Liber'87 5°. Salón Internacional del Libro Madrid, 29 septiembre - 4 Octubre El punto de encuentro de los profesionales del libro de más de 25 países Una panorámica de la edición iberoamericana y española Negociación de derechos Tema del año: Narrativa de hoy Para más información: Federación de Gremios de Editores de España Paseo de la Castellana, 82. 28046 Madrid Tel. 411 57 13 - Télex: 48457 FGEEE Organiza: IFEMA Institución Ferial de Madrid Recinto Ferial - Casa de Campo Avda.de Portugal, s/n. 28011 Madrid Patrocina: Promueven: Federación de Gremios de Editores de España. Gremio de Editores de Madrid. Ministerio de Cultura, Dirección General del Libro y Bibliotecas. Ministerio de Economía y Hacienda, Secretaría de Estado de Comercio, Instituto Nacional de Fomento de la Exportación. Comunidad Autónoma de Madrid, Consejería de Trabajo, Industria, Comercio y Turismo.
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i Noolvide!
ANTHROPOS REVISTA DE DOCUMENTACIÓN CIENTÍFICA DE LA CULTURA Con la luz, con el aire, con los seres Vivir es convivir en compañía. Placer, dolor: yo soy porque tú eres. J. GUILLEN Aire Nuestro III, Homenaje N.° 74-75/1987 Julio-Agosto 1987 Ideación y coordinación general: Ángel Nogueira Dobarro Director: Ramón Gabarros Cardona Consejo de redacción: María Luisa Crispí Salmerón, María Cinta Martorell Fabregat, Esteban Mate Rupérez, Francesc Roque Cerda, Jaume Roque Cerda y Assumpta Verdaguer Autonell Producción y diseño: Ricard Acedo Carrés, Carme Muntané Triginer y Francisco J. Ramos Mena Promoción, comercialización y ventas: Rosa Bou Santos, María Teresa Galilea Puig, Elena Gómez Monterde (Delegación de Madrid), Gabriel Ruiz Martínez (Delegación de Barcelona) y Cristina Villar Esplugues ® Editorial Anthropos Promat, S. Coop. Ltda. Edita: Editorial Anthropos Promat, S. Coop. Ltda. Enric Granados, 114 08008 Barcelona Publicidad, ventas y suscripciones: Enric Granados, 114, entlo. 2." 08008 Barcelona Tel. 217 25 45 / 217 24 16 Jorge Juan, 41, 3." C 28001 Madrid Tel. 275 57 17 / 275 57 45 Suscripción año 1987: España: 5.846 PTA (incluido IVA) Págs. número normal: 64 + XXXII (96) Págs. número doble: 128 + XXXII (160) ISSN: 0211-5611 Depósito legal: B. 15318/81 Miembro de A.S.E.I. Impresión: T.G. Soler - Esplugues de Llobregat (Barcelona)
2 Editorial 17 Autor/Tema monográfico
Dossier FERNANDO PESSOA Ficha autobiográfica 18 La trayectoria biográfico-literaria de Fernando Pessoa, por Ángel Crespo 41 Cronología de Fernando Pessoa 47 Textos y notas Pessoa y España, por César Antonio Molina 59 L'escriptura i el fet nacional en Fernando Pessoa, por Joaquim SalaSanahuja 62 Fernando Pessoa y la dictadura salazarista en Portugal, por Javier Urdanibia 72 Los vasos comunicantes de la vanguardia portuguesa: de Orpheu al surrealismo, por Perfecto-E. Cuadrado 83 Fernando Pessoa, recriador de mitos, por Antonio Quadros 89 Estudio semiótico de las primeras vanguardias portuguesas a través de un fragmento de Fernando Pessoa: «Ode triunfal», por A. Cardona y J.M. Gibert 94 Jorge Luis Borges, amigo de Fernando Pessoa e vice-versa. «As tranquilas aventuras do diálogo», por Teresa Rita Lopes 104 Los paisajes interiores de Bernardo Soares, por Antonio Crespo Massieu 112 Análisis temático Fernando Pessoa, el desasosiego y su ética, por Mikel Irondo Aranguren 119 Un encuentro y la memoria. Un aspecto de la dramatización externa de los heterónimos, por José Ángel Cilleruelo 122 El antirromanticismo esencial de Fernando Pessoa, por J. Sánchez Reboredo 124 Alberto Caeiro Reis de Campos Alvaro Fernando Antonio Nogueira Pessoa, por Alfonso López Gradolí 125 A Fernando Pessoa, 7 poemas, por José Sarmentó 126 Partiendo de Pessoa, tres poemas, por Rafael Kyoga-Berliner 128 Laberintos: transcurso por las señas del sentido Diario lúcido en la oscura noche actual Información bibliográfica y documentación cultural Bibliografía
temática (I) DE Y SOBRE FERNANDO PESSOA Selección y reseña (IX) Novedades editoriales (XVIII) Publicaciones periódicas (XXII) Documentos y noticias (XXV) Todos los derechos reservados. Esta publicación no puede ser reproducida, ni en todo ni en parte, ni registrada en. o transmitida por. un sistema de recuperación de información, en ninguna forma ni por ningún medio, sea mecánico, fotoquímico, electrónico, magnético, electroóptico, por fotocopia, o cualquier otro, sin el permiso previo por escrito de la editorial.
Suplementos, n.° 4: FERNANDO PESSOA. Selección de textos y análisis de su pensamiento Cubierta: La cesta de pan (fragmento), de Salvador Dalí, 1945. © D.D.C. 1987 Colaboraciones especiales: Asesoramiento del número y del suplemento: Ángel Crespo y Javier Urdanibia. Creaciones plásticas: José Sarmentó y Rosa Navarro Bernal. Corrección de textos portugueses: Deolinda F. Monteiro
«Sólo me conozco como sinfonía.» «Vivir es ser otro. Ni sentir es posible ni hoy se siente como ayer se sintió: sentir hoy lo mismo que ayer no es sentir: es recordar lo que se sintió ayer, ser hoy el cadáver vivo de lo que ayer fue la vida perdida.» «La vida es para nosotros lo que concebimos en ella.» «Me he creado eco y abismo, pensando. Me he multiplicado profundizándome.» «He creado en mí varias personalidades.» «Creo personalidades constantemente.» «Al fin , la mejor manera de viajar es sentir...» «Más vale ver una cosa siempre por primera vez que conocerla, pues conocer es como si nunca viéramos por primera vez, y nunca haber visto por primera vez es sólo oír como lo cuentan.» «Impórtenos nada más el lugar donde estamos...» «Mi ser vive en la Noche y el Deseo, mi alma es un recuerdo que hay en mí.» «Yo nunca he hecho más que soñar. Ha sido ése, y sólo ése, el sentido de mi vida...» «Mi mundo imaginario ha sido siempre el único mundo verdadero para mí.» «Sólo lo que soñamos es lo que verdaderamente somos, porque lo demás, por estar realizado, pertenece al mundo y a todo el mundo.» (Pensamiento poético, síntesis y poema de la obra de F. Pessoa.)
Fernando Pessoa
Volver a Portugal, encontrarse de nuevo en la creación y en la cultura,
en ese estilo peculiar de mutuo talante y forma de entender la historia y la vida, recuperar la presencia entera de los pueblos ibéricos, marineros de todos los Océanos y pobladores de otras tierras, constituye el objetivo de este número de la revista. Volver, estar, encontrarse y verse en la habitación peculiar de las Españas; ser Portugal mirando la meseta y ser España reconciliándose con la saudade del Atlántico, al Oeste. Ser y estar en presencia y compañía: sueño y deseo de reencontrar el destino juntos en la raíz de Europa, donde nace el hombre inventor del poema. Últimamente, se advierte una mayor presencia de Portugal en nuestra cultura, narrativa y poesía sobre todo. Pero una figura sobresale de forma particular: F. Pessoa. Revistas como Poesía, Quimera, El Urogallo, Hora de Poesía, Caligrama, Mayurqa, Arbor, Camp de I'Arpa, Cuadernos Hispanoamericanos, Vuelta, Revista de Occidente, índice... y otras de mayor especialización, se han ocupado con alguna reiteración de temas pessoanos. El presente número de la revista Anlhropos pretende incorporarse a este movimiento de diálogo y recuperación iniciando un estudio serio, permanente y hondo. Merecen destacarse algunas colaboraciones por su ingente labor de difusión y estudio de la cultura portuguesa contemporánea, cuya presencia queda apuntada en la documentación y selección de este número de la revista. El trabajo entrañable de Ángel Crespo, la erudita labor de César Antonio Molina, la dirección y acierto de P. Cuadrado, J.A. Cilleruelo. J. Sala-Sanahuja. J.M. Gibert y la dedicación constante a la indagación de poesía y filosofía de J. Urdanibia, con cuyo impulso inicial comenzamos a preparar este número. La documentación recoge de forma selectiva y suficiente la presencia e interés de los estudios pessoanos en España y Portugal. La colaboración de autores portugueses es también amplia, selecta y acertada. Recordamos asimismo las magníficas traducciones de J.A. Llardent y de R. Santos Torroella. Nuestra intención se concreta en un primer acercamiento a la cultura portuguesa y su documentación a través de una de las figuras más profundas, serias y creadoras de la cultura contemporánea: F. Pessoa. 2/ANTHROPOS
1. Ubicación cultural y poética de Pessoa
El siglo xix supone una conmoción en muchos sentidos de toda la cultura europea y en cada uno de sus pueblos. En el siglo xx aparecen sus múltiples frutos de una forma nítida y nueva. Todo ello sucede también en Portugal. A.J. Saraiva nos ofrece una panorámica de la poesía portuguesa del siglo xx, en cuyo ámbito ubicamos la valía, la presencia y la figura de F. Pessoa: Hoy resulta ya posible tener una perspectiva de la literatura portuguesa del siglo xx como realidad propia, independiente del xix. Esta perspectiva nos revela una tan extraordinaria producción que quizá los futuros historiadores tengan que encararse con un «siglo de oro» de la literatura que nació, hace algo más de ocho siglos, en el centro y sur de Galicia. Pero no es factible, y si lo fuese carecería probablemente de interés, intentar en un breve capítulo la reseña del inmenso inventario de nuestra centuria: surgen sin cesar nuevas tendencias y nuevos escritores que lo van modificando continuamente. Por tal razón, las páginas que siguen no deben ser consideradas como una visión panorámica, sino sobre todo como una ejemplificación. Y los ejemplos escogidos reflejarán inevitablemente la subjetividad del autor, salvo en el caso de que los escritores citados se hayan impuesto por su relieve indiscutible — Fernando Pessoa, Agustina Bessa Luis— o de que el público los mantenga en la categoría de astros de primera magnitud —Aquilino Ribeiro, José Regio, Miguel Torga, Ferreira de Castro. Consideraremos por separado la poesía, la prosa narrativa y el teatro. Hay que advertir, desde ahora, que este último género es con mucho el más pobre de los tres, y que quizá quepa explicar el hecho como consecuencia de dificultades ajenas al teatro propiamente dicho. También antes de adentrarnos en el área particular de cada tema conviene apuntar una característica general: en el transcurso del siglo xx la evolución de la literatura portuguesa se ha venido haciendo, de un modo más acusado que en cualquier otra época anterior, según una dialéctica interna, de tal modo que, aunque está asimilando continuamente influencias externas —muy especialmente francesas y anglosajonas, por no aludir a las brasileñas, que no deben, en rigor, considerarse extranjeras—, tales influencias sólo contribuyen a enriquecer un proceso ininterrumpido de desarrollo, cuyas raíces se hunden en el suelo nacional. Fenómeno que ciertamente hay que atribuir al considerable patrimonio legado por los escritores decimonónicos, pero al que tampoco es ajeno el hecho de haber surgido durante el primer cuarto de nuestro siglo un poeta genial, Fernando Pessoa, que por sí solo constituye toda una literatura. [...] La poesía Cesario Verde dio el golpe de gracia a la retórica romántica. Desde los mismos comienzos de nuestra centuria —su obra sólo sería publicada en 1901— hasta la actualidad la influencia de Verde ha venido penetrando con la irreversible lentitud de un corrosivo. Esta influencia se entremezcla con la ejercida por Antonio Nobre (1867-1903), cuyo libro So fue publicado en 1892. [...] Al mismo tiempo, un coetáneo de Nobre, Eugenio de Castro (1869-1944), se empeñaba laboriosamente en introducir la técnica estilística del simbolismo a través de una serie de obras cuyo comienzo data de 1890, con la aparición de Oaristos. [...] En realidad, el gran poeta simbolista portugués es Camilo Pessanha (1867-1926), otro coetáneo
de Nobre, muerto en Macau. Si aceptamos el precepto «la musique avant toute chose» podemos considerarlo un hermano de Verlaine. Al impulso del ritmo de Pessanha las cosas flotan como al son de un violín: los perfiles se diluyen, todo va desincrustándose para agregarse a una nueva realidad ondulante. Clepsidra no sería editado hasta 1922, pero varios de sus poemas eran conocidos en manuscrito desde antes y habían ejercido honda influencia en un selecto grupo de poetas. De modo que la presencia indirecta de Pessanha resulta anterior a la publicación de su obra. Fernando Pessoa y Sá-Carneiro le deben tanto, por lo menos, como a Cesario Verde y a Antonio Nobre. No obstante, Teixeira de Pascoais (1877-1952), que con su prestigio e influencia domina las primeras décadas del siglo, parece ajeno a esta silenciosa revolución. Casi aislado en una aldea situada entre el Miño y Tras os Montes, filosofa en verso como antes lo hiciera Quental, pero procura superar el pesimismo quentaliano a través de un panteísmo en expansión. [...] Frente al estancamiento que todo lo anterior representaba se levantó en 1915 el movimiento de Orpheu, revista con sólo dos números publicados y ambos en el transcurso del mismo año. Tendrían que pasar otros veinte para que se hiciera patente el significado profundamente revolucionario de esta manifestación juvenil, acogida por sus contemporáneos como una extravagancia exhibicionista e irreverente. La realidad es que con los jóvenes de Orpheu afloraba un proceso oculto, casi imperceptible, en el que convergían las contribuciones de Verde, Nobre y Pessanha, el magisterio de Pascoais, la influencia del futurismo italiano y una repentina conciencia acerca por la atormentada y agitada vida política portuguesa entre 1908 (asesinato del rey y del príncipe heredero en las calles de Lisboa) y la primera guerra mundial (en la que Portugal participó junto a los aliados), con intermitentes momentos de guerra civil, y también por la presencia de un hombre genial, Fernando Pessoa, que se definía a sí mismo como «¡ndisciplinador de almas» y que iba a ejercer una fascinación casi sobrenatural sobre cuantos le rodearon. [...] [A.J. Saraiva, Breve historia de la literatura portuguesa, Madrid Istmo, 1971, pp. 247, 249, 251-253 y 255.]
Ángel Crespo dice, resumiendo la obra de Pessoa: La obra poética de Fernando Pessoa, sobre ser una de las más ricas y profundas de la lírica contemporánea, se presta a tal número de lecturas, a veces contradictorias entre sí, que todavía no se ha llegado, y tal vez no se llegue nunca, a un relativo consenso crítico sobre la mejor dirección, ya que no el mejor camino, a seguir para explorar sus inagotables filones estéticos e ideológicos. Porque, a su modo, es decir, partiendo siempre de un idealismo esotérico, y en no escasa proporción judeocristiano malgré luí, en el que se advierten contaminaciones nietzscheanas y neopaganas urgencias, Pessoa fue, además de poeta, narrador, pensador metafísico y político, teórico de la economía comercial y la sociología, autor dramático, crítico literario y, sobre todo esto y algo más, un decidido «indisciplinador de almas». No es, sin embargo, esta multiplicidad de intereses intelectuales lo que más complica la lectura de su poesía, sino el hecho de que su parte esencial y más extensa aparezca atribuida por este autor a sí mismo y a otros tres poetas —Alberto Caeiro, Ricardo Reis y Alvaro de Campos— a los que califica de heterónimos para distinguirlos de los pseudónimos y semiheterónimos —alguno de ellos tan importante como el Bernardo Soares. [...]
ANTH
ROPOS/3
Una lectura de la obra de los heterónímos nos muestra, sin necesidad de que sea muy profunda, que cada uno de ellos tiene, en efecto, un estilo, un arte poética, una escritura —si se
prefiere— característica y original: es imposible confundir una oda de Ricardo Reis con cualquiera de las de Campos, o un poema de uno de estos dos poetas con uno solo de los versos de Caeiro o una sola de las composiciones firmadas por el poeta ortónimo, es decir, por Pessoa ele mesmo (él mismo), quien, como era de esperar, no abdicó nunca de su propio espacio poético en beneficio del de sus heterónimos, que no les cedió, sino que, por el contrario, supo crear genialmente para ellos. Y esta es la gran complicación —y el gran desafío— que presenta una lectura en profundidad de la obra pessoana, una obra poética eminentemente lírica, pero a la que su autor dio el nombre de drama em gente, es decir, en personas, en lugar-de en actos. [...] Para entender la naturaleza de los heterónimos, hemos de considerar ante todo que son los poemas quienes los crean —los van formando y caracterizando por medio de su texto— y no ellos quienes crean sus poemas. Por eso los considera Pessoa personajes del drama en que se proyecta, puesto que, como los teatrales, van caracterizándose e imponiendo su existencia a través de sus palabras, sin el concurso de las descripciones y otros recursos propios de la poesía narrativa. En este sentido, las observaciones que sobre ellos hizo su demiurgo son el equivalente de las acotaciones de una pieza dramática. [A. Crespo, Estudios sobre Pessoa, Barcelona, Bruguera, 1984, pp. 5-8 y 14.]
3.L. García Martín, en su antología sobre Pessoa, finaliza su magnífico estudio con estas palabras: ¿Quiénes somos?, ¿quién habita en nosotros?, ¿quién nos reconoce y cómo? En una carta a su madre —la única que se ha conservado— fechada en junio de 1914, tras la aparición de los heterónimos, escribió Fernando Pessoa: «Mis amigos me dicen que yo seré uno de los mayores poetas contemporáneos —me lo dicen viendo lo que ya he hecho, no lo que podré hacer (en caso contrario, no citaría lo que ellos dicen...). Pero ¿sé yo verdaderamente lo que eso, aunque se realice, significa? ¿Sé yo a qué sabe eso? Acaso la gloria sepa a muerte y a inutilidad, y el triunfo huela a podredumbre». Pessoa llegó a ser, según él preveía lúcidamente desde el principio, «uno de los mayores poetas contemporáneos», el más traducido, leído e imitado de los de lengua portuguesa después de Camoens (a quien es posible que supere con el paso del tiempo). En las páginas anteriores hemos tratado de averiguar lo que eso significa, y el difícil camino de apagamiento y renuncia que hubo de recorrer para lograrlo. [J.L. García Martín, Fernando Pessoa, Júcar, 1983, p. 178.] 4/ANTHROPOS
J.A. Guíemelo, en su artículo «Introducción a la obra en prosa de Fernando Pessoa», en cuyo contenido insiste más que en el orden temático en el intencional, distingue así tres grandes bloques: colaboraciones en prensa y revistas literarias, obra inédita y epistolario. En el primer grupo incluye la obra de crítica literaria y su correspondiente polémica, siendo también de gran interés sus observaciones sobre la obra inédita y el epistolario. Pessoa inaugura la tradición de la modernidad. La pluralidad, la
transitoriedad, la heterogeneidad son características de las que Pessoa se hace paradigma. El fenómeno heterónimo se sitúa como la expresión más acusada y profunda de la conciencia de alteridad. A su vez, el sensacionismo es la versión y una forma de la vanguardia europea. La obra de arte es predominantemente un objeto. De ahí que los postulados de la estética sensacionista sean: todo objeto es una sensación, todo arte es la conversión de una sensación en objeto, y todo arte es la conversión de una sensación en otra sensación. Toda la creación de Pessoa es como el libro en que se renueva la creación del universo o de universos. El libro, entonces, es el Libro Único, obra de ese «genio anónimo y perfecto» al que alude Mallarmé, libro colectivo del que participan todos los escritores, generalmente sin saberlo y a menudo no queriéndolo saber, reivindicando, con colosal papanatismo, la propiedad de las palabras, que siempre son impropias. La muerte de Dios ha destrozado la unidad del Libro y la escritura profana recoge los fragmentos, los encuaderna, los firma y los registra en las oficinas de la Propiedad Intelectual. Pero el anhelo de unidad gregaria sigue latiendo al final de la historia. Todos los autores somos falsos, somos heterónimos aproximados e incompetentes del gran autor, firmamos textos apócrifos. Escribir es aceptar como don esta palabra a la cual le falta la Revelación para ser palabra total, plena y perfecta. Escribir es aceptar la proliferación de las carencias y la resbaladiza precariedad de los significados. Escribir es aceptar que sólo somos capaces de construir fragmentos apócrifos. El Libro Total y Único, como el Paraíso, sólo existe como texto perdido, es decir, como promesa y ambición de lo recuperado. [Cuadernos Hispanoamericanos, n.° 425, noviembre 1985, p. 178.] Al buscar certezas en la permanencia de la letra escrita, el fingidor se identifica con el objeto que la escritura produce. Allí queda fija su identidad, pero tal fijeza, como todo lo fijo, es mortífera. La identidad es también la muerte. El ser, entonces, se dirige, para no morir, a lo otro, y se define por esta alteración: «Somos quien no somos», define Soares. Ser es devenir, es no realizarse, estar disponible y posible. Realizarse, como en el sueño, donde no tenemos intervención alguna, es apartarse del mundo, rescatar la inútil pureza de un ser que no tiene nada en común con los otros seres. El sueño es un deseo que se pone como objeto de sí mismo, cumple su apetencia y, al quedarse exhausto de ambos, se anula como sujeto. Es un modelo de saciedad, pero, como tal, incompatible con la vida. [J.A. Cilleruelo, op. cit, p. 180.]
El autor no tiene mejor existencia que los personajes que se describen en sus libros. El tema de la enajenación y la búsqueda de sí. «en el bosque encantado o en la ciudad abstracta», constituye la contradicción de su obra: «su vicio es la imaginación». Buscarse es inventarse: fingirse. «La índole de nuestra sociedad es tal que el creador está condenado a la
heterodoxia, a la oposición. El artista lúcido no esquiva el riesgo moral.» Toda la obra de Pessoa es «una fábula, una ficción». Lo importante es existir. Olvidar que Caeiro, Reis y Campos son creaciones poéticas, es olvidar demasiado. Como toda creación, esos poetas nacieron de un juego. El arte es un juego —y otras cosas. Pero sin juego no hay arte. La autenticidad de los heterónimos depende de su coherencia poética, de su verosimilitud. Fueron creaciones necesarias, pues de otro modo Pessoa no habría consagrado su vida a vivirlos y crearlos; lo que cuenta ahora no es que hayan sido necesarios para su autor sino si lo son también para nosotros. Pessoa, su primer lector, no dudó de su realidad. Reis y Campos dijeron lo que quizá él nunca habría dicho. Al contradecirlo, lo expresaron; al expresarlo, lo obligaron a inventarse. Escribimos para ser lo que somos o para ser aquello que no somos. En uno o en otro caso, nos buscamos a nosotros mismos. Y si tenemos la suerte de encontrarnos — señal de creación— descubriremos que somos un desconocido. Siempre el otro, siempre él, inseparable, ajeno, con tu cara y la mía, tú siempre conmigo y siempre solo. [...] Caeiro, Reis y Campos son los héroes de una novela que nunca escribió Pessoa. «Soy un poeta dramático», confía en una carta a J.G. Simóes. Sin embargo, la relación entre Pessoa y sus heterónimos no es idéntica a la del dramaturgo o el novelista con sus personajes. No es un inventor de personajes-poetas sino un creador de obras-de-poetas. La diferencia es capital. Como dice Casáis Monteiro: «inventó las biografías para las obras y no las obras para las biografías». Esas obras —y los poemas de Pessoa, escritos frente, por y contra ellas— son su obra poética. Él mismo se convierte en una de las obras de su obra. Y ni siquiera tiene el privilegio de ser el crítico de esa coterie: Reis y campos lo tratan con cierta condescendencia; el barón de Teive no siempre lo saluda; Vicente Quedes, el archivista, se le asemeja tanto que cuando lo encuentra, en una fonda de barrio, siente un poco de piedad por sí mismo. Es el encantador hechizado, tan totalmente poseído por sus fantasmagorías que se siente mirado por ellas, acaso despreciado, acaso compadecido. Nuestras creaciones nos juzgan. Alberto Caeiro es mi maestro. Esta afirmación es la piedra de toque de toda su obra. Y podría agregarse que la obra de Caeiro es la única afirmación que hizo Pessoa. Caeiro es el sol y en torno suyo giran Reis, Campos y el mismo Pessoa. En todos ellos hay partículas de negación o de irrealidad: Reis cree en la forma, Campos en la sensación, Pessoa en los símbolos. Caeiro no cree en nada: existe. El sol es la vida henchida de sí; el sol no mira porque todos sus rayos son miradas convertidas en calor y luz; el sol no tiene conciencia de sí porque en él pensar y ser son uno y lo mismo. Caeiro es todo lo que no es Pessoa y, además, todo lo que no puede ser ningún poeta moderno: el hombre reconciliado con la naturaleza. Antes del cristianismo, sí, pero también antes del trabajo y de la historia. Antes de la conciencia. Caeiro niega, por el mero hecho de existir, no solamente la estética simbolista de Pessoa sino todas las estéticas, todos los valores, todas las ideas. ¿No queda nada? Queda todo, limpio ya de los fantasmas y telarañas de la cultura. El mundo existe porque me lo dicen mis sentidos; y al decírmelo, me dicen que yo también existo. Sí, moriré y morirá el mundo, pero morir es vivir. La afirmación de Caeiro anula la muerte; al suprimir a la conciencia, suprime a la nada. No afirma que todo es pues eso sería afirmar una idea; dice que todo existe. Y aun más: dice que sólo es lo que existe. El resto son ilusiones. Campos se encarga de poner el punto sobre la i: «Mi maestro Caeiro no era pagano; era el paganismo.» Yo diría: una idea del paganismo. [...] Caeiro no es un filósofo: es un sabio. Los pensadores tienen ideas; para el sabio vivir y pensar no son actos separados. Por eso es
imposible exponer las ideas de Sócrates a Laotsé. No dejaron doctrinas, sino un puñado de anécdotas, enigmas y poemas. Chuangtsé, más fiel que Platón, no pretende comunicarnos una filosofía sino contarnos unas historietas: la filosofía es inseparable del cuento, es el cuento. La doctrina del filósofo incita a la refutación; la vida del sabio es irrefutable. Ningún sabio ha proclamado que la verdad se aprende; lo que han dicho todos, o casi todos, es que lo único que vale la pena de vivirse es la experiencia de la verdad. La debilidad de Caeiro no reside en sus ideas (más bien esa es su fuerza); consiste en la irrealidad de la experiencia que dice encarnar. Adán en una quinta de la provincia portuguesa, sin mujer, sin hijos y sin creador: sin conciencia, sin trabajo y sin religión. Una sensación entre las sensaciones, un existir entre las existencias. La piedra es piedra y Caeiro es caeiro, en este instante. Después, cada uno será otra cosa. O la misma cosa. Es igual o es distinto: todo es igual por ser todo diferente. Nombrar es ser. La palabra con que nombra a la piedra no es la piedra pero tiene la misma realidad de la piedra. Caeiro no se propone nombrar a los seres y por eso nunca nos dice si la piedra es un ágata o un guijarro, si el árbol es un pino o una encina. Tampoco pretende establecer relaciones entre las cosas; la palabra como no figura en su vocabulario; cada cosa está sumergida en su propia realidad. Si Caeiro habla es porque el hombre es un animal de palabras, como el pájaro es un animal alado. El hombre habla como el río corre o la lluvia cae. El poeta inocente no necesita nombrar las cosas; sus palabras son árboles, nubes, arañas, lagartijas. No esas arañas que veo, sino éstas que digo. Caeiro se asombra ante la idea de que la realidad es inasible: ahí está, frente a nosotros, basta tocarla. Basta hablar. No sería difícil demostrarle a Caeiro que la realidad nunca está a la mano y que debemos conquistarla (aun a riesgo de que en el acto de la conquista se nos evapore o se nos convierta en otra cosa: idea, utensilio). El poeta inocente es un mito pero es un mito que funda a la poesía. El poeta real sabe que las palabras y las cosas no son lo mismo y por eso, para restablecer una precaria unidad entre el hombre y el mundo, nombra las cosas con imágenes, ritmos, símbolos y comparaciones. Las palabras no son las cosas; son los puentes que tendemos entre ellas y nosotros. El poeta es la conciencia de las palabras, es decir, la nostalgia de la realidad real de las cosas. Cierto, las palabras también fueron cosas antes de ser nombres de cosas. Lo fueron en el mito del poeta inocente, esto es, antes del lenguaje. Las opacas palabras del poeta real evocan el habla de antes del lenguaje, el entrevisto acuerdo paradisíaco. Habla inocente: silencio en el que nada se dice porque todo está dicho, todo está diciéndose. El lenguaje del poeta se alimenta de ese silencio que es habla inocente. Pessoa, poeta real y hombre escéptico, necesitaba inventar a un poeta inocente para justificar su propia poesía. Reis, Campos y Pessoa dicen palabras mortales y fechadas, palabras de perdición y dispersión: son el presentimiento o la nostalgia de la unidad. Las oímos contra el fondo de silencio de esa unidad. No es un azar que Caeiro muera joven, antes de que sus discípulos inicien su obra. Es su fundamento, el silencio que los sustenta. El más natural y simple de los heterónimos es el menos real. Lo es por exceso de realidad. El hombre, sobre todo el hombre moderno, no es del todo real. No es un ente compacto como la naturaleza o las cosas; la conciencia de sí es su realidad insubstancial. Caeiro es una afirmación absoluta del existir y de ahí que sus palabras nos parezcan verdades de otro tiempo, ese tiempo en el que todo era uno y lo mismo. ¡Presente sensible e intocable: apenas lo nombramos se evapora! La máscara de inocencia que nos muestra Caeiro no es la sabiduría: ser sabio es resignarse a saber que no somos inocentes. Pessoa. que lo sabía, estaba más cerca de la sabiduría.
ANTHROPOS/5
El otro extremo es Alvaro de Campos. Caeiro vive en el presente intemporal de los niños y los animales: el futurista Campos en el instante. [...] Poeta futurista. Campos comienza por afirmar que la única realidad es la sensación: unos
años más tarde se pregunta si él mismo tiene alguna realidad. Al abolir la conciencia de sí. Caeiro suprime la historia: ahora es la historia la que suprime a Campos. Vida marginal: sus hermanos, si algunos tiene, son las prostitutas, los vagos, el dandy, el mendigo, la gentuza de arriba y de abajo. Su rebelión no tiene nada que ver con las ideas de redención o de justicia: Nao: tudo menos ter razáo! Tudo menos importar-me com a humanidade! Tudo menos ceder ao humanitarismo! Campos se revela también contra la idea de la rebelión, No es una virtud moral, un estado de conciencia —es la conciencia de una sensación: «Ricardo Reis es pagano por convicción: Antonio Mora por inteligencia: yo lo soy por rebelión, esto es. por temperamento.» Su simpatía por los malvivientes está teñida de desprecio pero ese desprecio lo siente ante todo por sí mismo: No sé de quién recuerdo mi pasado, Otro lo fui. ni me conozco Al sentir con mi alma Aquella ajena que al sentir recuerdo. De un día a otro nos desamparamos. Nada cierto nos une con nosotros. Somos quien somos y es Cosa vista por dentro lo que fuimos. El laberinto en que se pierde Reis es el de sí mismo. La mirada interior del poeta, algo muy distinto a la introspección, lo acerca a Pessoa. Aunque ambos usan metros y formas fijas, no los une el tradicionalismo porque pertenecen a tradiciones diferentes. Los une el sentimiento del tiempo —no como algo que pasa frente a nosotros sino como algo que se vuelve nosotros. Presos en el instante, Caeiro y Campos afirman de un tajo el ser o la ausencia de ser. Reis y Pessoa se pierden en los vericuetos de su pensamiento, se alcanzan en un recodo y. al fundirse con ellos mismos, abrazan una sombra. El poema no es la expresión del ser sino la conmemoración de ese momento de fusión. Monumento vacío: Pessoa edifica un templo a lo desconocido: Reis, más sobrio, escribe un epigrama que es también un epitafio: La suerte, menos verla. Niegúeme todo: estoico sin dureza. La sentencia grabada del Destino. Gozarla letra a letra Siento simpatía por toda esa gente. Sobre todo cuando no merece simpatía. Si. yo también soy vago y pedigüeño... Ser vago y mendigo no es ser vago y mendigo: Es estar fuera de la jerarquía social .. Es no ser Juez de la Corte Suprema, empleado fijo, prostituta. Pobre de solemnidad, obrero explotado. Enfermo de una enfermedad incurable. Sediento de justicia o capitán de caballería. Es no ser. en fin. esos personajes sociales de los novelistas Que se hartan de letras porque tienen razón para llorar sus lágrimas Y se rebelan contra la vida social porque les sobra razón para hacerlo... Su vagancia y mendicidad no dependen de ninguna circunstancia: son irremediables y sin redención. Ser vago así es ser ¡solado na alma. Y más adelante, con esa brutalidad que escandalizaba a Pessoa: Nem tenho a defensa de poder ter opióes sociais... Sou lúcido. Nada de estéticas com coráceo, sou lúcido. Merda! Sou lúcido. [...] El poeta es la conciencia de su irrealidad histórica. Sólo que si esa conciencia se retira de la historia, la sociedad se abisma en su propia opacidad, se vuelve Esteva o el Dueño de la Tabaquería. No faltará quien diga que la actitud de campos no es -positiva». Ante críticas semejantes. Casáis Monteiro respondía: «La obra de Pessoa realmente es una obra negativa. No sirve de modelo, no enseña ni a gobernar ni
a ser gobernado. Sirve exactamente para lo contrario: para indisciplinar los espíritus.» [...]. Ricardo Reís escoge la otra posibilidad latente en la poesía de su maestro. Reis es un ermitaño como Campos es un vagabundo. Su ermita es una filosofía y una forma. La filosofía es una mezcla de estoicismo y epicureismo. La forma, el epigrama, la oda y la elegía de los poetas neoclásicos. Sólo que el neoclasicismo es una nostalgia, es decir, es un romanticismo que se ignora o que se disfraza. [... ] Ni la forma ni la filosofía defienden a Reís: defienden a un fantasma. La verdad es que Reis tampoco existe y él lo sabe. Lúcido, con una lucidez más penetrante que la exasperada de Campos, se contempla: Alvaro de Campos citaba una frase de Ricardo Reis: Odio la mentira porque es una inexactitud. Estas palabras también podrían aplicarse a Pessoa, a condición de no confundir mentira con imaginación o exactitud con rigidez. La poesía de Reis es precisa y simple como un dibujo lineal; la de Pessoa, exacta y compleja como la música. [...] La poesía lírica se ramifica en Mensagen, el Cancionero (con los inéditos y dispersos) y los poemas herméticos. Como siempre, la clasificación no corresponde a la realidad. Cancionero es un libro simbolista y está impregnado de hermetismo, aunque el poeta no recurra expresamente a las imágenes de la tradición oculta. Mensagem es, sobre todo, un libro de heráldica —y la heráldica es una parte de la alquimia. En fin, los poemas herméticos son, por su forma y espíritu, simbolistas; no es necesario ser un «iniciado» para penetrar en ellos ni su comprensión poética exige conocimientos especiales. Esos poemas, como el resto de su obra, piden más bien una comprensión espiritual, la más alta y difícil Saber que Rimbaud se interesó en la cabala y que identificó poesía y alquimia, es útil y nos acerca a su obra; para penetrarla realmente, sin embargo, nos hace falta algo más y algo menos. Pessoa definía ese algo de este modo: simpatía, intuición, inteligencia, comprensión; y lo más difícil, gracia. Tal vez parezca excesiva esta enumeración. No veo cómo, sin estas cinco condiciones, pueda leerse de veras a Baudelaire, Coleridge o Yeats. En todo caso, las dificultades de la poesía de Pessoa son menores que las de Hólderlin, Nerval, Mallarmé... En todos los poetas de la tradición moderna la poesía es un sistema de símbolos y analogías paralelo al de las ciencias herméticas. Paralelo pero no idéntico: el poema es una constelación de signos dueños de luz propia. Pessoa concebió Mensagem como un ritual; o sea: como un libro esotérico. Si se atiende a la perfección externa, esta es su obra más completa. Pero es un libro fabricado, con lo cual no quiero decir que sea insincero sino que nació de las especulaciones y no de las intuiciones del poeta. A primera vista es un himno a las glorias de Portugal y una profecía de un nuevo imperio (el Quinto), que no será material sino espiritual; sus dominios se extenderán más allá del espacio y del tiempo histórico (un lector mexicano recuerda inmediatamente la «raza cósmica» de Vasconcelos). El libro es una galería de personajes históricos y legendarios, desplazados de su realidad tradicional y transformados en alegorías de otra tradición y de otra realidad. Quizá sin plena conciencia de lo que hacía, Pessoa volatiliza la historia de Portugal y, en su lugar, presenta otra, puramente espiritual, que es su negación. El carácter esotérico de Mensagem nos prohibe leerlo como un simple poema patriótico, según desearían algunos críticos oficiales. Hay que agregar que su simbolismo no lo redime. Para que los símbolos lo sean efectivamente es necesario que dejen de simbolizar, que se vuelvan sensibles, criaturas vivas y no emblemas de museo. Como en toda obra en que interviene más la voluntad que la inspiración, pocos son los poemas de Mensagem que alcanzan ese estado de gracia que distingue a la poesía de la bella literatura. Pero esos pocos viven en el mismo espacio mágico de los mejores poemas del Cancionero, al lado de algunos de los sonetos herméticos. Es imposible definir en qué consiste
este espacio; para mí es el de la poesía propiamente dicha, territorio real, tangible y que otra luz ilumina. No importa que sean pocos. Benn decía: Nadie, ni los más grandes poetas de nuestro tiempo, ha dejado más de ocho a diez poesías perfectas... ¡Para seis poemas, treinta o cincuenta años de ascetismo, de sufrimiento, de combate! 6/ANTHROPOS
El Cancionero: mundo de pocos seres y muchas sombras. [Fernando Pessoa, Antología,
prólogo, selección y traducción de Octavio Paz, Barcelona, Laia, 1985, pp. 13-18 y 20-26.]
Visión panorámica que abre ya a algunos de sus textos. 2. Poeta y pensador, creador de universos, heteronimia Recuperamos en este apartado algunos aspectos de su teoría estética y metafísica: proceso y laberinto de los textos y claves del pensamiento de Pessoa. El primero se refiere a «Apuntes para una estética noaristotélica»; en él se expresa la idea estética de Alvaro de Campos. El arte es indicio de fuerza y energía, un producto de la vida, cuyos elementos pasan por un proceso de integración y desintegración, logrando el equilibrio en su forma para sentirse. Por ello la sensibilidad se constituye en la vida del arte, cuya dirección se concreta en lo personal, en el interior de alguien singular como autor. Asimismo, el arte es un fenómeno social, por lo cual ha de lograr «forma social». Por encima de todo el arte es un fenómeno social. Ahora bien, en el hombre hay dos cualidades directamente sociales, o sea, directamente referidas a su vida social: el espíritu gregario, que le hace sentirse igual o parecido a los demás hombres y, por tanto, le aproxima a ellos; y el espíritu individual o separativo, que le hace apartarse de ellos, colocarse en oposición a ellos, ser su competencia, su enemigo o su medio enemigo. Cualquier individuo es al mismo tiempo individuo y humano: difiere de todos los demás y se parece a todos. Una vida social sana en el individuo resulta del equilibrio de ambos sentimientos: una fraternidad agresiva define al hombre social y sano. Ahora bien, si el arte es un fenómeno social, en el ser social ya se incluye el elemento gregario; falta saber dónde está el elemento separativo. No lo podemos buscar fuera del arte porque entonces habría en el arte un elemento extraño a él y sería menos arte; hemos de buscarlo dentro del arte —o sea, el elemento separativo tiene que manifestarse en el arte, y como arte. Esto quiere decir que en el arte, que es ante todo un fenómeno social, tanto el espíritu gregario como el separativo tienen que asumir la forma social.
ANTHROPOS/7 Pero el espíritu separativo, antigregario tiene, claro, dos formas: el alejamiento de los otros y la imposición del individuo a los otros, la sobreposición del individuo a los demás —el aislamiento y el dominio—. De estas dos formas la segunda es la social, pues aislarse es dejar de ser social. El arte por tanto es ante todo un esfuerzo para dominar a los otros. Hay evidentemente varias maneras de dominar o intentar dominar a los otros; el arte es una de ellas. Ahora bien, hay dos procesos para dominar o vencer: captar y subyugar. Captar es el modo gregario de dominar o vencer; subyugar es el modo antigregario de dominar o vencer. En todas las actividades sociales superiores existen ambos procesos porque forzosamente no pueden existir otros; y si me refiero distintamente a las actividades sociales superiores es porque son éstas, puesto que son superiores, las que implican la idea de dominio. Las actividades sociales superiores son tres —la política, la religión y el arte—. En cada una de estas ramas de la actividad social superior existe un proceso de captación y uno de subyugación. En la política existe la democracia, que es la política de captación, y la dictadura que es la política de subyugación. [...] En la religión existe la metafísica, que es la religión de la captación porque intenta insinuarse mediante el raciocinio y explicar o probar es querer captar; y existe la religión propiamente dicha, que es el sistema de subyugación porque subyuga mediante el dogma no probado y mediante un ritual inexplicable, actuando así directa y superiormente sobre la confusión de las almas. Así como en la política y en la religión, así en el arte. Existe un arte que domina captando, otro que domina subyugando. El primero es el arte según Aristóteles, el segundo el arte tal como yo lo entiendo y defiendo. El primero se basa naturalmente en la idea de belleza, porque se basa en lo que agrada; se basa en la inteligencia, porque se basa en lo que, por ser general, es comprensible y por tanto agradable; se basa en la unidad artificial, construida e inorgánica, y por tanto visible como la de una máquina y por ello apreciable y agradable. La segunda se basa naturalmente en la idea de fuerza, porque se basa en lo que subyuga; se basa en la sensibilidad porque la sensibilidad es particular y personal, y dominamos con lo que es particular y personal en nosotros, porque si no fuese así dominar sería perder la personalidad o, en otras palabras, ser dominado; y se basa en la unidad espontánea y orgánica, natural, que puede ser sentida o no sentida, pero que nunca puede ser vista o visible porque no está allí para que se vea. Cualquier arte parte de la sensibilidad y en ella se basa realmente. Pero mientras el artista aristotélico subordina su sensibilidad a la inteligencia para poder convertir esta sensibilidad en humana y universal, o sea para poderla hacer accesible y agradable y así poder captar a los otros, el artista no-aristotélico subordina todo a su sensibilidad, convierte todo en sustancia de sensibilidad para así, haciendo su sensibilidad abstracta como la inteligencia (sin dejar de ser sensibilidad), emisora como la voluntad (sin que por ello sea voluntad) convertirse en un foco emisor abstracto sensible que fuerce a los otros, quieran o no, a sentir lo que él sintió, que los
domine por la fuerza inexplicable, como el atleta más fuerte domina al más débil, como el dictador espontáneo subyuga a todo un pueblo (porque es él su síntesis y por ello más fuerte que su suma), como el fundador de religiones convierte dogmática y absurdamente almas ajenas a la sustancia de una doctrina que en el fondo no es sino él mismo. El artista verdadero es un foco dinamógeno; el falso artista o aristotélico es un mero aparejo transformador, destinado sólo a convertir la corriente continua de su propia sensibilidad en la corriente alterna de la inteligencia ajena. Ahora bien, entre los artistas «clásicos», o sea, aristotélicos, hay verdaderos y falsos artistas; y también entre los no-aristotélicos hay verdaderos artistas y simples simuladores —porque la teoría no hace al artista, sino el haber nacido artista—. Lo que sin embargo 8/ANTH ROPOS en los asombrosos poemas de Walt Whitman; la segunda está en los poemas más que asombrosos de mi maestro Caeiro; la tercera está en las dos odas —la «Oda Triunfal» y la «Oda Marítima»— que publiqué en el Orpheu. No pregunto si esto es inmodestia. Afirmo que es verdad.
entiendo y defiendo es que todo verdadero artista está dentro de mi teoría, créase él aristotélico o no; y todo falso artista está dentro de la teoría aristotélica aunque pretenda ser noaristotélico. Es lo que falta por explicar y demostrar. Mi teoría estética se basa —al contrario de la aristotélica que se asienta en la idea de belleza — en la idea de fuerza. Ahora bien, la idea de belleza puede ser una fuerza. Cuando la «idea» de belleza sea una «idea» de la sensibilidad, una emoción y no una idea, una disposición sensible del temperamento, esta «idea» de belleza es una fuerza. No será una fuerza únicamente cuando sea una simple idea intelectual de belleza. Por ello el arte de los griegos es grande incluso en mi criterio. La belleza, la armonía, la proporción no eran para los griegos conceptos de su inteligencia sino disposiciones íntimas de su sensibilidad. Por eso eran un pueblo de estetas buscando, exigiendo la belleza todos, en todo, siempre. Con tal violencia emitieron su sensibilidad sobre el mundo futuro que aún vivimos subditos de su opresión. Nuestra
sensibilidad no obstante es tan diferente —trabajada por tantas y tan prolongadas fuerzas sociales— que ya no podemos recibir esta emisión con la sensibilidad sino tan sólo con la inteligencia. Consumó nuestro desastre estético la circunstancia de que hemos recibido en general esta emisión de la sensibilidad griega a través de los romanos y de los franceses. Los primeros aunque próximos a los griegos en el tiempo eran y siempre fueron hasta tal punto incapaces de sentimiento estético que tuvieron que valerse de la inteligencia para recibir la emisión de la estética griega. Los segundos, estrechos de sensibilidad y seudovivaces de inteligencia, capaces por tanto de «gusto» pero no de emoción estética, deformaron la ya deformada romanización del helenismo, fotografiaron elegantemente la pintura romana de una estatua griega. Ya es grande, para quien sepa medirla, la distancia que va de la Ilíada a la Eneida —tan grande que no la oculta ni una traducción; la de un Píndaro a un Horacio parece infinita. Pero no es menor la que separa incluso a un Hornero bidimensional como Virgilio o un Píndaro en proyección de Mercator como Horacio de la vulgaridad muerta de un Boileau, de un Corneille, de un Racine, de toda la insuperable basura estética del «clasicismo» francés, ese «clasicismo» cuya retórica postuma aún estrangula y desvirtúa la admirable sensibilidad emisora de Víctor Hugo. Pero así como para los «clásicos» o seudociásicos —los «aristotélicos» propiamente dichos — la belleza puede estar, no en las disposiciones de su sensibilidad sino únicamente en las preocupaciones de su razón, así, para los no aristotélicos postizos la fuerza puede ser una idea de la inteligencia y no una disposición de la sensibilidad. Y así como la simple idea intelectual de belleza no habilita para crear belleza, porque sólo la sensibilidad crea verdaderamente, verdaderamente emite, así también la simple idea intelectual de fuerza o de no-belleza no habilita para crear más que la otra, la fuerza o la no-belleza que pretende crear. Por eso existen —¡y en qué abundancia!— simuladores del arte de la fuerza o de la no-belleza que ni crean belleza ni no-belleza porque positivamente no pueden crear nada; porque ni hacen arte aristotélico falso porque no lo quieren hacer, ni arte no aristotélico falso porque no puede haber arte no-aristotélico falso. Pero en estos casos realizan sin querer y mal, arte aristotélico, porque hacen arte con la inteligencia y no con la sensibilidad. La mayoría, si no es la totalidad de los llamados realistas, naturalistas, simbolistas, futuristas, son simples simuladores, no diré que sin talento pero únicamente con el talento de la simulación. Lo que escriben, pintan o esculpen puede tener interés, pero es el interés de los acrósticos, de los dibujos de un solo trazo y de cosas parecidas. Siempre que no se llame «arte», está bien. Finalmente, hasta hoy, fecha en la que aparece por primera vez una auténtica doctrina no aristotélica del arte, sólo hubo tres verdaderas manifestaciones de arte no-aristotélico. La primera está [F. Pessoa, Teoría poética, Júcar, Madrid, 1985, pp. 120-125.] APUNTE Mi alma se rompió como cuenco vacío Cayó escaleras excesivamente abajo. [...] Soy una dispersión de trozos sobre un felpudo sin sacudir. [F. Pessoa, op. cit.]
Un segundo texto define el arte como forma de literatura: Cualquier arte es una forma de literatura porque todo arte es decir algo. Hay dos formas de decir —hablar y estar callado—. Las artes que no son literatura son proyecciones de un silencio expresivo. Hay que buscar en todo arte que no sea literatura la frase silenciosa que contiene, o
el poema, o la novela, o el drama. Cuando se dice «poema sinfónico» se habla con exactitud y no de un modo metafórico y fácil. El caso parece menos simple para las artes visuales, pero si nos preparamos considerando que líneas, planos, volúmenes, colores, yuxtaposiciones y contraposiciones son fenómenos verbales dados sin palabras o, mejor, por jeroglíficos espirituales, comprenderemos cómo comprender las artes visuales y, aunque no las lleguemos a comprender del todo, tendremos al menos en nuestro poder el libro que contiene la cifra y el alma que puede contener el desciframiento. Sirve hasta que se llegue a lo que falta. [F. Pessoa, op. til, p. 149.}
Su teoría se materializa en su obra: «Oda Triunfal», «Oda Marítima», «Saludo a Walt Whitman», «Estanco» y «Apunte»: ESTANCO No soy nada. Nunca seré nada. No puedo querer ser nada. Esto aparte, tengo en mí todos los sueños del mundo. Ventanas de mi cuarto, del cuarto de uno de los millones del mundo que nadie sabe quién es (y de saberse quien es, ¿qué se sabría?), dais al misterio de una calle cruzada constantemente por gente, a una calle inaccesible a todos los pensamientos, real, imposiblemente real, verdadera, desconocidamente verdadera, con el misterio de las cosas debajo de las piedras y los seres, con la muerte poniendo humedad en la paredes y cabellos blancos a los hombres, con el Destino conduciendo al carro de todo por la carretera de nada. [...] Viví, estudié, amé y hasta creí, y hoy no hay mendigo al que no envidie sólo porque él no es yo. A cada uno miro los andrajos y las llagas y la mentira y pienso: tal vez nunca hayas vivido ni estudiado ni amado ni creído (porque es posible hacer la realidad de todo eso sin hacer nada de eso); tal vez hayas existido sólo como la lagartija a la que cortan la cola y es cola removiéndose más acá de la lagartija. Hice de mí lo que no supe y lo que pude hacer de mí no lo hice. Vestí un dominó equivocado. Me conocieron enseguida como quien no era, y no lo desmentí, y me perdí. [F. Pessoa, Poesía, Madrid, Alianza, 1985, 3.a ed., pp. 220, 235-236 y 238-239.] Vivir es pertenecer a otro. Morir es pertenecer a otro. Vivir y morir son la misma cosa. Mas vivir es pertenecer a otro de fuera y morir es pertenecer a otro de dentro. Una y otra cosa se asemejan, pero la vida es el lado de fuera de la muerte. Por eso la vida es la vida y la muerte es la muerte, pues el lado de fuera siempre es más verdadero que el lado de dentro; tanto es así que al lado de fuera es el que se ve. [F. Pessoa, op. cit., p. 175.]
¿Cómo surgen en Pessoa los heterónimos? En el Libro del desasosiego nos señala el hecho de su existencia: su ser muchos. Somos, por poco que lo queramos, siervos del tiempo y de sus colores y formas, subditos del cielo y de la tierra. Aquel de nosotros que más se embreñe en sí mismo, despreciando lo que le rodea, ese mismo no se embreña por los mismos caminos cuando llueve que cuando el cielo está sereno. Oscuras transmutaciones, sentidas tal vez sólo en lo íntimo de los sentimientos abstractos, se producen porque llueve o porque ha dejado de llover, se sienten sin que se sientan porque, sin sentir, se ha sentido al tiempo. Cada uno de nosotros es varios, es muchos, es una prolijidad de sí mismos. Por eso, aquel que desprecia al ambiente no es el mismo que por él se alegra o padece. En la vasta colonia de nuestro ser hay gente de muchas especies, pensando y sintiendo de manera diferente. En este mismo momento, en que escribo, en un intervalo legítimo del hoy escaso trabajo, estas pocas palabras de impresión, soy yo quien las escribe atentamente, soy yo el que está contento de no tener que trabajar en este momento, soy yo el que está viendo el cielo allá fuera, invisible desde aquí, soy yo el que está pensando todo esto, soy yo el que siente al cuerpo contento y a las manos vagamente frías. Y todo este mundo mío de gente ajena entre sí proyecta, como una multitud diversa pero compacta, una sombra única —este cuerpo quieto y escribiente con que me reclino, de pie, contra el escritorio alto de Borges, donde he venido a buscar mi secante, que le había prestado. [...] En general, debido al hábito que tengo de, desdoblándome, seguir al mismo tiempo dos, diferentes operaciones / mentales / yo, al paso que me voy adaptando en exceso y lucidez al sentir de ellos, voy analizando en mí su desconocido estado de alma, haciendo el análisis puramente objetivo de lo que ellos son y piensan. Así, entre sueños, y sin abandonar mi devaneo ininterrumpido, voy, no sólo viviéndoles la esencia refinada de sus emociones a veces muertas, sino comprendiendo y clasificando las lógicas interconexas de las diferentes fuerzas de su espíritu que yacían a veces en un estado simple de su alma. Y, en medio de todo esto, su fisonomía, su traje, sus gestos, no se me escapan. Vivo al mismo tiempo sus sueños, el alma del instinto y el cuerpo y actitudes suyas. En una gran dispersión unificada, me ubiquito en ellos y creo y soy, a cada instante de la conversación, una multitud de seres, conscientes e inconscientes, analizados y analíticos, que se reúnen en un abanico abierto. [...] Mi alma es una orquesta oculta; no sé qué instrumentos tañe o rechina, cuerdas y harpas, timbales y tambores, dentro de mí. Sólo me conozco como sinfonía. Hoy he llegado, de repente, a una sensación absurda y justa. Me he dado cuenta, en un relámpago íntimo, de que no soy nadie.
ANTHROPOS/9
Nadie, absolutamente nadie. Cuando brilló el relámpago, aquello donde había supuesto una ciudad era una llanura desierta; y la luz siniestra que me mostró a mí no reveló un cielo encima de ella. Me han robado el poder de ser antes de que el mundo fuese. Si tuve que reencarnar, he reencarnado sin mí, sin haber reencarnado yo. Soy los alrededores de una ciudad que no existe, el comentario prolijo a un libro que no se ha escrito. No soy nadie, nadie. No sé sentir, no sé pensar, no sé querer. Soy una figura de novela por escribir, que pasa aérea, y deshecha sin haber sido, entre los sueños de quien no supo completarme. [...] Y yo, verdaderamente yo, soy el centro que no existe en esto sino mediante una geometría del abismo; soy la nada en torno a la cual gira este movimiento, sin que ese centro exista sino porque todo círculo lo tiene. Yo, verdaderamente yo, soy el pozo sin muros, pero con la viscosidad de los muros, el centro de todo con la nada alrededor. [...] Me he creado eco y abismo, pensando. Me he multiplicado profundizándome. El más pequeño episodio —una alteración que sale de la luz, la caída enrollada de una hoja seca, el pétalo que se despega amarillecido, la voz del otro lado del muro o los pasos de quien la dice junto a los de quien la debe escuchar, el portón entreabierto de la quinta vieja, el patio que se abre con un arco de las casas aglomeradas a la luz de la luna— todas estas cosas, que no me pertenecen, me prenden la meditación sensible con lazos de resonancia y de añoranza. En cada una de esas sensaciones soy otro, me renuevo dolorosamente en cada impresión indefinida. Vivo de impresiones que no me pertenecen, perdulario de renuncias, otro en el modo como soy yo. He creado en mí varias personalidades. Creo personalidades constantemente. Cada sueño mío es inmediatamente, en el momento de aparecer soñado, encarnado en otra persona, que pasa a soñarlo, y yo no. Para crear, me he destruido; tanto me he exteriorizado dentro de mí, que dentro de mí no existo sino exteriormente. Soy la escena viva por la que pasan varios actores representando varias piezas. Encontrar la personalidad en la pérdida de ella —la misma fe abona este sentido de destino. [...] La vida perjudica a la expresión de la vida. Si yo viviese un gran amor, nunca lo podría contar. Yo mismo no sé si este yo, que os expongo, en estas sinuosas páginas, realmente existe o tan solo es un concepto estético y falso que he formado de mí mismo. Me vivo estéticamente en otro. He esculpido mi vida como una estatua de materia ajena a mi ser. A veces no me reconozco, tan exterior a mí mismo me he puesto, y tan de un modo puramente artístico he empleado mi conciencia de mí mismo. ¿Quién soy por detrás de esta irrealidad? No lo sé. Debo de ser alguien. Y si no trato de vivir, de actuar, de sentir, es —creedme bien— para no perturbar las líneas artificiales de mi personalidad supuesta. Quiero ser tal cual he querido ser y no soy. Si cediese, me destruiría. Quiero ser una obra de arte, del alma por lo menos, ya que del cuerpo no puedo serlo. Por eso me he esculpido con tranquilidad y enajenación y me he colocado en una estufa, lejos de los aires frescos y de las luces francas— donde mi artificialidad, flor absurda, florezca en retirada belleza. [...] La vida es un viaje experimental, hecho involuntariamente. Es un viaje del espíritu a través de la materia y, como es el espíritu quien viaja, es en él donde se vive. Hay, por eso, almas contemplativas que han vivido más intensa, más extensa, más tumultuosamente que otras que han vivido externas. El resultado lo es todo. Lo que se ha sentido ha sido lo que se ha vivido. Uno se recoge de un sueño como de un trabajo visible. Nunca se ha vivido tanto como cuando
se ha pensado mucho.
[F. Pessoa, Libro del desasosiego de Bernardo Soares, Barcelona, Seix Barral, 1984. pp. 43, 44, 47. 48, 51, 171 y 279.] Ah. ante esta única realidad que es el misterio, ante esta única realidad terrible —la de que haya una realidad—, ante este horrible ser que es que haya ser, ante este abismo de que exista un abismo, ese abismo de que la existencia de todo sea un abismo, sea un abismo por simplemente ser, por poder ser. por haber ser —ante todo eso, ¡cómo todo cuanto los hombres hacen, todo cuanto los hombres dicen, todo cuanto construyen, deshacen, y se construye o se deshace a través de ellos, se empequeñece! No. no se empequeñece..., se transforma en otra cosa —en una sola cosa tremenda y negra e imposible, una cosa que está más allá de los dioses, de Dios, del Destino aquello que hace que haya ser para que pueda haber seres, aquello que subsiste a través de todas las formas, de todas las vidas, abstractas o concretas, contingentes o eternas, verdaderas o falsas. Aquello que cuando todo se ha abarcado aún queda fuera, porque cuando se abarca todo no se abarca el explicar por qué es un todo, ¡porque hay algo, porque hay algo, porque hay algo! [F. Pessoa, Poesía, op. cit.. p. 256.]
Existir es ser inconsciente, porque existir es que sea posible que haya ser. y hacer esto posible es mayor que todos los dioses. «Al fin. la mejor manera de viajar es sentir.» En carta dirigida a Adolfo Casáis Monteiro explica el origen y surgimiento de sus heterónimos: El origen de mis heterónimos es el profundo trazo de histeria que existe en mí. No sé si soy simplemente histérico, o si soy más propiamente un histérico-neurasténico. Tiendo hacia esta segunda posibilidad porque hay en mí fenómenos de abulia que la histeria, propiamente dicha, no encuadra en el registro de sus síntomas. Sea como sea. el origen mental de mis heterónimos está en mi tendencia orgánica y constante hacia la despersonalización y hacia la simulación. Estos fenómenos —afortunadamente para mí y para los otros— en mí se mentalizaron: quiero decir, no se manifiestan en mi vida práctica exterior y de contacto con los otros; hacen explosión hacia dentro y los vivo yo a solas conmigo. Si fuese una mujer —en la mujer los fenómenos histéricos estallan en ataques o cosas parecidas— cada poema de Alvaro de Campos (lo más histéricamente histérico de mí) sería una alarma para la vecindad. Pero soy hombre —y en los hombres la histeria asume principalmente aspectos mentales: así todo acaba en silencio y poesía... Esto explica tant bien que mal el origen orgánico de mis heterónimos. Voy ahora a hacer la historia directa de mis heterónimos. Empiezo por los que han muerto y de algunos de los cuales
ya no me acuerdo —los que yacen perdidos en el pasado remoto de mi infancia casi olvidada. Desde niño tuve tendencia a crear a mi alrededor un mundo ficticio, a rodearme de amigos y conocidos que nunca habían existido. (No sé, bien entendido, si realmente no existieron o si soy yo quien no existe. En estas cosas, como en todas, no debemos ser dogmáticos.) Desde que me conozco como siendo aquello a lo que llamo yo, me acuerdo de necesitar mentalmente en figura, movimienalgún punto que necesita una aclaración más lúcida —estoy escribiendo deprisa y cuando escribo deprisa no soy muy lúcido—, dígamelo, que de buena gana se la daré. Y, es verdad, un complemento verdadero e histérico: al escribir ciertos fragmentos de las Notas para el recuerdo de mi Maestro Caeiro de Alvaro de Campos, lloré lagrimas verdaderas. ¡Para que sepa con quién está lidiando, mi querido Casáis Monteiro! tos, carácter e historia, varias figuras irreales que eran para mi tan visibles y mías como lo que llamamos abusivamente vida real. Esta tendencia, que me viene desde que recuerdo ser yo, me ha acompañado siempre, cambiando un poco el tipo de música con la que me encanta pero no alterando nunca su manera de encantar. Recuerdo lo que me parece haber sido mi primer heterónimo o, mejor, mi primer conocido inexistente —un cierto Chevalier de Pas de mis seis años, mediante el cual escribía cartas de él a mí mismo, y cuya figura no enteramente vaga, aún conquista aquella parte de mi afecto que linda con la nostalgia. [...] Hacia 1912, salvo error (que nunca puede ser grande), me vino la idea de escribir unos poemas de índole pagana. Esbocé algunas cosas en verso irregular (no en el estilo Alvaro de Campos, sino en un estilo de media regularidad), y abandoné el caso. (Había nacido sin que yo lo supiera Ricardo Reis.) Año y medio o dos años después se me ocurrió un día gastarle una broma a Sá-Carneiro — inventar un poeta bucólico de especie complicada y presentárselo, ya no recuerdo cómo, con alguna apariencia de realidad—. Pase unos días elaborando al poeta sin conseguirlo. Un día en que finalmente había desistido —fue el 8 de marzo de 1914— me acerqué a una cómoda alta y, cogiendo un papel, comencé a escribir de pie, como escribo siempre que puedo. Y escribí treinta y tantos poemas de un tirón, en una especie de éxtasis cuya naturaleza no conseguiré definir. Fue el día triunfal de mi vida y nunca podré tener otro así. Abrí con un título, El guardador de rebaños. Y lo que siguió fue la aparición de alguien en mí, a quien di de inmediato el nombre de Alberto Caeiro. Discúlpeme lo absurdo de la frase: había apreciado en mí mi maestro. Fue ésta la inmediata sensación que tuve. Y tanto es así que, una vez estuvieron escritos esos treinta y tantos poemas, inmediatamente cogí otro papel y escribí, uno tras otro también, los seis poemas que constituyen «Lluvia oblicua» de Fernando Pessoa. Inmediatamente y totalmente... Fue el regreso de Fernando Pessoa Alberto Caeiro a Fernando Pessoa él solo. O mejor, fue la reacción de Fernando Pessoa contra su inexistencia como Alberto Caeiro. Aparecido Alberto Caeiro traté en seguida de descubrirle —instintiva y subconscientemente — unos discípulos. Arranqué de su falso paganismo al Ricardo Reis latente, le descubrí el nombre y lo ajusté a sí mismo, porque en aquella época ya lo veía. Y de repente, y en derivación opuesta a la de Ricardo Reis, me surgió impetuosamente un nuevo individuo. De un tirón y en la máquina de escribir, sin interrupción ni correcciones, surgió la «Oda Triunfal» de Alvaro de Campos —la oda con este nombre y el hombre con el nombre que tiene. Creé entonces una coterie inexistente. Fijé todo aquello en moldes de realidad. Gradué las influencias, conocí las amistades, oí dentro de mí las discusiones y las divergencias de criterios, y en todo esto me parece que fui yo, creador de todo, lo menos que allí hubo. Parece que
ocurrió independientemente de mí. Y parece que aún así ocurre. Si algún día puedo publicar la discusión estética entre Ricardo Reis y Alvaro de Campos, comprobará cómo ellos son diferentes y cómo yo no soy nada en el asunto. En la publicación de Orpheu fue necesario a última hora conseguir algo para completar el número de páginas. Sugerí entonces a Sá-Carneiro que yo hiciese un poema «antiguo» de Alvaro de Campos —un poema de cómo sería Alvaro de Campos antes de haber conocido a Caeiro y de haber caído bajo su influencia. Y así hice el «Opiario», en el que intenté dar todas las tendencias latentes de Alvaro de Campos, conforme habían de ser después reveladas, pero sin existir todavía ningún trazo de contacto con su maestro Caeiro. Fue entre los poemas que he escrito el que me dio más quehacer por el doble poder de despersonalización que tuve que desarrollar. Pero, en fin, creo que no salió mal y que da el Alvaro de Campos sin florecer... Creo que le he explicado el origen de mis heterónimos. Si hay Un apunte más en esta materia... Yo veo delante de mí, en el espacio incoloro pero real del sueño, las caras, los gestos de Caeiro, Ricardo Reis y Alvaro de Campos. Les construí las edades y las vidas. [...] ¿Cómo escribo en nombre de estos tres?... Caeiro por pura e inesperada inspiración, sin saber ni siquiera calcular lo que iría a escribir. Ricardo Reis, después de una deliberación abstracta que súbitamente se concretiza en una oda. Campos cuando siento un súbito impulso para escribir y no sé el qué. (Mi semi-heterónimo Bernardo Soares, que además en muchas cosas se parece a Alvaro de Campos, aparece siempre que estoy cansado o somnoliento, cuando tengo algo suspensas las cualidades de pensamiento y de inhibición; aquella prosa es un constante devaneo. Es un semi-heterónimo porque, no siendo mi personalidad, no es diferente de la mía, sino una simple mutilación suya. Soy yo menos el pensamiento y la afectividad. La prosa, salvo lo que el pensamiento da de tenue a la mía, es igual a ésta, y el portugués perfectamente igual; mientras que Caeiro escribía mal el portugués, Campos razonablemente pero con lapsos como decir «yo propio» en vez de «yo mismo», etc., Reis mejor que yo, pero con un purismo que considero exagerado. Lo difícil para mí es escribir la prosa de Reis —aún inédita— o de Campos. La simulación es más fácil, incluso porque es más espontánea, en verso.) [F. Pessoa, Teoría poética, op. cit., pp. 188-192.]
Alberto Caeiro, El guardador de rebaños: I [...] No tengo ambiciones ni deseos. Ser poeta no es una ambición mía, es mi manera de estar solo. II [...] Mi mirar es nítido como un girasol. Tengo la costumbre de andarme los caminos mirando a la derecha y a la izquierda, y alguna que otra vez mirando atrás... Y a cada momento lo que veo es lo que nunca por mí antes he visto; y me doy cuenta muy bien que veo así... Sé tener el asombro esencial
que tendría un niño si al nacer advirtiese que nació de veras... A cada momento me siento nacido a la eterna novedad del Mundo... Creo en el mundo como en una margarita porque lo veo. Mas no lo pienso, porque pensar es no entender... El Mundo no se hizo para pensar en él (pensar es estar enfermo de los ojos) sino para al mirarlo estar de acuerdo... No tengo filosofía: tengo sentidos... Si hablo de la Naturaleza no es porque sepa qué es sino porque la amo, y la amo por eso, porque quien ama nunca sabe lo que ama, ni sabe por qué ama, y qué es amar... Amar es la eterna inocencia, y la única inocencia, no pensar. [...] V [...] Pensar en el sentido íntimo de las cosas es sobreañadir, es como pensar en la salud o llevar un vaso al agua de los manantiales. El único sentido íntimo de las cosas es el de no tener íntimo sentido alguno. No creo en Dios porque nunca lo he visto. Si él quisiera que yo creyese en él vendría sin duda a hablar conmigo, y cruzada mi puerta, casa adentro, me diría: ¡Aquí estoy! (Esto tal vez suene ridículo al oído de quien, por no saber qué sea el mirar a las cosas, no entiende al que habla de ellas con el modo de hablar que el fijarse en ellas nos enseña.) Pero si Dios es las flores y los árboles y los montes y el luar y el sol, entonces creo en él, entonces creo en él a todas horas y mi vida entera es una oración y misa y una comunión con los ojos y por los oídos. Pero si Dios es las flores y los árboles y los montes y el luar y el sol, ¿por qué llamarle Dios? Le llamo flores y árboles y sol y luar y montes; porque si él se hizo, para que yo lo viese, sol y luar y montes y árboles y flores, si ante mí aparece como árboles y montes y luar y sol y flores es porque quiere que yo lo conozca como árboles y montes y flores y luar y sol.
Y por eso, obedezco (¿qué más sé yo de Dios que Dios no sepa de sí mismo?). Le obedezco al vivir tan espontáneamente como quien abre los ojos y ve, y le llamo luar y sol y flores y árboles y montes, y le amo sin pensar en él, y lo pienso al ver y oír, y ando con él a todas horas. [F. Pessoa, Poesía, pp. 96-98, 100-101.]
Mirar las cosas con inocencia, sencillamente: la gracia de las piedras, cuantas cosas hay en las flores. El Poeta es el Niño, el fundador de sus sueños, de sus pensamientos junto al camino. IX Soy un guardador de rebaños. El rebaño es mis pensamientos y mis pensamientos son, todos, sensaciones. Pienso con los ojos y con los oídos y con las manos y los pies y con la nariz y la boca. Pensar una flor es verla y olería, y comer un fruto es saberle el sentido. Por eso, cuando en días de calor me siento triste de gozarlos tanto y a todo lo largo que soy me tumbo en la hierba y cierro los ojos calientes, siento todo mi cuerpo tumbado en la realidad. Sé la verdad y soy feliz. X «Hola, guardador de rebaños. Ahí. junto al camino. ¿qué te dice el viento al pasar?» [F. Pessoa. op. cit., pp. 106, 107.]
Por eso el amor es una compañía. Ricardo Reis y sus Odas: [SI RECUERDO QUIEN FUI. OTRO ME VEO] Si recuerdo quien fui, otro me veo, Y el pasado es el presente en el recuerdo. Quien fui es alguien que amo. Empero solamente en sueño. Y la saudade que me aflige la mente No es de mí, ni aun del pasado visto, Sino de quien habito Tras los ojos ciegos. Nada que no sea el instante me conoce.
Mi mismo recuerdo es nada, y siento Que quien soy y quien fui Son sueños diferentes [NO QUIERO, CLOE, TU AMOR, QUE OPRIME] No quiero, Cloe, tu amor, que oprime Porque me exige amor. Quiero ser libre. La esperanza es un deber del sentimiento. [LIDIA, IGNORAMOS. SOMOS EXTRANJEROS] Lidia, ignoramos. Somos extranjeros Dondequiera que estemos. Lidia, ignoramos. Somos extranjeros Dondequiera vivamos. Todo es ajeno; Ni nuestra lengua habla. Hagamos de nosotros mismos el retiro Donde escondernos, tímidos ante el insulto Del tumulto del mundo. ¿Qué más quiere el amor que no ser de los otros? Cual un secreto dicho en los misterios, Sacro sea por nuestro. [VIVEN EN NOSOTROS INNÚMEROS] Viven en nosotros innúmeros; Si pienso o siento, ignoro Quien es que piensa o siente. Soy tan sólo el lugar
Donde se siente o piensa.
ANTHROPOS/13
Tengo más almas que una. Hay más yos que yo mismo. No obstante, existo. Indiferente a todos. Los hago callar: yo hablo. Los impulsos cruzados De cuanto siento o no siento Disputan en quien soy. Los ignoro. Nada dictan A quien me sé: yo escribo. [F. Pessoa, op. cit., pp. 164-165, 167, 170-171.] ¿Qué símbolo final Muestra el sol ya despierto? En la Cruz muerta y fatal La Rosal del Encubierto. [NADA SOY, NADA PUEDO, NADA SIGO] Nada soy, nada puedo, nada sigo. Llevo, cual ilusión, mi ser conmigo. No comprendo el comprender ni sé Si he de ser, siendo nada, el que seré.
Por fin. F. Pessoa con «Mensaje». «Cancionero» y «Fausto»: El punto central de mi personalidad como artista es que soy un poeta dramático: en todo cuanto escribo tengo, permanentemente, la exaltación íntima del poeta y la despersonalización del dramaturgo. Vuelo siendo otro: esto es todo. La Naturaleza esconde, no revela. Todo este universo luminoso y oscuro a cuya suma de energías llamamos Naturaleza es una máscara, un vestido y un sueño. La Naturaleza no es (sis, sino el velo de (sis. [...] ULISES El mito es la nada que lo es todo. El mismo sol que abre los cielos Es mito brillante y mudo: El cuerpo muerto de Dios Vivo y desnudo. El que a puerto aquí arribó Fue, por no ser, existiendo. Sin existir nos bastó. Por no venir fue viniendo. Y nos creó. Así la leyenda se escurre De entrar en la realidad Y a fecundarla va yendo. La vida, abajo, mitad De nada, muriendo INICIACIÓN No duermes bajo cipreses, Pues no hay dormir en el mundo. [...] El cuerpo es sombra de ropas Que encubren tu ser profundo. Viene la noche: es la muerte, Y la sombra acaba sin ser. Sólo silueta, en la noche Vas a ti igual sin querer. En el Mesón del Espanto
Te quita un Ángel la capa. Sin capa al hombro prosigues Con sólo lo que aún te tapa. Arcángeles del Camino Te desnudan ya del todo. Nada tienes, ni tu ropa. Eres tú: tu cuerpo sólo. Por fin, Dioses te desnudan Aún más en la honda caverna: Los ves tus iguales cuando Cesa tu cuerpo, alma externa La sombra de tus vestidos Permanece aquí en la Suerte No estás muerto entre cipreses. [...] Pues, neófito, no hay muerte. EL INFANTE Dios quiere, el hombre sueña, la obra nace. Dios quiso que la tierra fuese toda una, Que el mar uniera, que ya no separase. Ungióte, y fuiste desvendado espuma. [...] EL ENCUBIERTO ¿Qué símbolo fecundo Trae la aurora ansiosa? En la Cruz Muerta del Mundo La Vida, que es la Rosa. ¿Qué símbolo divino Trae el día ya visto? En la Cruz, que es Destino, La Rosa, que es el Cristo. ANTE LA TUMBA DE CHRISTIAN ROSENKREUTZ I Cuando, despiertos del sueño de la Vida, Sepamos lo que somos, qué fue aquella Caída hasta el Cuerpo, aquel descenso A la Noche que nos obstruye el Alma, ¿Conoceremos por fin toda esta oculta Verdad de cuanto hay o cuanto fluye? No: ni aun del Alma Libre es conocida, Ni Dios creador nuestro en Sí la tiene. Es Dios el Hombre de otro Dios más grande: Adán supremo en que también hubo Caída, Así también, Creador nuestro, es Ser Creado, Y en Él así también la Verdad ha muerto. Más allá del Abismo Su Espíritu la veda Y no la hay en este Mundo, que es Su Cuerpo. PRIMER FAUSTO X Es el secreto de la Búsqueda lo que no se encuentra. Eternos mundos infinitamente Dentro unos de otros, sin cesar discurren Inútiles: Soles, Dioses, Dios de los Dioses, En ellos intercalados y perdidos Ni a nosotros encontramos en el infinito. Todo es siempre diverso y siempre por delante De Dios y Dioses: tal es la luz incierta De la suprema verdad. XXVIII Para mí, ser es sorprenderme de estar siendo. [F. Pessoa, op. cit., pp. 20, 27, 28, 30, 57, 60-61, 66, 76, 79.]
Encontrarse con la pluralidad de universos, mundos y personas; buscar y sentirse en compañía, responder poéticamente a la desolación del mundo, de la sociedad, de los seres humanos. Testimonio sangrante, profundo e indagador de F. Pessoa. Es preciso encontrar los mares profundos, ver, sentir, estar y existir: ahí en el hondo ser, en la inocencia inconsciente del cuerpo y del pensamiento donde se escucha todavía la voz de los dioses. ramente son, que es como han sido creados. No es ninguna de las siete partidas del mundo la que me interesa y puedo verdaderamente ver; la octava partida es la que recorro y es mía. Quien ha cruzado todos los mares ha cruzado tan sólo la monotonía de sí mismo. Ya he cruzado más mares que todos. Ya he visto más montañas que las que hay en la tierra. He pasado ya por ciudades más que existentes, y los grandes ríos de ningunos mundos han fluido, absolutos, bajo mis ojos contemplativos. Si viajase, encontraría la copia débil de lo que ya había visto sin viajar. En los países que visitan los demás, los visitan anónimos y peregrinos. En los países que he visitado, he sido, no sólo el placer oculto del viajero desconocido, sino la majestad del rey que allí reina, y el pueblo cuya costumbre allí habita, y la historia entera de aquella nación y de las demás. Los mismos paisajes, las mismas casas, yo los he visto porque los he sido, hechos en Dios con la substancia de mi imaginación. La renuncia es la liberación. No querer es poder. ¿Qué puede darme la China que mi alma no me haya dado ya? Y si mi alma no me lo puede dar, ¿cómo me lo dará la China, si es con mi alma cómo veré la China, si la veo? Podré ir a buscar riqueza al Oriente, pero no riqueza del alma, porque la riqueza de mi alma soy yo, y estoy donde estoy, sin Oriente o con él. Comprendo que viaje quien es incapaz de sentir. [...] Transeúntes eternos por nosotros mismos, no hay paisaje sino el que somos. Nada poseemos, porque ni a nosotros poseemos. Nada tenemos porque nada somos. ¿Qué manos extenderé hacia el universo? El universo no es mío: soy yo. [F. Pessoa, Libro del desasosiego de Bernardo Soares, Barcelona, Seix Barra!, 1984, pp. 281, 283-285.]
3. Conclusión ¿Viajar? Para viajar basta con existir. Voy de día a día, como de estación a estación, en el tren de mi cuerpo, o de mi destino, asomado a las calles y a las plazas, a los gestos y a los rostros, siempre iguales y siempre diferentes como, al final, lo son todos los paisajes. Si imagino, veo. ¿Qué más hago si viajo? Sólo la debilidad extrema de la imaginación justifica que haya que desplazarse para sentir.[...] La vida es lo que hacemos de ella. Los viajes son los viajeros. Lo que vemos no es lo que vemos, sino lo que somos. [...] La erudición de la sensibilidad nada tiene que ver con la experiencia de la vida. La experiencia de la vida nada enseña, lo mismo que la historia nada informa. La verdadera experiencia consiste en restringir el contacto con la realidad y aumentar el análisis de ese contacto. Así, la sensibilidad se ensancha y profundiza, porque en nosotros está todo; basta que lo busquemos y lo sepamos buscar.
¿Qué es viajar, y para qué sirve viajar? Cualquier ocaso es el ocaso; no es menester ir a verlo a Constantinopla. ¿La sensación de liberación que nace de los viajes? Puedo sentirla saliendo de Lisboa hacia Benfica, y sentirla más intensamente que quien va de Lisboa a la China, porque si la liberación no está en mí, no está, para mí, en ninguna parte. «Cualquier carretera», ha dicho Carlyle, «hasta esta carretera de Entepfuhl, te lleva hasta el fin del mundo.» Pero la carretera de Entepfuhl, si se la sigue toda, hasta el final, vuelve a Entepfuhl; de modo que el Entepfuhl, donde ya estábamos, es ese mismo fin del mundo que íbamos a buscar. Condillac comienza su libro célebre, «Por más alto que subamos y más bajo que bajemos, nunca salimos de nuestras sensaciones». Nunca desembarcamos de nosotros. Nunca llegamos a otro sino otrándonos mediante la imaginación sensible de nosotros mismos. Los verdaderos paisajes son los que nosotros mismos creamos, porque así, siendo dioses de ellos, los vemos como verdade
El universo soy yo: la experiencia del mundo termina en mi pensamiento. Adentrarme en mí: crear universos poéticos, sentir es viajar. Pessoa crea universos de vida interior, de adentramiento en el sueño y en la visión. «Ser verdadero es existir; esto, y nada más.» El pagano no define a lo que crea. «El pagano es el creador consciente de sus dioses» (el reino de los dioses). He ahí la creación de cultura, de universo, de mundo habitado por el poeta, y el contenido de su drama en gente, de sus heterónimos. Bello es el combate y la esperanza es grande. Estas palabras de Platón deben ser el lema que nos guíe. Somos pocos, los suficientes para no ser ningunos, pero puede ser que mañana vengan a nuestro encuentro aquellos a quienes hablamos la lengua olvidada de la civilización. La senda que proponemos es todavía más estrecha que la que El Cristo proponía a los que deseaban seguirle. Por una ironía natural de las cosas, nosotros, aunque en otro sentido, podemos decir a los hombres que aquellos que quieran seguirnos, tienen que dejar el mundo. Pero es el mundo moderno, equivocado como está, el que deben abandonar: [...] [...] Mi misión era explicar. He explicado. No he iniciado; he seguido. Pero he visto que había un camino porque, antes, dos me lo habían señalado. A esos dos consagro el fruto de mi esfuerzo. [...] Son... Caeiro y Ricardo Reís... (...) ¡El gran Pan ha renacido! Aclamo «¡Yo saludo en Alberto Caeiro el regreso de los dioses! ¡Alegraos vosotros todos, que lloráis en la decadencia mayor de la historia! ¡El gran Pan ha renacido! ¡ha vuelto a nacer!» [F. Pessoa, El regreso de los dioses, Barcelona, Seix Barral, 1986, p. 101.]
F. Pessoa navega por mares intraoceánicos, indaga hondos sentires y desasosiegos y trae a la luz nuevas presencias que se esconden en la entraña de los fondos oscuros de la naturaleza: crea universos nuevos,
otros, porque la otredad es el sentido secreto y mistérico de cuanto está ahí, sin secreto ni misterio, produciendo la realidad tal como la sentimos; nuestro sueño e imaginación del otro. Donde se siente la presencia de otro, hay un universo y nosotros somos su sueño y su imaginación. ¿Dónde estamos? Allí donde soñamos. ¿Quiénes somos? La imagen de nuestros sueños. Toda presencia y existencia encierran un secreto, una verdad: el sueño de otro. Sentir otra cosa, pues, es sentir de otra forma y «la única manera de que tengas sensaciones nuevas es que te construyas un alma nueva». Hay que cambian de alma para que nazca un nuevo sentir, sabiendo que «sentir cosas nuevas, es que haya novedad en sentirlas». «¿Cambio de alma, cómo? Descúbrelo Tú.» Finalizamos con un poema de Alberto Caeiro, anticipación de nuevas realidades y sentires. Donde tú estás, lo que tú habitas es todo, constituye el universo. Dice así: Da minha aldeia vejo quanto da térra se pode ver do universo... Por isso a minha aldeia é táo grande como outra térra qualquer, Porque eu sou do tamanho do que vejo E nao do tamanho da minha altura... Ñas cidades a vida é mais pequeña Que aqui na minha casa a meio deste outeiro. Na cidade as grandes casas prendero a vista á chave, Escondem o horizonte, empurram o nosso olhar para longe de todo o céu, Tornam-nos pequeños porque nos tiram tudo e também nao podem olhar. E tornam-nos pobres porque a nossa única riqueza é ver. [F. Pessoa, O manuscrito de O guardador de rebanhos de Alberto Caeiro, Publicacóes Dom Quixote, Lisboa, 1986, p. 118.]
En la propia aldea residen todos los universos y habitan todas las presencias. Los otros por mí imaginados, sentidos y soñados. Somos del tamaño de lo que vemos. Ver es nuestra riqueza y vemos donde estamos. Viajar es sentir. Camino pessoano que espera nuevas indagaciones en profundidad. Pessoa, vocación y voz de la cultura ibérica, don ofrecido a Europa, cáliz que encierra el secreto del Santo Grial en un poema visionado y ahí, redundando presencia. Pessoa abre todos los caminos y navega por todos los mares; contiene todas las direcciones. Es el poema del universo: poemas creadores de universo, punto y eje. Todo en su sueño, en el río de
su aldea, misterio de existencia que se ofrece y transparenta en el drama en gente. Sobre Pessoa, por José Sarmentó AUTOR TEMA MONOGRÁFICO
FERNANDO PESSOA DOSSIER Pessoa a través de la ficha autobiográfica que el autor redactó en 1930 en tercera persona, del amplio estudio biográfico de Ángel Crespo, y de la cronología elaborada a partir de las obras Vida e obra de Femando Pessoa. Historia de urna geragáo, de J.G. Simóes, y Fernando Pessoa. Urna fotobiografia, de M.J. de Lancastre. El Suplemento n.° 4 de la Revista, Femando Pessoa: selección de textos y análisis de su pensamiento, presenta una amplia bibliografía de y sobre el autor.
Ficha autobiográfica Nome completo: Fernando Antonio Nogueira Pessoa. Edade e naturalidade: Nasceu em Lisboa, freguezia dos Martyres, no predio n.1 4 do Largo de S. Carlos (hoje do Directorio) em 13 de Junho de 1888. Filiagáo: Filho legitimo de Joaquim de Seabra Pessoa e de D. Maria Magdalena Pinheiro Nogueira. Neto paterno do General Joaquim Antonio de Araujo Pessoa, combatente das campanhas liberaes, e de D.' Dionysia Seabra; neto materno do Conselheiro Luiz Antonio Nogueira, jurisconsulto e que foi Director Geral do Ministerio do Reino, e de D. Magdalena Xavier Pinheiro. Ascendencia geral: misto de fidalgos e de judeus. Estado: Solteiro. Profissáo: A designaqao mais propria será «traductor», a mais exacta a de «correspondente estrangeiro em casas commerciaes». O ser poeta e
escriptor nao constitue profissáo. mas vocagao. Morada: Rúa Coelho da Rocha, 16, 1.", dto., Lisboa (Enderezo postal: Caixa Postal 147, Lisboa). Punzóes sociaes que tem desempenhado: Se por isso se entende cargos públicos, ou fungóes de destaque, nenhumas.
Fernando Pessoa en la época de «Orpheu»
Obras que tem publicado: A obra está essencialmente dispersa, por amquanto, por varias revistas e publicagóes occasionaes. O que. de livros ou folhetos, considera como válido, é o seguinte: 35 Sonnets (em inglez) , 1918; English Poems l-ll e English Poems ¡II (em inglez tambem), 1922. e o livro Mensagern, 1934, premiado pelo Secretariado de Propaganda Nacional, na categoría «Poema». O folheto O Interregno, publicado em
1928, e constituindo urna defesa da Dictadura Militar em Portugal, deve ser considerado como nao existente. Ha que rever tudo isso e talvez que repudiar muito. Educaqáo: Em virtude de, fallecido seu pai em 1893, sua máe ter casado, em 1895, em segundas nupcias, com o Com
ANTH
ROPOS/17
La trayectoria biográfico-literaria de Fernando Pessoa
Ángel Crespo Portugal em Durban. Natal, foi alí educado. Ganhou o premio Rainha Victoria de estylo inglez na Universidade do Cabo da Boa Esperanca em 1903. no exame de admissao. aos 15 annos. Como quiera que ya he escrito con cierta extensión sobre la poco espectacular vida de Fernando Pessoa,1 me esforzaré ahora, tratando de no perder de vista en ningún momento sus datos biográficos, en ofrecer una visión lo más clara posible de la evolución espiritual e intelectual de este poeta y, consecuencia de ella, de su trayectoria literaria, es decir, de cómo y por qué se diversificó su escritura, no sólo en las obras atribuidas a sus heterónimos, sino también en una serie de papeles ortónimos asombrosa por la variedad de los temas tratados y por la ambición de hacer, saber y entender que revelan. Si mi difícil objetivo es una visión clara, y no una visión exhaustiva, ello se debe principalmente a dos circunstancias de peso, la carencia de espacio adecuado para intentarla ahora y, sobre todo, el hecho de que todavía no hayan podido ofrecernos los abnegados investigadores del legado pessoano Fernando Pessoa en 1929
una lectura de totalidad de sus 27.543 documentos. No obstante lo cual, las
mandante Joáo Miguel Rosa. Cónsul de nos trez graus menores da (apparente mente extincta) Ordem Templaría de Portugal. obras de Pessoa ya publicadas son suficientes tanto para formarnos una buena idea de conjunto —aunque haya que prescindir de algunos detalles — de su plural personalidad de escritor como para que las correcciones y ajustes de la mencionada visión que sea necesario hacer en el futuro no se prevean como muy novedosos. Hay que tener en cuenta, para tratar de entender el desarrollo de los estudios sobre Pessoa y su obra y la paralela difusión de ésta, así como la influencia que una y otros han ejercido en sus lectores, que los materiales hasta ahora editados lo han sido, en su mayor parte, postumamente, lo que no quiere decir, ni mucho menos, que su autor muriese prácticamente inédito y desconocido en Portugal, tal y como se ha dicho alguna vez. Por otra parte, conviene tener en cuenta —y ello ha de influir en mi tratamiento del asunto enunciado— que, de entre los escritos postumos, los hay fechados o de fácil datación. mientras no pocos de ellos son difícilmente datables. En cuanto a estos últimos, los muchos estudios sobre la obra pessoana ya publicados en portugués y en otras lenguas,2 proveen, o sugieren en ocasiones, orientación acerca de las fechas Ideología política: Considera que o systema monarchico seria o mais proprio para urna nacáo orgánicamente imperial como é Portugal. Considera, ao mesmo tempo. a Monarchia completamente inviavel em Portugal. Por isso. a haver um plebiscito entre regimens. votaría, embora com pena, pela República. Conservador do estylo inglez. isto é. liberal dentro do conservantismo. e absolutamente anti-reaccionario. Posteado patriótica: Partidario de um nacionalismo mystico. de onde seja abolida toda infiltraqáo catholica-romana. creando-se. se possivel fór. um sebastianismo novo, que a substitua espiritualmente. se é que no catholicismo portugués houve alguma vez espiritualidade. Nacionalista que se guia por este lemma: «Tudo pela Humanidades nada contra a Nac,áo».
Posigáo social: Anti-communista e antisocialista. O mais deduz-se do que vae dito ácima. Posiqáo religiosa: Christáo gnóstico, e portante inteiramente opposto a todas as Egrejas organizadas, e sobretudo á Egreja de Roma. Fiel, por motivos que mais adeante estáo implícitos, á Tradicáo Secreta do Christianismo. que tem intimas relacóes com a Tradicáo Secreta em Israel (a Santa Kabbalah) e com a essencia occulta da Maconaria. Posic,áo iniciatica: Iniciado, por communicacáo directa de Mestre a Discípulo. Resumo de estas ultimas considerares: Ter sempre na memoria o martyr Jacques de Molay. Grao Mestre dos Templarios, e combater. sempre e em toda a parte, os seus tres assassinos: a Ignorancia, o Fanatismo e a Tyrannia. Lisboa. 30 de Margo de 1935 Fernando Pessoa probables de redacción de determinados escritos de nuestro poeta, aun en ciertos casos en los que no es este el principal propósito de dichos escritos. Sólo un minucioso análisis grafológico, mecanográfico. papirográfico y, por supuesto, psicológico, que todavía está por hacer. 3 podrá establecer una cronología lo más segura posible de todos los originales del legado en cuestión. 1. Los años de formación (1888-1911 ) Fernando Antonio Nogueira Pessoa nació en Lisboa, en una casa de la céntrica plaza de San Carlos situada frente al teatro del mismo nombre y muy cercana a la iglesia de los Mártires, el 13 de junio de 1888. día de la tradicional festividad de Santo Antonio de Lisboa, más conocido fuera de Portugal como San Antonio de Padua. Es el mismo Pessoa quien, en un escrito sobre las profecías sebastianistas de Bandarra, trata tan indirecta como claramente —y esta es una de las muchas paradojas intencionales de su escritura— de rodear de un aura misteriosa, en la que es verosímil que creyese, según se desprende del conjunto de sus escritos esotéricos, a su nacimiento y, por ende, a su personalidad. «En el Tercer cuerpo de sus Profecías —escribe—, Bandarra anuncia el regreso de Don Sebastián (poco importa ahora lo que entiende por este "regreso") para uno de los años comprendidos entre 1878 y 1888. Ahora bien, en este último año
sucedió en Portugal el acontecimiento más importante de su vida nacional desde los Descimientos; a pesar de lo cual debido a la misma naturaleza del acontecimiento, pasó y tenía que pasar inadvertido.» El año 1888 no se produjo en Portugal ningún acontecimiento histórico de importancia, salvo el nacimiento de Pessoa, ni tampoco ocurrió nada de particular relieve durante los diez anteriores. Reinaba entonces Luis I y tanto la vida social como la política se estaban desarrollando de manera bastante más pacífica que durante los reinados de sus inmediatos antecesores. En Lisboa, se abrió el año 79 la Avenida da Liberdade; se inauguró el 85 el parque que después se llamaría de Eduardo VII; la estación ferroviaria del Rossio empezó a dar servicio dos más tarde y, por fin, el 88 se celebró la primera corrida de toros en la plaza de Campos Pequeño, una construcción de insólito estilo neo-árabe. En el exterior, el gobierno portugués, en pugna con las primeras potencias europeas, se había embarcado en la empresa de crear un imperio africano que uniese las playas del océano Atlántico con las del Indico, y el acontecimiento importante, de sentido diametralmente opuesto al de los gloriosos descubrimientos, fue el ultimátum inglés de 1880 —dos años después de los contemplados por la profecía de Bandarra— que obligó al gabinete luso a renunciar a su ambicioso y bien diseñado proyecto colonial, abuso británico que se produjo cuando ya reinaba Don Carlos. No tenemos, por tanto, más remedio que concluir que el acontecimiento a que se refiere el escrito citado es el nacimiento de Pessoa. Las que escribe a continuación de las palabras transcritas no hacen sino confirmarnos en esta opinión: «Sólo a partir del año actual ("cierra los cuarenta", dice Bandarra) se puede empezar a entender qué fue y qué importancia tuvo. Pero (por dar una opinión puramente personal) no creo que antes de aproximadamente diez años, a contar desde ahora, el pueblo poVtugués venga a enterarse de lo que se trata y de la importancia del asunto. Entonces (y sólo entonces) se verá que era cierta la profecía de Bandarra».4 «Cierra los cuarenta» indica que este texto fue escrito por Pessoa en 1928, cuarenta años después de su nacimiento, cuando su obra —cuyo sentido iremos descubriendo a lo largo de estas páginas— iba ganando la
admiración de los jóvenes escritores y en el que el mismo poeta se encontraba, tras un trienio de crisis producida por la muerte de su madre en 1925, en plena recuperación creadora. ¿Esperaba Pessoa que diez años más tarde, en 1938, produjese su obra, una vez publicada en libro de acuerdo con un proyecto que acariciaba por entonces, un estado de opinión capaz de empujar a la intelectualidad portuguesa hacia un nuevo horizonte cultural? ¿O estaba anunciando el principio de su fama postuma por haber calculado astrológicamente que no viviría más allá de este último año? Es algo que nunca sabremos. Tampoco sabemos que Pessoa relacionase la fecha de su nacimiento con el taumaturgo lisboeta, que también se llamaba como él —Fernando de Bulhóes había sido su nombre en el siglo— y en honor del cual le fue impuesto, como segundo, su nombre de religioso. Y ello es bastante extraño puesto que, como es insuficientemente sabido, Antonio de Padua obró prodigios precisamente porque era un sabio y misterioso personaje que poseía los dones mágicos de la visión a distancia —se enteraba, estando en Italia, de lo que sucedía en Lisboa— y era capaz de proyectar su cuerpo astral a larga distan cia, es decir, de desdoblarse de manera más espectacular que aquella en que Pessoa lo haría al crear sus heterónimos. No creo que estas consideraciones puedan parecer intempestivas al lector que tenga conciencia, o la adquiera tras haber leído cuidadosamente la obra pessoana, de la importancia que nuestro poeta, con razón o sin ella, concedía a las ciencias ocultas y, de entre ellas, a la numerología. Pues sucede también que la suma hermética de los dígitos del año 1195, en que nació Fernando de Bulhóes, y la del año del nacimiento de Pessoa, da el sorprendente resultado de 7, no difícil de relacionar con la universalidad del Quinto Imperio Portugués por éste profetizado.
Casa natal de Pessoa en Lisboa
ANTHROPOS/19
Fernando Pessoa a los pocos meses en brazos de su madre
Fueron los padres de nuestro poeta Joaquim de Seabra Pessoa, funcionario de la Secretaría de Estado y redactor musical del Diario de Lisboa, y doña María Madalena Pinheiro Nógueira. El padre era descendiente de un Sancho Pessoa de Cunha, natural de MontemoroVelho, que en 1706, y debido a su calidad de cristiano nuevo, había sido condenado por la Inquisición, circunstancia bien conocida por Fernando, quien se definió en cierta ocasión como una «mezcla de hidalgos y judíos». Su madre, descendiente de una ilustre familia de las Azores, era mujer de cultura extraordinaria para su época, y aun ta Don Dinís, se remontaba al siglo XIV, mientras la segunda, la del reinado de don
Manuel en el siglo XVI —cuando los descubrimientos— fue seguida de una decadencia que sólo empezó a ser verdaderamente superada con el triunfo del romanticismo durante el segundo cuarto del siglo XIX, gracias, sobre todo, a las obras de Almeida Garrett, Alexandre Herculano y José Feliciano de Castilho y, poco más tarde, con la de Camilo Gástelo Branco. Los grandes escritores de los años de infancia de Pessoa no eran ya románticos puros. Antero de Quental, que había nacido el año 42 y se suicidaría en el 91, fue el principal responsable de la ruptura con el romanticismo histórico. Procedente de la Universidad de Coimbra, donde había iniciado un movimiento literario de carácter realista, fue capaz de agrupar en torno a sí, en la Lisboa de principios de los años 70, a una pléyade de escritores, pronto conocidos como los del Cenáculo, entre los que se encontraban Teófilo Braga, Ec,a de Queirós, Oliveira Martins, Ramalho Otigáo y Guerra Junqueiro. A este último, al que Pessoa admiró o fingió admirar al principio de su carrera literaria, me referiré algo más adelante. De los demás, me limitaré a decir que se cuentan, junto a los poetas Joáo de Deus, Gomes Leal, que fue amigo de Pessoa, Cesário Verde, maestro confesado por el heterónimo Alvaro de Campos, y Antonio Nobre, entre los grandes escritores portugueses contemporáneos. Algo más tarde accederían a una justa fama los también poetas Eugenio de Castro, José Duro y, ya en la juventud de Pessoa, Teixeira de Pascoaes, que era unos diez años más viejo que él, y Camino Pessanha, tal vez al que más admiraba y de la difusión de cuya obra —la más pura del simbolismo portugués— fue uno de los principales promotores. Los del Cenáculo habían organizado el año 1871, en el Casino Lisbonense, un ciclo de conferencias democráticas con intención de divulgar y discutir su programa europeísta y modernizador, pero la reacción de la prensa conservadora había conseguido que el gobierno suspendiese tan progresista actividad. Lo cierto es que el propósito de la revista Orpheu, uno de cuyos fundadores en 1915 sería Fernando Pessoa, de poner el reloj de Portugal en hora con el europeo, fue un ideal que le venía del Cenáculo. Y también heredó Pessoa de ellos su apasionado interés por la política y por la regeneración de su país, puesto que
Oliviera Martins, iberista —como lo sería después Pessoa— y teórico del socialismo, ideario que nuestro poeta había de rechazar en pro del liberalismo de corte británico, fue un activista político, de la misma manera que el también socialista Antero, mientras Braga fue, al proclamarse la República, su presidente provisional. La excepcional categoría de aquellos escritores, que se inspiraron, como luego haría Pessoa, tanto en la actualidad como en la historia de Portugal, vista ésta en ocasiones con enfoques tan nuevos como audaces —lo que no fue obstáculo a un sebastianismo o unas simpatías sebastianistas que son otro de sus trazos de unión con la futura obra pessoana— contribuyó a iniciar de manera irreversible la transformación del ambiente intelectual y social de Lisboa v. no dejaría de serlo en la nuestra, pues to que hablaba con fluidez el francés, el inglés y el alemán, leía el latín y, cuan do soltera, se entretenía en escribir ver sos.5 El 21 de julio se celebró el bautizo del futuro poeta en la cercana iglesia de los Mártires, fundada el año 1147 junto al cementerio de los cruzados que ha bían ayudado a los hombres de Afonso Henriques, uno de los personajes de Mensagem, único libro de poesía portu guesa publicado por el mismo Pessoa. a expulsar a los moros de la ciudad, situa da entonces en la colina del Gástelo. Es un templo, decorado con motivos pa trióticos, que fue reedificado en el siglo XVIII con mejor intención que gusto artístico. La época en que nació Fernando Pes soa era, si n duda alguna, una de las tres más brillantes que había conocido la li
teratura portuguesa. La primera de
ellas, presidida por la figura del rey poeSu padre, Joaquín de Seabra Pessoa en consecuencia, del resto del país, y ello a pesar del aislamiento cultural que padecía, compartido entonces con España, respecto a las grandes
corrientes internacionales del pensamiento. Pessoa no adquiriría conciencia de estas circunstancias sino lentamente y a partir, como veremos, de 1906, pero lo cierto es que, una vez adquirida, fue el verdadero motor de su plural y multifor- me escritura. No pensemos —como se ha pensado cuando la obra pessoana era insuficientemente conocida— en el poeta solitario y aislado del acontecer social hasta, aproximadamente, sus treinta años, impresión que pueden justificar en parte tanto su extremado sentido del ridículo como una intermitente abulia que solía llevarle, tras breves explosiones de actividad, generalmente agresiva, a apartarse de una actualidad política que, no obstante, continuaba siguiendo y observando apasionadamente. El Pessoa político —sea dicho desde ahora—, e incluso el economista, son inseparables del Pessoa poeta, ocultista y profeta del Quinto Imperio. Y es precisamente esta complejidad de carácter y de intereses la que ha suscitado una serie de equívocos en torno a su obra, a cuya superación tienden, aunque modestamente, las presentes páginas. Según se desprende de la lectura de su poesía, la infancia de Pessoa sólo fue tranquila y relativamente feliz hasta poco después de haber cumplido los cinco años, es decir, hasta el de 1893, en el que su padre murió, como moriría después su heterónimo y maestro Alberto Caeiro, víctima de la tuberculosis. Dos más tarde, su madre contrajo matrimonio con el comandante Joáo Miguel Rosa, cónsul interino en Durban, África del Sur, ciudad a la que llegó nuestro poeta a principios del 96. El puerto ballenero de Durban, aunque de no fácil acceso, era uno de los más importantes de aquella región africana. La ciudad, típicamente colonial y de clima subtropical, tenía una población blanca de origen principalmente británico, mano de obra negra y una nutrida colonia de origen asiático, y no parecía, dado su inexistente desarrollo cultural, la más apropiada para educar a un futuro escritor. En el mes de abril de 1899 —año en el que estalló la guerra de los boers— Fernando fue matriculado en la High School (Escuela Superior), dirigida a la sazón por W.H. Nicholas, profesor de latín y especialista en literatura inglesa. En diciembre de aquel mismo año el nuevo alumno ganó ya uno de los primeros premios concedidos por aquel liceo, en el
que terminó la primera etapa de sus estudios, en junio de 1901. Mien
Durban
tras tanto, había adquirido un perfecto dominio, que sería decisivo en su vida, de la lengua inglesa, y se había dedicado a leer con apasionamiento a los clásicos y románticos británicos. Fue un estudiante modelo, especialmente en materias humanísticas, según atestigua, entre otros galardones, la concesión de un premio de francés el año 1900.h Aunque los biógrafos de Pessoa suponen que la biblioteca de su familia le proveería durante aquellos años de buenas lecturas en su lengua materna, lo cierto es que no daría muestras de gran interés por la literatura portuguesa hasta después de haberse establecido definitivamente en Lisboa. Durante aquellos años sudafricanos, sus héroes literarios fueron Dickens, Keats, Tennyson, Ben Johnson, Shakespeare. Poe y otros escritores de lengua inglesa. Después de todo, era su lengua de cultura y, debido a ello, nada de extraño podemos
encontrar en que, antes de decidir convertirse en un escritor portugués, quisiese que la lengua de la obra que se sentía llamado a escribir fuese aquella en la que había sido educado. El tiempo y la experiencia le enseñarían que ello era imposible. En agosto de 1901, Fernando hizo un viaje a Portugal con su familia, la cual se estableció en Lisboa dispuesta a pasar allí el año de permiso de que disfrutaba el comandante Rosa, pero no estuvo todo el tiempo en la capital, pues fue con su madre al Algarbe y, con ella y con el resto de la familia, a las islas Azores. Todos, salvo Fernando, que les seguiría en septiembre, regresaron a Durban en junio del año siguiente. Una vez allí, nuestro poeta se matriculó en la Escuela de Comercio de la ciudad. En ella debió de seguir estudiando hasta que, en diciembre de 1903, se presentó al examen de admisión en la Universidad del Cabo de Buena Esperanza. Parece, pues, que había dudado entre dedicarse en un futuro próximo a lo que suele llamarse la vía práctica, ya como negociante, ya como empleado comercial, o a los estudios literarios, pues hay que decir que su afición a las letras era tanta que ya se había ensayado seriamente en la poesía —sus primeros poemas en inglés son del 1901— y en la narración, por supuesto también en lengua inglesa. Aquel mismo año de 1903 inventó, no su primer heterónimo, sino el primero de sus pseudónimos. Me refiero a ese Alexander Search que tanto interés ha despertado de unos años a esta parte. A mi entender, el mismo nombre «Search» («Busca») denuncia con claridad su calidad de pseudónimo: el aprendiz de poeta, justamente inseguro de la calidad de sus primeros versos —que, en efecto, no son excepcionales—, oculta, mientras busca su estilo, su verdadero nombre. Además, los heterónimos son prueba de una extraordinaria madurez estilística que el jovencísimo poeta estaba muy lejos de poseer en aquel entonces. En 1905, ya en Lisboa de nuevo, o tal vez antes, pero pensando en su definitivo establecimiento en su país, inventó un nuevo pseudónimo tan explicable como el anterior. Charles Robert Anón. Siendo «Anón» una abreviatura de «Anonimous» muy usual en inglés, ¿no le venía como anillo al dedo a quien debía de sentir la angustia de haber decidido trasladarse a Portugal, o de encontrarse ya en él, siendo un perfecto desconocido, no ya como
escritor, pues todavía no lo era en la entera acepción de la palabra, sino como portugués? Sea de ello lo que quiera, lo cierto es que Pessoa, que se había matriculado de nuevo en la Escuela Superior de Durban en febrero de 1904, recibió aquel mismo mes la noticia de que le había sido concedido el Premio Reina Victoria de la Universidad del Cabo por el ensayo en inglés enviado como uno de los requisitos de su examen de admisión en dicho centro docente. Ello debió, no obstante su carácter tímido y retraído, animarle a convertirse en un escritor. leyó a Milton y a otros autores ingleses, entró en contacto con la poesía de Baudelaire y los decadentes franceses y descubrió a Antero de Quental, a Cesário Verde y a Guerra Junqueiro. De por entonces son su relato The Door («La Puerta») y unos cuantos de los poemas pseudónimos de Search, además de algunos en francés.7 Cuando se matriculó en el Curso Superior de Letras, Pessoa tenía 18 años, vivía en casa de una de sus tías, y su dedicación casi exclusiva a la literatura le había tenido al margen de los círculos frecuentados por la juventud lisboeta. Parece ser que, un a vez en la Facultad, se sintió un extraño, en parte porque encontró pocos condiscípulos con los que hablar inglés y, sobre todo, con los que discutir a sus autores preferidos.
poner en él una originalidad filosófica que sólo se había de manifestar —más bien en el terreno de la teología— con la creación, unos años después, de su heterónimo Antonio Mora. «Yo era —dice una de las notas de su legado literario— un poeta estimulado por la filosofía, no un filósofo dotado de facultades poéticas.»10 Pessoa leyó a últimos del año 1906 La dégénérescence de Max Nordau, libro que es, entre otras cosas, un parcialísimo alegato contra la «decadencia» literaria de su tiempo, y el joven poeta encontró en él una justificación, que juzgaba científica, de los escrúpulos morales que, procedentes de su educación un tanto puritana de Durban, había despertado en su conciencia la lectura de aquellos autores, hacia cuyo estilo impregnado de simbolismo se sentía —como iba a demostrar su obra futura— irresistiblemente atraído. Semejante lectura confirmó a Pessoa en la idea, que ya venía acariciando, de escribir una obra de intachable moralidad. Pero ¿qué moral había de ser la suya? Desde luego,
no la católica ni la de cualquier otra iglesia. De momento, se vale, aunque con suma libertad, de la simbología cristiana para expresar sus buenos propósitos, según demuestra este pacto con el Diablo, que traduzco de su original inglés: «Compromis o entr e Alexande r Search, residente en el Infierno, en Ninguna Parte, y Jacob Satanás, señor, aunque no rey, del mismo lugar: »1. Nunca desalentarse ni retroceder en el propósito de hacer el bien a la humanidad. »2. Nunca escribir cosas sensuales, o malas en cualquier otro sentido, que puedan ofender o perjudicar a quien las lea. High School, Durban
»3. olvidar, al atacar a la reli pero en un escritor de lengua inglesa. En vista de ello, aumenta su lista de lecturas —Pope, Carlyle y otros Victo rianos— y continúa escribiendo verso y
Nunca
prosa. A finales de año, aprueba el In termedíate Examinaúon de la menciona da universidad y termina sus estudios en la Escuela Superior. Y de repente, una verdadera sorpresa: en lugar de marcharse a estudiar en la universidad en la que tan buen papel está haciendo o. como luego harían sus hermanos, a las Islas Británicas, decide irse a Portu gal con objeto de matricularse en el Cur so Superior de Letras, cosa que no ha ría hasta octubre de 1906. es decir, y puesto que llegó a Lisboa poco más de un año antes, perdiendo todo un curso, pero no perdiendo el tiempo: durante aquella pausa de sus estudios oficiales gión en nombre de la verdad, que la No tiene, pues, nada de extraño que a raíz de una huelga estudiantil, en la que mostró cierta iniciativa, contra la políti ca universitaria del dictador Joáo Fran co, dejase de lado sus estudios a media dos del año 1907. No así su interés por la filosofía, despertado al parecer por las clases a que había asistido.8 Pessoa empezó a escribir por entonces una se rie de notas sobre varias disciplinas filo sóficas, buena parte de las cuales han sido publicadas postumamente,9 en las que revela su gran capacidad de asimi lación, su claridad mental y sus extraor dinarias dotes de razonador, proclive —todo ha de decirse— a lo sofístico
cuando se propone ser original. Por su puesto, la lectura de estas notas ayuda a hacerse una idea de la formación cul tural del poeta, pero no autoriza a su religión difícilmente puede ser sustituida y que el pobre ser humano llora en las tinieblas. »4. Nunca olvidar el sufrimiento y el padecimiento de los hombres. »E1 sello de Satanás — 2 de octubre de 1907 — Alexander Search.»11 «Atacar a la religión en nombre de la verdad» es lo que haría, desde la suya, el ya mencionado Antonio Mora unos años después. Por lo demás, Pessoa, tal y como demuestran algunos trechos de El regreso de los dioses y del Libro del desasosiego, se volvería mucho menos tierno con la humanidad o, cuando menos, con determinadas partes de ella. Lo que quiero poner aquí de relieve es que, juntamente con su pretendido racionalismo y con su propósito de busca objetiva de la verdad, el poeta se siente ya poseído por una insoslayable inquietud religiosa. Es lo que contribuye a demostrar otra de sus notas en inglés, presumiblemente del año 1912. es decir, del mismo en que se dio a conocer como escritor, en la que le pide al Señor, «que [es] el cielo y la tierra, que [es] la vida y la muerte», que le dé alma para servirle y amarle, que no haya barro en los caminos de su pensamiento, que le torne puro como el agua y alto como el cielo, etc.. etc.. para terminar con un angustiado «¡Líbrame de mí!».1" No es caso de reproducir aquí, ni siquiera en parte, las demás anotaciones pessoanas de estos años de formación, las cuales son testimonio, por una parte, de la seriedad de sus propósitos de escritor y. por otra, del persistente y lúcido autoanálisis a que constantemente se sometía. Así. si no se dedicó a los negocios —aunque participase casi de lejos en alguna empresa comercial— ni a la política, por la que tan apasionado interés sentía, ello se debió, como demuestran los recién mencionados documentos, a que sabía poseer «precisamente aquellas cualidades que son negativas para los fines de influir, de cualquier modo que sea. en la generalidad de un ambiente social».1" De igual manera, un lúcido análisis
de sus sentimientos —y aun de sus defectos de carácter— le hizo abandonar, si es que en algún momento la acarició seriamente, la idea de contraer matrimonio. Añádase que lo que Pessoa pensaba de sí mismo es confirmado, no sólo por su creación literaria, sino también por el acontecer de su misma biografía, debido a lo cual no se puede seguir manteniendo la ya rancia idea de que fuese un desconocido de sí mismo. Es algo que ya no permite lo mucho que se sabe del poeta. Pero volvamos al año 1907. en el que Pessoa escribiría varias «coplas al gusto popular» —lo que supone un intento de inmersión en la tradición folclórica de su país— sin perjuicio de continuar fir- mando poemas con el pseudónimo Alexander Search y de escribir una novela de misterio titulada .4 Very Original Dinner («Una cena muy original»). Más adelante, y hasta los años de su plena madurez, continuaría cultivando el género narrativo, bien es verdad que sin terminar la mayor parte de lo comenzado, bajo la inspiración, y casi la guía, de su admirado Edgar Poe.1 4 Del año 1908. en el que Pessoa declara haber empezado a escribir poesía en portugués, se conocen una canción y varios fragmentos del poema inconcluso Fausto.^ intent o demasiado ambicioso para un principiante, aunqu e pretexto, eso sí. de algunos versos excelentes. Desde aquel año hasta el de 1933 cuando menos, se ocupó intermitentemente, no sólo de este poema dramático, sino también de varios otros, todavía inéditos, entre los que se cuentan los titulados Briareu, Lygeia, A Morie do Príncipe y Calvario. Al año siguiente, Pessoa escribiría, además de unas cuantas poesías en portugués y varios fragmentos del Fausto, los últimos versos de Alexander Search. Tenía entonces 21 años y ya era hora de abandonar al pseudónimo de su adolescencia. Dos más tarde, en 1911. escribiría los primeros de entre los poemas que. a partir de 1914. atribuiría a Alberto Caeiro. 2. Las primeras publicaciones (1912-1915) Mientras tanto, se habían producido en Portugal srandes cambios constitucionaen otros puntos del país. El rey se encontró solo y aislado del pueblo, y se embarcó a escondidas camino del exilio. Un gobierno
provisional presidido por el escritor Teófilo Braga se hizo cargo del poder tras la proclamación de la. República portuguesa desde el balcón de los Pagos do Conselho, a unos pasos de donde había sido asesinado el penúltimo rey portugués. El nuevo régimen no trajo la paz social, y Pessoa, que había de autoproclamarse republicano a pesar de su educación británica, reconocería más tarde que la República había incurrido y seguía incurriendo en los mismos errores que la Monarquía. Pero no adelantemos acontecimientos. Nuestro poeta era, desde 1908, año en el que fracasó un negocio de imprenta que acababa de establecer con el dinero heredado de su
Con su familia en Durban
les. Siendo jefe de Gobierno el ya mencionado dictador Joáo Franco, el 1 de febrero de 1908. cuando la familia real regresaba a Lisboa desde Vila Vicosa. el rey Carlos I y el príncipe Luis Felipe fueron asesinados a tiros en la esquina del Terreiro do Pago con la calle del Arsenal. La
dictadura termin ó al ser elevado al trono Manuel II. pero fue imposible lograr la normalidad pública. Los ministerios se sucedieron rápidamente y. ante la ineficiencia del régimen monárquico, la idea republicana, alentada desde hacía tiempo por la intelectualidad y por buena parte de la burguesía, empezó a popularizarse. El 4 de octubre de 1910 varias organizaciones revolucionarias, apoyadas por importantes sectores del ejército y de la marina, se lanzaron a la calle en Lisboa v abuela Dionísia. «corresponsal extranjero» de varias casas comerciales. Había renunciado a una vida de funcionario y a empleos más lucrativos con tal de preservar una libertad que necesitaba para dedicarse a la literatura. En el trabajo del que iba a vivir el resto de sus días no se sometió nunca a horarios ni a otra disciplina laboral que la de cumplir escrupulosamente su misión de intérprete por escrito. Además, su necesidad de ser independiente le aconsejó vivir fuera del círculo familiar, cosa que, como veremos, sucedió unos años después. Sus frecuentes cambios de domicilio han dado lugar a una leyenda de la que no puedo ocuparme en estas páginas, pero debo decir que, al parecer, no perjudicaron en forma alguna a su intenso trabajo literario. Llegamos así al año 1912, el de su estreno como escritor. De abril a septiembre, Pessoa publicó en la revista portuense A Águia, que acababa de convertirse en órgano de expresión de la recién fundada sociedad cultural llamada Renascenga Portuguesa, una serie de artículos sobre la nueva poesía portuguesa. Se estrenó, pues, como crítico y no como poeta, y no pudo hacerlo con mayor oportunidad puesto que durante los meses de septiembre a diciembre de aquel mismo año el ambicioso periodista Boavida Portugal publicó en el diario lisboeta República^ los resultados de una encuesta en torno a la literatura portuguesa que conmovió al cotarro de la intelectualidad de la época, la cual otorgó, como no podía dejar de ser, gran importancia a aquellos escritos. Para hacerse cargo de la transcendencia de aquella encuesta y de los mencionados escritos pessoanos, que hicieron del 1912 un año crucial de la cultura portuguesa contemporánea, será preciso referirse, aunque sea en menos palabras de las deseables, al estado en que aquella cultura se encontraba. Y nada mejor que hacerlo resumiendo el contenido de la
encuesta, no sin advertir que, cuando empezó a ser publicada en República ya habían aparecido algunos de los artículos de Pessoa. En ambos casos —el de República y el de A Aguia— se trataba de dar públicamente una opinión sobre el estado de las letras portuguesas, y Pessoa se aventuró, además, como luego veremos, a profetizar para ellas un futuro esplendoroso. La pre
Fernando Pessoa a los 13 años
Lisboa
gunta más importante de Boavida —y la que, por supuesto, suscitó opiniones más encontradas— fue la siguiente: «¿Existirá un renacimiento literario en Portugal? ¿Cuáles [serían] sus ideas y tendencias? ¿Quién las representa?». El encuestador, vistos el contexto de su encuesta y las personas un tanto arbitrariamente elegidas para participar en ella —el joven Pessoa no fue, naturalmente, uno de los llamados, aunque fuese al final uno de los elegidos— no formuló esta pregunta inocentemente y, con toda probabilidad, sus tiros iban dirigidos contra la Renascenga Portuguesa. Eso es lo que parece demostrar que una persona tan tranquila y cortés como Teixeira de Pascoaes terminase por perder los estribos. Julio de Matos, un psiquiatra que había sido nombrado rector de la Universidad de Lisboa, fue el primero de los encuestados, y se da la sospechosa circunstancia de que no respondiese por escrito, sino por medio de una entrevista sostenida con Boavida Portugal.'7 Matos llamó
«ordinaria» a la revista A Aguia, tachó de individualistas a sus poetas, demostró su germanofilia cultural y la emprendió contra España y su «mala fe contra la República portugue sa». Un desastre. Su intervención se convirtió enseguida en piedra de escándalo de varios de los sucesivamente encuestados y de algunos espontáneos. Y Boavida, más mal que bien, trató de defenderle. Lo que estaba sucediendo era que una tendencia importante, el saudosismo de Pascoaes y su grupo de poetas y pensadores, había empezado a expresarse, no con exclusividad, en las páginas de A Aguia bajo el patrocinio ideológico de la Renascenga Portuguesa, sociedad regeneracionista fundada aquel mismo año por intelectuales de todo el país, pero que pronto quedó en manos de los del Norte, en vista del poco entusiasmo de la facción sureña. Es lo que explicó Raúl Proenqa en una réplica a las declaraciones de Julio de Matos.ls Teixeira de Pascoaes definía a la saudade como un estado de ánimo nostálgico igualmente influido por el sentimiento pagano de los romanos y el monoteísta de los hebreos, los dos pueblos que más habían contado en la formación de la cultura portuguesa. Y no era, por supuesto, un sentimiento entreguista de vencidos, sino antes al contrario el punto de partida de una regeneración nacional.'9 Estéticamente, el saudosismo tenía mucho que ver con el simbolismo predominante en la Europa de finales del siglo XIX, pero también, y en no menor grado, con la tradición de los cancioneros portugueses y con la exaltación del paisaje natal propia del romanticismo. Apareció, además, en el momento más oportuno, cuando había empezado a ceder el formidable impulso impreso a las letras portuguesas por los grandes escritores del Cenáculo y por sus inmediatos sucesores, es decir, cuan- do una mediocridad, por fortuna pasajera, había empezado a enseñorearse del ambiente intelectual. Pasajero sería también el aug~ del saudosismo, pero no así sus consecuencias, una de las cuales puede deducirse de la adhesión de
Pessoa a varios de sus principios, pues nuestro poeta hizo su aparición en el panorama literario de su país —según demuestran sus artículos de A Águia— como saudosista y teórico y defensor del saudosismo. Bien es
verdad que. tratándose de Pessoa. las cosas, y entre ellas su saudosismo. nunca carecen de matices, e incluso de contradicciones, desconcertantes a primera vista, pues nada hay más diametralmente opuesto a la estética y el pensamiento saudosista que los poemas que escribió de 1911 a 1913 y que más tarde, en 1914, atribuiría a Alberto Caeiro, aunque luego descubriese en ellos un latente mesianismo —el del Caeiro Francisco de Asís— paralelo al mesianismo saudosista. Pero, de momento, aquellos poemas dormían un largo sueño del que serían despertados el año 1925. Si es verdad que aún no tenía nombre, el primer heterónimo de Pessoa ya había empezado a escribir , y a escribir en contra de lo que Pessoa sostenía coram populo. La dialéctica de la heteronimia, a la que su inventor lla maría drama em gente y que tanto ha desconcertado a algunos estudiosos, ya estaba en pie, aunque no en público, en el momento en que el poeta hizo su primera publicación. Claro es que, en aquellos momentos, él era el único espectador del drama, pero no por ello dejaba de haberlo. En realidad, si en algo falló Pessoa frente a sus lectores fue en no mostrar, no desde el principio, cuando habría sido desconcertante, sino cuando ya era un conocido y respetado escritor, todas la cartas de su baraja heterónima y, por supuesto, las reglas del juego para el que había sido fabricada. Ha habido que esperar a la publicación postuma de la mayor parte de sus originales —muchos de ellos incompletos— para empezar a entender rectamente el profundo sentido de la obra pessoana. En sus respuestas por escrito a la encuesta, Lopes de Mendonga, un autor teatral de moda, sostiene que los pueblos peninsulares son románticos por naturaleza y, debido a ello, su desviación del romanticismo ha hecho que Portugal pierda su norte literario. Está. pues, contra las novedades procedentes del extranjero y, particularmente, contra la influencia francesa. En cambio, parece mirar con simpatía al saudosismo, probablemente porque esta nueva tendencia mostraba un idealismo afín al de la época romántica. La influencia francesa denunciada y repudiada por Lopes de Mendoga es, sin duda, la del simbolismo y su vertiente decadentista, pues la dialéctica de la cultura portuguesa de la época no tomaba en cuenta, por falta de información suficiente, a los movimientos de vanguardia de principios de siglo, entre
los que se contaban el cubismo y el futurismo. Y es preciso decir que Pessoa tampoco estaba entonces al corriente de estas novedades —aunque no le faltase noticia de ellas— según demuestran los artículos que publicó aquel año de 1912, puesto que en ellos se abre a la historia de la literatura europea pero no a su verdadera actualidad. Sus lecturas de literatura inglesa —no afectada todavía por las vanguardias continentales — y portuguesa no podían hacernos esperar otra cosa, y él mismo declaró cuáles eran sus conocimientos literarios a su amigo Cortes Rodrigues en una nota redactada el año 1913.2() Habla en ella, es cierto, de sus lecturas futuristas, que debieron de comenzar aquel mismo año a instancias de Mario de Sá-Carneiro, que se encontraba entonces en París, pero lo cierto es que no influyeron mucho en la técnica de su escritura. Lo que él llamó después poesía futurista de Alvaro de Campos, de quien muestra influencias es de Walt Whitman, incluso en lo que se refiere a la exaltación del progreso, compartida con el futurismo, aunque con un sentido totalmente distinto al del gran poeta norteamericano. Teixeira de Pascoaes intervino muy modestamente 21 —y hasta con una tonalidad más bien grisácea— en la encuesta de República. Dijo, sin duda pro domo sua, que lo mejor del momento literario portugués era la poesía y terminó con una declaración, que no haría buena su actuación posterior, cuando se vio cálidamente acogido por los escritores españoles: «La tierra de Portugal es elegiaca y divina y, por lo tanto, eternamente hostil a la tierra española».22 Mucho más interesantes son las declaraciones de Augusto de Castro, quien vio acertadamente que Portugal se encontraba en una época de vacilación, y sin una corriente dominante, debido al divorcio existente entre sociedad y literatura, pero quien consideraba también que la decadencia actual bien podía ser una fase de la posible renovación de las letras del país. Sentía A. de Castro la necesidad de una literatura portuguesa no cosmopolita que fortaleciese el espíritu de nacionalidad y, finalmente, proponía como ejemplo el «nacionalismo» español de Pérez Galdós, Blasco Ibáñez, Felipe Trigo, Jacinto Benavente, Joaquín Dicenta, los Quintero «y tantos otros».23 Es una posición muy cercana, como ya
veremos, a la que estaba manteniendo Pessoa, sólo que éste terminaría por sostener la necesidad de un cosmopolitismo, el del Quinto Imperio, alimentado principalmente por las literaturas ibéricas y, en primer lugar, por la portuguesa. Y ni que decir tiene que el nacionalismo fue uno de los puntos clave de la escritura pessoana. Con Gomes Leal, el gran poeta al que tanto admiró y amó Pessoa, las cosas no corrieron bien en la encuesta. Sus opiniones fueron, al parecer, mal interpretadas—y, en consecuencia, desfiguradas— en la entrevista que mantu
El café Martinho, lugar habitual de encuentro de Pessoa con sus amigos literatos
ANTHROPOS/25
Fernando Pessoa a los 20 años
YO con él Boavida Portugal, lo que dio lugar a una rectificación del YÍCJ O escritor, el cual «declaró» en dicha entrevista que de su misticismo saldría un nueYO renacimiento literario y que dicho renacimiento, una vez exportado por su país, sería un renacimiento a escala mundial. En consecuencia. España imitaría a Portugal en un futuro próximo. Hasta aquí pueden adYertirse indudables coincidencias con el pensamiento pessoano de entonces y de después, pues su misticismo significa aquí, como es natural, religiosidad —Gomes Leal, que se había mostrado anticatólico y anticlerical, era un reciente converso—. y la religiosidad heterodoxa de Pessoa terminó por ser el eje de sus teorías
literarias y políticas, las cuales proponían el renacimiento a escala mundial, al que llamó, inspirándose e n el presidente Antonio Vieira. Quinto Imperio. Pero la piedra de escándalo de las pretendidas declaraciones de Gomes Leal fue un ataque a la reYista A Aguia. a la que calificó de blague para épater les bourgeois.'^ Con objeto de poner las cosas en claro. Gomes Leal dirigió una cortés carta al encuestador. pues verba volant, sed scripta manen!, en la que muestra su admiración por los poetas de A Águia. «cuyo sueño, sólo por sí mismo, es poético, es alto, y que han sentido y proclamado esa nobilísima intención de prestar nueYas alas al abatido y mediocre ideal de ese siglo, por desear arrancarlo de su fétido lodazal naiuralisiapornográfico» (lo de la pornografía debía de ir contra el teatro de la época). Entre aquellos jóvenes se encontraba, por supuesto —al menos como crítico—, Pessoa, al que. si no individualmente, auguraba en términos hipotéticos un feliz porvenir literario. Escribía Gomes Leal: «No podría, pues, sino por falta de pre cisión de la frase, afirmar o aseverar que los nuevos no pudiesen un día superar a los mayores de entre nuestros actuales Maestros». Es. precisamente, lo que Pessoa acababa de defender en las páginas de A Aguia con su profecía del Supra-Camoens.2> Bien o mal elegidos, los participantes en la encuesta estaban removiendo en profundidad el ambiente literario portugués — recordémoslo— el año del estreno de nuestro poeta. Así. Joáo Grave, si bien advirtió que aún no se había producido en él una síntesis de ideas, sí se advertía un lirismo místico y pagano.2'1 También había hablado Pessoa. aunque sin nombrar directamente al paganismo, de la nueva religiosidad de los saudosistas. entre los que entonces se contaba. Gonqalves Viana escribió para República que los tiempos eran peores que los años 70 a 80 del siglo XIX y que era excesiva la influencia francesa en la literatura de Portugal. No obstante recordó a Antonio Nobre. al que consideraba superior a los poetas franceses finiseculares, y afirmó que sólo hay un renacimiento portugués en poesía, aunque incompletamente esbozado,27 lo cual nos parece hoy la pura verdad. También se mostraría Pessoa contrario a la poesía francesa, admiraba a
Nobre y creía, como sabemos, en un futuro renacimiento literario. El primero de los encuestados que se hizo eco de los artículos publicados por Pessoa en A Águia, aunque sin nombrar a su autor, fue el catedrático Adolfo Cocino, quien creía que faltaban las condiciones necesarias para una renovación literaria pero no negaba su posibilidad en un futuro quizás próximo. Por supuesto, lo del Supra-Camoens—¿por qué no un Supra-Shakespeare?, se pre gunta— le parece ingenua megalomanía comparable a la de los escritores del Cenáculo. Con A Águia y sus poetas es inclemente, pues dice: «A Águia sólo llega a soltar píos como los siguientes, además con la admiración de un crítico del grupo»,28 y cita a continuación algu nos de los versos alabados por Pessoa en uno de sus artículos. La encuesta se convirtió desde el principio en una polémica en torno al sau dosismo, uno de cuyos protagonistas era nuestro poeta. Así, Veiga Simóes. tras denunciar la influencia de la literatura francesa, reconoce que A Aguia aspira a interesar al país como tal y que Pascoaes es el profeta de los jóvenes.29 Menos elegante es la posición de Julio Brandáo, puesto que, tras atacar al individualismo de los poetas y tomar a broma a la Renascenga Portuguesa, llama a Pascoaes «vejiga de cerdo, que revienta de vanidad», «tartufo», «Budita» e ignorante que escribe «disparates» (baboseiras] «en prosa de colegial». ¿Cómo es posible que Boavida publicase semejante libelo si no estaba prejuiciado contra el saudosismo? Y lo más extraño es que se negase a publicar una respuesta demasiado ad hoc —y en con
Lisboa principios de siglo 26/ANTHROPOS
a
secuencia indigna de su pluma— del atacado, quien logró que apareciese en Mundo. En ella dice, entre otras lindezas, que Brandáo «merece un lugar que esté sucio y tenga pesebre». No voy a seguir con las réplicas y duplicas de ese lamentable incidente provocado por la falta de tacto de Boavida; sí me referiré, en cambio, a la más moderada respuesta al provocador y otro de los encuestados, escrita por Pascoaes y aparecida en República porque, en ella, llama admirables a los artículos aquilinos de Pessoa y dice que el saudosismo es «una nueva religión».l() Entre los defensores de A Águia se cuentan el Visconde de Vila Moura31 y. como ya sabemos, Raúl Proenga, quien en su respuesta a Julio de Matos, habla de la necesidad, proclamada más tarde por los poetas de Orpheu. de poner a Portugal «en hora» con el mundo. Entre los detractores, hay un tal Garda Pulido, de cuyo estilo podemos hacernos una idea por estas palabras: «El tiempo que les sobró lo gastaron [los lectores de la encuesta] en burlarse de la Renascenqa por haber cargado con la responsabilidad de las profecías del Sr. Pessoa encima de una generación literaria que nada tiene que ver con el SupraCamoens y a la que le importa tanto la Renascenga como a mí me importa el dolor de callos que atormenta a mi vecino, un quidam gastrálgico de pelos en las orejas».32 Pessoa intervino en la encuesta espontáneamente, es decir, sin ser llamado por Boavida, mediante el envío de una respuesta a las declaraciones de Adolfo Coelho. Anuncia en ella su propósito de escribir un folleto en defensa de la Renascenga y se extiende en unas consideraciones más ingeniosas que convincentes, aunque apuntando, como es natural, al blanco que ya conocemos. En todo caso, sus palabras no cayeron en el vacío y fue Hernani Cidade —entonces un joven estudiante— quien, tras afirmar que en Portugal no había una verdadera crítica literaria, puso de relieve la intervención pessoana cuando más inflamada estaba la polémica. Fue un reconocimiento de su talento crítico que tal vez cogió de sorpresa a nuestro poeta: «Oigamos de este grupo [de críticos] al Sr. Pessoa. A sus cofrades, no vale la pena». «Es un muchacho inteligente y estudioso. Y une a estas cualidades tan raras la cualidad
rarísima de saber responder a los adversarios con ideas y con delicadeza. Yo veo resumida toda la encuesta en la respuesta del profesor Coelho a la encuesta y en la réplica de Fernando Pessoa al sabio catedrático de la Facultad de Letras. Han sido los dos críticos que más inteligente y documen
Armando Córtes-Rodrigues
tadamente han traducido las dos ideas que circulan sobre la literatura moderna.» Cidade analiza las de Pessoa y pone de relieve algunos de sus fallos, el principal de los cuales es no haber visto (tal vez porque no le convenía a efectos polémicos, pienso yo) que los versos saudosistas citados y alabados por él como nuevos tienen claros precedentes en la poesía simbolista francesa.33 Por su parte, un anónimo A. A. cita a Pessoa en Montanha, de Oporto, periódico que, en un suelto de José Simóes Coelho, recomienda leer a los españoles en vez de a los franceses, es decir, a Pío Baroja, Pérez Galdós,
J. Dicenta y Luis Bonafoux en lugar de a Marcel Prevost, Abel Hermán y Paul Bourget, pues la española del momento es una literatura que los portugueses tienen bien cerca y que es «esencialmente nacional en el colorido y profundamente humana en sus propósitos». De hacerlo así, «otro gallo nos cantaría», termina Coelho.34 Si me he detenido en esta encuesta —muy citada pero poco estudiada —, a la que pienso dedicar una atención más exhaustiva, es porque ayuda a situar y comprender, colocándolos en su verdadero contexto histórico, los artículos con que Pessoa inició su carrera pública de escritor, y espero que los lectores de buena fe estén de acuerdo conmigo. Veamos ahora algo de lo que dicen estos escritos pessoanos.35 En el primero de ellos, titulado «A nova poesia portuguesa sociológicamente considerada», observa su autor, tras haber establecido un paralelismo entre las historias literarias de Inglaterra y Francia, que los períodos menos creadores de cada una de ellas coinciden con lo que llama su desnacionalización, mientras en los más creadores domina el espíritu nacional. Tomando pie en el saudosismo, Pessoa asegura que la nueva poesía portuguesa es, tanto por sus ideas como por sus sentimientos, «absolutamente nacional», y ello le conduce, por medio de un razonamiento que se basa más en el ingenio que en las pruebas aportadas, a profetizar un futuro glorioso de la civilización lusitana iniciado por «la próxima aparición de un SupraCamoens en nuestra tierra». No cabe duda de que el joven crítico —o más bien filósofo de la cultura— se sitúa decididamente en la línea de la Renascenqa Portuguesa, pero lo hace con una audacia que jamás se permitieron Pascoaes y sus otros cofrades, la desconfianza de los cuales ante la audacia pessoana terminaría, juntamente con la evolución del pensamiento de nuestro poeta, por provocar una inevitable ruptura. Lo que me interesa destacar del segundo de esta serie de ensayos es que su autor asegura que los primeros anuncios del ya inminente resurgimient o literario portugués son el libro So («Solo») de Antonio Nobre (1867-1900), aparecido en 1892; la parte de la obra de Eugenio de Castro (1869-1944) que muestra aspectos quinientistas —es decir, propios del tiempo de Camoens— y Os Simples de Guerr a Junqueir o
(1850-1923), obra publicada en 1892, todo lo cual pertenece, como se ve, a la última década del siglo XIX. El precur
sor de estos poetas fue Antero de Quental, cuya obra —dice— no es todavía enteramente nacional, mientras sí lo es la de Nobre. No voy a discutir aquí la exactitud o nieno de esta última apreciación: sí advertiré, en cambio, que Pessoa permanecería siempre fiel a su temprana admiración por Antero y Nobre. se mostraría finalmente ambiguo frente a Guerra Junqueiro y olvidaría, o así parece, a Eugenio de Castro. Pessoa afirma en este mismo escrito que la segunda etapa de esta evolución magnificadora se inicia en 1906 con la publicación de Vida etérea de Pascoaes. y que la tercera, la del Supra-Camoens. está por cumplirse. En la actualidad es un punto casi pacífico de la crítica que. al anunciar al Supra-Camoens. Pessoa se estasaudosismo y la Renascenga. pero no con los más importantes de sus ideales. Quiere ello decir que de lo que Pessoa se dio cuenta fue de que la estrategia literaria de los poetas de A Ágitia estaba mal planteada porque no era revolucionaria en sentido estilístico. Había, pues, que provocar una ruptura, y ésta sería llevada a cabo, tres años más tar de, por la revista Orpheu. Volviendo al tercer artículo, tan importante para tratar de entender la obra futura de nuestro poeta, hay de destacar que, según él, la poesía del SupraCamoens sería metafísica y religiosa, pero su religiosidad no sería la tradicional, es decir, la católica de Camoens. sino una religiosidad nueva, cosa que no puede extrañarnos si se recuerdan las notas pessoanas de adolescencia ya
los poemas «Paúis» y «Hora absurda» —vagos, sutiles y complejos—, el primero de los cuales es el punto de partida, y en cierto sentido el manifiesto, del paúlismo, un ismo destinado sin duda, en la intención de su autor, a superar al saudosismo, poema que, antes de ser publicado el año 1914 juntamente con otro, y bajo el título general de «Impressóes do Crepúsculo», circuló manuscrito entre los amigos del poeta: Sá-Carneiro, Cortes Rodrigues, Antonio Ferro... He aquí la traducción literal de sus primeros versos: «Pantanos de rozar ansias por mi alma de oro... / Doblar lejano de Otras Campanas... Empalidece el rubio / trigo en la ceniza del poniente... Corre un frío carnal por mi alma... / ¡Tan siempre la misma, la Hora!...». También en 1913, Pessoa publicó en A Aguia —además de un escrito sobre las caricaturas de Almada-Negreiros— el largo poema en prosa «Na floresta da alienaqaáo» («En la floresta de la enajenación»), que es el primer fragmento impreso del Libro del desasosiego, y cuya estética es la misma que la de los dos en verso mencionados más arriba, es decir, la
decadente finisecular. Pero, ya al año siguiente, el poema «Chuva oblíqua» («Lluvia oblicua») daría por superado y abandonado al paúlismo en pro de un interseccionismo tan efímero —pero de mayor consecuencia en su obra futura— como el primero. Hemos llegado así a uno de los años más decisivos para la evolución del pen samiento y la estética pessoanos. En 1914, el joven escritor goza ya del suficiente prestigio como para que su opinión sea solicitada en una nueva encuesta de República, para que A. Ferro y Augusto Cunha le pidan que prologue su libro Missal de Trovas y para que Mario de Sá-Carneiro
una crónica suya aparezca en el periódico O Raio. Como acabamos de ver, y ba anunciando a sí mismo, impresión que se ve reforzada por la importancia que concedió, cuarenta años después de ella y dieciséis después de haber escrito
estos artículos, a la fecha de su naci miento. Del tercero de ellos, titulado «A nova poesía portuguesa no seu as pecto psicológico», interesa ahora des tacar la afirmación de que la estética de la nueva poesía portuguesa se caracteri za por su «vaguedad, sutileza y comple jidad», características que. si bien culti vó, como veremos, en su poesía paúlis ta. y en cierta medida en la interseccio nista. no tardaría en abandonar en pro de la sutileza y complejidad, pero no vaguedad, de su poesía heterónima. ya iniciada, por lo demás, con los versos de Caeiro. Y este abandono supondría su verdadera ruptura estilística con el citadas y el interés de su autor por los temas filosóficos. De ahí que, llegado el momento, se insista, en el presente tra bajo, en el sentido religioso de la he teronimia. La mencionada réplica de Pessoa al profesor Adolfo Coelho, aparecida en República del 12 de septiembre.16 trata de los asuntos que ya conocemos y de la nunca escrita defensa de la Renas cenc,a. Decididamente, Pessoa no se in sertó en la vida literaria de su país, a la que con tan polémico entusiasmo trata ba de vigorizar, por la vía fácil de la adaptación a las circunstancias o la pru dencia de los arribistas, sino jugándose el todo por el todo.
Mientras seguía escribiendo versos de los que al año siguiente atribuiría a Caeiro. Pessoa escribió en el de 1913 mediante la publicación de «Impressóes do Crepúsculo», se decide este mismo año a darse a conocer como poeta. Es la vertiente pública de su obra poética. La todavía privada es mucho más importante, pues aquel mismo año decide atribuir a Alberto Caeiro los poemas que en adelante figurarían bajo el nombre de este heterónimo, escribe otros trece también atribuidos a él, los primeros de Alvaro de Campos y quince odas de Ricardo Reis, con lo que ha creado dos nuevos personajes del drama en gente, al que ya tenemos en escena y, en consecuencia, disponemos de los primeros materiales del neopaganismo portugués. Pero, sobre todo, tenemos a un Fernando Pessoa psicológicamente pertrechado, y, al parecer, muy seguro de sí mismo, para continuar su recién iniciada 28/ANTHROPOS
carrera de escritor. Es lo que se deduce de esta nota del 11 de noviembre: «Hoy , al tomar irrevocablemente la decisión de ser Yo, de vivir a la altura de mi mester, de despreciar la idea de la publicidad, la plebeya socialización de mí mismo, del Interseccionismo, he vuelto para siempre, de vuelta de mi viaje de impresiones por los demás, en posesión plena de mi Genio y en la divina conciencia de mi Misión. Hoy sólo me quiero tal cual mi carácter nato quiere que yo sea; y mi Genio, con él nacido, me impone que yo no deje de ser. »Actitud por actitud, mejor la más noble, la más alta y la más calma. Postura por postura, la postura de ser el que soy. »Nada de desafíos a la plebe, nada de cohetería para la risa o la rabia de los inferiores. La superioridad no se disfraza de payaso; es de renuncia y de silencio de lo que se viste. »E1 último rastro de influencia de los demás en mi carácter ha cesado con esto. He reconocido —al sentir que podía e iba a dominar al deseo intenso e infantil de "lanzar el Interseccionismo"— la tranquila posesión de mí mismo. »Un rayo me ha deslumhrado hoy de lucidez. He nacido.» 37 Si Pessoa solía tomar sus notas en inglés, esta, de castigada prosa, está en
portugués y es, en realidad, un desiderátum, pues el año 1915 se «lanzaría», y «lanzaría» al heterónimo Alvaro de Campos, de manera que ambos serían tomados por «payasos» por el poco entendido periodismo de la época. Serían, en realidad, las circunstancias posteriores las que harían que Pessoa se resignase —y esta es una de sus frecuentes paradojas— a cumplir, cuando menos durante unos años, el programa recién transcrito. El de 1915 —en el que, por fin, apareció en libro la encuesta de República— fue importantísimo tanto para Pessoa como para la literatura portuguesa en general. Desde el anterior —el del estallido de la guerra europea— nuestro poeta y algunos de sus amigos acariciaban la idea de publicar una revista que se situase a la vanguardia de A Águia, con la que aquél acababa de romper. Dicha revista se llamó Orpheu y su primer número apareció en marzo de 1915. Portuguesa y brasileña a un tiempo —decían sus editores, pero portuguesa del principio al final—, su director en Europa era el poeta Luis de Montalvor, mientras el director en Río de Janeiro era el también poeta Ronald de Carvalho. Detrás de ambos, como auténtica eminencia gris, se encontraba Pessoa. Además de los directores, colaboraron en este primer número Fernando Pessoa, Alvaro de Campos, Mario de SáCarneiro, Alfredo Pedro Guisado, Almada-Negreiros y Armando Cortes Rodrigues. En realidad, las grandes figuras eran Pessoa (y su heterónimo), Sá-Carneiro, y el pintor y escritor Almada-Negreiros. La revista se vendió bien y provocó un escándalo en cuyos detalles no es oportuno entrar en este momento. El adormilado ambiente literario de Lisboa —ya algo revuelto, sin embargo, por la encuesta de Boavida y sus secuelas— fue sacudido fuertemente por esta publicación audaz y, para muchos, inesperada. Y, sin embargo, lo nuevo se equilibraba en Orpheu con lo que ya no debía parecer tal, puesto que junto a la novedad indiscutible de las colaboraciones de Alvaro de Campos y Almada-NeLas cosas estaban, pues, en orden, dado que ambos poetas fueron los verdaderos inspiradores y organizadores de Orpheu. Junto a algunas firmas que ya conocemos, se ven las de Angelo de Lima —el cual estaba realmente en un manicomio—, el brasileño Eduardo Guimaraens, la poetisa Violante de Cysneiros —que no es sino un
ocasional pseudónimo de Cortes Rodrigues— y de Santa Rita Pintor, esta última en las ilustraciones. Hasta 1916, Pessoa estuvo empeñado en que apareciese el número 3 de Orpheu. Hasta la fecha, se han descubierto dos juegos incompletos de capillas de esta frustrada salida, con originales tan interesantes como las únicas poesías conocidas del heterónimo pessoano C. Pacheco. Sá-Carneiro había comunicado a Pessoa, desde París, que ya no
Pessoa en 1914
greiros, el resto —incluido el drama estático de Pessoa— se encontraba claramente inserto en la línea del simbolismo y el decadentismo, con indudables instancias paúlistas por parte de Cortes Rodrigues y Sá-Carneiro. Pero la gente —y en particular algún periodista — se escandalizó de ciertas audacias expresivas, como esta de SáCarneiro: «Ahora se me ha caído un brazo... Mira, se va a bailar / Vestido de etiqueta en los salones del Virrey...». Era demasiado para el convencionalismo de la época. Se pidió que le internasen en un
manicomio. El número 2 de la revista lleva fecha del 2." trimestre de 1915, y aparecen en él como directores Fernando Pessoa y Sá-Carneiro, el último de los cuales se había hecho cargo, gracias a la ayuda de su padre, de los gastos de impresión. podían contar con la ayuda económica de su padre. Las colaboraciones de Pessoa en los dos números publicados de Orpheu dan testimonio de sus contradicciones estéticas de aquellos momentos. En el número 1, tanto el drama estético «O Marinheiro» como el poema «Opiário» de Alvaro de Campos responden perfectamente a la fase decadente del simbolismo, mientras la «Ode triunfal» de este heterónimo, escrita en verso libre y con una técnica que recuerda a la de W. Withman, es, por su tema, pretendidamente futurista. Si la apertura que significan —vistas en conjunto— estas tres colaboraciones fue grande en el contexto portugués de la época, fue en cambio tímida en lo que al panorama de la vanguardia internacional se refiere. Más
Pessoa en un óleo de Almada Negreiros, 1954
abiertos a la vanguardia son los poemas interseccionistas del Pessoa ortónimo agrupados bajo el título de «Chuva oblíqua» aparecidos en el número 2 de la misma revista, en la que también publicó la «Ode marítima» de Campos, gran poema de mayor interés y aliento que la «Ode triunfal», pero de estética muy semejante a la de ésta. En realidad, es mucho más vanguardista, incluso en un contexto internacional, el poema de SáCarneiro «Manucure», inserto en este mismo número (y al que Pessoa no incluiría más tarde en el tomo, preparado por él, de las poesías de su amigo). En realidad, con el estilo —maduro desde el principio— de Campos y con el igualmente maduro desde 1911 d e las todavía inéditas poesías de Caeiro, Pessoa había alcanzado la cota máxima de su modernidad formal. No es, por lo tanto, como a un poeta de vanguardia —por muy nuevo que pudiese parecer al Portugal de su tiempo— como hemos de considerarle, y ello a pesar de la influencia que
Campos ejercería en los años 40 en la tardía vanguardia surrealista portuguesa. Y que las cosas hayan sido así, y no de otra manera, se comprende si se tiene en cuenta las preocupaciones, mucho más ideológicas que estilísticas, que embargaban a Pessoa durante la época de su estreno literario, preocupaciones que, en adelante, se afirmarían y se harían cada vez más obsesivas. De una parte, Pessoa no había renunciado a ser un poeta en lengua inglesa, y aquel mismo año de 1915 escribió —además de algún poema ortónimo y 30/ANTHROPOS
varios de Caeiro, Campos y Reis— el poema en inglés Antinous y varias de las poesías del libro todavía inédito The Mad Fiddler («El violinista loco»). Por lo demás, hay noticia de poemas ingleses escritos por él hasta, por lo menos, el año 1921. De otra parte, fue con toda verosimilitud en 1916, o todo lo más pronto a últimos del año anterior, cuando la figura de un nuevo heterónimo que terminaría por ser Antonio Mora, el filósofo del neopaganismo, empezó a diseñarse en su pensamiento. Pero de esta y otras novedades se hablará en la parte siguiente de este trabajo, pues hay bastante más tela que cortar en este asombroso 1915. En primer lugar, y desde el mes de febrero, empieza a menudear la colaboración de nuestro poeta en revistas y en periódicos,38 y su trabajo de periodista culmina y tiene un abrupto final con la sección por él inaugurada, con el título de «Crónica da vida que passa», en el diario O Jornal, de Lisboa, en el que publica, entre el 5 y el 26 de abril, seis colaboraciones, la última de las cuales da lugar a una serie de protestas debido a las cuales el director del periódico —el mismo ambiguo Boavida de la encuesta de República— le despide con malos modos. Tampoco se priva Alvaro de Campos de enviar una carta, un fragmento de la cual se publicaría el 6 de julio, al diario A Capital. En segundo y tercer lugar, Pessoa debuta aquel mismo año como escritor político y como traductor de obras esotéricas. Así pues, su escrito «O preconceito da ordem» («El prejuicio del orden» ) aparece en el número primero y único de Eh Real!, Panfleto Mensa! de Crítica e
Doutrinaqao Política, publicado el 31 de mayo. Sostiene en este artículo, frente a la preocupación por el orden de los neomonárquicos portugueses, y lo hace tras de una prolija argumentación, que «en un país donde todos los partidos tengan la constante preocupación del orden, se estará en constante desorden y anarquía», pues «el orden es en las sociedades lo que la salud en los individuos», es decir, algo de lo que sólo nos preocupamos cuando carecemos de ello.w Aunque el poeta no tome partido, sus reflexiones son, por supuesto, inconformistas; pero ya habrá ocasión de ocuparse de su debatida ideología política. Digamos, en fin, que en este mismo año aparecieron sus traducciones del Compendio de Teosophia de C.W . Leadbeater y de Os Ideáis da Teosophia de Annie Besant. Es claro que este interés por el ocultismo no era nuevo en Pessoa, pues como demuestran un estudio de Yvette Centeno, 4" y la lectura de su poesía, tanto inglesa como portuguesa, escrita hasta el momento que consideramos, sus preocupaciones religiosas le habían llevado a ponerse en contacto, cuando menos desde 1906, con el mundo de las ciencias ocultas. No es de extrañar, por lo tanto, que a principios de 1916, nuestro poeta pensase seriamente en establecerse como astrólogo en Lisboa. Resumamos antes de seguir adelante: De 1912 a 1915, Pessoa se dio a conocer como crítico y pensador literario, como crítico de arte, como crítico y como autor teatral, como dos poetas en portugués (el ortónimo y Campos), como pensador político, como periodista y como traductor. Durante el mismo período, escribió poesía en portugués (la ortónima, la de Caeiro, la de Campos, la de Reis y la de Pacheco) y en inglés, e inició varios trabajos sobre política y sociología. Como quiera que la mayor parte de estos últimos —los políticos y los sociológicos— se han publicado postumamente y son, además, de difícil datación, me referiré a ellos, procurando situarlos indiciariamente en el tiempo de su redacción, al final de estas páginas. Y es claro que se hablará en el lugar correspondiente de los pocos que publicó en vida. Pero desearía que quedase claro que las preocupaciones políticas —realistas unas, idealistas y utópicas otras— fueron el motor de las muchns notas que, para una serie, casi irrealizable por su número, de trabajos fue tomando a lo largo
de los años que le quedaban por vivir. En carta de 19 de enero de 1915 había confiado a su amigo Cortes Rodrigues: «la idea pa
triótica, siempre más o menos presente en mis propósitos, crece ahora en mí; y no pienso en hacer arte sin pensar en hacerlo para poner en alto el nombre portugués a través de aquello que yo consiga realizar. Otra actitud no puede tener para con su propia noción del deber quien mira
religiosamente el espectáculo triste y misterioso del Mundo».41 3. Años de plenitud (1916-1921) Lo más asombroso del período recién descrito son las condiciones en que Pessoa se dedicó a la publicación de sus escritos y a una producción literaria tan extensa y tan variada. A últimos de 1912, se fue a vivir con su tía Ana Luisa Nogueira de Freitas, y la tía, el sobrino y el resto de la familia se mudaron de casa en mayo de 1914, aunque por poco tiempo, puesto que, en el mes de noviembre, «tía Anica» se fue a Suiza y Fernando, que andaba muy mal de dinero, tuvo que aceptar el alojamiento gratuito que un ingenuo admirador le ofreció en la trastienda de su lechería. A partir de entonces, y hasta el año 1920, en el que su madre, viuda y enferma de apoplejía desde el 15, regresó a Lisboa, los cambios de domicilio del poeta fueron tan frecuentes que han llegado a hacerse legendarios. ¿Cómo le fue posible mantener en el telar, y trabajar en ellas casi simultáneamente, tantas obras en prosa y en verso? Pues, durante estos años, Pessoa no sólo escribió poesía en su nombre y en el de sus heterónimos, redactó artículos, cuentos y obras dramáticas, sino que, a lo largo de los que vamos a contemplar, montó su teoría sobre el paganismo —cuyos autores principales fueron Mora y Reis—, siguió redactando notas sobre política y sociología, y sobre materias esotéricas, y tradujo varios libros. Hacer semejante trabajo con la paz y la tranquilidad de quien disfruta de un acogedor ambiente familiar en el que uno se ha habituado a encontrar cada libro y cada papel en su sitio, habría sido algo excepcional; hacerlo en las condiciones en que lo hizo Pessoa raya en lo increíble. No voy a detenerme ahora en los fenómenos de mediumnidad que empezaron a manifestarse en el poeta, y que tanto le preocuparon, a principios de 1916. Y no sólo mediumnidad, puesto que su hiperestesia extrasensorial42 le permitió no sólo ver su aura magnética y la de otras personas, sino también gozar de la visión astral, lo que le hizo pensar en la oculta actividad iniciadora de un maestro misterioso y desconocido para él. Joáo Gaspar Simóes, su primer biógrafo, no toma en serio estas confesiones de Pessoa, preciosas para nosotros, pues lo cierto es que,
realidad o ilusión —y la ilusión es un grado de la realidad—, fueron decisivas para su vida y para su obra. Si estos fenómenos y la enfermedad de su madre, con la que vivía desde su regreso, pudieron ser, aunque no lo fuesen, un obstáculo a su intensa producción de aquellos años, no menor turbación debió de producirle, cuando todavía vivía casi como un nómada, su comunicación epistolar con Sá
Lisboa: el campanario de la iglesia de Los Angeles
Carneiro, a la sazón en París,43 quien estuvo dirigiéndole abundantes y a veces angustiadas cartas hasta que terminó por suicidarse el 26 de abril de 1916.44 Ni siquiera la primera y más apasionada etapa de sus relaciones con Ofelia Queirós —tema en el que no voy a detenerme en este escrito—, desarrollada a lo largo de casi todo el año 1920, apartó al entonces escritor errante de sus libros y sus cuartillas.45 Resumamos su labor de este período. Como poeta ortónimo, publicó el año 16, en la revista Centauro, los
catorce sonetos del poema «Passos da Cruz» («Viacrucis»), de marcado carácter esotérico; el poema paúlista «Hora absurda», en Exilio, y la conocidísima poesía «Ela canta, pobre ceifeira» («Canta la pobre segadora»), en Terra Nossa. En 1917, otros poemas ortónimos aparecen en Portugal Futurista y en un diario. En 1918, publica dos libros de poesía inglesa, titulados 35 Sonnets y Antinous (primera versión). En 1919, una traducción de Elisabeth Barrett Browning. En 1920, en The Atheneum, de Londres, aparece el poema en inglés «Meantime» («Mientras tanto»), y publica además dos poemas en portugués, uno de los cuales es el titulado «Á memoria do Presidente-Rei Sidónio Paes», personaje que, tras un año de dictador, fue asesinado el 18 en la estación del Rossio y en el que Pessoa veía a una encarnación del Deseado del sebastianismo.
Finalmente, en 1921, aparecen dos libros más, English Poems I-ll (segunda El sombrero-heterónimo de Femando Pessoa, Costa Pinheiro, 1979-80 versión de
Antinous e Inscriptions) y English Poems III (Epithalamium). Parece como si Pessoa se hubiera olvidado de todos los heterónimos, salvo Alvaro de Campos, del que publicó en la ya mencionada Portugal Futurista, y bajo el título de Ultimátum, una larga y agresiva requisitoria, muy influida por Nietzsche, contra los personajes políticos y literarios de la Europa de la gran guerra, lo que dio lugar a la incautación de esta revista por la policía. Parece así, pero nada está más lejos de la verdad que esta suposición. En primer lugar, la obra poética de Caeiro, Reís y Campos siguió creciendo ininterrumpidamente a lo largo de estos años; en segundo lugar, Pessoa, que había atribuido a Alberto Caeiro en 1914 los poemas de O guardador de rebanhos —y que siguió escribiendo en nombre de este heterónimo a pesar de haber declarado que murió en 1915 —, le convierte , hacia 1916, en el profeta y maestro del neopaganismo portugués. Ello da lugar a la invención —casi con toda seguridad en el año 16— del filósofo heterónimo Antonio Mora, que escribe, entre dicho año y el 18, sus muchas notas destinadas al libro que había de titularse O regresso dos deuses, 4(" y que terminaría por ser recluido en un sanatorio psiquiátrico; y da lugar asimismo a que Reis escriba dos prólogos —uno corto y otro largo— para la edición de las poesías de Caeiro y a que el Pessoa ortónimo escriba, además de las notas para otro libro sobre el paganismo —algunas de las cuales es verosímil que transfiriese a Mora —, una larga serie de notas sobre el sensacionismo, movimiento poético —o más bien posición estética— deducido, aunque a veces de manera no muy convincente, de la poesía del maestro Caeiro. Todos estos escritos sólo han visto la luz pública postumamente, y algunos de ellos hace muy poco tiempo.47 En realidad, Pessoa proyectaba publicar entre octubre de 1917 y, todo lo más tarde, el mismo mes de 1918, y bajo el título general de «Neopaganismo portugués», los escritos teóricos de Mora, las poesías de Caeiro y las odas de Reis. Más tarde, en una fecha que no estoy en condiciones de poder precisar, a la nómina de poetas neppaganos se suman su nombre y el de Alvaro de Campos, a los que llama «los dolientes » del neopaganismo. El proyecto de una publicación que habría
tenido una indudable y benéfica influencia en la poesía portuguesa — además, muy probablemente, de en las de otros países— no llegó a realizarse, y parece como si el desánimo producido por este fracaso —no sabemos si debido a su abulia, pues ni el libro de Mora ni el prólogo largo de Reis están terminados, o a dificultades editoriales— le hubiese hecho olvidar dicho proyecto durante mucho tiempo. Pero no así su adhesión a la nueva religión portuguesa, creada —no lo olvidemos— por él. Una creación cuyo sentido se desprende sin lugar a dudas de una nota escrita hacia enero de 1917, es decir, cuando trabajaba incansablemente en la preparación de sus versos y teorías paganos. Dice así: «En mí, mi egoísmo es la superficie de mi dedicación. Mi espíritu vive constantemente en el estudio y en el cuida
do de la Verdad, y en el escrúpulo de dejar, cuando me desnude de la veste que me une a este mundo, una obra que sirva al progreso y al bien de la humanidad.
«Reconozco que el sentido intelectua l que ese Servicio de la Humanidad toma en mí, en virtud de mi temperamento, me aparta muchas veces de las pequeñas manifestaciones que, en general, revelan al espíritu humanitario. Los actos caritativos, la dedicación, por así decirlo, cotidiana son cosas que raras veces aparecen en mí, aunque nada haya en mí que represente su negación. »En todo caso, reconozco, en justicia para conmigo mismo, que no soy más egoísta que la mayoría de los individuos, y mucho menos lo soy que la mayoría de mis colegas en las artes y en las letras. Parezco egoísta a aquellos que, debido a un egoísmo absorbente, exigen la dedicación de otros como un tributo.»48 Imposible de resumir en unas líneas la teoría del neopaganismo, en la que Caeiro aparece como un pagano anterior al conocimiento de los dioses, un panteísta con rasgos de animismo; Reis profesa el paganismo de la decadencia grecorromana, el Pessoa ortónimo es un pagano de las religiones mistéricas, un esotérico al estilo de Juliano el Apóstata, y Campos un neopagano con rasgos teosóficos. Por su parte, Mora atribuye la decadencia del mundo actual a la persistencia del cristianismo, y especialmente del católico, al que considera una supervivencia degradada del Imperio romano y al que augura un pésimo porvenir. En una época científica, objetiva y realista, la única religión concebible para Mora es el paganismo. El Pessoa ortónimo no está necesariamente de acuerdo con él ni con la matizada interpretación del paganismo de Caeiro instrumentada por Reis, cuya poética no coincide, ni mucho menos, con la de Campos. En lo que todos están de acuerdo es en proclamar a Caeiro su maestro y en admirarle casi sin reservas. El drama en gente es puesto en escena en las páginas inolvidables de El regreso de los dioses, libro al que tal vez falte la dimensión profética que suplirán sin tardanza los escritos sebastianistas de Pessoa, a los que me referiré al final de este trabajo. En virtud de ellos, el neopaganismo estaría llamado a ser la religión del Quinto Imperio universal, creado y mantenido por la cultura portuguesa. No nos engañemos: lo que Pessoa ha llevado a cabo es una portuguesísima universalización del saudosismo
de la Renascenga Portuguesa. Hay que atribuir al Pessoa heteróniTavira, ciudad natal de Alvaro de Campos mo, es decir, al que escribe como discípulo un tanto heterodoxo de Caeiro, los poemas de inspiración ocultista que serán una constante de su producción. Y. posiblemente, los fragmentos del tratado inconcluso O
Caminho da Serpente y mucha de su producción esotérica en prosa. Pero antes de tratar de hacer unas atribuciones justas en este sentido hay todavía mucho que estudiar y que discutir. Precisamente en 1916, Pessoa publicó las traducciones de cuatro libros teosóficos. dos de los cuales son de Leadbeater y otro de la Blavatsky. En 1919 dio a conocer un par de estudios políticos en las páginas de la Revista Acqáo, y sus intervenciones más célebres en este terreno —a las que anticipó el poema a Sidónio Paes— todavía se harían esperar. El 10 de junio de aquel mismo año, temeroso de su salud mental — cosa que no puede extrañarnos, dadas las condiciones en que vivía y el esfuerzo que estaba realizando—, escribió una carta, que tal vez no llegase a poner en el correo, pues el borrador que se conserva está incompleto, a dos psiquiatras franceses. En ella solicita información impresa y un diagnóstico sobre su caso. Pessoa se conocía perfectamente —fue uno de los poetas menos desconocidos de sí mismos que sea posible imaginar— y escribió: «Au point de vue psyquiatrique, je suis un hystéroneurasténique, mais, heureusement, ma neuropsychose est assez faible; l'élément neurasthénique domine l'élément histérique, et cela fait que je n'aie pas des traits hystériques extérieures —aucun besoin du mensogen, aucune instabilité morbide dans les rapports avec les autres»,49 ni siquiera con su compañía heterónima, es decir, con sus correligionarios, que es la encargada de mantener, con su catártica escritura, su admirable equilibrio mental y su increíble capacidad de trabajo.50 4. El indisciplinador de almas (1922-1926) Al referirse a la biografía de Pessoa, el profesor Joel Serráo opina que mejor seria hablar de bibliografía, y creo que, cuando menos en lo que se refiere al período que vamos a estudiar, su observación es pertinente en grado sumo. Tres revistas y una polémica —si añadimos a ellas la muerte de su madre el 17 de marzo de 1925— son lo único legítimamente destacable de estos años, en los que Pessoa, a pesar de la repercusión pública que tuvieron algunos de sus escritos, se nos antoja más solitario
que nunca. Es verdad que siguió asistiendo
Pessoa en «Martinho de Arcada», con Raúl Leal, Antonio Botto e Augusto Ferreira Gomes
a las tertulias literarias de la Baixa y el Chiado y que mantuvo relaciones amistosas con Raúl Leal, Antonio Botto, Antonio Ferro, José Pacheco y otros escritores y artistas, y que su trabajo de «corresponsal extranjero» y de editor —era suya la pequeña editorial Olisipo— le ponían en contacto con la gente, pero también es cierto que el círculo de sus primeras amistades, es decir, el de sus ilusiones juveniles, se había roto para siempre. Como ya he escrito en otro lugar, desde la aparicióndesaparición de Orpheu hasta la publicación de Presenta, Pessoa fue en cuanto poeta el ejemplar pero solitario representante del movimiento renovador iniciado por la primera de ambas revistas. «¿Qué ocurrió —decía— con los poetas de Orpheu] Mario de SáCarneiro [...] se suicidó en 1916, dejando una obra poética importante pero no ejemplar; Raúl Leal escribió toda su poesía en francés, como
nuestro Larrea, pero no tuvo, como éste, a un Gerardo Diego que se la divulgase en lengua materna; Armando Cortes Rodrigues se retiró a las Azores, de donde procedía, y se dedicó al cultivo de un lirismo tradicional; Angelo de Lima murió en un manicomio en 1922; Luis de Montalvor, que no era sino un poeta aficionado, no pasó de escribir una obra más o menos decadente, cuyos encantos no se niegan aquí; el brasileño Ronald de Carvalho, que no fue una primera figura en su país, dejó de figurar como director en el número 2 de la revista y volvió toda su atención a los movimientos americanos; Almada-Negreiros, que fue ante todo el gran pintor de vanguardia, publicó un libro de poesía en 1921, vivió en España de 1927 a 1932 y no publicó un segundo libro poético hasta 1952; el brasileño Eduardo Guimaraens no dejó de ser un extraordinario poeta simbolista o, si se quiere, postsimbolista; quedaban Alfredo Guisado y Fernando Pessoa. El primero hizo a la poesía portuguesa, entre 1913 y 1927, una importante aportación, pero sin apartarse demasiado de la tradición. Quedaba pues, en realidad, Fernando Pessoa: puede decirse que toda la responsabilidad, en lo que al cumplimiento del desarrollo del modernismo52 se refiere, pesaba sobre sus hombros. Unos hombros muy anchos y muy altos, pero los de un solo poeta.»53 Y Pessoa aceptó callada y resignadamente, en espera tal vez de tiempos mejores, sus responsabilidades. En la revista Contemporánea, fundada aquel mismo año por su amigo José Pacheco, publicó en 1922 — además del cuento «El banquero anarquista», en cuyo polémico contenido no puedo detenerme ahora— una carta de Alvaro de Campos al director, el artículo «Antonio Botto e o ideal estético em Portugal», doce poemas ortónimos, agrupados bajo el título de «Mar portugués», que serían el núcleo primordial de Mensagem, su poema «Natal» y un soneto de Campos. Conviene destacar aquí el artículo sobre Antonio Botto (1904-1959), poeta de obra muy desigual, aunque en ocasiones de gran calidad, que en aquellos años venía escandalizando a la opinión pública con su poesía de carácter decididamente homosexual que suponía, por lo demás, un intento
de renovación de la tradición lírica portuguesa. Pessoa —que se consideraba un «indisciplinador de almas» y que jamás renegó de su paganismo ni de su admiración por la cultura griega— empieza este trabajo con las siguientes palabras: «Antonio Botto es el único portugués, de los que conocidamente escriben, a quien la designación de esteta se puede aplicar sin disonancia. Con un perfecto instinto, sigue el ideal al que se ha llamado estético, y que es una de las formas, si bien la ínfima, del ideal helénico». Se extiende a continuación en una serie de consideraciones entre las que destacan la de que el verdadero esteta no tiene en cuenta a la verdad ni al bien, sino a la belleza, y la de que. puesto que el cuerpo masculino es, debido a su hermosura, tan digno de ser cantado como el femenino, quienes sólo cantan a este último son movidos por el instinto sexual, mientras los que cantan también al masculino son los verdaderos estetas. Dejando aparte lo sofístico de la argumentación, hay que reconocer que Pessoa se expresa con suma elegancia y que nada hay en su artículo de carácter realmente escandaloso.34
ANTHROPOS/33
En la misma revista aparecieron en 1923 tres poesías ortónimas en francés, un poema en inglés y la primera versión del de Alvaro de Campos «Lisbon Revisited». Pero lo más importante de este año fue la polémica, iniciada a últimos del anterior, por el artículo que el periodista Alvaro Maia publicó en el nú
Cubierta de la revista Contemporánea por Almada Neg reíros
mero 4 de Contemporánea, aparecido el mes de octubre, en el que trataba de demostrar que el culto a la belleza de los griegos no les había conducido, como a Botto, a la homosexualidad. Estando así las cosas, Raúl Leal publicó a principios de 1923 un folleto titulado Sodoma
divinizada, en el que salía en defensa de la tesis de Pessoa y en el que llamaba «obras divinas» a la lujuria y a la pederastía, provocación que iba mucho más allá de la compostura de nuestro poeta y de Maia. La reacción más fuerte contra Botto, Pessoa y Leal procedió de los estudiantes de las escuelas técnicas, quienes for maron un grupo dispuesto a fiscalizar por su cuenta las librerías y a ejercer una rigurosa censura sobre los cines y los teatros, y que publicaron en Época del 6 de marzo un «Manifiesto de los Estudiantes de las Escuelas Superiores de Lisboa» dirigido «a los poderes constituidos y a todos los hombres honrados de Portugal». Poco después organizaron una manifestación cuyos cabecillas fueron recibidos por el gobernador civil, del que consiguieron que ordenase la incautación de los libros de Botto y del panfleto de Leal. Pessoa respondió con otro panfleto firmado por Alvaro de Campos, titulado Aviso por causa da moral, en el que trataba a los estudiantes de forma irónica y con aires de superioridad. Más inflamado e hiriente fue el manifiesto de Leal Urna lic_áo de moral aos estudantes de Lisboa e ao descaramento da Igreja Católica («Una lección de moral a los estudiantes de Lisboa y a la desfachatez de la Iglesia Católica»), al que los estudiantes respondieron con otro en el que trataban de loco a Leal. Pessoa decidió poner las cosas en claro y publicó el estupendo escrito Sobre um manifestó de estudantes, comedido pero enérgico, en el que demostró de tal manera su superioridad moral e intelectual que consiguió callar a los revoltosos.55 En 1922, Pessoa fundó y dirigió la revista Alhena, en la que aparecieron aquel mismo año varias de sus traducciones del inglés, algunos escritos ortónimos y prosa teórica de Alvaro de Campos. Pero lo más importante fue la publicación de veinte odas de Ricardo Reis, a las que siguieron, en la misma revista y en 1925, primero, veintitrés poemas de O Guardador de rebanhos y, después, dieciséis Poemas incomjuntos, unos y otros de Alberto Caeiro. Con ello los dos personajes del drama en gente más importantes en cuanto paganos, y hasta entonces desconocidos para el público, comparecieron en el panorama de las letras portuguesas. No es verosímil que estas poesías nuevas y de excepcional calidad pasasen inadvertidas a la juventud literaria del momento, y prueba de ello
fue el público testimonio de admiración que dos años más tarde, en 1927, le rendiría la recién fundada revista Presenta, en la que Pessoa seguiría dando a conocer la poesía de sus heterónimos aunque sin la apoyatura filosófica y teológica de los escritos de Antonio Mora y Ricardo Reis. Quiero decir que la teoría neopagana de nuestro poeta sólo fue conocida cuando, años después de su muerte, empezaron a ser publicados dichos papeles. Mientras tanto, el poeta ortónimo, Campos y Reis siguen haciendo crecer el volumen de sus obras, no así la sombra, todavía silenciosa de Caeiro. Añadamos, dada la importancia de este ensayo incompleto, que Pessoa escribió hacia 1925 un largo ensayo en inglés titulado Erostratus en el que, entre otras cosas, parece profetizar indirectamente el apogeo de su fama postuma —cosa que efectivamente ha sucedido— para cincuenta años después de su muerte.56 Aquel mismo año escribió también esta carta, cuya copia fue descubierta por Antonio Pina Coelho: «Lisboa, 31 de agosto de 1925. / Mi Excmo. Amigo: / Creo estar sufriendo un acceso —ligero, supongo, y si así es curable— de locura sicasténica. Como, si es cierto lo que de mí presumo —y si no es cierto, es probable que mi diagnóstico de lego sea blando—, es recomendable mi internamiento en un manicomio, y como el Decreto de 11 de mayo de 1911 permite, en un número cualquiera de uno de sus artículos, que el mismo enfermo requiera este internamiento, le pido el favor de que me diga cómo y a quién se hace tal requerimiento, y con qué documentos, si algunos son necesarios, debe ser apoyado. / Muy reconocido de antemano, le agradece su respuesta de / V.E. / Am(igo ) Resp(etuoso ) y Agrad(ecido)». Se trata, sin duda, de un desahogo del solitario asediado por múltiples problemas e inquietudes que era entonces nuestro poeta. El cual superó, al parecer pronto, esta crisis, pues el año 1926 le vemos metido en una de sus más originales empresas, la de la fundación y publicación, con su cuñado el coronel Francisco Caetano Dias, de la Revista de Comercio e Contabilidade, de la que será el principal y casi único redactor. Se ha supuesto que Pessoa habría adquirido los
conocimientos necesarios para escribir sobre materias comerciales durante sus años de estudios de la Commercial School de Durban, cosa que no creo probable, puesto que tanto el estilo como el ideario que dan cuerpo a sus interesantísimos artí
culos —dignos de ser leídos incluso descolaboraciones de Pessoa— un correctivo del desánimo, que exageró llamándole locura, que informa a la carta más arriba transcrita.
Portada del último número de la revista Athena
de un punto de vista literario y no necesariamente técnico— forman un todo armónico con los muchos escritos suyos —completos e incompletos— que han sido publicados hasta la fecha —estudios, quiero decir, políticos y sociológicos que fueron producto de su observación atenta de la vida nacional e internacional y de sus lecturas de los años portugueses. Dichos artículos comerciales —algunos de los cuales fueron reproducidos en revistas y periódicos— son importantes para abordar el estudio de su ideología política, inseparable, como 5. El maestro Pessoa (1927-1935) «Fernando Pessoa tiene madera de Maestro y es el más rico en direcciones de nuestros llamados modernistas.» Con estas palabras de José Regio, entonces un joven de veintiséis años, aparecidas en el número 3 de la revista Presenta, editada en Coimbra por un grupo de nuevos escritores, empezó a crecer y a afirmarse la fama de nuestro poeta, quien se convirtió, gracias sobre todo a la solicitud de Joáo Gaspar Simóes, en uno de los más fieles colaboradores de aquella publicación. Sus principales «direcciones» líricas, es decir, las de los cuatro grandes personajes del drama en gente, encontraron una cordial y admirativa acogida en las páginas de Presenga. Y si Pessoa no llegó a publicar en vida sus libros de poesía —empresa de la que los presencistas estaban dispuestos a hacerse cargo— fue, en parte, por las constantes dilaciones e indecisiones del maestro y, sobre todo, debido a su prematura muerte. No hay que tomar demasiado al pie de la letra estas líneas autojustificadoras
—y casi exculpatorias— de una nota íntima del poeta, escrita, con toda probabilidad, el año 1934: «No es que no publique porque no quiero: no publico porque no puedo. No se entiendan estas palabras como dirigidas contra la Comisión de Censura; nadie tiene menos razón que yo de quejarse de esa Comisión. La Censura obedece, sin embargo, a las directrices que le son impuestas; y todos nosotros sabemos cuáles son, más o menos, esas directrices. »Ahora bien, sucede que la mayoría de las cosas que yo pudiese escribir no podrían ser pasadas por la Censura. Puedo no poder cohibir el impulso de escribirlas: domino fácilmente, porque no lo tengo, el impulso de publicarlas y no voy a importunar a los Censores con una materia cuya publicación tendrían forzosamente que prohibir. »Siendo así, ¿para qué publicar? Privado de poder publicar lo que de veras interesa al público, ¿qué empeño tengo yo en llevar a un periódico cualquiera lo que, por ilegible, no le sirve, o qué [...]? »Puedo, es cierto, disertar libremente (y, aun así, sólo hasta cierto punto y en ciertos medios) sobre la filosofía de Kant [...].»5H Pessoa parece referirse en especial a sus opiniones políticas —acerca de las cuales conocemos hoy tantas páginas— pero ni siquiera sobre éstas habría sido tan férrea la acción de una censura tan desorganizada como la salazarista, prue ba de lo cual es que en 1935 —aproximadamente un año después de haber escrito esta nota— publicase en la prensa lisboeta un sonado artículo en contra de una ley que prohibía las asociaciones secretas y en defensa de la masonería.''9 En cuanto a la poesía y a la prosa literaria, no sabemos de obstáculo censorial alguno durante aquellos años de dictadura. Sea de ello lo que quiera, lo cierto es no podía dejar de ser. de sus ideas so bre la economía. En el. por otra parte divertidísimo, titulado «As algemas» («Los grilletes»), aparecido en el núme ro 2 de la revista, de 25 de febrero del 26. dice que «el Estado existe para el
individuo, y no el individuo para el Es tado», y le alarma comprobar que. en su tiempo, se está produciendo una ten dencia contraria. A lo largo de todos estos escritos, defiende la más absoluta libertad de co mercio y se muestra anti-intervencionis ta y anti-monopolista. afirmando así su ideología liberal. Es que. en este caso, escribe, como es natural, el ciudadano Fernando Pessoa y no el Pessoa heteró nimo. de tendencias místicas y proféti cas. que un par de años más tarde pu blicaría el más discutido de sus escritos políticos. La revista, cuyo primer núme ro apareció en enero del 26. sólo publi có media docena de ellos, el último de los cuales en junio, pero fue —si juzga mos por el tono, profundo y desenfada
do
a
tiempo, de las treinta y siete Las lentes del poeta Ricardo Reis. Costa Pinheiro, 1980
un
Pessoa con Utra Machado en la Rúa Augusta
que, de 1927 a 1935, Pessoa colaboró en O Imparáal, en Noticias Ilustrado, en Girassol, en Descobrimento. en Fama, en Fradique, en Diario de Lisboa, en Sudoeste y en otros periódicos y revistas. Pero donde sus colaboraciones menudearon fue en Presenta. En efecto, en 1927 y 1928, las hubo ortónimas, de Campos y de Reis; en 1929, 1930, 1932 y 1933, ortónimas y de Campos; en 1931, de los cuatro grandes del drama en gente, y en 1934, solamente ortónimas. Mientras tanto, Pessoa, Campos y Reis siguieron produciendo poesía con regularidad y, en 1930, Caeiro escribió, cuando menos, seis poesías postumas. Por lo tanto, en lo
que a la lírica se refiere, todo marchó, salvo la publicación en libro, con aceptable normalidad. La juventud literaria solicitab a los poemas del maestro y esto no se hacía rogar. Frente a la relativa atonía, sólo rota por la polémica con los estudiantes, del período anterior, este último período de la vida del poeta se nos aparece, en cierta medida, pictórico de acontecimientos de la más diversa índole. En 1925 hubo un movimiento militar contra la república democrática cuyo propósito —y esto debe tenerse en cuenta para juzgar la actitud de Pessoa frente a él— era poner en práctica las ideas de Sidónio Paes sobre la República Nueva. El 7 de febrero de 1927 se luchó en las calles de Lisboa en favor de la democracia, pero el ejército aplastó a los revolucionarios. El año siguiente, Oliveira Salazar, un profesor de Coimbra, fue nombrado ministro de Hacienda y ocupó, cuatro después, el puesto de presidente del Consejo de Ministros. Fue el creador e inspirador de la dictadura de corte fascista del llamado Estado Nuevo, cuya historia es tan reciente que no creo preciso recordarla aquí. Digamos, eso sí, que Pessoa estuvo, y se manifestó en repetidas ocasiones, contra Oliveira Salazar y sus métodos de gobierno. Pues bien, en 1928, Fernando Pessoa publicó un folleto, titulado Interregno. Defesa e justificagáo da ditadura militar em Portugal, que se ha venido interpretando desde entonces, no sólo como un manifiesto en favor de la tiranía ejercida por el ejército y sus colaboradores civiles, sino también como una profesión de fe fascista de nuestro poeta, lo que parece a todas luces excesivo. No nos rasguemos, aunque así fuese, las vestiduras, ni extrapolemos a los años posteriores a su publicación el valor de la actitud y las ideas de Pessoa, en pri mer lugar porque la experiencia le enseñó a odiar a la dictadura portuguesa; en segundo lugar, porque el texto del folleto, de ninguna manera panfletario, no fue, ni mucho menos, una defensa del fascismo, régimen con el que Pessoa nunca estuvo de acuerdo. Examinemos Interregno desapasionadamente. «Todo cuanto, en materia social —se lee en una de sus primeras páginas —, es fácilmente comprensible es falso y estúpido.» Y claro es que la manera más fácil de comprender la dictadura es considerarla garante del
orden. Pero el pensamiento pessoano es demasiado complicado como para juzgar las cosas de manera tan simplista, pues ya en 1915 —el año de Orpheu— había declarado, tras una larga demostración, y un artículo aparecido en Eh Real!, titulado «El prejuicio del orden», que «en un país donde todos los partidos tengan la constante preocupación del orden, se estará en constante desorden y anarquía», desorden y anarquía que necesariamente, y de acuerdo con las notas pessoanas ya publicadas, desembocarían fatalmente en una revolución. Ahora bien, según nuestro poeta, las revoluciones valen por lo que destruyen, y no por lo que construyen, y su misión consiste en destruir un orden juzgado inviable para que otros, no los revolucionarios—pues siempre, según este autor, éstos son incapaces de gobernar bien—, organicen un orden viable sobre las ruinas del anterior. De acuerdo con esta teoría, la dictadura militar ¿no estaría destinada a desencadenar, mediante el mantenimiento a toda costa del orden, una revolución que terminase con la sociedad que a la República le había sido imposible reformar debido a las contradicciones insolubles de la correlación de fuerzas políticas existente en Portugal? Esta hipótesis es no sólo verosímil, sino también la única capaz de armonizar Interregno y sus proposiciones con el pensamiento político pessoano desarrollado en otros escritos. El mismo título de Interregno que lleva el folleto ¿no indica que la dictadura no ha de ser sino el paso, doloroso pero inevitable, a otro régimen? No es posible detenerse en la larga y sutil argumentación —tal vez excesiva
Pessoa en primavera de 1935, con su hermano Luis Miguel, su cuñada Eve y su hermana Henriqueta
la
mente sutil, dadas las circunstancias de la época— de este opúsculo, lleno de pruebas y analogías sospechosas y posteriormente rechazado por su autor; baste con citar su última frase: «Es esta la Primera Señal,
venida, como fue prometido, en la Hora en que se había prometido». Sería preciso cerrar los ojos y taparse los oídos para no darse cuenta de que Pessoa —todo lo irrealista e inoportunamente que se quiera, si así se quiere— apela con estas palabras a la interpretación de las profecías sebastianistas del Quinto Imperio, del que la dictadura militar sería el interregno. Juego peligroso de un soñador —nunca comprometido con partido político alguno— en cuanto sólo comprensible para los iniciados, esta defensa de la dictadura militar ha sido objeto de un estudio de Joel Serráo que, a mi modesto entender, pone las cosas, hasta donde es posible, en claro para quien sepa ver y oír. 60 Precisamente entre 1928 y 1934 completó Pessoa el libro Mensaje —un mensaje sebastianista sin duda alguna—, que ya había comenzado bastantes años antes con los mencionados poemas de «Mar portugués», y fue en este clima mental, y mientras tomaba notas sobre el sebastianismo. cuando lanzó su inoportuno folleto. Digamos, finalmente, que Pessoa, convencido de tal inoportunidad, estaba escribiendo un nuevo Interregno cuando le sorprendió la muerte. En 1929, sin duda a instancias de su discípulo y amigo Carlos Queirós, sobrino de Ofelia, nuestro poeta reanudó con ella, ya desengañado y nostálgico, el idilio de nueve años antes. Las cartas a Ofelia de esta segunda fase de su noviazgo fueron escritas entre el 11 de septiembre del 29 y el 11 de enero del 30. En la primera de ellas, escribe Fernando: «A mi exilio, que soy yo mismo, ha llegado tu carta como una alegría doméstica (la da casa), y soy yo quien tengo que darte las gracias, pequeñita». Esta mezcla de tristeza y de ternura parece augurar un matrimonio que, sin embargo, nunca llegó a celebrarse. En septiembre del año en que se interrumpieron definitivamente las relaciones entre Fernando y Ofelia llegó a Lisboa, para visitar a aquél, un célebre mago y poeta británico. Pessoa, cuya cultura esotérica se había especializado, entre otras, en la rama de la astrología, leyó, en las Confesiones de Aleister Crowley (1875-1947), el horóscopo que su autor había hecho de sí mismo, se dio cuenta de que contenía un error y se dirigió a él advirtiéndoselo. Tiempo después de recibir una carta de Crowley en la que le daba la razón, le llegó otra en la que le anunciaba
que iría a Portu
Ophélia Queiroz
gal para conocerle. Ahora bien, Crowley se había autoproclamado «la Bestia 666» y practicaba la magia negra, y esto llenó de temor a Pessoa, cuyos caminos ocultistas eran otros. Pero ¿qué podía hacer para evitar la visita? Crowley llegó a Lisboa acompañado de su amante de turno, la alemana Anni L. Jaeger, y se hospedó en un céntrico hotel. Es indudable que Pessoa y él debieron de hablar mucho, y hasta de hacerse amigos, una vez superado el recelo inicial del portugués. El caso es que, pasado algo más de un mes y medio, el 25 de octubre, la pitillera del mago y una carta escrita por él en estilo totalmente hermético fueron encontradas en la carretera de la Boca del Infierno de Cascaes, ciudad marítima próxima a Lisboa. Como en la carta, que era muy breve, se leía «No puedo vivir sin ti. La otra Boca del Infierno me agarrará, no será tan caliente como la tuya», se pensó en la posibilidad de un suicidio pasional, pues Crowley
había desaparecido y fue inútil cuanto se hizo por dar con él. Se pensó también en un crimen o en una simulación urdida por el mago, Pessoa y el periodista Ferreira Gomes, que, sobre ser ocultista, fue el primero que contó, en un reportaje aparecido en Noticias Ilustrado, las circunstancias del misterioso hallazgo. Alertada por el reportaje, la policía comprobó que, según sus registros, Crowley había atravesado la frontera española el día 23. Pessoa, que ya había sido llamado para identificar la pitillera, y para tratar de descifrar la carta, declaró en un artículo, aparecido también en Noticias Ilustrado, que el mismo día 23 había estado hablando con el mago y que éste le había dicho que se dirigía a Sintra, ciudad cercana a Casaes; además, y esto era lo más desconcertante, le había visto el día 24, es decir, el siguiente al de su supuesta salida de Portugal, en dos lugares céntricos de Lisboa. Por supuesto, Crowley sobrevivió varios años a esta aventura apócrifa que tanto divirtió a Pessoa.61 En el marco de los primeros años del régimen salazarista se desarrollaron los últimos de la vida de nuestro poeta y se produjeron dos episodios que considero de interés tratar aquí de la misma manera que ya lo he hecho en otro lugar. 62 El primero de ellos es la aparición del libro Mensagem, único de poesía en portugués publicado en vida por su autor. El segundo, la oposición pública a la política salazarista instrumentada por Pessoa a través de su célebre defensa de las sociedades secretas, proscritas por el Estado Nuevo. La primera idea de componer un libro profetice sobre Portugal la tuvo Pessoa en 1913, es decir, en la época de la profecía del Supra-Camoens, y como es natural, guardaba una estrecha relación con esta simbólica y real figura. El resultado fue que en octubre de 1934 disponía ya de ejemplares de dicho libro y que el 1 de diciembre fue puesto a la venta. Pero antes había ocurrido algo lamentable: Pessoa presentó Mensaje al recién instituido Premio Antero de Quental, que otorgaba la Secretaría de Propaganda Nacional, pero el galardón fue atribuido a otro libro, obra de un fraile, que carecía de todo valor poéti
ANTH
ROPOS/37
Emblemas masónicos
co. Como en el jurado había admiradores de Pessoa, los cuales le habían votado y quedado en minoría, ellos mismos consiguieron que le fuese concedido un premio de consolación. Se ha especulado mucho acerca de los motivos que pudieron impulsar a nuestro autor a presentarse a aquel premio con un libro de tan oscuro significado y tan críptico lenguaje, pero la verdad es que, siendo Mensaje, según parece, el anticipo de otro libro que habría de ser el auténtico mensaje del Supra-Camoens, nada parece más apropiado que el que precediese a los que recogerían las obras ortónimas y heterónimas base y fundamento de la literatura y de las creencias del Quinto Imperio, fuera precisamente éste. Apenas iniciadas, en 1935, las sesiones de la Asamblea Nacional, José Cabral presentó ante esta cámara un proyecto de ley contra las asociaciones secretas. Fue el momento escogido por Pessoa para mostrar públicamente su oposición al Estado Nuevo: en el número del 4 de
febrero del Diario de Lisboa lanzó un duro y razonado ataque contra aquel proyecto de ley y contra su autor. En este artículo, Pessoa defiende a la masonería y demuestra, de paso, un profundo conocimiento de la historia y la organización de las sociedades secretas. Afirma que no es masón ni pertenece a ninguna sociedad secreta pero declara su simpatía por ellas y advierte al gobierno de las desagradables consecuencias que pueden derivarse, para la política portuguesa, de sus ataques a la poderosa organización francmasónica. 38/ANTHROPOS
La reacción no se hizo esperar: no sólo contestó Cabral con un agresivo artículo, sino que hizo también que se desencadenase una campaña de prensa contra el poeta. Éste, sin inmutarse, y alentado tal vez por las escasas voces que se alzaron públicamente en su favor, empezó a preparar un trabajo en el que respondería por extenso a sus contradictores. No pudo terminarlo, o no quiso. Por una parte, estaba
empeñado en la preparación de un grueso volumen de su poesía que debía aparecer, y no apareció, en octubre de aquel mismo año; por otra, su salud, minada por el alcohol, no presagiaba nada bueno para un futuro inmediato. El 28 de noviembre sufrió un cólico hepático. El día siguiente fue internado en el hospital de San Luis de los Franceses, en el que murió el día 30, a los cuarenta y siete años de edad. 6. Apéndice sobre política y utopía Dice Joel Serráo que Pessoa escribió por ventura sobre temas políticos y sociológicos —muchas veces, añadamos, con espíritu profetice y utópico— desde 1907 hasta el año de su muerte.63 Pocos de entre estos escritos fueron publicados, y menos aún terminados, por su autor, lo que dio lugar a que, cuando el mencionado estudioso emprendió la tarea de preparar los tres volúmenes64 en que, finalmente, han aparecido muchos de ellos, renunciase a llevar a cabo la imposible tarea de su datación. Por ahora, me limitaré a dar noticia, siguiendo los resultados de las investigaciones llevadas a cabo por Serráo, de los principales proyectos de libros pessoanos sobre política y sociología. El primero de ellos estudiaría el cambio de régimen ocurrido en Portugal a principios de siglo y se titularía Da ditadura a república («De la dictadura a la república»). Además de para él, Pessoa tomó notas para, por lo menos, los siguientes: A República portuguesa, Teoría da república aristocrática, Estados contemporáneos, Introdugáo ao problema nacional, Portugal, A teoría dos períodos nacionais, Teoría do sufragio político, O nacionalismo liberal y Sociología política. Aparte de las tomadas para estas obras nunca concluidas, Pessoa dejó otras series de notas de entre las que me interesa destacar para los lectores españoles las relativas al iberismo y al sebastianismo, dada la imposibilidad de tratar ahora de la totalidad del rico y complejo pensamiento político pessoano. No obstante, remito al lector curioso a los estudios puestos por Serráo al frente de los tres libros mencionados, y posteriormente agrupados en el volumen Fernando Pessoa, cidadáo do imaginario (Livros Horizonte, 1981). Opinaba Pessoa que la cultura portuguesa sólo puede determinarse
con exactitud en función de las culturas del grupo de pueblos ibéricos, al que Portugal pertenece, y tan convencido estaba de la interdependencia cultural de nuestros países que llegó a escribir que «no es posible una futura civilización española ni una futura civilización portuguesa. Lo que es posible es una futura civilización ibérica, formada por los esfuerzos de España y Portugal». «Lo que supremamente conviene —dice en otra de sus notas— es crear desde ahora la ibericidad. Hacer que todas las energías de nuestras almas tiendan hacia un fin que esté más allá de cuantos fines inmediatos tengan.» Y es que, según él, «por más separados que ambos pueblos estén o se sientan, son ruedas del mismo eje que, por muy lejos que esté una de otra, son parte del mismo movimiento y tienen el mismo sentido de dirección». Son razones, estas del poeta portugués, que apuntan hacia un proyecto de unión cultural peninsular capaz de superar los recelos y malentendidos que, durante siglos, han impedido el entendimiento que sería de desear entre los dos estados vecinos, y que tienen por fundamento una observación atenta y objetiva tanto de la realidad contemporánea como de los datos proporcionados por la historia de ambos.65 Pero ¿en qué contexto político se producirá este entendimiento? Evidentemente, en el del Quinto Imperio; y es aquí donde el pensamiento profético de Pessoa exige una explicación, breve sí, pero que muestre cuando menos las líneas esenciales de su sebastianismo. Fernando Pessoa había publicado en 1915 un artículo que terminaba con estas reveladoras palabras: «Educar a las nuevas generaciones en el sueño, en el devaneo, en el culto prolijo y morboso de la vida interior, viene a traducirse en educarlas para la civilización y para la vida. Sobre ser fácil y agradable, el tratamiento es de resultado seguro». ¿En qué otro sueño, en qué otro devaneo que el sebastianismo podía estar pensando al redactar estas líneas? «Don Sebastián —escribió años después— cayó en Alcazarquivir, y presumiblemente allí murió», lo que no impide que su espíritu, lo que representó y todavía representaba, se encarnase en la figura del Encubierto profetizado por Bandarra. En 1934, Pessoa insistió en la idea: «Hay tan sólo una especie de propaganda con la que se puede levantar la moral de una nación —declaró a Augusto da Costa—, la
construcción o renovación, y la difusión consecuente y multímoda, de un gran mito nacional». «Tenemos afortunadamente —continuaba— el mito sebastianista, con raíces profundas en el pasado y en el alma portuguesa. Nuestro trabajo es, pues, muy fácil; no tenemos que crear un mito, sino que renovarlo. Empecemos por embebecernos de ese sueño, por integrarlo en nosotros, por encarnarlo. Hecho esto, independientemente por cada uno de nosotros y a solas consigo, el sueño se derramará sin esfuerzo en cuanto digamos y escribamos, y estará creada la atmósfera en que todos los demás, como nosotros, lo respiren. Entonces se producirá en el alma de la Nación el fenómeno imprevisible de donde nacerán los Nuevos Descubrimientos, la Creación del Mundo Nuevo, el Quinto Imperio. Habrá regresado Don Sebastián.» Según Pessoa, la historia nos muestra la existencia de cuatro grandes imperios: el griego, el romano, el cristiano medieval y el europeo, es decir, el que compendia a los imperialismos posteriores al Renacimiento. Falta pues, para que se cumplan las profecías sebastianistas, el futuro y definitivo Quinto Imperio, que es, precisamente, el que anuncia en su libro Mensaje. Ahora bien, siempre según Pessoa, hay tres clases de imperios: los de dominio, los de expansión y los de cultura. No voy a detenerme en las dos primeras, puesto que el Quinto, que es el que nos interesa ahora, será un imperio de cultura, es decir, «el que procura, no dominar materialmente, sino influir, dominar mediante la absorción psíquica. (Es un imperio de expansión espiritual.)». Portugal está perfectamente dotado para esta clase de imperialismo, puesto que «de las lenguas llamadas latinas, es la portuguesa la más rica y la más compleja». ¿Se comprende ahora el porqué de la heteronimia pessoana desde el punto de vista estilístico? Para el autor de Mensaje, el cultivo de las posibilidades expresivas del portugués era tan urgente que no podía esperar a que las futuras generaciones iniciasen la variada y rica literatura que había de ser la del Quinto Imperio, y
Sidónio Pais
por eso creó a sus poetas y prosistas, portadores, además, de un mensaje capaz de sintetizar lo que consideraba más válido del pensamiento religioso occidental de todos los tiempos. NOTAS 1. En Fernando Pessoa. El poeta es un fingidor (Antología poética), traducción, selección, introducción y notas por Ángel Crespo. Madrid. Espasa-Calpe, 1982. pp. 15-85. 2. La mejor bibliografía publicada hasta la fecha es la de José Blanco. Fernando Pessoa. Esbozo de urna Bibliografía, Imprensa Nacional Casa da Moeda / Centro de Estudos Pessoanos. Lisboa, 1983. 3. Jacinto do Prado Coelho renunció a hacerlo en su magnífica edición del Libro do desassossego. 4. Sobre el sebastianismo puede verse, en español, «El sebastianismo de Fernando Pessoa», en
A. Crespo, Estudios sobre Pessoa. Barcelona. Brugucra, 1984, pp. 61-94. 5. Conf. Joáo Gaspar Simóes. Vida e obra de Fernando Pessoa. Historia duma gera^áo. Lisboa. Livraria Bertrand, s/d [1950], tomo I, pp. 17-24. 6. Sobre la vida de Pessoa. y particularmente sobre sus estudios en África del Sur. deben consultarse estas obras: Hubert D. Jcnnings. «Alguns aspectos da vida de Fernando Pessoa na África do Sul», en Coloquio, n." 52. Lisboa, fevcrciro de 1969, pp. 64-69; Maria José de Lancastre, Fernando Pessoa. Urna fotobiografia, Imprensa Nacional Casa da Moeda / Centro de Estudos Pessoanos, Lisboa, 1981; Teresa Rita Lopes e Maria Fernanda Abreu, Fernando Pessoa. el eterno viajero, Lisboa, Secretaria de Estado de Cultura, 1981; y Alcxandrino E. Scverino, Fernando Pessoa na África do Sul, vols. I-II. Faculdade de Filosofía, Ciencias e Letras de Marília, Col. Teses, n." 8, 1969 y 1970. 7. Para sus lecturas, V. Cartas de Fernando Pessoa a Armando Cortes Rodrigues, introducto de Joel Serráo. Lisboa, Editorial Confluencia Lda., s/d [1945], pp. 88-92.
8. Es difícil de estudiar este corlo período de la vida de Pessoa. Horóscopo de Portugal que hizo Pessoa 9. Sus notas sobre filosofía han sido recogidas en gran parte en Fernando Pessoa. Textos filosóficos (2 vols.). estabelecidos e prefaciados por Antonio de Pina Coelho. Lisboa. Ática. 1968. 10. Fernando Pessoa. Páginas íntimas e de autointerpretagáo. textos estabelecidos e prefaciados por Georg Rudolf Lind e Jacinto do Prado Coelho. Lisboa. Ática, s d [1966]. p. 13. 11. Op. cit.. p. 10.
12. Conf. Op. cit.. pp. 61-62. 13. Conf. Op. cit.. p. 74. 14. V. Fernando Luso Soares. A novela policialdedutiía ein Fernando Pessoa. Lisboa. Diabril. 1976: y Maria Leonor Machado de Sousa. Fernando Pessoa e a literatura de ficqáo. Lisboa. Novaera. 1978. (En este último libro se reproduce el ms. de «A Very Original Dinner».) 15. Publicados en Fernando Pessoa. Poemas dramáticos, nota explicativa e notas de E.F.C. [Eduardo Freitas da Costa]. Lisboa. Ática. 1952. 16. Fueron agrupados y publicados los materiales de esta encuesta en Boavida Portugal. Inquériio literario. Lisboa. Livraria Clássica Editora. 1915. 17. Op. cit.. pp. 13-20. 18. Conf. Op. di., pp. 119-129. 19. Debe consultarse Teixeira de Pascoaes. Arte de ser portugués. Lisboa. Ediqoes Roaer Delraux. 1978 (la primera edición es de 1915). Puede verse Ángel Crespo. «Pascoaes y el arte de ser portugués». El País. Madrid. 28 de noviembre de 1985. en relación con Pessoa. 20. V. nota 7. 21. Conf. Inqnérito literario, pp. 28-32. 22. Op. cit.. p. 32. 23. Conf. Op. cit.. pp. 33-41. 24. Conf. Op. cit.. pp. 42-53. 25. Conf. Op. cit.. pp. 188-195. 26. Conf. Op. cit.. pp. 54-58. 27. Conf. Op. cit.. pp. 59-74. 28. Conf. Op. cit.. pp. 75-86. y en especial 83 ss. 29. Conf. Op. cit.. pp. 87-93." 30. Conf. Op. cit.. pp. 172 ss. 31. Quien responde en pp. 100-106. 32. Conf. Op. cit.. pp. 231-235. 33. Conf. Op. cit.. pp. 268-282. 34. Conf. Op. d/.. pp. 305-307. 35. Con mayor extensión he tratado este tema en «Fernando Pessoa. Caomoens y la profecía del Supra-Camoens». en Estudios sobre Pessoa. Op. cit.. pp. 23-57. 36. Conf. Inqnérito literario, pp. 138-150 37. Páginas íntimas, pp. 63-64. 38. Consultar la bibliografía de José Blanco citada en nota 2. 39. Este escrito ha sido recogido en Fernando Pessoa. Da república (1910-1935). recolha de tex- tos: Maria Isabel Rochela [e] Maria Paula Moráo, introducto e organizado: Joel Serráo. Lisboa. Ática. 1979. pp. 216-220. 40. Conf. Y.K. Centeno y Sthcphen Reckcrt, Fernando Pessoa. (Tempo. Solidao. Hermetismo). Lisboa. Moraes Editores. 1978. pp. 164 ss. 41. Cartas a Armando Cortes Rodrigues, p. 41. 42. Conf. G. Simóes. Op. cit. . vol II. pp. 60-63. 43. Las cartas de Pessoa parecen definitivamente perdidas: las de su amigo están reunidas en Mario de Sá-Carneiro. Cartas a Fernando Pessoa. 2 vols.. Lisboa. 1979. y en Arnaldo Saraiva. Correspondencia inédita de Mario de Sá-Carneiro a Fernando Pessoa. Porto. Centro de Estudos Pcssoanos, 1980. 44. Son especialmente angustiosas las que figuran en Op. cit.. en primer lugar. II. pp. 161-183. 45. V. Cartas de amor de Fernando Pessoa. organizaqáo. posfácio e notas de David MouráoFerreira. preámbulo e estabelecimento do texto de Maria da Grac,a Queiroz. Lisboa. Ática. 1978. 46. V. mi intento de reconstrucción de este libro: Fernando Pessoa. El regreso de
los dioses, traducción del portugués y del inglés, organización, introducción y notas de Ángel Crespo. Barcelona. Scix Barral. Í986. 47. Conf. Op. cit.. p. 19. 48. Páginas íntimas, pp. 68-69. 49. Conf. Op. cit.. pp. 69-74. 50. V. en Páginas intimas, p. ej.. el constante y acertado autoanálisis a que se sometía. En su biblioteca, se han encontrado varios libros sobre psicología y psiquiatría con notas autógrafas de Pessoa. 51. En Da república, p. 11. 52. En Portugal se llama modernismo al movimiento literario iniciado por la revista Orpheu, y no al paralelo al español de finales del siglo XIX y principios del presente que lleva entre nosotros el mismo nombre. 53. «La poesía de Eugenio de Andrade», en E. de Andrade. Antología poética (1940-1980), versión de A. Crespo, Barcelona, Plaza & Janes, 1981, pp. 12-13. 54. Conf. Fernando Pessoa, Textos de crítica e de intervenqáo. Ática, Lisboa, 1980. pp. 119131. 55. Conf. G.J. Simóes, Op. cit., II, pp. 201-212. 56. Puede verse A. Crespo, «La fama postuma, según Fernando Pessoa», en Estudios sobre Pessoa. pp. 277-287. 57. En Antonio Pina Coelho, Oí fundamentos filosóficos da obra de Fernando Pessoa, Lisboa, Verbo, 1971. p. 28. 58. Páginas íntimas, p. 83. 59. Recogido en Da república, pp. 391-404. 60. Este trabajo de Pessoa ha sido recogido en Da república, pp. 301-328. 61. Conf. G. Simóes. Op. cit.. II. pp. 265-275. 62. En la introducción a El Poeta es un fingidor. cit. en nota 1. 63. En «A busca pessoana do sentido de Portugal», en Fernando Pessoa, Sobre Portugal. Introduqao ao problema nacional, recolha de textos: Dra. Maria Isabel Rochela [e] Dra. Maria Paula Moráo, introduqáo e organizado: Joel Serráo, Lisboa. Ática, 1979. 64. Además de los citados en las notas 39 y 63, F. Pessoa. Ultimátum e páginas de sociología política, recolha de textos: Maria Isabel Rochela [e] Maria Paula Moráo, introduc.áo e organizaqáo: Joel Serráo. Lisboa, Ática, 1980. 65. Los texlos sobre iberismo han sido recogidos en Ultimátum pp. 159-195.
Espacio poético de Fernando Pessoa, por Costa Pinheiro, 1979
Cronología de Fernando Pessoa 1887 Septiembre, 19: Nace en Oporto el heterónimo Ricardo Reís. 1888 Junio, 13: Nace Fernando Antonio Nogueira Pessoa en el 4." piso, izquierda, del Largo de S. Carlos, n." 4, a las 3,20 de la tarde. Sus padres son Maria Madalena Pinheiro Nogueira, natural de la Isla Terceira, en Azores, de veintiséis años, y Joaquim de Seabra Pessoa, natural de Lisboa, de treinta y ocho años, funcionario público del Ministerio de Justicia y crítico musical del Diario de Noticias. Vive con ellos la abuela paterna, Dionísia, enferma mental, y dos viejas criadas, Joana y Emilia. El 21 de julio tuvo lugar su bautizo en la Iglesia de los Mártires, siendo sus padrinos la tía Anica, hermana de la madre, y el General Chaby. Supuesto nacimiento de Alberto Caeiro. 1889 Agosto, 15: Nacimiento del también heterónimo Alvaro de Campos. 1890 Gran Bretaña humilla a la Corona portuguesa con su Ultimátum. 1891 Mayo, 19: Nace Mario de Sá-Carneiro. Octubre, 15: Fecha del supuesto nacimiento de Alvaro de Campos. 1893 Enero: Nace Jorge, hermano de Fernando Pessoa. Julio, 13: Fallece tuberculoso Joaquim de Seabra Pessoa, padre de Fernando Pessoa, a los 43 años de edad. Noviembre, 15: La madre del poeta cambia su domicilio a la Rúa de S. Margal, 104, 3.", tras subastar gran parte de sus haberes. 1894 Enero, 2: Fallece el hermano Jorge. Traban conocimiento Dña. Maria Madalena Pinheiro Nogueira Pessoa, madre del poeta, y el comandante Joáo Miguel Rosa, su futuro padrastro. Fernando Pessoa crea su primer heterónimo, el Chevalier de Pas. 1895 Mayo, 3: La abuela paterna del poeta Dña. Dionísia Estrela de Elaborada a partir de las notas que Joáo Gaspar Simóos incluye en su Vida e obra de Fernando Pessoa. Historia de urna gera^áo. Amadora, Livraria Bertrand, 1981 (4. a ed.) (1." ed. en 1954). pp. 703-717. Corregida y ampliada a partir de la obra de María José de Lancastre. Fernando Pessoa. Urna fotobiogafia, Lisboa, Imprensa Nacional Casa da Moeda / Centro de Estudos Pessoanos. 1984 (3.a ed.), pp. 11-23.
Seabra Pessoa es internada en Rilhafoles. Era viuda del general Joaquim Antonio de Araújo Pessoa y vivía en compañía de Maria
Madalena. Junio: Joáo Miguel Rosa es nombrado cónsul interino en Durban (África del Sur), para donde parte al mes siguiente. Julio, 14: Se da el alta a Dña. Dionísia. Julio, 26: Fernando Pessoa escribe su primera poesía, la cuarteta «A mi querida mamá». Diciembre, 30: La madre del poeta y el Comandante Joáo Miguel Rosa (Cónsul de Portugal en Durban, en la colonia inglesa de Natal) se casan por poderes en la Iglesia de S. Mamede. Al novio le representó su hermano, el general Henrique Rosa. 1896 Enero, 6: Acompañados del tío-abuelo Cunha, parten para Durban Dña. Maria Madalena y su hijo Fernando Antonio. Viajan en el navio Funchal hasta Madeira y después en el paquebote inglés Hawarden Castle hasta el Cabo de Buena Esperanza. Fernando Pessoa será alumno en el convento de las hermanas irlandesas de West Street en Durban, donde aprende las primeras nociones de inglés y hace la primera comunión. Fallece en la isla Terceira la abuela del poeta, Dña. Madalena Xavier Pinheiro Nogueira. Noviembre, 27: Nace Henriqueta Madalena, primera hija del segundo matrimonio de Dña. Maria Madalena. 1898 Octubre, 22: Nace Madalena Henriqueta, segunda hija del matrimonio. 1899 Fernando Pessoa se matricula en la Durban High School, Form II B. Junio: Pasa a Form III - A. Diciembre: Gana el Form Prize en la Form III - A. Posible influencia en su formación de la figura carismática del director del Liceo, el Headmaster W.H. Nicholas, gran humanista, profesor de latín y profundo conocedor de la literatura inglesa. Crea al heterónimo Alexander Search. 1900 Enero, 11: Nace Luís Miguel, tercer hijo del matrimonio. Junio: Femado Pessoa pasa a Form III y es premiado en francés. Diciembre: Pasa a Form IV. 1901 Dña. Dionísia que había salido de nuevo de Rilhafoles, en donde
había sido internada por tercera vez, vive en Pedrouc,os con Dña. Rita Xavier Pinheiro y Dña. Maria Xavier Pinheiro de Cunha, tías del poeta. El comandante Joáo Miguel Rosa es nombrado cónsul de 1.a clase. Junio. El poeta se examina de la Cape School Higher Certifícate Examination. Junio, 25: Fallece Madalena Henriqueta. Escribe poesías en inglés. Agosto: Visita Portugal en el paquebote alemán Kónig. Su padrastro goza excedencia por un año. Le acompañan su mujer, el hijastro, los hijos Henriqueta Magdalena y Luis Miguel, así como la criada Paciécia. Transportan en el mismo barco el cuerpo de la hija difunta. La familia se instala en Pedrouqos y luego en la Av. de D. Carlos I, n." 109. 3.' izda. Agosto o Septiembre: Visita, con su madre, a la familia del Algarve que vivía en Tavira. 1902 Enero. 17: Nace Joáo Mana, cuarto hij o del matrimonio . misión en la Universidad del Cabo, realizado el año anterior. Lee a Milton, Byron, Shelley, Keats, Tennyson y Poe. Conoce a Pope y a su escuela. Lee a Carlyle. Escribe poesía y prosa en inglés. Crea a los heterónimos Charles Robert Aron y H.M.F. Lecher. Agosto, 16: Nace otra hija del matrimonio Rosa, María Clara. Diciembre: Se presenta a la «Interme díate Examination» en Artes, en la Universidad del Cabo, alcanza buenos resultados y concluye su formación escolar en África del Sur. 1905 Agosto: Parte solo para Lisboa, a bordo del navio alemán Herzog, confiado a los cuidados de un oficial de a bordo, con el fin de matricularse en el Curso Superior de Letras. En Lisboa permanece algún tiempo
Lee a los filósofos griegos y alemanes, a los decadentes franceses y un libro que ejerció en él una gran influencia, La Dégénérescence de Max Nordau. 1907 Mayo: Cuando su familia regresa a Durban, Fernando Pessoa va a vivir a casa de las tías-abuelas maternas, Rúa de Bela Vista, 17, 1." (Lapa). Agosto (?): Muere Dña. Dionísia Estrela de Seabra Pessoa. Abandona el poeta el Curso Superior de Letras a causa de la huelga estudiantil contra una medida del dictador Joáo Franco. Agosto: Viaja a Portalegre para comprar material para instalar una tipografía en Lisboa, que se establece en la Rúa de Conceic,áo de Gloria, 38-40 con el nombre Empresa Ibis - Tipografía Editora - Oficinas a Vapor, y que no llega a funcionar con normalidad. El dinero provenía de una pequeña herencia de la abuela Dionísia. Rechaza la oferta de buenos empleos porque incluían obligaciones de horario que supondrían un obstáculo a la realización de su obra literaria. 1908 Entra en el mundo comercial como «corresponsal extranjero».
Se instala solo en la Rúa de Gloria, n." 4, entresuelo. Cambia, una vez más, su vivienda al Largo do Carmo, n." 18, 1.". Intercambia opiniones sobre lecturas poéticas con el culto general Henrique Rosa, hermano de su padrastro. Escribe los primeros fragmentos del Fausto. 1910 Joáo Miguel Rosa es transferido a Pretoria. Octubre, 5: Se proclama la República. (En febrero de 1908 habían sido asesinados el rey y el príncipe heredero). Diciembre: Se funda en Oporto la revista A Aguia, I.'1 fase.
ANTHROPOS/41 Fernando Pessoa a los 7 años
1911 establece en Lisboa el americano Killoge, que organiza una an Mayo: De visita, o para liquidar la herencia de la abuela Madalena. Pessoa y los suyos viajan a la isla Terceira (Azo
Se
res) donde vive la familia materna. Allí escribe la poesía «Cuando ella pasa». Junio: La familia del poeta regresa a Durban. Septiembre: Fernando Pessoa regresa por su cuenta a Durban en el vapor alemán Herzog y se matricula en la Commercial School de Durban. Intenta escribir novelas en inglés. 1903 Diciembre: Se presenta al examen de admisión en la Universidad del Cabo de Buena Esperanza. 1904 Febrero: Regresa a la High School y entra en la Form IV. Febrero. 20: Fecha del oficio en que se le comunica que ganó el Premio Rei na Victoria por su ensayo en inglés pre sentado como prueba de examen de ad en casa de su tía-abuela María Cunha, en Pedrouqos, para alojarse posterior mente con la tía Anica, hermana de su madre, y sus hijos, en la Rúa de Sc,áo Bento. n. ' 19. 2." izda. Lee a autores ingleses, especialmente a Milton. Conoce a Baudelaire, a Cesá reo Verde y percibe la influencia de «subpoetas portugueses» leídos en la in fancia. Sigue escribiendo poesía y prosa en inglés. 1906 Septiembre: Vuelven a Portugal, en vacaciones, el comandante Joáo Miguel Rosa y la familia. Octubre. Llegan a Lisboa y se insta lan en la Calcada da Estrela, n." 100,
1 .•' . Fernando Pessoa va a vivir con ellos. Se matricula en el Curso Superior de Letras. Diciembre, 11: Maria Clara fallece en Lisboa. tología de autores universales traducidos al portugués para publicar en Brasil. Fernando Pessoa se encarga de la traducción de los poetas. 1912 Enero: En Oporto se funda la Renascenqa Portuguesa. Abril: Fernando Pessoa publica en A Águia, órgano de la Renascenc,a Portuguesa, dirigida en el momento por Teixeira de Pascoaes, su primer artículo, «La Nueva poesía portuguesa sociológicamente considerada». Mayo: Publica en la misma revista un segundo artículo, «Reincidiendo». Nace Ricardo Reis en la mente del poeta. Mario de Sá-Carneiro publica la pieza Amistad, escrita en colaboración con Tomás Cabreira Júnior. Septiembre: En el periódico República se inicia una «Indagación litera 42/ANTHROPOS
ria» promovida por Boavida Portugal. Octubre: Mario de Sá-Carneiro viaja a París y se matricula en la Sorbona. Comienza la correspondencia entre ambos poetas. Noviembre: Publica en A Águia, en tres fascículos seguidos, «La nueva poesía portuguesa en su aspecto psicológico». Mario de Sá-Carneiro publica el libro de cuentos Principio. Fija su residencia en la casa de su tía Dña. Ana Luisa Nogueira de Freitas, tía Anica, en la Rúa de Passos Manuel, 24, 3." piso, izda. 1913 Enero: Proyecta publicar un libro de versos intitulado Gladio. Febrero: Raúl Leal publica La libertad trascendente. Febrero, 22: Mario de Sá-Carneiro envía a Fernando Pessoa su primera poesía. Marzo, 1: Fernando Pessoa publica en la revista Teatro un artículo de crítica al libro de Afonso Lopes Vieira Bartolomé marinero, intitulado «Nauragio de Bartolomé». Marzo, 8: Nuevo artículo en la revista Teatro, «Cosas estilísticas que sucedieron».
Marzo, 22: Anuncia a Alvaro Pinto, secretario de A Aguia, que Boavida Portugal va a publicar su Indagación literaria, inicialmente promovida en República, y que él, Fernando Pessoa, prepara un Panfleto en defensa de Renascenga Portuguesa. Piensa publicar un panfleto sobre la autoría de la obra de Shakespeare. Marzo, 29: Escribe la poesía «Pauis» («Pantanos»). Marzo: Se inaugura, en Lisboa, la primera exposición de José de Almada Negreiros. Abril: Fernando Pessoa publica en A Aguia el artículo «Las caricaturas de Almada Negreiros» y conoce al artista. Mayo: Mario de Sá-Carneiro envía a Pessoa las poesías para el libro Dispersión. Fernando Pessoa escribe en inglés el poema «Epitalamio». Junio, 23: Sá-Carneiro llega a Lisboa. Agosto: Fernando Pessoa publica en A Aguia, «En la floresta de la enajenación». Octubre, 11, 12: Escribe El marinero, drama estático. Octubre: Revisa las pruebas de Dispersión de Sá-Carneiro. 1914 Febrero: Publica, en la revista lisboeta A Renascenqa, número único, Impresiones del crepúsculo (poesías «El destino de mi aldea» y «Pantanos». El «paulismo» está en franco desarrollo. Sá-Carneiro regresa a Portugal. Colecciona y traduce al inglés, a propuesta de un editor de Londres, 300 proverbios portugueses. Marzo, 8: Surge Alberto Caeiro. «Día triunfal» en el que también escribe Lluvia obliqua, texto clave interseccionista. Marzo: Escribe la Oda Triunfal, atribuida a Alvaro de Campos, que publica con fecha de junio. Enseguida escribe Opiario, poesía del mismo heterónimo. Mayo: Cambia su domicilio a la Rúa Pascoal de Meló, 119, 3." dcha., casa de la tía Anica —Dña. Ana Luisa Nogueira de Freitas—, con quien reside. Escribe fragmentos de la Teoría de la República Aristocrática. Junio, 16: Escribe la primera poesía de Ricardo Reis. Julio, 13: En carta a Sá-Carneiro, de nuevo en París, declara haber
alcanzaEscribe fragmentos para el Libro del Desasosiego del semiheterónimo Bernardo Soares. Rompe con el grupo de la Renascenga Portuguesa. 1915 Escribe en inglés el poema «Antinoo». Febrero, 20: Entra en prensa el primer número de Orpheu. Febrero, 25: Publica en Galera, de Coimbra, el artículo «Para la memoria de Antonio Nobre». Abril: Sale el primer número de Orpheu, que provoca grandes reacciones. Dirigen la publicación Luís de Montalvor y Ronald de Carvalho y colaboran, además de los dos citados, Fernando Pessoa, el heterónimo A. de Campos, Sá-Carneiro, Alfredo Pedro Guisado, José de Almada Negreiros y Armando Córtes-Rodrigues.
La madre de Fernando Pessoa, D. Maria Magdalena, en su casa de Durban
do el período completo de su madurez literaria. Julio: Santa Rita Pintor anuncia a SáCarneiro que piensa regresar a Lisboa «para realizar su obra e imponerse socialmente», y traer consigo
la autorización de Marinetti para publicar sus manifiestos «futuristas». Agosto, 5: Sá-Carneiro viaja de París a Barcelona. Octubre: El grupo que realizará Orpheu se cita en la Cervecería Jansen, en la Rúa Vítor Cordón. Noviembre: La tía Anica parte para Suiza con su hija y su yerno, y Fernando Pessoa, completamente desesperado de la familia, deprimido, es acogido en una habitación prestada en la Leitaria Alentejana, en la Rúa Almirante Barroso, 12. Sá-Carneiro, que está en Lisboa, publica Cielo en fuego. Alquila un cuarto en la Rúa Estefanía. Abril 8: Aparece en O Jornal, gaceta de Boavida Portugal, la primera crónica de Fernando Pessoa, «Crónica de la vida que pasa». Abril. 11: Segunda «Crónica de la vida que pasa». Abril, 18: Tercera «Crónica de la vida que pasa». Abril, 21: Cuarta «Crónica de la vida que pasa». Abril, 22: O Jornal publica la protesta de los conductores de Lisboa contra una de las crónicas de Pessoa y éste es expulsado de la redacción del periódico. Mayo, 13: En el panfleto Eh Real! de Joáo Camoesas, Fernando Pessoa publi
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Pessoa en sus primeros años en Lisboa
ca el artículo «El prejuicio del orden». Junio, 11: Escribe la «Oda a Walt Whitman». Julio: Se publica el segundo número de Orpheu. Los directores son ahora Fernando Pessoa y Sá-Carneirp. Colaboran en el mismo, amén de los citados, Campos, Violante de Cysneiros (seudónimo de Cortes-Rodrigues), Eduardo Guimaráes, Raúl Leal, Santa-Rita Pintor y Angelo de Lima, internado en
el hospital psiquiátrico de Rilhafoles. Julio, 6: Envía al periódico A Capital, firmada por Alvaro de Campos, una carta a propósito de la noticia publicada en el mismo diario anunciando un espectáculo «futurista», en la que se hace referencias irritantes al desastre de que fuera víctima el Dr. Alfonso Costa. Julio, 7: Los demás colaboradores de Orpheu se dirigen a A Capital, desaprobando la carta de Alvaro de Campos. Alfredo Pedro Guisado y Antonio Ferro escriben a O Mundo desligándose de Orpheu. Julio, 11: Mario de Sá-Carneiro regresa precipitadamente y de incógnito a París y comunica a Fernando Pessoa que , por motivos económicos, había que suspender el proyecto de Orpheu 3. Agosto: Intensa actividad de los heterónimos. Septiembre: Fernando Pessoa traduce para la Livraria Clásica el libro Compendio de Teosofía de C.W. Leadbeater, primer número de la «Colección Teosófica y Esotérica», para la que traducirá diversos volúmenes. Noviembre: Posible muerte de Alberto Caeiro. Diciembre: Enferma en Pretoria, víc 44/ANTH ROPOS
tima de una apoplejía, la madre del poeta. 1916 Enero: Fernando Pessoa piensa establecerse, como astrólogo, en Lisboa. Marzo: Aparecen en el poeta fenómenos de mediumnidad. Marzo, 5: Sá-Carneiro ruega a Fernando Pessoa, en carta enviada de París, que pida a su ama su cadena de oro, la empeñe y le envíe el dinero. Marzo, 15: Fernando Pessoa envía a París 160 francos para Sá-Carneiro. Marzo, 31: Sá-Carneiro escribe a Fernando Pessoa anunciándole que va a suicidarse.
Abril, 4: En una postal declara haber suspendido el trágico desenlace. Abril, 18: Última carta de Sá-Carneiro. Abril, 26: Fernando Pessoa escribe a Sá-Carneiro, carta que no llega a terminar. Mario de Sá-Carneiro se suicida ese mismo día en París en el Hotel de Niza, rué Victor Massé, 29. Abril: Aparece en Lisboa la revista Exilio en la que colabora Fernando Pessoa con el poema «Hora Absurda». José de Almada Negreiros publica el Manifiesto Anti-Dantas. Sus cambios de residencia son frecuentes. Vive sucesivamente en cuartos alquilados en la Rúa Antero de Quental, Rúa Almirante Barroso y finalmente en la Rúa Cidade da Horta. Septiembre: Se anuncia la aparición del número tres de Orpheu, que no llega a efectuarse, donde Fernando Pessoa piensa publicar sus poemas ingleses. En el número único de la revista Centauro, dirigida por Luís de Montalvor, publica Fernando Pessoa los catorce sonetos «Pasos de Cruz». 1917 El comandante Sidónio Pais es proclamado presidente y posteriormente es asesinado. El gobierno portugués interviene en la guerra mundial colaborando con Francia. La guerra inquieta profundamente a Fernando Pessoa. Reside ahora en la Rúa Bernardino Ribeiro, 11, 1.". En la Rúa de S. Juliáo, 45, 2.", abre, en sociedad con A. Ferreira Gomes y Geraldo Coelho de Jesús, ingeniero, una oficina de comisiones y consignaciones, que luego pasará a la Rúa do Ouro, 87, 2.". José de Almada Negreiros publica La planchadora, y Mario Saa El evangelio de S. Vito. Abril, 14: Se pronuncia, en el Teatro República, la conferencia de José de Almada Negreiros, «Ultimátum futurista a las generaciones portuguesas del siglo XX». Noviembre: Se publica el número único de la revista Portugal Futurista, que incluye poesías de Fernando Pessoa ortónimo y el «Ultimátum» de Alvaro de Campos. 1918 Publica en dos plaquettes, «Antinoo» y «35 Sonetos».
Abril, 29: Fallece Santa Rita Pintor. Su voluntad última fue que su obra fuera pasto de las llamas. Se disuelve la sociedad comercial en la que participaba Fernando Pessoa. Antonio Botto publica Cantigas de Saudade. Septiembre, 19: El suplemento literario del Times de Londres y el Glasgow Herald prestan atención, en notas de crítica, a los poemas ingleses de Fernando Pessoa. Octubre: Muere Amadeo Souza-Cardoso víctima de la epidemia de gripe española. Diciembre: Es asesinado Sidónio Pais, dictador al que Fernando Pessoa dedicó un poema, «En memoria del Presidente-Rei Sidónio Pais», en 1928. Portugal entra en una grave crisis política. La residencia del poeta está ahora en la Rúa Sto. Antonio dos Capuchos. 1919 Abril, 12: Aunque ya tenía por muerto a Alberto Caeiro, Pessoa escribe los Poemas Inconjuntos bajo el nombre de este heterónimo y con fecha de 1913-14. Ricardo Reís parte para Brasil. Antonio Botto publica Cantares. Octubre, 5: Fallece en Pretoria el comandante Joáo Miguel Rosa, cónsul, padrastro del poeta. Vive ahora en la Av. Gomes Pereira, en Benfica. Escribe ensayos políticos, de los que publica «Cómo organizar Portugal» y «La opinión pública» en Acgáo, órgano del Núcleo de Acción Nacional. 1920 Enero, 30: La revista inglesa The Atheneum publica un poema de Fernando Pessoa intitulado «Meantime» y el soneto «Abdicación» en Resurrección. Marzo, 1: Fernando Pessoa escribe su primera carta de amor, dirigida a Ophélia Queiroz, a quien había conocido en la oficina «Félix, Freitas e Vallados». Marzo, 28: Cambia su domicilio a la Rúa Coelho da Rocha, 16, 1.° dcha., donde enseguida vivirá con su madre y hermanos. Marzo, 30: A bordo del Lourengo Marques, Dña. María Madalena, madre de Fernando Pessoa, y sus tres hijos llegan a Lisboa. Llega a Lisboa el cuerpo del padrastro del poeta. Bajo el nombre de A.A. Crosse participa asiduamente en los concursos de acertijos del Times.
Octubre. 15: Enfermo de grave depresión. Pessoa piensa internarse en una casa de salud. Escribe la serie de poemas ingleses que titula Inscriptions. Antonio Botto publica Canciones. Noviembre: Rompe sus relaciones con Ophélia Queiroz. 1921 Almada Negreiros publica Invención del Día Claro, y Mario Saa Poemas heroicos de Simáo Vaz de Camóes y Portugal cristiano nuevo.
Funda la editorial «Olisipo», en donde publica sus English Poems I y II y English Poems, III. Mario Saa publica Camóes en la Gran Mentira. 1922 Mayo: Aparece el primer número de Contemporánea, fundada y dirigida por José Pacheco, que incluye «El banquero anarquista» de Fernando Pessoa. Olisipo publica la segunda edición de las Canciones de Antonio Botto. Septiembre: En el número tres de Contemporánea publica «Antonio Botto y el ideal estético en Portugal». Noviembre: El cuarto número de Contemporánea incuye «Mar portugués», un artículo de Alvaro Maia, «Literatura de Sodoma», contra el anterior escrito de Fernando Pessoa sobre Antonio Botto, y una carta de Alvaro de Campos a José Pacheco. Noviembre, 16: El periódico O Dia incluye un artículo de Raúl Leal que lleva como título «Antonio Botto y el sentido íntimo del ritmo». Diciembre: En el númeo seis de Contemporánea publica el poema de Fernando Pessoa, «Navidad». 1923 Enero: El número siete de Contemporánea incluye «Trois Chansons Mortes» de Fernando Pessoa. Febrero: Raúl Leal publica su folleto Sodoma Divinizada en la editorial Olisipo. El escrito de Leal, que fue dado a la luz con el pseudónimo de Henoch, provocó apasionadas reacciones. El Gobernador Civil hace secuestrarlo, al igual que las Canciones de Botto. Febrero, 22: El periódico A Época anuncia la formación de un grupo de estudiantes que se propone morigerar las costumbres y que se llamará la Liga de Acción de los Estudiantes de Lisboa. Febrero: El número ocho de Contemporánea publica la poesía de Alvaro de Campos «Lisbon revisited» y «Carta al autor de "Sacha"» de Fernando Pessoa. Marzo: En el número nueve de la citada revista aparece la poesía en inglés «Spell». Marzo, 6: La Liga de Acción de los Estudiantes de Lisboa publica el Manifiesto de los Estudiantes de las Escuelas Superiores de Lisboa, ofensiva contra la denominada «literatura de Sodoma».
Alvaro de Campos hace circular en Lisboa sus Sobre un Manifiesto de Estudiantes y Aviso a causa de la Moral. Abril: Fernando Pessoa sale en defensa de Raúl Leal, el cual había sido atacado en un manifiesto de los estudiantes de Lisboa, y distribuye su escrito Sobre un manifiesto de estudiantes. Raúl Leal publica un nuevo manifiesto, Una lección de moral a los estudiantes de Lisboa y el desenmascaramiento de la Iglesia Católica. Julio, 17: Firma el escrito de protesta de intelectuales portugueses —Raúl Brandáo, Antonio Sergio, Aquilino Ribeiro, Luis de Montalvor, Jaime Cortesáo— contra la prohibición de la censura de Mar Alto de Antonio Ferro. Antonio Botto publica Motivos de Belleza. 1924 Fallece el General Henrique Rosa. Mario Saa publica La invasión de los judíos, donde Pessoa es uno de los personajes analizados. Octubre: Aparece el primer número de la revista Alhena dirigida por Fernando Pessoa y el pintor Ruy Vaz. En el número de diciembre, Alvaro de Campos publica «Notas para una estética no-aristotélica». Antonio Botto publica Curiosidades estéticas. Surge en Francia el movimiento surrealista. 1925 Febrero: Se publica el número 5 de Alhena, el último de la revista. Marzo, 17: Fallece, en la Quinta de los Mariscales, en Buraca, Dña. Maria Madalena, madre de Fernando Pessoa. Antonio Botto publica Pequeñas esculturas. 1926 Mayo, 28: Golpe militar que acaba con la Primera República y establece la dictadura. Casualmente, el mismo día el Jornal do Comercio e das Colonias publica su respuesta a una entrevista de cariz político. Agosto: Fernando Pessoa pide la patente de invención de un Armario indicador sintético, por nombres y otras clasificaciones cualesquiera, que puede ser consultado en cualquier lengua. Dirige, con su cuñado, el coronel Francisco Caetano Dias, la Revista de Comercio e Conlabilidade, en donde Fernando Pessoa publica «La esencia del Comercio». Septiembre, 17: Alvaro de Campos responde a unas preguntas del
periódico La Información. Publica en el periódico O Sol (número 1) un artículo sobre el Cuento de Vigário. En el primer número de la tercera serie de Contemporánea aparece la poesía «El niño de su madre». 1927 Marzo, 10: Se publica en Coimbra el primer número de Presenta, «hoja de arte y crítica». Abril, 8: José Regio publica, en el número 3 de Presenta, el artículo «De la generación modernista», primera referencia estimativa de la nueva generación a la obra del «Mestre» Fernando Pessoa. Junio, 4: Fernando Pessoa comienza su colaboración en Presenta con la poesía «Marina».
Pessoa con Vitoriano Braga
Junio,
13:
Publica en bnparcial un artículo sobre Luis de Montalvor. 1928 Antonio de Oliveira Salazar es nombrado ministro de Finanzas. Mario Saa publica La explicación del Hombre. Fernando Pessoa publica Interregno. Defensa y justificación de la
dictadura militar en Portugal, manifiesto político del Núcleo de Acción Nacional, que debía haber salido sin firma. Agosto. 12: Publica en Noticias Ilustrado el artículo «El provincianismo portugués». Diciembre. Publica en Presenta el «índice Bibliográfico» escrito de su puño y letra. 1929 Comienza a publicar, en Sohtqao Editora, una Antología de poetas portugueses modernos (esta editorial había sido creada el año anterior por el poeta. José Pacheco. Mario Saa, Antonio Botto y otros). Junio: Se publica, en el libro Temas de Joáo Gaspar Simóes. el primer estudio crítico sobre la poesía del poeta. Renace la amistad con Ophélia. sobrina del poeta Carlos Queiroz. amigo de Fernando Pessoa. Septiembre. 9: Fernando Pessoa alimenta el proyecto de abandonar Lisboa para establecerse en los alrededores, preferentemente en Cascáis, para realizar su obra definitiva. 1930 Correspondenci a con Aleister Crowlev. Septiembre, 2: Llega a Lisboa, en visita al poeta, el mago inglés Aleister Crowley. Septiembre, 25: Crowley desaparece en circunstancias «misteriosas» en la Boca do Inferno, Cascáis. Octubre, 5: El_periódico Noticias Ilustrado publica las declaraciones de Fernando Pessoa sobre la «misteriosa» desaparición de Crowley. Intensa producción heteronímica. 1931 Octubre: Publica en Presenga la traducción del Himno a Pan, del citado Crowley. En extensa carta a Joáo Gaspar Simóes en torno a la ficción literaria ironiza sobre las teorías de Freud. En este año debe situarse su definitiva ruptura con Ophélia Queiroz. 1932 Septiembre, 16: Solicita, mediante concurso documental, la plaza de conservador-bibliotecario del Museo-Biblioteca Conde de Castro Gimaráes, en Cascáis, solicitud que no es satisfecha. Escribe un prefacio al libro de poemas Alma errante, de su amigo Elieser Kamenezky. Noviembre: Publica «El caso mental portugués» en la revista Fama,
dirigida por Augusto Ferreira Gomes. Salazar es nombrado presidente del Consejo. 1933 Febrero: Atraviesa una grave crisis de neurastenia, pero continúa su actividad literaria (ortónima).
Abril, 2: Prepara el original de los Indicios de oro, de Mario de Sá-Carneiro, que editará Presenta. Estado Nuevo en Portugal. Se elabora una nueva Constitución y se promulga el Estatuto del Trabajo Nacional. 1934 Escribe el prefacio para el volumen Quinto Imperio de Augusto Ferreira Gomes. Gran actividad literaria de Alvaro de Campos. Diciembre, 1: Aparece Mensaje.
Diciembre, 31: Se le concede, por la publicación anterior, el Premio «Antero de Quental» de «segunda categoría» del Secretariado de Propaganda Nacional; el premio de «primera categoría» se concede al libro Romería de Vasco Reis. El pretexto para esta decisión fue el reducido número de páginas de Mensaje. En carta de 28 de noviembre de 1935 al periódico lisboeta O Jornal, Reis Ventura (que en 1934 firmaba como Vasco Reis) hace la siguiente confesión: «A pesar de que en aquel tiempo era aún un muchacho hinchado de vanidad, nunca dejé de comprender que, al lado de Mensaje, mis versitos de adolescente ni siquiera existen. Quien ganó el Primer Premio de Poesía Portuguesa, en 1934, fue Fernando Pessoa con su libro Mensaje». 1935 Enero: Escribe una extensa carta a Adolfo Casáis Monteiro sobre la génesis de los heterónimos. Enero, 30: Piensa publicar antes de octubre su primer gran libro. Febrero, 4: Publica en Diario de Lisboa su polémico artículo «Asociaciones Secretas» contra una propuesta de ley presentada a la Asamblea Nacional para la prohibición de las asociaciones secretas, dirigida principalmente contra la Masonería. En el número tres de Sudoeste, revista dirigida por Almada Negreiros, publica la nota «Nosotros, los de "Orpheu"». En el mismo número, Alvaro de Campos colabora con «Nota al acaso». Noviembre. 29: Es internado, con un cólico hepático, en el lisboeta hospital de San Luis de los Franceses. Noviembre, 30: Fallece en el mismo hospital a las 20,30. Muere también en Brasil Ricardo Reis. Diciembre, 2: Enterrado en el Cemitério dos Prazeres, junto a su abuela Dña. Dionísia. (A mediados de octubre de 1985 su cuerpo fue trasladado al claustro de los Jerónimos.)
Última fotografía de Fernando Pessoa, tomada por A. Ferreira Gomes
TEXTOS Y NOTAS A través de diferentes estudios se analiza la presencia de Pessoa en España, su incidencia en el contexto sociopolítico y cultural de su tiempo, y se abordan diferentes aspectos de su pensamiento y de su obra. Fernando Pessoa en un dibujo de Almada Negreiros
Pessoa y España César Antonio Molina Hablar de la relación entre Fernando Pessoa y España, es tanto como hacerlo de los vínculos culturales entre su país y el nuestro a lo largo de un amplio período de tiempo que va desde comienzos del presente siglo hasta la guerra civil. Época extraordinariamente rica en sucesos literarios y artísticos para ambos pueblos que, desde entonces, sentaron unas mínimas bases para un futuro entendimiento solamente producido en estos últimos años precisamente bajo la sombra protectora del autor de El libro del desasosiego. 1 La múltiple obra pessoana sirvió de llave para el descubrimiento (o redescubrimiento en algunos casos) de toda una tradición ignorada dolorosamente por sus vecinos. Luis Buñuel, en Mi último suspiro, 2 cuando habla una vez de un viaje a Portugal, dice algo así como: «... Ese país que para los españoles está más lejos que la India». A esta opinión tan compartida a través de diferentes generaciones de intelectuales españoles, se le podría poner como contrapartida paralela la opinión de uno de los poetas portugueses contemporáneos más interesantes, Ruy Bello, fallecido a temprana edad después de haber sido lector de portugués en la Universidad de Madrid. Éste escribía en el prólogo a la segunda edición de su poemario titulado Aquele grande rio Eufrates, «... Madrid urna das ciudades do mundo mais distantes de Lisboa». Sin embargo, esto no siempre fue así de manera tan categórica. Durante las dos o tres primeras décadas de este siglo (la edad de plata que hoy intentan revivir), las relaciones culturales entre ambos países fueron parcialmente intensas. Los pueblos continuaban dándose la espalda, mientras que una pequeña pero inquieta élite intelectual trataba de poner las bases para un entendimiento mucho más amplio. Prueba
fehaciente de ello lo marcan tres aspectos (habría muchos más) a los que me referiré a continuación, una vez enunciados. La presencia de escritores portugueses en la prensa literaria de esa época, la labor extraordinaria de Ramón Gómez de la Serna como publicista mayor de nuestro vecino país y, por último, la prolífica estancia de Almada Negreiros en España. No me voy a remontar aquí a la presencia de los escritores portugueses en la prensa literaria del XIX, pero quisiera recordar un dato muy poco conocido. La Revista de Galicia que fundó y dirigió D.a Emilia Pardo Bazán, durante el año 1880, en su ciudad natal de La Coruña, sirvió de campo de batalla para los naturalistas y antinaturalistas hispano-lusogalos. En algún momento se produjo tal crispación que un vecino atlántico llegó a afirmar que Emilio Zola era más importante que Miguel de Cervantes. Avanzado ya el presente siglo, en el año 1919, se edita la revista Cosmópolis, especie de tardío Mercure de France. Dura hasta 1922 teniendo como director a E. Gómez Carrillo y, en los últimos meses, a A. Hernández Cata. Si la literatura francesa (como en casi todas las publicaciones de la época) acapara el mayor espacio, aquí comparte esta primicia con lo hispanoamericano y portugués. En casi todos sus números se incluyeron densas crónica literarias de Portugal escritas por Carmen de Burgos (Colombine), una inteligente «cortesana» literaria, de quien da buena cuenta Rafael Cansinos Assens en sus memorias. 3 Colombine, que compartió con Ramón Gómez de la Serna algo más que su amor por Portugal, manifiesta su entusiasmo por el mundo cultural
ANTHROPOS/47 Meu Alvaro Cebreiro da Galiza Interprete da vida que murmura Ñas arvores, nos montes e na brisa... E da alma divina que fulgura, Atravez d'esta máscara indecisa Que é nossa humana e trágica figura, Em ti, saudo a mistica tristeza Da térra máe da térra portugueza!9
y artístico de la nación vecina. Sus magníficas crónicas periodísticas están sazonadas de notas críticas y traducciones. Ec,a de Queirós, Guerra Junqueiro, Camilo Pessanha, Mario de Sá Carneiro o Teixeira de Pascoaes son, entre otros muchos, los autores más veces nombrados. Pascoaes, el inspirador del «saudosismo», es sin lugar a dudas el más impenitente colaborador portugués en la prensa literaria española de ese tiempo. En Prisma, revista internacional de poesía dirigida por Rafael Lozano desde París (1922), se le otorga un lugar preferente. Alvaro Cebreiro le dibuja una de sus caricaturas más divulgadas. El pintor y dibujante gallego será su mejor corresponsal en España. Las revistas galaicas del momento (Alfar, Nos, Ronsel, etc.) lo acogen como un maestro. Pero —curiosamente— Pascoaes no conocerá Galicia. En el año 1923 habla en la Residencia de Estudiantes de Madrid y, por invitación de D'Ors, viaja a Cataluña. En esa conferencia madrileña comentó que: «El alma ibérica tiene dos caras diferentes e inconfundibles, la cara "saudosa" y la cara quijotesca; una profundamente dramática, creada en las estepas castellanas; y la otra esencialmente elegiaca, ajena a los yermos sombríos de Portugal y Galicia».4 Teixeira de Pascoaes mantuvo, además de con Alvaro Cebreiro, una intensa y continuada correspondencia con otros escritores gallegos como Vicente Risco, Noriega Várela, Xoan Vicente Viqueira, etc. En esas mismas publicaciones gallegas donde colabora el poeta portugués, fundamentalmente en Nos y A Nosa Terra (esta última dirigida en un largo período por Antonio Villar Ponte, otro de los amigos de Teixeira a quien parece ser visitó), se recrudece la campaña en favor del
mayor acercamiento del gallego a su lengua hermana, así como son muchas las voces que claman por un mejor intercambio cultural. Esta sería la fase previa para una futurible unidad política. Portugal y el apoyo en favor de la independencia de Irlanda, son dos ejes obsesivos en la prensa cultural y literaria del noroeste. El mundo cultural del país vecino está tan vivo en Galicia que, como algo normal, se incluyen 48/ANTHROPOS
José de Almada Negreiros
numerosos anuncios. En la revista viguesa Vida Gallega destacan aquellos tan llamativos del Café Martinho das Arcadas. Uno de los casos más llamativos de la presencia de la literatura portuguesa en la prensa literaria española se produce en la revista Alfar. 5 Enrique Diez Cañedo fue quien se dedicó a traducir a poetas portugueses como Joáo de Deus, Joáo de Barros, Afonso Lopes Vieira y Antonio Nobre. El primero de todos era un poeta e intelectual de corte tradicional, imbuido de cierto catolicismo popular. Para Antonio José Saraiva y Osear Lopes, «a sua lirica amorosa e a sua sátira conservam-se muito mais modernas do que o sentimentalismo ultraromántico e a poesia panfletária
sua contemporánea».6 Joáo de Barros era un poeta portugués del siglo XVI vinculado, como Gil Vicente, Sá de Miranda y quizá Bernerdim Ribeiro, a la corte portuguesa de la primera mitad del siglo.7 Antonio Nobre (1867-1903) fue uno de los poetas portugueses contemporáneos de mayor influencia. Su libro más importante, publicado en 1892, fue So. Para Antonio José Saraiva, Nobre estaba poseído por la «saudade» y la nostalgia «de un mundo que acaba —el mundo preburgués y tradicionalista de los labradores de la región del Miño— y por la evocación de los simples».8 Teixeira es retratado por Alvaro Cebreiro y glosado por Fernando Maristany. Al primero de ambos le dedica el siguiente significativo poema en Alfar: Teixeira de Pascoaes (1877-1952) entendía la «saudade» como algo superior en el hombre que lo acercaba a la divinidad. En este término se centraba el camino de la redención para Portugal. Y en su idea geográfica de Portugal éste incluía el noroeste atlántico de la península Ibérica, incluida Galicia, a la que le dedicará uno de sus libros. A esta tendencia estética, como bien es conocido, se opondría Fernando Pessoa con el «paulismo». La tendencia «saudosista» tuvo suma importancia en los núcleos literarios y culturales de Oporto. Su órgano de expresión fue la revista A Águia (segunda época), también editada en esa misma ciudad. Afonso Lopes Vieira, que también es traducido por Enrique Diez Cañedo en Alfar, fue otro de los componentes de la tendencia pascoana. Lopes Vieira (1878-1947), según Saraiva, prestó al «saudosismo» el regusto preciosista del simbolismo.10 Nuevamente Cebreiro en la publicación coruñesa realiza el retrato esta vez d e Abili o Guerr a Junqueir o (1850-1923). Juan G. del Valle es quien ahora escribe una glosa. También se publica el poema Cangáo perdida. Las Odes Modernas de Antero de Quental inaugurarán una nueva escuela de poesía vinculada a las reivindicaciones de tipo político y social. Guerra Junqueiro fue uno de los más representativos componentes de esta Escola Nova. Un corresponsal muy importante lisboeta, no todo lo bien conocido que debiera ser, es el poeta gallego-portugués, amigo del autor de
Mensagem, Alfredo Pedro Guisado. José Antonio Llardent le siguió la pista, lo mismo que A. Lucio Vidal." Sus crónicas y poemas se desparramaron por toda la prensa gallega. Él mismo fue uno de los promotores de los juegos florales luso-galaicos. Guisado (1891-1975), hijo de padres gallegos, había nacido en Lisboa. Estudió Derecho. Fue un destacado militante republicano. diputado, vicepresidente de la Cámara Municipal de la capital lusa, y desempeñó otros cargos políticos. Fue igualmente el subdirector del diario República. Su padre era el dueño del restaurante Irmáos Unidos, en el Rosio. alrededor del cual se reunieron los jóvenes que sacaron adelante la revista Orpheti. en 1915. Utilizó varios seudónimos como el de Joáo de Lobeira y Pedro de Meneses que. como muy bien dice Lucio Vidal en contra de la opinión manifestada por Joáo Gaspar Simóes en Perspectiva Histórica da Poesía Portuguesa.i: no fue por imitación o influencia de su gran amigo Fernando Pessoa. sino porque «o nome do poeta prestavase a chufas de mau gosto. por parte de adversarios políticos sem espirito». Alfredo Pedro Guisado contactó tempranamente en Lisboa con Antonio Villar Ponte, de ahí su colaboración en A \osa Terra, publicación coruñesa dirigida por éste. También con Alfonso Rodríguez Castelao. En el libro de Valentín Paz Andrade. Castelao na luz e na sombra, se dice que. en 1920. Guisado editó en gallego una «plaquette» de poesías dedicadas al humorista.1-" Ramón Piñeiro en «Das relacións culturáis galego-portuguesas».14 y Ramón Villares Paz en «As relacións da Galiza con Portugal na época contemporánea».1" amplían estos datos. Xente d'a aldea, uno de los poemarios de Guisado, llevaba una portada ilustrada por Castelao. Corría el año 1921. Las relaciones entre portugueses y gallegos atravesaron por diferentes fases sufridas por Guisado quien, finalmente, fue capaz, a través de los proyectos de los Jogos Floráis Galaico-Portugueses. de hacer meditar a los unos sobre los otros. J.G. Simóes. María José de Lancastre y Lucio Vidal recuerdan como Alfredo Pedro Guisado fingía haber recibido de Galicia la colaboración de Alvaro de Campos para la revista Orpheu. El artículo que Guisado publica en el Diario de Lisboa (20-5-1921). reproducido luego
total o parcialmente en la prensa gallega, fundamentalmente en A Xosa Terra, es una magnífica divulgación de la literatura gallega contemporánea en su país. El articulista trazaba un recorrido pormenorizado desde Ro
Mário Sá-Carneiro en un dibujo de Almada Negreiros
salía de Castro. Curros Enríquez o Pondal hasta Ramón Cabanillas o Vicente Risco. En las otras revistas gallegas que anteriormente mencionamos, además hay texto y colaboraciones de Afonso Lopes Vieira. Guerra Junqueiro. Ec,a de Queiroz. Joáo de Deus. Joáo de Barros (s. XVI). Antonio Nobre. Eugenio de Castro. Leonardo Coimbra, J.J. Nunes, etc. El
nombre de Fernando Pessoa —quizás por vez primera— aparece varias veces reseñado en la revista orensana Nos. dirigida literariamente por Vicente Risco y artísticamente por Castelao. Los promotores de lo portugués en Galicia lo fueron, sin lugar a dudas, escritores e intelectuales como Risco, Xoan Vicente Viqueira. Antonio Villar Ponte, etc: de la misma manera que en la prensa española desarrollarán esta labor fundamental Fernando Maristany (murió dejando inconclusa una amplia antología de la obra de Teixeira de Pascoaes). Enrique Diez Cañedo, Antonio Espina o Juan Chabás. entre una nómina no demasiado amplia. Para no extenderse más en este apartado, quisiera concluirlo resaltando dos de los momentos más álgidos de la penetración cultural portuguesa en España y. por supuesto, de la aparición fugaz de Fernando Pessoa. El primero se produce al salir a la calle el Almanaque de las Artes y las Letras para 1928 ordenado por Gabriel García Maroto y editado por la Biblioteca Acción en Madrid. El otro, al aparecer La Gaceta Literaria de Ernesto Giménez Caballero. Por esas fechas en que se publica el Almanaque de las Artes y las Letras, reside Almada Negreiros en Madrid. Con toda seguridad se debe a él la elección y distribución del espacio dedicado a Portugal. El pintor contribuye con varios dibujos y un texto-prólogo (casi un manifiesto) titulado «Norte-Sur». Su lectura hoy todavía tiene una frescura y actualidad impresionante: «No todo el mundo, y particularmente los latinos y meridionales, se han dado aún cuenta de que estamos sometidos a la hegemonía nórdica. «Europa, como toda idea vital, tiene sus propias fuerzas contrarias y sin las cuales no hay armonía ni evolución. Estas fuerzas contrarias de Europa, son el Norte y el Sur. Y para ser contrarias, es necesario que se equilibren en plenitud de potencia. Lo nefasto es cuando, como hoy, ¡en el siglo XX!, la una influencia a la otra y ésta no reacciona como su igual o contraria. »Ningún campo cultural será tan consciente de esta pesada hegemonía del Norte sobre el Sur como el de las artes. En todos los campos, la competencia técnica supera inmediatamente la conciencia del autor frente
al asunto. Sólo en arte, parece, la técnica va en favor de la conciencia del autor. »Por esto mismo, nadie como el artista, se dará cuenta de lo lejos que hoy día los representantes de las artes meridionales se encuentran de una actuación positiva en los destinos de Europa y del mundo. »A pesar de toda contradicción, la dirección del mundo es, hoy día, auténticamente nórdica. Nosotros, latinos y meridionales, jamás evitaremos este tutelaje anglo-sajónico sino después de conocerlo enteramente y superarlo.»lh Almada se hacía acompañar de un poema de Mario de Sá Carneiro, «O recreio»,17 y otro de Fernando Pessoa. El de este último, «Pierrot bebado», es, con toda seguridad, el único poema publicado por el autor de El livro do desassossego en una revista española, en vida. Ñas rúas da feira, Da feira deserta. So a lúa cheia Branqueia e clareia As rúas da feira Na noite entraberta.
ANTHROPOS/49 So a lúa alva branqueia e clareia A paysagem calva De abandono e alva Alegría alheia. Bebada branqueia Como pela areia Ñas rúas da feira, Da feira deserta.
Na noite ja cheia De sombra entreaberta. A lúa bagueia Ñas rúas da feira Deserta e incerta.1 *
Fernando Pessoa mantuvo contactos epistolares con los poetas ultraístas españoles Adriano del Valle, Rogelio Buendía e Isaac del Vando Villar. Antonio Pina Coelho lo menciona en Os fundamentos filosóficos da obra de Fernando Pessoa,19 e igualmente Ángel Crespo en «Dos cartas de Fernando Pessoa a Isaac del Vando Villar». 20 El escritor luso le agradece a del Vando Villar el envío de su poemario La sombrilla japonesa,21 extendiéndose en su comentario. En la primera carta que le manda Pessoa22 se disculpa por su tardanza: «Respondo-lhe tarde: é um mau habito meu, mas quem é se livra senao dos bons hábitos?». En la segunda misiva de la misma fecha, Pessoa se disculpa comentándole que no escribe en ningún periódico y que vive bastante apartado del mundo literario. Su presencia en la prensa literaria de su país la circunscribe a la revista Contemporánea y Alhena pendiente, esta última, de ver la luz en los días en que escribe las cartas, y de la que será el director literario. De esta final se desprende el poco interés de su redactor hacia la crítica literaria. El poeta español nada menos que le pedía a su interlocutor el favor de hacerle una reseña. Pessoa, muy cortésmente, le contesta que puede utilizar la carta y publicarla como «ha hecho Rogelio Buendía, o mejor dicho, Adriano del Valle a propósito de Buendía, con una carta que le escribí a éste». Las relaciones entre las revistas del Ultra y Orpheu sería un tema muy interesante para desarrollar. A uno y otro lado de la frontera peninsular, este período de tiempo significó el intento (retrasado por cuestiones políticas) de en
trar en la modernidad. Así lo expresaba Guillermo de Torre en Literaturas europeas de vanguardia 2* cuando afirma que: «por vez primera, ante muecas de asombro y envidia, el Ultraísmo ponía su reloj con el meridiano literario de Europa, y los jóvenes acelerados, impacientes, "nunistas", aspiraban a vivir al día, a la hora, al minuto». Esta parecida idea la expresa desde Portugal Almada Negreiros al decir: «E preciso saber que sois Europeus do século XX»,24 en contra de «a esperanza do pasado», opinión mantenida hasta entonces por Teixeira de Pascoaes a través del «saudosismo». Revistas efímeras en la mayoría de
los casos, como A Renascen^a (Lisboa, 1914) con un solo número en donde colaboraron Pessoa, Sá Carneiro y el galaico-portugués Alfredo Pedro Guisado, Eh Real! (1915), los dos números de Orpheu (1915), siendo directores del número uno Luis de Montalvor y Ronald de Carvalho, así como del número dos Pessoa y Sá Carneiro; en esta revista clave se encuentran Almada y Guisado. Otras publicaciones como Centauro (1916), Exilio (1916), dirigida por ese personaje extraordinario que fue Augusto de Santa Rita, o Portugal Futurista (1917). Esta última incluyó textos de Marinetti y otros futuristas italianos, igualmente de Apollinaire y Blai se Cendrars, junto a las firmas locales de Almada, Sá Carneiro y Fernando Pessoa con su heterónimo Alvaro de Campos. Luego vendrían Seara Nova (1921), Contemporánea (1922-1926), una de las más longevas dado que llegaron a aparecer 13 números, Athena (19241925), dirigida por Pessoa y Ruy Vaz, Presenta (1927-1940), pasando por otras muchas hasta llegar a Sudeste (1935), también editada en Lisboa de manos de Almad a Negreiros. Sus corresponsales españolas, aunque entre ellas apenas hubo comunicación, serían Prometeo (1908-1912). la revista del jovencísimo Ramón Gómez de la Serna que se adelanta al resto de las peninsulares en la divulgación y adhesión futurista; Grecia (1918-1920), dirigida por Isaac del Vando Villar y teniendo como jefe de redacción a Adriano del Valle; Cervantes, Ultra, Cosmópolis, Tableros, Alfar, Reflector, Vértices, Tobogán, etc. La Gaceta Literaria instituyó unos apartados denominados «Gacetas», donde se daba la actualidad cultural y literaria de Cataluña, Portugal (en sus propios idiomas, incluyendo en este último a Galicia) e Hispanoamérica. La labor de La Gaceta Literaria, dirigida por Ernesto Giménez Caballero, para unir culturalmente a la Península con América fue un objetivo anticipador importante. Todo quedó un tanto truncado tras la disputa en torno a «Madrid, meridiano intelectual de Hispanoamérica». La Gaceta, cuatro meses después, contestaba a los ataques provenientes del «periódico quincenal de arte y crítica libre» Martín Fierro de Buenos Aires, de La Crítica y El Hogar también de la capital argentina, así como de La Pluma de Montevideo. Entre los firmantes hispanoamericanos se encontraba Jorge Luis Borges. Ninguna publica ción española salió en
defensa de la madrileña, es más, alguna como la revista Nos, al publicar la nota en donde reivindicaba para sí la primacía en la traducción de un fragmento del Ulises de James Joyce, también, de forma solapada, criticaba el centralismo cultural madrileño. En el número 1 de la publicación de Ernesto Giménez Caballero (1927), Joáo de Castro Osorio proclama la reconciliación ibérica y supranacional en su artículo denominado «A esperanza lusiada en fraternidade ibérica». En «Cartel de la nueva literatura», Giménez Caballero, muy «sui generis», ofrecía una panorámica de la literatura desde la perspectiva próxima del fin de la década de los veinte. Con una gran intuición (digna aposteriori de mejor causa que la que defendió), antes de afrontar su estudio, se hacía una pregunta clave muy en consonancia con los matices impresos a su publicación. «¿España qué es?», se pregunta el articulista. España no sólo era Madrid —a pesar del Meridiano— sino un pentágono plural y efervescente. La literatura española de esa década tuvo como uno de sus ejes centrales a las revistas literarias, y sobre ellas, Ernesto Giménez Caballero, con muy buen tino, trazaba su panorámica.25 Éste dividía el ámbito geográfico de la nueva literatura en tres triángulos netos y uno preforme. Los tres triángulos serán los que él denomina como Alpha (Cataluña),26 Beta (Castilla),27 Gamma (el sur),28 y el que está en situación de preformación, Delta (Galicia-Portugal). La lista de los componentes de este último apartado estaba formada por Evaristo Correa Calderón, Augusto María Casas, Eduardo Blanco Amor, Luis Amado Carballo, Luis Pimentel, Manuel Antonio, José Regio, Alfonso Duarte, Diego de Macedo, Almada Negreiros, Antonio Ferro, Joáo Gaspar Simóes, Mario de Sá Carneiro, Antonio de Navarro, Fernando Pessoa y Carlos Queiroz. Hay que subrayar aquí la cita del nombre de Pessoa, otra de las pocas veces que es mencionado en vida por una publicació n española. El autor del trabajo — conscientemente— omite a Vicente Risco, Ramón Otero Pedrayo y Alfonso Rodríguez Castelao, seguramente por la polémica sobre la paternidad de las primeras traducciones del Ulises de Joyce a una de las lenguas peninsulares. Curiosamente Giménez Caballero incluyó a Eugenio Montes en el grupo Beta, con lo que le privó de estar al lado de
esa gran tríada formada por dos poetas como Mario de Sá Carneiro y Fernando Pessoa, al lado del pintor y animador cultural Almada Negreiros. 50/ANTHROPOS
Varios fueron los escritores españoles que mostraron su debilidad por Portugal: Miguel de Unamuno, Ramón María del Valle-Inclán y
Wenceslao Fernández Flórez, entre otros. El primero de ellos escribió en su Cancionero:
Alfredo Pedro Guisado, Antonio Ferro e José de Azeredo Perdigáo
[...] Mi entrañado Duero Cantando en las entrañas de Portugal y España. Portugal, cuna de ensueño, purgatorio de almas, Portugal, Portugal, la mar, la mar, la mar sobre la mar, bajo la mar el cielo! bajo el cielo, sobre el cielo el alma!29
«Se houvesse muitos escritores na Espanha com idénticas qualidades seria tal coisa um perigo para a nossa Independencia! Felizmente para Portugal —Nacionalidade— ha dois apenas.» Este comentario del poeta portugués Teixeira de Pascoaes, una de las amistades personales y literarias más longevas del escritor vasco, deja bien a las claras la gran estima y consideración —de todo género— que causó, y todavía causa, la lusofilia de nuestro compatriota. El autor de O espirito lusitano o A arte de ser portugués añadió en otro momento, «es el escritor español más leído y más amado». Todos estos elogios son todavía si cabe más sorprendentes o gratificantes viniendo del creador del Saudosismo, teoría en la que se tomaba a este término y sentimiento como esencia espiritual étnica portuguesa, su estigma divino, su perfil eterno, y por eso mismo trascendente de lo puramente poético y filosófico llegando incluso a lo político. El Saudosismo era una reacción nacionalista, o una afirmación en tiempos difíciles que incluso llegó a preocupar a los propios nacionalistas gallegos cuando incluyeron al noroeste como «um bocado de Portugal sob as patas do leáo de Castilla. A Galicia é a nossa Alsacia!» La pervivencia y actualidad de la obra y los escritos de Miguel de Unamuno sobre el vecino país, así como su pensamiento existencial y su visión del iberismo, se han puesto una vez más en evidencia al celebrarse, también allí como algo propio, el cincuentenario de su fallecimiento coincidiendo con los meses iniciales de nuestra contienda civil. Esta conmemoración necrológica ha dado pie a los portugueses —debería dárnoslo también a nosotros— para reflexionar sobre sí mismos en unas fechas en que crece por momentos su aislamiento, tras la pérdida de las colonias y la vuelta a un ámbito geográfico tan estrecho como el que habían tenido bastantes siglos atrás. A pesar de esa entrada en un Mercado Común que se observa con reticencias, mientras que crece — aquí y allí— nuevamente la idea de una península compacta, dentro del respeto a sus diferencias. Por este camino transcurre la última novela del gran escritor portugués José Saramago A jangada de pedra (Editorial Caminho, 1986), en la que el territorio geográfico peninsular se adentra en el océano separándose del resto de Europa. La bibliografía sobre Unamuno se ha enriquecido, en estos meses, con
la reedición de la correspondencia entre él y Teixeira de Pascoaes (Ed. Assírio e Alvim, Lisboa, 1986) que nada menos había visto la luz en Nova Lisboa (Angola) en el año 1957, por iniciativa del Dr. Joaquim Montezuma de Carvalho, en una pequeña editorial que dirigía y de la que se llegaron a publicar tan sólo quinientos ejemplares, hoy prácticamente inencontrables. Igualmente Portugal povo de suicidas (& etc., Lisboa, 1986), donde se recogen gran parte de artículos y ensayos, además de los d e Por tierras de Portugal y de España. Pero paralelamente esta efeméride está sirviendo también para releer y analizar, desde una nueva óptica, la obra y la personalidad de algunos de aquellos amigos lusitanos del autor de Niebla que más influyeron en su manera de ver y entender el ser pesimista y angustiado del alma portuguesa. Me refiero de manera especial al médico Manuel Laranjeira de quien se ha reeditado A doen^a
da saníidade (Editorial Labirinto, Lisboa, 1986) y sería bueno que se hiciera lo mismo (e incluso preparar una antología de textos en castellano) con el Diario íntimo (Portugalia, Lisboa, 1957), las Prosas perdidas (Portugalia, Lisboa, 1958) y, por supuesto, las Cartas que, en 1943, fueron dadas a la luz por Ramiro Mourao (Portugalia Ed.). De las Prosas y el Diario se había encargado el poeta Alberto de Serpa. La reedición más reciente de Laranjeira, además de la ya citada, fue su ensayo titulado Pessimismo nacional (Contraponto, Lisboa, 1985). No voy a referirme aquí a la relación del antiguo rector de la Universidad de Salamanca con Portugal, sino solamente a la que mantuvo con el Dr. Laranjeira (personaje tan importante, y tan desconocido para el lector español), y a través de él analizar brevemente su preocupación por el tema del suicidio, camino de auto-omisión que eligieron numerosos e importantes escritores lusitanos de finales y comienzos del siglo. Sobre Unamuno y Portugal ya existe un magnífico libro de Julio García
Morejón con ese mismo título, aparecido en su primera edición, en 1964, bajo los auspicios del antiguo Instituto de Cultura Hispánica, y en 1971 corregido y aumentado en la Editorial Gredos, con un prólogo de Dámaso Alonso. García Morejón, con una exhaustiva investigación, llevaba el tema casi hasta el agotamiento, de no ser porque el tiempo es irreductible y otros nuevos datos, aunque pocos y apenas significativos, han salido a la luz (otro libro posterior, Escritos de Unamuno sobre Portugal de Ángel Marcos de Dios, Fundaqáo Calouste Gulbenkian, París, 1985, no añadía ninguna otra novedad reseñable a no ser por incluir en este volumen los propios textos del escritor vasco). El autor de Unamuno y Portugal, en algún momento de su trabajo, se aventuró a dar opiniones (me refiero a algunas colaterales a su tema) que no se han cumplido. Por ejemplo cuando secunda otros juicios de la época, como el de Joáo Gaspar Simóes (curiosamente uno de los pocos vivos que se trató con el creador de los heterónimos, llegando a ser uno de sus biógrafos oficiales) que afirmaba, a fi 52/ANTHROPOS
nales de la década de los cincuenta, la supremacía lírica (terminología detestable máxime cuando se aplica a la creación) de Pascoaes con respecto a Pessoa, poniendo al primero entre sus pares: Camoes y Antero de Quental. En las tres últimas décadas, el autor de El libro del desasosiego desmentiría tales ideas, aunque para nada empañen una poesía como la del autor de As sombras, importante y destacada dentro de la lírica portuguesa del presente siglo, pero más localista. Por otra parte, el libro de G.L Morejón era la culminación de otros trabajos parciales, poco abundantes y la mayoría de los mismos artículos, firmados por Miguel de Fernandy, Manuel G. Blanco, J.M.G. Escudero, E. Giménez
Caballero quien se preocupó de la literatura y cultura portuguesa, con desigual acierto, desde su revista La Gaceta Literaria, y ya en la postguerra, en el clima fascista que vivía la península, a lo que él tanto contribuyó, publicab a su Amor a Portugal; además de Ángel Lázaro, Antonio Tovar, Elias de Tejada y Rafael Morales, entre otros. Estos dos últimos fueron, prácticamente, los únicos que escribieron sendos artículos sobre Laranjeira titulados respectivamente «Un Nietzsche portugués» (Artes y Letras, Madrid, 15-5-43) y «Laranjeira y Unamuno» (Escorial, XVII, 1945). A pesar de que la atracción de Unamuno por Portugal o por las islas Canarias (recordemos sus opiniones sobre Morales, Saulo Torón o Alonso Quesada, cuyo centenario de su nacimiento también se cumplió en 1986), entre otros lugares concretos de la geografía ibérica, procede íntimamente de aspectos muy concretos de su propia personalidad y carácter, hay que subrayar, como en su momento ya lo hicieron Dámaso Alonso y Morejón entre otros españoles, mientras que por parte portuguesa y con anticipación lo hiciera constar Fidelino de Figueiredo, el paralelismo existente entre dos generaciones de escritores peninsulares separadas apenas por muy pocos años de diferencia. Me refiero a la generación lusitana de 1870 y a la nuestra de 1898. Durante las décadas finales del siglo pasado, ambos países rondan parecidos problemas. El más trágico es la pérdida, por parte española, de las pocas colonias ultramarinas que nos quedaban, mientras que por parte portuguesa la conservación física de parte de las mismas (en 1890 se produce el famoso ultimátum inglés del 11 de enero, por el que el Gobierno portugués tuvo que ceder el hinterland africano entre Angola y Mozambique) hasta casi nuestros días, quedará subordinada al imperialismo británico y a la prepotencia de su desarrollo industrial. La generación de «Os vencidos da vida» que, casi cuatro décadas después tendrá un tenue reflejo en la gallega de «Os inadaptados» más conocida como Generación Nos, está formada fundamentalmente por Ec,a de Queirós, Oliveira Martins, Guerra Junqueiro, Ramalho Ortigáo e incluso Camilo Gástelo Branco. En la carta de Laranjeira a Unamuno (aquí reproducida), el médico y escritor de Espinho menciona a alguno de estos antecedentes suyos más famosos:
Antero de Quental (en este año se han publicado las Poesías y prosas selectas preparadas por Juan Eduardo Zúñiga y José Antonio Llardent, junto con un prólogo de Osear Lopes, aclaratorio para muchos de los aspectos que estamos únicamente rozando. Editorial Alfaguara, Clásicos), Camilo Gástelo (autor de esa magnífica novela que tanto gustaba a Unamuno Amor de perdición), el escultor Soares dos Reis, e incluso «el mismo Herculano (que se suicidó por el aislamiento como los monjes)». La lista la amplía el autor de Por tierras de Portugal y de España en un artículo que incluye en este mismo libro titulado «Un pueblo suicida». «Portugal es un pueblo triste, y lo es hasta cuando sonríe. Su literatura, incluso su literatura cómica y jocosa, es una literatura triste», escribía Unamuno en su artículo fechado en noviembre de 1908, después de haber conocido, en el verano, a Laranjeira. Unamuno incluye la carta que aquí hemos reproducido traduciendo su versión original y siguiendo sus espacios narrativos. Sin saberlo, incluía entre los nombres suicidas al del médico, quedando por anotar a esta lista otro posteriormente tan conocido como el de Mario de Sá Carneiro, sui cidado en París cuatro años después que Laranjeira. Diversas circunstancias acabarían también con Oliveira Martins y Antonio Nobre. A esta fascinación por las listas de desaparecidos sucumbió igualmente Ramón Gómez de la Serna quien, en el tomo I del Pombo nos la ofrece, así como describe ese ambiente de tristeza y vacío que invade la Lisboa en la que vivió durante algún tiempo. Laranjeira, nacido en 1877, participa en ese proceso de degradación de la política nacional e internacional de su país. Asiste al regicidio de 1908 que acabarí con la monarquía y el poder omnímodo del dictador Juan Franco. Proclamada la República dos años después, este régimen inestable tendría uno de sus talones de Aquiles al participar en la conflagración europea del 14 al 18. En 1926 se instauraba nuevamente una dictadura militar y, en 1933, se institucionaliz ba un régimen fascista. Los del grupo de «Os vencidos da vida» lucharon por modernizar la sociedad portuguesa desde el cambio de sus estructuras morales y políticas. La mayoría de ellos sucumbieron a su esfuerzo que se prolongaría por varias generaciones más. Las críticas que hacen a su país son casi las mismas que los componentes del 98 harán de la sociedad
española. Laranjeira, como veremos, se encuentra justo en medio de todo este proceso. De entre las varias amistades personales y epistolares que don Miguel de Unamuno mantuvo a lo largo de su vida con escritores e intelectuales del país vecino, quizá dos de ellas se complementan por lo prolongado de una y por la brevedad e intensidad de la otra. Me refiero a las mantenidas con Teixeira de
Miguel de Unamuno, dibujo de Emilio Ferrer
Pascoaes y con Manuel Laranjeira. Con el primero de los dos se llegó a encontrar hasta cuatro veces y mantuvo una intensa correspondencia.
Unamuno conoció a Pascoaes en Salamanca, en el mes de junio de 1905. Él mismo lo cuenta en el artículo «Las sombras, de Teixeira de Pascoaes» incluido en Por tierras de Portugal y de España. El presentador había sido el también poeta portugués Eugenio de Castro. El segundo encuentro se produjo en Oporto (1906), y los dos últimos en la finca de Amarante de la familia de Teixeira (1907), de gratísimos recuerdos para el escritor español, y en el viaje que hizo Unamuno, ya jubilado, en 1935, invit do por el gobierno portugués. Este último desplazamiento sentaría muy mal a la mayoría de los intelectuales progresistas lusos (entre ellos, Miguel Torga), que veían en este hecho un explícito apoyo del escritor español a aquel régimen opresor de las libertades. El artículo de Unamuno sobre Teixeira, firmado en 1908, además de ser bastante clarificador, significó un gran respaldo dentro de su país para el joven creador. Sin embargo, la admiración del portugués por su «Queridissimo Mestre», no le impidió discrepar de la visión que uno y otro tenían de Portugal. Teixeira de Pascoaes fue, durante los años veinte y treinta, el poeta luso más conocido y publicado en nuestro país. Como comenta Andrée Rocha en su interesantísimo libro A epistolografía em Portugal (Imprensa Nacional-Casa da Moeda, Lisboa, 1985), Pascoaes nunca puso gran empeño en buscar la inmortalidad a través de su correspondencia con otros escritores, tampoco en la que mantuvo con su interlocutor español. Las cartas del escritor portugués atienden más a contar asuntos familiares y preocupaciones literarias inmediatas. La admiración que sentía hacia Unamuno lo lleva a hacerle participar en la revista por él dirigida A Águia (ver el libro de Clara Rocha, Revistas literarias do século XX em Portugal, Imprensa NacionalCasa da Moeda, Lisboa, 1986), órgano del movimiento de la Renascenga Portuguesa, en la que se divulga la doctrina místicosebastianista del Saudosismo. Por el contrario, su remitente busca siempre la confesionalidad, la trascendencia más allá de lo puramente cotidiano que lo atenaza. En este sentido están las líneas que le envía en la misiva firmada el 30-9-1908: «... la vida es cad vez más torbellinosa. Aunque sea cubicar las hora^ —60 al cubo = 21.600 minutos— dándole tres dimensiones al tiempo, éste no me alcanza. El arte es más largo que
la vida. ¡Y qué vida! He de hacer aquí en España —y aun fuera de ella— lo que otros no hacen. Profesorado, literatura, poesía, filosofía, política... ¡Y vivir! ¡Vivir muchas vidas! Y voy a los 56. ¡Y... Dios sabe...! Tengo que aprovechar lo que me queda de vida. Lo terrible es esta necesidad económica, que es peor, de escribir un número de artículos de diarios al mes. Pero con ellos afilo mi voz». Esta confesionalidad sí la tendrá, y en grado sumo, en la correspondencia mantenida con Laranjeira. Ambos «agonistas» se encontraron el 9 de agosto de 1908, cuando el español estaba veraneando con su familia en el pueblo costero de Espinho, a pocos kilómetros de Oporto, en donde Laranjeira ejercía su carrera médica. Tras varios días de intensas conversaciones (así quedan reflejadas en el Diario íntimo del portugués, fragmentariamente recogidas aquí), Unamuno tuvo que partir precipitadamente hacia Bilbao para asistir al entierro de su madre. La relación epistolar se inició casi de manera inmediata. En una carta firmada el 30-9-1908, enviada a Teixeira de Pascoaes, le comenta su encuentro. «En Espinho conocí a un hombre interesante, muy simpá
tico y muy culto: el Dr. Laranjeira. Salí prendado de él y me enseñó muchas cosas. No les faltan a ustedes hombres, lo que les falta es cohesión, espíritu de solidaridad, fe en sí mismos y en su pueblo y pueblo mismo.» La desesperación, el pesimismo, el tedio y la melancolía de este joven médico (Unamuno había nacido en 1864 y Laranjeira en 1877; por lo tanto, existía una diferencia de trece años) podría tener dos orígenes. Uno inmediato y otro más remoto e íntimo. El primero era una herencia proveniente de la generación anteriormente mencionada, mientras que el segundo tenía que ver con un estado de salud (tuberculosis) decrépito. Parte de su familia había muerto de este mal. Laranjeira combatió tam
bién por cambiar a su país, y su fracaso, sin por ello persistir, le había hecho retirarse a este pueblo solitario. Entre otras acciones, Laranjeira había denunciado el reparto caciquil de diferentes puestos en la Facultad de Medicina de Oporto, así como defenderá a Joáo de Deus por sus esfuerzos de renovación pedagógica. A doenqa da santidade (1907), su tesis, es un ensayo en el que aplica interpretaciones psicológicas para explicar el misticismo. Laranjeira escribió también alguna obra dramática como Amanhá, ensayos y el libro de poemas Comigo, aunque donde realmente quedó reflejada su personalidad fue en las Cartas y el Diario íntimo. Este último que abarca los años 1908 1909, refleja cuatro grandes preocupaciones resumidas por Antonio Soares Amora. La angustia frente al amor car nal representado por Augusta (ver los fragmentos correspondientes al viernes y sábado, 21 y 22 de agosto de 1908), curiosamente muy parejo al que sentirá Pessoa por Ofelia Queirós; la angustia profesional como médico; la derivada de su incapacidad por cambiar el entorno y, finalmente, la incomprensión a la que se ve sometido. La correspondencia entre UnamunoLaranjeira duró desde el 19 de agosto de 1908 hasta el 15 de febrero de 1912. Tanto las cartas de éste como las de Camilo Gástelo Branco, Antero de Quental, Antonio Nobre o Mario de Sá Carneiro, dejan en evidencia la asfixia 54/ANTHROPOS
Caricatura de Ramón María del Valle Inclán
vital a la que estaban sometidos en su país. El primero de todos habla de expatriarse (algo tan común a los españoles). Antero cree que París puede ser un lugar ideal, «cinco meses em París valem mais do que os cinco anos de urna formatura em Coimbra». Pero la desilusión vendrá pronto. Mario de Sá Carneiro renegará de París sin poder salir de allí y Antonio Nobre llegará a la conclusión que —con toda seguridad— subrayarían cada uno de ellos, «Nao me acho bem em parte alguma do Planeta; as vezes chego a crer que so na cova serei feliz». En todos — también de manera muy acusada en Laranjeira— hay una nostalgia
cósmica. El médico de Espinho, si bien no aportó obras magistrales a la historia de la literatura por tuguesa contemporánea, sí lo hizo a ese género fragmentario, tan poco considerado entre nuestros creadores, como es el de la epistolografía. Carta como la que le envió de despedida a Unamuno (recogida aquí), sólo es comparable a la que el poeta Mario de Sá Carneiro le mandó a Fernando Pessoa diciéndole que: «A menos dum milagre na próxima 2.a feira, 3 (ou mesmo na véspera) o seu Mario de Sá Carneiro tomará urna forte dose de estricnina e desaparecerá deste mundo». Tanta tomó que —según cuentan— no cabía en la caja de lo hinchado que estaba. Sá Carneiro moría a los 26 años, Laranjeira a los 35. Unamuno obtuvo de su relación personal y epistolar con el médico suicida algunas de sus ideas sobre el alma trá gica portuguesa. Laranjeira encontró a un confesor, quizá a un psicoanalista que en nada pudo aminorar su anunciado fin. Dos almas gemelas, quizá una más fuerte que la otra, una con mayor esperanza y fe, pero ambas a la búsqueda de un absoluto inencontrable. En Laranjeira, como en muchos de los escritores ya mencionados, hay muchos rescoldos románticos. La carta de Miguel de Unamuno a Teixeira de Pascoaes comentándole la muerte de Manuel Laranjeira, publicada como absolutamente inédita por ese magnífico semanario cultural lisboeta que es el Jornal de Letras, Artes e Ideias (n.° 230, 29 de noviembre de 1986), no fue incluida en ninguna de las dos ediciones aparecidas conteniendo la correspondencia entre ambos escritores. El poseedor del manuscrito (diecisiete hojas) es el librero anticuario Ñuño Canavez de Oporto. La carta de Unamuno se integra dentro de un lote de manuscritos firmados por Adolfo Casáis Monteiro, Alexandre Herculano, Aquilino Ribeiro, Almeida Garrett, Antero de Quental, Antonio Botto, Antonio Nobre, Camilo Gástelo Branco, Herberto Helder, Gaspar Simóes, Jorge de Sena, Miguel Torga, Eugenio de Andrade, Machado de Assis, Teixeira de Pascoaes, José Regio, Vergílio Ferreira, Fernando Namora y otros muchos autores importantes. El propio J.L. se hacía eco de la desidia oficial en la compra de tan importante conjunto que se subastará públicamente en las próximas semanas. El librero mostraba su desencanto y afirmaba que todos estos manuscritos fueron comprados junto con una biblioteca de
más de 4.000 volúmenes con todas primeras ediciones de los siglos XIX y XX. Esta carta, ¿podría tener que ver con las cuartillas que le mandó Unamuno a Teixeira para publicar como homenaje a su amigo en A Gazeta de Espinho, donde también lo hicieron el propio Teixeira y Guerra Junqueiro? García Morejón afirma en su libro que dicho trabajo fue redactado el 28 de febrero y publicado el 24 de marzo, mientras que la fecha que nos da el J.L. es la del 25 de febrero de 1912. Por su parte Valle-Inclán fue uno de los escritores que dio a conocer a Ega de Queirós. De Wenceslao Fernández Flórez he rescatado estas perdidas opiniones. Fueron hechas en una entrevista realizada en Madrid (abril de 1929) por el periodista portugués Nováis Teixeira y publicadas en el Diario de Noticias lisboeta. El escritor coruñés llega a confesar que no le disgustaría el poder escribir en portugués. Más adelante añade: «Ha quinze anos a esta parte reconhece-se. efectivamente, essa necessidade. Eu pertenqo á gerac,áo que iniciou o movimento. e. despóis de nos. vieran as Irmandades da Fala. cujo labor de compreensáo nacionalista é digno de todo o aplauso. Ja se vai notando grande variedade de termos portugueses em substituido de barbarismos casteIhanos. e eu confio que a minha lingua. alentada agora pela accáo evolutiva, ha-de mais cedo ou mais tarde ceder a este inevitavel fenómeno de encorporaqáo natural. Fácilmente nos compenetraremos da consideravel importancia disto, se nao esquecermos que a populacáo galega excede hoje 3.000.000 de habitantes, numero superior a muitas naqóes europeías. e que ainda se fala galego ñas quatro quintas partes da Galiza». Fernández Flórez afirmaba rotundamente el mayor interés que había de parte española por el acercamiento y el conocimiento entre ambos pueblos, mientras que no notaba lo mismo por parte lusitana. Pero ninguno de ellos tuvo tanta pasión como Ramón Gómez de la Serna. En el año 1915 descubre Portugal al n poder ir a París por causa de la guerra mundial, «allí encontré sol y aire de últimos de siglo, un lado del mundo rezagado y cordial, lejos de todo, lejos de Europa y lejos de América, un escondite de gaviotas. En la Lisboa que descubrí encontré la sombra de mi tía Carolina Coronado, la poetisa de 1850. y todo tenía el atuendo del romanticismo».'"" Lisboa. Sintra y Estoril lo fascinan. Sobre
este último lugar escribe: «... entonces era algo dulce y herméticamente separado del mundo».3 1 En Pombo (I y II parte editado en 1918) dejó, al igual que posteriormente en Au(omoribundia. varios testimonios sobre el ambiente cultural lisboeta y el hervidero de cultivadores de los movimientos de vanguardia. En Pombo I. en las car
Wenceslao Fernández Flórez
tas y postales enviadas a sus tertulianos madrileños, temporalmente huérfanos de su presencia, desde Francia (París) e Italia (Florencia. Ñapóles) les comenta cómo son los cafés que le salen al paso. En Lisboa menciona con especial sorpresa al Martinho das Arcadas, frecuentado por Fernando Pessoa: «¿Qué cafés debe tener Lisboa? —decía yo—. ¡Qué
Pombos con un aire trasatlántico, con un olor a buen café, con cierta presencia de marinos modestos, de habla afable, de ojos grandes y mulatos, varoniles y serenos! ¡Qué Pombos en los que habrá colgado un cuadrito con un barco y con un mar con calidades de cola de pescado! Tanto insiste en mí esta idea de un Pombo acrecentado, que me parece que Lisboa será como una ciudad creada, salida de un Pombo cordial, ubérrimo, sensato, incubador de todo con proporción, bondad y cariño. Pues al acercarme me he encontrado con que no hay esos cafés en Lisboa. Los he buscado con decisión, subiendo y bajando las enormes cuestas de Lisboa, dan do vueltas a las esquinas, que parecían prometer ese café deseado... »He encontrado, sin embargo, cafés con cierto carácter. El café al que iba Ec,a de Queirós y una tertulia de pintores y amigos que están retratados en un cuadro patinóse y obscuro del tétrico Columbano. un cuadro lleno de caballeros con grandes y altos sombreros hongos y con lentes de aquellos que han quedado inmortalizados sobre las narices de Zola.»32 Ramón Gómez de la Serna se maravilla y describe fascinado el hallazgo de las arañas del Leao, «en el café ideal que vamos a construir habrá arañas así, con ese cuerpo azul y esas grandes lágrimas brillantes». Y del Martinho dice lo siguiente: «El café de Arcada tampoco está mal, y tiene aún las mesas, los espejos y las sillas estilo Imperio, que llevó a Lisboa un general francés. No sé por qué se huele que allí se prepara la restauración, la restauración que no se logrará nunca; pero la restauración que alienta los muebles de ese café enfático, aristocrático y napoleónico, de muebles duros, de contextura rígida, con un empaque de damas embarazadas, pero hipócritas y aristocráticas». 33 El autor de Pombo capta a la perfección el «desasosiego», el tedio, el «spleen», al referirse a ese especial clima lisboeta. Él lo denomina melancolía: «¿Qué es esta melancolía que es la canela de esta placidez? La he notado en los amigos, en la peregrinación de la gente en horas lúcidas y alegres, en el mirar de los balcones, en el fondo de los tranvías. Lo he estudiado, lo he reflexionado y creo haber alcanzado algo el porqué de eso. Portugal es el último reducto de Europa, y con su gran espíritu,
con sus altas condiciones europeas, con su curiosidad europea, no puede resistir ese alejamiento plácido, pero remoto, que le dé cierta calidad de colonia, cuando su alma es despierta y europea. De ahí su melancolía y la constancia de suicidios de intelectuales...».34 Ramón a continuación da una lista de estos suicidas: Camilo Gástelo Branco, Julio César Machado, Trinidade CoeIho, Soares dos Reis y Mario de Sá Carneiro (en el libro aparece este último como la en vez de Sa). La explicación del escritor español es que todos estos suicidios se produjeron «porque estaban lejos de París: porque aun viviendo en una patria admirable, está tan remota a las ciudades inquietantes, está tan incomunicada con las tierras centrales de Europa, tan injustamente incomunicada, tan sin ecos, que se vive la melancolía del retiro y de la distanciación. aun en la confortable luz, bondad e in teligencia de este país». Aun siendo el término melancolía muy aceptable, habría que analizar uno por uno los motivos particulares de estos suicidas. Por
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AUTOR - TEMA MONOGRÁFICO TEXTOS Y NOTAS ejemplo la explicación generalizada adaptada a Mario de Sá Carneiro no coincidiría del todo ya que precisamente éste se suicidó en París el 26 de abril de 1916. El autor de Cinelandia recuerda, en otro momento, el paso de Fígaro (Larra) y Espronceda por la capital portuguesa. Este último enardecido por su amor hacia Teresa: «Sin embargo, como sucede hoy. él sentía (se refiere a Fígaro), en medio de esa gran ternura de que está llena Lisboa, una gran melancolía, esa melancolía que ha hecho que en Lisboa haya habido tantos suicidios literarios. Esa melancolía que es el pozo de esta ciudad, algo así como si en el fondo del cráter, que es Lisboa, hubiese quedado algo de fatalidad irreparabl e y del nihilismo absurdo que es la fuerza del volcán, algo que es un último sorbo de licor amargo, de un ajenjo con elementos de una fuerza suicida y misteriosa y paradójicamente pesimista».3> Ramón menciona revistas, círculos de encuentro, etc. «Los editores —comenta— son muy contados, pero el movimiento intelectual es amplio y podrá con el burgués y su indiferencia.» Más adelante añade, «Existe en Oporto una sociedad editora llamada Renascenqa Portuguesa que edita muchas obras y una revista mensual A Águia. de la que es director el gran poeta portugués Teixeira de Pascoaes, fundador del movimien- to "saudosista"». Ramón comenta también, a propósito de esta tendencia, lo que dijo un escritor luso, «Galicia e a nossa Alsacia». Gómez de la Serna habla «de los más brillantes poetas nuevos» como Jaime Cortessao y Augusto Casemiro, combatiente en Francia. Por supuesto —recordemos la temprana fecha— cita a Fernando Pessoa a quien, con toda seguridad, llegó a conocer y tratar: «Perdidos, pero
frenéticos de inspiración, hay muchos jóvenes de corazón hijo del sol naciente, como Veiga Simoes, como Joachim Correa da Costa, como Mario Beirao, Alfonso Duarte, Mariano de la Carneiro, suicida, del que otro gran poeta que fue su amigo, Antonio Ferro, ha dicho que "fue el último suicida de su obra", Fernando de Pessoa, Augusto de Santa Rita, Luis de Montalvor, Silva Tavares. Pedro Me 56/ANTH ROPOS
Ramón Gómez de la Serna
neses, Luiz J. Pinto, Augusto Cunha...[...] »José Osorio de Oliveira (el CavaIheiro de Oliveira) es el que me ha llevado al cenáculo del café Martinho y es el que ha reunido a mi alrededor.» a todos los "novos" en un banquete íntimo...»36 Como puede observarse vuelve a producirse la errata en el nombre de Sá Carneiro. También se le añade un de a Fernando Pessoa. Pedro de Meneses es sin duda Alfredo Pedro Guisado. Insisto —aunque no disponga de más datos— en el conocimiento del escritor español del autor del Livro do desassossego. Ramón, además, acertó desde esa misma contemporaneidad a darnos una idea climática y cultural de aquella
Lisboa. Ramón, como Pessoa (o viceversa), habla de los tranvías y de los escritorios. Recordemos que Bernardo Soares era «ajudante de guardalivros», seguramente en uno de esos lugares que describe así el autor de Pombo: «Hay muchos Escritorios, el viejo Escritorio, lleno de una obscuridad de siesta porteña, con sus pupitres cubiertos de hule negro, con sus tinteros grandes y tristes —esos tinteros en que se refleja foscamente toda la ciudad como en un espejo negro— sus obleas y sus luces de gas. En esos escritorios se trabaja todo el día, y la nostalgia que hay en ellos del día, del aire libre y de la luz libre que viven fuera, hace que al verlos encontremos mejor el gusto de nuestra afortunada felicidad al deambular por las calles felices y libres, envueltos por las ráfagas del placer que hay en la luz».37 En el año 1923, Ramón Gómez de la Serna iniciaba la construcción, en Estoril, del «chalet ideal», al que llama El Ventanal. «El único fajo de billetes que he poseído —cuarenta mil pesetas mondas y lirondas, que me dejó mi padre— lo he empleado íntegro en ese hotelito para la digna soledad del novelista, sin atender el familiar consejo de "¿y con qué vivirás si caes enfermo?".» Así lo comenta en el tomo II de Pombo. En Automoribundia lo hace de esta otra forma: «Fija en mí la idea de vivir en aquel recodo y regato del mundo, próximo a España y lejano de ella, en un clima más sin muerte que el de España, aunque como buen español no dejase de pensar en la muerte, me dediqué a construir el chalet ideal, y en él metí además de la pequeña herencia de mi padre esos miles de pesetas que me tocaron a la lotería, todo lo que gané en aquella época excepcional del munífico Calpe y del más munífico El 5o/...».38 Parece ser que su intención inicial era la de denominarle «El Retiro», pero en Portugal esta denominación equivale a taberna. De todas formas el sentido que él quería darle con este último nombre, a causa del gran ventanal que lo caracterizaba, se confundió en la lengua portuguesa con viento ya que ventana en portugués es «janella». En este lugar pasa grandes temporadas. En el año 1926, acuciado por las deudas lo vende. Igualmente hará con su biblioteca. «La casa fue desde el primer momento de un prestamista que me había adelantado lo mucho que me faltó para
acabarla.» Cita a Oliveiro Girondo como el único amigo que acudió en su auxilio ofreciéndole unos miles de pesos. La triste venta de la biblioteca la relata así en Automoribundia: «Entonces bajé de un golpe cien contos y lo vendí con muebles y todo, menos la biblioteca, que se llevó a bajo precio un librero de viejo que a su vez puso un anuncio que me sorprendió en los diarios: "Véndese a biblioteca do Excelentísimo Sr. Ramón Gómez de la Serna". ¡Qué vergüenza! ¡Yo que por no poder llevar mucho bagaje en mi huida había vendido algunos libros dedicados por autores portugueses!».39 La triste conclusión de esta aventura lusitana quedó expresada así: «Todas las ilusiones de estabilidad cerca de España y en sitio fácil para correos y actualidades habían quedado inutilizadas». Allí había escrito El ñor elisia (cinco capítulos están dedicados a Lisboa). Cinelandia. Seis falsas novelas, y prepara La Quinta de Pahnyra. Tras una estancia en Ñapóles. París y Madrid, regresa a Estoril para intentar rescatar su antigua vivienda. «Madrid me recibe con su inefable cordialidad, pero yo salgo en seguida para Estoril.» Más adelante añade en esta misma página de Automoribundia: «Yo salía al atardecer y a la noche en vuelo de murciélago que conoce todos los caminos y compraba papeles enteros de décimos —para empapelar la desilusión—. por si podría lograr que volviese a mi poder El Ventanal, que cada vez se poblaba de mayores recuerdos, como si los hubiera dejado allí niños y ahora fuesen adultos. ¿Me reconocería si me volviesen a ver?»/" Ramón no consigue sus propósitos y «volé de Portugal por última vez». Retorna a Madrid. Valéry Larbaud. gran admirador de su obra de la que fue el primer traductor al francés, amigo per- sonal, habla de sus encuentros en la capital lusa en «Letre de Lisbonne a un groupe d'amis». La Quinta de Pahnyra. de la que existe una reciente edición preparada por la hispanista norteamerican a Carolyn Richmond.41 no sólo es una de sus mejores novelas, sino también el retrato alegórico del país que tanto admiró. Este palacio en la costa, no lejos de Lisboa, es propiedad de Palmyra Talares. Solterona, se deja seducir por un español. Rota esta relación, emprende una frenética unión amorosa con otros hombres. Tras
una enfermedad y reiterados fracasos. Palmyra acoge en su quinta a una amiga lesbiana, «ambas comprenderán sus vejeces para las que el hombre sería incomprensivo». Todos los pessoanos saben algunas leyendas sobre la Boca del Infierno, en Cascaes. Allí el 25 de septiembre de 1930. el satanista. poeta, etc.. Aleister Crowley desapareció en misteriosas circunstancias. Ramón, en Automoribundia. definía este sitio como «el lugar donde se
Pessoa con Augusto Ferreira Gomes
escucha hacer gárgaras a las olas lunares». En el tomo II de Pombo hay algunos otros datos de la presencia portuguesa en España. En la página LXXX se publicaba la foto de un
grupo de intelectuales portugueses en el gran café Martinho de Lisboa. Estos eran: Juliáo Quintinha. Augusto d'Esaguy, Antonio Ferro y José B. d'Oliveira. En otra página habla del pintor Guilheume Filipe. Se publica también (página 469) una foto de Almada al lado de otras de López Rubio. Manuel Galán. Aldecoa. Almada. Rogelio G. Pérez. Jardiel Poncela... Almada Negreiros llegó a Madrid en 1927. Me refiero a la etapa más larga de su permanencia, que duró hasta el año 1932. Había coincidido con Ramón en el homenaje que en Lisboa, en el 1925. le tributaron los intelectuales. Ramón lo colocó en un lugar destacado en el café Pombo. La Gaceta Literaria apadrinó una gran exposición de su obra. Gómez de la Serna y Antonio Espina fueron sus principales promotores. El primero publicó el artículo titulado «Cómo Ramón Gómez de la Serna aprecia a Almada Negreiros». en el número 1 (1927) de La Gaceta. En la misma publicación, en el número 13 (1 de julio de 1927). Espina hacía lo mismo. Fernando Pessoa escribió en A Aguia sobre la obra pictórica de Almada. con quien, entre los años 1915 y 1917. colaborar en la aventura futurista, en algunas revistas ya mencionadas con anterioridad. En 1917 lanza un «Ultimátum Futuri sta» a las generaciones portuguesas del siglo XX. En el número 1 de la revista Sudoeste que fundó y dirigió en 1935 escribe: «La dualidad Portugal-España es, en fin. el secreto de la vitalidad de la península ibérica y de su civilización. Portugal y España son dos opuestos y no dos rivales. Los opuestos son complementos iguales de un todo. Este todo está representado geográficamente por la península ibérica y en espíritu por la civilización ibérica». La primera parte de esa misión de la civilización ibérica, Almada la centraba en la expansión del imperio colonial portugués y español. La segunda parte de la misión civilizadora ibérica consistía para el pintor «en crear la cultura del entendimiento por tugués y la del entendimiento español», algo de lo que parece haber indicios medio siglo .después. Durante su estancia en nuestro país, Almada llegó a colaborar con habitualidad en periódicos y revistas como El Sol, ABC, Blanco y Negro, La Esfera, Nuevo Mundo. Mundo Gráfico, Crónica, Revista de Occidente, etc. En la Novela Mundial, dirigida por J.G. Mercadal, compartió la labor
de ilustrador con Penagos y Souto. Decora la Fundación del Amo, el teatro Muñoz Seca, el cine Barceló y San Carlos. Su anterior estancia en París sólo le proporcionó una «conciencia nacional», mientras que en Madrid, a decir de J.A. Franca, «le dio una especie de concienciación cultural ibérica».42 En la biblioteca de Fernando Pessoa (al menos la conservada tras su muerte) el apartado español es prácticamente inexistente. La mayor parte de esta docena de libros fueron —con toda seguridad— enviados directamente por sus autores o a través de alguna de las revistas en las que colaboró o fue director. Esto pudiera ser el caso de las siguientes obras: Buscón poeta, de Eduardo Dieste, hermano de Rafael; influencias de la literatura gallega en la castellana, de Eugenio Carré Aldao; La rueda de color, de Rogelio Buendía, con dedicatoria («A Fernando Pessoa con la admiración entusiasta de R.B., Huelva, 14-8-1923»); La inferioridad mental de la mujer, de P.J. Moebius, traducido y prologado por Carmen de Burgos (Colombine), que, como ya hemos visto, truncado de Madrid. (Entrevisión de un insulano)»:
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No sé Acabo de soñar un sueño absurdo como un hongo antiguo de alas enroscadas. Es un recuerdo. Yo hice una vez un viaje...
Jacobo Sureda, en su único poemario El prestidigitador de los cinco sentidos,4* habla de «desasosiego» (por aquellas fechas Pessoa ya llevaba escritos numerosos fragmentos del libro postumo que ostentaría ese mismo título). Hay una atmósfera parecida en todos ellos, muertos a muy tempranas edades. Sureda, en el prólogo a su poemario de trescientos ejemplares compuesto por él mismo y editado en la Selva Negra, decía algo que ratificarían con seguridad todos ellos desde sus diferentes puntos: «Estos poemas —la denominación es un convenio— son poemas sin grandes alientos cuya presencia puede ser verificada por cada quien en su más próxima vecindad y donde quiera que se encuentre. Yo no hice más que echarles un lazo. No intento aquí agenciarles unos justificantes que no necesitan: toda literatura vive su vida, la que puede. La inmortalidad: pamplina». NOTAS 1. Livro do desassossego. Tomo I, Editorial Ática, Lisboa. 1982; Tomo II. en junio de esc mismo año. Edición preparada por María Alíete Galhoz. Teresa Sobral Cunha y Jacinto do Prado Coclho. Nada más aparecer la edición publique un largo artículo titulado, «Fernando Pessoa: El livro do desassossego por Bernardo Soarcs». revista Nueva Estafeta, octubre de 1983. n." 47. La edición castellana traducida por Ángel Crespo salió en la Editorial Scix Barral. Barcelona. 1984. 2. Luis Buñucl. Mi último suspiro. Editorial Plaza & Janes. Barcelona, 1983. 3. Rafael Cansinos Assens. La novela de un literato. Alianza Tres. Madrid. Tomo I. 1983. y Tomo II. 1985. 4. En este sentido es interesante el artículo de Salvador Lorcnzana (Francisco Fernández del Riego) titulado «No centenario de Teixeira de Pascoaes», publicado en la revista Grial. enerofcbrero-narzo de 1977, n." 55. 5. Sobre ello ya escribí en mi libro. La revista Alfar y la prensa literaria de su época (1920IWO). Ediciones Nos. La Coruña, 1984. 6. A.J. Saraiva y Osear Lopes. Historia da literatura portuguesa, Porfo Editora. Porlo. 1979.
era gran admiradora del país vecino. Menéndez Pelayo. Rosalía de Castro y Campoamor eran los autores que estaban en su poder. 43 Curiosamente La sombrilla japonesa que dio pie a ese par de cartas enviadas por Pessoa al autor del libro, Isaac del Vando Villar, no aparece en esta relación. La estela silenciosa de Fernando Pessoa se prolonga y agranda en
nuestro país a lo largo de la posguerra. La revista de Cuadernos de Literatura Contemporánea, dependiente del Instituto Nebrija del Consejo Superior de Investigaciones Científicas, se publicó dirigida por J. de Entrambasaguas desde 1942 hasta 1946. A partir de esta última fecha se transforma en Cuadernos de Literatura con su suplemento poético Acanto dirigido por J.G. Nieto. En 1945 aparece como suplemento de Cuadernos la Antología de la Literatura Contemporánea.44 En la sexta y definitiva entrega se incluyen poemas de Pessoa y de sus heterónimos Alberto Caeiro, Ricardo Reis y Alvaro de Campos. Es la primera vez que Pessoa aparece ya con verdadera fuerza.45 La revista Garcüaso (Madrid, 194346), dirigida por García Nieto, en el número correspondiente al mes de mayo de 1944 incluía la traducción por Rafael Morales del poema «Cualquier música». «El florecer del encuentro casual» de Alvaro de Campos fue vertido al castellano por Ángel Crespo en Rocamador, n." 9, Falencia, invierno de 1957. Lo mismo hicieron el propio Crespo y Alejandro Gabino Carriedo en la revista que fundaron y dirigieron con la cabecera de Poesía de España (1960-1963). La publicación de Miguel Labordeta Despacho Literario de la Oficina Poética Internacional, Zaragoza 1960-1963, incluía la carta a Adolfo Casáis Monteiro, «Poesía: libertad de existir». El primer libro publica do con poemas de Pessoa en España se debe a Ángel Crespo: Poemas de Alberto Caeiro, Rialp, Colección Adonais, núm. CXLVII, 1957. Posteriormente, otros traductores del poeta portugués han sido Rafael Santos Torroella, Pilar Vázquez Cuesta, José Antonio Llardent, Pablo del Barco, Ángel Campos Pámpano, Miguel Ángel Viqueira, etc.4¿ 58/ANTHROPOS
José Pacheco, director de Contemporánea Inscripciones,41 habló de «Cavafys y Pessoa:
Francisco Rivera, en Vidas paralelas». Esta relación podría ampliarse mucho más si para ello nos basáramos en la importancia que cierto tipo de ciudades han tenido en sus escritores. Esas ciudades de la «deriva» bartheana. Sin embargo y como colofón a este trabajo, quisiera referirme muy sucintamente a una serie de conexiones que pudieran existir entre el poeta portugués y algunos de nuestros poetas de vanguardia más importantes, pero menos conocidos. Me refiero al palmesano Jacobo Sureda (1901-1935), el gallego Manuel Antonio (1900-1930), el catalán Salvat Papasseit (18941924) y el canario Alonso Quesada (1886-1925). Todos ellos más o
menos ignorantes los unos de los otros, pero en unos ambientes lejanamente paralelos. Todos (incluyendo al propio Pessoa) están afectados por la insularidad, o mejor dicho, por el «a-islamiento» al que se refirió Unamuno al hablar del autor de El lino de los sueños. Fundamentalmente, las concomitancias más relevantes pudieran existir entre Quesada y Pessoa. Las ciudades en las que viven ambos son muy semejantes en cuanto a esa sensación de laxitud, desempeñaron oficios parecidos y además mantuvieron una cierta distancia con respecto a la sociedad literaria. El poeta canario escribe poemas como «Los ingleses de la colonia» o «Un tenedor de libros» que hubiera podido firmar el propio Pessoa, o mejor dicho, el heterónimo Alvaro de Campos. Lo mismo sucede con grandes fragmentos de ese magnífico poema que es el «Poema 7. Op. cit.. p. 283. 8. A.J. Saraiva. Breve historia de la literatura portuguesa. Madrid. Ediciones Istmo. 1971. p. 251. 9. Se publica en el n.° 57 de la revista coruñesa correspondiente al mes de abril de 1929. 10. Op. cit.. p. 253. 11. Es muy interesante el artículo de A. Lucio Vidal titulado «Alfredo Guisado, poeta galegoportugués». publicado en la revista Grial. enero-febrero-marzo. 1984. n." 83. 12. Joáo Gaspar Simóes. Perspectiva histórica da poesía portuguesa, sécula XX. Brasilia Editora. Porto. 1976. 13. Ver artículo de A. Lucio Vidal, p. 31. 14. Ramón Piñeiro. «Das relacións culturáis galego-portuguesas». en la revista Nova Renascenc.a. Porto. 1982. p. 327. Esta publicación apareció en 1980 dirigida por José Augusto Seabra. Antonio Corte-Real y Jacinto de Magalhaes. 15. Ramón Villares Paz. «As relacións da Galiz;i con Portugal na época contemporánea», revista Cría!. n.°81. p. 309. 16. Almanaque de las Artes y las Letras para 1928. ordenado por Gabriel García Maroto. Editorial Biblioteca Acción. Madrid, p. 120. 17. Op. cit.. pp. 121-122. El poema es exactamente el mismo que está recogido en las Poesías completas. Editorial Anagrama. Porto. 1980. p. 90. 18. Op. cit., p. 123. 19. Antonio Pina Coelho. Os fundamentos filosóficos da obra de Fernando Pessoa. tomo I, Lisboa. 1971. pp. 20-21. Ver el libro de Ángel Crespo. Estudios sobre Pessoa. Editorial Bruguera. Barcelona. 1984. p. 291. 20. Capítulo del libro mencionado en la nota anterior. 21. Hay una edición reciente del mismo publicada por la Colección Dendrónoma, Sevilla, 1980. 22. Op. cit., pp. 293-296. También aparecen en el catálogo-libro de la exposición que se realizó en Madrid: Fernando Pessoa. El eterno viajero, preparado por Teresa Rita Lopes y María Fernanda de Abreu, Fundación Juan March, Madrid, 1981.
23. Guillermo de Torre. Literaturas europeas de vanguardia, Caro Raggio. Madrid, 1925, p. 48. 24. «Entre vanguarda e tradiqao: A Presenta», del libro de Fernando Guimaráes, Simbolismo, modernismo e vanguardas, Imprensa Nacional-Casa da Moeda, Lisboa. 1982. 25. Sobre ello tengo dedicado un capítulo de mi tesis doctoral (pendiente de publicación) titulada: Historia de la prensa literaria en Galicia desde comienzos de siglo hasta la guerra (1900-1936). Y su relación con la española. 26. Se refiere a las revistas Amic de les Arts y Nova Revista, y a los escritores Scbastiá Gasch, Salvador Dalí y Luis Montanyá. 27. Aquí habla de la Revista de Occidente, a la misma Gaceta, Carmen, Verso y Prosa, Parábola, Meseta, etc. Giménez Caballero dice que los escritores de esta área, más que estar influenciados por autores extranjeros (Giradoux. Joycc, Coctcau, Gide, etc.) lo están por otros españoles tales como Unamuno, Juan Ramón, Ortega, Azorín, D'Ors, Ramón, Machado, Pérez de Ayala, además de autores clásicos como Gracián o Góngora. 28. Este apartado es el andaluz. Aquí están revistas como Gallo, Litoral, Papel de Aleluyas, etc. Las influencias de escritores en este triángulo, a decir de E.G. Caballero, eran fundamentalmente españolas (Góngora. Juan Ramón), aunque se fil
Fernando Pessoa, dibujo de José Sarmentó, 1987 tran autores extranjeros como Valéry. Mallarmé. Rimbaud. etc. 29. Tomo estos versos de la última edición del Cancionero. Akal Editor, Madrid. 1984. p. 11. El poema n." 26 va firmado el 13-3-1928. 30. En Automoribundia (¡888-1948). Editorial Sudamericana. Buenos Aires. 1948. p. 301. 31. Op. cit.. capítulo LXIV. 32. Tomo I de Pombo. Imprenta G. Hernández y Galo Sáez, Madrid. 1918. Páginas sin numeración.
41. La Quinta de Palmyra. edición de Carolyn Richmond, Editorial Espasa Calpc. Madrid.
1982. 42. Fragmento del texto publicado en el catálogo de la exposición antológica realizada en la Fundación Juan March. Madrid, 1983-84. 43. Una relación de los mismos aparece en Fernando Pessoa: El eterno viajero, op. cit. 44. Más datos sobre este tema pueden encontrarse en el libro de Fanny Rubio. Las revistas poéticas españolas (1939-1975), Ediciones Turncr. Madrid. 1976. 45. En el libro Fernando Pessoa: El eterno viajero, op. cit., se maneja una amplísima bibliografía. Pero todos los datos con respecto a Pessoa y España se dan a partir de la posguerra. 46. Las ediciones de la obra de Pessoa han proliferado en los últynos tiempos. 47. Francisco Rivera, Inscripciones, Fundarte. Venezuela, 1981. 48. Jacobo Surcda, El prestidigitador de los cinco sentidos. Ediciones Arxipclag, Palma de Mallorca, 1985.
L'escriptura i el fet nacional en Fernando Pessoa Joaquim Sala-Sanahuja Universitat Autónoma de Barcelona
L'any 1915, un petit llibre somou les aigües de la cultura portuguesa: es el moment de la publicado de YArte de Ser Portugués, recull ordenat de reflexions sobre la cultura nacional portuguesa, per una de les máximes plomes lusitanes de l'época, Teixeira de Pascoaes, pare del saudosismo i capdavanter del moviment de la Renascenqa Portuguesa, i «pare sublim» en aquells anys del jove poeta Fernando Pessoa. Els diversos capítols de Arte de Ser Portugués, dedicáis a nocions com ara «Rac,a» i «Patria», o «ánima patria», i a caracteritzar sobretot les manifestacions d'una «ánima portuguesa», contenen molts del temes que mes endavant Pessoa tractará en els seus escrits póstumament aplegáis pels editors en dos volums: Sobre Portugal - Introdujo ao problema nacional i Ultimátum e páginas de sociología política.' L'idealisme saudoso preconilzal per Teixeira, el geni de la llengua porluguesa, el sabastianisme, així com la relació de qualilals de Tánima porluguesa que apareixen en aquesla Arte —el geni de l'avenlura, l'esperil messiánic (sebaslianisla) , el senlimenl d'independéncia i lliberlal—, elemenls conslilulius de la visió saudosisla de la pálria, serán desenvolupals de forma diversa per Pessoa en els lexlos suara esmenlals. De forma diversa, sí; car existeixen en aquesls escrils cerles conlradiccions, parlicularmenl entre Ultimátum, signal al seu momenl (1917) per Alvaro de Campos, i
alguns deis allres lexlos, conlradiccions polser diclades per la mateixa diferencia de lo, de llenguatge si es vol, que marca l'obra de rhelerónim Campos. Ja a Ultimátum, publical al número únic de Portugal Futurista, apareixen, pero, alguns deis temes centráis (falló que serán els textos sobre «sociología política» de Pessoa: sota la ploma de Campos van sorgint vertiginosament els elements que consagren una mena d'aristocratisme agressiu, una condemna mes o menys nietzscheana de la democracia entesa com a heretatge de la Revolució francesa, i l'exaltació d'una monarquía «espontánia», anti-hereditária i consensual, en la qual el Rei vindria a ser una mena de nou Cronwell, encarnado auténtica del destí nacional.
ANTHROPOS/59
Es per aquesta via de conseqüéncía que sorgirá en el pensament de Fernando Pessoa la qüestió del Quinto Imperio. En efecte, en un món estructural peí domini d'uns pobles damunt deis altres, d'unes cultures damunt. les altres, el fet del domini es una determinado del destí nacional. Per Pessoa, el destí del poblé portugués, les incitacions origináries del passat i de la cultura que n'ha sorgit, el menen per forc,a a esdevenir un imperi renovellat peí fet d'una voluntat de domini cultural. En la profecía pessoana del Supra-Camoens, figura del geni portugués per esséncia, hi ha abans de tot un intent de culminado d'aquesl procés. En comparar aquests escrits pessoans —alguns deis quals, pero, eren tan sois anotacions incompletes, i, d'allres vegades, fragments plausiblement manllevats deis llibres que consultava— amb la primera referencia d'aquest article, Y Arte de Ser Portugués de Teixeira, observarem que la profecía pessoana del Supra-Camoens pot ser també entesa com una simple extrapolació de r«alma lusíada» en les seves manifestacions celebrades pelsaudosismo. Particularment proper a l'esperit portugués, el geni ¡iteran troba en la poesia, segons Teixeira de Pascoaes, un lligam pregón amb l'ánima del Poblé: «Mitjanqant els poetes el geni popular es va fixant en figura vivent, cada vegada mes perfecta». I afegeix: «El poeta es Tescultor espiritual d'una Patria, el revelador-creador del seu carácter en marbre etern d'armonia». 2 Per aquesta i per d'altres raons, cal situar, al meu parer, l'idealisme pessoá en l'órbita del pensament saudosis
ta, per be que les formulacions de Pessoa siguin menys «literáries», mes concretes, i sobretot mes modernes peí que fa al llenguatge —només cal pensar en 1'Ultimátum d'Álvaro de Campos. El Quinto Imperio, acompliment de l'esperit sebastianista, i que els saudosistes consideraven el suport historie d'un element nacional, el messianisme, es, en Teixeira, la fita máxima vers la qual convergeixen totes les qualitats de l'«ánima patria». Es ciar que les notes de Pessoa sobre el Quinto Imperio son molt mes extenses i precises. En deduirem
sobretot que el Cinqué será, en el pensament de Pessoa, un imperi espiritual, un imperi de cultura que cerca «nous valors civilitzacionals per tal de desvetllar d'altres nacions»,3 seguint el model grec i oposant-lo al francés i a l'anglés. De la mateixa manera, la figura de D. Sebastiáo com a inspiradora d'una nova monarquía «espontánia» trobará la seva justificado en la mateixa «ánima» del poblé. Aquest, «O Encuberto», només pot reencarnar-se (el terme es nostre) en alguna 'figura envoltada d'una auténtica «auréola mística».4 Ni D. Joáo IV, restaurador de la monarquia portuguesa el 1640, ni el Marqués de Pombal, ni el jove dictador Sidónio País, al qual Pessoa dedica un opuscle, no posseeixen veritablement aquella aureola, per be que estimulessin un moment el «misticisme subconscient de la nació». Si el pensament polític i nacional que aquests llibres expressen deriva visiblement, dones, del nacionalisme saudosista, cal dir també que no constitueix cap fet a'illat en el panorama europeu de l'época —aillat, es a dir, específicament portugués. Les seves idees son, en alguns aspectes mes conceptuáis, un reflex de les tesis de Maurras i de Daudet, les tesis de VAcíion Franqaise— que Y Ultimátum ataca, malgrat tot, en la figura de Barres. Presenten també clars ressons nietzscheans i coincideixen amb les del francesos en molts deis postulats sobre el paganisme. Pero coincideixen sobretot amb les tesis nacionalistes que sorgeixen a Catalunya a partir deis primers anys del segle. Ja d'antuvi el saudosismo palesa nombroses convergéncies amb el «panteisme» que acompanya la teoría de la paraula viva de Maragall, tal com destaca Alfons Maseras en el Próleg de les seves versions catalanes del mateix Teixeira de Pascoaes, publicades a Barcelona el 1938.5 Peí que fa al nacionalisme, les idees de la Renascenga Portuguesa son llargament tributáries, igual que les del noucentisme, del maurrasianisme, amb la parlicularitat lógica que en ambdós casos —el portugués i el cátala— la nació ressorgeix d'un llarg període de destret, de decadencia i, en certa forma, de colonialisme (sobretot peí que fa a Portugal). Mes concretament, si comparem La nacionalitat catalana de Prat de la Riba i l'esmentat Arte de Ser Portugués, les coincidéncies son
esbaídores. El llibre de Prat, es cert, no conté cap de les referéncies ais miles populars que, en un gest encara plenament románlic, Maragall postulava com a models cívics, com en el cas de Sanl Jordi. Conlé pero, en canvi, molls capílols que serán análegs ais del llibre poslerior de Teixeira i a molts deis textos polítics de Pessoa. La idea mateixa de nacionalitat, amb uns límits geográfics, una raga, una Mengua i un espedí nacional, així com la seva configuració a parlir d'un etnos ibéric, lan distinta de la que havia enunciat Pi i Margall a fináis de segle, es conlemporánia a Calalunya de l'esplel nacionalista portugués inicial per la Renascenga Portuguesa. L'imperialisme, en lol aixó, no es per Pral de la Riba, igual que per Pessoa, sino la conseqüéncia exlrema AUTOR - TEMA MONOGRÁFICO TEXTOS Y NOTAS d'un nacionalisme projectat enfora. inspirant-se —encara que potser abusivament— en les teories individualistes d'Emerson. Cal remarcar, a mes. per tal de comprendre l'abast ideológic real del nou centisme. que diversos indicis permeten de creure que en la redacció d'alguns capítols de La nacionalitat catalana, i especialment en el dedicar a l'imperialisme. hi intervingué a la má d'Eugeni d'Ors. aleshores (1906) brac, dret de Prat peí que fa a qüestions culturáis. Remetré el lector a algunes de les «gloses» que apareixien en aquelles mateixes dates a La Ven de Catalunya. Les relacions posteriors de d'Ors amb Teixeira. i la vinguda d'aquest darrer a Catalunya, el 1918. son factors essencials per a qualsevol análisi del pensament polític en la Catalunya de les dues primeres décades del nostre segle. Ni Prats ni d'Ors no s'estan. en efecte. de preconitzar un imperialisme cátala, imperialisme cultural destinat a projectar enfora. vers els altres pobles d'Europa. els nous valors civilitzacionals que sorgien o havien de sorgir al nostre país (en aquest cas els valors del noucentisme d'Eugeni d'Ors). I per comencar aquesta projecció. d'Ors es multiplica en conferencies i articles a Portugal, de vegades sobre temes portuguesos. i la seva influencia es fa palesa en algún deis escrits de Pessoa sobre la cultura portuguesa, en el qual el sitúa, juntament amb Unamuno i Dídac Ruiz (sic). com a model de gran intel-lectual. Tant peí que fa al noucentisme com a la Renascenga Portuguesa, la
magnitud extrema deis mots que manipulen —im- peri. domini. projecció...— no triga a cedir el protagonisme a una evidencia molt clara: la de la concepció conservadora d'aquestes doctrines. La cultura, en efecte. apareix entre móduls rígids. envoltada de normes, s'identifica amb les normes. En la política cultural del noucentisme. la primera i única política cultural que ha conegut Catalunya, la majoria de les actuacions se centren en quatre cristeris básics i elementáis que només faran que endolcir els moments difícils de la reconstrucció de la nació. Per be que. en teoria. bagues d'aplegar
el Poblé i aviar-lo vers el seu destí nacional i imperial. El noucentisme, al capdavall. fou un ersatz opac pero forc,a práctic i acomodador de les seves própies teories. Pero una última qüestió. la de les avantguardes. entra a formar part del panorama cultural d'aquells anys, originant un conflicte entre molts intel-lectuals compromesos en la tasca cívica de reconstrucció de les respectives nacions, i especialment entre catalans i portugueses. El dilema es aleshores el següent: d'una banda han de romandre fidels a un ordre. a uns principis que asseguren la possibilitat de donar una cultura a una nació ressorgida: d'altra se senten solidaris o sol-licitats pels nous corrents, per les noves estétiques. pels nous estatuts de la paraula. J.V. Foix va resoldre probablement el dilema inventant, uns anys mes tard. un estrany aliatge entre el Vell i el Nou. entre la Tradició catalana i els nous llenguatges cosmopolites que emanaven de Dada i del surrealisme, bandejant-ne pero els aspectes mes destructors —incompatibles possiblement amb el sentit de la reconstrucció nacional—. i substituintlos per un estrany ámbit de ressonáncies clássiques. Pessoa. per la seva banda, inventa el drama em gente, l'acurada dramaturgia de les veus deis seus heterónims, que conté, ultra la seva veu «propia», la d'un poeta clássic. la d'un poeta avantguardista, i la d'un poeta popular, sorgit de la térra. Son, al meu parer, en el cas de Foix i en el de Pessoa, adaptacions diverses a un mateix conflicte, en la culminació d'un llarg procés d'insatisfacció política i literaria del qual els escrits polítics de tots dos poetes constitueixen el testimoniatge excepcional. NOTES 1. Lisboa. Ediqocs Ática. 1979. 1980. 2. Lisboa. 1915. Rccd. Lisboa. Ediqocs Rogcr Dclraux. 1978. 3. Sobre Portugal. Inlrodu^ao ao problema nacional, p. 222. 4. Ibíd.. p. 207. 5. Barcelona. Edicions de la Rosa deis Vcnts, 1938. Pessoa, en un dibujo de Almada Negreiros
Fernando Pessoa y la dictadura salazarista en Portugal Javier Urdanibia «Todo vale la pena»
(«Mar portugués», Mensagem)1 «Nada vale la pena» («Elegía na sombra»)2
Sorprende que un mismo autor haya podido escribir de forma tan despojada dos expresiones tan netamente contrarias. Podríamos paliar nuestro justo asombro recordando que Fernando Pessoa no gozaba de la virtud de la veneración y la observancia del principio de tertio excluso, que era un audaz cultivador de todas las paradojas y de todos los riesgos lógicos, y que su actitud ante el lector era la de quien propone versiones diversas de acertijos, lo que era inevitable en un poeta y pensador al que lo real se le había ofrecido como ficción y como charada. No; aquí, ante ambos fragmentos de versos, estamos ante dos momentos intelectuales y emocionales irreconciliables, ante dos atmósferas sucesivas y excluyentes. ¿Qué ocurrió entre el primer fragmento y el segundo? ¿Cuál es el acontecimiento-eje sobre el que giró el cambio de atmósfera en el alma y en la escritura de Pessoa? Los dos fragmentos de versículos, por otro lado, no están escogidos al azar, sino que pertenecen a dos constelaciones poéticas de gran importancia. El primero pertenece a Mensagem, único libro de poemas en portugués que vio la luz en vida del poeta, libro nacionalista donde los haya, libro optimista, providencialista y pictórico de fe. El segundo proviene de un largo y atrabiliario poema que Pessoa escribió el 2 de junio de 1935, medio año antes de abandonar Lisboa y el mundo. Ambos textos coinciden, además, en que son firmados por F. Pessoa ele mesmo y no por alguno de los otros heterónimos, significándose con ello que el conflicto todo-nada se
al concurso literario «Antero de Quental» convocado por el Secretariado de Propaganda Nacional que creó Oliveira Salazar y que entregó a la dirección de Antonio Ferro, antigua amistad del poeta. 4 El premio fue concedido a una mediocre obra poética del misionero franciscano Vasco Reís que llevaba como título A Romana y cuyo argumento trataba de un carretero bolchevique que acaba abrazando los ideales de la Revolución Nacional, de Salazar y de Ferro.3 Las protestas que la decisión del jurado levantó entre los escritores de Presenta Pessoa, por Jorge Martins (Adolfo Casáis Monteiro, Joáo Gaspar Simóes...) obligaron a Ferro a instituir
da, no distribuido en una obra plural, un premio de inferior rango que, esta sino como fases vividas por una misma vez sí, fue concedido a F. Pessoa, cuya persona. obra —dejando a un lado la calidad literaria— difícilmente encajaba en el lecho de Procusto de la estética salazaris«Mar portugués» ta, populista, santurrona, pueril e inconsistente con la efectiva vida literaria El tono de este poema es heroico, como portuguesa.6 corresponde al duro y doloroso destino de la patria y a su aventura ultramari na. Tono heroico y alma grande para ir «Elegía na Sombra» más allá del dolor y de cabo Bojador. Sólo así, de las cenizas del dolor y el La atmósfera de este largo poema de llanto, de la amenaza de las aguas inficiento treinta y seis versos es llamativanitas, puede florecer la esperanza y remente contraria a la que respiramos en flejarse el benigno cielo. Para quien se «Mar portugués» y, hablando en geneidentifica con la vida histórica de Portural, en todo Mensagem. El ímpetu épigal, para quien tiene algún modo de co-heroico ha desaparecido y con él toda descodificar los símbolos que propone traza de optimismo nacionalista y proviel sentido teleológico y el vector escalodencialista. Apenas de la alegría de lógico, para quien está preparado para «Mar portugués» quedan unos versos el don, para el magnánimo, todo vale la que inmediatamente van a sumirse en pena. Ignorantes, invidentes y pusilánila desesperanza y en la negra depresión. mes no llegan más allá del dolor de las Una estrofa como la siguiente: aguas próximas. El optimismo del poema —y de todo Tierra tan linda con héroes tan grandes.
Mensagem— parece participar de un esBuen So! universal localizado tado de espíritu propicio al populismopor el mejor calor que aquí expande, salazarista y a la épica reaccionaria del calor suave y azul sólo a nosotros dado,
Estado Novo. Precisamente en 1933, F. (vv. 25-8) Pessoa trató de usar sus influencias per sonales para ver incluido este poema en pertenecería al jovial Pessoa, si no fuelos libros de lectura obligatorios en esra por la exclamación que le sigue y le cuelas y colegios.3 Al año siguiente tiedespoja de toda viríus: ne lugar otro acontecimiento que ha sido estudiado y debatido por los estu¡Tanta belleza dada y gloria ida! diosos de la biografía fernandina. El (v. 29) poeta publica y presenta su colección de poemas Mensagem —en realidad, un El pesimismo es patético y en el poepoema épico nacionalista y hermético— ma se disemina con la proliferación de vocablos con carga emocional e intelectual negativa. La raza desfallece, despojada de toda alegría, duerme el sueño mórbido de la nostalgia y la desgracia, la dolencia y el miedo. El alma de Portugal fue sustraída y está ahora prisionera tras un muro, bajo un hechizo. El despojamiento es de tal magnitud que la hora presente se convierte en hora inútil. El esplendor heroico lusitano queda allá en la distancia, ahogado en nieblas que lo hacen invisible. ¿Quién ha causado tal mutación? ¿De qué crimen o pecado es esta hora estéril castigo? Enfermedad, descreencia, «inapetencia de grandes fines», hipnosis patógena, el alma colectiva despojada sólo vive el sueño inútil de los simulacros y de esta forma su existir carece de plenitud y autenticidad, es mero plagio. Nada. Ni fe ni ley. ni mar ni puerto. Sólo el prolijo estancamiento de las aflicciones, como en las tardes sin brillo, en el mar muerto, la dolorosa soledad de las aguas. Pueblo sin nexo, raza sin soporte, que, agitada, indecisa, no repara en que es raza y que le aguarda la propia muerte como a un tren expreso que aquí se parase. (w. 41-48)
¿No puede colmarse la esperanza? ¿No hay ritmo vivificador para el
corazón descompasado? Portugal, nuevo sol occidental, cuna de aventureros y héroes, parece yacer en mortal tedio y su pueblo se ha convertido en innoble. ¿Ya no es posible que «cualquier oscuro sentimiento informe» sacie la sed de Profecía y Cumplimiento? ¿No podrá vencerse la maldición del Hado que hace tediosos noche y día? Portugal, herida y envenenada... desierto del alma... sueño demencial, inútil, no reparador, [...] inquietud que, ¡ay!, no es revuelta ni ansia. El Prometido vive lánguida vida , cubierto por los «sambenitos del abandono». ... todo es nada y nunca viene aquello que ha de venir. (vv. 119-20)
El destino de Portugal, como el de todos los entes, se acerca al cese, al fin, a la irrealización. La angustiosa desesperanza no puede mirar al futuro vacuo y neblinoso. Todo cuanto es se sitúa en lo pretérito. Nadie ni nada regresa. Fue todo, nada vale la pena. (v. 136) Este sombrío «Elegía en la sombra» y aquel maníaco «Mar portugués» obviamente ofrecen dos atmósferas contrarias y traducen dos estados de espíritu también irreconciliables. Pero cabe recordar que la experiencia de decadencia y la morbidez consecuente o, quizás, concomitante, están presentes de forma nítida, con pesadez ontológica en los heterónimos neopaganos Ricardo Reis y Antonio Mora, en los que la orfandad, el exilio, la amenaza de dioses y Hado, la inadecuación a la civilización cristista, provocan un pathos decadente y desconsolado bajo la máscara escasamente convincente de quietud, indiferencia y horacianismo. La experiencia y el estado de ánimo que sustenta la «Elegía en la sombra», ¿no es equiparable a la de aquéllos? Si estos versos fueran del mismo tipo que las odas ricardianas o los fragmentos más atormentados de Mora, no cabría tratar de ubicar un hiatus en la biografía de Pessoa entre «Mar portugués» y la elegía. Sería una angustiosa vivencia decisiva y recurrente del drama em gente, la conciencia desventurada de la inadaptación a la realidad de la vida. 1 Aparte de esta interpretación general de ambos poemas, según la cual no tienen por qué estar relacionados inmediatamente a un momento de la
vida de Pessoa, por ser un elemento que va y viene en la danza de la heteronimia,8 cabe otra hipótesis más «empírica», más temporal, más biográfica, y es la que queremos dejar establecida aquí. De acuerdo con esta segunda vía entre la redacción del «todo vale la pena» al abatido «nada vale la pena», hay acontecimientos que empujan a Pessoa a abandonar la fe que inicialmente había depositado en el régimen salazarista. Conviene, además, para limitar la hipótesis, hacer la siguiente observación: no es que el poeta abandone sus ideas nacionalistas y providencialistas, su sebastianismo, sino que deja de considerarlas aplicables a Salazar. Buscamos la causa de este rechazo del salazarismo.9 La sustentación de la hipótesis «empírica» (que puede vivir en perfecta cohabitación con la «general») nos la proporcionan ciertos hilos conductores en la vida del Pessoa-persona civil, como también ciertos poemas muy de circunstancias que han llegado no ha mucho hasta el lector. Poemas como: «Antonio de Oliveira Salazar» (29-3-35), «Sim, é o Estado Novo, e o povo...» (29-7-35) y «Poema de Amor em Estado Novo» (8 y 9-11-35), poemas, como se aprecia, contemporáneos de «Elegia na Sombra» (2-6-35).1() La época histórica que a Fernando Pessoa le tocó vivir era decadente en todos los aspectos sociales, políticos, económicos, coloniales. La pasión con que el poeta se entregó a comprender su enigmática patria estaba animada por una vigorosa aspiración regeneradora. La decadencia era, pues, un malestar transitorio en espera de mejores tiempos venideros. «La "regeneración" tal como la imaginaba, habría de pasar, necesariamente, por el impulso genesíaco o del "Presidente-Rei" o del "genial" reinventor de mitos, papel éste para el que Pessoa, por lo menos en algunos momentos, se juzgó dotado.»11 Dos posibilidades, pues, de regeneración: a) la política, representada por Sidónio Pais, y b) la mitopoética, a la que se entregó el SupraCamóes. Imperialismo político e imperialismo de cultura. Pero las aspiraciones políticas y culturales están estrechamente abrazadas. Y la atención diaria y apasionada que prestó Fernando Pessoa a la política de su época le llevó a escribir multitud de fragmentos de «sociología política».
ANTH ROPOS/63
Como ha escrito Joel Serráo,12 tres eran las bases del proyecto político fernandino: el nacionalismo, el anti-revolucionarismo, y la necesidad de un golpe de fuerza militar. Conviene ser un poco más explícito en torno a estas bases para no malentender al poeta-sociólogo. Nacionalismo tiempo. Mientras que los primeros inclinan su atención hacia el pasado, remoto o próximo, para Pessoa sólo cuenta el futuro, y su tesis, según promete, aportará la absoluta novedad.11 Obsérvese que, justamente por su proclividad hacia lo venidero e inédito, hace de su nacionalismo una aspiración mística. El futuro pleno es el objeto de amor del ardor místico. Al ser la intuición —y no el hábito— el motor de la aspiración utópica a la realización de la promesa, a la satisfacción del ansia, «todo partido anticonservador es una asociación mística».18 Necesidad de la dictadura militar en Portugal El nacionalismo pessoano procede del decimonónico nacionalismo de raigambre republicana. Desde el Ultimátum ante el que Gran Bretaña puso a Portugal en 1890, la monarquía dejó de ejercer su influencia y aceleró irrecuperablemente su decadencia. El relevo lo tomó el proyecto republicano con tal fuerza que República llegó a identificarse con Patria. En efecto, para Pessoa, la República, sustituyendo como forma de Estado a la monarquía, no sólo era un momento necesario sino beneficioso en la regeneración nacional, un comienzo del resurgimiento nacional. Pero pronto el proyecto regenerador republicano pareció insuficiente al poeta de Mensagem" A partir de 1912, si no antes, su nacionalismo adquiere las notas de un misticismo14 y se manifiesta abiertamente su dimensión esotérica, su mesianismo. A la división de la patria —entre republicanos y monárquicos—, a la postración nacional generalizada, deberían poner fin los redentores, el Cromwell venidero, un hombre de fuerza que elimine los obstáculos. ¿Cuáles son éstos? Aquellos que hacen imposible la inteligencia del mensaje esotérico del Supra-Camóes... Fernando Pessoa resumió así su posición patriótica: «Partidario de un nacionalismo místico, en el que se haya abolido toda la infiltración
católico-romana, creándose, si fuera posible, un sebastianismo nuevo, que la sustituya espiritualmente, si es que en el catolicismo portugués hubo alguna vez espiritualidad. Nacionalista que se guía por este lema: 64/ANTH ROPOS
"Todo para la humanidad; nada contra la Nación"».15 Anti-revolucionarismo En la ya citada nota autobiográfica redactada en 1935, precisamente para servir de introducción al poema «A memoria do Presidente-Rei Sidónio Pais», publicado en 1940 por Editorial Imperio, caracteriza su posición política como la de un «conservador al estilo inglés, esto es, liberal dentro del conservadurismo, y absolutamente anti-reaccionario». Toda la enunciación es clara, pero permanece en la oscuridad lo de «absolutamente anti-reaccionario». Porque ¿qué puede querer decir con
ello quien, como persona civil y como compañía heteronímica, dejó tanta constancia de sus fobias contra los movimientos revolucionarios, las doctrinas políticas igualitaristas y sus militantes y partidarios? ¿Qué significa esa expresión tan rotunda en quien, en la nota autobiográfica que comentamos, se define como anti-comunista y anti-socialista y equiparó la situación instaurada por el comunismo con comer raíces?16 Su antirreaccionarismo consistía en la aversión a los grupos sociales que, a su juicio, obstaculizaban el advenimiento y desarrollo de lo nuevo, nostálgicos monárquicos, y turbulentos y desorientados republicanos, impedimentos al establecimiento del interregno que abrirá los tiempos a la Nueva Monarquía. Su lejanía de «integralistas» y «contrarrevolucionarios» está causada por la distinta inclinación del espíritu en el En 1928, en Lisboa, en el órgano del Núcleo de Acción Nacional, publica Pessoa su controvertido O Interregno. Defesa e Justificaqáo da Dictadura Militar em Portugal.^ Este agitado año, como todos los años de la República portuguesa, establecida en 1910 y prácticamente abolida en 1926 por el general Gomes da Costa (28 de mayo), quien, a su vez, dejará paso inmediatamente (noviembre) a la dictadura del general Carmona y de su ascendente ministro de Finanzas, el profesor de Coimbra, Antonio Oliveira Salazar. Días en que se vivía un clima de despotismo y ultranacionalismo. En este escrito, lleno de explícitos elementos esotéricos,20 se exponen las Doctrinas del Interregno, en número de tres, y que no son más que justificaciones de la Dictadura Militar en Portugal como único camino y salida hacia el futuro y lo porvenir.21 Según la primera doctrina de la justificación, al estar la nación dividida equilibradamente entre monárquicos y republicanos, y, así, hallarse en un estado de guerra civil latente, y al no haber, por tanto, posibilidad de establecer uno u otro régimen, la Fuerza Armada será el régimen. Portugal, irremediablemente, es un país dual, contradictorio, escindido. La fractura es irreparable desde el interior de la dicotomía en la que los polos se excluyen mutuamente. Sólo la Dictadura Militar puede
enmendar el conflicto histórico en este «país de las dos ortografías». 22 La segunda doctrina es más compleja y trata de desmitificar la superstición constitucional. Para ello pone de manifiesto el quid pro quo que cometen los constitucionalistas, con presunciones de cientificidad. Han confundido la constitución con la opinión pública; el régimen constitucional es el régimen de la opi nión pública. Pero, sin ideal nacional ni opinión pública (lo que no es el caso de Inglaterra),23 la constitución abre las puertas a la guerra de los partidos, guerra que, como todas, se lleva a cabo mediante el dinero y el secreto, cosas ambas bien alejadas de la opinión pública. Sólo el Estado de Transición puede poner coto a los «maleficios del constitucionalismo». ¿Cuál será el cometido del Interregno? Desde luego, no lo será el hacer, el llevar a cabo cualesquiera tipos de medidas, porque sin ideal nacional, sin una conciencia misional, no puede resultar fructuoso y orientado ningún obrar. Este Estado intermedio y preparatorio «limitará al mínimo su acción». Lo que socialmente es indispensable es el orden público. Y concluye de forma estremecedora: «Si una nación fuese una aldea, bastaría la policía; como es una nación, tiene que ser la Fuerza Armada entera».24 La tercera doctrina establece que, no pudiendo haber opinión pública en Portugal, la política péndula de un extremo al otro inacabablemente. No hay vida política sana en Portugal porque no hay equilibrio entre fuerzas impulsoras y fuerzas retropulsoras, entre nacionalismo y apertura al exterior. Esta extrema pendulación política procede casualmente de la carencia de opinión pública. Sin este imprescindible control sobre los gobernantes, éstos instintivamente se inclinan al fraude. «Toda situación gobernante, desde la caída de la monarquía absoluta, es sustancialmente un fraude.»25 Sólo puede detener el nefasto vaivén una mano fuerte que fije la trayectoria en el punto medio, en la resultante del paralelogramo de fuerzas. Esa mano es, obviamente, la de la Fuerza Armada. Pero Pessoa, como todos los profetas, sabe bien de las inestabilidades históri
Octubre de 1910, barricadas republicanas en Lisboa
cas y su espera es una paciencia desesperanzada y por ello pretende liberarse de una identificación de sus doctrinas con la dictadura del general Gomes da Costa. Para ello, emplea el consabido doble procedimiento de la generalización (o universalización) y el aplazamiento. Quien fue capaz, años más tar de, de escribir que «los que han-de-venir es la manera más estúpida de decir los que naturalmente nunca vienen»,26 tuvo que afinar ahora sobre la verdadera naturaleza y alcance de sus Doctrinas del Interregno. Por ello en el Segundo Aviso puntualiza: «Si mañana la Dictadura Militar cayera, no caerá con ella su justificación. Que una cosa sea necesaria no implica ni que exista, ni que,
existiendo, subsista; implica tan sólo que es necesaria».27 Graves problemas y pasos en falso tuvo que vivir el poeta-sociólogo para guardar fidelidad a su fe sebastianista e historicista en el Quinto Imperio. Y es que, efectivamente, como ya había subrayado Kierkegaard,28 la fe «después de haber hecho los movimientos de la infinitud, realiza los de la finitud». La vida de fe, fundada en el absurdo, es inseparable de aquella moción que trata de conquistar el mundo finito «de una manera total y plenaria». Un pensamiento de lo doble es un pensamiento del doble movimiento. El interregno es necesario porque en él nacen los reyes, los gobernantes de la Nueva Monarquía, las aristocracias del Quinto Imperio. El interregno no puede implantarse históricamente en la nación portuguesa sino «por la voluntad del Destino» y «el derecho de la Fuerza», derechos supremos,29 y deberá «sustituir los tipos de mentalidad gobernantes por otro tipo de mentalidad». Para ello, como intuyó acertadamente el Presidente Sidónio Pais, se tendrá que recurrir a capas sociales hasta ahora alejadas del poder, los militares, las clases extrapolíticas (comerciantes e industriales) y los indiferentes, es decir, las clases medias y «cultas», también extrapolíticas.30 El 27 de abril de 1928, Oliveira Salazar llega al Ministerio de Finanzas, con el general Carmena como Presidente de la nación. En 1932, Salazar se convierte en Presidente del Consejo de Ministros. Y en 1933, la Asamblea Nacional aprueba la Constitución del Estado Novo. Con él se establece una República presidencialista, una organización social corporativista, en fin, una dictadura ultramontana. Pessoa, ante estos hechos nuevos, se planteó la validez de su Interregno y aceptó inicialmente como beneficioso este nuevo tutela je político. Sidónio Pais y el Dr. Salazar, de Coimbra, tenían algunos rasgos personales y políticos comunes. Pessoa caracterizo así al personaje en un principio: «La venida de Salazar trajo por fin al Jefe de Acción Nacional. Gradualmente se sintió su jefatura, fue primero un prestigio pasmoso por la diferencia entre él y todas las especies de jefes políticos que el pueblo conociera; un prestigio psicológico, sí, antes de nada, porque lo que primero se
descubrió de Salazar, aparte de su carácter ascético (rasgo que de por sí no da prestigio, pero que generalmente refuerza el que otras cualidades imponen), es que era, al contrario de los vulgares jefes políticos, un hombre de ciencia, de trabajo y de pocas palabras y, al contrario de los portugueses vulgares, incapaces de pensar claramente y de querer firmemente, un espíritu excepcionalmente claro, una voluntad omnímodamente fuerte. Vino después el prestigio administrativo del financiero —prestigio que el pueblo, incapaz de criticar o percibir una obra financiera— inmediatamente aceptó en virtud del prestigio ya dado. Por fin, más tarde, atrayendo ya a ciertas clases cultas que quedaron un poco retraídas, vino el prestigio del jefe político, del organizador de la Constitución y del Régimen Corporativo».31
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Hombre excepcional este Salazar, apolítico y admirable, único ser
capaz de capitanear a las masas en medio de la catástrofe nacional. Dotado de tal forma que podía poner en práctica una política de verdad y de salvación colectiva, cuyo prestigio procede de esa gran diferencia de sus cualidades respecto del pueblo y de los políticos portugueses.32 Sidónio Pais y Salazar encarnan fuerzas salvíficas, son los «héroes» de Carlyle y los «hombres históricos» de Hegel, los verdaderos propulsores de la vida de la nación, biografías históricas en sentido estricto. Las etapas que tales hombres superiores establecen nos aproximan a la etapa final, la de la Nueva Monarquía. Hombres de interregno y de transición, supieron intuitivamente elegir el correcto camino, el de la República presidencialista, fórmula de transición que conserva los beneficios de la necesaria república (esencialmente, la inhumación de la vieja monarquía y de sus lacras) y la continuidad con el régimen establecido. La república no es un régimen definitivo. El presidencialismo, por otro lado, apuntaba, no como la forma republicana, a la conservación y a la continuidad, vía hacia el futuro, pues «el poder personal comienza ya a introducir uno de los principios fundamentales del régimen futuro y de la tradición portuguesa.33 Tanto el presidente-rey Sidónio Pais como el dictador de Coimbra son una transición esperanzadora. Viviendo en las épocas de las cuales bien puede afirmarse: «todo vale la pena». O bien: «Incluso ante la Muerte la Fe exulta: llora y confía».34
El interregno es el punto en que el doble movimiento de la fe, hacia la infinitud y hacia la finitud, coincide o comienza a coincidir o hace posible la ansiada coincidencia. Pero los interregnos de los dos «héroes» nacionales se vieron truncados, traicionaron su vocación y sentido históricos, no tuvieron conciencia de transitoriedad, de medio, sobre todo la dictadura salazarista. Sidónio Pais fue asesinado35 y Salazar estableció un régimen más al establecer la Consti
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Luís Vaz de Camóes
tución de 1933, lo que no debía haber hecho. «Con la votación de la Nueva Constitución estamos ya en un régimen: El Interregno cesó.»36 Lo que equivale a decir que la esperanza se desbarató y que el movimiento hacia la infinitud dejó de conjugarse con el otro movimiento de la fe, éste hacia el cumplimiento en la finitud. Posiblemente, en 1933 comenzó a gestarse la ruptura del teorizador del interregno con el populismo salazarista, ruptura que se consuma en 1935, poco antes de su muerte. La primera causa del distanciamiento fue sin lugar a dudas el asunto de Mensagem que ya hemos mencionado más arriba. La potencia literaria del poeta desbordaba desmesuradamente los despreciables cauces del
Estado Novo y de la política del espíritu de Antonio Ferro. 37 La concesión del premio de Categoría B no parece probable que pudiera aliviar el dolor que en su autoestima (siempre secretamente muy elevada)38 se infligió aquel 31 de diciembre de 1934. Poco ha el efectivo ganador del premio, Reis Ventura (en 1934, firmó A Romana como Vasco Reis), confesaba que con la concesión del premio Antero de Quental establecido por el SPN se cometió «una espantosa injusticia». El pretexto oficial del jurado (Mensagem no cumplía con el requisito de las cien páginas) no pasó de ser una justificación no digna de crédito, ante lo que el mismo Vasco Reis / Reis Ventura calificó de «mis versitos de adolescente».39 Paradójicamente, el autor de A Romana encontró «la crítica más elogiosa de su libro» en una breve nota que el mismo Pessoa publicó en el Diario de Lisboa, en el suplemento literario del 4 de enero de 1935, pocos días después de la concesión del premio del SPN. Pessoa califica allí al franciscano (en aquel momento) de «admirable artista», dotado de talento, y a A Romana de «poema adorable». Las razones confesadas para valoración tan encendida son curiosas porque, a la vez que asumen elementos de la estética salazarista, muestran la declinación y el inevitable desvío. Estas razones, y esto es lo más importante, son de un tipo que volverá a aparecer en este último año de la vida del poeta con intenciones evidentes de «desmitificar» el populismo religioso de la dictadura corporativista. Esta singular forma de «desmitificación» consiste en un desplazamiento semántico por el cual las creencias y los cultos populares varían de significado latente y de tal guisa se descristianizan y des-salazarizan en provecho del universo simbólico neopagano en sus vertientes ortodoxa y/o trascendental. Este procedimiento de salvación de los contenidos rituales y festivos populares se realiza mediante la reinterpretación, mediante la ciencia irónica de una nueva lectura o de una visión no por oculta menos operante. En el artículo breve sobre A Romana del misionero franciscano Vasco Reis, se considera que el poema es católico. El catolicismo, «vasto sistema sincrético», es tanto sobrevivencia como transmutación del paganismo. Bajo las apariencias de lo católico se encubre la sustancia
pagana. La emoción portuguesa hace de su catolicismo una religión del Niño Jesús, Cupido católico,40 y de María venerada aquí como Madre. Otro tanto pasa con San Juan Bautista o San Antonio, niños, adolescentes, como se vuelve a ver en los cantos a los santos juninos lisboetas. En la reseña y en los poemas estamos frente al mismo modus operandi, el desplazamiento, la transmutación. Se cohabita con las apariencias y se disiente en los contenidos. Sintetiza Pessoa: «No conozco libro, en prosa o verso, que interprete tan paganamente, tan cristianamente, el alma religiosa de Portugal».41 Todos los ulteriores problemas que Pessoa va a vivir con el salazarismo pro
ceden de su particular hermenéutica, de su valoración de las manifestaciones de lo popular y, en suma, de las relaciones entre los fenómenos y lo oculto. En efecto, en este mismo año de 1935, Pessoa se enfrenta abiertamente con el Estado Novo en relación al problema de las asociaciones secretas y, concretamente, de la Masonería. 42 El Estado de
Salazar y su estética se mostraron como auténticos obstáculos a la vida y al porvenir de lo que está encubierto, a su epifanía, a la Nueva Monarquía; por tanto, no se ahormaba a las doctrinas del interregno y las pervertía. El 25 de enero la Cámara Corporativa comenzó a discutir el proyecto de ley contra las asociaciones secretas, ley que finalmente tenía como objetivo la supresión de la masonería mediante su ¡legalización. Frente a este proyecto de ley presentado por José Cabral reaccionó Fernando Pessoa con un extenso artículo titulado «Asociaciones Secretas» en el que defendió «fraternalmente» a la Orden iniciática y desmoronó el pretendido edificio argumental de los anti-masones. Él podía hacerlo adecuadamente porque, al no pertenecer a la orden masónica, no sólo no estaba sometido al imperativo del secreto y de la discreción, sino que podía guardar la imparcialidad que convenía al asunto: «No soy masón, ni pertenezco a cualquier otra Orden semejante o diferente. No soy, sin embargo, anti-masón, pues lo que sé del asunto me lleva a tener una idea absolutamente favorable de la Orden Masónica».43 El artículo fue escrito a finales de enero y principios de febrero, cuando la Cámara Corporativa había comenzado (desde el 25 de enero) a discutir el proyecto de José Cabra. No entraremos en detalle en la argumentación fernandina, sino que será suficiente esbozar algunos extremos de la misma, subrayando, como lo ha hecho acertadamente Margando, 44 que en sus reflexiones está presente, como es habitual en él, una fuerte disociación. En la ocurrencia, se mezclan el espacio iniciático y el político-pragmático. La línea argumental central es sobre el asunto del secreto, el cual no es privativo de la masonería o de cualquier otra orden ini
Sidónio País
ciática, ya que «todo cuanto de serio o de importante se hace, se hace en secreto».45 Además, si el proyecto se convirtiera en ley, sería a) inútil en cuanto a los fines propuestos y b) perjudicial para Portugal. Inútil porque «las órdenes iniciáticas están defendidas, ab origine symboli, por condiciones y fuerzas muy especiales que las tornan indestructibles desde fuera».46 Perjudicial porque ello acarrearía una corriente de opinión internacional hostil con previsibles resultados prácticos (comerciales) adversos. ¡Ingenuo Pessoa! El proyecto de Cabral es un despropósito que pone en evidencia la ignorancia del proponente sobre las organizaciones de las que habla; ignorancia consistente en presuponer, grosso modo, que
la Masonería es maléfica y dañina, lo que es un desatino que confunde la naturaleza de la Orden con la falibilidad de los hombres que la componen... Sus empeños contra el proyecto de ley fueron inútiles, y el 2 de abril, por unanimidad,47 la Cámara Corporativa lo aprueba. El 21 de mayo se ¡legalizan las asociaciones secretas mediante la ley 1901 aparecida en el Diario do Gobernó. Pero el artículo de Pessoa conmocionó vivamente a ciertos sectores y a ciertos individuos. La virulencia y aparato de la reacción quizás cogieron de sorpresa a su mismo autor, por lo que pudo escribir: «Por primera vez en mi vida fabriqué una bomba».48 El tercer punto de fricción con el salazarismo (o la tercera concausa que le lleva del colaboracionismo a la violencia verbal crítica, de la justificación a la desvalorización) son los conflictos aludidos por el poeta con la censura. Los engorros que Pessoa tuvo que afrontar por la libre manifestación de sus opiniones y de las de Alvaro de Campos acompañaron largos trechos de su corta vida. Baste recordar los episodios relacionados con Leal y con Botto (1923). No hace falta traer a colación las airadas reacciones que los diversos programas y movimientos que encabezó suscitaron (Orpheu, Portugal Futurista...}. Pero el primer conflicto directo con la censura ya establecida por la Dictadura Militar del general Gomes da Costa (quien ese mismo día había dado un golpe más de la veintena de revoluciones que vivió la República desde 1920 hasta entonces) tuvo lugar con el n." 6 de la Revista de Comercio e Contabilidade, el 28 de mayo de 1926, el cual, publicado no en junio, como estaba previsto, sino meses más tarde, vendría presidido por una fórmula ritual: «Este número fue modificado por la Comisión de Censura». La experiencia no deja de ser doblemente chocante y dolorosa al tratarse de una publicación especializada y técnica.49 Años más tarde la presión de la Censura llegó a resultarle sólo tolerable debido a que, si bien no podía inhibir su necesidad de escribir, podía muy bien hacerlo con el deseo de publicar. En carta, que no llegó a enviar, a Adolfo Casáis Monteiro, miembro activo del grupo Presenta,5(} confiesa que, a partir del discurso de Salazar
del 21 de febrero de este año de 1935, quedó de manifiesto que todo cuanto se escriba deberá subordinarse «a las directrices trazadas por los orientadores del [...] Estado Nuevo», cuya naturaleza confiesa desconocer. En otro apunte manuscrito para una carta a Marques Matías anota que tanto las «complicadísimas crisis mentales» como las circunstancias externas establecidas por el Estado Novo, «si no me privan del tiempo material en que pueda escribir, me reducen, no obstante, el tiempo mental en que pueda pensar en escribir».51 Obsérvese que el discurso de Salazar tuvo lugar pocos días después de que se publicara el artículo contra el proyecto de Cabral. Al desencanto tras el veredicto del premio del SPN, se unió en la atri
bulada alma del poeta la soledad casi absoluta ante las reacciones fóbicas que su «bomba» provocó y la decepción a causa de las palabras del dictador sobre la libertad de expresión (y, por tanto, sobre la práctica literaria); todo ello conspiró para que tuviera lugar la ruptura de Pessoa con el salazarismo y «política del espíritu». A partir de febrero de 1935, ya no hay sutura posible entre el poeta y los detentadores del Poder. Las doctrinas de la necesidad del interregno seguían siendo válidas; lo único que había variado para Pessoa era la aplicabilidad a la situación concreta. La depresión es completa y llega el negro tiempo del «nada merece la pena» de su «Elegia na sombra».52 El poeta-profeta se había equivocado en sus cálculos y emociones: ¡no era la Hora! El Régimen Corporativo no era el interregno, sino una desmesurada impostura. Y con esta constatación surge abruptamente el problema del neopaganismo en una época no pagana, antipagana, adversa a las vivencias paganas. ¿Qué actitud debe observar el neopagano en una época que no es la suya? La indiferencia, la inactividad. Pero este patrios de apartamiento ¿es un bien en sí, como quiere el decadente Ricardo Reis
haciendo de la necesidad virtud, o, como prefiere Antonio Mora, es una imposición insalvable (y transitoria) de las circunstancias? Fernando Pessoa oscila entre los estilos de los dos heterónimos, entre las dos versiones de este estoicismo tardío, y tanto se sume en la apatía y la inmovilidad como intenta la reactivación. Entiéndase bien: toda reactivación, toda práctica, toda resistencia al Poder deberán parecerse lo más posible a la indiferencia inactiva. Pero Pessoa, que carece de deseo de publicar, no puede sustraerse a la voluntad de escritura que era en él voluntad desencantada de cualquier tipo de sosiego. La frustración de las expectativas que había puesto en la Dictadura de Salazar inyecta violencia a esos poemas que no publica (la Censura nunca lo hubiera permitido) y amarga angustia a los que llegan al público. Oscilación, temblor, veleidad, es el movimiento del drama-em-gente, dominado por el alma del péndulo y la oquedad. El pungente 68/ANTHROPOS
mecimiento que delimita y cierra lo posible de su destino se expresa con claridad cuando Fernando Pessoa admite: «Soy, de hecho, un nacionalista místico, un sebastianista nacional. Mas soy, aparte de eso, y hasta en contradicción con eso, muchas otras cosas».53 El poema «Antonio de Oliveira Salazar», de 29 de marzo, está muy alejado del fragmento elogioso que hemos citado in extenso más arriba. Dos versos nos hablan de la carencia de justificación del estado de cosas. Lo que no tiene sentido es el sentido que esto tiene.
Lo establecido carece de articulación en el decurso necesario de la
historia. Se trata de un obstáculo contingente hacia el progreso de los tiempos. El nombre mismo del dictador está hecho de sal y azar. Las lluvias han disuelto la primera y sólo queda la arbitrariedad sin sentido del «pobrecillo tiranillo». Su carácter ascético ahora no recibe otra consideración que el desprecio, la ridiculez y el melindre. Mas en fin es cierto y certero que esto consuela y nos da fe. Que el pobrecillo del tiranillo no bebe vino, ni siquiera café.54
Durante los meses de abril y junio el régimen movilizó todos los recursos para reforzar el «carisma» (!) del Dictador. El culto idólatra por el tirano se rodea de un hinchado e hipócrita populismo que se adereza con elementos cristianos. La dictadura recurre a las capacidades de convocatoria y propaganda de la Iglesia católica en una sociedad mayoritariamente feudal. Pero para entonces Pessoa había efectuado la ruptura definitiva, sin abandonar sustancialmente sus doctrinas sobre la necesidad de la dictadura militar en Portugal. Las fiestas lisboetas que comienzan el 1 de junio deben enmarcarse en esta operación de glorificación y refuerzo de Salazar. Fiestas populares y cristianas bajo el patrocinio de los santos Antonio, Juan y Pedro. Las composiciones poéticas a los santos juninos, escritas el 9 de este mes, son una superación, un impulso regenerativo, respecto a la funeral «Elegia na Sombra» escrita una semana antes. El inicio de las fiestas de su ciudad debió de coger al poeta en el grave decaimiento que su elegía nos transmite. Pero pronto debió de cambiar el rumbo del humor. Un Pessoa renovado adopta la perspectiva siguiente en torno a las fiestas: yendo de la superficie salazarista a la profundidad, realizando una inmersión interpretativa, hallamos el verdadero sentido de los santos juninos en el inconsciente colectivo popular y en la recta inteligencia de los signos. Los santos y las fiestas populares son elementos y acontecimientos paganos, de un paganismo
trascendental emparentado con la tradición oculta del cristianismo. Las fiestas ya no son, tras esta mutación, fiestas del ferviente pueblo cristiano, del agradecido rebaño, sino fiestas de los iniciados, de los paganos, de los sebastianistas. Fiestas, en una palabra, irrecuperables por el régimen corporativo, expresión de un saber inconsciente y de una esperanza aún encendida." Un poema escrito el día 29 de julio desenmascara el optimismo vacuo de la propaganda populista del SPN. En él se justifica irónicamente el adjetivo del Estado Novo por la razón de que jamás se vio impostura tamaña. La alegría de las gentes no se ve por ningún lado, la unión nacional no existe más que como partido único, la insistentemente invocada civilización cristiana nadie sabe lo que es. La Nación es una escuadra policíaca contra masas de desnutridos a los que se intenta hacer olvidar su hambre mediante el miedo, la alegría y la esperanza, que. en verdad, están abatidas. Las directrices estéticas hacen, de nuevo, del Teatro Nacional el lugar de la Inquisición. El régimen corporativo es el indisoluble matrimonio de Error y Fraude. Nadie satisface sus ansias ni sus necesidades. Nadie se colma. La propaganda del SPN sigue repitiendo innoble: «Hoy el almuerzo es mañana».^ Finalmente, los días 8 y 9 de noviembre, tres semanas antes de su viaje al reino de las sombras. Fernando Pessoa escribió su «Poema de amor en el Estado Nuevo», en el que todo el léxico de la propaganda oficial es banalizado y ridiculizado: nota oficiosa, saldo positivo, patrónoro. Sindicato nacional, gastos, deuda fluctuante. Asamblea Nacional. Cámara Corporativa. Acto Colonial. Estatuto de Trabajo. Banco de Portugal. Consejo de Estado. Ley del Estado Nuevo. Casa del Pueblo. Unión Nacional, plebiscito, elecciones, cuenta corriente en el extranjero... Nombres vacíos de significación, palabras que adquieren «sentido» en la mera repetición tediosa, instituciones que han de ser ala badas para evitar la intervención siempre severa e imbécil de la censura. El poema rechaza la jerga del poder y de la prensa sometida. El modelo estético carece de atractivo y de humanidad. En el espacio del régimen no hay lugar para la vida humana, para el universo de los afectos, para la poesía genuina y libre. Concluye el canto al ficticio amor María Francisca de la siguiente
manera: Lo sé bien: por mis maneras nunca me podrás amar. Mira, discúlpame todo. Estoy siguiendo las directrices del profesor Salazar."7
Las dificultades y sinuosidades del poeta respecto a la dictadura en Portugal no son una mera anécdota biográfica que satisface algún tipo de curiosidad, sino un entramado significativo y su concreción adquiere los rasgos de lo universal. En estos episodios y en este puñado
de escritos que hemos citado hallamos la estructura recurrente que
preside la obra y vida de Pessoa. Literatura que finge vivir el mundo como ficción, literatura que se asienta sobre una imposible lectura unívoca de los símbolos. No hay progreso, ni mejora, sino viaje de ida y vuelta/"18 El balanceo entre Mora y Reis. entre paganismo ortodoxo y trascendental, entre postración y manía, se convierte, en sus intrincadas relaciones con el Poder dictatorial, en un mecimiento entre lo concreto y lo universal, lo momentáneo y lo histórico, mientras que en su vida jugaba el poeta a la imposible síntesis entre indiferencia y rechazo, significante y significado, superficie y profundidad. Tal dinámica de la reiteración es la navegación del Marinero, en la que es imposible discernir el punto de llegada. ¿Patria arquetípica o fingida, real o soñada? ¿Bienaventuranza o vacío? ¿Economía o malversación? El viaje de la dinámica de la reiteración hace también que no pueda haber interpretación unívoca del poeta. El marinero-poeta en su frenético surcar traza la tela de araña en que él mismo queda capturado. Esta mudanza, que es el ritmo y la sintaxis de la obra de Fernando Pessoa, no es una mera moda literaria, ni un proyecto estético libremente concebido y asumido. La variación que trama el tejido es un intento desesperado y necesario de superar el repetidas veces confesado horror a la Realidad.^9 Con la lanzadera de la escritura se pretende suturar la distancia entre el Sentido de los Símbolos y el Reino de la Apariencia (con tendencia a autonomizarse, a mostrarse azaroso y arbitrario). La nocoincidencia y la impracticable reconciliación producen una bifronte experiencia del destino: como esperanza (interregno, todo vale la pena) o como maldición (aplazamiento recurrente, nada vale la pena). NOTAS 1. Obra poética. Editora Nova Aguilar. Río de Janeiro. 8. a ed., 1981 (l.¡ 1 ed. 1960). p. 16; Ática.Lisboa. 1970. p. 70. 2. Obra poética, p. 507: Ática. Lisboa. 1973. p. 13 i. 3. El entonces Ministro de Educación Nacional, profesor Gustavo Cordciro Ramos, había aprobado la inclusión de un poema de Zuzarte de Mcndoga Filho dedicado a Nun'Alvares. «Mar portugués» fue. finalmente, publicado en el periódico nacional-sindicalista A Revolufáo. Cfr. Alfredo Margando. «Introducto» a F. Pessoa, Santo Amonio. Sao Jodo, Sao Pedro. A Rcgra do Jogo. Lisboa. 1986. pp. 12 y 76. 4. El SPN tenía su sede en 1935 en la Rúa de S. Pedro de Alcántara, n." "5. Antonio Ferro era compañero de Fernando Pessoa desde los tiempos de la revista Orpheu. revista en la que no
colaboró literariamente, pero sí como editor de los dos únicos números aparecidos en 1915. Ferro, poeta irregular, fue entrevistador del profesor Salazar. ayudándole a fijar su mitología y a impulsar la «política del espíritu» (o «el espíritu al servicio de la política») y. en general, la vacua «estética del salazarismo». De su pertenencia a la «fracción modernista» de aquel inquieto e innovador grupo de escritores, de ser un «cultivador de la forma de lirismo inaugurada por Alvaro de Campos: el scnsacionismo», llegó a ser «el brazo derecho», el «agente ofieial del dictador». Sobre A. Ferro, consúltese Joáo Gaspar Simóes. Retratos de ¡metus que conhecí. Brasilia Editora. Porto. 1974. pp. 193-206. 289-291. Del mismo autor. Heicmpsicografia de Fernando Pessoa. Editorial Nuvu. Porto. 1973. pp. 381-389; Vida e Obra de Fernando Pessoa. Historia de urna Ceracao. Bertrand. Lisboa. 4.a ed., 1981 (l.aed. 1954). pp. 649-662. 5. Vasco Reis abandonó su vida de misionero en Mozambique, y con el nombre de Manuel Reis Ventura escribió recientemente a un diario lisboeta una carta en la que reconoce que el premio del SNP debería haber ido a manos del poeta de Mensagem. Luego volveremos sobre este extremo. 6. No obstante, hay que señalar que Pessoa se adhirió a las pautas estéticas salazaristas de forma inequívoca en sus Quadras ao gusto popular, la mayoría de las cuales fueron elaboradas entre 1934 y 1935. El «premio de consolación» fue traído y llevado por el poeta como algo muy meritorio. Antes de fallarse el premio había remitido un ejemplar al Dictador y otro al mismo Antonio Ferro, que presidiría las deliberaciones del jurado, con la dedicatoria siguiente: «A Antonio Ferro, artista in partibus infidelium, con un gran abrazo de Fernán
Salazar en una caricatura de Almada, 1932 do Pcssoa. 13-12-1934» (Fernando Pessoa o último ano. Biblioteca Nacional, Lisboa. 1985, p. 36). 7. F. Pcssoa. Obras em prosa, Organizaqáo, Introduqáo c Notas de Cleonice Bcrardinelli, Editora Nova Aguilar. Río de Janeiro. 4." ed., 1985(l.acd. 1974), p. 85. Uno de los versos de «O Quinto Imperio» (Mensagem. Obra Poética, pp. 18-9; Ática. Lisboa. 1979. 13.a ed.. pp. 82-3) define al ser humano por su desasosiego: Estar descontento e ser hombre, pero este descontento, aquí, es motor de búsqueda y esperanza. 8. Escribiendo Pessoa sobre la hcteronimia y los heterónimos afirma tajantemente: «No hay que buscar en cualquiera de ellos ideas o sentimientos míos, pues muchos de ellos expresan ideas que no acepto, sentimientos que nunca tuve» (Obras en prosa, p. 87: Páginas íntimas y de autointerpretacicáo. Ática. Lisboa. 1966, p. 108). 9. A. Margarido, op. cit., p. 23. escribe sobre este extremo: «romper con el Estado Nuevo y con su dictador, no puede ser interpretado como una renuncia a las bases teórico-prácticas de sus propias ideas políticas». 10. Estos tres poemas fueron publicados sólo después del 25 de abril de 1974. Se pueden encontrar los dos primeros en F. Pessoa. Da República (1910-1935). Introducto e organizagáo
Joel Serráo, Ática, Lisboa. 1979, pp. 347-50. Y el tercero en Fernando Pessoa, o último ano. Biblioteca Nacional. Lisboa. 1985. pp. 134-139 (incluye fotografía del manuscrito) . 11. Joel Serráo, «A busca pessoana do sentido de Portugal», introducto a F. Pessoa, Sobre Portugal. Introduqáo ao problema nacional. Ática, Lisboa. 1979. p. 36. En una ocasión, hacia 1930, el poeta escribió: «Deseo ser un creador de mitos, que es el misterio más alto que pueda obrar alguien de la humanidad» (Obras em prosa, p. 84; Páginas intimas, p. 100). 12. En «Da República portuguesa e de Fernando Pessoa nela». introducción a F. Pessoa. Da República (¡910-1935), Ática, Lisboa. 1979. pp. 89-90. 13. Cuando Fernando Pessoa rompe con el inicial proyecto republicano, no lo hace para regresar a obsoletas y «reaccionarias» posiciones de los nostálgicos de la felizmente ida monarquía. En 1935 todavía confesaba el poeta que «el sistema monárquico sería el más propio para una nación orgánicamente imperial como es Portugal. Considera —añade, siempre hablando en tercera persona—, al mismo tiempo, la Monarquía completamente inviable en Portugal. Por eso. de haber un plebiscito entre regímenes votaría, aunque con pena, por la República». (Joáo Gaspar Simócs. Vida v Obra de F.P.. Livraria Bertrand, Lisboa. 1." cd., 1954: 4.J ed.. 1980. p. 694.) Mas en una nota recogida en el citado Da República (pp. 377-8) justifica la forma republicana «en interés del principio monárquico mismo», como un escalón hacia la Monarquía a implantar, la Monarquía Nueva, para la que aún no se daban condiciones favorables en la opinión pública, ni el rey ni los gobernantes requeridos. Se trata, pues, de definir cuál es el estadio intermedio entre el momento actual (republicano) y el futuro (monárquico, novedoso); cuál es el interregno, pues «es en el interregno donde nacen los Reyes». Y añade enigmáticamente: «No se trata, infelizmente, de rcyes-gente sino de reyes-metáfora». (Da República, p. 380). 70/ANTHROPOS
14. En los números 4, 5, 9. 11 y 12 de la 2. a serie de la revista de Oporto A Águia, órgano de Renascenc,a Portuguesa, animada por Teixcira de Pascoaes, publicó Fernando Pessoa su importante ensayo «A nova poesía portuguesa», del que hay varias ediciones (el lector lo encontrará con facilidad en F. Pessoa, Obras em prosa, Ed. Nova Aguilar, Río de Janeiro, 1985, 5.a ed. [1.a ed., 1974], pp. 361-397; y en F. Pessoa, Textos de crítica e de intervengo. Ática, Lisboa, 1980, pp. 11-74. Todas las ediciones añaden la réplica del autor al Dr. Adolfo Coclho). En este trabajo se nos anuncia un Supra-Camóes y se invoca el Supra-Portugal de mañana, el hombre de fuerza que removerá los obstáculos (esto es. los políticos monárquicos y
republicanos) y un «nuevo concepto emocional —y por tanto colectivo y nacional— del Universo y de la Vida». 15. Simóes, Vida v obra de F.P., loe. cit., en n." 13. 16. Da República, p. 325. 17. Op. cit., p. 376. 18. Op. cit., p. 321. 19. O Interregno encuéntrase en el ya varias veces citado Da República, pp. 301-328, y en Obra em prosa, pp. 601-618. 20. Citamos, como muestra, algunos ejemplos sobresalientes de esoterismo. El escrito está flanqueado por dos Avisos, y el autor, sin ningún pudor, escribe: «Hablo hoy, por primera vez desde 1578. y, por esta mediación, el Núcleo de Acción Nacional» (Ed. Ática, p. 303). 1578 es la fecha de la memorable batalla de Alcazarquivir y del encubrimiento del rey Don Sebastián... La organización de la proclama, en dos «avisos» y tres «justificaciones», preanuncia la organización de un libro en cinco partes correlativas, que llegará a escribirse «si la orden y la hora fueron dadas» (p. 301); en O Interregno y en el libro anunciado «todo se liga, incluso numéricamente» (p. 327). La relevancia del escrito —que sólo Pessoa, entre sus contemporáneos, portugueses o extranjeros, tuvo alma y mente para componer— se manifiesta al calificarse de Primera Señal que se exhibe en la Hora prometida (p. 328). Es oportuno recordar que Portugal está dividida, a juicio del poeta, «porque no tenemos una idea portuguesa, un ideal nacional, un concepto misional de nosotros mismos» (p. 305). 21. No nos detendremos en el detalle de la exposición de las tres justificaciones, a pesar de su Pessoa. en un ejercicio de raciocinio policial, exculpa a los dos primeros grupos para dejar pesar la sospecha sobre el tercero. El Dr. Abílio Cuaresma. Holmes lisboeta, criatura fernandina. «el mayor razonador investigador que creo posible que exista», descifrador ocasional de problemas de ajedrez, es más prudente y deja la sospecha abierta, en el aire. Cfr. Da República, pp. 259267. 36. Da República, p. 362. 37. Según informa Margarido la fórmula no pertenecía ni a A. Ferro ni a Salazar. sino a ¡Paul Valéry!. a pesar de los esfuerzos de aquéllos por presentarla como propia. Margarido. op. cit., pp. 75-6. n. 3. 38. La encendida autoestima del poeta es fácilmente verificable. Desde sus cálculos numerológicos. en los que su nacimiento ocupa un lugar privilegiado y preñado de sentido, hasta muchas declaraciones explícitas, como la que encontramos en O Interregno: «Hoy no hay quien, ni en nuestro país ni en otro, tenga alma y mente, aun combinándose, para componer un opúsculo como este. De esto nos enorgullecemos» (Da República, p. 328). De todas maneras, el poeta es capaz de disimular descaradamente cuando escribe a Tomás Ribeiro Colago (10-1035), quien había considerado la autoestima como una de sus características distintivas: «Dónde diablos halló eso?» (Páginas íntimas e de Auto-ínterpretafáo, Ática, Lisboa. 1966, p. 82). 39. Carta de Reis Ventura al director de O Jornal, de fecha 28 de noviembre de 1985, publicada inmediatamente por el diario lisboeta. 40. Es imposible no traer a colación el poema VIII de O Guardador de Rebanhos de Alberto Caeiro, maestro y fundador malgré luí del neopaganismo (ortodoxo) portugués. Obra poética, pp. 143-6. 41. Páginas de Doutrina Estética, p. 251. En la misma reseña (p. 240) había ya escrito: «En su paganismo cristianísimo, en su sobrenaturalismo humano, ese poema es orgánicamente portugués». La reseña ocupa las páginas 249-252.
42. Las maniobras políticas para poner a la Masonería fuera de la ley estuvieron inspiradas en el ejemplo italiano. Temiendo Salazar que las logias entorpeciesen o impidiesen su obra de «restauración», solicitó del profesor de Derecho en Lisboa, Abel Andrade, y del diputado Cabral, quien procedía del nacional-sindicalismo luso, un informe sobre asociaciones secretas. Las primeras escaramuzas de la polémica se dieron en A Voz, periódico prosalazarista y vinculado a la Iglesia. El 4 de febrero, Joaquín Méndez Guerra considera que, dado el grado de infiltración de los masones en la máquina del Estado, el proyecto de ley era inocuo e inútil. Al día siguiente, en el mismo rotativo, le respondió Cabral defendiendo el borrador de la ley. Los días 9 y 12, Méndez y Cabral, respectivamente, vuelven a tomar la palabra en A Voz. El mismo día en que se abrió la polémica en el diario derechista, Fernando Pessoa publica en el vespertino demócrata-liberal Diario de Lisboa su artículo sobre asociaciones secretas y, especialmente, sobre la Masonería. La réplica no se hace esperar, y al día siguiente, en A Voz, el consejero Fernando de Sousa le replica. El día siete el erudito monárquico y antisemita Alfredo Pimienta ataca a Pessoa en A Voz y Cabral hace otro tanto en Diario de Lisboa. Los esfuerzos contra tal lev no fueron eficaces, la
D. Sebastiaó en un retrato del s. XVI interés lógico, porque no es pertinente alargarse en estas consideraciones para los fines de este escrito. Además, ciertas líneas de Fernando Pessoa nos lo autorizan. O Interregno de 19278, escribirá ya en la era salazarista, «en sus líneas generales estudia mal el asunto y lo expone mal en las particulares» (Da República, p. 362). La dictadura de Salazar desbarató tanta firmeza y confianza con que se había escrito el opúsculo. Lo esencial —la convicción de la necesidad y bondad del sistema dictatorial militar— siempre fue mantenido, como volveremos a repetir (op cit., p. 376). 2 2 . Da República, p. 304. El problema de las convenciones ortográficas y del Acordó correspondiente ha levantado periódicamente enconadas polémicas entre quienes quieren simplificar las normas de escritura y quienes pretenden mantener modos más arcaizantes, eruditos y acordes con las etimologías. Pessoa fue de estos últimos, si bien en las ediciones de sus obras no siempre se han respetado sus preferencias. En la actualidad, verano de 1986, la polémica se ha reanimado y no sólo representantes de Brasil y Portugal se han lanzado graves
acusaciones, sino que ha habido opciones encontradas en el mismo campo literario de ambas naciones. En el número único de la revista de artes, letras y ciencias Exilio (abril, 1916) se hace la observación de que «respeitará a ortographia [sic] dos seus collaboradores [sic]». 23. Sobre el sistema liberal de Inglaterra, léase, entre otras muchas cosas, el fragmento recogido en Da República, p. 382. 2 4 . Da República, p. 315. Después de leer esto, la inactividad, el no-alterar y la indiferencia, predicados por los neopaganos portugueses (heterónimos como Caeiro, Reis. Mora...), no dejan de presentarse bajo un aura represiva. 25. Op. cit., p. 325. 26. Op. cit., p. 379. La expresión citada se escribe en un contexto en el que se quiere defender el realismo sobre el verdadero estado de cosas —en la ocurrencia, la dictadura salazarista—, frente a los que quieren fundamentar sobre inexistentes cimientos, pasados o venideros. Por ello, la frase juega aquí un papel irónico y atrevido. 27. Op. cit., p. 327. 28. Temor y temblor, Guadarrama, Madrid, 1976, pp. 50-1. 29. Da República, p. 239. 30. Op. cit., pp. 243-4, 246-7, 251. La República, beneficiosa y necesaria también, no supo, a juicio de Fernando Pessoa, llevar a buen término su cometido histórico de acabar con los residuos tenaces de la Vieja Monarquía. Por ello, la reacción no tardó en darse: «Toda criatura sana, en Portugal, se apartaba de la política» (op. cit., p. 257). El «partido» de Sidónio Pais lo constituían los «no políticos» o, mejor, la opinión políticamente inorganizada (p. 258). 31. Da República, pp. 354-5. 32. Op. cit., pp. 355-6, 384-5. 33. Op. cit., pp. 378-9. 34. «Á memoria do Presidente-Rei Sidónio Pais», Obra poética, Aguilar, Río de Janeiro, 8. a ed., 1981 (1.a ed., 1960), p. 26. 35. Sidónio Pais fue asesinado el último mes de 1918, y se abre una nueva grave crisis política. Se quiso encontrar tras el agente directo a la Masonería, al partido democrático y a los «bolcheviques». ley 1.901 fue promulgada el 21 de mayo, y el lector español puede leerla en J.A. Ferrer Benimeli, El contubernio judeo-masónico-comunista, Istmo. Madrid, 1982. Sobre la persecución de la Masonería en Portugal, véanse las pp. 231-240; la citada ley se encuentra en las pp. 232-5. Se apreciará que es una ley doble: contra la Masonería e imponiendo a los funcionarios del Estado la obligatoriedad y urgencia de jurar que ni formaban parte de sociedad secreta alguna, ni pertenecerían en el futuro. El gobierno salazarista catalogó 9.500 masones. El día 15 del mismo mes de febrero. Cano López presentó un proyecto no de ley para prohibir a jefes y oficiales del ejército español la pertenencia a la orden masónica. En 1936 el número de masones españoles no llegaba a 5.000, aunque los rebeldes llegaron a abrir 80.000 expedientes en los que, amén de las falsas acusaciones, se contabilizaba a masones de las antiguas colonias y a otros que ya habían muerto. 4 3 . Da República, pp. 393-4. La historia iniciática de Pessoa está lejos de haber sido aclarada. En este sentido, conviene hacerse eco de algunos trabajos importantes como el de Gcorg Rudolf Lind, «A Iniciaqáo do Poeta e o Caminho Alquímico», pp. 257-304 de Estudos sobre Fernando Pessoa. Imprensa Nacional Casa de Moeda, Lisboa, 1981; Ivette K. Centeno, F. Pessoa, o amor, a marte, a iniciaqáo, A Regra de Jogo, Lisboa, 1985, especialmente pp. 49-
56, 67-78; de la misma investigadora, F. Pessoa e a filosofía hermética, Prcscnga, Lisboa, 1985. Es también de gran interés —y no pretendemos agotar el tema— el estudio «Hcteronímia e alquimia ou do espirito da térra ao espirito da vcrdade», pp. 277-307, en Antonio Quadros, F. Pessoa, vida, personalidade e genio, Publicacpcs Dom Quixotc, Lisboa, 1984 (este trabajo fue publicado previamente en Actas de 2." Congreso Internacional de Estudos Pessoanos, Centro de Estudos Pcssoanos, Porto, 1985, pp. 457-475). Del cnsayito que venimos citando de Alfredo Margarido, pueden consultarse las pp. 58-61. Aquél apunta la pertenencia del poeta a los «templarios portugueses», si bien escribe: «Si en los documentos redactados con anterioridad a 1935, destinados a la publicación o al baúl, Fernando Pessoa siempre había ocultado su propia iniciación, tal cosa deja de suceder a partir de febrero de 1935» (p. 61). En la ya citada nota autobiográfica de Pessoa, del 30 de marzo de este mismo año, pone de manifiesto su alineamiento religioso en la Tradición Secreta del Cristianismo, íntimamente relacionada con la Tradición Secreta en Israel (Santa Cabala) y con la esencia oculta de la Masonería y la presencia constante en su mente del mártir Jacques de Molay. Gran Maestre de los Templarios. Todo ello nos ayuda a relativizar lo afirmado en el artículo sobre las asociaciones secretas. Sobre las relaciones entre las Órdenes Templaría y Masónica, cfr. la segunda obra citada de Centeno, especialmente la p. 56. 44. Margarido, op. cit., p. 89. n. 48. 45. Da República, p. 406. Posiblemente en febrero, escribió una nota en la que expone de forma somera e incisiva la argumentación del artículo. Esta nota se encuentra en op. cit.. pp. 406-409. 46. Op. cit., p. 395. Los antimasones consideraban la intervención de los miembros de la Orden como nefasta. La masonería ya había sido hostigada al menos desde los tiempos de Sidónio Pais. y el Gremio Lusitano, sede entonces y ahora de la Masonería, y el Club Montanha habían sido asaltados. Años antes del proyecto de Cabral la policía política detuvo a varios masones con el propósito de desmembrar el Gran Oriente, tanto en Lisboa y Oporto, como en el resto de la nación. El Gran Maestre desde el 30-11-29, en que fue elegido, hasta la ¡legalización, fue el general Norton de Matos. La ley antimasónica sólo llegó a producirse tras la eliminación del ejército de todos los representantes del espíritu de la I República. 47. El 11 de enero había tenido lugar la sesión solemne de apertura del Parlamento. La aprobación por unanimidad por la Asamblea Nacional del proyecto de ley, con algunas enmiendas insignificantes, le sugirió al poeta el siguiente comentario acerado: «Creo que conviene aplicar aquí la vieja regla inglesa: cuando la Cámara de los Comunes aprueba un proyecto por unanimidad, el proyecto es con toda seguridad una estupidez» (Da República, p. 415). 48. En febrero, o quizás más tarde, escribe Pessoa una nota que comienza de esa forma. Y prosigue con acritud: «Cubrí su dinamita de verdad con un envoltorio de razonamiento; le puse un detonante de humorismo. Una vez hecha, la arrojé a los opositores de la Masonería. Y el efecto no sólo fue retumbante sino milagroso. Perdieron la cabeza sin tenerla». La nota se encuentra en Da República, pp. 419-424. Indicaciones documentales sobre este episodio de la vida de Pessoa, pueden encontrarse en F. Pessoa. O último ano. Biblioteca Nacional, Lisboa, 1985, pp. 43-47, 73-79. 49. La Revista de Comercio e Contabilidade comenzó su singladura en enero de 1916, y su director fue el militar Francisco Caetano Días, cuñado de F. Pessoa y especialista en estos temas. La sede se encontraba en el último domicilio de éste (donde moró de 1920 hasta su muerte). Rúa Coelho de Rocha, 16, 1.". La revista era mensual. Joáo Rui de Sousa, F. Pessoa empreñado
do escritorio. Sindicato dos Trabalhadorcs de Escritorio, Comercio e Servicps, Lisboa, 1985, pp. 73-6. Consúltese F. Pessoa, O Comercio e a Publicidade, Oganizagáo, introducto e notas: Antonio Mega Fcrrcira, Cincvoz / Lusornedia, Lisboa, 1986 (contiene textos inéditos). O turo do Desassossego es una buena muestra literaria de los ambientes de los oficinistas de la Baixa, aunque su alcance es, evidentemente, más universal.
Los vasos
comunicantes de la vanguardia portuguesa: de «Orpheu» alsurrealismo
Perfecto-E. Cuadrado 50. Esta carta mecanografiada no llegó a acabarse, ni a echarse al buzón. Se encuentra en F. Pessoa. O último ano. p. 123. y lleva por fecha el 30 de octubre. 51. Op. di., pp. 124-5. Encontramos en este lugar una reproducción del manuscrito. La alusión a los laberínticos desarreglos mentales y a la agitada vida de su espíritu se encuentra también en carta a Tomás Ribeiro Colado, de 10 de octubre de este último año de 1935. En ella confiesa estar «bajo el influjo de estados nerviosos de diversas formas y aspectos» que le sumen en la postración y en la apatía. De cualquier manera, sitúa la fecha del origen de la inactividad en el 4 de febrero, cuando la publicación del artículo sobre las asociaciones secretas. (Páginas íntimas e de Auto-lnterpretaqáo, Ática. Lisboa, 1966, p. 81.) En un fragmento manuscrito que, aunque fechado en 1934? según conjeturas de G.R. Lind y de Jacinto do Prado CoeIho, puede situarse en este lapso de silencio de primavera y verano de 1935, vuelve a hablar de su impotencia para publicar: «No es que no publique porque no quiero; no publico porque no puedo». Tras mencionar las directrices de la censura, añade: «Ahora sucede que la mayoría de las cosas que pudiese escribir no podría pasar por la Censura» (Op. cit., p. 83). 52. Conviene recordar, para hacernos eco de la ironía de la historia, que el presidente salazarista del SPN, Antonio Ferro, fue él mismo víctima de la censura en 1923. El 17 de julio de este mismo año un grupo de intelectuales portugueses protestaron contra la prohibición de Mar Alto, del que posteriormente será el gestor de la estética salazarista y de la política del espíritu del Estado Novo. Sobre la soledad del poeta frente a los vulgares ataques de los José Cabral, los Alfredo Pimienta y otros, apenas tuvo defensores ni siquiera en el seno de la Masonería. Como excepción casi única cabe citar la del nacional-sindicalista Roláo Preto. 53. Carta a Adolfo Casáis Monteiro de 13-1-35 (sobre la génesis de los heterónimos). Textos de crítica e intervenido. Ática, Lisboa, 1980, p. 200. A lo citado, el poeta añade: «Y esas cosas, por la naturaleza misma de Mensagem, no las incluí en el libro». Pessoa se niega a considerar este poemario como culminación y le concede el valor de una pieza más entre otras muchas, fraternales, no jerarquizadas. 54. Da República, pp. 349-50.
55. Para este punto, debe el lector dirigirse al trabajo varias veces citado de A. Margando sobre los tres cantos de Pessoa a San Antonio, San Juan y San Pedro. 56. Da República, pp. 347-8. Este poema («Sim, é o Estado Novo») y el dedicado a la burla de Antonio de Oliveira Salazar, fueron publicados por Jorge de Serra en Diario Popular el 30 de mayo y 6 de junio de 1974. 57. F. Pessoa o último ano, pp. 134-9. Incluye reproducción del manuscrito. Como nota curiosa hay que destacar que al final de la poesía, abajo, en la tercera hoja, Pessoa escribió a lápiz: «el demo-liberalismo masónico-comunista». 58. En una carta a Adolfo Casáis Monteiro (20-1-1935) declara Pessoa: «O que sou essencialmente —por tras des máscaras revoluntárias do poeta, do raciocinador e do que mais haja— é dramaturgo. O fenómeno da minha despersonali 72/ANTHROPOS
Fernando Pessoa, dibujo de José Sarmentó, 1987 zaqáo restintiva a que aludi em minha carta anterior, para explicagáo da existencia dos heterónimos, conduz naturalmente a essa definiqáo. Sendo assináo evoluo, VIAJO» (Obras em prosa, p. 101). 59. Alvaro de Campos, cruzando el canal de Suez, se preguntará: «¿Cuántos bajo el traje distinguido / no tendrán como yo horror a la vida?» («Opiário», en Poesías, Ática, Lisboa, 1980, p. 142). En la carta a un poeta mecanografiada, posiblemente de 1914, rememora la mutua confidencia de su común horror a la realidad. (Páginas de Estética, Teoría e Crítica Literaria, Ática. Lisboa, s.d., p. 137.) No es oportuno ampliar las citas, ni traer a colación a Ricardo Reis y Bernardo Soares.
Cualquier mediano conocedor de la literatura portuguesa contemporánea está ya acostumbrado a identificar absolutamente al «grupo» o «movimiento» de Orpheu como la «primera vanguardia» (o «primer modernismo») de la literatura portuguesa, y a reducir
generalmente dicha «vanguardia» a uno de sus «ismos» contemporáneos y constituyentes: el «futurismo». Conviene, pues, que hagamos antes de nada algunas precisiones que aclaren el posible malentendido que hoy parece generalizado entre críticos e historiadores. Así, deberemos observar que: 1.") no todas las colaboraciones, ni siquiera todos los autores, presentes en los tres números de Orpheu (publicados y distribuidos los dos primeros; detenido el tercero en la fase de pruebas de imprenta) son ni pueden ser considerados «futuristas»; 2.") la presencia del futurismo en Portugal no se reduciría a las actividades y publicaciones de los «futuristas de Orpheu», como ha demostrado, por ejemplo, Ñuño Júdice al publicar recientemente la antología de Poesía futurista portuguesa que fuera apareciendo en las páginas del Heraldo de Faro entre 1916 y 1917;1 3.") por su fecha de aparición y desarrollo, y por las especiales circunstancias —literarias y extraliterarias— en que hubo de desenvolverse, el futurismo portugués, además de sus deudas lógicas con el tardosimbolismo y con el futurismo italiano (por no citar la particular presencia de Whitman en Pessoa), participa también de algunas características que suelen mencionarse como propias de otros «ismos» de la primera vanguardia europea, como pudieran ser el cubismo (si es que el término, trasladado a la literatura, tiene algún significado histórico preciso), el expresionismo (más como «actitud» que como definido «movimiento» literario) o el dadaísmo (sobre todo lo que este movimiento heredó del intervencionismo futurista); 4.") en relación con el apartado anterior, debe también advertirse en Orpheu la presencia actuante de los diversos «ismos» pessoanos — paulismo, interseccionismo, sensacionismo: tal vez variantes sólo de un único sentido o «ismo» integrador— al lado de (o diluido en) los otros «ismos» europeos mencionados; 5.°) finalmente, sólo de una manera parcial y muy matizada podremos hablar de Orpheu como de un genuinp «grupo de vanguardia», si por ello entendemos lo que al respecto dejara establecido Poggioli.2
Las identificaciones o simplificaciones señaladas conducían necesariamente a otros dos tópicos menores y también equivocados —la fecha dada para la introducción del futurismo en Portugal (1915) y la reducción de las manifestaciones futuristas portuguesas a un fenómeno «exclusivamente lisboeta»— que deben ser convenientemente puntualizados: 1.°) como en su día apuntara Fierre Rivas,3 y estudiara definitivamente Pedro da Silveira en un artículo posterior, 4 las primeras noticias del «Manifiesto» fundacional del futurismo (Le Fígaro, 20-21909) llegaron a Portugal a través del periodista José Xavier de Carvalho en crónica publicada por el Jornal de Noticias de Oporto el 26-2-1909 (en el mismo diario, dicho corresponsal publicaría también, el 6-4-1909, una reseña del estreno en París de Le Roí Bombance de Marinetti), y el «Manifiesto» marinettiano sería publicado el 5-8-1909 por el Diario dos.Acores de Ponta Delgada, incluido entre una serie de colaboraciones y traducciones sobre el movimiento a cargo del periodista L.F.B. (Luis Francisco Rebelo Bicudo). 2.") en cuanto al carácter «lisboeta» del movimiento, además de la anticipación en la divulgación del mismo de los
citados diarios de Oporto y Ponta Delgada, y de la página especial de O Heraldo de Faro, también mencionada, Pierre Rivas nos habla de un «primer banquete futurista» celebrado en el Hotel de Luso de Coimbra y organizado por F. Levita, mientras que Pedro da Silveira nos informa de las producciones futuristas (inéditas) del poeta micaelense Luis de Ataíde Corte Real Estrela (contemporáneas de los poemas futuristas de Orpheu, lo que podría suponer —o no— una influencia de la revista lisboeta). Citando a Joáo Alves das Neves, 5 Pierre Rivas tiende a aceptar la reducción —«cronológica y oficialmente»— del futurismo portugués al corto espacio de tiempo de unos ocho meses: «Dos acontecimientos lo
encuadran: el espectáculo del teatro República (14-4-1917) y la aprehensión por parte de la policía del número único de Portugal Futurista (noviembre de 1917); a través de ellos, dos hombres se afirmaron: Santa Rita Pintor y el escritor Almada Negreiros».6 Precisemos la cronología de esta primera vanguardia portuguesa con la ayuda de los autores citados y con el auxilio complementario de Fátima Freitas Morna,7 Joáo Gaspar Simóes8 y Ñuño Júdice:9 1909 Xavier de Carvalho: «Urna nova poética —O futurismo», en Jornal de Noticias, Porto, 26-21909 (comentario trivializante y jocoso del «Manifiesto...» fundacional del futurismo, publicado, como se sabe, en Le Fígaro el 20-2-1909 tres días antes de la inauguración del carnaval de aquel año; pese al tono del artículo, se trata de la primera —e inmediata— referencia hecha en Portugal sobre el movimiento «oficialmente» fundado por Marinetti). Xavier de Carvalho: «"O Reí Bombance" —o fiasco da pec.a de Marinetti—», en Jornal de Noticias, 6-1V (comentario, del mismo periodista y en el mismo tono que el anterior, al estreno —Heno de incidentes, como cabía esperar y su autor deseaba— de la pieza marinettiana en el parisino teatro de «L'Oeuvre»). L.F.B. [Luis Francisco (Rebelo) Bicudo]: «O futurismo» , en Diario dos Acores, 5-8-1909 (se trata ya de una seria aproximación al movimiento futurista, muy alejada, en tono y contenidos, de las crónicas de Xavier de Carvalho; incluye una breve presentación, una traducción del «Manifiesto...» fundacional, la polémica trabada en la revista italiana Poesía, núms. 3-4-5-6, en torno al futurismo, una traducción también de la entrevista realizada a Marinetti en las páginas de la revista Comedia, y un comentario final coronado por una invitación a la participación en el movimiento y en las discusiones consiguientes hecha por el periodista a los colaboradores de la revista azoreana Poesía).
1910 5 de octubre: proclamación de la República. Aparece en Oporto A Águia (Teixeira de Pascoaes, Leonardo Coimbra, Jaime Cortesáo, Augusto Casimiro y Alvaro Pinto).
1911 Del grupo, ampliado, de Teixeira de Pascoaes, surge en Oporto el movimiento de la «Renascenc,a Portuguesa». Pascoaes publica Marañas.
1912 A Águia se convierte en el órgano de «Renascenc,a Portuguesa», bajo la dirección de Teixeira de Pascoaes (literatura), Antonio Carneiro (artes) y José de Magalháes (ciencias). Pascoaes publica O Espirito Lusitano e o Saudosismo y Regresso ao Paraíso. Leonardo Coimbra: O Criacionismo. En los números 4, 5, 9, 11 y 12 de A Águia, Pessoa publica los artículos que después constituirían A Nova Poesía Portuguesa.
Primeros contactos entre Pessoa y SáCarneiro. Sá-Carneiro publica el libro de cuentos Principio y la pieza en 3 actos Amizade, escrita en colaboración con Tomás Cabreira Júnior y representada en el mes de marzo de este mismo año. Sá-Carneiro parte para París, donde se matriculará en La Sorbona con el propósito de seguir la carrera de Derecho. filosófica: "E foi assim que o Nada se criou!"». Nuevo manifiesto de Almada-Negreiros, que serviría de presentación a la exposición de SousaCardoso: «Almada / poeta futurista / primeira / descoberta / de Portugal na Europa / no século XX / Manifestó / da esposigáo de / Amadeo / de Sousa / Cardoso / 19 Lisboa 16». En carta a Córtes-Rodrigues, Pessoa anuncia la próxima salida del n." 3 de Orpheu, lo que nunca llegaría a suceder. Las 64 hojas de pruebas de imprenta, recientemente publicadas, incluyen las siguientes colaboraciones: Mario de Sá-Carneiro, «Poemas de Paris»; Albino de Menezes, «Apoz o Rapto», «Composiqáo»; Fernando Pessoa, «Gládio» y «Além-Deus», poemas; Augusto Ferreira Gomes, «Por esse Crespusculo a Morte de um Fauno»; José de Almada-Negreiros, «A Scena do Odio»; D. Thomaz de Almeida, «Olhos»; C. Pacheco, «Para Alem Doutro Océano, "notas"»; Castello de Moraes, «Névoa, "composic,áo"». Publicación del número único de Centauro, dirigida por Luiz de Montalvór, donde Pessoa publica el poema «Passos da Cruz», y Raúl Leal un cuento. También con un único número publicado, aparece la revista Exilio, que incluye, además de colaboraciones de Antonio Ferro y Córtes-Rodrigues, la «Hora Absurda» de Pessoa y el artículo «Movimento Sensacionista», firmado por «Fernando Pessoa. Sensacionista».
ANTHROPOS/73
1913 Raúl Leal: Liberdade Transcendente. Pessoa escribe «Pauis», poema que dará nombre al primer «ismo» pessoano: el «paulismo». En marzo, primera exposición de Almada Negreiros, comentada por Pessoa en el n." 16 de la 2.-' serie de A Aguia. lo que propiciará la amistad entre ambos. Sá-Carneiro, que continúa en París en compañía de Santa-Rita Pintor, escribe A Confissáo de Lucio y los poemas de Dispersáo, cuyo original envía a Pessoa poco antes de regresar a Lisboa. Pascoaes publica O Doido e a Morte y O Genio Portugués na sua Expressáo Filosófica, Poética e Religiosa. Aquilino Ribeiro: Jardim das Tormentas.
1914 Pessoa escribe a Córtes-Rodrigues anunciando el lanzamiento del «interseccionismo», al tiempo que publica sus «Impressóes do Crepúsculo» (los poemas «paúlicos») en el número único de A Renascenqa, y aparecen (8 de marzo) sus heterónimos. Regresan de París Sá-Carneiro, Santa-Rita y Amadeo de Sousa-Cardoso. Sá-Carneiro publica Dispersáo y Céu em Fogo. Primeras reuniones del «grupo de Orpheu» en la cervecería Jansen. de Lisboa.
1915 Mueren Ramalho Ortigáo y Sampaio Bruno, dos de las figuras representativas supervivientes de la «generación del 70». El 25 de marzo se pone a la venta el n." 1 de Orpheu. Editor: Antonio Ferro. Directores: Luiz de Montalvór (Portugal) y Ronald de Carvalho (Brasil). Colaboraciones: Luiz de Montalvór, «Introducto»; Mario de SáCarneiro, «Para os "Indicios de Oiro"», poemas; Ronald de Carvalho, «Poemas»; Fernando Pessoa, «O Marinheiro, "drama estático"»; Alfredo Pedro Guisado, «Treze Sonetos»; José de Almada-Negreiros, «Frizos» , prosas; Córtes-Rodrigues, «Poemas»; Alvaro de Campos, «Opiário» y «Ode Triunfal». Capa de José Pacheco. Reacción escandalizada o divertida de la prensa lisboeta (O Mundo, A Capital. Primeiro de Janeiro, República...). El 28 de junio aparece el n." 2 de Orpheu. Editor: Antonio Ferro. Directores: Fernando Pessoa y Mario de Sá-Carneiro. Colaboraciones: Angelo de Lima, «Poemas Inéditos»; Mario de Sá-Carneiro, «Poemas sem Suporte»; Eduardo Guimaraens, «Poemas»; Raúl Leal, «Atelier. "novela vertígica"»; 74/ANTH ROPOS
Horóscopo de Orpheu realizado por Pessoa Violante de Cysneiros (ps. de Córtes-Rodrigues), «Poemas»; Alvaro de Campos, «Ode Marítima»; Luiz de Montalvór, «Narciso», poema; Fernando Pessoa. «Chuva Oblíqua, "poemas interseccionistas"»; «Colaborado especial do futurist a Santa Rita Pintor (4 hors-texte duplos)». Mario de Sá-Carneiro: Céu em Fogo. (Poemas futuristas todavía inéditos —según la información de Pedro da Silveira— del poeta micaelense Luis de Ataíde Corte Real Estrela). Almada-Negreiros: «Cena do Odio». Sonia y Robert Delaunay pasan a residir en Portugal (Vila do Conde), donde permanecerán
hasta 1917.
1916 El 26 de abril, Sá-Carneiro se suicida en París. Almada-Negreiros: «Manifestó Anti-Dan tas: Manifestó / Anti-Dantas / e / por extenso / por / José de Almada-Negreiros / poeta d'Orpheu / futurista / e / tudo». En Coimbra. Francisco Levita, que había celebrado, según Pierre Rivas, el primer «banquete futurista» en el restaurante «Luso», responde al manifestó de Almada con otro: «NegreirosDantas / urna página / para a historia da / literatura nacional / por / Francisco Levita / Tip. Popular-Coimbra». El manifiesto sólo ha sido recogido, que sepamos, por Petrus, en el vol. 1 de Os Modernistas Portugueses, pp. 83-89, acompañado de una nota final en la que se refiere al autor en los siguientes términos: «A sua obra capital é o livro de versos I Asitn... I Poemas seguidos do / Elogio do I I e da tragedia em i acto I Amor! Amor!, editado em Coimbra em 1916. [...] Desde a inspirado á linha formal, seus poemas estáo, au point. Sigulariza-se entre todos "A Criaqáo do Nada", urna fiada de versos formados de pontinhos tipográficos, concluindo por esta afirma^ao Bettencourt-Rebelo; «O Futurismo, interpretaqóes e tradugáo Hvre de F.T. Marinetti, Boccioni. Carra», por Bt. R.°; «Manifesté des Peintres Futuristes», por Boccioni, Carra. Russolo. Baila y Severini; «L'Abstractionisme Futuriste. Divagation outrephilosophique-Vertige á propos de l'oeuvre géniale de Santa Rita Pintor, "Abastraction Congénitale Intuitive (Matiére-Force)", la supréme réalisation du Futurisme», por Raúl Leal; «Saltimbancos (Contrastes simultáneos)», por José de Almada-Negreiros: «Arbre, poéme inédit», por Guillaume Apollinaire; «Tres Poemas», por Mario da Sá-Carneiro; «Episodios» , po r Fernand o Pessoa; « A l a tour-1910..., poémes inédits publiés par Mme. Sonia-DelaunayTerk», por Blaise Cendrars; «Mima-Fatáxa», por José de Almada-Negreiros («José de AlmadaNegreiros / mima-fatáxa sin- / fonia cosmopo- / lita e apología / do triangulo fe- / menino. / Edic,áo de Paris / Dedicatoria: / a ti pra que nao julgues / que a didico a outra / edigáo luxuriante / fenomenal colaboragáo do pintor Amadeo de Sousa Cardoso / encomendas antecipadas a Amadeo de Sousa Cardoso. 27, Rué de Fleures-Paris»); «Ultimátum» por Alvaro de Campos; «1.a Conferencia Futurista», por José de Almada-Negreiros; «Ultimátum futurista as geragóes portuguezas do século XX», por José de Almada-Negreiros; «Manifestó Futurista da Luxúria», por Valentine de Saint-Point; «O Music-Hall. Manifestó futurista de Marinetti publicado pol Daily-Mail de 21 de Novembro de 1913», por F.T. Marinetti. Ilustraban el número reproducciones de obras de Santa Rita y de Sousa Cardoso, además de las fotografías del propio Almada-Negreiros y de «Santa Rita Pintor o grande iniciador do movimento futurista em Portugal». Almada-Negreiros: A Engomadeira y k4 O Quadrado Azul. Apertura de la galería de arte de José Pacheco. Pessoa publica dos plaquettes en inglés: «Antinous» y «35 Sonnets». Actividad futurista en Faro: el diario O Heraldo sustituye su habitual página «Gente Nova» por otra cuyo epígrafe reza «Futurismo», con colaboraciones, entre otros, de SáCarneiro, AlmadaNegreiros y Fernando Pessoa; en mayo, apertura de una «Exposic,áo de Arte», con representación de numerosas piezas «futuristas».
1917 Dictadura de Sidónio Pais. Raúl Brandáo: Humus. Sesión futurista de Almada-Negreiros, el 14 de abril, en el Teatro República. El acto se anuncia como sigue: «1. a Conferencia Futurista / de José de Almada Negreiros / compte-rendu pelo conferente / Teatro República / sábado, 14 de abril as 5 h. tarde (17 h.) / Conferencia / Futurista / por José de Almada-Negreiros / 1.a Parte: Ultimátum futurista as geraqóes / portuguezas do século XX, / por José de AlmadaNegreiros / 2.a Parte: Manifestó futurista da luxúria, / por Mme. da Saint-Point / 3.a Parte: Music-hall / et tuons le clair de lune, / de Marinetti / entrada 52 cts». El diario A Capital comentaría el espectáculo en un artículo titulado «Elogio da Loucura». En noviembre aparece el número único —aprehendido por la policía antes de su distribución — de Portugal Futurista. Director y fundador: Carlos Filipe Porfirio. Editor: S. Ferreira. Sumario: «Os Bailados Russos em Lisboa», por José de Almada-Negreiros, poeta futurista, Ruy Coelho, músico, y José Pacheco, architecto; «Santa Rita Pintor», por
1918 Asesinato del «Presidente-Rei» Sidónio País. «Homenagem» de Fernando Pessoa a la memoria de Sidónio Pais. Mueren Sousa Cardoso y Santa Rita.
Interseccionismo
plástico,
Santa-Rita
Pintor. París, 1912 Antonio Botto publica Cantigas de Saudade y Cantares.
1920 Antonio Sergio comienza la publicación de los Ensaios. Publicación de la Clepsidra de Camilo Pessanha. Pessoa publica su poema «Meantime» en el diario inglés The Athenaeum.
1921 Se inicia la publicación de Seara Nova. Almada-Negreiros: A Invencáo do Día Claro. Mario Saa: Poemas Heroicos de Simáo Vaz de Camóes y Portugal Cristáo-Novo. Fernando Pessoa funda la editorial Olissipo, y en ella publica sus English Poems I & II y English Poems III. Manifiesto «Nos», de Antonio Ferro.
1922 Primera travesía aérea del Atlántico Sur por Gago Coutinho y Sacadura Cabral, a quienes estaría dedicado uno de los números de Contemporánea. En mayo, aparece la revista Contemporánea, dirigida por José Pacheco. De ella diría Pessoa que «É, de certo modo, a sucessora do Orpheu. Mas que diferenc,a! que diferenc.a!». En el primer número publicaría Pessoa O Banqueiro Anarquista; en el n.- 3 (setiembre 1922), «Antonio Botto e o Ideal Estético em Portugal»; en el 4 (noviembre 1922), «Mar Portugués» (en ese mismo número aparece un artículo de Alvaro Maia, «Sodoma Divinizada», que atacaba el anterior de Fernando Pessoa, y una colaboración de Alvaro de Campos sobre el tema); en el 6 de (diciembre 1922), «Natal»; en el 7 (enero 1923), «Trois Chansons Mortes»; y en el n." 1 de la 3.a serie, «O Menino da Sua Mae». La editorial pessoana Olissipo publica la 2.a ed. de las Canqóes de Antonio Botto, que provocarían las reacciones mencionadas y otras posteriores. «A idade do jazz-band», conferencia de A. Ferro.
1923 Raúl Leal publica el folleto Sodoma Divinizada. Un grupo de estudiantes de Lisboa anuncia en el diario A Época su propósito de luchar contra la «literatura de Sodoma». En respuesta a esta iniciativa, Fernando Pessoa distribuye «Sobre um Manifestó de Estudantes» (el manifiesto en que se había concretado el propósito citado).
1924 Primer número de Alhena, dirigida por Fernando Pessoa y Ruy Vaz.
1925 Último número de Alhena. Publicación del «Manifestó» de Óscar (ps. de Mario Coutinho), Pereira-Sáo-Pedro (Pintor) (ps. de Celestino Gomes), Tristáo de Teive (ps. de Abel Almada) y Príncipe de Judá (ps. de Antonio de Navarro).
1927 Aparece en Coimbra, el 10 de marzo, el primer número de Presenta.
1932 Invitado por Antonio Ferro, visita Lisboa Marinetti.
1935 Almada Negreiros publica Sw-Sudoeste, en cuyo n." 3 aparecen reunidos representantes de Orpheu y de Presenta (Pessoa publicaría allí la presentación del «1." modernismo», en artículo titulado justamente «Nos, os de Orpheu»). Muere Fernando Pessoa.
En la introducción al n." 1 de Orpheu, Luiz de Montalvór se refería en los siguientes términos a la recién iniciada aventura: «Propiamente hablando, Orpheu es un exilio de temperamentos ar tísticos que la quieren como a un secreto o tormento... Nuestra pretensión es la de formar, en idea o grupo, un número escogido de revelaciones, en
pensamiento o arte, que sobre este principio aristocrático tengan en Orpheu su ideal esotérico y bien nuestro de sentirnos nosotros y de reconocernos».1" Por su parte, Almada Negreiros celebraba así el vigésimo aniversario de la publicación de la revista: «El escándalo que la aparición de Orpheu produjo entre el público, fue y se mantiene inédito en la vida literaria portuguesa. El Portugal lector, de Norte a Sur. deliraba de regocijo, exactamente como si cada portugués hubiera sido el descubridor de aquellos locos sueltos. Ni más ni menos.
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»[...] Más extraordinario parecerá aún cuando se diga que Orpheu era exclusivamente literario, que no tenía el menor vislumbre político, que no era como los periódicos y revistas literarias portuguesas actuales, en las cuales es la política lo que finalmente aparece bajo la máscara de las letras. \Orpheu era honradamente literario! »Sin programa, a no ser el de reunir autores, así se hizo Orpheu. Autores todos y sin jefes, lo que de verdad sólo es posible entre gente de Arte. Independencia de las colaboraciones. Hasta la ortografía era la propia de cada autor. Y fue esta independencia de las colaboraciones la que al final permitía percibir una unanimidad de ideas entre sus colaboradores: ¡La necesidad de la élite portuguesa, que en parte alguna se encontraba! »¡Estaba deshabitada la cabeza de Portugal! »La razón de Orpheu era profunda mente aristocrática, no en su efímero sentido de sangre, sino en su verdadera esencia de valores. »Orpheu era una consecuencia fatal de determinados portugueses, desligándose de los otros portugueses, aunque ligados entre sí por una misma fe en la élite de Portugal. [...] «Otra característica de Orpheu era el europeísmo. [...] «Esas fueron, en fin. las dos características más importantes de Orpheu: ser portuguesa y europea.
«Para la conquista de la élite portuguesa encontraba Orpheu el camino heroico: cultura individual, portuguesa y europea. [... ] »Es que Orpheu. señores míos, fue el primer grito moderno dado en Portugal. »\Orpheu es el pionero del movimiento moderno en Portugal! Y todavía sigue.1 1 Prescindiendo de algunas referencias concretas, como la alusión a la libertad ortográfica (no olvidemos la presencia de brasileños en la revista) o a la ausencia de motivaciones políticas (Almada escribe este texto en 1935. cuando la 76/ANTHROPOS
Último soneto de Mario Sá-Carneiro
presencia del neorrealismo en la literatura y la crítica portuguesas comienza a imponerse sobre un «presencismo» agonizante), las otras características que se apuntan, si por un lado niegan la posible identificación del grupo de Orpheu como un «movimiento» organizado (carecen de doctrina, programa común, jefe o jefes reconocidos, etc.). por otro lado afirman el carácter «moderno» y hasta «vanguardista» de l
mismo («europeísmo». lo que vale por «universalismo» o «cosmopolitismo», esto es, antiprovincianismo: «elitismo»; agresivo rechazo de las «literaturas oficiales»), sin dejar de establecer, por medio de aquella afirmación de elitismo aristocrático (la orteguiana «aristocracia del espíritu»).1 2 la necesaria relación con las sec tas cenáculos simbolistas, relación explícitamente proclamada por Luiz de Montalvór (al fin y al cabo, simbolista y decadente él mismo) cuando hablaba del «exilio», el «secreto», el «tormento» y el «ideal esotérico» que los congregaba y por el que se reconocían como grupo (recordemos que. entre Orpheu y Portugal Futurista, Luiz de Montalvór dirigiría dos revistas, ambas de número úni- co, estrictamente simbolistas y denominadas, respectivamente. Exilio y Centauro). Por todo ello, y para referirse a «los hombres de Orpheu», Fátima Freitas Moma prefiere hacerlo designándolos como una «generación», en el sentido escarpitiano del término: «Sin ser un movimiento... Orpheu define a un grupo de escritores, en la medida en que quienes se sientan a la misma mesa en el Martinho, en la Brasileira o en los Irmáos Unidos, aceptan un común laboratorio para su trabajo, sin que ese trabajo tenga necesariamente que desarrollarse de idéntica manera. No hay, como sí habrá en el caso de la revista Presenta, a partir de 1927, un a lluvia de editoriales, de artículos doctrinarios que se encarguen de pautar, de regular la producción de un grupo. Por algo Presenta es esencialmente doctrina y Orpheu poesía, o, como dice Eduardo Lourenqo, Orpheu es la revolución y Presenta la contrarrevolución. [...] »Más exactamente, me parece que Orpheu define una generación literaria en el sentido en que Robert Escarpit la distingue de la "generación" en sentido meramente demográfico: "Los escritores de una misma generación son los que, sea cual sea la edad de cada uno, se encuentran todos viviendo en un mismo topos histórico y en él mantienen relaciones sincrónicas".» l3 No seremos nosotros tan osados o ingenuos que caigamos una vez más en el uso y abuso del controvertido concepto de «generación», por lo que preferimos, para referirnos a Orpheu, hablar siempre de «grupo» o
agregación (más qu congregación) de individualidades que participan de un común afán de intervención (artístico-literaria) y del autoconvencimiento de su excepcional situación en el chato paisaje literario y cultural (y no sólo...) del Portugal contemporáneo como miembros de una «aristocracia del espíritu» con unos intereses que defender y unas responsabilidades que cumplir (en el arte y la literatura y, desde la literatura y el arte, en la «regeneración» de Portugal). Maria Alíete Dores Galhoz ha esbozado un esquema de las «variantes del esteticismo órfico» que es obligada cita en cualquier trabajo sobre el tema: «Paulismo: Paso directo desde (y superación de) A Aguia. Raíces en el simbolismo y decadentismo. Influencia difusa de nuestros líricos y cuentistas afines. Fernando Pessoa; Sá-Carneiro; Alfredo Pedro Guisado; Córtes-Rodrigues; paúlicos al margen del paulismo, Raúl Leal y Angelo de Lima. »Interseccionismo: Adaptación a una diferente exploración psíquica. Vaga aproximación a la libertad futurista y al orfismo de Delaunay. Fernando Pessoa - Alvaro de Campos; Sá-Carneiro. »Simultaneísmo: Traducción de una visión esencialmente plástica. Sugestión de la técnica de continuidad de James Joyce. Almada Negreiros. » Futurismo: Profesión de fe en los manifiestos futuristas. Exaltación del precursor Walt Whitman. Alvaro de Campos; Almada Negreiros; Santa-Rita Pintor; José Pacheco; Amadeo de Sousa-Cardoso, en parte. »Simbolismo: Persistencia casi pura o contaminada de clasicismo, de la poética simbolista. Luiz de Montalvór; Ronald de Carvalho; Eduardo Guimaráes; Fernando Pessoa. ^Decadentismo: Confundido casi siempre con la estética paúlica. Empleo del verso y de la prosa. Sá-Carneiro; Albino de Meneses; Gástelo de Moráis. »Sensacionismo: Clasificación genérica que incluía toda y cualquier tonalida d órfica.»14 En general, Orpheu puede (y suele) entenderse como un Jano bifronte,
una de cuyas caras mira hacia la Pre-Modernidad (simbolismodecadentismo) y la otra hacia la Vanguardia (futurismo y otros «ismos» europeos; «ismos» pessoanos): «Visto desde nuestra perspectiva, Orpheu es el espacio donde se confrontan una vez más dos discursos: uno conservador, otro revolucionario. Queriéndose revista exclusivamente «literaria» y presentándose sin cualquier pretensión doctrinaria, es en la práctica poética y no en la teoría donde tal con frontación se realiza: de un lado, la herencia del decadentismo francés; del otro, el esprit nouveau de una Europa que, aunque en armas, no dejaba de luchar por una estética de vanguardia».15 En cuanto «vanguardia», Orpheu establece un puente (sincrónico) con el resto de las vanguardias europeas de su época, y otro más (diacrónico) con las otras vanguardias portuguesas (Surrealismo y Poesía Experimental): «En la literatura portuguesa moderna, casi todo lo que no fue vanguardia fue... sentimentalismo. Basta con comparar Orpheu con Presenta o el Surrealismo y la Poesía Experimental con las otras ten
Santa-Rita Pintor en una fotografía de Vitoriano Braga
dencias contemporáneas para verificarlo».16 «Hay en Orpheu un poder de corrosión y de subversión superior al de su mitología activa, mitología que sólo el Surrealismo nacional asumió, si no con todos los riesgos que ello conlleva, al menos con el máximo de la alegría devastadora compatible con la crítica radical de la realidad histórica que aquél hubo de afrontar, transfigurando en concertado delirio el delirio sufrido por Orpheu. »17 «En Portugal, en el momento de su aparición, esa actividad equivale a una ráfaga violenta, como puede verificarse a través de los comentarios de la prensa de la época, pero su impacto es rápidamente amortiguado,
como en los demás países, y sólo surgirá o resurgirá, si bien que transformado y mucho menos virulento pero más productivo, cuando, en 1949, aparece el Surrealismo en Portugal.»1^ No entraremos aquí en el estudio detenido de la historia y significación de Orpheu y de los futuristas marginales portugueses, ni tampoco en el análisis de las denominadas «estéticas órficas» y de su arquitectónica trabazón. Nos limitaremos, para ceñirnos a nuestro propósito inicial resumido en el título del artículo, a señalar en Orpheu su crucial situación y su importancia en la vía de continuidad de una moderna «tradición de la ruptura» (en palabras de Octavio Paz) que en la literatura portuguesa se anuncia tras la frustración romántica del último Almeida Garrett, se va configurando con los poetas parnasianos, realistas y simbolistas del «fin de siglo» (el «heterónimo plural» Fradique Mendes, Cesário Verde, Pessanha, Eugenio de Castro, Nobre, el «simbolismo visionario» de Gomes Leal, Angelo de Lima, Raúl Brandáo o Teixeira de Pascoaes) y culminará con los poetas del Surrealismo portugués, prolongándose en algunos de los autores posteriores a la «ruptura» de Poesía 61. En este sentido, podemos ya indicar algunos de los lazos fundamentales entre órficos y surrealistas: 1. Si el surrealismo bretoniano hun día sus raíces en la tradición de los maestros del simbolismo decimonónico (en parte, a través del Futurismo) y arrancaba de la experiencia de las primeras vanguardias para, aprovechando algunas de sus aportaciones, orientarse por un camino distinto del que había conducido al callejón sin salida dadaísta, podemos afirmar que, en Portugal, Orpheu se nos presenta también como un movimiento aglutinante que, al tiempo que recoge la experiencia simbolista-decadentista portuguesa y europea y la de las primeras vanguardias, desempeña el papel del Surrealismo bretoniano en Francia, papel que el movimiento que le fue rigurosamente contemporáneo en Portugal —Presenta— no supo o no pudo o no quiso desempeñar. 2. Como ya hemos dicho, un común espíritu «cosmopolita» y antiprovinciano hermana a órficos y surrealistas portugueses (pese a la opinión en contra de algún crítico para quien el Surrealismo portugués
sería un «surrealismo de andar por casa»19), frente a otros movimientos o tendencias, como el presencismo o el neorrealismo. 3. Son también comunes a ambos grupos ciertas características secundarias o superficiales, típicamente vanguardistas, como la (frustrada) experiencia de actuación (creación) colectiva, la búsqueda deliberada del escándalo que pueda suponer una amenaza para la seguridad del «filisteo» (el «lepidóptero burgués», en términos de Orpheu) trastornando sus presupuestos culturales, el espíritu inicial de blague, de mixtificación y juego, introduciendo en el acto de creación una dimensión gratificante y gratuita equidistante del voluntarismo. la desmitificación y la autotelia. etc.
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4. A un nivel más profundo. Orpheu prologa o anticipa el Surrealismo: a) En el descubrimiento de la fragmentación y dispersión de la mítica unidad que el racionalismo dominante había establecido (por ingenuidad, ignorancia o interesado acuerdo) entre la realidad, la conciencia y el discurso, y en la búsqueda de un nuevo principio de unidad, de una definitiva reconciliación: una búsqueda que llevaría al descubrimiento de la realidad subconsciente, de una «conciencia profunda» y complementaria que en Orpheu. sin embargo, no sería sistemáticamente explorada, sino que explotaría en el exterior de una multiplicidad de discursos (Pessoa) o en el interior de una conciencia escindida que descubre en la muerte la única solución conciliatoria y. también, la más justa venganza (Sá-Carneiro). b) En la importancia dada a la poesía —enlazando así con el transcendentalismo inmanente simbolista— como gnosis. instrumento de conocimiento profundo («poético») de la realidad y de creación consecuente de una nueva realidad transfigurada por medio de la imaginación «activa» —una realidad «mítica» o «poética»—:«La importancia única de la generación de Orpheu reside en esa aceptación sin límites de la seriedad de la poesía, o. si se prefiere, de la poesía como realidad absoluta. [...] Asumir la verdad de la mitología, dar a la imaginación aquel lugar en el mundo que de hecho ocupa en el sueño iba a exigir el esfuerzo de la misma imaginación de Hornero a André Bretón. En la expresión mítica la poesía vive una existencia plena: la palabra poética es reconocida como encantatoria. mágica, actuante».2" c) En la revolución de la palabra poética, como consecuencia de esa capacidad demiúrgica en virtud de la cual el poeta hace visible o crea lo que nombra: «Para ser fieles a la nueva experiencia, las palabras habituales de la tribu llegaron a parecerles mezquinas y la sintaxis secular se les reveló demasiado estática para soportar el alma incoherente, múltiple y tumultuosa nacida de semejante visión».21 «El lenguaje poético perde 78/ANTHROPOS
Sensibilidad
radiográfica,
Santa-Pita
Pintor. París, 1913
rá... el carácter de dato hasta llegar a pretender ser él mismo un universo original, testimonio palpable y glorioso de la Realidad como invención del poeta. [...] Vista así, la "blague" de "Manicure" es algo más que una simple "blague" y los gritos de la "Ode Marítima" algo más que una simple onomatopeya. Representan conscientemente una tentativa de forzar al lenguaje a sobrepasar sus recursos "naturales" de significación para convertirlo en cosa significativa de una materia y materia a su vez de una nueva significación.»22 Entre los colaboradores de Orpheu cuyas aportaciones pueden y deben ser consideradas desde una perspectiva de vanguardia, hemos de
mencionar necesariamente a Angelo de Lima, Raúl Leal. José de Almada Negreiros, Mario de Sá-Carneiro y Fernando Pessoa, sin olvidar la presencia en el grupo de un futurista que pasaría después a coordinar las actividades artísticas y culturales del «Estado Novo» (nos referimos a Antonio Ferro, de trayectoria personal paralela, mutatis mutandis, a la de Marinetti. a quien por cierto invitaría a visitar oficialmente Portugal en medio de la general repulsa de los ex compañeros de Orpheu, e incluyendo también a los responsables gráficos de la revista, como los pintores Santa-Rita y Sousa Cardoso o el arquitecto José Pacheco, autor este último de las portadas y el diseño general de Orpheu, y más tarde director de Contemporánea —una de las revistas de mayor calidad gráfica que se hayan editado nunca en Portugal. Loco y poeta de «Orpheu» son las señas particulares con que Angelo de Lima se nos aparece en manuales y estudios literarios, generalmente para descalificarlo o desvalorizarlo en función de su «anormalidad» — vivió la mayor parte de su vida recluido en el manicomio de Rilhafoles— o del carácter epigónico de su escasa obra literaria. Como poeta de «Orpheu», la figura de Angelo de Lima tiene siempre algo de marginal o de añadido: por una parte, como el resto de los componentes del grupo, ha visto extenderse sobre él la sombra ocultadora de Pessoa; por otra, el hecho de haber sido rescatado de una generación inmediatamente anterior e incorporado in absentia al grupo —el periodista Amadeu Cunha acusaba a los desaprensivos y alegres «saltimbanquis» de Orpheu poco menos que de «secuestro de la obra del infeliz autor»— lo sitúa en relación al grupo en una posición similar a la que ocupa un Raúl Brandáo en relación con la gente de la Seara Nova — figuras venerables ambas, respetadas por su obra (Brandáo) o admirables por su marginación y el carácter subversivo de su «alienación » (Lima). En el caso de Angelo de Lima, si bien la primera etapa de su poesía no admite dudas sobre la influencia en ella de la poesía decadentista y simbolista (y hasta de la «ultrarromántica» residual), la segunda, tras la inmersión del poeta en la locura (el «abismo ante sus pies rasgado» del admirable soneto «Párame de repente o pensamento...» que tanto admiraba Pessoa), provocaría en la crítica un desconcierto que vino a ser
resuelto marginándola absolutamente en virtud de un «ilogismo» que llegaba a afectar la misma gramaticalidad del texto o reduciendo su interés al de una anecdótica conjunción de influencias: el interseccionismo pessoano por un lado, y, por otro, la huella tardía del parnasianismo y esoterismo léxicos de Eugenio de Castro y descendencia. Locura y poesía han permanecido frecuentemente unidas en la tradición cultural de Occidente (poesía-posesión, rapto de la mente, furor, inspiración, iluminación...), pudiendo la primera ser valorada positivamente en ocasiones como «el camino capaz de conducir fal AUTOR - TEMA MONOGRÁFICO TEXTOS Y NOTAS hombre] a una sabiduría superior», «fuente de un conocimiento iluminado», «verdadera forma de comunicación, y no de alienación» y «descubrimiento del Logos por el camino del ilogismo»: así ha visto la relación locura / poesía en Angelo de Lima el crítico y recopilador de su obra, Fernando Guimaráes. 23 Ahora bien, traducir en imágenes y con palabras esa experiencia y esa sabiduría situadas —como sucede con otras formas paralelas de gnosis irracional: sueños, alucinaciones, experiencias místicas, etc.— del otro lado del Logos, implica el abandono del lenguaje cotidiano y hasta de los tradicionales «grados de desviación» del lenguaje poético por un nuevo lenguaje que, en el caso concreto de Angelo de Lima, ofrece, según F. Guimaráes, una serie de característicos «desvíos» morfosintácticos, léxicos y ortográficos. Un lenguaje así concebido y estructurado supone no sólo un experimento subversivo en la superficie misma del discurso (lo que haría de Angelo de Lima un puente entre los primeros escarceos experimentales decadentistas y simbolistas y la poesía experimental de los 60, puente que aparece superpuesto o paralelo a la poesía futurista e interseccionista de la primera vanguardia portuguesa, Orpheu) sino que además introduce un modelo de conocimiento analógico que completa o contradice la verdad suficiente del «logos» racionalista, y ello, junto con la recuperación «poética» (esto es, «práctica», en un sentido surrealista) del «pensamiento alienado» y la «belleza convulsiva» de las asociaciones libremente desarrolladas desde el interior de una paranoia progresiva,
harían del poeta de Rilhafoles (dimensión «maldita» de Angelo de Lima) un precedente y un modelo de los surrealistas portugueses digno de figurar en el panteón surrealista bretoniano. Como resumen esquemático de la posición de Angelo de Lima en el contexto de la literatura portuguesa de la Modernidad, véase el cuadro adjunto. Raúl Leal es el filósofo y apóstol de la «razón vertígica», materializando en un discurso confuso y no ajeno a cierto
taculares encadenadas se desarrollan alternativamente en la esfera del logos y en la de la superficie del verbo) un pensamiento que nos remite tanto a la tradición racionalista occidental como a la cuádruple
conjunción del heraclitismo, el intuicionismo bergsoniano, el vorticismo y el futurismo, sin que sepamos nunca con certeza lo que en ello hay de herencia, préstamo, adivinación o encuentro fortuito. José de Almada Negreiros sería el prototipo del «artista total» (pintor, dibujante, escenógrafo, poeta, novelista, escritor doctrinario,...) de la Vanguardia, animador fundamental de la primera vanguardia portuguesa (a la que, siguiendo de cerca el ejemplo marinettiano, dotó de una cierta teatralidad escandalosa y de su agresividad verbal —apostrofes, invectivas, insultos personales— cuya rotundidad oculta parcialmente la esencial inconsistencia de un pensamiento confuso) y compañero atento (casi diríamos «el gran superviviente»: murió en 1970) de todas las vanguardias del siglo. Si en ciertos aspectos —como ese carácter marinettiano y superficial de su futurismo, tan distinto del de Alvaro de Campos, por ejemplo 24— puede ser considerado como el autor más «característico» (entiéndase: el más limitado, el menos personal, el más ligado a la circunstancia histórico-cultural concreta) del primer vanguardismo portugués, en otros, sin embargo, se nos presenta como un precursor y una de las figuras capitales de toda una corriente experimental de la literatura portuguesa contemporánea: nos referimos al Almada de la prosa poética, de la novela Nome de Guerra, de novelas cortas como A Engomadeira, y de otras narraciones breves, cuentos o fragmentos narrativos dispersos.25 Por lo que se refiere a los dos autores «mayores» de Orpheu, fueron precisamente los surrealistas quienes los confrontaron planteando la pregunta hoy ya tópica: «¿Pessoa o Sá-Carneiro?». Desde el punto de vista de las relaciones de Pessoa con el Surrealismo (en particular con el Surrealismo portugués), esas relaciones han sido estudiadas por Joáo Gaspar Simóes,26 Antonio Tabucchi, 27 y J.B. Martinho,28 entre otros. [poesía tardorromántica o «ultrarromántica»! DECADENTISMO SIMBOLISMO ANGELO DE LIMA SURREALISMO «l.c r Modernismo» ( = 1." vanguardia»): Orpheu Poesía Experimental
automatismo (cuyas asociaciones espec
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Para Tabucchi, Pessoa sería surrealista: 1) En la heteronimia, entendida ésta como el «fraccionamiento de la personalidad desde la perspectiva cultural de un cubismo-futurismo-interseccionismo (cubismo aplicado sin ninguna teorización cubista y quizás de manera inconsciente, pero justificado sólo en base a un aistanomai personal)», sin olvidar «el simultaneísmo de Delaunay, que debió influir grandemente sobre el interseccionismo de Pessoa». 2) En la fenomenología: «Lo que hay de "más surrealista en la perspectiva fenomenológica de Pessoa es una actitud de extrañeidad y, junto a ello, un rechazo hacia una realidad fenoménica segura y cierta. [...] La realidad es ambiguamente doble y ninguna, y nuestro mundo un misterioso escenario de confusión». 3) Finalmente, en el ocultismo, con el que Tabucchi relaciona también directamente el automatismo pessoano.29 Fernando J.B. Martinho ha sido quien mejor ha estudiado la proyección de la obra pessoana en la literatura por tuguesa contemporánea, y, de manera especial, en los poetas «de los años cincuenta», entre ellos los surrealistas. Especialmente significativo resulta el hecho de que lo más representativo de la obra poética pessoana, que había empezado a publicarse en las ediciones Ática en 1943, termina de aparecer en 1946, sucediéndose, desde esa fecha hasta 1950, algunas antologías importantes de poesía y prosa pessoanas y los primeros estudios biográficos y críticos sobre el poeta.30 Mil novecientos cuarenta y seis es precisamente la fecha dada por Cesariny para situar la composición de su conocida «Louvor e Simplificagáo de Alvaro de Campos», más tarde (1953) publicado en folleto con algunas supresiones «obligadas» que serían añadidas parcialmente al ser incluido el poema en Nobilíssima Visáo.31
Aunque la presencia de Campos y de algunos aspectos (la ironía, por ejemplo) de las demás personas pessoanas puede ser detectada en otras composiciones de Cesariny, es sin duda en «Louvor...» donde esa presencia se transforma en una manifiesta utilización del propio discurso de Alvaro de Campos, ma 80/ANTHROPOS
Amadeo
de
Souza-Cardoso,
Pintura.
1915-18
nipulándolo —recurriendo sistemáticamente a prácticas de intertextualidad y transtextualidad— hasta convertir «alabanza» y «simplificación» en una verdadera actualización del mismo discurso, adecuándolo a la realidad histórico-literaria del Portugal de los cuarenta y los cincuenta, tal y como en su día señalara María de Fátima Marinho.32 La huella de Pessoa, sin embargo, puede ser apreciada en la obra de casi todos los poetas del Surrealismo portugués, y así ha sido reconocido explícitamente tanto por los miembros del autodenominado «Grupo Surrealista de Lisboa» (en especial, Alexandre O' Neill) como por los
integrantes del designado como «grupo disidente» (Cesariny, Oom, etc.). Con todo, la relación de Pessoa con el Surrealismo va más allá de sus particulares relaciones con los surrealistas portugueses, pudiendo establecerse esa relación más general y más profunda en torno a los siguientes puntos: 1) Transcendentalismo. Situándose dentro de la tradición que, a través de los simbolistas, llega desde los románticos a los surrealistas (y, antes, a algunos expresionistas alemanes), Pessoa considera al poeta como emisario (profeta, vate) de los dioses (un «destino» trágico que hace de esa elección condena en el «temps des assassins»), y ve en la poesía una vía de conocimiento interior y de «ampliación de la conciencia de la Humanidad».34 2) El descubrimiento del subconsciente (de sus contenidos y de sus operaciones), descubrimiento paralelo o anterior incluso a la difusión de las teorías freudianas, según confesión del propio Pessoa, quien, por lo demás, se mostró singularmente interesado por la cuestión hasta el punto de criticar al mismo Freud por su «reduccionismo» doctrinal.35 3) El automatismo, manifestado tanto en el abandono al fluir automático de la escritura de los heterónimos,36 como en la experiencia mediúmnica creadora. 4) El interés de Pessoa por el ocultismo, la alta magia (recuérdese su aventura con Aleister Crowley), la astrología (llegó a realizar los horóscopos de sus heterónimos), el esoterismo y las religiones iniciáticas. Interés de naturaleza gnóstica (búsqueda de ampliación del conocimiento por todas las vías posibles, incluidas las rechazadas por el pensamiento tradicional) y no religiosa (sin preocupaciones, pues, soteriológicas, ya sean de carácter inmanente o transcendente), como en su día apuntara Helder Macedo,37 anticipándose así Pessoa a las manifestaciones de Bretón sobre el sentido de su propio interés por tales cuestiones. 5) La actitud frente al fenómeno de la locura (el «pensamiento salvaje por dentro», según Bretón), actitud que, según Georg Rudolf Lind, 38 evolucionaría en Pessoa hacia una consideración progresivamente
positiva hasta llegar a considerarla indispensable para la «realización de cualquier gran proyecto» (artístico o no) . 6) El humor, entendido como instrumento de destrucción (desarticulando la realidad), provocación (minando la seguridad del «lepidóptero burgués» al dejar al desnudo las contradicciones profundas de su aparentemente compacto y ordenado mundo de valores, creencias y realizaciones) y creación (poniendo en relación fragmentos de esa realidad desarticulada que contradicen el «orden natural» de las cosas y de su representación o comprensión lógica y racional). Más allá de la paradoja y hasta del arte mayor de la ironía, la «dialéctica contradictoria» (afirmación-negación-afirmación) pessoana supone una directa (e incómoda) confrontación con la idea misma de «sistema» y de «orden», lo que quizás explicaría tanto su marginación por parte de la cultura «oficial» portuguesa como su condena (más o menos matizada) desde las filas de la «oposición oficial» neorrealista. La sombra de Fernando Pessoa ha venido cubriendo, total o parcialmente , las aportaciones de los otros poetas de Orpheu, y de esta ocultación u oscurecimiento ha sido víctima principalísima el amigo a quien Pessoa nunca regateó reconocimiento y elogios: Mario de SáCarneiro,39 La relación del poeta de Dispersáo con los surrealistas portugueses ha sido establecida por Fernando J.B. Martinho en los siguientes términos: «No resulta difícil comprender la fascinación que la figura de Sá-Carneiro ejerció en los surrealistas y en otros poetas de la década del 50, ya fuera por el desorden o el exceso presentes en su poesía, ya por lo que su suicidio podía significar de desprecio hacia una realidad abyecta y sin fulgor. En una estética que. como la surrealista, valora al poeta maldito, al poeta destruido por el engranaje e incapaz de adaptarse a la cárcel de la realidad, el recurso a semejante ejemplo era inevitable. La inadaptación de Sá-Carneiro, además, se identifica bien con el rechazo de lo que en un poema de Discurso sobre a Reabilitagáo do Real Quotidiano se denomina o patrio mijo. Para los surrealistas, ene migos del Orden Moral al que se refiere Eduardo Lourenqo en un conocido ensayo [«Urna Literatura Desenvolta ou os Filhos de Alvaro de Campos», en O Tempo e o Modo, n." 42, Lisboa, octubre 1966], no podía dejar de
ser merecedora de simpatía la furia contra el burgués, el lepidóptero proclamado por los más vanguardistas de los poetas órficos. Anti-héroe, o "Héroe-a-su-manera", Sá-Carneiro es visto como el que no tuvo "vista para el negocio", el que "se embarcó de polizón" por no "haberle dado pasaporte" los mantenedores de tal Orden Moral».40 El crítico nos habla, creemos que con razón, de fascinación por la figura y por la conducta de Sá-Carneiro, fascinación que llevaría a Antonio María Lisboa a destacarlo repetidamente por encima de Fernando Pessoa, poeta éste a quien Lisboa acusaría de «exceso de literatu
ra», lo que, por cierto, nos recuerda inmediatamente descalificaciones
parecidas de André Bretón (casi siempre coronadas con la expulsión y el anatema) a propósito de la excesiva «autocomplacencia artística» que llevó a algunos artistas del Surrealismo (Max Ernst, por ejemplo) a participar voluntariamente en la rueda mundana de las exposiciones y los premios. No debe extrañarnos la confrontación Pessoa / Sá-Carneiro llevada a cabo por los surrealistas portugueses, ni tampoco la predilección de muchos de ellos por el segundo de los mentores de la aventura órfica. Para quienes entienden el Surrealismo únicamente como «discurso» (literario, plástico, etc.), Pessoa se les presenta sin ninguna duda como el «gran modelo», el creador de la «lengua poética» portuguesa del siglo XX (en definitiva, el «supra-Camóes» que el propio Pessoa había anunciado) y, más allá incluso de los márgenes de la lengua y la literatura portuguesas, como una verdadera summa de la Modernidad, recogiendo en su obra la pluralida d de discursos, problemas e intenciones (y también algunas actitudes) que se habían ido configurando a lo largo del «temps de la révolte» de la Pre-Modernidad del siglo XIX y que tendrían su culminación (que no su solución definitiva) en los movimientos vanguardistas del presente siglo. Pessoa es, en efecto, el poeta de la fragmentación («dispersión», como diría Sá-Carneiro) acelerada de la realidad, de la conciencia, del discurso; el poeta del transcendentalismo gnóstico y soteriológico de cierta poesía decimonónica (pero también el poeta mixtificador y desmitificador de las primeras vanguardias); el poeta de la discursividad neoclásica de Ricardo Reís (pero también el futurista Alvaro de Campos); es el poeta verlainiano de «Saudade dada» y el decadentista-simbolista («paulista») de «Impressóes do Crepúsculo» (pero también el interseccionista de «Chuva Oblíqua», más rimbaldiano —recuérdese «Marine»— que «cubista», como algunos lo han denominado; el poeta ortónimo, que desmenuza y expone con el rigor y la frialdad del matemático los problemas de la creación heteronímica (pero también el poeta ortónimo tradicional de las Quadras ao Costo Popular, o el sebastianista-heráldico de Mensagem, o el poeta erótico de Antinous o Epithalamium); etc., etc. Pessoa es, como se ha dicho tantas veces, «toda una literatura». Más diríamos: Pessoa es «la literatura», la ficción
(ocultación, disfraz, invención, fuga) de la realidad. Incapaz de enfrentarse con la vida, Pessoa se refugia en sus máscaras, fingiendo en cada una de ellas un conflicto, una incompatibilidad, una frustración, una agonía. Es en ese fingirse vivo en sus personajes, en esa cobarde delegación de responsabilidades, en esa reducción de pensamiento, pasión y voluntad a un sistemático ejercicio de alienación literaria, donde debe buscarse la explicación a las reservas de algunos surrealistas (Cesariny, por ejemplo, que se refiere a Ricardo Reís como el «asesino de Fernando Pessoa», esto es, la «literatura» —en el sentido más peyorativo del término— como verdugo de la poesía) o el desprecio de otros (Antonio María Lisboa) en relación con la vida y la obra (una separación que es ya, en cierta manera, una condena) de Fernando A. Nogueira Pessoa, y la predilección por Mario de Sá-Carneiro, Poeta que redimió, con la realidad de su suicidio, la ficción dramática del Amigo (Pessoa) y también, por extensión, la ficción dramática de Orpheu y de toda la vanguardia portuguesa. Repetimos: si el Surrealismo lo entendemos simplemente como un (otro) movimiento literario y artístico (opción generalizada entre críticos e historiadores; para los surrealistas, una de tantas insuficiencias o aberraciones de los «funcionarios de la cultura»), entonces debemos referirnos a Pessoa como indiscutible precursor y maestro consumado; si, por el contrario, consideramos, de acuerdo con la teoría y la doctrina surrealista, que el Surrealismo es una propuesta ética y moral (en cuanto proyecto de transformación individual), filosófica y política (en cuanto proyecto de reinterpretación y transformación de la realidad y de la sociedad) y, sólo en último término, estética (en cuanto ese proyecto aspira a introducir la «poesía del corazón» en la «prosa de la vida cotidiana», fundiendo arte y vida en una única experiencia de libertad y éxtasis a impulsos del deseo enseñado a renovarse tras cada satisfacción), si el Surrealismo es todo eso, y el cuadro o el poema no son sino accidentes fruto de nuestras propias limitaciones para comunicarnos el misterio (cuando no se transforman en ámbito o instrumento de prestidigitación, transmutación alquímica, transfiguración o creación autotélica). entonces Pessoa se convierte en oficiante de una liturgia (la «literatura») que disfraza la crueldad del
sacrificio y el drama o el valor de las víctimas (en este caso, Mario de SáCarneiro).
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NOTAS 1. Poesía Futurista Portuguesa (Faro 1916-1917). Sel. e prefacio de Ñuño Júdice. Lisboa: A Regra do Jogo. 1981. 2. Renato Poggioli: Teoría del arte de vanguardia. Trad. del italiano por Rosa Chacel. Madrid: Revista de Occidente. 1964. 3. Fierre Rivas: «Frontiéres et limites des Futurismes au Portugal et au Brésil». Europe. n." 551. París, mars 1975. pp. 126-144. 4. Pedro da Silveira: «O que soubemos logo em 1909 do Futurismo». Revista da Biblioteca Nacional, vol. 1. n." 1. Lisboa, janeiro-junho 1981. pp. 90-103. 5. Joáo Alves das Neves: O Movimento Futurista em Portugal. Porto: Livraria Dilvulgacáo. 1966. 6. Pierre Rivas: art. cit.. p. 131. 7. A Poesía de Orpheu. apresentaqáo crítica... de Fátima Freitas Morna. Lisboa: Editorial Comunicac,áo. 1982. 8. Joáo Gaspar Simóes: «Sinopse cronológica do nascimento e morte do Orpheu». Cultura Portuguesa, n." 1. Lisboa, agosto-setembro 1981. pp. 83-88. 9. Ñuño Júdice: «O Futurismo em Portugal». Portugal Futurista. 2.a ed. facs.. Lisboa: Contexto.1982. pp. VI-XVIII. 10. Orpheu. 2.a reed. do vol. I. Lisboa: Ediqóes Ática. 1971. p. 11. 11. José de Almada Negreiros: «Um aniversario Orpheu». Diario de Lisboa. 8-3-1935 (recogido en 82/ANTH ROPOS
Obras Completas. 5. Ensaios 1. Lisboa: Editorial Estampa. 1971. pp. 23-28). 12. José Ortega y Gasset: La deshumanización del arte v otros ensavos estéticos. 10.;l ed., Madrid: Revista de Occidente. 1970, pp. 16 ss. 13. A Poesía de Orpheu. Ed. cit.. pp. 15-16. 14. Maria Alíete Dores Galhoz: «O Momento Poético do Orpheu». Orpheu. 2.J reed. do vol. I, Ed. cit.. pp. XXXVI-XXXVII. 15. Eugenio de Andrade. en respuesta a un «Inquérito» de la revista Coloquio!Letras sobre «O significado histórico do Orpheu. 1915-1975». ColóquioíLetras. n.° 26. Lisboa, julho 1975 (recogido en Cadernos d'a Coloquio/Letras, n." 2. «Modernismo e Vanguarda». Lisboa: Fundaqáo Calouste Gulben kian. 1984. p. 12). 16. Ana Hatherly. en respuesta al «Inquérito» citado, recogido en la obra cit.. p. 10. 17. Eduardo Lourenqo: Ibíd.. p. 12. 18. Ana Hatherly: O Espaqo crítico-do simbolismo a vanguarda. Lisboa: Ed. Caminho. 1979. p. 74. 19. A. Faria: «Un surrealismo casericcio». Quaderni Portoguesi. n." 3. Pisa, primavera 1978.
pp. 65-69 (recogido, en versión portuguesa, por la revista Sema, n." 1. Lisboa, primavera 1979. pp. 22-24). 20. E. Lourenqo: «Orpheu ou a Poesía como Realidade». Tempo e Poesía. Porto: Inova. 1975. pp. 57-58. 21. Ibíd.. p. 52. 22. Ibíd.. p. 65. 23. Angelo de Lima: Poesías Completas, org., prefacio e notas de Fernando Guimaráes. Porto: Inova. 1971. p. 137. 24. Las diferencias entre el futurismo de Alvaro de Campos y el de Almada, establecidas a partir de la confrontación de textos poéticos y doctrinales de ambos autores, han sido estudiadas por Ana Hatherly en «Éxtase e herenqa. Breve introducto ao futurismo portugués», en Loreto 13. n." 2. Lisboa, abril 1978 (recogido en O Espado crítico-do simbolismo á vanguarda, ed. cit., pp. 55-75; vid., sobre todo, las pp. 68 ss.). 25. La obra de Almada Negreiros empezó en 1970 a ser publicada por la Editorial Estampa, de Lisboa. De los ocho volúmenes previstos, aparecieron solamente seis, quedando sin publicarse el vol. 7 (Ensaios II) y el vol. 8 (Dispersos). Los otros seis volúmenes recogieron lo esencial de la obra completa del autor, de acuerdo con la siguiente distribución y en las fechas respectivas que se señalan: Vol. 1: Cantos e Novelas (1970); Vol. 2: Romance (1971): Vol. 3: Teatro (1971); Vol. 4: Poesía (1971); Vo). 5: Ensaios I (1971); Vol. 6: Textos de Intervenqáo (1972). En otras editoriales se han publicado: Ver, prefacio, org. e notas de Lima de Freitas, Lisboa: Arcadia, 1982. Actualmente su obra está siendo reeditada por la Imprensa Nacional-Casa da Moeda de Lisboa. 26. Dice J.G. Simóes: «Las concepciones de André Bretón, que desde 1924, fecha de su Manifieste du Surréalisme, se habían difundido por Europa y por el mundo, habían sido adivinadas por Fernando Pessoa, quien escribió en nombre de C. Pacheco el poema "Para Além doutro Océano" (destinada a Orpheu, 3). La escritura automática, el no premeditado azar, el lenguaje liberado de estorbos contextúales, el misticismo infernal, la asociación de lo oculto y de lo mágico, la revolución de la conciencia ética, la conciliación de los contrarios, la búsqueda del "punto central" en la construcción de la mecánica visionaria del mundo, todo lo referido al instinto y a la noche del alma, a la pre-lógica y a la imaginación pura [...]» (Cit. por «Petrus»: Os Modernistas Portugueses, Porto: C.E.P., s.d., vol. V. pp. 111-112). 27. A. Tabucchi: La parola interdetta. Poeti surrealisti portoghesi, Torino: Giulio Einaudi Editore. 1971. 28. Fernando J.B. Martinho: «A presenta de Fernando Pessoa em alguma poesía dos anos 50», en Actas do 1 Congreso Internacional de Estudos Pessoanos, Porto: Brasilia Editora, 1979. pp. 261-278. Sobre el tema volvería más tarde, dedicándole uno de los volúmenes de la colección «Biblioteca Breve» del Instituto de Cultura e Lingua Portuguesa: Pessoa e a moderna poesía portuguesa; do «Orpheu» a 1960. Lisboa: I.C.L.P., 1983. 29. A. Tabucchi: Op. cit., pp. 38-41. 30. Fernando J.B. Martinho: Pessoa e a moderna poesía portuguesa; do «Orpheu» a 1960, ed. cit., p. 115. 31. Mario Cesariny: Nobilíssima Visáo. Lisboa: Guimaráes Editores, 1976, pp. 67-81. 32. Maria de Fátima Marinho: «Cesariny, leitor de Alvaro de Campos», Persona, n." 7, Porto, agosto 1982, pp. 30-33. 33. Vid. Fernando J.B. Martinho: Pessoa e a poesía..., ed. cit.. pp. 120 ss. 34. Vid. Fernando Pessoa: Páginas de Doutrina Estética, sel., prefacio e notas de Jorge de Sena,
2.a ed.. Lisboa: Inquérito. s.d., pp. 22-24. 35. Ibíd.. p. 170. 36. Vid., al respecto, la famosísima carta sobre el origen de los heterónimos, escrita por Pessoa a Adolfo Casáis Monteiro y fechada el 13-1-1935 (Páginas de Doutrina Estética, ed. cit., pp. 193-206). 37. Helder Macedo: «Fernando Macedo e as ficqóes do abismo», en Actas..., ed. cit., pp. 279-293. 38. Georg Rudolf Lind: «Fernando Pessoa e a locura», en Actas..., ed. cit., pp. 279-293. 39. Lo fundamental de Mario de Sá-Carneiro ha sido publicado por la editorial Ática, de Lisboa, en los siguientes volúmenes: I: A confissáo de Lucio; II: Poesías; III: Cartas a Fernando Pessoa (2 tomos); IV: Céu em Fogo. Para las relaciones de Orpheu y de Sá-Carneiro con el Surrealismo, vid.: a) H. Houwens Post: «Mario de Sá-Carneiro, premier poete surréaliste portugais (18901916)», en Neophilologus, Groningen (J.B. Wolters Ed.), 1965, pp. 301-306. b) Joáo Gaspar Simóes: «Mario de Sá-Carneiro, Orpheu e o Surrealismo», en O estado de Sao Paulo, Sao Paulo, 15-11-1958. c) Mario Cesariny de Vasconcelos: «Orpheu e Literatura de Vanguarda», en Contraponto, Lisboa, 1950. 40. Fernando J.B. Martinho: Pessoa e a moderna poesía..., ed. cit., pp. 120-121.
Fernando Pessoa, recriador de mitos Antonio Quadros 1. «Desejo ser um criador de mitos...» Quando se convenceu Fernando Pessoa de que o mito, so o mito, ou fundamentalmente o mito poderia conseguir a transformado decisiva do Portugués, o reencontró com o seu verdadeiro ser. hoje empecido e
decaído, a regeneraqáo do tecido deteriorado da Patria? E difícil dizé-lo. O mito será o nada. como disse no poema sobre L'lisses na Mensagem. mas é o nada que é nido. Tal implica de certo modo um conceito de mito bastante próximo daquele que vem sendo desenvolvido modernamen te, na nossa época intelectual pos-positivista e pos-materialista, sobretudo despois dos estudos de O. Rank. K. Abraham. C.G. June. D. de Rougemot. Mir cea Eliade. Gastón Bachelard. Gilbert Durand. etc. Efectivamente, estamos longe do tempo em que o'mito era considerado únicamente como urna forma primitiva e infantil de representaqáo e explicaqáo do que parecia enigmático aos espirites ignorantes e impreparados dos antigos. Sabemos hoje que a ciencia e a razáo nao sao chaves para o conhecimento universal, deixando fora do seu objecto e das suas possibilidades regióes imensas. que a teoria do conhecimento sonda através de outros meios e por outros caminhos. Como disse Durand. se a nossa civilizacáo tem sido «desmitificante», colocando «o mito no "um por cento" do imaginario», tal atitude «está em vias de se esboroar. E nao so. como sempre. outros mitos, muito antigos. recobrem os mitos de hoje e tornam-se os de hoje. como aínda toda urna parte do saber sabios, como vos dizia. quer das ciencias da natureza. quer das ciencias do homem dáo-se conta da eficacia, do poder, e sobretudo da realidade mitológica. O mito nao é urna fantasía que se opóe ao real perceptivo e racional».1
Femando Pessoa II, Julio Pomar, 1973
A narrativa mítica tem. como assinala Jung. um sentido ao mesmo tempo «compensatorio» (para os traumas e as crises do homem e das sociedades) e «prospectivo» (oferecendo urna soluqáo a nivel do inconsciente).2 Ela é. como os contos de fadas. um romance em que as personagens sao heróis e arquetipos, isto é tipos sagrados que protagonizan! o movimento do espirito e os obstáculos que defronta. Ña identificac,áo inconsciente que os homens individuáis e as sociedades situadas fazem com os seus mitos e os seus arquetipos podemos encontrar a chave do seu destino histórico. Mas atenqáo. ningém escapa ao mito, e os racionalistas qu e julgam
fazé-lo sao os mais dominados pelos mitos que veiculam e interiorizan! sem o saberem. Eles sao por assim dizer os joguetes de urna luta de mitos, que os utiliza. Denis de Rougemont pergunta: «De onde vieram os mitos?». Seráo invengóes nossas, ou somos nos que somos invenqóes deles? «Governaráo os nossos actos e os nossos sentimentos. ou aparecem mais tarde, como para os ilustrar e os qualificar. porventura para tentar torná-los exemplares?»3 Segundo Jung, do mito se pode dizer, como o fez um filósofo patrístico que é aquilo «em que se eré sempre, por toda a parte e por todos». Porque «a alma nao data de hoje! Conta milhóes de anos. A consciéncia individual nao é senáo o suporte das flores e dos frutos segundo as estagóes; ela brota do vivaz rizoma subterráneo e aproximamo-nos muito mais da verdade quando entramos em linha de conta com a sua existencia, pois é a rede das raízes que está na origem de tudo».4 Daía seria interrogac,áo que o psicólogo-filósofo de Zurique se viu obrigado a colocar a si próprio: «Qual o mito em que vivo?». Denis de Rougemont lembra com propiedade os principáis mitos em que vive, queira-o ou nao, o homem moderno: os de Édipo, de Prometeu, de Fausto, de Tristáo e Isolda, de Hamlet ou de D. Joáo, principalmente. O de Tristáo e Isolda, por exemplo, o mito do amor unitivo, caracterizando o amor ocidental, táo diferente do amor primitivo ou do amor oriental, tema do seu livro clássico sobre O Amor e o Ocidente? tem urna das suas projecgóes mais origináis no episodio verídico, mas poetizado e dramatizado por Camóes, por Antonio Ferreira, por Antonio Patricio ou por Henry de Montherlant, de D. Pedro e D. Inés. Para dar um último exemplo, Mircea Eliade descreveu-nos num texto famoso «a estrutura mitológica do comunismo e o seu sentido escatológico», ao dizer que «Marx retoma e prolonga um dos grandes mitos escatológicos do mundo asiático - mediterránico, a saber: o papel redentor do Justo (o "eleito". o "ungido", o "inocente", o "mensageiro": nos nossos dias, o proletariado), cujos sofrimentos sao chamados a mudar o estatuto ontológico do mundo. Com efeito a sociedade sem classes de
Marx e a consequente desapariqáo das tensóes históricas encontram o seu precedente mais exacto no mito da Idade do Ouro que, segundo múltiplas tradiqóes, caracteriza o cometo e o fim da historia».6 E acrescenta o pensador romeno, recentemente desaparecido, que Marx «enriqueceu este mito venerável com toda um ideología messiánica judeo-cristá: o papel profético e soteriológico do proletariado, a luta final do bem e do mal, o confuto de Cristo e do Anti-Cristo» ou do Proletariado e da Burguesía capitalista... Parafraseando Ortega y Gasset, 7 «as ideias tém-se, no mito está-se». E é por isso que o mito, com sua narrativa teleológica, com seus arquetipos e seus símbolos, constituí urna poderosa forc.a
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social, agindo por dentro do homem, na raíz da sua consciéncia e da sua razáo. Gilbert Durand viu-se precisamente na obrigac,áo de advertir que o mito «é alguma coisa que se pode manipular para o melhor e para o pior». Ora conduzirá ao «desenvolvimento das virtudes do "homo sapiens"», virtudes de «coordenac,áo colectiva» e de «elevac,áo mental», ou ao contrario permitirá a «arregimentagáo em aventuras tais como as que conhecemos na primeira metade deste século».8 Referia-se o pensador francés evidentemente ao comunismo russo-marxista e ao nazismo alemáo, este muito trabalhado pela mitologia germánica de Wotan e pela interpretagáo nietzchiana do Super-Homem, extrapolado para a Super-Raga. O mito, o arquetipo e o símbolo possuem na verdade urna «energía própria» considerável. A experiencia do arquetipo, sublinha Jung, «é nao apenas impressionante, mas sobretudo "dominadora". Ela produz naturalmente a fe».9 Recordemos por outro lado o carácter sagrado e numinoso do mito, que ao seu nivel mais alto, o religioso, é urna «imitatio Dei. O homem so se tornou um auténtico homem», escreveu Eliade, «conformando-se ao ensinamento dos mitos, isto é, imitando os Deuses».10 Viver o mito, diz o mesmo autor noutro livro, implica «urna experiencia verdadeiramente religiosa, ja que se distingue da experiencia vulgar, da vida quotidiana». Malinowski sublinha que o mito «nao é urna explicagáo destinada a satisfazer urna curiosidade científica, mas urna narrativa que faz reviver urna realidade original, e que responde a urna profunda necessidade religiosa, a aspirac.óes moráis, a constrangimentos e imperativos de ordem social e mesmo a exigencias práticas».12 O filósofo portugués José Marinho, em sua reflexáo sobre o Sistema dos Mitos Religiosos, de Oliveira Martins, surpreendeu os aspectos
gnoseológicos, cognitivos do mito, ao escrever que o mito «está antes do tempo e além do tempo, ou marca, pelo menos, a relac,áo áquilo que na própria Natureza ou na Alma persiste além do tempo». Ele «vem da profundidade da Natureza, como da profundidade da Alma», ele é 84/ANTHROPOS
Oliver Cromwel
«o sinal de que eslava implícito ao ser e ao saber, tais como outros homens os conceberam» e «ele diz: prestai atengáo, homens operosos e razoáveis, áquilo mesmo a que é difícil atender!».13 Decerto, com seu carácter circular, repetitivo, necessitarista, propiciando as religióes fechadas e os regressismos (sobretudo quando deles se da urna interpretac,áo imanentista e temporal), o mito pode constituir urna forga do conservantismo ou mesmo de inercia. Decerto, ele pode ser «manipulado», como dizia Durand, no pior sentido. Mas o que Fernando Pessoa viu no mito foi sobretudo urna potencia regeneradora popular, ultrapassando o voluntarismo ideológico e
mediocre dos políticos e de urna classe intelectual estrangeirada e provinciana, para Ihes impor a sua lei. Dois mitos portugueses tradicionais tinham feito as suas provas de fogo, dinamizando a nac,áo, lan^ando-a para a frente, salvando-a do anonimato histórico e da ocupaqáo estrangeira: o mito do Quinto Imperio e o mito Sebástico ou do Encuberto. O primeiro trabalhara as almas por dentro, no ciclo da expansáo, sendo invocado por Camóes e pelo Pe. Antonio Vieira para a sua continuidade e renovac,áo, nos séculos XVI e XVII. O segundo, através do sentimento e da imaginac,áo populares ou da interpretado das trovas do Bandarra, o sapateiro -profeta de Trancóse; através da obra literaria e hermenéutica, entre outros de um D. Joáo de Castro, e através da actividade dos historiadores e profetas de Alcobaca, alimentara a esperanga no regresso do Rei, que nao teria morrido em Alcácer-Quibir, e que regressaria numa manhá de nevoeiro para retomar os seus direitos, restaurar a nac,áo dominada pelos Filipes de Espanha e devolvé-la a sua indepedéncia e a sua gloria de antanho. Estes mitos, em especial o sebastianista, ficaram sempre vivazes, nao so na psique popular (Jung nao deixaria de lembrar aqui o inconsciente colectivo e os arquetipos), mas também na literatura, no teatro e na poesía portuguesas e brasileiras. Efectivamente, desde o século XVI até aos nossos dias houve sempre escritores, grandes escritores que, de um modo ou do outro, deste ou do outro lado do Atlántico, assumiram ou expremiram o mito, requintando-o, sublimando-o ou intelectualizando-o. Lembremos apenas, em Portugal, Manuel Socarro Francés (Séc. XVII), o Pe. Joáo Godinho (Séc. XVIII), Joáo de Lemos, Guerra Junqueiro ou Antonio Nobre (Séc. XIX), Afonso Lopes Vieira, Teixeira de Pascoaes, Antonio Correia de Oliveira, Mario Beiráo, Fernando Pessoa, Miguel Torga, Manuel Alegre, Antonio Manuel Couto Viana, Francisco de Palma Dios ou, como dramaturgos, Almeida Garrett, José Regio e Natalia Correia; no Brasil, Euclydes da Cunha ou Ariano Suassuna, sem esquecer Vargas Llosa que se inspirou no fenómeno sebastianista de Canudos para escrever La guerra del Fin del Mundo. O Sebastianismo moderno constituiu um modo e um modelo de afirmagáo de identidade, tendo-se intensificado, com Nobre e os homens
da Renascenga Portuguesa, depois da humilhac.áo do Ultimátum inglés de 1890. Foi urna manifestagáo de esperanza na regenerado do homem portugués, vencido e diminuido, e por isso identificado com o malogrado reí, desaparecido na batalha infausta, mas ressurgido na linguagem do mito. E também urna forma de protesto contra o pensamento estrangeirado, que aspirava a igualizar a cultura portuguesa aos padrees centro-europeus, despojando-nos daquilo a que os románticos chamavam o espirito nacional. Neste sentido, D. Sebastiáo torna-se urna figura simbólica e arquétipa, com certas seme AUTOR - TEMA MONOGRÁFICO TEXTOS Y NOTAS Ihangas, quanto á fungáo estrutural na nossa cultura ou na nossa paideia, com a figura de D. Quixote para os espanhóis. figura simbólica criada por Cervantes, mas retomada e glosada de varias formas pelos homens da geragáo de 98 e seus discípulos, como Unamuno, Maeztu ou Ortega y Gasset. E curiosa a tese de Jaime Cortesáo, de que Cervantes se teria inspirado em D. Sabastiáo para criar a personagem do engenhoso fidalgo D. Quixote de la Mancha. Com a diferencia de que o Rei portugués vive u realmente e o seu mito nasceu na psique do povo, tendo a sua vida um desenlace inesperado, o de um eterno ressurgimento, o de urna eterna esperanga mesmo no absurdo, identificándose com o destino nacional, como um fado que deixa de ser trágico porque se abre a um futuro providencial, ao contrario da personagem literaria de Cervantes, que foi utilizado como urna sátira, nao so da cavalaria, como também de todo o idealismo, visto como quimérico, embora desenhando um atraente recorte estético. Sentidos completamente opostos, como se vé, embora ambas as figuras polarizem e representem de algum modo a personalidade das duas nagóes ibéricas. O Sebastianismo teve em Portugal urna elaboragáo teórica considerável, através das biografías, dos estudos e dos ensaios de um J. Lucio de Azevedo, de um Carlos Malheiro Dias, de um Antero de Figueiredo, de um Queirós Veloso, entre muitos outros, sobretudo de um Sampaio Bruno, que no seu livro O Encuberto, escrito logo no principio do século, em 1904, deu urna interpretado filosófica do Sebastianismo,
encerrando a obra com a assergáo de que O Encoberto é o Homem e de que o Sebastianismo simboliza pois a procura do homem interior, do homem empecido, sob a capa da sua exterioridade social. Este livro de Bruno exerceu grande influencia em Fernando Pessoa que, numa carta de 1924, Ihe dizia que se sentia agora muito atraído «pelo misterioso e porventura importantíssimo fenómeno nacional chamado o Sebastianismo». Como nao poderia deixar de ser o Sebastianismo suscitou também um for
Grabado de Durero
te movimento de crítica e de recusa, sobretudo por parte dos intelectuais racionalistas e sociologistas que viriam a congregar-se em volta da revista Seara Nova. O processo anti-sebastianista foi dirigido por Antonio Sergio quando, reagindo contra a publicagáo do livro de José Lucio de Azevedo, A Evoluqáo do Sebastianismo, escreveu em 1927 o ensaio intitulado Interpretado Nao Romántica do Sebastianismo, em que
criticou ásperamente, nao so as apreciagóes daquele historiador sobre o mito, mas também a sua influencia nos historiadores Teófilo Braga ou Oliveira Martins. Mas foi em 1924 que se acendeu a grande polémica sobre o Sebastianismo, com a crítica satírica de Sergio á Exortagáo á Mocidade do romancista e historiador Carlos Malheiro Dias, com a réplica deste e com as tréplicas subsequentes. O país mental dividiu-se entre sebastianistas e anti-sebastianistas, alinhando Fernando Pessoa evidentemente entre os primeiros. Impressionara-o o éxito histórico (no sáculos XVI e XVII) dos mitos do Encoberto e do Quinto Imperio. E reflectira seriamente acerca da eficacia misteriosa e regenerativa da mitogenia. Por isso escreveu, num apontamento soltó: «Desejo ser um criador de mitos, que é o misterio mais alto que pode obrar alguém da humanidade». (Mas pode alguém, um so homem, mesmo um poeta de genio, criar mitos?) 2. «O Sebastianismo, o que é?» E por isso ao ser entrevistado em 1926 pelo jornalista e escritor Augusto da Costa, á pergunta sobre se «a moral da Nagáo» poderia ser levantado «por urna intensa propaganda, de modo a criar urna mentalidade colectiva capaz de impor aos políticos urna política de grandeza nacional», repondeu o poeta: «Ha so urna especie de propaganda com que se pode levantar a moral de urna nagáo -a construgáo ou renovagáo e a difusáo consequente e multímoda de um grande mito nacional». E mais adiante, encerrando as suas declaragóes: «Temos, felizmente, o mito sebastianista, com raízes profundas no passado e na alma portuguesa. Nosso trabalho é pois mais fácil; nao temos que criar um mito, senáo que renová-lo. Comecemos por nos embebedar desse sonho, por o integrar em nos, por o incarnar. Feito isso, cada um de nos independentemente e a sos consigo, o sonho se derramará sem esforgo em tudo que dissermos ou escrevermos e a atmosfera estará criada, em que todos os outros, como nos, o respirem. Entáo se dará na alma da Nagáo o fenómeno de onde nasceráo as Novas Descobertas, a Criagáo do Mundo Novo, o Quinto Imperio. Terá regressado El-Rei D. Sebastiáo».
N a o criar, mas recriar o mito ou os mitos profundos do povo portugués, eis afinal o objectivo de Fernando Pessoa, que na Mensagem se faz o profeta (mas um profeta angustiado, torturado e saudoso) do regresso de D. Sebastiáo e da instauragáo do Quinto Imperio, embora um D. Sebastiáo e um Quinto Imperio muito diferentes da tradigáo comum. Na Mensagem, a figura de D. Sebastiáo, o Desejado do povo, o Rei perdido em Alcacer e o Encoberto numa ilha de misterio, é um poderoso arquetipo de Herói-Salvador. Arquetipo portugués na sua forma histórica e na sua insergáo na narrativa mítica, mas centro de urna convergencia de tradigóes lendárias e religiosas. Na verdade, ele concentra a tradigáo religiosa crista do mártir que há-de ressuscitar para salvar o povo de Deus, a tradigáo judaica do Messias que vira para conduzir o povo eleito á Terra Prometida e a tradigáo cavaleiresca e céltico-bretá do Rei Artur, escondido na ilha de Avalon, que regressará das névoas em que ela se oculta para trazer a paz e a prosperidade a sua nac,áo.
ANTH
ROPOS/85
Passou ja o tempo histórico em que o Rei. ele próprio, poderia efectivamente, nao estando morto, retornar? Nao importa, porque nao nos encontramos no plano da historia, encontramo-nos no plano de urna supra-história, transcendente ao tempo, da qual a historia depende. Afinal, interroga o poeta num dos seus textos mais claros sobre o tema, «o sebastianismo. fundamentalmente, o que é? É um movimento religioso, feito em volta de urna figura nacional, no sentido dum mito». E aínda: «No sentido simbólico D. Sebastiáo é Portugal: Portugal que perdeu a sua grandeza com D. Sebastiáo, e que so voltará a té-la com o regresso dele, regresso simbólico —como, por um misterio espantoso e divino, a própria vida dele fora simbólica— mas em que nao é absurdo confiar».14 Neutro texto, tal como este escrito para um livro que deveria chamarse precisamente O Sebastianismo, mas que ficou so em fragmentos, Pessoa explica a possibilidade de regresso do Encoberto pela metempsicose ou melhor, por urna interpretado sua, singular da metempsicose ou transmigracáo das almas, dizendo: «A alma é imortal e, se desaparece, torna a aparecer onde é evocada através da sua forma. Assim, morto D. Sebastiáo, o corpo, se conseguirmos evocar cualquer cousa em nos que se assemelhe á forma de esforgo de D. Sebastiáo, ipso facto o teremos evocado e a alma dele entrará para a forma que evocamos. Por isso quando houverdes criado urna cousa cuja forma seja idéntica á do pensamento de D. Sebastiáo, D. Sebastiáo terá regressado, mas nao so regressado modo dizendo, mas na sua realidade e presenta concreta, posto que nao físicamente pessoal». E, a fechar o texto: «Com D. Sebastiáo morreu a grandeza da Patria. Se a Patria tornar a ser grande, voltará, ipso facto, D. Sebastiáo, nao so simbólicamente falando, mas realmente». I S
3. O Quinto Imperio segundo Pessoa No Sebastianismo ha nao so urna valorizagáo do heroísmo e do genio do homem individual, com seu carisma descido do alto, mas também a emergencia de urna filosofía teleológica, providencialista e mítica da historia, radicalmente antagónica das filosofías positivistas, materialistas ou sociologistas de um devir temporal movido por movimentos de massas ou por interesses económicos. Eis porque o mito sebástico se articula perfeitamente com outro mito, o antiquíssimo mito do Quinto Imperio, que tem decerto ressonáncias,
por um lado, do mito do Paraiso Perdido e, por outro lado, das visóes proféticas de Sto. Agostinho, com a teoría das Sete Idades do Mundo (segundo Fernáo Lopes a Sétima Idade ter-se-ia iniciado com o advento de D. Joáo I, Mestre de Avis) e de Joaquim de Flora, com a sua concepc,áo das Tres Idades, a do Pai, a do Filho, e a do Espirito Santo ou do Evangelho Eterno. O joaquimismo, a teoria de Joaquim terá entrado em Portugal através dos franciscanos «espirituais» e deu origem, com D. Dinis e a Rainha Santa Isabel, Isabel de Aragáo, as Festas da Coroagáo do Imperador do Espirito Santo, festas simbólicas e proféticas, onde em todo o país, e ultramar, até ao sáculo XVI e á época do Concilio de Trento, era coroado ritualmente um pobre ou um menino com coroa de Imperador, apóz o que havia bodo aos pobres, ágape comum de toda a populacho, abertura das portas das prisóes, indiciando a vindoura era do Espirito e da Fraternidade Universal, em que os últimos seráo os primeiros. Estas festas, que aínda hoje se realizam em todas as ilhas dos Aqores, nalguns lugares de Portugal continental e do Brasil ou em diversas comunidades luso-agorianas dos Estados Unidos, com toda a sua encenagáo e verdade, sao sinais visíveis do singular e mal conhecido projecto imperial portugués. A tradiqáo do Quinto Imperio, nascida da profecía de Daniel a Nabocodonozor na Biblia, reivindicada por Judeus israelitas, por Ingleses e mais tarde no século XVII pelos Judeus portugueses da Holanda (v. Menassé ben Israel e a sua Piedra Gloriosa, [ilustrada por Rembrandt] ou as suas Esperanzas de Israel, a que respondeu o Pe. Antonio Vieira com as suas Esperanzas de Portugal, Quinto Imperio do Mundo), surge entre nos talvez com o ímpeto expansionista e civilizador da dinastía de Avis, especialmente com D. Alfonso V, D. Joáo II e D. Manuel I, expondo-a Camóes nos Lusíadas, precisamente na fala de Júpiter aos deuses do Olimpo, a quem chama os Eternos moradores do luzeníe. Diz-lhes, efectivamente: Se da grande valor da forte gente De Luso nao perdéis o pensamento, Deveis de ter sabido claramente Como é dos fados grandes certo intento Que por eles se esqueqam os
humanos De Assírios, Persas, Gregos e Romanos.1'^ Segundo Antonio Vieira também, o Quinto Imperio, que sucederá aos da Assíria, da Pérsia, da Grecia e de Roma, o Imperio definitivo, o Imperio de Deus nesta térra, será Cristáo, sendo portugués o Imperador que o há-de instaurar. A este ideal político, teleológico, mítico, dedicou o Pe. Antonio Vieira, interpretando todo um acervo profético que vai desde os profetas bíblicos até Joaquim de Flora e o Bandarra (e por este o prendeu durante 2 anos a Inquisicáo), nao so a Clavis Prophetarum, a Carta ao Bispo do Japáo e a Historia do Futuro, mas urna intensa actividade diplomática, política e apostólica, atravessando varios reinados portugueses. Fernando Pessoa, tres sáculos depois. vé em D. Sebastiáo ressurrecto como em avatar ideal e arquetípico, o Imperador do V Imperio, modificando no entanto, a sucessáo dos Imperios, em varios escritos e nomeadamente no Prefacio ao poema Quinto Imperio, do seu amigo Augusto Ferreira Gomes. É que o «esquema portugués», diz, «sendo espiritual, em vez de partir, como naquela tradigáo [a tradicional], do Imperio material de Babilonia, parte, antes, com a civilizagáo em que vivemos, do imperio espiritual da Grecia, origem do que espiritualmente somos. E. sendo esse o Primeiro Imperio, o Segundo é o de Roma, o Terceiro o da Cristandade, e o Quarto o da Europa -isto é, da Europa laica do depois da Renascenga. Aqui o Quinto Imperio terá que ser outro que o inglés, porque terá que ser de outra ordem». E, concluindo este periodo: «Nos o atribuimos a Portugal, para quem o esperamos».17 O Imperio sonhado por Pessoa, o Quinto Imperio tal como o canta nos varios poemas com este título que escreveu, o Quinto Imperio que será levantado e criado por um D. Sebastiáo ressurrecto. arquetipo e avatar, herói-Salvador e paradigma do Homem reencontrado, nao é um Imperio territorial, um Imperio das armas e da forc,a. O Pe. Antonio Vieira, quando Portugal dominava cidades, postos e vastos territorios desde o Brasil e a África até a india, quando se dedicava especialmente á formagáo e consolidado do Brasil portugués, a Nova Lusitánia, aínda acreditou em tal vasta base de apoio. Mas Fernando Pessoa sublimou a ideia seiscentista de Vieira: havendo tres imperialismos, «de dominio, de
expansáo e de cultura»,18 é este o do Portugal do futuro. E temos condigóes para tal: urna «língua apta, rica, gramaticalmente completa, fortemente nacional»; a existencia «de homens de genio literario»;19 um passado literariamente forte (com os cancioneiros, os romances de cavalaria, designadamente o Amadis) e urna tradigáo de descoberta e criatividade. «Portugal surgiu definitivamente na civilizagáo europeia», escreveu, «pelas descobertas, e as descobertas sao um acto cultural; mais que um acto cultural sao um acto de criaqáo civilizacional. Criamos o
mundo moderno; porém a nossa primeira descoberta foi descubrir a
ideia da descoberta».20 O que Fernando Pessoa teoriza e anuncia é um «imperialismo de gramáticos» (que «dura mais e vai mais longe que o dos generáis»), um «imperialismo de poetas» (que «dura e domina, ao contrario do dos políticos, que passa e esquece» —dizemos Cromwell fez, Milton diz), enfim um imperialismo do Espirito, porque «todo o Imperio que nao é baseado no Imperio Espiritual é urna Morte de pe um Cadáver mandando».21 Tal desiderato, mesmo quando apontado á ideia de um Imperio que nao é da forga, do dominio e do territorio, acaso pode ser realizado por um pequeño país como Portugal? Precisamente, escreve o poeta: «so pode realizar utilmente o Imperio Espiritual a nacjio que for pequeña, e em quem, portante, nenhuma tentativa de absorgáo territorial pode nascer, com o crescimento do ideal nacional, vindo por fim a desvirtuar e desviar do seu destino espiritual o original imperialismo psíquico».2 2 Por isso disse a Augusto da Costa, na entrevista ja citada: «Para o destino que presumo que será o de Portugal, as colonias nao sao precisas», muito embora, «nao sendo urna necessidade, sejam contudo urna vantagem».23 Urna pergunta fará agora o leitor: qual no fim de contas o conteudo propriamente espiritual, cultural, intelectual e ético desse escatológico Imperio? É urna pergunta a que Fernando Pessoa nao chegou nunca a responder cabalmente, sistemáticamente, mas de que deixou bastantes pistas nos esbozos do seu Manifestó Sobre o AÜantismo ou do seu livro Quinto Imperio. Mas teremos que os completar mais pelo implícito do que pelo explícito dos seus textos esotéricos, gnósticos e rosacrucianos, dos seus textos políticos ou da sua poesia. Fernando Pessoa almejava, em seu idealismo (o leitor terá de deixar voar a sua imaginagáo, de levitar o seu intelecto, de abandonar os esquemas pragmáticos contemporáneos), o futuro de Sermos tudo, fundindo portuguésmente todas as religióes no Paganismo Superior. Nao queiramos «que fora de nos fique um único deus! Absorvamos os deuses
todos! Conquistamos ja o Mar: resta que conquistemos o Céu, ficando a térra para os Outros, os eternamente Outros, os Outros de nascenga, os europeus que nao sao europeus porque nao sao portugueses. Ser tudo, de todas as maneiras, porque a verdade nao pode estar em faltar ainda alguma cousa!».24 Num fragmento do Manifestó sobre o AÜantismo, preconiza por outro lado a criagáo de «um Imperialismo andrógino, reunidor das qualidades masculinas e femininas: imperialismo que seja cheio de todas as subtilezas do dominio feminino e de todas as forjas e estruturagóes do dominio masculino».25 Trata-se de um pensamento sintético ou até sincrético, em que o poeta almeja nao so urna teología de todos os Deuses, fundidos num Paganismo Superior (como numa transposigáo teológica de ideia totalizante do heterónimos), nao so a reuniáo das qualidades masculinas e femininas, mas também urna política baseada na Sabedoria, urna Sabedoria onde se juntem as duas formas de conhecimento separadas. Reflicta-se e efectivamente neste fragmento, talvez o mais importante que escreveu sobre o tema, e onde desponta urna escatologia rosa-cruz, relacionada com a ideia da Idade do Espirito Santo, realizada segundo as profecías antigás pelo acordó do Imperador do Mundo e do Papa Angélico: «Assim temos que no Quinto Imperio haverá a reuniáo das duas forgas separadas ha muito, mas de ha muito aproximando-se: o lado esquerdo da sabedoria, ou seja a ciencia, o raciocinio, a especulagáo intelectual; e o seu lado direito, ou seja o conhecimento oculto, a intuigáo, a especulagáo mística e cabalística. A alianga de D. Sebastiáo, Imperador do mundo, e do Papa Angélico figura esta íntima alianza, esta fusáo do material e do espiritual, talvez sem separagáo. E o próprio Segundo Advento, ou nova incarnagáo do mesmo Adepto em que outrora Deus projectou o seu Símbolo, ou Filho, nao faz senáo figurar de outro modo esta mesma alianza suprema». E depois: «Nao é pois para urna absorgáo mística que avanzamos, sendo para a conjugagáo clara dos dois poderes da Porga, dos dois lados do Conhecimento. Far-se-á a aparente conquista da inteligencia material
pelo espiritual e do espiritual pelo material».26 Se o Fernando Pessoa lírico, sobretudo o Fernando Pessoa dos heterónimos e também o Fernando Pessoa modernista, interseccionista, sensacionista, nao esquecendo o Fernando Pessoa neopagáo e gnóstico tém suscitado mais a atengáo de um público internacional, a verdade é que este Fernando Pessoa, vate de Portugal, cantor do Sebastianismo e profeta do Quinto Imperio, tem hoje também adeptos em todo o mundo. Leambremos em especial alguns pensadores e escritores franceses, em geral ligados a revista Exil, como André Koiné, Dominique Deroux ou Raymond Abélio e bem assim Gilbert Durand ou o poeta austríaco Max Hólser, que sao ou foram grandes leitores de Pessoa e da Mensagem, especialmente interessados nos mitos do Encoberto e do Quinto Imperio. Dominique Deroux escreveu um romance precisamente intitulado O Quinto Imperio. Prefaciando-o, Raymond Abélio, o notável pensador e romancista, autor da A Biblia, Documento Cifrado, de Para um Novo Profetismo, de A Fossa de Babel ou de A Estrutura Absoluta, muito recentemente desaperecido, escreveu que «em Portugal, fim da térra e térra do fim, o combate so será realmente derradeiro se opuser os dois universalismos radicáis, o marxismo e o Quinto Imperio. Dois universalismos, isto é, um a mais. Combate na térra e combate no céu, de resultados contrarios». Radicalismo ou exagero?
El
príncipe
portugués
Enrique
el
Navegante (1394-1460)
O certo é que, numa época difícil da vida portuguesa, de transigáo nao se sabe muito bem para onde, o pensamento de Fernando Pessoa sobre Portugal e os seus mitos, difícil, fragmentario, por vezes cifrado ou aparentemente cifrado, oferece-nos urna serie de propostas que longe estáo de esgotar todas as suas possibilidades de surpresa. NOTAS 1. Gilbert Durand. Mito, Símbolo e Mitodologia, trad. portuguesa, Ed. Presenta. Lisboa. 1982. 2. C.G. Jung, Métamorphoses de L'Áme et ses Symboles, trad. francesa, Libr. de l'Univcrsitc. Gene ve , 1953. 3. Denis de Rougemont, Les Mythes de l'Amour. ob. cit. 4. Jung, ob. cit.
5. Denis de Rougemont, L'Amour el l'Occident. V.G.E.. Paris, 1962. 6. Mircea Eliadc, O Sagrado e o Profano, trad. portuguesa, Ed. Livros do Brasil, Lisboa, s/data. 7. «As ideias tcm-sc; ñas crcnc,as cstá-sc», in Ideas v Creencias. Revista de Occidente, 8.:l ed.. Madrid, 1959. 8. Durand, ob. eit. 9. Jung, ob. cit. 10. Eliadc, ob. cit. 11. Eliade, Aspeéis du Mythe. Gallimard, Paris. 1963. 12. Bronislav Malinowski, Magic, Science and Religión. New York, 1955. 13. José Marinho, prefacio ao Sistema dos Mitos Religiosos, de Oliveira Martins. 3.'' cd., Guimarács Ed., Lisboa, 1953. 14. De «Um movimcnto religioso», in Fernando Pessoa, Obra Poética e em Prosa. Ed. Lello e Irmáo. Porto, 1985. 15. Da «Introducto» é obra incompleta «O Scbastianismo». in ob. cit. 16. Os Lusíadas, Canto I. 24. 17. In Quinto Imperio, de Augusto Fcrreira Gomes. Ed. Parceria. Antonio Maria Percira. Lisboa. 1934. 18. «Os tres imperialismos. Obra Poética e cm Prosa», in ob. cit. 19. «Condigóes do Imperio de Cultura», in ob. cit. 20. «Tem Portugal condic,óes para ser um imperio espiritual?», in ob. cit. 21. «O Imperio Espiritual», in ob. cit. 22. Ibíd. 23. De «Portugal, Vasto Imperio», resposta ao «Inquérito» de Augusto da Costa, com este título, in ob. cit. 24. Da entrevista dada a Antonio Alvcs Martins. «O escritor Fernando Pessoa expóc-nos as suas ideias...». in ob. cit. 25. De «O Imperio Espiritual», in ob. cit. 26. Trad. portuguesa. Ed. Delraux. Lisboa. 1977. Fernando Pessoa en un dibujo de Julio Pomar, 1983
Estudio semiótico de las primeras vanguardias portuguesas, a través de un fragmento de Fernando Pessoa: «Ode triunfal» Ángeles Cardona Jorge María Gibert Fernando Pessoa, dibujo de Almada Negreiros Ó tranways. funiculares, metropolitanos. Rocai-vos por mim até ao espasmo! Huía! huía! hill-hó! Dai-me gargalhadas em plena cara Ó automóveis apinhados de pándegos e de putas. Ó multidóes quotidianas nem alegres nem tristes das rúas. Rio multicolor anónimo e onde eu me posso banhar como quereria! Ah. que vidas complexas, que coisas la pelas casas de tudo isto! Ah. saber-lhes as vidas a todos, as díficuldades de dinheiro. As dissensóes domésticas, os deboches que nao se suspeitam. Os pensamentos que cada um tem a sos consigo no seu quarto E os gestos que faz quando ninguém pode ver!
Nao saber tudo isto é ignorar tudo. ó raiva. Ó raiva que como urna febre e um ció e urna fome Me póe a magro o rosto e me agita as vezes as máos Em crispacóes absurdas em pleno meio das turbas Ñas rúas cheias de encontróes! Ah. e a gente ordinaria e suja. que parece sempre a mesma. Que emprega palavróes como palavras usuais. Cujos filhos roubam as portas das mercearias E cujas filhas aos oito anos —e eu acho isto belo e amo-o!— Masturbam homens de aspecto decente nos vaos de escada. A gentalha que anda pelos andaimes e que vai para casa Por vielas quase irreais de estreiteza e podridáo. Maravilhosa gente humana que vive como os caes. Que está abaixo de todos os sistemas moráis. Para quem nenhuma religiáo foi feita. Nenhuma arte criada, Nenhuma política destinada para eles! Como eu vos amo a todos, porque sois assim. Nem ¡moráis de táo baixos que sois, nem bons nem maus, Inatingíveis por todos os progressos. Fauna maravilhosa do fundo do mar da vida!
En la segunda página de la revista Orpheu (3.a reedigáo do volume I, Edic,óes Ática, Lisboa 1957-58), tras una portadilla en la que en letras mayúsculas leemos. O Momento Poético do O R P H E U.
aparecen unas palabras de Fernando Pessoa (1888-1935), otras de Mario de Sá-Carneiro (1890-1916) y, por último, cuatro líneas de José de Almada Negreiros (1893-1970). Estos pequeños recortes de lengua que se hallan entrecomillados a la derecha de la página sin número, con un gran «en blanco» a la izquierda, parecen pretender definir el espíritu de esta revista, que sólo contó con dos números, pero que fue definitiva por su contenido de novedad y rebeldía, para los primeros «ismos» portugueses. La revista Orpheu da a los lectores su primer número en 1915 e intenta ser el portavoz de la inquietud vanguardist a portuguesa y brasileña. Las dos comunidades, distantes, pero unidas por la misma lengua, iban a estar ahí, fundidas gracias a Luis de Montalvor, que había regresado a Lisboa del Brasil y a Ronald de Carvalho que daría su nombre
como director de la revista en el mismo Brasil. Pero Orpheu fue en su confección, en su espíritu y maneras, una revista típicamente lisboeta y tuvo la gracia de desplazar a otras, ya famosas, como A Águia en la que el mismo Pessoa había publicado hasta integrarse a Orpheu. Las palabras de Pessoa a que aludimos nos parecen muy significativas a efectos de decodificar los signos del fragmento de la Ode Triunfal que nos proponemos comentar. Se inician con unos puntos suspensivos, luego aparece un punto y coma y tras él la sentencia: «...; e é o uso da sensibilidade e nao a propia sensibilidade, que vale em arte». Es decir, a partir de este momento —segundo año de la hecatombe mundial—, no es el manejo de la sensibilidad personal del poeta, su «yo» que sufre o goza, lo que va a contar, sino la sensibilidad en general frente a «el otro» o «lo otro», lo que la poesía como arte debe plasmar. Pasamos de un «yo», de una subjetividad, que ha dado vida a la lírica hasta el momento, a una sensibilidad objetivista que expresará el dolor o el placer del mundo que nos rodea, en el cual el poeta se confunde. Lo que está frente a él se incrusta en su ser y eso va a desencadenar el acto creador, «que vale em arte». Por otro lado, Sá-Carneiro confiesa que aún no ha descubierto lo que es su método o sistema artístico; apenas restauró, modernizó, corrigió, reedificó: «Porque eu nao creio ter descoberto a minha arte. Apenas a reedifiquei». Y Almada Negreiros es aún más duro: «A mentira é o único processo para convencer os outros de que somos como eles nos querem. Como se vé, os culpados sao os mentidos, os que nao acreditam em mentiras». La antítesis de Almada Negreiros, con su ambigüedad en la segunda parte o conclusión, es buena muestra de lo que serán las vanguardias: movimientos que al demoler intentan crear un mundo nuevo, pero que se alimentan de la contradicción de las ruinas sobre las que se asientan. Ya tenemos los primeros signos caracterizadores de este mundo que va a llamarse mundo moderno:
ANTHROPOS/89
— Falta de seguridad en el arte propio (Sá-Carneiro). — Mentira para llegar a ser creídos (Almada Negreiros). — Sensibilidad de lo que nos rodea; negación de los íntimos sentimientos en pro de elevar la sensibilidad del mundo circundante (Pessoa). Pero la decodificación de las tres citas anteriores no da idea de lo que es la revista Orpheu en su primer número, porque los poemas de SáCarneiro «Para os "Indicios de Oiro"» o la introducción de Luis de Montalvor pertenecen a otra pendiente de las vanguardias en la que el simbolismo está aún presente y la música y la elaboración del verso son signos muy distantes de los que darán vida a la Ocie Triunfal que vamos a comentar. Esto quiere decir que Orpheu acogió todas las manifestaciones de las vanguardias portuguesas que se inician como sabemos bajo el nombre genérico de Modernismo, y fue un símbolo de los tiempos, símbolo que engloba los signos más diversos y contradictorios. Comparemos, para comprenderlo, este rítmico serventesio: Ha ouro marchetado em mim. a pedras raras. Ouro sinistro em sons de brozes medievais Joia profunda a minha alma a luzes caras. Ciborio triangular de ritos infernáis.
La estrofa de Sá-Carneiro se titula «Taciturno» —el título es de un decadentismo significativo que va a corroborar cuanto decimos—. Pero si pensamos en la manipulación del lenguaje y en la inclusión del mismo dentro de un ritmo perfectamente conseguido, tendremos la sensación de que aún estamos entre los parnasianos (musicalidad) y entre los simbolistas (correspondencias). Veámoslo: — Ouro marcheado pedras raras — Ouro sinistro bronzes medievais — Joia profunda alma a luzes caras — Cimborio triangular ritos infernáis.
poema, como todos los poemas de «Indicios de Oiro (por ouro)», contienen tal laberinto de signos tipificadores del tránsito del siglo XIX al XX que sólo se comprenden cuando se lee la definición que el poeta suicida (decadentismo en la propia vida) daba de sí mismo: «Porque eu
era labirinto» y, precisamente, Indicios de Ouro, que entregó inédito a Pessoa antes de morir, «revela a marcha de um genio que pouco a pouco se vai apoderando de labirinto en que se perde, perdendo-se realmente».1 Por lo tanto, el contraste con el poema del heterónimo de Pessoa que vamos a comentar es grande, si pensamos en Indicios de Ouro y ello demuestra la diversidad de tendencias poéticas que se encuentran en este primer número de Orpheu en el que aparece la Ode Triunfal. Para el mismo Pessoa en Sá-Carneiro veíamos «o vago, a sutileza, a complexidade. el "além-alma"», cuestiones que distinguían a varios representantes de la «Renascenc,a Portuguesa» y también en otros que colocaríamos al final del «Paulismo». Y la sensibilidad del Paulismo era, como la de Sá-Carneiro, decadentista. Leamos la segunda estrofa de «Taciturno» para pasar a la Ode Triunfal: No meu mundo interior cerraram-se armaduras. Capacetes de ferro esmagaram Princesas. Toda urna estirpe rial de herois d'outras bravuras Em mim despojou dos seus brazóes e presas
Hemos visto el poema con el que abren los poetas órficos este primer número de su revista, pues bien, cierra Orpheu este título, transcrito tal como nosotros lo hacemos: O PIÁR I O E OD E TRIUNFA L Duas composic,óes de ALVARO DE CAMPOS publicadas por FERNANDO PESSOA
Saltamos «Opiário», dedicado «Ao Senhor Mario de Sá-Carneiro»: É antes do opio que a minh'alma é doente. Sentir a vida convalesce e eslióla E eu vou buscar ao opio que consola Um Oriente ao oriente do Oriente.
En primer lugar, el poeta elabora su verso a base de elementos lingüísticos 90/ANTHROPOS
paralelos: Nombre + Adjetivo. Sólo falla una vez la fórmula, pero ésta ni destruye el ritmo, ni se aparta del contexto: «Joia profunda / alma a luzes caras». Pero los paralelismos son incluso reiterativos para que la melodía sea más perfecta: Ouro marchetado em mim Ouro sinistro em sons
De acuerdo con los poetas malditos, el último verso relaciona un símbolo que engloba, por un lado, la imagen de una iglesia y califica al cimborio con el adjetivo «triangular», signo de la masonería, acaso más como congregación ocultista que como asociación que se opone a la ortodoxia. Y, finalmente, este último verso nos introduce, si lo leemos entero, en la logia masónica, tal como era entendida desde fuera en 1915: Cimborio triangular de ritos infernáis
Si unimos la última decodificación al signo primario de la estrofa que es el que más se repite, con su nombre y sus sinónimos —Ouro—, veremos que el cuadro completo de «la fin du siécle» proyectado en el derrumbamiento de la Europa tradicional, cuestión que la Guerra Europea consiguió, ha sido trazado por Sá-Carneiro en esta primera estrofa de su poema «Taciturno». La magia de los vocablos se une a la magia de un contenido esotérico que suscita dimensiones y mundos para iniciados. La segunda estrofa, de un decadentismo lingüístico insuperable —«mundo interior / capacetes de ferro / Princesas / herois de outras bravuras...»— tiene sabor prerrafaelista y, en su conjunto, este La tentación era tan grande que hemos transcrito la primera estrofa, un cuarteto, como réplica al serventesio de «Taciturno» con la que la revista se inició. Nos interesa sólo decodificar el ritmo del último verso: Um Oriente ao oriente do Oriente.
El ritmo es un signo que entraña un estado interior del alma. Musicaliza el verso y fía más en las notas que en el contenido de la línea poética. Es además una maestría, un oficio poético que no tienen todos los versificadores por elevado que sea su lenguaje. Fernando Pessoa, como genio de la poesía portuguesa, conoce la maestría del ritmo y el lenguaje de las vocales, que ha aprendido de los simbolistas y que él lleva dentro de su espíritu y hubiera volcado al papel en sus poemas, aunque no hubiera leído a los simbolistas, porque el ritmo poético es el deseo de devolver la musicalidad anímica al mundo que lee el poema. Contemos la vocal /o/ sin profundizar en sus distintos alófonos: 4 veces se transcribe la vocal /o/ en el verso y, si pensamos en su aproximación a la /u/, el verso pende de esta vocal que es la nota dominante: «Um Oriente ao oriente do Oriente». ¿En qué «ismo» colocaremos a la estrofa y al verso?
En el Paulismo, en el Simbolismo, y en el Decadentismo, tres corrientes bien definidas por Maria Aliete Dores Galhoz en el estudio preliminar de la edición facsímil de Orpheu que estamos manejando.2 Pasemos al gran contraste: Pessoa, por boca y pluma de su heterónimo Alvaro de Campos, da a conocer la Ode Triunfal, que había de aparecer en un libro «chamado Arco de Triunfo a publicar». La fecha en Londres, donde Pessoa nunca estuvo, en «Junho de 1914». Se abre con un versículo, según la denominación moderna de la línea larga e incontable en sílabas que se aproxima a la técnica de la prosa, y el versículo se rompe con un verso de cabo roto: Á dolorosa luz das grandes lámpadas eléctricas da fábrica Tenho febre e escrebo.
Pero transcribamos el quinto verso, antes de pasar a nuestro fragmento, y
veamos la extravagancia de la onomatopeya, un signo que, a partir de este verso, ubicará a la Ode en otro «ismo»: Ó rodas, ó engranagem, r-r-r-r-r-r-r eterno!3
La exclamación, no gozosa, sino de signo negativo, abre también nuestro fragmento: Ó tramways, funiculares, metropolitanos, Roc,ai-vos por mim até ao espasmo!
Alvaro de Campos ha introducido el anglicismo tramways con toda intención, abriendo un campo semántico compuesto por signos cuyo «sema-base» está más allá de lo expresado. En efecto, ningún lexema común aparece entre tramways, que además es un extranjerismo, «funiculares» y «metropolitanos», y, sin embargo, podemos articular este
pensamiento como se muestra en el esquema I.4 De acuerdo con Julia Kristeva,5 hemos atravesado las barreras del simbolismo en poesía, porque el autor actúa con tres distintos significantes. Esta diversidad de significantes encadenados por una triple base, /motor/ruido/prisa/, se articula a manera de dispositivo lingüístico que produce una «pulsión» o «choque» emotivo en el lector; pero el lector no vibra de acuerdo con el mundo interior de Pessoa, representado por «espasmo» y por el pronombre «mim» que es un deíctico intencional que mete al autor en el mismo poema. No, el lector vibra porque se repite en él la descarga del nuevo monstruo, aquí en cadena, «Ó tramways, funiculares, metropolitanos». Y Pessoa ha conseguido lo que pretendía en aquellas palabras que anotamos al empezar «e é o uso da sensibilidade e nao a propia sensibilidade, que vale em arte». Ahora todos nos sentimos atacados por la amenaza de la máquina en un inconsciente colectivo de pavor. Pero, aunque hayamos saltado a otro «ismo», camino del futurismo, que no se daría plenamente en Portugal hasta 1916-17, cuando se preparaba, de cara al escándalo, el tercer número de Orpheu, en la Ode Triunfal hay aún un deseo de exploración psíquica («por mim até ao espasmo»), lo cual está dentro del «interseccionismo»;6 y vemos además la traducción de un mundo que nos llega a través de la plástica y cae dentro del «simultaneismo».7 Véase el esquema 2. En esta primera parte de la Ode destacamos también el valor de los efectos fónicos que son signos que actúan sobre dos sistemas: a) en el verso: repeticiones de fonemas; uso reiterado de la onomatopeya; insistencia rítmico-fónica; b) en la significación: ritmo interno conse tramways tráfico rodado, impulsado por el "^ funiculares motor »~ máquina, •metropolitanos movimiento ruido prisa espasmo [«Roqais-vos por mim até ao espasmo»] espasmo Esquema 1
ANTH ROPOS/91
AUTOR - TEMA MONOGRÁFICO TEXTOS Y NOTAS
noradas y anónimas «das rúas», vidas con «dificultades de dinheiro», «gente ordinaria e suja, que parece sempre a mesma»..., provoca en el poeta otro doble grito significativo: es gozoso porque la última línea de
nuestro fragmento dice. Fauna maravilhosa do fundo do mar da vida!
y es gozosa porque esa es la única gente pura versus la burguesía putrefacta, cargada a conciencia de defectos, de envidias, de mentiras, de traiciones y cuyo móvil es únicamente «o dinheiro». También es interesante considerar que las tres últimas exclamaciones que hemos analizado tienen un verso de cabo roto o pie partido. Veamos estos versos cortos: En un primer momento /«das rúas»/ con relación directa en /«de tudo isto»/, /«de dinheiro»//«a mesma»/. Son significativos: /«das rúas»/ contactando con /«de dinheiro»/. Es decir, todo el movimiento de las calles con su tránsito rodado exige un dinero circulante; pero, como contraste, aparece, bohemia y vagabunda, una multitud anónima, indiferenciada, que «parece sempre a mesma». La exclamación continúa en la indignación del poeta que sigue gritando contra los contrastes del dinero y la pobreza: Nao saber tudo isto é ignorar tudo, ó raiva, Ó raiva que como urna febre e um ció e urna fome Me póe a magro o rostro e me agita as vezes as máos
El significante «raiva» reiterado al fin y principio de verso, /ó raiva, Ó raiva.../, coloca a la figura del poeta dentro de su composición. Ahora es él, en primera persona, el que rompe su sistema expresivo —narración expositiva en 3.a persona, como «punto de vista»— para clamar por boca propia, comprometiendo su «yo», fundido en la metonimia, máos (la parte por el todo). Él, que es todo manos que tiemblan y se crispan en medio de una multitud que lo arrastra a empellones por esas calles que sólo son ríos humanos, él es manos que tiemblan y se crispan. Por eso /máos/ forma un solo verso, que se transcribe en medio del versículo anterior para que el lector lo decodifique concienzudamente y vea, a través de cuatro grafemas muy bien colocados por las técnicas de imprenta, que Pessoa está ahí, clamando con rabia, fundido en sus manos. Por este motivo, decodificar poesía es tan difícil y más aún poesía de vanguardia, en la que todo —fonemas, grafemas, tipografía, significantes...— son signos de un sistema nuevo que elabora el poeta. De acuerdo con D.M. Segal sobre el modelo poético* y su imposibilidad de
traducción mecánica, según V.V. Ivanov, «el lenguaje de los textos poéticos es un lenguaje criollizado, y se ha formado gracias a la interacción del tramways funiculares metropolitanos automoveis mundo rodado máquina lugar: «ñas rúas» impresión espiritual: «Río multicolor anónimo...» pándegos putas multidóes mundo humano ANONIMATO hacia el futurismo Esquema 2
guido por la acumulación de signos que forman un doble sistema significativo, arriba esquematizado: la máquina / el hombre. Veamos algunas muestras de repetición de fonemas: 8 rranways ... metropolitanos predominio de la vocal clara /a/ /t/ /t + r sistema interdental + sistema vibrante con sus alófonos /n/ /m/ sistema nasal: determinación de alófonos
c) de donde resulta que elfenotexto, la simple lectura del texto, ya impresiona al lector. Y a esta simple lectura se añade la pulsión que sufre el lector al combinar velozmente la cinegética de los significantes en movimiento, los cuales no dejan pensar, ni sentir, y son la expresión de la estructura profunda del texto o genotexto: ruido, prisa, automatismo, anonimato. Empezamos una segunda parte con la exclamativa —Ah!...— que ahora no va a abandonarnos hasta llegar a la conclusión. La primera se abrió con otra exclamativa —Ó—. lo cual supone un paralelismo de estructuras. Veámoslas: Ó tramways, funiculares, metropolitanos. Ah. que vidas complexas, que coisas la pelas casa de tudo isto! Ah. saber-lhes as vidas de todos, as dificultades de dinheiro. Ah. e a gente ordinaria e suja. que parece sempre a mesma.
Hemos recogido cuatro exclamaciones entre jubilosas y doloridas encabezadas por la interjección /Ó!/ /Ah!/. La antítesis
«jubilosa/dolorida», incluida en una máxima ambigüedad poética, luego en un grado de poeticidad que tiende a infinito, es propia del sistema que crea Pessoa en sus poemas más o menos cerebrales. Por un lado, ahí está el ruido y la máquina, démosle un grito de bienvenida a la civilización triunfante; pero, por otro, ahí tenemos —casi en sentido profético—. al instrumento que va a aniquilar lo que de humano tiene la humanidad. Sigamos. El desfile de vidas igsistema sígnico de la poesía y del sistema sígnico del lenguaje vulgar», y nunca mejor aplicada esta definición de poesía que a nuestro texto de Pessoa. La elevación poética en la técnica termina en una feliz conjunción acriollada con el más vulgar de los lenguajes, tanto en su estructura superficial, como en su estructura profunda. Sigamos leyendo y veremos cómo estas gentes sucias tienen hijos que roban en las puertas de las tiendas de comestibles (relacionémoslo con el significante anterior «fome»), y sus hijas, que sólo tienen ocho años, masturban a hombres de aspecto decente (¡pura apariencia!) en los descansillos de las escaleras. También este último hecho hay que relacionarlo con «dinheiro» y con «fome», y con los significantes que ahora se suceden: 92/ANTHROPOS
Por vicias quase irreais de estreiteza e podridáo.
El último significante, multisignificativo, es intraducibie, si bien tenemos en castellano su equivalente, «pudrición». Este significante entraña mal olor, olor nauseabundo, desperdicios de toda clase,
diseminados por una estrecha calleja intransitable, vómito y fermentación... Esa es la gráfica situación que presenta Pessoa al lector, en contraste con el mundo de la civilización y el dinero, de los «tramways, funiculares, metropolitanos». Y ahora viene el largo quiasmo o inversión de sentido (compárese con «Un rey cantaba abajo, arriba moría un Dios» de Víctor Hugo o con el ejemplo vulgar «Hay que comer para vivir, no vivir para comer», para «acriollar» también nuestros ejemplos): Maravilhosa gente humana que vive como os caes.
Pessoa quiere y ensalza a esta gente marginada, fundida también en un magistral significante «caes». Y el fragmento termina con un verso de gran altura poética (de aquí la perfecta calificación de lenguaje acriollado, al lenguaje de la poesía): Fauna maravilhosa do fundo do mar da vida! El mito de la modernidad de que nos habla Guillermo de Torre, 10 antes de empezar a tratar el Futurismo, queda excomulgado por Pessoa en este fragmento de la Ode Triunfal en la que, por boca de su heterónimo, Alvaro de Campos, celebra en triunfo (Ode Triunfal)) la miseria, de la que son culpables los tramways, funiculares, metropolitanos, en esta «farsa mágica» de que hablan los compañeros órficos de Pessoa, que es la vida humana para el poeta de Mensagem: Como eu vos amo a todos, porque sois assim, Nem imorais de táo baixos que sois, nem bone nem maus, Inatingíveia por todos os progresos, Fauna maravilhosa do fundo do mar da vida!
NOTAS 1. Vid. Gaspar Simoés, Joá o: Prespectiva Histórica da poesía Portuguesa (Dos Simbolistas aos Novissimos). Porto, Brasilia Editora, 1976, p. 238. 2. Vid. Orpheu, 3.a reediqáo do Volume I, Lisboa. Ediqóes Ática. 1957-58, p. XXXVI. «a) Paulismo: Directa ultrapassagem de A Águia. Raices no Simbolismo e Decadentismo. Influencia difusa dos nosos líricos e contistas afins [...]. b) Simbolismo: Persiténcia quase pura ou contaminada de classicismo, da poética simbolista, c) Decadentismo: Quase sempre confundido ha estética paúlica. Emprego de verso ou de prosa». Por lo que se refiere al Decadentismo y al Simbolismo de «Um Oriente ao oriente do Oriente» preferimos las palabras de Joáo Gaspar Simóes. oh. cit.. p. 30. cuando comenta otro poema y otro poeta, palabras que podemos aplicar a este verso: «Onde eslava, estáo, essc vertiginoso correr do "expresso da Originalidade"? —Eslava na liberdade dos ritmos, eslava no
uso deliberado das alilerac,óes: "Um Oriente ao oriente do Oriente"». Y este uso deliberado de las aliteraciones cumpl e su función semiótica, como demuestra Julia Krislcva en La révolution du language poétiqíie . obra a la que vamos a referirnos en otra nota. Según Julia Kristeva. que se apoya en I. Fonagy. «Les bases pulsionclles de la phonation» (en Revue franqaise de psychanalyxe. 1970-71). «el ritmo semiótico dis pone de los recursos vocálicos, y, como consecuencia, de unos recursos pulsionales, variados, que se hallan subyacentes en e\fenotexto, pero que lo desdoblan e intensifican por medio de un sustrato semiótico, susceptible de actualizarse en distintas significaciones, ya sea por desplazamiento, ya sea por condensación. Este sustrato tiene una función parecida a la del "timbre" en música y produce las más diferentes experiencias subjetivas por medio de este sistema de signos fónicos que no es otra cosa que la lengua». Apliquémoslo, pues, a «Um Oriente ao oriente do Oriente». 3. Estamos denlro de los cánones futuristas de Marinetti, con su «verbalización abstracta», con el abuso de la onomatopeya ruidosa y caótica, como la califica Guillermo de Torre en su Historia de las Literaturas de Vanguardia, Madrid, Guadarrama, 1965, p. 131. Compárese el comienzo de Machine tinque de Marinetti, «Pistón chaudiére pistón chaudiere pisssstton pis sstton piss sston...» etc., con: «Ó rodas, o engranagem, r-r-r-r-r-r-r cierno»; o con «Eh-lá-hó fachadas das grandes lojas! / Eh-láhó elevadores dos grandes edificios! / Eh-lá-hó recomposic,óes ministeriais» de la Ode triunfal de Pessoa. Decodifica el audilorio o el lector la pulsión que en él producen las onomatopeyas, cuya función semiótica es clara. 4. Advirtamos que, como Marinetti, Pessoa canta a la máquina, pero, como advierte Guillermo de Torre, no se escapa de la fraseología y la retórica romántica: «Roqais-vos por mim até ao espasmo». 5. La obra de Julia Kristeva, que hemos mencionado, y que aprovechamos, prácticamente en su totalidad, está publicada por las Éditions du Seuil, Collection «Tel quel», París, 1970. 6. «¡nterseccionismo: Ajustamenlo a urna diferente explorado psíquica. Vaga aproximado á liberdade futurista e ao orfismo de Delaunay». Se encuentran en esta corriente Fernando Pessoa, Alvaro de Campos, Sá-Carneiro. Vid. Orpheu, ya cit. p. XXXVI. 7. Simultaneismo: «Traduc,áo duma visáo essencialmente plástica. Sugestáo da técnica de continuidade de James Joyce. Principal representante: Almada Negreiros». Vid. Orpheu, ya cit. p. XXXVI. 8. Consúltese Julia Kristeva, ob. cit., p. 227: «Lorsque la distiction phonematique est ainsi surchangée de nouvelles economies (pulsions, allitérations, répétitions, desplacements, condensations, etc.), l'univocité de tout Ítem lexical se perd: "Le Mot dans sa personnalité si difficile á reconnaitre"». 9. Vid. artículos de D.M. Segal y V.V. Ivanov en Semiótica de la cultura, Madrid, Cátedra, 1979. Esta obra no debe consultarse sólo en las páginas 275 y siguientes, artículo de D.M. Segal, «Las investigaciones soviéticas en el campo de la semiótica», o pp. 149 y ss., artículo de V.V. Ivanov, «La semiótica de las oposiciones mitológicas de varios pueblos», sino en su tolalidad, con la extensa «Introducción a Lotman y la Escuela de Tartu», de Jorge Lozano, recopilador de los artículos y autor de las notas del libro. 10. Vid. Guillermo de Torre, ob. cit., pp. 114 y ss. Véase en p. 115: «Cierto es que a la /"belleza de la velocidad"/ cupo muy pronto volver a preferir la contraria, el /"odio del movimiento que desplaza las líneas"/ —según un verso de Baudelaire—, y que el esplendor geométrico y mecánico del mundo moderno se resquebrajó al día siguiente con la primera guerra europea [...] La modernolatría fue siempre un milo, y como tal, inactual, lejano».
Jorge Luis Borges, amigo de Fernando Pessoa e vice-versa. «As tranquilas aventuras do diálogo» Teresa Rita Lopes Universidade Nova de Lisboa Este texto é dedicado á memoria do pessoano Emir Rodríguez Monegal, autor da comunicagáo «Jorge Luis Borges, el autor de Pessoa», in Actas do 2." Congresso Internacional de Estados Pessoanos, Porto, Centro de Estudos Pessoanos, 1985, pp. 399-406. Ha menos de dois anos, precisamente a 2 de Janeiro de 1985, Jorge Luis Borges escrevia a Fernando Pessoa, de Genebra, a seguinte «carta»: «La sangre de los Borges de Moncorvo y de los Acevedo (o Azevedo) sin geografía puede ayudarme a comprenderte, Pessoa. Nada te costó renunciar a las escuelas y a sus dogmas, a las vanidosas figuras de la retórica y al trabajoso empeño de representar a un país, a una clase o a un tiempo. Acaso no pensaste nunca en tu sitio en la historia de la literatura. Tengo la certidumbre de que te asombran estos homenajes sonoros, de que te asombran y de que los agradeces, sonriente. Eres ahora el poeta de Portugal. Alguien, inevitablemente, pronunciará el nombre de Camoens. No faltarán las fechas, caras a toda celebración. Escribiste para ti, no para la fama. Juntos, hemos compartido tus versos; déjame ser tu amigo». Este pacto de amizade que a frase final parece selar com um aperto de máo, profundo e caloroso como so os cegos sabem dar, abre a homenagem que ao poeta portugués foi entáo prestada em París, no Centro Georges Pompidou.1 Estou certa de que Pessoa nao foi insensível á invocagáo de Jorge Luis Borges, a quem, alias, era habitual e grato estremunhar os mortos para com Fernando Pessoa, por Almada Negreiros
eles conversar e conviver. Assim fez, por exemplo, com Abramovicz, chamando-o a vida pelo seu nome (como na carta a Pessoa): «Esta noite, nao longe do cume de Saint-Pierre, urna valerosa e venturosa música grega acaba de revelar-nos que a morte é mais inverosímil do que a vida e que, por conseguinte, a alma perdura quando o corpo é caos. Isto quer dizer que Maria Kodama, Ysabelle Monet e eu nao somos tres, como ilusoriamente julgávamos, somos quatro, ja que tu também estás
connosco, Maurice. Com vinho tinto brindamos á tua saúde. Nao fazia falta a tua voz, nao fazia falta o rogar da tua máo, nem a tua memoria. Eslavas ali, silencioso e, sem dúvida, sorridente, ao perceber que nos espantava e maraviIhava esse facto táo conhecido de que ninguém pode morrer».2 Um outro amigo, seu mestre, Macedónio Fernandez, ficará para sempre vivo na cidade natal, táo amada e cantada, urna Buenos Aires que habita «no secreto centro» das suas rúas ao abrigo de todas as devaslagóes. E ao dobrar duma esquina la está ele, á sua espera, para o habitual encontró: «Macedónio Fernandez, que morreu, caminha ao meu lado explicando-me que a morte é urna ilusáo».3 Reinventar um ausente para com ele dialogar é, para Borges, um milagre de amor. Também com sua máe dialoga no prefacio-dedicatoria á sua Obra Poética que colige em 1977: «Aqui estamos fal ando um com o outro —escreve— et tout le reste est littérature como escreveu, com excelente literatura, Verlaine».4 Leopoldo Lugones é outro ausente que ressuscita trinta anos depois da sua morte para Ihe entregar, em máos, o livro que Ihe dedica (El Hacedor}: «Entro: trocamos urnas quantas convencionais e cordiais palavras e dou-lhe este livro. Se nao me engaño vocé nao me quería mal, Lugones, e teria gostado de gostar de algum trabalho meu. Isso nunca aconteceu, mas neste momento vocé passa as páginas e le com ar aprovativo um ou outro verso...».5 Mas trata-se de um sonho que se desfaz «como agua na agua», reconhece Borges. E acusa-se: «A minha vaidade e a minha nostalgia armaram este palco impossível». Mas justifica-se: «Assim será (digo a mim próprio) mas amanhá também eu terei morrido e os nossos lempos se confundiráo e a cronología se perderá mima orbe de símbolos: e de certo modo será verdade afirmar que eu Ihe Irouxe esle livro e que vocé o aceilou». Ao escrever a caria a Pessoa, no cinquenlenário da sua morle, Borges inslala-se nesse «palco impossível» para que gosla de alrair os ausenles de quem apetece o convivio. Dirige-se-lhe, como a Leopoldo Lugones, directamenle, pronuncia-lhe o nome, comega a Iratá-lo por lu. Lembra,
com veeméncia e quase redundancia de frase, que ja eram companheiros: «junios lemos comparliIhado os leus versos». E eslende-lhe nao um livro, corno a Lugones, mas o gesto de um abrago: «Deixa-me ser teu amigo». De repenle percebi que eles eslavam ali. Na minha frente. Pessoa e Borges. E que reclamavam o direito á sua própria voz no discurso direclo. Ah, brincar com as palavras é como soprar o fogo adormecido ñas brasas! Ei-los. Dianle um do oulro como duranle urna viagem de comboio. Com a elernidade á sua frenle. Por isso o silencio os nao constrange. Ouve-se o ruido do comboio. Seria nalural que fosse Pessoa o primeiro a falar para agradecer a carta. Mas é Borges que se manifesta. Como se ja fossem velhos conhecidos: —Tenho, de facto, a impressáo de o conhecer ha muilo lempo... Pessoa, púdico, sorri, sem ruido. Mas Borges ouve: AUTOR - TEMA MONOGRÁFICO TEXTOS Y NOTAS —E nao apenas por ter antepassados portugueses... —esclarece. —Gosto muito desse seu poema em que fala da «vaga gente I Que continua obscuramente em sua carne...» —é a voz baixa de Pessoa. Borges, caloroso, corrige e prossegue: —... vaga gente Que continua em minha carne, obscuramente seus hábitos, seus rigores e temores. Tenues como se nunca tivessem existido, Alheios sao aos trámites da arte, Indecifrávelmente fazem parte do tempo, da térra e do olvido. Antes assim. Cumpridas suas vidas Sao Portugal, sao a famosa gente Que forgou as muralhas do Oriente E se fez ao mar e ao outro mar de arela. Sao o reí que no seu místico deserto se perdeu e sao esse que jura que ele nao morreu.6 —Além de serem portugueses, sao cristáos novos, alguns dos nossos antepassados comuns... —diz urna voz desembarcando súbitamente duma cara até ai oculta por um jornal: tem um «ar vagamente de judeu portugués»... Pessoa apresenta-o: —Alvaro de Campos, «engenheiro naval (por Glasgow) mas agora está
aqui em Lisboa, em inactividade». E baixando aínda mais a voz: «o mais histéricamente histérico de mim»...7 Borges está nítidamente deliciado. Estende-lhe urna máo calorosa e pede: —Descreva-mo. —«Alvaro de Campos é alto (1,75 de altura, mais dois centímetros do que eu) magro e um pouco tendente a curvarse.» Borges: —como vocé... Pessoa: —Sim, de facto. Borges: —Continué! Nasceu em Portugal? Pessoa: —«Nasceu em Tavira no dia 15 de Outubro de 1890 (á 1.30 da tarde, diz-me o Ferreira Gomes; e é verdade, pois feito o horóscopo para essa hora, está certo)». Borges, sorrindo: —ainda Ihe hei-de pedir que me faga o horóscopo... Pessoa sorri, também. —Agora...? E porque nao...? Seria óptima maneira de entreter o tempo, isto é, a eternidade... —Mas Borges
Jorge Luis Borges
pede o resto da descríelo, ansioso como um menino a quem contam urna historia. —É loiro ou moreno? Pessoa: —«Entre branco e moreno, tipo vagamente de judeu portugués, cábelo, porém, liso e normalmente apartado ao lado»... —Como vocé... —interrompe Borges. —... «Monóculo.» —continua Pessoa, sem negar nem confirmar. —Andou pelo mundo como nos, nao foi? —Borges está interessadíssimo. —«... Foi mandado para a Escocia estudar engenharia, primeiro mecánica e depois naval. Numas ferias fez a viagem ao Oriente de onde resultou o
"Opiário"» —esclarece Pessoa. Campos, como um menino que se exibe para as visitas, recita: Pertengo áquele género de portugueses Que depois de estar a India descoberta Ficaram sem trabalho... E Pessoa, um tudo nada baboso, como máe de prendada criancinha: —Sao versos desse poema, o «Opiário»... Por sinal muito interessante. Publiquei-lho no n." 1 de Orpheu. Nao sei se conhece... Foi mais do que urna revista, foi o palco das nossas experiencias literarias modernistas... O Alvaro estreou-se la, no número 1, com a «Ode Triunfal» e o «Opiário». Borges: —«Descreio das escolas literarias que me parecem simulacros didácticos para simplificar o que ensinam mas se me obrigassem a declarar a procedencia dos meus versos, indicaría o Modernismo, essa grande liberdade...»8 Desta vez foi Pessoa que interrompeu a eloquéncia de Borges: —Como muito bem disse na mensagem que me enviou «nada me custou renunciar as escolas e aos seus dogmas»... E Borges: —«Um crítico disse de mim que eu tinha deixado de ser poeta ultraista mal acabei de fazer o meu primeiro poema futurista...»9 Campos interrompe: —E eu, deixei de ser futurista a meio da «Ode Triunfal»... E Pessoa: —O Alvaro nunca foi futurista. Ja nesse seu primeiro poema representava o papel de um poeta futurista á portuguesa, isto é, Sensacionista... Alvaro de Campos tem urna coisa a crescentar, isto é, um poema: Pomos o ¿magismo, o cubismo, os conventículos e seitas que as crédulas universidades veneram... como diz o Jorge Luis, no seu poema «Invocagáo a Joyce»...10 E riem-se, os tres, mansamente, de serem levados a serio pelas «crédulas universidades»... Alvaro de Campos repara: —James Joyce, outro dos vossos... Isto é, dos nossos, se permitem que
me senté á mesa dos deuses... Porque será que todos nos sentimos Ulisses... —... a caminhar para a nossa «Itaca de verde eternidade, nao de prodigios»11 ...recita Borges. —So que Ulisses voltou e foi reconhecido pelos que amava. Nos, nao. Eu e o Fernando nao fomos reconhecidos. Picamos eternamente fora das portas da cidade (Recita): Outra vez te revejo —Lisboa e Tejo e tudo— Transeúnte inútil de ti e de mim, Estrangeiro aqui como em toda a parte [...] Outra vez te revejo, Mas, ai, a mim nao me revejo! Partiu-se o espelho mágico em que me revio idéntico, E em cada fragmento fatídico vejo so um bocado de mim— Um bocado de ti e de mim!...n Pessoa, desvanecido: —E o fim de um poema dele que se chama «Lisbon
Revisited». Alias tem dois com esse título... Campos sentiu-se um tanto constrangido com o paterno enlevo e sugeriu que voltassem a falar das suas vidas, que a conversa estava a ficar demasiado literaria. Entáo Borges lembrou: —Nao ha dúvida que os nossos destinos se parecem: nascemos ambos numa cidade marítima, em que as árvores e os mastros se misturam, como no seu poema «Chuva Oblíqua»... E Campos atalhou: -Por isso vocé escreve, Jorge Luis, que um verso tem o dever de «nos tocar físicamente como a proximidade do mar»...13 Pessoa: —Sao duas cidades em que «hoje as rúas se lembram de que
foram campo, um dia»14 como vocé escreve de Buenos Aires: «Julgo-a táo eterna como a agua e o ar»...15 Emocionado, Borges repele urna das inúmeras confissóes de amor que ao longo da vida balbuciou a cidade natal. Ama «una calle» das suas como se fosse urna mulher: Os meus anos percorreram os caminhos da térra e da agua mas so te sinto a ti, rúa quieta e rosada.16 Campos lembra: —É impressionante a sua «sombría lealdade»,17 como diz, a esse «fervor de Buenos Aires» do seu primeiro livro... Borges, como um jovem apaixonado a quem nomeiam a mulher amada, nao para de falar déla: Esta cidade que eu pensava ser o meu passado E o meu porvir, o meu presente; os anos que viví na Europa sao ilusorios, ja estava (e sempre estarei) em Buenos Aires.1* Campos: —Mas vocé teve sorte, foi um Ulisses feliz: voltou e foi reconhecido pela cidade, pela casa... como diz naquele seu poema «O Regresso». Borges recita-o: Quando acabaram os anos do desterro regressei á casa da minha infancia mas permaneció estranho ao seu ámbito.19 Campos: —Assim me senti também quando voltei. 96/ANTHROPOS
Pessoa: —Assim escreveu no poema «Lisbon revisited»... Campos, recitando: Ó céu azul —o mesmo da minha infancia— Eterna verdade vazia e perfeita! Ó macio Tejo ancestral e mudo, pequeña verdade onde o céu se reflete! Ó mágoa revisitada, Lisboa de outrora de hoje! Nada me dais, nada me tiráis, nada sois que eu me sinta.20 Pessoa:
—Mas vocé supera o desencontro inicial e sente-se «reconhecido» pela casa, como diz no fim desse último poema que recitou... Borges ia dizer: Ah conhece esse meu poema...? mas dá-se conta da inutilidade da pergunta. Agora que ja nao possuem coisa nenhuma das que se agarram na máo, tem de cor, isto é, no coraqáo, todos os versos, os próprios e os alheios... Campos acrescentou: —No seu segundo livro continua a cantar esse amor sem treguas... Borges, desencadeado: ... regressei das velhas térras antigás do Ocidente e recuperei as suas casas, e a luz das suas casas... /.../ e cantei o acarinhado costume de estar so21 Pessoa: —O último verso podía, de facto, ser de qualquer de nos tres... Alias as suas longas inumeragóes de lugares, de rúas, como quem acaricia longamente um corpo amado... Borges sorriu e pensou: como se desinibiu!... Pessoa ouviu-lhe o pensamento e sorriu também e pensou: «claro que sim! Senáo qua l seri a a vantage m de morrer?!» mas nao precisou dizer em voz alta porque também Borges ouvia o que ele pensava. Por isso continuou apenas: —... lembram as do Alvaro... Por exemplo, o «Acordar da cidade de Lisboa, mais tarde do que as outras»... Campos continua: —... «Acordar da Rúa do Ouro. Acordar do Rossio as portas dos cafés...» Pessoa (interrompendo-o): —Creio que o sopro de Walt Whitman anda por ai á solta nos poemas de ambos... Ou nao...? Borges: —«Por algum tempo achei que Whitman nao era so um grande poeta como também o único.»22. Campos:
—Mas a quotidiana ternura por urna cidade-regaqo foi sobretudo Bernardo Soares que a exprimiu... Borges conhecia, e exclamou: —«Lisboa, meu lar!»23 Campos: —Espero nao ser inconveniente lembrar outra afinidade vossa: esse permanente e confessado amor pela presenta materna por excelencia, a da máe de verdade.... Se calhar o amor pela cidade natal é apenas urna sombra desse... Ha coisas grandes demais para abarcar com palavras. Pessoa e Borges sorriem apenas ao que Campos acaba de dizer... E ficam calados longo tempo. Campos, saboreando o pudor violado dos seus interlocutores, retoma a palavra: —É bonito imaginá-lo a viajar pelo mundo com a sua máe por guia e companheira... Também o Fernando fez tres grandes viagens por mar com a máe: quando abalaram para a África do Sul, tinha ele sete anos, quando vieram a Portugal, seis anos depois (por sinal que nao devia ter sido urna viagem divertida: traziam, a bordo, para sepultar em Lisboa, o corpo de urna irmázinha que em Durban tinha nascido e morridp) e urna terceira viagem, de regresso á Áfri
ca do Sul... A quarta e última grande viagem da sua vida Pessoa fé-la sozinho, com 17 anos, de Durban para Lisboa, donde nunca mais arredou pe. Borges seguía, interessadíssimo, o relato de Campos apesar do silencio levemente contrariado de Pessoa. E arriscou um palpite: —Nao admira que vocé tivesse ficado vacinado contra as viagens... Por
mim fui «um grande viajante». Fiz, de facto, muitas das «minhas peregrinaqóes» na companhia de minha máe.24 Campos: —Também o Fernando foi sempre um peregrino mas dentro de si próprio. As viagens de verdade fi-las eu por ele. Borges sorria ainda ao pensamento de viajar com a máe. E perguntou: —E verdade que o seu primeiro poema foi feito aos seis anos e inspirado pela sua máe, Fernando? Pessoa nao quería nítidamente falar desse assunto. Campos salvou-o do constrangimento em que estava: —E a sua primeira confissáo de amor á máe, e ao mesmo tempo as «térras de Portugal»... E com essa simples quadra conseguiu comover a máe e seguir com ela para Durban... Porque tinham encarado a possibilidade de ele ficar com a familia em Portugal... —É comovedor também esse poema de 1935 em que se dirige a sua máe... —Nota Borges. —... que ja tinha morrido ha dez anos... —esclarece Campos. —... numa linguagem de menino... —continua Borges—. Por sinal em francés... Porqué? Pessoa nao se admira que Borges conhec,a um texto táo íntimo porque nada é de espantar na situagáo em que estáo. E ilude a pergunta: —Escrever em francés correspondía, as vezes, a urna necessidade íntima... —Também escrevi sonetos franceses «que á sua maneira chorosa imitavam a poesia simbolista»...25 —faz notar Borges. —Por mim libertei-me da influencia dos Decadentes franceses quando li La Dégénérescence de Max Nordau e praticando ginástica sueca... — ironiza Pessoa.26 Borges, sonhador: —«Durante a primeira guerra, enquanto os homens se matavam, sonhámos os dois sonhos que se chamavam Laforgue e Baudelaire».27 E também Verlaine, «inocente como os pássaros». 28 Mas sempre detestei a ideia de que, la porque «París tinha panelinhas literarias que nadavam em publicidade e disputas, nos devíamos actualizar e fazer o mesmo».29 Pessoa:
—«A Franga so faz revolugóes para exportagáo...»30 Borges sorriu mas temperou: —«O francés, bastante paradoxalmente, tem urna óptima literatura apesar de seu amor por escolas e movimentos, mas a língua em si é bastante feia, pensó eu. As coisas tendem a soar triviais quando sao ditas em francés.»31 Campos intromete-se: —Acho que o Fernando gostava do francés...Talvez porque aprendeu com a máe as primeiras palavras dessa língua... Aos seis anos até inventou um interlocutor com un nome francés, o Chevalier de Pas...32 Pessoa: —Ja sei que vai falar a seguir do meu Jean Seúl de Méluret... Mas, por favor, nao Ihe chame o meu heterónimo francés, como toda a gente... Campos: —Nao cairia nunca nesse grosseiro erro... (E como quem repete urna ligáo:) Precisa que acrescente que bem sei que heterónimos so teve tres, entre os quais tenho a honra de me contar e que o resto sao «personalidades literarias», como vocé especificou?... Pessoa: —Nunca será demais lembrar... Borges está desde ha pouco para acrescentar qualquer coisa: —Sabe que também eu «e minha irmá inventamos dois companheiros imaginarios, chamados, por urna ou outra razáo, de Quilos e O Moinho. Quando finalmente nos aborreceram dissemos a nossa máe que tinham morrido». Talvez porque, como vocé «passei grande parte da minha meninice dentro de casa».33 Campos nao resistiu a dar a sua opiniáo: —Mas vocé, de qualquer maneira, tinha urna irmá da sua idade, enquanto que o Fernando brincou sempre so. Borges, dirigindo-se a Pessoa: —Fomos ambos dois meninos tristes e debéis. «Durante toda a minha meninice pensei que ser amado equivaleria a urna injusticia. Nao me parecía merecer qualquer amor em particular, e lembro que meus aniversarios me enchiam de vergonha, porque todos me cumulavam de
presentes e eu achava que nao tinha feito nada para merecé-los.»34 Campos recita: No tempo em que festejavam o día dos meus anos, Eu era feliz e ninguém estava mono. /-../ Que meu amor, como urna pessoa, esse tempo! Desejo físico da alma de se encontrar ali outra vez, Por urna viagem metafísica e carnal, Com urna dualidade de eu para mim...35 Borges, sorrindo: —Agora essa viagem ja é nosso privilegio... Ninguém disse nada e tornou, de novo, a ouvir-se o ruido do combóio. Borges quebra o silencio: —Cometamos ambos a escrever com a mesma idade, seis ou sete anos... Campos: —Até o Bernardo Soares escreveu no seu diario que em crianza ja escrevia versos... Mas ninguém Ihe pegou na palavra. Pessoa devia achar que aquela «personalidade literaria» nao era para ali chamada. Ou que nao gostava de viajar em grupo. Ou de que, assim como assim, ja tinha fechado o leque desse arco-íris numa luz so.
Campos nao gostou que tivessem ignorado a sua última observado. Hesitou entre o amuo e a provocaqáo e decidiu-se pela última: —Mas é estranho que voces falem tanto da máe e táo pouco ou táo nada do pai... O Fernando, pelo menos. Borges: —Nao deve lembrar-se dele... Era táo pequeño quando morreu. E Campos:
—Claro que se lembra. Tinha cinco anos quando o pai morreu. Pessoa olha pela janela (haverá janela neste comboio...?) e faz que nao ouve. Campos torna á carga: —Além disso viveu com o pai e a avó materna, nesses últimos tempos, na casa de campo para onde o pai tinha ido tentar curar-se da tuberculose. O pai fala dele, ñas cartas que escreve á máe36 que tinha ficado em Lisboa com o filho de meses. Borges está muito interessado na conversa mas o silencio de Pessoa constrange-o. Contraria Campos: —A memoria alija os seus mais pesados fardos. Ja pensou o que pode ter representado para a crianza conviver com esse pai intocável que nao Ihe fazia sequer urna festa com receio de o contagiar...? Ele, que era um homem carinhoso... Pessoa teve um sobressalto: —Como sabe...? Borges sorriu e nem respondeu porque sabia que depois dessa súbita reacc,áo, ainda memoria de ser corpo mortal, Pessoa ja estava a dar-se conta da inutilidade da pergunta... Mas Borges jogou o jogo de serem como dantes e usou argumentos de vivo porque se encarassem a verdade em toda a sua dimensáo o diálogo deixaria de ter sentido. Aprazia-lhe estar ainda «agarrado á velha vida», pensou Campos, em voz alta ou baixa, tanto faz. Assim Borges tornou, mansamente: —Até nessas cartas a sua máe, meses antes de morrer, se vé que era um homem inteligente, sensível e bom. E ñas fotografías... Também «o meu pai era muito inteligente e, como todos os homens inteligentes, muito amável».37 «Escreveu e destruiu um livro de ensaios e publicou urna tradugáo de Ornar Khayyam.»38 98/ANTHROPOS
Ai Pessoa reagiu de novo e Borges sentiu. Ou viu. Por que havemos também de fingir com Borges que continua a ser cegó? —Nosso mestre comum... —acrescentou com muita dogura. Tém feito tantos ensaios sobre si, Fernando, e nunca ninguém reparou nisso...39 Campos nao podía estar muito tempo calado: —E contudo, todos Ihe devemos muito... É mestre dos nossos mestres. Alberto Caeiro e Ricardo Reis guiam-se por ele, cada um a seu jeito. (Anima-se ao súbito claráo duma «trouvaille»:) De certa forma é meu avó espiritual porque é pai do meu mestre Caeiro... Finalmen- te todos se divertem com as descobertas de Campos. Ele, sobretudo, claro.
Borges é, como ele, «intarissable» (a qual dos tres ocorreu a expressáo em francés...?). Tem nitidamente vontade de continuar a falar do pai. Nao Ihe faremos, evidentemente, urna pergunta que ocorre: se ja a ele se reuniu nesse seu novo estado. Aparentemente ainda nao, porque fala dele como dum ausente que quer tornar presente: —«A poesía veio-me em inglés —Shelley, Keats, Fitz Gerald, Swinburne, aqueles grandes favoritos de meu pai, que era capaz de citálos extensamente, e multas vezes o fazia mesmo.» 411 Campos exulta de novo, sob o impulso de nova «trouvaille». (Decididamente a conversa sobre a Franca deixou os seus vincos no diálogo): —Além da língua materna, voces tiveram ambos urna língua paterna, a mesma, o inglés... No caso de Borges, até o sentido próprio do termo coincide com o figurado... Borges leva agua ao seu moinho: —«Alguns dos meus compatriotas mais nacionalistas» chegaram a apodarme de «inglés»...41 Campos, exuberante por ser levado a serio por Borges: —Mas regressaram ambos ao regado da língua materna e da cidade natal... Borges: —Apesar das minhas experiencias durante a minha permanencia na Europa —escrevi sonetos em inglés e francés— «sabia que o espanhol seria o meu destino inevitável». 42 Campos continua ansioso por expór a sua ideia: —O Fernando chamou patria ao que o Jorge Luis chama destino... —«A minha patria é a língua portuguesa.» (Quem disse? Pessoa é pouco provável. Deve ter sido Campos mas também pode ter sido Borges.) Borges saboreia a frase, palavra por palavra, letra por letra. —Que língua gostosa voces tém! Antes de si, Fernando, era em Camóes que saboreava a vossa língua. . , 43 Minha máe era em E
—Como voces se parecem nisso de, afinal, terem varias patrias... Borges: —«numa das minhas patrias, Genebra», ditei o meu último livro, Los Conjurados^ e a carta que Ihe escrevi... Campos, no auge da excitagáo: —Achei um soberbo título para um contó seu: o homem que tinha varias patrias! Talvez com um subtítulo elucidativo: o exaltado patriotismo do apatrida. Pessoa, sorrindo: —parece um exercício de pronuncia do-p, para desembaragar a língua... E fica-se pela brincadeira, ele que tanto teria para acrescentar sobre esse assunto: ele que escolheu, aos dezassete anos, regressar á pátria-máepobre e comegou a alimentar um «patriotismo» (palavra que sem impudor usava) em que se nao sentia compreendido pelos seus compatriotas, ele que sonhou com o despertar da Raga Bela Adormecida e desde o seu regresso se preparou para ser esse Super-Camóes que a despertaría com um beijo.46 Mas ele que ridicularizou também todo e qualquer provincianismo que volte as costas aos ventos vindos do largo. Alguém (Campos. Borges. um de nos?) pensou isto por ele. E. claro, foi como se alguém o tivesse dito em voz alta. Borges. entáo. lembrou o seu regresso a Buenos Aires: —«Quando voltei da Europa, em 1921. cheguei trazendo os estandartes do ultraismo. Para os historiadores da literatura, aínda sou conhecido como "o pai do ultraismo argentino".» 4 «Esquecendo-me que ja o era. quis também ser argentino. Incorri na arriscada compra de um ou dois dicionários de argentinismos que me abastecerán! de palavras que hoje mal posso decifrar...»4* —Abandonou esses argentinismos mas nao a sua «argentinidade».. . — lembrou Campos. —O trago argentino que mais prezo é o culto da amizade: «é a única paixáo argentina redentora».49 —Isso vé-se. isto é. sente-se... —disse Campos. Urna longa pausa. Pessoa fumava. longamente. —Se o Fernando nos quisesse falar do seu fervor lusitano... Mas nao
tenho grandes esperanzas. E tinha razáo para nao ter porque ele nao tugiu nem mugiu. por assim dizer. Foi Campos, claro, quem acrescentou: —O Jorge Luis escreveu «milongas» e fez o elogio do tango pela mesma razáo que levou o Fernando a compór quadras: «comungar a alma do povo»/° Borges pensou que estava bem visto, que aquele rapaz era. de facto. fino... Sentindo-se apreciado. Campos prosseguiu: —Mas o Fernando teve tres cidades natais: ao centro. Lisboa, em que nas ceram ele e o Alberto Caeiro: ao sul. Tavira. em que eu nasci; e ao norte, o Porto, em que fez nascer o Ricardo Reis. Pessoa quebrou um longo silencio, que ja comec,ava a parecer hostil e sorriu: —Se calhar foi para realizar o seu desejo no fim da «Ode Triunfal»... Campos cita-se: —«Ah. nao ser eu
Fernando Pessoa, dibujo de José Sarmentó, 1987
toda a gente e toda a parte!» (Dá-se conta que Pessoa, finalmente, falou) —Ah. finalmente! Nunca mais ninguém o tinha ouvido. Comegava a ficar nervoso corn o seu silencio! Pessoa: —falar de patrias é assunto delicado. Do «patriótico» ao «patriotinheiro» vai um passo, urna escorregadela... A pátria-línguaportuguesa se cal har é um arquetipo... Campos cita: —«Falta cumprir-se Portugal». (Um silencio.) Acha mesmo? Borges, para abafar a impertinencia de Campos, recita (em portugués!
competencia que continua a maravilhá-lo. a ele que declarou toda a vida ter professado «a paixáo da linguagem»!): Patria [... } É mais do que o ten ampio territorio, e do que os días do ten ampio lempo, es mais do que a soma inconcebível Das tuas geraqóes. Nao sabemos Como es para Deus no seio vívente dos arquetipos eternos, Mas por esse rosto vislumbrado Vivemos e morremos e ansiamos, Ó inseparável e misteriosa patria.5* Pessoa, percebe-se, gostou do poema. Muito, mesmo. Campos, entáo, nem se fala. Exulta: —Acho que acabo de entender a Mensagem\ E esse «rosto vislumbrado» que Pessoa quis fixar e ajudar a «cumprir»: um rosto que ha quatro sáculos resplandecía e súbito desapareceu, encoberto pela nuvem de algum mau olhado, mas continua vivo no «seio dos arquetipos»... Borges aprecia visivelmente o talento verbal do rapaz... E comenta: —Vocé tem muito talento para metáforas... Campos nao aprecia o comentario: —Nunca tinha dado por isso? Borges percebe o desagrado e nao quer magoá-lo. Campos teria preferido que ele quisesse. Que historia era essa de o tratar com divertida complacencia, como a um jovem irreverente que se nao leva a serio...? Borges naturalmente ouviu a indignagáo deste pensamento. Deitou agua na fervura: —Nao leve a mal, Alvaro, este meu tom... Campos finge risonha superioridade: —Afinal sou quase dez anos mais veIho do que vocé... Borges reconhece: —É verdade... Mas para mim vocé tem a idade com que aqui chegou... —Muito antes de vocé, Jorge Luis! (Faz as contas) Cinquenta e um anos antes, se quer saber! Borges sorri longamente, com tanta doc,ura: mas que é isso de antes e
depois...? Entáo Pessoa resolve intervir. Desconversou: —Que é feito do seu Bustos Domecq...? Borges sabia que nao era para responder e sorriu. Campos também: —Se se póem a falar de «historias policiárias», como diz o Fernando, tem para o resto da eternidade... E sorriu do que disse. E pensou: como se a etermidade tivesse resto... E teve urna ideia: —O seu Abílio Quaresma é que gostaria de ter conhecido o Bustos Domecq do Borges... E vice-versa... Borges entáo retribuiu a pergunta a Pessoa: —É o seu Quaresma, ja o viu por ai...? —«belo na sua imortalidade de orvalho», como o Fernando escreveu, que esperava vir a encontrar as suas criaturas, «um día, depois de morrer»...52 Pessoa, entáo: —Vocé bem sabe que Quaresma nao chega a ser meu filho. Nem meu pai. Nem meu verdadeiro outro. Borges: —Nao «voou outro»,53 através dele? Pessoa:
—Nao. de facto. Desdobrei-me apenas, na horizontal, como um leque que se abre... Campos (como quem repete ligáo aprendida): —... Por isso é apenas urna «personalidade literaria», como vocé Ihe chama, tal como os irmáos Search. o Anón, o Jean Seúl de Méluret, o Bernardo Soares. o Vicente Guedes. o Baráo de Teive...? (Desvanecido) De facto. sempre me senti mais existente que esses todos! Até o disse ao Reis e ao Caeiro. que concordaran!. Sabia que Borges morria por perguntar por estes dois e abafou-lhe a
curiosidade: —Gostei muito do livro de Bustos Domecq. Seis problemas para Don Isidro Parodi... Borges precisou: —É o primeiro. de 1942... Vocé leu mesmo? Campos abespinhou-se com a dúvida: —Claro que li! Sabe bem que o simples facto de ja termos entáo morrido ha sete anos nao é razáo para eu nao ter lido o livro! Pelo contrario... Todos se abandonaram entáo a essa suave certeza de terem passado para la do espelho. O que os nao impediu (antes pelo contrario, diria o Campos...) de se rirem como meninos com as «burlas» de Borges. os pseudo-ensaios sobre livros imaginarios que contou ter feito. os seus pseudo-nomes... Partidas que pregava as «crédulas universidades» e a toda e qualquer credulidade. individual ou colectiva... Riram muito e depois calmar-se todos. Durante muito tempo. Isto é. seni tempo. porque se fóssemos trocar por medidas de tempo esse intervalo teríamos que inventar novas fórmulas. Houve. de repente, um ligeiro solavanco. e Pessoa teve a impressáo de que o comboio tinha parado. —Onde estamos? —perguntou, sem querer. Alvaro de Campos. E Borges, semi-cerrando os olhos cegos: Chego a meu centro, a minha álgebra e minha chave, a meu espelho. Breve saberei quem sou.^4 Ouviu-se longamente o eco da última palavra. Todos pensaram: é um efeito 100/ANTHROPOS
muito banalizado. Mas era mesmo assim. Ha muito, alias, que Jorge Luis tinha comec,ado a reabilitar a banalidade das coisas, das pessoas e das palavras. Entáo Campos falou, como quem fere a superficie lisa das aguas com urna pedra, a ver se a faz saltitar: Quem son e quem fui Sao sonhos diferentes dizia o Ricardo Reis Borges ainda está no poema anterior, que comegou a lembrar do fim para o principio: Sempre em minha vida foram demasiadas as coisas;
Demócrito de Abdera arrancou-se os ohos para pensar; o tempo foi meu Demócrito. Esta penumbra é lenta e nao doi; fluí por um manso declive e parece a eternidade. Campos olha, estupefacto, para Pessoa. E pensa: mas será que ele ainda nao percebeu que...? Pessoa, com um sorriso, mete-o na ordem: —Nao o interrompa... Borges, de facto, continua: —Tudo isto deveria atemorizar-me, mas é urna dogura, um regresso. Campos, iluminado por urna súbita descoberta, nem percebe que torna a interromper Jorge Luis: —«O mal destes homens todos —do Ricardo Reis, do Antonio Mora, do Fernando Pessoa— é que so véem, a realidade. Diversamente, todos a véem com clareza; todos sao objectivistas, até o Fernando Pessoa, que é subjectivista também. Mas eu nao so vejo a realidade —palpo-a. Por isso eles sao, mais ou menos declaradamente, politeístas, e eu sou monoteísta. É que o mundo considerado com a vista é duma essencial diversidade. Considerado com o tacto, nao tem diversidade nenhuma. [...] As vezes pensó que Milton so pode ascender a um sentimento sublime de divindade quando, privado de vista, voltou á grande primitividade do tacto, á grande unidade da materia.»55 Pessoa assiste a tudo, definitivamente. Com um leve sorriso. Borges retoma o poema interrompido por Campos, isto é, o caminho para o seu próprio centro: Do Sul, do Este, do Oeste, do Norte, convergem os caminhos que me
trouxeram a meu secreto centro. Esses caminhos foram ecos e passos, mulheres, homens, agonías, ressurreigóes, días e noites, entressonhos e sonhos, cada ínfimo instante do ontem e dos ontens do mundo, a firme espada do dinamarqués e a lúa do persa, os actos dos morios, o compartilhado amor, as palavras, Emerson e a nevé e tantas coisas. Agora pos so esquecé-las. Campos abandona-se aos caminhos que nele se abrem também para os quatro pontos cardeais. Mas sao caminhos que ainda levam, nao trazem: Vem, Noite, antiquíssima e idéntica, Noite rainha nascida destronada, Noite igual por dentro ao silencio /.../ Vem, la do fundo, do horizonte lívido, Vem e arranca-me do solo de angustia e de inutilidade Onde vicejo. Apanha-me do meu solo, malmequer esquecidc. Folha a folha le em mim nao sei que sina e desfolha-me para teu agrado, para teu agrado silencioso e fresco. Urna folha de mim langa para o Norte, Onde estáo as cidades de Hoje que eu tanto amei; Outra folha de mim langa para o Sul, onde estáo os mares que os Navegadores abriram;
Outra folha minha atira ao Ocidente, Onde arde ao rubro tudo o que talvez se ja o Futuro Que eu sem conhecer adoro; E a outra, as outras, o resto de mim Aura ao Oriente, ao Oriente donde vem tudo, o dia e a fe, ao Oriente pomposo e fanático e quente, ao Oriente excessivo que eu nunca verei, ao Oriente budista, bramánico, sintoísta, ao Oriente que é tudo o que nos nao somos, que é tudo o que nos nao somos, ao Oriente onde —quem sabe?— Cristo talvez aínda hoje viva, Onde Deus talvez exista realmente e mandando tudo...56 Entáo o combólo da um solavanco maior. Borges, sorrindo: —Teremos chegado ao seu Oriente...? Entáo Pessoa, pela primeira vez, leva agua ao moinho de Campos: —Cada um procura como pode o seu próprio centro... Campos: —... «por urna geometría do abismo» escreveu o Bernardo Soares. Pessoa: —Quando vocé escreveu no poema a Spinoza «um homem engendra Deus» [...], «desenha Deus com geometría delicada»57 fazia equivaler Centro a Deus...? Borges sorriu: —quem sabe... Campos: —Levou a vida toda a caminhar para o seu centro... Borges: —vida, nao... Na juventude «buscava os entardeceres, os poentes e a infelicidade; agora, as manhás, o centro e a serenidade».58 Campos: —agora, quer dizer... Pessoa tossiu, para abat'ar a indiscrigáo de Alvaro e depois espraiou-se
num sereno sorriso, «como se estivesse mais perto de [si] e comenc,asse ja a conhecer de quem é a voz que é [sua]...». Borges sentiu-se inteiramente compreendido: —«Anterior ao tempo ou fora do tempo (ambas as frases sao vas) ou num lugar que nao é do espago ha um animal invisível e talvez diáfano que nos homens procuramos e que nos procura»... Campos reconheceu o poema e recitou-lhe o título: —«Aquele que habita os espelhos»...^ Junto de Borges dir-se-ia que Pessoa
e Campos perderam o medo de caminhar ao seu próprio encontró e de conhecer de quem é a voz que é sua e de quem é o olhar que espreita pelos seus olhos. Borges senté que a sua voz é ansiosamente esperada: ... «na sombra derradeira do outro reino estarei, eu, a minha espera».61 Alvaro compreende entáo que é cedo para tudo compreender. Que aínda váo os tres a caminho. —«Busca pelo agrado de buscar, nao pelo de encontrar...» 62 —É a voz de Borges que soa mais
longínqua como se ja estivesse menos ali. Alvaro percebe que nao perdeu aínda inteiramente o medo —isto é, o corpo. Que apenas rompeu um casulo mas que esse casulo está dentro doutro casulo e esse de outro ainda que, por sua vez... Assím sempre nao sabe até quando, até onde. Borges ouviu o seu temor e lembrou o seu poema «Everness»: E tudo é urna parte do diverso cristal dessa memoria, o universo; nao tém fim os seus arduos corredores e as portas fecham-se atrás de ti; apenas do outro lado do ocaso verás os Arquetipos e Esplendores.^ Campos percebeu entáo que nao eslava completamente curado nem da sua claustrofobia nem das suas vertigens. E quase bateu com a cabera na parede (da cela? da carruagem? Nem sabia ja): —«Cárcere do Ser, nao ha libertado de ti?» Entreviu as portas sucessivas e nao conseguiu divisar a última porta e muito menos o que ainda estava para além déla. E acordou a voz de Pessoa, que nem moveu os labios. Mas era de facto a voz dele que soava assim: Porque nao seremos nos —homens, deuses e mundo— sonhos que alguém sonha, pensamentos que alguém pensa, postos sempre fora do que existe? E porque nao será esse alguém que sonha ou pensa alguém que nem sonha nem pensa, subdito ele mesmo do abismo e da fic<;áo?M Entáo Campos voltou-se para Borges. Como podia ainda sentir aquela vertigem, aquela náusea física...? Ou seria essa memoria, essa ressonáncia de sensagáo que é a dor dos mutilados...? Mas as palavras de Borges faziam coro com as de Pessoa. Sonhava alto um dos seus últimos
sonhos sobre essa serie sem fim de sonhos que o fizera ja dizer: «talvez a serie dos sonhos nao tenha fim, talvez a chave esteja no último»65 —«Alguém sonha. [...] Sonhou urna esfera de marfim que encerra outras esferas. [...] Sonhou que Alguém o sonha.»66 Pessoa tentou sossegar esse temor que de repente os envolvia a ambos como urna súbita, enorme vaga de um mar até ai sereno: —«E Deus, a grande Ogiva, ao fim de tudo.» Campos voltou-se para Borges que era capaz de traduzir as iluminagóes sem corpo de Pessoa para coisas concretas (como esse jogo de esferas concéntricas de marfim) e deve-lhe ter pedido com o olhar que Ihe contasse um contó para o sossegar. E Borges contou-lhe um dos seus contos, este até mete um bicho como os meninos gostam, um tigre, por sinal, chama-se «a escrita do Deus».67 Como pode manipular a vertigem com dedos táo macios, com táo mansa voz! É o monólogo de um prisioneiro: —«O caree re é profundo e de pedra; a sua forma, de um hemisferio quase perfeito...» Campos grita, sem ruido, como nos sonhos: —«Cárcere de pensar, nao ha libertagáo de ti?» Borges prossegue o contó. Urna ou outra passagem fica a latejar, como urna ferroada de abelha: —«Um dia ou urna noite —entre os nes e desencadeou este «intermezzo», esta ficc,áo táo ao gosto de Jorge Luis como de Fernando. E do Alvaro! —lembrou, agastada, a voz do próprio. E quis ter a última palavra: Quando é que passará este drama sem teatro, Ou este teatro sem drama, E recolherei a casa? Onde? Como? Quando? Gato que me fitas com olhos de vida, que tens la no fundo? É esse! É esse! Esse mandará como Josué parar o sol e eu acordarei; E entáo será dia. Sorri, dormindo, minha alma!
Sorri, minha alma, será dia!12 Entáo, mais cántico do que fala —ja nao interessa dizer de quem— com um certo ritmo de cangáo de embalar, como para adormecer a insónia ou o sonó de Campos, confundindo-se com o ruido do comboio, ouve-se o poema «Iniciagáo»: Nao dormes sob os ciprestes, Pois nao ha sonó no mundo. /.../ O corpo é a sombra das vestes Que encobrem teu ser profundo.
ANTHROPOS/101
Vem a noite, que é a morte, E a sombra acabou sem ser. Vais na noite so recorte, Igual a ti sem querer. Mas na Estalagem do Assombro Tiram-te os anjos a capa: Segues sem capa no ombro, Com o pouco que te tapa. Entáo arcanjos da Estrada Despem-te e deixam-te nú. Nao tens vestes nao tens nada: Tens so teu corpo que es tu. Por fim, na funda caverna, Os Deuses despem-te mais. Teu corpo cessa, alma externa, Mas vés que sao teus iguais. [...] A sombra das tuas vestes Ficou entre nos na Sorte. Nao estás morto, entre ciprestes. [...] Neófito, nao ha morte.13 meus dias e as minhas noites que diferenca cabe?— sonhei que no chao do cárcere havia um grao de areia. Voltei a dormir indiferente; sonhei que despertava e que havia dois graos de areia. Voltei a dormir; sonhei que os graos de areia eram tres. Foram, assim, multiplicando-se até encher o cárcere e eu morria debaixo desse hemisferio de areia. Compreendi que estava sonhando; com um enorme esforgo acordei. Mas acordar foi inútil: a areia inumerável sufocava-me. Alguém me disse:
"Nao acordaste para a vigilia mas apenas para um sonho anterior. Esse sonho está dentro de outro, e assim até ao infinito, que é o número dos graos de areia. O caminho que terás que andar é interminável e morreras antes de ter despertado realmente". »Senti-me perdido. A areia esmagava-me a boca mas gritei: "Urna areia sonhada nao me pode matar nem ha sonhos que estejam dentro de sonhos". [...] Entáo aconteceu o que nao posso esquecer nem comunicar. Aconteceu a uniáo com a divindade, com o universo (nao sei se estas palavras diferem). [...] Vi o deus sem cara que ha atrás dos de uses.»68 Borges parou para respirar fundo e Pessoa e Campos gritaram com o olhar, ao mesmo tempo: —«E depois?» Entáo ele contou que de súbito entendeu a fórmula-abre-te-sésamo de tudo: —«É urna fórmula de catorze palavras casuais (que parecem casuais) e bastar-me-ia dizé-las para abolir este cárcere de pedra, para que o dia entrasse na minha noite, para ser jovem, para ser imortal [...] Quarenta sílabas, catorze palavras e eu, Tzinacán, regeria as térras que regeu Moctezuma. Mas eu sei que nunca direi estas palavras, porque ja nao me recordó de Tzinacán. »Que morra comigo o misterio que está escrito nos tigres. Quem entreviu o universo, quem entreviu os ardentes designios do universo, nao pode pensar num homem, ñas suas triviais ditas e desventuras, mesmo que esse homem se ja ele. Esse homem foi ele e agora nao Ihe interessa. Que Ihe interessa a sorte de aquele outro, que Ihe interessa a nagáo de aquele outro se ele, agora, é ninguém. Por isso nao pronuncio a 102/ANTHROPOS
fórmula, por isso deixo que os dias se esquegam de mim, deitado no escuro.»69 Será impressáo deles ou Borges está mesmo a ficar mais tenue, a caminho de «diáfano» como diz que é esse tal «animal invisível» que o espera «por detrás dos mitos e das máscaras» para com ele fazer corpo, isto é, perder corpo...? Até a voz é, de facto, mais transparente, por assim dizer: —«Quando a sina me libertar do triste hábito de ser alguém»...70 E, semi-cerrando os olhos cegos como quem formula um voto ou um
adeus: —«Quero ser recordado menos como poeta que como amigo [...]» «Quero morrer de todo: quero morrer com este companheiro, meu corpo.»71 Pessoa e Campos viram-no desvanecer lentamente (parecía evaporarse!) até se esvair de todo. Com Jorge Luis, seu irmáo mais novo onze anos Pessoa e Campos teriam aprendido o que nunca souberam, o que nunca tiveram: a doce, a terna, a mansa, a pobre, a materna companhia do corpo. So se pode perder aquilo que antes se ganhou, so se pode abalar do sitio a que ja se chegou. (Aparentemente ninguém disse nada, sao palavras pairando, ressoando no lugar que Borges deixou vazio.) Ninguém pode desprender-se senáo do corpo que abragou. Entáo ouviu-se a voz de Campos (ou foi a de Pessoa...?) acrescentar: —E abarcou. Como quem póe um ponto final. Como se corresse a cortina desse «palco impossível» —a expressáo é de Borges, a que usou, no inicio, ao invocar Lugo NOTAS 1. Publicada, em traduc,áo francesa, no catálogo da exposigáo Fernando Pessoa Poete Pluríel. cd. Centre Georges Pompidou et ed. de la Différence. París. 1985. p. 7. O texto original, em castelhano. foi enviado ao comissário portugués da dita exposigáo. o destacado pessoano Dr José Blanco, que mo facultou. 2. Os Conjurados, Lisboa. Difel. 1985 (traduqáo de María de Piedade M. Ferreira e Sálvalo Teles de Meneses). p. 31. «Abramowicz». 3. Jorges Luis Borges. Obra Poética. Alianza Tres/Emecé Editores. 1979 (Abreviado BOP). p. 355. A traduqáo é minha como a de todos os poemas citados desta obra. 4. Ib¡d..p. 17. 5. Ibid.. p. 117. 6. Ibid.. p. 146. 7. Carta a Adolfo Casáis Monteiro de 13 de Janeiro de 1935 in Páginas de Doutrina Estética, Lisboa, ed. Inquérito, s/d. p. 198 e seguintes. 8. BOP. pp. 365-366. 9. Elogio da Sombra e Perfis. Porto Alegre, ed. Globo. 1971, p. 89. 10. BOP, p. 347. 11. BOP, p. 162. 12. «Lisbon Revisited» (1926), in F. Pessoa, Obra Poética, Rio de Janeiro, ed. Nova Aguilar, 1977 (abreviado: POP), p. 360. 13. BOP, p. 420. 14. Ibid., p. 59. 15. Ibid.. p. 96. 16. Ibid., p. 73. 17. Ibid., p. 112: «lealtad oscura».
18. Ibid., p. 45. 19. Ibid., p. 49. 20. «Lisbon Revisited» (1923), POP, p. 357. 21. BOP, p. 89. 22. «Perfis —um ensaio autobiográfico» («Europa»), in opus cit., nota 9. 23. B. Soares, Livro do Desassossego, I, Lisboa, Ática, 1982, p. 65. 24. «Perfis» («Anos cheios»), in op. cit., nota 9, p. 120: «Recordando esta última década, parejo ter sido um grande viajante. [...] La, também, de novo na companhia de minha máe, fiz minhas peregrinajes». 25. Ibid. («Europa»), p. 80. 26. Pessoa escreve numa carta a José Osório de Oliveira (in Páginas de Doutrina Estética, ed. cit., pp. 218-219): «No que posso chamar a minha terceira adolescencia, passada aquí em Lisboa, vivi na atmosfera dos filósofos gregos e alemáes. assim como na dos decadentes franceses, cuja acgáo me foi súbitamente varrida do espirito pela ginástica sueca e pela leitura de'Dégénérescence, de Nordau». 27. Os conjurados, «Elegía», p. 29. 28. BOP, p. 268. 29. «Perfis» («Buenos Aires»), p. 99. 30. F. Pessoa, Páginas íntimas e de Auto-Interpreíaqáo, Lisboa, Ática, 1966, p. 151. 31. «Perfis» («Europa»), p. 79. 32. Ver Teresa Rita Lopes, «O encontró de F. Pessoa com o Simbolismo francés», in Les Rapports culturéis et littéraires entre le Portugal et la Frunce, París, ed. Fundacjáo Gulbenkiasu, 1982, pp. 571-572. 33. «Perfis» («Familia»), p. 70. 34. Ibid.
35. «Aniversario», in POP, p.379. 36. Referencia e carta facsimilada no catálogo da exposic.áo que organizamos (eu e Maria Fernanda de Abreu) para ser apresentada em Madrid, en Junho-81, na Fundaqáo March: Fernando Pessoa. el eterno viajero. 37. «Perfis» («Familia»), p.67. 38. Ibid.,p. 73. 39. Desenvolvo o paralelo no capítulo «Pessoa e Ornar Khayyam» do livro a publicar: Pessoa e seus mes tres. 40. «Perfis» («Familia»), p. 72. 41. Ibid. («Maturidade»), p. 116. 42. Ibid. («Europa»), p. 80. 43. Borges tem mesmo um poema dedicado a Camóes: «A Luis de Camoens» (in BOP, p. 147) e referencias noutros textos y nomeadamentc no poema «El mar» (in BOP, p. 395). 44. Na dedicatoria que faz á máe da sua Obra Poética y escreve: «tu amor a Dickcns y a Ec,a de Queirós»... (BOP, p. 17). 45. p. 10.
46. Assunto por mim desenvolvido no cstudo «A Rac.a Bela Adormecida —para Pessoa c para os Saudosistas», in Afecto as Letras, Lisboa, Imprcnsa Nacional-Casa da Moeda, 1984. 47. «Perfis» («Buenos Aires»), p. 88. 48. BOP, p. 71 («Prólogo» de Luna de Enfrente). 49. «Perfis» («Buenos Aires»), p. 100. 50. «Quem faz quadras portuguesas, comunga a alma do povo», escreve Pessoa no prefacio ao Missal de Trovas de Augusto Cunha e Antonio Ferro (Lisboa, Livraria Almedina, 1914). Sobre as milongas de Borges, ver o seu prefacio a Para las seis cuerdas (in BOP, 287). No longo poema «El tango» (in BOP, 209-201), Borges explica a sua rclagáo com o que chama cssa «leviana melodía». 51. BOP, p. 150. 52. Páginas íntimas e de Auto-lnterpreta^ao. cd. cit., pp. 132-133. 53. PDE, p. 227 (Carta de 11-12-1931 a Joao Gaspar Símóes: «voo outro, cis tudo»). 54. BOP, p. 362. 55. Texto inédito, no espolio de Pessoa da Biblioteca Nacional, em Lisboa. 56. «Dois cxccrtos de Odcs», POP. pp. 211-213. 57. BOP, p. 498. 58. «Prólogo», de 1969. a Fervor de Hítenos Aires, in BOP, p. 26. 59. Fala duma personagem duma pega mal conhecida de Pessoa. Cito-a no meu Théátre de l'Etre. París. Ed. de la Différence. 1985. p. 368. 60. Os Conjurados, p. 77. 61. BOP, p. 391. 62. BOP. p. 358. 63. BOP. p. 258. 64. Fala duma personagem duma pec,a mal conhecida «A Morte do Príncipe», de que publico parte no meu livro: Fernando Pessoa et le árame symboliste (héritage et création). París, ed. Fondatíon Gulbenkian, 1985. p. 533. 65. Nueva Antología Personal. Emecé Editores. Buenos Aires, 1968. p. 226. 66. Os Conjurados, pp. 39-41. 67. In Nueva Antología Personal, p. 279 e seguintes. 68. Ibid., pp. 283-285. 69. Ibid.. p. 286. 70. Os Conjurados, p. 17. 71. Elogio da Sombra, ed. cit.. «Urna Oraqao». pp. 55-56. 72. «Magníficat», in POP. p. 387. 73. In POP. p. 161. Este texto constituí a segunda parte de um todo intitulado Pessoa, Borges e as tranquilas aventuras do diálogo. A primeira vai aparecer em francés, num volume de homenagem ao prof. Paul Teyssier, numa edigáo do Centro cultural portugués, de Paris, da Fundac,áo Gulbenkian em Junho 1987, e intitulase: «F. Pessoa et J.L. Borges, deux poetes de la Modernité», a terceira (inédita) «Notas para recordagáo do meu mestre J.L. Borges, de Alvaro de Campos». Nota: esclarec,o que esta «ficgáo» assenta rigoramente em elementos colhidos ñas obras de Pessoa e Borges e muitas vezes mesmo em citaqóes, como as aspas indicam.
ANTHROPOS/103
Los paisajes interiores de Bernardo
Soares Antonio Crespo Massieu «No distingo entre la realidad que existe y el sueño que es la realidad que no existe [...] ¿Qué sé yo de la diferencia entre un árbol y un sueño?»,1 afirma el ayudante de contabilidad Bernard o Soares meditando en la soledad de su oficina desierta. ¿Cuáles son, para Bernardo Soares, los límites de lo real? ¿Cuál es, si es que existe, la frontera que separa la realidad exterior y el mundo interior de los sueños? Esta cuestión, central en el pensamiento de Pessoa, está presente también, no podía ser de otra forma, en cada una de las páginas del Libro del desasosiego. José Augusto Seabra, en su ya clásico estudio sobre Fernando Pessoa, señaló la importancia decisiva que adquiere en toda su obra esta problematización constante de las relaciones entre sujeto y objeto y como «una de las oposiciones metafóricas en la que mejor se manifiesta es la que se expresa en la dicotomía interioridad-exterioridad».2 Esta oposición es dolorosamente sentida por Soares y constantemente representada ante el lector, nunca resuelta y siempre presente en estas páginas de íntimo desasosiego. Pues, en la diferencia que pueda haber entre un árbol y un sueño, en la angustia de no saber si esta diferencia existe, está la raíz misma del desasosiego. En la pregunta, en la conciencia triste de saber que no existe respuesta, lo que se pone en duda es la misma realidad: «No hay problema sino el de la realidad, y ese es insoluble y vivo» (171; 163).
Caricatura de Fernando Pessoa por Teixeira Cabral, 1944
Apenas un intervalo entre un árbol y un sueño En Soares existe, por una parte, el mismo afán de objetivismo absoluto que enseñaba el maestro Caeiro. La afirmación de la realidad exterior como pura objetividad, su primacía sobre el mundo del sujeto. Y por lo tanto se llega incluso a afirmar la total exteriorización del sujeto, su inexistencia como tal. Citando de nuevo a J.A. Seabra «el sujeto se asume, finalmente, en cuanto objeto: el mundo interior se confunde de modo indisoluble con el mundo exterior».3 Es esta, la primacía del mundo objetivo, la gran lección de Caeiro. Y de ella nacen Reis, el doliente Alvaro de Campos, Antonio Mora filósofo neopagano, un tal
Fernando Pessoa, y por supuesto también Bernardo Soares que afirma en su libro: «Para crear me he destruido; tanto me he exteriorizado dentro de mí, que dentro de mí no existo sino exteriormente. Soy la escena viva por la que pasan varios actores representando varias piezas» (34; 31). La clave de la heteronimia reside en esta exteriorización radical y múltiple. No es que el mundo sea un teatro, es que yo mismo soy un gran teatro en el que el mundo se representa. El acto de crear es en sí mismo objetivar y en un cierto sentido destrucción, puesto que el sujeto se destruye y ni siquiera su creación le pertenece. «He escrito frases cuyo sonido [...] es absolutamente el de una cosa que ha cobrado exterioridad absoluta y alma enteramente» (32; 29). Este afán de absoluto objetivismo se manifiesta también en el muy significativo fragmento 36 (33). En él se invierte la feliz fórmula de Amiel «un paisaje es un estado de alma». Lejos está Pessoa, o Soares, del enfermizo subjetivismo de Amiel a quien se califica de «soñador débil», lejos de esa su «insoportable interioridad». Se afirma lo contrario: «un estado de alma es un paisaje».4 Es el propio sujeto el que se convierte en escenario, el que se exterioriza en paisaje, el que a sí mismo se contempla como espectáculo. Fuera de sí, hecho paisaje, realidad exterior tal como si fuera la ciudad de Lisboa contemplada desde el alto de San Pedro de Alcántara. Hay en el fragmento una sensación de plenitud que nace de este abandonarse a la realidad exterior; un entregarse gozoso a la sencilla verdad de las cosas que tan sólo existen, que no tienen misterio. «Amo la verdad de lo exterior absoluto con una virtud noble del entendimiento.» «Que los dioses me conserven la noción clara y solar de la realidad exterior.» Anhelo de objetivismo absoluto que en este pasaje tanto recuerda, también en el estilo, al maestro Caeiro y a la clásica serenidad de Ricardo Reis. Pero junto a esta total exteriorización del sujeto, se da igualmente en Soares el fenómeno contrario: una interiorización radical del mundo. Y así puede afirmar: «Todo lo que sucede donde vivimos es en nosotros donde sucede. Todo lo que cesa en lo que vernos es en nosotros donde cesa» (158; 150). Mundo exterior y mundo interior se confunden, pero
ahora es por un proceso de interiorización: «Soy un hombre para quien el mundo exterior es una realidad interior» (509; 464). La realidad exterior, el mundo, los otros, surgen entonces como una amenaza; irrupción violenta de lo real en un mundo de sueños que es a la vez refugio y condena. Refugio porque en el soñar se expresa la plenitud que la vida nos niega, condena por lo que tiene de imposible renunciar a la vida. Soñar y vivir se oponen, realidad y sueño se enfrentan. Conciencia escindida la de Soares entre el vivir y el soñar, distancia infinita que le separa del mundo y que destruye igualmente toda ilusión de subjetividad. En palabras de Eduardo Lourengo: «la conciencia poética de Pessoa glosa el abismo que separa conciencia y realidad, abismo que vive como insoportable ausencia de sí a sí mismo y de sí mismo al mundo».3 104/ANTHROPOS
Así este proceso de radical interiorización no sólo no refuerza la subjetividad sino que supone la destrucción misma del sujeto que se define por la ausencia, que existe sólo en el vacío de la distancia: intervalo entre la realidad que es y la realidad que sueña. El sujeto no existe, está fragmentado, roto en pedazos, es múltiple: escena viva en la
que varios actores representan varias piezas. Soares se define como ausencia: «Soy el intervalo entre lo que soy y lo que no soy, entre el sueño y lo que la vida ha hecho de mí» (154; 147). Una geometría del abismo Esta confusión de los sueños y la realidad exterior, este continuo vaivén entre el soñar y el vivir —saber que vivir es sólo soñar— dan a la propia existencia de Soares un aire fantasmagórico, irreal. Convertido en el centro inexistente de una geometría del abismo; porque él es el centro —sin ni siquiera serlo— de mundos diversos y superpuestos. Tal como él señala: «quien, como yo, no es quien es, vive no sólo en el mundo exterior, sino en un sucesivo y diverso mundo interior» (23; 20). Por eso la existencia de Soares adquiere un aire fantasmal, alegórico, «centro de todo con la nada alrededor». Numerosos son los pasajes del libro en los que se expresa esta idea. En el fragmento 28 (25), el mismo en el que se alude a la geometría del abismo, se nos dice: «Soy los alrededores de una ciudad que no existe, el comentario prolijo a un libro que no se ha escrito. No soy nadie. [...] Soy una figura de novela por escribir, que pasa aérea, y deshecha sin haber sido, entre los sueños de quien no supo completarme». A la anterior cita habría que añadir, por señalar sólo algunas de las más evidentes, estas otras tres: «Nubes... Son como yo, un pasar desfigurado entre el
Alvaro de Campos visto por Almada Negreiros
cielo y la tierra, al sabor de un impulso invisible» (154; 147). «No sé si existo, siento como posible ser un sueño ajeno, se me figura, casi carnalmente, que podré ser personaje de una novela» (200; 189). «Sigo inseguro y alegórico, irrealmente sintiente. Soy como una historia que alguien hubiese contado y, de tan bien contada, anduviese carnal, pero no mucho, en este mundo novela, en el principio de un capítulo» (183; 175). Figura de novela por escribir, nube arrastrada por un impulso invisible, historia por alguien contada, la vida como representación: metáforas que ilustran el enigma de la existencia, tan frecuentes —tan
significativas— no ya en el Libro del desasosiego sino en la obra toda de Pessoa.6 Y es este pasar desfigurado, esta silueta aérea y deshecha, la que pasea Soares por los alrededores de una ciudad que no existe: una Lisboa estática y fantasmal, detenida en el tiempo y en el espacio; irreal en su misma materialidad, en la densa trivialidad de su existencia —o tal vez, todo puede ser, de su inexistencia—. Una Lisboa que se confunde con Bernardo Soares, en todo caso para siempre confundida ya con Pessoa. Pero ¿cómo mira la realidad este personaje alegórico que pasea inseguro por las calles de Lisboa? ¿Cómo es la mirada de Soares? ¿Cómo mira las cosas, la realidad objetiva, este emperador de los sueños disfrazado de ayudante de contabilidad? El amante visual En el proceso de mirar se expresa la relación del sujeto que contempla con la realidad que es contemplada. El mirar ilustra así la relación sujetoobjeto y es un momento privilegiado en el que se manifiesta la oposición metafórica interior-exterior que ocupa un lugar tan decisivo en el Libro del desasosiego. En ocasiones esa mirada es absolutamente objetiva, casi despersonalizada, un completo olvido del yo (un yo múltiple y fragmentado) para quedarse en la pura contemplación de lo externo. En el fragmento 279 (245), significativamente titulado «Anteros. El amante visual» se nos dice: «Amo con la mirada, y no con la fantasía [...]». «Vivo, en visión pura, el exterior animado de las cosas y de los seres.» «Mi destino natural de contemplador indefinido y enamorado de las apariencias y de la manifestación de las cosas —objetivista de los sueños, amante visual de las formas y de los aspectos de la naturaleza.» Objetivista de los sueños, «placa fotográfica prolijamente impresionable», la mirada de Soares taladra la realidad. Pues su mirar es un vivir las vidas ajenas, vivir aquello que los ojos ven con toda nitidez, registrando el mínimo detalle sobre el que todo un mundo de sensaciones se construye. Un viaje en tranvía por Lisboa es para Soares la vuelta al mundo: «voy en un tranvía, y voy fijándome lentamente [...] en todos los
detalles de las personas que van delante». «Todo el mundo se despliega ante mis ojos.» «Toda la vida social yace ante mis ojos.» «Salgo del tranvía agotado y sonámbulo. He vivido la vida entera» (163; 155). Una mirada, una simple mirada, condensa el mundo. Aunque Soares se defina como amante visual de las formas, a lo largo del libro se trata más bien de un anhelo, del deseo imposible de ver sin pensar, de contemplar el mundo sin conciencia, de aceptar «la asombrosa objetividad del mundo». Es en definitiva la lección del maestro Caeiro, tan dolorosamente imposible para Alvaro de Campos y Soares (y tal vez para el mismo Pessoa). Soares quisiera ser ese eterno contemplador de las apariencias que, inmóvil y
sin sufrir, mira el mundo desde lejos. Anhelo, deseo imposible, que le hace exclamar: «¡Si nuestra vida fuese un eterno estar a la ventana...!» (277; 244). Mucho más frecuente en el Libro del desasosiego es que la mirada de Soares se defina por la ausencia y se exprese mediante una paradoja en la que se condensa, con la fuerza de la imagen feliz, todo el proceso de radical interiorización que antes hemos analizado. Es un «mirar sin ver», una contemplación fugitiva de las cosas, un estado de semiinconsciencia, intermedio entre la vigilia y el sueño. Sonambulismo de quien avanza a ciegas, apenas refugiado en sus sueños, entre la densa niebla de lo real.7 Son numerosas en el libro las veces en que se utiliza la expresión «mirar sin ver» u otras similares que hacen referencia a este estado de sonambulismo en que la realidad y el sueño se confunden. A modo de ejemplo se pueden citar algunas muy representativas: «Se mira pero no se ve» (159; 151). «Desde lo alto de mi ventana de la oficina, yo los estoy viendo, con ojos lentos en los que los párpados están durmiendo» (167; 159). «Veo sin ver» (168; 160). «Y, cuando me asomé desde la ventana
altísima a la calle que miré sin verla» (172; 164). «Una visión que se extingue en el mismo momento en que se la tiene, un intervalo entre nada y nada» (181; 173). Este mirar sin ver expresa metafóricamente la ausencia de delimitación, la indeterminación de las fronteras que separan al sujeto del objeto, lo interior y lo exterior, los sueños y la realidad objetiva. Mirar es para Soares cerrar o entrecerrar los ojos y ver siempre el mundo desde lejos, desde la ventana altísima que separa sus sueños de la realidad: al igual que el Alvaro de Campos de «Tabacaria», con el que tiene tanto en común, contempla el mundo desde una ventana. Un ruido de lo diferente En este mundo de sueños, en este perder la mirada buceando en el hondón del alma, la irrupción de los otros, de la realidad exterior, se produce primero 106/ANTHROPOS
Horóscopo de Alberto Caeiro por Pessoa
por los ruidos que suben de la calle y penetran en el espacio interior de los sueños. Sistemáticamente a lo largo del libro el oído precede a la mirada; primero es «oír el mundo» y sólo después se mira, aunque sea con ojos semiabiertos, la realidad. Abandonado a los sueños, dejándose invadir por el tedio («un tedio sin sueño ni esperanza»), Soares deja transcurrir el tiempo, incapaz de la
más leve acción, del más mínimo movimiento. Pero el mundo existe, y la realidad exterior llega hasta él y se confunde, se interfiere con sus sueños y reflexiones. Y llega en forma de ruido, ruidos de la calle (del mundo exterior) que ascienden a través de la ventana. Así en el fragmento 160 (152), «Lluvia», en el que la primera claridad del día significa tener que abandonar el refugio de la inacción, de la pasividad absoluta en que reinan los sueños. En este sueño no dormido, la irrupción de lo real, la vida con su horror de siempre, es una llamada apocalíptica en la forma trivial de los primeros ruidos que ascienden de la calle. «Son ruidos alegres y dispersos y me duelen en la conciencia como si viniesen, con ellos, a llamarme para un examen o una ejecución. Cada día, si lo oigo rayar desde la cama donde ignoro, me parece el día un gran acontecimiento mío que no tendré el valor de afrontar.» Soares se aferra a sus sueños, a esa «muerte leve» que es el dormir, con la determinación de un condenado a muerte. Pero la realidad existe, la vida es un ruido que asciende: «de nuevo [...] oigo el alarido brusco de la lluvia [...]. Siento un frío hasta en los huesos supuestos, como si tuviese miedo». «El ruido del día aumenta de repente.» «Oigo unas zapatillas en un pasillo absurdo.» «El ruido de la lluvia se esfuma.» Y finalmente el mirar la realidad, el acto heroico de contemplar el día a través de la ventana, es casi una liberación, y el fragmento termina: «quiero refrescarme, e inclino el cuello ante la vida, como ante un yugo inmenso». Paralelo al anterior es el fragmento 145 (138), en el que el despertar supone enfrentarse inevitablemente a la realidad, al hecho de tener que vivir: «una náusea física de la vida entera nació con mi despertar. Un horror a tener que vivir se levantó conmigo de la cama». Aquí, la primera luz de la mañana es casi una liberación de ese «tedio incomprensible, absoluto y completo» que atenaza a Soares. Liberación de fantasmas interiores, abandono a la realidad objetiva, sensación de plenitud de la mirada limpia y exacta que enseñó Caeiro. Aquí, hay incluso un sentimiento de ternura, no demasiado frecuente en el libro, en este abandonarse a la contemplación de las cosas: «casi lloro, viendo aclararse ante mí, debajo de mí, la vieja calle estrecha».
Y el ruido es otra vez la realidad concreta que desvanece, irrumpiendo con su materialidad, el mundo interior de los sueños. El fragmento termina: «¡Qué mañana esta amargura! ¿Y qué sombras se apartan? ¿Y qué misterios ha habido? Nada: el ruido del primer tranvía como un fósforo que va a iluminar la oscuridad del alma, y los pasos altos de mi primer transeúnte que son la realidad concreta que me dice, con voz de amigo, que no esté así».8 En el fragmento 156 (148), de nuevo Soares está dominado por el tedio, adormilado, sumido en la inacción más absoluta. Estado que es una defensa ante la realidad, ante el hecho inevitable de tener que vivir. Si antes ha hablado de su «refugio de estar echado», ahora es un ser «acorazado contra el mundo». En este fragmento aparece con claridad como ese su «mirar sin ver», ese no querer ver la realidad objetiva, es un refugio en el mundo interior de sus sue ños. «No miro al día, para ver lo que tiene que me distraiga de mí [...].» «No miro al día, e ignoro con la espalda inclinada si es sol o falta de sol lo que hay ahí fuera, en la calle subjetivamente triste...» La oposición dentro-fuera, el interior del cuarto (mundo de los sueños) frente a la claridad del día, el exterior de la calle. Y la renuncia a mirar la realidad objetiva, el querer refugiarse en ese mundo interior que es como una coraza que aisla del exterior. Pero si Soares se niega a la mirada, no puede impedir que sea el ruido el que desde fuera, desde la calle, ascienda y penetre en ese su refugio imposible. La frase anterior termina otra vez con la presencia del ruido: «en la calle subjetivamente triste, en la calle desierta por la que pasa el ruido de la gente».9 Se aprecia con más claridad la insistente presencia de los ruidos en el fragmento 184 (176). La mirada está ausente y sólo se escuchan ruidos en la noche. El sonido del agua, el chirriar de la lluvia incesante, el ruido casual de un carro tardío que asciende desde la calle al «vago sueño» del entredespierto Soares. El sonido es el protagonista de todo el fragmento; la realidad exterior, el mundo que hay más allá de la ventana, se expresa sólo mediante ruidos. La mirada no existe pues sólo hay sombras difusas, objetos vagos que apenas se dibujan en el silencio lleno de ruidos de la
noche. Y la ventana, el ruido que desde ella asciende, es la realidad concreta que irrumpe en un mundo interior hecho de sombras, en el que nada se contempla excepto la propia desolación. «En cuanto a la ventana, [yo sólo] la oía.»10 En la oficina de la calle de los Doradores los ojos de Soares están cansados (y su alma «más cansada que los ojos») y sólo contempla las páginas de su libro de contabilidad. La realidad llega, por los oídos, desde la calle: «en la ventana hay un ruido de lo diferente, y el ruido diferente es vulgar». La realidad que llega de fuera, que se escucha desde la calle, es sórdida y vulgar; y por ello se rechaza. La mirada entonces descubre en un libro de contabilidad a «los grandes navegantes, a los poetas de todas las épocas» y se pierde en un viaje interior y llega hasta el Indo y Samarcanda.
Alberto
Caeiro
visto
por
Almada
Negreiros
Los ojos miran sin ver, sirven para soñar y revivir —a partir de una hoja de registro— «la vasta prole expulsada de los que hacen valer el mundo». La realidad es otra. Está fuera, detrás de la ventana. Tiene «el sosiego de lo vulgar». Y sólo se escucha. Fragmento 150 (143). La elección de estos fragmentos del Libro del desasosiego es una pequeña muestra de la presencia, a veces casi obsesiva, que tienen los ruidos en el conjunto del libro. Muchos más ejemplos podrían aducirse. En todo caso lo que parece más importante es entender el sentido que tiene esta presencia. El mirar sin ver de Soares que le caracteriza y que
expresa su deseo (en última instancia siempre frustrado) de refugiarse en su mundo interior, de aislarse de la realidad objetiva, se complementa, viene acompañado por la presencia de sonidos. Soares renuncia a mirar el mundo, pero no puede evitar «oir el mundo». Los sonidos son así la realidad concreta que irrumpe en sus sueños, que viene siempre de fuera y desde la calle asciende a través de la ventana. Dentro y fuera, interior de una habitación-exterior de la calle, mirada ausente-ruidos concretos son oposiciones metafóricas que expresan con nitidez la oposición fundamental (nunca resuelta, y más aún contradictoriamente resuelta) sujetoobjeto.11 Hay un fragmento muy significativo en el libro en el cual esta oposición interior-exterior, sueños-realidad, se hace aún más evidente. Es el 132 (125), que guarda una estrecha relación con el poema «Tabacaria», cumbre de la poesía de Alvaro de Campos. En él Soares aparece refugiado en sus sueños; frente a la realidad mezquina y trivial, se alzan las grandiosas evocaciones de Soares. Es la plenitud de soñar contrapuesta al mundo «sin ideal ni esperanza» de la realidad concreta: «Estoy cansado de haber soñado, pero no cansado de soñar [...]. En sueños lo he conseguido todo. También he despertado ¿pero qué importa? ¡Cuántos Césares he sido! [...]. He sido verdaderamente imperial mientras he soñado, por eso nunca he sido nada. Mis ejércitos fueron derrotados, pero la derrota fue blanda, y nadie murió». Cómo no reconocer aquí al Alvaro de Campos que exclama: «Tenho sonhado mais que o Napoleáo fez. / Tenho aperlado ao peito hipotético mais huma nidades do que Cristo / Tenho feito filosofías em segredo que nenhum Kant escreveu». Embebido en la grandeza de sus sue ños, la irrupción de lo real viene otra vez desde fuera, es simplemente un sonido que significa el contraste, el abismo, que separa los sueños de la realidad. «Tiro la caja de cerillas, que está vacía, al abismo que es la calle más allá del antepecho de mi ventana sin voladizo. Me levanto de la silla y escucho. Nítidamente, como si significase algo, la caja de cerillas vacía suena en la calle que se [me] declara desierta. No hay más sonido ninguno, salvo los de la ciudad entera.»
La ventana es así la imagen del límite que separa el mundo de los sueños, el espacio interior del cuarto de Soares, de la realidad objetiva que está fuera de él, en la calle. Y la distancia es un abismo que se expresa por el sonido de la caja de cerillas que asciende desde la calle. Sonido estremecedor por lo que significa: fin de las mejores meditaciones, de los más altos sueños, de las más profundas metafísicas. Si en «Tabacaria» es la visión de la niña que come chocolatinas, del dueño del estanco, o de Esteves, aquí es el sonido de una caja de cerillas lo que reconstruye un universo ausente de toda metafísica, en el que sólo queda la nostalgia de lo soñado. Pero en ambos casos el contraste entre los sueños y la realidad viene expre
sado por la distancia, el abismo, que separa la realidad interior de los sueños de la realidad exterior del mundo. Tal como A. de Campos expresa: «Estou hoje dividido entre a lealdade que devo / A Tabacaria do outro lado da rúa, como coisa real por fora, / E á sensac,áo de que tudo é sonho, como coisa real por dentro». Y la ventana es la imagen preferida y recurrente —tanto en Campos como en Soares— para simbolizar esta oposición de lo real por fuera y lo real por dentro. Límite, frontera, entre el mundo interior de los sueños y la realidad exterior. Lugar privilegiado en que ambos mundos confluyen, y se superponen; cristal que separa pero también, a través de la mirada o del oído, une y hace entrar en conflicto ambos mundos. Pero siempre esa relación se establece desde la distancia, a través de un cristal que simboliza el abismo que separa a Soares de la realidad objetiva. El mundo a través de una ventana Firma y apuntes de Alberto Caeiro
Bernardo Soares contempla el mundo a través de una ventana, desde
arriba, desde lejos, separado por un cristal que simboliza la distancia infinita que le aleja de las cosas o de las gentes. Asomándose desde la ventana de su cuarto o, mucho más frecuente, desde su oficina de contable, Soares mira el mundo: pues el mundo se condensa en una calle: «en esta calle de los Doradores que es para mí la vida entera» (96; 91). Pero siempre desde la distancia, a través del cristal. Incluso cuando Soares pasea por Lisboa lo hace «desde lo alto de un tejado espiritual», guardand o una infinita distancia entre él y los demás, aislado en medio de la multitud, extranjero siempre y tan distante como cuando se asoma al mundo desde la ventana de su oficina. Mundo como espectáculo al que asiste desde la distancia, amante visual que rehuye sentir la vida y tocar las cosas, que se refugia siempre tras unos cristales; Bernardo Soares contempla el mundo desde la lejanía, altísimo en su inmensa soledad. Numerosos son los pasajes del libro 108/ANTHROPOS
en los que se utiliza la imagen del cristal, la ventana o el balcón para transmitir esta sensación de distancia, de contemplación lejana, de aislamiento frente a los demás. Valgan las siguientes citas para ilustrar lo que estamos diciendo. «Para mí la humanidad es un vasto motivo de decoración que vive gracias a los ojos y los oídos. Nada más quiero de la vida que asistir a
ella.» «En todo soy ajeno a ella. Hay entre mí y ella una especie de cristal. Quiero ese cristal siempre muy claro para poderla examinar; pero quiero siempre el cristal» (515; 470). «Entre mí y la vida hay un cristal tenue. Por más claramente que vea y comprenda la vida, no puedo tocarla» (344; 306). «Entre mí y la vida ha habido siempre cristales oscuros» (196; 185). «Ni con pintar en ese cristal sombras de colores me oculto el rumor de la vida ajena a mi mirada, del otro lado» (323; 288). «Estoy de verdad en el balcón de la vida, pero no exactamente de esta vida. Estoy por cima de ella. Yace delante de mí» (316; 281). «De repente, estoy solo en el mundo. Veo todo esto desde lo alto de un tejado espiritual. Ver es ser distante. Ver claro es parar. Analizar es ser extranjero. Toda la gente pasa junto a mí sin rozarme. Me siento tan aislado que siento la distancia que hay entre mí y mi traje» (435; 393). «Más terribles que cualquier muralla, he puesto verjas altísimas para demarcar el jardín de mi ser, de modo que viendo perfectamente a los demás, perfectísimamente los excluyo y mantengo otros» (241; 230). «Para mí [la vida] es un simple cuadro exterior, que me incluye a mí, y al que asisto como a un espectáculo sin enredo, hecho sólo para divertir a los ojos» (212; 201). «Aquello a lo que asisto es un espectáculo con otro escenario. Y aquello a lo que asisto soy yo» (21; 18). Desde la ventana, tras los cristales, Bernardo Soares contempla la realidad. Desde un espacio interior observa el mundo exterior simbolizado en la calle que se ofrece a su mirada. Y es, casi exclusivamente, la ventana de su oficina el observatorio desde el que se asoma al mundo. El otro espacio interior en el que transcurre la vida de Soares se reserva preferentemente para servir de refugio a los sueños. El humilde cuarto de alquiler, ese cuarto piso en el que se suceden las horas lentas de su existencia, es el espacio interior en el que por unos instantes puede quedar la vida en suspenso y, con los ojos cerrados, sentir la plenitud o el dolor de soñar. El cuarto es, sobre todo, el espacio inmenso de los sueños, entre sus cuatro paredes se encierra el mundo. En él se cumple una de las máximas aspiraciones de Soares: la inacción absoluta. La extrema pasividad en la
que sólo existe el mundo interior de los sueños, cerrados los ojos a la realidad exterior: «Tener un puro caro y los ojos cerrados es ser rico» (291; 257). Bernardo Soares pasa así las horas echado en la cama de su cuarto, incapaz de la más leve acción, dejándose llevar por los sueños o invadir por el tedio. Oyendo el mundo, pero incapaz de mirarlo. Y levantarse de la cama y mirar por la ventana, romper la inercia con esa mínima acción, exige un valor inmenso, adquiere proporciones heroicas. Pues para él «todo gesto es un acto revolucionario». La mayoría de los fragmentos que se sitúan en la habitación de Soares tienen este carácter, y han sido anteriormente analizados. En algunas ocasiones, no muy frecuentes, contempla el mundo desde la ventana de su cuarto. La ciudad se ofrece a sus ojos a las primeras horas del amanecer o durante las largas noches de insomnio. Por ello, en muchas ocasiones, no hay choque entre sus ensue ños y la realidad exterior, incluso éstos se prolongan en el paisaje. La ciudad que mira desde su ventana es refugio y bendición; pues Soares se queda sólo frente a las cosas. La ciudad que duerme o que amanece se caracteriza por la ausencia de vida: es sólo naturaleza en la que el hombre, los otros, apenas existen. Y su mirada puede tener la misma limpieza, e incluso la misma ternura, que tenía la de Alberto Caeiro. Y como el maestro, Bernardo Soares exclama: «Soy del tamaño de lo que veo». «Miro la vasta metafísica objetiva de todos los cielos» (140; 133). Desde lo alto de todos los sueños Es desde la ventana de su oficina desde donde se enfrenta al mundo,.protegida su mirada tras los cristales que le defienden de la vida que bulle en la calle. Ya es significativo que el primer encuentro, el primer intercambio de palabras, entre Fernando Pessoa y Soares tuviera lugar contemplando, desde la ventana de un restaurante, una escena vulgar, la riña de dos transeúntes. Dos contempladores de la vida ajena se conocen observando desde la distancia.12 Pero veamos ya como Soares contempla la realidad encaramado en su oficina de la Baixa lisboeta. La soledad parece ser una primera condición, Soares se encuentra solo en la oficina desierta, es frecuente que sea
mediodía, la hora del almuerzo. Así se especifica en los fragmentos 44, 125, 136 (41, 118, 129). En soledad, aislado de los otros, observa la vida que se desarrolla en la calle. Analicemos algunos fragmentos significativos. En el 44 (41), tras una afirmación de la superioridad de los sueños sobre la realidad («amo los paisajes imposibles y las grandes zonas desiertas de las llanuras en que nunca voy a estar»), Soares se asoma a la calle desde la distancia de su meditación. Es, de nuevo, un ensimismado mirar sin ver. Hay una distancia infinita entre él y los demás, la gente que transita por la calle, un «alejamiento mental», una sensación, de total aislamiento: «se me aisla el espíritu de la mitad de la materia». Los otros ad
Ricardo Reís visto por Almada Negreiros
quieren ante sus ojos un carácter fantasmagórico, irreal: «la gente que pasa es siempre la misma [...] manchas sin movimiento, voces de incertidumbre, cosas que pasan y no llegan a suceder». Y, finalmente, interrupción del ensueño, de la «investigación con la imaginación» en la que se ha convertido el mirar. La realidad trivial de la oficina; «la llamada metafísicamente abrupta del mancebo» que suena a sus espaldas acabando con el proceso simultáneo de mirar y soñar. Esa doble mirada: a la vez exterior, contemplando la calle, e interior, perdiéndose en los paisajes imposibles del ensueño. En el fragmento 167 (159), la mirada de Soares, dolorosamente
perdida en su eterno soñar, es también un mirar sin ver, contempla la realidad «con ojos lentos en que los párpados están durmiendo». Pero lo que interesa señalar es como todo el pasaje es un continuo borrar las fronteras que separan lo interior de lo exterior, la realidad contemplada más allá de la ventana y la realidad soñada más acá de los cristales. El dolor de existir es tan profundo que no se puede distinguir si es del alma o del cuerpo: «mi alma está hoy triste hasta el cuerpo». Y más aún, la confusión entre el sujeto que contempla y el objeto que es contemplado se hace total: «Estoy triste allí afuera, en la calle sembrada de cajones, [soy] mezcla de varias especies de yo y de calle ajena [...] que también me pertenece, forma parte de mí». Fragmentación del sujeto que, múltiple, se exterioriza; a la vez que la realidad objetiva, el mundo exterior, se integra en el sujeto que la contempla. La culminación de esta superposición de mundo interior y mundo exterior se produce al final del pasaje cuando se afirma: «Y algo sutil, incomprensible, ata lo que siento a los cargamentos que estoy viendo hacer, una sensación desconocida hace un cajón de todo este tedio mío, o angustia, o náusea, y lo sube, a hombros de quien bromea en voz alta, a un carro que no está aquí». Pero la mirada de Soares no es sólo ensimismada y aislada altivamente de los demás, tal como hemos visto en el fragmento 44 (41). Es también una mirada atenta y en la que aflora a veces un sentimiento de identificación, e incluso de ternura, con los demás. Con esos pobres diablos que pasean por las calles de Lisboa. Ellos también, como Soares, son soñadores derrotados en una guerra inútil, niños descendidos del columpio al parque municipal, también ellos no tienen más literatura que la propia alma. Así en el fragmento 125 (118), en el que Soares observa a un viejo: «no va borracho; va soñador». Como él mismo, soñador de paisajes imposibles; pues «cualquiera de los sueños es el mismo sueño» y en el soñar se hermanan Bernardo Soares —el altivo, el siempre distante— y el viejo vagabundo que cruza la calle. Pero la realidad contemplada señala más allá de la apariencia, lo que los ojos ven no es sólo un hombre: es un símbolo. Una presencia que apunta más allá de sí misma, que se hace
significativa en la ausencia. «En el intervalo de pensar esto, el viejo se ha salido de mi atención. Ya no lo veo [...]. Se ha salido. Ha tenido, para conmigo, el valor visual del símbolo; ha terminado y ha doblado la esquina.»13 Un desarrollo paralelo al anterior tiene el fragmento 168 (160). Soares mira desde la ventana «la alegría de dos triviales», hablando sonrientes. De repente, aparece en el campo de visión un viejo «mezquino, pobre, y no humilde». Lo mira con atención porque era «el símbolo de nadie». Luego sale de escena, Soares lo pierde de vista porque el proceso de meditación ha interrumpido la mirada. Sólo permanecen los ruidos de las conversaciones de los que trabajan en la calle.
ANTH
ROPOS/109
En este fragmento se encuentra una frase clave para entender la mirada de Soares. Se nos dice: «le miré con la atención, no ya distraída, que se presta a las cosas, sino definidora, que se presta a los símbolos». Es decir, que la mirada de Soares es a la vez distraída y definidora. Intensa, definidora, hacia los símbolos y a la vez indiferente, distraída, hacia las cosas. Para Soares importan las cosas en la medida en que dejan de serlo y se convierten en símbolos: mirar es saber ver más allá de la apariencia, por eso sus ojos son capaces de ver lo que suele escapar a la mirada, aquello que los otros no miran. La mirada de Soares es intensa por definidora, por captar la imagen de lo significativo, de lo trascendente, y distraída, ajena, indiferente a lo que es sólo apariencia, a la imagen externa que nada encierra, que nada sugiere. Así se comprende esa alternancia que hay en el libro entre aquellos pasajes en que su mirar es una pura ceguera para lo externo, mirada distraída hacia las cosas, atenta sólo al íntimo soñar, y aquellos otros en que su mirada es una cámara cinematográfica que con toda nitidez registra la vida que pasa ante él. Y aquellos otros en que ambas miradas se complementan y superponen. Para entender esta doble mirada, a la vez intensa y distraída, es también muy significativo el fragmento 177 (169). en el que Soares afirma: «Hay momentos en que cada detalle de lo vulgar me interesa en su existencia propia y tengo por todo la inclinación de saber leerlo todo claramente. Entonces veo [...] lo común con singularidad... Pero también hay momentos [...] en que me siento a mí mismo más que a las cosas exteriores». En otro pasaje del libro nos confiesa: «No puedo entretenerme en la contemplación inocente de las cosas y de los hombres, porque el ansia de profundizar es inevitable» (191; 183). En efecto, su mirada no es nunca inocente. Siempre es intensa, definidora. Aún cuando se distraiga y mire sin ver las cosas que nada significan. Horóscopo de Ricardo Reis por Pessoa
Los alrededores de una ciudad que no existe Un sórdido cuarto de alquiler, la oficina de la calle de los Doradores donde Soares enmascara su grandeza, con amarga lucidez, tras un
escritorio de contable, son los espacios en que su vivir transcurre, que definen en lo exterior, ante los demás, su vida. Espacio interior en que la contemplación del mundo es siempre distante (en lo alto, desde una ventana), y estática: contemplador inmóvil del absurdo ajetreo del mundo. Pero si algo define el Libro del desasosiego es la presencia de la ciudad, la irrupción de Lisboa en sus páginas. Constante deambular de Soares por sus calles, callejeando sin rumbo fijo, paseante ocioso y ensimismado, atento y distraído. Este ir y venir sin rumbo fijo le define a la vez que dibuja también una imagen, la única posible, de Lisboa. Entre sus sueños y la realidad, entre el ensimismamiento más profundo y la captación fotográfica y precisa de lo objetivo, entre el mundo interior y el exterior, hay un continuo ir y venir, un devaneo constante. Y nada expresa mejor este fluctuar de la conciencia, este vaivén del espíritu, que su callejear impreciso pero siempre significativo por Lisboa. El deambular es la expresión del devaneo de su espíritu. Así su deambular por Lisboa le define, pero a la vez dibuja la única Lisboa posible para Bernardo Soares. Lisboa es «un trazado de calles al acaso», sin nexo, mínimo espacio, apenas la Baixa, en que el mundo se condensa, topografía incierta, surgir imprevisto de plazas bulliciosas o desoladas, vagabundeo indefinido por sus calles, llegarse al Terreiro do Pago y meditar en vano a la orilla del río. Lisboa fantasmal y absolutamente precisa, irreal y minuciosamente retratada, estática, inmóvil, detenida en el tiempo. Lisboa, metáfora de la existencia. Para Bernardo Soares la vida es «danza sin nexo, moverse de hojas al viento, nubes en que la luz del sol cambia de colores, trazados de calles antiguos, al acaso, en puntos inadecuados de la ciudad» (212; 201). Deambular al acaso por las calles, sin nexo, guiado sólo por el azar. Soares es la Lisboa en la que se pierde, sus calles y plazas, tan fantasmales, tan reales, son una objetivación de su alma. Entre él y las calles del lado de la Aduana no existe diferencia, pues «hay un destino igual, porque es abstracto, para los hombres y para las cosas» (65; 62).l4 Para Bernardo Soares, ya lo hemos dicho, un paisaje es un estado de alma pero más aún, expresado con la verdad de una metáfora, «un estado de
alma es un paisaje». Callejear sin rumbo fijo de Bernardo Soares por Lisboa. Pisando con él las calles de su ciudad una imagen surge: Lisboa, su propia alma. Este deambular sin sentido (pues la vida carece de sentido), este devaneo exterior del alma, viene a corresponderse con la forma fragmentaria, laberíntica, de trechos a veces inconclusos, circular, que el Libro del desasosiego adopta, al menos en la forma en que ha llegado hasta nosotros. Tal vez dispuesto así, más por el destino que por su propio autor, el libro que nos ha llegado, el único que tenemos, fragmentario, incompleto, nos obliga también al juego de perdernos entre sus pasajes, de avanzar o retroceder al acaso por sus páginas, a entrar y salir de ellas o a demorarnos en la contemplación de su fragmento lleno de sosiego y misterio.15 El libro nos obliga a deambular por sus páginas, a callejear indolentemente entre ellas. El libro, fragmentario, circular, laberíntico, es Bernardo Soares. El libro es Lisboa. Porque en definitiva el misterio de Bernardo Soares, el misterio de Lisboa, no es más que el misterio de existir: «Soy los alrededores de una ciudad que no existe» (28; 25). 110/ANTHROPOS
Se cumple así, voluntad del autor o ironía del destino, la sentencia de Bernardo Soares: «Soy, en gran parte, la misma prosa que escribo» (212; 201). NOTAS 1. Fernando Pessoa, Livro do desassossego. por Bernardo Soares; recolha e transcribo dos textos: María Alíete Galhoz y Teresa Sobral Cunha; prefacio e organizaqáo: Jacinto do Prado Coelho; Ática, Lisboa. 2 vols.. I. p. 193. En el artículo utilizo la excelente traducción de Ángel
Crespo. Fernando Pessoa. Libro del desasosiego de Bernardo Soares. traducción, organización, introducción y notas de Ángel Crespo, Seix Barral, Barcelona. 1984, p. 149. En lo sucesivo, para simplificar las referencias, identificaré los fragmentos por su número escrito entre paréntesis, sin citar el tomo ni la página en que se encuentran. Figurará siempre en primer lugar la referencia a la edición original, y en segundo lugar, la de la traducción de Ángel Crespo. Cuando algún fragmento se mencione directamente en el texto, sin ir entre paréntesis, se referirá a la edición de Ática. A continuación, entre paréntesis, figurará su localización en la edición española. 2. José Augusto Seabra, Fernando Pessoa ou o poetodrama. Perspectiva, Sao Paulo, 1982, p. 61. 3. Op. Cit., p. 63. 4. Idéntico pensamiento y casi idéntica expresión se encuentra en Miguel de Unamuno. La única diferencia estriba en la referencia literaria: Unamuno no cita a Amiel, cuyo diario conocía tan a fondo, sino a Lord Byron. Así, en 1932 escribe: «Que si un paisaje es un estado de conciencia —lo dijo Lord Byron—, un estado de conciencia es también un paisaje». Pensamiento que, además, aparece con frecuencia en sus escritos. Recuérdese la expresión «paisajes del alma» con la que Unamuno tituló uno de sus más impresionantes artículos paisajísticos. Por lo demás, muchas otras afirmaciones sobre el paisaje del escritor español, no extrañarían lo más mínimo en el Libro del desasosiego. Valga un ejemplo. Unamuno escribe: «No sé apreciar la naturaleza más que por la impresión que en mí produce». Véase la Introducción de Manuel García Blanco en: Miguel de Unamuno, Obras completas, ¡: Paisajes y ensayos, Escelicer, Madrid, 1966. Para la comprensión de la actitud de Unamuno ante el paisaje es indispensable el riguroso estudio del profesor Eugenio de Bustos «Unamuno: Ávila de los Caballeros» incluido en el volumen colectivo: El comentario de textos. Castalia, Madrid, 1973, pp. 214-239. 5. Eduardo Lourenqo, Fernando Pessoa revisitado, Moraes, Lisboa, 1981, p. 37. 6. De nuevo es inevitable la referencia de Unamuno. La coincidencia, en ciertos aspectos, de ambos autores ha sido señalada por algunos críticos. Está todavía pendiente un estudio que relacione la
j^* ^ATÍ:/v 7Tc7 Dibujo de José Sarmentó obra de estos dos grandes escritores peninsulares. Recientemente E. Lourenqo ha arrojado nueva luz sobre el famoso y polémico poema VIII de «O Guardador de Rebanhos» al señalar la influencia de Guerra Junqueiro en el humanizado Jesús, la «eterna crianqa» de Pessoa-Caeiro. Influencia que llega a Pessoa a través de Unamuno. y en concreto de su libro de paisajes Por tierras de Portugal y España. El poema VIII no sería sino la paráfrasis de una reflexión sobre «el Cristo portugués» que Unamuno pone en boca de G. Junqueiro. Por lo demás Lourenc,o recalca el innegable interé s de Pessoa por toda la obra de Unamuno. Véase E. Lourenqo, «De Junqueiro a Pessoa» en Fernando reí da nossa Baviera, Imprensa Nacional-Casa da Moeda, Lisboa, 1986, p. 111. La referencia a G. Junqueiro se encuentra en: M. de Unamuno, Obras completas. I: Paisajes y ensayos, Escelicer, Madrid. 1966, p. 213. Es esta la cita utilizada por Lourenqo; la misma reflexión, con ligeras variantes, aparece también en la p. 197 de la misma obra. Para la relación de Unamuno con G. Junqueiro véase Julio García Morejón, Unamuno y
Portugal, Gredos, Madrid, 1971, pp. 371-389. 7. Robert Bréchon ha señalado: «L'état premier de la conscience de B. Soares, c'est une état de distraction, qui lui voile non sculement la réalité extérieure mais aussi la vcrité intérieure». Y añade: «Elle ne pergoit pas les choses mais leurs traces, leurs rumeurs, l'intervalle qui les separe, le vide qui les entoure». Robert Bréchon, «La conscience et le réel dans le Livro do desassossego», en Actas do 2." Congresso Internacional de Estudos Pessoartos, Centro de Estudos Pessoanos, Porto, 1985, p. 96. 8. En la expresión «¡Qué mañana esta amargura!» se aprecia como para Pessoa las fronteras que separan el paisaje, la realidad objetiva, del mundo interior son, no ya frágiles, sino inexistentes en algunas ocasiones. 9. Nótese de nuevo como la indefinición de fronteras entre el mundo objetivo y el subjetivo se condensa en expresiones aparentemente contradictorias. 10. Ángel Crespo ha señalado como los estados de ánimo depresivos, aquellos en que Soares se deja invadir por el tedio, están frecuentemente asociados a paisajes de lluvia o tormenta. Tal sucede en este fragmento y en el 152 antes analizados. «El paisaje y el tiempo atmosférico en el L.D.», en: Ángel Crespo, Estudios sobre Pessoa. Bruguera. Barcelona, 1984. 11. A lo largo del libro la vista y el oído parecen ser los sentidos más vivos en Soares. A ellos se asocia en ocasiones el olfato, pero parece ocupar un lugar secundario en su aprehensión de la realidad. Tal vez el único caso en que ocupa un lugar central, más bien exclusivo, es en el fragmento 149 (142). En él la mirada no existe, tampoco los sonidos. Es el olfato el que reconstruye paisajes: «El olfato es una vista extraña. Evoca paisajes sentimentales». 12. Con acierto ha situado Ángel Crespo este fragmento al principio de su ordenación del libro. 13. Nótese, de paso, cómo Soares está desarrollando una perfecta secuencia cinematográfica. Picado, desde la ventana a la calle. Cámara fija. El viejo entra y sale de cuadro. Se repite en el fragmento 168 (160). 14. Fragmento citado por J.A. Seabra como ejemplo de identificación entre mundo interior y mundo exterior. Op. cit.. pp. 64-65. 15. Parece evidente el carácter fragmentario, de diario íntimo, de impresiones sin nexo, que el libro hubiera igualmente adoptado aún en el caso de que Pessoa no lo hubiese dejado inconcluso. Tal es la opinión de Jacinto do Prado Coelho. Ángel Crespo, Jorge de Sena y Eduardo Lourencp. El hecho de llegar el libro inconcluso hasta nosotros afecta más a la calidad de algunos fragmentos que a su misma estructura. Para los aspectos que se refieran a la composición del libro es indispensabl e consultar, además de las introducciones de J. do Prado Coelho y Ángel Crespo, el magnífico estudio de Jorge de Sena. Jorge de Sena. Fernando Pessoa & C." Heterónima. Edic.oes 70, Lisboa. 1984. pp. 179-242.
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ANÁLISIS TEMÁTICO Análisis y comentarios sobre la obra de Pessoa, Poemas de A. López-Gradolí, J. Sarmentó y R. Kyoga-Berliner. Fernando Pessoa, el desasosiego y su ética Mikel Iriondo Aranguren Universidad del País Vasco El Libro del desasosiego, por ser uno de los escritos más tardíos a la hora de ver la luz pública, ha gozado durante estos últimos tiempos de abundantes referencias, comentarios y alabanzas. Algunos espíritus han visto refrendadas sus sensaciones vitales y cotidianas, que jamás habían alcanzado semejante grado de lucidez, y otras almas han rechazado el libro por producirles cierto malestar espiritual. En definitiva, ha habido para todos los gustos, pero creo que pocos libros han iluminado con tanta inteligencia y sensibilidad los recovecos del alma humana. No he de entrar en la innumerable literatura escrita acerca del carácter heteronímico o no de Bernardo Soares. Soy de la opinión de que el Libro del desasosiego (LD) es una especie de diario íntimo pessoano. El mismo Fernando Pessoa, divagó, dudó..., a la hora de atribuir dicha obra a uno de sus heterónimos, a sí mismo, a un seudónimo, etc. Le creaba excesivos problemas debido a su carácter eminentemente autobiográfico. «En prosa es más difícil otrarse», decía en sus Ficciones del interludio. Por ser el LD un texto muy propiamente pessoano, su complejidad personal, su identidad múltiple, cobran aquí vida. Y cobran vida por ser un recreo doloroso del sentimiento que piensa sobre los avalares de la existencia, de una existencia irrepetible. La explosión, la fragmentación del Yo-Pessoa, permite abordar la experiencia cotidiana con la vida, que por ser vista desde la fragmentación, es variada, es múltiple y por todo ello contradictoria. De ahí también la multiplicidad de la obra pessoana, el Drama en gente, como él la definía, y que como todo drama tiene dinamismo, siendo un error incurrir en lecturas estáticas y objetivadoras: «Crear dentro de mí un estado con una política, con partidos y revoluciones, y ser yo todo
esto, ser yo Dios en el panteísmo real de ese pueblo mío...» (LD, frag. 29, según traducción castellana de A. Crespo para Seix Barral). La contradicción ahuyenta el espíritu especulativo, porque no es contradicción en el objeto sino que es el sujeto quien es contradictorio. Esta es la verdadera contradicción y no aquella que se da en el dominio del Ser, el dominio del lenguaje filosófico. Mientras la contradicción filosófica es un continuo generarse y resolverse, suponiendo los pasos adelante del Espíritu Absoluto, la contradicción existencial nos sitúa ante lo absurdo, por ser seres que queremos certeza. Certeza que la filosofía trata de aportar pero sin preocuparse del individuo existencial, individuo existencial preocupado fundamentalmente por su conducta y su felicidad, ambas tan indisolublemente unidas y, sin embargo, nunca sinónimas. De ahí que el LD resulte difícil, escandaloso, desapaciguador (un libro sobre el desasosiego, en definitiva), para quienes quieran verse libres del polvo y la paja de la contradicción existencial. Mejor no ponerse nerviosos, cerrar el libro, en definitiva. Pero hete aquí que también produce el efecto contrario: apacigua al desasosegado por encontrarse con un alma próxima, tan semejante en muchos aspectos. Nos aclara aquellos estados del alma que nosotros no fuimos capaces de vislumbrar con tamaña transparencia y sagacidad. Y esto, ¡aunque nos descubra el absurdo! Más vale absurdo descubierto que vanas esperanzas. 112/ANTHROPOS
Es frecuente el análisis por BS-FP de la cotidianidad de la vida, el
desvelamiento de la inanidad y del absurdo de los esfuerzos cotidianos, mezclado todo ello con una ironía mordaz: «... me pregunto a mí mismo como es posible que me sobreviva, como es posible que ose tener la cobardía de estar aquí, entre esta gente, con esta igualdad exacta respecto a ellos, con esta conformidad verdadera con la ilusión de basura de todos ellos... »... cae el telón sobre lo que no ha sucedido; y yo arreglo la casa — aquel cuarto en el que es sórdida el ama de casa que no está allí, los hijos que raras veces veo, la gente de la oficina a la que solo veré mañana— con el cuello de una chaqueta de empleado de comercio levantado sobre el pescuezo de un poeta, con las botas compradas siempre en la misma tienda evitando inconscientemente los charcos de lluvia fría, y un poco preocupado, mezcladamente, de haberme olvidado siempre del paraguas y de la dignidad del alma» (LD, 169, traducción A. Crespo). El absurdo de toda acción que FP denuncia es una consecuencia de su escepticismo, de ese escepticismo lúcido que configura todo el LD. Todo deseo es inútil y, por ello, toda acción tendente a su satisfacción es vana. El problema de que existan problemas se debe, según BS a la acción. «Mejor no pensar, mejor no sacar conclusiones.» De ahí que el escepticismo pessoano desemboque en un estoicismo y con él, en la ataraxia: «La acción es una enfermedad del pensamiento, un cáncer de la imaginación.» Como muy bien dice A. Crespo, hay en BS una inadaptabilidad a la realidad, es más, su repudio. Ante esta situación, BS-FP prefiere soñar: «El sueño que nos promete lo imposible ya nos priva con eso de ello, pero el sueño que nos promete lo posible se entromete en la propia vida y delega en ella su solución. Uno, vive exclusivo e independiente; el otro, sometido a las contingencias del acontecer» (LD, 41, traducción A. Crespo). Sabio es para FP quien se contenta con el espectáculo del mundo. El mundo está para ser observado y todo aquello que vaya más allá de la observación es una estupidez y un nido de complicaciones. Nos quedamos, pues, con la observación del mundo y, consecuentemente, con la observación del observador, observación de la
propia interioridad individual, subjetivismo absoluto, simbolización de la propia vida: «Vivimos casi siempre fuera de nosotros, y la misma vida es una perpetua dispersión. Pero es hacia nosotros hacia donde tendemos, como hacia un centro en torno al cual hacemos, como los planetas, elipses absurdas y distantes» (LD, 382). El intento de búsqueda del propio yo choca con la imposibilidad, encuentra la dispersión, la fragmentación. Pessoa, lejos de tratar de lograr la quimera, tan de moda, de la unificación del yo, da rienda suelta a su multiplicidad, a sus distintas posibilidades, instaurando una nueva forma de ver la existencia, que como se ve en el LD, acarrea a BS innumerables problemas. Si el ser se define ahora como múltiple y variable, ser es desconocerse y en este desconocimiento, paradójicamente, uno descubre verdades que jamás hubiese imaginado: «El alma humana es un manicomio de caricaturas. Si un alma pudiera revelarse con verdad, no hubiese un pudor más profundo que todas las vergüenzas conocidas y definidas, sería, como dicen de la verdad, un pozo, pero un pozo siniestro lleno de ecos vagos, habitado por vidas innobles, viscosidades sin vida, babosas sin ser, mucosidades de la subjetividad». Para FP-BS, la ignorancia de nosotros mismos y del prójimo es la base del entendimiento humano. La tentativa de conocer al prójimo, profundizar en su ser, además de ser un disparate y una indelicadeza, lo único que puede traernos es el descubrimiento de nuestro enemigo metafísico. «Nadie se amaría a sí mismo si de verdad se conociese», dice en el frag. 396, y debido a ello, «nos entendemos con el prójimo porque nos ignoramos». La vida sería, pues, como un baile de máscaras, donde cada uno ha de empeñarse en renovar el vestuario con cierta asiduidad y prudencia. Esto puede confundirnos, porque nos sitúa en lo imprevisible, ante el prójimo de las mil caras, como un laberinto de espejos, albergando en nosotros, no obstante, el ansia de la claridad, de la senda recta, sin reflejos confusos y carcajeantes; porque la máscara y el espejo ríen, se carcajean hasta caer hechos trizas y descubrir el horror que hay tras ellos. Conviene entonces volver a cubrirnos y adquirir un nuevo billete para el salón de los espejos: «En el baile de máscaras que vivimos, nos basta el agrado del traje, que
en el baile lo es todo» (LD, 396). La experiencia interior como alternativa al saber filosófico, equiparan a FP con pensadores intimistas como Kierkegaard, Bataille, etc. La creación y ensoñación pessoanas con su propia experiencia existencial, hacen de la vida una
obra de arte, una estética: la preocupación por el disfraz, por el
fingimiento, la certeza absoluta de que las profundidades del ser jamás serán holladas y, debido a ello, la consiguiente recreación de la vida como literatura, como ficción que fugazmente cree tener dimensión real. La dimensión ética que de aquí puede derivarse es la de «No hacer a nadie ni bien ni mal», la indiferencia, la inactividad, la ataraxia. Estos son sus fundamentos; sólo sentir es necesario y querer comprender el universo es ser menos que hombres, porque ser hombre es saber que no se comprende. De ahí que pensar tenga que ser para Fernando Pessoa un ejercicio estético, una recreación y representación de la propia subjetividad infinita y, por ello, un camino abierto a la posibilidad, fuera de la necesariedad del pensamiento especulativo. «Para el hombre vulgar, sentir es vivir y pensar es saber vivir. Para mí, pensar es vivir y sentir no es más que el alimento del pensar» (LD, 226). El intento de Fernando Pessoa es, en resumen, el intento de hacerse inexistente en vida, denunciar su escisión interior, hacerse una personalidad literaria que crea otros personajes y diferentes estilos literarios: la manifestación del asombro de un hombre que no acreditaba en su propio ser, salvo fugazmente. «Ser es para mí asombrarme de estar siendo», dice el llamado ortónimo FP, pero lo dicen a la vez todos los fragmentos de su personalidad. Fugazmente se asombra de ser, porque la mayor parte del tiempo, como pasa en todo ser humano, no es consciente de ello. Cuando trata de ser consciente, se asombra, y de este asombro a contemplarse como un sueño, como una ficción, media un instante. Bernardo Soares no es más que una literaturización de Fernando Pessoa o, dicho de otro modo, FP no es más que la literaturización del Fernando Pessoa del registro civil de Lisboa: «Ni siquiera he representado, me han representado. He sido, no el actor sino sus gestos» (LD, 188). «A veces, en plena vida activa, en que, evidentemente, me siento tan claramente como todos los demás, viene a mi suposición una sensación extraña de duda; no sé si existo, siento como posible ser un sueño ajeno, se me figura, casi carnalmente, que podré ser el personaje de una novela, moviéndome en las ondas largas de un estilo, en la verdad hecha de una
gran narración. »... si no será todo, en este total del mundo, una serie entre-insertada de sueños y novelas, como cajitas dentro de cajitas mayores —unas dentro de 114/ANTHROPOS
otras y éstas en más—, siendo todo una historia con historias, como las Mil y Una Noches, sucediendo falsa en la noche eterna» (LD, 189). La reivindicación pessoana de la vida nos lleva a una crisis de identidad tras otra. Contra la tan manida búsqueda de la autenticidad, se
nos pide aquí todo lo contrario, la inautenticidad. Frente a todas las disciplinas que tratan de reintegrar personalidades, FP está por la dispersión. Esto, como veremos, trae una nueva visión a la ética. ¡Aun en la propia existencia, convertirse en ficción literaria!, ¡qué envidia para el estoico más esforzado! Naturalmente, semejante proceder exige una gran dosis de esfuerzo, de disciplina, porque es más fácil abandonarse a la inactividad. En cambio, en Pessoa la actividad literaria, ¡y qué actividad!, es su vida en todos los sentidos. Lo familiar, lo armónico a nuestro propio límite, se muestra en el LD revelador y portador de misterio y secretos que habíamos olvidado por represión. La obra artística carecería de fuerza si lo siniestro no se hallara presentido. Como dice Eugenio Trías, el arte transforma y transfigura esos deseos semisecretos, semiprohibidos, eternamente temidos, y les da una forma y una figura. Hay un velo a través de cuya forma ordenada debe traslucirse, resplandecer, el caos. Por ello, el arte no puede ser realista. Esto es lo que se da a la visión cuando se descorre el velo, esto es lo que hay tras la cortina rasgada. Bernardo Soares rasga también esta cortina, nos muestra el horror que la existencia entraña, el dolor, el desasosiego, el hastío... y por mostrarnos semejante cosa, su obra conjunta ética y estética, es bella y sublime a la vez, es sublime y verdadera, porque surge desde lo más hondo, desde esa dimensión de la que nada podemos decir. Elaborar como placer lo que es dolor, este es el humanitarismo del arte. El arte produce siempre, cuando es arte, un efecto benefactor, placentero; linda el límite de lo soportable y, de esa fuente de horror, extrae beneficios que producen intensificación vital, elevación del poder propio en el agente y en el paciente. Sólo el arte es capaz de producir verdadero consuelo en un mundo sin religión. El arte contemporáneo se especializa en este territorio, apurando la experiencia estética hasta ese límite insondable en donde el sujeto vive la experiencia radical del vértigo. Esta característica hace de FP un autor moderno, lejos de muchos de sus contemporáneos. Quien esté convencido de la benigna realidad de lo que le circunda,
hallará grandes dificultades para la comprensión de este lenguaje existencial-literario-intelectual. Ciertamente, hay en BS una conjugación de la vida y de la inteligencia, del pensamiento y de la pasión. La contemplación estética de la vida es el único fundamento de la existencia, la renuncia y. la aceptación del destino. No era Pessoa amigo de ampliar sus conocimientos sobre la realidad circundante, se movía con mayor seguridad entre lo conocido que entre aquello que le era novedoso. Recordemos aquel fragmento del LD en el cual BS, habiendo salido antes de la hora habitual de la oficina, retorna rápidamente a ella por encontrarse con un mundo completamente diferente al conocido. Allí, en la oficina, su seno familiar, encuentra el sosiego apropiado. Puede ser esta una metáfora que nos muestra la capacidad de impresión del alma pessoana. Un perturbarse por detalles que la mayoría de los mortales nunca echamos en cuenta. Una capacidad de análisis de la realidad circundante fuera de lo común. Cualquier movimiento desconocido, una alteración mínima de su universo, le causan gran desasosiego y perturbación. ¿Será este el motivo de su gran horror a las tormentas? El horror ante lo azaroso, ante lo imprevisible, tantas veces mostrado a lo largo del libro. Apenas salió FP de Lisboa durante toda su vida, a excepción de aquel famoso viaje para comprar la tipografía, cuando todavía tenía ideales y ganas de esforzarse en proyectos maravillosos. Tampoco podemos omitir su estancia en Durban, durante su niñez y adolescencia, pero esto forma parte de las circunstancias familiares. Por todo ello, son curiosos los relatos y poemas que hablan de otras tierras y experiencias (aquel famoso poema, no perteneciente al libro que tratamos, donde FP conduce por la carretera de Sintra) jamás vistas ni realizadas. El LD es una permanente apuesta por esta ensoñación, por esta insinceridad. Vivirlo todo como si de una novela se tratase: «Mi ideal sería vivirlo todo en plan novela, reposando en la vida —leer mis emociones, vivir mi desprecio de ellas—. Para quien tenga la imaginación a flor de piel, las aventuras de un protagonista de una novela son emoción propia suficiente, y más, porque son suyas y nuestras».
«... Sólo lo que soñamos es lo que verdaderamente somos, porque lo demás, por estar realizado, pertenece al mundo y a todo el mundo. Si realizase algún sueño, tendría celos de él, pues me habría traicionado con el dejarse realizar. He realizado todo cuanto he querido, dice el débil, y es mentira: la verdad es que ha soñado proféticamente todo cuanto la vida ha realizado de él. Nada realizamos. La vida nos arroja como una piedra y vamos diciendo por el aire "por aquí voy moviéndome"» (LD. 342). FP tenía su capacidad para crear mundos propios y por ello, al describirlos, más sinceros que la propia realidad de los hechos. «Sólo estamos verdaderamente donde no vemos», escribía a Vando Villar. La calle de los «Douradores» es para FP-BS el mundo entero, el sentido global de las cosas, desde ahí lo ve todo, lo siente todo, lo recrea todo en su imaginación. En otras palabras, crea su mundo. Y crea arte, porque arte es comunicar a los demás lo que nosotros vislumbramos como diáfanos, comunicar lo propio a almas ajenas que quizás vengan a padecer de lo mismo. Ética y desasosiego. Análisis de la indiferencia pessoana Para iniciar el análisis de los posibles contenidos éticos del LD. partiré de aquella concepción que plantea a lo largo del texto y al mismo tiempo le da su coherencia. Aparece claramente manifiesto en el fragmento 228:«Así como, lo sepamos o no. todos tenemos una metafísica, así también, lo queramos o no. todos tenemos una moral. Tengo una moral muy sencilla: no hacer a nadie ni bien ni mal. No hacer a nadie mal. porque no sólo reconozco en los demás el mismo derecho, que creo que me corresponde, de que no me molesten, sino porque me parece que los males naturales bastan para el mal que puede haber en el mundo. Vivimos todos, en este mundo, a bordo de un navio zarpado de un puerto que desconocemos hacia un puerto que ignoramos: debemos tener los unos para con los otros una amabilidad de viaje. No hacer bien, porque no sé lo que es el bien, ni si lo hago cuando parece que lo hago...». Puede decirse, siguiendo el texto, que FP o siente miedo y temor a la vida cotidiana con sus inevitables obligaciones sociales, o anda bastante
descaminado a la hora de analizar qué es esto de la moral. Su apuesta moral es no hacer a nadie ni bien ni mal: pues bien, esto no tiene nada de apuesta moral, todo lo contrario: esto es lo que asemeja a las personas con las piedras. La indiferencia mo
, v-, ral produce quietismo. Si nada tiene un valor por encima o por debajo
de cualquier otro, no hay acción, ya que no podemos elegir. Recordemos el asno de Buridán. En este sentido, nos hemos convertido en asnos. Vladimir Jankélévitch, en su obra La paradoja de la moral, nos aclara estas cuestiones. Veamos la página 46: «Es imposible encontrar una doctrina filosófica que pueda mantener con rigor la apuesta de la indiferencia respecto de cualquier toma de posición moral: una indiferencia, aunque sea infinitesimal, entre mal y bien, una parcialidad imperceptible, una invisible polaridad, es decir, un prejuicio, pueden detectarse siempre; sin el principio elemental de la preferencia incipiente, sin un mínimo "más que", ni la elección, ni la vida, ni el movimiento, serían posibles. Además, el inmoralismo absoluto, tiene algo de cadavérico». Seguro que FP escribió este fragmento 228, anteriormente reseñado, con toda la lucidez: se trataba de dar coherencia a todo el libro, de mantener la lógica en su intento de literaturizarse, de convertirse en ficción. Pero incluso los personajes de ficción tienen su propia moral, y FP, en cambio, construye un ente ficticio llamado BS-FP, que carece de ella. Su moral es abstenerse de moral. Los males naturales bastan en el mundo, dice, no quiere más males añadidos por la conducta humana. ¿Y por qué llamar a determinadas circunstancias naturales, males? Lo natural no es ni bueno ni malo, puesto que carece de intención. Otra cosa es que los individuos lo consideremos de otra manera, en virtud de la incidencia que estas circunstancias tengan para nuestro cuerpo y alma. Pero, si hay una valoración de lo natural que no necesita ser valorado, esto se produce por mimetismo: es una antropomorfización de lo natural. Por ello, ¿cuánto menos no existirá una valoración de lo humano? El mismo FP cae en su propia contradicción cuando dice que hemos de tener los unos para con los otros una amabilidad de viaje. ¿Por qué amabilidad?, ¿no podríamos tener esa indiferencia que momentos antes propugnaba, o cierta mala disposición, por ejemplo? Introduce aquí una clara valoración: hay que tener amabilidad, no causar molestias, hacer al prójimo la vida más fácil, sin causarle complicaciones y problemas.
Bueno, ¿y cómo se logra esto? Aventura complicada me parece. FP nos ha introducido irremisiblemente dentro de aquella problemática que quería ignorar: la ética. Tener amabilidad en el via
AUTOR - TEMA MONOGRÁFICO ANÁLISIS TEMÁTICO mismo tiempo, que es una quimera. Su afán ético va tan lejos, que por no hacer mal al prójimo, no quiere ni siquiera perturbarlo con su presencia. Odia al activo porque en sus afanes lleva la desgracia y la noche a otros hogares. La solución es «sentir de verdad», llegar a la dolorosa conciencia de sí. Conciencia que por no herir al prójimo, nos sume en el estoicismo y quietismo más radicales. Pero es inevitable la acción, el hombre no es hombre si no la hay. Y FP se aleja de la moral porque se aleja de la acción, alejándose de esta última porque su moral es tan rigurosa que no permite el más mínimo incomodo al prójimo. Si hay un moralista hasta el paroxismo, éste es FP. Mejor, digamos hombre con un profundo sentido ético. No cree en sistemas morales, que son el escudo de la acción. Si se construye un sistema moral, es por salvaguardar determinadas acciones con respecto de otras y también, claro está, determinados intereses. Porque, ¿es posible una moral sin interés? Esta es la búsqueda que, fundamentalmente desde Kant, emprendió la Ética. De tanto que pide al hombre, BS ya no puede creer en él, porque no hay nadie que ofrezca lo que él demanda. Lo pide todo a la vez, quiere hacer del hombre una especie de ángel o Dios, y esto no es posible. Rechaza hacer el mal porque no gusta de molestar a nadie. Rechaza el bien porque desconoce las consecuencias de la acción buena. Y pone ejemplos de buenas acciones: dar limosna, educar e instruir. Duda de sus
consecuencias, y si lo hace es que esto no le es indiferente; si supiese que dichas consecuencias no iban a ser perjudiciales, no dudaría un instante. Pero, ¿quién lo sabe? Actuar con esta incertidumbre a cuestas es el paradigma ético, nadie puede darnos la certeza. FP no opta por criterios morales establecidos, criterios que consideran bueno aquello que lo es y lo será siempre: él duda, sabe que no hay criterios eternos y que, por lo tanto, sus acciones quedan sujetas a la incertidumbre moral. En consecuencia, proclama la indiferencia, única solución a su ansia y afán éticos. En la duda, me abstengo, dice. Y en la duda no hay abstención: se elige lo que se elige, o se sigue dudando. FP no se abstiene, opta por la amabilidad y con ello ingresa de nuevo en la ética, de donde, por cierto, nunca salió. je supone actuar de una cierta manera que inevitablemente el prójimo «lee» e interpreta. Uno quiere ser inofensivo, no causar molestias, abstenerse de intervenir en la vida ajena.... pero interviene para bien o para mal, depende cómo entiendan nuestra conducta: «Las palabras de los demás son errores de nuestra audición, naufragios de nuestro entendimiento. Con qué confianza creemos en (nuestro) sentido de las palabras de los demás. Nos saben a muerte las voluptuosidades que otros ponen en palabras. Leemos voluptuosidad y vida en lo que los otros dejan caer sin intención de darle un sentido profundo» (LD. 398). Si las palabras se «entienden» una vez filtradas por esa especie de código personal que cada uno tiene, las dotamos de un significado que bien podrían no tener, también dotamos de significado a otras acciones que no necesitan ser verbales: el hombre es un ser que busca significados aunque sea inconsciente de ello, un ser que interpreta continuamen te y. al mismo tiempo que interpreta, valora. Quizás sea esta falta de objetividad lo que irrita profundamente a FP. pero es inevitable, y esta inevitabilidad no nos dispensa de apostar por el valor: todo lo contrario, entre tantas vallas y contradicciones, el sujeto ético ha de apostar sin triunfar nunca, es una apuesta al infinito. Si el desasosiego ante la vida, su apuesta por el individuo y el desprecio por las masas, «los que verdaderamente sufren no se hacen plebe, no forman conjunto», llevan a FP a refugiarse en una especie de
fotografía de sí mismo, que aborrece molestar al prójimo tanto como que el prójimo le moleste a él.... todo esto no le impide escribir y publicar y. por ello, incidir en las vidas ajenas. Aunque uno intervenga para apostar por la no intervención, interviene, y no puede escapar a la moral. Se refugia en sus sueños, en sus sentimientos, construye su mundo en la calle de los Douradores: a FP no le hace falta lidiar con la realidad de un determinado problema, él ya lo ha creado y analizado en sus sueños: «He sufrido en mí. conmigo, las aspiraciones de todas las eras, y conmigo se han paseado, a la orilla oída del mar. los desasosiegos de todos los tiempos...» (LD. 251). Ante el problema moral, es comprensible que Pessoa construya la ética de la indiferencia porque sabe de las dificultades del valorar y. todavía más. la dificultad de la puesta en práctica de un determinado valor: «Todo esfuerzo, cualquiera que sea el fin al que tienda. 116/ANTHROPOS
sufre, al manifestarse, los desvíos que la vida le impone; se convierte en otro esfuerzo, sirve a otros fines, consuma a veces exactamente lo contrario de lo que pretendía realizar» (LD, 366.) Por todo ello, la ética pessoana es una ética de sueño literario, no es una ética de la vida cotidiana. Pero no se puede ser amable siendo indiferente, no se puede ser indiferente. La indiferencia acarrea más problemas que aquellos que pretende eliminar, es más, no elimina ninguno. De alguna manera determinada, el indiferente nos irrita, por lo tanto el afán de ser indiferente del
indiferente jamás consigue su propósito. Siempre que estemos dentro de la relación entre personas, la indiferencia ética no ha lugar. Si. dando un paso, pasamos a tener amabilidad de viaje, estamos ya muy lejos del afán del indiferente. El hecho de vivir en sociedad supone todo esto, no nos queda más remedio que aceptar que el prójimo lea nuestros gestos, nuestras palabras, nuestras acciones, y consiguientemente valore. «El valor es la razón de ser del ser» (V. Jankélévitch, La paradoja de la moral p. 101). No entro en consideraciones sobre el valor de la valoración; esto es labor posterior y objeto de la ética. Por tanto, la ética es el obstáculo que encuentra BS-FP para convertirse en ficción, para no pasar de ser mera literatura. Escribe el frag. 228 para que su intento quede atado y bien atado, pero patina irremisiblemente frente al valor, porque no todo da lo mismo y eso él lo sabe perfectamente. La indiferencia le permitía pasar por la vida como un sueño literario, pero la amabilidad que propugna (porque siempre y necesariamente tiene que haber un desplazamiento de la indiferencia hacia algún lado) lo sitúa ante esa realidad de la vida que él trataba de evitar: «He equivocado el método de fuga. He huido, mediante un rodeo incómodo, hacia el mismo lugar en que estaba, con el cansancio del viaje sobre el horror de vivir allí» (LD, 215). Está claro que ese aislamiento total que él propugnaba es imposible, nada puede ser indiferente, lo más mínimo nos implica comprometedoramente. Y el suicidio tampoco es solución porque FP odia a la vida por amor a ella, esto es, la vida es lo que más quiere y aprecia pero se le hace insoportable y odiosa debido a los resultados del actuar humano. Está contra la acción y sabe también que es tonto estarlo, porque nadie puede sustraerse a ella. Es la situación contradictoria de un hombre que ama sobre todo la pureza en la relación human a y que sabe, al El prójimo en un mundo de desasosiego Ya hemos visto como en la misma reivindicación de la indiferencia moral por parte de FP, podemos descubrir algo más que indiferencia. Hay una preocupación por su prójimo expresada en numerosos fragmentos: «Siento ante el envilecimiento de los demás, no un dolor, sino una
incomodidad estética y una irritación sinuosa» (LD, 230). Poco nos importa que sienta lo que siente por bondad o no, el caso es que lo siente. No hay aquí indiferencia ninguna, hay compasión por aquellos seres que, como él, están condenados a vivir y a soportar lo que la vida trae consigo: «Estamos todos acostumbrados a considerarnos como primordialmente realidades mentales, y a los demás como directamente realidades físicas; vagamente nos consideramos como gente física, para efectos en los ojos de los demás; vagamente consideramos a los demás como realidades mentales, pero sólo en el amor o en el conflicto adquirimos verdadera conciencia de que los demás tienen sobre todo alma, como nosotros para nosotros» (LD, 222). Así, uno puede sentir la injusticia que contra él se comete y no se percata de aquella a la que puede someter al prójimo. Plantea aquí FP el problema de los fines y los medios, de una manera indirecta. La comprensión de los demás como entes físicos, es, en definitiva, su consideración como objetos que pueden servir a nuestros fines. Una realidad física se utiliza o se ignora como un pedrusco. En cambio, la consideración del prójimo como realidad mental, con alma, está más cercana al ideal ético que pide considerar a los demás como fines y no como medios. Tomar consciencia de esta realidad del sujeto como ser dotado de alma, capaz de gozar y de sufrir, sería el paso primordial para construir un mundo justo: «La única actitud intelectual digna de una criatura superior es la de una tranquila y fría compasión por todo cuanto no es él mismo. No es que esta actitud tenga el menor carácter de justa y verdadera [pero es tan envidiable que es preciso tenerla]» (LD, 412). Volvemos a ver en este fragmento, que BS trata de evitar cualquier acercamiento a lo moral; para él, la compasión que propugna ni es justa ni verdadera, solamente es envidiable. Y, ¿por qué esta envidia?, ¿no estará producida por un afán de justicia social? Creo que el intento pessoano de indiferencia encuentra en la compasión otro obstáculo. Quien es indiferente no se compadece del prójimo. La conciencia de sí pessoana (tan lúcidamente contradictoria) encuentra el sufrimiento de vivir, el absurdo, el desasosiego... y busca su liberación
en la literatura. Comunica al resto de seres humanos su experiencia porque la juzga análoga en las cuestiones primordiales. Otra cosa es que el prójimo sienta esta problemática, que esté preparado para sentirla. Quien, como FP, cree ver la comunidad de almas que se afanan por distintos derroteros y con los mismos puertos de partida y de llegada, no es extraño que sienta compasión, él es de aquellos pocos hombres dotados de sensibilidad, que, curiosamente, sólo será reconocido por las generaciones futuras. Hay un constante equilibrio para que el poeta no pierda pie. Cuando siente compasión, la siente porque es envidiable, nunca trata de darle una dimensión moral, no busca la universalidad, él reivindica como ciertas sólo sus emociones y sentimientos. Trata pues de mostrarnos su universo propio, sin referencia a las almas ajenas, pero siempre hay un desliz, una muestra de que hay otros por los cuales, de alguna manera, se preocupa: «La violencia, sea la que fuere, ha sido siempre para mí una forma desencajada de la estupidez humana» (LD, 437). No logra evitarlo; aunque sólo sea para rechazar, hay continuas referencias a los quehaceres humanos. Y, quien rechaza, valora; pide que todo sea de otra forma. Hay una dimensión ética en muchos de los fragmentos del LD, un amor al hombre en cuanto es hombre mezclado de un sentimiento de odio hacia aquellos, que siendo llamados también hombres, no han aprendido a serlo, no han profundizado en su esencia, en su radical soledad y su sujeción a un absurdo destino. La reivindicación de la soledad, de la subjetividad, de la conciencia de la soledad esencial del ser, es la bandera de batalla de FP. Comprendida esta dimensión, el hombre pasa a tener aquella amabilidad de viaje para con sus semejantes: «Si voy a traducir esta emoción en frases que la ciñan de cerca, cuanto más de cerca la ciño, más la doy como propiamente mía, menos, por lo tamo. la comunico a los demás. Y si no se da el comunicar a otros, es más justo y más fácil sentirla sin escribirla» (LD, 459). Hay en FP una necesidad de comunicar, no se guarda sus impresiones, trata de extenderlas, de identificarse con el alma ajena. Es solitario,
reivindica dicha soledad, pero desde ella busca al prójimo, necesita comunicar con él. La
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palabra es social y nadie puede renunciar a esta dimensión. Se puede rechazar esto y aquello, puede pensarse que todo es obra de locos, pero la esperanza en el hombre es más fuerte en estos espíritus radicales-oscuronegativos que en muchos moralistas de tres al cuarto que sólo creen en ellos mismo y someten la libertad de los demás a la constricción de las normas. Pero la indiferencia de BS es una indiferencia que surge desde su dimensión ética. Es para él la mejor manera de comportamiento. Ni que decir tiene que, a primera vista, a nivel práctico, la indiferencia pessoana o la indiferencia no pensada desde la ética, tienen, las dos, la misma incidencia para el sujeto paciente. El sujeto paciente no puede averiguar cuáles son los sentimientos éticos del agente, a no ser que le sean explicados por él, con lo cual el sujeto agente deja de ser indiferente. Quizás, el mundo esté lleno de personas que han llegado a la conclusión de que lo mejor es no molestar al prójimo y, precisamente por ello, ser indiferente hacia él. Pero éstos, en nada se diferencian de aquellos que no han reparado en las vidas ajenas y actúan ignorándolas. Su diferencia sólo podría ser establecida por quien pudiese leer nuestra alma. Pero hay otra versión más profunda de toda esta problemática. A través de esta nueva visión comprobaremos que hay una sustancial discordancia entre ambas indiferencias y que no hace falta ningún Dios para vislumbrarla. La indiferencia pessoana lo es en todos los aspectos: para el bien y para el mal. Por ello, por ser indiferencia ante la acción, trata de no hacer ni una cosa ni otra. La indiferencia habitual, indiferencia no pensada éticamente, lo es normalmente para el bien, pero ante el mal , ante el
dolor que pueda causar al prójimo no se mantiene también indiferente, actúa y elige hacer el mal, porque aquí quien es indiferente es la persona, pero no la acción. En resumen, para FP el hombre no es indiferente y por ello elige la indiferencia de la acción: no hacer ni bien ni mal. Para el indiferente habitual, quien es indiferente es el hombre y por ello elige actuar de la manera que más satisfaga a sus intereses, porque lo único importante es él, él es lo único en el mundo que no es indiferente. Sirva todo esto para denunciar, ahora, el carácter profundamente ético de la indiferencia pessoana, la indiferencia elegida desde el reconocimiento del prójimo. Por ello, esta indiferencia no puede ser tal, es sólo una propuesta ética 118/ANTHROPOS
ideal e irrealizable que abre el camino para una comunicación más justa y racional con el prójimo. Su alejamiento social, su apuesta por la indiferencia y la falta de fe en lo que sea, que hace la vida soportable y combativa, llevan a BS-FP a un solo reducto: la introspección. En el abismo en que penetra, no encuentra cuerda de salvación, antes bien, todo se vuelve aún más complicado. La vida del hombre normal acredita en un yo bien configurado, pero la única dimensión sólida de ese yo viene dada por el pronunciamiento de nuestro nombre propio por los
demás. El reforzamiento de ese nombre, léase éxito social, parece consolidar nuestro yo al henchir nuestro narcisismo, pero nada de propio pusimos en esta investigación, el refrendo es ajeno, exterior, y por eso tambaleante. Quizás el yo no sea más que esto, una ficción personal y una realidad social derivada de la posesión y pronunciamiento de un nombre. En la soledad pessoana el yo se diluye, cobra conciencia de la quimera de la identidad. Así como el prójimo nos ve, que por ser prójimo es múltiple y variado, FP quiere verse. Desde las interrelaciones de la multiplicidad ajena, un yo va tomando cuerpo, pero nunca lo hace de manera absoluta, está abierto a la interpretación, a la lectura, a la posibilidad, aunque también parece poseer rasgos definitorios que muy probablemente el propio sujeto (el quimérico yo)ignore. También en determinados casos, el yo es absolutizado, demarcado definitivamente en el interior de un cerco de hechos y valoraciones sin salida. Es evidente que en estos casos el sujeto cercado busca escapatoria, busca un hueco en el cerco que pueda borrar esa falsa imagen de identidad atribuida por el entorno humano. Así, lo personal demanda a lo social una lectura de su identidad abierta a la posibilidad; en cambio, lo social añora, pretende y, hoy en día, actúa, introduciendo lo personal en un archivo informatizado, o mejor, haciendo de lo personal una ficha de uso social (mejor, estatal). En Pessoa hay un intento de romper con esta doble dimensión: en lo propiamente personal nadie puede ser absolutizado, el mismo yo encuentra su propio abismo y se espanta de su complejidad; la persecución del yo es una quimera y un sinsentido. En la dimensión social se produce la ruptura pessoana al tratar de personalizarse socialmente, esto es, ofreciendo una tremenda complejidad al mundo que por mucho que se analice, nunca podrá ser reducida a las dimensiones de un cerco. El cerco puesto a FP tiene infinitos agujeros por donde se nos escapa. Esta lucha entre lo personal, que pone orificios de escape, y lo social, que pone o trata de poner una presa explicativa ante cada orificio, caracteriza la obra de FP. Visto desde otro punto de vista, es la lucha entre el convencimiento de la incapacidad del conocimiento, pero que opta por conocer (FP), y el
convencimiento de que cuatro dimes y diretes, apoyados por las palabras ciencia y técnica, son el conocimiento. Este tema del conocimiento es, como señalaba Nelly Novaes Coelho en su introducción a la novena edición de la obra poética de FP (ed. Nova Aguilar), el problema central de toda la producción pessoana. La obra de FP es uno de los exponentes más significativos de la crisis del conocimiento accesible al yo. Esto es lo que lo sitúa en la Modernidad, tras la ruptura con el Romanticismo y lo que en él se implicaba: la exaltación del yo como sujeto cognoscente. El yo es el gran obstáculo entre el poeta y el conocimiento del mundo; de ahí la despersonalización pessoana y sus heterónimos creados después de la elaboración de sus escritos filosóficos y como respuesta a la problemática allí vislumbrada y planteada. Es, por tanto, la situación de un hombre en la vanguardia de su época, lo cual siempre acarrea problemas. Su falta de creencia en aquello que a las demás personas les da fe y seguridad, su convencimiento de que todo es engaño y falsedad, de que la verdad es inalcanzable... le llevan ante el abismo y el horror de la vida y de ahí al tedio y al desasosiego. Curiosamente, FP tomó parte activa en la vida social de su época, aunque sólo fuese con sus artículos y comentarios. Creyó que esta era la mejor manera de servir a su país y a sus ciudadanos. También sabemos que sus escritos produjeron abundante polémica. Tuvo que esforzarse por actuar y no alejarse demasiado de su ideal ético. No faltaron quienes, lejos de rebatir sus escritos, rebatieron su persona (conducta siempre de moda) y así lo condenaron a una especie de ostracismo del loco-degenerado, que sólo los años se encargaron de suprimir. Él mismo lo decía: «los hombres sólo aprenden de sus bisabuelos, que ya han muerto». Los años le han traído la gloria que le faltó en vida, los hombres de acción le veneran y le rinden homenajes... ¿Será esta la posteridad que buscaba? Nunca se sabe, habría que preguntárselo a él. Lo cierto es que los años lo asumen todo.
Un encuentro y la memoria. Un aspecto de la dramatización
externa de los heterónimos José Ángel Cilleruelo I El asombroso volumen de inéditos que Fernando Pessoa dejó como herencia de una vida aparentemente gris —aunque secretamente intensa — a los hombres del futuro, ya que sus coetáneos poco tiempo invirtieron en comprenderle, no se explica sin una continuada «crisis de abundancia» —como nombró el propio poeta a su grafomanía visceral— a lo largo de toda la vida. Las hechuras de esta producción interior, que se venían midiendo a ojo desde la fecha de su muerte, sorprendieron una vez más cuando en 1982 vio la luz ese manuscrito de manuscritos que es el Livro do Desassossego. Nadie ajeno al secreto podía imaginar que un material tan valioso y decisivo permaneciera durante 50 largos años oculto en el baúl. Esta aventura interior tuvo también su reflejo, aunque de una manera precaria y parcial, en el exterior, es decir, en los medios de comunicación literaria habituales en la Lisboa de la primera parte del siglo XX. Durante su juventud, Pessoa pretendió —desde revistas como Orpheu o Portugal Futurista— intervenir directamente en la sociedad para modificar sus ya obsoletos gustos y adaptarlos a las nuevas exigencias artísticas. Tarea ésta de la que no recolectó sino incomprensión y rechazo en su momento; y admiración en la posteridad por el noble empeño que la orientaba. Durante la madurez Pessoa optó por una exposición elaborada y concienzud de su quehacer poético; la agresividad vanguardista deja paso a un sereno y ejemplar desarrollo de sus intuiciones literarias —visible en Contemporánea o en la diestra dirección de Athena. Coincidió, sin embargo, esta segunda actitud en un aspecto con la primera: la indiferencia y el fracaso de entonces, y la admiración actual. Tan sólo en el último tramo de su vida Pessoa decidió modificar sus planes publicitarios, simplificándolos notablemente, para así obtener una consideración social como escritor, a la vista de que el público que le era natural estaba incapacitado para comprenderle en toda su complejidad.
Todavía en 1948 —antes de los primeros ensayos sobre su obra— un crítico escribía, literalmente: «se trata de un escritor [Pessoa] singularmente original y oscuro (algunas de sus poesías son incluso incomprensibles)».1 La adaptación a los angostos horizontes de sus anhelados lectores presenta dos caras: antes de nada primó, a la hora de publicar, la parte de su obra que pudiera ser asimilada más rápida y fácilmente, la edición de Mensagem; escribió, después, textos inspirados en una concepción mucho más simple de la literatura, por lo tanto de inmediata comprensión, como es el caso de las Quadras ao gosto popular. 2 Algún resultado obtuvo Pessoa de estos esfuerzos: un lugar en la prensa diaria —pretendido durante muchos años, no siempre consiguió que los directores aceptasen o solicitaran sus originales— y un premio institucional del que hoy guardamos memoria no precisamente por la bondad del libro que lo mereciera —Mensagem— sino por lo que, en esas fechas, no hubiera despertado ni siquiera la curiosidad del jurado, es decir, los poemas heterónimos. A estas tres actitudes sobre el modo de revelar sus escritos, someramente esbozadas, la consideración pública respondió de tres maneras diferentes: a la provocación juvenil contestó con una polémica tanto o más agresiva y la descalificación ad hominem; la estela de Athena fue el silencio; y a la reducción final siguió un discreto reconocimiento institucional digno del menor de los poetas. Ahora bien, alguien debió de darse cuenta, en algún momento, de que su labor literaria poseía rasgos extraordinarios; pues sin ese alguien Fernando Pessoa continuaría siendo para el mundo un nombre de nadie. No parece plausible que ese descubrimiento ocurriera en la etapa vanguardista, donde Pessoa se perdía entre una turba de jóvenes díscolos y, en general, miméticos, entre los que tal vez destacara sólo por sus especiales dotes expresivas e imaginativas. Tampoco parece convincente pensar que Mensagem, considerado aisladamente, hubiera atraído la atención de la posteridad. No es abusivo concluir, por lo tanto, que el germen del interés por el poeta del desasosiego habrá de encontrarse en el territorio de su máximo
hallazgo poético: los heterónimos. Pero la revelación primera de los heterónimos, en todas sus dimensiones, está vinculada a la publicación de los 5 números de Athena.3 Evidentemente, la pública indiferencia con que fue acogida Athena de ningún modo descarta la posibilidad de un asombro y un entusiasmo particulares: alguien en Portugal, es obligado pensar, debió de comprender el alcance de la articulación heterónima, o por lo menos, debió de disfrutar con los aciertos estéticos de los poetas del poeta. Y, claro está, así ocurrió: «Creo que fue en 1925. Había entrado un día, en Coimbra, con José Regio, en la antigua Livraria Moura Marques, y encima de la mesa estaba un número de la revista Alhena, aparecida poco antes. Regio hojeó el infolio de portada verde, donde se leía, debajo del título impreso en negro, en caracteres rojos muy nítidos, el subtítulo Revista de Arte [...].4 En cierto momento Regio me llamó. Tenía la revista abierta en la página 18. En tipo negro, en lo alto de la página, leí: Odes, y debajo, en caracteres más menudos: Livro Primeiro. Apuntándome una de las odas —eran veinte en total— Regio me dijo: — Lee. Leí. [... ] Regio me explicó: —Este Ricardo Reis es, creo yo, un pseudónimo de Fernando Pessoa, el director de la revista. Y, puedes creerme, Fernando Pessoa es un personaje muy importante. Veo en él el mayor poeta del modernismo»? Nos lo cuenta Joáo Gaspar Simóes,6 que tenía entonces 22 años, dos menos que su compañero José Regio.
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Como desmesurada o tal vez provocativa, si no decididamente absurda, hubiera sido calificada en 1925 la última afirmación de Regio. Hoy, una frase análoga sería considerada como una trivialidad, lugar común que nada aporta más allá de un asentimiento generalizado. Ese mismo año José Regio leyó en Coimbra su tesis de licenciatura; el último capítulo de su trabajo estaba dedicado al modernismo portugués. Este es el primer intento de interpretación crítica que mereció la generación de Pessoa, las primeras palabras escritas de una tradición exegética que alcanza hoy dimensiones inquietantes. II Un buen día ambos jóvenes universita rios —editores a partir de 1927 de una revista en Coimbra donde reconocen a los modernistas como mentores propios, situándolos a idéntico nivel que sus preferencias clásicas—7 deciden visitar en Lisboa al poeta que inspiró Alhena y tanta admiración despertaba en ellos. Los citó Pessoa en el Café Montanha un domingo de junio en 1930. El encuentro tiene hoy un valor emotivo, un encanto que la distancia temporal dora; aunque si alguna trascendencia tuvo esa tarde no fue precisamente la esperada por los más jóvenes. A raíz de lo ocurrido entonces, por ejemplo, Regio se desinteresó casi completamente por la figura humana de Pessoa. Pero, ¿qué ocurrió en el encuentro? En pocas palabras: Pessoa se mostró superficial y lejano, o como dice uno de los testigos, «cortés en exceso, artificial sin precisión y difícilmente escritor».8 La memoria del hecho se reduce a las sucesivas evocaciones posteriores de uno de sus protagonistas: Joáo Gaspar Simóes, quien ha dejado constancia de su recuerdo al menos en tres ocasiones. La primera de ellas escrita inmediatamente después de la muerte del lisboeta, y dos
veces más, ya avanzados los años, los estudios y el relieve universal que la obra de Pessoa paulatinamente alcanzaba. Los textos son: a) «Imagen rectificada do poeta Fernando Pessoa», en Diario de Lisboa, 17 de abril de 1936; b) «Posfácio: Fernando Pessoa e a revista Presenta», en Cartas de Fernando Pessoa a Joáo Gaspar Simóes, Lisboa, 1957 (2.a ed. Lisboa, 1982); c] «Fernando Pessoa», en J.G.S., Retratos de poetas que conheci, Porto, 1974. Al margen de otros recuerdos circunstanciales o de las divagaciones con que Simóes justifica el olvido de las palabras que se cruzaron —o dejaron de cruzarse— aquel domingo en el Café Montanha —empeño sospechoso en sí mismo dada su excelente memoria en otros casos—, lo interesante de comparar las distintas versiones del episodio es verificar en ellas un evidente proceso de mixtificación, de mixtificación parapessoana además. El caso ilustra de un modo paradigmático el desmedido edificio de viento que cierta crítica con predisposición mística ha ido construyendo con la personalidad humana de Fernando Pessoa. Veámoslo. No parece arriesgado calificar como «fracaso comunicativo» lo ocurrido aquella tarde de 1930 entre la ilusión juvenil de unos y la desesperación escéptica del otro. Pessoa no concedió mayor importancia al incidente y, en carta posterior, se refiere al acontecimiento de un modo convencional, de cínica trivialidad incluso: «Me hubiera gustado hablar más con usted y con José Regio cuando tuve la alegría de conocerlo; pero la prisa no dejó a la ocasión más que el privilegio de la oportunidad».9 No más bella que huera, la frase no acaba de dar la razón del desencuentro, ¿fue la prisa la causa de una conversación —todo parece indicarlo— plagada de incómodos silencios? Por su parte, los jóvenes, o mejor, Gaspar Simóes, no podían contentarse con una explicación tan simple. El hecho de que no resultara el primer encuentro lo colmado y natural que se deseaba, despertó la necesidad de una interpretación más compleja, más acorde con la materia literaria, que sustituyera las deficencias de la precaria realidad de aquel domingo de junio en Lisboa. Echó mano para ello Gaspar Simóes de la
paradójica personalidad lírica del poeta de Orpheu, pero la falta de perspectiva y la carencia de los criterios interpretativos que surgirían en sus estudios posteriores, dejaron la explicación en un confuso circunloquio heteronímico, escaso de significado y orientación: «Fernando Pessoa intentó inútilmente, falseando todas la personalidad, ser una de ellas. Alvaro de Campos no quería comparecer a la llamada: Fernando Pessoa hizo desesperadas llamadas a su ingeniero Alvaro Campos [sic], positivo y dinámico; Alberto Caeiro no compareció porque ya había muerto; Ricardo Reis aparecía y desaparecía, delicado, exacto, metafórico, o sea, muy poco humano» (a). Pero concluye la tentativa de interpretar literariamente un hecho de tan adversa realidad cuando la evidencia del recuerdo, todavía fresco, se le impone: «Fernando Pessoa se veía obligado a ser Fernando Pessoa malgré luí, por lo que no llegaba a ser propiamente ninguna personalidad» (a). Pessoa fue Pessoa, se dice Simóes, aun a costa suya, con muchos mundos interiores pero muy poco mundano. Cuando veinte años después, en 1957, Gaspar Simóes decidió hacer pública su correspondencia privada con Pessoa, éste había dejado de ser el poeta casi desconocido que era en el momento de la muerte. En esas dos décadas se habían sucedido reconocimientos y homenajes; se habían publicado infinidad de artículos exegéticos; en las librerías se hallaban dos libros capitales que descubrían sin ambages su importancia literaria, el de Jacinto do Prado Coelho (1949) y la esmerada biografía del propio Simóes (1950); no sólo se le traducía a otras lenguas, sino que también empezaba a levantar el interés crítico fuera de Portugal, como demuestra el libro de Joaquín de Entrambasaguas (1955). En 1957, por otra parte, Gaspar Simóes había aplicado una serie larga —y polémica— de criterios interpretativos a la vida y obra pessoana; sobre ambas sus comentarios se extendieron con profusión y afán de exhaustividad. Por ello, cuando en el epílogo al epistolario publicado en 1957 (b) el biógrafo trató de rememorar el instante primigenio de su conocimiento del biografiado, la impronta del hecho estaba ya, tal vez sin él quererlo, cubierta por la niebla de la distancia, prácticamente perdida; en su lugar bullían las ideas y concepdones suscitadas por la lectura y relectura de la vida y obra del
hombre cuya mano había estrechado por primera vez un domingo de junio en 1930. Algo similar ocurre cuando más tarde esboza el retrato del poeta de Alhena (c). 120/ANTH ROPOS
Ahora las razones del «fracaso comunicativo» son ya otras, otro es ya el sujeto evocador y. al final, parece como si fuera otra la realidad evocada. «Ese primer contacto con la singular personalidad del hombre de Orpheu [...] provocó en José Regio, creo, cierta decepción. ¿Por qué?» (b). La cuestión se plantea en 1957 en términos parecidos a como se había enfocado en 1936. pero la respuesta es sorprendentemente otra: «Porque
Fernando Pessoa [...] en lugar de comparecer personalmente a la entrevista, envió por él. digámoslo así. a una tercera persona: ¡ni más ni menos que el Ingeniero Alvaro de Campos! De forma que. mucho menos natural que su progenitor, el hombre de la Ode Marítima se nos mostró tal como era: además de ingeniero, algo así como una sofisticada personalidad» (b). La misma respuesta que consolidará el retrato de 1974: «Tímido como era. sin ninguna duda. Pessoa. el Pessoa corresponsal extranjero, prefirió encargar al Ingeniero Alvaro de Campos, hombre de mundo, espíritu sensacionista. hacer las honras de la casa a los jóvenes críticos de Coimbra» (c). Idea ésta que reitera en términos análogos nada menos que cinco ocasiones en las cuatro páginas que dedica a relatar el episodio. ¿Estamos ante una traición de la memoria? No parece el caso. Repite Simóes. al referir la suplantación de la personalidad real por la ficticia, la frase «así nos pareció». Pero evidentemente no debió de ser esta la impresión original del momento, en el Café Montanha. puesto que en ese caso el texto de 1936 (a) la expondría con nitidez. Más bien parece una impresión a posteriori en la que la crítica literaria ha prestado sus esquemas interpretativos a la narración de la realidad. La diferencia no es únicamente de matiz: quien se interese por el episodio no puede obviar que no está frente a un hecho de la realidad aportado por la memoria de un testigo, sino ante una postura crítica que toma partido a favor de una concreta interpretación de la obra pessoana. La mayor y más formal difusión de las versiones (b) y (c) ha generalizado la idea de Pessoa como dramatizador también externo —en la realidad— de su «drama en gente». La comparación que precede no quiere decir que no lo fuera; apenas demuestra que en este caso no pasó de la imaginación de un crítico.
III Una interpretación anómala, una construcción crítica predispuesta
más hacia el misticismo que hacia la realidad, acaba por desalentar incluso a sus difusores. No ha de resultar extraño, por lo tanto, que un crítico como Joáo Gaspar Simóes, que ha escrito miles de páginas exegéticas sobre el quehacer pessoano —no todas tan desfortunadas como las aquí citadas, claro— sea capaz de dudar, en un momento dado, de la validez literaria del objeto de su paciente estudio, y escribir algo tan increíble como esto: «Pues bien: estoy absolutamente convencido de que todos nosotros somos víctimas de una misma equivocación, y no me excluyo del número de engañados. Fernando Pessoa no quiso ser otra cosa sino eso mismo: un mixtificador. [...] Hemos caído en la trampa. Hemos sido realmente burlados, como fueron burlados sus amigos para quien él preparó, conscientemente, la gran payasada de sus heterónimos».10 Por fortuna no es difícil advertir que Fernando Pessoa no es más que una triste excusa para el ascenso y súbito derrumbe de cierta manera de entender la literatura. Ni Pessoa representó su ficción heterónima en el Café Montanha, ni por supuesto sus ficciones heterónimas son una payasada. Simplemente el crítico mixtificador ha caído víctima de su propia mixtificación. Quede como aviso a los futuros navegantes de la vida y la obra del genial portugués. NOTAS 1. Raimundo de Castro Meircles. «O modernismo: Fernand o Pessoa», Navidades, Lisboa. 27-IV-1948. 2. Tal como ha enfocado el problema recientemente Alfredo Margarido en diversas publicaciones. 3. Alhena, Revista de Arte dirigida por Fernando Pessoa y Ruy Vaz. publicada entr e octubre de 1924 (n." 1) y febrero de 1925 (n.° 5). 4. Continúa aquí la descripción de la portada que suprimimos por estar disponible una edición facsimilada de la revista en Contexto Ed. (Lisboa. 1983). 5. El subrayado es nuestro: indica que la palabra modernismo se toma en el sentido portugués, es decir, equivalente a «vanguardia», muy distinto a su homófono castellano . 6. Fragmento extraído del texto (c). 7. Desde sus primeros números la «Folha de Arte e Crítica» Presenta —nombre que recibe además la generación literaria que nace con la revista— reivindica a los modernistas como maestros, aunque en el proceso de madurez abandonen las características vanguardistas y representen casi una contrarrevolución, como ha mostrado Eduardo Lourenqo. 8. Fragmento extraído del texto (a). 9. Carta del 28 de junio de 1930. en Cartas de Fernando Pessoa a Joáo Gaspar Simóes, p. 44. 10. Citado por Eduardo Lourenqo, Fernando Pessoa Revisitado. Lisboa, 1981.
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El antirromanticismo esencial de
Fernando Pessoa José Sánchez Reboredo En mayor o menor medida, el diálogo con el romanticismo, la aceptación o el rechazo de sus planteamientos críticos, están en la base de la reflexión sobre la literatura, y más en concreto sobre la poesía lírica, que se hicieron los espíritus más inteligentes de la Europa occidental del siglo XX. Fernando Pessoa, que es un escritor sumamente consciente de los problemas técnicos de la obra poética, que se interroga continuamente sobre los fundamentos de su propia estética, no podía ser ajeno a esa pregunta por la vigencia de los ideales románticos. En Fernando Pessoa se conjugaba la práctica de un gran artista con la inteligencia de un agudo teórico. Y, a pesar de que es un tópico extendido decir que la práctica poética y la inteligencia teórica se excluyen, la verdad es que muchísimos ejemplos de este siglo y del anterior (Eliot, Machado, Juan Ramón Jiménez, E. Pound, Valery, etc.) destruyen con su ejemplo tan repetida afirmación. En las Páginas de estética e de teoría e crítica literaria,1 que reunieron y prologaron Georg Rudolf Lind y Jacinto do Prado Coelho, se encuentran varias reflexiones sobre diversos aspectos de la teoría romántica. Es verdad que, como nos advierte Prado Coelho, en el prólogo a la recopilación citada, los textos allí reunidos tienen que ser juzgados como fragmentos, muchas veces como simples apuntes para trabajos futuros. Pero, a pesar de todo, una serie de ideas se repiten formando como el núcleo de una teoría propia y meditada. Uno de los peligros que Fernando Pessoa advierte en la escuela romántica es que, al privilegiar el sentimiento individual, al hacer que un rasgo propio del genio sea la intensidad con que se sienta la angustia vital o la inapetencia ante la acción, se descuidan aquellos otros aspectos que en el arte clásico eran considerados como esenciales. «O discípulo dos antigos apoiava a sua crenga em que era poeta en faculdades de construgáo e de coordenado, em urna disciplina interior que nao é táo fácil a qualquer presumir, para si mesmo, que possui». 2 Esas cualidades
no pueden improvisarse, ya que requieren una labor previa de aprendizaje y estudio. Mientras que es fácil considerarse poeta en el romanticismo (aunque luego el resultado de las obras no lo justifique) cuando «as qualidades fundamentáis exigidas sao um senimento de vacuo nos desejos, un sofrimento sem causa, e urna falta de vontade para trabalhar —característicos que mais ou menos todos possuem, e que nos degenerados e nos doentes do espirito assumen um relevo especial». Esa peligrosidad esencial de la teoría romántica para el surgimiento de l auténtico poeta reside sobre todo en el hecho de que el aspirante a escritor, al creerse señalado por esas características anímicas tan generales, descuide el proceso de formación y el cuidado formal, como elementos accesorios. Reprochaba Pessoa a ciertas tendencias románticas el que, en aras de la expresión directa de la personalidad del genio, descuidara todo aquello que significa diseño formal, elaboración constructiva. En su «carta a un editor inglés»3 afirma que el romanticismo «has indisciplined the capacity of constructing which, at least, low classicism had». Pessoa, que, en alguna ocasión, se presentó como enfermo de clasicismo, creía ver en él un esfuerzo por canalizar las fuerzas del artista y sus impulsos espontáneos, para lograr así una expresión más depurada y un análisis más inteligente de los sentimientos. En la crítica del romanticismo de Pessoa ocupa, por tanto, un lugar central el tema de las relaciones entre sentimiento y razón, base de la polémica histórica entre una y otra escuela. Si bien Pessoa señala, en algún momento, que el romanticismo vino a superar un clasicismo caduco, que había venido a sustituir el acertado discurrir libre del crítico y del poeta por la sumisión a ciertos principios heredados, sin embargo (desde el punto de vista actual, del poeta que como él o sus heterónimos ha de enfrentarse a la creación del poema con los útiles teóricos que tiene a su alcance) el principal reproche que se le hace al romanticismo es que el intelecto ocupe en él un papel secundario: «The real decadent art is that of the romantics. Here the point of departure is feeling; intellect is used to interpret that feeling. Romanticism is nothing else. Henee the intolerable waste stretches of Hugo, where one trite or feeble feeling is
drawn out by a subsidiary application of intellect, till the reader is tired».4 A Pessoa el camino romántico le parece equivocado. No que la razón creativa ilustre el primer sentimiento del poeta, con lo cual se cae muchas veces en tediosas reiteraciones de conceptos, sino el proceso contrario. Según Pessoa, los auténticos artistas clásicos: «think his poem first. and then feels on the basis of that thought». 122/ANTHROPOS
Sería interesante comparar estas ideas con las de otro gran teórico del arte, estrictamente contemporáneo del portugués, Ortega y Gasset, que, recordémoslo, nace unos cinco años antes que Pessoa. Así, en La deshumanización del arte establece como una de las diferencias entre la
nueva literatura y la del siglo pasado, el rechazo del papel primario del sentimiento; «el poeta román tico con unos u otros medios aspiraba a envolver en patetismo su existencia cotidiana». No establecía distancias entre lo sentido y lo escrito, y ello va contra la primera obligación del artista. «Arte es contemplación, no empujón. Esto supone una distancia entre el que ve y lo que ve». (O.C., II, 243). En anterior ocasión, el ropio Ortega contraponía «el romanticismo, el anarquismo, el energumenismo [que] acaso no sean más que ensayos para justificar la debilidad del hombre en la pugna con su orangután interior. Para mí el clasicismo significa, por el contrario, el amor a la ley, el lujo del hombre fuerte que se posee a sí mismo y somete a un cauce de normas la fluencia excesiva de su energía, en suma el sistema de la ironía, de la continencia» (O.C., I, 462). En sus ideas programáticas sobre el sensacionismo, afirma Pessoa que lo que tal escuela rechaza del romanticismo es su teoría básica del momento de inspiración. «Nao eré que, a obra de arte deva ser produzida rápidamente, por um jacto, a nao ser que o artista haja conseguido (como alguns de facto conseguem) de tal modo ter o espirito disciplinado que a obra nasc,a construindo-se.»5 De lo que se trataría sería de una necesidad de distanciamiento. Frente al arrebato la disciplina, frente a la espontaneidad el orden. Ya nos llevaría lejos relacionar estas ideas con el pensamiento político, tan discutible, del gran poeta portugués. En ese sentido, la postura de Pessoa debe compararse con la de T.S. Eliot, que también sentía esa misma preocupación por buscar un correlato con el que expresar la emoción y así objetivar de algún modo los sentimiento personales. Eliot procuraba que fuese el poema y no la persona del autor la que suscitase el interés del lector. Como dice Vicente Gaos, al prologar su traducción de los Cuatro cuartetos, «en la poesía romántica, el poema, más que suscitar atención en sí, nos remitía al poeta. Pero ya hemos visto que, para Eliot, lo que importa no es el poeta sino el poema; no las emociones personales del poeta, sino su correlato objetivo en el poema».6
En el caso de Pessoa, no estaría alejada la creación de los heterónimos de esa necesidad que sentía teóricamente de objetivar los sentimientos, de no caer en el espontaneísmo o la rápida expresión de lo vivido sin filtrarlo, de no partir primero de la inteligencia y de la voluntad de construcción formal. Al hacer un esfuerzo de adaptación a las características de cada uno de los personajes por él creados veía sus poemas como algo externo a él, como algo, en cierta medida, externo a su persona. Ángel Crespo, a quien tanto deben los estudios de literatura portuguesa en España, en un interesante artículo ve la obra del poeta como un «drama em gente» que «tendría cuatro personajes principales (Caeiro, Pessoa, Reis y Campos), uno episódico (C. Pacheco) y un semipersonaje (Soares)».7 ¿No es verdad que todo drama (aunque éste sea tan peculiar y sui generis como el de Pessoa) no supone contemplar desde fuera los propios problemas, colocar entre nosotros y nuestros personajes el límite de un escenario? ¿O, si como en este caso no existe el escenario, el crear un sostén ficticio para que no sea el propio autor quien exprese espontáneamente sus vivencias? A ello habría que añadir un dato que se puede considerar significativo. Aquellos libros (como muchos de los Poemas ingleses, como Mensagem, como sus Quadras ao gosto popular) que Pessoa se atribuye a sí mismo, es curioso que sean, en buena parte, sus obras menos íntimas, por decirlo así, ya bien porque en ellas procure adaptarse el poeta portugués a un tipo de composición con unos rasgos métricos y estilísticos ya dados, ya sea porque, como ocurre en los más logrados de los poemas ingleses, tome como correlato objetivo una figura mitológica, o ya sea porque la propia historia portuguesa y el mito del sebastianismo político le ofrezca un marco al que deba adaptarse. Quizás se podría afirmar que Pessoa no sintió en estos casos la necesidad de atribuirlos a alguno de su heterónimos, porque ya la propia índole de las obras le permitía verlas con la necesaria objetividad, con el imprescindible alejamiento. Por eso nos parece inteligente (y no sólo ingeniosa) la postura de Jorge Sena cuando escribe que «lado a lado com os
heterónimos, o Pessoa ele-mesmo nao é menos heterónimo do que eles. Isto é: o poeta que na vida civil se chamou Fernando Antonio Nogueira Pessoa, nao é de modo algum mais ele mesmo em seu próprio nome que quando se deu a escrever no estilo e nos esquemas formáis peculiares das outras personalidades que assumiu».8 A la hora de explicar el nacimiento de los heterónimos, Fernando Pessoa establece como una gradación en lo que él mismo llama escala de despersonalización. Desde el poeta que expresa su propio sentimiento, hasta el que crea una serie de personajes distintos, cada uno con su propio estilo, cada uno con sus sentimientos diferentes. Se llegaría así, piensa Pessoa, a un poeta que sea «varios poetas, un poeta dramático escrevendo en poesía lírica». De esta explicación tan conocida,9 quisiéramos resaltar dos aspectos, que vienen a incidir en este proceso al romanticismo que Pessoa emprendió. El primero viene a coincidir con lo ya señalado de superar los valores emotivos por la preeminencia de los intelectivos. Así en el poeta que supera ese primer grado de despersonalización «el temperamento está sustituido por la imaginación y el sentimiento por la inteligencia». Pero, además, toda esta concepción es un decidido ataque a la que fue creencia central en el romanticismo: la propia personalidad como sujeto de exaltados sentimientos. Dice, por ejemplo, Rafael Argullol en El héroe y el único: «incluso, más estrictamente, puede decirse que la mente romántica sólo existe si existe aquella identificación por la que el poeta se siente absolutamente solidario con su criatura poética».10 En Pessoa la solidaridad viene a ser sustituida por el distanciamiento. Se pasa a expresar estados de ánimo de un ser ficticio, tan dudoso en su existencia como el propio poeta. NOTAS 1. Fernando Pessoa, Páginas de Estética e de Teoría e Crítica literarias, ed. y pról. de Georg Rudolf Lind y Jacinto de Prado Coelho, Lisboa, Eds. Ática, 1973, 2.a ed. 2. Op. cit., pp. 144-5. 3. Fernando Pessoa, Páginas íntimas e de Autointerpretaqao , ed. y pról. de Georg Rudolf Lind y Jacinto de Prado Coelho, Lisboa, Eds. Ática, s.a., p. 132. 4. Páginas de Estética, p. 149. 5. Páginas íntimas, p. 189.
6. Vicente Gaos, Traducciones poéticas completas, tomo 2, Valencia, Institución Alfonso el Magnánimo, 1986, p. 272. 7. Ángel Crespo, Estudios sobre Pessoa, Barcelona, Bruguera, 1984, p. 181. 8. Jorge de Sena, en el pról. a Fernando Pessoa, Poemas Ingleses, Lisboa, Eds. Ática, 1974, p. 21. 9. Rafael Argullol, El héroe y el único. El espíritu trágico del Romanticismo, Madrid, Taurus, 1984. p. 29.
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Alberto Caeiro Reís de Campos Alvaro Fernando Antonio Nogueira Pessoa Alfonso López-Gradolí Nota: Los versos en cursiva son del escritor portugués Femado Pessoa.
Es otro camarero un café una ciudad distinta y han pasado años recuerdo a Fernando Pessoa en este antiguo local con pavimento de madera crujiente pisadas y monotonía un día sea siempre igual a otro en mí hay sobre todo cansancio cualquier pequeño sucedido es maravillosa aventura algo que parece un privilegio dentro de unos minutos solamente volveré a mi trabajo en la oficina pero habré tenido el acontecimiento cotidiano minúsculo observando al camarero que hace muchos años trabaja en este lugar hace el mismo recorrido siete ocho pasos hasta una mesa cinco seis a otra con sabiduría ese viaje podría eliminar su tristeza porque un hombre puede tener el mundo y su espectáculo completo sin moverse de una silla solamente con ojos y oídos crear paisajes con el sentimiento también mi biografía carece de hechos historia vendida por horas a diferentes dueños que la compraron (Pessoa escribía de Vasques «su sonrisa ancha y humana como el aplauso de una multitud» el patrón de su despacho en la calle de los doradores vigilante y trivial achaparrado de media estatura) Pessoa anotando las ajenas cuentas él mismo era el cansancio enteramente
la palabra ausencia podría definirlo vestido de negro sombrero de ala vuelta y orlada lentes corbata de lazo así es definido a los treinta y un años Fernando Antonio Nogu soa enteramente desapercibido durante años redactor de cartas comerciales sin horario definido durante una de sus dos vidas la práctica falsa o útil pasada con los otros que le rodeaban sin darle compañía vida diferente de la soñada o verdadera del arte lo que nos agrada sin que sea nuestro el poniente el poema la sonrisa a otro ofrecida lo que nos libera ilusoriamente del sórdido cercado agobiante y al escribir simulamos la vida para olvidarnos admitida la ilusión desde el principio por eso no hay desilusión en el arte su mundo en el que la presencia se desvanece y la ausencia es anuncio de que lo presente no está y apenas despunta aquello que tal vez va a ser Pessoa utopista perspicaz preocupado observador al intervenir en la vida política y nuestra gran raza partirá en busca de una vida nueva que no existe en el espacio en naves construidas con aquello de que están hechos los sueños el Quinto Imperio de don Sebastián su vuelta que devolvería la grandeza al pueblo portugués el futuro consiste en serlo todo (protestante católico más las creencias orientales lo beneficioso del paganismo para integrar todas estas piezas en el Paganismo Superior) el desierto urbano se cubre de signos las piedras dicen algo el viento dice la ventana iluminada y el árbol solo de la esquina todos dicen siempre la misma cosa que nunca se dice el silencio la ausencia es un presentimiento de lo que jamás se muestra enteramente algo está presente en la identidad nuestra miro al camarero
que saluda me despide retorno a la oficina termino este conjunto de palabras como cuerpos tocables (Pessoa las llamaba así) palabras o sirenas visibles para un poeta único vuelvo a mi tarea parecida a la del poeta sin tintero viejo ni olor a polvo ni gato cariñoso pero mi mesa es también un baluarte contra la vida atónito entre gentes y cosas el poeta camina por el barrio viejo entra en un parque y las hojas se mueven todo está inmóvil en espera Fernando carece de identidad como esas casas casi doradas y casi reales suspendidos árboles él también zarpa de sí mismo no aparece el otro el verdadero Pessoa nunca aparecerá pues no existe poesía es seguridad de la ausencia. A Fernando Pessoa 7 poemas José Sarmentó i Brancas as máos o rosto fita tantos rostos tantas portas e janelas a rúa é um rio sem sossego crescendo na volta se adensa o movimento «tudo o que senté está pensando» Secreto segredo o do misterio de tudo o que vive, se anima e morre Todo inteiro o homem é sempre meio meio ponto, meio mundo e a vida, hemisferio do homem. esfera cortada pelo meio. II Muita gente numa so pessoa tantas as gentes dentro de Pessoa Pessoa drama em gente
ingente demiurgo de humanos continentes Poeta fronte coragáo ponte urna e múltiple a fonte caudalosa a criacáo perdura criador e criatura continente e continente literatura e literatura reflectidos em espelhos ao lado e á frente todos os Pessoa companheiros afluentes varios de um mesmo velho rio lusitano universal marinheiro Dentro de si a viagem Fernando Pessoa desassossego andante companheiro.
eterno
viajante
grande
Pessoa, José Sarmentó
III Fernando um tantas as pessoas Fernando Pessoa na pessoa de Fernando um Pessoa repartido uno Fernando Pessoa dividido. IV Fernando Pessoa é ele, eu, os outros Fernando é meta Pessoa é morfose metamorfose de pessoas heterónimos de um ortónimo Pessoa Fernando Pessoa osmose. V
Fernando Pessoa desdobrado é Alberto Caeiro poeta natureza naturalismo em pessoa pré-Arcádia elegia bíblico rio apascentador de rebanhos jamáis guardados ponte quebrada a meio entre o ser e o nao ser
e tudo sendo e nao sendo nada é e nao é tudo isso e a fundo
remexendo o tudo e o nada
Pessoa, José Sarmentó em místico íntimo ANTHROPOS/125 Pessoa, José Sarmentó
sentido.
VI Alvaro de Campos engenheiro do mar companheiro compadecido das maquinariasmodernas marinheiro antigo brutal e vulnerável de rítmicas e descompassadas abordagens capitáo cantor de longo curso poeta macánico de odes marítimastriunfáis Mastro. vela, amarra, corda, timáo veleiro luz. escuma esbelta sulcando indescobertos mares siderais. Partiendo de Pessoa tres poemas Rafael Kyoga-Berliner a
Limitada eternidad tenue inmóvil perfil sereno de áfonos y mansos años fuente cierta de futuras añoranzas de honda nostalgia de una súbita melancolía sofocante de un inútil mirar vacío hacia atrás entre silenciosos llantos duros de nudez absoluta, diáfana y mortuoria De los conciertos barrocos de ayer de las páginas leídas de la dulce compañía de lo que amo y quiero me llega este fuerte y sólido deseo de un presente inmutado definitivo presente sordo a invectivas a polución mental a bárbaros ruidos disonantes a incoincidencias a oxidadas tesituras Muda voluntad de perenne duración deseo insólito de que todo transcurra lúcidamente o de una interrupción armoniosa
sin hiatos ni soluciones de continuidad Limitada eternidad tenue amenazada pero real leda es la pútrida fuga que se nos depara —solución de profundo e insondable cansancio, de mortuoria sed, en silentes jornadas míticas de banderas flébiles— Mensaje de lentas horas colgadas del tiempo mensaje que nos llega ya a esta biosfera proteiforme reproductora estereotipada de una creciente tentacular y estratificada capa de protoplasma gris. VII b Ricardo Reis, grande mestre, sacerdote de Asclepius médico político, arcade emigrante, iniciado iluminado de Eleusis Deus antigo reincarnado, Orfeu vivo, clássico platónico amante de Lidias de louras trancas ideiais clepsidra medindo a vida compassada por si so sonhada em plácidos eternos retornos de olímpicos, deuses exilados. Dispersos simbólicos y silentes puntos de moho, perdidos inmersos avasallados en el nuevo océano denso y opaco de gélido nitrógeno —parálisis mental, infinito y mediocre torpor, hibernación controlada, sin despertar virtual—. Es progresiva esta densa mácula de plasma inútil, difuso y débil que
irrumpe e inunda, en la clamorosamente vacía y áfona transparencia de las horas sin horizonte que nos son propuestas más allá de las fronteras de silentes y embrionarios tropismos difusos y perdidos Fugaz y neutra sombra insegura y reseca callada inmolación en cenizas calientes calientes todavía de un rebelde y lejano fuego —explosión mortuoria y programada de silencios frío y brusco despertar de siestas pánico grito de una translúcida imagen abierta a sueños muertos Presente presente apenas un paisaje de dunas olvidadas restos deshechos de álgidos y desiertos continente s de memoria muerta. c Paréntesis singular de recuerdos sueltos de perdidas lecturas —desgarradas franjas de un viejo tejido, harapiento hoy— en aislados continentes de memoria gangrenada. con inútiles y pétreas islas en penumbra difusa contrapunto del mediocre avance demoledor y turbio hondo y glauco que nos hunde ya estática presencia de la noche anunciada
Pessoa, Rosa Navarro Bernal
premonición
inevitable perfil sordo y denso surgiendo ahora en el horizonte inmediato con una sinfonía disonante de ruidos lacustres llegados de la infinita distancia de un continente singular Erectas estatuas de terciopelo marchitadas desteñidas medio deshechas pulverizadas hundiéndose confundidas en el ocre polvo de caminos [imprecisos, en un fúnebre derrumbar de nuevos mitos muertos proyectados en la dura espesa rugosa muralla de vacíos signos perdidos desconocidos ya venidos de un tiempo de palabras pulcras de llamas cálidas y discretas de arroyos y lagunas de brisas y algas de ledos gestos de cadenciados y armoniosos tropismos genésicos Erectas estatuas de terciopelo desteñidas, pulverizadas, hundiéndose entre obeliscos grises como faros exánimes Pessoa, Rosa Navarro Bernal
LABERINTOS Transcurso por las señas del sentido DIARIO LÚCIDO EN LA OSCURA NOCHE ACTUAL E l Libro del desasosiego es un documento impresionante por su sensibilidad, hondura y capacidad de asumir la realidad histórica: la raíz negadora de la cultura contemporánea. F. Pessoa tiene la capacidad estética de introducirnos en el laberinto y dejarnos en él como acto de misericordia y cordialidad: nos introduce en el sueño y en el sentir, en la pluralidad de hilos humanos. Sus textos no necesitan comentario. Seleccionamos éstos como señal de valía intelectual y apertura a uno de los temas más graves de nuestro momento: la cobardía del intelectual, de los pro fesionales constructores de la ciudad frente a los declarados y definidos mandarines. Su silencio es genocidio y exterminio de las gentes, congelación vital de los cálidos aires del Mediterráneo. Pessoa no calla; se hace poema múltiple, voz y silencio en el desierto, flor en la arena, sueño y elevación. Canto de existencia: Diario lúcido y audaz, atrevimiento y aventura en soledad, marginación interior, queda, eficaz. «Mi vida, tragedia fracasada bajo el pateo de los dioses y de la que sólo se ha representado el primer acto. »Amigos, ninguno. Sólo unos conocidos que creen que simpatizan conmigo y que tal vez sentirían pena si un tren me pasase por cima y el entierro fuese un día de lluvia. »E1 premio natural de mi distanciamiento de la vida ha sido la incapacidad, que he creado en los demás, de sentir conmigo. En torno a mí hay una aureola de frialdad, un halo de hielo que repele a los demás. Todavía no he conseguido no sufrir con mi soledad. Tan difícil es conseguir esa distinción de espíritu que permite al aislamiento ser un reposo sin angustia. ANTHROPOS/127
»Nunca he concedido crédito a la amistad que me han mostrado, como no lo habría concedido al amor, si me lo hubiesen mos trado, lo que, además, sería imposible. Aunque nunca haya tenido ilusiones respecto a quienes se decían mis amigos, he conseguido siempre sufrir desilusiones con ellos: tan complejo y sutil es mi destino de sufrir. »Nunca he dudado que todos me traicionasen; y me he asombrado siempre que me han traicionado. Cuando llegaba lo que yo esperaba, era siempre inesperado para mí. »Como nunca he descubierto en mí cualidades que atrajesen a nadie, nunca he podido creer que alguien se sintiese atraído por mí. La opinión sería de una modestia estulta, si hechos sobre hechos —esos inesperados hechos que yo esperaba— no viniesen a confirmarla siempre. »No puedo concebir que me estimen por compasión, porque, aunque sea físicamente desmañado e inaceptable, no tengo ese grado de encogimiento orgánico con que entrar en la órbita de la compasión ajena, ni tam poco esa simpatía que la atrae cuando no es patentemente merecida; y para lo que en mí merece piedad, no puede haberla, porque nunca hay piedad para los lisiados del espíritu. De modo que he caído en ese centro de gravedad del desdén ajeno en el que no me inclino hacia la simpatía de nadie. «Toda mi vida ha sido querer adaptarme a esto sin sentir en exceso su crudeza y su abyección. »Es necesario cierto coraje intelectual para que un individuo reconozca valerosamente que no pasa de ser un harapo humano, aborto superviviente, loco todavía fuera de las fronteras de la internabilidad; pero es preciso todavía más valor de espíritu para, reconocido esto, crear una adaptación perfecta a su destino, aceptar sin rebeldía, sin resignación, sin gesto alguno, o esbozo de gesto, la maldición orgánica que me ha impuesto la Naturaleza. Querer que no sufra con esto es querer demasiado, porque no cabe en el ser humano al aceptar el mal, viéndolo bien, llamarle bien; y, aceptándolo como mal, no es posible no sufrir con él. [...] »He comprendido que le era imposible a nadie amarme, a no ser que le faltase del todo el sentido estético; y, entonces, yo le despreciaría por
ello; y que incluso simpatizar conmigo no podía pasar de ser un capricho de la indiferencia ajena. »¡Ver claro en nosotros y en cómo nos ven los demás! ¡Ver esta verdad frente a frente! Y, al final, el grito de Cristo en el Calvario, cuando vio, frente a frente, su verdad: Señor, Señor, ¿por qué me has abandonado? [...] »Uno u otro de nosotros, liberado o maldito, ve de repente —pero hasta ése raras veces ve— que todo cuanto somos es lo que no somos, que nos engañamos en lo que es verdadero y no tenemos razón en lo que concluimos justo. Y ése, que , durante un breve período, ve el universo desnudo, crea una filosofía, o sueña una religión; y la filosofía se divulga y la religión se propaga, y los que creen en la filosofía pasan a usarla como una veste que no ven, y los que creen en la religión pasan a ponérsela como una máscara de la que se olvidan.» (F. Pessoa, Libro del desasosiego, Seix Barral, Barcelona, 1986, pp. 195196, y 313.) «El creador del espejo envenenó al alma humana.» Ironía profunda de la indagación pessoana: la cobardía para asumir la producción, para enfrentarse con la responsabilidad del mundo que estamos creando, negación especular de la producción, porque entonces sí habríamos de cambiar nuestra alma y nuestro sueño, reconocer que depende de nosotros. Hoy es claro ya y contundente que el otro es el sentido de nuestra producción, él es raíz, motivo y valor; pero el otro somos nosotros. He ahí la tragedia, la contradicción y la paradoja, el veneno definitivo, mortal. Lo producido en comunión y compañía en el sentir y en el soñar. Sólo ahí habitan, somos habitantes de nuestros sueños: no hay otra realidad. SUPLEMENTOS N.° 4 FERNANDO PESSOA Breve antología de poemas, prosas y cartas El pensamiento filosófico de Fernando Pessoa: análisis y textos ti pensamiento de hernando Pessoa: iiiosoíia y teoría económica Documentación Próximo número de ANTHROPOS
N.°76 SEPTIEMBRE 1987 Autor M. VÁZQUEZ ABELEDO
Tema
Astrofísica: historia, pensamiento y datos 128/ ANTHROPOS ANTHROPOS, Revista Científica de la Cultura n.° 74-75 / julio-agosto 1987
de
monográfico
Documentación
INFORMACIÓN BIBLIOGRÁFICA DOCUMENTACIÓN CULTURAL Bibliografía
Y
temática DE Y SOBRE FERNANDO PESSOA Pessoa: el poeta de los muchos nombres José Costero Difícil es asociar la envergadura e importancia de la obra literaria de Fernando Pessoa con su figura magra y miope, propia de un oscuro oficinista, que recorría diariamente el mismo itinerario, siempre a las mismas horas, con el paso algo cansino de un hombre vestido de negro, con una vieja maleta portátil, que solía acudir a las oficinas de importación-exportación en demanda de cartas comerciales en inglés para su traducción. Las apariencias engañaban totalmente. No hay que asombrarse. La literatura está repleta de casos semejantes. Recuérdese a Kafka, a Cavafis o a nuestro entrañable Antonio Machado. Así se ganaba la vida, traduciendo meros textos comerciales, aquel caballe ro tan metódico, bastante atildado, con redondas lentes, ceremonioso y un tantico pedante, de aspecto retraído, que frecuentaba por las tardes los cafés, en tertulia con otros oficinistas, que ignoraban que era poeta, comía en algún restaurante barato de la Baixa y. al anochecer, regresaba a su habitación alquilada, en la periferia de la ciudad, subía una estrecha escalera que olía a madera seca y. ya en su cuarto, sentándose ante una pequeña mesa, comía un bocadillo, bebiéndose, sorbo a sorbo, una botella entera de aguardiente, de «bagaco» de 46 . Y escribía. Y escribía, lenta y cuidadosamente, una infinidad de papeles que luego guar daba en un baúl. Se llamaba Fernando Pessoa y era un hombre consciente de su propia irrealidad e insignificancia en la sociedad que le había tocado vivir. Y su escritura era como un juego de escisión que le
llevaba a crear desviviéndose, para dar vida a unos personajes que dejaban de ser ficticios, personajes que surgían de su interioridad, en un parto doloroso, para cuajar en obra literaria, como única posibilidad de dar escape a las tensiones dialécticas que impedían al poeta la captación plena de la realidad por vía racional. Estaba obsesionado por saber quién era y por saber si los otros no eran asimismo su yo en variación de perspectivas. ¿De dónde procedía esta capacidad de desdoblamiento, de creación de otras personalidades que necesitaban ser completamente asumidas? Fue conscientemente contradictorio y no pretendía proyectar un mensaje unívoco, sino que jugaba con máscaras diversas para evitar, en todo momento, en un ocultamiento irónico y siempre lúcido, sus pensamientos reales. Su sutil malabarismo de heterónimos, de diversificación y encantamiento, logra seducir a quien se acerca a él. Fue Pessoa un rastreador sarcástico de sus propias impresiones, un amante de lo impreciso y de los vestigios. Afirmó que quien escribe un libro lo hace para mentirse a sí mismo y para traicionar su propia teoría. «Yo no soy pesimista, soy triste», dijo en cierta ocasión, y confesaba ser una persona para quien el mundo exterior era más bien una realidad interior y esta percepción la experimentaba no de forma metafísica, sino con los sentidos usuales. Sentía el tedio como una sensación física de caos y consideraba que el que padecía la estrechez de la vida, podía sentirse prisionero en una celda grande, pero al que le dominaba el tedio era un preso en libertad ordinaria en una celda infinita. Las sombras «De tanto pelear con las sombras, yo mismo me he convertido en sombra.» Forzado a vivir imaginando se pierde la facultad de configurar lo tangible. Viviendo mentalmente lo que no existe, se acaba por no poder imaginar lo que puede haber. Dijo que se sentía mosca cuando se comparaba con una mosca. Su identificación era tal que incluso se dormía creyéndose ese insecto. Incomprensibles para cualquier mente racional, tales ejercicios mentales. Sucede que al persistir en vivir lo abstracto, se quede uno indefenso y, contra el propio sentimiento o voluntad, se transformen en fantasmales las cosas más inmediatas.
Tenía la capacidad especial de sentir al mismo tiempo sensaciones distintas, de vivir —simultáneamente— por fuera, y por dentro, sintiéndolas, las vidas de distintas criaturas. Contemplaba con parsimonia el espectáculo del mundo, el flujo y reflujo de la mutación de los hechos, convenciéndose cada vez más del oropel y falso valimiento de la mayoría de las realidades. «Mis hábitos son los de la soledad.» Y ese aislamiento total y voluntario le modeló a su imagen y semejanza. El tedio y la tristeza fueron inseparables compañeras suyas en tantos y tantos días. Quizás por eso deseaba ser otra persona. La ficción es un hilo delgado y no se oculta que el mayor propósito del escritor era testimoniar los estados de ánimo, las asociaciones, las crisis, que le resultaba insoportable a su propia lucidez. Era su caparazón, su autodefensa, el medio o actitud que le distanciaba del dolor, de la opresión de su sensibilidad. Fue un hombre que sintió en lo más hondo la inutilidad de la vida. Ver, re
II BIBLIOGRAFÍA TEMÁTICA cordar, olvidar: escribir. Todo eso se confundía con los ruidos de la existencia externa, procedentes de la calle y de las gentes. Le perturbaba tener que verse con alguien, acudir a un acto público, a un hospital, a un entierro, a la estación... Estaba intranquilo desde la misma víspera y
dormía mal. Hablar directamente con otra persona podía producirle incluso vértigo y era incapaz de sostener una conversación fluida. A solas sí, a solas era capaz de idear frases y respuestas rápidas y brillantes. Sólo sus conversaciones con unos amigos espectrales tenían para él autenticidad y en ellas estaba presente el espíritu, como una imagen en un espejo. Los heterónimos La cuestión de los heterónimos se convirtió en el núcleo central de la exégesis pessoana. Reconocía que su origen residía en la histeria anidada en sí mismo. No sólo las ideas y los sentimientos eran diferentes a los suyos, sino que cada personaje era creado totalmente distinto, y no sólo diferentemente pensado: «Sufro de no sufrir, de no saber sufrir. ¿Vivo o finjo que vivo? ¿Duermo o estoy despierto?». Son los heterónimos sus máscaras poéticas, no olvidemos que pessoa significa máscara en portugués. Cada heterónimo es una individualidad que debe ser considerada distinta del propio autor y a cada una le inventa biografía y rango propio. Es un desdoblamiento de la personalidad que obligaba al poeta a crear el nombre de su contra-yo, de dotarle de un perfil físico, unos antecedentes humanos, un horóscopo. Pensar hasta el máximo la existencia del heterónimo en un proceso dramático e imaginativo inigualable. Sentir, en todo instante, la necesidad de escindirse. Y de un tal Fernando Pessoa surge Ricardo Reis, un poeta arcádico, epicúreo, cuidadoso de la forma: «Poco los dioses nos dan, y ese poco es falso. Empero si lo dan, por falso que sea, la dádiva es verdadera. La acepto. Cierro los ojos: basta.¿Qué más quiero?». Y Alvaro de Campos, futurista, ingeniero, que rinde culto a la máquina y al despliegue técnico, con un fondo de escepticismo dionisiaco: «Comienzo a conocerme. No existo». Y Alberto Caeiro, el maestro de los anteriores, que aborda la consciencia del absurdo desde la negación de toda metafísica: «No tengo ambiciones ni deseos. Ser poeta no es una ambición mía. Es mi manera de estar solo». La disolución del yo
A sólo dos años del centenario de su nacimiento y recién cumplido el 50 aniversario de su muerte, buena ocasión es para acometer un estudio en profundidad de su opus creativo. Por de pronto, Pessoa es un autor casi inagotable. Se asegura que existe un arcón con más de veinte mil documentos inéditos que dejó al morir. Textos y documentos, algunos escritos a lápiz, guardados en sobres. En esta aproximación apasionada, casi exacerbada diríamos, que parece haberse desatado últimamente en torno al quehacer y proyeccción pessoana, tras tantos años de completo olvido, una saturación de ensayos complacientes y de ciego y absoluto culto puede resultar tan nociva como el silencio total. Fernando Antonio Nogueira Pessoa nació en Lisboa, en 1888. Quedóse huérfano de padre a los cuatro años, y con su madre, al volverse ésta a casar con el cónsul portugués de Durban (África del Sur), fueron a residir en aquel país, donde el niño estudia y empieza a escribir, apenas un adolescente, poesía en inglés, hasta que en 1905, con 17 años de edad, regresa a su Lisboa natal. Tres años más tarde, en 1908, ya colaboraba con artículos en lengua portuguesa en algunas revistas literarias. Ya no se movió de Lisboa, hasta su muerte, a los 47 años, de un cólico hepático, en un hospital de su ciudad. Aparte de haber escrito infatigablemente, creíase de verdad que poseía facultades de médium e incluso pensó en establecerse como astrólogo. Pese a sus innumerables manuscritos, el único libro que publicó en vida fue Mensagem, editado en 1934, un año antes de su fallecimiento, con el hígado quemado por tanto aguardiente. Se sabe también que rehusó ser catedrático de literatura inglesa de la Universidad de Coimbra, porque prefería la libertad de un trabajo transitorio, que le ocupara unas horas a la semana, e incluso no quiso casarse, festejando largos años, sin decidirse a matrimoniar, para no perder su independencia. Fernando Pessoa nace y muere encuadrado en una época que se caracterizó por la transgresión total de la vida cultural y la renovación de los esquemas costumbristas. Vivió inmerso en el vanguardismo y en el futurismo de un Portugal agrario y tradicional que buscaba con dificultad su modernidad. En su obra se concita una contradicción típica mente pessoana: la de un gnosticismo conservador. Fue vastago de un período
ambivalente, en un contexto político-social de inseguridad y de transición que hace aflorar una personalidad fragmentada. La identidad no es más que una configuración azarosa, que cambia de hoy para mañana, y Pessoa se internaba continuamente en una arriscada aventura: la negación de la personalidad, la disolución del yo. Los heterónimos no solamente eran una invención literaria; eran también una necesidad psicológica. Cada afirmación del poeta está erosionada por una floración de negaciones e iluminada por un haz de sutilezas. Es una asimilación del mundo a través del ánimo, cambiante y múltiple. Cada cosa y cada hombre es lo que es y, al mismo tiempo, lo que infinitivamente podría ser. Nunca somos de la misma manera. La única felicidad podría estar en la inconsciencia, pero ésta es imposible. Y este caballero extraño, enigmático, que fue Pessoa, que deambulaba por las calles de una Lisboa provinciana y querida, desazonado y esperanzado, soportando las obstinadas lloviznas, era un hombre que intentaba no sentir el palpito de lo real, no tocar las cosas concretas, ya que cualquier sensación de vida real le era sumamente dolorosa. Aunque esto representara acrecentar su soledad. Víctima de la inanidad, en esa percepción agudísima del tiempo y del espacio que tuvo el poeta, sufría una lúcida agonía que reflejaba, al desnudo, la fugacidad de todo y su incapacidad de amar: «El poeta es un fingidor. / Finge tan completamente / que hasta finge que es dolor / el dolor que en verdad siente». Persiguió más el gesto que la realidad que lo produce. Se sentía atravesado por una conciencia impersonalizada, y los tres poetas imaginados, junto con su creador, el oficinista de la Rúa dos Douradores, engendrándose a sí mismo, y en sí mismo, incidían y se interrelacionaban en los planteamientos filosóficos, distinguiéndose por el estilo y la actitud con que se enfrentaban cada uno con la realidad circundante. Fernando Pessoa es un poeta insólito, críptico, que desconcierta hasta que uno penetra en la esencia de su quehacer, vertebrado en secretas iluminaciones. Lector de Poe, de Shelley, de Byron, de Milton, este hombre de aire melancólico, de sonrisa silenciosa, entre la ironía y el misterio, obsesionado por la astronomía y el ocultismo, es, en definitiva, uno de los grandes del modernismo europeo.
BIBLIOGRAFÍA TEMÁTICA III Notas adyacentes sobre el «caso Pessoa» Rafael Kyoga-Berliner La riqueza y la profundidad de los diversos textos que constituyen el sumario del presente número especial dedicado a Fernando Pessoa, nos permiten esta incursión en tono menor, de reducida densidad metodológica y crítica, incidiendo, preferentemente, sobre temas secundarios o, por lo menos, no esenciales. I
Una lectura exhaustiva y lúcidamente atenta de la obra de Fernando Pessoa —y de sus heterónimos— revela al estudioso que son difusos los límites y contornos, formales o de fondo, de la programación onomástica diversificada; en Pessoa, en Caeiro, en Campos y en Reís hay inevitables espacios de coincidencia, evidentes interpenetraciones e intersecciones permitiendo que se atenúe así, a nuestro juicio, una dificultad exegética resultante de la tradicional compartimentación reductora y aislante de los distintos subconjuntos del poeta. La preocupación de Pessoa en crear sus heterónimos, con sus curiosas biografías burocráticas y psicológicas, ilustra la extremada y refinada sensibilidad suya, casi enfermiza, diríamos, a los matices mentales y de visión del mundo que coexisten en el cotidiano de un mismo individuo. Construcción aleatoria, candida; artificio que no conduce a separadas cristalizaciones críticas toda vez que permanece, a medida que se profundiza en el conocimiento de lo que, tanto bajo su nombre como en el de sus heterónimos, la noción precisa de una ejemplar y compleja unidad de concepción y de formulación. II Hace precisamente treinta años que fueron editados, en España, los Poemas de Alberto Caeiro; cinco años después de esta primera muestra en versión de Ángel Crespo, se publicaba, en Barcelona, en versión de Rafael Santos Torroella, una antología intitulada Poemas escogidos y, en 1978, la Antología de Alvaro de Campos en edición de José Antonio Llardent. Estas viejas emergencias editoriales con las que se proponía al público español material literario para el conocimiento de un gran poeta, pasaron casi desapercibidas en el vacío cultural de la época —me refiero, sobre todo, al momento comprendido entre 1957 y 1972, particularmente caracterizado por una total ausencia de sensibilidad y disponibilidad específicas hacia el universo poético de Pessoa—. Sólo treinta años después de la primera versión española de los Poemas de Alberto Caeiro podemos hablar de una notable receptividad al mundo mental, psíquico y quizás formal también de Fernando Pessoa. Cambios acaecidos a nivel socioeconómico, mutaciones culturales verdaderamente significativas, y una modificación intelectual y de sensibilidad afectando a franjas estadísticamente importantes de la inteligencia española y del limitado
pero existente público consumidor de poesía hicieron que fuera el pasado año el tiempo de una explosión estelar de Pessoa en el espacio cultural español. Se recibe y entiende a Pessoa, toda vez que a un tiempo de marcada «orienta
ALIANZA EDITORIAL El Libro de Bolsillo 124 CornellWoolrich
En el crepúsculo 1242 R.L Stevenson El dinamitero 1244 Luis Goytisolo Recuento Antagonía, I 1245 Alejo Carpentier Ese músico que llevo dentro Prólogo Je Eduardo Rincón
1251 EdwardPeters La tortura 1252 José Deleito La mala vida en la España de Felipe IV 1253 J.D.Salinger FrannyyZooey Alianza Tres W Miguel de Unamuno Poesía completa, 1 Prólogo de Ana Suárez Miramón 192
Thomas Bernhard 193
Relatos
Nadine Gordimer Hay algo ahí fuera 194
ítalo Calvino Colección de arena Alianza Universidad 490"*^^^"**^
Vilfredo Párete Escritos sociológicos Selección de María Luz Moran 491
GaryBecker Tratado sobre la familia 494 AlbertSoboul Los sans-culottes. Movimiento popular y gobierno revolucionario Alianza
Universidad Textos ñ! Daniel Peña Sánchez de Rivera Estadística. Modelos y métodos 2. Modelos lineales y series temporales 114
Sergio Scalise Morfología generativa
Alianza Diccionarios RitaG.Lernery GeorgeL. Trigg Enciclopedia de la Física John Fleming y HughHonour
Diccionario de las artes decorativas Ediciones Especiales Manuel Martínez Llopis y Simone Ortega La cocina típica de Madrid Manuel Andújar Vísperas Javier Tusell Radiografía de un golpe de Estado El ascenso al poder del general Primo de Rivera biblioteca de cultura catalana 10 earic Prat de la Rioba La nacionalidad catalana
introductive 11
Jaume Rol
Espejo alternationde
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ción» emocional, a nivel político e ideológico, se siguió un tiempo de más amplia y evidente apertura hacia formas de pensamiento menos viscerales, instintivas o programáticas. De la creciente extensión de un espacio cultural más abierto, estadísticamente menos engagé, resulta una mayor y más comprensiva disponibilidad hacia una poesía de sobria y diáfana meditación existencial; ideológicamente antidiscursiva, prototipo de un inteligente, plácido e inexorable modernismo europeo llevado a extremos de prosaica y definitiva serenidad de inventario fundamental, en las antípodas de la galaxia variopinta de los discursos y mensajes emocionalmente comprometidos, de vocación redentora, y a menudo
ridiculamente apasionados. Es otro el universo de Fernando Pessoa, por lo que sólo recientemente se le abrieron nuevas y extensas franjas sociales e intelectuales ávida s de una plácida, fría y ejemplar capacidad para un balance cotidiano, sencillo en apariencia, pero denso y profundo; radicalmente lúcido. sancio generalizado, un desencanto creciente, el descubrimiento día a día más evidente de que efectiva desalienación y calendas griegas coincidirán en un tiempo mental esencialmente mítico, hacen que se incremente la receptividad, hoy considerable, a la obra seria de Fernando Pessoa. V Mi primer contacto con la poesía de Pessoa data de la atenta y sorprendida lectura que de algunos poemas suyos hice en París, a final de los años cincuenta, gracias a una traducción cuidada de mi amigo Armand Guibert. Me surgió, súbitamente, el universo escéptico, sencillo, desapasionado y antiemocional de Pessoa, cogiéndome en un momento de mi trayectoria en que me fue fácil rechazar, como terriblemente extraño, el cuerpo intelectual y formal de aquella muestra de su obra. El transcurso del tiempo me llevó, después, a una creciente coincidencia con el universo poético de Pessoa. III VI soa fue copiando uno a uno los poemas del heterónimo Caeiro. El hecho de que utilizara cuatro tintas diferentes, efectivamente, desmitifica la gesta triunfal de marzo, pero mayor trascendencia crítica poseen las muchas correcciones que el poeta realizó sobre la primera versión y que fueron despreciadas por su primer editor, Luís de Montalvor. Un ejemplo: donde, en el poema VI, se leía desde siempre: «E Deus amar-nos-á fazendo de nos I Belos como as árvores e os regatos», a partir del manuscrito, haciendo caso de las correcciones del puño y letra del autor, deberemos leer: «E Deus amar-nos-á fazendo de nos I Nos, como as árvores sao árvores I E, como os regatos sao regatos». Este cuaderno había desaparecido de entre los papeles de Montalvor tras su súbita muerte en 1947. Y hasta la presente edición facsimilada ha permanecido oculto, indiferente su poseedor ilegítimo a la fama universal que había alcanzado el creador de los heterónimos. Atento tan sólo a un
hecho: la desaparición a los 50 años de los derechos de autor. ¿Quedan todavía otros manuscritos inéditos? Pues es posible. «Y el hombre se calló mirando hacia el poniente / pero ¿qué le imorta el poniente a quien odia y ama?» El sistemático alejamiento de Pessoa de espacios mentales dominados por la o las emociones, es uno de los aspectos fundamentales de toda su obra (inclusive en momentos en que parece el poeta transigir con algún comportamiento mental telúricamente instintivo, pagano o menos serenamente panteísta —panteísmo de integración vital, y no de concepción teísta...—). IV Tal tipo de coincidencia, que constatamos se generaliza —es de ella sintomática la ya aludida «explosión estelar» del conocimiento de su obra aquí en España—, es más de actitud mental y de libertad psíquica relativamente a yugos ideológicos eminentemente emocionales, que de identificación de vivencias o de formulaciones precisas, a nivel cotidiano, entre los lectores del poeta y el contenido efectivo de sus poemas. Esa es, también, una razón plausible para este largo y hondo movimiento de adhesión a la obra de Pessoa. «¿Qué me importan a mí los hombres / y lo que sufren o suponen que sufren? / Sed como yo; no sufriréis.» Semejantes versos, que además de corresponder a una efectiva actitud general —jamás confesada, es evidente— corresponden, también, a la opción verdadera que se esconde bajo discursos ideológicos de distintos signos y que sólo la dosis emocional y posromántica puede hacer pasar por honestos programas de salvación material y de redención cívica si no ética, semejantes versos, decía, no podían sino «justificar» la desconfianza de las derechas, el rechazo de algunos sectores conservadores, y el silencio de las izquierdas: unos y otros espacios del abanico político portugués desconocieron, así, a Pessoa, durante decenios. Un canPESSOA, Fernando O manuscrito de O Guardador de Rebanhos de Alberto Caeiro Edigáo facsimilada, Apresentagáo e texto crítico de Ivo Castro, Pub. Dom Quixote, Lisboa, 1986, 172 pp. Había nacido Alberto Caeiro en el alma de su creador un día de marzo de 1914 —según nos cuenta éste en carta de 1935—, día triunfal en el que, en pie, escribió de un tirón los poemas de O Guardador de
Rebanhos. No es esta, sin embargo, la creencia crítica más importante que queda en entredicho tras la publicación —¡50 años después de su muerte!— del cuaderno en el que Pes Clemente Casín PESSOA, Fernando Una sola Moltitudine A cura di Antonio Tabucchi, 2 vols., Adelphi Edizioni, Milán, 1979 y 1984, 445 y 256 pp. «Hay, a veces, algo excesivo en la biografía de este portugués que con el paso de los años corre el riesgo de llegar a ser uno de los más importantes poetas del siglo XX»; con estas palabras el profesor y novelista italiano Antonio Tabucchi presenta la figura de Fernando Pessoa a sus compatriotas. Y para descubrirles ese «algo excesivo» que hay en Pessoa ha preparado dos volúmenes con sus traducciones, precedidas por un prólogo en el que sitúa al lisboeta en su contexto europeo, un censo de heterónimos —16 personajes ficticios en total— y una bibliografía comentada. El modo de organizar la variopinta obra pessoana posee cierta singularidad: rechazando el criterio al uso de situar en compartimentos estancos prosa y poesía, Tabucchi prefiere dar una visión completa de cada uno de los heterónimos, y selecciona para ello lo má representativo de cada personalidad lírica, ya sea prosa o verso. Por ejemplo, de Alvaro de Campos traduce algunos fragmentos críticos, dos cartas, sus poemas
BIBLIOGRAFÍA TEMÁTICA v y el «Ultimátum»; proporcionando de esta forma una imagen global del heterónimo. Así suena Pessoa en italiano: «II poeta é un fingitore. I Finge cosí completamente I che arriva a fingiré che é dolare í il dolore che davvero senté». Clemente Casín BLANCO, José
Fernando Pessoa. Esbozo de urna bibliografía Imprensa Nacional / C.E. Pessoanos, Lisboa, 1983, 476 pp. Un total de 132 textos en prosa y 286 poemas —de los cuales 229 están escritos en portugués. 54 en inglés y 3 en francés— publicó Fernando Pessoa en vida. Las publicaciones postumas se cuentan ya por centenas. La bibliografía pasiva es laberíntica. Pessoa no dejó obras cerradas, sino centenares de poemas y miles de fragmentos sueltos, que los editores e investigadores posteriores han ido dando a la publicidad con los más variados criterios y en los más diversos lugares. Una verdadera diáspora textual que —tal vez— adopte también un carácter radicalmente pessoano. Tan radical —parece— como el anarquismo del barquero en aquel famoso cuento. Como cualquier navegación difícil, la travesía por el océano literario de Pessoa exige un cúmulo de instrumentos d precisión que orienten y encaminen los pasos de quien se aventure a adentrarse en él. Y. para este menester, el exhaustivo —a pesar del modesto «esbozo» del título— repertorio bibliográfico de Blanco es sin duda la herramienta de mayor utilidad. En él se encuentra detallado, por una parte, todo cuanto se puede leer de Pessoa en papeles impresos, sea cual sea la época o el lugar de aparición: por otra parte, el libro contiene una amplia guía de la bibliografía pasiva seleccionada temáticamente, hecho éste de capital importancia en un autor que en un escaso período de tiempo ha merecido ingentes cantidades de escritos exegéticos. Clemente Casín SIMÓES, Joáo Gaspar Vida e Obra de Fernando Pessoa. Historia de urna Geracáo Liv. Bertrand, Lisboa, 1980, 736 pp. Tal vez sea este el libro más admirado y discutido al mismo tiempo de todo lo que se ha escrito sobre el poeta de Mensagem. Admirado porque ya en 1954 —su primera edición— aportaba un conjunto documental sobre la generación de Orpheu exhaustivo. Discutido porque toda esa ingente investigación biográfica fue utilizada por Simóes para explicar algunos aspectos de la poesía y el caráter de Pessoa de un modo ciertamente parcial.
Actualmente, para una lectura correcta de la Vida e Obra es conveniente distinguir ambas facetas: por una parte, en lo que se refiere a las cuestiones de historia literaria, el estudio ofrece aportaciones de gran riqueza; por otra parte toda la vertiente interpretativa ha sido puesta en causa en múltiples ocasiones por la crítica posterior, y no es prudente soslayarlo. Muchos de los tópicos que circulan oralmente sobre la vida de Pessoa —la pobreza, el malditismo...— y no siempre son exactos, tienen su origen en las páginas de este libro. En ellas Gaspar Simóes recorre el itinerario vital de Pessoa, desde el nacimiento lisboeta hasta el instante de su muerte. Por cierto, según las anotaciones del biógrafo, las últimas palabras pronunciadas por Pessoa fueron un escalofriante «Déme las gafas»; un gesto antirromántico hasta en el suspiro final. Clemente Casín CENTENO, Yvette K. Fernando Pessoa e a filosofía hermética Ed. Presenga, Lisboa, 1985, 82 pp. Ya había dedicado Y.K. Centeno algunos estudios de interés a desvelar las claves herméticas de Fernando Pessoa en un libro firmado al alimón con Stephen Reckert (F.P. Tempo, solidáo, hermetismo, 1978), así como otros artículos posteriores recogidos en F.P. O amor, a morte, a iniciaqáo, 1985. Sin embargo, es en el prólogo de esta antología donde expone de una manera más completa, primero, las fuentes herméticas del poeta —para ello se basa la profesora Centeno en un examen de la biblioteca de Pessoa—, y, segundo, del análisis de los principales símbolos utilizados por éste. LOUIS-FERDINANI)
CE II NE MUERTE A CRÉDITO Louis Fertlmand Colme De un castillo a otro Norte Muerte a crédito
Editorial Lumen
Completa el volumen una amplia selección de fragmentos inéditos
dedicados a estos temas, y ordenados en cuatro apartados: «El Camino de la Serpiente», «Subsuelo», «Atrio» y, finalmente, un curioso «Ensayo sobre la Iniciación», en el que no es difícil encontrar —mezclados con la preocupación hermética— nociones de su singular poética: «Supongamos —dice uno de los fragmentos de Pessoa— que el escribir gran poesía es el fin de la iniciación. El grado de Neófito será la adquisición de los elementos culturales con que el poeta ha de tratar al escribir poesía y que son, grado a grado y en lo que parece una analogía exacta: 0) gramática, 1) cultura general, 2) cultura literaria particular, 3)... —incompleto— El grado de Adepto será, siguiendo la misma analogía, 5) el escribir poesía lírica simple como en un poema lírico común. 6) el escribir poesía lírica compleja como en... 7) el escribir poesía lírica ordenada o filosófica como en la oda. El grado de Maestro será, de la misma manera: 8) el escribir poesía épica, 9) el escribir poesía dramática, 10) la fusión de todo tipo de poesía, lírica, épica, y dramátic a en algo superior a todas ellas» Clemente Casín PRADO COELHO, Jacinto do Diversidade e Unidade em Fernando Pessoa Ed. Verbo, Lisboa, 1982, 268 pp. Este libro es un clásico de la bibliografía pasiva pessoana, todavía hoy, indispensable. Cuando apareció su primera edición en 1949, Pessoa había sido objeto, desde su muerte, de un centenar de artículos, al margen siempre de las instituciones académicas y escritos sobre todo con un escaso aliento integrador de todos los pessoas que se iban conociendo entonces. Diversidade e Unidade vino a satisfacer, por vez primera, ambas carencias. Despreciando las posibles interpretaciones biográficas para desentrañar la complejidad literaria pessoana, que tanto furor harían a partir del libro de Gaspar Simóes, Prado Coelho intentó explicar la obra heterónima desde dentro, desde la obra misma: «adopté un método que me parece más ventajoso que otros: el de la crítica inmanente (motivos, formas), más descriptiva que explicativa». Bajo esta perspectiva— temática y estilística— analiza una a una las caras de ese poliedro que es la personalidad lírica de este poeta, para después ensayar una visión única donde se conjugan las diferencias.
Prado Coelho ha ido corrigiendo y ampliando el libro en las sucesivas ediciones; asimismo ha añadido un apéndice bibliográfico y unas notas críticas de otros ensayos sobre Pessoa posteriores al suyo, todo ello de enorme utilidad. Clemente Casín ANTUNES, A. Saudade e profetismo em Pessoa Braga, Faculdade de Filosofía, 1983 El saudo-matriarcalismo galaico-portugués El libro del Prof. A. Antunes trata de reconstruir la sauade adherente a la obra del poeía F. Pessoa en las dos vertientes de una saudade reconciliadora del pasado (saudade como amor ausente) y del futuro (profetismo). Tras exponer la dialéctica de la saudade como «presencia de una ausencia» y, así, como ser y no-ser, el autor redefine con Pascoaes al propio espíritu como «el estado saudoso de la materia». Y aquí ubica el propio espíritu de la obra de Pessoa como dis-locado, disolutivo y disuelto en un «presente alargado y circular»: un tiempo sin ser (ontología negativa), un presente absoluto y abierto (todo y nada) «envolvedor» de una fusión de elementos opuestos. Nostalgia del MarMadre, reversión temporal, alejamient o como acercamiento — podríamos decir nosotros con Camóes. El «sentimiento oceánico» de la Saudade es nostalgia de un «paraíso perdido»: la saudade como soledad consigo mismo cual correlato de la abrigadora Madre ausente (véase el trabajo de Rof Carballo en el libro de conjunto sobre el tema intitulado La Saudade, Ed. Galaxia, 1953). La Saudade galaico-portuguesa —esa especie de «morriña» o «estarlarri» ontológico— remite así a un concepto psicofilosófico fundamental: el de «inadecuación». Mientras que la verdad clásica se autodefine como adecuación de hombre y mundo, la verdad céltico-portuguesa de tipo saudoso expresa una inadecuación entre el hombre ensoñador y un mundo vacuo u hostil, es decir, una inconformidad, desajuste o desnivel entre la realidad y la surrealidad del sujeto queriente. De aquí nace una «nostalgia de lo imposible», compresente en los «fados» y «fadas», así como un anhelo de «fraternidade» y un deseo de fusión: como afirma e implora Pessoa a la Noite (Noche), suprema desdiferenciadora, «Vem, la no fundo
I e desfolhame para teu agrado. I Vem, e embala-nos». Podría entonces decirse que la Saudade es un sentimiento matriarcalfemenino. En efecto, frente al deseo típicamente masculino-activo de amar-a, el regessivo sentimiento saudoso es pasivo ser-amado por el/lo Deseado: el arquetipo de la Madre (personificado o como naturaleza), es el auténtico sujeto o «querer queriente» de alguien que se siente así «atrapado» por una virtualidad cuasi mágica (inobjetivable, diluida): «Restam-nos hoje, no silencio, hostil, I O mar universal e a saudade» (Pessoa). La conclusión, que deberemos profundizar en otra ocasión, es obvia: puédese hablar, sin lugar a dudas, de un saudo-matriarcalismo portugués, es decir, de un matriarcalismo saudoso. Andrés Ortiz-Osés QUADROS, Antonio Fernando Pessoa Ed. Arcadia, Lisboa, 1960, 301 pp., Col. A Obra e O Homem, 3 Alienta el libro de Antonio Quadros la intención divulgativa de la figura del poeta: contiene una correcta presentación biográfica y un somero repaso por las diversas facetas de su obra. Ambas tareas las realiza Quadros mediante una continua referencia a textos de Pessoa, lo que permite, en una primera aproximación, entrar ya en contacto con la escritura original del poeta. Más que una monografía al uso parece una antología de textos comentada. Clemente Casín VV.AA. Fernando Pessoa. Poete Pluriel Centre Georges Pompidou et Editions de la Différence, París, 1985 Que Fernando Pessoa está de moda es un hecho. Hoy se habla, se escribe, se realizan programas de televisión y exposiciones monográficas sobre su figura y su obra por todas partes. Sólo hace falta ojear la revista Persona del Centro de Estudios Pessoanos, y nos daremos cuenta de la gran cantidad de países que, de una u otra forma (desde las antologías más sencillas a las obras de erudicción más avanzadas), conocen alguna de sus facetas, tales como: ocultismo, filosofía, sociología, astronomía.
BIBLIOGRAFÍA TEMÁTICA Vil teoría política, crítica literaria y creación poética. Fernando Pessoa. Poete Pluriel es ante todo un libro singular: un librocatálogo-homenaje, que simboliza el resultado final de la exposición que en torno a Pessoa tuvo lugar, con inolvidable éxito, en el Centro Georges Pompidou de París. Todo un éxito también el que para la publicación de este libro hayan colaborado el Ministerio de Asuntos Extranjeros, el Ministerio de Cultura de Portugal y el Fondo Internacional para la Promoción de la
Cultura de la Unesco. La dirección y coordinación del volumen corren a cargo de Philippe Arbaizar. que además colabora con un sugestivo escrito titulado «A la recontre des fantómes...». en el que tras disertar sobre diversas peculiaridades heteronímicas en Caeiro. Campos y Reis. sentencia que la obra entera de Pessoa supone la perpetuidad de un cielo poético para la literatura de todos los tiempos. Mas nuestro librocatálogo-homenaje se estructura en ocho interesantes apartados, introducidos por una carta de Jorge Luis Borges a Fernando Pessoa que. como ya se ha escrito en alguna parte es «una falha inevitável». Sin embargo, es necesario destacar el texto «Futurisme et modernisme au Portugal» de Fierre Rivas. que es una acertadísima visión de las vanguardias literarias portuguesas en vida de Pessoa. Y cómo no. subrayamos el trabajo de uno de los mejores conocedores, en España, de la obra de Pessoa: nos referimos a Ángel Crespo y a su artículo «Hétéronymie et néopaganisme». que el acreditado lector puede leer en el original castellano, bajo el título «Los poetas heterónimos y el neopaganismo portugués de Fernando Pessoa». publicado posteriormente en el número 425 de la revista Cuadernos Hispanoamericanos, que también homenajeaba a Pessoa. No obstante, para el leyente español, una de las curiosidades de F. P. Poete Pluriel es la antología poética de Pessoa en lengua francesa, seleccionada y traducida por Armand Guibert. que además de ser uno de los mejores conocedores, en Francia, de la obra de Pessoa. también es el autor de la primera traducción pessoana editada fuera de Portugal en 1955, concretamente Burean de Tabac et autres poémes. Finalmente, la última parte de este esmerado libro nos ofrece una selección bibliográfica extensísima de José Blanco, interesante para el investigador que quiera saber qué se piensa y qué se escribe de Pessoa al otro lado de los Pirineos. /osé M. Giben Cardona PERRONE-MOISÉS, L. Fernando Pessoa. Aquém do eu, além do outro Martins Fontes Editora, Sao Paulo, Brasil, 1982 La mejor prosa de La crítica especializada se ha ocupado ya de este pequeño, pero
sustancioso libro de Leyla Perrone-Moisés, y alabarlo como «um dos poucos livros fundamentáis» sobre Pessoa. La obra está dedicada a la memoria de Casáis Monteiro y a sus cercanos familiares. No en vano la autora fue su alumna y sabe cuánto hizo Casáis Monteiro por Pessoa. Leyla P. Moisés nos explica en la introducción cómo «descubrió» al hombre y al poeta, y la «presencia» de la poesía de Pessoa. Por ello nos dice que todo trabajo sobre Pessoa «e una indagac,áo sobre a identidade». La estructura del libro es simple, cuatro apartados más o menos iguales y de vital interés progresivo. En el primero, «Pessoa ninguém?», Leyla P. Moisés se pregunta y nos cuestiona también a nosotros, sobre la personalidad de Pessoa. ¿Quién es? ¿Cuántos hay?... Originalmente, este capítulo se publicó en francés en la revista Tel Quel número 60 (París, Seuil, 1974) bajo el mismo título inquietante: «Pessoa personne?». La discusión está al alcance del lector. La gran tentación pessoana es dejarse engañar por su propia duplicidad. El «estar» pasajero y sucesivo y el «ser» ontológico. Pessoa en portugués quiere decir «persona», pero... ¿cuál es —o cuáles son— su/s identidad/es?, ¿las tiene verdaderamente?, ¿o se trata de un juego, de un continuo intercambio de máscaras? ¿Será que su constante fingimiento define su propio drama heteronímico y viceversa? Leyla P. Moisés esribe: «O reconhecimento de sua falta de ser, por Pessoa "ele mesmo", é o resultado da experiencia de poeta como náosujeito —aquele que, ao escrever, se rasura e, exibindose, suprime-se». Y más adelante: «O Vácuo-Pessoa revela-se, assim, com um ExcessoPessoa». En el segundo apartado, «O Genio Desqualificado», nos encontramos con una visión indagadora de Pessoa, cubierta por la lectura de Walter Bejamin. En la obra de Pessoa hay una reflexión sobre la condición natural del genio, ese ir más allá de la aptitud y del talento, una especulación que pasa de la concepción romántica a la originalidad moderna. Pero Pessoa parece descalabrar y desacreditar su propio «Genio» y experimentar así su propia frustración de artista que se siente descalificado. Aunque como dice nuestra autora: «Pessoa definiu-se claramente pela
FERNANDO PESSOA EL LIBRO DEL BERNARDO SOARES
DESASOSIEGO
DE
(7 ediciones) (7 ediciones)
EL REGRESO DF I (R DIÍRF1! L/L Lvv UlvwLw Traducción, organización, introducción y notas de ÁNGEL CRESPO Ambos libros en Seix Barral Biblioteca Breve VIII BIBLIOGRAFÍA TEMÁTICA ac,áo indireta, específica do artista, e aceitou a "desqualificagáo" social inerente a ela». Y se pregunta: «Para que dizer que Pessoa foi un Genio?». Es verdad que no se puede discutir lo que es obvio. Con el tercer apartado, «O Vácuo-Pessoa», llegamos al eterno laberinto pessoano. No se trata de ver solamente la revolución formal de la obra pessoana. Hemos de descubrir lo insólito, su particular maestría cuando manipula los diferentes recursos lingüísticos del idioma portugués. Hemos de indagar lo extraño, lo raro, lo oculto. Por esto Leyla P. Moisés nos habla de: «A brecha do inconsciente»; «O sujeito como significante vazio»; «O desejo como falta-de-ser (manque-á-étre)»; «O sujeito como ficqáo»; «A ficgáo heteronímica»; etc., en la obra y en el hombre que fue Pessoa. Por último, en el cuarto apartado, «Caeiro Zen», se nos sugiere una nueva lectura —entre las muchas que la poesía pessoana permite— de Caeiro, el poeta-pensador, y descubrimos apuntadas «notáveis coincidencias da filosofía de Caeiro com o Zenbudismo, para assinalar em seguida, na própria poesía desse heterónimo, resultados estéticos semelhantes aos alcangados pelo Zen na arte verbal». Y es que alterando una idea inicial
de este libro evocando Portugal, Pessoa sorprende. No es sorprendente: Pessoa siempre nos sorprenderá. Jorge M. Giben Cardona PRADO COELHO J. de Camóes e Pessoa, poetas da utopia Publicagóes Europa-América, Colecgáo Estudos e Documentos, 1983 Jacinto do Prado Coelho es una de las figuras de la docencia universitaria portuguesa más relevantes de los últimos tiempos. Fiel a su profesión, su imagen es recordada como modelo de ciudadano-pedagogo, gran humanista, reconocido filólogo, crítico literario y ensayista inquieto. El presente libro, publicado un año antes de la muerte del ilustre profesor, está dividido en dos partes («Camóes e Pessoa» y «Temas Portugueses e Brasileiros»), que bien podrían corresponder a dos pequeños libros independientes. Estas dos secciones aparecen después de un lúcido preámbulo que da unidad a toda la obra, titulado «Literatura e Utopia». Nada en este preámbulo tiene desperdicio, posee el tono, el matiz, el carácter de un testamento literario, crítico y juicioso al mismo tiempo. Coelho inicia su andadura desvelando seducciones. «A utopia, nao apenas como género literario mas como categoría mental, seduz-me por dois motivos: o seu valos prático e as suas virtualidades estéticas». Y más adelante confiesa: «Escrevo por necessidade de evasáo, para ver mais claro, para prolongar o exercício de leitura, para me aproximar dos outros, para os influenciar, para substituir a vida, para me sentir vivo. Motivos, em parte, contraditórios. Se alguma coisa aprendí (julguei aprender) ao longo dos anos foi a importancia do irracional em mim e nos outros, quanto ha de imprevisível nos comportamentos, como é problemática toda a possível verdade —e recordei que ern mim a tolerancia se antecipou a esse aprendizado, em vez de lógicamente ir resultando dele». Todo ello, acompañado por toda una serie de sorprendentes afirmaciones y conclusiones sobre la defensa de la condición portuguesa, sobre la demora de una evolución tangible en un mundo en crisis, sin dejar de reconocer «a forc,a da utopia latente na literatura». Y por si fuera poco, una revisión a las semblanzas y divergencias entre Camóes y Pessoa y su irradiación en la colectividad
del sentir portugués. Una revisión que no olvida la voz que abarca el conjunto de una filosofía vital, «Saudade: distanciamiento no espago e/ou no tempo»; sin cuestionar los límites de cohesión de lo real y lo irreal. (Sobre ello escribió antes Torrente Ballester, «¿lo real?, ¿quién sabe hasta dónde llega?».) Por tanto, no es de extrañar que en «Camóes e Pessoa», Coelho hable de la intemporalidad del primero y la perdurabilidad del segundo, de la deuda infinita de nuestra cultura con el Renacimiento, de «Um humanismo de raíz portuguesa», de la dependencia de Pessoa hacia Camóes (es en este momento cuando viene a la memoria aquello que más tarde escribió Ángel Crespo: «porque, al profetizar al SupraCamoens, Pessoa estaba profetizando al poeta que él mismo se había propuesto ser»). Coelho habla del largo camino recorrido «D'Os Lusíadas a Mensagem»), en donde tanto Camóes como Pessoa se manifiestan embebidos de una concepción mística y misionaria de la Historia portuguesa. Finalmente, Jacinto do Prado Coelho describe un «Portugal imaginario e verdadeiro na poesía portuguesa». Es comprensible que después de leer este libro pensemos que la literatura es un arma cargada de Utopía; pero... ¡qué Utopía, amigos! GUYER, LR. Imagística de espago fechado na poesía de Fernando Pessoa Impresa Nacional Casa da Moeda / Centro de Estudos Pessoanos, 1982 Imagística do espado fechado na poesía de Fernando Pessoa es la versión de Ana Hatherly en lengua portuguesa con la que Leland R. Guyer se doctoró en Lenguas y Literaturas Hispánicas, en la Universidad de California, Santa Bárbara, en 1979. La obra se inició bajo la dirección de Jorge de Sena, fallecido en el transcurso de su elaboración, por lo que su posterior orientación se debe al profesor Frederick G. Williams. Este estudio no intenta explorar detalles biográficos a partir de la poesía examinada; ciertamente se trata de un análisis de las realidades suprabiográficas del yo y de sus arquetipos. Si un objetivo tiene esta investigación es el de demostrar y examinar el relevante papel que las imágenes desempeñan en la percepción, definición y realización del yo en el universo poético de Pessoa. A partir de aquí se desvelan las semejanzas y diferencias substanciales de la consciencia mítica de las «personalidades» más destacadas del poeta. De esta manera cada uno de
los diferentes heterónimos Fernando Pessoa crea una literatura, bajo diferentes puntos de vista y con una desenvoltura superior a la del propio Pessoa, el ortónimo. Leland R. Guyer insiste siempre en dar a sus investigaciones una exégesis que tiene en la psicología y el psicoanálisis un arma de doble filo, en donde los sueños son a menudo considerados como la vía más segura del inconsciente poético. Hay en este libro una constante referencia a la obra de Cari Gustav Jung, y en menor medida, pero influyente, al pensamiento de Gastón Bachelard, Ernst Cassirer, Edward Edinger, Mircea Eliade y Erich Neumann. Sorprende entonces — de forma muy grata para el lector— que la lectura de este libro sea atractiva y poco oscura, más si tenemos en cuenta que cuando se pasa revista (como se hace en él) al mundo de lo arquetípico de las imágenes, los símbolos, los espacios cerrados, los sueños y los recuerdos infantiles, toda ayuda es de agradecer. Y más aún si el motivo de tales disertaciones se refiere a la poesía de un poeta como Fernando Pessoa, que como es sabido vivía inmerso en su propio aislamiento, con pocas amistades y cultivando su propia introspección e imaginación. Jorge M. Giben Cardona Jorge M. Giben Cardona IX
Selección y reseña HEIDEGGER, M y FINK, E. Heráclito Barcelona, Ariel, 1986, 215 pp., Col. Ariel Filosofía Reflexiones en torno a un libro sobre Heráclito «Durante el invierno de 1966/67, tuvo lugar en la Universidad de Friburgo un Seminario sobre Heráclito que fue dirigido por Martin Heidegger y Eugen Fink. Este libro refleja la transcripción literal de ese encuentro», frontispicia Eugen Fink, en Friburgo, y en 1970, fecha en que la editorial Vittorio Klostermann publicó el libro. Ahora, la colección Ariel Filosofía, magníficamente asesorada por Eugenio Trías, da a la luz tan valioso texto, impecablemente vertido al castellano por Jacobo Muñoz y Salvador Mas. Los helenistas nos congratulamos de la publicación de tan importante
obra. A nosotros, que nos hemos ocupado intensamente de los griegos, y de Heráclito, claro está, nos es especialmente grato comentar esta obra y reflexionar sobre ella, que ya conocíamos en su edición alemana. Heráclito es un pensador singular por muchas razones, pero fundamentalmente por dos: a causa de sus textos fragmentarios y crípticos, como por ser, y téngase esta como una opinión nuestra, el primer filósofo de Occidente. Nosotros hemos escrito, para justificar esta segunda razón: «Por mor de la precisión, diré que en la cristalización de cosmovisiones, al menos por lo que al mundo de los griegos se refiere, se suele proceder de la siguiente manera: tanto el lenguaje generado por formas de vida y organizaciones sociopolíticas determinadas, como éstas, se erigen en paradigmas interpretativos del cosmos físico exterior, para, a la luz de éste, interpretar al individuo, al hombre. Nos hallamos, pues, ante tres niveles: socio-político, físico-cósmico e individual. Reformulado a la luz de la legalidad: las leyes sociales devienen leyes cósmicas —en parte— que regulan al individuo. Cuando un pensador tiene el acierto de reunir los tres niveles en un lenguaje conceptual, a los tres mentados referido, podemos decir que ha nacido un filósofo. A tenor de lo dicho, sostengo que el primer filósofo occidental fue Heráclito de Éfeso» (A. Alegre Gorri, Estudios sobre los presocráticos, Barcelona, Anthropos, 1985, pp. 13 y 14). Volviendo a Heidegger / Fink: les hubiera sido muy difícil desarrollar un Seminario tan enjundiosamente filosófico, como el presente, a propósito de, por ejemplo, Tales, Anaximandro o Anaxímenes. Por lo que a la cripticidad de los fragmentos de Heráclito se refiere, escribe E. Fink: «El lenguaje de Heráclito tiene una ambigüedad y una multidimensionalidad internas tales que no podemos darle unívocamente cualesquiera referencias. Se agita en una expresión gnómica, sentenciosa y de ambiguas referencias hasta una extrema extravagancia del pensar» (p. 8) Ya, de entrada, se plantea un problema; a saber, ¿cómo ordenar los fragmentos de Heráclito? La edición canónica es la de DielsKranz; en ella los fragmentos se ordenan de manera puramente funcional; en Kirk & Raven se organizan temáticamente; en el Seminario de Heidegger / Fink se ordenan de otra forma, que supone una toma de posición para el
filosofar; se arranca del fragmento 64 (se utiliza, por supuesto, la numeración de la edición de Hermann Diels), que reza «xa óé Jtávxa oíaxí^ei KeQcnjvóc;», es decir, «el rayo gobierna todas las cosas». La espléndida y potente metaforización de Heráclito saca a la luz el más genuino pensar filosófico. Con TCC JTÓVta se nombra «todo» y significa «todas las cosas». Pero hay una relación entre TQ Jiávia y Kepauvóg. «Expresa con ello una relación de las muchas cosas con lo Uno del relámpago» (p. 9). El relámpago, en su brillar, unifica la multiplicidad. Estamos ante un tema y problema conceptual. ¿Cómo se puede unificar la multiplicidad? ¿Quién o qué unifica a la multiplicidad? ¿Cómo, en qué sentido, a la luz de qué, las muchas cosas devienen una? El fuego, por ejemplo, unifica la multiplicidad, en cuanto que el fuego es ¿XQX^ de todas las cosas y el regulador de todos los procesos que acaecen en el Kósmos físico-material. Así, el frag. 30 reza: «Este cosmos —el mismo de todos— no lo creó ningún dios ni ningún hombre, sino que siempre fue, es y será fuego eterno, que según medida se enciende y según medida se extingue»; y el frag. 31: «Revoluciones del fuego: es, primeramente, mar, y de este mar la mitad es tierra y la otra mitad exhalación brillante... [la tierra] se desparrama en mar y se mide en la misma proporción que tenía antes de convertirse en tierra»; y el 90: «Todas las cosas se cambian recíprocamente con el fuego, y el fuego, a su vez, con todas las cosas, como las mercancías con el oro y el oro con las mercancías». ¿Cómo se puede, además, unificar la multiplicidad? Por medio de la sabiduría. El frag. 14 dice: «Una sola es la sabiduría: comprender el pensamiento que sabe gobernar todo a través de todo». La sabiduría y el pensamiento verdadero es el Aóyog, entendido a dos niveles: como ley objetiva que refleja el movimiento continuo de los opuestos (sean cosas o cualidades) y como ley ínter-subjetiva (método), de acuerdo a la cual captamos la primera. Los hombres que tienen Aóyog están despiertos; quienes no, dormidos, poseyendo una inteligencia particular, léase, errada (Véase frag. 1). Pero nos la habernos ya con el hombre. Por eso, Heidegger, frente a la audaz y difícil lectura de E. Fink, comienza la suya de Heráclito con el Aóyoc; y la 'AXr|éeia (Véanse pp.96 y ss.). Un tema apasionante, no sólo a propósito de la filosofía de Heráclito, sino de toda
filosofía griega arcaica, es saber si emerge el tema del hombre como algo específico, como sujeto, como individuo, o si es sólo, como ente, algo perteneciente a ict jiávia. Al hilo de esta problemática, en el cap. VII, se rememora la relación de Hegel con los griegos. Heidegger recuerda (p. 103) cómo «Hegel caracteriza todo el pensar griego como estadio de la inmediatez. Para él, sólo con Descartes toca la filosofía tierra firme con su apoyo en el yo». Pero, nos preguntamos ahora nosotros, ¿no es, a pesar de Hegel, la sofística un giro y camino hacia la subjetividad? Creemos que sí. ¿Cómo entender el fragmento, espléndido, de Heráclito, núm. 119, «fjftog dvOgeójito óaíuxov —el carácter del hombre es su démon»? ¿Como patencia y reivindicación de lo subjetivo? Heidegger diría que no. Y nos recuerda una conferencia, Sprache ais Rhythmus, y un libro, Musik una Rhythmus bei den Griechen, una y otro de Thrasybulos Georgiades. «En ambos trabajos —y citamos a Heidegger— ha dicho cosas extraordinarias sobre el lenguaje. Entre otras, pone la pregunta por el ritmo y muestra que £uouós nada tiene que ver con peco (fluir), sino que hay que entenderlo como carácter. Recurriendo a Werner Jáger, se apoya aquí en un verso de los fragmentos de Arquíloco, 67a, donde el §uouÓ5 tiene esta significación. El verso dice YÍYVCOOX E 6'oioo QUO|¿Ó<; ávdQüxrtovc; ¿xei, a saber, erkenne, wel X SELECCIÓN Y RESEÑA cher Rhythmus die Menschen hált (es decir, reconoce cuál ritmo guarda al hombre). Además, menciona un lugar del Prometeo de Esquilo, al que en cualquier caso ya había aludido Werner Jáger y en el que el (Suauóc;, o sea ^íiduígto tiene la misma significación que en el fragmento de Arquíloco: d) 6' fe Qoúftuioum (Prom. 241). Aquí dice Prometeo de sí mismo, "in diesem Rhythmus bin ich festgebannt" (en este ritmo estoy fijamente retenido). Él, que está capturado inmóvil en la malla de hierro de sus cadenas, está ritmado a los peñascos, es decir, encajado. Georgiades alude al hecho de que los hombres no hacen el ritmo, sino que, para los griegos, el ^uftnóc es el substrato del lenguaje, el lenguaje que va a nuestro encuentro. En esta dirección entiende Georgiades el lenguaje arcaico. Debemos, pues, tener a la vista el
lenguaje antiguo hasta el siglo v, para entender a Heráclito aproximadamente. Este lenguaje no conoce frases». Puntualiza Fink: «Que tengan una significación determinada». Y añade Heidegger: «En las frases del lenguaje arcaico habla la cosa y no la significación». Toda esta discusión sobre el lenguaje es muy singular, interesante, pero discutible en algunos aspectos. Estamos de acuerdo en que se comete un error cuando, al modo moderno, se quiere introducir un fuerte subjetivismo en el mundo arcaico, que es objetivo y en el que las cosas, incluido el nombre, resuenan al unísono, y la physis brilla conjuntamente. El hombre, y en parte es bien heraclítea tal visión, es una parte o aspecto de ese fluir continuo de las cosas. En este sentido es tentador recordar el frag. 119 «rt/'Sog dvfrQtójioo óaí^cov», que, a tenor de lo anterior, podría leerse así: lo que otros han llamado démon, en sentido religioso, no lo es; el démon es el carácter, es decir el fluir continuo y cadencioso de aquello a lo que el hombre está ritmado. Si hemos subrayado la expresión «en sentido religioso» es para recordar a todo lector que nos referimos a la religión, en griego pensada, y no en el sentido cristiano trascendente. Entre paréntesis, convendría recordar cómo insignes autores han malinterpretado a los griegos. El mismo Heidegger nos pone un ejemplo, a propósito de la discusión sobre el frag. 108, que reza: «ooyóv ÉOTI JiávTcov XE/cooiauÉvov », es decir, «la sabiduría es algo separado de todo». Ahora citamos a Heidegger: «Lo XEXWQIO^ÉVOV constituye la más difícil cuestión en Heráclito. Karl Jaspers dice sobre esta sentencia de Heráclito: "Aquí se alcanza el pensamiento de la trascendencia como lo absolutamente otro, y ciertamente con plena consciencia de lo inaudito" (Die grossen Philosophen, T I, p. 634). Esta interpretación del XEXCOQIOHÉVOV como trascendencia es totalmente desacertada» (p. 36). Cuando se adquiere conciencia de la subjetividad se gana la significación. Vamos a citar tres fragmentos de Heráclito, así como una opinión distinta a la de Heidegger. Los fragmentos son: 101, que dice «£Ói¡¡r|aáur|v éuícouoóv », «anduve buscándome a mí mismo», en el que se inicia un camino claro hacia la subjetividad; el 93, tan espléndido, «ó &va| o{> TÓ navTEióv é creí TÓ EV AEXcpoTc;
OÍITE XÉyEl OÍJTE XQÓJTTEl CtXXá OT||J,aí
VEI », «el señor, cuyo oráculo está en Delfos, ni habla ni oculta nada, sino que se manifiesta por señales», que apunta claramente hacia una validación y toma de conciencia de la significatividad; el tercero, el 67, «Dios es día-noche, invierno-verano, guerra-paz, hartu ra-hambre...» etc., del que comenta Elvira Gangutia Elícegui, y esta es la opinión distinta a la de Heidegger: «Así, ÜEÓg viene a ser el archilexema de una serie de términos aparentemente antitéticos y opuestos entre sí: -&£Óg es idéntico a los demás términos, es decir, es el verdadero significado de la serie de opuestos. Incluso el Zí]vÓ5 6vo¡¿a, "el nombre de Zeus", aunque imperfectamente, representa el contenido de í. v TÓ oocpóv en Fr. B 32» (E. Gangutia Elicegui, «Teorías Semánticas en la Antigüedad», pp. 3-60, en Introducción a la lexicografía griega, Madrid, Consejo Superior de Investigaciones Científicas, 1977). En la pormenorizada hermenéutica filológico-histórica (de resemantización de términos) y de ejercicio del pensamiento y del filosofar a propos de Heráclito, que se lleva a cabo en el libro que comentamos, se aborda la aparente oposición E v-jtávia a la luz de un fenómeno humano. Y subrayamos lo de aparente porque, según Heráclito, la verdadera naturaleza de las cosas ama ocultarse. Tras el análisis quizás no exista la contradicción o haya que enfocarla de manera distinta a la portical. Se toma el frag. 29: «CCÍQE ÚVTCII yáQ EV ávti ajiávTcov oí ¿t QIOTOI, xAéoc; á évaov •&vr]Tü)v», es decir, «pues una cosa hay que los mejores prefieren a toda otra la gloria eterna a las cosas perecederas». Aquí se observan las siguientes oposiciones: 'EV, lo Uno, representa a la aristocracia —no olvidemos que Heráclito era un aristócrata—, unificada en y por el poder, su paideía y Weltasnschauung correspondientes, que se opone a JiávT
atrayendo a los muchos a lo Uno o eliminándolos. Pero no habrá una disolución de oiávta ¿Por qué no la habrá desde el punto de vista del ser social? Nosotros hemos escrito, y en eso coincidimos con la opinión de Heidegger / Fink, aunque creemos que nuestra interpretación profundiza más en la historia, lo siguiente: «¿Cuál es la situación y posición políticas de Heráclito? Defiende denodadamente los intereses de la nobleza —así, son muchos los fragmentos en los que Heráclito destila un amargo desprecio por el pueblo, que él denominaba populacho—, pero se percata con lucidez de la irreversibilidad del proceso democrático. Por otro lado, testimonia la oposición entre libres y esclavos, oposición —mejor diríamos opresión— sobre la que se construye la base del progreso económico griego. Por eso dice "La guerra es el padre de todas las cosas; a unos los muestra como dioses, a otros como hombres; a unos hace esclavos, a otros libres" (frag. 53) La esclavitud era considerada como un factum natural. Pero Heráclito consignó la diferenciación entre libres y esclavos, diferenciación que desde el punto de vista objetivo, productivo, económico, era oposición. La sociedad está basada en una oposición que genera el desarrollo de la producción, como la polis está fundamentada en la oposición entre nobles y campesinos y comerciantes. La oposición es, pues, doble: nobles frente a comerciantes y campesinos, a nivel objetivo y de consciencia, y de todos los anteriores frente a los esclavos, a nivel objetivo. No todos se percataron de este cuadro de oposiciones. Los románticos de la ley creyeron que una constitución equilibrada, consensuada, era un gran logro político. Y ciertamente lo era. Los griegos aborrecían la tiranía, porque era considerada una usurpación de la libertad, libertad expresadora de la polis. Mas la perspicacia de heráclito radica en la constatación de que todo consenso político-legal se basa en la oposición de las fuerzas sociales; pero no sólo eso, sino que el consenso legal ha de ser, en cualquiera de sus determinaciones, efímero, contingente. Se reformulará de acuerdo al cambio de las SELECCIÓN Y RESEÑA XI bien como adecuación entre las cosas y el intelecto que las aprehende o bien lógicamente, es decir, es verdadero aquello que, según unas reglas, se deduce correctamente de unos axiomas. Según Heidegger, la verdad
auroral, la verdad en el mundo de los griegos, se debe entender como presencia, como arrancarse al ocultamiento. 'A^rjfreía es un término negativo: se descompone en d (que es un prefijo negativo) y Xrjdr] (olvido) (el verbo Xavftávw significa estar oculto). Se coextiende, pues, con cpvoic;, que significa nacimiento, crecimiento, aparición, y se isomorfiza con elvau que es el sustrato de los entes. Por eso. la filosofía griega fue una lucha, una tensión entre la luz y las sombras, entre los despiertos y los dormidos, entre el Sol-Bien y la obscura Caverna (Platón), entre la iluminación y la ocultación. Los modernos (los postmodernos son aún un enigma) no pensamos así. La propuesta heideggeriana consiste en volver a repensar existencialmente lo originario. Se trata de un maravilloso esfuerzo, o reto, planteado por Heidegger. aquí a propósito del filósofo auroral por excelencia, Heráclito. Estas teorías nos lleva derechamente a la gran obra de Heidegger, Ser y Tiempo (cfr., en concreto, el parágrafo 44b). La propuesta heideggeriana de repensar radicalmente lo auroral se basa en nuestra opinión, en una exigencia y en un condicionante: la exigencia lo es filológica; consiste en un estudio pormenorizado de las palabras, recreando su semántica, yendo a los textos culturales que entornan los discursos filosóficos; el condicionante radica, creemos, en que Heidegger, situado en la conjunción de un cierto agotamiento del pensar especulativo con una época de crisis, reivindica lo existencial que le lleva a lo prístino. Mas, en nuestra opinión, como ya hemos escrito, hay á propos de Heráclito una cierta carencia de referencia a las variables político-sociolegales que entornaron al llamado Obscuro. Si se hubiese recurrido a ellas, el resultado hubiera sido mejor. De todas formas, se trata de un excelente libro, un reto para el pensar filológico-especulativo.
PRE-TEXTO S LITERATUR A PORTUGUES A EL BANQUERO
ANARQUISTA Fernando Pessoa [Versión de J. A. Llardent] EL MARINERO DRAMA ESTÁTICO EN UN CUADRO
Fernando Pessoa [Versión de A. Campos] (Poesía / Edición bilingüe) CICLO DEL CABALLO Antonio Ramos Rosa [Versión de A. Campos] (Poesía / Edición bilingüe) De próxima aparición MICROPAISAJE Carlos de Oliveira [Versión de A. Campos] (Poesía / Edición bilingüe) instancias sociales» (A. Alegre Gorri, Estudios sobre los presocráíicos, Barcelona. Anthropos. 1985, pp. 17-18). Muchos fragmentos avalan esta interpretación. Además, si se tienen en cuenta los avatares político-sociales que le «ritmaron» a Heráclito. en Éfeso, es impensable suponer que no se hubiera visto influido por ellos. M. Heidegger y E. Fink filosofan agudamente, debatiéndose con el pensar originario, el del Obscuro, pero, en nuestra opinión, dejan de lado, en exceso, el hinterland político-social. No se debe interpretar a los griegos desde los pensadores modernos: así. por ejemplo, todos los conceptos que han emergido «en la polémica sobre el realismo y el idealismo (en Cap. VIII) son insuficientes para caracterizar el manifestarse, el salir a la luz de lo ente» (pág. 113). Sin embargo, se intenta ganar comprensión sobre los griegos comparándolos con la modernidad, a veces con los poetas, caso Hólderlin. a veces con Hegel. y. por supuesto, con el propio Heidegger. La novedad de la comparación con Heidegger radica en que éste lanza una propuesta original de comprensión de los griegos; ésta, que está diseminada a lo largo de todo el libro, pero que se concreta en «La cuestión final: los griegos como desafío», del cap. XIII. podría formularse así: «¿Y que ocurriría si en los griegos hubiera algo impensado que determinara precisamente su pensamiento y lo pensado de toda la historia?». Esta pregunta de Heidengger viene a cuento de la aseveración de E. Fink de que los griegos constituyen para nosotros un gigantesco desafío. El problema se puede plantear desgranado en preguntas: ¿somos
herederos de la ontología griega, por mucho que. por otra parte, nos hayamos alejado de los griegos y de su comprensión del ser y del mundo? ¿hemos de intentar superar el pensamiento griego? ¿o acaso es imposible, por no disponer de un mundo conceptual adecuado, asumir o reabsorber a los griegos?, ¿es nuestra experiencia del ser radicalmente distinta de la griega?, ¿sólo podremos, como dice Fink, hablar como nihilistas con los griegos? El fragmento 64 de Heráclito, xa óé rrávta oiax.íuei xeoca'vó; (el relámpago gobierna la totalidad del mundo), pone de manifiesto, si sabemos rasgar el velo de la metáfora, cómo tá rrávia, o sea. ovia, se patentiza en lo 'EV del fuego, del Sol. del Aóvoc. es decir, del Ser. ¿Qué es la á /.r^eía? Habitualmente,
ESPAÑA concepto verdad se ha entendido, o Antonio Alegre Gorri LUIS SANTANGEL, 10 46005-VALENCIA XII SELECCIÓN Y RESEÑA MARISTANY, J.
el
Sartre. El círculo imaginario: ortología irreal de la imagen Presentación de E. Trías, prefacio de X. Tilliette, Barcelona, Anthropos (en prensa), Col. Autores, Textos y Temas / Filosofía Ni sartriana ni antisartriana, pretende esta interpretación anudar genéticamente la doble dimensión imaginativa y conceptual del autor. «Con una inteligente minuciosidad y sin desdeñar la distancia crítica... Maristany se interna en el taller de ideas de Sartre y desentraña sus procesos más soterrados y decisivos (Trías). Cristaliza en la obra una paciente rumia de varios años mediando la estancia en París con beca del gobierno francés auspiciada por el propio Sartre. «Nos ofrece otro Sartre que el canónico, o nos devuelve al primer presentimiento de que el polifacético escritor, filósofo, novelista y dramaturgo es más filósofo de buena estirpe de lo que mucha crítica, fiada en apariencia, es capaz de saber reconocer» (id). En diálogo con otras interpretaciones, preferentemente francesas (Varet, Jeanson, Gorz, Merleau-Ponty, Girard, George) e intentando subsumirlas en la suya propia, se desplazan los acentos de gravedad de las influencias recibidas por Sartre y se desplaza, sobre todo, la perspectiva interpretativa: se prefiere L'imaginaire a la Critique de la raison dialectique en la dilucidación del sistema. «Haber conseguido orientarse tan precisamente en medio de la literatura sartriana... y haber seguido un hilo de Ariadna tan exacto y con frecuencia —casi siempre— olvidado como el que relaciona L'imaginaire y L'étre et le néant es ya toda una conquista» (Via i Taltavull). El método y la construcción de la obra son doblemente circulares: desde el círculo que se constituye entre la autobiográfica Introducción y el resto hasta la versión, circular también, del corpus sartriano. Lo resume certeramente Tilliette: «II était passionnant de surprendre le monstre naissant. L'habilité de Maristany consiste a le lire a rebours, c'est-á-dire a la lumiére rétrospective de L'étre et le néant. Or L'étre et le néant aussi est l'objet d'une lecture régressive, á reculons». La circularidad de las tres partes del libro está claramente indicada en el índice: «Explicitación lógica de una mítica, L'étre et le néant» —parte 1.a— retrotrae a la fundamentación del término néant en L'imaginaire: «Mítica de los
reflejos» —parte 2."—, pero la imagen, a su vez, ha de ser tematizada en cuanto tal; «La imagen irreal autentificada: realidad de los reflejos» — parte 3."— o retorno a L'étre et le néant. «Maristany —de nuevo Tilliette — boucle son étourdissante démonstration avec l'évocation d'un Sartre ersatz et analogon.» Sartre es imagen, no-ser en el arcano sentido mediante el cual atrapara la «alteridad» el Sofista platónico. Pero la interpretación minuciosa del texto no excluye una meditación personal —«un agüe essai de critique philosophique» (Tilliette)—. «En torno a la imagen y a su doble nexo aporético con la realidad (y el consiguiente problema del percibir) y con el concepto (y el problema correlativo del conocer), circula el núcleo de esta investigación... Estamos, pues, ante un libro sobre Sartre y, sobre todo, ante un verdadero libro de filosofía» (Trías). Pese a que el autor, por razones personales que él expone en su Introducción autobiográfica, no dialogue con las exégesis españolas de Sartre, opina Via i Taltavull: «En la literatura sartriana española carecíamos de un texto de la envergadura, tino y densidad del de J. Maristany»; valora, en especial, la progresión de la parte I/1 y el 3." capítulo de la tercera parte, «Ontología trágica de Sartre». Joaquín Maristany es profesor de filosofía en la Universidad Autónoma de Barcelona. Ha publicado Introducción a los filósofos. Creencias o sistemas, Homenatge a Jaume Bofill y una quincena de artículos. Se dedica, desde 1979, a la obra de Meister Eckhart y, más recientemente, al pensamiento de fray Luis de León. Intenta el primer estudio dilucidar algunos aspectos de la modernidad desde su génesis. Deletrea el segundo estudio en el siglo xvi español —a partir de un ejemplo de excepción, fray Luis— ciertas constantes del país que fraguaron entonces (De la edad conflictiva de Américo Castro, o el extraordinario Erasme et l'Espagne de Bataillon) y continúan hoy bajo nuevos nombres. tipo de filosofía, propugnando por el autor, en la que el ser se dice y se muestra a través del lenguaje —el cual sirve como vía de acceso al ser. La ontofántica sería un decir del ente, en el cual el ente mismo se muestra diciéndose. El estudio se divide en dos secciones. El primero se titula: «La relación entre existencia y ser-así en la tradición filosófica». En ella se
hace un recorrido histórico de las principales tentativas sucesivas que durante 23 siglos ha ido efectuando el pensamiento occidental al enfrentarse con el problema. En este recorrido el autor hace una lecturainterpretación desde una perspectiva que él llama de tipo crítico argumentativo, que se corresponde con un estilo de filosofar propio de una filosofía analítica. En esta lectura de ningún modo se pretende atribuir a autores históricos posiciones ajenas a su inquietud, sino que Peña las ve como estimulantes y orientativas. Para el autor la tradición filosófica es una fuente viva que conserva una fuerza estimulante gigantesca, puesto que encierra teorías de argumentación y de sugerencias que nunca se habrán explotado totalmente. La Sección II, «Concepción ontofántica del existir», persigue el propósito de exponer de una manera concisa una ontología que dé respuesta satisfactoria a las cuestiones centrales sobre la existencia. «En mi concepción, cada ente es su ser. Cada ente es, pues, un ser; es indiferente hablar de los entes o hablar de los seres (mientras que no es lo mismo hablar de los pensantes y de los pensares, p. ej.). Y lo supremo de todo es el Ser, no un no-se-qué que dé el ser, estando más allá de él. [...]. Lo prioritario y supremo es, siempre, el Ser, la Existencia, que es Dios, cuyo ser es el Ser, que es lo único absolutamente existente y que, por ser polo de convergencia de todas las propiedades —cada una en la medida en que existe —es tal que su quididad es idéntica a su Existencia, o sea: a Él mismo» (p. 337). PEÑA, Lorenzo El ente y su ser. Un estudio lógico-metafísico León, Universidad de León, 1985, 568 pp. El problema que se plantea en esta obra es la relación entre el ser-así y la existencia o ser a secas, es decir el viejo problema filosófico de esencia y existencia planteados desde el marco de lo que el autor llama la «metafísica ontofántica». Con el adjetivo ontofántico aplicado a la metafísica se quiere significar un QUADROS, A. Portugal, razáo e misterio. Livro I: Urna arqueología de tradicáo portuguesa. Introducáo ao Portugal arquetipo. A Atlántida desocultada. O país templario.
Lisboa, Guimaráes, 1986, 214 pp. En los tres libros que constituyen esta obra, Antonio Quadros nos ofrece una lectura en profundidad, no sólo de los momentos cruciales de la historia portuguesa, sino también de la identidad psi SELECCIÓN Y RESEÑA XIII cológica y de los valores, de los arquetipos, de los mitos, de las creencias e ideales del hombre «lusíada», en los laberintos de su itinerario sinuoso en el tiempo y en el espacio. El autor procura discernir, por una parte, la razón (razón Ideológica) que guió la inteligencia portuguesa en la aventura de su ser y de su estar en el mundo y, por otra, el misterio subyacente a su destino glorioso e infeliz, universalista y siempre problemático. Para ello recoge intertextualmente los diversos elementos históricos, ¡cónicos, simbólicos, literarios, filosóficos e incluso teológicos. CALLE, R. de la Repertorio bibliográfico de investigación estética Valencia, Federico Doménech / Fundación Edivart, 1986, 654 pp., Col. Pliegos Este repertorio recoge, por secciones y epígrafes, en torno a las 9.000 referencias bibliográficas completas y cubre con holgura el área plenamente interdisciplinar de la investigación estética. Se ha dado prioridad referencial a la versión castellana de las distintas obras (por la lógica facilidad que ello supone siempre para su localización y uso), indicándose no obstante también —sobre todo en las fuentes y obras consideradas clásicas o fundamentales— la fecha de su edición original, entre corchetes, junto al título correspondiente. Por otra parte este repertorio refleja claramente en sus 654 páginas, a través de la selección bibliográfica llevada a cabo, el particular interés y la atención que se ha prestado a las cuestiones filosóficas y generales de la Estética, así como a los planteamientos comunicativos que subyacen al desarrollo del arte contemporáneo y de manera muy especial al ámbito de las artes visuales, aunque no por ello se han orillado (como se podrá constatar en los epígrafes que componen el índice) otros sectores de la
creación artística. Si en la primera parte se ha dado amplia cabida a las referencias bibliográficas de carácter general —fuentes y textos básicos— en relación al campo de la reflexión estética y de la teoría del arte, en la segunda se recopilan —por «géneros» artísticos-— los títulos más significativos en cada uno de tales sectores. En tal sentido, dentro del marco global establecido por dichas partes, se han diferenciado a su vez diez epígrafes con el fin de dar mavor unidad a las indicaciones bibliográficas, por temas, a la vez que se apuntan las conexiones bibliográficas existentes entre estos bloques, para facilitar así la búsqueda de la información oportuna dentro de una cierta programación. Se adjunta finalmente un doble apéndice donde se atiende tanto a las revistas de Estética y afines, como a obras generales de contextualización bibliográfica interdisciplinar. En resumen, pues, este Repertorio Bibliográfico se constituye en instrumento fundamental e imprescindible para el trabajo de investigación dentro de un campo tan extenso y diversificado como es el de la Estética. Su autor, el profesor Román de la Calle, dirige desde 1970 el Departamento de Estética y Teoría de las Artes de la Universidad de Valencia. Ha publicado diversos libros de ensayo sobre temas de su especialidad así como estudios monográficos relativos a la plástica contemporánea. GARCÍA MARTÍN, J.L. La segunda generación poética de posguerra Badajoz, Diputación Provincial, 1986, 360 pp., Col. Rodríguez Moñino, 5 DEBICKI, A.P. Poesía del conocimiento. La generación española de 1956-1971 Madrid, Júcar, 1987, 346 pp., Col. Los poetas, Serie mayor, 9 Los poetas del medio siglo El fenómeno más notable en la poesía española durante la década de los ochenta —al margen, claro, de las sorpresas que los más jóvenes estén dispuestos a dar— es la entrada en la Historia de la Literatura de la
generación del medio siglo. Los poetas de los cincuenta, o segunda generación de posguerra, empiezan a merecer asentimiento generalizado y dedicación crítica, pese a que, teóricamente, continúe en activo. Ejemplos de asentimiento se encuentran en cualquier declaración de poeta joven, en citas y referencias en prensa reiteradas, en el interés creciente que sus obras despiertan —definitivamente popularizadas en colecciones de bolsillo—, y también en ciertos homenajes de cuya seriedad y convicción es difícil dudar. Basta recordar el número realmente extraordinario de la revista Olvidos de Granada (n." 13: «Palabras para un tiempo de silencio»). Aunque menos espectaculares, los estudios más recientes culminan la importancia de la generación y son, además, fuente de no pocos descubrimientos. Este es el caso de dos ensayos críticos que, desde perspectivas distintas, se plantean la investigación, análisis y valoración de los poetas del medio siglo. El primero lo firma el poeta y crítico José Luis García Martín, profesor de la Universidad de Oviedo, quien bajo el título La segunda generación poética de posguerra realiza una minuciosa exposición, ante todo, de la historia literaria del período, hasta este libro dispersa y utilizada siempre parcialmente. Para llegar a establecer el marco tangencial de la generación, parte García Martín del estudio de los diversos grupos generacionales que se fueron dando a conocer en la España de los años cincuenta —fundamentalmente los andaluces, el llamado grupo de Barcelona y los manchegos— a través de revistas, antologías y actos de afirmación colectiva. La distinción entre generación (en el sentido perfilado por la teoría de Ortega-Marías) y grupos generacionales (que se corresponden con las condiciones propuestas por Petersen) resulta imprescindible a la hora de situar el decorrer histórico literario de estos autores, puesto que la inercia provocada por ciertas antologías de éxito ha impuesto una lista cerrada de nombres a los que se atribuye un tronco común, soslayando lo que a veces fue enfrentamiento y polémica. Era, pues, necesario desbrozar y ordenar el, en ocasiones, oscuro pretérito de esta generación. Y una vez cumplida esta tarea de descripción externa —hechos y acontecimientos— García Martín se aplica en la labor de trazar las coordenadas, ahora basándose en los
textos, que enmarcan tanto su teoría como su práctica creativa, lírica. En torno a dos ideas giró la teoría poética de estos autores: la poesía entendida no como comunicación —ideal asumido por la generación anterior— sino como conocimiento (Debicki encontrará en este hecho el germen de todas sus innovaciones, que no son pocas); y la superación, desde dentro o desde fuera, de la poesía social. (En un postrer momento se sumaría una tercera idea: el culturalismo, caballo de batalla de la generación siguiente). Ambas ideas vertebran, frecuentemente con polémica, sus opiniones y les proporcionan una coherencia, por encima de los grupos, propiamente generacional. En el capítulo final de su libro. García Martín repasa los temas más gratos a los poetas de esta época: la experiencia de la guerra vivida en la infancia, la tenden cia erótico-amorosa. el paso devastador del tiempo, e incluso los restos del saturado tema de España. Un estudio, en resumen, que pone los puntos sobre las íes en la historia literaria de la generación poética del medio siglo, tal vez su parcela más desconocida, y después establece el marco tangencial que la articula como una generación con entidad propia en la literatura contemporánea española. De este mismo período literario, aunque con un enfoque distinto —el puramente crítico—. se ocupa el hispanista Andrew P. Debicki en su Poesía del conocimiento. La generación española de 1956-1971. «El poema es una relación entre dos modos, muy especializados y determinantes, que adoptan a veces los seres humanos: el modo de poeta y el modo de lector», había escrito Gil de Biedma en 1955: J.M. Castellet —crítico vinculado de manera directa a estos poetas— había publicado un ensayo con este significativo título: La hora del lector; «Agotadme, cegadme con vosotros», le había gritado Brines al lector desde sus versos... no es. pues, novedad hablar del renovado papel que el «lector» parece asumir en los presupuestos teóricos de esta generación. Ahora bien, ¿esta especial atención al lector, repercute de forma directa en la obra lírica de estos escritores? Tal es la pregunta que implícitamente se hace Debicki. y responde en los sucesivos análisis de su libro. Se vale para ello del método ideado por una reciente corriente crítica — denominada «Crítica del lector»— cuyos teóricos son Wolfgang Iser.
Stanley Fish y el Umberto Eco de Lector in fábula. La aplicación de tan modernísimo método a los poetas del cincuenta constata que es precisamente la función otorgada al «lector», en la ideación y desarrollo del poema, la fuente de su mayor originalidad, o en palabras de Debicki: «su modo de crear [...] visiones complejas que obligan al mismo lector a entrar en el proceso del poema, y que ofrecen, en últimas cuentas, no significados resueltos, sino invitaciones a participar en su proceso de conocimien to» (la traducción es de Alberto Cardín). Consta el volumen de una introducción metodológica y diez estudios particulares de otros tantos poetas de la segunda generación de posguerra. Se basan éstos sobre todo en el análisis de poemas, hecho que contribuye a incrementar el escaso corpus de textos comentados que posee la generación: tarea ésta que sin duda habrá de ocupar en futuros acercamientos críticos a los investigadores del período, una vez que libros como el de García Martín y el de Debicki han contribuido a iluminar la lectura de los poetas que empezaron a escribir a mitad del siglo XX. José Ángel Cilleruelo SAWICKI, Piotr Wojna domowa w hiszparískiej prozie literackiej. Ideologiczne konteksty literatury i jej misja Spoleczna [Guerra Civil 1936-1939 en la prosa literaria española. Contexto ideológico de la literatura y su misión social] Varsovia, PWN, 1985, 646 pp. La obra reseñada apareció a comienzos del año 1986, en el cincuentenario de los eventos memorables en España —la victoria del Frente Popular y el estallido de la Guerra Civil. El autor del libro, joven profesor en la Universidad de Wroclaw, vicedirector del Instituto de Filología Románica, es una persona central en la renaciente hispanística polaca que en los últimos años ha marcado un progreso considerable. La monografía de Sawicki desarrolla el tema, no elaborado antes en Polonia, de la imagen muy diversificada de la guerra civil tal como surge de la literatura española, sobre todo de sus libros de prosa, publicados en España durante los años 1936-1975.
El mérito del libro es la presentación de obras literarias analizadas en un contexto social, político e ideológico sólidamente documentado, lo que es raro entre hispanistas y otros historiadores polacos de literatura. La parte primera, casi 200 páginas, trata sobre la historia de España y su cultura en el período desde la caída de la monarquía en 1931 hasta la muerte de Franco en 1975. Sawicki ha mostrado bien el papel desempeñado por los intelectuales —no solamente novelistas— en la formación y divulgación del ideario de ambos bandos del conflicto fratricida, y después la vida intelectual bajo el franquismo. Ha destacado sobre todo las actividades de la Alianza de Intelectuales Antifascistas para la Defensa de la Cultura y el valor de la revista Hora de España. En la segunda parte (más de 400 páginas) el autor analiza algunos cientos de obras literarias que surgieron duran te la Guerra Civil en ambas zonas para proseguir la evolución del tema de la guerra en novelas publicadas en la Era de Franco. Sawicki muestra cómo los escritores españoles comenzaron —a pesar de la circunstancia desfavorable producida por la censura franquista— a superar la imagen simplificada de la guerra civil presentada como Cruzada, de la lucha maniquea del Bien con el Mal. Poco a poco estos autores superan el odio de los vencedores hacia los vencidos, forman una nueva conciencia de los españoles, procuran comprender motivos sociales, ideológicos y dilemas morales que inquietan a los participantes del conflicto sangriento. Conquistando cada vez más amplio margen de la libertad, la literatura de este tipo superaba el espíritu de venganza y favorecía la reconciliación de las dos Españas en pugna. Según Sawicki muchos escritores han contribuido a la negación de la guerra civil como manera de eliminar contradicciones sociales, han contribuido a la eliminación de muchos estereotipos superficiales, en fin, al paso relativamente tranquilo de la dictadura a la democracia. El contexto social e ideológico del funcionamiento de la literatura, mostrado aquí sobre materiales españoles, tiene un signifcado más amplio, casi universal. El dramatismo de las actitudes humanas en períodos de agudos conflictos sociales y de clase ha sido mostrado en la monografía en toda
su complejidad y versatilidad. Toma en cuenta tanto el odio extremo de los «nacionales» hacia los republicanos y comportamientos neutrales, interiormente desgarrados, como también la pasión ardiente de la izquierda intelectual y casos de los excesos revolucionarios dentro de ella. La monografía de Sawicki constituye un complemento importante a la relativamente escasa y excesivamente empobrecida literatura polaca sobre la guerra civil española y el franquismo, la literatura limitada en su mayoría a los aspectos político-militares del conflicto y a la participación de los polacos en las Brigadas Internacionales. Algunos párrafos del libro, el detallado análisis de algunos autores ya olvidados, y las notas finales sobre la naturaleza psicológica de conflictos destructivos, podrán tener interés también para lectores extranjeros del trabajo de Sawicki. Eugeniusz Górski SELECCIÓN Y RESEÑA XV OSUNA R. Las revistas españolas entre dos dictaduras: 1931-1939 Valencia, Pre-Textos, 1986, 246 pp., Col. Poesía y crítica, 78 Inteiesante estudio en el que el autor hace un análisis global de la hemerografía del período que describe. «Aunque se pretende indicar la importancia absoluta o relativa de cada revista tratándola como una singularidad, al mismo tiempo tratamos de mostrar la evolución que ese sistema hemerográfico padece como conjunto de individualidades no conscientes de su posición histórica individual». «Se ven las revistas como conjuntos cuya vida es inseparable del ritmo de la historia. Dicho de otra forma: aplicamos a las revistas la visión global que se aplica a la literatura en libro, pues aunque podemos estudiar éstos individualmente, también los estudiamos en cuanto grandes conjuntos que comparten características comunes». Otra novedad que aporta esta obra es su enfoque sociológico. «Las revistas están hechas casi siempre por grupos pequeños de escritores y estos grupos necesitaban analizarse, aunque fuera globalmente. desde una perspectiva sociológica crítica. La revista, como producto que es del
grupo, tenía que explicarse también desde el dinamismo inter no de éste y no sólo como un producto textual suprasocial meramente estético». «El sistema hemerográfico al que hacíamos referencia no podría comprenderse —de hecho, no existiría— si no lo hubiéramos insertado en unos parámetros sociales e históricos de los que el grupo no es más que el reflejo. La historia de nuestras revistas es la historia de nuestra sociedad, y sin esta historia no se explicarían ni la formación de los grupos que las hacen, ni las reagrupaciones que efectúan los individuos que los componen, ni la ruptura que como grupos sufren. Desde estas coordenadas, nuestro libro ofrece las vicisitudes del grupo cultural pequeño desde la literatura de los mismos hasta la formación de los grupos del exilio. En el mismo centro —es decir, después de una dictadura y antes de otra— se sitúan los grupos de la República, que ven polarizaciones extremas e institucionalizaciones que los llevan a convertirse en macrogrupos y de aquí a la pertenencia a verdaderos movimientos sociales contrapuestos. En la guerra los bandos antagónicos se enfrentarán en todos los campos de la cultura y el escritor verá reflejada en sí mismo y en su grupo la cosmovisión uniforme del macrogrupo.» El libro está compuesto de cuatro capítulos precedidos por una introducción. El primero, a manera de prólogo, comprende Las revistas antes de la República. El segundo trata de la República: La crisis de la literatura y los años 1931 a 1936. El tercero, «la guerra», incluye tres apartados: El 18 de julio, Revistas facciosas y Revistas republicanas. Y el cuarto, a manera de epílogo, lo componen las revistas después de la guerra: Las revistas del exilio y Las revistas del franquismo. Completan el volumen las notas, un apéndice bibliográfico y un índice de autores y publicaciones. El valor de la obra consiste en ser un estudio documental de primera mano acerca de la cultura que incide en las revistas y en la sociedad con una metodología científica y actual. GÓMEZ BEDATE, P. Mallarmé Madrid, Júcar, 1985, 232 pp., Col. Los Poetas, 61 Libro que reúne un ensayo sobre la obra de Mallarmé (1842-1898) y
una traducción de sus poemas, presentados por Pilar Gómez Bedate como una guía cuya compleja escritura obliga —según expresión de Paul Valéry— a «reaprender a leer». Una obra que, aceptada hoy fervorosamente y fruto de «noches de desesperación y días visionarios», fue criticada acerbamente por la crítica de su tiempo. La propia autora dice en su introducción: «La poesía como un fenómeno sagrado (o cuasi sagrado), el aislamiento aristocrático del poeta en cuanto tal y con relación al lector no iniciado, fueron un concepto y una posición defendidos a ultranza por Stéphane Mallarmé, autor de la obra probablemente más enigmática de la literatura moderna y maestro de varias generaciones de intelectuales que, entusiasmados por su atractiva personalidad y su deslumbradora inteligencia, acudieron durante años a sus tertulias parisienses de la calle de Roma cuando, tras el exilio de provincias, el poeta pudo instalarse en la capital de Francia. Las páginas que siguen van a intentar una aproximación a la vida de este personaje singular, a su extraordinaria aventura espiritual y a su compleja y difícil obra». BARGA, C. Crónicas literarias Madrid, Júcar, 1985, 443 pp., Col. Los Poetas-Serie Mayor, 3 La presente edición de Crónicas literarias, llevada a cabo por Arturo Ramoneda Salas, incluye, además, dos entrevistas a Corpus Barga —una realizada con Antonio Núñez y otra de José Miguel Oviedo—, un apartado en el que se indica la procedencia de los trabajos del autor recogidos en la obra, un índice de nombres citados en la misma y, a modo de presentación, una extensa introducción de la que citamos las siguientes líneas: «No pretendemos en esta introducción trazar una biografía completa de Corpus Barga. Insistiremos únicamente, y con obligada brevedad, en sus relaciones con el mundo literario de su época, con el fin de ayudar a un mejor entendimiento de los artículos y ensayos que de él se recogen en este volumen. »Creemos que son dos las notas que habría que destacar ante todo. La primera de ellas, su atención preferente y casi exclusiva, en los inicios de su carrera literaria, a escritores de generaciones bastante alejadas, por la
edad de sus componentes, de él (Corpus había nacido en 1887). Es sintomático que mientras cultivaba el trato y la amistad de Pío Baroja, de Valle-Inclán o de Silverio Lanza, se mantuviera distante de su sobrino Ramón Gómez de la Serna, sólo un año más joven, y que, si exceptuamos una breve nota autocrítica, que ni se molestó en firmar, de su novela La vida rota, nunca colaborara en la revista Prometeo. »E1 segundo aspecto en el que conviene insistir es en su extraordinaria precocidad (con diecinueve años ya colabora en los prestigiosos "Lunes" de El Imparcial y hasta se atreve a ponerle reparos a su admirado Nietzsche), lo que le permitió en una ocasión, y sin falsas molestias, colocar su hora literaria al compás de la de Rimbaud.» BRASCHI, G. La Comedia Profana Barcelona, Anthropos, 1985, 194 pp., Col. Ámbitos literarios / Poesía, 79 La Comedia Profana, libro original, exasperante, caótico y satisfactorio, todo a la vez, es el segundo poemario de Giannina Braschi, con el cual la autora, utilizando las dos convenciones literarias de la vida como escenario y la vida como manuscrito, aporta un texto que se vive, se escribe y se representa. Importa saber cómo describe un autor su obra, aunque no se le tome al pie de la letra, y Braschi, tal vez con una buena dosis de ironía en su auto-contemplación, decribe así este poemario (que por cierto, se redacta como si fuera prosa) en su advertencia: «Fue escrito para el mundo y para la vida y para las muchedumbres y las masas. Y fue escrito para las élites y los pensadores y los filósofos. Es el libro de las exclamaciones y las interjecciones. Y es el libro de Baco y Fausto. Y del poeta niño. Y del poeta actor. Y del poeta filósofo...» Según se ve, hay de todo, como en botica. Tanto, que Braschi se ha visto precisada a ofrecer su baúl-mundo en seis sub-libros, que comienzan con «Alfabeto de Dios». Este libro inicial entronca con el primero que publicó Braschi, Asalto al tiempo, del cual me ocupé al salir en 1981. El tema de la vida como manuscrito presenta al hombre como atrapado entre letras, caminante entre palabras, atento a los policías de tránsito que son los signos de puntuación: «Hola. Como regresaste tarde
olvidé que te había escrito una línea, y recordé que la línea había recogido un papel que me mandaste para que le escribiera al libro un recuerdo. Otra vez te has olvidado de las comas. No, no me olvidé. Ellas olvidaron ponerle un punto final a la memoria...». El texto resalta el ancho trecho entre lo que se dice y lo que se precisa; no hay conversación; en lugar de diálogos, todo es un largo soliloquio, un monólogo coreado. Entradas y salidas son las mismas: «yo estaba regresando por el desenlace cuando me encontré con la entrada». ¿De qué me sirve —se pregunta la autora— estar en la dimensión desconocida? Hay una cualidad onírica en muchos de estos textos. A veces dan la impresión de que la poeta ha caído por casualidad en otro sueño que no es el suyo; inmediatamente, sin saber principio ni fin, trata de incorporarse a este sueño invadido con resultados fascinantes, desconcertantes. Todo muy borgiano. Hacia el final (poema 30) el espacio ha quedado abolido. En el segundo texto, «El Libro de los Payasos y los Bufones», estamos en el circo de la vida, poblado de bufones, payasos, locos, magos; «yo he sido adivina», anuncia de entrada Braschi, la pitonisa. La metamorfosis, lo proteico, son el signo de este libro; nada es lo que es, todo es intercambiable, transformable: «Quién sabe si mañana podrá dormirse la liebre con el sueño del conejo, y si el conejo podrá volar con las alas del avestruz, o si el avestruz podrá ladrar con el maullido del gato, o si el gato entre las patas de la gata pudiera hacerse león o liebre que corre para tocarle el corazón a quien procure entregarle su otra parte, ala, ladrido o palabra...» Esa equiparación de elementos disímiles en serie alcanza a la llamada enumeración caótica: «Mundo. Universo. Planeta. Pronto, pronto, pronto, —Por poco cae.— No se cayó. Periódico vacío. Día, dolor, cantimplora. Explota, pólvora, bomba...». En ese final del poema 48, pongamos por caso, la aglomeración de elementos, el atropellamiento verbal hacen algo ilegible el discurso. Tal vez todo esto tenga que ver con el concepto de poesía como locura, tan presente en la lírica vivencial de Francisco Paoli. Véase el principio del poema 51: «Todo parece poesía. Los locos miran alto. Todo
parece locura. Los locos no temen, no temen al fuego. Las quemaduras del cuerpo son poesía. Las heridas de los locos son poesía...». «Los Poemas del Mundo», tercer libro, abren bajo el signo de lo báquico: la orgía, lo bacanal, la fiesta, la ceremonia, el rito. Lo proteico resurge como característica del amor: «Todo poblado y abastecido de ti. No hay nada vacío. Y estás vacío y lleno y me cazas como animal y me destrozas la piel, y eres cazador de mi bosque, y yo soy el rinoceronte, y tú el buitre, amor, y yo el canguro...». Lo intertextual se incorpora al texto que se redacta, en las alusiones a los libros que lo preceden: «Yo inventé el alfabeto de Dios. Inventé el Libro de los Payasos y los Bufones...». El cuarto libro, «La Pastora», se inicia inocentemente como un nuevo canto arcádico: «Yo quiero hablarles ahora desde el fondo de mi alma. Yo quiero hablarles de los cántaros de agua. Y de los Pastores. Quiero hablarles de las zamponas y de las flautas. Y de los rebaños. Y de las manadas de ovejas que hay en mi alma...». Pero no nos llamemos a engaño; no estamos ante «el dulce lamentar de dos pastores, / Salicio juntamente y Nemeroso» que cantó Garcilaso. Esta pastoral es una égloga virada al revés; lo bucólico patas arriba. Como El Poeta en Muera York, de Lorca, tenemos ahora El Pastor en Nueva York, de Braschi, quien reside en aquella urbe: «En el último piso del Empire State Building se ha parado un pastor a cantar y a bailar. Qué cosa más grande. Que la ciudad de Nueva York haya sido invadida por tantos pastores, Que ya no se trabaja y que sólo se canta y se baila. Y que los periodistas. El New York Times, En titulares. Y el Daily News griten. Los pastores han invadido a Nueva York...». Como lo hiciera Norman Mailer en su título Advertisements for Myself, la poeta se hace su propaganda: «Lean La Comedia Profana... Esto es un anuncio. Un anuncio hecho libro...». Giannina se desdobla en Arlecchino, y con la comedia pastoril tenemos a la vez la Comedia del Arte. Los enigmas, los problemas sin resolver del texto se plantea n desde el propio texto : «...Quiénes eran los porteros. Por qué se cerraron las puertas. Qué ocasionó la orgía. Y por qué hay más de cinco huevos. Por qué los prodigios. Y por qué la lotería.
Por qué un libro así, Señor Arlecchino. Por qué...». Se hace además una evaluación, pues se acerca el fin de La Comedia Profana propiamente: «Este ha sido un cuento tonto. Un cuento que todavía no se acaba. Y que renace cada dia. Y que tiene que contarles hasta siempre otras cosas. Espérenlas...» El «All the World's a stage» shakespiriano preside esta sección en particular, aunque es emblemático de todo el libro, en el cual es evidente la presencia del Bardo de Strafford. El poemario, sin embargo, sigue. Queda aún «El Canto de la Nada», que se describe como «esta nueva ficción literaria», y cuyo tema parece resumirse en el verso: «Todo se reduce a la mismísima nada». Surge en un momento un «Salid, sin duelo, lágrimas corriendo», que nos remite, en la alusión garcilasiana, a aquella anti-égloga anterior. Queda, además, y a manera de coda, un «Manuscrito final», que estaba prefigurado en «El Canto de la Nada», con el verso: «en sombra, en polvo, en nada». Estamos, pues, en ese libro último, ante un homenaje a Góngora, el de aquel soneto que empieza «Mientras por competir con tu cabello», y acaba: «en tierra, en humo, en polvo, en sombra, en nada», palabras con las que juega Braschi en el cierre de esta «comedia», que a diferencia de la dantesca, que es divina, o la balsaciana, que es humana, ella llama profana. Curiosamente, aunque La Comedia Profana se fundamenta en un supuesto metafórico (la vida es teatro, la vida es manuscrito), no abunda en ella la imagen, aunque sí el juego verbal. Es como si la poeta quisiera una transcripción li SELECCIÓN Y RESEÑA XVII teral, pero no del mundo en que vive sino de uno alterno, como esos universos paralelos que se presentan en algunas obras del mundo real ¡pero con cuánta diferencia, cuánto disloque! Podría decirse que la autora ha desmontado el mundo y lo ha vuelto a armar ¡pero cuántos tornillos le han quedado en el suelo! (¿olvidados o dejados adrede?) O tal vez. como Alicia, ha pasado a través del espejo... Como sea, hay un elemento esperanzador de esta Comedia Profana que no debe pasarse por alto, ante la influencia del título «El Canto de la
Nada» del penúltimo libro. En «Los Poemas del Mundo», hay uno en que se alude, como siempre, al propio texto («Este libro no es un libro. Yo no lo leí. Yo lo viví»), y se puntualiza: «Yo estoy dispuesta a terminar el libro con otra vida. Con otra Afirmación de la vida. Con otro Sí bien grande». Ese sí gigantesco a la vida, después de todo, es el «mensaje» de esta comedia, lúdico breviario para actores, autores, espectadores, lectores, poetas y locos. Juan Martínez Capó GÓMEZ-ARCOS, A. Un pájaro quemado vivo Madrid, Debate, 1986, 232 pp., Col. Debate Literatura, 39 Un pájaro quemado vivo, de Agustín Gómez-Arcos, es la primera novela de este autor español, nacido en 1939 en Enix (Almeria), que vamos a leer en castellano. Hasta ahora había publicado, y triunfado, escribiendo en francés en el país vecino, siendo esta obra finalista en 1984 del prestigioso Goncourt. La historia de esta novela se desarrolla en una ciudad de provincias cerrada en sí misma, donde la protagonista, Paula Martín, tras la muerte de su madre Celestina, echa de su casa a su padre, el brigada de intendencia Abel Pinzón, hombre el cual le era negado el débito marital y por ello se refugiaba en el burdel «El jardín de las Huríes», el cual regentaba La Luciérnaga, que se convertiría en su amante, en esposa más tarde, y le dará una hija: Araceli. Paula se consagra en su finca de «Las Tres Palmeras» a hacer fructificar la escasa herencia materna no dilapidada por su padre y a facilitar la venganza a su madre, venganza simbólica, habilitand o un piso de su casona para ello, contando con la ayuda de su criada La Roja. El piso ha sido poblado de maniquíes representativos de todos sus fantasmas. La protagonista, consagrada a estos menesteres, se mantendrá virgen para su matrimonio, pero será una virgen nada virtuosa, pues sostiene relaciones culposas (sodomía) con su sempiterno novio, Félix Rosal, ocho años más joven que ella e hijo de su notario. A toda esta vida le dará beneplácito su confesor, confesor también de su madre.
Los cuarenta años de esta piadosa libertina, que se aferra a sus símbolos, son descritos de una manera atroz, a la par que toda la sociedad española provinciana queda reflejada en dichas páginas, haciendo especial hincapié en los tres hechos más significativos del final del régimen franquista: el asesinato del almirante Carrero, la muerte del general Franco y el último estertor de la victoria militar del 39, la irrupción del teniente coronel Tejero en el Parlamento. Para al final, la protagonista, última representante de ese pretérito exangüe, cuando rompe a cantar el pájaro Libertad, lo lanzará a la pira, signo inequívoco de nuestras reminiscencias inquisitoriales. Obra asombrosa y que asombra, en la que se describe la represión que sufrían los cuerpos y las mentes en nuestro más reciente pasado. Y en la que nuestra ancestral imaginería novelística se nos muestra con todo su esplendor: personajes de temperamento enfermizo, situaciones sinuosas, atmósferas de noche y de sueños frágiles, siendo toda ella una galería de personajes femeninos donde se nos ofrecen mujeres dominadas por la histeria, esa histeria lenta y perniciosa; mujeres enfermas constantemente, deslizándose entre el deseo y el arrepentimiento; mujeres que, agobiadas por esa hipocondría, se niegan a sus maridos y les inducen a frecuentar los prostíbulos. Paula se enfrentará a esa memoria de vencedores y vencidos; atrapada por sus deseos insatisfechos e isospechados, será presa de remordimientos. Gómez-Arcos hace justo empleo de la metáfora y de la elipsis en la narración, dos figuras retóricas que contribuyen al desarrollo del relato y a describirnos nuestra realidad pasada más cercana: la posguerra, que, sin duda, fue demasiado brutal. En la novela todo comienza con la muerte: «una muerte largo tiempo esperada» y acaba con «la jaula y el pájaro se queman ya en el atrio». Crónica negra de su memoria. Gran obra, hasta cierto punto cruel, pero el autor es un escritor duro, profundo y comprometido con la palabra. Texto que se fundamenta en la transfiguración literaria de la anécdota. Enrique Villagrasa GARCÍA, Concha
Por mí no arderán los quicios ni se quemarán las teas León, Colección Claraboya, 1986, Accésit II Certamen Claraboya de Poesía (León, 1984) La hebra del remolino de viento I La poesía, tomada como manejo privado de la realidad, aparece igual que un aceite mineral que empapara las horas extendiéndose al modo de algún vegetal recién inventado, a veces obsceno y en ocasiones tierno, pero siempre con cierta calidad precisa de pájaro ciego, inseguro, vacilante, aunque en su vuelo negro, exacto. II Durante la poesía de Concha García (Córdoba, 1956), en tanto que dura Por mí no arderán los quicios ni se quemarán las teas, el aceite mineral pasa por ser la virtud poética, el rasgo que define la palabra indecible, el chasquido que le trae al poeta los signos y las sílabas; el vegetal es la palabra definida, separada del pathos y hecha explicitación, experiencia; y el pájaro ciego es la lectura, son los gestos del lector que en su escondrijo reproduce el verso, y lo retiene, y lo habita. III «Para ser justa, es decir, para tener justificación, la crítica ha de ser parcial, apasionada, política...» (Charles Baudelaire). IV Tenga la poesía de Concha García, si acaso, un hálito extraño, un inaprehensible esbozo de mística ocurrencia. Pase la poesía de Concha García desde los tibios gozos del aquí absoluto de la concreción más abstrusa, a la coloración, a la recepción del último vaho que exhalara alguna sustancia agotada, angélica o pedernal. V Y es que el descoyuntamiento del léxico, la adecuación de un orden sintáctico diferente y personal a la expesión, la captación precisa de los rasgos aspectuales del verbo y el uso sucinto, a veces chato, angustioso, de la forma, consiguen crear un clima, un estado, virtualmente, un posicionamiento, que acaso sea la sabia consecución a la que abocan los versos rotos y las sinestesias sutiles y las personificaciones presentes
pero elididas del poemario. Un cosmos construido con un orden indispensable que gira en su propia danza, habitada por
XVIII sujetos ausentes pero necesarios, cargados de costumbre, una danza regida por el orden que trae desde su verso Concha García. VI Que me regale la hebra del remolino de viento ya que acostumbra a ponérsele sobre mentolada cristalera, o que se acuse multipliada y divinice
todo lo trágico de la trompeta armstroniana yo la destituyo ahora mientras maldigo perra instinto codicia en la entrepierna con movimiento diástole. VII Mostrada vierto la inestable sombra, se fustiga el pellejo sólo y discrepo. He apenado la pléyade salutando un plomizo atardecer y va dejando en el sendero sobriedad la longitud de mi espalda. Nadie diría que nací desempeñando un grito ex profeso. Fernando del Castillo TABUCCHI, A. Dama de Porto Pim Barcelona, Anagrama, 1984, 93 pp., Col. Panorama de narrativas, 40 Este libro fascinante e inolvidable es el relato, a la vez imaginario, real y cultural, de un viaje a las Azores, en pos de los últimos balleneros, de las escasas ballenas supervivientes. Pero aunque los paisajes puedan recordar a Melville y Conrad, el autor advierte ya en el prólogo que no se espere el habitual libro de viajes. Relatos breves, fragmentos, transcripciones y apéndices componen Dama de Porto Pim, un libro de frontera, un bellísimo artefacto literario de estructura tan dispar como profundamente unitaria. TABUCCHI, A. Nocturno hindú Barcelona, Anagrama, 1985, 110 pp., Col. Panorama de narrativas, 61 Un narrador parte en busca de un amigo desaparecido, sombra de un pasado sellado, según se adivina, por una definitiva ruptura. Bombay, Madras, Goa, hitos de un itinerario por una India avistada desde habitaciones de hotel, que sin embargo relampaguea en extraños encuentros. Bajo la desaparición del amigo, un mito literario: la renuncia a la escritura, la fuga a tierras lejanas, la transformación del intelectual en hombre de negocios. «Las sombras del Nocturno hindú se multiplican a cada tentativa de esclarecerlas, parecen hacer un guiño socarrón a la teoría psicoanalítica del Doble, a la narrativa romántica y surrealista del Otro. Pero este encantador ballet de sombras es, sobre todo, un himno a la
facultad creativa el lenguaje» (E. Golino, La Reppublica). Novedades
editoriales RIERA, J. Historia, medicina y sociedad Madrid, Pirámide, 1985, 439 pp. El autor realiza una valiosa aportación en cuanto a la enseñanza de la historia de la medicina en el ámbito universitario con esta obra, que es el resultado de más de veinte años de experiencia docente. «La redacción del volumen pretende —según el autor— dos objetivos básicos: el acercamiento de los alumnos a la consideración histórica y social de los grandes problemas médicos y, asimismo, intenta sugerir en el lector una clara reflexión en torno al sentido que la medicina, como saber y quehacer, como teoría científica y actividad humana, tiene y debe tener en la futura dimensión personal del destinatario.» El contenido del texto está dividido en tres partes. En la primera se estudian los saberes antropológicos, es decir, los aspectos concernientes a la historia de la medicina, a la evolución de los conocimientos morfológicos y de los principios constitutivos de la materia viva, al desarrollo de las distintas teorías fisiológicas y al pensamiento psicológico contemporáneo y actual. La segunda parte está dedicada a la patología y a la terapéutica y a sus respectivas evoluciones históricas, incluyendo la psicoterapia en la medicina actual. En la última parte se estudian la sociedad y la enfermedad. En ella se analizan: las diferentes concepciones sociales que se han dado sobre la enfermedad y el enfermo hasta la actualidad, y las distintas respuestas dadas por la sociedad a las mismas, sean éstas científicas, mágicas o religiosas, que constituyen las distintas formas habidas de medicina; la profesión médica y la enseñanza de la medicina a través del tiempo; la evolución histórica del hospital; la constitución de la medicina social y, por último, la medicina en el mundo actual, donde se estudian la realidad del enfermo hoy en día, la patología actual y los
nuevos métodos de diagnóstico. El autor da en esta obra una visión clara del sentido social e histórico del médico como terapeuta. A.H. Alianza (Madrid) BOYER, C.B., Historia de la matemática, Madrid, Alianza, 1986, 808 pág., Col. Alianza Universidad, Textos. Esta Historia de la matemática ofrece una amplia descripción del proceso conceptual en que se ha desarrollado la matemática. Esta obra, ideada con fines didácticos, abarca desde el período de la prehistoria hasta el siglo xx, y desde la creación de conceptos como el número hasta la creación del álgebra abstracta. Siendo una historia de una ciencia, no se detiene solamente en la evolución, desarrollo o creación de un descubrimiento, sino que aporta los elementos necesarios para la comprensión del mismo. Anaya (Madrid) MOLE, R.H., Cálculo numérico. Teoría, problemas y aplicaciones en BASIC, trad. J.A. Feberero, 1986, 172 pp. , Col. Temas universitarios con microordenador. Con una introducción a la programación de microordenadores y a la teoría del cálculo numérico se expone la automatización de cálculos complejos que faciliten el análisis y resolución de otros problemas. Para realizar dicho objetivo se incluye el listado de gran cantidad de programas, ejercicios y principios matemáticos fundamentales, toda vez que muestra cómo utilizar un ordenador para resolver otros tipos de problemas a los que se enfrente el usuario Ariel (Barcelona) GARCÍA DE CORTÁZAR. J.A. y otros. Organización social del espacio en la España medieval. La Corona de Castilla en los siglos VIH a xv, 1985, 245 pp.. Col. Ariel Historia. El objetivo del libro es reflexionar sobre la organización social del espacio protagonizada por la comunidad humana asentada en los territorios que acabaron constituyendo el ámbito político de la Corona de Castilla a fines del siglo xv. El punto de partida de la obra es el
reconocimiento de tres realidade que, históricamente, se relacionan de manera dialéctica: un espacio; una sociedad: una organización del primero por la segunda.
El Ateneo (Madrid) GARCÍA POQUET. J. . Computación para todos, 1986. 108 pp. La intención del libro es orientar a toda persona que se enfrenta por primera vez a la
compra de un computador. La primera parte muestra cómo encarar la adquisición del equipo y del programa necesario para solucionar algún problema particular. La segunda consta de una introducción a la programación con ejemplos sencillos en BASIC, uno de los lenguajes de desarrollo de aplicaciones más común en el mundo de los microcomputadores. Hermann Blume (Madrid) VV. A A.. Atlas Gaia de la gestión del planeta, Coord. Norman Myers. Prol. David Bellamy. 1987. 272 pp. " No es un atlas en el sentido convencional del término. Esta obra cartografía y analiza el estado actual de la situación de nuestro planeta y ofrece soluciones para una gestión buena y equilibrada. Cada una de las siete secciones que componen el trabajo (la Tierra Firme, el Océano, los Elementos, la Evolución, la Humanidad, la Civilización y la Gestión) es estudiada desde tres perspectivas: recursos potenciales, crisis y alternativas de gestión. Merece destacarse la abundancia y sistematicidad de los datos que ofrece, así como la calidad de su ilustración gráfica, que complementan y ayudan a la comprensión de la información que ofrece. De Vecchi (Barcelona) ALLES. F.. Cómo evitar errores de ortografía y de gramática, 1986. 189 pp. Es desconocer las reglas propias del lenguaje escrito lleva a que se cometan en la escritura una serie de errores que indican una laguna en la formación de quien los comete. Con esta obra, el autor expone un conjunto de normas nemotécnicas de fácil asimilación que ayudan a evitar las faltas ortográficas más comunes. Es un breve texto de gran utilidad para toda persona que utilice el lenguaje escrito como forma de expresión. MIGLIAVACCA. R. y OLIVER. J.M.. El gran libro de la astronomía moderna, 1986. 336 pp.
La finalidad de esta obra es facilitar a los aficionados a la observación astronómica un conocimiento sólido de las constelaciones y de la proyección que tienen ante ellas todos los astros. Se trata de un libro que orienta sobre lo que se debe conocer al hacer las primeras observaciones que no requieren más que noches despejadas. Sólo al fina l se comentan algunas instrucciones par a el empleo de prismáticos o de un telescopio en algunas observaciones. Merece destacar en el texto su contenido rigurosamente científico, desarrollado con un método y una exposición muy claros que facilita n su comprensión a los lectores que se inician en el tema. DOLZ. M. y RIBERA SANZ, J. , El Balance. 1986. 159 pp. AZPIAZU MONTEYS, A.. Compra-Venta, transmisión y fusión de Empresas. Guía jurídica completa, 1986. 157 pp. AZPIAZU, A.. CARNE, X. y AUGET. C. Todas las actas de las sociedades anónimas, 1986, 157 pp. DOLZ, M.. Contabilidad para la pequeña y mediana empresa, 1986, 160 pp. ROSELL FERRER. J.. Todas las normas y los documentos mercantiles en las relaciones internacionales, 1986, 149 pp. HOLZMILLER. J. y ROSELLI, A., Comprender la economía, 1986. 157 pp. Todas estas obras forman parte de una misma colección, cuya temática y objetivo es introducir a las personas que lo deseen o precisen para el trabajo empresarial en diversos aspectos concretos de la actividad comercial y mercantil. Cada libro, preparado por especialistas sobre el tema, abordaje! estudio de los conceptos fundamentales y la práctica actual de la materia a la que está dedicada. Se ofrecen abundantes ejemplos prácticos que complementan todos los puntos estudiados en ellos. Es este un aspecto a destacar por la suma utilidad que representa para la comprensión y la posible aplicación concreta de las ideas expuestas en los respectivos textos. Diputación General de Aragón (Zaragoza) Seminario de Investigación para la Paz (Centro Pignatelli), En busca
de la paz, 1986, 301 pp.. Col Actas, 2. La publicación recoge todo el material acumulado por el Seminario durante el curso 1984-85. El programa académico de este primer curso procuraba abarcar, en una primera visión, los diversos aspectos implicados en el tema de la paz. Edhasa (Barcelona) LE GÜÍN. Úrsula, Un mag de Terramar y Les tombes d'Atuan. 1986. 275 y 213 pp.. Col. Clássics moderns. Primer y segundo volúmenes de la trilogía de Terramar. novela de ficción en que la experiencia de Ged. dotado de extraordinarios poderes que encamina en el estudio de la carrera de mago, es. al final, la de las novela iniciática. donde todo confluye en el descubrimiento de uno mismo. BACHMANN, Ingeborg, A los treinta años, 1986. 229 pp.. Col. Ficciones. Serie de relatos —uno de los cuales da título a esta edición— que tienen en común el tono poético y la preocupación filosófica por temas de nuestra cotidianeidad. Edicions del Malí (Barcelona) ESPRIU, S., Primera historia de Esther, ed. bilingüe, coed. con Marca Hispánica y Diputación de Barcelona, 1986, 195 pp.. Col. Marca Hispánica. Salvador Espriu, en 1948, recurrió a la autoridad bíblica para ofrecer en Primera historia de Esther una gran síntesis histórico-mítica de la Cataluña contemporánea y, al mismo tiempo, una exposición de las propias actitudes públicas y personales. La traducción es de Juan Ramón Masoliver y la edición y prólogo de R. Pinyol-Balasch. Fontamara (Barcelona) FISAS ARMENGOL, V., Una alternativa a la política de defensa en España, 1985. 292 pp., Col. Paz y conflictos. «Las políticas de defensa actuales, y la de España, no consiguen crear seguridad ni permiten defender a las sociedades.» «La idea de crear alternativas de defensa nace de esta convicción de inutilidad y peligrosidad de las políticas convencionales...» (p. 13) Este sería el punto
de partida de la obra, que se divide en tres partes: Alternativas de defensa: condiciones y propuestas; La política de defensa en España; y Propuestas generales para una política de defensa alternativa en España. En cada uno de los capítulos se dan una serie de datos y estadísticas para analizar mejor el tema. Gedisa (Barcelona) LE GOFF. J., Los intelectuales en la Edad Media, trad. Alberto L. Bixio, 1986, 170 pp.. Serie Meditaciones, 18. Publicada por primera vez en 1957, la obra es un clásico para el estudio del tema. En ella se entiende por intelectuales a los maestros de las escuelas, a quienes tienen por oficio pensar y enseñar su pensamiento. Esta alianza de la reflexión personal y de su difusión en una enseñanza es lo que caracteriza al intelectual, figura que se va estudiando en la obra. El interés del autor al utilizar la palabra intelectual expresa su intención de querer desplazar la atención de las instituciones hacia los hombres, de las ideas hacia las estructuras sociales, las prácticas y las mentalidades, en situar el fenómeno universitario medieval en el largo plazo. Lo decisivo del modelo que elige el autor es el vínculo del intelectual con la ciudad, la evolución escolar del cual se vincula con la revolución urbana de los siglos x al xni. El punto de inflexión está en la división entre la escuela monástica, reservada a los futuros monjes, y la escuela urbana, en principio abierta a todo el mundo, incluso a estudiantes que continuarán siendo laicos. VERNANT, J.P., La muerte en los ojos, 1986, Serie Mediaciones. En la línea investigadora, ya iniciada hace algunos años por el autor, sobre la forma de simbolizar lo divino en la antigua Grecia,
XX NOVEDADES EDITORIALES aparece este estudio sobre los dioses griegos cuyo símbolo era una máscara o que su culto implicaba portar máscara (Gorgo, Dioniso y Artemisa). Pero, en el fondo, el trabajo del profesor Vernant versa sobre el concepto de alteridad entre los griegos; de cómo civilización helénica representa a lo Otro: el caos, la irrupción, y el éxtasis; en suma, lo que se
escapa a la civilización, a lo cultural. Instituto Nacional de Investigagáo Científica (Lisboa) Gabinete de Estudos de Simbologia, Cavalaria espiritual e conquista do mundo, 1986, 255 pp. Del 16 al 23 de abril de 1983 se realizó en Tomar un coloquio internacional sobre «Imaginario Cavaleiresco e Conquista do Mundo». Durante una semana especialistas de diferentes áreas confrontaron sus opiniones acerca del imaginario del caballero en su doble dimensión espiritual y terrena. El presente volumen ofrece una importante selección de dieciséis comunicaciones presentadas en el Coloquio. Entre ellas, la de Gilbert Durand «O Imagináiro Portugués e as Aspirac,óes do Ocidente Cavaleiresco», la de ML. Machado de Sousa, «D. Sebastiáo, um Cavaleiro no Século XVI», y la de Y.K. Centeno, «Fernando Pessoa: A Ordem do Templo, a Ordem de Cristo e a Terceira Ordem de Portugal». de extravagancias, y ofrece una guía sencilla y fácil, basada en investigaciones científicas. Esta obra es de interés para todas las personas que, además de comer y beber, quieren conocer la verdad acerca de los alimentos y las dietas. Learned Information (Oxford) SCHWERIN, J.B. y otros, CD-ROM Standards: the book, coed. con Infotech (Vermont, USA), 1986. 113 pp. El libro va dirigido a las industrias editoriales y de ordenadores. En él se explica muy bien la necesidad de conseguir unos estándares referentes a los discos compactos que se utilizan en el campo editorial como «sustitutos» de los libros. El objetivo del libro es dar a conocer los estándares que se han conseguido en el campo de la publicación óptica, tanto desde la perspectiva técnica como desde la de negocios. En él se recogen los acuerdos a que llegaron el grupo de trabajo High Sierra. Este grupo estaba integrado por representantes de las grandes firmas de ordenadores, de editoriales y potenciales grandes clientes del sistema CD-ROM. Los acuerdos a que llegaron han sido adoptados como norma de fabricación por los grandes de estos sectores. Estas normas están recogidas en el libro.
Molino (Barcelona) Col. Despega y juega, 1986. Cuentos de tapas duras y troqueladas, de forma que pueden sacarse piezas en plan desmontable y volverlas a poner, dirigido a los más pequeños, muy llamativo por su forma de maletín. Hasta ahora dos títulos. Soy un mecánico y Soy una enfermera. Existe la versión en catalán y en castellano. Col. La ratita Mili, 1986. El librito de tapas gruesas en forma de casa, nos cuenta historias de la ratita Mili, incorporando nuevo vocabulario, conceptos etc., siempre relacionados con la historia. Cuatro títulos aparecidos, La ratita Mili y los números, La ratita Mili y los colores, La ratita Mili y el reloj, La ratita Mili y los días de la semana. Versión en catalán y en castellano. Col. Abre y Mira, 1986. Colección dirigida a los muy pequeños, sin texto prácticamente y con dibujos troquelados en parte, para dejar ver en la parte interior motivos alusivos al tema del cuento. Los cuatro títulos aparecidos hasta el momento son Contrastes, Números, Colores y Formas. Todos han sido publicados en catalán y en castellano. Col. Caja de sorpresas, 1986. Cuatro cuentos desplegables que llevan «sorpresa», dirigidos a los menores de 5 años; una ayuda educativa, divertida y original. Los títulos aparecidos hasta la fecha son Payasos saltarines, Monstruos golosos. Animales glotones y Niños traviesos. Han sido publicados en catalán y en castellano. Llar del Llibre (Barcelona) ABRAHAMS, P., Cridem llibertat! trad. Manuel de Pedrolo, 1986, 327 pp. Col-lecció Nova Terra, 55. La novela es una historiación autobiográfica de la infancia del autor en el África del Sur de los años veinte, cuando todo el tema del apartheid estaba en su apogeo y no se veían indicios de que fuera a terminar algún día. En contraste con la realidad del momento, el único atisbo de salida que se ve es la esperanza del autor. La Magrana (Barcelona)
CABANA, F., Les multinacionals a Catalunya, 1986, 2.a ed., 154 pp.. Col. Els origens, 16. La obra trata de las principales multinacio nales que tienen su centro en Catalunya cuando se trata de actuar en el mercado español. La obra se divide en tres partes. La primera parte es una presentación de lo que son las multinacionales, su filosofía, su historia, etc. La segunda presenta unas treinta multinacionales. La tercera es de información complementaria, la constituyen listas de empresas y sus actividades. Molí (Palma de Mallorca) PICÓ, M., Ses memóries d'un reclam, 1986. 126 pp.. Col. Biblioteca «Les illes d'or». 143. Manuel Picó, escritor y periodista, ha reunido en Ses memóries d'un reclam una selección de la serie de «contarelles» que con este mismo título aparecieron hace algunos años en el diario Última Hora. Las memorias d'en Sortet, una perdiz macho que narra sus peripecias asumiendo el papel de observador objetivo e implacable, constituyen una lectura amena y muy cómica. A la vez. también plasman un vigoroso aguafuerte de un tiempo y de un país: la Mallorca de la postguerra. VERDAGUER, P., La gosseta de Sírius, 1986, 195 pp.. Col. Biblioteca «Raixa». 140. La fecunda obra narrativa de Pere Verdaguer, periodista y profesor de la Universidad de Perpinyá, es conocida en toda Cataluña. El presente volumen pertenece al género narrativo de ciencia-ficción. Se trata de una novela con un ritmo vivísimo y una perfecta agilidad. La fantasía del autor es inagotable y la sorpresa está siempre al acecho. Por otro lado, la ironía y el humor de Pere Verdaguer dan peso y dimensión al libro al ofrecer una aguda visión de la vida cotidiana de su tierra. Labor (Barcelona) BENDER, E., ¿Salud o fraude? La verdad sobre los alimentos y las dietas, 1987, 215 pp. De una manera tan entretenida como reveladora, el profesor Bender, una autoridad en nutrición, analiza las contradicciones existentes en el
campo de los alimentos dietéticos o de régimen, las «dietas maravillosas», los remedios herbarios, los alimentos libres de aditivos, los suplementos vitamínicos y los productos básicos como el pan, la carne y los vegetales. El autor pone en duda la reivindicación de que los alimentos «naturales» son mejores que la comida procesada o «comida basura» y, al mismo tiempo, recuerda que muchos de los análisis realizados han mostrado que los llamados «alimentos sanos» no tienen valor nutritivo y, que a veces, incluso son perjudiciales. También se examinan críticamente, con la imparcialidad del científico, los últimos «descubrimientos» del movimiento de la alimentación sana: los remedios «místicos» y las panaceas, las pastillas para prolongar la vida, los tratamientos con hierbas y los alimentos «mágicos» como el ginseng, la miel o el vinagre de sidra. En el ámbito del adelgazamiento, caen por tierra los mitos sobre los alimentos bajos en calorías, los inhibidores del apetito, los bloqueadores de la fécula, el té adelgazante o los repletores estomacales. Finalmente, el profesor Bender indica la forma de seguir una dieta saludable y libre
Mundi-Prensa (Madrid) GÓMEZ TORÁN. P.. La informática, una herramienta al servicio del agricultor, 1986, 258 pp. La información recogida en esta obra es una aportación importante en el acercamiento del útil informático al sector agrario. Tras una exposición del interés de esta tecnología para el agricultor y una descripción de la herramienta informática, y de los principios de su
funcionamiento, se expone la descripción de algunas aplicaciones dirigida s a explotaciones agrarias, cooperativas y técnicos dedicados al asesoramiento y promoción del medio agrario. Pirámide (Madrid) ABBOTT. P.. Mecánica, trad. Julio Usaola García. 1987. 327 pp.. Col. Aprende tú solo. Es importante comprender los principios que han llevado, a través de los tiempos, a los complicados mecanismos actuales. Esta obra nos ofrece una introducción práctica a los principios básicos de la mecánica. Destacamos como un aspecto de sumo interés su planteamiento pedagógico que es de gran utilidad para que cada persona pueda estudiar y evaluar el resultado de los temas tratados, a partir de los ejercicios prácticos que se ofrecen al final de cada capítulo y los ejercicios de recapitulación con las soluciones correspondientes que permiten su comprobación. ABBOTT. P.. Álgebra, trad. Santiago García y Jesús Pedraza. 1987. 363 pp.. Col. Aprende tú sólo. Es un texto que sirve de introducción a los principios y fundamentos del álgebra. Es adecuado para la persona autodidacta qu e desea inciarse en el estudio y comprensión de esta área. En cada capítulo, y de forma progresiva. se incluyen nuevos ejercicios con sus soluciones para que el estudioso pueda comprobar y evaluar la comprensión de los temas trabajados. HUGHES. V. Tratamiento de textos, trad. Alfredo Cruz. 1987. 247 pp.. Col. Aprende tú solo. Este texto es una introducción orientada a personas que deseen o precisen para el trabajo (secretarias, mecanógrafas...) conocer y practicar esta técnica. El libro está pensado para ser utilizado junto con un ordenador; para ello, dedica varios capítulos a actividades prácticas, con una serie de ejercicios planteados de forma progresiva para que el autodidacta adquier a
experiencia y confianza en esta técnica. Completa la obra un amplio glosario de términos técnicos. Prensa Universitaria (Palma de Mallorca) Colección Documentación / Filología: Serie de monografías de filología, lingüística y literatura que abordan temas, autores o aspectos particulares de especial interés filológico, lingüístico o literario tratando de conjugar el rigor del investigador especializado con la claridad y la perspectiva panorámica del divulgador científico. Cada monografía se completa con una bibliografía organizada y puesta al día que aspira a constituirse en guía insustituible de lectura sobre cada uno de los asuntos tratados. PAVERAS GRAU, M., Poesía española de postguerra. Corrientes principales, 1986, 169 pp.. n." 1. Se ha sabido condensar en este libro la abundantísima y con frecuencia contradictoria información que sobre el tema anda dispersa por manuales, monografías, ensayos y artículos casi siempre difícil localización y acceso y trazarnos la sinuosa trayectoria de convergencias y divergencias, que jalonan dialécticamente el panorama de nuestra poesía posterior al conflicto incivil que de una u otra forma la marcó, y nos sigue en buena manera condicionando todavía. índice: Introducción a la poesía de postguerra: Etapas, tendencias y problemas. Breve nota en torno al exilio. Reflexiones sobre la generación del 36. La poesía de los años 40. Algunas cuestiones sobre poesía social. Los marginales. Los consagrados, El lanzamiento de los «Novísimos» y sus repercusiones posteriores. Nuevas direcciones apuntadas por la crítica. LIBROS RECIBIDOS Alfaguara (Madrid) MERINO. J.M. . El oro de los sueños. 1986. 186 pp.. Col. Juvenil Alfaguara. 245. WOLF, Ch.. Casandra. 1986. 163 pp.. Col. Literatura Alfaguara, 199. MARTÍNEZ CEREZO. A., Odisea blanca, 1986. 282 pp.. Col. 15-20 Nostromo. HINTON, S.E.. Rebeldes. 1986. 192 pp.. Col. Juvenil Alfaguara. 128. HINTON. S.E.. La ley de la calle. 1986. 128 pp.. Col. Juvenil Alfaguara, 219. PINERA. V.. Pequeñas maniobras. Presiones y diamantes. 1986. 334 pp.. Col. Literatura Alfaguara. 190.
Anava (Madrid) TSU-DER CHOL. G . d BASE III. Guía del Programador. 1987. 432 pp.. Col. Anava Multimedia.
Bosch (Barcelona) RIBO DURAN . Z.. Presente y futuro de las sociedades de garantía recíproca. 1986. 159 pp.
Cátedra (Madrid) BRUNETTA. G.P.. Nacimiento del relato cinematográfico. (Grifíith 1908-1912). 1987, 141 pp.. Col. Signo c imagen. 6. MELVILLE. H.. Bartleby, el escribiente. Benito Cereño. Billy Budd, 1987. 305 pp.. Col. Letras Universales. 71.
De Vecchi (Barcelona) FUENTES, F.. Los mejores chistes del año. 1986, 190 pp. ROSELL FERRER. J.. Todas las normas y los documentos mercantiles en las relaciones internacionales. 1986. 149 pp. HOLZMILLER, J. y ROSSELLI. A., Comprender la economía, 1986. 157 pp. FRANCESCH1N1. L., Los tests de los colores. 1986. 157 pp. ALLES. F., Cómo evitar errores de ortografía y gramática. 1986. 191 pp. FERNÁNDEZ-ARAMBURU . J.M.. Todo sobre los gastos de la comunidad de propietarios, 1986, 153
ciencia.pensamiento y cultura Director: Miguel Ángel Quintanilla Comité de Redacción: José Manuel Orza Luis Alberto de Cuenca Carlos Solís ñafael Pardo Eduardo Rodríguez Parré Redacción: Serrano, 127-28006 Madrid Telf. (91) 261 66 51 Suscripciones: Servicio de Publicaciones del CSIC. Vitruvio, 8 - 28006 Madrid Telf. (91) 261 28 33 CONSEJO SUPERIOR DE INVESTIGACIONES CIENTÍFICAS
XXII pp. DOLZ, M. y RIBERA SANZ, J.. El balance, qué es y cómo se interpreta, 1986, 159 pp. DOL GUERRI, M.. Contabilidad para la pequeña y mediana empresa. 1986, 160 pp.
Fontamara (Barcelona) VV.AA., Anuario sobre armamentismo en España, 1986, 1986, 245 pp.. Col. Paz y Conflictos.
Fundesco (Madrid) HOLTZ-BONNEAU, F.. La imagen y el ordenador. 1986. 270 pp.. Col. Hcrmcs, 20.
Gedisa (Barcelona)
LYOTARD, J.F.. La posmodernidad (explicada a los niños). 1987, 123 pp.. Col. Hombre y Sociedad, Serie Mediaciones. 22.
Icaria (Barcelona) TABOADA, L., La maternidad tecnológica: De la inseminación artificial a la fertilización in vitro, 1986. 80 pp.. Col. Ocho de marzo. 4. SACRISTÁN, M.. Pacisfismo, ecología y política alternativa. 1987. 208 pp.. Col. Antrazyt. 45. Junta Castilla-León (Valladolid) VV.AA., Literatura contemporánea en Castilla y León. 1. 1986, 561 pp.
Lucina (Madrid) GARCÍA CALVO. A.. Razón común (Lecturas presocráticas II), 1985. 411 pp. GARCÍA CALVO. A.. De la construcción (Del lenguaje II). 1983. 470 pp. GARCÍA CALVO. A., Del lenguaje, 1979. 438 pp. GARCÍA CALVO. A.. Lecturas presocráticas. 1981. 234 pp.
Muchnik (Barcelona) NÉM1ROVSKY. I.. Las moscas del otoño o La mujer de otrora. 1987, 96 pp. DUVERNOY. J.. La captura del cátaro Bélibaste. 1987, 137 pp. Pirámide (Madrid) ABBOTT, P.. Mecánica, 1987, 327 pp.. Col. Aprende tú solo. VV.AA.. Psicoestadística. Estimación y contraste. 1987. 373 pp.. Col. Psicología.
Plaza & Janes (Barcelona) MANN , T., Diarios 1918-1936 (edición y traducción de Pedro Gálvcz), 1986, 277 pp. Ediciones del Serbal (Barcelona) LEGER SIVARD, R.. Gestos militares y sociales en el mundo. 1986. 79 pp. URTEAGÁ, L., La tierra esquilmada, 1987, 221 pp.
Taurus (Madrid) JAUSS, H.R., Experiencia estética y hermenéutica literaria, 1986. 436 pp.. Col. Persiles, 167. Se rie Teoría y crítica literaria. FRYE, N., El camino crítico, 1986, 149 pp.. Col. Persiles, 166, Serie Teoría y crítica literaria. VERNON, K.M., Juan Benet, 1986. 296 pp.. Col. Persiles . 170, Serie El escritor y la crítica. GÓMEZ MOLLEDA, M.D., La Masonería en la crisis española del siglo XX, 1986, 537 pp.. Col. La otra Historia de España, 11 . DOVER, K.J., Literatura en la Grecia Antigua, 1986. 207 pp.
Torre Tavira (Cádiz) MARRODÁN. M.A.. Sonetos en la noche, 1986, 59 pp.. Col. de Poesía.
Publicaciones
periódicas Poder y Control. Revista hispano-latinoamericana de disciplinas sobre el control social Craywinckel, 2, 08022 Barcelona Bajo el título «Prevención y teoría de la pena: presente y
alternativas», que corresponde al Seminario celebrado en 1985 y cuyas ponencias constituyen el bloque fundamental del número, aparece el n." O de esta nueva publicación que dirigen los profesores Roberto Bergalli y Hernán Hormazábal Malarée, de la Universidad de Barcelona, Juan Bustos Ramírez y Victoria Camps, de la Universidad Autónoma de Barcelona, y el magistrado Antonio Dónate. Con la reproducción de algunos párrafos del número, se hace patente a grandes rasgos el proyecto que la nueva revista se propone: «Una sociología crítica no puede plantearse en la actualidad el problema del poder como objeto abstracto de conocimiento. La asunción de que sólo existen poderes concretos para órdenes concretos y la interpretación de esos dos factores por su implicación con el problema (central) del control social, imponen la necesidad de plantear el estudio sociológico desde una nueva perspectiva. En la investigación de las relaciones entre el poder y el control, tendrían cabida, entonces, cuestiones como la prevención o como la reacción ante las desviaciones que se pro duzcan. »La complejidad de este nuevo planteamiento del estudio del poder y del control social no permite su acotación desde una perspectiva disciplinaria concreta. El poder no es un elemento que pueda ser analizado al margen de los procesos que dan vida a los sistemas sociales. El tema del poder y del control es, por ello, una cuestión política, perfectamente individualizada, que surge de los sujetos organizados. De ahí que un planteamiento crítico frente al poder y el control que pretenda presentar esta realidad libre de enmascaramientos ideológicos tenga, en último término, que plantear una revisión crítica del Estado. »Ha de recordarse que en el resto de Europa existen publicaciones que afrontan derechamente esta problemática como ya se pone de manifiesto en sus títulos. Pensamos en Dei delitti e delle pene en Italia y Kristiche Justiz en Alemania Federal, por ejemplo. En cambio, en España y Latinoamérica no ha sucedido lo mismo. Quizás ello se deba a que, por tratarse de países que están cerca o en la periferia de los centros de decisión, cobra prioridad la preocupación de encubrir ideológicamente las antinomias del sistema. En esta perspectiva se ha hecho primar el saber especulativo sobre el pragmático. La regulación del orden social se hace a
partir de dogmas normativos o metafísicos. Todas las disciplinas, aun cuando están orientadas a la especialización, coinciden en dar, desde posiciones ocupadas por el detalle, una visión ideológica de la realidad concreta, pasando por alto la individualidad y la globalidad de lo social. »Esta publicación quiere llenar este vacío presentando la realidad del poder y del control, libre de enmascaramientos dogmáticos hechos a partir de una determinada concepción del mundo. Ello significa, como se ha señalado precendentemente. huir de las manipulaciones demagógicas que, con pretensiones de universalidad, se hacen de realidades sociales diferentes. Estas fantasías son las que han servido para justificar, por ejemplo en Latinoamérica, la brutalidad y la barbarie como estrategia de control social, cuando se presentó envuelta en la "doctrina de la seguridad nacional". Se trataba de terminar con la conflictividad social, de crear las condiciones para que los capitales de las empresas transnacionales pudieran circular libremente, de que el "subcontinente" ocupara el lugar que se le había asignado en el nuevo orden económico internacional. Para ello el Estado fue reducido a la fuerza de los ejércitos. El poder y el control se ejercieron sobre los cuerpos mediante el hambre, la miseria y la desaparición del disidente; esta fue la estrategia del control de la década anterior. Hoy se trata de volver a una «normalidad» . Estamos frente a un problema estético; los ejércitos deben volver a los cuarteles. Así es como se han creado, con las nuevas democracias, las condiciones para una nueva estrategia de control. La estrategia del control de la década de los años 80 no se desarrolla ya a nivel físico (o no solamente), sino directamente sobre los gobiernos que están condicionados por la enorme deuda externa que han acumulado los países latinoamericanos. Estas nuevas condiciones habrán de concretar nuevas estrategias de control social.» RID. Resúmenes de Tesis Doctorales publicadas en Microficha Pentalfa Microediciones. Apartado 360, 33080 Oviedo. N." 1, 1987 Incluye este primer número los resúmenes de las treinta primeras tesis
publicadas en la colección Tesis Doctorales en Microficha. En números sucesivos se irán difundiendo los resúmenes de las nuevas tesis editadas. Por ahora la suscripción a RTD es gratuita. El criterio que se ha seguido en la edición ha sido el de ordenar los resúmenes según el ordinal que tienen en la colección general (frente a una ordenación, por ejemplo, por materias). Para facilitar la búsqueda temática se incluyen un índice onomástico (materias y asuntos tratados), un índice de autores y otro de Universidades en que fueron leídas. Mediante futuros índices temáticos acumulativos, será fácil conocer el contenido de RTD cuando se hayan publicado varios números.
PUBLICACIONES PERIÓDICAS XXIII y muy sencillo localizar en la revista un resumen determinado. Como en RTD sólo aparecen los resúmenes de tesis que ya han sido publicadas en microficha. el lector tiene la seguridad de poder adquirir por muy bajo precio un ejemplar (una tesis que ocupe dos microfichas cuesta menos de mil pesetas). Las ediciones de Tesis Doctorales en Microficha permiten la difusión
de trabajos que. por sus características, es dificil lleguen a ser publicados en papel. Como toda la comunidad investigadora conoce, en otras culturas es este el modo habitual de publicar tales obras: en esta colección española se consideran para su edición las Tesis Doctorales y Memorias de Licenciatura, de cualquier disciplina, independientemente de la fecha de su elaboración o Universidad en que hayan sido presentadas, sean o no inéditas y que preferentemente estén escritas en lengua española o que. en todo caso, hagan referencia a la cultura hispana. Para intentar ofrecer el mayor número de títulos, se invit a a Universidades y autores, tanto de España como de las repúblicas americanas y Portugal, a integrarse en este proyecto. Si usted quiere publicar su tesis doctoral, ahora ya puede hacerlo. En cada una de nuestras microfichas se reproducen unas 32^ páginas del original de la tesis, siguiendo las normas internacionales en este tipo de ediciones y utilizando las tecnologías más avanzadas en microfilmación. Las ediciones se presentan en unas carpetillas que llevan impreso el resumen de la tesis. Una de las ventajas de este tipo de ediciones, aparte del conocido ahorro de espacio (treint a tesis presentadas en carpetillas individuales ocupan el espacio de un solo libro), es su permanencia indefinida en catálogo: en ninsún momento estarán en la situación de -«agotadas», importante ventaja respecto de las publicaciones convencionales, gracias a la facilidad de realizar copias del negativo original. Con la Colección Tesis Doctorales en Microficha y la publicación RTD. se ofrecen importantes herramientas en la línea de lograr un mayor conocimiento y difusión de la investigación que se hace en español. Colaboran: José Luis Abellán, Agustín Albarracín, Mario Boero, Mariano Brasa Diez, José Luis Cano, Antonio Carreño, Ramiro Flórez, Luciano González Egido, Ricardo Gullón, Pedro Laín Entralgo, Iván Lissorgues, José Antonio Maravall, Franco Meregalli, Carlos París, Pedro Ribas, Enrique Rivera, Amancio Sabugo Abril, Francisco Javier Satué, Adolfo Sotelo, Jorge Uscatescu y Emilia de Zuleta. Precio del volumen: mil pesetas, IVA incluid o REVISTAS RECIBIDAS
Arbor. Ciencia, pensamiento y cultura. N. 494. febrero 1987. S. Giner. "Avalares de la sociedad civil»; R. Pardo Avellaneda. "El "neocorporatismo" como paradigma de la sociología política'-: F. Alvira Martín. "Nuevas técnicas de recogida de datos-: etc. Boletín de Estadística Socioeconómica. Centro de Investigación Económica \ Social de Canarias (CÍES) . N. ' 2. febrero 1987. 188 pp. Información estadística socioeconómica del Sector Público de Canarias: Cuerpo I: Macromagnitudes regionales. Cuerpo Jí: Administración Centra l en Canarias. Cuerpo III : Comunidad Autónom a de Canarias. Cuerpo IV: Corporaciones locales. La Burbuja. Revista de Literatura y Creación. Grupo Catolepras. Apartado 14.9hO. Madrid . Se propone recoger y difundir el quehacer literario, poético y artístico de nuestro tiempo. Catálogo de Publicaciones Universitarias Españolas.
CUADERNOS HISPANQ\MERKANOS Han dirigido esta publicación: Pedro Laín Entralgo, Luis Rosales y José Antonio Maravall. Director: Félix Grande. Jefe de Redacción: Blas Matamoro. Secretaria de Redacción: María Antonia Jiménez. Administrador: Alvaro Prudencio. De reciente publicación:
Homenaje a Miguel de Unamuno Un volumen doble de 344 páginas. Febrero-Mar20 1987 Dirección, secretaría y administración : CUADERNOS HISPANOAMERICANOS INSTITUTO DE COOPERACIÓN IBEROAMERICANA Avenida de los Reyes Católicos 4, 28040 MADRID Teléfono: 244 06 00, extensiones 267 y 396 XXIV PUBLICACIONES PERIÓDICAS Suplemento 1986, 108 pp. Con índices de «Centros Participantes», de orden de aparición que sigue el Código Decimal Universal, de «Publicaciones por Centro» y de «Autores». CEAM. Revista de Economía y Técnica Industrial. Centro de Estudios y Asesoramiento Metalúrgico. N.° 197. septiembre-octubre 1986. Nuevos materiales: aleaciones con memoria de forma. Esquema de control por sumas acumuladas. Montaje de una lámpara de pie. mediante un robot dotado de capacidad decisoria. Campo Abierto. Revista de la Escuela Universitaria de Formación del Profesorado de E.G.B. de Badajoz. N.° 3. 1986. 179 pp. En una amplia sección de estudios se recogen artículos sobre ei periodismo en Extremadura (1899-1910). valores vigentes en una sociedad pluralista, la metáfora, figura semántica, incidencia de la escuela en la inadaptación escolar, etc. CEUMT. La Revista Municipal. Centre d'Estudis Urbanístics. Municipals i Tcrritorials N."98. 1987. Las formas del espacio rural y sus instrumentos de ordenación. El Ciervo. Revista Mensual de Pensamiento y Cultura. Año XXXVI. n." 433. marzo 1987. «La revolución de las cristologías». por J.I . González Faus. El Cardo de Bronce. Cuadernos de Poesía y Pensamiento del Grupo Artístico y Literario «Jaraíz» de Tomelloso (Ciudad Real). Año II. n." VIL otoño 1986. Traducciones de poemas de Léelo Ivo; Estudios; Poemas; Pliego de Poesía; Vasar y Empotro de «Jaraíz». Cuadernos Americanos. N." 2 (nueva época), marzo-abril 1987. 222 pp. Estudios de I. Díaz
Ruiz. «Arguedas. un aporte a la identidad peruana», y de A. Moreiras. «La conciencia hermenéutica de Américo Castro». Secciones «Ccntroamcrica», «Identidad Iberoamcrieana». «Quinto centenario» y «Reseñas». Cuadernos de Pedagogía. N." 147. abril 1987. Tema del mes; los padres van a la escuela. Cuadernos Inacabados. laSal. edicions de les dones. N." 8. 1987. 77 pp. Estudio de Eli Bartra, «Mujer, ideología y arte. Ideología y política en Frida Kahlo y Diego Ribera». Cultura. Dcpartament de Cultura de la Generalita t de Catalunya. Marc, 1987. Dossier dedicado a la música contemporánea. Dirigido por... Revista de Cine. N." 146, abril 1987. Entrevista con Neil Jordán. Estudio Nicholas Ray (1) . Dossier Comedia Americana. Etc. Estudios humanísticos. Filología. Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de León. N." 8, 1986. 174 pp. Contiene estudios sobre literatura infantil-juvcnil . sobre el estilo directo en español y diferentes estudios filológicos y lingüísticos. Estudios Humanísticos. Geografía, Historia, Arte. Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de León. N." 8. 1986, 224 pp. Contiene, entre otros, un estudio sobre la geografía humana española (1975-1983). Notas y reseñas. Hora de Poesía. N." 48, noviembre-diciembrc 1986. Dossier: Seis poetas chícanos. «Cordelia Candelaria: una introducción crítica», por Tcresinka Pcrcira. Noticias de poetas. Críticas. Ibérica. Actualidad Científica. N." 287. abril 1987. La optoelectrónica y las comunicaciones ópticas. índice Médico Español. N." 87. julio-agosto-scptiembre 1986. 170 pp. La publicación consta de cuatro partes: 1. Revistas incluidas en este número. 2. Reproducción facsímil de los sumarios de los fascículos de las revistas. 3. índice de autores. 4. índice de materias. ínsula. Revista de Letras y Ciencias Humanas. N." 482, enero 1987. Contiene los interesantes estudios dedicados a Eugenio F. Grancll. «E.F.G. y sus revistas», de Cesar Antonio Molina, y «Presencia y ausencia de E.F.G. en la literatura», de Francisco López. Investigación y Ciencia. N." 126, marzo 1987. Receptorpatías. Urano. El virus del sida. Aprendizaje instintivo. Energía extraída del mar Crecimiento fractal. Liposomas. Evolución del vellón de la lana. N." 127. abril 1987. Las aguas subterráneas en el paisaje. El microtúbulo. motor intracelular. Los pulsares más antiguos del universo. Recombinación genética. Etc. Laberintos. Revista de Creación Literaria. II época, n." IX, otoño 1986. Poemas inéditos de Vladimir Holán traducidos por Clara Janes. Sección «Poesía», con poemas de Manuel Andújar. Rafael de Cozar. Julio Martínez Mesanza. Javier Salvago. María Victoria Atcncia. Fernando de Villcna, Nicolás del Hierro. «Poemas», de Javier Aguirre Gandarias. Cuento: «Sopa de vidrio» de María de la Luz Uribc. Ensayo: «Antonio Enrique y la armónica montaña» de Tomás Ramos Orea. Crítica: «Las lecturas del minotauro» y «Dibujos» de Nazih Nader. Lápiz. Revista Mensual de Arte, índice 82/86. índice de autores ordenado alfabéticamente, con 829 referencias, índice de temas, con 2.679 referencias. Lapsus Calami. Universidad Popular de Zaragoza. Marzo 1987. Letras de Deusto. Vol. 17. n." 37, cnero-abril 1987. Estudios: Dignidad de la persona y fundamento de los derechos humanos. Sistemas de transporte en la cuenca minera vizcaína. Concepto y límites de lo infantil en la literatura. Comentarios sobre el «Alzamiento Nacional» de 1936 en San Sebastián: la actitud del Coronel Carrasco. Ortega y la doctrina de la realidad radical. Los partidos de izquierda en el Gobierno Vasco. Lucicn Febvrc, Combates por el socialismo. Notas y bibliografía. Leviatán. Revista de Hechos e Ideas. N." 26. invierno 1986. Contiene entre otros el estudio de J. Solé Tura, «Una lectura autonomista y federal del modelo de Estado constitucional», y el de
C. Martínez Ten. «La participación política de la mujer en España». Entrevista: Claudc LéviStrauss. Litoral. Revista de la Poesía y el Pensamiento. N." 171. Homenaje a Ángel Caffarcna. creador de una Málaga impresa que tiene sonido y luz. Manxa. Grupo Literario Guadiana. N." 36. marzo 1987. Amplia colección de poemas de diferentes autores. Poemas premiados en el IX Certamen Poético convocado por el grupo. Comentario de libros. Noticias. Meta. Revista de Filosofía. Facultad de Filosofía. Universidad Complutense. Vol. 1. n." 1, enero 1987. 222 pp. La nueva publicación ha sido promovida por un grupo de estudiantes de filosofía de la Universidad Complutense. Recogemos el contenido del número: Mardomingo Sierra. J.. «En torno a las nociones de principio y fin»: Martínez López. L.. «Del olvido»; Rivero Paz, J., «El deporte de la divinidad»; Ortega, C., «Crítica a la pscudo-paradoja de Russell sobre la clase de todas las clases propias»; Narbona Montcagudo, R., «El presente eterno»; Rampérez. F., «Sobre la metáfora de la luz en la estética del gótico»: Sánchez-Cuenca. L. «Inconmensurabilidad más allá de la filosofía de la ciencia. Un cambio parcial en la metáfora del mundo»; Racionero. O.. «La suerte del marxismo»; Oñatc, T.. «Al final de la modernidad»; Fernández, R.. «Del engaño en la filosofía». Revista de Libros. Congresos. Mientras Tanto. N." 29. marzo 1987. Notas editoriales. Fernández Buey. F.. «Las razones de Albcrt Einstein (II) : Su filosofía moral y política». Recio. A.. «Trabajadores desiguales: II. Crisis y perspectivas». Etc. Mirall de Glac,. Apartado 426. Terrassa. Poesía XIXII. diciembre. 1986. Poemas de Joscp Ballester. Jordi Bilbcny. Joscp M. Blasco. Joan F. Bolufer. etc. Mundo Científico. N." 68. abril 1987. Dossier: Los efectos indeseables de los medicamentos. Las Nuevas Letras. Revista de Arte y Pensamiento. N.° 6, invierno 1987. 112 pp. Los intelectuales: ¿la otra cara del poder? Miscelánea. Creación. Almería. Entrevista: Sobre la trayectoria narrativa de Luis Goytisolo. Crónicas. Olvidos de Granada. N.° 15. 131 pp. «Alabanza y aroma de la poesía hispanohcbrea». páginas inéditas de Rafael Albcrti; «Falcon Crest». «Dallas v Dinastía: la era de Reagan como intcrtexto». por T.A. López Pumarejo; «Las hadas, un mito para la historia», por J.C, Rodríguez; «Entrevista con ítalo Calvino», por C.A. Molina; «Unamuno en su poética», por J. García Leal: «Unamuno: catalanizar España», por L. Sánchez Rodrigo: «José María Blanco Whitc. La mujer y el cura ilustrado», por P. Alcázar; etc. Papeles de Economía Española. N." 29. 1986. 472 pp. «La nueva minería española»: Estudios generales, estudios sobre recursos energéticos, sobre minería no energética, estadísticas mineras básicas y colaboración especial sobre las tendencias mundiales de los minerales no energéticos. Perspectiva Escolar. Rosa Scnsat. N." 113, marzo 1987. «Buscant el cinema a l'cscola». El Proyecto. Revista de Teoría y Práctica Sindical de USÓ. Universidad Sindical. Ñ." 1, marzo 1987. 188 pp. 25 Aniversario de la Carta Fundacional USO: 1961-1986: Origen e ideología de USO. USO y el movimiento obrero. El movimiento obrero bajo el franquismo. Perfil político sindical. El Público. Cuaderno n." 21. 84 pp. Viaje al teatro de Francisco Nieva. Cuaderno n." 23. 72 pp. Directores de escena. Punto y Coma. Expresión de Ideas Actuales sobre Literatura, Ciencias, Artes e Imágenes. N." 6. 1987. Tema central: El cómic, su valor cultural. Revista de Ciencias de la Educación. Instituto Calasanz de Ciencias de la Educación. N." 129. cncro-marzo 1987. Estudios sobre las diferencias inter scxos en EGB. la formación de la personalidad autónoma y responsable, y
sobre las dimensiones psicológicas y sociológicas de los exámenes. Notas. Panorama educativo y Bibliografía. Revista de Comunicado e Linguagéns. N." 4. diciembre 1986. «Tecno-lógicas»: pensar la técnica y/o tecnificar el pensamiento. En este quiasma se proyectan los interrogantes sobre el lugar del sujeto, sobre el significado y el sentido de la alteridad, del mundo y de su manipulación. Interrogantes que no son de hoy sino que atraviesan toda la historia. ¿Que es lo que hace de la cuestión técnica un tema urgente y actual? ¿A qué urgencias corresponde la proliferación de discursos técnicos, eufóricos o disfóricos. de angélico optimismo o de pesimismo diabólico? Revista de Occidente. N." 71. abril 1987. Cambio tecnológico. Revista de Psicología General y Aplicada. Exponente Científico de la Sociedad Española de Psicología. Vol. 41 (3). (4) y (5). 1986. Volúmenes de algo más de un centenar de páginas cada uno que recogen una buena colección de investigaciones sobre las temáticas que les son propias. Citamos el título del primer estudio de cada uno de los tres volúmenes: «El doctor Gonzalo R. Lafora y la psicología en España . Reflexione s en su centenari o (1886-1986)»; «Un estudio empírico del valor predictivo de la motivación de logro en adolescentes»; «Evolución del nivel piagetiano de desarrollo cognitivo en alumnos de bachillerato. Un estudio longitudinal». Ritmo. Año LVIII. n." 572. Extraordinario. 114 pp. Reportajes sobre la actividad musical realizada por diversas instituciones del país. Conmemoraciones del centenario de diferentes músicos importantes. Estudio sobre Otto Klemperer. Entrevista con Elizabeth Sódcrstróm. Saber Leer. Revista Crítica de Libros. N." 4. abril 1987. Sumario: Díaz, E.. «Guerra en la guerra: Unamuno, 1936». Sampedro. J.L.. «La comunidad pendiente». García de Enterría. E.. «De Gaulle: la historia con nombres propios». Gallego. J.. «¿Hubo un estilo clementino?». Caballero Calero. R.. «Los clíticos en gallego-portugués». Zamora Vicente. A.. «Valle-Inclán otra vez». Lázaro Carreter. F.. «La lógica de la literatura». Prieto. C.. «Reflexiones en torno al legado Barbieri». Telos. Cuadernos de Comunicación, Tecnología y Sociedad. N." 9. marzo-mayo 1987. 187 pp. Cuaderno Central: El video: arte, lenguaje y comunicación.
XXV
Documentos y noticias Entre «A Águia» y «Presenca»: las revistas literarias del «primer modernismo» portugués Perfecto-E. Cuadrado Introducción Hasta ahora, y salvo algunos trabajos aislados (como los de F. Guimaráes o las recientes y valiosas aportaciones de Clara Rocha y Daniel Pires), la atención que los investigadores de la literatura
portuguesa habían prestado a las revistas literarias, a los suplementos literarios de diarios y revistas de información general o a las secciones literarias de revistas «culturales» no específicamente literarias, había sido siempre escasa, parcial, marginal y complementaria del estudio de obras, autores, movimientos, tendencias, períodos, etc. Nadie ignora, sin embargo, la importancia que dichas publicaciones han tenido a lo largo de la reciente historia literaria, y el papel fundamental que han desempeñado en la génesis y evolución de grupos, escuelas, movimientos y tendencias literarias desde el último tercio del siglo XIX hasta nuestros días: con razón mencionaba Poggioli la existencia, función, características y contenidos de esos «little magazines», como uno de los elementos constitutivos esenciales de todos los «movimientos» artístico-literarios de la «Modernidad». El interés por las revistas literarias crece de día en día, y se manifiesta actualmente no sólo por la gran cantidad de trabajos monográficos o de conjunto que a ellas se dedican, sino también por las abundantes reediciones facsimilares que instituciones y empresas editoriales vienen realizando desde hace algunos años, y entre las cuales podríamos citar, a título de ejemplo, las efectuadas por Jean-Michel Place en Francia o las de Ed. Turner y Leteradura en España. En Portugal, esta labor está siendo espléndidamente realizada por la editorial Contexto (con el apoyo del Instituto Portugués do Livro), habiéndose centrado hasta la fecha en las revistas del «primer modernismo» portugués (Portugal Futurista, Centauro, Exilio, Alhena, Contemporánea, etc.), aunque es de justicia mencionar la reedición anterior (no facsimilar) que de la revista Orpheu hiciera la editorial Ática, como complemento a la publicación de las obras de los poetas más significativos del simbolismo y del «primer modernismo» portugués. Para quien no conozca de cerca la riqueza y dinamismo de la vida cultural y literaria portuguesa (sobre todo en términos relativos, si la comparamos con las posibilidades reales de producción y consumo del país), podría resultarle sorprendente y hasta incomprensible la gran cantidad de publicaciones culturales y literarias portuguesas, sobre todo durante los últimos cien años. Menos sorprendente resultará, sin duda, el
hecho de que tales publicaciones se concentren geográficamente (como, por lo demás, el resto de las actividades culturales) en las tres grandes capitales peninsulares (Lisboa, Oporto y Coimbra), y que en ese proceso de concentración se vaya acentuando progresivamente el predominio de la capital de la República. Baste decir que, de 253 colecciones de revistas consultadas para el período 1889-1985, 118 correspondían a Lisboa, 55 a Oporto y 52 a Coimbra (es decir, el 46,6 %, el 21,7 % y el 20,5 %, respectivamente, del total). Un repaso detenido y ordenado a todas esas publicaciones puede ofrecer al desconcertado lector una visión dinámica de la literatura portuguesa de los últimos cien años, más viva —si no más rica, incluso— que la ofrecida por las diferentes perspectivas históricas tradicionales, a las que nunca sustituye pero sí complementa y enriquece. Agrupaciones, escisiones, reagrupaciones, polémicas, expulsiones, noviciados, ingresos...; creación, crítica, historia literaria, textos teóricos y doctrinales, programas y manifiestos, parodias, pastiches...; tipografía, portadas, ilustraciones, papel, formato y otros signos icónicos y materiales de afirmación estética y social...: todo ello, sin ser exactamente otra historia, es, eso sí, una manera distinta —más conflictiva, menos esquemática— de ver la misma historia. Paisaje de fronteras diluidas y de guadianas que se comunican, la historia así entrevista se resiste a toda ordenación sistemática que no sea la de una rigurosa sucesión cronológica, si bien pueden ser pedagógicamente válidas algunas de las aproximaciones realizadas desde distintas perspectivas metodológicas, como son, por ejemplo: a) la ordenación por «etapas históricas» (variante de la perspectiva cronológica absoluta); b) la agrupación por «corrientes» estéticas y/o ideológicas; c) la más artificial por «contenidos» (exclusivamente de creación, con un apartado especial para las «poéticas»; de creación y crítica; exclusivamente de crítica y ensayo); d) otras posibles clasificaciones y distingos (por ej., entre revistas «académicas» o «especializadas» y las que no lo son, o entre «revistas», «suplementos» literarios y culturales de diarios, «secciones» literarias de publicaciones periódicas de información general, volúmenes colectivos con o sin continuidad, etc., etc.).
Por razones obvias de espacio, y para ser fieles a las intenciones y contenidos de este número especial de Anthropos, hemos seleccionado para nuestra reseña una parcela significativa de esa historia: la que se refiere a las revistas del «primer modernismo» portugués. Debemos aclarar, sin embargo, que dicha delimitación estética y cronológica no ha sido absoluta y estrictamente respetada. No hemos incluido referencias al suplemento futurista de O Heraldo de Faro (el lector las encontrará en otro trabajo de este mismo número), ni a revistas o publicaciones no literarias en las que colaboraron protagonistas destacados del «primer modernismo» (por ej., la Revista de Comercio e Contabilidade o el panfleto político Eh Real!}, ni a revistas que, sin ser modernistas, acogieron en su seno algunas polémicas estéticas y literarias fundamentales (nos referimos, obviamente, a la Seara Nova), ni, en fin, a aquellas revistas que, como Sw I Sudoeste (1935), quisieron en alguna medida prolongar, resucitar, resumir o conmemorar la aventura de los «dos modernismos» portugueses (Orpheu y Presenqa). Sí hemos incluido, en cambio, las revistas en las que, respectivamente, nace y desemboca la aventura del «primer modernismo» portugués: A Águia y Presenta. Para el lector que desee ampliar la información sobre el tema, hemos incluido al final una bibliografía mínima orientativa. Descripción de las principales revistas modernistas portuguesas A Águia Oporto, 1910-1932 (se publicaron 5 series: 1.% 1910-1911, 10 núms.; 2.a, 1912-1921, 120 núms.; 3.a, 1922-1927, XXVI DOCUMENTOS Y NOTICIAS Conjunciones y disyunciones en el «primer modernismo» portugués a través de sus revistas más significativas Revistas simbolistas, decadentistas, tradicionalistas, etc. NOVA SILVA Oporto, 1907 A ÁGUIA A RENASCENQAOporto, 1910-1932 Lisboa, 1914 A VIDA PORTUGUESA Oporto, 1912-1915
EH REAL! Lisboa (panfl.) 1915 Lisboa, 1915 GENTE LUSA Praia de Granja, 1916 EXILIO Lisboa, 1916 CENTAURO págs. literarias de Lisboa, O HERALDO 1916 Faro, 1916-1917 PORTUGAL FUTURISTA Lisboa, 1917 PELA GREI Lisboa (Oporto), 1918-1919 SEARA NOVA SEARA NOVA CONTEMPORANEA Lisboa, 1922-1926 (1 núm. espécimen en 1915) ATHENA Lisboa, 1924-1925 CANCIONEIRO Lisboa, 1930 PRESENQA Coimbra, 1927-1940PRINCIPIO Oporto, 1930 SW/SUDOESTE Lisboa, 1935 'ORPHEU^
DOCUMENTOS Y NOTICIAS XXVII
60 núms.: 4.'. 1928-1930, 12 núms.; 5.a, 1932, 3 núms.). Una de las revistas fundamentales de la vida cultural y literaria portuguesa contemporánea. Su antecedente inmediato es la revista portuense Nova Silva. A Águia se presenta como una revista literaria, artística, científica y filosófica, surgida a raíz de la proclamación de la República portuguesa y con el propósito de dar a ésta, una orientación cultural y filosófica que sirviera de base para una «regeneración» o «renacimiento» portugués desde presupuestos nacionalistas y republicanos, aunque en el seno de sus colaboradores habituales, comenzara pronto a manifestarse una profunda discrepancia entre el pensamiento irracionalista saudosista y creacionista (Teixeira de Pascoaes y Leonardo Coimbra). y el racionalista de Antonio Sergio. Raúl Proenc,a y Jaime Cortesáo (que finalmente abandonarían la revista para, en 1921. lanzar la revista Seara Nova, órgano de lo que vendría a denominarse el «Grupo da Biblioteca Nacional»). Desde el punto de vista estrictamente literario. A Águia albergaría no sólo producciones saudosistas. sino también contribuciones tardo-simbolistas y modernistas, para acabar reuniendo en sus páginas a los que serían fundadores y directores de Presenta. Destacan, en la primera serie, los nombres de Manuel Laranjeira. Julio Brandáo. Leonardo Coimbra. Jaime Cortesáo . Afons o Duarte . Raú l Proenc,a. Teixeira de Pascoaes. Augusto Casimiro. Carlos de Lemos. Joáo de Barros. Veiga Simóes. Aaráo de Lacerda (promotor, más tarde de varias revis tas que se pretenden «órganos» sucesivos de la actividad de los «novos» o «modernos»). Mario Beiráo. Antonio Correia de Oliveira, Lopes Vieira, Antonio Sergio. Alvaro Pinto. Manuel de Silva Gaio o Antonio Patricio. Entre sus corresponsales en el extrajero. cabe señalar los nombres de Miguel de Unamuno. Ribera i Rovira (lusófilo catalán íntimamente ligado al saudosismo de Pascoaes y a quien se deben numerosas traducciones en catalán y castellano de los principales poetas y prosistas portugueses, así como algunos ensayos importantes sobre diversos
aspectos de la vida y cultura portuguesas de su tiempo) y Philéas Lebesgue. A partir del fin de la 1 / serie, A Águia pasó a ser el órgano del grupo Renascenqa Portuguesa, que publicaría también la revista A Vida Portuguesa y, más tarde, Principio. En la 2." serie, la revista tuvo como director y orientador principal a Teixeira de Pascoaes; en la 3. a, al filósofo «creacionista» Leonardo Coimbra, que tendría como secretario a Hernáni Cidade, el cual pasaría en la 4.' serie a dirigirla, para dar paso después a Casáis Monteiro y Sant Anna Dionisio (es precisamente a partir de la 4.' serie cuando en la revista aparecen reunidos ya los futuros presencistas: José Regio, Gaspar Simóe.;, Branquinho da Fonseca y el ya citado Casáis Monteiro). Cabe destacar en las páginas de A Agida la polémica entre Pascoaes y A. Sergio a propósito del «Saudosismo» (raíz de la futura disidencia de los «seareiros») y los tres artículos de Fernando Pessoa sobre «A Nova Poesía Portuguesa», que suponen la consagración del saudosismo y de Pascoaes como etapa «inaugural» de la nueva poesía portuguesa (cuya culminación vendría con la producción del «Supra-Camóens» portugués, es decir, el propio Pessoa) y, a la vez, el comienzo de la disidencia pessoana en el camino de una búsqueda personal, que desembocaría en las creaciones heteronímicas y en la aventura de Orpheu. [Sobre A Águia, ver, entre otros: Alvaro Pinto: «Para a historia da Águia e da "Renascenc,a Portuguesa"» en Ocidente. núms. 1 y 2, Lisboa, 1938.] Orpheu. Revista Trimestral de Literatura Lisboa, 1915 (dos núms.: Janeiro-Fevereiro-Margo 1915 y AbrilMaio-Junho; el número 3.'\ ya impreso, no llegó a aparecer por dificultades económicas). La revista que cumpliría el sueño de Pessoa y serviría de órgano de expresión del primer vanguardismo portugués («I.1 Modernismo», en Portugal); en Orpheu se dan cita autores portugueses y brasileños, con composiciones que abarcan un amplio arco de influencias y estilos, desde el simbolismo y decadentismo, hasta el «paúlismo», interseccionismo, sensacionismo, simultaneísmo y futurismo. Como corresponde a un «little magazine» de vanguardia, la revista tuvo una escasa difusión —
casi restringida a los cenáculos literarios de los cafés lisboetas— y fue violenta y visceralmente contestada por los escasos medios que le prestaron atención. 1." núm.: Editor: Antonio Ferro. Dirs.: Luiz de Montalvór (Portugal) y Ronald de Carvalho (Brazil). Sumario: Luiz de Montalvór, «Introducto»; Mario de Sá-Carneiro, «Para os "Indicios de Oiro"» (poemas); Ronald de Carvalho, «Poemas»; Fernando Pessoa, «O Marinheiro» (drama estático); Alfredo Pedro Guisado, «Treze sonetos»; José de Almada-Negreiros, «Frizos» (prosas); Córtes-Rodrigues, «Poemas»; Alvaro de Campos, «Opiário» y «Ode Triunfal». Portada: José Pacheco. 2." núm.: Editor: Antonio Ferro. Dirs.: Fernando Pessoa y Mario de SáCarneiro. Sumario: Angelo de Lima, «Poemas Inéditos»; Mario de SáCarneiro, «Poemas sem Suporte»; Eduardo Guimaraens, «Poemas»; Raúl Leal, «Atelier» (novela vertígica); Violante de Cysneiros (CórtesRodrigues), «Poemas»; Alvaro de Campos, «Ode Marítima»; Luiz de Montalvór, «Narciso» (poema); Fernando Pessoa, «Chuva Oblíqua» (poemas interseccionistas). Colaboragáo especial do futurista Santa Rita Pintor (4 hors-texte duplos). 3." núm. (no publicado): Sumario: Mario de Sá-Carneiro, «Poemas de Paris»; Albino de Menezes, «Apoz o Rapto»; Fernando Pessoa, «Gládio» y «Além-Deus»; Augusto Ferreira Gomes, «Por Esse Crepúsculo a Morte de um Fauno...»; José de Almada-Negreiros «Poeta Sensacionista e Narciso do Egypto», «A Scena do Odio»; D. Thomaz de Almeida, «Olhos»; C. Pacheco, «Para Além doutro Océano»; Castello de Moraes, «Névoa». El primer vanguardismo portugués se prolongaría en otras revistas de tirada y fortuna similares, como Exilio, Centauro y Portugal Futurista, para culminar en Alhena y Contemporánea, la primera dirigida por Fernando Pessoa y la segunda —una de las mejores revistas literarias portuguesas— por José Pacheco. [Hay reedición de los dos números publicados de Orpheu, y de las pruebas del n." 3: Orpheu I, reed. do Vol. I, Lisboa, Ática, 1971 (se trata de la 2.a ed.). Tiene un importantísimo prólogo de Maria Alíete Dores
Galhoz, «O Momento Poético do Orpheu». Orpheu 2, preparagáo do texto e introdugáo de Maria Alíete Galhoz, Lisboa, Ática, 1976. Orpheu 3, preparagáo do texto, introducto e cronología de Arnaldo Saraiva, Lisboa, Ática, 1984. Orpheu 3 (provas de página), Porto, Édic,óes Nova Renascenc,a, s.d. (1983), prólogo de José Augusto Seabra.] Centauro. Revista trimestral de Literatura Lisboa, 1916 (1 núm.). Editor: Lemos de Ñapóles. Dir.: Luiz de Montalvór. Sumario: Luiz de Montalvór, «Tentativa de um ensaio sobre a Decadencia»; Gamillo Pessanha, «Poemas Inéditos»; Alberto Osório de Castro, «Quatro Sonetos»; Raúl Leal, «A Aventura de um XXVIII DOCUMENTOS Y NOTICIAS Satyro ou a Morte de Adonis» (contó); Fernando Pessoa, «Passos da Cruz» (quatorze sonetos); Julio de Vilhena, «Ultima Ñau» (poema em prosa); Silva Tavares, «Poemas da Alma Doente»; Hors-texte especial de Christiano Cruz. [Hay reedición facsimilada en Contexto Editora (Lisboa, 1982), con prólogo de Ñuño Júdice, «Da afirmagáo simbolista a Decadencia».] Exilio. Revista mensa!. Artes, Letras e Sciencias Lisboa, 1916 (1 núm.). Editores: Rodrigues & C.' Fundadores: Augusto de Santa-Rita, Pedro de Menezes, Antonio Ferro y CórtesRodrigues. Dir.: Augusto de Santa-Rita. El sumario de la revista se diversifica en tres apartados: Literatura/Música/Sciencia, Philologia e Crítica. Por lo que se refiere a la parte literaria, estas son las colaboraciones: Augusto de Santa-Rita, «Exilio-Sua Justificagáo»; Pedro de Menezes, «O Médo de Satán pela Noite»; Theophilo Braga, «Bragangas e Jesuitas-A independencia de Portugal»; Fernando Pessoa, «Hora Absurda»; Antonio Sardinha, «A colina inspirada»; Augusto de Santa-Rita, «Signal da Raga», «Tua Presenga» y «Céu»; Antonio Rita-Martins, «Memorias d'um espelho»; Martinho Nobre de Mello, «Poente de Ñero»; Córtes-Rodrigues, «ViaSacra». [Hay reedición facsimilada en Contexto Editora (Lisboa, 1982), con prólogo de Teresa Almeida, «Nacionalismo e Modernismo. O proyecto Exilio».]
Portugal Futurista. Publicando eventual Lisboa, 1917 (1 núm.). Dir.: Carlos Filipe Porfirio. Se trata de la revista futurista por excelencia del primer vanguardismo portugués. No llegó a distribuirse regularmente, por orden policial. Ilustrada con reproducciones de Amadeo de SouzaCardoso y Santa-Rita Pintor, he aquí el Sumario de la revista: José de Almada Negreiros (Poeta Futurista), Ruy Coelho (músico) y José Pacheko (architecto), «Os Bailados Russos em Lisboa»; Bettencourt-Rebello, «Santa-Rita Pintor» (con fotografía del pintor); Bt. R.° (BettencourtRebello), «O Futurismo»; Boccioni, Carra, Russolo, Baila y Severini, «Manifesté des Peintres Futuristes»; Raúl Leal, «L'abstractionisme futuriste»; José de Almada Negreiros, «Saltimbancos (contrastes simultáneos)»; Guillaume Apollinaire, «Arbre»; Mario de Sá-Carneiro, «Tres Poemas»; Fernando Pessoa, «Episodios» (engloba las cinco secciones del poema «Múmia » y los cinco poemas de «Ficgóes do Interludio»); Blaise Cendrars, [poema]; José de Almada-Negreiros, «Mima-Fatáxa Sinfonía Cosmopolita e Apologia do Triángulo Femenino»; Alvaro de Campos, «Ultimátum»; José de AlmadaNegreiros, «1.a Conferencia Futurista», «Ultimátum Futurista as Geragóes Portuguesas do Século XX»; Mme. Valentine de Saint-Pont, «Manifestó Futurista da Luxuria»; F.T. Marinetti, «O Music-Hall, manifestó futurista de Marinetti publicado pío Daily-Mail de 21 de Novembro de 1913». Entre las aportaciones portuguesas al Futurismo, cabe destacar también las colaboraciones aparecidas en las páginas del diario de Faro O Heraldo, recogidas en volumen por Ñuño Júdice (Poesía Futurista Portuguesa. Faro, 79/6-7977, Lisboa, A Regra do Jogo, 1981). [ D e Portugal Futurista hay edición facsimilada por la Contexto Editora (Lisboa, 1981), con textos introductorios de Ñuño Júdice («O Futurismo em Portugal») y Teolinda Gers-áo («Para o estudo do Futurismo literario em Portugal»).] Contemporánea. Grande Revista mensal Lisboa, 1922-1926 (13 núms.; en 1915 se publicó un número
espécimen anunciado por la «Sociedade de Propaganda de Portugal»; José-Augusto Franga ha dado a conocer recientemente la existencia de un n." 14 que quedó listo para la imprenta y no llegó a aparecer). Editor: Agostinho Fernandes. Director: José Pacheco. La última de las grandes revistas del primer vanguardismo portugués, y también la más lujosa y cuidada de todas ellas. A sus páginas se acogieron por igual autores venidos del saudosismo de A Águia, del futurismo de Orpheu y descendencia, del nacionalismo integra lista... En el n." 1, encontramos, a modo de presentación de la revista, una colaboración de Afonso Cabral titulada «Carta a um Esteta» en la que leemos: «Le envío, mi querido amigo, el primer número de Contemporánea. No soy administrador de la revista, y mucho menos su "compére". Soy sólo un pobre joven que vivía la vida estéril de la generación que lo ha precedido y que un día fue despertado para vivir la vida de su propia generación. ¡ Ah, querido amigo! No sabe Vd. el trabajo que cuesta esto tan simple —vivir la propia vida. Todos nosotros, desde hace generaciones, venimos al mundo sin desligarnos de la vida que nos precedió. Todos nos olvidamos, artísticamente, de cortar el cordón umbilical. Mi generación está realizando ese trabajo. No son, como Vd. ingenuamente los titula —futuristas. Son simplemente — contemporáneos. ¡Y a costa de qué esfuerzos, en un país que no lo es! ¿Y sabe Vd. lo que quiere decir contemporáneo? Es Vd. capaz de haberse reído. De suponerse Vd., perfecta e innegablemente, "contemporáneo". Y sin embargo, se engaña Vd. Es Vd. un antepasado —un antepasado de sí mismo. El aeroplano Fourey —tela y aluminio— que va camino del Brasil [todo el número está concebido como un homenaje a Gago Coutinho y Sacadura Cabral, héroes de la travesía atlántica, y cuyos nombres aparecen en los márgenes de todas las páginas de este n." 1 de la revista], motor "Rolls-Royce" movido a gasolina, guiado por un hombre sereno, práctico, de bigote a la americana y por un lobo de mar, lampiño e irónico —despertó en Vd., amigo mío, una emoción romántica. ¡Vd. los vio partir como quien ve partir —una carabela! [...] Cuando Vd. supone que hace arte, está Vd. haciendo tan sólo —anacronismo. Piensa que resucita Grecia —y apenas si consigue un "reprise" de la "Phi-Phi". Ha
leído Vd. en Anatole: "El Arte Griego inspira Bondad!". Pues bien, el Arte moderno inspira Alegría. Alegría y Fuerza. ¿Más belleza, menos belleza? No. Otra. Ha sido la Belleza la que ha cambido. Y la Belleza que envejece, —deja de serlo... Pero, querido amigo, esto es ver la lucha del Arte Moderno contra el Arte consagrado por su lado más heroico y más elevado. [...] Vds. agotaron la vida. Y lo que es peor —agotaron Portugal. Portugal, como Vds. mismos, no es "contemporáneo". Ni europeo. Perdió su lugar en el tiempo y en el espacio por culpa suya. ¿Qué es lo que nos queda? Volver al principio. Comenzar de nuevo. Nosotros somos los "primitivos" de una nueva vida que se está comenzando a dibujar. Vamos a vivir de nuevo Portugal —con otros ojos, otras tintas, otras almas. Vamos a vivirlo con alas, con motores, con movimiento. Vamos a dar la vuelta a Portugal —mas recorriéndolo en el sentido de la rotación del mundo». La parte artística de la revista (ilustra - ciones de las portadas y «hors-texte» interiores) pertenecían a Almada-Negreiros, José Pacheco, Amadeo de SouzaCardoso, Eduardo Viana, Milly Possoz, Barradas, Vázquez Díaz, etc. DOCUMENTOS Y NOTICIAS XXIX Por lo que se refiere a la parte literaria, cabe destacar las colaboraciones de Fernando Pessoa (entre otras, su ensayo «Antonio Botto e o ideal estético em Portugal», contestado por Alvaro Maia en su artículo «Literatura de Sodoma»), Alvaro de Campos («Lisbon Revisited»), Almada-Negreiros («Histoire du Portugal par Coeur» y otros textos), SáCarneiro, Raúl Leal. Mario Saa, Afonso Lopes Vieira. Correira de Oliveira, Afonso Duarte. Antonio Botto. Eugenio de Castro, Alfredo Pimenta, Homem Cristo Filho, Leonardo Coimbra, Joáo de Barros, Veiga Simóes. Vergilio Correia. Aquilino. Antonio Ferro. Marinetti. Gómez de la Serna. José Francés, etc. [Vid.: José-Augusto Franca. «Nota sobre a Contemporánea», in Sema, n.° 3. Lisboa. Outono 1979. pp. 51-55. La editorial Contexto ha comenzado a publicar la edición facsimilada de la revista, habiendo aparecido hasta ahora los dos primeros volúmenes.] Alhena.
Revista de Arte Lisboa. 1924-1925 (5 núms.). Dirs.: Fernando Pessoa y Ruy Vaz. Colaboración literaria: N/ 1 (Outubro 1924): Fernando Pessoa. «Athena»; Henrique Rosa. «Oito Sonetos»; José de Almada-Negreiros, «Pierrot e Arlequim»; Ricardo Reis, «Odes-Livro I»; Antonio Botto. «Cartas que me foram devolvidas»; Edgar Alian Poe. «O Corvo» (trad. de Fernando Pessoa). N." 2 (Novembro 1924): Fernando Pessoa. «Mario de Sá-Carneiro»; Mario de Sá-Carneiro. «Os últimos poemas de...»: Raúl Leal. «A Loucura Universal». «Da Anthologia Grega»; Augusto Ferreira Gomes. «A Lata Velha»; Francisco Beliz. «Rimas da Loa Nova e do Bom Desejo»; Walter Pater. «La Gioconda», (trad. de Fernando Pessoa); Alvaro de Campos. «O que é a Metaphysica?»; Gil Vaz. «Quatro Sonetos»; Castello de Moraes. «Névoa». N. 3 (Dezembro 1924): Fernando Pessoa, «Alguns Poemas»; O. Henry, «Dois Contos de...»; Luiz de Montalvór. «Dois Poemas»; Mario Saa, «Poemas da Razáo Mathematica»; Henrique Rosa, «Rajadas»; Alvaro de Campos, «Apontamentos para urna Esthetica Náo-AristotélicaI». N.1 4 (Janeiro 1925): Carlos Lobo de Oliveira, «Chrismas Cake»; Antonio de Séves. «Urna Noite»; Alberto Caeiro, «Escolha de Poemas de...»; Alvaro de Campos, «Apontamentos para urna Esthetica NáoAristotelica-II»; Edgar Poe, «Os Poemas Finaes de...»; Mario Saa, «A Alvaro de Campos». N." 5 (Fevereiro 1925): O. Henry, «A Decisáo de Georgia» (trad. de Fernando Pessoa); Francisco Costa, «Sonetos»; Antonio Alves Martins, «O Meu Instincto-Página da Adolescencia»; Alberto de Hutra, «Prologo e Oragáo Sobre a Montanha»; Alberto Caeiro, «Escolha de Poemas de...». [Hay reedición facsimilada de la revista hecha por la Contexto Editora (Lisboa, 1983), con prólogo de Teresa Sousa de Almeida («Athena ou a Encenac,áo Necessária»).] Presenga. Folha de Arte e Crítica
1927-1940 (56 núms.) : 1." serie (1927-1939, 54 núms.), Coimbra; 2.a serie (1939-1940, 2 núms.) Lisboa, con distinto formato, mayor número de páginas y el subtítulo de «Revista de Arte e Cultura». Fundadores: Branquinho da Fonseca, Gaspar Simóes y José Regio. A partir del n." 27 (1930), se separa de la dirección Branquinho da Fonseca debido a disidencias internas, disidencias compartidas también por Edmundo de Bettencourt y Adolfo Rocha (Miguel Torga). En 1931, y a partir del n.° 33, se incorpora a la dirección Adolfo Casáis Monteiro. En los dos últimos núme ros actuaría de Secretario Alberto de Serpa. Con motivo del cincuentenari o (1977), se publicó un número único conmemorativo que, en contraportada, ofrece una lista completa de todos los colaboradores de Presenta. Entre ellos, hombres venidos de Orpheu —Alberto Caeiro, Almada Negreiros, Alvaro de Campos, Angelo de Lima, Fernando Pessoa (ortónimo), Luiz de Montalvór, Mario de SáCarneiro, Raúl Leal o Armando-Cortes-Rodrigues—; «presencistas» propiamente dichos —como los arriba mencionados—; neorrealistas (en la última etapa) —como Fernando Ñamora, Joáo José Cochofel, Joaquim Ñamorado, José Gomes Ferreira o Mario Dionisio—; «modernistas» y otros autores «no clasíficables» —como Irene Lisboa—; algunos brasileños —Cecilia Meireles, Mario de Andrade, Manuel Bandeira, Murilo Mendes, Vinicius de Moráis, etc.—; y otros autores extranjeros no brasileños como Henri Michaux, Pierre Hourcade o Jules Supervielle, amén de traducciones de (o referencias a) Proust, Valéry, Ortega y Gasset, J. Benda, Joyce, Ibsen, Gide, Cocteau. etc. A diferencia de lo que sucedería con Orpheu, en Presen^a,abundan los textos de carácter doctrinal, destacando entre todos los artículos de José Regio, «Literatura Viva» (n.° 1) y «Literatura Livresca e Literatura Viva» (n." 9), considerados ambos generalmente como verdaderos «manifiestos» del movimiento presencista. Entre la ya abundante bibliografía sobre el «movimiento» presencista, seleccionamos algunos títulos significativos: Joáo Gaspar Simóes, Historia do Movimento da «Presenta» seguida de urna Antología, Coimbra, Atlántida, 1958; Adolfo Casáis Monteiro, A Poesía da
«Presenga». Estudo e Antología, Nova ed., Lisboa, Moraes Editores, 1972; José Regio, Páginas de doutrina e crítica da «Presenta», prefacio e notas de Joáo Gaspar Simóes, Porto, Brasilia Editora, 1977; Eduardo Lourenc,o, «"Presenta" ou a Contra-Revolugáo do Modernismo Portugués?», in Tempo e Poesía, Porto, Inova, 1974, pp. 165-194; Joáo Gaspar Simóes, José Regio e a Historia do Movimento da «Presenta», Porto, Brasilia Editora, 1977; David Mouráo-Ferreira, Presenta da «Presenta», Porto, Brasilia Editora, 1977; Jorge de Sena, Regio, Casáis, a «presenta» e outros afins, Porto, Brasilia Editora, 1977; Fernando Guimaráes, A Poesía da Presenga e o Aparecimento do Neo-Realismo, Porto, Inova, 1969; Eugenio Lisboa, O segundo modernismo em Portugal, 9.11 ed., Lisboa, Instituto de Cultura Portuguesa, 1977; A Poesía da Presenta, apresentagáo crítica, selecgáo, notas e sugestóes para análise literario de María Teresa Arsénio Nunes, Lisboa, Seara Nova/Comunicac,áo, 1982; Presenta I Folha de Arte e Critica I Coimbra, margo, 1977, I Cinquentenario / numero único / 1927-1977, Porto, Brasilia Editora (distr.), 1977; Presenta I Folha de Arte e Critica, publicado comemorativa do cinquentenário da fundagáo da Presenta, Lisboa, Edic,áo da Secretaria de Estado da Cultura, Junho 1977 [Presentación de David Mouráo-Ferreira. Colaboraciones de Joáo Gaspar Simóes («A posteridade da "Presenta"»), Fernando Guimaráes («O que foi a "Presenc,a"?») y Luís Amaro («Subsidios para urna bibliografía do movimento presencista»), además de abundante material gráfico]. Referencias bibliográficas A) Algunas indicaciones (sobre todo para el período anterior a Presenta) pueden encontrarse en los diccionarios XXX DOCUMENTOS Y NOTICIAS de literatura portuguesa: Diccionario de Literatura, direcgáo Jacinto do Prado Coelho, 3.a ed., 5 vols., Porto, Livraria Figueirinhas, 1978; Grande Dicionário da Literatura Portuguesa e de Teoría Literaria, dirigido por Joáo José Cochofel, Vol. 1, A-Bo, Lisboa, Iniciativas Editoriais, 1977. B) Para la etapa simbolista-decadentista, consultar: José Carlos
Seabra Pereira, Decadentismo e Simbolismo na Poesía Portuguesa, Coimbra, Centro de Estudos Románicos, 1975. C) Para la etapa presencista y neorrealista: Fernando Guimaráes, A Poesía da Presenta e o Aparecimento do Neo-Realismo, Porto, Inova, 1969 (2.a ed., Porto, Brasilia Editora, 1981); Carlos Reis, O Discurso Ideológico do Neo-Realismo Portugués, Coimbra, Livraria Almedina, 1983; Textos Teóricos do Neo-Realismo Portugués. Apresentaqáo... de Carlos Reis, Lisboa, Seara Nova / Comunicac.áo, 1981. D) Abarcando un período más amplio: A. Carneiro da Silva, J'ornáis e Revistas do Distrito de Coimbra, Coimbra, Separata de Arquivo Coimbráo, 1947 [Se trata de dos artículos inicialmente publicados en Arquivo Coimbráo, vol. IX (1946) y X (1947)]; la revista Vértice publicó durante algunos años un fichero de «Revistas e Jomáis Culturáis Portugueses do Séc. XX» en el que se daban, en forma de fichas, una serie de datos sobre dichas publicaciones (título, género, fecha y lugar de publicación, directores, editores, administradores, propietarios, colaboradores, índices, etc.). E) Los repertorios más completos de revistas culturales y literarias portuguesas pueden encontrarse en las siguientes obras: Fernando Guimaráes, Simbolismo, Modernismo e Vaguardas, Lisboa, Imprensa Nacional-Casa da Moeda, 1982, pp. 141-148; Clara Rocha, Revistas Literarias do Século XX em Portugal, Lisboa, Imprensa Nacional-Casa da Moeda, 1985; Daniel Pires, Dicionário das Revistas Literarias Portuguesas do Século XX. Lisboa, Contexto, 1986. F) Puede verse también, para completar el panorama: Perfecto-E. Cuadrado Fernández, Modernidad y vanguardia en la poesía portuguesa contemporánea-Perspectiva histórica del Surrealismo portugués. Palma de Mallorca, Universitat de les Ules Balears, 1986, vol. 2, Apéndice II («Revistas Literarias y Culturales Portuguesas, 1889-1985»), pp. 524693, tesis dactilografiada. G) Finalmente, debemos citar los diversos artículos publicados en las revistas Sema (en parte debidos también a Fernando Guimaráes) y JL I Jornal de Letras, Artes e Ideias (referidos en este último caso, a las
publicaciones más recientes): Sema I Revista Sazonal de Artes e Letras, n.° 3, Lisboa, Outono 1979. Incluye: Fernando Guimaráes, «Revistas literarias dos anos 20 e 30» (pp. 44-46); Jorge Fernandes da Silveira, «Arvore e poesia» (pp. 56-58); JoséAugusto Franga, «Nota sobre a Contemporánea» (pp. 51-55); E.M. de Meló e Castro, «As revistas dos novíssimos» (pp. 59-69). JL i Jornal de Letras, Artes e Ideias, ano IV, n." 91, Lisboa, 3-9 abril 1984. Incluye un «dossier» con los siguientes artículos: «Mesa-redonda: Quatro revistas a quatro vozes», intervienen representantes de Nova Renascenga, Plural, O Tempo e O Modo y Vértice (pp. 22-24); Cecilia Barreira, «As revistas em Portugal: em jeito de travessia» (p. 25); «Para todos os gostos» [reseña de numerosas revistas agrupadas por secciones tales como: «ler» / «pensar» / «falar» / «ver (formas)» / «ver(cinema)» / «ouvir» / «recordar» / «mulher» y «sobras»] (pp. 26-27); Carlos Oliveira Santos, «Outras, de certa maneira», reseña de las revistas «marginales». JL í Jornal de Letras, Artes e Ideias, ano IV, n:' 92, Lisboa, 10-16 abril 1984. Completa el «dossier» anterior con otro titulado «Do que nao falamos», en el que se hace referencia a revistas de economía, ciencia, geografía, publicaciones «marginales» como Artitude o Serpente, y otras de temas diversos (revistas deportivas, académicas, científicas o culturales muy especializadas en determinados temas, etc.). O Gabinete de Estudos de Simbologia na Universidade Nova de Lisboa O Gabinete de Estudos de Simbologia foi fundado na Universidade Nova de Lisboa, Faculdade de Ciencias Sociais e Humanas, em 1980. A iniciativa ficou a dever-se a um grupo de docentes interessados pelo estudo da Simbólica e do Imaginario, numa perspectiva comparatista e de interdisciplinaridade, a semelhanc.a de Centros ja existentes em Universidades estrangeiras, como o Centre de Recherches sur l'Imaginaire, criado em Chambéry em 1967 ou o Laboratoire Pluridisciplinaire de Recherches sur l'Imagination Littéraire, criado na Universidade de Bordeaux III em 1973. Pretendeu-se deste modo valorizar na nossa cultura aspectos que tém sido menos tratados, e que neste momento, por haver estudiosos com
suficiente interesse pela materia, podem dar origem a projectos conjuntos de investigagáo. Psicólogos, sociólogos, historiadores das ideias, das artes, das literaturas, tém trabalhado em conjunto com outros especialistas, das ciencias da comunicado e da linguagem, na análise e estudo da linguagem profunda que é o símbolo. As actividades do G.E.S. repartem-se pela organizado de seminarios e conferencias, em colaborado com Centros e Professores estrangeiros da mesma especialidade; pela organizagáo de coloquios internacionais; pela publicagáo de volumes colectivos sobre temas específicos ligados aos seminarios organizados. Sao seus Fundadores: Yvette Centeno, Helder Macedo, Joel Serráo. Directora: Yvette Centeno. De 1980 a 1986, colaboraram com o G.E.S. os seguintes professores convidados: Marjorie Reeves (Oxford), Helder Macedo (Londres), Luís Sousa Rebelo (Londres), Ronald Cueto (Leeds), Claude-Gilbert Dubois (Bordeaux), Antoine Faivre (Bordeaux), Gilbert Durand (Grenoble), PaulGeorges Sansonetti (Paris), Michel Maffesoli (Paris), Roger Navarri (Paris), Emir Monegal (Yale), Almir Bruneti (Tulane), Alfredo Margando (Paris), Eduardo Lourengo (Nice), Georges Gusdorf (Strasbourg), Antonio Tabucchi (Genova), Fierre Gorceix (Poitiers), José Ángel Cilleruelo (Barcelona). Em 1983 organizou-se um primeiro Coloquio Internacional, em Tomar, no ámbito da XVII Exposic,áo Europeia de Arte, Ciencia e Cultura, subordinado ao tema «Imaginario Cavaleiresco e Conquista do Mundo». Teve a participaqáo da France-Culture. Em 1985 teve lugar no Centro de Arte Moderna da Fundagáo Calouste Gulbenkian um coloquio intitulado «O Imaginario da Cidade». Em 1987 prevé-se a realizaqáo de um Coloquio sobre o tema: «A Simbólica do Espado: Cidades, Ilhas, Jardins», com a colaborado do Cine-Forum do Funchal. Promovidos pelas actividades do G.E.S., publicaram-se os seguintes volumes: Helder Macedo, Camóes e a Viagem Iniciática, Lisboa, Moraes, 1980; Y.K. Centeno. Helder Godinho, Ste
La creación cumplida de un personaje vigoroso, profundamente arraigado MARÍA ZAMBRANO. Senderos La voz íntima de María Zamhrano hecha revelación de nuestra vida e historia española Revista ANTHROPOS, n." 70-71 María Zambrano, Pensadora de la Aurora SUPLEMENTOS Anthropos, n.° 2 María Zambrano. Antología, selección de textos
en su humanidad •El diario de Hamlet García es un libro de extraordinario valor literario, de perfecta madurez técnica y estilística, de una poco común verdad humana» Santos Sanz Villanueva «Con alegría profunda debe saludarse la primera edición en España de El diario de Hamlet Garda, la extraordinaria novela de Paulino Masip» ABC/Literario 23/5/87 Miguel García Posada Otros autores: EDUARDO DIESTE Obra selecta Cuentos, Teatro y Teoría estética Prólogos de Rafael Dieste y de C Gurméndez «La reflexión es tanto más difícil cuanto más contraríe la velocidad interna de una visión o de un afecto: esta es la gracia del Arte» MANUEL ANDÚJAR Cristal herido Prólogo de José Ramón Arana Constituye, temáticamente, el núcleo de todo el gran ciclo novelístico
«Lares y penares» de Manuel Andújar Historias de una historia (Por primera vez, texto íntegro) Con Historias de una historia culmina Cristal herido. Es la historia íntegra, sin trabas ni censura, de la guerra civil bajo la mirada literariamente humanizada de Manuel Andújar Revista ANTHROPOS, n.° 72 Manuel Andújar. La cultura como creación y mestizaje
ANTHROPOS
EDITORIAL DL HOMBRE Enric Granados, 114, 08008 BARCELONA, T:(93)2172545 Jorge Juan 41, 3° C, 28001 MADRID, T:(91)2755717 XXXII DOCUMENTOS Y NOTICIAS phen Reckert. M.C. Almeida Lucas. A Viagem de Os Lusíadas: símbolo e mito. Lisboa. Arcadia. 1981: Alberto Pimenta. Eulalia Barros. Joáo Bárrente. Y.K. Centeno. A (Más)cara diante da Cara, Lisboa. Presenta. 1982: Stephen Reckert e Y.K. Centeno. A Viagem, entre o Real e o Imaginario, Lisboa. Arcadia. 1983: Luís de" Sousa Rebelo. A Concepqáo do Poder em Fernáo Lopes. Lis boa. Livros Horizonte. 1983: Gilbert Durand. Mito e Sociedade. Lisboa. A Regra do Jogo. 1983: VV.AA. . Cavalaria espiritual e conquista do mundo. Lisboa. Instituto Nacional de Investigaqáo Científica. 1986. Incontra-se em tipografía o volume O imaginario da Cidade. Na sala 40 do Bloco 1 das instalacóes da Faculdade de Ciencias Sociais e Humanas, o G.E.S. mantém ao dispor de docentes e investigadores urna pequeña biblioteca especializada. Premio Ámbito Literario 1988 Narrativa / Poesía / Ensayo Editorial Anthropos convoca en su décima edición el premio Ámbito Literario. La invitación a participar tiene por objeto descubrir y potenciar pensamientos innovadores en los campos de la narrativa, la poesía y el ensayo. Bases 1. Se admitirán a concurso obras de narrativa, ensayo y libros de poemas rigurosamente inéditos, escritos en castellano y con extensión, orientación y temática totalmente libres. 2. Los originales deberán presentarse mecanografiados y por triplicado, antes del 10 de noviembre de 1987. a: Premio Ámbito Literario, Editorial Anthropos, c/ Enríe Granados. 114, entlo. 2.", 08008 Barcelona.
3. Las tres copias de la obra deberán ir firmadas*)' las páginas numeradas. Se indicará asimismo el nombre completo, las señas y el teléfono del autor, quien, caso de presentarse con seudónimo, incluirá plica con estos mismos datos. 4. El jurado otorgará un solo premio para cada género, que consistirá en una placa de plata y la publicación de la obra. La edición de las obras premiadas se realizará con arreglo a las condiciones generales de contratación de derechos intelectuales de la Editorial, que pueden ser consultadas por los interesados en las señas arriba indicadas. 5. El fallo se hará público el día 28 de enero de 1988, a las 20 horas, en Editorial Anthropos, c/ Vía Augusta, 64-66, entlo., 08006 Barcelona, tel. (93) 2174039. 6. Las obras presentadas no serán devueltas por la Editorial, si bien podrán ser retiradas por sus autores respectivos o personas en quienes deleguen, en el plazo máximo de tres meses a partir de la concesión del premio.