Permanencia de la voz por po r
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ESE a haber sido durante Sargo
tiempo ignorada por historiadores casi exclusivamente atentos a ios documentos escritos, hoy nadie discute importancia del papel que la voz desem pe ña en la conservación de las sociedades humanas. En cada grupo social eso que llamamos sus tradiciones orales constitu yen una red de intercambios vocales vin culados con comportamientos más o menos estrictamente cifrados cuya finalidad esen cial consiste en mantener la continuidad de una percepción de-la vida y de una experiencia colectiva sin las cuales el indi viduo quedaría abandonado a su soledad, si no a su desesperación. La cosa nos parece evidente cuando se
trata de civilizaciones arcaicas, o de deter minadas culturas marginales del mundo contemporáneo. E n cambio, mucho más difícil nos resulta reconocer que efecti vamente nuestra cultura cultura occidental occidental de este final del siglo XX, con su racionalidad y su tecnología , está también impregnada de -radictones orales y qu e malamente podría
subsistir sin ellas. Voy a limitarme aquí al ámbito de la poesía. Por ella hemos de entender, en su más amplia acepción, ese arte espootá&eam eníe surgido del lenguaje y cuya perpetuación es una de las consísmtes de la historia, hasta el punto de que podrfa. inc luír sela en tr e los elementos de una. definición del hom bre . Altera bien»
a^ todos^ todos^ nos Psre c^ natu ral que las etira s po esía es ía de tradición orái; en cambio, tene mos c a e hacer un esfuerzo de imaginación pa ra de te ctar ct ar en tre no so tro s, no ya sim pl em en te las hueíías de esa poesía sino, más aUa de un fóldore sobreviviente, su aim activa presen cia. Hacia 1980 1980 se pío! ico una estadística según la ciml sólo er ^ran cia se componen anualmente diez n.¡ can
Paul Zumthor
ciones; a tres minutos como promedio por canción, eí!o supone un total de quinientas horas de audición, es decir una hora veinte laminutos a! día, jcada día! Aun descontando los mamarrachos, los fracasos y los efectos de la selección antes de que se interpreten en público, queda una ma sa considerable; y utilizo aquí deliberadamente la palabra, tan patente es que se traía traía de un fenómen o de "cultura de masa” , de la principal forma viva y colectivamente funcional de poesía .en nuestro mundo de ios años 80. Y nada indica que Francia sea en eso una excep ción. Empapamos de que así es puede exi gimos algún esfuerzo. En efecto, hace ya mucho tiempo que se extinguió en nuestras sociedades occidentales la pasión de la palabra viva, progresivamente expulsada del ámbito de intereses de nuestros inte lectuales y, según la expresión ai uso, de nuestra “personalidad básica". Desde hace siglos domina en la mente y los gustos occidentales un prejuicio en virtud de! cua! sólo admitimos en su forma escrita los pro ductos de las artes del lenguaje (apenas si hacemos una excepción en lo que atañe al teatro). De ahí nuestra dificultad para reconocer la validez estética de io que, por su intención o efectivamente, escapa de ía esfera dé-So escrito, Durante quinientos o seiscientos años, primero en Europa y después en América, pero también, aun que partiendo de otras premisas, en Asia, hemos refinado hasta tal punto las técnicas de la escritura que a nuestra sensibilidad espontáneamente ¡e repele la aparente inmediatez dei funcionamiento del aparato vocal. ¿Trátase de una mera coyuntura his
tórica que afecta sólo a la superficie de las cosas o bien de un desplazamiento de las estructuras profundas que rigen nues-
“ Gracias a la voz, voz, la palab ra se convi erte en exhibición y don (...), En última instancia, tancia, la signifi cación de las palabras no Importaría ya nada: grac ias ai domin io de si mismo que ella muestra, ¡a voz sola basta para seducir... seducir... com o nos enseñaron ios antiguos con el mi to de fa s Sirenas." En la foto, foto, Uiises y las Sirenas, Sirenas, ilu stración de un episodio célebre de la O d i s e a (Canto 12) 12) dei poeta épico g riego Homero. Desde su isla las Sirenas atraían a los navegantes por la dulzur a de su voz. Para Para escapar de esa esa atracción Uiises hizo que le ataran ataran al mástil d e su navé y que taparan a sus com pañeros los oídos can cera. En la Antigüedad solía representarse a l a s S i r e n a s c om om o m o n s t r u o s m e d i o mujeres medio aves, según puede verse en este mosaico d ei Mus eo dei Bardo, en Túnez.
tras percepciones y el talante de nuestro pensamiento? Ya en I962 se planteaba ía cuestión eí canadiense Marshaíl McLuhan quien, en un libro resonante (La galaxia Gutenbezg), abrí a a la reflexión socioló gica y filosófica un nueva horizonte que luego han explorado eficazmente varios inves tigadores. Sabido es de qué principio par ten éstos: un mensaje no se reduce a su contenido manifiesto sino que eutrana otro, latente, el cual emana de la natu raleza misma de! m éd iu m que lo transmite.. Por consiguiente, la introducción y ¡a difu sión de la escritura en una sociedad corres ponde a una mutación menta!, económica e institucional de la misma. misma... A sí, entre la oralidad y la escritura, se oponen g!obaimente, según la perspectiva mcluhaniana, dos tipos de civilización. En el uni v er so de í a o r a i i d a d el ho mb re , directamente vinculado con ios ciclos natu rales, interioriza sin conceptualizaria su experiencia de la historia y concibe el
bo m po seoúrí ios esqu em as cir cu lar es de un eterno retorno, con ello, su comportamiento se baila imperiosamente determinado po r norm as colectivas. En cam bio, si uso de ta escritura entraña una separación entre el pensamiento y la acción, una abstracción; que origina el debilita mientodel poder propio del lenguaje, el pred 'omim o de «n a co nc epció n lineal de! tiempo, eí individualismo, el racionalismo, la burocracia... País ios investigadores actuales, seme j a n t e , dicotomía no puede mantenerse de manera, m uy genera!, eo teoría, sino en la-medida en que arroja una luz matizada
sobre, la realidad concreta, que general m ente se sitúa en t.m. espacio interm edio entre los extremos. Estos últimosesta blecen una s d ife renc ias qu e, en la p rá ctic a, no suelen ser más que de‘grado, yaque cada situación .cultura! entraña una com bin ación or iginal de los divers os ras go s en cuestión, Y aun así esas oposiciones, por atenuadas que estén en la realidad» tienen «n carácter menos histórico qu e categoría!: en la mayoría deias sociedades conviven y colaboran en cada época hombres de ia voz y hombres de [a escritora. Bien es cierto ....o al menos eso se dice— que hubo culturas que ignoraban ía escritura. Pero seguramente fueron menos numerosas de ]o que parec e, porque ¿qué esja escritura? Las marcas simbólicas, las máscaras, los tatuajes, ios emblemas sociales diversos... ¿son o no son escritura? El catálogo no está completo, Hechas estas salvedades, cabe esbozar una tipología general de las “situaciones de oraü da d51en nuestro mundo, En efecto, la multiplicidad de esas situaciones, a veces su carácter equívoco, puede reducirse a cuatro especies:
.... u n a o r a i i d a d p r i m n n n , s;n conmetü
con forma ¡aiguns de escritura; — un a or slid ad mixta, que coexiste con la escritura en un contexto sociológico en que ia influencia de esta última es de carácter parcial, externo y retardado; — una or alid ad secundaria que en realidad se recompone a partir de ía escritora (la voz pronuncia lo que antes se ha escrito o se ha pensado en términos de escritura) en un ámbito donde, tanto en ¡a práctica social como en la imaginación, predomina ío escrito s obre ia auto ridad de la voz; — una or alid ad mediatizada, ia que hoy nos ofrecen ía radio, el disco y otros medios de comunicación.' La oralidad primaria sólo se! desarrolló pl en am en te en co mun idad es arcaica s ya hace tiempo desaparecidas y. todavía, hoy, en fas llama das euí ¡toras primitivas qu e su bsisten, en vías de desaparicíópn, en las regiones ecuatoriales de! planeta. Los res*
Entra ¡os antiguas egipcios ís escritura tenía un origen divina y era oficio sagrado : cíe una casta privilegiada! los escribas.' A b aj o £ la izq ui erd a, el Escriba sentado del M us eo del Louvr e, París, estatua egipcia en caliza pintada d el Antiguo Imperio ' (V Dinastía, hacia 24942345 a.C.). Los tuaregs, pastores nóm adas africanos, uti ■ ¡izan corrientemente una escritura tradicional, e/ ílfinagh .. Pero sm. historia y , s u literatura han s ido y son dé tradición oral. Abajo a la derecha: esta jov en t uareg ; tocadora de i m z a d (violín d e uná' sola cuerda), de Argelia, celebra las hazañas de los antepasados, con servando y transmitiendo asi la memoria de su pueblo.
tos que de ellas recogen ios etnólogos ¡i, ñas tienen para nosotras más que un vsd'64.. de testimonios, ssn duela conmovedores^:, pe ro pa rcial es y pro bien ná tic os. La. oral idad mixta y la secund aria se diversifica» en una infinidad de matices, ta m o s como grados hay, según las sociedades y ios niveles ele cultura, en la difusión y el aso de lo escrito. En cuanto a la oralidad mediatizada, hoy coexiste con la tercera o ia segunda, e incluso, en algunas remotas regiones, con ía primera. Idealmente, ia’oralidad primaria fundamenta una civilización de ta voz viva. Esta constituye una fuerza fundadora que desempeña una función % ia vez creadora' y preservadora de valores comunes. Se han escrito varios libros sobre este papel de ta acción vocal, particularmente en. las cuP'' turas tradicionales africanas; p eras ! hecho es universal. Las formas poéticas producidasesi tal sistema se distinguen de ia po es ía es crita en que no ofrecen ni a su pú blico ni a, los histo riad or es do cu men to s ,• maoipulablss, aptos pars inscribirse en. nomenclaturas y en categorías cerradas. Cuando un etnólogo proc ede a realizar una grabación, con o sin intención de publicarla en libro, el hecho misma de grabar modifica en cierto modo lo grabado, como 1a . fotografía modifica un rostro vivo,. Mientras en una sociedad se propaga la escritura, ia oralidad primaria subsiste y pu ed e c on tin ua r a un p or largo tie m po evo jucio rt and o "según sus pro pia s leyes; bu en ■ ejemplo de ello es también Africa, que a lo largo,de su historia: hubo de pasar 'al menos dos veces por'tal experiencia: con la jslamízacíón y la introducción del alfa b et o ár ab e en los círcul os cu lto s a par tir del siglo X y con.la colonización europea en el XIX. En un sentido más general, ^
“ Desde s i e m p r e f u e p o r o s a fe frontera que parece separar p o e sí a oral y poesía literariaescrita (...) Podrían citarse fácilmente Innumerables relatos, poemas y canciones compuesto s po r escrito (...) pero que pasaron s la tradición oral y en ella se perpetuaron a veces hast a ei punto de perderse de vista su origen. " Poema nacional argentino y clásico de ¡a literatura hispanoamericana, Martín Fierro de José Hernández (18341S86), publicado en 1872, es la obra maes tra de ia literatura : gauchesca. Obra " cult a" escrita y de insp i r a c i ó n p o p u l a r , e n t r ó f r a g m e n t a r i amente en el repertorio de los “payador es’"'f canto res am bul antes de (a región del Río de la Plata que impro visan poemas llenos de aforismos y sentencies acompañándose con ¡s guitarra. Esta ilustración de una edición del lib ro de José Hernández es obra del artista argentino contemporáneo Juan Carlos Castagnino,
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« B i e n e s c i e r t o —a a i m e n o s e s o s e dice —* que hubo culturas que ignoraban
is escritura. Pera seguramente? fueron menos numerosas -de ío que parece, po rq ue ¿ qu é e s ia escritura? La s marcas simbólicas, las máscaras, ios tatuajes, los emblemas sociales d i v e r s o s ¿ s o n o no son escritura? El catálogo no esté completo,. » En ¡a foto, pintura simbólica sobre co iíezs de árbol, obra def aborigen australiano Daodi,. sn ta que $s ilustrs cómo encendieron ei fuego el hambre ... /sggrfc y js i ho mbr e^ ca co dr iío y có m o le mbé después~"ésíe"(véB$e Ef Correo de ta Um sca de en em de Í9BQ).
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ocurre hoy que en ima comunidad donde coexisten tina lengua nacional provista de escritura y unas lenguas locales o dialectos que han conservado o recupe rado su carácter oral surgen tensiones entre una literatura nacional esc rita, una po esía ora! más o menos ligada al había regional o loca! y fes intentos, fomentados por algún movimiento regiemaiÉsta. encaminados a crear una variedad literaria (y, por consiguiente, escrita) dd idioma local, En Francia e! ejemplo de la lengua occitana da fe desde hace siglo y medio de la importancia de ¡as consecuencias de todo tipo que entraña semejante evolución: pero la situación es aun. más dramática en vastas regiones de Africa, Asia e incluso A mérica que pasan po r ía mi sm a ex pe ri en ci a. Así pues, e! hecho de poner por escrito cuentos o poemas (o incluso géneros poéticos como tales) que basta ahora eran de tradición ora!, no pone obligatoriamente término a ésta. Al contrario, puede producirse un desdoblamiento, en virtud del cusí poseemos un texto (o un modelo tex tual) de referencia, propio para engend rar «na literatura escrita, y t paralelamente, 1a serie de versiones orales que continúan sucediéndose en el tiempo y en e! espacio. Seguramente desde la antigua Greda, la historia de las culturas europeas ofrece n u mero so s ejem p lo s d e ese pro ceso ,. Cuando en 1835 Elias Lonnrof publicó ei Kaíev&la, ia tradición o ra! se mantuv o viva, de tai modo que quince años después un segundo Kakvala vino a duplicar el volumen del primero. Las bilmas rusas, las ba lad as ar tgk íes co ces as y el Ro man ce ro español.., pero también el Hei ké japonés, ..han pasado de una a otro modo par el mismo pro ceso . Un n o tab le ejemp lo moderno es el del ciclo africano de Shaka. Este adalid africano, fundador del imperio zulú a comienzos del siglo XIX, se convirtió en el héroe de una serie de cantos épicos cuya tradición oral ha llegado hasta nuestros dias; pero en 1925 se escribió a ba se d e e llo s una no ve la d e ia q ue se d eri vó una tradición literaria panafrícana a ía que debemos varias obras importantes en inglés, en francés e incluso en lengua vernácula, aparecidas en las más diversas
regiones, desde la República Sudafricana hasta Zambia. ei Congo, Guinea, Senegaí y Malí. De paso, ocurre que los poetas orales sufran ta influencia de determinados procedimientos estilísticos o tendencias temáticas pertenecientes a ia tradición escrita. Tales intercambios son normales en nuestros días; pero desde siempre fue porosa la frontera que parece separar poesía, oral y poesía Htera riaescríta, hasta el. punto de que a menudo no separaba nada. Podrían citarse fácilmente innumerables relatos,. po em as y ca nc io ne s co m pu es to s po r es cri to y apoyados en una sólida tradición literaria pe ro qu e, en vir tu d de ía int en ció n mis ma de sus autores o de! puro azat histórico, pa sa ro n a ía tr ad ic ió n ora l y en ell a se pe rp et ua ro n a vec es bas ta ei pu nt o de p e rderse de vísta su origen. Así ocurrió con la mayoría de ¡as llamadas canciones “populares’1 o folclóricas en Europa y en América. Sabido es que, inversamente, algunos de Sos más importantes escritores de todo e! mundo se vincularon a una tradición “popular" oral de la que su arte obtenía una parte de su savia. Ello hace que, cuando la obra así producida pertenece ai. pasado, lleva en si una ambigüedad que historiadores y lingüistas difí cilmente consiguen resolve r, Tal es ei caso, po r c íta r alg un os te xto s ilu str es , del Cantar cíe la hueste de Igor ruso 0 del Canto de ios Nibelungos alemán,., y seguramente ■ también, de )a mayor parte de nuestra ' “literatura’1 medieval. Aunque nos parezcan inextricables, tales interferencias dejan subsistir una diferencia esencial e irreductible. Ta! texto está destinado al consumo visual (en principio solitario y silencioso) por medio de ta lectura; tsl otro está destinado a ia audición (por tant o, a la percepción de efectos sonoros y así, en principio,.abocado a un cierto consum o colectivo). Ei primero se presenta como un objeto: hoja de papel, boro,..; ei segundo, como una acción vocal. Si, como creo, hay que situar en el instante mismo de ia comunicación de la obo; su acabamiento, su perfección propia, reveladora de su carácter más ¡mimo y del designio inicial (quiz á poco con sciente pero
rrename} os su autor, en. {ai caso,
‘14/ na ex istir ente-,
; que se iea o ce interprete el texto, irnos en presencia de dos obras total*
j rm g r u p o s o c i s
e diferentes; y dio sigue siendo Cierto lo un erario es objeto a la v&o de iec y de eaOrrprecsción, en cayo caso se de eo eire< obras 3 ¡as que sólo íes a de común i.a forma de las palabras, de .: d ■. .O;.:.ees de la m ue rt e de d:, la D'Vi.nü co me dís ., obra destinada eorosra, podía, oírse en labios de la e rbd pueblo que contaba las íerzine ’:S calles de Florencia. ¿Se trataba de ijsma "obra”? Bvidenteraente, no.
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as regiones de A
His iorís y de dsse
Ls i Dior ( 1842 - 1886 % s (en k! $cr,scrri emoepa munrói: ;o coooL oee ?". }& tra dic ión orad;, baso?'
7'¡emaris ele / puek
nítír asa historia
u n s c p O ít B m v s k íí ;s c a m u n i o s d d¡ e o s , írsnsmHír la So ñfísfs d e c o m t nrms y miraos qu
so r1:b<,t ;■íss toda; ocom-orofids-dod1
fo rombo o da u ns
g r ’c ~ s ^ n s g s i é s musicólogo tram.
es qoe, en efecto, la escritura entraña foto, el Kama-bÍG valores propios, a los que justamente ga ha {M alí }; cst í¡ bob ead o lo m ejor de sus refl exio nes fruya su techo,, o idea europea y americana. Pero ia voz nsn gran núiner .anta, y pronaueve otros 'robores, Que có r¡iar 2 ios gríc i mom ent o de i a ejecución se irue gra a y bao h a z a ñ a s ¡ K si Os, vsrdaderc aneldo del iexío íramrmtido, so enríi j n s s c o corrrr/drcen v lo transforman, basta e! punto sensación de! p¡ pro a. veces nacen, qu e Sígníhque k> que orno en so s a s p í Jico. i...a voz. efectivamente, desborda tira en u que palab ra. A. aquella no cab e red uci rla .... P rs c ís a r a n i función de portadora del lenguaje, ,d íd o un que en realidad éste, más bien que ser oís a Ím pí ao o. oareata 00 ? la. voz coya es esi o ¡roía tri aa se nos nauaone con ¡a farrOíai Oel dio rio en ocqera; matenaí. La voz es 00 a s samar mmlídades naensarabios (tono, ore. asnodosd, registre..) pode naos ríes o A c a o s una de. esas cuaboacíes rara rende na .crear smnbobco la mayoría de cávenmelooes, y en la panadeo ordinaria bis roia eiones ¡nlerpersonnies a ana peres se le p.apa. po r su vos , aphoar rdost o¡ v'Cto coa mala corao s ocíe
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ai valor de lo que se pronunc ia. Tratánd ose de poesía oral, esos encadenamientos determinan en quien escucha ia percepción estética.. Pero hay más: no cabe dude de que, en. el inconsciente humano, ía voz constituye una forma arquetípica, imagen pr im or di al y cre ado ra , en ergí a y confi guración de rasgos que a cada cual nos predisponen a unas experiencias, unos sen timientos y anos pensamientos determinados. Al interpretarse un texto la audición reactiva en nosotros, más o menos confusamente pero a veces con extremada violencia (como ha podido observarse en “El vigoroso retomo efe la voz desborda
ta tecnología de los medios de comuni cación; en efecto, a. través de ésto s (...)
e s t a m o s asistiendo a una resurrección dé las energías vocsles de ia humanidad, en este final de una era en que la opinión pú blica las había menospreciado/’ En la iota, un paseante solitario con un watkm sn (aparato locscssetes portátil).
ciertos festivales de rock), esa energía. Ante mí está un cuerpo que me habla, representado por la voz que de éi emana. Gracias a ia voz. ia palabra se convierte en exhibición y don, virtualmente eroti zado, en agresión también, en voluntad de conq uista de i otro, qu e en el placer de oír se sooiete a ella. En última instancia, la significación de las paíabras no importaría ya nada: gradas ai dominio de uno mismo que ella muestra, !a. voz sola basta pa ra se du ci r... com o nos en se ña ro n los antiguos con el mito de !as Sirenas. Todo esto era cierto todavía ayer. Pero ¿qué ocurre hoy? Los vestigios son sin duda numerosos: en muchos de nosotros alienta un a nostalgia y en. otros una voluntad de redescubrir, en claro desafío frente a ia escritura aun reinante, unos valores quizá perdidos. Conocido es el movimiento que desde comienzos de sígio impulsa a algunos poetas a intentar realizar oralmente su poesía. Pero es sobre iodo en nuestros días, en sus formas mediatizadas,
cuando nos llega ía palabra poética. De
ello nace una cierta ambigüedad. La audición sigue siendo (ai escuchar un disco o 1a radio, ai contem plar la televisión) el acto
creador de 1a “obra”, Pero el médium, el instrumento de comunicación, se ha des pl az ad o y o cu pa un espa ci o ap arte a ía vez respecto d e ía escritura y de ta palabra viva. En efecto, ios medios de comunicación electrónicos son com parables a la escritura po r tr es de sus casgos: ® cancelan la presencia del portador de 1a voz; ® escapan al puro presente de la ejecución, puesto que el mensaje vocal que transmiten es indefinidamente repetible de manera idéntica; • como resultado de las manipulaciones que permiten nuestros sistemas de gra bación más pe rfe cc iona do s, pr op en de n a suprimir las diferencias espaciales de ia voz viva y recomponen artificialmente el. medio eo que ésta actúa. En cambio, esos mismos medios de comunicación difieren de la escritura por otro rasgo, éste capital: lo que transmiten es percibido por el oído y, por consiguiente, no puede ser l e í d o , - s s decir descifrado como signos del lenguaje, De ahí la idea que viene propagándose desde hace unos años de que el triunfo de ios medios electrónicos de comunicación representa una especie de.desquíte deja voz, tras siglos de estar reprimida bajo eí dominio de la escritura. De todos modos, hay que señalar que ese vigoroso retorno de la voz desborda ia tecnología de "lo* medios de comunicación: en efecto, a través de estos, y quizá en virtud de la idea :a!sa que de ellos se hacen ía mayoría de nuestros contemporáneos, estamos asistiendo a una resurrección de las energías vocales de la humanidad, en este final de una era en que la opinión pública las híbía menos pr eciado , Por do qui er se observan ios signos de esa resu rrección; por só:o citar dos, recuérdense el desden de mud os jóvenes po r la lec tura y la bo ga uni vers al del art e •de-la canción enios últimos 30 o 40 años. ¿Qué pensar de todo ello a largo plazo? De todos modos, lo que con 'os medios de comunicación modernos se ha perdido definitivamente es la corporeidad , el peso, el calor, el volumen real deí cuerpo del que la voz es sólo expansión. De ahí que en aquel a quien se dirige el medio de comunicación (y quizá en la persona misma cuya voz transmite) se produzca una alienación particular, una desencarnación de la que tai vez sólo se da cuenta de manera muy confusa pero que no puede dejar de grabarse de algún m odo e n el inconsciente. Cabe imaginar qué internas explosiones engen dra ya esa represión , sin que lo sepamos. Yo diría que la voz viva experimenta una necesidad, vital de volver a lomar la .palabra, nunc a m ej or dicho. Y ello es, sin duda alguna, la más segura garantía de" supervívíencia y de recuperación para ías tradiciones, hoy tan amenazadas, de la voz po étic a viva. PAUL ZUSVTíHOrl nacido en Ginebra. Suiza, n Montreal, Canadá. reside sctualn-t-nh s\ literaturas medievales, Notable especié»s¡, se ciedics úesd<‘ n.-.c . ijunos años al estudio de la poesía oral en / mundo contemporáneo. :lwa$ destacan fntro Entre sus numero , ri3 y Easai de poétique d u c ' r t n & !a poé^ie médiévale .