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A Modo de Prólogo y Dedicatoria Este es un libro extraño. Se puede considerar como la biografía de una persona desconocida; como la vida de un don Nadie, y visto así, podría ser importante o no, dependiendo de lo que el autor diga y cómo lo narre. Visto de ese modo, puede ser una novela, o un relato insulso ... Pero tambié también n puede puede ser la afirma afirmació ción n de una vida vida consci conscient entemen emente te vivida vivida,, ejemplarizante, o vergonzosa, el lector lo juzgará ... Tuvo su origen en muchas y amenas conversaciones entre el autor y dos amigos a quienes el autor aprecia de modo especial: Gabriel Ruiz Arbeláez y María Isabel Casas Rodríguez, esposos, colegas todos, ingenieros químicos, y conocidos por más de treinta años. A ellos dedico este libro. Algu Alguna nass anéc anécdo dota tas, s, much muchos os recu recuer erdo dos, s, añor añoran anza zass de juve juvent ntud ud y adolescencia, responsabilidades estudiantiles, enfrentamientos con la vida. Todo lo rememoramos en muchos días, sentados con una taza de café y unas gotas de Brandy. La memoria de un viejo trabajando. Los viejos recordamos y necesitamos recordar. Entonces, un día me puse a escribir a mano, como siempre lo hice, sin detenerme, a vuelapluma, con la avaricia del segundo, porque lo único que no tenemos los viejos es tiempo. Ellos, mis amigos fueron llevando al procesador mis notas, y resultó este libro que, en buena parte, llena mi vida ... . No le pido al lector que sea paciente ni considerado. ¿Por qué habría de serlo? Quedan tantos libros por leer, tanto qué estudiar y quedan tantos espectáculos donde los jóvenes pueden gozar. Por tanto, si estas notas le molestan, lo entristecen o lo ofenden, abandónelas, que yo ya las viví, y solamente a mí me competen.
Cali, Septiembre de 2000.
Ángel Zapata Ceballos -----IBNS IBNS 9634 963422-55-7. 7. Dise Diseño ñoss de port portad ada a y diag diagra rama maci ción ón:: Ofic Oficin ina a de Comunicaiones, Universidad del Valle, Facultad de ingeniería. Impresión: Unidad de Artes Gráficas, Facultad de Ingeniería.
Nota (Junio 22, 2009) de Gabriel Ruiz y María Isabel Casas: El texto que se publ public ica a a cont contin inua uaci ción ón en tama tamaño ño cart carta a no corre corresp spon onde de a la diagra diagramaci mación ón del libro libro (16.5 x 23,5 23,5 cms). Es el original original del texto texto que fuimos llevando llevando al procesado procesadorr durante 1999 (“Ellos, (“Ellos, mis amigos amigos fueron llevando al procesador mis notas …”) y que luego el autor utilizó para la publicació publicación n del libro, quizás quizás con algunas modificaci modificaciones ones o correcciones correcciones menores. Los errores e incongruencias son nuestras. Por lo pronto es el único archivo que encontramos en nuestros antiguos disketes de ¾.
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Así, como deslizan las aguas sobre las rocas, al fondo de los ríos, y el aire acelerado por la luz en sus entrañas, pasa sobre las cosas que embellecen el mundo, de igual modo la vida de los hombres, va pasando, cumpliendo su destino. No olvidemos que el hombre es racional y sensitivo. ****** Lentamente, silenciosamente, todos, sin excepción, vamos pasando. Pero nos queda el consuelo de rememorar... Aquel que armó el escándalo de las mil bataolas, Príncipe que detuvo los relojes del mundo con su primer vagido, y el mundo alarmado preguntó, por qué llora el niño, también pasó. Hoy sus cenizas yacen confundidas con las de otros muertos, y el mundo, sin clemencia, lo olvidó. ****** Recuérdalo muy bien, porque está en la Historia, - ese vanilocuente relato que tanto nos divierte -. Lo cuenta con detalles que nos hacen reir: que el niño no respira, que transpira y babea; que el niño está llorando, que no come ni caga, y que el mundo sin él, se acabará. Pero el Príncipe hace much muchos os año años, muri murió. ó. Lo reem reempl plaz azó ó su hijo hijo,, que que toda todaví vía a vive vive entr entree nosotros, que sojuzga sojuzga y expolia, expolia, humilla y descabeza a sus semejantes, semejantes, y hace poco, dejó estos dominios llevando oro y riquezas para sus hijos, que también son Príncipes, y así, ad infinitum. ****** No olvidemos que el hombre es racional y sensitivo. Príncipe o carpintero, negro, blanco o mestizo, chino, indio o germano, todos, dice el refrán, somos hermanos. Nuestra fraternidad viene de lejos. No quiero hablar de Eva, que vivió en el Paraíso, un mundo verde, despoblado y anodino. Hablo del hombre cierto, del hombre universal de carne y huesos, el de átomos simples y moléculas gigantes, que se reproducen y mueren; y, dicen los sabios, tienen orbitales enlazantes como alas de mariposas que irradian ener energí gía, a, gene genera rand ndo o a la vez, vez, caus causas as y efect efectos os,, expl explic ican ando do,, como como cosa cosa sencilla, la vida y sus desgracias, las penas y alegrías, revolucionando la vida, en una fantasía. ****** De todos los humanos, los que más me conmueven son los genealogistas, despis despistad tados os ancian ancianos os que reburu reburujan jan papele papeless buscan buscando do los orígen orígenes es de castas y fulanos. Como si se pudiera desentramar las ramas del árbol de la vida, y decir, vanidoso, aquí empezó la rama de los malos hermanos. Aquí, la de los mentirosos, traidores, ventajosos. Sobre estas piedras blancas, construyeron sus casas, por la primera vez, los más virtuosos; y allá, tras 3
esos bosques que incendiara Caín, estuvo el campo abierto donde mató a Abel. ¡Ah, los genealogistas, armadores de líos! ****** El dolor, las angustias, los malos pensamientos, no los busques atrás, en otros tiempos, que están aquí y ahora, en tu dueña y señora alma que llevas en el pecho, esperando la hora de engañar al amigo, traicionar al veci vecino no,, o cons conseg egui uirr fort fortun una a ases asesin inan ando do con con tus tus prop propia iass ma mano nos. s. No intentes seguir todos los hilos que la arrogante Adriadna siguió en el Laberinto; vive sencillamente, sobre líneas bien rectas, sin investigar si vienes del Rey o de la esclava, porque ya estás aquí, y tienes que seguir, hasta que llegue el fin. ****** Los Los expe expert rtos os que sabe saben n del del orig origen en del del homb hombre re,, nos nos dice dicen n que se ha demost demostrad rado, o, tras noches noches de desvelos desvelos y experi experimen mentos tos muy finos, finos, que venimo venimoss del Cosmos, Cosmos, del juego juego incompr incomprens ensibl iblee de los átomos, átomos, de las fuerzas ínsitas de la materia inerte; que fuerza por espacio nos lleva a la energía, al trabajo constante; y que la energía, el tiempo y el espacio, llen llenan an el univ univer erso so.. Sinc Sincer eram amen ente te pido pido para para ello ellos, s, ap apla laus usos os.. Así, Así, que gracias a la razón, se descubrió el origen del hombre universal. Y su cansancio largo, su dolor por la vida, sus sueños y esperanzas, el amor, la fragancia de unos labios de mujer, su nostalgia por todo lo que ama: el arte, la lógica que aplica a todo cuanto mira, construye o dibuja sobre los grande gra ndess lienzos lienzos;; tal vez, vez, - dicen dicen los sabios sabios - esos esos son los efectos efectos de no dormir bien de noche, y de un mal comer. Con esta explicación, nos vamos todos a leer filosofía, a repasar la historia, a crear fantasías de muñecos mecáni mecánicos cos,, eléctr eléctrico icoss o electr electróni ónicos cos,, que entret entretien ienen en a los niños, niños, o a escribir poesía moderna, esa que no se entiende, porque tiene su origen allá, en el subconsciente, donde nadie penetra, con razón o sin ella, pues, según mis estimas, la poesía es como un perfume que se aspira y agrada, excita y embeleza, y al fin no dice nada. ****** Hoy Hoy pref prefie iero ro los los verd verdes es a los los azul azules es ma mare res; s; quie quiero ro mira mirarr los los tall tallos os palpitantes de hojas verdes; quiero ver a las aves granando las semillas y quiero ser muy simple, casi, un hombre lineal. ****** Detesto a los confusos y a todos lo difusos que engañan a la gente, trastornando la mente con su método inane, desde un diván o desde un salón con proyecciones, donde vuelan sus frases. ****** 4
Quisiera ser humilde como un ojo redondo pintado por un ciego. Adoro los principios que se anuncian con frases sencillas, y poco a poco vuelan hacia el cielo infinito. ****** Y, por fin, llegó el día de deciros quién soy: piensa en un hombre viejo; mediocre si lo quieres; que adora la belleza sin poderla crear, sensible y mal poeta y un pésimo escritor. ****** Mas hay algo en mi mente que me acompaña: el amor a la vida, respeto por el hombre, un deseo infinito de comprender el mundo con la justicia, el amor, el progreso y la gente. ****** Hoy inicio esta historia que, mirada de cerca, a mí sólo me importa. Habl Ha blar ar,, a esta estass hora horass de sí mism mismo, o, es vani vanida dad d y orgu orgull llo, o, dos dos fall fallas as universales, pero nadie lo haría por mí, si callo ca llo tontamente.
II Sinceramente, quisiera no ser yo, el que hoy busca entre los bosques del ayer ay er dist distan ante te,, las las huel huella lass que que deja dejara ra el pa paso so de la vida vida de un niño niño,, anónimo, sencillo y vacilante. Pero no existe nadie, sin embargo, sobre la tierra mía que sepa más que yo de la vida de ese niño. ¡Qué vergüenza!, ¡Hablar, a estas alturas, de sí mismo! 5
****** Nací – me lo dijeron – en un pueblo perdido en el Nordeste antioqueño. Amalfi, supe que le decían, y le dicen. Era un pueblo de hombres fuertes, campesinos callados, verdaderos hermanos, mestizos, negros y blancos; atrevi atrevidos dos Hércul Hércules es natura naturales les,, que labrab labraban an la tierra tierra,, extens extensos os campos campos ancestrales, o eran también mineros de ríos y socavones; flacos éstos, nerv nervud udos os,, fuert fuertes es,, un poco poco desa desalm lmad ados os,, arri arries esga gado dos, s, que cita citaba ban n el peligro, y, en las noches del sábado, se gozaban la vida con sus mujeres, altas, como bambúes oscilantes, batidas por la brisa. ****** Hay que amar a la tierra, para saber de ella sus secretos. Llevar en la memo memori ria a los los recu recuer erdo dos. s. Sabe Saberr que eran eran homb hombre ress de carne carne y hues huesos os aquellos que gozaban la vida, y que morían de una herida en el cuello con barb ba rber era, a, de una una grip gripa a infec infecci cios osa, a, o de una una ba bala la certe certera ra al cora corazó zón. n. Antioquia siempre fue valerosa y corajuda, y no hay que poner barniz en sus heridas, para arreglar su piel. Lo que ha valido siempre y que será su org orgull ullo, es su deci decisi sió ón y su cará caráct cter er.. Su volu volun ntad de ser, ser, ent entre dificultades, su fuerza creadora; su inventiva; su lucha por la vida sobre tierras estériles y ariscas, y yo no sé de dónde ni por qué, su anhelo indeficiente de aprenderlo todo. ****** Nací en la casa de mi abuelo materno. El primer gigante que conocí. Un gigante de tamaño mediano, fuerte, amoroso y cristiano, Fue el herrero del pueblo. De su casa – que era un verdadero caserón - , salían los objetos que en la fragua fabricaba; y de otras dependencias, salían los productos de la panaderí panadería a y las velas velas de sebo, sebo, para para alumbrar alumbrar las casas, casas, en aquel remoto pueblo de días muy brillantes y noches como boca de lobo. Lo recuerdo muy bien, porque aprendí a dormir bajo los ruidos de martillos y fierros de la fragua. Allá, conocí desde niño, azadas, barras, herraduras, bisagras, chapas, fallebas y los famosos chuzos, para buscar entierros. Esas y muchas otras cosas eran hechas en el viejo caserón. ****** Lo bell bello, o, fant fantas asio ioso so y memo memora rabl ble, e, fuer fueron on esas esas ma maña ñana nass en que que me despertaban los ruidos de la fragua y que yo, pequeñito, tal vez de unos tres años, me bajaba despacio y en silencio de la cama donde dormía con Adán, mi hermano, y tanteando en la oscuridad, pasaba la chambrana que separaba los cuartos de dormir, de la fábrica de velas, y la panadería, enrutándome sólo, por entre tantas cosas, a la fragua, que ya iluminaba la casa, para sentarme, sin que nadie me viera, en un pequeño y semi oculto rinc rincón ón,, que que el ab abuel uelo o me habí había a arre arregl glad ado o con con cost costal ales es,, pa para ra que yo 6
pudiera, sin peligro, observar la fragua, sus trabajos, las luces de las chispas que saltaban de los yunques, y ese ambiente de trabajo, sudor, esfuerzo y calor, que siempre recuerdo desde mi niñez ... . Vivió mi abuelo hast hasta a los los oche ochent nta a y seis seis años años.. Cris Cristi tian ano, o, am amor oros oso, o, y buen buen pa padr dre. e. Me contaron que una noche se persignó, después del rosario, y se quedó dormido para siempre. ****** En la casa del abuelo, vivió mi madre, Agripina Ceballos, con sus cinco hijos, hasta mi edad de seis años, cuando mi padre, un minero de río y socavón que, tras varios años de aventurar por montes y cañadas, se había aquietado en Segovia, desde donde venía periódicamente a Amalfi, a la casa de mi abuelo, para irse de nuevo a su trabajo en la mina famosa de El Silenc Silencio. io. Mi padre, padre, Manuel Manuel Antoni Antonio o Zapata Zapata,, fue, esenci esencialm alment ente, e, un campesino sin tierra que, por carecer de dónde sembrar, se echó a la aventura de las minas de oro. Nunca consiguió nada, ni dinero, ni oro, ni tierras, ni ganados, por eso digo, nada!. ****** Los Los campe campesi sino noss de la tier tierra ra mía, mía, iban iban libr libres es,, escue escueto tos. s. Un carr carrie iell les les cruzaba por los hombros, en los días de fiesta. Camisa blanca, pantalón ceñido con correa de cuero, y su alma, libre como sus manos, al alto cielo expuesta. Así recuerdo a mi padre. Seguro en el obrar, lento en el habla, minero rudo conocido en los hondos socavones. Pero, más lo recuerdo por sus sus fras frases es cort cortad adas as,, inco incomp mple leta tas, s, como como si detu detuvi vier era a el pens pensami amien ento to:: “Somos - me dijo un día, yo diría que casi sin motivo, como al desgaire hombres sin esperanzas” , y siguió en su trabajo, que en ese momento era, cavar un hueco en una tierra dura, para sembrar un árbol. Lo recuerdo muy bien, vivíamos entonces en el amable a mable pueblo de Yolombó, el pueblo de la Marquesa de Don Tomás Carrasquilla. Ya nos habíamos mudado de Amalfi, aunque mi padre seguía trabajando en Segovia. Fue en uno de sus viajes periódicos, cuando me habló de éso, de la esperanza. El cielo estaba limp limpio io.. Los Los pá pája jaro ross vola volaba ban n y cant cantab aban an aleg alegre res, s, ello ellos, s, que que nunc nunca a se preg pregun unta tan n por por lo que será serán n sus sus vida vidas. s. Sola Solame ment ntee mi pa padr dre, e, humi humild ldee campesino minero que murió intoxicado de sílice en sus pulmones, me habló un día de su vida, mientras sembraba un árbol, de eso, de la esperanza. ¿A qué esperanza se refería mi padre?. Desde ese domingo recuerdo el vocablo esperanza. Nunca conocí a fondo el significado del voca vocabl blo o que menc mencio ionó nó mi pa padr dre. e. Er Eran an esos esos tiemp tiempos os en que que los los niño niñoss escuchan palabras nuevas, canciones y refranes; los recuerdan muy bien, pero se olvidan de investigar su significado. Así, va pasando la vida, y nadie quiere saber más allá de la tersa superficie de las palabras. Los niños son así, todo lo olvidan, corren como salvajes cervatillos buscando el alimento y la alegría, hasta que de repente, cuando nadie lo espera, recuerdan las palabras, las buscan, aprenden su sentido, se sorprenden 7
de haberlas olvidado, y, es posible, que para esa hora, el tiempo haya pasado. ****** Yolombó fue el cielo de mi infancia, la región preferida de mi despertar a la vida. Allí pensé en Dios, y en las estrellas hermosas que divisé en el cielo. Pensé en el tigre pintado, que, decían, recorría las calles empedradas, en las noches, cuando allí vivía. Que era un tigre feroz, que no agredía y hacía, hacía, en las cálidas cálidas noches noches del verano verano,, el recorr recorrido ido lento, lento, desde desde Las Camelias, hasta el Cementerio. Por eso, a la tal calle, la nombraban la Calle del Tigre. Era, lo sé por experiencia, un tigre silencioso, que a nadie despertaba, pero tampoco dormía. Y, la gente creía, que era el alma de un rey indio, que cuidaba un tesoro, que nadie conocía.. ¡Oh Yolombó infinito en mi memoria! Hoy evoco tus sueños y mis sueños. Allí aprendí a leer. Don Francisco García fue mi maestro. El más amable maest maestro ro de cuant cuantos os he teni tenido do.. Pequ Pequeñ eño. o. Justo Justo.. Inqui Inquiet eto. o. Joro Joroba bado do.. Erudito. Amigo de los niños y de las flores. Recuerdo ahora sus camisas blancas, anchas, largas, con las que disimulaba su joroba, con bolsillos inmensos en que cabían libros, tizas, lápices de colores, semillas, cuarzos que recogía en los paseos, visitando las lomas, congostos y quebradas, para explicarnos luego, que el mundo iba cambiando, y todos le creíamos, porque así lo veíamos. Don Francisco García me quitó el sueño desde mi niñez. Siempre, en mi larg larga a vida vida,, quise quise escr escrib ibir ir sobr sobree él un cuen cuento to,, un rela relato to,, unos unos vers versos os sencillos como su vida humilde, pero lo fui postergando, olvidando como lo hacen los niños. Hoy evoco su nombre y su memoria, recuerdo a su hijito Jorge, aprendiendo a leer en la misma escuela, en la Escuela Pública de Yolombó, allá en la Plaza Vieja, donde ambos conversábamos con Carlitos Ramírez, que murió jesuíta, y fue un sabio. ****** Hay que inclinar la frente y recordar la historia. No hay fantasía igual, ni ayer, ni hoy, ni siempre, que sustituya el canto que nos llega del alma. Cuando nos refugiamos, heridos y ofendidos, y la vida parece una selva tenebr tenebrosa osa,, como como sin corazó corazón, n, record recordemo emoss la infanc infancia. ia. Todos Todos los los odios odios muer mueren en cuan cuando do nos nos devo devolv lvem emos os a los los años años de la infa infanc ncia ia.. Cuan Cuando do rememoramos los cantos infantiles. El niño que se reía en la fila , del pobre profesor. Los paseos al monte por donde pasa el río. Las piedras milenarias donde nos asoleábamos. Esas piedras desnudas desde donde mirábamos el amplio firmamento, los cuervos oteando desde la altura sus difíciles presas; los juegos infantiles que nos entretenían, los trompos, las cometas, las canicas, la pelota de trapo, y la niña que nos gustaba tanto, pero que nos hacía olvidar siempre lo que ibamos a decirle, con tan solo mirarnos en sus ojos serenos. 8
****** Hoy estoy hablando como si estuviera sólo, en un parque, teniendo al frente todo mi pasado. Farallones y cimas que recorrí de niño. Los leños que traía de los bosques, para avivar el fuego de mi casa. El agua de las fuentes cristalinas, abajo, en las cañadas, y la voz de mi madre, cantarina, juvenil y alegre, invitándome a todo: a que mirara si la perra de la señora Tiba, había parido, Sí, porque doña Tiba, le había prometido un cachorrito. A que le comprara en la tienda de don Emilio un huevo, porque la gallina colorada que teníamos , ese día, no había querido poner. Así, en cosas simples, me pasaba las horas. Tenía siete años largos, y en solo cuatro meses aprendí a leer, con don Francisco. Podía llevar libros prestados de la biblioteca de la escuela. Era como el premio que nos daban a los que ya leíamos de corrido. Las Fábulas de Samaniego, eran mi encanto. Todavía recuerdo algunas: “A casa de un cerrajero entró la serpiente un día ...” etc. O esta otra: “Llevaba a la cabeza una lechera, su cántaro al mercado ...” etc. ****** Yo me transporto a veces, con mi memoria, a ese mundo que viví en la infancia. Veo los farallones, los collados, los caminos reales y las trochas, que recorrí de niño; y aunque sé que nada de eso existe hoy, todavía las brujas, el patasola, y el hombre de un solo ojo en la frente, para aterrar a la gente, en los caminos largos que recorro en mis sueños, me llevan a seguir seguir la cuesta cuesta que desde desde Las Cameli Camelias, as, me conduc conducee al Cement Cementeri erio, o, donde un ángel blanco, blanco, con el índice alzado hasta los labios, labios, me obligaba obligaba al silencio. Mi niñez vive en mí. Soy un viejo que vive de su infancia. Hoy es un caba caball ller ero o de bron bronce ce disp dispue uest sto o a defe defend nder erme me,, como como un ánge ángell guardian que cuida mis andanzas. Mañana es una niebla de misterio, una sombra, un recuerdo, que nunca pierde su amor, ni su esperanza. ****** Don Francisco García, mi maestro, nos hacía las clases no tanto en los salones de la escuela, sino en el patio trasero, donde estaban las eras que todos cultivamos. Allí, en las mañanas tibias o en las tardes de acero, nos reun reunía ía en círc círcul ulo, o, sent sentad ados os en el prad prado o de espa espald ldas as a la escu escuel ela, a, dejándonos mirar a nuestras anchas, el extenso horizonte. Montañas y montañas lejanas. Nubes blancas. Perfiles que subían y bajaban, con leves manchas grises. Él, con su camisa blanca y su voz recia, clara, nos hablaba del campo, de la luz, de las flores que parecían cultivadas por los dioses del campo o, sacando de sus bolsillos piedras y minerales de caras lizas, pulidas, por las lluvias y el viento, nos iniciaba en la geología. Con el tiemp tiempo, o, inte interp rpre reté té sus sus clas clases es como como algo algo senc sencil illo lo,, prop propio io y natu natura ral. l. Empezaba por una hoja, por cascajos, o por la luz que nos caía del cielo. Él no tenía notas, sino conocimientos. Lecturas, observaciones, silencios, 9
refl reflex exio ione nes, s, razo razona nami mien ento toss simp simple les, s, y ese ese como como resp respet eto o suyo suyo por por las las palabras que, casi sin querer escucharlas, las sigo oyendo. ****** En ese tiempo, hablo de Yolombó entre 1927 y 1931, justo el tiempo de mi escuela escuela primaria, primaria, me sentía tan fuerte fuerte y seguro que, siendo el menor menor de los hijos, mis hermanos como que me respetaban. Me sentía orgulloso cuando mi mi madre me nombraba, nombraba, “mi hombrec hombrecito ito ...”. ...”. En los pueblos pueblos de raíz campesina, la niñez de niño contemplado no se conoce. Uno se va incluyendo en la vida de los mayores, naturalmente, casi sin darse cuenta. Es como una fuerza ínsita, natural, que se va aumentando a medida que el niño se va incorporando al ritmo de la vida de los mayores, aumentando su propia confianza en sus fuerzas, hasta que, de pronto, casi nadie lo identifica como un niño. Esto forma el carácter de los niños, sean hombres o mujeres; en los pueblos sucede más corrientemente, en las familias que dependen de su trabajo para sobrevivir. Un ejemplo de esta situación, me llega a la memoria. Antes de cumplir los tres años, cuando seguía las labores de mi abuelo en la fragua, me dí cuenta de que él tenía que probar un sorbo de agua salada cada cierto tiempo, mientras golpeaba los hierros a dos manos, alternativamente, en el yunque, pues trabajaba siempre con un ayudante a quien le conocían como “Salvador antiojitos”. Un día se le agotó el agua en su totuma. Sin que nadie pensara en mí, corrí hacia la cocina y le pedí a mi tía Mercedes que me diera agua para el abuelo. Él, con sus manos gruesas y como hinchadas, me recibió la vasija, tomó un sorbo y me la devolvió, sin reparar que era yo el que se la ofrecía. Pues bien bien,, este este modo modo de ser ser y de vivi vivir, r, fue fue típi típico co en Anti Antioq oqui uia. a. Much Muchos os doming domingos, os, el cura cura desde desde el púlpit púlpito, o, anunci anunciaba aba los los llamad llamados os Convit Convites. es. Consistían en ofrecer a alguna persona, familia, o a la misma iglesia, la ayuda espontánea de la comunidad para iniciar su vivienda o techarla. O hacer un banqueo para una construcción etc. La verdad es que a la cita concur concurría rían n hombre hombres, s, niños niños y mujere mujeres, s, a prepar preparar ar frescos frescos o café café para para todos, todos, mientras mientras los otros trabajaban. trabajaban. Asistí a muchos muchos convites, convites, moviendo pied piedrras, as, lleva levan ndo ma made dero ross con con otros tros niños iños o pasan asando do tej tejas a los techadores, en cadenas de jóvenes. Nos sentíamos útiles, y nunca podré saber cuánto gané en fuerza y en espíritu, de esas experiencias. ****** No sé si en estos setenta años que hace que salí de Yolombó, su cielo se haya haya oscu oscure reci cido do,, nubl nublad ado o perma permane nent ntem emen ente te,, o por por algú algún n fenó fenóme meno no cósmico cósmico se hayan ocultado ocultado las preciosa preciosa estrellas que divisé divisé en las noches noches de verano, en aquel firmamento que llevo en mi memoria. Horas y horas pasé mirando en ese cielo transparente, las más bellas constelaciones: carritos de luceros; coronas, que imaginaba de diamantes; perros, que parecían saltar sobre nosotros. Juro que vi caer luceros en las noches. 10
“Dios los guía”, decíamos Adán y yo. Pero nunca caían. Se desvanecían en el azul profundo de la noche. ****** El hecho más notable que bien recuerdo, en el período de mi escuela primaria, fue el primer centenario de la muerte del Libertador, Simón Bolívar. Recuerdo que esa efemérides, ocupó todo el año de 1930, en Yolombó. Aunque el pueblo era de poca extensión en su poblado, sus campos eran extensos y dilatados; bosques oscuros , en los límites con Amalfi; ríos caudalosos, montañas y congostos lejanos. No era un pueblo importante, con una historia que destacara en el departamento. Más bien era como un paso montañoso hacia los otros pueblos del Nordeste. Sin emba embarg rgo, o, lleg llegó ó a tene tenerr cier cierto to nomb nombre re,, por por habe haberr sido sido asie asient nto, o, en la Colonia, Colonia, de minas de oro, ricas y abundante abundantes. s. El prólogo del famoso libro de don Tomás Carrasquilla, La Marquesa de Yolombó, relata fielmente lo que fue Yolombó; y el período a que me refiero en estas remembranzas, corresponden ya, al pueblo próspero de 1920 a 1930, cuando en el proceso de aproximaciones sucesivas, me fui acercando a Medellín, la capital de Antioquia. La conmemo conmemorac ración ión del primer primer centen centenari ario o de la muerte muerte del Libert Libertado ador, r, Simón Bolívar, no sé porqué, se constituyó en una remembranza que empezó por las escuelas públicas de una manera especial. Tal vez, algún decr decret eto o ofic oficia iall habí había a obli obliga gado do a los los cole colegi gios os y escu escuel elas as a difu difund ndir ir profusamente la historia y la vida del Libertador; o quizá Yolombó, que había sido en el pasado asiento de esclavitud y de explotación por parte de los representantes del Rey de España, sentía en su memoria, la diferencia que había entre un pueblo libre que lucha por su progreso, y el largo período de sometimiento a la Corona. Lo cierto fue que el trabajo lento, rutinario y despacioso de la escuela, se aceleró de pronto. Un profesor, a quien recuerdo muy bien, llamado Alejandro Segundo Moreno, quien nos enseñaba enseñaba Historia Historia y Geografía, Geografía, en el cuarto año, apareció apareció de pronto como el líder del cambio, ofreciendo conferencias especiales sobre la vida y obra del Libertador, con un énfasis, un entusiasmo, una fe en la libertad, que yo, un pelado de menos de nueve años, sentí en mi ánimo como si estuviera siendo sacudido por un temblor de tierra. Empecé a sentir la libertad. A entender con más sentimientos que comprensión, la suerte y el destino de los negritos que nos describía don Alejandro, con voz trémula y emocionada: lo que comían, lo que vestían, su trabajo en las minas y en la servidumbre. Cómo los trataban y castigaban, azotes, palos en cruz y muerte. muerte. Los relatos de don Alejandro Alejandro eran tan dramáticos dramáticos y apasionado apasionados, s, que que noso nosotr tros os,, los los niño niñoss que que escu escuch cháb ábam amos os sus sus hist histor oria ias, s, a fin fin de comprender lo que fueron las luchas del Libertador por liberarnos del yugo español, en ese tiempo, no podían traernos a la mente más que imágenes elementales. Por su puesto, no llevábamos en la mente las memorias que llevan los niños modernos de héroes fantásticos, armados con rayos de muerte, o pistolas automáticas capaces de destruir un ejército. Nuestras 11
mentes eran vírgenes, puras, elementales, que lo más que suscitaba en nosotros tanta injusticia, era pesar y lástima; y en soledad, llanto. Sí. Lloré por los negritos antes de ser un hombre. Hice parte, en silencio, de su dolor inmenso. Un profesor blanco, quemado por el sol de las montañas, me reveló sus luchas y su destino injusto, sin comprender aún que era mi propio destino. Bolívar, el héroe, creció en mi alma. Desde entonces, su nombre, sonoro y armonioso, me acompaña siempre. Fue como si hubiera visto nacer sobre la propia tierra, la luz indeficiente de toda la libertad del mundo. ****** El pueblo, Yolombó, una calle larga, central, como un torcido espinazo de un pez dejado en el lomo de una montaña, con calles laterales donde estarían las costillas del pez, y barrancos inmensos formando precipicios. Sin Sin ma mayo yorr aleg alegrí ría, a, tamb tambié ién n , inus inusit itad adame ament nte, e, se sumó sumó a la fies fiesta ta,, al regocijo. El alcalde del pueblo dió la orden de que las calles, sobre todo La Calle del Tigre, la principal, fuera reparada en todo el empedrado que empezaba en Las Camelias y terminaba en el Cementerio. Yo ví cómo los presos, felices de ver al mundo mu ndo a plena luz, vigilados por agentes del orden, ellos, también uniformados de traje verde oscuro y gorra de visera dura, con un fusil de la Guerra del Catorce, mohoso y oxidado, atentos y mal hablados, se ocupaban de ver cómo el preso, el condenado, removía las piedras piedras falsas, joyero encandilado encandilado por la luz, iba haciendo los cambios en el piso hasta dejar la calle en firme, con piedras nuevas, sin huellas de pisadas, para que nuevas plantas de tigre, de caballos o de cristianos las fueran gastando. Y el preso feliz de cumplir con su trabajo. El frente de las casas., aceras, paredes, puertas y ventanas, fueron también arregladas. El pueblo, en pocos días, relumbraba. El buen cura Zuluaga hizo pintar de nuevo el frontispicio de la iglesia, con aquella figura y su parrilla, el santo San Lorenzo, patético, miedoso, que, según la leyenda, cuando estaba ya asado, ofreció sus carnes achicharradas a sus verdugos para empezar la cena. Así era Yolombó en 1930. Como parte real, humana y verdadera. Como leyenda, pasado de misterios y de brujas, entierros y fantasmas, voces sin dueños que iban por las calles recordando personas que tal vez existieron, o fueron siempre allá una leyenda. ****** El esfue esfuerz rzo o ma mayo yor, r, sin sin prec preced eden ente tes, s, fue la cons constr trucc ucció ión n de la fuent fuentee luminosa. Sobre la plaza inclinada se enderezó el terreno para ubicar la fuente. El pueblo no había tenido antes una estatua del Libertador. Y aunque los fondos no alcanzaban para construír la estatua completa, un busto bien trabajado por algún anónimo escultor, fue ubicado en el centro de la fuente. Uno podía leer, sobre placa de mármol, la dedicatoria al Libertador en el pedestal. El día que se descubrió el busto y su leyenda, es decir, el 17 de Diciembre de 1930, los estudiantes de Yolombó estuvimos cuatro horas de pie, bajo un sol de acero hirviente, escuchando discursos 12
interminables, con la boca seca, como mojones en un desierto, estáticos, vigilados por los profesores que por lo menos podían moverse entre las filas, disimulando su fatiga y cansancio. Se comentó mucho el discurso de don Alejandro Segundo Mor Moreno, una pieza muy acorde con su temperamento, en la que incluyó ironías y puyas contra los “imperialistas del Norte y los agresores del Sur”. Se refería , obviamente, a los peruanos, que en esos tiempos nos agredían. Fue un día espantoso por el cansancio, el hamb hambre re,, la sed sed y los los disc discur urso sos. s. Cuan Cuando do escuc escucha hamo moss la orde orden n de dispersarnos, eran las tres de la tarde. Un viento tardío sopló entonces sobr sobree la plaz plaza. a. Er Era a vien viento to de lluvi lluvia. a. Esas Esas torr torren enci cial ales es lluv lluvia iass que que se precipitaban sin aviso en el pueblo. Todos corrimos buscando las casas, y esa esa tard tardee llov llovió ió sin sin comp compas asió ión. n. Incó Incólu lume me,, el Libe Libert rtad ador or sopo soport rtó ó el agua ag uacer cero, o, firm firme, e, sere sereno no,, como como lo habí había a hech hecho o en sus sus más glor glorio ioso soss momentos. ****** En Diciembre de 1931, sin ningún tropiezo, terminé mi escuela primaria. Tenía diez años de edad. ¿Cómo ómo era yo entonces? Quiero ser absolutamente honesto. Era un muchacho callado y triste. Ni siquiera la alegría que manifestó y expresó mi madre, ni la de mis hermanos, por haber terminado mi escuela primaria, que, en el pueblo, fue siempre una victoria, lograron traerme a una realidad distinta a la de mi profunda soledad. Sé, que en el amplio mundo, y en todas las épocas, por muy distintas causas, ha habido muchos niños tristes , a todas las edades. Pero esto ni disminuye ni aumenta mi memoria. Sencillamente, yo fui un niño triste a la edad de diez años. Sin embargo, tuve padres y hermanos cariñosos.. Vivía en un pueblo en paz. Mi vida ordinaria era sencilla, muy humilde, humilde, pero amable. Entonces, Entonces, ¿cuál era la causa de mi tristeza? Voy a referir, sin dramatismo, la causa de la soledad que por muchos años perturbó mi vida. En 1928, cursaba el segundo año de la escuela primaria. Sabía leer y escribir. Nadie sabe por qué, desde esa época, tuve por la lectura un amor especial. Me encantaban los cuentos y relatos de esos libros pequeños, de letras grandes y dibujos en blanco y negro, de la colección Araluz que me prestaban en la escuela con el compromiso solemne de devolverlos dos días días desp despué ués. s. Er Eran an hist histor oria iass cort cortas as de la vida vida de gran grande dess homb hombre res: s: Alejandro Magno. Julio César. Napoleón. Bolívar, y relatos de proezas de éllos y de otros héroes. Muchas tardes, cuando no estaba ocupado en los oficios que me imponía mi madre, pasaba horas enteras, debajo de un limonero, que había en el pequeño patio de la casa, o en mi cuarto, leyendo sin descanso esos relatos. Pero, algunas tardes, jugaba pelota con mi hermano afuera, en el frente de la casa. Jugabamos con una pelota de tenis, de las que nos traía como regalo mi padre , de Segovia. Allá los ingleses – que jugaban al tenis – se las regalaban a él cuando ya casi no rebotaban sobre el piso, y nuestro padre sabía que todavía servían para que nosotros jugáramos al fútbol. Sucedió, que en ese tiempo, estaban 13
concluyendo los trabajos de la carretera que unía a Yolombó , con la Estación Sofía, del Ferrocarril de Antioquia, y varias volquetas , desde las seis seis de la ma maña ñana na hast hasta a las las siet sietee de la noch noche, e, reco recorr rría ían n el pueb pueblo lo,, transportando obreros, herramientas y materiales, para las obras que se hacían a lo largo de la vía. Una tarde – y siempre he pensado desde entonces, que el destino de los hombres tiene mucho de azar -, estabamos Adán y yo, arroján arrojándon donos, os, en la acera acera de la casa, la pequeña pequeña pelot pelota a de tenis, demostránd ándonos la habilidad para ara atraparla, cua cuando, inte intesp spen enti tiva vamen mente te,, fren frenó ó a medi medias as una una volq volque ueta ta que que llev llevaba aba pa pala lass y barretones frente a la casa. Sin percibir el peligro, ni nadie tener la culpa, una pala metálica, afilada por el roce con las arenas de la carretera, vino hacia mí, golpeándome en la cara en el lado derecho. Sentí que me había herido sólo cuando Adán gritó y salió confundido a llamar a mi madre. Cuando ví la sangre manchándome la camisa, sentí pánico. Corrí a la casa. Sin hablarle a nadie ni responder a mis hermanos que entre llantos me preguntaban no sé qué, llegué hasta la cocina, recogí ceniza caliente del lado del fogón y me la puse en el rostro, sobre la herida. Era la forma que teníamos por costumbre de detener la sangre. A poco, toqué una montaña de ceniza tibia sobre la cara, y cesó la hemorragia. Me sentí más tranquilo. Ahora sí, les conté a mis hermanos lo que había sucedido. Nadie tuvo la culpa, les dije. Pero mi madre, confundida, nada podía hacer. De pronto me trajo una camisa limpia y me pidió que fuéramos a donde el médico. Cuando ella decía, hay que hacer esto, eso se hacía de inmediato. El doct doctor or Duque Duque era, era, diga digamo mos, s, el médi médico co de la fami famili lia: a: alto alto,, blan blanco co,, robusto y muy serio. Me limpió el rostro con agua y descubrió la herida. Él que tendría cincuenta años, miró la herida y se estremeció. ¡Qué pesar! Exclamó. Desinfectó la herida. La miró varias veces. Palpó con sus dedos mis muelas, que estaban estaban parcialmente parcialmente cortadas y le preguntó a mi madre si ya había mudado los dientes. Ella dijo que no. Sin más palabras, empezó a coserme, sin anestesia, y creo que sin mayores cuidados. Porque al volver a mi casa, y mirarme en el espejo, vi sobre la cara como un alacrán negro que se estuviera subiendo por el lado derecho de mi cara. Esa noche todos lloramos y nadie quiso comer. Mi padre vino de Segovia ocho días después. Había ya deshinchado y estaba bien. Don Francisco García, mi maestro, había venido a verme, con su espo esposa sa y Jorg Jorge, e, su únic único o hijo hijo.. Me traj trajer eron on de rega regalo lo un libr libro o de Pens Pensam amie ient ntos os,, llam llamad ado o El Cará Caráct cter er,, de Samu Samuel el Smil Smiles es,, libr libro o de la biblioteca personal de mi maestro, que me lo obsequió con una dedicatoria que aún recuerdo, Para Angel de Dios Zapata Ceballos, para que lo lea siempre, en la buena y en la mala fortuna.
Francisco García. ****** 14
A principios de 1932, mi padre volvió a Yolombó con una idea nueva y un poco extraña. Pasó varios días pensativo. Recorrió las calles del pueblo varias veces. Visitó a un familiar suyo, Abigail Atehortúa, un electricista empírico que manejaba la planta eléctrica del pueblo, teniendo con él largas conversaciones, tanto en la Estación generadora de la energía del pueb pueblo lo como como en nues nuestr tra a casa casa.. Muy Muy poco poco aten atendí díamo amoss noso nosotr tros os a esas esas conv conver ersa saci cion ones es,, porq porque ue tant tanto o mis mis herm herman anas as como como Adán Adán y yo, yo, nos nos pasa pa sabam bamos os el tiem tiempo po entr entret eten enid idos os,, élla éllas, s, en las las cosa cosass de la casa casa,, y nosotros jugando pelota en el rumbón de Las Camelias, o recorriendo mangones mangones y caminos, caminos, cazando pájaros con cauchera. cauchera. Pero una tarde, nos encontramos todos reunidos en la salita de la casa. Entonces vimos que mi padre primero, y luego Agripina, se nos unieron como si ya lo hubieran acordado todo, y nos sorprendieron con esta observación: – En estos pueblos, es como si no hubiera qué hacer. Amanece el día, y todos despertamos. Anochece, y todos nos dormimos. En el día luchamos por vivir. Pero nada cambia.
A noso nosotr tros os,, sus sus hijo hijos, s, no nos nos extr extrañ añó ó que que así así nos nos habl hablar ara a Agri Agripi pina na,, nues nuestr tra a ma madr dre. e. Está Estábam bamos os,, como como se dice dice,, acos acostu tumb mbra rado doss a que que nos nos hablara hablara de ese modo. Alguna Alguna vez, lo recuerdo, recuerdo, dije que a ella ella le gustaba, gustaba, hacer “consideraciones”. Así nombraba a lo que filosóficamente , llamamos hoy, reflexiones. – El porvenir aquí, en Yolombó, continuó, no le promete nada a nadie. Aquí Toño Toño no tiene trabajo trabajo.. Usted Ustedes es,, ya hici hicier eron on la escu escuel ela. a. Y yo, yo, no me quisiera morir sobre estas faldas.
Empezó a llorar. Mi padre fue el primero en acercarse a consolarla. Se querían querían mucho. Pero mi padre padre era silencio silencioso so y como tímido tímido frente a élla, mientras mientras que Agripina Agripina era espontánea, espontánea, audaz, arriesgada, arriesgada, emprendedora, emprendedora, y en el fondo, sentimental. Todos la consolamos y, poco a poco, volvió la calma. Entonces mi padre continuó: – Lo que Agripina les quiere decir – nos dijo – es que hemos resuelto que nos traslademos a Bello. Allá podemos pagar un arrendamiento, como aquí. Yo le sigo girando todos los meses a Agripina, y tal vez, en Bello, que es un pueblo industrial, ustedes puedan conseguir trabajo.
No dijo nada más. No porque no hubiera más que decir, sino porque él fue de muy pocas palabras, y como que se le acababan las suyas muy pronto. Nosotros Nosotros sabíamos que aquello aquello no era una consulta, consulta, sino una decisión. decisión. Y sabíamos también, que la última decisión era de Agripina. ****** 15
Mi madre, tan bella en ése tiempo, como lo es ahora en mi memoria. De pequeña estatura, blanca, de ojos vivos, más o menos oscuros, y sus cabellos largos que le daban hasta para hacerse una moña de un color gris plata. Era la jefe única del hogar. Hizo una vida larga, de carácter amable y órdenes sin vacilaciones. Al terminar el aviso de mi padre, Agripina, como para ayudarnos a aceptar la propuesta, exclamó, ¡ahora a preparar el viaje muchachos! Quedamos anonadados. Creo Creo que en ese ese mome moment nto, o, cada cada uno uno de noso nosotr tros os tuvo tuvo pens pensam amien iento toss distintos. Adán, que era muy parecido a mi padre, pensó que quizás podría llegar a trabajar en algunas de las fábricas que, decían, había en Bello. Por eso le pareció que todo estaba bien, pues, en Yolombó, nada tenía que hacer. Josefina, la hermana mayor, que ya lavaba las ropas, las tendía y planchaba, le ayudaba a Agripina en la cocina y era como la segunda persona de la casa, pensó que todo estaba bien, mientras ella tuviera la dire direcci cción ón y la guía guía de Agri Agripi pina na,, a quien quien,, sin sin nadi nadiee exig exigír írse selo lo,, habí había a prometido servirle de ese modo hasta la muerte. Así lo hizo. Sigue - en los últimos años de su vida – haciéndolo. Yo, que soy el menor, y que aún vivo para contarlo, me pregunto ¿cómo un ser humano, inteligente, bueno por naturaleza, puede aceptar servirle a los demás, a sus hermanos y a sus padres, sin solicitar nada, sin esperar nada, por solo amor, viendo nacer los días y llegar las noches, bajo lluvias y soles, solamente viviendo para que otro otross vivan vivan,, decid decidan an su exis existe tenc ncia ia,, cambi cambien en cami camino nos, s, obte obteng ngan an bienestar o fracasen en sus proyectos, mientras ella, esa persona, sigue viviendo, haciendo lo mismo, hasta que las enfermedades la venzan y, al final de sus días, apenas uno o dos amigos, le digan, gracias Jóse, o gracias Josefina. Uno puede pensar en las lechugas. En el agua que bebe. En el sol que derrama sus esencias. En la tibieza de la voz. En cómo son los seres mejores de la tierra. En de qué están hechas las frutas que perfuman y alim alimen enta tan n y arom aroman an el sile silenc ncio io.. Pien Pienso so en tu ser ser pequ pequeñ eño, o, sose sosega gado do,, tranqu tranquilo ilo.. Flor, Flor, fruto, fruto, árbol árbol perfum perfumado ado mucho mucho más lejos lejos de ambici ambición ón extraña, sin embargo vives alegre, calladita y tímida. Pienso en ti, Josefina. Eva, mi otra hermana, ha sido siempre un poco como yo. Divisó las montañas, los riscos, y también los albures de la profundidad. Presintió los peligros, previó la soledad y se contuvo. Ambicionó por años alcanzar una cima. Bajó su rostro y me dijo: “Sigue, tal vez sea tu mundo” , y yo seguí.
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III Bello, me dijeron en Yolombó, es un pueblo más o menos plano, extenso, abie ab iert rto, o, con con indu indust stri rias as y fábr fábric icas as.. En medi medio o día día – me dije dijero ron n – el Ferroc Ferrocarr arril il lo lleva lleva sin ningú ningún n retard retardo. o. Ansios Ansiosos, os, mis herman hermanos os y yo, guiados por nuestros padres, esperamos el tren en la Estación Sofía. Había visto el tren sólo en fotografías. De pronto llegó. Me pareció inmensa y mons monstr truo uosa sa la máq máqui uina na.. Reso Resopl plab aba. a. Echa Echaba ba humo humo.. Me pa pare reci ció ó que que resp respir irab aba, a, y atrá atrás, s, los los carr carros os llen llenos os de gent gente. e. Me enca encant ntar aría ía pode poderr describir lo que sentí. Una emoción extraña y nueva. Mi respiración se detuvo. Quise refugiarme refugiarme en algún lugar, porque pensé que era mi última última hora. Pero en los niños puede más la esperanza que la muerte. Estaba ansioso, quería saber lo que seguía. Mi primer viaje en tren. Observé los pais pa isaj ajes es y reco recono nocí cí que que eran eran los los mism mismos os bosq bosque uesi sill llos os,, los los mism mismos os arbus arbusto tos, s, la mism misma a geog geogra rafí fía a que que me era era famil familia iar. r. Divi Divisé sé los los riel rieles es,, paralelos, como eternos, dejando la Estación, internándose en los bosques. Me subí a un carro y busqué con mis hermanos una ventana que me dejara ver el paisaje, siempre igual y nuevo a la vez. Hoy puedo hablar de lo que significó esa mañana en mi vida, ese cambio, no lo pensé ni reflexioné en esos momentos en que iniciaba un viaje al que nunca retorné. Es decir, hoy puedo hablar de todo lo que se derivó de esa decisión que fue mía y de mis padres, no puedo, ni siquiera recordar con nitidez, mis sensaciones – y menos mis pensamientos, si los hubo – de lo que pude haber pensado en aquellos hermosos recuerdos de mi primer viaje en tren. Todo era nuevo. Como fantástico. Ver los “arbolitos pasar”, los los riac riach huel uelos y queb quebra rada das, s, los puen puenttes como como plat platea eado doss que que se anunciaban a la distancia, los bosques, las llanuras extensas con ganados sombreándose debajo de los árboles, y la luz del sol dorando las montañas 17
onduladas donde las casas de campo iban pasando, quedándose en el pasado, como mi propia vida. Sí. Porque fue una hermosa vida la que deja dejaba ba al pa pasa sar, r, sign signos os,, que hoy hoy los los recue recuerd rdo o con con infi infini nito to cari cariño ño.. No cesábam cesábamos os de mirar el paisaj paisaje. e. De pronto, pronto, un pájaro, pájaro, creo creo que fue un sinsonte, resultó penetrando por la ventanilla de mi madre, desorientado, buscó protección en la falda de su vestido, deteniéndose asustado; yo lo cogí sin vacilar, reteniéndolo entre mis manos. Mis hermanos se lanzaron a mirarlo. Temblaba. Aleteaba. Miraba con ojos desorientados hacia todas partes. Que lo soltáramos por la ventana, ordenó mi madre. Pero nosotros seguí seguíam amos os acari acarici cián ándo dolo lo,, quer quería íamo moss hace hacerr el viaj viajee con con él. él. Es peca pecado do retener a un pájaro, nos recalcó con autoridad. Pensé dejarlo volar. Mis hermanos se opusieron. Se había aquietado. No le agradaban las caricias, pero ya no parecía agitado. Lo observé con cuidado y cariño. Gris, cenizo, el pico oscuro. Le silbé al oído, pero ni yo sabía imitar su canto ni él parecía escucharme. Estaba tan embelesado con él que ni siquiera sentí cuando se me escapó de las manos. Voló a la la ventana y desapareció sobre los inmensos inmensos campos campos abiertos abiertos que cruzaba cruzaba el tren en ese momento. momento. Sentí pena. Como arrepentimiento. No por haberlo perdido sino por haberlo retenido por tanto rato. ¿A dónde iría? Todo aquel mundo era suyo, pero, talvez no volvería a encontrar su nido. La libertad se lleva en el alma, indefinible, como toda esencia; no la forman las rejas, la oscuridad, ni el hambre, es una sensación ilimitada que nos deja vivir, que nos deja soñar, pensar, amar la vida sin fronteras, y cuando la perdemos, a veces sin saber lo que ella es, nos sentimos vacíos y sin alma. ****** En Bell Bello o come comenz nzó ó mi ad adol oles esce cenc ncia ia.. Mi fard fardo o eran eran recue recuerd rdos os de una una infancia feliz. Un niño campesino, risueño, espontáneo, de buena voluntad para todo, que, sin pensarlo mucho, conservaba la fé en Dios y en mis padres. De mi hogar aprendí a ser un niño bueno. Así llegué a Bello. Sin odios. Sin malicia. Creyendo y practicando un espíritu limpio y siempre ilusionado. ****** La casa que mi padre había arrendado estaba sobre la calle de la Estación, la entrada al pueblo para los que llegaban por el Ferrocarril de Antioquia. Estaba en una esquina, a más de ocho cuadras de la Estación. Pequeña. Con luz eléctrica y agua abundante. Nos sentimos bien. Pronto, entre todos, organizamos el poco mobiliario que había transportado el tren. Mi madre y Josefina, le dieron muy pronto orden a la casa. La primera noche en el pueblo, nos pareció insoportable por los ruidos que se escuchaban cerca y lejos lejos de la casa. Pronto supimos supimos que muchos muchos ruidos ruidos provenían de la fábri fábrica ca de text textil iles es del del “hat “hato” o”,, llam llamad ada a Fabr Fabric icat ato, o, ubic ubicad ada a a poca pocass cuadras de nuestra casa; otros, ruidos de trenes, como moviéndose en la 18
noche, venían del Taller del Ferrocarril de Antioquia, un edificio inmenso donde reparaban todo el equipo del Ferrocarril, que se extendía muy cerca de la Estación de Bello. Pero, mucha gente trasnochaba. Se escuchaban canciones hasta altas horas de la noche. Pasaban multitudes de obreros por el frente de la casas, yendo y viniendo de la fábrica de textiles y del Taller del Ferrocarril. La esquina de nuestra casa parecía un sitio de citas. Se veían veían grupos grupos de gentes gentes hablan hablando, do, riendo riendo a carcaj carcajada adas, s, discut discutien iendo do cosas del trabajo, prolongándose esos bochinches hasta altas horas de la noche. Empecé a tener miedo a la noche. El pueblo me parecía más tranquilo de día que de noche. Recordaba mucho a Yolombó. Sus hermosas noches tranquilas, cuando me contaban mis amiguitos los cuentos del tigre que recorría silencioso la ruta desde las Camelias hasta el cementerio. Ese tigre feroz que a nadie despertaba ni agredía .... En muy pocos días, mis padres, y nosotros, sus hijos, comprendimos que habíamos cambiado de vida. Esos días, y noches, silenciosos de Yolombó, habían cambiado por días y noches ruidosos, como agitados, revueltos, mal hablados; mi madre decía que las calles de Bello eran pecadoras. Porque se veían, por cualquier parte, gentes ebrias, mujeres abrazadas a hombres que no podían moverse de la embriaguez. Cantinas ruidosas, donde los tangos y las milongas, cantadas en el sonsonete argentino, no permitían ni dormir, ni conversar, ni rezar siquiera el rosario nocturno. Después de que mi padre volvió a Segovia, repitiendo, a la inversa, esa ruta que nos había había traído traído hasta Bello: Bello: Bello Bello – Sofía – Yolombó Yolombó – Amalfi – Segovia. Segovia. Mi madre volvió volvió,, - si es que lo había dejado dejado -, al gobierno gobierno de la la casa casa.. Cari Cariño ñosa sa,, prec precis isa, a, rigu riguro rosa sa,, pens pensan ando do en todo todos, s, meno menoss en ella ella misma. Un día, nos propuso que Adán, debía estudiar en el colegio del doct doctor or Moli Molina na.. Ha Habí bía a averi averigu guad ado o por por un cole colegi gio o priv privad ado o que que ofre ofrecí cía a estudios después de la escuela primaria, dirigido por el profesor Molina, un maestro de prestigio. A mí, me recomendó que repitiera el quinto año de primaria en la escuela pública de Bello. Y, finalmente, matriculó a Eva, en una escuela de Mecanografía que q ue funcionaba en el pueblo. ****** Josefina era la única que conocía sin vacilar cuáles eran sus oficios en el futuro. Ella misma reconoció, en el mismo solar de la casa, un pequeño espacio bien iluminado, plano y cubierto de yerbas salvajes. En ese lugar se prop propus uso o sembr sembrar ar una una peque pequeña ña huer huerta ta de plan planta tass arom aromát átic icas as,, y al mismo tiempo, un diminuto jardín. Ayudada por una barra corta y un azadón, que rodaban y estorbaban en la casa, herencia seguramente del abuelo, ella sóla, acondicionó el espacio de unos tres por tres metros, delimitando las eras con piedras recogidas en la calle. Este jardín, fue el primer sueño realizado por Josefina, a quien todos le hemos dicho Jóse. Yo digo digo que que ella ella obtu obtuvo vo de su trab trabaj ajo o los los frut frutos os má máss temp tempra rano noss de su 19
esfuerzo. Hoy recuerdo las flores cultivadas allí. Rosas blancas y rojas. Clavel Claveles es encarn encarnado ados. s. Violet Violetas as diminu diminutas tas derram derramada adass de tiest tiestos os y ollas ollas desorejadas. desorejadas. Bebí Bebí tizanas tizanas deliciosas deliciosas de yerbabuena, yerbabuena, manzanill manzanilla a y una pizca de limoncillo, bendiciendo, de paso, los ocultos y graciosos regalos d e la tierra. Apre Apren ndí de las ma man nos de mi herma erman na, que que con con am amo or, las plan planttas reverd reverdece ecen, n, que las flores flores aroman aroman y embell embellece ecen, n, trayen trayendo do alegrí alegría a a la mañana. Ella aprendió, aprendió, que con constancia constancia fuerte, la estéril tierra tierra revienta la semilla, si agua abundante alcanza sus orillas. Y si no, la cosa ya es de suerte. La vida de mi hermana Josefina, tan humana, tan simple, tan senc sencil illa la,, pa pasó só siem siempr pree entr entree ties tiesto toss y colo colore res. s. Unos Unos días días comp compar arte te clavel clavellin linas, as, otros, otros, una tizana tizana de manzanil manzanilla, la, pero pero lo que me apena apena es saber que la acosan los dolores. ****** Antes de meterme a repetir el quinto año de primaria, según la sentencia de mi madre, tuve casi tres meses libres para adaptarme al ritmo de la vida de Bello que, por lo que veíamos todos, era revuelta, ruidosa, agitada y como como con con otro otross prop propós ósit itos os de la que habí habíamo amoss vivi vivido do en el leja lejano no Yolo Yolomb mbó. ó. Es curi curios oso, o, pero pero recue recuerd rdo o esos esos días días en mi vida vida,, como como una una transición, un cambio inmenso, respecto de la vida bucólica de mi lejano pueblo. Como ni Adán ni yo, teníamos amigos, íbamos juntos a todas partes. Un día nos arriesgamos a visitar el Parque Principal del pueblo. Conocimos la iglesia, que estaba terminada; pero atravesando el extenso Parqu Pa rquee Munic Municip ipal al,, obse observ rvam amos os otra otra igle iglesi sia, a, casi casi term termin inad ada a tamb tambié ién, n, aunque las torres estaban apenas a medio construir. Todos nos pareció grande, imponente, las calles empedradas, amplias y muchas tiendas y almacenes en el marco del parque. De pronto se nos acercó un muchacho negro, espigado, sonriendo como si nos conociera, y nos dijo, sin más ni más: Ah, ustedes son los que se pasaron al lado de mi patrón –. Nos dijo, inesperadamente. Adán que era más tímido que yo, y compensaba su defecto con algo de agresividad, se puso delante de mí, preguntándole a su vez, vez, en tono tono mole molest sto: o: A ver, ver, qué qué quie quiere re ... ... . No, No, nada nada,, resp respon ondi dió ó el muchacho, como corrido, como apenado, y dijo: Yo que los quería saludar, y se marchó despacio, creo que sinceramente apenado. Se llamaba Jesús Londoño, supe después que le decían Chucho, y cuando le conté a mi madre que Chucho era el ayudante de Don Jesús Laverde, el dueño del depósito de maderas que funcionaba a dos casas de la nuestra, mi madre, que, que, - Dios la tenga tenga en el Cielo Cielo - , no quería a los los negros, negros, me respondió: no se junte con ese muchacho. ¿Por qué mamá?. No me gusta y punto. Respondió. Fue uno de mis mejores amigos de mi adolescencia. Lo recuerdo con cariño y que Dios, también, lo tenga en el Cielo. 20
****** En Anti Antioq oqui uia a se usab usaba, a, en esos esos tiem tiempo pos, s, que cuan cuando do una una famil familia ia se pasaba a vivir a un vecindario, las otras familias que residían allí, pasados pocos días, iban a hacerles una visita de cortesía. Se conocían las señoras, comunicándose y enterándose de quiénes eran los nuevos vecinos, y de allí part pa rtía ían, n, much muchas as veces veces,, nuev nuevas as am amis ista tades des.. Creo Creo que much mucha a de esta esta costumbre, se ha perdido ... . Pero una noche, llegó a la casa una señora blanca, de mediana estatura, acompañada por un niño como de la misma edad de Adán y dos niñas, un poco parecidas a Josefina y Eva. Se le presentó la señora a mi madre, y todos siguieron a la salita de recibo. Era típico. Nosotros rodeamos a Agripina, y los niños de la señora visitante, que se sentó primero, estuvo rodeada por sus niños. Supimos, esa noche, que la señora se llamaba Teresa Vergara, que sus hijas eran Gabriela y Alicia, que el niño llamaba Hernán, y que era la familia de Don Jesús Laverde, el hijo del propietario del aserrío y agencia de maderas, de allí cerca a nuestra casa. Para mí, con el tiempo, esa noche, fue la más memorable, de todas las vividas en Bello, hasta que tuve la edad de veintitrés años, cuando dejamos a Bello para irnos a vivir a Medellín. Esa noche las dos señoras hablaron amistosamente hasta, por lo menos, las once de la noche. Mi madre me dijo, muchos años después, que el secreto de toda buena conversación, era permitirle a la otra persona que hablara también. La conversación es buena, dijo, porque escuchamos y nos escuchan. Por eso, esa noche, hasta que me venció el sueño, supe que la señora Teresa era de Cisneros, que su esposo, Don Jesús, era hijo único de Don José, el dueño de la empresa. Que tenían bosques en Puerto Berrío, de donde traían las maderas. Y que Hernán, era el mayor. Que la niña rubia, Gabriela, estaba en quinto año de primaria en el colegio de las Hermanas Hermanas de la Caridad, Caridad, y que Alicia, Alicia, la menor, apenas apenas estaba en tercer tercer año. Estuve tentado a preguntarle a la señora por lo que hacía Hernán, pero en esas circunstancias, los niños no tenían derecho de intervenir en la conversación de los mayores. Después supe que había concluído la primaria, como yo, pero que su padre lo necesitaba en la empresa. Esa noche, doña Teresa habló, por un momento, de Chucho, el negro del aserrío. Contó que era de Puerto Berrío. Hijo de un obrero de los aserríos; que era era serv servic icia ial, l, honr honrad ado, o, trab trabaj ajad ador or y muy muy am amab able le.. Que Que cuand cuando o lo necesitara, podía llamarlo para que la sirviera en cualquier trabajo. Yo estuve atento a todo eso, mirando a Adán, mientras la señora hablaba. Mi madre me miró a los ojos mientras Teresa hablaba. Después de pocos días, volví a ver a las hermanitas Laverde, viniendo del colegio. La menor, Alicia, que era muy blanca, de pelo negro y como repoll repollita ita,, como decían decían los muchach muchachos; os; me saludó saludó con un gesto de su mano, pero la mayor, Gabriela, apenas me miró, y sonrió al pasar. 21
Era el final del año de 1932. Apenas tenía once años largos. Pero algo me empezó a suceder. Hasta esos días, había vivido indiferente, olvidado, de que llevaba una cicatriz en el lado derecho de la mejilla. De pronto, sin que nadie me lo recordara, empecé a sentir como un fastidio por esa sola circunstancia. No porque sintiera dolor físico por esa señal, sino porque a menudo la la recordaba. recordaba. Me inquietaba. inquietaba. Sin Sin otro motivo, motivo, me miraba miraba en el espejo. Miraba frecuentemente, en silencio, los rostros de otros muchacho de mi misma edad, y empecé a notar que las personas, me miraban el rostro con curiosidad, así no comentaran nada. Empecé a ver que casi todos los muchachos muchachos de mi edad no tenían tenían cicatrices cicatrices:: blancos, blancos, trigueños, trigueños, morenos y, el negro Chucho, tenía la tez liza y tersa, y como reía a menudo con con dien diente tess blan blanco cos, s, pa pare rejo joss y bien bien cuid cuidad ados os,, sent sentía ía a veces veces,, como como admiración por su risa. Yo tenía también dentadura blanca y pareja, la cual me ayudaba, a veces, a disimular la cicatriz, mostrando los dientes como sin motivo. Buscaba a menudo el espejo, con el pretexto de peinarme el cabello, que era negro y algo ondulado, pero, realmente, era para volver a detallar la cicatriz, que me empezó a parecer realmente horrible. En varias ocasiones, al mirarme al espejo, sentí como pesar de mí mismo ... . Quise hablar con mi madre sobre la preocupación que sentía. Un día, lejos de mis mis herm herman anos os,, le preg pregun untté, - como como si el asun asuntto pa para ra mí fuer fuera a secundario -, si no habría una crema para aplicarme en esa cicatriz. Ella, que nunca se precipit precipitó ó para dar una respuesta, respuesta, y parecía comprend comprender er el significado de todas las preguntas, me miró primero a los ojos. Levantó la cabe cabeza za,, como como pa para ra mira mirarr haci hacia a las mont montañ añas as,, pero pero pron pronto to volv volvió ió a observarme. ¿Está preocupado por “eso”, Gelito?. Me preguntó. Me decía Gelito, en algunas ocasiones. Si, mamá, le respondí, como destrozado por dentro. Entonces vino hacia mí. Pasó su brazo sobre mis hombros y con su mano derecha acarició mi rostro con cariño ... . Yo no sé Angel, si habrá alguna crema que borre esa cicatriz. Es posible que la manteca de cacao, la suavice. Que la crema de concha nácar, la borre un poco. Pero la única crem crema a que que exis existe te pa para ra esas esas situ situac acio ione ness – me dijo dijo – es la que que todo todoss podemos aplicar, es la del carácter. Acuérdese de ese libro que le obsequió don Francisco García, su maestro. Vuelva a leerlo. Entiéndalo. “El carácter es nuestra nuestra propia propia voluntad voluntad,, guiando guiando nuestros nuestros propós propósitos” itos” . Si Usted se propone propone no pensar pensar en esa cicatriz y obrar obrar siempre como como un hombre, esa seña se le borra por siempre. Estaba enrojecida. Me pareció que iba a darme una bofetada. Se contuvo. Me miró profundamente a los ojos, y agregó: -Vé uno a hombres que les falta un brazo, una pierna, o quedan inhábiles en un acci accide dent nte, e, o pier pierde den n un ojo, ojo, y uste usted, d, un much muchac acho ho fuer fuerte te,, inte inteli lige gent nte, e, que am ama a el estu estudi dio, o, vien vienee a preo preocu cupa pars rsee ahor ahora a por por esa esa insi insign gnif ific ican anci cia a - . Yo no creo creo que que es insi insign gnif ific ican ante te,, Mamá Mamá,, le dije dije.. Entonces, mirándome a los ojos me respondió: Tiene que usar bastón o muletas? Tiene que girar la la cabeza porque no oye bien? bien? ¿Cuál sentido sentido le le falta? ... Corre, oye, salta, habla, grita, es fuerte, es inteligente ... ¿Porqué me atormen atormenta, ta, hijo? hijo? Se puso puso a llorar llorar ... . Y yo, todaví todavía, a, me pregunto, pregunto, 22
recordando esa escena, ¿ por qué lloró mi madre? La verdad es que a más de setenta años de haber sufrido ese accidente, todavía hablo de él. ****** El negro Chucho, mandadero de don Jesús Laverde, fue mi amigo, mi confid confident ente, e, instr instruct uctor or de varios varios deport deportes, es, alcahu alcahuete ete de mis primer primeros os amores, ingenioso, perspicaz, solapado, y , sin embargo, sincero, buen amigo y honrado, en el sentido de que jamás se apropió de cosa ajena, a pesar de ser analfabeto. Una tarde, Chucho vino a mi casa, a invitarme a ver, por primera vez, un partido de fútbol del equipo Olímpico de Bello. Mi madre lo recibió con amabilidad. Había, élla, despejado sus prejuicios, y le dijo que esperara por un momento, en la puerta, que me iba a llamar. Salí de la casa con la aquiescencia de mi madre. Me llevó a la cancha de Fabricato, que era, en verdad, un campo de fútbol encerrado por rejas de alambre, pero con graderías cómodas, de libre libre acceso. Me sentí emocionado. Por primera vez, en mi vida, pude observar el juego de balón, en forma reglamentaria y orde ordena nada da.. Por Por mis mis jueg juegos os de pelo pelota ta,, sabí sabía a má máss o meno menos, s, cómo cómo se prac practi tica caba ba el jueg juego. o. Esa Esa tard tardee ví, ví, por por prim primer era a vez, vez, a juga jugado dore ress que que ocuparían en mi memoria, el mayor espacio de mis buenos recuerdos: ví, al largo argo Berr Berrío ío,, el much muchac acho ho que, que, con con dos dos comp compañ añer eros os,, Rose Rosenb nber ergg Echa Echava varr rría ía y el “tru “truen eno” o” Eche Echeve verr rry, y, form formab aban an el medi medio o camp campo o del del Olímpico. Conocí al viejo Alvarez, un talabartero que era famoso como centro delantero: calmado, técnico, veloz, sin precipitarse, que metió el primer gol entre los aplausos de un público que cantaba espon espontán táneame eamente nte,, las mejore mejoress jugada jugadas. s. Pero, en el equipo equipo contra contrario rio,, conocí también al doctor Villegas, Villegas, un líder del equipo contrario, quien me desl deslum umbr bró ó por por su fuerz fuerza a y velo veloci cida dad, d, que empa empató tó el pa part rtid ido o haci hacia a el segundo tiempo. Este, era el capitán del club Fabricato, y gozaba de una fama, de un prestigio como ningún otro jugador. Más tarde supe que era ingeniero, que hablaba inglés, y que era uno de los directivos de Fabricato. Volví a mi casa como a las siete de la noche, con Chucho. El fué el que me dió los nombres de los jugadores, me explicó la técnica del juego, me comentó cosas de varios de los jugadores y, al llegar, me dijo que era amigo de Rosenberg Echavarría, que vivía por allí cerca. Fué una tarde inolvidable que me introdujo en un deporte que bien, o mal jugado por mí, durante cerca de cuarenta años, me dió resistencia física, amor al deporte, seguri uridad en mis decisiones, honrad adeez en todas mis jugad ugada as, personalidad, a la vez arriesgada y respetuosa, y, como una clara visión del mundo moderno. Casi, casi, diría que me obligó a dejar el campesino que traía, para llegar a ser, sin ningún complejo, el muchacho que alcanzó a ser también ingeniero. ****** 23
Mi amistad con Rosenberg Echavarría nació pocos días después. Era un muchacho alto, espigado, fuerte, blanco, amable y muy decidido. Vivía, efectivamente a pocas cuadras de mi casa. Su familia, creo que había venido venido de Carolina, Carolina, un pueblo cercano a la represa de Guadalupe Guadalupe que, en esos días, se mencionaba mucho. Nuestra amistad duró hasta después de que term termin inéé mi carr carrer era a de inge ingeni nier ero o quími químico co,, en la Univ Univer ersi sida dad d de Anti Antioq oqui uia; a; lueg luego o lo perd perdíí de vist vista. a. Igno Ignoro ro si aún aún vive vive.. Asis Asistí tí a sus sus entrenamientos con el Olímpico; cabeceaba muy bien el balón. Me enseñó a pegarle a la pelota con ambos pies. Cómo debía golpear la pelota con los bordes de los zapatos, sin elevarla y cómo rematar con fuerza. Practicando y practicando, alcancé a lograr el dominio del balón. Toda un escuela. ****** Pero no quería dedicarme a jugar fútbol. Era mi deporte, mi “goma”, como decíamos. Sin embargo, entré entré a la escuela pública pública de Bello, a repetir, con gusto, el quinto año de primaria. ¿Para qué? Ciertamente, no lo sabía. Uno, Uno, de muchach muchacho, o, va cumpli cumpliend endo o etapas etapas,, como como incons inconscie ciente ntemen mente. te. Juega, se alimenta, estudia, se concentra, se distrae, hace amigos, los olvida, empieza a gustarle las muchachas, cree enamorarse, pasan, se mete en cuanto cree que lo llevará a la felicidad; cambia de un día para otro y, si ningún vicio o mala costumbre lo atrapa, va pasando la vida, hasta que sale a donde menos lo había pensado. Rosenberg, era ayudante de una carpintería. Allí lo encontraba, muchas vece veces, s, al sali salirr de la escu escuel ela, a, cepi cepill llan ando do tabl tablas as,, serr serruc uchá hánd ndol olas as,, ajustá ajustándo ndolas las,, clavan clavando do piezas piezas,, sudand sudando, o, abstra abstraído ído en su trabaj trabajo. o. Nos íbamos juntos al parque. Tomábamos fresco, charlábamos. Nos reíamos y, una tarde, se puso a enseñarme a jugar ajedrez. Es el juego de los Reyes, me dijo. Me esforcé por aprender los nombres de las fichas, cómo se movían, cómo se le daba mate al contrario … . Me encantó. El, que ya sabía manejar el torno de madera en el taller, me regaló mi primer ajedrez, sencillo, rústico, pero se lo agradecí toda la vida. Me M e regaló el tablero, pintó con el lápiz negro de los carpinteros los escaques negros, dejando del color de la madera los blancos. Mi madre se alegró mucho con ese regalo. Como era despierta, siempre entu entusi sias asta ta,, y como como con con tiemp tiempo o pa para ra todo todo,, pron pronto to ap apre rend ndió ió a juga jugar, r, acompañándome a jugar partidas varias tardes. No sé si lo hacía por estimularme, o era que, en verdad, le agradaba. Ninguno de mis hermanos se animó a aprender a jugar ajedrez. Rosenberg era mayor que yo, por lo menos, en cuatro años, y creo que ento entonc nces es me tení tenía a un cari cariño ño como como de herm herman ano o may mayor or.. Con Con él y con con Chucho, fuimos por primera vez a los campos de Niquía. Era una amplia, azulina y hermosa llanura que se extendía hacia el Noroccidente de Bello, que pertenecía a la Estación de Machado, del Ferrocarril, y a Bello. Eran los campos que visitaban los domingos la gente de Bello, porque tenía 24
arboledas, pequeños arroyos, y desde allí, volvíamos al pueblo, saltando polines hasta la Estación del Ferrocarril en Bello. Era tan simple la vida, tan tranqu tranquila ila y pacífi pacífica ca en esas esas soleda soledades des,, que hoy al recordar recordarla, la, me parece que Antioquia, en todos sus rincones, era como un Edén. ****** No pienso que en la escuela hubiera perdido el tiempo. Pero no guardo de ese año, 1933, grandes recuerdos, solamente que jugué mucho fútbol, practiqué el juego de ajedrez, hasta poder jugarle a Rosenberg, mano a mano ma no,, pa part rtid idas as que que vari varias as vece vecess le ga gané né.. Adem Además ás,, cono conocí cí,, casi casi sin sin prop propon onérm érmel elo, o, vari varios os jóve jóvene nes, s, ma mayo yore ress que que yo, yo, que eran eran obre obrero ross del del Ferrocarril de Antioquia en el taller de mecánica. Pienso ahora, que siendo un much muchac acho ho,, un “pel “pelad ado” o” como como se decí decía, a, era era algo algo “m “met etid ido o con con los los grandes”. Quiero decir, que era curioso, me gustaba ver las cosas de cerca, conocer los oficios que hacían hacían los mayores, mayores, y sin molestar, me permitían permitían que mirara las locomotoras que reparaban en el taller, visité la fundición, donde muchas veces recordé a mi abuelo, el herrero. ****** Conocí a dos personajes, de quienes guardo recuerdos. Uno se llamaba don Miguel Upegui, era el jefe del taller del Ferrocarril de Antioquia. De median mediana a estatu estatura, ra, blanco blanco,, rosado rosado,, tendrí tendría a cincue cincuenta nta años. años. Simpát Simpático ico.. Chistoso. Amable. Respetado por todos los obreros. Ignoro si tuvo estudios especiales, pero conocía todos los oficios del taller. Lo conocí una tarde cuando entré a una de las cantinas donde se reunían los obreros a tomar cerveza, después de la jornada, y yo entré allí a tomarme una “Carta Roja”, que era mi gaseosa preferida ... . Todos bebían cerveza a “pico de botella”. Hablaban, se reían, gozaban con chistes que yo no entendía. Uno, le pidió a don Miguel, que le contara el cuento del ingeniero sueco que había venido, venido, tiempo atrás, a instalar instalar el Torno Revolver Revolver al taller. taller. Yo no sabía de qué estaban hablando, pero me quedé a oír el cuento. ¡Ah! Exclamó don Miguel. Ese cuento, dijo, es delicioso. Por más de un mes, mes, estu estuve ve espe espera rand ndo o al sueco sueco que que vend vendrí ría a a inst instal alar ar el Torn Torno. o. Yo esperaba esperaba que fuera un viejo, viejo, talvez jubilado, jubilado, experto en esas máquinas. máquinas. Y una mañana, muy temprano, llegó hasta mi oficina un muchacho, de veinte años , si mucho: alto, blanco, de ojos azules, serio. Me saludó sin quitarse el sombrero, que era una pavita blanca, adornada con una gran pluma amarilla y roja, de puro papagallo ... . Me dijo que él era el ingeniero que iba a instalar el torno. Yo era el jefe de los torneros, y habíamos esperado su llegada, porque ninguno en el Taller, sabía, ni conocía, esa máquina. Hablaba castellano perfecto, con acento español ... . Aterrado le pregunté si era él el ingeniero sueco. Sí, me respondió, sin inmutarse. Pero usted habla muy bien el castellano, le dije. Lo aprendí en España, donde hice otros montajes hace tiempo. No salía de mi asombro. Vestía un traje de pa paño ño gris gris delg delgad ado. o. Cami Camisa sa blan blanca ca finí finísi sima ma,, y zapa zapati till llas as gris grises es.. 25
Reconociendo que era un hombre serio, activo y como de afán, lo llevé al lugar lugar donde donde teníam teníamos os el torno torno desemb desembala alado do y listo listo para para insta instalar lar.. Sin preguntar nada abrió una como gaveta que conocía bien, extrajo unos planos que allí había, planos muy bien dibujados, con leyendas en ingles y en sueco. Los extendió y miró, como identificando partes y piezas del torno. Rompió una cubierta de papel impermeable que protegía el tablero de los controles eléctricos de la máquina y me preguntó , dónde había una toma eléctrica. Vió que el torno no estaba anclado y me dijo: Yo voy a ensayarlo aquí, pero ustedes lo instalan donde les convenga. Introdujo el cable de la corriente eléctrica en la toma, y antes de encender la máquina me preguntó, es de ciento diez voltios, ¿verdad?. Pidió un pedazo de bronce y tras acomodarlo en la máquina, puso en rotación la pieza.. No sabía qué hacer, ni qué decir. Me pareció que estaba soñando. Un muchacho, talvez menor de 22 años, sin quitarse siquiera el saco, tenía el dominio de esa máquina, como si le estuviera dando cuerda a su reloj. ¿A qué distancia estaban nuestros mecánicos, de ése joven?. Comprendí claramente lo que era nuestro atrazo ... . los obreros se rieron, rieron, pero yo tampoco entendí entendí por qué. Entre los obreros de Fabricato y del Taller del ferrocarril, existía una sutil per pero cier ciertta riva rivali lida dad. d. Aunq Aunque ue much muchos os eran eran am amiigos gos y hast hasta a se embria embriagab gaban an juntos juntos,, los los ferrov ferroviar iarios ios se sentía sentían n o se creían creían superi superiore oress ganaban, en general, más dinero, hacían trabajos como de más hombría; se conseguían las muchachas de la textilera, más bonitas; y formaban como una casta casta superior. superior. Pero había había en esos tiempos, tiempos, en Fabricato, Fabricato, un técnic técnico o italiano italiano que todos todos nombra nombraban ban como el Señor Señor Barbot Barboto. o. Era un hombre hombre más bien alto, alto, grueso, grueso, moreno, moreno, y feo. Era – decían – experto experto en toda toda la cien cienci cia a text textil il:: Cono Conocí cía a todo todoss los los tipo tiposs de tela telare res, s, hast hasta a sus sus mínimo mínimoss detall detalles. es. Sabía Sabía de colora colorante ntes, s, de aprest apresto, o, de diseño diseño de telas, telas, pero pero,, ad adem emás ás,, de moto motore ress de comb combus usti tión ón inte intern rna, a, incl incluy uyen endo do las las máquinas Diesel. Decían que era graduado de una universidad italiana, y le encantaban el aguardiente y los tangos. Mucho Muchoss sába sábado dos, s, en la noch noche, e, se veía veía al Seño Señorr Barb Barbot oto o escuc escucha hand ndo o música o cantando canciones de despecho argentinas, en las tiendas y cantinas que se extendían a lo largo de la calle donde nosotros vivíamos. Chucho, el mandadero de don Jesús Laverde y yo, muchas veces, nos reuníamos para ir a oírlo cantar, reírse a carcajadas, contar historias de su trabajo, o burlarse de los mecánicos del taller del ferrocarril, porque lo único que sabían, decía, era hacer fuerza. Un día, ya al atardecer, creo que era un sábado, vimos, Chucho y yo, que el Señor Barboto, con un amigo, entraba a una tienda cercana a nuestras casas. Parecían Parecían borrachos. borrachos. Hablaban. Hablaban. El señor Barboto, Barboto, agitando agitando las manos, y el otro, cruzándole por los hombros su brazo, caminaban con paso pa soss vacil vacilan ante tes. s. Nos Nos acerc acercam amos os a la tien tienda da sin sin mira mirarl rlos os,, pero pero 26
escuchándol escuchándolos. os. Hablaban Hablaban como contradici contradiciéndos éndose. e. Barboto Barboto decía algo sobre la forma forma como trabajaban trabajaban los motores motores Diesel: Diesel: habló de la potencia potencia que tenían. tenían. De la la velocidad que podían imprimirle a un carro. Del tipo tipo de combustible que consumía, y, de pronto, agitó la cabeza, como negando algo... algo... No sé – dijo – carajo. carajo. “libros, “libros, que se pueden escrib escribir ir con lo que yo no sé de esos malditos motores”, y se quedo dormido sobre la mesa. Nunca he podido olvidar esa frase del Señor Barboto. Nuestra vida, la vida de mi hogar, la de mi madre, a quien seguía viendo animosa y despierta, luchando con sus cuatro hijos, en esa casita pequeña y ruidosa, recibiendo de Segovia mensualmente, cumplidamente, un giro, que le anunciaba un viejito mensajero de la oficina de telégrafo al que nosotros llamábamos “el desbaratado”, porque era casi inhábil, y tenía que hacer esfuerzos esfuerzos inmenso inmensoss para llegar hasta hasta la casa, y al que nosotros nosotros no nos le acercábamos porque olía a gallinazo; esa vida nuestra, a principios de 1.934, tornó tornó a ser muy difícil, difícil, casi insoporta insoportable. ble. Pienso Pienso ahora en una mujer con cuatro hijos, hijos, entre trece y dieciséis años. Sin trabajo ni ni oficio oficio definidos. Gastando ropa, calzado, calzado, comida y hasta un poco en educación, pagando alquiler y aunque todo era de la calidad más inferior, la única fuente para esos gastos era un giro de un salario que, desde Segovia, nos alegraba a todos, cuando el desbaratado lo anunciaba. A veces veía a mi madre mesándose los cabellos en silencio, ocultando su rostro, que sabía estaba húmedo por el llanto, pero que ella nos ocultaba, distrayéndo distrayéndonos nos con alguna alguna conversaci conversación ón que alejaba alejaba provisiona provisionalment lmente, e, nues nuestr tra a preo preocu cupa paci ción ón... ....m .mee deci decidí dí cont contar arle le a Rose Rosenb nber ergg Echa Echavar varrí ría a nuestra nuestra situación. situación. El era un muchacho muchacho tan pobre como nosotr nosotros, os, pero esperaba que me dijera alguna cosa que yo pudiera hacer, y que en algo nos ayudara. Se lo dije un atardecer, mientras jugábamos una partida partida de ajedré ajedréz, z, en una una tiend tienda. a. Así como como se se concen concentra traba ba en las las jugada jugadass más decisivas en nuestras partidas, levantó una pieza. pieza. La retuvo en el aire por larg largo o rato rato,, sin sin mira mirarm rmee y, de pron pronto to,, habl habló ó my desp despac acio io,, mien mientr tras as depositaba depositaba la pieza pieza en un escaque. escaque. No me dio dio mate. Pero me dijo dijo que que en la “fabrica de Arriba”, otra textilera antigüa, fundada varios años antes que Fabricato, Fabricato, estaban estaban recibiendo recibiendo muchacho muchachoss para trabajar. trabajar. ¿Qué hay que saber?- le pregunté. pregunté. Nada – me dijo dijo – allá te entrenan. Sentí en el alma una alegría infinita. infinita. Seguimos jugando la partida, pero yo perdí perdí la conce concentr ntraci ación ón.. Perdí Perdí el jueg juego. o. Volví Volví a mi casa casa y se lo conté conté a Agripina. Agripina. Rosenberg Rosenberg me dijo, dijo, además, además, que debía debía hablar hablar con con don Alberto Alberto Olarte quien era el administrador de la textilera. Mi edad, edad, pasaba medio medio año de los trece. trece. Había Había terminad terminado o mi escuel escuela a prim primar aria ia,, en exce exceso so.. Leía Leía muy muy bien bien,, y por por nada nada,, ab aban ando dona naba ba la cost costum umbr bre, e, aunqu aunquee debo debo reco recono noce cerr que mi únic único o libr libro, o, fuera fuera de mis mis cuadernos de la escuela, se llamaba “El Carácter” de Samuel Smiles, el que a menudo menudo abría en cualqui cualquier er página página y leía leía un pensami pensamient ento: o: “Las “Las corrientes que mueven las ruedas del mundo, nacen en lugares solitarios” 27
(Emerson)...No teníamos radio, aunque a veces, en la calle, escuchaba notici noticias. as. Pero Pero esos esos último últimoss tiempo tiempos, s, había habían n sido sido para para mí de mucho muchoss conoci conocimie miento ntos: s: Conocí Conocía a al pueblo pueblo perfec perfectame tamente nte.. Visit Visité, é, con con otros otros amigos, amigos, la choza donde donde nació don Marco Marco Fidel Suárez. Suárez. Recuerdo Recuerdo que me conmovió hasta casi hacerme llorar, llorar, la humildad humildad de su casa. Recorrí sus paredes – eso de recorrer, es una exageración, porque dado su mínimo tamaño, con sólo girar en el centro, se terminaba el recorrido de la choza -. Sobr Sobree esa esa minú minúsc scul ulas as pa pare rede des, s, pude pude leer leer pens pensami amien ento toss sent sentid idos os y hermosos. Recuerdo: “Si me lanzó la vida contra tu carro un día; mi ser, ante tu genio, genio, siente siente un amor profundo. profundo. Aquí donde donde fulgura de tu alma alma Epifanía, traigo la la voz de un pueblo, quisiera la de un mundo”. (Guillermo Valencia). Aunque sabía apenas un poco del expresidente Marco Fidel Suárez, y me había leído, no recuerdo dónde, unos pocos poemas del Maestro Guillermo Valen Valenci cia, a, teng tengo o memo memori ria a del del resp respet eto o que que sent sentía ía por por Suár Suárez ez y, desde desde ento entonc nces es,, ad admi mira raba ba la poes poesía ía.. .... pero pero,, tamb tambié ién n sabí sabía a juga jugarr fútb fútbol ol con con deci decisi sión ón y ag agre resi sivi vida dad; d; hace hacerr comp compra ras; s; conv conver ersa sarr con con las las pers person onas as mayores con respeto; obedecer; conocía bien el taller del Ferrocarril donde tenía muchos conocidos; había estado en uno de los salones de telares de Fabricato escuchando los ruidos sincrónicos de las máquinas; ascendí un día con Chucho, por una montaña interminable, hasta la carretera que iba para San Pedro; chapoteaba el agua en los charcos de la quebrada “La Garcí arcía” a”,, que que era era, en su desc descen enso so a Bel Bello, lo, clar clara a y limp limpiia. Hab abía ía transp transport ortado ado sobre sobre mis hombro hombros, s, maleta maletass y equipa equipajes jes de viajer viajeros os que llegaban al pueblo por tren, por unos pocos centavos que me servían para tomar frescos; y, algo que me encantaba hacer, era subir los lunes a un sitio que llamaban “El Calvario”, donde rezaba, recibía el viento vespertino que barría la montaña, mientras la vista se perdía en el horizonte ya nublado. Fueron éstos los conocimientos que tuve para decirle a mi madre, que, como ya era un hombre, hombre, ella merecía merecía que yo la ayudara ayudara trabajando trabajando en la fábrica de Arriba. No puedo decir ahora ahora que se se alegró o se entristeció. Me dijo: y porqué no Adán? Porque él esta aprendiendo a tocar tiple y lira, le respondí. respondí. En efecto, efecto, Adán tuvo un oído natural, natural, tan fino, fino, que con pocas horas de practicar en un instrumento, estaba tocando piezas completas de música popular, acompañándose con una voz grave y muy sonora que admiraban las personas. El, sin ayuda de Agripina, Agripina, se había matriculado en la escuela escuela del maestro maestro Mesa, quien formó a los serenateros serenateros del pueblo. Mi madre alzó las cejas en un gesto muy suyo, apretó los labios y se marchó, sin decirme ni sí, ni no. Un día después me marché sólo hacia hacia la fábrica de Arriba. Estaba situada al otro otro extr extremo emo del pueblo pueblo.. Iba vestid vestido o como como siempr siempree lo lo hací hacía: a: Una camisa blanca de manga corta, de una clase barata que vendían en un almacén de retazos cerca de la entrada de Fabricato, y unos pantalones cortos , grises, de dril de Coltejer. Mis medias eran altas, azules claras y 28
botas negras, peladas, de jugar con ellas fútbol...No sería la primera vez que me enfrentaba enfrentaba a una persona respetable respetable con mi humilde vestido...Me vestido...Me recibió el Señor Señor Olarte, muy bien. Era un hombre joven, blanco y con una barba bien afeitada y casi azulina. Me escuchó con atención , preguntó de dónde era, y, sin más vacilaciones, me pidió que pasara a otra oficina, en la cual, vi a una muchacha rubia, de rostro muy bello, quien tras pedirme algunos datos, me envió ante un hombre viejo, alto, desgarbado, boquisucio y muy desatento. Con él fui a una salón amplio, oscurecido por las pelusas de algodón que flotaban de unas máquinas grandes, pero sencillas, sencillas, que iban envolviend envolviendo o las telas de un roll rollo o en otro otro,, mien mientr tras as un much muchac acho ho,, sent sentad ado o fren frente te a la tela tela extendida, revisaba el tejido, rayando, con un lápiz de color, las fallas que se hubi hubier eran an produc producid ido o en el tela telar. r. A esto estoss trab trabaj ajado adore ress les les decí decían an revisores. Me pagaban dos pesos por día. El trabajo en sí era muy fácil; lo duro era permanecer dos jornadas de cuatro horas, sentado en una banca, mirando pasar, rollo tras rollo, de una misma tela, sin dormirse, atento, levantándose del asiento a dejar una marca en cada falla, sin hablar, sin mirar a otra parte y a veces con sed y hambre. La vida en mi casa, casa, cambió completam completamente. ente. Mi salario salario semanal, semanal, era un poco más de diez pesos porque no pagaban ni el sábado ni el domingo. En cambio, debía levantarme todos los cinco días de trabajo, a las cuatro de la mañana. Bañarme y desayunar en media hora, salir trotando desde mi casa a la fábrica y estar en la puerta de la fábrica a las cinco y cuarenta minu minuto toss que, que, extr extrañ añame ament ntee era era la hora hora en que sona sonaba ba la sire sirena na por por primera vez, llamando a los obreros. Pero yo estaba empezando esa edad en que la volu volunt ntad ad coin coinci cide de con la fuerz fuerza a físi física ca.. Todo Todo eso lo hice hice religiosamente durante ocho meses de trabajo. Aunque yo le llevaba a mi madre, como un presente, los los viernes en la tarde, tarde, todo mi salario, salario, a fin de que no pasara tantas dificultades; ella, desde las primeras semanas, me ayud ay udó ó a ab abri rirr una una cuen cuenta ta de ahor ahorro ros, s, en la Casa Casa del del Obre Obrero ro,, una una Institución que estimulaba el ahorro entre muchos trabajadores. Aunque tenía derecho a retirar centavos de tal cuenta, cuenta, cuando lo quisiera. Llegué a pasar semanas sin retirar retirar ni el precio precio de un helado de paleta, y valían a dos dos cent centav avos os si eran eran de lech leche. e... .. Mi vida vida en la fábr fábric ica a tran transc scur urrí ría a normal normalmen mente. te. Un muchach muchacho, o, tal vez de mi edad, a quien quien llamaba llamaban n El Chapin, porque tenía un pie, como en una bola, pero que así corría, hacía mandados, jugaba pelota y era servicial como si hubiera nacido para eso, se comprometió a llevarme el almuerzo todos los días, desde mi casa a la fábrica por unos pocos centavos... Almorzábamos a las doce en un patio que era, también, también, cancha de basquesbol. basquesbol. Allí íbamos íbamos llegando, llegando, lanosos, lanosos, empolv empolvado ados, s, sudoro sudorosos sos,, a reposa reposarr en los andene andeness del campo; campo; muchos muchos obrero obreross realme realmente nte cansad cansados; os; pero pero los revisor revisores, es, aprove aprovechá chábam bamos os para para sop soplarn arnos la nariz ariz,, sacu sacudi dirn rnos os las pel pelusas usas de alg algodón odón,, escu escup pir disc discre retam tamen ente te las las mota motass que que seguí seguían an en la ga garg rgan anta ta,, y sobr sobree todo todo,, a 29
simular un sueño corto, transitorio, que nos subía de todo el cuerpo a la cabeza, como deshaciendo el cansancio. El muchacho que me traía el almuerzo, almuerzo, siempre estuvo allí. No sé porque su salud saludo o era era sacud sacudir irme me el cabe cabell llo o y reír reír de ver ver sali salirr las las pa pave veza zass de algogo algogodón dón.. Nos sentáb sentábamos amos en un rincón rincón,, me desarmab desarmaba a él mismo mismo el port portaco acomi mida das, s, most mostrán rándo dome me siem siempr pree la sopa sopa espe espesa sa de guin guineo eo y de arracacha, arracacha, con cilantro cilantro,, olorosa olorosa a las yerbas que cultivaba cultivaba Josefin Josefina. a. El seco, carne en salsa y tajadas de papa cocida, un poco de arroz y plátano verde frito y machacado. machacado. La sobremes sobremesa a era jugo de alguna alguna fruta. Debo reconocer que Josefina me variaba un poco estas recetas, pero que todas, me encant encantab aban an.. Al muchach muchacho o le gustab gustaba a por por igua iguall y much muchas as veces, veces, compartíamos el almuerzo, aunque él, por por natural buena educación, casi siempre se iba, dejándome sólo. Un día, lo recuerdo muy bien, vino a sentarse cerca de mí, precisamente esa hermosa niña a la que había visto, y me había atendido el mismo día en que llegué llegué a pedir pedir trabajo trabajo en la fábrica. fábrica. Era una niña, niña, un poco poco más espigada que yo, aunque ese día, a causa de mi miedo, la ví como toda una Señorita, y entonces, entonces, no tuve sino admiración secreta secreta por su rostro. rostro. Con calma calma la miré, miré, saludánd saludándola ola con una simple simple sonrisa sonrisa,, y en silenc silencio. io. Me fascinaron sus ojos grises sobre su piel blanca, me parecieron tristes, aunque nadie podría sentirse triste perteneciendo a un ser tan admirable, pero pero curios curiosame amente nte,, ningu ninguno no de los los muchac muchachos hos que la veían, veían, parecía parecían n ocup ocupar arse se de ella ella.. Er Era a la más bell bella a del camp campo. o. Todo Todoss la veían veían,, la saludaban saludaban y seguían. seguían. Era la primera primera vez que así, así, sin ninguna ninguna razón, razón, me prendaba de una mujer sin conocerla, sin saberle tan siquiera su nombre, pero así me sucedió... Días después, me dijeron que era de San Pedro, el pueblo, pueblo, en el que había estado estado con Chucho. Chucho. Que se llamaba llamaba Rosa Elena Elena Gómez y, lo más definitivo, que era la novia de uno de los directores de la fábrica. Hasta allí llegaron llegaron mis sueños, sueños, y nunca, supe supe más de su vida. vida. Como soy un narrador viejo que rememora historias historias de tiempos pasados, recuerdo, sin esfuerzo, el poema de César Vallejo, el poeta peruano:
“Idilio Muerto” “Qué estará haciendo esta hora mi andina y dulce Rita de junco y capulí; ahora que me asfixia Bizancio, y que dormita la sangre, como flojo cogñac, dentro de mí. Dónde estarán sus manos que en actitud a ctitud contrita Planchaban en las tardes blancuras por venir, Ahora, en esta lluvia que me quita Las ganas de vivir. 30
Qué será de su falda de franela; de sus Afanes; de su andar; De su sabor a cañas de mayo del lugar. Ha de estarse a la puerta mirando algún celaje, Y al fin dirá temblando “Qué frío hay... Jesús”! Y llorará en las tejas un pájaro salvaje” Más o menos, así es la memoria que guardo de esa niña hermosa, a la que admi ad miré ré desde desde lejo lejos, s, día día tras tras día, duran durante te muchos muchos días. días. La dejé sin despedirme; un sueño, una nube, una ilusión, que tuvo la virtud inefable de despertarme, silenciosamente, al amor. ******
En la Semana Santa de 1.934, mi padre vino a pasarla con nosotros. Todos estábamos bien de salud y animados, contentos, y mi madre había recuperado su ánimo y hasta pudimos comprar vestidos nuevos, zapatos, y para Adán y yo, compramos en Medellín, sendos pares de botas Rey-Sol, que habían habían sido mi sueño sueño por mucho tiempo tiempo.. Eran unas unas botas negras, negras, suave suavess y pode podero rosa sas, s, de much mucha a fama fama entr entree los los mucha muchach chos os.. Pero Pero me recomendaro recomendaron n que no jugara fútbol fútbol con ellas. A Adán eso no lo afectaba, porque nunca nunca fue aficion aficionado ado por por ese juego. juego. En cambio cambio de de unos zapatos zapatos propios para futbol, que yo me compré; con espinilleras y medias gruesas, de esas que no tenían pie, propiamente, sino que consistían en un tubo con una banda elástica que abrazaba el empeine y uno debía usar medias ordinarias para protegerse, él compró una dulzaina, alemana; y mientras aprendió a soplarla y tocar canciones conocidas, nos sometió al más cruel mart ma rtiirio. rio. Finalme alment nte, e, iden identi tifi ficó có la esca escalla musi musica call y los los ton tonos, os, ofreciéndo ofreciéndonos nos pequeños pequeños conciertos conciertos,, que nos deleitaron. deleitaron. Un día intenté intenté soplar la dulzaina, buscando un sonido armónico, y verifiqué de manera irrecusable que nunca tendría tendría acierto para encontrar encontrar un tono. tono. Todo se me volvía ruido, escándalo escándalo y desconcierto. desconcierto. Hoy no soy mejor. Mi padre permaneció casi casi diez días con con nosotros. Hablamos de mi trabajo trabajo en la fábrica, de lo que hacía, y hasta de lo que me pagaban. Me preguntó si me gustaba el trabajo. Le respondí que no no había aprendido nada en los tres meses meses que llevaba trabajando trabajando.. Le expliqué expliqué en qué consistía consistía el oficio oficio de Reviso Revisor, r, dicién diciéndol dolee franca francamen mente te que seguía seguía allí, allí, solamen solamente te porque porque Agripina sufría mucho con tanta pobreza. Guardó silencio. El guardaba mucho silencio y, a lo largo de mi vida, nunca he sabido si lo mejor es habl hablar ar,, pero pero mi padre padre fue fue siem siempr pree un homb hombre re de gran grande dess sile silenc ncio ios. s. Agripi Agripina, na, en cambio, cambio, pensaba pensaba y hablab hablaba; a; se emocio emocionab naba a y llorab lloraba; a; se mesaba mesaba los cabellos cabellos,, ordena ordenaba, ba, exigía exigía,, suplic suplicaba aba y volvía volvía a llora llorar. r. Mi madre madre fue una una fuent fuentee de pasió pasión n y de vida vida.. Justa, Justa, amab amable, le, senc sencill illa, a, irascible, irascible, tierna tierna,, sin preferi preferirr a ninguno ninguno de sus hijos, hijos, nos nos guió guió y educó a todos. 31
Cuando mi padre volvió a Segovia, a esa mina de El Silencio, que le costó la vida, mi madre, una mañana, sin decírselo a nadie visitó al padre López. Era su confesor, tanto de sus pecados como de de sus angustias. Ella ni por un solo momento, había aceptado que yo, el menor, el hijo por quien tal vez, sin decirlo, sentía pesar por haber sufrido ese accidente, siguiera trabajando. Por eso, visitó al padre López, párroco de Bello y compañero ocasional ocasional del Padre Padre Roberto Jaramill Jaramillo, o, un sabio que vivió en Bello. Bello. El le aconsejó que pensara seriamente en matricularme en el Liceo Antioqueño, para que, más bien, bien, yo llegara llegara a ser un hombre educado educado y no un obrero obrero ignorante. Los consejos de un sacerdote eran, eran, para el pueblo pueblo antioqueño, antioqueño, en ese tiempo, tiempo, casi una orden orden perentoria. Le advirtió además, que el Liceo Liceo Ant Antioqu ioqueñ eño, o, era era un col colegi egio grat gratui uito to.. .... Mi ma mad dre volv volviió a la casa casa,, guardándose la noticia hasta el fin de semana. ******
El primer concilio de familia sobre el asunto, sucedió al sábado siguiente. Nos autorizó, a los hijos, a que nos reuniéramos en la salita de la casa, donde donde nos estaba estaba termin terminant antemen emente te prohib prohibido ido entrar entrar con los los zapato zapatoss sucios, sucios, que era el estado natural natural de nuestros zapatos. zapatos. En mi presencia, presencia, ella, como reprimiendo la palpitación de la dicha que la embargaba, nos dio la noticia con detalles, y acordamos que yo trabajaría en la fábrica solamente hasta el final de septiembre, a fin de que tuviera el tiempo suficiente para repasar mis estudios de primaria, y pudiera entrar al Liceo a comienzos de 1.935, cuando tendría casi quince años.... Recuerdo que todo todoss nos nos aleg alegra ramo moss por por igua iguall con con la notic noticia ia.. Eva, Eva, Jóse y Adán Adán,, me felici felicitar taron on como si me hubier hubiera a ganado ganado un premio premio.. Pero Pero el lunes, lunes, en la fábrica, mientras veía correr la cinta de tela en medio de ese pelusero, con tacos de algodón algodón en las narices, narices, dizque para protegerme protegerme de las partículas más finas que a veces me hacían estornudar, pensé, que por qué había aceptado tan fácilmente el que fuera yo, y no Adán, el que entrara al Liceo, siendo que él había sido tan buen estudiante, y apenas tenía dieciséis años. Esa misma tarde, se lo comuniqué a Agripina. Ella Ella me miró a los ojos. Se puso puso seria, seria, que, en ella, ella, era una señal señal de que empezaba empezaba a pensar. pensar. De pronto, me dijo: dígaselo Usted, Gelo, que tal vez a Usted le haga caso. Ese muchacho es tan raro, que de pronto quiere él también estudiar. Ahor Ahora a anda anda con con el embe embele leco co de entr entrar ar de ay ayud udan ante te en el juzg juzgad ado o municipal, pues, casi sin nosotros saberlo, aprendió mecanografía y como que lo necesitan. Exactamente así sucedió. En pocos pocos días días lo vi´galopando sobre una vieja máquina Remignton, y como a los quince días, se le apar ap areci eció ó a Agri Agripi pina na con con un salari salario o de veinti veintici cinc nco o peso pesos. s. Todo Todoss nos nos alegramos, pero él, sin hacer aspavientos, se fue esa noche a tocar lira con sus amigos, al taller de su maestro de música. Así fue siempre Adán. Como viviendo las horas, horas, con sentido del deber, deber, pero sin entusiasmo. Ni comunicaba, comunicaba, ni exageraba exageraba ningun ninguna a alegría. alegría. Un poco poco como ausente. ausente. Lo único que lo atraía era la música... Siempre he pensado que por causa de 32
nuestra nuestra ignoranci ignorancia, a, desinformaci desinformación, ón, falta falta de amistades amistades verdaderamen verdaderamente te valiosas y bien educadas, nunca tuvimos oportunidad de orientar a Adán, y terminó siendo un hombre decente, pero como gris y ausente. ******
Por ignora ignoranci ncia. a. Por falta falta de inform informaci ación. ón. Por ese aislam aislamien iento to que produce en las personas ignorantes el ritmo de la sociedad moderna, nos sucedió sucedió algo increíbl increíble. e. Dejamos, Dejamos, para el mes de enero, enero, de 1.935, la hora de aver averig igua uar, r, en el Liceo Liceo,, la fech fecha a de ent entrada rada al prime primerr año año de bach ba chil ille lera rato to.. Yo habí había a repa repasa sado do mis mis ma mate teri rias as de prim primar aria ia,, desd desdee septiembre de 1.934, y me sentí listo para reanudar mis estudios dizque en enero del año siguiente... Cada vez que recuerdo esta situación , siento vergüenza. Pues el Liceo antioqueño, resultó que no era de mi propiedad, ni recibía alumnos cuando yo quería, y por eso me dijeron que ya no había cupo. cupo. La entrad entrada a era solame solamente nte anual, anual, y cuando cuando me presen presenté, té, me inform informaro aron n que desde desde septie septiembr mbree se habían habían cerrad cerrado o las admins adminsio iones nes.. Debo confesar, paladinamente, paladinamente, que sentí una tristeza casi infinita. Lloré Me sent sentíí culpa culpabl ble, e, pens penséé en olvi olvida darme rme de todo todo y volv volver er a la fábri fábrica ca,, hundiéndome en ese desgraciado trabajo, para siempre. ******
Todos mis amigos, desde mis hermanos, hasta los de la calle, aquellos que por por mi prop propia ia espo espont ntan anei eida dad d habí habían an sabid sabido o de mi frac fracas aso, o, quis quisie iero ron n consolarme consolarme.. Pero yo yo no tenía tenía consue consuelo.... lo...... He pensado pensado muchas muchas veces veces en esa situación. En qué fue ciertamente lo que la ocasionó.... ocasionó.... Pero, de igual modo, he pensado también en lo lo que fue mi reacción a élla. He creído que mi reacción, marcó, desde esa época, lo que había de ser mi reacción personal ante otras situaciones del mismo género que viviría en el futuro... Quiero Quiero decir, con franqueza franqueza,, -y lo he repetido repetido muchas muchas veces-, que nunca nunca me he considerado una persona inteligente, de esas que ven al vuelo las cosa cosas, s, que que son son imag imagin inat ativ ivas as y, como como dice dicen n los los much muchac acho hoss “vue “vuela lan n rasante”. rasante”. No. siempre siempre desconfié desconfié de lo que entendía entendía a primera primera oída. oída. Me tuve que repetir, en mis propias palabras, lo que escuchaba, molí los conceptos y nociones hasta hacerlos míos, y solamente después, intenté decir algo. algo. Creo que éste, éste, no es el comportamient comportamiento o de una persona persona que confía en su inteligencia, sino, más bien, el de una persona tímida y desconfiada... Esta fue mi reacción: Me fui sólo a buscar buscar a un amigo que vivía vivía algo lejos lejos de mi casa. Se llamó Raúl Ra úl Muño Muñozz Tobó Tobón n ( q.e. q.e.p. p.d. d.). ). Esta Estaba ba curs cursan ando do el segu segund ndo o año año de medicina, medicina, en la Universida Universidad d de Antioquia. Antioquia. Me parecía parecía una persona persona tan sería, amable, educada y tranquila, no obstante ser un muchacho un poco mayor que yo, que de todos mis amigos, siempre lo consideré como el más dist distin ingu guid ido. o. Er Era a un sábad sábado. o. Lo saqu saquéé de su casa casa y me fuí con con él él contándole lo que me había pasado: que había perdido, perdido, por mi estupidez, 33
la entrada al Liceo Antioqueño, por no saber cuándo se cerraban las admisiones. El me miró a los ojos, y seguramente por mi tono, comprendió que estaba muy triste. No me dijo: dijo: eso no vale nada..., tampoco me dijo: dijo: te jodiste... ni que me dedicara al fútbol, porque sabía que me gustaba...no, lo que me dijo fue que sentía sentía mucho pesar. Que él también también era bachiller bachiller del Liceo, Liceo, y que lo que debía hacer, era era dedicarme dedicarme ese año a estudiar estudiar por mi propia cuenta, las materias más difíciles del Liceo, porque ese colegio, era muy duro... duro... Quiero Quiero decir ahora, ahora, que ese ese día, empecé a ser, ser, en pocas palabras, palabras, un autodidacta. autodidacta. Llevé, Llevé, ese mismo día a mi casa, un arrume de cuadernos cuadernos y libros libros que él me prestó. prestó. Eran sus libros libros y cuadernos cuadernos de su bachillerato, que los conservaba ordenados por años de estudio, con la intención intención de que los los estudiara, estudiara, a fin de que empezara empezara a saber de qué se trataban los estudios en el Liceo. De modo que, de un momento a otro, resulté sabiendo, por anticipado, lo que había de estudiar en los siguientes seis años. Mi madre agradeció agradeció ese gesto gesto de Raúl, a quien también también conocía. conocía. Me vio optimista. optimista. Como recuperado. recuperado. Me ofreció ofreció una una mesita mesita y un taburete taburete viejo, viejo, forrado en cuero de res, peludo y fuerte, y yo me dediqué a ordenar lo mejor posible, los cuadernos y los libros.... Había allí libros de la colección de G.M. Bruño Geometría , Algebra, una Geografía de Colombia del doctor Arbel Arbeláe áez, z, una una Quími Química ca Gene Genera rall de M. Puig. Puig. Las Las físic físicas as de Zieg Ziegle lerr y Glosti Glostin n y muchos muchos cuader cuadernos nos.. Observ Observéé que la letra letra de Raúl era clara, clara, ordenada, limpia y bien puntuada... Me sentí feliz. Siempre he pensado que yo empecé mi bachillerato en 1.935, aunque sin profesores que me miraran, ni siquiera supieran mi nombre. nombre. Pero eso no me importó.
IV El año de mil novecientos treinta y cinco, al que llamo, el de mi falso bachillerato fue realmente el período más bello de mi adolescencia. Muy pronto mi madre, comprobando el empeño con que yo quería beberme esos extraños saberes que traían tantos libros, me recomendó, con su modo de habl hablar ar,, que que segú según n lo hemo hemoss vist visto, o, eran eran reco recome mend ndac acio ione ness ama amabl bles es,, mezcladas con órdenes terminantes, que no me engolosinara con tanta cosa, ni abandonara a mis amigos, ni abandonara el fútbol, fútbol, que trotara y caminara, porque lo muchachos quietos, se anquilosan y mariquean… . Por eso, sin andar pregonando por todas partes lo que me había sucedido, volví a los entrenamientos de fútbol que el viejo Alvarez nos ofrecía a un grupo de muchachos en la cancha de Fabricato, donde también iba a entrenar con sus amigos, el Doctor Villegas, quien era como un motor en ese campo.
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Ejercicios gimnástiscos. Tróte hasta echar la hiel por la pista de la cancha. Toq Toque uess de pelo pelota ta,, hast hasta a ap apre rend nder er a llev llevar arla la a la ma mayo yorr velo veloci cida dad d sin sin perd perder erla la en el encue encuent ntro ro con con un cont contra rari rio. o. Cómo Cómo pa para rarr la pelo pelota ta sin sin pisarla, de un sólo toque, sin dejarla rebotar. Era lo mas difícil, etc. A esa misma cancha y al grupo del maestro Alvarez, asistían también muchachos que se venían a pié desde el barrio Sevilla de Medellín. Entre ellos, conocí y fuí gran amigo, a Esaú Rendón; al gran “cuchara” cuyo nombre nunca supe, pero que era el más inteligente y hábil regateador que haya conocido. Mejor dicho, uno no sabía dónde estaba el balón cuando lo llevaba “cuchara”. Rendón, en cambio era la elegancia, la limpieza para jugar, la sabiduría con el balón y uno lo veía venir y de pronto no sabía cuándo había pasado. Más tarde, cuando vino a Colombia el Maestro Adolfo Pedernera, y lo ví jugando en Medellín, recordé a Esaú Rendón, y al verlo jugar, me dije: así jugaba Esaú. Los entrenamientos de los sábados, derivaron en conversaciones serias que condujeron a la fundación de un equipo de muchachos, muchachos, menores de dieciocho dieciocho años, destinado destinado a ganarle ganarle al Olímpíco, a cualquier precio. Se llamó El Unión. Tuve el honor de hacer part pa rtee de él. él. Recu Recuer erdo do a Carl Carlos os Marí Marín, n, un much muchac acho ho que que hací hacía a su bachillerato en el Liceo y cuando pateaba el balón, hendía los aires como un obús. Se le recordaba porque mató a un perro que intentó morderlo, de una patada en la cabeza del furioso animal. Esaú Rendón, Rosenberg Echavarría, Guillermo y Gustavo Palacio del Valle y el autor de estas notas, notas, que jugó de medio derecho, derecho, hicimos hicimos parte del equipo. Varios Varios otros genios de los piés nos acompañaron, cuyos nombres olvido hoy, sesenta y cuatro cuatro años años después después.. Por supues supuesto, to, jugamos jugamos muchos muchos partid partidos os con el Olímpica, ganando unos y perdiendo otros, pero en mi memoria es una bella historia … ****** El día que cumplió cumplió quince quince años años Gabriela Gabriela Laverde Laverde,, la hija hija mayor de la señora Teresa Vergara, la esposa del maderero Don Jesús Laverde, fuí invitado a la cena. Recuérdese que vivía casi al frente de mi casa. Yo, que jamás había estado sometido a un suplicio como ese, por recomendación de mi madre, madre, le compré compré de regalo regalo de cumplea cumpleaños ños,, en el almacén almacén de la Iglesia, un pequeño rosario, o camándula, como le decían en Antioquia. Un arreglo de perlitas falsas en una cadena dorada y un pequeño crucifijo. Yo, que esencialmente era un pequeño mataperros, me presenté bien peinado, con mi mejor vestido, zapatos embetunados y cachucha de malevo, que se empezaba a usar. Aunque entre las dos familias había crecido una buena amistad, nosotros, los Zapata Ceballos, muy de acuerdo con el concepto de mi madre sobre la sociabilidad, que se reducía a la pauta, “ellos allá y nosotros aquí, y todos tan felice felices”, s”, apenas apenas practi practicába cábamos mos los saludo saludoss atento atentos, s, respet respetuos uosos os y cordiales, pero nada más. De modo que nos pareció un poco raro que en 35
lugar invitar a mi hermana Eva, por ejemplo, a la fiesta, resultara siendo yo el invitado. Claro, sin pensar en Adán, que era un poco agrio. Lo cierto fué que como a las ocho de la noche, cuando empezaba la reunión, alguien me empujó a que pasara la calle y me aproximara a la casa de mi amiguito Hernán Laverde que, lo recuerdo muy bien, era para mí el único bien conocido. Entré a una sala amplia, adornada con rosas rojas y festones de telas brillantes, donde habían construido una como silla de reina que ocupab ocupaba a Gabrie Gabrielit lita, a, recibi recibiend endo o las felici felicitac tacion iones es de alguna algunass person personas. as. Había oído decir ya: “a la tierra que fueres, haz lo que vieres”, por eso avancé hacia donde estaba la niña, le dí la mano, pero ella, discretamente, me haló, arrimándome y ofreciéndome su mejilla para que la besara. Fué en ese momento cuando percibí lo que estaba haciendo: no me había quitado la cachucha de la cabeza, y por poco le saqué un ojo a la niña con la visera de la cachucha, que era dura, de cartón y forrada en el mismo paño de cuadros estrambóticos. Me apresuré a tirar la prenda al suelo, completamente azarado. La cachucha fué a dar a los piés de una señora. Ella la recogió y nadie supo dónde la puso. Todos nos reímos, pero yo más, porque era el mas nervioso. Pero la fiesta apenas empezaba. Me pidieron que me sentara al lado de Gabriela. Lo hice en mi estupor. Nunca había hecho ese papel, como de novio inconsciente, y recuerdo que no cesaba de sonreir por todo, como si me hubieran contratado para eso. Recuerdo sí, que la niña era y estaba hermosa: rubia natural con sus cabellos de oro que le caían sobre los hombros. Su vestido era azul tenue, largo, con unas como cadenitas doradas en los puños, y usaba una loción agradabilísima. Pero yo no tenía nada qué decirle, apenas sonreirle, y creo que ambos sufríamos, sin saber porqué. De pronto la miré al pecho, y comprendí, en mi estólido embelesamiento, embelesamiento, que ya era era una mujer, y muy hermosa. Don Don Jesú Jesús, s, el pa padr dree de Ga Gabr brie iela la,, su herma hermana na Alic Alicia ia,, y la ma madr dre, e, no cesaban de mirarnos, y yo creo que seguía en Babia, porque escuché la música de un vals, cuando ya Don Jesús, el hombre de las maderas, que estoy seguro que jamás había bailado esa pieza, sacó a bailar a su hija en un salón al lado del comedor, donde nos habíamos distribuido. La música venía de una pequeña victrola que en un rincón operaba Hernán, el herman hermano o de Gabrie Gabriela. la. Hubo Hubo aplaus aplausos, os, risas, risas, felici felicitac tacion iones es y Teresa Teresa,, la madre, me dijo que sacara a Gabriela para la siguiente pieza. pieza. Yo no tenía – ni tengo aún – idea de bailar. bailar. Pero en uno de esos arrebatos juveniles, juveniles, le pedí a Hernán que me pusiera un pasodoble que, no sé dónde, se me ocurrió que podía bailarlo. Por supuesto que nos aplaudieron, pero creo que por lástima. Aquello fué el complemento. Me acordé de un dicho de mi madre: “untado un dedo, untada toda la mano”; y me dió por bailar lo que pusieran. Nos animamos con las copas de vino blanco que mandó servir doña Teresa. Yo me le acerqué más a Gabriela – le decían todos Gabrielita – pero he detestado los diminutivos desde entonces. Le cogí una de sus manos con el propósito de curiosear el anillo de oro que le habían dado sus sus pad adre res. s. En ese tiemp iempo, o, en Ant Antioqu ioquiia, toma tomarl rlee la ma mano no a una una 36
muchacha, era casi un compromiso. Ella no me rechazó. Con el afán de mostrarme su anillo más de cerca, me llevó su mano hasta mi cara y, creo que los dos, tuvimos la intención de rosarnos las mejillas. El amor nos nacía lentamente y del modo más natural. natural. Siempre que la veía en la casa, me parecía hermosa. Esa noche la la empecé a ver más bella que nunca. Me fijé bien en sus sus ojos y me pareció pareció que eran grises grises y más bien tristes. tristes. Era blanca, rosada, un tris apenas más alta que yo. Las mujeres asumen su forma definitiva definitiva más temprano temprano que los hombres, hombres, y para mí, entonces, entonces, era una hermosa mujer. Siguió la comida, la cena. No podía traerse a la ocasión el dicho de que en casa de herrero, cuchillo de palo. Porque la mesa era de más de cuatro metros, de madera pulida, oscura de natural, pues, por algo Don Jesús, el padre, era el proveedor de las maderas más finas. Así que creo que para esa ceremonia, habían hecho fabricar una mesa casi tan larga como la que dibujó Da’Vinci para la última cena. Comí muy poco. Me colocaron al lado de Gabriela, ella estaba radiante. Al fin de la fiesta, las gentes empezaron a abandonar la casa entre saludos y despedidas, agradecidos. Gabriela me sacó hasta la puerta y me indujo a que le diera un beso de despedida. Salté la calle y me planté al frente de mi casa casa.. Le hice hice una una seña señall de desp desped edid ida a con con la ma mano no y entr entré, é, sin sin mi cachucha. ****** Volví a mis cuadernos. Tenía novia, pero ni yo lo creía. Leía los cuadernos de Raul, de un modo especial. Por el título del cuaderno, o porque él específicamente los titulaba, conocía la materia o el tema de que trataba el cuaderno. Así que si leía, por ejemplo la Historia de Grecia, entonces yo, con toda la ignorancia que me asistía, intentaba llevar mi cabeza hasta Grecia. Grecia. Allí me detenía detenía dizque dizque a pensar en lo que sería esa histori historia, a, para luego empezar empezar a leer leer despacio, despacio, - siempre siempre he leido despac despacio io – lo que me fuer fueran an a cont contar ar de esa host hostor oria ia.. Así Así leí leí much muchos os temas temas.. Cuan Cuando do encontraba alguna palabra que no comprendía, la subrayaba con mi lápiz. Fueron tantas las palabras que no entendía, que terminé pidiéndole a Agripina que me comprara un diccionario, pues sabía con seguridad, que en el diccionario se encuentran las palabras. Pero no hubo forma. No sé por qué, y me quedé con mayor mayor ignorancia ignorancia de la que tenía antes antes de leer aque aq uell llos os escr escrit itos os.. Eso Eso me llev llevó ó a que que cuan cuando do empe empecé cé de verd verdad ad mi bachillerato, creo que era el único estudiante de primer año que pasaba horas en la Biblioteca General de la Universidad de Antioquia consultando diccionarios. Leí muchos libros y cuadernos de los que me prestó Raúl Muñoz Tobón, aunque no respondo por lo que entonces aprendí. Lo que sí recuerdo claramente, fué que las notas y libros de ciencias me fascinaron. Ya había sentido mucho cariño por las lecciones de ciencias naturales que me había 37
dado mi maestro Francisco García, allá en Yolombó, en mi prehistoria educativa. Lo cierto es que durante ese año de mil novecientos treinta y cinco, administré, a mi modo, mi noviazgo entre hipotético y real que tuve con Gabriela. Nunca tuve juicio, ni voluntad, para visitarla diariamente, teniéndola allí tan cerca. Pero cuando por azar nos veíamos, charlábamos, nos reíamos, hasta que un día - infortunado para para ambos – la ví charlando muy animada con un muchacho a quien llamaban llamaban “Muñosito”, trabajador de Fabricato. Era un muchacho creo que mayor que yo. Blanco, bien parecido, de cejas muy negras y expresión noble. Me propuse espiarlos y lo verifiqué, verifiqué, varias veces, ví que ella salía a la puerta puerta de su casa a conversar conversar con él. Parece que alguien le dijo que yo también era novio de ella. Por eso, un día que salía de mi casa, me estaba esperando Muñosito en la esquina. Pare Pa recí cía a veni venirr de la fábr fábric ica a y me sal saludó udó, serio erio pero pero res respetu petuo oso. so. Ingenuamente pero con decisión, me preguntó directamente si era cierto que yo era el novio de Gabriela … . Nunca, en mi ya larga vida, me ha gustado hablar con falsedad. Por eso, sin vacilar, le dije que ella, Gabriela, era una amiga mía y de mi familia, pero que yo no tenía novia. El me creyó, indudablemente. ¿Entonces puedo arreglar con ella? – me preguntó, ingenuamente. Por supuesto, le respondí. A los pocos días, los ví juntos, y, sinceramente, me sentí como liberado. A finales de Septiembre de mil novecientos treinta y cinco hice mi primer viaje al Liceo. Liceo. Me inscribieron inscribieron,, y a principios principios de noviembre noviembre me colocaron colocaron en la lista de los futuros estudiantes de primer año. Decir que ese día sentí una alegría inmensa, ahora, no tiene ningún significado. Fuí a hablar con Raúl Muñoz y me felicitó. Le conté también a Rosenberg Echavarría, y cuando le conté la misma noticia a Guillermo Palacio del Valle (q.e.p.d.) me contó que su hermano Luis Carlos también entraría en enero al Liceo. Guillermo ya estaba en tercer año del mismo colegio y fué nuestro guía para Luis Carlos y yo.. La familia Palacio Del Valle, en Bello, entre los años mil novecientos treinta a mil mil nove noveci cien ento toss cuar cuaren enta ta fué fué muy muy ap apre reci ciad ada a en el pueb pueblo lo.. Don Don Nacianceno Palacio fué una persona muy respetada, por sus honorabilidad y respetabilidad, y porque estaba vinculado a la administración y gobierno del Ferrocarril de Antioquia… Su familia fué numerosa, y algunos de sus hijo hijos, s, homb hombre ress y muje mujere res, s, estud estudia iaro ron n en el Lice Liceo o Anti Antioq oque ueño ño y en el famoso colegio llamado Central Femenino, las damas. Ahora recuerdo a la niña menor, menor, Gilma, Gilma, y a Josefina, Josefina, que se graduó en el Central Central Femenino. Femenino. Entre los hombres, Hernando, Guillermo, Luis Carlos y Gustavo, médico de la U de A… Cuando cierro los ojos y traigo a mi memoria los nombres, las personas y las circunstancias, que me rodearon en esos años de mi adolescencia en Bello, me pregunto por la parte de nuestra existencia que formaron el curso de esos años. Todos más o menos pobres, pero con tantos motivos para seguir viviendo con el corazón abierto a los sueños del futuro. ****** 38
Espero no traicionar la memoria de Gabriela Laverde , si digo que en el primer año que estuve estudiando en el Liceo Antioqueño, apenas me dí cuenta de que existía. El estudio, me absorbió. El fútbol me comprometió y a Rosenberg Echavarría, le dió, precisamente en la vacaciones de Julio, por por orga organi niza zar, r, entr entree los los mucha muchach chos os afic aficio iona nado doss a juga jugarr ajed ajedre rez, z, que que éramos muchos, un campeonato, en el que, la primera figura y como invitado especial, surgió un jugador jugador local, - estudiante eterno de derecho en la Universidad de Antioquia - , a quien todos le decían, decían, el doctor Villa: Villa: borrac borrachí hín, n, hablad hablador or y comuni comunista sta.. El pregon pregonaba aba que era comuni comunista sta,, y cuando uno le preguntaba, qué es ser comunista, doctor?. Sin sacarse el cigarrillo de la boca, solamente moviéndolo hacia un lado, respondía: “la verraquera, mijo” La … ve…rraquera”. Y yo, en ese tiempo, me quedé sin saber lo que eran el comunismo, y la verraquera. El campeonato se jugaba en un sitio del parque al que le decían “La Terraza”. Era una especie de segundo piso sobre el local de la heladería, muy cerca del atrio de la segunda iglesia, de la que ya hice mención. Allí, por por una una esca escale lera ra,, podí podían an lleva llevarr de la hela helade derí ría, a, los los cons consumo umoss que se solicitaban. Como el ambiente era al aire libre, y el dueño del negocio era un viejo liberal, a la Terraza llevaban aguardiente, cigarrillos, cerveza y refrescos; así que alrededor de los jugadores, y ellos mismos, formaban las algarabías más ruidosas, con aplausos, gritos, palabrotas y saltos, de los más emocio emocionad nados, os, cuando cuando algún algún jugado jugadorr descon desconoci ocido, do, le ganaba ganaba una partida al Negro Villa, como también le decían al doctor Hernán Villa, el invitado. A mí me encantaba este espectáculo. Se volvió costumbre hacer en Julio ese campeonat campeonato. o. De la Terraza Terraza bajaban, ya muy tarde tarde la noche, al doctor Villa borracho. Muerto de la risa. Citando no sé cuántos nombres rusos de campeones mundiales de ajedrez, según él, y gritándole vivas a Lenin … . El negro Villa, caminaba siempre por el parque, con su cigarrillo encendido en la boca. Forrado en un saco de paño grasiento y un tomo de una obra de derecho, generalmente el segundo tomo de un Código Civil, la materia que lo había detenido en la Facultad y lo detuvo por varios años. Liti Litiga gaba ba.. Creo Creo que ante ante los los juzg juzgad ados os de Mede Medell llín ín,, y en las las elec elecci cion ones es políticas del pueblo, lo ví varias veces repartiendo puñetazos en las mesas de votación …. ****** Hernán Laverde sabía que nunca había sido yo novio de su hermana Gabr Ga brie iela la,, pues pues desd desdee nuest nuestro ross frec frecue uent ntes es encu encuen entr tros os y char charla lass con con Chucho, el mandadero de su padre, sabíamos que Gabriela andaba muy enam enamor orada ada de Muños Muñosit ito, o, el much muchach acho o obre obrero ro de Fabr Fabric icat ato, o, a quien quien muchas tardes encontrábamos en la esquina de mi casa, mirando hacia la casa de Hernán. Hernán. Reitero que era un muchacho serio, de buena presencia, presencia, tímido, pero como pobre de palabra. A menudo también, veíamos Hernán y yo, cuando ellos partían juntos fuera de la casa de Gabriela, como con destino destino del parque principal principal del pueblo. pueblo. Hernán Hernán me miraba, miraba, alzándose alzándose de 39
hombros … . Una tarde Hernán me dijo como en reserva: Gabriela se va de monja. ¿De qué? Le pregunté. Si, de monja, me respondió. Después me dijo dijo:: esas esas monj monjas as del del cole colegi gio o la conv conven enci cier eron on de que pued puedee hacer hacer un internado aquí en Colombia y que después, ellas la ayudarían para que se vaya a Francia a estudiar para Madre Superiora… . Me quedé frío -. Y ella quiere? Como que sí – me respondió sin más -. A mí me dijeron dijeron – le dije dije – en serio, que se iban a casar. -¡Que va!. Ese pelagatos no tiene ni un centavo. Me dolió en el alma la noticia. Gabriela era una de las muchachas más bellas del pueblo. Sentí, no sé porqué, que algo se me derrumbaba en el cuerpo. Pasaro Pasaron n los días. Por más que quería quería ver a Gabriela Gabriela,, no podía. podía. Sentía Sentía pesar y remordimiento, pero, en plata blanca, yo, ¿qué podía hacer?. Se lo conté a mi madre. Le importó muy poco. Pero preguntó como sin quererlo: - ¿Y esa pechoncita no dizque se iba a casar? No sé, le respondí. Luego volvió a preguntar - ¿A Usted le importa?. No tanto, le dije, haciéndome el fuerte. Mejor, respondió. Pero a mí sí me importaba. Era como el signo que tenía de mi precoz hombría, porque sabía que a Rosenberg le encantaba y Esaú Rendón, que algún domingo me vió con ella mirando un partido de fútbol en la cancha de Fabricato, me picó el ojo y me hizo señas con sus manos en el pecho como cogiendo cocos … Supe que se marchó, con Teresa su madre y con una monja que las acompañaba. Primero, a un internado de Medellín, hasta que pasados creo que dos meses, meses, Teresa misma misma me contó que que haría el primer primer internado internado en Barranquilla. No se despidió de mí … . No recuerdo cuando escribí este soneto: Gabriela, novia de mi adolescencia, toda amor y pasión, hoy añoranza; colegiala de sueños y esperanza, que te fuiste de mí, por ir a Francia. Me contaron después, y no lo dudes, que tan sólo llegaste a Barranquilla a ocupar Oratorio y fiel celdilla, y acabaste cantando entre laúdes. Fuiste rubia y hermosa cual ninguna, con bellos ojos, que recuerdo tristes, sobre un rostro de mármol refulgente. Fracasé con tu amor. Es mi laguna. Me aventé contra todo, lanza en ristre, buscándome otro amor, menos urgente. 40
****** No soy capaz de describir ahora, la felicidad que me produjo el saber la noticia de que había aprobado el primer año de mi bachillerato en el Liceo. Normal Normalmen mente te no soy person persona a de aspavi aspavient entos, os, de saltos saltos o expres expresion iones es demasiados visibles de alegría. Todo se me va para adentro, penetrándome las fibras más íntimas, como saturando mi cerebro y mi alma. He notado que toda toda feli felici cida dad d verd verdad ader era, a, me prod produce uce,, pa para radó dóji jica camen mente te,, nuev nuevos os propósitos. Nunca he celebrado nada con vino. Sino con nuevas ideas y deseo de iniciar otra vez los nuevos propósitos. En esto creo que me distingo, desde joven, de muchos de mis amigos. Cuando en Noviembre conocí las notas definitivas, antes de empezar las vacaciones largas, se me ocurri ocurrió ó hacer, hacer, sólo, sólo, el ejercic ejercicio io de recapi recapitul tular, ar, para mí, lo que había había aprendido en ese duro año: Recibí las primera lecciones de francés, de los labios de un raro profesor llamado Hans Miller, un hombre viejo, casi paralizado del lado izquierdo, brazo y pierna, quien con por mas señas, era ruso y, decían, que había estado preso en Siberia. Yo nunca supe, por falta de referencias, si hablaba bien el francés, pero nos enseñó algunos verbos, a conjugarlos, y yo lo recuerdo recuerdo arrastrando su pierna pierna como Frankestein Frankestein a lo largo del salón. Recuerdo a don Eduardo Zuluaga, un profesor blanco, alto, grueso, de pausado hablar, que me recordó a don Francisco García, porque llevaba en los bolsillos de su saco también minerales y nos los describía. Fué el maestro de Ciencias Naturales. El profesor de aritmética fué el primer profesor analítico que tuve. No seguía ningún texto, pero sí nos advertía que no siguiéramos el texto de Bruño y que él prefería al del señor Rueda. El profesor de Castellano fué un señor robusto, serio y parsimonio parsimonioso, so, de apellido apellido Ríos, Ríos, después supe supe que le decían “rellena” “rellena”.. A parte de darnos muchas reglas de Gramática, nos insistió mucho en la puntuación y en la Ortografía, una de las cosas más difíciles que he aprendido, a medias, en la vida. Pero tuvimos en ese primer año a un profesor especial, se llamó Bernardo Arbeláez. Por adelantado digo que me enca encant ntab aba. a. Teór Teóric icam amen ente te,, era era prof profes esor or de Hist Histor oria ia y Geog Geogra rafí fía a de Colombia, juntas. Hoy creo que era profesor de una materia que llamaría, Vida. Blanco, enérgico, serio y a la vez simpático, simpático, pulcro en el vestir, vestir, culto en el hablar, rojo el rostro como un pizco, normalmente paciente, aunque a veces arrugaba el rostro, apretaba los labios y respondía con énfasis … . Hablaba de todo. Desde donde quedaba y cómo era el macizo Colombiano, hasta por qué las putas de Guayaquil, ese barrios que los estudiantes de Bello, Copacabana, Girardota y Barbosa atravesábamos en grupo todas las mañanas, buscando el Liceo Antioqueño, tenían que sufrir, como sufrían. A Don Bernardo le decían “el loco Arbeláez”, pero, para mí, fué como el faro, luz, que mostraba cómo era el Liceo entre mil novecientos treinta y cinc cinco o y mil mil nove noveci cien ento toss cuar cuaren enta ta y cinc cinco. o. Cómo Cómo se debí debía a form formar ar un muchacho para que fuera él, primero que todo; amara los conocimientos, tuviera sentido humano, respeto por la gente, sus creencias, derechos y deberes, y que si con esta formación, el muchacho aún se perdía, era porque en verdad el diablo habitaba en el mundo. 41
El Liceo Antioqueño tenía desde el primer año, la rara virtud de mostrarle a los alumnos lo que él era, y la calidad de la enseñanza que impartía. Allí nada se ocultaba. Muchos muchachos hacían el primer año allí, y se desa desapa pare recí cían an.. No imag imagin ino o qué qué info inform rmee da darí rían an a sus pa padr dres es,, porq porque ue muchas veces uno se los encontraba estudiando en el colegio de San José, o en el San Ignacio, que quedaba entonces en seguida del Liceo. Sin emba embarg rgo, o, aq aque uell llos os much muchac acho hoss que que cont contin inua uamo moss en el Lice Liceo o hast hasta a hacernos bachiller, gozamos, toda la vida, el haber recibido una educación completa, autónoma y liberal, en el mejor sentido. ****** En esos tiempos, Medellín era una ciudad pequeña. Tal vez no alcanzaba a los cien mil habitantes. La vida era barata a causa de que nadie tenía dinero. Un almuerzo de sopa y seco, con masamorra pintada de leche y dulce raspado, que bien podía ser el almuerzo de un muchacho del pueblo, no alcanzaba a valer los diez centavos. Y este era el dinero que, con gran sacr sacrif ific icio io,, me daba daba Agri Agripi pina na diar diaria iamen mente te,, pa para ra que que pa pasa sara ra el día día en Medellín, antes de volver a tomar el tren en Cisneros (Guayaquil) para volver a la casa. Todavía tenía que hacer las tareas, leer varias lecciones de mater materia iass tan tan raras raras como como Apol Apolog ogét étic ica a (tex (texto to del del pa padr dree Nico Nicolá láss Marí Marín n Negu Neguer erue uela la). ). Ejer Ejerci cici cios os de Aritm Aritmét étic ica a y uno uno que otro otro mapa mapa de ríos ríos y regiones. Estudiaba solo. En el mismo rinconcito rinconcito donde leí leí los cuadernos de Raúl Muñoz Tobón y en el mismo taburete. Muchas cosas las había abandonado, menos el fútbol en los sábados y el ajedrez con Rosenberg las noches del viernes y del domingo. Aprendí a acostarme siempre a las once de la noche, fuera cual fuere el número de lecciones. Por eso me esforcé por no distraerme, distraerme, y creo que aprendí a concentra concentrarme rme tanto, que a veces, como que no sabía dónde estaba. Si nó fuera petulancia decirlo, creo que esta disciplina, este método, como que me fué dejando un margen de tiemp tiempo o libr libree en mi vida vida,, por por eso, eso, cuand cuando o en los los años años supe superi rior ores es del del bachillerato me aficioné a la lectura hasta llegar a leerme dos o tres libros por semana, sin que me perjudicara en el estudio, comprendí el efecto de lo que es la disciplina. No recuerdo exactamente el año en que sucedió el incidente que voy a relatar: Un ministro de educación emitió un decreto que obligaba obligaba a los maestros maestros de bachillera bachillerato, to, a presentar presentar un exámen de de conocimiento de sus especialidades, ante delegados del ministerio. (Ah, ya lo recuerd recuerdo, o, fué el minis ministro tro Castro Castro Martíne Martínez.) z.) Y yo, un estudi estudiant antee de pueblo de los primeros años de bachillerato, más ignorante que Caín de las consecuencias que tendría matar a Abel, resulté haciendo parte de una manifestación de profesores y estudiantes, que encabezaban los profesores del Liceo, mis profesores. Hicimos unos grandes y largos rodeos por el centro de Medellín, por lo que hoy es la Playa; pasamos por el frente del famoso café La Bastilla, conocí – quiero decir que ví con mis propios ojos – a un señor calvo y bien vestido, al que un compañero me identificó como al Maestro Tomás Carrasquilla, que salió del café a ver a los revoltosos, que protestaban por no querer hacer un exámen de conocimientos generales…. No sé porq porqué ué,, la fren frente te am ampl plia ia y el rost rostro ro nobl noblee de Don Don Tomá Tomás, s, me impactaron mucho más que todo el revoltillo de ese día … . Una quebrada 42
hedionda con perros muertos y gallinazos hambrientos, bajaba descubierta por por la play playa, a, y sent sentíí ese ese am ambi bien ente te como como algo algo inaud inaudit ito o y verg vergon onzo zoso so.. Sucedió que el profesor Don Bernardo Arbeláez, en señal de protesta por la que que much muchos os prof profes esor ores es cons consid ider erar aron on un irre irresp spet eto o al prof profes esor orad ado, o, renunció a su trabajo en el Liceo, y como era hombre fuerte, vigoroso, aceptó el trabajo que le ofrecieron en la cobertura de la quebrada, y lo ví, con mis propios ojos, rompiendo rocas con almádana, a las once del día, en el fondo de ese canal fétido, que por tantos años avergonzó a Medellín. ****** A est esta altu altura ra de mi rela relato to,, qui quisier siera a reca recaba barr sob sobre dos dos aspe aspect ctos os relacionados con el principio de mi educación, sin la menor vanidad o petula petulanci ncia, a, más bien como un ejempl ejemplo o cierto cierto y fácilme fácilmente nte verific verificabl ablee histórica históricamente, mente, uno: la calidad calidad de la educación. educación. El otro, es una simple simple apreciación personal sobre lo que podríamos llamar, “el espíritu del Liceo Anti Antioq oque ueño ño”, ”, en los los tiemp tiempos os que que esto estoyy desc descri ribi bien endo do.. Espí Espíri ritu tu que he compar compartid tido o muchas muchas veces veces con amigos amigos contem contempor poráne áneos, os, que descri describo bo públic públicame amente nte ahora ahora por primera primera vez, vez, pensan pensando do en que quizás quizás tuvier tuviera a algún algún efecto efecto en la marcha marcha de la educaci educación ón secundar secundaria ia actual, actual, mutati mutatiss mutandis. Empiezo por referir, lo que significó para los estudiantes Antioqueños que vivíamos en estos tiempos en el cañón del Río Medellín, en el período que desc descri ribo bo.. Hab ablo lo de much muchos os estu estudi dian anttes de Barbo arbosa sa,, Girar irardo dotta, Copacabana Copacabana y Bello, Bello, que debíamos debíamos levantarno levantarnoss entre las tres y las cinco de la mañana, lloviera o nó, a fin de tomar el tren que nos llevaría, todos los días de estudio, desde nuestros pueblos de origen hasta la Estación Cent Centra rall de Guay Guayaq aqui uil. l. No quie quiero ro invo invoca carr ni fati fatiga gar; r; quie quiero ro habl hablar ar solamente de la voluntad, la constancia, la responsabilidad implícita en la acción diaria, durante seis años que dura el bachillerato, de este esfuerzo. Conocí algunos médicos, abogados e ingenieros, que además hicieron el mismo esfuerzo durante su bachillerato y sus carreras. Es decir, unos doce años en este trajín, una sexta parte de su vida … . Ahora bien, como estas notas quieren y pretenden ser, una especie de inve invent ntar ario io,, tant tanto o de pers person onas as que desd desdee dist distin inta tass posi posici cion ones es y con con difere diferente ntess accione accioness contri contribuy buyero eron n a la comple completac tación ión de mi formac formación ión,, tambié también n parece parece import important antee detene detenerno rnoss a sopesa sopesarr las accione accioness que me llevaron al estado final. Buenos o malos actos desarrollados a lo largo de un recorrido, son siempre causas visibles del éxito o fracaso de nuestras acciones. Pensemos por un momento en un general que se vé enfrentado a dar una batalla. Son cada uno de sus actos y decisiones previas a la batalla, donde residen las verdaderas causas de su éxito final o de su fracaso. El triunfo, o el fracaso, no son, en general, resultados de acciones momentáneas, son, digámoslo así, una especie de consecuencia resultante de una larga cadena. Si fallamos en alguno de los pasos, es casi seguro que no lo podemos podemos atribuir al azar, azar, como la verdadera causa. Por ejemplo, 43
en el largo período de los seis años de estudio en el bachillerato, pensemos en cuántas ocasiones tenemos de hacer mal las cosas, aunque muchos terminen con un inútil diploma de bachiller. Yo diría ahora que entre tantos factores, destacan: (a) El entusiasmo, como la componente más comprensiv comprensiva a de todo esfuerzo. (b) La fé en el propósito. propósito. (c) Las cualidades cualidades personales estimuladas, comprendidas y practicadas. (d) Los factores de azar, inteligentemente sorteados. Para mí, un bachiller mediocre, es un individuo que no aprendió, en seis años de estudio después de la primaria, a expresar su pensamiento con claridad. Ni puede ordenar sus ideas por escrito. Ni sabe hacerse preguntas y habilitarse las soluciones, sobre un problema. Ni sabe mirar ni estimar cualitativa y cuantitativamente, un problema. No distingue ni el significado ni el valor de la ciencia. No tiene confianza en lo que aprendió. Ni comprende nada sobre la sociedad en que vive. Ese señor, va, mediocremente, cumpliendo etapas, sin ningún éxito hasta que muere. Nadi Nadiee pued puedee afir afirma mar, r, por por otra otra pa part rte, e, que que todo todoss los los ba bach chil ille lere ress de un cole colegi gio, o, cual cuales esqui quier era a que que sean sean sus sus cali calida dade des, s, cumpl cumplen en con con la mism misma a estructura intelectual. Ninguna institución obra como un torno revólver automático y computarizado, para que todos los tornillos que produce, sean sean idén idénti tico cos. s. Trat Tratánd ándos osee de sere seress huma humano nos, s, todo todoss es “var “varia iabl blee y ondulante”, como dijo Montaigne. Pero una buena educación – en balance - , produce hombres buenos, en promedio. Creo que el Liceo Antioqueño, entre 1935 y 1945, produjo esa clase de personas. Sobre este aspecto, deseo decir una pocas palabras. Ese factor que coloqué hace poco, como la motivación, o entusiasmo, es lo que en este momento quiero destacar del Liceo Antioqueño. Tal vez tuve que esperar más de setenta años, para apreciar, destacar y reconocer, paladinamente, del Liceo Antioqueño, la fé, la confianza que nos inspiró en nuestros estudios. Fué quizás este rasgo el que nos llevó a leva levant ntar arno nos, s, al prim primer er timb timbre re de un desp desper erta tado dor, r, a las las cuat cuatro ro de la mañana, durante seis años; a meternos a un chorro de agua fría; a apurar un magro desayuno, precipitadamente; a correr poniéndome la camisa, por por una una cal calle much muchas as vece vecess emba embarrrada rada;; a alca alcan nzar el tren ren que, que, cumplidamente, entraba a la Estación de Bello entre las cinco y diez minutos y cinco y veinte, para partir, de noche, a meterse al último tramo de su reco recorr rrid ido. o. A lleg llegar ar a la esta estaci ción ón Cisn Cisner eros os,, casi casi sin sin habe habern rno os salu saluda dado do;; partí partíamo amoss carg cargan ando do nues nuestr tros os libr libros os,, cuad cuader erno nos, s, mapas mapas,, mode modelo los, s, ap apar arat atos osame ament ntee por por la carre carrera ra San San Juan Juan,, sin sin quere quererr mira mirar, r, aunque aunque mirand mirando, o, las putas putas amaneci amanecidas das en las cantin cantinas, as, gritán gritándon donos os barbaridades barbaridades,, mientras mientras buscábamos buscábamos las callejuela callejuelass que más rápidamente rápidamente nos nos llev llevar aran an a la plaz plaza a de San San Igna Ignaci cio, o, dond dondee se alza alzaba ba,, impo impone nent nte, e, silencioso, el edificio del Liceo, para recibir a las seis, la primera clase. Allá, en algún salón oculto de cualquiera de los cien salones, que ya estaban abiertos, en los cinco pisos del Liceo, había un profesor. Siempre 44
un profeso profesorr esperando esperando a sus alumnos alumnos,, que podía podía ser el el de Aritmética, Aritmética, como el profesor Vargas. O de Castellano, como el profesor Ríos. O de Filoso Filosofía fía,, que bien bien podía podía ser el Doctor Doctor Julio Julio César César Arroya Arroyabe, be, silban silbando do pacientemente la Quinta Sinfonía de Beethoven, pues era un gran pianista y filó filóso sofo fo.. O bien bien,, podí podía a ser ser el Inge Ingeni nier ero o Alfr Alfredo edo Rest Restre repo po,, que que desd desdee temprano, temprano, estaba pensando en los orbitales orbitales del amoníaco y especulaba especulaba si la molécula era plana o como un trípode abierto. Era Ingeniero de Minas, buen matemático, fisicoquímico, irónico, gracioso y profesor de química general. Fué el responsable directo de que el autor de estas notas, llegara a ser Ingeniero Químico. El hecho de que a las seis de la mañana estuvieran abiertos los salones del Liceo, y que hubiera en todos los salones algún profesor esperando a sus discípulos; que todos creyeran que su materia era la más importante; que nos dijera el profesor de Historia que ningún hombre culto puede vivir sin conocer el pasado, y que el futuro se gesta en el presente, pero tiene sus raíces en el pasado; que existieran todas esas personas, con el mismo entuasiasmo, con la misma motivación, que todas actuaran como si cada uno fuera el Director, o el dueño del Liceo; con ese sentido de pertenencia de la Instit Instituci ución, ón, sentid sentido o de Comuni Comunidad dad,, siendo siendo laicos laicos de distinta distintass filosofías, pero hermanos en el mismo propósito: educar a la gente del pueblo. Negros, indígenas, blancos de las mejores familias familias de Sonsón, Sonsón, de Rioneg Rionegro, ro, de la Ciudad Ciudad de Antioq Antioquia uia,, o de los pueblos pueblos más más pobres pobres y atra atrasa sado doss que, que, sin sin ay ayud uda, a, sin sin infl influe uenc ncia ias, s, con con sólo sólo lleg llegar arse se hast hasta a la Dirección y mostrar que el muchacho había demostrado tener aptitudes para estudiar, ya podía entrar a ser un miembro del Liceo. Era como si allá en el interior del Liceo, la orden hubiera sido: Eduquen. Eduquen. Que algo queda; parafraseando a Voltaire que dijo: Calumnia, que algo queda. ****** Alguna causa debía tener la transformación de la educación secundaria que se propagaba en Colombia, cuando se recuerda también lo que estaba suced sucedie iend ndo o en el Lice Liceo o Cele Celedó dón n de Sant Santa a Mart Marta, a, en el Cole Colegi gio o Sant Santa a Librada Librada de Cali, en el Simón Simón Rodríguez Rodríguez de Ibagué Ibagué y en varios colegios colegios de Bogotá Bogotá.. Pues Pues bien, bien, los grandes grandes hechos hechos social sociales es no suceden suceden por azar. azar. Nuestro país vivía, en el período que delimité hace poco (1935-1945), la única y mayor revolución social que vivimos en el siglo XX. Y, sin que el aut autor de estas notas, escritas a vue vuela pluma, tuviera culpa ni respon responsab sabili ilidad dad en ese feliz feliz cambio, cambio, por puro azar, su educación educación,, su formación profesional, cayó en ese período. Creo sinceramente que soy un hijo oscuro, desconocido y por alguna razón mediocre, comparado con much muchos os de mis mis cont contem empo porá ráne neos os.. No obst obstan ante te,, pued puedo o y quier quiero o ahor ahora a recordar ese lapso. En 1930, sucedió el ascenso al poder nacional del Doctor Enrique Olaya Herrera. Bajo su Presidencia de la República, se inició el cambio. Fué el cambio del régimen conservador por el liberal. Al Presidente Olaya Herrera 45
siguió la Presidencia del Doctor Alfonso López Pumarejo (1934-1938): otra filosofía. Otra concepción. Otro modo de ver, pensar, imaginar y analizar la historia: el Presente y el Futuro de Colombia. El habló “de la revolución en marcha”. Y él hizo la única revolución que se ha hecho en Colombia. El autor de estas memorias no ha sido ni un historiador de lo social, ni un político, ni un filósofo, ni nada que valga la pena. Alguna vez escribió, para él mismo este esbozo: Yo soy un hombre simple, sin gracia ni elegancia, que dice lo que piensa sin poderlo evitar. He ganado mi pan creo que honradamente, dando lecciones duras en la Universidad. A veces pienso, sólo, que soy un ser inútil; pero algo me consuela, leer prosa inmortal, o un poema de esos que siempre dejan huella, huella, o adorar adorar unos unos ojos que viven viven en mi alma por una eternidad. eternidad. ¡Oh la belleza inmensa de la vida tranquila!. De esa vida que tiene sabor de soledad, si la nostalgia grita, me hundo en la tristeza, pero sólo yo mismo vuelvo a resucitar. Me siento un hombre tímido, mediocre si lo quiere, que adora la belleza sin poderla crear, y he visto a mis amigos sacrificar su historia, detrás de esa ironía de la prosperidad.
****** Así Así me he sentid sentido o siem siempr pre. e. Y, sin embarg embargo, o, toda toda mi vida vida he sido un admirador, un devoto de la inteligencia de los demás. No soy, y nunca he tenido fama de inteligente. En mi bachillerato eran más las explicaciones que pedía que lo que aportaba a los otros. Recuerdo ahora a Naudid Arango. Fué mi amigo. Lo conocí conocí en el cuarto año de bachillerato: negro, dientón, feo, pero seguro de sí mismo. Cada vez que lo veía, me recordaba a mi amigo Chucho, el paje de los Laverde en Bello. Naudid era inteligente; lo queríamos todos porque teniendo una de las inteligencias más claras del Liceo, le ayudaba a todos en el estudio. Era el único que escribía con pluma fuente. Usaba un estilográfico Sterbrook de acero y los rasgos de su let letra eran eran como como una una plan plana a de cal caligr igrafí afía mode modello. En Alg Algebra ebra y en Geometría, fué uno de los mejores. Todo lo veía claro; muchas veces le solicité explicaciones, que él me daba por escrito, teniendo que estudiarlas y desentrañar desentrañarlas las con tanto tanto trabajo, trabajo, que, sinceramente, sinceramente, no hacían hacían sino aumentar mi admiración. En cuarto año leía y traducía el Francés y el Inglés con la mayor facilidad, y cuando el profesor de Geometría, Luis Carlos Veláquez Brando, Brando, que había estudiado en Francia, publicó publicó un texto texto de Literatura Francesa, consistente en resúmenes de libros clásicos, él se ofreció a traducirlo al español, lo que hizo reír al profesor… Un día, me tocó hacer un exámen de Geometría con el Doctor Velásquez. Trabajé los problemas al lado de Naudid. Resolví tres de los cinco ejercicios y me varé. Naudid me pasó uno de los puntos más difíciles en un papelito. Lo copié. Cuando el profesor devolvió calificados los exámenes, me felicitó en público por haber resuelto, con originalidad, precisamente ése punto que Naudid me había pasado. No resistí y públicamente le expliqué al profesor la verd verdad ader era a situ situac ació ión. n. El profe profeso sorr me cons conser ervó vó la nota nota dizque dizque por por mi 46
honradez. honradez. A Naudid, Naudid, le subió su nota nota por haber haber hecho el problem problema, a, y a todos, nos ajustó un discurso sobre la honradez personal memorable. Así era el Liceo. ****** Mi profesor profesor de una materia llamada llamada “Anatomía, “Anatomía, Fisiologí Fisiología a e Higiene”, Higiene”, fué el médico Gabriel Vélez V. Llegó a nuestro grupo, precedido de la fama de homb hombre re seri serio, o, dipu diputa tado do a la Asam Asambl blea ea Depa Depart rtame ament ntal al.. De esta estatu tura ra mediana, muy blanco, gafas de marco dorado y vestido casi siempre de terno gris. Como la población estudiantil del Liceo era tan grande, en casi todas las materias había hasta tres profesores. A veces era posible escoger, pero en la mayoría de los casos, a uno le “tocaba” con un fulano. El doctor Vélez V. tenía tenía fama de serio, serio, tal vez vez un poco agrio agrio,, pero decían decían que era era erudito, y como allá les ponían a todos los maestros apodos, a éste le pusieron “el Doctor Higiene”. La razón fué ésta: su materia se ofrecía entre tercero y cuarto años de bachillerato, que por el promedio de las edades de los alumnos en esos tiempos, correspondía a muchachos entre trece y quince años. Es decir, plena adolescencia. El período de la sexualidad más alboratada. alboratada. Entonces Entonces,, el profesor profesor Vélez V., aprovechaba aprovechaba sus clases clases para pres presen enta tarr sus sus doct doctri rina nas, s, - porq porque ue no eran eran simp simple less clas clases es,, sino sino exposiciones -, sobre el sexo, la salud, la higiene, el comportamiento, la import importanc ancia ia del respeto respeto a la mujer, mujer, la belleza belleza de los amores amores puros, puros, el infie infierno rno de las enferm enfermeda edades des venére venéreas, as, Dante, Dante, Shakes Shakespear peare, e, Fausto Fausto y Margarita, para terminar con un libro del Doctor Jung llamado “Los tipos Psicológicos” en el cual nos mostraba las clases de tipos que hay en el mundo: los que no pueden ver a una mujer, porque se encabritan. Los que a toda hora andan con la pieza enarbolada; los que aparentan ser fríos y se están fundiend fundiendo; o; los que aman a las mujeres mujeres porque porque son como son: son: bellas, interesadas, frías, detestables, en fin. La verdad era la siguiente: nadie nadie se podía podía reír reír de las exposi exposicio ciones nes del profes profesor, or, porque porque perdía perdía la materia. Nadie podía celebrar, - solamente con sonrisas discretas -, los chistes y, finalmente, todos debían consultar en la Biblioteca General, una vez por semana, siquiera, la revista “Sexus”, que venía en intercambio de Méjico – según se decía. Pero, lo más importante del mundo era la Higiene. Fué en ese curso, por casualidad, donde conocí a Fabio Gómez Pizzano. Como este muchacho tuvo tanto significado en mi vida, hasta su muerte, cuando ya vivía yo en Cali, quiero dedicarle, tal vez, mi más sentido recuerdo. ****** Fabio asistía muchas veces a las lecciones del Doctor Vélez V. Faltaba también mucho a las otras clases. Había recibido espontáneamente de un amigo, amigo, la noticia noticia de que Fabio Gómez era un estudiant estudiantee muy inteligente inteligente del cuarto año. Mi carácter de persona tímida, desde mi niñez, aunque con mis amigos fuera chistoso y espontáneo, me inhibía para que de buenas a 47
primera primeras, s, result resultara ara hablán hablándol dolee y como como presen presentán tándom domee a otra otra person persona a desconocida… El Liceo era muy grande. Había muchachos famosos por varias cualidades: buenos en matemáticas, buenos en los juegos de pelota, en los patios; buenos en dibujo, hasta el punto que varios sábados, fuí convocado a recorrer exposiciones de dibujos hechos a lápiz por alumnos, desde tercero hasta sexto año, etc. Y nó por eso, anduve yo buscándolos para felicitar felicitarlos los o hacerme hacerme amigo de ellos, ellos, sin más ni más. más. Nunca, Nunca, sin embarg embargo, o, me he sentido sentido orgullo orgulloso, so, ni me he creído creído superi superior or a nadie. nadie. Simplemente, tímido. Fabio me habló habló una mañana mañana que coincidimo coincidimoss en la puerta puerta de entrada al salón donde estaba a punto de empezar su clase el Doctor Vélez V. Me pareció como que lo esperaba a él, no a mí obviamente. Tanto que lo saludó cuando Fabio buscaba su asiento. Ese día, el Doctor Vélez empezó diciéndonos que hay un tema, una relación importante entre el amor y el sexo, pero que no son la misma cosa… Era discípulo en el grupo, un muchacho que en mis tiempos, era famoso en el Liceo. Se llamó Alfonso Fernández. Fernández. Lo había escuchado escuchado ya haciendo haciendo chistes chistes en el corredor. corredor. Creo que fué en términos generales un chistoso a quien le celebraban mucho sus ocurrencias. Ese día, cuando el Doctor Vélez V. enunció que existía una diferencia entre el amor y el sexo, el primero que lo interrumpió fué Fernández: -¡Claro” – dijo en voz alta, para que lo escucháramos todos – “el sexo puede matar y el amor apenas enferma”. La risa y los aplausos contra los asientos no se hicieron esperar. El Doctor Vélez V., un político avisado, un intelectual, un profesor de muchos años, apenas se sonrió. Esperó a que pasara la perturbación, con rostro impasible, y cuando se hizo silencio, respondió: - ya ven – nos dijo, - Fernández tiene la idea. Y para decirlo en tan pocas palabras, me parece muy intel intelige igente nte.. Hasta Hasta Fernán Fernández dez se parali paralizó zó cuando cuando escuch escuchó ó que el profesor, en público, lo llamó inteligente. Ese estratégico y político artificio, permitió que el profesor pudiera desenvolver su tema… Las exposiciones del Doctor Vélez V., eran de alta cultura, así las juzgamos siempre. Se viajaba por el Arte, teniendo apenas las más elementales nociones de arte. Se viajaba por la Psicología, apenas teniendo la definición de esta ciencia. Inducían a pensar. Y la conclusión práctica de ellas era que debemos cuidar nuestra salud y amar a la mujer por lo que ella significa en el mundo. ****** Fabi Fabio o Góme Gómezz Pizz Pizzan ano o fué fué hijo hijo únic único o del del Doct Doctor or Pedr Pedro o Ra Rafae faell Góme Gómez. z. Abogado, primero de la Universidad de Antioquia y luego especializado en Europa: Holanda, París, Roma. Del campo penal, pasó a la psicología y de allí, a la filosofí filosofía, a, a la angustia, angustia, para terminar terminar en la soledad. soledad. Tal vez, el signo y símbolo de este largo viaje, lo representó su hijo Fabio, quien fué mi compañero en el Liceo, amigo entrañable y de tantos otros que lo quisimos sinceramente, con esa clase de cariño formado por 48
compañerismo, comprensión, consideración, deseo de ofrecer ayuda, y , en mi caso, en una inconmesurable admiración por su inteligencia, por su capacidad de análisis, por su lucha casi desesperada por aprenderlo todo, hasta llegar al límite de la angustia, de la ansiedad, y finalmente, de la locura en que se fué hundiendo hasta su muerte… A los pocos días de haber conocido la noticia de la muerte de Fabio, en Cali, pensando en su vida vida,, hice hice una una tras trasla laci ción ón ment mental al y escr escrib ibíí unos unos vers versos os que que refl reflej ejan an,, parcialmente mi dolor: Cuando apenas tenía doce años, sabía más que todos nosotros. nosotros. Llevaba, en pequeñas libretas, apuntes y dibujos que en un mirar le recordaban todo. Sobre astros sabía la mecánica y por donde seguían en el espacio azul. De la tierra, rocas y minerales y plantas que podían cambiar la voluntad. Y en las noches muy claras nombraba constelaciones o cantaba entre dientes sus propias propias canciones hasta que elnloquec elnloqueció. ió. Caminaba despacio, despacio, mirando con dulzura, y botando las frutas sin morderlas, Leyendo en los libros cosas que no decían. ¡Oh mi amigo de infancia que te escapaste un día hacia lejanos puertos, hacia río y mares que no están en los mapas! Y una tarde te hallaron, cubierta tu hermosa hermosa frente de pája ros salvajes.
Si me preguntan ahora, cuál de los personajes reales o ficticios que he conocido, me ha conmovido más; sobre un telón blanco escribiría estos nomb nombre res: s: Jesú Jesúss de Naza Nazare ret. t. Sócr Sócrat ates es.. Ha Haml mlet et y Ga Gand ndhi hi,, entr entree los los personajes históricos. Conmover, es un verbo diciente y compresivo de nuestro idioma. El diccionario lo define a su vez por perturbar, inquietar, alterar; lo que nos perturba, altera o inquieta es porque nos conmueve, eso fué lo que nos produjo la breve vida de Fabio. De modo que, allá en mi fuero interno, lejos de cualquier comentario, sobre mi propio telón blanco, escribo desde su muerte, Fabio. ****** Mi am amis ista tad d con con Fabi Fabio o se fué fué enri enriqu quec ecie iend ndo o a medi medida da que que el tiemp tiempo o transcurría. No porque anduviéramos juntos por los salones de clase, ni tampoc tampoco o porque porque compar compartíe tíeram ramos os todas todas las materi materias as de nuestr nuestro o cuarto cuarto año. Ni tampoco porque yo acudiera a todo momento a consultarle dudas, sino porque en mi interior, como que me parecía una persona más madura que yo. Como si me llevara varios años de estudio, aunque estaba seguro que era yo quien le llevaba uno o dos años de edad. Pero era amable. Yo reía a carcajadas por cualquier insignificancia, el era naturalmente serio pero atento, y si la ocasión exigía manifestación de la risa, la suya apenas se insinuaba con los ojos y los labios. Como no era amigo de iniciar charlas sin ningún contenido, puedo decir que fué la primera persona que conocí que no distraía su tiempo, ni hablando superficialidades ni contaba películas, ni repetía sus propias aventuras, que nunca se las escuché, casi nada de eso lo soportaba. Pero de pronto, resultaba interesado en conocer, por por ejemp ejemplo lo cuál cuál era era el cont conten enid ido o de algu alguna na asign asignat atur ura a de los los años años superiores. En ese tiempo se ofrecía en el Liceo, en el quinto año, una 49
materi mate ria a que que nomb nombra raba ban n Cosm Cosmog ogra rafí fía a Gene Genera ral. l. Un día día lo enco encont ntré ré conversando con el profesor Simón Pabón, un ingeniero civil de la Escuela Nacional de Minas, que ofrecía ese curso a los alumnos del Liceo. El profesor Pabón lo era también de Algebra. Era bastante moreno, le decían el Negro Pabón, pero era amable, aunque muy exigente en sus cursos. Fabio le preguntaba, en el momento de mi llegada, por algo que después me explicó, explicó, como las leyes leyes de Kepler. Kepler. Yo los oí hablar, hablar, en silencio silencio y sin entender nada. Tal vez, como la Virgen escuchaba a Jesús explicando pasajes de la Historia Sagrada en la Sinagoga. Desde ese día empecé a pensar que Fabio no era un estudiante común. A menudo me miraba a los ojos y me repetía alguna frase que se parecía a las frases que componían el libro que me obsequió Don Francisco García, El Carácter. Y, poco a poco, fui entendiendo que había leído muchos libros... Sin un propósito definido, quiero decir que sin que hiciera cálcul cálculos os para para mi conven convenien iencia cia,, sin pensar pensarlo lo siquie siquiera, ra, espontáneamente, le conté un día, quién era yo. Dónde había nacido. Quiénes eran mis padres. Dónde vivíamos y le manifesté, también, cómo estaba de contento en el Liceo. Me escuchó con atención. Como era su costumbre y temperamento. Me preguntó por mi pueblo, y cuando supo que mi pa padr dree era era un mine minero ro de soca socavó vón, n, incl inclin ino o su cabe cabeza za y, como como volviendo de un mundo distante, me miro y me dijo: - Bueno. Ya estas aquí y hay que seguir... Fabio vivía por la Plaza de Bóston, en Medellín. Allí residía con su madre y alguna tía. El matrimonio estaba disuelto y su padre, un intelectual a quien nunca conocí, creo que llevaba otra vida fuera del hogar... Escribía mucho. Sus libros eran mirados con recelo por la comunidad medellinense: “ Libertad Humana y Estados Morbosos del Espíritu”... “El alma, A la luz de la Psicología”, etc. Ignoro si Fabio leyó esos libros. Yo diría que él vivió su propio infierno, para ocuparse mucho del que vivía su padre... Un día se me ocurrió ocurrió invitarlo invitarlo a mi casa, casa, en Bello, Bello, para que conociera conociera a mi madre. Aceptó con gusto. Por supuesto, yo le había hablado mucho de él a Agripina y ella me autorizó la invitación. Fab abiio era un muchach acho blanco, sanguíneo, como ligeramen mente congestionado, de cabellos negros un poco ondulados que le caían sobre la frente. Hablaba despacio, tímido, pero siempre siempre atento y mostró interés en las pequeñas y fértiles eras que cultivaba Josefina en el solar de la casa. Aunque no conocía su casa, sentí un poco de vergüenza al llevarlo a la mía, tan pobre y como desamparada... Abrazó a Agripina, la besó en la mejilla, y como ambos eran pequeños, se confundieron en un breve abrazo que me llenó de felicidad. Bebió de buen grado, un vaso de leche que mi madre le ofreció, sin saber élla que era el alimento que más le gustaba. Miró el rincón donde yo estudiaba y pronto me pidió que fuéramos al centro del pueblo, pues hacía tiempo que no visitaba a Bello. 50
Bello no era en Antioquia famoso solamente por sus fábricas de textiles, ni tampoco por los grandes talleres del Ferrocarril que, en 1939, (no tengo esa fecha muy muy presente) presente) constituían constituían la mayor empresa empresa de Antioquia; Antioquia; lo era también porque allí estaba el lugar de nacimiento del gran gramático, expresidente de la República, don Marco Fidel Suárez, y porque tenía las llanuras más bellas, - los llanos de Niquía -, a donde iban las gentes de Medellín, como en busca de un descanso, un solaz, un abandono, a pasar horas y horas mirando ese cielo azul, ese río Medellín que serpenteaba limpio por sus laderas y a disfrutar del clima primaveral y de la paz que emanaba de las montañas y colinas de su contorno. Ya en el parque, Fabio recordó que en Bello estaba viviendo un sacerdote que le conocía y a quien admiraba mucho. Me dijo que se llamaba Roberto Jaramillo Jaramillo Arango. Arango. Es un sabio, sabio, me dijo. dijo. Es un gran poeta. poeta. Traductor Traductor de poetas latinos. Naturalista, botánico, y un hombre excepcional. ¿ Tú lo conoces? – Me preguntó. Le respondí que lo había visto, pero que él no sabía quién era yo. Bueno – me respondió -. Es un poco distraído. ¿Sábes dónde vive? vive? – Supongo Supongo que en la Casa Cural, le respondí respondí -. Vamos allá... allá... Vivía, efectivamente, en un amplio apartamento de la Casa Cural. Nunc Nunca a en mi vida vida,, salv salvo o la bibl biblio iote teca ca gene genera rall de la Univ Univer ersi sida dad d de Antioquia, había visto un cúmulo de libros, ordenados unos en anaqueles, estanterías y mesas, y otros arrumados en el piso, como los que ví esa mañana en el apartamento del padre Roberto, como lo nombraban. Me sentí anonadado, aniquilado por esa ingente cantidad de libros. El padre Roberto estaba sentado frente a una mesa inmensa, no sé con cuántos libr libros os ab abie iert rtos os,, plum pluma a en mano, mano, escr escrib ibie iend ndo, o, en sile silenc ncio io ab abso solu luto to,, y nues nuestr tra a visi visita ta le sorp sorpre rend ndió ió,, creo creo que con con disg disgus usto to.. Sin Sin embar embargo go,, al recono reconocer cer a Fabio, Fabio, quien quien avanzó, avanzó, con confia confianz nza, a, a saludar saludarlo, lo, mudó el gesto, abrió desmesuradamente sus ojos detrás de sus lentes y lo abrazó con cariño... Yo, un mataperros de la calle, futbolista, charlador de las esquinas y conocido, no tanto porque estudiaba en el Liceo Antioqueño, sino por mis risotadas que se escuchaban desde lejos, me sentí mínimo, y habría querido se invisible. Pero estaba allí. Cuando Fabio me presentó al Padre, diciéndole que era su compañero y amigo, y que lo había invitado a pasa pa sarr el sába sábado do en el pueb pueblo lo,, ento entonc nces es me miró miró por por prim primer era a vez, vez, extendiéndome su mano blanca, regordeta, oliendo a cáscara de limón... El Padre era de regular estatura. Blanco, calvo, rosado, ligeramente inclinado hacia delante. Vestía sotana negra opaca y, en varios años, nunca le ví ni siquiera sonreír... ( Escribiendo hoy, esta escena, se me vino a la memoria el verso de Federico García Lorca): “Me porté como quien soy”, como un tímido legítimo, le regalé una sonrisa amplia, y no tuve qué q ué decirle...
****** Lo que hablaron esa mañana el padre Roberto y Fabio, no es exagerado decir, marcó mi vida para siempre. Lo que empecé a buscar desde ese 51
sábado, tras padecer la conversación entre ellos, Roberto y Fabio, fue lo que he llamado, llamado, el ideal de mi vida. vida. ¿Por qué?. qué?. Porque ese día empecé empecé a comp compre rend nder er que, que, a los los diec diecio ioch cho o años años,, curs cursan ando do el cuar cuarto to año año de bachillerato en un colegio famoso, no sabía nada. No entendía, nada. No reco record rdab aba a nada nada.. Ni sabí sabía a habl hablar ar.. Ni sabí sabía a pens pensar ar,, ni refl reflex exio iona nar, r, ni siquiera siquiera escuchar escuchar con con atenció atención. n. ¿Qué era entonc entonces?. es?. Nada. Nada. Sí. Hoy Hoy creo que ese día nací a algo que aún no descifro qué es... La charla entre el Padre Jaramillo y Fabio Gómez, no aparece en ningún libro, ni famoso ni anóni anónimo. mo. Fueron Fueron dos horas horas de inter intercamb cambio io sobre sobre las más peregr peregrina inass materias. Materias que hoy recuerdo que para mí, eran como ver una estampida de veloces conejos en un prado alto. Siempre miraba moverse la espiga cuando ya había pasado el conejo. Quiero decir que los temas, apenas me daba cuenta de que existían. Los autores que se citaban, apenas por casualidad en, pocos casos, los había oído nombrar; los libros que que se cit citab aban an,, nunca unca creí creí que que exi existía stían n, y las refl reflex exio ione ness que que se escuchaban, las dudas que se planteaban, los elogios y las ironías que se manejaban, eran el producto de la capacidad intelectual, del número de lecturas que ambos habían manejado, del número de campos que habían trajinado, etc. Sufrí, me reconocí ínfimo, humillado, insignificante. Paradójicamente, hoy también me siento así, pero no me duele tanto, ¿por qué?. Porque sin hacer ningún juramento sobre la tumba de nadie, me prometí que iba a leer cuánto más pudiera; que iba a aprender a pensar. Por su puesto, no podría recordar todos los temas de que ellos trataron, pero sí escuché por primera vez nombres que nunca he olvidado: Miguel de Unamuno, Antonio Machado. Azorín. San Juan de la Cruz y Santa Teresa. De pronto, se oía el nomb nombre re de un auto autorr fran francé cés, s, reco recono noci cién éndo dolo lo por por la form forma a como como lo pron pronun unci ciab aba a Fabi Fabio: o: Mont Montai aign gne. e. Berg Bergso son. n. Pa Pasc scal al.. Y yo, yo, ento entonc nces es,, ni siqui quiera se me ocu ocurría pregunt untar qui quiénes eran esas personas. as. Inco Incons nsci cien ente teme ment ntee comp compre rend ndía ía que que habr habría ía sido sido pa para ra mi verg vergüe üenz nza, a, demostrar de ese modo mi ignorancia... Al despedirme del Padre, le di las gracias, no por la lección que había recibido, sino por una tajada de papaya riquísima que nos ofreció durante la charla. Mi admirac admiración ión y recono reconocim cimien iento to por Fabio Fabio se duplic duplicaro aron n ese día. día. Sin haberme sentido nunca una persona servil, sentía que mi agradecimiento por Fabio crecía. Ahora pienso en lo que sentiría un bufón de alguna corte Renacentista, cuando el Príncipe le ofrecía la primera lección de espada, para para que aprend aprendier iera a a defend defenders erse. e. Pues pienso pienso ahora, ahora, que la primera primera lección que ese día recibí – lección que me orientó en la vida -, ha sido desde entonces, mi mejor arma en los combates de la vida... Tener una cultur cultura a mediana mediana,, siquier siquiera a un barniz barniz de de inform informaci ación ón sobre sobre el el mundo, mundo, sobre la vida, sin necesidad de presumir sabiduría, pero con esa capacidad de tener opinión, conceptos y algunas referencias sobre el amplio espectro que constituye el saber humano, es, como diríamos hoy, un elemento para la supervivencia. Esto parece importante pensarlo y contrastarlo con el mism mismo o espí espíri ritu tu de la educ educac ació ión. n. Hoy, Hoy, má máss que nunc nunca, a, se acent acentúa úa la 52
diferencia entre formación intelectual y conocimientos científicos acerca de las cosas. Siempre he creído que los saberes concretos, las habilidades, por ejemplo, para vadear en el mundo moderno, y la inteligencia para vivir, comprender y tener opinión del desenvolvimiento del mundo, van por vías distintas. Cuando recuerdo ese papel ridículo que jugué en presencia del diál diálog ogo o entr entree el pa padr dree Jara Jarami mill llo o y Fabi Fabio; o; yo, yo, escu escuch chan ando do nomb nombre ress desconocidos para mí; conceptos, juicios y opiniones que nada me decían, y yo ahí plantado como un Buda de mármol, bien pude ser entonces un experto en motores Diesel, un diseñador de dibujos de telas, o un experto en quím químic ica a orgá orgáni nica ca.. El mism mismo o pa pape pell habr habría ían n dese desemp mpeñ eñad ado o en esa esa situación. Entonces, es como si la incultura general aislara lo mismo que la ignorancia total que yo padecía. Entonces, la consecuencia de esta lección que me proporcionó el destino, fue la decisión que tomé de salir de mi ignorancia, prometiéndome desde ese día adquirir, por medio de la lectura, ese barniz de que hablo. Empecé a leer febrilmente, pero, también, desordenadamente. Hasta ese momento, mi educación era de materias aisladas, desconectadas, como sin vínculos con la realidad y menos con esa especie de Unidad Cosmológica que Fabio me explicó algunos días más tarde. Él me inició en una especie de pensamiento faústico. Muchas noches, sólo en mi rincón de estudio, tuve miedo. La unidad del Cosmos me aterraba. Aún así, desordenadamente, empecé a apreciar diferencias, a distinguir, digámoslo así, entre los los mismos profesores que iba conociendo. conociendo. Como si un sentido crítico fuera surgiendo simultáneamente con la adquisición de mis pocos conoci conocimie miento ntos. s. Llegué Llegué a ser odioso odioso para para varios varios profes profesore ores, s, porque porque me parecí parecían an rutin rutinari arios, os, medioc mediocres res y alguno algunoss petula petulante ntes, s, sin tener tener en qué fundamentar su orgullo.
****** Lleg Llegó ó el quin quinto to año año de ba bach chil ille lera rato to.. Er Era a temi temido do en el Lice Liceo o porq porque ue empezaban la Química General, la Física, el Castellano de Bello, la Teoría del Conocimiento y la Lógica. Había también materias como Literatura Universal, Cosmografía, el último año de Literatura Francesa, etc. Algo, muy profundo, estaba cambiando en mi. No era porque mis compañeros fueran mas altos y casi todos más fuertes que yo. Desde hacia tiempo sabía que sería un hombre de baja estatura, aunque de complexión fuerte. Lo que percibía eran las profundas diferencias que existían entre nosotros. En el grupo de Química, por ejemplo, recuerdo mucho a Esteban Rico: inteligente, irónico, agudo, que parecía que no sabía, pero sabía mucho. A Nels Nelson on Estr Estrad ada, a, seri serio, o, calla callado do,, aten atento to a las las expl explic icac acio ione ness y má máss bien bien retraído. A Hernando Santamaría, amable siempre, simpático desde su inmensa altura. A Gustavo Cadavid Benítez, amable, ordenado, inteligente y siempre como sistemático. A Hernando Cadavid, metódico, organizado, ansioso de conocimientos, etc. Todos eran mis amigos, y lo siguen siendo. Yo recuerdo a muchos más... Pero el mayor hallazgo que hice en ese curso, fue el conocimiento que tuve del profesor. Se llamaba Alfredo Restrepo. 53
Ingeniero Civil de la Escuela Nacional de Minas. Flaco, blanco, de estatura regular, serio, irónico, lo conocí mordiendo la punta de un pañuelo blanco y mirando como sin fijar completamente la mirada. Uno de sus ojos era mas blanco que que el otro, y todos le decían, decían, en secreto, secreto, el bizco bizco Restrepo. Restrepo. Fue la persona que más influyó en mi decisión de estudiar Química; aunque en mis tiempos de bachiller, en Antioquia, no existía la carrera de Química pura, y terminé estudiando Ingeniería Química. Alfredo Restrepo influyó sobre mi vida, de forma notable. En alguna parte de estas estas memo memori rias as dije dije ya que, que, inco incons nsci cien ente teme ment nte, e, me gust gustab aban an las las ciencias naturales; y la aparición del profesor Restrepo definió en mí esa vocación natural. Su método de enseñar, era el de enseñarnos a pensar, a inquirir, a dudar, como si todo pudiera ser cierto, si éramos capaces de juntar pruebas científicas de ello. Me fascinó su método. Don Francisco García, en mi escuela primaria, se aproximaba al mismo método. Pero el Doctor Restrepo, - una especie de brujo en el Liceo, que atemorizaba a los floj flojos os -, tení tenía a may mayor ores es elem elemen ento toss cien cientí tífi fico coss pa para ra pode poderr prac practi ticar car el método. Él me enseñó que la ciencia reúne muchas cualidades propias: honradez, precisión, intenso trabajo, constancia, orden, voluntad, análisis, memoria etc. De modo que cuando terminé mi curso de química general, una sola cosa sabía, que estudiaría ciencias. Pero Alfredo Restrepo, no fue para mí solamente un profesor; fue para mí y para pa ra todo todos, s, un verd verdad ader ero o am amig igo. o. Maes Maestr tro o inco incomp mpar arab able le en su clas clase. e. Cons Consej ejer ero o afor afortu tuna nado do en nues nuestr tras as duda dudass y conf confli lict ctos os pers person onal ales es;; orientador de vocaciones; crítico juicioso de los problemas educativos y de la sociedad; y un hombre con un sentido de pertenencia al Liceo, que hizo en ese Colegio una obra inolvidable. Fue también, el primer decano y funda fundado dorr de la Facu Facult ltad ad de Inge Ingeni nier ería ía Quím Químic ica a de la Univ Univer ersi sida dad d de Antioquia, acompañado por un grupo pequeño de sus alumnos del Liceo que le seguimos en esa aventura.
****** Mi profesor de Castellano de Bello fue Don Alfonso Mora Naranjo. Un maest maestro ro del idio idioma ma cast castel ella lano no y de la cultu cultura ra univ univer ersa sal. l. Huma Humani nist sta. a. Director, Director, en mis tiempos y por muchos años, de la revista Universidad Universidad de Antioquia, que sigue siendo honra de la Institución. En esos tiempos, la revi revist sta a conv convoc ocab aba a a los los má máss prec precla laro ross escr escrit itor ores es de Colo Colomb mbia ia,, y de Antioquia particularmente. Dinámico, simpático, inteligente, agudo, con el mejor sentido del humor, pero exigente en su cátedra, hasta el punto que tal materia, se constituyó constituyó en uno de los mayores mayores obstáculos para obtener el “Cartón de Bachiller”. Un día le preguntó intempestivamente a Esteban Rico: Repítame, por favor la últimas palabras del Libertador Simón Bolívar. Esteban, que estaba descuidado y no esperaba tal pregunta, se precipitó a responder: - Si mi muerte contribuyera a que cesaran los partidos y se consolidara la unión, 54
yo bajaría tranquilo al sepulcro...” Si Bolívar hubiera dicho éso, no habría dich dicho o nad ada” a” – le resp respon ondi dió ó Don Don Alfo Alfon nso. so. Hubo ubo risa risas. s. Est Esteban eban,, al comprender su error, también se rió... Después supimos que ése, era un ejemplo clásico del mal uso del pasado condicional. Que lo usaba en cada uno de sus cursos y que por la rutina de las clases, no escapaban ni los profesores mejor dotados. Cuando Fabio Botero Gómez, un aventajado estudiante del Liceo, por estos tiempos, fue invitado por la Rectoría, ( que creo estaba en las manos del doctor Ricardo Uribe Escobar) para que hablara o leyera un discurso suyo, en la conmemoración de la muerte del doctor José Félix de Restrepo, Fabio Botero sometió su discurso al análisis de don Alfonso (esto me lo contaron a mí) y don Alfonso no solamente elogió el discurso, sino que se lo hizo publ public icar ar en la revi revist sta. a. Así Así era era don don Alfo Alfons nso o Mora Mora Nara Naranj njo, o, un avis avisad ado o descubridor de ingenios.
****** Mi profesor de Física general fue Don Pablo Emilio Echeverri. Simpático, culto, esforzado como profesor, amable como persona, didáctico y capaz de hacerle cobrar a su materia interés, suprimièndole todo terrorismo a un estudio de sí, difícil. Al nivel de los dos últimos años, casi todos los profesores se comportaban con nosotros como verdaderos amigos. Era un gusto hablar con ellos. Con don Pablo Emilio se podía hablar de todo, desde las muchachas bonitas que todos los días pasaban a estudiar al Central Femenino, arriba del Liceo, hasta de los pocos experimentos que dicen hizo Newton para llegar a su concepción del mundo. Don Pablo tenía una cierta tendencia hacia la Física Matemática. Es decir, un gusto, que lo expres expresaba aba de divers diversas as formas formas,, por las concep concepcio ciones nes teóric teóricas, as, un poco poco alejad alejado o del doctor doctor Alfredo Alfredo Restre Restrepo, po, quien, quien, tenien teniendo do tambié también n excele excelente nte formación matemática, abogaba por el experimento como algo esencial en la ciencia. Reconozco que ambos profesores me influyeron cada uno por su lado. Me parece que en ese tiempo tenía yo una decidida vocación por la ciencia. Con don Pablo tuve ocasión de comentar uno de los primero libros de divulgación divulgación científica científica que me leí, “ Esquema del Universo”, Universo”, creo que de un autor Duncan, que con “La incógnita del hombre”, del doctor Carrel, consti constituy tuyero eron n los los libros libros inicia iniciales les que estimu estimular laron on mi incipi incipient entee visión visión fáustica del mundo. Acerca de esa visión, que he perseguido por muchos años, quiero decir dos palabras.
****** La visión que tienen las personas del mundo en que vivimos, sea muy amplia, rica y productiva, o sea sin mayor profundidad, se adquiere desde el bachillerato. Simplemente, hay personas que estimulan esta visión, o no lo hacen. Pero es de la educación secundaria desde donde arranca esta tendencia. Muchas veces, a causa de la unidad o no, que exista en los 55
plan planes es de estud estudio io,, y por por las las tend tenden enci cias as prop propia iass de los los prof profes esor ores es,, se incrementa o se pierde la visión del mundo. Si un profesor de Física, por ejemplo, en algún aspecto de su curso, se detiene con gusto a mostrar la importancia de una ley, la aplicación que encuentra en la Química o en la Biología, está contribuyendo a la extensión de su materia, y a la utilidad universal de esa ley. De esta actitud, no solamente resulta la importancia de lo que él enseña, sino que contribuye absolutamente, a integrar el mundo. Lo mismo se puede afirmar de los principios de la Química y de la Biología. Por otra parte, si el profesor de Historia o de Filosofía, es capaz de relacionar, mediante una cita oportuna, su ciencia con el idioma, el arte, la poesía etc. también está contribuyendo a que el mundo de sus alumno alumnoss no se cierre cierre en un compar compartim timent ento o aislad aislado, o, ayudand ayudando o así, así, al alumno, para que no crea que todo esta terminado en cada principio. La visión fáustica que nació en el pasado, tiende, a causa de esa especie de miopía de muchos profesores modernos, a hacer del mundo una bolsa de canicas, en vez de un solo universo. Por eso hablamos de una visión universal. Es extraño que en un mundo que los economistas actuales llaman globalizado, en la educación persistan las visiones parciales. Que haya haya temo temorr de inte integr grar ar los los cono conoci cimi mien ento tos. s. A este este resp respect ecto o teng tengo o una una anécdota personal... En mi deseo de llevar esta visión del mundo a la Universidad, hace más de treinta años formé con un grupo de colegas que compartían estos propósitos, un seminario que se empeñó en ofrecer, a los alumnos de primer año de Universidad, un curso que nombramos de “Ciencia “Ciencia Integrada”. Integrada”. Preparamos Preparamos conferencias conferencias y nos lanzamos a ofrecerlo. ofrecerlo. Ento En tonc nces es algu alguno noss alum alumn nos, os, esa esa fran franja ja que que reci recibe be el nombr ombree de “Revo “R evolu luci cion onar aria ia”, ”, vetó vetó el curso curso,, por por reacc reaccio iona nari rio, o, dije dijeron ron.. Pero Pero esta esta experiencia es posible que hoy resulte de avanzada. La especialización, la visión recortada de los conocimientos, la creencia de que el adelanto de las ciencias y las técnicas tendrán siempre el efecto de reco recort rtar ar nues nuestr tra a visi visión ón del del mund mundo, o, siem siempr pree han han sido sido anti anticul cultu tura rale les. s. Cuando recientemente supe que el Doctor Hoffmann, premio Nóbel de química, asiste a congresos de arte y poesía, y que él mismo escribe poes poesía ía,, la publ public ica a y la difu difund nde, e, pen pensé que que el mund mundo o toda todaví vía a pued puedee salvarse.
****** Hasta ahora, pues, he mencionado algunas de las personas que influyeron en mi formación: Fabio Gómez, con su singular ejemplo de lo que es un joven precoz, capaz de dejar en menos de treinta años un ejemplo como el suyo. Él me llevó a la lectura y el pensamiento. Me mostró autores que dejaron huellas imborrables en mi vida. Por él empecé a leer a don Miguel de Unamuno, su prosa, sus novelas, su teatro (“Nada menos que todo un hombre”), su poesía interior y sus ensayos magistrales. Antonio Machado, el poeta más importante de España, según el filósofo Julián Marías. Azorín, el escritor de lo amable y lo sencillo, dueño de un 56
estilo inimitable. San Juan de la Cruz, el poeta místico más profundo de la lengua castellana. Y a Pascal, el de la Ciencia y los Pensamientos. A Montaigne, el creador del ensayo como género literario y a Goethe, a Shakespeare, a Dante, y desde esas cumbres mirar todo lo que hubo atrás y a lo propio, colombiano. Esa visión del mundo, se la debo casi integra, a Fabio Gómez Pizzano (q.e.p.d.). Al doctor Alfredo Restrepo le debo mi iniciación en la ciencia rigurosa. Pero tambié también n algo que, a falta falta de un nombre nombre más adecuado adecuado,, llamo “visió “visión n global” de la ciencia misma. Restrepo no era un químico analítico, en el sentido clásico, aunque sabía mucho de análisis. Tampoco era un químico org orgáni ánico, co, de enla enlace ces, s, fun funcion ciones es,, meca mecan nismo ismoss. Er Era a má máss bien bien,, un fisicoquímico. El primero que conocí y, de su mano y con su ejemplo, llegué a ser lo mismo: un fisicoquímico. De don Pablo Emilio Echeverri aprendí cosas que no están en los libros: caballerosidad, respeto, educación, buenas maneras y complementariamente, las leyes fundamentales de la Física. De don don Alfo Alfons nso o Mora Mora Nara Naranj njo, o, resp respet eto o y ad admi mira raci ción ón por por el idio idioma ma castellano, así haya llegado a ser yo, un escritor mediano. Pero esto no fue su culpa.
****** Fue en mi quinto año de bachillerato, cuando descubrí que el mundo no era solamente el ambiente pequeño y familiar que me rodeaba. La radio, los los peri eriódic ódico os, los come comen ntario arios, s, los círc círcul ulo os de los los prof profes eso ores res y compañeros, de pronto, me mostraron lo que estaba pasando en otros meridianos. Y yo, alelado, escuchando las voces de mi pequeño mundo. París, la que aquí llamaban, “la capital del mundo”, temblaba de pavor ante ante las las fuerz fuerzas as Nazi Nazis. s. Roma Roma le most mostra raba ba a la gent gente, e, los los pres presumi umido doss batallones de los “camisas negras”. Polonia ya mostraba los destrozos de las fuerzas de Hitler; Hitler; y España, la la adolorida España, había pasado apenas el crimen de Güernica. Pero el Liceo Antioqueño, apenas se reía mirando los los arre arrest stos os de un prof profes esor or empo empolv lvad ado o que que ma marc rcha haba ba,, con con un grup grupo o pequeño de seguidores suyos, con sus camisas negras, por los patios del colegio. Era apenas el símbolo y la muestra de lo que era el Liceo en su interior. El Liceo era, entonces, un muestrario de todas las ideologías. Allá, podían existir las corrientes ideológicas más diversas: Liberales Lopistas que defendían a capa y espada, la “revolución en marcha”; conservadores de la línea más reaccionaria, seguidores a ultranza de Monseñor Builes quien, hacia poco, había prohibido que las mujeres, usaran en público, pantalones largos como los de los hombres. -¿Por qué?- Preguntó en la Asamblea de Antioquia un diputado liberal. - “Porque las mujeres vestidas así, se ven como masculinas”- respondió el diputado conservador... – Yo no sé si éso será cierto, honorable diputado. Lo que sí sé, “es que se ven más culonas... y eso está bien”. Pero si estas cosas eran motivos de discusión en un cuerpo colegiado como la Asamblea de Antioquia, en el Liceo las disc discus usio ione ness se hací hacían an sobr sobree las las ideo ideolo logí gías as en conf confli lict cto: o: Naci Nacism smo, o, 57
Comunismo y Democracia. Todo el ambiente del Colegio se saturó de estas ideas. Muchos estudiantes leían, todavía sin haber cursado las lecciones de fil filosofí sofía, a, libr libro os divu divullga gattivo ivos de Mar Marx, de Hegel egel,, de Len Lenin; de propagandistas del Comunismo. Pero también se leía a Jaques Maritain, a Nicolás Verdaieff, había estudiantes que llevaban un periódico llamado “El obrero Católico”, dedicado a guiar a los obreros frente al sindicalismo de orientación Marxista, y muchos también, como el que estas notas escribe, que viviendo en mi propio espíritu una especie de cambio sustancial en mi comportamie comportamiento, nto, en mis hábitos de lectura, lectura, en mi formación formación intelectu intelectual, al, miré con indiferencia toda esta revolución; me refugié en la lectura intensa de don Miguel de Unamuno, me amparé en él, dejando pasar esa fiebre que abrazaba a tantos amigos. Sin haber sido nunca un reaccionario, confieso paladinamente, que me gustó desde temprano la democracia del Lopismo, de la “revolución en marcha”; me identifiqué, por muchos años, con la filosofía trágica de Unamuno, y, poco a poco, me fuí aproximando a una visión científica racional, del mundo que nos rodea. ¿Por qué?. Cuando, varios años después de haber pasado mi bachillerato y mi carrera de ingeniero químico, me puse a pensar en lo que había sido mi estudio y mis escasas realizaciones, y, reflexionando un poco, me dí a mí mismo la expl explic icac ació ión n de por por qué qué comp compre rend ndíí y ad admi miré ré tant tanto, o, la “revo “revolu luci ción ón en marcha”. Ciertamente, de todos sus programas, éste el de la educación, fue para mí, el más notable... El que yo, un pobre hijo de un minero que vivió su vida abandonado en los socavones de las montañas, ganando con sus manos un pan que apenas mitigaba el hambre suya y la de su familia, pudiera, en pocos años, ostentar un hijo graduado, con su limpio titulo de ingeniero, trabajando ya para una Universidad, viviendo una vida decente y civilizada, me llevó a ratificar mi admiración por la obra del doctor López Pumarejo y la de su equipo, por una parte; y por la otra, la de hacerme el prop propós ósit ito o en toda toda ocas ocasió ión n pa para ra insi insist stir ir en que que la educ educaci ación ón públ públic ica, a, sostenida por el Estado, es el programa más noble, humano e inteligente, que un gobierno puede hacer. Casi asi nad adie ie cree cree hoy, hoy, cuan cuando do con con gust gusto o lo refi refier ero, o, que que yo est estudi udié gratuitamente, desde mi escuela primaria hasta graduarme de ingeniero. Mis únicos gastos se redujeron a los textos de estudio, que fueron, en el bachillerato, libros usados, comprados a bajo precio al viejo Arcilita en el Liceo, y después, algunos libros nuevos. La educación gratuita para el pueblo, tal vez fue la primera pieza de ese mecanismo que se robaron los que le sustrajeron al Estado su “rumbo de gobierno”; quiero decir, que al mutila mutilarr el espíri espíritu tu de la “Revol “Revoluci ución ón en marcha” marcha”,, tal vez aniqui aniquilam lamos os todos, todos, la posibili posibilidad dad de redimir redimir a Colomb Colombia. ia. El encarec encarecimi imient ento o de la educación, el volver el saber un privilegio; esa especie de Mixti Fori en que cayó la educación, tan llena de etapas y sofisticaciones, llegando hoy a hacerse inalcanzable para los niños, que siguen siendo niños, dispuestos siempre a recibir el pan y el abecedario. Pero sigamos... 58
No sé de dónde saqué energías para en ese quinto año de bachillerato hacer lo que hice. El equipo de fútbol del Liceo, al que pertenecía, para disp disput utar ar el camp campeo eona nato to inte interc rcol oleg egia iado do de ese ese año, año, cont contra rató tó a un entrenador extranjero. Era un viejo que unos días nos decía que era Austríaco y otros Holandés. Se llamaba Leo, de apellido impronunciable, al que nosotros por abreviar, le pusimos el apellido más familiar que se nos ocurrió. Lo nombrábamos, Leo Chesterfied. Y él estuvo feliz. Nos entrenaba en la cancha de Miraflores, arriba del Liceo. Era flaco, alto, desgarbado, mal hablado, como si hubiera aprendido el castellano en un muelle. Nos nombraba por apodos que él mismo se inventaba. A mí me llama el “señor pelo”, porque usaba el pelo largo. Pero era un experto en los pases cortos y el dominio del balón. “Pará el balón hiputa”, nos gritaba. Y nosotros no podíamos obedecerle de la risa... Pero ganamos ese año el campeonato. El Liceo nos dió de premio, un paseo en bus a la ciudad de Antioq Antioquia uia.. La señera señera,, la coloni colonial al y hermos hermosa a ciudad ciudad de Antioq Antioquia uia.. Esa noche, noche, despué despuéss del partid partido o con los muchac muchachos hos del Coleg Colegio, io, a quiene quieness goleamos, nos ofrecieron un banquete. Recuerdo a muchos de mis amigos, verdaderas estrellas del fútbol: Saúl Peláez, una gloria deportiva del Liceo, de Antioquia y de Colombia: futbolista. Basquetbolista. Nadador. Atleta. Y un caballero para no olvidarlo nunca. Gabriel Álvarez: Un maestro del toque y la racionalidad en el juego, quien más tarde sería un médico brillante, además de cantor de música americana, de grata recordación. Carl Carlos os Marí Marín n Hern Hernán ánde dez, z, ése ése que que hací hacía a silb silbar ar el ba baló lón n cuan cuando do lo impu impuls lsab aba a con con uno uno u otro otro pié. pié. Más Más tard tardee ag agró róno nomo mo y dist distin ingu guid ido o entomólogo. Jorge Jurado Rave, el parsimonioso, preciso en el juego, y gracioso, irónico y siempre frotándose la nariz y sonriendo mefistofélicamente después de un chiste, y yo, a quien todos me dijeron en el come comedo dorr que no toca tocara ra un huev huevo o duro duro ad ador orna nado do con con rami ramita tass que que trajeron en el centro de la bandeja de la ensalada, para que se lo comiera de un bocado Jurado, a quien le quedó más cerca. Ese año también, me correspondió organizar el campeonato de ajedrez en Bello. Le gané mi primera partida al doctor Villa. Y esa noche descendió borracho de la terraza, como a las once de la noche y me dijo: “Zapata, usted está jodido si prefiere a un viejos cascarrabias como Unamuno, al maestro del mundo que es Marx. Duerma bien, si puede”. Se marchó trastabillando para su casa.
****** En 1941, al final del año, leí por primera vez, los “Veinte Poemas de Amor y una Canción desesperada”, de Pablo Neruda. Me sacudieron como a todo el mundo. Jorge Montoya Toro, campañero del Liceo y colaborador de El Colo Colomb mbia iano no,, el mejo mejorr peri periód ódic ico o Anti Antioq oque ueño ño en ese ese tiem tiempo po,, en su suplemento literario, comentaba, por boca de distintos escritores, el libro de Neruda. Jorge Montoya mismo era entonces un poeta conocido: pulido, fino, armonioso, enamorado y amante de la belleza. Pero el libro de Neruda 59
debió sacudirlo. Como lo hizo conmigo, y con Otto Morales Benítez que ya figuraba en las páginas de El Colombiano. De Bogotá llegaba el periódico Sábado, que dirigía el doctor Juan Lozano y Lozano, que devorábamos los “intelectuales” del Liceo como pan caliente: Hedy Torres, Jorge Montoya, Fabio Botero Gómez, Mario Franco Ruiz, un estudiante alto, rubio, vestido de cort cortee ingl inglés és,, am amab able le,, simp simpát átic ico, o, quie quien n cuan cuando do supo supo que que a mí me gustaba mucho una niña que pasaba por las mañanas frente al Liceo, y que era pequeña como yo, me dijo: “Yo no sé qué se puede esperar de la unión de dos moneditas de oro”. Así, con humor y alegría, de pronto, me fuí metiendo en ese mundo de la literatura, de la novela, de los ensayos de Otto Morales, de los poemas de Edgar Poe Restrepo, asesinado vilmente; el poeta de “Yohar, la niña del verso”, quien, una tarde, mientras en su clase de literatura Colombiana, exponiendo la emoción de un pintor que copiaba el cuerpo de una hermosa modelo, la fue desapareciendo con cada rasgo que lograba robarle; emocionado hasta el límite, volcó la mesa desde donde hablaba, aporreando a varios alumnos que, boquiabiertos, no sintieron el golpe. golpe. Edgar, sin inmutarse, inmutarse, se caló su pava blanca, y abandonó abandonó la sala... sala... Edgar era alto, bien parecido, serio, serio, imponente, una joya joya sacrificada. Fabi Fabio o Góme Gómezz no se metí metía a en toda todass esas esas da danz nzas as;; segu segura rame ment ntee las las comprendía perfectamente, pero tal vez, en esos días, se pasaba leyendo ya, en alemán, alguna obra de Oskar Hertwig, el biólogo alemán que lo iba llevando, como hipnotisado, al mundo de la célula, que fue el que más estudió en esos tiempos. Una tarde, me encontré en Bello, con el padre Roberto Jaramillo Arango. No sé por qué me distinguió con su saludo y me autorizó a que siguiera a su bibl biblio iote teca ca.. Todo Todo me impr impres esio ionó nó como como la prim primer era a vez vez que lo habí había a visitado, pero yo era otro. Me alegró su invitación. Le dije que me habían encantado sus Monografías botánicas que venía escribiendo en la Revista Universida Universidad d de Antioquia, Antioquia, lo dije sinceramente sinceramente;; agregándol agregándolee que tenían ese ese toqu toquee de erud erudic ició ión, n, excel excelen ente te gust gusto o lite litera rari rio, o, y la iron ironía ía que lo caracterizaba. Se quedó mirándome. Como si no pudiera creer que en solo dos años, hubiera salido de esa timidez y segura ignorancia que me había observado seguramente, el día en que me conoció. Cuando supo que estaba estaba cursan cursando do el sexto sexto año, año, me felici felicitó. tó. ¿Con ¿Con quién quién estás estás cursan cursando do filosofía?. Me preguntó de pronto. Con el doctor Julio César Arroyabe le respon respondí. dí. ¡Ah! ¡Ah! Exclam Exclamó, ó, agr agrega egando ndo:: Ahora Ahora está está en discus discusión ión con otro otro filósofo. filósofo. Pueda Pueda ser que salga bien – agregó-. agregó-. Es muy buen exposito expositor, r, le dije. – Y es hombre culto, ameno, y toca piano muy bien... Lo sabía todo. Yo sabía que él era profesor de Literatura Colombiana, pero yo había preferido, para el mismo curso, a Edgar Poe Restrepo, que por esos días estaba terminado su carrera de Derecho en al Universidad de Antioquia y quería mucho al Liceo. Ese día el padre Jaramillo estuvo acariciando entre sus manos un limón limón maduro, al que le arrancaba cascaritas con las las uñas, llevándose llevándoselas las a la boca con mucha discreción. discreción. Como la poesía poesía era uno de sus campos, hablamos de Pablo Neruda. Me dijo, con esa franqueza suya, que la “Oda a Federico García”, del poeta, no le gustaba. Eso de... “si 60
pudiera morirme de miedo en una casa sola. Si pudiera sacarme los ojos y comérmelos, lo haría por tu voz de naranjo enlutado, y por tu poesía que sale dando gritos”. Cito de memoria, como él lo hizo. ¿Qué es eso? – Me preguntó-. ¿Cree qué eso sea poesía?, me preguntó. A mí, a un mudo que había aprendido a hablar de tantas cosas en apenas dos años. Yo mismo me sentí orgulloso. De estar con él, de que qu e me confiara sus pensamientos y opiniones, de que hubiera olvidado tan pronto mí torpeza, ignorancia e indecisión, que había mostrado hacía tan corto tiempo. Como yo también he sentido desde esos tiempos mis dudas sobre si esa poesía corresponde en verdad a un esfuerzo de la inteligencia, o a una facilidad idiomática que casi inconscientemente inconscientemente nos viene a la la voz, entonces le le dije al padre que yo también prefería, la “Casada Infiel”. Apenas me esbozó una sonrisa. Sabía ya, y muy bien lo sé hoy, que el padre Roberto era un poeta de corte clásico. Traductor de poetas latinos del Latín directamente, y no dándoles vuelta por el Francés, que abundan tantos entre nosotros. Un personaje amable y muy admirado en el Liceo durante mi bachillerato, fue el doctor Julio César García. Fue director por varios años del Colegio, pero su sabor estaba en las conversaciones informales sobre los temas cotidianos, a los que él les agregaba las notas históricas, las anécdotas, y ese castellano suyo que, un poco como el Maestro Azorín, lo adornaba con voquibles, como llamaba el doctor López de Mesa, a las palabras que marcaban hitos en el lenguaje. El doctor García fue mi profesor de Historia de Colombia. Colombia. Fue autor autor de un libro libro que llegó a ser famoso famoso en el Liceo y aunque para algunos estudiantes era fatigoso por los detalles y el gran número de fechas sobre nuestra historia, gracias a su rigor, llegó a ser un texto de consulta, sobre todo después de que surgiera la nueva historia, más interpretativa que descriptiva, que después del año 1950 se impuso en el Pa País ís,, grac gracia iass a los los pens pensad ador ores es e hist histor oria iado dore ress soci sociól ólog ogos os que surg surgie iero ron n en la Univer Universi sida dad d Naci Nacion onal al de Bogo Bogotá tá,, ba bajo jo el estí estímu mulo lo y ejemplo principalmente del doctor Jaime Jaramillo Uribe. El doctor García nos jugaba maturrangas que después, nos hacían reír. En un once de Noviembre, todos ingenuamente, preparamos para uno de sus exámenes que sin importar que fuera día de fiesta nacional, le debíamos presentar. Nos prevenimos estudiando ndo exhaustivam ameente la historia de la Independencia de Cartagena. Preguntándonos, más bien, la Batalla de Boyacá. Pero siempre lo consideramos un verdadero maestro. ****** Desde antes de presentar los últimos exámenes finales del sexto año, por iniciativa, creo de Pablo Cárdenas Pérez, del gran deportista del Liceo, Saúl Peláez y el doctor Julio César Arroyabe, se empezó a promover la idea de hacer, a pié, una excursión, que, saliendo de Medellín, fuéramos a Pereira, Cali, Popayán (donde conoceríamos al Maestro Guillermo Valencia, para muchos de nosotros, el mayor de los poetas Colombianos). Cruzaríamos la cordillera Occidental por el temible Páramo de las Delicias, caeríamos por la Plata, a Ibagué, buscaríamos la manera de llegar a Puerto Berrío, en 61
Antioquia, y de allí, en el tren, llegaríamos a Medellín. Era como una excursión tipo conquistador. Invitaron a los muchachos reconocidos como depo deport rtis ista tas, s, gent gentee sana sana y con con verr verraqu aquer era. a. En meno menoss de cuat cuatro ro días días estuvimos comprometidos a llevarle la cuota al comité organizador... Entre Adán, Eva y Agrípina, me dieron la cuota, cuya cuantía no recuerdo. El Ejército de Medellín, nos prestó morrales de campaña para que cada excursionista, llevara sus cosas al hombro. El ejército lo hizo, porque casi todo todoss lo much muchac acho hoss insc inscri rito tos, s, habí habíam amos os sido sido entr entren enad ados os por por vari varios os instructores de ellos, quienes en un programa de conseguir la Libreta Mili Milita tarr que, que, auto autori riza zado do por por el Mini Minist stro ro de Guer Guerra ra,, cump cumplí líamo amoss en la Brigada... Brigada... Me aparecí un día, día, en mí casa, con un morral morral de lona gruesa, gruesa, atorado de correas, para que allí acomodara todo lo que podía caber. Acomodé todo lo que creí necesario para el viaje. Excepto un segundo par de botas, así hubieran sido rotas. Un día, a las seis de la mañana, más de quince estudiantes, cargando los morrales militares, partimos del patio del Lice Liceo, o, con con rumb rumbo o a La Pint Pintad ada. a. Aunqu Aunquee no nos nos llov llovió ió,, las las llama llamada dass carreteras, eran un verdadero calvario. De los buses que nos pasaban entre gritos, confundiéndonos con el ejército, nos gritaban bestialidades. Pablo Cárdenas, Saúl Peláez, el doctor Julio César Arroyabe y otros que no recuerdo, nos servían de guías. Yo iba con Luis Carlos Palacios, entre la tropa... Llegamos a Pereira en un día. Nos alojamos en algún Colegio cuyo cuyo nombre no recuerdo. Pereira era un pueblo grande de campesinos activos, blanco blancos, s, alegre alegres, s, expres expresivo ivoss y acoged acogedore ores. s. Las gentes gentes nos nos llena llenaron ron los los morrales de comida que nos duró hasta Cali. Lo que uno veía a lo largo de ésas vías estrechas, por donde apenas cabían un bus de línea y nosotros teníamos que orillar, para darle paso, eran casas de campo hermosas, lejos de la vía; y cultivos de café y plátano y a veces, jardines florecidos... En un día y medio llegamos a Cali. El Valle del Cauca siempre ha sido hermoso. Para nosotros, antioqueños, que nos tocó en el reparto de las tierras, plana apenas la palma de la mano, el paisaje del Valle, con sus ríos azules, sus llanuras de esperanza, ésos guaduales poblados de garzas blancas y rosadas, saltando sobre los verdes prados; las casas solariegas, los ganados pastando en lontananza, todo, hasta el tibio aire y sus vientos, nos cautivaron. En Cali nos alojamos en el Colegio de Santa Librada. La ciudad era entonces pequeña, de construcciones un poco apeñuscadas, calles estrechas y todavía ni siquiera tenía una Universidad. Lo más bello del Valle eran sus campos. Nos decidimos por irnos a conocer el puerto de Buenaventura. Queríamos todos conocer el Océano Pacífico. “¡Qué calor. Qué horror. Qué hedor!”. Como dizque exclamó un pastuso, cuando fue al puerto puerto en luna de miel... miel... En un barco barco destart destartala alado do y lento lento nos fuimos fuimos hasta La Bocana. Un arrimo al mar, de playas pantanosas, lodosas y sucias. Allí, por poco me ahogo. Conversando con Hernando Santamaría, uno de mis amigos más queridos, nos fuimos lentamente acercando al mar. Hablábamos. De pronto, me hundí en el agua. Como nunca aprendí a nadar, chapucié en lo profundo. Hernando me sacó halándome del cabello. Y yo, muerto de miedo, le dí gracias a Dios, a la estatura considerable de Hernando, y a mi abundante cabello... 62
Recuérdese que el entrenador de fútbol, Leo Chesterfield me decía “señor pelo”. Seguimos hacia Popayán, la ciudad señora del Silencio y la Paz. Limpia, con olor a historia. Lo primero que hicimos fue buscar la residencia del Maestro Guillermo Valencia. Nos recibió con una calidad humana que creo que todos la recordaremos siempre. Alguien le dijo que ese viaje nuestro lo habíamos realizado casi exclusivamente, para conocerlo. Nos quiso abrazar a todos. Estaba ya muy enfermo. Desde su silla y bastante débil, nos preguntó por Antioquia. Expresó, de varias formas, el amor que sentía por nuestro Departamento. Me pareció que sentía una admiración especial, por el General General José María Córdova. Córdova. “Fue “Fue un león” – nos dijo... dijo... Cuando Cuando le dijimos que pensábamos trasmontar la cordillera por el “Páramo de las Delicias”, se alarmó. “No, por favor”- Nos reiteró. “¿Con cuáles ayudas?. ¿Saben de qué están hablando?. Ese paso es espantoso. Si ustedes me lo perm permit iten en,, yo pued puedo o pedi pedirl rlee al Gobe Gobern rnad ador or que les les pres preste te ay ayud uda”. a”. Le agradecimos su interés. Le dimos todos la mano y le prometimos que íbamos a discutirlo entre nosotros... No sabíamos que le estábamos dando el último adiós, a uno de los hombres más grandes de nuestro siglo. Murió en 1943. En Popayán compramos esa misma tarde ruanas de lana, de esas tejidas por los indios: indios: gruesas, gruesas, burdas, burdas, pero que nos protegían protegían mucho... mucho... Al día siguiente temprano, iniciamos el ascenso por un camino imposible hacía el Pára Pá ramo mo.. Espan spanttoso oso todo todo.. Al llega legarr a la mese mesetta, empe empezzam amos os a ver ver esqueletos de caballos o de burros, muertos de pié, paralizados por el frío. Una brisa helada y un viento silbante, nos acompañó desde el inicio. Varios, y yo entre ellos, empezamos a sentirnos asfixiados. Me hicieron masticar panela en troncos y alguien dijo que traía coraMina, que me ayudó mucho aplicada debajo de la lengua. No recuerdo, creo que unas tres horas tardamos en recorrer la meseta meseta y empezar el descenso descenso hacia el pueblo de de La Plata... Plata... A la entrada entrada del pueblo, pueblo, vimos una una pequeña casa– casa– restaurante restaurante donde conseguimos conseguimos agua panela caliente y frijoles frijoles con arepa. Estábamos helados y muertos de hambre. Nos sirvieron en un mesón. Todos nos lanzamos sobre la comida. Un muchacho, que nunca había sido amigo mío, llamado Antonio J. Cano, se me acercó y me dijo, sin más ni más: “ Así que el cari cortado se estaba muriendo en el Páramo?”. Yo tenía mi plato de comida comida en mis manos. Probablement Probablementee cuando miró mi rostro, rostro, comprendió mi ira y, temeroso de que yo lo agrediera, con el dorso de su mano me tiró sobre la ropa, la comida. Pero se quedó allí. Era, y todavía debe ser, espero, más alto que yo. Sin quitarme la ruana le lancé un puñeta puñetazo zo feroz feroz,, ciego ciego de ira. ira... .. Me sentí sentí - como como el títul título o de la famos famosa a novela novela de Fiedor Fiedor Dostoy Dostoyesv esvky, ky, “Humil “Humillad lado o y Ofendi Ofendido” do”.. Con tan mala mala suerte para él, que mi golpe le reventó las narices. El mismo se alarmó. La sangre le brotaba escandalosamente. No reaccionó, y, poco a poco, a mí se me pasó la furia, pero nunca más llegamos a ser amigos... Continuamos el viaje hacia Ibagué. Nos alojamos en el Colegio Simón Rodríguez. Allí nos acog acogie iero ron n en las las resi reside denc ncia iass de algu alguno noss alum alumno noss que que esta estaba ban n en 63
vacaciones. Yo, que llevaba a esas alturas los zapatos destrozados, los cambié por por unos menos menos viejos que encontr encontréé en algún armario... armario... De allí buscamos la ruta a Puerto P uerto Berrío y regresamos a Medellín. ****** Una Una tard tardee de Novi Noviemb embre re de 1942 1942,, sint sintié iénd ndom omee ya libr libree de toda todass mis mis obligaciones con el Liceo, mientras volvía a Bello en trén, volví a pensar si debía estudiar Derecho, en la Universidad de Antioquia, en donde podía ser ser acept aceptado ado por por habe haberr obte obteni nido do un prom promed edio io de nota notas, s, de todo todo mi bachil bachiller lerato ato,, may mayor or a tres tres puntos puntos siete, siete, lo cual, cual, por reglamen reglamento to de la Universidad, me daba derecho de estudiar en cualquiera de la Facultades, (Medicina, Derecho, Odontología); o si me preparaba para presentar el exámen de “Menos Uno”, que exigía la Escuela Nacional de Minas donde, si aprobaba el exámen, tampoco tenía que pagar matrícula. Tenía plazo hasta la segunda semana de Enero de 1943, para resolver este dilema. De motu propio había decidido que no me gustaban Agronomía, ni Medicina, ni Odontología. Pensé que podía consultar a tres personas: a Agrípina, mi madre. Al padre Jaramillo, en segundo lugar, y al doctor Alfredo Restrepo. Hice las consultas en ése mismo orden. ****** De mi madre había recibido los consejos más sabios de mi vida. Sabía perf perfec ecta tamen mente te que que era era una una muje mujerr igno ignora rant nte, e, pero pero con con un alma alma muy muy grande. Ahora sé, que para guiar a una persona, no se requieren los conocimientos que dan la ciencia o la cultura; que bastan las honestas intenciones del corazón. Ése, como premonitorio espíritu de los buenos; ése querer que todo salga bien. He aprendido que obrando con buenas intenciones, casi todo lo humano que decimos, nos sirve a todos. Se vive del silencio y de la reflexión. La razón nos ayuda mucho, pero, por eso digo, que el hombre es racional y sensitivo, y si la ciencia viene de la pura razón, nunca debemos dejar que siga sola. Llevemos siempre en alto los sentimientos, ellos, aunque no tengan, ni gocen por sí solos del aura de la ciencia, viven contigo, también son tus guías, y piensa, cómo sería el mundo si los hombres quisieran ser más buenos... Lo que me dijo mi madre cuando la consulté sobre lo que debía estudiar, lo resumo: Que sea lo que quieras. Lo que te llene siempre el corazón. Pero apréndelo bien. Que te sirva y le sirva a los otros. No pienses que llegarás a ser rico. Mira a tu padre, viendo toda la vida el oro cerca, y nosotros, todos los días con necesidades. necesidades. Si tu padre hubiera hubiera sido un ladrón, tal vez seríamos seríamos ricos, y yo me habría muerto de tristeza. ****** Cuando hablé con el padre Roberto, consultándole sobre lo que debía estudiar, me respondió, como asustado, “Creí que ya estabas decidido a ser ser ab abog ogad ado. o. Es, Es, creo creo yo, yo, la prof profes esió ión n que que má máss espa espaci cios os ab abre re en la 64
dire direcc cció ión n de las las huma humani nida dade des. s. Y a tí te gust gustan an las las huma humani nida dade des, s, ¿Verdad?”. Guardé silencio. Al poco rato le dije, casi como en confesión, y con vergüenza, que me gustab aba a todo. Esbozó una sonrisa casi imperc impercept eptibl ible, e, dicién diciéndom domee inmedi inmediata atamen mente: te: “los “los jóvene jóvenes, s, ahora, ahora, deben deben pensar seriamente en la ciencia y la tecnología. Ya se metieron en el mundo y nadie las hará salir. La química, la física, la biología, son las cien cienci cias as del del futu futuro ro,, y las las inge ingeni nier ería ías, s, por por supue supuest sto. o. ¿Cóm ¿Cómo o te va en matemática?, - me preguntó.– Creo que bien.- Entonces, ciencias, claro.Aquí tenemos varios ingenieros poetas – me comentó, agregando – León de Greiff Greiff ¿No es ingeniero? ingeniero? – Sí padre padre – le respondí.respondí.- Bueno, Bueno, ahí tienes tienes un ejemplo. Entre trago y trago escribe muy bien”... Ésto fue, en síntesis, lo que me aconsejó el Padre Roberto cuando le pedí ayuda para definir mi vocación. ****** Al doct doctor or Alfr Alfred edo o Rest Restre repo po,, le enco encont ntré ré en su labo labora rato tori rio o del del Lice Liceo, o, a principios de Diciembre. Estaba, en su escritorio, leyendo un tomo en ingl inglés és,, de una una enci encicl clop oped edia ia de Quím Químic ica a de un tal tal Mell Mellor or.– .– “Cre “Creíí que que esta estaba bass en una una finc finca, a, a las las oril orilla lass del del Cauca Cauca,, mont montan ando do a caba caball llo o y gozando de estos soles”, me dijo. Me reí. – Usted sabe, le dije, que no tengo ni finca ni caballos. Me contento con los soles de Niquía, en Bello. – Lo sé, Zapata. Me gusta verte. ¿A qué viniste?. Vengo a consultarle algo muy importante para mí. No quiero llegar tarde a la matrícula, cuando decida estudiar alguna carrera y me encuentre con que ya no hay cupo, como me sucedió antes de empezar el bachillerato... Pero, en vez de ponerme a contarle mi historia, le dije lo que me habían aconsejado mi madre y el padre Roberto, a quien conocía. Me escuchó con atención, mirándome con esa mirada que parecía parecía con objetivo objetivo móvil, y, con especial especial tono en su voz, me dijo: Bien. Lo que te voy a contar, es algo secreto todavía. “En la última sesión sesión del Consej Consejo o Direct Directivo ivo de la Univer Universid sidad, ad, el vierne vierness pasado pasado,, se aprobó una proposición, en la que yo intervine, para fundar en la de Antioquia, una Escuela de Química en este año de 1943. La proposición fue aprobada por el Consejo Superior, y se nombró, una comisión, de la que formo parte, para que se someta al señor Gobernador, doctor Pedro Claver Aguirre. Si él la aprueba, para Febrero o a más tardar, en Marzo, tenemos una escuela, para que muchachos como tú, puedan estudiar la verdadera química”... Yo me sentí encantado. De modo, agregó, que es bueno que no te decidas todavía por escoger una carrera”. Volví a mi casa, a Bello, le conté a Agrípina la noticia. Ella se alegró. Pero después me preguntó, como si élla entendiera de educación, ¿Pero no será muy arriesgado inventar una escuela de química?. qu ímica?.
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V La ingenua observación de Agrípina, acerca de lo arriesgado que le parecía la decisión de fundar una escuela de química, tenía ese fondo de intuición que que las las muje mujere ress tien tienen en sobr sobree casi casi toda todass las las cosa cosas. s. Es ese ese fact factor or de precaución que debe ser considerado, tenido en cuenta siempre, pero es también también el elemento elemento que en la historia historia de los pueblos y de los individuos individuos,, ha diferenciado el carácter de los que avanzan en la vida, en cualquier aspecto. El carácter del pueblo antioqueño, históricamente, es el de pasar el Rubicón. Si el niño teme mojarse sus pies, no logra logra siquiera siquiera librarse de sus propio propioss orines orines.. Todos Todos nuestr nuestro o actos, actos, son decisi decisione ones, s, y todo todo tiene tiene riesgos. La diferencia entre las personas está en la capacidad de evaluar los peligros, preveer, intuir, medir en la mente lo que puede suceder y, finalme finalmente nte,, arries arriesgar garse se o no. Todos Todos los estudi estudios os previo previoss no revela revelan n el camino de la realidad y por eso, en toda decisión se está corriendo uno o muchos riesgos. En la primera semana del mes de Marzo, de 1943, en el patio central de una casa grande y vieja, cercana al Liceo, un puñado de muchachos, todos bachilleres, unos pocos del Liceo, y varios de otros departamentos de Colo Colomb mbia ia,, estu estuvi vimo moss escu escuch chan ando do una una am amen ena a expo exposi sici ción ón de Alfr Alfred edo o Rest Restre repo po,, sobr sobree la nuev nueva a Escu Escuel ela a de Quím Químic ica a que que la Univ Univer ersi sida dad d de Antioquia iniciaba ese día. No puedo dar los nombres de los que ese día, sent sentado adoss en sillas sillas esco escola lare ress traí traída dass del del Lice Liceo, o, veíam veíamos os a Rest Restre repo po pasearse por el corredor, vestido de saco y corbata, mordiendo la punta de un pañuelo blanco apretado en su mano derecha, de vez en cuando, y mirando como sin mirar al grupo, emocionado, nervioso por primera vez, haciendo una síntesis de las ramas de la química. De la importancia de esa ciencia. El sol entibiecía, pero aún no perturbaba el patio, y nosotros, atentos, siguiendo con los ojos sus movimientos, escuchando de sus labios principios científicos por primera vez, como la ley de la conservación del momento angular, en una charla que nosotros no podíamos distinguir si estaba hablando de física o de química. Lo que pude comprenderle ese día, en resúmen, era que la ciencia era una sola. Que las divisiones que hacíamos eran arbitrarias o de facilitación de comprensión. Que la biología se apoyaba en la física y en la química y que debíamos tener avisada la atención, porque el mundo era un todo... Ese discurso me fascinó. Me llevó, otra vez, al mundo fáustico que me había mostrado Fabio Gómez en sus charlas, que me transportaban y, casi sin quererlo, me producían temo temor. r... .. Pero Pero en esa esa char charla la,, nos nos cont contó ó tamb tambié ién, n, que que él habí había a sido sido encargado de la dirección de la Escuela. Que había hecho contratos con profesores del mayor prestigio. Nos mencionó, entre los que recuerdo, al doctor Antonio Villa Carrasquilla, famoso ingeniero de la Escuela Nacional de Minas; al doctor Jorge Mejía (el Peludo Mejía), terror de los estudiantes de la mism misma a Facu Facult ltad ad de Mina Minas. s. Nos Nos habl habló ó del del doct doctor or Pa Pabl blo o Em Emil ilio io 66
Echeverri, etc. Pero también nos presentó a la señorita Carolina Córdoba, una muchacha alta, blanca, un poco narizona, joven, y dueña de unas pier pierna nass herm hermos osís ísim imas as,, que nos nos habí habían an entr entret eten enid ido o dura durant ntee la larg larga a exposición suya, pues élla la escuchó toda, sentada en una silla al lado de la puerta de la oficina que sería su despacho como secretaria. Habían organizado además, un salón amplio con estantería metálica y una pocas mesas y sillas, como biblioteca. Lo primero que hicimos los que estuvimos allí, fue mirar los libros que habían colocado en la estantería. Libros nuevos, muchos, la mayoría viejos, traídos probablemente de las bibliotecas particulares de algunos de los profesores, y del propio doctor Restrepo: Físicas en inglés y francés. Una enciclopedia de química de varios volúmenes de Mellor. Una edición nueva de la Enciclopedia Ullman, traducida al castellano de la edición Alemana. Muchas químicas generales. Varias orgánicas, y varias fisicoquímicas en inglés, etc. Confieso que no cabía de la felicidad. Me quedé el resto de la mañana curioseando los libros, sin entender, claro, ni un ápice, pero como viendo allí, todo lo que había antes deseado encontrar... Esa noche, en mi casa, en el rinconcito donde había preparado mis lecciones, mirando los pocos textos viejos que había podido acumular durante durante mi secundaria, secundaria, sin tampoco jurar por los nombres de Petrarca ni de Boccaccio, de quienes leí más tarde tuvieron las más completas bibliotecas personales de su tiempo, me propuse conseguir una biblioteca propia que me permitiera tener qué leer, en mis sueños de cultura; y empecé, desde esos tempranos años de mi educación, a guardar libros, los libros propios que iba consiguiendo. ****** Dos cátedras llenaron con creces mi tiempo y mis deseos de aprender cien cienci cias as en el prim primer er año año de Facul Faculta tad: d: fuer fueron on los los curso cursoss de quími química ca general con el doctor Restrepo, y el curso de matemáticas del profesor Anto Antoni nio o Vill Villa a Carr Carras asqui quill lla. a. El prof profes esor or de ma mate temá máti tica ca,, decl declar aró ó como como objetivo, desde las primeras clases, dizque hacernos un repaso de las matemáticas de la secundaria. Pero en verdad, fue una excursión por el álge álgebr bra, a, la geom geomet etrí ría, a, noci nocion ones es de geom geomet etrí ría a anal analít ític ica, a, teor teoría ía de deterMinantes, nociones de matrices etc.etc. Todo sazonado, con ejercicios de casa hasta la saturación. Literalmente, no nos quedaba tiempo sino para pa ra leer leer esa pobr pobree liter iterat atur ura a que, que, ento entonc nces es traí traían an los libro ibross de matemáticas, y resolver problemas mecánicamente en el día y soñarlos en la noche. En ese tiempo, la matemática no era demostrativa, analítica, sino mecán mecánic ica, a, como como si uno, uno, al ir por por la call calle, e, espe espera rara ra que que lo asal asalta taran ran ejerci ejercicio cioss mecáni mecánicos cos de esos esos de sustit sustituci ución, ón, que tiene tiene solucio soluciones nes sin necesidad de pensar. El análisis, la generalización, la identificación con una teoría general matemática, la demostración de teoremas, la diferencia entre teorías generales y la axiomática, etc., no aparecía entonces en ésas matem matemát átic icas as de inge ingeni nier ería ía.. De modo modo que que la verd verdad ader era a demo demost stra raci ción ón analítica que distingue el pensamiento de los científicos no se percibía. 67
Muchos estudiantes, naturalmente inteligentes, se hundieron en ese mar de casos particulares... La Química general tuvo otro espíritu espíritu y otra orientación orientación.. No obstante que por su naturaleza, debía ser más empírica. El profesor Restrepo aspiraba a que comprendiéramos que la química es como un cuerpo más unitario. Para comunicar esta idea, tomaba como eje de todo, la reacción química. Nos indujo a pensar que las reacciones se dan, en todas partes, entre sust sustanc ancia iass ap apar aren ente teme ment ntee pura purass e impu impura ras, s, pero pero que en real realid idad ad,, la reacción en sí, sí, se dá es entre entre sustancias puras. Es, nos decía, como si por una calle calle marcha marchan n negros negros,, blanco blancos, s, indios indios,, mestizo mestizos, s, todos todos mezcla mezclados dos,, pero, si las condiciones de temperatura, presión, y reactividad, estado físi físico co,, etc. etc.,, son son favo favora rabl bles es pa para ra que que dos dos blan blanco cos, s, o dos dos negr negros os,, se encuentren y reaccionen, la reacción sucede, cualesquiera que sean las condiciones o la presencia de los otros... Con ésta especie de “principio”, procedía entonces ha hablarnos de las reacciones propiamente, etc. Las Las clas clases es de Alfr Alfred edo o Rest Restre repo po eran eran famo famosa sass por por su lógi lógica ca,, clar clarid idad ad,, prec precis isió ión n y univ univer ersa sali lida dad. d. Al lado lado de esta estass dos dos ma mate teri rias as quím químic ica a y matemát matemática icas, s, hubo hubo “charl “charlas” as” de un profes profesor or llamad llamado o Emilio Emilio Jaramil Jaramillo lo,, médico, periodista, diputado eterno de la Asamblea de Antioquia, dirigente del partido Liberal, hombre influyente en el Departamento, y quien, más tarde, seria el suegro del Doctor Jorge Eliécer Gaitán, jefe del Liberalismo, asesinado el 9 de Abril de 1948, cuya muerte inició el deterioro, aún irreparable, de Colombia. El profesor Jaramillo era, cuando lo conocí, un hombre delgado, menudito, vivaracho, gracioso, para calificarlo con adjetivos antioqueños. Amable y simpático a más no poder. Nos ofreció a ese primer grupo de alumnos fundadores de la Escuela de Química, una materia que hoy podríamos llama llamarr “H “His isto tori ria a de la Quím Químic ica” a”,, pero pero que que para para él fue una una excel excelen ente te oportunidad de mostrarnos cuánta era su cultura, su información sobre Colombia, América y el mundo. Nos dejó sentir su amor al periodismo. Nos exaltó su ideología Liberal pura. Nos motivó para querer y trabajar por Colombia, y nos destacó figuras inmortales de la Ciencia Química que a él le fascin fascinaba aban.. n.. Parace Paracelso lso,, Lavois Lavoisier ier,, Pasteu Pasteur, r, etc. etc. Él me disti distingu nguía ía del grupo por mis risotadas por sus chistes. Un día, hablándonos de Röngen, el que descubrió los rayos X, nos contó ésta anécdota: “Por ahí, en 1925, me dió por traer a Medellín la primera máquina de rayos X, para tomar radiografías de pulmones. Era un equipo muy grande, complicado y difícil de operar. Además, los técnicos, como que eran gentes de poca confianza y me dejaron la máquina a medio ensayar. Con un colega nos pusimos a ensayarla. Trajimos dos enfermitas de un hospital. Metimos a la primera a una una espe especi ciee de cabi cabina na,, cerr cerramo amoss la puer puerta ta y ba baja jamo moss la pa pala lanc nca a que que electrizaba la máquina. La viejita chilló y la vimos desmayarse. Mi colega dijo: “traigan otra vieja, que ésta no aguantó”. Nosotros, con esa crueldad de la juventud, nos toteamos de la risa, pero él se puso serio. 68
En ese primer año, invitaron también, al eminente profesor de bioquímica de la Facultad de Medicina, el Doctor Jesús Peláez Botero, a que nos diera un curso curso introd introduct uctori orio o de Bioqu Bioquími ímica ca del metabo metabolis lismo. mo. Era un Señor Señor trigueño, pálido, serio, elegante, vestía casi siempre de terno azul oscuro, y nos trataba con tanto respeto, que obligaba nuestro respeto también. Se sentaba en su silla. Aunque llevaba siempre un texto grueso, nunca lo abrí ab ría. a. Se frot frotab aba a la fren frente te frec frecue uent nteme ement nte, e, como como si sufr sufrie iera ra dolo dolorr de cabeza, y empezaba a exponer sus ideas. Era claro en sus conceptos, pero nosotros no entendíamos nada. Porque su curso era, y estaba orientado, a muchachos de medicina, que sabían biología, fisiología, química orgánica de azucares y como era obvio que nosotros, apenas bachilleres, de éso, de la dextrorotación, apenas medio comprendíamos el término, el curso, lo ganaron algunos, y a los otros nos lo regalaron. ****** Al término de ése año de 1943, la mayoría de los alumnos del primer año de Química, llevaban perdido el año. El grupo inicial era de 45 alumnos, y aparte de unos pocos que ya habían desertado, los otros, unos pocos, esperaron al año siguiente para intentar las habilitaciones. Era natural. Muchos alumnos habían llegado tarde a la Escuela, eran muchachos sin una vocación definida. Habían aprovechando la oportunidad de iniciar una carr carrer era a en cual cualqu quie ierr Facu Facult ltad ad de la Univ Univer ersi sida dad d que que les les dier diera a ésa ésa opor oportu tuni nida dad. d. Pero Pero,, ni les les gust gustab aba a la quím químic ica, a, ni tení tenían an gust gusto o por por la matem matemát átic ica; a; eran eran de otra otrass ciuda ciudade dess y sabí sabían an que que vinc vincul ulán ándo dose se a la Universidad de Antioquia podían aspirar a otras carreras, etc. Así que cuando el año terminó, apenas doce o quince queríamos seguir. El resto, se confundió en ese mundo de los jóvenes donde nunca los volví a ver. ****** En esos días, el mundo entero tronaba con la Segunda Guerra Mundial. Las noticias de la guerra, que se conocían en Colombia, provenían de agenci agencias as de notici noticias as americ americana anas, s, es decir, decir, de los los Estado Estadoss Unidos Unidos.. Se sabían cosas de Europa, pero se filtraban noticias desastrosas también. Los nazis se habían tomado, literalmente, a toda Europa, excepto, claro está, a Inglaterra, que luchaba hasta con los dientes, por la libertad, en un esfuerzo que nos conmovía a todos. Churchil era nuestro héroe; pero no faltaban entre los muchachos gentes que deseaban que Hitler triunfara. Era inevitable. Los radios en las casas se habían multiplicado. Hasta en mi casa, en Bello, habíamos comprado un radio por cuotas, y escuchábamos los primeros noticieros de la Voz de Antioquia, en los que se exaltaban los triunfos de los Ingleses. El General de Gaulle ya se oía mencionar en el mundo, luchando por la libertad de Francia que estaba dominada por Hitler. Todo ello me perturbaba pero nada me impedía continuar con mis estudios y mis lecturas. En esas vacaciones de mi primer año de estudios profesionales, leí, con toda mi atención un libro completo, que compré, baratísimo, de alguna editorial medio pirata, llamado Fausto, de Goethe. Era una traducción del alemán y me introdujo en un mundo que he 69
admirado toda la vida: los sueños, los ideales, el espíritu inmortal, siempre ansi ansios oso, o, siem siempr pree inqui inquiet eto, o, reco recono noci cien endo do que que exis existe te má máss allá allá de las las mise miseri rias as del del mund mundo, o, un idea ideall que nos nos tran transp spor orta ta y nos nos aliv alivia ia de los los sufrimientos de la vida... Ese libro, poético, aunque estuviera escrito en prosa, me llenó de seguridad y optimismo. Mas tarde, cuando tuve dinero suficiente, lo cambie por una edición mejor que conservo. ****** Pero también, en ésas vacaciones, jugué mis últimos partidos de fútbol con el Unión, el equipo de mis amores; por lo que significó para mí en mi adolescencia, por mis amigos, Rosemberg, Carlos Marín, Esaú Rendón, Guill Guillermo ermo Palaci Palacio, o, Gustavo Gustavo y Luis Luis Carlos Carlos.. Y para para que no se me vaya a olvidar, aunque apenas ocasionalmente la recuerdo, una amiga, María Ester Guerra, (pero élla con nadie peleaba...) Fue Chucho, el paje del señor Laverde, quien me indicó dónde vivía, una tarde de un sábado, en que hablábamos y yo la había visto pasar por el parque de Bello. Tenia un cuerpo hermoso y se vestía con trajes ordinarios, pero hechos a su media y gusto por su madre, que cosía en su casa y había sido obrera de Fabricato. Vivía en un barrio de obreros llamado Prado. Tendría, cuando la conocí, durante mi primer año de universidad, dieciséis años. Le ayudaba a su madre madre en su modi modist ster ería ía,, y tení tenía a un bell bello o cuer cuerpo po,, delg delgad ada, a, eleg elegan ante te y espigada. La quise mucho, durante mi transitorio amor. En verdad, no me importó que fuera hija natural. Me importaban sus ojos, de un verde azul, como sulfato de cobre disuelto en agua. Me importaban mucho sus labios y sus diente dientess precio preciosos sos.. Su simpat simpatía, ía, el cariño cariño desinter desinteresa esado do que me demostraba, y la piel de su rostro, como canela roja, que me fascinaba... Fue la primera mujer a quien besé en sus labios, con ansiosa ansiosa emoción. Me decía casi siempre Gelito, y a ella le contaba casi todo lo que me sucedía y mis sueños de llegar a saber muchas cosas. Me escuchaba un poco como alelada, me acarició el rostro muchas veces, me quiso como sin hacerse muchas esperanzas sobre mí. Mi madre llegó a conocerla. La observaba mucho, sin rechazarla, pero como segura de que yo no me equivocaría en la resolución de un problema tan fácil... En esas mismas vacaciones, vacaciones, volvió mi padre de Segovia. Lo vi muy flaco y delgado, delgado, aunque así era, ciertamente; ciertamente; pero lo vi distinto. distinto. Se alegró alegró de que hubiera aprobado el primer año de la Escuela de Química. No sé de dónde sacó, que le gustaba la química... Después supe que el oro en El Silencio, lo obt obtenía enían n por un proce roceso so que que le decí decían an Cianur anurac ació ión, n, y que que le nombraban, “la química del proceso”... Mi madre le preguntó, a él que venía literalmente del fondo de la tierra, si sería muy costoso el que nosotr nosotros, os, todos, todos, nos fuéramo fuéramoss a vivir vivir a Medell Medellín. ín. Adán, Adán, estaba estaba desde desde hací hacía a casi casi un año año trab trabaj ajan ando do en un depó depósi sito to de ma mate teri rial ales es.. Segu Seguía ía tocando sus instrumentos de cuerda en los fines de semana, pero casi todo el tiempo estaba en Medellín. José, seguía ayudándole a Agripina. Eva era – desde hacía dos años – maestra rural en Bello, en una montaña en los límites con San Pedro, donde pasaba, con otra maestra, períodos hasta 70
de dos semanas. De Quique, el otro hijo, el mayor, que desde nuestro viaje a Yolombó, había sido retenido por los abuelos, los padres de Agripina. Ahora estaba en Bello. Todo lo que había aprendido fue la zapatería, de obra y de remiendo. Vivía en un pequeño taller – apartamento en la calle que conducía a Fabricato. Independiente. Sólo, o con cualquier mujer, lleno de trabajo, porque era el zapatero de los obreros que entraban y salían de la fábrica: todero, pintaba avisos para tiendas, con leyendas y figuras, pero todas las figuras que hacía eran de perfil, con bigotes, sin bigotes, calvos, peludos, blancos, negros, pero, viéndolos bien, eran el mismo diseño del rostro. Colores estrambóticos. Yo vi algún tablero de ésos que llevan los camiones de carretera atrás, con leyendas y paisajes dibujados por mi hermano mayor, firmados por él, en mayúscula FZC (que traduce, Francisco Zapata Ceballos), pero a él, le dijeron Quique. ****** Mi madre tuvo hasta su muerte, la misma memoria que yo muestro en este escrito. Murió, a los 86 años, con la misma memoria. Nunca olvidó ni uno sólo de los detalles que tubo que vivir, por parte de su propia madre doña Filomena Ríos de Ceballos, cuando la obligó a que le dejara su hijo mayor, Quique, cuando nos veníamos para Yolombó. Fue un capricho. Un enam enamor orami amien ento to de abuel abuela. a. Ella Ella,, que firm firmab aba a Ríos Ríos y Pa Pala laci cio, o, que que era era blan blanca ca,, eleg elegan ante te,, impo impone nent nte, e, orgu orgull llos osa, a, y, a pesa pesarr de su pied piedad ad,, ma mall hablada, parece que dijo, que su primer nieto, Francisco, -Quique-, era mas de los Ríos que de los Zapatas. Porque el niño nació muy blanco, de ojos azules, nariz alta y rasgos que no parecían heredados del bueno de Manuel Antonio Zapata. Por eso la abuela se dio en el trabajo de criarlo. Así lo hizo. Y le resultó orgulloso. Caprichoso. Autónomo. Despectivo con sus hermanos y sus padres, y por eso, Agripina se lo dejó a la abuela, imponiendo élla su voluntad, por sobre el abuelo Manuel Antonio Ceballos, el herrero. Por éso, cuando Quique apareció en Bello, y casi toda la familia Ceballos Ríos se había extinguido en Amalfi, quedando apenas, una hija natural del hijo mayor de los abuelos, es decir, el último de los hermanos, de Agripina, Toño Ceballos; mi madre ni se alegró ni se conmovió, simplemente, le abrió un espaci espacio, o, mient mientras ras se insta instalab laba a a trabaj trabajar ar en Bello. Bello... .. (Ven (Ven ustede ustedes, s, porque detesto a los genealogistas?) ****** Una noche de la primera semana de 1944, Chucho llegó a nuestra casa, orientando un camión que llevaría nuestros enseres a una casita situada entre Medellín y el pueblo de Robledo. La casita estaba al borde de la carretera, haciendo parte de un barrio de no más de veinte casas, con paradero de buses, y desde el cual podía uno viajar en bus hasta el pueblo de Robledo, o seguir hacia el centro de Medellín. Ni siquiera recuerdo el nombre de ese barriecito. Pero la casa, aunque no tenía solar, porque 71
estaba sobre un banqueo hecho por el corte vertical de un barranco, tenía suficientes comodidades. Buena agua, buena luz y varios cuartos amplios y bien embaldosados... Estábamos allí, porque le había explicado a mi familia, que la escuela de química, que había funcionado en una casa grande cerca del Liceo Antioqueño, sería trasladada a un hermoso edificio que quedaba más arriba, sobre casi la misma carretera, en un edificio que form formab aba a todo todo un camp campus us,, arb arbori orizado zado,, con con jardi ardin nes, es, una una luj lujosa osa cons constr truc ucci ción ón en conc concre reto to y ladr ladril illo lo,, exac exacta tamen mente te frent frentee a la famo famosa sa Escuela Nacional de Minas, separado de ésta, la más famosa escuela de ingeniería de Colombia, por el ancho de la carretera que, precisamente allí, tomaba la ruta de la vía al pueblo de San Cristóbal. Una región de veraneo y cultivo de flores. Así que, de la noche a la mañana, nos cambiamos de vivienda, a un lugar silencioso, tranquilo, donde yo podía continuar mis estudios en e n la Escuela, que me quedaba a diez minutos de mi casa, a pie. Lo más curioso es que no sentí pesar por dejar a Bello, un pueblo que me había dado tanto. Así he sido siempre, un poco ingrato. Pero es que pareciera que vivo hacia el futuro... Sin embargo, ahora que recuerdo estas cosas, pienso, si no fuí absolutamen absolutamente te egoísta al proponerle proponerle a mi familia el cambio de residencia residencia,, buscando mi propia conveniencia. ¿ A quién, distinto de mí mismo, le convenía vivir en ese barrio, al borde de la carretera, lejos de la iglesia, lejos del mercado, lejos del trabajo de Adán y de Eva, sin ningún recurso a la mano? Hoy comprendo claramente que la mayoría de las decisiones equiv equivoc ocad adas as que tomam tomamos os en la vida vida,, obed obedec ecen en a inte intere rese sess egoí egoíst stas as.. Sufrimos mucho con esta decisión. Gané tiempo, para mis propósitos. Pero todas las personas que me rodeaban se perjudicaron. Me empezaron a hacer falta los amigos de Bello. Desde el negro Chucho, hasta la niña de los ojos verdes. Le robaba tiempo a mis estudios del segundo año de car carrera rera,, para ara leer eer aut autores ores ruso rusoss que que me traía raían n fasc fascin inad ado: o: Fedo edor Dostoyevsky, Nicolai Gogol, León Tostoi, Antón Chejov. En ese año me empezó, sin guía ni consejo de nadie, una fiebre por la lectura que me atacó, sin que me haya podido destruir, porque, al parecer, es la mejor y más rica fuente de vida. Mi forma de leer, desde esos tempranos tiempos y todavía hoy, es muy singular: como lo que he buscado es la belleza, la originalidad, la fantasía, la poesía, el arte puro, sin importarmen para nada nada las las ideo ideolo logí gías as,, el triu triunf nfo o o el desa desast stre re de prin princi cipi pios os soci social ales es o políticos; leyendo a Dostoyevsky, palpando su pasión por el juego, o sus introspecciones acerca del crimen, por ejemplo, me embelesaban la trama, la creación, el lenguaje psicológico, los sentimientos vapuleados, el dolor, pero pero sin sin pone ponerm rmee a espec especul ular ar en los los sign signif ific icad ados os polí políti tico cos, s, soci social ales es,, religiosos, o de cualquier índole que intente o puedan sacarme de este raro gusto por leer así. Por eso, nunca pude entender los “análisis literarios” que hicieron tantos intelectuales de las misma obras literarias que yo habí había a leíd leído. o. He dete detest stad ado o los los llam llamad ados os “sig “signi nifi fica cado doss ocul oculto tos” s” que que descubren ciertos críticos al leer un libro. Procuro leer libros de significado explícito. No importa que el libro valla claramente contra mis creencias, si tien tienee una una form forma a de escr escrib ibir ir bell bella, a, líri lírica ca,, huma humana na;; si su idio idioma ma es 72
admirrable, si es creativo, etc. Todo lo admiro: Que me cam admi amb bie interiormente, que me destruya lo que creo, éso es otra cosa. En este sent sentido ido,, seré seré eter eternam namen ente te Unamu Unamuni nian ano. o. Por Por eso, eso, desp después ués de habe haberr recorrido recorrido un camino camino tan largo en mi formación formación intelectual, intelectual, me preguntan preguntan ahora ¿cómo es que usted, con tantos principios científicos en la cabeza, cree aún en Dios?... ¡Vaya usted a saberlo! – le respondo -, y sigo viviendo como soy. ****** Dura Durant ntee el segu segund ndo o año año de mis mis estu estudi dios os en quím químic ica, a, ahor ahora, a, bien bien instalados en la Escuela de Robledo, sucedieron cambios tan importantes en mi vida vida,, que que toda todaví vía a me ad admi miro ro de que que los los hall halla a supe supera rado do.. Mis Mis matemáticas me enriquecieron mucho, con el estudio más ordenado y sistemático de los temas clásicos, - con su método mecánico y empírico que se practicaba -, pero aprendí geometría analítica, calculo diferencial e integral, un poco de cálculo vectorial y recibí el primer curso de física con del Doctor Jorge Mejía, quien siendo profesor de la Escuela de Minas, bajaba a pie hasta nuestra escuela, con otros profesores, el Doctor Antonio Durá Durán, n, el Doct Doctor or Vill Villa a Carr Carras asqui quill lla a quien quien ya nos nos cono conocí cía, a, el Doct Doctor or Alejan Alejandro dro Delgad Delgado, o, el geólog geólogo o Trujil Trujillo, lo, etc, etc, etc., etc., pues pues ese maravi maravillo lloso so vecindario de la famosa Escuela de Minas, con nuestra incipiente Escuela, fue, en términos sinceros, un verdadero milagro... Digo que la ayuda que le brin brindó dó la Escu Escuel ela a de Mina Minass a la de Quím Químic ica a de La univ univer ersi sida dad d de Anti Antioq oqui uia, a, nunca nunca podr podrá á ser ser ag agra rade deci cida da en su form forma a ad adec ecuad uada a por por la Universidad de Antioquia y por nosotros, los egresados de química de las primeras promociones. La Escuela Nacional de Minas, era, entonces, la madre de la ingeniería en Antioquia. No digo que solamente de la enseñanza, digo, explícitamente, de su práctica, en todos los grandes proyectos de la ciudad; en el desarrollo físi físico co de su área área urba urban na, de sus sus vías vías,, en sus sus aero aeropu puer erttos, en su electrificación, en su organización. A muchos amigos les he expresado desde hace muchos años, que el desarrollo, progreso, disciplina de los gran grandes des proy proyec ecto toss de Anti Antioq oqui uia, a, es la obra obra de sus sus inge ingeni nier eros os,, de sus sus médicos y de sus abogados. A Antioquia la configuraron y la llevaron a la ruta del progreso, los hombres de la Universidad de Antioquia y de la Escuela Nacional de minas... Sobre la Escuela Nacional de Minas se han escrito escrito obras preciosas, preciosas, por ejemplo, la del sociólogo sociólogo Alberto Alberto Mayor Mora, llamad llamada a “Etica “Etica,, Trabaj Trabajo o y Produc Productiv tivida idad d en Antioq Antioquia uia”” y tambié también, n, los múltip múltiples les trabaj trabajos, os, excele excelente ntess y cientí científic ficos, os, del Doctor Doctor Gabrie Gabriell Poveda Poveda Ramos, cuyo prestigio es nacional desde hace años. Pero yo quiero dejar en estas notas tan personales, sentimentales y precarias, as, mi reconocimiento personal a la escuela de minas, como quien le mete al bolsillo distraídamente a un amigo, una pequeña tarjeta, donde escribe, gracias. ****** 73
Cuando avanzaba el segundo año, y todos disfrutábamos de ese ambiente de estudio que nos cautivaba, vino la noticia de que el Doctor Alfredo Restrepo, nuestro flamante director, había renunciado a su cargo y que el nuevo director sería el Doctor Antonio Durán, de quien sabíamos que era profesor de química en la Escuela de Minas. Él ofrecía también Química General, y como yo había aprobado bien ésa materia con Restrepo, no tuve después la oportunidad de ser su discípulo. Algunos muchachos amigos míos que estudiaban en la Escuela de Minas, me decían que era muy exigente, pero también olvidadizo, que tenía días, en que el calcio tenía, unas unas vece vecess dos dos vale valenc ncia iass y otro otross días días,, una. una. ¡Así ¡Así que que inve invent ntó ó el ion ion calcioso!. Pero, por lo que a mí toca, siempre me trató con amabilidad y simpatía. Era un hombre trigueño, más bien grueso, activo, sencillo y buen organizador. Fue el director de la escuela por varios años y cuando yo yo me sepa separé ré de élla élla,, sien siendo do prof profes esor or,, aún aún era era su Decan Decano. o. Al Doct Doctor or Restrepo lo perdí de vista cuando aceptó ser director de una fábrica de cemento, en el Brasil, y apenas, ocasionalmente, volví a verlo. ****** Durante el segundo año de la Escuela de Química, el Consejo Directivo de la Universidad decretó que desde esa fecha (1944), se llamaría Facultad de ingeniería química. Y como el grupo de los fundadores se había reducido por las causas ya esbozadas, se abrió admisión para nuevos alumnos. Entró un grupo de jóvenes muy bien seleccionados. Recuerdo a Hernán Gómez, Hernán González, Manuel D. Mier, Alfredo Bacci, y, - lo digo sin much mucha a segu seguri rida dad d – Fabi Fabio o Góme Gómez, z, quien quien habí había a ensa ensaya yado do estu estudi dios os de Bact Bacter erio iolo logí gía a en Bogo Bogotá tá y regr regres esó, ó, algo algo desa desani nima mado do,, de nuev nuevo, o, a la Universidad de Antioquia. Lo cierto fue que Fabio solicitó habilitar las materias de química, matemáticas y otras, a fin de igualarse con nosotros en el segundo año. Presentó sus exámenes. Los aprobó. Empezó a asistir a los los curs cursos os norma normale less y volv volvim imos os todo todoss a asist asistir ir al espec espectá tácul culo o de su prodigiosa inteligencia. Un día, un día en mi memoria, infortunado, tras una discusión con otro compañero, vi que Fabio perdía de una vez, su juicio y su orden mental... Se apartó del del grupo. Llevó sus manos a la cabeza, enrojecido, cong conges esti tion onad ado o y ab abso solu luta tamen mente te ido ido del del luga lugarr dond dondee esta estaba ba.. No era era agresivo. Nunca lo fue. Quería irse del lugar. De pronto, se quiso refugiar en una silla, y se calló al piso. Quisimos auxiliarlo. Trajimos agua. La bebió. Se calmo. Ofreció disculpas y se marcho hacia la carretera, en busca de transporte para su casa. Quedamos, los que sabíamos quien era, desola desolados dos... ... Así empezó empezó su desequ desequili ilibri brio o que, que, pasado pasadoss los días, días, le fue diagnosti diagnosticado cado por un especialist especialista, a, como una esquizofren esquizofrenia. ia. Lo internaron internaron en un sanatorio. Sufrió hasta lo indecible, mejoraba, decaía, una veces me reconocía y otras pasaba a mi lado, indiferente. Yo estaba ya trabajando en Cali como profesor de la Universidad del Valle, cuando me dieron la noticia de que había muerto... Como un sencillo homenaje a su memoria, no 74
volveré a mencionar su nombre en estas notas, aunque su recuerdo me acompañará siempre. ****** En ese año de 1944, la universidad se aprestó a conseguir profesores propios para los cursos de la profesión propiamente. El profesor Aycardo Orozco, un experto en química analítica inició la química cualitativa y cuantitati cuantitativa. va. Era un hombre joven, joven, agrónomo, agrónomo, experto experto en suelos, suelos, pero bien bien info inform rmad ado o en el anál anális isis is quím químic ico o en gene genera ral. l. Inic Inició ió el dise diseño ño,, construcción y dotación de los laboratorios, tanto de su área, como de la Química Orgánica. Dinámico, recursivo, simpático, con una gran vocación de profesor. Con la ayuda del Doctor Duran, en menos de seis meses lograron dotar de los elementos fundamentales, los laboratorios: mesas adecuadas, instalaciones eléctricas, de gas, agua, campanas extractoras de ga gase sess etc. etc. La facul faculta tad d asumi asumió ó desd desdee ento entonc nces es el aspe aspect cto o de una una verdadera facultad de química. En este trabajo, la Escuela de Minas jugó un pa pape pell fund fundam amen enta tal. l. En las las clas clases es teór teóric icas as,, el Doct Doctor or Oroz Orozco co se exasperaba un poco... Un día, sacó al tablero, a uno de los alumnos que se perfilaba como de una inteligencia excepcional. Hablo de Rafael Giraldo. Un muchacho sereno, calmado, como displicente, pero de una capacidad de anál anális isis is,, reco recono noci cida da por por todo todos. s. Le dict dictó ó un ejer ejerci cici cio o numé numéri rico co de química analítica. Giraldo, sin sacar su mano izquierda del bolsillo del pantalón, copió los datos. Los empezó a examinar, despacio, lentamente, el profesor se exasperó. Pero hombre, le dijo, póngale ánimo, y saque la mano del bolsillo que me molesta mucho... Giraldo levantó la cabeza despacio, miró al profesor y calmadamente, le respondió: Doctor, yo no pienso con las manos sino con la cabeza. Además “búsquese problemas berracos, que éste es una pendejada”. Se puso a resolver el problema, explicándolo a todos... El profesor y todos, nos reímos. Perdóneme Rafita, le dijo el profesor, todavía riéndose. Perdóneme usted, profesor, respondió Rafael, a quien, en realidad le decíamos todos así, Rafita. Otro profesor que llegó ese año también, fue el químico Raúl Gualteros. Era Er a real realme ment ntee doct doctor orado ado de la Univ Univer ersi sida dad d de Loba Lobain ina, a, en sínt síntes esis is orgá orgáni nica ca.. Alto Alto,, con con la cabe cabeza za lige ligera ramen mente te incl inclin inad ada a y un tic tic nerv nervio ioso so consistente en llevarse a cada momento el índice de la mano derecha extendido, a la parte posterior del cuello, como si le estuviera picando siempre una avispa. Nos atormentó con las reacciones de Grignard, hasta que nos supieron a cacho. Escribía con una bonita letra en el tablero. Dibujaba muy bien los hexágonos del benceno, y golpeaba el tablero con su índice extendido, el mismo que se llevaba al cuello, recalcando las cond condic icio ione ness de la reac reacci ción ón o los los cata catali liza zado dore ress usad usados os.. Seri Serio o con con los los estudiantes, imponía con su sola presencia respeto y disciplina, pero era atento, respondiendo con gusto a las preguntas. 75
Creo que fue hacia el final del año, cuando llegó a la Facultad, el Doctor Luis uis Pérez Medi edina. De mediana ana estatura, más bien peque queño. Eleg Elegan ante teme ment ntee vest vestid ido o. Pá Páli lido do.. Bien Bien afei afeita tado do.. Seri Serio. o. Doct Doctor or de la Universidad alemana de Gotinga. Allá recibió su Doktor con K, en síntesis orgánica. Pasó a los Estado Unidos de Norte América, a la Universidad de Wiscon Wisconsin sin,, y tambié también n recibi recibió ó allí, allí, su PhD. PhD. Una autori autoridad dad en químic química a orgánica. Huilense, pero ya sin acento. Culto, amable, de un don de gentes que nos fascinó, y sus clases, un modelo de órden, claridad, amenidad, de un humo humorr inco incomp mpar arab able le.. Fué Fué el prim primer er inve invest stig igad ador or en quím químic ica a que que tuvimos en la Facultad. Al Doctor Pérez Medina le tocó ver las olimpiadas mund mundiiales ales de 1936 1936 en Alem Aleman aniia, y nos nos cont contó ó que que la dele deleggació ación n Colombiana, que él fue a saludar, “eran unos negritos flacos, que no gana ga naro ron n ni una una medal medalla la.. En luga lugarr de envi enviar ar a unos unos moce moceto tone ness bien bien plan planta tado dos, s, alto altos, s, así así no hubi hubier eran an,, tamp tampoc oco, o, ga gana nado do ning ningún ún trof trofeo eo”. ”. Seguíamos, claro esta, en la Segunda Guerra Mundial. El nunca dió signos de ser Nazista, pero como “el que entre la miel anda, algo se le pega”, como dice el refrán, debió sufrir el impacto de la propaganda y de los desfiles de los jóvenes alemanes, alemanes, ellos sí altos, altos, rubios rubios y engreídos engreídos,, quienes, quienes, a su vez, fueron fueron avergon avergonzad zados os ante el mundo mundo por el negro negro J. Owens, Owens, de EE UU. ¡Cosas de los tiempos!... El doctor Pérez fue uno de mis primeros socios, en una compañía de fabricación de gelatina comestible que tuve el honor de prom promov over er,, en mi prim primer era a aven aventur tura a indu indust stri rial al,, unos unos cuatr cuatro o años años después de haberme graduado de ingeniero químico. “Fábrica Nacional de Gelatina” se llamó: “Fanagel”. Pero también nos contó que, cuando ya estaba terminando su carrera de Química en Alemania, un profesor los llevó a una fábrica de medicamentos. Que al entrar, los hacían pronunciar una frase especial, por un micrófono, y si el experto de adentro notaba que el visitante era extranjero, cualquiera que fuera su país de origen, guardias especiales le impedían el acceso. Que él había sido autorizado a entrar a la fábrica. Así era era pues pues,, de perf perfec ecto to su Alem Alemán án.. Pero Pero que que otro otro día, día, en otra otra fábri fábrica ca,, después de ser autorizado para continuar la visita, un u n guardia preguntó, al verlo entre el grupo de alemanes: “y ése paliducho, pequeño, ¿es también alemán?. Para Para nosot nosotros ros,, estudi estudiant antes es princi principia piante ntes, s, en una pequeñ pequeña a Facult Facultad ad de Química que apenas se iniciaba, en 1944, hace más o menos 60 años; en una una ciud ciudad ad que que no alca alcanz nzab aba a los los 300. 300.00 000 0 habi habita tant ntes es;; en un pa país ís subdesarrollado de América Latina, estas historias, estos relatos hechos por una especie de Marco Polo, - para nosotros -, que tan amablemente respondía a nues uestra ingenua curiosidad ad,, nos deslumb umbrab aban an.. Imag Imagin ináb ábamo amos, s, cómo cómo serí serían an esas esas ciud ciudad ades es de que nos nos habl hablaba aba,, esos esos edificios que la guerra destruía, esos pueblos en éxodo, y esas armas diabólicas, conque, según escribió Heminguay en su vieja novela “Al otro lado del Río...”, las señoras de los generales creían, en sus tardes de te, acabarían con todas las guerras en un segundo”. El Doctor Pérez Medina para nosotros, empezó a ser una especie de Mago, y, en el folclor paisa, un 76
hombre verdaderamente “ayudado”... No nos defraudó. Fue verdaderamente un maestro de grata recordación para todos. Elevó el nivel y el nombre de la Facultad. Quienes siguieron su especialización, gozan hoy de prestigio. ****** Aunque por el año de 1944, la Facultad Nacional de Minas era un modelo de Escuela de Ingeniería en Colombia, y otro tanto se puede decir de las Facultades de Derecho y de Medicina de la Universidad de Antioquia, lo cierto es que nuestra Escuela o Facultad de Química era, todavía, un ensayo sin ninguna definición de carácter profesional... Estudiábamos sus alumnos cursos de química, como porque de química era el nombre que llev lleváb ábam amos os.. Estu Estudi diáb ábam amos os ma mate temá máti tica cass y físi física ca,, por por que que tamb tambié ién n llev lleváb ábamo amoss el nomb nombre re de inge ingeni nier eros os,, pero pero,, sinc sincer erame ament nte, e, vist vista a a la distancia, era como una hechura confeccionada al gusto de los ingenieros civile civiles, s, de las intui intuicio ciones nes algo algo capric caprichos hosas as de Alfred Alfredo o Restre Restrepo, po, y, en síntesis, sin una filosofía profesional clara... ****** La pers person ona a que cent centró ró la Facu Facult ltad ad,, esa esa pers person ona a que que le dijo dijo:: ésto ésto es Ingeni Ingenierí ería a Químic Química. a. Ésto, Ésto, es Químic Química a pura. pura. Esto, Esto, Químic Química a indust industria riall clásica, etc. Dándonos filosofía, quiero decir, lenguaje, objeto, derroteros, per perfil files inte intellectu ectual alees, asig asign natur aturas as ap apro ropi piad adas as,, y un espí espírritu itu de competencia que nos colocó en la primera línea de la ingeniería química en Colomb Colombia, ia, fue, fue, afortun afortunadam adament ente, e, un profes profesor or Chile Chileno, no, formado formado como como ingeniero químico en los EE UU. Con título de PhD en tal ingeniería, un hombre hombre como como ilumin iluminado ado,, como como electr electriza izado, do, activo activo,, nervio nervioso, so, ejecut ejecutivo ivo,, honesto, riguroso, y, para mí, el primer apóstol de mi profesión que conocí. El amor, el orgullo y el profundo sentido de pertenencia que toda mi vida profes profesion ional al he mostra mostrado do hacia hacia mí profes profesión ión,, sin desvia desviacio ciones nes hacia hacia la administración industrial, ni hacia la economía industrial, ni a hacia las cien cienci cias as o tecn tecnol olog ogía íass de cual cualqui quier era a otra otra índo índole le,, sino sino pres presen enta tand ndo o sencillamente mi modesto título de ingeniero químico, de la Universidad de Antioquia, se lo debo todo al Doctor Guido Horquera, de quien hace rato estoy hablando. El profesor Horquera fue un hombre de regular estatura, blanco, blanco, de frente frente amplia, amplia, vocalizació vocalización n clara y enfática, enfática, ordenado como un buen buen dicc diccio iona nari rio, o, hábi hábill pa para ra calc calcul ular ar,, que que no pres presum umió ió nunc nunca a otro otross conocimientos que los de su profesión, que fueron muy profundos. Nos ofreció, él sólo, pues no había otro profesor entre los muy capacitados químicos que habían llegado, otro siquiera que conociera su campo. Así que se propuso enseñarnos los fundamentos de la ingeniería química a travé travéss de ma mate teri rias as pa para ra noso nosotr tros os nuev nuevas as:: Bala Balanc nces es de mater materia ia y de energía, los fundamentos de las Operaciones Unitarias, que entonces era el cora corazó zón n de la prof profes esió ión; n; elem elemen ento toss de termo termodi diná námi mica ca indus industr tria iall y rudimentos de diseño de quipos... Serio. Exigente, respetuoso en el trato y trabaj trabajado adorr hasta hasta el límite límite de la resist resistenc encia ia humana humana.. Diseñó Diseñó un papel papel 77
especial, que hizo timbrar, parte, cuadriculado y parte en blanco, en el que debí debíam amos os entr entreg egar arle le,, todo todoss los los lune luness los los prob proble lemas mas de sus sus ma mate teri rias as (cuatro o cinco problemas) por semana, cuya calificación hacía parte de la nota mensual. De modo que su trabajo consistía, no solamente en las exposiciones de clase, con varios ejemplos, sino también en la calificación de los trabajos de los alumnos, que entregaba llenos de correcciones a mediados de cada semana. Al terminar el segundo semestre de trabajar al ritmo descrito, solicitó un ayudante. Estaba agotado. El Doctor Durán le pidió pidió que abrier abriera a un concur concurso so entre entre los los estudia estudiante ntess que le habíam habíamos os ganado sus cursos. Pero era autoritario. Escogió, obviando el concurso, al autor de estas memorias. Con él trabajé en el oficio de corrector de los trab trabaj ajos os de casa casa,, de los los sigu siguie ient ntes es alum alumno nos, s, hast hasta a su reti retiro ro de la Universidad a mediados de 1946. Volvió a los EE UU de Norteamérica, pero ya había sembrado muchos árboles en un campo que, para su gloria y memoria, resultó fertilísimo. ****** El recuerdo del trabajo y labor del Doctor Horquera, me ha inspirado siempre. En la vida, la dedicación al desarrollo honrado de un propósito, silencios silenciosamente amente,, calladament calladamente, e, deja en la comunidad comunidad muchos muchos mayores mayores efectos, para el bien de todos, que el exhibicionismo, la auto propaganda, y esa vanidosa promoción que, generalmente, resulta transitoria y olvidable, cuan cuando do no es el cami camino no más fáci fácill de hall hallar ar,, por por much muchos os medi medios os,, la destrucción del primer objetivo propuesto. Sé que esta inferencia puede parecer, y es, en efecto, moralista. Pero el frecuente abuso de los modernos métodos de comunicación, la fotografía diaria de la primera página de los diarios y de las revistas, de personas que, al término de su actividad, no pueden mostrar sino eso, viene haciendo de nuestra comunidad nacional, un país carente de propósitos serios. El verdadero significado de la obra del profesor Guido Horquera, no se encuentra en recortes de prensa. Reside y se multiplica, en la conciencia de sus discípulos y en la de los discípulos de sus discípulos, así, los jóvenes que hoy profundizan en los secretos de la ingeniería química en nuestro país, no hayan oído jamás el nombre de Guido Horquera. ****** Por el mismo tiempo que estoy recordando, vino a la Facultad de ingeniería química de la Universidad de Antioquia, un ingeniero Alemán llamado, Kurt Karner, Austriaco, joven, vigoroso, culto, hombre sencillo y adaptable, como si fuera la pura antítesis de esa imagen que, durante la Segunda Guer Guerra ra Mund Mundia ial, l, el mund mundo o ente entero ro se habí había a form formad ado o de la juve juvent ntud ud alemana. El Doctor Karner aún vive. Fue mi maestro en alguna rama de la inge ingeni nier ería ía quím químic ica, a, (con (concr cret etam amen ente te,, en fenó fenóme meno noss de ab abso sorc rció ión n y adsorción). Es experto, con formación alemana, en casi todas las áreas de ésta ingeniería. Rápidamente formó su hogar con una distinguida dama 78
Antioqueña Antioqueña,, y su descendenci descendencia a comparte comparte su vida, como él, en Colombia Colombia y en EE UU. A parte de sus profundos conocimientos conocimientos en su profesión, Kurt Kurt es un políglota; políglota; un día, todavía en la Universidad, confidencialmente, confidencialmente, me dijo: “si a mí me preguntaran, en definitiva, ¿ qué es lo que usted usted mejor conoce, Kurt?. “Respondería en voz baja, Inglés”. A un pequeño grupo de sus alumnos nos ofreció, gratuitamente, lecciones de Alemán, porque para él, tal idioma era indispensable para la Química. El Doct Doctor or Ka Karn rner er fue fue el comp comple leme ment nto o del del prof profes esor or Horq Horque uera ra en la estructuración, filosofía y desarrollo de la ingeniería química en nuestra Univer Universid sidad. ad... .. Contin Continuó uó la obra obra de Horque Horquera, ra, agr agregá egándo ndole le sus propia propiass cualidades de universalidad, rigor y cultura. ****** Por varias circunstancias presentadas en nuestra Facultad, como fueron, la ausencia temporal del Doctor Jorge Mejía, el más aclamado profesor de Física, cálculo, mecánica y resistencia de materiales, que entonces eran cursos de nuestro PLAN de estudios; y el incremento casi exponencial de alumnos en los años inferiores, y, además, el retiro del Doctor Horquera, hacia 1946, el Decano, Doctor Antonio Durán tuvo que apelar a profesores jóvenes para algunas materias. Tuve el honor de ser llamado por el Decano y el Conse Consejo jo de Facu Facult ltad ad,, pa para ra aten atende der, r, como instr instruct uctor or,, a vari varias as cátedras, cátedras, aún sin completar completar mis estudios: física general, en primer primer lugar. lugar. Beneficio de minerales, por otra. ¡Cosas de las circunstancias!. Este curso le pertenecía por derecho propio, al PhD., Hernán Garcés González, un bri brillan llante te ing ngen enie ierro de min minas que que hab abía ía reg regresa resado do de los EE UU, UU, especializado en tal campo y que nos había dictado ese curso, como otra de las inapreciables colaboraciones de la Escuela de minas con nuestro aún no corregido programa... No sé, si por ser yo el hijo de un minero, que determinó en mí un amor grande por las piedras de la Tierra, o porque había entendido y estudiado con gusto las lecciones ofrecidas por el Doctor Garcés, o porque comprendí que un país rico en rocas y minerales, los procesos de su beneficio eran (y son) muy importantes, me fue ofrecido y acepté seguir el programa general que el mismo profesor Garcés había diseñado. No sería la última vez que en mi larga vida de profesor, me vería abocado a cumplir compromisos similares. La verdad fue que en esos lejanos años, tuve que conseguir y leer libros que aún conservo, sobre un tema que sigue pareciéndome hermoso y útil... Pero hay más. En su esfuerzo por conducir ése, ahora grande y pesado tren de la Facultad, el Doctor Durán me encargó también, de un curso sui géneris, propio de esos tiempos, llamado, Nomografía y Cálculo gráfico. No era ésta, una materia difícil, pero sí muy útil. Comprendía el manejo de datos empíricos de ingeniería, obtenidos por experimentación, o análisis teórico de ecuaciones ya exist existent entes. es. El manejo manejo de tales tales datos datos compre comprendí ndía: a: constr construcci ucción ón de ecuac ecuacio ione ness y gráf gráfic icos os de los los da dato tos. s. Cons Constr trucc ucció ión n de Nomo Nomogr grama amas, s, y obte obtene nerr infer inferen enci cias as lógi lógica cass de tal tal info inform rmac ació ión. n. En esos esos tiem tiempo pos, s, los los estudiantes de ingeniería trabajábamos con las famosas Reglas de Cálculo, 79
(aún conservo la mía, Dúplex Log-log, como un recuerdo). El progresivo desarrollo de los medios mecánicos, eléctricos y electrónicos de cálculo, hici hicier eron on obso obsole leto tos, s, no sola solamen mente te la quer querid ida a Regl Regla a de Cálcu Cálculo lo,, sino sino,, también, la dicha materia, que, en mi juventud, me agradó tanto. No obstan obstante te tantas tantas respon responsab sabili ilidad dades es person personale aless con mi Facult Facultad, ad, logré logré terminar mis estudios reglamentarios para optar al título de Ingeniero Químico en 1947, con otros diez excelentes amigos y colegas. Claro, al terminar mis estudios, quedé engarzado con mis responsabilidades con la Facul Faculta tad. d. El Doct Doctor or Durá Durán n habí había a ap apro robad bado o mi nomb nombra rami mien ento to como como profesor de la Facultad, y en el curso de cinco años justos de trabajo duro, puedo decir, que había adquirido una formación como ingeniero químico, aceptable.
VI Aunque mi vida personal y familiar había mejorado un poco, no solamente a causa de mi corto salario como instructor en la Facultad, sino también porque mi hermana Eva, había logrado conseguir un modesto puesto en el Municipio Municipio de Medellín, Medellín, como secretaria en alguna alguna de las dependenci dependencias as de las Empresas Empresas Públicas Públicas Municipales; Municipales; Adán, Adán, seguía trabajando trabajando en alguna alguna pequeña empresa de carácter comercial y seguía, para su gusto solamente, tocando su lira, su guitarra y soplando su dulzina. Jóse y mi madre, al frente del hogar. Nos habíamos cambiado de casa. Hacia 1948 vivíamos en un lejano barrio de nombre nombre San Javier, Javier, en La América, América, un barrio barrio popular de Medellín. Allí tenía mi alcoba independiente, que por razones de mi oficio e indeficiente afición a la lectura, fui llenando de libros. Tra Traba baja jaba ba en la Facu Facult ltad ad de inge ingeni nier ería ía como como inst instru ruct ctor or de Físi Física ca y Fisicoquímica, solamente. Esta última materia, había corrido con mala suerte desde el primer curso, que se ofreció ofreció en el tercer año de la carrera. Tuvo varios profesores que yo recuerde: Un muchacho, Master de los EE UU., precisamente del Instituto Tecnológico de Massachussets, quien la ofreció a mi grupo. Era hábil para resolver problemas, pero mal expositor de los los temas temas.. Pron Pronto to dejó dejó la Facu Facult ltad ad pa para ra dedi dedica cars rsee a la indu indust stri ria. a. Apareció también un científico ruso, llamado Alxis de Yakimac, contratado por la Universidad, también en EE UU. Pronto los alumnos percibieron que apenas sabía saludar en castellano. Por lo demás, no comprendía ni mu, mu, como como se dice dice.. Alto Alto,, blan blanco co como como una una porc porcel elan ana a blan blanca ca,, seri serio, o, orgulloso o tímido, o quizás, sin nada que decir en el idioma de Cervantes. Adop Adoptó tó el méto método do de pone ponerr a los los alum alumno noss a expl explic icar ar dete determ rmin inad ados os capítulos de un libro de Fisicoquímica en inglés, de un profesor de apellido Millar Millard. d. En ese tiempo tiempo,, un texto texto muy apreci apreciado ado.. Pero Pero existí existían an varios varios 80
problemas para el desarrollo de su método. En primer lugar, muchos de los alumnos no eran capaces de leer un texto en inglés; segundo, tampoco existían entonces textos de Fisicoquímica traducidos al Español; y, por último último,, nuestr nuestros os estudi estudiant antes, es, en genera general, l, siguen siguen la línea línea de la menor menor resistenci resistencia, a, y un curso en el que ellos sean los únicos responsables responsables de su aprendizaje, lo abandonan irremediablemente. Fue lo que le sucedió al Doctor Yakimac. Se contaban de sus clases, anécdotas deliciosas. Que algún estudiante estudiante pasó al tablero a exponer exponer un capítulo de Termoquímic Termoquímica. a. Dijo cuatro frases del tema, enfatizando los términos, mientras escribía varias ecuaciones químicas. Luego, se puso a contarles a los compañeros un cuento verde. Todos los compañeros se rieron, y el Doctor Yakimac, por primera vez, se levantó de su asiento. Felicitó al alumno. Lo abrazó, y de ahí en adelante, el alumno fue el héroe del grupo. A los pocos meses, el profesor ruso dejo la Universidad. De modo que antes de iniciarse el curso de Fisi Fisico coqu quím ímic ica, a, el Deca Decano no me pidi pidió ó que, que, por por favo favor, r, saca sacara ra de ese ese atolladero a la Facultad, encargándome de la Fisicoquímica y la Física solamente. ****** Tuve para prepararme, prepararme, las vacaciones vacaciones largas entre 1947 y 1948. Cuando, Cuando, en Febrero de 1948, entré al salón de clases a ofrecer mi primer curso de la susodicha materia, había estudiado ya, en tres libros los principios de élla. Había estudiado en el famoso libro del profesor Samuel Glasstone, llamado, Text-Book of Physical Chemistry, casi todo el programa. Me había detenido a trabajar por muchos días y noches, los problemas propuestos por el Doctor Millard en su libro respectivo. Y conocía ya bien el texto que se habí había a impue impuest sto o en la facul faculta tad, d, de Prut Prutto ton n y Maron Maron,, fund fundame ament ntal al Physical Chemistry. Creo, honestamente, que el curso fue aceptable para mis alumnos. Así empezó mi verdadera carrera de profesor, que ejercí durante cerca de cuarenta y dos años. ****** Muchas veces me he preguntado, qué es ser profesor. No es la primera vez que que me form formul ulo o est esta pregu regunt nta. a. En su resp respue uest sta a me ha pa pare reci cido do importante diferenciar entre las cualidades de las personas que llegan a ser profesores y las funciones que tiene éste oficio. Quiero consignar aquí lo que he pensado sobre ambos aspectos: En primer primer lugar lugar y desd desde e el punto de vista vista de la pers person ona, a, creo creo que un profesor es alguien a quien le gusta enseñar lo que sabe. Pero para ello, debe debe poseer poseer ciertas ciertas aptitudes aptitudes person personales ales,, que lo calific califican an para el ofici oficio. o. Pienso en: claridad y fluidez en la expresión expresión oral. Ni persona precipitada en el discurso, ni tan lenta, que no encuentre las palabras. Persona que no llev lleve e las las pausa pausas s hasta hasta el sile silenc ncio io prol prolon onga gado do y deje deje al audi auditor torio io en susp suspen enso so.. Ni apab apabul ulle le al audi auditor torio io con con pala palabr bras as,, como como con con el fin fin de confundirlos. Que sea bien hablado. Recursivo en el lenguaje. Con sentido 81
de fino humor, de preferencia, y capaz, por lo menos de sonreír con ánimo, ante las situaciones que verdaderamente lo merezcan. Es clásico el cuento del tartamudo a quien no le dieron el puesto de locutor porque tenía sus pies planos. Esos profesores que hablan como desafiando al auditorio, o mirando a los alumnos como con ira, los tuve, y me parecen detestables. Aquel que no permite que lo interrumpan, así sea con preguntas elementales, no es un buen profesor, claro, si no es una burla reiterada... El orden, la disciplina, jamás se consiguen con gritos. La exposición de cualquier materia ante un audi audito tori rio o, debe deberí ría a ser siem siempr pre e un diálo iálogo go amen ameno. o. Una Una espec specie ie de comun comunic icaci ación ón con con ideas ideas,, capaz capaz de estimu estimular lar la intel intelig igen enci cia a en ambos ambos sentidos.
Respecto Respecto del oficio oficio mismo, mismo, he pensado, que toda materia o asignatura, asignatura, de un Plan de Estudios, es, por su propia inclusión en el plan, importante. Si no lo es, serán los profesores y los alumnos, los que llegan a la conclusión de que debe cambiarse. Ahora bien. La diversidad de los conocimientos, es lo que fundamenta las especializaciones, y éstas se escogen, de acuerdo con con las las ap apti titu tude dess indi indivi vidu dual ales es.. Por Por ejem ejempl plo, o, todo todoss los los inge ingeni nier eros os estudiamos física, pero no todos dedican su vida a aprender física. Un alumno de ingeniería química, estudia termodinámica, transferencia de calor etc., pero por circunstancias particulares, o por aptitudes, dedica su vida al estudio, investigación, o práctica de los procesos químicos, que también pertenece a su plan de estudios. Entonces, el profesor, procede así así prec precis isam amen ente te.. Le gust gusta a una una ma mate teri ria, a, un camp campo, o, y en él quie quiere re desenvolver sus aptitudes. El autor de estas notas, desde que recibió por primera vez las lecciones iniciales de la fisicoquímica, y tuvo luego, por las circunstancias ya esbozadas, la oportunidad de enseñar esa materia, le pareció fascinante, y en ella se quedó, explorando sus campos por toda su vida útil. Las personas que me conocen, saben que no alcance un nivel de altura universal en la fisicoquímica, pero nunca, tampoco, me consideré, ni mis alumnos me consideraron una nulidad en mis cátedras; salvo, claro esta, a aquellas personas a quienes les fui antipático, que afortunadamente, no fueron muchas. Antes de ocuparme de exponer las cualidades generales del oficio de enseñar, quisiera explicar brevemente, por qué dedique mi vida universitaria principalmente, a la fisicoquímica. ****** La fisicoquímica es una ciencia universal. Una especie de micro cosmos. Es una exposición sistemática y ordenada, de las principales propiedades físicas y químicas de la materia. En el fondo, participa de esa cualidad fáustica del mundo, y tal vez en éste aspecto, me cautivó desde mi primer curs curso. o. Desp Después ués comp compre rend ndíí que que era, era, en sínt síntes esis is,, como como el ABC ABC de las las ciencias. Nació como un resùmen de los adelantos de la química, y de la física a fines del siglo XIX, y fue creada por el Doctor Wilhelm Ostwald, una una de las cabe cabeza zass visi visibl bles es de la cien cienci cia a alem aleman ana a de su tiemp iempo o. Concre Concretame tamente nte expone, expone, con mayor o menor menor detall detallee el desarr desarroll ollo o de la estructura del átomo y los mecanismos de la formación de las moléculas. 82
Los estados de agregación de la materia: teoría y conocimientos del estado gaseoso, lo poco que se sabe del estado líquido y la formación y estructura de los sólidos. Analiza las reacciones químicas en toda su extensión, desde las las causa causass termo termodi diná námi mica cass de élla éllas, s, pa pasa sand ndo o por por la velo veloci cida dad d a que suced suceden en,, y los los meca mecani nism smos os elec electr trón ónic icos os de la form formac ació ión n de nuev nuevos os compue compuesto stos, s, etc. etc. Se ocupa ocupa de los estado estadoss disuel disueltos tos de las sustancia sustanciass iónicas y no iónicas; los coloides etc. Si se profundiza en los pormenores de estos procesos, procesos, lo que se percibe percibe es como la filosofía filosofía de la ciencia ciencia de la materia y ésto, para un verdadero científico, es lo que apasiona de la fisicoquímica. ****** ¿Cóm ¿Cómo o expo expone nerr ante ante estu estudi dian ante tess prim primer eriz izos os el prog progra rama ma ante anteri rior or?? tomando la fisicoquímica como un buen ejemplo del método general de exposición, se pueden hacer algunas observaciones: (a) La noticia histórica del origen y desarrollo de la ciencia es conveniente. (b) El énfasis en la matemática necesaria para comprender los temas, es muy conveniente. (c) Destacar la posición y relaciones de la materia en el conjunto de los conocimientos, es útil. (d) Destacar su utilidad en todo sentido, ayuda. La claridad, precisión, la búsqueda de ejemplos motivantes. La resolución de proble problemas mas no obvios obvios.. Resalt Resaltar ar los los campos campos más import important antes es donde donde la fisicoquímica entra etc., todo esto ayuda a la comprensión y motivación del alumno. ****** El desarrollo de mis cursos en la facultad, pues, era, normal. Pero, el nueve de Abril de 1948, a la una y media de la tarde, se escuchó la noticia de que el Doctor Jorge Eliécer Gaitán había sido asesinado en Bogotá. Nunca fui un político. Pero dentro de mi silencio, jamás he sido indiferente a la suerte de Colombia. Descendí de la secretaría de la Facultad, en el segundo piso, precipitadamente al primero, sin mis libros, como un loco, buscando el transporte a Medellín. Recuerdo, como si fuera hoy, que en mi carrera topé con un profesor auxiliar, joven de Minas, a quien apenas le había hablado alguna vez y le comunique angustiado la noticia. Me miró un poco despectiva despectivamente mente y me dijo: dijo: “cálmate. “cálmate. Ahora el presidente Ospina Ospina Pérez apacigua toda protesta”. Siguió sin inmutarse, ascendiendo la cuesta que lo llevaba a su Facultad, la de Minas. Nunca supe la ideología de ese ingeniero, ingeniero, pero hoy me parece verlo, tranquilo, de traje gris... gris... Llegué Llegué a mi casa después de observar el caos que se había formado en las calles de la ciudad. Por recomendación explícita de mi madre, permanecí en mi casa escuchando las noticias de Bogotá, que contaban la reacción del pueblo por el crimen. Ante todos los peligros que amenazaban, la Universidad decretó cese de actividades hasta nueva orden y yo me refugié a leer en mi casa. 83
En esos días recibí la respuesta a una carta que había escrito, como por no dejar, a un anunciador de El Tiempo, en el que solicitaban, de un cierto ingenio azucarero, a un ingeniero químico joven. En verdad, todavía no me habí había a deci decidi dido do ab abso solu luta tame ment nte, e, a ser, ser, por por toda toda la vida vida,, un prof profes esor or universitario. Fue sobre esa base que antes del nueve de Abril había respondido al aviso. La fecha de la respuesta que recibí, también era anterior al día de la tragedia. Me pagaban una entrevista en Bogotá, con un seño señorr de nomb nombre re Ra Ramó món n Muño Muñozz Tole Toledo do,, y da daba ban n en la cart carta a la dirección de la oficina –Gerencia del Ingenio Central San Antonio. Puse un tele telegr grama ama al seño señorr en menc menció ión n dici dicién éndo dole le que que viaj viajar aría ía a Bogo Bogotá tá a la entrevista inmediatamente se calmaran los ánimos en la capital. Tuve que leer en mi casa, por cerca de veinte días. Una mañana viajé en Scadta, la compañía de aviación, a la capital, que en verdad, no la conocía. Había vist visto o en los los peri periód ódico icoss y revis revista tas, s, foto fotogr grafí afías as de ciud ciudad ades es Euro Europe peas as bombar bombardead deadas as durant durantee la guerra guerra,, pero pero tales tales fotogr fotografí afías, as, fuera fuera porque porque estaban situadas en otros países o porque nunca las había conocido, me impresionaban, pero nunca me llevaron al paroxismo. Tampoco había visto antes a Bogotá, pero al llegar a ver el espectáculo de sus calles y edificios destruidos, casas todavía humeantes, gentes aterradas como yo, algunas llor lloran and do; niñ niños mugr mugrie ient ntos os rebu reburu rujjando ando los esco scomb mbro ross, y aq aque uell espectáculo de desolación y miseria, me detuve en una esquina y lloré en público, sin importarme nadie en absoluto. Había llegado el día anterior a una pensión que me habían recomendado, y por temor, resolví que esperaría al día siguiente para buscar la dirección. Un señor a quien le pregunté dónde quedaba la dirección que le mostré, me orientó a las oficinas. Me recibió el mismo señor Muñoz Toledo: alto, muy alto. Elegantemente vestido. Atento. Me hizo seguir a su despacho y me felicitó por mi decisión y valentía. “Así son los Antioqueños, señor Zapata, por eso están donde están”. Yo apenas había visto en Medellín, a algún Bogotano. Y éste era uno legítimo. Hablamos, me preguntó si era de Medellín. Le dije de dónde era y, después de ponernos de acuerdo en todo, me pidió que volviera al otro día para que conociera el Ingenio... Al día sigu siguie ient ntee lleg llegué ué a su ofic oficin ina a ante antess de las las nueve nueve con mi ma male leta ta,, que que contenía todos mis haberes: dos pantalones, dos camisas, dos vestidos interiores, medias, crema de dientes y tres pañuelos. Por eso la podía llevar debajo del brazo... El ingenio estaba situado antes del pueblo de Viotá. Adentro de la carretera. Por lo que vi era una fábrica vieja, con un pequeño grupo de casas bien cuidadas, un restaurante grande y varios patios. A su alrededor, cultivos y cultivos de caña sobre lomas y campos que me parecieron secos y estériles. Me presento inmediatamente que lleg llegam amos os a un Seño Señorr de medi median ana a esta estatu tura ra,, aten atento to,, llam llamad ado o Ra Ramó món n Escobar, era el jefe de producción del ingenio, y al señor Ángel María Rodríguez, administrador del ingenio. Este era alto, también simpático y expresivo. Después del almuerzo, me llevaron a ver las casas del ingenio, en una de las cuales estaba la que yo ocuparía con alguien a quien llamab llamaban an el gringo gringo.. Se despid despidier ieron, on, deseán deseándom domee muchos muchos éxitos éxitos en mi trabajo que, hasta ese momento, no sabía cuál sería... Acomodé mis cuatro 84
trapos en una pieza desocupada y me tiré en una cama limpia, amplia y bien tendida. Me quede dormido. Serían las cinco de la tarde cuando me desper despertar taron on las pisadas pisadas de un muchac muchacho ho que, que, además además de unas unas botas botas empantanadas, llevaba puestos unos zamarros de cuero carmelita... Me salu saludó dó,, incl inclin inán ándo dose se pa para ra da darm rmee la ma mano no,, pues pues no tuve tuve tiem tiempo po de levantarme. Rodó una silla vieja hasta el borde de la cama y me dijo que era el jefe de los campos ca mpos de cultivos. Que era Suizo, que había aprendido el cuid cuidad ado o y cult cultiv ivo o de la caña caña en el Bras Brasil il.. Ha Habl blab aba a acept aceptab able leme ment ntee el castellano aunque con algunos errores de pronunciación. Era rubio, de estatura regular, rojo como un camarón y cuando le dije que yo era inge ingeni nier ero o quím químic ico o y anti antioq oque ueño ño,, me come coment ntó: ó: Un verr verrac aco, o, pues pues – echándose a reír... Se llamaba Felipe Dunnan, llevaba apenas seis meses en el ingenio, y había trabajado antes en el Tolima. Esa noche, antes de ir al comedor, me preguntó inesperadamente si le enseñaría cálculo, porque tenía muchos deseos de aprender cálculo. cálculo. En el comedor comedor no hablamos hablamos de otra cosa, sino de cálculo. Le dije que no tenía conmigo ni un solo libro, y tampoco de cálculo. Pero, al volver a la casa, me llevó a su cuarto, que estaba al otro lado del mío, separados por zaguán. Allí me mostró varios libros en Francés y otros en Inglés, mostrándome un grueso libro de cálculo en Francés. Le dije que con mucho gusto le podía dar clases de cálculo, pero una vez que supiera lo que iba hacer en el ingenio. Análisis, me dijo. Ahí tienen el manual de Spencer, que es la guía. Yo no ni había oído mencionar el tal manual... Recordé algo que en verdad me venía atormentando. Era cómo avisar a mi madre en Medellín, que yo estaba instalado en el ingenio. Llámala desde aquí, me dijo. Y esa misma noche, hablé con Agripina en Medellín, explicándole todo. La casa de la América tenía teléfono, cosa que ninguna ninguna de las anteriores anteriores tenía. Desde el corredor de la casa, hablamos esa noche, Felipe y yo, como hasta las doce de la noche. Me contó que por dos años fue guardia de frontera, motorizado, vigilando una parte de una una carretera carretera entre Suiza Suiza y Francia. Francia. Que le podía dar a un blanco móvil a ochenta metros y que en 1946 había viajado al Brasil... Fue Felipe Dunnan el que me indujo a fumar en pipa por primera vez. Me regaló una pipa en perfecto estado, pequeña, recta y elegante que había sido de su abuelo, y me obsequió las primeras cargas. De esas fechas data mi vicio de fumar en Pipa. ****** La zafra en el ingenio duró apenas cinco meses. Luego que terminó, se inic inicia iaro ron n la limp limpie ieza za,, repa repara raci ción ón y ajus ajuste te de los los equip equipos os,, en los los que colaboré de muchas formas. Felipe dedicó su tiempo a acondicionar los campos, para la nueva cosecha y teníamos tiempo de viajar a caballo a Tocaima, hacer concursos de tiro, fumar pipa, tomar algunas cervezas, dar clases de geometría analítica y principios de cálculo cá lculo diferencial e integral, y yo, ir de pronto a Bogotá a comprar libros para leerlos en las largas noches de desvelo y pensamientos acerca de si esperaría la nueva zafra, o si 85
volv volver ería ía a Mede Medell llín ín.. Don Don Ra Ramó món n Muño Muñozz me invi invitó tó un día día a que que lo acompañara a la fábrica de Cementos Apulo, y para que yo conociera la fábrica de Eternit, a la que él estaba asociado. Pero ni el buen ambiente que tenía tenía el ingeni ingenio, o, ni varios varios estímul estímulos os que me ofreci ofreciero eron, n, pudier pudieron on detener mi propósito de dejar el ingenio. Así que aproximadamente en el mes de Marzo de 1949, renuncié y partí para Medellín… Desde mi casa le escribí a un gran amigo mío, colega y gran Señor, Manuel Toro Ochoa, cuya dirección tenía, y él me orientó hacia la industria Indurrayón, en Barr Barran anqu quil illa la,, a dond dondee fui fui a pa para rar, r, a hace hacerr turn turnos os,, al bord bordee del del río río Magda Magdale lena na,, a temp temper erat atur ura a de 38ºC 38ºC y una una hume humedad dad rela relati tiva va de 80%. 80%. Quiero decir que el infierno estaba allí cerca. Uno intentaba tomar la sopa del almuerzo y nunca terminaba, porque los chorros de sudor volvían a llenar el plato. Duré unos cinco meses allí. Aprendí el proceso de Rayón Viscosa, con el que se producían esas telas brillantes que usaban las putas. El trato que los ingleses nos daban a los técnicos Colombianos, era igual al que recibe un perro sarnoso en un matrimonio de ricos. Nunca he podido olvidar a un Tal Señor Chaco, administrador Colombiano, quien hizo llenar la copa de unos quince ingenieros y químicos colombianos, quienes, un día, me encomendaron a mí para que escribiera una carta de renuncia colectiva, dirigida al Señor Chaco precisamente. Pasado unos días nos mandó llamar. Dijo sentir mucho que nosotros no le hubiéramos inform informado ado de tantos tantos motivos motivos de disgus disgusto to como manifest manifestábam ábamos os en la comunicación. Dijo que los Directivos de la Empresa aceptaban nuestra renuncia. Pero agregó, que nos pedía el favor, a mí y a otro colega, que nos quedáramos para hablar con él… Yo me presenté primero a su despacho. Me dijo que él lamentaba mucho el que hubiera firmado esa carta tan injusta. Le respondí que yo mismo la había redactado. Que tenía ejemplos de actitudes todavía más canallas, con pruebas, que no las había escrito en la carta, y le dije que él estaba cohonestando hechos vergonzosos en esa industria. Puso el lamento en el cielo. Yo lo dejé hablando. Al día siguiente viajé a Medellín. Era, creo, el mes de Noviembre de 1949… Como era ya final del año, resolví ponerme a leer, Guerra y Paz, de Tolstoi, y, hundido en ese mar de belleza histórico-literario, termine el año. XXXX A principios de Febrero, llamó a mi casa, una señorita, secretaria de la Decanatura de la Facultad de ingeniería química. Dijo que el doctor Durán quería hablar conmigo. conmigo. Estábamos en 1950. Esperé Esperé hasta el miércoles miércoles en la mañana y me presenté al Decano. Me ofreció sin mucho preámbulo el curs curso o de Fisi Fisico coqu quím ímic ica a otra otra vez, vez, dici dicién éndo dome me que que se aleg alegra raba ba de que estuviera de vuelta. Acepté, volviendo a completar mi tiempo completo con el curso de Física. Pero Rafael Giraldo y yo, habíamos estado conversando acerca de una idea que un agente vendedor, de apellido Restrepo, nos habí había a suge sugeri rido do.. Er Era a la de expl explor orar ar la posi posibi bili lida dad d técn técnic ica a de fabri fabrica carr cola colapi pisc scis is en plac placas as,, pa para ra conf confit iter ería ía y cáps cápsul ulas as farma farmacé céut utic icas as.. Nos Nos pusi pusimo moss a ensa ensaya yarr la fabr fabric icac ació ión, n, en un ga gara raje je que que arre arrend ndam amos os;; diseñamos la fábrica más primitiva y económica posible: un tanque de enve enveje jeci cimi mien ento to de “Cac “Cache hete tes” s” de piel piel que que no ofre ofreci ció ó el gere gerent ntee de 86
Curtimbres de Itagui. Un auto clave de hierro calentado con vapor. Un secador de túnel con ventilador y radiador. Un quemador de azufre para deodorizar la solución de gelatina y un trabajador, que fue el alma de todo. Las primeras películas de gelatina, sin olor, ni sabor, secas, las ofreció Restre Restrepo po en varias varias salsam salsament entarí arías as donde donde vendía vendían n las extran extranjer jeras. as. Se vendieron como pan caliente. Rafaél era entonces, el alma de unos laboratorios farmacéuticos que él estaba resucitando. Por eso no podía sino dedicar poco tiempo al proyecto. Al ofrecer el mismo el producto fabricado por nosotros, a los laboratorios farmacéuticos llamados Geresco, a su gerente le interesó el producto, y le pidió al vendedor que le consiguiera una entrevista con los fabricantes. El gere gerent nte, e, fund fundad ador or y copr coprop opie ieta tari rio o de Gere Geresc sco, o, era era el doct doctor or Joaqu Joaquín ín Escobar Alvarez. Doctorado en Farmacia de Bélgica, profesor, y Decano de la facultad de farmacia del a U. De A. Un señor a quien había visto alguna vez. Un señor que me llevaba a mí, en estatura, cuarenta centímetros de ventaja. Es decir que medía dos metros. Y, como él me contara más tarde: que un limosnero llegó a su casa pidiéndole una ropita. Alguien de la casa le obsequió un saco ya abandonado por el doctor Escobar. Se ajustó el limosnero el saco a su cuerpo, y exclamó: “¡he, avemaría doctor, con este saco para que calzones”! Era un hombre bueno, amable, simpático, bien educado, emprendedor y de una familia de pioneros industriales. Es una de las personas a quien recuerdo con más admiración. Aunqu Aunquee todo todoss nos nos aleg alegra ramo moss con con la noti notici cia a llev llevad ada a por por el vend vended edor or Restrepo, Rafael Giraldo (Rafita), me expreso que él de ningún modo podía continuar en la promoción del proyecto, a causa de sus compromisos adquiridos con la empresa a que servía. Me autorizó, pues, a que yo sólo cont contin inua uara ra con con la idea. idea. Abre Abrevi vian ando do:: de mis mis entr entrev evis ista tass con con el doct doctor or Escobar Alvarez, surgió una industria de gelatina, la primera, creo, que nacía en Colombia. Se nombró FANAGEL, fábrica nacional de gelatina. Se construyó edificio propio. Se importaron equipos de Alemania y de los EE. UU. se produjo, con toda la técnica, Gelatina comestible y fue un éxito, hasta que en 1954, se autorizó la importación del mismo producto, de Arge Argen ntina tina y Méx México ico y hubo hubo que que ven venderl derla, a, a unos unos fabr fabriicant cantes es de detergentes, todo el montaje, sencillamente, porque no se pudo competir con el mercado externo. XXXX Mis cursos en la facultad marcharon, hasta 1955, muy bien. Pero hacia el fin de este año, una tarde, llegó a mi casa, (vivíamos entonces en la carrera Pop Popay ayán án,, arri arriba ba de la facu facult ltad ad de Medi Medici cin na de la Univ Univer ersi sida dad d de Antioquía), el ingeniero químico Gabriel Poveda Ramos, preguntado por mí. Yo estaba en la facultad, y él quedó de volver más tarde. Volvió. Conversamos. Yo no lo conocía y creo que él tampoco a mí. Me habló de la Universidad del Valle, en Cali. La Univalle había iniciado labores, hacía en ése momento, diez años. Pero, a pesar de su juventud, el doctor Poveda se 87
había vinculado a esa Universidad con un entusiasmo, con una fé, que me los comunicó casi inmediatamente. Yo sentía a la vez, por la Universidad de Antioquia, un amor, casi infinito. Lo que ella me había dado a lo largo del bachillerato, lo que me había inculcado, lo que había aprendido en la Facultad de ingeniería química; el orgullo que sentía por ser un egresado suyo. Después recordé que todo lo había conseguido gratuitamente, allí, dond dondee lo únic único o que que me pidi pidier eron on fue fue aten atenci ción ón y esfu esfuerz erzo o ment mental al pa para ra aprender, y estar ahora, vinculado con éxito a ella, desde cátedras que me honraban, y de las que nadie me estaba desplazando, ni solicitándome que las abandonara; digo que, al escucharle a Poveda su oferta de que me fuera a trabajar al Valle en los mismos cursos que estaba ofreciendo en la U de A, me puso a pensar seriamente. Por supuesto, el doctor Poveda me demostró, en ese amable diálogo que sostuvimos, que era mucho más inteligente que yo, al lograr convencerme de mi traslado, a pesar de mi “sen “senti time ment ntal al”” resi resist sten enci cia. a. En efec efecto to,, algo algo como como esto esto,, me dijo dijo:: “La “La Universidad de Antioquia, ciertamente, no necesita tanto de sus egresados, por brillantes que sean, como sí los necesita otra Universidad que apenas se inicia, en una región que, tardíamente, esta urgida por desarrollar su educación profesional, como el Valle del Cauca. Usted, allá, será siempre máss impo má import rtan ante te que que aq aquí uí.. En Anti Antioq oqui uia a hay hay much muchos os homb hombre ress de inteligencia y voluntad, en cambio el Valle, es apenas, como dijo el Poeta Porfirio Barba Jacob, “un solar con obispo”. Nos reímos. Nos tomamos un Whisky que le ofrecí; me contó, con ese ánimo y espíritu que comunican más que las palabras, lo que estaba haciendo en Cali. Me habló de un Departamento de Física y Matemáticas que estaba bregando a organizar. Yo le dije, que como estábamos en Noviembre, le pedía plazo hasta Enero de 1956, para responder su oferta… Nos despedímos. Me dijo a cuánto dinero de mi salario, podía aspirar, y se marchó. XXXX Le comu comuni niqué qué todo a Agri Agripi pina na y a mis mis herm herman anos os.. Jóse Jóse,, que ha sido sido siempre la más espontánea para expresar sus sentimientos, se puso triste. Por supuesto, el salario que me ofrecían, no era sino un poco más alto del que obte obtení nía a en la U. De A. por mis mis clase clases. s. Porqu Porquee el salar salario io de los profesores y maestros en Colombia, siempre ha sido magro…Pero aún yo no tenía decidido irme de Medellín. Al terminar mis cursos en Noviembre, tomé la decisión de irme de vacaciones, sólo, a San Andrés, ése lugar que había soñado siempre conocer. Era Presidente de la República, el General Gustavo Rojas Pinilla. Había llegado al poder, en 1953, como consecuencia de los los odio odioss pa part rtid idis ista tass que habí habían an desa desata tado do la viol violen enci cia a má máss crue cruel, l, irracional y absurda, que padecía gran parte del país, y que, según los analistas de estos asuntos, tuvo su principio con el asesinato del líder liberal Jorge Eliecer Gaitan…En 1948, Colombia había perdido su rumbo. El país hervía, como hasta hoy, de odios, de luchas ideológicas; y el ascenso del General Rojas al poder, no fue sino un interludio que trajo algún apaciguamiento por corto tiempo. Pero este grave asunto, cuyas consecuencias todavía no sabemos cuáles serán, es mejor dejarlo a todos 88
aquellos que creen poderlo resolver. Lo cierto fue que tomé un avión a principios de diciembre y viajé a Cartagena. Allí, tomé un avión Catalina, cargado de pasajeros, bultos y gallinas, con destino a la hermosa isla de San Andrés. San Andrés era entonces un verdadero paraíso, su paisaje, su cielo y su mar, me dejaron atónito por su belleza. Nunca habría creído que Colombia fuer fuera a la dueñ dueña a de un teso tesoro ro así. así. Pa Palm lmer eras as,, aren arena a blan blanca ca y el ma marr policr policromad omado o y tranqui tranquilo, lo, hasta hasta apenas apenas escucha escucharse rse aleteo aleteoss de pájaro pájaross marinos y el murmullo incesante de olas calmas. Mi primer traspiés en la isla, lo sentí cuando me di cuenta de que había perdido, probablemente al dejar la canoa que ayudó a dejar el hidroavión, mi cámara de fotografía. A mis consultas, me dijo un nativo que averiguara en la Inspección de policía. Él mismo me llevó al lugar. Me dijeron que si en verdad la cámara se había quedado en la canoa, la llevarían allí por la tarde. Esperé ansioso. A las seis de la tarde volví, y con solo decir la marca de la cámara, me la devolvieron. Esto me confirmó lo que me habían dicho en Cartagena, que los nativos de San Andrés eran honradísimos. Un hombre dueño de un amplio restaurante techado con hojas de palma y amoblado con grandes mesones, me facilitó una choza cercana al mar. Comí en su restaurante la prim primer era a cena cena,, comp compue uest sta a de plat platos os fuer fuerte tess de alim alimen ento toss del del ma mar, r, delici deliciosa osamen mente te preparad preparados. os. Yo, que apenas había había comido, comido, en toda toda mi vida, los alimentos más ordinarios de la rústica comida antioqueña, me atraqué de aquella comida formidable por no sé cuántas variedades de especies marinas, de distintos sabores. Sólo, en la cabecera de un mesón medio iluminado por una tea humeante que ardía amarrada a uno de los estantillos de madera redonda que sostenía el techo de la construcción, mirando la noche inmensa que me rodeaba; oyendo el murmullo del mar a pocos pocos metros metros;; mirand mirando o pasar pasar luces luces extrañ extrañas as por camino caminoss imagin imaginari arios os entre las palmeras; palmeras; sin propósito propósito definido, definido, sin pensamient pensamientos, os, mientras mientras varias mujeres negras, de cuerpos hermosos, intentaban hablarme en un idioma que entendía como un Castellano mezclado con Ingles, tuve la sensación de que me había perdido. De que ese no era mi país. De pronto, vi llegar al lugar a tres jóvenes, conversando animadamente entre ellos. Descansé. No sabía quiénes eran. Me saludaron cortésmente y, habiendo otro otross meson mesones es libr libres es,, me preg pregun unta taro ron n si podí podían an acom acompa paña ñarme rme en la misma mesa. Eran muchachos blancos, como de mi edad. Vestían camisas de mangas largas de color gris claro y pantalones claros, también. Lo que extrañé extrañé fueron fueron sus botas. botas. Altas, Altas, como como pantan pantaneras eras…S …See presen presentar taron. on. El único nombre que hoy recuerdo, por circunstancias que voy a referir, fue el de Leon Leonid idas as Lópe López. z. Delg Delgad ado, o, de regu regula larr esta estatu tura ra,, blan blanco co,, am amab able le;; reconoció mi acento antioqueño y fue el primero en querer saber el por qué estaba allí. Eran las ocho de la noche. Una brisa pertinaz había empezado a soplar del lado del mar. Penetraba en el restaurante, barría las cosas livianas, hizo sonar un arbolito de campanitas de barro que había en un rincón, con la armonía de una música deliciosamente agradable… El clima del del lugar ugar camb cambiió. Al escu escuch char ar el acen acentto bogo bogota tano no de dos dos de los muchachos, a quienes las mujeres que nos atendían trataban con especial 89
defere deferenci ncia, a, volví en mí. Yo acepté acepté beber beber un agua agua minera mineral, l, intenta intentando ndo aplacar la revolución que sentía en mis tripas, por haberme excedido en apur ap urar ar aq aque uell llos os ali alimen mentos tos del del ma marr que, que, mila milagr gro osame sament nte, e, no me intox intoxica icaron ron.. Ellos Ellos bebier bebieron on con sus comida comidass cervez cerveza a fría… fría… Todos Todos me felicitaron al saber que yo era profesor de ciencias en la Universidad de Antioquia, y supe que los tres, eran ingenieros civiles, dos de Bogotá y López de Popayán. Yo no súpe lo que me comí. Ví sí, que dos de éllos, devo devora raro ron, n, rasp raspar aron on y escu esculc lcar aron on con con ansi ansied edad ad,, send sendas as lang langos osta tass gigantes, que por poco no terminan de consumir. Ellos estaban en San Andrés, haciendo los primeros estudios topográficos del aeropuerto aeropuerto de la isla. Habitaban Habitaban también, también, tres cabañas cabañas cercanas a la mía. Al salir afuera, del restaurante, sentí que me iba a llevar el viento. Lo que vi en medio de esa tremenda oscuridad, fue solamente el mar, que se sentía a la distancia, iluminado en su superficie por los reflejos ondulados de su propia fosforescencia. Las palmeras, que traqueteaban por la furia del viento. Y los cocuyos, que ensayaban su zig-zag, por entre las palmas. El cielo estaba oscuro, y como barrido por nubes viajeras. Sentí miedo. Ansi Ansied edad ad.. Pens Penséé refug refugia iarm rmee en mi caba cabaña ña,, que iden identi tifi fique que allí allí cerc cerca, a, porque tal vez un rayo había derribado cerca de ella, una palmera que se atra atrave vesa saba ba a su cost costad ado. o. Creo Creo que los los inge ingeni nier eros os dese deseab aban an hace hacerr lo mism mismo. o. Pero Pero,, de pron pronto to,, Leon Leonid idas as Lópe Lópezz prop propus uso o que fuéra fuéramo moss a su cabaña a tomarnos un Whisky. Aceptamos. Caminamos en silencio sobre la arena siguiendo a Leonidas que nos iba guiando adelante, y comprendí que la suya, era precisamente la cabaña que seguía de la mía. Esos refugios permanecían con las puertas abiertas en la isla. De modo que Leonidas empujó el ala de la puerta apenas ajustada y presionó, en sus manos un encendedor de cigarrillos que, al segundo intento, iluminó un poco el amplio amplio cuarto cuarto donde nos encontrábamos encontrábamos.. Se dirigió a un rincón y con con su ence encend nded edor or,, pren prendi dió ó una una gran gran tea tea que que esta estaba ba allí allí;; que que no solamente iluminaba muy bien el cuarto, sino que enviaba los humos hacia fuera de la choza, movidos por el viento. Rodamos unos asientos de mimbre, y nos encontramos de pronto, en el ambiente más agradable que pueda imaginarse. Leonidas se movió hacia una mesa donde tenía varios libros. Cogió úno. Lo llevó a su asiento y luego nos ofreció un trago de Whisky. Él mismo nos lo sirvió generosamente en unos vasos altos, de una botella que sacó de una especie de alacena. Al primer sorbo que tomamos, me preguntó, mostrándome el libro: ¿Conoces este libro? –leí el título del libro que me mostraba a menos de ochenta centímetros de distancia de su sill silla. a. Leí: Leí: Carl Carlos os Cast Castro ro Saave Saavedr dra. a. “D “Des espi pier erta ta jóve jóven n Améri América ca”. ”. Sí, Sí, le respondí, y le comenté, sin petulancia, y en el tono menos sensacional, que, por pedido expreso del profesor Alfonso Mora Naranjo, había escrito un pequeñ pequeño o coment comentari ario o sobre sobre ése libro, libro, en la Revist Revista a Univer Universid sidad ad de Antioquia en el año pasado (1954), - ¿tu? -. Me preguntó.- sí, yo, - le dije. Leonidas se levantó de su asiento. Me abrazó emocionado. Miró a sus colegas como expresando su admiración o desconcierto, y en esa noche nació una de mis grandes amistades, sin habernos visto antes. 90
Les conté que era amigo de Carlos Castro Saavedra. Que nos reuníamos en el café La Bastilla a menudo. Que le había leído casi todos sus libros, y que de todos, el que más me gustaba, se llamaba Fusiles y Luceros. Los amigos de Leonidas no salían de su asombro. Esa noche, hasta más allá de las doce leímos los poemas de Carlos y, por una noche, unimos el mar, la poesía, y la violencia que había causado esos versos de fuego y pasión del poeta. Con Leonidas me veía casi todos los días por las tardes, a su regreso del trabajo. Charlábamos, y cuando supe que estaba yo pensando en acept aceptar ar la ofer oferta ta de la Univ Univer ersi sida dad d del del Vall Valle, e, me anim animó ó a que que la acept aceptara ara.. Pero Pero cuan cuando do veri verifi ficó có que a mí no me gust gustab aba a el trag trago, o, no obstante que en la isla abundaba, barato, y de distintas marcas y orígenes, creo que se desanimó un poco. En verdad, nunca he podido vivir sin un prop propós ósit ito, o, y comp compre rend ndíí que que no podr podría ía esta estarr por por much muchos os días días en ese ese Para Pa raís íso o dond dondee ab abun unda daba ban n las las bebi bebida das, s, se tení tenían an las las comi comida dass má máss exquisitas y baratas, podía gozar del mar más maravilloso, los nativos eran cult cultos os,, am amab able less y resp respet etuos uosos os,, no se escu escuch chab aban an las las noti notici cias as de lo horr horren endo doss ases asesin inat atos os que se suced sucedía ían n en el cont contin inen ente te,, no tení tenía a las las obli obliga gaci cion ones es que que me impo imponí nía a el trab trabaj ajo o en la Univ Univer ersi sida dad d y habí había a muchachas sencillas y cariñosas, que, sin ninguna promesa, accedían a hacer pequeños favores con una naturalidad que me hacían pensar si en verd verdad ad,, aquel aquel leja lejano no luga lugar, r, no era, era, cier cierta tame ment nte, e, un Pa Para raís íso. o. Pero Pero me aburrí. Tal vez fuera la única persona que se aburría en el Paraíso… Pensé mucho, por mi propia cuenta, en lo que podría ser mi vida en Cali. No conocía propiamente la ciudad. Los últimos dos días de mi estancia en San Andrés, los pasé casi todas las horas en el mar y en la choza. Allí tomé la decisión de aceptarle la propuesta al doctor Poveda. Siempre lo llamé así, aunque yo tenía ya cerca de treinta y cuatro años y él tendría unos veinticinco. Pero mi respeto emanaba de su prudencia, el respeto con que me trataba, su reconocida agudeza intelectual y, por supuesto, de mi carácter tímido o acomplejado, que había llevado de mi hogar. XXXX Por esos tiempos, yo había cometido la torpeza de enamorarme de una muchacha en Medellín, cuyo nombre no quiero escribir en estas notas. No porque nadie lo supiera, sino porque aún la respeto y guardo en mi memoria. No sé si ella me pudo querer, o si todas fueron ilusiones mías. La verdad es que mi decisión de viajar a Cali en Enero de 1956, coincidió con una rabieta mía y la ruptura con ésa amistad, que lamenté por algún tiempo. Como a los ocho días de haber viajado a Cali, un amigo muy íntimo que sabía de mi viaje y de mi nostalgia, de quien no me despedí, me escribió una carta, noble como todas las suyas, en la cual me reclamaba, en su estilo siempre gracioso y humorístico, el que no nos hubiéramos podido despedir y, como un paliativo, me recordó, copiándolo con su puño y letra, el hermoso apartado IV, de Rondeles, del Maestro León de Greiff: 91
“Pues si el amor huyó, pues si el amor se fue… dejemos el amor y vamos con la pena, y abracemos la vida con ansiedad serena, y lloremos un poco por lo que tanto fue… Pues si el amor huyó, pues si el amor se fue… ¡Dejemos el amor y vamos con la pena… Vayamos al Nirvana o al reino de Thulé, y entre brumas de opio y aromas de café, abracemos la vida con ansiedad serena! Y lloremos un poco por lo que tanto fue… por el amor sencillo, por la amada tan buena, por la amada tan buena, de manos de azucena… Corazón mentiroso ¡si siempre la amaré!” VII Entre los años de 1950 y 1955, tuve un grupo de amigos inolvidables. Vari Varios os lleg llegar aron on a ser ser famo famoso soss por por la cate catego gorí ría a de los los pues puesto toss que que alcanzaron, pero que, en ese período, apenas eran, casi todos, brillantes estudi estudiant antes es o muy jóvene jóveness profes profesion ionale ales. s. Estoy Estoy pensan pensando do en: Albert Alberto o Bernal Restrepo, alumno mío en la Facultad de ingeniería Química, quien fue Gerente de Cementos Boyacá. Guillermo Hincapié Orosco, que fue alca alcald ldee de Mede Medell llín ín.. Jaime Jaime Beta Betanc ncur ur,, herma hermano no del del Pres Presid iden ente te de la Repú Repúbl blic ica a entr entree 1982 1982 y 1986 1986,, Beli Belisa sari rio o Bent Bentac acur ur,, quie quien, n, como como su hermano, hermano, es un respetable respetable Jurista Jurista y Consejero Consejero de Estado. Estado. El ingeniero ingeniero Javier Ramírez Soto, ejecutivo en su campo y profesor universitario. Carlos Jim Jimén énez ez Góme Gómezz, qui quien fue fue Procu rocura rado dorr Gene Generral de la Repúb epúbllica, ica, precisamente durante la Presidencia del doctor Belisario Betancur, etc. Pero Pero,, ap apar arte te de esta esta am amis ista tad d con con nota notabl bles es,, igua igualme lment ntee recu recuer erdo do con con mucho cariño a Raúl y Hernán Echeverri, de la patrulla de la América, a Jaime Duque, un caballero de la América también, a quien me parece ver con sus gafas de armadura negra y grandes lentes, que él limpiaba con una elegancia casi ritual. A Darío y Ramiro Sierra estudiantes aún. De pronto, nos encontrábamos reunidos en el café La Bastilla, saboreando un tinto y hablando de nuestras respectivas profesiones, o de nuestros oficios, o de literatura. Muchas veces se sumaban al grupo Eddy Torres, o Carlos Castro Saavedra, o Estanislao Zuleta o el abogado Luis López de Mesa, no el maestro de los años de la Presidencia de López Pumarejo, sino un abogado flaco y pelirrojo, intelectual también, y muy agradable; quien, estando un día reunidos, escuchó en la calle, gritos y carreras; se levantó curioso y miró lo que sucedía, y al volver a la mesa nos contó: un pobre muchacho que se hurtó un pastel en una repostería, y es tan infame la gente, que se lo quitaron. “¡Francamente, en esta ciudad, ya no se puede trabajar”! Un domingo, como a las diez de la mañana, estábamos varios de éstos amigos, en La Bastilla, cuando un vendedor de periódicos anunció desde 92
la puerta: La revista “Life”, con el último libro en Español de Hemingway, lea en un solo número, “El viejo y el Mar”… Recuerdo apenas a Carlos Jiménez y a Javier Ramírez Soto. Yo fui a comprarle la revista al voceador. Como ellos sabían que a mí me encantaba leer, me pidieron que leyera el relato y por la tarde lo comentábamos. Así lo hice. En unas tres horas, de la tarde, leí la novela, y me estremeció. En la tarde volví al café y los encontré. ¿Qué tal el libro? – Me preguntaron. Para un premio Nobel – les respondí. - ¿Que?. Sí. Seguramente Hemingway se lo gana este año – Puro entusiasmo de este químico – me respondieron. En seguida les dije: Es un símbolo del poder del hombre, de la resistencia, tenacidad y valor del homb hombre re.. Cómo Cómo debe debemo moss luch luchar ar cont contra ra la ad adve vers rsid idad ad pa para ra obte obtene nerr cualquier victoria. Léanlo. Les hará mucho bien. Y nos despedimos. Ese año le concedieron el Nobel a Hemingway. Como es casi seguro que por el objeto y contenido de estas notas, no tendré ocasión de volver a mencionar a varios de los amigos que acabo de recordar, quiero copiar ahora unos desabridos versos que les dedique a tres de éllos, escritos en una de mis nostálgicas “tardes poéticas” y que publiqué en un pequeño librito de circulación cerrada en la Universidad del del Vall Vallee hace hace poco poco.. Comp Compre rend ndo o que que fue fue una una avil avilan antéz téz,, y les les ofre ofrezc zco o disculpas. Dice así: Tener Tener un canto hermoso h ermoso
Para Javier Ramírez Soto, Alberto Bernal Restrepo y Manuel Toro Ochoa, Amigos de juventud
Tener un canto hermoso para dejarle al mundo, una canción sencilla, un verso de alabanza para la luz, el aire, los mares y las flores, los ríos turbulentos y los lagos en calma. Todo lo que en el alma deja huella h uella profunda: la mujer, la niñez, el dolor que no cesa, el amor transparente hacia todo lo bello, tu nombre en la distancia que ilumina mi frente. Haber visto la vida cruzar por todas partes, pa rtes, sentir que somos parte de todo el Universo; ser hombre entre los hombres un día y otro día y recordar la lucha contra los elementos. Hombres de manos duras, fuertes, encallecidas 93
de levantar las piedras y de trazar caminos, ser una fuerza viva que derriba montañas y ser dulce, amoroso, para engendrar la vida. No descansar un día de buscar la belleza, desde la humilde planta que en el suelo revienta hasta la estrella inmensa, millonaria en el cielo, con su luz, su potencia, de horno eterno sin pausa. Extender este canto a las manos de un niño que descubre distancias jugando con sus dedos, que ríe y amenaza con su llanto intranquilo y retorna a la dicha con el calor del seno. Amar desde el origen al hombre en su pujanza, desde la cueva oscura donde labró las piedras, pasar por los entornos de sus filosofías hasta abordar las naves que exploran las distancias. Viajar en un navío que puede detenerse a contemplar estrellas, jardines, nubes blancas, o a mirar a los hombres en su tenaz empeño y acompañarlos siempre sin temor ni arrogancia. Vivir, vivir la vida, el amor, la nostalgia y ver en cada fruto la bendición del alba, sobre la tierra toda abrazar la locura que nos lleva al abismo o a la dulce esperanza. XXXX Uno de los primeros días del mes de Enero de 1956, viajamos a Cali, en autom automóv óvil il,, Hern Hernán án Eche Echeve verr rri, i, Ra Rami miro ro Sier Sierra ra y yo, yo, en acep acepta taci ción ón a la invitación que el doctor Gabriel Poveda me había hecho de vincularme como profesor al Departamento de Física y Matemáticas, que apenas se iniciaba en la naciente Universidad del Valle del Cauca. Univalle tenía ya diez años fundada. Conocía por propia experiencia, las vicisitudes de la aventura que en Colombia significan estas empresas que se empeñan en la creación de Cultura, máxime que el Valle del Cauca había empezado tarde y partiendo de una reconocida base agrícola, rica, pero bastante ajena a los problemas de la educación y de la cultura superior. Esta característica - circunstancial por lo demás – fue uno de los acicates que me llevaron a pens pensar ar,, que que mi peque pequeña ña pa part rtic icip ipac ació ión n en el dese desenv nvol olvi vimi mien ento to de su Universidad, podía ser apreciada por la Comunidad. Tal fue la verdadera razón de mi viaje. Venía yo de una Universidad vieja, histórica, que había demostrando en muchos años de trabajo continuo, lo que la educación de sus sus gent gentes es sign signif ific ica a en el prog progre reso so y desa desarr rrol ollo lo de una una comu comuni nida dad. d. Reiterando, la Universidad de Antioquia y la Facultad Nacional de Minas, 94
con el tiempo, fueron las responsables de ese reconocido liderazgo que Antioquia tenía en el País… A eso viajaba yo, esa mañana de Enero, optimista, orgulloso de llegar a ser partícipe de un desarrollo similar al de Antioquia, trabajando en Univalle. Muchos Muchos antioq antioqueñ ueños os habían habían colabo colaborad rado o en el desarr desarroll ollo o del Valle Valle del Cauca. El ingeniero de la Facultad de Minas de Medellín, Juan de Dios Higui Higuita ta,, habí había a sido sido el eje eje del del desa desarr rrol ollo lo del del Ta Tall ller er de Chip Chipic icha hape pe del del Ferrocarril. La fábrica de cementos del Valle, era obra de los antioqueños; y la incipiente Facultad de Medicina de Univalle, recibía en ese momento la colaboración de muchos médicos de la Uniantioquia. La presencia del juven juvenil il ingeni ingeniero ero químic químico o de la Univer Universid sidad ad Ponti Pontific ficia ia Boliva Bolivaria riana na de Mede Medell llín ín,, Ga Gabr brie iell Pove Poveda da Ra Ramo mos, s, ¿No ¿No era era la cont contin inua uaci ción ón de esa esa colaboración, de esa ayuda que he mencionado? XXX Al llegar a la ciudad de Palmira y orientarnos a Cali, percibimos que el día anterior, probablemente, se había inaugurado la carretera pavimentada que unía a Palmira con Cali. Aún se veían muestras de lo que había sido esa inauguración. Pero nosotros veníamos muy cansados para detenernos a curiosear las colas de la fiesta. Así que nos dirigimos, gracias a los cono conoci cimi mien ento toss de Hern Hernán án Eche Echeve verr rri, i, a un hote hotell llama llamado do Hote Hotell Marí María a Victoria, en el centro, a una cuadra larga del Parque Caicedo. Allí nos instal instalamo amoss provis provision ionalm alment entee y como como era tempra temprano no aún, aún, nos nos fuimos fuimos a recorrer las calles más cercanas. En un café nos tomamos varias cervezas. Hernán Echeverri que era un trotamundo y conocía a Cali, poco a poco nos nos fue llev llevan ando do haci hacia a la Esta Estaci ción ón del del Ferr Ferroc ocarr arril il.. Por Por allá allá cono conocí cía a estaderos de su agrado. De paso, y ya un poco mariados por las cervezas, nos mostró los frescos que adornan las paredes de la Estación, en la parte interior. Me parecieron preciosos. “Son la obra – nos dijo – de un artista de Cali Cali -, “Teja “Tejadi dita” ta” le dice dicen” n”… … Ra Rami miro ro,, que que era era el que que má máss habí había a sido sido afec afecta tado do por por las las cerv cervez ezas as,, leva levant ntó ó los los ojos ojos,, obse observ rvó ó esa esa multi multitu tud d de person personaje ajess histó históric ricos os que se observ observan an en el fresco fresco,, bajo bajo los los ojos ojos y me preguntó: ¿No habrá entre tanta gente, un conocido de nosotros?. – El escándalo de nuestras risotadas levantó de sus asientos a los pocos que esperaban el tren. XXX Me instalé a vivir en el Hotel María Victoria, era limpio, cómodo, central y cerc cercan ano o al siti sitio o dond donde, e, me dije dijero ron, n, funci funcion onab aba a la Univ Univer ersi sida dad. d. Sus Sus propietarios eran una pareja de gentes atentas, comunicativas y amables. Así que dos días después de mi llegada, salí con destino al antiguo Colegio de Santa Librada, una mole de edificación colonial, enjalbegada, de dos plantas, de arcos sucesivos que, con la luz, dibujaban sus proyecciones sobre los muros, como un convento del siglo XVII. 95
Yo no era un jóven. Tenía 35 años. Había vivido ya, una buena parte de mi vida vida.. Hab abía ía leído eído much mucho o; en ése mome momen nto, to, hab abía ía teni enido am amo ores res elementales y transitorios; puesto a muchas pruebas mi fe en el Dios del Calvario; y, sinceramente me había enamorado de la muchacha a que hice mención. Mi experiencia probada como profesor de Física y Fisicoquímica fue la razón de que en esa mañana, estuviera subiendo las gradas del famoso Colegio de Santa Librada, para presentarme ante el Decano de la Facultad de Ingeniería Química, a posesionarme del cargo de profesor de tales materias. ¡Ah! y me gustaba mucho leer libros de literatura y escribir versos, - nunca me importó que fueran malos, si se comparaban con los de Antonio Machado o León Degreiff -. Había aprendido ya, que la inteligencia de cada persona, es la suya propia, que podemos hacer, por semejanza, lo que los otros hacen o han hecho; que la creatividad cabe, en la mente original original principalment principalmentee y, cuando no se nos dá originalidad, originalidad, nos queda el consuelo de servir de difusores de la cultura, que es también un oficio digno. digno. Por este sencillo sencillo razonamiento, razonamiento, nunca nunca he pensado como como un genio ori origin ginal, al, crea creati tivo vo,, ni ingen genioso oso. He escr escrit ito o much mucha as cosa cosass que que no trascienden, pero he sido generoso con el talento ajeno… Mi posesión duró menos de diez minutos, juré servirle a la Universidad con honradez y dedicación dedicación y, ese día, gasté la mañana mañana visitando visitando los salones de clase, que me parecieron estrechos, mal dotados y algunos daban con sus ventanas a la cal calle, por don donde las las vend vended edor oras as de frut frutas as de la cal calle, le, podí podían an intercambiar tajadas de piña o de papaya con los estudiantes que, dándole la espalda al profesor que estaba exponiendo su clase, atendía más bien a la muje mujerr que que les les entr entreg egab aba a la frut fruta. a. Comí Comían an frut frutas as en plen plena a clas clase. e. Hablaban entre ellos, como si no existiera el profesor. Bostezaban. Se cortaban las uñas con una ruidosa guillotina que hacía saltar los pedazos de uña por el salón. Estoy diciendo que me pareció todo, que todo me pareció un irrespeto y una vergüenza…Ese día también, conocí al Señor Rector Rector de la Universida Universidad. d. Habló del doctor Mario Carvajal. Me saludó con cari cariño ño y resp respet eto. o. Hizo Hizo no recu recuer erdo do qué qué elog elogio io de Anti Antioq oqui uia a y de su Univ Univer ersi sida dad. d. Me dese deseó ó éxit éxito o en mi trab trabaj ajo o y, el inge ingeni nier ero o quím químic ico o Hernando Arellano Angel, decano de la Facultad de d e Ingeniería Química, me pres presen entó tó a don don Tuli Tulio o Ra Ramí míre rez, z, un seño señorr de tez tez more morena na,, de las má máss correctas maneras en el trato y modales, quien, supe después, había sido uno de los gestores del proyecto de creación de la Universidad… Volví al hotel como a las seis de la tarde. Estaba preocupado. La disciplina de los alum alumno noss me pa pare reci ció ó un desa desast stre re.. Falt Faltab aban an moda modale les, s, resp respet eto o por por el profesor, atención por las clases; era como si no les importara nada, y esas condiciones físicas de los salones, parecían contribuir a mi desasosiego. “Lo que mal empieza mal termina”, recordé que repetía Agripina. Sentí que había cometido un craso error, cambiando mi trabajo en la U de Antioquia, por por este este traba trabajo jo,, en una una ciud ciudad ad cuya cuya tempe tempera ratu tura ra en ése ése En Ener ero, o, me pareció insoportable. Esa noche, en la cena, compartí la mesa con dos jóvenes que me acogieron con especial simpatía. Eran antioqueños también. Hablo del doctor Alberto 96
Fernández Cadavid y Alonso Restrepo, quienes no vivían en el Hotel, pero cenaban esa noche allí. Supe que ambos eran Abogados de la U. de A. Fernández era asesor del Municipio de Cali en la ejecución del primer Estatuto de Valorización Municipal. Restrepo también ejercía la abogacía. Eran Er an grac gracio ioso sos, s, simp simpát átic icos os “dic “dicha hara rach cher eros os”, ”, sobr sobree todo todo el doct doctor or Fern Fernán ánde dez, z, pero pero a la vez, vez, muy muy cent centra rado do y atil atilda dado do al habl hablar ar de su prof profes esió ión; n; y desp despué uéss supe supe,, que que fue fue el auto autorr del del prim primer er Esta Estatu tuto to de Valor Valoriz izac ació ión n de Cali Cali… … Su char charla la,, hech hecha a de espo espont ntan anei eida dad, d, humo humorr y simpatía, me encantaron, hasta el punto de que en los días siguientes, yo los esperaba para hacer la cena, con éllos en el Hotel… Gabriel Poveda regresó de uno de sus viajes, creo que de Manizález, donde tenía su novia, y, desde desde nuestra nuestra primera primera entrevi entrevista sta,, empezó empezó a ser ése, ése, como como “paño de lagr lagrim imas as”” – como como decí decía a mi ma madr dree -, de toda todass mis mis preo preocu cupa paci cion ones es.. Habl Ha blamo amoss de orden orden,, de disc discip ipli lina na de los los estu estudi dian ante tes, s, del del resp respet eto o al profesor y a la Cátedra, de formación y de Cultura. Estuvo de acuerdo conm conmig igo. o. Me habl habló ó de prof profes esor ores es sin sin auto autori ridad dad prop propia ia.. Gent Gentes es que compensaban su falta de carácter, como una falsa amistad y permisividad que destruía el orden, por una falsa camaradería… Con esa charla entre Poveda y yo, iniciamos una tertulia interminable que duró casi todo el tiempo de muchos meses en la Universidad del Valle, y que para mí, fue como un nuevo principio de mi trabajo de profesor. XXX Sabí Sabía a que que no esta estaba ba en una una Univ Univer ersi sida dad d anti antigu gua, a, con con trad tradic ició ión n y disc discip ipli lina na.. Sabí Sabía a que que la disc discip ipli lina na la lleva lleva el prof profes esor or y es su debe deberr imponerla en su cátedra. Sabía, también, que el respeto del alumno lo produce más la autoridad del profesor, que las tendencias naturales del alum alumno no al deso desord rden en.. Y que esa esa auto autori ridad dad prof profes esor oral al,, prov provie iene ne de la conf confia ianz nza a que se le dé al much muchac acho ho,, por por los los cono conoci cimi mien ento toss que que éste éste encuentra en el maestro. Muy pronto comprendí que el respeto con que los estudiantes trataban, se comportaban y actuaban, se deriva del saber y trato del profesor. Esto fue como una orden para mí. Estudiar mejor mis lecciones. Ampliar el campo de mis conocimientos. Leer nuevos y más avanzados libros, crearme un universo científico que contuviera como una parte mínima, los cursos que estaba obligado a enseñar. De modo que de todo esto derivé un programa de estudio que ocupaba mis sábados y domingos, con una fiebre, un énfasis y concentración, que todo mi tiempo se volvió insuficiente, para alcanzar a leer los textos que consultaba y adqui ad quirí ría a de mi prop propie ieda dad, d, como como si yo hubi hubier era a naci nacido do pa para ra estud estudia iarr solamente física y Fisicoquímica. Pero este programa me llevó a estudiar máss Quím má Químic ica a Gene Genera ral, l, má máss inor inorgá gáni nica ca,, má máss term termod odin inám ámic ica, a, má máss electroquímica y todos aquellos espacios de la ciencia Clásica que tenían relación con las materias que estaba obligado a exponer. De éste modo, orienté mi trabajo en la Universidad, olvidando, por ese tiempo, que las incomodidades del local, podían ser causantes de un eventual fracaso de mi trabajo. 97
XXX Sucedi Sucedió, ó, hacia hacia fines del 1956, 1956, un incide incidente nte que afectó afectó mi trabajo trabajo en Univalle. Todavía estábamos en el Santa Librada, pero pasó que algunos estudiantes de la Universidad, organizaron una manifestación y protesta contra contra el Gobier Gobierno no Centra Central, l, en memori memoria a de varios varios actos violen violentos tos del Gobierno del General Rojas Pinilla, que habían sido ejecutados en la Plaza de Toro Toross de Bogo Bogotá tá,, y en los los cual cuales es vari varios os estu estudi dian ante tess habí habían an sido sido ases asesin inad ados os.. Ello Ellos, s, lo únic único o que que soli solici cita taba ban, n, era era colo coloca carr una una plac placa a recordatoria de la fecha y con los nombres de los estudiantes sacrificados. Desde las primeras horas, algunos de los estudiantes llevaron la placa reco record rdat ator oria ia a la Univ Univer ersi sidad dad.. Hubo Hubo revu revuel elo o y come coment ntar ario ioss entr entree los los profesores. El decano de ingeniería química se apersonó de la oposición al acto acto y prop propós ósit ito o de los los estu estudi dian ante tes. s. Most Mostró ró temo temorr a las posi posibl bles es repres represali alias as oficia oficiales les.. El profeso profesorad rado o se dividi dividió. ó. Yo sostuve sostuve y alegué alegué el derecho que los estudiantes tenían de hacer la manifestación. El decano me enfrentó. Dijo que, “era el Rector quien había dado la orden de no permitir la manifestación” – Esta es la hora en que yo no he podido saber a ciencia cierta, si fue el Rector, o fue el decano quien se oponía. La verdad fue que yo sost sostuve uve el derech derecho o que que los los estud estudia iant ntes es tení tenían an.. El deca decano no,, furioso, me dijo que “quien en ésta institución no acata las órdenes del Rector, debe irse de élla”… lo pensé por diez minutos, más o menos, fuera del salón donde estábamos reunidos, y sin discutirlo más, le dicté a la Secretaria de la Facultad, mi renuncia irrevocable de mi cargo, y se la entreg entregué ué person personalm alment entee al Decano Decano.. Hubo Hubo explic explicaci acione ones. s. Solic Solicitu itudes des de vari varios os cole colega gass de que que no me fuer fuera, a, pero pero pa para ra mí, mí, un alum alumno no de la Universidad de Antioquia, un egresado del Liceo Antioqueño y un hombre confesamente liberal, me pareció demasiado cobarde la actitud del Decano. No del Rector, porque a él no lo vi ese día, y como le tenía admiración por todo cuanto él era: por su inteligencia, por su cultura y señorío, opté por escribirle una carta de despedida, en la cual le manifesté que me había invadido una nostalgia de mi hogar y de mi tierra, que me habían obligado a regresar a Medellín. Su carta de respuesta, días después, es una joya que conservo. Él era el doctor Mario Carvajal. XXX El año de 1957 lo pasé todo en Medellín. Y allí habría continuado si varios hechos no se me hubieran cruzado. El primer hecho que yo mismo me inventé, fue el de asociarme de palabra con un amigo que recientemente se había graduado en la Facultad de ingeniería química de la U. de A., y de quien había sido profesor de Fisicoquímica antes de mi viaje a Cali. Hablo del ingeniero Gustavo Aguirre Mejía, quien, creo que hacía muy poco, se había casado con una dama preciosa de Armenia, en Caldas, llamada Olga Arias, Gustavo y yo, con un contrato de palabra y muy poco dinero, nos embarcamos en el proyecto de fabricar óxidos rojos y amarillos de hierro, a part pa rtir ir de solu soluci cion ones es de sulf sulfat ato o de hier hierro ro,, prod produc ucid ido o por por noso nosotr tros os de chat chatar arra ra de hier hierro ro,, y dest destin inad ados os,, prin princi cipa palm lmen ente te,, al uso uso en pint pintur uras as 98
antico anticorro rrosiv sivas as y pigmen pigmentos tos para para baldos baldoserí ería. a. El proyec proyecto to progre progresó só a tal velocidad, gracias a nuestro trabajo casi de día y de noche, que, a los tres meses, ofrecimos óxidos rojos a los baldoseros de Medellín a un precio mas bajo ba jo que el prod product ucto o extr extran anje jero ro.. Segu Seguim imos os mejo mejora rando ndo el proc proces eso o y el prod produc ucto to.. La seño señora ra Olga Olga Aria Ariass de Agui Aguirr rre, e, se inco incorp rpor oró ó con con tant tanto o entusiasmo al proyecto que, gracias a sus comidas que nos llevaba al local, en altas horas de la noche, viajando sóla en su automóvil, para que nosotros no desfalleciéramos, pudimos sobrevivir. Hoy la recuerdo como nuestra socia principal en ése negocio. Brevemente, un colega de apellido Villegas, se enamoró del montaje y de la idea, se lo vendimos hacia el fin del año sin pérdidas para nosotros, precisamente al producirse el segundo episodio de 1957. Sucedió que hacia Octubre de 1957 hubo en Medellín un Congreso de Rectores de Universidades, auspiciado por la U de A. El Rector de la Universidad de Antioquia se excusó de asistir a una sesión y delegó en su lugar, al doctor Antonio Duran, quién seguía siendo del decano de la facultad de Ingeniería Química. Don Mario Carvajal, que asistía por la U. del Valle, le preguntó, en alguna ocasión, si yo aún estaba vinculado a la Facultad de Ingeniería Química de la U. de A. El doctor Durán le informó que no. El doctor Carvajal expresó su deseo de hablar conmigo… Ese mismo día la secretaria de la Facultad llamó a mi casa, y quedé de buscar al doctor Carvajal para hablar con él. Así fue como acordamos mi retorno a la U. del Valle. La fábrica de pigmentos prosperó, y creo que aún a ún funciona. XXX A principios de 1958, antes de volver a Cali, conocí a una niña que, un año más tarde sería mi esposa. Hablo de Margarita Luján. Su dulzura, su belleza y discreción, colmaron en pocos meses mi sueño de tener una esposa digna… Siempre he recordado, al vivir a su lado, durante más de cuarenta años, el principio del hermoso poema del español don José María Gabriel y Galán: “Yo aprendí en el hogar, en qué se funda la dicha más perfecta. Y para hacerla mía quise yo ser como mi padre era, y busqué una mujer como mi madre, entre las hijas de mi hidalga tierra” etc. Me casé en Medellí Medellín n con Margar Margarita ita Luján. Luján. Sin ostent ostentaci ación. ón. Sin lujo. lujo. Sin fiesta fiesta ni amigos. Los dos y dos testigos. Digo hoy, que la vida nos ha dado todo lo que ella ofrece: felicidad, penas, pesares, alegrías, temores, ansiedades, enfermedades, todo. Y, como escribió Porfirio Barba Jacob, nuestro amado poeta: “Y nadie ha sido más feliz que yo”. Un día, pensando en nuestra vida, le escribí a Margarita, estos sencillos versos: A Margarita
Hace tanto tiempo yo ví tu sonrisa una noche de bruna. 99
Alumbraste entonces mi paso tranquilo como luz del cielo en un tibio enero. Entonces tú eras delgadita y tímida, apenas hablabas de cosas sencillas y tu vida era una primavera abierta en corolas. Empecé a quererte casi sin quererlo. Esa noche tuve por pocos instantes tus manos hermosas, como se retiene con ternura y miedo una joya pura frágil en los dedos. Nos amamos siempre con dulce ternura. Llegaron los besos, como llega el alba temprano a los lagos. Hoy eres mi esposa. Juntos hemos sido a las penas fuertes, a las dichas, breves. Los hijos nos dieron un poco de calma un poco de llanto lleno de temores, pero vamos juntos a pesar del tiempo que lo cambia todo. Compartimos el día agitado y su tarde agria y, y, sin vanidades, te juro, amor mío, que aún tu belleza calma mis pesares. Desde los primeros días de nuestro matrimonio, pensé mucho en lo que había sido la vida de mis padres: sin casa propia. Viajando de pueblo en pueb pueblo lo,, busc buscan ando do siem siempr pree una una casi casita ta alqui alquila lada da.. Vien Viendo do,, con con mucha mucha tristeza, a mi hermana Josefina llevando en su regazo los tiestos de sus begonias florecidas para protegerlas en los cambios de vivienda. El tiempo, para mí, había cambiado un poco, gracias a que había podido estudiar. Guardaba con “honrada” avaricia, unos pocos dineros producto de mis peque pequeña ñass indu indust stri rias as en Medel Medellí lín. n. Los Los usé usé comp compra rand ndo o un lote lote de 300 300 metros cuadrados, en la urbanización Tequendama, que, en 1960, era apenas, un mangón promisorio. Vino mi primer hijo: nació Angela María, nuestra primogénita. Luego vino el varón, Luis Gonzalo; el último fruto de esa cosecha amable de nuestra vida, fue Luz Elena. Decir que nuestros hijos pequeños son los más bellos, es, en mi lenguaje, como una axioma de sentido común. Ellos serán siempre la esencia del amor. Como a mí me gustó siempre perder unos minutos en escribir malos versos, he aquí los que entonces escribí: mis hijos, son tus hijos, Margarita. Los dos, en un combate de caricias, de besos, de emociones, de alegrías, coronamos por fin, lo que queríamos. Ver, en los ojos bellos de los hijos, tus bellos ojos para siempre abiertos; Ver tu risa, en la forma de su risa; y ver copiada en su sangre nuestra sangre. La sangre de mis luchas, aún no terminadas. 100
Porque tú y yo, Señora, mi dulce esposa, mientras el cielo quiera, sobre mil caminos de espinas viajaremos, viajaremos, y verás, verás, orgullosa, orgullosa, que mi sangre sangre y tu sangre, generaran las rosas de esos largos caminos. XXX Los muros de mi casa crecieron un poco más veloces que mis niños. Así que cuando el Arquitecto Ivan Muñoz en 1961, me convidó a visitar la casa en obra negra, pude hacerlo con mi familia. Llevando Margarita en sus brazos a la niña Luz Elena. En 1962 nos pasamos a la casa terminada. Alegría. Alegría. Solamente alegría… Y mi trabajo? Qué había de mi trabajo en la Universidad?. La Universidad se había trasladado toda a San Fernando. Ingeniería y Ciencias ocupaban un edificio cedido por el Municipio, que había sido construido para Sanidad Municipal. Ahora, en lugar de consultas médicas y práct práctic icas as de inye inyect ctol olog ogía ía,, se escu escuch chab aban an expo exposi sici cion ones es de físi física ca y matem matemát átic icas. as. Arqui Arquite tect ctur ura, a, una una de las las Facu Facult ltad ades es que, que, dent dentro ro de su pobr pobrez eza, a, se esta estaba ba ab abri rien endo do cami camino no,, grac gracia iass a los los sueñ sueños os de sus sus profesores, conscientes siempre de que la luz, el aire, los volúmenes, la imaginación y la creatividad son sus verdaderos elementos de trabajo, empe empeza zaba ba a subi subirs rsee por por la mont montañ aña, a, como como pa para ra mejo mejorr ap apre reci ciar ar,, en perspectiva, cómo iba y hacia donde se proyectaba, la juvenil Universidad. Porque en 1958 la Universidad Universidad apenas tenía trece años de fundada. fundada. Edad de adolescente. Una amigo mío Jorge Jurado Rave, razonador y sensitivo, el mismo que me había recordado el poema Rondeles de León Degreiff, y a quién siempre le falle, ni me despedí de él cuando me vine para Cali en 1956, ni le avisé de mi matrimonio en 1959, me escribió, no obstante, una hermosa carta en la que me dijo: “Aunque bien sabía que tu boda no sería como “la de Cama Camach cho” o”,, y siem siempr pree anón anónim imo o como como te gust gusta a ser… ser…et etc. c. Te envi envió ó de presente, un precioso Quijote de Granito negro, pues él, y nadie más, representa tu vida. XXX Entre 1958 y 1970, la Universidad del Valle, fue mi objeto, mi sueño y mi vida. Nunca podré decir que fui el único hombre que soñó con ella. Sé, absolutamente, que el mismo sueño lo compartían profesores y directivas. Entonces, más correcto sería escribir, que la Universidad del Valle fue en este este perí períod odo, o, el sueñ sueño o má máss audaz audaz y más soña soñado do de todo todo un pueb pueblo lo:: Médicos, Médicos, especialis especialistas tas de amplio amplio espectro, espectro, ejecutivos, ejecutivos, administra administradores, dores, arquitectos de dilatada perspectiva, profesores de todas las ciudades de Colomb Colombia, ia, físico físicos, s, químic químicos, os, biólog biólogos, os, litera literatos tos,, filóso filósofos fos,, matemát matemático icos, s, ingenieros y, caminando por esas lomas amables del viejo San Fernando, la exquisita figura de una hermosa mujer: Doña Sofy Arboleda de Vergara, sonriente, enseñándole a todos arte y color, y al fondo, poesía. 101
XXX Era don Mario Carvajal, como le gustaba que le dijeran, el Rector de la Universidad. Él, que fue un poeta, filósofo, educador y profundo Cristiano, dirigía esta orquesta con singular tersura, como dándole a cada cual la opor oportu tuni nida dad d de que su voz voz se oyera oyera en el coro, coro, con justi justici cia, a, amor y equidad. Don Mario era el alma de la Universidad. Ante él llegaban los que necesitaban ayuda para todo cuanto se presentaba en la marcha de la institución. Su ayudante y colaborador fue primero, el ingeniero químico de la Univer Universid sidad ad Boliva Bolivaria riana na de Medellí Medellín, n, Hernan Hernando do Arell Arellano ano Angel. Angel. Después lo fue, también, el doctor en Filosofía, Oscar Gerardo Ramos. Fue, pues, bajo la dirección de don Mario, hasta que vino su relevo por el médico Alfonso Ocampo Londoño, la persona que orientó, en ese período grandioso, a la Universidad. XXX Lo que se hizo en ese período, no es fácil ni es posible relatarlo de manera completa, justa y verdadera. Con el tiempo, ésta será historia amable de la Universidad. No eran edificios bellos ni sombreados los que las gentes ocupaban. Unos pocos eran nuevos, hechos con otros fines, otros eran here heren ncias cias de ant antigua iguass con constru strucc cciiones ones,, repar eparad adas as rápi rápida dame men nte, te, acond acondic icio iona nada das, s, con con salo salone ness incó incómo modo dos, s, a fin fin de reci recibi birr el alud alud de estudiantes, impetuosos que querían saber cómo se aprenden las ciencias del del mund mundo o físi físico co y las las del del espí espíri ritu tu... ... Todo Todo,, en ese ese tiem tiempo po,, herv hervía ía de entu entusi sias asmo mo.. Todo Todo el mund mundo o creí creía a que que el suyo suyo,, era era el trab trabaj ajo o má máss importante. A esto, se le llamó siempre mística, amor, pertenencia. Para mí, y para muchos otros profesores, de 1958 a 1970, los trabajadores, los empl emplea eado dos, s, los los prof profes esor ores es,, los los dire direct ctiv ivos os y todo todoss los los que que pusi pusimo moss un granito de arena en las obras de la Universidad, sentimos hoy, ya viejos, que ayudamos a construir la Universidad. XXX ¿Qué fue lo que se hizo en esas lomas de San Fernando? Digamos cosas generales: La Facultad de Medicina, desde muy temprano, gracias a la larga tradición de la medicina en el país, tuvo la oportunidad de desarrollar un programa nuevo, distinto y único, que, preservando lo mejor de su antiguo pasado, introdujo, de forma sistemática, los elementos que la llevarían hacia una medicina científica, analítica e investigativa. En efecto. Fueron los médicos, desde los más variados campos, especialistas de las ciencias básicas, pero también clínicos, internistas, cirujanos, etc., quie quiene ness asum asumie iero ron n el pa pape pell de ser ser form formad ador ores es de los los méto método doss de enseñanza y de las prácticas médicas, haciendo, del Hospital Evaristo García, el centro donde proyectaron todos sus saberes nuevos, ganados en universidades famosas y hospitales de prestigio internacional. Ellos, todos se involucraron en el cambio de nuestra medicina. Y muchos alumnos, les 102
aprend aprendier ieron on sus método métodos, s, convir convirtie tiendo ndo,, en pocos pocos años, años, una medici medicina na anti antigu gua, a, en la que que hoy hoy se disf disfru ruta ta en Cali Cali:: cien cientí tífi fica ca,, inst instrum rumen enta tall y moderna. Para mí, Para mí, como como prof profes esor or de cien cienci cias as bá bási sicas cas:: físi física ca,, quími química ca gene genera ral, l, Fisico Fisicoquí químic mica a y alguna algunass otras, otras, como como el anális análisis is instr instrumen umental tal,, etc. etc. El período dicho fue mi escuela de formación científica; Como se especializa la peonza, sin abandonar su puesto: Girando, girando. Era ya un hombre de 37 años; con justificada razón, a nadie se le ocurrió proponerme que hici hicier era a una una espe especi cial aliz izac ació ión n en otra otra pa part rte; e; en ese ese tiem tiempo po,, en el que que abundaban las ofertas para que los profesionales jóvenes, de cualquier color u origen, graduado en esta o aquella universidad se fuera al exterior, a aprender más ciencias o ingenierías, o humanidades o idiomas, en fin, lo que él quisiera, porque las fundaciones extranjeras, estaban empeñadas en hacer de la Universidad del Valle, un centro internacional de Ciencias y Tecnología, rodaban las ofertas. Solamente que yo, no recibí ninguna. Lo pensé muchas veces, era cuestión de edad. Nunca sentí ni envidias ni recl reclam amos os.. Simp Simple leme ment nte, e, vi pa part rtir ir a mis mis alumn alumnos os y volv volver er Máste Mástere res, s, Especialistas, doctores de Europa, muchos PHD, de los EE.UU. etc. Y me encontraron allí, en el mismo sitio, girando, porque era la misma, aunque más vieja, peonza. XXX En ese período mejoré mis matemáticas. Estudie física y química más atrasadas. Aprendí haciendo, técnicas como la cromatografía de papel y columna. Me aficioné a la electroquímica de uso analítico y leí mucho en libros especializados, los fundamentos de la mecánica cuántica. Nunca me sent sentíí un quími químico co mode modern rno, o, pero pero sent sentíí que que habí había a prog progre resad sado o much mucho o respecto de ese ingeniero químico que había tenido la audacia de enseñar las más elementales nociones de física y fisicoquímica, en la Universidad de Antioquia. Me ayudaron los textos que algunos de los doctores que fueron retornando del exterior a nuestra Universidad, habían usado en sus carreras. Ayudé un poco, a establecer la facultad de ciencias en Univalle. Fueron las revistas, los Journals, los textos avanzados y las invaluables ayudas de profesores, como Gabriel Poveda, Antonio Vélez, Ramiro Tobón, Fernando Corr Correa ea y tant tantos os otro otros, s, quie quiene nes, s, mien mientr tras as estu estuvi vier eron on sirv sirvié iénd ndol olee a la Universidad, me enseñaron muchas cosas, cuando los consulté. Lo poco que aprendí sobre investigación, lo aprendí por mí mismo... En 1958, Ramiro Tobón hizo, bajo mi dirección, su Tesis de grado para la Facultad de ingeniería química de la Universidad de Antioquia sobre un tema de química analítica que yo venía estudiando: La polarografía. Su tesis, fue apro ap roba bada da y elog elogia iada da en la Univ Univer ersi sida dad d de Anti Antioq oqui uia. a. Fue, Fue, como como si dijéramos, la primera muestra de que algo había comprendido de ese obstuso tema. 103
Con Con el doct doctor or Anto Antoni nio o Véle Vélezz Mont Montoy oya, a, estu estuve ve muy vinc vincul ulad ado o en una una amist amistad ad sinc sincer era, a, de admir admirac ació ión n mía mía por por su inte inteli lige genc ncia ia ma matem temát átic ica; a; admi ad miré ré y sigo sigo ad admi mira rand ndo, o, su disc discip ipli lina na,, dedi dedica caci ción ón,, y prof profun undo doss conocimientos de la matemática moderna. Un día o mejor, una noche, mientras yo leía a uno de mis escritores favoritos, León Tolstoi tuvimos una memorab ablle discus cusión. En esos tiemp empos, Vél Vélez no les daba importancia, a los autores que yo leía. Era, en esos tiempos repito, una admi ad mira rado dorr casi casi fan fanáti ático de Euler uler,, de Fer Ferma matt, y de tan tantos tos otros tros matemáticos de la historia. Me regañó, por consiguiente, porque a mí me gustaban mucho Shakespeare, Tolstoi y otros de mis ídolos. –“No pierda su tiempo, Zapata – me dijo – leyendo cuentos de esa gente”... Yo, que estaba ya muy viejo comparado con él que era un joven que adoraba a sus genios – le respondí: Usted, no sabe lo que dice. ¿Por qué no hace el ensayo de leer, por ejemplo, “Julio Cesar”, de Shakespeare? -, “¡Qué vale ese señor al lado de Newton!” – me respondió, molesto. Antonio Vélez, como el profesor Poveda dejaron la Univalle a mediados de la década del 70. Seguimos siendo los amigos que fuimos en Cali. Otro día, más tarde, que nos volvimos a ver, lo encontré igual de jóven, pero me dijo, serio: “Zapata, usted tenía razón... Y él” aleph” de Borges y la poesía de Machado (Antonio) también me fascinan”... Y todos tan contentos. Hoy, Antonio Vélez es una autoridad en la ciencia de la evolución e volución del hombre. XXX El doctor Alfonso Ocampo Londoño fue primero, decano de estudios en este período. Como tal, lo trate por primera vez. Asistí a varios comités sobre asuntos académicos, en representación de la Facultad de ingeniería química; de la cual, es bueno y pertinente decirlo, nunca fui decano en propiedad, pues, solamente estuve encargado durante el año de 1961 de la decanatura. Tanto es así, que en el libro de “Historia de la Universidad del Valle”, escrito por doña Elva Ortiz un poco más tarde, se describe como sin decano la facultad en 1961 y mi nombre no aparece ni siquiera como encargado. Es obvio. El asunto era como de óptica, pues, en ese tiempo, la señora y yo, ni siquiera nos veíamos. A pocos años de llegar el doctor Ocampo a la decanatura, fue promovido a la Rectoría en propiedad. Así que en 1968, el doctor Ocampo era el Rector de Univalle. Su personalidad, sus sus rela relaci cion ones es con con la Comu Comuni nida dad d Univ Univer ersi sita tari ria a y su tradi tradici ción ón en la Universidad, habiendo sido uno de los impulsores y promotores de la Facultad Facultad de Salud donde fue profesor, jefe del departamento departamento de cirugía, y cabeza visible de ese grupo de científicos, además de haber sido Ministro de Educación Nacional durante la Presidencia del doctor Alberto Lleras Camargo, hacían de él, un hombre idóneo para el cargo que, por varios años, ocupó don Mario Carvajal... Como simple y raso profesor, se me ocurrió un día, hacer una exposición, en uno uno de los los Comi Comite tess que que pres presid idía ía el doct doctor or Ocam Ocampo po,, acer acerca ca de la necesidad que percibía en los estudiantes, de que ellos tuvieran una visión 104
más general y armónica de las ciencias. Que éllos pudieran integrar, en un conjunto, sus ciencias particulares, para que no tomaran sus nociones científicas como temas aislados, sino que consideraran la Ciencia como un todo. Evitando, por ejemplo, que un alumno no se formara la idea de que la matemática nada tenía qué hacer en la biología. Mi alegato fue bien recibido. Se me nombró el coordinador del grupo de profesores de ciencias básicas que yo quisiera escoger, para preparar un curso, con base en esos principios. Solicité la ayuda entonces de profesores de la calidad de los doctores Luis María Borrero, el fisiólogo más destacado de la Facultad de Medicina; al profesor y jefe del departamento de Matemáticas, Víctor Ariza Prada; del profesor, físico, Javier Marín; del ingeniero Químico, graduado de la Univ Univer ersi sida dad d Pont Pontif ific icia ia Boli Bolivar varia iana na,, Ed Edga garr Marti Martina na,, prof profes esor or de Química; del profesor Aníbal Patiño, ecólogo del departamento de Biología; y de la doctora Ilse Schultz del área de d e la filosofía. ¿Qué ¿Qué buscáb buscábamo amoss concre concretam tament ente? e? ¿Qué hicimo hicimos? s? ¿Cuále ¿Cuáless fueron fueron los resultados? Al curso lo denominamos, “Ciencia Integrada”. Programamos e hicimos Seminarios (en Silvia y en Calima) destinados a discutir el espíritu, la orient orientaci ación, ón, los los ejempl ejemplos os en nuestr nuestros os respect respectivo ivoss campo campos, s, de esa idea idea fáus fáusti tica ca de ense enseña ñarr las las Cien Cienci cias as con con el homb hombre re ad aden entr tro. o. De tale taless Semi Semina nari rios os,, sali salimo moss disp dispues uesto toss a cons consul ulta tar, r, inve invent ntar ar,, trab trabaj ajar ar las las exposiciones, sobre: Uno, el Método Científico de Investigación – Por el doctor Luis María Borrero. Dos, la filosofía y la Historia – por la doctora Ilse Schultz. Tres, la Unidad de la Naturaleza, vista desde la Ecología – profesor Anibal Patiño, etc. etc. Al cabo de un semestre entregamos estos materiales para su difusión. El curso se inició en el primer semestre de 1970... Pero tantas cosas graves estaban estaban ya sucedi sucediend endo o en Unival Univalle le que el curso, curso, en síntes síntesis, is, fracasó fracasó.. Posteriormente, el único material de este ensayo que se aprovechó, fue la publicación del precioso libro sobre el “Método de Investigación” del doctor Luis María Borrero, de su trabajo invaluable en esa ocasión. XXX Antes de continuar por esta línea de remembranzas personales, de mi vida y de mi trabajo, séame permitido volver a mi hogar, a mi familia, a ese ambiente que me acompañó hasta 1956, cuando dejé mi hogar paterno para, tres años después, formar el mío con Margarita Lujan hasta hoy y hasta mi muerte. He dicho en varios lugares que soy unamuniano, que a mí también me ha acompañado el, “Sentimiento Trágico de la Vida”, pero que no he cedido a ninguna tentación y he vivido mi vida como ella se ha presentado. Un día de 1961, se presentó, inesperadamente, mi padre a mi casa. Mi espo esposa sa,, que apena apenass lo cono conocí cía a en foto fotogr grafí afías, as, no lo reco recono noci ció. ó. Flac Flaco, o, 105
pálido, tímido, me miró el rostro, como para estar seguro de que era yo; me dijo, con voz apenas audible que le diera una cama para descansar, que estaba rendido y enfermo. Fue mi niñez, mi adolescencia y toda mi vida, lo que vi en sus ojos negros y profundos... Cuando se recuperó un poco, le pedí que me acompañará donde un médico que me conocía, llevándolo al hospital departamental Evaristo García, donde un médico joven, elegante y amable, lo examinó. Le dio una receta de inyecciones que desde ese día se empezó a aplicar. Yo no le pregunté al doctor por la salud de mi padre. Sabí Sabía a de qué qué se esta estaba ba muri murien endo do.. Una Una sili silico cosi siss pulm pulmon onar ar anti antigu gua, a, agravada por su soledad y su tristeza. El médico no me cobró, sabía que q ue yo era profesor de la Universidad, y él, el más grande internista, maestro de maestros en su ciencia: el doctor Jorge Araujo Grau, me deseó suerte. Mi padre mejoró un poco. Lo llevé a Medellín. Allí murió en 1964, al lado de su Agripina y sus hijas, quienes, apenas se reponían de la muerte de Adán. XXX Quiero copiar aquí, un poema sencillo que le dediqué a mi padre, quiero decir, a su memoria. A mi Padre
Negros, secos, profundos, así eran los ojos de mi Padre
No espero tu retorno, meteoro en el cielo de la noche. Como un ardid, como una estratagema, fuiste en mi vida. Tus luces ardientes queman hoy mis recuerdos. Como fuiste en el profundo pozo donde yace la lucha fui yo en mi vida después de tu partida. Ejemplo de soledad soportada entre golpes y heridas, sin otra luz ni guía, sin otra ayuda que tu pensar fuiste urdiendo mi destino. Hoy vienes hacia mí con cada amanecer, con cada sol, Siento tu piel morena, tus brazos poderosos, y esa sonrisa tuya apenas insinuada. Lo que adoro en tí son tus silencios. Un poco de nostalgia por el dolor que ebulle y efervece. Algo de tus palabras sin solemnidades. Voz de duro viajero, caminante sin afanes que guió mis pasos. Amigo, compañero sereno, indiferente a los golpes más crueles. 106
Un ser así, distante, un hombre y nada más, una noche de calma ya pasada. Hablábamos, y apenas respondías; Eran de un fondo oscuro tus pesares. A veces me decías palabras separadas: “Sí. No sé. El tiempo dice todo”. Aún recibo lecciones de tus labios callados. XXX Pero el mundo de Agr Agripina, mi mad adrre, se había ya empezado a desmoronar. Sin protestar. Sin renegar, porque “el que reniega invoca al demonio,” como ella nos decía. Vio, de un día para otro irse a Adán de su lado, Adán seguía tocando sus instrumentos de cuerda, cantando para sus amigos, trabajando por cualquier salario en una empresa sin importancia, ayudando a las necesidades del hogar cuando podía, y enamorado, ahora, de la música culta... Sucedió que una noche de Marzo de 1961, llegó a la casa con el programa de un concierto de violines que iban a ofrecer en el teatro Junín de Medellín, esa noche, a las 9 p.m. se arregló temprano – me contó – Eva. Se puso un vestido azul, de sacro cruzado que lo vestía muy bien. Tampoco era muy alto, se conservaba flaco, “limado”, decía Agripina, y la sopa le caía muy bien… Yo lo recordaba mucho. Siempre fue mi comp compañ añero ero mient mientra rass fuim fuimos os niños niños en Yolo Yolomb mbó ó y tamb tambié ién n en Bell Bello. o. Recuerdo que el día que le conté que ya había terminado mi carrera de ingeniero, aunque no hicimos ni la menor fiesta en la casa, él fue a la librería de Jaime Navarro, en Boyacá, Librería América, donde sabía que compraba libros y allí me compró, de regalo, el “Diccionario de la Lengua Española”, en la décima Séptima Edición. 1947. Aún conservo esa edición y la uso, “a pesar del tiempo, que lo cambia todo”. A la salida del Concierto, cerca de las doce de la noche, cogió la carrera Bolívar, buscando nuestra casa en la calle Popayán. En algún lugar lo atracaron, dándole muerte a varillazos, lo llevaron a la montaña y al otro día, Eva lo reconoció en la morgue. Ahora que rememoro esta tragedia, recuerdo la primera de las Coplas que don Jorge Manrique escribió, a la muerte de su padre: “Este mundo, es el camino para el otro, que es morada sin pesar. Más cumple tener buen tino, Para andar esta jornada, sin errar” XXX Durante la Decanatura de Estudios del doctor Alfonso Ocampo Londoño, aparte aparte de su lidera liderazgo zgo en el proyec proyecto, to, desarr desarroll ollo o y constr construcci ucción ón de la Ciudad Universitario de Meléndez, cuyo producto terminado está a la vista, ganadora del Premio Nacional de Arquitectura, dos Facultades de singular importancia fueron creadas, cuyos frutos son invaluables: me refiero a la 107
Facultad de Ciencias (Matemáticas, Física, Química y Biología). División de Ciencias se llamó en la primera nomenclatura. Y, la no menos importante: Facultad de Ingeniería Sanitaria… Nadie pretende decir ahora, que fue el doctor Ocampo el gestor único y privilegiado de éstas y otras reformas. No. El doctor Ocampo es un ejecutivo, y médico de profesión. Lo que quiero indicar es que bajo su dirección, múltiples grupos de expertos crearon esos centros de estudio. Siempre he creído que Napoleón, que creó La Escuela Politécnic Politécnica a de París, París, donde donde Fourier Fourier enseñó las leyes de la Conducción Conducción del Calor, no era capaz de comprender esas leyes. La capaci capacidad dad para para tomar tomar decisi decisione ones, s, correct correctas as o incorr incorrect ectas, as, no está está relacionada con el saber concreto. El doctor Ocampo fue acusado en 1970 de tomar una mala decisión y de no querer corregirla. ¿Por qué? ¿Por orgullo, por vanidad, por prepotencia?. La verdad fue que le causó el retiro de la Rectoría y ocasionó una crisis total en Univalle. XXXX Ante Antess de ofre ofrece cerr Mi aleg alegat atos osob obre re este este asun asunto to,, desd desdee la cris crisis is de la Universidad del Valle de 1970, quiero reiterar algunos datos que pueden ayudar tanto a los lectores como a mí: El autor de estas notas es un hombre de casi ochenta años. Fue profesor de la Universidad por casi cuarenta años. Nunca fue ni director de Sección, ni jefe de Departamento, ni Decano de ninguna Facultad, ni, obviamente, directivo universitario de ninguna categoría. Fui, lo que suele llamarse, un soldado raso. Así quise serlo, y, como decía Agripina, Agripina, punto. punto. El modelo de Universidad que encontré en 1958, después de mi ausencia del del año año 1957 957, me fue fue reve revela land ndo o rasg rasgos os muy muy acen acenttuado uadoss de una una universidad fuertemente influenciada por la cultura de los Estados Unidos de Norteamérica: las ayudas conocidas de las Fundaciones filantrópicas americanas. El idioma predominante en los textos, revistas, y personas vinculadas como profesores visitantes en varios campos; ese ir y venir de Misiones extranjeras, - americanos sobre todo -, hicieron pensar, a los menos prevenidos, que se estaba configurando un enclave de los Estados Unidos, en Cali. Yo, que ya me venía formando como un universitario, con un barniz, delgado, si se quiere, de cultura universal, pero fiel a mis valore valoress tradic tradicion ionale ales: s: al idioma idioma Castel Castellan lano, o, el de Unamun Unamuno o y Antoni Antonio o Machado. Mi fe inconmovible en el Dios del Calvario. Mi creencia profunda en la honra onrade dezz y en el derec erecho ho de las otras ras per person sonas a opin pinar, ar, a controvertir las ideas con respeto y cultura, a mostrar, en fin, que llevaba en mí un hombre racional y sensitivo, como desde hacía muchos años me había definido a mí mismo, hice grandes esfuerzos para no abandonar la Universidad del Valle. ¿Cuáles fueron las razones de que, en ese período de que veng vengo o habl habland ando, o, la Univ Univer ersi sida dad d perd perdie iera ra a Ga Gabr brie iell Pove Poveda da,, a Antonio Vélez, a Narses Barona, al profesor español José Antonio Viedma, etc?. No voy a especular. Pudo ser que a todos y simultáneamente, les resultara trabajos mejor remunerados en otras ciudades. Muy raro, porque 108
en la Univalle, rodaban entre muchas personas, los dólares. Tantos, que un grupo de eminentes ciudadanos de la Comunidad, para facilitar el flujo y consumo de esos fondos provenientes de las Fundaciones extranjeras, para la Universidad, se reunieron un día, en alguna parte fuera de los modestos edificios de San Fernando, y fundaron en un dos por tres, la “Funda “Fundació ción n para para la Educaci Educación ón Superi Superior, or, Fes”. Fes”. Y cuenta cuentan n las crónic crónicas as habladas y locales, que esos señores se felicitaron a sí mismos, con tanta efusión, como la que describió el periodista Juan Lozano y Lozano, cuando el General Rojas Pinilla, se apoderó del poder, en 1953, por otras causas más respetables. Fes empezó aliviando, con pequeños obsequios, a los siempre mal pagados profesores rasos. Así como el marido borracho, le compraba galleticas a su enfurecida mujer que lo esperaba los sábados, para pa ra calm calmar arla la.. “Calm “Calma a Tigr Tigre” e”,, llam llamaba aban n a esas esas ga gall llet etic icas as… … En Entr tree los los profesores rasos circulaba la anécdota de que uno de ellos preguntó: ¿Qué es la Fes?, y el otro respondió: “es creer en lo que no hemos visto, porque ésta primita nos lo ha revelado”… Las fundaciones sin ánimo de lucro en Colombia, han sido, muchas veces, fuentes de inmoralidad, pues si por delante muestran la limosna o ayuda, por la espalda afilan las garras del león. XXX Vivíamos, pues, entonces, el auge de la cultura americana, ésa de la que dijo Chesterton, que con la paciencia de un pescador con vara, produciría un Shakespeare algún día. Pero traían dólares y había que adaptarlos al humilde Castellano, mediante el artificio de Fes, una especie de escuela de políglotas. Siempre me he preguntado por qué los dólares se tienen que limpiar, ¿será que siempre traen un podo de injusticia?. Había becas de estudio a todo. Bastaba con que los candidatos fueran muchachos sanos, que no portarán gérmenes del hambre de los trópicos. Era suficiente. Hubo muchos viajeros lerdos, estúpidos, pero que hablaban fluidamente el americano. Eso era lo esencial. Lo había dicho Juan Luis Vives, en tiempos muy remotos. XXX En las las prim primer eras as ma mani nife fest stac acio ione ness de los los estu estudi dian ante tes, s, en la huel huelga ga est estudi udianti antill que que pres presid idiió la cri crisis, sis, que que fuer fuero on ruda rudass, agres gresiivas vas e irresponsables, como casi todas las de los estudiantes; y, enterado por fin el Gobierno Central de lo que sucedía en la U. del Valle; y cuando supo que el profesorado de la Universidad estaba dividido en dos bandos de difícil conciliación, pidió la intervención de la Universidad Nacional para buscar la concertación. Vinieron dos profesores. Hubo diálogos con líderes de am ambo boss ba band ndos os.. Algu Alguno noss prof profes esor ores es del del lado lado opues opuesto to al del del doct doctor or Ocampo Londoño, me pidieron que les expusiera a los delegados de la UN, la razón de nuestra solicitud al Rector, de una sencilla rectificación a su 109
decisión en el Consejo Superior de hacer un nombramiento, porque ni el método usado ni el candidato escogido, satisfacía al profesorado de la Facultad en conflicto… Expuse ante los señores de U.N. algunas de las razones de nuestro grupo. Como nunca trascendió al público lo que en ésa reunión se analizó, quiero consignarlas aquí, sucintamente: Hablé de la Universidad que queríamos. Hablé de la importancia de que nuestr nuestra a cultur cultura a siguie siguiera ra siendo siendo la que hasta hasta ése moment momento o habíamo habíamoss tenido. Que nos convenía mucho la ciencia y la técnica, pero sin sacrificar nuestros valores por unos pocos dólares. Hablé de la obra que habían real realiz izad ado o en Anti Antioq oqui uia, a, Facu Facult ltad ades es como como la Naci Nacion onal al de Mina Minas, s, la de Medicina y la Facultad de derecho, por el Departamento y el País, sin necesidad de vender su alma. (Uno de los delegados era ingeniero y el otro, humanista). Tal fue la esencia de mi intervención. Lo que significó en Cali, es bien conocido. XXXX Pero lo que siguió en la Universidad del Valle sí quiero comentarlo… Todo los profesores y estudiantes que intervinimos contra el doctor Ocampo, sin una una sola sola exce excepc pció ión, n, fuimo fuimoss llam llamado adoss “Comu “Comuni nist stas as”. ”. Mucho Muchoss de los los profes profesore ores, s, fueron fueron expuls expulsado adoss de la Univer Universid sidad. ad. También También unos unos pocos pocos estudiantes. El vendaval creció. Los líderes del antiguo régimen llenaron la pren prensa sa loca locall de vej vejám ámen enes es cont contra ra las las gent gentes es que que qued quedam amos os en la Institución. Admirables y amables profesores, arruinaron sus brillantes carr carrer eras as por por ap apoy oyar ar el sali salien ente te líde líder, r, que que senc sencil illa lame ment nte, e, se hab abía ía equivocado en una decisión. Algunos de los estudiantes que intervinieron en el movimiento y quedaron en la Universidad, asumieron una actitud triunfalista que fue la que con mayo ma yorr acerb acerbía ía dest destru ruyó yó,, por por vari varios os años años,, el orde orden, n, la disc discip ipli lina na y la organización de la Universidad. Ellos, con otras no declaradas intenciones, le dieron, en el fondo, respaldo a lo que se llamó “el Ocampismo”, que consistió consistió solamente solamente en dar respaldo irrestricto irrestricto al doctor doctor Ocampo, Ocampo, sino en contribuir a demostrar cuánta falta hacía el líder, al atentar contra el orden de la Universidad, que no era del líder, sino de la formación, que desd desdee ante antess de él se ofrec ofrecía ía.. En otro otross térm términ inos os.. Los Los estu estudi dian ante tess que que inve invent ntar aron on los los veto vetos, s, cont contra ra curso cursoss y prof profes esor ores es,, que que acus acusaro aron n por por sospechas ideológicas a eminentes profesores, le hicieron el peor daño a la Universidad. Contribuyeron a su deterioro; coincidiendo así, con las voces de los que hablaban mal de la Universidad, a fuera. XXXX Los estudiantes que querían continuar con sus estudios, así como los profesores que permanecimos en la Universidad, con el mismo espíritu de 110
enseñar, de seguir trabajando en nuestros proyectos de investigación y de estudio, sufrimos todos los vejámenes que unas agresivas pandillas de gent gentes es comp compue uest stas as por por estu estudi dian ante tess y algu alguno noss prof profes esor ores es,, dizq dizque ue de formaci formación ón Marxist Marxista. a. Ellos Ellos se encarg encargaro aron n de demost demostrar rar muchas muchas cosas: cosas: primero, que la Universidad del Valle, como la Entidad que era, a éllos no les importaba. Segundo, que sus estudios mismos, eran simples pretextos para poder impulsar la Revolución de traían de afuera. Tercero, que para éllos, la presencia y destino del líder, era secundaria, y que lo que se les presentara en tales circunstancias, era la ocasión, la oportunidad, de ser ellos los precursores de la esperada revolución. Por supuesto hubo en la Universida Universidad d varios varios infartos infartos al corazón, corazón, de profesores. profesores. Una pena. Un dolor indescriptible. Apóstoles de la ciencia y la cultura. Maestros incomparables que sufrie sufrieron ron en su propio propio cuerpo cuerpo fisuras fisuras irrep irreparab arables les.. El hombre hombre es racional y sensitivo, y no hay que poner barniz en sus heridas para cubrir su angustia. XXXX Yo no sé cuánta cuántass experi experienc encias ias vitale vitaless les dejaro dejaron n a los protag protagoni onista stass principales, los hechos sucintamente descritos hasta aquí, de la crisis de la Univ Univer ersi sida dad d del del Vall Vallee en 1970 1970.. Pa Para ra mí, mí, que que fui fui un pa part rtic icip ipan ante te secundario, que real y verdaderamente, en lo personal, no fui afectado mayormente, aparte de algunas ofensas que en poco me afectaron, obtuve sí, algunas experiencias útiles, no por mí, sino por lo que pude observar: la autoridad, si no está asistida por la humildad, la destruye siempre la sobe soberb rbia ia.. El elog elogio io desm desmed edid ido o y serv servil il,, es el peor peor enem enemig igo o de toda toda autoridad. Todo hombre necesita, requiere, que cuando obra bien y con jus justi tici cia a y sabi sabidur duría ía,, le sean sean reco recono noci cida dass sus sus labo labore res. s. Y todo todo homb hombre re necesita, requiere, que jueces justos digan cuándo esta obrando mal. Más o menos ésta filosofía, la había yo aprendido de memoria, en mi primer libro de lectura que me regaló mi maestro don Francisco García, allá, en mi lejano pueblo Yolombó, hace casi 60 años. Es lo que nos enseña, el libro El Carácter, de Samuel Smiles. XXX Antes de continuar con mi vida académica, que prosiguió hasta 1990, cuando me pensioné. Quiero recordar hechos muy variados de mi vida familiar y personal, que me afectaron a fectaron seriamente. La felicidad de mi hogar, establecido ya en mi casa propia del barrio Tequendama, se afectó cruelmente por una dolencia de Margarita, que se prolongó por más de cinco años. Fue como una visita larga de los cuervos máss negro má egross y asqu asquer eros oso os. Ell Ellos, os, los cuer cuervo vos, s, no pregu regun ntaro taron n si disf disfru ruta tamo moss de la feli felici cida dad d o la desgr desgrac acia ia.. Ello Elloss vuel vuelan an sin sin rumb rumbo o ni destino; se detienen aquí, donde apenas la dicha se insinúa, o se van a las guerras, a destrozar soldados inocentes. Se posan sobre al menos en los ricos palacios, y matan las princesas, entristeciendo al mundo con su sordo graznido. O van al hospital, o al a l hospicio, sacando a los niñitos, para 111 111
jugar con ellos, el juego de la muerte. Los cuervos son así, todos los hemos visto… Fueron años de dolor, de angustia, de blancos hospitales, de rezos, de plegarias, medicamentos, cirugías y siempre los ojos puestos, en el Dios del Calvario. Lo recuerdo muy bien, y aún saltan mis lágrimas: el día y en la misma hora, en que Neil Armontrong tocaba con sus botas fantásticas el suelo de la luna, las gentes hacían saltos de alegría, y yo, estaba al borde del lecho, en la Clínica del Rosario en Medellín, esperando la muerte de Margarita; que, sin perder la calma, oraba, pidiéndole al Cielo, por su vida… Y el milagro se dio. En ése día, una cirugía feliz salvó su vida. Y Armontrong caminó, un poco vacilante, sobre el suelo lunar… Después y gracias a la técnica, nosotros reunidos frente a Margarita, radiante, con sus hijos mirándola más a ella que a la televisión, vimos, ansiosos, el milagro de Armontrong, en otro día. XXXX Pero los cuervos son insaciables. En 1972, mi familia en Medellín. o mejor dicho, lo que de ella quedaba, Agripina y sus dos hijas, fueron avisadas de la muerte de Quíque, el primogénito de Agripina; el que se crió con los abuelos en Amalfi, el que abandonó a las tías viejas cuando murió la abuela Filomena Ríos, quien lo había sacado del hogar de Agripina, para qued quedár árse selo lo,, dizq dizque ue porq porque ue fue fue muy muy bell bello o cuan cuando do niño niño.. Quíq Quíque ue,, mi hermano, fue un artesano con ínfulas de artista y fracasado. Retratista. Pintor de paisajes locales. Zapatero de nuevo y de remonte. Carpintero ordi ordina nari rio. o. Ha Habl blado ador. r. En Enamo amora rado do de las las ranc ranche hera rass meji mejica cana nass y, pa para ra terminar, bebedor y vagabundo. Cuando llegó a Bello, por primera vez, Agripina nos pidió que no l visitáramos. Instaló un taller en la vía para Fabricato y allí se ubicó con sus mesas de Zapatería, banco de carpintería, maderas para marcos de madera etc. Ahora, había muerto en la casa de una hija natural de Antonio Ceballos, es decir, una sobrina de Agripina. Eva, Eva, mi herm herman ana, a, que que siemp siempre re ha sido sido fuer fuerte te.. Call Callad ada. a. Seri Seria. a. Como Como apretando los dientes y mirando el mundo; como lista a denunciar en dónde se equivoca, le regaló una tumba en el cementerio de San Pedro, en Medellín. Él, Quijote, murió sin amor, porque nunca en su vida sintió amor. Las voces, los recuerdos del mundo de Agripina se redujeron tanto, que la pequeña casa donde vivió hasta su fin, parecía la morada del silencio. De ese año, en adelante, le sentí como un desgano, como un silencio puro, agazapado en el alma. “Yo me voy a morir muy pronto” decía. Y era la voz de mi madre, pero como cascada, golpeada por los años y las penas; con sus cabellos casi blancos y sus ojos sin brillo, llevando, entre los labios, un tabaco delgado y apagado pues, parecía, que era el sabor amargo, lo que la consolaba. XXX VIII 112
Cuando repaso mentalmente cuántas cosas útiles para mi trabajo, para la Univalle, para mis hijos y familia etc., hice en la década de 1960 al 1970, me admiro de cómo es de larga la vida, ciertamente, cuando uno se aplica a vivirla, con fe y entusiasmo. En ése período profundicé, por mi propia cuenta en la teoría de la investigación científica. Leí y releí, libros como, “An Introduction of Scientífic Research” del E. Brght Wilson, Jr.; el clásico libr libro o de Norm rman an Robe Robert rt Cam ambe belll, “Fou “Found ndda dati tion onss of scie scien nce”. ce”. The philosophy of theor and experimente, etc. En ellos comprendí – creo yo -, los fundamentos de la investigación científica. Adoptamos el método que prac practi tica caba ban n los los prof profes esor ores es de la Facu Facult ltad ad de Medi Medici cina na,, en el cual cual anal analiz izab aban an artí artícu culo loss clás clásic icos os de inve invest stig igac ació ión, n, y tamb tambié ién n artí artícu culo loss recientes, publicados en los Journals, ellos en sus campos, pero nosotros, en nues nuestr tros os camp campos os:: Journ Journal al of phys physic ical al Chem Chemis istr try, y, J. Of Chem Chemic ical al Education, etc. Así, nos fuimos aproximando a ese mundo maravilloso de la Investigación científica y tecnológica. Una cosa, es la teoría, respecto del Método de investigación. Pero otra, muy muy dife difere rent nte, e, es la prác prácti tica ca,, ésto éstoss es, es, asum asumir ir la reso resolu luci ción ón de un prob proble lema ma de inves investi tiga gaci ción ón,, por por senc sencil illo lo que sea. sea. Fue, Fue, en ese ese tiemp tiempo, o, cuan cuando do deci decidí dí ensa ensaya yarr la crom cromat atog ogra rafí fía a de pa pape pel, l, en una una y en dos dos direcciones. La cromatografía de Columna y la de placa delgada, que ya empezaba a desplazar a la primera. El primer problema que me planteé, fue el de conocer, cuántos aminoácidos esenciales, tiene la proteína del Chontaduro, ese fruto popular que se consumía en abundancia en el Valle del Cauca. Consulté, en ese tiempo, al doctor Antonio Calás, bioquímico español, quien vino a colaborar con la sección de Bioquímica de la facultad de Medicina. Conversé en Medellín, con el doctor Luis Pérez Medina, PhD., quien había había sido mi profesor profesor en la U. de A., y hasta lo invité para que nos ofreciera una conferencia, sobre el uso del Espectómetro Infrarrojo, en la dilucidación de estructuras moleculares. Él, amablemente, vino a Cali y nos ofreció tal conferencia, etc. Éste estudio, me llevó, casi sin tener aún un prop propós ósit ito o defi defini nido do,, a orie orient ntarm armee haci hacia a los los Prod Produc ucto toss Natu Natura rale les. s. Participaron en el trabajo varios estudiantes de la Escuela de Tecnología Químic Química, a, que había había sido sido creada creada,, por el profes profesor, or, ingeni ingeniero ero químic químicao, ao, Narses Barona Montes de Oca, quien era como un motor del Depa Depart rtame ament nto o de Quím Químic ica. a. En Entr tree los los estu estudi dian ante tess que pa part rtic icip iparo aron, n, recuerdo, con especial cariño y admiración, a la señorita Teresita Sellarés y a Dévo Dévora ra de la Cues Cuesta, ta, quien quienes es hici hicier eron on sus sus prim primer eras as prác prácti ticas cas de laboratorio en el programa. De éstos estudiantes, resultó, finalmente, un artículo publicado más tarde en la revista americana Economic Botany, gracias a la ayuda invaluable de los sabios de América, el doctor Víctor Manuel Patiño, naturalista, conocido en el mundo entero. Su amistad, su ayuda, su entusiasmo por estos estudios, son el ejemplo más vivo que llevo en el corazón. Esta experiencia y el ejemplo del doctor Pérez Medina, quien trabajó en el Campo de las Solanáccas, me mostraron la posibilidad de creer en el Valle, un centro de investigación en Productos Naturales. Para ello ello,, invi invité té a cien cientí tífi fico coss como como el doct doctor or Alva Alvaro ro Aleg Alegrí ría a PhD. PhD.,, de la Universidad de Harvar en EE.UU., al doctor Carlos Corredor, Ph.D. de la 113
Univ Univer ersi sida dad d de Durh Durham am,, en EE EE.U .UU. U.,, al doct doctor or Vice Vicent ntee Piaz Piazue uelo lo,, bioquímico español, al servicio de la Sección de Bioquímica del U. del Valle. etc. Así fue como entré a la investigación. XXX Pero Pero en mi camp campo, o, prop propia iamen mente te,, el de la Fisi Fisico coquí quími mica ca,, empe empeza zamo moss también a practicar el método que le habíamos aprendido a los Médicos, es deci decir, r, el anál anális isis is,, disc discus usió ión n y búsqu búsqued eda a del del meol meollo lo de los los artí artícu culo loss public publicado adoss en los los Jounale Jounaless corres correspon pondie diente ntes. s. Adoptam Adoptamos os el método método,, también aprendido de los profesores de Medicina, de hacer exposiciones entre nosotros sobre artículos, clásicos o modernos de temas científicos. Recuerdo Recuerdo ahora, una charla charla que dicté en un salón de ingenierí ingeniería a eléctrica, eléctrica, sobre el uso de la teoría de grupos en la revelación de propiedades de algunas moléculas, con la sola caracterización del grupo a que pertenece. Recuerdo, también, las efusivas felicitaciones que me prodigó el doctor Espíritu Santo Botero, por esa charla, etc. XXX Entree 1963 Entr 1963 y 1967 1967 viaj viajéé a dos dos semin seminar ario ioss cort cortos os al exte exteri rior or.. Uno, Uno, a Norteamérica, a la Universidad de North Carolina, Chapel Hill, a fin de escuc escucha harr algu alguna nass conf confer eren enci cias as sobr sobree estr estruc uctu tura ra mole molecu cula larr y uso uso del del espectrómetro de Resonancia Magnética nuclear en la identificación de protones en las moléculas. Tuve en esa ocasión la oportunidad de hablar y conocer el joven profesor Charles N. Reilley, un maestro de la electroquímica analítica, de quién había leído algunos de sus artículos. En el otro viaje, que lo hice en compañía del doctor Rodrigo Paredes, uno de nues nuestr tros os prof profes esor ores es de Quím Químic ica a orgán orgánic ica a má máss admir admirad ados os en nues nuestr tro o Departamento, fue a la ciudad de México, a la U. Nacional, Torre de Ciencias, Ciencias, donde recibimos recibimos exposicio exposiciones nes sobre espectrosco espectroscopía pía Molecular Molecular aplicada a Productos Naturales, etc. XXXX Gracias a la ayuda de la Fundación Rockefeller, que aceptó ayudarnos trayendo de Norte América una misión científica encabezada por el doctor Francis T. Bonner, jefe del Departamento de Química de la Universidad del Estado de New York, en Long Island, puedo decir que, con ésta sola ayuda, nuestro modesto Departamento de Química, se orientó, halló su centro, descubriendo su verdadero objeto y propósito, (así como nuestra Facultad de ingeniería química en Medellín, había encontrado su verdadero objeto y propósito, en las manos del doctor Guido Horguera, como ya lo narré). El doctor Bonner fue para nosotros, una guía, un amigo, el más sincero colaborado colaboradorr de nuestro entusiasta entusiasta pero aún no definido propósito. propósito. Él nos conoció personalmente. Comprendió lo que estábamos intentando hacer, nos dio pautas, nos recomendó equipos sencillos que debíamos conseguir. Nos habló acerca de las líneas que podían impulsar. Nos abrió las puertas 114
de su famosa Universidad, donde podíamos enviar a estudiar a nuestros más promisorios jóvenes en el área que más necesitábamos, etc. El doctor Bonner Bonner fue para para nosotr nosotros, os, un amigo, amigo, un consej consejero ero,, un compañ compañero ero de trabajo. Y ahora, mientras recuerdo con infinito cariño su amistad, su espíritu sencillo, su simpatía y comprensión, me detengo a pensar en cuanto puede hacer, e hizo para nosotros, (unos hombres apenas iniciados en éstas biles biles de la educación educación científica científica), ), un maestro de arte, arte, sencillo, sencillo, amable, comprensivo de nuestra real situación. El doctor Francisco T. Bonner, repito, impulsó, centró, puso el rumbo apropiado a todos nuestros esfuerzos, voluntariosos pero aun no bien orientados. Cómo me agrada expresar, a mi modo, este profundo agradecimiento por la labor desinteresada que desarrolló entre nosotros, el doctor Bonner. Supi Supimo moss má máss tard tardee que que él es un miem miembr bro o de una una cast casta a clás clásic ica a de educadores científicos en su país. Lo que se hereda no se hurta, decíamos en Castellano. Bonner hablaba el Castellano, cuando su interlocutor era lento y torpe para hacerlo en ingles, como fue siempre mi caso, pero lo hacía, hacía, obviam obviament entee con may mayor or seguri seguridad dad,, cuando cuando su oyente oyente hablab hablaba a el ingl ingles es con con flui fluidez dez,, como como nues nuestr tros os cole colegas gas Ed Edga garr Mart Martin ina a y Rodr Rodrig igo o Paredes. Pero todos le comprendíamos. Porque en todas las situaciones de la vida, el lenguaje universal, universal, lo traduce traduce la amistad, amistad, el calor humano, humano, esa combinación de inteligencia y sensibilidad, sobre la cual tantas veces me he referido en estas memorias… No hay que hacerme caso cuando digo que los Estados Unidos no han producido un Shakespeare todavía. Sé que no solamente éllos, sino el resto del mundo; en ése aspecto, seguimos pescando con vara. Shakespeare no hay sino una. Pero lo que sí afirmo, es que que la ma mayyorí oría de los homb hombre ress am amer eric ican anos os son son gent ente de buen buenos os sentimientos, y que hombres como Francis T. Bonner, está en ese grupo de, “gentes buenas que caminan, y van aromando la tierra”, como dijo Machado. XXX Gracias, pues, al doctor Bonner, la Fundación Rockefeller nos aprobó una lista de equipos para estudios de química, que incluyó, espectrofotómetros para la luz visible, ultravioleta e infrarroja. Equipos para cromatrografía líquida y gaseosa. Potenciómetros de varias clases, etc. Y recuerdo muy bien que con el jóven profesor Francisco Gensinifosi, ingeniero químico de Univalle, pudimos construir el primer gran laboratorio que denominamos pomp pompo osame samen nte Labo Labora rattorio orio de Anál Análiisis sis Inst Instru rume men ntal tal, que que fue fue la admiración de don Mario Carvajal cuando lo vió, haciendo el comentario de que aquello era como una sección de Cabo Cañaveral. Con éste apoyo, continuamos pensando en la fundación de la Facultad de Ciencias. (1964) El doctor Bonner apoyó la idea de que el profesor Walter Correa Cadavid, ingeniero químico de U de A, quien se había vinculado al departamento de química, fuera a la Universidad de New York, en Long Island, para obtener su doctorado, donde en efecto, realizó su PhD en Química Orgánica, quien 115
volvió al profesorado y un poco más tarde a la decanatura de la División de Cien Cienci cias as.. Por Por su pa part rte, e, el inge ingeni niero ero Fran Franci cisc sco o Gens Gensin inif ifos osi, i, viaj viajó ó a la Univer Universid sidad ad de Conell Conell,, donde donde obtuvo obtuvo el PhD, PhD, en Ingeni Ingenierí ería a Químic Química a y también volvió al profesorado de Univalle. XXX Observación; Quiero dejar en estas notas, escritas de mi puño y letra, que la afirma afirmació ción n que difund difundier ieron on muchas muchas person personas as desde desde la Facult Facultad ad de Medicina, hacia 1972, de que Angel Zapata fue uno de los causantes de la salida de Cali de las Fundaciones de apoyo a la Universidad del Valle, es una pobre calumnia, producto de la ignorancia y de la mala fé. Durante toda mi vida profesional, que fue académica esencialmente, fui un simple ingeniero químico, absolutamente honrado: no tuve interés sino en los conocimientos. Ni en el poder, ni en las influencias, ni el dinero, etc. ¿ Cómo podría yo propiciar, querer, desear, la salida de las fundaciones, cuan cuando do habí había a cono conoci cido do tan tan bien bien sus sus ánim ánimos os de ay ayud udar arno nos? s? Lo que que combatí, y combatiría de nuevo, fue esa rebatiña que por los dólares se armó en la Universidad por el espíritu mezquino de mercaderes de la educación, que hoy posan de Prohombres. XXXX Después de 1970, la Universidad del Valle, fue dirigida por varias personas durante el largo periodo de su crisis. El suceso del doctor Alfonso Ocampo Londoño, fue un joven economista del Valle, sacado de sus asuntos de Bogota, donde residía, y a quien le correspondió obedecer las disposiciones de las autoridades del Departamento del Valle, para sancionar a aquellos profesores y estudiantes que fueron señalados por las autoridades como los responsables de la huelga y movimientos que dieron el traste con la Rectoría del doctor Ocampo y sus consecuencias. Mirando, el doctor Hugo Rest Restre repo po,, el Rect Rector or enca encarg rgad ado o de quie quien n esto estoyy habl habland ando, o, la ga gale lerí ría a de ret retrato ratoss de Recto ectore ress que que ad ado orna rna la sal sala de sesi sesion ones es del del Conse onsejo jo Académico, de la Universidad, me dijo un día: “Y saber que yo no alcancé en mi rectoría, ni siquiera el honor de una acuarela”. El doctor Restrepo, cumplió fielmente las encomiendas recibidas que hizo Mutis por el foro. La Rectoría del doctor Alberto León Betancourt, si fue en propiedad. El doctor Alberto León fue un ingeniero civil de la Universidad Nacional de Bogotá . PHD de los EE.UU. Una autoridad en sistemas. Había sido servidor de la Univalle como Decano de la Facultad de la Ingeniería. Autor de varios libros y de muchos estudios sobre temas de su campo. Hombre amable, accesible, enamorado de la educación y de la academia, simpático y buena vida, sin nunca olvidarse de sus altas disciplinas científicas y matemáticas y, especialmente, de la computación: el introdujo la computación a la Universidad y, en ese campo, se movía como pez en el agua. Nombro como Decano de Estudios de la Universidad, al Doctor Francisco Gensini Fosi, ya mencionado en estas notas. El doctor Gensini había recibido su PHD en la Universidad Universidad Cornell Cornell de EE.UU, con las mayores distinci distinciones. ones... .. Dentro 116
de lo que permitían hacer los estudiantes de izquierda que se habían propue propuesto sto deform deformar ar la Univer Universid sidad ad y prepar prepararl arla a para para la Revolu Revolució ción, n, la administración de los doctores León Betancourt – Gensini Fosi, fue, el primer intento serio por rescatar la Universidad de esa jauría que se había apoderado de ella. XXXX Mi trabajo en el departamento de química en esos años, se redujo a ofrecer mis clases de Fisicoquímica para los químicos puros y a veces, para los ingenieros químicos, ofrecer cursos de Análisis Instrumental los químicos; dar cursos cursos de químic química a genera generall e invest investig igar: ar: Unas Unas veces veces en produc productos tos natura naturales les,, otras, otras, en el estudi estudio o y experi experienc encias ias en soluci solución ón iónica iónicas; s; y tamb tambié ién n inic inicié ié un estu estudi dio o acer acerca ca del del ap apro rovec vecha hami mien ento to de la Tier Tierra ra diatomica, aprovechándolos depósitos de este material que existen al norte del Valle del Cauca. Los estudiantes, unos pedían trabajar conmigo; otros me vejaban por reaccionario. XXXX Avanzada ya la década del setenta, empezaron a regresar varios de mis alumno alumnoss que habían habían conclu concluido ido sus estudi estudios os en el exteri exterior: or: doctor doctores, es, Masters, PHD; algunos con muchos deseos de vincularse al departamento de química, con sus especialidades en Química Orgánica, Fisicoquímica, analít analítica ica,, etc. etc. Alguno Algunoss me recon reconoci ociero eron n como como el profes profesor or que siempr siempree había conocido, otros, no se si aprovechando la crisis, hicieron brotar sus fastidios y dieron comienzo a una campaña de descrédito y disminución de mi trabajo, dizque porque el departamento, no debía estar dominado por ingenieros químicos. Así empezaron la campaña contra el doctor Edgar Martina, profesor de Química inorgánica; contra mi, porque en tantos años nunca había hecho nada en el campo de la fisicoquímica; contra la doctora Nelly de Palacios, la mas clásica educadora de la química analítica del departamento de química, la profesora que los inicio en esos temas etc... Ninguna de nosotros había pregonado nunca, que era autoridad en su campo. Estábamo Estábamoss ansiosos ansiosos de que ellos regresar regresaran an a asumir las clases clases mas avanzadas en el departamento. Pero ellos, directa o indirectamente, lo que esperaban era nuestra salida de d e la Universidad. Lo pensé mucho. Como en todo mi tiempo de servicio nunca había pedido un año sabático, al que tenia pleno derecho, me puse a pensar en lo que haría en ese año. Mire hacia mis papeles y me encontré con cientos de nota notass sobr sobree mi ma mate teri ria, a, que que habí habían an sido sido la ba base se de mis mis curs cursos os de fisicoquímica. Pensé, que el camino que nos lleva al cielo, siempre será el que va al ciel cielo, o, cual cuales esqui quier era a que sean sean los los obst obstác áculo uloss que se pued puedan an encontrar. Porque, por otro camino no saldría a ninguna parte. Pensé también, que alejándome del departamento durante un año, mis buenos discípulos no iban a olvidarse de mí completamente, pero quizás, 117
ellos, ellos, tambié también n hallar hallarían ían sus propio propioss caminos caminos,, en la invest investiga igació ción, n, por ejemplo, en la que estaban mejor preparados que yo, y habiendo en todos los campos de la ciencia tant anto espacio para trab abaj aja ar, ellos los aprovecharían y no tendrían que insistir en expulsar a sus viejos amigos profesores. Con estas ideas prepare un plan de trabajo para pedir un año sabático para escribir un manual de fisicoquímica general, porque, pensé, que muchos estudiantes agradecerían este esfuerzo, por razón de que casi todo todoss sufr sufríían con con los los text extos de esa esa ma mate teri ria, a, siem siempr pree en ing ngle les, s, principalm principalmente. ente. Así procedí. procedí. El doctor doctor Gensini Gensini aprobó el plan y me ayudo con el Consejo Directivo que fuera aprobado. De modo que, en veinte días, estu estuve ve prep prepar aran ando do mis mis nota notas, s, mis mis text textos os,, revi revist stas as y hast hasta a libr libros os de divulgación, para dar comienzo al trabajo. Trabaje sin descanso y a los 2 mese meses, s, fui fui con con mis mis prim primer eros os ma manu nusc scri rito toss hast hasta a la secr secret etar aria ia del del departamento de química. Doña Cecilia de Lañas, quien q uien lleno a maquina, a doble espacio y copiando los dibujos que le suministre, de los primeros capítu capítulos los,, inicia iniciando ndo así el trabaj trabajo o que se prolon prolongar garía ía por ocho ocho meses. meses. Fuer Fueron on trei treint nta a y tres tres capí capítu tulo loss en tota total, l, escr escrit itos os por por doña doña Ceci Cecili lia, a, a maquina común, de las viejas, y ella, con una voluntad y un cariño, como debemos hacer todas las cosas en la vida, reproduciendo mis dibujos lo mejo mejorr posi posibl ble, e, usan usando do la de la ordi ordina nari ria a pa para ra las las dife diferen renci cial ales es y una una especie de gancho hecho manualmente para las diferenciales parciales, y usando integrales y sumatorias dibujadas a mano, así, en un esfuerzo que a mi me parecí parecía a como como la invenc invenció ión n del simbol simbolism ismo o matemá matemátic tico, o, doña doña Cecilia logro terminar de copiar el libro. Los treinta y tres capítulos fueron organizados en tres volúmenes cuyos títulos quiero copiar: Primer Tomo: Teoría Cinética – Termodinámica Fundamental Segundo Tomo: Principios de Teoría Atómica y Molecular. Tercer Tomo: Soluciones – Equilibrio – Electroquímica – Cinética – Coloides. A maquina maquina,, fueron fueron mil doscie doscienta ntass sesent sesenta a pag pagina inas. s. Recuer Recuerdo do que me esforcé de tal manera que al terminar el libro ya no podía dormir. Me iba de la casa, a cualquier hora de la noche, a dar vueltas, despacio en mi aut automóv omóviil, como como espe espera ran ndo que que una una bri brizna zna del del sueñ sueño o de los los que que descansaban placidamente, me alcanzara a mi, en la soledad de la noche. No me enfe enferm rme. e. Con Con tres tres días días de volu volunt ntar ario io desc descan anso so en mi casa casa,, charlando con mis hijos y mi mujer, volvería a ser el mismo. XXXX De ninguna persona recibí felicitaciones, excepto de mi esposa Margarita y de mis hijos hijos,, quiene quienes, s, como como milagr milagrosa osamen mente, te, habían habían recuper recuperado ado a su padr pa dre, e, que, que, sin sin ello elloss sabe saberl rlo, o, anda andaba ba vola voland ndo o sobr sobree los los orbi orbita tale less moleculares. Muchos profesores pedían su año sabático para escribir un libro. Al cabo del plazo, tenían tres o cuatro capítulos que al volver a su trabajo normal, olvidaban completamente. Para estar seguro de que yo no haría lo mismo, el Decano de estudios me solicito que periódicamente le pasara un informe sobre mis progresos. Así lo hice, religiosamente. 118
Por sugerencia del Jefe del Departamento, me presente ante el Jefe de Publicaciones de la Universidad, para ver si el quería comprometerse con al edición – así fuera económica – del libro. Lo vio. Reunió su Comité de Publ Public icac acio ione nes, s, y en poco pocoss días días me info informa rmaro ron n que la impr impren enta ta de la Universidad, no estaba en condiciones de editar el libro. Yo le creí, porque en 1976, la imprenta no tenia medios para embarcarse en la publicación de un libro complejo, lleno de ecuaciones matemáticas, diagramas, curvas, tablas de propiedades de la materia, y, por sobre todo, no había voluntad voluntad para abocar ese trabajo. Además, ni yo, ni la Universidad, tenían medios económicos para entrar en la aventura de editar un texto de tan limitado uso. De todo todoss modo modoss y o habí había a cump cumpli lido do con con mi comp compro romi miso so ante antess las las directivas de la Institución. XXXX Volvía mis clases normales. Había pensado que ese año de duro trabajo mío, a favor de los estudiantes, quizás, había demostrado cuánto quería yo mi trabajo. Pero sucedió que mis jóvenes enemigos no habían cambiado nada. Ni ellos, en ese período, habían propuesto nuevas iniciativas, ni los cursos eran mejores que los que yo había ofrecido. Ni había mejorado las prácticas de laboratorios, en cambio, continuaban haciendo lo mismo: una ruti rutina na y habl hablan ando do mal de todo todoss los los inge ingeni nier eros os quím químic icos os que, que, por por las las circ circun unst stan anci cias as,, habí habíam amos os inic inicia iado do y desa desarr rrol olla lado do el depa depart rtame ament nto. o. Encontré que el doctor Edgar Mutina, el profesor que había iniciado la enseña enseñanza nza de la químic química a inorgá inorgánic nica a estruct estructural ural,, se había había pensio pensionado nado,, aban ab ando dona nand ndo o el depa depart rtame ament nto o sin sin pena pena ni glor gloria ia,, y con con una una ridí ridícu cula la pensión. La doctora Nelly de Palacios, la persona que le había enseñado química química analítica analítica a todos los químicos e ingenieros ingenieros químicos, químicos, no se había reti retira rado do,, pero pero llev llevab aba a una una vida vida aisl aislad ada, a, refu refugi giad ada a en su ofici ficin na, cumplie cumpliendo ndo,, resign resignadam adament ente, e, con sus clases clases... ... Pensé Pensé en la místic mística, a, la dedicación tenaz y animosa, no era suficiente en el departamento, para convencer a los sabios graduados en el exterior de que nuestro trabajo era honesto. Resolví pensionarme. Lo hice a principio de 1977. Me sentí libre, con ánimos, y, como en otras ocasiones, me puse a pensar en lo que podía hacer. Volví a pensar en la pequeña peq ueña industria. Del libro de Fisicoquímica, con la ayuda de la señora Cecilia de Lañas, y la pequeña imprenta que le servia al departamento, hicimos, casi con las uñas, una edición barata del libro, no mas doscientos ejemplares por tomo y lo pusimos a la venta, aparte de los que regalamos. Algunos estudiantes los compraron. Uno o dos profesores de la materia, lo usaron y el resto, fueron pasto de ratones y de animales papivivoros, en los estantes. En mi pequeña biblioteca personal, conservo un ejemplar completo de mi trabajo de un año, hecho con destelar y esfuerzos. Uno de mis tantos sueños académicos. 119
XXXX El doctor Alberto León Betancourt se retiro de la Rectoría en 1974 y lo sustituyo, con mucha aceptación por quienes lo conocían, el doctor Alvaro Esco Escoba barr Navi Navia; a; un ab abog ogado ado econ econom omis ista ta que habí había a sido sido Secr Secret etar ario io de Hacienda y de Gobierno, de la Administración departamental del Gobierno del doctor Marino Rengifo Salcedo, el gobernador que había sorteado la crisis de 1970. El doctor Alvaro Escobar Navia era entonces hombre joven, de mucha mucha person personali alidad dad compro compromet metido ido con la inteli inteligen gencia cia en múltip múltiples les aspe aspect ctos os.. Yo ap apen enas as lo habí había a cono conoci cido do casi casi acci accide dent ntal almen mente te en una una reunió reunión n de profes profesore oress con el Gobern Gobernado adorr Rengi Rengifo, fo, en la Gobern Gobernaci ación, ón, precisamente en esos agrios días en que le estábamos pidiendo al Rector de la Univ Univer ersi sida dad d que que rect rectif ific icar ara a su deci decisi sión ón.. .... ..Vo Volv lvíí a verl verlo o en la Univ Univer ersi sida dad, d, cuan cuando do èl esta estaba ba desa desarr rrol olla land ndo o las las acti activi vida dade dess ma mass decidi decididas das,, justas justas,, equili equilibra bradas das,, por retrae retraerr espíri espíritu tu univer universi sitar tario io a las aulas...Con el doctor Escobar Navia, la Universidad recupero gran parte de su orden y disciplina. Creo que fue espíritu equitativo, no permisivo, sino de justicia, equilibrio, buen tino y su cultura universal, que la distinguió tanto de otras personas. Con èl, se podía hablar, con igual entusiasmo, de los problemas disciplinarios de la Universidad, de los problemas sociales de Cali y del Departamento, lo mismo que de filosofía, socialismo y hasta de nuestros nuestros problema problemass de ciencia cienciass natural naturales.. es.... este este respec respecto, to, puedo puedo contar contar una anécdota anécdota que viví, durante durante el año de 1976, antes de retirarme retirarme de la Universidad. XXXX Unos pocos profesores de nuestro departamento, que seguíamos soñando con los Productos Naturales, entre ellos, que recuerdo, el doctor Arnoldo Ramírez, el doctor Jesús Larrahondo, el doctor Fabio Zuluaga actualmente Decano Decano de la Facult Facultad ad de Cienci Ciencias as de Unival Univalle, le, etc., etc., le solici solicitam tamos os al Rector Rector Escoba Escobarr Navia, Navia, que nos ofreci ofreciera era el discur discurso so inaugu inaugural ral,, de un semi semina nari rio o sobr sobree Prod Produc ucto toss Natu Natura rale less que habí habíam amos os orga organi niza zado do en Univalle, y para el cual, el Rector, no solamente nos ayudo mucho en su financiación, sino que acepto, gustoso, inauguran el seminario. Lo hizo con una pieza oratoria preciosa, sobre la importancia de tales estudios. Yo lo escuche sentado al lado del doctor Jorge Domínguez, uno de los genios del del los los P.N. P.N. que había había llega llegado do de Méxi México co,, y quie quien n fue fue el alma alma de ese Seminario....En un momento de la exposición del Rector, me pregunto, discretamente “¿Es un naturalista, este jóven?”. Le respondí, orgulloso, que era un abogad abogado. o. “Vaya, “Vaya, vaya, vaya, me respon respondió dió,” ,” y siguió siguió,, admirad admirado, o, escuchando la exposición. Así fue el doctor Escobar Navia: hombre culto, de saberes universales, y, una de las personas mas sentidas por toda la sociedad caleña, cuando murió al poco tiempo, victima de complicaciones de su salud... Mis alumnos, que organizaron logísticamente el Seminario, entre quienes recuerdo a Cecilia Madriñan, Amparo Granada, y otros, volvía verlas en las honras fúnebres del Rector, cuando asistíamos a sus 120
exequias exequias y yo, que ya estaba estaba jubilado, jubilado, asistí asistí a ellos y todo accident accidentado ado y malo de salud.
XXXX El Ultimo acto a que asistí con Escobar Navia fue una noche en la que me ofreció un pequeño premio que me había sido concedido por un jurado que califico algunos trabajos de investigación, que habíamos presentado a un concurso auspiciado por la compañía, Expreso Palmira, con motivo de sus veinticinco años de actividades. El premio, esa noche, lo ofrecieron los doct doctor ores es Esco Escoba barr Navi Navia, a, como como Rect Rector or.. El doct doctor or Em Emil ilio io Alju Aljure re,, como como Presidente del Jurado califacador, el representante de la empresa y el Decano de la Facultad de Ciencias, doctor Jairo Alvarez, PHD. Esa noche, como siempre, hablamos de la Universidad, de mi investigación, que fue una serie de experimentos sobre la tierra diatomáceas diatomáceas del norte del Valle del Cauca, su uso e importancia y el doctor Escobar, me ofreció el titulo de Profesor Honorario. El doctor Escobar Navia murió, en 1978. XXXX Desde que me retire de la Universidad, en 1976, acorde con el doctor Walter Walter Correa Correa Cadavid Cadavid PHD; y el doctor doctor Francisc Francisco o Gensin Gensinii Fosi Fosi PHD, PHD, instalar una pequeña fabrica de Caolín lavado y clasificado, para varias empres empresas as indust industria riales les del Valle Valle del Cauca. Cauca. Para Para ello, ello, compra compramos mos una tierra en un sitio llamado “El Paso de la Bolsa” situado casi en los limites geográficos del Valle y el Departamento del Cauca. Habíamos conocido y ensa ensaya yado do el Caol Caolín ín,, (una (una tier tierra ra blan blanca ca,, exis existe tent ntee en Santa antand nder er de Quil Quilic icha hao, o, un pueb pueblo lo del del Depa Depart rtam amen ento to del del Cauc Cauca. a. Este Este ma mate teri rial al,, purificado, blanqueado y clasificado, tiene aplicación en pinturas, refuerzo de plástico, industria de papel etc. Instalamos una pequeña fabrica, y usar usaría íamo moss el méto método do llam llamad ado, o, “Cla “Clasi sifi fica caci ción ón en húme húmedo do,” ,” en unos unos sencillos equipos diseñados en su mayor parte por el doctor Gensini, quien ha sido toda su vida activa, un ingeniero químico experto en diseño, calc calcul ulo o y cons constr truc ucci ción ón de equi equipo poss de inge ingeni nier ería ía quím químic ica; a; ap apar arte te o complementario, a su alta formación académica. En menos año y medio estuvimos procesando el material, y vendiéndolo a varias empresas. En el año de 1978 sufrí un accidente de trabajo que me costo hospitalización por mas de dos meses. Fue, durante ese periodo, cuando se agravo la salud del doctor Escobar Navia y su desaparición coincidió con mi convalecencia. Por eso, asistí a sus exequias, vendado el cuerpo y apoyado en Margarita y un amigo. Pero no fue mi caída accidental la que trajo a la empresa varias viscitudes: el doctor Gensini – el hombre que me salvo la vida en el accidente accidente -, volvió volvió a vincularse vincularse a sus cátedras en la Universidad, Universidad, después de ser el colaborador principal en los proyectos industriales y que el doctor Alberto León Betancourt venia impulsando desde la Presidencia General 121
del Banco Popular. El doctor Correa había aceptado un puesto en el Centro Internacional de Agricultura Tropical (CIAT) en Cali, y yo me quede luchando con la empresa (Genzaco), como llamamos a nuestra pequeña sociedad del Caolín.. Acordamos vender el montaje. Los precios del Caolín, eran bajos. Nuestra capacidad de producción, baja y nuestra posibilidad de incr increm emen enta tarl rla a remo remota ta.. Así Así que que en 1980 1980 vend vendim imos os la fabr fabric ica a con con relativamente pocas perdidas respecto al capital invertido. Estaba yo pensando en cual otra quijotada me embarcaba, cuando me encont encontré ré con el doctor doctor Guille Guillermo rmo Valenc Valencia, ia, Decano Decano de la Facult Facultad ad de Ingeniería de Univalle, me pidió que volviera a la cátedra, el, que había sido mi discípulo en la Facultad de Ingeniería Sanitaria y sabia que, por encima de todo, yo era un profesor. Renuncie a la pensión de jubilación, y entré, en 1980, al Departamento de Procesos Químicos y Biológicos, como profesor de ingeniería. XXXX Entre al Departamento de Procesos Químicos y Biológicos, con el encargo de ofrecer clases de una materia llamada Introducción a los Procesos Químicos, y darle impulso a las investigaciones.... Pero, en 1981, recibí la noticia de mi casa en Medellín, de que había muerto Agripina, mi madre. Viaje a sus exequias. Llevaba el alma revuelta, pensando en su vida y en mi vida. Era ya un hombre de sesenta años. Acepte el golpe inexorable con el apoyo de mis hijos y de mi esposa, a quien ella adoraba. Mi hija, Angela Maria Zapata, estaba terminando su carrera de Matemáticas en Univalle; Luz Elena, empezando su carrera de Trabajadora Social, en la misma Universidad, y Luis Gonzalo, reponiéndose de una crisis nerviosa que lo atormento por varios años. Me resigne a mi suerte y volví a mi trabajo, triste, pero con las mismas fuerzas que siempre me habían acompañado. Un día en una tarde de nostalgia, recordando la humilde vida de Agripina, su sole soleda dad d cont contin inua ua entr entree sus sus voce vocess que eran eran de angu angust stia ia call callad ada a y resignada. Viendo pasar las nubes bajo el cielo, mirando en silencio el paso de los días sin nunca cambiar nada, le escribí estos versos que nunca he publicado: Madre: ¿Qué voces de sacuden en tus largos silencios?. ¿Háblas con Dios? ¿Ren ¿R enie iega gass de la vida vida?? Tu me enseñ enseñas aste te que todo todoss los los que que reni renieg egan an,, invo invoca can n al demo demoni nio. o. No creo creo que que lo haga hagas. s. Tu rosa rosari rio o noct noctur urno no,, tus tus pleg plegar ariias, as, las orac oraciiones ones que que hab abla lan n por por nues uestro tro pueb ueblo, lo, pobr obre, abandonado y triste, no pueden ser reniegos: son voces de esperanza. Descansa en paz Madre, deja que el cielo todo te penetre, que la vida es así, como tu vida: deberes, trabajos interminables, débiles ilusiones, y dolor incansable. Algún día, Madre yo estaré a tu lado. Hablaremos de todo lo hermoso de la vida: del amor, de las flores, de tus ojos alegres con que me despert despertaba abas, s, de la espera esperanza nza,, cierta, cierta, de que aún te quiero quiero,, y sabr sabrás ás que que te quis quise, e, a pesa pesarr de las horas oras que que est estuve uve sepa separa rado do.. Recuérdame, Madre y vive siempre en mi... 122
A mi Madre
Pequeñita, risueña y agorera era mi Madre
Ahora que te llevo en mi memoria coronada de luces, siento tu voz enérgica y sonora. Un río de palabras hermosas y risueñas escuchaba al despertar: Por la escuela, por tu padre, por mí; deja ese lecho y báñate tan siquiera la cara. Hoy tu nombre y tu acción, dulce energía, van trazando sin voces mi camino. Ahora eres canción, beso y violeta ahora ya caminas sobre nubes despertando con voces los luceros, y yo sigo en la tierra errando solo. Un mar de sueños tuve en mi recuerdo, era una roca altiva que veía pasar sin importarme la cuenta del reloj. Los años me llegaban y se iban, sin presentir que en este día tu nombre llenaría de pena mi memoria. XXXX La Universidad que encontré, en el ochenta, me pareció distinta, había otra otra vez vez fe y espe espera ranz nza. a. No se perc percib ibía ían n los los odio odios. s. Ha Habí bía a opti optimi mismo smo.. Confia Confianz nza a en el futuro futuro.. Muchos Muchos deseos de cambiar cambiar.. ¿Ha ¿Hacia cia donde? El ritmo del trabajo era normal. al. Mística. Entus tusiasmo smo. Cam amb bios generac generacion ionale ales. s. Madure Madurez. z. Nuevos Nuevos desarr desarroll ollos. os. Progre Progresos sos tecnol tecnológi ógicos cos innegables. Aunque de computadores, en las comunicaciones, aunque es verd verdad ad,, se perc percib ibía ían n las las caren carenci cias as de much muchos os medi medios os físi físico coss por por el agotamiento de recursos. Había pasado el auge de la abundancia que invadió a la Universidad en el largo periodo de las ayudas exteriores. Ahora, éramos los mismos pobres, pero mucho habíamos ganado. Libertad de elegir, entre tantos caminos. Ingeniería había elegido la investigación, y por esa razón, me solicito que hiciera una sola clase, Introducción a los proc proces esos os Quím Químic icos os,, y todo todo mi otro otro tiemp tiempo, o, lo dedi dedica cara ra a impu impuls lsar ar la inve invest stig igac ació ión, n, con con los los jóve jóvene ness de tesi tesiss en Inge Ingeni nier ería ía quím químic ica; a; con con ayudantes en proyectos personales, a toda hora, porque el propósito era como un plan compulsivo. Durante esos diez años, hice, en verdad, muchas cosas. Ayude a realizar, con con cole colega gass tan tan efic eficie ient ntes es y bien bien prep prepar arad ados os como como el doct doctor or Jaim Jaimee 123
Jaramillo, un adelantado ingeniero químico de la Universidad Industrial de Santander; con el doctor Alfonso Manrique, ingeniero químico de Univalle y Master de los EE.UU., además de especialista de la Universidad de Holanda; con el profesor doctor Oscar Vergara, un clásico maestro de la ingeniería química de Univalle, y con la tecnóloga química de Univalle, señora señora Gloria Gloria Lasso Lasso de Fernán Fernández dez,, etc. etc. desarr desarroll ollamos amos más de quince quince invest investiga igacio ciones nes,, con alumno alumnoss de Ingeni Ingenierí ería a químic química, a, cuyos cuyos result resultado adoss adorna adornan n mi biblio bibliotec teca a person personal, al, sirvie sirviendo ndo,, a su vez, vez, de modelo modeloss para para posteriore posterioress investigac investigaciones iones y trabajos trabajos básicos, básicos, con posibles posibles desarrollo desarrolloss industriales. Fue un trabajo intenso. Cada tesis terminada, cada grado obtenido por los alumnos, era como un paso delante de todo nuestro esfuerzo. Solicitamos ayudas a Colciencias y ellos apoyaron muchos de los proyectos. Ello nos permitió conseguir equipos más modernos. Dotar mejor nuestro laboratorio de Procesos. Y doña Gloria Lasso, parecía no poder con la carga de proyectos, en sus ayudas con los instrumentos: cromatografía de gase ases. Espectrome ometría de Infrarrojo, visible y ultra violeta. Cromat Cromatogr ografí afías as de Column Columna. a. Potenc Potenciom iometr etría. ía. Tratam Tratamien ientos tos térmic térmicos. os. Espectometría de absorción absorción atómica, centrifugación, etc. Fueron diez años en que trabajamos como enamorados de todas las cosas. XXXX Pero al lado de lo anterior, un profesor, doctor de la Universidad de París, matem matemát átic ico o e hist histor oria iado dorr de la Cien Cienci cia, a, nos nos prop propus uso o a un grup grupo o de prof profes esor ores es,, ad admi mira rado dore ress y am amig igos os de la Hist Histor oria ia de la Cien Cienci cia, a, que que instituyéramos un seminario de Historia y un poco, filosofía de la ciencia. Estoy Estoy hablan hablando do del doctor doctor Luis Carlos Carlos Arbole Arboleda. da. Acudim Acudimos os a su cita, cita, profesores de casi todas las áreas del conocimiento. En mi interior, y recordando la imagen de mi entrañable amigo de mí adolescencia, Fabio Góme Gómezz Pizz Pizzan ano, o, sin sin nomb nombra rarl rlo, o, entr entréé al grup grupo, o, casi casi con con la pa pasi sión ón entusiasmo, de mi lejana juventud. Quiero recordar aquí esos nombres: Dr. Luis Carlos Arboleda... Historia y enseñanza de las matemáticas. Dr. Armando Espinosa Baquero: Geólogo de Ginebra, Director de Ingeominas. Dr. Alvaro Perea: Físico de la U. Del Valle. Dr. Simón Reif Acherman: Ingeniero Químico. Dr. Pedro Rovetto: Médico Cirujano. Patólogo. Dr. Ramiro Tobón R.: Físico. Dr. Alfonso Claret Zambrano: Licenciado en Educación. Dr. Angel Zapata C.: Ingeniero Químico. 124
Ocasio Ocasional nalmen mente, te, tuvimo tuvimoss en el grupo grupo otros otros profeso profesores res.. Pero Pero el núcleo núcleo matriz estuvo formado por los profesores mencionados. Lo que siguió fue un atropellado, emocionado ejercicio de análisis, clasificación, selección de temas, de historia clásica y moderna. Fue como un despertar a la cultura. Un impulso ordenado por conocer de dónde nos había llegado tanta pasión por las matemáticas, la física clásica y la moderna. Cuándo creció tanto cariño cariño y compre comprensi nsión ón por los hombre hombress que inven inventar taron on la Astron Astronomí omía, a, mirando hacia el cielo. Cómo se empezaron a conocer los líquidos y los gase ga ses. s. Cómo Cómo fuero fueron n los los proc proces esos os evol evolut utiv ivos os del mund mundo o que que logr lograr aron on mostra mostrarno rnoss el origen origen natura naturall de las especi especies, es, etc. etc. De tantos tantos estudi estudios, os, lecturas, pensamientos, resultaron cursos, programas, libros, artículos, y yo, diría, que un renacimiento en la Universidad por la Cultura. Sí. Esa cultura fáustica con la que había soñado en mi adolescencia. La que metió en mi alma Fabio Gómez Pizzano. Mi cultura general, la misma literatura que me había absorbido, me sirvió, - quién quién lo crey creyer era a – pa para ra acce accede derr a ese ese mund mundo. o. De tant tanta a disc discip ipli lina na,, estudio, consultas, resultó un libro de conferencias que nos auspició el Icfes: Historia General de las Ciencias, escrito en artículos, más o menos organizados, del cual, el Icfes, hizo una edición, hoy agotada. Por mi parte, escribí, organicé e intenté una buena edición, de un pequeño libro, que casi sin razón, me rechazó la imprenta de la Universidad, - exactamente como había hecho con mi trabajo de fisicoquímica -, este libro lo nombré, de la Intuición al Pensamiento Abstracto, en el que pretendo mostrar, ése proceso mental de la evolución, del empirismo al racionalismo, a través y por medio de la exposición de biografías cortas, de los grandes creadores de la ciencia. Al final, la Facultad de ingeniería de Univalle, en plena crisis económica de la Institución, en 1998, pudo publicar una modesta edición del del libr libro. o... .. Ello Elloss mism mismos os,, tuvi tuvier eron on la am amab abil ilid idad ad de publ public icar arme me un pequeño pequeño libro con muchos muchos de mis versos, versos, pues los versos, hacen parte de mi vida desde mi juventud. XXX Pero, en 1984, sufrí un principio de infarto al corazón. Acudí a mi médico de confianza, el doctor Jorge Arango Grau, y con su ayuda y la Clínica Chaio de Bogotá, logré salir del tropiezo. Mi agradecimiento por su trabajo al Doctor Araujo no es mensurable. En menos de tres meses volví a mi trab trabaj ajo o inte intens nso, o, cont contin inuo uo,, haci hacien endo do ap apen enas as el régi régime men n norm normal al de conservación, hoy, con un alumno suyo, el doctor José Raúl Tello, sigo viviendo. XXX En este este mome moment nto, o, (Oct (Octub ubre re 21 de 1999 1999), ), cump cumplo lo casi casi diez diez años años de habe haberm rmee pen pensio sionado nado.. Dura Duran nte esa nuev nueva a déca década da que que me ha sido sido 125
conc conced edid ida a de vida vida,, he inte intent ntad ado o sobr sobrevi evivi virr con con mi espo esposa sa y un hijo hijo,, desa desarr rrol olla land ndo o acti activi vidad dades es muy muy vari variad adas as,, como como:: Conf Confer eren enci cias as sobr sobree metodología e historia de la Ciencia, como contratista, en la Universidad del Valle (Facultad de Educación); Como asesor e iniciador de una granja hidropónica etc. A menudo, ahora en mi vejez, recuerdo y me repito la última estrofa del inmortal poema de don Antonio Machado, Retrato: “Y cuando llegue el día del último viaje, y esté al zarpar la nave que nunca ha de tornar, me encontrareis a bordo, ligero de equipaje, casi desnudo, como los hijos de la mar”.
Cali, Octubre 1999 A. Zapata C.
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Contracarátula del libro 127
. ANGEL ZAPATA CEBALLOS (Junio 1921- 19 de Junio 2009) Fotografía (Abril 2007): María Isabel Casas de NTC …
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