Trabajo Final Resumen de libro
Paredes, Carlos Raúl Nazareno Cátedra de: Historia Argentina III Facultad de Humanidades Universidad Nacional de Salta – Argentina Argentina BIBLIOGRAFÍA A RESUMIR: •
peronismos. Estado y poder económico, 1946SIDICARO, R (2011) – Los Tres peronismos. 1955, 1973-1976, 1989-1999 . 2ª Ed. Buenos Aires. Ed. Siglo Veintiuno (288 pp.)
El trabajo de Ricardo Sidicaro nos introduce en una visión interdisciplinaria sobre las relaciones entre los actores políticos y los agentes económicos durante los tres gobiernos peronistas que hubo en el siglo XX. La definición de los agentes y de los espacios
las
sustenta
teóricamente
con
el
planteamiento weberiano (para lo que serian las acciones partidarias y el Estado como organización racional de la sociedad), los aportes bourdianos (para definir los espacios -o campos- de lucha, de los diferentes actores, y como operan las interrelaciones de los mismos) y el aporte de A. Touraine
para
explicar
las
relaciones
de
dominación. El autor parte de la división de los distintos gobiernos peronistas en tres experiencias diferenciadas cronológicamente y en función del rol del estado y el sentido de las acciones de los distintos actores políticos y socioeconómicos: el primer peronismo lo sitúa entre 1946 y 1955, que constituirían la primera y segunda presidencia de Juan Domingo Perón, y el rol intervencionista del estado como factor explicativo clave, puesto que también las relaciones entre los actores económicos (que solo toma tres del 1
gran abanico existente: las empresas de bienes, los grupos que ocupan cargos monopólicos y los inversores tanto nacionales como extranjeros). El segundo peronismo lo sitúa entre 1973 y 1976, que constituyen los gobiernos de Héctor J. Campora, el tercer mandato de Juan D. Perón y el de, su tercera esposa, María Estela Martínez; en este punto la tensión de los diferentes actores políticos y socioeconómicos ponen en una actitud beligerante a los segundos contra los primeros provocando una crisis del estado intervencionista. Finalmente, el tercer peronismo, lo constituye las dos presidencias de Carlos Menem entre 1989 y 1999, señalando los límites del Estado intervencionista y la articulación de sus actores, llevando a la “subordinación ” del campo político al campo
socioeconómico, el cual mide su fuerza en función de su poder sobre el poder del Estado.
Para el presente resumen solo tomaré lo analizado en el primer peronismo
(1946-1955). Sin embargo, antes de iniciar su análisis el autor señala una singularidad del contexto argentino, el cual es la necesidad imprescindible del Estado para los distintos actores señalados. Para poder comprender esto la noción del Estado Intervencionista ocupa el inicio del trabajo de Sidicaro. El mismo lo apunta dentro del periodo 1930-1943, aunque señala sus antecedentes, en Argentina, para la década de 1910 (con el proyecto de Carlos Ibarguren, del Partido Demócrata Progresista, durante la presidencia de Roque Sáenz Peña). Sin embargo, ante la emergencia de la crisis de 1930, el gobierno emergido del reciente golpe de Estado de septiembre necesitó consolidar una estructura nueva, y en ello se configuraron nuevas relaciones entre los actores políticos y socioeconómicos. Sin embargo no significó un tipo de relación, todo lo contrario. Como define el autor: “Los políticos que gobernaron entre 1930 y 1943 tenían distintos tipos de
vínculos con los actores socioeconómicos predominantes, pero una aproximación analítica […] evita la confusión entre aquellos definidos por
su pertenencia al espacio político y lo que tenían su inserción principal en el campo económicos”1
Es decir, para los años de la Concordancia, estos vínculos terminan por confluir en la capacidad del estado como “ dirigente ” de la economía, frente a las necesidades de enfrentar a la crisis. Un ejemplo de esto, fueron las Juntas y Comisiones Reguladoras de los diferentes tipos de actividades, el Banco Central y la Corporación de Trasportes de 1 SIDICARO,
R (2011) – Los Tres peronismos. Estado y poder económico, 1946-1955, 1973-1976, 19891999. 2ª Ed. Buenos Aires. Ed.: siglo veintiuno, pp. 27 2
la Ciudad de Buenos Aires. Esto implico la entrada del estado como agente determinante (o de gran peso) de la economía. Estas representaron la primera experiencia de dirección del Estado Intervencionista, pero durante sus primeros años, estuvieron bajo una matriz de administración del tipo privado.
Esta percepción
corporativista fue en aumento provocando, para mediados de los años treinta, las primeras fracturas de ese Estado Intervencionista. Si bien la apertura del estado hacia los empresarios, y otros actores, a la participación en la economía llevo a su entrelazamiento, no sucedía lo mismo cuando estos agentes económicos pretendían cargos de la administración política que se reservó a los dirigentes partidarios. Un punto que señala el autor como “importante” fue
la experiencia del Plan de Reactivación
Económica de 1940, conocido como Plan Pinedo. En el mismo se vieron contrapuestos los intereses de los agentes económicos (nucleados en la Sociedad Rural Argentina) en función de mantener su campo sin entrada estatal; contra los intereses del Estado el cual, frente a la crisis beligerante desatada en 1939, debería (según el Plan) optar por una alternativa fabril, superando la dependencia agrícola. Esto llevó a ampliar la fractura entre este Estado y los actores socioeconómicos. Ya para los albores del año de 1943 los intereses de los conservadores ya no coexistían con los del sector socioeconómico, puesto que la ulterior necesidad de mantener el control y privilegios materiales y simbólicos de los actores políticos, los llevó a un desgaste de su legitimidad (sumado al abandono del apoyo de los actores socioeconómicos) provocando una reacción dentro de los esquemas de poder del mismo estado, confluyendo en el golpe de estado del 4 de Junio de 1943. Si bien hubo un clima de normalización, las direcciones tomadas por el gobierno militar en función de la herencia dejada por el gobierno de Castillo (sobre el Estado Intervencionista) resultan claves para comprender los procesos venideros. La orientación social del régimen militar chocó con los intereses de los sectores socioeconómicos (principalmente los industriales que vieron poco atractiva la propuesta del mercado interno y el fomento industrialista). Esto, como plantea Sicario, se reflejó en un constante conflicto por causas y razones políticas, más que los efectos negativos a la economía de esas propuestas. La cuestión del aguinaldo en 1944 representó un claro punto de este conflicto, donde se buscó medir la fuerza política de cada uno de los actores involucrados. Ya entrados en el gobierno de Perón, desde 1946, las estrategias de los actores socioeconómicos frente a la propuesta estatal jugaron en una lógica de costos/beneficios (como en el caso de la SRA) o en protección de sus propios intereses 3
(como la Bolsa de Comercio de Buenos Aires). Un espacio importante del campo económico, el sector agropecuario, no vio modificada su estructura con el peronismo, pero si vio intervenida sus ganancias-excedentes. Esto se debió a la herramienta institucional que significó el Instituto Argentino de Promoción e Intercambio (IAPI). Como plantea el autor: “Con las actividades del IAPI […] veían revertirse los mecanismos que
clásicamente se habían utilizado para defender sus intereses económicos. No solo dejaban de ser favorecidos […], sino que se los perjudicaba. Sus críticas a la política económica del gobierno abarcaron tanto la fijación de
precios como el monopolio estatal del comercio exterior”2
Esto trajo como consecuencia su paulatina inactividad en el ingreso nacional, plantea Sidicaro. Todo esto, en función de que el estado garantizaba, por medio de esta intervención al sector rural, el proceso de industrialización. Sin embargo, para el año 1952, la situación crítica de la economía, la baja productividad, el déficit del IAPI, condujeron a que el gobierno de Perón (frente a la imposibilidad de cambiar la Estructura Agraria del país) recurriera a compensaciones o amenazas. En este contexto la relación del gobierno con los industriales fue complejas debido al choque entre las nuevas empresas que respondían al programa industrializador del gobierno y las empresas vegetativas (pp. 74). También por la política del control de precios y su regulación con los sectores rurales proveedores de estas empresas vegetativas. Esto alcanzó puntos de tensión en 1952 cuando el gobierno lanzó el Plan Económico que tuvo como objetivo aumentar los controles sobre las pequeñas empresas (régimen de licencias). Dentro de este contexto, la falta de divisas llevó a que las importaciones de maquinarias e insumos sestaran
otro golpe para las pequeñas
industrias, sumado a la incorporación de inversiones extranjeras, para continuar con los planes industrialistas del gobierno. Las acciones del gobierno, para 1953, se habían transformado con lo que respectaba a sus inicios en 1946. El intervencionismo del estado había entrado en todas las esferas de la vida del país. Y esto llevó a fenómenos sociopolíticos intensos. Como dice el autor: “la
acción de los aparatos estatales apuntó a limitar la libre incoativa en, prácticamente, todas las esferas de la sociedad civil, el gobierno peronista encontró adversarios en los diversos sectores sociales […] la mayoría de los 2 SIDICARO,
R (2011) – Op. Cit ., pp. 66-67 4
asalariados se identificaban con el peronismo, la perdida de algunas de sus libertades […] no apareció como una cuestión ideológicamente significativa”3 Es decir, la entrada total del estado intervencionista peronista en la sociedad había creado y generado un clima politizado en todas las capas y áreas de la vida social. De esta forma, el gobierno había logrado conformarse como un espacio – campo- de acción con la capacidad de hacer frente a los intereses de los distintos actores socioeconómicos. Se puede sintetizar con que, frente a la incapacidad de los actores socioeconómicos de asegurar una dirección consensual en la sociedad argentina, se vieron en la necesidad de construir un Estado Intervencionista en los años treinta, sin embargo, los conflictos de intereses entre los actores políticos y económicos llevaron a su gradual separación, y para principios de los años cuarenta había una clara división. Con la irrupción del peronismo este papel autónomo del Estado intervencionista operó en función del debilitamiento del peso político de los actores socioeconómicos. El desgaste ideológico provocado por el peronismo a los sectores económicos rurales provocó que la idea de “beneficiar al campo para aumentar el progreso” entrara en un deterioro impresionante
terminando, en teoría, con la noción agropecuaria de la economía argentina, dando inicio, como plantea Sicario, a iniciar un nuevo ciclo del crecimiento económico.
3 SIDICARO,
R (2011) – Op. Cit ., pp. 94-95 5