Principios de la osteopatia cráneo-sacra www.centrosteopaticovida.com El descubrimiento del movimiento respiratorio craneal conduciría a Sutherland a enunciar los principios que completaban la fisiología osteopática de su maestro Taylor Still. a) Los huesos del cráneo se mueven Los 29 huesos del cráneo gozan de movilidad, desde el nacimiento hasta la muerte. El nacimiento es una inspiración, una toma de contacto con el entorno terrestre, la muerte, una última espiración. El cráneo no cesa de moverse hasta 15 minutos después del deceso clínico. A los equipos de socorro, especialmente en casos de ahogados, debería enseñárseles la técnica de reanimación por medio del impulso del movimiento craneal. La vida (y su expresión dinámica, el movimiento) está orquestada por ese ritmo craneal, por esa alternancia de apertura y cierre, de expansión y de retracción, de rotaciones externas y luego internas, de inspiraciones seguidas de espiraciones, de flujos y de reflujos. La articulación central, verdadero pivote alrededor del cual parecen girar los demás movimientos, está situada entre el hueso occipital y la base del esfenoides (articulación esfeno-basilar). El movimiento craneal, que sólo manos bien entrenadas pueden percibir, ha sido analizado y registrado científicamente. Su amplitud, infinitamente pequeña, no excede de los 20 o 30 micrones. Estomatólogos y ortodoncistas fueron los primeros profesionales del cuerpo médico en admitir el movimiento craneal cranea l y en colaborar estrechamente con los osteópatas en la reestructuración de los huesos de la cara, especialmente en las deformaciones dentales y en ciertos dolores o afecciones tempo-maxilares, evitando así provocar el desplazamiento del problema a otras partes del cráneo o de la columna cervical. b) El sacro se mueve al mismo ritmo que el cráneo Existe una movilidad del sacro que, como un péndulo, efectúa un movimiento de oscilación entre los huesos ilíacos, movimiento sincronizado con el occipucio, al que está ligado por un tubo meníngeo rígido (o «core-link» o «vínculo central»). Todavía hoy se considera al sacro como un hueso inmóvil i nmóvil entre los dos huesos ilíacos, incapaz de movimiento, salvo para permitir el paso del niño en el momento del parto. Sin embargo, el sacro es en realidad un lugar de micromovimientos continuos relacionados con la respiración pulmonar, la marcha y el movimiento respiratorio primario. La artrosis de la articulación sacro-ilíaca en las torsiones de la pelvis demuestra la existenc ia de esa movilidad. Este punto es muy importante porque las perturbaciones mecánicas funcionales de esta articulación engendran múltiples trastornos, entre los que pueden citarse: los dolores lumbo-sacros, dolores en las nalgas, ciáticas, perturbaciones genitales y urinarias, perturbaciones circulatorias de las membranas inferiores, dolores de cabeza, cefaleas o migrañas, perturbaciones
del equilibrio, vértigos, disturbios hormonales, etcétera. c) La fluctuación del líquido cefalorraquídeo Este movimiento se traduce por una fluctuación del líquido cefalorraquídeo. Líquido que, por diálisis del plasma sanguíneo, es secretado a nivel de los plexos coroideos situados en los ventrículos del cerebro y cuya proporción es de alrededor de 150 mililitros. Su poca abundancia es inversamente proporcional a la importancia de su papel en la salud de la sustancia nerviosa. Este líquido llena los ventrículos cerebrales, rodeando al cerebro, la médula espinal y la vaina de los nervios periféricos. Como un cojín hidráulico entre el cerebro y la pared ósea, el líquido cefalorraquídeo amortigua los choques y protege así lo s 60 a 100 millones de células del cortex y sus 100. 000 millones de sinapsis. Su densidad, idéntica a la de la sustancia cerebral, evita el aplastamiento contra la caja craneana en los brutales descensos de velocidad. También asegura la nutrición y la eliminación, transportando hasta las estructuras nerviosas los elementos nutricios de la sangre y, en sentido inverso, eliminando los desechos. Circula entre los ventrículos, recorriendo un sinuoso camino a través de estrechos orificios para entrar en un espacio situado entre el cerebro y la caja craneana, donde es absorbido. La acumulación de este líquido se traduce en hidrocefalia, ya sea en el interior del cerebro (hidrocefalia interna) o bien alrededor del cerebro (hidrocefalia externa). Las técnicas de la osteopatia craneal son de suma importancia y utilidad para normalizar los huesos del cráneo de los recién nacidos que han sufrido choques o compresiones exageradas, antes, durante o después del parto. La osteopatia craneal también ayuda a reorganizar las estructuras óseas, a reequilibrar las membranas meníngeas y favorece la libre circulación del líquido cefalorraquídeo en los traumatismos de cráneo. Muchas veces resulta sorprendente hasta para el osteópata el sentir bajo sus dedos, en aquellos pacientes que han sufrido un accidente, meses o años después del impacto, la huella viviente de un choq ue directo sobre la pared ósea (con o sin fractura). d) Existe un movimiento propio del cerebro y de la médula espinal Los neurocirujanos conocen este movimiento por el contacto que adquieren durante una operación de médula espinal o del cerebro. El cerebro y la médula espinal palpitan, animados por un movimiento en el que se encabalgan tres ritmos: los del corazón y de los pulmones y otro ritmo más lento que parece provenir del cerebro mismo. Cada célula cerebral, similar a una medusa, está animada por un movimiento propio: una fase de hinchazón, de dilatación, y luego una fase de deplexión, de retracción. El cerebro, por el movimiento de sus millones de células, soporta la onda pulsátil que resulta de esos millones de microondas líquidas. e) Existe una movilidad de las membranas intracraneales e intrarraquídeas
Las membranas cerebrales son fascias extendidas en el interior del cráneo que sirven para asegurar un buen reparto de las tensiones que se experimentan en la vida corriente, para amortiguar los choques y suspender al cerebro en un lecho mullido aunque resistente. Muy poco elásticas, estas membranas llevan el nombre de «membranas de tensión recíproca», y se disponen de tal manera qu e cual quier tensión excesiva en un grupo de fibras será rápidamente repartido para asegurar un nuevo equilibrio. Sobre estas tensiones opera el osteópata por intermedio de las palancas óseas que constituyen los mismos huesos del cráneo. Indicaciones de la osteopatia cráneo-sacra Disfunciones de la cabeza y del rostro: Dolores, neuralgias (faciales, oculares, auriculares, dentarias, etcétera), cefaleas (dolores de cabeza), desórdenes neuro-vegetativos, inflamaciones e infecciones (sinusitis, rinitis, fiebre del heno, otitis), perturbaciones de los órganos de los sentidos (vista, olfato, oído, gusto), perturbaciones de la fonación, perturbaciones circulatorias que van desde la migraña al aumento de la tensión intraocular (glaucoma), disfuncionamiento hormonal (especialmente del hipotálamo y de la hipófisis), perturbaciones de la irrigación cerebral en general o de ciertas zonas (y sus efectos sobre la memoria, la concentraci ón, el tono general y el equilibrio psicológico), perturbaciones en el aprendizaje del lenguaje, de la escritura (combinada con los métodos audio-psico-fonológicos del doctor Tomatis), perturbaciones del equilibrio, vértigos (que afectan al cerebelo y al oído interno), deformaciones vertebrales y del rostro. Algunas perturbaciones psicosomáticas de origen craneal, consecuencia muchas veces de traumatismos poco o mal tratados y frecuentemente clasificados como perturbaciones espasmofílicas, nerviosas, neurosis, angustia, ansiedad, etcétera. Ciertas perturbaciones degenerativas, detectadas al principio, de los centros nerviosos del cerebro, de la médula espinal y de los órganos de los sentidos
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