RESEN A CRÍTÍCA DE LOS CAMÍNOS RESEN ABORÍGENES: Caminos, mercaderes y cacicazgos: circuitos de comunicación antes de la invasión española en Colombia. Víctor Alfonso Caballero Blanco Universidad Nacional de Colombia Facultad de Ciencias Humanas Departamento Departamento de Antropología Pensamiento Pensamiento Arqueológico Arqueológico I Los caminos aborígenes, es el nombre del texto escrito por el profesor Carl Henrik Langebaek Rueda, antropólogo de la Universidad de los Andes, y máster y doctor en Antropología de la Universidad de Pittsburg nos presenta parte de su trabajo, y de otros investigadores en arqueología prehispánica, especialmente, lo que se refiere a los circuitos de comunicación existentes en Colombia antes de la invasión española. Considera Langebaek, Langebaek, que hay una paradoja acerca de la escala de las redes de comunicación comunicación en la cual se hallaban inmersos los cacicazgos del territorio de la Colombia actual. Por una parte hay quienes afirman que los cacicazgos fueron un eslabón de una gigantesca cadena de comunicación intercultural entre los pueblos precolombinos, contrastando esta posición con el modelo de cacicazgo como una entidad pequeña, autónoma e independiente tanto política como económicamente. Para corroborar o negar una u otra versión, Langebaek sugiere el estudio arqueológico de los caminos prehispánicos, pues, según él, más que el estudio de evidencia física encontrada lejos de su lugar de origen, probar la existencia de una gigantesca red de caminos uniendo los diferentes puntos de la geografía colombiana sería el primer paso para confirmar el papel central del intercambio económico dentro de los cacicazgos y como este intercambio jugó un papel importante en la construcción construcción de una sociedad indígena prehispánica multicultural. Para esto, se debía contar con una amplia red de caminos entre los diferentes cacicazgos, en relación a la importancia del comercio y el intercambio en la subsistencia de los mismos. Una red de caminos amplia, bien mantenidos y de fácil acceso surgiría como un importante espacio de relación político-económic político-económico, o, en la cual cada una de las regiones interconectadas interconectadas dependería dependería en mayor o menor grado de las otras para así asegurar su subsistencia. Sin embargo, Langebaek apunta que la evidencia encontrada hasta ahora en los diferentes puntos de la geografía colombiana más bien sugiere lo contrario: Si bien existieron unas redes de intercambio bastante simples, los cacicazgos fueron en mayor o menos medida entidades independientes y autónomas tanto económica como cultural y políticamente.
Lo anterior afirmado en base a que los caminos prehispánicos encontrados insinúan un papel mínimo en el comercio interregional, pues las redes de caminos, rara vez iban mucho más allá de los confines de la influencia del cacicazgo. Sí bien es cierto que se han documentados caminos entre las diferentes regiones ecológicas de cada cacicazgo, la dimensión y el alcance de estos solo indica un uso limitado geográficamente, es decir, cada una de estas redes de caminos, esta limitada a un marco geográfico bien circunscrito, el cual, aupado por los estudios de etnohistoria, apunta hacía una economía de microverticalidad, en la cual se realizaban intercambios entre regiones con diferentes nichos ecológicos ubicadas a muy corta distancia entre sí. Los caminos hasta ahora encontrados, para Langebaek, no indican una amplia red de intercambio entre regiones alejadas pues no cumplen los requisitos para este fin, además, apunta que además de los caminos y las rutas de intercambio en Colombia falta evidencia acerca de otros dos elementos, para él indispensables, para pensar en un intercambio económico a grandes distancias: Mercados regionales periódicos y especialistas encargados en la distribución de bienes. En conclusión, para Langebaek es imposible sostener, a la luz de la evidencia actual, que en la Colombia prehispánica existieran redes importantes de intercambio a larga distancia entre las diferentes culturas. En primer lugar porque los caminos encontrados son muy pequeños para este fin y más que un intercambio a largas distancias, más bien sugieren una explotación amplia de los diferentes recursos ubicados a cortas distancias pero en diferentes nichos ecológicos. Por otra parte, la inexistencia etnohistórica de mercaderes y mercados especializados en el intercambio de productos provenientes de diferentes puntos de la geografía indican a su v ez, la poca probabilidad de que esta actividad tuviera una importancia esencial en la vida de los cacicazgos y sus pobladores. A la luz de la evidencia actual, la posición de Langebaek se convierte en casi indebatible, sin embargo, es posible la existencia de una red de intercambio más simple, en la cual los productos económicos y culturales provenientes de largas distancias fueran intercambiados de una manera más esporádica entre los diferentes pobladores de las regiones. Del mismo modo, no parece ser fortuita la evidencia física de objetos similares en diferentes puntos geográficos, lo cual, no indica un intercambio amplio entre largas distancias, sino más bien, un intercambio esporádico, entre pobladores de lugares muy lejanos, con un fin más bien exótico y de prestigio. No obstante, paradójicamente en arqueología nada está escrito en piedra, y si bien la evidencia disponible no permite hablar de amplios sistemas de intercambio a larga distancia en el territorio nacional, aún el trabajo arqueológico por hacer no impide la posibilidad de encontrar nuevas evidencias que sugieran lo contrario, haciéndonos así revisar la teoría acerca de los pobladores prehispánicos de nuestro actual territorio.