Michael Schmidt-Salomon
NINGÚN PODER A LOS TONTOS Un manifiesto contencioso E-Book piper
PREFACIO Cuando la estupidez se torna epidémica La gran amenaza que amaga a la humanidad humanidad no son ni terremotos ni tsunamis, ni tampoco políticos inescrupulosos, ejecutivos rapaces o conspiradores tenebrosos, sino una ¡ESTUPIDEZ GIGANTESCA!, única, mundial, que revienta todas las dimensiones. Quien no lo cree ya está infectado. La estupidez – ella es la gran constante de la historia humana, la única potencia mundial que ha perdurado durante durante milenios: reyes, reyes, papas y presidentes vinieron y se fueron; sociedades surgieron y sucumbieron, programas electorales fueron escritos y olvidados – la estupidez permaneció. Revoluciones, catástrofes naturales, guerras mundiales o crisis financieras tampoco pudieron mellarla. De hecho, siempre hubo brotes esperanzadores de conformar más racionalmente la convivencia de la gente; sin embargo, tales experimentos raramente perduraron. La poderosa Internacional de los Tontos, de los estrechos de mente, de los que se quedaron eternamente en el pasado, de d e los retardados sin remedio retomaron el atril de director de la historia y marcaron el débil ritmo al que las condiciones deben danzar. John Adams, el segundo presidente de los Estados Unidos de América, ya se lamentaba en el siglo 18: »Mientras todas las demás ciencias han avanzado, avan zado, el arte de gobernar continúa marcando el paso; pa so; escasamente es practicado hoy mejor que hace tres mil o cuatro mil años.« años .«1 Eso ha cambiado poco. Todavía los frutos en la política van muy por debajo de d e lo que los seres humanos han h an logrado en otras áreas. ¿Pero por qué es esto así? ¿Podría ser que la política vaya mentalmente retardada tras las ciencias y las artes, porque ella les ofrece a los retardados mentales posibilidades particulares de despliegue? No resultaría difícil difícil encontrar políticos políticos cuyo ejemplo podría corroborar tal tal tesis. No obstante, ella no apunta a la realidad: Pues el »Poder de los Tontos« no se basa en retrasos mentales individuales (que en política – para ser justos – no son más frecuentes que en la población promedio), sino en déficits cognitivos colectivos: colectivos: La estupidez es políticamente efectiva cuando adquiere grados epidémicos , cuando la demencia es tan omnipresente, omnipresente, que ella, como tal, ya no no es perceptible. Esto es, para pesar del ser humano, lo normal. n ormal. Friedrich Nietzsche lo resumió claramente: »La demencia individual es algo raro – pero en grupos, partidos, pueblos, épocas, es la norma.« norma.« 2 Lo complicado con esta „ demencia absolutamente normal“, es que a ella generalmente se le reconoce sólo cuando se le aprecia desde la distancia temporal o espacial. Porque todos nosotros somos prisioneros somos prisioneros de la Matrix* cultural en la la que fuimos socializados. socializados.
PREFACIO Cuando la estupidez se torna epidémica La gran amenaza que amaga a la humanidad humanidad no son ni terremotos ni tsunamis, ni tampoco políticos inescrupulosos, ejecutivos rapaces o conspiradores tenebrosos, sino una ¡ESTUPIDEZ GIGANTESCA!, única, mundial, que revienta todas las dimensiones. Quien no lo cree ya está infectado. La estupidez – ella es la gran constante de la historia humana, la única potencia mundial que ha perdurado durante durante milenios: reyes, reyes, papas y presidentes vinieron y se fueron; sociedades surgieron y sucumbieron, programas electorales fueron escritos y olvidados – la estupidez permaneció. Revoluciones, catástrofes naturales, guerras mundiales o crisis financieras tampoco pudieron mellarla. De hecho, siempre hubo brotes esperanzadores de conformar más racionalmente la convivencia de la gente; sin embargo, tales experimentos raramente perduraron. La poderosa Internacional de los Tontos, de los estrechos de mente, de los que se quedaron eternamente en el pasado, de d e los retardados sin remedio retomaron el atril de director de la historia y marcaron el débil ritmo al que las condiciones deben danzar. John Adams, el segundo presidente de los Estados Unidos de América, ya se lamentaba en el siglo 18: »Mientras todas las demás ciencias han avanzado, avan zado, el arte de gobernar continúa marcando el paso; pa so; escasamente es practicado hoy mejor que hace tres mil o cuatro mil años.« años .«1 Eso ha cambiado poco. Todavía los frutos en la política van muy por debajo de d e lo que los seres humanos han h an logrado en otras áreas. ¿Pero por qué es esto así? ¿Podría ser que la política vaya mentalmente retardada tras las ciencias y las artes, porque ella les ofrece a los retardados mentales posibilidades particulares de despliegue? No resultaría difícil difícil encontrar políticos políticos cuyo ejemplo podría corroborar tal tal tesis. No obstante, ella no apunta a la realidad: Pues el »Poder de los Tontos« no se basa en retrasos mentales individuales (que en política – para ser justos – no son más frecuentes que en la población promedio), sino en déficits cognitivos colectivos: colectivos: La estupidez es políticamente efectiva cuando adquiere grados epidémicos , cuando la demencia es tan omnipresente, omnipresente, que ella, como tal, ya no no es perceptible. Esto es, para pesar del ser humano, lo normal. n ormal. Friedrich Nietzsche lo resumió claramente: »La demencia individual es algo raro – pero en grupos, partidos, pueblos, épocas, es la norma.« norma.« 2 Lo complicado con esta „ demencia absolutamente normal“, es que a ella generalmente se le reconoce sólo cuando se le aprecia desde la distancia temporal o espacial. Porque todos nosotros somos prisioneros somos prisioneros de la Matrix* cultural en la la que fuimos socializados. socializados.
*Matrix es una trilogía de películas de ciencia ficción escritas y dirigidas por
los Hermanos Wachowski.La película plantea que en el futuro, casi todos los seres humanos han sido esclavizados, tras una dura guerra, por las máquinas y las inteligencias artificiales creadas. Estas los tienen en suspensión, y con sus mentes conectadas a una simulación social que representa el final del siglo XX, Matrix. Matrix. Los seres humanos son usados por las máquinas para obtener energía, y los pocos humanos descendientes de los que no n o cayeron en las redes de los robots o que han sido liberados de Matrix de Matrix,, viven en la ciudad Zion. Desde allí, una pequeña flota de naves n aves se mueve por el subsuelo, entrando de forma clandestina a Matrix a Matrix y tratando de liberar cada vez a más personas conectadas, buscando a aquellos que intuyen intuyen que algo no es correcto en el el ilusorio mundo mundo en que viven. Y es así, que nuestra propia cultura actual nos parece, en general, bastante razonable. ¿Pero lo es realmente? ¿Somos realmente mucho más listos que los seres humanos del pasado, o simplemente nuestra estupidez lleva otros vestidos? ¿Nos analizarán futuras generaciones a nosotros, »personas civilizadas educadas«, quizás, con la misma mirada mirada compasiva y perturbada perturbada con la que hoy nosotros miramos hacia atrás a aquellos que alguna vez estaban convencidos de poder aplacar a los dioses del clima con sacrificios humanos? ¿Es posible que seamos tan tercos, tan cargados de prejuicios, p rejuicios, tan estrechos de mente como ellos? ¿A quiénes sacrificamos nosotros ahora? ¿Y por qué motivos? Lamentablemente no existe una píldora roja (en la película Matrix elegir entre tomar una cápsula roja o una azul determina, respectivamente, si se quiere conocer el mundo real o se prefiere seguir en el mundo como ilusión) que uno pueda tragar para poder salir de la Matrix demencial. demencial.3 En realidad se requiere de algún esfuerzo mental para superar sólo una pequeña porción de los mitos correspondientes a la época que todos portamos con nosotros. Sólo este esfuerzo podría, lamentablemente, bastar bastar para retener a gran parte parte de los seres humanos humanos en la Matrix. ¿Porque quién se entrega con gusto a esfuerzos mentales – a no ser, quizás, para resolver crucigramas? Arthur Schopenhauer opinaba que la profunda aversión contra el esfuerzo mental es un rasgo esencial típico de nuestra especie: »La gran mayoría de los seres humanos está constituida constituida de tal forma forma que, conforme a toda su naturaleza, nada le es más importante que comer, beber y aparearse.«4 Eso, desde la perspectiva biológica-evolutiva, es comprensible: ¿Por qué tendría el ser humano que exigir más de la cuota su organo pensante de altos costos en recursos, si tal consumo de recursos no se recompensa en el instante? Al fin y al cabo, aquellos que osaron escapar de la Matrix raramente raramente lograron ventajas ventajas del uso extremo de la razón. De manera terrible muchos pensadores avanzados de la
humanidad no fueron en e n su tiempo valorados, sino despreciados, ridiculizados, perseguidos, encarcelados, desterrados o incluso incluso quemados vivos. Es cierto, desde las fechorías asesinas de la Inquisición, han cambiado muchas cosas – pero la rígida relación de poder y estupidez se ha mantenido. Aún tiene vigencia: La vigencia: La estupidez dominante es siempre la estupidez estupidez de los 5 dominantes. dominantes. Es por eso que aquél que se alza contra el sentido común (dígase: el consenso de la estupidez vigente en el momento) necesariamente entra en conflicto con los conservadores del status quo. ¿Pero quién querría jugárselas contra los altamente condecorados representantes del Estado, de la sociedad, de la religión? ¿Es que acaso no muestra la experiencia, experiencia, que aquél que delata las estupideces, al final él mismo es el que queda como estúpido? ¿Es que no hay que considerar casi como un signo de „astucia“ que la mayoría de los seres humanos mejor se adapta y acepta todo tod o como está, incluso aún si con ello se dañe la lógica? No sin razón se dice: »(Sólo) »(Sólo) niños y locos dicen la verdad. «También en el sabio cuento de Hans Christian Christian Andersen »El traje nuevo del emperador« no es casualidad que sea un niño el que se atreva a declarar la verdad, a lo que en un primer momento nadie se atreve. Que el emperador va desnudo, que los representantes del poder estén sentados sobre una estafa grotesca y única, es una verdad enorme, muy terrible, para que un adulto pueda llegar a ella. El Libre Pensamiento es, al parecer, sólo posible cuando uno aún no se viste la camisa de fuerza de lo convencional – como el niño del cuento de Andersen – o cuando uno se ha despojado de ella, y ante los ojos del mundo es uno el que se ha vuelto loco. Como loco, que se ha desprendido d esprendido de la camisa de fuerza, uno disfruta literalmente de libertad – pero al precio de no ser nunca más tomado en serio. Eso porque: a algunas personas les asienta mejor la gorra de loco que el birrete de profesor. Y es así, que aquí me permitiré la libertad de los locos, de escribir sin pelos en la lengua, aunque en e n ello pierda toda oportunidad de ser aceptado en la liga de los caballeros serios . Que eso a mí me valga un rábano tiene que ver con un cierto consuelo infantil que, incluso entrado en años, no ha terminado de crecer: Es que simplemente no soporto cuando la gente afirma que el emperador va vestido, cuando evidentemente él está desnudo. desnudo . Estoy harto de escuchar de políticos, líderes religiosos, sabios sabios en economía, gente de medios – sí, incluso de filósofos – año tras año, mes tras mes, semana tras semana, día tras día las eternas frases huecas que no dicen nada. nada . Y a mí me da náuseas cundo tengo que ver cómo esta supuestamente tan inteligente especie sigue detrás de cada c ada idea demencial tan cruda. Con esto en ningún caso me considero particularmente inteligente, no creo tampoco saber las respuestas correctas a todas las preguntas expuestas en este
folleto contencioso. Sin embargo, soy lo suficientemente loco como para mantenerme tanto tiempo en mis posiciones hasta que no se me presente mejores argumentos. Por eso es que, hasta la prueba de lo contrario, yo parto de que nuestra llamada Gran Cultura no sólo eleva a grados inimaginables los potenciales tecnológicos de la humanidad, sino también la estupidez humana. Y es justamente esto lo que hace la actual situación mundial tan extremadamente peligrosa: ¡Cuando la tecnología de punta y la idiotez de punta se juntan, las consecuencias son generalmente catastrofales! No se necesita ser genio para reconocer que a la larga no nos podemos permitir el „Poder de los Tontos“. En el fondo basta con observar el mundo con los ojos desprejuiciados de un niño. En el cuento de Andersen es un solo niño, que no estaba iniciado en el „juego estúpido de los adultos“ , el que pudo hacer caer toda la corte de la demencia. Yo desearía que más y más adultos siguieran su ejemplo. Después de todo, la evolución nos ha dotado de un aparato pensante increiblemente complejo y flexible. Tendríamos que empezar a usarlo inteligentemente …
HOMO DEMENS Porqué me avergüenzo de ser un humano Pero qué sobrenombres más decorativos nos hemos dado para resaltar la particularidad de nuestra especie: Homo absconditus, el ser humano inescrutable; Homo aestheticus, el ser humano orientado por lo bello; Homo creator , el ser humano creador; Homo innovator , el ser humano inventor; Homo ludens, el ser humano jugador – y por último, como coronación de la autoadulación, la definición oficial de nuestra noble especie: Homo sapiens, el ser humano sabio. Si no fuera tan trágico podría considerarse como el mejor chiste de la historia: el ser humano sabio – eso es casi tan original como el león vegetariano, la lombriz zapateadora o la musaraña burocrática. Seguro: No se le puede desconocer a nuestra especie una cierta picardía campesina – ¿pero sabiduría? No. Sabiduría fue y es un bien escaso entre nosotros, monos vanidosos. Nuestra tan glorificada inteligencia – no la usamos preponderantemente para hacer de este mundo un lugar mejor, digno para vivir en él, sino para engatusarnos, saquearnos, explotarnos, masacrarnos mutuamente. ¿Y para qué todo esto? Para nada y siempre para nada. Pues los vencedores en este juego miserable por poder y recursos en ningún caso llegaron a disfrutar de una vida sin preocupaciones. Mejor dicho, tuvieron que aferrarse temerosamente a los frutos de sus victorias, vivir con el miedo constante de ser pronto ellos mismos embaucados, saqueados, explotados, masacrados. No puede ser más estúpido – y sin embargo este juego es continuado de generación en generación. Pero seamos francos: ¡La historia de la humanidad ha sido durante largos periodos una historia de la inhumanidad! Durante milenios no tuvimos nada mejor que hacer que aniquilarnos mutuamente. ¿Quién cuenta los millones y millones de torturados, ahorcados, lapidados, apuñalados, estrangulados, desnucados, fusilados, desterrados, envenenados, gasificados? Un torrente único de sangre se extiende a través de los siglos; él es el derrotero común en aquella hilera sin sentido de asesinatos y homicidios, de explotación y violencia, que se llama historia. Es por eso que una definición de especie más precisa que Homo sapiens sería Homo demens6 , el loco, el ser humano chalado. Pues eso es justamente lo que nos distingue particularmente de todos los otros animales: Sólamente nosotros somos los suficientemente chiflados como para sacrificar nuestras vidas por puras ficciones tales como »dios« y »patria«, »honor« y »gloria«. Ninguna ideología es lo suficientemente absurda como para que nosotros no luchemos por ella hasta el final más amargo. Basta echar un vistazo a la historia de las religiones para hacerse un cuadro de la colosal propensión del ser humano a delirios: Ningún chimpancé, por muy neurótico que esté, iría alguna vez a la
guerra para demostrar que él tiene el amigo imaginario más bacán (»dios«) a su lado. Pero nosotros los humanos lo hemos hecho una y otra vez – y no se vislumbra un final de este absurdo grotesco: Pues todavía nos creemos, los necios caminantes erguidos, que el universo fue creado por un »dios todopoderoso« exclusivamente para nosotros y los nuestros. La arrogancia humana, de considerarse el centro del cosmos, es francamente la locura más estúpida y políticamente la más calamitosa que haya producido alguna vez el Homo demens; ella es, en cierto sentido, la madre de todas las insanias. De ella se desprenden no sólo innumerables imbecilidades religiosas, sino también la pretensión terrenal de enseñorear sobre el globo, que el Homo demens desde siempre consuma despiadadamente. Vale la pena entonces analizar profundamente esta particular estupidez fundamental.
La mosca cósmica de un día Para ello comprendamos primeramente los banales hechos cosmológicos7: La Tierra puede parecernos a nosotros, diminutos bípedos, gigantesca; pero en dimensiones cósmicas ella es tan increiblemente diminuta, que sería francamente atrevido definirla como »partícula de polvo en el espacio«. Ya frente a nuestro Sol la Tierra parece una semilla de melón frente a una sandía. Y el Sol mismo es una enana amarilla, que frente a la gigante roja Arcturus adopta el tamaño de una semilla de melón, y frente a la supergigante roja Beteigeuze ópticamente desaparece por completo. 8 Desde Copérnico podría haberse estado rumoreando en cierto grado, que la Tierra en ningún caso se encuentra en el centro del universo (el que tampoco podría existir en absoluto en un cosmos infinito). Ni siquiera nos encontramos en el centro de nuestra galaxia, sino que en uno de los brazos exteriores en espiral, mejor dicho en la provincia galáctica más lejana, a alrededor de 26.000 años luz del centro de la via láctea . Al lado de nuestro Sol transitan en nuestra galaxia 300 millardos de otras estrellas (1 millardo=1.000 millones), a lo cual nuestra Vía Láctea es sólo una galaxia entre estimadamente 100 millardos de galaxias con más o menos 70 sextillones de estrellas (1 sextillón=1 millardo de billones) (1 billón=mil millardos). La insignificancia cósmica del ser humano, consecuentemente reprimida por el Homo demens, se presenta, sin embargo, no sólo en la dimensión espacial , sino también en la temporal : Así, ya habían transcurrido dos tercios del „tiempo de vida“ del universo (en total 13, 7 millardos de años) hasta ahora, hasta que hace 4,6 millardos de años aparecieron el Sol y la Tierra en las inconmesurables vastedades del espacio . De la supuesta coronación de la creación no se vislumbraba ahí francamente nada. Tuvieron que transcurrir más de cuatro millardos de años, es decir, el 90% de toda la historia terrestre hasta ahora, para que surgieran los primeros vertebrados. Hace 416 millones de años los primeros
de ellos se asentaron en tierra firme, hace aproximadamente 250 millones de años aparecieron los primeros mamíferos. En todo caso, a nuestros antepasados descendientes de los reptiles, que apenas alcanzaban el tamaño de ratones o ratas, difícilmente se les habría pronosticado un futuro prometedor. Ellos estaban demasiado a la sombra de dinosaurios y pterosaurios, que dominaban entonces el mesozoico (la edad media de la Tierra). Esto cambió recien con los fatídicos impactos de meteoritos hace 65 millones de años, los que tuvieron como consecuencia que aproximadamente la mitad de todas las especies de plantas y animales de entonces se extinguieran (entre ellos todos los dinos y pterosaurios). Recién tras esta catastrofe devastadora pudieron desplegarse los mamíferos, entre otros también la orden de los primates, a la que pertenecemos. Pero desde entonces, hasta la aparición del ser humano moderno, debieron pasar todavía millones de años . Hace aproximadamente 15 millones de años se separaron los antepasados de los actuales gibones de nuestra línea originaria. Hace once millones de añoslos orangutanes tomaron su propio camino, los gorilas lo hicieron hace seis millones de años. Casi un millón de años más tarde se separaron los árboles genealógicos de los actuales chimpancés y bonobos del árbol del ser humano; razón por la cual, nosotros estamos más estrechamente emparentados con los chimpancés, que éstos con los gorilas, lo que al Homo demens le gusta reprimir. Al momento de la separación de las líneas ancestrales de seres humanos y chimpancés, escasamente habríamos creído capaces a nuestros antepasados que alguna vez producirían descendientes que resolverían crucigramas o volarían al espacio. Pues el cerebro de los australopitecos era sólo insignificantemente más grande que el de un actual chimpancé. Recién con el homo erectus, nuestro antepasado directo, se inició un notable desarrollo del organo pensante. En poco menos de dos millones de años se duplicó su volumen cerebral. (Si usted ahora entiende las instrucciones de uso de su televisor, eso debe agradecérselo especialmente al buen viejo Homo erectus.) Apenas hace 200.000 años se desarrolló del Homo erectus el ser humano moderno, el que se la pasó, lo que a menudo se olvida, el 95 por ciento de su existencia hasta ahora, como cazador y recolector. Puede sorprender, pero de hecho el ser humano moderno se las arregló el 99 por ciento de su historia como especie, sin iglesia cristiana; el 99,9 por ciento sin máquina a vapor; 99,99 por ciento sin teléfono móvil. Si se traslada la historia de nuestro universo a un año calendario, la irrelevancia cósmica de la humanidad resulta particularmente evidente: Si se pone el Big Bang en el 1 de enero 00:00 hrs. hay que esperar hasta principios de septiembre para que se originen el Sol y la Tierra. A fines de septiembre se desarrollan las primeras formas de vida primitivas. Tarda hasta mediados de diciembre para que los primeros peces naden en los océanos. Alrededor del 20 de diciembre aparecen vertebrados terrestres. Los dinosaurios dominan la escena
del 28 al 30 de diciembre. Recién el 31 de diciembre, pocos minutos antes de medianoche, aparecen los primeros representantes de la especie Homo sapiens. La historia cultural humana se reduce, en la escala del calendario cósmico, a los últimos segundos antes del nuevo año. Comencemos entonces la cuenta regresiva para que puedan empezar los fuegos artificiales de año nuevo: 10 – termina la Nueva Edad de Piedra (Neolítico), comienza la Edad de Bronce, 9 – en el Alto Egipto se usa el primer alfabeto, 8 – se construyen las tumbas en el Valle de los Reyes en Egipto, 7 – los chinos inventan la brújula, los griegos consuman la transición de la Edad de Bronce a la de Hierro, 6 – Pitágoras sobresale en Grecia, Buda en India, Confucio en China, 5 – tras elf in de la gran cultura griega, Roma llega a ser la potencia mundial, 4 – a partir de una secta judía se desarrolla el cristianismo hasta ser la religión dominante, 3 – la antigua cultura sucumbe tras el fin del Imperio Romano y la expansión del Islam; comienza la antigua Edad media, 2 – en la Alta Edad Media los papas llaman a Las Cruzadas e inician la Inquisición, 1 – Lutero desata la Reformación, comienza la Caza de Brujas en Europa, los cálculos de Copérnico sacuden la idea geocéntrica del universo, 0 – ¡Salud, Feliz Año Nuevo! En los últimos milisegundos antes de medianoche el Homo sapiens demens estaba particularmente inquieto: No sólo iventó el pararrayos, la ampolleta y la cámara digital, sino que también masacró a millones de sus congéneres en innumerables guerras. ¡Hagamos entonces saltar los corchos de la champaña! Puede ser que la fiesta, en todo caso, no dure mucho. ¿ Porque cuántos segundos irá a existir el ser humano en el primer año tras el Big Bang? ¿un segundo (equivalente aproximadamente a 434,5 Jahre)? ¿ diez segundos? ¿medio minuto? Si llegáramos hasta las 00:01 hrs. del nuevo año (26 065 años) eso sería para una especie demente como la nuestra bastante respetable; una permanencia hasta la 1 de la mañana (1.563.927 años) un pequeño milagro. El 2 de enero (en 37.534.246 años), con bastante seguridad, ya no estaremos. En todo caso no seremos los únicos que en el transcurso de enero nos retiremos del escenario de la vida. Debido a que la luminosidad de nuestro sol aumentará continuamente, probablemente ya el 14 de enero del calendario cósmico (en unos 500 millones de años) no habrá formas de vida superiores sobre la Tierra, el 24 de enero (en unos 900 millones de años) habrán desaparecido todas las plantas. A principios de marzo (en aproximadamente dos millardos de años) la Tierra se habrá convertido en un planeta completamente desértico. A mediados de julio (en 7 millardos de años) el Sol se inflará hasta convertirse en una gigante roja, aumentando 250 veces su actual volumen. Al poco tiempo después la Tierra probablemente se precipitará en el Sol, el que tras algunos relampagos de helio a fines de julio (en 7,7 millardos de años) se contraerá hasta convertirse en una enana blanca, el que – como las cenizas de una fogata – se mantendrá algún tiempo como brasas silentes, por lo menos
hasta fines del segundo año del calendario cósmico, hasta que finalmente se apaguen las luces de nuestro buen viejo Sol. El vistazo al calendario cósmico comprimido a dos años deja dos cosas en claro: Primero, que la vida terrenal no es más que un simple fenómeno efímero, marginal, en las infinitas vastedades del universo. Segundo, que el ser humano dentro de este fenómeno marginal juega un rol muy subordinado. En el calendario cósmico el Homo sapiens tiene, a lo más, el estatus de una mosca de un día (nacida el 31 del 12 y muerta el 1 del 1) – viéndolo con atención, ni siquiera eso. Las verdaderas amas de la Tierra han sido y serán las bacterias, las que existieron mucho antes que nosotros y que seguirán existiendo mucho tiempo después de nosotros. ¿Qué es lo que se puede concluir entonces si justamente la »mosca cósmica de un día«, el ser humano, presume de estar en el centro del universo? ¿No hay una prueba más clara de la debilidad mental de esta especie? ¿Cuán necio hay que ser realmente para no darse cuenta de la megalomanía que nos empapa todos los días en iglesias, mezquitas, sinagogas, templos? ¿No tenía nada mejor en mente el supuesto creador que encarnarse justamente en la figura de una especie de mono surgida por casualidad y prontamente en extinción, en el miniplaneta Tierra, y ser crucificado? ¡Ridículo! ¿Le dará importancia él a que las formas de vida simiescas sobre este insignificante planetilla se le sometan recitando cinco veces al día frases en árabe? ¡Grotesco! ¿Se molestará en serio el supuesto creador si a determinadas horas, que estos terrícolas llaman »Sabbat«, se empujen cochecitos de niños ? ¡Completamente meschugge (hebr.: loco)!
El estigma de ser un humano Es realmente notable todo lo que el Homo demens es capaz de fantasear, y sólo por haberse desprendido de su pelaje corporal y haberse puesto el reloj de pulsera digital. Probablemente donde esto se hace más evidente es en nuestro trato con los animales no humanos. Por supuesto que nos consideramos algo mejor en comparación con ellos, sí : lisa y llanamente lo mejor, la coronación de la creación, aunque todos los hechos demuestran que no somos sino los neandertales de mañana. En la aspiración compulsiva de deslindarse »del animal«, el Homo demens francamente no repara en ninguna necedad. Y es que estamos no sólo genéticamente emparentados en alto grado con muchos animales, sino que también compartimos con ellos todas las emociones básicas. Probablemente usted ya sabe que nuestros parientes más cercanos, los chimpancés, los bonobos, los gorilas y los orangutanes poseen conciencia de un Yo, y que se conduelen por sus fallecidos, pueden anticipar el futuro. ¿Pero sabía usted que incluso también los cerdos se reconocen en el espejo y que tienen capacidades como los primates? ¿que la vacas lloran la pérdida de sus terneros y que desarrollan verdaderas depresiones en los establos? ¿que las
gallinas se comunican entre sí sobre la calidad de su pienso y que su corazón se acelera cuando sus polluelos están en peligro? Son muchos los animales sobre este globo que sienten placer y deseo, alegría y sufrimiento, esperanza y desesperación, de manera similar a nosotros. Si aceptáramos que estamos unidos en una continuidad evolutiva con todos los otros seres vivos comprenderíamos que simplemente »somos vida que quiere vida en medio de la vida que quiere vivir«9; así nuestro pensar y actuar cambiarían radicalmente. Sería probablemente la mayor revolución de la historia de la humanidad. Pero es justamente esto lo que el Homo demens no permite. Con la misma indiferencia boba con la que él, año tras año, empuja a millones de sus congéneres a la muerte por inanición, se vuelve hacia sus parientes del reino animal: Considerando el hecho de que sólo en Alemania son sacrificados al año 40 millones de cerdos, no sorprende que a cada uno de estos altamente inteligentes y sensibles animales se les conceda sólo un metro cuadrado como habitat, que no se considere necesario anestesiarlos para la castración, que aparte de antibióticos también se les administre psicofármacos para que puedan soportar tanto tiempo la tortura de la vida bajo el cuidado humano hasta estar listos para el matarife. Desconociendo por completo el hecho de que no estamos por sobre la naturaleza, sino que somos simplemente parte de la naturaleza, – fiel a la más estúpida de las máximas bíblicas – »sometemos la Tierra« para nosotros. Eso lo sienten año tras año los millones y millones de cerdos, vacas, ovejas, gallinas, gansos y patos, que no sólo son torturados hasta la muerte por motivos culinarios, sino también los millones de animales que martirizamos en investigaciones o que mantenemos encarcelados en jardines zoológicos, a menudo bajo condiciones indignas. Por supuesto que tampoco se escapan de la tiranía desenfrenada del Homo demens los animales en libertad, ya que somos nosotros los que destruimos cada vez más sus biotopos, creando con ello finalmente aceleradamente las condiciones para el ocaso de nuestra propia especie. Según estimaciones del WWF (Fondo Mundial para la Naturaleza) la diversidad de especies se redujo entre 1970 y 2005 en un 27%. Se puede comparar entonces perfectamente la desaparición de especies de nuestra época con las catástrofes del pasado prehistórico, como la muerte masiva hace 65 millones de años, de la que fueron víctimas, entre otros, los dinosaurios. La diferencia naturalmente es que: Esta vez no son los impactos de meteoritos o erupciones volcánicas, lo que está destruyendo una gran parte de la vida sobre la Tierra. Es uno de los mismos seres terrestres, es el Homo demens, el que con su comportamiento retardado se arrastra a sí mismo y a otros al abismo, el que evidentemente ya no puede aguantar la espera para abandonar el escenario de la vida.
Para lograr este objetivo hemos hecho considerables avances en las últimas décadas: Hemos envenenado los suelos, contaminado el aire, saqueado los mares, arrasado los bosques. Sólo en un siglo hemos saqueado recursos que se habían originado durante millones de años, y como contraparte inventamos tecnologías que han dejado inhabitables regiones completas. Jane Fonda una vez precisó muy claramente el comportamiento baboso del Homo demens: »Nosotros nos comportamos con el mundo, como si tuviéramos otro en el portamaletas.« Créame: Si uno pudiera renunciar al Club Homo sapiens demens, así como cuando se renuncia a un equipo deportivo miserable, a un partido político plagado de idiotas, a una comunidad religiosa dominada por idiotas – yo ya lo habría hecho hace tiempo. Pero como es sabido, durante el tiempo de vida, no es posible salirse del Homo sapiens demens. Somos miembros innatos de este club, condenados a arrastrar toda la vida con nosotros el estigma de ser un humano.
¿Homo sapiens u Homo demens? Pero lamentarse no ayuda en nada. En vez de eso intentemos hacer lo mejor de nuestra situación. Después de todo, la evolución biológica nos ha dotado en el camino con herramientas bastante prometedoras. Porque – créalo o no: El ser humano tiene el potencial para ser un animal particularmente listo y tierno.10Homo demens no tiene que ser en ningún caso el fin del camino. De hecho, cada uno de nosotros porta en sí el mecanismo para ser las dos cosas, Homo demens cabeza hueca y rabioso, así como para ser Homo sapiens manso y listo. Para usar una comparación del reino de los insectos: Es sabido que cualquier larva de abejas mielíferas se desarrollaría para ser reina si fuera alimentada consecuentemente con Jalea Real . (Trabajadoras normales reciben esta especial ambrosía sólo en los primeros tres estadios como larva, las futuras reinas en todos.) Entonces la abeja reina se presta para elegirla como metáfora del Homo sapiens, y la Jalea Real de aquellos requisitos especiales que deben darse para que tal excepcional ejemplar de nuestra especie pueda desplegarse. Sin embargo la comparación cojea tremendamente en un aspecto: Sería desleal comparar a las altamente eficientes abejas trabajadoras con el Homo demens. Pero hay una buena analogía para el Homo demens en el reino de los insectos , son las hormigas mentalmente trastornadas que han sido infectadas por larvas de la Fasciola Hepática o Duela del Hígado.11 Aquí yo pienso: Si existiera un dios bastaría sólo el ciclo de vida de la Fasciola hepática para comprobar que el ominoso »creador« tiene un sentido del humor extremadamente estrambótico. Pero juzgue usted mismo: Las larvas de la Fasciola Hepática llegan al cuerpo de la hormiga mediante bolitas de secreto
infectado de caracoles de tierra, y que las hormigas engullen con gusto. Mientras que la mayoría de las larvas de la Fasciola, tras el fatal banquete, se instalan comodamente en la cavidad corporal de la hormiga, una de ellas emigra al sistema nervioso central de la víctima, donde ejecuta un cambio de conducta permanente en la hormiga: Controlada por el »gusano cerebral« en su cabeza, la hormiga abandona su grupo, trepa a la punta de una brizna de pasto, agarrándose férreamente ahí como consecuencia del tétano de sus mandíbulas. El objetivo de este acto suicida: La hormiga tiene que ser tragada por una cabra, una oveja, una vaca, un cerdo, un perro o un conejo, pues sólo así llega la Fasciola a su „Tierra Prometida“, la vesícula biliar de su anfitrión final. Su anfitrión intermedio, la hormiga controlada por el gusano cerebral, queda por supuesto en el camino. En seres humanos que han sido infectados por »gusanos cerebrales ideológicos« puede observarse algo parecido . Piense sólamente en los autores de los atentados del 11 de septiembre... En sentido figurado podríamos entonces preguntarnos: ¿Cuál es la Jalea Real , que nos convierte en Homo sapiens? ¿Y cómo diablos nos defendemos de aquellos gusanos cerebrales que nos degeneran a Homo demens? Ya que debido a la supremacía cuantitativa de esta especie existen muchos más conocimientos sobre el Homo demens y sus gusanos cerebrales, que sobre el Homo sapiens y su Jalea real , parece razonable comenzar con el análisis del Homo demens. Partamos entonces al centro del país de las maravillas de los gusanos cerebrales. ¡Pero cuidado! Justo al comienzo de nuestra expedición nos vamos a topar con uno de los gusanos cerebrales más peligrosos y resistentes de todos los tiempos – un gusano que desde hace milenios lleva a los seres humanos a hacer y creer las cosas más extravagantes, que los incita a verdaderas orgías de sangre, que motiva a los padres a torturar a sus propios hijos; que trastorna de tal forma a hombres y mujeres, que ellos con una sonrisa en los labios se hacen volar por los aires. Quizás usted ya tenga una idea de adónde conduce este viaje: al Santo Grial de la idiotez, un lugar en el que la melagmanía es vendida como humildad y la estupidez como algo sublime, en el que el Homo demens, con consecuencia particularmente despiadada, se abandona al ridículo : ¡Bienvenido al maravilloso mundo de los relidiotas!
EL MARAVILLOSO MUNDO DE LOS RELIDIOTAS La Santa Ingenuidad y sus consecuencias El Homo demens creó a los dioses a su imagen y semejanza – no es de extrañar que se encuentren en tan lamentable estado. Piénse sólamente en el modelo estándar cristiano del Deus demens (del »dios chiflado«) ,del que la Biblia, el libro más imprimido de todos los tiempos (!), narra la siguientes curiosidades: Después que dios hubo creado el universo con sus sextillones de estrellas y planetas, se enfadó tanto él por el comportamiento de algunas formas de vida simiescas sobre la Tierra, por lo que decidió ahogar a casi todos los seres vivos sobre este planeta (diluvio). Pero este biocidio horrible no bastó para reconciliar al creador todopoderoso con sus criaturas. Este en realidad fue el motivo para que dios, con el transcurrir del tiempo, desarrollara lo que en una persona se diagnosticaría como »trastorno de personalidad múltiple«, pero que para un ser todopoderoso se le llama tiernamente »trinidad«. En todo caso, dios urdió en este estado triple un osado plan: Su primera parte (dios padre) encomendó a la segunda parte (espíritu santo) preñar a una mujer, para que finalmente naciera la tercera parte como dios hecho persona (dios hijo). El objetivo de la misión: El dios hijo debía ser ejecutado de modo horrible, y luego, al tercer día resucitar de entre los muertos. ¿Por qué? Porque dios, evidentemente, sólo mediante este acto de autoflagelación – esto también un caso conocido en psiquiatría – podría quedar en las buenas consigo mismo y su creación. En memoria de este, en alto grado psicopatológico, »acto de redención« celebran, aun hoy en día, los seguidores del „dios tres en uno“ un extraño ritual, en el que como punto central hay unas obleas redondas parecidas a las bases de algunas cocadas. Las opiniones divergen unas de otras, si esto es por los conjuros de los respectivos maestros de ceremonia (sacerdotes católicos y ortodoxos) o por la »misericordia de dios « (variante luterana) – en todo caso, durante el ritual, las profanas obleas deben transformarse de verdad (¡no sólo simbólicamente!)12 en el cuerpo del redentor replicado millardos de veces. Este cuerpo es zampado inmediatamente por los creyentes tras la transubstanciación de las obleas, pues esto es lo que les encomendó el dios hijo a sus muchachos en la »santa escritura«: »El que coma de mi carne y beba de mi sangre tendrá la vida eterna, y yo lo despertaré en el Día Final. Pues mi carne es alimento verdadero, y mi sangre es bebida verdadera. El que come mi carne y bebe mi sangre se queda en mí y yo me quedo en él «13 Entonces: ¡Buen provecho! El sentido de este acto ritual canibalístico (ya el reformador zuriqués Zwingli hablaba de »comilona de gente«, muchos siglos después Sigmund Freud recurrió nuevamente a este diagnóstico) es tan oscuro como el procedimiento mismo: Supuestamente salvaguardaría a los creyentes de pecados mortales y de afecciones demoniacas, de manera que tras el paso terrenal consigan acceso directo al reino celestial, en vez de ser asado post mortem en el fuego infernal.
¡Aleluya! ¿Qué dice esto sobre nuestra tan inteligente especie, que millones de personas hayan debido entregar sus vidas por tal patraña ? ¡¿Qué delata esto sobre nosotros, que a pesar de la »Historia criminal del cristianismo«14, que a pesar del evidente delirio de los dogmas cristianos, según estadísticas oficiales, 2,2 millardos de personas reconozcan ser portadores del gusano cerebral Deusdemens?! Intente por un momento liberarse de todas las costumbres de pensamiento que con seguridad a usted le fueron inculcadas desde niño: ¿Consideraría cuerda usted a una persona que cree seriamente en tal historia? ¿Consideraría sensato usted elegirla para una función política? ¿Le confiaría usted a él, a un caníbal de ritual, tranquilamente sus niños? Tómese tranquilamente su tiempo para responder a estas preguntas. Más adelante las retomaremos. Lo primero que queremos aquí es echar un vistazo a algunas otras »historias sagradas« que el Homo demens ha urdido en el transcurso de los últimos milenios. Por motivos de espacio ( Homo demens ha sido tan libre para inventar inmediatamente miles de dioses) nos concentraremos aquí en los parientes más próximos del Deus demens cristiano, en el judío Jehová, cuyo nombre no está permitido pronunciar (como Lord Voldemort en »Harry Potter«), y en el musulmán Alá, cuyo nombre, por el contrario, se debe alabar cinco veces al día .
Ilusiones judías y delirio antisemita Jehová, cuya supuesta autobiografía (»palabra de dios«) sirvió más tarde de plantilla de copia para el dios cristiano y musulmán, comenzó su carrera como »gobernante del mundo« de forma bastante modesta (lo que a menudo es omitido muy sutilmente en la biografía oficial): En la época del faraón egipcio Ramses III. (siglo 12 antes de nuestra era) aparece la abreviatura JHW como denominación de una montaña en Transjordania, así como nombre de un dios montañés provinciano adorado por los beduinos que habitaban ahí. Tablillas de arcilla de la época identifican a Jehová como hijo del popular dios toro »El«, que era considerado »creador del mundo « y altivo jefe de una respetable familia de dioses. (Sólo con la diosa de la fertilidad Aschera habría engendrado 70 dioses y diosas.) Jehová entonces fue en un principio sólo un dios entre muchos dioses. Esto comenzó a cambiar cuando el rey Joschija, en el siglo 7 antes de nuestra era, gobernaba sobre el pequeño reino de Judá. Para unificar política y culturalmente las tribus de Palestina, Joschija declaró al entretanto, ascendido a dios de la ciudad de Jerusalén, Jehová, como único dios del pueblo judío; y se entregó por completo a aniquilar los innumerables cultos alternativos de su época. Es difícil estimar hoy cuán efectiva fue la política religiosa de Joschija, pero es un hecho que Jehová, en el transcurso de los siglos posteriores, ascendió en la carrera celestial hasta llegar a ser el único dios de un »pueblo elegido«.
Como advenedizo divino que había tenido que imponerse sobre la dura competencia, Jehová demostró una cualidad destacable: celos furibundos – una deficiencia de carácter bastante común entre nosotros, Homo demens. Cuán terriblemente celoso se comportaba Jehová queda claro inmediatamente al comienzo de los tristemente célebres Diez Mandamientos, ya que ahí está escrito: »Aparte de mí no tienes que tener otros dioses. (…) porque yo soy Yahveh tu DIOS, fuerte, celoso, que castigo la maldad de los padres sobre los hijos hasta la tercera y cuarta generación de los que me aborrecen …«15 Con tales amenazas de venganza (si se toma la palabra de dios en serio, deberían pagar no sólo mi hijo de diez años, sino también sus hijos, los hijos de sus hijos, los hijos de los hijos de sus hijos no natos, por las renglones sacrílegos de este libro) mejor uno se somete. Al fin y al cabo la ira terrible de Jehová es descrita en la Biblia judía de manera impresionante: Piense sólo en el destino de las ciudades Sodoma y Gomorra, las que Jehová arrasó porque ahí supuestamente habrían tenido lugar prácticas homosexuales sacrílegas. Tales narraciones crueles impresionaron, por supuesto, tremendamente a Homo demens, por lo que no sorprende que los homosexuales, aun hoy, en algunas partes del mundo sean perseguidos y tildados de »sodomitas«. A los redactores de la biblia hebrea, que trabajaron del siglo 2 al 6 antes de nuestra era en esta obra heterogénea, no se les puede tomar a mal que hayan estilizado a su propio grupo a »pueblo elegido«, que declararan a su dios como dominante único sobre el mundo, y que inventaran historias fantásticas para apoyar este mensaje, las que históricamente nunca tuvieron lugar (como el éxodo de Egipto o la conquista de Jericó).16 En lo que se refiere a la exageración barroca de la propia historia, los redactores bíblicos no eran los únicos: Todo grupo étnico que se autoestimaba poseía sus propias leyendas fanfarronas y, por supuesto, sus propios dioses que estaban a su lado en»batallas gloriosas«. Probablemente el rabioso Jehová también estaría hoy olvidado como los dioses de los antiguos egipcios, griegos, romanos, celtas o germanos (¿Quién cree hoy en Atum, Thot, Horus, Isis, Amon, Zeus, Dionisio, Pan, Poseidón, Atenas, Hera, Júpiter, Venus, Diana, Vesta, Teutates, Taranis, Esuis, Odín, Thor, Tyr o Frigg?), si el culto a Jehová no hubiera creado dos sucursales, que rápidamente se desarrollaron hasta ser religiones mundiales: Cristianismo e Islam, ya que casualmente correspondían al espíritu destructivo de su época. El hecho de que el judaismo – a diferencia de otras religiones históricas – haya sobrevivido durante milenios, se debe particularmente a la circunstancia de que cristianos y musulmanes, tras haber saqueado despiadadamente la herencia judía, hicieron todo lo posible para distanciarse de »los judíos«. Este proceso fue peculiarmente significativo en el cristianismo: La transición de secta de fin de mundo a religión cristiana antijudía se consumó ya en los textos del Nuevo Testamento: Así, en el evangelio de Juan se dice que los judíos tendrían al
»diablo como padre«.17 El redactor del evangelio de Mateo, asimismo, les pone en la boca, a raíz de la crucifixión de Jesús (De la que en el fondo fueron responsables »los romanos«, no »los judíos« – en realidad »los italianos« deberían haber entrado a la historia como »asesinos de dios«) aquella funesta automaldición, a la que aludirían generaciones venideras de antijudíos : »¡Venga su sangre sobre nosotros y nuestros hijos!«18 Ya los primeros emperadores cristianos actuaron correspondientemente. Restringieron más y más los derechos del pueblo judío »mancillado por crímenes ateos« y limitaron la propagación de la fe judía en sus dominios, condenando con la pena de muerte la conversión al judaísmo. En el medioevo cristiano el delirio llegó verdaderamente a su cúspide: Se les imputaba a los »asesinos de dios«, cometer asesinatos rituales, profanar hostias, envenenar pozos de agua y propagar enfermedades como la peste. Como consecuencia tuvieron lugar numerosos pogromos. Pero eso aún no le era suficiente a la fracción de devotos fanáticos del Homo-demens: Así, el reformador Martín Lutero preguntaba en su diatriba »Sobre los judíos y sus mentiras«, qué debería hacerse con este »pueblo infame y maldito«. Su consejo era »que a sus sinagogas y escuelas se les atraque fuego, y que lo que no quiera arder sea colmado y cubierto de tierra, para que nadie vea de ello por toda la eternidad ni una piedra ni escoria«.19 En la noche del pogrom del 9 al 10 de noviembre de 1938 (en el »cumpleaños de Lutero«, cuando celebraba el obispo de Turingia, Martin Sasse) fue llevado a cabo finalmente »el fiel consejo« del reformador. Pues Hitler, el que ya había dejado en evidencia, de forma impresionante, en »Mi lucha« su estatus de Homo-demens idiota rematado (»Al defenderme yo de los judíos, lucho por la obra del señor … La tarea que comenzó Cristo, pero que no terminó, la consumaré yo«20), creía de verdad en una »conspiración mundial judía«, que desde el »comienzo de los tiempos « trabajaba con el objetivo de la »destrucción del mundo«, y en la que estaban coludidas personas tan disímiles como Moisés, Paulo, Spinoza, Lassalle, Rothschild, Heine, Marx, Lenin y Einstein.21 Uno no sabe en absoluto qué es lo más repugnante – la indiferencia bestial con la que los esbirros de Hitler cometieron el exterminio en masa de millones de hombres, mujeres y niños judíos, o la estupidez abisal, la megaidiotez nauseabunda de aquel gusano cerebral del Homo-demens que provocó las crueldades nacionalsocialistas. En todo caso: Con la cesura zivilisatoria que acompañó la revisión del holocausto, menguó el tradicional odio a los judíos dentro del cristianismo. En cambio, él adquirió en la cultura musulmana dimensiones cada vez más amenazantes – y esto aunque el islam originalmente era más tolerante frente al judaismo que el cristianismo: Al fin y al cabo, judíos (como cristianos) eran considerados »Dhimmi«, protegidos, tolerados con derechos legales
restringidos, y que para ello debían pagar un impuesto correspondiente en regiones de soberanía musulmana. (Por otra parrte, para liberarse de este impuesto de Dhimmi y recibir los mismos derechos, masas de judíos en el Medio Oriente, se convirtieron al islam en el siglo 7, así es que se puede deducir que muchos de los mismos palestinos que hoy esmeradamente demuestran su delirio antisemita, descienden de judíos.) Aunque bajo dominio islámico hubo masacres aisladas de judíos, el odio a los judíos, típico de los cristianos, durante siglos fue menos generalizado entre los musulmanes. Pero esto cambió cuando durante el mandato británico sobre Palestina (1922 – 1948) más y más judíos se radicaron en la región. Como reacción a ello la Hermandad Musulmana, fundada en Egipto en 1928, exhortó a la lucha no sólo contra el colonialismo y la»decadencia occidental« , sino justamente también a desterrar a los judíos. Pronto los Hermanos Musulmanes encontraron socios aliados en Palestina, donde durante el »Alzamiento Árabe« de 1936 a 1939 se llevaron a cabo numerosos atentados a judíos. Líder de la revuelta fue el tristemente célebre »Gran Mufti de Jerusalén«, Mohamed Amin al-Husseini, el que ya en 1933 había tomado contacto con la Alemania nazi, ofreciendo sus servicios para la lucha contra el »judaismo mundial«. Tras el aplastamiento del levantamiento en Palestina al-Husseini huyó en 1941 a Alemania, donde, apoyado generosamente por Hitler, hizo todo lo posible para implantar gusanos cerebrales antisemitas en cabezas musulmanas.22 El hecho de que al-Husseini, el que frente a Hitler, Himmler, Eichmann & Cía. haya exigido siempre la aniquilación de los judíos y paricipado activamente como comandante de Grupo SS en los crímenes nazis, después no haya sido condenado como criminal de guerra, se lo agradeció al »arte superior de la diplomacia«: Las potencias vencedoras no querían por ningún motivo sentar al prominente religioso islámico en la banca de los acusados. Y así, al-Husseini, que murió en 1974 en Egipto, pudo dedicarse tres decadas más a su Misión de Homo-demens: a la divulgación de la peligrosa enfermedad cerebral » Islamismo« , que hasta el día de hoy amenaza al mundo. Quién sabe dónde estaríamos sin cabezas chifladas como al-Husseini o Hassan al-Banna, el fundador de la hermandad musulmana. Posiblemente hace tiempo habría retornado la paz al Oriente Medio y la diferenciación recargada de conflictos en »judíos« y »musulmanes« sería banal.
Guerra profana por la»Tierra Santa« Trágicamente la política israelí ha contribuido de manera significativa para que este conflicto candente se haya consolidado. El error político fundamental ya consistió al haberse constituido Israel como »Estado del pueblo judío« – y no como »Estado de las personas habitantes en suelo israelí«. De hecho esta referencia al »pueblo judío« era comprensible, considerando la persecución de personas judías durante siglos, que culminó en el holocausto, pero
lamentablemente la señal equivocada en el momento inapropiado. Ya que de este modo fueron discriminados no sólo israelíes no judíos y fortalecidos los correspondientes prejuicios entre los musulmanes; sino que también se mantuvo en pie la ficción fatal de que habría un »pueblo judío« como unidad absoluta y claramente diferenciable: Pero observando detenidamente se demuestra que no existe un » pueblo judío«, así como tampoco existe un » pueblo cristiano« o un » pueblo musulmán«.23 En realidad, la imagen recargada de historia del »pueblo judío« expulsado violentamente de la »Tierra Santa«, vagabundeante durante siglos en la diáspora, es un absurdo. Ya en tiempos de Jesús la mayor parte de los judíos vivía fuera de Palestina, esto debido principalmente a que el judaismo era entonces una verdadera religión misionaria. Debido a que muchas personas convertidas al judaismo no tenían antepasados judíos, no sorprende que el grado de parentesco entre las diversas »etnias judías«24 sea realmente ínfima. Resumiendo: » Los judíos« no son en absoluto un pueblo, sino un grupo de personas de las más diversas procedencias. (Esto naturalmente, en forma más suave, también vale para otros»pueblos«: Quién contra toda razón manosea conceptos »nacionalistas«, sólo a través de eso ya delata su pertenencia a la necia especie Homo demens.) Lógicamente el concepto de »judío« sólo puede describir la pertenencia a la comunidad religiosa judía, así como la palabra »cristiano« marca la pertenencia a la comunidad religiosa cristiana. Pero la verdad es que muchos»judíos« en el mundo, si no es la mayoría, en el sentido religioso no son en absoluto judíos. Incluso en Israel el 44 por ciento de los judíos son seculares, es decir, abandonaron la creencia en el el viejo y rabioso Deus demens Jehová. Esto prueba entonces que el pseudogrupo »de los judíos« ha producido más miembros del Homo-sapiens que la mayoría de los otros grupos, pero pone en aprietos a algunos políticos israelíes: En realidad debieran admitir, que muchos »israelíes judíos«, en el estricto sentido, no son para nada judíos, lo que llevaría al absurdo la fórmula del »Estado del pueblo judío«. Para encubrir esto, en Israel también son absurdamente presentados como »seguidores de la religión judía« aquellos que decididamente rechazan la religión judía. Para ser considerado »judío« basta ser hijo de una mujer judía, la que si tampoco es religiosa, pero proviene de una madre judía que tampoco era religiosa, pero que provenía de una madre judía que tampoco era religiosa, pero que… y así sucesivamente,
hasta que finalmente en la línea genealógica materna aparece finalmente una dama que realmente era seguidora del viejo culto de Jehová. Esta cruda mezcla de aspectos religiosos y biológicos recuerda no sólo fatalmente las ideas chifladas que eran la base de las Leyes Raciales de Nüremberg; ella, justamente, ha sometido la moderna democracia israelí a una especie que en la población israelí está completamente subrepresentada,
al: Homo demens religiosus. Esto se percibe, sobre todo, en el derecho civil, el que está ampliamente influido por fuerzas religiosas. Para mantener viva la ficción del »pueblo judío«, en Israel no hay matrimonio civil. Matrimonios entre miembros de distintas »comunidades religiosas« son, de hecho, imposibles, ya que religiosos judíos y musulmanes rechazan rigurosamente »matrimonios mixtos«, lo que tiene un efecto altamente contraproductivo para la sociedad israelí. (También en Europa las tensiones entre católicos y protestantes disminuyeron recién cuando aumentaron los matrimonios interconfesionales.) En verdad es una ironía de la historia que justamente »los judíos«, de cuyas filas provienen los críticos más resueltos de la religión (piénsese sólo en Spinoza, Marx, Freud o Einstein), no lograran en su »propio« Estado anclar la separación entre Estado y religión. La consecuencia: Precisamente »los judíos«, que han producido más psicoterapeutas que cualquier otro grupo en el mundo, se dejan dominar por una horda de trastornados obsesivos compulsivos, los que están tan religiosamente traumatizados, que incluso temen, como »grave blasfemia«, desplegar un paraguas en el Sabbath . (En caso de que usted se pregunte por qué: Un gusano cerebral, evidentemente bueno para bromas absurdas, les murmulla que los paraguas son algo así como carpas, y entonces extender un paraguas es igual en el Sabatth a una »construcción«.) Sólo los muchos cientos de miles de páginas que se han escrito en los últimos siglos sobre la correcta interpretación de las reglas del Sabbath corroboran de manera tragicómica la enorme propensión de los seres humanos al delirio. Las disputas al interior de la ortodoxia judía dejan incluso chica la controversia sobre la cena entre católicos y protestantes (»¿Quién o qué convierte la hostia vegetariana en el cuerpo de Jesús? – ¿el sacerdote ordenado o la misericordia de dios? «). Piense sólo en el debate grotesco que ha estallado entre los representantes sionistas y antisionistas del judaismo ortodoxo: Los tarados de un lado celebran la política violadora del derecho internacional de asentamientos en las zonas ocupadas con el argumento imbécil de que dios les habría prometido esta tierra a »los judíos«. Los cabezas huecas del otro lado ya sienten incluso como pecado imperdonable la mera fundación de Israel, ya que no es el ser humano el que debe erigir el Estado judío, sino el mesías, por lo que hacen causa común con aquellos estúpidos que hacen todo lo posible por hacer desaparecer del mapa a Israel. Cuán extremadamente serio es este anhelo para los antisionistas ultraortodoxos, lo demostraron estos, entre otras cosas, cuando en 2006 participaron en la abyecta »Conferencia de Negación del Holocausto«, la que bajo el patrocinio del presidente iraní, Mahmud Ahmadinedschad, reunió a ultraderechistas de todos los países para ilustrar al mundo sobre la »conspiración sionista«. Probablemente nunca antes hubo tal aglomeración tan multicolor de Homo demens tarados como en esta conferencia: Islamistas, nacionalistas,
racistas, neonazis, del Ku-Klux-Klan, más judíos ortodoxos antisionistas – una Internacional de la Idiotez, controlada por gusanos cerebrales fundamentalmente distintos y sin embargo unidos en el delirio común …
Estado teocrático Irán Que Mahmud Ahmadinedschad haya llegado a ser el portavoz de aquellos mentecatos que quieren exterminar a Israel y liberar a la humanidad de la »influencia nociva de los sionistas«, no es nada extraño: Ya desde su niñez el pequeño Mahmud fue infectado por su padre con los mitos más chalados de la fe chiita. Más tarde sucumbió él a la influencia del ayatolá Khomeini , al que siguió a los pantanos más profundos de la idiotez religiosa: Así como alguna vez Khomeini, así también cree Ahmadinedschad en la necesidad de una »guerra santa« contra los infieles, en particular contra Israel, supuesta »fuente de todo mal«. Y tal como el líder revolucionario islamista de antaño, el presidente iraní cuenta también firmemente con un pronto acontecimiento apocalíptico, a saber, con la vuelta del »oculto 12° Imam« Muhammad al-Mahdi, el que daría inicio a la »Era Dorada del Islam«. La creencia en al-Mahdi, nacido supuestamente el año 869 como descendiente directo de Mohamed, y que desde 941 (!) »vive oculto«, es parte central del sistema insano chiita.25 Este gusano cerebral especial ha infectado sobre todo personas en Irak, Paquistán, Afganistán y en el Líbano, pero el foco de la epidemia se halla en Irán: Según el artículo 5 de la constitución iraní, el viejo alMahdi, de casi 1.200 años, es incluso ¡ Jefe oficial de Estado del régimen de los mullahs! Líderes revolucionarios, Consejo de Guardias, y Presidente de Estado cumplen, según la constitución, sólo el rol de suplentes que gobiernan por encargo del imam escondido hasta su venida. En esto, Ahmadinedschad y sus colegas creen realmente en serio que el Mahdi muy pronto saldrá de un pozo seco en la mezquita de Jamkaran, que asumirá el reinado del mundo y que con la bendición de Alá salvará a toda la humanidad de su padecimiento (en realidad este acontecimiento estaba ya pronosticado para 2007). El presidente iraní está tan profundamente convencido de este disparate, que incluso lo pronunció en la Asamble General de la ONU (!). Así cerró su discurso en septiembre de 2006, anunciado a toda voz como »contribución a la solución de los grandes problemas mundiales«, con una profecía maravillosa (dígase: con una sobredosis »de aire caliente«) de una necedad difícil de superar: »¡Oh, todopoderoso!«, exhaló Ahmadinedschad en el micrófono, »todos los hombres y mujeres son tus creaturas, y tú has designado su guía y redención. Concédele a la humanidad sedienta de justicia el hombre perfecto [al-Mahdi], que tú nos has prometido, y haznos sus fieles, los que anhelan su venida y su causa.«26 Los Jefes de Estado reunidos quedaron atónitos tras el discurso del presidente iraní, lo que Ahmadinedschad se lo explicaba por la inmensa fuerza de sus palabras y el poder del imam escondido . Pero de hecho la mayoría de ellos
quedó simplemente anonadada (ya que ellos no conocían el mito de al-Mahdi) o (si lo conocían) desmesuradamente horrorizada ante la idea de que un chiflado apocalíptico de tal envergadura pudiera poseer algún día armas nucleares. En realidad es de temer, que Ahmadinedschad, en caso de emergencia, aplique cualquier arma de destrucción masiva para acelerar la tan anhelada venida de alMahdi.
Disputa por sucesión entre sunitas y chiitas A diferencia de los chiitas imamitas como Ahmadinedschad, los sunitas, que constituyen la mayoría de los musulmanes en el mundo, consideran la creencia en el 12° imam escondido una verdadera sandez – lo que sin duda es sensato. Pero eso no significa que el islam sunita sea de algún modo más racional que el chiita. Los acontecimientos que llevaron a la secesión de la comunidad islámica ya revela mucho sobre el carácter de la actual segunda mayor religión sobre la Tierra: Pues la división de sunitas y chiitas resultó de un vicio típico del Homo demens, de la disputa por la herencia. Usted seguramente lo conoce: A poco de fallecer una persona se enzarzan sus queridos sucesores en una pelotera despiadada por la herencia del pálido… Eso pasó también tras la muerte de Mohamed. Inmediatamente se formaron dos fracciones irreconciliables: Por una parte estaba Fátima, la hija del profeta del primer matrimonio, que veía a su marido Ali Talib (yerno de Mohammed) como líder legítimo de los musulmanes. Por el otro bando se posicionó la esposa más joven de Mohammed, Aischa, que había sido casada con el profeta a la tierna edad de seis años, y que ahora demandaba que su padre Abu Bakr (suegro de Mohamed) asumiera el rol guía. En el curso de las rencillas entre hija/yerno y esposa/suegro hubo primeramente violentos conflictos intrafamiliares (así murió Fátima, la hija de Mohamed, tras una agresión del suegro), poco tiempo después devastadoras batallas militares, en las que decenas de miles perdieron la vida. Lo absurdo es que hasta el día de hoy sunitas y chiitas se diferencian por al lado de que fracción están en la sangrienta disputa familiar tras la muerte de Mohammed: Los sunitas se solidarizan con Aischa y Abu Bakr, los chiitas con Fátima y Ali Talib. Según ello los unos aducen el Califato, que va del primer Califa Abu Bakr, pasando por las dinastías de califas de los Omeyas y Abasíes, hasta los Osmanos; los otros aducen el Imamato, la línea de ascendencia, que va desde el primer imam Ali, pasando por sus hijos (es decir: los nietos de Mohamed), hasta aquel oculto 12° Imam, por cuya venida Ahmadinedschad rezó tan fervorosamente ante la Asamblea General de la ONU. Difícil de creer, pero en realidad el quiebre familiar en la casa de Mohamed causó los sangrientos conflictos de siglos entre sunitas y chiitas, en los cuales padecerían sobre todo los chiitas, numéricamente inferiores. Aún hoy ellos son reprimidos en muchos países sunitas – particularmente en Arabia Saudita, el país donde se encuentran
los lugares de peregrinación más importantes del islam (Meca y Medina) y que muchos musulmanes consideran ejemplo iluminador de derecho y orden. Lo que eso significa ya lo revela un corto vistazo a este país islámico ejemplar: El islam sunita (en su manifestación conservadora salafista)27 es en Arabia Saudita religión estatal ,y la »ley divina«, la Sharia, fundamento de la jurisprudencia. De acuerdo a ella los »delitos« como adulterio, relaciones homosexuales, beber alcohol o la apostasía de la única y verdadera fe sunita son castigados con azote público o la pena de muerte. Para garantizar la conservación de las estrictas normas de comportamiento, la »autoridad para la divulgación de virtuosidad y el impedimento de vicios« envía diariamente a la calle a su policía religiosa, la que vigila celosamente que las mujeres vayan vestidas muy decentemente y que no les deparen »deshonra« a sus tutores masculinos (padre, hermanos o tíos, más tarde: esposo). La seriedad con la que los policías religiosos cumplen su tarea, se mostró ejemplarmente en marzo de 2002, cuando impidieron violentamente que colegialas desesperadas abandonaran su escuela en llamas, ya que las muchachas que escapaban de las llamas no habrían estado vestidas apropiadamente.28
Suras de la demencia Trátese de Arabia Saudita o Irán: En lo que se refiere al delirio de sus guardianes de la moral, casi no hay diferencia entre sunitas radicales o chiitas radicales. Eso tampoco es sorprendente, ambos sistemas delirantes se alimentan de la misma fuente turbia, del Corán. Ya el gran médico y escritor persa al-Razi (Rhazes), una verdadera lumbrera en la breve fase de la Ilustración islámica (siglo 9 al 10), comprendía la obra fundamental del islam como una » rara mezcolanza de fábulas absurdas e incoherentes«.29 De hecho, las 114 suras y 6.236 versos del Corán son extrañamente confusos, y en pasajes dan la impresión como si fueran los apuntes de un paciente de psiquiátrico. Cada una de las suras, las que no están ordenadas ni cronológica ni temáticamente (¡Un concepto estructural verdaderamente original!), saltan vivamente de un tema a otro, sólo una cosa permanece de verso a verso igual, de la misma forma cansadora y perturbadora: un dibujo en blanco y negro de bien y mal,cielo e infierno, creyentes y no creyentes, dios y diablo, infinita misericordia y eterna maldición, lo que hace pensar en un síndrome borderline de personalidad. Irónicamente los derechos de autor de este confuso texto los tiene, según la fe islámica, el mismo Alá, el que custodiaría »en el cielo« (o donde quiera que esté – los antiguos musulmanes no sabían nada del universo infinito) el texto original del Corán. En su misericordia infinita, se dice, Alá quería anunciar el texto del Corán a sus creaturas terrenales. Para ello habría habido, naturalmente, vías directas – dios, como ser todopoderoso, hubiera podido anunciar sus mandamientos con voz atronadora a todo el mundo o haberlos esculpido con letras indelebles en la Kaaba – , pero por motivos inescrutables (el Alá
musulmán debe haber tenido un mal consultor de relaciones públicas, así como el Jehová judío o la Trinidad cristiana diospadre/hijo/espíritu santo) él prefirió enviar a su ángel Gabriel para implantar una copia del texto celestial original en el corazón de un hombre de 40 años llamado Mohammed, el que en el año 610 pasaba por un tipo de »crisis de la mediana edad« y que se había retirado al páramo del monte Hira. Gabriel le reveló a Mohammed durante el sueño, lo que perfectamente desconcertaría a cualquier persona cuerda – pero no a nuestro profeta: Convencido de ser el »Enviado de dios, descendió él del monte reuniendo a su alrededor a los primeros seguidores. En la fase mecana temprana el liderazgo de Mohamed era aún bastante modesto, él se consideraba »admonitor religioso«, no fundador de una nueva religión. Pero tras la muerte de su primera esposa Chadidscha (por el 619) se agudizaron, evidentemente, sus ataques psicóticos30: Una vez relata Mohammed haber subido de la Kaaba con una escalera al cielo, acompañado por Gabriel. En otra oportunidad él vuela con al-Buraq, un animal de montar tipo caballo, blanco, con alas y rostro humano, hacia Jerusalén, donde él ora con Abraham, Moisés y Jesús. Incluso con el mismo todopoderoso se habría encontrado Mohamed en su viaje al cielo. Gracias al apoyo de Moisés él logra incluso regatear el mandamiento de Alá de 50 a 5 insignificantes rezos por día(!) (Evidentemente el cielo funciona como un bazar oriental – ¡Ni imaginarse si Mohamed hubiera mostrado menos destreza negociante: Los musulmanes se la pasarían hoy rezando!) Al poco tiempo tras las vivencias decisivas en el »cielo« Mohamed se traslada de Meca a Medina, donde él, en un breve plazo, pone en pie un potente ejército. El profeta va adquiriendo progresivamente rasgos de un guerrero fanático de dios que tampoco se amilana ni ante ejecuciones en masa. En el año 630 su séquito es lo suficientemente grande como para tomar la Meca. Cuando Mohammed muere en el año 632 ya toda la península árabe está bajo dominio islámico – tras numerosas extorsiones, guerras de conquista y miles y miles de muertos (minimizantemente se decribe el proceso como »expansión islámica«) – el imperio de los musulmanes se extiende desde España hasta la India.
El síndrome relidiota Interrumpamos aquí el análisis: Hemos visto en cámara rápida tres de las innumerables historias religiosas de salvación que el Homo demens ha concebido en el transcurso de los siglos. Con ello – espero yo – ha quedado en claro que ninguna de estas historias soporta en lo más mínimo una comprobación crítica. De hecho, los mitos fundamentales del judaismo, del cristianismo, del islam (no quiero meterme aquí en las particulares chaladuras del hinduismo o del budismo tibetano) se caracterizan por una necedad que francamente despierta compasión. No obstante – y sólo esto ya muestra cuán desacertado es, refiriéndose a nuestra especie, hablar de Homo sapiens –
millardos de personas creen al pie de la letra estos relatos absurdos. Y eso tiene, naturalmente, repercusiones: Para hacerse una idea de las consecuencias de este delirio basta extraer del montón de noticias que día tras día pasan por los teletipos algunos casos sintomáticos… Noticia 1: Judíos ultraortodoxos apedrean a turistas en Jerusalén, porque estos usaban su móvil en horas inapropiadas (el motivo para este hecho relativamente inofensivo es claro: judíos devotos creen que la corriente eléctrica sería un tipo de »fuego« – y hacer fuego según los mandamientos ficticios de su dios ficticio en Sabatt está vedado.) Noticia 2: La iglesia católica instruye año tras año nuevos exorcistas para contrarrestar el »peligro demoniaco«. (Ocasionalmente bastan para ello, evidentemente también, los restos de un »santo« prominente – ahora que estoy escribiendo esto, la sangre del fallecido papa Juan Pablo II es distribuida por obispados mejicanos, con la encomienda oficial de acabar ahí con la guerra de las drogas.31 ¿Cómo puede uno comentar algo así? Quizás con las palabras de Karlheinz Deschner: »Mientras más grande es el daño en el tejado, más linda la vista al cielo.«) Noticia 3: Cristianos Evangelicales en Kenia y Nigeria expulsan, torturan, matan a sus propias niñas por considerarlas »brujas«. (Uno de los fenómenos más terribles de nuestros tiempos del Homo-demens: En el continente africano tiene lugar – exhortada por predicadores occidentales, y fieles a la exigencia bíblica »¡A una bruja no debes dejarla con vida!« – una nueva caza de brujas, que ya ha cobrado entre niños decenas de miles de víctimas.) Noticia 4: Mujeres palestinas relatan llenas de orgullo que ellas preparan a sus hijos, ya desde su primera infancia, para abandonar gloriosamente la vida como bombas humanas. (No crea que estas mujeres no aman a sus niños. Al contrario: Ellos quieren, como toda buena madre, »sólo lo mejor para su niño« – y algo mejor que la recompensa de Alá, por una muerte como mártir, no pueden imaginárselo.) En los medios este delirio religioso cotidiano es parafraseado como »religión«. ¿Pero se justifica echar en un mismo saco las obras maestras que han resultado en el contexto religioso (piénsese sólo en las creaciones maravillosas en el campo de la música, de las bellas artes, de la arquitectura), con el disparate insoportable que hoy obnubila a millardos de cerebros? ¿Tenemos que equiparar realmente a los grandes místicos de las religiones mundiales (budistas del Zen, hindúes advaitas, sufis islámicos, místicos cristianos como Meister Eckhart ,etc.) con aquellos chiflados chiquitos que, sobre la base de textos añejos, pretenden dictar nuestro presente y futuro? ¡No! Deberíamos aprender a distinguir entre la fusión mística con todo el universo32 y
el fundido de todas los fusibles en el piso de arriba, provocado por dogmas desvariados. Sentimientos religiosos no son – para ser justos – necesariamente sinónimos de idiotez religiosa, aunque a menudo van juntos el uno con el otro. El concepto de »idiotez religiosa« (en breve: »Relidiotez«) puede sonar hiriente, pero describe de manera mucho más precisa que cualquier otro concepto alternativo uno de los problemas centrales de nuestra época: Mientras tengan, propiamente, relidiotas la última palabra sobre nuestro planeta – y la tienen lamentablemente, para pesar del ser humano, en muchas partes del mundo – , todos los intentos de conformar una convivencia de las personas más sensata,más libre, más justa estarán condenados al fracaso. (Piense sólamente en los extremistas musulmanes en Somalia, que en 2011 no permitieron la ayuda internacional para la población hambrienta.) Intentemos entonces, teniendo a la vista la importancia de este fenómeno, una breve definición del síndrome relidiota: Relidiotez es una raramente diagnosticada (aunque brota a menudo ) forma de limitación mental, desatada preponderantemente en la infancia mediante intensiva indoctrinación religiosa. Ella conduce a rendimientos cognitivos por debajo de la media, así como a reacciones emocionales impropias tan pronto se trate de cuestiones de relevancia religiosa.33 Curiosamente la relidiotez no se refleja en una reducción general del coeficiente intelectual: Relidiotas son de hecho extremadamente limitados en su visión del mundo como para poder reconocer los absurdos evidentes de su credo, pero en el ámbito técnico o estratégico pueden ser altamente inteligentes (véase a Osama bin Laden). Así como hay » islas talentos « (personas limitadas mentalmente o autistas con habilidades matemáticas o artísticas impresionantes), hay también sin duda » islas miserias « (personas normales o altamente inteligentes que en cuanto a visión de mundo son totalmente débiles). Por eso es que relidiotez debiera entenderse como »trastorno parcial del desarrollo« – un término propuesto ya hace años por el psicólogo del desarrollo Franz Buggle, para comprender los bloqueos específicos de pensamiento de fundamentalistas religiosos.34 En Europa Occidental nos complicamos en estimar correctamente las dimensiones globales de la relidiotez. Pues la mayoría de los creyentes, con los que nos encontramos en nuestras latitudes, hace tiempo que dejaron de tomarse muy a pecho su religión . Muchos de ellos, a lo más, hablan un »dialecto religioso« , que suena pechoño en algún grado, pero que hace tiempo dejó de serlo.35 En efecto, la mayoría de los »cristianos« ni siquiera sabe lo que deberían creer ofcialmente: La »Resurrección de los Muertos« muchos la conocen sólo de filmes de zombies – y el »Juicio Final« muchos probablemente lo toman como la última receta ideada por el cocinero de TV Johann Lafer. La transformación del brutal y furibundo cristianismo europeo de antaño en una pseudoreligión inofensiva con carácter folclórico, es sin duda un desarrollo
afortunado. En todo caso debemos tener cuidado en concluir que el »canturreo religioso banal« en Europa corresponde a las condiciones en el mundo. Lo que significa verdadera relidiotez no se encuentra sólo en Arabia Saudita, Irán, Nigeria o Somalia, sino ya en los EE.UU. de América: Cuando evangélicos estadounidenses hablan de »resurrección«, »creación«, »cielo«, »infierno«, »dios« y »diablo«, para ellos éstos no son metáforas sueltas – ¡No, esta gente cree realmente en lo que dice! Ellos creen en verdad que dios creó el mundo cuando los babilonios elaboraban la primera cerveza. Millones de ciudadanos estadounidenses están incluso convencidos de estar viviendo en ese bíblico »Fin de los tiempos«, en el que (según el apocalipsis de Juan) se librará la batalla final entre el bien y el mal, entre dios y el diablo. Como en las últimas décadas ha aumentado en todas las religiones el número de chiflados apocalípticos que disponen entretanto de posibilidades técnicas, con las que los guerreros de dios en tiempos atrás ni siquiera soñaban, surge hoy una de las grandes preguntas cruciales de la humanidad: si se logrará contener la influencia de los relidiotas (eliminarla, probablemente nunca.) En todo caso, la relidiotez ,por supuesto, no es el único problema grave que debiéramos resolver para avanzar sobre un camino hacia un futuro mejor. Pues lo gusanos cerebrales relidiotas hace tiempo que reciben competencia de la parte profana: ¡Los seres humanos ya no necesitan dioses para hacerse la vida un infierno! Los nuevos sistemas delirantes del Homo demens funcionan también sin pechoñería, teniendo así efectos no menos mortales. Abandonemos entonces el maravilloso mundo de los relidiotas y sumerjámonos en en el absolutamente normal delirio de la estupidocracia financiera …
ESTUPIDEZ DE ENJAMBRE Cómo los economidiotas arruinan el mundo Quizá usted conoce el chiste: Se encuentran dos planetas en el universo. »¡Hombre, que me siento mal«, jadea uno. »Temo que tengo Homo sapiens!« »¡Oh, eso es terrible!«, dice el otro. »Yo también tuve una vez Homo sapiens. Pero not e preocupes: ¡Eso se va rápido!« – En este chiste casi todo es cierto, sólo el diagnóstico de la enfermedad no es del todo correcto: Pues el planeta aquejado no padece de Homo sapiens, sino que de Homo demens – y eso es una diferencia enorme: Un planeta como la Tierra podría soportar sin problemas a siete millardos de humanos sabios – pero no a siete millardos de idiotas! Cuán vertiginoso ha sido el crecimiento demográfico en las últimas décadas, se puede ilustrar con unos pocos números: Hace 2.000 años vivían sobre la Tierra ap. 300 millones de humanos, un milenio y medio después, en el año 1500, eran 500 millones; por el 1800 cerca de un millardo. En el siglo 20 – a pesar de las devastadoras Guerras Mundiales – se fue derechamente al grano: En 1927 ya habitaban la Tierra dos millardos de personas, en 1960 ya eran tres millardos, en 1974 cuatro millardos, en 1987 cinco millardos, en 1999 seis millardos. Entretanto ya rompimos la barrera de los siete millardos, la de ocho millardos caerá más o menos el 2025. Es una perogrullada que grandes masas de personas producen grandes problemas. No obstante: La veradera causa de la miseria global no radica en la mayor biomasa del ser humano, sino en el poco uso de la masa cerebral : ¡Somos lisa y llanamente demasiado tontos para ser tantos! Todo nicho ecológico soporta sólo un cierto grado de estupidez – y en este sentido el ser humano sobrepasa exageradamente la raya. Si vemos las catástrofes que nosotros ya hemos desencadenado, hay que preguntarse realmente, cuál forma de vida es la más inteligente: ¿humano u hormiga? Al fin y al cabo, la biomasa de las hormigas sobrepasa muchas veces la del ser humano. (no son sólo muchos más individuos, sino que sobre la balanza pesan mucho más.) Y aunque los muchos sextillones de hormigas, día tras día, producen y consumen como los campeones mundiales, ellas no tienen problemas de sobrepoblación ni de basura. Aparentemente ellas saben hacer economía más inteligentemente que nosotros. ¿Pero por qué esto es así? ¿Dónde yace la causa ecológica y económica evidente de la sabiduría de las hormigas y de la no menos evidente estupidez de los humanos? ¿No somos como individuos infinitamente más listos que ellas? ¡Por supuesto que lo somos! Como individuos somos colosalmente superiores a las hormigas, como colectivo, sin embargo, navegamos a la vela: Pues las hormigas se destacan por su inteligencia de enjambre, los humanos por su
estupidez de enjambre. Es exactamente el fenómeno inverso: Mientras que de la limitación individual de las hormigas resulta una inteligencia colectiva, de la inteligencia individual de los humanos resulta una limitación colectiva: ¡Recién juntos somos realmente tontos! Porque esa es nuestra especialidad: hemos creado un sistema que de la racionalidad de cada uno crea, con precisión mortífera, el fundamento de una demencia colectiva que nos hace tomar decisiones que, dentro del sistema, parecen »inteligentes« e incluso »razonables«, aunque en verdad son de una estupidez pavorosa. Para ello es difícil hallar un mejor ejemplo que nuestra actual sociedad de usar y tirar , la que por una parte tiene consecuencias completamente irracionales, pero que por otra parte se fundamenta en estrategias económicas muy racionales, como la llamada obsolescencia programada. Posiblemente usted no ha escuchado nunca este término36, pero los fenomenos ligados a él le deben ser bastante familiares. Usted seguramente ya lo sabe: ¡Apenas se vence el plazo de garantía de su móvil, tostador, impresora o refrigerador, el maldito engendro se muere! Detrás de este interesante hecho se oculta no sólo el famoso »estrago del tiempo«, que como se sabe nos carcome a todos y a cada uno, sino también justamente la »obsolescencia programada«. El adjetivo »obsoleto«, contenido en este voluminoso concepto, significa »caduco«, »anticuado«, »fuera de uso« – y de eso se trata precisamente: Muchos productos son concebidos intencionalmente de tal forma que en el momento justo (ni muy temprano ni muy tarde) estén »caducos«. Como consecuencia el feliz consumidor puede estimular la economía adquiriendo nuevos productos. ¡Pero claro! ¿Dónde estaríamos si los productos duraran eternamente? ¡Los mercados se desplomarían, nuestras ganancias, nuestros puestos de trabajo, nuestras pensiones correrían peligro! Algo tan absurdo como refrigeradores con una vida útil de 25 años sólo lo podía producir la R.D.A. – no es de extrañar que se fuera a pique. Cómo se hace correctamente, ya lo mostraron hace décadas los consorcios eléctricos, cuando redujeron sistemáticamente la vida útil de sus ampolletas de 2.500 a 1.000 hrs. Pues el lema del mercado global es: »¡Larga vida a la corta vida!« En este sentido era simplemente consecuente cuando los diseñadores de DuPont, que en los años 1950 inventaron medias de nylon »irrompibles«, fueran enviados posteriormente de vuelta al tablero de dibujo para desarrollar una variante menos resistente. Mercancías demasiado durables, eso lo sabe cualquier empresario, son una tragedia para el negocio. En nuestro bello nuevo mundo de mercancías cada producto tiene de partida una vida útil predeterminada – y para que ella no sea sobrepasada inadecuadamente, los fabricantes se las ingenian: Lo primero para ello es crear tendencias de moda de corta vida, de manera que los consumidores voluntariamente echen mano a nuevos productos. Pero a veces los clientes son un poco porfiados, y deben ser empujados a su felicidad. Por ello es que algunos
fabricantes incorporan chips en sus aparatos eléctricos que les dan a sus artefactos, tras un cierto periodo de servicio, la gentil indicación de detener el trabajo.37 Más popular es aún el »desgaste calculado«, es decir, la utilización de materiales que tras algún tiempo hacen el producto inútil, o que en su óptica lo hace aparecer tan »estropeado« que el cliente se lo piensa tres veces si no sería mejor adquirir el el producto más caro pero, en cambio,más prestigioso. Desde el punto de vista empresarial la estrategia de la obsolescencia programada es sin duda astuta – muy astuta incluso, ya que garantiza el éxito de la empresa mediante salida en masa de sus productos . También desde el punto de vista económico nacional la obsolescencia programada parece tener sentido, ya que si sólo todos compramos como locos recibimos como recompensa aquel anhelado crecimiento económico, por el que políticos occidentales tan fervorosamente rezan, como devotos católicos lo hacen por la remisión de sus pecados. Visto globalmente, la obsolescencia programada, bajo las actuales circunstancias, no puede ser más descabellada, ella es precisamente un ejemplo modelo de nuestra carencia de inteligencia de enjambre o de nuestra extrema estupidez de enjambre: A ninguna persona por sí sola se le pasaría por la cabeza jugarse la vida por la conquista de recursos, para transformarlos después en un tiempo cortísimo en montañas de basura sin valor. Sólo en la masa somos lo suficientemente estúpidos como para mostrar tal comportamiento.
¿Humano útil o perjudicial? El hecho es que debido a los cada vez más cortos tiempos de vida útil de los productos, cada vez se producen más desechos. Sólamente en Alemania esto representa por ahora más de un millón de toneladas al año de basura electrónica – y hay países que lo hacen fabulosamente mejor, como los EE.UU., donde cada año son »recolectados« 300 millones de computadores. En realidad tendría que ser obvio que no puede ser una solución – como hasta ahora – embarcar basura venenosa a los tugurios miserables del mundo (a veces incluso esta carga tóxica es declarada cínicamente como »ayuda para el desarrollo «). ¿Pero cambiamos por eso nuestra actitud? ¡De ninguna manera! Aunque las montañas de basura siguen creciendo tan dramáticamente, así como se van agotando los recursos, no queremos admitir que el paradigma de la corta vida ya ha sobrevivido mucho tiempo. Huestes enteras de especialistas en economía consideran aún como un signo de inteligencia diseñar productos tan poco inteligentes que deban ser sustituidos lo más pronto posible. Quedando así finalmente todo como antes: Con el mayor esmero producimos montañas y montañas de basura, creando así las condiciones ideales para nuestro ocaso colectivo, como si realmente no pudiéramos esperar. El incipiente movimiento por el medio ambiente tampoco ha hecho cambiar mucho esto en las últimas décadas. Es cierto que ha habido éxitos en ciertos sectores (así fueron prohibidos en 2001 algunas sustancias particularmente
tóxicas, como el PCB o DDT), pero la onda ecológica, como mucho, pudo echarle una »manito de gato verde« a la actual barbaridad. Pero pregúntese usted: ¿Es realmente ecológico o más bien dicho ecoloidiota (esto es idiotez ecológica), si por una parte se reduce a la mitad el consumo de bencina por automóvil, pero por otra parte se triplica el número de vehículos? ¿Es sensato seguir el imperativo del ecologismo que se limita a reducir las cantidades de sustancias nocivas tóxicas y a restringir la transformación de recursos irrecuperables en basura improductiva? ¿No conduce esto, en el mejor de los casos, al derrumbe algo más tarde de los sistemas, en el peor de los casos incluso a un aceleramiento de la destrucción, ya que los productos comercializados como »eco« o »bio« pueden entonces ser consumidos sin »mala conciencia«? Bajo el dictado del ecologismo nuestra meta de todos es llegar a ser »algo menos pernicioso para el medioambiente«. Eso suena fantásticamente ecológico, pero atendiéndolo más detenidamente es ecoloidiota porque: ¡Menos malo todavía no significa ni con mucho que sea bueno! Justamente en este punto queda en claro la insensatez de la onda ecológica: Ella nos condiciona a ver nuestra salvación en reducir la huella ecológica negativa del Homo demens, en vez de fortalecer con la misma intensidad la huella ecológica positiva del Homo sapiens. Nuestra atención está tan focalizada sobre el humano perjudicial , que perdemos completamente de vista al humano útil . ¿Pero por qué tendríamos que ser mucho más tontos que otras especies? ¿Por qué no podríamos lograr nosotros, seres humanos, lo mismo que practican las hormigas de manera ejemplar hace millones de años? ¿No podríamos también nosotros conformar tan inteligentemente producción y consumo para que estos sean no sólo inofensivos, sino incluso útiles para la biosfera? Que esto es posible lo han expuesto Michael Braungart y William McDonough en su excelente libro »Simplemente producir inteligentemente«.38 Ellos documentan no sólo insistentemente por qué debemos despedirnos rápidamente de la forma de producción practicada hasta ahora, la que conduce de la cuna de la explotación de materias primas al féretro de los vertederos de desechos peligrosos, sino que evidencian con su Principio Cradle to Cradle (traducido: de la cuna a la cuna), cómo podría hacerse de otra forma: En un verdadero ciclo económico deberían estar consecuentemente separados unos de otros los nutrientes biológicos y los tecnológicos. En vez de perderse para siempre, ellos se mantendrían conservados para el proceso de producción y consumo, lo que exige que ya en la planificación y fabricación del producto ya esté calculado en él su posterior reaprovechamiento. Desechos, en el sentido de basura inútil, ya no existen en tal sistema cíclico, ya que todo residuo es a la vez alimento para el próximo proceso metabólico – así como la naturaleza nos lo enseña desde hace millones de años.
Lo notable de Cradle to Cradle es que él no sólo es consecuentemente ecológico, sino también consecuentemente humanista. El ser humano no se presenta aquí de partida como lastre para el planeta, sino como enriquecimiento potencial . Esta es una enorme diferencia con los enfoques tradicionales, que la mayoría de las veces vienen en túnica penitencial, que predican letanía de nuestra gran culpa y suplican expiación por el gran pecado del ser humano a la »santa creación de dios«.39 Esta diferencia conceptual fundamental tiene consecuencias prácticas de gran alcance: A diferencia de las ideas tradicionales, Cradle to Cradle no apela a la reducción, a desistir y a cero crecimiento (la triste trinidad del ecologismo devoto), sino a más creatividad, a más belleza y a una inteligente expansión de nuestras posibilidades técnicas. El modelo de C2C (como se abrevia el concepto) no es la fría, asceta habitación de monje, sino el cerezo florido, el que año tras año, aprovechando de forma tan maravillosamente efectiva sus recursos, no sólo él se beneficia sosteniblemente de ello, sino también su alrededor . Entretanto, Braungart y McDonough, juntos con socios internacionales, han comprobado que el concepto Cradle to Cradle funciona. Ellos han levantado fábricas de las que el agua efluyente es más pura que el agua afluyente, han construido casas que producen más energía que la que consumen, han diseñado monitores que pueden ser completamente reciclados, han elaborado textiles que no sólo pueden ser vestidos confiadamente (normalmente portamos basura tóxica sobre la piel),sino que después pueden servir como compost en el jardín . Las experiencias de los últimos años han mostrado, que la revolución C2C, que transformaría radicalmente nuestro metabolismo con la naturaleza, sería perfectamente realizable. Firmas de renombre ya han trabajado exitosamente con el concepto40 – y sin duda ya estarían ahora muchas, muchas empresas a bordo, si (si:¡eso sí!) hubiera mayores estímulos económicos para que las empresas se bajaran del absurdo sistema de la ecoloidiotez. Pero justamente aquí está el problema: Estupidez ecológica (ecoloidiotez) y necedad económica (economidiotez) son procesos que se refuerzan mutuamente. La terrible verdad es que no sólo muchas de las mercancía que producimos y consumimos diariamente no están diseñadas inteligentemente, sino¡que todo nuestro sistema económico se alza sobre un diseño no inteligente! Como si no bastara con que creemos productos tontos, además fallamos en la tarea de organizar sensatamente el recambio de estos productos. De hecho, signo negativo multiplicado con signo negativo, da en mátemáticas signo positivo – pero el + gordo que resulta de la distribución tonta de productos tontos va a dar como por arte de magia a las cuentas de algunos pocos, mientras que la mayor parte de la humanidad mira embobadamente desde la ropa cargada de tóxicos.
Estupidez económica de enjambre En realidad, una economía que funciona bien debiera garantizar el intercambio impecable de bienes y servicios. Teóricamente podríamos incluso esperar que, gracias a la reproducción permanenete de las riquezas naturales y al enorme aumento de la productividad humana, cada individuo sobre este planeta pueda llevar una vida más o menos aliviada. Pero como todos sabemos, la realidad se ve completamente distinta: Es cierto que muchas personas disfrutan hoy de un lujo que haría palidecer de envidia incluso a los emperadores, reyes y papas más poderosos del pasado, pero al mismo tiempo mueren día tras día 30.000 niños menores de cinco años como consecuencia de desnutrición, carencia de higiene y deficientes prestaciones médicas. Mientras nosotros hacemos saltar los corchos de champaña, millardos de personas no tienen ni siquiera acceso a agua potable. Mientras nosotros vamos al gimnasio para quemar calorías excedentes, hay 700 millones de personas amenazadas por el hambre. Es la gran paradoja de nuestro tiempo: La humanidad nunca fue más rica, nunca fue más pobre que hoy. Nunca antes hubo tal grandioso bienestar, y a la vez una miseria tan terrible. Algunos ven aquí un problema de la moral. Opinan que nosotros, las personas de las naciones industrializadas ricas, simplemente seríamos demasiado rapaces, y que premeditadamente les robaríamos a los más pobres de los pobres las últimas migajas del plato. ¿Pero es cierto esto? ¿Somos realmente tan despiadados como para que no nos toque el padecimiento de los otros? ¿Aspiramos en verdad a lograr nuestra felicidad a costa del infortunio de los más pobres? ¡No! La mayoría de nosotros tiene absolutamente claro que esto no puede seguir así. La gran mayoría de las personas en las naciones industrializadas desea otro mundo, uno más justo, en el que cada uno pueda vivir sin preocupaciones. Entonces no es por carencia de ética global , sino por carencia de inteligencia, que las cosas aún continúan como están. La triste realidad es que: ¡No somos tan malos, sino demasiado tontos para lograr un mundo más justo! Y eso es lo realmente trágico de esta situación: Nadie lo quiere, todos se lamentan de ello – y sin embargo sucede: La brecha entre ricos y pobres es cada vez mayor – y eso no sólo a escala global, sino también dentro de las naciones ricas. Según las teorías de la economía clásica, en realidad no debiera haberse llegado a esto. La »mano invisible del mercado« descrita por Adam Smith tendría que haber manejado de tal forma el egoismo de los individuos, para que ella, con el correr del tiempo, hubiera garantizado el bienestar de todos. Pero resultó distinta la cosa: Mientras la mano invisible del mercado acariciaba a unos, estrangulaba a otros. La acción de un »asesino invisible« que produce millones de víctimas y que no aparece en ninguna ficha policial podría definirse como »crimen perfecto« – no obstante, si todo eso hubiera sido planeado
concienzudamente. Pero eso justamente no fue el caso. Así como tampoco hay un diseño inteligente en la naturaleza (la evolución biológica está tan llena de fracasos, infortunios y panas, que el suponer un diseñador inteligente se prohibe en sí mismo), no se puede distinguir en nuestro modelo económico alguna forma de inteligencia superior . Al contrario: No hay un campo donde se manifieste tan evidentemente la estupidez humana de enjambre, como en el campo de la economía.
¡Encuentra al próximo mayor idiota! Piense sólamente en las turbulencias de los mercados financieros internacionales: Ahora, cuando estoy escribiendo esto, el euro, debido a las colosales deudas estatales en Grecia, pero también en muchos otros países europeos, está masivamente bajo presión. Aunque los gobiernos acuerdan »Paquetes de Rescate« cada vez mayores, de dimensiones difíciles de imaginar, astutos ejecutivos de fondos de cobertura siguen especulando exitosamente contra la deprimida moneda europea. Naturalmente ellos son estilizados por eso, tanto en los medios como en la política, como los chicos malos. Pero lo que se pasa por alto en esto: ¡El capital con el que los ejecutivos apuestan contra el euro, proviene no insignificantemente de la misma eurozona! Es así que cajas de pensiones, para asegurar las jubilaciones de sus miembros, han colocado su capital justamente en aquellos lucrativos fondos de cobertura especializados en especulaciones monetarias. 41 En consecuencia se apuesta con ahorros europeos contra ahorros europeos. Una payasada de primera clase, en la que usted puede elegir lo que prefiera: Si el ocaso del euro es detenido, su renta privada de jubilación cae; si el plan se malogra, su renta sube, pero el euro ya no vale casi nada. Locuras de este tipo están a la orden del día en este negocio, mejor dicho: Ellas son constitutivas de este negocio. El gurú de bolsa André Kostolany, fallecido en 1999, afirmaba haber aprendido ya en su primer día en la Bolsa de París la receta básica de su posterior éxito, y ella es que el curso depende sólamente de »si hay más papeles que estúpidos o más estúpidos que papeles«.42 De hecho, los mercados financieros funcionan según la lógica de las cartas cadena, cuya regla fundamental es tan simple como absurda: ¡Encuentra al próximo mayor idiota! Exitoso es aquel que logra encontrar un idiota que ofrezca más por un papel, el que ya haya sido adquirido por uno mismo por sobre el valor . Naturalmente que aún más exitoso es aquel que encuentra no sólo al próximo mayor idiota, sino que además apuesta en el momento justo a que la porquería de »producto financiero« que se le ha vendido a él, pierda su valor. 43 En la economía real no funcionaría nunca tal idea comercial, pero el juego virtual de cartas cadena de los mercados financieros hace tiempo ya que se desacopló de ella.
Una yuxtaposición de los respectivos volúmenes muestra cuánto divergen los mercados reales y financieros entre sí: Así, el valor total de todos los bienes y servicios producidos mundialmente en 2010 fue de ap. 63 billones de dólares (1 billón= 1.000 millardos; 1 millardo=1.000 millones), pero el volumen de los derivados financieros (de las especulaciones a valores futuros de estos bienes y servicios, derivadas de modo extremadamente intransparente) fue nada menos que de ap. 601 billones de dólares, el volumen de los negocios de divisas (el comercio con monedas) de incluso ap. 955 billones de dólares. 44 Con esta desproporción a la vista no es de extrañar que las inversiones en la producción de bienes y servicios reales vayan decayendo progresivamente. (En los años 1970 en Alemania se invertía todavía el 15% del Producto Interno Bruto en la expansión o mejoramiento de las capacidades productivas, en los 1990 aún era el 10%, en 2010 la cuota de inversión neta fija era de un mísero 2,9%.45) ¿Pero por qué los dueños de capital tendrían que invertir en nuevas técnicas y productos, por qué los bancos tendrían que llevar a cabo su tedioso negocio diario de otorgar crédito a empresas si la ruleta del casino financiero virtual arroja ganancias mucho mayores? Desde la lógica interna del sistema financiero esta estrategia de inversión es completamente racional, pero observada objetivamente se trata de ¡La mayor imbecilidad económica de todos los tiempos! ¿Pues qué representan las ganancias y pérdidas en los mercados financieros si ellas sóla y únicamente giran en torno a sí? ¿Qué valores reales tienen que seguir representando los exorbitantes aumentos de patrimonios y deudas? Pregúntese usted mismo: ¿Hay algo más descabellado que la idea de que podría producirse bienestar invirtiendo capital ficticio en capital ficticio, en lugar de invertir en bienes y servicios reales ? ¿Hay que recordar realmente que el eslogan de los bancos »¡Haga trabajar su dinero!« es una pura estupidez? ¡Por supuesto que el dinero no trabaja nunca, son siempre personas reales las que trabajan por dinero, produciendo bienes y servicios! Y es justo en este punto es en el que el gato financiero especializado en »ratones virtuales« se muerde la propia cola: Ya que ¡¿por qué dinero, piénsese por favor, van a tener que trabajar entonces las personas, si una gran parte del capital afluye a productos financieros especulativos en vez de ir a bienes y servicios reales?! Como todo sistema de cartas cadena el capitalismo de casino también se derrumbará, cuando la discrepancia entre ficción y realidad sea demasiado grande como para seguirse auntoengañando por encima de eso. Al parecer nos vamos acercando poco a poco a este punto. Cada vez son más las personas que reconocen que los inmensurables aumentos de fortunas en dinero son magnitudes tan irracionales como las deudas aumentadas, en igual medida, sobre las que esas fortunas descansan. Es probable que la mayoría venga a comprender recién, en el momento de la crisis, la relación indisoluble entre riqueza y deuda: ¡ Sin deuda de dinero no hay fortuna en dinero! 46
Es un hecho: Por cada euro que usted ahorra, alguien tiene que gastar un euro que no le pertenece. Si aumentan sus ahorros,lo que está garantizado por el mecanismo de intereses sobre intereses, así también tienen que aumentar las deudas en el otro lado. Lógicamente este juego puede funcionar sólo mientras los deudores logren dar la impresión de que ellos pueden cancelar sus deudas con intereses . Pero esto, con el tiempo, es cada vez más difícil, y en algún momento completamente irreales, cuando deudas y fortunas alcanzan magnitudes astronómicas. En este momento de la verdad se hace evidente el juego de idiotas de la economía del Homo-demens; es entonces cuando queda en claro, que deudas, que nadie puede servir, necesariamente significan también fortunas, que ya no pueden ser cubiertas por nada más.
La culpa de los acreedores Normalmente se les carga la culpa del fallo en la circulación del dinero a los deudores insolventes. »¿Quién más podría ser culpable aparte del deudor? «, piensa el acreedor con enfado ingenuo. Entonces él obliga a aquellos que ya no pueden pagar, vease a Grecia (pronto esto alcanzará a otros Estados), a hacer – cueste lo que cueste – (lo penitencia, a »apretarse más el cinturón« y a ahorrar que hunde más la economía deteriorada y con consecuencias sociales fatales). Pero aunque pueda ser cómodo para los acreedores volcar la culpa en los deudores, de hecho ambos están metidos en la miseria y en el mismo grado: Porque mientras mayor es la cuota de ganancia de algunos, mayor es la cuota de deuda de los otros. Por supuesto que es correcto cuando se dice que ya no nos podemos permitir las exorbitantes montañas de deudas. Pero en esto no hay que olvidar (lo que ocurre regularmente), como conclusión inversa, que esto también significa que ya no podemos permitirnos fortunas exorbitantes. 47 En ningún caso es tan honorable, como podría suponerse, pertenecer a aquellas personas ahorrativas, que – a diferencia de la mayoría de los Estados o constructores de casas estadounidenses – no viven por sobre sus propias condiciones. Pues aquél que vive por debajo de sus condiciones, económicamente no es menos perjudicial. El ahorrador esmerado, que no tiene otra cosa en la cabeza que multiplicar su capital, es más bien un mal doble: Él no sólo empuja a otros a la trampa de la deuda, sino que debilita directamente el ciclo económico, sobre el que descansa finalmente su patrimonio monetario. ¿Por qué? Porque ahorro no significa otra cosa que renuncia al consumo, pero renuncia al consumo conduce a menor salida de bienes y servicios y con ello a caídas de beneficios reales, lo que se refleja asimismo en mayor número de desocupados, menor recaudación de impuestos y más insolvencias privadas, por último, incluso, Estados en bancarrota y – por la amalgama de deudas y fortunas – preponderantemente, la pérdida de los ahorros privados.
Fortunas en dinero demasiado grandes, según esto, no sólo son dañinas, ya que ellas necesariamente descansan sobre deudas que en algún momento ya no pueden ser servidas, sino también porque el capital que poseen algunos pocos le falta a la mayoría para que pueda poseer todos esos bellos bienes y servicios, los que teóricamente podrían ponerse a disposición, pero que debido a la caída de consumidores solventes ya no tienen demanda. Entonces aquí se revela el clímax de la economidiotez: Ya que el dinero debiera ciertamente garantizar el intercambio impecable de bienes y servicios, pero que bajo las actuales circunstancias ¡es justamente el dinero el que impide un intercambio impecable! En el fondo en realidad existe todo lo que un mercado eficiente requiere: Personas con necesidades y medios de producción que podrían satisfacer con creces estas necesidades. Sólo el medio, el dinero que es necesario para acoplar oferta y demanda una con otra, no está en el lugar que corresponde. Debido a este mal funcionamiento monetario surge una escasez artificial de bienes y servicios, la que no existiría con una distribución sensata del medio dinero. Para comprender este estado de cosas hay que tener conciencia del rol central que juega el dinero en el ciclo económico. Esto es, esencialmente, dos funciones: Dinero sirve primeramente como medio central de pago y de cambio para bienes y servicios de todo tipo. Como tal éste es francamente un invento genial; él nos libera del enorme esfuerzo del trueque directo. (Imagínese que usted hubiera tenido que adquirir este libro directamente de mí a cambio de manzanas de su jardín, un cuarto de hora de clases de guitarra o un corto viaje en taxi – probablemente todavía estaríamos negociando sin llegar a un acuerdo.) Segundo. Dinero cumple la función de un medio de reserva de valor . (Así yo no debo invertir inmediatamente en manzanas la recaudación por la venta de este libro, sino que lo puedo hacer también meses después.) Sin duda que esta función de reserva de valor es también una propiedad sensata del dinero – claro que sólo bajo la condición que a nadie se le pase por la cabeza quitarle el dinero al ciclo económico por largo tiempo. Pues el dinero que unos acopian (por ejemplo escondiéndolo bajo la almohada), le falta a todos los otros para intercambiar bienes y servicios. El dinero en la economía tiene que circular, como la sangre en el cuerpo – es interrumpida esta circulación, colapsa el sistema. Para ilustrar el fascinante efecto que le corresponde a la circulación del dinero, el periodista financiero Lucas Zeise recurre a una anécdota entretenida: »Sucedió en una pequeña aldea en Luberon, que vivía exclusivamente del turismo, hasta que éste murió debido a la crisis financiera mundial. Ningún turista visita el pueblo, y cada habitante, para sobrevivir tiene que bombear dinero de otro. (…) Finalmente aparece un forastero que arrienda un cuarto en un hotel. Él paga, al registrarse, con un billete de €100 . Apenas sube el turista la escala con su trolley, sale corriendo el hotelero hacia su carnicero, al que él le
debe hace semanas 100 euros. El carnicero agarra el billete y parte hacia el campesino que lo abastece de carne, la que él hasta entonces no había podido pagar. Feliz el campesino toma el billete y trota hacia la única prostituta del pueblo, a la que él aún le debe dinero por las últimas visitas. La prostituta, por su parte, se va de prisa adonde el hotelero, donde ella de vez en cuando arrienda una pieza por horas, y que no había podido pagar desde el estallido de la crisis. En ese mismo momento, en el que ella deposita el billete sobre el mesón de recepción, baja el turista la escala, explica que el cuarto no le gusta, toma el billete y desaparece. En este breve momento en la vida de un pueblo no se gastó ni un dinero, ninguno ganó o perdió algo. Lo único: todos los habitantes del pueblo están de pronto libres de deudas«48
De medio de cambio a objeto de cambio Si se hubiera mantenido eso, de que el dinero poseyera meramente la función de medio de pago, cambio y reserva, nuestro mundo se vería bastante mejor. Pero el Homo demens no sería Homo demens, si él no hiciera todo lo posible para convertir los inventos más astutos de la humanidad a su contrario. Así fue también con el dinero. En lugar de procurar que el dinero sea una unidad de cálculo estable, transparente y neutral para el intercambio de bienes y servicios, hacemos todo lo posible para transformarlo en un instrumento inestable, intransparente y parcial de redistribución, que obstaculiza el intercambio de bienes y servicios. ¿Que cómo nos resultó este ingenio de idiotas? Muy simple: Hicimos del medio de cambio el objeto de cambio, del medio de comercio de mercancías la mercancía de comercio sin más ni más. Que este concepto no puede fructificar debiera saltar a la vista. ¿Pero cómo podría ser el dinero un patrón neutral para el valor de mercado de bienes y servicios, cuando el dinero mismo es una mercancía, cuyo valor es determinado en los mercados mediante especulaciones ambiciosas intransparentes? ¿Debiera en realidad asombrarnos que con la desregulación de los mercados financieros, es decir: con el fortalecimiento de la función de mercancía del dinero, la locura económica alcanzara nuevas cumbres a velocidad record? ¡Por cierto que no! No obstante, sería un error ver la causa de la actual miseria en los mercados financieros desencadenados y en su comercio de cartas cadena. Al fin y al cabo, los astutos malabaristas financieros no inventaron la función de mercancía del dinero, sino más bien se la encontraron. Su creatividad sólo consistió en llevar la demencia contenida, en la función de mercancía del dinero, a la cúspide. Que el dinero no sólo es un medio de cambio, sino, sobre todo, también mercancía, se ve en el hecho de que hay que pagar un precio para adquirirlo. En el caso del dinero, este precio se llama interés. El interés en la economía tradicional se fundamenta en que él asegura la circulación del dinero; en cierto grado es el premio para que el dueño de patrimonio monetario no lo almacene entre cuatro paredes, sino que lo introduzca nuevamente al ciclo
económico, lo que – como hemos visto – es imprescindible para el funcionamiento del intercambio de bienes y servicios. Pero el interés tiene efectos colaterales extremadamente desagradables que pueden dejar en la sombra su utilidad, sí, incluso finalmente anularla: Pues en la realidad, a la larga, el interés no sólo conduce a un difícilmente realizable imperativo de crecimiento económico (por último las ganancias de las empresas deben estar por sobre la carga de interés, ya que sino la empresa zozobra), sino también a la redistribución estructural de la riqueza de pobres hacia ricos, la que – si no se toman contramedidas – con el tiempo avanza tanto, que todo el ciclo económico colapsa.49 Busquemos entonces las causas por las que la brecha entre ricos y pobres se abre cada vez más y más; para ello debemos ocuparnos no sólo con formas concretas de explotación (dumping salarial por ejemplo), sino, sobre todo, con la forma abstracta de la explotación, que está implícita en el carácter de mercancía del dinero. Con esto se quiere decir,particulartmente, la lógica nefasta del mecanismo de interés y de interés compuesto, que está ligada indisolublemente con la mercancía dinero, y cuyos efectos se pueden caracterizar muy precisamente con la sentencia bíblica: »Pues al que tenga, a él le será dado, y él tendrá en abundancia; pero al que no tenga, a él le será quitado incluso lo que tiene.«50 Así es justamente en la realidad económica: Quién tenga capital, a él le fluirá capital extra en forma de ingresos por intereses. Quién no tenga capital, a él le será (siempre y cuando él no acceda a más capital a costa de otros) quitado además lo poco que tiene en forma de cargas de interés.
El dinero hace rico Las consecuencias catastrofales de esta relación se ven particularmente en la relación de los países industrializados con los subdesarrollados. Es así que los ingresos por intereses, que en las últimas décadas fueron transferidos del sur pobre al norte rico, fueron muchas veces mayor que la ayuda para el desarrollo que fluyó en sentido contrario. Ya a mediados de los años 1990, Helmut Creutz, teórico monetario, confirmó: »Nosotros, los ciudadanos, a menudo estamos orgullosos de nuestras limosnas que recolectamos para el „Tercer Mundo.“
Alrededor de 4.000 millones de dolares al año, recolectados en todos los países industrializados, de hecho son una bella suma. Pero estos 4.000 millones de dólares les alcanzan a los países pobres apenas para doce días para que puedan cumplir con sus obligaciones de interés. Juntar a duras penas el dinero en los 353 días restantes del año sigue siendo su problema. Dicho de otra forma: Las limosnas recolectadas por todas las organizaciones de ayuda del norte en un año están nuevamente de vuelta con nosotros al cabo de doce días. Pero en ningún caso nuevamente en los bolsillos de los donantes, cuyos ahorros fueron reenviados como créditos al sur. Es decir, van a dar a aquellos que ya hace años reciben del sur ingresos por interés, sin ningún rendimiento a cambio, generando nuevamente con ello la causa para aquellas acciones de limosnas «51
Por supuesto que la transferencia de dinero condicionada por el interés, de pobre hacia rico, no tiene lugar sólo a nivel global , sino también dentro de las naciones industrializadas ricas. Las dimensiones de esta notable redistribución quedan a la vista cuando se divide a los hogares alemanes, clasificados según riqueza, en diez grupos iguales . Ahí se demuestra que sólo los dos grupos de hogares más ricos se benefician del mecanismo de intereses (el que no sólo se refiere a créditos bancarios, sino que se oculta en casi todo bien económico), mientras que el 80% de los hogares (para ser más preciso incluso casi el 85%) debe soportar pérdidas significativas. Sólo en el año 2007 fluyeron 255 millardos de euros(!) de los ocho grupos de hogares más pobres a los dos más ricos. Los mayores ganadores en esto fue el 10 por ciento de los hogares alemanes, que pudieron sumar a su ya voluminosa riqueza una ganancia por interés (ingresos por interés menos cargas de interés) de más de 231 millardos de euros.52 Si se toma conciencia que esta transferencia de dinero de pobres a ricos condicionada por interés no sólo tuvo lugar en 2007, sino que ocurre desde hace décadas, queda claro porqué entretanto el 10 por ciento de la población alemana posee mas del 60 por ciento de todo el patrimonio federal (en 1988 su parte en el patrimonio total representaba aún el 45 por ciento, en 2002 ya el 57, 9 por ciento, en 2007 el 61,7 por ciento, tendencia ascendente).53 El 20 por ciento más rico de los hogares posee entretanto sobre el 80 por ciento del patrimonio, mientras que el 80 por ciento de los hogares tiene que arreglárselas con menos del 20 por ciento del capital, y el 50 por ciento de los hogares más pobres a duras penas tiene que raspar el 2 por ciento. A escala global esta desproporción de pobre y rico resulta aun más dramática: El 10 por ciento de la población mundial posee el 85 por ciento del patrimonio global, la mitad más pobre de la humanidad, tomada en conjunto, apenas el 1 por ciento.54 Esta distribución de desigualdad no es sólo, en sentido ético y político, completamente inaceptable (¡¿pero cómo podrían fundamentarse tales diferencias de riqueza mediante »rendimientos« reales?!), sino que también tiene consecuencias económicas fatales. En la teoría económica este problema es tratado a veces con el término clave »utilidad marginal«. ¿Qué se quiere decir con ello? Bueno, mientras más unidades posee usted de un bien económico, menos satisfactorio es para usted conseguir más unidades de este bien. Si usted, por ejemplo, tiene mucha hambre se alegra con el primer, segundo, tercer, cuarto, quizás también con el quinto sandwich, pero ya con el décimo, centésimo, el milésimo pan que llegue a su mesa, usted personalmente ya no sabe qué más hacer con él. Así es también con el dinero: para el 80 por ciento más pobre de los hogares en Alemania, cada aumento del ingreso sería de utilidad práctica, ya que ellos
invertirían, en gran parte, el dinero extra en consumo, y con ello estimularían la coyuntura. Pero para los que, de partida, ya son ricos, el provecho real de ingresos extras que les fluye sólamente por el mecanismo de interés tiende a cero. Al fin y al cabo ellos ya poseen de todos modos mucho más capital que el que pueden gastar personalmente. Un mayor consumo extra es, para este grupo, difícil de imaginar, y tampoco le daría más satisfacción, como lo describe Thomas Strobl muy correctamente: »Artículos de lujo no son un negocio de masas. El tercer Porsche ni con mucho da tanto placer como el primero. Incluso tampoco si se ha adquirido con dinero sucio y caraduramente se ha descontado de los impuestos. Sólo con un puñado de superricos no se hará funcionar una economía de mercado – esto está claro.«55
Farsa economidiota en cuatro actos El porqué esto es así debiera estar entretanto claro: A través de la creciente concentración de riqueza en una parte muy pequeña de la población retrocede en total la demanda interna, y con ello la salida real de bienes y servicios. Es así que surgen todos esos procesos degenerativos que ya he esbozado como consecuencias del ahorro exagerado. En el fondo no debiera sorprender que en el escenario financiero mundial sea presentada actualmente una comedia tan espantosa. La »Farsa economidiota en cuatro actos« ofrecida por la idioticracia financiera se puede resumir de la siguiente forma: Primer acto: En el curso del hundimiento de la coyuntura interna muchas empresas sólo pueden conseguir sus beneficios despidiendo fuerza de trabajo, lo que explica el porqué suben las acciones cuando una empresa anuncia medidas de racionalización. Lo que en un principio podría parecer una estrategia muy astuta, a largo plazo resulta una estupidez estremecedora: Ya que liberando fuerza de trabajo disminuye también el consumo general en el mercado, lo que lleva nuevamente a un nuevo hundimiento de la coyuntura. Segundo acto: Para evitar lo peor el Estado debe intervenir más y más, asegurando la subsistencia de los marginados por el mercado e iniciando masivamente programas de coyuntura. Esto sin embargo hunde cada vez más los presupuestos públicos en el remolino de deudas. Ahora que estoy escribiendo esto (1-10-2011, 16:30 hrs.) las deudas públicas alemanas son de 2 billones 72 millardos 692 millones 507 mil y 910 euros.56 (En lo que se refiere a la indicación de la hora, hay que ser más o menos exacto, ya que en el escaso minuto que he necesitado para tipear este número, el estado de la deuda en Alemania ha aumentado en 90.000 euros más, por día crece actualmente en 134 millones …) Desde 1970 – entonces el Estado estaba endeudado en sólo 64 millardos de euros – la deuda pública ha aumentado en más de treinta veces. Entonces, por supuesto que a la larga una deuda del Estado tan horrenda como esta no puede resultar bien. Entonces el mismo Estado alemán se ha impuesto un » freno a la deuda«, la que se refleja especialmente en recortes en el gasto social
(léase Hartz IV: Programa de ayuda para desocupados). Esto provoca asimismo no sólo crecientes tensiones sociales, sino también una reducción de la demanda interna, con los efectos negativos conocidos. Sólo esto ya parece un mal chiste, pero la gracia macabra viene recién ahora: Porque aparte de los nuevos créditos por la suma total de 1.596 millardos de euros que Alemania tuvo que tomar entre 1970 y 2009, en el mismo periodo había pagos de intereses por la suma de 1.562 millardos de euros. Eso significa: ¡De los más de 1,5 billones en nuevas deudas que el Estado acumuló en 39 años, los presupuestos públicos sólo pudieron destinar escuálidos 34 millardos para tareas generales (como p.ej. para el sistema educacional y social)!57 El resto del dinero fue a dar en su mayor parte a las cuentas de aquella pequeña minoría de hogares, que son lo suficientemente ricos como para prestarle mayores cantidades de dinero al Estado. Entonces, los poseedores de fortuna monetaria que ya son ricos a costa de la sociedad – y sin mover un solo dedo – se enriquecieron en 1.562 millardos de euros! Tercer acto: Como consecuencia de la inmensa ganancia de capital, los mimados en el lujo están frente a un problema de lujo: Pues ¿adónde partir con toda la guita si a) ella misma no puede ser consumida, si b) las inversiones en la economía real casi no valen la pena (ya que con el debilitamiento del consumo general caen los beneficios), y si c) los Estados ya no pueden endeudarse en absoluto tan rápidamente como para satisfacer a todos los acreedores dispuestos? Problemas complicados que llevaron al sector financiero en los últimos años a un veradero »estado de emergencia de inversiones«. La aparentemente astuta solución al problema consistió en inventar inversiones ficticias de capital en forma de »productos financieros«. Es decir, se empaquetó creditos fuleros (a personas que nunca podrían pagarlos) en envoltorios cada vez más originales y turbios, lo que de hecho funcionó bien hasta que la trampa se destapó.58 Cuarto acto: En este momento de la verdad tiene lugar una nueva salida dramática a escena del Estado, el que salva con nuevos créditos en multimillardos no sólo a los bancos, sino también las fortunas administradas por ellos. El chiste aquí es que la fortuna para el rescate de la fortuna proviene de esta misma fortuna, de manera que el Estado salvador tiene que pagar tasas de interés aun mayores a los propietarios de la fortuna rescatada. Pero eso es sólamente posible cuando él pide más dinero prestado a los poseedores de fortuna, es decir, moviliza fortuna rescatada para rescatar fortuna rescatada. El clímax de este juego absurdo: Los administradores de la fortuna rescatada le devuelven la mano al Estado por su generosa acción de rescate apostando con fortuna rescatada contra el salvador de la fortuna (crisis de los Euroestados), así es que éste necesita aún más fortuna rescatada para poner a salvo la fortuna rescatada frente a aquellos cuya fortuna debiera ser realmente rescatada.
¿Se da cuenta usted hacia dónde apunta finalmente esta farsa? Si a usted le ha quedado la impresión de que nuestro sistema monetario no se diferencia mucho del muy reprendido comercio con productos ficticios en los mercados financieros, entonces usted está absolutamente en lo correcto: En realidad todo nuestro sistema económico funciona bajo la lógica absurda de las cartas cadena59 , las que pueden funcionar de maravillas durante algún tiempo, pero que en algún momento se estrellan contra los cantos de la realidad. Por eso es que los productos financieros turbios de los últimos años no son meros fenómenos excepcionales casuales de nuestro sistema económico, sino consecuencias lógicas de un comercio economidiota de cartas cadena que ha entrado a su fase final. Por eso es que lo que fue acordado hasta ahora por los gobiernos a nivel internacional no podrá evitar el colapso final. En el mejor de los casos los paquetes de rescate en multimillardos permitirá ganar un poco de tiempo. Pero este tiempo debiera aprovecharse urgentemente en atacar el problema fundamental que se oculta detrás de cada uno de los fenómenos multifacéticos de la actual crisis financiera, a saber, la función de mercancía del dinero, la que, como se ha dicho, induce a que el dinero en el ciclo económico no sirva como medio de cambio estable, transparente y neutral , sino como instrumento inestable,turbio e injusto de redistribución. ¿Qué debiera hacerse entonces en la actual situación? Debiéramos abolir el carácter de mercancía del dinero, en cierta medida inventar el dinero de nuevo. Para ello no bastará regular más fuertemente el sector financiero y prohibir ciertos productos financieros que aumentan puro capital ficticio. Tampoco la sensata introducción de un impuesto sobre las transacciones financieras en el comercio internacional de divisas (impuesto Tobin) resolverá el problema de fondo. Sería necesario mucho mejor: ¡Rescindir la colosal redistribución de probre a rico que ha tenido lugar en las últimas décadas! Se requeriría entonces de políticos que tengan el valor de dejar en claro frente a toda la opinión pública que la reducción de las deudas exorbitantes sólo es posible si también son reducidas las riquezas exorbitantes. Necesitaríamos políticos que aboguen decidididamente para que del capital de pocos se llegue al capital de muchos, lo que no debiera ser sólo una demanda izquierdista sino también una liberal .60 Necesitaríamos políticos que combatan de raíz la creencia absurda de que el dinero podría trabajar, y que insisitan en que sólo rendimientos reales en la vida real producen bienestar .61 ¿Pero hay tales políticos a la vista? ¡No! La idea de que nuestros políticos mayoritariamente reconocerán las señales del tiempo, y que iniciarán medidas efectivas contra la economía de cartas cadena, parece tan oscura como la creencia chiita en que el 12° Imam saldrá de un pozo seco para asumir el gobierno del mundo. ¿Pero por qué esto es así? Para poder responder a esta
pregunta debemos osar un paseíto a las depresiones intelectuales de la política …
LA NECEDAD DE LOS GOBERNANTES Politidiotas en el poder Yo no sé cómo se siente usted, pero a mí personalmente se me hace cada vez más difícil motivarme para participar en elecciones y darle mi voto a un partido político. Algunas veces me pregunto si los viejos Spontis (activistas de orientación izquierdista entre los años 1970-1980) no estaban realmente en lo cierto: »¡Si las elecciones cambiaran algo, hace tiempo ya que estarían prohibidas!« Sociólogos definen el síndrome cultural de agotamiento del que yo padezco como fastidio ante la política – pero fastidio ante los políticos sería el término más preciso: Porque yo, como muchas ciudadanas y muchos ciudadanos, no tengo la menor duda de que a la clase política le corresponde una gran responsabilidad en nuestra sociedad – sólo que yo temo que las damas y caballeros que están llamados a cumplir esta labor, no posean las cualidades requeridas. Evidentemente aquí no se trata de un mero problema individual , sino de uno estructural . Ya hace más de 20 años Esther Vilar llamaba la atención sobre el »brillo embriagador de la estupidez«, que define el quehacer político como ningún otro.62 De hecho, hay que considerar que justamente en el nicho de la política actúan fuerzas selectivas, las que a personas pensadoras, creativas empáticas, más bien las obstaculizan en vez de estimularlas. ¿Pero cómo podría una persona original, ingeniosa, sensible, soportar toda la abulia, la estrechez de mente, toda la presión para la hipocresía oportunista que se le exige a un político profesional durante su marcha por las instituciones? ¿No es así que aquellos que de partida ya llevan en sí una cierta tendencia al oportunismo abúlico, están en ventaja en la escena política? Esther Vilar pregunta con razón: »¿Cómo logra una persona durante décadas nadar en todo ese mar de frases y cargar con todas esas banalidades en la boca? ¿Cómo lo hace para defender siempre con el mismo fervor el programa siempre cambiante del partido? ¿Cómo soporta esa persona en tiempos de elecciones hacer todas esas promesas que sabe que no las podrá cumplir ? […] ¿Por qué a esa persona – normalmente – ninguna pose le es demasiado grotesca si supone que con ella parecerá cercano al pueblo? Ahí se hermanan los señores provenientes de los mejores círculos con mineros cubiertos de hollín, como si ellos en toda su vida no hubieran soñado nada más que contar con la amistad de estos hombres de verdad . […] El que les habla a los empresarios se queja de la insaciabilidad de los asalariados, y ya en él próximo discurso éstos son remitidos a la avaricia de sus jefes. Y de ahí al próximo evento, donde todo comienza dfe nuevo desde el principio: Apretón de manos, palmoteos en la espalda, hacer amistad. Hacer preguntas a las que nadie responde. Respuestas que nadie escucha. Y todo esto a un ritmo de dieciséis horas todos los días de la semana …«64
Viendo la tendencia de que precisamente »desde hace años y décadas, desde los más recios, incansables y campechanos apretadores de mano, palmoteadores de espaldas, trilladores de frases, calentadores de asiento en reuniones, surgen finalmente parlamentarios, ministros, jefes de gobierno y presidentes«64, no debiera sorprendernos la modesta calidad de las soluciones políticas a los problemas. Vilar ve aquí, con razón, uno de los problemas fundamentales de la democracia parlamentaria: ¿Pero cómo podría la política, bajo tales condiciones, ser algo distinto al »poder de lo grosero sobre lo fino, del pellejo duro frente a la sensibilidad, de lo banal sobre lo particular, de la hipocresía sobre la sinceridad, de lo trivial sobre el ingenio«?65 Por supuesto que hay – y eso en muchos partidos – políticas y políticos listos, sensibles, innovadores, que de una u otra forma han logrado ingeniárselas a través del sistema, sin perder en ello su integridad personal, su sensibilidad. Pero ellos constituyen – en todos los partidos – una minoría que casi no puede imponerse contra la mayoría de trilladores de frases huecas, de los matones compulsivos, de los oportunistas profesionales brutos. Yo no formularía este balance en tal apodíctica dureza si no me hubiera visto en los últimos años confrontado crecientemente (en programas de entrevistas, foros, intercambios de cartas, etc) en especial con representantes de la clase política. Aquí se han abierto una y otra vez abismos intelectuales, que yo con el mayor esfuerzo posible, no habría considerado posibles. En este sentido, la introducción de este libro »La estupidez dominante es siempre la estupidez de los dominantes« no es sólo un bonito juego de palabras: Ya que todas las formas de estupidez que hemos analizado hasta ahora, relidiotez, ecoloidiotez, y economidiotez, se unifican a nivel político en una megaestupidez integral, la politidiotez.
La santa ingenuidad en la política Esto es esbozado a continuación. Comencemos con la comprobación del síndrome relidiota en la política: Primeramente, aquí felizmente hay que dejar en claro que relidiotas totales, tales como el presidente iraní Ahmadinedschad, en las democracias occidentales son más bien una rareza – a pesar de la impresión duradera que dejó George W. Bush. Pero eso es obvio, ya que en los sistemas de pensamiento relidiotas todo el poder gubernamental viene desde arriba, de dios, y no desde abajo, del pueblo. Resumiendo: Relidiotez y democracia son incompatibles entre sí . Sin embargo: A pesar de la ausencia de guerreros de dios militantes en los parlamentos y gobiernos de los Estados occidentales, también el quehacer político en sociedades liberales seculares está determinado en un grado sorprendente por gusanos cerebrales relidiotas . Esto se nota en que – mientras las iglesias rurales están cada vez más vacías – los líderes políticos francamente compiten en las misas transmitidas al público por quién tiene permitido tomar asiento en las primeras bancas de la iglesia.
Muchos líderes políticos se presentan con gran esmero como supercreyentes como supercreyentes,, razón por la que ellos no sólo en la política, sino también en las iglesias, ocupan importantes cargos (como en el Comité Central de los Católicos Alemanes o en el Consejo de la Iglesia Evangélica en Alemania). Alemania). Y ellos, por supuesto – de manera notable, en todos los sectores políticos – se esfuerzan al máximo en evocar en sus discursos los llamdos valores cristianos. No obstante, hay que poner muy en duda que las damas y señores de la política política tengan la más mínima mínima idea de lo que estan hablando ahí en realidad. Sólo un ejemplo entre muchos: La Ex-Ministra de la Familia y actual a ctual Ministra de Asuntos Sociales, Ursula von der Leyen – ¡Y ella en realidad no es la más tonta del gremio de políticos, al contrario! – anunció en 2006 ante las cámaras, que »los 19 primeros artículos de nuestra ley fundamental, en principio, resumirían los diez mandamientos«. mandamientos«.66 ¿Quién se lo hubiera imaginado? Evidentemente la ministra posee una edición bastante particular del texto de la constitución alemana: Pues ¿desde cuándo, por favor, legitima la Carta Fundamental coerción religiosa y castigo colectivo67, esclavitud y subyugación de la mujer bajo el hombre68 – todos contenidos de los diez mandamientos? Formulado a la inversa: Desde cuando los diez mandamientos contienen Derechos contienen Derechos Humanos inviolables e irrenunciables (Artículo 1 de la Carta Fundamental), el derecho al libre despliegue de la personalidad (artículo personalidad (artículo 2), la igualdad de derechos de hombre y mujer (artículo mujer (artículo 3), la libertad religiosa e ideológica (artículo 4) o incluso el resguardo de la libertad de opinión, de prensa, del arte, y la investigación investigación (artículo 5)? Estos derechos no están sólo ausentes en el canon de los diez mandamientos, más bien están en una ¡contradicción indisoluble con toda la orientación de la biblia! Observado históricamente esto es comprensible: Porque ¿cómo ¿ cómo habrían podido las personas que hace hace muchos, muchos siglos siglos idearon las »santas escrituras«, formular derechos fundamentales, que recién pudieron recién pudieron ser desarrollados en una etapa muy tardía de la evolución cultural ? De hecho, hubiera sido un milagro; sí, incluso una prueba de la existencia de dios, si Moisés en su legendario descenso (es decir: completamente inventado) del monte Sinaí, en lugar de los diez mandamientos hubiera hubie ra traído la Carta Universal de los Derechos Humanos. Humanos. Pero en toda la historia de la religión no ha sucedido tal cosa. Más bien cada vez se ha visto confirmado uno de los conocimientos fundamentales de la sociología de la religión: Los religión: Los dioses y sus respectivos mandamientos fueron siempre exactamente tan astutos, o exactamente tan limitados como las personas, personas, de cuya fantasía, en el respectivo contexto histórico, ellos surgieron. Es a causa de esta constelación fundamental que las religiones son necesariamente conservadoras. Ellas no crean nuevos valores para el presente y el futuro, sino que son máquinas culturales del tiempo que transportan a la
actualidad ideas caducas de épocas pasadas. pasadas.69 Esto explica también el porqué una gran parte de los valores que constituyen el moderno Estado de Derecho, en ningún caso proviene del cristianismo, sino más bien tuvo que ser conquistada en una lucha emancipatoria de siglos contra la resistencia del cristianismo organizado. Cualquiera sea el aspecto del Estado de Derecho que enfoquemos, ya sea democracia, derechos humanos, separación de poderes, la cuestión de la autodeterminación sexual o la igualdad de derechos de hombre y cristianismo), summa summmarum, no fueron fueron mujer: Las mujer: Las religiones (incluido el cristianismo), motores, sino balatas de freno del progreso cultural – – y lo han seguido siendo hasta el día de hoy! En pocas palabras: El mismo cuento manoseado de siempre por algunos políticos, sobre la hasta ahora positiva positiva fuerza marcante de las religiones, se derrumba como un castillo de naipes cuando le hacemos empeño en mirar ahí con un poco más de atención. atención.70 Ahora, no nos debiera incomodar particularmente cuando los políticos, en sus discursos domingueros, reciten relidioteces absurdas, si no fuera porque p orque estas distorsiones de pensamiento tienen consecuencias políticas. Pero Pe ro lamentablemente este es el caso. En Alemania esto se aprecia particularmente en el privilegio de las dos iglesias principales, por el que algunos políticos incluso aceptan la restricción de derechos constitucionales. constitucionales.71 Así, por ejemplo, está estipulado en el artículo 4 de la Carta Fundamental, que ninguna persona puede ser discriminada por su religión o ideología, por lo que Alemania Alemania también se siente comprometida ante las prescripciones europeas sobre antidiscriminación antidiscriminación,, pero esto no impide a la política de ninguna manera manera de fomentar con costos en discriminación..72 millardos la práctica eclesiástica de la discriminación Piense usted sólo en los anuncios cristianos de empleos que se publican diariamente en nuestros periódicos. La declaración implícita de estas ofertas de empleo para médicos, psicólogos, enfermeros, etc. dice: ¡Judíos, indeseados; ateos, indeseados; musulmanes, indeseados! Y esto en empresas que son que son financiadas en un 100 por ciento con con fondos públicos , públicos , tales como hospitales o asilos de ancianos, para cuyo mantenimiento las iglesias no ponen ni un solo centavo! Consecuencia: Como los consorcios sociales eclesiásticos Caritas y Diaconía, gracias al magnánimo apoyo político, hace tiempo que se convirtieron en unos de los mayores empleadores no estatales en Europa, hoy millones de personas están de hecho obligadas a ser miembros de la iglesia para poder desarrollar su profesión. profesión. Esto golpea de manera particularmente dura a empleados en empresas católicas (hospitales, jardines infantiles, asilos de ancianos, etc.), que pueden perder su trabajo sólo si se casan con una pareja divorciada o declaran vivir en una relación homosexual. ho mosexual. Hágase usted la pregunta: ¿Corresponde tal discriminación al siglo siglo 21? ¿Puede ser legítimo además financiar con fondos públicos una violación de este tipo a los derechos fundamentales? ¡Por supuesto que no! Pero hasta ahora a casi c asi ningún político se le ha pasado por la mente emprender algo contra esta injusticia manifiesta. manifiesta.73
Si se considera cuán fuertemente está extendido el síndrome relidiota en la política, se comprende el porqué porqué lesiones sistemáticas a los derechos humanos,que debieron padecer miles y miles de niños en hogares e internados de instituciones cristianas, cristianas, fueron completamente ignoradas durante 74 décadas. décadas. También se comprende el porqué se les niega a los moribundos el derecho a autodeterminación al final de la vida. vida . Aunque la gran mayoría de la población hace tiempo aboga por una liberación liberación de la eutanasia, la política en este asunto no da ningún paso. Culpa de esto es sobre todo la idea relidiota de que sólo seríamos »administradores y no propietarios de la vida que dios nos ha confiado«, y no tenemos permitido »disponer sobre ella«. ella«.75 Casi no se puede resumir en palabras a cuánto padecimiento, a cuánto sufrimiento indecible se les condena a enfermos terminales.
¿Dignidad humana en el tubo de ensayo? Ideas relidiotas de este tipo definen, en todo caso, no sólo el trato con el final , sino también con el comienzo de la vida. Piense sólo en el debate sobre el llamado Diagnóstico llamado Diagnóstico Genético Preimplantacional( Preimplantacional( DGP DGP ), ), que se llevó a cabo en el parlamento alemán en 2011. El objetivo ob jetivo del DGP es, mediante un análisis temprano de óvulos fecundados artificialmente, implantar en el útero sólo aquellos que tengan las mejores perspectivas para un desarrollo sano. Realmente una buena idea, debería pensarse – sobre todo si se considera los altos costos psíquicos y físicos físicos que, en cualquier caso, deben soportar las mujeres mujeres cuando toman la difícil decisión de una fecundación artificial. No obstante, el 43 por ciento de los parlamentarios alemanes votó por una prohibición rigurosa del DGP, mientras que la mayoría votó por una legislación que restringía la admisibilidad del DGP a unos pocos casos. ¿Cuales fueron los motivos para este mangoneo déspota? ¿No habría que pensar que las ciudadanas y los ciudadanos de un Estado de Derecho liberal son lo suficientemente juiciosos para decidir por sí mismos mismos lo que es mejor para sí? Preguntado a la inversa: ¿Hubo ¿Hubo argumentos convincentes para que el Estado les vede absolutamente el derecho a sus ciudadanas de controlar la calidad de los embriones producidos artificialmente, antes de que se les implanten en sus cuerpos? No, no hubo ni hay tales razones, razones, como lo estableció estableció un dictamen bioético que les llegó a todos los los parlamentarios del Bundestag en los prolegómenos de la decisión sobre el DGP. DGP.76 ¿Pero cómo reaccionaron los parlamentarios a este dictamen? Lamentable no se puede formular más afablemente: La mayoría de las cartas y faxes de políticas y políticos se movieron a ¡un nivel intelectual tan subterráneo, que es sorprendente que el Estado no haya sucumbido hace tiempo tiempo bajo el peso de la grandiosa debilidad mental de su personal administrativo !77 Es así que muchos parlamentarios no comprendieron la tremenda diferencia entre una política gentil política gentil con los discapacitados y una gentil una gentil con la discapacidad : Ya entender que el Estado, de hecho, debiera asistir con todos los medios
disponibles a enfermos y a discapacitados – pero no enfermedades y discapacidades – rebasó la capacidad mental de numerosos políticos. Pero aun más alarmante fue cuántos miembros del parlamento alemán fundamentaron su voto para una prohibición o una fuerte restricción restricción del DGP con la »imagen cristiana del ser humano«. Invocando el supuesto »principio cristiano primitivo« de que »dios« en el momento de la unión entre espermio y óvulo ó vulo le insuflaría a la vida incipiente un »alma inmortal«, ellos explicaron que ya embriones tempranos – anótese: aquí estamos hablando de formaciones celulares completamente insensibles, que pueden ser congeladas y descongeladas sin reparos – deben ser consideradas como »personas jurídicas« con »dignidad humana«. ¿Tenían claro realmente los parlamentarios parlamentarios lo que estaban diciendo por su propia boca? ¿Creían ellos en realidad que a objetos en en un tubo de ensayo les correspondería »toda la dignidad humana«? ¿habían pensado p ensado seriamente alguna vez sobre las contradicciones de su propia creencia, por ejemplo, de por qué »dios« tenía que ser tan terriblemente indeciso, que él primero a) a cada óvulo fecundado le insufla un »alma inmortal« inmortal« , para poco después b) a la mitad mitad de ellos succionársela nuevamente? (después de todo el 50 por ciento de los óvulos fecundados se malogran espontáneamente, por lo que dios, si fuera responsable, debiera pasar a la historia como el »mayor médico abortista de todos los tiempos« …) Sobre todo: ¿No tenían claro en absoluto estos parlamentarios que su creencia privada en embriones con alma, por alma, por más que se quiera, no puede puede ser motivo para vedarles a personas a personas discrepantes el derecho, con ayuda del DGP, a aumentar las chances de tener un niño sano? ¡¿No debieran haber sabido que se contradice los principios de la democracia, cuando el Estado, ideológicamente neutral, se toma el derecho de prescribirles a sus ciudadanas y ciudadanos una posición atada ideológicamente?! ideológicamente?! Probablemente, así es de temer, la mayoría de estos parlamentarios pa rlamentarios inspirados inspirados por el cristianismo cristianismo no era ni siquiera siquiera consciente de que el dogma de la insuflación simultánea del alma(»vertido del espíritu« en el momento de la fecundación) en ningún caso es tan »primigeniamente cristiano«, cristiano«, como generalmente se afirma. En realidad la iglesia durante siglos partió de la idea alternativa de la »insuflación sucesiva del alma«, según la cual el »alma« se comienza a desarrollar paulatinamente recién en el embrión o feto, razón por la cual teólogos cristianos no veían ningún problema en legitimar interrupciones del embarazo antes del tercer mes. Recién mes. Recién hace casi 150 años el papa Pio IX llevó la enseñanza de la insuflación del alma en el momento de la fecundación a dogma de fe vinculante, lo que hace del trasfondo teológico de esta decisión fundamental una farsa en sí misma. Pues este oscuro dogma de la insuflación simultánea del alma estaba relacionado con el dogma aun más oscuro de la inmaculada concepción de María, María, que Pío IX. ya había anunciado en 1854. El problema del papa: papa : ¿Cómo tendría que rememorarse dignamente la
concepción de María, si María en el momento en que fue concebida, según la interpretación clásica, no era más que materia sin alma y razón? Esta pregunta no dejaba en paz a Pío IX, porque, por supuesto, él estaba convencido de que la santísima virgen nunca jamás alguna vez podía haber estado desalmada. Entonces el buen hombre hizo lo que tenía que ser hecho, y en 1869, en honor de la madre de dios, tarjó la insuflación sucesiva del alma del canon de la fe. Triste pero cierto: ¡Sobre tal necedad relidiota descansan aun hoy leyes de un estado secular!
Ecoloidiotas en el poder Vamos entonces al próximo elemento central de la politidiotez, a la ecoloidiotez. También para ella el año 2011 proporcionó ejemplos impresionantes. Recordemos sólamente cómo el gobierno federal alemán, que apenas en 2010 había „abandonado el abandono“ de la energía atómica, reaccionó al accidente
del reactor nuclear en Fukushima. Si hubiera faltado una prueba más para el diagnóstico de Esther Vilar, de que la estupidez política se manifiesta sobre todo en la carencia de fantasía78, las reacciones a Fukushima habrían aportado la prueba definitiva. Porque ¿qué fue lo que afirmaron los representantes de los partidos de gobierno en marzo de 2011 ante las cámaras? Ellos declararon con toda seriedad ( sin ponerse rojos) que un accidente tan dramático como el de Fukushima no se lo habrían podidoimaginar nunca. ¡Pero qué declaración de bancarrota de la razón! ¿Es que los argumentos decisivos, que se declaraban contra la energía atómica, no eran de conocimiento general ya a más tardar desde los bestsellers de Robert Jungk de los años 1970 »Alcanzando el átomo« y »El Estado atómico«? ¿Se necesitó en verdad, 25 años tras Chernobyl, una nueva catástrofe para demostrar las consecuencias fatales de un súper accidente? ¿No habría debido reconocer hace tiempo la política, que es brutalmente negligente usar una tecnología que castiga la imperfección humana con catástrofes irremediables? Si los políticos fueran seres que en su actuar se guiaran preferentemente por argumentos, la respuesta sería clara: ¡Ningún ser humano cabal apostaría por una tecnología, cuyos riesgos son tan catastrofales que no son cubiertos por ningún seguro del mundo! Pero en el juego de la política no se trata de la consideración racional de los argumentos, sino de la distribución social del poder. Políticos no pueden permitirse seguir argumentos que objetivamente pueden ser correctos, pero políticamentze irrealizables. Ellos están atrapados (y al mismo tiempo enredados) en una maraña de intereses, entre los que deben actuar hábilmente: los intereses del partido, que ellos representan; los intereses de los electores, por cuyos votos ellos luchan; y los intereses de los lobbystas, que pululan alrededor de ellos como moscas en los excrementos.
Justamente este conglomerado de intereses fue el motivo por el que el gobierno democristiano-liberal en otoño de 2010, contra toda razón ecológica, anunciara el „abandono del abandono“ ya acordado de la energía atómica. Por último, ambos partidos en el pasado habían estado involucrados significativamente en la producción y expansión de la energía nuclear, de cuya seguridad y eficiencia también sus electores estaban totalmente convencidos. El accidente del reactor en Chernobyl había quedado por una parte en el olvido, por otra parte eso podía explicarse fabulosamente bien con la economía socialista deficiente de la U.R.S.S., lo que asimismo calzaba perfectamente en los programas electorales de ambos partidos y en el cuadro de opinión de sus respectivos electores. Evidentemente ambos partidos estaban además en muy estrecho contacto con los grandes consorcios de energía, los que esperaban recaudar pingües beneficios con los reactores atómicos existentes. ¿Por qué entonces, con un consenso de intereses tan contundente, habría que escuchar en la práctica a teóricos, que con su crítica a la energía nuclear no hacen más que propaganda para el bando político contrario? Si entremedio no hubiera ocurrido el accidente en Fukushima este negociado de política real habría resultado perfectamente. Pero en este aspecto Fukushima cambió todo. Aunque la cuestión argumentativa permaneció igual (el uso de la energía nuclear tras Fukushima permaneció, por supuesto, tan »seguro«, como lo había sido antes de Fukushima), el estado de ánimo se había transformado dramáticamente: La aprobación de los electores tuvo un vuelco, la presión sobre los partidos de gobierno aumentó, y también los consorcios de electricidad debieron admitir que perderían clientes si continuaban apostando por la energía atómica. Entonces los políticos de gobierno hicieron un violento viraje en „U“ en su política atómica – no porque de repente ellos hubieran estado convencidos argumentativamente de lo correcto del abandono de la energía atómica (como se dijo: la situación permaneció igual), sino porque tras Fukushima las relaciones de poder (la situación de los intereses) había cambiado radicalmente.
¿Tomates sin genes? No es de extrañar que los verdes pudieran beneficiarse fuertemente con estas nuevas condiciones. Al fin y al cabo ellos hace décadas que se oponen decididamente al uso de la energía nuclear. No sólo por eso se tiende a concederles a los verdes una mayor competencia en asuntos ecológicos que a otros partidos. Sin embargo, en ningún caso los verdes están a salvo de la ecoloidiotez. Donde más de manifiesto queda esto es en su riguroso rechazo a la ingeniería genética. Que los alimentos modificados genéticamente son nocivos y ecológicamente inseguros pertenece al sólido sistema de creencias de cada político verde íntegro. Sin embargo, llama la atención que tras la crítica a los reactores atómicos también hayan perdido este sello de distinción. Porque entretanto
políticos de todos los partidos sobresalen queriendo proteger el mercado europeo ante los supuestos peligros de productos transgénicos . Preguntémonos: ¿Cómo se explica esta extraña concordia de la clase política? ¿Acaso por estudios científicos que habrían confirmado la sospecha frente a plantas modificadas genéticamente? No, algo así no impresionaría a políticos reales. Tampoco en este caso fue y es decisivo, para la toma de decisiones, la situación argumentativa, sino el estado general de intereses: Políticos de todas las fracciones despotrican contra alimentos modificados genéticamente, porque esto primeramente es interés de asociaciones ecológicas y convencionales de agricultores , y porque, segundo, en la población está tan difundido el miedo ante estos productos, que equivaldría a suicidio político hacer lo contrario. El hecho de que todas las grandes organizaciones científicas evalúen la ingeniería genética verde79 de manera completamente distinta que la política, evidentemente no le molesta a nadie. Aquí los hechos hablan por sí mismos80 – cuando se está dispuesto a ir a argumentos racionales (lo que yo, debo admitirlo, como viejo simpatizante de Greenpeace durante mucho tiempo tampoco lo hice81): Alimentos modificados genéticamente son normalmente menos destructores del medio ambiente, menos nocivos para la salud, menos alergénicos que productos agrícolas convencionales, sí, incluso en estos puntos son superiores a »bio-productos«. Pero sobre todo, la ingeniería genética verde se distingue por mayores rendimientos sostenibles – en particular en zonas con condiciones ecológicas desfavorables. La Premio Nobel alemana Christiane Nüsslein-Volhard precisó el estado de la investigación, dejando en claro que »la aplicación de la ingeniería genética ofrece un potencial aún no agotado para la agricultura ecológica, para una mejor protección del medio ambiente, para la conservación de la biodiversidad y para la salud«. Las ventajas están a la vista: »Plantas que son resistentes a las polillas, plagas de hongos, virus y nemátodos no necesitan ser fumigadas. Plantas mejor adaptadas a condiciones de crecimiento desfavorables, suelo salino, karst, sequía, pueden ser criadas y cultivadas para refertilizar tierra estéril.«82 Naturalmente toda técnica potente ofrece oportunidades y riesgos, pero en este caso el veredicto de la ciencia es asombrosamente claro: La rigurosa negativa a la ingeniería genética no es – al contrario de lo que comunmente suponen algunos defensores del medio ambiente – expresión de amplitud de miras ecológica, sino de insensatez ecológica y económica. Cuando se mira las cosas con más detención, casi no se puede reprimir la impresión de que la histeria anti-ingeniería genética propagada es un capricho de lujo de europeos consentidos, que pueden permitirse creer mitos ecológicos irracionales, en lugar de sondear los potenciales económicos y ecológicos de una técnica que precisamente ofrece la chance de un futuro mejor a los más pobres de los pobres. Aquí el miedo ante productos transgénicos radica en
particular casi exclusivamente, en la naciones ricas, en el desonocimiento. Es así que encuestas realizadas en los años1990 llegaron al resultado de que el 35 por ciento de los ciudadnos de la UE y el 65 por ciento de los estadounidenses creía que los tomates cultivados convencionalmente no contenían genes. Sectores mayores de la población no tendrían claro que, por supuesto, el cultivo convencional, que nosotros los seres humanos practicamos desde hace ap. 12.000 años, y que sin sus éxitos moriríamos de hambre, necesariamente ha estado ligado a intervenciones en el material genético. En el fondo, la única diferencia entre el cultivo tradicional y la técnica genética moderna, es que la intervención en el material genético puede tener lugar de forma más precisa.83 Lo cierto, en todo caso, es que con la ayuda de los nuevos procedimientos biotecnológicos también puede introducirse informaciones de especies ajenas en el genoma de una planta de cultivo. Esta »transferencia genética horizontal« es de hecho un nuevo procedimiento para nosotros seres humanos, pero no es antinatural , como muchos opinan, pues en la naturaleza ocurre hace millones de años que plantas adoptan secuencias genéticas de otros organismos y virus. Que muchos europeos rechacen la ingeniería genética como algo »antinatural« se debe no sólo a un desconocimiento en biotecnología, sino también a una comprensión inadecuada de la naturaleza. Muchos interesados en ecología aún siguen comprendiendo la naturaleza como algo estático que debiera ser mantenido en un determinado estado, aunque la naturaleza siempre está fluyendo (evolución) y los genomas siempre se están transformando sin intervención del ser humano. Y en esto los seres humanos no son en ningún caso los únicos seres vivos que intevienen en el material genético de otros organismos – microorganismos lo hacen desde hace millardos de años. En resumen: La idea de que sería un tipo de »pecado« si el ser humano modifica el material genético de otros organismos no es más que un mito ecoloidiota que se alimenta preponderantemente de tres fuentes antievolucionistas: a) del mito teológico de una constancia de las especies creada por dios (refutada por Darwin), b) del mito romántico de una »naturaleza sagrada« (que ignora todas las desgracias que predominan realmente en la naturaleza), así como c) del mito antroposófico de una agricultura que está en »armonía cósmica« (la que quiere cultivar plantas »según su naturaleza«, por lo que no sólo es mal vista toda ingeniería genética, sino incluso el cruce de trigo y escanda). Anotemos: El hecho de que alimentos modificados genéticamente no tienen permitido ser distinguidos con el sello »bio« no es porque los productos transgénicos sean antiecológicos o riesgosos para la salud. El motivo para ello se encuentra más bien en ideas altamente irracionales (en parte también políticamente reaccionarias) que la – aparte de esto – tan meritoria agricultura ecológica desde un principio llevaba en sí .84 Como estos irracionalismos nunca fueron tratados en el movimiento ecologista, llegaron a la política a través de
Alianza 90/Los verdes, el partido del lobby de la agricultura ecológica. En todo caso no transcurrió mucho tiempo hasta que también los partidos tradicionales se volcaran contra la ingeniería genética verde. Pues eso correspondía no sólo a la posición de muchos electores, que estaban extremadamente inseguros por los escándalos con alimentos en el pasado reciente, sino sobre todo a los intereses de las asociaciones agrícolas convencionales, las que elegantemente, con ayuda de una prohibición de importaciones de alimentos modificados genéticamente, podrían protegerse contra la impopular competencia extraeuropea. El hecho de que esta protección del mercado provocaría justamente grandes daños a países emergentes y subdesarrollados, que se benefician preponderantemente de planatas de cultivo modificadas genéticamente, no lo percibió en absoluto el consumidor, el que se imaginaba que en la política anti-ingenieria genética se trataría en primera línea de su salud. Un tratamiento racional con la ingeniería genética verde no la maldeciría como obra del demonio ni la veneraría como cura milagrosa para todos los problemas. Los políticos abiertos a la argumentación debieran comprender que la moderna biotecnología podría ser eficaz para solucionar el problema del hambre en el mundo, sin embargo, sólo bajo la premisa de que sean creadas las correspondientes condiciones económicas y políticas . La pregunta decisiva no debiera entonce ser, si la ingeniería genética verde tiene permitido realmente ser aplicada (sería irresponsable no hacerlo), más bien debiera establecerse claramente cómo tendría ella que ser aplicada de manera racional. La crítica de Los Verdes y de Greenpeace a las prácticas empresariales de la Firma Monsanto tiene, por supuesto, en este aspecto su justificación. Efectivamente, sería fatal si una sola firma dominara el mercado global con plantas de cultivo transgénicas. Sólo que: ¡Tal situación monopólica no se impide mediante un bloqueo fundamentalista de la ingeniería genética, sino a través de un fomento responsable de la investigación estatal!
¿Negocio de la política – o política de los negocios? Ocupémonos ahora con el tercer elemento central de la politidiotez, la economidiotez. Como se expuso en el capítulo anterior, el comercio de cartas cadena de los mercados financieros no hubiera sido en absoluto posible sin respaldo político. Si el Estado no hubiera intervenido con programas de estímulo económico en millardos, con subvenciones, con un sistema social desbordante, así como con programas de rescate de bancos y Estados, los mercados financieros, debido a su absurdo en la economía real, habrían colapsado ya hace tiempo. Entonces algunos economistas radical-liberales y economistas izquierdistas no estarían muy distantes unos de otros, como podría suponerse. La diferencia entre ellos consiste en que unos critican la irracionalidad del Estado, que sabotea el mercado, y los otros la irracionalidad de los mercados, que hace desangrase al Estado. Pero de hecho ambos irracionalismos están
sistémicamente unidos el uno con el otro: ¡Sin la irracionalidad de los mercados, el Estado no se comportaría tan irracionalmente – y viceversa! Podrían ser escritas cientos de páginas sobre el síndrome economidiota en la política. Por ejemplo, sobre la creencia ciega de los políticos en los efectos reales de aumentos ficticios de capital, la que los llevó a la absurda idea de acoplar, justamente, las pensiones de vejez de las ciudadanas y ciudadanos al comercio de cartas cadena de los mercados financieros internacionales (renta Riester: rentas de financiación privada en Alemania). Otro ejemplo de economidiotez sería el sistema tributario alemán, el que afecta casi exclusivamente a los ingresos medios, y que por numerosos perfeccionamientos empeorantes ha llegado a ser tan embrollado que incluso los mismos funcionarios de finanzas han perdido ya la brújula en el caos de leyes tributarias.85 Brotes igualmente de grotescos son creados por el desbordante sistema de subvenciones, el que mantiene artificialmente con vida a productos y empresas, que lógicamente ya habrían desaparecido hace tiempo del mercado. Pero describir todo esto rebasaría los límites de esta polémica. Concentrémonos por eso mejor en los motivos que llevan a políticas y políticos, en tal indecorosa regularidad, a tomar decisiones economidiotas. Una de las principales causas de la economidiotez política radica en la gran importancia de los grupos de presión (lobbistas, cabilderos) , a los que hay que agradecerles que el quehacer de la política esté definido crecientemente por la política de los negocios. Evidentemente un engranaje entre política y economía es completamente bienvenido, ya que todas las ciudadanas y ciudadanos debieran beneficiarse de una economía próspera – pero problemas serios surgen cuando en la política se les concede mayor peso a intereses particulares de empresas y sociedades que a los intereses de la comunidad. Y eso no se debe sólo a políticos corruptos. (Sería un error cubrir a toda la clase política con un manto de sospecha.) La mayoría de las veces los intereses de la comunidad sucumben más sutilmente, y eso como resultado del sistema desbordante de la expertocracia de grupos de presión (lobbistas, cabilderos). Como se sabe, a raíz de la complejidad de los temas a la que ellos se ven confrontados, los políticos cada vez deben estar recurriendo a la opinión de »expertos«. Pero estos expertos no caen del cielo, sino que a menudo provienen de empresas y sociedades que tienen intereses en una decisión política: Si se trata de asuntos de iglesia, el papel principal viene de funcionarios de la iglesia; si se trata de asuntos de enrgía, representantes de los grandes consorcios de enrgía particpan en el proyecto; si se trata de mercados financieros, son escuchados los directores de los grandes bancos. ¿Hay que seguirse asombrando de que la política considere más bien los intereses particulares que los de la comunidad?
Lo que debiera contraponerse al efecto perjudicial de la expertocracia de los grupos de presión (lobbistas, cabilderos) se sabe hace tiempo: Primero, una mayor transparencia de la política, así como, segundo, una mayor participación de las ciudadanas y los ciudadanos en procesos políticos de decisión. En ningún caso ha de sorprender que el Partido de los Piratas, dentro del electorado, hace tiempo que viene anotando puntos con estos contenidos. Si los partidos establecidos no reaccionaran correspondientemente a esto, eso sería sólo una prueba más de la deplorable »necedad de los gobernantes«.
El estúpido juego del poder Cuando se habla, como lo dice el título de este capítulo, sobre una »necedad de los gobernantes«, debiera naturalmente considerarse el diagnóstico al que llegó la historiadora Barbara Tuchman en su libro homónimo. En su análisis de la necedad política desde Troya a Vietnam ella llegó a la consclusión de que la raíz del mal yacería sobre la »persistencia en el error«: Aunque sería irracional »insistir en lo desfavorable después que eso se ha comprobado como desfavorable«, »para un gobierno nada sería más terrible que admitir sus errores, ponerle fin a las pérdidas, cambiar el curso«. La historiadora vio la razón, para esta estupidez básica, en lo humano demasiado humano: La sensatez política sucumbiría demasiado a menudo a »debilidades humanas irracionales – ambición, temor, aspiración a estatus, guardar las apariencias, ilusiones, autoengaños, prejuicios«.86 Ahora, es un fenómeno bien conocido en la psicología social, que las personas se obstinan en errores aunque esto les sea desfavorable, y se complican la vida según el lema »yo tengo razón aunque me equivoque«.87 ¿Pero por qué este fenómeno es tan extendido justamente en la política? Evidentemente esto está relacionado con las particulares reglas del juego del poder: Aquellos que han conquistado el poder temen perder ese poder, cuando se ha filtrado que ellos han cometido errores. Al fin y al cabo ellos tienen que contar con que representantes de partidos adversarios ya están al acecho para desenmascarar tales errores y presentarse ellos mismos como aquellos que ya lo sabían desde siempre antes mucho mejor. Esta estructura de maniobra política de dominancia es la razón por la que las discusiones políticas son, por regla general, tan poco satisfactorias: Pues a diferencia de debates filosóficos, ellas no tienen como meta hacer a los polemistas avanzar juntos, sino darles en su punto más débil a los adversarios. Mientras que el en el debate filosófico el argumento convincente es un regalo que les ofrece a los participantes una posibilidad para superar errores, el argumento en la discusión política es un arma a ser aplicada para repeler críticas a la propia persona. Se puede estar seguro: Cuando representantes del partido A sustentan cierta posición, inevitablemente aparecerán representantes del partido
B – indiferentes a la contundencia de los argumentos – atacando precisamente esta posición, y presentándolo como un error irreparable para siempre. En este juego del poder, desde los años 1980, en los que Barbara Tuchman escribió sobre la necedad de los gobernantes, no ha cambiado nada. Pero en otro aspecto, desde entonces, ha tenido lugar un cambio notable – por lo menos aquí en Europa Central: Porque casi ya no hay políticos que se aferrarían dogmáticamente a su línea – y sólo por eso, porque ya no hay una línea reconocible a seguir. Hoy el sistema de navegación de la mayoría de los políticos ya no está determinado por sólidos principios políticos, sino por el sube y baja de los números en las encuestas. El informe del mercado de opinión es el oráculo al que recurre el político moderno. En el quehacer político diario el político ya casi no puede permitirse convicciones propias, por las que él, en caso necesario, debiera nadar contra la corriente. En pocas palabras: Mientras que los políticos de antes cometían el error de aferrarse dogmáticamente a sus decisiones erróneas, los políticos de hoy tienden a cometer el error contrario: Prefieren no tomar decisiones antes que tomarlas, y que después se las pueda interpretar como fallas. Particularmente por esta razón se ha puesto de moda delegar decisiones a comisiones de „expertos“. Es por eso también que a los políticos, en sus apariciones en público, les gusta emplear fórmulas vacías, frases, palabras huecas de las que no se puede extraer ningún contenido sustancioso, y que con ello tienen la ventaja de ser irrefutables. ¿Cómo entonces debiera interpretarse el cambio político insinuado aquí, del dogmatismo estrecho de mente del pasado a la orientación flexible según el mercado de opinión? ¿Es que acaso no es una buena señal cuando los políticos escuchan con tanta atención a sus electores, para que ellos en caso necesario, véase el abandono de la energía atómica por parte de democristianos-liberales, arrojen completamente por la borda sus ideas? ¿O es esto la mera expresión de una carencia ciega de conceptos o puro oportunismo? El hecho, en todo caso, es que el cambio en la política provocó un resultado paradójico: Aunque hoy los partidos se esfuerzan más que nunca en obtener aprobación por parte de los electores, la aprobación por parte de los electores a los partidos políticos no fue nunca tan pobre como lo es hoy en día. ¿Cómo se explica esto? ¿Podría ser que los electores cada vez se asustan más de sí mismos al notar en la flaqueza y desorientación en la política la imagen reflejada de su propia flaqueza y desorientación? ¿Despotricamos contra los políticos necios sólo porque queremos desviar nuestra propia estupidez? La amarga verdad es: ¡En la democracia no sólo todo el poder proviene del pueblo, sino también toda la estupidez! ¿Por qué entonces acusar con el dedo a políticos incapaces, banqueros rapaces o predicadores de odio chiflados?¡Después de
todo nosotros, cabezas huecas, recibimos sólo la política, la economía y la religión de cabezas huecas que merecemos! Entonces partamos por nosotros mismos: ¿Qué fue lo que falló entonces tan terriblemente para que hayamos permitido esta estupidez? ¿Por qué no se vislumbra aún un fin de esta farsa? ¿Cómo es posible que a partir de todos los tiernos bebés de Homo-sapiens, que día tras día ven la luz del mundo, se desarrollen con regularidad espantosa Homo-demens adultos retrasados. Para responder a esta interrogante echemos un vistazo a la Matrix cultural de la que se alimenta el Poder de los Tontos …
BIENVENIDO A LA MATRIX La estupidez también tiene que ser aprendida Ya Sigmund Freud se asombraba del »contraste abrumador entre la inteligencia radiante de un niño y la debilidad mental del adulto promedio«.88 Una de las principales razones para esta »atrofia relativa« él la veía en la »educación religiosa«. Freud criticaba que a los niños ya se les confrontara con enseñanazas religiosas en un momento en el que ellos aún no podrían comprender la transcendencia de esas enseñanzas. Consecuencias de este adoctrinamiento temprano: »Cuando el pensamiento del niño se despierta, las enseñanzas religiosas ya se han vuelto resistentes.« 89 Justamente esto, según Freud, conduce a una reducción de las facultades de razonamiento: »La persona que ha llegado al punto de tragarse acríticamente todos los absurdos que las enseñanzas religiosas le venden no debiera sorprendernos mucho con su deficiencia de raciocinio .« 90 Es por eso que el padre del psicoanálisis reclamaba sustituir la educación de la ilusión y de la deficiencia de razonamiento, por una »educación para la realidad«. Esto ciertamente podría ser un objetivo utópico, pero en algún momento, de eso estaba seguro Freud, se impondría la »silente voz de la razón«: »El primado del intelecto, por cierto, se encuentra bastante lejos, pero probablemente no a una distancia infinita.« 91 Desde las anotaciones de Freud sobre estas ideas han pasado más de 80 años – y sin embargo hoy no se podría formular esto de forma más precisa: Pues aún estamos a kilómetros de distancia de una »educación para la realidad«, absurdos religiosos siguen aquejando la capacidad mental, todavía hay niños que son infectados a temprana edad con los gusanos cerebrales relidiotas más absurdos. Pero nos haríamos la cosa muy fácil si redujéramos la »atrofia relativa«, que se manifiesta en la metamorfosis de niños inteligentes a adultos débiles de razonamiento, sólo a la educación religiosa; ya que la educación para la relidiotez es sólo uno de muchos subprogramas de gusanos cerebrales al interior de la Matrix cultural , la que nos manipula tan exitosamente que ni siquiera notamos cuán poco aprovechamos nuestras posibilidades biológicas. Para comprender este estado de cosas es necesario tomar conciencia del vínculo existente entre naturaleza y cultura. Primero: El ser humano no viene al mundo ni como »hoja en blanco«, ni como robot genético que sólo debería dejar correr programas biológicos predeterminados. Más bien es un ser cultural por naturaleza – estampado biológicamente, pero al mismo tiempo flexible culturalmente. Segundo: Nuestra cultura no es – como se afirmaba antes – expresión de una deficiencia biológica, sino, mejor dicho, de una riqueza biológica, ya que sólo programas biológicos particularmente complejos pueden poseer la facultad de adaptarse a medios ambientes cambiantes. Tercero: Aunque antes las diferencias culturales humanas y de chimpancés en ningún caso se habrían diferenciado tan claramente como hoy, ya entonces tiene que
haber habido diferencias biológicas que posibilitarían la posterior explosión cultural del ser humano. En este contexto la pregunta por el millón reza: ¿Gracias a qué cualidad biológica – a diferencia del chimpancé - pudo el ser humano desarrollarse desde cazador recolector a neurótico de gran ciudad? ¿Cuál es entonces la diferencia biológica esencial entre ser humano y chimpancé? La respuesta a esta pregunta puede sonar despectiva, pero para la comprensión de la naturaleza humana es de suma importancia. El ser humano es el mono que mejor puede imitar como los monos. De hecho, nuestros cerebros fueron de tal manera configurados que en el transcurso de la evolución nos convertimos en verdaderos maestros de la imitación. Precisamente ,en este sentido, somos claramente superiores a los chimpancés: »Si se compara la conducta de aprendizaje de chimpancés y niños«, escribe el biólogo evolutivo Thomas Junker, »se demuestra en los niños una mayor exactitud de copia. Mientras que los chimpancés están orientados más pragmáticamente al objetivo, los niños intentan imitar más exactamente el comportamiento de otros, aunque en ciertos casos esto pueda ser menos efectivo«92 Quizás usted se preguntará ¿por qué es esta imitación exacta tan importante? Respuesta: Porque es el fundamento esencial para la transmisión exitosa de experiencias sociales de aprendizaje, es decir, la base de toda la formación de tradiciones. Sin nuestra disposición para imitar perfectamente el comportamiento de otros no podríamos aprender el lenguaje; técnicas culturales complejas como leer, escribir, calcular no se habrían desarrollado nunca, para qué hablar de ciencias, filosofía y arte. En otras palabras: La capacidad para imitar con exactitud es la raíz de todos los logros culturales, sin embargo: Ella es también la raíz de toda la estupidez humana. ¿Por qué? ¡Porque el ser humano está programado para imitar todo lo que el se encuentra en su cultura – incluso el absurdo más burdo y obnubilante del cerebro! Para los niños esta disposición incondicional para la imitación es de importancia vital. Si no intentaran por sí mismos imitar sonidos, cuyo sentido ellos no entienden, no podrían aprender nunca un lenguaje. Incluso más tarde, en sus anhelos de orientarse en el mundo, están entregados, para bien o para mal, a su ambiente cultural. Curiosos ellos absorben toda información que les es ofrecida. En esto, en los primeros años, su confianza en la fidelidad de las afirmaciones de sus personas de referencia no tiene límites. Eso se debe particularmente a que su imagen sobre el mundo aún no está muy consolidada para, sobre la base de esta imagen, comprobar la fidelidad de las afirmaciones. Pero con el tiempo ellos adquieren un arsenal de visiones tradicionales que determinan sus ideas sobre lo verdadero y lo falso, lo justo e injusto, lo bello y lo feo. Precisamente esto es lo que debe ser entendido bajo el concepto de »Matrix cultural«: un programa para la normación social de costumbres individuales de pensamiento, sentimiento y comportamiento.
Por supuesto que tales programas de normación están sometidos a vaivenes históricos. Hoy se ven claramente distintos que en los tiempos de la esclavitud, de las cruzadas o de la Guerra Fría. También las diferenciaciones locales son considerables: Así, la Matrix cultural en Europa Occidental se diferencia de los programas normativos de Rusia, China, Arabia Saudita o Irán. No obstante, aparte de las diferencias históricas y regionales, hay una gran característica común: Todas las culturas producidas por el ser humano han dado gran valor a formar lo más temprano posible a su descendencia según su propia imagen. Esto no sería problemático si las culturas se limitaran a transmitir a generaciones venideras, aparte de técnicas culturales basales, también conocimiento sólido, asegurado, sobre el mundo. Pero el Homo demens no sería Homo demens si se quedara en eso. Lo cierto es que: ¡Mientras más irreal, más insensata, más grotesca es una idea cultural, mayor es el esfuerzo requerido para implantarla en las cabezas de los más jóvenes!
Abuso ideológico infantil En ninguna parte se hace esto más evidente – aquí hay que coincidir con Freud – que en el caso de la educación religiosa. Realmente es para arrancarse el pelo, con qué bobadas niños indefensos son cebados ya desde la familia, en el jardín infantil, en la escuela primaria, mas terrible aún: en escuelas dominicales cristianas o escuelas musulmanes del corán. ¿Es para asombrarse todavía que la mayoría de las personas nunca haya podido desarrollar una eficiente inmunización intelectual, cuando ellas ya con la leche materna cultural tienen que absorber tal sobredosis de toxinas degradantes del cerebro? Por cierto: En la mayoría de los países del mundo el grado de contaminación relidiota es mucho mayor que en la Europa ampliamente secularizada. Pero también en nuestras latitudes es considerable el daño que surge de la infección temprana con gusanos cerebrales. Es así que a menudo se les cuenta a niños de jardín infantil, a más tardar a partir de la primera clase, el ingenuo »mito infantil« de la historia bíblica de la creación, pero se les oculta a ellos los conocimientos contradictorios a ella de la biología de la evolución. Entonces las y los ecolares recién vienen a verse confrontados, si es que es realmente así, con el tema »evolución«, en el décimo año escolar; pero hasta entonces ya hace tiempo que ideas creacionistas han echado raíces en sus cabezas. Pregúntese usted: ¿No debería ser exactamente lo contrario? ¿No deberíamos primeramente a los niños transmitirle lo que sabemos de forma más o menos asegurada sobre la »naturaleza de las cosas« (evolución), antes de meterles interpretaciones del mundo inciertas (como la idea de la creación), cuya problemática ellos no pueden estimar en absoluto, al carecer para ello del conocimiento básico necesario?
El hecho de que la práctica corriente de manipulación ideológica de niños y jóvenes en las escuelas públicas sea tan poco debatida se debe a que la mayoría de ciudadanas y ciudadanos aún parte, con gran naturalidad, de que en realidad habría niños »católicos«, »protestantes« o »musulmanes«. ¿Pero es cierto eso? ¡De ningún modo! Hay tan pocos niños »católicos«, »protestantes« o »musulmanes« , como los hay »democristianos«, »liberales«, »socialdemócratas« o »verdes«. ¿Cómo se vería si a los hijos de electores DC o a los hijos de electores PSD se ls impartiera en la escuela el programa de sus respectivos partidos – así como hoy se les dicta a los niños de católicos y a los niños de protestantes clases de religión católica y de religión protestante respectivamente?! A todos les quedaría claro que se trataría de un adoctrinamiento indebido, sí: de un abuso infantil ideológico. ¡¿Por qué entonces debiera ser tan distinto en el caso de la religión?! La clasificación de niños en diferentes asignaturas ideológicas conduce no sólo a la formación de ghetos religiosos en la sociedad , perjudicial para la comunidad, sino que, debido a los contenidos relidiotas en estas clases, también a un daño de la capacidad individual de razonamiento. Imagínese sólamente cómo reaccionará un niño sensible, inteligente, cuando escucha que el »querido dios«, consciente y premeditadamente (!) hace que se ahoguen casi todas la personas y animales con el diluvio, y que él »por nuestros pecados« deja ejecutar sanguinariamente a su hijo en la cruz. Imagínese usted también por favor cómo este sensible niño debe sentirse con la información de que sus padres, en la misa dominguera, engullen »el cuerpo« de esa pobre víctima sacrificada , para, de este modo, »unificarse« con ella. Esto demuestra cuánto nos hemos habituado a estas creencias sangrientas absurdas, que ya no somos capaces en absoluto de percibir este »rito caníbal« como el escándalo que él realmente representa. ¿Es que no es consternador que gran parte de la población, de los medios, de la política, del establishment cultural, sigan aún – en el siglo 21 – valorando como algo pedagógicamente irrenunciable, preparar a niños inocentes para tal »canibalismo ritual«? Seguramente: La mayoría de los padres, sí, incluso de los maestros de religión ya casi no toma en serio el »milagro de la comunión«, así como tampoco otros dogmas del cristianismo. ¿Pero hace esto la cosa mejor? ¡De ningún modo! Pues ¿qué mensaje pedagógico les transmitimos a nuestros niños si a la fuerza los metemos en rituales, en los cuales ni nosotros mismos creemos en su sentido? Este es el objetivo principal de toda educación para estrangular el pensamiento. El mensaje es: ¡Manda a la cresta del cerro los argumentos! ¡No busques explicación a las cosas! ¡No seas un loco que se rebela contra los absurdos del sistema, sino un necio que sigue a la manada imbécil ! ¡No preguntes nunca por el sentido del todo, sino que adáptate a las costumbres dominantes – por más estúpidas que éstas sean! Si se busca las causas del
»contraste acongojante entre la inteligencia radiante de un niño sano y la debilidad mental del adulto promedio« – aquí se las halla.
Estupidez en todos los canales El »principio de estrangulamiento mental« nos llega principalmente de los medios. Theodor W. Adorno se lamentaba ya en los años 1940: »De cada visita al cine salgo, con toda claridad, más tonto y peor que antes.«93 ¡¿Pero que habría dicho él si se hubiera visto confrontado con el aturdimiento medial de la actual industria de la entretención?! ¿Cómo habrían sido sus comentarios sobre los reality shows como Hermano Mayor , Campamento en la selva y Alemania busca a la superestrella? Imagínese a Adorno como invitado prominente a ¿Quién quiere ser millonario?: ¡Impensable! Hoy más que nunca los responsables de los medios parten de que al público se le entretiene cuando el nivel se mantiene abajo. Trágicamente el éxito parece darles la razón: Porque mientras más chato es el formato, más alta es la cuota de sintonía; mientras más estrecho de mente el programa, más amplia es la sonrisa de los responsables del programa. No es de asombrar que día tras día, noche tras noche, se nos presente la misma papilla enervante de estupideces: formatos de conversación, en los que se habla mucho y se dice poco, realitycebollas con »prominentes«, a los que no se les conoce y tampoco quisiera conocérseles, programas de comedia sin humor, programas de quiz huecos, programas informativos sin valor informativo, programas pop sin ningún brillo. Al que resiste todo esto, sin degenerar por completo intelectualmente, le volarán a más tardar las últimas chispas de racionalidad de las circunvoluciones cerebrales, con los»mutantes divertidos« (grupo musical alemán, cuyo nombre real es „los musicantes divertidos ) de la música popular o con sus descendientes
del Ballermann 6 (film alemán de comedia) . Stefan Bonner y Anne Weiss han descrito con gran precisión, en su bestseller »Generación tonta«, las consecuencias de esta divulgación medial de la estupidez.94 Es paradójico: Aunque el conocimiento del mundo está hoy en día a un clic de ratón de distancia, millones de personas jóvenes se encuentran tan retardadas mentalmente que ni siquiera saben lo que no saben. Casi no existen ambiciones para contrarrestar la estupidez propia. ¿Pero de dónde podrían provenir tales ambiciones? Por último, nunca llegaron a saber que la formación es un valor en sí misma , que es valioso en sí mismo ganar visiones más profundas sobre »la vida, el universo, y todo lo demás« (Douglas Adams) – aunque a través de ello no se gane un contrato como modelo con algún diseñador de modas o un contrato de grabación con algún productor de tercera clase.
El sistema universal de estupidificación Lamentablemente el conocimiento fundamental sobre el valor de conocimientos fundamentales sólo existe en muy pocas personas. Por supuesto que esto no sólo se debe a los nulos mensajes de los medios, sino sobre todo a los absurdos de nuestro sistema educacional , el que con absoluta razón podría ser definido como » sistema maleducacional «, sí, incluso como » sistema estupidificacional «. Pues ¿qué aprenden preponderantemente los niños, jóvenes, adultos en nuestras escuelas primarias, escuelas de formación profesional, escuelas superiores y universidades? Ellos aprenden que la formación no posee valor propio, sino que, en el mejor de los casos , un valor de cambio! La locura pedagógica realmente existente (Pedagoidiotez) se manifiesta sobre todo en el absurdo forzamiento a la bulimia de conocimiento, que es cultivada en las instituciones educacionales: las y los escolares son entrenados para , en el menor tiempo posible engullir la mayor cantidad de conocimiento muerto, y en el momento de la prueba, a cambio de notas en el plazo justo, volver a vomitarlo. En realidad a nadie debiera sorprender que con tal bulimia educativa sólo unos pocos contenidos de aprendizaje permanezcan en el alumno. Igual de poco debiera sorprendernos que el interés por contenidos de aprendizaje escolar se extinga por completo, si las y los escolares no pueden ver en la educación ni siquiera un valor de cambio: Aquel que, respecto a sus chances de ascenso social, se ha resignado hasta tal punto de señalar como sueño profesional: »¡Cuando sea grande voy a ser recibidor de ayuda social!«, no tiene ningún motivo para quemarse las pestañas con contenidos que en el fondo le interesan un carajo. Es fácil detectar el mal mayor de nuestro sistema educacional: La mayoría de las veces la »aventura de saber« les es presentada a los niños en la escuela de manera tan insoportablemente aburrida, que al poco tiempo ellos ya pierden esa cualidad que por naturaleza los hace capaces de aprender: la curiosidad . Son contados los maestros y maestras que dominan el arte de entusiasmar a sus alumnas y alumnos por los contenidos que ellos transmiten. Pero sin entusiasmo el aprender se transforma en un apropiamiento tedioso de saber ajeno. Es cierto que se dice que se debiera aprender para la vida y no para la escuela, pero de hecho la mayoría de las veces es lo contrario: Alumnas y alumnos aprenden para pruebas – aquello que aprenden no tiene ninguna importancia para ellos mismos, para su vida, para su comprensión del mundo, por lo que rápidamente, tras la fecha de prueba, eso queda nuevamente en el olvido. ¿A qué se debe que el profesorado fracase normalmente de forma tan rotunda en entusiasmar a los alumnos? Primero: Muchas maestras y muchos maestros han adquirido igualmente su conocimiento de manera alienada; entonces, como personas, ellas no están ni entusiasmadas por los contenidos de su asignatura, ni por la posibilidad de poder transmitirselos a los jóvenes. Segundo: En la
formación pedagógica (particularmente para las escuelas secundarias) aún se sigue alimentando el concepto erróneo de enseñar asignaturas en vez de enseñar a personas. Una buena clase, apasionante y entretenida, debiera orientarse por las fortalezas y debilidades, talentos, preferencias y rechazos de las alumnas y alumnos. Estandarizamientos rígidos, que miden a todos los aprendientes con el mismo rasero, son pedagógicamente absurdos en alto grado, pues destruyen justamente los potenciales creativos que debieran ser fomentados. Tercero: Nuestras instituciones formadoras (desde el jardín infantil hasta la escuela superior) están en general tan mal equipadas financieramente, que no es posible un aprendizaje individual. Aquí debiera la política intervenir decididamente. Después de todo cada democracia vive de la sabiduría de sus ciudadanos. Aquél que ahorra principalmente en formación, demuestra sólo una cosa: el grado notable de su propia estupidificación. Una deficiencia central de nuestro sistema educacional no puede dejarse sin ser mencionada: Todavía se mantiene en primer plano el aprendizaje de hechos aislados – no la comprensión de contextos. A alumnas y alumnos les son embutidas cantidades absurdas de hechos aislados, mientras que en la tarea decisiva, de relacionar entre sí estos hechos individuales aislados, casi no reciben orientación. Pero es que educación significa – hoy más que nunca – conocimiento contextual . Porque el problema de nuestro tiempo ya no consiste en absoluto en recibir acceso a conocimiento detallado especializado . El gran desafío de nuestro tiempo es no naufragar en el mar de informaciones, que de todos modos ya nos inunda. Si las alumnas y los alumnos son atiborrados con conocimiento fragmentado, como si se tratara de prepararlos para un resultado exitoso en ¿Quién quiere ser millonario?, esto no tiene nada que ver con formación. Al fin y al cabo cualquier tontito con ayuda de Wikipedia podría responder la »pregunta del millón de euros«. Formación entonces no significa acumular mucho conocimiento fragmentado, ella se expresa más bien en estar en situación de, desde el gran fondo de conocimientos, extraer las informaciones relevantes para los problemas. Como el sistema educacional fracasa en esta importante tarea, muchas y muchos escolares y estudiantes ya no ven el bosque por los tantos árboles que éste tiene. Ellos no comprenden ni en qué relación están los contenidos de una asignatura con otra, ni entienden qué importancia tienen estos contenidos para los contenidos de otras asignaturas, y mucho menos tienen ellos conciencia de qué tendrían que ver esos contenidos con su propia vida. Para la motivación al aprendizaje esto en realidad no es muy estimulante. Por ello, las ofertas de educación debieran estar concebidas fundamentalmente de tal manera que dejen muy en claro estos contextos: Inmediatamente, al comienzo de una unidad de aprendizaje debiera ser aclarado por qué es importante ocuparse con el tema. En caso de que no resultara hacer ver la relevancia de un tema, eso sería señal de que éste no tiene cabida en la clase. (En el mejor de los casos podría ser
tratado en un curso especial, en el que participarían sólo aquellos que puedan interesarse por él.) Si de este modo se lleva el sentido del aprendizaje al centro del aprendizaje, así, necesariamente, se transforma la relación de enseñantes y aprendientes: Porque los enseñantes ya no pueden esperar que los aprendientes se traguen incondicionalmente todo lo que les es presentado, más bien ellos deben orientarse según las necesidades de los aprendientes. Los aprendientes por su parte están estimulados no sólo a repetir como loros lo que se les ha insuflado, sino a reflexionar por sí mismo sobre cuán relevante es para sus vidas lo que están aprendiendo, y si las informaciones que les son transmitidas resisten realmente un análisisi crítico. En el caso ideal los enseñantes se transforman con ello, en cierto modo, en aprendientes, y los aprendientes en enseñantes. La comunicación unidireccional de la educación se convierte en un diálogo de aprendizaje, del que ambas partes se benefician.
La jalea real de la educación Como vemos, el concepto educacional esbozado brevemente aquí apunta a un viraje de la educación estranguladora del pensamiento descrita arriba. Pues los principios centrales de un precepto pedagógico para la fortaleza mental rezan: ¡Preocúpate por los argumentos! ¡Ve al fondo de las cosas! ¡Sé un loco que se alza contra los absurdos del sistema – no un necio que sigue a la manada tonta! ¡No te adaptes a las costumbres dominantes, sino que pregunta por el sentido de todo! Si la Matrix cultural fuera reconfigurada en este sentido, esto tendría consecuencias sociales, económicas y políticas trascendentales: Ya que la persona que desde pequeña ha aprendido a cuestionar críticamente lo enseñado, en vez de repetirlo irreflexivamente a cambio de notas, no se dejará infectar tan rápidamente por gusanos cerebrales ecoloidiotas o economidiotas. No se tragará ni el añejo chisme del juicio final, ni se dejará influir para que diseñe chips que arruinen equipos tras vencerse el plazo de garantía, o »artilugios financieros« que empujen a las personas a la ruina. Y por supuesto no elegirá a ningún político que apoye tal absurdo. Con ello, en búsqueda de la jalea real, que podría hacernos »seres humanos sabios«, hemos llegado a destino. El resultado no debiera sorprender particularmente a nadie. Esto es: Para desarrollarnos a Homo sapiens en vez de degenerarnos a Homo demens, debemos ser alimentados con la jalea real de la educación. En esto – como sucede con las abejas – no es significativa la cantidad , sino la calidad de la jalea. Quien sabe mucho puede estar muy lejos de ser una persona formada, también puede estar en alto grado deformada. No sólo la edad no protege de necedad – tampoco el saber y la inteligencia son suficientes para prevenir la necedad. (Véase sólamente al papa Benedicto XVI.
Se debe incluso considerar que personas inteligentes son susceptibles de padecer de delirios si ellas han sido infectadas a muy temprana edad con los gusanos cerebrales correspondientes – y justamente ellas, como portadoras del delirio, son particularmente peligrosas). ¿Cómo entonces se reconoce la diferencia entre formación y deformación? En el fondo es muy fácil: A diferencia de los gusanos cerebrales estupidificantes, la jalea real de la educación hace que a) nuestra capacidad mental sea fortalecida, lo que nos permite reconocer contradiciones lógicas como tales que son, b) nuestro sentido de la realidad sea aguzado, de manera que ya no podemos evadirnos con mentiras de la realidad, y c) nuestra espina dorsal sea estabilizada, de manera que no perdamos, a las primeras señales de resistencia, nuestra capacidad para andar erguidos. Si esta jalea real estuviera mundialmente a disposición, ya habría acabado hace tiempo el poder de los tontos, de los estrechos de mente, de los sempiternos del pasado. ¿Pero cuán realista es esto? ¿No es una tremenda ilusión creer que la humanidad pueda liberarse de sus tremendas ilusiones? ¿Es que la voz de la razón no es demasiado débil como para que ella pueda imponerse contra todo el repicar de campanas, todos los llamados de muecines, todo el griterío de mercado, todo el berrinche de políticos? Sigmund Freud opinaba: »La voz del intelecto es baja, pero ella no descansa hasta que ha encontrado oídos. Al final, tras infinitos, a menudo reiterados repudios, ella lo logra. Este es uno de los pocos puntos en los que se puede ser optimista frente al futuro de la especie humana …«95 Si no estoy errado, podemos nosotros, los de hoy, en este aspecto, incluso ser algo más optimistas de lo que fue Freud en los años 1930. Por último, gracias a internet pueden ser hoy transmitidas también aquellas opiniones que antes habrían sido rigurosamente reprimidas por el establishment político. De cómo el desplome de las barreras de comunicación tiene consecuencias trascendentales, es evidente: En todos los rincones y aristas del sistema global se forman movimientos de resistencia. Los guardianes del orden establecido ya hace tiempo que no están tan seguros sobre sus monturas, como en tiempos pasados. Las cosas han comenzado a moverse, sin que aún haya alguien que sea capaz de detenerlas. Y así somos testigos de una transformación que se consuma ante la vista de todos nosotros: Pues el alzamiento de los locos de la resistencia contra los necios del poder ya ha comenzado …
¡NINGÚN PODER A LOS TONTOS! Un llamamiento a la resistencia En el cuento de Andersen El traje nuevo del emperador un sólo niño derribó la demencia de los poderosos. En la realidad la cosa no es muy distinta: A menudo sólo basta la acción comprometida de unos pocos para volcar el sistema social . Así, la simple negativa de Rosa Park, el 1 de diciembre de 1955, de negarse a despejar su asiento en el bus para un pasajero blanco, marcó el comienzo del fin de la segregación racial en los EE.UU. En la cuna de los movimientos sociales siempre hubo personas aisladas que fueron lo suficientemente locas como para quebrar los tabúes mentales de su tiempo. Por supuesto que estos desubicados que abogaban por tales »ideas aventureras«, tales como libertad de expresión de opinión, abolición de la esclavitud, abrogación del racismo, igualdad de derechos de hombre y mujer, o por una relación sensata con la naturaleza, prácticamente no fueron tomados en cuenta por la clase política de su época (en caso contrario: eran rápidamente sacados de circulación). Pero a largo plazo nadie pudo impedir que más y más personas fueran contagiadas por estas ideas subversivas. Entretanto, ellas se han convertido incluso en tan sólidos componentes de nuestra Matrix cultural, que parece casi inimaginable que alguna vez ellas hayan parecido inimaginables. En este sentido es alentador que tantas personas protesten hoy contra las necedades que han sido descritas en este libro: Así, el Movimiento Internacional por los Derechos de los Animales ataca el delirio, reseñado en el segundo capítulo, de una situación particular que tendría el ser humano en el cosmos, del que resulta (en el sentido más terrible de la palabra) su crudo trato con formas de vida no humanas . El Movimiento de Crítica Ilustrada de la Religión, que se ha formado entretanto en muchos países del mundo, afronta el poder de los relidiotas descrito en el tercer capítulo. Movimientos por el Medio Ambiente combaten hace décadas la ecoloidiotez ya explicada en el cuarto capítulo; movimientos críticos del sistema financiero, como Attac (recientemente también: Occupy Wall Street ) la economidiotez descrita en el mismo capítulo. Iniciativas por democracia directa, como Mehr Demokratie e. V. (Más Democracia mediante decisión popular y ciudadana), intentan contrarrestar la necedad de los gobernantes discutida en el capítulo cinco; movimientos por reforma educacional (como la Reggio-Pädagogik ) la pedagoidiotez tratada en el capítulo 6. ¿Es concebible que estos movimientos aislados puedan unificarse alguna vez en un gran colectivo aglutinante, en un Movimiento de Resistencia del Homo sapiens contra el peligro para la civilización del Homo-demens? Imposible no es, aunque por el momento (¿aún?) hay razones de peso que hablan en contra. Pues quien ha reconocido una idiotez, no está por eso para nada a salvo
de otras idioteces: Lamentablemente muchos aún no están conscientes de cómo las diferentes formas de delirio del Homo-demens – relidiotez, ecoloidiotez, economidiotez, politidiotez y pedagoidiotez – están ligadas unas con otras. (Piénsese sólamente en el conflicto de Oriente Medio, en el que estos trastornos mentales, de forma fatal, actúan juntos y se estabilizan mutuamente.) La conjunción sistémica de los diversos delirios es por último responsable de que muchos esfuerzos de ayuda, bien intencionados, se esfumen en el espacio sin ningún efecto. Es como brujería: para contrarrestar el fundamentalismo debiera etimularse el desarrollo económico en los países afectados, ¿pero cómo tendría que fomentarse el desarrollo económico, cuando el fundamentalismo justamente lo impide? Interacciones similares existen entre ecoloidiotez y economidiotez: Un cambio ecológico será posible recién cuando la economía ya no esté marcada por la maximización de beneficios a corto plazo, pero para superar esta insensatez economidiota debiera existir ya una conciencia ecológica que considere las consecuencias a largo plazo del quehacer económico. En este sentido no puede esperarse mucho de parte de la política: Porque ¿cómo podrían los políticos hacer frente a las anteojeras de caballos de los intereses a corto plazo, si su reelección depende de la satisfacción de estos intereses a corto plazo? ¿Y cómo podrían ellos corregir las fallas de nuestra Matrix cultural, si su propia razón y actuar fueron marcados justamente por esta Matrix? Hace un siglo y medio Karl Marx se enfrentaba al mismo problema. En sus famosas Tesis de Feuerbach se lee al respecto: »La teoría materialista de la transformación de las circunstancias y de la educación olvida que las circunstancias deben ser transformadas por el ser humano, y que el educador mismo debe ser transformado. (…) La conjunción de la transformación de las circunstancias y de la actividad humana sólo puede ser tomada como práctica revolucionaria y ser comprendida racionalmente96 Con ello se quiere decir dos cosas: Primero, que nuestro pensar y actuar están igualmente determinados por las condiciones sociales, así como las condiciones sociales están determinadas por nuestro pensar y actuar. Segundo, que ambas cosas no son estáticas, sino que están sometidas a un cambio permanente. Particularmente dramáticos son estos procesos de transformación en momentos de crisis, es decir, cuando se hace evidente que la forma de nuestra convivencia o de nuestra interacción con la naturaleza produce problemas tan graves que ya no podemos resolver con los recursos tradicionales. En este sentido, en cada crisis social grave late un peligro y una chance al mismo tiempo – el peligro de que sucumban logros culturales conquistados en duras luchas (por ejemplo tras el ocaso de las grandes culturas de la antigüedad en Europa), pero también la chance para que aprendamos de las catástrofes del pasado (piénsese , por ejemplo, en la reconstrucción de Europa tras la Segunda Guerra Mundial).
También las crisis de la actualidad son en este sentido ambivalentes: De la primavera árabe podría pasarse rápidamente a un invierno islamista, a una era glacial cultural, que haga congelarse toda esperanza de libertad en los países árabes – pero también el tierno retoño de la libertad, brotado tras el derrocamiento de los dictadores, podría desarrollarse como un árbol cargado de frutos. Igualmente, la crisis de los mercados financieros podría desencadenar una catástrofe económica con consecuencias espantosas, pero también dar origen a una forma más justa de economía global. Que aprovechemos o no la chance que la actual crisis ofrece, dependerá significativamente de si estamos dispuestos a repensar. Pues los grandes problemas del mundo no puden ser resueltos con el mismo modo de pensar, con el que los hemos causado (Albert Einstein).97 Decisivo será si los Locos de la Resistencia pueden liberarse de los patrones tradicionales de la Matrix cultural, o si finalmente sólo verteremos vino viejo en odres nuevos. El hecho de que en este aspecto aún haya deficiencias queda de manifiesto en que hoy casi todos los movimientos de resistencia se presentan con un ímpetu altamente moralista – así como si los problemas que aquejan al mundo pudieran explicarse con que »malos« empresarios, ejecutivos, banqueros, políticos se hubieran confabulado por propia voluntad contra el ser humano y la naturaleza. ¿Pero se trata aquí realmente de un problema moral ? ¿Fue la crisis financiera mundial realmente resultado de la rapacidad de algunos banqueros? ¿Son los necios del poder realmente mucho más egoistas que los locos de la resistencia? ¡No! El satírico Wiglaf Droste compuso una vez: »Si está el cerebro muy mal, con gusto es tomada la moral.«98 Esto también calza en el siguiente caso: No es que la miseria global se deba a decisiones execrables de personas aisladas, sino a un sistema diseñado de forma tan poco inteligente que necesariamente se llega a procesos de estupidez de enjambre. Sería absurdo arrostrar a los políticos que ellos se orientan por intereses; a economistas que ellos quieren obtener ganancias; a cléricos que ellos quieren salvar »almas«. Por último, ellos sólo cumplen su trabajo. Ellos hacen lo que los respectivos subsistemas exigen de ellos. Lo trágico de esto es que: mientras más eficientemente, más concienzudamente ellos cumplen su labor, más desastrosas son las consecuencias. Pues eso es lo tonto de sistemas tontos: Quien actúa en ellos racionalmente, actúa irracionalmente; quien hace perfectamente lo falso, hace lo perfectamente falso.99
Estupidez y orgullo crecen de un madero Los Locos de la Resistencia, según esto, no tienen ninguna razón para dárselas de apóstoles de la moral . Aquél que, sobre esto, presume no pertenecer a los necios del poder, evidencia con ello sólo una cosa, que no ha comprendido las causas sistémicas, las causas más profundas de la crisis. Más aún: él demuestra de manera inequívoca que él mismo ha sido infectado por uno de los programas
de gusanos cerebrales más peligrosos de todos los tiempos, el virus de la propia superioridad moral : Ya que estupidez y orgullo crecen de un madero. Como en libros anteriores he tratado muy detalladamente esta particular necedad del Homo-demen s100, voy a limitarme aquí entonces a dos breves anotaciones: Primero: La estupidez básica del orgullo se yergue – también como otras muchas estupideces – sobre una autosobrestima del ser humano. Nosotros, monos erguidos, nos creemos en serio estar por sobre las leyes naturales, y que con nuestro »libre albedrío« podemos decidirnos por »el bien« o »el mal«, lo verdadero o lo falso, lo bello o lo feo. Pero en realidad, todas las decisiones que tomamos, y también todas las cualidades que poseemos están determinadas por causas. Es un hecho que: cada uno de nosotros puede ser en cada momento de su vida sólo exactamente tan inteligente, atractivo, tierno, justo, etc., como lo debe ser en ese exacto momento, por causa de su respectiva naturaleza y sus experiencias. Segundo: De la autosobrestima del ser humano crece aquella funesta superioridad moral propia, con la que los afortunados sentencian sobre los desafortunados, los bellos sobre los feos, los cultos sobre los incultos, las élites sobre los marginados, los »buenos« sobre los »malos«. Como particularmente devastador se ha demostrado el dualismo moral de bien y mal: Pues las personas que se figuran ser los » guardianes del bien en contra del mal « no buscan soluciones justas para conflictos de intereses, sino que cualquier disputa inocua ellos la hacen escalar . (También, en este sentido, el conflicto del Medio Oriente puede servir como ejemplo admonitorio.) Por eso lo que nosotros necesitamos en la actual situación no es indignación moral , sino ¡desestupidificación cultural ! En lugar de »¡Indignaos!« 101 debiera decirse: »¡Desestupidificaos!« Porque el gran frente de conflicto de nuestro tiempo no se extiende entre el bien y el mal, sino entre inteligencia y estupidez! Anótese: En esta diferencia entre inteligencia y estupidez no se trata de las cualidades de individuos en particular (un coeficiente intelectual altísimo tampoco ofrece una profilaxis efectiva ante infecciones de gusanos cerebrales), sino de la naturaleza de sistemas socioculturales (¿están ellos diseñados inteligente o ininteligentemente?, ¿estimulan ellos la inteligencia o la estupidez de enjambre? ) En caso de que un individuo esté en situación de mirar más lejos que otros, no es que esto se explique por su »grandioso yo«, sino por la feliz circunstancia de que él, al interior de la Matrix cultural, haya entrado más en contacto con la jalea real de la educación que con gusanos cerebrales de la estupidificación. Pero incluso en este punto no se puede estar nunca seguro. Porque aunque por muy lejos que podamos llegar con la vista, nuestro horizonte mental es siempre limitado. (Esto es válido también, por supuesto, para el redactor de estos
renglones: por favor, no vaya usted a deducir del estilo apodíctico de este manifiesto contencioso de que aquí se trata de pregonar »verdades intocables«. Por supuesto que yo sé, que los resultados de mis cavilaciones son pasajeros y susceptibles de errores. Pero justamente cuando uno sabe eso, uno debiera dejar claramente demarcadas las posiciones propias. ¿Por qué? Porque eso aumenta las chances de que el absurdo que ha sido formulado pueda ser refutado por otros que ven más lejos.)
Desestupidificaos! Un movimiento reformista comprometido con la desestupidificación cultural en lugar de la indignación moral tiene, aparte de mayor autenticidad, una segunda ventaja contundente: Él también puede alcanzar a aquellas personas que están integradas firmemente en el sistema, pero que ya han empezado a dudar de la razón de todo. En numerosas conversaciones que he podido sostener en los últimos años, con políticos, empresarios, banqueros, periodistas, maestros, incluso con funcionarios religiosos, ha quedado de manifiesto que sorprendentemente muchas personas han perdido la confianza en la racionalidad de los sistemas, dentro de los cuales ellos actúan. En el fondo ellos se encuentran en una situación similar a la de los siervos imperiales del cuento de Andersen: Ellos saben en realidad que el emperador va desnudo – pero tienen que seguir desempeñando el rol de caudatarios en esta obra de teatro absurda, hasta que haya llegado hasta el último rincón de la conciencia social cuán despiadadamente descabellada es toda la presentación . ¡Hagámosles entonces un favor a nuestros políticos, empresarios, banqueros, periodistas, maestros y predicadores, y liberémoslos de los constreñimientos tontos de sistemas tontos ! ¡Fortalezcamos la voz de la razón! ¡Declaremos claramente y a toda voz que el emperador va desnudo! Porque sólo así puede ponérsele fin a esta farsa que nos es ofrecida cada día por relidiotas, ecoloidiotas, economidiotas y politidiotas. Ya es hora de concebir una reforma radical de los sistemas sociales: ¡Convirtámonos en arquitectos de una nueva Matrix cultural , en la que la inteligencia de enjambre ocupe el lugar de la estupidez de enjambre, en la que los gusanos cerebrales de la estupidificación ya no se puedan extender, porque la jalea real de la formación está a disposición de todos los ciudadanos de la Tierra! El imperativo categórico de nuestros días es: ¡dejar morir falsas ideas, antes que personas mueran por falsas ideas! ¡Imagínese usted lo que una humanidad que siga este imperativo de Homo-sapiens podría alcanzar! Ya no sería necesario preocuparse por el futuro de la especie humana. Finalmente, incluso la hegemonía misma de los delirios más tenaces no pudo impedir para siempre su progreso: ¡Piense sólamente en las posibilidades fantásticas de la técnica, los grandiosos conocimientos de la ciencia, las maravillosas creaciones del arte! ¿No es impresionante lo que la humanidad pudo crear, a pesar de todos los
desvíos y desvaríos de la historia, de los intentos de censura estrechos de mente por parte de relidiotas y politidiotas? No menos notable es que la humanidad haya también, en el sentido ético, logrado superar paso a paso su limitación originaria: Mientras que al principio los sentimientos altruistas valían sólo para los miembros del propio clan , vinieron después otros grupos sociales, muy pronto todos los miembros de una sociedad; con la Declaración de los Derechos Humanos de la ONU incluso la humanidad como un todo. Pero ni aun con eso estaba acabado todavía el posterior desarrollo ético: Activistas por los derechos animales con razón exigen hoy que también deben ser considerados los intereses de los animales no humanos. Si se está a la búsqueda de una prueba de que el ser humano posee el potencial para ser un animal inteligente y amistoso, se la encuentra aquí: Ningún otro animal se preocupa por la calidad de vida de los individuos de otras especies. Pero los mejores de nosotros hacen justamente eso – ¡Y sólo porque sería una lástima si el ser humano abandonara el escenario de la vida antes de tiempo! Para que no se llegue a eso deberían aquellos, que se salvaron de los gusanos cerebrales de la Matrix cultural, tomar posición. Se trata de impedir que el Homo sapiens le ceda el terreno al Homo demens, porque: Cuando el más listo cede, el más tonto se lleva el triunfo. Hoy menos que nunca podemos permitirnos el triunfo de los idiotas: El tren de la humanidad ha agarrado tal velocidad, mediante la evolución cultural, mediante la técnica y globalización, que sería irresponsable dejarles la palanca de mando a cabezas huecas redomados. ¡Creemos entonces las condiciones para que el poder de los tontos pueda ser quebrado! Éste es y será el mayor desafío de nuestros tiempos.
Notas 1 John Adams, citado según Barbara Tuchmann: Die Torheit der Regierenden. Von Troja bis Vietnam. Frankfurt/M. 2006, S. 12 2 Friedrich Nietzsche: Jenseits von Gut und Böse. In: Friedrich Nietzsche: Werke in drei Bänden. Herausgegeben von Karl Schlechta. München 1954, Band II, S. 637 3 In den berühmten Matrix-Filmen der Wachowski-Brüder war dies bedeutend einfacher. 4 Arthur Schopenhauer: Parerga und Paralipomena. In: Arthur Schopenhauer: Züricher Ausgabe. Werke in zehn Bänden. Zürich 1977, Band IX, S. 79 (Fußnote) 5 Este juego de palabras se basa en una precisa formulación de Karl Marx y Friedrich Engels, que escribieron en el »Manifest der Kommunistischen Partei«: »La ideas dominantes de una época fueron siempre sólo las ideas de la clase dominante«, Marx-Engels-Werke ( MEW ), Band 4, S. 480. 6 Este acertado concepto fue empleado por el filósofo francés para describir la característica cualidad del ser humano, vease entre otros. Edgar Morin: Die sieben Fundamente des Wissens für eine Erziehung der Zukunft. Hamburg 2001, S. 72f. 7 Véase, entre otros, Heinz Oberhummer: Kann das alles Zufall sein? Geheimnisvolles Universum. Salzburg 2008 8 Muy bien ilustrado en Ken Robinson: In meinem Element. München 2010, S. 85ff. 9 Cita. Albert Schweitzer: Die Lehre der Ehrfurcht vor dem Leben. Berlin 1974, S. 30 10 Cita. Stephen Jay Gould: Darwin nach Darwin. Frankfurt/M. 1984, S. 76f. 11 Daniel Dennett usó esta analogía para ilustrar el funesto efecto de ideas religiosas, véase Daniel Dennett: Den Bann brechen. Religion als natürliches Phänomen. Frankfurt/M. 2008, S. 17. Como veremos, los gusanos cerebrales que manipulan al Homo demens no son sólo de tipo religioso. 12 La suposición de una transformación puramente simbólica de la hostia, como se la figuraba el reformador suizo Zwingli, es considerada en la iglesia católica, como herejía (véase Katechismus der Katholischen Kirche, Abschnitt 1374), también Lutero rechazaba decididamente la idea de Zwingli.
13 Joh 6,54 – 6,56 14 Cita. para ello la obra en diez tomos del mismo nombre de Karlheinz. 15 Exodus, 20,3ff. 16 Vgl. u. a. Israel Finkelstein, Neil A. Silberman: Keine Posaunen vor Jericho. Die archäologische Wahrheit über die Bibel. München 2002 17 Joh 8,44 18 Mt 27,25 19 Martin Luther: Von den Juden und ihren Lügen. Wittenberg 1543 – citado aquí según la complilación lingüísticamente modernizada de Martin Sasse (Hg.): Martin Luther über die Juden: Weg mit ihnen! Freiburg 1939, S. 9 20 Adolf Hitler: Mein Kampf. München 1936, S. S. 70 und S. 751 21 Particularmente claro queda esto en el libro tarado del mentor de Hitler, Dietrich Eckart: Der Bolschewismus von Moses bis Lenin. Zwiegespräche zwischen Hitler und mir. München 1924 22 Sobre la absurda biografía del Gran Mufti simpatizante nazi véase entre otros Klaus Gensicke: Der Mufti von Jerusalem und die Nationalsozialisten. Darmstadt 2007 23 Véase aquí para ello, como para el siguiente, el notable libro del historiador israelí Shlomo Sand: Die Erfindung des jüdischen Volkes. Israels Gründungsmythos auf dem Prüfstand. Berlin 2011 24 Piénsese aquí, p.ej. en las diferencia entre los judíos de Europa Central, de Europa Oriental, ibéricos, orientales, yemenitas y etíopes. 25 Exactamente esto se refiere a los llamados doce chiitas o imamitas, los que en todo caso representan a la gran mayoría de todos los chiitas en el mundo. Los siete y cinco chiitas no creen (como delatan ya los nombres) en el mítico 12° Imam. 26 Discurso de Ahmadinedschad ante la Asamblea General de la ONU (61a Sesión, 19 Septiembre 2006), citado según el documento oficial de la UNO A/61/PV.11, S. 40, traducción al alemán: MSS 27 Salafistas se orientan principalmente por las fuentes primigenias del islam, Corán y Sunna (hechos y dichos de Mohammmed transmitidos), e interpretaciones modernistas las consideran ellos tergiversadoras. Debido a su interpretación literal (fundamentalista) ellos respetan normas morales
extremadamente rígidas. Básicamente puede diferenciarse entre un salafismo conservador, como el practicado en Arabia Saudita, y un salafismo yihadista, como el representado, p.ej. por Al-Qaida. Políticamente ambas corrientes son enemigas entre sí (así es que Arabia Saudita es considerada como aliada de EE.UU. en la lucha contra el terrorismo), pero ideológicamente las fronteras son fluidas, lo que explica por qué 15 de los 19 atacantes del 11 de Septiembre provenían de Arabia Saudita. 28 Cita. Erik Möller: »Die toten Mädchen von Mekka«, telepolis 25.3.2002 29 Ibn Warraq: Warum ich kein Muslim bin. Berlin 2004, S. 369 30 Ya entonces, cuando Mohammed estaba vivo, él era tildado de loco o poseído. El comerciante más rico de La Meca, Walid Ibn al-Mugira, incluso quería pagarle a un médico experimentado para que sanara a Mohammed. Por algún motivo el Corán siempre hace ver, por ejemplo en la sura 52,29: »Tú no eres, gracias a la misericordia de tu señor, ni adivino, ni estás poseído (como lo afirman los incrédulos).« Lamentablemente sólo pocos investigadores tienen el valor, de tocar tan abiertamente la pregunta sobre el estado psíquico del profeta, como se ha hecho en este libro notable: Armin Geus: Die Krankheit des Propheten. Marburg 2011 31 Radio Vaticano del 10.8.2011, cita también »México: Sangre del papa debiera detener la guerra de las drogas«, Spiegel online (10.8.2011) 32 Cita. Michael Schmidt-Salomon: Rationale Mystik: Wie man die Weisheit des Ostens mit der Weisheit des Westens verbindet. In: Michael SchmidtSalomon: Jenseits von Gut und Böse. Warum wir ohne Moral die besseren Menschen sind. München 2009 33 Recuerde sólamente las fatales »caricaturas controversiales«: Durante la publicación de doce caricaturas de Mohammed (en el fondo bastante inofensivas) en el peródico danés Jyllands-Posten sólo en febrero de 2006 murieron 139 personas y 823fueron heridas. 34 Cita. Franz Buggle: Denn sie wissen nicht, was sie glauben. Aschaffenburg 2004 35 Esto vale incluso para religiosos profesionales. »Exégesis hermenéutica« se llama el intento de reinterpretar dogmas para que ya no parezcan tan absurdos, como cuando fueron pensados originalmente. De este modo muchos teólogos europeos mantienen aún retóricamente en pie el contacto con una tradición, cuyo fundamento, en su contenido, ellos ya hace tiempo que abandonaron. 36 Debo admitir que yo recién le puse atención a la »obsolesencia programada« por un documental transmitido en el canal ARTE en febrero de 2011»Comprar
para el vertedero de basura«. Un libro recomendado sobre el tema: Giles Slade: Made to Break: Technology and Obsolescence in America. Cambridge 2007 37 En »Kaufen für die Müllhalde (Comprar para el vertedero de basura)« es demostrado esto con una impresora, la que tras un cierto número de páginas impresas, se ha muerto. Después de haber hecho correr un programa de hacker, y el chip contador de páginas impresas ha sido devuelto a 0, la impresora funciona de nuevo impecablemente. 38 Si usted quiere ller un libro realmente bueno sobre ecología, tome este: Michael Braungart, William McDonough: Einfach intelligent produzieren. Cradle to Cradle: Die Natur zeigt, wie wir die Dinge besser machen können. Berlin 2003 39 Sobre la relación entre relidiotez y ecoloidiotez podría escribirse un libro aparte. Por ahora lo dejo aquí señalado. 40 Véase Michael Braungart, William McDonough (Hg.): Die nächste industrielle Revolution. Die Cradle to Cradle-Community. Hamburg 2009 41 Hay que creerle a John Taylor, jefe del éxitoso fondo de cobertura FX Concepts, especializado en especulaciones monetarias, cuando él señala que a ninguna de las cajas de pensiones alemanas, cuyos intereses él representa, se le pasó por la cabeza de persuadirlo de hacer apuestas lucrativas contra el euro, cita. Dietmar Hawranek, Armin Mahler et al.: »Märkte außer Kontrolle«, in: Der Spiegel 34 / 2011, S. 60 42 Kostolany hizo esta anotación graciosa, entre otras, en una de sus últimas entrevistas, frente a boersenreport.de. 43 Esta estrategia de la doble maximización de beneficios le puso también su propia pimienta al sistema de cartas cadena estadounidense, el que finalmente condujo al colapso bancario del año 2008 . 44 Cita. Dietmar Hawranek, Armin Mahler et al.: »Märkte außer Kontrolle«, S. 60 45 Sahra Wagenknecht, cuya pericia en economía aún es apreciada muy poco en círculos económicos debido a su pasado en la »Plataforma Comunista« , ha señalado certeramente este cambio dramático, véase Sahra Wagenknecht: Freiheit statt Kapitalismus. Frankfurt/M. 2011, S. 84 46 Thomas Strobl lo ha tratado particularmente bien: Ohne Schulden läuft nichts. Warum uns Sparsamkeit nicht reicher, sondern ärmer macht. München 2010
47 Los hogares privados en Alemania hace años ya que habían acumulado un patrimonio sensacional de más de diez billones de euros, los que se beneficiaban en especial de los pagos de intereses en millardos por parte de los presupuestos públicos. Eso significa: Sin los déficits en millardos de las haciendas públicas los patrimonios privados tampoco habrían crecido tan enormemente. Quizás usted piense en eso la próxima vez cuando despotrique contra las deudas deudas del Estado … 48 Lucas Zeise: Geld – der vertrackte Kern des Kapitalismus. Köln 2011, S. 64 49 Teóricamente el interés, es decir, el precio por dinero, debiera tender, con sobreoferta de capital frente a bienes reales, a cero. Pero eso exactamente es lo que no ocurre debido a la intransparencia de los mercados financieros, lo que tiene consecuencias catastrofales, como ya lo veremos. 50 Mateo 25,29 – Para ser correctos hay que señalar que tanto la Torá, la Biblia y el Corán prohiben a los creyentes la economía de intereses. Lamentablemente el Homo demens extrajo del tesoro cultural de las religiones, con olfato idiota seguro, no sólo los elementos sensatos, sino los particularmente descabellados, como lo hemos visto en el capítulo anterior. 51 Helmut Creutz: Das Geldsyndrom. Wege zu einer krisenfreien Marktwirtschaft. Frankfurt/M. 1995, S. 392f. 52 Cita. Helmut Creutz: Zinsumverteilungs-Ermittlung – bezogen auf 2007 und 38 Millionen Haushalte. http://www.helmutcreutz.de/pdf/grafiken/T7_Zinsumverteilungs-Ermittlung_2007.pdf 53 Cita. Entre otros Joachim Frick, Markus Grabka: »Gestiegene Vermögensungleichheit in Deutschland«, in: Wochenbericht des DIW Berlin Nr. 4/2009 54 Cita. World Institute for Development Economics Research: Pioneering Study Shows Richest Two Percent Own Half World Wealth, Dezember 2006 55 Thomas Strobl: Ohne Schulden läuft nichts, S. 47f. 56 Leído del reloj de deuda de la liga de los tributadores, véase: http://www.steuerzahler.de 57 Helmut Creutz: »Staatsverschuldung kurz gefasst«, in: Humane Wirtschaft 02/2011, S. 12 58 Muy ilustrativamente fue decrito este sistema de cartas cadena y de desinformación en Max Otte: Der Crash kommt. München 2009; sowie Max Otte: Der Informationscrash. Wie wir systematisch für dumm verkauft werden. München 2010.
59 Cita. Thomas Strobl, Ohne Schulden läuft nichts, S. 227 60 Aquí no se trata de una nivelación total de las diferencias de riqueza. Como las personas, por sus respectivas condiciones y experiencias, son distintas, ellas rinden en forma distinta, rendimientos que son apreciados en forma distinta, lo que también tiene como consecuencia desigualdad social. Sin embargo, las diferencias de riqueza deben basarse sobre rendimientos distintos – no sobre redistribución automática de riqueza. Pues grandes diferencias de riqueza no sólo producen grandes tensiones sociales, sino que también socavan la capacidad de rendimiento de una economía de mercado. 61 Eso significa para dueños de fortunas en dinero que ellos sólo pueden aumentar su capital, convirtiéndose ellos mismos en empresarios, es decir, invirtiendo en bienes y servicios reales. Si sus bienes y sevicios son exitosos en el mercado, su disposición al riesgo les es recompensada con ganancias, si sus productos caen tienen que aceptar pérdidas. 62 Esther Vilar: Der betörende Glanz der Dummheit. Aktualisierte Neuausgabe Aschaffenburg 2011. (Die Originalausgabe erschien 1987.) 63 Esther Vilar, Der betörende Glanz der Dummheit, S. 42f. 64 Op. S. 44 65 Ibíd. 66 Así Ursula von der Leyen 2006 en la presentación de la llamada alianza por la educación, cita. Eva Lodde: »Bündnis für Erziehung – Von der Leyen erzürnt Muslime«, Spiegel online 20.04.2006 67 Cita. El primero de los Diez Mandamientos citado en el cap. 3: »No tendrás dioses ajenos delante de mí. (…) porque yo soy Yahveh tu DIOS, fuerte, celoso, que castigo la maldad de los padres sobre los hijos hasta la tercera y cuarta generación de los que me aborrecen. « (Exodus, 20,3ff.) 68 Véase el último de los Diez Mandamientos: »Tú no tienes que desear la mujer de tu prójimo, su esclavo o esclava, su vaca y su burro o cualquier otra cosa que le pertenezca.« (Exodus, 20,17) 69 La diferencia entre fundamentalistas religiosos y creyentes ilustrados consiste en el grado en que esta transferencia de moralidades anticuadas a esta época, es filtrada. Con algunos creyentes ilustrados este filtro está tan ajustado que ya casi no pasan contenidos aténticamente religiosos. En el fondo ellos ya no argumentan religiosa, sino secularmente, lo que sin embargo encubre que ellos revisten argumentos seculares con una fraseología que pareciera religiosa;
véase mis anotaciones sobre el »dialecto religioso« en el capítulo sobre la »Santa Ingenuidad«. 70 Cita. Entre otros Michael Schmidt-Salomon: Manifest des evolutionären Humanismus. Plädoyer für eine zeitgemäße Leitkultur. Aschaffenburg 2006; Michael Schmidt-Salomon: Anleitung zum Seligsein.Aschaffenburg 2011; A. C. Grayling: Freiheit, die wir meinen. Wie die Menschenrechte erkämpft wurden und warum der Westen heute seine Grundwerte gefährdet. München 2008 (La libertad que nosotros opinamos. Cómo fueron conquistados los Derechos Humanos y por qué Occidente hoy pone en peligro sus valores fundamentales) 71 Cita. Aquí entre otros Gerhard Czermak: Religions- und Weltanschauungsrecht. Eine Einführung. Heidelberg 2008 72 Cita. Sobre todo Carsten Frerk: Violettbuch Kirchenfinanzen. Wie der Staat die Kirchen finanziert. Aschaffenburg 2010 73 En el fondo sería muy fácil: El legislador podría hacer dependientes los financiamientos públicos del requisito de que en las empresas subvencionadas no se permita la discriminación ideológica . Además, una política responsable podría (¡debería!) hacer que la anotación sobre la confesión, introducida durante el nazismo (!), en la cartola de impuestos, se elimine. Esta medida no sólo dificultaría la política de discriminación en las empresas cristianas, sino que también procuraría que el artículo 140 de nues tra Constitución sea cumplido finalmente, según el cual nadie está obligado a revelar su condición religiosa. 74 Cita. Peter Wensierski: Schläge im Namen des Herrn. Die verdrängte Geschichte der Heimkinder in der Bundesrepublik. München 2006 (Golpes en nombre del Señor. La historia reprimida en la República Federal de los niños de hogares); vease también la página de la acciónde los entonces niños de hogares www.jetzt-reden-wir.org 75 Así textualmente en el Katechismus der Katholischen Kirche (Catequismo de la iglesia católica), Párrafo 2280 76 Comisión de ética de la Fundación Giordano Bruno: Por una legalización del Diagnóstico Genético Preimplantacional dentro de márgenes ampliados. Mastershausen 2011 accesible a través de www.giordano-bruno stiftung.de) 77 Que usted sostenga este libro en sus manos, es gracias especialmente a esta circunstancia. Sin el grueso fardo acumulado de estupideces de políticos, que me llegaron sobre el tema del DGP, no se me habría venido a la cabeza escribir un libro sobre el poder de los tontos.
78 Cita. Esther Vilar, Der betörende Glanz der Dummheit, S. 14 79 »Ingeniería Genética Verde« significa procedimientos de ingeniería genética aplicados a plantas. El término »Ingeniería Genética Roja« define, por el contrario, la aplicación de tales procedimientos a organismos de sangre roja (vertebrados). 80 Véase entre otros Deutsche Forschungsgemeinschaft (Hg.): Grüne Gentechnik. Weinheim 2011; Frank und Renate Kempken: Gentechnik bei Pflanzen: Chancen und Risiken. Berlin 2006. 81 En mi trabajo de doctorado concluido en 1997 »Erkenntnis aus Engagement« (»Conocimiento desde el compromiso«) yo opinaba que la ingeniería genética tendría un potencial de riesgo similar a la energía nuclear. Esta idea, como yo lo veo hoy, se basaba sobre una aceptación acrítica de argumentos que me parecían en realidad plausibles, ya que yo entonces no me había ocupado aún intensivamente con cuestiones de la biología de la evolución y de la genética. 82 Christiane Nüsslein-Volhard, citada tras la declaración de la Academia de los Científicos Naturales Leopoldina – Academia Nacional de Ciencias, de la Academia Alemana de las Ciencias Técnicas Acatech y de la Academia de Ciencias Berlín-Brandenburgo: Für eine neue Politik in der Grünen Gentechnik, 13.10.2009 83 A quien quiera desentrenarse delciosamente el miedo irracional frente a la ingeniería genética, se le recomienda este libro científico fabuloso de cocina: Beda M. Stadler: Gene an die Gabel. Das erste GVO-Kochbuch der Welt. Bern 2001 84 Así se alimenta la agricultura biodinámica con la vieja biomarca demeter, directamente del sistema delirante de Rudolf Steiner, la antroposofía; la agricultura orgánica biológica con la actual marca superior Bioland del Movimiento Patriótico Campesino suizo, el que sobre un cristianismo reaccionario llamó a la proteger la patria, la familia, löa tradición y la creación. 85 Una entretenida introducción a la locura tributaria se encuentra en Ursula Ott: Total besteuert. Wie ich einmal ganz alleine den Staatshaushalt retten sollte. München 2010. 86 Barbara Tuchman, Die Torheit der Regierenden, S. 476ff. 87 Vgl. Carol Tavris, Elliot Aronson: Ich habe recht, auch wenn ich mich irre. Warum wir fragwürdige Überzeugungen, schlechte Entscheidungen und verletzendes Handeln rechtfertigen. München 2010
88 Sigmund Freud: Die Zukunft einer Illusion. In: Sigmund Freud: Studienausgabe. Frankfurt/M. 2009, Band IX, S. 180 89 Ibíd. 90 Op., S. 181 91 Op., S. 186 92 Thomas Junker: Die Evolution des Menschen. München 2006, S. 97 93 Theodor W. Adorno: Minima Moralia. Reflexionen aus dem beschädigten Leben. Frankfurt/M. 1989, S. 21 94 Stefan Bonner, Anne Weiss: Generation Doof. Wie blöd sind wir eigentlich? Köln 2008 95 Sigmund Freud, Die Zukunft einer Illusion, S. 186 96 Karl Marx: Thesen über Feuerbach. In: Marx-Engels-Werke (MEW), Band 3, S. 5f. 97 Las visiones de Einstein son, de todos modos, en muchos aspectos congruentes con la argumentación en este libro, cita, entre otros, Albert Einstein: Mein Weltbild. Gütersloh (ohne Jahresangabe); o Alice Calaprice (Hg.): Einstein sagt. Zitate, Einfälle, Gedanken. München 1999 98 Wiglaf Droste: Nutzt gar nichts, es ist Liebe. Leipzig 2005, S. 98 99 Michael Braungart, fundador de C2C, remite siempre a esto en sus conferencias. Lo que él comprueba con el ejemplo de ecología mal entendida, corresponde también a otras formas de sietemas diseñados no inteligentemente. 100 Véase sobre todo Michael Schmidt-Salomon: Jenseits von Gut und Böse. Warum wir ohne Moral die besseren Menschen sind. München 2009; el tema también es tratado en Michael Schmidt-Salomon, Lea Salomon: Leibniz war kein Butterkeks. Den großen und kleinen Fragen der Philosophie auf der Spur. München 2011 101 Vgl. Stephane Hessel: Empört euch! Berlin 2011