ESTUDIO DE LAS PIEDRAS PRECIOSAS | Walther
CLOOS | Traducción: Ana María RAUCH | Texto di gitalizado por Alumnos del Seminario Pedagógico Waldorf. | Abril de 2013. | Para uso de estudio en el Ciclo Básico. | Apunte 3 del Módulo Reino Mineral
ESTUDIO DE LAS PIEDRAS PRECIOSAS | Walther
CLOOS | Traducción: Ana María RAUCH | Texto di gitalizado por Alumnos del Seminario Pedagógico Waldorf. | Abril de 2013. | Para uso de estudio en el Ciclo Básico. | Apunte 3 del Módulo Reino Mineral
Estúdio de las Piedras Preciosas| Walther CLOOS
EL CRISTAL DE ROCA
En su colección de relatos con profundo sentido, que se conoce como “Piedras de color”, Adalbert Stifter le ha dado el nombre de “cristal de roca” a una emotiva historia navideña. En esa historia, dos niños que pierden el camino en las montañas nevadas, se salvan por un destino de protección maravillosa. De esta manera Stifter nos ha mostrado como el ojo que observa los fenómenos del mundo no meramente a modo de investigación, sino también con pleno amor de artista, puede sumergirse profundamente en los misterios relacionados con el mundo de las piedras. Puesto que el clima fundamental del cristal de roca - si se me permite este término – es el gesto de envoltura, de amparo, es lo encerrado dentro de formas exactas, que presuponen la claridad y el estar despierto. Con ese mismo tema nos encontramos en el cuento de Blancanieves y su ataúd de cristal, que no es otra cosa que el cristal de roca. Blancanieves es el alma humana, encerrada en el ataúd del cuerpo, y que despierta mediante el beso del ser – espiritual del hombre, el yo, el príncipe. Esta interpretación artística, a modo de cuento, del cristal de roca, no se basa sobre un simbolismo abstracto, sino el hecho cientíco – natural, que dentro de la piel del hombre que envuelve su cuerpo, la substancia del cristal de roca, el ácido silícico, juega un rol importante. Esta substancia silícea no se encuentra meramente depositada en la piel humana, sino que desarrolla una actividad en la misma. Al ser constantemente cambiante esa substancia, al ser generada de nuevo desde adentro constantemente, siendo expulsada hacia el exterior, puede ser percibida en la conciencia humana, el hecho del contorno de la propia gura, y a su vez, la relación perceptiva de esa corporeidad delimitada para con el medio circundante. Esa percepción del medio circundante se encuentra diferenciada dentro de las distintas facultades sensoriales, de la visión, la audición, el tacto, el olfato y el gusto. Todas esas facultades sensoriales están basadas sobre la Actividad de la substancia silícea dentro del contorno exterior de la organización humana. Del mismo modo empero como la percepción general de la envoltura humana mediante la piel se
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articula dentro de las mencionadas facultades sensorias diversas, también en la substancia silícea puede ser hallado por un lado en el mundo de las piedras como el simple cuarzo o cristal de roca, y por otra parte, membrado dentro de las diferentes piedras preciosas. Según conferencias de R. Steiner de octubre de 1906 y de Agrippa de Nehesheim, existe una relación evolutiva – histórica; entre: • • • • •
La facultad sensorial de la visión y la formación del crisolito (virgo) La facultad sensorial de la audición y la formación del ónix (escorpio) La facultad sensorial del tacto y la formación del carneol (leo) La facultad sensorial del olfato y la formación del jaspe (piscis) La facultad sensorial del gusto y la formación del topacio (cáncer)
Todas estas piedras preciosas contienen la substancia silícea, se encuentra empero aliada con otras substancias, posee otra estructura (interior), o están formadas de una forma muy diferente que el simple cristal de roca. Al contemplar las diferentes piedras preciosas, una y otra vez volveremos sobre la substancia primaria y fundamental del sílice. En sus conferencias referidas a la agricultura, R. Steiner llamó a la sílice “el sentido general en lo terrenal”. Mediante el sílice se transmite a la tierra y al mundo vegetal la radiación de luz y calor del entorno cósmico. Por las vías de la luz y del calor en épocas pasadas han llegado a la tierra las formas vegetales, trayendo consigo las substancias silíceas (ver: R. Steiner – Los misterios- 14 conferencias, del 23 de noviembre al 23 de diciembre de 1923 – Dornach 1931). En la actualidad se encuentran depositadas en las rocas silíceas primarias de la tierra, en los granitos, los gneis, las pizarras, los pórdos. En sus inclusiones minerales, muchas de estas piedras muestran formas similares a maderas y plantas, como el amianto, el crisotilo, las rosas micáceas, agrupadas en forma de cáliz y otras formas que constituyen los últimos vestigios del origen realmente vegetal de estas rocas silíceas. Frente a este estado desinteresado, transmisor de luz y calor, tenemos a la cal, absorbente y ávida, que ha llegado a la tierra mediante formas animales en la generación de huesos y valvas. Al investigar la multiplicidad de las piedras de la tierra, en la medida que las conocemos a través de su aoración, perforaciones y minas, vemos que el 75% de todas las masas rocosas se compone de ácido silícico. Pero sólo una mínima parte de ese ácido silícico tan propagado, puede ser hallado como auténtico cristal de roca. Únicamente en los lugares en el
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pasado, a causa de movimientos de la masa rocosa aun plásticamente blanda se han producido grietas, hendiduras, venas o cavidades, estaba dada la posibilidad, de que en esos espacios pudiese juntarse el ácido silícico, blando a manera de gel con contenido de agua, para luego cristalizar. Esa cristalización se produjo no solamente en cavidades sino también en medio de cal, y yeso y mármol. Esto se torna comprensible únicamente sabiendo que tanto la cal, el yeso y el mármol ANTES de su solidicación se encontraban en un estado coloidal de gel, que a su vez contenía al ácido silícico disuelto, es así que el cristal de roca pudo llegar a la cristalización, suspendido dentro de la masa blanda, pudiendo plasmar entonces los tan bellos cristales de dos puntas, que ostentan al cristal de roca en su terminación más completa: la columna de seis lados, limitada en ambas puntas por una pirámide de seis lados. Tales cristales de dos puntas se encuentran insertos en el mármol de Carrara de Italia, o en cavidades del mismo, del cual Michelangelo ha creado sus famosas obras plásticas. Esas “lágrimas de Carrara” pertenecen a los cristales de roca más bellos y puros que se conocen, solo que en la mayoría de los casos, su tamaño es reducido. Otros lugares de hallazgo de tales doble punta son Kalabagh en la India, donde los cristales se encuentran incrustados dentro del yeso de una manga salitrosa, y en Lake George del Estado de New York, donde los cristales aparecen dentro de una piedra arenisca calcárea. Posiblemente hay muchos otros lugares de depósito sobre la tierra. Veinte años atrás, el autor tuvo la posibilidad de recoger en la capa superior calcárea originada por valvas, en Wurllemberg (Alemania) miles de pequeños cristales de doble punta. Estos cristales poseían una forma perfectamente terminada, la nitidez del agua y un tamaño de 1 a 2 mm. Mediante disolución de la envoltura calcárea, estos cristales fueron fácilmente obtenibles. La formación de tales cristales con dos puntas dentro de un medio substancial completamente diferente muestra, que en esos estados del mundo rocoso en evolución, las fuerzas químicas aún se encuentran muy replegadas. Si un cristal de roca, o sea ÁCIDOO SILÍCICO, puede generarse dentro de una masa gelatinosa de cal carbónica, o sea una substancia ALCALINA, tendrán que predominar las fuerzas aislante, formadoras, cristalinas. De otro modo, el ácido silícico se combinaría QUÍMICAMENTE
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con la cal, formando una cal – ácido – silícico (Wollastonit). Con ello empero, tocamos un fenómeno primario de la formación cristalina, de la formación de piedras preciosas en sí. Dado que toda formación de cristales y piedras preciosas se destaca, se aísla individualizadoramente de la masa rocosa restante, a menudo muy compleja. Se obtiene la impresión de que la fuerza cristalizadora absorbe la substancia pura de la masa rocosa, apartando todo lo impuro. Es así que hasta de rocas oscuras, ricas en hierro, o teñidas de otros colores, emergen cristales con la claridad del agua o incoloros. Solo muy raras veces y en algunos pocos lugares de hallazgo, existen pequeños cristales de roca que encierran otras substancias y que por tal motivo poseen un tinte no transparente. Es así que cerca de Sundvig Iserlohn encontramos el silíceo – ferroso, que contiene óxido de hierro, y de Madagascar provienen cristales no transparentes a causa del rojo – óxido que contienen, mientras que en Sicilia se encontraron diminutos cristales de roca con contenido de azufre. En maderas petricadas de capas más antiguas a veces encontramos pequeños cristales, completamente negros por el carbón. Las fuerzas plasmadoras del cristal están dispuestas de manera tal que, provenientes de todas las direcciones del espacio sideral, compenetran a la tierra. Justamente en los cristales de dos puntas se maniesta claramente este hecho. Si en cambio un cristal se encuentra adherido en una de sus puntas, está en realidad arraigado a la tierra, puesto que sus fuerzas plasmadoras han podido actuar desde un solo lado. R. Steiner ha hablado de estas fuerzas plasmadoras de cristales en el sentido de que deberían ser buscadas en el alargue, la proyección de las líneas y los cantos que delimitan al cristal, yendo en dirección al cosmos. De esta manera se llega a determinadas constelaciones estelares, desde donde actuaron o actúan las fuerzas plasmadoras cristalinas. Esta cristalografía espacial o astral – como se la podría llamar – es un asunto de matemática superior, que aquí no podemos profundizar. Estamos en condiciones empero de descubrir estas fuerzas activas globales que forman los cristales, sobre todo la “fuerza hexagonal” que forma el cristal de roca – como R. Steiner lo denominara cierta vez – aun sin empleo de la matemática. Para ello es menester orientar nuestra mirada hacia otros ámbitos, fuera de las piedras. Al observar los procesos en la atmósfera veremos que, por ejemplo, los cristales de la nieve
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también están formados según ese principio del hexágono. Y aquellos hielos aciculares que en los despejados días otoñales están suspendidos en grandes alturas, están conformados por diminutas columnas hexagonales, que con orientación vertical se encuentran colgados en el aire helado. En ellas se quiebra la luz solar y mediante el reejo genera los halos solares de belleza sin igual, como inmenso anillo de luz, con soles complementarios ubicados exactamente en cruz. Si de la elevada atmósfera descendemos al mundo de las plantas veremos esa fuerza silícea hexagonal con gran claridad, por ejemplo en las microscópicas células vegetales. Aun cuando esos hexágonos no son tan regulares como los cristales del hielo, se repite aquí – sobre la escala de la vida – un fenómeno que también encontramos en el mundo mineral. Las laminillas de mica en el gneis y en el granito son hexagonales, al igual que las células vegetales; y al igual que en la planta, se encuentran ordenadas en capas, una sobre la otra. R. Steiner comparó esa estructura interior de la planta con la estructura granulosa de la roca/piedra. Indicó que esa estructura celular muestra que la substancia vegetal tiende hacia la propiedad rocosa. Dentro de la formación de lo leñoso este proceso se lleva a cabo dentro de lo vegetal. Pero también en la región oral de muchas plantas podemos observar esta “fuerza hexagonal”. Es así que las ores de las liláceas se orientan hacia el hexágono. Desde allí ya es un paso hacia el imperio de las abejas, que saben manejar la “fuerza hexagonal” como casi ningún otro ser viviente. La construcción del panal para la cría y para la miel es llevada a cabo – en el mejor sentido de la palabra – a partir de las fuerzas silíceas, que compenetran al mundo en todas las direcciones. Aquí la “célula vegetal”, por arte de encanto es llevada frente al asombrado ojo humano, en toda su grandeza e inconmensurable sabiduría. Esa estructura de las células y del panal es un fenómeno con el cual podemos volver a encontrarnos en el mundo mineral. Allí empero, su circunstancia se encuentra muy oculta: muchas ágatas que se componen también de ácido silícico con contenido de agua, muestran – cuando se las corta y pule – una marcada estructura de la célula y del panal, al ser colocadas frente a la luz. Lo peculiar es que esa forma hexagonal del cristal de roca, no se genera como en los cristales de forma propiamente hexagonal de otras mate-
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rias, sino por el hecho de que un gran número de cristales individuales de otra forma se amalgaman constituyendo una columna hexagonal. Aquí se evidencia que la fuerza generadora del cristal de roca es algo que traslada simplemente determinadas tendencias propias de la substancia silícea generando un así llamado ATUENDO, que nada tiene que ver ya con la tendencia cristalizadora original. Solo a modo de hallazgos con escasa frecuencia se conocen a partir del mármol de Carrara tales formas “originales” de cristalización del ácido silícico. A menudo se trata de cristales muy diminutos, que nos recuerdan a cualquier otra cosa menos a la forma del cristal de roca. Yacen inmersos dentro del mármol espeso y pueden ser obtenidos únicamente al disolverse el mármol mediante el ácido clorhídrico. El recién mencionado atuendo (leyes)de los cristales de roca, que se genera mediante la transposición y formación gemela, es algo que ha “individualizado” a los cristales de roca en todos los ámbitos terrestres. Quien ha tenido oportunidad de poder observar muchos cristales de roca de diversos lugares de hallazgo en diferentes países, y teniendo una buena memoria para la forma, estará en condiciones - con relativa facilidad - de poder saber el origen de cada cristal. Este aspecto dispar de los cristales de roca posee una ley determinada, característica para los diferentes lugares de hallazgo. Es así que esas leyes recibieron el nombre de los lugares de hallazgo, sin querer conrmar mediante ese hecho, que la forma en cuestión aparece exclusivamente en ese lugar determinado. La diferencia de esas leyes se genera por el hecho de que los “originales cristales individuales” que poseen carácter romboidal, o trapezoidal, pueden ligarse tanto “hacia la derecha” como “hacia la izquierda”. De este modo se generan “cuarzos derechos” y “cuarzos izquierdos”. A ello se agrega que jamás UN cuarzo derecho o UN cuarzo izquierdo por si solo puedes formar un cristal de roca. Recién cuando dos cuarzos derechos o dos cuarzos izquierdos o un cuarzo derecho y un cuarzo izquierdo se compenetran y se complementan a modo de gemelos se genera un completo cristal de roca. El caso primero en el cual dos cuarzos derechos o dos cuarzos izquierdos forman esa unidad gemela corresponde a la así llamada ley Dauphineer, dado que es hallado sobre todo en cristales de los Alpes y del Dauphine. El segundo caso en el cual entran en relación
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gemela un cuarzo derecho y un cuarzo izquierdo, corresponde a la así llamada ley brasileña, que obtuvo su nombre debido a que esa ley se observa principalmente en los cristales del Brasil. Esa misma ley puede aparecer sin embargo también en cuarzos Alpinos. Una tercera ley resulta de la combinación de la ley Dauphineer y la brasileña que generan los así llamados cuatrillizos. La cuarta, así llamada ley Japonesa, a causa de algunos hallazgos excepcionales en el japón se produce por el hecho de que los gemelos no se compenetran dentro del eje vertical, y que en cambio los ejes observan una inclinación mutua casi rectangular. Tales cristales japoneses son notoriamente planos, chatos. Existen además otras seis leyes poco comunes, características para determinados lugares de hallazgo, poco conocidos. Las mencionamos, dado que indican la multiplicidad de las posibilidades, señalando a la vez la complejidad y variabilidad en la formación del cristal de roca. Algunos cuarzos alpinos (sobre todo los cuarzos “ahumados”) muestran un crecimiento en espiral. Se genera por el hecho de que los ejes verticales de los gemelos se encuentran dentro de un leve ángulo de inclinación mutua. De esta manera, dos cuarzos derechos pueden ligarse en un cristal enredado hacia la derecha y dos cuarzos izquierdos pueden hacer lo mismo, y nalmente, muchos cristales muestran una extensión irregular de la supercie y una fuerte deformación. Sin el material natural para el estudio, o buenas reproducciones grácas, la mención de leyes no deja de ser algo abstracto. Puede, sin embargo, dar una idea de la multiplicidad de posibilidades, mostrando de qué manera las fuerzas plasmadoras de los cristales varían a lo largo de la tierra, de modo tal que sus diferencias hasta pueden ser denidas ma temáticamente. Aquello, empero, que de esta manera puede ser captado matemáticamente y abstractamente, es, así y todo, la expresión de esa diversidad que resulta, al apoderarse las fuerzas plasmadoras cristalinas desde el espacio astral, las substancias terrestres en los lugares más variados. De por si, los lugares de la tierra viviente son muy dispares entre sí, a causa de las fuerzas invisibles - etéricas, que por ejemplo hallan su manifestación en el mundo vegetal. También ese mundo vegetal se genera a partir de una acción mancomunada de cielo y tierra y ostenta tal diversidad
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porque es un cielo siempre diferente que cubre la tierra, y son diferentes también las fuerzas que emanan del interior de la tierra. Lo que hoy aún promueve que el mundo vegetal muestre esas diferencias en las distintas regiones de la tierra, en un lejano pasado, al generarse el mundo mineral a partir de lo viviente, es lo que ha congurado este mundo APARENTE MENTE muerto ahora. El país que aún hoy suministra gran cantidad de cristal de roca, es Brasil. En el estado de Goyaz los cristales se encuentran dentro de una dura roca de arenisca, en pasillos y en cavidades. Estos cristales se destacan por su forma esbelta, siendo un poco más gruesos en su base de adhesión a la roca. Su grosor puede llegar a ser un poco más de 50 centímetros y su largo hasta los 70 - 80 centímetros. De los lugares de hallazgo brasileños se conocen también cristales de doble punta de tamaño mayor, los así llamados cuarzos - fantasma. Estos cuarzos muestran de manera muy evidente, de que modo se genera el cristal de roca: DENTRO del cristal transparente, y exactamente paralelo a los cantos y supercies exteriores, se observan dos, tres, y hasta seis pequeños cristales adicionales, que parecen estar otando en el interior marcados mediante te nues contornos. Se han generado mediante diminutos glóbulos gaseosos o inclusiones líquidas. El conjunto da la sensación de que varios cristales hubiesen sido introducidos los unos dentro de los otros. Podemos darnos cuenta así, de que el cristal de roca de hecho ha “ido creciendo”. Dentro de determinados ritmos se ha rodeado de substancia siempre nueva. Y entre los diferentes períodos de crecimiento, se ha depositado sobre las supercies hasta entonces terminadas, aquella capa delicada de gas, o de líquido, que ahora nos muestra los contornos de los cristales encerrados. A partir de los cristales de roca gigantes, que ya en el siglo 18 fueron encontrados en grandes “sótanos de cristales” en las regiones de Berna y Vietschtal (Suiza), pudo ser estudiado otro fenómeno, que alumbró el misterio de la generación de los cristales. Muchos de los cristales que fueron hallados en estas cavidades tenían una altura de un metro y un diámetro acorde a ello. Un cristal tuvo un tamaño de 2.5 metros y pesaba 400 kg. Lo peculiar de esTos cristales era empero, que en forma de CAPAS mostraban diminutas inclusiones - similares como en los cristales fantasma - con la única diferencia, que esas capas no corrían paralelamente con las supercies exteriores, sino formando zonas horizontales. Esas
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zonas de capas horizontales corrían a la misma altura a través de todos los cristales parados sobre el piso del sótano. Si por ejemplo una capa semejante se encontraba a una altura de 50 centímetros del piso, a esa misma altura corría por todos los temas cristales. Una nueva capa podía hallarse a 58 centímetros del piso y nuevamente otra a 63; y siempre los cristales circundantes tenían capas a la misma altura. Este fenómeno se menciona aun en la literatura del siglo pasado. De este fenómeno surge entonces, que todo ese sótano cristalino originalmente tuvo que haber estado colmado con una masa de ácido silíceo en forma de gel, más agua, en la cual ascendían nas nubes de burbujas de gas. Esas nubes formaban regiones de capas en la masa blanda. Cuando la masa conjunta comenzó a cristalizar, las nubes de burbujas gaseosas fueron encerradas en los cristales, dándonos la evidencia que los muchos, y hasta diferentes cristales en tamaño de un sótano de esta clase han emergido de UNA MASA BÁSICA, blanda, uniforme, que ha colmado todo ese espacio. Con ello, pasa a ser obsoleta la antigua concepción de que el cristal de roca, similarmente como la sal, ha cristalizado de una solución acuosa. Muchos indicios muestran, que la formación del cristal relacionada con el ácido silíceo, pero también los minerales de los metales, han emergido de un estado gelatinoso tal. Este estado del coloide o del gel es empero aquel estado, que es de fundamental importancia para la substancia viva. Toda proteína de las plantas y los animales se encuentra en ese estado coloidal y está transpuesta con agua viviente. Mediante ese estado líquido – vivo, la sustancia adquiere su posibilidad de compenetrarse con aquellas fuerzas plasmadoras, que actúan desde la periferia y desde la tierra. De este modo, también la masa gelatinosa del ácido silíceo en las cavidades de las rocas, otrora estuvo inserta en las fuerzas vitales terrestres. Cuando se retiró la “vida” de las rocas en estado de solidicacion, dejo sus rastros en la multiplicidad de los cristales y las rocas que los envuelven.
LOS HERMANOS DEL CRISTAL DE ROCA: EL CUARZO AHUMADO, LA AMATISTA Y LA CITRINA En muchos lugares conocidos como yacimientos de bellos cristales de roca podemos encontrar a su vez otras variedades de esta piedra preciosa, con un tinte peculiarmente más oscuro, que se conocen bajo el
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nombre cuarzo ahumado, y, erróneamente: topacio ahumado. Los matices de color de ese cristal de roca se encuentran entre el delicado gris rojizo, a través del marrón – clavo de olor y el gris humo, hasta el negro – profundo. Estos últimos cristales negros casi intransparentes, también se denominan Morion. Al igual que los cristales de roca, también estas variedades se han generado en las mismas épocas de la historia terrestre, son relativamente jóvenes con respecto a otras piedras preciosas. Por lo tanto, las leyes de la cristalización son las mismas que ya hemos conocido con respecto al cristal de roca. En estos cuarzos ahumados, así como también en los amatistas y citrinos se maniesta algo, que estudiaremos con mayores detalles en las piedras preciosas más “antiguas”, el rubí, el sar, la turmalina y otros: EL MISTERIO DE LA COLORACIÓN DE LAS PIEDRAS PRECIOSAS. Esa coloración de las piedras preciosas se debe a substancias excepcionalmente sutilmente distribuidas. Esa distribución podría ser denominada coloidal, en el mismo sentido como lo hemos explicado en nuestra exposición del cristal de roca con respecto al ácido silicio. También la coloración del cuarzo ahumado, amatista, citrina, se basa sobre substancias así distribuidas. Lo asombroso es, que aquel cúmulo de colores, que podemos observar en la mayoría de las piedras preciosas, no se maniesta en el cristal de roca. No existen los cristales de roca azules, rojos o verdes, existen únicamente el cuarzo ahumado, la amatista, la citrina. La amatista ocupa un lugar de privilegio, a lo cual nos referiremos más adelante. El hecho de que el cristal de roca en lo que al color respecta presenta tan pocas variedades hace pensar, que en la época de su generación, ya no existían en tan na distribución las materias que a las demás piedras preciosas le dieron su coloración. Tal idea se basa sobre una prueba interesante: se han encontrado cristales de roca, que encierran otros cristales. Los mas conocidos son las así llamadas “rocas velludas” o pelo de Venus. Se trata de cristales de roca, que en su interior contienen minerales de color, transparentes. En la mayoría de las veces estos minerales coloridos, transparentes, están dispersos en todas las direcciones dentro de la clara masa del cristal, y muestran, que se habían solidicado ya anteriormente a la solidicación del cristal de roca. Se trata de minerales tales como: piedra - radiante (Strahlsteir) verde, hornablenda verde y
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negra, rutil amarillo, hasta rojo. Pero pueden ser hallados también, mineral mangánico acicular y goethita. Las substancias colorantes de estos cristales incrustados son predominantemente el hierro, y el manganeso. El autor hasta tuvo oportunidad de ver cristales de roca con inserción de topacios marrón – oro y de pirita. Todos estos fenómenos indican, que el cristal de roca es una formación de menor edad, que encierra a cristales más antiguos que ya habían alcanzado el estado sólido. Esos cristales más antiguos en su totalidad empero ostentan un color, ya sea como mineral (goethita, manganeso), o como mineral teñido por un metal (piedra radiante, hornablenda, rutil, topacio). Es signicativo, que los mismos metales que a las demás piedras pre ciosas esencialmente le otorgan su color, o sea, hierro, manganeso y titanio (un metal familiar al hierro, pero menos frecuente), se han encontrado también en el cuarzo ahumado, la citrina y el amatista. En el cuarzo ahumado se han encontrado rastros de titanio, el manganeso y el hierro evidentemente no asumen un rol de importancia. En el cuarzo ahumado, el titanio está distribuido tan sutilmente, que al calentarse el cristal desaparece la coloración del ahumado, el cristal se torna incoloro, quedando así, también después de su enfriamiento. Al investigar a otras piedras preciosas que también contienen titanio como substancia colorante, por ejemplo el zaro, vemos, que en él NO se destruye el color azul por el calentamiento. Al cabo del enfriamiento, la piedra que ha perdido su color por el calentamiento, se torna nuevamente azul. Esto indica, que el titanio como metal colorante, está presente de manera diferente en el zaro que en el cuarzo ahumado. El color gris del cuarzo ahumado nos indica a su vez, que allí el titanio está presente de un modo MENOS FINO, pudiéndose generar entonces matices, que llegan casi al negro no – transparente (morión). Estamos entonces frente al fenómeno, de que una substancia que en piedras preciosas más antiguas – como por ejemplo el zar – aún se encuentra tan namente distribuida que puede promover matices azules, en formaciones de menor edad – como por ejemplo el cuarzo ahumado – aparece en forma tan “burda”, que posee tan solo una acción oscurecedora, sin proporcionar color en sí. DE ESTE MODO, Y A PARTIR DEL FENÓMENO DE LAS PIEDRAS PRECIOSAS Y SU COLORACIÓN HEMOS DESCUBIERTO UN DATO QUE ES DE FUNDAMENTAL IMPORTANCIA PARA LA HISTORIA SUBSTANCIAL DE LA TIERRA. Vemos,
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que los metales, en estados anteriores de la tierra, más plenos de vida, como los que conocemos en la actualidad, con los minerales sólidos y no – transparentes. R. Steiner ha demostrado, que los metales, en una determinada etapa de la evolución terrestre se encontraban existentes a modo de una formación de nubes de colores en la “atmósfera”. Esa “atmosfera” la tenemos que imaginar como un elemento compuesto por agua y aire, fuertemente supeditado a efectos del calor. Puede suponerse, que los metales en esa atmósfera de agua - aire - calor se hallaban disueltos de una manera coloidal similar, a la que en la actualidad podemos acceder articialmente en los laboratorios. Al llevar a la disolución a metales o también a óxidos de metales mediante procesos químicos, o sicales, se podrán obtener líquidos transparentes, de color, que se corresponden con los colores de las piedras preciosas. Así mismo pueden producirse radiantes colores arco - iris de capas metálicas coloidales, mediante la evaporación de los metales a temperaturas muy elevadas al vacío y sedimentos de los vapores metálicos sobre supercies más frías de cuarzo o vidrio. Tales capas metálicas coloidales en la actualidad se emplean en muchos casos de la industria óptica para el mejoramiento de los lentes ópticos de los aparatos fotográcos y los anteojos de protección solar. Quien presta atención, de este modo puede admirar a diario los más magnícos colo res coloidales de los metales. El cuarzo ahumado es una piedra preciosa que pudo acogerse en el “último instante” de ese estado de na distribución del titanio - metal. Por entonces, el titanio ya se encontraba tan solidicado, que ya no tuvo una acción colorante, sino tan solo oscurecedora - turbia. Un poco más tarde, el titanio aparece en las “rocas con pelos” y en el pelo de Venus que ya hemos mencionado, a modo de nas agujas de rutil amarillo, hasta rojo (óxido de titanio), inserto dentro del cristal de roca claro, incoloro, o tenuemente grisáceo. Luego, se produjo la densicación del titanio, llegando hasta el mineral. Los lugares de hallazgo de un buen cuarzo ahumado son múltiples. Los cuarzos más famosos y voluminosos con coloración clara, hasta profundamente oscura, fueron encontrados en agosto de 1868 en una caverna de cristales de 6 metros de largo, 4 de ancho y 1 - 2 de altura en roca eo recida junto a un glaciar en el cantón Uri (Suiza). Esa caverna suministro
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unos 1500 kg. de cristal. Los más bellos de estos cristales se encuentran expuestos todavía en el museo de Berna. El “abuelo” tiene un largo de 69 cm. y una circunferencia de 122 cm., pesa 133,5 kg.; el “Rey” tiene 87 cm. de largo, 100 cm. de circunferencia, y pesa 127,5 kg. Entre estos cristales gigantescos se encuentra también uno de doble punta de 82 cm. de largo y 71 cm. de contorno, que pesa 67 kg. En los montes Urales, el cuarzo ahumado es encontrado como acompañante de las piedras preciosas en las conocidas minas de Mursinsk y Schartanka. Muy hermosos cristales se encuentran además, en Hinojossa en la provincia de Córdoba en España. En Madagascar y Brasil, el cuarzo ahumado acompaña la presencia del cristal de roca. El cuarzo ahumado de Madagascar es considerado como el mejor. En épocas pasadas, era famoso el así llamado topacio escocés. Podía ser hallado en las masas de eorecencia y en los lechos de ríos en trozos de hasta 12 - 20 kg. y era muy transparente. Especialmete numerosos son los lugares de hallazgo de cuarzo ahumado en el continente americano, donde se encuentra inserto únicamente en los granitos. El AMATISTA se diferencia del cristal de roca y del cuarzo ahumado no solamente por su llamativa coloración violeta, sino también por su conformación cristalina algo modicada. Esa diferencia se torna más evi dente en los lugares donde el amatista aparece como revestimiento de las cavidades de la ágatas de forma almendrada. No esta desarrollado el prisma propiamente dicho de los cristales de roca, la columna, sino tan sólo la punta. Hacia abajo, el cristal termina en una masa. Es así que los amatistas dentro de la almendra - ágata se encuentran situados una punta junto a la otra, a modo de los dientes dentro de las fauces de una era. En esas puntas del cristal podemos observar asimismo, su coloración más intensa. Al observar una drusa de amatista, se tiene la impresión, de que el color ha sido inhalado desde arriba. Aún más evidente se torna esa coloración sólo en la punta en aquel otro yacimiento de amatistas, característico para determinados gneis, piedras areniscas y también los así llamados pasillos de pegmatita (Pegmatita es un granito que posee pasillos y cavidades alargadas en forma de lenteja, colmados con cristales). Los amatistas que se encuentran en las piedras mencionadas poseen una columna formada, tal como la tiene el cristal de roca, pero esa columna es incolora o posee una coloración muy tenue. La coloración principal también aquí, la vemos en punta de cristal. Entre estos cristales solemos
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encontrar también los así llamados cristales - cetro, que se caracterizan por el hecho de que sobre una delgada columna incolora se encuentra una gruesa cabeza de amatista. Esta piedra preciosa muestra además una peculiaridad, que ocasionalmente aparece también en otras piedras preciosas a modo de rareza: la coloración del amatista no es uniforme ni en forma de capas, sino que se halla inserta en la piedra en forma de laminillas nísimas y en capas. Al investigar la piedra con la lupa o un microscopio, en el espacio de un milímetro se podrían hallar hasta 30 capas delicadamente coloreadas, que hacen entre las laminillas de la formación gemela del cristal. Entre estas laminillas con capa de color, luego aparecen capas de 1 - 2 milímetros, que pueden ser incoloras. Este fenómeno nos recuerda las capas del ágata. Sólo, que el amatista; que suele aparecer en el interior de tales almendras - ágatas - no está orientando especícamente, sino, rigurosamente según las leyes de la estructura del cristal. De este fenómeno surge, que los cristales - amatista han crecido rítmicamente. En cierto modo, este fenómeno nos recuerda también la peculiar estructura de los cristales - fantasma, que hemos visto en la descripción del cristal de roca. Con el aumento necesario, dentro de esas laminillas pueden hallarse también nísimas burbujitas gaseosas, que allí fueron encerradas al solidicarse el estado líquido. Recordemos al respecto aquellas peculiares inclusiones gaseosas que fueron observadas en el cristal de roca, a modo de capas horizontales y nos daremos cuenta, que el amatista ha cristalizado de un modo muy diferente que el cristal de roca o el cuarzo ahumado. Si a este fenómeno de la estructura en laminilla se adiciona la tendencia espiral de la formación gemela del “cuarzo derecho y cuarzo izquierdo” (ver cristal de roca) que también el amatista ostenta, estas formaciones - cristales nos muestran dos fenómenos que de otro modo podemos encontrar únicamente en las tendencias plasmadoras del crecimiento vegetal. A partir de tales observaciones hechas en las nas estructuras de los cristales queda en evidencia que hasta dentro de las austeras leyes de la cristalografía podemos descubrir algo de la relación arquetípica entre el ácido silicio (cuarzo) y el mundo vegetal, la cual fuera señalada una y otra vez por Rudolf Steiner. Esa estructura en laminillas de los cristales, tan importante para el ama-
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tista, y con ello asimismo el modo, y la intensidad de la coloración es tan característico para los diferentes lugares de hallazgo, que el entendido esta en condiciones de saber a partir de esos fenómenos, de donde procede el amatista. Por lo tanto, el amatista posee una especie de “atuendo interior”: se puede saber de donde es, a partir de su estructura interior- en el cristal de roca, era el atuendo exterior, el que revelaba el lugar de hallazgo. La gama de color del amatista, que va desde el más delicado violeta hasta llegar al casi- púrpura (muy pocas veces), es causada por medio del manganeso coloidal, del hierro y titanio en nísima distribución. Se trata de cantidades, que en un miligramo se encuentran en 1/10 miligramos. Las substancias a menudo son comprobables únicamente por un espectroscopio. Además, en el amatista se ha encontrado nitrógeno, lo que hace presumir, que la coloración se produce por hierro - rhodon (una aleación de azufre-nitrógeno con el hierro). Esa suposición de una aleación orgánica- química (el rhodon de otro modo aparece únicamente en los reinos naturales vivientes) como substancia colorante no es tan desatinada como parece. Existen cristales de roca y amatista que contienen ácido carbónico líquido, y líquidos petrolíferos y hasta sulfuro de hidrógeno en pequeñas burbujitas. A partir de tales fenómenos queda en evidencia que la atmósfera de la época en la cual se formaron los cristales, tenía una composición muy diferente a la actual. La mayor cantidad y los de mejor calidad de los amatistas desde hace mucho tiempo provienen del Brasil y del Uruguay. Proceden de las ya mencionadas almendras - ágatas, que se encuentran insertas en una roca muy peculiar, la roca almendra- melar. Esa roca posee un color que va desde gris-verdoso hasta el negro, es de grano no y procede de una época de la historia terrestre, que sigue inmediatamente a la así llamada época del carbón de piedra. Esos melares (en realidad pórdos negros) en la actualidad son considerados como rocas de origen volcánico. Tendrá que tomarse en cuenta empero, que el volcanismo de aquella época no tenía el carácter vomitador de fuego de los volcanes de la actualidad. Las masas rocosas de la tierra en formación se encontraban aún en un es-
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tado pastoso, líquido, pero no candente. Esa masa blanda estaba transpuesta de calor, pero ese calor no era un calor muerto sino la expresión de los “procesos de vida” aún existentes. La esencia de esos procesos de vida era de índole vegetal-animal, las formas de vida de la actualidad, que si no hallaba su expresión meramente dentro de las conguraciones no-diferenciadas de las almendras-ágatas en formación. Esas almendraságatas consisten esencialmente de ácido silícico coloidal de bra na, que con capas delgadísimas se ha depositado en las cavidades del melaro. Ese ácido silicio contiene siempre algo de agua, y en las diferentes capas está teñido por inserciones namente distribuidas (hierro, manganeso). Dentro de muchas de esas almendras -ágatas en formación, nalmente quedó una cavidad que en su interior era revestido por cristales de cuarzo, o amatistas. La coloración del ágata no pasaba empero a esos cristales que se formaban en el interior. Tales almendras que contienen amatista, pueden estar coloreadas por ejemplo gris o marrón en los más variados matices. El ágata nunca posee el color violeta del amatista. Cuando R. Steiner arma que en los pórros encontró una última ex presión lo vegetal-animal, puede señalarse, que de hecho en el ácido silício y en esa estructura peculiar que recuerda a la capa (cerca) anual estamos frente a un parentesco con lo vegetal. Lo “animal” en cambio está representado por el espacio hueco de esa almendra-ágata. Más adelante, al estudiar al ágata, veremos, que existe todo un cúmulo de otros fenómenos que suministra pruebas de que esas peculiares formas deben su existencia a una acción “orgánica”. Las almendras pueden tener diversos tamaños. No constituyen excepciones las de 1 m de largo y 50 - 60 cm de altura en forma de huevo. La almendra mayor que fue excavada en 1900 al norte de Santa Cruz, Brasil, tuvo un contorno de 10 x 5 x 3 metros, con un contenido 3.500 kgs. de cristales de amatista del tamaño de un puño. Otros yacimientos de amatista existen en Brasil y Uruguay dentro de piedras areniscas y pegmatitas. Los cristales no se encuentran entonces dentro de cavidades esféricas, sino a modo de revestimiento de paredes de largas hendiduras y grietas. Las amatistas del Uruguay se destacan por la profundidad de sus colores. Esas piedras oscuras existen así mismo en Madagascar. Se destacan empero las así llamadas amatistas silberianos, en primer término los de Mursinka, en los Urales, que son considerados como los más nos. Esas piedras siberianas poseen un color más claro, muestran empero un azul muy bello y una fuerte radiancia.
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En Norte América hay muchos lugares de hallazgo, que no pueden empero compararse con las pieras sud-americanas. Podríamos mencionar aquí, un yacimiento en el Estado de Georgia, que suministra piedras con inclusiones acuosas especialmente importantes. Amatistas especialmente bellos se encuentran también en Ceilán, conjuntamente con otras piedras preciosas. En épocas pasadas jugó un rol importante el amatista de Idar-Oberstein, que se encontraba en almendras-ágata. Los pocos amatistas que pueden encontrarse en los Alpes, poseen una coloración similar a los siberianos y se originan en el gneis. LA CITRINA: Es un cristal de roca de color amarillo, que va desde el color vino-blanco hasta el amarillo oro. Se encuentra, preponderantemente, en compañía con el cristal de roca, pero también en compañía del amatista. Sus cristales adquieren mayor tamaño que aquellos del amatista, pero jamás los tamaños gigantes del cristal de roca. El curioso hecho, de que muchos amatistas mediante el calentamiento a determinada temperatura pueden adquirir color amarillo, ha llevado a la suposición, que el amatista se ha generado con temperaturas más bajas (100º - 125º - grados) y la citrina con temperaturas más elevadas (el cambio hacia el color amarillo se produce en el amatista recién a los 600º - 700º - grados). Existen empero dos hechos que indican, que las temperaturas no pueden ser decisivas con respecto a la coloración de la citrina. El primero es, que la citrina jamás puede ser hallada dentro de las almendras-ágata como sucede con el amatista. Puede ser encontrado en compañía del amatista en el gneis y en el granito, no mostrando empero la coloración en capas de nas lami nillas, tan característica para el amatista. A ello se agrega, que todos los amatistas se tornan considerablemente más oscuros frente al dorar articial que las citrinas naturales. El especialista puede distinguir sin problemas un amatista llevado al amarillo mediante su calentamiento, de una citrina con su amarillo natural. La coloración de la citrina a menudo puede presentar capas, pero no presenta jamás laminillas, tal como las del amatista. En la coloración del amatista que ha sido llevado al amarillo mediante el calor sigue estando presente las laminillas ya mencionadas.
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A causa de la posibilidad de poder modicar el color del amatista, mu cho más frecuente que la citrina, en el comercio existen pocas citrinas auténticas. La mayoría de las así llamadas topacios, que se ofrecen como topacio español, topacio Madeira, o topacio-oro, no son otra cosa que amatistas modicadas con calor. Los países con los lugares más importantes del hallazgo de la citrina, son del Brasil, Madagascar, España, además los yacimientos de Mursinka en los Urales, y algunos lugares en Colorado, Carolina del Norte, Hungría y Croacia. De estos tres hermanos del cristal de roca: cuarzo ahumado, amatista y citrina, el amatista es aquél, quien desde tiempos remotos goza de una preferencia especial. Su color violeta profundo, genera un clima solemne de humildad y devoción. Dentro de este violeta empero, está contenido a su vez una claridad y un estar-despierto, portados por la serenidad y la modestia de este tono. Los hallazgos en las antiguas tumbas aztecas nos indican, que esta piedra otrora fue empleado con nes cúlticos. Hoy, en el anillo de los obispos nos muestra un último rezago de su nobleza como piedra sagrada. Quien en la actualidad se ocupa con el amatista, puede experimentar algo del último acto de aquellos procesos trascendentales que han tenido lugar, cuando la tierra comenzó a despedir los últimos rastros de vida de su mundo mineral. El último fulgor, ya en vías de oscurecimiento de las nubes-color de los metales que por entonces rodearon la tierra, se ha sumergido dentro de esta piedra, anunciando en su violeta, las épocas del despertar de la conciencia dentro del ser del hombre. A partir de allí, el antiguo colorido del mundo palidece, conduciendo al amarillo de la citrina, la gélida claridad del cristal de roca y la sombra del cuarzo ahumado.
EL DIAMANTE: Con en el estudio del diamante llegaremos a una región, que en deniti va a la capacidad cognitiva humana le es más vedada que todo lo demás que se relaciona con las piedras preciosas. Esto se evidencia ya a partir del simple hecho, que al referirnos al diamante, ya no estamos frente a una substancia anorgánica-mineral ordinaria, como ácido silícico, arcilla o sus aleaciones, sinó frente al carbono puro, cristalizado.
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El carbono es aquella substancia que conduce la vida, en sí, invisible, a la FIGURA VISIBLE. Es la substancia estructural base, de la vida VISIBLE de la tierra. y está relacionado con esa condición plasmadora de estructura, gura y forma del carbono, que aparece ante nosotros en su forma cotidiana a modo de grato, carbón de piedra, lignito o sea como residual de vida pasada, dentro de una materia oscura, opaca. La negrura del carbono es una expresión de las fuerzas de concentración y conguración que le son inherentes. La vida misma se ha creado esa substancia para trasladar a sus conguraciones fulgentes que se arraigan en el imperio de lo invisible, a la visibilidad. ES ASÍ, QUE A PARTIR DE LA VIDA MISMA SE HA GENERADO UNA MATERIA QUE DENTRO DE SI, REÚNE LOS CONTRASTES UNIVERSALES DE LUZ Y OSCURIDAD, que de modo singular, lo de arriba y lo de abajo, lo invisible y lo visible. En ese sentido, el carbono es LA substancia nacida de la luz, que a su vez se impregna con la máxima densidad terrestre; es la substancia más transparente y a la vez, la de mayor dureza que conocemos. Éste carbono se presenta de tres formas diferentes en el mundo de las piedras de la tierra. Como DIAMANTE , como GRAFITO, y cómo CARBÓN (de piedra). Al observar las capas y formaciones en las cuales están contenidas estas tres clases del carbono, vemos con toda claridad, que pertenecen a diferentes épocas evolutivas de la vida terrestre. EL DIAMANTE , aparece en Sudáfrica, inserto en una roca que guarda parentesco con las Piedras Verdes, el Kimberlet o “blue ground”. EL GRAFITO, en cambio, aparece preponderantemente en las pizarras de las capas más antiguas, en cales mezclados con mármol y en cierta medida en los pasillos de pegmatitas de los granitos. EL CARBÓN genera su formación propia, que es de conocimiento general. Entre el grato y el carbón de piedra, sobre todo, la androcita, existen transiciones, sobre todo, en determinados yacimientos antiguos. Rudolf Steiner ha señalado , que esas diferentes formas del carbono están relacionadas con anteriores estados existenciales terrestres, previas, al estado actual de la tierra, propiamente dicho. Estos estados “planetarios” de la tierra han sido expuestos detalladamente por R. Steiner, en su obra “Las Ciencias Ocultas”, siendo denominado etapa de Saturno
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- del Sol - y de la Luna. Como es imposible, referirnos detalladamente a lo allí expuesto, remitimos expresamente a la lectura de esta obra, que de por sí, conforma la base de ese “Estudio de las Piedras Preciosas”. La “ETAPA SATURNO” es un estado puramente de calor, el comienzo de lo “substancial”, sencillamente, que aún no ostente nada de “vida”. La “ETAPA SOLAR”, es un cuerpo celeste, conformado de calor, luz y aire, en el cual por vez primera aparece una vida “similar a la vegetal”, a la cual en la “ETAPA LUNAR” se agrega lo “líquido” y las primeras disposiciones con respecto a la vida “animal”. Recién en la cuarta etapa - la TIERRA actual - se genera el estado sólido y aparece el hombre en su gura corpórea, quien en su evolución ha pasado por todos estos estados. Al comienzo del actual Desarrollo de la Tierra, se repite de modo transformado los estados pasados de Saturno, Sol y Luna y, en el MUNDO MINERAL como rocas granuladas (sílice), como rocas en capa (pizarra) y como rocas calcáreas. Por lo tanto, en las estructuras en las rocas, y en segundo lugar también en su materia, tenemos la clave para los orígenes de éstas formaciones de estados existenciales anteriores de la Tierra. Allí donde esas formaciones se compenetran, borrando y mezclando sus estructuras y substancias, tenemos que recordar la REPETICIÓN de lo pasado, en la evolución terrestre actual, propiamente dicha. No debe asombrarnos, que la cal aparece ya en los granitos y en los gneis, puesto, que lo “animal” con ello liga, ya se ha generado en la “Etapa Lunar”; comienza a notarse en la TIERRA ya cuando en ella recién se retira el “Estado Saturnino”. Penetra, y se torna cada vez más ostensible, hasta que adquiere la supremacía en las capas calcáreas del Jura, y le llega entonces “su turno” la repetición del “estado lunar”. A su vez, en la cal del Jura pueden abrirse paso “rocas granuladas” a modo de así llamados volcanes, dado que el pasado del “estado - Saturno” aún está vivo, y activo. Todos estos fenómenos, aparentemente intrincados, no pueden desvirtuar la gran ley fundamental de la formación rocosa existente en la referida trinidad, y la que puede ser descubierta por
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quien se lo propone. EL DIAMANTE aparece en determinadas PIEDRAS VERDES en compañía de la granada y la crisolita (olivin). Estas dos últimas piedras preciosas pueden aparecer por sí solas, y dentro de rocas muy diferentes. Esto está relacionado con el hecho, de que los lugares de hallazgo del diamante están sujetos a determinadas regiones de la tierra. De todos modos, la granada y la crisolita se encuentran siempre en relación con las Piedras Verdes, o pasan a la pizarra, pariente de las Piedras Verdes. Aquellas Piedras Verdes, en las cuales aparece el diamante, poseen una relación especial hacia la “Etapa Solar” de la Tierra. Maniestan en el mundo mineral la “época” aquella en la cual el Sol, la Luna y la Tierra aún eran UN SOLO CUERPO celeste. Recordemos en este lugar nuevamente la “vida vegetal” incipiente, lo que luego se expresa en el desarrollo mineral en las peculiaridades de los minerales de las piedras verdes. Tenemos que imaginarnos en la Tierra, que muestra una fuerte vida “vegetal” de toda la Tierra. Pero, dentro de esa repetida etapa solar de la Tierra, también de los gneis y pizarras (ahora muy lejos de las Piedras Verdes) se introduce la cal (mármol). ALLÍ DONDE ESTO ES EL CASO, se encuentra dentro del gneis, de la pizarra y la cal ( mármol) el GRAFITO, que es señalado por R. STEINER como aquella forma del carbono, que se ha generado en la Etapa Lunar de la Tierra. La tercera forma, a su vez, la FORMA TERRESTRE , propiamente dicha DEL CARBONO, tal como lo denominara R. STEINER, el Carbón de Piedra, se genera recién después de la separación del Sol y la Tierra. Con el comienzo de esta formación del Carbón de Piedra, naliza a su vez la repetición de la etapa solar, que se evidencia tan excepcionalmente, en las preponderantes formaciones de pizarra. Podemos ver, por lo tanto, en el DIAMANTE , lo “referido al Sol”, en el GRAFITO, lo “referido a la Luna” y en el CARBÓN DE PIEDRA, lo realmente terrestre. Esas tres formas de carbono por lo tanto indican tres etapas diferentes de vida. En el CARBÓN DE PIEDRA aún hallamos irrecusables testimonios de vida, conservados a modo de vagas impresiones de formas vegetales primitivas. nadie duda, que ese carbón no-cristalino, ha surgido de una vida vegetal, aún muy poco diferenciada.
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En el GRAFITO no hallamos tales formas de vida. Vemos en cambio, otra cosa. El GRAFITO es laminado y al cristalizar, en su gura base, muy pa recida a las hojitas hexagonales de la Mica. En las rocas donde aparece, tales como granito, gneis y pizarra, “desplaza” a esa mica y, “se coloca en su lugar”. Lo cual, en realidad equivale a: donde de otro modo tenemos la mica, de pronto aparece el grato. Si recordamos, que la mica es el “elemento foliáceo” del antiguo mundo vegetal-mineral, vemos, que ESA forma del carbono - el grato - también tuvo relación hacia la “vida”. Y ese hecho se evidencia aún de otro modo. Existen yacimientos de grato con formas radiantes-brosas, esférica-radiales-brosas, y hasta las masas leñosas no son una rareza en los grandes yacimientos de Ceilán. Todas éstas son formas que hallamos en los minerales de las piedras-verdes y los minerales nobles. La vida, cuyo “residual” constituye el grato, evidentemente estuvo muy próximo al mundo antiguo de los minerales-plantas. Dentro de la aparición de ÉSTA forma del carbono, tenemos que ver la primera presencia a moda de germen del más tarde tan importante portador de vida y de gura. Es el primer intento de la creación para trasladar el antiguo “mundo silíceo” al siguiente “mundo del carbono” de la vida. En el DIAMANTE , que entonces aparece en aquellas rocas, que ostentan el rudimento MAYOR en dirección a conguraciones orgánicas - leñosas en el mundo mineral, lo “orgánico” se ha borrado en amplia medida. Por cierto, que la substancia del diamante es carbono puro, o sea, substancia orgánica. Las rocas empero, que contienen ese carbono puro, cristalizado, no pueden ser consideradas como rocas típicamente de contenido carbonífero propiamente dicho. Dispersos sobre la tierra existen innumerables yacimientos de rocas muy parecidas al “blue - ground” (fondo azul) que contiene diamantes, pero no contienen ni carbono, ni grato, de los cuales - bajo determinadas condiciones - pudo haberse “generado” diamantes. Por lo tanto, el carbono es un forastero en esas rocas, en la concepción de la moderna geo-química. Existen determinados aspectos en el diamante, que permiten intuir algo de estas formas arquetípicas de la vida. La forma más frecuente del diamante es el octaedro, aquella pirámide doble de cuatro lados, que entre los cuerpos cristalinos platónicos fuera LA forma solar. Esa gura octaedra del diamante, busca, dentro de innumerables variaciones, la FORMA DE LA ESFERA. Pueden ser halladas todas las transiciones del octaedro hasta el rombo con doce supercies,
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con formas intermedias de supercies curvas, hasta llegar a la forma del globo. Esas formas de supercies curvas, tanto cóncavas como convexas, son absolutamente características para el diamante, y prácticamente pueden ser halladas en el diamante. Dentro de esa forma de globo perfecto, lo podemos encontrar empero únicamente en aquellas clases de diamantes, que lo acompañan a modo de CARBONADO, BORT , o BALLAS. Se trata de masas negras-concentradas, que en su interior pueden ser irregulares o poseer bras radiales, y que en la mayoría tienen la forma de una esfera perfecta. El CARBONADO es una especie de coque, del tamaño de una arveja hasta del de un huevo, con una supercie negrabrillante. Esas formas no-preciosas (puras) del diamante, circunstancialmente son más DURAS, que el cristal puro-transparente y por ello un material buscado en la técnica de las perforaciones en profundidad. En esas formas esféricas del diamante, pero también en dos globos BORT , con bras radiales puede ser reconocido el hecho, de que la FORMA PRIMITIVA de la substancia - diamante - antes de que de ella se apoderaran las fuerzas de la cristalización y estando aún en el conocido estado de gel, ha sido la GOTA, la ESPERA. La esfera, el globo empero, es la forma PRIMITIVA de la vida. Dentro de los cristales - diamantes pueden estar insertos otros minerales y piedras preciosas. Fueron encontrados cristales, que encierra granada, crisolitas, topacios, cuarzos o cristales - circon -, de modo tal, que dentro del transparente cristal del diamante, claramente se observa el otro mineral, como suspendido dentro del mismo. No es raro tampoco , encontrar inclusiones de líquidos; fueron identicados como soluciones salitrosas y ácido carbónico líquido. Estos fenómenos nos muestran con toda claridad, que el diamante ha emergido de un estado gelatinosoacuoso, dado que el carbono puro no es fundible y que los minerales, encerrados todos poseen puntos de fusión que se encuentran próximos a los 1.500 grados. Y es de suponer que el diamante se ha endurecido mucho más tarde que los minerales que encierra. Del Brasil se conocen diamante que están transpuestos con cristales de roca, un fenómeno que conrma el estado de gel compartido. Lugares de hallazgo primarios fueron descubiertos en Brasil y en Sudáfrica. Se trata de las ya mencionadas piedras - verdes, en forma de serpentina, denominadas Kimberlit o Blue Ground. En estos dos lugares de
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hallazgo, se conocen las famosas “pipes” (pipas) o sea chimeneas en forma de caño, “volcánicas”, completamente rellenas con rocas Kimberlit. En Sudáfrica, el diamante es obtenido casi exclusivamente de esas pipes, volando, y desmenuzando la roca. Debido a la dureza del diamante raras veces se daña un cristal mediante este procedimiento burdo. Las piedras así desmenuzadas, son mezcladas con agua, dejándose pasar el ado por mesas vibradoras en posición oblicua untadas con una gruesa capa de grasa. Dentro de esa grasa quedan retenidos únicamente los diamantes; todos los demás minerales son barridos por el agua. Esa adhesión del diamante a la grasa es una consecuencia de su sustancialidad orgánica (carbono), que posee una tensión de supercie muy diferente a los demás minerales. Los lugares de hallazgo de diamantes en Sudáfrica fueron descubiertos recién en el año 1867. Los hijos de un bair encontraron la primera piedra que pesaba unos 21 quilates y que más tarde pudo ser admirada en la exposición mundial en París. En los años siguientes se volvieron a encontrar piedras en diferentes lugares de la región entre ellas, también la famosa “Estrella de Sudáfrica”, que pesaba 85 quilates. En la década del setenta se inició una búsqueda sistemática, que primero condujo al descubrimiento del “yellow ground”, que no era otra cosa que un “Blue Ground” corroído, que luego llevó a la explotación de las “pipes”. En el curso del tiempo fueron descubiertos unos 250 pipes, de los cuales, empero, sólo 150 contenían diamantes, y únicamente 25 eran explorables. A principios de siglo comenzó la explotación sistemática de esos yacimientos que perdura hasta nuestros días y es considerada inagotable. Según el lugar de su encuentro, el 30, al 50 por ciento de los diamantes obtenidos son mayores a u quilate (0,2 gramos). El diamante mayor encontrado hasta la fecha (el libro fue editado en 1956) es el así llamado CULLINAN, pesa 3.106 quilates, y fue hallado en el yellow ground de la mina Premier. En la época durante el descubrimiento primero de los diamantes Sudafricanos y alrededor de 1926, se encontraron unas 24 piedras entre 100 y 1.600 quilates. Los colores del diamante sudafricano van del apreciado azul y blanco y azul-zaro a través de todos los tonos del arcoiris, llegando al rojo, y al rosa. Prevalecen los tonos amarillentos. Una rareza constituyen los diamantes, que en interior muestran una nítida cruz. Esta cruz se genera por la edicación en capas del cristal, dentro del cual se encuen -
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tran insertas substancias más oscuras. A causa de la cuadruplidad de la simetría, aparecen las inserciones a modo de una cruz. En la primera guerra mundial se entregó una piedra así a la Cruz Roja, como regalo de las minas de diamante sudafricanas. Aparte de los lugares de hallazgo en las pipes, existen en África numerosos yacimientos de saponicación de diamantes, donde la piedra preciosa es encontrada suelta dentro de la arena y los escombros de eorescencia. En parte, las hay también África del Sur, del sur-oeste, en Rodesia, Tanganika (África del Este) en el Kolgo-Belga, en Angola, en la costa del oro y en Liberia. En el año 1929 la producción mundial de diamantes era de unos 7 millones de quilates, de los cuales tan sólo África aportó 6,5 millones. Los lugares más antiguos de hallazgo de diamantes que fueron explotados ya en épocas pre-cristianas, y las que hoy están agotados, se encuentran en la India en el lado oriental de la alta meseta de Dekkan, que está conformada por roca basáltica. También allí, el diamante fue obtenido en regiones saponíferas y escombreras. Estos diamantes de la India se destacan por su tamaño y su pureza. Famoso es el “Orlow”, o “Gran Mogul”, una piedra azul-pálido-verdosa de alrededor de 400 kilates, que es considerado como el mejor diamante de la India. Fué hallado en 1680 y tallado en un brillante de alrededor de 200 quilates, que al cabo de múltiples idas y venidas y cambios de dueño, en 1772 llegó a manos de Katherina II de Rusia,que lo hizo engarzar en el cetro ruso. Como tal, se halla en el Tesor de la Unión Soviética. Toda una serie de diamantes de la India, al cabo de su tallado (entre 400 y 40 quilates) han adquirido nombres, entre ellos, el Kohinoor (Montaña de Luz). Estas piedras se encuentran en los tesoros estatales, en museos, y en los tesoros de los nabobs asiáticos. Los yacimientos de diamante en Borneo se encuentran prácticamente agotados. En Borneo se produjo la rareza de los corindones, dentro de los cuales se encuentran insertos pequeños, hasta microscópicos cristales de diamantes. Australia posee lugares de hallazgo en Nueva Wales del Sur, Queensland Los diamantes australianos son considerados más resistentes que las piedras de otros lugares. En el continente Sudamericano, los lugares de hallazgo más importantes se encuentran en Brasil.
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El descubrimiento de los diamantes en Brasil ha destituido en el siglo dieciocho, el predominio de la India. A nes del siglo diecinueve luego el Brasil fue superado por África. Los lugares de hallazgo brasileños se encuentran en las provincias de Bahía y Minas Gerais. También aquí, el diamante es el obtenido aún hoy, de escombreras y yacimientos de saponicación. En los 150 años de su explotación, el Brasil ha aportado una riqueza extraordinaria en bellísimas piedras. Las mayores, en parte son dignas de mención: La “Estrella Sureña” de unos 260 quilates, que fue tallado en brillante de unos 125 quilates y que actualmente se encuentra en manos de un príncipe de la India; la “Estrella de Minas”, de alrededor de 180 quilates y la “Cruz del Sur”, un diamante rosa de 118 quilates, que fue encontrado en 1929. Otros lugares de menor envergadura se encuentran en las Guayanas Británicas, Holandesas y Francesas, y en Venezuela. Norteamérica posee una serie de lugares de hallazgo en los Estados Unidos y en Canadá, que han aportado pocas piedras en comparación con África , Brasil y la India. Esos yacimientos americanos son de interés relativo, tán solo por el hecho, de que muestran al diamante sobre un lugar de hallazgo en las piedras-verdes o rocas emparentadas al igual que en África. En Rusia se han encontrado diamantes en los lavaderos de oro y platinos de los urales. El encuentro conjuntamente con el platino indica a su vez la presencia de las piedras - verdes. Los hallazgos en Laponia y en Bohemia se encuentran relacionados estrechamente con la granada, que en la mayoría de los lugares de hallazgo primarios acompaña al diamante. En Bohemia se trató meramente de dos cristales de algunos décimos de quilates, que fueron encontrados en las arenas con contenido de granate en Diazkovic. A partir de estos lugares de hallazgo dispersos, que existen en gran número, podemos darnos cuenta, que en muchos lugares de la tierra hubo POSIBILIDADES para la formación de diamantes. Y son siempre las mismas piedras, dentro de las cuales se encuentra al diamante: las piedras - verdes de las más diversas clases, las serpentinas, las eclogitas, a la vez de minerales que guardan parentesco con la crisolita (olivina o peridot) y casi nunca falta la granada.
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Los lugares de hallazgo realmente importantes empero, se encuentran en la India, en África, y en el Brasil, o sea en la región de aquel “continente lemúrico” primitivo, donde hallamos también al Lapislázuli y la Turquesa. Se trata de aquella región de la Tierra, en la cual, según investigaciones de Rudolf Steiner, tuvo lugar la transición del ser humano, desde una existencia más bien espiritual, hacia una incipiente corporeidad físicavisible. Ese proceso tiene una duración que llega hasta muy entrada la época de Atlantis (el terciario). Sus orígenes se remontan empero a la ya mencionada “Etapa Solar” de la Tierra. Es por ello que Rudolf Steiner habla del hecho de que l diamante se ha formado en una época, en la cual se estaba generando las primeras disposiciones para el cuerpo físico del hombre. Estas “primeras disposiciones” consistían en los “gérmenes” de los posteriores ÓRGANOS SENSORIOS. Entre ellos, se encuentra en primer lugar el OJO, aquél órgano sensorio, que consiste de materia transparente. Esta MATERIA transparente se encuentra en una profunda relación interior con la dura materia transparente del diamante. la FACULTAD ACTIVA DE LA VISIÓN en cambio posee su réplica mineral en la CRISOLITA, que acompaña al diamante.
EL HOMBRE, Y LA PIEDRA PRECIOSA. Quien en caminatas realizadas en las montañas ha tenido la fortuna de hallar un transparente cristal de roca en una grieta, conoce ese asombro que puede apoderarse de nosotros, ante la visión de esa formación que parece ser irreal; la conjunción de la claridad del aire, con la transparente pureza del agua, de las vertientes y la austeridad que impera en el movimiento de los astros. La materia oscura y áspera que nos rodea al transitar por las calles, ha sido ahuyentada por un misterioso poder inherente al cristal emergido de la pizarra negra – azulada , o del imperante granito. Poco queda de ese hechizo que siente el ingenuo, cuando, de regreso a su casa, consulta los libros – editados en gran número – acerca de la esencia de los cristales y las piedras preciosas. Se encuentra con fórmulas fantásticas acerca de la composición de la química y una matemática rigurosa acerca de la forma de las piedras. Se encuentra, además, con teorías acerca de los posibles procesos químicos y sicales que en un lejano pasado promovieron la aparición de estas formaciones puras y austeras del magma candente. Nada se comenta empero del milagro, que allí, en medio de las roca os-
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cura y sólida, yacen como suspendidos, cristales coloridos, o claros como el agua; nada se dice tampoco del hecho que los mayores cristales de roca de dos metros de largo y cincuenta centímetros de diámetro, no se han generado en épocas antiquísimas, sino que pertenecen a las formaciones rocosas más jóvenes de nuestra tierra. Muchos de estos milagros se maniestan a quien se ocupa con el estudio de la procedencia y de los lugares de hallazgo de las piedras preciosas. Es cierto, muchos de esos milagros se encuentran descritos en los libros, con el esmero propio de los investigadores cientícos. En el curso de nuestro estudio acerca de las diferentes piedras preciosas, conoceremos una cantidad de peculiaridades al respecto. Ningún signicado empero podrán tener para nosotros, si no aprendemos nueva mente frente a ello, la fuerza anímica del asombro. Asombro, respeto y humildad, son la base de nuevas fuerzas cognitivas, recomendadas una y otra vez por Rudolf Steiner. Cobran validez frente a toda investigación de ese mundo virgen y devoto de las formas minerales. El pensamiento cientíco – natural de los últimos siglos nos ha aportado un vasto conocimiento de la naturaleza en su conjunto, un conocimiento que fué necesario para ampliar nuestra conciencia y agudizar nuestros sentidos. Pero, en un principio, mediante esa ampliación de nuestra consciencia y de nuestros conocimientos de la naturaleza exterior, hemos perdido casi por completo la esencia interior de la naturaleza, que hoy como antes, puede constituir la verdadera fuente de nuestro asombro y nuestra reverencia. En las épocas más antiguas de la humanidad, en las tempranas culturas de Asia, África y América, las piedras preciosas se hallaban aún solamente en las manos de los sacerdotes y los reyes, quienes por entonces guiaban los pueblos y sus culturas. Su conocimiento acerca de las relaciones entre los fenómenos de la naturaleza y los poderes creadores del mundo, les brindó la posibilidad de hallar los lugares, donde en las comarcas más alejadas en la roca crecida o en la sepultura de las escombreras de los lechos de ríos o las grietas de las montañas yacen aquellas piedras maravillosas, que para ellos eran la máxima expresión del accionar divino en el mundo muerto de los minerales. En la meditación, el calor y la forma del cristal, llevaron su mirada a las lejanías del rmamento zoodiacal, cuyo accionar dentro del evolucionar del hombre y de la tierra, también había
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creado las piedras preciosas. A ello se debe, que desde épocas remotas, las piedras preciosas son relacionadas con el zoodíaco. En la kabbala de los judíos y de los misterios griegos, existen coordinaciones de las piedras preciosas a los signos zoodiacales, transmitidas en las escrituras de Agrippa Von Nettesheim. Sobre esas transmisiones se basan mayormente las coordinaciones bastante cuestionables de las así llamadas piedras de los meses, con las cuales una industria con habilidad comercial va a el encuentro de las necesidades místicas del hombre moderno, sin saber que tales coordinaciones encierran reales misterios. El hecho de su profanación sella a tales “coordinaciones” a priori como falsos y exentos de sentido. Semejante profanación era absolutamente imposible en aquellas épocas pasadas. La piedra preciosa era considerada como máxima expresión del accionar divino en el inerte mundo mineral, poseía la calidad de sagrada y no podía constituir una posesión personal. El sacerdote y rey quien la portaba a modo de anillo, engarzado en precioso tejido o en la distinción de una corona, expresaba de este modo frente al pueblo, que mantenía un trato interior con los divinos poderes creadores del mundo, ataviado con sus insignias, siervo únicamente de estos poderes. Por doquier, donde en épocas posteriores vemos a las piedras preciosas solo a modo de expresión de fortuna y de poder en posesión de reyes y de sacerdotes, ya estamos frente a señales de decadencia, que muestran, que se ha perdido el sentido original con respecto a estos tesoros – a su esencia real. A pesar de esa decadencia, hasta épocas relativamente recientes de la historia, en determinados círculos humanos se ha mantenido despierto un conocimiento con respecto a los misterios que rodean a las piedras preciosas. Este conocimiento cobró expresión en los lugares donde las piedras preciosas fueron empleadas para el revestimiento interior de capillas y recintos de iglesias. ese empleo del noble material puede ser admirado de bello odo en la capilla de san Wenceslao de Praga y en la capilla de Santa Cruz, también en Praga. En ambos edicios, el recinto de la capilla está revestido a más de altura de hombre con placas irregulares, pulidas, de cristal de roca, cuarzo de rosa, amatista, crisopras y otras piedras preciosas de la cadena montañosa de Alemania del Este. las placas tienen un tamaño de veinticinco por veinticinco centímetros. las ranura entre las placas fueron rellenadas con oro puro. Al entrar a una capilla de estas características, no se tiene en ningún mo-
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mento la impresión de una desmedida pompa. La delicada transparencia de las paredes de piedras preciosas aumenta la solemnidad y la dignidad del recinto; que a la luz de las ventanas de vidrios en colores situados en altura está inmerso en una luminosidad que parece mágica. La belleza propiamente dicha de estas piedras preciosas, que podría apreciarse frente a paso de la luz, permanece en lo oculto. Una “indiferencia” similar frente al efecto pomposo de las piedras preciosas vemos también en los lugares, donde se las emplea como “adorno” y “decoración” de utensilios de altares, reliquias y sarcófagos. las piedras grandes y valiosas empleadas no se encuentran talladas con muchas facetas en las cuales se quiebra la luz – como se hace ahora – sino trabajando con sumo cuidado respetando su forma natural, además de un cuidadoso pulido. De este modo se destaca únicamente el color y transparencia de la piedra – sin “encandilar” al ojo. de esta manera, el gran sarcófago dorado del Santo Wenceslao en Praga está adornado con rubíes, zaros y esmeraldas tratadas de esta simple manera. Quién recorre los tesoros más antiguos de las iglesias, podrá observar que relativamente tarde, recién a comienzos de la era moderna, hacia el nal del siglo XV, comienza una nueva era para el tratamiento de las piedras preciosas. Ese modo simple de trabajar las piedras es empleado aún hoy en la India, para las piedras preciosas halladas. Se basaba y se basa , no en un desconocimiento técnico, puesto que el arte mayor del pulimiento de las piedras es dominado allí aún sin ayuda maquinaria. La otrora utilización exclusiva de las piedras preciosas con nes cúlticos, dejando de lado toda ostentación de un efecto magníco de la faceta ción de las piedras está relacionado con un misterio, cuya revelación le debemos a Rudolf Steiner. Para aproximarnos a este enigma será necesario tomar consciencia del hecho que poseemos una materia transparente, vale decir, que deja pasar la luz. Nos parece absolutamente natural, que el aire, y el agua son transparentes – el agua ya mucho menos que el aire, lo que podemos observar, en oportunidad de la formación de nubes. Es plausible relacionar estos hechos, con la densidad, vale decir, el peso especíco. El aire es más liviano que el agua, el agua a su vez es más liviana que la roca. A primera vista, la transparencia parece estar relacionada con la densidad especíca de las materias. Según esto, las piedras preciosas
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no deberían ser mucho más pesadas que el agua. Debemos constatar empero, que en término medio, las piedras preciosas tienen del doble al quíntuple peso especíco del agua, y que en parte alcanzan el peso especíco de los metales. Por lo tanto, no podemos relacionar la transparencia de las piedras preciosas con la densidad. La observación sin embargo nos muestra que la transparencia realmente puede ser de “agua” purísima (para los diamantes y otras piedras incoloras el término de “agua” es hasta empleado en la evaluación profesional de la piedra). Al investigarse las piedras preciosas con respecto a un eventual contenido de agua, vemos, que justamente aquellas del “agua” más pura, no poseen ni rastro de esa sustancia. Muchas piedras preciosas, sobre todo, cuando fueron talladas en faceta, ostentan otro fenómeno, que se señala como el “fuego” de la piedra. El fuego de una piedra tiene que ver con el modo en el cual quiebra la luz recibida, reejándola. El ángulo de refracción depende de la mate rialidad de la piedra, en otras palabras, con la densidad de la piedra. Piedras preciosas con mayor peso especíco, como diamantes, jacinto, rubí, zaro y granada muestran una mayor refracción de la luz o hasta doble refracción como por ejemplo el cristal de roca, marcadamente más liviana. Aquí descubrimos por lo tanto, que el fuego de una piedra, aumenta con su peso, esto se contradice con todas las experiencias que podemos realizar con la materia simplemente. Puesto, que las sustancias más pesadas de la tierra, los metales, son absolutamente impermeables a la luz. Vemos entonces, que no podemos manejarnos con nuestros habituales conceptos de densidad, peso, con agua y fuego, cuando de piedras preciosas se trata. Constituyen una forma de la materia que conforman un caso de excepción. Al comienzo ya hemos mencionado, que ese “caso especial”, consiste en el hecho de que unapiedra preciosas, puede aparecer dentro de la roca impermeable a la luz. Si buscamos una comparación, un fenómeno, que muestra algo similar en un campo completamente diferente, podemos pensar en la formación del ojo, donde en la masa no transparente del cuerpo, inserto en las cavidades óseas del cráneo, yace la sustancia permeable a la luz del ojo. Una comparación tal, puede parecer osada,
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dado que ¿Qué tiene que ver la formación de las piedras preciosas con el ojo humano? Únicamente un poeta podría expresarlo de esta manera: comparar los ojos de su amada con diamantes. Y bien, si los poetas y los artistas hubiesen tenido voz y voto en la ciencia, ese intento, circunstancialmente hubiese podido ser el punto de partida para una cognición que le debemos a las investigaciones de Rudolf Steiner. No hubiésemos osado exponer esta comparación, a no ser que hubiésemos recibido de él aquellas indicaciones de que entre el desarrollo de los órganos sensorios y las formación de las piedras preciosas en la tierra existe una relación íntima. Los trabajos de la señora Lilli Kolisko han mostrado por ejemplo que la materia permeable a la luz, como la arena de cuarzo (cristal de roca) tiene relaciones hacia los procesos de vida, de modo tal, que en oportunidad de un fuerte contenido de arena en el suelo las plantas aún en la oscuridad desarrollan clorola, lo que normalmente acontece única mente frente a la acción directa de la luz. A las plantas que crecen en la oscuridad, la sílice les había transmitido efectos lumínicos que se habían almacenado dentro de este. Otros experimentos han mostrado que arena–cuarzo que ha recibido mucha luz permite que en la oscuridad puedan crecer brotes verdes, mientras que arena, recogida recientemente en profundidad, produjo brotes pálidos. La indicación de R. Steiner de que la SÍLICE es algo así como un órgano sensorio, lumínico–sensorio para toda la tierra, se torna comprensible de este modo. Además, estos fenómenos nos muestran, que la materia transparente posee cualidades, que no pueden ser constatadas mediante métodos químicos–sicales. Se expresan recién en relación con los procesos de vida. A partir de lo expuesto podrá comprenderse, por lo menos en un principio, que en lo que a la materia transparente respecta y que el entendido en piedras preciosas compara con el agua y el fuego, realmente estamos frente a un estado substancial que se destada de la existencia pétrea general de la tierra de la misma manera como el radiante ojo permeable a la luz del hombre del resto de su cuerpo. Dado que las piedras preciosas no son formaciones casuales, que pueden ser interpretadas a partir de relaciones química–sicales. Son, en denitiva, creaciones maravillosas igualmente como los ojos humanos,
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o los demás sentidos, con su “permeabilidad” para el sonido, el calor, la forma, o las cualidades anímicas. Si empero a través de nuestros sentidos aún pueden uir otras fuerzas a aquellas sicales que podemos constatar físicamente: luz, tono, calor, forma, etc., bien podría ser que las piedras preciosas poseen permeabilidades adicionales, que aún no pueden ser captadas mediante nuestra capacidad de reconocimiento. Volvamos al ya mencionado empleo cúltico de las piedras preciosas en épocas pasadas y podremos comprender entonces, que R. Steiner ha señalado a las piedras preciosas como órganos sensorios de elevados seres espirituales, mediante los cuales a esas entidades que no poseen un cuerpo físico, les es dada la posibilidad de participar de los sucesos terrestres–físicos. Los mismos seres creadores, que fueron edicando la estructura milagrosa del cuerpo humano a través de largas épocas evolutivas, crearon a modo de imágenes–réplica, sus órganos sensorios dentro de lo mineral de la tierra: las piedras preciosas. Ese hecho oculto era sabido por los sacerdotes–reyes de épocas pasadas, por los grandes iniciados. Y debe aún ser sabido por los arquitectos y constructores de las iglesias de la época gótica. Han revestido los recintos de sus capillas, los utensillos de sus altares, sus reliquias y sarcófagos, con piedras preciosas en forma simple para que en el momento de la celebración del culto, el mundo espiritual pueda participar del acto del hombre.
NOBLES FELDESPATOS: Piedra de la Luna – Piedra del Sol – Piedra del Amazonas - Labrador. De los más antiguos procesos de la tierra, se separó un mundo rocoso, que no contiene ni rastros, ni formas de vida, tales, como los conocemos a partir del actual estado de los reinos de la vida. Si escuchamos, que Rudolf Steiner a partir de sus investigaciones describe a esos procesos de vida de épocas remotas, como gigantescos procesos orales, nos hallamos en un principio frente a un enigma total puesto, que no conocemos procesos de vida alguno, de los cuales pudiese desprenderse algo parecido a tales piedras. Conocemos – eso sí – procesos, donde a partir de un frondoso crecimiento vegetal algo se deposita abajo, que luego puede convertirse en turba, lignito y nalmente carbón de piedra, pero en ese caso no se trata de minerales, ni rocas/piedras.
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Recién en capas mucho más recientes de la tierra, la cal por ejemplo, podemos realizar una comparación hacia procesos que nos son familiares como derivados de la vida. Todo organismo animal, y humano forma dentro de sí el sistema óseo con contenido calcáreo, que, después de la muerte puede conservarse durante mucho tiempo. La estructura de ese sistema óseo puede tornarse en máxima medida similar al mineral, cuando, en oportunidad de la eliminación de la cal ácido – fosfórica se forman auténticos cristales de esa substancia, que continúan su existencia independientemente de las células formadoras del hueso, una vez, que la cal se ha separado de esas células. A partir de este ejemplo vemos, que una substancia mineral puede bien ser eliminada desde un suceso orgánico – viviente, para poder tomar luego una forma que no es orgánica. Al realizar entonces cortes delgados de huesos humanos o animales, tan delgados que puede atravesar la luz, al observarlos bajo el microscopio vemos las células óseas. se ostentan mediante una delicada articulación poliedra de la masa conjunta. Pero además de esta articulación se muestra otra, que no concuerda con los contornos celulares, sino que aparece transponiendo las células sin orden estricto, mostrando en su ángulo exactamente la estructura cristalina de la apatita, que conocemos e dese mineral, una cal ácido fosfórica. “Aquel, quien toma al peculiar mundo de las antiquísimas rocas silíceas como algo que se ha generado únicamente por procesos anorgánicos, químicos y fsicales, se encuentra en el mismo error que ese investigador quien observa al hueso exclusivamente a través del microscopio, afrmando luego, que se trata únicamente de una substancia mineral, que nada tiene que ver con la vida. Puesto, que la estructura de la célula ósea desaparece después de la muerte muy rápidamente, una vez que el hueso por un tiempo más extenso ha estado sepultado en la tierra. Entonces, es únicamente su burda forma exterior la que indica, que se trata de un producto de la vida.”
Si observamos las incalculables masas rocosas de la Tierra, el sistema óseo de la Tierra, como lo denominara una y otra vez Rudolf Steiner, en un recorte ridículamente pequeño, en una cantera, estamos en la misma postura de aquel investigador que cree, que puede estudiar la esencia real, mirándolo a través de su microscopio. Ha sido Rudolf Steiner quien llamó nuestra atención sobre el hecho de que, al observar las plantas bajo el microscopio puede verse, como la
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sustancia de la planta, el interior de la planta, posee tendencia hacia lo “rocoso”. Con ello, se ha referido empero a la ESTRUCTURA CELULAR de la masa vegetal, que bajo el microscopio cobra la misma “granulosidad” de la roca (granito o piedra arenisca). Esa indicación es excepcionalmente importante, dado que muestra, que trascendencia R. Steiner le da a las ESTRUCTURAS, de una materia. El hecho de que muy diferentes materias en la naturaleza pueden tener estructuras iguales, o muy similares, hace pensar, que la conguración de esas materias deben basarse sobre un principio igual o muy parecido. Recuérdese tan sólo, que la delimitación de las células animales o humanas consiste de una substancia albuminosa, mientras que las células vegetales poseen una envoltura de hidratos de carbono - vale decir, una materia parecida a la leñosa. La “fuerza plasmadora de células”, por lo tanto en una oportunidad utiliza la albúmina y proteína, y en la otra, la substancia - leña. A partir de tales puntos de vista, no es tan absurdo, considerar la estructura celular - granulosa de muchas rocas, sobre todo, de las silíceas, como vestigios de una actividad de vida, que pertenece al pasado. Como ya lo hemos mencionado, esa actividad vital era de índole oral. R. Steiner a partir de sus investigaciones nos ha informado, que aquello que hoy encontramos en la roca primitiva silícea como mica, era algo parecido como estas estructuras, que en las plantas de la actualidad conocemos como el cáliz de la or. EL FELDESPATO en cambio debe ser considerado como una especie de pistilo, de esas antiguas ores mine rales - vegetales. Era necesaria esta extensa contemplación del pasado terrestre, para poder comprender mejor, que justamente feldespatos como componentes del granito, del gneis y de varias otras rocas de mayor edad, son los portadores del COLORIDO de esas roxas. Los matices rojos, amarillentos, azulados y verdosos, en especial de los granitos, se deben al hecho , de que el feldespato ha sido teñido dentro de una mezcla de cuarzo, mica y feldespato. Por lo tanto, posee color aquel componente, que estuvo más próximo a la parte interior de la or, mientras que la mica - como hoja se presenta meramente de modo incoloro, o, en tonos marrones, verdosos y hasta negros. Esos colores de los feldespatos se deben a hierro u otros metales anes con el hierro namente distribuidos dentro de los mismos, por ejemplo
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el níquel. Se trata de un fenómeno parecido al que viéramos en otras piedras preciosas. Aparte de esa coloración de los feldespatos mediante metales, aparece también otro coloración que tiene cierta similitud con los fenómenos color del ópalo. Puede ser observada del modo más puro en las PIEDRAS DE LA LUNA. El mágico fulgor azul, que poseen las incomparables piedras de Ambalangoda en Ceilán, no es superado por piedra alguna. Al colocarse la piedra tallada plana sobre un fondo negro, un fulgor luminoso azul aparece en el centro de la piedra, mientras que una región lechosa - sedosa y transparente rodea la luminosidad del centro. Piedras elípticas promueven el desplazamiento del fulgor dentro del eje longitudinal, cuando se las mueve. Ese fulgor no se puede observar cuando la luz traspasa la piedra. La Piedra de la Luna es esencialmente, un casí llamado feldespato - potasa (kali); o sea un silicato potasio - aluminio. En estas piedras preciosas - feldespato, vemos por lo tanto por vez primera ALEACIONES del ácido silíceo. Lo que hemos visto hasta ahora, ha sido exclusivamente el ácido silíceo “puro” en sus diferentes coloraciones y estructuras. Todos estos feldespatos se destaca por el hecho, de que nunca se trata de materias puras, uniformes, sinó, que por ejemplo, pueden ser mezcladas mediante feldespato - potasa, feldespato - sosa, y feldespato cal. Esas mezclas naturales son muy variables y poseen todas sus denominaciones cientícas y deniciones a modo de fórmulas. Eso empero no es de nuestra incumbencia. En las rocas de mayor edad, y con contenido de feldespato (granito, gneis) predominan los feldespato- potasio, vale decir, aquellos que muestran un mayor contenido de potasio. Las rocas posteriores, de menor edad, llevaron también feldespatos rosa - potasio, y sosa - cal, que prácticamente no contienen potasio. Con ese cambio que se observa en los feldespatos va a aparejado un cambio en la composición de las rocas. En lugar de la mica, por ejemplo, aparece la hornablenda negra o verde, o la mica - potasio blanca de las rocas más antiguas se torna oscura y con contenido de hierro. Es extraordinaria la multiplicidad de esas transformaciones y tiene como resultado un cúmulo de colores en las rocas, realmente propio de las ores.
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El fulgor azul de la Piedra de la Luna se debe , esto estructural-físicamente, a que el feldespato - osa se ha “des-ligado” del feldespato - potasio a través de nísimas laminillas. HA salido de la compentración estrecha y univiromr con el feldespato - potasio, haciendo valoer su estructura - cristalina propia, algo diferente, dentro de nísimas partícu las. Y cuanto más nas las partículas, tanto más intenso es la luz azul de la Piedra de la Luna. Al ser calentadas las piedras, de modo tal que quede sin efecto esa des-aleación, desaparece el fulgor azul. Ese fenómeno nos muestra, que la estructura no pudo haberse generado por fundición a través del fuego, como se suponía hasta ahora porque es justamente el calentamiento que anula la des-aleación. Por cierto, que se obtendrá una concepción más correcta de Piedra de la Luna, al contemplar el brillo nacarino de las valvas. Allí, en un proceso orgánico de eliminación el espato calcáreo y una na substancia córnea es eliminada por el animal conchifero en delgadísimas plaquetitas y laminilla, junto a las cuales mediante exión, y re-exión de la luz aparece el brillo nácar. También en los pétalos de algunas ores pueden observarse efectos lumínicos nacarinos similares, que se producen a causa de células superpuestas, con rellenos de diferentes clases. Esas creaciones en lo vegetal y en lo animal, proceden todas de estados substanciales gelatinosos. Si tomamos en cuenta, que también en el reino mineral el estado de gel, es precursor a toda forma cristalina, cabe suponer, que la supuest “desvinculación” de los componentes de la Piedra de la Luna, en realidad es un proceso que tiene lugar de modo primario, en el momento de transición del gel a la forma de cristal. Allí, las altas temperaturas no asumen un rol decisivo. La Piedra de la Luna como feldespato, y con ello, componente del granito, es asimismo uno de los minerales que pueden ser hallados en los pasillos de pegmatitas - ya referido cuando hemos hablado del cuarzo - rosa. Sólo que los lugares de hallazgo se encuentran distantes, ya que la Piedra de la Luna nunca se encuentra en compañía del cuarzo de rosa. Como ya hemos dicho, las Piedras de la Luna más bellas, se encuentran en Ceilán, donde en parte están insertas en las capas de eorescencia de la roca, debajo de una poderosa capa de vegetación tropical. Las cualidades inferiores ostentan tan sólo un fulgor blanco - azulado o puramente blanco de la piedra. En épocas pasadas se han encontrado
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feldespatos adulares, parecidos a la Piedra de la Luna en Suiza. Otros yacimientos de calidades menores se encuentran en América del Norte, Brasil, y Australia. En Burma se pueden encontrar bellas Piedras de la Luna, en compañía del Rubí. Estas últimas empero muestran solamente un fulgor blanco. En la sucesión de las demás clases de feldespatos, de vez en cuando nos encontramos con tales, que del mismo modo muestran el efecto de la Piedra de la Luna. En diversos lugares del continente Norte-Americano podemos encontrar Piedras de la Luna albit-plagioclas y oligoclas. Una Piedra de la Luna - labrador, con magníco fulgor azul, procede de Ma dagascar. Y con esta Piedra de la Luna - labrador nos topamos con otra especie de feldespato,el LABRADOR, un feldespato cal - sosa, que en muchos yacimientos rocosos de gran envergadura, juega un rol importante. Por un lado, puede formar parte de la aleación de rocas en profundidad, como gabbro y pórros, por otro lado, empero, puede conformar gigan tescas masas rocosas como mineral casi exclusivo la así llamada roca - labrador. En este último caso está transpuesto tan sólo, con nísimas cantidades de magnetita o titanio, que aparecen a modo de puntos con brillo metálico, sobre la pulida supercie de la roca. El labrador, que puede ser empleado como piedra preciosa, procede exclusivamente de ese yacimiento rocoso del mineral, cuando los diferentes “granos” adquieren un determinado tamaño. Los fenómenos - color de esta piedras preciosa, pertenecen a los más bellos y sorprendentes conocidos en el reino mineral. El fulgor incomparable de alas de mariposas tropicales, pero también el esplendor del acero irisado, pueden observarse en esta piedra preciosa. El color más frecuente es el azul en todos sus matices, desde el cobalto hasta el violeta. También el verde es frecuente, entre el esmeralda y el amarillo - azul - verde. Con menor frecuencia hallamos tonos amarillos y rojos, que varían entre el amarillo - limón, el amarillo - oro, naranja, rojo cobrizo y marrón tumbaga. Los colores en todos los casos poseen un fuerte brillo metálico y al girar la piedra pulida, se desplazan sobre toda la supercie. El color - base de la piedra es un poco vistoso gris - humo, gris - ceniza y a veces gris - azulado. Al observar piezas partidas o pulidas, siempre
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estamos tentados de levantarlas y observar el paso de la luz. Y estamos decepcionados al ver, que no existe la transparencia esperada. Esto se debe al hecho, de que los colores del Labrador poseen una transparencia incomparable. La luminosidad parece provenir de recónditas profundidades, de una fuente lumínica oculta en la piedra. ¿Cual es la “causa“ de esa gama de colores del Labrador? El Fenómeno es parecido al de la Piedra de la Luna. La estructura cristalina interior está dispuesta por una na gama de laminilla de modo tal, que la luz debe debatirse con la comprimida materia opaca. La concepción moderna de las ciencias naturales podrá armar simplemente: esta estructura del cristal, que provoca el efecto labrador es causal y se debe a las leyes de la mecánica de los cristales. Aquí no tuvo lugar otra cosa, que un proceso químico - sical de índole especial que ha dispuesto casualmente la materia de manera tal, que al ser llevada a la luz traída de las profundidades, muestra estos fenómenos junto a la luz. Quien piensa, y habla de esta manera, hace lo mismo que aquel investigador que sostenía que los mágicos colores de las alas de las mariposas de las regiones tropicales tienen su origen únicamente en procesos químicos -sicales. Por cierto, que podemos constatar que la materia de esas alas de mariposa, es de una determinada substancia química, con determinada estructura con las cuales la luz se debate de manera tal, que permite la aparición de los colores. Pero ¿ acaso no es el ser de la mariposa vida el creador propiamente dicho de esas substancias y su estructura, que está plasmando a partir de la luz, y con la luz, su colorida corporeidad? ¿No se encuentran el colorido de las ores y las mariposas, que a ellas pertenecen, en íntima relación de dependencia para con la intensidad de la luz solar, a lo largo y lo ancho de la Tierra? Podemos darnos cuenta allí, de qué manera la luz entra en relación fraternal con los procesos de vida , ayudando a posibilitar substancias, que siempre revelan algo de sus esencia - también en la materia compacta, y hasta en la materia muerta. Al contemplar un labrador, o también una Piedra de la Luna, tenemos que decirnos: EN LA CONSTRUCCIÓN INTERIOR, TAN DELICADA, DE ESTOS CRISTALES, HAN PARTICIPADO LAS FUERZAS CREADORAS DE LA LUZ. En la época, en la cual se ha comenzado a formar esta substancia - labrador, la Tierra tiene que haber estado toda ella, transpuesta de luz.
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Esa luz interior ha formado la substancia de modo tal, que aún hoy puede dar testimonio de la vida vegetal-viviente de aquella tierra, que aún estuvo unida al Sol. Por lo tanto, también aquí retornamos a épocas remotas de la tierra viviente, a épocas, en las cuales la tierra comenzó a rehuir lo mineralvegetativo, para convertirse en planta-toda. Llegamos al imperio de las “rocas verdes”, que también conforman el hábitat del labrador. En capítulos posteriores, cuando habláremos de las sagradas piedras verdes, la piedra “Yü”, cuando habláremos de la crisolita y del diamante, nos volveremos a encontrar con el mundo de las piedras verdes. Rudolf Steiner llamó la época de la historia terrestre en la cual se formaron o prepararon esas piedras, la hiperborea. Los griegos también conocieron una hiperborea; era el país que se hallaba al norte de Grecia. El labrador pertenece a aquellas piedras que se encuentran casi exclusivamente, y en su terminación más bella, en el hemisferio norte de la Tierra. Los hallazgos más famosos han tenido lugar en la isla San Pablo y la costa de El Labrador, de los cuales la piedra preciosa recibió su nombre. Otros lugares de hallazgo se encuentran en Finlandia, en las proximidades de Leningrado, en Wolhynin, y en América del Norte, en New York, en Arizona, en Utah, en Pensilvania, Arcansas y Carolina del Norte. Otra piedra preciosa, que también pertenece al grupo de los feldespatos, es la PIEDRA DEL SOL, o feldespato Avanturina. Sobre un fondo claro, casi siempre blanco o color salmón, muestra reejos de luz de brillo metáli co, que tienen un color rojizo. Menos frecuentes son los reejos verdes y azules. El fenómeno puede ser de manera tal, que pueden verse claramente aislados puntos luminosos en forma de plaquetitas, que trasponen la piedra-que brillan, y dejan de brillar cuando movemos la piedra, pero puede darse también el hecho que toda la supercie del material tallado y pulido se cubra con un resplandor metálico, como iluminado desde el interior. Visto sicalmente, el fenómeno se debe al hecho de que la estructura cristalina del feldespato se encuentran depositado nísimas escamitas de hematita, que aunque pueden tener un diámetro de hasta varios milímetros, que empero muestran un grosor de tan sólo unos diez a cien milésimos de milímetros. En ocasión de ese “grosor”, el óxido de hierro, que de otro modo es completamente opaco, posee una transparencia rojiza, sin perder del todo su reejo metálico. Al observador sin
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prejuicios de la piedra del sol, el reejo de este mineral le parece ser idéntico al del labrador. Se nota, como los procesos de vida que subyacen a esas formaciones minerales, han tenido diferentes caminos para expresar el efecto-luz de la materia en vías de solidicación. Del mismo modo, como en la actualidad en los reinos naturales vivos, los colores de las ores, las plumas y los pelos, son causados por ínmas porciones metálicas, que entran en aleación con la substancia orgánica, también aquí lo metálico es portador de luz y color, sobre una es ala más densa que en las coloridas y transparentes piedras preciosas. Las nísimas plaquetitas de estas escamas de hematita, indican de modo generalizado la existencia de planta y hoja, que ya hemos visto en la mica. Aquí corresponden estar asimismo (según sus fenómenos de luz y calor) los AVANTURINES propiamente dichos. Se trata de QUARZOS rústicos, o de na cristalización, que pueden yacer dentro de pizarras o gneis, y que muestran los mismos efectos de luz y color que la piedra del sol (FELDESPATO-avanturia). La masa base es en este caso QUARZO, y no feldespato. Los reejos luz de la avanturina se producen tambien por medio de nísimas escamas minerales, y cristales insertos. Los tonos rojos y marrones están relacionados con hematita, los verdes con fucsita, una mica con contenido de cromo. La avanturina, verde, blanca y blanca rojiza, procede del monte Ural, y de la cordillera Altai. EOSITA es una avanturina rojo-crepúsculo procedente del Asia central. También la India y el Brasil suministran avanturines. La piedra del sol fue descubierta recién a nes del siglo 18 en una isla del Mar Blanco en las proximidades de Archangelsk. Más tarde, se encontró una piedra del sol con fulgor dorado en el gneis en pasillos de feldespato, en las proximidades del lago Baikal. El color-base de estas piedras, Baikal es marrón clavo de olor. Hay lugares de hallazgo importantes en la región sur de Noruega. También América del Norte ha suministrado piedras del sol. La piedra del sol, y la avanturina pertenecen a un mundo de rocas (gneis, pizarra) en cuya estructura de capas comienzan a separarse los componentes del granito (cuarzo, mica y feldespato). Dentro de esta estraticación, podemos observar algo, que de modo similar se muestra en el cerco anual de los árboles. La Tierra en su conjunto tuvo la tendencia en sus procesos de vida y al formar esas capas, de aproximarse a lo arbóreo.
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La PIEDRA DE AMAZONAS se aparta por completo de ese grupo de feldespatos resplandecientes, relucientes. En ella podemos observar meramente en verde, que muy rara vez posee un brillo sedoso. Sus imponentes cristales están situados en los ya mencionados pasillos de pegmatitas del granito. Visto química y materialmente, es igual a la Piedra de la Luna, un feldespato - potasio. Pero su estructura cristalina es diferentes, tampoco es transparente, como la o es la Piedra de la Luna y el adular. Su color se debe a una diminuta porción de COBRE . Se trata, por lo tanto, nuevamente de un elemento metálico, pero en un lugar, donde el mineralogista que piensa con respecto a la química, no puede sospecharlo. Para las concepciones de la moderna geo-química, por cierto que seguirá siendo un enigma sin solución, el hecho de cómo el cobre pudo llegar a esas antiquísimas pegmatitas, distantes absolutamente, de los poderosos yacimientos cupríferos de la Tierra. Puesto que las piedras preciosas propiamente cupríferas, tales como la malaquita, el crisocol, el esmalte cuprífero, el dioptas, siempre se encuentran en la proximidad de los yacimientos de cobre, donde el cobre puede ser obtenido mediante tareas mineras. Al tomar en cuenta empero, que en esos pasillos de pegmatita puede ser hallado todo el cúmulo oral de otras piedras preciosas - color, que en su totalidad deben su color a metales namente dispersados, no nos asombrará, que en este caso aparece por vez también el cobre. A pesar de su colorida, ese metal extrañamente no es uno de aquellos, que juegan un rol importante en la coloración de las piedras preciosas. Las únicas excepciones las conforman la Piedra del Amazonas y la Turquesa. El Cobre es empero un metal que cobra un rol importante en el mundo animal - inferior. En la sangre de los moluscos, los caracoles, las ostras, etc., dentro de las hemocianina reemplaza al hierro presente en la hemoglobina de los animales superiores. Al observar el cuarzo - rosa ya hemos podido ver, como en las cavidades tubulares de las pegmatitas, se plasmaba una inserción de vida animal astral. Si bien esa inserción tiene carácter vegetal - ora, tal como se expresa en el colorido de las piedras preciosas, obtiene una distinción vegetal - animal, con la entrada del Cobre a esa esfera de la vida. Es
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