SV2UVpUV
u9,:J:J;}/o:J
~
AV&9NIW3H 'SQIOV
.x.V&9NIW3H 'SQIOV
00llVN031
~nOVd
cs
La edici6n: febrero de 2006 2. a edici6n: abril de 2006
© Leonardo Padura, 2006
Diseno de la colecci6n: Guillemot-Navares Reservados todos los derechos de esta edici6n para Tusquets Editores, S.A. - Cesare Cantil, 8 - 08023 Barcelona www.tusquetseditores.com ISBN: 84-8310-328-1 Dep6sito legal: B. 15.632-2006 Fotocomposici6n: Foinsa - Passatge Gaiola, 13-15 - 08013 Barcelona Impreso sobre papel Goxua de Papelera del Leizanin, S.A. - Guipuzcoa Liberduplex, S.L.
Encuadernaci6n: Reinbook
Impreso en Espana
.l .1
Esta novela, como las ya venidas y creo que todas las par venir, es para Lucia, can arnor y escualidez
~
..
~
'( <.
iaB. 13-15 - 08013 Barcelona • dEl I.cizadn. SA - Guipuzcoa
NOTA DEL AUTOR
t t t ~ •
l I ~
~
En el otoiio de 1989, mientras un huracan asolaba La Habana, el teniente Mario Conde resolvi6 su ultimo caso como miembro activo de la polida de investi gaciones. Decidido a convertirse en escritor, entreg6 la renuncia el dia que cumplia los treinta y seis aiios y recibia la terrible noticia de que uno de sus viejos ami gos habia iniciado los tramites para irse definitiva mente de Cuba. La historia de esa ultima aventura poli ciaca de Mario Conde aparece en la novela Paisaje de otono, con la que se cierra el ciclo «Las Cuatro Esta ciones», de la cual tambien forman parte Pasado per fecto, Vientos de cuaresma y Mascaras, escritas y publi cadas entre 1990 y 1997. Resuelto a dejar descansar al Conde por un tiem po que prometia ser dilatado, comence a escribir una novela en la cual el no apareda. En medio de esa otra historia, mis editores brasileiios me pidieron que par ticipara en la serie «Literatura 0 muerte» y, si acepta ba, debia advertirles el nombre del escritor alrededor del cual se desarrollaria el relato. Despues de pensarlo muy poco, el proyecto me entusiasm6, y el escritor que de inmediato vino a mi mente fue Ernest Heming
9
way, con quien he tenido por aiios una encarnizada relacion de amor-odio. Pero, al buscar el modo de en frentar mi dilema personal con el autor de Fiesta, no se me ocurrio nada mejor que pasarle mis obsesiones al Conde -como habia hecho tantas otras veces-, y convertirlo en el protagohista de la historia. De la relacion entre Hemingway y el Conde, a par tir de la misteriosa aparicion de un cadaver en la casa habanera del autor norteamericano, ha surgido esta novela que, en todos los sentidos, debe leerse como tal: porque es solo una novela y muchos de los suce sos en ella narrados, aun cuando hayan sido extraidos de la mas comprobable realidad y la mas estricta cro nologfa, estan tamizados por la ficcion y entremezcla dos con ella al punto de que, ahora mismo, soy inca paz de saber donde termina un pais y donde comienza el otro. No obstante, aunque algunos personajes con servan sus verdaderos nombres, otros han sido rebau tizados para evitar posibles susceptibilidades, y las fi guras de la realidad se mezclan con las de la ficcion en un territorio donde solo rigen las leyes y el tiempo de la novela. De esta manera, el Hemingway de esta obra es, por supuesto, un Hemingway de ficcion, pues la historia en que se ve envuelto es solo un producto de mi imaginacion, y en cuya escritura practico incluso la licencia poetica y posmodema de citar algunos pasa jes de sus obras y entrevistas para construir la historia de la larga noche del 2 al 3 de octubre de 1958. Por ultimo, quiero agradecer la ayuda que he re cibido de personas como Francisco Echevarria, Dani 10
10 Arrate, Maria Caridad
Cedeiio, especialistas de mingwayanos cubanos to pensables lectores Alex FI. na, Vivian Lechuga, Stephl y el verdadero y real Jom Lucia Lopez ColI.
POST SC l
El texto que, por razones ~ sido publicado en Espana que fue publicado en ef ~ visarlo para la nueva edici4 realizar muy ligeros retoqu cambia el sentido de fa his personajes.
una encarnizada ar el modo de en autor de Fiesta, no 'e mis obsesiones otras veces-, Y IIistoria. y d Conde, a par cadaver en la casa ha surgido esta ~ lecrse como ..... de los suce ".--, sido extraidos ~Ja mas estricta cro -=iOn y entremezcla . . ausmo, soy mca d60cIe comienza .pcnonaJes con ban sido rebau ,abilidades, y las fi Me de la ficcion en .y el tiempo de ilL I ay de esta obra ficciOn, pues la un producto de praetico incluso iIe algunos pasa l.construir la historia
10 Arrate, Maria Caridad Valdes Fernandez y Belkis
IS
~
Cedeno, especialistas del Museo Finca Vigia y he mingwayanos cubanos todos. Tambien de mis indis pensables lectores Alex Fleites, Jose Antonio Michele na, Vivian Lechuga, Stephen Clark, Elizardo Martinez y el verdadero y real John Kirk, asi como mi esposa Lucia Lopez ColI.
i :i:
.'
L.p.E. MantiDa, verano de 2000
~.
-
POST SCRIPTUM
~
..~~
~
~~
..... \
!,\.
El texto que, por razones contractuales, solo ahora ha sido publicado en Espana es, en esencia, el mismo que fue publicado en el 2001. Sin embargo, al re visarlo para la nueva edicion me he visto tentado a realizar muy ligeros retoques, ninguno de los cuales cambia el sentido de la historia ni el caracter de los personaJes.
10davia en Mantilla, verano de 2005
atar
~de1958.
~·ayuda que he re ~ &hcvarria, Dani
l
11
1
~
J
I t"
~
,,
•
i~ <
r!
l
~
.::-
. ,~
~
r'~
~~.
No siempre habia calor donde yadan los muer tos; muchas veces la lluvia los baiiaba mientras estaban sobre la tierra y la ablandaba cuando los enterraban en ella y a veces seguia la lluvia has ta que todo era fango y los desenterraba y habia que enterrarlos de nuevo. Ernest Hemingway, «A Natural History of the Death»
e
I
t:
i·
:
Primero escupio, luego expulso los restos del humo agazapado en sus pulmones y finalmente lan zo al agua, propuIs.indola con sus dedos, la colilla mi nima del cigarro. El escozor que sintio en la piel 10 habia devuelto a la realidad y, de regreso al adolori do mundo de los vivos, penso cuanto Ie hubiera gus tado saber la razon verdadera por la cual estaba alIi, frente al mar, dispuesto a emprender un imprevisible viaje al pasado. Entonces empezo a convencerse de que muchas de las preguntas que se iba a hacer desde ese ins tante no tendrian respuestas, pero 10 tranquilizo re cordar como algo similar habia ocurrido con muchas otras preguntas arrastradas a 10 largo y ancho de su existencia, hasta llegar a aceptar la maligna evidencia de que debia resignarse a vivir con mas interrogantes que certezas, con mas perdidas que ganancias. Tal vez por eso ya no era polida y cada dia erda en menos cosas, se dijo, y se llevo otro cigarro a los labios. La brisa amable, proveniente de la pequeiia cale
ta, resultaba una bendicion en medio del calor del ve
rano, pero Mario Conde habia escogido el breve tra
mo del malecon beneficiado con la sombra de unas
i~
iii...
15
viejisimas casuarinas por motivos mas bien ajenos al sol y e1 calor. Sentado en el muro, con los pies col gando hacia los arrecifes, habia disfrutado la sensa cion de hallarse libre de la tirania del tiempo y gozo con la idea de que podia pasar en aque1 preciso lugar e1 resto de su vida, dedicado unicamente a pensar, a recordar y a mirar el mar, tan apacible. Y, si venia al guna buena idea, inc1uso ponerse a escribir, pues en su paraiso personal e1 Conde habia hecho del mar, de sus efluvios y rumores, la escenografla perfecta para los fantasmas de su espiritu y de su empecinada me moria, entre los que sobrevivia, como un naufrago obstinado, la imagen almibarada de verse viviendo en una casa de madera, frente al mar, dedicado por las mananas a escribir, por las tardes a pescar y a nadar y por las noches a hacerle el amor a una mujer tierna y conmovedora, con e1 pe10 humedo por la ducha re ciente y e1 olor del jabon combatiendo con los aro mas propios de la pie1 dorada por e1 sol. Y aunque hada bastantes anos la realidad habia devorado aquel sueno con esa vehemencia cruel tan propia de la rea lidad, e1 Conde no lograba comprender por que se guia aferrado a esa imagen, al principio muy vivida y fotografica, y de la cual, ahora, apenas era capaz de distinguir luces y destellos difusos, salidos de una me diocre paleta impresionista. Por eso dejo de preocuparle la razon capaz de marcar su derrotero de esa tarde: solo sabia que su mente y su cuerpo Ie exigieron como requisito inapla zable retornar a aquella pequena caleta de Cojimar 16
encallada en sus recueIllI empezado en ese miSflJOj bajo las mismas casuariIi mas jovenes, entre los old dia de 1960 en que collOlJ fecha exacta del encueJl1 como tantas cosas buenat gurar si aun tenia cinco ~ seis, aunque para esa epee ya solia llevarlo con el a~ de las vallas de gallos y k mesas de domino y los ~ gares entranables, casi ordenanzas, en los varias de las cosas mas . hombre. Aquella tarde, inolvidable, habian asisticI e1 barrio de Guanabac~: siempre habia ganado, dell conocer el pueblo de Cojt La Habana, para que alii '. insistia en llamar los mej«3 cados por e1 chino Casiml ras de madera y siempre c: Todavia e1 Conde ad del helado de mamey y AI de un hermoso yate de ... salian hacia el cielo dos.~ Ie daban un aspecto de • do era real, el Conde habI
3
tot
!livos mas bien ajenos al ~ muro, con los pies col disfrutado la sensadel tiempo y gozo at aquel precise lugar icamente a pensar, a .-ciblc. ~ si venia al a escribir, pues en -llecho del mar, de . . . . ;perfecta para .. anpecinada me como un DaUfrago de verse viviendo en III mar, dedicado par las IiIda a pescar y a Dadar y ~ a. una mujcr tierna ~ por la ducha re ....tiendo can los aro ,por el sol. Y aunque orado aquel , -pmpiade la,rea por que se ine ipio may vivida y . . 2 . . . . . era capaz de salidos de una me
,.
I
I
S (
pcule la razon capaz de tarde: solo sabia que su .. como requisito inapla ptdia caleta de Cojimar
encallada en sus recuerdos. En realidad todo habia empezado en ese mismo sitio, de cara al mismo mar, bajo las mismas casuarinas, entonces cuarenta aiios mas jovenes, entre los olores indelebles de siempre, el dia de 1960 en que conocio a Ernest Hemingway. La fecha exacta del encuentro se Ie habia extraviado, como tantas cosas buenas de la vida, y no podia ase gurar si aun tenia cinco aiios 0 si habia cumplido los seis, aunque para esa epoca su abuelo Rufino el Conde ya solia llevado con el a los sitios mas diversos, des de las vallas de gallos y los bares del puerto hasta las mesas de domino y los estadios de pelota, aquellos lu gares entraiiables, casi todos difuminados por leyes y ordenanzas, en los cuales el Conde habia aprendido varias de las casas mas importantes que debe saber un hombre. Aquella tarde, que de inmediato se tornarfa inolvidable, habian asistido a unas peleas de gallos en el barrio de Guanabacoa, y su abuelo, que como casi siempre habia ganado, decidio premiado llevandolo a conocer el pueblo de Cojimar, tan cerca y tan lejos de La Habana, para que alli se tomara uno de los que el insistfa en llamar los mejores helados de Cuba, fabri cados por el chino Casimiro Chon en viejas sorbete ras de madera y siempre con frutas frescas del pais. Todavia el Conde erda recordar el sabor pastoso del helado de mamey y su jubilo al ver las maniobras de un hermoso yate de maderamen marron, del cual salian hacia el cielo dos enormes varas de pesca que Ie daban un aspecto de insecto flotante. Si el recuer do era real, el Conde habia seguido al yate con la vis 17
ta mientras se acercaba suavemente a la costa, sortea ba la flotilla de desvencijados botes de pesca ancla dos en la caleta y fondeaba junto al embarcadero. Fue entonces cuando un hombre rojizo y sin camisa habia saltado del yate hacia el muelle de hormigon, para re cibir la cuerda que otro hombre, cubierto con una gorra blanca y sucia, Ie lanzaba desde la embarcacion. Tirando del cabo, el hombre rojizo acerco el yate a un poste y 10 amarro con un lazo perfecto. Q!Iizas su abuelo Rufino Ie habia comentado algo, pero los ojos y la memoria del Conde ya se habian detenido en el otro personaje, el hombre de la gorra, que usaba ade mas unos espejuelos redondos con cristal verde y lu cia una barba tupida y canosa. El nino no habia dejado de observarlo mientras saltaba de la brillante embar cacion y se detenia para hablar algo con el hombre rojo que 10 esperaba en el muelle. El Conde viviria convencido de haber visto como los hombres se estre chaban las manos y, sin soltarse, hablaban por un tiempo impreciso en el recuerdo, tal vez durante un minuto 0 toda una hora, pero siempre con las manos cogidas, hasta que el hombre viejo de la barba abrazo al otro, y sin mirar atrcis, avanzo por el muelle hacia la costa. Algo de Santa Claus habia en aquel hombre barbudo y un poco sucio, de manos y pies grandes, que caminaba con seguridad pero de un modo que denotaba tristeza. 0 quizas solo era un insondable efecto magnetico y premonitorio, dirigido hacia el mundo de las nostalgias todavia por vivir, agazapadas en un futuro que el nino ni siquiera podia imaginar. 18
Cuando el hombre ~ caleras de cementa y tOIII1I y el Conde habia visto c6JI el brazo. Del bolsillo de • pequeno peine de plastied; modarse el pelo, amoldad vez, como si fuera nece$I un momento el hombre ~ de y de su abuelo que el1 harada de su olor: era una petroleo y pescado, un he -Se esta echando a p abuelo, y el Conde nundl bre 0 al estado del tiempoi su evocacion empezaban:4 10 aprendido, la marcha d gado de la distancia, y po en ese instante la reconstn tro con Ernest Hemin~ -Ese es ]emingiiey, el: anadido su abuelo cuand( bien Ie gustan las peleas d El Conde crda reco" imaginar, que habia oido observaba como el escrib Chrysler negro, aparcado desde su ventanilla, sin qu tales verdes, hacia con la Ii cisamente en la direcci6n 41 que tal vez 10 extendia _
.a la costa, sortea ts de pesca ancla ICIIlbarcadero. Fue "sin camisa habia
·g:n~~:~~~
E .
barcacicm. , dyate a un . Q!llzas su pcro los ojos . .,",ido en el que usaba ade ~ verde y lu ll» no habia dejado l!brillante embar ~(QD el ho~?~e . . Conde Vlvma ......bres se estre laablaban por un Ia1 vez durante .CXD las manos buba abrazo .. muelle hacia aquel hombre ill y pies grandes, de un modo que ~ un insondable ~do hacia el J.mu, agazapadas • podia imaginar.
;.
;
i:=
Cuando el hombre de la barba canosa subio las es caleras de cementa y tomo la acera, su estatura crecio y el Conde habia visto como se colocaba la gorra bajo el brazo. Del bolsillo de su camisa habia extraido un pequeno peine de pIastico, con el que comenzo a aco modarse el pelo, amoldandolo hacia atras, una y otra vez, como si fuera necesaria aquella insistencia. Por un momento el hombre habia estado tan cerca del Con de y de su abuelo que el nino llego a recibir una va harada de su olor: era una mezcla de sudor y mar, de petroleo y pescado, un hedor malsano y abrasador. -Se esta echando a perder -habia susurrado su abuelo, y el Conde nunca supo si se refena al hom bre 0 al estado del tiempo, pues en esa encrucijada de su evocacion empezaban a confundirse el recuerdo y 10 aprendido, la marcha del hombre y un trueno lle gado de la distancia, y por eso el Conde soHa cortar en ese instante la reconstruccion de su unico encuen tro con Ernest Hemingway. -Ese es ]emingiiey, el escritor americano -habia anadido su abuelo cuando hubo pasado-. A el tam bien Ie gustan las peleas de gallos, ~sabes? .. El Conde crda recordar, 0 al menos Ie gustaba imaginar, que habia oido aquel comentario mientras observaba como el escritor abordaba un reluciente Chrysler negro, aparcado al otro lado de la calle, y desde su ventanilla, sin quitarse los espejuelos de cris tales verdes, hacia con la mana un gesto de adios, pre cisamente en la direccion del Conde y su abuelo, aun que tal vez 10 extendia un poco mas alIa, hacia la 19
caleta donde quedaban el yate y el hombre rojizo al que habia abrazado, 0 aun mas alla, hacia el viejo torreon espanol hecho para desafiar el paso de los si glos, 0 quizas incluso mucho mas alla, hacia la distan te e indetenible corriente del Golfo que, sin saberlo, aquel hombre que hedia a mar, pescado y sudor nunca volveria a navegar... Pero el nino ya habia atrapa do en el aire el saludo y, antes de que el auto se pu siera en movimiento, se 10 devolvio con la mana y con la voz. -Adios, Jemingiit~y -grito, y recibio como res puesta la sonrisa del hombre. Varios anos despues, cuando descubrio la doloro sa necesidad de escribir y comenzo a escoger a sus ido los literarios, Mario Conde supo que aquella habia sido la ultima navegacion de Ernest Hemingway por un pedazo de mar que habia amado como pocos lu gares en el mundo, y comprendio que el escritor no se podia estar despidiendo de el, un minusculo insec to posado sobre el malecon de Cojimar, sino que en ese momenta Ie estaba diciendo adios a varias de las cosas mas importantes de su vida.
-~Q!1ieres
otro? -pregunto Manolo. -Anja -respondio el Conde. -~Doble 0 sencillo? -~ Q!1e tu crees?
20
-Cachimba, dos ron Manuel Palacios, con w barman, que empez6 a sc pipa de la boca. El Torreon no era un bien iluminado, pero hal: rante del mediodia, silene de su mesa el Conde poe y las piedras carcomidas cual aquella antigua fond treo nombre. Sin prisa el acomodo los vasos serri tiendoselos entre sus dccl Manolo. -Cachimba sera tu .. mi meda tres cojones qtI -Cono, Cachimba, I! Manolo-. Era jugando El barman puso la pc:! habia mirado con ojos ~ Ie pregunto si alli servian-l daiquiri que solia beber eI ciones de ron, jugo de lim no, mucho hielo batido J - La ultima vez que ~ pingiiino -habia respond -~y como tu sabias ~ gunto el Conde a su de un golpe la mitad de;i -Para algo soy poliO.
c.
ex.
pte y el hombre rojizo al
:-mas
aHa, hacia el viejo el paso de los si . ' allii, hacia la distan " Ifo que, sin saberlo, -pe.:ado y sudor nunca RESO ya habia atrapa . . . . .que el auto se pu lIIltI!c:thi6·con la mana y
q
=
_y Rcibi6 como res
Imdo descubrio la doloro ~
a escoger a sus ido Ie supo que aquella habia • Ernest Hemingway por ~ amado como pocos lu que el escritor no .~ un minusculo insec ·~·Co.iimar, sino que en adi6sa varias de las
r.--m6
~Manolo.
~nde.
~
, ~
'"
~
.'" j: j-..,
-Cachimba, dos rones dobles -grito el teniente Manuel Palacios, con un brazo en alto, dirigido al barman, que empezo a servir la bebida sin quitarse la pipa de la boca. El Torreon no era un bar limpio, y mucho menos bien iluminado, pero habia ron y, a esa hora reverbe rante del mediodia, silencio y pocos borrachos, y des de su mesa el Conde podia seguir observando el mar y las piedras carcomidas de la atalaya colonial a la cual aquella antigua fonda de pescadores debia su pe treo nombre. Sin prisa el barman se acerco a la mesa, acomodo los vasos servidos, recogio los vados me tiendoselos entre sus dedos de uftas sucias y miro a Manolo. -Cachimba sera to madre -dijo, lentamente-. A mi me·da tres cojones que tu seas polida. -Cofto, Cachimba, no te empingues -10 calmo Manolo-. Era jugando contigo. El barman puso la peor de sus caras y se alejo. Ya habia mirado con ojos asesinos al Conde cuando este Ie pregunto si alIi servian el «Papa Hemingway», aquel daiquiri que solia beber el escritor, hecho con dos por ciones de ron, jugo de limon, unas gotas de marrasqui no, mucho hielo batido y nada de azucar. -La ultima vez que vi un hielo foe cuando era pingiiino -habia respondido el barman. -(Y como ill sabias que yo estaba aqui? -Ie pre gunto el Conde a su ex compaftero luego de beberse de un golpe la mitad de su porcion. -Para algo soy polida, (no? 21
-No te robes mis frases, tU. - Ya no te sirven, Conde..., ya no eres polida -son rio el teniente investigador Manuel Palacios-. Nada, no aparedas por ninglin lado y como te conozco tan bien, me imagine que ibas a estar aqui. No se cuantas veces me contaste esa historia del dia que viste a He mingway. ~Y de verdad te dijo adios 0 es invento tuyo? -Averigualo tu, que para eso eres polida. -~Estas cabron? -No se. Es que no quiero meterme en esto..., pero a la vez si quiero meterme. -Mira, metete hasta donde quieras y cuando quie ras te paras. Total, todo esto no tiene mucho sentido. Son casi cuarenta anos... -No se por que cono te dije que S1... Despues, aunque quiera, no puedo parar. El Conde se recrimino y, para autoflagelarse, ter mino el trago de un golpe. Ocho anos fuera de la po lida pueden ser muchos anos y nunca habia imagina do que resultara tan fkil sentirse atraido por volver al redil. En los ultimos tiempos, mientras dedicaba al gunas horas a escribir, 0 cuando menos a tratar de es cribir, el resto del dia 10 empleaba en buscar y com prar libros viejos por toda la ciudad para surtir el quiosco de un vendedor amigo, del cual recibia el cin cuenta por ciento de las ganancias. Aunque el dinero producido por el negocio casi siempre era poco, el Conde disfrutaba con aquella ocupacion de trafican te de libros viejos por sus variadas ventajas: desde las historias personales y familiares agazapadas tras la de
22
cision de deshacerse de da durante tres 0 cuab1 bilidad del tiempo exist ta, que el podia maneja interesante que pasaba I vado al mercado. La fall mercial, sin embargo, br como si fueran heridas y buenos libros maltrat rancia, a veces irrecupel llevar ciertos ejemplares go, decidia retenerlos reaccion primaria de la i bliofilia. Pero aquella m lega de sus dias policiaJ bandeja la historia del Cl gia, y Ie ofrecio entregaJ tigacion, un reclamo sel dolor la hoja en blanco I historica Underwood, y. primeros detalles. Aquella tormenta Vel do con fuerza el barrio d huracanes, las trombas e yos llegaban sin previa tarde, y ejecutaban una. algun pedazo de la isla platanales y tupir alcaa males mayores, pero acf ensanado con la Fina l
~y
cuando quie be mucho sentido.
.,.e St.. Despues,
~larse, ter
. . fuera de la po lID habia imagina ~ por ~olver al . . . . dcdicaba al a tratar de es buscar y com para surtir el lcuaI recibia el cin t:' Aunque el dinero !lDpre era poco, el Ipaci6n de trafican I ventajas: desde las ~padas tras la de
! <•• .~
...
j>
I
cisi6n de deshacerse de una biblioteca, quizas forrna da durante tres 0 cuatro generaciones, hasta la flexi bilidad del tiempo existente entre la compra y la ven ta, que el podia manejar libremente para leer todo 10 interesante que pasaba por sus manos antes de ser lle vado al mercado. La falla esencial de la operaci6n co mercial, sin embargo, brotaba cuando el Conde sufria, como si fueran heridas en la piel, al encontrar viejos y buenos libros maltratados por la desidia y la igno rancia, a veces irrecuperables, 0 cuando, en lugar de llevar ciertos ejemplares valiosos al puesto de su ami go, decidia retenerlos en su propio librero, como reacci6n primaria de la incurable enfermedad de la bi bliofilia. Pero aquella manana, cuando su antiguo co lega de sus dfas policiales Ie telefone6 y Ie sirvi6 en bandeja la historia del cadaver aparecido en Finca Vi gia, y Ie ofreci6 entregarle extraoficialmente la inves tigaci6n, un rec1amo selvatico 10 oblig6 a mirar con dolor la hoja en blanco presa bajo el rodillo de su pre hist6rica Underwood, y decir que si, apenas ofdos los primeros detalles. Aquella tormenta veraniega tambien habfa azota do con fuerza el barrio del Conde. A diferencia de los huracanes, las trombas estivales de agua, vientos y ra yos llegaban sin previo aviso, a cualquier hora de la tarde, y ejecutaban una danza macabra y veloz sobre algun pedazo de la isla. Su fuerza, capaz de arrasar platanales y tupir alcantarillas, raras veces llegaba a males mayores, pero aquel preciso vendaval se habfa ensanado con la Finca Vigfa, la antigua casa habanera 23
de Hemingway, y puso a volar algunas de las tejas del techo, arranco parte del tendido electrico, derribo un tramo de la verja del patio y, como si ese fuera su pro posito celestial, provoco la caida de una manga cen tenaria y enferma de muerte, seguramente nacida alIi antes de la construccion de la casa en el ano remoto de 1905: y con las rakes del arbol habian salido a la luz los primeros huesos de 10 que los peritos identifi caron como un hombre, caucasico, de unos sesenta anos, con principio de artrosis y una vieja fractura de la rotula mal soldada, muerto entre 1957 y 1960 a cau sa de dos disparos: uno de los impactos 10 habia reci bido en el pecho, presumiblemente por el costado de recho, y, ademas de atravesarle varios organos vitales, Ie habia partido el estemon y la columna vertebral. El otro pareda haberle penetrado por el abdomen, pues Ie fracturo una costilla de la region dorsal. Dos dis paros ejecutados por un arma al parecer potente, sin duda a corta distancia, los cuales provocaron la muer te de aquel hombre que, por el momento, solo era una bolsa llena de huesos carcomidos. -~Sabes por que dijiste que si? -Ie pregunto Ma nolo y 10 miro complacido y fijamente. Entonces su ojo derecho bizqueo hacia el tabique nasal-. Porque un hijo de puta siempre sera un hijo de puta, por mas que se confiese y hasta vaya a la iglesia. Y un jodido tipo que fue polida es polida para siempre. Por eso, Conde. -~Y por que en vez de hablar toda esa mierda no me dices algo interesante? Con 10 que se, no puedo m empezar a... 24
-Es que no hay nU Hace cuarenta mos, Co - Dime la verdad, M este caso? -~La verdad-verdad? ] mmgway y creo que a m estci superclaro. Heming'l alguien 10 jodio demasiOK pues 10 enterro. Despw muerto. Despues HemiJl cabeza y ahi se acabo L sabia que te iba a interest tes de cerrar el caso. em noticia, entonces si que. terrado en la casa de Ii mucha gente y se va a p - Y por supuesto, les mingway 10 mato. ~Y si l -Eso es 10 que tu ., Mira, Conde, yo estoy h co a la altura de las cejas bron: cada dia hay mas tos, prostitucion, drogas; -Lastima que ya no I encanta la pomografia. -No jodas, Conde: , -Esto es el princip¥ que nos viene arriba.... -Por eso mismo, C. esa mierda en el ambia
~
~
r algunas de las tejas del Il1o electrico, derribo un IP'D0 si ese fuera su pro . de una manga cen lJpramente nacida alIi IIi-a en el ano remoto habian salido a la peritos identifi de unos sesenta , yieja &actura de 1957 y 1960 a cau ~. pactos 10 habfa reci jDmtc por el costado de le varios organos vitales, lIa columna vertebral. EI ~ por el abdomen, pues ~n dorsal. Dos dis ~ at parecer potente, sin provocaron la muer . momento, solo era
E
....
, ~,pregunt6 Ma • ,ntc. Entonces su
IIIiifIe oasaI-. Porque un de puta, por mas que illaia Y un jodido tipo aanpre. Por eso, Conde. Iblar toda esa mierda no ;On 10 que se, no puedo I
"
~
l'
- Es que no hay mas nada ni creo que 10 haya. Hace cuarenta anos, Conde. -Dime la verdad, Manolo... ~A quien Ie interesa este caso? -~La verdad-verdad? Por ahora a ti, al muerto, a He mingway y creo que a mas nadie... Mira, para mi todo esta superdaro. Hemingway tenia malas pulgas. Un dia alguien 10 jodio demasiado yelle soplo dos tiros. Des pues 10 enterro. Despues nadie se preocupo por el muerto. Despues Hemingway se metio un tiro en la cabeza y ahi se acabo la historia... Te Harne porque sabia que te iba a interesar y quiero dar un tiempo an tes de cerrar el caso. Cuando 10 cierre y se conozca la noticia, entonces sf que la historia· de ese muerto en terrado en la casa de Hemingway Ie va a interesar a mucha gente y se va a publicar en medio mundo... - Y por supuesto, les va a encantar decir que He mingway 10 mato. ~Y si no fue el quien 10 mato? -Eso es 10 que tu vas a averiguar. Si puedes... Mira, Conde, yo estoy hasta aquf de trabajo -e indi co a la altura de las cejas-. Esto se esta poniendo ca bron: cada dia hay mas robos, malversaciones, asal tos, prostitucion, drogas, pomografia... -Lastima que ya no soy policia. Tu sabes que me encanta la pomografia. -No jodas, Conde: pomografia con ninos. -Esto es el principio, Manolo. Agarrate para 10 que nos viene arriba... -Por eso mismo, Conde, ~tu crees que con toda esa mierda en el ambiente yo tengo tiempo de me 25
terme en la vida de Hemingway, que se vol6 la cabe za hace mil afios, para saber si mat6 0 no a un tipo que no se sabe ni quien cofio es? El Conde sonri6 y mir6 hacia el mar. La caleta, en otros tiempos repleta de botes de pescadores, era aho ra un pielago desierto y refulgente. -~Sabes una cosa, Manolo? .. -hizo una pausa y prob6 su trago-. A mi me encantaria descubrir que fue Hemingway el que mat6 a ese tipo. Desde hace afios el cabr6n me cae como una patada en los cojo nes. Pero a la vez me jode pensar que Ie echen arriba un muerto que no es suyo. Por eso voy a averiguar un poco, y cuando digo un poco es un poco... ~Ya regis traron bien toda la parte donde apareci6 el muerto? -No, pero mafiana van para alIa Crespo y el Greco. Ese trabajo no 10 podia hacer cualquier abrehuecos. -Y ttl ~que vas a hacer? -Seguir en 10 mio y dentro de una semana, cuan do me digas 10 que sabes, cierro el caso y me olvido de esta historia. Y que Ie caiga la mierda arriba a quien Ie caiga. El Conde volvi6 a mirar hacia el mar. Sabia que el teniente Palacios tenia raz6n, pero una extrafia in comodidad se Ie habia instalado en la conciencia. ~Sera por culpa del mar 0 porque fui polida dema siado tiempo?, pens6. ~O sera porque ahora trato de ser escritor?, tambien pens6, para no relegar su mayor ambici6n. - Yen ad, quiero que yeas una cosa -Ie pidi6 a su amigo y se puso de pie.
26
Sin esperar a Manoi los troncos de las castJa1 con una glorieta sin ted pedestal de mamposter:i luz del sol, oblicua y d~ beneficios todavia t6rrie riente del hombre alli it -Cuando empece a como el. Este tipo fue n el Conde, con los ojos • De todos los hornell raciones del nombre y J tentes en Cuba, s610 aq verdadero, como una de tivas que Hemingway ap dias de reportero novatel dad, al Conde siempre poco literario que sobm agujas, inventado por el despues de su muerte,) nombre. Le resultaba fall de mal sabor- aquel cia vez, atentando contra 51 do en la barra del Florid poci6n desleida a la cuaJ -por prescripci6n facu1l la gracia salvadora de bI de marcar la diferencia • mal aguado. Mas que .. invenci6n de una glamUl
" que se volo la cabe ~t6 0 no a un tipo
Il5?
cl mar. La caleta, en ~dores, era aho
voy a avenguar un II un poco... (Ya regis It apareci6 el muerto? ~~ Crespo y el Greco. I'fCIIalquier abrehuecos. ~ ~clc una semana, cuan ~ CISO Y me olvido de Ir . 'Cia arriba a quien
. .d mar. Sabia que
IA*o una extraiia in en la conciencia. fiJi polida dema Jlporque ahora trato de • no relegar su mayor una cosa -Ie pidi6 a su
Sin esperar a Manolo cruz6 la calle y avanzo entre los troncos de las casuarinas hacia el pequeno parque con una glorieta sin techo, dentro de la cual estaba el pedestal de mamposteria con el busto de bronce. La luz del sol, oblicua y decadente, entregaba sus ultimos beneficios todavia torridos al rostro verde y casi son riente del hombre alIi inmortalizado. -Cuando empece a escribir, yo tambien 10 hada como el. Este tipo fue muy importante para mi -dijo el Conde, con los ojos c1avados en la escultura. De todos los homenajes, utilizaciones y rememo raciones del nombre y la figura de Hemingway exis tentes en Cuba, solo aquel busto Ie pareda sentido y verdadero, como una de las simples oraciones afirma tivas que Hemingway aprendio a escribir en sus viejos dias de reportero novato del Kansas City Star. En ver dad, al Conde siempre Ie sonaba excesivo y hasta poco literario que sobreviviera un tomeo de pesca de agujas, inventado por el mismo escritor y perpetuado despues de su muerte, todavia patentizado con su nombre. Le resultaba falso y de mal gusto -en realidad de mal sabor- aquel daiquiri «Papa Doble» que una vez, atentando contra su pobre bolsillo, habia bebi do en la barra del Floridita, para encontrarse con una pocion deslefda a la cual Hemingway Ie habia negado -por prescripcion facultativa, para colma de males la gracia salvadora de la cucharadita de azucar capaz de marcar la diferencia entre un buen coctel y un ron mal aguado. Mas que turbia, Ie pareda insultante la invencion de una glamurosa Marina Hemingway para
27
que los ricos y hermosos burgueses del mundo y nin gun zarrapastroso cubano de la isla (por la simple condicion de ser cubano y todavia vivir en la isla) dis frutaran de yates, playas, bebidas, comidas, putas complacientes y mucho sol, pero de ese sol que da un bello color en la piel, y no del otro, que te quema has ta los sesos en un campo de calia. Incluso el museo de Finca Vigia, donde Conde habia dejado de ir tan tos alios atras, Ie sabia a escenografia calculada en vida para cuando llegara la muerte... AI final, solo la carcomida y desolada plazoleta de Cojimar, con aquel busto de bronce empotrado en un bloque de concre to roido por el salitre, deda algo simple y verdadero: era el primer homenaje postumo que se Ie rindio al escritor en todo el mundo, era el que siempre olvida ban sus biografos, pero era el unico sincero, pues 10 habian levantado con sus propios dineros los pobres pescadores de Cojimar, luego de recoger por toda La Habana los trozos de bronce necesarios para el traba jo del escultor, quien tampoco cobro por su obra. Aquellos pescadores, a los que en los malos tiempos Hemingway les regalo las capturas hechas por el en aguas propicias, a los que consiguio trabajo durante la filmacion de El viejo y el mar, exigiendo ademas que se les pagara a precio justo, unos hombres con quienes bebio cervezas y rones comprados por el, y a los cua les, en silencio, les escucho hablar de peces enormes, plateados y viriles, capturados en las aguas dlidas del gran rio azul, solamente ellos sentian 10 que nadie en el mundo podia sentir: para los pescadores de Coji 28
mar habia muerto un eli no fue ni para los escritli para los toreros 0 los ci ni siquiera para los milic llos maquis franceses, a1 Paris para ejecutar la et:iI tel Ritz del dominio IW bronce se derrumbaba t de la vida de HemingwaJ dades mas limpias de so el tributo no por el escril por los hombres capaces timiento de verdad que. -~y sabes 10 peor?-! que el cabron todavia DIll to impreciso de su pecbi
,I
i~
Si Miss Mary hubim che de miercoles habriaJ das las noches de miercol ber tanto vino. Seguran asistentes a la cena, porq preferia la tranquilidad J de amigos a los tumultdii bre todo desde que so Ii de alarma por los mucha go de los alios, y tanto ..
I, . . .
IIJIIUeses del mundo y nin ~dc la isla (por la simple ~a vivir en la isla) dis '''WJidas, comidas, putas lllao de ese sol que da un .tobO, que te quema has .tGliia. Incluso el museo • •lbia' dcjado de ir tan .lIaq;nlia calculada en .~Ite. AI final, solo la de Cojimar, con aquel m on bloque de concre It aIgo simple y verdadero: ....mo que se Ie rindio al ~aa el que siempre olvida cl Unico sincero, pues 10 popios dineros los pobres .., de recoger por toda La necesanos para el traba cobra por su obra. E I .CD los malos tiempos 'EI t '. h«has por e'I en ipiO-uabajo durante la . ' .Cimdo ademas que se hombres con quienes llpados por el, y a los cua • hablar de peces enormes, dos en las aguas ccilidas del los sentian 10 que nadie en ua los pescadores de Cojf-
.
*
i~ ~
mar habfa muerto un camarada, algo que Hemingway no fue ni para los escritores, ni para los periodistas, ni para los toreros 0 los cazadores blancos del Africa, ni siquiera para los milicianos espaiioles 0 para aque 110s maquis franceses, al frente de los cuales entro en Paris para ejecutar la etflica y feliz liberacion del ho tel Ritz del dominio nazi... Frente a aquel pedazo de bronce se derrumbaba toda la falsedad espectacular de la vida de Hemingway, vencida por una de las ver dades mas limpias de su mito, y el Conde admiraba el tributo no pOI el escritor, que nunca 10 sabria, sino por los hombres capaces de engendrarlo, con un sen timiento de verdad que no suele existir en el mundo. -~y sabes 10 peor? -agrego el ex polida-: creo que el cabron todavfa me toca aquf -y seiialo un pun to impreciso de su pecho.
.qeo
Si Miss Mary hubiera estado en casa, aque11a no che de miercoles habrian tenido invitados, como to das las noches de miercoles, y el no habria podido be ber tanto vino. Seguramente no sedan muchos los asistentes a la cena, porque en los ultimos tiempos el preferia la tranquilidad y la conversacion con un par de amigos a los tumultos etflicos de otras epocas, so bre todo desde que su hfgado habfa lanzado el grito de alarma por los muchos alcoholes tragados a 10 lar go de los aiios, y tanto la bebida como la comida pa
29
saron a encabezar una horrible lista de prohibiciones en indetenible y lacerante crecimiento. Pero las cenas de los miercoles en Finca Vigia se mantenian como un ritual y, de todas las personas conocidas, el preferia com partirlas con su viejo amigo de la guerra de Espana, el me dico Ferrer Machuca, y con la inquietante Valerie, aquella irlandesa suave y rojiza, tan joven, a la cual, para no enamorarse de la tersura increible de su piel, convir tio en asistente personal, convencido de que las cosas del trabajo y las del amor nunca deben mezclarse. La imprevista salida de su mujer hacia Estados Unidos para agilizar la compra de unos terrenos en Ketchum, 10 habia dejado solo, y al menos por unos dias quiso disfrutar de aquella acida y desconocida sensacion de soledad que antes soHa resultar tan pro ductiva pero que ahora se asemejaba demasiado a la vejez. Para combatir ese sentimiento, cada manana se habia levantado con el sol y, como en los mejores tiempos, habia estado trabajando dura y limpiamen te, de pie ante su maquina de escribir, a un ritmo su perior a las trescientas palabras por jomada, a pesar de que cada vez Ie pareda mas inatrapable la verdad per seguida en aquella historia resbaladiza a la cual ya ha bia titulado EIjardfn del Eden. Aunque era incapaz de confesarselo a nadie, la verdad era que solo habia vuelto sobre aquella narracion, concebida diez anos an tes como un cuento y que ahora habia empezado a cre cer desorbitadamente, porque se habia visto obligado a detener la actualizacion de Muerte en la tarde y no se Ie habia ocurrido otra manera de invertir su tiempo 30
de tIabajo. Mientras de ada at arte y Ia 6losofia c ada de una revision a fa
nificada, habia percibido demasiada lentitud y nU ro de sus juicios, debio c so, consultar algUn tato l aclararle ciertas esencias I el habia conocido en so I Aquella manana del 1958 llego a escribir tresc el mediodia habia nada«: piscinas recorridas para J ridiculas ahora con.segui ria que soHa transitar .. Luego de almorzar, Ie hal llevara a Cojimar, para c Ruperto, el capitan dd J cion de salir hacia el Gal en busca de buenos pel a su agotado cerebro. S4i sos ancestrales, regresa a· antes por la barra del Fill era capaz de pararse pan Ceno con mucha hal dor a la plancha, cubim ca, dulzona y muy ped verduras alinadas salo aI de espanol, y a las n~ ra la mesa, cerrara las WI
~
lista de prohibiciones
~miento.
Pero las cenas Ie mantenian como un ~ , el preferia com perna de Espana, el me inquietante Valerie, jovm, a la cual, para ..... de so piel, convir • 5 . min de que las cosas .dcbcn mezclarse. -·majer hacia Estados de unos terrenos en y aI menos por unos ~ acida y desconocida IDtI5 solia resultar tan pro E.ascmejaba demasiado a la Iltimiento, cada manana se • y, como en los mejores imdo dura y limpiamen 'eICIibir, a un ritmo su . . . . jomada, a pesar de 1]$ ; pablc Ia vcrdad per • r " fiza a la coal ya ha ~e era incapaz de ~ era que solo habia 10, concebida diez anos an Ihora habia empezado a cre pe se habia visto obligado lie MIIn1e en fa tarde y no se bera de invertir su tiempo
.r""
de trabajo. Mientras desollaba la vieja cronica dedi cada al arte y la filosofia de las corridas de toros, necesi tada de una revision a fondo para la nueva edicion pla nificada, habia percibido que su mente funcionaba con demasiada lentitud y mas de una vez, para estar segu ro de sus juicios, debio esforzarse en recordar e, inclu so, consultar algUn texto sobre la tauromaquia capaz de aclararle ciertas esencias de aquel mundo que tan bien el habia conocido en su prolongado amor por Espana. Aquella manana del miercoles 2 de octubre de 1958 llego a escribir trescientas setenta palabras, y por el mediodia habia nadado, sin llevar la cuenta de las piscinas recorridas para no avergonzarse de las cifras ridiculas ahora conseguidas, tan lejos de la milIa dia ria que soHa transitar hasta tres 0 cuatro anos atras. Luego de almorzar, Ie habia ordenado al chofer que 10 llevara a Cojimar, para conversar con su viejo amigo Ruperto, el capitan del Pilar, y advertirle de su inten cion de salir hacia el Golfo el proximo fin de semana, en busca de buenos peces y un necesario descanso a su agotado cerebro. Sobreponiendose a sus impul sos ancestrales, regreso a la casa al atardecer, sin pasar antes por la barra del Floridita, frente a la cual nunca era capaz de pararse para beberse un solo trago. Ceno con mucha hambre dos ruedas de empera dor a la plancha, cubiertas de rodajas de cebolla blan ca, dulzona y muy perfumada, y un gran plato de verduras alinadas solo con jugo de limas y aceite ver de espanol, y a las nueve Ie pidio a Raul que recogie ra la mesa, cerrara las ventanas y, al terminar, se fue 31
ra a su casa. Pero que antes Ie subiera una botella del Chianti recibido la semana anterior. En la comida habia preferido un Valdepelias leve y oloroso a frutas, y su paladar ya desvelado Ie reclamaba ahora el re gusto seco y viril de aquel vino italiano. Cuando abandonaba la mesa observo un movi miento en la puerta de entrada y vio como se asomaba la cabeza oscura de Calixto. Siempre Ie asombraba que siendo mayor que el y despues de pasar quince alios en una drcel, Calixto atin no tuviera una sola cana. -~Puedo pasar, Emesto? -pregunto el hombre, y el Ie hizo un gesto con la mano. Calixto se acerco unos pasos y 10 miro-. ~Como estas hoy? -Bien. Creo que bien -y mostro con la mana la botella vada dejada sobre la mesa. -Me alegro. Calixto era el empleado ubicuo de la finca, pues cumplia las misiones mas diversas: 10 mismo traba jaba con el jardinero que cubria las vacaciones del chofer, colaboraba con el carpintero 0 se dedicaba a pintar las paredes de la casa. Pero en esos dias, por in sistencia de Miss Mary -asi llamaba a la seliora He mingway, como todos, por iniciativa de su esposo-, era el encargado de la vigilancia noctuma de la finca con el proposito de que el patron no se quedara solo en la vasta propiedad. Si aquella orden no era la confirma cion de que 10 consideraban un viejo, ~que colio era? £1 y Calixto se conodan hada treinta alios, desde los tiempos en que el hombre se dedicaba a meter alcohol de contrabando en Cayo Hueso y Joe Rusell a com 32
prcirselo. Muchas veces : Joe's y en su casa del cal torias de aquel cubano I te negros, que en tiemp sado mas de doscientas para introducir ron cub~ dos y hacer felices a mll dejado de verse, y cuan~ bana y a deambular por s taba preso por haber m una pelea de borracho~ Cuando salio de la CclrCC trado casualmente en la C apuros en que andaba ( sin imaginar que ocupa tonces Calixto merodeai liado en hacer algo titil favor que Ie debia a su a - Voy a tomar cafe. l gunto Calixto alejandoSC! -No, hoy no. Sigo a -No te pases, Emes1 otra habitacion. -No me voy a pasar.' sejos de borracho arrepel Calixto regreso a la 51 en los labios. Sonrio mil - En los buenos ti~ te noqueaba. Con ellOl olvido?
ubiera una botella del ~or. En la comida pc y oloroso a frutas, ba ahora el re
.. =
o.
observ6 un movi . cOmo se asomaba Ie asombraba que "par quince afios ia2 una sola cana. .....t6 el hombre, y ~o se acerc6 ~at3s hoy? !ll'JSbO con la mano la ~
~
Limo de la £inca, pues Bas: 10 mismo traba ifa las vacaciones del
a-m
0 se dedicaba a esos dlas, por in ..... a Ia senora He de so esposo-, era de la finca con el quedara solo en la lin no era la confirma I viejo, {que cofio era? aDos, desde los dicaba a meter alcohol 10 y Joe Rusell a com
I:D
mmta
prarselo. Muchas veces bebieron juntos en el Sloppy Joe's y en su casa del cayo, ya elle gustaba oir las his torias de aquel cubano recio y de ojos tremendamen te negros, que en tiempos de la ley seca habia atrave sado mas de doscientas veces el canal de la Florida para introducir ron cubano en el sur de Estados Uni dos y hacer felices a muchas personas. Luego habian dejado de verse, y cuando el empez6 a visitar La Ha bana y a deambular por sus calles, supo que Calixto es taba preso por haber matado a un hombre durante una pelea de borrachos en un bar de los muelles. Cuando sali6 de la drcel, en 1947, se habian encon trado casualmente en la calle Obispo y, al saber de los apuros en que andaba Calixto, el Ie ofrecio trabajo, sin imaginar que ocupacion podia dade. Desde en tonces Calixto merodeaba por su propiedad, empe fiado en hacer algo Util para retribuir su salario y el favor que Ie debia a su amigo escritor. -Voy a tomar cafe. {Q!Iieres que te sirva? -pre gunto Calixto alejandose ya hacia la cocina. -No, hoy no. Sigo con el vino. -No te pases, Emesto -dijo el hombre desde la otra habitacion. -No me voy a pasar. Y vete al carajo con tus con sejos de borracho arrepentido... Calixto regreso a la sala con un cigarro encendido en los labios. Sonrio mientras Ie hablaba a su patron. -En los buenos tiempos de Cayo Hueso siempre te noqueaba. Con el ron y con el vodka. {O ya se te olvido? 33
- Ya nadie se acuerda de eso. Yo menos que nadie. -Nada mas me ganabas con la ginebra. Pero esa es bebida de maricones. -Si, eso dedas cuando te meabas encima de tan to beber... -Bueno, me voy. Me llevo un vasa con cafe -anun cio-. ~Hago yo el recorrido? -No, mejor 10 hago yo. -~Te yeo luego? -Si, nos vemos luego. Si Miss Mary hubiera estado en casa, despues de la comida y la conversacion, el habda leido unas po cas paginas de algun libro -quizas la edicion recien llegada de El higado y sus enfermedades, del tal H.P. Himsworth, que tan brutalmente explicaba sus do lencias hepaticas y sus desalentadoras consecuencias-, mientras bebia la copa permitida, por 10 general del vino sobrante de la comida. Miss Mary jugaria a ca nasta con Ferrer y con Valerie, y el, desde su mutismo, disfrutada del perfil de aquella muchacha a la cual, habilidosamente, Miss Mary se habia llevado con ella arguyendo que necesitaba su ayuda para ciertos tra mites legales y bancarios que debia realizar en Nueva York. AI fin y al cabo, un leon viejo sigue siendo un leon. Despues de beber el vino y de leer un poco, el no habda estado mucho rata levantado: pronto dada las buenas noches, y dejada en la sala a Ferrer, Valerie y Miss Mary, pues todos sabian que ahora se habia convertido en habito acostarse alrededor de las once, hiciera 0 no el recorrido por la finca... Tanta rutina, 34
hechos repetidos, cos~ bles, Ie paredan el indiccJ de vejez prematura, por, autoenganarse con una sc ante la literatura que no. tos de Pads, cuando no sa ni quien los leeria y lw: como si en ella Ie fuera ~ -Aqui tiene el vino, P. -Gracias, hijo. Sobre el pequeno bar. Raul acomodo la botella j pia, de vidrio labrado. Aul ano 1941, apenas inst:ala4 esposa, Raul jamas se hoi nada a proposito del vinq ida de lengua con Miss ~ tan absoluta como la de ( diente perruno que la ~ De todos sus empleados l mas queda y el unico q1U como si en realidad el fuer. sentidos 10 habia sido. -Papa, ~esta seguro de otra vez? -Si, Raul, no te preoa -Si, Dolores les lleva SII da a los perros. Black Dog. esta como nervioso. Haoll por alIa atras. Yo baje ~
eso. Yo menos que nadie. con la ginebra. Pero esa
lUll vasa
• ! t
con cafe -anun-
do en easa, despues de
B habria leido unas po
lio -quizas la edici6n recien
lIS
mfermedades, del tal H.P.
lItilImente explicaba sus do ~tadoras consecuencias-, pamitida, por 10 general del IIida. Miss Mary jugaria a ca ~e, y el, desde su mutismo, ~na muchacha a la cual, Ie habia llevado con ella III ayuda para ciertos tra debia realizar en Nueva leOn viejo sigue siendo un .. rno y de leer un poco, el b3to levantado: pronto dada Iiria en la sala a Ferrer, Valerie 15 sabian que ahora se habia DStarse alrededor de las once, t) por la finca... Tanta rutina,
hechos repetidos, costumbres asumidas, actos previsi bles, Ie parecian el indice mas definitivo de su estado de vejez prematura, por eso Ie resultaba agradable autoenganarse con una sensaci6n de responsabilidad ante la literatura que no sentia desde los anos remo tos de Pads, cuando no sabia quien editada sus libros ni quien los leeda y luchaba contra cada palabra como si en ello Ie fuera la vida. -Aqui tiene el vino, Papa. -Gracias, hijo. Sobre el pequeno bar colocado junto al butac6n, Raul acomod6 la botella descorchada y la copa lim pia, de vidrio labrado. Aun cuando 10 servia desde el ano 1941, apenas instalado en la casa con su tercera esposa, Raul jamas se hubiera atrevido a comentade nada a prop6sito del vino y el sabia que tampoco se ida de lengua con Miss Mary. La fidelidad de Raul era tan absoluta como la de Calixto, pero con un ingre diente perruno que la hacia mas sosegada y retraida. De todos sus empleados era el mas antiguo, al que mas queda y el unico que al decide «Papa» 10 hacia como si en realidad el fuera su padre, pues en muchos sentidos 10 habia sido. -Papa, ~esta seguro de que se quiere quedar solo otra vez? -Si, Raul, no te preocupes. ~Comieron los gatos? -Si, Dolores les llev6 su pescado y yo Ie di la comi da a los perros. Black Dog fue el que no quiso comer, esta como nervioso. Hace un rato estuvo ladrando por alla atras. Yo baje hasta la piscina y no vi a nadie.
35
-Yo Ie doy algo. Conmigo siempre come. - Es verdad, Papa. Raul Villarroy tomo la botella y sirvio hasta la mi tad la copa de vino. El Ie habia ensenado a dejarla abierta unos minutos antes de servir, para que la be bida respirara y se asentara. -~ Q!1ien hace el recorrido? -Yo 10 hago. Ya se 10 dije a Calixto. -~De verdad quiere que me vaya y quedarse solo? -Si, Raul, no hay problemas. Si me hace falta te llamo. -No deje de llamarme. Pero de todas maneras mas tarde yo doy una vuelta. -Estas igual que Miss Mary... Vete tranquilo, yo no soy ningun viejo inutil. -Yo 10 se, Papa. Bueno, duerma bien. Manana es toy aqui a las seis para el desayuno. -~Y Dolores? ~Por que no 10 prepara ella, como siempre? -Si no esta Miss Mary, debo estar yo. - Esta bien, Raul, como quieras. Buenas noches. -Buenas noches, Papa. ~Esta bueno el vino? -Es excelente. -Me alegro. Ya me voy. Buenas noches, Papa. -Buenas noches, hijo. En verdad tenia un sabor excelente aquel Chianti. Era un regalo de Adriana Ivancich, la condesita ve neciana de quien se habia enamorado unos pocos anos atras y a la cual convirtio en la Renata de Al otro lado del rio y entre los arboles. Beber aquel Chian 36
ti oscuro Ie recordaba" la muchacha, y eso 10 ftI timiento de culpa por d sejable. Si quiere seguir vivie Ie habian advertido FcI presion sanguinea andal se podia agravar, el higac recuperado de los acci" do en Africa, y la vista: facultades si no se cuidl dades y prohibiciones ell ~Y las corridas de torod Es que debia volver al nI corridas y a su ambienU de Muerte en fa tarde, que copa hasta el fondo y Ii surro del vino rojo conti no pudo recordar, aunql de sus aventuras. ~ Q!1e c descubrio ante una terrib en la cual trataba de no aventuras ni recordar, i chacho? Sus biografos y los c destacar de su vida el gd las situaciones extremas, ~ consideraban un hombre otros un payaso en busca I grosos capaces de anadirll
lllUgo Slempre come. t ~ botella y sirvi6 hasta la mi
le habia ensenado a dejarla
IIa de servir, para que la be-
in.
mido?
• dije a Calixto.
pe me vaya y quedarse solo?
.-oblemas. Si me hace falta
~
It. Pero de todas maneras mas
Mary... Vete tranquilo, yo IiI.
IS
duerma bien. Manana es
It desayuno.
iuC no 10 prepara ella, como
110,
'
4ebo estar yo.
~
Buenas noches. ."iEstibueno el vino?
.' Bocnas naches, Papa.
ia.
IIbor excelente aquel Chianti.
lIa Ivancich, la condesita ve
lIbia enamorado unos pocos IDnvirti6 en la Renata de Al • tbfJoles. Beber aquel Chian
ti oscuro Ie recordaba el sabor recio de los labios de la muchacha, y eso 10 reconfortaba y borraba el sen timiento de culpa por estar bebiendo mas de 10 acon sejable. Si quiere seguir viviendo, ni bebidas ni aventuras, Ie habian advertido Ferrer y los otros medicos. La presi6n sanguinea andaba mal, la diabetes incipiente se podia agravar, el higado y los rinones no se habian recuperado de los accidentes aereos que habia sufri do en Africa, y la vista y el oido iban a perder mas facultades si no se cuidaba. Aquel saco de enferme dades y prohibiciones era 10 que iba quedando de el. ~y las corridas de toros? Si, pero sin ningun exceso. Es que debia volver al ruedo, necesitaba regresar a las corridas y a su ambiente para terminar la reescritura de Muerte en la tarde, que se hada tan diflcil. Bebi6 la copa hasta el fondo y se sirvi6 otra porci6n. El su surro del vino rojo contra el cristalle evoc6 algo que no pudo recordar, aunque tenia relaci6n con alguna de sus aventuras. ~Q!te carajos sera?, se pregunt6 y se descubri6 ante una terrible evidencia, conocida, pero en la cual trataba de no pensar: si no podia correr aventuras ni recordar, ~de que vas a escribir, mu chacho? Sus bi6grafos y los criticos siempre insistian en destacar de su vida el gusto por el peligro, la guerra, las situaciones extremas, la aventura, en fin. Dnos 10 consideraban un hombre de acci6n devenido escritor, otros un payaso en busca de escenarios ex6ticos 0 peli grosos capaces de anadirle resonancia a 10 que el artis 37
ta escribia. Pero todos habian contribuido a mitificar, desde el elogio 0 desde la cdtica, una biografia que, coincidian en esto, el mismo se habia fabricado con sus acciones por medio mundo. La verdad, como siem pre, soHa ser mas complicada y terrible: sin mi biogra fia no hubiera sido escritor, se dijo, y observo el vino a trasluz, sin beberlo. £1 sabia que su imaginacion siempre habia sido escasa y mentirosa, y solo contar las cosas vistas y aprendidas en la vida Ie habia per mitido escribir aquellos libros capaces de rezumar la veracidad que el Ie exigia a su literatura. Sin la bohe mia de Pads y las corridas de toros no habda escrito Fiesta. Sin las heridas de Fossalta, el hospital de Mi Ian y su amor desesperado por Agnes von Kuroswsky, jamas habda imaginado Adi6s a las armas. Sin el safa ri de 1934 y el sabor amargo del miedo sentido ante la proximidad letal de un bufalo herido, no hubiera po dido escribir Las verdes colinas de Africa, ni dos de sus mejores relatos, «La breve vida feliz de Francis Ma comber» y «Las nieves del Kilimanjaro». Sin Cayo Hueso, el Pilar, el Sloopy Joe's, el contrabando de al cohol y algunas historias contadas por Calixto, no hu biera nacido Tener y no tener. Sin la guerra de Espana y los bombardeos y la violencia fratricida y su pasion por la desalmada Martha Gelhom no hubiera escrito jamas La quinta columna y Par quiin doblan las campa nas. Sin la segunda guerra mundial y sin Adriana Ivan cich no existida Alotro lado del rio y entre los arboles. Sin todos los dias invertidos en el Golfo y sin las agujas que pesco y sin las historias de otras agujas tremendas 38
y plateadas que oyo con mar nunca hubiera nacic:l brica de truhanes» que Ie marinos nazis, sin Finca tragos y sus personajes, y que alguien en Cuba reah ra escrito Islas en el GogiJ Muerte en la tarde? ~y 10 ~y esta maldita historia de ga a fIuir como debe y se sabia: debia hacerse de w literatura, tenia que luch. poder escribir. -No, cono, no me in, alta y no Ie gusto su PIOJ silencio. Y vacio hasta el j Con la botella de ClW en la mano camino hasta J hacia el jardin y hacia la D hasta sentir dolor, tratand como los felinos africanos. de 10 previsible, mas alla d ner algun encanto a los aD no podia ser el horror de I dicamentos, de los olvido dolores y la rutina. De 10 I vencido, destrozandolo si el, que habia proclamadoi destruido, pero jamas dem ca y mentira, penso, y se'~
WJian contribuido
a mitificar, aitica, una biografla que, IiII-o se habia fabricado con 1Imdo. La verdad, como siem y terrible: sin mi biogra Ie dijo, y observ6 el vino ubia que su imaginaci6n :mentirosa, y s610 contar . . . at Ia vida le habia per . . . capaces de rezumar la .-so literatura. Sin la bohe de toms no habria escrito lie Fossalta, el hospital de Mi ~o por Agnes von Kuroswsky, iD AJiWs a las armas. Sin el safa IIaIgo del miedo sentido ante la ~bUfalo herido, no hubiera po t t:Dlinas de Africa, ni dos de sus ~e vida feliz de Francis Ma .' del Kilimanjaro». Sin Cayo .."Joe's, el contrabando de al II- contadas por Calixto, no hu _ . Sin la guerra de Espana y !"iolencia fratricida y su pasi6n ilia Gelhom no hubiera escrito . . y Por quiin doblan las campa bel mundial y sin Adriana Ivan ~ 1IuJo del rio y entre los arboles. Sin los en el Golfo y sin las agujas Iiorias de otras agujas tremendas
y plateadas que oy6 contar a los pescadores de Coji mar nunca hubiera nacido El viejo y el mar. Sin la «fa brica de truhanes» que le acompanaron a buscar sub marinos nazis, sin Finca Vigia y sin el Floridita y sus tragos y sus personajes, y sin los submarinos alemanes que alguien en Cuba reabasteda de petr61eo, no hubie ra escrito Islas en el GolfO. ~y Paris era una fiesta? ~y Muerte en la tarde? ~y los cuentos de Nick Adams? ~y esta maldita historia de Eljardin del Edin que se nie ga a fluir como debe y se alarga y se pierde? .. El si 10 sabia: debia hacerse de una vida para hacerse de una literatura, tenia queluchar, matar, pescar, vivir para poder escribir. -No, cono, no me invente una vida -dijo en voz alta y no le gust6 su propia voz, en medio de tanto silencio. Y vaci6 hasta el final la copa de vino. Con la boteHa de Chianti bajo el brazo y la copa en la mano camin6 hasta la ventana de la sala y mir6 hacia el jardin y hacia la noche. Esforz6 los ojos, casi hasta sentir dolor, tratando de ver en la oscuridad, como los felinos africanos. Algo debia existir, mas aHa de 10 previsible, mas aHa de 10 evidente, capaz de po ner algiln encanto a los anos finales de su vida: todo no podia ser el horror de las prohibiciones y los me dicamentos, de los olvidos y los cansancios, de los dolores y la rutina. De 10 contrario la vida 10 habria vencido, destrozandolo sin piedad, precisamente a el, que habia proclamado que el hombre puede ser destruido, pero jamas derrotado. Pura mierda: ret6ri ca y mentira, pens6, y se sirvi6 otra copa del vino. 39
Necesitaba beber. Aquella amenazaba ser una mala noche. Pero fue dos afios despues cuando al fin com prendio que si Miss Mary hubiera estado en casa, qui zas aquella noche de miercoles no hubiera sido la no che que dio inicio al final de su vida.
Sobre el viejo porton un cartel, sucio y de leo: CERRADO POR INVENTARIO
iDe donde cofio 10 habr. Conde, tambien intrigad4 original mandado a colo aquel mismo porton de F. TORS WILL NOT BE RECEM
como si solo del mundo ou a aquel remoto paraje hal dos. Los que hablaban om mafias? £1 Conde empu~ tinca convertida en museo cia la casa donde mas anOl su fama, y por donde pasal mas celebres de su tiempo J bellas del siglo. Nada mas poner un pi iiablemente literario, inaUl rias palmeras sin duda Conde sintio que volvia ai ria que hubiera preferido Ii
naa.
40
mazaba ser una mala
J- cuando al fin com
mado en casa, qui hubiera sido la no Yida. ~ ~.
Sobre el viejo porton de madera habian colgado un cartel, sucio y de letras desvaidas, que advertia: CERRADO POR INVENTARIO. DISCULPEN LAS MOLESTIAS.
~De
~
~
~~
Ik>
k ~
'.
"
"
donde cofio 10 habrcin sacado?, se pregunto el Conde, tambien intrigado por el destino del cartel original mandado a colocar por Hemingway sobre aquel mismo porton de Finca Vigia: UNINVITED VISI TORS WILL NOT BE RECEIVED, asi, tajante y en ingles, como si solo del mundo angloparlante pudieran llegar a aquel remoto paraje habanero visitantes no invita dos. Los que hablaban otras lenguas, ~que eran?, ~ali mafias? El Conde empujo una de las puertas de la finca convertida en museD y comenzo su ascenso ha cia la casa donde mas afios habian vivido el escritor y su fama, y por donde pasaron algunos de los hombres mas celebres de su tiempo y algunas de las mujeres mas bellas del siglo. Nada mas poner un pie en aquel territorio entra fiablemente literario, inaugurado por una manga y va rias palmeras sin duda nacidas antes que la casa, Mario Conde sintio que volvia a un santuario de su memo ria que hubiera preferido mantener enclaustrado, a la 41
custodia de una nostalgia amable y contenida. Mas de veinte anos llevaba sin visitar -siempre sin ser invita do- aquel lugar, al cual, decenas de veces, h~bia as cendido en casi solemne procesion: eran los tlempos ya remotos en que se empenaba tambien el en_ ser es critor y el mito del viejo leopardo de la montana, con sus historias de guerras y cacerias a cuestas, con sus cuentos afilados como navajas y sus novelas cargadas de vida con sus dialogos tan aparentemente simples y a la ~ez tan profundos, fueron el modelo ,ideal de 10 que podia ser la literatura y de 10 que deb.la ser un hombre con una vida hecha por y para esa ltteratura. En aquellos dias habia leido cada uno de sus libros, va rias veces, y otras muchas se habia asomado a las ven tanas de la casona habanera convertida en museo poco despues de la muerte de su propietario, para perseguir el espiritu del hombre entre los pequenos y gra~des trofeos de los cuales se rodeo a 10 largo de los anos. De todas las excursiones emprendidas a la casa de Hemingway durante aquellos tiempos empenados en parecer mejores, el Conde record~ba con dolor ~spe cial la que organizo con sus amlgos del preumver sitario. En su mente sobrevivian aun detalles muy precisos: habia sido un sabado, por la ~anana, y el punto de cita fue precisamente la escalmata del ~re. El flaco Carlos, cuando todavia era flaco; Dulclta, que era la novia del Flaco; And~e~, que era u~ bue~ pelotero y ya sonaba con ser medICo y no sona?a. S,I quiera con la posibilidad de que alguna vez de~l~lfla irse de Cuba; el Conejo, con su mania de reescnblr la 42
historia; Candito el Raja, luciente, dueno ya de la ~ var dos litros de ron en la mosa que dolia, convertic y de la muerte de Mario ( amigos fueron la corte d aquella peregrinacion y t morando el asombro de T gar, la alegria de Andres pc se obtenia desde la torre de nejo por la cantidad de tI las paredes, y la admiraci61 que un solo hombre pod& tenia tan poca. Y tambien ~ gria, la nada misteriosa del cita, quienes media hora ~ po brotaron de un matorral cumplida la que entonces c: vida: templar siempre qUt una manana hermosa y el • terado, adorador a fondo dl gos alrededor de la piscina 1 tellas de ron, les leyo comp) corazones», su preferido ei Hemingway. Mientras ascendia el call pido follaje de palmas, ceib Conde trato de despojarse d del cual apenas quedaba bI su memoria y la certeza de::
mabie y contenida. Mas de • -siempre sin ser invita de veces, habia as iDcai6n: eran los tiempos tambien el en ser es ~ de la montana, con I.:aus a cuestas, con sus • y sus Dovelas cargadas ~tanente .simples . cl modelo ideal de 'Y'_cIe 10 que debia ser un lJOI" y para esa literatura. ~ada uno de sus libros, va • habia asomado a las ven aconvertida en museD poco ~propietario, para perseguir IK los pequenos y grandes IrQ a 10 largo de los anos. - :aDpIeDdidas a la casa de 1icmpos empenados en COD dolor espe del preuniver . aDD detalles muy ,• por la manana, y el la escalinata del Pre. ~ era flaco; Dulcita, J Andres, que era un buen iIer medico y no sonaba si Ie que alguna vez decidiria III so mania de reescribir la
Ia:cnas
S
i~
r~\"
historia; Candito el Rojo, con su afro azafranado y re
luciente, dueno ya de la sabiduria vital que Ie hizo lle var dos litros de ron en la mochila; y Tamara, tan her mosa que doHa, convertida ya en el amor de la vida y de la muerte de Mario Conde. Sus viejos y mejores amigos fueron la corte del aprendiz de escritor en aquella peregrinacion y todavia el disfrutaba reme morando el asombro de Tamarapor la belleza dellu gar, la alegria de Andres por la vista de La Habana que se obtenia desde la torre de la casa, el disgusto del Co nejo por la cantidad de trofeos de caza colgados de las paredes, y la admiracion de Candito el Rojo al ver que un solo hombre podia tener tanta casa cuando el tenia tan poca. Y tambien recordaba, con dolor y ale gria, la nada misteriosa desaparicion de Carlos y Dul cita, quienes media hora despues de separarse del gru po brotaron de un matorral felices y sonrientes, recien cumplida la que entonces era su primera mision en la vida: templar siempre que hubiera un chance. Fue una manana hermosa y el Conde, impertinente y en terado, adorador a fondo del escritor, sento a sus ami gos alrededor de la piscina y, haciendo circular las bo tellas de ron, les leyo completo «El gran rio de los dos corazones», su preferido entre todos los cuentos de Hemingway. Mientras ascendia el camino sombreado por el tu pido follaje de palmas, ceibas, casuarinas y mangos, el Conde trato de despojarse de aquel recuerdo agridulce del cual apenas quedaba la persistencia adolorida de su memoria y la certeza de como el tiempo y la vida 43
podian matarIo casi todo, pero s610 consigui6 des prenderse de sus tentaculos cuando pudo distinguir al fin la estructura blanca de la casa y de la torre que Mary Hemingway habia ordenado construir para que en ella trabajara su marido y que termin6 siendo la cue va de los cincuenta y siete gatos contabilizados en la finca. A su izquierda, detras de la hondonada donde estaba la piscina, trat6 de entrever algun detalle de la figura del Pilar, sacado del agua mas de treinta aiios atras y convertido tambien en pieza de museo. La casa, con todas sus puertas y ventanas cerradas, sin turistas ni curiosos ni aprendices de cuentista asoma dos a la intimidad detenida del escritor, Ie pareci6 al Conde un fantasma blanco, salido del mundo de los muertos. Pero apenas la mir6 un instante, y sigui6 la estrecha ruta de asfalto hacia la parte alta de la pro piedad, de donde Ie llegaban voces y el murmullo arritmico de picos y palas empeiiados en interrogar a la tierra. Lo primero que vio fueron las rakes de la manga derribada. Eran como los cabellos de Medusa, hirsu tos y agresivos, clamando al cielo inalcanzable de donde Ie habia llegado la muerte y por la cual se ha bia revelado otra muerte. Un poco mas alla, en una fosa que ya se extendia varios metros, descubri6 las cabezas de tres hombres, sobre las cuales se levanta ban el pico y las palas, para que la tierra volara hacia una pequeiia montaiia oscura que amenazaba tra garse una fuente de donde no brotaba agua hada mi les de aiios. EI Conde se acerc6 en silencio y recono
44
ci6 a dos de sus antiguos cai po y el Greco, propietarios ~ en un intenso dialogo, miel desconocido era el encargad4 -La ultima vez que los .. hueco. Los hombres, sorprendida -Pa' su madre -dijo el G esta ahi. EI hombre del pico taml trabajo y miraba con curiosid cia el cual ya se dirigian sus de soltar sus palas. -No me digas que vol~ mientras trataba de salir del h habian pasado a igual velocid ahora eran unos polidas cuai que quizas deberian estar edul -Ni que yo estuviera loco. les daba una mano para auxiJj -~Cuantos aiios, Conde? como si el Conde tambien fue -Una pila. Ni los cuent~ -Coiio, que bueno verte. ] -~y quien es ese que esti·~ t6 el Conde. -EI cabo Fleites. -~Tan viejo y nada mas es' -Imaginate, es cojo y mM pero agarra unas curdas de aplI
I: ~
pero solo consiguio des cuando pudo distinguir Ia casa y de la torre que • aarIo construir para que en .tamino siendo la cue . . . contabilizados en la . . . . Ia hondonada donde _vcr aJPn detalle de la mas de treinta mos CD picza de museo. La y ~tanas cerradas, sin ~hcs de cuentista asoma del escritor, Ie parecio al iD, salido del mundo de los iBm un instante, y siguio la iIIcia Ia parte alta de la pro iibm voces y el murmullo hmpcii.ados en interrogar a las rakes de la manga lIS' Dos de Medusa, hirsu -:"'CicIo inalcanzable de r- -Pile y por Ia cual se ha :. poco mas alia, en una ptirios metros, descubrio las Jde las cuales se levanta ka que la tierra volara hacia iscura que amenazaba tra IE no brotaba agua hacia mi .attrCo en silencio y recono,
r
~
~.
;.
cio a dos de sus antiguos compafieros policias, Cres po y el Greco, propietarios de las palas y enfrascados en un intenso dialogo, mientras un hombre para el desconocido era el encargado de cavar con el pico. -La ultima vez que los vi tambien estaban en un hueco. Los hombres, sorprendidos por la voz, se volvieron. -Pa' su madre -dijo el Greco-, pero mira quien esta ahi. £1 hombre del pico tambien habia detenido su trabajo y miraba con curiosidad al recien lIegado, ha cia el cual ya se dirigian sus dos compafieros, luego de soltar sus palas. -No me digas que volviste -se asombro Crespo, mientras trataba de salir del hoyo. Para ellos los afios habian pasado a igual velocidad que para el Conde y ahora eran unos policias cuarentones y con barriga, que quizas deberian estar echados al sol en una playa. -Ni que yo estuviera loco -dijo el Conde mientras les daba una mane para auxiliarIos en el ascenso. -~Cuantos afios, Conde? -el Greco 10 miraba, como si el Conde tambien fuera una pieza del museo. -Una pila. Ni los cuentes. -Cofio, que bueno vette. Manolo nos dijo... -~y quien es ese que esta en el hueco? -pregun to el Conde. -£1 cabo Fleites. -~Tan viejo y nada mas es cabo? -Imaginate, es cojo y miope. Y escribe poesias, pero agarra unas curdas de apaga y vamos... 4S
-Menos mal que llego a cabo -dijo el Conde y Ie hizo un saludo con la mano: si era tan borracho y hasta medio poeta como dedan, el cabo Fleites era de los suyos-. ~Ya encontraron algo? -Aqui no hay ni cuero, Conde -protesto Crespo. -~No me digas que fue a ti al que se Ie ocurrio esto de abrir mas huecos? -10 increpo el Greco. -Eh, tranquilo ahi: eso es cosa de tu jefe. Yo aqui no mando un carajo... -Asi que Manolito... Buena mierda de jefe. -A ver, diganme la verdad: ~quien era mejor jefe, Manolo 0 yo? El Greco y Crespo se miraron un instante. Pare dan dudar. Fue Crespo quien hablo. -Eso ni se discute, Conde: Manolo es panetela comparado contigo -y los dos rieron. -Malagradecidos que son... -Oye, Conde, ttl que eres tan sabido y medio es critor... -el Greco Ie puso una mano sucia en el hom bro y miro con soma hacia el cabo Fleites-, dice ad el colega que un dia Jemingiiey Ie dio dos patadas en el culo a su mujer porque sin pedide permiso corto una mata aqui en la tinea..., ~es verdad eso? -No fueron dos patadas..., fueron tres y un sopapo. Desde su sitio el cabo Fleites sonrio, orgulloso. -Ese tipo estaba loco -aseguro Crespo. -Si, un poco..., pero no tanto: yo lei un libro muy serio donde se dice que de vez en cuando dade unas patadas por el culo a la mujer de uno es un acto de sanidad matrimonial. 46
yo
-Para saber eso no ha Greco. -Bueno, ~y entonces ac -Despues que sacaron 1 de tela y 10 que quedaba I mas hay piedras y rakes. -Pero tiene que haber sentimiento. Miren, aqui m toco debajo de la tetilla ize dos hacia el dolor del prese quen mas. Busquen hasta q -i.Y si no aparece nada~ 1leg6 desde el fondo del hOJ -La tinea es grande. Algt puesta del Conde-. Voy a " tengo que entrar en la casa.", sacaron el cartel que pusieRl -De la pizzeria del pue~ .; Yirti6 el Greco. -Bueno, los yeo cuandol Conde inicio la retirada. -Oye, Conde -Ie grit6 (l sec polida, ~sabes? ; EI Conde sonrio y avanz& Ia finca, donde ahora funciOJi RO. EI director, un mulatOl Conde, se present6 como.J Ceo, amable y latoso. EI (71 mente de evitar su verbo~ norio queria demostrar
cua..
a cabo -dijo el Conde y Ie 1tJnano: si era tan borracho y .ck=ian , el cabo Fleites era de
Itt.. aIgo?
:Conde -protest6 Crespo. a ti at que se Ie ocurri6 • , Jtilnincrep6 el Greco. cosa detu jefe. Yo aqui ~
mierda de jefe.
......: (quien era mejor jefe,
, I
~ se miraron un instante. Pare
_qoien habl6.
tw -Conde: Manolo es panetela
~ 1m dos rieron.
~son.. ..
tan -sabido y medio es -1IDa mano sucia en el hom " , d cabo Fleites-, dice aca ~Ic"diodos patadas en el "'pcdide penniso cort6 una --wnIad cso? _ ,fucron tres y un sopapo. -~ 50006, orgulloso. -asegur6 Crespo. no tanto: yo lei un libro muy ~ de vez en cuando dade unas Ira mujer de uno es un acto de
ff
I.
eRS
I
I
[I
,I
-Para saber eso no hace falta leer -coment6 el Greco. -Bueno, ~y entonces aqui no aparece nada? -Despues que sacaron todos los huesos, un poco de tela y 10 que quedaba de los zapatos, aqui nada mas hay piedras y rakes. -Pero tiene que haber algo mas. Tengo ese pre sentimiento. Miren, aqui me 10 siento -y el Conde se toc6 debajo de la tetilla izquierda, metiendo los de dos hacia el dolor del presentimiento-. Asi que bus quen mas. Busquen hasta que aparezca algo. -~Y si no aparece nada? -Ia voz del cabo Fleites lIeg6 desde el fondo del hoyo. -La finca es grande. Algo va a aparecer -fue la res
puesta del Conde-. Voy aver al director del museo,
tengo que entrar en la casa... Y por cierto, ~de d6nde
sacaron el cartel que pusieron alIa fuera? -De la pizzeria del pueblo. Pero es prestado -ad virti6 el Greco. -Bueno, los yeo cuando terminen el hueco -yel Conde inici6 la retirada. -Oye, Conde -Ie grit6 Crespo-, mejor sigue sin ser polida, ~sabes? EI Conde sonri6 y avanz6 hacia el antiguo garaje de la finca, donde ahora funcionaba la direcci6n del mu seo. EI director, un mulato algo mas joven que el Conde, se present6 como Juan Tenorio, y result6 ser feo, amable y latoso. El ex polida trat6 inmediata mente de evitar su verborrea: como buen director, Te norio queria demostrar cuanto sabia sobre Heming 47
way, todo 10 que conoda sobre Finca Vigia y volun tariamente se propuso para servirle de guia. Del modo mas amable y claro que pudo, el Conde rechazo la oferta: aquella, su primera visita al interior de la casa del escritor, era un problema entre Hemingway y el, y necesitaba dirimirlo con tranquilidad y sin testigos. -Son las diez... ~Hasta que hora puedo estar alIa dentro? -Ie pregunt.o el Conde, despues de obtener las llaves de la casa. -Bueno, nosotros terminamos a las cuatro. Pero si usted... -No, yo salgo en un rato. Pero necesito que nadie me moleste. Y no se preocupe, no me voy a robar nada. Gracias. Y Ie dio la espalda al director del museo. El Conde subio los seis escalones que separaban el camino de los autos del rellano sobre el que se ele vaba la casa y respiro profundamente. Vencio los otros seis pasos que morian en la puerta principal, metio la llave y abrio. Cuando coloco un pie dentro de la casa, sintio que si movia el otro pie ya no ten dria posibilidades de retroceso y deseo, en ese instan te, cerrar la puerta y largarse de alIi. Pero movio el pie, estiro un brazo y hallo un in terruptor: encendio la luz de la sala. Ante sus ojos volvio a estar el panorama, tetricamente detenido en el tiempo, de 10 que fue una casa en donde vivieron personas, durmieron, comieron, amaron, sufrieron. Pero no solo por la evidencia de haber sido conver tido en un museo aquel sitio tenia un aire definitiva 48
mente irreal: la casa de VIgil de capilla consagrada, de PQ medida del personaje, mas ~ pezar, al Conde Ie resultabil existencia de miles de libfOll dibujos, dispuestos en am3ll les, balas, lanzas y cuchillo~ viles y acusadoras de algun~ hombria del escritor: sus tJ solo por el placer de matar, J de vivir peligrosamente. Ahora en la casa faltabu los mas valiosos, sacados de faltaban algunos papeles y C1 bian sido quemados por la 1 so a la finca, apenas muerto personas capaces de darle UI gar: los duenos, los sirvientes y los invitados especiales, y ~ capaz de traspasar la barrera algunos minutos de conversa la literatura norteamericana. ~ recordo Conde. Pero sobre tc lida fue abriendo una por un comenzando por la sala y fie los banos. El resplandor calic ficio el sitio, el olor de las flo en la casa, y por fin el CalM caba alIi. Sabia que no se tDI paz de aclararle la identidad I
fObrc Finca Vigia y volun pirie de guia. Del modo pdo, el Conde rechaz6 la al interior de la casa ·mtre Hemingway y el, IDnqnilidad y sin testigos. , -bora puedo estar alIa ~, despues de obtener
..
,....,.. a las cuatro. Pero si 1->; lID. Pcro necesito que nadie .cupe, no me voy a robar
r
liJa:tor del museo. .escalones que separaban ~o sobre el que se ele IDfimdamente. Venci6 los fa. en la puerta principal, coloc6 un pie dentro ,d otto pie ya no ten :Y dese6, en ese instan de alii. till brazo y hal16 un in ~ la sala. Ante sus ojos .. tCtricamente detenido en ~ casa en donde vivieron peron, amaron, sufrieron. IIcia de haber sido conver itio tenia un aire definitiva
mente irreal: la casa de Vigia siempre fue una especie de capilla consagrada, de puesta en escena, hecha a la medida del personaje, mas que del hombre. Para em pezar, al Conde Ie resultaba demasiado insultante la existencia de miles de libros y decenas de pinturas y dibujos, dispuestos en amarga competencia con fusi les, balas, lanzas y cuchillos, y con las cabezas inm6 viles y acusadoras de algunas victimas de los actos de hombria del escritor: sus trofeos de caza, cobrados s6lo por el placer de matar, por la fabricada sensaci6n de viv'ir peligrosamente. Ahora en la casa faltaban muchos de los cuadros, los mas valiosos, sacados de Cuba por Mary Welsh; faltaban algunos papeles y cartas que se aseguraba ha bian sido quemados por la viuda en su ultimo regre so a la finca, apenas muerto el escritor; y faltaban las personas capaces de darle un poco de realidad al lu gar: los duenos, los sirvientes, los invitados habituales y los invitados especiales, y algun que otro periodista capaz de traspasar la barrera de uninvited, para tener algunos minutos de conversaci6n con el dios vivo de la literatura norteamericana. Tambien faltan los gatos, record6 Conde. Pero sobre todo faltaba luz. El ex po licia fue abriendo una por una las ventanas de la casa, comenzando por la sala y llegando hasta la cocina y los banos. El resplandor caliente de la manana bene fici6 el sitio, el olor de las flores y de la tierra penetr6 en la casa, y por fin el Conde se pregunt6 que bus caba alIi. Sabia que no se trataba de alguna pista ca paz de aclararle la identidad del muerto aparecido en
49
el patio, y mucho menos la evidencia fIsica de alguna culpabilidad asesina. Buscaba algo mas distante, ya perseguido por el alguna vez y que, unos aftos atras, habfa dejado de buscar: la verdad -0 quizas la men tira verdadera- de un hombre llamado Ernest Miller Hemingway. Para comenzar aquel entendimiento difkil, el Conde cometio un sacrilegio museografico: se descal zo de sus propios zapatos y metio los pies en los vie jos mocasines del escritor, varios puntos mas grandes que los requeridos por el ex policia. Arrastrando los pies volvio a la sala, encendio un cigarro y se acomo do en la poltrona personal del hombre que se hacia llamar Papa. Cometiendo a gusto y conciencia aque llos actos de profanacion que jamas imagino pudiera realizar, el Conde estudio los oleos con escenas tauri nas y, sin proponerselo, recordo como su idilio con el escritor habfa tenido su epflogo con la revelacion de ciertas verdades sobre el fin de la vieja amistad entre Hemingway y Dos Passos. En realidad el Conde no habfa dejado de amar a Hemingway de un solo golpe, cuando entro en posesion de aquella informacion. La distancia se habfa ido forjando mientras el romanti cismo dejaba espacios al escepticismo y el entonces fdolo literario se Ie fue convirtiendo en un ser prepo tente, violento e incapaz de dar amor a quienes 10 amaban; cuando entendio que mas de veinte aftos conviviendo con los cubanos no bastaron para que el artista comprendiera un carajo de la isla; cuando asi milo la dolorosa verdad de que aquel escritor genial 50
era tambien un homb~ cionar a cada uno de los tJ wood Anderson, el homb Paris, hasta «el pobre» Sc reboso cuando supo del. se habfa portado con su John Dos Passos durante 1 panola, cuando Dos insist bre la muerte de su amigcl mingway Ie restrega en reunion publica, que Roll espfa y traidor a la causa ~ traspasar todos los Hmite$l hizo de Robles el modelo blan las campanas... AqueI J tad entre los dos escritom sian poHtica de Dos, COal Robles, demasiado conoa habfa sido, como Andreu vlctimas del terror estalitW de 1936 -mientras se cele sos de Moscu-, para asea en el bando republicano, ~ da de su ajedrez geopolitic en manos de los fascistas p tras el devoraba su tajada1 las republicas balticas. Del mentable, amplificada pt salido como un cobarde , dad, sin embargo, terminal
Ia evidencia fisica de alguna I:aba algo mas distante, ya ~
y que, unos anos atras,
·ftrdad -0 quizas la men Hamado Ernest Miller ~dimiento
dificil, el • muscogcifico: se descal .1IIdi6 los pies en los vie .-.ios puntos' mas grandes ex policia. Arrastrando los ~ un cigarro y se acomo ... del hombre que se hada • a gusto y conciencia aque [ que jamas imagino pudiera J los oleos con escenas tauri ~o como su idilio con el IipiIogo con la revelacion de de la vieja amistad entre -"En realidad el Conde no F .agway de un solo golpe, 'aquella infonnacion. La IIPado mientras el romanti . acq>ticismo y el entonces Iovirtiendo en un ser prepo it de dar amor a quienes 10 Ii6 que mas de veinte anos ImOS no bastaron para que el brajo de la isla; cuando asi i de que aquel escritor genial
l
era tambien un hombre despreciable, capaz de trai cionar a cada uno de los que 10 ayudaron: desde Sher wood Anderson, el hombre que Ie abrio las puertas de Paris, hasta «el pobre» Scott Fitzgerald. Pero la copa reboso cuando supo del modo cruel y sadico en que se habia portado con su antiguo camarada y amigo John Dos Passos durante los dias de la guerra civil es panola, cuando Dos insistia en investigar la verdad so bre la muerte de su amigo espanol Jose Robles, y He mingway Ie restrego en la cara, en medio de una reunion publica, que Robles habia sido fusilado por espia y traidor a la causa de la Republica. Luego, para traspasar todos los limites, con malignidad y alevosia, hizo de Robles el modelo del traidor en Por quiin do blan las campanas... Aquel habia sido el fin de la amis tad entre los dos escritores y el inicio de la reconver sion politica de Dos, cuando este llego a saber que Robles, demasiado conocedor de asuntos escabrosos, habia sido, como Andreu Nin, una de las primeras victimas del terror estalinista desatado en Espana des de 1936 -mientras se celebraban los pateticos proce sos de Moscu-, para asegurar la influencia sovietica en el bando republicano, al cual Stalin, en una movi da de su ajedrez geopolitico, enganaria y abandonaria en manos de los fascistas poco tiempo despues, mien tras el devoraba su tajada de Polonia y se engullia a las republicas baIticas. De aquella historia turbia y la mentable, amplificada por Hemingway, Dos habia salido como un cobarde y el como un heroe: la ver dad, sin embargo, terminaria por saberse, y con ella se 51
divulgaria hasta que punto Hemingway y su credula vanidad fueron instrumentos en manos de los artifi ces de la propaganda y las ejecuciones estalinistas de aquellos tiempos amargos. Un mal sabor en la boca Ie subia a Conde cada vez que recordaba' aquel epi sodio tenebroso, y ahora, en medio de tantas cosas compradas, cazadas, recibidas como obsequios por el dueiio de aquella casa esplendorosa, capaz de matar de envidia a todos los escritores del mundo, el Conde conduyo que Ie gustaria encontrar una pista con la minima posibilidad de conducirlo hacia la culpabili dad de Hemingway: no estaria mal, despues de todo, que fuera un vulgar asesino.
La lluvia llego con el mediodia. Tras las ventanas cerradas y con la luz apagada, el Conde habia sentido la agresion del hambre y la molicie del calor estival y se habia echado en la cama del cuarto de Mary Welsh a esperar el fin del chaparron. ~ Cuantas veces se ha bria hecho el amor en esta cama? ~Cuantas la habrian profanado algunos de los empleados del museo para sus correrias extramatrimoniales? Su registro dellugar habia durado apenas dos horas, pero Ie bastaron para convencerse de que necesitaba saber mucho mas so bre la historia de los huesos hallados si pretendia que alguno de los objetos 0 papeles alH existentes, dueiio cada uno de su propia historia y de un lugar en la his 52
toria de Hemingway, Ie hah cido, de algtin modo reveb bargo, Ie habia confirmado I resultaba previsible: en aqu libros capaces de alcanzar I mercados habaneros para 10 Luego, que Hemingway deb quista si era cierta la histon con la Royal Arrow portatil escribir -bien 10 sabia el C
to Hemingway y su credula IJIDentos en manos de los artifi ~ ejecuciones estalinistas de . . . . Un mal sabor en la boca RZ que recordaba' aquel epi en medio de tantas cosas "iWbs mmo obsequios por el iDfrndotosa, capaz de matar • .ile ftS del mundo, el Conde enmntr.lr una pista con la .moducirlo hacia la culpabili - ataria mal, despues de todo, _sino. r ~~
r:: i'
.. d mediodia. Tras las ventanas ......' el Conde habia sentido t a moIicie del calor estival y at. del awto de Mary Welsh t. 'w iCamus veces se ha p... ama? iCuantas la habrian cmpleados del museo para .-.....wes? Su registro dellugar ~ horas, pero Ie bastaron para -=csitaba saber mucho mas so lImesos hallados si pretendia que I 0 papeles alIi existentes, dueiio ia historia y de un lugar en la his
toria de Hemingway, Ie hablara en un lenguaje cono cido, de alglin modo revelador. La pesquisa, sin em bargo, Ie habia confirmado tres sospechas. La primera resultaba previsible: en aquella: casa existian algunos libros capaces de alcanzar magnificos precios en los mercados habaneros para los que el Conde trabajaba. Luego, que Hemingway debia de tener algo de maso quista si era cierta la historia de que escribia de pie, con la Royal Arrow portatil sobre un librero, porque escribir -bien 10 sabia el Conde- es de por si bastan te dificil como para convertirlo en un reto fisico, ade mas de mental. Y, para terminar, que a su masoquismo Hemingway podia agregar algo de sadismo, pues to das aquellas cabezas muertas, diseminadas por las pa redes de la casa, arrastraban demasiado sabor a sangre derramada en vano y a violencia por el placer de la violencia como para no sentir cierta repulsion hacia el autor de tanta muerte vana. Eran cerca de las cuatro cuando los golpes en la puerta 10 despertaron y, como un sonambulo, el Con de fue hasta la sala y se topo con el rostro nervioso del director del museo. -Pense que Ie habia pasado algo. -No, es que me aburri. -lEncontro algo? - Todavia no se. lYa escampo? -Estel escampando. -lY los polidas? -Se fueron cuando empezo allover. Aquello es una laguna. 53
-~Usted
va para La Habana? -Si, para Santos Suarez. -~Me adelanta? -se arriesgo el Conde. Tal como 10 temia, Tenorio hablo todo el tiempo: en verdad pareda conocer al dedillo la vida cubana de Hemingway y no tenia pudores para presentarse como un admirador irresoluto del escritor. Bueno, para vivir con eI y de el, es 10 mejor, penso el Con de y 10 dejo hablar, mientras acumulaba las informa ciones en su cerebro embotado por la debilidad y el sueno. -A nosotros, los hemingwayanos cubanos, nos in teresa mucho que todo esto quede bien claro. Por 10 menos yo estoy seguro de que el no fue ... -~Los hemingwayanos cubanos? ~Q1e es eso, una logia 0 un partido? -Ni una cosa ni la otra: somos gentes a las que nos gusta Hemingway. Y hay de todo: escritores, perio distas, maestros y amas de casa y jubilados. -~Y que hacen los hemingwayanos cubanos? -Pues nada, leer a Hemingway, estudiarlo, hacer coloquios sobre su vida. -~Y quien dirige eso? -Nadie..., bueno, yo un poco organizo a la gente, pero no los dirige nadie. - Es la fe por la fe, pero sin curas ni secretarios generales. No esta mal eso -admitio el Conde, admi rado por la existencia de aquella cofradia de credulos independientes en un tiempo de incredulos sindicali zados. 54
-No es fe, no. Es que d ogro que a veces pintan. Y UI EI Conde debio medital ponder. - Lo fui, pero devolvi eI -~Y es polida 0 no es II - Tampoco. Es decir, ya -~Y entonces que cosa e -Ojala 10 supiera... Pori 10 que no quiero sere Y una ~ ser es polida: he visto dema de puta cuando su trabajo jos de puta. Ademas, ~ha vi tetico que un polida? -Es verdad -admitio Te - Y como hemingwayanl sa usted de esta historia? -Lo que paso con ese b terio. Pero estoy seguro de mato. Lo se porque he hahL que 10 conocieron. Hable D cuando estaba vivo, con Ru y tambien con Toribio Her los gallos de Hemingway... . -~Toribio el Tuzao? {Est no el Conde. Por su cuent hombre debia de andar pol vez mas. -Vivo y cuenta cosas teD! que es un poco mentiroso ~
IJNnicsg6 el Conde. ~o habl6 todo el tiempo: '- at deditio la vida cubana , pudores para presentarse to d~1 escrito~. Bueno, . 10 me.Jor, penso el Con . acumulaba las informa por la debilidad y el
~
~ayanos
cubanos, nos in It c:sto quede bien claro. Por 10 • de que el no fue ... ~ cubanos? (Q!Ie es eso, una
atra: somos gentes a las que nos bay de todo: escritores, perio . de: casa y jubilados. iDiogwayanos cubanos? tI rin&way, estudiarlo, hacer
... poco organizo a la gente,
,. pero sin curas ni secretarios ~ cso -admiti6 el Conde, admi ~ aquella cofradia de credulos liempo de incredulos sindicali
1 I)
I.:
....
'..i..~
~
~
I'
i"
-No es fe, no. Es que era un gran escritor y no el ogro que a veces pintan. Yusted, (no es hemingwayano? El Conde debi6 meditar un instante antes de responder. -Lo fui, pero devolvi el camet. -(Yes polida 0 no es polida? - Tampoco. Es decir, ya tampoco soy polida. -(V entonces que cosa es? Vaya, si se puede saber. -Ojala 10 supiera... Por 10 pronto estoy seguro de 10 que no quiero ser. Y una de las cosas que no quiero ser es polida: he visto demasiada gente volverse hijos de puta cuando su trabajo debia ser joder a los hi jos de puta. Ademas, (ha visto usted algo mas anties tetico que un polida? -Es verdad -admiti6 Tenorio luego de pensarlo. - Y como hemingwayano convencido, (que pien sa usted de esta historia? -Lo que paso con ese hombre muerto es un mis terio. Pero estoy seguro de que Hemingway no 10 mat6. Lo se porque he hablado mucho con los viejos que 10 conocieron. Hable mucho con Raul Villarroy cuando estaba vivo, con Ruperto, el patron del Pilar, y tambien con Toribio Hernandez, el encargado de los gallos de Hemingway... -(Toribio el Tuzao? (Esta vivo todavia? -se extra fi6 el Conde. Por su cuenta y sus recuerdos, aquel hombre debia de andar por los doscientos afios, tal vez mas. -Vivo y cuenta cosas terribles de Hemingway, aun que es un poco mentiroso y dice 10 que Ie parece... 55
Pues hablando con esa gente me di cuenta de que He mingway era mejor persona de 10 que pareda. A to dos ellos el les habia hecho algun gran favor en la vida. Yaqui incluyo a muchos de sus amigos. A to dos los empleados les habia hecho favores muy con cretos: a unos les habia perdonado faltas graves y los habia dejado trabajando en la finca, a otros los ayudo en situaciones dificiles. Y les pagaba muy bien. Por eso casi todo el que trabajaba con el era capaz hasta de matar si Papa se 10 pedia. -~Tambien de matar? -Es un decir... -el director comprendio que qui zas se habia excedido y ajusto la mira de su disparo-. Pero si, algunos de ellos yo creo que eran capaces de morirse por el. -Eso suena a Vito Corleone. Te hago un favor y luego eres mi incondicional. Es una manera de com prar a la gente. -No, la cosa no es asL -A ver, convenzame... -Raul Villarroy. Cuando Hemingway lIego a la Vi gia, Raul era un huerfano mataperros que se estaba mu riendo de hambre. Hemingway casi 10 adopto. Le cam bio la vida, 10 hizo persona, 10 ayudo a construir su casa, fue el padrino de su hija..., y claro que Raul veia por los ojos del patron. Aunque no era el unico. Ru perto todavia 10 venera, igual que el gallego Ferrer, el que era su medico. Y el mismo Toribio, con todo 10 que diga, hubiera hecho cualquier cosa que Hemingway Ie pidiera. Y bueno, ~que Ie parecio la casa por dentro?
S6
El Conde min) a ); lluvia reciente y trato d mingway podia mancP de dependencia podia ~ grosa. -~Habia entrado all a irse sin su respuesta. -No. Todo muy in! salir del paso. -Claro, no vio las ~ -No. ~Estan en la t -Si, algunas... ~y s de Ava Gardner? El Conde sintio un -~El blumer de qui -De Ava Gardner.. -~Esta seguro? -Segurisimo. -No, no 10 vi. Pera cano a mlrar a una ma terior. Tengo que veriOi -Negro. Con encaj envolver su revolver aI - Tengo que verla . personaje hemingway4i toda la ayuda, Ie pidiG en la proxima esqu~: de sus padres habia Cd encasquetarle de par 11 apelativo.
r me di cuenta de que He l de 10 que pareda. A to lD a1glin gran favor en la !laos de sus amigos. A to lhecbo favores muy con hado faltas graves y los .finea, a otros los ayud6 . :,.aba muy bien. Por con el era capaz hasta
. . comprendi6 que qui 16 Ia mira de su disparo-. .aeo que eran capaces de
leOne. Te hago un favor y LF.s una manera de com ~
.
y lleg6 a la Vi que se estaba mu . casi 10 adopt6. Le cam tlo ayud6 a construir su ia-., y claro que Raul veia lqUe no era el unico. Ru II que el gallego Ferrer, el lO Toribio, con todo 10 que ~ rosa que Hemingway Ie areci6 la casa .por dentro?
~ .
El Conde mir6 a la calle, todavia mojada por la lluvia reciente y trat6 de asimilar el modo en que He mingway podia manejar la gratitud. Aquella relaci6n de dependencia podia ser el inicio de una trama peli grosa. -~Habia entrado antes? -insisti6 Tenorio, negado a irse sin su respuesta. -No. Todo muy interesante -dijo el Conde para salir del paso. -Claro, no vio las armas. -No. ~Estan en la torre, verdad? -Si, algunas... ~y seguro tampoco vio el blumer de Ava Gardner? El Conde sinti6 un aguijonazo. -~El blumer de quien? -De Ava Gardner. -~Esta seguro? -Segurfsimo. -No, no 10 vi. Pero tengo que verlo. Lo mas cer cano a mirar a una mujer desnuda es ver su ropa in terior. Tengo que verlo. ~De que color es? -Negro. Con encajes. Hemingway 10 usaba para envolver su rev6lver calibre 22. - Tengo que verlo -repiti6 el Conde, como un personaje hemingwayano, y despues de agradecerle toda la ayuda, Ie pidi6 a Juan Tenorio que 10 dejara en la pr6xima esquina, sin atreverse a preguntarle cuM de sus padres habia cometido el pecado nominal de encasquetarle de por vida aquel sonoro y zorrillesco apelativo. 57
AI Conde Ie agradaba caminar por La Habana en aquellas tardes de verano, despues de una intensa llu via. El calor abrumador de la estacion soHa replegarse hasta el dia siguiente y quedaba en el aire un sabor a humedad que 10 reconfortaba, como el ron, y Ie daba fuerzas para enfrentar uno de los grandes dolores de su vida. En el portal de la casa estaba el flaco Carlos. Aun que ya hacia demasiados alios no era flaco, sino una masa adiposa anclada sobre una silla de ruedas, el Conde insistia en llamarlo con el apodo que Ie asig no desde los viejos dias del preuniversitario, cuando Carlos era muy flaco y nadie pensaba que alguna vez volveria invalido de una guerra ajena. Tanto tiempo habian compartido una limpia y verdadera amistad que ya eran mas que amigos y mejor que hermanos, y cada noche el Conde 10 visitaba para escuchar juntos la misma musica que oian desde hacia veinte alios, hablar de 10 que pudieran hablar, beber 10 que hu biera para beber y tragar, con voracidad y alevosia, los platos de asombro salidos de las manos de Josefina, la madre de Carlos. -~No te agarro el agua, salvaje? -Ie pregunto el Flaco al verlo llegar. -Me agarro algo peor: un blumer -y Ie contola his toria del blumer negro, pletorico de encajes y del re cuerdo de los pliegues mas apetecibles de la piel mag nifica de Ava Gardner, el blumer que el no habia visto en la casa de Hemingway, aunque ya no podia dejar de pensar en el.
58
-Estas perdiendo ~ Qye se te escape un bh1 -Es que ya no soyp -No jodas, bestia, , Ava Gardner no haee fa! -Pero ayuda, ~no? • -Si, claro. Pero es q1I vado. ~Suena extraiio, Dl -Mas que el carajo j milar su nueva condici61 tective privado. Mira esc: -~y que mas no dOl - Una pila de cosas.. mato al que mataron, • muerto. Pero si deseubri final: quien quiero que I -Eso 10 sabe toda UI ble es que antes te gustaJ -Me gustaba como e -~A mi con ese eua tipo. Dedas que era un I que nos obligaste a ir a t -Parece mentira, pel' era un barbaro. Aunquc que 10 salvan. No sOpol taban los perros. -Preferia los gatos. , -Si, es verdad... But! perros y no resistia a los! -Oye, ~no has sabidl
pminar por La Habana en Jlespues de una intensa llu ~ cstacion solia replegarse ~ en el aire un sabor a como el ron, y Ie daba los grandes dolores de
..... d flaco Carlos. Aun era flaco, sino una :1IDa silla de ruedas, el d apodo que Ie asig lI_pmmiversitario, cuando lie pensaba que alguna vez ajena. Tanto tiempo Ilia y verdadera amistad que r mejor que hermanos, y fitaba para escuchar juntos l desde hacia veinte anos, ~habIar, heber 10 que hu wxacidad y alevosfa, los .las manos de Josefina, la DO
.cna
til bhimer -y Ie conto la his ~ de encajes y del re ;apetecihles de la piel mag ~er que el no habfa visto ~e ya no podfa dejar de
-Estas perdiendo cualidades -sentencio Carlos-. Q!1e se te escape un blumer asl... -Es que ya no soy polida -se defendio el Conde. -No jodas, bestia, para encontrar un blumer de Ava Gardner no hace falta ser polida. -Pero ayuda, ~no? -Sf, claro. Pero es que ahora eres un detective pri vado. ~Suena extrano, no? -Mas que el carajo -el Conde medito, para asi milar su nueva condicion-. Asf que soy un cabron de tective privado. Mira eso... -~y que mas no descubriste, Marlowe? -Una pila de cosas. Todavfa no descubri quien mato al que mataron, ni quien cono puede ser ese muerto. Pero sf descubri algo que es triste, solitario y final: quien quiero que sea el asesino. -Eso 10 sabe toda La Habana, Conde... Lo increi ble es que antes te gustara tanto. -Me gustaba como escribia. -~A mf con ese cuento? Tambien te gustaba el tipo. Dedas que era un barbaro. ~Te acuerdas del dfa que nos obligaste a ir a todos a la finca? -Parece mentira, pero estaba convencido de que era un barbaro. Aunque todavfa hay algunas cosas que 10 salvan. No soportaba a los politicos y Ie gus taban los perros. -Preferia los gatos. -Sf, es verdad... Bueno, Ie gustaban un poco los perros y no resistia a los politicos... -Oye, ~no has sabido mas nada de Tamara? 59
El Conde miro hacia la calle. Hada tres meses Ta mara habfa salido de visita hacia Milan, donde vivfa su hermana gemela, casada con un italiano, y cada vez eran mas espaciados sus reportes y sus envfos de alguna cufia de parmesano 0 de un paquete de ja mon lasqueado con el que adornar la vida. Aunque el Conde habfa evitado formalizar cualquier relacion con aquella mujer de sus dolores que a los cuarenta y cinco afios Ie segufa gustando como a los diecio cho y cuya ausencia 10 lanzaba a una molesta casti dad, la sola idea de que Tamara pudiera decidir no volver a Cuba, a los apagones, a la lucha por la comi da, a la agresividad callejera y a la dependencia de los dineros, los quesos y las lascas de jamon que periodi camente Ie enviaba su hermana, Ie provocaba dolores en el estomago, en el corazon y en otros sitios peores. -No me hables de eso -dijo, en tono menor. -Ella vuelve, Conde. -Sf, porque tu 10 dices... -Estas mal herido, mi socio. -Estoy muerto. Carlos movio la cabeza. Lamentaba haber tocado el tema y busco una salida eficiente. -Oye, hoy estuve leyendo tus cuentos hemingwa yanos. No son tan malos, Conde. -~y tu todavfa tienes guardados esos papeles? Me dijiste que los ibas a botar... -Pero no los bote y no te los voy a dar. -Menos mal. Porque si los agarro, los destripo. Cada vez estoy mas convencido de que Hemingway
60
era una mierda de tip gos... - Y eso es grave. -Gravisimo, Flaco. tengo ahora. ~ Se puec del Caldero? -Fue a conseguir a la ensalada... -Dispara -exigi6 e -Pues mira, la viej;a ba floja. Creo que nae de quimbombo con c tro, arroz blanco, frill aguacate, berro y tOmak yaba con queso blanco males en hoja que que -~Cuantos tamales -Como diez. fum -~Dejamos diez? i Antes nos los jamab3.ll que no tengo un medio con la falta que me hac El flaco Carlos som sonreir: era una de las I taban de la vida. EI rna gentes se cambiaban d raza mientras se iba dd pais cada vez Ie resul. tambien mientras se ib sin decir ni adios, pe~
~
Hacia tres meses Ta b Milan, donde vivia b un italiano, y cada portes y sus envios de de un paquete de ja iur la vida. Aunque el tar cualquier relaci6n JrS que a los cuarenta lID como a los diecio ~-a una molesta casti .. pudiera decidir no lla lucha por la comi da dependencia de los de jam6n que peri6di ~ Ie provocaba dolores ~ otros sitios peores. 0, en tono menor.
. !.
a. I-
IIICDtaba haber tocado
tmte.
ills cuentos hemingwa-
Ie.
lidos esos papeles? Me
iDs voy a dar.
i agarro, los destripo.
10 de que Hemingway
era una mierda de tipo. Para empezar, no tenia ami gos... - Y eso es grave. -Gravisimo, Flaco. Tan grave como el hambre que tengo ahora. ~Se puede saber d6nde anda la Maga del Caldero? -Fue a conseguir aceite de oliva extravirgen para la ensalada... -Dispara -exigi6 el Conde. -Pues mira, la vieja me dijo que hoy la cosaesta ba floja. Creo que nada mas va a hacer una cazuela de quimbomb6 con carne de puerco y jam6n den tro, arroz blanco, frituras de malanga, ensalada de aguacate, berro y tomate, y de postre mermelada de gua yaba con queso blanco..., ah, y va a calentar unos ta males en hoja que quedaron de ayer. -~Cuantos tamales dejamos vivos? -Como diez. Eran mas de cuarenta, ~no? -~Dejamos diez? Estamos perdiendo facultades. Antes nos los jamabamos todos, ~no? Lo jodido es que no tengo un medio para comprar un poco de ron, con la falta que me hace... El flaco Carlos sonri6. Ai Conde Ie gustaba verlo sonreir: era una de las pocas cosas que todavia Ie gus taban de la vida. El mundo se estaba deshaciendo, las gentes se cambiaban de partido, de sexo y hasta de raza mientras se iba deshaciendo el mundo, su propio pais cada vez Ie resultaba mas ajeno y desconocido, tambien mientras se iba deshaciendo, la gente se iba sin decir ni adi6s, pero a pesar de los dolores y las per 61
didas, el flaco Carlos conservaba intacta 1a capacidad de sonreir, y hasta de asegurar: -Pero tu y yo no somos como Hemingway y si te nemos amigos... Buenos amigos. Ve a mi cuarto y agarra el1itro que esta al1ado de 1a grabadora. ~Tu sa bes quien me 10 rega1o? Candito el Rojo. Como es cris tiano y ya no toma, me trajo e1 que Ie dieron por 1a 1ibreta: un ron Santa Cruz que... E1 Flaco dejo de hab1ar ante 1a evidencia de que su amigo ya no 10 escuchaba. Como un desesperado Conde habia entrado en 1a casa, de donde ya vo1via con un pedazo de pan viejo entre los dientes, dos va sos en una mano y 1a botella de ron en 1a otra. -~Sabes 10 que acabo de descubrir? -dijo, sin sol tar el pan. -No, ~que cosa? -pregunto el F1aco mientras re cibia su vaso. -En 1a ventana del bafio hay un b1umer de 1a vie ja Jose... iY que yo no haya visto el b1umer de Ava Gardner!
Observo 1a botella de Chianti como se mira a un enemigo: de su interior se negaba a sa1ir el vino, y 1a copa tambien estaba vacia. Lentamente deposito en el suelo 1a copa y 1a botella y se reclino otra vez en su bu taca. Sintio 1a tentacion de mirar el reloj, pero se con tuvo. Sin ver 1a hora se 10 quito de 1a mufieca y 10
62
dejo caer entre 1a copa J a1fombra de fibras filipiJi mas discip1inas ni 1imibll cosas que Ie gustaba baa a disfrutar del enervante ! 1a nariz, para desprendm b1ancas capaces de holIOJ cer benigno, solia decir B, rna melanico desde los b. masiado a1 sol del tropit expedicion del Pilar en bll que tambien infestaban J con su carga de odio y m En rea1idad, 10 que II 10 sabia- era verlo ejecub pieza en publico, a veces habia 1uchado Miss Mary. Trato de que no vistiera n ra todos los dias y usara 4 a sa1ir a 1a calle, intento q las gentes para evitar el esJ abundante caspa y que DC gua de los indios ojibwas c pecia1 Ie rogo que no se n mas oscuras de 1a piel. fl sido infructuoso, pues eJ. i y agresivo, para 1evantar 111 sona1idad conocida y el n: 10 de las escamas nada tem ses: era 1a exigencia de WI r
JelVaba intacta la capacidad
dej6 caer entre la copa y la botella, sobre la mullida alfombra de fibras filipinas. Por esa noche no habria mas disciplinas ni limitaciones. Haria algunas de las cosas que Ie gustaba hacer y, para empezar, comenz6 a disfrutar del enervante placer de pasarse la una por la nariz, para desprenderse de la piel aquellas escamas blancas capaces de horrorizar a Miss Mary. Es un can cer benigno, solia decir el, pues padeda de aquel cloas rna melanico desde los tiempos en que se expuso de masiado al sol del tr6pico, mientras comandaba la expedici6n del Pilar en busca de los submarinos nazis que tambien infestaban las aguas calidas del Caribe con su carga de odio y muerte. En realidad, 10 que horrorizaba a su mujer -y el 10 sabia- era verlo ejecutar aquella operaci6n de lim pieza en publico, a veces en la mesa servida. Mucho habia luchado Miss Mary por adecentarlo y educarlo. Trat6 de que no vistiera ropas sucias, de que se bana ra todos los dias y usara calzoncillos al menos si iba a salir a la calle, intent6 que no se peinara delante de las gentes para evitar el espectciculo provocado por su abundante caspa y que no lanzara insultos en la len gua de los indios ojibwas de Michigan. Y de modo es pecial Ie rog6 que no se rascara con las unas las esca mas oscuras de la pie!. Pero todo el esfuerzo habia sido infructuoso, pues el insistia en resultar chocante y agresivo, para levantar una barrera mas entre su per sonalidad conocida y el resto de los mortales, aunque 10 de las escamas nada tenia que ver con sus viejas po ses: era la exigencia de un placer surgido desde el in
~:
como Hemingway y si te t-Jigos. Ve a mi cuarto y ,de]a grabadora. iTu sa IIdiIo d Rajo. Como es cris . ,a que Ie dieron por la
IQ tlr 1a cvidencia de que .Como un desesperado msa, de donde ya volvia liD entre los dientes, dos va • de ron en la otra. de descubrir? -dijo, sin sol I: rcunt6 el Flaco mientras re t'
Do hay un blumer de la vie mto el blumer de Ava
)lE,gh como se mIra a un t.rsaba a salir el vino, y la . Lcntamente deposit6 en el reclin6 otra vez en su bu mirar el reloj, pero se con i<> quit6 de la muneca y 10
,
~
63
consciente y por eso 10 sorprendia en cualquier mo mento y lugar. Su excusa favorita era que demasiadas perdidas y dolores, algunos no calculados, Ie habia costado ser conocido en todo el mundo por sus proezas y desplan tes como para renunciar a ellos en favor de una urba nidad hipocrita y burguesa que tanto despreciaba. Casi trescientas cicatrices llevaba en su cuerpo -mas de doscientas recibidas de un solo golpe, cuando 10 alcanzo una granada en Fossalta, mientras trasladaba en sus hombros a un soldado herido- y de cada una de ellas podia contar una buena historia, ya no sabia si falsa 0 verdadera. Su misma cabeza, la ultima vez que se la rapo, pareda el mapa de un mundo de furia y ar dor, marcado por terremotos, rios y volcanes. De to das las heridas que Ie hubiera gustado exhibir, solo una Ie faltaba: la comada de un toro, de la cual estu vo realmente cerca en dos ocasiones. Lamento haber tornado aquel rumbo en sus pensamientos, pues si de algo no queria acordarse era precisamente de los to ros, y con ellos de su trabajo y de la maidita revision de Muerte en fa tarde, que se negaba a £luir por cauces amables, provocandole una enfermiza anoranza por aquellos dias idos, cuando las cosas marchaban tan bien que ellograba reconstruir el campo y pasear por el, y andando entre los arboles salir a los claros del bosque, y subir por una cuesta hasta divisar las lomas, mas alla de la ribera dellago. Entonces era posible pa sar el brazo por la correa de la mochila, humeda de su dor, y levantarla y pasar el otro brazo por la otra correa,
64
repartiendo asi el peso en Ia jas de los pinos debajo de los dar por la pendiente hacia el de la tarde en un claro del be al fuego y hacer que el olor d propia grasa, se metiera por ) Con la presion de la an~ que era el momento de poD de ser mas de las once y eI vii to liberador, su traicionera ( Se puso de pie y abrio la pue: entrada 10 esperaba Black DOJ. -Me dicen que no has co er -se dirigio al animal, que! el dia, mas de trece anos ami chorro 10 habia recogido eo aquel perro negro, de pelo eo con canas blancas, habia estal lacion de dependencia con su guia entre los demas perros d a resolver eso... EI animal parecio dudar. Mary no los dejaba pasar at : cual si estaban invitados a1gtJ cialmente los de la descended gato al que mas habia amado I los felinos. " - Yen, vamos, que la local Y chasqueo los dedos ~ guiera. Timidamente al princ:i
~rendfa
en cualquier mo
~:
~
demasiadas perdidas y ~, Ie habfa costado ser ~sus proezas y desplan m favor de una urba .que tanto despreciaba. • ,aha m su cuerpo -mas solo golpe, cuando 10 ,. 11ta, mientras trasladaba hcrido- y de cada una ~ historia, ya no sabia si ilia cabeza, la ultima vez que .,de un mundo de furia y ar liIlJS, rios y volcanes. De to ~ gustado exhibir, s6lo ... un toro, de la cual estu ir~ones. ~ent6 haber . pensamientos, pues si de . pRcisamente de los to - y de Ia maldita revisi6n w:pha a 8uir por cauces mfenniza anoranza por las casas marchaban tan iIItmir el campo y pasear por irboles salir a los claros del IDesta hasta divisar las lomas, 110. Entonces era posible pa de la mochila, humeda de su totro brazo por la otra correa,
~
...
repartiendo asi el peso en la espalda, y sentir las agu jas de los pinos debajo de los mocasines al echar a an dar por la pendiente hacia el lago, y sentarse al final de la tarde en un claro del bosque y poner una sarten al fuego y hacer que el olor del bacon, friendose en su propia grasa, se metiera por la nariz de un lector... Con la presi6n de la angustia en el pecho decidi6 que era el momento de ponerse en marcha. Debian de ser mas de las once y el vino hada patente su efec to liberador, su traicionera capacidad de evocaci6n. Se puso de pie y abri6 la puerta. En la alfombra de la entrada 10 esperaba Black Dog, fiel como un perro. -Me dicen que no has comido y no 10 puedo cre er -se dirigi6 al animal, que ya movia la cola. Desde el dia, mas de trece anos atras, cuando siendo un ca chorro 10 habia recogido en una calle de Cojimar, aquel perro negro, de pelo ensortijado ahora jaspeado con canas blancas, habfa establecido una amorosa re laci6n de dependencia con su dueno, quien 10 distin gufa entre los demas perros de la finca-. Ven, vamos a resolver eso... El animal pareci6 dudar de la invitaci6n. Miss Mary no los dejaba pasar al interior de la casa, a la cual sf estaban invitados algunos de los gatos, espe cialmente los de la descendencia del difunto Boise, el gato al que mas habfa amado en su larga relaci6n con los felinos. - Ven, vamos, que la loca no esta... Y chasque6 los dedos para que el animal 10 si guiera. Timidamente al principio, mas confiado des 65
pues, el perro avanzo tras el hasta la cocina. Armado con un cuchillo, comenzo a lasquear el jamon serra no colocado en su soporte. Sabfa que Black Dog era testarudo y capaz de negarse a comer cualquier cosa, excepto una lasca de jamon serrano. Varias lascas lan zo al aire. Una a una el perro las atrapo y las fue de glutiendo sin apenas masticar. - Vaya, vaya, el viejo Black Dog todavfa caza al vue 10. Asf estamos mejor, ~no? .. Enseguida nos vamos. Fue hasta el bafio de su habitacion y se abrio la portafiuela. El chorro de orina demoro en salir y, al hacedo, Ie provoco la sensacion de estar expulsando arena caliente. Sin sacudirse apenas guardo el miem bro flacido y camino hasta su mesa de trabajo. De la gaveta superior, donde tambien guardaba recibos y cheques, tomo el revolver calibre 22 que siempre 10 acompafiaba en sus recorridos por la tinea. Para en volver el arma habfa escogido un blumer negro que Ava Gardner olvido en la casa. El blumer y el re volver, unidos, Ie servfan para recordar que hubo tiem pos mejores, en los cuales meaba con un chorro po tente y cristalino. Del suelo levanto la linterna de tres pilas y probo su funcionamiento. Cuando ya salfa del cuarto, una imprevisible premonicion 10 hizo regresar y tomar del estante de las armas de caza la ametralla dora Thompson que 10 acompafiaba desde 1935 y que solfa utilizar para matar tiburones. Tres dfas antes la habfa limpiado y siempre olvidaba devolveda a su sitio, en el segundo piso de la torre. Era un arma del mismo modelo que la usada por Harry Morgan en 'R 66
ner y no tener, y por Eddy, Thomas Hudson en Islas ell ~ breve, sintio el frio agradabl un cargador completo, come: Black Dog 10 esperaba en ladridos de jubilo, exigiendol era sentirse cerca de su duetio los cuales solfan estar excho de la tinea y, por supuesto, l1 - Eres un gran perro -Ie c y buen perro. Salio por la puerta auxili cia la terraza del aljibe const tugueses por el duefio origin avanzaba en busca del sendCl la sensacion de saberse arm mucho tiempo que no dis~ zas desde los dfas en que co pelfcula sobre El viejo y el",. Golfo en busca de una aguj ahuyentar a los tiburones. Y. habfa decidido llevada en su . noche, sin imaginar que por _ petiria aquella pregunta, h~ lorosa obsesion. Q!Iizas call porque hada dfas pensaba en: su regreso al almacen de las a el arma preferida de Gregory, 1 jos, del cual apenas tenia nati su madre, la amable Pauline. I
II B hasta la cocina. Armado
a lasquear el jam6n serra ~. Sabia que Black Dog era ·-a comer cualquier cosa, RrnUlO. Varias laseas lan las amp<) y las fue de~todaviacaza
al vue ~ EDseguida nos vamos. lIabitacion y se abri6 la ~cwina dcmoro en salir y, al Jasaci6n de estar expulsando line apenas guard6 el miem .-a so mesa de trabajo. De la ltambien guardaba recibos y ia' alibre 22 que siempre 10 inidos por la finca. Para en ~ un blumer negro que . asa. El blumer y el re ,n:ccrdar que hubo tiem ~ba con un chorro po 16 Ja lintema de tres Cuando ya salia del . oicion 10 hizo regresar annas de caza la ametralla • acompaiiaba desde 1935 y ID3r tiburones. Tres dias antes apre olvidaba devolverla a su ., de la torre. Era un arma del ada por Harry Morgan en
5
u-
~
.
'oS
ner y no tener, y por Eddy, el amigo y cocinero de Thomas Hudson en Islas en el Golfo. Acarici6 la culata breve, sinti6 el frio agradable del can6n, y Ie coloc6 un cargador completo, como si fuera a la guerra. Black Dog 10 esperaba en el sal6n. Lo recibi6 con ladridos de jubilo, exigiendole prisa. Su mayor alegria era sentirse cerca de su dueno en aquellos patrullajes de los cuales solian estar exc1uidos los otros dos perros de la £Inca y, por supuesto, todos los gatos. -Eres un gran perro -Ie dijo al animal-. Un gran y buen perro. Sali6 por la puerta auxiliar de la sala, abierta ha cia la terraza del aljibe construido con azulejos por tugueses por el dueno original de la £Inca. Mientras avanzaba en busca del sendero de la piscina, disfrut6 la sensaci6n de saberse armado y protegido. Hacia mucho tiempo que no disparaba la Thompson, qui zas desde los dias en que con los productores de la pelicula sobre EI viejo y el mar sali6 a la corriente del Golfo en busca de una aguja gigante y la us6 para ahuyentar a los tiburones. Y ahora no sabia por que habia decidido llevarla en su inocuo recorrido de esa noche, sin imaginar que por el resto de su vida se re petiria aquella pregunta, hasta convertirla en una do lorosa obsesi6n. Q!1izas carg6 con la ametralladora porque hacia dias pensaba en ella y siempre posponia su regreso al almacen de las armas; quizas porque era el arma preferida de Gregory, el mas tozudo de sus hi jos, del cual apenas tenia noticias desde la muerte de su madre, la amable Pauline; 0 tal vez porque, des
67
de nino, habia sentido una atraccion sanguinea por las armas: era algo colocado mas alla de todo dlculo, pues comenzo a hacerse patente cuando a los diez anos su abuelo Hemingway Ie habia regalado una pe quena escopeta calibre 12, de un solo canon, que el siempre recordaba como el mejor de los obsequios re cibidos en su existencia. Disparar y matar se habian convertido desde entonces en uno de sus actos pre dilectos, algo casi necesario, a pesar de la maxima paterna de que solo se mata para comer. Muy pronto olvido, por supuesto, aquella regIa, cuyo dramatis mo debio de haber entendido el dia en que su padre 10 obligo a masticar la carne correosa del puerco espin al cual habia disparado por el simple placer de dis parar. Las armas y su funcion de matar se habian con vertido, poco a poco, en una de sus definiciones lite rarias de la hombria y el coraje: por eso todos sus grandes heroes habian usado un arma y la habian dis parado, y a veces contra otras personas. £.1, sin em bargo, que habia matado miles de pajaros, infinidad de tiburones y agujas, y hasta rinocerontes, gacelas, impalas, blifalos, leones y cebras, jamas habia matado a un hombre, a pesar de haber estado en tres guerras y otras escaramuzas. Muy desafortunado Ie resulto ha cer circular la historia de que eI mismo habia lanzado una granada en el sotano donde se escondian unos miembros de la Gestapo que impedian el avance de su tropa de guerrilleros hacia Paris, pues debio des mentirse a si mismo ante el Tribunal de Honor al cual 68
10 llevaron los otros co do de haber participad(l cobertura de periodistL tira si apenas se ames! que, en realidad, poco J ro en su descargo que h; nada y los nazis si con i dicado era su mito de h. Pero, sobre todo, ~ por qt a aquellos hombres? Au te molesta no saberlo. La lluvia intensa de arboles y el pasto. La tCi vizada por la humedad, ~ ton de salida donde Cali gio a la zona de la pisci detuvo ante las tumbas Dog y trato de recordar ~ de ellos. Todos habian sic Ner6n, pero ninguno COD -Eres el mejor perro. al animal, que se habia at: ante los monticulos de ti quena placa de madera q Se nego a pensar mas . mino. Bordeo la piscina enredaderas floridas dOl cuando una hoja seca <:aJ y levanto unas ondas bR:l muerta. Basto aquella Ie'!
atraccion sanguinea por do mas alIa de todo dlculo, ~te cuando a los diez Ie habia regalado una pe .de un solo canon, que el .qor de los obsequios re ~ y matar se habian IIa..m uno de sus actos pre a pesar de la maxima para comer. Muy pronto lprlla regia, cuyo dramatis iMido eI dia en que su padre IDe COIreOsa del puerco espin :par el simple placer de dis IDa
i6n de matar se habian con Juna de sus definiciones lite M coraje: por eso todos sus ·110 arma y la habian dis ~ abA penonas. £1, sin em ..acs de pajaros, infinidad rinocerontes, gacelas, abtas, jamas habia matado estado en tres guerras r desafortunado Ie resulto ha eque el mismo habia lanzado ao donde se escondian unos o que impedian el avance de j hacia Paris, pues debio des t eI Tribunal de Honor al cual
"Ida
,haber
10 lIevaron los otros corresponsales de guerra, acusa do de haber participado en acciones militares bajo la cobertura de periodista. ~Por que no sostuvo su men tira si apenas se arriesgaba a perder una credencial que, en realidad, poco Ie importaba? ~Por que decla ro en su descargo que habia mentido respecto a la gra nada y los nazis si con su testimonio el unico perju dicado era su mito de hombre de accion y de guerra? Pero, sobre todo, ~por que no lanzola granada y mate a aquellos hombres? Aun no 10 sabias, muchacho, y te molesta no saberlo. La lIuvia intensa de la tarde habia re&escado los arboles y el pasto. La temperatura era agradable, sua vizada por la humedad, y, antes de bajar hasta el por ton de salida donde Calixto hacia su guardia, se diri gio a la zona de la piscina y bordeo el estanque. Se detuvo ante las tumbas de los antecesores de Black Dog y trato de recordar algo del caracter de cada uno de ellos. Todos habian sido buenos perros, en especial Ner6n, pero ninguno como Black Dog. -Eres el mejor perro que jamas he tenido -Ie dijo al animal, que se habia aproximado al verlo inclinado ante los monticulos de tierra, coronados con una pe quena placa de madera que los identificaba. Se nego a pensar mas en la muerte y retorno su ca mino. Bordeo la piscina hacia la pergola cubierta de enredaderas floridas donde estaban los vestidores, cuando una hoja seca cayo desde 10 alto de un arbol y levanto unas ondas breves en la superficie del agua muerta. Basto aquella leve ruptura de un equilibrio 69
siempre precario para que brotara de las aguas la ima gen fresca y reluciente de Adriana Ivancich nadando bajo la luz de la luna. Duro Ie habia resultado con vencerse de la necesidad de apartarse de aquella joven de la cual apenas podria esperar un placer pasajero y un largo sufrimiento: y aunque no era la primera vez que se enamoraba de la persona equivocada, la evi dencia de que ahora el error s610 tenia relaci6n con su edad y sus capacidades fue la primera advertencia grave de la proximidad agresiva de su vejez. Y si ya no podia amar, ni cazar, ni beber, ni pelear, casi ni escribir, ~para que servia la vida? Acarici6 el cati6n reluciente de la Thompson y mir6 hacia el mundo silencioso que se extendia a sus pies. Y fue entonces cuando, al otro lado de la pergola, brillando sobre una loza, la vio.
70
Cuando pudo discernir~ bombardeo ni de la llega
mas
~
brotara de las aguas la ima IIe·Adriana Ivancich nadando Ie habia resultado con apartarse de aquella joven _1IPC13r un placer pasajero y . . . .Ie no era la primera vez . equivocada, la evi sOlo tenia relaci6n con -.rIDe la primera advertencia ,-1:R't-rade so vejez. Y si ya no ni pelear, casi ni escribir, t<.Aaricio el cafton reluciente 16 hacia el mundo silencioso ia. Y fue entonces cuando, al rilando sobre una loza, la vio.
pam
t.
~ ~i
.
[
. ..
b. [i,
l
,"
=
--'
1
Cuando pudo discemir que no se trataba de un bombardeo ni de la llegada alevosa de un huracan, empez6 a entender que era el segundo despertar tor mentoso en apenas dos dias. -Dye, Conde, no tengo toda la manana para es tar en esto -gritaba la voz agresiva, los golpes seguian atronando desde la madera de la puerta. Tres veces debi6 pensarlo, otras tres intentarlo, y al fin pudo ponerse de pie. Le dolia una rodilla, el cuello y la cintura. ~Q.1e no te duele, Mario Con de?, se pregunt6. La cabeza, se respondi6 agradeci do despues del registro mental al cual someti6 a su pobre anatomia. Su cerebro, extranamente funcio nal, Ie permiti6 recordar entonces que la noche an terior, cuando tocaban el requiem por la botella de ron Santa Cruz, habia llegado el Conejo con dos li tros del alcolifan que fabricaba y vendia Pedro el Vikingo, del cual dieron buena cuenta, mientras devoraban los tamales dejados para el final de la co mida, escuchaban la musica de los Creedence, siempre de los Creedence, y, por insistencia de Car los, hasta leyeron uno de los viejos cuentos heming 71
wayanos del Conde, donde se narraba la historia de un ajuste de cuentas que, de pronto, se convirti6 en un nuevo ajuste de cuentas del Conde con sus vie jas y mas perdidas nostalgias literarias de heming wayano cubano. Pero ya su resistencia etilica no debia de ser la misma de antes. iQue coiio iba a ser!, se dijo, mientras sorteaba los cajones de libros del ultimo lote adquirido y recordaba otros amane ceres nada apacibles, despues de noches mucho mas turbulentas y humedas. Por eso abri6 la puerta y advirti6: -Callate cinco minutos. Cinco minutos. Dejame mear y hacer cafe. El teniente Manuel Palacios, acostumbrado a escuchar aquel reclamo, guard6 silencio. Con un ci garrillo sin encender entre los dedos observ6 con preocupaci6n mercantil las cajas repletas de libros dispersas por toda la casa y sigui6 hacia la cocina. El Conde sali6 del baiio con el pelo y el rostro mojados y prepar6 el cafe. Sin hablar, sin mirarse, los hom bres esperaron la colada. El Conde se sec6 un poco la cara con el pullover agujereado con que habia dormido y sirvi6 al fin dos tazas, una grande para el, otra pequeiia para Manolo. Empez6 a sorber el cafe caliente: cada trago que baiiaba su boca, rodaba por su garganta y caia en la lejania del est6mago, des pertaba alguna de sus pocas neuronas dispuestas a trabajar. Al fin encendi6 un cigarro y mir6 a su ex com paiiero. -~Viste a Basura por alIa fuera? 72
-AlIa fuera no -dijo j quina con una pandilla, • - Hace tres dias que Il buscado el perro que me' -~Ya puedo hablar? -Dale. Todo 10 que u -Olvidate de la histQ vendiendo libros. Lo que ba. Pero una bomba. -~QIe pas6? - El aguacero de ayer ~ Sac6 esto de la tierra. Sobre la mesa dej6 cacJ chapa dentro. La chapa tCi ro negro. Sobre la super6ci sible entrever el relieve de un escudo, unos numerOl y tres letras alarmantes: FI -iCoii6! -debi6 admit El teniente Palacios SOl -El tipo se bail6 un fe -Esto no dice nada... sin mucho animo. -~ QIe no? Mira, esto • el FBI 10 perseguia no er. sabe que 10 perseguia de w al porno, Conde. ~No es u Mario Conde apag6 _ con la chapa metalica. -Esto quiere decir mw
·de se narraba la historia de ~ de pronto, se convirti6 en ItDtas del Conde con sus vie ~I&ias literarias de heming . ya Sll resistencia etilica no de antes. i Q!1e cofto iba a kadraba los cajones de libros y recordaba otros amane .......cs de noches mucho mas Por eso abri6 la puerta y
IIutos. Cinco minutos.
Dejame
D
Id Palacios, acostumbrado a ~
pard6 silencio. Con un ci pitre los dedos observ6 con IIillas cajas repletas de libros ~ y sigui6 hacia la cocina. El , cI pdo y el rostro mojados . . . .' sin mirarse, los hom Conde se sec6 un poco tMUiueado con que habia ._ tuas, una grande para el, Empez6 a sorber el cafe ~ baftaba su boca, rodaba por •.Ja lejania del est6mago, des t pocas neuronas dispuestas a ~ un cigarro y mir6 a su ex com
"-JJI
r~
'"' alIa fuera?
-AlIa fuera no -dijo Manolo-, andaba por la es quina con una pandilla, detras de una perra. -Hace tres dias que no yeo a ese cabr6n. Me he buscado el perro que me merezco: loco y sing6n. -~Ya puedo hablar? -Dale. Todo 10 que te salga... -Olvidate de la historia de Hemingway y sigue vendiendo libros. Lo que te traigo aqui es una bom ba. Pero una bomba. -~ Q!1e pas6? -El aguacero de ayer ayud6 a Crespo y al Greco. Sac6 esto de la tierra. Sobre la mesa dej6 caer la bolsa de nailon con una chapa dentro. La chapa tenia adheridos restos de cue ro negro. Sobre la superficie oxidada del metal era po sible entrever el relieve de unas lineas que formaban un escudo, unos numeros corroidos e irreconocibles. y tres letras alarmantes: FBI. -iCoft6! -debi6 admitir el Conde. El teniente Palacios sonri6, suficiente. -El tipo se bai16 un federal. - Esto no dice nada... -sefta16 el Conde la chapa, sin mucho animo. -~Q!1e no? Mira, esto aclara que el delirio de que el FBI 10 perseguia no era por gusto. Hace aftos se sabe que 10 perseguia de verdad y esto Ie pone la tapa al porno, Conde. ~No es una bomba? _ Mario Conde apag6 su cigarro y tom6 el sobre con la chapa metilica. -Esto quiere decir muchas cosas, pero no todas.
73
- Ya 10 se, ya 10 se. Hay que averiguar si algun agente del FBI desapareci6 en Cuba entre el 57 y el 60. Y si es posible, saber que hacia aqui. -~Vigilar a Hemingway? ~Chantajearlo? -Puede ser. Y si es... -~Y si no fue el quien 10 mat6, Manolo? -Pues que se joda. Pero con todas esas papeletas, el premio es suyo. La mierda va a salirle por las orejas... EI Conde se levant6. Abri6 la pila del fregadero y volvi6 a mojarse la cara y el pelo. Sirvi6 los restos del cafe y encendi6 otro cigarro. Pens6 entonces que la mejor prueba de cuanto habia disminuido su resis tencia alcoh61ica fue haber sentido, mientras Ie leia al Flaco y al Conejo su viejo cuento hemingwayano, una corriente imprecisa y molesta capaz de poner a temblar sus hasta ese instante s61idos prejuicios con tra el maestro, al cual tanto habia admirado y por el que, despues, se habia creido traicionado. -Dejame decirte una cosa, Manolo... No me quie ro apurar, aunque tu sabes que me encantaria descu brir que hubiera sido el. Pero para matar a un hom bre hace falta tener cojones, y ahora mismo no estoy seguro de que a el Ie alcanzaran para eso. -~Y esa descarga, Conde? ~Q1e fue 10 que tomas te ayer? -No te me vayas por ah£... Yo no estoy seguro de que fuera el y eso es todo. Vamos a hacer una cosa: guarda esa placa tres dias. Dame tres dias. -Ahora si te volviste loco. Oye, todo el mundo sabe que Hemingway tenia un arsenal en su casa, y ave 74
rigiie con el director del mu una ronda por la finca con encuentras con un tipo un casa, el tipo se pone comero arriba..., 10 de los cojones sc de esta historia y vende libn: si alguna vez terminas una ~ vuelves un escritor de verdac EI Conde se puso de pi4 Fuera hacia un dia radiante ~ -Asi que un escritor de mentiritas, ~no? -No te hagas el susceptil: - Y tu tambien me entieo nes las balas. No sabes con qI - Ya no hace falta. EI Conde sentia una extD sus prejuicios y deseos de des Hemingway habian caido ell moria y ahora los veia hUD
ill
.. Hay que averiguar si algiln JlKcio en Cuba entre el 57 y IIbcr que hacia aqui. ~? iChantajearlo? ~
lim 10 mato, Manolo? ~ mn todas esas papeletas, el iDda a a salide por las orejas... Abri6 Ia pila del fregadero y ~ y cl pdo. Silvio los restos del ~. Pens6 entonces que la ltD habia disminuido su resis
Iabcr sentido, mientras Ie leia al •.vicjo cuento hemingwayano, Sa y molesta capaz de poner a iostante s6lidos prejuicios con ltanto habia admirado y por el uxido traicionado. . . rosa, Manolo... No me quie que me encantaria descu ~ Pao para matar a un hom ahoR mismo no estoy para eso. ? (~e fue 10 que tomas
5
-= ahL. Yo no estoy seguro de It*-10. Vamos a hacer una cosa:
IJias. Dame tres dias. isle loco. Oye, todo el mundo laIia un arsenal en su casa, y ave
rigiie con el director del museo que a cada rato hacia una ronda por la finca con una pistola encima. Si te encuentras con un tipo una noche merodeando tu casa, el tipo se pone comemierda y tienes una pistola arriba..., 10 de los cojones sobra. Oye, mejor olvidate de esta historia y vende libros y ponte a escribir aver si alguna vez terminas una de esas novelas tuyas y te vuelves un escritor de verdad. EI Conde se puso de pie y mir6 por la ventana. Fuera hacia un dia radiante y ya caluroso. -Asi que un escritor de verdad. Ahora soy de mentiritas, ino? -No te hagas el susceptible, que til me entiendes. - Y til tambien me entiendes a mi. Todavia no tie nes las balas. No sabes con que mataron al federal ese. - Ya no hace falta. EI Conde sentia una extrana intranquilidad. Todos sus prejuicios y deseos de descubrir la culpabilidad de Hemingway habian caido en el pantano de su me moria y ahora los veia hundirse dramaticamente, ante la enervante certeza de que sus odios no podian ser mas fuertes que su arcaico sentido de la justicia y la comprobaci6n de que los libros y la figura de He mingway, a pesar de todo, seguian siendo importan tes para otras personas. - Y acuerdate de que el se pasaba meses fuera de la finca. A 10 mejor en ese tiempo... -iPero que cono te pasa a ti? iCon que se te abland6 el coraz6n de ayer para ad? Para empezar, yo no voy a decir que 10 mat6 el: nada mas que en Fin 75
ca Vigia aparecio un muerto y junto con e1 muerto, esto -y dejo caer una mano sobre 1a chapa. -No seas tan po1icia, Mano10. Le van a caer arri ba como buitres. Van a hacer de esta historia un caso politico. Eso es 10 que mas me jode. -E1 solito se 10 busco, ~no? ~E1 no jugaba a ser guerrillero y a hab1ar bien de los comunistas? Como 10 hacia e1 era muy facil: guerrillero con cantimp10ras de whisky y ginebra en 1a cintura, comunista con un yate y dinero para vivir como Ie daba 1a gana. Ah, Conde, de los hijos de puta que viven como princi pes y hab1an de justicia y de igua1dad estoy ya hasta los timbales. -Mira, Mano10 -e1 Conde regreso a 1a silla y vo1 vio a 1evantar e1 sobre con 1a chapa-, todo 10 que ttl dices es verdad y tu sabes que en eso pienso 10 mis mo que tU. Pero si ese muerto llevaba cuarenta alios perdido, no pasa nada si tu guardas esta p1aca tres dias. Manten e1 museo cerrado y dejame averiguar a1 gunas cosas. Haz10 por mi, no por el... Es un favor. -~Tu pidiendo favores? Ahora si estamos jodi dos... No me digas que tienes un presentimiento. E1 Conde sonrio por primera vez en e1 dia. -Ni siquiera tengo eso. Lo que tengo es una deu da conmigo mismo. Yo adoraba a ese hombre y aho ra me cae como una patada. Pero 1a verdad es que no 10 conozco. Es mas, creo que nadie 10 conoce. Deja me averiguar quien era: eso es 10 que quiero. A 10 me jor entonces se que fue 10 que paso. -Pero yo debo decir a1go, los jefes...
76
-Inventa cua1quier COD - Me vas a embarcar, ~ -No..., tu veras que no. ~ tres dias. Y mientras, haz UIl de los dos corazones» y dim - Ya me 10 lei hace rata•• - Leete10 otra vez. Hazm - Esta bien, me 10 voy ~ para que carajo tu quieres ci segun tu mismo dices, nadiei una patada en los huevos..• ~ E1 Conde bostezo y IIliQ -No se, por mi madre .. tros los escritores de verdadJ
··,1
·i
Podia ser 1a ultima de bI emba1samador de faraones d mi1agro de co10carlo sobre' egipcia, habia manipulado C! de su pie1 hasta 10grar el eft! vivo como muerto. EI eo. unos minutos. Centro su all tra conseguida en las manost estrias de 1a pie1, las venas ., prodigioso entramado. Al ~ Lentamente los pcirpados dI como los de un reptil SOIIUI
1DUert0 Y junto con el muerto, -.ano sobre la chapa. .., Manolo. Le van a caer arri .hacer de esta historia un caso ~mejode.
.
, ino? (E1 no jugaba a ser ..de los comunistas? Como ,pariIlero con cantimploras Ia-c:intur.a, comunista con un "ir CIDIIlO Ie daba la gana. Ah, tt·put2 que viven como princi Ilia y ~e igualdad estoy ya hasta ~.
~ Conde
regreso a la silla y vol ~ con Ia chapa-, todo 10 que tu l8bcs que en eso pienso 10 mis ~ IIlUCItO llevaba cuarenta afios ..... to guardas esta placa tres ca,.10 y dejame averiguar al • "110 por el... Es un favor. ~? Ahora SI es.ta~os jodi IttiImes un presentumento. .tpimera vez en el dia. Lo que tengo es una deu IJ adoraba a ese hombre y aho ~a Pero 1a verdad es que no .., que nadie 10 conoce. Deja it: esc es 10 que quiero. A 10 me lle 10 que paso. Dr algo, los jefes...
-Inventa cualquier cosa de las que yo te ensefie. -Me vas a embarcar, Mario Conde. -No..., tU veras que no. Guarda esa chapa y dame tres dias. Y mientras, haz una cosa: leete «El gran rio de los dos corazones» y dime que piensas. - Ya me 10 lei hace rato... Por culpa tuya. -Leetelo otra vez. Hazme caso. -Esta bien, me 10 voy a leer, pero no entiendo para que carajo tu quieres conocer a un hombre que, segtin tu mismo dices, nadie 10 conocio y te cae como una patada en los huevos... El Conde bostezo y miro a su antiguo colega. -No se, por mi madre que no se... Es que noso tros los escritores de verdad somos asi, ~no?
Podia ser la ultima de las momias. Un habilidoso embalsamador de faraones debia de haber obrado el mi1agro de colocarlo sobre el sillon y, con paciencia egipcia, habia manipulado cada uno de los pliegues de su piel hasta lograr el efecto de que pareciera tan vivo como muerto. El Conde 10 observo durante unos minutos. Centro su atencion en la obra maes tra conseguida en las manos, donde las cicatrices, las estrias de la piel, las venas y las arrugas armaban un prodigioso entramado. Al fin se atrevio a tocarlo. Lentamente los parpados del anciano se replegaron, como los de un reptil somnoliento, y unos ojos de
77
un azul desvaido retrocedieron ante la agresi6n de la luz. -~Qpe pas6? -habI6, y el Conde se sorprendi6: no tenia voz de viejo. -Qperia hablar con usted, Toribio. -~y quien tu eres? -A mi no me conoce, pero usted fue amigo de mi abuelo: Rufino el Conde. El anciano hizo un esfuerzo por sonreir. -Ese tipo era un peligro..., mas tramposo... -Si, ya 10 se. Yo mismo 10 ayudaba con los gallos. -Rufino esta muerto, ~verdad? -Si, hace mos. Despues que prohibieron las peleas. Las peleas de gallos eran su vida. - Y la mia. Es del carajo, hace afios que prohibie ron las peleas y que todo el mundo esta muerto. Yo no se pa' que cofio yo estoy vivo. Y ahora casi no Yeo. -~Cuantos afios tiene usted, Toribio? -Ciento dos mos, tres meses y dieciocho dias... El Conde sonri6. A veces a el se Ie olvidaba su propia edad. Pero comprendi6 que todos los dias de bian de ser importantes para Toribio el Tuzao, porque cada vez mas se acercaba al final de una cuenta des bordada. En los recuerdos mas remotos del Conde estaba la figura, ya anciana, de Toribio, mientras revi saba un gallo: examinaba las espuelas, extendia las alas, comprobaba la potencia de los museulos de las patas, examinaba las ufias, Ie abria el pico, Ie palpaba el cue llo, y luego acariciaba con amor al animal destinado a la lucha y la muerte. Su abuelo Rufino, que rara vez 78
dedicaba un elogio a sus adven Tuzao era uno de los mejores 1 zas por esa calidad Hemingwa] convertido, por afios, en el CI sus gallos de lidia. -~Cuantos afios usted tral Toribio? - Veintiuno, hasta que mwi tonces con sus gallos. Una fort Papa 10 escribi6 en su testamCl -~Buena gente el Papa? - Tremendo hijo de pula, p llos. Yo Ie hada falta, ~sabe? -~Y por que era tremendol Toribio el Tuzao no respoa reda pensar su respuesta. El Q c6mo funcionaba su cerebra I mon6nico, anterior al cine, Ios~ -Un dia se encabron6 y Ie J gallo que se huy6 en una pelea c vallita que teniamos en la VJP y nos tiramos unos pifiazos. Yo dije que se metiera sus gallos p un criminal, que eso no se Ie hal -Pero si se matan peleando, • chos galleros los sacrifican C1JaI -Eso es otra cosa: la pelea! gallos. Y no es 10 mismo sacrific no sufra que matarlo por un ell -Eso es verdad. ~y que pasI
~edieron
ante la agresi6n de
~, y el Conde se sorprendi6: usted, Toribio.
"7
rz, pcro usted fue amigo de mi
-afuerzo por somek -peIipo_, mas tramposo... ~o 10 ayudaba con los gallos.
lRito,iverdad? Despues que prohibieron las peleas. ~ can su vida. Id. carajo, hace afios que prohibie ~ 1000 el mundo esta muerto. Yo iyo estoy vivo. Y ahora casi no Yeo. aticne usted, Toribio? ~ tIa meses y dieciocho dias... vcccs a el se Ie olvidaba su • i tDdi6 que todos los dias de pta Toribio el Tuzao, porque ~ al final de una cuenta des ~ mas remotos del Conde JmJciana, de Toribio, mientras revi IiIW>a las espuelas, extendia las alas, mcia de los musculos de las patas, r, Ie abria el pico, Ie palpaba el cue IIba con amor al animal destinado dr. Su abuelo Rufino, que rara vez ! .. ,
dedicaba un elogio a sus adversarios, aseguraba que el Tuzao era uno de los mejores galleros de Cuba. Qyi zas por esa calidad Hemingway 10 habia contratado y convertido, por afios, en el entrenador exclusivo de sus gallos de lidia. -~ Cuantos afios usted trabaj6 con Hemingway, Toribio? - Veintiuno, hasta que muri6. Y yo me quede en tonces con sus gallos. Una fortuna. EI me los regal6. Papa 10 escribi6 en su testamento. -~Buena gente el Papa? - Tremendo hijo de puta, pero Ie gustaban los ga llos. Yo Ie hacia falta, ~sabe? -~Y por que era tremendo hijo de puta? Toribio el Tuzao no respondi6 de inmediato. Pa recia pensar su respuesta. EI Conde trat6 de imaginar c6mo funcionaba su cerebro preinformatico y deci mon6nico, anterior al cine, los aviones y el boHgrafo. -Un dia se encabron6 y Ie arranc6 la cabeza a un gallo que se huy6 en una pelea de entrenamiento en la vallita que teniamos en la Vigia. Yo no se 10 aguante y nos tiramos unos pifiazos. Yo Ie di, y el me dio. Le dije que se metiera sus gallos por el culo y que eI era un criminal, que eso no se Ie hacia a un gallo de pelea. -Pero si se matan peleando, se sacan los ojos..., mu chos galleros los sacrifican cuando se quedan ciegos. -Eso es otra cosa: la pelea es la pelea, y es entre gallos. Y no es 10 mismo sacrificar un animal para que no sufra que matarlo por un encabronamiento. -Eso es verdad. ~Y que pas6 despues? 79
-Me escribio una carta pidiendome perdon. Era tan bruto que se Ie olvido que yo no sabia leer. Yo 10 perdone y el contrato un maestro que me enseno a leer. Pero no dejo de ser un hijo de puta. El Conde sonrio y encendio un cigarro. -~Por que a usted Ie decian el Tuzao? -El nombrete me 10 pusieron unos galleros cuan do yo era un muchacho, alIa en mi pueblo. Un dia que me pelaron con una maquina de esas de trasqui lar caballos que deja el pelo cortico y erizao, y uno de ellos dijo: «Mira, parece un gallo tuzao». Y hasta hoy..., como me pase la vida metido entre gallos. -Mi abuelo Rufino 10 respetaba como gallero. -Rufino era de los buenos. Aunque demasiado tramposo. No Ie gustaba perder. -£.1 decia que para jugar, habia que salir con ventaja. - Por eso nunca peleo contra mis gallos. Yo sabia como hacia el para untar sus animales. Se ponia la va selina en el cuello y mientras banaban y pesaban a los gallos, tu abuelo se pasaba la mano por e1 cuello, como si Ie doliera, y luego cuando cogia al gallo, 10 dejaba hecho un jabon... El cono'e su madre. El Conde volvio a sonrdr. Le complacia oir aque lIas historias de su abuelo. Lo remitian a un mundo perdido que en el territorio libre de su memoria se pa recia mucho a la felicidad. -Y Hemingway ~sabia de gallos? -Claro que sabia... Yo 10 ensene -aseguro Toribio y trato de acomodar el esqueleto en el sillon-. Fijate
80
si sabia que cuando se fue de: dijo que cuando terminara cl; a escribir uno de los. galleros gonista y el iba a contar las II gallos. -Hubiera sido un buen iii -Un buen libro, claro -31 -~Y el apostaba duro? -Si, duro, era un apostadl a los gallos..., y tenia suerte eli pre ganaba. Pero despues qUOl ba y a veces gastaba y reg~ Ie importaba el dinero, 10 que Tenia obsesion con las peleas gallos. Le encantaba ver que. go de dos espolonazos y sigui contrario. Eso 10 volvia coma - Era un tipo raro, ~no? -Un hijo de puta, ya se k el demonio dentro. Por eso lei mar al demonio. -I -Si, seguro... ~Y usted -No, ninguno de los que' via en la finca. Ni siquiera .Ri con el y era como la sombra de perto y yo, todos eran de pol Y Raul vivia muy cerca, casi a la: -~Y por las noches el se qi -Bueno, solo no, con la ... habia invitados. Pero, al final,
vm
pidiendome perdon. Era Wd6 que yo no sabia leer. Yo 10 ~ maestro que me enseiio a ~ un hijo de puta. .cnccndi6 un cigarro. ded.an el Tuzao? pusieron unos galleros cuan .ana en mi pueblo. Un dia maquina de esas de trasqui cortico y erizao, y uno de rue-un gallo tuzao». Y hasta ~ vida metido entre gallos. 10 10 respetaba como gallero. 15 buenos. Aunque demasiado Iba perder. 112 jugar, habia que salir con K2Ita
I
k-eIo
.c
. . , contra mis gallos. Yo sabia ... au animales. Se ponia la va ........ baiiaban y pesaban a los Ia mana por el cuello, • 80 cuando cogia al gallo, 10 -FJ coiio'e su madre. ....m. Le complada oir aque .to. 10 remitfan a un mundo iIorio libre de su memoria se pa
_.la
idad. labia de gallos?
.. Yo 10 enseiie -aseguro Toribio II esqueleto en el sillon-. Fijate
.'
si sabia que cuando se fue de Cuba para matarse me dijo que cuando terminara el libro de los toreros iba a escribir uno de los. galleros. Yo iba a ser el prota gonista y el iba a contar las historias de mis mejores gallos. -Hubiera sido un buen libro.
-Un buen libro, claro -asevero el anciano.
-~Y el apostaba duro? -Si, duro, era un apostador nato. A los caballos, a los gallos..., y tenia suerte el muy cabron, casi siem pre ganaba. Pero despues que ganaba, se emborracha ba y a veces gastaba y regalaba toda la ganancia. No Ie importaba el dinero, 10 que Ie gustaba era la pelea. Tenia obsesion con las peleas y con el coraje de los gallos. Le encantaba ver que un gallo se quedara cie go de dos espolonazos y siguiera peleando sin ver al contrario. Eso 10 volvia como loco. -Era un tipo raro, ~no? -Un hijo de puta, ya se 10 dije. Pa' mi que tenia el demonio dentro. Por eso tomaba tanto..., para cal mar al demonio. -Si, seguro... ~Y usted vivia en la finca? -No, ninguno de los que trabajabamos con el vivia en la finca. Ni siquiera Raul, que siempre estuvo con el y era como la sombra de Papa. Aver: menos Ru perto y yo, todos eran de por alIi, de San Francisco. Y RaUl vivia muy cerca, casi a la salida misma de la finca. -~Y por las noches el se quedaba solo en la casa? -Bueno, solo no, con la mujer. Y alIi casi siempre habia invitados. Pero, al final, cuando Papa ya estaba 81
viejo, a veces ella Ie deda a Calixto que se quedara de custodio en el porton de abajo 0 en el bungalow de los garaJes. -~Un custodio? Yo crda que el mismo hada un recorrido por la finca antes de acostarse. -Eso era si no estaba demasiado borracho, ~no? Pero Miss Mary estaba mas tranquila si el custodio es taba alli... El Conde sintio que algo no encajaba en su es quema: todo era mas facil sin aquel vigilante noctur no del cual nadie Ie habia hablado, ni siquiera el sa bihondo de Tenorio. Q!1izas la memoria de Toribio Ie fallara en este aspecto. Y por eso insistio. -~Y quien era el que se quedaba de custodio en los ultimos anos de Hemingway? Toribio abrio un poco mas los parpados y trato de reenfocar la figura de su interlocutor. Pareda hacer un esfuerzo supremo. -~Tu eres polida 0 que cono? -No, no, no soy polida. Soy escritor. Es un decir... -Carajo, pues pareces un cabron polida. Y a mi los polidas me caen como una patada en el culo. No los resisto. -Ni yo tampoco -remato el Conde, sin mucho esfuerzo y sin alejarse demasiado de la verdad. -Menos mal. .. Mira, tres dias estuve preso por culpa de un polida que me agarro en una pelea clan destina. Hijo'e puta... Como si no hubiera mayimbes del gobiemo peleando gallos todavia. A ver, ~que me estabas preguntando? 82
-Sobre el custodio. (Q!Ue. anos? -Bueno, al final, final, cuaI Papa se mato, era un tal Iznaga,~ eI, que era primo de Raul. Pem lixto, que hada cualquier ~ que un dia se fue... -La gente duraba mucho ell -Como no iban a durar, si ft bien. De alli nadie se queria iI cuenta y el solo mantenia CODl(J -~Y por que Calixto se fue?! -Por que no 10 se. Como Papa estuvieron hablando ho~ la torre. Como si no quisieran / Y despues Calixto se fue. Hasta i cisco. Algo gordo tiene que bah porque se conodan desde bacia 1 de antes que Calixto matara a t preso. El Conde recibio un temblOi sus tiempos de polida. ~Sera ft deja de ser polida?, se pregunti respuesta: ni polida, ni hijo de asesino tienen el privilegio dd et -~ Como es la historia dd m Lentamente el anciano tr.l! frotaba las manos y sin tener niDf tuvo la sensacion de que alguicl tro de la casa. .,
,
ida a Calixto que se quedara de
lie abajo 0
en el bungalow de los
CRia que el mismo hada un .-a de acostarse. demasiado borracho, ~no? ••&is mmquila si el custodio es
,aIgo no encajaba en su es
NaciI sin aquel vigilante noctur
. . . . hablado, ni siquiera el sa ~ la memoria de Toribio Ie iii Y por eso insisti6. ;:que se quedaba de custodio en lIrrningway? !MJCO mas los pcirpados y trat6 de . . interlocutor. Pareda hacer un t
, -} .qaemno. ida. Soy escritor. Es un decir...
un cabmn polida. Y a mi woa patada en el culo. No los ~ JCiil2tO el Conde, sin mucho
lWrmasiado de la verdad. lin, tres dias estuve preso por !DC me agarr6 en una pelea clan ~ Como si no hubiera mayimbes p gallos todavia. A ver, ~que me ,.l
-Sobre el custodio. ~ QIien fue en los ultimos alios? -Bueno, al final, final, cuando ellos se fueron y Papa se mat6, era un tal Iznaga, un negro grandisimo el, que era primo de Raul. Pero antes habia sido Ca lixto, que hada cualquier trabajo en la finca, hasta que un dia se fue... -La gente duraba mucho en la finca, ~no? -C6mo no iban a durar, si Papa pagaba bien, pero bien. De alIi nadie se queria ir. Un dia sacamos la cuenta y el solo mantenia como a treinta gentes... -~Y por que Calixto se fue? -Por que no 10 se. C6mo, s1. Una tarde el y Papa estuvieron hablando horas en el ultimo piso de la torre. Como si no quisieran que nadie los oyera. Y despues Calixto se fue. Hasta se mud6 de San Fran cisco. Algo gordo tiene que haber pasado entre ellos, porque se conodan desde hada una pila de alios, des de antes que Calixto matara a un tipo y 10 metieran preso. El Conde recibi6 un temblor que no sentia desde sus tiempos de polida. ~Sera verdad que uno nunca deja de ser polida?, se pregunt6, aunque conoda la respuesta: ni polida, ni hijo de puta, ni maric6n, ni asesino tienen el privilegio del ex. -~C6mo es la historia del muerto ese, Toribio? Lentamente el anciano trag6 saliva mientras se frotaba las manos y sin tener ninguna certeza el Conde tuvo la sensaci6n de que alguien los escuchaba den tro de la casa. 83
-No se bien, la verdad, porque Calixto era medio misterioso y tenia un caracter... Lo que se sabia era que habia tenido una bronca en un bar y mato a un hombre. Estuvo guardao como quince anos, y Papa Ie dio trabajo cuando salio, porque 10 conocia de antes. -~Y que se hizo de Calixto? -Yo no 10 volvi a ver. No se Ruperto. Ruperto era el capitan del barco de Papa y andaba mas por La Ha bana. Yo creo que una vez eI me dijo algo de Calix to, pero yo no me acuerdo bien. -Calixto debe de estar muerto, ~verdad? -Seguro que si, el era mas viejo que yo. Asi que... Toribio hizo silencio y el Conde espero unos ins tantes. Hablar de tantos muertos no debia de ser agra dable para el anciano. Miro sus ojos, perdidos en un pensamiento profundo, y decidio atacar. -Toribio, alIi en la Vigia, alguna vez, asi por ca sualidad, ~usted oyo hablar algo de un tipo del FBI? EI anciano parpadeo. -~De que? -De la policia americana. La que se llama efe-be-i... -Ah, el efebei, cono. Ya... Pues no, que yo re cuerde, no. -~Donde estaba la valla de gallos de la finca? -Un poco mas abajo de la casa, entre la carrete rita de los carros y los garajes. Debajo de una mata de mangos... -~Una mata vieja, de mangas blancas? -Si, esa misma... -~Cerca de la fuente? 84
-Mas 0 menos. EI Conde contuvo la ~ ber hacia donde disparaba I inesperado. - Y usted, Toribio, {poe mingway? Si era un hijo de: EI viejo sonrio. Tenia un das de blanco. - Era el tipo mas raro del din, se tiraba peos dondequi como a pensar, y se iba sac dedos, y los hacia bolitas. Nc nor. Pero pagaba mas que 10 y exigia que Ie dijeran Papa..; de todo el mundo. -~ Qye favores Ie debia 1 -~Favores? Ninguno: yo pagaba bien, y ahi se acaoo era el mejor escritor del mUD gallero del mundo. Por eso j despues de la bronca. -~Entre todos ustedes 4 confianza de Hemingway? - Raul, eso ni se discute. limpiara el culo, Raul se 10 I Un levisimo sonido, at. confirmo al Conde su sosp escuchaba, pero no se sintiO marse a la puerta. ~A qui6l: podia interesarle aquella COil
II, porque Calixto era medio Deter... Lo que se sabia era IDea en un bar y mat6 a un IlDIIlO quince anos, y Papa Ie lPorque 10 conoda de antes.
Wino? tNo se Ruperto. Ruperto era . . y andaba mas por La Ha I:Z C1 me dijo algo de Calix
10 bien.
Ir muerto, iverdad?
i mas-viejo que yo. Asi que...
y el Conde esper6 unos ins
Duertos no debia de ser agra
in> sus ojos, perdidos en un
rdecidi6 atacar.
~ alguna vez, asi por ca lar algo de un tipo del FBI?
,.,
•
La que se llama efe-be-i...
~:Y....
Pues no, que yo re
• de gallos de la finca? •.de Ja casa, entre la carrete IIjes. Debajo de una mata de mangas blancas?
I· I
i
-Mas 0 menos. El Conde contuvo la expresi6n de alegria. Sin sa ber hacia d6nde disparaba habia dado en un blanco inesperado. - Y usted, Toribio, (por que Ie deda Papa a He mingway? Si era un hijo de puta, digo... El viejo sonri6. Tenia unas endas oscuras, motea das de blanco. - Era el tipo mas raro del munClo. Meaba en el jar din, se tiraba peos dondequiera. A veces se ponia asi, como a pensar, y se iba sacando los mocos con los dedos, y los hada bolitas. No resistia que Ie dijeran se nor. Pero pagaba mas que los otros americanos ricos, y exigia que Ie dijeran Papa..., deda que el era el papa de todo el mundo. -(Q!1e favores Ie debia usted a Hemingway? -(Favores? Ninguno: yo trabajaba bien, y el me pagaba bien, y ahi se acab6 la historia. £.1 deda que era el mejor escritor del mundo y debia tener al mejor gallero del mundo. Por eso fue que me pidi6 perd6n despues de la bronca. -(Entre todos ustedes quien era el hombre de confianza de Hemingway? -Raul, eso ni se discute. Si Papa Ie pedia que Ie limpiara el culo, Raul se 10 limpiaba. Un levisimo sonido, al otro lado de la pared, Ie confirm6 al Conde su sospecha de que alguien los escuchaba, pero no se sinti6 con la potestad de aso marse a la puerta. (A quien de la familia de Toribio podia interesarle aquella conversaci6n, llena de t6pi 85
cos seguramente repetidos por el anciano millones de veces? Conde no tenia la menor idea y por eso pro siguio, con la atencion dividida entre Toribio y el po sible escuchador furtivo. -~Usted la paso bien en la finca? -Despues de la bronca, s1. El supo que yo era un hombre y me respetaba... Ademas, uno alIi veia cosas que alegran la vida. -~ Q!1e cosas? -Muchas..., pero la que no se me olvida es la ma nana que vi a la artista americana esa amiga de el, que venia a cada rato a la finca... -~Marlene Dietrich? -Una americana jovencita... -~Ava Gardner? -Mira, elle deda «mi hija» y yo Ie deda la Galle ga, porque era blanquisima y tenia el pelo negro. Y un dia la vi banarse encuera en la piscina. El y ella, en cueros los dos. Yo estaba buscando hierba seca para un nidal y me quede como una piedra. La Gallega se paro en el bordecito de la piscina y empezo a quitar se toda la ropa. Hasta que se quedo en blumer. Y asi empezo a hablar con el, que estaba en el agua. Q!1e par de tetas... Y antes de tirarse, ella se quito el blu mer. Q!1e c1ase de hija tenia el Papa. -~Y el blumer era negro? -el Conde, tratando de desvestir sus recuerdos de Ava Gardner, se olvido por completo del presunto espia que los escuchaba. -~Y como tu 10 sabes? -pregunto, casi airado, el anClano. 86
-Esqueyosoyescri~
gunas cosas,
~no? ~Y
estall -~Buena? ~ Q!1e conoe un angel, por mi madre :( piel... Y que Dios me perdo a mil: la Gallega asi, encu suavecita y sus dos tetoWi jiza, que brillaba... Aquellc cuando ellos empezaron a me fui. Ya eso es otra c~ -5i, otra cosa. ~Y la sc: -Miss Mary tenia que Una vez e1 metio en la fin que 10 tenia loco. Ni pesa cribia, ni nada. 5e pasaba un perro mino, y cuando ] pre estaba encabronao... f callada. Total, vivia como El Conde encendio at trato de imaginar el strtllJ1l tio temblores en laspiel1Ul ca pronto seria nada: Hem ta, y el Tuzao camino de Ia ~seria inmortal? - Ya me voy, Toribio, p mingway, que mato leone! llos, ~ tenia cojones para III El viejo se movio inqu vez al Conde que se hab& -Mira, tu seras escritc:
los por el anciano millones de .. menor idea y por eso pro llividida entre Toribio y el po ~
III m Ia finea? Ita, si. EJ. supo que yo era un iL Adem~, uno alIi veia cosas r
.-= no se me olvida es la ma
..mana esa amiga de el, que DCa.•• ~
~cita. ..
iii hija» y yo Ie deda la Galle IDa y tenia el pelo negro. Y un ia en Ia piscina. £1 y ella, en .. boscando hierba seca para Iibo una piedra. La Gallega se Ia piscina y empez6 a quitar ~,se qued6 en blumer. Yasi ~ que estaba en el agua. Q!1e lit tinrse, ella se quit6 el blu inia el Papa. £pO? ~l Conde, tratando de Ie Ava Gardner, se 01vid6 por :sPa que los escuchaba. es? -pregunt6, casi airado, el
-Es que yo soy escritor. Los escritores sabemos al gunas cosas, ~no? ~Y estaba buena? -~Buena? ~Q!1e cono es eso? Mas que buena, era un angel, por mi madre que era un angel... Aquella piel... Y que Dios me perdone, pero el tolete se me puso a mil: la Gallega asi, encuera en pelota, con esa piel suavecita y sus dos tetonas y la pendejera medio ro jiza, que brillaba... Aquello era demasiado... Despues, cuando ellos empezaron a juguetear en la piscina, yo me fui. Ya eso es otra cosa. -Si, otra cosa. ~Y la senora? -Miss Mary tenia que saber las locuras de Papa. Una vez el meti6 en la finca a una princesita italiana que 10 tenia loco. Ni pescaba, ni peleaba gallos, ni es cribia, ni nada. Se pasaba el dia detras de ella, como un perro mino, y cuando hablaba con nosotros siem pre estaba encabronao... Pero Miss Mary se quedaba callada. Total, vivia como una reina. El Conde encendi6 otro cigarro y cerr6 los ojos: trat6 de imaginar el streaptease de Ava Gardner y sin ti6 temblores en laspiernas. Aquella imagen magnifi ca pronto seria nada: Hemingway muerto, Ava muer ta, y el Tuzao camino de la muerte. Y el blumer negro, ~seria inmortal? - Ya me voy, Toribio, pero digame una cosa... He mingway, que mat6 leones y de cuanto hay, hasta ga llos, ~tenia cojones para matar a un hombre? El viejo se movi6 inquieto, parpade6, enfoc6 otra vez al Conde que se habia puesto de pie. -Mira, tu secas escritor, pero tambien eres poli 87
cia. A mi tu no me jodes... De todas maneras voy a responderte. No, yo creo que no: 10 suyo era mucha griteria, mucha guaperia con los animales, y mUcha pan talla para que la gente se creyera que el era un tim balu. Conde sonrio y, tratando de no hacer ruido, dio tres pasos y se asomo por la puerta de la casa. La pe quefia sala estaba vacia. ~Habria imaginado que al guien los escuchaba? -~y de verdad era un hijo de puta? -De verdad 10 era. Un hombre que mata asi por gusto un gallo de pelea tiene que ser un hijo de puta. Eso no se discute.
Se tercio la Thompson a la espalda y, venciendo la rigidez de sus articulaciones, se puso de rodillas y la recogio. Aunque ya imaginaba 10 que era, la ilu mino con la linterna. EI escudo, la hilera de nume ros y las tres letras brillaron sobre la chapa de metal plateado, sostenida contra una pieza de cuero. Como un animal advertido por el olor del peligro, miro en derredor y recordo 10 que Ie habia comentado Raul sobre el nerviosismo de Black Dog. ~Habia estado alIi un agente del FBI? ~De que otro modo pudo llegar aquella placa hasta ese sitio, tan cerca de la casa, tan lejos de la entrada? ~Otra vez 10 estaban vigilando esos hijos de puta? £.1 sabia que los federales 10 te 88
nian en sus listas desde la gIi bre todo, desde que organizail cion de caceria de submarinOil Cuba, cuando habia estado a c quien y por que sitio de la isb combustible y, precisamente W cretado el fin de la operacioo formes eran vagos y que gastal Sabia, tambien, que Edgar }; do acusarlo de comunista en I, McCarthy, pero alguien 10 hal mejor dejar fuera de la peI'SCI y afines a un mito americana chapa, en su propiedad, Ie I ~De que? Levanto la vista y observo,. La Habana, extendidas hacia cI la distancia como una mancha, inabarcable y profunda, empci das al mar, y de la cual el solt nes. Algo sabia de su miseria : tantes y de proporciones deSVl sus bares y sus vallas de gallO! zaban tantas pasiones; bastanh! su mar, entre los que habia g;1 de su vida; y sabia 10 indispeD su vanidad palpitantes. Y nae! muchos afios que llevaba vivie con alma de mujer, que tan a acogido desde su primera visi
8dcs... De todas maneras voy a
~ que no: 10 suyo era mucha
amn los animales, y mucha pan
~ Ie
creyera que el era un tim
IL
p....do de no hacer ruido,
dio
pucrta de la casa. La pe
~:ilIabiia imaginado que al
M-'.ia IIT-
lam hijo de puta?
ii Un hombre que mata asi por
• ticne que ser un hijo de puta.
I*JD a la espalda y, venciendo ~ se puso de rodillas y ......naba 10 que era, la ilu lEI-escudo, la hilera de mlme . . . soble la chapa de metal .-a una pieza de cuero. Como MJJ' d alar del peligro, mir6 en ~quc Ie habia comentado Raul ~ BIIII:k Dog. (Babia estado alIi lie que otto modo pudo llegar ~ sitio, tan cerca de la casa, tan Otra vez 10 estaban vigilando I sabia que los federales 10 te
nian en sus listas desde la guerra de Espana y, so bre todo, desde que organizara con su yate la opera ci6n de caceria de submarinos nazis en las costas de Cuba, cuando habia estado a punto de descubrir de quien y por que sitio de la isla los alemanes recibian combustible y, precisamente los federales, habian de cretado el fin de la operaci6n, alegando que sus in formes eran vagos y que gastaba demasiada gasolina. Sabia, tambien, que Edgar Hoover habia intenta do acusarlo de comunista en los dias de las purgas de McCarthy, pero alguien 10 habia disuadido, pues era mejor dejar fuera de la persecuci6n de comunistas y afines a un mito americano como el. Pero aquella chapa, en su propiedad, Ie sonaba a advertencia. ~De que? Levant6 la vista y observ6, a 10 lejos, las luces de La Habana, extendidas hacia el oceano, presentido en la distancia como una mancha oscura. Era una ciudad inabarcable y profunda, empenada en vivir de espal das al mar, y de la cual el s6lo conoda algunos jiro nes. Algo sabia de su miseria y de su lujo concomi tantes y de proporciones desvergonzadas; mucho de sus bares y sus vallas de gallos, en los que se canali zaban tantas pasiones; bastante de sus pescadores y de su mar, entre los que habia gastado incontables dias de su vida; y sabia 10 indispensable de su dolor y de su vanidad palpitantes. Y nada mas: a pesar de los muchos anos que llevaba viviendo en aquella ciudad con alma de mujer, que tan amorosamente 10 habia acogido desde su primera visita. Pero siempre Ie su
89
cedia igual: jamas habia sabido apreciar y casi nunca corresponder el carino de los que de verdad 10 querian. Era una vieja y lamentable limitacion, y nada tenia que ver con poses ni con personajes, pues la solia atri buir al hurano modo de ser de sus padres, aquellos personajes cercanos y desconocidos a un tiempo, con sus vidas enfundadas tras un hipocrita puritanismo y a los cuales nunca pudo querer, pues ellos mismos ha bian estropeado irreversiblemente su capacidad de sentir amor, de un modo simple y natural. Black Dog ladro y corto el hilo de sus pensamien tos. El perro se desfogaba en el hoyo de la pendiente que se iniciaba al borde de la piscina, casi en el limite de la finca, y 10 hada con una extrana insistencia. Los otros dos perros, recien lIegados desde la entrada, se unieron al concierto. Con la vista fija en los linderos de la propiedad, guardo la chapa en el boisillo de su bermuda y empuno la ametralladora. Ven a buscar tu chapa, cabron, te voy a dejar seco, musito, mien tras descendia la pendiente y Ie silbaba al animal. Los ladridos cesaron y Black Dog reaparecio moviendo la cola, aunque grunendo. -~Q1e pasa, viejo, 10 viste? -Ie pregunto, mien tras observaba la hierba pisoteada a ambos lados de la cerca-. Ya se que eres un perro vigilante y feroz ... Pero creo que ahora aqui no hay nadie. El maricon se fue. Vamos a ver a Calixto. Regreso a la piscina y tomo el atajo que, entre las casuarinas, conduda hacia el camino principal de la Vi gia y evitaba ellargo rodeo que debian hacer los autos.
90
Bajo aquellos orgullosos y DOl bien. Eran como fieles amigol en 1941, cuando el y Martha vii a la finca y el decidio comprarlaj La Habana era un buen sitiol finca, tan lejos y tan cerca de I: que bueno, ideal. Y de verdad: Ie habia preocupado tanto el d boles mientras el desembarc en 1944, y recibio la noticia de • habia atravesado La Habana. {; siguiente, y comprobo que cas! camaradas seguian en pie, p. Porque aquel lugar, bueno p podia ser un buen sitio para .. momento de morir. Pero sin $II ca no valia nada. ,; Pensar otra vez en la mucrt lIazgo. ~Por que cono piensas a pregunto y recordo que ya tcII riencia, tan exclusiva, de habll to del mundo, cuando su aviO lago Victoria, durante su ultimo el personaje de Moliere, tuvo c saber 10 que pensaban de eI DII quienes conoda. No fue agn las publicadas en varios pai como eran muchas mas de bI que no 10 querian, sobre tOOo,. asumio aquellas reacciones mal
!-sabido apreciar y casi nunca aJos que de verdad 10 querian. 1liiie limitacion, y nada tenia apasonajes, pues la solia atri iii ser de sus padres, aquellos iIronocidos a un tiempo, con . . . hip6crita puritanismo y IPr '0; pues el10s mismos ha iliblcmente su capacidad de "simple y natural. Il1O cl hilo de sus pensamien • enrd hoyo de la pendiente de ]a piscina, casi en el limite D una extrafta insistencia. Los Ilegados desde la entrada, se III ]a vista fija en los linderos Ia chapa en el bolsillo de su mletralladora. Ven a buscar "a dejar seco, musito, mien IIIr y Ie silbaba al animal. Los IDItr Raparecio moviendo la ~
.. Yiste? -Ie pregunto, mien
...........da a ambos lados de la
m perro vigilante y feroz ...
~no hay nadie. El maricon se
to.
r tomo el atajo que, entre las
I cl camino principal de la Vi
o que debian hacer los autos.
Bajo aquellos orgullosos y nobles arboles se estaba bien. Eran como fieles amigos: se habian conocido en 1941, cuando el y Martha vinieron por primera vez a la finca y el decidio comprarla, convencido ya de que La Habana era un buen sitio para escribir y aquella finca, tan lejos y tan cerca de la ciudad, pareda, mas que bueno, ideal. Y de verdad 10 habia sido. Por eso Ie habia preocupado tanto el destino de aquellos ar boles mientras el desembarcaba en Normandia, en 1944, y recibio la noticia de que un ciclon asolador habia atravesado La Habana. Cuando volvio, al ano siguiente, y comprobo que casi todos sus silenciosos camaradas seguian en pie, pudo respirar tranquilo. Porque aquel lugar, bueno para escribir, tambien podia ser un buen sitio para morir, cuando llegara el momenta de morir. Pero sin sus viejos arboles, la fin ca no valia nada. Pensar otra vez en la muerte 10 distrajo de su ha llazgo. ~Por que cono piensas ahora en la muerte?, se pregunto y recordo que ya tenia a su favor la expe riencia, tan exclusiva, de haber muerto para el res to del mundo, cuando su avion se estre1l6 cerca del lago Victoria, durante su ultimo safari africano. Como el personaje de Moliere, tuvo entonces la ocasion de saber 10 que pensaban de el muchas de las personas a quienes conoda. No fue agradable leer las esque las publicadas en varios peri6dicos y comprobar como eran muchas mas de las previsibles las gentes que no 10 querian, sobre todo en su propio pais. Pero asumi6 aquellas reacciones malvadas como un reflujo 91
inevitable de su relacion con el mundo y como refle jo de una vieja costumbre humana: no perdonar el exito ajeno. Al fin y al cabo, aquella falsa muerte Ie reporto un sentimiento de libertad con el cual podria vivir hasta su muerte verdadera. Pero el modo en que debia morir se habia convertido, desde ese momento, en una de sus obsesiones, sobre todo porque ya ha bia pasado el tiempo de morir joven y tambien el de hacerlo heroicamente. Y porque su cuerpo lacerado comenzo a flaquear. Desde entonces meaba con di ficultad, veia mal y oia peor. Y olvidaba cosas bien aprendidas. Y la hipertension 10 atormentaba. Y de bia hacer dieta de comida y de alcohol. Y su vieja afeccion de la garganta 10 perseguia con mas sana... En ultima instancia, la muerte 10 aliviaria de restric ciones y dolores, Ie temia mucho menos que a la 10 cura, y solo Ie preocupaba su potestad inapelable de interrumpir ciertos trabajos. Por eso, antes de su lle gada, el debia volver a una corrida de toros para ter minar la maldita reescritura de Muerte en fa tarde, y queria revisar otra vez Islas en ef Golfo y terminar la sordida historia de EfJardin del Eden, atascada y difusa. Tambien planeaba navegar una vez mas entre los ca yos de la costa norte cubana, subir hasta Bimini, vol ver a Cayo Hueso, rodeado de truhanes y de muchas garrafas de ron y whisky. Y Ie gustaba jugar con la idea de que aun podia hacer un nuevo safari al Africa, y hasta con la posibilidad de pasar un otono en Paris. Demasiadas cosas, tal vez. Porque ademas debia deci dir, antes de la llegada de la muerte, si incineraba 0 92
no Paris era unafiesta. Era un B pero deda cosas demasiado cI guramente serian recordadas ciI sensacion 10 habia obligado : to, a la espera de una luz capaI las prensas 0 el fuego. Kitty Cannell, aquella aD mera mujer, se 10 habia gritaci asqueaba su capacidad para Ie' 10 ayudaban, con rencor, con dad y crueldad. Kitty debia de car Paris y los anos de hambre tenia que atacar a Gertrude Sti sidiosa y marimacho se 10 IDC:II al pobre Scott, aunque tanto:. gilidad suya, su incapacidad II un hombre, siempre preOCllfll niones de la arpia demente dill el tamano de su pene. Y ya oi bia atacado a la vieja DorotJ Louis Bloomfield, al imbecil-j Sin embargo, bien que se bah como termino su amistad cot despues que este Ie diera las recciones capaces de tenderle 1 ris de la posguerra que, prtti conocer. Haber escrito aquelb maestro, s610 para librarse de son con quienes habia conlj libros, fue un acto mezquinc I
• con el Mundo y como refle IIIR humana: no perdonar el aabo, aquella falsa muerte Ie libertad con el cual podria IIJIwIcra. Pero el modo en que p.atido, desde ese momento, todo porque ya ha . joven y tambien el de If. JIORIUC so cuerpo lacerado tsde cntonces meaba con di ~pmr. Y olvidaba cosas bien msiOn 10 atonnentaba. Y de Iida y de alcohol. Y su vieja ,10 perseguia con mas sana... muerte 10 aliviaria de restric da mucho menos que a la 10 Iba so potestad inapelable de IIIios- Por eso, antes de su lle JIll- conida de toros para ter ~ dc MMerte en la tarde, y el Go!fo y terminar la ~MEJiIt, atascada y difusa. illr'DDa va mas entre los ca lima, sobir hasta Bimini, vol Ida de truhanes y de muchas !Y Ie gustaba jugar con la idea r un nuevo safari al Africa, y de pasar un otono en Paris. z. Porque ademas debia deci tic la muerte, si incineraba 0
Ide
C:R
IW-:a
i
no Paris era unafiesta. Era un libro hermoso y sincero, pero decia cosas demasiado definitivas, las cuales se guramente senan recordadas en el futuro. Una molesta sensacion 10 habia obligado a guardar el manuscri to, ala espera de una luz capaz de aclararle su destino: las prensas 0 el fuego. Kitty Cannell, aquella amiga de Hadley, su pri mera mujer, se 10 habia gritado una vez en la cara: Ie asqueaba su capacidad para revolverse contra quienes 10 ayudaban, con rencor, con egoismo, con maligni dad y crueldad. Kitty debia de tener razon. Para evo car Paris y los anos de hambre y trabajo y felicidad no tenia que atacar a Gertrude Stein, aunque la vieja in sidiosa y marimacho se 10 mereciera. Y mucho menos al pobre Scott, aunque tanto Ie molestara aquella fra gilidad suya, su incapacidad para vivir y actuar como un hombre, siempre preocupado por las malas opi niones de la arpia demente de Zelda Fitzgerald sobre el tamano de su pene. Y ya ni sabia bien por que ha bia atacado a la vieja Dorothy Parker, al olvidado Louis Bloomfield, al imbecil de Ford Maddox Ford. Sin embargo, bien que se habia callado la historia de como termino su amistad con Sherwood Anderson, despues que este Ie diera las cartas, referencias y di recciones capaces de tenderle puentes hacia aquel Pa ris de la posguerra que, precisamente, el necesitaba conocer. Haber escrito aquella mala parodia del viejo maestro, solo para librarse de los editores de Ander son con quienes habia comprometido sus nuevos libros, fue un acto mezquino, aunque bien pagado 93
por sus nuevos editores. Luego, su decision de que ja mas se reeditara Los torrentes de fa primavera ya no pudo cerrar la herida que, en la espalda, Ie habia causado a un hombre que fue bueno y desinteresado con e1. Diez anos atras, cuando habia rechazado el nom bramiento como miembro de la Academia America na de Artes y Letras, su personaje habia crecido. Se hablo de su rebeldia de siempre, de su iconoclastia perpetua, de su modo natural de vivir y escribir, lejos de las academias y cenaculos, entre una finea de La Habana y una guerra en Europa. Cosas asi 10 salvaron del fuego macartista al cual quiso lanzarlo el FBI y su jefazo, el abominable Hoover. Lo que nadie imagino fue que su negativa se debio a la incapacidad que ya sufria de altemar con otros escritores y la imposibili dad de resistir, cerca de el, a hombres como Dos Passos y, sobre todo, a Faulkner. El engreido patriarca del sur 10 habia agredido sin piedad, por un costado do loroso, pues 10 habia tildado de cobarde: elegante y displicentemente 10 habia calificado como el men os fracasado de los escritores americanos modemos, pero la razon de su menor fracaso se debia, habia dicho el hijo de puta, a su mayor cobardia artistica. ~El, que habia librado el lenguaje americano de toda la retori ca eufemistica y se habia atrevido a hablar de cojones, cuando la palabra exacta era cojones? ~y la cobardia de Scott Fitzgerald, por que no la mencionaba? ~y la de Dos...? Huir de Espana y de las filas republicanas cuando mas 10 necesitaba la causa fue el mas cobarde de los actos en el terreno donde se prueban los hom
94
bres: la guerra. Aquello de cola sona por encima de los intCR:I era una locura, como 10 era asq traductor Robles era obra de 14 Stalin. Cierto es que Stalin, eo lucion proletaria de la que se mino pactando con los nazis parte de Polonia, mato a genem tores, a miles de campesinos y ~ lags de Siberia a cualquiera qut signios 0 simplemente porq11l con suficiente vehemencia en C menciono el nombre del Uda! tristemente cierto que se habia4 tesoro espanol y con los dined el mismo- habian ofrendado CI Republica espanola..., pero (m; traductor como Robles? La IDi escritores Ie asqueaba, y por c tituirlos por hombres mas simj cadores, cazadores, toreros, gue se podia hablar de valor y COD interior Ie impedia reconcilianl que habian sido sus amigos y j serlo: por mas que tratara, ni I se 10 permitian, y esa incapac era como un castigo a su prep: talismo machista en muchos all De cualquier modo, a so I critores ni a politicos. Y por c
IlL Luego, su decision de que ja
...-a tie fa primavera ya no pudo
• Ja espalda, Ie habia causado a lImO y desinteresado con el. . . do habia rechazado el nom
i.bro de la Academia America
.... pasonaje habia crecido. Se tile sicmpre, de su iconoclastia ~Iur.d de vivir y escribir, lejos ~ entre una finca de La • Europa. Casas asi 10 salvaron t caaJ quiso lanzarlo el FBI y su Hoover. La que nadie imagino ~ debi6 a la incapacidad que ya :otros escritores y la imposibili ! a hombres como Dos Passos Iaer. El engreido patriarca del lin piedad, por un costado do iJiIchdo de cobarde: elegante y .... calificado como el menos aonos modemo" pero .. se debia, habia dicho el . . cobardia artistica. ~El, que lie americano de toda la retori Ilia atrevido a hablar de cojones, ita eel mjones? ~y la cobardia de que no la mencionaba? ~y la !JlUia y de las filas republicanas Iba la causa fue el mas cobarde DO donde se prueban los hom
a
C:::n
bres: la guerra. Aquello de colocar la vida de una per sona por encima de los intereses de todo un pueblo era una locura, como 10 era asegurar que la muerte del traductor Robles era obra de los largos tentaculos de Stalin. Cierto es que Stalin, en nombre de una revo lucion proletaria de la que se habia aduenado, ter mino pactando con los nazis, invadio Finlandia y parte de Polonia, mato a generales, cientificos y escri tores, a miles de campesinos y obreros, envio a los gu lags de Siberia a cualquiera que no se plego a sus de signios 0 simplemente porque no habia aplaudido con suficiente vehemencia en cierta ocasion en que se menciono el nombre del Lider, y tambien pareda ser tristemente cierto que se habia quedado con el oro del tesoro espanol y con los dineros que muchos -como el mismo- habian ofrendado en todo el mundo para la Republica espanola..., pero ~matar a un insignificante traductor como Robles? La mente febril de aquellos escritores Ie asqueaba, y por eso habia preferido sus tituirlos por hombres mas simples y verdaderos: pes cadores, cazadores, toreros, guerrilleros, con quienes si se podia hablar de valor y coraje. Ademas, algo en su interior Ie impedia reconciliarse sinceramente con los que habian sido sus amigos y luego habian dejado de serlo: por mas que tratara, ni su mente ni su corazon se 10 permitian, y esa incapacidad de reconciliacion era como un castigo a su prepotencia y su fundamen talismo machista en muchos aspectos de la vida. De cualquier modo, a su lado no queria ni a es critores ni a politicos. Y por eso se negaba, cada vez 95
mas, a hablar de literatura. Si alguien Ie preguntaba sobre sus trabajos apenas decia: «Estoy trabajando bien», 0 si acaso: «Hoy escribi cuatrocientas palabras». Lo demas no tenia sentido, pues sabia que cuanto mas lejos va uno cuando escribe, mas solo se queda. Y al final uno aprende que es mejor asi y que debe defender esa soledad: hablar de literatura es perder el tiempo, y si uno esta solo es mucho mejor, porque asi es como se debe trabajar, y porque el tiempo para tra bajar resulta cada vez mas corto, y si uno 10 desper dicia siente que ha cometido un pecado para el cual no hay perd6n. Por eso se habia negado a viajar hasta Estocolmo para asistir a una ceremonia tan insulsa y gastada como la de recibir el Premio Nobel. Era una lastima que aquel premio se concediera sin uno solicitarlo y que rechazarlo pudiera considerarse una pose de mal gusto y exagerada: pero fue 10 que dese6 hacer, pues aparte de los treinta y seis mil d6lares tan bien venidos, no Ie importaba demasiado tener un ga lard6n que exhibian gentes como Sinclair Lewis y Faulkner, y de haberlo rechazado su aureola de re belde habria tocado las estrellas. La unica satisfacci6n de aquel premio era contar con los dedos los otros autores que no 10 habian recibido: Wolfe, Dos, Cald well, el pobre Scott, la invertida de Carson McCu llers, esa hiperb6lica sureiia capaz de exhibir sus preferencias sexuales bajo una gorra de jugador de beisbol. Y tambien, claro esta, el placer de saber que como escritor uno ha tenido la raz6n. Pero de ahi a
96
comprar un traje de etiqueb nada mas que para lanzar un mo que el no podia saltar.. Iud, debidos a los desastres ~ y cuando recibi6 el cheque y deudas, Ie envi6 algun dine! salido del manicomio, y ent riodista cubano para que la de los Milagros de la Virgen t era un buen gesto, al cual st cidad, y que 10 mejoraba COl leros y sentimentales, y tambi de un solo golpe. - Fue un buen tiro, ~no e El perro movi6 la cola, I maba muy en serio su papel, ra su atenci6n estaba destin desde 10 alto de una palma a a la noche. Para los cubano agiiero y el lament6 que fuel faga de la Thompson hubie! golpe todos los augurios poll malos, y quizas hasta se podJ so del FBI. ~ Qpe andarian b de puta aquellos que ya se a propiedad? Al final del atajo arbolad( sica. Calixto se hacia acompa los otros dos perros de la casa turna. No entendia aquella c
laatura. Si alguien Ie preguntaba iapeIlas decia: «Estoy trabajando lor cscribi cuatrocientas palabras». t sentido, pues sabia que cuanto ,..,.,., escribe, mas solo se queda. ~ que es mejor asi y que debe hablar de literatura es perder el es mucho mejor, porque asi ....., y porque el tiempo para tra IIrz mas corto, y si uno 10 desper IDJIDCtido un pecado para el cual
-=
t'iaJIo
r-
negado a viajar hasta Estocolmo ceremonia tan insulsa y gastada -cl Premio Nobel. Era una lastima -sc concediera sin uno solicitarlo llldicra considerarse una pose de .ta: pero fue 10 que deseo hacer, ~ y seis mil dolares tan bien ~ demasiado tener un ga como Sinclair Lewis y -..chuado su aureola de re . csIRUas. La tinica satisfaccion • CDIlW con los dedos los otros tabian recibido: Wolfe, Dos, Cald at, la invertida de Carson McCu lica sureiia capaz de exhibir sus Ics bajo una gorra de jugador de ~ claro esta, el placer de saber que ha tenido la razon. Pero de ahi a I
ar.:akS
comprar un traje de etiqueta y viajar medio mundo nada mas que para lanzar un discurso, habia un abis mo que el no podia saltar. Adujo problemas de sa Iud, debidos a los desastres aereos sufridos en Africa, y cuando recibio el cheque y la medalla de oro, pago deudas, Ie envio algun dinero a Ezra Pound, recien salido del manicomio, y entrego la medalla a un pe riodista cubano para que la depositara en la capilla de los Milagros de la Virgen de la Caridad del Cobre: era un buen gesto, al cual se Ie dio excelente publi cidad, y que 10 mejoraba con los cubanos, tan nove leros y sentimentales, y tambien con el mas alIa, todo de un solo golpe. -Fue un buen tiro, ~no es verdad, Black Dog? El perro movio la cola, pero no 10 miro. Se to maba muy en serio su papel de vigilante eficaz. Aho ra su atencion estaba destinada a una lechuza, que desde 10 alto de una palma reallanzaba sus graznidos a la noche. Para los cubanos era un pajaro de mal agiiero y eI lamento que fuera tan tarde: con una ra faga de la Thompson hubieran desaparecido de un golpe todos los augurios posibles, especialmente los malos, y quizas hasta se podria librar de alglin intru so del FBI. ~ Q!Ie andarian buscando ahora los hijos de puta aquellos que ya se atrevian a meterse en su propiedad? AI final del atajo arbolado ya se escuchaba la mu sica. Calixto se hacia acompaiiar por una radio y por los otros dos perros de la casa durante su guardia noc tuma. No entendia aquella capacidad de los cubanos 97
de pasarse horas y horas escuchando musica, en es pecial aquellos boleros lacrim6genos y las rancheras mexicanas que tanto Ie gustaban a Calixto. En reali dad eran muchas las cosas que no entendfa de los cu banos.
La vio cuando ya estaba c Vestfa una bata fresca y flo] suelto, cafdo sobre los hom pelo de la mujer pareda mas daba y disfrut6 otra vez la be Ella dijo algo y el no pudo I quiZ3S por el ruido que had:l el agua. Los movfa para DCl pesados y casi ajenos. Enton Debajo no llevaba traje de b un blumer, negros, cubiem res. La copa del ajustador er. ver, a traves del encaje, la at La erecci6n que sobrevino fu ya nunca Ie ocurria de ese mo disfrut6 la sensaci6n de rotUI raba y movfa sus labios, pem Ahora no Ie pesaban los ba ver los actos de la mujer Y I pene, que apuntaba a su bb da cargado de malas intena. nudo, en el agua. Ella se lIet 98
escuchando musica, en es t bcrim6genos y las rancheras ~pstaban a Calixto. En reali ias que no entendia de los cu
laS
l
t ~
It
J.
..
~
L
[
~.."
La vio cuando ya estaba en el borde de la piscina. Vestia una bata fresca y floreada, y llevaba el pelo suelto, caido sobre los hombros. Descubri6 que el pelo de la mujer pareda mas claro de 10 que el recor daba y disfrut6 otra vez la belleza perfecta de su cara. Ella dijo algo y el no pudo escuchar 0 no entendi6, quizas por el ruido que hadan sus propios brazos en el agua. Los movia para no hundirse, y los sentia pesados y casi ajenos. Entonces ella se quit6 la batao Debajo no llevaba traje de baiio, sino un ajustador y un blumer, negros, cubiertos de encajes revelado res. La copa del ajustador era provocativa, y eI pudo ver, a traves del encaje, la aureola rosada del pez6n. La erecci6n que sobrevino fue inmediata, inesperada: ya nunca Ie ocurria de ese modo repentino y vertical, y disfrut6 la sensaci6n de rotunda potencia. Ella 10 mi raba y movia sus labios, pero el seguia sin escucharla. Ahora no Ie pesaban los brazos y s610 Ie importaba ver los actos de la mujer y gozar la turgencia de su pene, que apuntaba a su blanco, como un pez espa da cargado de malas intenciones: porque estaba des nudo, en el agua. Ella se llev6 las manos a la espalda
99
y con admirable habilidad femenina, desenganch6 las tiras del sosten y dej6 al descubierto sus senos: eran redondos y llenos, coronados con unos pezones de un rosa profundo. Su pene, alborozado, Ie advirti6 a gritos de la prisa que 10 desvelaba, y aunque el trat6, no pudo llamada: algo se 10 impedia. Logr6, sin em bargo, apartar la vista de los senos y fijarse en c6mo, a traves del tejido negro y leve del blumer, se entre veia una oscuridad mas alarmante. Ella ya tenia las manos en las caderas, sus dedos comenzaban a correr hacia abajo la fina tela, los vellos pubicos de la mujer se asomaron, negrisimos y rutilantes, como la cresta de un torbellino que nada en el ombligo y explotaba en tre las piernas, y el no pudo ver mas: a pesar de su es fuerzo por contenerse, sinti6 que se derramaba, a cho rros, y percibi6 el calor de su semen y su olor de un falso dulzor. -Ay, cofto -dijo al fin, y una inesperada concien cia Ie previno de que todos sus esfuerzos resultarian baldios, y dej6 brotar, soberanamente, los restos de su incontinencia. AI fin abri6 los ojos y mir6 al techo donde giraba el ventilador: pero en su retina conser vaba la desnudez de Ava Gardner en el instante de mostrar la avanzada de su monte de Venus. Con pe reza baj6 la mane para palpar los resultados de aquel viaje a los cielos del deseo: sus dedos encontraron su miembro, todavia endurecido, cubierto por la lava de su erupci6n, y para completar la satisfacci6n fisica que 10 embargaba, puso a correr su mano, cubierta del nectar de la vida, sobre la piel tirante del pene, 100
que se arque6, agradecido z6 al aire un par de dispa -Ay, cofto -volvi6 a cl jado. Aquel suefto habia s como un acto de arnor b nada de que lamentarse, ~ Ie hubiera gustado proloD aquella orgia y conocer t Gardner, de pie, contra el la susurrar a su oido: cS~ sus manos la aferraban po dos, el mas aguerrido y all ta trasera de aquel castillo El suefto 10 habia so charse. Dispuesto a tocart habia pospuesto su enesi entre el centeno, la escucllidl linger que, desde hacia w teligencia y sus envidiOlSi cambio a repasar una viej adquirida en sus trasiegot bajo el brazo abri6 todas ventilador de techo y se: Cuando sinti6 contra sus recuerdo de Tamara, au.sc tiempo, 10 atenaz6 y com ta arrugada: entre los desa cer el amor con ella y el • 10 nunca mas, habia veoc no volvia? La sola idea de;
idad femenina, desenganch6 las ~ at descubierto sus senos: eran t-onados con unos pezones de q,me, alborozado, Ie advirti6 a 10 dcsvelaba, y aunque el trat6, 10 impedia. Logr6, sin em . los scnos y fijarse en c6mo, 'J leve del blumer, se entre . . abnnante. Ella ya tenia las ~ dedos comenzaban a correr ~ los veDas pubicos de la mujer II' y mtilantes, como la cresta de ia en el ombligo y explotaba en I pudo ver mas: a pesar de su es • sinti6 que se derramaba, a cho M de su semen y su olor de un
~
-5
• fin. y una inesperada concien t IDdos sus esfuerzos resultarian
ente, los restos de su -, los ojos y mir6 al techo . pcro en su retina conser Gardner en el instante de • 111 monte de Venus. Con pe II paIpar los resultados de aquel sus dedos encontraron su lurecido, cubierto por la lava de rompletar la satisfacci6n fisica !ISO a correr su mano, cubierta I sobre la piel tirante del pene,
aco:
que se arque6, agradecido como un perro sato, y lan z6 al aire un par de disparos mas. -Ay, coiio -volvi6 a decir. El Conde sonri6, rela jado. Aquel sueiio habia sido tan satisfactorio y veraz como un acto de amor bien consumado y no habia nada de que lamentarse, salvo de su brevedad. Porque Ie hubiera gustado prolongar un par de minutos mas aquella orgia y conocer c6mo era templarse a Ava Gardner, de pie, contra el borde de una piscina y oir la susurrar a su oido: «Sigue, Papa, sigue», mientras sus manos la aferraban por las nalgas y uno de sus de dos, el mas aguerrido y audaz, penetraba por la puer ta trasera de aquel castillo encantado. El sueiio 10 habia sorprendido despues de du charse. Dispuesto a tocar el fondo de aquella historia, habia pospuesto su enesima lectura de EI guardian entre el centeno, la escualida e inagotable novela de Sa linger que, desde hacia varios aiios, atenazaba su in teligencia y sus envidias literarias, y se decidi6 en cambio a repasar una vieja biografia de Hemingway adquirida en sus trasiegos mercantiles. Con el libro bajo el brazo abri6 todas las ventanas, encendi6 el ventilador de techo y se tir6 desnudo en la cama. Cuando sinti6 contra sus nalgas el roce de la tela, el recuerdo de Tamara, ausente desde hacia demasiado tiempo, 10 atenaz6 y convirti6 su escroto en una fru ta arrugada: entre los deseos crecientes de volver a ha cer el arnor con ella y el miedo de no volver a hacer 10 nunca mas, habia vencido el miedo. ~y si Tamara no volvia? La sola idea de perder ala unica mujer que 101
no queria perder 10 hacia sentirse enfermo. Ya eran muchas las perdidas sufridas para ahora tambien re sistir aquella. «No me hagas esa mierda, Tamara», dijo en voz alta y abrio el libro. Q!1eria revivir los aiios fi nales del escritor, meterse en sus miedos y obsesiones, hurgar en las razones que Ie colocaron la escopeta de caza en la boca. Pero apenas leidas unas quince pagi nas en las que se insistia en el miedo a la locura que por aiios habia arrastrado el escritor, 10 asalto una mo dorra perniciosa y 10 vencio el sueiio, como si su abs tinencia obligatoria y la obsesion por un blumer ne gro de Ava Gardner que no habia visto, 10 obligaran a dormir para entregarle una recompensa inesperada. Era tal el desastre que debio regresar a la ducha. El agua fda Ie arranco suciedades y remanentes del de seo, y 10 coloco ante la evidencia de 10 que habia leido antes de dormirse: el temor enfermizo a la locura y aquel delirio de persecucion capaz de asolar la inteli gencia de Hemingway en los aiios finales de su vida, quizas habia sido la causa principal de su suicidio. Dos aiios antes de matarse habia comenzado a sentir aquella presencia persecutoria, empecinada en aguijo nearlo, y que el soHa atribuir a una accion de los fe derales a partir de ciertas sospechas de evasion de im puestos. La debilidad rampante de aquel argumento reforzaba la tesis de Manolo: porque habia algo mas, algo que, incluso, era todavia un secreto. En el ex pediente que el FBI Ie siguiera a Hemingway desde los dias de la Guerra Civil espaiiola, y sobre todo des de su aventurera caceria de submarinos alemanes en 102
la operacion de inteligencU -mas 0 menos una pandilll navegando con gasolina It miento-, habian sido censui razones de defensa nacional tuamente, el FBI y Hemingw lla informacion tan dram3 unos a guardar eternamente 1 tirse asediado y perseguido~ indagaciones de HemingwaJ to de combustible de los sui ribe 0 seria posible que toe dedor de aquel cadaver pcnl enterrada con el? Carla VCZi que aquella insignia con tal satorio en busca de un pecbc se acababa de acomodar m\1 de que la unica vez que i hombre, ocurriera pre~ FBI y en los predios de su .. En calzoncillos, el Colli cafe, encendio un cigarro yi biografIa, donde un HeJDinl guro 10 miraba desde una j' «Dime, muchacho, (10 mabi pregunto. Cualquiera que I cion del escritor en esa mu sido el principio del tembl acosado por el FBI y convall la miseria y hasta un cin~
• ,hx:ia sentirse enfermo. Ya eran laisufiidas para ahora tambien re ~ hagas esa mierda, Tamara», dijo ~libro. Q!Ieria revivir los anos fi iIItasc en sus miedos y obsesiones, "que Ie colocaron la escopeta de ,_ apma s leidas unas quince pagi . , en d miedo ,a la locura que tIM•• d escritor, 10 asalto una mo cYalci6 el sueiio, como si su abs la obsesi6n por un blumer ne it que no habia visto, 10 obligaran lIUIe una recompensa inesperada. IR que debio regresar a la ducha. cO suciedades y remanentes del de t Ja evidencia de 10 que habia lefdo :d kmor enfermizo a la locura y ~6n capaz de asolar la inteli .., en los aDos finales de su vida, , ·a"sa principal de su suicidio. babia comenzado a sentir empecinada en aguijo abibuir a una accion de los fe sospechas de evasion de im ... r.unpante de aquel argumento t Manolo: porque habia algo mas, laa toclavia un secreto. En el ex U Ie siguiera a Hemingway desde • Civil espanola, y sobre todo des ICCria de submarinos alemanes en
E
tlw: ;ma,
la operacion de inteligencia llamada Crook Factory -mas 0 menos una pandilla de truhanes borrachos, navegando con gasolina gratis en dias de raciona miento-, habian sido censuradas quince paginas «por razones de defensa nacional». ~Q!1e se sabrian, mu tuamente, el FBI y Hemingway?, ~cual podia ser aque lla informacion tan dramatica, capaz de obligar a unos a guardar eternamente un secreto y al otro a sen tirse asediado y perseguido?, ~tendria que ver con las indagaciones de Hemingway sobre el reabastecimien to de combustible de los submarinos nazis en el Ca ribe 0 seria posible que toda la historia girara alre dedor de aquel cadaver perdido y una chapa policial enterrada con el? Cada vez mas al Conde Ie pareda que aquella insignia con tres letras era un dedo acu satorio en busca de un pecho al cual apuntar. Pero no se acababa de acomodar en su elucubracion el hecho de que la unica vez que Hemingway matara a un hombre, ocurriera precisamente con un miembro del FBI y en los predios de su territorio privado. En calzoncillos, el Conde fue a la cocina, colo cafe, encendio un cigarro y observo la portada de la biografla, donde un Hemingway todavia solido y se guro 10 miraba desde una ventana de Finca Vigia. «Dime, muchacho, mataste 0 no 10 mataste?», Ie pregunto. Cualquiera que hubiese sido la interven cion del escritor en esa muerte, aquel pareda haber sido el principio del terrible desenlace: sintiendose acosado por el FBI y convencido de que 10 acechaban la miseria y hasta un cancer, el hombre duro flaqueo
ao
103
al fin y, como un pobre tipo cualquiera atacado de psicosis y depresi6n, cay6 en una cHnica en la cual, para hacerlo olvidar sus supuestos delirios y sus ram pantes obsesiones -por Dios, tembl6 el Conde: ~que cosa es un escritor sin sus obsesiones?-, Ie aplicaron una tanda de quince electroshocks capaces de calcinar cualquier cerebro, 10 llenaron hasta el cuello de an sioHticos y antidepresivos, 10 sometieron a una dieta inhumana e iniciaron su definitivo y brutal desplome. No era extraiio que un personaje siempre ufano de sus heridas de guerra y acci6n escondiera su nombre al ingresar por primera vez en la clinica Mayo: ni un apice de heroicidad habia en aquella estancia hospi talaria, sino la evidencia de una devastaci6n, empe iiada en derribar hasta la unica fortuna de aquel hom bre: su inteligencia. La sensaci6n de impotencia y desvalimiento que debi6 de sentir el viejo escritor conmovian al Conde de un modo alarmante. Y pens6: asi no da gusto. Era como pelear por la corona contra un punching bag: aquel saco inerte podia resistir algunos golpes, muchos quizas, pero era incapaz de responder a la agresi6n. AI menos para un trance asi el preferia al americano grande y sucio, malhablado y borracho, prepotente y bravuc6n, que mientras se inventaba para si mismo aventuras epicas, escribia historias de perdedores, afi ladas y endurecidas, y ganaba con elIas miles de d61a res, buenos para tener yate, finca en La Habana, cace rias en Africa y vacaciones en Paris y Venecia. £1 queria enfrentarse al dios tronante, y no al anciano enfla
quecido, desmemoriado p quien se Ie negaba todo 10 Cl y hasta 10 que mas habia am la literatura. Y con eso no SCI de, quien por sus propias ~ podia evitar ser solidario coi y los borrachos. Lo peor era que su poe final, Hemingway la dediCll y limitaciones. En sus Ultima do asomaba una creciente tri en la construcci6n de su PMJ gar a pedirle a sus editoRS, 1 minaran de las cubiertas de. sus actos heroicos 0 avcntll1 dad sexual que 10 agredia ~ bien 10 atormentaba, sobN que entre Adriana Ivancicb 1 tar por el olvido, y que eat lado, sin lanzarse al ataque, J quietante de Valerie Damb, asediaba la culpa de haber p la literatura, la aventura al cual habia traicionado su pi total a su arte, mientras en I 10 conodan por ser una ma ces en perenne exhibicion, , delos de WJgue y anunciar _ convertir su casa en viril CII rines de paso por La Habam
~
tipo cualquiera atacado de " m una clinica en la cual, ~uestos delirios y sus ram ~ tembl6 el Conde: ~que obsesiones?-, Ie aplicaron ....oda capaces de calcinar basta el cuello de anc-Io sometieron a una dieta D1."itj"lY;O y brutal desplome. hmnaje siempre ufano de sus i6n cscondiera su nombre al k m Ia clinica Mayo: ni un iIa m aquella estancia hospi • de una devastaci6n, empe l tinica fortuna de aquel hom
"1IDIl
IDtm.cia Y desvalimiento que IItritor conmovian al Conde .fJI'DS6: asi no da gusto. Era "-,mntra un punching bag: . . . algunos golpes, muchos IItllnpOllder a la agresi6n. AI lsi if pRferia al americano lido y borracho, prepotente y rle inventaba para si mismo I historias de perdedores, afi IIIaba con elIas miles de d6la IIr, mea en La Habana, cace s en Paris y Venecia. £1 queria mte, y no al anciano enfla
quecido, desmemoriado por los electroshocks, a quien se Ie negaba todo 10 que habia sido en su vida y hasta 10 que mas habia amado: incluso el alcohol y la literatura. Y con eso no se juega, concluy6 el Con de, quien por sus propias afinidades y creencias no podia evitar ser solidario con los escritores, los locos y los borrachos. Lo peor era que su poca lucidez, atormentada y final, Hemingway la dedicara a reprocharse derrotas y limitaciones. En sus ultimas conversaciones de cuer do asomaba una creciente tristeza por haber fracasado en la construcci6n de su propio mito, al punto de lle gar a pedirle a sus editores, unos alios antes, que eli minaran de las cubiertas de sus libros las menciones a sus actos heroicos 0 aventureros. La dclica incapaci dad sexual que 10 agredia en los ultimos tiempos tam bien 10 atormentaba, sobre todo cuando descubri6 que entre Adriana Ivancich y la frustraci6n debia op tar por el olvido, y que era preferible ver pasar por su lado, sin lanzarse al ataque, la juventud pelirroja e in quietante de Valerie Damby-Smith... Pero ademas 10 asediaba la culpa de haber preferido siempre la vida a la literatura, la aventura al encierro creador, con 10 cual habia traicionado su propio ideal de dedicaci6n total a su arte, mientras en el mundo 10 celebraban y 10 conodan por ser una masa de musculos y cicatri ces en perenne exhibici6n, capaz de posar entre mo delos de V0gue y anunciar una marca de ginebra, de convertir su casa en viril escala turistica para los ma rines de paso por La Habana, de vivir a la sombra de 105
una fama equivocada y fUtil, mas propia de una ve dette de la violencia en eterno safari que de un hom bre dedicado a luchar contra un enemigo tan empe cinado e inmune a las balas como son las palabras. Y ahora al campeon Ie faltaba el valor para resistir la vida en el mundo que el se habia creado: al fin y al cabo, el mismo era un perdedor. Entonces empezo a hablar del suicidio, precisamente el, que habia estig matizado la memoria de su padre cuando este opto por buscar la muerte con sus propias manos. EI pala dar: el paladar es el punto mas debil de la cabeza. Un disparo en el paladar no puede fallar, y con la Mann licher Schoenauer 256 en la boca comenzo a ensayar su propio final, a darle publicidad antes de su llegada. En sus anos de policia al Conde Ie gustaba enre darse en casos como este, donde se sumergia hasta perder la respiracion y casi la conciencia, expedientes en los cuales se perdia al extrema de convertirlos en su propia pie!. Despues de todo, alguna vez habia sido un buen policia, a pesar de su aversion por las ar mas, la violencia, la represion y la potestad otorgada a los de aquel oficio para aplastar y manipular a los otros a traves del miedo y los mecanismos macabros de todo aparato de poder. Pero ahora, ya 10 sabia, era la caricatura de un cabron detective privado en un pais sin detectives ni privados, 0 sea, una mala meta fora de una extrana realidad: era, debia admitirlo, un pobre tipo mas, viviendo su vida pequena, en una ciudad llena de tipos corrientes y de existencias ano dinas, sin ningtin ingrediente poetico y cada vez mas 106
desprovistas de ilusiones. Pol pre latente de no llegar BUIll Ie molestaba: a esas alturas p si Hemingway era 0 no el a condito de su cerebro el Q que solo Ie importaba saberi sistente sentido de la justicia ria, habia llegado demasiado, que el ultimo en llegar haIW Los ladridos exigentes Id foso de cavilaciones. Se ajus gritaba: «Ya voy, viejo», y JXII terraza. .~ -Buenas tardes, lno? C. Su perro se habia yaba en los muslos del ~ licitando algo mas que paIaiI originalmente blanco y laciI carmelita, y el Conde sinli cuando acaricio la cabeza y') -Por tu madre, BasllTll, e amores que matan, lsabes? EI perro, agradecido pot ciencia la mana de su dUeD bre aceptada por el Conde d durante la cual el y BasllTll 51 y concretaron su arnor a p~ varlo a su casa. Tal y como I tuo y feliz acuerdo, el em. papel de dueno, alimentaria ~
1'2_
,_ fiitil, mas propia de una ve Ifdemo safari que de un hom IDI1tIa un enemigo tan empe ibalas como son las palabras. "lnha el valor para resistir la lie habia creado: al fin y al ~or. Entonces empezo a ilisamcnte 8, que habia estig ,. so padre cuando este opto .. sus propias manos. El pala ~ mas debit de la cabeza. Un • puede fallar, y con la Mann ~ Ia boca comenzo a ensayar publicidad antes de su llegada. ida at Conde Ie gustaba enre Ste, donde se sumergia hasta FUi la conciencia, expedientes II cDremo de convertirIos en ta de todo, alguna vez habia - de so aversion por las ar t -my Ia potestad otorgada . apbstar y manipular a los y los mccanismos macabros ~ Pcro ahora, ya 10 sabia, era .on detective privado en un ivados,o sea, una mala meta lidad: era, debia admitirIo, un do su vida pequena, en una mentes y de existencias ano licnte poetico y cada vez mas
,s
desprovistas de ilusiones. Por eso la posibilidad siem pre latente de no llegar nunca a la verdad ni siquiera Ie molestaba: a esas alturas pareda ya imposible saber si Hemingway era 0 no el asesino, y en un sitio re condito de su cerebro el Conde tenia la certeza de que solo Ie importaba saberlo para satisfacer un per sistente sentido de la justicia. Todo, en aquella histo ria, habia llegado demasiado tarde, y 10 mas grave era que el ultimo en llegar habia sido el, Mario Conde. Los ladridos exigentes 10 sorprendieron en aquel foso de cavilaciones. Se ajusto el pantalon, mientras gritaba: «Ya voy, viejo», y por fin abrio la puerta de la terraza. -Buenas tardes, ino? Cuanto tiempo sin vemos... Su perro se habia parado en dos patas y se apo yaba en los muslos del Conde, sin dejar de ladrar, so licitando algo mas que palabras de reproche. El pelo, originalmente blanco y lacio, pareda una meIcocha carmelita, y el Conde sintio su recia consistencia cuando acaricio la cabeza y las orejas del animal. -Por tu madre, Basura, estas hecho un asco. Hay amores que matan, isabes? El perro, agradecido por la caricia, lamio a con ciencia la mana de su dueno. Era una vieja costum bre aceptada por el Conde desde la tarde de huradn durante la cual el y Basura se encontraron en la calle y concretaron su amor a primera vista, y el decidio lle varIo a su casa. Tal y como habian dispuesto, de mu tuo y feliz acuerdo, el Conde haria desde ese dia el papel de dueno, alimentaria a Basura siempre que fue 107
ra posible y 10 banaria cuando ya fuera inevitable (es taban ahora al borde de un momenta asi), mientras el perro ponia en la relaci6n carino y agradecimiento, pero no sus cuotas de libertad heredadas en sus genes de sato callejero. -Si, eres un buen perro. Un poco descarado, no cuidas un carajo, te me pierdes a cada rato, pero bue na gente... Dale, vamos a ver que hay para ti. En el refrigerador encontr6 un poco de arroz, res tos de un potaje de chicharos y el fondo de una lata de tronchos de macarela. El Conde verti6 todo en la cazuela del perro, 10 revolvi6 y 10 sac6 a la terraza, otra vez urgido por los ladridos del animal. -Cono, viejo, esperate. Vaya, y buen provecho. Satisfecho, el Conde vio comer al perro, que de vor6 hasta el ultimo grano de arroz. Luego, mas cal mado, bebi6 agua y, sin transici6n, se dej6 caer de costado y empez6 a dormir. -Qye tipo mas zapacio... Manana te Yeo, ci -dijo el hombre y cerr6 la puerta. Vestido y perfumado, como si fuera en busca de una novia, el Conde sali6 al vapor de la calle. Su proa apuntaba hacia la casa de su amigo, el flaco Carlos, porque necesitaba comunicar sus suenos truncados y sus elucubraciones y ademas llenar sus tripas, como Basura, y no conoda en el mundo mejor oido que el del Flaco y mejor magia gastron6mica que la de Jose fina, capaz de veneer a golpes de imaginaci6n la dura realidad racionada de una isla rodeada, mas que nun ca, de agua salada por todas partes. 108
A pesar del calor, encontn de gentes. Todos parecian atr.qI que se liberaba a traves de grim radas insidiosas. La vida los agI a una guerra cotidiana que se d y en todos los frentes: mienta sas mas inimaginables, otros c comprar; mientras unos expuI pedaleando en una bicicleta, II detris de sus cervezas frias, e mientras estos salian de la igle abandonaban el garito de juq;I: vencitas, apenas vestidas de D t6n hacia el centro de la ciIIII jomada de trabajo Corpoal,~ indigente, al cual Ie falaba sas de nailon, ados por un seaban un perro de pelea, y • que ganarian gracias a los died gro, fuerte y con el cuello C3.IJ con crucifijos y virgenes del m vian en tranquila armonia COD santeria, pateaba la goma desi Oldsmobile de 1954, al tiemp madre de alguien... En medi Conde trat6 de ubicarse a si mi La estampa era dolorosamente. la vez pareda un mal calco ell pudo haber visto Hemingway~ dad, medio siglo antes. Por pm
a::cuando ya fuera inevitable (es . . un momenta asi), mientras '-:iOn cariiio y agradecimiento, llibertad heredadas en sus genes
--~. Un poco descarado, no ~ pimlcs
a cada rato, pero bue
lI-:a.ftC que hay para ti.
• • •,trO un poco de arroz, res Wdaaros y cI fondo de una lata . . Fl Conde verti6 todo en la Rvolvi6 y 10 sac6 a la terraza, IS ladridos del animal. &ate. Vaya, y buen provecho. de vio comer al perro, que de pno de arroz. Luego, mas cal ;sin transici6n, se dej6 caer de
lonnir·
,.mo... Manana te Yeo, tu -dijo ,..m. mmo si £Uera en busca de .. - al npor de la calle. Su proa de so amigo, el flaco Carlos, ....iar sus sueftos truncados y .,Icmas lIenar sus tripas, como en cI mundo mejor oido que el cia gastron6mica que la de Jose I golpes de imaginaci6n la dura una isla rodeada, mas que nun 'todas partes.
A pesar del calor, encontr6 las calles abarrotadas de gentes. Todos paredan atrapados por una ansiedad que se liberaba a traves de gritos, gestos violentos, mi radas insidiosas. La vida los aguijoneaba y los lanzaba a una guerra cotidiana que se desarrollaba al aire libre y en todos los frentes: mientras unos vendian las co sas mas inimaginables, otros compraban, 0 softaban comprar; mientras unos expulsaban el ultimo sudor pedaleando en una bicicleta, otros sonreian, frescos, detras de sus cervezas frias, enlatadas, dolarizadas; mientras estos saHan de la iglesia del barrio, aquellos abandonaban el garito de juego clandestino... Dos jo vencitas, apenas vestidas de negro, pedian un aven t6n hacia el centro de la ciudad, prestas a inieiar su jornada de trabajo corporal, tambien dolarizado. Un indigente, al eual Ie faltaba una pierna, vendia bol sas de nailon, ados por un peso. Dos muchachos pa seaban un perro de pelea, y softaban con el dinero que ganarian gracias a los dientes del animal. Un ne gro, fuerte y con el cuello cargado de cadenas de oro con erucifijos y virgenes del mismo metal que convf vian en tranquila armonia con primitivos collares de santeria, pateaba la goma desinflada de un ruinoso Oldsmobile de 1954, al tiempo que se cagaba en la madre de alguien... En medio de aquel vertigo el Conde trat6 de ubicarse a si mismo y no 10 consigui6. La estampa era dolorosamente contemporanea pero a la vez pareda un mal calco de cualquiera de las que pudo haber visto Hemingway en aquella misma ciu dad, medio siglo antes. Por primera vez en sus mas de 109
cuarenta anos de vida Conde sintio que las calles de su barrio Ie resultaban desconocidas, insultantes, hos tiles, que la falta de pintura, cemento y otros ingre dientes se Ie echaba encima a las casas, pero tambien a su corazon. ~Hacia donde vamos, adonde cono he mos llegado...? Aquella realidad devastadora que ahora veia, adormecida por varios anos, 0 fermentada en la oscuridad, entraba en erupcion y sus nubes de humo enviaban senales de alarma. No era imprescindible ser polida, detective privado y ni siquiera escritor para darse cuenta de que a nadie, en aquellas calles, debia de importarle si Hemingway habia matado 0 no a un tipo empenado en joderle la existencia: la vida -y la muerte- andaban por otros rumbos mas empedrados y arduos, demasiado alejados de la literatura y de la paz irreal de Finca Vigia.
Black Dog y los otros dos perros se movieron ner viosos y avanzaron hacia los limites de la finca. -Algo les pasa a estos animales -dijo el. -No se estan tranquilos -confirmo Calixto. Se habian sentado sobre un tronco caido, a la vera del camino que conduda a la casa. Desde alIi, a traves de los portones de madera, se veia la calle que con duda al pueblo, con sus casas de madera carcomida y sus tejas ennegrecidas por los anos de sol y lluvia. AI final, mas alIa de la bodega de Victor, se percibia el 110
paso veloz de los autos que~ Central. Calixto habia apap cercania de su patron. Sabia I sica que a el Ie gustaba. -~No has visto nada e.xtn -No, la verdad. Ahorita D ~y tu, Ernesto, viste algo? -No, pero me encontre e -y saco del bolsillo de su bel -~Q!Ie es eso? -Es de la polida america 1 llego hasta alIi. Calixto se movi6 inquidl -~De la polida amena. -Til no bas becho nada;4 -No, claro que no. ~ quilo que un nino de teta. Y Iii esta tan mala. No. -~y como lleg6 esta miali -Yo estoy aqui desde las "BI to nada. -Creo que me estan vigib -~Y por eso sacaste el bier la Thompson que, con la cub nia entre sus piemas. -No. No se por que Ia sa la torre... -Oye, debe ser alglin fio 41 A ti nadie te esta vigilando, Ii vigilarte?
onde sinti6 que las calles de KOnocidas, insultantes, hos IID3, cementa y otros ingre IDil a las casas, pero tambien Ide vamos, adonde cono he Ifiebd devastadora que ahora . . ailos, 0 fennentada en la IIci6n y sus nubes de humo ilL No era imprescindible ser a-y ni siquiera escritor para JIic, en aquellas calles, debia ny habia matado 0 no a un ~ la existencia: la vida -y la lOS rumbos mas empedrados iados de la literatura y de la
f
,..
lIE- -perms se movieron ner
... limites de la finca. ~ animales -dijo el. IiIos -confirm6 Calixto. Se t' bonco caido, a la vera del Ia casa. Desde alIi, a traves :ra, se veia la calle que con casas de madera carcomida y I' los mos de sol y lluvia. AI ega de Victor, se percibia el
paso veloz de los autos que transitaban la Carretera Central. Calixto habia apagado la radio al advertir la cercania de su patron. Sabia cuanto detestaba la mu sica que a el Ie gustaba. -~No has visto nada extrano? -No, la verdad. Ahorita me asome por alIa atras... ~y tU, Emesto, viste algo? -No, pero me encontre esto allado de la piscina -y saco del bolsillo de su bermuda la placa del FBI. -~ Qye es eso? -Es de la polida americana. No se como cojones llego hasta alIi. Calixto se movio inquieto. -~De la polida americana? - Tu no has hecho nada, ~verdad, Calixto? -No, claro que no. Desde que sali estoy mas tran quilo que un nino de teta. Y menos ahora que la cosa esta tan mala. No. -~Y como llego esta mierda hasta la piscina? -Yo estoy aqui desde las nueve y diez, y no he visto nada. -Creo que me estan vigilando. Tiene que ser... -~Y por eso sacaste el hierro ese? -Calixto indico la Thompson que, con la culata en la tierra, el soste nia entre sus piemas. -No. No se por que la saque. Iba a guardarla en la torre... -Oye, debe ser alglin lio con los revolucionarios. A ti nadie te esta vigilando, Emesto. ~Por que iban a vigilarte?
111
-Acuerdate de que ya una vez registraron la casa. -Pero fueron los polidas de aqui, por las annas. Estos son distintos -Calixto seiialo la placa-. ~Qye sera 10 que quieren? - Tampoco 10 se -admitio. Cada vez eran mas las cosas que no sabia 0 descu bria no haber sabido nunca. Tambien notaba con cier ta frecuencia como se olvidaba de otras que ya sabia. Ferrer Machuca, su medico, Ie habia recetado vita minas, Ie habia aconsejado suprimir el alcohol y Ie confeso sonriente: «A veces a mi me pasa 10 mismo. Se me olvida cualquier cosa... Es que nos vamos po niendo viejos y estamos demasiado traqueteados». -Pero hay cosas que no se me olvidan -dijo. Calixto 10 miro y sonrio. Conoda la manera de hablar de su patron. -~Qye cosas? -Cosas. No se Ie olvidaba su primera visita al Floridita, acompaiiado por su amigo Joe Rusell. Venian de una pesqueria desastrosa y solo querian anegarse en alco hol, y Joe 10 llevo al Floridita y alIi se encontraron con Calixto, a quien ya conoda por sus frecuentes viajes a Cayo Hueso. Siempre Ie agradecio a Joe aquella vi sita, porque su relacion con el bar fue como un fle chazo: enseguida 10 prefirio a otros sitios de La Ha bana. Entonces el Floridita era un local abierto a la calle, con grandes ventiladores de techo y una pre ciosa barra de madera oscura para colocar los tragos y apoyar los codos y tirar los dados del cubilete, donde 112
se bebia buen ron y a precios IDI unos excelentes camarones, freso Ademas, alIi se podia saher todo ciudad: las putas y los periodisl su c1ientela habitual se encargab los otros parroquianos. Escuchan Utica local, del contrabando de a de las pandillas que actuaban eI idea de Tenery no tener. Alli, por' de aiios despues que Calixto est matado a un hombre y 10 IamcI trabandista de alcohol siempRi tipo, capaz de contar excdalll cuando el se mudo definitiYlllllll convirtio en habitual del .,.... putas y sus colegas periodisas;~ tragos alIi bebidos y a1 ~ una jomada, ahora existia una ~ te dedicada a recordar su fidcliil cion de Premio Nobel. En un,' aquel sitio donde se hada el mei donde un hombre podia heber. molestado y se podia conversar ~ de esa musica sin la cual no podi el habia escogido el Floridita (XJ largo tramo de Islas en tl GogO, i mente autobiografica que habia 11 la ultima pagina, indeciso entIe 1 habia concebido, 0 avanzar un p sospechas sobre quienes en el &D
recom
I: ya
una vez registraron la casa. poIirias de aqui, por las armas. JYIDto seiiaM la placa-. ~Qye
.. I
.
_,
ihltlO.
. . . cosas que no sabia 0 descu ambien notaba con cier . de otras que ya sabia. - , Ie habia recetado vita suprimir el alcohol y Ie ~ a mi me pasa 10 mismo. tI' cosa... Es que nos vamos po lOS dcmasiado traqueteados». IUC no se me olvidan -dijo. ~ 50006. Canoda la manera de
"0 = ~'
" e ~
primera visita al Floridita, Joe Rusell. Venian de una qucrian anegarse en alco •. y alli se encontraron con par sus frecuentes viajes lie Ie agadeci6 a Joe aquella vi m con el bar fue como un fIe Rfiri6 a otros sitios de La Ha Jlidita era un local abierto a la nti.ladores de techo y una pre :'OSCUfa para colocar los tragos y II'I0s dados del cubilete, donde
se bebia buen ron y a precios razonables, y se comian unos excelentes camarones, frescos y con sabor a mar. Ademas, alIi se podia saber todo 10 que ocurria en la ciudad: las putas y los periodistas que conformaban su clientela habitual se encargaban de poner al dia a los otros parroquianos. Escuchando historias de la po Iitica local, del contrabando de alcohol y de personas, de las pandillas que actuaban en la ciudad, naci6 la idea de Tener y no tenere AlIi, por ejemplo, supo un par de alios despues que Calixto estaba preso por haber matado a un hombre y 10 lament6, pues aquel con trabandista de alcohol siempre Ie pareci6 un buen tipo, capaz de contar excelentes historias. Luego, cuando el se mud6 definitivamente a La Habana, se convirti6 en habitual del Floridita, como sus amigas putas y sus colegas periodistas, y en honor a todos los tragos alIi bebidos y al record de daiquiris bajados en una jomada, ahora existia una placa de metal brillan te dedicada a recordar su fidelidad al bar y su condi ci6n de Premio Nobel. En un acto de gratitud por aquel sitio donde se hacia el mejor daiquiri de Cuba, donde un hombre podia beber durante horas sin ser molestado y se podia conversar a salvo de la agresi6n de esa musica sin la cual no podian vivir los cubanos, el habia escogido el Floridita como escenario de un largo tramo de Islas en el Golfo, una novela dolorosa mente autobiografica que habia engavetado al escribir la ultima pagina, indeciso entre dejarla tal y como la habia concebido, 0 avanzar un paso mas y revelar sus sospechas sobre quienes en el gobiemo cubano lleva 113
ban el negocio de venderle combustible a los letales submarinos nazis. Para el habia sido una suerte la existencia de un sitio como el Floridita, pues Ie habia ahorrado la ne cesidad de buscar otros lugares para conocer 10 que queria conocer de La Habana. AlIi, y en Cojimar y en San Francisco de Paula estaba todo 10 que necesitaba saber de una ciudad: como se cornia, como se bebia, como se amaba, como se pescaba y como se lidiaba con la miseria cotidiana. El resto no Ie interesaba, pues estaba seguro de que era 10 mismo en Paris, Nueva York 0 en La Habana. Para empezar, la vida social habanera Ie parecia vacua y pretenciosa, y des de el principio se nego a participar de ella: no acep to invitaciones ni admitio en la tinca a las luminarias locales. Es mas, apenas visito las casas de sus conta dos amigos cubanos y se mantuvo al margen de todos los problemas locales que no 10 afectaban de mane ra directa. Los pocos homenajes que habia admitido los transformo a su manera, como aquel organizado por unos ricos cerveceros cubanos y al cual solo con sintio asistir si 10 acompafiaban todos sus amigos pescadores de Cojimar, que esa noche comieron y bebieron hasta el hartazgo gracias a la celebridad de Papa. Tampoco se habia mezclado con los escritores y artistas de la isla, primero porque ya no queria tener mas amigos escritores y luego porque la mayoria de los autores cubanos, con un par de excepciones, no Ie interesaban ni como personas ni como creadores. Su 114
universo de preferencias Ii ba establecido y el mund podia convertirse en una I bilidad de entrar en conti a tiempo completo, demas demasiado loco con inf1JL lulaban por aquel parn.aK en todos los pamasos, hal gos, mas detractores que, sos que compafieros, mas Ii que personas capaces de' arrastrados, sanguijuelas e j que personas dedicadas .. dar la literatura. Lo mism Paris. A unos pocos escn. loco de Serpa y al insopodI cia por sus obras y alguml paz de sacar de Cuba el • deseaba trabajar sin neas lecturas con sus colegas. J bra como muchos de ellas distancia y categoria: UDCI cor, algunos incluso por b Pero el todavia consider.d necesidad de mezclarse a una de sus iluminaciones s uno podia vivir en Cuba, tores, y hasta, sin leerlosl presidente de la Republic -~ Q!1e ill piensas de D
Idc:rle combustible a los letales
J;'
lJuna suerte la existencia de un ,,:pues Ie habia ahorrado la ne '-slugares para conocer 10 que ....na Alli, y en Cojimar y en ~.CSI3ba todo 10 que necesitaba II6mo se cornia, como se bebia, ~ lie pescaba y como se lidiaba Ina. El resto no Ie interesaba, Ie que era 10 mismo en Paris, Ibbana. Para empezar, la vida a::ia vacua y pretenciosa, y des f6 a participar de ella: no acep 1it:i6 en la finca a las luminarias ~ visito las casas de sus conta lse mantuvo al margen de todos ique no 10 afectaban de mane imncnajes que habia admitido .-n, como aquel organizado ~a:::os y al cual ,610 con - an todos sus amigos . .que esa noche comieron y IIIqo gracias a la celebridad de o lmezclado con los escritores y IIeIO porque ya no queria tener :;.y luego porque la mayoria de DB un par de excepciones, no Ie ~nas ni como creadores. Su
universo de preferencias literarias y culturales ya esta ba establecido y el mundillo de los escribas locales podia convertirse en una pesadilIa si les daba la posi bilidad de entrar en confianza. Demasiado borracho a tiempo completo, demasiado diletante afrancesado, demasiado loco con infulas de iluminado insular pu lulaban por aquel parnaso tropical en el cual, como en todos los parnasos, habia mas enemigos que ami gos, mas detractores que admiradores, mas envidio sos que compaiieros, mas tipos que dedan ser escritores que personas capaces de escribir, mas oportunistas, arrastrados, sanguijuelas e hijos de la grandisima puta, que personas dedicadas honrada y simplemente a su dar la literatura. Lo mismo que en Nueva York y en Paris. A unos pocos escritores cubanos, en especial al loco de Serpa y al insoportable Novas Calvo, los cono da por sus obras y algunas charlas, pero el se sabia ca paz de sacar de Cuba el material literario con el cual deseaba trabajar sin necesidad de compartir ideas y lecturas con sus colegas. Para colmo, conoda de so bra como muchos de ellos Ie criticaban esta actitud de distancia y categoria: unos por envidia, otros por ren cor, algunos incluso por haber recibido un desplante. Pero el todavia consideraba que no haber sentido la necesidad de mezclarse con aquel gremio habia sido una de sus iluminaciones salvadoras. AI fin y al cabo, uno podia vivir en Cuba sin haber leido a sus escri tores, y hasta, sin leerlos jamas, podia llegar a ser el presidente de la Republica. -~ Q!1e ttl piensas de mi, Calixto? 115
El hombre 10 miro un instante. -No te entiendo, Emesto. -~Yo soy un americano prepotente? -~Q!Iien dijo esa barbaridad? Le indignaba que 10 hubieran acusado de vivir en Cuba porque resultaba mas barato y porque el era como todos los americanos, superficiales y prepo tentes, que iban por el mundo comprando con sus do lares 10 que estuviera en venta. Pero las ultimas cuen tas sacadas por Miss Mary demostraban como habia gastado en la isla casi un millon de dolares en unos veinte anos, y el sabia que buena parte de aquel di nero se habia ido en pagarle a los treinta y dos cu banos que dependian de el para vivir. En mas de una ocasion, para joder a los insidiosos, declaro a la pren sa que se sentia como un cubano, que en verdad el era un cubano mas, un cubano sato, dijo, tan sato como Black Dog y sus otros perros, y remato su juego cuan do decidio entregarle a la Virgen de la Caridad del Cobre su medalla de Premio Nobel: ella era la patrona de Cuba y de los pescadores de Cojimar, y nadie me jor para conservar una medalla que tanto Ie debia a unos hombres simples pero capaces de regalarle la his toria de un pescador que llevaba ochenta y cuatro dias luchando en la corriente del Golfo sin capturar un pez, porque estaba definitiva y rematadamente salao. Aunque en verdad hubiera preferido vivir en Es pana, mas cerca del vino, de los toros y de los arroyos poblados de truchas, pero el fin nefasto de la Guerra Civil 10 habia lanzado a la isla, porque si de algo es 116
taba seguro era de que no qa tadura catolico-fascista ni eo do por un conservaduri.smd sulto una altemativa satisfal isla haber escrito alIi VaDOS dado historias y personajes p el resto era una convenci6n, 1 lestaba ahora, solo ahora, hal de los tragos mentiras tales c: no 0 que era cubano. -~Sabes 10 que mas lame -~Q!Ie cosa? -Llevar tantos aDos viri berme enamorado nuna _ -No sabes 10 que te tegorico y sonrio-. 0 de Ia!II -~ Y a ti te gusta ser cubI Calixto 10 miro, somi6 CI -Hoy no te entiendo 1181 -No me hagas caso. Hoy -No te preocupes, pu~ -Es que esto me tiene I mostrar la chapa del FBI. 14 la mano. -No tienes que preoC1 Y Raul me dijo que mas taR -Si, ill y Raul estcin aqtd cil 0 diflcil matar a un hOJDll Calixto se ponia nerviosl hablar de aquel viejo asunto.
bas,
.. instante.
1IieStO.
flO prepotente?
lImidad?
~ieran
acusado de vivir en
pis barato y porque el era
I'DOS, superficiales y prepo
~ comprando con sus d6
~ta. Pero las ultimas cuen
" dcmostraban c6mo habia
,miIl6n de d6lares en unos
IDe buena parte de aquel di
tprle a los treinta y dos cu
i Cl Para vivir. En mas de una
:insidiosos, declar6 a la pren
I mbano, que en verdad el era
mo sato, dijo, tan sato como
DOS, y remat6 su juego cuan
Ia Vugen de la Caridad del
Ilia Nobel: ella era la patrona
~ de Cojimar, y nadie me
pbIIa que ~to Ie debia a
jo capaces de regalarle la his
~ ochenta y cuatro dias
ie del Golfo sin capturar un
litiva y rematadamente salao.
ubiera preferido vivir en Es
~ de los toros y de los arroyos
to el fin nefasto de la Guerra
..Ia isla, porque si de algo es
taba seguro era de que no queria vivir ni bajo una dic tadura cat6lico-fascista ni en su propio pais, domina do por un conservadurismo cuasi fascista. Cuba re sult6 una altemativa satisfactoria y Ie agradeda a la isla haber escrito alIi varios de sus libros, y haberle dado historias y personajes para ellos. Pero nada mas: el resto era una convenci6n, una transacci6n, y Ie mo lestaba ahora, s610 ahora, haber dicho bajo la euforia de los tragos mentiras tales como que se sentia cuba no 0 que era cubano. -~Sabes 10 que mas lamento? -~Q1e cosa? -Llevar tantos aiios viviendo en Cuba y no haberme enamorado nunca de una cubana. -No sabes 10 que te has perdido -dijo Calixto, ca teg6rico y sonri6-. 0 de 10 que te has salvado. -~y a ti te gusta ser cubano, Calixto? Calixto 10 mir6, sonri6 otra vez y se tom6 serio. -Hoy no te entiendo un carajo, Ernesto. -No me hagas caso. Hoy no estoy pensando bien. -No te preocupes, puede ser una mala racha. -Es que esto me tiene preocupado -y volvi6 a mostrar la chapa del FBI. Todavia la conservaba en la mano. -No tienes que preocuparte. Yo estoy aqui. Y Raul me dijo que mas tarde se daba una vuelta... -Si, tu y Raul estan aqui. Pero dime algo: ~es fa cil 0 dificil matar a un hombre? Calixto se ponia nervioso. AI parecer preferia no hablar de aquel viejo asunto. 117
-Para mi fue fkil, demasiado fkil. Habiamos be bido como unos locos, el tipo se paso, saco un cuchi 110 y yo Ie di un tiro. Asi de fkil. -Otra gente dice que es dificil. -i.Y ill que piensas? ~Como fue con los que mataste? -~Qyien te dijo que yo mate a alguien? -No se, la gente, 0 tu mismo... Como has estado en tantas guerras. En las guerras la gente se mata. -Es verdad -y acaricio la Thompson-, pero yo no. He matado mucho, pienso que demasiado, pero nunca a una persona. Aunque creo que soy capaz de hacerlo... Entonces, si alguien viene a joderme, tu se rias capaz... -No me hables de eso, Emesto. -~Por que? -Porque tu no te mereces que nadie te joda... y porque tu eres mi amigo y yo voy a defenderte, ~no? Pero no debe ser bueno morirse en la drcel. -No, no debe ser bueno. Olvidate de 10 que ha blamos. -Cuando sali de la drcel me jure dos cosas: que no me volvia a tomar un trago y que no regresaba vivo a una celda. -~De verdad no has vuelto a tomar? -Nunca. -Pero antes era mejor. Cuando tomabas ron ha das unas historias maravi11osas. -El duefio de las historias aqui eres tu, no yo. El 10 miro y otra vez se asombro de la oscuridad impoluta del pelo de Calixto. 118
-Ese es el problema: teJIII pero ya no puedo. Siempre b buenas historias y ahora and Reescribo cosas viejas porque Estoy jodido, horriblemente j vejez era otra cosa. ~Tu te siell -A veces si, muy viejo -eo que hago entonces es que me I xicana y me acuerdo que sieDI fuera viejo volveria a Veracrm ayuda. -~Por que Veracruz? - Fue el primer lugar fila: Aca yo oia musica mexicaDI oyen musica cubana, y las _ come bien. Pero ya se que DOl! y me morire aqui, de viejo, . . -Nunca me habias -Nunca habiamos habladl -Si, es verdad -admiti6 , tiempo para volver a Veracruz.. a dormir. -~Estas durmiendo bien? -Una mierda. Pero maiiad que no se me ocurra nada, tena! Escribir es mi Veracruz. Le sonrio a Calixto y sc 4 Luego empleo la ametralladoa.; de pie y miro hacia el interial brisa y el silencio era compacbl
bah"
iI, dcmasiado fcicil. Habfamos be
d tipo se paso, saco un cuchi
~Asi de facil.
~ es dificil.
ill (COmo fue con los que mataste?
IIae yo mate a alguien?
~ tU mismo... Como has estado
~ guerras la gente se mata.
~ la Thompson-, pero yo
~ pienso que demasiado, pero
t-Aonque creo que soy capaz de
Ii alguien viene a joderme, tU se llS,
:Ie eso, Emesto. mereces que nadie te joda... y aigo y yo voy a defenderte, ~no? blO morirse en la drcel. .<-bueno. 01vidate de 10 que ha t£; ~ dn:d me jure dos cosas : que ~.an 1r.lgo y que no regresaba ~ lias vuelto a tomar? Ie
IIlejor. Cuando tomabas ron ha
lIIaVillosas.
rhistorias aquf eres tu, no yo.
r vez se asombro de la oscuridad
: Calixto.
.I,
-Ese es el problema: tengo que contar historias, pero ya no puedo. Siempre tuve una bolsa 11ena de buenas historias y ahora ando con un saco vado. Reescribo cosas viejas porque no se me ocurre nada. Estoy jodido, horriblemente jodido. Yo crda que la vejez era otra cosa. ~Tu te sientes viejo? -A veces sf, muy viejo -confeso Calixto-. Pero 10 que hago entonces es que me pongo a ofr musica me xicana y me acuerdo que siempre pense que cuando fuera viejo volveria a Veracruz y viviria alIi. Eso me ayuda. -~Por que Veracruz? -Fue el primer lugar fuera de Cuba que visite. Aca yo ofa musica mexicana, alIa los mexicanos oyen musica cubana, y las mujeres son hermosas y se come bien. Pero ya se que no voy a volver a Veracruz, y me morire aquf, de viejo, sin tomar un trago mas. -Nunca me habfas hablado de Veracruz.
-Nunca habfamos hablado de la vejez.
-Sf, es verdad -admitio el-. Pero siempre hay
tiempo para volver a Veracruz... Bueno, mejor me voy a dormir. -~Estas durmiendo bien? -Una mierda. Pero mariana quiero escribir. Aun que no se me ocurra nada, tengo que escribir. Me voy. Escribir es mi Veracruz. Le sonrio a Calixto y se estrecharon las manos. Luego empleo la ametra11adora para auxiliarse. Se puso de pie y miro hacia el interior de la finca. No corria brisa y el silencio era compacto. 119
-Dejame el hierro, Emesto. Calixto tambien se habia puesto de pie, sirvien dose de un pedazo de madera. £1 se volvio. -No -Ie dijo. -i.Y si vienen los tipos de la polida? -Hablamos con ellos. Nadie va a ir ala carcel y ill menos que nadie. - Voy a registrar la finca. -Yo creo que no hace falta. El que dejo esto ya se fue. - Por si acaso -insistio Calixto. - Esta bien... Pero dame ad ese revolver que te dio ml mUJer. - Pero Emesto... -Sin peros -dijo, casi molesto-. Aqui nadie va a ir a la drcel, y til menos que nadie. Dame, te dije... Calixto dudo un instante y Ie entrego el arma, to mandola por el canon. -Ernesto... -inicio una protesta mientras e1 se co locaba el revolver en la cintura de la bermuda. - Te veo manana. Vamos, Black Dog. Lentamente, con su paso de viejo, comenzo el as censo de la breve pendiente que llevaba a la casa. Black Dog iba a su lado, imitando su modo de andar. Calixto 10 vio alejarse y regreso al porton. Encendio la radio, pero ahora no tenia cabeza para escuchar y disfrutar boleros de Agustin Lara ni las rancheras de Jose Alfredo Jimenez. Apago el aparato y observo la noche apacible de la finca. Sentia en su cintura la ausencia del peso del 45. 120
-Si, era yo, y claro que me ~ tima vez que vi a Papa. La manana todavia era fresol una gota de brisa. Un muchacho dicho que Ruperto andaba por el ~ y, luego de preguntarle ados p debajo de un almendro, sentado-. espalda apoyada en e1 tronco del ~ me e intacto en la boca, con la viR quecito que se alzaba en la o~ tenia quince anos menos que ell de los noventa. Sin embargo, ~ ven, 0 menos viejo, rectifico el " cial: un viejo fuerte de ochenta y I to con un sombrero de jipija~ traido de algiln lugar lejano. Despues de saludarlo, el ~ que necesitaba hablar con el. -i.Usted quiere entrevistarme ciano, displicente, sin quitarse el -No, nada mas hablar un poe -i.Seguro? -el recelo vino en, cenCla. -Seguro. Mire, vengo desanna4 algo que yo creo que me pasO haQl ocurrir de verdad 0 si son imagil
1lIIO, Emesto.
P
habia puesto de pie, sirvien
ldc madera. El se volvi6.
Ie
I
r
.. tipos de la polida? •.c:IIos. Nadie va a ir a la carcel y tU
t
=-
~ ~
falta. El que dej6 esto ya
jns isti6 Calixto.
10 dame ad ese rev61ver que te dio
io, casi molesto-. Aqui nadie va a
que nadie. Dame, te dije...
instante y Ie entreg6 el arma, to
IIlCDOS
p
jl6n.
iPO una protesta mientras el se co
,.Ia
cintura de la bermuda.
~.Vamos, B~ Dog.
de viejo, comenz6 el as Fpcndiente que llevaba a la casa. lido, imitando su modo de andar. lISe y regres6 al port6n. Encendi6 a no tenia cabeza para escuchar y ~ Agustin Lara ni las rancheras de 1lCZ. Apag6 el aparato y observ6 Ie la £inca. Sentia en su cintura la leI 45. • III paso
[
r,
-Si, era yo, y claro que me acuerdo. Esa fue la ul tima vez que vi a Papa. La manana todavia era fresca, aunque no corria una gota de brisa. Un muchacho del barrio Ie habia dicho que Ruperto andaba por el embarcadero del rio y, luego de preguntarle ados pescadores, 10 ha1l6 debajo de un almendro, sentado sobre una piedra, la espalda apoyada en el tronco del arbol y el tabaco enor me e intacto en la boca, con la vista clavada en el bos quecito que se alzaba en la orilla opuesta del rio. Si tenia quince anos menos que el Tuzao, andaba cerca de los noventa. Sin embargo, pareda mucho mas jo Yen, 0 menos viejo, rectific6 el Conde su juicio ini cial: un viejo fuerte de ochenta y tantos anos, cubier to con un sombrero de jipijapa, obviamente caro y traido de algun lugar lejano. Despues de saludarlo, el Conde Ie habia dicho que necesitaba hablar con el. -~Usted quiere entrevistarme? -pregunt6 el an ciano, displicente, sin quitarse el tabaco de la boca. -No, nada mas hablar un poco. -~Seguro? -el recelo vino en auxilio de la displi cenCla. -Seguro. Mire, vengo desarmado... Yo quiero saber si algo que yo creo que me pas6 hace muchos afios pudo ocurrir de verdad 0 si son imaginaciones mias -y Ie 121
conto su recuerdo del dia en que habia visto a Heming way bajar del Pilar en la caleta de Cojimar, y despedir se de un hombre que debia de ser el mismo Ruperto. - El llego a mi casa por el mediodia, sin avisar, y desde que 10 vi supe que venia extrano, pero cono ciendolo como 10 conoda, ni Ie pregunte. Nada mas nos saludamos y el me dijo que recogiera, ibamos a salir al mar. »-~Cargo con los cordeles y las carnadas? -Ie pre gunte. »-No, Rupert, vamos a dar una vuelta. »El siempre me deda Rupert y yo Ie deda Papa. El viejo levanto el brazo e indico: -AlIi estaba fondeado el Pilar. El Conde siguio la direccion de la mana y vio el mar, el rio, unos pocos botes de pesca bastante mal tratados por el tiempo. -~ Cuando paso eso, Ruperto? -El 24 de julio del ano 60. Me acuerdo porque al otro dia se monto en el avion y no volvio mas. -~El sabia que no iba a volver? -Yo creo que s1. Por 10 que me dijo. »-Estoy jodido, muchacho, y creo que no tiene re medio -dijo Hemingway-. Y tengo miedo de 10 que Vlene. »-~Q!1e es 10 que pasa, Papa? »-Los medicos no quieren, pero me voy a Espana. Tengo que ver unas corridas de toros para terminar mi libro. Despues me van a ingresar en un hospital. Lue go no se que va a pasar... 122
»-Pero ir a un hospital no t1I »-Depende, Rupert. Para mI »-~Y ill te sientes mal?' »-No jodas, Rupert, tID estJI me estoy poniendo flaco, que D en unos cuantos anos. : »-Es que los dos somos und »-Pero yo mas -y soooo. Pdt »-No hay que hacerle deo dicos. Ferrer es gallego, y todos"! burros. Por eso casi todos son' nos reimos, ahora con gan~~ ~ vienes otra vez? .) »-5i, claro que sf. Pero si DIIi dicho que este barco es tuyo.., AI piedad. La unica condici6n cs qIII tras tengas un peso para C'OIIl«JI tan malas, pues vendelo entontl »-Yo no quiero nada, Papa.; »-Pero yo s1. Q!1iero que est mas nadie que tu. »-5i es asi me quedo con eI. »-Gracias, Rupert. -~El siempre Ie hablaba de : el Conde. -A veces s1. -~Alguna vez Ie dijo que 1 el FBI? ,. -Q!1e yo recuerde, no. BUd con ellos cuando nos suspendi I
I dia en que habia visto a Heming ~ fa caleta de Cojimar, y despedir ~ dcbia de ser el mismo Ruperto. ISa por el mediodia, sin avisar, y ~ que venia extrano, pero cono iDocia, ni Ie pregunte. Nada mas iRe dijo que recogiera, ibamos a ~
I corddes y las carnadas? -Ie pre-
a dar una vuelta.
Iecia Rupert y yo Ie deda Papa.
~ brazo e indic6:
bdo el Pilar.
Ia direcci6n de la mana y vio el
£os botes de pesca bastante mal
DDOS
JO.
-~, Ruperto. ;>
II!I aDo 60. Me acuerdo porque al
• d avioo y no volvi6 mas.
~avolver?
~ 10 qu~ me dijo.
Iwham.o, y creo que no tiene re
t'r.aY-. Y tengo miedo de 10 que
E.
~
pasa, Papa?
() quieren, pero me voy a Espana.
orridas de toros para terminar mi
!n a ingresar en un hospital. Lue-
Uf...
»-Pero ir a un hospital no es el fin. »-Depende, Rupert. Para mi creo que sf. »-~y tu te sientes mal? }}-No jodas, Rupert, ~tu estas ciego? No yes que me estoy poniendo flaco, que me he vuelto un viejo en unos cuantos anos. }}-Es que los dos somos unos viejos. }}-Pero yo mas -y sonri6. Pero era una sonrisa triste. }}-No hay que hacerle demasiado caso a los me dicos. Ferrer es gallego, y todos los gallegos son unos burros. Por eso casi todos son pescadores -los dos nos refmos, ahora con ganas-. Y cuando te cures, ~ vienes otra vez? }}-Si, claro que sf. Pero si no me curo, voy a dejar dicho que este barco es tuyo. Alguien te dara la pro piedad. La unica condici6n es que no 10 vendas mien tras tengas un peso para comer. Si las cosas se ponen tan malas, pues vendelo entonces. }}-Yo no quiero nada, Papa. }}-Pero yo sf. QIiero que este barco no 10 pilotee mas nadie que tU. }}-Si es asi me quedo con el. }}-Gracias, Rupert. -n~:l siempre Ie hablaba de sus cosas? -pregunt6 el Conde. -A veces sf. -~Alguna vez Ie dijo que tenia problemas con el FBI? -QIe yo recuerde, no. Bueno, sf... Se encabron6 con ellos cuando nos suspendieron la busca de los 123
submarinos alemanes en el 42. Fue una orden que vino de arriba. Pero despues, no. -~Y que mas paso aquel dia? -Salimos mar afuera, apagamos los motores en la corriente, donde a el Ie gustaba pescar, y Papa se sen to en la popa y se puso a mirar el mar. Ahi fue cuan do me dijo que estaba jodido y que tenia miedo. Y yo me asuste un poco, porque Papa no era hombre de miedos. De verdad que no. Como a la hora me pidio volver a Cojimar y me di cuenta de que tenia los ojos colorados. Ahi si yo me asuste mucho. Nunca me imagine que un hombre como el pudiera Horar. »-No te preocupes, es que me emocione. Estaba recordando 10 bien que 10 hemos pasado aqui, pes cando y bebiendo. Hace treinta afios Joe Rusell me descubrio este lugar. »Cuando Hegamos a Cojimar paso 10 que tu viste: fondeamos, el se bajo, y nos abrazamos -recordo Ru perto. »-Cuidate mucho, Rupert. »-Vuelve pronto, Papa. Ese mar esta Heno de pes cados... -~A usted Ie extrafio que el se matara? -el Conde pregunto, mirando a los ojos del viejo pescador. -No mucho. Ya el no era el, y creo que no Ie gus taba la persona que era. El Conde sonrio con la conclusion de Ruperto. Le pareda la mas inteligente y precisa que habia es cuchado 0 leido sobre el final del escritor. Y com prendio que aun cuando cada dia conoda un poco 124
mas a Hemingway y sus angustil bles hacia la verdad persegui~ queados. La gratitud de Rupcrto I la del Tuzao, que hcibilmente eso tron tras la afirmacion de que:c pero un hijo de puta que Ie papi sefiado a leer y Ie habia dejado wi de pelea. ~Eran como esos los fi aquellos dos hombres? -Bonito sombrero -coment15 -Me 10 mando Miss Mary ci que vinieron a entrevistanne. Es~ mo, mlre. ~ Y Ie mostro la marca, esco sombrero. -Alguien me dijo que ~ vistas... i1 -~Sabe que pasa? Son tantoII der que tengo que cobrar las ~ - Buen negocio ese. Mejor qIII - Y fkil: porque hasta mentil ricanos se creen cualquier cosa. -~Hemingway tambien? -No, Papa no. A el yo no mentira. -~Era buena gente? - Pa' mi fue como Dios... -Dice el Tuzao que era un hi -~Y Ie dijo que el se robaba~ llinas finas de Papa y se los Veil }
pes en el 42. Fue una orden que IllCkspues, no. [116 aquel dia? ~ apagamos los motores en la ,M lc gustaba pescar, y Papa se sen puso a mirar el mar. Ahi fue cuan . . jodido y que tenia miedo. Y yo .. porque Papa no era hombre de -.ue no. Como a la hora me pidi6 !lDC di cuenta de que tenia los ojos ro me asuste mucho. Nunca me Ib1bre como el pudiera llorar. 1IpeS, es que me emocione. Estaba It· que 10 hemos pasado aqui, pes ,-Hace treinta aiios Joe Rusell me I"
~
a Cojimar pas6 10 que ttl viste:
.;0, y nos abrazamos -record6 Ru IIo.Rnpert.
~ Papa. Ese mar esta lleno de pes
. l
Iaii6 que el se matara? -el Conde
.. los ojos del viejo pescador.
l B no era el, y creo que no Ie gus : era.
K» con la conclusi6n de Ruperto.
inteligente y precisa que habia es
~re el final del escritor. Y com
uando cada dia conoda un poco
~
I" t
mas a Hemingway y sus angustias, los senderos posi bles hacia la verdad perseguida permanedan blo queados. La gratitud de Ruperto era invencible, como la del Tuzao, que habilmente escondia su amor al pa tr6n tras la afirmaci6n de que era un hijo de puta: pero un hijo de puta que Ie pagaba bien, Ie habia en seiiado a leer y Ie habia dejado una fortuna en gallos de pelea. ~Eran como esos los favores que Ie debian aquellos dos hombres? -Bonito sombrero -coment6 el Conde. -Me 10 mand6 Miss Mary con unos americanos que vinieron a entrevistarme. Es un panameiio legiti mo, mue. Y Ie mostr6 la marca, escondida en el interior del sombrero. -Alguien me dijo que usted cobraba las entre vistas... -~Sabe que pasa? Son tantos los que vienen a jo der que tengo que cobrar las entrevistas. -Buen negocio ese. Mejor que pescar. - Y fkil: porque hasta mentiras les digo. Los ame ricanos se creen cualquier cosa. -~Hemingway tambien? -No, Papa no. A el yo no podia decide una mentira. -~Era buena gente? -Pa' mi fue como Dios... -Dice el Tuzao que era un hijo de puta. -~Y Ie dijo que el se robaba los huevos de las ga llinas finas de Papa y se los vendia a otros galleros? 125
Cuando Raul 10 descubrio y se 10 dijo a Papa, se ca yeron a piiiazos y Papa 10 boto de la finca. Despues Toribio Ie juro que no se robaba un huevo mas, y el 10 perdono. El Conde sonrio: estaba entre tigres adiestrados, pero tigres al fin y al cabo. Cada cual arreglaba su pro pio mundo del modo mas amable que podia y ocul taba sus deudas. Al menos la de Toribio habia salido a la luz. ~o habria mas? -Raul hada cualquier cosa por Hemingway, ~verdad?
-Si, cualquier cosa. -Me hubiera gustado hablar con RauL. ~y He mingway boto a algtin empleado de la finca? -Si, a un jardinero que siempre se empeiiaba en cortarle las matas y a alguno mas... Es que el no resistia que Ie podaran los arboles. Pero al fin y al cabo, ~que es 10 que usted quiere saber con tanta preguntadera? -Algo que usted nunca me va a decir. -Si quiere que hable mal de Papa, esta jodido. Mire, cuando yo trabaje con el, vivia mejor que los otros pescadores, y despues que el se murio, gracias a el, todavia vivo bien y hasta uso un jipi panameiio. Lo ultimo que puede ser un hombre es malagradeci do, ~sabe? -Claro que 10 se. Pero es que va a pasar algo gra ve con Hemingway... En la finca aparecio un cadaver. Los huesos de un hombre al que mataron hace cua renta aiios. Le dieron dos balazos. Y la polida piensa que fue el. Para colmo, donde estaba el muerto apare 126
cio una chapa vieja del FBI. SiJ mingway, 10 van a cubrir de rna Ruperto se mantuvo en site! procesando la noticia alarmanb su extraiio interlocutor. Pero SD~ dente Ie advirtio al Conde que ti nejaba aquella infonnacion. -~Y usted que cosa es?, (que. -Como bien se dice, yo soy tido de paisano. Antes fui polid comemierda. Y ahora trato de ~ dejo de ser el mismo comemicn: vendiendo libros viejos. Su p.... para mi, hace aiios, cuando ~ despues se me destiiio. Me fiJi .. que Ie hizo a otras gentes, fiJi'1!l naje que habia montado, y dejcI puedo evitar que Ie cueiguen 1111 suya, voy a hacerlo. No me baa jodan a alguien por gusto y cml co Ie gustaria. Usted es un homl que un muerto es algo que pesa: -Si -dijo Ruperto, y por pm baco de Ia boca. Lanzo un escupi que rodo sobre Ia tierra seca.. -De Ia gente de confianza ell queda vivo? -QIe yo sepa, Toribio Y J Ferrer, el medico amigo de el, pel Volvio cuando se murio Franco~
f=lCUbri6 y se 10 dijo a Papa, se ca thpa 10 bot6 de la finca. Despues aDO se robaba un huevo mas, y el H
i6: estaba entre tigres adiestrados,
".abo. • mas
Cada cual arreglaba su pro amable que podia y ocul lmmos la de Toribio habia salido IBis? EUa1quier cosa por Hemingway,
;.
msa.
~do
hablar con Raul... ~y He
IOn empleado de la finca?
nero que siempre se empenaba en
a alguno mas... Es que eI no resistia
arboles. Pero al fin y al cabo, ~que
ieR saber con tanta preguntadera?
d nunca me va a decir.
Waable mal de Papa, esta jodido.
~ con el, vivia mejor que los
~despues que el se muri6, gracias a
.. y basta uso un jipi panameno.
de SCI' un hombre es malagradeci-
IC. Pero es que va a pasar algo gra
1.-. En la finca apareci6 un cadaver.
Itombre al que mataron hace cua
:JIl dos balazos. Y la polida piensa
mo, donde estaba el muerto apare
ci6 una chapa vieja del FBI. Si se dice que fue He mingway, 10 van a cubrir de mierda. De pies a cabeza. Ruperto se mantuvo en silencio. Debia de estar procesando la noticia alarmante proporcionada por su extrano interlocutor. Pero su falta de reacci6n evi dente Ie advirti6 al Conde que tal vez ya Ruperto ma nejaba aquella informaci6n. -~Y usted que cosa es?, ~que cosa es 10 que quiere? -Como bien se dice, yo soy un comemierda ves tido de paisano. Antes fui polida, aunque no menos comemierda. Y ahora trato de ser escritor, aunque no dejo de ser el mismo comemierda y me gano la vida vendiendo libros viejos. Su Papa fue muy importante para mi, hace anos, cuando empece a escribir. Pero despues se me destin6. Me fui enterando de las cosas que Ie hizo a otras gentes, fui entendiendo el perso naje que habia montado, y dej6 de gustarme. Pero si puedo evitar que Ie cuelguen una historia que no es suya, voy a hacerlo. No me hace ninguna gracia que jodan a alguien por gusto y creo que a usted tampo co Ie gustaria. Usted es un hombre inteligente y sabe que un muerto es algo que pesa mucho. -Si -dijo Ruperto, y por primera vez se sac6 el ta baco de la boca. Lanz6 un escupitajo viscoso y marr6n que rod6 sobre la tierra seca. -De la gente de confianza en la finca, ~quien mas queda vivo? -QIe yo sepa, Toribio y yo. Ah, y el gallego Ferrer, el medico amigo de el, pero ese vive en Espana. Volvi6 cuando se muri6 Franco. 127
-~y
Calixto, el custodio? - Tambien debe estar muerto. El era mas viejo que yo... Pero desde que se fue de la finca no volvi a saber de el. El Conde encendio un cigarro y miro hacia el mar. Aun debajo del almendro empezaba a sentirse el calor de un dia que amenazaba ser infernal. -~ Calixto se fue 0 Hemingway 10 boto?
-No, el se fue.
-~y por que se fue?
- Eso si que no 10 se.
-Pero si sabe la historia de Calixto, ~verdad?
-Lo que deda la gente. QIe tenia un muerto arriba.
-~y Hemingway confiaba en el?
-Pienso que s1. Ellos habian sido amigos antes del
110 de Calixto con el muerto. -~y nadie sabe donde fue a dar Calixto cuando se fue de la finca? Seguro que ganaba un buen sueldo. -Una vez oi decir que se habia ido para Mexico. A el Ie gustaban mucho las cosas de Mexico. El Conde asimilo cuidadosamente aquella infor macion. De ser cierta podia significar muchas cosas. -~Tan lejos? ~No estaria huyendo de algo? -Eso yo tampoco 10 se... -~Pero seguro si sabe cuando se fue? Ruperto medito unos instantes. Solo de verlo pen sar el Conde supo que el viejo conoda la fecha, pero hada otros dlculos mas complicados, tal vez mas pe ligrosos. Al fin hablo. -Si no me acuerdo mal, fue a principios de octu 128
bre del 58. Lo se porque unos dias para Estados Unidos a reunirse a andaba por aHa... -~y que mas recuerda de esa J -Mas nada. ~De que mas me. testo, y el Conde 10 sintio a la del -Ruperto -dijo el Conde y ! penso un instante sus palabras-. que pueda decirme y me ayude l muerto de Finca Vigia y quien 10 El viejo, otra vez con el tabaco a los ojos. -No. ~ -Lastima -dijo mientras sc pt como el oxido de la vida atena~ bien, no me diga nada. Pero yo ~ sas. Comemierda y todo como ~ ted sabe cosas y no se por que teA que alguien Ie habia dicho 10 dd cio en la finca y de paso Ie am mucho... Oiga, Ruperto, de venl: ese sombrero.
~mstodio?
II! estar muerto. El era mas viejo
Ie que se fue de la finca no volvi a I
Iadi6 un cigarro
y miro hacia el lid a1mendro empezaba a sentirse ~ amenazaba ser infernal. ~-o Hemingway 10 boto? LL'
!.fDe? .10 se. l historia de Calixto,
r ~verdad?
pte. QIe tenia un muerto arriba. If confiaba en el? ,FlIos habian sido amigos antes del d muerto. dOnde fue a dar Calixto cuando se l-ro que ganaba un buen sueldo. ~ que se habia ido para Mexico. lebo las cosas de Mexico. l\ cuidadosamente aquella infor ... podia significar muchas cosas. b aI3ria huyendo de algo? I
bre del 58. Lo se porque unos dias despues Papa se fue para Estados Unidos a reunirse con Miss Mary, que andaba por alli... -~y que mas recuerda de esa historia? -Mas nada. ~De que mas me voy a acordar? -pro testo, y el Conde 10 sintio a la defensiva. -Ruperto -dijo el Conde y se detuvo. Furno y penso un instante sus palabras-. ~No hay nada mas que pueda decirme y me ayude a saber quien es el muerto de Finca Vigia y quien 10 mato? El viejo, otra vez con el tabaco en la boca, 10 miro a los ojos. -No. -Lastima -dijo mientras se ponia de pie y sentia como eloxido de la vida atenazaba sus rodillas-. Esta bien, no me diga nada. Pero yo se que listed sabe co sas. Comemierda y todo como me ve, yo se que liS ted sabe cosas y no se por que tengo la impresion de que alguien Ie habia dicho 10 del muerto que apare cio en la finca y de paso Ie aconsejo que no hablara mucho... Oiga, Ruperto, de verdadque me encanta ese sombrero.
to 10 se...
i sabe ruando se fue? ·unos instantes. Solo de verlo pen JUe el viejo conoda la fecha, pero mas complicados, tal vez mas pe I
16.
nlo mal, fue a principios de octu 129
('
p
t
l. ~
r'" ~
!L.
I, j
ri \,
..
t
L I I t
iF
L
'"
,-'
Dc
I
~.
:~ i'
:
El Conde conoda e1 proceso: los prejuicios eran como espinas en las manos y las certezas, en cambio,
llegaban con un erizamiento en e1 estomago, punzan
te y molesto. Pero ambos funcionaban como semillas
y, solo si caian en terreno fertil, podian crecer y con
vertirse en dolorosos presentimientos. Y ahora e1
Conde tenia la certeza de que entre e1 escritor Ernest Hemingway y su viejo conocido Calixto Montenegro, ex contrabandista de alcohol, homicida cumplido y empleado de la Finca Vigia entre 1946 y octubre de 1958, existia alglin vinculo oculto, de alguna mane ra diferente al nexo de dependencia agradecida que el escritor habia logrado crear con el resto de sus peones.
Y, mientras avanzaba hacia e1 centro de Cojimar, con
la silueta de un vasa de ron en la mirilla, aquella cer
teza crecio y 10 sorprendio e1 dolor: era una herida ca
liente y agresiva, y aunque llevara ocho aiios sin sen
tirla, e1 Conde la disfruto en toda su plenitud. Porque
al fin 10 tenia alIi, hundido en e1 pecho, como una
puntilla afilada para rematar toros, y era uno de los
mas sabrosos presentimientos que jamas hubiera sufri do, pues tenia un origen estrictamente literario.
131
Con dos estocadas a fondo cumplio el destino manifiesto del trago doble de ron y antes de buscar una guagua con rumbo a La Habana, logro el milagro de encontrar un telefono publico en un estanquillo de periodicos. Mas milagroso fue que del primer inten to consiguiera comunicar con la Central y que la telefo nista 10 pusiera con el teniente Palacios. -~Q1e hubo, Conde? Estaba saliendo. -Menos mal que te agarre. Me hace falta que an tes de irte hagas una llamada. -A ver, ~que te duele? -Ahora si tengo un presentimiento, Manolo. -Pa'l carajo -solto el otro, pues ya conoda las en tretelas del tema. -Yes de los buenos, creo que de los mejores... Mira, llama a la Biblioteca Nacional y diles que me den todos los libros que yo pida y que 10 hagan rapi do. Tu sabes como se demoran esos cabrones y 10 misteriosos que son con algunos libros... -~Y que estas buscando? Digo, si se puede saber... -Una fecha. Pero luego te cuento. -Pues mira que yo tambien tengo cosas que con tarte. Ahora voy para una reunion, pero a eso de las dos voy a estar en Finca Vigia. ~Nos vemos alIa? -Oye, que yo no tengo un motor en el culo. -Agarra, para que yeas si te quiero de verdad 0 no: a la una y media tienes un carro con chofer en la puer ta de la biblioteca -afirmo el teniente-. Hay cosas nuevas, asi que nos vemos en la finca. Ah, coiio, y no te vayas a robar ninglin libro de la biblioteca -y colgo. 132
En pIeno verano, con lq nes, la biblioteca respiraba ~ calmar las ansiedades del ( llirse entre libros, dispuesto a die habia buscado en las obJ way, Ie provocaba una agr.uI de los bibliofilos incurabtli: Conde disfiutaba con la iddli hablar, cobraban vida y ad prendia que su amor por aqDI cuales ahora vivia y de los " habia obtenido una felicidad I modalidades posibles de Ja fiiI sas mas importantes de SIl ~ quedaban menos cosas ~ contar: la amistad, el cafe, ~ amor de vez en cuando -.. ner- y la literatura. Y los IiIIl En el mostrador de I~ habia llegado la orden de Ja ~ todas sus solicitudes y con b! reda funcionar en la isla, pel sa el Conde descubrio que a de la biblioteca apareda ~ riodismo de Hemingway, ~ sobre su vida. No obst:antc;! fia secundaria consignada C!II dio que se la trajeran en bid busqueda tenia un objetivo~ tubre de 1958. j
a fondo cumpli6 el destino
oble de ron y antes de buscar
~ a La Habana, 10gr6 el milagro
~ pUblico en un estanquillo de
~ fue que del primer inten
III mn la Central y que la telefo
~te Palacios.
Ie? F.staba saliendo.
~lIe. Me hace falta que an
J
.ada
lie?
l pRSentimiento, Manolo.
ie.I otto, pues ya conoda las en-
os, creo que de los mejores...
ittta Nacional y diles que me
yo pida y que 10 hagan nipi
:demoran esos cabrones y 10
III algunos libros...
? Digo, si se puede saber... 'te mento. ~ tengo cosas que con reunion, pero a eso de las VIgia.
Il!
.-
En pleno verano, con los estudiantes de vacacio nes, la biblioteca respiraba un aire apacible capaz de calmar las ansiedades del Conde. Ademas, zambu lIirse entre libros, dispuesto a buscar 10 que quizas na die habia buscado en las obras y la vida de Heming way, Ie provocaba una agradable sensaci6n, exclusiva de los bibli6filos incurables. En momentos asi el Conde disfrutaba con la idea de que los libros podian hablar, cobraban vida y autonomia. Entonces com prendia que su amor por aquellos objetos, gracias a los cuales ahora vivia y de los que a 10 largo de los anos habia obtenido una felicidad diferente a todas las otras modalidades posibles de la felicidad, era una de las co sas mas importantes de su vida, en la cual cada vez quedaban menos cosas importantes, y las empez6 a contar: la amistad, el cafe, el cigarro, el ron, hacer el amor de vez en cuando -ay, Tamara, ay, Ava Gard ner- y la literatura. Y los libros, claro, sum6 al final. En el mostrador de los pedidos comprob6 que habia llegado la orden de la direcci6n de atenderlo en todas sus solicitudes y con la mayor rapidez. Algo pa reda funcionar en la isla, pero s6lo algo: con sorpre sa el Conde descubri6 que aun cuando en las fichas de la biblioteca apareda casi toda la narrativa y el pe riodismo de Hemingway, apenas existia literatura sobre su vida. No obstante, fich6 toda la bibliogra fia secundaria consignada en ingles y espanol y pi di6 que se la trajeran en bloque. Al fin y al cabo su busqueda tenia un objetivo espedfico: el mes de oc tubre de 1958. 133
Con tres biografias y cuatro estudios criticos de lante, el Conde encendio un cigarro, respiro hasta lle narse los pulmones, y se lanzo como un buzo. Em pezo por las biografias, buscando en los capitulos finales. Una saltaba del Nobel a la publicacion en Life de El verano peligroso, en 1960, sin detenerse en 10 que el escritor hizo en Cuba durante el ano 1958. Otra, que incluia muchas fotos, solo mencionaba la estancia habanera de aquel ano. Sin embargo, el Con de se detuvo por varios minutos en las imagenes re producidas en el torno, muchas de ellas desconocidas para el, pues mostraban un Hemingway familiar, ale jado de los grandes escenarios de la vida: viejas fotos en las cuales apareda con sus hermanas 0 con su ma dre, que insisda en vestirlo como una nina; imagenes de su cotidianidad en Finca Vigia, durante almuerzos, encuentros con sus hijos, gestos de carino hacia Mary Welsh, los gatos de la casa 0 la imagen de un perro llamado Black Dog, que miraba a la camara con ojos inteligentes; recuerdos de sus tiempos de felicidad con Hadley y con Pauline, sus dos primeras esposas, madres de sus tres hijos; retratos del viejo patriarca, barbudo y encanecido, al parecer muy cansado, tan semejante al Santa Claus sucio que un dia el Conde vio pasar junto a el, en la ensenada de Cojimar, e ima genes de algunos de sus allegados, entre ellos Toribio el Tuzao, Ruperto y el difunto Raul Villarroy, son riente entre el escritor y la nina de unos doce anos, con largas trenzas, hija de Raul y ahijada del Papa, se gun la nota al pie. En aquellas fotos Hemingway re
134
sultaba mas humano, mas pclI habia sido para Mario Conde. grafia la que puso sal en la he principios de octubre de 1958 terrumpido la redacci6n de E viejo e insatisfactorio relato in! renta y que ahora trabajaba a abordo un avion rumbo a Est nirse alla con su esposa y cone terrenos de Ketchum, donde s casa. Las campanas del presaJl doblar. Dos de los estudios critic; 1986, cuando se produjo __ de ElJardin del Edin. ~ cia de aquel manuscrito . cero hablaba dellibro, pew . . comenzado en Paris, en 1~:J1 bana, en 1958, cuando el esai revision y ampliacion de M-. de asistir a una nueva tempol3III Segun el autor del ensayo, aq sido dias dificiles para Hemingt dades comenzaban a asediarlo ] verda en un ejercicio dificil, cal otro estudio el que hizo tembll los manuscritos sacados de
~ y cuatr'O estudios criticos de ~ un cigarro, respiro hasta lle
• sc lanzo como un buzo. Em las, buscando en los capitulos ~ Nobel a la publicacion en Life ~. CD .1960, sin detenerse en 10 po-Cuba durante el ano 1958. ~ Cotos, solo mencionaba la ~ aDo. Sin embargo, el Con lias minutos en las imagenes re tA muchas de elIas desconocidas lam un Hemingway familiar, ale lSCC"arios de la vida: viejas fotos l con sus hermanas 0 con su ma !£5Iirlo como una nina; imagenes l. Finca Vigia, durante almuerzos, pjos, gestos de carino hacia Mary Ia casa 0 la imagen de un perro fIC miraba a la camara con ojos ' " de sus tiempos de felicidad ~ sus dos primeras esposas, lias; Rtratos del viejo patriarca, lie, at parecer muy cansado, tan ~ socio que un dia el Conde I!P Ia ensenada de Cojimar, e ima tIllS allegados, entre ellos Toribio ~ d difunto Raul Villarroy, son Dr y la nina de unos doce anos, ija de RaUl y ahijada del Papa, se En aquellas fotos Hemingway re
sultaba mas humano, mas persona de 10 que nunca habia sido para Mario Conde. Pero fue la tercera bio grafia la que puso sal en la herida: segun su autor, a principios de octubre de 1958 Hemingway habia in terrumpido la redaccion de EIJardin del Eden, aquel viejo e insatisfactorio relato iniciado en los anos cua renta y que ahora trabajaba como novela, y el dia 4 abordo un avion rumbo a Estados Unidos, para reu nirse alla con su esposa y concretar la compra de los terrenos de Ketchum, donde se levantaria su ultima casa. Las campanas del presentimiento empezaban a doblar. Dos de los estudios criticos, editados antes de 1986, cuando se produjo la publicacion definitiva de EIJardin del Eden, apenas mencionaban la existen cia de aquel manuscrito todavia desconocido. El ter cero hablaba dellibro, pero solo deda que habia sido comenzado en Paris, en 1946, y continuado en La Ha bana, en 1958, cuando el escritor habia pospuesto la revision y ampliacion de Muerte en fa tarde en espera de asistir a una nueva temporada de toros en Espana. Segun el autor del ensayo, aqueIlos paredan haber sido dias dificiles para Hemingway, pues sus enferme dades comenzaban a asediarlo y la escritura se Ie con verda en un ejercicio diflcil, casi agonico. Pero fue el otro estudio el que hizo temblar al Conde: al revisar los manuscritos sacados de Cuba por Mary Heming way, el critico habia descubierto que la ultima pagi na escrita de aquella novela, que su autor dejaria inedita, estaba fechada en La Habana, el 2 de octubre 135
de 1958, con una anotaci6n ya casi invisible, hecha a mana por el escritor. Las campanas volvian a doblar. Cuando recobr6 conciencia de si mismo y obser v6 el reloj, comprob6 que eran las dos y cinco de la tarde. A paso doble llev6 los libros al mostrador, dio las gracias a la bibliotecaria y corri6 hacia la salida. Un joven vestido de civillimpiaba el parabrisas de un auto que brillaba bajo la luz impertinente del medio dia, mientras la antena de la radio de microondas apuntaba al cielo. -Yo soy Mario Conde -Ie dijo. - Ya me iba -coment6 el joven. -Andando. Despues el Conde sabrfa que el polida imberbe vestido de civil era el chofer oficial del teniente inves tigador Manuel Palacios y que Manolo 10 habia esco gido porque era su replica automovilfstica, clonada quizas en alglin laboratorio especial: aquel loco no s610 era capaz de darle brillo al auto bajo el sol des piadado de las dos de la tarde, sino que podia cubrir el trayecto entre la Biblioteca Nacional y Finca Vigfa en apenas veinte minutos, cada uno de los cuales al Con de Ie result6 horas de agonia y dias de vida perdidos. -~Estamos apurados? -se atrevi6 a preguntarle cuando a golpe de claxon y gritos el chofer se abri6 paso en la rotonda de la Fuente Luminosa. -No se, pero por si acaso... -dijo y hundi6 el pie en el acelerador. Cuando abandon6 el auto en el parqueo de Fin ca Vigfa, el Conde sinti6 c6mo Ie temblaban las pier 136
nas y una enorme resequedad • unos segundos se recost6 aI am sus musculos se distendier.m y ! ritmo. Entonces mir6 al chofi mucho odio en su mirada. -Me cago en tu madre -Ie' Ie sali6 del alma, y avanz6 bacia
Decidi6 regresar a la casa p para los vehfeulos. Sabia que Ii que el sendero de las cas"..... sultaba menos arduo. vino y aquella chapa po. el sueiio y ya presentia que . como solfa ocurrirle en los .. Dog, a su lado, reprodujo en till del hombre, sin ladrar ni alejd Cuando subia la Ultima pen garajes y el bungalow de los invi al salir, habia dejado abierta la p ~o la habia cerrado? Venci6 los seis escalones cia mento que rodeaba la casa y 1& subian hasta la puerta princip3IJ de el umbral, ech6 una mirada~ ras seguian encendidas; el reloj,J bre la alfombra de fibras filipiuJ
Ad3
~n
ya casi invisible, hecha a !:as campanas volvian a doblar. ilDciencia de si mismo y obser ~ eran las dos y cinco de la los libros a1 mostrador, dio ~ y corrio hacia la salida. ~ limpiaba el parabrisas de un luz impertinente del medio • de la radio de microondas
&6
nas y una enorme resequedad Ie quemaba la boca. Por unos segundos se recost6 al autom6vi1, esperando que sus musculos se distendieran y su coraz6n recobrara su ritmo. Entonces mir6 al chofer-polida. Habia odio, mucho odio en su mirada. -Me cago en tu madre -Ie dijo, con una voz que Ie sali6 del alma, y avanz6 hacia las oficinas del museo.
t indc -Ie dijo.
ent6 el joven.
~
sabria que el polida imberbe dlofer oficial del teniente inves DiS y que Mano10 10 habia esco Eplica automovilistica, clonada ratorio especial: aquel loco no It Ixillo al auto bajo el sol des e, sino que podia cubrir el Nacional y Finca Vigia en uno de los cuales al Con • y
§
6 el auto en el parqueo de Fin dio como Ie temb1aban las pier
Decidi6 regresar a la casa por el camino asfaltado para los vehicu10s. Sabia que era tres veces mas largo que el sendero de las casuarinas, pero el ascenso re sultaba menos arduo. Ademas, no tenia prisa. Entre el vino y aquella chapa policial Ie habian espantado el sueiio y ya presentia que dormiria poco y mal, como solia ocurrirle en los ultimos tiempos. Black Dog, a su 1ado, reprodujo en todo el trayecto el paso del hombre, sin ladrar ni alejarse hacia los arboles. Cuando subia la ultima pendiente, bordeando los garajes y el bungalow de los invitados, descubri6 que, a1 sa1ir, habia dejado abierta 1a puerta lateral de 1a sa1a. ~o 1a habia cerrado? Venci6 los seis escalones de 1a plataforma de ce mento que rodeaba la casa y luego los otros seis que subian hasta la puerta principal. Meti6 la Have y, des de el umbra1, ech6 una mirada a1 interior. Las lampa ras seguian encendidas; el reloj, la botella y 1a copa so bre 1a alfombra de fibras filipinas; la pintura de Mir6 137
en la gran pared del comedor y el Juan Gris en su si tio de la sala; la soledad como unica presencia visible, moviendose libremente entre el recuerdo de las no ches de abundante alcohol y charla vividas en aquella misma habitacion, jornadas muchas veces inaugura das con la descarga de polvora y algarabia de los dos pequenos canones de bronce, consagrados a saludar a los huespedes mas especiales. Black Dog, en el vano de la puerta, husmeo tambien hacia el interior de la casa, pero cuando hizo el intento de entrar, el Ie hablo. -Q!1ieto, Black Dog... Esta bien por hoy -el ani mal se detuvo y levanto la mirada hacia su dueno-. Ahi tienes tu alfombra. Cuida bien la casa, porque eres un gran perro -y Ie acaricio la cabeza, tirindole suavemente de las orejas. Cerro la puerta principal y luego la que conduda a la terraza cubierta con la pergola. No se explicaba como habia podido olvidar cerrarla al salir de re corrido. Recriminandose, se acerco al pequeno bar de madera y sirvio dos dedos de ginebra, y los bebio de un golpe, como si tragara un brebaje indeseable, destina do a embotar sus nervios. Apago varias de las Iampa ras, pero dejo encendida la mas cercana a su habita cion para beneficiarse con su resplandor. En ausencia de Miss Mary preferia dormir en su propio cuarto de trabajo para alejar de su mente la sensacion de aban dono que Ie provocaba una cama amplia, ocupada solo a medias. Cuando entro en su cuarto se des prendio de la Thompson y la acomodo junto al viejo baston de madera de giiira, recostandola al librero de 138
la entrada donde habia colla nes de sus obras. Como ba ametralladora a su lugar en la vista para no volver a ani Mas de la mitad de so Jc periodicos, revistas, cartas. n extremos e hizo un gran hoi cama y la ventana abierta II fuera al patibulo, entr6 en d pesada y turbia, y se desnudc: y la bermuda entre el bidet 1 car su revolver del 22 y d ~ del lavabo. Del gancho de I rna de listas, pem sOlo Ie.-rl do calor para la camisa.
En."
mmedor y el Juan Gris en su si . . como unica presencia visible, _ entre e1 recuerdo de las no [Iobol y charla vividas en aquella linudas muchas veces inaugura ~ pOlvora y algarabia de los dos ~1Inmce, consagrados a saludar a ~. BItu:k Dog, en el vano de IIbiC:n bacia el interior de la casa, intento de entrar, elle habl6. •... Esti bien por hoy -el ani mro 1a mirada hacia su dueno-. bra. Cuida bien la casa, porque If Ie acarici6 la cabeza, tircindole 1IqaS.
.mcipal y luego la que conducia =-con la pergola. No se explicaba i: olvidar cerrarla al salir de re lase, se acerc6 al pequeno bar de ~ de ginebra, y los bebi6 de un bRboje indeseable, destina - Apag6 varias de las lampa ~ Ia. mas cercana a su habita ~ con so resplandor. En ausencia fa donnir en su propio cuarto de ~ so mente la sensaci6n de aban taba una cama amplia, ocupada udo entr6 en su cuarto se des pson y la acomod6 junto al viejo t giiira, recostandola allibrero de
t:
rl I
la entrada donde habia colocado las diversas edicio nes de sus obras. Como habia decidido devolver la ametralladora a su lugar en la torre, queria tenerla a la vista para no volver a olvidarla. Mas de la mitad de su lecho estaba cubierto con peri6dicos, revistas, cartas. Tom6 la sobrecama por los extremos e hizo un gran bulto que dej6 caer entre la cama y la ventana abierta hacia la piscina. Como si fuera al patibulo, entr6 en el bano, orin6 una espuma pesada y turbia, y se desnud6, dejando caer la camisa y la bermuda entre el bidet y la taza, luego de colo car su rev61ver del 22 y el calibre 4S sobre el borde del lavabo. Del gancho de madera descolg6 el pija rna de listas, pero s610 se puso el pantal6n. Demasia do calor para la camisa. Como cada noche, se subi6 sobre la bascula y anot6 el resultado en la pared mas cercana: 2-oct.-58: 220. Era el mismo peso de todo ese ano, comprob6 satisfecho. Regres6 al cuarto y busc6 en la gaveta del bur6 el blumer negro de Ava Gardner y envolvi6 el re v61ver del 22, para acomodarlo en el fondo del pri mer caj6n, entre estuches de balas y un par de pu nales de combate. El 4S estorbaria en la gaveta y, luego de pensarlo un instante, fue hasta su ropero y 10 dej6 caer en el bolsillo de un abrigo. Avanz6 al fin hacia la cama, pero se detuvo un instante fren te a su fiel Royal portcitil, del modelo Arrow. A su lado, presas bajo una piedra de cobre, estaban las ultimas paginas escritas de aquella maldita nove la que no acababa de cuajar. Con uno de sus lapices
139
afilados anoto la fecha en la ultima cuartilla revisa da: 2-oct.-58. Miro la cama, sin decidirse a ocuparla. La sensa cion agradable de la soledad habia desaparecido y una desazon gelida y ubicua Ie recorria el cuerpo. Toda su vida la habia pasado rodeado de gentes a las cuales, de uno u otro modo, habia convertido en sus adora dores. Las multitudes eran su medio natural y unica mente habia renunciado a elIas en las cuatro acti vidades que debia hacer solo 0, cuando mas, con un acompanante: cazar, pescar, amar y escribir, aunque en los anos de Paris habia logrado escribir algunos de sus mejores cuentos en cafes, rodeado de gentes, y mas de una pesqueria de altura se habia convertido en una fiesta despreocupada entre las islas del Golfo. Pero el resto de sus acciones podian y debian ser par te del tumulto en el cual se habia transformado su existencia desde que, siendo un adolescente, des cubrio cuanto Ie gustaba ser el centro, figurar como Hder, dar ordenes en funcion de jefe. Con una ban da de buscadores de exotismo y oficiando de profeta, habia asistido a los sanfermines de Pamplona, donde Ie mostro a Dos Passos el blindaje de sus cojones, cuando se coloco frente a un magnifico toro y se atre vio a tocarle la testa. Con hombres que tambien 10 admiraban participo en las ofensivas republicanas de la guerra de Espana, recorrio los frentes de lucha para realizar la peHcula La tierra espanola y se harto de vino, whisky y ginebra en el hotel Florida, escuchando como las bombas caian sobre Madrid. Con su grupo 140
de truhanes navego durante;i cayos de la costa norte am. bien pertrechados de ron y,i naban en la caza improbabl nes. Con una partida de ceses y dos cantimploras rqi avanzo hacia las Hneas nazis, Normandia y protagonizO CCJ dos la heroica liberacion del a hartarse de vino, mas whisl sidiosa Martha Gelhom, eDIJ de su vida, hasta sus intimicl bajador pero frio y repetitiw aquella necesidad de co~ homosexualismo latente. ...... exigir a gritos que Ie dieaa:t ran los pezones hasta hacalli Sentado en la cama IIliIQ dad de la noche. EI calor 10 III na abierta y comprob6 que at pasos y extender el brazo paa Pero ni asi se sentia seguro. J fue en busca de su revolver, J de noche mas cercana allado dormir. Antes de dejarlo, ali perfume femenino original y.I el hedor viril de la grasa y Ii forma, era un bello recu~ Dejo caer la cabeza en Ia ~ cuadraron su vieja y quericL
eo.
~
en la ultima cuartilla revisa
b' ~dirse a ocuparla. La seusa
habia desaparecido y una Jpale recorria el cuerpo. Toda su ~o de gentes a las cuales, ~ convertido en sus adora ~ su medio natural y unica Ii-fo a cUas en las cuatro acti KX:r solo 0, cuando mas, con un ~pescar, amar y escribir, aunque habia logrado escribir algunos de .. en cafes, rodeado de gentes, y I de altura se habia convertido en iIpada entre las islas del Golfo. mones podian y debian ser par i cual se habia transformado su pc, siendo un adolescente, des pba ser el centro, figurar como 6n de jefe. Con una ban . y oficiando de profeta, . . cs de Pamplona, donde cl blindaje de sus cojones, ~ a un magnifico toro y se atre .. Con hombres que tambien 10 ~ en las ofensivas republicanas de ;recorri6 los frentes de lucha para • tierra espanola y se hart6 de vino, D el hotel Florida, escuchando dan sobre Madrid. Con su grupo
5
de truhanes naveg6 durante casi todo un ano entre los cayos de la costa norte cubana, apenas armados pero bien pertrechados de ron y hielo, mientras se empe naban en la caza improbable de submarinos alema nes. Con una partida de fogueados guerrilleros fran ceses y dos cantimploras repletas de whisky y ginebra avanz6 hacia las lineas nazis luego del desembarco de Normandia y protagoniz6 con aquellos maquis curti dos la heroica liberaci6n del hotel Ritz, donde volvi6 a hartarse de vino, mas whisky y mas ginebra... La in sidiosa Martha Gelhorn, empecinada en contar todo de su vida, hasta sus intimidades, y calificarlo de tra bajador pero frio y repetitivo en la cama, deda que aquella necesidad de compania era una muestra de su homosexualismo latente. La muy puta: ella, capaz de exigir a gritos que Ie dieran por el culo y Ie mordie ran los pezones hasta hacerla gritar de placer y dolor. Sentado en la cama mir6 otra vez hacia la oscuri dad de la noche. El calor 10 obligaba a dejar la venta na abierta y comprob6 que apenas necesitaba dar dos pasos y extender el brazo para alcanzar la Thompson. Pero ni asi se sentia seguro. Por eso se puso de pie y fue en busca de su rev61ver, y 10 acomod6 en la mesa de noche mas cercana al lado de la cama donde solia dormir. Antes de dejarlo, 01i6 la tela negra, pero su perfume femenino original ya habia sido vencido por el hedor viril de la grasa y la p61vora. De cualquier forma, era un bello recuerdo de tiempos mejores. Dej6 caer la cabeza en la almohada y sus ojos en cuadraron su vieja y querida carabina Mannlicher, 141
medio oculta por la presencia magnifica de la enorme cabeza del bufalo africano abatido en la llanura de Se rengeti, durante su primer safari africano, en 1934. Un calor de alivio corri6 por su cuerpo al observar otra vez la prodigiosa cabeza del animal cuyo acoso y sacrificio Ie habian revelado la intensidad paralizante del miedo y la certeza de la capacidad salvadora de poder asumir la levedad de la muerte que Ie inspira ron «La breve vida feliz de Francis Macomber». Ma tar, mientras se corre el riesgo de morir, es uno de los aprendizajes de los cuales no puede prescindir un hombre, pens6, y lament6 que la frase, en la exacta formulaci6n ahora lograda, no estuviera incluida en ninguno de sus relatos de caza, muerte y guerra. Con aquella frase verdadera y hermosa en la men te y la imagen del bufalo africano en la mirada, comen z6 a leer en busca del sueno. Un par de dias antes ha bia comenzado a hojear aquella novela absurda y disparatada del tal J.D. Salinger que, como unico me rito en su vida, tenia el de haber regresado medio loco de la campana de Francia, donde estuvo como sar gento de infanteria. La novela contaba las peripecias de un joven malhablado e impertinente, decidido a escapar de su casa, el cual, como un personaje de Twain pero colocado en una moderna ciudad del nor te, empieza a descubrir el mundo desde su torcida perspectiva de desquiciado. La historia era mas que previsible, desprovista de la epicidad y la grandeza que el reclamaba para la literatura, y s6lo seguia le yendo en busca de las misteriosas claves que habian 142
convertido aquellibro absaI y a su autor en la nueva ~ su pais. Estamos jodidos, se., mucha pasi6n. No tuvo noci6n del IDOl bro sobre el pecho y los est los ojos y se qued6 dormi~ porque una luz de concienci en su mente, como la lampH a apagar. Vagando por aquel sueno y la vigilia, tuvo la si'l ba los ladridos remotos y eli hasta que pudo abrir los ojoii del bufalo africano, enconil fusa del hombre que 10 oki
:~ ~
~
:~
Conoda aquella cara: bi veces como para no advertiJi sa que cargaba mientras el oj movia hacia el tabique nasal. -Asi que tienes algo bUeD de hombre dispuesto al asonl nar junto al teniente Manuef -~ C6mo 10 sabes? ~ -Mirate en un espejo ~ que formaban una pequeiia -iI observ6 a Manolo. '
tseneia magnifica de la enorme 180 abatido en la llanura de Se Ihner safari africano, en 1934. iIIi.6 por su cuerpo al observar del animal cuyo acoso y IIIIado la intensidad paralizante ~de Ia capacidad salvadora de ... de la muerte que Ie inspira lit de Francis Macomber». Ma .,riesgo de morir, es uno de los aa1es no puede prescindir un leota que la frase, en la exacta pda, no estuviera incluida en I de caza, muerte y guerra. rerdadera y hermosa en la men lo africano en la mirada, comen lUeno. Un par de dias antes ha lear aquella novela absurda y ~Salinger que, como tinico me ~ haber regresado medio loco .-aa, donde estuvo como sar IIrnovela contaba las peripecias lklo e impertinente, decidido ~ coal, como un personaje de :D una modema ciudad del nor m el mundo desde su torcida p,ado. La historia era mas que I de la epicidad y la grandeza l la literatura, y solo seguia le I misteriosas claves que habian
.mcza
convertido aquellibro absurdo en un exito de ventas y a su autor en la nueva revelacion de la narrativa de su pais. Estamos jodidos, se volvio a decir, aunque sin mucha pasion. No tuvo nocion del momenta en que, con el li bro sobre el pecho y los espejuelos en la cara, cerro los ojos y se quedo dormido. No era un sueno total, porque una luz de conciencia permanecio encendida en su mente, como la Iampara de lectura que no llego a apagar. Vagando por aquel sitio impreciso entre el sueno y la vigilia, tuvo la sensacion de que escucha ba los ladridos remotos y empecinados de Black Dog, hasta que pudo abrir los ojos y, en lugar de la cabeza del btifalo africano, encontro ante si la imagen di fusa del hombre que 10 observaba.
Conoda aquella cara: la habia visto demasiadas veces como para no advertir la socarroneria victorio sa que cargaba mientras el ojo derecho, sin anclaje, se movia hacia el tabique nasal. -Asi que tienes algo bueno -dijo Conde, con voz de hombre dispuesto al asombro, y comenzo a cami nar junto al teniente Manuel Palacios. -~ Como 10 sabes? -Mirate en un espejo -se detuvo bajo las arecas que formaban una pequena rotonda frente a la casa y observo a Manolo. 143
-Creo que ya el muerto esta listo para el entierro -anunci6 el polida mientras se metia una mana en el boisillo-. Mira esto. En la palma de la mana de Manolo, vio el plomo. Conservaba manchas de tierra en las estrias y era de un gris oscuro, que al Conde Ie result6 tacitumo. -La tierra sigui6 pariendo. Lo encontramos esta manana. -~Uno solo? ~No Ie dieron dos tiros? -A 10 mejor el otro Ie atraves6 el cuerpo, ~no?, y sabe Dios ad6nde fue a dar... -Si, puede ser. Y este plomo, ~ya saben de que arma es? -No estamos seguros, pero dice el cabo Fleites que debe de ser de una ametralladora Thompson. Til sabes que el tipo es experto en balistica, pero 10 tie nen castigado por curda. -~Y ahora castigan a los expertos borrachos? ~O son los borrachos expertos? Manolo apenas sonri6. - Y Hemingway tenia una Thompson. Dice Teno rio que la us6 muchas veces para matar tiburones cuando iba de pesqueria. Pero eso no es 10 mejor: re visamos los inventarios y la Thompson no esta entre las armas que se quedaron en la £inca, ni estuvo entre las cosas que se lIev6 la viuda despues que el tipo se mat6. Por cierto, la dama carg6 con todos los cuadros valiosos... - Y que til querias, ~que tambien los regalara? Dej6 la casa, el barco, todas las mierdas que hay alIa dentro. 144
-~ Se
lIev6 tambien la lhODll -Habria que averiguar, pero JII son. No, no se la trago la tierna., -Mira, no es mala idea: a Icl enterrada. -Cuando alguien quiere que no la entierra. La tira en el mar., - Vaya, el Conde tan inteligem ment6 Manolo, con soma evidCl porta un carajo d6nde se meti.O i que vas a tener que guardar en 1 mientos. aye esto: en los an::bi¥I cial encontramos un caso de b6I del FBI desaparecido en Cuba «II agente, un tal John Kirk, da americana de La Habana y .... rutina, nada importante. AI ~ fes cuando el hombre se ~t porque tenia casi sesenta aiios Jll que nunca mas se supo de eJ, fIJI f6 la revoluci6n nadie se ocupO d -~Por casualidad el cojo }oll 2 de octubre del 58? El Conde sabia dar aquellas eI sus malignos resultados: toda Ja. de su antiguo subordinado coot mientras su mirada se torcia: ~ al Conde, con la boca semiabiau! recho navegaba a la deriva. - m.... " -I'pero que, cono r
estaba.
~uerto
esta listo para el entierro ~tras se metfa una mana en el
I- mano de Manolo, vio el plomo. ~ de tierra en las estrias y era de
iIl:C.Qnde Ie result6 taciturno. • .JI8icndo. 10 encontramos esta
.:cJa.1e
dieron dos riros?
plIO Ie atraves6 el cuerpo, ~no?, y
De a dar...
,Yeste plomo, ~ya saben de que
quros, pero dice el cabo Fleites
~ ametralladora Thompson. Tu
I experto en balistica, pero 10 tie
mda.
po a los expertos borrachos? ~ a
~os?
tfOnri6.
~
una Thompson. Dice Teno
~ veces para matar tiburones
~ Pero eso no es 10 mejor: re
1005 y la Thompson no esta entre
damn en la £inca, ni estuvo entre las
f,1a viuda despues que el tipo se
dama carg6 con todos los cuadros
~ ~que
tambien los regalara? Dej6
las las mierdas que hay alla dentro.
-~Se
llev6 tambien la Thompson? -Habria que averiguar, pero yo he visto esa Thomp son. No, no se la trag6 la tierra. -Mira, no es mala idea: a 10 mejor tambien esta enterrada. -Cuando alguien quiere que desaparezca un arma no la entierra. La tira en el mar. Y si tiene un yate... - Vaya, el Conde tan inteligente como siempre -co ment6 Manolo, con soma evidente-. Pero ya no im porta un carajo d6nde se meti6 la Thompson y cree que vas a tener que guardar en un saco tus presenti mientos. aye esto: en los archivos de la polida espe cial encontramos un caso de busqueda de un agente del FBI desaparecido en Cuba en octubre de 1958. El agente, un tal John Kirk, estaba destinado a la embaja da americana de La Habana y hada aqui un trabajo de rutina, nada importante. Al menos eso dijeron sus je fes cuando el hombre se perdi6, y debe de ser verdad, porque tenia casi sesenta alios y era cojo. El caso es que nunca mas se supo de eI, porque cuando triun f6 larevoluci6n nadie se ocup6 de seguir buscandolo. -~Por casualidad el cojo John Kirk se perdi6 el 2 de octubre del 58? El Conde sabia dar aquellas estocadas y disfrutaba sus malignos resultados: toda la seguridad policiaca de su antiguo subordinado comenz6 a derrumbarse mientras su mirada se torda: Manolo observaba fijo al Conde, con la boca semiabierta, mientras el ojo de recho navegaba a la deriva. - tu.... " -I'pero que, cono 145
-Eso te pasa por dcirtelas de caliente conmigo -son ri6 el Conde, satisfecho-. Mira, Manolo, ahora me hace falta que me ayudes, porque estoy seguro de que te voy a decir otras cosas interesantes. Llama al di rector del museo, me hace falta mirar otra vez dentro de la casa. Pero dile que yo pongo una condici6n: no puede hablar si no Ie preguntamos, ~ok? Manolo, con asombro y admiraci6n, 10 sigui6 con la vista mientras el Conde subia los escalones que condudan a la plataforma y, de espaldas a la casa, se ponia a observar los jardines de la finca, en especial el sitio donde habian aparecido un cadaver, una bala de Thompson, una chapa del FBI y una historia que iba adquiriendo una temperatura peligrosa. Cuando el teniente regres6, 10 acompaiiaba el di rector del museo, a quien ya debia haberle transmitido la exigencia del Conde de mantenerse callado. Juan Tenorio no pareda estar contento con su situaci6n y mir6 al presunto jefe de la operaci6n, que, segtin sus conocimientos, no era jefe de nada. -~Exactamente d6nde estaba la valla de gallos? -Ie pregunt6 el Conde y el director reaccion6. -Bueno, si, alIi mismo, por donde apareci6 el muerto. -~y por que no 10 habian dicho? -Bueno -repiti6 Tenorio, tambien despojado de su seguridad-, no me imagine... -Hay que ser mas imaginativo, compaiiero -10 sermone6 el Conde con tono doctrinal, aplicando a su escala la tecnica hemingwayana de hacer evidentes los 146
defectos de sus ac6litos, para pal Esta bien, ya no importa. AhOla. El director se adelant6, pero s a Conde. - Y por cierto, Tenorio, hal ci6n..., ~cuaI es su segundo apeIIi El mulato se volvi6 lentama por el flechazo inesperado del a - Villarroy... -dijo. -Nieto de Raul Villarroy, el ~ de Hemingway. Tampoco nos 10 norio? -Porque nadie me 10 pRplllll ta y reemprendi6 la marcba . . puerta. .d -~ Qye quieres buscar, CcncII 10, extraviado en las elu~ respuestas inesperadas que .... jefe y compaiiero de investig;rc;. -Qyiero saber que pasO en . octubre de 1958. Mientras el director abria las avanz6 hacia la estancia de la bib Manolo. -Mira esto -seiial6 hacia]a. tante mas cercano a la puerta. Eq rique Serpa y una biografIa de Me lomo grueso del libro, rotulado t FBI Story-. Le interesaba el tem-. mas de una vez. Y mira de qwc.
II'rtdas de caliente conmigo -son iIII:bo-. Mira, Manolo, ahora me udes, porque estoy seguro de que r.cosas interesantes. Llama al di E haec falta mirar otra vez dentro ... yo pongo una condici6n: no ~~tunos, (ok? -..0 y admiraci6n, 10 sigui6 con JCoode subia los escalones que 6wma y, de espaldas a la casa, se a jardincs de la finca, en especial D aparecido un cadaver, una bala chapa del FBI y una historia que l temperatura peligrosa. ntr regres6, 10 acompaiiaba el di JDicn ya debia haberle transmitido nde de mantenerse callado. Juan tsar contento con su situaci6n y , de la operaci6n, que, segun sus ... jck de nada. ~ cstaba la valla de gallos? ~ , cI director reaccion6. ~_ mismo, por donde apareci6 el ~
~
habian dicho? • Tenorio, tambien despojado de lie imagine... ..as imaginativo, compaiiero -10 ron tone doctrinal, aplicando a su Dingwayana de hacer evidentes los
defectos de sus ac6litos, para perdonarselos despues-. Esta bien, ya no importa. Ahora vamos adentro. EI director se adelant6, pero se detuvo al escuchar a Conde. - Y por cierto, Tenorio, hablando de imagina ci6n..., (cuM es su segundo apellido? EI mulato se volvi6 lentamente, sin duda tocado por el flechazo inesperado del Conde. - Villarroy... -dijo. -Nieto de Raul Villarroy, el hombre de confianza de Hemingway. Tampoco nos 10 dijo..., (por que, Te norio? -Porque nadie me 10 pregunt6 -solt6 su respues ta y reemprendi6 la marcha hacia la casa y abri6 la puerta. -(Q!1e quieres buscar, Conde? -Ie susurr6 Mano 10, extraviado en las elucubraciones y preguntas con respuestas inesperadas que iba haciendo su antiguo jefe y compaiiero de investigaciones. -Q!1iero saber que pas6 en esta casa el 2 y el 3 de octubre de 1958. Mientras el director abria las ventanas, el Conde avanz6 hacia la estancia de la biblioteca, seguido por Manolo. -Mira esto -seiial6 hacia la segunda hilera del es tante mas cercano a la puerta. Entre La trampa de En rique Serpa y una biografIa de Mozart, se destacaba el lomo grueso del libro, rotulado con letras rojas: The FBI Story-. Le interesaba el tema, parece que 10 ley6 mas de una vez. Y mira de quien es el pr610go: de su 147
amiguito Hoover, el mismo que 10 mando a vigilar -y volviendose hacia el director-: Tenorio, necesito ver los pasaportes de Hemingway y los pape1es que tengan que ver con la casa. Recibos, facturas, im puestos... -Enseguida. Los papeles estan aquf mismo -y se adelanto hacia un gavetero de madera. -Manolo, ponte a buscar cualquier cosa que este fechada entre el 2 y el 4 de octubre del 58. Si quieres dile al cabo Fleites que te ayude. - £.1 no puede. -lQ!Ie Ie paso? -Se puso contento por 10 de la bala y esta en el bar de ana abajo dandose rones. -lY donde esta ese bar que yo no 10 vi? El director dio dos viajes y sobre el largo buro se micircular que estaba al fondo de la biblioteca que daron dispuestas dos montaiias de papeles guardados en carpetas de carton y sobres de Manila. El Conde respiro el olor amable del papel viejo. - Tengan cuidado, por favor. Son papeles muy im portantes... -Anja -dijo el Conde-. lY los pasaportes? -Los tengo en mi oficina, voy a buscarlos. Tenorio salio, y Manolo, chasqueando la lengua, se fue a sentar detras del buro. -Siempre me jodes, Conde. AI final yo soy quien se tiene que meter de cabeza a buscar en los papeles y... El Conde no termino de escucharlo. Observan do libros, paredes, objetos, como movido por una cu 148
riosidad cientffica, sali6 lei ca. A traves de una vent2Da • e1 director caminaba hacia: ubicadas en el antiguo gar.ajl la habitacion particular de'. junto al baiio, estaba el IOI colgaban sus pantalones y d Africa y Estados Unidos, II grueso capote militar y hast ro, de oro y luces, segu.t3JD guno de los famosos matadl miro. En el sue1o, en el on irreal, estaban sus botas de c ponsal de guerra en los fit oHa a tela inerte, a in.sectiI:i Conde cerro los ojos y ... para dar el zarpazo: aIgo ftiI aque1 baul de recuerdos y aI ro una mano hacia una caja • al ropero. Los paiiuelos, mail mostraron su faz pecosa dal Delicadamente, con temblor· levanto por el borde las tel zon palpito cuando sus ojoi ridad: allf, dormido mas D blumer de encajes de Ava A conciencia de sus actos de Yi polida saco el blumer y, lu tante a trasluz y de sentir tol dentro, 10 guardo en uno ell
tlBismo que 10 mando a vigilar &d director-: Tenorio, necesito t
I-Pelcs estan aqui mismo -y se
-.0 de madera. i buscar cualquier cosa que este
14 de octubre del 58. Si quieres Ie te ayude.
to por
10 de la bala y esta en el
dose rones.
bar que yo no 10 vi?
• viajes y sobre ellargo buro se
~ aI fondo de la biblioteca que
montaiias de papeles guardados
l;., sobres de Manila. El Conde
adel pape1 viejo.
tpor favor. Son papeles muy im
Ie
•ilnde-.
tY los pasaportes?
i oficina, voy a buscarlos.
lIbno10, chasqueando la lengua,
idel buro.
ts, Conde. AI final yo soy quien
ICabeza a buscar en los papeles y...
mino de escucharlo. Observan
jctos, como movido por una cu
riosidad cientifica, salio lentamente de la bibliote ca. A traves de una ventana de la sala comprobo que el director caminaba hacia las oficinas del museD ubicadas en el antiguo garaje y, de prisa, torcio hacia la habitacion particular de Hemingway. Al fondo, junto al bano, estaba el ropero del escritor, donde colgaban sus pantalones y chaquetas para la caza en Africa y Estados U nidos, su chaleco de pesca, un grueso capote militar y hasta un viejo traje de tore ro, de oro y luces, seguramente obsequiado por al guno de los famosos matadores a los que tanto ad miro. En el suelo, en el orden perfecto de la vida irreal, estaban sus botas de caza, de pesca, de corres ponsal de guerra en los frentes europeos. Aquello olia a tela inerte, a insecticida barato y a olvido. El Conde cerro los ojos y aguzo el olfato, preparado para dar el zarpazo: algo rezumaba piel y sangre en aquel baul de recuerdos y casi automaticamente esti ro una mana hacia una caja de zapatos colocada junto al ropero. Los panuelos, manchados por el tiempo, Ie mostraron su faz pecosa desde el interior de la caja. Delicadamente, con temblor en las manos, el Conde levanto por el borde las telas dobladas y su cora zon palpito cuando sus ojos chocaron con la oscu ridad: alIi, dormido mas no muerto, reposaba el blumer de encajes de Ava Gardner. Con absoluta conciencia de sus actos de violador de arcanos, el ex polida saco el blumer y, luego de mirarlo un ins tante a trasluz y de sentir todo 10 que una vez tuvo dentro, 10 guardo en uno de sus bolsillos, devolvio 149
la caja a su sitio, salio del ropero y entro en el bano contiguo. Mientras su respiracion se normalizaba, el Conde trato de ubicarse en las anotaciones de fechas y peso en libras que Hemingway llevaba en la pared del bano, justo al lado de la pesa. Las hileras, paralelas unas a otras, no respetaban la cronologia, y el Conde debio buscar entre elIas la que consignaba el ano 1958. Cuando la hallo, comenzo a bajar por una hilera que se iniciaba en el mes de agosto y se in terrumpfa el 2 de octubre de 1958 con el peso de doscientas veinte libras. Las anotaciones posteriores correspondfan ya a los meses finales de 1959 y los primeros del ano 1960, durante la ultima estancia de Hemingway en su casa habanera, y en elIas el Conde advirtio la cercanfa del final: ahora el escritor pesaba poco mas de doscientas libras y, en las ultimas anota ciones, tomadas en julio de 1960, apenas rondaban las ciento noventa. Todo el drama personal y verda dero de Hemingway estaba escrito en aquella pared, capaz de hablar de las angustias del hombre mejor que todas sus novelas, sus cartas, sus entrevistas, sus gestos. Allf, solos el y su cuerpo, sin mas testigos que el tiempo y una bascula insensible y agorera, He mingway habfa escrito en cifras, mas explkitas que los adjetivos, la cronica de la proximidad de la muerte. Los pasos que se acercaban sacaron al Conde de sus cavilaciones. Con la cara mas inocente del mun do asomo la cabeza desde el bano y vio al director del museo con los pasaportes en la mano. 150
-~Donde
era que el gumI -Ie pregunto el Conde sin dt1 -Aquf, allado del ropm» I armas. Las otras estaban en torre, con muchas armas bL la tribu masai, que trajo del ~ -i Q!1e delirio tenia el cabti Thompson? ~Estaba alIa 0 aqI - Por 10 general la guardab tenfa escopetas de caza, y ell siempre estaba colgado sobR 4 - Pero yo he visto esa 1boI el Conde trato de expri.mine • recuerdo-. Bueno, (CWU es dii a Tenorio, quien col0c6 las lit sombra grotesca del gem ~ -Este -dijo al fin, aI:qIIj portes-. Empieza en 1957.. ia El Conde revis6 hoja poI'-t ta hallar 10 que buscaba: un CJ estampado e14 de octubre de'l entrada en Estados Unidos, p de Miami, Florida, en la m.ism -Sf, dejo de escribir el 2 d ultima vez ese dfa, y sali6 el 4. que hizo el dfa 3. Y Manolo_ En el buro, Manolo habia parte de las carpetas. -Estos son propiedades y II de los mos cuarenta -advirti6-i I
ICId ropero y entro en el bano IliOn se normalizaba, el Conde • anotaciones de fechas y peso pray llevaba en la pared del lElIa pesa. Las hileras, paralelas cronologia, y el Conde . . Ia que consignaba el ano 16. wmenz6 a bajar por una tlCD el mes de agosto y se in ubre de 1958 con el peso de IlL Las anotaciones posteriores 15 meses finales de 1959 y los ~ durante la ultima estancia de l habanera, y en ellas el Conde I 6nal: ahora el escritor pesaba IS libras y, en las ultimas anota tio de 1960, apenas rondaban do d drama personal y verda iaaba escrito en aquella pared, ~ del hombre mejor ~ cartas, sus entrevistas, sus • 0lCIp0, sin mas testigos que IIIIa insensible y agorera, He m cifras, mas expHcitas que los =Ia proximidad de la muerte. lttICaban sacaron al Conde de ]a cara mas inocente del mun sde el baiio y vio al director del JkS en la mano.
II-nla
-~Donde
era que el guardaba las armas de fuego? -Ie pregunto el Conde sin dejarlo hablar. -Aqui, allado del ropero tenia un escaparate con armas. Las otras estaban en el segundo piso de la torre, con muchas armas blancas y con lanzas de la tribu masai, que trajo del safari del 54. -iQ!1e delirio tenia el cabron con las armas! ~y la Thompson? ~Estaba alla 0 aqui? -Por 10 generalla guardaba alIa, en la torre. Aqui tenia escopetas de caza, y el fusil Mannlicher, que siempre estaba colgado sobre el librero. -Pero yo he visto esa Thompson, me la juego -y el Conde trato de exprimirse la memoria en busca del recuerdo-. Bueno, ~cual es del ano 58? -Ie pregunto a Tenorio, quien coloco las libretas sobre el buro, a la sombra grotesca del gran bufalo africano. -Este -dijo al fin, alargandole uno de los pasa portes-. Empieza en 1957. El Conde reviso hoja por hoja el documento, has ta hallar 10 que buscaba: un cuno de salida de Cuba estampado el 4 de octubre de 1958, junto con otro de entrada en Estados Unidos, puesto en el aeropuerto de Miami, Florida, en la misma fecha. -Si, dejo de escribir el 2 de octubre, se peso por ultima vez ese dia, y salio el4. Ahora hace falta saber que hizo el dia 3. Y Manolo nos 10 va a decir. En el buro, Manolo habia separado ya la mayor parte de las carpetas. -Estos son propiedades y recibos de compra, pero de los anos cuarenta -advirtio-. Aylidenme con estos. 151
El director y el Conde se acercaron. -~Q!1e estan buscando? -indago Tenorio. -Lo que les dije: el 3 de octubre de 1958... Ayti delo usted, yo voy a salir un momento, tengo que fumar. Conde dio dos pasos y se detuvo. Miro a Tenorio, que no se habia movido de su sitio. -De verdad, Tenorio, ~por que no me dijo quien era su abuelo? La mirada de Tenorio era caliente y dura. Fisica mente no se pareda a Raul Villarroy, pero su boca y sus ojos eran identicos a los de la nina fotografiada junto a Hemingway, su ahijada seglin el pie de foto y, si el Conde no recordaba mal, como Ie habia comen tado el propio Tenorio. El ex polida empezaba a ima ginar las razones del nieto de Raul para escamotear su identidad y sonrio cuando escucho la respuesta que esperaba. -Hemingway deda que Raul Villarroy era su cuar to hijo. Y ese era el mayor orgullo de mi abuelo. Para eI Hemingway era algo sagrado, y tambien 10 fue para mi madre y 10 es para mi. - Y 10 sagrado no se toca. -No senor -confirmo Tenorio y, dando por ter minada la explicacion, se dirigio hacia donde Manolo revisaba papeles. El Conde atraveso la sala y, antes de abandonar la casa, observo otra vez la escenografia del salon con sus escenas taurinas y sus asientos vados y el peque no bar, con las botellas secas, esterilizadas por el tiem 152
po; paseo la mirada por d coq de caza y la mesa preparada CQ tres de la vajilla marcada con d; vio al fondo, en la habitaci6n ~ solia escribir, los pies de la caD siestas y sus borracheras. El Co llegando al fin de algo y se pIqJ de aquel lugar. Si sus presentimi antigua punteria, iban a pasar II que volviera a aquel sitio nostal Con el cigarro todavia apa&4 hacia la zona del jardin doncJ a cuyo alrededor los polidai.r. quince metros cuadrados. AI hoi palda recostada en el tronco " africana, el Conde encendiO cl~ moria para imaginar 10 que ~ existido alIi: las vallas utili" de los gallos suelen ser circub combates reales, aunque par ~ tadas por tapias de un metro d4I hechas con sacos de yute 0 pe. a estacas de madera, para fo~ cuatro 0 cinco metros de diame efectlian las peleas. Aquella no • bia la sombra de los mangos, 14 tas africanas. El gallero y los CSI podian pasar alIi largas horas, si Con su imaginacion a toda m6. Toribio el Tuzao, tal como Jo ftII
Wonde se acercaron. lando? -indag6 Tenorio. ~ cI 3 de octubre de 1958... AyU a· salir un momento, tengo que
.i
. . . Yse detuvo. Mir6 a Tenorio,
lido de su sitio.
liDo, (por que no me dijo quien
,
-'>00 era caliente y dura. Fisica l a RaUl Villarroy, pero su boca y to5 a los de la nina fotografiada so ahijada segUn el pie de foto y, daba mal, como Ie habia comen Iio. El ex polida empezaba a ima nieto de Raul para escamotear su wando escuch6 la respuesta que
cia que Raul Villarroy era su cuar
. .or orgullo de mi abuelo. Para
sagrado, y tambien 10 fue
_para mi.
.aao ~·se
toea.
1firm6 Tenorio y, dando por ter
n, sc dirigi6 hacia donde Manolo
o la sala y, antes de abandonar la ez la escenografia del sal6n con y sus asientos vados y el peque las secas, esterilizadas por el tiem
po; pase6 la mirada por el comedor, con sus trofeos de caza y la mesa preparada con representantes ilus tres de la vajilla marcada con el hierro de Finca Vigia; vio al fondo, en la habitaci6n en la cual Hemingway solia escribir, los pies de la cama donde dormia sus siestas y sus borracheras. El Conde sabia que estaba llegando al fin de algo y se preparaba para despedirse de aquellugar. Si sus presentimientos conservaban su antigua punteria, iban a pasar muchos anos antes de que volviera a aquel sitio nostilgico y literario. Con el cigarro todavia apagado en los labios baj6 hacia la zona del jardin donde estaba la fuente y a cuyo alrededor los polidas habian cavado unos quince metros cuadrados. AI borde del hoyo, con la es palda recostada en el tronco pelado de una pimienta africana, el Conde encendi6 el cigarro y forz6 su me moria para imaginar 10 que cuarenta anos antes habia existido alli: las vallas utilizadas para entrenamiento de los gallos suelen ser circulares, como las de los combates reales, aunque por 10 general estin delimi tadas por tapias de un metro de altura, muchas veces hechas con sacos de yute 0 pencas de palmas, atadas a estacas de madera, para formar un drculo de unos cuatro 0 cinco metros de diimetro dentro del cual se efectuan las peleas. Aquella no tenia techo, pero reci bia la sombra de los mangos, la carolina, las pimien tas africanas. El gallero y los espectadores ocasionales podian pasar alIi largas horas, sin la molestia del sol. Con su imaginaci6n a toda miquina vio entonces a Toribio el Tuzao, tal como 10 recordaba el dia que 10 153
encontro en una valla oficial: estaba con una camise ta sin mangas, dentro del ruedo, con un gallo en la mano, azuzando al otro animal para que se les calen tara la sangre. Los gallos llevaban las espuelas cu biertas con forros de tela para evitar heridas lamenta bles. Al borde de la valla, tras la cortina de sacos, Hemingway, Calixto Montenegro y Raul Villarroy miraban en silencio la operacion y el rostro del escri tor se excito cuando el Tuzao al fin soIto el gallo que habia mantenido entre sus manos, y los animales se lanzaron al ataque, levantando las espuelas mortales, ahora decorativas, y moviendo con sus alas las viru tas de madera que cubrian la tierra... Las virutas de madera. El Conde las vio moverse, entre las patas de los gallos y 10 comprendio todo: habian enterrado al hombre en el unico sitio donde la tierra removida no despertaria sospechas. La fosa, una vez devuelta la tierra a su sitio, seria de nuevo cubierta con mas vi rutas de madera. Ya sin prisa, el Conde regreso a la casa y se sento en los escalones de la entrada. Si algo conoda a He mingway, sabia que Manolo saldria de la casa con un papel fechado el 3 de octubre de 1958. Por eso no se alarmo cuando escucho la voz del teniente, mientras se acercaba con un recibo en las manos. -Aqui esti, Conde. -~Cuanto Ie pago? -Cinco mil pesos... -Demasiado dinero. Incluso para Hemingway. -~ Q!Iien era Calixto Montenegro? 154
-Un empleado muyextr.liio'4 way 10 despidio ese dia, Ie pag6 • si no me equivoco, 10 monto en para Mexico. -~Y eso por que? -Porque creo que era el Unia te cuando mataron al agente del ! seguro de que no fue el unico q terraron debajo de la valla de gall -~Pero quien mato al tipo? - Todavia no 10 se, aunque 3 averiguarlo ahora mismo. Digo, ~ rado y quieres ir conmigo basta • I
15
d ill
·fi -Buenas tardes, Ruperto. -~ -~ Otra vez por aqui? -S1. Pero 10 jodido es que ahl lida. La cosa esta mala. Mire, esi nuel Palacios. -Esta muy flaco para ser tenic sonrio. -Eso mismo digo yo-~ la piedra donde se habia sentado to seguia recostado en el 3rboI, til del rio, con su sombrero pan. . reda no haberse movido de aqaI nas hubieran interrumpido la 00
Ia oficial: estaba con una camise 10 del ruedo, con un gallo en la
Dtro animal para que se les calen fIalIos llevaban las espuelas cu Uda para evitar heridas lamenta • mia, tras la cortina de sacos, ~ Montenegro y Raul Villarroy It opcraci6n y el rostro del escri ~ Tuzao al fin solt6 el gallo que IIR sus manos, y los animales se mntando las espuelas mortales, r moviendo con sus alas las viru robrian la tierra... Las virutas de las vio moverse, entre las patas nprendi6 todo: habian enterrado to sitio donde la tierra removida chas. La fosa, una vez devuelta la I de nuevo cubierta con mas vi
laDde regres6 a la casa y se sent6 ltaeotr.ada. Si algo conoda a He -...010 saldria de la casa con un ~ octubre de 1958. Por eso no se ~ Ia voz del teniente, mientras mho en las manos. Ie. ~?
s... ~. ~o
Incluso para Hemingway. Montenegro?
-Un empleado muy extrano de la finca. Heming way 10 despidi6 ese dia, Ie pag6 una compensaci6n y si no me equivoco, 10 mont6 en el Pilar y 10 llevaron para Mexico. -~y eso por que? -Porque creo que era el unico que estaba presen te cuando mataron al agente del FBI..., aunque estoy seguro de que no fue el unico que vio c6mo 10 en terraron debajo de la valla de gallos. -~Pero quien mat6 al tipo? - Todavia no 10 se, aunque a 10 mejor podemos averiguarlo ahora mismo. Digo, si no estas muy apu rado y quieres ir conmigo hasta Cojimar.
-Buenas tardes, Ruperto. -~ Otra vez por aqui? -51. Pero 10 jodido es que ahora vengo con la po lida. La cosa esta mala. Mire, este es el teniente Ma nuel Palacios. -Esta muy £laco para ser teniente -dijo Ruperto y ., sonno. -Eso mismo digo yo -agreg6 el Conde y ocup6 la piedra donde se habia sentado esa manana. Ruper to seguia recostado en el arbol, frente al embarcadero del no, con su sombrero panameno bien calado. Pa reda no haberse movido de aquel sitio, como si ape nas hubieran interrumpido la conversaci6n. 5610 reISS
velaba el paso de las horas el tabaco que lIevaba en tre los dedos, fumado casi hasta sus ultimas conse cuencias, y del cual se desprendia un hedor a hierba calcinada. -Yo sabia que tu volvias... -~Me demore mucho? -pregunt6 el Conde, mientras Ie indicaba a Manolo otra piedra cercana. El teniente la levant6 y la aproximo al arbol. -Depende. Para mi el tiempo es otra cosa. Yean -y levant6 el brazo-, es como si estuviera alIa, del otro lado del rio. -Entre los arboles -complet6 el Conde. -Ahi mismo, entre los arboles -confirmo Ruper to-. Desde alIi muchas cosas se yen distintas, ~no? El Conde afirm6 mientras encendia su cigarro. Manolo, ya sentado sobre su piedra, buscaba algun acomodo posible para sus nalgas descamadas, mien tras observaba al anciano y trataba de imaginar la es trategia de su amigo. -Bueno, Ruperto, desde este lado del rio yo yeo las cosas asi: la noche del 2 de octubre del 58 mata ron a un agente del FBI en Finca Vigia. El hombre se lIamaba John Kirk, por si Ie interesa saberlo 0 si Te norio no se 10 dijo... El Conde esper6 alguna reacci6n en Ruperto, pero este seguia observando algo para el invisible, mas alIa del rio, entre los arboles: quizas miraba la muerte. -Hemingway se fue de Cuba el dia 4, y 10 extra flo es que interrumpi6 un trabajo muy importante. Despues nunca 10 pudo terminar. Sali6 para Estados 156
Unidos, segun eI a encontralSe ~ andaba por alIa. Pero el dia 3 dq pag6 una compensaci6n. I.e dia J masiado dinero, ~verdad? Ruperto sinti6 calor. Se desp brero y se pas6 la mano por la fn nos grandes, desproporcionadas.: y cicatrices. -Una compensaci6n normal de dos, tres meses..., y Calixto cuenta pesos. ~Cuanto ganaha UJ -Doscientos. RaUl y yo ~ bamos. I -De verdad pagaba bien -QII tar en silencio, relegado at . pre habia sido algo capaz de de Ie habia exigido una dJ'lSCI_ miro reclamandole obediencia, en que ellos fueron la pareja de de la Central, y el Viejo, el mq dores que jamas hubo en la isla, trabajar juntos y hasta les permiti virtud de la eficiencia. , -AI tal John Kirk 10 mataron; el Conde, mientras con una R jaba algo en la tierra, delante de. ametralladora Thompson. Y He Thompson que se ha esfumado.') ya comprobamos que Miss ~ pues que eI se mato. Esa era ua
IS horas el tabaco que llevaba en
Ida casi hasta sus ultimas conse
I se desprendia un hedor a hierba
.. yomas...
"ucho? -pregunto el Conde,
.. a Manolo otra piedra cercana. El
Ia aproximo al arbol.
• mi cl tiempo es otra cosa. Vean It-, es como si estuviera alla, del
r
Ies --<:ompleto el Conde.
los arboles -confirmo Ruper
:bas cosas se yen distintas, ~no?
ao mientras encendia su cigarro.
D sobre su piedra, buscaba algun
ala sus nalgas descamadas, mien
Lciano y trataba de imaginar la es
litre
t. ~
dcsde este lado del rio yo yeo _ dd 2 de octubre del 58 mata lfBI en Finca Vigia. El hombre se .... si Ie interesa saberlo 0 si Te algona reaccion en Ruperto, pero do algo para el invisible, mas alla JOles: quizas miraba la muerte. .fue de Cuba el dia 4, y 10 extra pio un trabajo muy importante. udo tenninar. Salio para Estados l
Unidos, segun el a encontrarse con su mujer que ya andaba por alla. Pero el dia 3 despidio a Calixto y Ie pago una compensacion. Le dio cinco mil pesos. De masiado dinero, ~verdad? Ruperto sintio calor. Se despojo de su bello som brero y se paso la mano por la &ente. Tenia unas ma nos grandes, desproporcionadas, cruzadas de arrugas y cicatrices. -Una compensacion normal seria por el salario de dos, tres meses..., y Calixto ganaba ciento cin cuenta pesos. ~Cuanto ganaba usted? -Doscientos. Raul y yo eramos los que mas gana bamos. -De verdad pagaba bien -comento Manolo. Es tar en silencio, relegado al papel de observador, siem pre habia sido algo capaz de exasperarlo, pero el Con de Ie habia exigido una discrecion total y ahora 10 miro reclamandole obediencia, como en los tiempos en que ellos fueron la pareja de policias mas solicitada de la Central, y el Viejo, el mejor jefe de investiga dores que jamas hubo en la isla, siempre los ponia a trabajar juntos y hasta les permitia ciertos excesos, en virtud de la eficiencia. -AI tal John Kirk 10 mataron de dos tiros -siguio el Conde, mientras con una pequeiia rama dibu jaba algo en la tierra, delante de sus pies-. Con una ametralladora Thompson. Y Hemingway tenia una Thompson que se ha esfumado. No esta en la casa y ya comprobamos que Miss Mary no se la llevo des pues que el se mato. Esa era un arma que el queria 157
mucho, porque me parece que hasta la puso en sus novelas. ~Se acuerda de esa Thompson? -Si -el viejo se coloco otra vez el sombrero-, era la de matar tiburones. Yo mismo la use unas cuantas veces. -Anja. Esa misma. Luego de muerto, al agente 10 enterraron en la finca, pero no en cualquier lugar, sino debajo de la valla de gallos, que estaba bastante cerca de la casa. Movieron las virutas, abrieron el hue co, tiraron al tipo y su chapa de policia y 10 taparon con la tierra. Despues volvieron a regar las virutas para que nadie pudiera darse cuenta de que alIa aba jo habia un cadaver... Y, si no me equivoco, esto paso antes de que amaneciera el dia 3 y llegaran a la finca los otros empleados. La brevisima sonrisa que movio los labios del vie jo sorprendio al Conde y 10 hizo dudar si iba por el camino de la verdad 0 si se habia perdido en una de las veredas oscuras del pasado, y par eso se lanzo a to car fondo. -Yo creo que en el enterramiento estuvieron tres o cuatro hombres, para que fuera rapido. Y pienso tambien que a ese policia 10 mato una de estas tres personas: Calixto Montenegro, Raul Villarroy 0 su pa tron, Ernest Hemingway. Pero no me extraiiaria mu cho si me entero de que 10 mat6 Toribio el Tuzao... ousted, Ruperto. Otra vez el Conde espero alguna reacci6n, pero el anciano se mantuvo inmovil, como si estuviera en un sitio en el cual no 10 tocaran las palabras del ex poli 158
cia, ni el calor pegajoso de la tanII de la memoria. EI Conde baj6 la vi: bujo que habia trazado con la CI pretendia ser algo asi como un ya de cucaracha sobre la cubierta, .. proceloso. -Entonces entro en escena elli la tierra con la rama. Ruperto bajO ta hacia el dibujo. -No se parece -sentenci6. -En primer grado me suspend trabajos manuales. Un desastR ca barquitos de papel aprendi a hal Conde-. Pero el Pilar de venlacl.. vo a Calixto a Mexico. Berni. .. je, porque debia preparar su dia. Pero usted si, porque el ~ ban uno de ustedes dos. Y alguiaII de marinero. ~Fue RaUl, fue Torilli Toribio, porque Raul se quedarla .. En ese viaje, por cierto, desap~ Esta en algun lugar del Golfo de II Y con la rama dibuj6 un arco.1 iba a dar en el mar embravecido de Conde soIto la rama y mir6 al aQ escuchar. Ruperto se mantuvo c-. otra ribera del rio. ')' -~Usted cree que 10 sabe tocIQj -No, Ruperto, se unas cuan~ otras, y me gustaria saber otras •
saIWI
~ parece
que hasta la puso en sus It de esa Thompson? ItDIoc6 otra vez el sombrero-, era IrS. Yo mismo la use unas cuantas >-'
... Luego de muerto, al agente 10 M:a, pero no en cualquier lugar, ilia de gallos, que estaba bastante Iftemn las virutas, abrieron el hue "so chapa de policia y 10 taparon ues volvieron a regar las virutas iera darse cuenta de que alIa aba ... l: si no me equivoco, esto paso Dera el dia 3 y lIegaran a la tinea i.
.usa que movio los labios del vie nde y 10 hizo dudar si iba por el I 0 si se habia perdido en una de lei pasado, y por eso se lanzo a to ~-
pea-mterramiento estuvieron tres IMa que fuera rapido. Y pienso (IiOIid~ 10 mato una de estas tres iDntmegro, Raul Villarroy 0 su pa 1IW2Y. Pero no me extraiiana mu ~ que 10 mato Toribio el Tuzao...
Ie espero alguna reaccion, pero el inmovil, como si estuviera en un ) tocaran las palabras del ex poli
cia, ni el calor pegajoso de la tarde, ni las agresiones de la memoria. El Conde bajo la vista y termino el di bujo que habia trazado con la rama sobre la tierra: pretendia ser algo asi como un yate, con dos antenas de cucaracha sobre la cubierta, flotando en un mar proceloso. -Entonces entro en escena el Pilar -dijo y golpeo la tierra con la rama. Ruperto bajo lentamente la vis ta hacia el dibujo. -No se parece -sentencio. -En primer grado me suspendieron en dibujo y trabajos manuales. Un desastre en toda mi vida... Ni barquitos de papel aprendi a hacer -se lamento el Conde-. Pero el Pilar de verdad zarpo el dia- 3 y lIe vo a Calixto a Mexico. Hemingway no fue en ese via je, porque debia preparar su salida de Cuba al otro dia. Pero usted si, porque el yate nada mas 10 pilotea ban uno de ustedes dos. Y alguien de la tinea navego de marinero. ~Fue Raul, fue Toribio? Yo pienso que Toribio, porque Raul se quedana ayudando a su Papa. En ese viaje, por cierto, desaparecio la Thompson. Esta en algtin lugar del Golfo de Mexico, (verdad? Y con la rama dibujo un arco que, desde el yate, iba a dar en el mar embravecido de la imaginacion. El Conde soIto la rama y miro al anciano, dispuesto a escuchar. Ruperto se mantuvo con la vista tija en la otra ribera del no. -(Usted cree que 10 sabe todo? -No, Ruperto, se unas cuantas cosas, me imagino otras, y me gustana saber otras mas. Por eso estoy 159
aqui: porque usted si las sabe. Si no todas, al menos algunas... - Y si fuera asi, ~ por que tendria yo que dedrselas, aver? El Conde busc6 otro cigarro y se 10 puso en los labios. Con la fosforera en la mana detuvo su acci6n. -Por unas cuantas razones: primera, porque no creo que usted haya sido el asesino; segunda, porque usted es un hombre legal. Cuando pudo haber ven dido el Pilar, se 10 entreg6 al gobiemo para que 10 conservaran en el museo. Y ese barco valia unos cuantos miles de d61ares. Con ese dinero hubiera cambiado mucho su vida. Pero no, el recuerdo de Papa era mas importante para usted. Eso es raro, ya no se usa, parece tonto, pero tambien es hermoso, porque es un gesto increiblemente honesto. Y caemos en la tercera raz6n: Hemingway pudo haber matado al agente, pero puede que no haya sido el. Si el 10 mat6 y nosotros decimos que ello hizo, 10 van a des trozar. Ahora a la gente no Ie gustan los tipos como el: demasiados tiros, demasiadas peleas, demasiada heroicidad. Ademas, aunque usted no 10 crea, el Ie hizo mucha mierda a mucha gente. Pero quizas no fue Hemingway y entonces ese tipo prepotente al que la gente ya no quiere mucho, hizo ese dia algo que vale la pena respetar: protegi6 a uno de sus em pleados despues de que este mat6 a un agente del FBI y hasta escondi6 el cadaver en su finca. Pasara 10 que pasase, eso hubiera sido un bonito gesto, ~no cree? Y ya se 10 dije, me parece que dejar que Ie cuel 160
guen un muerto ajeno no • ficioso... I Ruperto se llevo el mochl y movi6 la espalda contr.l d ~ cer una mejor posicion para • Una humedad malvada COmel do de sus arrugas. Y el Cond rna carta y amonton6 su apal antes encendi6 el cigarro. -Lo que pas6 la noche del un desastre para Hemingwa que en los ultimos aDos dcciI Su mujer no Ie erda. Los .. imaginaciones suyas. una ~ secuci6n. Y para curarlo ~ troshocks. iDe pinga! evitarlo-. Primero fuemn ~ Los medicos querian que persecuci6n que 10 estaba .... que consiguieron fue cocilUl pues embutirle un millon de en vida. Hemingway no pudo con el supuesto delirio Ie am .. . mona, y sm memona no se p todo, hasta un poco hijo de , era un escritor. En dos paW vida. Y eso es muy triste. ItI Papa no tenia cancer ni nOw pero 10 habian castrado. ~ mostrar que tenia cojones. r
--adI1
Ie.
If las sabe. Si no todas, al menos J
pm que tendria yo que dedrselas, ~
lotro cigarro y se 10 puso en los
boa en la mano detuvo su acci6n.
.. 'r.lZones: pnmera, porque no l.ido el asesino; segunda, porque ~legaI. Cuando pudo haber ven mtreg6 al gobiemo para que 10 lbuseo. Y ese barco valia unos 61ares. Con ese dinero hubiera II vida. Pero no, el recuerdo de bmte para usted. Eso es raro, ya mto, pero tambien es hermoso, lCre1'blemente honesto. Y caemos Hemingway pudo haber matado Ie que no haya sido el. Si el 10 boos que ello hizo, 10 van a des _ no Ie gustan los tipos como t::"asiadas peleas, demasiada . que usted no 10 crea, el Ie ~ mucha gente. Pero quizas no IIltonces ese tipo prepotente al pere mucho, hizo ese dia algo 1Jdar: protegi6 a uno de sus em que este mat6 a un agente del 6 el cadaver en su finca. Pasara IIbiera sido un bonito gesto, ~no me parece que dejar que Ie cuel
guen un muerto ajeno no seria justo y nada bene ficioso ... Ruperto se llev6 el mocho de tabaco a los labios y movi6 la espalda contra el arbol, buscando al pare cer una mejor posici6n para su esqueleto y sus dudas. Una humedad malvada comenzaba a nacer en el fon do de sus arrugas. Y el Conde decidi6 jugarse la ulti ma carta y amonton6 su apuesta a todo 0 nada. Pero antes encendi6 el cigarro. -Lo que pas61a noche del 2 de octubre del S8 fue un desastre para Hemingway. No se si usted sabe que en los ultimos aiios deda que el FBI 10 perseguia. Su mujer no Ie crda. Los medicos dijeron que eran imaginaciones suyas, una especie de delirio de per secuci6n. Y para curarlo Ie dieron veinticinco elec troshocks. iDe pinga! -exclam6 el Conde sin poder evitarlo-. Primero fueron quince y luego otros diez. Los medicos querian que se olvidara de ese delirio de persecuci6n que 10 estaba volviendo loco y 10 unico que consiguieron fue cocinarle el cerebro, para des pues embutirle un mi1l6n de pastillas... Lo mataron en vida. Hemingway no pudo volver a escribir porque con el supuesto delirio Ie arrancaron parte de la me moria, y sin memoria no se puede escribir. Y el era de todo, hasta un poco hijo de puta, pero mas que nada era un escritor. En dos palabras: Ie descojonaron la vida. Y eso es muy triste, Ruperto. Q!1e se sepa, su Papa no tenia cancer ni ninguna enfermedad mortal: pero 10 habian castrado. EI, que siempre quiso de mostrar que tenia cojones, y que hasta se los enseii6 161
a mucha gente para que se los vieran, termino cas trado de aqui -y el Conde se golpeo la sien con la mano abierta, dos, tres veces, con fuerza, con rabia, hasta provocarse dolor-: y sin esto el no podia vivir. Por eso se metio un tiro en la cabeza, Ruperto, no por otra cosa. Y ese tiro empezo a salir del canon de la escopeta la noche del 2 de octubre del 58... Y si no fue el quien mato al agente ese, de verdad que Ie cos to caro proteger al que 10 hizo. ~No es verdad, Ru perto? El Conde sabia que su espada habia cortado sin piedad las carnes de la memoria. Y no se asombro al comprobar que por las comisuras de los ojos de Ru perto, entre las arrugas largas y sudadas, tambien corrian las lagrimas. Pero el anciano las seco de un manotazo y todavia se dispuso al combate. -Papa tenia leucemia. Por eso se mat6. -Nadie ha probado que tuviera leucemia. -Estaba bajando de peso. Se puso muy £laco. -Bajo hasta las ciento cincuenta y cinco libras. Pa reda un cadaver. -Por la enfermedad... ~Se puso tan £laco? -Fueron veinticinco electroshocks, Ruperto, y miles de pastillas. De no ser por eso a 10 mejor toda via estaria vivo, como usted, como Toribio. Pero 10 hicieron mierda, y yo no seria muy mal pensado si creyera que el FBI estuvo detras de esos corrienta zos. Ellos 10 querian fuera de combate por algo que Hemingway sabia 0 que ellos pensaban que sabia... Ahora todo el mundo sabe que los del FBI 10 per 162
seguian de verdad. El jefe ell y una vez hasta insinuo CI! ricon. -iEso es mentira, cojone -Asi que 10 peor que po Ie cayera este muerto arriba vamos 0 10 hundimos? El anciano volvi6 a secaa jaban el rostro, pero con un, Conde se sinti6 un miserabl. robarle a un anciano los 0 vida? Penso entonces que, a dejado de ser polida para DIll actos infames como ese. ~ -Papa fue para mi 10 .... Ruperto, y su voz habia CIIIII conod, hasta hoy, me ha ~ agradece. 11 -Se debe agradecer, cbII - Yo no se quien mato aI metio en la tinca -dijo, sit tores: hablaba como si se .: quizas a Dios-. Nunca 10, Toribio me toco la puerta, c nana, y me dijo: «Vamos, PII te», yo tambien fui para Ia • taban abriendo el hueco Jl grande en la mano. Pareda 1 taba nervioso, seguro que ... se debia hacer.
-.uc se los vieran,
termino cas
Conde se golpeo la sien con la
p veces, con fuerza, con rabia,
11-: y sin esto el no podia vivir.
10 en 1a cabeza, Ruperto, no por
popez6 a salir del canon de la
~2 de octubre del 58... Y si no
IF''tc ese, de verdad que Ie cos
lie 10 hizo. iNo es verdad, Ru
[De so espada habia cortado sin
ia memoria. Y no se asombro al
IS comisuras de los ojos de Ru
gas largas y sudadas, tambien
Pero el anciano las seco de un
c dispuso al combate.
IDia. Por eso se mato.
10 que tuviera leucemia.
lie peso. Se puso muy flaco.
lIIID cincuenta y cinco libras. Pa
~ .tSe puso tan flaco?
KG electroshocks, Ruperto, y
:00 ser por eso a 10 mejor toda
t» usted, como Toribio. Pero 10
» no seria muy mal pensado si
ltuvo detrcis de esos corrienta
fuera de combate por algo que
IDe ellos pensaban que sabia...
o sabe que los del FBI 10 per
t
r
, ,l
seguian de verdad. EI jefe de esa gente Ie tenia odio y una vez hasta insinuo que Hemingway era ma ricon. -iEso es mentira, cojones! -Asi que 10 peor que podia pasarle ahora es que Ie cayera este muerto arriba... Bueno, Ruperto, ao sal vamos 0 10 hundimos? EI anciano volvio a secarse las lagrimas que Ie mo jaban el rostro, pero con un movimiento cansado. El Conde se sintio un miserable: (tenia algun derecho a robarle a un anciano los mejores recuerdos de su vida? Penso entonces que, entre otras razones, habia dejado de ser polida para no verse obligado a realizar actos infames como ese. -Papa fue para mi 10 mas grande del mundo -dijo Ruperto, y su voz habia envejecido-. Desde que 10 conod, hasta hoy, me ha dado de comer, y eso se agradece. -Se debe agradecer, claro. -Yo no se quien mato al hijo de puta ese que se metio en la finca -dijo, sin mirar a sus interlocu tores: hablaba como si se dirigiera a algo distante, quizas a Dios-. Nunca 10 pregunte. Pero cuando Toribio me toco la puerta, como a las tres de la ma nana, y me dijo: «Vamos, Papa me mando a buscar te», yo tambien fui para la finca. Raul y Calixto es taban abriendo el hueco y Papa tenia su linterna grande en la mano. Pareda preocupado, pero no es taba nervioso, seguro que no. Y sabia cada cosa que se debia hacer. 163
»-Hubo un problema, Rupert. Pero no puedo de cirte mas nada. ~Entendido? »-No hace falta, Papa. »Tampoco Ie dijo nada a Toribio, pero creo que a Raul si se 10 dijo. Raul era como su hijo de verdad. Y yo se que Calixto sabia 10 que paso esa noche. »-Ayuden a sacar tierra -nos dijo entonces. »Toribio y yo cogimos las palas. Despues, entre Calixto y yo, que eramos los mas fuertes, cargamos al tipo. Pesaba una barbaridad. Estaba envuelto en una colcha, a la entrada de la biblioteca. Lo sacamos como pudimos y 10 tiramos en el hueco. Papa echo entonces la insignia del tipo. »-Raul y Toribio, tapenlo y preparen otra vez la valla. No se demoren, que esta amaneciendo y Dolo res y el jardinero van a llegar. Calixto y Rupert, ven gan conmlgo. »Los tres volvimos a la casa. Donde levantamos al muerto habia una mancha de sangre, que se estaba se cando. »-Rupert, limpia eso, yo tengo que hablar con Calixto. »Yo me puse a limpiar la sangre y trabajo que me costa sacarla toda. Pero quedo limpio. Mientras, Papa y Calixto estaban hablando en la biblioteca, muy baji to. Yovi cuando Papa Ie dio un cheque y unos papeles. »-~Ya terminaste, Rupert? Bueno, yen ad. Ahora mismo coge el Buick y te vas con Calixto y con Tori bio. Saca el Pilar y lleva a Calixto hasta Merida y vuel ve enseguida. Y tiren esto en el mar. 164
»Papa cogio la ThompIIJ Le doHa desprenderse de eIt Gigi, el hijo suyo. ...i »-Vere que historia Ie it -Claro, COllO -exc1aal Thompson en una foto. FJ , nia en las manos. - Era pequeiia, facil de D -Siga, por favor. -Papa la envolvio en 11 pistola negra, creo que WI Calixto. I »-Arriba, que va a »A mi me clio una Calixto Ie dio la mano ., che bien. »-El hijo de puta R »Calixto era el wnco nesto. »-Vas a cumplir to suer.. aviso si me enamoro de UBI »Eso fue 10 que Ie clijo I Raul y Toribio habian tenni fuimos en el Buick. Y yo hill ve a Calixto hasta Merida. E la Thompson y la pistola t! quedo flotando hasta ~~ Cuando regrese a1 otto dia i ca para llevar el Buick, RaUl bia salido para el aeropuerUI
~
Rupert. Pero no puedo de
lIIido?
---
~-a Toribio, pero creo que a
J.ca como su hijo de verdad.
IO que paso esa noche.
-nos dijo entonces.
las palas. Despues, entre • los mas fuertes, cargamos al iIidad. Estaba envuelto en una lie la biblioteca. Lo sacamos amos en el hueco. Papa echo • ripo.
tipenlo y preparen otra vez la
que esta amaneciendo y Dolo
Illegar. Calixto y Rupert, ven
~
I
I,
.la casa. Donde levantamos al
r
!daa de sangre, que se estaba se
~
yo tengo que hablar con
Ia sangre y trabajo que me
.,qued6 limpio. Mientras, Papa alo en la biblioteca, muy baji e dio un cheque y unos papeles. lapert? Bueno, yen ad. Ahora nte vas con Calixto y con Tori l a Calixto hasta Merida y vuel sto en el mar.
iI I
»Papa cogio la Thompson y la miro un momento. Le dolia desprenderse de ella. Era el arma preferida de Gigi, el hijo suyo. »-Vere que historia Ie invento a Gigi. -Claro, coiio -exclamo el Conde-, yo vi la Thompson en una foto. El hijo de Hemingway la te nia en las manos. -Era pequeiia, ficil de manejar -ratifico Ruperto. -Siga, por favor. -Papa la envolvio en un mantel, junto con una pistola negra, creo que un 38, y Ie dio el bulto a Calixto. »-Arriba, que va a amanecer. »A mi me dio una palmada aqui, en la nuca, y a Calixto Ie dio la mana y Ie dijo algo que yo no escu che bien. »-El hijo de puta se 10 mereda, Emesto. »Calixto era el unico de nosotros que Ie deda Er nesto. »-Vas a cumplir tu sueiio. Disfruta Veracruz. Yo te aviso si me enamoro de una cubana... »Eso fue 10 que Ie dijo Papa. Cuando salimos, ya Raul y Toribio habian terminado, y nosotros tres nos fuimos en el Buick. Y yo hice 10 que el me pidio: lle ve a Calixto hasta Merida. En el camino, Calixto tiro la Thompson y la pistola en el mar, y el mantel se quedo flotando hasta que 10 perdimos de vista. Cuando regrese al otro dia por la noche y fui a la fin ca para llevar el Buick, Raul me dijo que Papa ya ha bia salido para el aeropuerto, pero que nos habia de 165
jado un recado a Toribio y a mi -Ruperto hizo una pausa y lanzo el cabo de tabaco hacia el rio-. £1 nos dejo dicho que nos queria como si fueramos sus hi jos y que confiaba en nosotros porque eramos hom bres... Papa deda esas cosas que 10 enorgulledan a . ;> uno,
Los masai solian decir q vale nada. Pero 10 que mejQ masai en siglos de convivavl banas de su tierra es que unJil menos que nada. Aqucllos, ; cestrales y furibundos COIl.... pos, evitaban los com.batliell dormian abrazados a sus· daga a la cintura, pucs de teccion del dios de las pmdll bres hablando alrededOl'de . zas en las manos y bajo un Qi fue como un relcimpago en _ tramites paso delsueiio a la a enfocar su mirada a travCs de de sus espejuelos y descubno. nia en sus manos el bhimcNIL el revolver calibre 22. ~ £1 intruso se habia qucdIj como si no entendiera que eti ojos y observarlo. Era un haaI como el, casi de su misma cdII 166
iP y ami -Ruperto hizo una
F
Ie.tabaco hacia el rio-. £.1 nos
iDa como si fueramos sus hi
"
.~
s porque eramos hom que 10 enorgullecian a
l!'
f
t
). :l
I
.'
Los masai solian decir que un hombre solo no vale nada. Pero 10 que mejor habian aprendido los masai en siglos de convivencia con las peligrosas sa banas de su tierra es que un hombre, sin su lanza, vale menos que nada. Aquellos africanos, cazadores an cestrales y furibundos corredores, se movian en gru pos, evitaban los combates siempre que podian, y dormian abrazados a sus lanzas, muchas veces con la daga a la cintura, pues de ese modo propiciaban la pro tecci6n del dios de las praderas. La estampa de hom bres hablando alrededor de una hoguera, con sus lan zas en las manos y bajo un cielo negro y sin estrellas, fue como un relampago en su mente, que sin mayores tramites pas6 del suefio a la conciencia, cuando 10gr6 enfocar su mirada a traves de los vidrios empafiados de sus espejuelos y descubri6 que el desconocido te nia en sus manos el blumer negro de Ava Gardner y el rev6lver calibre 22. El intruso se habia quedado estatico, mircindolo, como si no entendiera que el fuese capaz de abrir los ojos y observarlo. Era un hombre tan grande y grueso como el, casi de su misma edad, pero respiraba con di 167
ficultad, quizas por el miedo 0 tal vez por el peso de su enorme barriga. Se cubria con un sombrero negro, de ala estrecha, y vestia saco y corbata oscuros, con cami sa blanca. No necesitaba de la chapa para que los de mas adivinaran su oficio. Saber que era un polida y no un asaltante cualquiera Ie produjo cierto alivio, pero tuvo la insultante convicci6n de haber sentido miedo. Acostado atm, el se quit6 las gafas para limpiarlas con la sabana. -Mejor no se mueva -dijo el hombre, que habia logrado desenvolver el 22 y lanz6 al suelo el blumer negro-. No quiero problemas. Ninglin problema, por favor. -~Estci seguro? -pregunt6 el, colocandose los es pejuelos. Se incorpor6 en la cama y trat6 de parecer sereno. El hombre dio un paso atras, con cierta difi cultad-. Se mete en mi casa y dice que no quiere pro blemas. -Nada mas quiero mi insignia y mi pistola. Diga me d6nde estan y me voy. -~De que me esta hablando? -No se haga el tonto, Hemingway. Yo estaba borracho, pero no tanto... Se me perdieron por alIa aba jo. Y mande callar a ese maldito perro. El hombre se estaba poniendo nervioso y el com prendi6 que asi podia ser peligroso. - Voy a levantarme -dijo y mostr6 las manos. -Arriba, calle al animal. £.1 se calz6 los mocasines que estaban junto a la cama y el otro se apart6, siempre con el rev61ver en 168
la mano, para dejarle paso IIIIi ca del hombre sinti6 el hal miedo, incapaces de vena:r" transpiraba. Aunque pre6ri6 i del rinc6n, tuvo la certeza de • en su sitio, pero pens6 que Iii ella. Abri6 la ventana de la sal El perro, que tambien estaba al escucharlo. -Esta bien, Black Dog..., Cl me has demostrado que CRS , El animal, grwiendo aDo 1 se par6 en dos paw conta ~ -Asi esta bien, calb«fitG 'F cabeza. . Cuando se volvi6, eI Pareda mas tranquilo y . , ' -Me da mi insignia y quiero problemas can USI:tcl:!l E indic6 con el rev61v~r"" entre los dos butacones. ~ -Sirvase. El hombre se acerco aI ma cubri6 que cojeaba de Ia piet v61ver en la mana, lagro deIII sirvi6 medio vaso. Com~ -Me encanta la gineba. ~ -~Nada mas que Ia ginrhI -Tambien la ginebra. ~ con el ron. Es que se deja bc!tf I
lied<> 0 tal vez por el peso de su Ida con un sombrero negro, de Ib y corbata oscuros, con cami ~ de Ia chapa para que los de ~
~
smer que era un polida y no
Ie produjo cierto alivio, pero
i
Iia:i6n de haber sentido miedo.
I
~
quito las gafas para limpiarlas
~-
en -dijo el hombre, que habia 112 y lanzo a1 suelo el blumer ablemas. Ningtin problema, por
ftgUDto el, colocindose los es ~ en la cama y trat6 de parecer ~ un paso atras, con cierta difi Ii casa y dice que no quiere pro-
IJ.mi insignia y mi pistola. Diga ~.
~bndo?
~to, Hemingway. Yo estaba iL Se me perdieron por alla aba • maldito perro. Ilia poniendo nervioso y eI com l scr peligroso. t -dijo y mostro las manos. DimaJ. DCaSines que estaban junto a la ~, siempre con el revolver en
la mano, para dejarle paso hacia la sala. Al cruzar cer ca del hombre sinti6 el hedor icido del sudor y el miedo, incapaces de veneer el vaho del alcohol que transpiraba. Aunque prefiri6 no mirar hacia el librero del rinc6n, tuvo la certeza de que la Thompson seguia en su sitio, pero pens6 que no era necesario acudir a ella. Abri6 la ventana de la sala y Ie silb6 a Black Dog. El perro, que tambien estaba nervioso, movi6 la cola al escucharlo. -Esta bien, Black Dog..., esta bien. Ahora cilIate, me has demostrado que eres un gran perro. El animal, grunendo aun y con las orejas alzadas, se par6 en dos patas contra el borde de la ventana. -Asi esta bien, calladito -agreg6 el y Ie acarici6 la cabeza. Cuando se volvi6, el polida 10 miraba con soma. Pareda mas tranquilo y eso estaba mejor. -Me da mi insignia y mi pistola y me voy. Yo no quiero problemas con usted..., ~puedo? E indic6 con el rev61ver el pequeno bar colocado entre los dos butacones. -Sirvase. El hombre se acerc6 al mueble y entonces el des cubri6 que cojeaba de la pierna derecha. Con el re v61ver en la mano, logr6 descorchar la ginebra y se sirvi6 medio vaso. Comenz6 con un trago largo. -Me encanta la ginebra. -~Nada mas que la ginebra? - Tambien la ginebra. Pero hoy se me fue la mano con el ron. Es que se deja beber y despues... 169
-~Por
que vino ami casa? El hombre sonri6. Tenia unos dientes grandes, mal dispuestos y manchados por el tabaco. -Pura rutina. Venimos de vez en cuando, echamos una mirada, anotamos quienes son sus invitados, ha cemos alglin informe. Hoy estaba todo tan tranquilo que me dio por brincar la cerca... El sinti6 una oleada de indignaci6n capaz de anas trar los restos del temor que habia sentido en la cama. . ;l -('pero que, caraJos.... -No se sulfure, Hemingway. No es nada grave. Digamoslo asi, para que me entienda: a usted Ie gus tan los comunistas y a nosotros no. En Francia, en Espana y hasta en Estados Unidos usted tiene mu chos amigos comunistas. Yaqui tambien. Su medico, por ejemplo. Y este pais esta en guerra y cuando hay guerra los comunistas pueden ser muy peligrosos. A veces no ensenan el hocico, pero siempre estan al acecho, esperando su oportunidad. -~Y que tengo yo que ver con eso? - Parece que hasta ahora nada, la verdad. Pero us ted habla mucho y se sabe que alglin dinero les ha dado, ~no? -Mi dinero es mio y yo... -Espere, espere, yo no vine aqui a discutir sobre su dinero 0 sobre sus gustos politicos. Qyiero mi in signia y mi pistola. -Yo no he visto nada de eso. - Tiene que haberlas visto. Se me perdieron entre la cerca del fondo y la piscina. Ya busque por todos 170
lados y no aparecen. 1i~ brinque la cerca... Mire 10 et El policia hizo girar d 1 desgarr6n que su saco tenia - Lo siento. Yo no tengo mi rev6lver y vayase. El hombre bebi6 000 tr. un librero y busc6 un cigam el humo por la nariz, mientl tos, los ojos del polida se hu roso cuando volvi6 a habJu -Me va a complicar]a 1 ciembre me jubilo con ~ plus por limitaci6n 6sica: mierda una rodilla y miR Y no puedo decir que la pistola mientras CD tiende? - De todas maner.as Ie· se 10 diga a los periodisbs... ! -Oiga, no me rompa ~ - Y usted SI me los pucdi
pa"
~verdad?
El hombre movi6 la abI! fumaba sin quitarse el cipnc -Mire, Hemingway: yo III soy un numero en una Pbntl plique, por favor. Los infong en los archivos no es par mil gilarlo y punto. A usted y a ~
.:::.
,
") asa.
Icnia unos dientes grandes,
lidos por el tabaco.
t5 de vez en cuando, echamos
pPencs son sus invitados, ha
.., estaba todo tan tranquilo
It c:aca...
de indignaci6n capaz de arras
que habia sentido en la cama.
~
mingway. No es nada grave. ~ me entienda: a usted Ie gus iDosotros no. En Francia, en lidos Unidos usted tiene mu s. Yaqui tambien. Su medico,
I csu en guerra y cuando hay
rpueden ser muy peligrosos.
ftocico, pero siempre estan al
portunidad.
~ ftI' con eso?
~ Dada, la verdad.
•
Pero us
que algUn dinero les ha
•,yo..
no vine aqui a discutir sobre ustos politicos. Q!1iero mi in-
Ia de eso. visto. Se me perdieron entre ::piscina. Ya busque por todos J
lados y no aparecen. Tiene que haber sido cuando brinque la cerca... Mire 10 que me pas6. El policia hizo girar el torso para que el viera el desgarr6n que su saco tenia en la espalda. -Lo siento. Yo no tengo nada suyo. Ahora deme mi rev6lver y vayase. El hombre bebi6 otro trago, coloc6 el vasa sobre un librero y busc6 un cigarro. Lo encendi6 y expuls6 el humo por la nariz, mientras tosia. Por efecto de la tos, los ojos del policia se humedecieron y parecia 110 roso cuando volvi6 a hablar. -Me va a complicar la vida, Hemingway. En di ciembre me jubilo con treinta alios de servicio y un plus por limitaci6n fisica: un hijo de puta me hizo mierda una rodi11a y mire para 10 que he quedado... Y no puedo decir que perdi mi placa y mucho menos la pistola mientras entraba en su propiedad. ~En tiende? -De todas maneras se van a enterar. Cuando yo se 10 diga a los periodistas... -Oiga, no me rompa los cojones. - Y usted si me los puede romper y hasta patear, ~verdad?
El hombre movi6 la cabeza, negando. Hablaba y fumaba sin quitarse el cigarro de los labios. -Mire, Hemingway: yo soy nada, yo no existo, yo soy un numero en una planti11a enorme. No me com plique, por favor. Los informes sobre usted que estan en los archivos no es por mi culpa. Mi trabajo es vi gilarlo y punto. A usted y a otros quince americanos 171
...
locos como usted que andan por esta ciudad y a los que les gustan los comunistas. -Eso es un atropello... -Esta bien. Es un atropello. Vaya a Washington y digaselo al jefazo, 0 al mismo presidente. Ellos fueron los que dieron la orden. Y no ami, por supuesto. En tre ellos y yo hay mil jefes... -~Y desde cuando me vigilan? -Q1(~ se yo..., desde el treinta y pico, creo. Yo em pece hace dos afios, cuando me mandaron para la embajada de La Habana. Y me cago en la puta hora en que acepte meterme en este pais de mierda, mire como sudo, y la humedad me acaba con la rodilla, y el ron se me va a la cabeza... ~ Con todo el dinero que usted tiene como cofio se Ie ocurrio meterse aqui? -~ QIe ha dicho usted de mi? -Nada que no se supiera -al fin se quito el ci garro de los labios y bebio otro trago para terminar el vaso-. ~Donde puedo echar la ceniza? El se movio hasta ellibrero, bajo la ventana, y Ie parecio absurdo que el hombre ensuciara con sus ci garros el hermoso cristal veneciano de aquel cenicero, obsequio de su vieja amiga Marlene Dietrich. Enton ces se 10 lanzo al policia, pero el hombre, a pesar de su edad y su gordura, se movio con rapidez y 10 atra po en el aire. -Gracias -dijo y sonrio, satisfecho con su des treza. -No me respondio que ha dicho usted de mi -in sistio. 172
-Por favor, HeIDingwaJ; jefe Hoover no 10 quieR, (, cia cansado. Ellevant6 Ja ~ de la pared marcaba la una;~ 10 mismo que tOOo d m~ casa, que se hace aqui cuaol sus amigos son comunistas Nada mas. 10 de su alcoho su vida privada ya estaban e:I gue a Cuba. Ademas, yo soy hablar mal de mis colegas "1 El primer sintoma de qDl era aquella punzada en las sil de inmediato, una pesadezj posterior de la cabeza, . Luego venia d calor cq . . bia sentido de aqud mcJClla4 feas se podian decir de. ". de el aquellos gorilas que JIll la faz de la tierra? 11 -~De que habla usted? : -~No es mejor que me cI la, que yo me vaya y tOOos CI Ello pense un instante, ] -La pistola no la vi. Su iI la piscina, bajo la pergola. -Claro -sonno d homhI te un momento a fumanDe IIlI dilla... ~Y no estaba la maldiI -Se la doy si me dice quC~
mdan por esta ciudad y a los
...uw.
1).••
aropello. Vaya a Washington y ~o presidente. Ellos fueron ~ Y D9 ami, por supuesto. En
pu...
~ vigilan?
ta treinta y pico, creo. Yo em
uando me mandaron para la
aa. Y me cago en la puta hora
e en este pais de mierda, mire
dad me acaba con la rodilla, y
!C'U-•• iCon todo el dinero que
t se Ie ocumo meterse aqui?
ited de rni?
supiera -al fin se quito el ci
tcbi6 otto trago para terminar
10 echar la ceniza?
fllibrero, bajo la ventana, y Ie
~_bombre ensuciara con sus ci
flft:lleciano de aquel cenicero,
IDiga Marlene Dietrich. Enton
Ilia, pero el hombre, a pesar de
5ie movi6 con rapidez y 10 atra
50006, satisfecho con su des p que
ha dicho usted de mi -in
I
i
-Por favor, Hemingway... Usted debe saber que el jefe Hoover no 10 quiere, ~verdad? -el hombre pare cia cansado. £1 levanto la vista y observo que el reloj de la pared marcaba la una y cincuenta-. Yo he dicho 10 mismo que todo el mundo sabe: quienes vienen a la casa, que se hace aqui cuando hay fiestas, cuantos de sus amigos son comunistas y cuantos podrian serlo. Nada mas. Lo de su alcoholismo y las cosas feas de su vida privada ya estaban en el dossier cuando yo lIe gue a Cuba. Ademas, yo soy demasiado borracho para hablar mal de mis colegas -y trato de sonreir. El primer sintoma de que su presion habia subido era aquella punzada en las sienes capaz de provocarle, de inmediato, una pesadez voluminosa en la parte posterior de la cabeza, justo en la base del craneo. Luego venia el calor en las orejas. Pero nunca 10 ha bia sentido de aquel modo tan explicito. ~Q!Ie cosas feas se podian decir de su vida privada?, ~que sabrian de el aquellos gorilas que paseaban su impunidad por la faz de la tierra? -~De que habla usted?
-~No es mejor que me de mi insignia y mi pisto la, que yo me vaya y todos en paz? Yo creo que sL. £1 10 penso un instante, y se decidio. -La pistola no la vi. Su insignia estaba al lado de la piscina, bajo la pergola. -Claro -sonrio el hombre-, yo 10 sabia. Me sen te un momento a fumarme un cigarro. Me dolia la ro dilIa... ~Y no estaba la maldita pistola? -Se la doy si me dice que esta escrito en ese dossier. 173
El polida aplasto el cigarro en el fondo del ceni cero y 10 dejo en el piso, sobre la alfombra. -Por Dios, Hemingway. No me joda mas y deme la placa -su voz habia adquirido dureza y su mirada destilaba odio y desesperacion. -iLa placa por la informacion! -grito el y Black Dog empezo a ladrar de nuevo. -Calle al cabron perro. Va a venir el custodio. -i La informacion! -Me cago en... -el hombre levanto el revolver y Ie apunto al pecho-. iCalle al perro 0 yo 10 voy a ca lIar de mala manera! -Si mata al perro no sale vivo de aquf. iAsi que hable! El hombre sudaba por todos sus poros y las gotas corrian por su rostro. Sin dejar de apuntarle movio el sombrero hacia atras y se paso la mana izquierda por la frente. -No sea esrupido, Hemingway, no se 10 puedo decir. -Yo se que cuando tenga la insignia y la pistola me va a matar. Me tiene que matar. -Nadie tiene que morirse si usted me da mis cosas. -Pues si no habla no Ie doy su insignia. Y voy a llamar al custodio. Black Dog seguia ladrando cuando el dio un paso hacia la ventana. En ese instante sintio que su cabeza podia estallar y que no era capaz de pensar. Solo sabia que debia explotar la desesperacion del polida para obligarlo a hablar. El agente, sorprendido por la accion, demoro un instante en ponerse en movimiento, avan 174
zo tres pasos y estiro uno .. 10 por el hombro. Cuando tiro hacia atrcis. Pero ya 4i los solidos candelabros exIl1 mismo impulso del tit6n, II da a la altura del cuello. I; pero mal colocado. EI polid izquierda sobre el sitio dOD brazo derecho estirado, tr.ItA critor con el revolver del 22. -iPero que cojones... ! ilC mierda! ~Este es el fin, mucbadl sar. La primera deto~ polida dio un paso bacia • ~
vaba la mano aI ~ cho, el agente intent6 ver a colocarlo en la mira apuntarle, llego la mas amable y fue como g,. cayo de lado, con los Oj05 aferrada al estomago y la om En la puerta de la habi Thompson. A su lado, RaUl una pistola negra y relu~ reproduda todo el temblol4 Raul tambien baj6 el anna, t caba al hombre caido. Con II aun aferraba la 22 y con d arma de una patada. ~
II cigarro en el fondo del ceni
10, sobre la alfombra.
pay. No me joda mas y deme
l.-adquirido dureza y su mirada
paacion.
-infOrmacion! -grito el y Black
Ie nuevo.
lam. Va a venir el custodio.
l
~ hombre levanto el revolver y
iCalle al perro 0 yo 10 voy a ca ~ no
sale vivo de aqui. iAsi que
por todos sus poros y las gotas
Sin dejar de apuntarle movio el
, se paso la mana izquierda por
l
Nrmingway, no se 10 puedo decir.
10 tmga la insignia y la pistola
que matar.
~ si usted me da mis cosas.
r-1lO Ie doy su insignia. Y voy a
J-e k
~do
cuando el dio un paso ese instante sintio que su cabeza o era capaz de pensar. Solo sabia l desesperacion del policia para ItFDte, sorprendido por la accion, il ponerse en movimiento, avan
zo tres pasos y estiro uno de sus brazos para agarrar 10 por el hombro. Cuando al fin logro atraparlo, 10 tiro hacia atras. Pero ya el habia aferrado uno de los solidos candelabros extremefios de plata y, con el mismo impulso del tiron, se volvio y golpeo al poli cia a la altura del cuello. Fue un buen golpe, fuerte, pero mal colocado. El policia retrocedio, con la mana izquierda sobre el sitio donde recibiera el golpe y el brazo derecho estirado, tratando de encafionar al es critor con el revolver del 22. -iPero que cojones...! iTe voy a matar, maricon de mierda! ~Este es el fin, muchacho?, tuvo tiempo de pen sar. La primera detonacion retumbo en la casa y el policia dio un paso hacia su izquierda, mientras se lle vaba la mana al abdomen. Como si estuviera borra cho, el agente intento recuperar el equilibrio para vol ver a colocarlo en la mira del revolver. Cuando logro apuntarle, llego la segunda detonacion, que resulto mas amable y fue como si empujara al hombre, que cayo de lado, con los ojos abiertos, la rnano libre aferrada al estomago y la otra al revolver. En la puerta de la habitacion Calixto bajo la Thompson. A su lado, Raul seguia apuntando, con una pistola negra y reluciente, todavia humeante, que reproducia todo el temblor de su brazo. Entonces Raul tambien bajo el arma, mientras Calixto se acer caba al hombre caido. Con su bota piso la mana que aun aferraba la 22 y con el otro pie desprendio el arma de una patada. 175
-(Est.is bien, Papa? -Raul avanz6 hacia el. -No se, creo que sf. -(5eguro que estas bien? - Ya te dije que sf. (Y esa pistola? -Debe ser la del tipo. Calixto y yo la encon tramos. -Este hijo de puta te iba a matar, Ernesto -co ment6 Calixto. -(Tu crees? -5i, creo que si -y apoy6 la Thompson en la pared.
-(Por que no quisiste ir a la Central? - Ya no me gusta la Central. -(Nunca volviste a entrar? -Nunca -confirm6 el Conde y se inclin6 sobre el fog6n. Comprob6 que la cafetera habia comenzado a colar-. Ya no soy polida y no pienso volver a serlo. 5entado a la mesa, el teniente Manuel Palacios se abanicaba con un peri6dico viejo. Por mas que habia insistido, el Conde se neg6 rotundamente a hablar con el jefe de investigaciones de la Central y s610 acept6 que Manolo 10 llevara a su casa. Con gestos precisos, el Conde tom6 una taza grande de loza, puso la cantidad exacta de azucar y luego verti6 el cafe. Lo bati6 con seriedad de experto y 10 devolvi6 a la cafetera. Luego Ie sirvi6 a su amigo 176
en una taza pequeJia y se ~ de utilizada para hacer la .• caliente de la infusion en su paladar. Por Ultimo 1 do en un pozuelo y llam6, bajo la mesa. -Arriba, BasIlTa, el caf6 El animal se desperezO ! Meti6 la lengua y retirO d j -56plalo primero, Bila -En vez de darle d -A elle gusta mas d Q -Encojonao -re~ sacas este cafe tan buCDO,~. -Es dominicano. Me .. jo que se hizo amigo ~ conoces? ,til -No, no. "-. -Qye extrmo. Todo a1i Ginebra... Bueno, (que pia - Todavia no 10 se b~ no vamos a saber nunea. I hablar con Toribio y con 1 algo... -Deja tranquila a esa t que ni Hemingway ni CaIi:I pas6 esa noche. Por mi CUI que sabian la historia compi tos -el Conde fumaba y ni na abierta-. Ya sabemos teMi
y"
care
-RaUl avanz6 hacia el. ~
bien?
.
J esa pistola?
ipo. Calixto y yo la encon -
/IE ilia a matar, Ernesto -co ~
L
r apoyo la Thompson
en la
Ie ir a la Central?
Central. entrar? ~ Conde y se inc1in6 sobre el It eafetera habfa comenzado a ~J,no pienso volver a serlo. ~ ~te Manuel Palacios se IIico viejo. Por mas que habfa IIq6 rotundamente a hablar pciones de la Central y s6lo Ilcvara a su casa. IS, el Conde tom6 una taza ~ cantidad exacta de azucar y bario con seriedad de experto aa. Luego Ie sirvi6 a su amigo
en una taza pequeiia y se puso el suyo en la taza gran de utilizada para hacer la mezc1a. Respir6 el perfume caliente de la infusi6n y sinti6 un alborozo conocido en su paladar. Por ultimo verti6 un chorro del Hqui do en un pozuelo y llam6 a su perro, que dormitaba bajo la mesa. -Arriba, Basura, el cafe. El animal se desperez6 y avanz6 hacia el pozuelo. Meti6 la lengua y retir6 el hocico. -S6plalo primero, Basura, esta caliente. -En vez de darle cafe deberfas baiiarlo. -A elle gusta mas el cafe. (No esta bueno? -Encojonao -respondi6 Manolo-. (De d6nde tu sacas este cafe tan bueno, Conde? -Es dominicano. Me 10 manda un amigo del Vie jo que se hizo amigo mfo. Freddy Ginebra. (Tu no 10 conoces? -No, no. -Q!1e extraiio. Todo el mundo conoce a Freddy Ginebra... Bueno, (que piensas hacer? - Todavfa no 10 se bien. Hay cosas que creo que no vamos a saber nunca. De todas maneras quiero hablar con Toribio y con Tenorio. A 10 mejor saben algo... -Deja tranquila a esa gente. Yo prefiero pensar que ni Hemingway ni Calixto ni Raul dijeron 10 que pas6 esa noche. Por mi cuenta ellos eran los unicos que sabfan la historia completa. Y los tres estan muer tos -el Conde fumaba y miraba mas alIa de la venta na abierta-. Ya sabemos todo 10 que se puede saber... 177
.
-Para mf esta claro que Ca1ixto fue e1 que 10 mato. Si no, no 10 hubieran sacado para Mexico. -Yo no estoy tan convencido. Ahf pudo pasar cua1quier cosa. A 10 mejor Ca1ixto nada mas vio 10 que paso, 0 e1 FBI 10 buscaba a e1 y no a Heming way... Ademas, con e1 cadaver bien escondido, ~ por que mandar a Ca1ixto para Mexico? Eso pudo ser una cortina de humo... No, hay a1go extraiio en todo eso y no puedo estar seguro de que haya sido Ca1ixto. -Si aprieto un poco a Tenorio... -No seas tan po1ida, Mano10. Deja tranqui10 a Tenorio. ~Como 10 vas a apretar? £.1 no habfa nacido cuando mataron a ese hombre... -~ Q!Ie te pasa, Conde? Estoy seguro de que Te norio sabe a1go. Y tu tambien. ~Por que no quieres ver 1a verdad? Oye, Hemingway saco a Ca1ixto de Cuba para protegerlo. £.1 tambien era capaz de hacer esas cosas, ~no? -Mano10 no dejaba de mirar a1 Conde-. Y si salvo a Ca1ixto, se porto como un amigo. - Todo eso suena muy bonito, pero 10 que no en tiendo es por que tuvo que darle a todo e1 mundo ve las en ese entierro. En 1a finca nada mas debfan estar Hemingway y Ca1ixto, pero resu1ta que de pronto tambien estaban Raul y Toribio, y 1uego buscaron a Ruperto. ~Eso no es extraiio? ~Y 1a segunda ba1a, don de coiio esta 1a segunda ba1a? ~Tambien es de 1a Thompson? -Conde, Conde... -empezo a protestar Mano10. -~Y si 1a segunda ba1a no es de una Thompson? ~Y si Hemingway fue e1 que 10 mato y saco a Ca1ixto 178
por otra razon? No se, I*i de un po1ida un poco atiI -QIe ganas de ~ que yo no acabo de en........ en 1a casa ese agente del FBI sarlo es otra... Y HemingwaJ da a1 que ellos pudier.m pAl poco se me ocurre por que DC Mano10 tomo un cigara y se puso de pie. AvanzO Iu abierta hacia 1a terraza y et1 vieja mata de mangos. . Ii -Me encantaria ver ~ tan a1 dossier del FBI -- vo1vio-. No se por que, ve de todo 10 que pas6 con los submarinos y eI. -Hemingway dacd:.... los nazis aqui en Cuba, cretos que matan, ManoIo..~ a dos hombres: at polida., todo e1 mundo. -Bueno, bueno..., (~ -No se. Tengo que cspI! -~Sabes una cosa? Me me dijiste. «EI gran rio _ t -~Y?
&
-Es un cuento extDiiot uno siente que estan paaI deda 10 que uno se debiaJi
Jque Ca1ixto fue e1 que 10 no sacado para Mexico. IDvencido. Ahf pudo pasar Ittr Calixto nada mas vio 10 lllcaba a e1 y no a Heming mver bien escondido, l por III Mexico? Eso pudo ser una Ily a1go extraiio en todo eso ~ que haya sido Ca1ixto. t Tenorio... ~ Mano10. Deja tranqui10 a :apretar? E1 no habfa nacido IIIlbre... Ie? Estoy seguro de que Te bien. {Por que no quieres ver way saco a Ca1ixto de Cuba ien era capaz de hacer esas dejaba de mirar a1 Conde-. ort6 como un amigo. ~bonito, pero 10 que no en Ie dade a todo el mundo ve linea nada mas debfan estar iiero resu1ta que de pronto Toribio, y 1uego buscaron a io? {Y 1a segunda ba1a, don I bala? {Tambien es de 1a mpezo a protestar Mano10. a no es de una Thompson? fOe 10 mato y sac6 a Ca1ixto
por otra razon? No se, para que no cayera en manos de un po1icia un poco cabron que 10 hiciera hab1ar... -QIe ganas de complicarte tienes, carajo. Mira, 10 que yo no acabo de entender es que coiio hacia metido en 1a casa ese agente del FBI. Vigilar10 es una cosa, aco sarlo es otra... Y Hemingway no era ninglin comemier da a1 que ellos pudieran presionar asf como asL Y tam poco se me ocurre por que no tiraron al mar 1a insignia... Mano10 tom6 un cigarro de 1a cajetilla del Conde y se puso de pie. Avanzo hasta 1a puerta de 1a cocina, abierta hacia 1a terraza y e1 patio, sombreado por una vieja mata de mangos. -Me encantarfa ver las quince paginas que Ie fa1 tan a1 dossier del FBI -Mano10 expu1s6 e1 humo y se vo1vi6-. No se por que, pero creo que ahf esta 1a cla ve de todo 10 que paso esa noche. lTendra que ver con los submarinos y e1 petr61eo? -Hemingway descubri6 quien Ie daba petro1eo a los nazis aquf en Cuba, y el FBI 10 oculto... Hay se cretos que matan, Mano10. Y ese por 10 menos mato a dos hombres: a1 po1icia y a Hemingway. Ahf perdi6 todo el mundo. -Bueno, bueno..., lahora no te cae tan mal? -No se. Tengo que esperar a que baje 1a marea. -lSabes una cosa? Me lei otra vez e1 cuento que me dijiste. «E1 gran rio de los dos corazones.» -lY? -Es un cuento extraiio, Conde. No pasa nada y uno siente que estan pasando muchas cosas. E1 no decia 10 que uno se debfa imaginar. 179
-£.1 sabia hacer eso. La tecnica del iceberg. ~Te acuerdas? Siete partes ocultas bajo el agua, una sola visible, en la superficie... Como ahora, ~no? Cuando descubri 10 bien que el 10 hacia, me puse a imitarlo. -~y que estas escribiendo ahora? El Conde fumo dos veces de su cigarro, hasta sen tir calor en los dedos. Miro la colilIa un instante y la lanzo por la ventana. -La historia de un polida y un maricon que se ha cen amlgos. Manolo regreso a la cocina. Sonreia. -Me cago en tu madre por adelantado -dijo el Conde. -Esta bien, esta bien. Cada cual escribe de 10 que puede y no de 10 que quiere -acepto el otro. -~Vas a cerrar el caso? -No se. Hay cosas que no sabemos, pero creo que nunca las vamos a saber, ~no? Y si 10 cierro, es que exis tio. Y si existio, se va a regar la mierda. No importa si fue Calixto, si fue Raul 0 si fue el, pero se va a for mar un rolIo del carajo. Y sigo pensando que cuarenta aiios despues, ~a quien Ie importa ese muerto? -~Estas pensando 10 que yo estoy pensando? -Estoy pensando que si al fin y al cabo no sabe mos quien 10 mato, ni por que, ni podemos acusar a nadie, ni el cadaver esti reclamado por nadie..., ~no es mejor olvidarse de ese saco de huesos? -~Y tus jefes? -A 10 mejor los puedo convencer. Digo yo... -Si el jefe fuera el Viejo se podria. El mayor Ran180
gel parecia duro, pero ~ biera convencido. ~ -~Entonces que tU oat -Esperate aqui. ~~ El Conde fue al de Hemingway que habia «I -Mira esta foto -y Ie eli De pie, con una cortina mingway aparecia de perfil ban completamente blanco parecia prestada por 000 lento que el de la foto: cl c bia reducido, sus holllbnlll ' chado. Miraba en podia apreciar en la ~q. gen se recibia una inquiLdlIllll Su estampa era la de daba al hombre que p El pie de grabado achratiilll sido tomada en Ketch.... nal en la cHnica, y era ~ escritor. -~ QIe estaria miran~ -Algo que estaba del • arboles -respondi6 el Cooaii mismo, sin publico, sin ~ viendo a un hombre '!CIWii despues se meti6 un tim. '11 -Si, estaba jodido. " -No, al contrario: cstaIJ
cuarto<,
La teeniea del iceberg. ~Te ~tas bajo el agua, una sola [iComo ahora, ~no? Cuando .. bacia, me puse a imitarlo. lIldo ahora? ~ de su cigarro, hasta sen ItOIa colilla un instante y la
gel pareda duro, pero tenia su corazoncito. Yo 10 hu biera convencido. -~Entonces que tu crees? -Esperate aquL El Conde fue al cuarto y regres6 con la biografia de Hemingway que habia estado leyendo. -Mira esta foto -y Ie dio ellibro a Manolo. De pie, con una cortina de arboles al fondo, He mingway apareda de perfil. Su pelo y su barba esta ban completamente blancos, y la camisa de ginghah pareda prestada por otro Hemingway mas corpu lento que el de la foto: el cuerpo del hombre se ha bia reducido, sus hombros se habian caido y estre chado. Miraba en pensativo silencio algo que no se podia apreciar en la fotografia, y al ver aquella ima gen se recibia una inquietante sensaci6n de veracidad. Su estampa era la de un anciano, y apenas recor daba al hombre que practic6 y disfrut6 la violencia. El pie de grabado advertia que la instantanea habia sido tomada en Ketchum, antes de su estancia fi nal en la clinica, y era una de las ultimas fotos del escritor. -~Q!.1e estaria mirando? -pregunt6 Manolo. -Algo que estaba del otro lado del rio, entre los arboles -respondi6 el Conde-. Se estaba viendo a si mismo, sin publico, sin disfraces, sin luces. Estaba viendo a un hombre vencido por la vida. Un mes despues se meti6 un tiro. -Si, estaba jodido. -No, al contrario: estaba libre del personaje que
r;:
ida y un maric6n que se ha li
llOcina. Sonreia. lire por adelantado -dijo el IiCada eual escribe de 10 que ieJe -aeept6 el otro.
i Ie no
sabemos, pero creo que DO? Y si 10 cierro, es que exis PI la mierda. No importa si ~ si fue el, pero se va a for • • pensando que cuarenta , • ;> ~unporta ese muerto. ~ yo estoy pensando? ~:si at fin y al cabo no sabe iI' que, ni podemos acusar a :Rdamado por nadie..., ~no saco de huesos?
Ie» convencer. Digo yo... tio se podria. El mayor Ran-
181
...
: ~. I
!
el mismo se invento. Ese es el verdadero Hemingway, Manolo. Ese es el mismo tipo que escribio «El gran rio de los dos corazones». -iTe digo 10 que voy a hacer? -No, no me 10 digas -el Conde 10 interrumpio con toda su dramatica insistencia, moviendo incluso las manos-. Esa es la parte oculta del iceberg. Deja . que yo me 10 imagine.
El mar formaba una mancha insondable y deses peranzadora, y solo cuando rompia en las rocas de la costa su monotonia negra era alterada por la cresta efimera de las olas. A 10 lejos, dos luces timidas mar caban la presencia de botes de pesca, empenados en sacar del oceano algo bueno aunque invisible, pero a la vez muy deseado: era un desafio etemo y conmo vedor el que movia a aquellos pescadores, penso el Conde. Sentados en el muro, el Conde, el Flaco y el Co nejo daban cuenta de sus provisiones de ron. Despues de devorar los pollos al ajillo, la cazuela de malanga rociada con mojo de naranja agria, las fuentes de arroz y la montana de bunuelos en almibar prepara dos por Josefina sin que nadie preguntara de donde podian haber brotado aquellas maravillas extinguidas en la isla, el Conde habia insistido en que debian ir hasta Cojimar si sus amigos pretendian oir la historia 182
completa de la muerte de til Vigia, y el Conejo dcbi6 JIll que Ie prestara d Ford FaiII adornado de Cuba. El .. cion de aquella anrigiir'da4 y que ahora se cotizaba CIl~ debia al laborioso empciiO' habia entrado en posesi6Jli: para comprarlo y embellecc ses que llevaba como admi ria dolarizada, que pareda, mina de oro. .• Entre el Conde y el C. los de su sillon de lecon y luego, con inutiles del amigo basta Las escasas luces del mas alla del busto verde de dan que era agradable~ del torreon espanol, disfiuII noche mientras oian la histI y bebian ron directamente ~ -iY ahora que va a I*l dueno de una l6gica ~ de respuestas tambien dotat -Creo que ni timbalcs~ a los ultimos ripios de naufragar en el alcohol ! -Eso es 10 mejor de aIt Carlos luego de sacarle ....
3
mcda-..
IU"
r cs el verdadero Hemingway, 10
completa de la muerte de un agente del FBI en Finca Vigia, y el Conejo debi6 pedirle a su hermano menor que Ie prestara el Ford Fairland 1958 mas brillante y adornado de Cuba. El milagro de la transforma ci6n de aquella antigiiedad renacida de sus chatarras y que ahora se cotizaba en varios miles de d61ares, se debia al laborioso empeno del Conejo menor, quien habia entrado en posesi6n de los activos necesarios para comprarlo y embellecerlo en los escasos seis me ses que llevaba como administrador de una panade ria dolarizada, que pareda mas bien una inagotable mina de oro. Entre el Conde y el Conejo habian alzado a Car los de su sill6n de ruedas para subirlo al muro del ma lec6n y luego, con delicadeza, movieron las piemas inUtiles del amigo hasta hacerlas colgar hacia la costa. Las escasas luces del pueblo quedaban a sus espaldas, mas alIa del busto verde de Hemingway, y los tres sen dan que era agradable estar alIi, frente al mar, a la vera del torre6n espanol, disfrutando la brisa posible de la noche mientras oian la historia narrada por el Conde y bebian ron directamente del pico de la botella. -~y ahora que va a pasar? -pregunt6 el Conejo, dueno de una 16gica implacable, siempre necesitada de respuestas tambien dotadas de 16gica implacable. -Creo que ni timbales -dijo el Conde, apelando a los ultimos ripios de su inteligencia, a punto ya de naufragar en el alcohol. -Eso es 10 mejor de esta historia -afirm6 el flaco Carlos luego de sacarle las ultimas gotas a la segunda
tipo que escribi6 «EI gran
~.
, a hacer? • --el Conde 10 interrumpi6 lllistencia, moviendo incluso Irk oculta del iceberg. Deja
•
I ,"
",
mancha insondable y deses IIldo rompia en las rocas de Iegr.l era alterada por la cresta f Iejos, dos luces timidas mar Dtes de pesca, empenados en llCDo aunque invisible, pero a ~ un desaflo etemo y conmo iquellos pescadores, pens6 el
I
!
~
.. cI Conde, el Flaco y el Co
I provisiones de ron. Despues
iajillo, la cazuela de malanga ~ja agria, las fuentes de :lUiiuelos en almibar prepara ! nadie preguntara de d6nde iplellas maravillas extinguidas insistido en que debian ir igos pretendian oir la historia
u
:.~
..
;::'
183 L..
....
botella-. Es como si nunca hubiera pasado nada. No hubo muerto, ni matador, ni nada. Me gusta eso... -Pero ahora yo yeo un poco distinto a Heming way..., no se. Un poco... -Esta bien que 10 yeas distinto, Conde -intervi no el F1aco-. Al fin y a1 cabo el tipo era un escritor y eso es 10 que te importa a ti, que eres escritor y no po 1ida, ni detective, ni vendedor de ni carajo. Escritor: ~verdad?
-No, sa1vaje, no estoy tan seguro. Acuerdate de que hay muchas clases de escritores -y empez6 a con tar con todos los dedos que 10gr6 convocar-: los bue nos escritores y los ma10s escritores, los escritores con dignidad y los escritores sin dignidad, los escritores que escriben y los que dicen que escriben, los escri tores hijos de puta y los que son personas decentes... -~y d6nde til pones a Hemingway? ~A ver? -qui so saber el Flaco. E1 Conde descorch6 1a tercera botella y bebi6 un trago 1eve. -Creo que era de todo un poco. -A mi 10 que me jode de e1 es que nada mas veia 10 que Ie interesaba ver. Esto mismo -dijo el Conejo y vo1vi6 1a cara hacia el pueb10-, deda que era una a1dea de pescadores. Pa' su madre: nadie en Cuba dice que esto es una aldea de pescadores ni de un carajo, y por eso Santiago es cua1quier cosa menos un pesca dor de Cojimar. -Eso tambien es verdad -sentenci6 Carlos-. E1 tipo no entendi6 ni cojones. a no Ie import6 enten
184
der, no se. (Til sabes; G mor6 de una cubana?!..atII -Pues mira que DO • -(Y asi pretendia ... pareda exaltado-. ~,111 -La 1iteratura es 1IIIIfII Conde. a! - Este ya esta hablant Carlos y Ie puso una mad -Bueno, para que 1& voy a pedir mi entrada !II banos. ~ -(Y que cosa es ~ -Una de las dos mil das de comer mierda;: reg1amentos, ni nadie' cuando Ie da la gaDa''' gar en Hemingway. -Si es aSl, a mi tIII-~ nejo-. Creo que vay a 4 mingwayanos cubanos! '1 -aye, Conde -el FIa en todo este Ho se te ohiI -~ Q!1e cosa, salvaje? ) -E1 b1ilmer de Ava G1 E1 Conde min) at IW -Yo crei que to. 1M . . Y sonri6, mientras cd bo1sillo posterior del pi vantaba 1a na1ga del JDUIIlI
der, no se. {Til sabes, Conde, si alguna vez se ena mor6 de una cubana? -Pues mira que no se. -{Y asi pretendia escribir de Cuba? -el Conejo pareda exaltado-. Qye viejo mas farsante... -La literatura es una gran mentira -concluy6 el Conde. -Este ya esta hablando mierda -terci6 el flaco Carlos y Ie puso una mana en el hombro a su amigo. -Bueno, para que 10 sepan -sigui6 el Conde-, voy a pedir mi entrada en los hemingwayanos cu banos. -{Y que cosa es eso? -quiso saber el Conejo. -Una de las dos mil maneras posibles y certifica das de comer mierda, pero me gusta: no hay jefes, ni reglamentos, ni nadie que te vigile, y uno entra y sale cuando Ie da la gana y si quieres hasta te puedes ea gar en Hemingway. -Si es asi, a mi tambien me gusta -cavi16 el Co nejo-. Creo que voy a inscribirme. iVivan los he mingwayanos cubanos! -Oye, Conde -el Flaco mir6 a su amigo-, pero en todo este lio se te 01vid6 descubrir una cosa... -{ Qye cosa, salvaje? -El blilmer de Ava Gardner. El Conde mir6 al Flaco, directamente a los ojos. -Yo crei que til me conodas mejor. Y sonri6, mientras con una mana hurgaba en el bolsillo posterior del panta16n, al tiempo que le vantaba la nalga del muro. Con gestos ampulosos de
hubiera pasado nada. No r, ni nada. Me gusta eso... Iln poco distinto a Heming ita
ill distinto, Conde -intervi rabo el tipo era un escritor y hi, que eres escritor y no po dedor de ni carajo. Escritor:
t
ty tan seguro. Acuerdate de
! escritores
-y empez6 a con De logr6 convocar-: los bue I cscritores, los escritores con ~ sin dignidad, los escritores Iicen que escriben, los escri que son personas decentes... I Hemingway? {A ver? -qui-
Ia tercera botella y bebi6 un
il
lDun poco. t de el es que nada mas veia lito mismo -dijo el Conejo :pueblo-, deda que era una II madre: nadie en Cuba dice .escadores ni de un carajo, y qwer cosa menos un pesca
dad -sentenci6 Carlos-. El bes. 0 no Ie import6 enten
185
ill
mago barato, saco la tela negra, cubierta de encajes, la misma tela que un dia acaricio las intimidades pro fundas de una de las mujeres mas bellas del mundo. Con las dos manos abrio el blumer, como si colgara de una tendedera, para que sus amigos observaran las dimensiones, la forma, la textura transparente de la pieza, e imaginaran, con sus mentes febriles, la carne viva que una vez ocupo aquel espacio. -~Te 10 robaste? -la admiracion del Flaco era ili mitada y su gula erotica tambien. Lanzo una de sus manos y atrapo el blumer para sentir en sus dedos, cerca de sus ojos, el calor de la tela del deseo. -Estas del carajo, Conde -Ie dijo el Conejo y sonrio. -Algo tenia que sacar de esta historia, ~no? Dame ad, Flaco -pidio, y su amigo Ie devolvio la pieza de tela. Delicadamente el Conde busco el elastico de la cintura y 10 abrio con las dos manos para luego lle varselo a la cabeza: entonces se 10 encasqueto como si fuera una boina-, Esta es la mejor corona de lau reles que jamas exhibio ningun escritor. Este es mi gorro frigio. -Cuando te canses de joder me 10 prestas -recla mo el Conejo, pero el Conde no pareda tener inten ciones de descubrirse. -Dame el ron -pidio el Conde y volvio a beber. -Mira que ya estas borracho -Ie advirtio el Co neJo. De la lejania, uno de los botes iluminados con un farol se iba acercando a la costa. 186
-~Habran
COJPdlN -Seguro que 51 _ esten salaos, como. En silencio oblllCl" motor tosia con iJdaqj punto de ahogarse·~ te cruzo frente a dlos 1 del rio. -No se ni cuantos ~ jimar -dijo al fin el fb -Sigue siendo un ~ de-. Es como si aqui .. -La jodido es que mato el Conejo COIl tico e historico del nimos aqui todos . ~Se acuerdan? -Dame elron trago por el amigo vastadora. 1 - Hace siete aiios CfII cibio la botella que Ie ] son muchos mos. No ~ davia. -Yo si se -afum6 .. otro lado -e indic6 ~ la vida 10 que dejO. ~ -~T u crees? -intat vir sin 10 que ya ~ hace un rata yo me .. ~;
it negra, cubierta de encajes, la
-~Habran
cogido algo? -se pregunt6 el Flaco. -Seguro que sf -afirm6 el Conde-. A menos que esten salaos, como nosotros... En silencio observaron la maniobra del bote, cuyo motor tosfa con intermitencia, como si estuviera a punto de ahogarse con sus propias flemas. Lentamen te cruz6 frente a ellos y enfil6 hacia el embarcadero del rio. -No se ni cuantos alios llevaba yo sin venir a Co jfmar -dijo al fin el flaco Carlos. -Sigue siendo un lugar extralio -coment6 el Con de-. Es como si aquf no pasara el tiempo. -Lo jodido es que sf pasa, Conde, siempre pasa -re mat6 el Conejo con su imperturbable sentido dialec tico e hist6rico del mundo-. La ultima vez que vi nimos aquf todos juntos, Andres estaba con nosotros. ~Se acuerdan? -Dame el ron -pidi6 el Conde-, voy a darme un trago por el amigo Andres -y bebi6 una porci6n de vastadora. -Hace siete alios que se fue pal norte -el Flaco re cibi6 la botella que Ie pasaba el Conde-. Siete alios son muchos alios. No se por que no quiere venir to davfa. -Yo sf se -afirm6 el Conejo-: para poder vivir del otro lado -e indic6 el mar-, necesitaba arrancarse de la vida 10 que dej6 de este lado. -~Tu crees? -intervino Carlos-. ~Y c6mo va a vi vir sin 10 que ya vivi6 aquf? No, Conejo, no... Mira, hace un rato yo me estaba imaginando que Andres
• acarici6 las intimidades pro Jmicres mas bellas del mundo. ~ eI blumer, como si colgara ~ sus amigos observaran las ~Ia textura transparente de la sus mentes febriles, la carne aqud espacio. admiraci6n del Flaco era ili r p tunbien. Lanz6 una de sus imer para sentir en sus dedos, ~r de la tela del deseo. i Conde -Ie dijo el Conejo y t
ICaI'de esta historia, ~no? Dame 11 amigo Ie devolvi6 la pieza de ~Conde busc6 el elastico de la l las dos manos para luego lle Monces se 10 encasquet6 como es la mejor corona de lau ~ ningUn escritor. Este es mi lr: jader me 10 prestas -recla l Conde no pareda tener inten
a-a
.«
diG el Conde y volvi6 a beber. is borracho -Ie advirti6 el Co de los botes iluminados con un ~a Ia costa.
-j
rI -::., 1
[1
r~
187 I
,
j
it.
~
podia estar del otro lado, mirando el mar igual que nosotros, y pensando en nosotros. Para eso son los amigos: para acordarse unos de los otros, ~no? -Sena lindo -dijo el Conde-, y 10 mas jodido es que puede ser cierto. -Yo me acuerdo de ese cabron todos los dias -ase guro Carlos. -Yo nada mas que cuando me emborracho, como ahora -dijo el Conejo-. Asi se aguanta mejor. Dor mido 0 borracho... El Conde se inclino hacia delante y busco el ca daver de una de las botellas que ya habian ejecutado. -Esta ahi -Ie dijo al Flaco-. Dame ad ese litro vado. -~Para que 10 quieres? -Carlos Ie temia a los im puIsos alcoholicos de su amigo. El Conde miro hacia el mar. -Yo tambien creo que Andres esta del otro lado, mirando para nosotros. Y quiero mandarle una carta. Dame ad la cabrona botella. Con la botella entre las piemas y el cigarro en los labios, el Conde busco algUn papel en sus bolsillos. Lo unico que hallo fue la cajetilla donde aun bailaban un par de cigarros. Guardo los cigarros en el boisillo y, controlando el temblor de sus manos, la rasgo cui dadosamente, hasta obtener un pedazo de papel rec tangular. Apoyado en el muro, procurando recibir alguna claridad, comenzo a escribir sobre el papel, mientras Ida en voz alta las palabras que iba graban do: «A Andres, en algun lugar del norte: Cabron, aqui 188
nos estamos acordanelo. creo que te vamos a ~ el boligrafo apoyado-1OIii que el tiempo pasa, peIOl Pero si fuera verdad, oPH riendo, porque hay cosa Y si se pierden, entonccs si • perdido casi todo, pero Iu mos. Es de noche, y teD que estamos tomando ron 4 no es flaco, el Coneja, qli que ya no soy polida y toria escucllida Y dora de verdad... Y iii; mandamos un abrazo, Y.. ves por alIa, porquc -JMI banos. Cuando recibas telIa, pero llena», y pasarle el papel a ~ . sus nombres. Con ~ y 10 deposito dentro del j cubrio y comenzo a introd blumer negro de Ava Gmt - Te volviste loco -prO -Para algo son los • Conde mientras la tela bIjI - Eso digo yo lema.6 -Seguro lIega el dia de Conejo, despues de dane , menzo a cantar-: Felicidal
COII1D1_.
till.
nos estamos acordando de ti. Todavia te queremos y creo que te vamos a querer siempre», y se detuvo, con el boligrafo apoyado sobre el papel. «Dice el Conejo que el tiempo pasa, pero yo creo que eso es mentira. Pero si fuera verdad, ojala que alla tu nos sigas que riendo, porque hay cosas que no se pueden perder. Y si se pierden, entonces si que estamos jodidos. Hemos perdido casi todo, pero hay que salvar 10 que quere mos. Es de noche, y tenemos tremendo peo, por que estamos tomando ron en Cojimar: el Flaco, que ya no es flaco, el Conejo, que no es historiador, y yo, que ya no soy polida y sigo sin poder escribir una his toria escualida y conmovedora. Escualida y conmove dora de verdad... Y tu, {que eres 0 que no eres? Te mandamos un abrazo, y otro para Hemingway, si 10 yes por alla, porque ahora somos hemingwayanos cu banos. Cuando recibas este mensaje, devuelve la bo tella, pero llena», y firmo Mario Conde, para luego pasarle el papel a Carlos y al Conejo, que estamparon sus nombres. Con esmero, el Conde enrollo el papel y 10 deposito dentro del recipiente. Entonces se des cubrio y comenzo a introducir dentro de la botella el blumer negro de Ava Gardner. - Te volviste loco -protesto el Conejo.
-Para algo son los amigos, {no? -comento el
Conde mientras la tela bajaba hacia la barriga dellitro. -Eso digo yo -remato el flaco Carlos. -Seguro llega el dia de su cumpleaiios -divago el Conejo, despues de darse un lingotazo de ron, y co menzo a cantar-: Felicidades, Andres, en tu dia...
mirando el mar igual que • nosotros. Para eso son los . . de los otros, {no? IiConde-, y 10 mas jodido es 0,
F
lit abmn todos los dias -ase
~.
IIado me emborracho, como
liAs{ se aguanta mejor.
Dor
l£,
~bacia
delante y busco el ca
tIIas que ya habian ejecutado.
~ Flaco-. Dame ad ese litro
:s? -Carlos Ie temia a los im
I anngo.
a el mar.
~e Andres esta del otro lado,
ry quiero mandarle una carta.
MdIa.
Ii. 'piemas y el cigarro en los ~ papel en sus bolsillos.
• ajetilla donde aun bailaban rd610s cigarros en el bolsillo or de sus manos, la rasgo cui teller un pedazo de papel rec e! muro, procurando recibir azo a escribir sobre el papel, a las palabras que iba graban llugar del norte: Cabron, aqui
189
l
~
Cuando la prenda de tela quedo dentro, el Con de hundio el corcho en la boca, y 10 golpeo con la mano abierta para que el sellado fuera perfecto. -Va a llegar -afirmo el Conde-. Estoy seguro de que este mensaje va a lIegar -y se empino la otra bo tella de ron, dispuesto a buscar el alivio del olvido. Bufando el vapor del trago, sin soltar la botella mensajera, el Conde se esforzo por incorporarse y al fin logro ponerse de pie sobre el muro cuando el Co nejo repetia: «Felicidad, felicidad, felicidad... ». Conde miro hacia el mar, infinito, empefiado en abrir dis tancias entre los hombres y sus mejores recuerdos, y observo el agresivo lecho de rocas, contra el cual po dian estrellarse todas las ilusiones y dolores de un hombre. Bebio otro trago, a la memoria del olvido, y grito con todas las fuerzas de sus pulmones: -iAdios, Hemingway! Entonces tomo impulso con el brazo hacia atrcis y lanzo la botella al agua. EI recipiente epistolar, prefia do con las nostalgias de aquellos niufragos en tierra firme, quedo flotando cerca de la costa, brillando como un diamante invaluable, hasta que una ola 10 envolvio y 10 alejo hacia esa zona oscura donde solo es posible ver algo con los ojos de la memoria y el deseo.
Mantilla, verano de 2000
190