RE-HABITAR EL PAISAJE
hábito/habitar/hábitat por Diego Valenzuela Arquitecto UTFSM Graneros, VI Región. Chile 12/02/2016
city is landing, Jacek YerKa
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Keys: Paisaje, heterotopia, memoria, ciudad, andar.
Considerando el estado actual de la relación entre el humano y su entorno, declaramos un estado de crisis respecto del imaginario y el espacio real que constituye al paisaje como expresión empírica de tal relación critica. Un evidente desfase entre los deseos y lo materializado. De este modo estas líneas son un ejercicio de redefinición de nuestra noción y rol en el paisaje, como un acercamiento de lo imaginado a lo construido y una reflexión de como traer de vuelta nuevas ideas de modelación mas consciente de lo que nos rodea, los lugares que habitamos y el margen de espacio que se proyecta a un futuro incierto cada vez más indefenso frente a la maquinaria conquistadora del capital.
Pensar el paisaje es intentar detenerlo un instante con el deseo de observarlo, quizás describirlo, volver a imaginarlo o simplemente contemplarlo. Si tomamos en cuenta su condición cambiante aceptaremos que nunca será igual cuando volvamos a mirar, a pesar de mantener intactos sus elementos que permanecen inamovibles. También aceptaremos la idea de un paisaje en movimiento, la noción de ser espectadores y actores al mismo tiempo en sus procesos de transformación. Esta doble participación en el destino de lo observado nos resultara una genial herramienta al momento de tomar participación en tal construcción de lo colectivo, nos permite actuar desde "lo otro", desde lo no acabado o lo no pensado. El paisaje siempre trae lo nuevo en el movimiento. Con el andar se crean las pautas de diferenciación en nuestras rutinas de desplazamiento por el paisaje, unos paisajes diferenciados en la memoria por la sumatoria de repeticiones en ese andar. Así, nuestros hábitos, ya sean domésticos o urbanos, declaran nuestra manera individual y colectiva de habitar el paisaje, en sus diferentes escalas en cuanto punto de vista, y por ultimo terminan por definir el hábitat humano, en su esfera de actividad, como escenario. Así, podemos entender entender el paisaje como un cumulo de imágenes desde las cuales creamos un paisaje nuevo. Algo mas remitido a la experiencia, donde en el devenir transeúnte creamos también un paisaje mental, el "imago" que según Carl Jung describe el proceso en que formamos nuestra personalidad a partir de la identificación con el inconsciente colectivo. Apelando a la memoria, tales imágenes derivan en una idea heterotopica de los espacios urbanos. La ciudad es entendida como un organismo vivo, y esta vitalidad asimila una maquinaria natural que manifiesta un proceso de aprendizaje y evolución auto regulados. Un sistema complejo e interactivo que se despliega en múltiples acciones y experiencias, muchas veces simultaneas y espontaneas, otras contradictorias.
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Hablamos del paisaje como una construcción de lugar y acción, para luego entender al lugar como un campo dinámico, inestable o también reactivo. Un campo habitado, activado por acciones que dan lugar a acontecimientos eventuales, espontáneos, programados o cíclicos. Así, lo que acontece deviene experiencia relativa a un espacio y a un tiempo subjetivable y por tanto recuerdo o memoria.
El paisaje construye memoria, y si entendemos que la memoria se construye a través de la experiencia, resolvemos que los espacios visuales o “scapes” (landscapes, cityscapes, etc.) se transforman naturalmente en los espacios vitales para los entornos urbanos actuales. Espacios cada vez más saturados de artificialidad, que despliegan procesos artificiales de modelación del paisaje natural. Unos espacios vitales por representar una salida a la naturalidad, a pequeños instantes de territorio abierto, y así, contraespacios. Utopía situada.
Esta utopía situada o heterotopía según Foucault, puede declararse como los lugares que la sociedad acondiciona en sus márgenes, en las zonas vacías que la rodean.(Foucault,1966). De modo que el paisaje es heterotopía en cuanto instrumento para la abstracción, lo que permite creación de lugar “otro” ya sea en sus manifestaciones simbólicas o de apropiación y transformación real del espacio público. “El espacio en que vivimos es un espacio heterogéneo. En otras palabras, no vivimos en una especie de vacío, dentro del cual localizamos individuos y cosas (...) vivimos dentro de una red de relaciones que definen lugares que son irreducibles unos a otros y absolutamente imposibles de superponer.”
[Michel Foucault, Of other spaces, Diacritics n°16, pag. 22-27, 1986]
Este vacío organizado que habitamos, como relación de lugares, nos compromete a ser agentes activos hoy ante la evidente necesidad de alteridad para con el paisaje. Debemos mutar nuestros hábitos al punto de transformar nuestro hábitat, un entorno menos dictado por las leyes del capital o los intereses del mercado y dar cabida a la expresión mas libre del hacer humano, la explosión del imaginario eco-lógico hasta alcanzar la redefinición de nuestra empatía con la naturaleza. Así, damos un paso acercándonos acercándonos a cómo una nueva visión acerca de la relación humano/entorno nos sitúa en un punto en que la arquitectura como medio de traducción puede definir un campo de exploración para repensar el rol de la ecología en la producción del entorno humano. Explorar esta nueva relación con la naturaleza puede ser la clave para detonar transformación en el modo de habitar, por tanto en los hábitos y por consecuencia la evolución de nuestro hábitat. La arquitectura comprende un cuerpo de conocimiento transversal que pone en relación campos diversos, capaz de reflejar la condición humana de su tiempo como también