El Pequeño Gigante. Guillermo González Delgadillo. Muchos de nosotros los Cetreros, hemos tenido el honor y la fortuna de llevar en el puño a estas increíbles aves y en muchas ocasiones ni siquiera pasa por nuestra mente, que tenemos a una de las rapaces más valientes, alegres e inteligentes que pueblan nuestro planeta, y que sin darnos cuenta están siempre cerca de nosotros, hablo del Cernícalo Americano; el pequeño gran gigante.
Cernícalos en vida libre en el estado de Jalisco. En la parte superior se puede apreciar una hembra con timonera larga con franjas delgadas y un color claro, que demuestra un ejemplar joven. En la parte inferior se encuentra otra hembra, las franjas negras engrosadas de la timonera y las manchas oscuras en forma de diamante de las plumas de los flancos son típicas en las aves adultas que frecuentan esta región.
¿Por qué lo llamo el pequeño gran gigante? Como todos sabemos, es un ave diminuta pero que lleva por dentro la valentía del Azor mismo. Puede llegar a parecer frágil en nuestras manos, pero es un poderoso cazador que puede abatir presas que triplican su peso. Es un ave pequeña que pasa desapercibida entre las multitudes, pero a la vez es conocido en todo el mundo, así es el Cernícalo Americano y sin duda alguna es especial, es una joya pequeña, pero con valentía que es digna de admirar. En lo particular yo tuve la experiencia de que mi primer ave fuera un Cernícalo Americano, mas sin embargo aun sin tener una noción clara de la cetrería, en aquel tiempo, vi algo en los ojos de mi halcón que me enamoró y que a la fecha no logro describir con certeza. Esa sensación sigue surgiendo en mí aun después de que han pasado por mis manos gran cantidad de cernícalos; ese característico y fuerte olor, ese agudo y amenazante grito, ese picotazo en señal de defensa al tenerlo por primera vez en mis manos, me hacen soñar en lo que podremos lograr juntos cuando lleguen los fríos vientos de invierno.
Un Cernícalo Americano es pequeño, noble pero con temperamento valiente. Es fuerte, ágil y muy equilibrado cuando se le guía de manera adecuada, cosa que muchos sabemos, no es fácil de lograr. Durante varios años conocí cetreros con Cernícalos, y tuve algunos a los cuales entrene sin lograr grandes resultados que no iban más allá de los vuelos al puño y al señuelo. Fue entonces que un día desperté y sentí esa inquietud por llevar a un cernícalo mas allá de donde había llegado antes, incluso sentí la necesidad de llegar mas allá de lo que algunos relatos de amigos cercanos me decían y fue cuando pude obtener una pequeña hembra de cernícalo pasajera. En ese momento mi pequeña nueva compañera pesaba solamente 110 gr, tenia patas diminutas y un cuerpo más pequeño y delgado en comparación con otras hembras. La cubrí en una manta y sin ponerle caperuza la lleve a mi casa, le puse el equipo aylmeri y la deje tranquila en su percha de arco en mi habitación.
Muchos ya sabemos lo que es amansar a un cernícalo americano, son unas bestias literalmente, así que con paciencia y al paso de unos días logro posarse en el puño y comer un poco de mi mano, y hasta ese momento el ave no conocía la caperuza. Cuando ya el ave es tolerante con tu presencia y come bien de tu mano es importante ir al siguiente paso; “la caperuza”. ¿Y por que hasta este momento? El cernícalo tiene fama de no aceptar la caperuza, además es muy inteligente y recuerda claro las cosas, así que la caperuza tiene que ser todo placer y no lo contrario. La caperuza tiene que significar para él: paz, tranquilidad y una condicionante para comer y volar. Es por lo anterior que no olvido las palabras de un viejo cetrero que me dijo una vez: ”Quieres hacer caperucero a tu cernícalo, no le cierres la caperuza la primera vez que se la pongas”. Yo aprendí que ni la segunda ni la tercera ve, incluso, no la cierres una semana entera. Es mejor ponerla, dejarla abierta uno o dos minutos y se la quitas, das una picadita y la pones otra vez, pero sin cerrarla. Si se cierra la caperuza la primera vez que el cernícalo la conoce, no la aceptara jamás.
Ejemplar totalmente tolerante a la caperuza.
Mantenía a mi pequeña compañera encaperuzada durante el transporte y quitaba la caperuza hasta estar en el campo con todo el equipo listo para los vuelos. Ya teniendo el ave volando al puño y a las tiras al señuelo en campo abierto, pensé, ¿Por qué no enseñarla para que se mantenga al vuelo y después buscar que tome altura? Así que decidí solamente volarla al señuelo desde su percha y cada vez aumentar la distancia, buscando que “salga” al giro del señuelo, acompañado del sonido del silbato. Excelente, en cuestión de dos semanas el ave salía de su percha con solo el sonido del silbato y ya ella en el aire le giraba el señuelo y se lo ofrecía en el suelo. Pasaron así alrededor de 5 días y fue cuando un día al llegar quité los arreos, me pare al centro de un área libre de árboles o cualquier otro posadero y quite la caperuza, levante mi mano y mi halcón sacudió su pluma, dejo caer sus heces y se hechó al vuelo. Era evidente que no tenia idea de adonde iba así que sin dejarla tocar el suelo la llame al señuelo, lo cobró sobre el terreno y comió hasta hartarse, fue el vuelo mas corto de mi vida, alrededor de 10 segundos. Al día siguiente lo volví a hacer, esta vez agregando unos segundos más y nunca dejando que tocara el suelo. Lo repetí una y otra vez siempre aumentando algunos segundos antes de mostrar el señuelo. Fueron varios días que ya sin darme cuenta los segundos se volvieron minutos.
Con el paso de los días comencé a soltarle presas vivas como gorriones y conguitas, al principio las presas estaban cegadas, después poco a poco fui incrementando el nivel de dificultad hasta que el ave comprendió que si esperaba a una altura considerable (alrededor de los 30 a 40 mts) tendría mayor ventaja sobré la presa. Recuerdo claramente un ocasión en la que la palomita se rehusó ha echar el vuelo cuando sintió la picada de mi halcón, la presa asustada se refugio en el pasto, y mi pequeña rapaz la perdió de vista así que tomo altura nuevamente y en cuestión de un minuto se elevo con la destreza de un maestro alado y se quedo cernida en el aire a la espera, me acerque y logre levantar la presa. Fue uno de los mejores laces de persecución de cola que he visto, de aproximadamente 100 metros donde al final el halcón venció en velocidad a la tórtola y la golpeo enviándola contra el suelo para después hacer un recorte en el aire y cobrar su trofeo. Después de varios meses de volar al cernícalo todos los días, tome la decisión de quitarle los arreos y dejarla ir para que continuara con su aventura y si ciclo de vida. Mi sorpresa fue que mi compañera nunca se alejó del lugar donde la deje en libertad, incluso me seguía y aun respondía al llamado del señuelo así que yo la recompensaba lanzándole un trozo de carne, fue cuando comprendí la inteligencia y la capacidad de memoria que tienen los halcones. Al pasar un mes de que la deje partir mi compañera ya no me dejaba aproximarme y mucho menos tomarla en mi mano, pero si se acercaba para recibir su recompensa por cazar el señuelo cuando yo se lo mostraba.
En memoria de mi pequeña gran compañera “Blondie”, que se encuentra en algún lugar del continente, una Cernícalo de espíritu alegre y temperamento valiente.
Tiempo después, decidí nuevamente volar un cernícalo, esta vez un macho al cual observé dar tornos y ganar un poco de altura para después cazar el señuelo o, en el caso de los escapes, capturar la presa. Todo esto lo logré con el mismo método para altanería que había utilizado antes y aprendí que es de
suma importancia introducirlos a la caperuza de manera muy sutil y cuidadosa para poder hacer un cernícalo caperucero, y que si queremos que se mantengan al vuelo es necesario hacerles entender que serán recompensados solamente cuando vuelan y que pararse en el suelo o en alguna percha no les hará conseguir nada.
Gracias a estos pequeños gigantes aprendí mucho sobre cetrería y métodos para buscar resultados específicos, como los tornos y la ganancia de altura en aves que normalmente no lo hacen para cazar, pero sobre todo aprendí de la naturaleza y comportamiento inteligente y valiente de estos halconcitos. Comprendí que aunque son pequeños y de apariencia insignificante, pueden hacer que explotes tus capacidades al máximo, que si buscas obtener buenos resultados tienes que aprender a base de disciplina, paciencia, perseverancia y respeto hacia ellos, me di cuenta que el Cernícalo Americano es un ave de la cual puedes aprender mucho. Si te dejas llevar por el en el camino, y crees firmemente en su potencial, obtendrás muchas satisfacciones y resultados positivos que a la vez se traducen en un mejor cetrero.
Autor; Mvz. Guillermo González Delgadillo
Edición; Mvz. Osvaldo Rafael Castañeda
Fotografías; Biol. Luis Cayo, Elsa Tangerine y Carlos Vargas