>> Manuel Santos Estévez
de los petroglifos, se trata de la estratigrafía horizontal. Borgna parte del supuesto de que todo artista tiende a situar los grabados en la parte central de los paneles, por lo tanto los motivos situados en el centro serán anteriores a los situados en la periferia (Borgna 1973). A nuestro entender Borgna parte de un hecho no probado, esto es, la inexistencia de una intención compositiva o al menos de cierto ordenamiento de los motivos en los paneles rupestres, es decir, las concibe como una simple yuxtaposición de grabados. Este enfoque puede ser útil si es combinado con otra serie de circunstancias, tales como el análisis estilístico, la pátina de los surcos, etc. Las tesis de este investigador, al contrario de Anati, han contado y cuentan con una gran influencia en posteriores investigaciones. En 1969 se inicia con Giulio Borgna y su equipo una importante labor por parte del Centro Studi e Museo d´Arte Preistorica de Pinerolo. Dicha labor ha contribuido de forma notable a la difusión de nuestro arte rupestre en el nivel internacional, con motivo de las distintas misione llevadas a cabo en Galicia se publicaron varios artículos en Italia y en nuestro país: García Martínez y Fontanini (1971) y Bessone et al. (1972). Esta labor se ha continuado hasta nuestros días con la organización de una exposición en Italia sobre Arte Rupestre Gallego en el año 2000 y con una publicación divulgativa (VV.AA. 2000), (Seglie y Ricchiardi 2000). En los años 60 y principios de los 70 triunfan las tesis que atribuyen distintas cronologías a cada tipología de los diseños, estableciendo de este modo, sucesivas fases cronológicas. Pero en la segunda mitad de los 70 aparecen una serie de publicaciones que afirman la sincronicidad, al menos en muchos de los casos, entre motivos figurativos y geométricos, (Peña Santos 1975 y 1979, Vázquez Varela 1975), Cabaleiro Manzanedo et al. 1976 y Peña Santos y Vázquez Varela 1979). Esta nueva hipótesis se basa en la frecuencia de asociación entre cuadrúpedos y combinaciones circulares, rechazando de este modo las tesis de Giulio Borgna. Ya Ya a finales de los años 70, Álvarez Nuñez y Velasco Souto señalan la ubicación de algunos petroglifos en las proximidades de humedales sin entrar en mayor profundidad en este aspecto (Álvarez Núñez y Velasco Souto 1979). En la obra anteriormente citada, (Peña Santos y Vázquez Varela 1979), se pone de relieve cierta relación entre sustrato y localización de petroglifos, en concreto se refieren a la concentración en la mitad occidental de nuestro país de grabados rupestres que habría estado motivada por la presencia de granito de dos micas.
1.5. AÑOS 80 Podríamos decir que esta década se inicia con la publicación en el último año de la anterior con una segunda síntesis, esta vez de García Alén y Peña Santos (1980) que podría ser interpretada como el cierre de una etapa donde básicamente se habían clarificado varios aspectos: la cronología de los motivos clásicos del arte rupestre gallego y
la definición de algunas de sus características formales, amén de un notable incremento del corpus de estaciones descubiertas en las dos décadas anteriores. Como decíamos, si esta publicación cerraba una época, también abría una nueva, caracterizada por un claro agotamiento metodológico, donde lo más reseñable es el descubrimiento de nuevas estaciones, lo cual supuso una ampliación hacia el sur del área de mayor concentración de los grabados galaicos. Destacamos la detallada catalogación de Costas Goberna (1985) a partir de la cual se pone de relieve la existencia de una de las zonas de más elevada densidad de petroglifos de todo el Noroeste: el litoral sur de la Ría de Vigo y la publicación de grabados al aire libre en el Norte de Portugal (Silva y Cunha 1986).
1.6. AÑOS 90 Durante esta década se asiste a una clara recuperación en el terreno de la investigación. A pesar de lo afirmado por algunos autores (Peña Santos 1998) y a pesar del escaso apoyo económico de la Administración Autonómica a la investigación, en la década de los 90 se multiplica el número de publicaciones sobre temas arqueológicos y en particular sobre arte rupestre. Desde principios de siglo hasta el año 79 el número de publicaciones por año oscila entre 1 y 5, a partir de los años 80 se contabiliza una media de 4,3 publicaciones por año, mientras que en los años 90, concretamente entre 1991 y 1997 la media llega a la 7 publicaciones anuales según datos de Abad Vidal et al. (2000). Aumenta tanto el número de catalogaciones como de estudios teóricos y metodológicos. Pero si nos basamos en los datos de Peña Santos (1998) vemos que entre los 80 y los 90 la diferencia en el número de publicaciones es notable, ya que mientras que en la primera década se contabilizan algo más de 40 publicaciones aproximadamente, entre el 91 y el 97 se superan las 80 trabajos publicados. Las razones de este incremento quizás haya que buscarlas en la presencia de un mayor número de investigadores, provocado por dos factores: cambios de carácter social y de carácter político-administrativo. A partir de los años 70 y sobre todo de los años 80 se incrementa el acceso a estudios superiores y se constituye en la Universidad de Santiago de Compostela la especialidad de arqueología, por otro lado, la pérdida del monopolio de la investigación por parte de los museos y de la universidad provoca que un gran número de investigadores puedan acceder al registro arqueológico con la consiguiente multiplicación de excavaciones en diversos yacimientos, catalogaciones (especialmente de petroglifos) y diversos estudios especializados. También hay que destacar la gran labor de las empresas de arqueología y grupos de investigación como factor de incremento de las intervenciones en el registro. Lógicamente este panorama tan dinámico ha provocado que se dispare el número de publicaciones, aunque a pesar
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2007
T r a b a l l o s d e A r q u e o l o x í a
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