POLITICA EXTERI R VOL. XXX
JULIO / AGOST AGOSTO O 2016
Contra las élites
Hillary candidata
La victoria del ‘leav ‘leave’ e’ en el referéndum británico es la más reciente manifestación del movimiento anti-élites que recorre Occidente,
Demócratas y republicanos deben recomponer las fracturas que las primarias han generado en el seno de los partidos,
Manuel Muñiz
Jaime de Ojeda
NÚM. 172
Turquía y la UE Nuevas reglas marcadas por el corto plazo caracterizan la relación con la Turquía Turquía de Erdogan, Eduard Soler
Mundo digital David D. Clark / Manu Manuel el Torres / Pablo Bello Juan Luis Manfredi Manfredi / Nika Prislan / Diego Beas
Después del Brexit Isabella Thomas / Joaquín Almunia OTAN, Rusia y la seguridad de Europa
Brasil
La relación con Moscú y el papel de la disuasión nuclear La sucesión de hechos que son las claves del futuro de la OTAN, Karl Heinz-Kamp ha desembocado en el ‘impeachment’ de Rousseff La nueva Estrategia de Seguridad Nacional de la Federación es una guía de las reformas que necesita el país, Rusa es un reflejo de los temores históricos del país a Juan Vicente Bachiller Bachiller ser destruido o aislado, Pedro Sánchez Herráez 13 € www.politicaexterior.com
POLITICA EXTERIOR VOL. XXX
JULIO / AGOSTO 2016
NÚM. 172
C O N T E N I D O 6
Desorientados Editorial
A C T U A L I D A D 8
Carta desde Londres: La UE y la democracia británica Isabella Thomas Los partidarios de la salida de Reino Unido de la Unión Europea han ganado. Ahora deben gestionar la erosión que la campaña por el Brexit ha infligido en la unión del propio país y en la democracia británica.
14 Carta de América: Hillary Clinton y la estela de Sanders Jaime de Ojeda
Los partidos Demócrata y Republicano empiezan a recomponerse tras el desgaste de las primarias: los demócratas incorporando la oleada de Bernie Sanders; los republicanos aún no saben cómo.
20 Carta de Europa: ¿Existe una grieta digital transatlántica? Nika Prislan
Mientras las tensiones de Bruselas con las compañías tecnológicas tecnológicas de EEUU se suceden, los europeos aún no han decidido qué industria digital impulsarán. El riesgo de quedarse fuera de juego es alto.
C O N T E N I D O
26 Carta de China: Cervantes en Pekín Eugenio Bregolat
Existe un paralelismo entre las historias de España y China: las mayores potencias del siglo XVI entraron en declive el siglo siguiente. Varios pasajes de ‘El Quijote’ muestran ideas comunes de esa decadencia.
32 La OTAN y el regreso de Rusia Karl-Heinz Kamp
Tan importante como el orden del día de la cumbre de Varsovia de la OTAN serán las dos cuestiones que se abrirán a continuación: la estrategia de futuro hacia Rusia y el papel de la disuasión nuclear.
E S T U D I O S 38 Brexit: balance provisional de sus consecuencias Joaquín Almunia
El triunfo del Brexit no puede significar que la UE esté en riesgo. Reforzar la integración es algo que debemos a las generaciones que la pusieron en marcha y a los jóvenes que la necesitan para su futuro.
46 La era anti-élites Manuel Muñiz
La victoria del ‘leave’ en el referéndum británico es otra manifestación de un movimiento anti-élites que se extiende por Occidente. En el fondo de esta agitación iliberal está el malestar por un contrato social roto.
54 Digitalización y economía circular Manuel Torres
El mundo transita hacia un nuevo modelo económico y social derivado de la digitalización. Para unos, vamos hacia una arcadia de eficiencia y abundancia; para otros, hacia una distopía llena de riesgos.
62 Un momento crítico para el futuro de Internet Pablo Bello
Internet es ya la infraestructura global esencial. Dado su poder para definir el orden internacional del siglo XXI, está en el interés de Europa promover un Internet abierto, seguro, fiable e inclusivo.
72 El Internet contingente David D. Clark
La naturaleza y diseño de Internet obedecen a las decisiones que sus creadores tomaron. El futuro de la Red está hoy en manos de la industria, los gobiernos, los usuarios y la comunidad investigadora.
88 La desigualdad en la era digital Juan Luis Manfredi
El auge de las ciudades, la escasez de recursos, el cambio climático y la digitalización definen el presente y son aceleradores de la desigualdad.
96 Turquía y la Unión Europea: ¿quién necesita qué? Eduard Soler i Lecha
La crisis de refugiados, la debilidad de los europeos y la actitud del presidente Erdogan han cambiado las reglas del juego en las siempre difíciles relaciones entre la UE y Turquía. Hoy prima el corto plazo.
106 Brasil, una nación quebrada por dos crisis Juan Vicente Bachiller
La sucesión de acontecimientos económicos, sociales y políticos que ha desembocado en el ‘impeachment’ de la presidenta Dilma Rousseff sirve de guía de las reformas que necesita la democracia brasileña.
114 Rusia en estado puro Pedro Sánchez Herráez
La nueva Estrategia de Seguridad Nacional de la Federación Rusa es un reflejo de los temores históricos del país a ser destruido o aislado. Para evitarlo, debe hacer frente a las amenazas, percibidas o reales.
122 El submarino S-80, una realidad José María Treviño
Con costas en dos mares, 42 puertos y un tráfico marítimo vital para la economía española, la Armada contará a comienzos de la próxima década con un excelente submarino construido por la industria nacional.
130 LIBROS: La muerte de la discusión racional Diego Beas
En The Internet of Us, Michael P. Lynch advierte de la sustitución del debate público informado por el discurso atomizado que propicia Internet.
POLITICA EXTERIOR Revista bimestral editada por Estudios de Política Exterior SA Director , Darío Valcárcel Subdirectora, Áurea Moltó Redacción, Pablo Colomer, Julia García, Luis E. González Manrique, Mª José Martínez Vial Infografía, Adriana Exeni, Alfonso Mendoza - Web, Pablo Colomer Consejero-director gerente, José Luis Gómez-Navarro Directora Comercial, Mª José Martínez Administración, Elena Rodríguez, Pilar Ortega Suscripciones, Lola de la Torre
Consejo asesor: LUIS ALCAIDE IRUNE AGUIRREZABAL CARLOS ALONSO ZALDÍVAR RAFAEL ATIENZA HISHAM AWARTANI JOSÉ ENRIQUE DE AYALA SHLOMO BEN-AMI JAVIER BENJUMEA FERNANDO DELAGE FERNANDO DÍEZ MORENO
ENRIQUE FANJUL LEONEL FERNÁNDEZ CRISTINA GALLACH ANTONIO GARRIGUES WALKER MIGUEL HERRERO DE MIÑÓN JOSÉ LLADÓ MARÍA SOLEDAD LOAEZA MANUEL MARÍN FEDERICO MAYOR ZARAGOZA ALDO OLCESE
JAIME DE OJEDA MARCELINO OREJA JOSÉ PEDRO PÉREZ-LLORCA ANTONIO REMIRO BROTÓNS JOSÉ MARÍA ROBLES FRAGA JAIME TERCEIRO JOCHEN THIES HUGH THOMAS JUAN URRUTIA JOSÉ LUIS ZAVALA RICHI
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POLÍTICA EXTERIOR publica seis números al año en enero, marzo, mayo, julio, septiembre y noviembre. La empresa editora, Estudios de Política Exterior , es una sociedad anónima inscrita en el Registro Mercantil, tomo 9346, 8117, sección 3ª del Libro de Sociedades, folio 48, hoja 87031-2.
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EDITORIAL
Desorientados
l 23 de junio de 2016 es ya una fecha para la historia de la Unión Europea. Los británicos votaron abandonar el proyecto de integración puesto en marcha hace casi 60 años. Las consecuencias de la decisión son todavía desconocidas y van más allá de lo que establece el procedimiento de salida recogido en el artículo 50 del Tratado de Lisboa. El desconcierto de los “vencidos”, pero también el de los “vencedores”, lleva a preguntarse tanto por las causas como por los efectos. La campaña ha sido, como afirma Isabella Thomas en este número de Política Exterior, “desabrida, divisiva, de una desinformación pasmosa, por no decir falaz”. Mensajes nacionalistas y xenófobos han circulado con naturalidad en los actos de campaña de los partidarios de la salida y, sobre todo, por las redes sociales.
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Con el Brexit ha triunfado una democracia digital que se parece menos de lo imaginado a la democracia representativa
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“Los únicos que celebran sin reservas el final de la pertenencia de Gran Bretaña a la UE son las diferentes variantes de populismo que cobran fuerza dentro y fuera de las fronteras de la Unión (…) ¿Es ese el futuro que nos espera?”, se pregunta Joaquín Almunia también en estas páginas. Con el Brexit ha triunfado una democracia digital que se parece menos de lo imaginado a la democracia representativa que nos gobierna. Además de elecciones competitivas y voto libre y secreto, para ser verdaderamente representativas, nuestras democracias requieren un debate público informado. Nada de esto ha habido en la campaña del referéndum británico. Como señala el investigador de Brookings India, Dhruva Jaishankar, la democracia digital que hace posible emitir y recibir información al instante JULIO / AGOSTO 2016
EDITORIAL
y que las opiniones circulen Las consecuencias de la por las redes sociales, ha digitalización de la econocontribuido a la polariza- mía, la educación, la sanición y la desinformación. Es dad, la información y de toel mismo fenómeno obser- dos los ámbitos de la vado en la campaña de las política y la administración primarias de Donald Trump no están determinadas. en Estados Unidos. Política Exterior se plantea Las promesas asociadas a en este número los efectos Internet como motor de una económicos, sociales y políglobalización que redunda- ticos del mundo digital que rá en ciudadanos más infor- ya está aquí. Hemos reunido mados, mayor democrati- a un conjunto de expertos zación en la toma de para analizar el progreso sodecisiones y un creciente cial o la creciente desigualcosmopolitismo empiezan a dad igualmente plausibles ser cuestionadas. en nuestras sociedades. Sobre la incapacidad que Europa tiene un papel están demostrando las tec- que desempeñar a la hora nologías de la información y de lograr que la digitalizalos nuevos medios de comu- ción tenga un impacto lo nicación digitales para crear más positivo posible. espacios públicos de discer- También en el diseño del nimiento escribe Diego Internet del futuro y de las Beas, que reseña el libro de normas que tarde o tempra Michael P. Lynch, The no lo gobernarán para que Internet of Us. La adverten- sea una red abierta, inclusicia es clara: la información va y segura. parcial, fragmentada, de fáNingún proceso digital cil acceso que caracteriza solucionará asuntos como hoy la web (…) y la atomiza- la llegada de refugiados a las ción ideológica del espacio fronteras de Europa, la prode discusión pública están liferación nuclear, el hamcreando una nueva forma de bre o la pobreza. Detrás de saber que erosiona los pro- ellos habrá decisiones topios “hechos” en favor de madas por personas. Está opiniones mayoritariamen- por ver, sin embargo, que las te sin fundamento racional. personas estemos decidien JULIO / AGOSTO 2016
do hoy mejor que lo que un día cada vez más cercano podrían hacerlo inteligencias artificiales.
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ACTUALIDAD
Carta desde Londres: La UE y la democracia británica Los partidarios de la salida de Reino Unido de la UE han ganado. Ahora deben gestionar la erosión que la campaña por el Brexit ha infligido en la unión del propio país y en la democracia británica.
Isabella Thomas
os sondeos habían oscilado durante semanas. Se produjo un aumento de la opción “salir”, seguido por la opinión de que “permanecer” había remontado en la última semana previa a la votación. Parecía que los británicos habían entrado en razón y que, al final, optarían por lo práctico. El día en cuestión, 23 de junio de 2016, entre los partidarios de la permanencia reinaba una confianza relativa en que el referéndum les sería favorable. Los mercados estaban animados. Pero la conmoción del resultado final, a pesar de ser tan ajustado, fue abrumadora. La libra se desplomó, los mercados sufrieron una sacudida, la gente expresó su desconcierto y su enfado, y muchas personas lloraron abiertamente en las
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Isabella Thomas es asesora de 8
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calles. El resultado también abrió un periodo de extrema incertidumbre en la política británica y llevó a la dimisión del primer ministro, David Cameron, quien había ganado con mayoría absoluta las elecciones generales 13 meses antes. En las filas laboristas se desató el caos cuando quedó claro que el partido había perdido credibilidad en sus feudos debido a que su líder, Jeremy Corbyn, había hecho una deslucida campaña entre sus votantes tradicionales para defender la permanencia de Reino Unido en la Unión Europea. El 24 de junio por la mañana, hasta los líderes de la campaña por la salida parecían estupefactos por las noticias de su ajustada victoria, como si más bien hubiesen esperado salir como los valientes perdedores. Boris Johnson y
la fundación sueca Ax:son Johnson. (Traducción de Newsclips) JULIO / AGOSTO 2016
David Cameron acompañado de su mujer Samantha tras anunciar la dimisión como primer ministro por el triunfo del ‘Brexit’ en el referéndum británico (Londres, 24 de junio de 2016). GETTY
Michael Gove dieron una conferencia de prensa, ambos con expresión grave y sombría ante el anuncio de la dimisión de Cameron. Según The Economist, Gran Bretaña se había “internado en una tempestad sin nadie al timón”, y el torbellino en el centro de nuestra política bulle de animadversión y desconfianza. Michael Heseltine, exministro conservador, la calificaba de la mayor crisis política en tiempos de paz. Otros la consideran “trascendental”. ¿En qué terminará esta crisis? Quién iba a imaginar que los problemas que acuciaban al Partido Conservador iban a desencadenar una situación con graves JULIO / AGOSTO 2016
repercusiones en toda Europa; que podría envalentonar a los movimientos populistas de otros países europeos que tienen la vista puesta en desembarazarse de las regulaciones de Bruselas o fortalecer la determinación del centro de desmotivar esa clase de iniciativas. En Reino Unido, los conservadores normalmente han estado a favor de la continuidad y de las reformas graduales, aunque sean firmes defensores del libre mercado. Se suponía que el paso radical que significa convocar un referéndum sobre la pertenencia a la UE en esta coyuntura concreta resolvería una herida abierta en el partido. Durante décadas, los conservadores han POLÍTICA EXTERIOR
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estado divididos por el conflicto interno sobre la cuestión europea. Esto había puesto en evidencia la profunda contradicción existente entre el ala abierta al exterior, partidaria del libre comercio y favorable a la UE, y la corriente romántica y euroescéptica que ve en el pasado democrático la inspiración para el futuro de Reino Unido, que considera que Bruselas no es más que un conjunto de burócratas entrometidos que interfieren de manera nada democrática en la voluntad del pueblo británico. Reino Unido tiene que volver a ser grande, ha sido el mantra repetido por estos últimos. Pero en vez de “extraer el pus”, como suele decirse, lo único que ha logrado el referéndum ha sido abrir aún más la herida. Y eso que todavía no se han manifestado todas las repercusiones. Convocar la consulta ha sido, como mínimo, el error más espectacular de Cameron.
División, desinformación y mentiras La campaña ha sido desabrida, divisiva y, en muchos casos, de una desinformación pasmosa, por no decir falaz. El sector favorable a la permanencia ha sido criticado por recrearse en el alarmismo, en lanzar duras advertencias económicas sobre el colapso de la economía británica en caso de que abandonase la UE. Los 10
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partidarios de la salida estaban en condiciones de proclamar que mientras que sus adversarios eran pesimistas y se dedicaban a sembrar el temor, ellos estaban llenos de esperanza. Los acontecimientos ocurridos desde el referéndum han dado crédito a esos miedos, pero durante la campaña muchos afirmaban que la opción de la permanencia centraba en exceso su atención en las predicciones económicas hechas por “expertos” que en el pasado se habían equivocado estrepitosamente. “¡Fíjense en lo equivocados que estaban todos los que sostenían que debíamos unirnos al euro!”, alardeaban los defensores de la salida. En el referéndum de Escocia del 18 de septiembre e 2014, (la otra arriesgada aventura electoral de Cameron), apoyarse en las previsiones económicas y en el asesoramiento de los especialistas en economía al final dio resultados. Por ello, la campaña por la permanencia de Reino Unido en la UE repitió esas máximas económicas. Un despliegue de expertos y más expertos, organismos internacionales y más organismos internacionales, advirtió al país que quedarse era una decisión sabia. El Banco de Inglaterra, el Instituto de Estudios Fiscales, la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos, el Fondo Monetario Internacional e JULIO / AGOSTO 2016
ISABELLA THOMAS
/ ACTUALIDAD
incontables directivos de empresas nuestros propios medios”, de hicieron sus declaraciones. Se hizo “recuperar el control”, poniendo en hincapié en la prevención, el empleo duda a los especialistas, casó bien con y los cálculos sobre la seguridad y la el descontento en todo el país, economía más que en la dimensión especialmente en las zonas rurales y positiva de formar parte del proyecto en las ciudades pequeñas. Con una europeo. El hecho de haber sido en el nostalgia consciente, reflejaba la idea pasado un euroescéptico, hizo que que Reino Unido tenía de sí mismo Cameron no estuviera en condiciones durante la Segunda Guerra mundial. de concitar entusiasmo por la No hay más que viajar por el campo permanencia en la UE, y tuvo que para encontrar carteles con el rótulo confiarse a la idea de que eso era lo “Queremos recuperar nuestro país. sensato. La campaña destacó por sus Vota salir”. La gente preocupada por la sombrías advertencias y su escasa emigración, que vive en comunidades pasión. A diferencia del referéndum con alto número de población de 1975, apenas hubo referencias a la emigrante, los que están a disgusto “familia de naciones”, no se tocó la porque no tienen voz y los que se Novena Sinfonía de Beethoven ni se creyeron los argumentos de que la hicieron otros llamamientos a la pertenencia a la UE era una amenaza solidaridad entre los europeos. para la democracia, se sintieron La campaña a favor de la salida identificados con la hábil propaganda consiguió capitalizar el hecho de ser de los partidarios de la salida. los audaces escépticos con agallas Esos votantes fueron gravemente que ponían en tela de juicio a “los manipulados. Estaba claro que los poderes establecidos”, a pesar de puntos clave de la campaña por la estar encabezada por personajes que salida eran mentira. En primer lugar, no eran sino miembros de esa cúpula, la campaña afirmaba que Reino empezando por Boris Johnson y Unido daba a la UE 350 millones de muchos de sus compinches. En un libras semanales, y que con la salida momento especialmente notorio, podríamos destinarlos al Servicio Michael Gove, ministro de Justicia, Nacional de Salud. Se tardó un poco llegó a hacer la vergonzosa en desmontar esta afirmación, y declaración de que presentar las cuando se contrastó resultó que esa opiniones de numerosos expertos fue era la cifra bruta y que, por supuesto, “lo que hicieron los nazis cuando Reino Unido obtiene algo a cambio. intentaban rebatir a Einstein”. En términos reales, con la El hecho de mostrarse como pertenencia a la UE (y al mercado independientes, “de valernos por único) los británicos obtenemos JULIO / AGOSTO 2016
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mucho más de lo aportamos. Pero este detalle se perdió en el debate, y la campaña a favor de la salida siguió con esa cifra impresa en los autobuses electorales. El segundo argumento, y quizá el más destacado, era el de la inmigración. Cameron había prometido reducir la inmigración al país a unas decenas de miles de personas, pero en la práctica la llegada de extranjeros no ha hecho más que aumentar. En el acuerdo al que llegó en febrero con Bruselas, el primer ministro intentó que la UE aceptase restringir la libre circulación de personas, ya que de otra manera Londres no podría disminuir el número de inmigrantes. La UE no accedió. De los 333.000 inmigrantes que llegaron a Reino Unido en 2015, la mitad procedía de la UE. En consecuencia, la otra mitad venía de otras partes del mundo y, en todo caso, Reino Unido había hecho poco por contenerla. Johnson y Gove defendieron un “sistema de puntos” para la inmigración, similar a los existentes en Australia y Canadá. Sus argumentos, sin embargo, no tenían en cuenta la probabilidad de que la inmigración ilegal adquiera mucho más peso en un Reino Unido fuera de la UE, ante la crisis migratoria general que afecta al mundo en su conjunto. Los grandes flujos migratorios se presentan como problemáticos para la clase 12
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trabajadora que compite por los empleos y la vivienda. A esos votantes se les hizo creer que abandonando la UE resolveríamos el problema. En la práctica, si Reino Unido sigue formando parte del mercado único –como han asegurado muchos en la campaña por la salida– tendrá que aceptar la libre circulación de personas, sin tener voz sobre cómo se debería regular. Pero la fantasía del Brexit que ha motivado a los habitantes de los barrios más ricos tenía que ver exclusivamente con la democracia y con la pérdida de soberanía. Muchos de los comentaristas que apoyaban este punto de vista en su defensa del Brexit se estremecían ante la idea de una democracia británica “acosada” por Bruselas. Los británicos están orgullosos de su papel en el desarrollo de la democracia moderna, y afirman que no necesitan “que los continentales les digan lo que hay que hacer”, ya que estos “no han sido elegidos”. El déficit democrático y la necesidad de marcharse antes de que la UE se convierta en un Estado federal hicieron mella entre aquellos preocupados por el camino al que se dirige la UE. En general, el debate entre los partidarios de la salida revelaba una desconexión y una ignorancia profundas de cómo funciona Europa. Satisfechos con su ignorancia, muchos estaban dispuestos a rechazarla, a pesar de JULIO / AGOSTO 2016
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que permaneciendo en la Unión teníamos la posibilidad de contribuir a su reforma. Este argumento cayó en saco roto.
Escocia, Irlanda y Londres Tan pronto como se conocieron los resultados, algunos de los temores suscitados por los partidarios de la permanencia emergieron de inmediato. Puesto que Escocia había votado de forma abrumadora a favor de quedarse, Nicola Sturgeon, la primera ministra del gobierno escocés, anunció que era previsible un segundo referéndum sobre la cuestión escocesa. Irlanda del Norte también votó por la permanencia. Con la salida de Reino Unido de la UE, la frontera entre las dos Irlandas volverá a ser significativa, poniendo en peligro el acuerdo de paz en Irlanda del Norte. Londres votó asimismo aplastantemente a favor de seguir en la UE. Ha quedado claro que, en un esfuerzo por preservar la democracia pura de Reino Unido, tendremos que sacrificar varias uniones: Reino Unido, la UE e incluso la de Inglaterra, donde la polarización fue el desencadenante de uno de los primeros asesinatos políticos en décadas: el de la diputada laborista Jo Cox a manos de un lunático, miembro de un grupo nacionalista que se denomina a sí mismo “Gran Bretaña Primero”. JULIO / AGOSTO 2016
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Los votantes desafectos de la clase trabajadora del norte, justamente indignados por haber sido marginados económicamente y privados de sus derechos políticos, esperarán en vano los miles de millones de libras que –se supone – serán repatriados desde Bruselas para que lluevan desde un límpido cielo azul sobre una Inglaterra libre. El problema de la inmigración también desaparecerá bajo esta lluvia. Es difícil anticipar la furia que vendrá con la realidad que supondrá la salida de Reino Unido de la UE. Los nacionalistas ingleses acaban de quedarse sin su chivo expiatorio: Bruselas. Cuando su sueño se agrie, ¿dónde encontrarán otro? Es posible que los euroescépticos británicos estén a punto de abrir los ojos al hecho de que tal vez la UE era lo único que preservaba su democracia. Sin ella, la existencia de Reino Unido se ve amenazada directamente, y la vorágine, al igual que las mareas altas del mar del Norte, podría aniquilar cualquier clase de centro político sereno al que nos habíamos acostumbrado.
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Hillary Clinton y la estela de Bernie Sanders Demócratas y republicanos deben recomponer las fracturas que las primarias han generado en los partidos. Los demócratas incorporando la oleada de Sanders. Los republicanos aún no saben cómo.
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or fin han terminado las primarias del Partido Demócrata! Ha sido un prolongado proceso durante el cual los protagonistas han estado jugando el mismo papel semana tras semana: Bernie Sanders predicando una reforma revolucionaria del sistema y Hillary Clinton replicando que ella es la única que sabe cómo hacerlo. Aunque Hillary haya ganado una gran mayoría de delegados y de votos, y por ende la nominación de la convención, no puede desconocer el extraordinario e imprevisto éxito de la campaña de Sanders, que ha conseguido captar casi a la mitad del partido. En 2008 Barack Obama ganó las primarias, y luego la elección presidencial, gracias al entusiasmo
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que supo generar entre las generaciones más jóvenes, en gran parte censadas por primera vez. Es una paradoja electoral que el mismo sector generacional que determinó la derrota de Clinton en 2008 sea el que en esta ocasión ha llenado las velas de su contrincante. Con su énfasis contra la corrupción electoral, los excesos de la banca, la crisis de las clases medias, la desigualdad, los derechos de la mujer y de las minorías, Sanders encandila a la izquierda y a la juventud, de la misma manera que Donald Trump lo hace entre la ultraderecha de esos mismos sectores. En el tiempo que queda hasta la convención demócrata, el 25 de julio, tendrán que encontrar la manera de reunir ambas tendencias del partido con objeto de ganar las elecciones de
Jaime de Ojeda, profesor de la Universidad del Shenandoah, Virginia, colabora regularmente en POLÍTICA EXTERIOR . Carta
entregada el 19 de junio. 14
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JAIME DE OJEDA
noviembre. Les va a costar mucho porque Sanders ha estado constantemente descalificando a Clinton y subrayando las sustanciales diferencias de sus respectivos programas. Es más, Sanders ha estado condenando el “fraude” con que la convención decide la nominación, por la excesiva influencia de los más de 700 “superdelegados”, miembros no elegidos de la convención. Así pues, no es sorprendente que una buena parte de sus partidarios declare enfáticamente que nunca votarán a Clinton si gana la nominación e incluso algunos se inclinan hacia Trump, por el radicalismo que comparte con Sanders. Lo mismo pasó, sin embargo, con los partidarios de Clinton en 2008, y luego acabaron votando a Obama en las elecciones presidenciales, pero las diferencias entre ambos no eran tan notables como las que separan a Sanders de Clinton. No se puede minimizar la trascendencia de estas diferencias. Dada la importancia del movimiento “trumpista” no podrán alcanzar la victoria electoral si no logran superarlas. El Partido Demócrata está ahora estudiando intensamente cómo uncir el movimiento popular que de manera tan importante ha generado Sanders al carro victorioso de Clinton, en un momento en que el desorden y la confusión que reinan JULIO / AGOSTO 2016
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en el Partido Republicano, por la aberrante candidatura de Trump, parece destinado a deparar a los demócratas la Casa Blanca y quizá también la mayoría en el Senado. Es un resultado que quedaría en entredicho si no logran captar el apoyo del movimiento de Sanders. Por su parte, no es que Sanders no quiera reconocer el triunfo de Clinton. Sabe que no conseguiría la nominación, pero no quiere renunciar a lo que considera un movimiento nacional que quiere se convierta en el núcleo y conciencia de los demócratas. Es consciente de la fuerza que le da su campaña y quiere emplearla a fondo para forzar al partido a adoptar una plataforma electoral que incorpore sus tesis. La propia Clinton es partidaria de esta conciliación, siempre que no se descarte la moderación y el realismo requeridos para no antagonizar al amplio sector del centro electoral. Obama será clave para esta conciliación: ha ganado la total confianza de Sanders por la imparcialidad con que siguió las primarias y ha mantenido ya prolongadas conversaciones con el contencioso senador. En sus declaraciones del 16 de junio, Sanders ha afirmado que coincide con Clinton en su propósito de impedir que un tipo como Trump pueda ganar la presidencia. Esto significa, seguramente, que POLÍTICA EXTERIOR
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Carta de América /
HILLARY CLINTON Y LA ESTELA DE BERNIE SANDERS
recomendará a sus seguidores votar a Clinton, pero ha dado la impresión de que en vez de endosarla formalmente continuará dirigiendo su movimiento con independencia de la campaña de Clinton. De la misma manera, tampoco puede el Partido Republicano desconocer el extraordinario éxito de Trump, por más que signifique una tremenda división dentro del partido y hasta casi seguramente su suicidio. Ya ha ganado la mayoría de delegados y votos para obtener la nominación en la convención del 18 de julio y, sin embargo, las próceres republicanos no saben qué hacer para impedirlo. No solo discrepan de la virulencia de sus declaraciones, y del aberrante tenor de su campaña, que antagoniza a gran parte del electorado, incluso a muchos republicanos, sino que Trump se permite proclamar posturas totalmente contrarias al credo del partido: ha condenado las aventuras militares de George W. Bush, va mucho más allá en su campaña contra la inmigración mexicana y la militancia islamista y, después de la tragedia de Orlando, ha llegado incluso a propugnar una limitación de la libertad de adquirir armas a los sospechosos de terrorismo, tal como exigen los demócratas. Las bravatas de Trump, de una mendacidad y difamación inaceptables, ampliamente difundidas por unos medios que 16
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aprovechan con gran gusto el éxito que depara su sensacionalismo, entusiasman a una buena mayoría de los republicanos, según los sondeos de más del 65%. Es un reflejo del desencanto radical que sienten contra las élites gobernantes los sectores blancos y poco educados de las clases laborales y de una buena parte de las clases medias menos adineradas; un desencanto al que se une la rabia que el partido ha alimentado deliberadamente para asegurarse el apoyo de esos grupos, a través del “Partido del té”, y de la obcecada y ciega oposición que han derrochado contra Obama y los demócratas en el Congreso en los últimos ocho años. No logran apaciguar a sus bases apelando a los principios de Ronald Reagan, que ya no son relevantes para sus temores y sus necesidades. Ahora los republicanos recogen la cosecha que han sembrado y se sorprenden de encontrarse con los brazos llenos de ortigas “trumpistas” en vez del feliz conservadurismo que pensaban haber generado con el oportunismo de su extremismo, animando ansiedades teñidas de racismo y teorías conspiratorias que nada parece disipar. La tragedia de Orlando se ha convertido en una metáfora del dilema político de los republicanos. Una voz mayoritaria se alza en la nación entera pidiendo medidas para JULIO / AGOSTO 2016
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poner fin a estas matanzas, pero los republicanos siguen aferrados a la defensa de la supuesta libertad de portar armas. Trump se ha sumado al sentimiento de la opinión pública, dejando en seco a su partido. Tanto republicanos como demócratas intentan aprovechar la tragedia en torno a esta cuestión. Los republicanos culpan a Obama por no acabar con el “islam radical” en Oriente Próximo y Estados Unidos. El mismo Trump ha llegado a insinuar que el presidente favorece estos atentados terroristas, quizá por ser un “criptoislamista”. Los demócratas, por su parte, han aprovechado la ocasión para resucitar las propuestas que han presentado desde 2006 de una regulación más estricta de la tenencia de armas y para poner en evidencia que los republicanos están vendidos a la Asociación Nacional del Rifle, el poderoso lobby de las armas. Cuando el presidente de la Cámara solicitó un minuto de silencio por las víctimas de Orlando, los congresistas demócratas abandonaron el hemiciclo e iniciaron a continuación un filibusterismo de 15 horas para exigir que en vez de oraciones, los republicanos asuman su responsabilidad legislativa respecto a la limitación de la venta de armas. Ahora recuerdan machaconamente, con el apoyo de Obama, cómo los republicanos hicieron imposible esa limitación después de las matanzas JULIO / AGOSTO 2016
/ Carta de América
de Tucson, Aurora, Newtown, Charleston, Roseburg, San Bernardino y Orlando, a pesar de que en los sondeos el 80% de los ciudadanos manifiesta su apoyo. Esta trifulca se repite en prácticamente todos los demás asuntos del programa político de los republicanos, que van nadando contra corriente, como en el caso de la regulación de las emisiones contaminantes de la industria, y la regulación de las operaciones bancarias. Lo mismo sucede, solo que al revés, cuando Trump lanza sus dramáticas salvas contra el “radical islam”, los musulmanes en general, fuera y dentro de Estados Unidos, los mexicanos y la expulsión de todos los inmigrantes indocumentados, la condena de un juez federal que conoce una causa de fraude contra él, por su ascendencia mexicana, amén de otras insinuaciones inaceptables y ofensivas contra el mismo presidente Obama. Los congresistas republicanos se ven en un aprieto para separarse de las tesis que airea el aparente nominado de su partido, pese a que una amplia mayoría de sus miembros las apoyan con entusiasmo. Ese dilema se cierne sobre su nominación en la convención de julio: cómo impedir que sea nombrado quien ha recibido más de 14 millones de votos y la mayoría requerida de delegados. ¿Cómo van a POLÍTICA EXTERIOR
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Carta de América /
HILLARY CLINTON Y LA ESTELA DE BERNIE SANDERS
proponer que sea nominado un tercer desconocido cuando Trump ha vencido en las primarias a 16 candidatos? En el mismo dilema se encontrarán si acuden al truco de cambiar las reglas de la convención para otorgar a los delegados una completa “libertad de conciencia” que les permita elegir a ese anónimo tercero. Les aterra, también, que por su oposición, Trump pueda abandonar el partido y presentarse como independiente. No les queda otro consuelo que ver cómo cae su popularidad: cuanto más le obligan a definirse más evidente es su incapacidad y más odiosos sus desplantes de adolescente mal criado. Mientras tanto, las cosas van mal en Afganistán e Irak. Muchos lo atribuyen a la decisión de Obama de retirar las tropas en Irak, olvidando las circunstancias en que fue necesario llevarlas y el refuerzo ordenado en Afganistán. A pesar de sus críticas, nadie se atreve, sin embargo, a proponer una vuelta a la intervención armada. No obstante, cada vez son más los que se oponen al inmovilismo del presidente en Siria. Una docena de importantes estadistas y diplomáticos jubilados publicó en mayo una carta en ese sentido, y ahora se ha filtrado a la prensa una “disensión reglamentaria” de 51 diplomáticos en activo recomendando bombardeos y otras medidas que castiguen a Bachar el 18
POLÍTICA EXTERIOR
Asad por la violación de las treguas negociadas con la oposición en Siria o las caravanas de ayuda alimentaria y médica. La misma Hillary en sus memorias y en el recuerdo de sus colegas en el gobierno, propugnó una política más intervencionista en Siria. Pero ni Clinton ni esos sonados críticos logran explicar lo que habría que hacer respecto a la intervención rusa o la fragmentación de la oposición siria. No obstante, el presidente se ha quedado solo en su convicción de la imposibilidad e inconveniencia de una intervención más allá de la ayuda indirecta, y en su insistencia en que los conflictos en Oriente Próximo no amenazan la seguridad de EEUU. Por último, Obama quiere terminar su mandato con el cierre de Guantánamo, que prometió en su campaña electoral y que fue la primera orden ejecutiva de su presidencia. El forcejeo en torno al presidio ha sido tan tortuoso y prolongado como el intento de limitar la libertad de portar armas. Su último episodio es el presupuesto de defensa, que por más de medio billón de dólares, quieren ver aprobado los republicanos (con el apoyo de bastantes demócratas y la insistencia del Pentágono) y que ahora el presidente veta por contener una enmienda que le impediría cerrar Guantánamo o liberar a los prisioneros que aún quedan. JULIO / AGOSTO 2016
JAIME DE OJEDA
El 7 de julio Obama viajará a Varsovia para atender por última vez a la cumbre de jefes de Estado y de gobierno de la OTAN. Esta cumbre simboliza la reacción de la Alianza en apoyo de los países de Europa oriental y central que temen una acción rusa híbrida, estilo Ucrania. Cuatro batallones multinacionales, de 1.000 soldados cada uno, serán desplegados en Polonia y los países Bálticos, además de equipos militares antes estacionados, para los que EEUU destinará 3.400 millones de dólares. Los aliados europeos se verán de nuevo presionados para elevar sus presupuestos militares por lo menos al 2% del PIB. La cumbre de la OTAN tratará también de las nuevas amenazas
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/ Carta de América
cibernéticas y de una más estrecha cooperación con la Unión Europea. La cumbre se celebra justo después de la instalación de una base contra misiles en Rumania, un paso más en el proyecto de defensa antimisiles que Rusia denuncia como una instalación militar contra objetivos rusos. Después de la cumbre, el 9 de julio, Obama viajará a España. Además de Madrid, el presidente irá a Sevilla, donde visitará las fuerzas americanas en las bases de Morón y Rota, Cádiz, esenciales para ese escudo antimisiles contra posibles amenazas provenientes del Sur o del Este. Desde su entrada en la OTAN y en la UE, España ofrece a EEUU algo más que su estratégica geografía, aunque esta sigue siendo esencial para Washington.
POLÍTICA EXTERIOR
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Carta de Europa
¿Existe una grieta digital entre EEUU y la UE? Mientras las tensiones de Bruselas con las compañías tecnológicas de EEUU se suceden, los europeos aún no han decidido qué industria digital impulsarán. El riesgo de quedarse fuera de juego es alto.
Nika Prislan
as revelaciones sobre la vigilancia de Internet y el control de las comunicaciones de algunos líderes europeos por parte de los servicios de inteligencia de Estados Unidos han enfrentado a las capitales europeas y a Washington en los últimos tres años. Las desavenencias proceden, entre otros motivos, de las acusaciones por parte de Washington de que la Comisión Europea está injustamente dirigiendo sus investigaciones hacia empresas tecnológicas estadounidenses y de la decisión del Tribunal de Justicia de la UE de invalidar el régimen “puerto seguro”. Ambos hechos han creado niveles de tensión nunca antes
L
vividos en el ámbito digital entre los dos grandes actores del Atlántico.
Las tensiones digitales Las investigaciones llevadas a cabo por las instituciones comunitarias respecto al funcionamiento en el mercado europeo de las grandes empresas tecnológicas de EEUU como Google o Amazon llevaron al presidente Barack Obama a afirmar de manera categórica en febrero de 2015 que “a veces sus proveedores [europeos] de servicios, que como ustedes saben no pueden competir con los nuestros, están esencialmente tratando de establecer algunos obstáculos para que nuestras
Nika Prislan es investigadora y coordinadora de proyectos en el Consejo Europeo de Relaciones Exteriores (ECFR). La
autora agradece a Susi Dennison, directora del programa European Power, su colaboración en la elaboración del texto. Este artículo está basado en el proyecto de investigación “El poder digital de Europa” del ECFR, en el marco del cual se realizaron debates en Madrid, en diciembre de 2015, y Berlín, en abril de 2016. www.ecfr.eu/digitalpower 20
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NIKA PRISLAN
empresas no puedan operar efectivamente ahí (…) Hemos sido los propietarios de Internet. Nuestras empresas lo han creado, ampliado, perfeccionado de manera que ellos no pueden competir”. En abril de 2016, la Comisión Europea remitió un pliego de cargos a Google en el que fundamentaba que la empresa había abusado de su posición dominante como proveedor de servicios de búsqueda en el mercado europeo. Bajo esta premisa, la conclusión preliminar ha sido que Google habría infringido las normas antimonopolio de la UE. Esto se suma a una larga lista de investigaciones sobre el comportamiento de la compañía en relación al sistema operativo de Android, así como las preocupaciones acerca de la copia de contenidos web de sus rivales, la exclusividad publicitaria y las restricciones indebidas a los anunciantes. Aparte de a Google, Bruselas está investigando a Amazon por sus acuerdos de distribución de libros electrónicos, y ha puesto bajo la lupa las políticas de privacidad de Facebook en varios Estados miembros. Apple y Amazon tienen un expediente abierto por sus acuerdos en materia fiscal. Todo esto ha llevado al secretario del Tesoro de EEUU a acusar a la UE de dirigir sus acciones frente a la evasión fiscal solo hacia empresas estadounidenses, mayoritariamente tecnológicas. JULIO / AGOSTO 2016
/ Carta de Europa
Los casos abiertos en Bruselas sobre las prácticas de las compañías tecnológicas estadounidenses en Europa no son el único ejemplo del incremento de las tensiones entre ambos socios. La decisión del Tribunal de Justicia de la UE de invalidar el acuerdo que permitía el intercambio de datos entre Europa y EEUU, conocido como Safe Harbor (puerto seguro), en vigor desde 2000, causó gran rechazo en Washington y demostró que existen diferentes puntos de vista sobre la manera de proteger los datos personales. Desde entonces, se ha intentado encontrar una nueva solución para los flujos de datos transatlánticos. Así, en febrero de 2016, se creó el llamado Privacy Shield (escudo de privacidad), que impone mayores exigencias a las compañías estadounidenses para la protección de los datos de los ciudadanos europeos. Las negociaciones aún no han concluido y el Parlamento Europeo solicitó a finales de mayo que la Comisión Europea “prosiga el diálogo con el gobierno de EEUU a fin de negociar nuevas mejoras en el Privacy Shield teniendo en cuenta sus actuales deficiencias”. Está por ver cuándo habrá un texto final y cómo se desarrollarán las negociaciones. La construcción del Mercado Único Digital, intensamente promovido por la actual Comisión Europea y su presidente, Jean-Claude Juncker, POLÍTICA EXTERIOR
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Carta de Europa /
¿EXISTE UNA GRIETA DIGITAL ENTRE EEUU Y LA UE?
también ha generado sospechas al otro lado del Atlántico. Algunos en EEUU han calificado esta iniciativa como la simple construcción de nueva legislación que dificultará las operaciones de empresas extranjeras tecnológicas en el mercado europeo. Matt Brittin, responsable de Google en Europa, reflejó estas preocupaciones en Financial Times el pasado abril, cuando señaló que el viejo continente puede quedarse atrás en la innovación digital por culpa de los gobiernos y reguladores que están sofocando a las empresas tecnológicas con normativas y trámites burocráticos. Asimismo, el periodista del FT Richard Waters ha alertado que el fracaso europeo a la hora de crear grandes empresas tecnológicas se ha convertido en un riesgo político para las empresas tecnológicas de EEUU. Los desencuentros y episodios parecen mostrar que existe una grieta trasatlántica digital. Este hecho se observa desde las empresas tecnológicas hasta la política, pasando por los diferentes puntos de vista a la hora de afrontar retos tecnológicos como la privacidad de los consumidores o la ciberseguridad. Sin embargo, no se debe olvidar que tanto Europa como EEUU son socios de primer orden que han colaborado estrechamente durante décadas, sobre todo desde el fin de la Segunda Guerra mundial. Estadounidenses y 22
POLÍTICA EXTERIOR
europeos han ayudado a crear el orden mundial actual, manteniéndolo conjuntamente gracias a la colaboración y visiones compartidas con respecto al Estado de Derecho, los derechos humanos así como valores comunes. No es la primera vez que ambos se encuentran en medio de un choque de estas características. En la década de 1990 las autoridades europeas se enfrentaron a empresas estadounidenses como Boeing o Microsoft. De hecho, hay algunos que comparan el actual caso de la Comisión Europea contra Google con el de Microsoft, acusada también en el pasado de ejercer una posición dominante en el mercado europeo. No puede obviarse que el ejecutivo comunitario tiene un claro mandato en lo que se refiere a su papel como guardián de los tratados europeos y representante de los intereses de la Unión. Debe garantizar la correcta aplicación de la normativa europea en materia de competencia. En este sentido, la comisaria de Competencia, Margrethe Vestager, comentó que desde 1999 la UE ha adoptado alrededor de 170 decisiones que obligan a algunas compañías a la devolución de las ayudas estatales recibidas, y que solo un mínimo porcentaje de ellas son estadounidenses. Las tensiones transatlánticas en el ámbito digital no han impedido, sin JULIO / AGOSTO 2016
NIKA PRISLAN
embargo, la estrecha colaboración entre Washington y Bruselas, los dos socios negocian en la actualidad la Asociación Transatlántica para el Comercio y la Inversión (TTIP, en sus siglas en inglés). Este acuerdo es una clara muestra de que europeos y estadounidenses prefieren colaborar y seguir estrechando sus lazos. En el marco del TTIP se abordan asuntos como la informática y las comunicaciones tecnológicas; de hecho, en la última ronda de negociaciones se debatió el comercio electrónico y cómo reconocer la naturaleza abierta de Internet y las telecomunicaciones. Por último, es importante mencionar que no solo las empresas estadounidenses están incómodas con algunas decisiones europeas. También hay empresas del continente descontentas, como es en el caso de Spotify. La compañía sueca, una de las tecnológicas más grandes de Europa, ha amenazado incluso con trasladarse a otro país si Estocolmo no resolvía diversos problemas que considera acuciantes, como la necesidad de un mayor esfuerzo en educación digital dentro del sistema educativo sueco. Algo parecido pasó en EEUU con sus propias empresas. Por ejemplo, Washington ha tenido un litigio reciente con Apple respecto a los datos del iPhone de uno de los terroristas de San Bernardino JULIO / AGOSTO 2016
/ Carta de Europa
(California). Estos casos demuestran que, en el mundo digital, hay profundos desacuerdos entre las empresas y la política. Las tecnológicas siempre van un paso por delante de los gobiernos, y la legislación a menudo se queda atrás a raíz del rápido desarrollo del mundo tecnológico.
Reconciliar las relaciones Aunque los conflictos entre Europa y EEUU no constituyen una brecha digital insalvable, está claro que hay desacuerdos profundos. Para reconciliar posiciones y construir una asociación estratégica digital, es necesario que los europeos resuelvan sus diferentes visiones y decidan qué posicionamiento tendrán hacia EEUU. Los países de la UE deben decidir qué tipo de proyecto quieren que sea el Mercado Único Digital: ¿Quieren proteger algunos de sus servicios para ayudar a la creación de capacidades propias? ¿O prefieren abrir el mercado abruptamente? Son bien conocidas las posiciones individuales de los diferentes Estados miembros de la UE respecto al proteccionismo y la liberalización. Sin embargo, Europa todavía no ha tenido un debate conjunto sobre qué enfoque tomar hacia el establecimiento y la sostenibilidad de su industria digital. Una posición poco clara de Europa POLÍTICA EXTERIOR
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Carta de Europa /
¿EXISTE UNA GRIETA DIGITAL ENTRE EEUU Y LA UE?
hacia sus socios extranjeros –en valores democráticos. El objetivo algunos casos, incluso agresiva en lo fundamental es promover a nivel que se refiere a sus políticas digitales– global este tipo de visiones para genera sospechas sobre la fiabilidad asegurar que no se impongan reglas de Europa en el juego digital. restrictivas por aquellos que quieren Este problema se repite en otros controlar Internet. El informe del desafíos que están emergiendo como, Atlantic Council Task Force on por ejemplo, la encriptación. Aunque Advancing a Transatlantic Digital es un debate que ha estallado solo Agenda ha propuesto la creación de recientemente entre Washington y un mercado digital transatlántico que Apple, en Europa tampoco ha habido genere una relación estratégica para una reflexión sobre el equilibrio liderar la gobernanza global de necesario entre la seguridad nacional Internet y redefinir las reglas del y la privacidad. De hecho, dentro del comercio digital. Esto sería un punto espacio europeo pueden verse de partida indiscutible para la posiciones radicalmente opuestas. construcción de esta relación Por ejemplo, Reino Unido privilegia la estratégica. seguridad nacional, mientras que La revolución digital ha traído Alemania se preocupa de forma muchos retos tanto para los prioritaria por la privacidad de datos. gobiernos como para las empresas de “La desunión europea respecto a la ambos lados del Atlántico. Por ello, es encriptación debilita su voz en la fundamental que los desafíos no se escena digital en uno de los asuntos conviertan en impedimentos sino en de la política digital que está siendo razones para cooperar y avanzar. clave hoy en día”, afirman los Bruselas y Washington tienen muchos investigadores del GPPi Thorsten valores e intereses en común, algo Benner y Mirko Hohmann. que debería prevalecer sobre la Una vez de que Europa haya competición en el sector digital. aclarado qué posición quiere EEUU y Europa no pueden ser defender en los asuntos digitales, la competidores en esta era digital. Solo UE y EEUU deberían plantearse la una reconciliación de posiciones y construcción de una relación una cooperación estratégica evitarán estratégica en el ámbito digital. Los una futura y verdadera grieta digital dos actores comparten visiones y transatlántica. valores sobre Internet y su gobernanza, apoyando un entorno digital abierto, respaldado por el respeto a los derechos humanos y los 24
POLÍTICA EXTERIOR
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Carta de China
Cervantes en Pekín Existe un paralelismo entre las historias de España y China: las mayores potencias del siglo XVI entraron en declive el siglo siguiente. Varios pasajes de ‘El Quijote’ muestran ideas comunes de esa decadencia.
Eugenio Bregolat
caba de celebrarse el 400 aniversario de la muerte de Cervantes. Ya es casualidad que aquel 23 de abril de 1616 fueran a morir tanto Cervantes como Shakespeare, que se cuentan entre los más profundos escrutadores de la naturaleza humana y son las máximas figuras literarias de las dos lenguas que, con el mandarín, son hoy las más habladas del mundo. La España de Felipe III y la China de Wanli, el décimotercer emperador de la dinastía Ming, eran en 1616 los dos imperios más poderosos de la Tierra. España era vecina de China en Filipinas, de modo que ambos países estaba a la vez muy lejos y muy cerca. Contemporáneo de El Quijote se considerar Viaje a Occidente , de Wu Chengen, una de las obras cumbre de
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Eugenio Bregolat, diplomático, ha sido embajador
2003 y 2011-13. Carta entregada el 29 de mayo. 26
POLÍTICA EXTERIOR
la literatura china, aparecida en 1590. Cuenta las aventuras del Rey Mono (Sun Wukung), que acompañó al monje Xuenzeng en su viaje a India para recuperar las sutras budistas. El Rey Mono es un personaje literario tan central en la cultura china como Don Quijote o Sancho Panza lo son en la nuestra. Las dos grandes potencias del siglo XVI tenían todas las ventajas para seguir siéndolo en los siglos siguientes. China basada en su capacidad de innovación, superior a la de cualquier otro país hasta el Renacimiento europeo; España a partir del oro y la plata de América. “El descubrimiento de América podía situar a España en la vanguardia del mundo económico moderno”, escribió Pierre Vilar. Sin embargo,
de España en China durante tres distintos periodos, 1987-91, 1999-
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EUGENIO BREGOLAT
tanto China como España perdieron el tren de la Revolución Industrial y quedaron relegadas al papel de potencias periféricas. Sin que se sepa muy bien por qué se secó la capacidad de invención de China, ya a partir de mediados del siglo XV 1 entró en un eclipse justo cuando Europa despertaba después de un milenio de oscuridad. En cuanto a España, escribió Jaime Vicens Vives: “El dinero fue gastado en la empresa imperial; muy poco capital privado fue invertido en el país, ni en bonificar el suelo agrícola ni en sociedades mercantiles para explotar el mundo oceánico. Esta incomprensión del mundo capitalista dejó a Castilla desarmada ante Europa, pese a que Carlos V, educado en el ambiente mercantil de Flandes pudo haber dirigido la monarquía hispánica en otro sentido”. Existe un interesante paralelismo entre las historias de España y China: las mayores potencias del mundo en el siglo XVI entraron en decadencia abierta el siglo siguiente; sus respectivas crisis les hicieron perder posiciones en el orden internacional del siglo XIX: la Guerra del Opio contra Inglaterra, en 1840, y la ulterior sumisión de China a las potencias imperialistas; la pérdida, a girones, del imperio español, que culminó en 1898 –año en que, al
/ Carta de China
perder Filipinas, dejamos de ser vecinos de China– para tocar fondo en sendas guerras civiles en la primera mitad del siglo XX. Ambos países, sin embargo, han resurgido con fuerza en el último tercio del pasado siglo. Abre Cervantes la segunda parte de El Quijote con una dedicatoria a su protector, el conde de Lemos, en la que se lee: “El grande emperador de la China en lengua chinesca hará un mes que me escribió una carta con un propio, pidiéndome o, por mejor decir, suplicándome, se la enviase (esa segunda parte), porque quería fundar un colegio donde se leyese la lengua castellana y quería que el libro que se leyese fuera el de la historia de don Quijote. Juntamente con eso me decía que fuese yo el lector de tal colegio”. Preguntó Cervantes al portador “si había ayuda de costas” y, ante la respuesta negativa, declinó la oferta. Bien puede decirse, por tanto, que de cuantos institutos Cervantes hay en el mundo, el único que se abrió por mandato directo del autor de El Quijote es el de Pekín. Lo inauguraron en 2006 los entonces príncipes de Asturias, y es uno de los principales del mundo. Cuando presenté cartas credenciales, en 1999, el presidente de la República Popular y secretario general del Partido Comunista Chino, Jiang Zemin, me dijo que conocía El
1. Carta de China: “La ambición tecnológica de China”. POLÍTICA EXTERIOR 158, marzo-abril 2014. JULIO / AGOSTO 2016
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Carta de China /
CERVANTES EN PEKÍN
Quijote , como todos los niños chinos,
desde la escuela primaria. Cervantes es el único escritor extranjero con una estatua en el campus de Beidá, la Universidad de Pekín, la más importante del país, donada por el ayuntamiento madrileño en tiempos de Juan Barranco como alcalde. Allí he colocado flores algún 23 de abril. En 2014 la Universidad de Lérida tuvo la generosidad de concedernos simultáneamente los doctorados honoris causa al primer traductor de El Quijote del español al chino (había alguna traducción anterior a partir del francés), mi amigo el profesor Dong Yansheng, y a mí. En el discurso que pronuncié me referí a un asunto que, como profesional obligado a la interpretación de los procesos históricos en curso en el país donde trabaja, me fascina, y sobre el que vuelvo una y otra vez en mis reflexiones: el de la comprensión de la realidad, la enorme complejidad de los hechos y de los procesos históricos, lo fácil que es formarse de ellos una representación equivocada. Don Quijote no ve lo que tiene delante, sino lo que quiere ver, aquello que está condicionado para ver. No ve molinos, sino gigantes; no ve a una humilde labradora, sino a la princesa Dulcinea; no ve una venta, sino un castillo; no ve una bacía de barbero, sino el yelmo de Mambrino; no ve el vino que mana de los cueros, sino la sangre de los gigantes; no ve 28
POLÍTICA EXTERIOR
un rebaño de ovejas, sino un ejército; y así página tras página. El proceso mental es siempre el mismo. Leyó tantos libros de caballerías que perdió el juicio: “Del mucho leer se le secó el cerebro; llenósele la fantasía de todo aquello que leía en los libros. Todo cuanto pensaba, veía o imaginaba le parecía hecho y pasar al modo que había leído. Todas las cosas que veía las acomodaba a sus desvariadas caballerías y malandantes pensamientos”. Como dijo otro gigante de nuestra literatura, Antonio Machado, “en este mundo traidor nada es verdad ni es mentira, todo es según el color del cristal con que se mira”. Es decir, la realidad pura, aséptica, objetiva, no existe. Solo existe la representación que cada uno se hace de ella, más o menos teñida, más o menos deformada, por el color del cristal de cada cual. Si para Don Quijote sus lecturas de libros de caballerías son las que conforman el color de su cristal, para cada uno son sus valores, destilados a partir de su educación (la familia, la escuela, la iglesia), las lecturas, los medios de comunicación, los prejuicios. Es a través de nuestro cristal que cada uno vemos e interpretamos la realidad .Y esa interpretación guía las conductas. El hispanista inglés John Elliott habla del “quijotismo imperial de Carlos I y Felipe II”. Para el francés JULIO / AGOSTO 2016
EUGENIO BREGOLAT
Pierre Vilar “Don Quijote es el símbolo de Felipe II, de una España ineficaz por inadaptada; la armadura de Don Quijote es el rechazo del mundo burgués, como el chaqué de Charlot es el rechazo de la proletarización. Cervantes es el más sutil de los ‘arbitristas’ intérpretes de la decadencia. El está en el corazón de la historia de la nación”. Al cabo de su aventura como gobernador de la ínsula de Barataria, le dice Don Quijote a Sancho: “Id a gobernar vuestra casa y a labrar vuestros pejugales, y dejáos de pretender ínsulas e ínsulos”. La crítica de Cervantes a sus reyes, Felipe II o Felipe III, es evidente: dejaos de imperios y cuidad de España. La monarquía universal cristiana perseguida por los Habsburgo, que debía empezar por unificar Europa bajo el cetro del Emperador de Romanos, se basaba en el convencimiento de que España era el pueblo elegido por Dios para lograrla. Ese providencialismo, una variante del excepcionalismo (¿qué pueblo no lo reclama?) chocó con la realidad: la falta de dinero para pagar a las tropas; o los barcos ingleses más maniobrables y mejor artillados, o el mal tiempo, en el caso de La Invencible. ¿Cómo podía Dios abandonar a quienes luchaban por la fe verdadera?, se preguntaba Felipe II. No son gigantes, contestaba Cervantes a su rey, que son molinos. JULIO / AGOSTO 2016
/ Carta de China
La historia está llena de casos semejantes. Me detendré en dos de ellos, uno referido al comunismo, en su doble encarnación soviética y china, y el otro a Estados Unidos. La ideología comunista chocó con la realidad. Sin estímulos materiales no se puede conseguir una productividad elevada; la planificación basada en pretendidas “leyes científicas” no logró una economía eficaz. Mijail Gorbachov escribe en sus Memorias: “Una vez leí sobre un experimento en el que los psicólogos demostraban que el pueblo soviético, a causa de su educación dogmática, había desarrollado una propiedad única: la habilidad de no ver, en el sentido literal de la palabra, nada que no se correspondiera o con sus ideas de lo que tenía que ver o con un eslogan”. Diríase que Gorbachov estaba hablando de Don Quijote. No menos quijotesco, Mao Zedong añadió a la falta de realismo del modelo soviético sus prejuicios para desembocar en aberraciones mayúsculas, como el Gran Salto Adelante o la Revolución Cultural. Él y su pueblo se vieron zarandeados por las aspas de molino de la realidad. El ruso es el pueblo quijotesco por excelencia, aunque no así el pueblo chino, realista donde los haya. Mao es la excepción, aunque nadie sea ajeno al defecto de ver solo lo que quiere ver. George Bush hijo abrigó una ilusión no menos quijotesca que los POLÍTICA EXTERIOR
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Carta de China /
CERVANTES EN PEKÍN
anteriores: se aparta a un dictador, se 2004 me dirigí a un congreso de ponen urnas y florecerán la cervantistas organizado en el marco democracia, el orden y el progreso. del Foro Universal de las Culturas de Irak, Afganistán Egipto… La ilusión Barcelona, preguntando si, en efecto, de Bush chocó con la realidad de El Quijote contenía alguna frase, refrán sociedades tribales y feudales. Es de o pensamiento similar a la frase una gran ingenuidad creer que en popularizada por Deng. Se produjo un ellas puede florecer la democracia silencio, hubo consultas y finalmente liberal, propia de países con altos me encaminaron a un portal niveles de desarrollo, de educación, electrónico de la Universidad de de libertad y amplias clases medias. Arizona. No me desanimé y decidí No eran gigantes, sino molinos. bucear por mi cuenta. Primero me EEUU se siente llamado a extender pareció como buscar una aguja en un la democracia liberal por todo el pajar. Luego pensé que tal vez en las mundo, al igual que los Habsburgo reflexiones que le hace Don Quijote a consideraban a España el pueblo Sancho antes de incorporarse al elegido por Dios para imponer la fe gobierno de su ínsula pudiera católica. El excepcionalismo de encontrar lo que buscaba. Así fue. En España chocó en su día con la realidad el capítulo XLIII de la segunda parte, del mismo modo que hoy choca con “De los consejos segundos que Don ella el excepcionalismo de EEUU. Quijote le dio a Sancho Panza”, ese El gran Deng Xiaoping consiguió dechado de sabiduría popular que es encerrar su pensamiento en un refrán Sancho dice: “Que más me quiero ir de su Sichuan natal: “Da igual que el Sancho al cielo que gobernador al gato sea blanco o sea negro, lo infierno”. Es decir, “lo importante no importante es que cace ratones”. Se es alcanzar o no el poder, sino salvar el abandonó la utopía igualitaria de alma”. Saber distinguir lo relevante de Mao, para quien el gato debía ser rojo, lo irrelevante, lo esencial de lo dándole igual que cazara o no secundario. ratones, en aras de un enfoque Termino con una cita de Fiódor pragmático que condujera al Dostoievski, gran admirador, como los desarrollo económico y a la rusos en general, de Cervantes y de El modernización de China. Quijote: “Cuando llegue el fin de los Habiendo cogido el hábito de leer El tiempos y la humanidad se presente Quijote (lo abro al azar y leo una ante el creador en el juicio final lo hará cuantas páginas),en cierto momento se con el libro de Cervantes en la mano y me ocurrió que El Quijote debía solo por este hecho será perdonada”. contener una sentencia semejante. En No cabe mayor homenaje. 30
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ACTUALIDAD
La OTAN y el regreso de Rusia Tan importante como el orden del día de la cumbre de Varsovia de la OTAN serán las dos cuestiones que se abrirán a continuación: la estrategia de futuro hacia Rusia y el papel de la disuasión nuclear.
Karl-Heinz Kamp
osiblemente, los futuros historiadores considerarán 2014 como un punto de inflexión para la política de seguridad internacional comparable de forma fundada con las repercusiones trágicas del 11 de septiembre de 2001. Al igual que los atentados terroristas del 11-S, que cambiaron las prioridades de la política de seguridad y defensa no solo en Estados Unidos, sino en muchas zonas del mundo, los movimientos expansivos de Moscú en Europa del Este han alterado profundamente las percepciones y las estrategias en el ámbito euroatlántico y fuera de él. Además, la seguridad y la estabilidad en las regiones vecinas del sur de Europa también ha cambiado, debido a la proliferación
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Karl-Heinz Kamp
de la violencia islamista que ha destruido prácticamente el orden interno en amplias zonas de Oriente Próximo y el norte de África (MENA, por sus siglas en inglés). En consecuencia, la OTAN se encuentra de nuevo en el ámbito del Artículo 5, en el que la razón de ser de la Alianza es, ante todo, la defensa territorial contra la amenaza militar de Rusia, tal como se estipula en el mencionado apartado del Tratado del Atlántico Norte. Al mismo tiempo, los Estados miembros de la OTAN se ven enfrentados cada vez más a la violencia islamista y a la afluencia de refugiados, unos desafíos para los que una alianza de la defensa como es la organización no parece lo más indicado. Por consiguiente, la política de seguridad transatlántica de 2016
es presidente de la Academia Federal de Estudios de Seguridad de Berlín. Este artículo expresa la
opinión del autor. (Traducción de Newsclips) 32
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KARL-HEINZ KAMP
/ ACTUALIDAD
presenta un panorama muy diferente Alianza un papel militar también en de lo que se preveía en 2014. el sur del Mediterráneo? ¿Deben Entre el 8 y el 9 julio de 2016, los mostrar los miembros de Europa del jefes de Estado y de gobierno de la Este un mayor compromiso para OTAN se reunirán en Varsovia para resolver la cuestión de los refugiados decidir cómo afrontar los retos sobre si esperan, al mismo tiempo, la seguridad que se avecinan. Será la solidaridad de sus aliados del Sur en segunda cumbre tras el regreso de caso de una agresión rusa? Estos Rusia a la política imperialista al debates posiblemente perjudiciales estilo de la guerra fría. Ya en podrían distenderse en los próximos septiembre de 2014, los líderes de la meses. Tras lograr ponerse de Alianza demostraron en Gales su acuerdo rápidamente sobre la misión unidad y determinación contraria a la de control de la emigración en el mar anexión ilegal de Crimea por parte de Egeo y sobre el entrenamiento de las Rusia, y acordaron un buen número fuerzas de seguridad iraquíes, la de medidas militares y políticas OTAN ha demostrado su utilidad agrupadas bajo la cabecera “Plan de también en los problemas del Sur. Por Acción Rápida” (RAP, por sus siglas tanto, Varsovia lanzará un mensaje de en inglés). Al mismo tiempo, la OTAN cohesión y unidad. adoptó medidas para dar respuesta a El segundo es que los compromisos las amenazas procedentes del Sur. En de Estados Unidos con Europa siguen Varsovia, la organización seguirá siendo sólidos y fiables. Al contrario desarrollando sus recursos de lo que se temió a raíz del anuncio, disuasorios y defensivos frente a los a principios de 2012, de un “giro peligros que se avecinan y transmitirá hacia Asia” por parte de Washington seis mensajes fundamentales. que implicaría una desvinculación El primero es que no habrá estadounidense de Europa, EEUU se ninguna desavenencia Este-Sur que apresuró a demostrar su disposición a paralice la agilidad y la adaptabilidad defender a los aliados europeos. El de la Alianza. Dado el doble desafío nuevo despliegue de una tercera que suponen Rusia en el Este y la brigada de combate en Europa, la desintegración y el caos en el Sur, se contribución a los cuatro batallones han producido intensos debates entre que se estacionarán en el mar Báltico los aliados orientales y meridionales y en Polonia, y la aportación de 3.400 sobre las prioridades, los cometidos y millones de dólares a la Iniciativa de los recursos de la OTAN. ¿Hay que Refuerzo de la Seguridad Europea son concentrar la capacidad militar sobre señales claras del compromiso de todo en Europa del Este, o tiene la EEUU con la OTAN. Estas iniciativas JULIO / AGOSTO 2016
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han acabado con el debate en la Alianza sobre si los despliegues de tropas en Europa del Este deben ser permanentes o rotatorios (ya que, hasta ahora, el Acta Fundacional OTAN-Rusia prohíbe la presencia estable de la Alianza en el este del continente). En Varsovia se anunciará una “presencia persistente mejorada” que garantice que, en cualquier momento, un número significativo de fuerzas aliadas –principalmente estadounidenses– se puedan desplegar en Europa del Este para que el mensaje disuasorio de la organización sea creíble. En cuanto al tercer mensaje, está relacionado con el hecho de que también los miembros europeos aportan más recursos para la defensa común de la Alianza. En los últimos dos años, la mayoría de los aliados han acabado con la tendencia a recortar constantemente sus presupuestos de defensa y han dado marcha atrás a esta perjudicial inclinación. Esto permitirá a la organización al menos reducir muchas de las deficiencias de capacidad existentes desde hace tiempo en el dispositivo militar de la OTAN y emprender las modernizaciones de fuerzas más urgentes. Vale la pena señalar, no obstante, que la mayoría de los aliados están todavía a años luz del compromiso común, anunciado en numerosas ocasiones, de gastar al menos el 2% del PIB en defensa. Países como 34
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Alemania señalan que su porcentaje desciende sin parar (ahora se sitúa alrededor del 1,19% del PIB) no debido a los recortes del presupuesto de defensa, sino a sus excelentes resultados económicos, con un PIB que sigue creciendo. En la práctica, Alemania aumenta sustancialmente sus inversiones en defensa. Por tanto, se puede discutir si la norma del 2% del PIB es un criterio adecuado para evaluar el poder de combate, o si la OTAN va a necesitar una vara de medir diferente para valorar la contribución de los diferentes Estados miembros a la defensa común. El hecho de que Grecia sea uno de los pocos aliados que gasta más del 2% en defensa es un buen ejemplo de ello. El cuarto mensaje se refiere a que la OTAN es perfectamente capaz de llevar a cabo una acción política rápida. Durante años, los detractores han criticado los supuestamente engorrosos procesos de toma de decisiones y la pretendida ineptitud de los 28 aliados para llegar a un pronto consenso político. Es posible, incluso, que el presidente ruso, Vladimir Putin, depositase sus esperanzas en esa desunión transatlántica, cuando decidió emplear la fuerza militar para cambiar las fronteras de Europa. Sin embargo, la realidad demostró lo contrario: la OTAN y la Unión Europea se mantuvieron leales y JULIO / AGOSTO 2016
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coherentes frente al derrotero agresivo de Moscú. Para adoptar la decisión política de enviar fuerzas navales al Egeo se necesitaron solo 32 horas desde que las primeras ideas circularon a nivel político hasta la firma definitiva por parte del Mando Supremo Aliado para Europa (SACEUR). En un caso relacionado con el Artículo 5 es posible adoptar una decisión política en menos de un día. Suecia y Finlandia –que no son miembros de la Alianza, pero sí países militarmente potentes– están estrechamente conectados con la OTAN y, en consecuencia, contribuyen a su acción política y militar general. Los últimos pasos hacia un acuerdo en Chipre podrían eliminar un antiguo escollo, conducir a una fructífera cooperación OTANUE, y reforzar el bando occidental en conjunto. Todos estos son indicios sólidos de una Alianza plenamente operativa capaz de reaccionar cuando y donde sea necesario. El quinto mensaje es que la OTAN tiene la capacidad militar de defender su integridad territorial, y, con ello, de enviar una doble señal de disuasión y confianza. EEUU no es el único que ha aumentado considerablemente su presencia militar en Europa. También el propio continente aporta un poder de combate significativo. El Concepto de Naciones Marco propuesto por Alemania –una cooperación estrecha JULIO / AGOSTO 2016
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entre los países grandes con un “espectro completo de fuerzas” y aliados más pequeños que puedan sumar sus capacidades específicas al esfuerzo de defensa común– funciona bien y crea nuevos potenciales militares a pesar de las carencias de equipamiento en muchos Estados miembros. La ya mencionada “presencia persistente mejorada” incrementará los riesgos para cualquiera que se plantee una agresión militar contra el territorio de la OTAN al hacer que varíen sustancialmente los cálculos costebeneficio de un atacante en potencia. Con todo, a la OTAN le falta mucho para obtener el “visto bueno” con respecto a su capacidad militar. Las últimas maniobras han puesto de manifiesto que las fuerzas de la Alianza todavía tendrían dificultades para hacer frente a la capacidad bien entrenada de Rusia para reunir y concentrar rápidamente fuerzas en Europa del Este. Por eso hay que poner especial empeño en mejorar las capacidades militares y técnicas de refuerzo de la organización para trasladar rápidamente fuerzas militares –en particular estadounidenses– al Este en una situación de crisis. Alemania, que debido a su localización geográfica es un país de transición clave, tiene una especial responsabilidad a este respecto. En sexto lugar, la OTAN seguirá transmitiendo el mensaje de que POLÍTICA EXTERIOR
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protegerse de Rusia y cooperar con ella no es necesariamente una contradicción. Antes bien, todos los canales de comunicación con Moscú seguirán abiertos. Cuanto antes vuelva Rusia a los fundamentos del orden europeo en materia de seguridad, entre ellos el respeto a las fronteras nacionales o el derecho de los Estados soberanos a elegir a qué alianza quieren pertenecer, más posibilidades habrá de cooperación en las áreas de interés común. Como ha demostrado el acuerdo sobre la limitación de las ambiciones nucleares de Irán, Rusia puede ser un socio valioso para resolver asuntos cruciales que preocupan a la comunidad internacional. La situación en Oriente Próximo o las exigencias particulares de la seguridad ártica son otros campos para una posible cooperación. La cumbre de Varsovia será una señal de la adaptabilidad de la OTAN a los nuevos desafíos y una muestra de su preparación para hacer frente a las amenazas provenientes del Este y el Sur. Aun así, el encuentro se centrará en los requisitos más urgentes para la evolución de la Alianza y dejará algunos asuntos a largo plazo para posteriores reuniones de los jefes de Estado y de gobierno en las que las condiciones políticas permitan un debate más a fondo. En particular, hay dos 36
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cuestiones que se tendrán que abordar después de la cumbre. Una es la estrategia de futuro en relación con Rusia. Los actuales esfuerzos para reforzar la disuasión y la defensa son importantes, pero no pueden sustituir a los planteamientos conceptuales sobre cómo estructurar las relaciones a largo plazo con el difícil régimen de Moscú. Si –como cabe suponer– la relación sigue siendo fría, la comunicación y el intercambio serán todavía más necesarios para abordar el conflicto y evitar una escalada involuntaria en época de crisis. En estos momentos no hay acuerdo entre los aliados de la OTAN sobre cuáles podrían ser las características de esa coexistencia duradera y, por tanto, las necesidades se tendrán que discutir en una fase posterior. La segunda cuestión es demasiado delicada en estos momentos para incluirla en las deliberaciones de la cumbre; se refiere al futuro papel de la disuasión nuclear. El armamento nuclear ha seguido siendo un factor de las relaciones internacionales, y la OTAN formuló sus ideas sobre la disuasión en un documento llamado Revisión de la Postura de Disuasión y Defensa (DDPR, por sus siglas en inglés). Este documento, aprobado en la cumbre de Chicago de 2012, se basa en el supuesto de que Rusia es un socio que no instrumentaliza su armamento nuclear contra la OTAN. JULIO / AGOSTO 2016
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Ninguna de las dos suposiciones sigue siendo verdadera: Rusia ya no es socia de la Alianza y, al mismo tiempo, Moscú amenaza con ataques nucleares contra aliados de la organización como Polonia o Dinamarca. No nos confundamos: la nueva agresividad nuclear de Rusia no requiere nuevas o más armas nucleares en el lado de la OTAN. Por el contrario, la Alianza tiene que encontrar un nuevo consenso sobre la cuestión nuclear más importante: ¿cómo disuadir a quién de qué? Estos dos asuntos por sí solos casi podrían ocupar el orden del día de
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una cumbre, continuación de la de Varsovia, que probablemente se celebre antes de dos años. Si añadimos los acontecimientos inminentes en la región de Asia y el Pacífico, donde el aumento del poderío militar chino podría desembocar en tensiones que afectarían de manera decisiva no solo a la estabilidad en la zona, sino también a los intereses de seguridad de casi todos los países de la OTAN, la importancia futura de la organización como la alianza de seguridad más eficaz de la historia parece fuera de duda.
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El primer think tank paneuropeo dedicado a promover una acción exterior de la UE coherente y efectiva
Brexit: balance provisional de sus consecuencias Joaquín Almunia
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a decisión de David Cameron de convocar un referéndum para que los británicos pudiesen optar entre quedarse en la Unión Europea o abandonarla ha provocado un cataclismo político, además de fuertes turbulencias económicas. Tras conocer el resultado a favor del Brexit, el desconcierto y las incertidumbres sobre el futuro de Reino Unido y de la propia UE se mezclan con fuertes críticas a la frivolidad del todavía primer ministro británico y con análisis de urgencia sobre lo que pueda suceder de aquí hasta el final del proceso de “desconexión” de Londres respecto de Bruselas, en función de las distintas alternativas posibles. El referéndum del 23 de junio, inoportuno y planteado sin convicción, ha ofrecido en bandeja a los populistas euroescépticos una plataforma desde la que han podido utilizar todo tipo de falacias y tergiversaciones, llevando el debate al terreno que más les interesaba: el del miedo a los flujos migratorios y la mitificación del ejercicio de la soberanía nacional sin cortapisas, ignorando que para la obtención de resultados en el siglo de la globalización es mucho más eficaz compartir decisiones con quienes, más allá de la frontera, afrontan problemas similares y sostienen los mismos valores.
Joaquín Almunia, exvicepresidente de la Comisión Europea y exministro. 38
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El futuro de Reino Unido está en riesgo por una decisión de sus ciudadanos. Ello no puede significar que la UE esté también en riesgo. Reforzar la integración es algo que debemos a las generaciones que la pusieron en marcha y a los jóvenes que la necesitan para su futuro.
El triunfo del Brexit pone en cuestión algunos de los rasgos que siempre hemos admirado en la forma de ser de los británicos. Y más en particular de los ingleses, que son quienes más han apoyado el “Leave” : su visión positiva de la economía y las sociedades abiertas, su cosmopolitismo, su pragmatismo a la hora de preferir soluciones eficaces sin dejarse llevar por la retórica y, mucho menos, por la palabrería. Los únicos que celebran sin reservas el final de la pertenencia de Gran Bretaña a la UE son las diferentes variantes de populismo que cobran fuerza dentro y fuera de las fronteras de la Unión. Desde Nigel Farage a Donald Trump, pasando por Marine Le Pen, Gert Wilders o Vladimir Putin están contentos con el Brexit. ¿Es ese el futuro que nos espera? ¿Será la versión populista de la política capaz de seguir apuntándose triunfos como el logrado el 23 de junio? Confío en que no. Su triunfo supondría, además del final de la integración europea, una seria amenaza para nuestras democracias liberales. Aún estamos a tiempo de evitar el deslizamiento por la pendiente que ese tipo de líderes ofrecen a los electores. Pero no cabe ignorar los riesgos de contagio. Ninguna de las familias políticas tradicionales debe considerarse inmune ante ellos. En el debate político actual, la división entre soberanistas y europeístas divide a muchos partidos de centro-derecha, pero también a la socialdemocracia y demás fuerzas de la izquierda. Lo mismo sucede respecto de la JULIO / AGOSTO 2016
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BREXIT: BALANCE PROVISIONAL DE SUS CONSECUENCIAS
apertura de la economía y la actitud ante la globalización, los compromisos en materia de seguridad y defensa, la política macroeconómica o las respuestas ante la inmigración. Esas divisiones no se producen de la misma manera en los diferentes países, en razón de sus diferentes experiencias históricas, ubicación geográfica o prioridades socio-económicas. Pero son muy pocos los ejemplos de partidos del “mainstream” –los partidos “de gobierno”– que no se vean afectados por algunas de esas tensiones internas. Y ese es el escenario en el que surgen voces y movimientos populistas que, con mensajes simplistas que buscan la polarización sin aportar verdaderas salidas a los problemas, tratan de llegar a ser mayoritarios. David Cameron se dejó atrapar por una determinada versión del populismo, representada con trazo grueso y muchas veces xenófobo por Farage y su Partido por la Independencia de Reino Unido (UKIP, en inglés) y, de manera más sofisticada, pero también con concesiones a la demagogia más burda, por el ala euroescéptica de su partido, encarnada en Boris Johnson. Desde el pistoletazo de salida hacia la consulta, los portavoces de este sector de colegas y de votantes de Cameron han manejado los argumentos habituales del euroescepticismo –rechazo a la primacía de la legislación europea, críticas acerbas a la burocracia de Bruselas…– y se han unido con armas y bagajes a los mensajes antiinmigración lanzados por UKIP. Mensajes que, a su vez, han hecho mella en una parte del electorado laborista, desorientado ante el escaso entusiasmo con el que su líder, Jeremy Corbyn, ha actuado a lo largo de la campaña.
Consecuencias dentro y fuera Las consecuencias del Brexit serán profundas, aunque hará falta una cierta perspectiva temporal para evaluarlas con rigor. Pero ya desde ahora, pocos días después del 23 de junio, se pueden avanzar algunas conclusiones provisionales. La primera es que las pérdidas pueden ser cuantiosas. Pérdidas económicas y también políticas, que no se van a distribuir por partes iguales entre británicos y el resto de europeos. Los británicos serán las principales víctimas de su propia decisión, por muy democrática que ésta haya sido. No sé si son ciertas las informaciones publicadas a pocas horas de conocerse el resultado del referéndum en el sentido de que muchos votantes del “Leave” se echaban las manos a la cabeza al empezar a calibrar algunos de los efectos directos de su voto. Pero no me extrañaría que eso estuviese ocurriendo. De momento, ya se observan algunas reacciones que no por ser esperables dejan de ser menos problemáticas. La líder de los nacionalistas escoceses, 40
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Papeletas del referéndum sobre la permanencia de Reino Unido en la UE listas para ser contadas en el Complejo Central de Convenciones de Manchester (23 de junio de 2016). GETTY
Nicola Sturgeon, se ha manifestado dispuesta a la celebración de un nuevo referéndum de independencia. ¿Cuál será la reacción del nuevo gobierno y del Parlamento británico, dado que el asunto parecía zanjado “al menos hasta la próxima generación” con la consulta de septiembre de 2014? Caso de celebrarse, y de arrojar esta vez un resultado favorable a la independencia, ¿cuál sería la actitud de los 27 ante una previsible solicitud de adhesión? Y en caso de ser favorable, ¿pondría España obstáculos a admitirles como miembros de la UE, dado que ahora la similitud con posibles demandas de quienes quieren desgajarse de un Estado miembro ya no se plantearía en los mismos términos? Otra importante consecuencia para la estructura interna de Reino Unido se refiere a Irlanda del Norte. El restablecimiento de su frontera interior con la República de Irlanda planteará tensiones. Aunque es pronto para emitir un pronóstico sobre cómo pueda evolucionar la situación, el Sinn Fein ya ha salido a la palestra mencionando la hipótesis de un referéndum de reunificación de la isla. Y también hay coincidencia en prácticamente todos los análisis disponibles en que los perjuicios del Brexit para la economía de la República serán muy significativos. El balance de urgencia del Brexit, desde el punto de vista británico, no parece muy alentador: pérdidas económicas y riesgos serios de desintegra JULIO / AGOSTO 2016
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ción de Reino Unido. De todos modos, la magnitud de los aspectos negativos a medio y largo plazo del abandono de la UE dependerá mucho del resultado final de la negociación entre el nuevo gobierno británico que se forme el próximo mes de octubre, tras la dimisión de Cameron, y el Consejo europeo. No es evidente que antes de esa fecha Londres envíe a Bruselas la petición basada en el artículo 50 del Tratado de la UE, con la que se abrirá la discusión sobre la relación de Reino Unido con la Unión desde su nueva condición de “país tercero”. Es sabido que dentro del David Cameron optó campo del Brexit se han mane jado hipótesis muy diferentes y desde su llegada a contradictorias entre sí, refleDowning Street por no jando las tensiones entre neoliberales y ultraconservadores. Los aparecer como un estudios publicados sobre el coste económico de la salida de la europeísta convencido UE coinciden en cuales de ellas ante los británicos serían más o menos costosas, aunque no en la cifra absoluta de las pérdidas. La opción menos gravosa es la Noruega, consistente en mantenerse dentro del Espacio Económico Europeo y, por tanto, en el mercado interior, asumiendo todas las obligaciones inherentes a esa posición pero sin poder participar en las decisiones. Supondría, por tanto, aceptar un trade off entre la minimización de los costes de la separación y el abandono de la ilusión de recuperar la soberanía en esos temas, incluida la posibilidad de poner fin a la libre circulación de trabajadores. Racionalmente, parece la mejor manera de limitar los daños pero, a mi juicio, sería políticamente imposible de aceptar por los ganadores del referéndum. La alternativa opuesta –saltando por encima de las otras opciones intermedias– sería la regulación de las relaciones comerciales y financieras entre Reino Unido y la UE con base exclusivamente en las normas vigentes en el plano internacional. Lo que llevaría a Reino Unido a tener que negociar acuerdos comerciales o de libre cambio con decenas de países, los operadores financieros en la City no tendrían acceso al desarrollo de determinadas actividades con sus colegas del continente, centenares de miles de inmigrantes se replantearían inmediatamente su futuro buscando alternativas en países más acogedores, muchas empresas analizarían su deslocalización para no perder acceso al mercado interior europeo, etcétera. 42
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Al parecer, los británicos no desean activar la negociación con sus antiguos socios inmediatamente. Pero estos sí exigen hacerlo, para evitar que los niveles de incertidumbre aumenten todavía más las consabidas consecuencias negativas , tanto económicas como políticas. En todo caso, es verosímil que la negociación sea larga, quizá superando los dos años previstos en el Tratado si no se concede una prórroga que deberá ser acordada por la UE. Las dificultades de la transición serán inevitables. Pero hay que conseguir acortar la etapa que hemos empezado a recorrer desde que se conocieron los resultados del referéndum. Hasta que no se entable la negociación formal, Reino Unido sigue siendo un miembro de pleno derecho, participa en todas las decisiones, no se limitan sus derechos,… De no llegarse a un modus vivendi que facilite las relaciones entre ambas partes, pueden crearse problemas serios y agriarse el clima de la futura negociación, lo que no interesa a nadie.
La UE nunca será la misma, quizá para bien Por supuesto, para la Unión Europea el Brexit ha supuesto un auténtico mazazo. La convivencia con los británicos desde su adhesión en 1973 no ha sido precisamente un camino de rosas, ni tampoco ha sido fácil aceptar algunas de las condiciones exigidas por Cameron para ponerse a la cabeza de la campaña a favor del Remain. Pero la salida de Reino Unido llega en un momento muy delicado para la UE. Además de lo dicho respecto de Irlanda, se han producido turbulencias en los mercados que, de prolongarse, pueden recortar aún más las ya de por sí débiles tasas de crecimiento del PIB. Las mayores preocupaciones surgen, en todo caso, del terreno estrictamente político. La peculiaridades de la posición de Reino Unido en el seno de la UE no han dejado de aumentar con el tiempo. No pertenecen al euro ni a Schengen, han conseguido mantener el “cheque británico” y están fuera del campo de aplicación de la Carta de Derechos Fundamentales y de la mayoría de las políticas en materia de Interior y Justicia. Su relevancia ha sufrido por ello, en particular desde la llegada de Cameron a Downing Street, al haber optado voluntariamente por no aparecer ante su opinión pública como un europeísta convencido. Su activismo en la reciente campaña ha chocado a sus votantes y no ha movilizado suficientemente a los partidarios del Remain. Pero a pesar de todo ello, la UE echará de menos a los británicos. Siempre han apoyado el mercado interior, que necesita de un fuerte impulso político para avanzar hacia el mercado único digital, la unión por la JULIO / AGOSTO 2016
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energía, el mercado único de capitales y el desarrollo completo de la Directiva de Servicios. También habrá que suplir el activismo británico en favor de la competencia, de la better regulation, y de la reducción de la burocracia ineficaz, de la eliminación de trabas y barreras a la inversión productiva. Y por supuesto, la diplomacia británica y su sentido estratégico serían muy útiles para una UE cuyos retos para los próximos años y décadas no solo se sitúan dentro de nuestras fronteras. La UE necesita dar un decidido paso adelante en el proceso de integración. No es posible hacer frente a esta Si es verdad que la nueva crisis, que viene a sumarse a las que ya estaban sobre la integración europea mesa, actuando como se ha avanza a golpe de crisis, venido haciendo en los últimos años, con medidas a corto plazo hoy tenemos razones no suficientemente meditadas ni insertas en una visión a largo poderosísimas para plazo. Lo que los anglosajones marchar hacia delante denominan “muddling-through” , o los castizos “salir del paso”. Por el contrario, lo que la UE necesita es que sus líderes decidan comprometerse con una estrategia que proporcione orientación e impulso político al proceso de integración. Si es verdad que la integración europea avanza a golpe de crisis, hoy tenemos razones poderosísimas para marchar hacia delante. Y si hay quien no puede o no quiere seguir el ritmo, habrá que permitírselo sin que ello suponga frenar a los demás. La Unión Económica y Monetaria necesita que los pasos sugeridos por el “Informe de los cinco presidentes”, u otros alternativos, permitan confiar en su sostenibilidad, en vez de generar desconfianzas acerca de la irreversibilidad del proceso iniciado en 1992 con la aprobación del Tratado de Maastricht y, años después, con la creación y puesta en marcha del euro. El mercado único debe ser adaptado a las necesidades de las economías avanzadas del siglo XXI. La política exterior y de seguridad de la Unión, teniendo en cuenta los riesgos que generan los conflictos abiertos cerca de nuestras fronteras exteriores, no puede limitarse a la puesta en marcha de algunas acciones comunes dispersas, en la confianza de que Estados Unidos va a seguir aceptando sine die hacerse cargo de la defensa colectiva de Europa. Y, por supuesto, para aceptar compartir nuevas parcelas de soberanía a escala comunitaria hay que potenciar la legitimad democrática de las insti44
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tuciones de la UE. Los ciudadanos, sean británicos o de cualquier otra nacionalidad europea, exigen más transparencia, participación efectiva y rendición de cuentas en el ámbito de la Unión. Los euroescépticos británicos han estado siempre a la cabeza de las críticas hacia la forma en que se toman las decisiones “en Bruselas” por parte –según ellos– de funcionarios alejados de los ciudadanos y responsables no elegidos por vías democráticas. Muchas de esas críticas, por injustas que sean, son ahora compartidas por millones de europeos del resto de países de la UE, que piensan que la austeridad y los recortes se les imponen sin control democrático alguno. Los populismos de todo signo encuentran ahí un entorno favorable para hacer valer sus falsas soluciones y sus promesas inviables. De no producirse una reacción política a la altura de los problemas que enfrentamos, es el propio proyecto de integración europea el que puede entrar en una deriva peligrosa. Las tentaciones de imitar el ejemplo de los partidarios del Brexit en futuros referéndums existen de manera muy clara en algunos de los países que se unieron a la UE en 2004, pero también en sectores no desdeñables de la opinión pública de países fundadores de la antigua Comunidad Europea, como Francia, Holanda o Italia. Aún estamos a tiempo de reaccionar. El futuro de Reino Unido está en riesgo debido a la decisión que sus propios ciudadanos han adoptado. Pero ello no puede significar que también se ponga en riesgo a la UE. Reforzar y proyectar hacia el futuro el proceso de integración iniciado hace siete décadas es algo que debemos a las generaciones anteriores que lo pusieron en marcha, y a los jóvenes que necesitan el espacio europeo para construir sobre él su propio futuro. Incluido el de los jóvenes británicos que el día 23 de junio quedaron relegados a una posición minoritaria.
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La era anti-élites Manuel Muñiz
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l 23 de junio, la ciudadanía británica votó a favor de abandonar la Unión Europea. Contra todo pronóstico –y sobre todo contra toda razón– uno de los pueblos más moderados y pragmáticos de Europa decidió ese día ignorar las abrumadoras pruebas de que esa decisión tendría consecuencias negativas para su país. La práctica totalidad de las élites intelectuales, económicas y políticas de Reino Unido se oponían al Brexit. Varios premios Nobel escribieron cartas detallando el coste que supondría dejar la UE; hubo una declaración pública de 250 profesores universitarios en ese mismo sentido; y la mayoría de empresas británicas se manifestaron explícitamente en contra del Leave . Se le suma a todo ello una avalancha de informes redactados por expertos que indicaban el elevado coste económico que supondría abandonar el mercado único más grande del planeta. En términos políticos, la campaña del Remain contaba con el apoyo formal de los cuatro mayores partidos del país, el del gobierno nacional tory y el de una pléyade de líderes internacionales, incluido el presidente de Estados Unidos. No obstante, y como declaró hace poco el conservador Michael Gove, partidario de la salida de la UE: “Los
dirige el programa de Relaciones Trasatlánticas del Weatherhead Center for International Affairs de la Universidad Harvard. (Traducción de Miguel Marqués) Manuel Muñiz
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ESTUDIOS
La victoria del ‘leave’ en el referéndum británico es la más reciente manifestación de un movimiento anti-élites que se extiende por Occidente y se opone a sus valores e instituciones básicas. En el fondo de esta agitación iliberal está el malestar por un contrato social roto.
ciudadanos de este país están hartos de expertos”. Tenía razón, desde luego. Y parece irrelevante el hecho de que el propio Gove, político educado en la Universidad de Oxford, encabezase hasta hace poco el ministerio de Educación británico, institución dedicada precisamente a formar expertos. Los británicos no están solos en el rechazo a las élites. En los últimos meses han aparecido indicios de que otras muchas sociedades occidentales están siguiendo un camino similar. El esperable nombramiento de Donald Trump como candidato republicano a la presidencia de EEUU constituye quizá el caso más significativo. Pocos habían previsto el éxito de Trump, que además supone un duro golpe para la cúpula del Partido Republicano, opuesta en masa al candidato. La candidatura demócrata de Bernie Sanders, que estuvo cerca de triunfar y, en particular, los resultados de este en los caucuses (elecciones primarias sobre las que las élites del partido ejercen menor influencia) apuntan en la misma dirección. Por su parte, en España se han celebrado unas históricas elecciones generales el 26 de junio en las que más del 20% del voto ha ido a parar a Unidos Podemos, coalición de izquierda compuesta por antiguos comunistas y un nuevo partido contrario al establishment. En el caso de Austria, fue la extrema derecha la que casi gana la presidencia en las elecciones del 24 de abril. En Italia, un partido fundado hace apenas 7 años por un humorista para protestar contra la clase política, el Movimiento 5 Estrellas (M5S, en italiano) consiguió en junio la alcaldía de Roma. JULIO / AGOSTO 2016
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LA ERA ANTI-ÉLITES
Reconfiguración del eje izquierda-derecha La oposición a las élites no es algo negativo per se. No obstante, se da la circunstancia de que las élites a las que se oponen estos movimientos son justamente las que apoyan los valores e instituciones fundamentales del orden liberal y cosmopolita de Occidente. Así pues, esta convulsión supondrá la reconfiguración del clásico eje izquierda-derecha, cuyos polos bascularán hacia la oposición entre cosmopolitanismo liberal y populismo antiliberal. Si este populismo “iliberal” se consolida, proliferarán las políticas anticomerciales, antiinmigratorias y anticapitalistas. La Unión Europea será una víctima especialmente fácil de este nuevo espíritu, en gran parte por ser un proyecto dirigido por élites. Son mayormente estas élites las que entienden de verdad las ventajas de ser miembro de la UE. Si se muestran incapaces de ganarse el apoyo de la ciudadanía europea, el proyecto de la Unión corre grave peligro. Los ciudadanos presionarán a los políticos para que se desentiendan del proceso integrador europeo o para que convoquen referendos sobre la pertenencia a la UE, y los resultados de elecciones y plebiscitos serán muy difíciles de prever. Este nuevo orden estaría caracterizado por la incertidumbre. Marine Le Pen, líder del Frente Nacional francés, ha hecho ya un llamamiento para que se consulte a los franceses si quieren formar parte de la UE. Y en Italia, la última encuesta Ipsos MORI muestra que el 60% de los italianos quiere también una consulta y que el 48% votaría por dejar la Unión Europea. El libre comercio y la globalización en general serán también víctimas de la incipiente era iliberal. El comercio es una cuestión técnica que requiere de expertos que negocien acuerdos que no entendemos quienes no nos dedicamos a esos asuntos. De nuevo, si no confiamos en las élites, será inevitable que calen los mensajes simplistas y crezcan las suspicacias sobre el libre comercio. Cada vez parece menos probable que se firmen y ratifiquen la Asociación Transatlántica para el Comercio y la Inversión (TTIP, por sus siglas en inglés) y el Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica (TPP, en inglés). En última instancia, emergerán movimientos anticapitalistas y, quizá, antidemocráticos. Sabemos, por ejemplo, que muchos de los partidos de extrema izquierda europeos han cuestionado el sistema capitalista y que los partidos de extrema derecha traen consigo propuestas fuertemente antidemocráticas. Se cuestionarán también la inmigración y el multiculturalismo en general, como ya ocurre en Europa y en EEUU. Las minorías son también víctimas habituales de los movimientos populistas, porque se las ve como fuente de problemas rela48
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Tras conocerse el resultado del referéndum británico, Marine Le Pen propuso la celebración de una consulta similar en Francia (París, 24 de junio de 2016). GETTY
cionados –a menudo con demagogia– con el empleo o la seguridad. Desgraciadamente, la medida del enrarecimiento iliberal del ambiente la darán los niveles de xenofobia y antisemitismo. Y, no lo olvidemos: las minorías son las primeras víctimas de la radicalización, pero nunca son las últimas.
Prosperidad que no se distribuye ¿Por qué está ocurriendo esto? Y ¿por qué ahora? Algunos argumentan que se debe a la globalización y el libre comercio. Es cierto que la globalización ha favorecido a las clases medias de los países en proceso de industrialización, como China, y que, desde 1990, ese proceso ha permitido a más de 1.000 millones de personas salir de la pobreza. También es cierto que gracias a la globalización se ha producido una ingente riqueza material en el mundo desarrollado. España, por ejemplo, está cerca de alcanzar los niveles de PIB anteriores a la crisis de 2008. Reino Unido lo logró en 2014 y EEUU bastante antes. El problema fundamental subyace no en la globalización y sus efectos en cada país, sino en la distribución de la riqueza a nivel nacional. El 75 % de quienes votan en las primarias republicanas estadounidenses expresan una grave inquietud al respecto de su futuro económico, pero siguen viviendo en JULIO / AGOSTO 2016
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LA ERA ANTI-ÉLITES
un país que nunca fue tan próspero como lo es hoy. El verdadero problema, por tanto, es el fracaso en la distribución de la prosperidad. En nuestras sociedades, uno de los vectores de desigualdad más poderosos que existen –y que no dejará de cobrar importancia en los próximos años– es el rápido desarrollo tecnológico. Este desarrollo y su impacto en los mercados de trabajo son lo que los anglosajones llamarían “el león en la maleza”, la gran amenaza oculta. Los trabajadores de clase media compiten hoy no solo con la mano de obra barata de los países en vías de desarrollo, sino con máquinas y algoritmos cada vez mejores y más La agitación iliberal es baratos. Este proceso estructural, efecto, es causa de prosperidad el resultado de nuestra en material, pero está socavando a incapacidad para las clases medias al incrementar la laboral. Sabemos que gobernar la prosperidad precariedad desde la década de 1970 hasta hoy, la productividad y las rentas derivada del progreso el trabajo han dejado de ir de la científico y técnico mano, lo que significa que la herramienta más importante para la redistribución (las rentas del empleo) ya no funciona. La concentración de riqueza en EEUU ha alcanzado niveles desconocidos desde la década de 1920. Oxfam estima que las 62 personas más ricas del mundo poseen más riqueza que el 50% de población más pobre del planeta. Tal concentración de riqueza está beneficiando, ante todo, a los nuevos hombres de negocios. En 2015, y por primera vez en la historia, más de la mitad de los nombres de la lista Forbes eran multimillonarios hechos a sí mismos. Estos nuevos gigantes de la empresa están poniendo patas arriba sectores enteros de le economía mediante la innovación, y en muchos casos saben sacar el máximo partido posible a la revolución algorítmica, que permite a las máquinas remplazar no solo la fuerza física del ser humano, sino, cada vez más, su capacidad intelectual para organizar y procesar información. En efecto, la mayoría de las empresas verdaderamente exitosas de las últimas tres décadas tenían muchos menos empleados que los competidores sobre los que triunfaron. Como es natural, la gente ha perdido la fe en un sistema que produce riqueza agregada pero no la distribuye. Si las predicciones sobre el futuro del empleo no se equivocan demasiado, dentro de 20 años entre un 40% y un 60% de los empleos actuales serán desempeñados por máquinas. La automatización afectaría a sectores como el 50
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transporte, los servicios jurídicos, la contabilidad y la administración, entre otros. Se trata de un cambio sin precedentes, especialmente en lo que se refiere al impacto que tendrá entre directivos y trabajadores muy cualificados. Los trabajadores de clase media en Europa y EEUU ya han empezado a notar la presión, algunos por la pérdida de su empleo y muchos otros por un endurecimiento de las condiciones de trabajo. La competición con máquinas cada vez mejores y más baratas se manifiesta de varias maneras, entre ellas que el empleado se vea obligado a trabajar más horas a cambio de un sueldo menor, a tener varios empleos o a cambiar más frecuentemente de puesto de trabajo. Esta precariedad laboral es ejemplo de la carrera hacia el abismo en la búsqueda ilusoria de una ventaja competitiva frente a las máquinas y, además, explica en última instancia la agitación política de que estamos siendo testigos. Vista a través de esta lente, los “trabajadores pobres” ejemplifican a la perfección la naturaleza inasequible de la actual tendencia del mercado de trabajo. En definitiva, el orden iliberal que está emergiendo no es sino el resultado de nuestros propios éxitos y de nuestra incapacidad para gobernar la prosperidad producida por el progreso científico y técnico.
Un nuevo contrato social Ahora tenemos a los bárbaros a las puertas. Los populistas han llegado para romper el sistema y, en el proceso, destruir gran parte de la riqueza generada en las últimas décadas. Esperemos que en esta convulsión eso sea lo único que perdamos: riqueza. Algunos han comparado la actual agitación política con la que siguió a la primera Revolución Industrial. En ese tiempo, Europa se hundió en el conflicto y de las ruinas de varios imperios emergió un nuevo contrato social fundamentado en el Estado del bienestar y la presatación de servicios públicos. A un ciudadano europeo de principios del siglo XX le habría parecido imposible que el Estado ofreciese educación y atención sanitaria gratuita para todos los ciudadanos, pero eso es precisamente lo que los gobiernos de todo el continente hicieron unas décadas después. Hoy día nos resulta difícil encontrar una solución al dilema de una prosperidad siempre creciente sostenida por cada vez menos empresarios que innoven y sean altamente productivos. Sin embargo, de esta nueva convulsión deberá emerger un nuevo equilibrio. La duración y severidad de la convulsión dependerá de la capacidad de las élites intelectuales, empresariales y, en última instancia, políticas para diagnosticar el problema y encontrar una solución viable. JULIO / AGOSTO 2016
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¿Cómo construir un sistema económico inclusivo en que el emprendimiento, la innovación y la empresa sigan impulsando el crecimiento sin producir niveles de desigualdad que provoquen inestabilidad política? ¿Cuál deberá ser el papel de los gobiernos y multinacionales en un entorno de mayor productividad y menos empleo? Para contestar a estas preguntas será necesario reinventar el Estado, tanto en su forma de ingresar dinero como de gastarlo. Será necesario hacer más esfuerzos en la recaudación de impuestos al capital y coordinarse mejor internacionalmente en cuestiones fiscales. No sería impensable que los Estados europeos diseñasen políticas industriales encaminadas al fomento de la innovación y que gestionaran inversiones estatales en proyectos innovadores. Sean cuales sean las medidas que se apliquen, resulta evidente que el Estado deberá innovar si quiere mantener su capacidad de recaudación y de dispensar servicios públicos. Al respecto del gasto, algunos han propuesto que los gobiernos apliquen un modelo de renta básica, en el que todos los ciudadanos reciban un dinero público. Esta propuesta exigiría una redefinición exigente de lo que significa la dignidad humana y pondría punto final a la asociación entre la dignidad y el “ganarse la vida”. Otra solución sería la puesta en marcha de grandes programas de empleo público. Estos, entre otras cosas, permitirían a los gobiernos dirigir recursos hacia sectores que por el momento no serán objeto de la automatización, como la atención social. Lo cierto es que en los próximos años veremos muchos experimentos y la aplicación de distintas iniciativas en diferentes lugares. Más allá del sector público, será necesaria la transformación del sector privado. Las empresas de todo el mundo deberán entender el concepto de la sostenibilidad de sus negocios de manera expansiva y darse cuenta de que niveles altos de desigualdad ponen en peligro el orden liberal del que depende su futuro. Un sector privado más comprometido con la filantropía y las cuestiones sociales hará menos necesaria la intervención pública. El sector privado deberá ,por tanto, superar su propia prueba: el problema de acción colectiva planteado por el hecho de que la empresa ha de maximizar beneficios individualmente, pero está obligada a construir un entorno político sostenible. Si fracasan totalmente en este empeño, es de esperar que los gobiernos den un paso adelante y no siempre con ánimo amistoso. Lo que resulta evidente es que la era anti-élites ya ha comenzado y que, a menos que se aborden las causas estructurales de la actual agitación política, estamos abocados a un incremento de las tensiones y los conflictos políticos. El gran desafío de las próximas décadas será abordar esas causas y alcanzar un nuevo contrato social. 52
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Digitalización y economía circular Manuel Torres
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l proceso de digitalización de la economía mundial es un fenómeno aparentemente imparable que promete un crecimiento más rentable y duradero, aunque no exento de aspectos controvertidos y, probablemente, de riesgos. Según las estimaciones de la consultora Accenture, el crecimiento sería de 1,36 billones de dólares hasta 2020 solo en las 10 primeras economías del mundo. La digitalización en su estadio actual, impulsada por el abaratamiento y el incremento de la capacidad de computación de los ordenadores, que crece exponencialmente cumpliendo la famosa predicción formulada por Gordon E. Moore en 1965, se fundamenta en la capacidad por parte de empresas y organizaciones públicas de tratar de forma distribuida cantidades masivas de datos. Ello se realiza aplicando algoritmos cada vez más avanzados con el fin de anticipar y personalizar los servicios a empresas y consumidores a través de canales digitales o plataformas, enriqueciendo las prestaciones de sus productos mediante la incorporación de capas adicionales de servicios o sustituyendo la propiedad por el acceso. Google, los dispositivos Apple y su tienda on-line iTunes y Spotify serían ejemplos ya clásicos de cada uno de ellos. Manuel Torres es Managing Director en Accenture Strategy, Sanidad y Sector Público. El autor agradece a Emilio Luque,
profesor de la Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED) y David Bláquez, director de proyectos en Aspen Institute España, sus ideas y comentarios para la redacción de este artículo. El mal uso de los mismos es responsabilidad exclusiva del autor. Julio Lequerica, de Accenture, colaboró en las tareas de documentación. 54
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El mundo transita hacia un nuevo modelo económico y social derivado de la digitalización. ¿Existe un escenario distinto a la arcadia de eficiencia y abundancia que promete la economía digital o la distopía cargada de riesgos causados por la automatización acelerada?
Este cambio paradigmático de modelo tecnológico y de negocio podría tener profundas implicaciones económicas y sociales con carácter global. En primer lugar, se reducen significativamente las barreras de entrada, colocando a industrias enteras ante el riesgo de la temida “disrupción digital”. Y ello en sectores en los que, hasta hace poco, la competencia estaba limitada a un número reducido de empresas que se beneficiaban de las economías de escala originadas por sus inversiones iniciales y de la cercanía física de sus redes de distribución a los consumidores. En segundo lugar, y en contraste paradójico con lo antes indicado, la disrupción digital favorece la aparición de algunos “ganadores absolutos” que se hacen con todo o casi todo el mercado. Amazon vendió el 65% de todos los libros electrónicos adquiridos en los Estados Unidos durante 2015 a través de sus dispositivos Kindle; la aplicación de mensajería instantánea WhatsApp afirmaba en febrero de 2016 contar con 1.000 millones de usuarios. En tercer lugar, la digitalización puede contribuir a acelerar el actual proceso de distribución de la renta hacia el capital, fenómeno habitualmente asociado al incremento de la desigualdad, lo que, a su vez, suele estar relacionado con una mayor inestabilidad social y política. La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) estima que la participación del trabajo en la renta nacional de las 30 economías más avanzadas del mundo se redujo desde el 66,1% en 1990, al 61,7% en 2009, observán JULIO / AGOSTO 2016
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dose la caída en 26 de los países considerados. Aunque la explicación de las causas de este fenómeno es controvertida –tal como recoge Thomas Piketty en El Capital en el Siglo XXI– autores como Erik Brynjolfsson y Andrew McAfee no dudan en asociarlo al desacoplamiento de la productividad y el empleo observado en la economía digital. El hecho de que estos tres factores operen a escala global hace esperar que sus efectos no sean homogéneos a nivel local y regional, y es probable que se produzcan desplazamientos y concentraciones significativas de la actividad económica en los polos de mayor capacidad de desarrollo tecnológico y atracción de capital: Estados Unidos atrajo durante el período 200613 el 70% de las inversiones mundiales en capital-riesgo. Esta nueva configuración de la actividad económica promete beneficios en la forma de abundancia de servicios digitales gratuitos o a muy bajo precio; incrementos generalizados en la eficiencia económica; mejoras sustanciales en algunos servicios fundamentales como la sanidad o la educación y la mitigación de los riesgos derivados del calentamiento global.
Distopía y arcadia digital Cabe preguntarse en este punto, ¿cuáles son las perspectivas para Europa y, en particular, para España en este nuevo escenario? ¿Qué actuaciones se podrían llevar a cabo desde las políticas públicas para materializar las promesas de la digitalización, eludiendo los riesgos que la misma ocasiona? Para responder a estas preguntas, se describen dos escenarios que delimitarían los dos extremos del horizonte de posibilidades y el esbozo de una posible estrategia de transición que, liderada por Europa, condujese hacia lo que se podría denominar una “digitalización democrática e inclusiva”. El primer escenario, que podría definirse como distópico, se caracterizaría por una contracción repentina y muy rápida del empleo y de los ingresos fiscales de los Estados, inducida por la automatización acelerada de la economía. A la automatización y subsiguiente crisis fiscal les seguiría un fuerte incremento de la concentración de la riqueza, acompañado de unos niveles de inestabilidad y polarización política similares a los del periodo de entreguerras. De hecho, Michael A. Osborne y Carl B. Frey, en su famoso artículo de 2013 “The future of employment: how susceptible are jobs to computerization?”, ya estimaban que el 47% de las ocupaciones actuales en EEUU podrían automatizarse en los próximos 20 años. 56
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Por otra parte, el exministro de economía sueco Anders Borg alertaba recientemente desde el Foro Económico Mundial que, en un contexto de automatización y pérdida de empleo, “los impuestos perderán capacidad recaudatoria y sus efectos negativos sobre la sociedad se incrementarán”. Este escenario tendría una variante futurista que colocaría a la especie al borde la catástrofe, como advertía Stephen Hawking en un artículo en The Independent en mayo de 2014. El “riesgo existencial” podría ser el resultado de la superación de la inteligencia humana por la artifiEl impacto de la cial a partir de ese inquietante momento de la “Singularidad” digitalización dependerá tan bien descrito por Ray Kurzweil en La Singularidad está de la habilidad del Estado ce rca, lo que nos abocaría a y las instituciones para convertirnos en las mascotas de nuestra creación. El dramático gestionar la transición final podría ser también, de hacia el nuevo modelo acuerdo con el historiador israelí Yuval Harari, el resultado del económcio y social aprovechamiento por parte de una minoría de las potencialidades de la ingeniería genética y las mejoras cognitivas. Ello les permitiría crear linajes de súper hombres, conduciendo al conjunto de la especie a una divergencia inédita desde la aparición del homo sapiens entre los homínidos hace casi 200.000 años. En el otro extremo, podría encontrarse una arcadia digital construida sobre la eficiencia y la abundancia, en la que el ser humano, una vez superada la maldición de la escasez, se reencuentra consigo mismo en una sociedad postlaboral. Se trataría de un mundo constituido por individuos en red, sin jerarquías efectivas (el mundo postcapitalista descrito por Paul Mason), capaces de revertir la degradación ambiental y sin tensiones sociales ni políticas apreciables. En ambos escenarios no existirían ganadores ni perdedores nacionales claros, al menos en los términos en los que hoy entenderíamos tal cosa. Más bien, perdería o ganaría el colectivo, la especie. La realidad se encontrará probablemente en algún punto entre ambos escenarios, dependiendo su emplazamiento final de la habilidad de los Estados y las instituciones para gestionar la transición hacia el nuevo modelo económico y social. JULIO / AGOSTO 2016
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¿Y España? Como potencia mediana en población y capacidad económica, España no se encuentra todavía en una posición particularmente destacada en lo que respecta a su capacidad de ejercer una función de liderazgo hacia una transformación digital no disruptiva y compatible con sus valores democráticos y sociales. De acuerdo con el Índice de la Economía y la Sociedad Digitales elaborado por la Comisión Europea, España ocupa la posición 15 dentro de la Unión Europea, ligeramente por debajo de la media y dentro del cuadrante de países en proceso de “ponerse al día”. El ranking lo lideran Dinamarca, Holanda y Suecia. Por su parte, el Digital Evolution Index de la Fletcher School de la Universidad de Tufts colocaba a España, considerando su evolución durante el periodo 2008-13, en la posición 25 de entre los 50 países considerados, en una zona caracterizada por la existencia de retos y oportunidades y una cierta pérdida de posición relativa del país. Contribuir al desarrollo de un modelo económico y social más justo y equilibrado, pasa por establecer y llevar a cabo una estrategia que contribuya a fortalecer nuestra posición en el mundo del porvenir digital y a incrementar la capacidad de influencia de España en el marco de la UE. En el plano nacional, y desde la perspectiva de las políticas públicas, el propósito de reorientar el modelo económico español hacia una economía más sostenible, impulsada por una mayor intensidad tecnológica, pasaría por considerar, entre otras, las siguientes cuestiones: En primer lugar, la necesidad de impulsar el desarrollo de la economía circular1 en España como elemento central de su estrategia de crecimiento a largo plazo, y con el fin de colocarnos a la cabeza de la generación de energías renovables y de la eficiencia energética en Europa. El desarrollo de la economía circular podría aportar más de cuatro billones de dólares adicionales a la economía mundial hasta 2020, de acuerdo con las estimaciones de Accenture elaboradas por Peter Lacy y Jakob Rutqvist en su libro Waste to ●
wealth. The circular economy advantage.
En segundo lugar, la conveniencia de integrar de forma efectiva el sistema nacional de ciencia, tecnología e innovación en tres planos diferenciados: la eficiencia en la gestión y la desburocratización de la práctica científica, el desarrollo de una red nacional de incubación y el refuerzo de la ●
1. Una economía circular, a diferencia de una lineal, se fundamenta en la producción de bienes diseñados para su reciclaje, reutilización y reaprovechamiento de sus componentes. Para conocer más sobre el o rigen del concepto, es recomendable consultar los materiales de la Ellen MacArthur Foundation 58
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coinversión público privada en innovación y gestión de las inversiones con el fin de profundizar en la maduración y profesionalización del sector del capital riesgo público y privado. En tercer lugar, la urgencia de abordar una reforma del sector público que permita reforzar la provisión de unos servicios sanitarios, educativos o judiciales excelentes excelentes mediante mediante el incremento de la eficiencia administrativa y la liberación de recursos destinados a labores burocráticas o innecesarias, en un contexto de mayor automatización de las funciones no finalistas o complementarias. España podría impulsar Mientr Mie ntras as que la pri primer meraa cue cuesstión establecería el marco estratéen la UE una agenda gico de actuación, la segunda generaría los recursos científicos y social fuerte que mitigue tecnológicos necesarios para los efectos negativos de operar el cambio de modelo. La tercera, por su parte, permitiría la disrupción digital en liberar el potencial de la gestión el empleo y la igualdad pública como elemento catalizador del cambio. La combinación de una estrategia clara para el desarrollo de una economía sostenible, de un sistema de ciencia que, sin descuidar la investigación básica, conecte con el tejido productivo y de un sector público activo en la adopción de nuevos modelos de servicio, podría colocar a España en una posición de crecimiento, creación de empleo y refuerzo de su capacidad de influencia dentro del marco europeo. En lo relativo al empleo, vale la pena mencionar que las estimaciones de un reciente informe realizado por Anders Wijkman y Kristian Skånberg para el Club de Roma sobre el desarrollo de la economía circular en Europa son prometedoras para España en los tres escenarios de evolución considerados. Mientras Mient ras que el impul impulso so decid decidido ido de las renov renovables ables podrí podríaa gener generar ar hasta 100.000 empleos adicionales en nuestro país, el incremento de la eficiencia energética y de la productividad de los materiales empleados en los procesos de fabricación podrían originar 200.000 empleos adicionales en cada caso. La instrumentación de una estrategia de estas características podría llevarse a cabo empleando muchas de las herramientas de gestión pública utilizadas habitualmente: incentivos de carácter fiscal, liberalización efectiva y establecimiento de estándares y objetivos de consumo de recursos, además del uso eficaz de la compra pública innovadora. Por otra parte, el éxito de la ●
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misma sería difícilmente realizable sin una revisión profunda del sistema tributario a la vista de los cambios que ya se observan en la estructura de la recaudación fiscal de los tributos que, hasta el momento, han financiado el estado de bienestar en España. La introducción de impuestos graduales sobre las emisiones de gases invernadero o una tributación sobre los beneficios empresariales inversamente proporcional proporcional a la concentración del accionariado de las compañías es ya objeto de discusión en el mismísimo Silicon Valley. En su dimensión exterior, y con el mismo fin de hacer realidad una digitalización más inclusiva, España podría contribuir al refuerzo de la integración europea en materia de ciencia e innovación y política social desde dos posiciones. En primer lugar, promoviendo la profundización del proceso de integración de las políticas europeas de fomento de la innovación y de desarrollo del Mercado Único Digital, con el fin de evitar la fragmentación y la dispersión de los efectos de las políticas y de su financiación. Para ello, se podría abogar por el desarrollo de un marco europeo de inversiones públicas estratégicas como el propuesto por Mariana Mazzucato, que canalizara fondos focalizados en la aplicación de soluciones tecnológicas a aspectos sociales clave en el contexto del desarrollo de la economía circular en Europa. En segundo lugar, trabajando para la introducción de una agenda social fuerte como herramienta de mitigación de los efectos negativos de la digitalización sobre el empleo y la igualdad de oportunidades. Dicha agenda podría fundamentarse sobre el establecimiento de una garantía europea de mantenimiento de rentas mínimas y sobre el desarrollo de unas políticas educativas y de empleo activas y comunes, orientadas al desarrollo de un modelo efectivo de educación a lo largo de la vida. Mientras que la primera propuesta trataría de de retomar retomar el papel estratégico estratégico de las inversiones públicas en áreas fundamentales para el futuro de la UE –con la expectativa no solo de superar los fallos de mercado que condicionan el desarrollo de las tecnologías emergentes, sino de dotar a Europa de las capacidades necesarias que pudieran generar un posterior efecto desbordamiento en el sector privado–, la segunda trataría de fortalecer el tejido social mediante el desarrollo de programas de fomento del empleo en actividades vinculadas a la sostenibilidad, la sanidad, los servicios sociales y la economía social. En condiciones de mayor flexibilidad y seguridad en el mercado de trabajo, el empleo tecnológico y verde aportaría ganancias en productividad y calidad ambiental, mientras que los empleos blancos y en otros servicios públicos de carácter social generarían el volumen necesario para reconducir 60
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a la economía europea hacia la senda de creación sostenida de empleo, particularmente en los países del Sur Sur,, como propone Christopher Pissarides. En todo ello, la tecnología desempeñará un papel fundamental, siempre y cuando esté orientada a la generación de valor económico y social a largo plazo y de manera sostenida con el fin de evitar, desde la acción colectiva, los riesgos derivados de posibles cambios disruptivos.
Evitar el fracaso del individuo Vivimos en una época de desmitificaciones: Harari sostiene que que la generalización de la agricultura supuso una tragedia para el individuo. Nuestro éxito como especie especie –nos dice– conden condenóó a generaciones generaciones enteras de individuos individuos al esfuerzo diario del trabajo en el campo a cambio de una dieta más limitada que la de sus antecesores cazadores-recolectores. También trajo consigo toda una nueva forma de organización social fundamentada en la apropiación y en la gestión del excedente. Si, como muchos apuntan, nos encontramos en la antesala de una trasformación comparable a la de la domesticación de las especies vegetales y animales que dieron pie al surgimiento de las grandes civilizaciones de la Antigüedad, evitemos colectivamente que un historiador –quién sabe si de inteligencia sintética– afirme dentro de unos años, sombría y controvertidamente, que el culmen del desarrollo de la inteligencia de nuestra especie trajo consigo, quizá una vez más, el fracaso del individuo.
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Un momento crítico para el futuro de Internet Pablo Bello
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nternet ha transformado nuestras vidas, la forma de relacionarnos, la economía global, la cultura, la política. Estamos viviendo la era de Internet. Actualmente más de 3.400 millones de personas usan Internet en todo el mundo. En cinco años habrá más de 20.000 millones de dispositivos conectados. Internet es ya la infraestructura global más importante y se está convirtiendo de forma acelerada en la infraestructura esencial sobre la que se desarrollan todas las actividades en el mundo de hoy. Internet, como lo hemos conocido hasta ahora, ha sido un motor de oportunidades económicas y de desarrollo, pero su futuro como factor de progreso está en riesgo. En los últimos años se ha deteriorado de forma significativa la confianza en Internet. Como refleja la Encuesta Global sobre Seguridad y Confianza en Internet realizada por CIGI-Ipsos, los usuarios se sienten cada vez más inseguros, expresan preocupación por la pérdida de privacidad y la hipervigilancia de los gobiernos, les preocupa la explotación comercial de sus datos personales y dudan de la protección de los datos bancarios. La estructura abierta y distribuida de Internet ha sido una de las cualidades fundamentales que han permitido el desarrollo acelerado de la sociedad Pablo Bello es miembro
de la Global Commission on Internet Governance. Ha sido Viceministro de Telecomunicaciones de Chile y actualmente es director ejecutivo de la Asociación Interamericana de Empresas de Telecomunicaciones 62
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Internet es la infraestructura esencial para el crecimiento económico, el afianzamiento de la libertad de expresión y el desarrollo social. Dado su poder para definir el orden internacional del siglo XXI, Europa debería promover un Internet abierto, seguro, fiable e inclusivo.
digital, estimulando la creatividad y la innovación. Pero en los últimos años se ha evidenciado una tendencia a la fragmentación como consecuencia de políticas nacionales de diversa naturaleza, en algunos casos asociados a la censura, en otros a la obligación de localización de contenidos por razones de jurisdicción. No puede darse por garantizado que Internet será siempre una plataforma unitaria y global para la libertad de expresión. De hecho, ya no lo es en algunos rincones del mundo. Es esa una pelea que debemos dar. Internet se encuentra ante una compleja encrucijada, y urge la toma de decisiones en diversos ámbitos –global, regional, nacional– para conducirla hacia su consolidación como la plataforma esencial para el crecimiento económico y social, para el afianzamiento de la libertad de expresión a nivel global, y para caminar hacia la igualdad y la justicia social.
Gobernanza global y cooperativa En el contexto descrito se creó en enero de 2014 la Global Commission on Internet Governance (GCIG), iniciativa del Centre for International Governance Innovation (CIGI) y Chatham House. La GCIG fue constituida por 29 expertos de todo el mundo, cada uno de ellos con diferentes perfiles profesionales –académicos destacados de la economía y la geopolítica, expertos en derechos humanos, especialistas en ciberseguridad, actores del JULIO / AGOSTO 2016
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mundo de la política y la empresa, representantes de la sociedad civil, entre otros–, provenientes de los cinco continentes. El punto de partida era claro: identificar los riesgos y amenazas de Internet y definir un conjunto de propuestas para que el Internet del futuro siga siendo abierto, seguro, confiable e inclusivo. El objetivo de la Comisión era alertar a la comunidad internacional y ofrecer un asesoramiento estratégico y recomendaciones concretas para los policy makers, los legisladores, los representantes del sector privado, la comunidad técnica de Internet y la sociedad en su conjunto. La GCIG ha identificado tres escenarios posibles para el Internet del futuro. El primero, un escenario deseable; un mundo globalmente conectado, en el que se resguardan los derechos humanos, hay un acceso masivo a la información y al conocimiento y se estimula el crecimiento económico a través de la eficiencia y la innovación. Este escenario permitiría un progreso sin precedentes para la humanidad en los próximos años. Se estima que el “Internet de las cosas” (mediante una red segura y confiable) daría como resultado un crecimiento del PIB de hasta 11.100 millones de dólares en 2025. En este modelo crecerían ciudades inteligentes interconectadas, lo que supondría una mejora en la calidad de vida de gran parte de la población. Pero este escenario en absoluto está garantizado. En los próximos años puede surgir un segundo escenario; un Internet desigual, en el que unos actores logran captar de forma desproporcionada la mayor parte de los “dividendos digitales”, mientras la mayoría de la población permanece fuera del acceso a la red y a la plenitud de oportunidades de la sociedad de la información. Si los gobiernos no protegen las plataformas abiertas que permiten la 64
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competencia y la innovación, y estimulan al sector privado para que amplíe el acceso, se estaría perpetuando un mundo de ricos y pobres digitales. Pero puede ser peor. Puede surgir un tercer escenario en el que se consolide la desconfianza en la red, si los usuarios dejan de compartir información como consecuencia de los riesgos de ver violada su privacidad por gobiernos y empresas, si no se garantiza la integridad y seguridad de la información almacenada digitalmente –en particular los datos sensibles de salud, financieros y de infraestructuras esenciales– y se profundiza la fragmentación a causa de ordenamientos incoherentes y asimétricos, mientras siguen creciendo las murallas de censura. En este escenario podría ocurrir que los usuarios y empresas restrinjan el uso de la red, limitando severamente el beneficio potencial de un mundo interconectado. Ya en 2016 el coste de la delincuencia informática se estimó en 445.000 millones de dólares, y una proyección a futuro habla de cifras de 3.000 millones de dólares al año hasta 2020. Si no se actúa sobre estos riesgos, a medida que los usuarios perciban que los costes potenciales del uso de Internet son mayores que los beneficios, el valor económico y social producido por una red robusta se perderá.
Un Internet abierto, seguro, confiable e inclusivo La GCIG ha analizado los distintos factores que moverían el péndulo entre un escenario y otro. Es importante entender que Internet trasciende fronteras, y ello genera cierta tensión sobre el ordenamiento global del siglo XX, sustentado en la soberanía nacional. Los desafíos que se plantean deben JULIO / AGOSTO 2016
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abordarse en distintos espacios y jurisdicciones. Sin duda, se requiere un modelo de gobierno global y cooperativo, que dé cabida a todos los actores involucrados. Creemos que un modelo de gobernanza de múltiples partes interesadas es el más adecuado para dar cuenta de los desafíos globales. Pero hay tareas fundamentales que se deben abordar a nivel regional, nacional e incluso en espacios locales. Los gobiernos, las empresas, la comunidad técnica y la sociedad civil tienen tareas fundamentales en cada uno de esos espacios si queremos transitar por el escenario ideal del mundo globalmente contectado. Este ha sido el trabajo de dos años de la GCIG: desarrollar un conjunto de recomendaciones concretas que pueden ayudar a guiar a gobiernos, reguladores, sector privado, comunidad técnica y sociedad en general a trazar el camino hacia el Internet del futuro. De cómo se afronte este desafío depende el aprovechamiento de la enorme oportunidad de crecimiento social y económico que representa y representará Internet. La GCIG propone un camino para que Internet llegue a su máximo potencial económico y social, donde derechos fundamentales tales como la privacidad y la libertad de expresión están protegidos. Este futuro solo puede alcanzarse si se construye de forma colectiva un nuevo pacto social garantizando los aspectos fundamentales de Internet: su apertura, la seguridad, la fiabilidad y la inclusión. Un Internet inclusivo. A pesar de los impresionantes avances de los últimos años, todavía más de la mitad de la población permanece fuera de la sociedad de la información, una brecha digital que ahonda la brecha social. La brecha digital es más profunda para las mujeres, las poblaciones de menos recursos y las del ámbito rural. No atender este desafío llevaría a un ciclo permanente de exclusión económica. Aquellos países con brechas digitales más profundas perderán competitividad en el mercado global. Los gobiernos deben fomentar la continua mejora de la infraestructura de Internet, apoyando la inversión y la creación de demanda. En muchos lugares, el cierre de la brecha digital pasa por cuestiones que a veces están más relacionadas con la alfabetización digital y la percepción de las potencialidades de la red que de cuestiones relativas a la capacidad adquisitiva. Hay que tener en cuenta, además, los beneficios potenciales que un acceso universal puede tener para personas con capacidades diferentes. Los gobiernos tienen la oportunidad de crear incentivos para el desarrollo y la adopción de normas de Internet que garanticen a todas las personas, independientemente de sus capacidades físicas, la posibilidad de uso de la red. ●
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Impulsar políticas para los conectados, repensar modelos que sirvan para incluir a más y más personas es una enorme oportunidad para crear riqueza y propiciar más desarrollo económico y social para miles de millones de personas en todo el mundo. Un Internet abierto es aquel que permite que los datos fluyan libremente bajo el principio de la libertad de expresión. Protocolos y plataformas deben permanecer abiertos para todos, permitiendo la innovación espontánea. Las nuevas tecnologías deben ser interoperables y estar basadas en estándares abiertos, esto es la garantía de la innovación futura. Debe evitarse cualquier restricción gubernamental sobre el uso de la red como herramienta de expresión libre. Además, el Internet abierto representa una oportunidad económica en tanto que el libre flujo de servicios, capitales, datos y personas contribuye significativamente al crecimiento del PIB, por ello deben evitarse también leyes que limiten el libre flujo de información. Un Internet seguro. Si los sistemas no están diseñados e implementados con seguridad y resistencia, podemos caminar hacia un “Internet de las amenazas” en lugar de un “Internet de la confianza”. Por ello los gobiernos no deben buscar –o requerir a terceros–, debilitar los estándares de encriptación a través de “puertas traseras”. Se debe alentar a la comunidad técnica a incorporar soluciones de protección de la intimidad y la seguridad en todas las normas y protocolos de Internet. Por su parte, los Estados deben estar comprometidos en no usar armas cibernéticas entre sí y negociar una lista de objetivos que no deben ser blanco de ataques cibernéticos. Las empresas que hacen uso de datos personales deben asumir una mayor responsabilidad para ●
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salvaguardarlos de la intrusión ilegal. Los fabricantes de dispositivos tecnológicos deben mejorar la privacidad y seguridad de sus productos tanto como sea tecnológicamente posible. La competencia debe hacer que los compradores opten por los productos TIC más seguros. En definitiva, es esencial que esta infraestructura central de Internet sea estable y segura. Un Internet confiable, como condición necesaria para alcanzar su potencial. La falta de confianza por parte de los usuarios lleva a la reducción de actividades o a la búsqueda de soluciones que alteran el principio fundamental de “extremo a extremo” que ha construido el Internet actual. Es necesario revertir la tendencia hacia la erosión de la confianza online provocada por la falta de transparencia en la recopilación y uso de enormes cantidades de información privada de los usuarios, a menudo con el pretexto de estar ofreciéndole un servicio gratuito bajo condiciones aceptadas por los usuarios sin el necesario consentimiento consciente. Las empresas deben ser transparentes acerca de cómo recogen, utilizan y comparten los datos generados por los usuarios. Respecto a la interceptación de las comunicaciones por parte de los gobiernos, deben realizarse exclusivamente para fines previamente especificados, de forma abierta y con antelación, autorizadas por ley y bajo los principios de necesidad y proporcionalidad, nunca para fines no legítimos. Los consumidores deben poder elegir libremente los servicios que desean utilizar, y deben tener una voz activa acerca del uso de sus datos personales por parte de los proveedores de servicios sobre Internet –con apariencia de gratuidad– para fines comerciales. Es fundamental que todos los usuarios conozcan cómo, cuándo y para qué se usarán sus datos, ●
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que puedan dar un consentimiento consciente acerca de este uso, y que no se vean en la imposibilidad de usar un determinado servicio por temor a la seguridad de su privacidad o información personal. Para abordar estos desafíos, la GCIG considera indispensable una mayor colaboración entre los diferentes actores interesados: gobiernos, legisladores, sector privado, comunidad técnica y sociedad civil. En este diálogo, es fundamental que todos los actores entiendan que su papel no pasa por defender su propio interés, sino en aportar desde su lugar para los intereses del ecosistema digital en su conjunto. Es posible que en el futuro sea necesario ampliar la mirada y dar cabida en el debate a nuevos actores e intereses que puedan surgir.
Una Unión Europea con fuerza y legitimidad digital Los desafíos planteados requieren acuerdos globales, o al menos regionales, que ayuden a caminar en el sentido señalado. La Unión Europea puede y debe liderar la configuración de modelos de gobernanza que permitan avanzar en la consolidación del Internet que queremos, basada en ideales compartidos como la libertad de expresión, el libre flujo de información, la protección de la privacidad y seguridad para los usuarios. La UE es el espacio político económico que más ha avanzado en hacer exigible el derecho a la privacidad y la protección de datos personales, y está desarrollando instrumentos para extender ese marco de protección a los ciudadanos respecto de proveedores de servicios más allá de sus fronteras. JULIO / AGOSTO 2016
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El acuerdo de protección de datos y flujo de información entre Europa y Estados Unidos puede constituir un modelo a seguir con otras regiones, y eventualmente dar pie a un acuerdo global de estas características. En el marco de la agenda asociada al Mercado Único Digital se están abordando también aspectos relativos al futuro de Internet que pueden tener implicaciones en el ordenamiento global. De igual forma, el resultado de las negociaciones del Acuerdo Transatlántico de Comercio e Inversión (TTIP, en inglés), el Acuerdo sobre Comercio de Servicios (TISA), así como su encaje con el Acuerdo Transpacífico (TPP), pueden constituir de facto el ordenamiento global de la economía digital, considerando muchos de los aspectos que la GCIG recomienda abordar. Finalmente, respecto al combate del cibercrimen y el ciberterrorismo, Europa, a través de Europol y otras entidades del sistema de inteligencia, tiene un papel importantísimo a la hora de hacer de Internet un espacio seguro que genere confianza a los usuarios. Europa tiene sin duda un papel fundamental a la hora de hacer realidad las recomendaciones que la GCIG ha presentado tras una labor de dos años de análisis y consultas. Internet se encuentra en un momento crucial para su futuro. Vivimos una era de transformaciones que puede suponer enormes beneficios para la humanidad, pero que también presentan grandes riesgos para la sociedad en su conjunto. Nos corresponde por tanto, a cada uno en su papel y de forma conjunta, determinar la dirección de estos cambios para que Internet, nuestro Internet, sea ese factor estratégico de progreso social que la humanidad demanda.
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El Internet contingente David D. Clark
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ería posible que Internet nunca hubiera ocurrido? ¿Podría ser que en un universo paralelo, en el que los creadores de Internet hubiesen seguido otras carreras, viviéramos sin la red que une los ordenadores entre sí? ¿Sería posible que estuviéramos usando ordenadores personales verdaderamente personales, que no estuvieran conectados al mundo, a menos que copiásemos su contenido en un disco y lo enviásemos a otra persona por correo postal? En realidad, esa posibilidad es bastante improbable. Internet fue en algunos aspectos un producto de su tiempo: en la década de 1960 ya estaba “en el aire” la idea de una red global de ordenadores. Joseph Carl Robnett Licklider, visionario de la época, ya había predicho la videoconferencia, la información compartida, la mensajería instantánea, el pago de impuestos en línea, la deslocalización empresarial y la potencial brecha digital. 1 No obstante, en esos primeros tiempos había ideas contrapuestas sobre cómo se debería construir una “red de ordenadores”. En ese universo alternativo existiría sin duda Internet, pero probablemente sería muy distinto.
David D. Clark, miembro de la Academia Americana de las Artes
y las Ciencias (AAAS, en inglés), es investigador senior en el Laboratorio de Informática e Inteligencia Artificial del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT). Clark ha estado involucrado en el diseño de Internet desde mediados de la década de los setenta. Artículo publicado en el número de invierno de 2016 de Daedalus, revista de la AAAS. (Traducción de Miguel Marqués) 72
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Es difícil imaginarse un Internet ‘diferente’. Sin embargo, su naturaleza y diseño obedecen a las decisiones que sus creadores tomaron sobre la marcha. El futuro de Internet no está escrito: está en manos de la industria, los gobiernos, los usuarios y la comunidad investigadora.
Sorprende solo pensar en ello, dada la ubicuidad de Internet hoy. La red de redes está tan integrada en nuestras vidas que se diría que las cosas no podrían haberse desarrollado de otra manera. ¿Cómo habría sido ese Internet alternativo? Esta pregunta es importante. En los primeros tiempos de Internet se abrieron diversos caminos posibles; así pues, reconocer que la naturaleza de la red que conocemos dependió en su momento de decisiones que podrían haber dado resultados diferentes, es reconocer que el futuro de Internet es también impredecible. La sociedad se topará sin duda con bifurcaciones en el camino que determinarán el porvenir de la red. Debemos admitir este hecho y debatir las alternativas, en lugar de mirar atrás y preguntarnos si en su día elegimos bien. Es una oportunidad que no podemos desaprovechar.
Diseñar algo que no se sabe para qué sirve Internet es una red generalista, diseñada para usos diversos. Sirve para enviar mensajes de correo electrónico, ver vídeos, jugar a videojuegos, consultar sitios web y miles de cosas más. Para un ingeniero especialista en redes, Internet es el sistema que permite el movimiento de datos y las apli1. J. C. R. Licklider y Robert Taylor, “The Computer as a Communication Device”, Science and Technology (abril, 1968). JULIO / AGOSTO 2016
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caciones (como los navegadores web, que el usuario medio suele asociar con el concepto más general de “Internet”) son las que hacen funcionar este servicio de transmisión. Modularidad y generalismo parecen ser características muy adecuadas para la estructuración de una red que conecta a distintos ordenadores entre sí. Estos son dispositivos de uso general; habida cuenta de que Internet conecta este tipo de dispositivos, parece lógico que también la red tenga un uso generalista. No obstante, esta conclusión no habría sido tan evidente para los ingenieros de la primera era de Internet, que trabajaban principalmente para compañías telefónicas. Esos ingenieros se hacían una pregunta que les parecía muy obvia: ¿cómo diseñar algo que no sabes para qué va a servir? El sistema telefónico estaba diseñado para un propósito de sobra conocido: permitir las llamadas de teléfono. A los ingenieros del sector los confundía la tarea de diseñar un sistema sin conocer cuáles eran los requisitos. La historia temprana de Internet, por tanto, la escribieron personas que provenían de la informática y no de las telecomunicaciones clásicas (el teléfono). La mayoría de ordenadores se construyen para varios propósitos y con esa mentalidad se diseñó la primera red de redes. No obstante, ese generalismo tiene un precio. El servicio que ofrece Internet no es el mejor para casi ninguna aplicación particular. El diseño para un rendimiento óptimo y el diseño para un uso general difieren mucho entre sí. Puede llevar más esfuerzo diseñar una aplicación para una red generalista que para una hecha a medida. A lo largo de las décadas, Internet ha evolucionado con las distintas aplicaciones dominantes en el mercado en cada momento. En los primeros años, Internet era sinónimo de correo electrónico; preguntarle a alguien si “estaba en Internet” equivalía a preguntarle si tenía dirección de email. El correo electrónico es un tipo de protocolo no demasiado exigente y si Internet se hubiera hiperespecializado en él, la Web quizá no habría nacido. Sin embargo, terminó teniendo éxito y su aparición como complemento del correo electrónico recordó a los ingenieros el valor del carácter generalista. Este ciclo se repite una y otra vez, y la emergencia de la reproducción en continuo de audio y vídeo ( streaming) puso a prueba de nuevo ese carácter generalista de Internet a principios del siglo XXI, cuando la red había pasado a identificarse con el protocolo Web. Hoy día, la reproducción en streaming de alta calidad impulsa el rediseño sin descanso de Internet, y es tentador dar de nuevo por sentado cuál es el mejor uso que se le puede dar a la red de redes y optimizarla al efecto. El pasado nos enseña que debemos estar siempre ojo avizor para proteger el carácter gene74
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Empleada del servicio de correos de Vietnam explica a una cliente cómo suscribirse al nuevo servicio de alta velocidad de Internet (Hanoi, 1 de julio de 2003). AFP/GETTY
ralista de Internet y dejar la puerta abierta al futuro, aunque debamos también afrontar las necesidades del presente. El carácter generalista presenta además otra particularidad: las aplicaciones que se ejecutan para sacar partido del servicio de transmisión básico que es Internet no son diseñadas ni distribuidas por la misma entidad que ofrece ese servicio. Esta característica es lo que llamamos Internet “abierto” y, de nuevo, tenía sentido para el ingeniero informático y no tanto para el de telecomunicaciones. La compañía telefónica instala el cable hasta los domicilios para vender un servicio telefónico, no para permitir que otras empresas vendan el suyo. Instalar todo ese cableado es caro: ¿Cómo van a obtener un beneficio razonable de esa inversión si hay otros proveedores de servicios? En los primeros tiempos de Internet, la única manera de acceder a la red desde el hogar era a través de un módem que se conectaba telefónicamente a un proveedor de servicios de Internet (ISP, por sus siglas en inglés). El usuario particular pagaba a la compañía telefónica por las llamadas y al ISP por el acceso a Internet. A primera vista, se trataba de un pequeño cambio en el modelo de negocio de las compañías telefónicas. Sin embargo, en la década de 1990 surgió la posibilidad de expandir los servicios de banda ancha a los hogares, lo que generó una resistencia por parte de las empresas a una plataforma abierta. Un directivo de una compañía telefónica lo explicaba con estas JULIO / AGOSTO 2016
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palabras en su día: “Si no vamos a tu fiesta, no tienes fiesta. Y el hecho es que no nos apetece mucho ir. La única manera de que consigas banda ancha en los hogares es que la Comisión Federal de Comunicaciones nos obligue a ponerla”. Este es un ejemplo de bifurcación en el camino. De hecho, el impulso que empujó a Internet hacia la banda ancha en los hogares fue, en gran medida, la posibilidad de que las empresas de televisión por cable pudieran también proveer conexiones de Internet de alta velocidad. Aún hoy reverberan los ecos de esta tensión entre Internet como plataforma abierta para aplicaciones de Las decisiones que terceros y el acceso a la banda como inversión onerosa dieron forma a Internet ancha que debe reportar beneficios a su como lo conocemos hoy propietario. La dicotomía actual en torno a la “neutralidad de la no tuvieron en cuenta red” es esencialmente la siguiente: ¿deben los proveedores de banda factores como la estar obligados a proporseguridad o la fiabilidad ancha cionar una plataforma neutral y abierta para servicios de terceros o tienen derecho a definir los servicios que se ofrecen (y que ellos promocionarán) a través de una infraestructura costeada por ellos? Otra consecuencia del carácter generalista de Internet es que la capa de transmisión de datos no tiene ni idea de lo que cada aplicación está intentando hacer (a diferencia del sistema telefónico, que a todos los niveles refleja la centralidad de la llamada telefónica). Si el diseño de Internet exige que la red entienda lo que cada aplicación hace, desplegar una nueva aplicación requeriría que su diseñador alterase de algún modo el corazón de la red para incluir esos datos. Para los diseñadores pioneros, este fue otro desvío en el camino que estaban seguros de no querer seguir. Si el diseñador de una aplicación tuviera que alterar la red antes de desplegar un nuevo programa, el proceso de innovación terminaría haciéndose muy complejo y existiría la posibilidad de que la red pudiera bloquear una u otra aplicación. A Internet la han apodado “la red tonta” en contraposición con “la red inteligente”, que sería la telefónica. La filosofía del diseño abierto en Internet tiene todo el sentido. Hasta que las cosas se tuercen, claro. La propia red puede obstaculizar el funcionamiento de una aplicación y en ese caso quizá sea incapaz de detectar o corregir este problema. Este tipo de red puede detectar que uno de sus componentes está fallando, pero quizá pase por alto 76
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problemas más complejos, lo que daría como resultado que a los usuarios no les funcione una aplicación y no pueden remediarlo. Si hubiéramos tomado el camino conducente a una red que supiese mejor qué es lo que cada aplicación intenta hacer, habría sido más difícil innovar en la red, pero los usuarios no se frustrarían tanto cuando aparecen problemas inesperados. Por fin, la división de responsabilidad entre el proveedor del servicio de transmisión de datos y el proveedor de aplicaciones supone que la responsabilidad sobre los requisitos fundamentales –como los relativos a la seguridad– queda también dividida entre diferentes actores. Esto hace que el objetivo sea más difícil de lograr e incentiva la delegación de tareas a otras partes. En efecto, las decisiones relativas al diseño que dieron forma a Internet como lo conocemos hoy no tuvieron probablemente en cuenta factores como la seguridad o la fiabilidad de uso.
Decisiones técnicas, efectos políticos Estas elecciones condujeron en su día a grandes diferencias en el carácter técnico de Internet, y algunas de ellas afectaron de manera particular a la estructura industrial del ecosistema de la red. Cuando se tomaron decisiones de diseño sobre la modularidad del sistema, en los primeros tiempos de Internet, no estaba claro que lo que se había inventado era una estructura técnica y a la vez industrial. Algunos de los pioneros de la red, no obstante, sí se percataron de esta dicotomía. En la década de 1970 se produjo un intenso debate entre los defensores de ambos tipos de redes: el “datagrama” y el “circuito virtual”. Las redes de tipo datagrama tienen un núcleo más sencillo y las funciones se suelen derivar a los servidores de la periferia. Las de circuito virtual realizan más funciones desde el núcleo de la red y, por tanto, conceden más poder y control al operador. Internet es una red de tipo datagrama, mientras que Arpanet (Advanced Research Project Agency Network), su predecesora, era una red de tipo circuito virtual. Uno de los principales adalides del formato datagrama fue el ingeniero francés Louis Pouzin. En la misma época en que tomaba forma Internet, Pouzin estaba desarrollando una red de tipo datagrama que bautizó “Cyclades”. En 1976 publicó un artículo en el que extraía la siguiente conclusión: La controversia entre datagramas y circuitos virtuales en las redes públicas de paquetes de datos debe contextualizarse apropiadamente. En primer lugar, se trata de un problema técnico. Cada bando tiene sus JULIO / AGOSTO 2016
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argumentos y es difícil determinar objetivamente cuál es la opinión más equilibrada, pues todos los expertos presentan algún sesgo en este asunto. En este artículo he querido abogar por los datagramas, pero no pretendo ser imparcial. Aunque no se llegara a acuerdo alguno, el coste no iría más allá de un gasto extra en hardware y software en la interfaz de la red. Hoy día ya se gasta de más en comunicaciones e informática, así que el resultado final no se verá demasiado afectado. En segundo lugar, es necesario destacar el aspecto político de la controversia, mucho más importante que el técnico, pues refleja las emboscadas que se tienden los sectores de las telecomunicaciones y la informática en su lucha por el poder. Todo el mundo sabe que, en última instancia, se trata de IBM contra las empresas de comunicaciones. Algunos gobiernos pueden encontrar tentador dejar que los operadores monopolicen el mercado del procesamiento de datos, para así controlar a IBM. Podría ocurrir que fracasaran en su intento de embridar al gigante informático y que, por el contrario, terminaran destruyendo empresas más pequeñas. Otra posible consecuencia es el infradesarrollo en lo que se refiere al teléfono. Parece que hiciera falta algún tipo de mediador que trace límites claros, antes de que terminemos todos metidos en un problema”. 2 Pouzin entendía la batalla por el control de la red global como una batalla entre el sector de la informática y el de las telecomunicaciones. En esa época, la industria de los ordenadores estaba dominada por gigantes como IBM, los protagonistas de la “lucha de titanes” de que hablaba Pouzin. IBM era una corporación vertical, como las compañías telefónicas: si una empresa tenía ordenadores IBM, el software probablemente fuese IBM también. Pouzin quizá no previó el cambio radical que sobrevendría en el sector con la entrada de plataformas de hardware más abiertas, pero supo que las distintas decisiones técnicas estaban haciendo bascular el poder desde un sector al otro. A diferencia de Internet, la red Cyclades de Pouzin terminó fracasando. Su fracaso se atribuye a la supuesta hostilidad y resistencia de la PTT, la corporación pública francesa de telégrafos, teléfonos y correos.
El poder de los usuarios Una de las cosas que el pasado nos ha enseñado es que los usuarios son una fuerza activa en la definición de lo que Internet es, tanto por el tipo de aplicaciones que usan como por la aparición de aplicaciones que ni siquiera los artífices de la red habían previsto. Esta tendencia continúa hoy con el éxito de 2.programas creados los usuarios para compartir música, por ejemplo. Louis Pouzin, “Virtual Circuits por vs. Datagrams: Technical and Political Problems”, 1976. 78
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En ocasiones, los usuarios llevan la propia red por bifurcaciones que los diseñadores no habían imaginado o que incluso habían desdeñado. En los primeros días de las redes informáticas, los diseñadores se centraron en el acceso remoto a los caros equipos informáticos y de alto consumo de la época. Lawrence G. Roberts, uno de los primeros ingenieros de Internet afirmaba entonces que los servicios de mensajes “no eran la motivación principal para una red de computación científica”. Los usuarios desmintieron sus palabras al adoptar el correo electrónico en masa. La segunda lección es que el carácter abierto de Internet es lo que le permite evolucionar, impulsado –por así decirlo– por sus usuarios. En una red informática estructurada más verticalmente, el ISP podría incluso no ofrecer ningún tipo de aplicación de correo electrónico, por ejemplo. Internet es, por su estructura, un lugar increíblemente abierto a la exploración por parte de usuarios o innovadores terceros. Esta ventaja, en cualquier caso, apareció accidentalmente durante las primeras decisiones de diseño.
Futuro abierto o encriptado ¿Han quedado fijados ya el núcleo y estructura de Internet para un futuro indefinido? ¿Existen bifurcaciones esperando en el camino que pudieran modificar el carácter básico de la red? Un debate de calado que sigue aún muy activo es el de hasta qué punto debería encriptarse de manera predeterminada la comunicación de los usuarios para evitar su interceptación (o alteración). La encriptación es una herramienta poderosa para la protección de la intimidad en la comunicación entre distintas comunidades de usuarios, pero también obstaculiza los objetivos de muchos otros actores: los servicios de inteligencia sacan muchos réditos de la posibilidad de espiar contenidos, y en algunos países el derecho gubernamental al espionaje queda fuera de toda duda. Si Internet evolucionara hacia una postura de “encriptación por defecto”, ¿decidirían algunas naciones abandonarlo tal como lo conocemos y crear una red aparte para sus ciudadanos, controlada por el Estado? Para los ISP, la encriptación entre usuarios supone también un problema, puesto que les impide ver qué es lo que estos hacen. Si Internet siguiera siendo la plataforma totalmente neutra y abierta que solo servía para mover datos entre emisores y receptores, ese espionaje por parte de las empresas parecería innecesario. Pero hoy se hace una interpretación demasiado simplista de lo que es la red. Los operadores afirman que tienen que ver qué es lo que hacen los usuarios en Internet para optimizar sus 80
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experiencias –lo cual es en parte verdad– y para influir selectivamente en su conducta en línea. Muchas de estas intervenciones por parte de los ISP –como la modificación de los datos en tránsito para insertar anuncios– han suscitado protestas, pero otro tipo de injerencias –como el reformateo de datos para ajustar el contenido a la pequeña pantalla del dispositivo móvil– son mejor aceptadas por el usuario. El forcejeo sobre la encriptación no es sino el último capítulo de la lucha entre proveedores del servicio de transmisión de datos, los proveedores de servicios y aplicaciones de alto nivel, los usuarios y el sistema estatal para el control de la Algunos visionarios de experiencia de usuario. La experiencia de uso de Internet lo concibieron Internet se está diversificando. Si bien el servicio de transmisión de desde el principio como datos es más o menos uniforme a una plataforma para el lo largo y ancho del globo, este no define la experiencia de los usuadiscurso global y un rios. Esta viene definida por las vector para la sociedad aplicaciones que usan. En distintas regiones del mundo hay civil de todo el mundo disponibles diferentes aplicaciones y los usuarios prefieren unas a otras. Quizá el ejemplo más obvio hoy día sea el de China, donde el Estado bloquea el uso de muchas aplicaciones definitorias del Internet occidental (Facebook o Twitter, por ejemplo). Pero existen equivalentes nacionales que convierten el Internet chino en un vibrante espacio de interacción, pese a la vigilancia policial. Lo que resulta casi imposible es que chinos y estadounidenses se hagan amigos por Facebook. La comunidad global necesitará decidir hasta qué punto debemos luchar contra esta diversificación de la experiencia de usuario. Algunos de los primeros visionarios de Internet concibieron la red como una plataforma para el discurso global y un vector para una sociedad civil de todo el mundo. La diversificación de la experiencia de Internet está erosionando esa visión. Por otro lado, las diferencias de idioma, cultura y legislación son reales y podríamos deducir de ello que, según Internet va madurando, la experiencia de uso en cada región del mundo evolucionará también conforme a esos factores. Que la plataforma sea de carácter generalista no quiere decir que todo el mundo deba usarla de la misma manera. De hecho, ese generalismo, combinado con la capacidad de los usuarios de “votar” (a través de su uso) JULIO / AGOSTO 2016
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por las aplicaciones de su preferencia, hace que la diversidad regional sea inevitable. Si los países se vieran obligados a forzar algún tipo de acuerdo global sobre incentivos y regulación, el resultado más probable sería una experiencia de Internet más homogénea pero menos satisfactoria. Quizá lo ideal sería un Internet que aceptara la diversidad de experiencias para la mayoría de usuarios pero les permitiese a la vez interactuar entre quienes lo deseen. Deberíamos instar a China que no bloquease Facebook (que el Estado considera una amenaza a la estabilidad del régimen), pero al mismo tiempo tendríamos que aceptar que la mayor parte de usuarios chinos prefieran su alternativa nacional. Otro asunto crítico que dará forma al Internet del futuro es la inseguridad. Casi todos los días surgen noticias sobre robo de datos, ordenadores infec softw ware malicioso, ciberdelitos y muchos otros problemas de tados por soft seguridad, tanto por parte de los usuarios como de los proveedores de servicio. Este estado de las cosas podría progresar de diversas maneras. Una de ellas es que persista la situación actual de inseguridad, lo cual podría impedir finalmente el desarrollo de transacciones en línea importantes o sensibles. Así, la inseguridad en Internet podría constituir a la vez una barrera para su uso y menoscabar su utilidad. Uno de los futuros alternativos es que, en el intento de mejorar la seguridad de la red de redes, esta mute para hacer a los usuarios más responsables de sus acciones. Por diversas razones, el diseño original de Internet no incluía ningún mecanismo para lidiar con la administración de identidades. Se entendió, aunque no del todo bien, que la diversidad de aplicaciones podría exigir diversos tipos de responsabilidad. Por ejemplo, mientras una transacción entre un cliente y su banco exige una sólida verificación de identidad de ambas partes, otro tipo de usuario puede no sentirse cómodo al buscar información sobre el sida si no tiene la garantía de que la búsqueda será anónima. Definir qué actores pueden emitir credenciales de identidad fiables a nivel global es otro desafío para la uniformización en la administración de la identidad. Estas preocupaciones siguen siendo válidas, pero al mismo tiempo la presión por mejorar nuestra capacidad para responsabilizar a los usuarios y disuadir a los ciberdelincuentes podría impulsar un mayor seguimiento de las identidades en Internet. Hoy día, en muchos países es necesario dar el número de documento nacional de identidad para acceder a Internet. El derecho al uso anónimo de Internet podría convertirse en una particularidad nacional que podría desaparecer si se presiona globalmente en pos de responsabilidades y rendición de cuentas. 82
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La expansión de los dispositivos móviles marca otro punto de inflexión para el futuro de Internet. La tradicional visión de la industria enfrentaba a diseñadores e ISP. En esta dinámica, los fabricantes de ordenadores eran considerados neutrales, pues carecían de un modelo de negocio que incluyera paquetes de aplicaciones propietarias en el dispositivo. Sin embargo, la trayectoria de los dispositivos móviles es muy distinta: los fabricantes de teléfonos inteligentes muestran un gran interés en dar forma (y monetizar) la experiencia de usuario. Apple cobra una tasa tas a (actualmente del 30 %) en la venta de aplicaciones de pago para El poder del sector iPhone o iPad a través de su tienda on-lin on-l inee . Los legisladores estadouniprivado es enorme: de denses no tardarían en intervenir si momento el futuro de los ISP tratasen de cobrar a los clientes una tasa por usar una apliInternet lo están cación específica, pero hasta ahora nadie ha criticado con demasiada decidiendo entidades vehemencia que los fabricantes de con ánimo de lucro dispositivos procedan como lo hacen. El triángulo de fuerzas entre fabricantes de dispositivos, ISP y creadores y distribuidores de aplicaciones es especialmente interesante en los países en desarrollo. Que estos Estados estén en la red resulta deseable desde el punto de vista social: el poder de la conectividad para mejorar las condiciones de vida de los ciudadanos es evidente. Pero ¿qué estrategias son aceptables en la persecución de esta meta? En este caso, Facebook ha desarrollado una versión “ligera” de la aplicación (llamada 0.facebook.com, donde el cero se refiere a “coste cero”) y han negociado en muchos países en desarrollo un acuerdo con ISP para dispositivos móviles, a fin de garantizar que el uso de la aplicación sea gratuito para todos los usuarios y no supone un gasto de la cuota de datos. Al hacerlo gratuito –en algunos casos, acordando incluso un descuento en el dispositivo–, el uso de Internet se acrecentará en los países en vías de desarrollo. En consecuencia, toda una generación de usuarios identificará Internet no con el envío de mensajes de correo electrónico ni con las búsquedas en la web, sino con Facebook. No se trata de una hipótesis: los estudios demuestran que ya está ocurriendo. 3 ¿Es aceptable este nivel de 3. Leo Mirani, “Millions of Facebook Users Have No Idea They’re Using the Internet”, Inter net”, Quartz, 9 de febrero de 2015. JULIO / AGOSTO AGOSTO 2016
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apropiación por parte de la empresa privada? Por supuesto, se trata de un asunto en el que cada país deberá decidir a través de su legislación nacional (o desregulación, en su caso). Y, de nuevo, tales decisiones probablemente harán que la experiencia de Internet vaya divergiendo y diferenciándose según evolucione a lo largo y ancho del planeta.
Empresas y gobiernos: lucha por el control y el poder Las alternativas de diseño descritas parecerían afectar principalmente a la experiencia de usuario, pero a un nivel más profundo son luchas por el control. Los ejemplos anteriores ilustran los forcejeos entre ISP, diseñadores de aplicaciones, fabricantes de dispositivos y gobiernos (entre otros) por el control de Internet. Dependiendo de cómo evolucione el equilibrio de poderes entre estos actores, podremos ver distintos resultados respecto al despliegue, la apertura, la innovación y la experiencia de usuario. El enorme poder de los actores del sector privado es notable: la sociedad ha dejado el futuro de Internet en manos de entidades poderosas y con ánimo de lucro. En Estados Unidos se ponen todas las esperanzas en la competencia entre actores privados, como si fuera la única manera de que el mercado converja hacia lo que el usuario prefiere. Lamentablemente, por mucho que lo deseamos, no hay demasiada competencia en el sector del despliegue de redes residenciales de acceso a banda ancha. Para ser competitivos hay que softwa are parece invertir mucho y los riesgos son demasiado elevados. En softw darse una tensión recurrente entre el diseño de aplicaciones que atraigan a los usuarios y el desarrollo de aplicaciones que den dinero, diner o, quizá capturando la información del usuario que se utilizará en anuncios más selectivos (y por tanto más caros). La competencia no servirá para corregir esta conducta si esta permite hacer dinero a los proveedores comerciales de aplicaciones. Aparece así otra bifurcación bifurcación del camino en el asunto de la financiación de Internet. Hoy día, aparte del dinero público que respalda proyectos específicos (como la extensión de la red por medios rurales), solo existen dos fuentes importantes de financiación para pagar Internet: las tarifas como suscriptores al servicio y la publicidad. Los usuarios de Internet pagan hoy el acceso a la banda ancha y todo un surtido de aplicaciones y servicios, entre ellos difusión de vídeo on-line, juegos y servicios de música. Por su parte, la publicidad es lo que financia los sitios web que se pueden visitar sin pagar. Ese dinero de la publicidad, sin embargo, no crecerá sin límite. El gasto en publicidad es necesariamente una fracción de las ganancias que 84
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produce el comercio electrónico. En 2012, se invirtió en EEUU en publicidad digital 42.800 millones de dólares, según el “IAB Internet Advertising Revenue Report”. El gasto mensual total en publicidad por cada hogar con banda ancha en 2013 (88 millones de hogares) equivale a unos 40 dólares, según el departamento de Comercio de EEUU. En otras palabras, todo el contenido de Internet mantenido por la publicidad sobrevive gracias a una cifra inferior al coste mensual medio de una banda ancha particular. ¿Podría la experiencia de Internet tocar techo porque nos quedemos sin dinero para publicidad? Además, ¿cómo afectará a los ingresos por publicidad El futuro de Internet es la expansión de aplicaciones como demasiado importante y Adblock, que permite a 200 no puede estar solo en millones de usuarios navegar por Internet sin ver anuncios? manos de mecanismos La publicidad por Internet seguirá creciendo, pues está canicomerciales globales balizando la publicidad televisiva tradicional. Pero ¿qué ocurriría si y los decisores políticos naciera una nueva “economía de la experiencia en Internet”, en la que los usuarios pagaran una pequeña cantidad por acceder a un amplio abanico de aplicaciones que no realizan seguimiento de las páginas web que visitan y no incluyen publicidad? Los usuarios están acostumbrados a pagar las aplicaciones prémium, los vídeos y la música en sus dispositivos móviles. Quizá se dé un cambio en cómo acceden al contenido. De ser así, ¿quién controlaría ese ecosistema de pagos? La siguiente gran pelea por el control se dará entre los gobiernos. El sector privado tiene muchas motivaciones: el lucro, el crecimiento, la supervivencia. Los gobiernos tienen diversas preocupaciones: la seguridad nacional (donde se incluiría la estabilidad de los regímenes), el cumplimiento de la ley, los impuestos y el control de los contenidos “inaceptables”, así como la protección de los derechos de los poderosos actores del sector privado (a través de leyes de propiedad intelectual y protección). Cada país tiene distintas prioridades, leyes y formas de gobierno. En algunos casos, esas prioridades enfrentan a gobiernos y sector privado, que en la mayoría de países tiene más influencia en lo que concierne a Internet. A finales de 2012, la Unión Internacional de Comunicaciones (dependiente de las Naciones Unidas) propuso en el Congreso Mundial de Telecomunicaciones JULIO / AGOSTO 2016
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Internacionales, celebrado en Dubái, un tratado internacional que daría a la organización el derecho de regular las conexiones internacionales a Internet. La idea fue apoyada por algunos países poderosos, pero no obtuvo el suficiente respaldo. No obstante, esta preferencia por el control estatal de determinados aspectos fundamentales de Internet probablemente siga creciendo en determinados sectores. No obstante, en la disputa sobre el futuro de Internet hay un grupo de actores que ha desaparecido de la vista: la comunidad investigadora que diseñó y construyó Internet con fondos federales estadounidenses. De alguna manera, se debe a la evolución lógica de las cosas: hicieron su trabajo, las empresas tomaron el control e Internet se ha convertido en un motor de innovación económica. Sin embargo, desde otro punto de vista, podría existir un conjunto más diverso de usos para Internet si los actores sin ánimo de lucro estuvieran motivados y apoyasen el desarrollo de aplicaciones “no comerciales”. De su proliferación se deduce que hoy día no es difícil lanzar una aplicación para dispositivos móviles. Quizá la alternativa futura más adecuada para Internet sea que las partes interesadas “votasen” con dinero, financiando el desarrollo de aplicaciones desarrolladas no por el lucro, sino por su interés en la cultura o en la participación ciudadana y política. Si dejamos el futuro de Internet en manos de unos cuantos actores privados con poder obtendremos el resultado que queremos. Es posible, también, que si permitimos a los gobiernos tomar decisiones que den forma al futuro de Internet, obtengamos el futuro que deseamos. En cualquier caso, corremos un gran riesgo si mostramos pasividad en este asunto: quizá sea demasiado importante para dejarlo en manos tanto de los mecanismos comerciales globales como de los políticos. Quizá la pregunta más importante que debamos hacernos sea: ¿Cómo puede hacerse escuchar la voz de los usuarios de todo el mundo en la toma de decisiones que darán forma al futuro de Internet?
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La desigualdad en la era digital Juan Luis Manfredi
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uatro fenómenos interrelacionados explican el mundo en que vivimos. El primero es el auge de las ciudades, donde habita el 54% de la población mundial. La tendencia no ha parado de crecer desde 1945. Llegará al 66% antes de 2050, según los datos de las Naciones Unidas. Las ciudades se han convertido en metrópolis propias de los cómics de superhéroes y no en espacios habitables a escala humana. Antes solo Nueva York, Mumbai o México DF parecían inaccesibles. En 1990, únicamente 10 ciudades contaban con más de 10 millones de habitantes. Hoy son ya 28 megaurbes. Entre todas congregan 453 millones de habitantes, que apalancan capital y acumulan nuevos problemas de gestión de residuos, energía, vivienda o transporte. El segundo es la escasez de recursos. Los Estados han visto mermada su capacidad de influencia y de efectividad. Sin dinero y sin propuestas, el mundo global lleva a un entorno en el que las ciudades, las corporaciones, los individuos o las religiones acaparan la capacidad de producir, distribuir y promover las ideas que rigen el sistema internacional. Las redes sociales han acelerado esta sensación de multiplicación de las fuentes de legitimidad para la acción internacional, ya que las barreras geográficas se han diluido.
Juan Luis Manfredi es periodista y profesor 88
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en la Universidad de Castilla-La Mancha. JULIO / AGOSTO 2016
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El auge de las ciudades, la escasez de recursos, el cambio climático y la digitalización son fenómenos que definen el mundo de hoy. Interrelacionada con ellos está la desigualdad, un problema que en la era digital no se resolverá solo desde los centros de poder tradicionales.
Quien tiene los recursos y los moviliza puede actuar de forma decidida en los asuntos públicos. El tercer elemento es la vida digital. La comida, el dinero, la amistad, la participación política, los medios de pago, el transporte o los hoteles, todo es digital. El móvil ha transmutado en una suerte de dispositivo que permite llamar, escribir, fotografiar, comprar o tomar decisiones. Según la Unión Internacional de Telecomunicaciones, en 15 años se ha multiplicado por 10 el número de abonados a líneas móviles. Se calcula que ya supera los 7.000 millones de dispositivos. En el mismo periodo, el acceso a Internet ha alcanzado el 43% de la población mundial, frente al 6,5% de 2000. El abaratamiento de los costes es una realidad, de acuerdo a los objetivos establecidos por la Comisión de la Banda Ancha para el Desarrollo Digital. En 111 países, el coste del acceso es inferior al 5% del PIB per cápita. El acceso fijo es 1,7 veces más caro que el móvil. Y la tendencia es imparable. En estas condiciones, el apellido “digital” comienza a ser redundante. No existe una realidad digital al margen, sino que es un canal, una plataforma o un instrumento. El cuarto fenómeno es el cambio climático, cuyas consecuencias empezamos ya a observar. La energía, la planificación urbana, la economía, el desplazamiento de poblaciones son apenas los primeros avisos. Este mundo es global, es digital, es abierto y es transparente. No es una cuestión de gusto o ideología, sino de asunción del nuevo estado del arte de la gobernanza global. JULIO / AGOSTO 2016
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La desigualdad y la economía digital La desigualdad es uno de los conectores de los cuatro fenómenos arriba mencionados y una de las cuestiones de nuestro tiempo. En la era digital, la desigualdad se manifiesta en el acceso a la tecnología y en la capacidad de innovar en la estructura política, económica y social, transformando las ingentes fuentes de información en conocimiento y riqueza. No creo en la utopía de la ciudadanía tecnológica. No es el dispositivo móvil, sino el sistema lo que hace a los ciudadanos libres y responsables de sus decisiones. Lo nuevo no es el aparato, sino la posibilidad de transformación real, inmediata, de las condiciones para procesar el conocimiento. La digitalización afecta a la economía, a la política y a las relaciones sociales, pero el resultado no está predeterminado. La desigualdad social puede crecer o reducirse. En economía, el proceso de globalización no parece haber concluido. Más aún, los nuevos tratados de libre comercio ampliarán de forma sustancial los flujos comerciales, reducirán la capacidad de los Estados para controlar la economía y desnacionalizarán muchas actividades y empresas. La ganancia económica no reside ahora en la territorialización de la riqueza, sino en la capacidad de extender la prosperidad por encima de las fronteras administrativas. Por este motivo, la actividad digital aparece como la única alternativa sólida para reducir la brecha de la desigualdad en un plazo razonable de tiempo, sostenible y real. El ensamblaje, la manufactura y la fábrica se externalizan hacia otras zonas del planeta, cuyas obligaciones derivadas de la legislación laboral y medioambiental son menores. Representan dos tercios de la población mundial y están abocados a empleos no intensivos en conocimiento. Los límites de la producción artesanal e industrial dificultan la aceleración de la reducción de la pobreza. Por su naturaleza, el ritmo de crecimiento solo permitirá la subsistencia y un mínimo grado de progreso. En cambio, la economía digital sí permite la elaboración de procesos sistemáticos de rutinas de trabajo, programas de empleo, la explotación de la creatividad y la cultura audiovisual, la creación de nuevos yacimientos de empleo y, sobre todo, la conexión global. Es la economía real, la de los empleos y la empresa pequeña, la que transforma la macroeconomía. Por eso, las economías digitales obtienen mejores resultados macroeconómicos. De forma sistemática, el incremento del 10% de la tasa de penetración de la banda ancha provoca el crecimiento del 1,35% del PIB en los países en desarrollo, por encima del 1,19% de los países desarrollados. Es ahí donde se puede acortar la 90
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desigualdad mediante la integración en mercados regionales digitales y en productos relevantes para el consumo global. Los activos intangibles, la propiedad intelectual, las patentes o los proyectos de investigación son los elementos imprescindibles para el escalamiento de la producción en la economía digital. El comportamiento de la desigualdad dependerá no solo de la banda ancha, sino de la articulación de políticas públicas que orienten la producción hacia aquellos ámbitos de valor añadido global. Estas actividades se concentran en ciudades, más aún, en espacios integrados, hubs y Los países que no polos de captación de inversiones y talento. Para las zonas rurales, la puedan mantener la conexión a las redes globales de producción de conocimiento es la inversión en investigación única oportunidad de mantener a dependerán de terceros la población aferrada al territorio. La reducción de la pobreza a y serán más vulnerables través de la promoción de la ante la desigualdad economía digital se sostiene sobre tres pilares. El primero consiste en la reducción de los costes de producción y distribución de los servicios digitales. No hay barreras artificiales a una buena aplicación móvil. Los mercados de información, comunicación, servicios y entretenimiento tienden a ser globales. Existe el riesgo de fuga de cerebros, como también la oportunidad de crear en tu localidad y exportar al mercado global, captar inversiones internacionales o participar como socio local en redes ya consolidadas. El siguiente puntal se cimenta sobre el efecto multiplicador del capital social. Las redes sociales y los nuevos medios conectan a los innovadores, a los emprendedores, los activistas, los individuos con ganas de mejorar y a todos aquellos que pueden aportar su semilla para acabar con la desigualdad. El secreto de los hubs, de Silicon Valley a los coworking del Kreuzberg berlinés, es la acumulación de capital humano. El tercer elemento es la alfabetización digital. La facilidad de los procesos digitales ha promovido la adopción de ingentes herramientas centradas en las redes. No es tanto la idea de nativo digital como la simplificación del proceso. Basta un correo electrónico y un móvil para adentrarse en las redes, que tienden de modo creciente a ser inalámbricas. Esta condición aminora los costes de las infraestructuras y mejora la oportunidad de acceso JULIO / AGOSTO 2016
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de las zonas rurales a los recursos educativos concentrados en áreas urbanas. Una visita virtual al Museo del Prado, una videoconferencia de un profesor que está en otro punto del planeta, una serie tutorial difundida en Youtube o la simple redacción de un blog son ejemplos reales del cambio. La economía digital no está exenta de críticas. La economía política de Evgeny Morozov, Jaron Lanier, Byung-Chul Han y la ficción de Dave Eggers tienen sus seguidores. No obstante, son también interesantes los trabajos de James Bessen sobre los denominados “anti-inovadores”, que pelean por limitar la competencia en los mercados digitales y mantener la desigualdad de acceso a través de la presión regulatoria, así como la investigación de Mariana Mazzucato acerca de la relación entre inversión en ciencia básica, los mercados y las tecnologías. Sin investigación en matemáticas, físicas, químicas y otras ciencias puras, las ingenierías no podrían desarrollar sus inventos comerciales. Es una fuente real de desigualdad en la medida en que los países que no puedan mantener la inversión dependerán de terceros.
Poder digital, actividad política y desigualdad El crecimiento económico y la adquisición de competencias digitales transforman la esfera política. El capital social se integra y se promueven alternativas democráticas de organización social. Frente a agoreros y luditas, las tecnologías permiten enriquecer las relaciones y encontrar puntos de apoyo para la mejora de la comunidad y la vida cívica. No requiere mucho esfuerzo, sino que basta con donar una hora de tu vida digital a escribir contenidos en Wikipedia, a redactar posts sobre cómo resolver un problema con tu sistema operativo o a organizar campañas de recogida de firmas que provoquen un cambio en la vida pública. La política real presenta numerosas aristas irregulares. La desilusión de las primaveras árabes es un hecho incontestable, pero no es menos cierto que la conectividad, las redes y el tejido plantea ahora una posibilidad de cambio. La “tecnoutopía” pensó que sería una revolución rápida, limpia y sin víctimas. No es el juicio de la historia. Más acertado parece el criterio de Moisés Naim, quien explica que en la era digital el poder se ha vuelto poroso: “es más fácil de obtener, más difícil de utilizar y más fácil de perder”. Taylor Owen habla de resiliencia, de la capacidad o la insolvencia de las instituciones políticas convencionales para adaptarse a los profundos cambios y los desafíos digitales. Ahí aparece el activismo político digital, que está llamado a participar en las rutinas de la política democrática. En España, en India, en Brasil, en 92
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Italia, en Grecia, en Reino Unido o en Estados Unidos, los movimientos sociales han capitalizado el descontento a través de campañas en redes sociales y han convertido sus propuestas en partidos, candidatos y representantes. Estas formaciones conforman una suerte de start-up politics : son ágiles y tienen reflejos ante los cambios en la demanda de los votantes. Su estructura laxa les dota de flexibilidad. Sin una mochila de comités, el carisma y el liderazgo individual se refuerzan. La falta de experiencia es una ventaja porque les permite presentarse como ajenos al mundo profesional de la política. Tienen un rápido El control de la crecimiento (número de votos), pero carecen de un modelo de privacidad, el borrado negocio (organización interna, de la ‘huella digital’ procedimientos). Algunas de estas iniciativas desparecerán antes de o el derecho al olvido ejercer el poder parlamentario, pero otras como Syriza ya dirigen son valores cada vez el gobierno. En las ciudades, el menos seguros cambio es más perceptible. Manuela Carmena, Bill de Blasio, Antanas Mockus, Anne Hidalgo, Sadiq Khan o Virginia Raggi conforman esta estirpe de alcaldes de nuevo cuño, cuyo carisma supera los límites de la política al uso. La desigualdad procede de esta incapacidad de utilizar los resortes de la política convencional para crear políticas públicas diferentes. La queja, la denuncia, requiere menos esfuerzo y capital que la actividad política diaria. Asimismo, las redes sociales son buenas palancas de innovación en la práctica y en la propaganda política, pero no financian las campañas. En relaciones internacionales, la desigualdad presenta dos reproches. Por un lado, el auge del big data es un hecho basado en la digitalización de nuestras vidas. Nuestra cuenta de correo y nuestro móvil son más personales que los zapatos que calzamos. De hecho, nuestro comportamiento es único en el mundo, pero el agregado es un producto de compra y venta en los mercados digitales. El riesgo se concreta en la tiranía de los algoritmos, que reducen la capacidad de pensamiento crítico frente a la comodidad de repetir y prever los patrones de comportamiento, consumo y utilización de recursos. Aplicado al ámbito específico de la política exterior, se reduciría en la obsesión por las grandes cifras y la ausencia de pensamiento crítico. En palabras de Milo Jones, esta obsesión podría explicar el recu JULIO / AGOSTO 2016
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rrente síndrome de Casandra de las agencias de información, espionaje e inteligencia. Por otro lado, la transparencia es asimétrica. Los Estados y los sistemas democráticos han articulado mecanismos para la rendición de cuentas, el combate de la corrupción y las malas prácticas. Está en nuestra condición liberal. Pero estas ideas son ajenas a los modos y los usos de las organizaciones criminales, los negocios ilícitos y los países no democráticos. Es un riesgo real que deriva en una fuente de desigualdad. Es sensato pensar que las democracias negocian, actúan y rinden cuentas en desigualdad de condiciones. Por último, existe un riesgo para el ejercicio de la ciudadanía en la era digital. El control de la privacidad, el borrado de la huella digital o el derecho al olvido son valores cada vez menos seguros. La cesión de los datos a las tecnológicas es también asimétrico y puede resultar en un negocio lucrativo. En el ámbito concreto de la medicina, los comités de bioética ya han denunciado el uso ilícito de datos presuntamente privados y agregados. Los ciudadanos que no puedan o sepan delimitar sus espacios privados serán mercancía en forma de datos. Y, aun así, la ausencia de puertos seguros o de estándares comerciales de privacidad puede incrementar la desigualdad. La libertad de expresión es el termómetro de las libertades públicas. En mitad de un crisis sistémica, numerosas empresas periodísticas han logrado crear proyectos sostenibles con historias de interés público e impacto en la vida comunitaria. Los casos de éxito son muchos: Efecto Cocuyo, La Silla Vacía, ProPublica, Eldiario.es, Animal Político, Poderopedia, Ojo Público o Chequeado son proyectos consolidados. Los riesgos aquí son de dos naturalezas. En primer lugar, se apunta la desaparición de numerosas cabeceras convencionales y especializadas. En tiempos de escasez, la publicidad se dirige a propuestas seguras y reduce la diversidad mediática. El segundo es la presumible incapacidad de estos nuevos medios de afrontar coberturas complejas que requieran una fuerte inversión en recursos técnicos y profesionales. En la era digital, la desigualdad no es un asunto menor que pueda resolverse con decisiones políticas tomadas en los centros de poder convencional. Es la tecnología la que podrá transformar la vida individual de las personas que, en las ciudades, podrán crear nuevos productos y servicios globales para la economía digital y, en las zonas rurales, podrán incorporarse a los circuitos y los mercados globales. La economía puede ser el motor de la transformación digital para política global y el desarrollo. Es el momento.
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Turquía y la Unión Europea: ¿quién necesita qué? Eduard Soler i Lecha
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ras más de 50 años llamando a las puertas de Europa, Turquía se frota las manos al ver que los europeos llaman a la suya. En marzo de 2016 se escenificó un acercamiento que pivota sobre la colaboración turca en materia de refugiados y control fronterizo a cambio de apoyo financiero (hasta 6.000 millones de euros), de acelerar los plazos para eximir de visados a los ciudadanos turcos y de revitalizar las negociaciones de adhesión. Sin embargo, a medida que pasan los meses es cada vez más evidente que este acercamiento se ha construido sobre unas bases muy frágiles y que lo acordado en marzo podría quedar en papel mojado. ¿Podría Turquía alejarse de la Unión Europea con la misma rapidez con la que se produjo el acercamiento? Las primeras declaraciones del recién nombrado ministro para la UE, Ömer Çelik, recordando a sus socios europeos que Turquía tiene otras opciones, o las de Yigit Bulut, asesor del presidente, amenazando con suspender todos sus acuerdos con la Unión, son sintomáticas del cambio en el estado de ánimo en apenas dos meses. Para entender qué ha llevado a ambas partes a acercarse y si podrían alejarse de nuevo es imprescindible comprender qué es lo que busca la UE de su colabo-
Eduard Soler i Lecha es coordinador de investigación de Cidob. 96
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La crisis de refugiados, la debilidad de los europeos y la actitud desafiante del presidente Recep Tayyip Erdogan han cambiado las reglas del juego en las siempre difíciles relaciones entre la UE y Turquía. Es una negociación más simétrica y volátil, donde prima el corto plazo.
ración con Ankara y viceversa, cómo han cambiado las dinámicas de la negociación y qué elementos podrían, a corto plazo, provocar una crisis.
¿Por qué la UE necesita a Turquía? Hasta hace un año la respuesta a esta pregunta habría consistido en una larga enumeración de asuntos como las conexiones energéticas, el hecho de compartir vecinos inestables, el papel clave de Turquía en la OTAN o el dinamismo de las relaciones comerciales. Hoy la respuesta es más simple. La visión dominante en las instituciones y gobiernos de la UE es que la colaboración de Turquía es imprescindible para gestionar la crisis de refugiados o, lo que es lo mismo, para frenar su llegada a territorio europeo. Todo lo demás es secundario. La colaboración en cuestiones migratorias siempre ha estado encima de la mesa pero nunca había adquirido un papel tan central. Esto ha sucedido porque en 2015 hubo un aumento exponencial del número de llegadas a través de Turquía. Del más de un millón de “entradas irregulares” en 2015, un 80% se produjeron por el mar Egeo y el cambio de rutas fue muy rápido. Para hacernos una idea solo hace falta comparar los datos de enero (5.500 llegadas a Grecia) y los de octubre (221.000) de ese año. Además, que en Turquía hubiera millones de refugiados hacía presagiar que, sin colaboración turca, las cifras seguirían aumentando. JULIO / AGOSTO 2016
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Pero tan o más importante que los números ha sido el impacto político que ha tenido esta crisis. El debate sobre qué hacer ante esta situación se ha convertido en un tema central en el discurso político de muchos países y sus efectos ya se han dejado sentir. Ejemplo de ello son las elecciones presidenciales celebradas en mayo en Austria, en las cuales el candidato ultraderechista se quedó a las puertas de la primera jefatura del país, el auge del partido euroescéptico Alternativa para Alemania en las elecciones regionales alemanas de marzo de 2016 o las constantes referencias a los refugiados y migrantes como “invasión musulmana” en campañas electorales en Europa central y oriental. No solo ha afectado a la política interna de algunos países europeos sino también a la sostenibilidad del propio proyecto de integración europea. Justo antes de firmar el acuerdo de marzo fue generalizándose un sentimiento de urgencia y pánico perfectamente expresado por el primer ministro holandés, Mark Rutte, en el Foro Mundial de Davos, cuando alertó que uno de los principios fundamentales de la UE (en referencia a la libre circulación) podría desmoronarse si no se controlaba la situación en las siguientes seis o siete semanas. El comisario Dimitris Avramopoulos se expresó en términos parecidos al afirmar que “si en los próximos 10 días no hay resultados tangibles sobre el terreno, todo el sistema podría colapsar”. En la prensa era normal leer titulares alertando que Schengen había muerto o estaba a punto de hacerlo. Cada día se anunciaba el restablecimiento de controles fronterizos o la construcción de alguna valla. Solo faltaba el cierre de la frontera entre Grecia y Macedonia, dejando decenas de miles de personas atrapadas, y la previsión de que, a medida que se acercase el verano la situación se haría insostenible. El nivel de dramatismo sobre el riesgo de desintegración en Europa superó incluso los días en los que se especulaba sobre la salida de Grecia de la zona euro. Los europeos fueron tan transparentes en su desesperación que reforzaron la posición negociadora de Turquía. Ankara sabía que sus socios europeos no podían permitirse salir de la reunión sin un acuerdo debajo del brazo. Así pues, hay que entender el acercamiento escenificado en marzo de 2016 como una respuesta de urgencia a un fenómeno que en muchos círculos se presentaba como una amenaza a la supervivencia política de algunos gobiernos o del propio proyecto de integración europea. Probablemente, en las instituciones europeas y en las capitales se fuera consciente de que la colaboración turca, siendo necesaria, no sería suficiente para afrontar la crisis de refugiados a largo plazo. También sabían que la implementación del acuerdo 98
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El presidente Erdogan reunido con una delegación de la UE encabezada por la alta representante, Federica Mogherini (Ankara, 25 de enero de 2016). CONSEJO EUROPEO
generaría muchas dudas, tanto en su legalidad como en su efectividad. No obstante, la principal ventaja del acuerdo es que les permitía ganar tiempo.
¿Por qué Turquía necesita a la UE? A lo largo de los últimos meses Turquía también ha necesitado la colaboración europea, pero no hay duda de que ha disimulado mejor sus urgencias. La vinculación con la UE le permite, en primer lugar, alejar el fantasma del aislamiento internacional. Cinco años después de la primavera árabe, la situación no podría ser más inquietante para el país. Se han frustrado sus expectativas de convertirse en un líder y referente regional y la evolución de la guerra en Siria ha reforzado a dos de sus enemigos, Bachar el Asad y los kurdos del PYD (Partido de la Unión Democrática), que han ido ganando posiciones en el terreno político y militar. Siria también ha provocado una crisis de confianza entre Turquía y sus aliados occidentales. Estos sospechan que Ankara podría haber hecho más para frenar a Estado Islámico mientras que Turquía está indignada por el apoyo que Estados Unidos y varios países europeos han brindado al PYD, calificado como la franquicia siria del PKK (el Partido de los Trabajadores del JULIO / AGOSTO 2016
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Kurdistán). Y Siria también es el escenario en el que se ha producido el enfrentamiento con Rusia. Tras el derribo en noviembre de 2015 de un cazabombardero ruso que había entrado durante 17 segundos en espacio aéreo turco, el Kremlin respondió con sanciones en materia de turismo, visados y comercio y, de forma más discreta, apoyando a distintos grupos kurdos. Por último, el juego de alianzas en Oriente Próximo, que pivota cada vez sobre la rivalidad entre Arabia Saudí e Irán, genera una situación incómoda para Turquía. A priori forma parte del bloque suní y eso le redime del enfrentamiento pasado con Riad Una cosa son las por haber apoyado a los Hermanos Musulmanes. Pero necesidades de Turquía Ankara no tiene interés en entrar y otra las de su en conflicto con Irán, un país vecino con el que le unen múltipresidente: Erdogan ples lazos comerciales y energéticos. En suma, en un contexto busca el silencio y la en que se han multiplicado los complicidad de la UE riesgos y los aliados de ayer pueden ser los enemigos de mañana, el resguardo que ofrece el paraguas europeo y transatlántico ha ido ganando atractivo para Turquía. De los europeos también se busca complicidad y colaboración para hacer frente al creciente nivel de violencia dentro del país. Turquía tiene dos frentes abiertos. Según las autoridades turcas, se han convertido en objetivo de la organización Estado Islámico, a la que atribuyen ataques terroristas en Suruç, Ankara y Estambul. Proyectiles lanzados desde territorio controlado por este grupo también están haciendo la vida imposible en algunas localidades del sur del país como Kilis. Tan o más importante es el enfrentamiento entre el PKK y las fuerzas de seguridad del Estado, tras la ruptura del proceso de paz iniciado en 2012. La violencia se ha trasladado de las montañas a las ciudades y diversas localidades turcas del sureste están sometidas a toques de queda desde hace meses. Algunos estiman que 200.000 personas habrían abandonado sus hogares huyendo de la violencia. Turquía espera de sus socios europeos más colaboración en la lucha terrorista, sobre todo en relación al apoyo logístico, financiero o político que grupos vinculados al PKK tienen en varios países de la UE. También hay factores de índole económica. Turquía había experimentado un fuerte crecimiento en los últimos 15 años y se hablaba incluso de milagro 100
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económico. Con todo, como quien espera un terremoto, en Turquía sigue siendo habitual discutir cuándo o en qué circunstancias podría volver a estallar una crisis, ya que la de 2000 sigue viva en el recuerdo colectivo. La inestabilidad de los vecinos y el clima de violencia no ayudan. Tampoco lo hace la situación de la economía global (freno de las economías emergentes, crecimiento lento en Europa y EEUU, posible subida de tipos de interés de la Reserva Federal) en la medida que amplifica otras vulnerabilidades de la economía turca: su exposición a choques especulativos en los mercados financieros, la presión demográfica sobre el mercado de trabajo, una inflación que se sitúa sobre el 8% y las fuertes desigualdades territoriales. Por todo ello, sería razonable pensar que en el acercamiento de Turquía a la UE también puede haber una voluntad de vincularse al núcleo duro de los países desarrollados (no en vano es miembro de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos desde 1961) en vez de ser encasillada como otra economía emergente en dificultades. A estos tres elementos hay que añadir un cuarto algo más controvertido. Si en vez de preguntarnos qué necesita Turquía nos preguntamos qué necesita el presidente, Recep Tayyip Erdogan, entonces el objetivo principal pasa a ser el de silenciar las críticas hacia la forma en que él y su gobierno están gestionando el altísimo nivel de crispación y la polarización política en el país. Erdogan y su entorno tienen dos obsesiones: que hay una conspiración de dimensiones globales contra él y que tiene que conseguir, como sea, imponer un sistema presidencialista para que nadie cuestione ni su autoridad ni su poder ejecutivo. Aquí no se busca tanto la complicidad de la UE como su silencio.
¿Qué ha cambiado? No solo han cambiado las necesidades y la percepción de las mismas sino que con ellas se han alterado las dinámicas negociadoras. Un repaso a la evolución de los últimos 15 años permite constatar dos cosas: que Turquía ha ido tomando una actitud más desafiante y que tanto el gobierno turco como sus homólogos europeos han intentado evitar un escenario de crisis. Es oportuno comparar la situación actual con la última ocasión en que hubo un acercamiento. Fue durante el periodo 1999-2005 y en aquel entonces Ankara seguía presentando su apuesta europea como un instrumento para afianzar el proceso de democratización y de desarrollo económico y como el corolario de un proceso de occidentalización y europeiza JULIO / AGOSTO 2016
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ción de largo recorrido. La UE, por su parte, se jugaba su credibilidad. Negar la “elegibilidad” de Turquía, sobre la base de criterios culturales como propugnaba una parte de la derecha europea, hubiera puesto en tela de juicio la palabra dada en el pasado y habría asimilado la construcción europea a un club cristiano. Algo que se quería desmentir en el contexto posterior a los atentados del 11 de septiembre de 2001, en el que, día sí día también, se alertaba sobre el riesgo de un eventual choque de civilizaciones. A todo ello hay que sumar aquellos sectores que veían el proceso de adhesión como una apuesta estratéHoy se cuestiona si gica. Desde este prisma, ofrecer de una adhesión siguen siendo válidas las laibaperspectiva a apuntalar la incipiente premisas que llevaron reconciliación greco-turca, acercaría posiciones sobre Chipre y a Turquía a solicitar la facilitaría la colaboración entre la UE y la OTAN en materia de seguadhesión a la UE ridad y defensa. También es útil comparar la situación actual con un pasado más reciente. Hace solo cinco años, en 2011, Europa ya estaba sumida en una crisis de múltiples dimensiones y Turquía se veía como un actor ascendente. Un crecimiento económico sostenido, unas alianzas internaciones diversificadas y la intensificación de las relaciones comerciales con los vecinos de Oriente Próximo y el antiguo espacio soviético habían relativizado la importancia dada a la perspectiva europea. Eran tiempos en los que Erdogan amenazaba con pedir la incorporación a la Organización de Cooperación de Shanghái si los europeos seguían rechazándole. Esta actitud desafiante contaba con un cierto apoyo social en la medida que la perspectiva europea había perdido popularidad en amplios sectores de la sociedad. En parte por la acumulación de frustraciones y en parte también porque muchos turcos decían sentirse aliviados por no ser miembros de la UE, sobre todo al comprobar que sus vecinos griegos estaban en bancarrota y cuán ineficaz estaba siendo la respuesta europea a la crisis. Lo interesante es que a pesar de que las negociaciones no avanzaban o lo hacían muy lentamente y de que el ímpetu reformista en Turquía se había desacelerado, ninguna de las partes tenía interés en romper unilateralmente las negociaciones de adhesión. Por parte europea habría supuesto tener que lidiar con una crisis adicional en un momento en que los líderes europeos tenían ya suficientes problemas encima de la mesa. Por parte turca, también 102
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era un riesgo innecesario en la medida que podía deteriorar la imagen internacional del país (sobre todo hacia inversores extranjeros) y dar alas a una parte de la oposición que habría acusado al AKP de estar islamizando su política exterior. Lo que ahora está en duda es si estas premisas siguen siendo válidas.
¿Qué podría alejarlos? Al menos cuatro factores o la coincidencia de varios de ellos podrían crear condiciones propicias para que, a corto plazo, estallara una nueva crisis entre Turquía y la UE. El principal es el incumplimiento del acuerdo alcanzado en marzo, pero también hay que tener en cuenta otros tres elementos: el cambio de interlocutores en Turquía, el deterioro de la situación política en este país o eventuales modificaciones en el entorno internacional que aumentasen la autonomía de Turquía o rebajasen los riesgos de la ruptura. La sostenibilidad del acuerdo al que se llegó en marzo se basa en dos supuestos. El primero es que disminuya sustancialmente el número de personas que llegan por vía irregular a Grecia o, en su defecto, Turquía ha de readmitirlos de forma ágil. Hasta ahora se cumple este requisito, ya que según las cifras de abril y mayo, los dos primeros meses tras la entrada en vigor del acuerdo, se produjo una caída drástica de llegadas, cercana al 90%. No obstante, una decisión judicial que invalidara los términos del acuerdo, un cambio en la dinámica de colaboración o que ambas partes fueran incapaces de gestionar una intensificación de los flujos, pondría el acuerdo en entredicho. El otro supuesto es que la UE cumpla con lo acordado y exima de visados a los ciudadanos turcos. La oferta europea está condicionada a que Turquía cumpla todos y cada uno de los requisitos que forman parte de la hoja de ruta firmada en 2013. El punto más controvertido es el que alude a la reforma de la legislación antiterrorista, ya que el propio Erdogan ha afirmado que de hacerlo sería para endurecerla todavía más. Personas cercanas al presidente, como el diputado Burhan Kuzu, han llegado a amenazar con “mandar a los refugiados de vuelta” si la UE no movía ficha. Si en los próximos meses no hay avances en materia de visados y si, como represalia, Turquía relaja el control de sus fronteras, se habrán puesto los ingredientes para una crisis de consecuencias imprevisibles. Siendo la cuestión de los refugiados el factor principal, no hay que descartar otros elementos que, combinados, aumentan la probabilidad de una crisis. Uno de ellos es el cambio de interlocutores. Para bien o para mal, JULIO / AGOSTO 2016
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el dimitido primer ministro, Ahmet Davutoglu se había ganado la confianza de sus homólogos europeos. Y lo habían hecho, mostrando un talante menos agresivo que el del presidente Erdogan y mostrando empatía hacia las necesidades europeas. En mayo Davutoglu se vio obligado a dimitir tras la publicación en un blog anónimo de un post que le acusaba de conspirar contra el presidente, en parte a través de sus socios europeos y singularmente de Alemania. Un cambio de interlocutores en un momento tan delicado, y sobre todo la forma tan controvertida con que se ha producido, podría provocar una crisis de confianza Aunque las necesidades y, en todo caso, ha añadido un factor de riesgo inesperado. de Ankara y Bruselas También influirá la situación son mutuas, las de la UE política en Turquía. La tensión es cada vez mayor y tanto el son más urgentes conflicto entre el PKK y las fuerzas de seguridad como los planes de Erdogan de avanzar hacia un sistema presidencialista, van a continuar crispando los ánimos y polarizando la sociedad. En 2013, después de las manifestaciones de Gezi, el Parlamento Europeo y algunos gobiernos criticaron la forma en que el gobierno turco gestionó esta crisis. Precisamente porque la crisis de refugiados ha aumentado los costes de un enfrentamiento con Turquía, se ha mantenido un perfil más bajo en relación con la decisión del Parlamento de quitar la inmunidad a los diputados, algo que deja en una situación vulnerable a los miembros del prokurdo HDP o respecto al hostigamiento hacia académicos y periodistas críticos. Con todo, es difícil prever qué podría hacer traspasar los límites o si estos van a ser lo suficientemente elásticos. Finalmente, no hay que descartar que cambios en el escenario internacional puedan alterar las coordenadas que han conducido hacia el acercamiento entre Turquía y la UE. Cualquier elemento que hiciera pensar a Turquía que ha desaparecido o se ha reducido de forma significativa el riesgo de aislamiento, aumentaría las posibilidades de un enfrentamiento con la UE. La evolución del conflicto en Siria y las relaciones con Rusia y EEUU son los tres elementos que merecen una especial atención. Lo que suceda en estos tres frentes depende poco de lo que haga Turquía, pero no es menos cierto que la sustitución de Davutoglu puede ser la excusa para modificar, aunque sea parcial y progresivamente, algunas de las directrices en materia de política exterior. 104
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EDUARD SOLER I LECHA
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Nuevo juego, nuevas reglas Tres elementos han cambiado las reglas del juego en las siempre controvertidas relaciones entre la UE y Turquía: la irrupción de la crisis de refugiados, la manifiesta debilidad de la UE para resolver problemas estructurales y la actitud desafiante de Erdogan. Aunque las necesidades son mutuas, las de la UE son más urgentes. La forma en que se negoció el acuerdo de marzo lo ilustra perfectamente. La situación no tiene precedentes. Por primera vez hay gobiernos europeos que pueden pensar que su reelección depende, en parte, del grado de colaboración de Ankara en materia migratoria. Y por primera vez también una actitud poco constructiva por parte turca podría aumentar los riesgos de desintegración en Europa. Todo ello configura unas dinámicas de negociación más simétricas pero también más volátiles. Es un juego radicalmente distinto al de la ampliación tradicional. En él las apuestas son mayores y las ganancias o las pérdidas se piensan en el corto plazo y en clave interna. Precisamente porque el juego es nuevo, cuesta intuir hacia dónde vamos. Lo que sí sabemos es que hay que abrocharse bien los cinturones no fuera que uno de los jugadores decidiera dar un volantazo.
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Brasil, una nación quebrada por dos crisis Juan Vicente Bachiller
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ntre 2003 y 2013 Brasil atravesó un periodo de crecimiento económico sostenido y redistribución de renta en el que una coyuntura favorable y un conjunto de políticas exitosas propiciaron que aproximadamente 22 millones de personas abandonasen la pobreza y pasasen a formar una incipiente clase media. La llamada “década inclusiva” vino a dotar de contenido sustantivo a la democracia brasileña, coronando así dos décadas y media en las que se sucedieron con éxito, primero, la consolidación del régimen político y, después, las reformas para dotar de estabilidad y de eficacia a sus instituciones. Este largo periodo de avances políticos, económicos y sociales acabó abruptamente con la doble crisis económica y política que desde 2014 asola el país. Si bien el sistema democrático no se encuentra en peligro y es posible que buena parte de los logros económicos y sociales de las últimas décadas resistan a la coyuntura negativa, sí es cierto que se ha quebrado la perspectiva de que la nación, aunque lentamente, caminaba por una senda de progreso. De esta forma, en la actualidad el descontento con la situación que atraviesa el país se ha convertido en una crisis de desconfianza generalizada en las instituciones.
Juan Vicente Bachiller es profesor en la Universidade Federal Fluminense (Brasil) y miembro de Flacso-España. 106
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La sucesión de hechos económicos, sociales y políticos que ha desemboc de sembocado ado en el e l ‘impeac ‘impeachment’ hment’ de Dilma Rousseff sirve sir ve de guía de las reformas reformas que necesita la democracia brasileña. br asileña. La más urgente ur gente es la del sistema electoral y de par tidos, seguidas por la reforma fiscal.
Según datos reciente de Latinobarómetro, una abrumadora mayoría de los brasileños desaprueba los servicios públicos básicos; por citar los más representativos, un 78% de los ciudadanos está insatisfecho con la salud pública, un 74% con la policía y un 69% con la educación. El descontento generalizado y los recientes escándalos políticos han hecho que aproximadamente un 35% de la población considere que la corrupción o la política son el principal problema del país. Asimismo, un 87,5% manifiesta no tener confianza en los partidos políticos, un 79,8% en el gobierno, un 76,8% en el Parlamento, un 71,8% en el propio Estado, y un 63,9% en la justicia.
Del descontento a la antipolítica y el nacionalismo A este estado de cosas se ha llegado tras una escalada de acontecimientos relacionados con la mencionada doble crisis económica y política que ha culminado con la caída del gobierno de Dilma Rousseff mediante un proceso impeachment eachment de dudosa legitimidad, sin que la solución de un gobierno de imp interino parezca ser suficiente para hacer frente a los problemas que acucian al país. El primero de estos episodios aconteció en junio de 2013, cuando multitudinarias manifestaciones tomaron las calles del país para demandar mejores servicios públicos y reformas en el sistema político. Esas manifestaciones tuvieron un carácter espontáneo y fueron ajenas a actores JULIO / AGOSTO AGOSTO 2016
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BRASIL, UNA NACIÓN NACIÓN QUEBRADA POR DOS CRISIS
colectivos como partidos políticos o sindicatos. No deja de llamar la atención el hecho de que en marzo de 2013 el gobierno Rousseff contara con un índice récord de popularidad de un 79%, según la agencia especializada Ibope. Asimismo, todavía predominaba la percepción de que el país estaba dentro de una trayectoria virtuosa, y solo un 10% de la población consideraba que su situación económica personal era mala o muy mala según Latinobarómetro. Sin embargo, comenzaba a hacerse latente el hastío generalizado de una ciudadanía que estimaba que su bienestar había sido alcanzado individualmente, sin que fuera acompañado por una mejora en los servicios públicos y en las instituciones que deberían proveerlos. El ciclo de protestas, en parte por su carácter espontáneo y desorganizado, y en parte por las dificultades de los sectores populares emergentes para canalizar sus demandas de forma independiente de las clases medias tradicionales más conservadoras, pronto degeneró en una cacofonía de propuestas antipolíticas y de un nacionalismo exacerbado. Este clima se prolongaría durante toda la campaña presidencial de 2014, en medio de una situación de crispación inusitada. En ellas fueron confrontados confrontados el modelo presentado presentado por Rousseff y el Partido de los Trabajadores (PT), favorable a continuar con las políticas inclusivas implementadas durante la década previa, y el del candidato del Partido de la Social Democracia Brasileña (PSDB), Aécio Neves, partidario de un modelo neoliberal que disminuyese la acción redistributiva del Estado. Aprovechá Apro vechándose ndose de que la victo victoria ria fue extre extremada madamente mente apre apretada, tada, Neves y sus partidarios no aceptaron el resultado de las urnas e iniciaron dos frentes en contra de la presidenta reelecta. El primero de ellos fue a través de manifestaciones que se pretendían continuadoras del movimiento popular de 2013, y el segundo a través del Tribunal Electoral intentando anular las elecciones y mediante la petición de un proceso de juicio político.
Golpe al sistema democrático… La irresponsable escalada de la estrategia de crispación por parte de la oposición fue solo el primero de los desencadenantes del agravamiento de la crisis política que acabaría generando el final anticipado del mandato de Rousseff en abril de 2016. A la tremenda pérdida de popularidad de la presidenta –que alentó a la oposición a ejecutar la estrategia finalmente victoriosa de apartarla impea eachment chment– cont de su cargo mediante el imp contribu ribuyó yó en no menor menor medid medidaa el alejamiento del gobierno de Rousseff de sus bases. En concreto, el tremendo rechazo popular con el que tuvo que lidiar la presidenta en el corto periodo de 108
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Rousseff frente a su entonces vicepresidente, Michel Temer (Brasilia, 16 de diciembre de 2015).
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tiempo que duró su segundo mandato es la consecuencia de haber defraudado a sus votantes al implantar, desde el mismo momento de su toma de posesión, un ajuste fiscal profusamente negado durante la campaña electoral. Para complicar aún más el cuadro de inestabilidad política, en 2014 estalló el escándalo de la denominada Operación Lava Jato, la mayor investigación por corrupción de la historia de Brasil, y que a grandes rasgos consiste en que las principales empresas contratistas del país actuaban como cártel, consiguiendo contratos inflados con la petrolera pública Petrobras. Para conseguirlo, estas empresas sobornaban a altos ejecutivos de la estatal, que eran nombrados de entre los partidos que conforman la base aliada del gobierno. Si bien en un principio los sectores de la oposición intentaron responsabilizar al PT, con el transcurrir de las investigaciones se ha demostrado que se trata de un problema estructural del Estado y del sistema político brasileño, convertido en una práctica habitual de financiación de partidos y de enriquecimiento personal ilícito desde hace por lo menos dos décadas.
…y también a la economía Dejando de lado el estallido del escándalo Lava Jato, que tiene un origen y un discurrir independientes, actuando como un factor que complica todavía JULIO / AGOSTO 2016
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más la situación dentro de esta tormenta perfecta, la crisis política en Brasil tiene causas económicas, concretamente la desaceleración del crecimiento, convertida en recesión a partir de 2015. En este año, el PIB, que llevaba desde 2011 dando muestras de un débil crecimiento, se contrajo un 3,5%, con la casi absoluta certeza de que la caída será de similares magnitudes en 2016, y que en las proyecciones más optimistas se espera que tan solo se comience a atisbar una débil recuperación en 2018. Por tanto, no se puede entender esta crisis sin tener en cuenta la adversa coyuntura por la que atraviesan Las bases sobre las que las economías exportadoras de primas latinoamerise asentaba el supuesto materias canas, gravemente afectadas por modelo de éxito de la la caída constante de sus precios internacionales desde 2010. democracia brasileña Además, la situación se complica todavía más por la debilidad del eran más débiles de crecimiento económico mundial lo que aparentaban y por el aumento de los tipos de interés internacionales determinados por el alza del dólar. Sin embargo, para comprender por qué en Brasil la deceleración ha tomado magnitud de abierta recesión, hay que considerar que la situación fue agravada por una serie de decisiones equivocadas de política económica durante el gobierno de Rousseff. En concreto, los subsidios y renuncias fiscales beneficiando a grandes empresas, emprendidos de forma indiscriminada desde 2011 como suerte de política anticíclica, acabaron comprometiendo el objetivo de superávit primario y forzaron la necesidad de un ajuste fiscal que acabó convirtiendo el frenazo en el crecimiento en la mayor caída desde 1990. Bajo estas circunstancias, la popularidad del gobierno Rousseff fue despeñándose, perdiendo la mayoría de su apoyo social y parlamentario, llegando a una situación tal de debilidad y parálisis decisoria que facilitó la maniobra final del impeachment. Teniendo en cuenta todo lo expuesto, es difícil negar que el gobierno necesita volver a controlar el déficit público, como reforma más urgente, aun considerando que el ajuste fiscal por sí solo será insuficiente para sacar al país de la crisis. La duda está en si este será realizado repartiendo sus costes equitativamente entre todos los sectores de la sociedad o si se ejecutará exclusivamente por la vía de la reducción de gastos y sin aumentar la recaudación fiscal, afectando así a las principales políticas sociales. 110
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JUAN VICENTE BACHILLER
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Asimismo, otra duda está en las capacidades de un gobierno surgido no de una elección sino de una turbia maniobra política, e ilegítimo por tanto para una considerable proporción de la sociedad brasileña, para soportar la presión social que las medidas más impopulares generarán. Además, si la base sindical y popular sobre las que se sustentaba el gobierno de centroizquierda de Rousseff dificultaban su implantación, también el actual presidente, Michel Temer, cuyo Partido del Movimiento Democrático Brasileño (PMDB) es el que cuenta con más gobernadores de los Estados más endeudados, tendrá que enfrentarse a bastantes resistencias internas a la hora de aplicar dicho ajuste. La reforma más urgente, en cualquier caso, no es ni mucho menos la más importante, habida cuenta que la doble crisis ha mostrado con total crudeza que las bases sobre las que se asentaba el supuesto modelo de éxito de la democracia brasileña eran bastante más débiles de lo que aparentaban. En primer lugar, porque las instituciones políticas se han mostrado incapaces de frenar el comportamiento irresponsable de determinados actores, que han traspasado los límites impuestos por las reglas de juego de la Constitución, con nefastas consecuencias de deterioro del régimen. La estrategia de usar el recurso del impeachme nt como forma ad hoc de deponer a un presidente debilitado es una perversión de este recurso, y ha supuesto un deterioro de la relación ejecutivo-legislativo, afectando también en medio del proceso a la imparcialidad del poder judicial.
Reformas que no pueden esperar A este respecto, Brasil, como el resto de países que adoptan la forma de gobierno presidencialista, debería replantearse cómo afrontar sus crisis de gobierno sin que la salida de una situación de parálisis decisoria provocada por un ejecutivo debilitado acabe necesariamente en un juicio político al presidente. Además, la reforma política más importante que debería acometerse es la del sistema electoral y partidario, para evitar tanto el multipartidismo extremo –en la actualidad 28 partidos se encuentran representados en el Congreso– como las costosas campañas electorales financiadas por empresas. Esta reforma es necesaria para reducir por una parte los problemas de gobernabilidad que obligan al poder ejecutivo a formar coaliciones de excesivo tamaño, heterogéneas y sin base programática. Por otra, es imprescindible para atajar el comportamiento rentista de los partidos políticos que aceptan unirse a la coalición gubernamental simplemente a JULIO / AGOSTO 2016
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cambio de extraer recursos de la maquinaria pública, como el caso de la corrupción dentro de Petrobras ha demostrado. Por lo que respecta a la economía, Brasil necesita ir hacia un modelo de crecimiento económico diferente, que no dependa tanto de la exportación de materias primas y del ahorro externo, implantando procesos productivos de mayor tecnología y valor agregado, y para ello se precisa una acción conjunta más fructífera entre sector público y privado. Sería por tanto necesario repensar la relación entre Estado y grandes empresarios, estos últimos demasiado acomodados a los subsidios públicos, sin mostrar un excesivo compromiso con las políticas de desarrollo productivo. Por último, y teniendo en cuenta que gran parte del malestar social y la desafección ciudadana derivan no solo del descontento con la actual situación política y económica, sino de la estructural carencia de servicios públicos adecuados a las crecientes necesidades ciudadanas, sería necesario caminar hacia un sistema de protección social más universalista. Durante la fase expansiva de la economía, la reducción de la pobreza y de la extrema desigualdad se llevó a cabo a través de políticas sociales de transferencia de renta, focalizadas en los sectores más pobres de la población. A pesar de su éxito, dichas políticas no son suficientes para paliar las graves carencias de salud, educación o servicios urbanos básicos. El gran problema es que no se puede sustentar una mejora de los servicios públicos sin antes reformar un sistema fiscal altamente ineficiente y regresivo. Como la pieza maestra de estos cambios estructurales es una profunda reforma política que consiga hacer más representativa y permeable a la democracia brasileña, y como esta depende de unas élites políticas inmovilistas, seleccionadas y acomodadas por las reglas del juego preexistentes, las perspectivas de mejora son escasas. Dichas élites todo lo fían a que en los próximos años entre un nuevo viento de cola que empuje la economía y todo ello haga olvidar el malestar social y político.
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Rusia en estado puro Pedro Sánchez Herráez
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l 31 de diciembre de 2015 se aprobó la nueva Estrategia de Seguridad Nacional de la Federación Rusa (ESNFR), documento de máximo nivel que define, de manera clara, la visión y posición del país en un aspecto tan vital como es la seguridad. La seguridad cuenta con unos componentes objetivos –control físico de las fronteras, capacidad de respuesta militar ante las amenazas, garantizar un umbral mínimo de estabilidad para la población, etcétera– pero presenta también un componente subjetivo significativo pues, al fin y al cabo, la seguridad, en un sentido y acepción amplia, es una percepción. Y ante esa sensación –o realidad– cada persona, líder del grupo o de la nación, si quiere ser dueño de su destino, adoptará las medidas necesarias para que esa realidad o percepción pase a ser favorable a sus necesidades, a sus deseos o, simplemente, responda a sus temores o fantasmas. Con razón o sin ella.
Rusia ha vuelto Desde la caída del muro de Berlín en 1989 –ese hito tan lejano geográfica y mentalmente para unos y tan próximo y vívido para otros– y la disolución de
Pedro Sánchez Herráez es teniente coronel del ejército y 114
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analista en el Instituto Español de Estudios Estratégicos (IEEE). JULIO / AGOSTO 2016
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La nueva Estrategia de Seguridad Nacional de la Federación Rusa es un reflejo de los temores históricos del país a ser destruido o aislado. Para evitarlo, debe hacer frente a las amenazas externas e internas, percibidas o reales. Hay que volver a la ‘madre Rusia’ y fortalecerla.
la Unión Soviética, esa Rusia que constituía el núcleo de la misma pasó una década aciaga en la que la antigua y orgullosa nación de los zares dejó de contar en la esfera internacional, mientras contemplaba como sus ejércitos y maquinaria bélica se oxidaban y se descomponían y, lo que era más grave, como en otras ocasiones en su historia, perdía su rumbo. Sin guía, Rusia era de nuevo saqueada y rota por sus adversarios, por sus enemigos, por todos aquellos que siempre la han temido y que anhelan acabar con ella. Si esto constituye un hecho o una percepción, ¿realmente hay diferencia? Vladimir Putin emerge en este entorno de debilidad, de revuelta, de caos, situación que tantos temores ha suscitado siempre en la psique rusa. Y Putin es el “nuevo zar”, el nuevo “padrecito” que tiene, como él mismo señala, una misión: “salvar a Rusia”. Es necesario –de nuevo, seguimos en el ámbito de realidades y/o percepciones– salvar a Rusia, evitar que sea destruida o aislada por sus enemigos, por los que no quieren que sea fuerte, por los que pretenden que quede enclavada en lo profundo de la estepa o en la fría taiga y que no pueda salir al exterior, al mar, al mundo; es necesario evitar que las amenazas interiores, los intereses particulares y egoístas de grupos y personas quiebren a Rusia; es necesario evitar que, desde el exterior, se potencien o alimenten los elementos disruptivos que buscan acabar con el país. Para ello, ha de ser fuerte, lograr un gran desarrollo económico, un poderoso ejército y una JULIO / AGOSTO 2016
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RUSIA EN ESTADO PURO
sociedad cohesionada y estable. El origen y el posibilitador de todo esto es la “madre Rusia”, el retorno a las esencias y a los modos rusos. Si todo esto se considera necesario, obviamente debería contemplarse en la Estrategia de Seguridad Nacional. Y así es. Sea realidad o percepción.
Los intentos de destruir o aislar a Rusia Desde la aparición de la Rus de Kiev en el siglo IX, como intento de evitar las pugnas internas entre las diferentes tribus y grupos de la zona, eligiendo para ello un zar, un hombre fuerte que pudiera llevar con mano firme el timón de esa suerte de federación, el hecho de habitar en una zona llana con escasas defensas naturales generaba un sentimiento de inseguridad. La manera de minorar esa real o percibida inseguridad fue crecer, expandir el territorio, interponiendo tierra y defensores alrededor del núcleo fundacional. Así se procedió, y la paz interna, entre otras cuestiones, permitió el crecimiento de la población y de la riqueza, básicamente a caballo de la red hidrográfica que configura el eje mar Báltico-mar Negro, posibilitando, directa o indirectamente, la salida al mar y dando opción a un intenso flujo comercial, fuente de riqueza de la Rus. Esa riqueza despertó las apetencias de los pueblos vecinos, de tal modo que en el siglo XIII los mongoles acabaron con ella; y los rusos, los hijos de la extinta Rus de Kiev, refugiados en la fría taiga, en el bastión defensivo de la llanura rusa al noreste de Moscú, fueron expandiéndose de nuevo y recuperando, en un proceso de siglos, las tierras perdidas, intentando ampliar el espacio bajo su dominio tanto como medida de seguridad como para recuperar y mantener el acceso al mar y posibilitar la comunicación y el comercio con el resto del mundo. Esta secuencia se repitió en varias ocasiones a lo largo de la historia, con mayor o menor grado de intensidad y gravedad para la misma existencia de Rusia, y bajo denominaciones diferentes: principado de Moscovia, principado de todas las Rusias o Zarato de todas las Rusias. Ya fueran los polacos y lituanos a principios del siglo XVII –Moscú, la nueva capital de Rusia, cayó en su poder–; los suecos durante la primera parte del siglo XVIII –la batalla de Poltava, que marcó un punto de inflexión en la contienda a favor de Rusia, tuvo lugar en las inmediaciones de esta localidad, situada a 340 kilómetros al sureste de Kiev–; las tropas napoleónicas a principios del siglo XIX (Moscú es ocupado en 1812) o las tropas del Eje durante la Segunda Guerra mundial. Desde la perspectiva rusa existe un afán recurrente por intentar 116
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Napoleón tras su victoria en la batalla de Eylau contra el ejército ruso (7 y 8 de febrero de 1807). OBRA DE ANTOINE-JEAN GROS. GETTY
destruir a Rusia o, al menos, aislarla, devolverla a la profundidad y separarla del mar y del mundo. Ese intento de aislamiento se llamó, en palabras de Rudyard Kipling, “el Gran Juego”, que durante el siglo XIX materializó Gran Bretaña al intentar evitar la salida a mares cálidos del Imperio Ruso. Posteriormente se denominó política de contención durante la guerra fría. Y hoy se presenta, desde la perspectiva rusa, como el avance de la Unión Europea y la OTAN hacia el corazón ruso. Por ello, en la nueva Estrategia de Seguridad Nacional surgida, entre otras cuestiones globales, al calor de los recientes acontecimientos en Ucrania, se cita expresamente la preocupación por la militarización y el rearme de las zonas adyacentes a Rusia, por el avance de la UE y de la OTAN hacia sus fronteras, creando “focos de tensión” en la región euroasiática y con una influencia negativa en la realización de los intereses nacionales rusos. La estrategia indica que ante la inestabilidad global y como respuesta a esta, crece la regionalización, la aparición de poderosos entornos políticos, económicos y de seguridad a dicha escala. Según los rusos, EEUU y sus aliados están ejerciendo una política de contención sobre Rusia, pues JULIO / AGOSTO 2016
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pretenden mantener una posición de dominio a escala global, frente al mundo “policéntrico” (multipolar) que preconiza Rusia. De nuevo, y para Rusia ¿retorna la historia?. Pero el país no solo ha de estar vigilante hacia el exterior, sino también hacia el interior.
La influencia exterior y los enemigos internos A medida que la Rus de Kiev crecía y se expandía, también lo hacían las tensiones entre fuerzas centrífugas y centrípetas, entre centro y periferia. En el caso de Rusia, con una periferia alejada en ocasiones miles de kilómetros de la capital, aumentaban las tensiones entre el zar y los boyardos –la nobleza local–, entre el interés nacional y el local o particular. En las etapas en las que el zar era débil, las fuerzas disgregadoras ganaban la partida, el caos y el desorden reinaban y los enemigos exteriores aprovechaban siembre esa coyuntura para intentar destruir a Rusia. La desunión facilitó la invasión mongola, la muerte sin sucesión de Teodoro I en 1598 y las intrigas de los boyardos, que posibilitaron la invasión de polacos y letones –hecho que en la historia rusa es conocido como “Tiempos Tumultuosos”–; las pugnas entre Alejandro I, gran admirador de los países occidentales y rodeado de asesores extranjeros, y los boyardos fueron un factor más que facilitó la invasión napoleónica –a la que el zar hizo frente– y las enormes pugnas y tensiones internas. En la etapa de una Rusia como núcleo de la Unión Soviética, estas tensiones facilitaron la invasión por parte de las tropas del Eje en 1941, que plantearon la campaña empleando el símil “una poderosa patada que derribará una podrida estructura”. Y, tras la caída de la URSS, los oligarcas, los grandes empresarios, compraron y se repartieron a precio de saldo las riquezas de Rusia. Alentados por Occidente, según algunas interpretaciones, los oligarcas se repartieron los restos de Rusia y la sumieron en un estado de pobreza y desorden extremo, lo que desembocó en la pérdida de referentes y valores. Estos antecedentes explican que la percepción de cualquier remedo de Tiempos Tumultuosos sea percibido como un gran mal para la nación, un riesgo para su propia existencia. Los rusos sienten que en un segundo plano siempre hay fuerzas exteriores que quieren acabar con Rusia instrumentalizando diferendos internos. Esto explica en parte que la ESNFR cite entre las principales amenazas a la seguridad pública y del Estado las actividades relacionadas con el uso de tecnologías de comunicación e información que promuevan el separatismo o ideologías extremistas, las actividades de 118
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PEDRO SÁNCHEZ HERRÁEZ
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grupos, incluyendo organizaciones no gubernamentales que utilicen ideologías que pretendan destruir la integridad territorial y la unidad del país o sus valores tradicionales morales y religiosos. Se cita expresamente el término “revoluciones de color” entre dichas amenazas, en referencia a los hechos acontecidos en diferentes áreas del planeta, especialmente en el espacio postsoviético, que han inducido cambios de gobierno hacia tendencias más “prooccidentales”. De este modo, la parte inicial de la ESNFR cita sin ambages el anticonstitucional golpe de Estado en Ucrania, que condujo a una profunda división en esa sociedad y a la aparición de un conflicto armado. Se sostiene que el fortalecimiento de la ideología de extrema derecha, la implantación deliberada en la población ucraniana de la imagen de Rusia como enemiga, la indisimulada apuesta por la fuerza para resolver las contradicciones intraestatales y la profunda crisis socieconómica han convertido a Ucrania en un permanente foco de inestabilidad para Europa y la vecindad inmediata de Rusia. En las tierras de la Rus de Kiev. Por tanto, la mención a la práctica de derrocar regímenes políticos legalmente constituidos y provocar inestabilidad interna y conflictos entronca perfectamente con la cosmovisión rusa. La manera de evitarlo es hacer que Rusia sea fuerte.
Objetivo: fortalecer a Rusia La necesidad de una Rusia fuerte se presenta como el remedio contra la secular percepción de falta de seguridad: una economía fuerte, un poderoso ejército y una gran nación constituyen algunos de los elementos de ese poder. La debilidad industrial y económica de Rusia motivó la derrota en la guerra de Crimea (1853-56) frente a las industrializadas naciones occidentales, la derrota de 1905 frente a un renovado Japón y el derrumbe en 1917 en el marco de la Primera Guerra mundial, entre otros episodios. Por el contrario, la rápida industrialización de la URSS ejecutada por Stalin –si bien a costa de la hambruna generada por la venta masiva de trigo para pagar dicha industrialización– y la construcción de un poderoso ejército se presentan como elementos clave para resistir y vencer en la Segunda Guerra mundial. Consecuentemente, la ESNFR reitera de forma sistemática la importancia del desarrollo socioeconómico de la Federación Rusa como medio de contribuir a la protección de los intereses nacionales y de alcanzar las prioridades estratégicas nacionales. Asimismo, se considera que las fuerzas armadas son un elemento esencial de la fuerza de la nación y, por ello, se debe continuar con su modernización JULIO / AGOSTO 2016
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para mantenerlas en un adecuado grado de preparación y disponibilidad. Igualmente, la estrategia hace expresa referencia a fortalecer la unidad interna de Rusia, asegurando la estabilidad social, la convivencia interétnica y la tolerancia religiosa, eliminando los desequilibrios económicos estructurales y modernizando la economía, además de la capacidad de defensa del país. En la búsqueda de la deseada fortaleza y ante los bajos índices de natalidad y de esperanza de vida, no es de extrañar que entre las ocho prioridades estratégicas para asegurar los intereses nacionales a largo plazo se encuentren la mejora de la calidad de vida de los ciudadanos, el cuidado de la salud, la ecología y la mejora del medioambiente. Pero el auténtico factor de fuerza, la raíz de donde el pueblo ruso extrae su propia esencia es Rusia y lo que esta ha representado a lo largo de la historia.
La ‘madre Rusia’ Rusia, la tierra y la madre de los rusos, de su forma de ser, sentir y entender la vida, ha sido el elemento aglutinador en los momentos difíciles de la historia. Por la misma razón, el abandono de esta referencia ha generado peligrosas vulnerabilidades. La vuelta a las esencias rusas permitió salir de la taiga y recuperar el territorio a los mongoles; posibilitó, tras la elección de un nuevo zar por el pueblo en asamblea, la expulsión de polacos y lituanos de Moscú en 1612 y la salvación de Rusia en esos Tiempos Tumultuosos; permitió librar y vencer en la Guerra Patriótica contra Napoleón; y la salvación de la URSS –y de Rusia– en la Gran Guerra Patriótica contra el Eje. Stalin, el zar soviético, entendió que muchos de los habitantes soviéticos –la mayor parte de la población de la URSS y el núcleo de la misma era ruso, pese a que él era georgiano– no estaban dispuestos a luchar por el marxismo, pero sí por Rusia. Así, en su primera emisión radiofónica a la nación, 12 días después del ataque alemán, Stalin apeló a los valores y esencias rusas, llamó a salvar a la “madre Rusia”. Y el pueblo, respondió en masa, luchó, sufrió y venció. En la nueva ESNFR, el resurgir de los valores morales y espirituales rusos, como se señala desde los primeros párrafos, constituye uno de los elementos clave: las generaciones jóvenes han de conocer estos valores tradicionales y dar continuidad a la historia de la “madre Rusia”, haciendo frente a las “amenazas” (término literalmente utilizado en la estrategia) que suponen la erosión de los valores tradicionales y la debilidad de la unidad rusa por 120
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medio de la propagación de culturas externas y propagandas disruptivas. Así, la cultura rusa y su difusión constituyen otra de las prioridades nacionales estratégicas. Mientras el pueblo ruso continúe siendo hijo de la “madre Rusia”, el país estará a salvo; si desde fuera o desde dentro se influye en otro sentido, volverán los Tiempos Tumultuosos y el desorden y el caos que anhelan los enemigos de Rusia, los que temen a Rusia o, simplemente, los que no la comprenden. Y Rusia estará en peligro.
Comprender para unir La ESNFR puede parecer la plasmación del desencuentro actual entre Rusia y el resto de Europa y Occidente, si bien lo sucedido en Ucrania en 2014 es solo el colofón a una situación que, por diferentes cuestiones, se ha ido complicando desde 2008. También puede contemplarse como la expresión de la misma esencia de una nación que, orgullosa de sí misma y de su historia, pretende recuperar el puesto y lugar que considera que le corresponde en el orden mundial. Conocer esta visión y comprenderla sin prejuicios –lo que no sirve de justificación para ciertas acciones de indudable ilegitimidad– es imprescindible si se quiere evitar el peligro de una recreación de un nuevo juego de suma cero entre Rusia y el resto de Occidente, sobre todo cuando, a poco que se analice, es mucho más lo que nos une que lo que nos separa. Además de otros muchos medios, bastaría con el análisis comparativo de la ESNFR con las estrategias de seguridad nacional de la mayor parte de las naciones del entorno. Quizá no haya tantas diferencias como a priori pudiera parecer.
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El submarino S-80, una realidad José María Treviño
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n marzo de 1989, destinado en el Estado Mayor de la Flotilla de Submarinos con el empleo de capitán de corbeta, escribía un primer artículo sobre el submarino S-80, que fue publicado en la Revista General de Marina con el título “El submarino S-80, una esperanza”. Por aquel entonces se confiaba en que a comienzos del siglo XXI el nuevo submarino entrara en servicio en coincidencia con la baja de los cuatro submarinos de la Serie 60 de la clase Delfín. Vanas esperanzas, el Plan Altamar, que definía al año siguiente el programa naval de construcciones para la próxima década, y que luego se materializaría en las nuevas fragatas y buques anfibios, no preveía el reemplazo de ningún submarino. Diez años más tarde y ya con el empleo de capitán de navío y comandante de la Flotilla de Submarinos, con mi Estado Mayor, contribuí a redactar las especificaciones operativas del futuro submarino, pero la orden de ejecución que debía dar el gobierno de España no llegó y los cuatro submarinos, Delfín (S-61), Tonina (S-62), Marsopa (S-63) y Narval (S-64), fueron sucesiva y tristemente dados de baja sin que tuvieran un reemplazo y, lo que es peor, sin que hubiese una orden de ejecución del S-80.
José María Treviño es almirante de la Armada Española (r). 122
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Con costas en dos mares, 42 puertos y un tráfico marítimo vital para la economía española, la Armada contará a comienzos de la próxima década con un excelente submarino construido por la industria nacional y que competirá con los diseños alemanes o suecos.
Felizmente, en agosto de 2000 pude sacar a la mar y hacer inmersión al entonces ministro de Defensa Federico Trillo-Figueroa en un submarino de la Serie 70. Unos meses antes había sacado al secretario de Estado de Defensa y actual ministro de Defensa, Pedro Morenés para un ejercicio de lanzamiento de torpedos. Cuatro años más tarde –no sé si por razones estratégicas, sentimentales o políticas–, para dar carga de trabajo al astillero de Navantia en Cartagena, Trillo firmó la orden de ejecución de cuatro submarinos de la Serie 80, que deberían reemplazar a los únicos submarinos con que se había quedado la Armada, los cuatro de la Serie 70, Clase Galerna, y en su último tercio de vida al contar con casi 20 años de actividad.
El segundo artículo sobe el ‘S-80’ Si todo hubiese ido bien, no habría tenido necesidad de escribir, ya como almirante, un segundo artículo en noviembre de 2013, esta vez en la revista Defensa, titulado “El submarino S-80, una necesidad”. ¿Qué me llevó a insistir?: una serie de factores, todos ellos negativos, que habían motivado que el S-81 sufriese una serie de retrasos, filtrándose inexplicablemente a la prensa el problema del sobrepeso del submarino, algo que no benefició en absoluto al programa ni al buen nombre del astillero constructor. JULIO / AGOSTO 2016
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EL SUBMARINO S-80, UNA REALIDAD
Pero analicemos las posibles causas de esos factores negativos. En primer lugar, hay que recordar que el último submarino totalmente español, es decir diseñado gracias a un proyecto íntegramente realizado por ingenieros españoles y construido en astilleros nacionales, obviando el Peral, de 1888, del genial teniente de navío cartagenero, fue la Serie D de tres unidades, cuya construcción se firmó el 30 de agosto de 1932, proyecto original del ingeniero naval Áureo Fernández Ávila, director de la factoría cartagenera de la Sociedad Estatal de Construcciones Navales (SECN), antecedente de la actual Navantia. Proyectos posteriores siempre obedecerían a ingenierías realizadas por astilleros o técnicos extranjeros, como fueron los Foca y Tiburón, derivados de los proyectos del profesor alemán Erich Vollbrecht, diseñador del Seehund (Uboot XXVII) de la Segunda Guerra mundial. Ya en los años sesenta, el exitoso proyecto del submarino torpedero de 2ª clase Daphné, de la Dirección de Construcciones Navales (DCN) francesa sería construido en la factoría de Cartagena de la empresa nacional Bazán, evolución de la SECN, dando paso a los cuatro Delfín, que entraron en servicio con licencia francesa, a mediados de esa década. Diez años más tarde y siempre con licencia francesa, se construyeron los cuatro Galerna, de acuerdo con el entonces avanzado diseño del Agosta de la DCN, y que entrarían en servicio a mediados de los años ochenta. Después vino un largo paréntesis sin construir más submarinos, en el que lógicamente se perdió experiencia y se jubilaron excelentes ingenieros, peritos navales, maestros de taller, soldadores, etcétera, hasta que a finales de los noventa, un nuevo acuerdo con Francia y los astilleros de la DCN, permitió la construcción de dos secciones popeles de un nuevo proyecto francés denominado Scorpène, con destino a Chile, que serían entregadas a partir de 2005. La bondad de este diseño hizo que Malasia en 2002 encargase otros dos submarinos similares, cuyas secciones popeles serían de nuevo construidas en Cartagena, para enviar una ellas a Cherburgo, y recibir una sección proel de ese astillero galo para, de esa forma, poder construir un submarino completo, tal y como se había hecho con Chile con el Carrera, entregando en octubre de 2008 el Tun Abdul Razak, último submarino botado y acabado por Navantia. Esta relación de casi medio siglo con la industria naval francesa se rompió en 2010 cuando llegó a su fin un litigio absurdo por presunto plagio del Scorpène en el diseño del S-80, que en 2008 los abogados de la DCN habían presentado ante la Corte Internacional de Arbitraje. La pérdida de una línea directa con los ingenieros navales de la DCN, y una tecnología capaz de cons124
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truir avanzados submarinos nucleares de ataque y balísticos, se sumó a un ERE sin sentido que, en 2004, con la llegada de la administración de José Luis Rodríguez Zapatero, jubiló anticipadamente a todos los ingenieros, incluido el director de la factoría y posiblemente la persona que más sabía de construcción de submarinos, junto con técnicos, operarios, administrativos, etcétera, con más de 52 años de edad. Esto produjo una descapitalización humana con experiencia, que se haría sentir en el programa del S-80. Y aquí habría que romper una lanza en favor de los actuales ingenieros navales y el personal técnico de Navantia, que El S-80 será un asumió entonces con valentía y entusiasmo, la responsabilidad de submarino avanzado, la realización del programa del capaz de competir en submarino S-80, pues la construcción de un prototipo implica prestaciones y silencio siempre un gran riesgo. Y como ejemplo está Italia que, con cualquier otro con una capacidad tecnológica fuera de toda duda, escogió una submarino del siglo XXI vía más conservadora. Recordemos que al comienzo de la Segunda Guerra mundial, la Marina Militare contaba con un centenar de submarinos; es decir, el doble que Alemania, y que al acabar la contienda mundial sus astilleros construyeron tres series de submarinos clase Toti, Nazario Sauro y Pelosi, todos ellos de diseño y construcción nacional. Pese a ello cuando decidieron sustituir a los últimos cuatro submarinos clase Sauro modificada, la marina italiana optó por construir un diseño existente y ya probado, el U-212A alemán, en sus astilleros de Fincantieri en Muggiano, pues consideraban muy alto el riesgo y coste de diseñar un prototipo al que seguirían tan solo tres unidades más. Recordemos que la última serie de submarinos convencionales británicos, los cuatro Upholder, han sido posiblemente la peor adquisición de la marina canadiense, que los compró al decidir la Royal Navy pasarse al campo nuclear. Un caso similar fue el de los seis submarinos clase Collins australianos, diseñados por los astilleros suecos Kockums, habituados a construir excelentes sumergibles Västergötland de 1.000 toneladas para el mar Báltico, pero no grandes unidades de 3.100 toneladas para el océano Pacífico, por lo que hubo que pedir ayuda a los experimentados ingenieros navales de la General Dynamics Electric Boat de Groton, Connecticut JULIO / AGOSTO 2016
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(Estados Unidos), para resolver una serie de problemas técnicos, que afectaban a las soldaduras del casco, a su resistencia, ruido y cavitación en inmersión que los hacían inoperativos para el servicio. Asimismo, el sistema de combate original, hubo de ser cambiado por el norteamericano de Lockheed Martin que montaba los submarinos nucleares clase Los Ángeles. No sería esta la última vez que los ingenieros norteamericanos acudirían en auxilio de algún programa de submarinos en apuros, incluido el S-80, pues la serie de submarinos nucleares de ataque británicos clase Astute, tuvo igualmente problemas y retrasos con el primero de la serie, el HMS Astute, construido por los astilleros de BAE Systems en Barrow in Furness, al descubrirse errores al utilizar el programa 3D CAD y la insuficiente capacidad de GEC Marconi para resolverlos, lo que motivó que ingenieros de la Electric Boat tuvieran que desplazarse a Reino Unido de 2004 a 2007 para resolver todos los problemas técnicos acaecidos, lo que no evitó un retraso de seis años en todo el programa y un sobrecoste de unos 2.000 millones de euros.
La propulsión independiente del aire (AIP) El S-80 será un submarino muy avanzado, capaz de competir en prestaciones y silencio con cualquier otro submarino convencional construido en el siglo XXI. Recordemos que un submarino diésel eléctrico es igual que un coche híbrido, pues cuenta con dos motores, uno eléctrico que le sirve para navegar en inmersión y otro de combustión interna que mueve un generador para recargar las baterías eléctricas en snorkel o en superficie. El problema es que el ruido generado durante esta operación de recarga es totalmente inadmisible en un submarino moderno. Por ello Alemania, Suecia, Francia y Holanda, realizaron estudios y pruebas para encontrar un sistema más silencioso que permitiese cargar las baterías sin hacer ruido. Alemania se decidió por utilizar células de combustible que, alimentadas con hidrógeno y oxígeno almacenados a bordo, produjesen amperios para alimentar la batería. Suecia se decidió por el motor de combustión externa Stirling, que producía 75 kilovatios por unidad y debía ir encerrado en un cajón insonorizado para eliminar el ruido. Francia diseñó una turbina que quemaba alcohol, denominada Mesma (módulo de energía submarina autónomo) y Holanda experimentó con el diésel de circuito cerrado sin mucho éxito. La Armada Española, decidió en sus requerimientos operativos que el S80 debería llevar un sistema AIP, y el ministerio de Defensa, con buen criterio, dispuso que ese AIP debería ser resultado de un programa de I+D 126
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español. Al concurso público se presentaron dos compañías del sector energético, a las que denominaremos A y T. Ambas compañías presentaron sendos proyectos de un reformador de bioetanol, para producir hidrógeno, que posteriormente atacaría una pila de combustible que, con una inyección de oxígeno, produciría la electricidad necesaria para recargar las baterías. Del estudio comparativo de ambos proyectos realizado por el astillero, las especificaciones del reformador de la empresa T eran muy superiores a las del proyecto A. Incomprensiblemente y por razones que creemos no técnicas, el concurso se le adjudicó a la empresa A, que fue incapaz de llevar a buen puerto su diseño en los 10 años posteriores. Por ello la empresa T fue requerida para que hiciese un prototipo a escala reducida de su diseño, que sí funcionó, patentándose de inmediato. Cuando ya creía que iba a construir la planta AIP del submarino, apareció una tercera empresa, a la que llamaremos S, representando a una firma extranjera, que había construido un reformador de metanol, que no ha sido instalado en ningún submarino. Por su toxicidad en espacios cerrados, el metanol fue rechazado desde el principio por la Armada. Este tercer sistema presenta además el agravante de su elevado precio, unas seis veces la de los otros dos proyectos. Y en esa tesitura se encuentra el programa, una vez resuelto el problema del sobrepeso por el sencillo procedimiento de aplicar el principio de Arquímedes, es decir aumentar el volumen del agua desalojada, para que ese mayor empuje equilibre el mayor desplazamiento. Por ello, el submarino ha sufrido el alargamiento de su eslora en aproximadamente 10 metros, lo que lógicamente ha obligado a replantear la distribución interior. Afortunadamente, alargar la eslora de un submarino no modifica apenas su comportamiento en inmersión, si bien es cierto que este mayor desplazamiento puede influir en la velocidad punta.
Nuevas capacidades La Armada Española contará a comienzos de la próxima década con un excelente submarino, que tendrá que competir en nuestro entorno y en tecnología con los diseños alemanes de la serie U-214, con la familia de la clase Kilo mejorada rusa, Varshavyanka, o los nuevos submarinos A26 que está construyendo Suecia, todos ellos dotados con AIP. En este ámbito, contar con un sistema AIP propio, diseñado y construido por la industria nacional, evitará la dependencia y competencia de compañías extranjeras en un asunto tan delicado como es la defensa nacional. JULIO / AGOSTO 2016
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El retraso en la entrega de los S-80 ha supuesto tener que alargar la vida de los tres submarinos que quedan de la Serie 70 o Galerna, para que sus dotaciones puedan hacerse cargo de los nuevos submarinos. Este retraso ha impedido que los astilleros españoles hayan podido competir en el contrato del siglo de la marina australiana, que pretende sustituir a sus seis submarinos clase Collins, por 12 de un diseño aún por decidir y al que Alemania ha presentado un U-214 de mayor desplazamiento, bautizado como U-216. Francia, que actualmente construye seis submarinos nucleares de ataque clase Barracuda, para sustituir a los seis Rubis, ha presentado al concurso un Barracuda sin reactor nuclear. Por último, Japón, el gran contendiente, es el único que presenta un submarino que ya existe, el Soryu, cabeza de serie de 11 unidades, de las que ya hay siete operativas, todas ellas con un AIP Stirling, y cuyas características operativas y desplazamiento de 2.900 toneladas son las que más se aproximan a los requerimientos operativos de la marina australiana. La industria naval española, y en concreto Navantia, que ha construido la fragata F-100, posiblemente la mejor del mundo, y se halla en proceso de construir la F-110 para reemplazar a la clase Santa María, no duda de que llevará a buen puerto la construcción de los cuatro submarinos de la Serie 80, que debería llegar a las seis unidades para poder mantener en permanencia un submarino de patrulla en la mar, tanto en el océano Atlántico como en el mar Mediterráneo, como ocurría cuando la Flotilla de Submarinos contaba con ocho unidades, dado que España tiene costas en ambos mares, con 42 puertos y un tráfico marítimo vital para la economía española, ya que por él ingresa el 80% de las importaciones y sale el 65% de las exportaciones.
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Muerte a la discusión racional, viva la conversación atomizada La campaña de Donald Trump, el Brexit y el cambio climático son ejemplos de la sustitución de un debate público razonado por el discurso interesadamente atomizado que propicia Internet.
Diego Beas
The Internet of Us. Knowing More and Understanding Less in the Age of Big Data
Michael P. Lynch Nueva York: Liveright, 2016 236 págs.
Diego Beas, autor de La reinvención de la política (Península, 2011), ha sido
investigador del Instituto de Internet de la Universidad de Oxford (2012-13). 130
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os hechos son sagrados, y la opinión es libre”. La frase, de C.P. Scott, director de The Manchester Guardian (posteriormente The Guardian), formulada en 1921, se convirtió en una máxima de varias generaciones de periodistas que aspiraban a producir el periodismo de mejor calidad. Una especie de síntesis deontológica que ha estado en el centro de las aspiraciones de los medios más prestigiados del mundo desde entonces. Una forma mucho más inteligente de entender y abordar el problema de la objetividad (¡que por supuesto no existe!) en la práctica periodística. Los grandes medios de comunicación de la era de los mass media han luchado una difícil batalla por separar –y mante-
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ner separada– la parte que concierne a los hechos (facts) y las opiniones (en algunos casos llegando al extremo de asignar diferentes plantas en las redacciones para cada una de estas tareas). Este modelo, grosso modo, es el que ha definido y dividido a la prensa de calidad del resto a lo largo del último siglo. Sobre todo, a la prensa escrita. Pero, a más de dos décadas ya de la masificación de Internet y de un tránsito hacia una esfera pública digital en la que la información se emite a más velocidad que nunca, por más canales, formatos y en mayor cantidad, ¿qué pasaría si la definición misma y base epistemológica de lo que entendemos como “hechos” se pone en duda? Aún más, ¿qué pasaría si la JULIO / AGOSTO 2016
Grafiti por la permanencia de Reino Unido en la UE que muestra al candidato republicano a la presidencia de EEUU, Donald Trump, besando al exalcalde de Londres y miembro del Partido Conservador británico, Boris Johnson (Bristol, 24 de mayo de 2016). GETTY
celebrada explosión de los canales de información y las nuevas posibilidades de “transparentarlo” todo están llevando en realidad a un deslavamiento progresivo de la esfera pública? A un vaciamiento desde el interior (hollowing out) de uno de los pilares del sistema democrático. Esto es lo que Michael Patrick Lynch de la universidad de Connecticut intenta responder en The Internet of Us: Knowing More and Understanding Less in the Age of Big Data.
Un libro tremendamente oportuno que intenta relacionar algunos de los debates epistemológicos más antiguos con los efectos de la masificación de Internet JULIO / AGOSTO 2016
y, sobre todo, con la forma en la que algunos de los peores vicios cognitivos del ser humano se están potenciando con el acceso virtualmente ilimitado al torrente de información que circula hoy por la red. Lynch se enfrenta tanto a las novedades de estos vicios cognitivos y sus consecuencias sociales como a los efectos que tienen en la construcción del relato y el espacio público. El texto es mitad recordatorio de distintos debates sobre la naturaleza de la información y el conocimiento que se han tenido en la cultura occidental a lo largo de los siglos; y mitad un intento de interpretar esos debates a la luz de las
nuevas realidades y hábitos informativos surgidos del ámbito digital. Así, por ejemplo, Lynch comienza hablando del argumento de Bertrand Russell en el que señalaba que más importante que el conocimiento es la sabiduría, que Russell entendía como una combinación de conocimiento, voluntad y sensibilidad. Una premonitoria advertencia, podríamos interpretar, sobre por qué el aumento cuantitativo de información no necesariamente se traduce en personas o sociedades más sabias (en algunos incluso ni siquiera más informadas). La hipótesis central de Lynch gira entorno a la idea de que aunque por una parPOLÍTICA EXTERIOR
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te –y sin ninguna duda– las tecnologías de la información en general y los nuevos medios de comunicación digitales –más ágiles, diversos, descentralizados, etcétera– en particular están ensanchando las posibilidades de acceder a información e incluso de adquirir conocimiento, por otra parte –y esta más difícil de señalar– las mismas herramientas nos están inhibiendo habilidades fundamentales de discernimiento y de capacidad de construcción de espacios públicos con reglas básicas aceptadas por la mayoría. Estamos eligiendo la rapidez, comodidad de acceso, volumen de información disponible, entre otros aspectos, sobre formas de conocimiento que requieren de lo opuesto: orden, proceso, sosiego, selección, criterio… Para Lynch –como tantos otros filósofos que han pensando seriamente sobre estos asuntos– mayor conocimiento no siempre equivale a mayor capacidad de entendimiento (understanding). Y allí es cuando la advertencia de Lynch se vuelve tan oportuna. “Toda tecnología se utiliza antes de ser plenamente comprendida”, dijo alguna vez Leon Wiesletier, exeditor literario de The New Republic. “Hay una demora y, cuando estamos en medio de esa de132
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mora, justo ahí es cuando tenemos que prestar atención: antes de que el río se asiente en su nuevo curso”, complementa Lynch. El nuevo curso al que se refiere es el de la información parcial, fragmentada, de fácil acceso por la que se caracteriza la web de hoy día. Es decir, el síndrome de “o aparece en los primeros resultados de Google o no existe”. Lynch lo llama “Google-knowing”; que se podría traducir por algo así como “saber vía Google”. Para Lynch, se trata de una nueva dialéctica en la adquisición del conocimiento. Una nueva relación entre sujeto que busca información/conocimiento y la “máquina testimonial de Internet”, que vomita respuestas. Una forma “fácil y rápida” de creer que tenemos respuestas a problemas y cuestiones complejas que se empieza a afianzar como el default en la búsqueda de nuevo conocimiento e información. Con ella también se comienza a desarrollar un sesgo cognitivo, según el cual privilegiamos o damos mayor importancia a información adquirida por canales digitales que por otras vías (recuerda a esa coletilla de la publicidad de productos de mala calidad que terminaba con “Anunciado en televisión”).
El problema, argumenta Lynch, es que el Googleknowing, esa nueva forma de relacionarse con la información, se está situando por encima de otras formas de adquisición de conocimiento. “Comenzamos a tratarla como una forma más valorada, natural, de acercarnos al conocimiento”; como si este simplemente se pudiera “descargar” de Internet. Un cambio epistemológico de primer orden con múltiples consecuencias en diferentes ámbitos. Me centraré en solo uno de ellos: el de la esfera pública y el conflicto de la construcción de narrativas sociales. Se ha escrito mucho sobre el surgimiento de diversos problemas en el ámbito de la información y los medios de comunicación a partir de la irrupción de Internet. Desde las “cámaras de eco” de Cass Sunstein (2001) hasta la “burbuja de los filtros” de Eli Pariser (2011), pasando por otros autores como Zeynep Tufekci o Bruno Latour, que han identificado diversos cambios importantes en las dinámicas entre ciudadanía, medios de comunicación, ciencia, divulgación del conocimiento y sus interacciones con la transformación tecnológica. JULIO / AGOSTO 2016
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Sin embargo, ha sido Lynch quien ha puesto sobre la mesa el problema de la erosión epistemológica de los hechos (facts). La multiplicación de la información y la atomización ideológica del espacio de discusión pública está creando una nueva forma de “saber” no tanto basada en procesos de razonamiento y discusión pública/científica rigurosa y ordenada, sino de propagación y réplica de “hechos” afines a causas ideológicas e intereses concretos. Es decir, la discusión pública/científica deliberativa con normas básicas de funcionamiento, criterios, métodos y sistemas de evaluación, está dando paso a una discusión pública que en la práctica sitúa en el mismo nivel discusiones u opiniones individuales basadas en evidencias de la “máquina testimonial de Internet” que las de procesos pedagógicos deliberativos más complejos, robustos y perfeccionados a lo largo de siglos de depuración. Se resquebraja, en otras palabras, el consenso sobre cómo conformar consensos. Tres ejemplos muy actuales no dejan ninguna duda sobre este tipo de problema: la discusión sobre el cambio climático, el proceso de nominación del parti JULIO / AGOSTO 2016
do Republicano en Estados Unidos y el Brexit en Reino Unido. Tres asuntos que tienen en común la voladura de las bases racionales de la discusión pública para reemplazarla con una conversación interesadamente atomizada que termina aplanando categorías de conocimiento, jerarquías de prioridades públicas y cualquier atisbo de sentido común. En el caso del cambio climático, es de sobra conocida la larga y penosa marcha que ha seguido la discusión política para consensuar un plan de acción en contra de un problema capital que atañe a todos. A pesar de que la ciencia lleva décadas demostrando que se trata de un fenómeno provocado por actividades humanas, hasta hace unos años era todavía políticamente aceptable que un candidato a la presidencia de un gobierno lo negara y basara su argumentación con toda seriedad en las razones esgrimidas por su “primo”, que le aseguraba que no era posible predecir “ni el tiempo que va a hacer mañana en Sevilla”. La discusión pública sobre la cuestión no solo ha sido entorpecida por esta falta de rigor y seriedad por parte de figuras públicas de primer orden con aspiraciones de gobierno, sino tam-
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bién por la ralentización interesada de la discusión científica, que utiliza a la pseudociencia para sembrar el debate de obstáculos y hombres de paja. Aunque este tipo de prácticas han existido desde hace décadas, la novedad es que ahora es mucho más difícil separar el grano de la paja en esa esfera pública digital intencionadamente inundada de datos falsos, parciales, de falsas narrativas, de bloques ideológicos e intereses especiales que emplean batallones de asesores y lobistas para minar meticulosamente los debates y procesos legislativos contrarios a sus intereses. Lo ocurrido en las primarias del Partido Republicano en EEUU durante la primera mitad de 2016 es ya un caso de estudio en sí mismo. En el que la ignominia e ignorancia han conseguido ocupar el centro del espacio político. La magnitud del deterioro sufrido en la conversación pública en EEUU a lo largo del último año y medio no tiene parangón. Las escenas de los debates republicanos en las que los candidatos se gritaban todo tipo de acusaciones estrafalarias y retaban al público a que las buscaran en Google marcarán un hito en el derrumbamiento de la conversación pública de ese país. POLÍTICA EXTERIOR
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Trump, y de manera dife- nómicas que les terminan rente pero similar a la vez, convirtiendo –pensemos que Boris Johnson y Nigel Farage involuntariamente– en exen Reino Unido –los dos per- tensiones de un reality. sonajes clave del infame proEl trágico desenlace del ceso que resultó ser el Brexit, a fin de cuentas y coBrexit– se ubican en una mo señaló Ignacio Molina en nueva categoría de figura pú- El País el día después del refeblica que Jonathan réndum, se debió fundamenFreedland bautizó en The talmente a la capacidad que Guardian como “post-truth tuvieron los impulsores de la politicians”. Políticos en so- salida para utilizar a los meciedades democráticas con dios para tergiversar “la meesferas públicas robustas jor Europa: la de la libre cirque operan dentro de una re- culación de personas, la de alidad paralela retroalimen- las soberanías compartidas y tada por medios de comuni- el pluralismo cultural, la que cación disminuidos debido a prefiere reglas trabajosala fragmentación de la con- mente consensuadas a suversación y condiciones eco- puestas superioridades de
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los parlamentos nacionales”. The Internet of Us no pretende articular una gran solución a este grave problema que acecha a prácticamente todas las democracias avanzadas. Lo que intenta es ofrecer una reflexión y advertencia concisa sobre algunas de las razones que lo están provocando. Intenta señalar todo lo que perdemos –como individuos, como sujetos políticos, como sociedades– cuando irreflexivamente clavamos la mirada en nuestros nuevos juguetes digitales y dejamos de observar lo que en realidad sucede a nuestro alrededor.
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