Los fundamentos del conocimiento en la vida cotidiana; Resumen. Nombre: Juan Fernández.
En el primer capítulo de su obra “La construcción social de la realidad” , Berger y Luckmann
hacen claro, primeramente, que en el caso de la sociología el conocimiento empírico se obtiene a través del estudio del mundo de la vida cotidiana, no sin antes mencionar que se trata, en este caso por lo menos, de un objetivo de carácter teórico. La vida cotidiana es entonces la realidad interpretada por las personas, para las cuales tiene un significado subjetivo de mundo coherente. Es, entonces, que el método que los autores consideran más conveniente para esclarecer los fundamentos del conocimiento de la vida cotidiana (es decir, su metodología) es el del análisis fenomenológico, no obstante, mencionan que si bien es empírico, no es científico, como suele suceder con las ciencias sociales. Es así como Berger y Luckmann, para comenzar, hacen alusión al concepto de conciencia, y cómo ésta es siempre intencional, es decir, es, la mayoría del tiempo, voluntaria, y así también, puede moverse a través de distintas disti ntas esferas de la realidad, ya sea el “aquí y ahora”
o el recordar un momento pasado. Mencionan también que entre los distintos niveles de conciencia existe uno que se presenta como la realidad por excelencia; la realidad de la vida cotidiana. La vida cotidiana se ve experimentada en estado de total y plena vigilia, a diferencia de otros estados de conciencia, y que asimismo, la conci encia de la vida cotidiana es el estado natural por defecto de la conciencia. Destacan que la realidad de la vida cotidiana ya está objetivada, es decir, que los objetos ya estaban definidos como objetos antes de que el individuo aparezca en aquella realidad. Sin embargo, la realidad de la vida cotidiana también abarca abar ca elementos que no están presentes en el “aquí y ahora”, los cuales
están disponibles pero no son accesibles debido a distintas razones, entre ellas, debido a que no presentan ninguna función utilitaria para el individuo o simplemente son logísticamente imposibles de acceder. Esto se debe a que la realidad de la vida cotidiana es presentada como un sistema intersubjetivo compuesto por las personas que la habitan entre sí, y por lo tanto, no se puede existir en la realidad de la vida cotidiana sin antes interactuar y comunicarse con otros. Por lo mismo, es que la realidad de la vida cotidiana es también llamada la conciencia del sentido común, en otras palabras, porque se refiere a un mundo que es común entre muchas personas. Otra característica de la realidad de la vida cotidiana es que se presenta netamente como facticidad imperiosamente evidente, e incluso si se le pone en duda, aquellas difícilmente pueden ser llevadas a la práctica debido a que todos existimos en esta realidad. La realidad de la vida cotidiana se ve estructurada estruc turada tanto en espacio como en tiempo, aunque los autores hacen especial énfasis en las dinámicas temporales de este concepto. La temporalidad es una esfera relativa al origen de sí misma, puede venir desde influencias internas, como lo son los ritmos circadianos, o también de manera externa, como lo es la fecha y hora impuestas por la civilización moderna. No obstante, entre los distintos niveles de temporalidad, prima aquel que se relaciona con la realidad de la vida cotidiana, aquella temporalidad que como personas compartimos cuando, por ejemplo, miramos la hora, y nos unimos a la sincronicidad de la vida cotidiana a nuestro alrededor. Luego los autores pasan a exponer sobre las interacciones sociales en la vida cotidiana. Establecen primeramente que la experiencia más significativa respecto de la realidad de la vida cotidiana es aquella que se experimenta “cara a cara” con otro, debido a que ni ngún
otro tipo de interacción puede reproducir la cantidad de subjetividades que este tipo de interacción suscita, tomando así cualquier otro tipo de interacción como interacciones remotas, ya que mientras más lejos se encuentran del “cara a cara”, más lej os están del “aquí y ahora” y, por lo tanto, menos relacionadas están con la realidad de la vida cotidiana.
Posteriormente se hace alusión a la objetivación de la subjetividad humana. La objetivación es, en este caso, la manera en que las personas producen signos que poseen una significación específica. Éstos signos pueden variar de muchas maneras, y se agrupan en una cantidad de sistemas distintos entre sí, como por ejemplo, movimientos faciales o expresiones corporales ritualistas. No obstante, se hace énfasis en el lenguaje, y cómo este es el sistema signos más importante de la sociedad humana. Las objetivaciones de la vida cotidiana son en su mayoría sustentadas por la significación lingüística, y es por esto que la comprensión del lenguaje es esencial para cualquier comprensión de la vida cotidiana. En el caso del lenguaje “cara a cara”, existe una cualidad especial ya que posibilita una
mayor cantidad de intercambio de subjetividades entre aquellos involucrados, ya que la continua producción de signos vocales permite un acceso continuo y espontaneo a las subjetividades subyacentes en cada persona, cualidad que, por lo tanto, da un carácter de objetividad a su uso. El lenguaje también implica una dualidad dinámica entre la subjetivi dad expresada por un individuo, como también la objetividad de las categorías expresadas por el individuo. Es así como el lenguaje permite un intercambio entre diferentes zonas de la realidad, y trasciende de forma espacial, temporal y social a través de la realidad de la vida cotidiana. Es por esto, entonces, que aquellas significaciones que puedan cruzar distintas esferas de la realidad, pueden ser definidas como símbolos. Éstos símbolos construyen en algunos casos amplios cuerpos de representación simbólica que son una parte importante de la realidad de la vida cotidiana. La religión, la filosofía, el arte y la ciencia vendrían siendo los de mayor importancia histórica, y es así entonces que las interacciones que las personas tienen entre sí se ven afectadas por aquellos cuerpos de conocimiento dominantes en su vida cotidiana. Por otra parte, la vida cotidiana está también sujeta a los motivos pragmáticos de cada persona, es decir, el conocimiento que se limita a la competencia pragmátic a de quehaceres rutinarios de la vida diaria ocupa un lugar importante en el cuerpo de conocimiento general de la realidad cotidiana. Es por esto que no podemos acceder a todo el conocimiento de la vida cotidiana, ya que sólo accedemos a aquel que dispone de utilidad pragmática para nosotros, aquel que es de relevancia personal o inmediata, como también aquel limitado por el contexto social en el que el individuo se ve sometido. Por lo mismo, siempre habrá lugares de la realidad que desconoceremos. Sin embargo, esto solo significa que cada persona posee estructuras de relevancia y acceso distintos, lo que nos lleva a concluir que, en la sociedad, distintos individuos poseen un conocimiento distinto de la vida cotidiana, como también en distinto grado y en distinta forma.