Resumen del primer capítulo del libro “El hombre en busca de sentido”, de Viktor E. Frankl. UN PSICÓLOGO EN UN CAMPO DE CONCENTRACIÓN Viktor E. Frankl, comienza su trabajo con la aclaración de que su obra no pretende ser un relato de los sucesos en los campos de concentración nazis, sino que su estudio se enfoca a encontrar cómo era afectada la mente de los individuos prisioneros que se vieron libres al final , al pasar por situaciones tan adversas, como lo era el choque constante de las atrocidades cometidas en los campos de concentración; la lucha por la sobrevivencia entre estos hombres; el miedo a los horrores de exterminio que amenazaban con terminar la vida de cualquiera; la pérdida de condición humana. Frankl, define tres fases en las reacciones mentales de los prisioneros; la fase que sigue a su internamiento, la vida en el campo de concentración y la fase después de su liberación. Dicho de otro modo estas tres fases son: la fase que sigue a la situación difícil, la vida en la situación difícil y la superación de esa situación. En la primera fase los rasgos más característicos son el shock ante lo adverso y a la vez, un sentimiento de esperanza, por medio del cual se aferraban a la vida. El punto más alto de esta fase es la aceptación o el acondicionamiento al nuevo estilo de vida que llega y el olvido de la anterior. Se crea un mecanismo de ver alrededor con objetividad y de esta manera lograr un estado de ánimo de protección, el cual logra que el hombre se adapte fisiológicamente a situaciones difíciles. Frankl, da como ejemplo: las l as encías sanas sin tener una rutina de lavado, la conciliación del sueño en posiciones y condiciones sumamente incómodas, etc. En esta fase, en la que se presenta una situación anormal, una reacción anormal es la más normal como reacción típica a estas circunstancias. En la segunda fase las reacciones r eacciones psicológicas comienzan a cambiar. Se presenta la apatía al rechazar las condiciones que rodean al individuo y los sentimientos se pierden al no poder experimentar sensaciones como asco,
horror, piedad, etc. y todo parece tornarse normal. Sin embargo, al ser un ciclo de sucesos desagradables, al aminorarse (por ejemplo: al anochecer), las esperanzas se retoman y la esperanza se vuelve a alimentar. En esta etapa crecen las añoranzas a las cosas favorables del pasado y los sentimientos se vuelven fríos e incompasibles. Al mismo tiempo el individuo se refugia con todo fervor en la religión con el fin de encontrar ayuda y un poco de alivio ante la adversidad. Es en esta etapa en la cual, el hombre, al buscar la imagen del ser amado puede realizarse y encontrar la felicidad al trascender el amor de la persona amada y se aloja en el yo de quien la evoca, sin importar que esté presente o no. Lo anterior da una fuerza extraña para poder continuar soportando las desventuras, además, de crearse un nexo casi místico entre el individuo que sufre y su ser amado. En esta etapa, es cuando se puede encontrar una razón por la cual, la vida cobre un sentido. Frankl, menciona en esta etapa de su estudio que una vida debe de ser guiada y encontrarle un fin, para que valga la pena vivirla. Ante la situación adversa, debe analizar las oportunidades que esta situación le otorga y desarrollar su sentido humano, por medio de la aceptación y el sentido se logran superar esos tiempos difíciles. En esta etapa las personas que viven añorando el pasado pierden el sentido de las oportunidades que se les presentan y su vida carece de sentido. Se vive una existencia provisional al no saber cuanto podrá durar una situación desfavorable y que está controlada por factores externos. En esta existencia provisional es cuando se deben encontrar los factores decisivos que encaminen la realización del hombre hacia algo positivo para él y así poder alcanzar una elevación espiritual. Tratando de alcanzar una fortaleza interior. Existe un factor de suma importancia en esta etapa, la cual es la necesidad de la fortaleza de fe. Fe en el futuro aunada a la voluntad de vivir con sentido; resolviendo los problemas que se presenten a diario y cumpliendo las tareas cotidianas, tomando el control de sus acciones y soportando hasta el sufrimiento que le da sentido a su existir.
La tercera etapa nos habla de la liberación en la cual, el hombre se tiene que adaptar de nuevo al transcurso de la vida y a los cambios que en ella han sucedido En esta etapa es necesaria la orientación de la conducta ya que la liberación de un trance difícil puede acarrear en sentimientos de venganza y destructivos hacia otros. Sin embargo, con una buena guía se puede encaminar correctamente al individuo y disfrutar la vida con renovada plenitud. Frankl, en todo el relato no descarta la presencia y la necesidad de espiritualidad en el individuo. Tal es el ejemplo de los nexos entre los seres amados y la presencia y necesidad de la confianza en un Dios; lo cual lo confirma en las últimas líneas de la primera parte del libro. El relato del autor es, sin duda, un trabajo revolucionario de la psicología actual además de ser una herramienta para comprender la adversidad y sobrellevarla hasta encontrar la plenitud del sentido de la vida.
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PARTE PRIMERA UN PSICÓLOGO EN UN CAMPO DE CONCENTRACIÓN “Un psicólogo en un campo de concentración”. No se trata, por lo tanto, de un relato de hechos y sucesos, sino de experiencias personales, experiencias que millones de seres humanos han sufrido una y otra vez. Es la historia íntima de un campo de concentración contada por uno de sus supervivientes. No se ocupa de los grandes horrores que ya han sido suficiente y prolijamente descritos (aunque no siempre y no todos los hayan creído), sino que cuenta esa otra multitud de pequeños tormentos. En otras palabras, pretende dar respuesta a la siguiente pregunta: ¿Cómo incidía la vida diaria de un campo de concentración en la mente del prisionero medio? Muchos de los sucesos que aquí se describen no tuvieron lugar en los grandes y famosos campos, sino en los más pequeños, que es donde se produjo la mayor experiencia del exterminio. Tampoco es un libro sobre el sufrimiento y la muerte de grandes héroes y mártires, ni sobre los preeminentes “capos” -prisioneros que actuaban como especie de administradores y tenían privilegios especiales- o los prisioneros de renombre. Es decir, no se refiere tanto a los sufrimientos de los poderosos, cuanto a los sacrificios, crucifixión y muerte de la gran legión de víctimas desconocidas y olvidadas, pues era a estos prisioneros normales y corrientes, que no llevaban ninguna marca distintiva en sus mangas, a quienes los “capos” realmente despreciaban. Mientras estos prisioneros comunes tenían muy poco o nada que llevarse a la boca, los “capos” no padecían nunca hambre; de hecho, muchos de estos “capos” lo pasaron mucho mejor en los campos que en toda su vida, y muy a menudo eran más duros con los prisioneros que los propios guardias, y les golpeaban con mayor crueldad que los hombres de las SS. Claro está que los “capos” se elegían de entre aquellos prisioneros cuyo carácter hacía suponer que serían los indicados para tales procedimientos, y si no cumplían con lo que se esperaba de ellos, inmediatamente se les degradaba. Pronto se fueron pareciendo tanto a los miembros de las SS y a los guardianes de los campos que se les podría juzgar desde una perspectiva psicológica similar.
Selección activa y pasiva Es muy fácil para el que no ha estado nunca en un campo de concentración hacerse una idea equivocada de la vida en él, idea en la que piedad y simpatía aparecen mezcladas, sobre todo al no conocer prácticamente nada de la dura lucha por la existencia que
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Viktor Frankl: El hombre en busca de sentido
En este ensayo, Viktor Frankl quiere reflejar sus vivencias. Frankl, en este libro, titulado el hombre en busca de sentido, pretende analizar los diferentes aspectos psicológicos y las etapas que pasaron los diferentes judíos, que por desgracia tuvieran que soportar la tortura de tener que estar en los diferentes campos de concentración nazi. En primer lugar, el autor nos habla de la supervivencia que existía dentro del campo de concentración. Como él mismo explica, la lucha diaria entre presos era constante, ya que nadie quería ser el próximo en morir en una cámara de gas, y si hacía falta, remplazaban el hueco que ellos debían ocupar a cambio de otro preso. En realidad, el compañerismo, que en muchas ocasiones nos muestran en películas y libros sobre los judíos dentro del campo de concentración, es falso. Según el autor, el egoísmo era bastante grande, y no se dudaba en empujar a un compatriota a la muerte por salvar la vida. Es l ógico, yo en casos extremos también lo haría. Es una cuestión de supervivencia, y al fin y al cabo, todos somos animales más o menos educados y nuestro instinto de supervivencia sigue intacto. Tras hablar brevemente de esto, el autor nos dice los diferentes motivos que le han llevado a escribir tal ensayo. Según él, quiere dibujar un ángulo concreto, quizá menos tratado: describir las experiencias como vivencias concretas de un ser humano, penetrar y delinear la precisa naturaleza psicológica de esas vivencias. Es un enfoque que puede tener mucho interés y además con los conocimientos sobradamente demostrados de Frankl sobre sicología, aún adquiere más interés. Pasando ya al capitulo uno o primera fase como lo denomina él, el autor nos cuenta su vivencia des del principio. Nos explica el tortuoso viaje que le trajo hasta el campo de concentración más conocido de todo el nazismo, Auschwitz. En esta primera parte, donde narra escuetamente el viaje, este ensayo nos recuerda vagamente a toda la literatura ya escrita sobre las barbaries nazis. En mi opinión no muestra ningún tipo de diferencia acerca de otras obras o películas como El pianista o la lista de Shnilder. No aporta un enfoque diferente, sino simplemente un enfoque más, una vivencia más, un libro más... Tras esta típica introducción a Auschwitz, el autor empieza a relatar las diferentes fases que sufren los prisioneros. La primera fase es la de la ilusión del indulto donde el prisionero cree de forma ingenua que podrá tener el perdón de los soldados del tercer Reich. Pero parece que no conocían el odio injustificado de
los nazis hacía los judíos, y tras bajar del tren, la primera y más dura selección e ntraba en juego. Esta primera selección ponía en un lado la gente mayor, mujeres, niños y hombres débiles y en la otra parte a los hombres sanos y fuertes. El 90 % del total de personas pasaban a ducharse, término con el que los soldados de Hitler describían la cámara de gas. Esta ducha, era la excusa con la que engañaban a los judíos, y ellos, ya desnudados, morían asfixiados por su propia ilusión de poder recibir un simple chorro de agua para poderse limpiar de tal largo viaje. Al final todos quedaban en nada, en polvo, en humo negro... es triste pero es la pura realidad, aunque a la gente racional nos cueste creerlo... Bueno, ahora hemos hablado de los desafortunados, pero y la gente que podía pasar la selección ¿a donde se dirigían? Pues se dirigían a realizar arduos trabajos pero antes debían ser desinfectados. Ya habían sido desposeídos de todos bienes materiales, de su vida, de su familia pero en la sala de desinfección perdían también su pelo, es decir su imagen y eran marcados con un simple número. Las personas habían pasado a ser nada, pasaban a ser una existencia desnuda. Pasaban a perder su identidad, perdían su pasado, su presente y quizás también su futuro... todo dependía de la salud que pudieran tener para aguantar los duros trabajos a los que eran sometidos.
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