Se cubrió la cabeza con las manos y acurrucó su cuerpo. Entonces Masetti pensó que había que fusilarlo. Yo me opuse, le dije que no, que no estaba de acuerdo. Insistí y entonces él me dijo: "entonces vos le vas a dar el tiro de gracia". No, yo no lo iba a hacer, porque no violaba ningún código de seguridad: no era desertor, no tenía actitud cobarde ante el enemigo, no era homosexual... ¿Alguien más se opuso?
Bustos. Pero todavía no estaba muy enganchado. Yo lo charlé con Bustos y él tampoco estaba de acuerdo. ¿Pupi se da cuenta que lo van a matar?
Yo creo que sí. Con otros tres compañeros nos fuimos y regresamos después de seis u ocho horas. Y estaba todo terminado. Como que no había pasado nada. Yo creo que la gente lo vivió como un alivio. El segundo caso es el de Bernardo Groswald. A él se le hace un juicio.
Sí, a “Nardo”. Henry es quien informa de su situación, porTenía un poco más de 21 años, que era el que más lo conocía. posiblemente mi edad. Ya “Nardo” estaba destruido, comenzó a tener problemas en digo, no había de donde agala marcha. Se quedaba. Poco rrarse, desquiciado. Tenía la después Masetti lo trató mal certeza de que lo iban a fusilar. porque dijo que había hecho Creo que no hizo nada para mucho ruido cuando cruzamos evitarlo, nada, ni siquiera el río Pescado. Pero yo no lo durante el juicio. Todavía no se escuché... y bueno había que por qué subió Nardo al monte. sostenerlo un poco para que Era un muchacho bancario, siguiera marchando. Y a veces acostumbrado a la ciudad, la columna iba más lenta por usaba anteojos de mucho él. Cuando nos quedamos sin aumento y tenía pie plano, lo agua durante 24 horas, con que complicaba su capacidad mucho calor y muchas dificul- de caminar. Volvamos al tema de Pupi, el primero en ser fusilado.
L UC HA A RM AD A E N L A A RG EN TI NA
55
H IS TO RI A I DEBATES I DOCUMENTOS
La actitud suya en el fusilamiento me pareció más terrible todavía: se paró derecho, miró Con una guerrilla más o menos a la gente a la cara y sacó consolidada en un campo de pecho, ¡él, que siempre estaba operación, ahí sí hubiera podi- caído! Supo tranquilamente lo do ejercer algún tipo de tarea. que estaba pasando y no hizo Pero una guerrilla que era un nada. Creo que en él había una grupo que estaba explorando y vocación de morir. que trataba de contactar campesinos que no había, ahí era ¿Cómo quedó la gente? muy difícil. Teníamos que Creo que con una sensación de caminar, caminar y caminar. alivio. Quizás porque su desCon sus pies tenía que caminar equilibrio era insoportable para en arroyos llenos de piedras, el grupo operativo. Yo no sé, como todos los ríos de monta- porque me fui al día siguiente. ña, y cruzar ríos, y además le A Marcos lo vi bien, Diego, costaba ver. Los que lo recluta- Ariel y todos seguían con basron sabían eso. No entiendo tante polenta. para que lo reclutaron, ese fue el problema. ¿Los fusilamientos cumplieron ¿Pero ese es un problema del que sube al monte o de la guerrilla que lo acepta?
¿Cuánto duró el juicio?
Una hora, fue un juicio sumario. Él estaba desquiciado. De todas maneras, yo pensaba que había que bajarlo a la ciudad. Eso fue lo que argumenté. Bustos dijo que se lo podía llevar a Córdoba. Bustos creía eso. Pero el juicio tenía el sentido de todos los juicios que se han hecho en Cuba y en otras guerrillas: se llevan a cabo para levantar la moral e imponer las autoridades. Entonces todo quedó ahí... El flaco Méndez pidió que se aplique el reglamento. Pero nadie le iba a decir a Masetti "no estoy de acuerdo". El único que se lo podía decir era yo. Pero Masetti dijo "se acabó la joda", armó un pelotón de tres personas, creo, y dispararon.
su propósito, evitar la desmoralización?
No sé cómo estuvieron después del fusilamiento. Yo partí al día siguiente. Pero creo que la desmoralización se produjo muchos días después por no comer, surgió por no poder comer. Cuando volví a encontrarme con todos, estaban más o menos. No había nada para comer. Estuvimos tres o cuatro días sin comida. Yo partí y también "Papi", creo que también Canelo o mi hermano. No me acuerdo. ¿A dónde partieron ellos?
A la ciudad, y "Papi" a Cuba porque era el "correo". Él llevaba los mensajes y hablaba con el Che. ¿Y vos por qué te vas?
"Hay que hacer algo, conseguir comida" dijo Masetti y se propusieron las dos salidas. Estábamos con Diego herido y con la gente bastante debilitada. Se empieza a opinar y me preguntan. "¿vos qué opinas?". Dije que no creía que el grupo estuviera en condiciones de un enfrentamiento con la gendarmería y todo lo que eso implicaba: otro tipo de movimiento, a los saltos todos los días. Propuse y se aceptó seguir una huella para arriba y en dos días estaríamos en Campichuela. Se aceptó, pero cuando habíamos hecho unas cuantas horas de marcha, unas cuatro horas y río abajo que es más difícil, Masetti cambió de opinión, se quedó en ese lugar y ordenó a Hermes bajar con el grupo a buscar comida a Yuto y luego que “el Cordobés volviera para buscarnos a nosotros”. Nunca entendí eso. Es decir, dar marcha atrás cuando estábamos llegando al pueblito, a media hora donde seguro había una chacra para comprarnos una vaca y ahumarla, hacer varias cosas. Nunca lo entendí. Entonces le dije: "Estamos ahí nomás, Segundo" y me respondió: "Ya me influiste una vez y me salió como el culo". ¿Cuántos días íbamos a demorar en ir por abajo y regresar? Por lo menos tres, y en tres días más sin comer íbamos a estar muy mal. Y bueno, arrancamos con Hermes al atardecer y llegamos a una garganta. Desde allí lo vemos a Federico y a otros cruzando por una fractura que había en la montaña, muy angostita. Finalmente cruzamos con ellos por ese lugar. Al día siguiente salgo con Antonio para cruzar la fractura de nuevo, sin saber que había una "garganta" espantosa. Y nos despeñamos.
A mí me mandan a contactar gente que teníamos en algún ¿Nardo protestó? punto. Suponíamos que toda la No, al contrario, enfrentó a la zona iba a estar con gente de gente. Yo creo que él fue a Gendarmería. Entonces queríamorirse al monte. Toda su acti- mos establecer unos puntos de tud era morirse, porque tenía apoyo. Por supuesto que iba a la posibilidad de andar un poco ser un lugar donde nos íbamos mejor de lo que andaba. Porque a cuidar. Pero había que prever ¿Desde que altura caen? en el comienzo había andado unas cosas. más o menos bien, pero yo creo Fácil de 35 o 40 metros. Era que él quería que lo fusilaran. ¿Cómo sigue el proceso? una montaña cortada a cuchiL UC HA A RM AD A E N L A A RG EN TIN A
56
H IS TO RI A I DEBATES I DOCUMENTOS
llo. Le decíamos "escaleras", la habíamos bautizado así. Antonio me grita "¡Cordobés!" y se cae y yo, que tenía el pie puesto en una piedra, trato de agarrarlo y lo agarro no sé muy bien si de la camisa o de la mochila, no lo sé, pero siento que se me va, se me va, y cayó verticalmente. Y yo me voy para el otro lado de las piedras. Recuerdo que caigo como si fuera un hombre de goma más o menos. Voy saltando por las piedras. Y caigo al río, justo donde empieza la cascada. Caigo con la mochila y el fusil y pierdo todo. Y quedo en un estado, digamos, de placer absoluto, de bienestar absoluto, porque no tenía ningún peso, ni de la cabeza ni de nada. Una sensación rarísima. Estaba bajo el agua, pero no tenía la sensación de no respirar, estaba bien. Nunca tuve un estado de placer tan absoluto. Después siento que alguien me toca el hombro y me pone cabeza arriba. Hasta ahí no recuerdo más nada. Lo que sí recuerdo es que me di cuenta que había cerrado los ojos de placer. Tampoco recuerdo cuánto tiempo estuve. Salí y regresé hasta donde estaba Antonio y me quedé con él hasta que falleció, después de tres o cuatro horas de agonía, por las múltiples fracturas. Estaba destrozado y no había morfina, sólo "Dolex", que es un calmante. Le puse todos los supositorios que tenía. Antonio era un tipo tan convencido que en su estado me sostenía a mí, la verdad. "No. No te hagas probema", me decía, "sabíamos que en ésta o salíamos ganando o salíamos con los pies para adelante. Pero de todas maneras vamos a ganar". Era un convencido, venía del PC. No se cómo se lo contactó, pero era un tipo diferente. Un tipo sólido. Cuando
De izquierda a derecha: Fernando Alvarez, Henry Lerner, Alberto Castellanos, Oscar del Hoyo y Federico Frontini. En el extremo derecho, los dos agentes infiltrados.
Atados con sogas, Héctor Jouvé y Carlos Bandoni son trasladados luego de su detención en el monte salteño, en 1964.
murió lo tapé con piedras, porque ya andaban merodeando los caranchos.
Cuando le transmití a Diego la distinción, él se emocionó mucho. Pero ya no le quedaban fuerzas porque había perdido Dos compañeros fusilados y mucha sangre. Tenía la pierna Antonio que muere a tu lado contraída, porque seguro que la ¿qué pasaba por tu cabeza? bala le había roto alguna fibra Ahí estaba destruido. Además muscular. Así estuvo como tres imposibilitado de volver para días más. Después le di dinero a arriba, para buscar a Masetti. Jorge y a Alberto para ver si Ahí sentía que estaba todo ter- podían conseguir comida abajo. minado, todo terminado. Yo apenas había comido un Marcos había muerto los prime- pajarito ros días de abril, César también ya había muerto y Diego estaba ¿Masetti supo de la muerte de herido. Antes Masetti lo había Diego, Antonio y Marcos? promovido a "combatiente". No, no llegó a enterarse.
L UC HA A RM AD A E N L A A RG EN TI NA
57
H IS TO RI A I DEBATES I DOCUMENTOS
¿Consiguieron comida?
Encontramos un árbol de naranjas. Tampoco podíamos cazar a cualquier hora. Por suerte le doy a un bicho grande, un anta. Había que cuerearlo y sacar pedazos de carne, para colmo no había sal. Hicimos lo que se hace cuando se tiene mucha hambre: comer mucho, y yo vomité. Alberto y Jorge, en cambio, comieron bastante y les hizo muy bien. Y cuando llegó Hermes, creo que al día siguiente, nos contó que habían conseguido provisiones, pero que ya las tenían terminadas. Me pidió que subiera a donde estaba Masetti. Le dije que no podía. No tenía fuerzas. Se dio cuenta de que estaba hecho pelota y decidió subir con Jorge Guille, mientras yo bajaba hasta donde estaba Federico. Antes me dio unas latitas de sardinas y un mate cocido con azúcar, que me hicieron muy bien. Y me armó un pucho. Al día siguiente llegó Carlitos Bandoni con una nota de Hermes diciéndome que se le había jodido la rodilla, que subiera con él para ir a buscar a Masetti. Le dije a Carlitos: "Mirá yo no puedo ir, esperemos que vengan los muchachos". Y bueno no llegaron. Creo que fue el 14 de abril. Entonces escucho ruidos aunque por el río era difícil oír. "Son tiros", pensé, “se están cagando a tiros con la gendarmería”. Cuando sospecho que es así, trato de agarrar una granada... y bueno, ahí me caen encima y me noquearon como cinco veces. Yo no tenía resto. ¿Cómo te llevaron?
Me atan y los gendarmes me hacen un simulacro de fusilamiento. Viene un guaso y me dice: “¿Sabés por qué no te mato?". Yo tenía ganas de que me mataran. Estaba seguro de que nos iban a matar. Además,
no sabia qué había a pasado con los otros. Pero en vez de matarme me metió un sopapo. Yo estaba desnudo al lado del río y caí en el agua. Después seguí cobrando hasta la madrugada. Y a la mañana temprano, arrancamos atados a una cuerda. Tiraban para que me cayera. ¿Quién era el otro detenido?
Carlitos Bandoni. Nos llevaron a una finca, donde a la noche nos dieron un poco de sopa y un cigarrillo a cada uno. En el camino nos topamos con una patrulla, la que después iba a tirotearse con Hermes. Eso me desanimó más todavía. Porque ahí venía un primer teniente de gendarmería que me dice: "Hola Cordobés", yo me hago el boludo y el insiste: "a vos te hablo" me dice, "mi novia es de Belle Ville", se llama Fulana. Yo la conocía. "Sos un tipo honesto" me dice y yo me caigo. Lo único que le interesaba era si Hermes iba a combatir o no. Le dije que no sabía y se despidió. Llegamos a la finca y ahí nos cargaron en un camión para llevarnos a la gendarmería, al destacamento de Orán. ¿Te siguieron castigando?
Sí, ahí fue mucho peor.
¿Quiénes estaban concentrados en Orán?
Todos. Los únicos que se habían ido eran los dos infiltrados. Nosotros estábamos en dos habitaciones. En una estaban Colina, Carlitos y yo; nos tenían de rodillas en un rincón, y si nos caíamos nos cagaban a patadas y a culatazos. Después empezaron los interrogatorios. Los hacían un oficial llamado Sáenz, un tipo que se llamaba Barrionuevo y otro Palacio. Un hijo de puta que cuando ibas a cagar te pateaba la cabeza. Yo estaba con un colapso en el
L UC HA A RM AD A E N L A A RG EN TIN A
58
intestino. Había perdido toda la grasa, los tejidos laxos estaban todos hinchados igual que las manos y los testículos. Ya todos sabían que Hermes era cubano, pero pensaban que Castellanos era peruano y por eso se salvó. ¿A Masetti no lo volviste a ver?
No, desde que él me dijo "ustedes bajan". Ahí se quedó. ¿Y vos supones que para siempre?
Pienso que sí.
¿Qué llevaba encima?
Todo. Información personal y mucho dinero. No sé que pasó. Si una patrulla de la gendarmería lo hubiera encontrado, hubiese sido muy difícil que se pusieran de acuerdo entre quince o veinte tipos para repartir el botín. De alguna manera hubiera trascendido. Castellanos piensa que lo encontraron y que seguramente se quedaron con la guita. Además tenía dos "Rolex". Yo creo que murió ahí, en el lugar donde había quedado. Ese lugar tenía una característica: en medio del río había una enorme roca. Y enfrente un arroyo. ¿Cuándo se produce el enfrentamiento donde mueren Hermes Peña y Jorge Guille?
Creo que es el 17 o el 18 de abril, cuando yo estoy en la cárcel. Esa noche fue como la noche de San Bartolomé, más o menos. Trajeron los cadáveres y los pusieron debajo de una lámpara chiquitita. Y a nosotros nos hicieron un "camino de gloria", obligándonos pasar entre milicos mientras nos cagaban a patadas y culetazos. Si caías te molían a golpes y cuando te levantabas te seguían pegando. No murió
H IS TO RI A I DEBATES I DOCUMENTOS
ninguno de casualidad. Y después nos llevaron hasta los muertos y nos metieron la cabeza entre las vísceras, porque la herida de Hermes estaba muy abierta, y nos decían "lo reconocés, hijo de puta". Los dos tenían un tiro de gracia. Por las heridas, Jorge podía haber vivido. ¿Cuánto tiempo más estuvieron en Orán?
Hasta el 20 de junio, cuando nos enviaron a Tucumán. Y el 21 de setiembre de regreso para Salta. Me acuerdo de ese viaje porque el avión parecía que andaba sobre empedrado, con caídas muy bruscas. Todo el mundo vomitaba. Yo y algunos más estábamos bien, porque habíamos comido un dulce de leche que nos cayó fantástico. Cuando llegamos varios terminaron en la enfermería. A Carlitos Bandoni y a mí, que estábamos más recuperados, nos dieron frazadas y platos y nos señalaron un pasillo largo. Un milico nos dijo: "vayan para allá, que se van a encontrar con sus compañeros". Nosotros no nos queríamos mover porque pensábamos que nos iban a aplicar la "ley de fuga". Bueno, la cosa es que tuvimos que ir y finalmente vimos a los muchachos. Ahí sentí una sensación increíble, casi como de libertad, pensaba que ya había terminado todo, los golpes, la tortura...
pensé como un error militar y recién después como un error político. Por ahí Castellanos opinaba otra cosa, pero el resto lo aceptaba. Recuerdo que cuando el Che estaba en Bolivia en 1967, le dije a Castellanos, que todavía estaba preso: "Me parece que el Che está en una ratonera de la que no sale" y el me respondió: "ya vas a ver lo que es un comandante". El subrayaba eso. Y yo tenía la convicción que lo del Che se caía como lo nuestro, porque habían perdido los contactos con la ciudad. Tuve la sensación que habían calcado nuestra experiencia: un depósito enorme en un campamento que tuvieron que dejar, y después de eso a la intemperie, con los contactos en las ciudades cortados y una red urbana que no existía. Con Bustos que cae, otros en enfrentamientos... yo pensaba que la cuestión militar estaba acabada. Cuando murió el Che fue como una confirmación de todo esto. Y en esa época comienzo a pensar sobre lo que habían aprendido los norteamericanos. Era muy difícil que se los volviera a sorprender de la misma manera que en Cuba. Las condiciones ya no eran las mismas. ¿Quién más cuestionó la capacidad militar de Masetti?
donde juntaba la cosa mística, a Jesús, a Espartaco, a Ho Chi Min, a grandes personajes de la revolución, porque en definitiva pienso que Cristo fue el primero que armó el discurso de una estrategia de poder apoyándose en los desposeídos, en los enfermos. Era una organización buena la de Cristo, como el pez en el agua de Mao. Cristo le dice a los apóstoles que no se diferencien de la gente, que no lleven nada que no sea lo que la gente lleva. nismo y Revolución
Se cerraba una etapa, pero paradójicamente las guerrillas se multiplicaron.
Sí, pero todo pasaba por otro lado. Lo que me impactó más fue el Cordobazo. Primero porque no me lo esperaba, y segundo porque desbordó cualquier previsión. Le pasó por encima a todas las organizaciones. La lucha armada que se desató en las ciudades me pareció buena, aunque criticaba la actitud de Robin Hood, o el apoyo a las luchas obreras matando a un tipo, o los atentados terroristas en donde podía morir cualquiera. Ya habían salido algunos compañeros que habían estado con nosotros y armaron la Brigada Masetti de las FAL (Fuerzas Argentinas de Liberación). Y en Córdoba también, bastante bien organizados. Y estaba el MRA que también tenían contactos con nosotros.
Con Castellanos compartíamos eso, y particularmente con el "Papi", particularmente por eso de violar normas básicas de la ¿Qué evaluación hiciste? guerrilla, como movilidad y Yo pensaba que había sido un vigilancia constante. Ser cuida- ¿Qué opinaban de ustedes las desastre por una pésima con- dosos. organizaciones de izquierda? ducción militar. Esto costaba El PC pensó que éramos agenmucho decirlo, pero con el ¿Cómo viviste la muerte del tes de la CIA, por eso de que tiempo pude hacerlo. Ahí tam- Che? objetivamente servíamos a los bién hablamos por primera vez Con una tristeza enorme, y al objetivos del imperialismo. de los fusilamientos. Pero al mismo tiempo como que se Pero a su vez envió a la Liga principio pensaba que fue un cerraba un ciclo, una etapa. Argentina por los Derechos del desastre militar y, desde lo Entonces había que pensar de Hombre. La gente del FRP sí se político, un fracaso táctico. nuevo. Y ahí me puse a escribir nos acercaba y muchos peroPero en ese orden: primero lo una carta que publicó Cristia- nistas como Jaime, el negro L UC HA A RM AD A E N L A A RG EN TI NA
59
H IS TO RI A I DEBATES I DOCUMENTOS
Salomón y el flaco Suárez. También vinieron algunos trotskistas que nos preguntaban cosas, como queriendo aprender algo. Vino Coral, la gente de Vallota, del Malena de Córdoba... mucha gente.
con bombas de humo y volar uno de los muros de la cárcel para facilitarnos el raje. Yo le dije que eran muros muy gruesos y que sería muy difícil. Eran tan gruesos que ni con un coche bomba los podías derribar. La otra opción era crear confusión con las bombas ¿Cómo fue la vida en la cárcel? de humo, tirotear a las torres y Primero nos mandaron a un tirarnos unas sogas para saltar el pabellón con presos comunes, muro. Después alguien nos donde algunos alcahuetes de la mandó a Miguel para organizar policía nos provocaban en todo otro intento. Miguel era el famoso momento, inclusive nos aga- "fusilado", un tipo al que Masetti rramos a los bollos alguna vez. había condenado a fusilamiento Pero ahí había un personaje durante la etapa de entrenamienincreíble, un viejo anarquista to en Argelia. Al final, los argelique estaba preso desde hacía nos que iban a hacerse cargo de diez años y era muy respetado fusilarlo no lo hicieron y después por todos, por su historia y las que se terminó la guerrilla de cosas que contaba. Y entonces Salta fue liberado y volvió a Cuba. él les dijo"con estos muchachos El tema es que lo mandan a él en no se mete nadie". Pero des- persona a sacarnos. Un día cae de pués de los incidentes con los "visita" a la cárcel y allí nos cuenalcahuetes nos metieron en un ta lo planeado: pensaba tener un pabellón disciplinario. grupo afuera que disparara a las torres de guardia mientras nos ¿Tenían en cuenta la posibili- sacaban en un helicóptero. Por dad de fuga? supuesto no se hizo. Ya era 1972, Sí, hasta se lo dije al responsa- estaba el Gran Acuerdo Nacional. ble de la prisión: “el derecho de A esa altura no tenía mucho sentodo preso es intentar fugarse”. tido una fuga. Sin embargo, Y de hecho manejamos varias muchos no tuvieron eso en cuenhipótesis de fuga. La primera ta y se produjeron episodios como fue con algunos presos comu- la masacre de Trelew. Existía la nes, haciendo un túnel. Yo tra- idea rectora que el combatiente bajaba en la cárcel en el tema siempre tiene que combatir. Yo no de electricidad, y les pasaba estaba de acuerdo en eso. Tenía la cables y esas cosas que se pre- certeza que en la Argentina se cisaban. Habían empezado a había conformado un nuevo blohacer un túnel que salía debajo que de fuerzas, que representaba de un ring. Pero no pasó nada. los intereses de la burguesía alreA mí me habían condenado a dedor de la Confederación 18 años y después de una ape- General Económica (CGE) de lación extendieron la pena a Gelbard. perpetua, en la época de Onganía. Pero si se había fuga- ¿Criticás la fuga de Trelew? do Radovitzky... A esa altura sí, porque fue una mala evaluación política que ¿Cómo siguieron los planes de tenía que ver con el militarisfuga? mo. "¿Porqué se dejan tentar El primero que nos vino a ofrecer por el militarismo?", planteaba, un plan de fuga fue Carlos Caride. "están abandonando la polítiÉl ya había empezado con algunas ca". Y se volvieron más militaacciones de lucha armada y que- res. Cuando estuve preso en ría sacarnos. Su plan era entrar Rawson discutí eso con ellos, y L UC HA A RM AD A E N L A A RG EN TIN A
60
se lo cuestionaba a Santucho. Por eso, más adelante, cuando Robi me propuso ser presidente del Frente Antiimperialista por el Socialismo (FAS) le dije que no, porque sólo era una cobertura, y yo no quería ser forro de nada. Me acuerdo que fue en una larga charla, en la dije que volvía Perón porque lo necesitaban, y yo pensaba que era mucho más importante que la lucha armada la movilización de la gente. Estaba pasando algo muy pero muy fuerte. No era momento de andar tirando tiros. Sí podías aumentar tu capacidad operativa, pero sin operar. ¿Para qué hacer operaciones militares ahora? ¿Azul, por ejemplo? No tenía sentido, hacérselo a un tipo que subió con el 60% de los votos. Es cierto, Perón era un reaccionario, pero la gente era peronista. No había en esto una evaluación política. ¿Qué dijo Santucho?
Santucho me dijo textualmente: "Esta la vamos a ganar, militarmente la vamos a ganar". Y yo le contesté, "¿pero vos te das cuenta lo que estás diciendo?", y me respondió: "por supuesto que sí, ellos son 270 mil hombres y tienen buen armamento. Nosotros también y somos más, porque somos 300 mil. Porque cada uno de los combatientes vale por diez de ellos", y después agregó, "Así que vamos a ganar. Pondremos nuestros muertos también, pero vamos a ganar". Después cayeron todos, las imprentas, todo cayó. Bastaba un infiltrado que propusiera una operación exitosa para que lo ascendieran y llegara a posiciones donde obtenía más y más información. ¿Por qué Santucho te quería dar la presidencia del FAS?
Porque a pesar mío, me había
H IS TO RI A I DEBATES I DOCUMENTOS
convertido en una figura emblemática y a mí eso me disgustaba. Una vez en un restaurante en Córdoba el mozo me dijo que lo mío estaba pagado. Me acerque a agradecer a los que invitaban y a preguntar los motivos, y los tipos que me habían reconocido me dijeron "a ustedes le debemos muchos, se jugaron la vida". ¿En qué fecha recuperaste la libertad?
Con el "Devotazo". A mí me ponen con Duhalde, Ortega Peña, Luis Rodeiro, Ignacio Velez y otra gente de la FAP. En Buenos Aires nos recibió el “Petiso” Bellomo y otra gente a la que apenas pude abrazar por la enorme cantidad de compañeros que había. Me acuerdo que estaba una piba, que después secuestraron junto al marido, que era una chica que había negociado con los milicos para salvar la vida de algún compañero. Por una coima, claro. Creo que era la Mónica Carreiro. Bueno, en una oportunidad ella estaba negociando que no mataran a Sebastián Llorens, a cambio de dinero y Santucho dijo, "nosotros no negociamos la vida, sino la libertad", y Sebastián murió. Cuando llegamos a Ezeiza nos metieron en un colectivo; adelante del ómnibus iba una camioneta, donde Miguel, que era aquél que nos había ofrecido el plan de fuga, iba escoltándonos con una metralleta. Ese día le dije a Rodeiro: "ahora sí me voy a tomar un vino" y él me confesó después, "ahí sentí que éramos del mismo palo".
Héctor Jouvé, enero 2005.
pude escapar con los dos chicos. Ella quedó presa hasta la navidad del 1978 y en libertad vigilada hasta agosto. Tenía que presentarse una vez por semana. Por fin, en noviembre, le dieron el pasaporte y se fue del país con sólo 50 dólares. La esperé en Barcelona. Y en abril ya estábamos en Francia. Regresé después de muchos años y rendí 17 materias en 14 meses, hasta recibirme de médico. ¿Y el retorno de la democracia?
Llega el golpe de 1976
El 24 de marzo de ese año estaba en Buenos Aires haciendo unos trámites por el pasaporte. En esas circunstancias la detienen a mi mujer, con quien me había casado en la cárcel; yo
La primera sensación que tuve con la democracia fue la de poder tener una agenda y no 60 teléfonos en la cabeza. Y poder hablar y poder opinar. La democracia fue para mí una cosa muy buena, sobre todo al prin-
L UC HA A RM AD A E N L A A RG EN TI NA
61
cipio. Todo era sorprendente. La verdad es que creo que la democracia es muy buena, pero a su vez no ha resuelto nada. Sigo pensando que, de alguna manera, estamos bailando en la cubierta del Titanic. Casi en la barbarie, con un enorme protagonismo de la droga y los narcos muy relacionados con la política y las fuerzas armadas. Muchos silencios cómplices. La mafia nos dicta la vida y todos se callan la boca ante la mafia. Hoy seguimos estando en la diyuntiva "civilización o "barbarie, en un contexto en donde han reducido los vínculos sociales a nada.
H IS TO RI A I DEBATES I DOCUMENTOS
Sergio Bufano – Gabriel Rot Córdoba, enero 2005
“Caso Aramburu”
* Historiador-U.B.A. Autor
A Daniel Mazzei
de La
Resistencia Peronista: La toma del frigorífico Lisandro de la Torre y Uturuncos. El origen de la guerrilla peronista.
1. Ginzburg, Carlo, El juez y el historiador. Acotaciones al margen del caso Sofri, Madrid, Anaya & Mario Muchnik, 1991.
“El oficio tanto de unos como de otros [jueces e historiadores] se basa en la posibilidad de probar, según determinadas reglas, que x ha hecho y; donde x puede designar tanto al protagonista, aunque sea anónimo, de un acontecimiento histórico, como al sujeto de un acontecimiento penal; e y, una acción cualquiera.” Carlo Ginzburg:El juez y el historiador 1
2. Larraquy, Marcelo y Caballero, Roberto, Galimberti, Buenos Aires, Norma, 2000, pág. 111. 3. Sebreli, Juan José: Los deseos imaginarios del peronis mo, Buenos Aires, Legasa, 1983. Sebreli se refiere concretamente a Diego Muniz Barreto, quién había sido asesor de Onganía y luego diputado montonero. Se vuelve sobre él en las páginas siguientes. 4. Sebreli, Juan José, ob. cit., pág. 170. Resulta inconsistente el mero hecho de nombrarlo a Roberto Quieto junto a Mario Firmenich, dado que el fundador de las Fuerzas Armadas Revolucionarias (F.A.R) nada tenía que ver con los Montonero s en 1970.
Muchos crímenes políticos a lo largo de nuestra historia han quedado sin respuesta. Es que los atentados políticos poseen una serie de particularidades que provocan confusión e incertidumbre. En el atentado, resulta esencial el secreto en la organización y la planificación, la sorpresa en la ejecución, la clandestinidad del grupo u organización que lo realiza. A ello hay que agregar el hecho de que algunas veces los autores no están interesados en reivindicar públicamente el crimen cometido. Aunque la mayoría de los casos son investigados judicialmente y los responsables directos llevados a juicio y condenados, los atentados son los casos ideales para la sospecha pública. Las dudas, que de por sí existen en estos casos, aumentan cuando facciones políticas enfrentadas se acusan mutuamente de aquellos crímenes que no han sido legitimados por ninguno de ambos bandos. La clandestinidad de los hechos que rodean al atentado alienta visiones conspirativas sobre la participación de servicios de inteligencia, mezclados con operaciones de contrainteligencia. La combinación de algunas, o de todas, de estas variables, termina oscureciendo las responsabilidades sociales y políticas del atentado y haciendo confusa una interpretación histórica. El secuestro seguido de muerte del ex dictador Pedro Eugenio Aramburu no cumple con la principal de estas reglas, pues su autoría fue asumida desde el primer momento por la organización que lo llevó a cabo. De todas maneras, la suspicacia y la idea de una conspiración es aún el cristal con que muchos relatan el caso. En efecto, desde hace años ha circulado en diferentes libros y publicaciones la idea de que existe un enigma en el caso Aramburu, una duda, algo que no cierra. Con diferente énfasis, en términos generales, se ha abonado la sospecha sobre una pre-
L UC HA A RM AD A E N L A A RG EN TIN A
62
H IS TO RI A I DEBATES I DOCUMENTOS
sunta participación de agentes de la inteligencia militar en la ejecución de alguna parte de la operación, o la directa vinculación de los militantes montoneros como agentes de un sector militar. Basta citar algunos ejemplos. En una reciente biografía sobre Rodolfo Galimberti se lee: “El cri- men de Aramburu dejó algunas sombras que no fueron disipadas ni siquiera por la posterior ‘versión oficial’ de los ejecutores. El enigma que persiste treinta años des- pués de los hechos, es saber si Montoneros recibió ayuda de sectores de inteligencia militar para la planificación del secuestro y posterior fusilamiento del general de la Revolución Libertadora”. 2 Muchos años antes de estas dudas, Juan José Sebreli las alentaba. En su libro “Los deseos imaginarios del peronismo” , Sebreli afirmó que los Montoneros eran una fusión entre la izquierda y el fascismo; y vinculó a la Iglesia Católica y a sectores de la dictadura de Juan Carlos Onganía 3 con el surgimiento de la organización. En cuanto al caso Aramburu, luego de opinar que el asesinato del general “...coincidía objetivamente con los intereses del régimen militar” , opinó que: “Peronistas contrarios a los Montoneros vincularon a estos con el Servicio de Inteligencia del Estado (SIDE), y los amigos de Aramburu hicieron la denuncia de que [Roberto] Quieto y [Mario] Firmenich concurrieron muchas veces al Ministerio del Interior en el mes de mayo de 1970 quedando las audiencias registra- das en las planillas de mesa de entrada”.4 Ya durante la apertura democrática, uno de los trabajos periodísticos que más influyó en la teoría de la conspiración en el caso Aramburu fue “Dossier secreto” , del periodista norteamericano Martin Andersen. Andersen trató de probar que uno de los máximos dirigentes de Montoneros, Mario Firmenich, era en realidad un agente de inteligencia encubierto. Al describir el secuestro y asesinato de Aramburu, recorre uno a uno los tópicos que ya habían desarrollado los amigos del general Aramburu, sobre los que volveré mas adelante, y afirma: “ [...] de acuerdo con el periódico La Vanguardia, Mario Firmenich –uno de los montoneros con pasado nacionalista de derecha– visitó el Ministerio del Interior de Imaz veintidós veces entre abril y mayo del 70, es decir, en el mes y medio previo al secuestro. Aunque no es infrecuente que las guerrillas urbanas practiquen no pocas actividades de inteligencia a través de con- tactos personales y vínculos de familia, la comunidad de intereses entre Imaz y las guerrillas era evidente”. 5 La misma versión, directamente copiada de la anterior, se encuentra en otro libro de reciente aparición, “ Kronos: Historia de las luchas y orga- nizaciones revolucionarias de los años setenta” , donde se vuelve sobre el tema: “Sin embargo, el asesinato de Aramburu, arrojó tantas sombras como luces. [...] Firmenich visitó veintidós veces el Ministerio del Interior entre abril y mayo de 1970 [...] la vin- culación de Firmenich con los servicios de inteligencia, en particular con el SIDE y el ejército es una tesis sostenida por muchas de las investigaciones realizadas sobre el grupo Montoneros (…)”.6 Pero las dudas recorren también otras posturas ideológicas. En la literatura de la derecha sobre el período sobresalen los recientes libros de Guillermo Rojas y Carlos Acuña.7 Resulta interesante comprobar que mientras Rojas sostiene la intervención de la inteligencia militar, 8 Acuña sostiene que todas son versiones disparatadas.9 Finalmente, las numerosas versiones que sostienen dudas sobre el caso Aramburu, nos llevan necesariamente a las pruebas. Pero al analizar estos y otros tra-
L UC HA A RM AD A E N L A A RG EN TI NA
63
H IS TO RI A I DEBATES I DOCUMENTOS
5. Andersen, Martín, Dossier Secreto. El mito de la guerra sucia, Buenos Aires, Planeta, 1993, pág. 88 a 91. 6. Lapolla, Alberto, Kronos: Historia de las luchas y organizaciones revolucionarias de los años setenta. Vol. I: El cielo por asalto (1966-1972), La Plata, De la Campana, 2004, pág. 229230. El autor recorre todos los lugares comunes de la versión de los amigos de Aramburu, que se explicará más adelante. 7. Rojas, Guillermo, Años de terror y pólvora. El proyecto cubano en la Argentina (19591970), Buenos Aires, Editorial Santiago Apóstol, 2001; Acuña, Carlos, Por amor al odio. La tra gedia de la subversión en Argentina, Buenos Aires, Ediciones del Pórtico, 2000. 8. “Las extrañas circunstancias en que se desarrolló la posterior pesquisa con respecto a este tema, dio para que se pusiera en duda, con justa causa, la real autoría de este grupo en el secuestro de Aramburu y su posterior asesinato, levantando fundadas sospechas de que el mismo había actuado a sueldo de un sector de la inteligencia militar interesado en desbaratar los planes del ex presidente provisional de derrocar a Onganía”, Rojas, Guillermo, ob. cit., pág. 571. 9.- “Mientras tanto las versiones más increíbles y contradictorias comenzaron a circular [...] a partir del simple hecho de que los autores del secuestro vistieran ropas militares, se tejie ron versiones acerca de una posible participación de elementos del Ejército” , Acuña, Carlos, ob. cit., pág. 376.
10.La comisión dependía de la Comisión Nacional de Investigaciones, que había sido creada por la “Revolución Libertadora” para investigar supuestos crímenes del
bajos periodísticos, testimoniales e históricos, resulta que los detalles que podrían ser considerados como tales son todos tomados de las sospechas que sobre el secuestro plantaron desde los primeros días un grupo de civiles y militares que habían sido parte del gobierno de facto del general Aramburu. Increíblemente, todos las sospechas con las que se pretende probar la existencia de una conspiración surgen de este grupo.
peronismo.
El enigma de los amigos 11. Juan Duarte, hermano de Eva Perón, se había suicidado durante el segundo gobierno peronista, luego de descubrirse una serie de sus negociados, gestados a la sombra del poder. Los golpistas del 55 aseguraban que Duarte había sido “suicidado” por orden de Perón. 12. Fernandez Alvariño se hacía llamar así aunque no pertenecía a ninguna de las Fuerzas Armadas y, de hecho, fue nombrado en su cargo en la comisión 58 con este nombre falso. Su paranoia lo llevaba a no dormir en su casa mientras duró en su función. 13. Walsh, Rodolfo, El caso Satanowsky, Buenos Aires, De la Flor, 1973, pág. 93-94. 14. Idem, pág. 95 15. Potash, Robert, El Ejército y la política en la Argentina. TomoII, Buenos Aires, Hyspamérica, 1981, pág. 297 y 320. 16. Primera Plana nº 45, 1º de junio de 1971. 17. Fernandez Alvariño, Próspero Germán, Z argentina. El crimen del siglo, Buenos Aires, edición del autor, 1973. 18. Molinari, Aldo Luis, Aramburu. La verdad sobre su muerte, Buenos Aires, edición del autor, 1993. 19. Horacio Wenceslao Orué, era camionero y en su casa se halló material de guerra. Sus abogados fueron Roberto Guaresti y Sergio Karakachoff. En Molinari, A., ob. cit., pág. 57.
El capitán de navío Aldo Luis Molinari era un hombre de la “Libertadora”. Durante la dictadura que expulsó del gobierno al peronismo ejerció los cargos de Subjefe de la Policía Federal y presidente de la comisión investigadora nº 58, 10 que tenía a su cargo, entre otros casos, Tortura, Quema de Templos, Quema de la Bandera y el Caso Duarte.11 Fue él quien a la cabeza de un grupo de amigos de Aramburu defendió hasta el final la hipótesis de que el ministro del interior de Onganía, el general Francisco Imaz, había sido el verdadero instigador del crimen. El amigo de Aramburu falleció a mediados de los 90, pero sus sospechas lo sobrevivieron hasta el presente. Entre los asistentes a las reuniones que Molinari convocaba para lograr esclarecer el asesinato, se encontraba otro personaje tristemente conocido por los militantes peronistas, Próspero Germán Fernández Alvariño, el “capitán Gandhi”. 12 Rodolfo Walsh lo describió así: “Gandhi era la mente y brazo, designio y ejecución de la comisión 58, dirigida por Molinari [...] La comisión 58 quiso probar a toda costa que el suicidio de Juan Duarte era un homicidio ordenado por Perón. Gandhi desenterró el cadáver y le cortó la cabeza [...] A partir de ese día se paseó con la calavera por los pasillos de la Jefatura. Gandhi se rodeó de una aureola de terror”.13 Aunque no siempre sucede, el investigador resultó investigado. En el dictamen de la fiscalía que analizaba lo actuado por la comisión 58, se lo describe en la autopsia de Juan Duarte: “Vestido con riguroso atuendo de cirujano, participa en el proce- so quirúrgico de la autopsia, manipuleando los instrumentos y emitiendo opinión de índole profesional”.14 Detallista, con rasgos paranoicos, “Gandhi” era el candidato ideal para sospechar. Otro miembro activo del grupo Molinari era el general Bernardino Labayrú, quién había sido conspirador en 1951 y miembro del sector “gorila” 15 durante el golpe de 1955. Dado que estaban convencidos de la responsabilidad de sectores del Ejército en el asesinato, el grupo inició su propia investigación. Luego de varias apariciones menores en la prensa, al cumplirse un año del crimen se conoció un informe del general Labayrú a la Junta de Comandantes, que fue retomado en la revista Primera Plana como informe especial. 16 Todo lo recopilado constitu yó el material del libro Z argentina. El crimen del siglo , cuya autoría pertenecía a Fernandez Alvariño.17 En 1993, el capitán Molinari publicaría también su libro, Aramburu. La verdad sobre su muerte.18 Todos estos trabajos, resumieron la versión del grupo de amigos del ex dictador. Desde el primer momento afirmaron que Francisco Imaz, ministro del interior de Onganía, era el instigador, por lo que ellos intentaron encontrar un vínculo entre éste y los Montoneros. Así comenzaron a recopilar indicios que, según su opinión, conducían a la verdad o, cuando menos, hacia la sospecha. A los pocos días de ocurrido el secuestro, Molinari interfirió de manera ilegal en la investigación. Mediante las influencias que aún conservaba, consiguió un equipo de la Armada para acorralar a un supuesto sospechoso y, una vez que los infantes de marina le rodearon la casa, Molinari llamó a la policía para que estos lo detuvieran. Se trataba de Horacio Wenceslao Orué, un militante político quien, luego se sabría, era ajeno al caso. 19 El juez interviniente derivó su caso a un tribunal de La Plata y desoyó los pedidos de “Gandhi”, que afirmaba que el expediente debía incorporarse al del caso Aramburu. El grupo Molinari también se ocupó de investigar algunos pequeños periódicos de la derecha fascista de quienes sospechaban pues, según el propio “Gandhi”, habían atacado violentamente al general Aramburu los meses previos al secuestro. También creían poder probar que el Ministerio del Interior financiaba algunas de esas publicaciones. 20 En síntesis, los puntos que ellos veían sin resolver en la investigación oficial eran:
L UC HA A RM AD A E N L A A RG EN TIN A
64
H IS TO RI A I DEBATES I DOCUMENTOS
1. La campaña que varios pasquines de derecha, 21 con financiamiento de los servicios de inteligencia, habían emprendido contra la figura de Aramburu los meses anteriores al secuestro. 2. Que pocos días antes del secuestro, el Ministerio del Interior había enviado un aviso a figuras públicas, alertándolos sobre el peligro que para ellos significaba el accionar de grupos subversivos. El alerta incluía recomendaciones sobre cómo evitar un secuestro.22 Según los allegados al general, Aramburu no solo no recibió ninguna comunicación de este tipo, sino que además se le retiró la custodia policial. 3. Que el teléfono de Aramburu había estado descompuesto durante las horas del secuestro, pero no antes ni después. 23 4. Que una vez alertados los funcionarios del gobierno sobre la ausencia del general Aramburu, éstos demoraron por una hora el aviso a las fuerzas de seguridad, dando tiempo de huir a los captores. 24 5. Que no había manchas de sangre ni orificios de bala en la camisa de la víctima, sospechando que los disparos le fuesen efectuados después de muerto. 25 6. Que Mario Firmenich había visitado asiduamente el ministerio de Imaz en los meses previos al secuestro. La información había sido publicada por el periódico socialista La Vanguardia.26 Esta fracción del viejo partido de Juan B. Justo era conducida por Américo Ghioldi, amigo personal de Aramburu y viejo partidario de la Revolución Libertadora, en la que había integrado la Junta Consultiva.
20. Ibid. 21. En particular la revista Tiempo social, citado por Fernandez Alvariño, P., ob. cit. 22. En la primera mitad del año 1970, las Fuerzas Armadas de Liberación (FAL) habían secuestrado al cónsul paraguayo Waldemar Sánchez para lograr salvar la vida de Alejandro Baldú, de quien sabían que estaba siendo salvajemente torturado. Poco después de la acción de las FAL, pese a que la policía no reconoció la detención de Baldú, sí admitieron la de su compañero, Carlos Dellanave. Como respuesta, los servicios de inteligencia secuestraron a un diplomático soviético.
De todas maneras, si el objetivo del secuestro era remover un obstáculo para la permanencia de Onganía en el poder, el atentado obtuvo el efecto contrario. El primer afectado fue precisamente el dictador, quien fue desplazado el 8 de junio por la junta de comandantes, que nombró al general Rodolfo Levingston como su sucesor. Dado que el secuestro de Aramburu no fue el único hecho en el que actuó la organización en 1970, resulta necesario recordar la secuencia de sus operativos. El 1º de julio cuatro comandos de combate montoneros tomaron la localidad cordobesa de La Calera, asaltaron el banco local, controlaron militarmente la intendencia y la policía, destruyeron las comunicaciones y emitieron proclamas a la población junto con la marcha peronista. Como consecuencia del ataque guerrillero, fue muerto Emilio Maza, jefe de la operación en Córdoba y que también había participado del secuestro. Como consecuencia de este hecho, la investigación del caso Aramburu encontró la punta de la madeja que conducía a los militantes que habían participado en él. Varios de ellos fueron detenidos y se conoció la identidad del resto. Un par de meses después, el 7 de septiembre, en el bar La Rueda de la localidad bonaerense de William Morris, murieron en combate dos de los principales líderes de la organización: Fernando Abal Medina y Carlos Gustavo Ramus. Si quería probar una conspiración que unía a los servicios de inteligencia con los montoneros, el grupo Molinari debía incorporar estos hechos en una narración coherente, pues no bastaba con denunciar cabos sueltos en la investigación. Los Montoneros no parecían conducirse como aliados de un sector militar, sino que atacaban al régimen desde una concepción peronista y nacionalista de izquierda. Por ello, un acontecimiento ocurrido en enero de 1971 fue incorporado a la saga conspirativa. Antonio
L UC HA A RM AD A E N L A A RG EN TI NA
65
H IS TO RI A I DEBATES I DOCUMENTOS
23. Pese a que el propio Molinari admite que la esposa de Aramburu firmó una declaración afirmando que el teléfono sí funcionaba el día del secuestro, según él, mediante engaño. Molinari, A., op. cit., pág. 102 24. Otra versión afirma que Imaz, efectivamente enfrentado a Aramburu, estaba convencido de que había sido un “autosecuestro” del propio general para ganar espacio en los medios. 25. Sin embargo, en el libro de Eugenio Méndez, que luego se desarrolla, se cita la autopsia del expediente, en la que se lee: “La camisa presenta un orificio en la parte anterior izquierda con restos de deflagración de pólvora, habiéndose efectuado el disparo a muy corta distancia, no más de 20 centí metros, infiriéndose que la tra yectoria del proyectil ha sido de adelante hacia atrás, de derecha a izquierda y en forma descendente” (Dictamen forense, Causa 145 /75), en Mendez, Eugenio , Aramburu: El crimen imperfecto, Bue-nos Aires, Planeta, 1987, pág. 54.
26. La Vanguardia, 5 de agosto de 1970; citado en Fernandez Alvariño, P.: Op Cit. Molinari, A., ob. cit. Andersen, M., ob. cit. 27. Panorama, 2 de febrero de 1971. 28. Ibid. 29. Era el jefe de la policía durante el ministerio de Francisco Imaz. El grupo Molinari lo hacía cómplice de las demoras en la búsqueda de los responsables. 30. En Primera Plana, nº 419, 9 de febrero de 1971 31.- Mendez, Eugenio, ob. cit., Méndez, según su propio currículum, trabajó en el diario Crónica y en las revistas Gente, La Semana y Libre; fue “corresponsal de guerra” durante el Operativo Independencia en Tucumán y es autor de varios libros, entre ellos una biografía de Santucho, cuya portada está ilustrada con una fotografía inédita del cadáver del jefe del PRT. Resulta evidente que las buenas relaciones del autor con los servicios le permitieron contar con este material gráfico. El cuerpo de Santucho fue hecho desaparecer por el Ejército sin que, hasta el presente, se tengan noticias de su paradero. 32. Una referencia equivocada dado que si bien el diplomático ruso fue secuestrado por los servicios, el secuestro de Waldemar Sánchez fue efectuado por las FAL, como ya se explicó en la nota 23.
Romano, de simpatías neofascistas y amigo de Francisco Imaz, era asesinado en su estancia de Mar Chiquita, en extrañas circunstancias. Los amigos de Aramburu fijaron su atención en el caso. Antonio Romano era un hombre de gran fortuna, dueño de un extenso campo cerca de Mar del Plata, lindante con una base de la Fuerza Aérea. El 20 de enero, el joven estudiante Norberto Rodolfo Crocco, llegó a la estancia en una camioneta pidiendo hablar con el dueño. Romano lo recibió y se encerró con él en el vestíbulo. Al rato discutían a los gritos e inmediatamente se oyeron los estampidos. Crocco había disparado cinco tiros sobre la cabeza de Romano y herido en el estómago a un amigo del estanciero que había entrado a la sala en su ayuda. Fríamente, el agresor se arrodilló en el charco de sangre y se persignó; todavía tuvo tiempo de rezar un Padrenuestro antes de volarse la cabeza. Durante los días siguientes el caso apasionó a la prensa y se esbozaron varias hipótesis. Una de ellas afirmaba que Crocco había llegado con su camioneta llena de explosivos a realizar un ataque suicida a la base aérea y que al no recibir el permiso para pasar por la estancia, había cometido el crimen. Noemí, la hermana menor de Crocco, casada con el teniente del ejército Aldo Rico, dio una versión diferente: “Mi hermano no llevaba explosivos en la estanciera, sino que la policía interviniente en el caso los encontró en el propio campo de Romano”. 27 La esposa de Rico afirmó que Romano era un contrabandista y que le debía a su hermano varios millones de pesos. Lloraba desesperadamente cuando lo acusó: “Así logró sumirlo en la desesperación [...] era tan derecho que al no poder volver con las manos mancha- das de sangre optó, por respeto a su familia, por suicidarse”. 28 El diario La Prensa, se hizo eco de las versiones del grupo Molinari y sembró la sospecha de que la estancia era visitada por el general Imaz, el general Rubén Fonseca 29 y hasta por el prófugo Mario Firmenich.30 También revelaban la identidad ideológica del asesino, quién, como la víctima, estaba ligado a grupos nazis. La aparición del ya citado libro de Fernandez Alvariño, en 1973, volvió a plantear el tema en los mismos términos. Pero el libro de “Gandhi”, un mamotreto egocéntrico y monótono, sólo pudo atizar la llama de un conjunto de sospechas deshilachadas. El libro que mejor unificó en una narración conspirativa el conjunto de las sospechas que se habían sembrado a comienzos de los 70 recién apareció casi veinte años después, Aramburu: el crimen imperfecto, de Eugenio Méndez, y vendió tres ediciones en dos años.31 La que sigue es su versión. Méndez destaca el origen tacuarista y nacionalista de derecha de algunos de los fundadores de Montoneros. Los define de clase media alta, católicos practicantes y fervorosos anticomunistas y fascistas. En 1968 habían formado un grupo de choque, el “Comando Juan José Valle” sin que los afectaran las influencias izquierdistas que soplaban en el país luego de la Revolución Cubana. En el grupo original, según Méndez, ya militaba Norberto Rodolfo Crocco, de quien dice que era admirador del mariscal Rommel y aficionado a las armas. El gobierno de Onganía había establecido un contacto con este grupo a través del asesor Diego Muniz Barreto, quien junto con el mayor del ejército Hugo Miori Pereyra se comunicaban con Firmenich. Este, en su carácter de enlace, concurría asiduamente al ministerio del interior. Para evitar el aislamiento al que se veía sometido Onganía después del Cordobazo, los servicios de inteligencia de Imaz habían realizado los secuestros del cónsul paraguayo Waldemar Sánchez y del diplomático soviético Yuri Pivovarov 32 en la primera mitad del año, con el fin de acusar a la izquierda y crear un estado de excepción. Dado que el gobierno conocía los planes de Aramburu de llegar a un acuerdo negociado con Perón para una posible salida política, Imaz creyó necesario encargar al grupo de Firmenich que lo secuestrara, a cambio de una suma de dinero, de la que les había adelantado la mitad. El 29 de mayo, dos jóvenes vestidos de militares sacaron al general de su domicilio con destino desconocido; entre los secuestradores más conocidos, Méndez agrega a Norberto Crocco como partícipe de la operación. Pero en esta versión –también apo yada por Molinari–, los montoneros se desprenden del general y lo entregan a un segundo grupo, detrás de la Facultad de Derecho. Aunque en el libro de Méndez no se precisa este aspecto, según Aldo Luis Molinari, el grupo B se trataría de agentes de
L UC HA A RM AD A E N L A A RG EN TIN A
66
H IS TO RI A I DEBATES I DOCUMENTOS
inteligencia del Ejército. En sus manos el general Aramburu habría sufrido una descompensación, siendo llevado al Hospital Militar, donde murió el 30 de mayo. Para disimular le habían pegado tres tiros, no se sabe si antes o después del fallecimiento, y se lo entregaron a Horacio Wenceslao Orué (el detenido por Molinari el 3 de junio), quién lo volvió a entregar a los montoneros el día 31, quienes llevaron el cadáver a la quinta La Celma, propiedad de la familia de uno de los secuestradores. En todo este proceso, sigue participando Crocco.33 Hasta el encuentro del cadáver –dice Méndez–, los montoneros no fueron molestados. Pero como su versión conspirativa no puede obviar la contradicción que supone que el mismo grupo atacara la ciudad de La Calera, argumenta que el asalto era una forma de despistar sobre su origen ideológico. Por otro lado –recuerda Méndez–, los Montoneros sólo habían recibido una parte del dinero prometido. El encargado de saldar la deuda con ellos era Antonio Romano, el amigo del ex ministro Francisco Imaz. Según Méndez, el encuentro entre el pagador y los montoneros fue convenido para el 7 de septiembre en William Morris, en la pizzería La Rueda. Pero Romano, que tenía abultadas deudas y necesitaba la plata, no dudó en denunciarlos a la policía. Fue por esta causa –según Méndez–, y no por la delación de un tercero, que se produjo el tiroteo en el que habían muerto dos de los más buscados dirigentes montoneros, Fernando Abal Medina y Carlos Gustavo Ramus. Defraudados y estafados, los supuestos mercenarios decidieron vengarse. Méndez, que se ha asegurado de ubicarlo a Crocco en un segundo plano de las acciones, como en una película de suspenso, finalmente lo convierte en el protagonista principal del asesinato de Antonio Romano. A Crocco, convertido en miembro de la dirección montonera por la muerte de Ramus y Abal Medina –dice–, le encargaron matar al estafador. Pero algo no encaja con la práctica de los combatientes de ese momento: el asesino rezó un padrenuestro y, lejos de huir, se suicidó. 34 La venganza transforma al asesinato del estanciero en un acto reconocible en la secuencia que Méndez nos ha dibujado previamente. De ello resulta que, según los amigos del dictador, a Antonio Romano lo mató Montoneros, un grupo filonazi, traicionado por los servicios de inteligencia por no haber recibido el dinero prometido por su actuación en el secuestro de Aramburu. Lo cual es un absurdo incongruente, pero que abre dos preguntas, cuando menos: 1) ¿Por qué esta versión ha tenido tanta influencia en algunos relatos posteriores? y 2) si se analizan las sospechas de manera individual y no como parte de un relato conspirativo, ¿se consigue alguna prueba como para creer en la posibilidad de una intervención de los servicios en el secuestro? 33. Molinari, Aldo, op. cit.., capi-
Los Montoneros
tulo II, pág. 42 a 47
Aunque a esta altura de la investigación histórica sobre las guerrillas peronistas, resulta absurdo plantear sospechas de fascismo en los grupos originarios, durante bastante tiempo la adhesión a corrientes nacionalistas de algunos de sus miembros fue motivo de suspicacias al momento de trazar su historia. En los últimos años se publicaron, como nunca antes, decenas de trabajos que investigan diferentes aspec-
L UC HA A RM AD A E N L A A RG EN TI NA
67
H IS TO RI A I DEBATES I DOCUMENTOS
34. Que el ejecutor debía suicidarse fue –según Méndez– una decisión tomada por la organización, no fue una inclinación individual de Crocco.
35. Proclama del grupo Cristianismo y Revolución, citada en Pontoriero, Gustavo, Sacerdotes para el Tercer Mundo: “el fermento en la masa”/1 (1967/1976),Buenos Aires, CEAL, 1991, pág. 28/29. 36. Entrevista a Ignacio Vélez, 7 de febrero de 2005. 37. Entrevista a Ernesto Jauretche, 30 de diciembre de 2004.
tos de la vida de las organizaciones armadas y las biografías de sus combatientes. Ahora se sabe con certeza los orígenes y el desarrollo que llevó a los primeros militantes a elegir la opción de las armas contra la dictadura de Onganía. Los Montoneros no pasaron de la derecha a la izquierda en una noche de insomnio, sino que se trató de un proceso en el que diversas tradiciones ideológicas fueron confluyendo. Bastará con la muestra de un acontecimiento precursor. Cuando el 1º de mayo de 1967, Onganía y altos funcionarios del gobierno –que había prohibido las concentraciones obreras–, asistían a la “Misa del día del Trabajador” en la Catedral, celebrada por Antonio Caggiano, un grupo de jóvenes dirigidos por Juan García Elorrio, y entre los que se encontraba Fernando Abal Medina, interrumpió a los gritos la ceremonia para leer una oración de protesta mientras arrojaban volantes sobre obispos y generales. Los panfletos denunciaban al gobierno en nombre de los trabajadores que “ (...) no pueden expresar libremente las angustias de sus familias y sindicatos frente a la acción devastadora de un plan económico al servicio del capitalismo, del imperialis- mo, de las oligarquías y en contra del pueblo (...) Que las libertades sindicales des- truidas por el gobierno sean recuperadas definitivamente por y para la clase trabaja- dora mediante la organización y la lucha revolucionaria. Que la sangre de todos los mártires del trabajo, en especial la de nuestra compañera Hilda Guerrero de Molina, nos impulse y aliente en medio del abandono y traición a la clase obrera por parte de sus falsos dirigentes (...).35 En julio de ese año, el grupo viajó a La Habana para asistir a la primera conferencia de la Organización Latinoamericana de Solidaridad (OLAS). En la delegación argentina, que estaba presidida por John William Cooke, estaban Norma Arrostito, Fernando Abal Medina y Emilio Maza. Los dos últimos serían los jefes de los grupos protomontoneros de Buenos Aires y Córdoba. También hay que precisar que los fundadores de Montoneros, y muchos militantes que luego adhirieron a esa organización, tenían en común con el resto del peronismo ciertas características que es necesario tener en cuenta, especialmente su concepción nacionalista. Dentro de esta perspectiva, pensaban que la liberación nacional era posible mediante la movilización del conjunto del pueblo. Aún no pensaban a las Fuerzas Armadas como enemigas de la Nación, sino como una parte de ella. En la tradición peronista, se consideraba posible lograr que un sector de los militares abandonara su posición antinacional y confluyera con las fuerzas de liberación. Ignacio Vélez, uno de los fundadores de Montoneros y partícipe del secuestro de Aramburu, piensa que ellos pasaron de un nacionalismo popular a una estrategia nacionalista revolucionaria con influencias marxistas, a partir del golpe de 1966: “Pero nosotros veníamos del peronismo y esta unidad pueblo-ejército seguía flotando. Hasta esa época [el golpe militar de 1966], los grupos de la resistencia peronista y los que luchaban por el retorno de Perón, no se horrorizaban por tener alguna relación con miembros de las Fuerzas Armadas (...) nuestro líder era un general, nuestros mártires principales era un grupo de coroneles y generales ase- sinados por la ‘libertadora’ (...) No estaba tomada esta visión tan clara post Onganía (...) donde se radicalizó también el análisis de la estructura de clases y de la lucha en nuestro país (...) Viene Onganía con Krieger Vasena (...): dos payasos, eran nacionalistas declarativos, el enfrentamiento del grupo proto monto, y monto des- pués, era absoluto y total, no hay ninguna duda.(...) Nuestro análisis varió y ahora las Fuerzas Armadas eran el brazo armado de la burguesía que defiende el capita- lismo, pero en una primera etapa no era tan así”. 36 Ernesto Jauretche, qué se integró a los Montoneros en 1973, y había militado junto con Rodolfo Galimberti en las Juventudes Argentinas para la Emancipación Nacional (JAEN), coincide: “Nosotros eramos peronistas. A nosotros no se nos ocurría pensar en una vanguardia, pensabamos mas bien en una insurrección, en las grandes movilizaciones de masas y pensábamos además en una fuerza social integrada por todas las clases sociales y además en una fracción de las fuerzas armadas. Pensabamos que sin fractura de las fuerzas armadas era imposible derrotarlas e instalar un proyecto popular. Onganía venía demostrando que los liberales eran más fuertes que los nacionales”.37
L UC HA A RM AD A E N L A A RG EN TIN A
68
H IS TO RI A I DEBATES I DOCUMENTOS
Las guerrillas peronistas tuvieron la particularidad de su pertenencia a un movimiento populista, aunque configuraran en él su corriente de izquierda armada. La consecuencia más evidente de su identidad fue que no consideraron necesario, tal como era norma entre la guerrilla marxista, la construcción del partido revolucionario. Más que a otros grupos guerrilleros, la aceptación de la identidad peronista los acercaba a las luchas sociales, en las que los peronistas eran mayoría, pero a cambio tenían su límite en las directivas de Perón y en las acciones de los otros sectores del movimiento, tanto de los políticos como los sindicales. El grado de autonomía de la política montonera era, por ejemplo, mucho menor que la del PRT, y se desarrollaba en el marco de las contradicciones del peronismo. Como peronistas, los Montoneros fueron permeados por la cultura popular, en la forma simbólica que ésta adquirió en la etapa de la resistencia; para ellos, en el colectivo peronista anidaba la esencia popular, sus luchas, sus mártires, sus banderas. En este sentido, eran tan populistas como el movimiento al que se integraron. Cuando en 1966 las Fuerzas Armadas retomaron el control del Estado, el peronismo se mostró indeciso. Perón formuló entonces la famosa frase de “hay que des- ensillar hasta que aclare” y el propio Arturo Jauretche le dedicó estos párrafos a Onganía: “Ocurre así que buscando el país real y sus exigencias las Fuerzas Armadas se encuentran a sí mismas. Pensar el país en dimensión de potencia, le restaura a las Fuerzas Armadas el sentido histórico de su misión específica. (...) Hay que hacer de la Argentina una potencia y esa es la tarea que asume la elite”. 38 Las políticas “modernizantes” y desnacionalizadoras de Onganía provocaron fuertes conflictos sociales y nuevos muertos por la represión. Las dudas comenzaron a disiparse, pese a que no todos los grupos transitaron al mismo tiempo el camino hacia la radicalización ideológica. La irrupción entre los católicos de una corriente de izquierda, que se veía justificada por las encíclicas papales y los documentos de los obispos latinoamericanos,39 aceleró ese proceso. De todas maneras, como veremos, algunos grupos siguieron manteniendo contactos con nacionalistas de las diferentes corrientes, incluso con militares del gobierno. No debería entonces resultar extraño que la izquierda peronista se nutriera de jóvenes nacionalistas. Lo que no está aún bien estudiado es la transformación del nacionalismo, y su crisis a mediados de la década de los sesenta bajo la lenta pero sostenida influencia del pensamiento de la izquierda nacional (Abelardo Ramos, Arturo Jauretche, Juan José Hernández Arregui, John William Cooke) desde principios de los cincuenta. Un ejemplo de aquella crisis fue, precisamente, la historia de la agrupación Tacuara y de su ruptura por izquierda, el Movimiento Nacionalista Revolucionario Tacuara (MNRT). En ambas militaron muchos de los futuros guerrilleros. 40 Desde la izquierda esto ha sido leído como una defecto inmanente, y se ha desvalorizado el carácter revolucionario de estas luchas por su carácter nacionalista y peronista. Lo mismo pasa con el prejuicio acerca del origen social de muchos militantes. No resulta raro, entonces, que cierta izquierda lea aún el caso Aramburu como una conspiración. En cuanto a las contradicciones que fueron quedando de algunos aspectos del secuestro, algo de responsabilidad le cabe a ciertos detalles del relato que Mario Firmenich hizo del caso en La Causa Peronista.41 De todas maneras, es cierto que el grupo nacionalista militar en el gobierno veía como un peligro los planes políticos del ex presidente; y también lo es que los Montoneros pretendían eliminar lo que consideraban la “salida política del régimen”. Si ambos querían la muerte de Aramburu, ello no significa necesariamente que lo hayan hecho juntos. La unidad de objetivos no constituye ninguna prueba: ni histórica ni judicial. El actor fundamental del relato dramático de Méndez, Norberto Rodolfo Crocco, no era ni había sido militante de Montoneros. Ignacio Vélez, uno de los dos sobrevivientes del caso Aramburu niega su participación tanto en el grupo de Córdoba como en el de Buenos Aires. Tampoco lo reconoce como parte del comando que actuó el 29 de mayo.42 En ninguna investigación sobre Montoneros se nombra a Crocco como militante de la organización, ni como partícipe del secuestro. 43 Si esto es así, el por
L UC HA A RM AD A E N L A A RG EN TI NA
69
H IS TO RI A I DEBATES I DOCUMENTOS
38. Jauretche, Arturo, El medio pelo en la sociedad argentina, Buenos Aires, Peña Lillo, 1ª ed, noviembre de 1966, 16ª ed., marzo de 1984, pág. 387. 39. Encíclica papal Populorum Progressio y los Documentos de Medellín. 40. Bardini, Roberto: Tacuara. La pólvora y la sangre, México DF, 2002. 41. “Mario Firmenich y Norma Arrostito cuentan cómo murió Aramburu”, en La causa peronista, 3 de septiembre de 1974. El relato le pertenece a Firmenich, dado que Norma Arrostito, que se encontraba clandestina no fue consultada. La versión conspirativa hace hincapié en el detalle de que, Aramburu, amordazado, no podía haber dicho “–proceda–” en el momento de la ejecución; tienen razón. 42.- Entrevista a Ignacio Vélez, 7 de febrero de 2005. 43.- La excepción, aparte del libro de Méndez, aparece en el libro de Roberto Baschetti: Documentos (1970-1973), en la página 38, en la que Crocco figura como parte del núcleo convocante, proveniente de la Juventud Obrera Católica. Consultado para este artículo, Baschetti me informó que su fuente era la nota de Primera Plana, publicada con motivo del asesinato de Antonio Romano.
qué Crocco mató al estanciero carece de sentido, por lo que parece probable que la versión de la hermana sobre las deudas sea correcta.
Los nacionalistas
44.- Para una historia de JAEN, el trabajo de CABALLERO, Marcelo y LARRAQUY, Roberto,Galimberti, ob.cit., pág. 64 y ss. 45.- Entrevista a Ernesto Jauretche, 30 de diciembre de 2004 46.- CABALLERO, Roberto y LARRAQUY, Marcelo, ob. cit., pág. 108. 47.- Entrevista con Ernesto Jauretche, 30 de diciembre de 2004. 48. Ibid.
Las Juventudes Argentinas por la Emancipación Nacional (JAEN) surgieron en marzo de 1967. Entre sus primeros militantes se contaban Rodolfo Galimberti y Ernesto Jauretche, entre otros. 44 Como muchos grupos peronistas, la agrupación pasaría de una expectativa inicial frente al golpe de Onganía, a una acción directa contra la dictadura. JAEN funcionó hasta 1973, año en el cual la mayor parte de sus dirigentes se integraron a Montoneros. Para Ernesto Jauretche lo que los caracterizaba como grupo era su contacto permanente con el poder: “Lo que tenía era una relación con el poder, muy fuerte, debíamos ser la única organización de todas las que estaban constituidas que dialogaban con el poder, fuera quien fuera, sea con milicos...”.45 Como grupo nacionalista mantenía contacto con la mayoría de las agrupaciones del peronismo y con dirigentes nacionalistas, civiles o militares; a la vez que muchos militantes que habían pasado a la lucha clandestina, seguían usando la agrupación como pantalla política. El contacto con miembros del gobierno comenzó por iniciativa de Roberto Roth, Secretario Legal y Técnico de Onganía, y el encargado del mismo fue Diego Muniz Barreto, quien trabajaba con él. En 1969, Roberto Roth había conseguido pruebas de que el ministro de economía, Krieger Vasena, integraba el directorio de la empresa Swift-Deltec. La empresa, que había comprado varios frigoríficos, controlaba el comercio de exportación. 46 Roth, miembro de la fracción nacionalista del gobierno, pretendía enfrentar al sector liberal del mismo y quería publicar la noticia sin que se supiera el origen de la fuente de información. Muniz Barreto se conectó con Ernesto Jauretche quien, además de miembro de JAEN, era periodista de El Economista. La revista publicó el trascendido y la noticia generó un escándalo; Jauretche fue inmediatamente despedido. Diego Muniz Barreto le propuso entonces que, como parte de la formación de la agrupación, se integraran a un curso de filosofía en el que se estudiaba a Hegel. Comenzaron a reunirse en la casa del propio Diego: “En esos cursos de Hegel, que eran en la casa del propio Muniz Barreto, Diego los usaba además para hacer relaciones (...) quería favorecer un dialogo entre civiles y militares, civiles militantes y militares en actividad, sobre todo los militares nacionalistas (...) En ese marco se armaban muchas conspiraciones, mi impresión es que non sanctas, por- que en general nosotros no sabíamos quiénes eran los milicos que venían. Eran de los servicios; venían y se presentaban, el capitán Blanco, el capitán Fernández, el teniente García, pero nosotros sabíamos que no eran esos los nombres reales de los tipos. A esas reuniones vino una vez Imaz, el general Imaz, a escuchar la clase, y después hubo una larga reunión en los sillones, donde se habló de política como quien no quiere la cosa”. 47 Como JAEN aún pensaba en la posibilidad de un levantamiento cívico-militar de corte nacionalista y properonista, prestaron atención a estos contactos. “Ahí mismo, a nosotros, una vez un capitán Blanco nos propone a Galimberti y a mí, un operativo militar, que ellos lo tenían pensado, armado y todo, pero que no lo podí- an decir, obvio, hasta tanto nosotros no tuviéramos un compromiso firme de lle- varlo adelante. Según él, una operación que iba a cambiar el rumbo de la política nacional (...) Primero había que precisar en qué condiciones podíamos establecer un acuerdo político. Nosotros replicamos de manera tal que significara que no nos iban a usar para una “opereta” (...) De todos modos, como el tipo había insistido mucho con la operación militar, la contrapropuesta fue que no teníamos proble- mas si la conducía un oficial en actividad (...) Pero al mismo tiempo a profundizar el arreglo político”. 48 Luego de dos reuniones, al no llegar a un acuerdo político los militantes de JAEN rechazaron la propuesta. La relación con Muniz Barreto, de todas maneras con-
L UC HA A RM AD A E N L A A RG EN TIN A
70
H IS TO RI A I DEBATES I DOCUMENTOS
tinuó. Dado que la figura de Diego Muniz Barreto, asesor de Onganía y luego diputado montonero, ha dado lugar a un sinnúmero de falsas interpretaciones, una somera biografía puede rescatarlo de las sospechas que algunos, aún hoy, siembran sobre él. Muniz Barreto era una aristócrata cuya familia poseía una inmensa fortuna y estaba emparentada de manera directa con los Bunge. Estaba casado con otro apellido ilustre: su mujer era Escalante Duhau. La familia era dueña de grandes extensiones de tierra y de poderosas empresas. Entre sus muchas posesiones se contaba la isla del Francés , frente a la playa de Cansvieiras, en Florianópolis. Diego, que trabajaba en el banco Tornquist, de cuyos dueños también era pariente, era un fervoroso nacionalista. En los cincuenta había actuado como comando civil contra Perón, transportando explosivos en su lancha desde el Uruguay. Cuando Roberto Roth fue nombrado miembro de la dictadura de Onganía, lo llamó como asesor. Luego de los sucesos que se han relatado, el “gordo” Diego abandonó el gobierno de Onganía y apasionado con la audacia de las organizaciones armadas, comenzó a financiarlas. A Rodolfo Galimberti le pagó el pasaje a España para entrevistarse con Perón. Cuando el grupo se acercó a los Montoneros, Muniz Barreto financió parte de la campaña electoral y resultó electo diputado por el peronismo. En mayo de 1974, renunció a su cargo junto con el resto de los diputados de la “tendencia”. 49 Para esa época ya financiaba también a la Columna Sabino Navarro , una de las fracciones disidentes de Montoneros en la que militaban algunos de los fundadores de la organización. 50 Ignacio Vélez, que fue su amigo, traza una semblanza de él: “Diego era un deslum- bradísimo, se enamora perdidamente de nosotros [se refiere a los “sabinos”] (...) Una vez que nos avisan que los fachos iban a tomar la Facultad de Derecho, nos atrincheramos adentro para defenderla y yo hablo por teléfono con el Diego, porque él vivía en el departamento de Posadas; y lo veo venir por la explanada, que venía el Diego caminando adelante, y Mariano Insúa y su chofer con dos escopetas cami- nando atrás. Ese era el Diego. Diego nos financia, nos ayuda a nosotros con varios números de Puro Pueblo, la revista que sacan los “sabinos”. Se enamora perdida- mente de la diagramadora de la revista, y la lleva a Europa. Un niño “bien” que se enamora de la laburante, ese era Diego (...) un enfant terrible que había heredado mucha guita”.51 Según algunos testimonios había comenzado a colaborar también con el PRT. En 1977, un día antes de partir al exilio, Diego fue apresado por el Ejército, junto con “Juanjo”, Jorge Ferreyra, un militante de la juventud peronista que había contratado como secretario, chofer y guardaespaldas. Los agarraron yendo para Escobar, porque el “gordo” quería visitar la estancia familiar antes de partir. Ambos fueron llevados a Campo de Mayo y durante tres días los torturaron con saña. Luego los tiraron inconscientes al río Paraná, dentro del auto que usaban el día en que los habían capturado. “Nos llevaron en el coche y viajamos durante horas. En un momento sentí que me pinchaban y me di cuenta de que me estaban poniendo una inyección. Me dormí o me desmayé, no sé. Me desperté en el agua, dentro del coche que se hundía. Abrí la puerta y salí nadan- do. Creo que no me vieron porque era casi de noche. Llegué hasta la otra orilla. No sé como estoy vivo (...) El gordo no les dijo una palabra. Se reía de ellos y los puteaba”. 52
Epílogo Lo que Gandhi y Molinari estaban buscando realmente existía pero, como en un juego de sombras chinescas, nada era lo que parecía. La que sí era lo que parecía era la Escuela de Mecánica de la Armada, cuando en enero de 1978 Molinari se presentó para entrevistar a Norma Arrostito, a quienes los marinos declararon muerta el 4 de diciembre de 1976, después de un enfrentamiento en Lomas de Zamora. 53 Quería corroborar la participación de la viuda de Abal Medina en el relato aparecido en La Causa Peronista. El capitán de navío Aldo Luis Molinari recorrió los pasillos del campo de concentración más famoso de la Argentina entre la carne lacerada de centenares de desaparecidos. Pero a él no le preocupó, porque sólo pensaba en el enigma de su amigo.
L UC HA A RM AD A E N L A A RG EN TI NA
71
H IS TO RI A I DEBATES I DOCUMENTOS
49. Tendencia Revolucionaria del Peronismo, nombre que englobaba al conjunto de las organizaciones de la izquierda peronista. 50. Ignacio Vélez y Luis Rodeiro, entre otros. Entrevista con Ignacio Vélez, 7 de febrero de 2005. 51. Entrevista a Ignacio Vélez, 7 de febrero de 2005. 52. Testimonio de Jorge Ferreyra, en: Diez, Rolo: Los com pañeros, Buenos Aires, de la Campana, 2000, pág. 226. 53. Molinari, Aldo Luis, ob. cit., pág. 120-122.
En la historia de Astarsa, hay alrededor de treinta asesinados y desaparecidos. Esta es una aproximación a las luchas de sus trabajadores, su vinculación con grupos armados y la represión que sufrieron.
Introducción * Historiador-UNLU
1. Este es un primer avance de un proyecto de investigación que realizó gracias a una beca de inicio de investigación de la Universidad Nacional de Luján, codirigido por Carlos Cansanello y Elizabeth Jelin. Recoge además la experiencia y mi trabajo realizado durante 2003 para el Archivo Audiovisual de la Asociación Civil Memoria Abierta. Todas las citas de entrevistas corresponden a testimonios guardados en esa institución. Quiero agradecer especialmente las lecturas y comentarios de mis colegas del Núcleo Memoria (IDES) y de Mariela Ceva.
La Juventud Trabajadora Peronista (JTP) fue uno de los frentes de masas de Montoneros, y uno de sus más importantes proyectos políticos. La apuesta consistía en disputar el liderazgo de la Confederación General del Trabajo (CGT). Los trabajadores navales de la zona de Tigre y San Fernando fueron uno de los referentes en ese proyecto y, más ampliamente, para las luchas obreras de la década del setenta. Estudiar la historia de su agrupación, bautizada “José María Alessio” en homenaje a un compañero muerto a causa de un accidente de trabajo, es una vía de entrada al complejo panorama sindical de aquellos años. Mediante su estudio, la coexistencia de tradiciones de lucha barriales, nuevas prácticas políticas, y las contradicciones entre las organizaciones de base y las estructuras partidarias pueden ser observadas en un caso concreto, a partir de una pregunta clave: ¿qué papel asignaron las organizaciones armadas –Montoneros en este caso– a sus agrupaciones y a sus militantes obreros? ¿Qué desafíos particulares generó esa política para los militantes sindicales? Por otra parte, la historia sindical de la primera mitad de los años setenta permite a la vez aproximarnos a la cotidianeidad de la violencia en las prácticas políticas, tanto desde las mismas agrupaciones combativas como por parte de la Triple A. Por último, podremos preguntarnos acerca de posibles características particulares de la represión al movimiento obrero. Y, consecuentemente, ¿qué contradicciones se plantearon entre la militancia política y la sindical? 1 Hay alrededor de treinta asesinados y desaparecidos vinculados a la historia de Astarsa. Esta es una primera aproximación a la historia de sus trabajadores, a L UC HA A RM AD A E N L A A RG EN TIN A
72
H IS TO RI A I DEBATES I DOCUMENTOS
sus vidas entre los años sesenta y setenta, a la historia de la agrupación sindical que formaron, a sus logros gremiales, a sus conflictos internos y su destrucción a manos de la más feroz represión conocida hasta hoy en la historia argentina. Astarsa
La historia de los obreros de Astarsa y del establecimiento que los empleaba reproduce en pequeña escala la convulsionada historia de la Argentina de la segunda mitad del siglo XX, inaugurada por el golpe militar que derrocó a Juan Domingo Perón en 1955. Desde esa fecha y por veinte años, los intentos de disciplinamiento social fueron enfrentados por un movimiento obrero que ganó rápidamente fuerza y conciencia de su protagonismo político, sobre todo a partir del liderazgo de Augusto Timoteo Vandor. De una inicial política confrontativa, los gremios peronistas pasaron a la estrategia de “golpear para negociar”, criticada en forma creciente por algunas bases y sectores sindicales, que veían en esa negociación un mecanismo de connivencia con el sector patronal. Como otros grandes establecimientos industriales, hasta mediados de la década de 1970 los astilleros Astarsa fueron el epicentro de agudos conflictos sociales resueltos manu militari a partir del golpe de 1976. La trayectoria de la empresa era larga. En 1927, la sociedad colectiva Hansen y Puccini construyó las primeras instalaciones de lo que sería uno de los astilleros y establecimientos metalúrgicos más importantes de la Argentina. A mediados de 1942, la empresa, ya convertida en sociedad anónima, tenía como accionistas mayoritarios a la Sociedad Importadora y Exportadora de la Patagonia (propiedad L UC HA A RM AD A E N L A A RG EN TI NA
73
H IS TO RI A I DEBATES I DOCUMENTOS
2. González Climent, Aurelio,
La industria naval en la Argentina, Buenos Aires, Universidad de Buenos Aires, 1956, pp. 68-72. Centro de Estudios del Trabajo (CET),
Navales, Mimeo (mayo 1988). Depino, Mercedes , “Directorio de ASTARSA en 1973”, manuscrito. 3. Conviene tener en cuenta algunas de las características de estas grandes empresas contratistas del Estado: “La influencia de las corporaciones empresarias en las decisiones públicas fue igualmente importante durante los gobiernos civiles y militares. Las grandes empresas obtuvieron créditos subvencionados, preferencias en los contratos públicos y concesiones especiales, condonación de deudas, informaciones anticipadas sobre tasas de cambio o financieras, franquicias impositivas y todo otro tipo de recompensas de carácter particularista. Los favoritis mos de los altos funcionarios con respecto a las grandes empresas proveedoras de los organismos públicos fueron muchas veces denunciados” , en Sidicaro, Ricardo, La crisis del estado y los actores políticos y socioeconómicos en la Argentina (1989-2001), Buenos Aires, Libros del Rojas, 2001, p. 34. 4. Calello, Hugo; Marín, Juan Carlos y Murmis, Miguel,
Formas de la lucha e ideología del sindicato y el medio social e industrial, 1960. Mimeo, p. 2.
de la familia Braun Menéndez, poderosos terratenientes) y Estrabou y Cía. (dueños de la Ferretería Francesa). A mediados de la década de 1970, Astilleros Argentinos Río de la Plata S.A. (Astarsa) empleaba alrededor de 1.500 trabajadores: 800 metalúrgicos, que trabajaban en la construcción y reparación de locomotoras, maquinaria industrial, fundición pesada y tanques de guerra (los franceses AMX 13, de la firma Schneider). El resto, cerca de 700 empleados, eran trabajadores navales. Astarsa era el astillero de capitales privados más importante del país. En su directorio figuraban militares y apellidos vinculados a familias de la clase alta, como los ya mencionados Braun Menéndez y Braun Cantilo; por otro lado, buena parte de los ingresos del astillero provenían de contrataciones por parte de empresas estatales, como YPF (Yacimientos Petrolíferos Fiscales), YCF (Yacimientos Carboníferos Fiscales) y ELMA (Empresa Líneas Marítimas Argentinas).2 Abastecía, asimismo, a empresas estatales y privadas vinculadas a servicios, como la Compañía Ítalo Argentina de Electricidad. 3 Astarsa era un referente local. Obtener un trabajo allí era una garantía de estabilidad y posibilidad de ahorro. Como en el sector naval una elevada proporción de sus trabajadores eran mano de obra calificada, la paga en muchos casos era alta. Sin embargo, el trabajo en Astarsa era especialmente duro debido a las condiciones de insalubridad. El golpeteo incesante sobre metales y chapas poblaba el aire de ruidos sordos. Las emanaciones tóxicas de pinturas y material de soldadura producía afecciones pulmonares de distinto grado de complejidad. Los casos de esterilidad y accidentes de trabajo con las soldadoras autógenas eran frecuentes. Un oficial calderero, por ejemplo, trabajaba vistiendo pesadas ropas de cuero para protegerse de las chispas en ambientes de más de 50º de calor dentro de los compartimientos estancos de los barcos donde por las reducidas dimensiones se concentran gases con gran facilidad. Los accidentes eran frecuentes, y existía entre los trabajadores el mito de que “cada barco construido se llevaba uno o dos obreros”. La insalubridad era un motivo de conflicto con la empresa, que no la reconocía: ni reducía la jornada (que debía ser de seis horas) ni pagaba el trabajo como insalubre. En consecuencia, para mejorar sus ingresos los obreros hacían horas extras y por lo tanto aumentaban el tiempo de exposición a esas malas condiciones de trabajo. La asignación de esas horas extras, en muchos casos, era un mecanismo de control del sindicato y una forma de “premiar” a los leales de los capataces. Pese a esto, los salarios de Astarsa eran la medida por la cual otros establecimientos de la zona fijaban los propios. Al igual que otras zonas del Conurbano bonaerense, el Norte concentraba gran cantidad de establecimientos industriales, con lo que el grueso de sus habitantes pertenecía a la clase trabajadora. Barrios enteros se formaban en función de la proximidad a algún establecimiento que daba trabajo a sus habitantes. El trabajo estaba fuertemente jerarquizado por especialidad y función, y había una clara diferencia generacional entre los obreros “viejos” y mejor pagos, y los que recién entraban y a la vez hacían los trabajos peor remunerados. Los sindicatos de caldereros eran de los más antiguos en la Argentina. Ya en 1904, el gremio había conseguido la jornada de ocho horas. Sin embargo, desde los años cincuenta, los cambios en la forma de trabajo habían generado que las viejas organizaciones sindicales, como la FOCN (Federación Obreros en Construcciones Navales) quedaran desfasadas frente a los cambios productivos. Por otra parte, el componente de la mano de obra, hasta ese momento fundamentalmente extranjero o primera generación de argentinos, había sido reemplazado por migrantes internos, sobre todo de las provincias litoraleñas (como Entre Ríos), poco permeables a las prácticas sindicales pensadas para una actividad artesanal que estaba siendo dejada atrás por la tecnificación de los grandes establecimientos como Astarsa.4 A principios de los años setenta, los trabajadores navales estaban representados por el Sindicato de Obreros de la Industria Naval (SOIN), alineado con el vandorismo. L UC HA A RM AD A E N L A A RG EN TIN A
74
H IS TO RI A I DEBATES I DOCUMENTOS
El anuncio de la concesión de las demandas planteadas durante la toma de 1973.
Nace la Agrupación (fines de 1971- verano de 1973)
A diferencia de otros establecimientos más chicos, Astarsa tendía a estandarizar su trabajo. Para eso, tenía una “Escuelita” donde los postulantes a trabajar para los astilleros recibían un curso, luego se les tomaba un examen que decidía su ingreso o no. El “oficio”, en las décadas anteriores y en un astillero chico, pasaba de los obreros más viejos a los más jóvenes en el transcurso mismo del trabajo. Pero los astilleros más grandes tenían centros de capacitación donde daban cursos a los aspirantes a trabajar en la planta y convenios con las escuelas industriales de la zona. A fines de 1971 ingresó a Astarsa un grupo de trabajadores que, sin conocerse entre sí inicialmente, iba a formar, al poco tiempo, una agrupación sindical. El principal elemento en común entre ellos era su juventud: la mayoría tenía poco más de veinte años. Algunos ya estaban casados y vivían en la zona, como Carlito,5 otros esperaban los fines de semana para salir, como Jaimito o Bocha: “Fue por un factor de edad, de gente de la misma edad. O estábamos con los pibes, o estába- mos con los viejos, que no conseguíamos nada”.6 Muy pocos de ellos tenían inicialmente una participación política. Y eran menos aún los que llegaban a Astarsa cumpliendo con la consigna política de “proletarizarse”, vale decir, incorporarse al trabajo industrial para constituir agrupaciones político-sindicales revolucionarias. Uno de ellos fue el Chango, proveniente de un grupo político que sostenía la necesidad de proletarización de sus cuadros: “Al tener un carácter clandestino para no ser represaliado por la empresa fui incorpo- rando compañeros uno a uno. En el taller iba tirando flechas, como al descuido, para no levantar la perdiz. Cuando el compañero al cual tenía apuntado me daba señales claras de querer ‘hacer algo’ para cambiar el estado de debilidad que tení- amos ante la patronal y la burocracia sindical, quedaba para tomar unos vinos y charlar en algún boliche, y al tiempo, en mi casa o en la suya, esto también signi- ficaba conocer a sus familias, parejas o novias con el consiguiente lazo de amistad que derivaba de un interés honesto y solidario. Así, uno a uno hasta conformar el núcleo. Nadie de ellos tenía experiencia ni pertenencia política con ningún grupo o partido, lo mismo pasaba en los demás astilleros, y si había algún militante, no se notaba su presencia ni se expresaba su política en el taller. Solamente aparecía el peronismo oficial en sus modalidades más burdas y perimidas” .7 Carlito fue uno de los que entró a la actividad sindical a través del Chango: “Yo me vinculo de inicio con el Chango. (...) Por escuchar esto de Norteamérica, del imperialismo. (...) Me acuerdo de que hacía poquito que estábamos en ASTARSA, L UC HA A RM AD A E N L A A RG EN TI NA
75
H IS TO RI A I DEBATES I DOCUMENTOS
5. Respeto al mencionarlo el nombre con el que era conocido por sus compañeros durante sus años de trabajo en Astarsa (y con el que lo conozco yo). 6. González, Héctor, entrevista. 7. Sosa, Juan, comunicación personal, 20/06/04, p. 1.
8. Morelli, Carlos, entrevista. 9. Mastinú, Martín, desaparecido el 7 de julio de 1976. 10. González, Héctor, entrevista. 11. Benencio, Luis, entrevista. 12. Idem. 13. González, Héctor, entrevista. 14. Garay, Livio, secuestrado el 20 de mayo de 1976.
dos o tres meses. La cuestión es que él compra una Coca Cola, y le digo al Chango. ‘Así que te vas a tomar una bebida imperialista’. Y cuando me escuchó eso, me miró así y me dijo: ‘Vení que tengo que hablar con vos’. Fuimos a donde nos reu- níamos siempre, que es abajo del barco, y dice: ‘Mirá, me gustaría que empecemos a organizar un poquitito, porque a mí me parece que acá son muchas horas las que se laburan, estos me parece que nos están explotando, que blablabla’. Me invitó a la casa, era un seductor que tocaba la guitarra, convidaba con salamín”.8 Otro de los primeros integrantes del grupo fue el Tano.9 Era un italiano criado en la zona que tenía un gran ascendiente personal, aun entre los viejos traba jadores. En su historia puede verse el modo en el que la actividad política sindical potenció a muchos de los trabajadores de Astarsa: “Vos lo agarrabas al Tano Mastinú y era un tanito que agarraba el martillo a las seis de la mañana y lo lar- gaba a las seis de la tarde, ni hablaba, laburaba todo el día. Y después fijate lo que terminó siendo, uno de los delegados más combativos que he visto en toda la zona” . El ascendiente del Tano derivaba de que “estaba todo el día con vos, era el tipo común que estaba ahí a la par tuya” . Por eso “lo quería mucho la gente al Tano. Vos dialogabas con él, él te sabía responder, nunca te sobraba, nunca se hacía el que era más que vos” . 10 Esta construcción de legitimidad basada en el hacer común era un elemento que con posterioridad al año 1973 atraería a muchos otros trabajadores a la agrupación, y muestra un ingrediente clave en la pertenencia al grupo: una identidad sustentada, muchas veces, en valores éticos antes que políticos. Jaimito, uno de los líderes de la agrupación y con alguna formación política previa, recuerda: “Eso es lo curioso... Para algunos intelectuales que creen que solamente si la enten- dés podés participar y dar la vida por algo... jugarte por un mundo mejor, o por un ideal, o por la patria socialista (...) Estos compañeros... si vos los escuchabas políti- camente no lo podías creer. Casi ni hablaban políticamente, hablaban con hechos de hacer todos los días, de ver la injusticia y enfrentarla. Qué mentiroso diría que eran compañeros politizados, alguien que leyó los dos tomos de Marx, de Lenin, de Stalin... No, estos no, estos luchaban y se jugaron la vida por lo que visualizaron a través de los hechos que se fueron dando, como un mundo mejor, que se podían cambiar las cosas, que había otras cosas que las preestablecidas” .11 El caso del Tano no fue el único. Uno de los futuros delegados de la Agrupación en astilleros Mestrina, desa-parecido y torturado salvajemente en Campo de Mayo, tenía características similares: “ [Hugo] Rezeck era un líder por naturaleza. Él los juntaba, su casa era el lugar de reunión. Era un tipo que tenía ascendencia sobre los compa- ñeros, pero vuelvo a repetir, tenía todo eso, ahora, ni era un preclaro político (...) ni era (...) integrante de ningún sector político... era peronista. Era peronista, natu- ralmente peronista (...) Eran peronistas, pero... pero no eran ni del PJ, ni militaron nunca en el peronismo activamente (...) y sin embargo tenían una conciencia y un grado de compromiso por el cambio que te asombraba” .12 De este modo, más allá de seguir claras líneas políticas, el aglutinante fundamental pasaba por este tipo de características. En los testimonios de los antiguos militantes aparecen con frecuencia evocaciones de este tipo: “Cacho Vivanco (...) era un tipo renormal. El día que [sabotearon una asamblea los del sindicato] venía Monsalvo con los guardaes- paldas, y él los cagó a trompadas. Si sos un tipo que tiene por ahí dos dedos de frente, vos no lo hacés. Eso lo hace un tipo porque es tan puro que no piensa lo que le va a pasar, va y lo hace. El tipo podría haber agarrado e irse a su casa. No, el no (...) El tipo pensó: por ahí me matan a un compañero mío, a un amigo, a este lo tengo que cagar a trompadas yo’”.13 El número de integrantes del grupo aumentó, sobre todo por la incorporación de obreros jóvenes, de la zona, o provenientes de distintas provincias, sobre todo del Litoral y el Nordeste, como el Guerri.14 El trabajo de organización y captación de simpatizantes pasaba sobre todo por la denuncia acerca de las condiciones de trabajo y la venalidad de los delegados de la planta. Se trataba de romper asunciones muy arraigadas entre los trabajadores: “Había un sentimiento trágico L UC HA A RM AD A E N L A A RG EN TIN A
76
H IS TO RI A I DEBATES I DOCUMENTOS
y de resignación”.15 Por otra parte pesaban diferencias generacionales: “Había como castas, los jóvenes que recién entrábamos y que no sabíamos nada. Entonces eso había que romperlo también (...) Nos veían como jóvenes revoltosos. Quieren hacer huelga porque no les gusta trabajar”.16 Las primeras discusiones, en la casa del Chango o en la del Tano, a la salida del trabajo o a la sombra de alguno de los cascos en obra, concluían en que “Los mayores se iban a acercar cuando vieran hechos concretos y luchas ganadas” .17 La base que unía a los primeros militantes, desde el punto de vista político, pasaba fundamentalmente por la oposición a la conducción del SOIN y la voluntad de construir un sindicato fuerte y combativo en el astillero. Muchos de los primeros militantes no tenían una experiencia política concreta, pero además en el grupo coexistían marxistas (como el Chango y Jaimito) y peronistas (como el Tano y Huguito).18 Con estos objetivos, la aparición pública de estos trabajadores como agrupación sindical fue mediante la confrontación con la dirigencia sindical y el cuestionamiento de las condiciones de trabajo vigentes. Uno de sus primeros volantes buscaba romper el sentido común que asociaba trabajar más horas a ganar más: “Compañeros, la burocracia nos traicionó arreglando con la patronal que tengamos que trabajar 12 horas para ganar el sueldo necesario para mantener a nuestras familias (...) Nos engañan. Nos hacen trabajar mucho más para ganar lo mismo. Y encima estos traidores lo presentan como un triunfo nuestro”.19 Este volante era en respuesta a una modificación en los horarios y ritmos de trabajo:“En ese momento se había conseguido lo que Carola [el delegado] llamaba una con- quista: que se trabajara más horas. Consiguió que se trabajaran 12 horas y eso era levantado como una conquista en ese momento. Entonces los que estaban acomo- dados se iban dos horas antes porque tenían el insalubre. Bueno, eso era así, no importa que tuvieran unos años de vida menos, pero era así. El tema es que el famoso turno, que así lo llamábamos, era de 6 de la mañana a 6 de la tarde. Antes era de 6 a 5 y de 6 a 3 para los insalubres, pero teníamos horario cortado, y ahora “con el turno” trabajábamos 12 horas y con media hora para comer que pagaba la patronal (...) La contracara de esto era muy distinta. La patronal se manejaba con determinados incentivos o plus. Entonces, ¿qué es lo que la burocracia de dentro de fábrica negoció? Negoció que en realidad no hacía un mayor desprendimiento económico. De las 12 horas te retaceaba la guita en toda una serie de comple- mentos del sueldo, que eran los premios a la producción por ejemplo, que el labu- rante no puede controlar”.20 La oposición a estas componendas y el objetivo de disputar la conducción al sindicato se concretó en un hecho de propaganda ingenioso y eficaz. La agrupación redactó y difundió entre los trabajadores del astillero un cuadernillo donde denunciaba a los delegados “comprados” por la patronal, mientras reconstruía la trayectoria política y económica de la familia Braun, principal propietaria de Astarsa. El efecto fue instantáneo: los delegados señalados comenzaron a ser cuestionados por muchos de sus representados, y se constituyó una divisoria de aguas entre la conducción “burocrática”, que frente a las denuncias se cohesionó, y “los muchachos” de la agrupación que comenzaban a aparecer como un referente. En este contexto es que la agrupación, ya formalmente constituida como “Lista Marrón”, logró imponer al Tano Mastinú como delegado de calderería. Este tipo de prácticas no era aislado. Se desarrollaron en un contexto de fuerte confrontación social y de renovación en las prácticas sindicales. Desde fines de la década del sesenta, y más rápidamente con posterioridad al “Cordobazo” (1969), la lucha obrera incorporó nuevas modalidades debido al desarrollo, sobre todo en el interior del país, del clasismo . Esta corriente sostenía como metodologías y reivindicaciones la organización por establecimiento y la democracia obrera como formas de disputar el control de las organizaciones sindicales mediante la conformación de una dirigencia genuina, y el recurso a la acción directa, con el fin de promover el papel revolucionario de la clase obrera: “Recogiendo la experiencia pre- via de movilización y combatividad desplegada para hacer efectivas las demandas L UC HA A RM AD A E N L A A RG EN TI NA
77
H IS TO RI A I DEBATES I DOCUMENTOS
15. Sosa, Juan, entrevista. 16. Idem. 17. Idem. 18. Rivas, Hugo, desaparecido el 4 de mayo de 1976. 19. Anguita, Eduardo y Caparrós, Martín, La voluntad.
Una historia de la militancia revolucionaria en la Argentina 1966-1973, Buenos Aires, Norma, 1997. Tomo I, p. 534. 20. Centro de Estudios del Trabajo, Navales, mesa de trabajo con ex trabajadores de Astarsa (mayo de 1988).
21. Gordillo, Mónica, “Protesta, rebelión y movilización: de la Resistencia a la lucha armada, 1955-1973”, en James, Daniel
corporativas, se produjeron cambios en las formas de enfrentamiento y en los con- tenidos. Estas transformaciones se evidenciaban en la utilización de mecanismos más informales para la exteriorización de la protesta y en medidas de acción direc- ta tales como la ocupación de fábricas con rehenes que si bien formaban parte del acervo cultural de los trabajadores antes se había ejercitado con otro sentido (...) La intención era llevar la disputa al centro de la producción, donde los trabajado- res sin intermediarios, es decir, sin la mediación del sindicato, debían encontrar las soluciones disponiendo como elementos de presión de su fuerza de trabajo y de la apropiación momentánea de las herramientas y el espacio de la producción. Con estas medidas, que generalmente incluían la toma de rehenes y acciones violentas como amenazas con explosivos, se subvertían el principio de la exclusiva autori- dad y propiedad empresarial en las plantas y (...) la modalidad convencional de solución de los conflictos fabriles al desconocerse las autoridades sindicales cons- tituidas, para pasar en algunos casos a cuestionar el orden general” .21 Sintiéndose más seguros, a fines de 1972 los integrantes de la nueva agrupación se presentaron como “Lista Marrón” a las elecciones internas del SOIN. Su falta de experiencia (no colocaron en la Junta Electoral a gente de su confianza) hizo que perdieran por muy pocos votos. No obstante, el “Tano” Mastinú ya era delegado, y paulatinamente consiguieron que fueran eligiendo a otros más, en las renovaciones de delegados “por sector” o juntando firmas para expulsar a los dirigentes más cuestionados. Pero la empresa, por su parte, comenzó a despedir a muchos de los integrantes más reconocidos de la “Lista Marrón”, aunque espaciando los despidos para que no fuera visto como una persecución o represalia. El Chango, Jaimito y Carlito, fueron algunos de ellos. No obstante, los muchachos de la agrupación siguieron reuniéndose con sus compañeros que aún trabajaban, analizando la situación y planificando los futuros pasos para continuar su lucha. Desde las primeras reuniones, al escuchar a algunos de los trabajadores cordobeses que venían a contar sus experiencias traídos por el Chango, se había instalado en ellos la idea de tomar la planta. La derrota electoral significó un fuerte impacto moral para ellos, y esta idea retomó vigencia: “Los paros languidecían, no había mane- ra de conformar una fuerza real importante, contraria a la burocracia, y sí sentía que una toma de fábrica iba a ser un revulsivo total, que a partir de esa toma íba- mos a poder ingresar a todos los despedidos (...) Yo la tomaba como la estrategia definitiva (...) Había que darle un vuelco definitivo a la correlación de fuerzas. Hacía falta una toma de fábrica (...) Buscar el momento, una coyuntura más o menos buena para llevar adelante una lucha tan fuerte (...) Nunca entendida del todo por los compañeros” .22 En febrero de 1973, un obrero cayó de una de las grúas donde trabajaba y se murió. En caso de que hubiera sobrevivido, en la planta no había ni camillas ni ambulancia para trasladarlo. A diferencia de otras ocasiones, en que las tareas continuaban, se produjo un paro en demanda de mejores condiciones de trabajo en todos los astilleros de la zona, impulsado por los miembros de la agrupación. Los ánimos comenzaban a recalentarse, en el contexto de multitudinarias movilizaciones previas a las elecciones que pondrían fin al gobierno militar que desde 1966 regía a la Argentina. El momento definitivo para “los navales” llegó de un modo trágico a los pocos días de la asunción del peronista Héctor J. Cámpora, el 25 de mayo de 1973.
(director), Violencia, proscrip-
ción y autoritarismo (19551976), Nueva Historia Argentina, Tomo 9, Buenos Aires, Sudamericana, 2003, pp. 362-363. 22. Sosa, Juan, entrevista.
La toma
El 24 de mayo por la mañana, José María Alessio, el Cara Antigua, salió hecho una antorcha del doble fondo de El Ceibo , un barco que estaba en construcción. Se había acumulado gas de acetileno y al soldar se produjo una explosión. Uno de sus compañeros apagó las llamas, otros arrimaron un tablón de albañil para usarlo de camilla y fue trasladado al Instituto del Quemado con quemaduras en L UC HA A RM AD A E N L A A RG EN TIN A
78
H IS TO RI A I DEBATES I DOCUMENTOS
Algunas de las consignas durante la toma.
todo el cuerpo.23 La planta se paró de inmediato, reclamando el despido de la Comisión de Higiene y Seguridad. Los delegados oficialistas se tuvieron que poner al frente del reclamo. Fuera de la planta, la agrupación se reunía y tomaba decisiones: “Este es el momento de la toma. Lo planteo, ya lo veníamos discutiendo hacía tiempo, pero dije que justamente como iba subir un gobierno popular, no íba- mos a ser reprimidos, y que entonces era la coyuntura justa” .24 El 30 de mayo, durante una asamblea en el platón de Astarsa, la conducción del gremio llegó con la noticia de que, para arbitrar en el conflicto, el Ministerio de Trabajo exigía el levantamiento de la medida: “Vino Monsalvo a decir lo que decía en todos los paros. ‘El Ministerio de trabajo indica retrotraer la medida (...) para poder dialogar con la Empresa’”.25 El Bocha recuerda que los trabajadores se indignaron y quisieron golpear a los delegados. Esto se agravó cuando Carola, otro delegado, informó que Alessio se estaba reponiendo de sus quemaduras, porque en el mismo momento llegó un trabajador con la novedad de que habían llamado del hospital para informar que el compañero había muerto. Las cosas se precipitaron, el momento había llegado. Liderados por el Tano y Huguito , los miembros de la agrupación decidieron la toma: “Hablaron ahí, estábamos los muchachos más o menos juntos. ‘Qué hacemos, qué hacemos’. ‘No, y vamos a tomar la fábrica’. ‘Vamos a tomar la fábrica’. ‘Y bueno, vamos, y vamos’. Y fuimos. Y ahí la toma- mos, así de una” .26 El Colita,27 otro delegado, llamó por teléfono al Chango y a los demás despedidos con la novedad, para que se fueran corriendo al astillero. Redactaron un pliego de condiciones que incluía: 1) Despido de todo el cuerpo de seguridad. 2) Control obrero de la seguridad y la salubridad. 3) Reincorporación de todos los despedidos por problemas políticos y gremiales. 4) Pago completo de los salarios caídos por los días de huelga. 5) Que no se tomen represalias contra los obreros que participamos en esta lucha. La toma duró cuatro días (hasta el 2 de junio) y se transformó en un problema, ante todo, logístico. Se ofreció a los trabajadores metalúrgicos la posibilidad de incorporarse a la medida, cosa que no se produjo, aunque las publicaciones de la época afines a la medida intentaron mostrar un acuerdo de intereses entre Navales y Metalúrgicos. Se organizaron puestos de guardia, tanto en la entrada del astilleL UC HA A RM AD A E N L A A RG EN TI NA
79
H IS TO RI A I DEBATES I DOCUMENTOS
23. CET, Navales, p. 29. 24. Sosa, Juan, entrevista. 25. González, Héctor, entrevista. 26. Idem. 27. Sonini, Alejandro, desaparecido el 21 de mayo de 1976.
28. González, Héctor, entrevista. 29. Crónica, 2/6/1973. Jaimito recuerda que, de regreso de un acto donde les habían regalado banderas del ERP, rebautizaron “El Ceibo” como “María Angélica Sabelli” y colocaron algunas de las banderas en el casco. 30. Benencio, Luis, “La forma de la historia”. En Doljanin, Nicolás, La razón de las masas, Buenos Aires, Nuestra América, 2003. 31. CET, Navales, p. 32. 32. Ya! Es tiempo de pueblo, Año I Nº 0, Buenos Aires, 8 de junio de 1973, p. 7. 33. Idem, p. 9. 34. González, Héctor, entrevista. 35. CET, Navales, p. 37 36. Causa 1248, Juzgado en lo penal Nº 6 de San Isidro. 37. Benencio, Luis, “Las forma de la historia”.
ro como en los montes espesos que lo rodeaban y hacia el río: “Era una cosa muy peligrosa. Rodeados por la subprefectura, por el río, por delante estaba la cana”.28 También hubo que controlar a los 11 directivos tomados como rehenes, alo jados en la oficina de personal. Los habían retenido en la barrera de entrada, cuando intentaban dejar las instalaciones de Astarsa. Los rehenes fueron una de las “novedades” de la toma. Algunos medios utilizaron esta circunstancia para vincular a los huelguistas con la guerrilla, concretamente con el Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP).29 Es que el episodio, una lucha gremial, se transformó en una cuestión política de proporciones. ¿Qué respuesta daría el nuevo gobierno peronista a los reclamos de los trabajadores navales? ¿Qué peso tendría el conflicto en la interna del movimiento peronista, dividida entre la derecha y una izquierda radicalizada? Para los miembros de la agrupación esta fue una de las claves a resolver: “Empezamos a necesitar contactos. Para que no nos repriman. Los que estaban cercanos a las FAR, ya estaban en Montos. Nos acercan diputados, nos acercan fie- rros, porque algo teníamos que tener para defendernos, nos acercan posibilidad de llegar a jueces” .30 En esta situación, durante la primera noche de la toma, el 30 de mayo, la agrupación asumió una identidad política: se definió como parte de la Juventud Trabajadora Peronista (JTP), una de las organizaciones de masas de Montoneros, desarrollada con el fin de disputar a la CGT tradicional el control del movimiento obrero. La flamante agrupación José María Alessio envió un telegrama al presidente Cámpora: “Solicitamos intervención urgente conflicto Astarsa originado compa- ñero nuestro quemado. Fábrica tomada con rehenes. Confiamos gobierno popular. Comisión Obrera Astarsa, 31.5.1973” .31 A la luz de los sucesos posteriores, el pragmatismo de la identificación política con JTP parece correcto: “Cuando tomaron el astillero y la conducción política del proceso quedó en manos de la Juventud Trabajadora Peronista y de la Juventud Peronista, la situación se modificó radicalmente. El conflicto se transformó en un verdadero combate político” .32 Por el astillero desfilaron diputados vinculados a la JP, el jefe de Policía de la Provincia de Buenos Aires, Julio Troxler (uno de los mitos del peronismo, por haber sobrevivido a los fusilamientos de 1956), y frente a la planta distintas organizaciones políticas montaron campañas de solidaridad: ollas populares, pedido de alimentos a vecinos y comerciantes de la zona que en general respondieron con entusiasmo.33 En la entrada al Astillero, sobre la calle Solís, había un gigantesco letrero que sintetizaba las demandas obreras: “Queremos que sea un astillero y no un matadero” . Mientras afuera se negociaba, dentro de la planta tomada la tensión, sobre todo durante las noches, crecía. Mal comidos y dormidos, nerviosos, el miedo era fuerte, pero era miedo “a que nos vengan a dar, o uno que se meta adentro, y haga un desastre (...) No era miedo a pierdo o gano: si perdíamos íbamos a perder todos (...) Teníamos a todo el mundo en contra” .34 Pero al mismo tiempo la toma comenzaba a tener una virtud: construir la unidad a partir de un hecho político protagonizado por los mismos trabajadores: “yo veía grupos de compañeros hablando aquí, allá, por todos lados; se reían o discutían, de un grupo pasaba a otro. Había un mur- mullo, eran voces que se escuchaban por todos lados .”35 Quienes padecieron estos cambios en los trabajadores, en ese primer momento, fueron los rehenes: “el trato recibido por parte de los obreros fue real- mente desconsiderado” , dice uno de los rehenes en la causa que se abrió después.36 Es que no sólo se jugaban cuestiones políticas, sino percepciones acerca de las diferencias de clase. La “revancha” parece hasta infantil, pero en el clima de la época revela el grado que las tensiones habían asumido. Jaimito, uno de los líderes de la agrupación afirma: “Había que parar a los muchachos, que agarraban las motos y las ponían a rugir para hincharles las pelotas. Pero no hubo ni verdugueos, ni juicios, ni nada de eso. Algunos después se acercaban. Te daban datos. Cambiaban de conciencia por habernos conocido iguales. Eso pasa”.37 Sin embargo, los recuerdos de otros protagonistas dicen otra cosa. Al darles L UC HA A RM AD A E N L A A RG EN TIN A
80
H IS TO RI A I DEBATES I DOCUMENTOS
de comer, por ejemplo, retenían lo que las familias de los rehenes enviaban y “lo que comíamos nosotros les dábamos a los ingenieros, a los capos, a todos esos”.38 Otros recuerdan que una vez retenidos los rehenes, “después se empieza a selec- cionar. A seleccionar a los que podían irse y los que se quedaban. Los que selec- cionaban eran uno duro y otro blando. Entonces venía uno de ellos y decía: “Bueno, este que se vaya”. “No, si este es un hijo de puta. Que se quede también”, decía el duro. Los verdugueamos un poco a los hijos de puta”.39 Finalmente, el sábado 2 de junio llegó el ministro de Trabajo, Ricardo Otero, vinculado precisamente a la ortodoxia peronista, bajo una pintada que decía “Ni un día más de gobierno popular sin justicia social” , anunció que el Ministerio de Trabajo, en su resolución nº 10, ordenaba a Astarsa cumplir con la exigencias de los trabajadores. Los rehenes fueron liberados de inmediato en medio del júbilo de los miles de personas reunidas frente a la planta: “Lentamente, una columna de automóvi- les se desplazaba entre dos filas de cientos de trabajadores, mujeres y niños. La expresión de los rostros de los directivos era prueba elocuente de la derrota sufri- da por la empresa, que ni siquiera pudo ahorrarse este último desfile entre la doble fila de los obreros triunfantes” .40 Los huelguistas, al salir luego de los cuatro días de toma, se encontraron con un espectáculo impensado, vivido con la sensación del protagonismo de esa situación: “Estalló la gran fiesta. Todo el mundo feliz, alegre. Después cuando salimos nos encontramos todos los que estaban del otro lado, que eran todos Montoneros, eran todos guerrilleros en aquel momento, pero del otro lado estaban (...) Estaba toda la gente de Tigre, los vecinos, la ciudad” .41 Mientras terminaba este último acto de la toma, el conflicto que se venía para los miembros de la agrupación, para el país, se preanunciaba en un pequeño incidente: “El minis- tro se retiró de la fábrica acompañado por dos emocionados trabajadores de Astarsa a quienes abrazó cálidamente. Mientras en la salida la muchedumbre entonaba: ¡Perón, Evita, la patria socialista! El redactor de la revista YA escuchó decir al ministro: “No, no muchachos. Entiéndanlo de una vez por todas. La patria es Peronista. Nada de socialismo, la Patria es Justicialista” .42 El conflicto, resuelto en este caso a favor de los trabajadores, se revelaba como un potencial catalizador: “Yo creí que había ganado una guerra, en ese momento. Una batalla muy importante habíamos ganado (...) Era doblarle el codo a los Braun Cantilo, a los Braun Menéndez, a los Menéndez Behety, dueños de todo. Era como pegarle un cachetazo a la oligarquía”.43 El Chango, 30 años después, explica esa misma sensación: “La toma, para la patronal fue traumática y para los trabajadores fue una revelación, en el sentido de darse cuenta del poder que tení- an en sus manos, en la unidad, en la fuerza, en las decisiones. Romper mitos, cues- tiones oscuras, entrar a las oficinas, revolver papeles, fue algo que en ningún momento se les pasó por la cabezas, y cuando ya estaban en el hecho, se sentían cada vez más audaces” .44 Durante los vertiginosos meses subsiguientes, de un modo crecientemente conflictivo y violento, incluso letal, las contradicciones de esos cuatro días, los distintos actores involucrados en el conflicto, los protagonistas de la toma de conciencia y el trauma, buscaron y recorrieron los canales para resolver esas tensiones. La lucha cambia de forma (1973-verano de 1976)
38. González, Héctor, entrevista. 39. CET, Navales, p. 34. 40. Ya! Es tiempo de pueblo, Año I Nº 0, Buenos Aires, 8 de junio de 1973, p. 6. 41. González, Héctor, mi subrayado. 42. Ya! Es tiempo de pueblo, Año I Nº 0, Buenos Aires, 8 de
Con el éxito en la toma, “los Navales” enfrentaron un gran desafío: hacer efectivas la aplicación de sus conquistas, organizar la agrupación, y negociar con la empresa y distintos poderes (políticos, públicos) en una nueva correlación de fuerzas. Para Jaimito, “se dan pilas de cosas. Se da el trabajo con los otros astilleros. Pero una de las cosas más importantes es que nos constituimos en un referente para toda la zona. Otra de las cosas que se da es que ahí nomás, a los 10 ó 15 días, L UC HA A RM AD A E N L A A RG EN TI NA
81
H IS TO RI A I DEBATES I DOCUMENTOS
junio de 1973, p. 9. 43. González, Héctor, entrevista. 44. Sosa, Juan, entrevista.
45. CET, Navales, p. 44 46. Benencio, Luis, entrevista. 47. Luis Mendiburu, quien participó en estas tareas por la UTN, fue asesinado por la Triple A en septiembre de 1974. 48. CET, Navales, p. 46. 49. CET, Navales, p. 52. 50. Las disputas se agudizaron a partir del ingreso al astillero de varios militantes de Montoneros que respondían a la política de la conducción territorial, y por el hecho de que algunos de los líderes de la agrupación tenían a su vez una pertenencia orgánica como combatientes en algunas de las unidades básicas montoneras de la zona.
se toma Terrabusi y ahí estuvimos nosotros. En realidad se abre una abanico de cosas. Tenemos que hacer crecer la agrupación, formar a los compañeros. Organizábamos charlas, venía gente de lo que después sería el Instituto de Medicina del Trabajo” .45 El control del gremio dentro de Astarsa fue absoluto: los 12 integrantes del cuerpo de delegados pertenecían a la Agrupación Alessio. Por otra parte, la toma fue un estímulo para la participación de muchos otros trabajadores del astillero. Para los militantes con mayor compromiso, el desafío político se tradujo en una nueva exigencia personal: “A partir de la toma te cambia todo (...) primero porque el nivel de exigencia con uno mismo aumenta, porque aumenta el nivel de responsabilidad y porque nadie hace una lucha y la gana y después quie- re demostrar que estaba equivocado. Nosotros creíamos que era necesario el con- trol obrero de las condiciones de trabajo (...) Aumenta el compromiso de uno pero aumenta el nivel de exigencia de los compañeros, del conjunto, porque ya partís de otro piso” .46 Ese nuevo piso era la victoria sindical de la toma del 73, y la extensión de la influencia de la agrupación a otros astilleros como Mestrina y Forte, también de la zona. Sin dudas la mayor novedad fue la creación de la Comisión Obrera de Control de Higiene y Seguridad. Los militantes que la integraron debieron capacitarse; para ello, se realizaron acuerdos con el Instituto de Medicina del Trabajo (una creación de 1973) y con la Universidad Tecnológica Nacional).47 En este último caso, la colaboración era clave para adquirir los conocimientos necesarios para realizar las mediciones de insalubridad de las tareas en el astillero. El plan era más ambicioso: nadie podía estar más de un año en funciones en la comisión, y no era reelegible. El objetivo era que “todo el mundo pasara por esa comisión con el tiempo” , como una forma para crear conciencia.48 Las negociaciones implicaban un ejercicio constante del poder de presión de la agrupación: “Todo fue gradual. Pero en general, casi todo fue así. La patro- nal no te dice: ‘Ah, bueno, muchachos, ustedes tienen razón, tomen todo’. Nunca, o casi nunca se tiene tanta fuerza como para sacarle una medida media- namente importante. Así, de cuajo. Es una pelea. Tiene un desgaste para uno también. No todo es una relación de fuerza. No es mecánico. Y si bien uno puede tener una estrategia, la patronal también tiene la suya: básicamente, es la de negarte todo”.49 Uno de los más importantes logros fue obtener que el personal de las contratistas fuera incorporado a la planta permanente de la empresa (1974). De ese modo, se lograba anular un mecanismo de control del salario por parte de la patronal, a la par de garantizar las mismas condiciones de seguridad para todos los trabajadores en el astillero. La agrupación no escapó al clima político de esos años. Todo lo contrario: las contradicciones que estos le presentaron fueron, coronados por la represión ilegal, las causas de su destrucción. El conflicto interno del peronismo que explotó en junio de 1973 con la masacre de Ezeiza planteó toda una serie de disyuntivas políticas que los militantes debieron resolver en un contexto de permanente movilización y creciente violencia. La identificación como JTP fue definida durante la toma. Sin embargo, si bien el componente del grueso de los militantes era peronista, había en la conducción de la agrupación militantes de otras extracciones, como el Chango, uno de sus referentes, o Carlito. Los problemas se desataron, fundamentalmente, en torno al rol que la conducción de Montoneros, a quien respondía JTP, asignaba al desarrollo del frente sindical. La creciente militarización de esa organización partió aguas en el interior de los Navales, dividiéndolos entre quienes sostenían la necesidad de continuar privilegiando el trabajo sindical y aquellos que defendían la prioridad de recibir entrenamiento militar.50 Esta disyuntiva planteaba problemas concretos a los militantes sindicales: para las represalias de la derecha peronista (la Triple A) los delegados eran objetivos claramente visibles y ubicables, tanto en sus barrios como en sus trabajos; mucho más que un combatiente clandestino y protegido por la estructura militar de una organización. L UC HA A RM AD A E N L A A RG EN TIN A
82
H IS TO RI A I DEBATES I DOCUMENTOS
Grupo Astarsa: trabajadores y miembros de la comisión interna del astillero. Algunos de ellos desaparecieron posteriormente.
Una primera señal de estos problemas se produjo con incidentes provocados por el SOIN en una asamblea, un subterfugio que les permitió intervenir el sindicato en noviembre de 1974. La excusa fue un tiroteo que según varios testigos inició un matón del sindicato apodado “Bonavena”.51 En respuesta, los Montoneros lo asesinaron.52 La represalia de la derecha peronista cayó sobre una víctima impensada: el Gallego Valverde, un militante que se había unido a los navales durante la toma fue asesinado en su casa en diciembre de ese mismo año. No era un cuadro sindical de nivel, pero sí un trabajador que enfrentaba los abusos y en su momento había denunciado irregularidades por parte de los delegados. Al mismo tiempo, había participado activamente en la toma del 73. En noviembre de ese año, por otra parte, aunque ninguno de sus integrantes participó directamente, la agrupación se vio envuelta en otro hecho de gran resonancia pública: el atentado contra el comisario Villar, el 1° de noviembre de 1974. La lancha del comisario, dinamitada por los Montoneros, estaba siendo reparada en el astillero Sandymar, sobre el arroyo Rosquete, junto a Astarsa. Este enfrentamiento entre estructuras militares, y la creciente apelación a la violencia, signo de la época, comenzaron a construir aun entre muchos militantes comprometidos de la agrupación una sensación de ajenidad. Para Carlito, en ese entonces subdelegado del Tano, por ejemplo, había “dos frac- ciones (...) opuestas en la forma de pensar y a quién defender, juntas en la forma operativa de hacerlo. Las dos pelaban el arma y la violencia era lo que estaba bien para resolver las cuestiones” .53 Mientras el enfrentamiento recrudecía, estas sensaciones fueron aislando a la agrupación del resto de los trabajadores: no sólo por un alejamiento en las metodologías y las demandas de estos, sino por una cuestión de mera supervivencia. Al mismo tiempo, generaron un fuerte desgaste, según recuerda Jaimito: “Los hechos militares nos ponían en un brete. Aumentaba nuestra inseguridad (...) Se nos empieza a poner complicado, se nos abren muchos frentes para pelear. Contra la patronal, gente del C. de O., contra la intervención (...) las internas entre los Montos y nosotros (...) Esto empieza a provocar broncas entre nosotros (...) Todo lleva mucho más tiempo (...) La energía vital para un proyecto empieza a tener que ser regulada, y a perderse” .54 Esa “energía vital” se desenvolvía en un contexto rápidamente adverso tras la “primavera camporista” de mayo-junio de 1973. A fines de ese año, Otero, el ministro de Trabajo, podía decir públicamente, en un congreso de la Unión Obrera Metalúrgica (de donde provenía) que la JTP “de juventud puede tener algo, pero L UC HA A RM AD A E N L A A RG EN TI NA
83
H IS TO RI A I DEBATES I DOCUMENTOS
51. Morelli, Carlos, entrevista. CET, Navales. 52. Este asesinato respondió tanto a una “demanda de castigo” por parte de los miembros de la agrupación, como a la intención de Montoneros de generar un hecho político que propiciara la adhesión de los trabajadores navales. “Bonavena” era un personaje temido en el astillero. 53. Morelli, Carlos, entrevista. 54. Benencio, Luis, entrevista.
55. Noticias, 30/11/1973. 56. Por ejemplo, mediante la Ley de Asociaciones Profesionales (reglamentada en enero de 1974) que fortalecía a las conducciones nacionales de los gremios dándoles amplias facultades de intervención. 57. La apelación al Pacto Social fue un importante argumento legal a la hora de declarar ilegales los conflictos gremiales. 58. Sosa, Juan, entrevista. 59. Idem. 60. Ramírez, Aldo, desaparecido en septiembre de 1977.
de trabajadora muy poco y de peronista nada (...) A los trabajadores nunca nos gus- taron los bichos, así que aplastamos al bicho colorado con el mejor insecticida nacional” .55 Las palabras brutales del ministro expresaban una realidad: desde el Estado se avanzó sobre los sectores radicalizados, políticos y sindicales;56 desde la derecha peronista, se contó con avales de este tipo –cuando no con la activa colaboración organizativa desde el Estado, como es el caso de la Triple A– para la persecución y el asesinato de centenares de activistas. Las palabras de Carlito y Jaimito revelan la eficacia de esta doble presión, que aisló e intimidó a los miembros de los gremios combativos y a la vez permitió crear nuevas condiciones de negociación más favorables a las empresas. Uno de los pilares del gobierno constitucional que asumió en 1973 fue el Pacto Social, un acuerdo suscripto por éste, la CGT y la CGE, que establecía un reajuste de tarifas públicas, un aumento de salarios del 20% pero el congelamiento de estos por dos años, al igual que de los precios.57 Esto había sido logrado fundamentalmente con la colaboración del sindicalismo más afín a Perón, ya que el aumento, por ejemplo, estaba muy por debajo de las demandas de los trabajadores. La situación económica se agravó durante 1975. En un contexto de fuerte devaluación y aumento de precios, en marzo de ese año el gobierno llamó a los sindicatos y patrones a discutir los aumentos salariales en paritarias, intentando mantener un tope de los aumentos del 38%. Ante los rumores al respecto, en distintos lugares del país –la zona Norte del conurbano bonaerense entre ellos– comenzaron a formarse mesas y coordinadoras de gremios en lucha, motorizadas fundamentalmente desde las comisiones internas de numerosos establecimientos. Entre fines de junio y los primeros días de julio, las movilizaciones obreras se desarrollaron por todo el país. Como referente, los navales de Astarsa protagonizaron muchas de ellas, por ejemplo la del 3 de julio de 1975, en la que cerca de quince mil de trabajadores ocuparon la ruta panamericana en su marcha rumbo a Buenos Aires. En el caso de los trabajadores de Astarsa, fue un pico del nivel de movilización y dice mucho acerca de la capacidad de convocatoria de la agrupación si pensamos que con la intervención del sindicato se encontraban en una posición desventajosa. Evidenció, también, el grado de las tensiones: “Yo notaba, teniendo como referencia a los compañeros de la agrupación, que se iban vol- cando a una actividad más militar que política-sindical (...) y veíamos que el hecho sindical estaba resultando complicado por un lado y también esperanza- dor por el otro. Me refiero al momento de las paritarias” . Las movilizaciones habían demostrado, a ojos del Chango, las posibilidades que encerraba avanzar en el trabajo sindical: “íbamos creciendo de una manera imparable al punto de que ya estaba casi todo el país parado por las paritarias” , no obstante, el sesgo crecientemente militar de la política de Montoneros hizo “que esa dis- cusión no se tenía en cuenta en JTP y sus responsables” .58 Se daba una subordinación de la lucha sindical a los objetivos políticos más amplios de Montoneros, y no necesariamente había una compatibilidad entre estos ni entre la forma de concretarlos (con las consecuencias que veíamos antes): “Los de JTP quisieron entrar al astillero a realizar su experiencia. Lo que sucede es que ‘sus políticas eran cosas muy cristalizadas y muy dogmáticas, y que la gente no entendía’ . Sus explicaciones siempre estaban enmarcadas en una totalidad política que los trabajadores yo te diría que casi no entendían” .59 La postura crítica del Chango hizo que fuera reemplazado como responsable de la agrupación por La Fabiana, un trabajador naval que a la vez era un fogueado militante político: había participado, con poco más de 15 años, en el secuestro aéreo y aterrizaje en Malvinas de septiembre de 1966, y luego se había incorporado a los Montoneros.60 Sin embargo, las sucesivas muertes y la represión creciente parecían darle la razón a los partidarios de seguir más firmemente las directivas de la organización, y para la conducción de Montoneros, por otra parte, el crecimiento de la L UC HA A RM AD A E N L A A RG EN TIN A
84
H IS TO RI A I DEBATES I DOCUMENTOS
Astillero Astarsa, 2004
agrupación, y su prestigio en la zona, hicieron que controlarla se transformara en un objetivo político. Y el ingreso de cuadros montoneros “para disciplinarla” no facilitó las discusiones, sino que en realidad, como recuerda Jaimito, profundizó la ruptura: “La mano, por otro lado, se empieza a poner dura. No era necesario ser vidente para darse cuenta de que cada vez se iba a poner más dura. Había que pensar hacia dónde íbamos o más bien... ¿cómo la seguimos? Porque vos fijate, un laburante que va a la fábrica y después tiene que hacer laburo de mili- tante, andar por todos lados... es demasiado jetoneo. Ponele el Tano Mastinú, que va de aquí para allá, que es responsable de todo el gremio, y además tiene que hacer el laburo de militante... eso era lo que se disentía un poco... ¿Era con- veniente o no? (...) Esas experiencias también eran las mías. Esto va generando que (...) vos tengas que hacer cosas que no estabas de acuerdo a cómo te la pasa- ban de arriba (...) Había tipos, como el Chango, que no nos querían llevar a eso, a esa política. Todo eso genera una lucha y también una división (...) Esa lucha produjo un desgaste muy grande porque en la práctica había que elegir, había que ir detrás de uno o de otro”.61 El resultado para otro trabajador naval, Gayo, fue la disolución del vínculo político: “Había compañeros que iban al muere, des- gastados (...) y se abrían, no querían seguir más. Compañeros que en la agrupa- ción andaban un montón, Carlito, el Oveja, el Bocha”.62 El Tano, La Fabiana y otro militante, Robi, fueron secuestrados por grupos ilegales el 5 de noviembre de 1975. Fueron liberados días después gracias a la movilización generada por sus compañeros, que lograron que miles de vecinos se manifestaran por todo Tigre, mientras los astilleros paraban en su totalidad. Habían sido sometidos a torturas brutales. El Tano, el líder, quedó muy afectado por las torturas recibidas y debió vivir clandestinamente desde entonces.63 Para los militantes fue un golpe brutal: “Estábamos en retirada, a los ponchazos. El Tano ya había sido secuestrado, torturado. Nos descabezaron” .64 Como comprobaron poco después, esa vez habían tenido suerte en recuperar a sus compañeros. L UC HA A RM AD A E N L A A RG EN TI NA
85
H IS TO RI A I DEBATES I DOCUMENTOS
61. CET, Navales, pp. 66-67. 62. CET, Navales, p. 67. 63. Velarde, Jorge, su testimonio en Rubén Díaz, Esos claroscuros
del alma. Los obreros navales en la década del 70. La Plata, El Sueñero, 1999, pp. 80 y ss. 64. Morelli, Carlos, entrevista.
65. Oscar Echeverría y Luis
Astillero matadero (1976)
Cabrera eran militantes navales. Rosa Casariego, la mujer de Cabrera, estaba en el gremio docente. 66. Morelli, Carlos, entrevista. 67. CET, Navales, p.68-70. 68. Por ejemplo, las “Crónicas de la Resistencia” en las Evita
Montonera de fines de 1975 y 1976. Mientras sus militantes universitarios, barriales y sindicales, y en menor medida cuadros militares, eran asesinados los Montoneros tomaban como objetivos a policías, empresarios y militares. En el caso de los navales, hubo una serie de incendios a guarderías náuticas, y tiroteos a comisarías de la zona. 69. La connivencia entre sectores empresarios y represivos ha sido probada de diferentes modos. Por ejemplo, CONADEP,
Nunca Más, Capítulo II, “Víctimas”, parte H. Aunque aún queda mucho por investigar, de particular importancia son los Juicios por la Verdad en la ciudad de La Plata. Ver además Ricardo Falcón, “La resistencia obrera a la dictadura militar”, en Quiroga, Hugo y Tcach, César (comps.), A veinte años del golpe. Con Memoria democrática, Rosario, Homo Sapiens Ediciones, 1996 70. González, Héctor, entrevista. 71. CET, Navales, p. 89. 72. Fernández Meijide, Graciela, “La guerra sucia contra los obreros”, Humor, nº 119, diciembre de 1983 73. Carlos Ignacio Boncio, Cecilio Albornoz, Zoilo Ayala, Hugo Rezeck, Jorge Omar Lezcano Antonio Pandolfino, Rodolfo Iriarte.
En el verano de 1976, continuaron las muertes violentas de militantes vinculados a Astarsa. El 18 de enero, el Negro Apa, Carlos Álvarez, fue secuestrado. Era uno de los referentes del Peronismo Auténtico en la zona, otro de los esfuerzos de numerosas agrupaciones territoriales y sindicales por no perder el contacto con las bases. Su cadáver apareció con muestras de haber sido salvajemente torturado en la zona de Zárate. Y a mediados de febrero, otros tres militantes aparecieron desfigurados en la zona de Moreno: El Titi, Huesito y su muje r, Rosi ta .65 En este último caso se produjo un velatorio multitudinar io en la sede del sindicato, en Tigre. La conducción del SOIN ofreció la sede y se ocupó de aclarar que “esta vez no tenían nada que ver” . 66 Las cuatro víctimas presentaban las mismas características: militantes de base muy conocidos en la zona. Las posibilidades de continuar con el trabajo sindical se reducían cada vez más. Dentro de la Agrupación se había producido el alejamiento del Chango, por diferencias con líneas implementadas por Montoneros. Frente a esta situación, en febrero de 1976, se organizó una reunión en donde la conducción de Montoneros advirtió a los militantes de la agrupación de la inminencia del golpe, los instó a abandonar el trabajo e incorporarse como cuadros armados a la organización. Muchos siguieron ese consejo.67 Basta ver la prensa de la época, por otra parte, para constatar que el conflicto político, para ese entonces, se había reducido prácticamente a un enfrentamiento entre estructuras militares.68 A partir de este momento, seguir la historia de la agrupación José María Alessio obliga a investigar derroteros individuales, fragmentados por la derrota, la represión y el miedo. Por el contrario, el sector empresario, con la acción instrumental de las FFAA, se reagrupó y fue por su revancha.69 El día del golpe, el 24 de marzo de 1976, fuerzas del Ejército Argentino a las órdenes del teniente coronel Molinari, que por ese entonces se desempeñaba en la Escuela de Ingenieros de Campo de Mayo, acordonaron la entrada a Astarsa, Mestrina y Forte, y detuvieron a unos sesenta obreros que condujeron a la Comisaría 1ª de Tigre. Bocha recuerda que “cuando la gente entraba a las seis de la mañana ya estaban ahí. Y elegían a quien se llevaban, a quien no. A muchos no se llevaron en ese momento porque el operativo se veía de una cuadra. Los camiones del Ejército todos cruzados en la calle, las tropas, todo” .70 En la puerta de las fábricas, los militares contaban con instrucciones precisas. Descabezar a las agrupaciones sindicales era una de ellas. Así, por ejemplo el Chango era un objetivo prioritario: “¿Te acordás que estaba el Mameta Sosa? Bueno, cuando van a la puerta de Astarsa un milico pregunta: ‘¿Cómo te llamás vos?, ‘Sosa’ , dice el Mameta. ‘Adentro’, y se lo llevan. Lo salva uno de la guardia de Astarsa: ‘este no tiene nada que ver; el otro Sosa que buscan se fue hace como un año”.71 Otras veces, el criterio era más “amplio”, aunque el objetivo era el mismo. Un delegado que no figuraba en las listas preguntó por qué se los llevaban. El oficial le respondió:“¿Y vos por qué te metés?” “Porque soy delegado”’. “Entonces vení vos también” .72 Entre el 24 y el 25 de marzo, por lo menos seis delegados fueron secuestrados.73 El circuito represivo consistía en la detención por personal militar, concentración y tortura en dependencias policiales (en este caso la Comisaría 1a de Tigre) y su posterior traslado a Campo de Mayo, donde funcionaba un centro clandestino de detención. La mayoría de los trasladados a ese lugar continúan hoy desaparecidos. El caso de uno de ellos, Carlos Ignacio Boncio, ejemplifica este modus operandi . Sus familiares lograron escucharlo mientras estaba ileL UC HA A RM AD A E N L A A RG EN TIN A
86
H IS TO RI A I DEBATES I DOCUMENTOS
galmente detenido en la Comisaría de Tigre, con la ayuda de uno de los policías, aunque no pudieron verlo. En Campo de Mayo, el mismo Molinari le reconoció a la madre de Boncio que él lo había detenido, pero que luego “había sido secuestrado por los Montoneros” . Carlos continuaba desaparecido cuando un decreto del PEN del 12 de mayo de 1976 ordenó su arresto. Por esta vía legal se inició una investigación que permitió establecer el funcionamiento de la represión sindical en la zona Norte: toma del control de las comisarías por las FFAA; confección diaria de registros de prisioneros con novedades de entrada y salida, en forma clandestina y sistemática negativa a la presentación de habeas corpus .74 Muchos de los miembros de la agrupación dejaron el trabajo en los días previos al golpe del 24 de marzo. Entre esa fecha y fines de 1977, varios de ellos fueron secuestrados o asesinados. El Tano no sobrevivió a un nuevo secuestro, el del 7 de julio de 1976. Meses antes (el 22 de mayo), había conseguido escapar herido de una patrulla de la Prefectura que lo había ido a buscar al arroyo Paicarabí, donde al no hallarlo asesinó a su cuñado, Mario Marras, el Tanito. Otros militantes montoneros, como el Huguito, uno de los protagonistas de la toma, vivieron en carne propia las nulas previsiones de la organización para proteger a sus militantes sindicales: fue secuestrado días antes de irse a vivir a una “casa segura” que por fin habían conseguido alquilar.75 Los trabajadores navales, militantes de base, no tenían secretos para la represión: sus casas, las de sus parientes, sus lugares de reunión eran conocidos. La clandestinidad, por otra parte, iba en contra de sus costumbres y posibilidades. Jaimito continuó militando durante parte de 1976, y luego se fue al interior, donde el remordimiento muchas veces no lo dejaba en paz; Carlito siguió viviendo en la zona, pero fue forzado al silencio. Su referente, el Tano, estaba clandestino; su gran amigo, Colita, había sido secuestrado en mayo de ese año. Probablemente el silencio y el aislamiento ha sido el efecto más perdurable de la represión, visible aún hoy. En el caso de Astarsa, los antiguos trabajadores se encontraron irremediablemente solos, destruidos sus lazos sociales y afectivos, que habían materializado en una lucha política. Bocha trabajó en el astillero hasta 1978, pero “no hablaba con nadie (...) De los muchachos no quedaba nadie, de los chicos con los cuales jugábamos al fútbol, nos juntábamos para Navidad, para Año Nuevo, no quedaba nadie (...) Después me entró a pasar algo cuando iba a laburar a Astarsa... Cuando ya no estaban los muchachos... cruzaba de la barrera para adentro y me entraba a doler la cabeza”. Finalmente, Bocha renunció, porque “me daba asco todo, la gente, todo. No sopor- taba nada. Aparte era como que ya no estaba en mi lugar, viste. No estaban mis amigos, mis compañeros” .76 El Chango vivió el exilio aguardando una oportunidad para terminar con los mismos fantasmas que Jaimito. Ésta llegó recién con el retorno de la democracia: “Lo más significativo y lo que más necesi- taba para terminar de exorcizar esos demonios era verme cara a cara con las madres y los familiares de los compañeros desaparecidos, saber si yo había sido el causante de sus muertes, si yo los había indu- cido a esa lucha política, y saber si al final era yo el responsable” . 77 Mientras sus organizaciones de base eran diezmadas, la respuesta de los Montoneros a la represión sobre los trabajadores se redujo a episodios aislados. Por ejemplo, el atentado contra Marcel Capdevielle, uno de los directivos de Astarsa, que perdió ambos brazos al abrir un paquete explosivo que llevaba un juego de lapiceras de obsequio.78 Cuatro años después de la toma, en 1977, la agrupación José María Alessio sólo era un recuerdo doloroso en la memoria de sus sobrevivientes, preguntas en voz baja acerca de su destino en los vestuarios del astillero, que ese año celebró su cincuentenario con la botadura del “San Fernando”, el barco más grande que se había construido en la Argentina hasta ese momento. L UC HA A RM AD A E N L A A RG EN TI NA
87
H IS TO RI A I DEBATES I DOCUMENTOS
Causa Nº 26144 “Boncio Carlos Ignacio y otros s/ privación ilegítima de la libertad”. 74.
Familiares de desaparecidos y detenidos por razones políticas, Comunicado de prensa, 14/11/1985. 75. Fuks, Luis, entrevista. 76. González, Héctor, entrevista. 77. Sosa, Juan, entrevista. 78. Cable de la Embajada de EE.UU en Buenos Aires al Secretario de Estado, agosto de 1976. En otro cable, de septiembre, se consigna la existencia de envíos similares a ejecutivos de la Ford: “El Ejército está tratando de aho gar al pueblo en sangre, pero atención(...) El pueblo no está indefenso. Tiene su propia organización y su propio Ejército: el Ejército Montonero. Marcel Capdevila (sic) pagó por la desaparición de 40 tra bajadores de Astarsa. Él los entregó y el Ejército los ejecutó. Pensó que todo permanece ría tranquilo y su custodia le garantizaría su paz e integridad física, pero la justicia revolucio naria lo trató del mismo modo. Traten de no cometer el mismo error que él” . El incidente también se relata en Larraquy, Marcelo y Caballero, Roberto,
Galimberti. De Perón a Susana, De Montoneros a la CIA, Buenos Aires, Norma, 2000, pp. 275 y ss.
Teoponte: la otra guerrilla guevarista en Bolivia La guerrilla de Teoponte, Bolivia, fue una repetición de la del Che, aunque su derrota más vertiginosa y dramática. Experiencia casi desconocida, fue concebida para durar 10 años y derrotada en poco más de 100 días. Varios argentinos participaron en ella.
Historiador boliviano.
Este artículo es un adelanto del libro Sin tiempo para las pala bras. Teoponte: la otra guerrilla guevarista en Bolivia, de próxima
aparición. Fruto de un trabajo de investigación que demandó cinco años, la obra se basa en 217 testimonios de protagonistas recogidos en Argentina, Bolivia, Chile y otros países, documentos secretos del Ejército boliviano y documentos desclasificados del Departamento de Estado de EE.UU.
La madrugada del sábado 18 de julio de 1970 un grupo de 67 hombres, arropados para combatir el invernal frío que secularmente golpea en La Paz, Bolivia, espera para partir a un destino que la mayoría ignora. Mientras ultiman detalles, conversan. Muchos nunca se han visto; otros, en cambio, se miran y reconfortan, como diciendo: “¡Qué agradable sorpresa, tú también aquí!” Los días precedentes Ivana, ex maoísta y estudiante de Medicina, les tomó muestras de sangre y archivos dentales por si acaso fuese necesario identificarlos. Ocultas, con el mismo propósito, penden del cuello identificaciones con el grupo sanguíneo y el respectivo nombre de guerra. Las han pulido con delectación en monedas de distinto tamaño. Noches previas velaron sus armas y se despidieron en bulliciosas guitarreadas y en cariñosas e íntimas rondas familiares. Hay seres queridos, rutinas y vidas que dejar, conscientes de que quizá sea para siempre. Que dan un paso sin retorno, tras el cual se vence o se muere. A pocos pasos se erige el monumento a Gualberto Villarroel, militar y presidente nacionalista que en julio de 1946 fue colgado y sacrificado. Tal vez más de uno piense que el fracasado reformismo del gobernante, que creyó que era posible no ser enemigo de los ricos y a la vez ser más amigo de los pobres, es la confirmación y justificación de su propio derrotero: al imperialismo no se lo convence, se lo vence en un enfrentamiento abierto. El abigarrado gentío porta banderas blancas con una gran “A” azul y luce en los brazos distintivos de la Campaña de Alfabetización que ofrece una momentánea protección. El 15 de julio, el propio presidente de la República, general Alfredo Ovando Candia, les entregó las cartillas y credenciales para participar en la campaña. La pantalla es perfecta para la mirada ajena. Pero, fuera de su ángulo visual, desparramados en el suelo, bultos de cotense envuelven las mochilas cargadas de L UC HA A RM AD A E N L A A RG EN TIN A
88
H IS TO RI A I DEBATES I DOCUMENTOS
vituallas y uniformes verde olivo; en las cajas se esconde una diversidad de armas, municiones, granadas hechizas y de las otras. La caravana parte a las 8.30 de la mañana. En el serpenteante trayecto hacia la selva del norte paceño, las canciones de Casiano , anteriormente conocido como el cantautor de protesta Benjo Cruz, animan, ahuyentan recuerdos y prometen éxitos futuros. El grupo también entona el estribillo: “Alfabetizar, _ a-a-a-a; la consigna es i-i-i-i; de nuestro país, o-o-o ”... truenan las voces, _ todas masculinas . Lo compuso Sacha, argentina de origen catalán y popular actriz de teatro avecindada en La Paz, en base a una pegajosa melodía de su compatriota Palito Ortega. Los controles militares se sortean sin problema. El grupo se detiene unos momentos en el poblado de Caranavi, al norte de la ciudad de La Paz, sede del Batallón Román de Ingeniería; luego continúa sin problemas hasta la localidad de Alcoche. Desde allí, a las doce de la noche, tras una tensa espera de cinco horas, siguen hacia el norte, hacia su objetivo. Corren las dos de la mañana del 19 de julio, cuando el grueso de los guerrilleros, fuertemente armados, interrumpen el sueño del poblado minero de Teoponte1 e inician, con la operación “Ricardo-Victoria”, su insurrección armada. Perfectamente foquistas, iluminados por las enseñanzas del Che , los comanda Fernando o Chato , Osvaldo Peredo en la vida civil. De 29 años, médico formado en Moscú en la Universidad Patrice Lumumba, es hermano menor de Coco e Inti , compañeros de Ernesto Guevara. Han esperado y preparado este momento desde el mismo momento en que, el 9 de octubre de 1967, se anoticiaron de la muerte del argentino. Es sólo coincidencia afortunada. Nadie repara que justamente dos años antes, el 19 de julio de 1968, Inti Peredo, lugarteniente del Che , proclamó en la prensa boliviana su desafío: “Volveremos a las montañas ”.
De Ñancaguazú a Teoponte A la estrepitosa caída del Che en Bolivia, parte de la izquierda armada latinoamericana realizó, aunque no con la profundidad requerida, un recuento de la frustrada experiencia. Sin abandonar su admiración por Guevara ni renunciar a la lucha armada, se adentraron en lo que podría denominarse un proceso nacionalizador de su estrategia. Este giro los condujo a revalorizar la lucha urbana, secundarizada en la política guevarista, situación que no se produjo en Bolivia. El peso de Guevara era inmenso e intenso. Desafiar sus conclusiones y su preferencia geográfica era como retar a un dios y su palabra sagrada. Y en la iglesia armada boliviana sólo cabían feligreses, no herejes. Mientras la izquierda boliviana estaba entrenada para actuar dentro de las organizaciones sindicales y partidarias urbanas, el Che se apartó notoriamente de esta tradición y se basó en un reducido núcleo de cuadros herméticos, compartimentados, seguros de representar la vanguardia social. La guerrilla de Teoponte, que duró del 19 de julio al 2 de noviembre de 1970, no ha merecido un análisis serio ni documentado. Se la presenta generalmente como una súbita irrupción protagonizada por universitarios de origen cristiano que sin preparación ni armamento adecuado fueron rápidamente derrotados y muertos por las patrullas del ejército boliviano. Como se tiene la deslucida y difundida impresión que simplemente decidieron un día cualquiera “subir a la montaña” más dispuestos a morir que a vencer, no se hacen esfuerzos para descubrir las conexiones ni los registros históricos con los protagonistas de la guerrilla de Ñancaguazú y las de éstos con la de Teoponte. La mayor parte de la bibliografía disponible sobre la guerrilla del Che en Bolivia, que es mucha y de calidad diversa, se detiene el 9 de octubre de 1967, tras explorar el asesinato de Ernesto Guevara en manos del ejército boliviano, en el paupérrimo caserío de La Higuera. Sólo alguna, escasa y débil, se aventura L UC HA A RM AD A E N L A A RG EN TI NA
89
H IS TO RI A I DEBATES I DOCUMENTOS
1. Teoponte es un topónimo indígena de origen Leco. Significa lugar de flores rojas. La zona de operaciones de la guerrilla es de bosque alto, terreno escarpado y frecuentes neblinas matutinas. Tiene fama de poseer abundante caza de animales salvajes. Su época de lluvias es de diciembre a febrero, pero, contra lo previsto, en 1970 llovió durante los meses de desarrollo de la guerrilla (julio-diciembre).
a seguir los pasos de los sobrevivientes de la encerrona del día precedente hasta su evasión hacia Cuba en marzo de 1968. Tal parece que, salvo la evidente marca de ambas guerrillas en sus concepciones foquistas, pertenecen a dos horizontes, personajes y cronologías muy distintos. Sostenemos en cambio, que la presencia guevarista en Bolivia no concluyó tras el asesinato del Che , sino que se prolongó hasta la columna trajinante en las laderas de Teoponte. Esta continuidad trascendió la mera atracción por el guevarismo, un habitus entre la izquierda armada latinoamericana en esos años, y fue, por el contrario, mucho más densa y compleja. Involucró territorios, recursos, armas y sobre todo hombres y mujeres que provenían de la época de Guevara y que decidieron reponer la guerrilla en Bolivia dentro de los mismos marcos concebidos por el argentino. Esta continuidad puede leerse fundamentalmente en tres aspectos.
2. Ángel Bengochea fue uno de los principales animadores del grupo Palabra Obrera, inspirado por Nahuel Moreno. Entre 1963 y 1964, tras un viaje a Cuba donde tuvo directa relación con el Che Guevara, constituyó las Fuerzas Armadas de la Revolución Nacional (FARN). El 21 de julio de 1964 murió en el estallido del arsenal que las FARN tenían en la calle Posadas, de la Capital Federal. Para el caso, ver Las primeras experiencias guerrilleras en la Argentina. La historia del Vasco Bengochea y las FARN, de
Nicanoff, Sergio y Castellano, Axel, CCC, Buenos Aires, 2004.
3.- Campamento del Partido Comunista argentino instalado entre el 15 y el 29 de febrero de 1964, cuando fue desarticulado por la policía de Córdoba. 4.- Manuel Lozada Piñeiro fue una de las principales figuras de la inteligencia cubana.
Político-militar. El Ejército de Liberación Nacional (ELN) boliviano adoptó el foquismo sin ninguna crítica, a la manera guevarista. Continuó en consecuencia concibiéndose como una organización vanguardista estructurada para llevar la guerra de guerrillas en el área rural. Las obras de Guevara, principalmente su Diario en Bolivia, se convirtieron así en una referencia ética, política y militar. Territorial. La zona de operaciones, Alto Beni, al norte de La Paz, fue explorada por Régis Debray en 1966, cuando buscaba un territorio para el accionar de Ernesto Guevara. El francés recomendó la región y por lo que se sabe el Che también vio su potencialidad geográfica y política; sin embargo, por razones desconocidas, decidió operar en el sur boliviano. Contando con esta recomendación y la documentación enviada a Cuba por Debray, la nueva guerrilla decidió establecerse en la zona de Alto Beni. A inicios de 1969, Jorge Ruiz Paz (Omar) y Javier Landívar (Quirito) realizaron un nuevo relevamiento geográfico, político y humano de la región. Humano y logístico. La (re)organización del ELN y la nueva guerrilla en
Bolivia se asentó fuertemente en las organizaciones, cuadros y contactos que esperaron en vano enrolarse a la columna de Guevara en 1967 o que, como Inti Peredo, David Adriázola (Darío) , los cubanos Harry Villegas (Pombo ) y Dariel Alarcón (Benigno ), participaron en ella. Herencia presente tanto en Bolivia, como en Cuba, Chile y Argentina. Destacados participantes argentinos, como Luis Faustino Stamponi (Miseri a), Oscar Pérez Betancourt (Gordo Carlos ), Rubén Cerdat (Osvaldo ), José Ukaski (Javier ), estaban contemplados en los planes guevaristas e incluso los dos primeros nombrados participaron con el Vasco Bengochea2 en la frustrada guerrilla de 1964, mientras que Cerdat, que pertenecía a la Federación Juvenil Comunista, fue preso en Icho Cruz (Córdoba) ese mismo año, en el campamento “Camilo Cienfuegos”.3
El reclutamiento La determinación de restaurar la guerrilla en Bolivia se tomó en Cuba a poco de la muerte del Che. Una de las tareas iniciales, a la cabeza del Barbaroja Piñeiro,4 consistió en reestablecer antiguos contactos con organizaciones políticas bolivianas afines a la lucha armada para incrementar el núcleo de posibles participantes, abrevando colaboradores de varias fuentes políticas y geográficas Es significativo, en ese sentido, conociendo el estalinismo predominante en Cuba, que los trotskistas del Partido Obrero Revolucionario (Combate ), integrantes del Secretariado Unificado (SU), al mando de Hugo González Moscoso, visitaran La Habana a inicios de 1968 y convinieran _por invitación isleña_ sumarse al relanzamiento de la guerrilla bajo el mando de Inti Peredo. Ese L UC HA A RM AD A E N L A A RG EN TIN A
90
H IS TO RI A I DEBATES I DOCUMENTOS
Chato Perdo (al centro) junto a
un grupo de guerrilleros.
mismo año enviaron al menos una decena de sus militantes a recibir entrenamiento en Cuba. Desde Chile, país concebido por el Che como una retaguardia o un “santuario”, llegaron también importantes refuerzos provenientes del Partido Socialista (PS). Muchos recibían entrenamiento militar o participaban en redes logísticas de apoyo cuando Guevara fue asesinado en Bolivia. Al mando se hallaba Elmo Catalán Avilés (Ricardo ), un periodista de 36 años, muy cercano a Carlos Altamirano y Salvador Allende. Beatriz (Tati ), hija menor de este último, también participaría activamente en la organización de la nueva fase guerrillera en Bolivia. En mayo de 1968, Tati y otros militantes jugaron un rol destacado en el rescate desde Bolivia de Inti , Darío y otros sobrevivientes de la columna del Che. Una vez acordada su integración a la guerrilla boliviana, sin romper con el PS pero aceptando la jefatura de Inti , proporcionaron cuadros político militares y un importante apoyo logístico para las acciones en Bolivia, transportando, por pasos secretos en la frontera norte chileno-boliviana, vituallas, armas y combatientes. Otro frente de reclutamiento se gestó entre comunistas, tanto maoístas (Partido Comunista Marxista Leninista-PCML) y pro soviéticos (Partido Comunista Boliviano-PCB) disidentes frente a la actitud de sus direcciones respecto del Che. Muchos fueron reclutados en Bolivia, recurriendo a los contactos de la época guevarista. Otros se integraron en la Europa socialista. Desde Argentina llegaron bolivianos integrantes del grupo “Siglo XX”, un grupo político y de reflexión integrado por universitarios bolivianos de la Universidad de La Plata pertenecientes a distintas tendencias. Varios de los que decidieron integrarse al ELN tras la muerte del Che tenían antecedentes de militancia comunista, tanto en el PC boliviano como en la Federación Juvenil Comunista argentina. Dos cuadros relevantes en la reorganización de la guerrilla boliviana, como Jorge Pol (Loro ) y Enrique Ortega (Víctor Guerra), también de extracción comunista, se graduaron en La Plata.
El entrenamiento Esta variopinta gama de cuadros y militantes, comunistas, socialistas, trotskistas, maoístas e independientes, se reunió en Cuba desde septiembre de 1968, e iniciaron su entrenamiento en Baracoa, zona oriental de la Isla, donde montaron un campamento siguiendo las enseñanzas guevaristas. Su número alcanzaba a unos 80, la mayor parte bolivianos, seguidos de una veinL UC HA A RM AD A E N L A A RG EN TI NA
91
H IS TO RI A I DEBATES I DOCUMENTOS
tena de chilenos y una decena de argentinos. Los cubanos sumaban unos siete u ocho. Inti asumió la jefatura, aunque convivió muy poco con sus hombres en el campamento. La parte militar y física quedó bajo el comando de los cubanos Pombo y Benigno . La conducción política quedó bajo la responsabilidad de Elmo Catalán, aunque el debate y las lecturas doctrinales fueron realmente escasos y rígidamente controlados. Cualquier mínima disidencia era rápidamente condenada. Como era habitual en el entrenamiento cubano, se puso énfasis en el entrenamiento (marchas, cartografía, arme y desarme, emboscadas, etc.). Una vez concluida esta fase, fueron traslados, poco antes de la Navidad de 1968, al Punto Cero, donde continuaron, aunque con menor intensidad, su entrenamiento (karate y explosivos). Paralelamente, otro grupo, mucho más pequeño y con clara predominancia femenina, se entrenó en guerrilla urbana (chequeo, contrachequeo, escritura invisible, etc.) y en comunicaciones.
Retorno y descalabro A fines del mismo 1968 comenzaron a retornar con el objetivo de reinstalar la guerrilla en Bolivia. Uno de los primeros en hacerlo, tras un largo periplo de enmascaramiento por Europa, fue Inti , quien se estableció inicialmente en Chile. Por este mismo país, y en menor grado por Argentina entre abril y mayo de 1969, un primer contingente de cuadros militares se introdujo clandestinamente en Bolivia. El 19 de mayo, Inti tomó el mismo destino. Pero una vez allí las cosas no salieron como se había pensado. Por una parte, en julio una importante parte del equipo urbano cayó preso en manos de la seguridad del Estado o murió en extrañas circunstancias. Cayeron también armamento y documentación comprometedora. El propio Inti fue abatido el 9 de septiembre, mientras permanecía oculto en la habitación de un simpatizante que no ofrecía seguridad ni vía alternativa de escape. Hasta hoy continúa sin respuesta convincente el interrogante de cómo llegó la policía hasta el precario refugio del jefe guerrillero y por qué éste se encontraba solo y sin su guardia personal, habida cuenta de que estaba sometido a una sañuda persecución. A la muerte de Inti se sumaron dos acontecimientos que colocaron a la nueva guerrilla casi al borde de su disolución. Por una parte los cubanos, cuyo aporte logístico fue vital en la fase organizativa, decidieron no continuar. Probablemente por presiones soviéticas, por la escasa seguridad que constataron en la infraestructura boliviana, y la posibilidad de cambios en la coyuntura política boliviana tras la muerte del presidente René Barrientos en abril de 1969, decidieron parar en seco su colaboración y no enviaron a sus hombres a Bolivia. Incluso retuvieron por varios meses a una gran parte del grupo entrenado en Baracoa, al que finalmente y a regañadientes dejaron salir de Cuba a fines de 1969. En los hechos, a partir de entonces, las relaciones con el ELN boliviano se rompieron y no se restablecieron hasta 1972. Por otra parte, el advenimiento del gobierno militar nacionalista del general Alfredo Ovando Candia, el 26 de septiembre de 1969, generó un nuevo debate en la acosada y mermada fuerza guerrillera, sobre todo tras las nacionalización de la petrolera norteamericana Gulf Oil el 17 de octubre y el cese de la represión política y sindical. Varios cuadros del ELN dudaron acerca de la conveniencia de enfrentar a un gobierno que gozaba de apoyo popular y se retiraron de la organización. Otros abandonaron filas durante su periplo de retorno de Cuba. No más de una decena permanecieron fieles. Estaban empero muy cuestionados y llenos de dudas sobre su porvenir. Los “políticos” se enfrentaron entonces a los “militaristas”, demandando una cautelosa retirada al “santuario” chileno hasta recobrar fuerzas. Perdieron. El pequeño núcleo de apóstoles decidió continuar, esta vez bajo la jefatura de Osvaldo Peredo (Chato ). El hermano menor de Coco e Inti no contaba con experiencia L UC HA A RM AD A E N L A A RG EN TIN A
92
H IS TO RI A I DEBATES I DOCUMENTOS
Mapa de Teoponte y recorrido de la columna guerrillera.
política ni con una trayectoria militar destacada, pero sí con el apellido exacto para subrayar la continuidad de la gesta de sus hermanos y, por esta vía, con la autoridad del Che. De modo que se trató de una suerte de sucesión dinástica.
Nuevas tareas Una vez decidido que la guerrilla continuaría, pese a las adversas condiciones, el nuevo mando del ELN se impuso dos tareas capitales para proseguir con su propósito de alzarse en el monte: conseguir recursos monetarios e incrementar su base social de apoyo. En el primer caso fueron poco exitosos y mostraron más voluntad que pericia operativa. Suplió su déficit la colaboración del MLN-Tupamaros que les traspasó unas nueve mil libras esterlinas del botín que obtuvieron el 4 de abril de 1970 de los empresarios Mailhos.5 Su segundo objetivo, en cambio, fue cumplido con creces. Tal como había ocurrido con la muerte del Che, el asesinato de Inti sacudió a sectores de las clases medias que pugnaban por hallar lugar en medio de una sociedad que se radicalizaban y en la cual los partidos tradicionales de la izquierda parecían no dar respuesta decididamente antisistema. Varios dirigentes estudiantiles de origen comunista se sumaron al ELN. Un quiebre más significativo y que ha contribuido a impregnar la leyenda de la guerrilla, otorgándole un carácter que nunca tuvo, se produjo con la convergencia del ELN y grupos cristianos. Hasta fines de 1969, la organización armada había mantenido relaciones con segmentos cristianos afiliados a la “congregación Mariana” y otros grupos de reflexión, pero su colaboración era aún secundaria. Ésta se hizo más patente y significativa cuando comenzaron a fluir jóvenes militantes de ambos sexos. Necesitado de afirmar su presencia, el ELN procuró su ingreso a pesar de que la mayoría no contaba con ningún entrenamiento. Militantes del centrista Partido Demócrata Cristiano (PDC) se sumaron a las filas foquistas, alentados por la Teología de la Liberación, la teoría de la dependencia y la seguridad de que el Reino de Dios es de este mundo. El nuevo Estado Mayor guerrillero destinó también la primera mitad de L UC HA A RM AD A E N L A A RG EN TI NA
93
H IS TO RI A I DEBATES I DOCUMENTOS
5.- Blixen, Samuel, Sendic, Ediciones Trilce, Montevideo, segunda edición, p.192.
1970 a preparar su logística para ingresar a la montaña. En casas operativas militantes y simpatizantes mujeres confeccionaron uniformes, mochilas y hamacas mientras los varones daban a los nuevos reclutas un precario entrenamiento, que no pasaba de unas cuantas marchas sin mucha exigencia y prácticas de “tiro en seco”. Otra tarea encomendada a cada combatiente fue procurarse armamento. Como no existía un armamento uniforme, cada uno concurrió, como en los ejércitos medievales, llevando lo que pudo. Se generó así un evidente desequilibro, pues mientras la jefatura portaba M-1 o Garand, la tropa portaba viejos Máuser e incluso un antiquísimo Winchester. Inti Peredo
Acciones guerrilleras
6. Del total de 67 guerrilleros, todos varones, 53 eran bolivianos. De los 14 extranjeros, ocho eran chilenos. Predominaba la clase media, apenas cuatro provenían de filas obreras y una docena eran originarios de familias campesinas, aunque en su mayoría no trabajaban en el campo y eran universitarios. El mayor de todos tenía unos 37 años y el menor aún no cumplía los 18.
Luego de la toma de Teoponte, en el amanecer del 19 de julio, la guerrilla se había propuesto encarar tres fases. La primera consistía en una caminata por terreno despoblado, con el objetivo de cohesionar al grupo y ambientar a quienes no tenían experiencia en la vida de selva; situación que alcanzaba al menos a dos tercios de la columna, la mayoría compuesta de estudiantes y universitarios bolivianos de clase media.6 La segunda, de enfrentamiento y combates “con el enemigo” para probar la capacidad de fuego de la tropa y, finalmente, la tercera, de ingreso a la zona de operaciones, establecida en las proximidades de las poblaciones mineras auríferas de Caranavi y Tipuani. En ella se esperaba una mayor recepción que la que podía lograrse entre las comunidades campesinas. No alcanzó nunca esta fase, pues fue derrotada apenas concluía la primera. Uno de los contratiempos iniciales se produjo cuando fue necesario abandonar el pesado generador del equipo de radio, lo que dejó a la columna totalmente incomunicada de la red urbana, que ignoraba lo que ocurría con la guerrilla hasta que ésta fue aniquilada. Sin embargo, la primera fase se cumplió con relativa tranquilidad salvo por un inesperado combate con la fuerza militar y nueve defecciones, entre ellas la del argentino Ricardo Puente (Diego) , quien había participado en los atentados a los Mini Max en 1969. La segunda fase comenzó a mediados de agosto, una vez que la columna abandonó el pequeño y pobre poblado campesino de La Esperanza, a orillas del río Anten. Para entonces –en gran parte por el tiempo que imprudentemente le otorgó la guerrilla durante su caminata– la estrategia del Ejército había logrado desplegarse totalmente. El mando guerrillero subestimó a los militares y no tomó en cuenta que habían adquirido rápidamente experiencia durante la guerrilla contra el Che. Unificado el mando en la persona del coronel Constantino Valencia, quien se había destacado en las operaciones contra Guevara, se dispuso entre otras cosas que las patrullas se movieran conservando una prudente distancia entre sus integrantes para no ofertar un inocente y continuo blanco y que los oficiales usaran seudónimos. También se impidió totalmente el ingreso de la prensa, a fin de que su información no filtraran orientaciones a la guerrilla, tal como había ocurrido en la época del Che. Al principio las fuerzas militares rehusaron el combate, esperando que el cansancio y el hambre hicieran su parte, pero una vez que recibieron el refuerzo de tropas especializadas en antiguerrilla, la atacó con fuerza y decisión. Dos combates sellaron la suerte de los guerrilleros. El primero se produjo en las proximidades de Chocopani el 28 de agosto. La guerrilla avanzaba lentamente pues debía cargar a Jorge Fernández (Felipe ), norteamericano de padres republicanos españoles, que tenía el pie fracturado. Sin prever que las fuerzas militares se encontraban muy cerca, el mando permitió, mientras decidían dónde dejar a Felipe , que varios guerrilleros se dirigieran a una choza campesina cercana a procurarse víveres. Cuando el tiroteo empezó, fueron los primeros en caer presos o muertos. Bajo ráfagas de ametralladoras Browning p.30, la columna guerrillera intentó retirarse desordenadamente. Una parte de ella, L UC HA A RM AD A E N L A A RG EN TIN A
94
H IS TO RI A I DEBATES I DOCUMENTOS
CERDAT ACUÑA, RUBÉN (Oswaldo )
PUENTE GONZALEZ, RICARDO OSCAR (Diego )
Nació el 7 de mayo de 1948 en Córdoba. Sus estudios primarios los realizó en el Colegio Martín Miguel de Güemes y el secundario en el Instituto Politécnico donde obtuvo el título de Técnico Tornero. Preso en Icho Cruz en 1964. Se entrenó en Cuba en 1966. Viajó a Bolivia en 1970. Participó en la Guerrilla de Teoponte. Capturado por fuerzas militares, el 19 de septiembre de 1970 fue ejecutado.
Nació en Lomas de Zamora, el 11 de marzo de 1945. Militante del FAR-ELN. Participó en el atentado contra los supermercados el 26 de junio de 1969. Participó en la guerrilla de Teoponte. Tras abandonarla y ser capturado, fue ejecutado por fuerzas militares el 30 de julio de 1970.
PÉREZ BETANCOURT, OSCAR (GORDO CARLOS ) Nació en Buenos Aires el 22 de noviembre de 1940. Perteneció a Palabra Obrera. Estuvo en La Habana entre 1966 y 1968. Responsable de la red urbana durante la guerrilla de Teoponte. Asesinado en 1972 durante la dictadura de Hugo Banzer.
PÉREZ, DANIEL (Víctor ) Periodista y pintor. Nacido probablemente en Buenos Aires. Integró las Fuerzas Argentinas de Liberación (FAL). En 1968, se incorporó al ELN boliviano y se entrenó en Cuba. A fines de 1969 abandonó la organización guerrillera y retornó a la Argentina. Se cree que desapareció durante la dictadura.
Rubén Cerdat
STAMPONI CORINALDESI, LUIS (Miseria ) Nació el 15 de febrero de 1935 en Punta Alta (Bahía Blanca). Pertenecía a Palabra Obrera. Fue detenido en 1964 por tráfico de armas. Huyó en 1965 a Cuba, luego retornó a Argentina. En marzo de 1967 viajó a la isla, donde se integró al ELN boliviano. Entrenó en 1968 en Baracoa y al año siguiente llegó a Bolivia, donde fue detenido el 31 de diciembre de ese año. Canjeado por los rehenes alemanes tomados en Teoponte, viajó a Cuba. En 1975 organizó el PRT en Bolivia. Fue asesinado el 12 de octubre de 1976.
José Oswaldo Ukaski
UKASKI, JOSÉ OSWALDO (Javier ). Nacido en Santa Fe en 1929. Comerciante. Llegó a Bolivia en 1958. Integró la red urbana durante la guerrilla del Che. Recibió en 1968 entrenamiento en Cuba. Durante la guerrilla de Teoponte fue responsable urbano en Cochabamba. Asesinado en 1973 por la dictadura de Hugo Banzer.
Ricardo Puente González
Nómina parcial, a la que se le suman militantes como Sacha y su hija Renata, Graciela Rutila, a Sol , Ana María Spaltro, compañera de Javier y a su hermana Norma Spaltro, conocida como Libertad . Tampoco a Laura, Ofelia Fuentes, compañera de Diego.
confundida, intentó trepar por la lodosa ladera de un pequeño cerro ofreciendo el blanco ideal. Casiano , el popular cantor de protesta conocido como Benjo Cruz,7 cayó allí herido. Había estudiado medicina en la Universidad de La Plata, donde integró el grupo “Siglo XX”. El mando guerrillero dejó a dos hombres para cuidar a Felipe y a otros tres, –dos médicos– para hacer lo propio con Casiano. Sumados los siete a los cuatro caídos en el primer momento de la refriega, la columna perdió ese día 11 de sus integrantes. Quedó reducida a 46, ya que otros dos habían desertado entre La Esperanza y el combate de Chocopani. Cabizbajos, y con el miedo carcomiéndoles las entrañas, continuaron L UC HA A RM AD A E N L A A RG EN TI NA
95
H IS TO RI A I DEBATES I DOCUMENTOS
7. Su verdadero nombre era Benjamín Inda Cordeiro. Algunos sobrevivientes de Teoponte constituyeron en La Plata el comando Benjo Cruz de las FAL, de gran actividad en la ciudad durante 1971.
8. El Diario de Chato fue publicado en enero de 1971. Hasta nuestra investigación se conocían otros dos Diarios, el de Néstor Paz, Francisco, y el de Omar . Logramos encontrar un cuarto diario, perteneciente al argentino Rubén Cerdat.
rumbo al sur en pos de alcanzar su teatro de operaciones. Mas el Ejercito no pensaba en darles descanso. Alertados por campesinos que colaboraban frecuentemente con ellos, les dieron nuevamente alcance cuando la guerrilla se aprestaba a cruzar el río Chimate. Al atardecer del primero de septiembre de 1970, las tropas atacaron la columna del ELN ocasionándoles una fractura irrecuperable. Una parte, al mando de Chato , logró cruzar las caudalosas aguas bajo fuego de morteros y aviación. Otros 13, a la cabeza de Estanislao Wilka, Alejandro , el mismo que en febrero de 1968 sacó a Pombo y Benigno a Chile, se extravió y quedó en la otra orilla, la del sur. En la confusión reinante cuatro guerrilleros quedaron a la deriva y nunca más se juntaron con sus compañeros. Tampoco lograron contactarse el grupo de Alejandro y el de Chato , repitiéndose lo ocurrido entre el Che y Joaquín. Allí acabó la guerrilla de Teoponte, a menos de un mes y medio de su augural inicio. El grupo comandado por Alejandro , y donde se encontraba el cordobés Rubén Cerdat, tomó rumbo sur, posiblemente tratando de alejarse de la presencia del Ejército. Para eludirlo, se fraccionó en cuatro pequeños grupos. La estratagema no dio resultados. El Ejército copaba las rutas y centros poblados, a más que contaba con la colaboración campesina, que con frecuencia delataba a los combatientes. En menos de un mes todos resultaron muertos, la mayor parte fusilados luego de su captura. Osvaldo , cayó, en esas circunstancias, el 19 de septiembre. En el grupo norte la suerte también fue descaradamente adversa. La marcha de los 28 combatientes estuvo plagada de hambre, deserciones y muerte. La guerrilla carecía de depósitos de aprovisionamiento, de modo que dependía de la alimentación que podía cazar u obtener de los campesinos. En ninguno de los dos frentes obtuvo réditos, de manera que el hambre se convirtió en una proverbial compañera. Para mediados de septiembre, tenían que conformarse con hongos, alguna fruta silvestre y, muchas veces, engañar el estómago con una sopa de hierbas o simplemente con sueños de futuros banquetes. En esas condiciones, las deserciones por desconfianza en el futuro de la columna o por agotamiento físico se hicieron frecuentes. La presencia del Ejército, que contaba en la zona con unos mil hombres organizados en tres círculos de seguridad, produjo nuevos combates. El 13 de septiembre, la maltrecha guerrilla se dio modos de emboscar a una patrulla causándole una baja. Pero descuidaron luego la guardia, de modo que el Ejército pudo tomar venganza matando a dos guerrilleros. La columna de Chato quedó reducida a 14 combatientes, la mitad exacta que había cruzado el río Chimate el primero de mes: “Resulta lamentable tanto esfuerzo y esperan- za puesta en nosotros (…) estamos prácticamente diezmados y, lo que es más grave, aislados. No hay capacidad de combate ”, confiesa Osvaldo Peredo en su Diario (13 de septiembre de 1970).8 A partir de allí, la idea de constituir una vanguardia y una fuerza combatiente dejó de motorizar al grupo, que solamente trató de sobrevivir. Al finalizar septiembre, luego de pasar largos períodos de hambruna, Chato y otros tres salieron en busca de contactos y alimentos. La conciencia de la derrota, el hambre, el desequilibrio emocional, hizo de esta fase la más dura de la guerrilla. Las relaciones internas llegaron a tensos extremos. El 26 de septiembre Chato disparó contra dos de sus compañeros, un chileno y un boliviano, acusándolos de deserción y robo de una lata de sardinas, pero en rigor porque a sus ojos habían vulnerado los códigos del honor, virilidad y heroicidad guerrilla. El 13 de octubre, el menor de los hermanos Peredo fue capturado en Tipuani, pero antes pudo enviar ayuda al famélico resto de sus compañeros. La colaboración de mineros y algunos campesinos, en parte facilitada por el asenso al poder del general izquierdista Juan José Torres el 7 de octubre, logró rescatar a seis de ellos, que el 4 de noviembre lograron salir a La Paz y al día siguiente, junto a Chato y otro sobreviviente (David ), asilarse en Chile. L UC HA A RM AD A E N L A A RG EN TIN A
96
H IS TO RI A I DEBATES I DOCUMENTOS
FRAGMENTO DEL DIARIO DE RUBEN CERDAT
D a 30, jueves: se entra al trillo nuevamente y se sigue por el trillo para ver si llegamos a un poblado. Se llega donde parece ser que hubo gente trabajando en donde se encuentra una carretilla de metal y un campamento abandonado, botines viejos, se manda una exploraci n por el trillo que camine media hora y vuelvo yo para avisar quØ hay. Seguimos caminando cuando se escuchan disparos por donde estÆ Anibal. Se larga un tiroteo del carajo, corrimos Popi, Dulio y yo hacia donde estÆ Anibal. EncontrÆndolo cuando ya volv amos a la carrera porque el ejØrcito nos quiso rodear A An bal no le salieron los tiros, anda mal su arma (PAM). Cruzamos el r o y subimos una loma haciendo una especie de U y llegamos nuevamente al r o y al trillo. Cuando aparece nuevamente el ejØrcito, otro tiroteo y la retirada nuestra hacia el cerro que hab amos bajado reciØn. Resultado, Dulio no aparece por ningœn lado y estaba muy adelante, pensÆbamos que lo hab an alcanzado pero luego en la marcha de retirada apareci devolviendo la alegr a a todos nosotros; de parte del ejØrcito
Un breve balance La guerrilla de Teoponte fue una repetición de la del Che, aunque su derrota fue más vertiginosa y dramática. Concebida para durar 10 años, perdió en Teoponte a 58 de sus integrantes, mientras que el Ejército solamente tuvo cuatro bajas, en poco más de 100 días de combate. En el balance posterior el ELN atribuiría su catastrófico desempeño a una subevaluación del aprendizaje alcanzado por el ejército boliviano luego de confrontar con las fuerzas del Che, a los errores tácticos cometidos por la inexperiencia del mando y al deficiente reclutamiento entre jóvenes estudiantes. La imprevisión en el equipamiento del aparato radio eléctrico, pesado e inservible, sería también mencionada como uno de los factores de la desconexión con la red urbana, a lo que se sumó el aislamiento humano de la columna. El grupo operativo de las ciudades no tuvo tiempo ni presencia para torcer el curso de los acontecimientos y aliviar la presión sobre las fuerzas del monte. Esta vez se trataba de una red propia, que respondía al mando del ELN, por lo que, como en el caso del Che , no se pudo acusar a los comunistas de defección ni tampoco atribuirles el fracaso. Más profundo que el quiebre de sus conexiones con el inoperante aparato urbano era _aunque sugestivamente no fuera ni mencionado en el balance aludido, exactamente tal como ocurrió en el caso del Che en 1967_ el abismal divorcio con las luchas sociales que se intensificaron en Bolivia en 1970 en las ciudades y el campo. En mayo de ese año, apenas un par de meses previos al alzamiento de Teoponte, la emblemática Central Obrera Boliviana (COB) proclamó su medular tesis socialista, mientras que las señales de la fractura del pacto militar-campesino –soporte de cada gobierno boliviano– comenzaban a ser visibles, aunque no determinantes. El autismo del Estado Mayor del ELN, su autoproclamado vanguardismo y su obtusa certeza en la “victoria final” cerraron el paso a toda vinculación con esas masas a la par que se subestimaba su tradición y formas de lucha en las ciudades. L UC HA A RM AD A E N L A A RG EN TI NA
97
H IS TO RI A I DEBATES I DOCUMENTOS
Para Ma Para Mari rio o Pa Paye yera ras, s, sin amargura o sombra sombra Payeras integró en 1972 la guerrilla que operó en las montañas de Quiché y fue miembro del Ejército Guerrillero de los Pobres (EGP) hasta 1984, fecha en que rompió con el grupo.
(1928) nació en Buenos Aires, pero desde 1982 tiene ciudadanía mexicana. Escritor, historiador y corrector de imprenta, entre su numerosa producción se destaca La destaca La revolución interrumpida, escrita en la cárcel de Lecumberri, donde estuvo detenido entre 1966 y 1972. Sus reflexiones sobre la revolución cubana, Guatemala y la guerrilla latinoamericana se recopilaron en La en La senda de la guerrilla. Por todos los caminos/2 (1986).
“Que fácil dicen fusilar”, murmuró Mario Payeras esa noche. De regreso a casa, le había yo comentado que un compañero, molesto por una tontería de algún otro, había dicho: “Ese merece que lo fusilen”. Mario habló en voz baja, como casi siempre, y con una especie de tristeza lejana. Era el mes de agosto de 1994, cuando él y Yolanda estuvieron viviendo unas cuatro semanas en nuestra casa en San Andrés Totoltepec, entre julio y agosto, antes de las elecciones presidenciales mexicanas del 21 de agosto de ese año. Era suave que allí estuvieran en esos días tensos, agitados, cuando esa fecha se aproximaba y uno llegaba agotado al fin del día y encontraba amigos, calma, palabras para mitigar lo duro de la jornada. Yo les decía que Dios me los había enviado para quedarse allí en esos días. Creían ellos que era cumplido mío, cuando era pura verdad, aparte de la todavía no resuelta cuestión sobre la existencia de Dios o del destino. Solía preguntarme Mario, en alguna de esas conversaciones, sobre el Movimiento Revolucionario 13 de Noviembre (MR13), sobre Mario Antonio Yon Sosa y Luis Augusto Turcios Lima. Así fue como, tal vez en esa ocasión, le conté la historia de Chus. Era en diciembre de 1964. Estábamos en el campamento que después se llamó de Las Orquídeas, donde se discutió la Declaración de la Sierra de las Minas. Allí habían convergido, para esa reunión, dos pequeños destacamentos de los frentes guerrilleros del MR13, comandados uno por Yon Sosa y el otro por Turcios. Con éste venía su inseparable compañero indígena Socorro Sical, que años después sería asesinado junto con Yon Sosa en las tierras de Chiapas. Una de esas noches, junto al fuego, pregunte a Turcios por qué llamaban a ese lugar campamento de Chus. El comandante se puso serio y empezó su relato. Jesús, o Chus, era un campesino combatiente de su frente. Era cumplido y seguro. Una mañana sus compañeros encontraron un mensaje suyo en el cual decía que ya no soportaba más tanto tiempo lejos de su familia, que iba a verla y regresaba. En términos militares era una deserción y Chus lo sabía. Si caía en manos del ejército sería torturado, y si hablaba podría poner en peligro inminente a la guerrilla. En términos de Chus, era nomás la L UC UC HA HA A RM RM AD AD A E N L A A RG RG EN EN TI TIN A
98
H IS IS TO TO RI RI A I DEBATES I DOCUMENTOS
insoportable nostalgia campesina por los suyos; voy un ratito y vuelvo. No había de otra. Salió una patrulla a buscarlo y lo alcanzó fácilmente, puesto que Chus no andaba huyendo: había dejado dicho a dónde y por dónde iba. Lo trajeron prisionero, le hicieron saber su responsabilidad y un tribunal lo condenó a la pena correspondiente a la deserción en la dura disciplina de esa guerra: el fusilamiento. El hombre escuchó, reconoció sin dificultad su deserción y dijo que ni modo, que así era. En la antigua tradición de tantos fusilados, regaló su reloj y su navaja a otro. Nada mas tenía como bienes de este mundo. Se formó el pelotón, Chus lo enfrentó con calma y lo fusilaron. Todos escuchábamos en silencio, a Turcios se le estrangulaba la voz y, la verdad, unas lágrimas le caían por las mejillas. “Ahora ya sabés por qué le pusimos a este lugar campamento de Chus”, me dijo. No era yo quién para otra pregunta y no dije nada más. Después nos fuimos a dormir. Creo que llovía sobre los nylons. No hay sin embargo ejército, revolucionario o no, sin la pena de muerte. Lo escribió hace mucho en su autobiografía León Trotsky, organizador y jefe del Ejército Rojo en los años primeros de la revolución rusa, cuando tuvo que mencionar el papel que su tren militar cumplió recorriendo durante dos años y medio todos los frentes de guerra contra los ejércitos invasores: invasores: No se puede construir un ejercito sin represalias. No es posible llevar a la muerte a masas de hombres a menos que el mando del ejército tenga en su arsenal la pena de muerte. Mientras esos maliciosos simios sin cola tan orgullosos de sus proezas técnicas —los animales que llamamos hombres— sigan construyendo ejércitos y librando guerras, el mando siempre se verá obligado a colocar a los soldados ante la posible muerte en el frente o la inevitable muerte en la retaguardia. Y sin embargo los ejércitos no se construyen sobre el miedo. El ejército del zar se hizo pedazos no porque le faltara ningún tipo de represalias. En su intento de salvarlo restableciendo la pena de muerte, Kerensky sólo logró acabarlo. Sobre las cenizas de la Gran Guerra, los bolcheviques crearon un nuevo ejército. Estos hechos no necesitan ser explicados a nadie que tenga un mínimo conocimiento del lenguaje de la historia. El cemento más fuerte en el nuevo ejército eran las ideas de la Revolución de Octubre y el tren llevaba a los frentes ese cemento. Una guerrilla no es exactamente lo mismo que un ejército. Quienes están en ella están por su propia voluntad. La disciplina y los reglamentos tienen bases diferentes. Es, no obstante, disciplina, reglas cuya aplicación pasa por el juicio, la inteligencia, la sensibilidad de los seres humanos que a ellas se sujetan. El homenaje al campesino fusilado por una deserción que en su conciencia no era tal, atestiguaba la duda y la angustia del comandante que había aplicado una disciplina que al otro le resultaba ajena. Esa noche de agosto en San Andrés también hablamos con Mario Payeras de Yon Sosa. Marco Antonio Yon Sosa era, al igual que Turcios, un teniente del ejército guatemalteco que bajo la influencia de la revolución cubana se había alzado en armas contra la dictadura de los terratenientes. A ese militar que había organizado una guerrilla campesina, no le gustaba fusilar. Nunca, a cuanto sé, lo hizo. A diferencia de tanto civil que termina por creerse militar porque ha leído algunos manuales, carga arma al cinto y otros obedecen sus órdenes, Yon Sosa no era dogmático y tenía un singular respeto por la vida humana. No confundía la disciplina de las armas con la intolerancia de las ideas. Le era ajena por eso la sectaria y atroz inclinación de otros a utilizar el pretexto de la disciplina para, en realidad, castigar con la calumnia y la muerte las divergencias en el pensamiento. En un sonado caso en que un guerrillero bajo sus órdenes mató a otro en una disputa sin razón de ninguno, y pese a que no había allí duda sobre el delito y su pena, Yon Sosa se resistió a aplicarla. Dejó al hombre su arma, lo mantuvo en sus filas y nomás le demandó que encabezara las acciones de mayor riesgo para recuperar la confianza de sus compañeros. Es que ese teniente rebelde con alma campesina sabía de seres humanos mucho más de cuanto puede aprenderse en los manuales y en los cursos. Para su L UC UC HA HA A RM RM AD AD A E N L A A RG RG EN EN TI TI NA NA
99
H IS IS TO TO RI RI A I DEBATES I DOCUMENTOS
(1940-1995) nació en Guatemala. Maestro de escuela primaria, estudió filosofía en la Universidad de San Carlos de Guatemala, en la UNAM de México y en la Universidad Karl Marx de Leipzig, en la ex RDA. Es autor de numerosos libros, entre los que se destaca Los días de la selva (1981) donde brinda su testimonio de la lucha armada en su país.
fortuna y la de otros, no había pasado por esa escuela de dogmatismo partidario que tanto estrago hizo cada vez que sus discípulos tuvieron poder o armas en la mano. Mario Payeras escribió mucho sobre la guerrilla, sus ideas, sus dificultades, sus mitos y sus verdades: Los días de la selva, El trueno en la ciudad , otras historias. Tomaba notas mientras yo hablaba, porque andaba rescatando recuerdos y versiones de la guerrilla de Yon Sosa. Tenía cierta afinidad con ese hombre a quien no había conocido, pero cuya singular apertura de espíritu le había alcanzado de un modo u otro. Mario no tenía la marca de la milicia en su modo de ser. Su disciplina era de otro tipo: la del esfuerzo y la voluntad subordinados a un fin libremente escogido, la de las penalidades a las cuales hay que sobreponerse y en el hacerlo se van haciendo el carácter, la paciencia y también, si el alma aprende, la tolerancia. Poco de eso es simple don del cielo. Casi todo se aprende, cuando se quiere, como se aprende a leer y escribir, a escuchar la música o a hacerla, a manejar las armas y a conocer la gente. Y si menciono estas múltiples y dispares artes, es porque eran algunas de aquellas en las cuales Mario Payeras había ejercitado su voluntad. No era la primera vez que Mario estaba en nuestra casa, la de Carolina y mía. Esos días, sin embargo, pude observarlo con más tiempo y como quien no está mirando. Tenía movimientos de sigilo, como entre gato, puma y sombra que se mueve por el amplio y altísimo espacio convexo de la sala, por la cocina, por el jardín de atrás donde reconocía por sus cantos los nombres de los pájaros. Eran para mí días de tensión. Regresaba yo tarde y algunas veces Mario y Yolanda ya se habían ido a dormir y otras estaba él solo con alguna lectura. Pero cada noche encontraba la mesa tendida: el plato, el vaso, los cubiertos, el pan esperando al tardío. Para Mario y Yolanda era, supongo, una costumbre natural. Para mí era un gesto singular, algo que yo conocía desde hacía mucho cuando en los días más difíciles vivía con otros compañeros y el que llegaba tarde encontraba el silencioso afecto que lo estaba esperando en una mesa tendida para él sin que ya nadie estuviera en la cocina ni nada se dijera al día siguiente. Me preguntaba entonces y nunca se los dije: “¿Por qué lo que esta gente hace se parece tanto a mis mismas costumbres de antes, si yo las aprendí entre los trabajadores industriales de Buenos Aires y ellos pertenecen a Guatemala, en el otro extremo del continente? ¿Cuál es la afinidad, cual el origen?”. Sí, lo sé, cualquier viejo anarquista italiano o español sabría darme la sencilla respuesta, pero pese a lo obvio mi asombro no cedía. cedía . O tal vez no era asombro sino gusto de considerar lo obvio y de sentir que uno, años más días menos, no anduvo caminando en vano. Tampoco Mario, tampoco Yolanda, pese a una carta de mayo de 1994 donde ella empieza hablando de “estos años de soledad y derrota, de desempleo y similares visitantes de nuestra vida”, para terminar haciendo varios y diversos planes sobre la vida. Calma, silencio, tenacidad parecían caminar junto con Mario en esos años. No quiero aquí hablar de sus ideas y propuestas para Guatemala, porque ese es otro escrito y no es a mí a quien toca. Quiero decir, en cambio, que junto a esas compañías que con el caminaban, a mí se me hacía, cada vez que volvía a verlo, que Mario se iba desapareciendo. Absorbido y entusiasmado por Jaguar-Venado , su revista guatemalteca y mexicana, mexicana, lo veía yo sin embargo hacerse como más delgado, como más leve, como más frágil sombra que se desvanece sin irse todavía. Su último proyecto de ir a Guatemala a presentar la revista lo había entusiasmado. “Piénsalo bien”, le dije. “Ellos no han cambiado, te están esperando”. Mario pesaba con cuidado cada pro y cada contra. Tenía la ilusión de regresar para el aniversario _medio siglo_ de la Revolución de Octubre de 1944. Al final, fueron ellos los que decidieron impedirle la entrada con la hipócrita argucia de una exigencia de rendición vestida de amnistía. Mario, sin embargo, iba a buscar la paz, como ya lo había escrito con todas sus letras. Pero es que ellos no quieren la paz sino la guerra, abierta o encubierta. Empecé hablando de la guerra. Hay modos distintos de llevarla y razones diversas para hacerla. La violencia es siempre indeseable. Hay quien dice, empero, que todas las violencias son iguales, así sea la del que ejerce la violencia contra los indefensos, los desprotegidos y los desamparados o la del que se arma para resistir, recurso último, al reinado sin piedad de esa violencia. L UC UC HA HA A RM RM AD AD A E N L A A RG RG EN EN TI TIN A
100
H IS IS TO TO RI RI A I DEBATES I DOCUMENTOS
En nuestras largas y duras guerras latinoamericanas, la línea divisoria entre una y otra otra viole violenci nciaa —lín —línea ea al parece parecerr ine inexis xisten tente te para para quie quienes nes creen creen que todas todas son iguale iguales, s, cuando en realidad viven y escriben al amparo de una de las violencias, la que en tiempos de paz se declara legitima— es nítida y precisa: la tortura. En cada uno de nuestros países, quienes con violencia defienden el orden existente ejercen la tortura en cualquiera de sus atroces variedades; quienes contra ese orden se levantan, jamás de los jamase jamases. s. Pues Pues si lo lle llegan gan a hace hacerr, se se conv convier ierten ten en aquell aquelloo que que dicen dicen combat combatir ir.. Si tanto tanto humanista de salón como anda suelto no alcanza a ver esa línea divisoria, que es también una línea del honor y la decencia, es que no quiere usar el don de la razón que a todo ser humano le es dado. En aquellas noches de julio y agosto hablé con Mario no sólo de los tenientes guatemaltecos Marco Antonio Yon Sosa y Luis Augusto Turcios Lima, entrenados en alguna base del ejército de Estados Unidos, sino también de aquel a quien ellos llamaban el Viejo —tenía entonces 48 años— o el Coro, el teniente coronel Augusto Vicente Loarca, jefe de Estado Mayor de Jacobo Arbenz, que se había ido con ellos a la guerrilla. Loarca cayó en 1965 combatiendo en la ciudad, cuando el ejército rodeó la casa donde estaban él y un grupo de campesinos del MR13. El Coro organizó la resistencia. Se atrincheró junto con Paco, uno de los campesinos, dio orden a los demás de que escaparan y ellos dos abrieron fuego para dar tiempo a la fuga. Una vez que los otros pudieron salir por los techos, a media calle salió el Coro, ya herido, a terminar de disparar su metralleta porque ya no le quedaba de otra. “Si algún día me llega a tocar, te aseguro que me llevo varios por delante”, me había dicho una mañana con tono de militar. Cumplió. Le dije entonces a Mario que, en mis recuerdos, cuando de este lado había conocido militares había encontrado en ellos, casi siempre, más rectitud que en los políticos. Si alguien me oyera, agregué, podría parecer ésta una extraña inclinación militarista. Y sin embargo no lo es. Sucede, simplemente, que ciertos rasgos del carácter militar, cuando se combinan con una opción por los oprimidos, resultan ajenos a los dobleces y las hipocresías de la política tal cual la conocemos. Quizás tuviera este origen una inclinación del general Lázaro Cárdenas que con cierta razón sonaba sorprendente para su amigo Frank Tannenbaum. Recuerda éste que el general “conocía mejor a los militares y, y, curi curios osame amente nte,, espe esperab rabaa que que los civil civiles es fueran fueran menos menos hones honestos tos y tuvi tuviera erann men menor or inteintegridad. Han sido educados en el ambiente corruptor de las grandes ciudades, explicaba”. Pienso que tal vez la distinción esté en otro lado. La registra Marc Bloch, el historiador francés asesinado por los nazis en 1944, en sus memorias de la guerra, La extra- ña derrota: Un joven oficial me decía, mientras hablábamos en el quicio de una puerta, en Malo-les-Bains bombardeada: “Esta guerra me ha enseñado muchas cosas. Ésta entre otras: que hay militares de profesión que nunca serán guerreros; y civiles que, al contrario, son guerreros por naturaleza”. Y agregaba: “Le confieso que yo jamás lo habría sospechado antes del 10 de mayo: usted es un guerrero”. La fórmula puede parecer ingenua. Pero no la creo totalmente falsa; ni en sus aplicaciones generales ni tampoco, si me interrogo con sinceridad, en lo que a mí personalmente se refiere. Y si así es, la fórmula toca al mismo Mario Payeras, que militar no era, pero guerrero sí. Por eso su espíritu encontrara el diálogo fácil y el silencio fértil cuando sus restos, según lo quiso con amor Yolanda, estén en Tuxtla Gutiérrez junto a los de Marco Antonio Yon Sosa y sus dos compañeros indígenas, Enrique Cahueque Juárez y Fidel Raxcacoj Xitumul, asesinados junto con él en Chiapas en mayo de 1970, dentro del territorio maya sin fronteras. Lo que ahora entre el pueblo es conocido como “la tumba del comandante”, comandante” , será “la tumba de los comandantes” y seguirá teniendo las flores del sur sur.. Mario amaba las selvas, los árboles, las marimbas, los trenes, la lluvia., los azacuanes, las gaviotas, los chocoyos, los faisanes tempraneros, los pájaros de sus cielos mundo como como flor y como inven invento. to. Alma de guatemaltecos. De ellos nos contó en El mundo L UC UC HA HA A RM RM AD AD A E N L A A RG RG EN EN TI TI NA NA
101
H IS IS TO TO RI RI A I DEBATES I DOCUMENTOS
migrante que amaba a Moby Dick pero nunca pudo desamarrar de Guatemala, Mario escribió en Latitud de la flor y el granizo : Siendo los cielos fluidos y la localización del país favorable para el tra jín de las aves entre entre ambos ambos hemisfe hemisferio rios, s, por el espac espacio io aéreo aéreo guate guate-malteco pasan múltiples rutas de especies migratorias. Por la ruta del Pacífico, durante los meses fríos, el cielo del litoral ve entrar garcetas de alas azules, patos golondrinos y chanos, especies migratorias que inician su desplazamiento al comenzar el otoño en el hemisferio norte. Tras su última escala en Pijijiapan, Chiapas, las aves sobrevuelan el Suchiate y se dispersan por esteros y lagunetas costeras, coexistiendo durante la temporada con pijijes y alcaravanes. La atmósfera de Huehuetenango, a su vez, forma un espacio propicio para las aves que descienden en septiembre por el litoral del Golfo, provenientes de las rutas Central y del Misisipi. Esta vía, eventualmente, se bifurca en el área de la Laguna de Términos. A partir de allí unas especies siguen el litoral de Campeche, mientras otras se disgregan por los caminos del itsmo. Estas aves, por lo visto, no conocen ni reconocen las fronteras. Quiero suponer que si por algún lado anda, el espíritu de Mario se complace en seguir en libertad estas migraciones, según el proyecto que propone en Latitud : Cuando se explore el cielo guatemalteco se hallará la riqueza de vías que permiten sus corrientes aéreas y se conocerá la variedad de especies que transitan por ahí en el plumón de los pájaros, a bordo de las telas de araña trashumantes o como polen viajero. O tal vez no. Tal vez camine nomás junto a los suyos, a los indígenas que tampoco quieren sufrir las fronteras ajenas, a los éxodos indios que en 1987 describió en Latitud y y que que hoy hoy se se repro reproduc ducen en en en tierr tierras as chia chiapan paneca ecas: s: Como la sierpe enroscada que en los glifos de la cuenta larga se muerde la propia cola, la clase social que consumió el ambiente y empobreció la realidad cierra su vuelta mortífera y emprende el aniquilamiento de los productores. Al entrar la rebelión en su séptimo año, la tropas del Estado, apoyadas por armas y helicópteros de guerra se lanzan en masa sobre las montañas. La violencia calculada en su estrategia destructiva hace arder los bosques, arrasa siembras y animales, extermina una tras otra las aldeas insurrectas: se propone liquidar la estructura antigua de principales, desarraigar la simiente, borrar la memoria misma. Junto a la vieja civilización de piedra labrada y régimen astronómico de la agricultura, uno de los aportes de los pueblos mesoamericanos a la cultura universal fue el cultivo del maíz. De este alimento fundamental, los indios de Guatemala llegaron a cultivar mas de dos mil variedades. Durante el arrasamiento, arrasamiento, las claves de la semilla semilla trasmitidas por siglos y generaciones, ardieron en las trojes o dejaron de existir al extinguirse el pensamiento de quienes la produjeron. El éxodo de los pueblos para escapar a la matanza sólo tiene parangón, en la historia reciente, con las fugas en masa de los indios norteamericanos a su última frontera, bajo la persecución de las tropas de caballería yanquis. Poblaciones enteras, llevando a cuestas niños, ancianos, maíz y enseres domésticos, atraviesan por la noche las líneas enemigas y se inter internan nan en en la selva selva,, buscan buscando do los los refugi refugios os de la líne líneaa fronte fronteriz riza. a. Acampan en silencio, en la espesura inmediata a los trillos patrullados, avanzando lentamente lentamente en dirección al norte y agotando durante la marcha la sal y las demás provisiones. A territorio mexicano sólo alcanzan L UC UC HA HA A RM RM AD AD A E N L A A RG RG EN EN TI TIN A
102
H IS IS TO TO RI RI A I DEBATES I DOCUMENTOS
a llegar los fuertes. En sitios de la vertiente, marcados en la memoria, permanecen hasta hoy los restos desarraigados de quienes sucumbieron en la tentativa. La cifra de los caídos no se conoce con exactitud y es probable que nunca pueda ser establecida. Tras las campañas de exterminio de los indios de lxcán, despoblada la franja de parcelamientos por la máquina de guerra, los grupos de guerrilla que pasaron por ahí en el curso de los meses vieron como el jaguar, el pajuil y el tepezcuintle —ahuyentados hasta entonces por la colonización reciente— habían vuelto a frecuentar la selva solitaria. No sé entonces si en las tumbas de Tuxtla Gutiérrez, o si en las calles de Praga o los canales de Amsterdam, o si en las múltiples rutas de especies migratorias, o si en las huellas de los éxodos de los pueblos indígenas, debo dejar mi recuerdo para Mario Payeras. Para que por fin llegue adonde sea preciso, quedará pues en su revista, Jaguar- Venado , este cruce de caminos inventado por Mario. Es, última despedida, un gajo de la Oda a Bartolomé Dias , del angolano Fernando Perreira de Loanda: ¿La muerte? No existe; nada existe en lo efímero, tan cerca el fin del principio, tan distante del deseado. Hace mucho que morí mi muerte. Insignificantes somos como la anónima semilla que el viento transporta para que en las inaccesibles laderas se alcen colores como banderas. ¡Oh, saberme poeta como tú te sabías marinero, domando las palabras como lo hacías tú con el viento y el mar, sordo al encanto de las sirenas o a las advertencias divinas! Callar ante la tempestad, pero inflexible hasta rasgar perpendicularmente el Atlántico, mezcla de pantera y Neptuno. Saberme poeta como tú te sabías marinero, saberme uno, indivisible, mantenerme sin fracasos, sin amargura o sombra. Muerte somos desde la cuna a la espada que nos traspasa, al viento que nos condena, al agua que nos diluye. ¡Oh jerarquía de fuego y cristal! ¡Porque existimos destinados a un fin, fronteras sin color, donde una hoja caída y amarillenta no dice lo que expresaba cuando verde, escorada por el otoño! [...] Ah, Bartolomé Dias, mi Ulises Lusíada, yo te consagraré en la piedra, con la palabra o ante Dios. Del pasado te lanzaré al futuro, y no habrá tempestad que te abata otra vez. El trabajo que reproducimos se publicó en su libro Pasiones Cardinales, editado por Cal y arena en México, 2001.
L UC HA A RM AD A E N L A A RG EN TI NA
103
H IS TO RI A I DEBATES I DOCUMENTOS
S A C I M É L O P
En respuesta al artículo de Gabriel Rot,
El mito del Policlínico Bancario , publicado en el número uno, Carlos Flaskamp ha enviado las siguientes reflexiones.
Un mito o un hito
El artículo sobre el asalto al Policlínico Bancario de Gabriel Rot patina un poco el rigor analítico que caracterizó otras investigaciones suyas sobre grupos armados de décadas pasadas. Si este trabajo se concentrara en la nimiedad de afirmar que esa acción no fue la primera operación de guerrilla urbana en la Argentina, estaría dando en el clavo, ya que efectivamente hubo otras anteriores. Pero va más allá, negándole la condición de hito significativo en un proceso de radicalización política que explica una parte importante de lo que ocurrió en los años siguientes, más allá de la existencia efímera del MNRT. Es que ese proceso no parece ser relevante para Rot. Su concepto de identidad de las guerrillas revolucionarias modernas , que le lleva a negarle tal carácter al grupo que realizó la acción, es una construcción teórica a la que le falta alguna raíz en nuestra historia. En su opinión, “la guerrilla en tanto núcleo de van- guardia que pretende acaudillar al conjunto de los explotados reivindicando la destrucción del Estado burgués y el socialis- mo, se diferencia de otras formaciones que, si bien llevan ade- lante acciones guerrilleras, subordinan sus estrategias, por ejemplo, a políticas reformistas o nacionalistas burguesas”.
Es un criterio problemático, que define a una de las partes por lo que pretende y por lo que reivindica –plano de la expresión de deseos–, mientras que a la otra parte la define por las políticas a las que subordina su estrategia. La relación entre esos dos términos supo ser comple ja. En la década del sesenta asistimos al cruce de distintas corrientes ideológicas que se formularon proyectos emancipatorios paralelos y en algunos casos coincidentes. Hubo sectores del peronismo, de la izquierda revolucionaria, del nacionalismo y del activismo cristiano socialmente comprometido, que coincidieron y divergieron entre sí. Cada una de estas corrientes recorrió los caminos que se abrían a su respectiva concepción, conservando rasgos de su origen. La vertiginosa dinámica de ese tiempo acercó a algunos grupos y dividió a otros. La diversidad ideológica de los que quisimos ser revolucionarios es ya un tema que a Rot le cuesta manejar, por sus reservas sobre el nacionalismo. Pero no es ésa la falla más grave de su análisis. Le falta lo más importante para tratar de entender el sentido histórico de toda aquella experiencia, que es verificar cómo las diversas pretensiones de esas corrientes encajaban en la situación política nacional, cómo se vinculaban L UC HA A RM AD A E N L A A RG EN TIN A
con las luchas sociales y políticas que protagonizaban las masas populares en nuestro país. En este aspecto, los militantes que tomaron las armas desde el peronismo tuvieron un anclaje directo en la situación que vivía nuestro pueblo desde 1945 y, en particular, en las luchas que se libraban desde 1955 contra la proscripción del peronismo y por el retorno de Perón. En ese período, la lucha de clases giró en torno a la resistencia peronista contra las clases dominantes. La izquierda era una realidad marginal en la política argentina. No estaba en disputa el socialismo, ni la destrucción del Estado burgués. Aunque había quienes actuaran movidos por esas ideas, las alternativas nacionales eran otras. Hubo ciertamente grupos de izquierda –y también de otros orígenes– que entendieron esta situación. También gente del nacionalismo. Ellos reconocieron antes o después de 1963 lo que Rot aún hoy sigue sin entender. Que había un enemigo, un sector oligárquico que en 1955 había derrocado al gobierno peronista y desde el poder excluía al movimiento mayoritario para imponer las políticas reaccionarias. Ésa era la lucha y ése era el enemigo, que siguió reprimiendo todo intento liberador hasta desembocar en el genocidio y la destrucción de la Nación. Proveniente de un nacionalismo clerical que en 1955 había sido punta de lanza de la “Revolución Libertadora”, la fracción de Tacuara que en 1963 consumó el cambio de frente adhiriéndose al peronismo en su línea combatiente se insertó en esa evolución. La causa popular ganaba sectores de diversos orígenes que antes le habían sido hostiles. Hubo factores externos e internos que influyeron en ese proceso. Uno de ellos, mencionado en su artículo, fue la Revolución Cubana, que mostró la realidad de una revolución en el continente, sugiriendo además un método de lucha para propagarla. Otro fue posterior a la experiencia del MNRT. La implantación en 1966 de la dictadura militar encabezada por Onganía extendió a todas las fuerzas políticas la proscripción que hasta entonces pesaba sobre el peronismo. La Argentina quedó igualada al resto de los países latinoamericanos sometidos a dictaduras. El enemigo adoptó una forma que en principio hacía indistinta la identidad política de quienes lo resistían. Esta realidad aceleró la confluencia de corrientes ideológicas de la que hablábamos. No solamente entre los grupos político-militares, que incorporaron el método de la lucha armada adaptándolo a las condiciones urbanas de nuestro país con eficacia táctica creciente. También en la resistencia de masas pasó claramente a primer plano la acción directa contra la dictadura, desdibujándose transitoriamente las diferencias que no afectaran la combatividad. La movilización popular llegó a su punto máximo con el Cordobazo, un hecho de masas que, a diferencia de las acciones masivas producidas en el período 1955-66, no tuvo carácter peronista. Fue el hecho principal entre los que terminaron por destruir la pretensión dictatorial de gobernar prescindiendo de la actividad política. Cuando la dictadura tuvo que retroceder y comenzó a disputarse la salida política, se terminó también la edad de oro de la guerrilla argentina. Era el fin de la etapa en la que la 104
H IS TO RI A I DEBATES I DOCUMENTOS
práctica de la lucha armada, como prueba de intransigente resistencia frente al enemigo, concitaba por sí misma una cierta popularidad. Ahora nuevamente quienes estaban animados por la pretensión de acaudillar al conjunto de los explotados , se veían en la necesidad de demostrar que aquello por lo que ellos luchaban era precisamente lo que quería y necesitaba el pueblo y no otra cosa. Era la hora de la política. En esa etapa el peronismo mostró que mantenía su vigencia. Era la fuerza política que podía capitalizar el Cordobazo aunque no hubiese sido un hecho propio. La alternativa de democracia frente a la dictadura pasaba por la vuelta de Perón. Rot podría negarse a subordinarse a esa situación basándose en el carácter burgués o reformista de ese líder. Pero lo que hiciera desconociendo ese liderazgo ya no sería en los hechos una actividad transformadora de la sociedad, porque no correspondería a la voluntad popular. Entre los grupos armados, los Montoneros estuvieron cerca de unir la voluntad de cambio revolucionario con la tra yectoria política de las masas populares. No lo hicieron con la consecuencia suficiente, pero dieron pasos que apuntaban en esa dirección. A mí me parece que el análisis más productivo, el que nos reportaría enseñanzas aprovechables en el presente, será el que nos haga ver qué errores de concepción, qué decisiones políticas, qué fallas propias determinaron el divorcio entre esos dos elementos. Sabemos que luego del avance popular que culminó en 1973, fuimos derrotados por la acción devastadora de un enemigo superior, al que subestimamos. Pero también sabemos que conducciones políticas que aislaron del pueblo a las pretendidas vanguardias contribuyeron a poner al campo popular en las peores condiciones, diluyendo toda posibilidad de revertir por medios políticos una relación de fuerzas que se tornó desfavorable. De este mal participaron todas las organizaciones armadas, incluida Montoneros. No aporta mucho una diferenciación que ponga de un lado los proyectos finalistas como socialismo y destrucción del Estado burgués y del otro lado a quienes subor- dinan sus estrategias a políticas reformistas o nacionalistas bur- guesas . Hay que confrontarse con la realidad si se quiere trans-
formarla. No era encerrándose en la utopía, sino encontrando la más efectiva articulación entre los objetivos liberadores y la voluntad concreta del pueblo como se pudo haber hecho algo por impedir el triunfo total y duradero de la reacción. Faltó precisamente eso que Rot presenta como uno de los elementos que definen a una guerrilla revolucionaria: “el vín- culo que establecen los núcleos operativos con los sujetos socia- les que constituyen su base de apoyo. Las guerrillas revolucio- narias, por ejemplo, subordinan su estrategia a la relación con las masas explotadas (su mayor paradigma es la teoría maoísta del pez en el agua)...” Esto no lo hicieron los Montoneros, ni
mucho menos las organizaciones ajenas al Movimiento Peronista. Todas definían a la clase trabajadora como sujeto social hegemónico del proceso revolucionario. Pero adoptaron cursos de acción contrapuestos a la voluntad del “sujeto social” . Y en su práctica desmerecieron el vínculo con el movimiento de masas, subordinándolo a la operatividad militar. Podemos identificarnos con las expresiones de deseos L UC HA A RM AD A E N L A A RG EN TI NA
de algún sector. Pero hay que dilucidar por qué ellas quedaron nada más que en expresiones de deseos. Esto está relacionado con lo que Rot llama los claros- curos de la lucha armada, aspectos polémicos y conflictivos que en las páginas de la revista –así como en otros trabajos suyos– son objeto de un análisis responsable y crudo. Esta vez pone en la mira “lo delincuencial y sanguina- rio” , pero lo hace sólo para culpabilizar al MNRT, excluyéndolo de la reflexión más ponderada que le merecen en general esos claroscuros de la lucha armada. En realidad, todas las organizaciones armadas estuvieron atravesadas por ese problema. Empezaron siempre perpetrando asaltos para proveerse de fondos. Cuando se resuelve poner en práctica la lucha armada, los primeros “enemigos” contra los que se ejerce la violencia son siempre parte del pueblo: empleados, policías rasos, soldados conscriptos. ¿Cómo se resuelve esta contradicción? Convengo en que los del MNRT, en el Policlínico Bancario, la zanjaron de la peor manera. Asaltaron una obra social, para llevarse el dinero destinado al pago de los sueldos del personal, y operaron con violencia extrema. Elección y ejecución pésimas, que no los diferencian esencialmente de las organizaciones político-militares que en una etapa posterior enfrentaron circunstancias parecidas. Al tomar esto como base de una rebuscada reconstrucción de la teoría de los dos demonios, omite que se trata de una situación general que envolvió a los grupos que, en las condiciones argentinas, encararon la lucha armada. Lo delincuencial y sanguinario de la subversión fue usado por la propaganda de la dictadura como soporte ideológico de la represión, sin basarse para eso –sin necesidad de hacerlo– en el hecho del Policlínico Bancario. Si se admite que esa caracterización es justificada, entonces lo es en general para la guerrilla urbana, y la teoría de los dos demonios se ve reforzada. Pero la definición como delincuencial y sanguinario no nos seduce a quienes, haciéndonos cargo del problema, lo reconocemos como una cuestión compleja que sólo una visión represiva puede reducir a tan somera calificación. El análisis franco de esta cuestión es tan doloroso como necesario. Lo que no es limpio es hacerse eco de la etiqueta para pegársela a un grupo en particular pretendiendo que eso lo diferencie de los métodos de la guerrilla revolucionaria, como si esa característica no fuera una contradicción inherente a la lucha armada tal como se dio en la Argentina. Es un asunto que requiere una reflexión mayor y no en tercera persona. Como se ve, discrepo de cabo a rabo con su enfoque, no tanto por su caracterización de los hechos, sino por su interpretación de las relaciones entre los hechos. No se me escapa que las cosas que planteo exceden el tema del Policlínico Bancario, pero Rot lo encaró en su artículo como hecho significante en un contexto mayor. Por lo demás creo que, para una revista que se da por tarea el análisis profundo de la lucha armada en la Argentina, es fundamental, al encarar una experiencia como la que comentamos, entender lo que representó como aporte a un proceso que la trasciende. Agradezco que me den la oportunidad de exponer mi opinión en una publicación de esa calidad. CARLOS FLASKAMP* *Autor de
Organizaciones político-militares. Testimonio de la lucha armada en la Argentina (1968-1976)
105
H IS TO RI A I DEBATES I DOCUMENTOS
S A Ñ E S E R
EL TREN DE LA VICTORIA Una saga familiar CRISTINA ZUKER
Buenos Aires, Editorial Sudamericana, 2003, 283 páginas. Cuando el enemigo avanza ¡nos retiramos! Cuando el enemigo vacila ¡lo acosamos! Cuando el enemigo trata de evitar la batalla ¡atacamos! Cuando el enemigo se retira ¡lo perseguimos! Mao Tse-Tung
“ (...) No era la Contraofensiva de los montoneros sino la Contraofensiva Popular.
(...)
Fue una decisión política de centenares de personas conscientes de los riesgos que corrían.
(...)
Vos podés juzgarla como una decisión política incorrecta pero no podés decir que la conducción mandó a alguien a la muerte, porque además se pone en duda la integridad de los compañeros.
(...)”
Mario Eduardo Firmenich
C
uando en los últimos días del otoño de 1978, los Montoneros iniciaron la Campaña Ofensiva Táctica del Campeonato Mundial, las miradas de millones de argentinos estaban puestas en “la fiesta del fútbol” que prometía por primera vez un título para el país. En ese contexto, si bien se logró el éxito de los objetivos militares que la organización se planteara, no fue posible sortear el cerco que la censura de prensa les tendiera. 3 Tampoco la consigna “¡Argentina campeón! ¡Videla al pare- dón!” , bajada por Juan Gelman, Norberto Habbeger y Armando Croatto en diversas conferencias de prensa realizadas en Buenos Aires, había logrado trascender. El 25 de junio, con el triunfo del seleccionado argentino sobre su par holandés por 3 goles contra 1, se daba por clausurado el XI°
LUCHA ARMADA EN LA ARGENTINA
Campeonato Mundial de Fútbol. Mientras el fervor popular ganaba las calles, la prensa argentina orquestaba una campaña favorable a la dictadura poniendo énfasis en la “unidad nacional” alcanzada tras el ansiado triunfo que llegó con el invierno. En el segundo semestre de aquel año, la Conducción de Montoneros reunida en el exterior evaluó de manera positiva el resultado de la que fuera la Quinta Campaña Ofensiva Táctica 4, desarrollada en el contexto “defensivo” que supuso la “retirada estratégica” a partir de 1974. En agosto de 1978, tanto el jefe como los miembros de los pelotones intervinientes fueron condecorados. Acto seguido, la Orga declaraba que la eficacia de la resistencia había logrado llevar a la dictadura a una serie de contradicciones internas que hicieron posible poner freno a la ofensiva enemiga. El tiempo de la retirada y el acoso había concluido para dar paso al ataque. Según los cálculos de la conducción, a partir de entonces, las condiciones para llevar a cabo con éxito una contraofensiva estaban dadas.5 El objetivo de la contraofensiva montonera de 1979 contemplaba la posibilidad de golpear en el centro de gravedad del enemigo mediante la acción coordinada producida por un grupo de militantes exiliados que ingresarían clandestinamente al país. Mientras las TEI (Tropas Especiales de Infantería) tendrían a cargo las operaciones militares, las TEA (Tropas Especiales de Agitación) se ocuparían de las tareas políticas y propagandísticas. Desde la perspectiva de los montoneros, el éxito de esas acciones se
106
HISTORIA I DEBATES I DOCUMENTOS
convertiría en la llave que abriría la puerta para una generalizada contraofensiva popular. Así pues, se encendería la mecha de una nueva gesta del pueblo a la que pomposamente bautizaron “el Argentinazo”.6 Nada de ello ocurrió. La contraofensiva montonera fue el corolario de una derrota que desde 1976 se insinuaba con fuerza. Sin embargo, mientras las disidencias aumentaban, la conducción de Montoneros instalada en el exterior desde abril de 1977 inició una fuerte campaña propagandística con el fin de acosar a la dictadura y preparar el terreno para el contraa- taque que llegaría dos años después. Al calor del exilio las discusiones en torno a la contraofensiva se profundizaron dando lugar a nuevas rupturas. La primera línea disidente, encabezada por Rodolfo Galimberti y Juan Gelman, criticó el lanzamiento de la Contraofensiva como un disparate estratégico rompiendo con la organización el 22 de febrero de 1979. El segundo grupo, que recién plantea la disidencia tras la derrota, termina por separarse de la orga en abril de 1980 al negarse a aceptar la evaluación positiva que la Conducción Nacional hacía del desastre, lo encabezaban Miguel Bonasso y Jaime Dri.7 En el ocaso de la dictadura, un grupo de familiares de desaparecidos interpuso un recurso de hábeas corpus a favor de 15 militantes montoneros secuestrados en 1979 y 1980 durante la llamada contraofensiva. Era el 17 de febrero de 1983. En esa lejana fecha pueden rastrearse los orígenes de la causa judicial en cuyo marco el juez Claudio Bonadío ordenó la captura de la última cúpula montonera 20 años después. No obstante, la endeblez de las pruebas presentadas no permitieron sostener la decisión judicial. Finalmente, el 21 de octubre de 2003 la Cámara Federal declaró la nulidad de todo lo actuado, liberó a los jefes guerrilleros detenidos y separó a Bonadío de la causa. Más allá de estos resultados, como bien apunta Horacio Verbitsky 8, aún cuando la causa no maduró en la dirección que el magistrado había querido imprimirle, asestó su golpe en un momento oportuno poniendo nuevamente la discusión sobre la viabilidad de la contraofensiva en el centro de la escena. No sólo ello, logró desnudar de cara a la opinión pública la posibilidad de existencia de infiltración militar en las filas de la organización Montoneros durante las dos fases en la que la misma se llevó a cabo. 9 A partir de diciembre de 2003, con la publicación de la sólida investigación de Cristina Zuker sobre aquellos hechos, se ha abierto una nueva etapa en el debate en torno a la contraofensiva popular de 1979 y 1980. Por tal motivo, su libro El tren de la victoria. Una saga familiar es, sin lugar a dudas, un trabajo cuya lectura se ha vuelto indispensable. Desde el propio título, que evoca una expresión con la que a fines de los años setenta Roberto Perdía reclutaba militantes para ingresar en forma clandestina al país, Zuker nos invita a internarnos en una historia tan dolorosa como controvertida. Sin dudas, el lector que se aventure por los laberintos de su relato se encontrará con un trabajo multifacético que puede ser leído desde diferentes perspectivas. Por un lado, esta saga familiar que la autora nos ofrece, es una completísima biografía de la familia Zuker 10 centrada en la intensa
LUCHA ARMADA EN LA ARGENTINA
vida de su hermano Ricardo, que se encendió un 24 de febrero de 1955 para apagarse tan trágica como definitivamente en el marco de la contraofensiva montonera 25 años después. El resultado es una rigurosa investigación que rebasa ampliamente los límites de la vida de Ricardo Zuker y se convierte en la biografía colectiva de todos aquellos compañeros que lo acompañaron en distintas etapas de su vida militante. En este punto, el relato biográfico da paso a una Memoria Política de los años setenta que recorre un arco completo que va desde la fundación de la Unión de Estudiantes Secundarios (UES ) a la debacle de la llamada contraofensiva popular. En ese marco, se desarrolló la militancia de Ricardo11 en la organización Montoneros. Si bien es cierto que el trabajo recorre los dominios cotidianos de esa convulsionada década, no resulta antojadizo el hecho de que el relato de Cristina Zuker se centre específicamente en aquella contraofensiva. Después de todo fue la vida de su hermano la que se consumió en aquel fuego. Es por ello que quien quiera adentrarse en los vericuetos de la contraofensi- va montonera, no puede eludir la lectura de este libro. El trabajo de Cristina Zuker pues, arroja nueva luz a la crónica que se detalla al principio de la presente reseña. Despojada de prejuicios, la autora narra con precisión los avatares por los que transitaron su hermano Ricardo, su esposa Marta Libenson 12 y la pequeña hija de esta, Ana Victoria 13 desde el mismo momento en que el Pato y Maca decidieron subirse al Tren de la Victoria. En su libro, Zuker nos cuenta su propia experiencia en la casa de funciona- miento montonero, donde fue testigo de la preparación de la contraofensiva. Asimismo, nos ilustra acerca de las distintas etapas por las que pasó su hermano desde su reclutamiento hasta su desaparición en 1980. Gracias a su minuciosa investigación, se hace posible conocer los pasos por los que atravesaron los miembros de las TEI y las TEA a lo largo de todas las fases preparativas de la contraofen- siva montonera.14 Del mismo modo nos permite saber acerca del destino final de los miembros del grupo que integraba su hermano. Todos ellos están desaparecidos.15 Por otra parte, el trabajo deja abierto el debate en torno a la responsabilidad de la conducción de la Orga en aquella tragedia. No obstante ello, es dable aclarar que es precisamente en este punto donde podemos hallar el mayor aporte de Cristina Zuker a la explicación de aquellos hechos. Así, buceando en las motivaciones más profundas que llevaron a Ricardo, y a tantos otros compañeros, a inmolarse en la contraofensiva montonera, la autora logra desnudar la existencia de una alta capacidad de extorsión moral ejerci- da por la Conducción Nacional de la Orga sobre los exilia- dos, para instarlos a retomar la lucha armada. En este sen-
tido, consigue demostrar cómo, mediante un discurso que apelaba de manera continua al horror vivido por las víctimas del Terrorismo de Estado, los miembros de la conducción de Montoneros presionaban a todos aquellos que habían logrado salvarse del infierno para retomar el camino que los llevaría inexorablemente a la muerte.16 Sin lugar a dudas, El Tren de la Victoria. Una saga familiar es, como ya dijimos, un trabajo multifacético para
107
HISTORIA I DEBATES I DOCUMENTOS
cuya reconstrucción la autora apeló a sus propios recuerdos anular el valor político de estas acciones, la prensa adicta al régimen militar decidió silen y vivencias, realizó entrevistas y cotejó ambos testimonios ciar aquellos hechos. Puede verse Richard Gillespie: Soldados de Perón. Los Montoneros. con documentos de diversa índole. Con una especie de obs- Buenos Aires, Grijalbo, 1987, pág. 312. 4 Dentro del contexto “defensivo” definido por los estrategas montoneros tinación profunda, que sólo puede nacer de l as entrañas del dolor, Cristina Zuker se atrevió a escudriñar en informes de entre 1974 y 1979 se llevaron a cabo cinco ofensivas militares tácticas. Mientras las tres inteligencia militar. Los mismos, le permitieron confirmar primeras tuvieron lugar a lo largo de 1975 durante el gobierno de Isabel Perón, las dos reslo que los testimonios de tantos otros sobrevivientes le tantes se desarrollaron durante la dictadura de Videla en 1976 y 1978 respectivamente. narraran acerca del destino final de sus seres queridos. Con Puede verse Richard Gillespie: op.cit, págs. 238, 283, 312 y 313. 5 La retirada estratégica que supuso el pase a la clandestinidad a fines de 1974 la misma persistencia con la que logró dar con aquellos militantes que, o bien se negaron oportunamente a partici- estuvo vigente hasta el lanzamiento de la contraofensiva en 1979. Un año antes, durante par de la contraofensiva, o bien decidieron desertar en una el desarrollo de la Quinta Campaña Ofensiva Táctica la conducción de la Orga creyó ver suerte de carrera desesperada por salvar sus vidas, Zuker algunos indicios claros de la reaparición de la protesta social que permitirían sostener los obtuvo el testimonio de dos jefes Montoneros.17 Ambos planes de la contraofensiva. Los mismos se vieron reforzados por una serie de hechos forman parte de este trabajo. tales como los movimientos huelguísticos de 1979, el cariz alcanzado por la peregrinación Como bien ilustra la cita de la entrevista a Mario a pie a Lujan y el levantamiento del Comandante del III Cuerpo de ejército con asiento en Eduardo Firmenich, que se reproduce al comienzo de la Córdoba, General Luciano Benjamín Menéndez, de ese mismo año . Puede verse Roberto presente, Cristina Zuker juzga a la contraofensiva monto- Cirilo Perdía: La otra historia. Testimonio de un Jefe Montonero. Buenos Aires, Grupo nera como una decisión política incorrecta. Sin embargo, Ágora, 1997, págs. 323 a 325. 6 Emulando las grandes movilizaciones populares del 17 de octubre de 1945, más allá de la apreciación personal que ella pueda tener de aquella experiencia, logra demostrar, muy a pesar del Pepe el “Cordobazo” de 1969 y el “Rodrigazo” de 1975, los Montoneros auguraban que la y con total honestidad, la integridad de quienes se lanzaron Contraofensiva tendría su momento cumbre cuando se iniciara la salida de los obreros de a esa experiencia suicida. En ningún momento, Zuker pone sus fábricas, especialmente del norte del Gran Buenos Aires, con el objeto de marchar en duda la decisión conciente que llevó a Ricardo a aban- hacia Plaza de Mayo donde darían inicio al “Argentinazo”. Puede verse Richard Gillespie: donar su pasión futbolera para retomar el camino de las op.cit, páginas 318 y 319. 7 Un análisis de ambas rupturas y sus diferencias, como así también de las armas. No obstante, no puede sacarse de encima el sabor amargo que le provoca la certeza de saber que su hermano respuestas de la Conducción Nacional a estas dimisiones, puede verse en Richard murió inútilmente. Probablemente sea por ello que, desde Gillespie, op.cit, páginas 321 a 324. Algunos detalles de la ruptura Galimberti – Gelman la desazón profunda que le provoca esa perdida ir reparable en Marcelo Larraquy y Roberto Caballero: Galimberti. De Perón a Susana. De Montoneros a la CIA”, Buenos Aires, Grupo Editorial Norma, 2000, páginas 309 a 319. Respecto de la Cristina haya sentido, según nos cuenta: “la responsabilidad de arrancar a mi hermano del ruptura Bonasso – Dri, ver Miguel Bonasso: Recuerdo de la muerte, Buenos Aires, horror insepulto, para volver a arroparlo en el recuerdo de Puntosur, 1988, págs. 405 y 406. 8 Horacio Verbitsky: Prólogo del libro de Cristina Zuker: op.cit, pág. 8. todos los que lo amamos. Pero también tratar de explicar 9 Un análisis de los determinantes y de las consecuencias políticas de la cómo se convirtió en un joven comprometido con la libera- ción de su patria, hasta atreverse a tomar las armas para causa 6859/98 puede encontrarse en el artículo de Miguel Bonasso: “El Batallón 601 y la hacer justicia por cada uno de sus compañeros m uertos”. 18 infiltración en Montoneros durante la Contraofensiva. Causa con Galtieri y los misterios”, No sería una exageración afirmar que Cristina Zuker disponible en Página 12 web del 14 de julio de 2002. 10 Enmarcada en casi un siglo de vida nacional, esta biografía recorre un arco ha cumplido con creces su objetivo. Es por ello que el lector que se atreva a aventurarse por los laberintos de su completo que va desde la llegada de sus abuelos inmigrantes a principios del siglo XX relato, no podrá evitar que en sus oídos suene casi como un hasta la actualidad. No es casual que, siendo hija del popular actor Marcos Zuker y herréquiem aquella sentencia de Régis Debray, tan aplicable a mana del militante montonero Ricardo Zuker, en el relato de Cristina se mezclen lo públila contraofensiva montonera, que reza así: co y lo privado. En tal sentido, la combinación de ambos elementos da por resultado un “El sacrificio no es un argumento político y el mar- maravilloso retrato de época que desnuda la pasión de una familia atravesada por el tirio no constituye prueba alguna. Cuando la lista de márti- horror del Terrorismo de Estado. 11 Desde 1972, el Pato varieté, nombre de guerra con el que militó en res se alarga demasiado, cuando cada acto de valentía se 19 convierte en martirio, algo anda mal”. Montoneros, fue miembro cofundador de la UES, participó de la JUP de Derecho para luego encuadrarse como miliciano. En 1975, abandonó la militancia de manera voluntaria CHARO LÓPEZ MARSANO con la idea de aferrarse a su ot ra pasión: el fútbol. En los albores de la dictadura, este hinHistoriadora - UBA cha fanático de San Lorenzo y Defensores de Belgrano, fue secuestrado por los Grupos de Tareas que operaban para el Ejército en marzo de 1977. Tras el arduo peregrinar de su 1 Citado por Samuel Griffith en su introducción a la obra de Sun Tzu : El arte familia, que no escatimó esfuerzos para volver a verlo con vida, fue liberado dos meses más tarde. Partió primero hacia un corto y tortuoso exilio brasileño, que continuó en de la guerra. Buenos Aires, Editorial Sudamericana, 1963, pág. 74. 2 Cristina Zuker: E l tren de la victoria. Una saga familiar. Buenos Aires, Editorial España de la mano de Marta Libenson y de la pequeña hija de esta. Allí, fue reclutado por Sudamericana, 2003, pág. 229 y 230. la orga con el fin de que se subiera al tren de la victoria. A partir de entonces, el Pato par3 Durante el Mundial 78, los Montoneros llevaron a cabo dieciocho ataques ticipa de las dos fases de la contraofensiva montonera, para caer finalmente en manos de contra diversos objetivos militares utilizando por primera vez lanzacohetes portátiles RPG- los servicios el 29 de febrero de 1980 durante una cita envenenada en Plaza Once. Desde 7. El éxito de los mismos fue total dado que alcanzaron todos sus blancos, evitaron la entonces, está desaparecido. Según testigos de la causa 6859/98, conocida popularmuerte de civiles y se retiraron sin bajas en sus propias filas. Sin embargo, con el fin de mente como causa Bonadío, estuvo detenido en El Campito, un centro clandestino de
LUCHA ARMADA EN LA ARGENTINA
108
HISTORIA I DEBATES I DOCUMENTOS
detención del Ejército, sito en las proximidades de Campo de Mayo. Allí fue visto con vida entre noviembre y diciembre de 1980 y presumiblemente fusilado en esa misma época. 12 Marta Elina Libenson inició su militancia política en la UES. Más tarde, con el inicio de la retirada estratégica, junto a su compañero de entonces, el Pato Fellini, se profundizaron sus condiciones de vida semiclandestina. A fines de 1976, tras la muerte de su esposo, partió hacia un primer exilio uruguayo donde dio a luz a la hija de ambos. Fue precisamente en Montevideo donde un año después se reencontró con Ricardo Zuker, que por esos días la visitó en la capital del país vecino. Desde la distancia a la que los condenara el exilio, el Pato Varieté y Maca iniciaron una relación. La misma se afianzó lo suficiente como para que Marta decidiera seguirlo a España en mayo de 1978. Instalados en Madrid, Maca intentó barajar y dar de nuevo. Con el firme propósito de refundar su familia, dedicó todas sus fuerzas a proyectar un nuevo futuro. Sin embargo, la convicción de Ricardo acerca de la viabilidad de la contraofensiva, la hicieron trastabillar. Finalmente, con una especie de mezcla de incertidumbre y certeza Maca tomó la decisión de subirse al Tren de la Victoria. Al igual que el Pato varieté, está detenida desaparecida desde el 29 de febrero de 1980. 13 Ana Victoria Libenson, la Pitoca, era hija de Marta Libenson y de Benjamín Isaac Driscas, el Pato Fellini, militante montonero muerto en 1976. Hija por “adopción” de Ricardo Zuker fue dejada por sus padres en Cuba en la guardería para hijos de los militantes montoneros que optaron por subirse al Tren de la Victoria. Poco después que el Pato varieté y Maca fueran secuestrados en febrero de 1980, los abuelos maternos de la Pitoca llegaron a buscarla a la Casita de Caramelo, para traerla de regreso a la Argentina. Allí creció la Pitoca, totalmente ajena al trágico final de sus padres. Recién en la adolescencia tuvo oportunidad de conocer la verdad sobre lo sucedido. Lamentablemente, no tuvo tiempo para procesarlo. El 30 de julio de 1996 Ana Victoria Libenson murió víctima de un cáncer de lengua, poco antes de cumplir los 20 años. 14 Tras un primer entrenamiento en la Casa de Villalba en España, los militantes se encuadraban en las TEI o en las TEA. Mientras en el primer caso recibían entrenamiento militar en el Líbano, en el segundo caso se preparaban en México para interferir ondas televisivas. 15 El destino del grupo TEI que integraba Ricardo se jugó en la denominada Operación Guardamuebles, planificada por miembros del ejército el 8 de enero de 1980 en una reunión celebrada, con puntualidad militar, a las ocho de la mañana en el Regimiento de Patricios N° 1. En dicho marco, el 21 de febrero de 1980 era secuestrado Ángel Carvajal. Ocho días después caían el Pato y Maca. Para marzo la suerte del grupo estaba sellada. Los detalles de la citada operación pueden verse en Cristina Zuker: op.cit, págs. 232 y 233. 16 Para mensurar el alcance de la extorsión moral ejercida sobre la militancia en aquellas circunstancias, basta recordar el efecto que la misma llegó a ejercer sobre Cristina Zuker. A diferencia de su hermano, Cristina carecía de militancia previa y era apenas una simpatizante periférica. Sin embargo, el denso aire que se respiraba en la casa de funciona miento montonero, donde ambos compartieron el exilio, llegó a embargarla. El resultado fue un fugaz intento de sumarse a la contraofensiva como miembro de las Tropas Especiales de Agitación. Afortunadamente, la racionalidad ganó la batalla contra el impulso llevando a Cristina a abandonar la descabellada idea. En Cristina Zuker: op.cit, págs. 149 a 152. 17 En enero de 2003, a instancias de su amigo Carlos Bettini Francese, Cristina Zuker entrevistó a Roberto Cirilo Perdía. Poco antes, el 26 de diciembre de 2002, había conseguido reunirse en España con Mario Eduardo Firmenich. Mientras el testimonio de Perdía es una repetición casi textual de lo que el mismo narrara en su libro, que oportunamente citamos en la nota número 4 de la presente reseña, el testimonio de Firmenich es sumamente jugoso. Antes de la publicación del trabajo de Zuker, el reportaje al número uno de la conducción de Montoneros, había sido publicado por iniciativa de Horacio Verbitsky en el diario Página 12 el 17 de agosto de 2003. 18 En Cristina Zuker, op.cit, contratapa. 19 Régis Debray: ¿Revolución en la Revolución? pág. 86, citado por Richard Gillespie: op.cit, pág. 277.
LUCHA ARMADA EN LA ARGENTINA
109
AVISO Colihue
HISTORIA I DEBATES I DOCUMENTOS
S A Ñ E S E R
ESE INFIERNO Conversaciones de cinco mujeres sobrevivientes de la ESMA. MANÚ ACTIS, CRISTINA ALDINI, LILIANA GARDELLA, MIRIAM LEWIN, ELISA TOKAR. Prólogo de LEÓN ROZICHTNER Buenos Aires, Editorial Sudamericana, 2001, 320 páginas.
T
res son los aspectos que deseo subrayar de mi lectura del libro Ese Infierno En primer lugar, quiero situar el contexto de producción de los diálogos de estas cinco mujeres y su desenlace en la escritura de un libro. En segunda instancia, puntuar lo que considero decisivo respecto de las enunciaciones y de las formas de interrogación de las autoras. Y por último, desentrañar las claves comprensivas con las que se trazaron estas pláticas grupales. I- Tanto entre los/as antiguos militantes (setentistas) como en una parte de la sociedad, existe hoy más que antes, la pretensión de explicar y explicarse a sí mismos, algunas –si no todas- de las cuestiones acontecidas en los fatales años de la última dictadura militar argentina (1976-1983). Esto obedece a que los acontecimientos vividos colectivamente, y especialmente los que se desarrollan o concluyen de modo traumático, necesitan ser elaborados sosegadamente, requiriéndose consecuentemente un tiempo de maduración, de intercambio común, de saturación, así como de las nutrientes de nuevas experiencias político-sociales. El genocidio en la Europa de mediados del siglo XX, por ejemplo, sólo pudo ser reflexionado críticamente después de veinticinco años de finalizada la Segunda Guerra Mundial y naturalmente de ejercicio de las libertades democráticas.
LUCHA ARMADA EN LA ARGENTINA
En la Argentina post dictatorial de mediados de los ’80, la revisión del accionar del terrorismo del estado así como de las consecuencias del mismo en la sociedad civil, estuvo a cargo en primera instancia de las voces de sobrevivientes. Estas manifestaciones iniciales se expresaron a través de testimonios judiciales, registros periodísticos, y en ocasiones, narraciones construidas autobiográficamente. En general, a buena parte de esta literatura es posible agruparla en lo que Daniel Feierstein en sus análisis sobre el genocidio alemán ha nominado como visiones de lo inenarrable.1 Esta perspectiva de lo inenarrable que se enlaza con lo intransferible, lo incomprensible para el que no sufrió en carne propia lo siniestro, también implica según Feierstein, el desvanecimiento o devaluación de la comprensión analítica del que investiga y el posicionamiento del testigo como único valor referencial en el abordaje del pasado. El libro Ese Infierno empero, se enmarca en lo que podemos considerar un segundo momento del examen histórico, que permite explorar nuevos terrenos de la práctica humana vivida, animando a la experiencia de una nueva escritura. Walter Benjamin sugería que el entrometerse en zonas oscuras de los registros sociales puede permitir “cepillar la historia a contrapelo” 2, y dar lugar así a una nueva generación de actores sociales que reorganicen el pasado con nuevos ejes diacríticos. Este proceso requiere no sólo dejar a un lado ciertos silencios
110
HISTORIA I DEBATES I DOCUMENTOS
y ocultamientos, sino comenzar a interpelarse, asumiendo el lugar de sujetos en la historia, tanto para los/las sobrevivientes-testigo como para los/las que pretenden el análisis de las sociedades contemporáneas Ese Infierno se torna entonces una experiencia pasible de ser narrada y por lo tanto comunicable. A la vez se hace audible puesto que encuentra un público que se interesa en integrar sus propias lagunas y silencios. II- Ese Infierno propone recorrer el itinerario individual de cinco mujeres militantes que fueron secuestradas entre 1977 y 1979, que fueron trasladadas a la Escuela de Mecánica de la Armada y sometidas a severas vejaciones físicas y psicológicas. Más adelante, estas cinco mujeres junto a otros y otras, formarían parte del perverso experimento del almirante Emilio Massera, en el que se pretendía esclavizar por medio del terror y el aislamiento a los secuestrados exponiéndolos “a la disyuntiva de mejorar las condiciones de permanencia en el campo a cambio de un cierto nivel de colaboración”.3 En ese espacio conocido como el staff , se procuraba conservar a los/las militantes con vida, no por compasión ni porque fueran diferentes calidades de personas respecto de tantos otros/as que fueron torturados y luego asesinados, sino porque el proyecto político del almirante incluía la construcción de ese “micromundo que, en pequeño, sintetizara y condensara las mismas formas de dominio y de destrucción extendidas luego a toda la ciudadanía”.4 En una entrevista concedida al diario Página 12 a poco de que el libro Ese Infierno entrara en circulación, Miriam Lewin señaló que en el staff se mezclaban los secuestrados con los represores y que “buena parte de la conducta de ellos apuntaba a confundirnos, a mostrarnos que éramos iguales, que teníamos al alcance de la mano un universo de bienestar y placeres y lo habíamos desperdiciado a cambio de la militancia, de una vida en piecitas con techo de chapa, huyendo, renunciando”.5 El plan represivo se proponía en una operación de continuidad, resubjetivizar a los y las militantes, apostando a la atrofia de sus anhelos libertarios. A través de la conversación como herramienta comunicativa, estas cinco mujeres decidieron dejar un registro de lo vivido en ese centro clandestino con la necesidad -según nos informan- de una ‘urgencia casi física y postergada por más de veinte años´. En este proceso, pusieron especial énfasis en pensar en voz alta tópicos tales como el de las responsabilidades individuales y colectivas, las relaciones cotidianas con los represores, los compromisos y las pequeñas “agachadas” a las que forzaba el aparato de estado terrorista a cualquier secuestrado-desaparecido6. Por otro lado, en el proceso de confrontar sus historias, estas mujeres se reconstruyen, incluso haciendo emerger miedos, taras, ilusiones, ansiedades y dudas. Asimismo, la promoción de evocaciones que no las merodeen como fantasmas sino que estén clara e
LUCHA ARMADA EN LA ARGENTINA
XigaLibros Librería virtual especializada en Ciencias Humanas Más de 180.000 títulos Envíos al Interior y Exterior
www.xigalibros.com.ar 111
HISTORIA I DEBATES I DOCUMENTOS
indistintamente presentes, les permite tramitar por medio de la experiencia de esa escritura colectiva tanto la culpa alienante de haber sobrevivido como la incomodidad de los padecimientos pretéritos y del recuerdo de los mismos. Las discusiones que estas mujeres establecen, refieren a nudos temáticos como: el del proceso de ser secuestradas; la detención-desaparición; la tortura física y psíquica; la vida cotidiana en cautiverio; los espacios compartidos con los verdugos; la violencia que implica salir de un campo de detención clandestino para ir a cenar cautiva y luego volver a entrar al campo clandestino de detención como desaparecida; los contrastes con otras experiencias como la de los presos legales; la experiencia combinada de ser mujer, presa y judía, etc. Ninguno de los temas que abordan queda desestimado por su sesgo problemático. Otros aspectos significativos de estos encuentros deriva en la revisión de categorías o conceptos tales como: traidores, héroes, colaboradores, desaparecidos vivos, víctimas, estrategias de supervivencia, estrategias de simulación, etc. Ha señalado Primo Levy tras su paso por Auschwitz, que los personajes y las situaciones que emergen en los campos de detención-exterminio están signados por la gama del gris, no son ni blanco ni negro, pues no hay ni traidores ni héroes. Levy da cuenta de este modo de la complejidad en la gradación entre unos y otros. Sin confundir secuestrados con represores es necesario saber que existieron tanto fuertes zonas de contacto entre víctimas y victimarios, como solidaridades múltiples y estrategias de resistencia entre los apresados. En este sentido el trabajo de estas cinco mujeres releva múltiples inquietudes y tensiones en torno a la ambivalencia entre la simulación y la supervivencia. Elementos llamativos que emergen en estos
encuentros iluminan además vivencias antes soslayadas o silenciadas, a saber, la capacidad de pensarse a sí mismas ante la sensación de la derrota diaria al salir a dar paseos y tener que marcar a otros militantes por las calles o el verse en la encrucijada de inventar estratagemas para no tener que señalar a nadie; el dolor por los trabajos de inteligencia asignados por los marinos hacia miembros de su propia organización o de organizaciones cercanas; la insistente simulación para demostrar que ya estaban recuperadas teniendo siempre como telón de fondo a la gente capturada como rehén -sus propios compañeros-; los miedos frente al encuentro con sus verdugos ya en democracia; la contrariedad frente a un gesto de generosidad del carcelero; la vergüenza por esperar que el represor las salve; ya en democracia el recelo a prestar testimonio por posibles represalias; la debilidad frente al torno del dentista para tratar una simple caries o el terror ante una revisión médica ginecológica, todos recuerdos del dolor y las humillaciones en la tortura. Ese Infierno permite rescatar situaciones escasamente exploradas de un estado que sometió a todas estas experiencias a jóvenes militantes populares; despejar las valoraciones excesivas y eludir irreverentemente el debate sobre los límites de la representación del horror genocida. Asimismo habilita a visualizar a un “poder ilimitado, que carecía de controles desde abajo (y que).....realizaba de un modo ejemplar, el ideal de un poder totalitario”.7 III- Por último es posible decir que estos relatos ensanchan la capacidad narrativa de los que hacemos historia, puesto que es esta conversación la que evoca espacios que de otro modo nunca hubiéramos podido abordar. Por un lado sabemos más, y por otro, si bien el
RAÚL SENDIC - TUPAMARO Una película documental dirigida y escrita por Alejandro Figueroa. Realizada en formato DVD, 16.9, y rodada en Uruguay durante 2005. La vida y la obra de Raúl Sendic es evocada por amigos, familiares y compañeros, protagonistas directos de hechos históricos compartidos con el dirigente. Personalidades tan distintas como José Mujica, Jorge Zabalza, Fernández Huidobro, Yessie Macchi, Mauricio Rosencof, Eduardo Galeano, Raúl Sendic (hijo) y otros relatan sus experiencias con el líder sindicalista y revolucionario. La obra, hablada en español y subtitulada en francés y portugués, puede ser requerida a
SAMUEL BLIXEN
[email protected]
Editorial de la Campana LUCHA ARMADA EN LA ARGENTINA
112
HISTORIA I DEBATES I DOCUMENTOS
libro termina construyendo un único relato, se destaca por una narrativa que apela a evidenciar las distancias entre los puntos de vista así como entre las distintas formas de hacer memoria. Ese Infierno se inscribe también en el relato tematizado de los conflictos vitales, muchos de ellos propios del devenir femenino, confinados tal vez, a ser percibidos por estas mujeres con cierta ingenuidad en algunos casos y en otros con vehemencia. El acoso sexual, la vergüenza de haber seducido a alguien de las fuerzas represivas, la negación de signos femeninos tales como la menstruación o de belleza física para pasar desapercibida, la inclemencia de ser testigo del sufrimiento de una madre cuando un hijo o hija le es arrebatado; etc. Ese Infierno restituye marcas de género desde el momento mismo de la organización del libro; pero aún no siendo las autoras conscientes de esa diferencia sensible, les permite empero, espiar entre dobleces y entretejer como en una telaraña un terreno donde comunicar nuevos enlaces para pensar y reflexionar acerca de este oscuro tema del horror. Como escribió Tamara Kamenszain,8 es “la susurrante plática de mujeres” la que crea “una cadena irrompible de sabiduría por transmisión oral”. Esta se torna potente en la narración colectiva y no por no incluir relatos masculinos, sino porque en ellas se va concentrando el saber en torno a que los dispositivos represivos de campos clandestinos fueron sexuados y
que la represión tuvo diferenciación por género. Finalmente lo que estas mujeres revelan, los nuevos horizontes de significación que proponen y la textura desde dónde piensan a la maquinaria represiva, nos permite reconsiderar muchos aspectos ocultos o velados del régimen represivo, así como seguir comprendiendo para que esto nunca más vuelva a suceder.
DÉBORA D’ANTONIO Historiadora-UBA
1Feierstein, Daniel. “Historia, memoria y hegemonía”, en Godoy, Cristina (comp ) . Miño y Dávila. Madrid, 2002.
2 Citado en: Traverso, Enzo. 3
. Informe de la Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas.
Eudeba, Buenos Aires, 1984, p. 296. Testimonio de Roberto Ramírez. 4 Rozitchner, León. . Editorial Sudamericana. Buenos Aires. 2001. Prólogo, p. 18. 5Tomado de: Dylon, Marta. “5 voces” en 12, Bs As, 01/08/2001. 6 Idem. 7 Vezzetti, Hugo. “Representaciones de los campos de concentración en la Argentina”, en: Buenos Aires, diciembre del 2000, No 68. 8 Kamenszain, Tamara. 1983. P. 76
Librería avalada por la AEUE (Asociación de Editoriales Universitarias Españolas)
Tucumán 1726 - C1050AA - Ciudad Autónoma de Buenos Aires Argentina - Tel. 4371-3883 - e-mail:
[email protected]
113
-
. Publicación de la Universidad Nacional Autónoma de México. México D.F.
Libros de más de 50 editoriales universitarias españolas.
LUCHA ARMADA EN LA ARGENTINA
-
. Editorial Herder. Barcelona. 2001, p. 17.
HISTORIA I DEBATES I DOCUMENTOS
S O T N E M U C O D
DOCUMENTOS DEL ERP 22 DE AGOSTO CRONICAS REVOLUCIONARIAS Operación Poniatowski Secuestro: Héctor Ricardo García, propietario del diario Crónica. Marzo de 1973. El país se prepara para derrotar electoralmente a la dictadura militar. Pero las posiciones de las organizaciones revolucionarias frente a las elecciones no son unánimes. La que ahora se denomina “organización extremista declarada ilegal” llama a votar en blanco. Un sector de la misma se separa en el entendimiento de que es necesario apoyar al Frejuli utilizándolo para derrotar a la dictadura. Ese sector que se denominará 22 de Agosto se plantea la necesidad de publicitar ante todo el pueblo ese apoyo y de hacerlo a través de una operación militar. Señalada esta necesidad como prioritaria a cualquier otra tarea se analizan las formas posibles para llevarla a cabo. Sucesivamente se desechan varias por poco efectivas o por imposibilidades operativas, hasta que alguien trae unos pocos datos sobre Héctor Ricardo García, propietario del diario Crónica y surge la idea de secuestrarlo y exigir por su libertad la publicación de una solicitada. El método es inédito pero sin duda si se concretara sería un gran golpe. Así se decide volcar todos los esfuerzos de la naciente organización a obtener mayores datos y estos señalan: Vive en Palermo, piso 11, en un edificio ubicado en la intersección de Guido y Agüero frente a una plaza que llega hasta Avenida del Libertador. Su compañía habitual son dos mucamas y alguna amiga. No hay custodia personal o en el edificio pero si varios policías de consigna en edificios cercanos que alojan personajes del régimen o residencia de emba jadores. Recibe obsequios con frecuencia producto de sus múltiples relaciones con todos los ambientes de Buenos Aires y del exterior (Y este dato sería muy importante). La información no es abundante pero se acerca la fecha de las elecciones y se hace necesario acelerar la operación. El plan queda formulado y se reúne a los compañeros que participarán a fin de que cada uno conozca perfectamente su papel. Los riesgos son muchos, pero vale la pena intentarla porque el resultado exitoso lo justificaría. Un compañero lee por ahí que en Francia hay un político francés (reaccionario a él) de apellido Poniatowski y por contraposición al común apellido García, se le pone ese nombre a la operación. El 6 de marzo todo está ya listo para comenzar, cuando un compañero a cargo de uno de los coches que harán de apoyo llega con la novedad de que no quiere arrancar. Son las 8.15 y la operación debería estar ya en marcha. Imposible solucionar nada a esta altura. Poniatowski deberá esperar unos días más. L UC HA A RM AD A E N L A A RG EN TIN A
El 8 de marzo, en la confitería situada frente a la Facultad de Derecho, el gallego Palmeiro, responsable de la operación, comprueba que todo está listo. El día es gris y cae una ligera llovizna lo que conspira contra la normalidad de estadía de quienes desde la plaza situada frente al departamento de García tendrán a su cargo la protección, pero en el mismo momento en que se ponen en marcha, la llovizna cesa. Todo empieza bien. Sobre la calle Agüero queda estacionado un auto con las llaves bajo el asiento. Sobre la plaza se distribuyen cuatro compañeros armados con dos ametralladoras y un FAL y sus correspondientes armas cortas, conveniente disimulados. Parece mucho, pero si llega a haber un problema se prevée la inmediata llegada de varios patrulleros pues es una zona muy vigilada. A las 8.20 una camioneta estaciona frente al edificio donde vive García y de ella descienden tres hombres que descargan una docena de cajas de whisky. Uno de los hombres de el Gallego vestido correctamente pues su papel es el del mensajero que trae un obsequio; los otros están vestidos con ropa de trabajo y son quienes cargan el regalo producida la descarga la camioneta se retira. El portero, cuya presencia posible y sus posibles actitudes ante la entrada de los compañeros motivaron largas discusiones, las resuelve expeditivamente: No está a la vista en ese momento. Ascensor y piso 15. el Gallego y F. descienden allí; E. baja por la escalera y queda entre el 14 y el 15. Tocan el timbre y esperan largos segundos una respuesta (es esas situaciones el tiempo se alarga bastante). Silencio y otro timbrazo. Una voz de mujer semidormida pregunta desde adentro: “¿quién es?” -Traemos un presente para el señor García. -Pero yo no puedo abrirle (la voz es insegura). -Lo manda el señor intendente Montero Ruiz. Aquí le paso su tarjeta. Los de documentación nunca supieron de donde salió esa tarjeta, pero ¡qué bien vino! Por el ruido se dan cuenta que la mujer que contestaba se retira. Al cabo vuelve y dice que en seguida abre. Cuando el Gallego y F. escuchan la llave que les abrirá la primera plana de la Crónica de ese día no lo pueden creer. Pasen. Dejen las cajas aquí. La mucama colabora en entrarlas. Entretanto el Gallego echa una rápida mirada y pregunta por García. -El señor duerme y no le gusta que lo molesten. No hay más tiempo que perder. Se reduce a la mucama y a otra que aparece en ese momento. Las palabras son amables, tranquilizadoras y aunque se asustan un poco no hay gritos. El compañero que esperaba en la escalera entra y se hace cargo de las dos mucamas. G. y F. las interrogan y se enteran que García tiene un piso doble y está durmiendo arriba. Haciéndose acompañar por una de ellas llegan hasta la puerta del dormitorio y el Gallego entra pistola en mano (“Y por las dudas García tuviera un arma sobre la mesita de luz”, explicarla después). 114
H IS TO RIA I DEBATES I DOCUMENTOS
Don Héctor Ricardo García se asusta mucho y tiene sus motivos. Dormía placidamente junto a una conocida artista de televisión y despierta bruscamente frente a una Browning y un tipo que le dice que se quede quieto. En cambio la señorita lo toma con mas calma (“primero me ocupé de García y cuando vi que todo estaba bien la miré a la acompañante y le digo: García tiene buen gusto”, contaba G.) Lleva un tiempo convencer a García de que nada quieren hacer, pero al fin le queda claro lo que se busca. A esa altura ya está dominada la casa y todo el mundo reunido en el hall. Suena el timbre y se endurecen los gestos. -Soy la nueva empleada, ¿puedo pasar? Es N. la compañera que viene a ponerse el delantal de las mucamas autenticas por si llegara algún proveedor o cosa por el estilo. Le abren la puerta con una sonrisa. F. sale al balcón y ve que sobre la plaza todo está bien. Si no fuere tanta la altura podría haber distinguido el guiño de ojo y la sonrisa de los que allá abajo si podían distinguirlo a él. El Gallego le explica detalladamente a García lo que se piensa hacer con él; éste pone algunos reparos pero después llama a Ganguéeme que es el director de la edición vespertina del diario y le pide que se reúna inmediatamente con él. En quince minutos deberá estar allí. Para matizar la espera García les muestra la casa. No vive mal don Poniatowski. Las mucamas ofrecen café. E. pide también té, y después un vaso de leche y otro cafecito. Trabajador acostumbrado a vivir con el peso justo ahora aprovecha. Y seguro que no pidió más porque Ganguéeme llegó puntualmente. Se le aclaran los detalles técnicos. Primera plana, no menos de un cuarto de página, absolutamente secreto hasta ultimo momento y de parte de la organización inmediata libertad de García. Todos de acuerdo. Empieza la retirada. El dueño de Crónica quiere pagar el whisky que sirvió para entrar en su casa. “Es una atención del 22” le dicen. Bajan con García hasta la cochera y suben a la cupé Torino de él. F. toma el volante, García va sentado a su lado y atrás el Gallego con su mano izquierda sobre el hombro de don Héctor. El portero los ve salir y saluda amablemente. En el piso 15, la mucama por un rato y E. se despiden y se van. Cruzarán tranquilamente por delante de la custodia de no se sabe quién, que vive a 50 metros del edificio donde se ha desarrollado el secuestro. Los compañeros que están en la plaza se retiran en los coches y a pie. A las 9.05 hs. la zona está despejada y los periodistas de Crónica trabajan preparando la edición vespertina como todos los días. El auto con su “solicitada andante” lega a un lugar donde espera la camioneta en la que García será conducido a una casa donde se esperará el éxito definitivo de la operación. Ya en ella, aunque no era lo convenido el Gallego no se queda. “Esta parte no es lo que me gusta vos sabés” se disculpa y se va. Quedan otros que hacen todo lo posible para L UC HA A RM AD A E N L A A RG EN TI NA
que García la pase bien, pero éste no tomará sino un cuarto de vaso de agua en las doce horas que estuvo allí, reclinado dentro de una carpa. Charló un rato, colaboró para que se le tomaran unas fotos y leyó con la inocultable alegría de quien ve su orden de libertad la primera plana de Crónica ese 8 de marzo de 1973. Allí, en un recuadro bajo el título “El 22 de Agosto apoya al Frejuli” estaba publicado integro el comunicado de la organización. Por entonces canal 11 pasaba a cada instante la noticia del secuestro y Crónica era vendida a cualquier precio hasta agotar su tiraje, como meses después ocurría con Clarín. A las 22 hs. Héctor García era puesto en libertad. Después, ante las cámaras de TV explico que había sido tratado correctamente y quiénes eran los que lo habían secuestrado. Como siempre le gustó la publicidad algunos creyeron que todo había sido una maniobra para promocionarse. Y aunque después pueda haberla utilizado así, García sabía que había pasado por una difícil experiencia y el 22 de Agosto sabía que había dado su primer golpe para afirmar su existencia independiente. (Publicado en Liberación por la Patria Socialista, Nº 22)
DEFENDER Y PROFUNDIZAR LA VICTORIA POPULAR Solicitada en el diario La Razón (30 de junio de 1973) El ERP 22 estuvo presente el 20 de junio. De lo allí ocurrido quedó claro para todo el pueblo que los matones de la burocracia sindical y los torturadores de la ex DIPA dispararon salvajemente contra el pueblo, intentando así impedir que se manifestara en toda su plenitud esa inmensa mayoría que se reunió detrás de consignas combativas y guerrilleras. Esta provocación es imputable a quienes como OSINDE, LOPEZ REGA, BRITO LIMA, RUCCI, MIGUEL y NORMA KENNEDY han sido los responsables de la vigilancia y organización oficial del acto. Ahora no es la policía la que se encarga de asesinar a los militantes populares. El reclutamiento de hampones- seleccionados entre los custodios de los jerarcas sindicales y elementos de lo más bajo de la sociedad e investidos con la camiseta peronistapermitió a las organizadores oficiales reemplazar a la policía en esta tarea miserable. Este inútil y criminal intento no ha podido ocultar sin embargo el real estado de ánimo de las masas argentinas. Por cada cartel de la burocracia, por cada uno de sus integrantes, había cien carteles y cien militantes que expresaban el verdadero sentir del pueblo. El discurso del General Perón el 21 ayudó a poner en claro algunas cosas más. Aunque el ERP 22 no forma parte del Movimiento Nacional Peronista, reconoce en Perón a un líder popular. 115
H IS TO RI A I DEBATES I DOCUMENTOS
D O C U M E N T O S
S O T N E M U C O D
Por eso, llamamos al pueblo a recibirlo en Ezeiza bajo las consignas de la liberación nacional y la Patria Socialista. Y por eso, manifestamos públicamente que no compartimos algunos de sus conceptos vertidos el 21 de junio, porque ellos expresan la decisión de que todo quede como está. Nosotros entendemos, en cambio, que el pueblo quiere una Revolución. El 21 se le pidió al pueblo que trabaje. Nosotros estamos de acuerdo, hay que trabajar. Pero ¿para quién? ¿Acaso el pueblo votó el 11 para seguir trabajando y que la riqueza se la lleven y la disfruten otros? Al obrero de la construcción, por ejemplo, ¿vamos a pedirle que trabaje más, que siga haciendo cosas para los burgueses que tienen el dinero suficiente para comprarla, mientras él no podría reunir en toda su vida de obrero la suma para tenerla? ¿Vamos a pedirle que trabaje haciendo casas y después vuelva a la suya en un barrio de emergencia? Al obrero de la fábrica de automotores, por ejemplo, ¿vamos a pedirle que trabaje más haciendo automóviles que él no podrá comprar y viaje después apretado como ganado en un colectivo que además es caro? El ERP 22 dice: Los trabajadores argentinos han traba jado toda su vida, se han visto obligados a hacer los mayores sacrificios para mantener a sus familias, han sido depositarios de la dignidad de la Patria en los momentos más tristes de nuestra historia, cuando todo era entregado al imperialismo yanqui por sus agentes nacionales. Eso trabajadores no votaron el 11 para seguir trabajando en beneficio de los que los han explotado siempre y han entregado nuestras riquezas al extranjero. Se equivocan entonces quienes crean que el gobierno surgido de esas luchas y de esas elecciones puede hacer las cosas en nombre del pueblo, con el pueblo, pero a costillas del pueblo. El 21 se le pidió al pueblo que vaya de casa al trabajo y del trabajo a casa. ¿Quiénes controlarán entonces que se cumplan las promesas electorales? ¿Quiénes impulsarán hacia delante al gobierno popular? ¿Quiénes velarán por los intereses de los trabajadores? El ERP 22 dice: De casa al trabajo y de allí al sindicato, al barrio, a la Universidad, a la calle, a organizarse para imponer la voluntad del pueblo. A este pueblo lo han estafado muchas veces. Hoy debe controlar por si mismo lo que con su voto decidió se hiciera el 11 de marzo. La clase trabajadora sabe que ni Gelbard, ni Rucci, ni López Rega, ni Otero, pueden representarla en forma consecuente. El que se quede en su casa los deja con las manos libres para que estafen otra vez al pueblo. El ERP 22 manifiesta una vez más que luchará junto al pueblo y no al margen de él por la Revolución que construirá una sociedad socialista en una Patria liberada. Esa Revolución socialista hará a la clase trabajadora dueña del poder, de los medios de producción, del destino de la Patria, de futuro de sus hijos y de la libertad del pueblo todo. El ERP 22 defenderá al gobierno popular, apoyará toda iniciativa que beneficie al pueblo y al mismo tiemL UC HA A RM AD A E N L A A RG EN TIN A
po luchara por encaminarlo hacia la senda revolucionaria que marcará el comienzo de la construcción socialista en nuestra Patria. El gobierno popular es también producto de la lucha revolucionaria que dejó muchos mártires en su camino. Nuestro pueblo, que los lleva en su corazón, no permitirá que despreciando su sacrificio, pero usufructuando de él, se estafe una vez más la causa de los humildes de esta Patria. 22 de junio de 1973
A LAS ORGANIZACIONES REVOLUCIONARIAS Y AL PUEBLO Solicitada del 31 de julio de 1973. El ERP 22 llamó a votar por el FREJULI el 11 de marzo para derrotar también en el plano electoral al la dictadura: festejó junto a centenares de miles de argentinos la asunción del gobierno popular y la libertad de los combatientes guerrilleros el 25 de mayo; mediante carteles y volantes invito a recibir al General Perón con las consignas de la Patria Socialista el 20 de junio; a través de una solicitada publicada en varios diarios señaló sus diferencias, la propuesta de casa al trabajo y del trabajo a casa del discurso de Perón el 21 de junio y ratificó su apoyo a todas las medidas que en beneficio del pueblo tome el gobierno popular, llamando a defender y profundizar la victoria de marzo. Desde nuestro surgimiento como organización independiente, nuestros carteles, nuestros compañeros y nuestras consignas han estado presentes en cada una de las luchas y movilizaciones populares. Y así seguirá siendo. A partir del 20 de junio se comienza a poner en evidencia la existencia de un plan destinado a frustrar el contenido popular del triunfo electoral de 11 de marzo. Este plan se expresa con Cámpora, a la cual se la pretende hacer aparecer como destinada a un objetivo que es justo: la convocatoria a nuevas elecciones sin proscripciones. Creemos que es justo que el pueblo tenga la posibilidad de votar por Perón para presidente. Pero tras esa posibilidad se esconde un vicepresidente como Balbin, enemigo jurado de la clase trabajadora, de un López Rega que es un fascista confeso, o de un Carcagno, general que hasta ayer fue uno de los sostenes de la dictadura. Este plan, destinado a poner “orden” para que vengan los capitales extranjeros a seguir explotando el esfuerzo argentino, con el pretexto de “ayudarnos”, tiene solo dos obstáculos: el grado de conciencia de nuestro pueblo y la existencia de las organizaciones revolucionarias. La unión de ambos obstáculos es lo que imposibilitará la concreción de este plan reaccionario y capitalista. Desde el punto de vista de la conciencia de nuestro pueblo: López Rega la subestima si cree que podrá comprarla con la caridad de dame de beneficencia que practica desde el Ministerio de Bienestar Social. Balbin la subestima si cree que nuestro pueblo no 116
H IS TO RIA I DEBATES I DOCUMENTOS
recuerda su trayectoria de radical gorila y derechista o su gozan en el seno del pueblo. cómoda lavada de manos cuando la masacre de Trelew. El ERP 22 ratifica una vez más su decisión de hacer la Caragno la subestima si cree que nuestro pueblo ha Revolución con la clase obrera y el pueblo tal cual son hoy olvidado tan rápidamente lo que significó la sangrienta dic- y tal cual deberán ser para alcanzar ese objetivo. En la tadura de los generales en la que él fue parte importante. lucha que impone esta decisión, ni nos colocaremos en la Desde el punto de vista de la existencia de las organi- vereda de enfrente ni nos subordinaremos a una táctica zaciones revolucionarias, es donde nosotros, miembros de que impulsada por una ideología que no este al servicio de ellas, debemos tener más claridad que nunca. Somos parte los intereses últimos del proletariado y esté destinada a de la vanguardia del pueblo y nada podrá hacerse en el país estafar una vez más la causa la causa de los humildes de sin nuestro consentimiento a menos que el enemigo esté esta Patria. dispuesto a desatar una feroz represión. Saludamos a las organizaciones revolucionarias cuya El pueblo argentino quiere una Revolución. Se preten- lealtad al pueblo les brinda el cariño de éste. Los llamamos de dar en cambio un proceso en el cual otra vez los traba- a sobre estas bases, encontrar un planteo común de acción, jadores deberán sacrificarse en beneficio de unos pocos para defender y profundizar el contenido del triunfo del 11 capitalistas nacionales y extranjeros. Nosotros, como inte- de Marzo e impulsar el proceso allí abierto hacia un rumbo grantes de organizaciones revolucionarias de nuestro pue- socialista. blo, debemos enfrentar firmemente esta maniobra con la Llamamos a nuestro pueblo a organizarse y movilizarque se pretende estafarlo. se. Lo que el pueblo no controle, no vigile, no impulse, no Pero, si se bajan las consignas revolucionarias y defienda, será lo que los enemigos del pueblo podrán hacer socialistas; si se explica la política por el absurdo,; si contra éste. cada maniobra de la dirección del movimiento popular, por mas reaccionaria que sea, esconde una genialidad estratégica; si no oponemos la firmaza de nuestro planteos a la ofensiva de la derecha; si en síntesis, renunciamos a nuestro papel de vanguardia, le hacemos tan fácil el camino a nuestros enemigos, como si desde la vereda AL SEÑOR YERNO LASTIRI de enfrente del movimiento popular declamamos verdaSolicitada en el diario Clarín des para los entendidos marginándonos del proceso real del 11 de seriembre de 1973 de las masas. Los que se pongan a la defensiva serán barridos políticamente y llevaran sobre si la responsabilidad de haber Usted, señor Lastiri, al que nadie votó o eligió para el abierto el camino a quienes depararán nuevos sufrimientos cargo de Presidente que desempeña, cuyo único “mérito” a nuestro pueblo. es ser yerno reaccionario del brujo y no menos reaccionaLos que se marginan, por sus planteos alejados de la rio López Rega, se permitió dictar un decreto por el cual experiencia de las masas, ningún favor le hacen a la causa publicar solicitadas en los diarios es necesario dar diez firde la Revolución, y deben saber desde ahora que las masas mas y los correspondientes certificados policiales de domino se autocritican; no irán hacían quienes no hayan acom- cilio. De esta manera pretendió Ud. impedir a las organizapañado su proceso de acercamiento a la ideología y la prac- ciones revolucionarias la posibilidad de comunicarse masitica de la revolución. vamente con el pueblo. Afirmamos que la revolución en nuestro país no Al ERP 22 le tiene sin cuidado lo que personajes puede hacerse al margen de la conciencia real y de la como Ud., sin ninguna representatividad, pero hábiles experiencia viva de las masas y hemos sido consecuentes en los casamientos, puedan dictar como decretos aprocon esta afirmación. vechando el puesto al que treparon. Por eso hoy no Para los revolucionarios no hay otro camino que el llevar publicamos sino tres solicitadas utilizando para ello un la teoría al nivel táctico que la haga comprensible al conjun- método guerrillero. to de pueblo, basándose en sus experiencias concretas. Para su consuelo y curiosidad, le dejamos aquí los diez El ERP 22 cree que el papel de una organización nombres de guerra de los compañeros que “firman” estas revolucionaria es participar con las masas de sus luchas solicitadas. Los certificados de domicilio pídaselos a su cotidianas transmitiéndole los elementos necesarios ministro de Interior. para que ellas se expliquen su propia acción y avancen Saludos a su suegro. Pídale que le mande desde Argelia en la comprensión del proceso y la ideología revolucio- una receta de yuyos para el dolor de estomago que tendrá naria. Ud. después de leer esto. Hasta Nunca. Nos parece importante señalar esto, particularmente a las demás organizaciones revolucionarias, porque le país transita una etapa de decisiones trascendentes, en las que estas organizaciones desempeñan un papel deciPedro. Pocho. Betti. Pancho. María. Negra. Gordo. sivo, por el respeto, la simpatía y la influencia de que Aníbal. Mongo y Aurelio. L UC HA A RM AD A E N L A A RG EN TI NA
117
H IS TO RI A I DEBATES I DOCUMENTOS
D O C U M E N T O S
S O T N E M U C O D
Y es por esto que, pasando por sobre la ilegalidad y la represión lanzada contra las organizaciones populares, garantizamos a través de nuestro Ejército hacerles llegar este volante con nuestra convocatoria.
DECLARACIÓN DEL ERP 22 DE AGOSTO AL PUEBLO 11 de Marzo de 1974 El 8 de marzo de 1973, mediante una operación militar, el ERP 22 de Agosto nació a la luz pública como organización independiente, llamamos a votar a FREJULI en las elecciones del 11 de Marzo.
SOBRE NUESTRO DESARROLLO. TESIS DEL COMITÉ CENTRAL Sin fecha (C. 1975)
“El ERP 22 de Agosto, cree firmemente que el camino definitivo de la liberación nacional y social no pasa por esta coyuntura electoral. El poder no nace de los votos. El poder nace de la punta de los fusiles. Mientras estos estén en manos de las fuerzas represivas, no en las del pueblo, los generales seguirán en el poder y con ellos los explotadores de este país. El ERP 22 de Agosto sane, como lo saben los trabajadores, que Solano Lima, Rucci, Calabró, Odena y otros tristes personajes que figuran en las listas del FREJULI no son ni serán jamás sus representantes para proclamar sus reivindicaciones, más bien son los enemigos del pueblo, metidos en el seno de movimiento popular. Pero la columna vertebral del peronismo es la clase obrera y el pueblo, son los Montoneros y las FAR de quienes el ERP 22 se siente hermano porque juntos hemos combatido y juntos hemos derramado sangre de los mejores hijos de este pueblo. “Y es por esto que el ERP 22 de Agosto llama al pueblo a derrotar en las urnas a la dictadura, a través del voto masivo a las listas del FREJULI y a movilizarse para garantizar el cumplimiento de estas reivindicaciones. El poder no esta en manos del pueblo y los fusiles siguen en manos del Ejército de la Dictadura. Los enemigos de los intereses populares, metidos en el seno del movimiento peronista que ayer denunciábamos, son los que hoy encabezan la represión contra las organizaciones y militantes revolucionarios. Se traiciona así el contenido del triunfo del 11 de Marzo, se negocia la sangre de los mártires y se pretende estafar una vez más al pueblo. Pero se equivocan los que creen que las organizaciones revolucionarias, que fueron punta de lanza en la lucha contra la dictadura, no responderán a estos avances de la derecha enemiga del pueblo. El ERP 22 de Agosto no se prestará a ninguna provocación, pero junto con el pueblo no se cruzara de brazos ante la traición en marcha. COMPAÑEROS: Algunos militantes populares han convocado a un acto para recordar el 11 de Marzo. Para nosotros hoy recordarlo significa: Defender el triunfo popular de la traición; Impedir la negociación de la sangre de nuestros mártires; Responder a la violencia de la derecha, con la violencia del pueblo; Luchar por la unidad de acción de las organizaciones armadas. L UC HA A RM AD A E N L A A RG EN TIN A
118
Cuando discutimos los problemas referentes a la formación del partido, coincidimos en precisar la diferenciación que existe entre su proceso y el que viven las masas. Analizamos que ambos procesos responden a distintas acusas y en principio marchan por caminos separados: mientras que el proceso histórico, el de los revolucionarios tiene caracteres propios, que si bien están relacionados con las mismas condiciones, incluyen también aspectos subjetivos. Dentro de nuestro curso nos ubicamos con claridad en el momento primero y tal vez mas critico, somos un grupo que solo cuenta con un acertado análisis autocrítico de la actuación de la izquierda en el proceso argentino y bajo determinadas condiciones; de ahí hemos desprendido un conjunto de ideas que aun no llegan a constituir una estrategia de poder. Para entonces nuestro objetivo principal por desarrollar ese cúmulo de ideas sistematizadas que nos permita devenir en proyecto político real, es decir en la organización (político militar) que implementando esa estrategia dinámica forje el surgimiento del partido armado desde el seno de los sectores mas avanzados de la clase obrera. Y hablar del OPM y del Partido interno a la clase implica hablar de los cuadros que sean capaces de revertir ese déficit político que caracterizo a las supuestas vanguardias en la Argentina. La sistematización del conocimiento acerca de los mecanismos del poder burgués en nuestro país y la sistematización de los caracteres de las masas obreras y populares son pasos imprescindibles en la formación de dichos cuadros; y profundizando en los caracteres que le atribuimos al partido revolucionario vemos que en el proceso que anteceda al surgimiento del mismo (como producto de la fusión vanguardia-masas) va a despuntar el cuadro que nuestra revolución determina imprescindible. Queda entonces en nuestras manos revertir dentro de nuestras filas el déficit teórico que hoy nos traba, como primer paso hacia la formación integral del conjunto de nuestros compañeros. En nuestro caso concreto hablar de un grupo revolucionario que se enmarca concientemente en un proceso dialéctico de autodestrucción para devenir en Partido significa una superación científica de los errores con que hasta el presente sobrevivieron tanto los “grandes grupos” dogmáticos u oportunistas como las sectas e individualidades “sin-partidistas”. Esta aparente reflexión sirve para remarcar que lo que nos interesa no es construir una prolija H IS TO RIA I DEBATES I DOCUMENTOS
maqueta de dirección revolucionaria sino aportar al surgimiento de esta; y a que se entrelaza el problema de las operaciones militares y la logística de combate. Sería un despropósito en nuestras condiciones trabajar con una metodología de OPM habiendo saldado aun nuestras contradicciones de grupo revolucionario; operativa en ese marco y comprendiendo la importancia que nuestra pequeña fuerza contiene en su seno, es que optamos por una táctica de preservación que, sin perder de vista una visión estratégica, decide momentáneamente evitar el combate frontal; apuntando a implementarlo solo cuando nuestra estrategia lo determine imprescindible y nuestra fuerza lo posibilite. Son esas mismas las razones por las que decidimos transitoriamente no encarar un accionar militar- político a menos que una acción económica pueda ampliarse con rédito hay un futuro trabajo de masas. En cuanto al aspecto logístico, hoy contamos con un conjunto de elementos técnicos que si bien no utilizaremos a menos que nuestras necesidades concretas lo demanden, decidimos mantener y ampliar en vistas a un futuro desarrollo que vendrá acompañado de nuevas necesidades. El problema de desarrollar una concepción estratégica para la toma del poder en la Argentina, tiene que pasar sustancialmente por el análisis científico de nuestras condiciones concretas. Eso es lo que podríamos llamar “recreación” del marxismo; es decir, tomar la esencia del Materialismo Histórico y la metodología dialéctica de análisis y aplicarnos en nuestro país. Partiendo de que la organización de poder de la clase obrera es su propio partido, es fundamental ver que los caracteres que tendrá el mismo deberán depender de nuestras condiciones económico sociales. La función que cumplirá este partido, dentro de una estrategia global, es la de dirigir el proceso revolucionario hacia la toma del poder; por esta razón dicha organización de poder, deberá ser reconocida como tal por las masas. Queda pues por ver cuales son esos niveles, pues de lo que obtengamos como resultado dependerá el tipo de partido que planteemos imprescindible para tomar el poder en la Argentina. A fin de analizar sobre concreto, es necesario que echemos un vistazo sobre el proceso que se dio en la clase obrera argentina y su dialéctica bajo las actuales circunstancias. Las luchas que han llevado adelante el proletariado y el pueblo, a partir de 1945 bajo la bandera del peronismo, alcanzaron un alto contenido político. Los caños de la Resistencia, los programas combativos de la GGTA, las luchas ciudadanas quiebran los planes de la dictadura de los monopolios, arrancan las elecciones y el retorno de Perón al gobierno; son todos ejemplos claros de lo que afirmamos. Allí comienza una nueva etapa; el gobierno que traiciona el voto popular y oprime al pueblo, comienza a desprestigiarse; la bandera peronista se empieza a desprender del corazón de las masas y ese desgaste golpea en principio sobre el mismo Perón. La perdida de identidad del movimiento de masas se acentúa y profundiza en el período Isabel- López Rega y va avanzando hacia la caída del gobierno. L UC HA A RM AD A E N L A A RG EN TI NA
119
Dentro del marco de desgaste de la identidad peronista se dan las ultimas luchas reivindicativas que tiene que frenar Perón las movilizaciones contra los planes de Rodrigo o por las paritarias. Estos hechos, si bien no demuestran por si mismos la desperonizacion de las masas, son un índice de este fenómeno y, al mismo tiempo, demuestran hasta que punto la clase obrera y el pueblo han alcanzado un a alta conciencia política; no por alguna proclamación socialista, si por protagonizar hechos que potencialmente atenta contra el poder enemigo. Lo importante es ver que la perdida de la identidad peronista no va a significar de ningún modo un renunciamiento por parte del proletariado histórico, a los valores político-ideológicos-sociales que le aportó el proceso de los últimos treinta años. Se mantendrá pues su conciencia política, su noción de fuerza unitaria, su impermiabilidad a la izquierda “clasista”, su sentimiento antiimperialista, su necesidad de sentirse representado del gobierno y su afinidad por la legalidad democrática. Se viene señalando que hay un cierto atraso o desfasaje entre nuestra practica concreta y la elaboración teórica que debe guiar u orientar esa practica. También se ha señalado que la organización se abre a una fase nueva donde se plantea mas el problema de cómo crecer con la clase obrera, de cómo darse una política para con ella. Existe la propuesta- predominantemente ideológica organizativa- del Partido Armado, y se han producido diversas minutas en relación a problemas generales de cómo será la guerra en argentina, cuáles los caracteres de nuestra revolución, cuál es su desarrollo, qué revelan que justamente faltan definiciones en lo que hace a nuestra estrategia y línea política a seguir. Existen por ultimo los cambios coyunturales y se plantea cómo trabajar en la nueva situación, qué hacer, qué políticas darse. En ese sentido únicamente se ha elaborado algo, pragmático, en cuanto a la importancia de que no se paralice el accionar militar y qué línea milit ar hay que seguir. Vemos también los aciertos, errores e insuficiencias teóricas y practicas de otras organizaciones. A la vez que contemplamos al propio panorama que ofrece el 22, tanto interna como externamente. Parece que existen “problemas” de distinta naturaleza, que algunos circunscriben a un estado de nuestro proceso de crecimiento, otros a asuntos políticos de diversa índole, otros a deficiencias principalmente militares o de no comprensión de la línea en tal sentido. Nosotros observamos o intuimos más bien que los elementos que nos han permitido desarrollarnos hasta aquí, se revelan insuficientes para avanzar y consolidar el camino ya andado. Apreciamos que haría falta una especie de salto cualitativo, donde se llegara a nuevos desarrollos de nuestra línea. Y ello implica pensar tanto en lo que hace a problemas prácticos de la actual coyuntura como a los problemas estratégicos más generales, ya que no podemos comprender los unos sin enmarcarlos dentro de una visión mas general o global o totalizadora. H IS TO RI A I DEBATES I DOCUMENTOS
D O C U M E N T O S
S O T N E M U C O D
Nosotros observamos que antes, desde el surgimien- ya que a nuestro entender esta vaga paralización que to del 22, bajo peores condiciones, con un reflujo de las nos afecta es un poco consecuencia de ello. masas, avanzamos en forma armónica; e incluso, pese a Apreciamos que tenemos una línea política, que en distintos tropiezos, el nivel operativo, paradojalmente, cierta mediad es una línea política por oposición: así deciera mayor que el que hoy tenemos pese a que hemos cre- mos que no creemos como el ERP esto o lo otro, que la M cido y aparentemente la coyuntura se muestra más favo- se equivoca en tal y tal cosa, que nosotros lo que buscamos rable para el trabajo revolucionario. La explicación de es esto otro, etc, etc. Asi tenemos una serie de definiciones este fenómeno a nuestro entender se haya en este com- por oposición, o si se quiere por comparación con otras plejo de cosas que exige la nueva situación, donde tene- organizaciones. Tenemos también definiciones sobre promos que resolver nuevos problemas y definir con mas blemas principalmente de método, ideológicos y una teoría claridad nuestra línea política, tanto coyuntural como en del Partido que hace mas a lo ideológico y organizativo que general. Sobre todo el plantear una apertura hacia el tra- a lo político, amén de que su generalidad o vaguedad se bajo con las masas o con la clase obrera, nos lleva a tocar presta a interpretación de varias y diversas. un aspecto FUNDAMENTAL, que relaciona los otros, ya Por otro lado, en lo político, existen buenos análisis de que no podemos separar la elaboración de una política coyuntura. Ello nos indica que se comprende bien el parea esa clase, ni la construcción de un partido que comportamiento político de las distintas clases y de los representa o trata de representar los intereses de tal organismos en que se expresan, y ello implica que detrás clase, de la practica concreta que nos demos desde ahora o implícitos en tales análisis de coyuntura, se barajan con tal clase. La construcción del partido es simultanea a correcta o adecuadamente elementos teóricos generales, la inserción en la clase ya la política a darnos con ella, o que ni se explicitan ni se sistematizan. Además, los tales digamos mas bien que tiene que haber una relación dia- análisis políticos de coyuntura se refieren sobre todo al léctica entre ambas cosas. Por ello pensamos que el paso panorama político general que vive el país; nos permiten dado con los frentes militar y sindical no bastan ni alcan- comprender como actúan las FF. AA., cómo actúa Isabel zan a configurar una línea política en tal sentido. Sería y porqué, como la CGE, cómo la burocracia, etc. Pero en esa una solución más organizativa que política. cambio nos dicen poco en cuanto a la situación de la clase Últimamente vemos también que se marca la necesidad obrera, en cuanto a su estado de animo, en cuanto a sus de golpear más al enemigo (elevar el nivel operativo) dán- perspectivas, en cuanto a cómo influir sobre ellas; es dole una cierta direccionalidad (policía sobre todo, y funcio- decir, faltan análisis del estado de la relación de fuerzas narios de gobierno). Nos parece correcto tal caracterización y de cómo influir con nuestra practica sobre tal relación militar, pero en cierta medida insuficiente. para favorecer el avance del campo popular. En ese senInsuficientemente porque no creemos que intensificar lo tido es que decimos que no tenemos una política para la militar constituya una política, más bien reflejaría ello una clase obrera, ni una política para relacionar ésto con el falta de política que se trata de suplir con buena voluntad, proceso de formación del partido. con la voluntad de intensificar las operaciones; sólo en ese Por otro lado, en las definiciones de estrategia o línea sentido político y afirmar que es una política que se carac- política más general, falta sobre todo elaboración en cuanteriza justamente por centrarse en lo organizativo. La causa to a presentarlo como un BLOQUE DE IDEAS, en cierto es a la vez efecto. grado SISTEMATIZADAS, señalando los FUNDAMENTOS Por otro lado, tenemos muy en cuenta los llamados en que se sustentan (lo que permitía cambiar los conceptos errores del basismo o las paralizaciones a que llevó a las que se revelen como erróneos a partir de nuestra práctica). antiguas FAPA la discusión interna de qué política darse. Pensamos que hay que elaborar tal bloque evidentePor ello es que no creemos que haya que discutir y elabo- mente tendrán un carácter general ya que en esa esfera rar primero y llevarlo luego a la practica; no podemos ela- es difícil llegar a precisiones detalladas; pretender abarborar primero la política y realizarla después; ambas cosas car más de lo abarcable nos haría incurrir en el error por para que sirvan deben ir de la mano. Por ello pensamos que el mero hecho de simplificar y esquematizar. En tal esfees muy correcto impulsar y sacar adelante acciones milita- ra de cosas debemos contentarnos pues con conceptos o res, pero paralelamente debemos ir encontrando solucio- elementos generales, que den una idea amplia o abarnes a ese otro tipo de problemas a los que nos referimos. cante. Podemos, sí, tratar de fundamentarlos cada vez No creemos tampoco ni queremos decir con esto, y lo mejor, con más aportes, y renovarlos con sistematizacioalertamos para que no se confunda, que haya que ela- nes periódicas de carácter monográfico, que resumen borar “Tratados” o “la estrategia en varios tomos” es los avances en ese sentido. decir, ese volumen grande de escritos acabados que nos Ligado a lo anterior es necesario precisar la actual ofrecen todas las soluciones y que acostumbran a elabo- coyuntura en sus distintivos aspectos, y nuestra política rar muchos grupos pequeños de intelectuales de para cada uno de ellos en una perspectiva que guarde relaizquierda. Pero a la vez la voluntad o el empirismo no ción con el bloque general de ideas. Para tal corto plazo, creemos que sean suficientes para el desarrollo futuro relativo a esta coyuntura y sus prolongaciones, es necesaque nos proponemos. Este desfasaje entre la elaboración rio mayor precisión, ya que la misma praxis nos lo exige. y al practica requiere un tratamiento bastante urgente, Habrá que precisar la imbricación particular de lo ecoL UC HA A RM AD A E N L A A RG EN TIN A
120
H IS TO RIA I DEBATES I DOCUMENTOS
nómico, lo político y lo ideológico, y dentro de lo político el los rezagos del ERP, la M, y otros grupos. Así el trabajo comportamiento de las distintas clases y sectores y, lo que de masas, en esta etapa, la hacen otras organizaciones: es más importante, de las instituciones, partidos, organis- nosotros colectamos activistas, que son los que intemos que las expresan políticamente; las relaciones de grándose desarrollar un trabajo de masas. Tal visión, hegemonía, de predominio, y las distintas manifestaciones pone el acento en lo interno al 22, planteando que pasade la lucha de clases. Hasta desembocar en la relación de mos por una etapa en que hubo que armar un sólido fuerzas y nuestra política a darnos para desgastar al ene- aparato, luego otra donde hubo que optar por lo militar, migo y favorecer al campo popular y a nuestra organiza- y ahora una política, pero que empieza por los activistas ción, a la que asignamos importancia estratégica. sueltos para mas adelante llegar a las masas. Para nuesEllo nos lleva a contemplar la situación del momento tro modo de ver esos distintos “momentos” de nuestro tanto desde el punto de vista del desarrollo objetivo del pro- desarrollo, con practicas parciales (no integrales), fueron ceso y como evolucionan las distintas contradicciones, correctos dado el estado embrionario o prehistórico de la como desde el punto de vista o ángulo de la influencia y el organización. Pensamos que de aquí en adelante la única desarrollo de la propia organización. La articulación de garantía de desarrollo es la de desarrollar todas esas ambos ángulos es lo que define nuestra política del instancias simultáneamente (en forma integral); lo que momento. requiere fundamentalmente una practica militar y una Definida la política es que definiremos lo organizativo, política con la clase (sus elementos más avanzados por las formas organizativas, los criterios, para desarrollarnos y supuesto) que no se pueden escindir, aunque alguno desarrollar el trabajo con la clase obrera y desarrollar el predomine sobre los demás en un momento determinadesgaste del enemigo. do. Una política de coyuntura a nuestro entender es eso: Así nuestra propuesta incluye frentes con otras analizar la situación y luego pasar a definir como desgastar características que serian: un frente sindical que opere; al enemigo y como fortalecer a nuestra organización, que un frente militar que haga trabajo político; un frente es un elemento de importancia estratégica en el interior del logístico que opere y haga trabajo político. Esto plantea campo popular. un carácter integral a los frentes, que es lo que a nuesDefinir algunos elementos, con precisión, de nuestra tro entender constituye la condición material que performación social en 1975 es lo que dará cientificidad a mitirá la formación de cuadros completos (político- milinuestra practica (en relación a lo anterior). tares). En tales frentes predominará una función sobre A continuación, en esta minuta, trataremos de preci- las demás (p. ej en el sindical predominará el trabajo sar algunos elementos en el sentido de suplir lo que política con la clase obrera, aunque a su vez, en segunentendemos deficiencias o falta de elaboración que aca- do termino se operará). La practica parcial entendemos bamos de señalar. Esperamos que se disculpe por nues- que sólo debe darse no en los frentes sino en individuos tra torpeza o poco claridad, que es producto de hacer muy concretos, sea por problemas de seguridad o de efiesto a las apuradas, ya que llevábamos un tiempo traba- cacia. Así p. ej. un compañero concreto puede no operar jando sobre esto sin sacar nada bueno, y como entende- o no hacer trabajo político, dada la necesidad de que mos que urge nos atrevemos a sacarlo así, en bruto. No encare otra cosa o dado un problema de seguridad. obstante, la idea general que guía el apunte pensamos Tales frentes tienen también una integración local; que se va a comprender bien. Tratamos en primer lugar las células o equipos del frente sindical están repartidos sobre ciertos caracteres de nuestra formación social con por zonas, y los equipos militares del frente militar están una apretada síntesis histórica, para luego pasar a ver la relacionados orgánicamente con los respectivos equipos relación de fuerzas en la coyuntura, hilándolo con asun- sindicales de la zona en que operen. Ello lleva a una tos generales que hacen a la estrategia y línea política relación mas estrecha de toda la organización con el tramás general, y terminando con una propuesta de traba- bajo político con la clase obrera (encarado éste por fábri jo mas concreta. ca) lo que permitirá apoyar militarmente los trabajos Lo que más nos interesa es la PROPUESTA, por ello, a políticos, fijar dentro de nuestra línea operativa una lo largo del apunto, se incluyen elementos sueltos para fun- línea de masas, construir con el aporte de las vanguardamentarla. dias obreras y a la luz de la practica una política para la Antes de empezar adelantaremos algunas conclusiones clase obrera, y formar como cuadros políticos a los com ya que polemizan con nuestra actual practica; esperamos batientes del frente militar. Además entendemos que tal que así se siga con más entusiasmo las tortuosas líneas que propuesta llevara al 22 a penetrar orgánicamente en la finalizan con la propuesta. clase y, en consecuencia, a nutrir su desarrollo con los Uno de los asuntos es lo que llamaremos la prehisto- elementos más claros de la misma, transformándose en ria del 22. Hay una idea no del todo explicita, que plan- un partido con influencia de masas. tea que en la actualidad vamos a crecer sobre activistas que tienen o han tenido que ver con otras organizaciones o sus fuentes de masas; en tal óptica nosotros crecemos no en virtud de nuestra practica sino más bien de L UC HA A RM AD A E N L A A RG EN TI NA
121
H IS TO RI A I DEBATES I DOCUMENTOS
D O C U M E N T O S
Nota sobre el autor
Carlos Marighella nació el 5 de diciembre de 1911 en la ciudad de Salvador, en el norteño Estado de Bahía. Sus padres fueron un inmigrante italiano y una descendiente de esclavos africanos. Completó sus estudios en un período de profunda crisis económica, que golpeó a Brasil particularmente con la caída de los precios internacionales de las exportaciones de café, provocando en el país una crisis de subsistencia de grandes proporciones y movimientos huelguísticos que se expandieron por el campo y las ciudades. Tenía 23 años cuando comenzó a militar en la Federación Roja de Estudiantes, y un año después ya era miembro de su Comité Central, como responsable del aparato de impresión. En marzo de 1936 fue detenido por primera vez. Tras recuperar su libertad en mayo de 1937, viajó a Sao Paulo, para ponerse al frente de la reorganización del partido. Arrestado nuevamente en 1939, fue recluido en la Casa de Detención local y luego en la base militar de la isla Fernando de Noroña, donde organizó cursos de alfabetización y charlas para una población carcelaria de más de 3000 personas. Tras la caída de Getulio Vargas y la finalización de la Segunda Guerra Mundial, a la que Brasil había ingresado años atrás, fue amnistiado, y en 1946 electo diputado por el Partido Comunista en el Estado de Bahía, cargo que ocupó hasta 1948, cuando el PC fue nuevamente ilegalizado. Ese mismo año volvió clandestinamente a Sao Paulo, donde realizó tareas como secretario político del PCB. Desde 1952 se desempeñó como miembro del Comité Ejecutivo. Para ese entonces comenzará a radicalizar sus posiciones, hacia formas de luchas directas. En 1962 el PCB estalla en una crisis que devendrá en la separación de un importante sector pro maoísta. No será la única fracción que romperá con la histórica dirección del comunismo local. La influencia de la Revolución Cubana fomentará el surgimiento de tendencias guerrilleras siendo Marighella uno de sus más notorios representantes. Tras participar en la organización del Congreso Continental de Solidaridad con la Revolución Cubana, celebrado en Niterói, capital del Estado de Río de Janeiro, planteará sus puntos de disidencia en torno a la acción directa, que lo llevará finalmente a renunciar al PCB. En 1966 viajó a Cuba para participar en el congreso de las OLAS del año siguiente e inmediatamente después regresó a Brasil para fundar la Acción Libertadora Nacional (ALN), una organización guerrillera que planteó un trabajo de acumulación financiera y logística en las ciudades, con el fin de desencadenar la lucha armada en el ámbito rural. Por entonces proclamó: "Solamente tenemos compromisos con la revolución." La ALN renegó de la teoría del foco. Por el contrario, señalaba la necesidad del trabajo sindical combinado con la ocupación de tierras en las extensas áreas rurales, futura cuna de un Ejército de Liberación Nacional que sometería a
L UC HA A RM AD A E N L A A RG EN TIN A
las fuerzas regulares del Estado. Tampoco se autoproclamó como un nuevo partido comunista revolucionario, sino que hacía eje en la unidad de todas las fuerzas en una nueva estructura frentista que contribuyera en la consolidación del ELN. En diciembre de 1968 hizo un llamado al pueblo brasileño, resumiendo sus puntos de acción: "Luchamos por con- quistar el poder y por la sustitución de la maquinaria buro- crática y militar del estado por el pueblo armado. El gobierno popular-revolucionario será el gran objetivo de nuestra estra- tegia". Desde entonces, la ALN realizó numerosas operaciones urbanas, centradas especialmente en atacar empresas y figuras relacionadas con los intereses norteamericanos y los grandes capitales. Entre ellas sobresalió el secuestro del embajador de los Estados Unidos, Charles Elbrick. El 4 de noviembre de 1969, acosado por la policía, murió en un enfrentamiento en una callejuela de Sao Paulo. Organizador y teórico de la lucha armada, Marighella dejó una prolífica obra de libros y folletos entre los que se cuentan: Por qué resistí al arresto (1964), La crisis brasileña (1965), La lucha interna (1966), Cartas de La Habana y Mensaje de Cuba (1967), Pronunciamiento de la agrupación comunista de Sao Paulo (1968), y un grupo de textos breves escritos entre 1968 y 1969: Operaciones y tácticas guerrille- ras, Acerca de problemas y principios estratégicos, Acerca de la unidad de los revolucionarios, Cuestiones de organización y el Minimanual del guerrillero urbano , así como numerosos artículos en la revista Problemas . El Minimanual del guerrillero urbano es, sin lugar a dudas, uno de los textos militares más importantes de la década del '70, y su lectura casi un manual obligatorio para los miembros de las organizaciones armadas de ese entonces. En él se manifiesta con meridiana claridad la opción por una práctica completamente ajena a la política de masas y encorcetada en los marcos de la pura acción militar, contradiciendo, inclusive, los fundamentos políticos que llevaron a Marighella a romper con el PC. Compendio de reglas de guerrilla urbana, se detiene minuciosamente en los aspectos organizativos y en la realización operativatécnica de un sinnúmero de acciones armadas que permitieron a las diferentes guerrillas emergentes contar con un plan de acción concreto. No es exagerado señalar que muchas de las prácticas iniciales de la guerrilla argentina encontraron en el Minimanual de Marighella su fuente de inspiración. No es casual que en nuestro país el primer secuestro de un diplomático, para forzar la liberación de militantes secuestrados y sometidos a tortura, se haya realizado poco después de la aparición de esta obra, que en sus páginas recomienda dicha operatoria. Así, el secuestro del cónsul paraguayo Waldeman Sánchez, llevado a cabo por un grupo operativo de las FAL, fue el medio empleado por dicha organización para detener las torturas que sufría Alejandro Baldú, recientemente secuestrado por la policía. La versión completa que presentamos a continuación es la aparecida en la revista cubana Tricontinental , N° 16, enero-febrero de 1970, que tuviera gran difusión entre las organizaciones armadas locales. G.R.
122
H IS TO RIA I DEBATES I DOCUMENTOS
MINIMANUAL DEL GUERRILLERO URBANO CARLOS MARIGHELLA
Con este trabajo deseo prestar dos homenajes: el primero a la memoria de Edson Souto, Marco Antonio Brás de Carvalho, Nelson José de Almeida ("Escoteiro") y tantos otros heroicos combatientes y guerrilleros urbanos que cayeron en las manos asesinas de la policía militar, de la marina, de la aeronáutica y del DOPS , odiosos instrumentos de represión de la dictadura militar. El segundo, a los valerosos compañeros y compañeras presos en las mazmorras medievales del gobierno brasileño, y sometidos a torturas que nada envidian a los horrorosos crímenes practicados por los nazis. Al igual que los compañeros cuya memoria reverenciamos, o como aquellos que cayeron presos en el combate, lo que tenemos que hacer es luchar. Cada compañero que esté contra la dictadura militar y quiera luchar contra ella, puede hacer cualquier cosa, cualquier tarea por insignificante que sea. Oso apelar a quienes lean este minimanual y lleguen a la conclusión de que no deben quedarse quietos, para que sigan las instrucciones en él contenidas y se integren a la lucha desde ahora. Lo hago porque en cualquier hipótesis y circunstancia, el deber de todo revolucionario es hacer la revolución. Otro problema importante ya no es el de la lectura en sí del presente minimanual, sino de la divulgación que de él se haga. Tal divulgación se hará posible si los que concuerdan con las ideas aquí contenidas se disponen a copiar el minimanual en hojas mimeografiadas o a imprimirlo en folleto, aunque esto, en último caso, venga a exigir el empleo de la acción armada. Finalmente, el motivo por el que el presente minimanual lleva mi firma, es que las ideas aquí expuestas o sistematizadas reflejan la experiencia personal de un grupo de hombres que luchan a mano armada en Brasil, y entre los cuales tengo el honor de estar incluido. Para que ciertas personas no pongan en duda lo que se pregona en este rninimanual y para que no nieguen los hechos o continuen afirmando que no hay condiciones L UC HA A RM AD A E N L A A RG EN TI NA
123
de lucha, el camino más indicado es asumir la responsabilidad de lo que se dice y de lo que se hace. De ahí la inconveniencia del anonimato en un tipo de trabajo como este. Lo importante es que haya patriotas dispuestos a luchar como soldados rasos, y cuanto mayor sea su número, mejor. La acusación de asaltante o terrorista no tiene el significado peyorativo que se le daba anteriormente. Ha ganado nueva ropa y nuevo color. No atemoriza, no desmerece; al contrario, representa un foco distracción. Hoy ser asaltante o terrorista es una condición que ennoblece a cualquier hombre honrado, pues significa exactamente la actitud digna del revolucionario que lucha a mano armada contra la vergonzosa dictadura militar y sus monstruosidades.
La crisis crónica de estructura que caracteriza la situación brasileña, o que le provoca la inestabilidad política, determinó el surgimiento de la guerra revolucionaria en el país. La guerra revolucionaria se manifiesta a través de la guerrilla urbana, de la guerra psicológica o de la guerra rural. El sustento de la guerrilla urbana o de la guerra psicológica en la ciudad es el guerrillero urbano. El guerrillero urbano es un hombre armado que lucha contra la dictadura militar, empleando para ello medios no convencionales.Revolucionario político y ardoroso patriota, es un luchador por la liberadon de su país, un amigo del pueblo y de la libertad. El área donde el guerrillero urbano actúa es la de las grandes ciudades brasileñas. En esos grandes centros urbanos también actúan los bandidos, comúnmente llamados "marginales". Muchas veces los asaltos de marginales son tomados como acciones de guerrilleros urbanos. El guerrillero urbano, no obstante, difiere radicalmente del marginal. El marginal procura un provecho propio con la actividad que desarrolla y ataca indiscriminadamente sin hacer distinción entre los H IS TO RI A I DEBATES I DOCUMENTOS
explotados y los explotadores, razón por la cual entre sus víctimas se encuentran tanto hombres como mujeres del pueblo. El guerrillero urbano persigue una finalidad política y sólo ataca al gobierno, a los grandes capitalistas y a los imperialistas extranjeros, particularmente a los norteamericanos. Otro elemento que actúa en el área urbana, y que es tan perjudicial como el marginal, es el contrarrevolucionario de derecha, que actúa como un factor de confusión, asalta bancos, coloca bombas, secuestra, asesina y comete los más horrendos crímenes contra los guerrilleros urbanos, los sacerdotes revolucionarios, los estudiantes y los cludadanos que repelen el fascisrno y quieren la libertad. El guerrillero urbano es un implacable enemigo del gobierno y sistemáticamente causa perjuicios a las autoridades y a los hombres que dominan el país o ejercen el poder. La tarea principal del guerrillero urbano es distraer, desgastar y desmoralizar a los militares, la dictadura militar y sus fuerzas represivas, además del ataque y saqueo devastador a los bienes y propiedades de los norteamericasnos, los empresarios extranjeros y la gran burguesía brasileña. El guerrillero urbano no teme desmantelar y destruir el actual sistema ecónomico, político y social brasileño, pues su objetivo es ayudar a la guerrilla rural y colaborar para que surja en el país una estructura social y política enteramente nueva y revolucionaria, con el pueblo armado en el poder. El guerrillero urbano debe asegurarse un mínimo de conocimientos políticos. De ahí que sea necesario que procure leer trabajos impresos o mimeografiados, tales como: Guerra de guerrilllas de Che Guevara Memorias de un terrorista Algunas cuestiones sobre las guerrillas en el Brasil Operaciones y tácticas guerrilleras Sobre problemas y principios estratégicos Algunos principios tácticos para los compañeros que realizan operaciones guerrilleras Cuestiones de organización O Guerrilheiro, periódico de los grupos revolucionarios brasileños
El guerrillero urbano se caracteriza por la valentía y el espíritu de decisión. Debe ser un gran táctico y un buen tirador. El guerrillero urbano debe estar dotado de mucha astucia, para compensar por este medio el hecho de no ser suficientemente fuerte en armas, niuniciones y equipos. El militar de carrera o el policía al servicio del gobierno dispone de armas modernas y vehículos, y L UC HA A RM AD A E N L A A RG EN TIN A
puede ir libremente a cualquier parte, uitilizando la fuerza del poder. El guerrillero urbano no dispone de tales recursos y realiza una actividad clandestina. A veces es un condenado o tiene decretada prisión preventiva y se ve obligado a usar documentos falsos. El guerrillero urbano tiene sin embargo una ventaja sobre el militar convencional, o el policía. Es que tanto el militar como el policía actúan del lado del enemigo, que el pueblo odia, mientras el guerrillero urbano defiende una causa justa, o sea la causa del pueblo. Las armas del guerrillero urbano son inferiores a las de su enemigo, pero desde el punto de vista moral el guerrillero urbano tiene una superioridad indiscutible. Ésta superioridad moral es un sostén del guerrillero urbano. Gracias a ella el guerrillero urbano puede cumplir con su deber principal, que es atacar y sobrevivir. El guerrillero urbano necesita capturar o desviar armas del enemigo para poder luchar. Por no poseer armas uniformes, toda vez que las que posee son expropiadas o le han caído en las manos en circunstancias bastante diversas, el guerrillero urbano se enfrenta con el problema de la variedad de armas de fuego y la falta de municiones. Además, no dispone de locales para ejercitarse en el tiro y la puntería. Estas dificultades deben ser superadas, debiendo el guerrillero urbano recurrir a su poder de imaginación y a su capacidad creadora, cualidades sin las cuales estaría imposibilitado de desempeñar su papel revolucionario. El guerrillero urbano debe poseer iniciativa, movilidad y flexibilidad, además de versatilidad y gran presencia de espiritu. La iniciativa sobre todo, es una cualidad indispensable. No siempre es posible preverlo todo, y el guerrillero urbano no puede quedarse perplejo, en espera de órdenes. Su obligación es actuar, encontrar soluciones adecuadas para cada problema que enfrenta y no retraerse. Es mejor errar actuando, que no hacer nada para no errar. Sin iniciativa no hay guerrilla urbana. Otras cualidades importantes del guerrillero urbano son las siguientes: ser buen caminante, resistir el cansancio, el hambre, la lluvia, el calor. Saber esconderse y saber vigilar. Dominar el arte de enmascararse. Jamás temer el peligro. Actuar lo mismo de día que de noche. No precipitarse. Poseer paciencia ilimitada. Mantener la calma y la sangre fría en las peores conciciones y situaciones. Nunca dejar rastros o pistas. No desanimarse. Frente a las dificultades casi insuperables de la guerrilla urbana, no pocas veces ciertos compañeros flaquean, se separan o desertan. La guerrilla urbana, sin embargo no es un negocio de casa comercial, un empleo o una representación de una obra teatral. La guerrilla urbana, como la guerrilla rural, es un compromiso que el guerrillero asume consigo mismo. Cuando no tiene condiciones para enfrentar las dificultades, o sabe que no dispone de paciencia para esperar sin enervarse o caer en el desespero, entonces es mejor desistir antes de contraer el com-
124
H IS TO RIA I DEBATES I DOCUMENTOS
promiso pues, realmente, le faltan las cualidades elementales para hacerse un guerrillero.
El guerrillero urbano debe saber vivir en medio del pueblo y tener cuidado para no parecer extraño y divorciado de la vida del ciudadano común. No debe llevar ropas que difieran de la manera habitual de vestirse las otras personas. Trajes estrafalarios y de última moda, para hombres o mujeres, no pocas veces son inconvenientes si el guerrillero urbano tiene la misión de actuar en barrios de trabajadores o lugares donde esto no es común. El mismo cuidado se debe tener si el guerrillero urbano se desplaza del Sur para el Norte, o viceversa. El guerrillero urbano debe vivir de su empleo o de su actividad profesional. Ya conocido y buscado por la policía, condenado o con prisión preventiva decretada, debe pasar a la clandestinidad y, a veces, vivir escondido. En cualquier circunstancia, el guerrillero urbano no debe revelar a nadie su actividad, toda vez que tal asunto compete solamente a la organización revolucionaria en que actúa. El guerrillero urbano debe poseer una gran capacidad de observación, estar muy bien informado de todo, principalmente de los movimientos del enemigo, y ser un gran investigador y conocedor del terreno donde vive y se encuentra, o por el que se desplaza. Lo fundarnental y decisivo para el guerrillero urbano, sin embargo, es que es un hombre que lucha a mano armada y, dada esa condición, pocas posibilidades tiene de vivir mucho tiempo de su profesión normal sin ser identificado. El papel de la expropiación surge entonces con una claridad meridiana. Es imposible que el guerrillero urbano subsista y sobreviva sin la lucha expropiatoria. Es por eso que, dentro del cuadro de la lucha de c!ases, cuvo agudizamiento es inevitable y necesario, la lucha a mano armada del guerrillero urbano tiende a dos finalidades esenciales: a) la liquidación física de los jefes y subalternos de las fuerzas armadas y de la policía; b) la expropiación del gobierno, así como a los grandes capitalistas, latifundistas e imperiaristas, siendo las pequeñas expropiaciones destinadas a la manutención individual del guerrillero urbano, y las grandes al sustento de la revolución. Esta claro que la lucha a mano armada del guerrillero urbano tiene también otras finalidades. Pero aquí nos estamos refiriendo a dos finalidades fundamentales. Sobre todo cuando nos referimos a la expropiacion. Se hace necesario a cualquier guerrillero urbano tener siempre presente que sólo puede mantenerse vivo si está dispuesto a matar los policíL UC HA A RM AD A E N L A A RG EN TI NA
125
as y a los que se dedican a la represión, y si está decidido -realmente decidido- a expropiar a los grandes capitalistas, los latifundistas y los imperialistas, Una de las caracteristicas fundamentales de la revolución brasileña es que desde el primer momento se desarrolla a través de la expropiación a la gran burguesía, al imperialismo y al latifundio, sin excluir los negociantes más ricos y poderosos de la rama de las importaciones y exportaciones. Y al expropiar a los principales enemigos del pueblo, la revolución brasileña procura golpearlos en sus centros vitales, de ahí que ataque preferentemente, y de manera sistemática, la red bancaria, es decir, descarga sus golpes más profundos sobre el sistema nervioso del capitalismo. Los asaltos a bancos realizados por los guerrilleros urbanos brasileños han perjudicado a los grandes capitalistas como Moreira Salles y otros, a las firmas extranjeras de seguros y reaseguros del capital de los bancos o a las firmas imperialistas al gobierno federal y los gobiernos estaduales, todos ellos expropiados hasta ahora de manera sistemática. El producto de esas expropiaciones se ha destinado al trabajo de aprendizaje y perfeccionamiento técnico del guerrillero urbano, a la compra, fabricación y transporte de armas y municiones para el área rural, al aparato de seguridad de los revolucionarios, a la manutención diaria de los combatientes de los que son liberados de la cárcel a mano armada y de los que son .heridos o perseguidos por la policía, así como a enfrentar cualquier problema surgido del encarcelamiento o del asesinato de compañeros por la policía y los militares de la dictadura. Los tremendos gastos de la guerra revolucionaria deben recaer·sobre los grandes capitalistas, el imperialismo y los latifundistas y al mismo tiempo sobre el gobierno, tanto federal como estadual, pues todos ellos son explotadores y opresores del pueblo. Los hombres del gobierno, los agentes de la dictadura y del imperialismo norteamericano, principalmente, deben pagar con su vida los crímenes cometidos contra el pueblo brasileño. En Brasil el volumen de acciones violentas llevadas a cabo por los guerrilleros urbanos, que incluyen muertes, explosiones, captura de armas, municiones y explosivos, asaltos a bancos, a prisiones, etc., representa algo de peso, para no dejar margen de duda sobre los propósitos reales de los revolucionarios. El ajusticiamiento del espía de la CIA, Charles Chandler, militar norteamericano que vino de la guerra de Vietnam para infiltrarse en el medio estudiantil brasileño, los esbirros militares que han sido muertos en choques sangrientos con los guerrilleros urbanos, todo eso atestigua que estamos en plena guerra revolucionaria y que la guerra sólo puede ser hecha a través de medios violentos. Esta es la razón por la que el guerrillero urbano recurre a la lucha a mano armada y sólo puede mantenerse, concentrando su actividad en el exterH IS TO RI A I DEBATES I DOCUMENTOS
minio físico de los agentes de la represión y dedicando las veinticuatro horas del día a expropiar a los explotadores del pueblo.
trucción, hacer explotar puentes, arrancar e inutilizar rieles y durmientes, son requisitos de la preparación técnica del guerrillero urbano, que nunca podrán ser relegados a un plano inferior. El nivel más elevado de preparación del guerrillero urbano es logrado en el centro de perfeccionamiento técnico. Pero a este centro de perfeccionamiento sólo puede ir el guerrillero urbano que ya pasó el examen preliminar, es decir, por la prueba de fuego de la acción revolucionaria, con el enfrentamiento en combate contra el enemigo.
Nadie puede hacerse guerrillero urbano sin prestar una atención especial a su preparación técnica. La preparación técnica del guerrillero urbano va desde el cuidado de su preparación física, hasta el perfeccionamiento o aprendizaje de profesiones y habilidades de todo tipo, principalmente manuales. El guerrillero urbano sólo puede poseer buena resistencia física si se entrena sistemáticamente. No Las armas del guerrillero urbano son armas ligepuede ser un buen luchador si no ha aprendido el ras o de facil sustitución, en general, capturadas al enearte de luchar. Por eso el guerrillero urbano debe migo, compradas, o fabricadas en el lugar. aprender y practicar los varios tipos de lucha, de ataEl armamento ligero tiene la ventaja de ser maneque y defensa personal. jado con rapidez y ser de fácil transporte. En general, el Otras formas útiles de preparación física son el armamento ligero está caracterizado por ser de caño excursionismo a pie, el acampamiento y los ejercicios de corto. Y ahí se incluyen muchas armas automáticas. supervivencia en la selva, el escalamiento de montañas, El arma automática o semiautomática aumenta el remo, la natación, el buceo, el entrenamiento para considerablemente el poder de fuego del guerrillero hombre-rana, la pesca y la caza submarina, la caza de urbano. La desventaja de ese tipo de arma para nosotros aves y animales de pequeño y gran tamaño. es su dificil control, lo que redunda en un desperdicio o Es de mucha importancia aprender a ser chofer, en un consumo prodigioso de municiones, compensado piloto de avión, dirigir barcos de motor y de vela, enten- solamente por una óptima puntería y precisión de tiro. der de mecánica, radio, teléfono, electricidad, y poseer Los hombres mal entrenados convierten el arma autoconocimientos de técnicas electrónicas. mática en un sumidero de municiones. Igual importancia tiene el conocimiento de nocioLa experiencia ha demostrado que el arma fundanes de topografía, saber orientarse por medio de instru- mental del guerrillero urbano es la ametralladora ligera. mentos y recursos prácticos, calcular distancias, hacer Este arma, además de ser eficiente y más fácil de dispamapas y plantas, usar la escala, hacer cronometrajes, rar en el área urbana, tiene la ventaja de imponer un trabajar con el transportador de ángulos, la brújula, etc. gran respeto al adversario. Los conocimientos de química y de combinación El guerrillero debe conocer a fondo el manejo de de colores, la fabricación de cuños, el dominio de la téc- la ametralladora, ahora tan popular e indispensable en la nica de la caligrafía y de la imitación de letras y otras guerrilla urbana brasileña. habilidades forman parte de la preparación técnica del La ametralladora ideal para el guerrillero urbano guerrillero urbano, que está obligado a falsificar docu- es la una calibre 45. Otros tipos de ametralladoras de mentos para vivir dentro de una sociedad que el mismo calibres diferentes pueden ser usados. Sobreviene, sin pretende destruir. embargo, el problema de las municiones. Así, es preferiEn la parte de los auxilios médicos desempeña un ble que la logística industrial del guerrillero urbano propapel especial ser médico o entender de medicina, enfer- duzca una ameralladora común, que uniformice las mería, farmacia, drogas, elementos de cirugía y atención municiones que serán usadas. de emergencia. Cada grupo de fuego del guerrillero urbano debe La cuestión fundamental de la preparación técni- disponer de una ametralladora manejada por un buen ca del guerrillero, sin embargo, es conocer el manejo de tirador. Los demás componentes del grupo deben estar armas, tales como la ametralladora, el revólver, las auto- armados con revólver calibre 38, nuestra arma patrón. El máticas, el FAL, los varios tipos de escopetas y carabinas, uso del 32 es un recurso del que también echamos morteros, bazucas, etc. mano. Es preferible, sin embargo, el 35 pues su impacto El conocimiento de los distintos tipos de parque y generalmente pone al enemigo fuera de combate. explosivos es otro aspecto a considerar. La dinamita, Granadas de mano y bombas de humo convenentre los explosivos, necesita ser bien conocida. El uso de cionales pueden ser consideradas armamento ligero, de bombas incendiarias, de humo y de otro tipo, exige cono- poder defensivo en la cobertura y retirada del guerrillecimientos previos indispensables. ro urbano. Saber fabricar armas y arreglarlas, preparar Las armas de cañón largo son de transporte más molotovs, granadas minas, artefactos caseros de des- dificil para el guerrillero urbano y llaman mucho la atenL UC HA A RM AD A E N L A A RG EN TIN A
126
H IS TO RIA I DEBATES I DOCUMENTOS
ción debido a su tamaño. Entre las armas de cañón largo guerrilleros urbanos del Brasil, al introducir la amese encuentra el FAL, los fusiles o rifles Mauser, las esco- tralladora en los asaltos a bancos. petas de caza, Winchester y otras. Las escopetas de caza Cuando sea posible el uso masivo de ametralladopueden ser eficientes, empleadas a poca distancia y a ras uniformes, las tácticas de guerrilla urbana sufrirán quemarropa. Son útiles incluso disparadas por un hom- nuevos cambios en nuestro país. El grupo de fuego que bre mal entrenado, principalmente por la noche, cuando consigue uniformizar sus armas y la munición corresun arma de precisión poco puede hacer. Una escopeta de pondiente, abasteciendo razonablemente sus existenaire comprimido puede ser utilizada con ventaja para cias, llega a un grado de eficiencia bastante elevado. El entrenar la puntería. guerrillero urbano es tanto más eficiente cuanto mayor Bazucas y morteros pueden también entrar en es su potencial de fuego. acción, pero para eso es necesario crear condiciones, pues su manejo exige gente entrenada. El guerrillero urbano no debe preocuparse en basar su actividad en el empleo de armas pesadas, cuyos inconvenientes son ser demasiado grandes para un tipo La razón de ser del guerrillero urbano, la condició de lucha en que necesitamos mucha ligereza, a fin de fundamental de su actuación y supervivencia es el tiro. El asegurar movilidad y rapidez. guerrillero urbano debe saber tirar bien, porque esto es Las armas de fabricación casera son a veces tan una necesidad del tipo de combate a que está dedicado. eficientes como las mejores salidas de la industria conEn la guerra convencional, el combate se produce vencional, y hasta una escopeta de cañón recortado es un en general a distancia, con armas de largo alcance. En la arma buena para el guerrillero urbano. guerra no convencional, en que está incluida la guerrilla El guerrillero urbano armero tiene una importan- urbana, el combate se produce a poca distancia, incluso cia fundamental. El armero cuida de las armas, sabe muy de cerca. Para no ser aniquilado, el guerrillero urbaarreglarlas y en muchos casos puede instalar un taller no tiene que tirar primero y no puede errar el tiro. No capaz de improvisar y producir armas eficientes y de puede desperdiciar el parque, porque no lo posee en pequeno tamaño. grandes cantidades y necesita ahorrarlo. Tampoco puede El obrero metalúrgico y el torno mecáico son ele- reabastecerse de parque con rapidez, porque actúa en mentos fundamentales de los que la guerrilla urbana pequeños grupos y cada guerrillero tiene que cuidar de tiene que valerse para su logística industrial, o sea, la sí misrno. El guerrillero urbano no puede perder tiempo fabricación de armas caseras. y tiene que ser instántaneo en el tiro. Esta fabricación y los cursos de explosivos y saboUn hecho fundamental, para el cual queremos dar taje deben ser organizados. La materia prima para los todo el énfasis y cuya importancia precisa ser hasta excetrabajos prácticos de esos cursos debe ser obtenida de sivamente acentuada, es que el guerrillero urbano no antemano, para evitar dejar el aprendizaje incompleto, es debe tirar continuamente, agotando sus municiones. decir, sin posibilidades de hacer experimentos. Puede ser que el enemigo no esté respondiendo al fuego, Bombas molotovs, gasolina, artefactos caseros, justamente para esperar el agotamiento de municiones como catapultas y morteros para lanzar petardos, grana- del guerrillero. das hechas de tubos y latas, bombas de humo, minas, En ese momento, sin tener tiempo de abastecerse explosivos convencionales, como dinamita y clorato de de municiones, el guerrillero urbano enfrenta una lluvia potasio, explosivos plásticos, cápsulas de gelatina, muni- de balas del enemigo y puede caer preso o muerto. ciones de todos los tipos, son indispensables al guerrilleA pesar de que se vale del factor sorpresa y ro urbano para el éxito de su misión. muchas veces no necesita disparar su arma, el gueLa obtención de los materiales necesarios y de las rrillero urbano no se puede dar el lujo de entrar en municiones se hará por compra o tomándolos a la fuer- combate sin saber tirar. Y al enfrentarse al enemigo, za, en expropiaciones especialmente planeadas y lleva- debe estar siempre desplazándose de un lado para das a la práctica. otro, porque parado será un blanco fijo y, como tal, El guerriliero urbano tendrá cuidado de no guar- bastante vulnerable. dar por mucho tiempo los explosivos y el material susLa vida del guerrillero urbano depende del tiro, de ceptible de provocar accidentes, tratando de emplearlos su capacidad de manejar bien el arma que trae consigo y inmediatamente contra los blancos que se destine. de la capacidad de no ser tocado. Cuando hablamos de El armamento del guerrillero urbano y su tiro no lo separamos de la puntería. Y esto se aprende, capacidad de manejarlo constituyen su poderío de volviéndose un acto reflejo del guerrillero urbano al fuego. Valiéndose de armas modernas e introducien- hacer fuego. do innovaciones en su poderío de fuego y en la utiliPara aprender a tirar y tener buena puntería, zación de ciertas armas, el guerrillero urbano puede el guerrillero urbano debe entrenarse sistemáticacambiar muchas de las tácticas de guerrilla de la ciu- mente, utilizar los varios métodos de aprendizaje, dad. Ejemplo de eso fue la innovación hecha por los hacer tiro al blanco, incluso en los parques de diverL UC HA A RM AD A E N L A A RG EN TI NA
127
H IS TO RI A I DEBATES I DOCUMENTOS
siones, y hasta en su casa, con una escopeta de aire comprimido. El tiro y la puntería son para el guerrillero urbano como el agua y el aire para el ser humano. El perfeccionamiento en el arte de tirar produce un tipo especial de guerrillero urbano, que es el francotirador, categoría de combatiente solitario, indispensable para las acciones aisladas. El francotirador debe saber tirar a corta y larga distancia, y sus armas son adecuadas a uno u otro tipo de tiro.
ras y conducirlas al éxito. El comando general cuenta con los grupos de fuego para la ejecución de las tareas de interés estratégico, y esto en cualquier punto del país. En contrapartida, ayuda a los grupos de fuego en sus dificultades y necesidades. La organización es una red indestructible de grupos de fuego y coordinaciones de funcionamiento sencillo y práctico, con un comando general que también participa del fuego, pues en tal organización nada se admite que no sea pura y simplemente la acción revolucionaria.
Para actuar, el guerrillero urbano necesita estar organizado en pequeños grupos. Un grupo que no supere el número de cuatro o cinco se denomina grupo de fuego. Un mínimo de dos grupos de fuego, rigurosamente compartimentados y estancos, articulados y coordinados por una o dos personas, es lo que se denomina un equipo de fuego. En un grupo de fuego debe haber la mayor confianza entre sus componentes. El que tira mejor y sabe manejar la ametralladora es el que da cobertura definitiva a las operaciones. El grupo de fuego planea y ejecuta las acciones de guerrilla urbana, obtiene y guarda sus armas, estudia y corrige las tácticas que emplea. Cuando haya tareas trazadas por el comando estratégico, estas tareas tienen preferencia. Pero no puede haber grupo de fuego que no tenga iniciativa propia. Por eso mismo es preciso evitar cualquier rigidez en la organización, a fin de permitir el máximo de iniciativa al grupo de fuego. La antigua jerarquía, el estilo de la izquierda tradicional, está liquidada en nuestra organización. Esto signitica que, salvo la prioridad para las tareas subordinadas a los intereses estratégicos, cualquier grupo de fuego puede decidir un asalto a un banco, un secuestro, un ajusticiamiento, sea de agentes de la dictadura, de una figura identificada de la reacción, de un espía norteamericano, y puede realizar cualquier tipo de propaganda o guerra de nervios contra el enemigo, sin necesidad de consulta al comando general. Ningún grupo de fuego debe quedarse inactivo en espera de órdenes de arriba. Su obligación es actuar. Cualquier guerrillero urbano solitario, deseoso de constituir su grupo de fuego y pasar a la acción, puede hacerlo e integrarse a la organización. Esta manera de actuar elimina la preocupación de saber quien está realizando las acciones, pues la iniciativa es libre y lo único que interesa es que aumente considerablemente el volumen de la actividad del guerrillero urbano, para desgastar al gobierno y obligarlo a ponerse a la defensiva. El grupo de fuego es el instrumento de la acción organizada. Dentro de él es que se forja y se hace posible ejecutar operaciones y tácticas guerrille-
La logística convencional puede expresarse por la formula CCEM, que quiere decir:
L UC HA A RM AD A E N L A A RG EN TIN A
C- comida C- combustible E- equipos M- municiones La logística convencional se refiere a problemas de abastecirniento de un ejército o fuerzas armadas regulares, disponiendo de vehículos, de bases fijas y de una logística industrial. El guerrillero urbano, al contrario, no dispone de un ejército sino de grupos armados de una pequeña organización, intencionalmente fragmentaria. No posee vehículos ni bases fijas. Su logística industrial es muy precaria y deficiente y a pesar de necesaria, no siempre puede ser instalada, aun bajo el aspecto rudimentario de una industria de armas dentro de la casa. Mientras la logística convencional tiene por fin abastecer los medios de guerra de los gorilas, medios que son utilizados para reprimir la rebelión urbana y rural, la logística del guerrillero urbano se destina a sustentar operaciones y tácticas inherentes a una guerra no convencional, desencadenada contra la dictadura militar y la dominación norteamericana en el país. Para el guerrillero urbano, que parte de cero y no dispone inicialmente de ningún apoyo, su logística se expresa bajo la formula MDAME, que quiere decir: M- motorización D- dinero A- armas M- municiones E- explosivos La logística revolucionaria exige la motorización como uno de sus pedestales. La motorización, entretanto, es inseparable del motorista. El guerrillero urbano motorista es tan importante como el guerrillero urbano ametrallador. Sin aquél y sin éste las máquinas no funcionan, y tanto el automóvil como la ametralladora quedan reducidos a cosas muertas. Un motorista experimentado no se forma del día a la noche y es necesario comen-
128
H IS TO RIA I DEBATES I DOCUMENTOS
zar el aprendizaje temprano. Todo buen guerrillero urbano está obligado a ser motorista. En cuanto al vehículo, el guerrillero urbano se ve obligado a expropiar los que necesite. Cuando ya dispone de recursos, el guerrillero urbano puede combinar la expropiación de vehículos con otros medios de adquisición. Dinero, armas, municiones y explosivos, así como automóviles, tienen que ser expropiados. Y esto obliga al guerrillero urbano a saquear bancos y armerías, y a apoderarse de explosivos y municiones donde quiera que los encuentre. Ninguna de esas operaciones se reduce a una sola finalidad. Incluso cuando se trata de dinero, las armas que lleven los guardias también deben ser tomadas. La expropiación es el primer paso para la organización de nuestra logística, que asume, ella misma, un carácter armado y de movilidad permanente. El paso posterior del guerrillero urbano es reforzar y ampliar su logística, recurriendo para eso a emboscadas y trampas donde el enemigo sea sorprendido, y sus armas, municiones, vehículos y demás recursos sean capturados. Disponiendo de armas, municiones y explosivos, uno de los problemas más serios de la logística del guerrillero urbano, en cualquier tiempo y situación, es disponer de escondrijos para depósitos de material, y encontrar medios apropiados de transportarlos y colocarlos en cualquier lugar que sea necesario. Esto hay que hacerlo, incluso cuando el enemigo ya está vigilante y bloquea los caminos. El conocimiento que el guerrillero urbano tenga del terreno, y los ardides que empice o sea capaz de emplear, así como los guías especialmente preparados y reclutados para esa misión, constituyen los elementos básicos para la solución de ese eterno problema de logística del revolucionario.
En su sentido más general, la técnica es el con junto de los medios de que se vale el hombre para ejecutar cualquier actividad. La actividad del guerrillero urbano consiste en la guerrilla urbana y en la guerra psicológica en la ciudad y, por lo tanto, su técnica es la técnica de guerrilla urbana y de la guerra psicológica. La técnica del guerrillero urbano posee cinco componentes fundamentales:
urbano; d) una parte que habla respecto a los tipos y a la naturaleza de las modalidades de acción del guerrillero urbano; e) una parte que se ocupa del método empleado por el guerrillero urbano para conducir las acciones puestas en práctica.
La técnica del guerrillero urbano presenta las siguientes características: a) es una técnica agresiva, o en otras palabras, tiene un carácter ofensivo. Como se sabe, la defensiva es la muerte para nosotros, que somos inferiores al enemigo en potencia de fuego, no disponemos de los recursos ni de la fuerza del poder, y no tenemos como defendernos de una ofensiva o de un ataque concentrado de los gorilas. Y es esta la razón por la cual nuestra técnica urbana jamás se destina a establecer o defender cualquier base fija o a permanecer en cualquier punto esperando el cerco de la reacción para repelerlo; b) es una técnica para el ataque y la retirada, con la cual preservamos nuestras fuerzas; c) es una técnica con vistas al desarrollo de una guerrilla urbana cuya función consiste en desgastar, desmoralizar y distraer las fuerzas enemigas, permitiendo la eclosión y la supervivencia de la guerrilla rural, está, sí, destinada a desempeñar el papel decisivo en la guerra revolucionaria.
La dinámica de la guerrilla urbana consiste en el entrechoque violento del guerrillero urbano con las fuerzas militares y policíacas de la dictadura. En ese entrechoque, la superioridad pertenece a la policía. La inferioridad está del lado del guerrillero urbano. Lo paradógico está en que al guerrillero urbano, que es el más débil, cabe sin embargo atacar. Las fuerzas militares y policíacas, por su parte, responden al ataque movilizando y concentrando recursos infinitamente superiores para la persecución y destrucción del guerrillero urbano. Éste sólo puede escapar a la derrota si cuenta con ventajas iniciales y sabe explotarlas hasta el fin, para compensar sus deficiencias y su flaqueza material. Tales ventajas iniciales son:
a) una parte relativa a las características especiales que presenta; b) una parte relacionada con los requisitos que armonicen con esas características, requisitos represen1) debe tomar al enemigo por sorpresa; tados por una serie de ventajas iniciales, sin las cuales el 2) debe conocer el terreno de operación mejor que guerrillero urbano no consigue éxito en sus actividades; el enemigo; c) una parte concerniente a los objetivos ciertos y 3) debe tener más movilidad y rapidez que la polidefinidos de las acciones emprendidas por el guerrillero cía y demás fuerzas de represión; L UC HA A RM AD A E N L A A RG EN TI NA
129
H IS TO RI A I DEBATES I DOCUMENTOS
4) su servicio de información debe ser mejor que el del enemigo; 5) debe dar muestras de un espíritu y de una capacidad de decisión tan elevados que de nuestro lado todos se sientan estimulados y ni siquiera piensen en vacilar, mientras del otro lado, el enemigo quedará aturdido e incapacitado para cualquier reacción.
donde y como vamos a escondernos, dejando al enernigo atontado en las áreas cuyas particularidades ignora. Familiarizado con las avenidas, calles, callejones, recovecos y rincones de los centros urbanos, sus trillos y atajos, sus terrenos baldíos, las galerías, cañerías y colectores de alcantarillado, el guerrillero urbano atraviesa seguro el terreno irregular y dificil que la policía desconoce y donde puede ser sorprendida en cualquier momento, en una emboscada fatal o en una trampa. Dominando el terreno, el guerrillero lo recorre a Para compensar su flaqueza general v su inferiori- pie, en bicicleta, automóvil, jeep o camión, y jamás será dad en armas ante el enemigo, el guerrillero urbano atrapado. Actuando en pequeños grupos, de reducido recurre a la sorpresa. Contra la sorpresa el enemigo nada número de personas, podrá reunirse a la hora y en el puede oponer, y se rinde perplejo o es aniquilado. local determinados de antemano, prosiguiendo en el ataDesencadenada la guerrilla urbana en Brasil, la que con nuevas operaciones guerrilleras, o huyendo al experiencia reveló que para obtener éxito en cualquier cerco policial y desorientando al enemigo con una audaoperación, el guerrillero urbano siempre se ha basado en cia sin precedentes. la sorpresa. Para la policía es un rornpecabezas indescifrable La técnica de la sorpresa se fundamenta en cua- procurar en el laberinto del terreno del guerrillero urbatro requisitos esenciales: no aquello que no puede ver, reprimir lo que no puede agarrar, y cercar lo que no puede encontrar. La experiena) conocemos la situación del enemigo que vamos cia muestra que el guerrillero urbano ideal es el que a atacar, en general a través de informaciones precisas y actua en su propia ciudad y conoce bien sus calles, de una observación meticulosa, mientras el enemigo barrios, problemas de tránsito y demás peculiaridades. desconoce que va a ser atacado e ignora la situación del El guerrillero de fuera que viene para una ciudad atacante; cuyos rincones no conoce es un punto débil, y si se le b) conocemos la fuerza del enemigo que va a ser asignan ciertas operaciones puede ponerlas en peligro. atacado y el enemigo desconoce la nuestra; Para evitar fallas graves es necesario hacerle conocer c) al atacar por sorpresa, ahorramos y preserva- bien el itinerario de las calles. mos nuestras fuerzas, mientras que el enemigo no puede hacer lo mismo, quedando a merced de los acontecimientos; d) somos nosotros los que elegimos la hora y el Para asegurar una movilidad y rapidez que la polilugar de ataque, delimitamos su duración y establecemos cía no pueda superar, el guerrillero urbano necesita de su objetivo. El enemigo permanece ignorante de todo. los siguientes requisitos: a) motorización; b) conocimiento del terreno; c) corte o intercepción de los medios de comunicación y transporte del enemigo; d) ligereza del armamento
El guerrillero urbano posee en el terreno su mejor aliado, y para que esto ocurra hay que conocerlo palmo a palmo. Tener el terreno como aliado significa saber utilizar con inteligencia sus desniveles, sus puntos Realizando sistemáticamente operaciones que altos y bajos, sus recodos, irregularidades, pasajes duren pocos minutos y alejándose del local con vehículos normales y secretos, áreas abandonadas, matorrales, motorizados, el guerrillero urbano se bate rápidamente etc., sacando de todo ello el maximo aprovechamien- en retirada, escapando a la persecución. to para el éxito de las acciónes armadas, huidas, retiEl guerrillero urbano debe conocer el camino al radas, coberturas, escondrijos. dedillo, en ese sentido recorre previamente los itineLos puntos de estrangulamiento, embudos, rarios para entrenarse, a fin de evitar entrar en callegargantas, calles en reparación, puestos de control de jones sin salida, encontrarse con embotellamientos o la policía, zonas militares o prohibidas al paso, bocas quedarse parado en los semaforos del Departamento de túneles que el enemigo puede cerrar, viaductos de de Tránsito. paso obligatorio, esquinas controladas por la policía o La policía persigue al guerrillero urbano a cievigiladas, faroles o semáforos, todo eso tiene que ser gas, sin saber el camino por donde se está efectuanexhaustivamente conocido y estudiado para evitar do la retirada. errores fatales. Mientras el guerrillero urbano huye velozmente Nuestro problema es encontrar paso y saber porque conoce el terreno, la policía se ve en la continL UC HA A RM AD A E N L A A RG EN TIN A
130
H IS TO RIA I DEBATES I DOCUMENTOS
gencia de perder la pista, y desistir de la persecución. El guerrillero urbano debe lanzar sus operaciones en locales distantes de las bases logísticas de la policía. Una ventaja inicial de ese modo de operar es colocarnos a una distancia razonable de persecución, lo que facilita la huida. Además de esta precaución necesaria, el guerrillero urbano debe preocuparse con el sistema de comunicación del enemigo. El teléfono es el primer blanco dentro de la técnica de privar al enemigo, inutilizando sus medios de comunicación, de la menor posibilidad de ser avisado. Aunque sea avisado de la operación guerrillera, el enemigo depende del transporte moderno para su apoyo logístico, y sus vehículos pueden ser llevados a perder tiempo en medio del tumultuoso tránsito de las grandes ciudades. Es claro que lo enmarañado y traicionero del tránsito es una desventaja para el enemigo, como también lo sería para nosotros si no estuviéramos en la delantera. Si queremos tener un margen de seguridad mayor y estar seguros de no dejar ninguna pista para el futuro, podemos adoptar los siguientes recursos:
tiros de ametralladora y revolver, o con bombas molotovs y granadas. Por otro lado, para un guerrillero urbano a pie no es difícil hacer puntería en un policía a caballo. Además, sogas estiradas en las calles, canicas, tapas de corcho, son eficientes para hacer caer uno y otro. La gran desventaja de la caballería es que ofrece al guerrillero urbano dos blancos excelentes: el caballo y el jinete. A pesar de ser más veloz que la caballería, el helicóptero no tiene mejores oportunidades en la persecución. Si la caballería es demasiado lenta en cornparación, con el automóvil del guerrillero urbano, el helicóptero es demasiado veloz. Desplazándose a 200 km por hora, jamás conseguirá acertar desde lo alto en un blanco perdido entre la multitud y los vehículos de las calles, ni podrá aterrizar en la vía pública para perseguir a nadie. Al mismo tiempo, en cualquier intento de vuelo a baja altura, será extremadamente vulnerable al tiro del guerrillero urbano.
Las posibilidades que el gobierno tiene de descua) interceptar a la policía intencionalmente con brir y destruir a los guerrilleros urbanos son menores otros vehículos, o simular desperfectos y averías aparen- cuanto mayor y más concentrado es el potencial de los temente casuales; pero en este caso tales vehículos no enemigos de la dictadura en medio de la masa popular. deben ser legales ni portar placas verdaderas; Esa concentración de los opositores de la dicb) obstruir el camino con árboles derrumbados, tadura desempeña un papel importantísimo en la piedras, zanjas, falsas indicaciones de tránsito, interrum- información de los pasos de la policía y de los hompido o desviado, y otros medios indicados por la astucia; bres del gobierno, en tanto oculta a ellos las informac) colocar minas de fabricación casera en el tra- ciones de nuestras actividades. yecto de la policía, utilizar gasolina o lanzar molotovs El enemigo también puede ser despistado con para incendiar los vehículos; informaciones falsas, lo que es peor para él, pues le prod) disparar rafagas de ametralladoras e incluso de duce un desgaste tremendo. armas como el FAL contra el motor y los neumáticos de De cualquier manera, las fuentes de informalos carros utilizados en la persecución. ción del guerrillero urbano son potencialmente mayores que las de la policía. El enemigo es observado por Según la arrogancia típica del policía y de las el pueblo, pero no sabe quien dentro del pueblo sumiautoridades militares fascistas, el enemigo procura nistra informaciones al guerrillero urbano. Los militacombatirnos con armas y equipos pesados y con apa- res y la policía son odiados por las injusticias y vioratosas diligencias de hombres armados hasta los lencias que cometen contra el pueblo, y esto facilita dientes. El guerrillero urbano debe responder a eso obtener informaciones del pueblo en perjuicio de la con la ligereza de su armamento de fácil transporte, actividad de los agentes del gobierno. para huir siempre con el máximo de rapidez, sin La información, que representa una parte ínfima aceptar jamás la lucha abierta. El guerrillero urbano del apoyo popular, significa un potencial extraordinario no tiene otra misión sino atacar y retirarse. en manos del guerrillero urbano. Estaríamos destinados a la más estúpida de las Para nosotros, sin embargo, lo fundamental es derrotas si nos sobrecargáramos con armas pesadas y crear el servicio de inteligencia, y darle un carácter con el tremendo peso de la munición necesaria para organizado. El guerrillero urbano precisa saber lo su alimentación, perdiendo el don precioso de nues- necesario sobre los planes y los movimientos del enetra movilidad. migo, donde están y cómo son transportados los Si estuviéramos motorizados no habría des- recursos de la red bancaria, los medios de comunicaventaja para nosotros cuando el enemigo nos comba- ción e iniciativas secretas del gobierno. te con la caballería. El automóvil corre más que el Las informaciones fidedignas suministradas al caballo. Desde dentro del carro podemos también guerrillero urbano significan golpes certeros en el sistehacer blanco en el policía montado, derrumbándolo a ma de la dictadura. Esta no tiene defensa frente a una L UC HA A RM AD A E N L A A RG EN TI NA
131
H IS TO RI A I DEBATES I DOCUMENTOS
información importante que perjudique sus intereses y facilite nuestro ataque destructor. El enemigo quiere saber también que pasos estamos dando, para destruirnos o privarnos de la capacidad de actuar. En ese sentido, el peligro de traición está presente y el enemigo estimula la delación o infiltra espías en la organización. Contra esa técnica del enemigo, la técnica del guerrillero urbano es denunciar al pueblo los delatores, espías, soplones y provocadores. Puesto que nuestra lucha ya es conocida en el medio de la masa y cuenta con su simpatía -mientras el gobierno es mal visto por su truculencia, corrupción e incapacidad-, los delatores, espías, soplones y la policía pasan a ser combatidos por el pueblo, que les niega apoyo, los señala al guerrillero urbano y, en muchos casos, les da el merecido castigo. A su vez, el guerrillero urbano no debe eludir el deber de, una vez conocido el espía o chivato, eliminarlo físicamente. Este es un método correcto, aplaudido por el pueblo, y que disminuye considerablemente la incidencia de la infiltración o del espionaje enemigo. Para el éxito completo en la lucha contra los espías y delatores es preciso organizar el servicio de contraespionaje o contrainteligencia. No obstante, en la información no todo se reduce al problema de conocer los pasos del enemigo y evitar la infiltración de los espías. La información debe ser amplia para abarcarlo todo, incluso las cosas más insignificantes. Hay una técnica para obtener información. Y el guerrillero urbano debe dominarla. Según esa técnica, la información es obtenida con naturalidad, como emanando de la propia vida. El guerrillero urbano, viviendo en medio del pueblo y desplazándose dentro de él, debe estar atento a todos los tipos de conversaciones y de relaciones humanas, procurando disimular su interés con el máximo de habilidad y astucia. En los locales de trabajo, de estudio y de vivienda, se puede recoger tranquilamente decenas de informaciones respecto a pagos, negocios, planes de toda índole, puntos de vista, opiniones, estado de ánimo de las personas, viajes, interiores de edificios, oficinas y salas, centros de operaciones, etc. La observación, la pesquisa, el reconocimiento y la exploración del terreno son asimismo óptimas fuentes de información. El guerrillero urbano jamás transita despreocupado por ningún lugar y sin la malicia del revoluciónario, siempre en acecho de una acción en perspectiva. Ojos y oídos abiertos, los sentidos alerta, graba en la memoria todo lo que pueda servir de inmediato o en el futuro para la actividad ininterrumpida del combatiente. La lectura atenta de los órganos de prensa y particularmente la atención a los órganos de comunicación masiva, la pesquisa de datos recogidos, la transmisión de las noticias y de todo lo que nos llama L UC HA A RM AD A E N L A A RG EN TIN A
la atención, la persistencia en ser informado e informar, todo esto compone el intrincado e inmenso complejo de la técnica de información, que da al guerrillero urbano una ventaja demoledora.
Al guerrillero urbano no le basta tener a su favor la sorpresa, la rapidez, el conocimiento del terreno y la información. Todavía le queda dar muestras de espíritu y de capacidad de decisión, sin lo cual las ventajas anteriores serán anuladas. Es imposible llevar a cabo cualquier acción, por bien planeada que haya sido, si el guerrillero urbano se muestra indeciso, poco seguro e irresoluto. Incluso una acción iniciada con éxito puede llegar a fracasar, si el espíritu y la capacidad de decisión fallaran en medio de la ejecución práctica del plan. Cuando no hay espíritu ni capacidad de decisión, el vacío se llena con la vacilación y el pavor. El enemigo aprovecha esa falla y puede aniquilarnos. El secreto del éxito de cualquier operación simple o compleja, fácil o difícil, está en contar con hombres decididos. En rigor, no hay operaciones fáciles. Todas ellas deben ser ejecutadas con los mismos cuidados exigidos por las más difíciles, empezando por la selección del elemento humano, que debe contar con un espíritu y una capacidad de decisión a toda prueba. De antemano, puede verse si una acción tendrá éxito o no por la manera como se comportan sus integrantes en el período preparatorio. Los que se atrasan pierden los contactos, se confunden con facilidad, olvidan las cosas, no cumplen con las normas elementales del trabajo, son posiblemente hombres poco decididos y pueden causar daños. Mejor es no incluirlos. Decisión significa poner en práctica el plan trazado con una determinación, una audacia y una firmeza increíbles. Uno solo que vacile puede echarlo a perder todo.
En su técnica elaborada y constituida, el guerrillero urbano se apoya en modalidades de acción destinadas al ataque y que, en el caso brasileño, tienen los siguientes objetivos: a) Hacer estremecer el triángulo de sustentación del sistema estatal brasileño y de la dominación norteamericana en Brasil, triángulo cuyos vértices son Río, Sao Paulo y Belo Horizonte, y cuya base es el eje Río-Sao Paulo, donde se asienta el gigantesco complejo industrial-financiero-económico-políticocultural-militar-policial que detenta todo el poder de
132
H IS TO RIA I DEBATES I DOCUMENTOS
decisión en el país; b) debilitar el sistema de guardia local de la dictadura o su sistema de seguridad, dado que estamos atacando y los gorilas defendiendo, lo que significa colocar al gobierno en una posición defensiva, con sus tropas inmovilizadas en la defensa del complejo de sustentación nacional, siempre temeroso del ataque a sus centros nerviosos y estratégicos. y sin jamás saber de dónde viene, cómo y cuándo vendrá ese ataque; c) atacar por todos los lados con muchos grupos armados diferentes, de pequeños efectivos, compartimentados unos de otros e incluso desligados, a fin de dispersar las fuerzas del gobierno en la persecución a una organización fragmentaria por excelencia, en vez de ofrecer a la dictadura la oportunidad de concentrar su aparato de represión para destruir un sistema organizativo compacto en todo el territorio nacional; d) dar pruebas de combatividad, decisión, firmeza, determinación y persistencia en el ataque a la dictadura militar, para permitir a todos los descontentos seguir nuestro ejemplo y luchar con tácticas de guerrillero urbano, mientras el gobierno, en dificultades, impotente para hacer cesar las operaciones guerrilleras en la ciudad, perderá su tiempo y sufrirá un desgaste incesante al verse en la contingencia de destacar sus tropas de represión, para montar guardia en los bancos, industrias, armerías, cuarteles, prisiones, oficinas públicas, estaciones de radio y televisión, firmas norteamericanas, gasómetros, refinerías, buques, aviones, puertos, aeropuertos, hospitales, casas de salud, bancos de sangre, almacenes, garajes, embajadas, residencias de personalidades destacadas del régimen, tales corno ministros y generales, sedes de la policía y de los órganos oficiales, etc.; e) aumentar gradualmente los disturbios de la guerrilla urbana en una secuencia interminable de acciones imprevisibles, de tal modo que las tropas del gobierno no puedan abandonar el área urbana para perseguir las guerrillas del interior, sin correr el riesgo de desguarnecer las ciudades y ver crecer la rebelión, tanto en el litoral como en el interior del país; f) obligar al ejército y la policía, con sus comandantes, jefes subordinados, a cambiar el relativo comfort y tranquilidad de los cuarteles y de los descansos de rutina, por un estado de alarma y creciente tensión de nervios, en la expectiva del ataque o en la búsqueda de pistas que se desvanecen como el humo; g) evitar la lucha abierta y los combates decisivos con el gobierno, limitando la lucha a ataques cortos y rápidos con resultados fulminantes; h) asegurar para el guerrillero urbano el máximo de libertad de acción, sin renunciar jamás al empleo de la violencia armada, y prosiguiendo firme la orientación de ayudar al desencadenamiento de la guerrilla rural y respaldarla en la constitución del ejército revolucionario de liberación nacional. L UC HA A RM AD A E N L A A RG EN TI NA
Para lograr los objetivos anteriormente enumerados, el guerrillero urbano, en su técnica, está obligado a recurrir a modalidades de acción de naturaleza diferente y lo más diversificadas posible. Al acudir a esta o aquella modalidad de acción, el guerrillero urbano no lo hace arbitrariamente. Unas acciones son simples, otras son complejas. El guerrillero urbano sin experiencia debe ser empleado gradualmente en acciones y operaciones que van de simples a complejas. Empieza por pequeñas misiones y tareas, hasta volverse todo un guerrillero urbano experimentado. Antes de cualquier acción, el guerrillero urbano tiene que pensar en los medios y el personal de que dispone para llevarla a efecto. Las operaciones y acciones que demandan preparación técnica del guerrillero urbano no pueden ser ejecutadas por quien no la posee. Tomados estos cuidados, las modalidades de acción que el guerrillero urbano puede llevar a cabo son las siguientes: a) asaltos b) incursiones e invasiones c) ocupaciones d) emboscadas e) táctica de calle f) huelgas e interrupciones de trabajo g) deserciones, desvíos, capturas y expropiaciones de armas, municiones y explosivos h) rescate de presos i) ajusticiamientos j) secuestros k) sabotajes l) terrorismo m) propaganda armada n) guerra de nervios
El asalto es el ataque armado que realizamos con el objeto de expropiar recursos, liberar presos, capturar explosivos, ametralladoras y otros tipos de armas y municiones. Los asaltos pueden ser a plena luz del día o pueden ser nocturnos. Los asaltos realizados en pleno día son aquellos cuyos objetivos no pueden ser logrados a otra hora, como por ejemplo en el caso del transporte de dinero para los bancos, que no funcionan de noche. En ciertos casos, el ataque nocturno es más ventajoso para el guerrillero urbano. Lo ideal es que todos los asaltos fueran por la noche, cuando las con-
133
H IS TO RI A I DEBATES I DOCUMENTOS
diciones para la sorpresa son más favorables y la oscuridad facilita la fuga y el no reconocimiento del personal que opera. El guerrillero urbano, no obstante debe prepararse para actuar en cualquier condición, tanto de día como de noche. Los blancos más vulnerables a los asaltos son los siguientes: a) establecimientos de crédito; b) empresas comerciales e industriales, incluyendo las de la rama de armas y explosivos; c) establecimientos militares; d) comisarías y puestos policiales; e) establecimientos penales; f) propiedades del gobierno; g) medios de comunicación masiva; h) firmas y propiedades de los norteamericanos; i) vehículos del gobierno, incluyendo los militares y policíacos, camiones, vehículos blindados, carros-pagadores, trenes, buques y aviones. Los asaltos a establecimientos son de una misma naturaleza, pues aquí estamos frente a predios y edificios que constituyen blancos fijos. Los asaltos a edificios son concebidos como operaciones guerrilleras, variando según se trate de bancos, casas comerciales, industrias, cuarteles, comisarías, prisiones, estaciones de radio, almacenes de firmas imperialistas, etc. Los asaltos a vehículos -carros-pagadores, carros blindados, trenes, buques y aviones- son de otra naturaleza, pues se trata de blancos móviles. La naturaleza de la operación varía de acuerdo con la situación y la oportunidad, es decir, según estén parados o en rnovimiento. Los carros blindados, incluso los militares, no resisten las minas. Las carreteras obstruidas, trampas, ardides, intercepción de otros vehículos, bombas molotovs, disparos de armas pesadas, son medios eficientes de asalto a vehículos. Los vehículos pesados, aviones en tierra, buques anclados, pueden ser tornados y sus tripulantes y guardias dominados. Los aviones en vuelo pueden ser desviados de rumbo, en operaciones guerrilleras o acciones solitarias. Los buques y trenes en movimiento pueden ser asaltados o tomados en operaciones guerrilleras, para apoderarnos de armas y municiones e impedir el desplazamiento de tropas.
La modalidad más popular de asalto es el asalto a bancos. El guerrillero urbano ha iniciado en Brasil un tipo organizado de asalto a los bancos como operación L UC HA A RM AD A E N L A A RG EN TIN A
guerrillera. Hoy tal tipo de asalto es ampliamente utilizado y ha servido como una especie de examen preliminar para el guerrillero urbano en el aprendizaje de las técnicas de la guerra revolucionaria. En la técnica de asalto a bancos han surgido innovaciones importantes que garantizan la fuga, la retirada del dinero y el no reconocimiento del personal que opera. Citamos entre esas innovaciones tirar en las gomas de los vehiculos para impedir la persecución, encerrar personas en el baño del banco, hacerlas sentar en el piso, inmovilizar a los guardias bancarios y quitarles las armas, forzar a que abran el cofre o la caja fuerte, usar disfraces. Las tentativas de colocar alarmas en los bancos, defenderlos con guardias o usar medios electrónicos de procedencia norteamericana no dan resultado cuando el asalto es político y ejecutado según la técnica del guerrillero urbano. Esta técnica tiende a emplear recursos nuevos para enfrentar los cambios tácticos del enemigo, va echando mano a una potencia de fuego que crece día a día, se torna más astuta y audaz, y emplea un número cada vez mayor de revolucionarios: todo eso para asegurar el éxito de operaciones planificadas hasta en los últimos detalles. El asalto a bancos es una expropiación típica. Pero tal como ocurre en cualquier tipo de acción expropiatoria armada, el revolucionario sufre una doble competencia: a) la competencia del marginal; b) la competencia del contrarrevoluciónario de derecha. Esta competencia es un factor de confusión que lleva al pueblo a la incertidumbre. Cabe al guerrillero urbano evitar que esto suceda, y por tanto, debe recurrir a dos métodos: a) renunciar al empleo de la técnica de los marginales, o sea, a la violencia innecesaria, a la apropiación de bienes y objetos de las gentes del pueblo; b) utilizar el asalto como medio de propaganda, en el mismo momento en que éste se realiza, y difundiendo posteriormente materiales circulares, cartas con todo tipo de noticias esclarecedoras sobre los fines y propósitos del guerrillero urbano, al expropiar al gobierno, las clases dominantes y el imperialismo.
Las incursiones e invasiones son ataques rápidos a establecimientos situados en los barrios o incluso en el centro de la ciudad, tales como pequeñas unidades militares, comisarías, hospitales, etc., para causar daños, quitar armas, sancionar y aterrorizar al enemigo, tomar represalias o rescatar prisioneros heridos o que estén en tratamiento bajo vigilancia policíaca.
134
H IS TO RIA I DEBATES I DOCUMENTOS
Las incursiones e invasiones también son hechas en construcción y de apartamentos. Desde las ventanas a garajes y depósitos para destruir vehículos y dañar ins- y lugares ocultos puede dar con certera puntería en el talaciones, sobre todo cuando son de firmas y propieda- blanco escogido. des norteamericanas. La emboscada causa estragos devastadores entre Cuando se realizan en determinados tramos de el enemigo dejándolo enervado, inseguro y temeroso. carreteras y en barrios alejados, las incursiones pueden servir para forzar al enemigo a desplazamientos aparatosos, pero totalmente inútiles, pues no encontrará a nadie a quien combatir en el local. Las tácticas de calle son empleadas para combatir Llevadas a efecto contra ciertas residencias, ofici- al enemigo en las calles, utilizando contra él la participanas, archivos u oficinas públicas, tienen la finalidad de ción de las masas. En 1968 los estudiantes brasileños aprehender o retirar papeles secretos y documentos aplicaron contra las tropas de la policía excelentes tácticapaces de denunciar trapacerías, compromisos y la cas de calle, tales como lanzar manifestantes en sentido corrupción de los hombres del gobierno, sus sucias nego- contrario al tránsito, utilizando hondas y canicas como ciaciones y transacciones criminales con los norteameri- armas contra la caballería. canos. Otras tácticas de calles consisten en construir Las incursiones e invasiones dan mejores resulta- barricadas, arrancar adoquines y tirarlos contra la dos si son efectuadas durante la noche. policía, lanzar objetos como botellas, ladrillos, pisapapeles y otros proyectiles desde lo alto de los edificios de apartamentos y oficinas, para golpear a los policías; utilizar edificios en construcción como reductos de Las ocupaciones son tipos de ataque llevados a fuga, escondites y puntos de apoyo para ataques por cabo cuando el guerrillero urbano se instala en deter- sorpresa. minados establecimientos y lugares para una resisEs necesario igualmente que sepamos contestar a tencia temporal al enemigo o para realizar algún acto las tácticas del enemigo. Cuando las tropas policíacas viede propaganda. nen protegidas con escudos. Las ocupaciones de fábricas y escuelas durante las Para defenderse de los proyectiles que les son tirahuelgas o en otros momentos tienen la finalidad de pro- dos de frente, debemos pasar a actuar con dos equipos: testar o de desviar la atención del enemigo. uno que ataque al enemigo de frente, otro que lo ataque Las ocupaciones de emisoras tienen por finalidad por detrás, retirándose uno cuando el otro entra en la propaganda. acción, a fin de evitar que el primero sea blanco de los La ocupación es una modalidad de acción de gran proyectiles del segundo. efecto, pero para no ocasionar pérdidas y daños materiaDe la misma forma es importante saber conles en nuestras filas, precisa contar siempre con la posi- testar a las tácticas del cerco policíaco. Cuando la bilidad de retirada. Ésta debe ser meticulosamente pla- policía designa algunos de sus hombres para ir al neada y puesta en práctica en el momento oportuno. seno de la masa a arrestar a algún manifestante, un La ocupación es siempre temporal y cuanto más grupo más numeroso de guerrilleros urbanos debe rápida mejor. cercar al grupo de policías, quitarles las armas y castigarlos, y al mismo tiempo hacer escapar al prisionero. A esta operación de los guerrilleros urbanos se da el nombre de cerco dentro del cerco. Las emboscadas son ataques típicos por sorpresa, Cuando un cerco de la policía es hecho a estadonde el enemigo es atrapado al atravesar una carretera blecimientos de enseñanza, fábricas, locales de asamo al hacer una redada policíaca, al intentar cercar una bleas de masa y otros puntos, el guerrillero urbano no casa o una finca. debe rendirse ni dejarse atrapar por sorpresa. Para Con un aviso falso el enemigo puede ser atraído a llevar a la práctica su cerco, el enemigo es obligado a esos lugares y caer en una trampa. transportar los policías en vehículos y carros particuEl fin principal de la lucha de emboscada es cap- lares y ocupar puntos estratégicos en las calles hasta turar armas al enemigo y sancionarlo a muerte. invadir el edificio o local escogido. El guerrillero urbaLas emboscadas para detener trenes de pasa- no, por su parte, jamás debe franquear ningún edifi jeros tienen la finalidad de la propaganda y, cuando cio o local ni reunirse en él sin antes conocer las salison trenes que conducen tropas, el objetivo es ani- das de fuga, los medios de romper el cerco, los punquilarlas y tomar sus armas. tos estratégicos que puedan ser ocupados por la poliEl guerrillero urbano francotirador es un tipo de cía y los caminos que inevitablemente desembocan combatiente especialmente apropiado para la lucha de en el cerco, ocupando otros puntos estratégicos desde emboscada, pues se esconde fácilmente en las irregula- los cuales puede golpear al enemigo. ridades del terreno, en las azoteas y altos de los edificios Los caminos recorridos por los vehículos policíaL UC HA A RM AD A E N L A A RG EN TI NA
135
H IS TO RI A I DEBATES I DOCUMENTOS
cos deben ser minados en puntos de paso obligatorio o de estacionamiento forzoso. Con las explosiones de las minas, los vehículos volaran por los aires. Los policías deben ser atraídos a trampas donde sufrirán pérdidas o serán víctimas de emboscadas. El cerco debe ser roto a través de rutas de fuga desconocidas por la policía. La rigurosa planificación de la retirada es la mejor garantía de frustración de cualquier intento de cerco por parte del enemigo. Cuando el lugar no ofrezca condiciones para un plan de fuga, el guerrillero urbano debe abstenerse de utilizarlo para reuniones, asambleas o cualquier otra cosa pues, de hacerlo, no lograra salir del cerco que el enemigo probablemente tratara de tenderle. Las tácticas de calle han revelado un nuevo tipo de guerrillero urbano que participa de las rnanifestaciones de masa. Este es el tipo que denominamos guerrillero urbano manifestante y que comparece en los desfiles y otras formas de demostración popular, con misiones específicas y definidas. Tales misiones consisten en tirar piedras y pro yectiles de todo tipo, usar gasolina para incendiar, hacer blanco con armas de fuego en los policías, capturar sus armas, secuestrar agentes del enemigo y provocadores, disparar con certera puntería a los esbirros y torturadores y jefes policíacos, que vienen en carros particulares con placa falsa para no llamar la atención. El guerrillero urbano manifestante se ocupa de conducir grupos de masas a las vías de fuga, en caso de necesidad. Coloca minas, tira bombas molotovs, prepara emboscadas y explosiones. Cabe todavía al guerrillero urbano manifestante iniciar el cerco dentro del cerco, revisar vehículos del gobierno, carros oficiales y vehículos de la policía, antes de volcarlos e incendiarlos, para verificar si en ellos hay armas y dinero y en ese caso expropiarlos. Los francotiradores son rnuy buenos para las manifestaciones de masa y, juntamente con el guerrillero urbano manifestante desempeñan un valioso papel. Escondidos en puntos estratégicos, los francotiradores obtienen éxito cornpleto utilizando escopetas de caza, arnetralladoras, etc., cuyos disparos y rafagar; ponen al enemigo fuera de combate más fácilmente.
cabecillas de la acción. Una huelga tiene éxito cuando es organizada a través de la acción de pequeños grupos, si se tiene el cuidado de prepararla en secreto y en la mayor clandestinidad. Armas, municiones, molotovs, artefactos caseros de destrucción y ataque, todo eso debe ser suministrado de antemano para enfrentar al enemigo. Para que pueda lograr el máximo daño es conveniente estudiar un plan de sabotaje y ponerlo en ejecución. Las interrupciones de trabajo o de estudio, aunque tengan poca duración, causan graves perjuicios al enemigo. Es suficiente que surjan en puntos y sectores diferentes del rnismo lugar, perturbando la vida cotidiana, desplazándose en un movimiento interminable, en una auténtica táctica de guerrilla. En las huelgas o simples interrupciones del traba jo, el guerrillero urbano puede recurrir a la ocupación o invasión del local, o solamente hacer una incursión. Su objetivo en ese caso es mantener rehenes, hacer prisioneros o secuestrar agentes del enemigo y proponer el canje de huelguistas arrestados. Las huelgas y pequeñas interrupciones del traba jo en determinados casos pueden ofrecer buenas oportunidades para preparar emboscadas y trampas, con la finalidad de liquidar físicamente a los policías torturadores y más sanguinarios. Lo fundamental es que el enemigo sufra pérdidas y daños materiales y morales y que con eso se vaya desgastando.
Las deserciones y desvíos de armas son acciones puestas en práctica en los cuarteles, buques, hospitales militares, etc. El guerrillero urbano soldado, cabo, sargento, suboficial u oficial, debe desertar en el momento más oportuno, llevándose armas modernas y municiones a fin de entregarlas para uso y provecho de la revolución brasileña. Uno de los momentos oportunos es cuando el guerrillero urbano militar es llamado a perseguir y combatir a su hermano guerrillero fuera de los cuarteles. En vez de cumplir las órdenes de los gorilas, el guerrillero urbano militar debe adherirse a los revolucioLa huelga es una modalidad de acción emplea- narios, entregándoles las armas y municiones que lleva o da por el guerrillero urbano en los locales de trabajo y los aviones militares que pilotea. de enseñanza, para causar perjuicios al enemigo con el La ventaja de tal método es que los revoluciocese de las actividades de los que trabajan o estudian. narios reciben las armas y municiones del ejército, Por ser una de las más temibles armas de los explota- marina y aeronáutica, policía militar, guardia civil o dos y oprimidos, el enemigo empla contra ella una cuerpo de bomberos sin mayor trabajo, pues les llepotencia de fuego gigantesca y una violencia increíble. gan a sus manos traídas en los propios medios de Los huelguistas son llevados a la prisión, sufren apale- transporte del gobierno. amientos y muchos de ellos acaban asesinados. Otras oportunidades pueden surgir en los El guerrillero urbano debe preparar la huelga de cuarteles, y el guerrillero urbano militar debe siemmodo de no dejar pistas y rastros que identifiquen a los pre estar atento a eso. En caso de descuido de los L UC HA A RM AD A E N L A A RG EN TIN A
136
H IS TO RIA I DEBATES I DOCUMENTOS
comandos, y en otras eventualidades favorables, tales sivos, son operaciones que el guerrillero urbano militar como actitudes y comportamientos burocráticos o lleva a efecto cuando asalta casas comerciales de ese relajados en el servicio, por parte de subalternos y del ramo, industrias y canteras. personal interno, el guerrillero urbano militar no debe esperar más, sino tratar de avisar a las organizaciones y ejecutar la deserción, solo o acompañado, pero llevándose todo lo que pueda cargar. El rescate de presos es una operación armada En los cuarteles y otros establecimientos militares destinada a liberar al guerrillero urbano preso. En la pueden ser organizadas incursiones mediante la infor- lucha diaria contra el enemigo, el guerrillero urbano está mación y la participación del guerrillero urbano militar a sujeto a ser arrestado y condenado a interminables años fin de capturar armas. de cárcel. Esto no significa que ahí termine la lucha revoCuando no hay ninguna posibilidad de desertar lucionaria del guerrillero; su experiencia enriquecida con llevándose armas y municiones, el guerrillero urbano la prisión, debe seguir probándose en las mazmorras militar debe dedicarse al sabotaje. provocando explosio- donde se encuentre. nes e incendios en los depósitos de armas y polvorines. El guerrillero urbano preso ve la cárcel como el Esa técnica de desertar con armas y municiones, terreno que necesita dominar y conocer para liberarse a hacer incursiones y sabotajes en los cuarteles, es la mejor través de una operación guerrillera. manera de desgastar y desmoralizar a los gorilas, llevánNo hay prisión, esté en una isla o en una penitendolos a la perplejidad. ciaria urbana o agrícola, que sea inexpugnable frente a la La captura de armas es la operación que el malicia, la astucia y la potencia de fuego de los revoluguerrillero urbano realiza cuando va a tomar las cionarios. armas portadas individualmente por el enemigo. El guerrillero urbano en libertad ve los estableciEstas armas están en general en manos de centinelas mientos penales del enemigo como el campo inevitable u otras personas encargadas de misiones de vigilan- de los cheques guerrilleros. cia o represión. De la doble combinación guerrillero urbano en La captura de armas se hace por medios vio- libertad-guerrillero urbano en la cárcel, resulta la operalentos o a través de la astucia y de ardides o trampas. ción armada que denominamos rescate de presos. Cuando se desarma al enemigo, es siempre necesario Las operaciones guerrilleras que pueden hacerse revisarlo para ver si posee otra arma, además de para el rescate de presos son las siguientes: aquella de que ha sido despojado. En caso de descuido nuestro, el puede utilizar el arma no aprehendida a) motines en establecimientos penales, en colopara disparar contra el guerrillero urbano. nias correccionales e islas, o a bordo de navíos-transporLa captura de armas es un medio eficiente para te o navíos-presidio; apoderarnos de ametralladoras, el arma más importante b) asaltos a penitenciarias urbanas o agrícolas, de la guerrilla urbana. casas de detención, comisarías, depósitos de presos o Cuando realizamos pequeñas operaciones o accio- cualquier otro local de permanencia, paso ocasional o nes para la captura de armas y municiones, el material momentánea de detenidos; obtenido puede ser destinado al uso personal o al armac) asaltos a trenes y carros de transporte de premento y aprovisionarrnento de los grupos de fuego. sos; La necesidad de dar potencia de fuego al guerrid) incursiones e invasiones en los locales de reclullero urbano es tan arande que, para salir del punto cero, sión de prisioneros; muchas veces tenemos que efectuar la compra de un e) emboscadas a escoltas que conducen presos. arma, el desvío o la captura de un arma individual. Lo fundamental es empezar, y empezar con gran espíritu de decisión y audacia. La posesión de un arma multiplica nuestras fuerzas. El ajusticiamiento es la muerte de un espía Al asaltar un banco debemos tener el cuidado de norteamericano, de un agente de la dictadura, de un capturar el arma o las armas del guardia bancario. Las policía torturador, de una personalidad fascista del demás armas encontradas al tesorero, cajero o gerente, gobierno envuelta en crímenes y persecuciones de también deben ser recogidas de antemano. patriotas, de un chivato, delator, informante de la Para la captura de armas, otro medio al que pode- policía o un provocador policíaco. mos recurrir consiste en la preparación de emboscadas Aquellos que van a la policía por iniciativa propia contra los policías y los vehículos en que se mueven. para hacer denuncias y acusaciones, suministrar pistas No pocas veces logramos capturar armas en las y hacer reconocimientos cuando son atrapados por el comisarías policíacas, en incursiones de afuera para guerrillero urbano, también deben ser ajusticiados. adentro. El ajusticiamiento es una acción secreta con la Las expropiaciones de armas, municiones y explo- participación del menor número posible de guerrilleros L UC HA A RM AD A E N L A A RG EN TI NA
137
H IS TO RI A I DEBATES I DOCUMENTOS
urbanos. En muchos casos para un ajusticiamiento es suficiente un solo francotirador, paciente, solitario y desconocido, que actúe en la más absoluta clandestinidad y con la mayor sangre fría.
economía del país, sobre todo en sus aspectos económicos y financieros, como la red de comercio interior y exterior, los sectores cambiario, bancario, de recaudación de impuestos y otros. Oficinas públicas, centros de servicios gubernamentales, depósitos del gobierno son blancos fáciles del sabotaje. El secuestro es la captura y custodia en local La producción agrícola e industrial, por su lado, secreto de un agente policíaco, un espía norteamericano, difícilmente escapará del guerrillero urbano saboteador una personalidad política o un enemigo notorio y peli- que tenga conocimiento perfecto de la situación local. groso del movimiento revolucionario. Los obreros industriales que actúan como gueEl secuestro tiene por fin un canje o la liberación rrilleros urbanos son excelentes como saboteadores de compañeros revolucionarios presos, o la suspensión de las industrias, pues ellos -más que nadie- saben de torturas en los calabozos de la dictadura militar. El cual es la rama industrial, la fábrica, máquina o pieza secuestro de personalidades conocidas por actividades más indicada para derruir una estructura entera, que artísticas, deportivas y otras cualidades notorias, pero un lego mal sabría averiar. que no manifiestan ninguna tendencia política, puede En cuanto al sistema de transporte y comuniconstituir una forma de propaganda de los propósitos cación del enemigo, comenzando por e! tráfico ferrorevolucionarios y patrióticos del guerrillero urbano, siem- viario, es preciso atacarlo sistemáticamente con las pre que ocurra en circunstancias especialísimas, y el armas del sabotaje. secuestro venga a ser tratado de forma simpática y acepEl único cuidado es no causar muertes y daños table por el pueblo. fatales a los pasajeros, principalmente a los usuarios de El secuestro de norteamericanos residentes en los trenes suburbanos y de largo recorrido. Brasil, o de visita en el país, constituye una forma de proAtacar los trenes de carga, el material rodante testa contra la penetración y la dominación del imperia- o estacionario, e impedir que el sistema de transporlismo de Estados Unidos en nuestra patria. te y comunicaciones funcione para fines militares, he ahí los grandes objetivos del sabotaje en ese sector. Los durmientes pueden ser averiados y arrancados, asi como los rieles. Un túnel ferroviario bloqueado El sabotaje es un tipo de ataque altamente des- por el desplazarniento de una barrera que sigue a una tructivo, que necesita de pocas personas y a veces hasta explosión, u obstruido por un vagón descarrilado, de una sola para alcanzar el resultado deseado. Cuando causa un perjuicio enorme. el guerrillero urbano utiliza el sabotaje, la primera fase es Provocar el descarrilamiento de un tren de el sabotaje aislado. Después viene la fase del sabotaje carga que transporte combustible significa herir al disperso y generalizado, conducido por el pueblo. enemigo en pleno. Lo mismo que dinamitar los puenEl sabotaje bien hecho exige estudio, planeamien- tes ferroviarios. En un sistema en que el peso y rigito y ejecución cuidadosa. Una forma característica del dez del equipo rodante son excesivos, las destrucciosabotaje son las explosiones de dinamita, los incendios y nes y averías demandan meses para los trabajos de la colocación de minas. reparación o reconstrucción. Un poco de arena, una filtración cualquiera de En cuanto a las carreteras, pueden ser obstruicombustible, un engrase mal hecho, un tornillo retirado, das con árboles, vehículos estacionados, zanjas, disun cortocircuito, pedazos de madera y hierro, pueden locamientos de barreras con dinamita y puentes causar desastres irreparables. derrumbados por explosiones. El objetivo del sabotaje es dañar, averiar, inutilizar Los buques pueden ser averiados en los anclade y destruir puntos vitales del enemigo, tales como los ros y puertos marítimos y fluviales o en los astilleros. Los siguientes: aviones pueden ser destruidos o saboteados en tierra. Las líneas telefónicas y telegráficas pueden ser a) la economía del país; sistemáticamente dañadas, las torres derrumbadas y los b) la producción agrícola e industrial; hilos inutilizados. c) el sistema de transporte y comunicaciones; Los medios de transporte y comunicaciones d) el sistema militar y policíaco y sus estableci- tienen que ser saboteados desde ahora, pues la guemientos y depósitos; rra revolucionaria ya ha comenzado en Brasil y es e) el sistema represivo militar-policíaco; preciso impedir que el enemigo desplace sus tropas y f) las firmas y propiedades de los norteamericanos municiones. en el país. Oleoductos, almacenes de combustible, depósitos de bombas y municiones, polvorines y arsenales, cuarteEl guerrillero urbano debe causar perjuicios a la les, comisarías, deben pasar a constituir blancos por L UC HA A RM AD A E N L A A RG EN TIN A
138
H IS TO RIA I DEBATES I DOCUMENTOS
excelencia en el sabotaje, mientras que los vehículos, camiones del ejército y otros carros militares y policiales deben ser destruidos dondequiera que sean encontrados. Los centros de represión de carácter militar y policíaco y sus órganos específicos y especializados, deben igualmente constituir motivo de atenció del guerrillero urbano saboteador. Las firmas y propiedades de norteamericanos del país, por su lado, deben ser alcanzadas de forma tan considerable por el sabotaje, que el volumen de acciones contra ellas supere todo lo que pueda ocurrir contra los demás puntos vitales del enemigo.
El terrorismo es una acción que en la mayoría de los casos se resume en la colocación de una bomba o una explosión de petardos, algunos de gran poder destructivo y capaces de producir pérdidas irreparables al enemigo. El terrorismo exige que el guerrillero urbano haya adquirido conocimientos teóricos y prácticos para la fabricación de artefactos explosivos. El acto terrorista, a pesar de la apariencia de facilidad en la ejecución, no se distingue de los otros actos y acciones del guerrillero urbano. cuyo éxito depende del planeamiento y del empeño de la organización revolucionaria. Es una de las acciones en que el guerrillero urbano debe comportarse con la mayor sangre fría, calma y decisión. A pesar de que en general el terrorismo está relacionado con explosiones de bombas, hay casos en que puede ser llevado a cabo a través del ajusticiamiento y del incendio sistemático de instalaciones, propiedades, depósitos de firmas norteamericanas, plantaciones, etc. Es preciso destacar la importancia de los incendios y de la fabricación de bombas incendiarias, así como del uso de la gasolina en la técnica del terrorismo revolucionario. Otra cosa es la importancia de los saqueos a que la masa puede ser llevada por el guerrillero urbano en los momentos de hambre y de gran escasez, resultante de la voracidad de ganancia de los grandes comerciantes. El terrorismo es un arma a la que jamás el revolucionario puede renunciar.
El con junto de las acciones realizadas por el guerrillero urbano, e incluso cada una de sus acciones armadas, constituye la principal manera de hacer la propaganda armada. Inevitablemente esas acciones ejecutadas con objetivos ciertos y determinados, se tornan material de propaganda a través de los medios masivos de comunicación existentes. Asaltos a bancos, emboscadas, deserciones y desvíos de armas, rescate de presos, ajusticiamienL UC HA A RM AD A E N L A A RG EN TI NA
tos. secuestros, sabotajes, terrorismo y la guerra de nervios, están en ese caso. Los aviones en vuelo, desviados de rumbo por la acción de los revolucionarios, los buques y trenes en movimiento, asaltados y tomados por los guerrilleros, también pueden serlo sólo para fines de propaganda. Pero el guerrillero urbano no puede renunciar a instalar la imprenta clandestina e incluso debe disponer de mimeógrafos de alcohol o eléctricos, u otros aparatos de impresión, expropiándolos si no puede comprarlos, a fin de producir pequeños clandestinos, panfletos, hojas sueltas y sellos de propaganda y agitación contra la dictadura. El guerrillero urbano que se dedica a la impresión clandestina de materiales facilita enormemente la incorporación de mucha gente del pueblo a la lucha revolucionaria, pues abre un frente de trabajo permanente a aquellos que están dispuestos a llevar adelante la propaganda revolucionaria, aun cuando para eso tengan que actuar como revolucionarios solitarios y arriesgar sus vidas. El espítiru inventivo del guerrillero urbano, una vez que existe el material clandestino de propaganda y agitación, encuentra expansión y crea las catapultas, artefactos, morteros y otros instrumentos para lanzar a distancia los panfletos contra el gobierno. La propaganda en cintas grabadas, la ocupación de emisoras y servicios de altoparlantes, las pinturas en los muros y puntos inaccesibles, son otras formas de propaganda. Al emplearlas, el guerrillero urbano debe darles el carácter de operaciones a mano armada. Una insistente propaganda por medio de cartas enviadas a determinadas direcciones, que expliquen el sentido de las acciones armadas de los guerrilleros urbanos produce resultados apreciables y constituye una de las formas de influir en algunos sectores de la población. Esa influencia a ser ejercida en el seno del pueblo por medio de todos los tipos de propaganda en torno a la actividad del guerrillero urbano no significa que nuestro esfuerzo sea para ganar el apoyo de todos. Basta conquistar el apoyo de una parte y eso se puede hacer a través de la popularización de la siguiente consigna: "Quien no desee hacer nada a favor de los revolucionarios, que no haga nada en contra de ellos".
La Guerra de nervios o guerra psicológica es una técnica agresiva, basada en la utilización directa o indirecta de los medios masivos de comunicación y de la noticia transmitida verbalmente para desmoralizar al gobierno.
139
H IS TO RI A I DEBATES I DOCUMENTOS
En la guerra psicológica, el gobierno siempre lleva desventaja, pues él mismo impone la censurta a los medios masivos de comunicación y acaba siendo arrastrado a una posición defensiva para no dejar que se filtre nada que pueda perjudicarlo. Con esto cae en la desesperación, se vuelve más contradictorio y desprestigiado, pierde tiempo y ejergía en un control enervante, sujeto a ser quebrado en cualquier momento. El objctivo de la guerra de nervios es desinformar, informando mentiras a las autoridades, lo que todo el mundo puede hacer, creando así un ambiente de nerviosismo, descrédito, inseguridad, incertidumbre e intranquilidad para el gobierno. Los medios validos con que el guerrillero urbano cuenta en la guerra de nervios son los siguientes: a) usar el teléfono y el correo para anunciar pistas falsas a la policía y al gobierno, incluyendo avisos sobre la colocación de bombas y cualquier acto de terrorismo en oficinas públicas u otros locales. Amenazas de secuestros y asesinatos, etc., para obligar a las autoridades a desgastarse dando crédito a las noticias infundadas; b) hacer caer en las manos de la policía falsos planes, para desviar el rumbo de su atención; c) divulgar rumores para provocar la inquietud del gobierno; d) explotar por los más variados medios la corrupción, errores y deslices del gobierno y sus representantes, obligándolos a desmoralizarse con explicaciones y justificaciones por los medios masivos de comunicación, que ellos mismos mantienen bajo censura; e) formular denuncias a las embajadas extran jeras, a la ONU, a la Nunciatura apostólica y a las comisiones internacionales de juristas de defensa de los derechos humanos o de la libertad de prensa, presentando cada caso concreto de violación y empleo de violencia por la dictadura militar, y haciendo sentir que la guerra revolucionaria en el curso seguirá, con graves daños para los enemigos del pueblo.
El guerrillero urbano que emprende de manera correcta su aprendizaje e iniciación, tiene que dar una gran importancia al método de conducir la acción; en eso no puede cometer el más mínimo error. Cualquier descuido en la asimilación del método y su empleo significa un desacierto, como la experiencia enseña todos los días. Los marginales cometen errores frecuentes por cuestiones de método, y ese es uno de los motivos por los cuales el guerrillero urbano debe preocuparse insistentemente en seguir la técnica revolucionaria y no la técnica de los bandidos. L UC HA A RM AD A E N L A A RG EN TIN A
Y no es solamente eso. No puede existir guerrillero urbano digno de ese nombre si ignora el método revolucionario de acción y renuncia a practicarlo rigurosarnente en el planeamiento y ejecución de su actividad. Al gigante se le conoce por el dedo. Lo mismo podemos decir del guerrillero urbano, cuyo reconocimiento se hace desde lejos por la corrección de los metodos que aplica y la absoluta fidelidad a sus requisitos. El método revolucionario de conducir la acción exige forzosa y obligatoriamente el aprendizaje y el empleo de los siguientes elementos: a) pesquisas e información b) observacion o paquera c) reconocimiento y exploración del terreno d) estudio y cronometraje de los itinerarios e) planeamiento f) motorización g) selección de personal y relevo h) selección de la capacidad de fuego i) estudio y ensayo de la ejecución j) ejecución k) cobertura I) retirada m) dispersión n) rescate o trasbordo o) eliminación de pistas p) rescate de los heridos
Cuando no hay información, el punto de partida para el planeamiento de acción puede ser la pesquisa, la observación o paquera. Este método da buenos resultados también. De cualquier manera, incluso cuando no hay información, es preciso hacer la observación o paquera, a fin de ver si lo que ha sido informado no está en desacuerdo con lo que es observado y viceversa. El reconocmiento o la exploración del terreno, el estudio y cronometraje de los itinerarios tienen una importancia tan grande que sin ellos es como si uno diera un salto en la oscuridad. La motorización es en general una operación subestimada en el método de conducir la acción. Frecuentemente la motorización es dejada para el final, o sea, para la víspera de la ejecución de la acción principal. Esto es un error. La motorización debe ser enfocada con seriedad, necesita ser realizada con bastante anticipación y existe un planeamiento riguroso, cornenzando también por la información, la observación o paquera hasta ser consumado con riguroso cuidado y precisión. El resguardo, conservación, mantenimiento y enmascaramiento de los vehí-
140
H IS TO RIA I DEBATES I DOCUMENTOS
culos expropiados son particularidades rnuy importantes de la motorización. Cuando falla la motorización, fracasa la acción principal con graves perjuicios morales y materiales para la actividad del guerrillero urbano. La selección del personal impone serios cuidados para evitar la inclusión de indecisos y vacilantes, cuyo peligro de contaminar a los demás participantes difícilmente podrá ser evitado. La retirada es tan importante o más que la operación en sí, a tal punto que debe ser rigurosamente planeada, inclusive para la hipótesis de un f racaso. Se debe evitar hacer el rescate o trasbordo llevando niños o haciendo algo que despierte la atención de las personas en tránsito casual por el lugar. Lo mejor es hacer el rescate con la mayor naturalidad, y siempre en terreno sinuoso o de niveles diferentes, o que presente pasos estrechos que apenas permitan el tránsito a pie, a fin de evitar el encuentro de los dos carros. La eliminación de las pistas es obligatoria y exige el máximo de cautela para encubrir las huellas digitales y cualquier otro indicio que pueda orientar al enemigo. La falta de cuidado en la eliminación de pistas e indicios es un factor que acarrea nerviosismo en nuestras filas y que el enemigo explota con frecuencia.
El problema de los heridos en la guerrilla urbana merece una atención especial. Durante las operaciones guerrilleras en el área urbana puede ocurrir que algún compañero sea herido accidentalmente o baleado por la policía. Cuando en un grupo de fuego hay un guerrillero con conocimiento de primeros auxilios, siempre puede hacer algo de inmediato por el herido. En ninguna circunstancia el guerrillero urbano herido debe ser abandonado en el lugar de la lucha o dejado en manos del enemigo. Uno de los cuidados que debemos tener es crear cursillos de enfermería para hombres v mujeres, cursos en que el guerrillero urbano sea matriculado y pueda aprender la técnica elemental de los primeros auxilios. El guerrillero urbano médico, estudiante de medicina, enfermero, farmacéutico, o simplemente iniciado en los primeros auxilios, es una de las necesidades de la lucha revolucionaria moderna. Un pequeño manual de primeros auxilios para el guerrillero urbano, impreso en hojas mimeografiadas, debe ser también motivo de iniciativa de parte de cualquier conocedor del asunto. Al planear y ejecutar una acción armada, el guerrillero urbano no debe olvidar la organización de la logística médica. Esto será resuelto por medio de una clínica móvil o motorizada. También sirve un puesto ambulante montado en un automóvil. Otra solución es utilizar un compaL UC HA A RM AD A E N L A A RG EN TI NA
ñero enfermero, o compañera, que espere con su maletín de curaciones en una casa o cualquier otro lugar, para donde debe ser llevado el herido. Lo ideal sería poseer nuestra propia clínica bien equipada, pero eso cuesta mucho dinero, a menos que empleemos material expropiado. Cuando fallan los recursos aquí señalados, muchas veces es necesario recurrir a clínicas legales, empleando la mano armada si fuera el caso para obligar a los médicos a atender nuestros heridos. En la eventualidad de recurrir a bancos de sangre para comprar sangre o plasma sanguíneo, no debemos suministrar direcciones legales, y mucho menos direcciones donde efectivamente puedan ser encontrados los heridos que estén bajo nuestros cuidados y protección. Tampoco debemos suministrar direcciones de los elementos comprometidos con el trabajo clandestino de la organización, a los hospitales y casas de salud a los cuales recurrimos. Tales cuidados son indispensables para eliminar cualquier pista o rastro. Las casas donde permanccen los heridos no pueden ser conocidas por nadie, con la excepción única y exclusiva del reducidísimo grupo de compañeros encargados de su tratamiento y del transporte. Sábanas, vendas ensangrentadas, medicinas y cualquier otro indicio de cura a los compañeros heridos en combate con la policía, deben ser obligatoriamente eliminados de cualquier lugar por donde hayan pasado para recibir asistencia médica.
El guerrillero urbano vive en constante peligro, por la posibilidad de ser descubierto o denunciado. El principal problema de seguridad es tener la garantía de que estamos bien escondidos y bien guardados, y que están asegurados los medios para impedir que la policía llegue hasta nosotros, o hasta donde nos encontramos. El peor enemigo del guerrillero urbano y el mayor peligro que nos amenaza es la infiltración del espía o del delator en nuestra organización. El espía que sea atrapado dentro de la organización será castigado con la muerte. Lo mismo sucederá a los que desertan y van a delatar lo que saben a la policía. Una buena seguridad es la certeza de que el enemigo no tiene sus espías y agentes infiltrados en nuestro medio y que ni puede recibir informaciones respecto a nosostros, ni siquiera por vías indirectas o cautela y severidad en el reclutamiento. Tampoco se debe permitir que todos se conozcan entre sí ni que todos lo sepan todo. Cada uno debe conocer sólo lo que se relaciona con su trabajo. Esa regla es otro punto fundamental en el abece de la seguridad del guerrillero urbano. 141
H IS TO RI A I DEBATES I DOCUMENTOS
La lucha que trabamos contra el enemigo es penosa y difícil, pues se trata de una lucha de clases. Toda lucha de clases es de vida o muerte, cuando las clases son antagónicas. El enemigo quiere aniquilarnos y lucha implacablemente para descubrirnos y aplastarnos, ya que nuestra gran arma consiste en ocultarnos de él y atacarlo ppor sorpresa. Lo malo del guerrillero urbano es revelarse por imprudencia o dejarse descubrir por falta de vigilancia de clase. Es inadmisible que el guerrillero urbano suministre su propia dirección o cualquier otra dirección clandestina al anemigo, o que hable demasiado. Anotaciones en los márgenes de los periódicos, documentos olvidados, tarjetas de visita, cartas o billetes, todo eso son pistas que la policía jamás despreciará. Las libretas de direcciones y teléfonos tienen que ser abolidos y no se debe escribir o guardar papeles: hay que evitar archivos de nombres legales e ilegales, indicaciones biográficas, mapas, esquemas y planos. Los puntos de contacto no deben ser anotados, sino guardados en la memoria solamente. El guerrillero urbano que viole esas normas debe ser advertido por el primero que note la infracción y si reincide debemos evitar trabajar con él. La necesidad que el guerrillero urbano tiene de desplazarse constantemente y la relativa proximidad con la policía, dadas las circunstancias del cerco policíaco estratégico a que está sometida la ciudad, lo lleva a adoptar medidas de seguridad variables, que dependen de los movimientos del enemigo. Para eso es necesario tener un servicio de informaciones diarias sobre lo que el enemigo está haciendo ostensiblemente, donde están siendo hechas las redadas policiales y cuales son las gargantas y puntos de estrangulamiento que están siendo vigilados. La lectura diaria del noticiero policial de los periódicos es una óptima fuente de informaciones en estos casos. La lección más importante para la seguridad del guerrillero es que bajo ninguna circunstancia debemos permitir en la organización la menor serial de flojedad en el cumplimiento de las medidas y reglas de vigilancia. La seguridad del guerrillero debe ser mantenida también y principalmente en casos de arresto. El guerrillero preso nada puede revelar a la policía que perjudique a la organización. Nada puede decir que traiga como consecuencia el arresto de otros compañeros, el descubrimiento de direcciones y escondri jos, la pérdida de armas y municiones.
Aunque el guerrillero urbano aplique con exactitud su técnica revolucionaria y cumpla rigurosamente las reglas de seguridad, no por eso deja de ser L UC HA A RM AD A E N L A A RG EN TIN A
vulnerable a los errores. No hay guerrillero urbano perfecto. La única cosa que puede hacer es esforzarse para disminuir el margen de los errores, pues no logrará la perfección. Uno de los medios que debemos utilizar para disminuir el margen de los errores consiste en procurar conocer los siete pecados del guerrillero urbano y tratar de combatirlos. El primer pecado del guerrillero urbano es la inexperiencia. El guerrillero urbano ofuscado por ese pecado piensa que el enemigo es tonto, subestima su inteligencia, considera que las cosas son fáciles y, en consecuencia, deja pistas que pueden conducir al desastre. Debido a su inexperiencia, el guerrillero urbano también puede superestirnar las fuerzas del enemigo, considerándolo más poderoso de lo que realmente es. Dejándose engañar por esa presunción, el guerriilero urbano acaba intimidándose, permanece seguro e indeciso, paralizado y sin aucacia. El segundo pecado del guerrillero urbano es vanagloriarse de las acciones que realiza y alardear de ellas a los cuatro vientos. El tercer pecado del guerrillero urbano es llenarse de vanidad. El guerrillero urbano que sufre de este pecado pretende resolver los problemas de la revolución desencadenando acciones en la ciudad, pero sin preocuparse con el inicio y la sobrevivencia de la guerrilla en el área rural. Ciego por los éxitos obtenidos, acaba organizando una acción que considera decisiva y en la cual pone en juego todas las fuerzas y recursos de la organización. Como la ciudad es el área del cerco estratégico, que no podemos evitar o romper inientras la guerrilla rural no haya sido desencadenada y no esté a punto de veneer, sobreviene siempre el error fatal que permitirá al enemigo atacarnos con golpes certeros. El cuarto pecado del guerrillero urbano es exagerar sus fuerzas y querer hacer cosas para las cuales no tiene condiciones y no está a la altura, por no poseer todavía una infraestructura adecuada. El quinto pecado del guerrillero urbano es la precipitación. El guerrillero urbano que comete este pecado pierde la paciencia, es atacado de los nervios, no espera por nada y se lanza intespectivamente a las acciones, sufriendo reveses inesperados. El sexto pecado del guerrillero urbano es atacar al anemigo cuando éste está más enfurecido. El séptimo pecado del guerrillero urbano es no planificar las cosas y actuar basado en la improvisación.
Uno de los cuidados permanentes del guerrillero urbano es identificarse con las cuestiones populares para conquistar el apoyo del pueblo. Donde la actuación del gobierno se revela inepta y corrupta, el guerrillero urbano no debe vaci142
H IS TO RIA I DEBATES I DOCUMENTOS
lar en interferir para mostrar que combate al gobierno y ganarse así la simpatía de las masas. El gobierno actual, por ejemplo, hace pesadas exigencias financieras al pueblo y cobra impuestos altamente onerosos. Cabe al guerrillero urbano atacar el sistema de recaudación de la dictadura y obstaculizar su actividad fiscal lanzando contra ella todo el peso de la violencia revolucionaria. No sólo contra los impuestos y el aparato de recaudación se vuelca el guerrillero urbano. Es preciso que el brazo de la violencia revolucionaria alcance igualmente los órganos del gobierno que aumentan los precios y a los responsables de esos órganos, asi como a los más ricos negociantes nacionales y extran jeros, o grandes propietarios de inmueblies; en fin, a todos los que acumulan ganancias fabulosas con la carestía de la vida, los salarios de hambre, el alza de los precios, y de los alquileres. Los trusts extranjeros, como frigoríficos y empresas de los norteamericanos que monopolizan el mercado y la fabricación de géneros alimenticios, deben ser sistemáticamente atacados por el guerrillero urbano. La rebelión del guerrillero urbano y su persistencia en interceder en las cuestiones populares constituyen la mejor manera de asegurar el apoyo de pueblo a la causa que defendemos. Vamos a repetir e insistimos en repetir: es la mejor manera de asegurar el apoyo del pueblo. En cuanto una parte razonable de la población comienza a tomar en serio la acción del guerrillero urbano, su éxito está garantizado. Para el gobierno no hay otra alternativa sino intensificar la represión. Las redadas policíacas, allanamientos de hogares, arrestos de inocentes y sospechosos, el cierre de carreteras, hacen insoportable la vida en la ciudad. La dictadura militar se lanza a la persecución política masiva. Los asesinatos politicos y el terrorismo policial se transforman en rutina. A pesar de esto la policía fracasa sistemáticamente. Las fuerzas del ejército, marina y aeronáutica pasan a ser movilizadas, ejerciendo funciones policiales de rutina. Aun así no consiguen encontrar pistas, paralizar las operaciones guerrilleras o acabar con la organización revolucionaria de los grupos fragmentarios, quo se mueven y actúan en el territorio nacional de manera persistente y contagiosa. El pueblo rehusa colaborar con las autoridades y el sentimiento general es que el gobierno es injusto, no tiene medios para enfrentar las dificultades y recurre llana y simplemente a la liquidación física de sus opositores. La situación política en el país se transforma en situación militar en la que los gorilas aparecen cada vez más como los responsables de todos los desaciertos y violencias, mientras las dificultades en la vida del pueblo se vuelven verdaderamente catastróficas. Al ver a los militares y a la dictadura al borde del abismo y temiendo las consecuencias de la guerra L UC HA A RM AD A E N L A A RG EN TI NA
revolucionaria, ya entonces a nivel bastante avanzado e irreversible, los apaciguadores, que siempre existen entre las clases dominantes, y los oportunistas de derecha, partidarios de la lucha pacífica, se dan la mano y pasan a rumorear entre bastidores, implorando a los verdugos por elecciones, redemocratización, reformas de cartas constitucionales y otros ingredientes destinados a engañar las masas y a hacer cesar el impacto revolucionario de las ciudades y las áreas rurales del país. Sin embargo, con la mirada en los revolucionarios, el pueblo entiende ahora que es una farsa ir a votar en las elecciones, cuyos únicos objetivos es garantizar la continuidad de la junta militar y dar cobertura a sus crímenes. Atacando de lleno esa farsa de las elecciones y de la llamada "apertura política", tan a gusto de los oportunistas, el guerrillero urbano debe volverse más agresivo y violento recurriendo sin cesar al sabotaje, al terrorismo, a las expropiaciones, asaltos, secuestros, ajusticiamientos, etc. Esto anula cualquier pretensión de engañar las masas con la apertura del Congreso y la reorganización de los partidos -del gobierno y de la oposición consentida- toda vez que tanto el parlamento como esos partidos son llamados a funcionar por obra y gracia de una licencia de la dictadura militar, en un auténtico espectáculo de marionetas y perros amaestrados. El papel del guerrillero urbano, para conquistar el apoyo del pueblo, es seguir luchando, teniendo en cuenta los intereses de las masas y volviendo desastrosas las circunstancias en que el gobierno tiene que actuar. Son estas circunstancias desastrosas para la dictadura las que permiten a los revolucionarios desencadenar la guerrilla rural, en medio del incremento incontrolable de la rebelión urbana. El guerrillero urbano tiene presente la acción revolucionaria a favor del pueblo, y con ella busca la participación de las masas en la lucha contra la dictadura militar y por la liberación del país del yugo de Estados Unidos. Partiendo de la ciudad y con el apoyo del pueblo es que se llega rápidamente a la guerrilla rural, cuya infraestructura va siendo establecida cuidadosamente a medida que el área urbana mantiene su rebelión.
La revolución es un fenómeno social que depende de hombres, armas y recursos. Las armas y los recursos existen en el país y pueden ser tomados y manejados, pero para eso es necesario contar con los hombres. Sin ellos las armas y los recursos no tienen sentido ni valor. Los hombres a su vez necesitan de dos requisitos fundamentales y obligatoriamente indispensables:
143
H IS TO RI A I DEBATES I DOCUMENTOS