EL YO DE LA PEREZA
SABIDURÍA SABIDURÍAGNÓSTICA GNÓSTICA
“Vé a la hormiga, oh perezoso, mira sus caminos, y se sabio; la cual no teniendo capitán, ni gobernador, ni señor, prepara en el verano su comida y recoge en el tiempo de la siega su mantenimiento. Perezoso, ¿hasta cuándo has de dormir? ¿Cuándo te levantarás de tu sueño?” Salomón-Rey, Proverbios, Cap. 5, Vers.6-9.
EL “YO” DE LA PEREZA “Aquel que no se despabila cuando es hora de levantarse, que aunque joven y fuerte está lleno de pereza, cuya voluntad y pensamiento son débiles, ese hombre cobarde y perezoso no halla jamás el camino de la ciencia”. Enseñanzas Gnósticas de Siddharta Gautama, el Buda.
“Jamás un día carece de importancia, y si en verdad queremos transformarnos radicalmente debemos observarnos y comprendernos diariamente. Sin embargo las gentes no quieren verse a sí mismas. Algunos, no teniendo ganas de trabajar sobre sí mismos, justifican su negligencia con frases como la siguiente: el trabajo en la oficina no me permite trabajar sobre sí mismo. Palabras éstas sin sentido, huecas, vanas, absurdas, que sólo sirven para justificar la indolencia, la pereza, la falta de amor por la Gran Causa”. Samael Aun Weor, “Psicología Revolucionaria”, Cap. Nº 18.
1- LA VISIÓN, LA ACCIÓN Y EL “YO” DE LA PEREZA En su extraordinario libro titulado “El Misterio del Áureo Florecer” (capítulo Nº 29), el Maestro Samael Aun Weor nos informa que “el Trabajo Esotérico consiste en 2 aspectos principales: la VISION y la ACCION”. Estos aspectos del trabajo sobre sí mismos, conducentes a la eliminación del “Yo” de la psicología y sus “elementos indeseables” mediante el concurso de la transmutación alquimista, es decir, con la sabia utilización del Fuego Sagrado de la Divina Madre Kundalini, son preconizados por dos escuelas del Zen japonés. “La primera de ellas es la escuela MAHAYANA, antítesis maravillosa (y complemento a la vez) de la segunda escuela de auto-realización íntima, la escuela HINAYANA”. “Es incuestionable que los estudios y prácticas Zen nos permiten captar el íntimo significado de las enseñanzas budistas preconizadas (como ya se dijo) por las escuelas Mahayana y Hinayana”. “Aunque el Templo Zen (que es una forma maravillosa del Budismo Mahayana) esté sostenido por los dos pilares de la Visión y de la Acción, es ostensible que pone especial énfasis en el primero (en el de la Visión). Esto está reconocido claramente por el Guruji I Shan, quien dijo: tu Visión y no tu Acción es lo que me importa”. “Es por esto que los Maestros Zen de la escuela Mahayana ponen todo el énfasis en el Extasis, en el Samadhí, en el Satori, y concentran todos sus esfuerzos en llevar a sus discípulos o chelas hacia él”. “La escuela tibetana Hinayana es diferente, y aunque sus dos columnas torales son también la visión y la acción, es incuestionable que pone especial solemnidad en lo segundo, y lucha incansablemente por llevar a sus devotos a la Novena Esfera (el sexo)”. “No está de más, en este capítulo, afirmar que los aspirantes de la escuela Mahayana anhelan de
verdad (y con ansia infinita) la experiencia del Vacío Iluminador. De ninguna manera exageramos conceptos si afirmamos, con cierta vehemencia, que los discípulos de la escuela Hinayana trabajan tenazmente en la Forja de los Cíclopes (el sexo) con el propósito inteligente de lograr la Auto-Realización Intima del Vacío Iluminador”. “Cuando la mente está quieta, cuando la mente está en silencio por dentro y por fuera y en el centro, adviene la experiencia mística del Vacío. Empero es obvio que Auto-realizarlo es algo muy diferente”. “El Vacío no es muy fácil de explicar; ciertamente os digo que no es definible o descriptible. El lenguaje de estos humanoides que pueblan la faz de la Tierra ha sido creado para designar cosas y sentimientos existentes, no es adecuado para expresar aquello que está más allá del cuerpo, de los afectos y de la mente”. “El Vacío Iluminador no es asunto de conocer o no conocer; experimentarlo directamente es lo más adecuado” (véase el capítulo indicado en el libro “El Misterio del Áureo Florecer” y conferencia del V.M. Samael titulada “El Vacío Iluminador”). “Visión y Acción se complementan mutuamente, las dos escuelas citadas resultan indispensables”. “Ver con lucidez infinita sólo es posible en ausencia del Ego, del mí mismo, del sí mismo, y disolverlo es urgente”. “Acción consciente es el resultado del trabajo progresivo en la Forja de los Cíclopes (el sexo)”... Ahora bien, urge comprender que el “Yo” de la Pereza es un elemento pesadísimo que impide llegar a ver con lucidez infinita y desde luego imposibilita (a causa de la misma pesadez) la Acción Consciente y progresiva en la Forja de los Cíclopes, y de ese tema nos ocuparemos en el siguiente segmento de esta guía de estudio.
2- EL SER, LA ESENCIA ANÍMICA Y EL “YO” DE LA PEREZA “El Recto Esfuerzo es el objetivo fundamental del Ser”. Samael Aun Weor, “Para los pocos”.-
“El alma del perezoso desea, y nada alcanza; más el Alma de los diligentes será prosperada”. Proverbios, Cap. 13, Vers. 4.-
El Ser Real de cada uno de nosotros se expresa a través de la Esencia libre de “Yoes” por los canales del Centro Emocional Superior y del Centro Intelectual Superior; la Esencia es una parte importantísima del Ser, del Dios Interior Profundo. Precisamente, “lo que hace bello y adorable a todo niño recién-nacido es su Esencia. Ésta constituye, en sí misma, su verdadera realidad”. “El normal crecimiento de la Esencia, en toda criatura, ciertamente es muy residual, muy incipiente”. “El cuerpo humano crece y se desarrolla de acuerdo con las leyes biológicas de la especie; sin embargo tales posibilidades resultan (en sí mismas) muy limitadas para la Esencia. Incuestionablemente la Esencia sólo puede crecer por sí misma, sin ayuda, en un pequeñísimo grado”. “Hablando francamente y sin ambages diremos que el crecimiento espontáneo y natural de la Esencia sólo es posible durante los primeros 3, 4 y 5 años de edad, es decir, en la primera etapa de la vida”. No obstante, “la gente piensa que el crecimiento y desarrollo de la Esencia se realiza siempre en forma contínua, de acuerdo con la mecánica de la Ley de la Evolución, pero el Gnosticismo Universal enseña claramente que esto no ocurre así. Con el fin de que la Esencia crezca más, algo muy especial debe suceder, algo nuevo hay que realizar. Quiero referirme, en forma enfática (nos dice el V.M. Samael), al Trabajo sobre sí mismos, pues el desarrollo de la Esencia únicamente es posible a base de trabajos conscientes y padecimientos voluntarios”. “Es necesario comprender que estos Trabajos no se refieren a cuestiones de profesión, Bancos, carpintería, albañilería, arreglos de líneas férreas o asuntos de oficina; este Trabajo es para toda persona que ha desarrollado la Personalidad, se trata de algo psicológico”. “Todos nosotros sabemos que tenemos, dentro de sí mismos, eso que se llama Ego, Yo, mi mismo, sí mismo. Desgraciadamente la Esencia se encuentra embotellada, enfrascada entre el Ego, y esto es lamentable”. “Disolver el Yo psicológico, desintegrar sus elementos indeseables, es urgente, inaplazable, impostergable (este es el sentido del Trabajo sobre sí mismos). Nunca podríamos liberar la Esencia sin desintegrar, previamente, el Yo psicológico”. “En la Esencia está la religión, el Buda, la sabiduría, las partículas de dolor de nuestro Padre que está en los Cielos y todos los datos que necesitamos para la Auto-Realización Intima del Ser”. “Nadie podría aniquilar el Yo psicológico sin eliminar, previamente, los elementos inhumanos que llevamos dentro” (el “Yo” es “Yoes”). “A medida que todas esas abominaciones se van reduciendo a polvareda cósmica, la Esencia (además de emanciparse) crecerá y se desarrollará armoniosamente”. “Incuestionablemente, cuando el Yo psicológico ha muerto, resplandece en nosotros la Esencia. La Esencia libre nos confiere belleza íntima, y de tal belleza emanan la felicidad perfecta y el verdadero amor”.
“La Esencia posee múltiples sentidos de perfección y extraordinarios poderes naturales”, entre ellos la Visión Interna o Visión Espiritual (utilizando para ello el Chakra Ajna o Chakra frontal) y la Voluntad-Consciencia. La posibilidad de poder ver el “Ultra” de las cosas, aquello que los ojos físicos no pueden percibir, no es posible sin la utilización del sentido de la Auto-Observación Psicológica, el “Traslúcido”, Clarividencia o Imaginación Creadora. Entre los muchos “Yoes” que infortunadamente cargamos dentro, en nuestro espacio psicológico, uno de los peores enemigos de la Visión y de la Acción del Ser es precisamente el “agregado psíquico de la pereza. El “Yo-defecto” de la pereza constituye un pesadísimo elemento de inercia que además de dañar el cuerpo físico, deteriora aún más las capacidades psíquicas. La antítesis de la pereza es la Voluntad del Padre Nuestro que se manifiesta en su Esencia anímica, y por eso la Gnosis afirma que este Buddhata, Esencia o fracción de Alma Humana, en sí misma es Voluntad-Cristo o Voluntad-Consciente. La Voluntad, por lo tanto, es la fuerza del Dios Íntimo, es el impulso siempre continuado del Ser. Ese movimiento contínuo (dialéctico, digamos), desgraciadamente, lo paraliza el “Yodemonio” que ahora estamos estudiando. Lo más grave de todo esto radica en el hecho de que la Voluntad-Consciencia ha quedado embutida, enfrascada o embotellada entre el “Yo” de la pereza y los múltiples Agregados Psíquicos que de él se derivan. Hablando en forma global, la Psicología profunda del Gnosticismo Universal afirma que cada uno de los “Yoes” (los de lujuria, de orgullo, de ira, de codicia, de gula, etc.) posee su propia voluntad-inconsciente particular. “Las innumerables voluntades, enfrascadas entre los Yoes, chocan entre sí frecuentemente, haciéndonos (por tal motivo) impotentes, débiles, miserables, incapaces y víctimas de las circunstancias” (véase el capítulo Nº 28 del “Tratado de Psicología Revolucionaria”). Es de tal magnitud la ausencia de Voluntad Consciente en el perezoso, que Salomón-Rey lo dibuja (en sus “Proverbios”) de la siguiente manera: “Como la puerta gira sobre sus quicios, así el perezoso se vuelve en su cama”. Y añade: “Mete el perezoso su mano en el plato, y se cansa de llevar la comida a la boca”... Una de las formas más grotescas de la pereza es la abulia. El abúlico, el que carece de Voluntad, jamás intentaría recorrer el camino de la escuela Mahayana para obtener esa “visión de la armonía de todas las cosas”, a fin de “descubrir, con asombro místico, la parte espiritual de la Naturaleza”, o bien con el propósito de experimentar el “Vacío Iluminador”, ni mucho menos querrá (dado que carece de fuerza para la acción) trabajar en la “Forja de los Cíclopes”para auto-realizar ese mismo “Vacío Iluminador”, tal como enseña la escuela Hinayana. Los Agregados Psíquicos de la apatía, de la abulia, de la dejadez, de la indolencia, de la indiferencia, todos ellos vibrando alrededor del Yo Capital de la pereza, colocan a la Esencia o Conciencia en un estado de total inactividad. Estando ausente esa Conciencia-Voluntad, nada tiene de extraño que no sintamos emoción hacia el Trabajo Esotérico con sus dos aspectos fundamentales, el de la Visión y el de la Acción.
3- IMAGINACIÓN Y VOLUNTAD “Es sólo el espejo mágico de la Imaginación el que acoge, en sí mismo, la Voluntad de nuestro Padre que está en secreto”. Samael Aun Weor, “El Parsifal develado”.-
“Ha llegado la hora de comprender la necesidad de darle más oportunidad a la Conciencia”. La frase es del V.M. Samael, expresada en una de sus conferencias sobre Meditación Trascendental, y donde además expone lo siguiente: “La terapia que necesitamos conocer a fondo para evitar cualquier desequilibrio interior con repercusiones exteriores, es no permitirle a la mente ninguna clase de reacción; si alguien nos hiere, no permitirle que reaccione. Ojalá hubiere quien nos hiriese a cada rato nuestros sentimientos para podernos entrenar mucho mejor; mientras más nos insulten mejor todavía para nuestro entrenamiento, porque tendremos muchas oportunidades de no permitirle a la mente ni a los sentimientos que reaccionen, es decir, que no intervengan o se metan en ninguna de las circunstancias de nuestra vida”. “Es claro que el estado pasivo de la mente, del sentimiento y de la personalidad exige una tremenda actividad de la Conciencia. Esto nos indica que cuanto más activa permanezca la Conciencia, mucho mejor para lograr el despertar de la misma porque así élla tendrá que despertar inevitablemente, estando en permanente actividad”... “La escuela la tenemos en todas partes, solamente tenemos que saberla aprovechar, saber entrenarnos mejor, dándole mayores y mejores oportunidades a la Conciencia para que trabaje en forma contínua, de instante en instante, hasta despertar totalmente. La escuela la tenemos en nuestra casa, en la oficina, en el taller, en la fábrica, en la empresa, en la calle y en todas partes (hasta en el templo con los compañeros de estudio), con los hijos, con los padres, con la esposa, sobrinos, nietos, primos, amigos, etc. Todo Gimnasio Psicológico por duro que sea, por difícil que nos parezca, es indispensable para nosotros; todo el secreto está en no permitir ni a los sentimientos ni a la mente intervenir en los asuntos prácticos de nuestra vida. Debemos permitirle a la Conciencia que sea ella la que actúe, la que trabaje, la que hable y haga o ejecute todas nuestras actividades diarias”. He allí, pues, la metodología gnóstica que debidamente imple-mentada o llevada a los hechos nos permite desarrollar el sentido de la Auto-Observación Psicológica, la Imaginación Consciente, y al propio tiempo ir fortaleciendo la Voluntad, pero, obviamente, nada de esto es factible mientras seamos víctimas del “Yo” de la pereza y sus múltiples ramificaciones. Según los estudios gnóstico-antropológicos, “el hombre primitivo, el Andrógino Sexual o AdamKadmom, se reproducía mediante el poder de la Imaginación y de la Voluntad unidas en vibrante armonía”. “Escrito está con carbones encendidos en el Libro de todos los Misterios, que en la unión de esos dos polos mágicos se encuentra la clave de todo poder” (véase “El Parsifal develado”, capítulo Nº 23). La Voluntad es masculina y la Imaginación es femenina. Ambas facultades creadoras han sido dañadas por el “Yo” de la lujuria y sus fornicaciones, por la pereza y en general por la gran masa de Agregados Psíquicos que en nuestro mundo interior cargamos. Todas las prácticas esotéricas y gnósticas exigen la utilización de la Imaginación y de la Voluntad, unidas entre sí con el lazo de la Emoción Superior. “Cuentan viejas tradiciones kabalísticas que el hombre perdió ese poder creador, imaginativo y
volitivo, por la caída en el pecado original. Dicen que, debido a esto, fue expulsado del Edén”. “Reestablecer aquella unidad original del Andrógino primieval, es precisamente el objetivo de la Magia Sexual”, de la acción voluntaria, consciente, preconizada (repetimos) por la escuela Hinayana del Zen japonés.
Entre los muchos “Yoes” que infortunadamente cargamos dentro, en nuestro espacio psicológico, uno de los peores enemigos de la Visión y de la Acción del Ser es precisamente el “agregado psíquico de la pereza.
4- CUERPO FÍSICO Y PEREZA “No está bien que alguien dedicado al Camino Secreto tenga un cuerpo excesivamente gordo, con un vientre abultado y fuera de toda euritmia de perfección. Eso indicaría glotonería o gula y hasta pereza”. Samael Aun Weor, “Tratado de Psicología Revoluconaria”, Cap. Nº 18.-
“En el mundo físico, al perezoso lo único que le aguarda es la pobreza. De allí la certera expresión de un personaje muy notable: “La pereza viaja tan despacio, que la pobreza no tarda en alcanzarla”. Y es que siendo como es, atómicamente muy pesado, el “Yo” de la pereza aborrece el trabajo diario, fecundo y creador, convirtiéndonos en personas que sólo gustan de los movimientos lentos y acomodaticios, de lo que no implique demasiado esfuerzo físico y psicológico. Es decir, nuestro Centro Instintivo-Motor entra (a causa de la pereza) en un proceso decididamente involutivo y decadente. La excesiva gordura o acumulación de grasa en el cuerpo, la flojedad o atonía muscular, la pesadez y lentitud de las funciones instintivas (circulación sanguínea, respiración, digestión, etc.) son sin duda alguna originadas por los “agregados psíquicos” de la pereza y de la gula. Auto-observando la pereza uno descubre que élla se asocia con la negligencia, el descuido, la tardanza en las acciones, el incumplimiento de la palabra, la vagancia, la ociosidad, etc. El refrán popular señala que “la ociosidad es la madre de todos los vicios”. El ocioso, el perezoso, por ser tan amante del facilismo tiene una marcada inclinación a cometer toda clase de delitos, entre ellos el del robo, y es también proclive a la prostitución, a la drogadicción y al alcoholismo. Podemos entonces afirmar que de suyo o en sí mismo, el Ego de la pereza es descuidado y sucio, tardío, parsimonioso, reposado y amigo de la vagancia, imprevisivo, indiferente, despreciativo, desdeñoso, abúlico, apático, cómodo, farsante, fraudulento, y como si fuera poco, es también timorato, miedoso, cobarde. Ciertamente, el “Yo” de la pereza establece siniestras conexiones íntimas con los “Yoes” del temor, del amor propio, de la ira y del odio, por lo que entonces el perezoso no sólo teme que alguien pueda quitarle sus comodidades, sino que también se siente herido cuando la comunidad donde vive y se desenvuelve lo llama “parásito social”, llenándose entonces de grande ira y excesivo odio contra sus semejantes. Sabido es que el miedo y el verdadero amor son incompatibles, que en la persona llena de miedos no puede florecer el amor, y mucho menos puede surgir esa sustancia cósmica maravillosa cuando además de miedo hay apatía del corazón. Con otras palabras diremos que el varón o la mujer perezosos no saben amar, que están incapacitados para amar a Dios y al prójimo. En suma, el “Yo” de la pereza sumerge los 5 Centros de la máquina humana dentro de las aguas de la lentidud, de la pesadez, y así tenemos que existe pereza mental, emocional, motora, instintiva y sexual. Al propio tiempo, la pereza induce a la fácil y ciega aceptación de las normas establecidas, de los dogmas, de las creencias, de las tradiciones sin ningún valor real, y en general nos lleva hacia la búsqueda de la línea de menor resistencia.
Cualquier trabajador esoterista puede detectar en sí mismo, dentro de sí mismo, que el miedo y la pereza siempre se toman de la mano; que el miedo-perezoso nos lleva a rehuír las confrontaciones lógicas, a no enfrentar la cruda realidad de lo que psicológicamente somos aquí y ahora. El “Yo” de la pereza tiene sus propios pensamientos y sentimientos que justifica hasta la saciedad. Cuando estamos sometidos al control de este Agregado Psíquico, él nos arrastra hacia la postura cómoda del cuerpo y la fantasía de la mente, nos lleva a huír de sí mismos argumentando “necesidad de descansar de la rutina diaria”, de “pensar un poco”, etc. Busca, pues, refugio en la cueva mental, defendiendo (como ya se dijo) con rabia y odio sus absurdas elucubraciones mentales y sus falsos sentimientos. Esto explica por qué las grandes mayorías humanas aceptan sin muchos miramientos la falsa cultura imperante en el planeta Tierra, permiten que otros se la instauren en la Psiquis a través de los poderosos medios de comunicación social (de la TV, muy particularmente), pues el miedo y la pereza obligan a no pensar ni investigar demasiado, sobre todo cuando esas investigaciones son de orden científico-religioso, de tipo trascendental. Obsérvese, en este sentido, que muchas personas son diligentes para los asuntos de trabajo y de estudios, pero francamente perezosas cuando de espiritualidad se trata. El hecho es que las gentes prefieren seguir indolentemente el concenso general de las opiniones materialistas y espiritualistas, establecidas por la moda cultural del siglo 21, repitiendo por simple imitación mecánica lo que los demás piensan, sintiendo como la mayoría siente, haciendo lo que otros hacen. En suma, la persona psico-física que cae bajo el dominio del “Yo” perezoso, irremisiblemente pierde el sentido de la responsabilidad e invariablemente sufre de la “enfermedad del mañana”, y sobre esa faceta de nuestra particular psicología disertaremos a continuación...
5- LA “ENFERMEDAD DEL MAÑANA” “Los perezosos siempre hablan de lo que piensan hacer, de lo que harán; los que de veras hacen algo no tienen tiempo de hablar ni de lo que hacen”. Johann Wolfgan Goethe.-
“Si fueres flojo en el trabajo, tu fuerza será reducida”. “Proverbios”, Cap. 24, Vers. 10.
“El trabajo al que nos estamos refiriendo es de tipo psicológico, se ocupa de cierta transformación del momento presente en que nos encontramos. Necesitamos aprender a vivir de instante en instante”. Samael Aun Weor, “Tratado de Psicología Revolucionaria”, Cap. Nº 3.
Dejemos ahora que hable el poeta. “Mañana (dijo) es el día de las promesas, el refugio de los perezosos, el temor de los que son infelices. Mañana es la agradable mentira con la que se mantie-nen las voluntades moribundas”. Por su parte el sabio, el gnóstico o conocedor, el que solamente habla de aquello que ha experimentado, nos dice en su “Tratado de Psicología Revolucionaria”: “Una persona es lo que es su vida. Eso que continúa más allá de la muerte es la vida. Este es el significado del Libro de la Vida que se abre con la muerte”. “Mirada esta cuestión desde un punto de vista estrictamente psicológico, un día cualquiera de nuestra vida es realmente una pequeña réplica de la totalidad de la vida”. “De todo esto podemos inferir lo siguiente: si un hombre no trabaja sobre sí mismo hoy, no cambiará nunca”. “Cuando se afirma que se quiere trabajar sobre sí mismo y no se trabaja hoy, aplazando el trabajo para mañana, tal afirmación será un simple proyecto y nada más, porque en el hoy está la réplica de toda nuestra vida”. “Existe por ahí un dicho vulgar que dice: No dejéis para mañana lo que se puede hacer hoy mismo”. “Sin un hombre dice: trabajaré sobre mí mismo mañana, nunca trabajará sobre sí mismo porque siempre habrá un mañana . Esto es muy similar a cierto aviso, anuncio o letrero que algunos comerciantes ponen en sus tiendas: «Hoy no fío, mañana sí»”. “Cuando algún necesitado llega a solicitar crédito, topa con el terrible aviso, y si vuelve al otro día, encuentra otra vez el desdichado anuncio o letrero”. “Esto es lo que se llama, en psicología, la “enfermedad del mañana”: mientras un hombre diga mañana, nunca cambiará”. “Necesitamos pues con urgencia máxima inaplazable trabajar sobre sí mismos hoy, no soñar perezosamente con un futuro o con una oportunidad extraordinaria”. “Esos que dicen: Voy antes a hacer esto o aquello y luego trabajaré, jamás trabajarán sobre sí mismos. Esos son los “Mora-dores de la Tierra”, mencionados en las Sagradas Escrituras”. “Conocí a un poderoso terrateniente que decía: Necesito primero redondearme y luego trabajaré sobre mi mismo. Cuando enfermó de muerte, le visité. Entonces le hice la siguiente pregunta:
-¿Todavía queréis redondearte? -Lamento de verdad haber perdido el tiempo, -me respondió”. “Aquel hombre tenía muchas tierras pero quería adueñarse de las tierras vecinas, redondearse, a fin de que su hacienda quedase exactamente limitada por cuatro caminos”... “¡Basta a cada día a su afán!, dijo el Gran Kabir Jesús. ¿Basta para qué? Basta para autoobservarnos hoy mismo, en lo tocante al día siempre recurrente, miniatura de nuestra vida entera”. “Cuando un hombre comienza a trabajar sobre sí hoy mismo, cuando observa sus disgustos y penas, marcha por el camino del éxito”... Hasta allí la cita. De los párrafos arriba transcritos podemos inferir, entre otras muchas cosas, que si nos auto-observamos en este día de hoy, aquí y ahora, podemos constatar que estamos repitiendo los mismos eventos de existencias pasadas, y también los mismos Estados de Conciencia. Vale decir, en este preciso instante que vivimos están contenidas todas las existencias pasadas, más lo que llevamos vivido de la presente existencia, porque el día de hoy es una pequeña réplica la totalidad de nuestra vida, esa que nos llevamos cuando abandonamos la envoltura física o corpórea y que luego volvemos a traer, al retornar a una nueva matriz. Así pues, “de ninguna manera podríamos negar la Ley de Recurrencia procesándose en cada momento de nuestra vida”, pero “es obvio que cuando uno (por pereza) no se auto-observa, no puede darse cuenta de esta incesante repetición diaria de pensamientos, sentimientos, palabras y acciones”. Soñar perezosamente con el futuro, suponiendo que “mañana habrán mejores condiciones para trabajar sobre sí mismos”, es un gravísimo error, una tremenda equivocación, es tan sólo un pensamiento auto-engañoso elaborado por el “Yo” de la pereza, porque los asuntos de la Conciencia Superlativa del Ser son atemporales, nada tienen que ver con el concepto “Tiempo” ni con las fantasías o proyectos de la mente. El Ego de la pereza es múltiple y cambiante; según como sean las variadas circunstancias va cambiando de parecer, pero “en el Trabajo Esotérico no podemos darnos el lujo de la versatilidad. Esos que tienen ideas veletas, esos que hoy trabajan sobre su psiquis y mañana (por negligencia o indolencia) se dejan tragar por la vida, esos que buscan evasivas y justificaciones para abandonar el traba jo, degenerarán e involucionarán” (véase el “Tratado de Psicología Revolucionaria”, capítulo Nº 30).
6- PEREZA Y MECANICIDAD “Tenemos gente de toda clase dentro de cada uno de nosotros, Yoes de toda especie; nuestra personalidad no es más que una marioneta, un muñeco parlante, algo mecánico”. Samael Aun Weor, “Tratado de Psicología Revolucionaria”, Cap. Nº 17.-
“Las peores circunstancias de la vida, las situaciones más críticas, los hechos más difíciles, resultan siempre maravillosos para el auto-descubrimiento. En esos momentos insospechados, críticos, afloran siempre (y cuando menos lo pensamos) los Yoes más secretos, y si estamos alertas incuestionablemente los descubrimos. Las épocas más tranquilas de la vida son precisamente las menos favorables para el trabajo sobre si mismos”. Samael Aun Weor, obra citada, Cap. Nº 29.-
A través de la observación y de la experiencia, el aspirante gnóstico debe tratar de comprender cómo y por qué el “Yo” de la pereza impide que cambiemos nuestras formas mecánicas y estereotipadas de pensar, sentir y actuar. Urge entender que las múltiples facetas de la pereza nos incapacitan para pensar y sentir psicológicamente y para abordar empresas que requieran grandes sacrificios, sobre todo si tales empresas no son remuneradas o exigen nobleza de corazón y renuncia total a los frutos de la acción. El Ego suele ser voluntarioso para todo aquello que le reporte beneficios inmediatos de tipo económico, social, político, religioso, etc., o bien para lo que le divierta, que lo entretenga, para lo que no le cause demasiadas incomodidades. Miradas las cosas desde este punto de vista, inferimos entonces que el Agregado Psíquico de la pereza constituye un serio obstáculo en el camino que conduce hacia la transformación radical, total y definitiva, pues gusta de la tranquilidad, de la vida sosegada, reposada, sin inconveniente alguno, y como bien señala el V.M. Samael, “las épocas más tranquilas de la vida son precisamente las menos favorables para el trabajo sobre sí mismos”. Así los hechos, dado que carece de fuerza, el “elemento indeseable” de la pereza es fácil víctima de las circunstancias penosas, dolorosas, y en tales casos se asocia con los “Yoes” de la auto-consideración y la auto-compasión, llevándonos a sufrir mecánicamente, sin saber por qué ni para qué. Para acabar con tantas debilidades, el gnosticismo universal enseña que “ante todo (y en primer lugar) necesitamos comprender que somos personas-máquinas, simples marionetas controladas por diferentes Yoes”. Si eso es lo que anhelamos, si eso es lo que verdaderamente queremos, entonces “empecemos por comportarnos conscientemente durante una pequeña parte del día. Cuando dejamos de ser simples máquinas, aunque sea durante unos breves minutos diarios, esto influye decisivamente sobre nuestra existencia”. Es decir, “cuando nos auto-observamos y no hacemos lo que tal o cual Yo quiere (en este caso el de la pereza), es claro que empezamos a dejar de ser máquinas”. Entiéndase, pues, que estas enseñanzas conducen hacia el cambio o transformación radical del hombre-máquina, de modo que al dejar de ser lo que es reconquiste su antigua condición de hombre integral u hombre real, verdadero. “El hombre máquina (nos dice el Maestro Samael en su libro “Educación Fundmental”) es la bestia más infelíz que existe en este valle de lágrimas, pero él tiene la pretensión y hasta la insolencia
de auto-titularse rey de la naturaleza”. Y más adelante añade: “El hombre-máquina, ese pobre animal intelectual que equivocadamente se califica de hombre, ha inventado millares de máquinas complicadísimas y difíciles, y sabe muy bien que para poder servirse de una máquina necesita a veces largos años de aprendizaje, pero en cuanto se trata de sí mismo olvida totalmente el hecho de que él es una máquina más complicada que todas las que ha inventado”. “No hay ningún hombre-máquina que no esté lleno de ideas falsas sobre sí mismo, y lo más grave es que no quiere darse cuenta de que realmente es una máquina”. “La máquina-humana no tiene libertad de movimientos, funciona únicamente a causa de múltiples y variadas influencias interiores y choques interiores. Todos los movimientos (actos, palabras, ideas, emociones y deseos) de la máquina humana son provocados por impresiones externas e internas, muy variadas y de difícil observación y comprensión”. Ciertamente, “el animal intelectual es un pobre títere parlante con memoria y vitalidad, un muñeco viviente que tiene la tonta ilusión de que puede hacer, cuando en realidad de verdad nada puede hacer”. “Imaginad por un momento, querido lector, un muñeco mecánico, automático, controlado por un complejo mecanismo. Imaginad que ese muñeco tiene vida, se enamora, habla, camina, desea, hace guerras, etc. Imaginad que ese muñeco puede cambiar de dueño a cada momento; debéis imaginar que cada dueño es una persona distinta que tiene su propio criterio, su propia forma de sentir, de divertirse, etc., etc., etc.” “Un dueño cualquiera, queriendo conseguir dinero, apretará ciertos botones y entonces el muñeco se dedicará a los negocios. Otro dueño (media hora después, o varias horas) tendrá una idea diferente y pondrá su muñeco a bailar y a reír. Un tercero lo pondrá a pelear, un cuarto lo hará enamorar de una mujer, un quinto lo hará enamorar de otra, un sexto lo hará pelear con su vecino y crearse un problema de policía, y un séptimo lo hará cambiar de domicilio”. “Realmente el muñeco de nuestro ejemplo no ha hecho nada pero él cree que sí ha hecho, él tiene la ilusión de que hace cuando en realidad nada puede hacer porque no tiene el Ser Individual. Todo le ha sucedido como cuando llueve, cuando truena, cuando calienta el Sol, pero el pobre muñeco cree que sí hace; él tiene la tonta ilusión de que todo lo ha hecho (por sí mismo, voluntariamente, conscientemente), cuando en realidad son sus respectivos dueños los que se han divertido con el pobre muñeco mecánico”. “Así es el pobre animal intelectual, querido lector: un muñeco mecánico como el de nuestro ejemplo ilustrativo, que cree que hace cuando en realidad nada hace. Es un títere de carne y hueso controlado por la legión de entidades energéticas sutiles que en su conjunto constituyen eso que se llama Ego, Yo pluralizado”... Dicho con otras palabras:“nunca somos idénticos; a veces se manifiesta en nosotros una persona mezquina, otras veces una persona irritable; en cualquier otro instante una persona espléndida, benevolente, más tarde una persona escandalosa o calumniadora, después un santo, luego un embustero”, y así sucesivamente. Para poder ir eliminando gradualmente todos esos “Yoes-personas” que viven dentro de nuestra personalidad, uno de los requisitos indispensables es la continuidad de propósitos. El “Yo” de la pereza, tal como hemos visto a lo largo de este estudio, impide que tengamos continuidad de propósitos en el trabajo sobre sí mismos. La razón es obvia: si no existe en el hombre-máquina el individuo psicológico, si no hay dentro de él un sujeto responsable sino miles de “Yoes” o personas contradictorias, sería absurdo exigirle a alguien que abandone la pereza y que tenga continuidad de propósitos. Ni el “Yo” de la pereza ni ningún otro “agregado psíquico” tiene sentido pleno de la responsabilidad, y no puede tenerlo porque cada Ego o “elemento indeseable” tiene sus propios y variados intereses que jalan en diferentes direcciones, cada uno actúa de acuerdo con sus propios condicionamientos. En consecuencia, “lo que un Yo afirma en un instante dado no puede revestir ninguna seriedad, debido al hecho concreto de que cualquier otro Yo puede afirmar exactamente lo contrario en cualquier otro momento”.
Sobre este punto específico, relacionado con el por qué de las evidentes contradicciones del “Yo” de la psicología, en el libro “Sí hay Infierno, sí hay Diablo, sí hay Karma” podemos leer lo que a continuación sigue: “El Manas, la Sustancia Mental propiamente dicha, se encuentra en el interior de cualquier sujeto pero está desprovista de individualidad, posee diversas formas, se halla constituída en forma de agregados que nunca han sido desconocidos para el Budismo Esotérico”... “Todos esos múltiples Yoes pendencieros y gritones que en su conjunto forman el mí mismo, el sí mismo, están constituidos por Sustancia Mental más o menos condensada”. “Somos, por ejemplo, vendedores de casas y bienes raíces, un cliente se acerca, lo convencemos de la necesidad de comprarse una hermosa residencia; el sujeto se entusiasma y asegura en forma enfática que la compra es un hecho, que nadie podrá hacerlo desistir de su deseo. Desafortunadamente, después de unas cuantas horas todo cambia, la opinión del cliente ya no es la misma: otro Yo mental controla ahora su cerebro y el entusiasta Yo que horas antes se había apasionado por la compra del inmueble, es desplazado por otro Yo que nada tiene que ver con el negocio ni con la palabra empeñada; entonces el castillo de naipes se va al suelo y el pobre agente de ventas se siente defraudado”. Asimismo, “el Yo que jura amor eterno a una mujer, mañana es desplazado por otro que nada tiene que ver con el juramento y entonces el sujeto se retira, dejando a la mujer decepcionada. El Yo que jura lealtad al Movimiento Gnóstico, mañana es desplazado por otro Yo que nada tiene que ver con el juramento y el sujeto se retira de la Gnosis, dejando a todos los hermanos del Santuario confundidos y asombrados”. “Vean ustedes (finaliza diciendo el Maestro) lo que son las infinitas formas de la mente, de qué manera controlan los Centros Capitales del cerebro y cómo juegan con la máquina humana”.
7- CONCLUSIONES “La pereza hace caer en profundo sueño, y el alma negligente padecerá hambre”. “El perezoso no ara a causa del invierno; pedirá, pues, en la siega y no hallará”. Salomón-Rey, “Proverbios”.-
“Es necesario dejar de ser máquinas. Cuando alguien acepta que es una máquina, comienza a dejar de serlo y un poco más tarde el velo de las ilusiones se vuelve pedazos. Necesitamos convertirnos en seres humanos y esto solamente es posible destruyendo o aniquilando los Agregados Psíquicos que incesantemente se alternan entre sí para controlar la máquina orgánica”. Samael Aun Weor, “Si hay Infierno, sí hay Diablo, sí hay Karma”, Cap. Nº 25.-
El “Yo” de la pereza, auto-encerrado dentro de sus propias limitaciones, debilita los pensamientos y los sentimientos que entonces tienden a ser cada vez más inferiores, cada vez más alejados del Real Ser Interior, ajenos a la Voluntad del Padre. Asociado (por ejemplo) con el “elemento indeseable” de la lujuria, el “Yo” perezoso inclina hacia la concupiscencia animal, hacia los placeres infra-sexuales que degradan al máximo la condición humana. Cada vez que sentimos una súbita pérdida de fuerza y nos auto-decepcionamos o nos auto-desilusionamos de determinada relación amistosa, amorosa, comercial, etc., o bien de tal o cual actividad emprendida, experimentando cansancio íntimo o frustración, podemos estar seguros de que algún “Yo” ha establecido transacciones con el Agregado Psíquico” de la pereza. Ya hemos dicho que desde el punto de vista de la psicología profunda, en sí misma la pereza es ausencia, dentro de cada uno de nosotros, de Voluntad-Consciente. No obstante muchas personas-máquinas creen tener una “férrea voluntad” porque cumplen con sus deberes de hogar, de trabajo o profesión, de estudios, etc., pero se auto-engañan porque nada saben de sí mismas, ignoran que uno puede no ser perezoso para ciertas actividades y sí puede ser negligente y apático para otras. Una de las claves regias en la lucha contra el “Yo” de la pereza, es la de no permitir que la mente sensual permanezca ociosa. La ociosidad mental abre las compuertas a los “Yoes” más negativos y peligrosos, sobre todo cuando estamos solos. En realidad cuando uno está solo anda muy mal acompañado (véase capítulo Nº 22 del “Tratado de Psicología Revolucionaria”). Al invadirnos el desgano o pereza, de inmediato se activa la memoria mecánica y advienen los recuerdos tristes y dolorosos, surgen los deseos libidinosos, concupiscentes, lujuriosos, o bien la recordación de deudas, de los males que otros nos causaron, etc., y entonces somos fáciles víctimas de los “Yoes” de la lujuria, del resentimiento, del odio, de la sed de venganza, de los celos, de la envidia, de la desconfianza y muchos otros que luego intentan llevar a los hechos sus ensoñaciones. Ese nefasto deseo de no hacer nada, acompañado casi siempre de somnolencia física, de sueño, y también de aburrimiento, no nos deja cumplir con los compromisos adquiridos, y si tenemos que realizar cualquiera tarea la hacemos de mala gana. En éste último caso, el “Yo” de la pereza se asocia con los “Yoes” de la mala voluntad. Una variante del “Yo” de la pereza lo encontramos en los “vagabundos del intelecto”,
en los “bribones de la intelectualidad” cuyas elucubraciones mentales o teorías subjetivas han contaminado a millones de personas, alejándolas de la espiritualidad trascendente. En el libro titulado “La Gran Rebelión”, Capítulo Nº 16, podemos leer sobre el punto lo siguiente: “El delirum-tremens de los borrachos tienen síntomas inconfundibles, pero el de los ebrios de las teorías se confunde fácilmente con la genialidad”, por lo que, “ciertamente, resulta muy difícil saber dónde termina el intelectualismo y donde comienza la locura”... “La conciencia egoica deviene pues en estado comatoso, con alucinaciones hipnóticas muy similares a las de cualquier sujeto que se hallare bajo el influjo de las drogas. Podemos plantear esta cuestión en la siguiente forma: las alucinaciones de la Conciencia egoica son similares a las alucinaciones provocadas por las drogas”. Fundamentándonos en las anteriores explicaciones del Maestro, podemos entonces aseverar que vagabundos no son solamente los holgazanes y libertinos que deambulan por las calles de cualquier ciudad, sino también los que juegan con las teorías, que ocupan su tiempo plasmando en libros, ensayos, artículos de prensa, etc. las alucinaciones de su Conciencia egoica. Conclusión: los “homúnculos de la razón subjetiva” son unos bohemios que se embriagan perezosamente con las palabras. Jorge Adoum, Mago Jefa, refiriéndose a estas facetas o detalles del Ego, en apariencia sutiles y refinados, expresó que “muchos de los actos del hombre son ejecutados como si fueran de un borracho”... Ahora bien, en este tema referido a la Auto-Observación, Comprensión y Eliminación del “Yo” de la pereza, es necesario que el aspirante gnóstico estudie muy a fondo (dentro de sí mismo) todo lo que concierne a las Inteligencias Atómicas, vale decir, a los Elementales Atómicos de nuestro Cuerpo Físico. La razón es de carácter rigurosamente científico, o mejor dijéramos de religión-ciencia, esto es: “quien quiera descubrir las Leyes de la Naturaleza, debe encontrarlas dentro de sí mismo. Quien dentro de sí mismo no encuentra lo que busca, no lo encontrará fuera de sí mismo jamás; todo lo que existe en la Naturaleza y el Cosmos debemos encontrarlo en nuestro mundo interior”. Por eso “los antiguos sabios gnósticos dijeron: Hombre, conócete a ti mismo y conocerás el Universo y a los Dioses”. Claro está que “si queremos saber algo sobre sí mismos, tenemos que empezar por autoexplorarnos”. “El Cuerpo Físico es tan sólo la parte más densa de nosotros mismos y está compuesto de órganos, los órganos están formados por células, las células por moléculas y las moléculas por átomos, y si nosotros abrimos un átomo liberamos energía”. Como ya hemos visto en los segmentos anteriores, el cuerpo físico es una máquina controlada por el Ego, por el “Yo” de la psicología, por el “mi mismo”, y a su vez este “Yo” pluralizado es energético, está estructurado por átomos. Luego “pensemos por un momento en las citadas Inteligencias Atómicas. Obviamente, las hay Solares y Lunares, y también existen Inteligencias Atómicas malignas, terriblemente perversas. Los átomos del enemigo secreto (del Ego), dentro de nuestro organismo están controlados por cierto átomo maligno ubicado exactamente en el hueso coxígeo. Este tipo de átomos (llamados átomos indolentes) causan enfermedades y originan en nosotros distintas manifestaciones de perversidad”. Recordemos, por otra parte, que existen 4 Elementos en la Naturaleza, a saber: el Fuego, el Aire, el Agua y la Tierra. “La Tierra y el Agua (los más pesados) se ven atraídos hacia abajo, y el Aire y el Fuego (los más ligeros) hacia lo alto. Platón tenía razón al fundir el Fuego en el Aire, que se convierte en lluvia, que se convierte en rocío, que se convierte en Agua, que se convierte en Tierra al solidificarse”.
Esos 4 Elementos están densamente poblados por Almas Elementales, dirigidas por Principios Inteligentes o Principios Espirituales de la Naturaleza. En el Fuego moran las Salamandras, en el Aire los Silfos, en el Agua las Ondinas y Nereidas, y en la Tierra los Gnomos o Pigmeos. De igual manera, dentro de cada uno de nosotros existen esas Almas Elementales, denominadas (precisamente) «Elementales Atómicos del Cuerpo Físico». Como quiera que eso está debidamente explicado en “La Doctrina Secreta de Anahuac”, Capítulo Nº 15, sólo transcribimos aquí algunos párrafos de dicho texto, con los cuales concluímos la presente guía de estudio. Entre otras cosas importantes, allí podemos leer lo siguiente: “El místico que anhele de verdad convertirse en un Malahin, en un Rey Angélico de la Naturaleza, debe convertirse en rey de sí mismo”. ¿Cómo podríamos mandar a los Elementales de la Naturaleza si no hemos aprendido a gobernar los Elementales Atómicos de nuestro propio organismo?”
“Es claro que el estado pasivo de la mente, del sentimiento y de la personalidad exige una tremenda ACTIVIDAD DE LA cONSCIENCIA. Esto nos indica que cuanto más activa permanezca la Conciencia, mucho mejor para lograr el despertar de la misma porque así élla tendrá que despertar inevitablemente, estando en permanente actividad”...
Las Salamandras atómicas de la sangre y del sexo arden espantosamente con nuestras pasiones animales, los Silfos atómicos de nuestros propios aires vitales, al servicio de la Imaginación Mecánica y Sujetiva (no se confunda esto con la Imaginación Objetiva, Consciente), juegan con nuestros pensamientos lascivos y perversos. Las Ondinas atómicas del sagrado esperma originan siempre espantosas tempestades sexuales, y los Gnomos atómicos gozan (indolentes) con la pereza, la glotonería y la concupiscencia”. De modo que, “para dominar y servirse de los Elementales de la Naturaleza en forma completa y definitiva, es indispensable eliminar previamente el Ego animal”. Por lo tanto, “nunca una persona ligera y caprichosa gobernará a los Silfos de la Naturaleza, jamás un sujeto blando, frío y voluble será amo absoluto de las Ondinas de las aguas de los ríos y lagos, o de las Nereidas de los mares. La ira irrita a las Salamandras del Fuego y la concupiscencia grosera (y también la pereza) de hecho convierte en juguete de los Gnomos o Pigmeos del reino mineral a quienes quieran servirse de ellos”. Secuencialmente, “es preciso ser prontos y activos como los Silfos, flexibles y atentos a las imágenes como las Ondinas y Nereidas, enérgicos y fuertes como las Salamandras, laboriosos y pacientes como los Gnomos. En una palabra: es urgente e indispensable vencer a los Elementales en su fuerza, sin dejarse nunca dominar por sus debilidades (recordad que nuestro lema-divisa es THELEMA, Voluntad). Cuando el Mago haya muerto totalmente en sí mismo, la Naturaleza entera le obedecerá”... “Se hace urgente saber exorcisar, mandar y someter a los Elementales Atómicos de nuestro propio cuerpo”. “Mediante los Exorcismos del Fuego, de los Aires, las Aguas, y la Tierra, podemos someter a los Elementales Atómicos de nuestro propio cuerpo”. “Incuestionablemente, tales oraciones y exorcismos deben ser muy bien aprendidos de memoria”. Y transcrito como ha sido lo anterior, pasemos de inmediato a estudiar otro “elemento indeseable”.