REFLEXIÓN SAN MATEO 25, 1-13 “PARÁBOLA DE LAS DIEZ VÍRGENES” Todo el capitulo 25 de San Mateo tiene relación muy especial con el discurso escatológico que el señor acaba de pronunciar. Aquel discurso terminaba con una exhortación a la vigilancia, a estar preparados para la llegada de ese Día de la venida del hijo del hombre. San mateo pone a continuación de ese discurso tres parábolas, la de las diez vírgenes, la de los talentos y la del juicio final, con la misma intención de insistir en la necesidad de estar preparados para la Parusia del Señor No podemos saber con certeza si el Señor pronuncio estas tres parábolas en esta ocasión, o fueron dichas en diversas oportunidades. Conocemos la costumbre de Mateo de reunir varias enseñanzas del señor en una unidad, aunque fuesen pronunciadas en distintos tiempos y lugares. De hecho, la parábola de las minas en San Lucas en otro contexto. Al explicar la parábola de los talentos la trae Lucas en otro contexto. Al explicar la parábola de las minas en San Lucas meditamos también la parábola de de los talentos. (CFr. Medit. 190) Meditaremos ahora la parábola de las diez vírgenes, y en la siguiente meditación la enseñanza sobre el Juicio Final. La parábola de las diez vírgenes esta tomada de la vida real de Palestina, tal como entonces se celebran allí las bodas. El novio, acompañado de un grupo de sus mejores amigos, acudía a la casa de la novia, después de la puerta del sol. Mientras tanto, la novia, acompañada también de sus mejores amigas que constituían como sus damas de honor, esperaba al novio. Con frecuencia la llegada del novio se retrasaba. Una vez llegado el novio, era saludad y aclamado por la novia y sus damas; la novia, especialmente engalanada, subía a una litera y era transportada a la casa del novio entre los cantos de jubilo del séquito que la acompañaba y que participaría en el banquete de boda. Llegados a la casa del novio se celebraba la boda y se tenía el banquete nupcial. Por ser ya de noche, el cortejo se iluminaba de lámparas de aceite que cada uno llevaba en su mano. En la parábola se nos narra que algunas amigas de la novia no fueron previsoras y que, por no haber llevado suficiente aceite, sus lámparas se extinguieron. Y cuando, a media noche, se oye el grito de júbilo de la llegada del novio, se encuentran que no pueden salir a recibirle, ni después acompañar al sequito en el camino de vuelta a la casa del novio. Piden ayuda a las otras amigas de la novia que tienen suficiente aceite; pero estas les responden que no pueden darles de su aceite, porque entonces faltaría para ellas también. Que vayan a comprarlo. Siendo ya media noche resultaba muy difícil que alguien pudiera venderles o prestarles el aceite que necesitaban. Por fin lo consiguen, pero cuando llegan a la casa del novio, la puerta está cerrada y ya comenzando la fiesta. El novio no permite que entren. Todo el sentido de la parábola lo encontramos en las palabras finales de Cristo “Velad, pues, porque no sabéis ni el día ni la hora”.
MEDITACIÓN Es claro que el novio de la parábola de las diez vírgenes se refiere al mismo Cristo, y su tardanza en llegar simboliza su segunda llegada a la tierra. Nadie puede dudar de que llegará ese día, pero nadie sabe tampoco cuando será su legada, lo único importantes es que estar preparados. Las vírgenes sensatas representan a todas aquellas personas que aguardan la venida del señor con un corazón lleno de fe, caridad y buenas obras y las vírgenes necias representan a todas aquellas que dejaron extinguir la luz de la fe. Nadie se salva si no quiere el mismo salvarse y cumple con las exigencias para conseguir esa salvación. Cada uno es responsable de su salvación