Mente y cerebro
No 26/2007 6,50 €
El cerebro adolescente
9 771695 088703
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Septiembre/Octubre 2007
• Herófilo de Calcedonia y Erasístrato de Ceos • Violencia y acoso escolar • Mi cita con una robot • Delitos sexuales • Falsas confesiones • Vivienda y calidad de vida
SUMARIO Septiembre / Octubre de 2007 Nº 26
12 Violencia y acoso escolar
José Sanmartín El acoso escolar ha generado una gran alarma social estos últimos años. ¿Responde a la realidad de nuestras aulas?
28 Mi cita con una robot
Robert Epstein Hiroshi Ishiguro ha creado la humanoide más atractiva del mundo. ¿Hasta dónde llega su “humanidad”?
38 Vivienda y calidad de vida
Antje Flade ¿Cómo se ha de acondicionar una casa, una vivienda para que nos sintamos a gusto en ella? La psicología colabora para configurar mejor los espacios vitales.
56 El cerebro adolescente
Valerie F. Reyna y Frank Farley Los adolescentes, cuyas áreas cerebrales de decisión todavía se encuentran en desarrollo, muestran poco juicio en situaciones arriesgadas. Pensar de forma menos lógica podría dar mejores resultados.
64 Delincuentes sexuales
Bernd Wischka Muchos delincuentes sexuales se arrepienten de sus delitos y quieren evitar una recaída. Para llevar a cabo sus propósitos precisan ayuda terapéutica.
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La impronta genética Randy L. Jirtle y Jennifer R. Weidman ¿Por qué silenciar copias válidas de genes importantes? La respuesta se esconde en una pugna entre la madre y el padre que se refleja en el genoma de la progenie.
SECCIONES ENCEFALOSCOPIO
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34 Alucinaciones acústicas
Bettina Thränhardt No existe una relación de necesidad entre alucinaciones acústicas y esquizofrenia. Muchas personas sin trastorno psíquico experimentan el mismo fenómeno.
70 Falsas confesiones
Saul M. Kassin y Gisli H. Gudjonsson ¿Por qué confiesa alguien un crimen que no ha cometido? Los autores analizan las tácticas habituales en los interrogatorios policiales.
Contra el estrés, hormonas de estrés. Saber mandar. Retoques en nuestro reloj biológico. Bulimias medicamentosas. El alcohol y cognición social. Más que agradecerle a mamá. Música pegadiza. ¿Por qué carece el cerebro de receptores del dolor?
RETROSPECTIVA
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Herófilo de Calcedonia y Erasístrato de Ceos (siglo III a.C.) El inicio de la investigación anatómica del sistema nervioso.
PUNTO
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DE MIRA
¿Ningún yo, en ningún sitio? Explicar el “yo” es una cuestión difícil. No lo hagamos nosotros entonces demasiado fácil...
MENTE,
CEREBRO Y SOCIEDAD
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Trastornos del ritmo cerebral. Ojos ruidosos. Theodore Millon. Pruritos.
ILUSIONES
88
Sutilezas de la constancia Si sabemos que dos líneas presentan la misma longitud, ¿por qué nos parecen distintas?
SYLLABUS
77 Modulación
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de la transmisión sináptica Alvaro Duque La modulación sináptica mantiene en equilibrio la excitación e inhibición en la corteza cerebral. Su estudio nos descubre nuevas maneras de comunicación neuronal y nos permite explorar la atención y la memoria, entre otros procesos.
Ganglios basales Los ganglios basales controlan nuestro movimiento. Tarea que desempeña también la corteza motora. Los anatomistas resuelven esa aparente antinomia.
LIBROS
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Fisicalismo
COLABORADORES DE ESTE NUMERO ASESORAMIENTO Y TRADUCCIÓN: DIRECTOR GENERAL
FELIPE CORTÉS: La impronta genética; LUIS BOU: Encefaloscopio, Mi cita con una robot, Ojos ruidosos, Pruritos, El cerebro adolescente, Ilusiones; ANGEL GONZÁLEZ DE PABLO: Alucinaciones acústicas, Falsas confesiones, Punto de mira, Syllabus; I. NADAL: Vivienda y calidad de vida; IGNACIO NAVASCUÉS: Trastornos del ritmo cerebral; JUAN AYUSO: Theodore Millon, Delincuentes sexuales
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ENCEFALOSCOPIO E
l cortisol, una hormona segregada por las glándulas adrenales en momentos de estrés, puede servir de ayuda para afrontar la tensión si se administra esa sustancia antes de una situación que se prevé desagradable. La investigación sobre el cortisol ha venido centrándose en los efectos negativos de la hormona cuando su concentración se mantiene en valores elevados por culpa de un estrés crónico. Pero Oliver T. Wolf y Serkan Het, de la Universidad de Bielefeld, se interesaron en los efectos a corto plazo del cortisol sobre el estado de ánimo. Administraron 30 miligramos de cortisol a 22 mujeres jóvenes, una dosis elevada. A un grupo de control, también de 22 mujeres, se les administró placebo. Todas las féminas fueron sometidas entonces a una situación estresante. Se les pidió que dieran una charla en una presunta entrevista de trabajo; y, a continuación, que fuesen contando retrógradamente en múltiplos de 17 a partir de un número grande, mientras un grupo de examinadoras antipáticas grababan en
vídeo todo el proceso. Les fueron entregados cuestionarios para indagar sobre su estado de ánimo antes y después de su entrevista. “Las que recibieron cortisol manifestaron, en comparación con las que recibieron placebo, menores efectos negativos tras la prueba de estrés”, afirma Wolf. La forma exacta en la que el cortisol proporcionó tal protección no está clara. Wolf explica que el cortisol es activo en varias regiones cerebrales que modulan emociones. “Una posibilidad es que el cortisol dificulte la recuperación de recuerdos emotivos, por lo que las sujetos no pudieron recordar con idéntica fidelidad sus experiencias desagradables.” De ser cierto, añade, podría indicar el camino para utilizar cortisol en el tratamiento de personas que han sobrevivido a experiencias traumáticas y que sufren estrés postraumático. —Jonathan Beard
El cortisol puede dificultar la recuperación de recuerdos emotivos.
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Contra el estrés, hormonas de estrés
Saber mandar
GETTY IMAGES
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Mente y cerebro 26/2007
aniel R. Ames, de la escuela de negocios de la Universidad de Columbia, y Francis J. Flynn, de la Universidad Stanford, sintieron curiosidad por saber por qué las investigaciones publicadas sobre el liderazgo rara vez abordaban la firmeza en el mando. Diríase que se trataba de un tema irrelevante. Algo que la experiencia diaria desmentía. Descubrieron que el ejercicio del mando sólo parece obvio cuando lo recibes mal. “Quienes saben mandar no son felicitados por ello. En cambio, sí son detestados cuando lo hacen mal, sea por exceso o por defecto.” Ames y Flynn llegaron a esta conclusión después de indagar entre los estudiantes de la escuela de negocios cuáles eran los puntos fuertes y los débiles de anteriores colegas o jefes. Al mencionar cualidades positivas, no se mencionaba casi nunca la firmeza. Sólo se citaba entre las negativas, por exceso o por defecto. Un jefe déspota enoja y hiere a todo el mundo. La moral de sus empleados se hunde. Trabajan a disgusto y acaban por marcharse de la empresa. Pero, ¿por qué habrían los empleados de quejarse de jefes blandos? El problema es que un jefe que no sea lo bastante firme podría no hacer que sus colaboradores arrimen cada uno el hombro a lo suyo, o sea incapaz de obtener los recursos que su equipo necesita para realizar bien su trabajo. La firmeza en el mando no sólo afecta a los subordinados. Tanto los que pecan por exceso o por defecto son menos eficaces, y es probable que con el tiempo sus carreras descarrilen, opina Ames. —Kurt Kleiner
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Retoques en nuestro reloj biológico
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a inserción en múridos de un gen humano que controla el sueño podría hacer que los roedores fuesen tan madrugadores como las alondras. Y de paso, facilitar nuestra comprensión de los mecanismos moleculares implicados en los relojes biológicos. Casi todos los organismos poseen un reloj interno que sincroniza sus actividades a lo largo de las 24 horas del día. Se denomina ritmo circadiano. Uno de los genes que controlan ese ritmo en los humanos es PER2. Pero en un 3 por mil de la población, el gen se descontrola y provoca el síndrome
Los resultados trascienden de los trastornos del sueño.
de fase somnolienta precoz, que induce al sujeto a acostarse muy temprano y a madrugar mucho. A pesar de provocar un efecto tan llamativo, el cambio en la proteína codificada por el gen PER2 es muy sutil: el aminoácido serina es reemplazado por glicina. Tratando de comprender mejor el funcionamiento de PER2, Louis J. Ptáˇcek y Ying-Hui Fu, de la Universidad de California en San Francisco, se valieron de la ingeniería genética para modificar ratones y dotarlos del gen humano. De acuerdo con lo esperado, cuando los animales recibieron la mutación de PER2, su ritmo natural se abrevió de 23,7 horas a menos de 22. Y cuando los investigadores efectuaron otra permutación simple de aminoácidos, trocando serina por aspartato, el período se prolongó hasta 24,8 horas. La reposición al estado original del reloj biológico parecía vinculada a la actividad del gen. La primera mutación amortiguó la expresión del gen; la segunda, la amplificó. Según Fu, los resultados tienen consecuencias que trascienden de los meros trastornos del sueño. Las enfermeras del turno de noche muestran mayor propensión a sufrir cáncer de mama —señala Fu— y la quimioterapia es más eficaz en ciertos momentos que en otros. Los accidentes cerebrovasculares, los ataques cardíacos, los aneurismas, el asma y la depresión se manifiestan más frecuentemente a determinadas horas del día. “El sueño ocupa una posición central en todas las funciones corporales, por lo que la comprensión del ritmo circadiano puede ayudarnos a comprender los problemas que tienen relación con él.” —Karen A. Frenkel
Bulimias medicamentosas os fármacos antipsicóticos han paliado los síntomas debilitantes en millares de pacientes con esquizofrenia o trastorno bipolar Con frecuencia, a costa de efectos secundarios indeseados o graves. Tales fármacos pueden también provocar ganancias excesivas de peso y desembocar en complicaciones peligrosas (diabetes y cardiopatías). Ahora, en la Universidad Johns Hopkins se ha logrado desentrañar el mecanismo mediante el cual dichos fármacos estimulan el apetito, un hallazgo que podría llevar hasta nuevos agentes que no provoquen como efecto secundario el apetito insaciable. Solomon H. Snyder y Sangwon Kim han observado, tras administrar clozapina —un potente antipsicótico— a ratones, que estos animales producían un máximo de AMPK, enzima estimulante del apetito. Seguidamente descubrieron que al bloquear un receptor de histamina se producía una elevación de AMPK similar a la provocada por la clozapina. La histamina, responsable de síntomas alérgicos, era desde hacía mucho sospechosa de desempeñar un papel en el control del peso, pero el mecanismo concreto no era conocido. Los investigadores confirmaron su descubrimiento administrándoles clozapina a ratones transgénicos, privados del receptor para la histamina. Estos roedores no acusaron elevaciones de la concentración de AMPK. “Nos hallamos ante la primera vez en la que han sido vinculadas la histamina y la AMPK”, asegura Kim. Al bloquear los receptores de histamina, la clozapina y otros antipsicóticos impiden que las células reciban las señales corporales que indican que ha de cesar la síntesis de AMPK. En consecuencia, la AMPK se acumula en el hipotálamo y continúa estimulando el apetito, aun cuando la ingesta haya sido suficiente. Kim sugiere que los laboratorios podrían aislar fármacos antipsicóticos que
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posean propiedades antihistamínicas y evitar así los efectos secundarios de la ganancia de peso. Los investigadores afirman también que su trabajo puede conducir a fármacos más seguros contra la obesidad. —Karen Schrock Mente y cerebro 26/2007
El alcohol y cognición social los alcohólicos les cuesta entender los chistes, pero es probable que se estén perdiendo algo más que unas risas. Cierto grupo de neurocientíficos alemanes les presentaron la primera parte de un cuento gracioso a 29 alcohólicos y a 29 individuos abstemios sanos, que sirvieron de control. Los probandos debían seleccionar la parte final de entre un conjunto de posibilidades, de las cuales sólo una tenía sentido lógico y era graciosa. Mientras que el 92 por ciento de los abstemios seleccionó la “salida” correcta, únicamente el 68 de los bebedores la acertó. “La capacidad para entender un chiste constituye un ejemplo de cognición social compleja”, explica Jennifer Uekermann, de la Universidad del Ruhr en Bochum. “La comprensión de un chiste supone la detección de una incongruencia —de lo que es chocante o disparatado en
el cuento— y requiere que cambiemos mentalmente de lugar.” Los problemas del alcohólico con las decisiones sociales son coherentes con la “hipótesis del lóbulo frontal”, que postula que la lesión de la corteza prefrontal (vulnerable a los efectos tóxicos del alcohol) desemboca en déficits conductuales. La mayoría de los estudios sobre las funciones cerebrales de los alcohólicos se habían centrado en los problemas de percepción provocados por tales daños, afirma Uekermann. Pero cuando una persona sufre deficiencias de cognición social, tiene dificultades para llevarse con los demás o colaborar con ellos. Una comprensión más completa de las minusvalías que sufren los bebedores problemáticos podría servir para mejorar los programas de rehabilitación de alcohólicos. —Jonathan Beard
CORBIS
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Más que agradecerle a mamá
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mismo que un fármaco tranquilizante y reduce la tasa de disparo de cierto tipo de neuronas que desempeñan un rol crucial. “No he visto jamás una inhibición tan enérgica”, asegura Ben-Ari. El efecto alcanza su máximo justamente antes del parto, para disiparse en un día. El tejido cerebral tranquilizado de los fetos de rata que recibieron este refuerzo hormonal resistió los daños provocados por la falta de oxígeno durante un tiempo un 25 por ciento mayor que el tejido procedente de fetos a los que se les habían bloqueado las hormonas. Ben-Ari sostiene que la oxitocina actúa de igual modo para proteger a los recién nacidos humanos, porque los mecanismos que subyacen a este apagón cerebral son comunes a todos los mamíferos. —Mason Inman
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o deberíamos lamentar que no recordemos nuestro nacimiento. Los partos difíciles pueden ser traumáticos y una de las causas principales de lesión cerebral. Según parece, cierta hormona materna podría proteger nuestro cerebro durante el parto y proporcionar una salvaguarda natural en los alumbramientos difíciles. En un estudio reciente con ratas preñadas, dirigido por Yehezkel Ben-Ari, del Instituto Mediterráneo de Neurobiología de Marsella, se han examinado los efectos de la oxitocina, hormona que desempeña roles bien conocidos en la vinculación y cohesión social. Mas, por otro lado, un aumento súbito de su concentración puede desencadenar el parto. El equipo de Ben-Ari ha observado que durante esta misma subida hormonal, la oxitocina se ancla en receptores del cerebro fetal. En él, la hormona actúa lo
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Música pegadiza or qué, a veces, después de escuchar música, la última canción que hemos oído se nos queda en la cabeza, y se repite durante varios minutos? Las melodías que se nos quedan grabadas, pegadizas, pueden hallarse relacionadas con la facultad de evocar y entonar cualquier canción que nos sea familiar. Pensemos en alguna canción muy conocida, tal “Noche de paz”. Casi todas las personas que he estudiado en mi laboratorio afirman poder entonarla sin dificultad, y la imagen cerebral correspondiente a esta actividad auditiva es vívida. Científicos de diversos centros hemos venido investigando las características de esas imágenes auditivas y la forma en que el cerebro las procesa, lo que pudiera explicar por qué algunas de estas imágenes se repiten con tanta persistencia. Las tonadas bien sabidas que están almacenadas en la memoria parecen conservar características —como el tempo o la tonalidad— que casan bien con las de las de las piezas que estamos escuchando. Pero, ¿qué ocurre en nuestro cerebro cuando recordamos una canción? Mis colegas y yo les hemos pedido a varios voluntarios que realicen tareas que entrañan imágenes musicales, registrando al mismo tiempo su actividad cerebral mediante técnicas de formación de imágenes. En un estudio de ésos tocamos sonidos de diversos instrumentos musicales y les pedimos a los probandos que los ordenasen por semejanza. Después apagamos los altavoces y rogamos que se limitasen a imaginar los sonidos instrumentales, para compararlos. Observamos en los dos casos una actividad cerebral parecida: algunas partes del sistema auditivo estaban activas tanto cuando oían música como cuando la imaginaban, incluso cuando la condición imaginada estaba en silencio. Conforme vamos aprendiendo sobre la forma en que el cerebro procesa las melodías, avanzamos en el conocimiento de las causas posibles de que algunas se vuelven persistentes. El fenómeno se da a menudo con músicas recién oídas, que todavía permanecen frescas en la memoria. El final de una frase musical pegadiza nos recuerda otra vez su principio, lo que puede poner en marcha un bucle. En contra de lo que suele declararse, estas tonadas repetitivas a menudo son de nuestro agrado, no al contrario. En uno de nuestros trabajos, 40 estudiantes llevaron un diario de tales repeticiones durante
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dos semanas. Más de la mitad de las músicas eran calificadas de agradables, el 30 por ciento eran neutras y sólo el 15 por ciento fueron juzgadas desagradables. La mayoría de las veces, el tema repetitivo desaparecía, lo que es buena noticia para quienes los encuentran fastidiosos. Pero si esa desaparición natural no funcionaba, los encuestados dijeron que al dedicarse a otra actividad solían conseguir que las tonadas latosas, auténticas carcomas sonoras, retornasen a su recóndito escondrijo. — Andrea Halpern Universidad Bucknell
¿Por qué carece el cerebro de receptores del dolor?
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ara que un estímulo cualquiera, dolor incluido, se perciba, se requiere la activación de las neuronas sensoriales. En el cerebro no abundan tales neuronas. De hecho, los órganos internos albergan solamente entre un 2 y un 5 por ciento de todas las neuronas sensoriales de nuestro cuerpo. Esta organización nos permite evaluar de cerca el mundo que nos rodea, al tiempo que limita nuestro reconocimiento consciente de cambios internos. Las neuronas sensoriales especializadas en la percepción del dolor reciben el nombre de nociceptoras (del latín nocere, doler). Las máximas concentraciones de nociceptoras se encuentran en las regiones que operan como enlaces directos con el mundo exterior: piel, huesos, articulaciones o músculos. En este caso, las nociceptoras actúan como guardias fronterizos, advirtiéndonos de posibles daños, para que escapemos de lesiones más graves. Sí existen neuronas nociceptoras en las proximidades del cerebro, en sus vasos sanguíneos y en las meninges, que
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son las tres finas membranas que envuelven y protegen el cerebro y la médula espinal. Investigaciones recientes han permitido demostrar que las migrañas pueden originarse en nociceptoras de las meninges. Otras partes internas del cuerpo se muestran también proclives a tender sus nociceptoras en el tejido circundante, alertándonos de si son estirados o comprimidos. Si las pocas nociceptoras que hay en el seno de un órgano resultan estimuladas, el dolor es “referido” a regiones de la superficie del cuerpo. Este fenómeno explica por qué el dolor que puede acompañar a un ataque cerebral suele sentirse en los músculos y en las articulaciones, especialmente en la región del hombro. Aunque el accidente cerebrovascular está lesionando el cerebro, la víctima no siente el dolor en el cerebro propiamente dicho. —Mark A. W. Andrews profesor de fisiología de la facultad de medicina de Lake Eire
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RETROSPECTIVA
Herófilo de Calcedonia y Erasístrato de Ceos (siglo
III
a.C.)
El inicio de la investigación anatómica del sistema nervioso José María López Piñero
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a disección de cadáveres humanos es un tema sobre el que son habituales tópicos erróneos, el peor de los cuales es que estaba prohibida a finales de la Edad Media e incluso durante el Renacimiento. Por ignorancia o para explotar el atractivo de lo macabro, se reitera, por ejemplo, la ridícula fabulación de que las primeras las realizaron de modo clandestino artistas como el genial pintor Leonardo da Vinci, que pertenecía a la tercera generación de italianos que se formaron bajo la dirección de catedráticos de anatomía que disecaban cadáveres humanos como método didáctico. La investigación anatómica con este método fue iniciada por Herófilo de Calcedonia y Erasístrato de Ceos en la Alejandría del siglo III a.C., cuando la medicina de la Grecia clásica se extendió, como el resto de su cultura, a la amplia zona geográfica ocupada por los reinos resultantes de la desmembración del imperio de Alejandro Magno. Como es sabido, Ptolomeo I Soter, uno de sus generales, fue el primer monarca de la dinastía de los Lágidas que reinó en Egipto durante tres siglos, hasta su invasión por los romanos. Fijó su residencia en Alejandría y la convirtió en el principal centro cultural, científico y médico del mundo helenístico. En parte para contrarrestar el influjo de las escuelas atenienses de orientación antimonárquica, hacia el año 280 a.C. fundó el Museion, que albergó un centenar de cultivadores de las diferentes áreas del saber, traMente y cerebro 26/2007
bajando en un ambiente y con unos medios inéditos, entre ellos, instalaciones para la disección de cadáveres humanos y el estudio de animales y plantas. Su inspirador fue Demetrio de Fáleron, miembro del Liceo, lo que explica la influencia que en él tuvo la obra de Aristóteles. Junto al Museion estaba la famosa biblioteca de Alejandría, fundada también por Ptolomeo I, aunque su ampliación hasta llegar a reunir más de medio millón de obras se debió a su sucesor Ptolomeo II Filadelfo. Aparte de contribuir decisivamente a los estudios filológicos y bibliográficos, sus copistas establecieron las formas de los libros en papiro, al principio en rollos (volumina en latín) y a partir
del siglo II a.C. encuadernados (codices). En Alejandría confluyeron, junto a la tradición egipcia, ideas y materiales del Mediterráneo, el Oriente Próximo y de otros territorios más alejados, como la India, pero se asimilaron desde planteamientos helénicos, utilizando además el griego como idioma. Sin llegar a la altura de Alejandría, hubo centros culturales importantes en otros reinos helenísticos. Por ejemplo, la biblioteca de Pérgamo, fundada durante la segunda mitad del siglo II a.C. por Eumenes II, tuvo también centenares de miles de obras y fue la principal rival de la alejandrina. Citando a Varrón, Plinio se refiere a “la emulación que hubo entre las
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CONFLUENCIA DE LOS SENOS VENOSOS en la duramadre o prensa de Herófilo (cromolitografías del siglo XIX).
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2.
VALVULA MITRAL, que Erasístrato describió por primera vez (cromolitografía del siglo XIX).
bibliotecas de los reyes Ptolomeo y Eumenes” y a que, “vedando Ptolomeo que se sacase el papiro de Egipto, se idearon las membranas que llaman pergaminos”. El punto de partida de la medicina helenística fue la del período posthipocrático. Su primera etapa, correspondiente al siglo III a.C., manifiesta lo que Ludwig Edelstein llamó “progresismo helenístico”, sobre todo por las obras de Herófilo de Calcedonia y de Erasístrato de Ceos. Herófilo era el principal discípulo de Praxágoras de Cos. Asumió la tradición de la escuela coica desde la perspectiva de la filosofía escéptica de su coetáneo Pirrón de Elis, en la que se basaron muchas de sus posturas críticas frente a las doctrinas hipocráticas y aristotélicas. Su obra anatómica significó, junto a la de Erasístrato, una profunda renovación. Mediante disecciones de cadáveres humanos e investigaciones en animales estudió el encéfalo, describiendo las meninges, los plexos coroideos, el cuarto ventrículo y la confluencia de los senos cerebrales, es decir, los conductos formados por el hueso craneal y la meninge exterior llenos de sangre venosa, que se sigue lla10
mando en la actualidad “prensa de Herófilo”. También puso de relieve la diferencia entre las paredes arteriales y venosas, distinguió las membranas del globo ocular y enriqueció el conocimiento del aparato digestivo, los órganos sexuales y el sistema vascular. Términos anatómicos actuales como “retina”, “calamus scriptorius” y “duodeno” proceden de Herófilo. En el terreno de la patología y la clínica, su mentalidad afín al escepticismo de Pirrón le condujo a rechazar la interpretación finalista de la physis y a destacar la importancia de la observación precisa de los síntomas y de las causas próximas de las enfermedades. Esta actitud puede ejemplificarse en el hecho de que intentara contar la frecuencia del pulso con un reloj de agua. Erasístrato era discípulo de Crisipo, una de los médicos más destacados de la escuela de Cnido a finales del siglo IV a.C. Le influyeron algunos planteamientos cnidios, como la tendencia a interpretar las enfermedades de modo localicista, aunque se ocupó más de cuestiones científicas que de problemas médicos prácticos. Del ambiente del Cnido tardío procedía asimismo su interés por el
atomismo de Demócrito, que asoció con las ideas de Estratón, sucesor de Teofrasto en la dirección del Liceo y personalidad de gran importancia en la física clásica griega. Su obra anatómica fue tan renovadora como la de Herófilo, sobre todo en relación con el aparato cardiovascular y el sistema nervioso. Describió las válvulas cardíacas, las arterias bronquiales e incluso los vasos quilíferos (que no serían redescubiertos hasta el siglo XVII ), así como el cerebelo y las circunvoluciones cerebrales, cuyo diferente desarrollo relacionó con el grado de inteligencia de las especies animales, y distinguió claramente entre nervios sensitivos y motores. También perfeccionó la descripción de la epiglotis, superando la idea de que los líquidos ingeridos pueden llegar a los pulmones, formuló conceptos morfológicos tan importantes como el de “parénquima” y postuló un sistema vascular intermedio entre arterias y venas (synanastomosis), que la anatomía moderna comenzaría a verificar también durante el siglo XVII con el descubrimiento de los capilares por Marcello Malpighi. Por otro lado, aplicó el atomismo de Demócrito y las ideas físicas de Estratón a la interpretación mecánica del cuerpo humano y sus enfermedades. Frente al humoralismo de los hipocráticos, es decir, a la primacía que éstos habían concedido a los humores orgánicos, propuso un “solidismo” que destacaba la importancia de las alteraciones de las partes sólidas. Concibió las funciones digestivas como un proceso mecánico y afirmó que el exceso de alimentación produce una “plétora” venosa, trastorno vascular asimismo mecánico que consideró causa de la fiebre y de la aceleración del pulso. En las autopsias de cadáveres humanos no solamente observó las formas anatómicas normales, sino también las lesiones que en ellas producen las enfermedades, con hallazgos como el endurecimiento del hígado en las ascitis. Tanto Herófilo como Erasístrato concedieron gran relieve a la farmacoterapia, pero desde puntos de vista distintos. Herófilo fue un gran Mente y cerebro 26/2007
3. INSTRUMENTOS QUIRURGICOS HELENISTICOS, que se utilizaban también para disecar cadáveres humanos (Museo Históricomédico, Valencia).
defensor de los medicamentos, que llamó poéticamente “manos de los dioses”, recurriendo al amplio número de productos vegetales, animales y minerales que las circunstancias de la época le proporcionaron, con una acusada tendencia a utilizar complejos medicamentos compuestos. Por otro lado, propugnó la práctica de Mente y cerebro 26/2007
sangrías en el tratamiento de muchas dolencias y tuvo poco en cuenta la dietética. En cambio, Erasístrato criticó el abuso de sangrías, de purgantes y de opio, insistió en la importancia de la dietética y planteó la farmacoterapia como un conjunto de medicamentos simples destinados a combatir las causas de las enfermeda-
des, cuyo efecto había que comprobar aisladamente. Solamente se han conservado fragmentos de las obras de Herófilo, Erasístrato y sus seguidores, principalmente en los tratados médicos en griego de Dioscórides, Rufo de Efeso, Galeno y Sorano, la traducción latina del libro de Sorano sobre las enfermedades agudas y crónicas por Celio Aureliano y las recopilaciones de los enciclopedistas romanos Celso y Plinio. La investigación filológica ha recogido y analizado cuidadosamente las citas y resúmenes que contienen acerca de textos e ideas de los dos grandes médicos del helenismo alejandrino. Su brillante inicio fue interrumpido, más que por la oposición de la “escuela empírica” a fundar la práctica médica en la anatomía, por la guerra de ocupación de Egipto por los romanos, de la que suele conocerse que significó el incendio de la gigantesca biblioteca de Alejandría, pero que fue destructiva para todos los aspectos de la actividad científica, como cualquier agresión bélica. Lo mismo que muchas potencias militares, Roma tenía una cultura primitiva, por lo que sus médicos fueron siempre griegos, al principio esclavos. Alejandría se mantuvo como centro científico, aunque muy en decadencia, como se manifiesta en el hecho de que, todavía en el siglo II de nuestra era, se formase allí Galeno de Pérgamo y de que hiciera muy escasas disecciones de cadáveres humanos, viéndose obligado a observar esqueletos y disecar animales como base de su anatomía, que pesó decisivamente durante más de un milenio. El retorno a la práctica regular de las disecciones de cadáveres humanos se produjo durante los últimos siglos medievales en Italia y, bajo su influencia, en la Corona de Aragón, generalizándose en el resto de Europa con enorme retraso. 11
Violencia y acoso escolar TODAS LAS ILUSTRACIONES DE ESTE ARTICULO: ANDRES ALBEROLA COLLADO
El acoso escolar ha generado una gran alarma social estos últimos años. ¿Responde a la realidad de nuestras aulas?
José Sanmartín
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or violencia se entiende cualquier acción u omisión intencional y dañina. Cuando la violencia consiste en una omisión (por ejemplo, no atender las necesidades médicas de alguien al que se está cuidando), se llama “negligencia”. Cuando la acción violenta se ejerce contra cosas, recibe el nombre de “vandalismo”. En lo sucesivo me referiré solamente a la violencia contra las personas. Este tipo de violencia puede clasificarse empleando criterios diversos.
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Si se atiende al daño que causa o puede causar, la violencia suele dividirse en física, emocional, sexual o económica. La violencia emocional, por cierto, no es el conjunto de secuelas psicológicas de las otras formas de violencia. Es el daño psicológico (real o posible) que se causa a una persona mediante actitudes o acciones que habitualmente implican el uso de la palabra o de gestos. Un ejemplo típico de maltrato emocional es el insulto (“Tú no vales nada”), que tiende a bajar la autoestima de la víctima. Las palabras, en este
sentido, hieren tanto o más que las agresiones físicas. También puede emplearse como criterio de clasificación de la violencia el lugar, escenario o contexto en el que ocurre. Pues bien, como mínimo, hay violencia en la guerra, en los hogares, en las calles, en los lugares de trabajo, en los campos de deportes y en las escuelas.
Violencia escolar La violencia escolar es cualquier acción u omisión intencional y dañina que acaece en las instalaciones escolares, en los alrededores de la Mente y cerebro 26/2007
escuela (pero tiene que ver con ella) o durante las actividades extraescolares. La violencia escolar toma diversas formas. Puede haber violencia cruzada entre profesores y alumnos, entre padres y profesores, entre padres y personal subalterno, entre los propios alumnos, etc. Actualmente, la violencia entre alumnos es la que concita mayor alarma social, al menos, en Europa. A ella me voy a ceñir en lo sucesivo Este tipo de violencia adopta diversas modalidades. Va desde la pelea hasta la exclusión, pasando por malas miradas, insultos, etc. Además, suele ser ocasional. A veces, sin embargo, la violencia escolar se reitera con un marcado carácter intimidatorio e implica un claro abuso de poder al ser perpetrada por un agresor más fuerte que la víctima (o, al menos, así lo percibe y cree ésta). Cuando tales cosas suceden, estamos en presencia de una forma característica y extrema de violencia escolar: el llamado “acoso escolar” (en inglés, bullying). En definitiva, el acoso escolar es una especie de tortura, metódica y sistemática, en la que el agresor sume a la víctima, a menudo con el silencio, la indiferencia o la complicidad de otros compañeros. No es de extrañar, entonces, que tenga consecuencias psicológicas muy graves. El acosado vive aterrorizado por la idea de ir a la escuela y suele estar muy nervioso,
triste y, sobre todo, solo. La dureza de las circunstancias por las que atraviesa quizá le lleve a albergar e, incluso, realizar ideas suicidas.
Factores de riesgo del acoso escolar Pues bien, el acoso escolar aflora en el colegio, pero sus raíces se extienden lejos: van desde las características psicológicas del agresor hasta los hogares de los alumnos y la sociedad en su conjunto, pasando obviamente por factores escolares específicos. Empecemos por la mente del acosador. Hoy en día sabemos que, como la gran mayoría de los agresores, el acosador escolar no padece ninguna enfermedad mental o trastorno de la personalidad grave. Eso no significa, desde luego, que no presente alguna psicopatología. Por ejemplo, suele adolecer de empatía. De ahí que no tenga la capacidad de ponerse en el lugar del otro y, en particular, de ponerse en el lugar de la víctima. Por eso es por lo que, a menudo, puede causar a la víctima el mayor de los dolores sin compadecerse. Además, el acosador escolar suele tener algunas distorsiones cognitivas. Percibe e interpreta la realidad de un modo muy particular, en contradicción incluso con los hechos. Esa interpretación le lleva a atribuir a terceros la responsabilidad por sus actos. Es lo que, en psicología, se denomina “locus de control externo”. Por ejemplo, no se ve a sí mismo como verdugo,
sino como víctima, pues suele dividir el mundo entre los demás y él, y culpabiliza a los otros de lo que a él le pasa. En concreto, suele decir que él ataca a la víctima, porque ella le molesta o desafía. De ahí que, a menudo, no sienta ningún tipo de remordimiento por su conducta. Al fin y al cabo, él considera que se está defendiendo ante las provocaciones de la víctima. Eso es lo que creen siete de cada diez agresores escolares (según el informe Violencia entre Compañeros en la Escuela del Centro Reina Sofía, 2005). ¿Qué decir de la familia del acosador? Aunque es cierto que tienen raíces biológicas, se cometería un error grave si se considerase que esas características del acosador escolar están determinadas por la biología. En este caso, la biología suele ser causa necesaria, pero no suficiente. Muy probablemente, las deficiencias de empatía nacen de una amígdala hipoactiva o de un funcionamiento anómalo de las neuronas espejo. Pero las interacciones entre esa base biológica y factores ambientales —en particular, las denominadas “prácticas de crianza”— pueden inducir, incluso, cierta anestesia emocional que adormezca la empatía. Sigue habiendo, ciertamente, muchos mitos en torno a las prácticas de crianza o modelos educativos. No son pocos los psicólogos y psicopedagogos que consideran que dentro de un niño problemático se esconde
Características que presentan, según autoinforme, las víctimas de violencia escolar en general y de acoso escolar en particular Características
Víctimas de acoso escolar
Víctimas de violencia escolar en general
Físicamente fuerte
50%
54,3%
Segura de sí misma
45%
62,1%
Insegura
40%
26,7%
Depresiva
35%
16,4%
Con pocos amigos
35%
15,5%
Solitaria
30%
12,9%
Llama la atención que las víctimas de acoso tienen porcentajes más bajos en las características positivas y más altos en las negativas que las víctimas de violencia escolar en general. Fuente: VIOLENCIA
ENTRE
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COMPAÑEROS
EN LA
ESCUELA. Centro Reina Sofía; Valencia, 2005.
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habitualmente un padre autoritario. Se trata del padre que da poco afecto al niño y le impone sin discusión muchas normas. Pero lo bien cierto es que el modelo educativo hoy dominante (al menos, en España) no es tanto el autoritario como el permisivo. En cuestión de poner límites: si los padres autoritarios se pasan, los permisivos no llegan. Los primeros imponen “noes”; los segundos consideran, por una u otra razón, que “el no” frustra a sus hijos y, en consecuencia, engrosan las listas de los padres del “sí a todo”. Fijar o imponer. Hay padres que dicen “sí a todo” porque, sencillamente, es lo más cómodo al enfrentarse a las demandas de un hijo. Pero, el “sí a todo” puede nacer también de buenas intenciones hacia los hijos y, en especial, de la creencia de que lo verdaderamente democrático es no fijarles límites. Los padres que así piensan no caen en la cuenta de que la democracia se basa, precisamente, en el imperio de la ley o, lo que es lo mismo, en la existencia de límites que permiten conjugar derechos contrapuestos. Estoy hablando, claro está, de “fijar” límites, no de “imponerlos”. En ese sentido, si algo nos enseña la psicología hoy es que, probablemente, quienes son educados de forma permisiva no interiorizan el principio de realidad. Es el principio básico de la vida en sociedad según el cual los derechos de uno han de armonizarse con
los derechos de los demás. Por ello, el niño educado permisivamente, que no hace suyo el principio de realidad, suele ser poco o nada altruista. Su ego crece desmesuradamente a costa de los otros, que acaban convirtiéndose en meros instrumentos a su servicio. Intenta además alcanzar sus objetivos sin realizar los esfuerzos pertinentes y exige gratificaciones inmediatas: aquí y ahora. Los efectos no se hacen esperar: los umbrales de frustración de este niño bajan progresivamente, hasta alcanzar un nivel en el que la mayor de las tonterías le induce un desencanto profundo, acompañado no pocas veces de brotes de ira. Pues bien, quien es educado de ese modo suele acabar teniendo problemas para ponerse tanto emocional como cognitivamente en el lugar de los otros y, por consiguiente, encuentra difícil respetarlos. Es muy probable que, en primer lugar, ni empatice, ni respete a quienes lo han educado de manera permisiva. Se trata del niño que algunos autores denominan “tirano”. Los padres que, diciendo “sí a todo”, pretendían tener hijos bien educados para vivir en democracia, acaban produciendo todo lo contrario. Generan niños autoritarios que se frustran a la mínima de cambio. Lo habitual es, entonces, que estos padres deleguen en la escuela la solución de los problemas de conducta de sus hijos. Lo malo es que el niño mal educado en la familia probablemente reproducirá en la escuela los hábitos
adquiridos. Ni respetará, ni empatizará con los profesores, ni con sus compañeros. Sus frustraciones quizá le lleven a elegir un cabeza de turco. A menudo será aquel compañero que le haga patentes sus limitaciones y carencias, o que, simplemente, le parezca vulnerable. Si el niño mal educado actúa violentamente en la escuela, lo peor que puede suceder (y desgraciadamente ocurre con alguna frecuencia) es que los padres tomen, entonces, partido contra el profesor o contra la víctima sin analizar críticamente lo sucedido. No hay que olvidar que los agresores escolares y, en particular, los acosadores suelen manipular a padres y profesores. Por ello, no es extraño que digan que han actuado como lo han hecho, porque, según ellos, han sido provocados o agredidos previamente por la víctima. Entorno escolar. Pero en el acoso escolar no sólo influyen factores individuales y familiares. Hay otros que tienen que ver directamente con la escuela. Por un lado, es innegable que hay profesores que no han adquirido las habilidades y recursos didácticos necesarios para mantener en clase un clima de convivencia apropiado. A este respecto no habría que olvidar que, en España, en la Enseñanza Secundaria Obligatoria, los profesores no son maestros en el sentido estricto del término. En sus carreras han aprendido, por ejemplo, matemáticas o física, pero no han recibido, en la
PADRES NEGLIGENTES
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mayoría de los casos, una enseñanza formal sobre intermediación en situaciones escolares conflictivas. Y algo más. En el pasado predominaba el profesor autoritario que ejercía una violencia, incluso institucionalizada, sobre sus alumnos. El péndulo histórico se ha desplazado ahora al profesor que, legalmente, no puede sancionar para mantener la disciplina en el aula. Respecto del significado del término “disciplina”, hay no pocas confusiones. La disciplina en sí misma no tiene que ver necesariamente con el látigo. El hecho de que antes, en algunos contextos como la escuela, la sanción consistiera a menudo en un ejercicio de violencia, no implica que la violencia sea parte esencial de la disciplina. Esta no es sino el arte de adecuar fines y medios, dejando de lado elementos que puedan perturbar el logro de los objetivos con el esfuerzo justo. Piénsese, por ejemplo, en qué entendemos por un pianista o un deportista disciplinado. En este orden de cosas, la sanción es tan sólo el recurso postrero al que cabe recurrir para mantener la disciplina en determinadas circunstancias. No tiene nada de malo, siempre que responda a la racionalidad y la justicia. Sólo un excéntrico o algo peor podría defender, por ejemplo, que multar por exceso de velocidad es algo negativo. La necesidad de sancionar en la escuela es, por lo demás, obvia. La escuela requiere sacrificios. La disciplina exige esfuerzos. Y la tendencia natural del ser humano no apunta, precisamente, en esa dirección. Finalmente es innegable que todo ello, más algunos cambios profundos en el imaginario colectivo, ha devaluado mucho la figura del profesor en los últimos tiempos. El profesor era una figura de dignidad, en el sentido que en la Antigüedad Clásica se daba a este término. “Dignidad” y “excelencia personal” eran una y la misma cosa. El maestro, incluso en la mayor de las pobrezas, era digno, porque se le suponía una excelencia, alcanzada a través del sacrificio que conllevaba la adquisición de conocimientos y su transmisión. Eran los conocimientos con los que alimentaba a sus alumnos (la palabra “alumno” proviene de la griega alómenos, que significa, Mente y cerebro 26/2007
AGRESION AL PROFESOR
precisamente, el que se alimenta). Pues bien, en una sociedad como la actual, es casi obligado que huela a rancio una figura de dignidad como el maestro que, con rigor, alimenta en conocimientos a sus estudiantes. La nuestra, ciertamente, es una sociedad que privilegia, sobre todo, estrellas mediáticas de usar y tirar, y en la que el buen hacer y la seriedad sucumben bajo el glamour, la apariencia o la ocurrencia brillante. Quizás esa pérdida de dignidad se deba también a que en el pasado el profesor fue el símbolo de la autoridad en clase y que, a este respecto, se ha producido una confusión más. Si erróneo es identificar disciplina con sanción, no lo es menos considerar sinónimos los términos “autoridad” y “autoritario”. La palabra “autoridad” proviene de un término latino (augere) que significa ayudar a crecer. El profesor ayuda a crecer al alumno en conocimientos y formación para la vida, al igual que sus padres tienen la obligación moral de ayudarle a crecer como persona con los hábitos de vida adecuados. Y tanto en un caso como en otro, el ejercicio de la autoridad, que entre otras cosas conlleva fijar límites y supervisar su cumplimiento, no tiene por qué ser despótico o autoritario. Todo lo contrario. El ejemplo paradigmático lo ofrece un Parlamento libremente elegido. Nadie en su sano juicio le negaría su autoridad en materia legislativa.
Televisión. Finalmente, en este reparto de responsabilidades, no puede dejarse de lado la cultura de nuestro tiempo, una cultura vertebrada en buena medida por los medios de comunicación y, muy en particular, por la televisión. Nuestra cultura es profundamente consumista, hedonista e inmediatista. Se basa en buena medida en tener más que en ser, y en la búsqueda del placer aquí y ahora. Además, desde finales de los sesenta parece como si todo valiera para conseguir nuestros objetivos. Es como si no hubiera valores absolutos que respetar. Todo es relativo y, por consiguiente, cualquier medio es válido para ver satisfechos nuestros deseos. Pero el hedonismo suele ser enemigo del esfuerzo, que exige sacrificios en muchas ocasiones dolorosos. Por eso mismo, se aspira a todo y no se renuncia al uso de nada para lograrlo, siempre que no implique esfuerzo o, al menos, grandes trabajos. Ese es precisamente el mensaje implícito de buena parte de la programación televisiva. Los héroes y heroínas de muchos programas son, simplemente, personas que han hecho de la venta de su intimidad un medio de alcanzar por la vía rápida y sin esfuerzo la fama que les permita vivir en la abundancia, aunque sea por poco tiempo. La venta de la intimidad (lo más sagrado del ser humano) se realiza, además, en un ambiente de 15
crispación en el que se hace uso de una violencia verbal y, por tanto, emocional a menudo delirante. Pues bien, hace unos años hubo entre los expertos un debate, incluso acalorado, acerca de si la violencia en los medios de comunicación audiovisual tenía, o no, efectos sobre la violencia real, sobre todo entre niños. Actualmente pocos niegan que los tenga. Lo que mayoritariamente se discute es el tipo de efectos y su grado. Hay quien sustenta que el ser humano imita los comportamientos que ve, sean o no reales. Otros expertos hablan de un efecto insensibilizador: la reiteración de imágenes violentas anestesia ante ellas y ante la violencia real. Finalmente, hay investigadores que consideran que la repetición de noticias (audiovisuales o no) sobre agresiones sesga la percepción del mundo: hace que se perciba un mundo más violento de lo que es en realidad. Por cierto que el descubrimiento de neuronas espejo (a las que he hecho alusión anteriormente) empieza a ofrecer una explicación hasta cierto punto sencilla de cómo se produce la imitación mencionada. Parece ser que se activan los mismos circuitos neuronales cuando se realiza una acción que cuando se observa. Eso podría significar que circuitos neuronales ligados a acciones violentas se activarían al observar acciones violentas. La visión reiterada de violencia (real o no) podría, en consecuencia, primar tales circuitos. Claro está que lo dicho no significa que las pantallas sean las únicas res-
ponsables de la violencia de nuestro tiempo. Las pantallas pueden dar ideas de cómo obrar, pueden insensibilizar ante la violencia real o pueden sesgar la percepción del mundo. De acuerdo. Pero su impacto será mayor o menor, entre otras cosas, según sean la biología y la psicología del espectador, según sean las circunstancias familiares que lo envuelvan, según su entorno social presente mayores o menores niveles de violencia real, y según sea la socialización que haya recibido. Para la violencia nunca hay una sola causa. En su aparición siempre influyen múltiples factores de riesgo. La violencia de las pantallas es uno más. Suponemos que su influencia es grande. Nadie hasta el momento, sin embargo, ha mostrado que sea superior a otros factores individuales o familiares que sabemos que también hacen su contribución.
Incidencia En los últimos tiempos hay un cierto debate acerca de la verdadera magnitud de este problema. Creo que, en buena medida, se debe al hecho de que se manejan conceptos diferentes de violencia y acoso escolar. El Centro Reina Sofía ha realizado varios estudios sobre este problema. Unos, basados en sondeos; otros, en registros. Lo bien cierto es que tanto unos como otros arrojan cifras parecidas. En el informe Violencia entre compañeros en la escuela, se utilizan tres vías de aproximación al problema: las suministradas por las opiniones
de testigos, víctimas y agresores. La muestra está formada por 800 adolescentes, de entre 12 y 16 años, de ambos sexos, escolarizados y residentes de derecho en España en 2005. Pues bien, el 75 % de la muestra ha sido testigo de violencia escolar; el 14,5 % se declara víctima de violencia escolar y el 7,6 % se identifica como agresor. Obsérvese que hablo, en general, de violencia escolar. Por eso mismo, no debe alarmar que 8 de cada diez escolares entre los 12 y los 16 años hayan sido testigos de violencia escolar. ¿Quién a esa edad no ha observado una mala mirada entre compañeros, o no ha tenido conocimiento de un rumor, etc.? Deberíamos erradicar toda forma de violencia de nuestro sistema educativo. Es lo ideal. De todos modos, sólo incurriendo en una exageración sin fundamentos científicos se puede afirmar, a partir de lo dicho, que nuestras aulas están en pie de guerra. El mismo informe establece que la forma más dura de violencia escolar, lo que hemos denominado aquí “acoso escolar”, afecta al 2,5 % de la muestra. Aunque está muy lejos de las ofrecidas en otros informes, esta cifra no debería parecernos baja. Según datos del Instituto de la Mujer y del propio Centro Reina Sofía, al menos, desde 1999 las mujeres que son maltratadas por sus parejas o ex parejas rondan en torno al 2,1 % del total de mujeres mayores de 14 años residentes en España. La misma intolerancia social que suscita la violencia de género en
Potenciales efectos de la violencia emitida en los medios audiovisuales sobre la violencia real 1. Efectos sobre la conducta: a. Según la teoría del modelado, las personas aprenden conductas por observación de modelos, sean reales o virtuales. b. Según la teoría del refuerzo, las personas con patrones de conducta o actitudes violentas seleccionan las escenas violentas. 2. Efectos sobre las emociones: La exposición reiterada a imágenes violentas insensibiliza tanto ante la violencia filmada como ante la violencia real. En particular, las reacciones de ansiedad y sufri-
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miento ante el dolor de las víctimas y la crueldad de las acciones se van debilitando poco a poco. De ahí que la industria aumente el grado de violencia en las pantallas para mantener los mismos niveles de atención. 3. Efectos sobre las cogniciones: Según la teoría del cultivo, la exposición reiterada a imágenes violentas y, en general, a contenidos violentos (impresos o visuales) sesga la percepción de la realidad que se tiene: la impresión que el usuario tiene es que el mundo es un lugar amenazador y poco o nada seguro.
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Neuronas espejo Las neuronas espejo reflejan los actos externos, como si observador y observado estuvieran realizando la misma acción. Probablemente, las neuronas espejo desempeñan, entonces, un papel importante en el reconocimiento, la empatía y la imitación del otro.
CONTEXTO
Corteza premotora CONTEXTO
INTENCION
IZQUIERDA
DE INVESTIGACION Y CIENCIA: “NEURONAS ESPEJO”, POR G. RIZZOLATTI, L. FOGASSI Y V. GALLESE, PAGS. 14-21, ENERO 2007
ACCION
ACCION Intensidad de activación neuronal
Interpretar las intenciones de los demás constituye una clave del comportamiento social humano. En un experimento reciente concebido al efecto se ha demostrado que esa capacidad reside en las neuronas espejo. Se presentaron a unos voluntarios unas secuencias filmadas (abajo, izquierda) que mostraban dos acciones “de agarrar un objeto” parecidas sin ningún contexto, dos contextos sin acción, y dos combinaciones de acción y contexto que revelaban la intención del acto: el servicio preparado para el café sugería que la taza se agarraba con intención de beber, o bien que se cogía la taza para limpiarla una vez terminado el café. Las poblaciones de neuronas espejo en la corteza premotora de ambos hemisferios del cerebro de los sujetos se excitaron con intensidad máxima cuando contemplaban acciones de intencionalidad clara. Las neuronas espejo distinguían, asimismo, entre las intenciones posibles, respondiendo a la función biológica básica de beber con mayor intensidad que al acto de limpiar, adquirido culturalmente (abajo, derecha).
DERECHA
-
INTENCION
Antes del café
Beber
Aumento de la señal
-
0-
Después del café
las relaciones de pareja debería, pues, provocar el acoso escolar. En lo que concierne a edad y sexo, tanto víctimas como agresores suelen ser chicos de 12 o 13 años, excepto en el caso del acoso, en que las víctimas son primordialmente chicas (65 %). Este último dato debería hacernos reflexionar sobre un posible continuo entre esta forma de violencia y la violencia de género. Sin entrar en muchos más detalles, son de destacar algunos datos. El tipo de violencia dominante es el emocional (82,8 %). Los lugares más habituales para la agresión son el aula y el patio Mente y cerebro 26/2007
Limpiar
Acción
Contexto: antes del café
(54 %). La intervención de los profesores para resolver el problema ronda el 50 %. Y, corroborando lo dicho anteriormente sobre la mente de los violentos, el 70 % de los agresores afirman que sus conductas violentas son respuesta a las provocaciones de la víctima. Una pregunta queda en el aire: si el 50 % de los profesores interviene para solucionar la situación, ¿qué hace la otra mitad? Es importante constatar que la cifra de acoso escolar dada en este informe se mantiene, con ligeras variaciones, en otros estudios. Es el caso del informe Problemas de conducta en el aula,
Contexto: después del café
Intención: beber
Intención: limpiar
realizado por el Centro Reina Sofía en el marco del Proyecto DITCA. Este proyecto, impulsado por la Generalidad Valenciana desde el año 2002, nació para diagnosticar los trastornos de conducta alimentaria entre los escolares valencianos de Enseñanza Secundaria Obligatoria. Más tarde, en 2004, se amplió su campo de acción hasta incluir otros tipos de trastornos del comportamiento, entre ellos el denominado “trastorno disocial”.
Conductas disruptivas El trastorno disocial se inicia en la infancia o adolescencia y consiste en 17
VIOLENCIA EMOCIONAL
un patrón repetitivo y persistente de comportamiento en el que se violan los derechos básicos de otras personas o normas sociales importantes propias de la edad. La literatura ha mostrado la existencia de un continuo entre el trastorno disocial en la infancia y el trastorno antisocial en la edad adulta. En 2006 se incluyeron en DITCA escalas para medir las conductas disruptivas en el aula, es decir, aquellos comportamientos que interrumpen o provocan un desajuste en el desarrollo del menor, dificultando el establecimiento de relaciones sociales saludables. La muestra manejada en el marco del Proyecto DITCA en 2006 está formada por 20.629 escolares de 1o a 4o de Educación Secundaria Obligatoria con edades comprendidas entre los 13 y los 17 años. Pues bien, el 9,01 % de esos escolares se identifica con alguno de los ítems correspondientes a agresores. Y entre éstos predominan los chicos, con tasas muy superiores a las chicas. Además, la cifra de alumnos que reconocen que les divierte agredir físicamente a algún compañero crece con la edad (0,53 % a los 13 años, 0,82 % a los 14 años, 1,04 % a los 15 años, y 1,41 % a los 16 años). Respecto de las víctimas cabe decir que, coincidiendo prácticamente con el informe Violencia entre compañeros en la escuela (España, 2005), el 18
2,90 % de dichos escolares sufre acoso escolar. Además, conforme aumenta la edad disminuye el porcentaje de escolares acosados (6,54 % a los 13 años, 4,72 % a los 14 años, 3,05 % a los 15 años, y 2,29 % a los 16 años). Y bien, llegados a este punto, ante este problema, ¿qué puede hacerse?
Prevención La magnitud del problema y la intolerancia social creciente ante su existencia permiten abrigar buenas expectativas en su afrontamiento. Por todo lo dicho es obvio que la solución no pasa sólo por la escuela. El problema surge de una interacción entre factores de diversa índole (individuales, familiares y socioculturales). Lo ideal sería incidir, en consecuencia, sobre todos ellos. Sin ánimo de ser exhaustivo, voy a proponer algunas medidas que tal vez contribuyan a
reducir la frecuencia de la violencia y, especialmente, del acoso escolar. Prevención primaria. Entre las actividades que convendría realizar antes de que aparezca la violencia escolar, hay algunas que corresponden a los padres; otras, a la sociedad en su conjunto y, muy en particular, a los medios de comunicación. Por una parte, las prácticas de crianza o estilos educativos paternos no son determinantes, pero sí tienen una gran influencia en la configuración de la mente, de la personalidad y de la conducta de los hijos. Una educación autoritaria o permisiva correlaciona con hijos poco o nada empáticos. Y deficiencias en empatía correlacionan, a su vez, con ira y violencia. La educación democrática (ser afectuosos, pero decir “no” cuando es preciso y hacerlo, siempre que se pueda, de forma dialogada) parece ser una alternativa oportuna. Por otra parte, como ya he dicho, son pocos los expertos que niegan hoy que la violencia de las pantallas tenga algún efecto sobre la violencia real. Habría, pues, que tomar alguna medida. Lo deseable es que los propios medios de comunicación se autorregulen. Quizá convenga acompañar la autorregulación con la creación de Consejos de lo Audiovisual. Se trata de organismos consultivos, sin capacidad de sancionar, que, integrados ABUSO DE PODER
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por expertos de reconocido prestigio y políticamente independientes, se dedican al análisis de los contenidos de la parrilla televisiva. Prevención secundaria. Por tal se entiende el conjunto de medidas que habría que aplicar, directamente, a la población de riesgo para evitar la aparición del problema o para propiciar su detección en fase muy precoz. Dicha población está formada, en el caso que nos ocupa, por los estudiantes en general (aunque, en este artículo, me haya ceñido a los alumnos, especialmente de secundaria). Entre estas medidas figura un necesario cambio de mentalidad de los estudiantes. Parecen presos de un prejuicio bastante extendido. Temen ser acusados de chivatos si denuncian la situación de violencia por la que pasa algún compañero. Creen, frecuentemente, que ése es un asunto privado, que concierne en definitiva a agresor y víctima. Se equivocan. La violencia en general y, por tanto, la violencia escolar y, en particular, el acoso escolar no son asuntos privados. Son, por el contrario, cuestiones públicas desde el momento en que son claros atentados contra los Derechos Humanos de las víctimas y originan costes económicos y sociales que, entre todos, hemos de cubrir. Quizá siempre haya habido acoso en las escuelas. Pero eso no justifica en modo alguno su existencia. Como no legitima el maltrato de las mujeres el hecho de que haya sido tenido por una práctica habitual y normal en el pasado. Por el contrario, todo aquello que va contra la integridad física o psicológica de una persona es una conculcación de sus derechos humanos. Y así es como ha de verse la violencia escolar en general y el acoso escolar en particular. El acoso escolar no es, pues, ni algo privado, ni algo normal en el sistema escolar: es una anomalía, que nace de un ataque frontal a los derechos humanos de la víctima. Y en esa idea hemos de educarnos todos y, en especial, los niños. Finalmente, los profesores tienen una importante tarea que cumplir. Por una parte, la Administración y las propias universidades han de posibilitar que los profesores adquieran nuevas Mente y cerebro 26/2007
habilidades en el manejo de conflictos en el aula. Ya he dicho que, en particular, los profesores de secundaria son licenciados formados en los conocimientos específicos de sus respectivas áreas. No han recibido una enseñanza reglada que les capacite para solventar conflictos entre escolares. Deberían tenerla. Por otra parte, en su mano está crear una atmósfera adecuada en el centro educativo, mostrando una intolerancia total frente a cualquier forma de violencia y afrontando sus brotes con diligencia y energía. Obviamente, nada de esto será posible mientras la dignidad y autoridad del profesorado no sean reconocidas socialmente. Prevención terciaria. Ya se sabe que por tal se entiende, en medicina, el conjunto de medidas que tienen por finalidad restaurar la salud una vez se ha perdido. En el caso que nos ocupa, entenderemos por tal las medidas tendentes a ayudar a víctimas y agresores, implicados en casos de violencia y, en especial, de acoso escolar. Las víctimas suelen ser los grandes olvidados de los episodios de violencia. Socialmente se cree que el castigo del agresor constituye la rehabilitación de la víctima. Nada de eso. La víctima suele padecer consecuencias de la violencia que requieren, habitualmente, una atención específica de tipo psicológico. Ese es el caso de los niños que padecen violencia escolar y, en concreto, acoso escolar. Sufren a menudo depresiones, soledad, tristeza, aislamiento y, en algunos casos, ideaciones autodestructivas, que conviene tratar del modo pertinente. Ya he dicho que los agresores, a su vez, evidencian algunas características psicológicas previas a su conducta violenta y, quizá, reforzadas por ésta, como pensamiento dicotómico (división del mundo en dos bandos: el suyo y el otro —al que pertenece la víctima—), locus de control externo (los otros y, en particular, la víctima es la responsable de todo lo malo que a él le sucede) y falta de empatía. Sólo por esto el agresor escolar debería recibir el tratamiento psicológico oportuno. Cabe hacer más, mucho más. Pero éstas quizá sean medidas tácticas efi-
REITERACION DE LA VIOLENCIA
caces. Yo no creo que los grandes problemas requieran soluciones asimismo grandes. Para derrumbar una presa, como establece la llamada “terapia estratégica”, no es necesario quitar uno a uno todos los bloques de hormigón que la forman. Sólo se precisa poner unos cuantos cartuchos de dinamita en lugares bien escogidos. El agua se encargará de ensanchar los boquetes que así se produzcan. JOSE SANMARTIN ESPLUGUES es catedrático de filosofía de la ciencia en la Universidad de Valencia y director del Centro Reina Sofía. Bibliografía complementaria CONDUCTAS DE ACOSO Y AMENAZA ENTRE ESCOLARES. Dan Olweus. Morata; Madrid, 1998. EL LABERINTO DE LA VIOLENCIA. José Sanmartín. Ariel; Barcelona, 2004. ACOSO Y VIOLENCIA EN LA ESCUELA. Angela Serrano. Ariel; Barcelona, 2006. VIOLENCIA ESCOLAR: EL MALTRATO ENEDUCACIÓN SECUNDARIA OBLIGATORIA 1999-2006. Defensor del Pueblo; Madrid, 2006. TRE IGUALES EN LA
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La impronta genética ¿Por qué silenciar copias válidas de genes importantes? La respuesta se esconde en una pugna entre la madre y el padre que se refleja en el genoma de la progenie
FLPA / ALAMY / AMERICAN SCIENTIST
Randy L. Jirtle y Jennifer R. Weidman
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E
l ser diploides presenta sus ventajas. Al tener dos copias de cada cromosoma, las células diploides cuentan con una póliza de seguros contra los efectos de la mutación. Si un gen de un cromosoma presenta un error, queda otra copia disponible. Y para la mayoría de los genes, todo lo que se requiere es una copia en buen estado. Por ese motivo, los geneticos no dejan de manifestar su perplejidad ante el fenómeno de la impronta, en el que se silencian segmentos de ADN de uno de los dos cromosomas homólogos. Los genes que se encuentran en esas regiones resultan excluidos de la póliza de seguros. Gregor Mendel, monje austríaco del siglo XIX que contribuyó de forma decisiva a definir la genética, nunca se encontró con genes de impronta genómica durante sus estudios. De lo que debemos alegrarnos. La impronta hace añicos sus hermosas leyes de la herencia. Mendel explicó la relación entre genotipo (los genes que hereda un organismo) y fenotipo (los caracteres que muestra un organismo). “Para cada carácter, un organismo hereda dos genes, uno de cada progenitor”, afirmaba. “Si los dos alelos (genes) son diferentes, entonces uno, el llamado alelo dominante, se expresa en el aspecto del organismo; el otro, el alelo recesivo, no ejerce ningún efecto apreciable en el aspecto del organismo.”
1. LOS GENES DE IMPRONTA —genes silenciados en uno de los dos cromosomas de un animal— aparecieron en el escenario evolutivo con la llegada del parto vivíparo, tal vez debido a conflictos inherentes a las estrategias reproductivas de madres y padres. Los patrones similares de impronta en los mamíferos placentarios y los marsupiales (tales como estos oposums) inducen a pensar que algunos mecanismos de impronta han cambiado poco desde su último antepasado común hace unos 180 millones de años. Los mamíferos ovíparos (el ornitorrinco, por ejemplo) no presentan genes de impronta. Mente y cerebro 26/2007
Estas reglas forman parte del canon fundacional de la genética. Pero la vida real suele mostrarse caprichosa. La actividad de algunos genes depende de cuál de los progenitores descienden los mismos, más que de comparaciones tales como dominante y recesivo. Hablamos de los genes de impronta. A un nivel funcional, un gen de impronta es haploide; opera sólo un alelo. Por ello resulta vulnerable a los efectos negativos de mutaciones, que de otro modo serían recesivas. Además, uno puede cambiar su función no sólo mediante una sola mutación genética, sino también gracias a un cambio ambiental inducido en el epigenoma (el nivel de regulación génica heredable que no está ligada a la secuencia de ADN). Un cambio epigenético altera el fenotipo sin cambiar el genotipo. En virtud de su estructura genética única, los genes de impronta actúan como nodos de susceptibilidad para el asma, el cáncer, la diabetes, la obesidad y muchos trastornos del comportamiento y del desarrollo, una lista que se nos ofrece inusitadamente larga si tenemos en cuenta el número limitado de genes de impronta identificados hasta la fecha. El potencial de esos sitios para una influencia maligna es desproporcionadamente grande. Recuerdan a los tiránicos cerdos de Rebelión en la Granja, de George Orwell, quien sentenció aquello de “todos los animales son iguales, pero algunos animales son más iguales que otros”. Lo mismo podría aplicarse a los genes; con frecuencia, los genes de impronta son los “más iguales” en cuanto a causar enfermedades humanas.
No intercambiable La primera prueba de la existencia de impronta se obtuvo hace más de 20 años, tras ciertos experimentos con embriones de mamíferos que portaban sólo cromosomas de la madre o del padre. Sus fenotipos diferían llamativamente. Los embriones ginogenéticos (los que contenían sólo cromosomas maternos) se desarrollaban con normalidad, pero sus tejidos extraembrionarios (placentarios) prosperaban de un modo deficiente. Los embriones morían a mitad de la gestación. 21
Impronta Tom
Tina
Espermatozoide Ovulo Alelos dominantes
Alelos recesivos
A no le gustan los picantes B riesgo normal de cáncer c hábil con los crucigramas
a come rosquillas de jalapeño b riesgo alto de cáncer C no especialmente bueno con los crucigramas
A B c
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Gen femenino de impronta
Genotipo de Tim
Aa Bb cC
a b C Gen masculino de impronta
Tim
Fenotipo de Tim No le gustan los alimentos picantes
A B c
a b C
Alto riesgo de padecer cáncer Destreza con los crucigramas
Célula somática
2.
LA IMPRONTA HACE QUE TERMINOS COMO DOMINANTE Y RECESIVO carezcan de significado en el contexto de la herencia en los mamíferos. Para un gen de impronta, lo importante es de cuál de los progenitores procede. En esta representación, Tina y Tom son los progenitores de un bebé llamado Tim. Para un gen imaginario de alimentos picantes, el alelo (variante génica) que hace que a Tina no le gusten las comidas muy picantes es dominante; el alelo que hace que Tom se vuelva loco por las guindillas es recesivo. De ese modo, el bebé Tim compartirá con su madre la preferencia por las comidas suaves. Para otros dos rasgos imaginarios, como son la predisposición al cáncer y la habilidad para resolver crucigramas, las improntas materna y paterna dictarán qué alelo se manifestará de modo propio en el niño.
Por su parte, los embriones androgenéticos (los que contenían exclusivamente cromosomas paternos) mostraban un retraso grave en su desarrollo, pero el tejido extraembrionario proliferaba. La conclusión que se alcanzó a partir de tales estudios fue que el desarrollo normal en los mamíferos dependía de 22
genes expresados sólo a partir de la copia materna o paterna, aparte de la secuencia real del ADN. En otras palabras, incluso poseyendo secuencias idénticas de ADN, los genomas del macho y de la hembra en los mamíferos no eran sustituibles uno por otro. En los mamíferos placentarios, o euteria, los científicos han identi-
ficado hasta la fecha 83 genes de impronta. Sospechamos que su número real es muy superior. Nuestro análisis por ordenador del genoma del ratón predice una cifra de unos 600 genes de impronta. Se desconoce el mecanismo en cuya virtud se ha establecido y persistido la impronta genómica. De lo que no cabe dudar es de la existencia de algún tipo de sistema de marcaje del ADN que permite que los alelos parentales se distingan entre sí. Una vez instaladas, las marcas de las células germinales (espermatozoides u óvulos) han de mantenerse durante la fecundación y la multitud de divisiones celulares que se producen durante la vida de la descendencia. Estas improntas deben también ser eliminables y fáciles de reinstaurar en el curso de la formación de la propia descendencia de gametos, para asegurar la transmisión de la impronta de generación en generación. Los genes de impronta comparten numerosas características, incluida la proximidad física. La mayoría de estos genes se encuentran agrupados, una disposición que refleja probablemente la proximidad a ellos de secuencias reguladoras de ADN. Estas agrupaciones contienen probablemente genes activos que se transcriben, es decir, se copian en forma de un ARN. Pero ese ARN no se traduce, no se usa como patrón de lectura para proteínas. Mas, aunque no se traduzcan, tales transcritos de ARN revisten notable interés; sin ellos se pierde la impronta. Genes para otros dos tipos de moléculas de ARN —pequeños ARN nucleolares y microARN— se encuentran también en partes del genoma que contienen genes de impronta. Aunque su función exacta continúa siendo un misterio, los científicos especulan que estos ARN facilitan el control de las actividades de los genes de impronta al evitar que el ARN diana se traduzca en proteína.
La impronta Determinados factores epigenéticos ayudan a establecer y mantener la impronta genómica a través del control de la intensidad de arrollamiento de la cromatina (combinación de ADN Mente y cerebro 26/2007
Mente y cerebro 26/2007
Ovulo
Cromosoma
Espermatozoide
Gen de impronta masculino
Gen de impronta femenino
Embrión
O bien
Célula somática
Célula somática
Células germinales primordiales
Copia del ADN
Gametogénesis
Eliminación de la vieja impronta
Establecimiento de nueva impronta
Ovulo
TOM DUNNE / AMERICAN SCIENTIST
y proteína que constituye un cromosoma). Una cromatina prietamente enrollada, o condensada, restringe la actividad de los genes, mientras que otra configuración más suelta crea un entorno permisivo para que los genes se activen. Existen varias herramientas moleculares que se usan paras regular la condensación cromosómica. La metilación comporta la unión covalente de grupos metilo al ADN; la fosforilación y la acetilación unen otras pequeñas moléculas a las histonas, proteínas rodeadas por ADN. La metilación y la fosforilación limitan el acceso a los genes al enrollar más prietamente ADN y las histonas, mientras que la acetilación hace justo lo contrario. Amén de tales modificaciones químicas, hay también un puñado de proteínas no histónicas que se unen al ADN y regulan la actividad génica. Muchos de los cambios epigenéticos que regulan la impronta se desarrollan en el seno o vecindad de las islas CpG, regiones de ADN que presentan numerosos pares de bases citosina-guanina (CG). La molécula de ADN tiene un grupo fosfato entre las bases nucleotídicas adyacentes, de ahí la letra “p”. El estado de metilación de las islas CpG en los genomas de los euteria va desde total, como ocurre cerca del ADN dejado atrás en razón de viejos ataques víricos, hasta inexistente, como acontece cerca de los genes usados con más frecuencia. Entre ambos extremos encontramos unas islas CpG a veces metiladas y a veces no. Algunas de estas regiones de diversa metilación son las que controlan la impronta. La propia reacción de metilación está catalizada por una metiltransferasa de ADN, enzima que engarza un grupo metilo (CH3—) a una citosina en el ADN. Esta modificación química altera ligeramente la forma de la doble hélice y, con ello, impide la unión de muchos tipos de proteínas accesorias. Una vez instaurada, la metilación persistirá, aun cuando se copie el ADN. De esa manera el genoma retiene su patrón de metilación a lo largo del desarrollo. En ciertos casos pervivirá de una generación a la siguiente. Debido a que el patrón de metila-
Espermatozoide
3. LAS IMPRONTAS DEBEN VOLVER A ESTABLECERSE EN CADA NUEVA GENERACION para asegurar una actividad apropiada de los genes. Las improntas específicas del sexo en el ADN del espermatozoide y el óvulo persisten en las células somáticas, es decir, en todas las células, salvo las germinales (gametos). En las células germinales primordiales, la copia del ADN viene seguida de la eliminación de las viejas improntas y la instauración de nuevas improntas uniformes que reflejan el propio sexo de la descendencia. 23
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Impronta materna
Impronta paterna
limita el uso de los recursos maternos por el bebé en el útero
maximiza el uso de los recursos por el bebé en el útero
Menos crecimiento
Más crecimiento
4.
LA HIPOTESIS DEL CONFLICTO propone que la impronta surgió como consecuencia de un tira y afloja genético entre madres y padres acerca del uso de los recursos maternos por parte del embrión. En los mamíferos vivíparos, el éxito evolutivo del macho es máximo si su descendencia monopoliza las reservas de energía de la hembra durante la gestación. La mejor estrategia para la hembra requiere no invertir todos sus recursos en un solo descendiente. Si el embrión fuese un coche en la autopista del crecimiento y el desarrollo, la impronta paterna trataría de ponerlo a mayor velocidad; la impronta materna por el contrario trataría de frenarlo.
ción del ADN es estable al tiempo que heredable, muchos genéticos han llegado a la conclusión de que la metilación constituye la base epigenética para la impronta. Una sólida prueba apoya esta conexión. Las regiones de control de la impronta, vecinas a muchos agrupamientos de impronta, presentan una metilación diferencial dependiendo de cuál de los progenitores procedan. Por desgracia, esas regiones de control no comparten una secuencia de ADN común, aunque parecen guardar correlación con áreas en las cuales son más frecuentes los dinucleótidos citosina-guanina. Con frecuencia también, se encuentran cerca secuencias simples de ADN repetidas, cuyo significado se desconoce. Casi todas las regiones de impronta contienen tramos con patrones de metilación diferencial. En diversos experimentos se ha puesto de manifiesto que la pérdida de esos segmentos previene la impronta normal. Pero la metilación del ADN no lo explica todo. Intervienen las histonas. Para varios genes, el estado de las histonas en una región del ADN está ligado a cuál de los progenitores procede ese cromosoma. Para algunos expertos, la metilación del ADN se hallaría mecánicamente vinculada a la modificación de la histona. La metilación de las islas CpG puede reclutar otras proteínas que se unen al ADN y, a su vez, atraer a enzimas 24
adicionales que eliminan los grupos acetilo de las histonas. Este complejo de proteínas condensa la cromatina y limita la transcripción. Se siguen acumulando pruebas de que las modificaciones de las histonas ayudan a distinguir los alelos parentales. Lo que no empece que la mayoría de los genéticos consideren la metilación del ADN el modo primario de mantener la memoria epigenética de la impronta.
Tira y afloja genético Pese a la vulnerabilidad genética que determina la impronta, todos los mamíferos placentarios estudiados han conservado en su genoma esta propiedad. Debe, pues, existir alguna ventaja que compense el riesgo. Pero no acaban los expertos de identificar el potencial beneficio, ni terminan de ponerse de acuerdo sobre la razón de la aparición de la impronta en la evolución, ni sobre las presiones selectivas que la han mantenido a través del árbol genealógico de los mamíferos. Según cierta teoría, la impronta constituiría una solución al problema de la partenogénesis, fenómeno en que los óvulos sin fecundar originan nuevos individuos. La noticia reciente de un “parto virginal” de un dragón de Komodo en cautividad en el Reino Unido es un ejemplo de partenogénesis, una forma rara de reproducción, aunque posible entre reptiles, anfi-
bios y peces; mucho más común entre invertebrados y plantas. De acuerdo con la teoría de la antipartenogénesis, el riesgo de que unos cuantos genes sean de impronta es despreciable en comparación con los beneficios genéticos de la reproducción sexual para la eficiencia evolutiva a largo plazo. Para una segunda hipótesis, la impronta se adquirió en el curso de la evolución para defender el genoma contra ADN parásito foráneo. De acuerdo con esa idea, los genes de impronta vendrían a ser como las bajas en la población civil, peatones inocentes que fueron desactivados por encontrarse demasiado cerca de una secuencia que se parecía a un ADN parásito incorporado en el genoma. Otra conjetura más, la hipótesis de la bomba de relojería ovárica, aduce que la impronta protege a la hembra contra tumores de células germinales al alertar contra un crecimiento excesivo de la placenta. Cada una de estas teorías predice que la impronta es adaptativa, que proporciona una función específica para ayudar a una especie a sobrevivir. Sin embargo, la mayoría de los expertos no creen que la impronta sea una adaptación beneficiosa. La teoría más ampliamente aceptada sobre su origen se conoce por hipótesis del conflicto. A tenor de la misma, la impronta es el resultado no buscado de una batalla reproductiva entre los sexos. Los elementos importantes en Mente y cerebro 26/2007
esta guerra son la poliandria (hembras que se aparean con más de un macho en el período de reproducción), el parto vivíparo y la inversión mucho mayor que las madres dedican a la descendencia, en comparación con los padres, en los mamíferos. De acuerdo con esa idea rompedora, la impronta surgió como consecuencia de un tira y afloja genético por la cantidad de nutrientes obtenidos de la madre por la descendencia. La hipótesis del conflicto predice que los genes que son activos únicamente en los cromosomas del padre promocionarán el crecimiento prenatal, maximizando el éxito evolutivo de la descendencia. Por el contrario, los genes que sólo son activos si se heredan de la madre suprimen el crecimiento de la descendencia con objeto de maximizar el éxito reproductivo de la madre, lo que, por definición, supone tener más de una cría. Importa señalar que estas teorías conciernen a la lógica evolutiva de la impronta más que a los propios mecanismos moleculares. De hecho, ninguno de los modelos actuales proporciona un buen marco mecánico para la impronta, una limitación que debilita su poder predictivo. El poder reconstruir el origen de la impronta genómica requerirá, a fin de cuentas, un análisis donde se combinen el marco evolutivo y los posibles mecanismos.
Monotremas y marsupiales Casualmente, los primeros genes de impronta que se han identificado proporcionan algunos de los mejores apoyos a la hipótesis del conflicto. El factor de crecimiento similar a la insulina 2, o IGF2, y su receptor, el IGF2R, dirigen el crecimiento celular y el desarrollo a lo largo de la vida de un organismo. Nosotros descubrimos que ninguno de los genes que codifican estas proteínas presenta impronta en las aves o en los monotremas (mamíferos ovíparos, como el ornitorrinco y el equidna). Sin embargo ambos genes muestran impronta en el resto de los mamíferos (terios), vivíparos. De ese modo, la impronta en ambos sitios en el genoma debe haber evolucionado con el desarrollo del parto vivíparo, hace aproximadamente 180 millones de años. El prestar atención a las regiones de impronta alrededor de los genes IGF2 e IGF2R en mamíferos nos ha permitido determinar cómo evolucionaron al principio estos cambios físicos en el ADN y cómo los cambios se llevan a cabo y se mantienen hoy. En el pasado, este tipo de análisis comparativo alcanzó un éxito limitado en la identificación de secuencias específicas de impronta porque las especies de mamíferos usadas en el análisis tenían un parentesco muy estrecho.
Nosotros estudiamos genomas de parientes lejanos: el oposum y el ornitorrinco, además del hombre y el ratón. La similitud genómica que hemos encontrado en el sitio que regula la impronta del gen IGF2 indica que el mecanismo de impronta no ha cambiado mucho desde las primeras etapas de la radiación de los terios. Pero no faltan diferencias. Uno de los descubrimientos más sorprendentes fue que, en los marsupiales como el oposum, se encontraban ausentes la mayoría de los elementos de control identificados para la impronta del IGF2R en los mamíferos pertenecientes a los euteria; sin embargo, este gen sigue siendo susceptible de impronta. En breve: o existe un mecanismo ancestral de impronta para el IGF2R tanto para marsupiales como para euteria que no ha sido aún identificado, o evolucionaron mecanismos independientes para la impronta de este gen en ambos grupos de mamíferos. De donde se infiere que la regulación de la impronta es más compleja de lo que se admite. Los patrones de impronta son divergentes también en otros sitios del genoma. Por ejemplo, el homólogo 1 del gen similar a delta (DLK1) es de impronta en los mamíferos euteria, pero no en los marsupiales. Y el gen de la neuronatina (NNAT), también de impronta en los euterios, ni siquiera
Mamíferos
Aves Ovíparos
Vivíparos (terios)
Prototerios
Metaterios
Ornitorrinco
Oposum
Pollo
Euterios
Ratón Humano
Caballo Monotremas
Aves
Marsupiales
Roedores
Primates
Con impronta
Sin impronta
5.
Ungulados
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Aves
180 millones de años
HACE UNOS 180 MILLONES DE AÑOS, la impronta genómica y el viviparismo evolucionaron de consuno en los mamíferos primitivos. Los monotremas ovíparos tales como el ornitorrinco son el grupo más antiguo de mamíferos; carecen de genes de impronta. Los primeros ejemplos de impronta aparecieron en un antepasado común, ahora extinguido, de los marsupiales y euterios, es decir, de los mamíferos placentarios.
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Normal Gen supresor de tumores
Dos copias 1 + 1 = funcionales
Ausencia de cáncer
Riesgo elevado de cáncer Mutación
Impronta
Mutación heredada o nueva deja una sola copia 0 + 1 = funcional
o bien
Una copia 1 + 0 = funcional
node cancer Ausencia cáncer
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Cáncer Impronta
Sin copias 0 + 0 = funcionales
cancer Cáncer
6.
LA IMPRONTA CONLLEVA UN RIESGO GENETICO INHERENTE. A diferencia de los genes normales diploides, cuya segunda copia puede funcionar de forma aceptable incluso si la primera se ha perdido por culpa de una mutación heredada o adquirida, los genes de impronta se comportan como si fueran haploides. Una mutación en el único alelo activo puede acarrear la pérdida completa de la función del gen. Si el gen codifica para un supresor de tumores, por ejemplo —y muchos genes de impronta están implicados en el crecimiento celular y el desarrollo—, el resultado es un cáncer.
Normal Oncogén promotor del crecimiento
1 + 0 =
Una copia funcional
Cáncer ausente
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Cáncer Pérdida de la impronta
Dos copias 0 + 11 = funcionales 1
7.
Cáncer
LA IMPRONTA TRAE CONSIGO UN MAYOR RIESGO GENETICO debido, también, al potencial de generar cambios genéticos o epigenéticos que resultan en una pérdida de aquélla. Si el estado fisiológico normal se basa en dejar sólo una copia funcional de algún gen que promueve el crecimiento, la pérdida de la impronta puede excitar una segunda copia funcional; con ello, causa un crecimiento irrestricto que desemboca en cáncer.
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lo portan los mamíferos no pertenecientes a euteria. La impronta no es calle de dirección única. El gen humano para el IGF2R no se expresa en uno solo de los alelos, fenómeno habitual en la mayoría de los demás mamíferos. A juzgar por la impronta del IGF2R en humanos, tupaias y lémures voladores, la impronta del IGF2R desapareció hace unos 75 millones de años en uno de nuestros antepasados comunes. Observamos que el IGF2R es de impronta en los ratones, pero no en humanos. De lo descrito se infiere que el ser capaz de cambiar el estatuto de impronta de los genes y realizar cambios epigenéticos en el genoma desempeña, a buen seguro, una función decisiva en el proceso de especiación.
El precio de la impronta Las regiones de impronta son haploides, lo cual las hace vulnerables a mutaciones recesivas y a cambios epigenéticos. En el hombre, muchos trastornos del desarrollo y enfermedades se encuentran ligados a genes de impronta. Además, dado que estos genes suelen hallarse en cierta proximidad física mutua, y se controlan conjuntamente, basta un solo cambio epigenético o genético en la región para disgregar muchos genes. Una desregulación del entorno durante el desarrollo temprano puede afectar a los elementos que controlan la impronta, resultando en enfermedades crónicas que persisten en la edad adulta. Pensemos en el síndrome de Beckwith-Wiedermann, que se caracteriza por hipertrofia de los órganos; puede estar causado por mutaciones en cualquiera de los varios genes de impronta agrupados en una parte del brazo corto del cromosoma 11. Pero el mismo síndrome puede también tener como origen cambios epigenéticos, tales como patrones de impronta, que alteran las actividades de genes dentro del agrupamiento, pese a permanecer inalterada la secuencia del ADN. En otro ejemplo clásico de enfermedad relacionada con la impronta, la misma mutación puede producir el síndrome de Prader-Willi o el síndrome de Angelman, dos trastornos graves Mente y cerebro 26/2007
y muy diferentes; que se instale uno u otro depende de si el gen alterado procede del padre o de la madre. Cuando se hereda por vía paterna, una mutación en un gen específico en una región de impronta en el cromosoma 15 da lugar al síndrome de Prader-Willi. Mutaciones en el mismo gen heredadas por vía materna —al tiempo que las mismas son silenciosas debido a la impronta— conducen a la represión impropia de un gen cercano que es también de impronta, causando en este caso el síndrome de Angelman. Por desgracia, parece que la incidencia de trastornos del desarrollo relacionados con la impronta aumenta de manera significativa en niños concebidos mediante fecundación in vitro, lo que refleja cuán delicado es mantener la impronta genómica durante la fusión de los gametos y las primeras divisiones celulares. Los genes de impronta suelen hallarse implicados en la patogénesis del cáncer. Un silencioso alelo de impronta se iguala a menudo con el primer impacto de la famosa hipótesis esbozada por Alfred G. Knudson sobre “los dos impactos” del desarrollo del cáncer. Puesto que la mayoría de los genes que regulan el cáncer, se declara, son todavía operativos incluso cuando una de las dos copias se encuentra anulada, el llegar desde un fenotipo normal a un fenotipo de cáncer requiere dos mutaciones, o “impactos”, en un gen que controla el cáncer. Una mutación preexistente en uno de los genes podría actuar como un primer impacto; y del mismo modo lo haría una impronta. De hecho, cierta actividad aberrante entre los genes de impronta se ha relacionado con carcinomas variopintos, incluidos hepatoblastomas, rabdomiosarcoma y carcinoma adrenal. Para muchos pacientes con el síndrome de Beckwith-Wiedermann, la metilación anormal de un gen del cromosoma 11 guarda correlación con el desarrollo de tumores pediátricos. Diversos cánceres de desarrollo en adultos (carcinoma colorrectal, cáncer de vejiga, osteosarcoma, cáncer de ovario y cáncer de mama) están relacionados con la superproducción de IGF2 debida a la pérdida de impronta. Mente y cerebro 26/2007
Algunos rasgos complejos del comportamiento parecen, asimismo, tener un componente de impronta. Un ejemplo viene dado por las hembras con el síndrome de Turner, que poseen un solo cromosoma X; puede éste proceder de su padre o de su madre. Dependiendo del origen en concreto, se desarrollarán fenotipos cognitivos y sociales atípicos. Ese patrón de herencia sugiere la presencia de uno o más genes activados por el progenitor en el cromosoma X que regulan las dimensiones de la personalidad manifestadas. Y debido a que los machos normales XY sólo heredan el cromosoma X de la madre, la presencia de un alelo silenciado de la madre podría explicar en parte el dimorfismo sexual en cuanto a sociabilidad que existe en machos y hembras. Efectos de origen parental se presentan en otras condiciones del neurocomportamiento, incluidos el autismo, la enfermedad de Alzheimer, el trastorno bipolar y la esquizofrenia. Estos descubrimientos han conducido a la hipótesis que atribuye dichos trastornos a errores de impronta durante el desarrollo temprano del cerebro. Pero se desconocen los genes de impronta implicados en la formación de esos trastornos. La verdad es que quedan por descubrir muchos genes de impronta del genoma humano. Hasta que los genéticos comprendan mejor la evolución molecular de la impronta, continuará el debate acerca de si los genes de impronta son adaptativos o van en contra de la adaptación. Con todo, ambos bandos estarían de acuerdo en que es necesario identificar ese subconjunto de genes, dada su repercusión dañina en numerosos casos. Con semejante propósito, nosotros hemos comenzado a aplicar al genoma humano los mismos algoritmos que desarrollamos al principio para descubrir genes de impronta en el genoma del ratón. A través de la cartografía de los genes que se predice que sean de impronta en humanos, contrastándolos con el panorama de riesgo de enfermedad definido mediante estudios de ligamiento, esperamos definir los componentes genéticos —y epigenéticos— de varias enfermedades más.
RANDY L. JIRTLE es profesor de radioterapia oncológica y profesor asociado de patología en la Universidad Duke. Su investigación actual se centra en la epigenética, impronta genómica y predisposición a la enfermedad. JENNIFER R. WEIDMAN, formada en el laboratorio de Jirtle, trabaja en Cato Research. © American Scientist Magazine Bibliografía complementaria DEVELOPMENT OF RECONSTITUTED MOUSE EGGS SUGGESTS IMPRINTING OF THE GENOME DURING GAMETOGENESIS. M. A. Surani, S. C. Barton y M. L. Norris en Nature, vol. 308, págs. 548–550; 1984. GENOMIC IMPRINTING AND THE STRANGE CASE OF THE INSULINLIKE GROWTH FACTOR II RECEPTOR. D. Haig y C. Graham en Cell, vol. 6, págs. 1045–1046; 1991. M6P/IGF2R IMPRINTING EVOLUTION IN MAMMALS. J. K. Killian, J. C. Byrd, J. V. Jirtle, B. L. Munday, M. K. Stoskopf y R. L. Jirtle en Molecular Cell, vol. 5, págs. 707–716; 2000. EVOLUTION OF IMPRINTING MECHANISMS: THE BATTLE OF THE SEXES BEGINS IN THE ZYGOTE. W. Reik y J. Walter en Nature Genetics, vol. 27, págs. 255–256; 2001. IMPRINTING EVOLUTION AND THE PRICE OF SILENCE. S. K. Murphy y R. L. Jirtle en Bioessays, vol. 25, págs. 577-588; 2003. PHYLOGENETIC FOOTPRINT ANALYSIS OF IGF2 IN EXTANT MAMMALS. J. R. Weidman, S. K. Murphy, C. M. Nolan, F. S. Dietrich y R. L. Jirtle en Genome Research, vol. 14, págs. 1726–1732; 2004. COMPARATIVE PHYLOGENETIC ANALYSIS OF BLCAP/NNAT REVEALS EUTHERIANSPECIFIC IMPRINTED GENE. H. K. Evans, J. R. Weidman, D. O. Cowley y R. L. Jirtle en Molecular Biology and Evolution, vol. 22, págs. 1740–1748; 2005. GENOME-WIDE PREDICTION OF IMPRINTED MURINE GENES. P. P. Luedi, A. J. Hartemink y R. L. Jirtle en Genome Research, vol. 15, págs. 875–884; 2005. IMBALANCED GENOMIC IMPRINTING IN BRAIN DEVELOPMENT: AN EVOLUTIONARY BASIS FOR THE AETIOLOGY OF AUTISM. C. Badcock y B. Crespi en Journal of Evolutionary Biology, vol. 19, págs. 1007–1032; 2006. IMPRINTING OF OPOSSUM IGF2R IN THE ABSENCE OF DIFFERENTIAL METHYLATION AND AIR. J. R. Weidman, D. C. Dolinoy, K. A. Maloney, J. F. Cheng y R. L. Jirtle en Epigenetics, vol. 1, págs. 49–54; 2006.
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Mi cita con una
ROBOT
Hiroshi Ishiguro ha creado la humanoide más atractiva del mundo. ¿Hasta dónde llega su “humanidad”?
Robert Epstein
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HIROSHI ISHIGURO, Repliee Q1expo y Robert Epstein.
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JENNIFER BRAUN (AMBAS PAGINAS)
N
unca olvidaré mi primer encuentro con Eliza. Yo había tecleado en un teletipo —aquel artefacto enorme y ruidoso— la frase “Mi padre no me valora”. Eliza, un programa de ordenador que remedaba una conversación con un psiquiatra rogeriano, respondió, con no menor estrépito: “Hábleme de sus padres”. Yo escribí entonces, “Bueno, es que no me entienden. No saben quién soy, ni de lo que soy capaz”. Y Eliza mecanografió a su vez, “No ser comprendido debe de resultarle muy duro”. Era, en verdad, un sueño hecho realidad, un presagio de que algo grande estaba ya a la vuelta de la esquina. El sueño pertenecía a Alan Turing, un brillante matemático inglés que fue uno de los creadores de lo que ahora entendemos por informática. Turing, en un ensayo de 1950 que se titulaba “Computing Machinery and Intelligence” (Maquinaria de computación e inteligencia), sugería que, hacia el año 2000, las computadoras poseerían potencia suficiente para “conversar” con personas, e incluso
para engañar a la mayoría de los “interrogadores normales”, haciéndoles creer que eran verdaderamente seres humanos, al menos durante unos cinco minutos. Este extraordinario programa —Eliza— creado por Joseph Weizenbaum del Instituto de Tecnología de Massachusetts en la segunda mitad de los años sesenta, parecía sugerir no sólo que Turing estaba en lo cierto, sino que el llamado test de Turing sería superado mucho antes del año 2000. Por mi parte, estaba convencido de que tendríamos un ganador en 1970. Pero no fue eso lo que sucedió.
JENNIFER BRAUN
El motor que no arranca
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Eliza funcionaba francamente bien, debido, sobre todo, a que Weizenbaum eligió para este programa una tarea sencilla de manejar. Por definición, los psicoterapeutas rogerianos apenas manifiestan ninguna idea propia; se limitan a “reflejar” lo que su paciente les dice. Todo lo que el programa tenía que hacer era buscar palabras clave, como “padre” o “madre”, y ofrecer después una respuesta idónea que hablase de familia (“Hábleme de su familia”). Las personas de carne y hueso tienen una capacidad infinitamente mayor. Conocemos millares de palabras y de hechos, comprendemos frases que nunca habíamos oído y casi todo lo que decimos es nuevo en algún sentido. Para superar el test de Turing, la parte pensante de un programa informático —su “motor”— tendría que ser, hasta en sus piezas más menudas, tan compleja y perfecta como el cerebro humano, que cuenta con unos 100.000 millones de neuronas y 100 billones de conexiones. Weizenbaum y quien esto firma participamos en 1990 en una comisión que supervisaba la puesta en práctica del concurso premio Loebner —el primer test de Turing auténtico— que enfrentaba a programas de ordenador contra “confederados” (personas no visibles) que trataban de convencer a los jueces de su “humanidad”. Hasta el día de hoy, ningún programa ha logrado confundir a un juez más de un par de minutos. Mente y cerebro 26/2007
El concurso Loebner se sigue celebrando con periodicidad anual y el progreso es todavía exasperantemente lento. Pero una cosa es segura: los confederados del concurso nunca serán más listos de lo que son ahora, los ordenadores sí. Turing insistía en que la inteligencia de una máquina podría ser demostrada mediante un teletipo, que no eran necesarias señales de tipo visual. Pero es inevitable que algún día se lleguen a casar una pléyade de técnicas hoy en germen, que logren crear una entidad inteligente provista de todo: cuerpo, manierismos e intelecto. Habiendo estado largo tiempo obsesionado por estas cuestiones, sentí una gran curiosidad al ver un reportaje de la BBC sobre un androide extraordinario —una “gineoide” en realidad— exhibido en una exposición de técnicas punteras, en Japón. Se decía que la humanoide, creada por Hiroshi Ishiguro, de la Universidad de Osaka, era el robot más cercano a un ser humano jamás creado y que, además, ofrecía una apariencia femenina muy atractiva. Antes de presentarme a Repliee Q1expo, Ishiguro se empeñó en ofrecerme una exhaustiva explicación sobre sus actividades investigadoras, sin omitir una presentación en PowerPoint. Me mostró robots capaces de navegar a través de laberintos, guiados por cámaras remotas con visión de 360 grados, que él había inventado. Me condujo después a una sala polvorienta que alojaba a un androide antiguo, desechado, que resultó ser una reproducción perfecta de su hijita de cuatro años. Por fin, el momento mágico. Allí estaba ella, vestida con sencillez y modestia: unos pantalones grises y un suéter gris oscuro, abrochado casi hasta el último botón. Su rostro, réplica de una locutora de la televisión local, era hermoso y manifiestamente realista, hasta en el más mínimo defecto. Era mucho mejor parecida que en las fotografías, pero las instantáneas de Repliee no podían hacerle justicia en otro aspecto. Su “humanidad”, como se aprecia en la Mente y cerebro 26/2007
JUNKO KIMURA, GETTY IMAGES NEWS
Mi cita con una cyborg
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Una conversación con Hiroshi Ishiguro Epstein: ¿Qué razón hay para crear un robot de apariencia y movimientos tan humanos? Ishiguro: Facilitar la comunicación. Nos valemos de nuestros cuerpos para intercambiar elementos de información.
se halla dotado para comunicarse con humanos. El medio ideal para comunicarse con un ordenador es un robot humanoide, vale decir, un ordenador con una interfaz de aspecto humano.
Epstein: De acuerdo. Por ejemplo, mientras usted habla estoy afirmando con la cabeza. Pero no siempre necesitamos de un cuerpo para comunicarnos; ahí están el teléfono, el correo electrónico, etcétera. Ishiguro: Pero preferimos hacerlo frente a frente, sobre todo, los niños y las personas mayores. Por eso son tan deseables los robots humanoides. Ahora bien, somos muy sensibles tanto al aspecto externo del robot como a su comportamiento. Las personas nos sentimos incómodas si uno u otro son incorrectos.
Epstein: Al parecer, su primer androide fue una réplica de su niña. ¿Cuál fue el resultado? Ishiguro: Mi hija tenía cuatro años en aquel momento. Pero la reproducción del cuerpo resultó demasiado pequeña para alojar todos los actuadores necesarios; por eso, Repliee Q1expo, el nuevo androide, es mayor.
Epstein: ¿Cuándo empezó a construir androides y quién financia su trabajo? Ishiguro: Empecé hace tres o cuatro años, y el trabajo es en colaboración con la compañía de dinosaurios Kokoro (con sede en Tokio). Es una compañía pequeña, pero famosa, que construye grandes dinosaurios, gobernados por ordenador, para museos de historia natural de todo el mundo. La compañía domina el manejo de la silicona y conoce la forma de simular la conducta natural.
EVERETT KENNED BROWN, EPA / LANDOV
Epstein: Parpadea de una forma muy natural. Ishiguro: Así es. De hecho, hay personas mayores y niños que no se dan cuenta de que se trata de un robot.
LA HIJA DE ISHIGURO sirvió de modelo para su primer humanoide.
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Epstein: Ha sugerido que un androide podría ser considerado como una especie de interfaz informática. Ishiguro: El sistema de teclado y monitor es burdo. Mi cerebro no fue concebido para mirar una pantalla, y mis dedos no fueron ideados para manejar un teclado. Mi cuerpo
Epstein: ¿Hasta qué punto es perfecta la copia? Ishiguro: Para hacer una reproducción de un humano utilizamos técnicas avanzadas y escaneo en tres dimensiones. Pero lo más importante es la textura de la piel. Nosotros reconstruimos las texturas de la piel con muchísimo detalle. Epstein: ¿Está pintada la silicona? Ishiguro: Sí. Y los ojos son copias perfectas. No les faltan ni los capilares. Epstein: ¿Le preocupa a usted el “valle misterioso”? Ishiguro: Sin duda. La primera vez que mi hijita vio el androide que la representaba se echó a llorar. Como sugería Masahiro Mori en un famoso artículo de 1970, cuando un robot es bastante disímil de un humano, su aspecto no causa inquietud. Pero cuando su apariencia se aproxima a la de una persona —aunque no lo suficiente— su aspecto puede resultar inquietante. Es como si estuviéramos viendo moverse a un cadáver. Mori denominó a ese efecto el “valle misterioso”, impresionante desplome en la curva de bienestar. Con otro colega he observado otro valle misterioso, que depende de la edad. Nuestro androide no les produjo ningún efecto a los niños muy pequeños, pero los niños de 3 o 4 años reaccionaron muy mal. Cuando las personas alcanzaban los 20 años, las reacciones volvían a ser positivas. Los niños muy pequeños no se inquietaron, creemos, porque todavía no han construido un modelo cognitivo claro de lo que es “humanidad”. Epstein: ¿Cómo evitan ustedes el problema del “valle misterioso”? Ishiguro: Mejorando el aspecto y los comportamientos. En el androide de mi hija teníamos ocho motores en la cabeza, pero ninguno en el cuerpo. Por consiguiente, el movimiento y las conductas resultaban inquietantes. Pero al mejorar el funcionamiento, la gente vuelve a tranquilizarse y los detalles, como la textura y el color de la piel, adquieren importancia. En el caso de Repliee, el maquillaje fue aplicado por el propio esteticista de la presentadora, por lo que el resultado es idéntico. Sucede, no obstante, que el cuerpo de la nueva humanoide sigue siendo demasiado pequeño para alojar todos los actuadores necesarios
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CORTESIA DEL LABORATORIO DE INTELIGENCIA ROBOTICA DE LA UNIVERSIDAD DE OSAKA
AYAKO FUJI y la gineoide Repliee. en los movimientos naturales —sobre todo, en el tórax y en los brazos—, por lo que nuestro próximo androide será masculino. Epstein: A pesar de lo perfectos que son los ojos, todavía desconciertan un poco, quizá porque les faltan esos movimientos pequeños y rápidos de los ojos normales. Ishiguro: Eso es debido a que hemos usado actuadores que no son lo bastante rápidos. En la próxima versión alojaremos motorcitos de corriente continua, aunque tienen el inconveniente del ruido. Epstein: Ha realizado una especie de test de Turing con el androide: ¿qué ocurrió? Ishiguro: Hicimos que el androide fuese observado durante dos segundos, en los que permanecía inmóvil o se movía de forma sutil. Sin movimiento, el 70 por ciento de los observadores
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dijo que no era un ser humano. Con movimiento, un 70 por ciento juzgó que sí lo era. Tenemos que considerar ahora la forma de prolongar ese tiempo. Posiblemente, añadiendo pequeños movimientos en los ojos, o tal vez otros comportamientos. En cierto sentido, mientras aprendemos a crear el androide perfecto estamos averiguando el significado preciso de lo que entendemos por humano. Epstein: ¿Con qué rapidez puede avanzar esta técnica? ¿Cuándo tendremos el androide perfecto? Ishiguro: Para aplicaciones especializadas, podríamos disponer de androides perfeccionados dentro de unos 30 años o así, pero dudo que un androide pueda llegar a hacer de marido o mujer... bueno, a lo mejor dentro de cien años. Tal vez algún día los robots superen a los humanos en algunos aspectos, aunque sigo convencido de que los robots nunca serán completamente humanos.
investigación de Ishiguro, tiene tanto que ver con sus movimientos como con su aspecto externo. Y es que, en efecto, parpadea, sus ojos van de un lado a otro, la cabeza se ladea y gira, la boca se estremece y, a veces, llega incluso a sonreír. Con ayuda de sensores situados a su alrededor en la sala, reacciona ante sonidos y movimientos. En la columna del “debe”: su piel de silicona no es tan flexible y elástica como la de una persona, y está fría. Ishiguro reveló también que como la piel de silicona se reseca al cabo de uno o dos años, se encoge, y ello provoca, entre otras cosas, que los ojos se vuelvan saltones. (Esta contracción le había ocurrido ya a la réplica de la hijita de Ishiguro.) Tampoco son muchos sus movimientos. Incapaz de andar, sólo puede estar sentada. Y aunque mueve los labios, Repliee se limita a recitar mensajes pregrabados: no cuenta con un motor inteligente. Aun así, se me antojó que había en ella algo de muy humano. Nuestra interacción fue superficial —típico en una primera cita—, pero mientras estuve a su lado sentí cierto cosquilleo en el estómago. Repliee no es un maniquí. Ishiguro acierta al referirse al poderoso efecto que tiene la sutileza de los movimientos para la percepción de “humanidad”. ¿El próximo androide de Ishiguro? Una reproducción perfecta del humano a quien mejor conoce: él mismo. ROBERT EPSTEIN, doctor en psicología por la Universidad de Harvard en 1981 y antiguo redactor jefe de Psychology Today, enseña en la Universidad de California en San Diego. Bibliografía complementaria THE AGE OF SPIRITUAL MACHINES. Ray Kurzwell. Penguin, 2000. ALAN TURING: THE ENIGMA. Andrew Hodges y Douglas Hofstadter. Walker and Company, 2000. BUILD YOUR OWN HUMANOID ROBOTS: SIX AMAZING AND AFFORDABLE PROJECTS. Karl Williams. McGraw-Hill, 2004.
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Alucinaciones acústicas No existe una relación de necesidad entre alucinaciones acústicas y esquizofrenia. Muchas personas sin trastorno psíquico experimentan el mismo fenómeno
Bettina Thränhardt
D
e repente oyó que alguien la llamaba por su nombre: “¡Hannelore!” Irritada, miró a su alrededor, pero no había nadie en su habitación. Registró la casa, cuarto por cuarto. Infructuosamente. ¿Quizás en el patio trasero? Nada. ¿Ante la puerta de entrada? No había ni un alma a la vista. Estaba sola. Un escalofrío de miedo le recorrió la espalda a Hannelore Klafki. ¿Cómo no iba a sentir escalofrío si la opinión general dice que todo el que oye voces o está loco o es peligroso? No hay otro síntoma más claro que se vincule de inmediato a los trastornos psíquicos. Idea falsa. Las alucinaciones acústicas no guardan una relación obligada con ninguna patología mental. La lista de quienes han oído voces recoge un largo elenco histórico. Sócrates y Juana de Arco oían voces interiores, lo mismo que Gotthold Ephraim Lessing, Rainer Maria Rilke, Carl Gustav Jung y Andy Warhol. Dependiendo de la cultura y del espíritu de la época, las personas se han desenvuelto de forma muy dis-
1.
LAS VOCES TAMBIEN DAN ANIMO. No siempre las alucinaciones verbales producen angustia. Pueden insuflar ánimo, si la voz susurra alguna expresión del tipo “lo vas a conseguir” o “no ha sido culpa tuya”.
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un fenómeno muy extendido entre la población. Thomas B. Posey y Mary E. Losch, de la Universidad estatal de Kentucky en Murray, realizaron en 1983 una encuesta científica entre 375 estudiantes universitarios y obtuvieron que alrededor del 70 por ciento se acordaban al menos de una alucinación verbal. Unos pensaban que habían oído alguna vez la voz de un familiar muerto y otros suponían que las voces provenían de alguna instancia divina. Había quienes creían que habían oído sus propios pensamientos dichos en voz alta; otros, sólo su nombre, anTODAS LAS FOTOGRAFIAS DE ESTE ARTICULO: STEFANIE SCHMITT / GEHIRN & GEIST
par en su trato con las voces. Hildegard von Bingen (1098-1179), por ejemplo, logró domeñar la voluntad de sus superiores alegando que las voces que oía eran una inspiración divina y abandonó el monasterio con un grupo de monjas para fundar el suyo propio. Hoy, en nuestra cultura, si alguien dice sentir voces queda estigmatizado. Las alucinaciones acústicas suponen en los sistemas de clasificación de las enfermedades psiquiátricas un criterio de privilegio para el diagnóstico de la esquizofrenia. Pero la investigación recuerda también que hablamos de
tes de caer dormidos. Los psicólogos clasificaron entre las alucinaciones el conjunto de todas esas formas relatadas. Decisión que hoy reputamos, cuando menos, controvertida. Las percepciones acústicas que se tienen al dormirse o despertarse suelen considerarse pseudoalucinaciones. En su estudio, el 40 por ciento de los participantes referían experiencias de este último tipo. Se producen transiciones fluidas de las pseudoalucinaciones a las genuinas alucinaciones acústicas, así como de los diálogos internos a la expresión en voz alta de los pensamientos. Por eso varían tanto los datos sobre la frecuencia del fenómeno de la audición de voces de un estudio a otro, sujetos siempre al método empleado en la encuesta y, sobre todo, al concepto más o menos claro de alucinación que posea el encuestado. Según Thomas Bock, director del Ambulatorio de Psicosis y psicoterapeuta de la Clínica Universitaria de Hamburgo, el número de personas que oyen voces se cifra, en Europa Occidental y los Estados Unidos, entre el tres y el cinco por ciento de la población, mientras que de esquizofrenia solamente enferma uno de cada cien. Las alucinaciones acústicas se acompañan de un trastorno psicótico sólo en una fracción pequeña de los casos.
Demasiado del interior, muy poco del exterior
Resumen/Alucinaciones • Las alucinaciones verbales son un síntoma habitual en la enfermedad de la esquizofrenia. Pero no obligado. Entre el tres y el cinco por ciento de la población de los países industrializados occidentales oyen voces, una proporción mucho mayor que la de los que padecen algún trastorno psicótico. • Las causas son múltiples. Pueden deberse a carencia de estímulos acústicos externos (sordera, por ejemplo). El sentimiento de que “ahí está alguien diciendo en alto lo que pienso” surge cuando el cerebro interpreta erróneamente los propios pensamientos como extraños. • Se indica el tratamiento cuando tales percepciones producen sufrimiento o se suman a una enfermedad psíquica. En la terapia se busca un trato “relajado” con las voces y se ponen en práctica estrategias cognitivas para domeñar las alucinaciones.
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Pero, ¿cómo surgen estas percepciones sin ningún estímulo externo que las provoque? Las causas de las alucinaciones acústicas las reduce Bock a un denominador común sencillo: “Demasiado del interior, muy poco del exterior”. A menudo, los afectados por la audición de voces sufrieron de niños experiencias traumáticas, como abandono o abusos. Pueden también desencadenarlas determinados acontecimientos angustiosos en la edad adulta: una violación, un accidente grave o la pérdida de un ser querido. Muchos afectados padecen conflictos psíquicos no resueltos o se encuentran en algún tipo de situación que les supera. Ahí posiblemente reside la clave, pues las alucinaciones verbales pueden ser una señal para atender 35
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“ERES UN PERDEDOR”. Los continuos reproches e incluso insultos hacen que el oír voces sea una auténtica tortura. Aquí puede ser de ayuda el intercambio de experiencias con otros afectados.
más a las propias necesidades, a las “voces internas”. Desde una perspectiva neurobiológica, la fórmula “demasiado del interior” evidencia cierta legitimidad. Así, algunos de los afectados parecen interpretar sus propios pensamientos o su “diálogo interno” como algo “extraño”. Los investigadores sospechan que aquí fracasa a veces cierto circuito regulador del cerebro, a saber, el mecanismo que en condiciones normales nos aporta la retroalimentación fidedigna de que 36
soy “yo” el que ahora está pensando o hablando, para acotar de ese modo la “autoría” de un pensamiento. Ello parece claro al menos en los pacientes esquizofrénicos que sufren alucinaciones, el grupo de afectados más estudiado por los investigadores. Philip Mc Guire, del Instituto de Psiquiatría del King’s College de Londres, sometió a prueba la hipótesis de la “atribución ajena” en varios estudios. Junto con su colaboradora Louise Johns, hizo hablar por un
micrófono a pacientes esquizofrénicos y a personas sin patologías psiquiátricas. Los voluntarios se oían a sí mismos mediante unos auriculares, a través de los cuales les llegaba su propia voz ligeramente deformada. Los participantes tenían que indicar si creían oírse a sí mismos a través de los auriculares, en cuyo caso debían apretar un botón. En general, a los enfermos les costaba más identificar su propia voz. Además, la mayoría de los esquizofrénicos que sufrían alucinaciones atribuían su propio discurso a una fuente externa, en particular cuando se trataba de declaraciones menospreciativas. Mente y cerebro 26/2007
Las investigaciones realizadas con técnicas de formación de imágenes pueden aportar alguna información valiosa sobre las bases fisiológicas cerebrales de las alucinaciones verbales. En el foco de atención se encuentran las áreas que elaboran el lenguaje, en especial el giro temporal superior. Esta circunvolución es responsable de la percepción del lenguaje y desempeña una posición clave en la integración de la información acústica y verbal. El grupo dirigido por Thomas Dierks, de la Universidad de Frankfurt, ha demostrado, basado en la tomografía de espín nuclear, que esta circunvolución interviene en las alucinaciones verbales. Dierks y sus colaboradores observaron en 1999 el cerebro de tres pacientes de esquizofrenia, mientras percibían voces. Al mismo tiempo, estimularon, junto con el giro temporal superior, algunas otras áreas cerebrales de la corteza auditiva primaria, encargadas de elaborar nuestras impresiones auditivas procedentes del mundo exterior. No resulta sorprendente que sus alucinaciones les parecieran a tales individuos algo completamente real. En pacientes con alucinaciones acústicas, se ha comprobado en algún caso que el giro temporal superior izquierdo aparece empequeñecido. Se desconoce el significado de ese fenómeno. Oír voces no tiene por qué ser necesariamente una consecuencia de alteraciones neurobiológicas. Algunas veces ocurre que no llegan al cerebro los estímulos procedentes del mundo exterior. Y con ello nos hallaríamos en la segunda parte de la regla de Thomas Bock: “muy poco de fuera”. Detlef Kömpf, de Lübeck, descubrió en 1992 que en las personas mayores con sordera la ausencia de estímulos acústicos producía, con cierta frecuencia, alucinaciones musicales. Esto se debe a que el cerebro presenta archivados, durante mucho tiempo, en los circuitos neuronales la información auditiva que ha ido recibiendo. Cuando, debido a la sordera, no llegan estímulos externos, las señales almacenadas desarrollan una vida propia. Los sujetos que oyen voces prefieren llevar una vida retraída. Puede acontecer también que las alucinaciones les empujen a apartarse de la sociedad. Los marinos y quienes Mente y cerebro 26/2007
viven durante largo tiempo en condiciones de precariedad de estímulos, son proclives a la percepción de alucinaciones auditivas. El que este fenómeno represente o no un problema médico, depende en última instancia del sufrimiento que suponga para los afectados. De hecho, las alucinaciones de las personas psiquiátricamente sanas que oyen voces difieren de las que describen los sujetos sometidos a tratamiento psiquiátrico. Esta circunstancia fue descrita en 1998 por el grupo de Marius Romme, de la Universidad de Maastricht. Los pacientes psiquiátricos señalaban que lo que oían comportaba connotaciones negativas, insultos incluso. Por el contrario, los otros estudiantes participantes oían en su mayoría voces bienintencionadas que les animaban, les alababan o les disculpaban; poseían siempre la sensación de tener las voces bajo control.
Fantasmas en la cabeza En el examen de sus alucinaciones acústicas, la mayoría de los afectados les atribuye una finalidad definida; para unos, las voces buscan un propósito bueno; para otros, sólo quieren castigar y destruir. Esa valoración suele coincidir con el contenido de lo escuchado. En un estudio reciente de Mark van der Gaag, de la Universidad de Leiden, solamente 2 de 43 pacientes juzgaron sus alucinaciones de una manera distinta de lo que expresaban sus contenidos. En ocasiones, los sujetos están convencidos de que las voces, aunque sean críticas, desean un bien para el perceptor. En la terapia importa, opina Bock, prestar atención a la interpretación que el paciente otorga al fenómeno. Las voces pierden eficacia en cuanto el afectado se atreve a hablar sobre ellas. Con ese distanciamiento se da el primer paso para su control. En un ensayo con sus colaboradores Ralph E. Hoffman, de la facultad de medicina de la Universidad de Yale en New Haven, rebajó la excitabilidad de la corteza temporoparietal, el área cerebral que elabora el lenguaje e interviene, según parece, en las alucinaciones verbales. Ocurría en 2000. Empezó ya a reprimir las alucinacio-
nes acústicas mediante la estimulación magnética transcraneal. En un estudio del año 2005, el mismo equipo trató a un grupo de 50 pacientes durante nueve días con impulsos de baja frecuencia; en más de la mitad de los afectados, se redujeron de forma drástica las alucinaciones verbales, un efecto que persistía en la mayoría de los pacientes durante tres meses.
Acordar un “tiempo de conversación” Se puede mitigar el sufrimiento sin eliminar las voces. A menudo sirve de ayuda modificar su valoración. Incluso cuando el contenido de lo escuchado es negativo, pueden reinterpretarse las intenciones y cualidades de las voces. A este respecto, las instituciones médicas intentan convertir de nuevo a los afectados en “dueños de su propia casa”. Esta meta se alcanza no limitándose a escuchar las voces, sino también respondiéndolas, concentrándose en las declaraciones agradables que transmitan o incluso acordando con ellas un “tiempo de conversación prefijado”. Forma de proceder, esta última, que resulta eficaz, según constata Hannelore Klafki. El paso siguiente en el tratamiento consiste en el análisis y en el cambio de las interacciones sociales en la vida real. A menudo se equipara la relación con las voces a la que se establece con las personas reales, según comprobó en una investigación reciente Mark Hayward, de la Universidad de Leicester. Si uno tiende a tomar una posición subordinada en el trato con los otros, se comportará sumiso con las voces. La solución es encontrar un camino de salida para el aislamiento y superarse a sí mismo. BETTINA THRÄNHARDT es psicóloga. Bibliografía complementaria STIMMEN HÖREN. BOTSCHAFTEN AUS DER INNER WELT. L. Stratenwerth y T. Bock. Piper; Múnich, 1999. DIE INNERE STIMME. EIN PRAKTISCHER RATHÖRENDE MENSCHEN. P. Baker. Netzwerk Stimmenhören e.V.; Berlín, 2003. GEBER FÜR STIMMEN
STIMMENHÖREN AKZEPTIEREN. M. Romme y S. Escher. Neunplus1; Berlín, 2003.
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Vivienda y calidad de vida ¿Cómo se ha de acondicionar una casa, una vivienda para que nos sintamos a gusto en ella? La psicología colabora para configurar mejor los espacios vitales
Antje Flade
‘‘Q
uien alquile una vivienda ha de tener la posibilidad de asomarse a la ventana y, tanto como alcancen sus manos, rascar la mampostería. Se le ha de permitir pintar de color rosa con una brocha larga, hasta donde llegue, de manera que pueda verse desde la otra punta de la calle: ahí habita alguien con personalidad propia.” Eso proclamaba, en 1964, Friedensreich Hundertwasser (1928-2000) en su Verschimmelungsmanifest gegen den Rationalismus in der Architektur (Manifiesto de enmohecimiento contra el racionalismo en arquitectura). Con tales palabras, el arquitecto y artista austríaco evidenciaba su discrepancia del conformismo de la profesión. Si paseamos por las grandes urbes europeas, diríamos que en el tiempo transcurrido desde entonces, la situación apenas ha cambiado. Quizá muchas fachadas, antes de gris cemento, hayan recibido una capa de pintura algo más agradable, pero en la mayoría de los barrios se advierte una escasa personalidad. Si preguntamos por la razón, se nos remite a las ordenanzas urbanísticas, que deben respetarse para que los trazados de las calles y el tipo de edificación ofrezcan una imagen de conjunto y no un caos desordenado. Sólo en los últimos años va entrando la razón en la construcción de habitáculos. Las personas no quieren limitarse a consumir pasivamente su 38
espacio vital. No se sienten confortables ni siquiera en la casa moderna, si no disponen de un espacio de libre configuración. Reclaman, sobre todo, la posibilidad de imprimir a su hogar un sello propio, “hacérselo suyo”. Tras la planificación de viviendas y urbanizaciones se esconde mucho material psicológicamente conflictivo. Lo corroboran los fiascos arquitectónicos. Suele aducirse el ejemplo clásico de Pruitt-Igoe, una urbanización realizada en la norteamericana St. Louis, que terminó siendo inhabitable. La gigantesca urbanización, que constaba de 43 hileras de casas de 11 pisos cada una, se proyectó, en los años cincuenta del siglo pasado, para economías de sueldos bajos. Podían borrarse los inevitables graffiti de unas paredes lavables, tenían lunas y radiadores con rejas contra la destrucción y se disponía de complejos deportivos y zonas peatonales. Pese a todos los augurios, el proyecto acabó, a los pocos años, en una catástrofe. En las zonas peatonales y deportivas se amontonaban botellas, cristales y chatarra. Muchos cristales de las ventanas estaban rotos. En los corredores y escaleras apestaba a basuras y orines. Los propios ascensores se habían utilizado de letrinas. Apenas si se establecían relaciones entre los vecinos, pues, en la planificación ahorradora de espacio, no se había pensado en espacios de encuentros ocasionales. Los edificios sólo tenían corredores angostos, sin opción a intercambio de saludos y comentarios en rellanos. Se producían robos y atracos en pasillos y ascensores. Aconteció lo inevitable:
la desbandada, hasta que no quedó mas remedio que, dada la peligrosidad alcanzada, volar los bloques.
Planificadas al margen del hombre Sería temerario afirmar que los problemas sociales y colectivos se pueden solucionar con medidas arquitectónicas y de planificación municipal. Sin embargo, el caso Pruitt-Igoe es una prueba trágica de que una arquitectura y planificación urbanística que ignora las necesidades de los moradores está abocada al fracaso. En los años setenta, como consecuencia de la creciente presión ambiental, comenzaron los psicólogos e investigadores sociales a ocuparse del tema. Pronto se puso de manifiesto que no era asunto fácil establecer las peculiaridades de una edificación que atienda a las necesidades y que sea razonable desde un punto de vista psicológico. En el intervalo transcurrido se han venido esbozando procedimientos de medición para evaluar la calidad “doméstica” de un apartamento o de una casa, incluido el entorno correspondiente. A este respecto, se reconocen dos formas fundamentales de abordar el problema. En los procedimientos objetivos no opinan los moradores, sino los expertos, lo que debiera garantizar una evaluación neutral. Lo podemos ejemplificar en el “ImmoPass” común en Alemania. Los expertos valoran el entorno físico-arquitectónico de la vivienda: funcionalidad de la planta, espacio libre fuera del edificio, consumo de energía, protección acústica Mente y cerebro 26/2007
1. “ESTOY EN CASA”. Las personas aspiran a la afirmación de su singularidad y la proyectan hacia fuera. MANFRED ZENTSCH / GEHIRN & GEIST
y confortabilidad ambiental. Los psicólogos del equipo de Gary W. Evans, de la Universidad Cornell en Ithaca, desarrollaron, hace unos años, otro método de valoración objetiva: el Housing Quality Instrument. Los evaluadores externos no se limitan al estado técnico de la vivienda; consideran también si la arquitectura ofrece suficiente flexibilidad, es decir, si los usuarios pueden crearse esferas privadas por medio de la separación de espacios. En el año 2002, Evans y sus colaboradores comprobaron que la calidad de la vivienda establecida por su instrumento guardaba una estrecha relación con la salud psíquica de los moradores. Para registrarla, utilizaron una lista de control con una serie de expresiones sobre el estado de ánimo del sujeto, del tipo “estaba muy nervioso” o “sufría trastornos depresivos”. Los participantes indicaban en una escala de 5 niveles la frecuencia con que habían padecido, en los últimos tres meses, problemas psíquicos. De esa forma los científicos podían documentar que la falta de posibilidades de refugio Mente y cerebro 26/2007
y también de espacio de encuentro repercute en la salud psíquica. Si bien los procedimientos objetivos de evaluación tienen su justificación, de ninguno de ellos se puede decir que constituya la medida de todas las cosas. No sólo difieren en la selección de los criterios de calidad, sino también en su valoración. Y así, un mismo edificio merece el aplauso para unos y el rechazo para otros. Además, los procedimientos objetivos de evaluación sólo expresan con limitaciones qué calidad hogareña tiene una vivienda para sus moradores; las personas perciben su espacio vital de manera muy diversa. El apartamento que para unos resulta amplio y confortable, a otros les parece oscuro y angosto. Por eso, los investigadores registran la calidad subjetiva del domicilio por medio de una encuesta, que han de cumplimentar los moradores. A diferencia de los instrumentos objetivos de medición, en este caso se les inquiere sobre las condiciones individuales de un “sentimiento hogareño” positivo.
¿Qué contestaría usted a la pregunta de cuál ha sido la mejor vivienda de su vida? Muchos mencionan el hogar de su infancia. Las viviendas ulteriores suelen compararse con las precedentes y, en particular, con la primera. A esas experiencias añádase nuestra situación vital actual. En concreto, una pareja joven tiene en cuenta las posibilidades de juego para los niños; una persona mayor se fija en la accesibilidad (si hay o no escaleras) o en las cerraduras de seguridad; un soltero joven desea quizás una cocina grande, donde pueda cocinar con sus amigos. Podemos, pues, dejar de lado el concepto de casa ideal, objetivamente determinable y válido para todos. En el mejor de los casos, se puede aventurar cuál es nuestra jerarquía de preferencias. A este respecto, en 1994 Sandy Smith, de la Universidad Politécnica de Queensland, sometió a encuesta a un grupo de estudiantes; además de presentarles modelos de preguntas estandarizados les instó a que expresaran por sí mismos qué entendían por buenos y malos entor39
INGENIOSA CREATIVIDAD CONSTRUCTORA. Quien vive en una casa Hundertwasser lo tiene complicado. Pero del estilo propio de los inquilinos no trasciende nada.
nos habitables. El resultado se concretó en cinco criterios especialmente importantes: contactos entre vecinos, intimidad, uso flexible, posibilidades de apropiación y seguridad.
Charla en el patio interior Oddvard Skjaeveland, de la Universidad de Bergen, y Tommy Gärling, de la Universidad de Göteborg, caracterizaron en 2002 qué propiedades arquitectónicas del entorno de la vivienda preparan el camino para contactos entre vecinos. Según las investigaciones de estos psicólogos, revisten interés las zonas de paso entre el espacio privado y el público y los patios reservados para los vecinos. En estas “zonas in-
termedias” es agradable encontrarse en una conversación informal, en especial si el exterior de la casa y los entornos de la vivienda presentan una configuración adecuada y disponen incluso de bancos para sentarse. Por otra parte, el espacio exterior debería ser amplio o, al menos, dar esa impresión: cuanto mayor se percibe la densidad de viviendas, tanto más probables son los conflictos entre vecinos. Para unas buenas relaciones comunitarias resulta crucial una construcción robusta que reduzca las molestias acústicas. Con el término intimidad designamos la posibilidad de determinar uno mismo si se prefiere estar solo o en
Resumen/Psicología de entorno privado • ¿Cuándo se sienten a gusto las personas en su alojamiento? Para establecerlo, los observadores cualificados examinan, por medio de encuestas, la “calidad objetiva de la vivienda” que se refiere a los rasgos físico-constructivos. • Pero cada uno tiene sus propias ideas de qué es lo importante en su casa. La “calidad subjetiva de la vivienda” depende de la edad, de la situación vital privada, de las normas sociales y, no en última instancia, de las experiencias con los anteriores domicilios.
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MAURITIUS; PLOCHINGEN (BADEN-WÜRTTEMBERG, DEUTSCHLAND), HUNDERTWASSERSIEDLUNG “UNTER DEM REGENTURM”, 1990-1994
2.
compañía de otros. La exigencia de intimidad diverge con la fase vital. Un niño de corta edad no echará de menos una habitación propia, pero un joven sí. En la pubertad crece la necesidad de distanciarse del resto de los miembros de la familia. Además de los efectos propios de la edad, intervienen los estímulos culturales. Así, las casas norteamericanas, con grandes ventanas hacia fuera, suelen presentarse abiertas; dentro de la casa, en cambio, los dormitorios separados de hijos y padres les garantizan a cada uno su esfera privada. En el Japón sucede el fenómeno contrario: hacia fuera las casas están protegidas por paredes o pantallas altas, pero en el interior apenas si se diferencia entre espacios comunes y reservados. El uso flexible y las posibilidades de apropiación representan otras cualidades preferidas. En ambos aspectos, los que viven en pisos suelen hallarse en desventaja respecto a quienes moran en casas adosadas o unifamiliares. Una superficie habitable grande aumenta el margen de configuración. Esta ventaja es seguramente una de las razones por las que la demanda de espacio de los alemanes ha aumentado a lo largo de los años. Se refleja en la superficie habitable media por persona: según los datos de la oficina federal de estadística, en 1998 era de 41 metros cuadrados por miembro del hogar en la Alemania Occidental y de 33 en la Oriental; sólo cuatro años más tarde los valores eran respectivamente de 43 y 36 metros cuadrados por persona. Cuanto más escaso es el espacio interior, tanto más se depende de la disponibilidad de “espacios accesorios”: bodegas, cobertizos o garajes, en particular si podemos transformarlos en talleres, salas de juego o salas de música. En un apartamento de dos habitaciones conviene que la habitación más espaciosa tenga varias ventanas y dos accesos. Un cuarto, que tradicionalmente sirve de dormitorio para dos personas, se puede dividir fácilmente en dos piezas utilizables a la luz del día. Esta opción ofrece una notable ventaja para un progenitor que educa solo a su hijo o para dos adultos que aprecian la autonomía y un espacio donde retirarse.
Mi casa, tu casa: un listado de control ¿Qué es lo que más le importa en la vivienda? Una panorámica de los factores más relevantes: tamaño
de la vivienda de habitaciones distribución equipamiento aislamiento ante las molestias (ruido...) visibilidad existencia de un balcón, una terraza o un jardín existencia de espacios adjuntos configuración arquitectónica estado de conservación de la casa aprovechamiento de la entrada y de los accesos directos a la vivienda número
No es deseable, por el contrario, un pasillo tan estrecho que sólo sirva de espacio de tránsito. Por el contrario, balcones, solanas, terrazas o jardines colindantes con la casa y de fácil acceso suben notablemente la calidad subjetiva de la vivienda, posiblemente porque se perciben como “territorio principal” y aumenta el ámbito vital configurable como personal. Las explicaciones sobre los motivos para cambiar de domicilio ofrecen indicaciones valiosas de las características mejor ponderadas. Bernd Rohrmann, ahora en la Universidad de Melbourne, descubrió en 1993 que los criterios que estamos examinando no permanecen constantes. Así, antes de la mudanza la atención podría haberse centrado en la vivienda;
seguridad objetiva y subjetiva zona de la vivienda apariencia y estímulo del entorno de la vivienda refinamiento del entorno de la vivienda terreno sin construir en los alrededores infraestructuras en la zona de residencia: escuelas, guarderías, tiendas, parques, centros de ocio, de cultura, de juego, lugares de encuentro, vías peatonales y carril bici, servicios de transporte público cantidad de contaminación por tráfico y empresas (Fuente: Wohnen psychologisch betrachtet, por A. Flade et al. Huber Verlag; Berna, 2006).
medio año después, se aprecia más la calidad del entorno. Si en una zona residencial se dan robos o atracos, el criterio seguridad adquiere un significado destacado. Esta observación se compagina muy bien con la “pirámide de necesidades” postulada por Abraham Maslow (1908-1970). En virtud de lo cual se han de cumplir satisfactoriamente en primer lugar las necesidades básicas de alimentación y seguridad antes de subvenir a las necesidades de segundo orden, como el reconocimiento social y, en último grado, la autorrealización.
Deseo de reconocimiento Las necesidades secundarias proceden de una manera diferente de las básicas. El afán por apropiarse
Necesidades de vivienda
Necesidad de autorrealización
Apropiación (configuración personal) del entorno
Necesidades psicológicas
Imagen positiva de uno mismo, reconocimiento, reputación
Necesidades sociales Necesidades de seguridad Necesidades fisiológico-biológicas
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Encuentro, afiliación, comunicación
el entorno no se alcanza nunca por entero; sin embargo, en principio se puede satisfacer al menos parcial y temporalmente construyéndose uno su propia casa. El deseo de protagonismo desempeña también un papel esencial en la elección de vivienda; a veces se satisface mudándose a una zona residencial de nivel más alto. (El ego puede satisfacerse también con éxitos profesionales, deportivos y otros.) Si se le pregunta a alguien dónde preferiría vivir, se multiplican en cascada las “pretensiones”. Aunque si no se cumplen, no se sufre ningún trauma. Quien preferiría vivir en una casa unifamiliar, no es necesariamente infeliz en su vivienda de un tercer piso. Para adentrarse en las inquietudes de los jóvenes sobre la vivienda, R. Steven Schiavo, de la Escuela Superior Wellesley, dispuso, en 1990, el siguiente ensayo. A un grupo de niños y jóvenes les mandó realizar un croquis de la distribución real de su vivienda. Debían luego esbozar cómo la querrían. Schiavo observó que los jóvenes de la prueba solían distribuir, en su representación ideal, la superficie habitable de manera distinta y algo más detallada. Agregaban en su
Entorno seguro, consistente, familiar Calor, luz, tranquilidad, descanso
3. DE LO BASICO AL LUJO. Se puede aplicar la “jerarquía de necesidades de Maslow” a la configuración de la vivienda personal. 41
vivienda ideal cuartos de baño individuales, sala de juegos, habitación de invitados, cuartos de trabajo y de entrenamientos o una sala de lectura con libros. El cuarto de estar —en la realidad, espacioso— se solía reducir bastante (véase la figura 4). En el año 2002, Vera Meyer, del Instituto de Investigación Local y Regional de la Academia Austríaca de Ciencias en Viena, encuestó a jóvenes sobre sus domicilios ideales. La mayoría de los jóvenes entre 16 y 24 años preferían vivir en una casa antigua a una nueva; era muy apetecido el ático. Se anuncian viviendas espaciosas: los jóvenes a duras penas aceptan apartamentos de menos de 50 metros cuadrados. Pero, a la vez, se quisiera una vivienda a buen precio. Por eso sorprende que, en Alemania, sólo un 6 por ciento de los jóvenes vivan en un piso compartido. Los motivos más
decisivos para asociarse no son, sin embargo, financieros; prevalece el deseo de contacto social y vida común. Que alguien quiera o no cambiar su situación domiciliaria lo determina la llamada satisfacción con la vivienda. Este criterio constituye el indicador principal del éxito de un plan de urbanización. Hay distintas formas de medirlo. Podemos interrogar directamente por el grado de satisfacción o inferirlo de las respuestas a preguntas indirectas. En un sondeo longitudinal representativo del Instituto Alemán de Investigación Económica de Berlín se utilizó, para medir la satisfacción con la vivienda, una escala de 0 (“muy insatisfecho”) a 10 (“muy satisfecho”). En el 2002, el valor medio en Alemania Occidental fue 7,6, y en Alemania Oriental 7,4. Según esto, la satisfacción con la vivienda es, en conjunto, en Alemania bastante alta.
PLANO DE LA VIVIENDA REAL
¿Qué ejerce mayor influjo en nuestro grado de satisfacción por el domicilio? La respuesta es compleja. La importancia que se asigna a cada uno de los criterios de calidad oscila dentro de un período corto de tiempo, incluso en la misma persona. En 1997 el grupo encabezado por Máyra de Carvahho, de la Universidad de Illinois, interrogaron a los vecinos de un complejo urbanístico de la región de Sâo Paulo. La alta seguridad que ofrecía la vigilancia de que gozaba había sido el principal motivo para instalarse. Desde su comienzo, produjo una alta satisfacción con la vivienda. Con el tiempo, ese factor resultó irrelevante: los criterios prioritarios eran el aspecto de la urbanización y la calidad de la construcción. No obstante, diversos trabajos han puesto de relieve tres notas de primerísima importancia para el grado
PLANO DE LA VIVIENDA SOÑADA
ERIC HOFSCHILDT / GEHIRN & GEIST, SEGUN R. S. SCHIAVO
PRIMER PISO
PLANTA BAJA
4.
UNA PARA MADELMAN, UNA PARA BARBIE. ¿Para qué un salón tan grande? Si los arquitectos fueran niños, planificarían más “salas de juego”.
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de satisfacción: las dimensiones, las relaciones de vecindad y las infraestructuras (autobuses, centros de enseñanza, guarderías infantiles, campos de deportes, parques y ofertas culturales). En la satisfacción con la vivienda intervienen consideraciones allende lo arquitectónico. Se sabe que una alta tasación económica aumenta la satisfacción. En general, los propietarios están más satisfechos que los inquilinos; y por cierto, no sólo al poco tiempo de instalarse, sino años después. Según los datos de la oficina federal de estadística, en 2004 la satisfacción media de los propietarios en la Alemania Occidental —en una escala de 11— era de 8,3 y en la Alemania Oriental de 8,0, pero la de los alquilados era sólo de 7,1 en ambas Alemanias.
5.
¿QUE PASARIA SI... cada uno pudiera configurar la fachada de su casa a su gusto? Nuestras ciudades tendrían un aspecto muy distinto.
Este efecto de satisfacción no es sólo una consecuencia de que los propietarios de una casa o vivienda son, en general, más ricos, disponen de más espacio y, por tanto, disponen de mayor margen de configuración. Moradores con menores ingresos que podían adquirir la propiedad se sienten, en cuanto propietarios, mucho más seguros (nadie les puede desalojar de la casa) y con su autoestima reforzada, como comprobaron Rosemary Hiscock, del Instituto Karolinska de Estocolmo, y sus colegas de la Universidad de Glasgow, en el año 2003. Con ese telón de fondo, vale la pena recordar que Alemania, con una cuota de propiedad del 43 por ciento, está delante de Suiza (un 30 por ciento), pero detrás de Portugal (alrededor de un 60 por ciento) y de España (un 80 por ciento). En última instancia, el interés por ser propietario de la vivienda es una cuestión de estilo de vida. Así, según Nicole Schneider y Annette Spellergerb, del Centro de Investigaciones Sociales de Berlín, la cuota de propiedad en el grupo de los “muy interesados en la cultura y comprometidos socialmente” está en torno al 71 por ciento, pero el de los “hedonísticamente orientados al ocio” con un 20 por ciento está muy por debajo de la media federal. Las empresas inmobiliarias suelen esgrimir el alto grado de satisfacción Mente y cerebro 26/2007
MANFRED ZENTSCH / GEHIRN & GEIST
Afortunados propietarios
con la vivienda que confiesan sus clientes. Pero la satisfacción no es una medida fiable de la calidad objetiva de la vivienda. Tales manifestaciones de satisfacción reflejan en realidad un criterio subjetivo, apoyado en un triple soporte: valoraciones cognitivas, sensaciones y planes personales. Pero si no se tiene previsto un cambio de vivienda, no admitimos ningún grado de insatisfacción. Para mantener una imagen coherente de sí mismo, las personas tienden, para justificar decisiones anteriores, a incluir sólo aquellas razones que la apoyan. Hace más de veinte años, Kevin Hourihan, de la Universidad de Cork, refería la observación siguiente. Entrevistó a vecinos de calles de intenso tráfico sobre su satisfacción con su
situación domiciliaria. Cabía esperar una respuesta negativa por culpa de los ruidos de los coches y los gases de los tubos. No hubo tal. Ni siquiera aludieron al ruido en la apreciación de su satisfacción con la vivienda. ANTJE FLADE, psicóloga formada en Darmstadt, dirigió uno de los primeros seminarios sobre una disciplina emergente, la psicología del entorno. Centra su interés en las investigaciones sobre la vivienda, la ciudad y la movilidad. Bibliografía complementaria WOHNEN PSYCHOLOGISCH BETRACHTET. 2ª edición. Antje Flade. Verlag Hans Huber; Berna, 2006.
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PUNTO DE MIRA
¿Ningún yo, en ningún sitio? Explicar el “yo” es una cuestión difícil. No lo hagamos nosotros entonces demasiado fácil...
Gert Scobel
‘‘Q
uid est ergo tempus?”, se preguntaba el Padre de la Iglesia Agustín de Hipona (354-430). ¿Qué es, pues, el tiempo? Su respuesta sonaba algo extraña: sabía qué era el tiempo mientras nadie se lo preguntara, pero en cuanto debía explicar su naturaleza se quedaba sin palabras. Algo parecido ocurre con el yo. René Descartes (1596-1650) creía que el “yo” era ese algo que acompañaba al pensamiento y a la conciencia: para pensar se dice siempre “ego sum, ego existo” (yo soy, yo existo). Mas, a pesar de tan famoso planteamiento filosófico, nos quedamos igual. Del mismo modo que Agustín en relación con el tiempo, Descartes tampoco nos revela cómo podemos identificar eso a lo que llamamos “yo”. En su Segunda Meditación, Descartes reconoce que “todavía no entiendo suficientemente quién soy yo...” Esta confusión se deja ver a lo largo de toda la historia del pensamiento: ¿Es el yo un objeto o es más bien una esencia? Y ¿cómo es que forma un todo estable temporalmente y no se disgrega en muchos trozos sueltos: en un “yo n.o 1”, que ayer veía un partido de fútbol, y en un “yo n.o 2” que está escribiendo ahora para MENTE Y CEREBRO? Muchos neurocientíficos eluden esta pregunta con 44
una respuesta aparentemente simple: “No existe ningún yo. El yo es una ilusión”. Pero cuando se insiste en la cuestión y se les sigue preguntando si creen realmente que esa afirmación es verdad, lo más probable es que respondan: “¡Pues claro que yo creo que es verdad!” El yo se mantiene en el lenguaje cotidiano. Diariamente tropieza uno con su “yo”, como cuando se deja una cuenta sin pagar y se le exigen responsabilidades por ello. O cuando alguien se queja y dice: “Yo tengo dolores”. ¿Qué es lo que quiere decir? ¿Que le duele su cuerpo? ¿Que le duele su mente? ¿Ambos quizá? A pesar de que sabe que es él quien tiene los dolores y no otro, no está claro a quién señala ese “yo”. No es un referente nítido, determinado, como pueden serlo la palabra “casa” o la palabra “auto”. El concepto “yo”, en cambio, no señala algo definido con precisión. Pero, ¿puede extraerse de ahí la conclusión de que el “yo” no señala a nada? Las dudas con respecto al yo no son nuevas allende la filosofía occidental. Quinientos años antes de Cristo, la disolución del yo constituía una noción esencial de la filosofía budista y de la práctica de la meditación. La iluminación significaba en este contexto una experiencia existencial de la no existencia. Para todo aquel que
meditaba larga y consecuentemente, su “yo” se desvanecía hasta la anulación. Visto desde esta perspectiva, la meditación budista y la investigación cerebral no parecen estar muy alejadas una de la otra.
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Queda el lenguaje
Peter Strawson, filósofo norteamericano, propone que el “yo” se refiere simplemente a esa especial capacidad de los seres vivos para utilizar la palabra “yo”. Si digo “yo tengo dolores”, no estoy señalando ni a algo corporal ni a algo mental. En cierto sentido, como pensó ya Ludwig Wittgenstein, no sé exactamente quién es el que tiene aquí los dolores. Y, sin embargo, digo “yo”. Que el yo no es ni el cuerpo mismo ni tampoco una mera “manifestación” del cuerpo —en este caso, del cerebro—, es algo que nos da que pensar y que hablar. A quién puede extrañar, pues, que los neurocientíficos sostengan que el yo es una ilusión. GERT SCOBEL ha estudiado filosofía y teología. Presenta el programa “Kulturzeit” (“Tiempo de cultura”) para la 3sat, una televisión pública, sin anuncios, que emite principalmente en alemán para Alemania, Austria y Suiza, y es redactor jefe y moderador del magazine cultural “delta”, también perteneciente a la 3sat. © iSTOCKPHOTO / ANDREY PROKHOROV
La filósofa Lynne Rudder Baker, de la Universidad de Massachusetts en Amherst, llama la atención sobre la capacidad específicamente humana de poder adoptar la perspectiva de la primera persona. Su colega, Jaakko Hintikka, de la Universidad de Boston, señala además que las proposiciones del tipo “yo soy” o “yo pienso” no pueden, en realidad, negarse. Sin embargo, aun cuando la expresión “yo no existo” no constituya una afirmación sin sentido, esta proposición no puede conducirnos a una falsa espiritualización, que convertiría al yo en un objeto anímico inmaterial, no comprensible por los grandes métodos de las ciencias. El yo no es ningún espíritu incardinado en la máquina del cuerpo. Y, a la inversa, tampoco debemos establecer una falsa objetivación del yo; es decir, no podemos caer en la suposición de que el yo tiene que ser algo medible, de la misma manera que lo son algunas facultades mentales, algo, por tanto, que sería capturable por la tomografía computarizada mientras alguien dice “yo”.
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MENTE, CEREBRO Y SOCIEDAD
Trastornos del ritmo cerebral No sólo los vuelos largos, también la enfermedad de Alzheimer, la esquizofrenia y otros trastornos neuropsiquiátricos desajustan el reloj interior. ¿O sucede que el fallo del cronómetro biológico causa los síntomas temibles de esas enfermedades?
¿H
a volado alguna vez al Lejano Oriente? ¿A California? Si lo ha hecho, habrá comprobado que no sólo lleva un reloj en la muñeca, sino también en la cabeza. Para ser más exactos, en el núcleo supraquiasmático (NSQ), una región cerebral, del tamaño de un grano de arroz, que se sitúa encima mismo del lugar donde se cruzan los nervios ópticos derecho e izquierdo. El núcleo supraquiasmático viene a ser el cronómetro interno que mueve a impulsos el organismo, el “ritmo circadiano”. A lo largo de las 24 horas van cambiando los diferentes parámetros fisiológicos: temperatura corporal, presión arterial, niveles hormonales y el ciclo sueño-vigilia; todos ellos están controlados por el reloj interno. Las manecillas se ajustarán alrededor de las 4 de la mañana si el lector partió de Frankfurt por la tarde para aterrizar en Hong Kong al día siguiente poco antes del mediodía, hora local. Experimentará la misma sensación que cuando le despiertan en medio de la noche, a pesar de que el sol asiático brille en lo alto. Como el cronómetro del núcleo supraquiasmático conserva, en principio, su ritmo, el cuerpo acusa estos viajes alrededor de medio mundo con trastornos importantes del sueño, el temible desfase o jetlag. Para nuestra fortuna, el reloj biológico puede reajustarse, fundamentalmente a través de las condiciones de iluminación. El reloj interno va adaptándose poco a poco en cuestión de días al ciclo día-noche.
Metrónomo natural Desde que en 1972 se descubrió que la destrucción del núcleo supraquias46
mático de las ratas suprimía todos los ritmos circadianos, se ha intensificado la investigación sobre los mecanismos del reloj interno. Los cronobiólogos han abordado su base genética y los receptores oculares de la luz que proporcionan los impulsos nerviosos al núcleo supraquiasmático. De un tiempo a esta parte, la cuestión ha cobrado relevancia desde una óptica distinta: por lo que parece, algunos trastornos neuropsicológicos cursan con alteraciones del ritmo circadiano que se manifiestan por anomalías del patrón de sueño entre los afectados. “La desestructuración del sueño o las anomalías en las etapas del sueño constituyen síntomas muy extendidos de muchos padecimientos psíquicos”, explica Russell Foster, del Colegio Imperial de Londres. Estos trastornos aparecen sobre todo en la depresión; del 40 % al 65 % de las personas deprimidas sufre alteraciones importantes del sueño, una tasa que se eleva hasta el 75 % en la fase aguda. Según Foster, la desaparición del ritmo sueño-vigilia es el signo inicial más claro de una recaída de los pacientes con antecedentes depresivos. El delicado equilibrio entre la calidad del sueño y el bienestar psíquico depende, en última instancia, del envejecimiento. “Si se pregunta a las personas mayores por sus hábitos de sueño, se descubre que, a menudo, no logran obtener el mismo efecto reparador que cuando eran jóvenes”, señala Eus van Someren, del Instituto de Investigación Cerebral de Amsterdam. Ello no significa que no puedan dormir; al contrario, duermen muy bien, sólo que no lo hacen cuando querrían, es decir, por la noche.
Someren sospecha que la calidad del reloj interno va menguando; descubrió indicios tras contar el número de hormonas del núcleo supraquiasmático productoras de la hormona vasopresina. Este neurotransmisor controla el equilibrio hidroelectrolítico fuera del cerebro. En el cerebro cumple otras funciones: participa en la regulación de la temperatura corporal, la vigilia y la actividad, es decir, gobierna funciones sometidas a un ritmo circadiano. Con el envejecimiento, disminuye el número de células productoras de vasopresina. Los cambios operados en el núcleo supraquiasmático indican que a las personas mayores les cuesta más ajustar el reloj interno después de un cambio entre el día y la noche, problema que se agudiza entre los pacientes con enfermedad de Alzheimer. Se ha comprobado que la temperatura corporal de algunos de estos pacientes alcanza la cifra más baja al mediodía, en lugar de hacerlo entre las 3 y las 5 de la mañana, como sucede con las personas mayores sanas. Los ritmos circadianos de los enfermos dementes se demoran horas. Semejante alteración podría constituir uno de los motivos principales de la elevada tasa de ingresos hospitalarios. La mayoría de los dementes no ingresa en las residencias para enfermos crónicos por culpa de sus problemas de memoria, sino debido a las alteraciones del ritmo sueño-vigilia, en concreto, a sus paseos erráticos por las noches. Van Someren y su grupo idearon un plan para reajustar el reloj interno de los enfermos de Alzheimer. En experimentos anteriores con animales habían descubierto que en las ratas —igual que en las personas— Mente y cerebro 26/2007
disminuía con el envejecimiento el número de neuronas productoras de vasopresina del núcleo supraquiasmático. Al mismo tiempo, los roedores mostraban trastornos progresivos del sueño.
Ahora bien, si se irradiaba una luz clara a las ratas viejas durante unas horas del día, la síntesis de vasopresina volvía a aumentar y se normalizaba, además, el patrón del sueño. “Al parecer, las células no se destruyen
sino que se inactivan”, subraya Someren. “Al menos, en el caso de las ratas, estas células se pueden reactivar. Por eso, nos planteamos si podríamos estimular algo más el reloj interno de las personas dementes.”
PHOTOTHEK.NET, U. GRABOWSKY
MAS ALLA DEL TIEMPO. El reloj interno de las personas mayores se desajusta en ocasiones. No hay motivo para angustiarse. Sin embargo, el problema se agudiza entre los enfermos de Alzheimer.
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¡Más luz! La estimulación significa aquí luz, puesto que es el elemento con más influencia reguladora sobre el reloj biológico. En algunas residencias, visitadas por el grupo de investigadores, la iluminación era lúgubre. Había salas de descanso donde los fotómetros registraban 27 lux a las 2 del mediodía. (Un día gris de invierno emite 5000 lux.) Los investigadores consiguieron la ayuda de 12 residencias para instalar lámparas potentes que también funcionaran durante el día. Sólo en 6 instituciones lucía el sol artificial con todo el espectro de la luz diurna. En las demás, la luz brillaba con la misma intensidad subjetiva, pero las franjas de frecuencia, determinantes para el reloj interno, habían sido filtradas. Pudieron así llevar a cabo un estudio controlado con placebo, de acuerdo con lo acostumbrado con los medicamentos. Los científicos examinaron durante un período de hasta tres años y medio a un total de 189 enfermos de Alzheimer. Los ritmos circadianos parecieron normalizarse, sobre todo entre los enfermos que, además de la luz diurna, habían recibido la hormona del sueño melatonina por la noche. Cuanto más tiempo había durado el tratamiento de estos probandos, tanto más se estabilizó el patrón del sueño: los enfermos dormían mejor y con más regularidad y se acostaban antes. Además, su estado de ánimo mejoró; precisamente, los enfermos dementes suelen padecer fases depresivas, importantes, que merman su calidad de vida. Van Someren y su grupo esperaban que la combinación de la luz y la melatonina surtiría el máximo efecto. Estimulada por el núcleo supraquiasmático, la glándula pineal del cerebro secreta melatonina casi exclusivamente por la noche. Esta hormona actúa, de nuevo, sobre el reloj interno y da la orden de dormir. La inquietud nocturna de muchas personas mayores se atribuye, en ese contexto, al descenso natural en la producción de melatonina. “La síntesis de melatonina se reduce todavía más al comenzar la demencia”, explica van Someren. “Por eso, se reduce uno de los mayores 48
estímulos para el núcleo supraquiasmático.” Se obtuvieron otros resultados de interés. Además de la calidad del sueño, se examinó periódicamente la capacidad cognitiva de los probandos. El estudio reveló que las lámparas de luz diurna instaladas habían frenado la degradación psíquica de los pacientes y lo habían hecho con una velocidad casi equivalente a la del tratamiento con inhibidores de la colinesterasa, medicamentos habituales contra el Alzheimer. La luz, combinada con las dosis de melatonina, ofreció incluso mejores resultados. “Si consideramos que se retrasa el declive de las facultades cognitivas, nuestro método resulta mejor que los inhibidores de la colinesterasa”, destaca van Someren. Habrá que seguir investigando y determinar si la fototerapia ejerce un efecto preventivo.
El problema del huevo y la gallina Los desajustes del ritmo circadiano no sólo son consecuencia de enfermedades neurodegenerativas. Por su propia naturaleza pueden motivar un síntoma muy importante: la pérdida progresiva de la memoria. Los esquizofrénicos, como los enfermos de Alzheimer, suelen mostrarse muy activos por la noche; a menudo dan vueltas de aquí para allá antes de descansar en las primeras horas de la mañana. Muchos psicólogos lo relacionan con su incapacidad para acometer un trabajo reglado por culpa de sus síntomas característicos —como alucinaciones auditivas, alucinaciones ópticas, pérdida del sentido de la realidad—, con lo que permanecerían levantados hasta última hora. Para Russell Foster, en cambio, el ritmo circadiano de los esquizofrénicos se encuentra desplazado de tal modo que necesitan dormir hasta la tarde. A fin de comprobar su tesis, Foster y su grupo colocaron un aparato, parecido a un reloj de muñeca, a 14 pacientes para registrar la actividad corporal. Además, midieron periódicamente las cifras de melatonina en la sangre de los probandos, que residían en su domicilio (no necesitaban adaptarse al ritmo diario de un hospital).
Los cronobiólogos comprobaron en seguida que la producción de melatonina —y con ella, la fase del sueño— se demoraba por regla general y rara vez se manifestaba antes de las 2 o 3 de la noche. En algunos casos, la latencia era cada vez mayor, hasta interrumpir por completo el ritmo, como sucedió con una paciente, cuyo reloj interno estaba desacoplado del ambiente, vagabundeando sin control por el tiempo. La consecuencia es un fenómeno que se conoce empíricamente a partir de distintas formas de ceguera: cuando una persona no puede percibir la luz, a su reloj interno le falta, por así decir, la ruedecilla que ajusta las manecillas. Para Foster resulta un misterio saber por qué los pacientes esquizofrénicos poseen un reloj biológico tan descontrolado como sólo tienen los ciegos. La causa reside, sospecha, en defectos de los “genes relojeros”. Más importante le parece, no obstante, averiguar si el sistema circadiano podría constituir una nueva diana terapéutica. Entre los signos característicos de la esquizofrenia se encuentran la depresión, los problemas cognitivos, la pérdida de memoria y los brotes psicóticos. “Las alteraciones del ritmo sueño-vigilia pueden desencadenar exactamente los mismos problemas”, explica el investigador. “Quizás éstos no representen síntomas de la esquizofrenia, sino secuelas de las anomalías del sueño.” Para responder a estas preguntas, habría que reajustar el reloj interno desfasado de los afectados. Y en ello se está trabajando. ULRICH KRAFT Bibliografía complementaria RESTLESS NIGHTS, LISTLESS DAYS. A. Abbott en Nature, vol. 425, n.o 6961, págs. 896-898; 2003. DAS UHRWERK DER NATUR. CHRONOBIOLOGIE — LEBEN MIT DER ZEIT. P. Spork. Rowohlt Taschenbuch Verlag; Reinbek, 2004. RHYTHMS OF LIFE: THE BIOLOGICAL CLOCKS THAT CONTROL THE DAILY LIVES OF EVERY
LIVING THING. R. Foster y L. Kreitzman. Profile Books; Londres, 2005.
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Ojos ruidosos
© iSTOCKPHOTO / KENNETH C. ZIRKEL
A
sí que estos dos tíos van y entran en un bar... ¡Que no es un cuento! ¡Es de verdad! Uno de ellos es un neurocientífico (servidor de usted); el otro, un redactor de Scientific American Mind, a quien llamaremos Bill. Henos aquí, en Atlanta, en un congreso de la Sociedad Norteamericana de Neurociencia. Una mole humana —muy agradable, eso sí— se nos acerca relamiéndose la espuma de los labios, mientras alaba con autoritario acento alemán la calidad del brebaje local. Mientras alza el vaso para comprobar al trasluz la transparencia de la cerveza, me digo para mis adentros, “Esta es mi oportunidad”. Así que voy y le refiero una cosa increíble que hacen mis ojos. “Cuando muevo los ojos, hacen un ruido horrible, como un chirrido”, le digo. (Este efecto sonoro puede ser muy gracioso en los dibujos animados, pero es una auténtica cruz cuando trato de quedarme dormido.) Ahora bien, cada vez que hago confesión pública de mis ruidosos globos oculares, a mis oyentes se les pone cara rara, como si me estuviera brotando un espeso pelaje en luna llena. Pero Josef Rauschecker, de la Universidad de Georgetown, una de las autoridades mundiales en la corteza auditiva —amén de serlo en brebajes locales—, me está escuchando con toda atención. “Lo más curioso”, añado, “es que sólo me sucede en ciertos momentos, justo cuando estoy como entre dos luces, a punto de dormirme, o recién despierto.” Es un ruido sonoro, irritante. “Pero en cuanto me despierto, los globos oculares se vuelven silenciosos.” De hecho, yo he tratado de provocar el chirrido moviendo rápidamente los ojos de izquierda a derecha y de arriba abajo. Pero en cuanto mi mente está lo bastante lúcida para investigar, el ruido se esfuma.
“¡Lo mismo que yo!”, apostilla Bill. Ahora soy yo quien le mira como si Bill fuera a convertirse en licántropo. Pero, según cuenta, sus globos oculares no chirrían cuando se está despertando. No: le ocurrió hace varios años, cuando dejó de tomar un medicamento para la depresión. Rauschecker nos mira con aire reflexivo. “Ya sé cuál es vuestro problema”, nos dice. Le escucho atónito. ¿Qué probabilidades tengo de encontrarme con alguien que comparte mis ruidos oculares, justamente delante de la única persona de este mundo que puede comprender el fenómeno? “Serotonina”, declara Rauschecker. La serotonina es un neurotransmisor que estimula las neuronas del nucleus accumbens, para activarlo. Nos explica que en sus escáneres cerebrales de personas que sufren de acúfenos o tinnitus —zumbidos o campanilleos incesantes en los oídos— se aprecia que el nucleus accumbens es más pequeña de lo normal. Esta especie de pepita de neuronas viene a ser como
una válvula de paso que regula el flujo de información procedente de los sentidos en su viaje hacia la corteza cerebral cuando atraviesa otro de los grandes centros de relevo, el tálamo. El nucleus accumbens, que actúa como el mando de un grifo, impide que una sobrecarga de señales sensoriales llegue hasta nuestra mente consciente. El control de este flujo de información es importante para dormir, para la atención y la ansiedad. Y para suprimir el ruido no deseado. El tipo ese que masculla en su teléfono móvil, indiferente a las conversaciones que hay a su alrededor, es vivo ejemplo de nucleus accumbens en acción. Oye tan sólo a su interlocutor; es sordo para los sonidos que le llegan por el otro oído, porque su nucleus accumbens ha taponado ese acceso a su corteza auditiva. Quienes sufren acúfenos son incapaces de desconectarse del ruido molesto, por la debilidad de la válvula de su nucleus accumbens.
¿Qué probabilidades hay de coincidir con alguien que comparte mis insólitos ruidos justo ante la única persona que puede comprenderlos? Mente y cerebro 26/2007
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Si en lugar de cerveza hubiéramos tomado café, ¿nos habríamos animado Bill y yo a revelar nuestros peculiares secretos? El sueño y la serotonina Esa misma función de desconexión sensorial es esencial para poder dormir. Las concentraciones de serotonina fluctúan en el ciclo sueño-vigilia, y es bien sabido que la serotonina ayuda a dormir. Los centros del sueño en el cerebro (núcleos raphe) están conectados con el accumbens. El centro cerebral que se ocupa de las emociones (la amígdala) también está conectado con él. Las señales que llegan al nucleus accumbens procedentes tanto de los centros emocionales de nuestro cerebro como de los encargados del sueño explican por qué nuestras sensaciones se aguzan con la excitación y el estrés, mientras que se vuelven más romas con la somnolencia. Quienes padecen de depresión o sufren trastorno bipolar experimentan una suerte de bloqueo sensorial. En la depresión, la estimulación sensorial, por mucha que sea, no parece afectar
al enfermo. El hilillo de señales que le llegan del mundo exterior es demasiado débil para excitar a la corteza cerebral. Por otra parte, cuando la válvula que es el nucleus accumbens está completamente abierta, un chorro de señales es proyectado hacia la corteza por cualquier estímulo sensorial, lo que desemboca en la manía. En mi caso han debido brotar fibras nerviosas para reparar mi pérdida de audición, pues he sufrido una lesión en el oído interno. Seguramente algunos de esos brotes han tendido puentes hasta circuitos nerviosos que, en condiciones normales, conectan los ojos con el sistema vestibular (responsable del sentido del equilibrio). Gracias a esta conexión vital, el mundo no se vuelve borroso, como un mal vídeo de aficionado, cada vez que volvemos la cabeza; las células de nuestro oído interno detectan que estamos moviendo la cabeza, y envían señales
El desconectador cerebral El nucleus accumbens (en verde) es más pequeño en las personas que padecen de acúfenos, lo que hace que sus cerebros sean menos capaces de eliminar ruidos sin sentido provocados por células de cilios auriculares que han sufrido lesiones. Los fallos de “conexionado” o de funcionamiento del nucleus accumbens pueden provocar otros problemas sensoriales, como el de mis ruidosos globos oculares.
a los músculos del globo ocular para que ajuste su posición, manteniendo siempre enfocado el mismo punto del espacio sobre el mismo lugar de la retina. En mi caso ha debido desarrollarse una “intermodulación cruzada” entre estos dos circuitos nerviosos tras mi lesión auditiva, por lo que ahora, cuando muevo los ojos, las señales llegan a mi corteza auditiva y las percibo como ruidos. Normalmente, el ruido disfuncional se elimina mediante filtrado. Por ejemplo, los atronadores sonidos que tendríamos en la cabeza al hablar o al masticar perturbarían la audición de no haber sido filtrados antes de llegar a la corteza auditiva. En el caso de las personas que sufren acúfenos, es posible que se llegue a recetar una pequeña dosis de algún fármaco que sea inhibidor selectivo de la recaptación de serotonina —como los que se utilizan en el tratamiento de la depresión—, un poco de serotonina, o un suplemento dietético, el triptófano, que nuestro organismo utiliza para producir serotonina. “Tendremos que tomar nota de ustedes, pues son un caso clínico de interés para la literatura médica”, nos dice Rauschecker. Yo estoy sencillamente encantado de enterarme por fin de que los efectos sonoros de mis globos oculares se deben, sencillamente, a que mi nucleus accumbens sigue dormitando. En cuanto me despierto del todo, el núcleo se despierta también, y se pone de nuevo al trabajo, filtrando y separando los mensajes importantes de las señales sin interés. R. DOUGLAS FIELDS es profesor adjunto en el Programa de Neurociencia y Ciencia de la Cognición de la Universidad de Maryland.
NUCLEUS ACCUMBENS
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Bibliografía complementaria STRUCTURAL BRAIN CHANGES IN TINNITUS. M. Mühlau et al. en Cerebral Cortex, vol. 16, n.o 9, págs. 1283-1288; septiembre de 2006.
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Theodore Millon Pionero en la investigación sobre la personalidad, no duda en recurrir a métodos heterodoxos. Incluido pasar una semana como paciente en una clínica psiquiátrica
U
con la labor asistencial en el hospital Allatown. A menudo se introducía entre los pacientes de la estación psiquiátrica para conocerles de cerca. Su trabajo tomaba nuevas perspectivas con las experiencias así adquiridas. “Percibí cuán elementales seguían siendo nuestra comprensión de los trastornos psíquicos y nuestros métodos de tratamiento.” A los pacientes, en el día a día de la clínica, se les veía como un mero haz de síntomas. El buscaba, en cambio, entender a la persona que había detrás de la enfermedad.
1. THEODORE MILLON nació en Brooklyn en 1928. A los veintidós años terminó sus estudios de psicología clínica que culminó con el doctorado por la Universidad de Connecticut en 1954, con una tesis sobre la “personalidad autoritaria”. De 1977 a 2001 ocupó la cátedra de psicología de la Universidad de Miami. Entre 1982 y 1985 enseñó también en la facultad de medicina de Harvard. Desde 2001 dirige el Instituto para Estudios Avanzados sobre la Personalidad y la Psicopatología en Florida. Mente y cerebro 26/2007
Lo expresó con nitidez en su primer libro, Psicopatología moderna (1969). A ésa le seguiría una treintena larga, más unos 200 artículos. Su libro postremo, Maestros de la mente, recorre la historia detallada de las enfermedades mentales desde la antigüedad hasta nuestros días. Con su teoría biosocial del aprendizaje de la personalidad y los inventarios clínicos que llevan su nombre (“Millon Clinical Inventories”), fundados en la mencionada teoría, ha ejercido notable influencia en la investigación y en la práctica clínica. (El inventario
MITCHELL & WITCHELL, 1995 / CORTESIA DE THEODORE MILLON
n domingo por la mañana del año 1963 Theodore Millon se despertó en el departamento psiquiátrico de un hospital de Pennsylvania. Se encontraba en un dormitorio corrido con más de treinta pacientes. Uno decía que era Jesucristo, otro se consideraba el Papa, un tercero se declaraba presidente de un gran consorcio empresarial. Coincidían a veces en afirmar que el error les había llevado hasta el frenopático. Theodore Millon se miró y se dijo: “Llevo un camisón de paciente como el resto de los enfermos. ¿Soy realmente un profesor de psicología o me lo he inventado?” Empezó a hablar consigo mismo para tranquilizarse. Con todo, no acababa de salir de su extrañeza. Tan inseguro se encontró, que telefoneó al director del hospital. Sólo se tranquilizó cuando éste le confirmó que él, Millon, era un joven catedrático que voluntariamente había pasado un fin de semana en el departamento de psiquiatría. “Jamás volví a pasar allí una noche”, recuerda ahora a sus casi ochenta años. Millon ejercía en 1963 la docencia de psicología clínica en la Universidad Leigh, tarea que compaginaba
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SIGANIM / GEHIRN & GEIST / FUENTE: REPRESENTACION SIMPLIFICADA DEL MODELO DE LA PERSONALIDAD DE THEODORE MILLON
La teoría del aprendizaje biosocial de Millon El que una persona desarrolle un estilo o un trastorno depende de la flexibilidad con la que se adapte a las exigencias del medio.
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El desarrollo de la personalidad y de sus trastornos lo explica Theodore Millon a partir de una teoría pedagógica biosocial. Esta se basa tanto en elementos biológicos —factores hereditarios que influyen en el desarrollo neurofisiológico infantil— como en elementos ambientales que determinan el posterior desarrollo de la personalidad a través de procesos de aprendizaje. En la base del desarrollo de la personalidad hay diversos factores de adaptación al medio, que sirven ante todo para subsistir. El investigador diferencia cinco “orientaciones existenciales” (círculo externo del gráfico). El individuo cae en una de las categorías siguientes: “distanciado”, “dependiente”, “independiente”, “contradictorio” o “ambivalente”. Estas se manifiestan en tres formas, que a su vez pueden volver a hallarse nítidamente caracterizadas: o como estilo de personalidad (prototipo normal, círculo medio del gráfico) o bien como trastorno de la personalidad (prototipo anormal, círculo interior). Según Millon la orientación independiente, es decir, la que está referida a sí mismo, se presenta en su expresión normal como un estilo de la personalidad inadaptada, desconfiada o consciente de sí misma, mientras que en la expresión anormal aparece como trastorno de la personalidad antisocial, paranoica o narcisista.
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INDEPENDIENTE
clínico multiaxial de Millon —una encuesta que abarca 175 cuestiones para captar los estilos y trastornos de la personalidad— es uno de los tests psicológicos más usados en Estados Unidos.) Recibió su doctorado en 1954 con una tesis sobre la “personalidad autoritaria”. Junto a Allen J. Frances fundó en 1986 el Journal of Personality Disorders. Desde 1988 hasta 1992 presidió la Sociedad Internacional para el Estudio sobre Trastornos de la Personalidad. Además, dirigió un comité encargado en los años setenta de reelaborar el Diagnostic and Statistical Manual of Mental Disorders (DSM), un vademécum de referencia mundial. La Asociación Americana de Psicólogos le premió en 2003 por su carrera profesional. Al propio tiempo, la Fundación Americana de Psicología instituyó el galardón “Theodore Millon”, para investigadores de la personalidad. Halló en el hogar paterno las primeras experiencias psicopatológicas. Su madre, una mujer muy dotada musicalmente, era emocionalmente inestable, 52
lo que hoy llamaríamos maníaco-depresiva. Se propuso averiguar por qué. “No lo conseguí.”
Formación Transcurrieron muchos años hasta que esa primera chispa se convirtiese en una profesión. De joven amaba el teatro hasta el punto de pensar en hacerse actor. Pero su padre, un fabricante textil, se lo prohibió. Ni permitió que su hijo, dotado para la música, se convirtiera en músico o matemático. No eran profesiones idóneas. Antes bien, debía introducirse en el mundo de la empresa. Millon accedió y se matriculó en economía en la Universidad Metropolitana de Nueva York. Allí conoció a su futura esposa. Sin embargo, las ciencias económicas no entusiasmaron al hijo del matrimonio de inmigrantes polacolituanos. Se pasó a sociología, luego a filosofía y de aquí a física, hasta que asistió a una clase de psicología, una experiencia clave que despertó su pasión por la investigación de la personalidad. Gardner Murphy
acababa de publicar Personalidad. “Aquello fue mi biblia”, confiesa Millon. La teoría de Murphy sobre el desarrollo de la personalidad humana le convenció: unía predisposición biológica y entorno —es decir factores hereditarios y sociales—, en vez de entenderlos como modelos de explicación en competencia. En esa tradición formuló Millon más tarde su propia teoría biosocial del aprendizaje, que explica el desarrollo de la personalidad a partir de supuestos genéticos y de factores del aprendizaje social. La importancia del entorno —ya se trate del familiar o del cultural— se mantiene como leitmotiv a lo largo de la carrera de Millon. En los años setenta trabajó, junto a colegas de Tailandia y de Rumania, en el departamento psiquiátrico del Hospital de Veteranos de Chicago; los pacientes eran en su mayoría negros. Esa labor le avaló para presidir la Sociedad Internacional para el Estudio de los Trastornos de la Personalidad. Mente y cerebro 26/2007
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2.
INFANCIA EN BROOKLYN. Theodore Millon creció como hijo de inmigrantes de Europa oriental en este barrio neoyorquino definido por la multiculturalidad.
Lo normal es relativo En las conferencias de la sociedad podía un orador estadounidense presentar, por ejemplo, una ponencia sobre formas extremas de perfeccionismo, un distintivo que caracteriza a una personalidad atormentada. Pero los científicos japoneses no comprenderían semejante supuesto. “En Japón no hablaría nadie, en estos casos, de comportamiento patológico, pues el perfeccionismo se corresponde con las expectativas de la sociedad.” Lo que uno considera como normal o no —y percibe por tanto la frontera entre lo sano y lo enfermo— depende de su trasfondo cultural. En la sociedad occidental es típico el trastorno de la personalidad Mente y cerebro 26/2007
fronteriza. Los afectados se sienten inseguros ante cuestiones del tenor: quiénes son, qué quieren ser y qué da valor a su vida. Resulta muy difícil predecir cómo se sienten y se comportan ante los demás. Personalidad inestable que se refleja en las relaciones sociales: imágenes borrosas de los papeles a desempeñar, cambiantes ideales, estilos y circunstancias vitales. Todo lo cual fomenta una estructura fronteriza, especialmente cuando se vivieron en la infancia unas caóticas y determinantes relaciones familiares. Millon reclama ahora una “psicoterapia personalizada”, que oriente sus objetivos y métodos de acuerdo con las exigencias de cada paciente.
Mantenerse junto a la persona No se abstiene de reprochar a ciertas escuelas su estrechez de miras. La terapia, advierte, debe ajustarse a todos los ámbitos vitales y de la personalidad. Por ejemplo, para que una personalidad tímida supere su habla balbuceante, y con ello aligere los pasos siguientes a dar, debe entrenarse en la confianza en sí mismo y en las competencias sociales. Millon ve con ojo crítico el uso de los psicofármacos. “Es probable que la persona con depresiones pueda obtener provecho de los antidepresivos, pero existe el riesgo de que no ayuden a largo plazo.” Más allá de los medicamentos la terapia debe servir para que los pacientes cambien su vida y descubran sus posibilidades. Se equivoca quien piense que la personalidad queda esculpida en piedra. “La personalidad es flexible, 53
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3. SUFRIMIENTO, EN FILAS. Durante mucho tiempo acuñaron estas salas de hospitales la imagen de los centros psiquiátricos.
SIRI SCHUBERT Bibliografía complementaria
no rígida”, lo que no impide que el hombre tienda, en situaciones semejantes, a caer en los mismos modelos de comportamiento. Aunque un terapeuta no trate trastornos de la personalidad sino otros problemas psíquicos como depresiones o incluso enfermedades crónicas, Millon recomienda orientarse en estos casos por la personalidad del paciente. Por una razón poderosa: en función de la personalidad, podrían subyacer problemas diferentes tras síntomas similares. A modo de ejemplo: tras una separación, podría desarrollarse en un individuo con una personalidad dependiente una depresión al sentirse inútil y desamparado; por el contrario, un narcisista que quiere mantener una imagen perfecta de sí mismo puede caer, tras la separación, en una depresión por sentirse ofendido profundamente y sentir cómo se derrumba la imagen de sí mismo. Añádase que el 54
que un paciente siga las indicaciones de su médico depende, entre otros factores, del estilo de la personalidad. En el caso de una persona dependiente o adicta probablemente las seguirá; si se trata de una persona desconfiada, no. Millon compara el estado de la práctica psiquiátrica con la medicina en los tiempos en que síntomas como la varicela o la infección pulmonar figuraban en primer plano, pero no sus causas, es decir, los virus y las bacterias. Y así se ve también en la cotidianidad clínica, que describe al paciente, a la vista de los síntomas observables, como depresivo o medroso, sin ahondar en los conflictos subyacentes. “Es entonces cuando empezamos a entender que una personalidad dependiente se hace depresiva por razones distintas del narcisista.” Debemos estudiar la personalidad de un enfermo antes de tratar su enfermedad.
P ERSONALITY . A BIOSOCIAL APPROACH TO O RIGINS AND S TRUCTURE . G. Murphy. Harper & Brothers; Nueva York, 1947. TOWARD A N EW P ERSONOLOGY . A N EVOLUTIONARY MODEL . T. Millon. John Wiley & Sons Inc.; Nueva York, 1990. P ERSONALITY DISORDERS IN MODERN L IFE: C HARACTER ESSENTIALS . T. Millon, R. Davis. John Wiley & Sons Inc.; Nueva York, 1999. MASTERS OF THE MIND : EXPLORING THE S TORY OF MENTAL ILLNESS FROM A NCIENT T IMES TO THE N EW M ILLENIUM . T. Millon. John Viley & Sons Inc.; Nueva York, 2004. R ESOLVING DIFFICULT CLINICAL S YN DROMES . A P ERSONALIZED P SYCHOTHE RAPY A PPROACH . R ESOLVING D IFFICULT CLINICAL CASES . T. Millon, S. Grossman. John Wiley & Sons Inc. Nueva York, 2007.
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Pruritos
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zona corporal. Al igual que en otros sistemas sensoriales del organismo, la activación mediante una señal —en este caso, de los receptores de dolor y de contacto— provoca la “inhibición circundante” de otra, en este caso, la emitida por el pruriceptor. Al no “emitir” el pruriceptor, la sensación de picor “se apacigua” durante un breve tiempo. Al rascarse se alivia la comezón, pero este alivio suele ser efímero y puede provocar una irritación de la piel todavía mayor, e incluso su desgarro. A pesar de que el picor viene siendo investigado desde hace más de un siglo, no existe un tratamiento antiprurítico que sea eficaz en todos los casos. Existen, eso sí, varios tratamientos, tópicos unos y por vía oral otros, que ayudan a suprimir el picor. Tenemos así cremas y lociones de calamina o de hidrocortisona, antihistamínicos, antagonistas de opioides (como la naltrexona, fármaco utilizado en el tratamiento de las dependencias del alcohol o de narcóticos), la aspirina y la terapia con luz ultravioleta. MARK A. W. ANDREWS Facultad de medicina de Lake Eire
MATT COLLINS
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os picores, o pruritos, se deben a la irritación de células nerviosas asociadas a la piel. Los pruritos desempeñan un papel importante de carácter sensorial y preventivo, lo mismo que otras sensaciones procedentes de la piel. Nos advierten de agentes externos lesivos. Mas, si no se resuelve su causa, la comezón persistente puede resultar insoportable. El prurito, uno de los síntomas predominantes en muchas afecciones de la piel, se da también en otras dolencias que afectan al organismo entero. La sensación de picor resulta de la estimulación de pruriceptores (terminaciones nerviosas especializadas en la sensación de picor) por ciertos mediadores. Entre estos agentes estimulantes se cuentan algunas moléculas orgánicas asociadas a la respuesta inmunitaria (histaminas) y ciertos analgésicos (opioides); neuropéptidos (endorfinas y otros mensajeros reguladores del dolor, que son liberados en el cerebro); neurotransmisores (serotonina y acetilcolina, que trasladan impulsos nerviosos de unas neuronas a otras); y prostaglandinas, unos lípidos que, entre otras funciones, provocan la sensación de dolor en las neuronas de la médula espinal. La estimulación por alguno de estos agentes guarda relación con una inflamación o la sequedad de la piel, las mucosas o la conjuntiva del ojo. La picazón entraña, por lo general, la activación de los pruriceptores de las fibras C, neuronas especializadas cuya anatomía es idéntica a la de las asociadas con las sensaciones dolorosas, si bien cumplen funciones distintas; sólo portan la sensación pruriginosa. Al ser estimuladas en la piel, las fibras C envían señales por el nervio hasta la médula espinal y, desde allí, al cerebro. Las acciones de frotar o rascar se interponen en el camino de las señales eferentes de los pruriceptores, al estimular diversos receptores de dolor o de contacto ubicados en la misma
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El cerebro adolescente Los adolescentes, cuyas áreas cerebrales de decisión todavía se encuentran en desarrollo, muestran poco juicio en situaciones arriesgadas. Pensar de forma menos lógica podría dar mejores resultados
Valerie F. Reyna y Frank Farley
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a adolescencia es una edad peligrosa. Las temeridades que mayor peligro entrañan para la vida, como la conducción bajo los efectos del alcohol, las borracheras de larga duración, solitarias o en grupo, y las relaciones sexuales sin protección constituyen fenómenos habituales en esta etapa. Los datos estadísticos, relativos a Estados Unidos, ilustran el enorme precio —pagado en muerte o sufrimientos— que suponen tales excesos: • Los jóvenes de ambos sexos, de edades comprendidas entre 16 y 20, años tienen una probabilidad cuando menos doble de sufrir un accidente en automóvil que los conductores que cuentan entre 20 y 50 años. Los accidentes de circulación son la principal causa de deceso entre los 16 y los 20 años. Más del 30 por ciento de los jóvenes conductores fallecidos en el año 2003 al estrellar sus vehículos habían estado bebiendo. • Tres millones de adolescentes contraen enfermedades de transmisión sexual todos los años. • Más de la mitad de todos los nuevos casos de VIH se dan en personas de menos de 25 años, lo que hace del sida la séptima causa de mortalidad en el grupo de edad de 13 56
a 24 años. Por término medio, dos jóvenes estadounidenses quedan infectados con VIH cada hora. • El 40 por ciento de los alcohólicos informa que empezó a tener problemas con la bebida entre los 15 y los 19 años de edad. • Se observan pruebas de afición excesiva al juego y a las apuestas, e incluso casos de ludopatía, entre un 10 y un 14 por ciento de los adolescentes. Típicamente, se comienza a apostar hacia los 12 años. Además de las consecuencias inmediatas de las temeridades —tanto en los adolescentes como para quienes padecen los efectos de sus actos— muchas de las conductas que afectan a la salud del adulto comienzan y se arraigan ya en la adolescencia. Así, por ejemplo, el emborracharse o el consumo de drogas, que pudieron comenzar siendo actos de experimentación voluntaria, pueden quedar perpetuadas por adicción. Y aunque la mayoría de los adolescentes que abusan del alcohol no llegan al alcoholismo, no es menos cierto que los alcohólicos comenzaron a beber en su adolescencia. La prevención de conductas de riesgo cuando todavía son opciones deliberadas reviste una importancia crucial, no sólo para protección de los jóvenes afectados, sino también para la sociedad en su conjunto. Entre las soluciones obvias se cuentan los
programas de intervención precoz, de mayor éxito y menor coste para la sociedad que los tratamientos para la corrección en fases posteriores de las adicciones establecidas. Las estrategias que contribuyan a retrasar el inicio de relaciones sexuales, el abuso del alcohol y otras conductas de riesgo conceden más tiempo para la maduración del cerebro prefrontal y otras estructuras neurológicas. La investigación sobre el particular enseña que la inmadurez del cerebro juvenil pudiera ser responsable de buena parte de las conductas temerarias o peligrosas de los adolescentes. A lo largo de los últimos veinte años, y apoyados en técnicas de formación de imágenes por resonancia magnética y otras, se ha venido comprobando que el cerebro humano experimenta una remodelación importante durante la infancia y la adolescencia, una serie de cambios anatómicos que pueden explicar el gusto por el riesgo, la experimentación de novedades y la impulsividad característica del comportamiento de los adolescentes. En concreto, la materia gris del cerebro empieza a adelgazar ya en los comienzos de la infancia, siguiendo un proceso de maduración secuencial que comienza en la parte posterior del cerebelo. Esta tría de materia gris, que se propaga como una onda desde la región occipital, no alcanza las áreas frontales del cerebro —sede Mente y cerebro 26/2007
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Cada vez son mayores los indicios de que la conducta temeraria está implantada anatómica y fisiológicamente en el cerebro adolescente. de la planificación de las acciones, el razonamiento lógico y el control de los impulsos— hasta los primeros años de la edad adulta. Estos indicios, cada vez más claros, de que la temeridad puede estar anatómicamente implantada en el cerebro adolescente han influido en la forma en que los autores y otros psicólogos contemplan ahora a los adolescentes problemáticos y también, en los programas de intervención típicos, encaminados a evitar que incurran en prácticas de riesgo.
Por qué fallan los programas Los programas de intervención tradicionales hacen hincapié en la aportación de información clara a los adolescentes sobre los riesgos de ciertas prácticas y concederles después libertad para que decidan por sí mismos lo que van a hacer. Estos programas animan a los jóvenes a sopesar si, para obtener beneficios que a menudo son efímeros, vale la pena correr riesgos que pueden ser mortales, pues presumen que, de este modo, los jóvenes habrán de ver la luz: bastará explicarles los riesgos de contagio del VIH o de un embarazo no deseado —suponen estos programas— para que los jóvenes dejen de practicar actividades sexuales sin profilaxis. Tales programas se fundan en teorías sobre los procesos de decisión, denominadas “estructuras de la decisión conductual” o “teoría de actuación razonada”; tales teorías confían en que los adolescentes van a poner en la balanza riesgos y beneficios y que su comportamiento obedecerá entones a la decisión “racional”. Algunos programas basados en tales teorías han contribuido a reducir las temeridades de los adolescentes. Sin embargo, en su mayor parte sólo han alcanzado éxitos limitados. Aparte de que el porcentaje de jóvenes que se dejan influir por ellas no pasa de modesto, los efectos positivos de estos programas —que en su mayoría comportan entre 10 y 20 horas de 58
instrucción— se esfuman por lo general en pocos meses. En nuestra opinión, los programas de intervención que apelen a la racionalidad en los adolescentes incurren en un error de base, y no porque los jóvenes dejen de ponderar los riesgos y los beneficios: como veremos, la mayoría de ellos lo hace a conciencia. Puede que parte del problema resida en que la “inacabada” arquitectura de sus cerebros suponga un inconveniente para que los jóvenes razonen como los adultos. Estudios recientes, por ejemplo, hacen ver que los jóvenes, al tomar decisiones, tienden a conceder más peso a los beneficios que a los riesgos. Así pues, el cerebro adolescente, tras considerar los beneficios y los riesgos de una determinada situación, se inclina del lado de los beneficios... y opta por la conducta peligrosa. No menos importante es que los programas de intervención tradicionales yerran cuando se fundan en la idea de que los adolescentes se consideran invulnerables, a pesar de que los datos ahora disponibles apuntan precisamente en la dirección opuesta.
El mito de la invulnerabilidad Hay una seductora explicación de las conductas de riesgo que ha sido suprema regina durante decenios, tanto entre profesionales de la salud como entre el público general: si los jóvenes conducen de forma temeraria, si abusan del botellón o tienen relaciones sexuales sin profilaxis, es porque se sienten invulnerables. Luego forzosamente han de estar subestimando los riesgos, pues de no ser así, no asumirían tales azares. Pero los estudios realizados refutan la extendida creencia de que los adolescentes se consideran menos vulnerables que los adultos (quienes, por su parte, sí es probable que se crean invulnerables en comparación con los adolescentes). Y en lo tocante a los riesgos, la investigación de los cinco últimos años muestra que los chicos de doce o trece años propenden a sobreestimar, y no
a infravalorar, el auténtico peligro de sus posibles actos. Así, en un estudio efectuado en 2002 por Susan Millstein y Bonnie Halpern-Felsher, de la Universidad de California en San Francisco, se observó que los adolescentes tenían mayor probabilidad que los adultos de sobrestimar los riesgos de cada una de las posibilidades evaluables, ya se tratase de azares raros (terremotos, o contagio de VIH por contactos sexuales sin protección) como de azares de probabilidad mucho más elevada (contraer otras enfermedades de transmisión sexual, como la gonorrea o la clamidiasis). Otro estudio, publicado en 2000 por Baruch Fischhoff y su equipo, de la Universidad Carnegie-Mellon, daba cuenta de las predicciones de riesgo evaluadas a partir de una muestra representativa de 3544 adolescentes, tomada del Estudio Nacional Longitudinal de la Juventud de 1997. Las estimaciones de estos jóvenes sobre el suceso “morir por cualquier causa —acto criminal, accidente, enfermedad, etc.— a lo largo del año siguiente, o a la edad de 20 años” estuvieron muy por encima de las que ofrecían los datos estadísticos. Datos recientes, recopilados por uno de los autores (Reyna), subrayan estas discrepancias entre el riesgo percibido y los riesgos estadísticos observados en cuanto a enfermedades de transmisión sexual. Hemos de señalar que la sobrestimación del riesgo parece ir declinando a partir de los 13 o 14 años, y los datos llevan a pensar que ello puede deberse a la adquisición de experiencia: la asunción de riesgos sin que se sufran inmediatamente las consecuencias constituiría un estímulo para repetir la experiencia. Si los adolescentes sobrestiman a menudo los peligros y, por otra parte, no se consideran invulnerables, ¿a qué se deben sus temeridades? Cierto número de estudios indica que, cuando los jóvenes están ponderando los riesgos, su percepción de las ventajas de la acción peligrosa propende a Mente y cerebro 26/2007
En el desarrollo cerebral, menos es más
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MATERIA GRIS
FUENTE: “DYNAMIC MAPPING OF HUMAN CORTICAL DEVELOPMENT DURING CHILDHOOD THROUGH EARLY ADULTHOOD,” POR NITIN GOGTAY ET AL., EN PNAS, VOL. 101, N.º 21; 25 DE MAYO, 2004, © 2004 NATIONAL ACADEMY OF SCIENCES, EE. UU.
Para rastrear el desarrollo del cerebro humano, un grupo de investigadores del estadounidense Instituto Nacional de Salud Mental reclutaron a 13 niños de poca edad para que se sometieran a escáneres de resonancia magnética cada dos años, durante un período de 8 a 10 años. La resonancia magnética revela el volumen de materia gris cortical (compuesto, sobre todo, por somas de neuronas), lo que permitió preparar una secuencia de imágenes del desarrollo cerebral obtenidas a intervalos regulares. Aquí se muestran dos vistas (la lateral superior y en planta) de la forma en que madura la materia gris sobre la corteza cerebral desde los 5 hasta los 20 años de edad. La columna coloreada de la derecha da indicación del volumen de materia gris, en unidades. El estudio imagiológico revela una tría de materia gris, adelgazamiento que progresa como una onda desde la parte posterior del cerebro hacia la parte frontal. Las regiones que maduran más tardíamente —no hasta los primeros años de adulto— están asociadas con las funciones cerebrales de más alto nivel, como la planificación, el razonamiento y el control de los impulsos.
0,7 0,6 0,5 0,4 0,3 0,2 0,1 0,0
El adelgazamiento de materia gris entre los cinco y los 20 años está ligada a la maduración cerebral.
compensar de sobra y anular su percepción del riesgo. Por ejemplo, en un estudio realizado en 2002 sobre un grupo de adolescentes de poca edad, Julie H. Goldberg, de la Universidad de Illinois en Chicago, y colegas de la Universidad de California en San Francisco observaron que, al modo de ver de estos chicos, los supuestos beneficios del alcohol compensaban sobradamente la percepción de los riesgos, a juzgar por el pronóstico que hacían estos escolares de sus hábitos Mente y cerebro 26/2007
de consumo alcohólico a una distancia de seis meses. Ahora empieza a quedar algo más claro por qué fracasan los programas de intervención tradicionales en tantos adolescentes. Aunque los programas hacen hincapié en la importancia de una acertada percepción del riesgo, la verdad es que los jóvenes ya se sienten vulnerables y tienden a sobrestimar los peligros. Y los programas fallan al no alertarles sobre el atractivo de los supuestos benefi-
cios, a pesar incluso de que la mente del adolescente tiende a destacar los beneficios frente a los riesgos en situaciones azarosas. No hay duda de que algunos adolescentes han sido “enderezados” por el miedo, mediante los programas de intervención tradicionales. Pero, la mayoría de las veces, tales programas no han servido de mucho para disuadirles de sus temeridades. Y lo que es peor, en ciertos casos pueden animarles a ellas. 59
Supongamos que una adolescente estima que sus probabilidades de contagiarse de VIH en un solo contacto sexual son del 50 por ciento... y se entera después, por su programa de intervención, de que su verdadero riesgo es de 1 en 500 como máximo. El empeño del programa en inundar a los jóvenes con información sobre los riesgos puede resultar contraproducente y hacer más probables los contactos sexuales sin protección o la participación en otras actividades de riesgo. Los autores, para aumentar el éxito de las tentativas de intervención, están ensayando una estrategia distinta de la que inspira a los programas de intervención tradicionales. No se pide ya a los jóvenes que sopesen de forma racional los riesgos y los beneficios; ahora los preparamos para que piensen de forma menos lógica y sí más intuitiva. Con otras palabras, que piensen como lo hacen los adultos que han madurado.
Acentuar lo intuitivo Esta nueva estrategia se funda en una teoría propuesta conjuntamente por uno de los autores (Reyna) y Charles Brainerd, de la Universidad Cornell. Se la conoce por teoría de la representación borrosa (fuzzy-trace). Tenida en un principio por sumamente radical, hoy está “integrada en el sistema” del campo del desarrollo cognitivo, porque las investigaciones han confirmado muchas de sus sorprendentes predicciones. La teoría de la representación borrosa ofrece una explicación para la evolución de comportamientos y recuerdos que parte de la infancia, pasa por la adolescencia y continúa hasta la edad adulta, que se basa en las modificaciones que experimenta nuestra forma de razonar. Hace diez años, esta teoría pronosticó y descubrió, entre otros, el hecho, contrario a la intuición, de que algunos falsos recuerdos tienen mayor estabilidad
Exageración de los riesgos RIESGO DE CONTAGIO (PROBABILIDAD PORCENTUAL)
FUENTE: “RISK AND RATIONALITY IN ADOLESCENT DECISION MAKING: IMPLICATIONS FOR THEORY, PRACTICE, AND PUBLIC POLICY,” POR V. F. REYNA AND F. FARLEY EN PSYCHOLOGICAL SCIENCE IN THE PUBLIC INTEREST, VOL. 7, N.º 1; SEPTIEMBRE 2006
VALOR PERCIBIDO
VALOR ESTADISTICO PUBLICADO
70 – 60 – 50 – 40 – 30 – 20 – 10 – 0– CLAMIDIASIS GONORREA
VIH O SIDA
PAPILOMA HUMANO
SIFILIS FILIS
ENFERMEDAD DE TRANSMISION SEXUAL
Cuando se les preguntó a 254 alumnos de catorce a diecisiete años cuál era la probabilidad de que una muchacha de su edad sexualmente activa contrajera una enfermedad de transmisión sexual, estimaron que tal riesgo era mucho mayor que el observado estadísticamente.
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en el tiempo que los recuerdos auténticos. La teoría “fuzzy-trace” pertenece a la clase de las teorías de “dualidad de procesos”; postulan que las personas, para llegar a conclusiones sobre las situaciones que se les plantean, se fundan en dos modos de razonamiento bastante diferentes: verbatim y quid. Consiste el primero en un enfoque analítico, deliberativo, que se basa en conocimientos de detalle, como los ya recopilados mediante ejercicios rutinarios y la memorización de hechos. En este razonamiento verbatim, “de repetición literal”, interviene la clase de procesamiento computacional que se da por supuesta en los programas de intervención del riesgo, en los que los azares han de ser equilibrados de forma estricta por las recompensas. El segundo estilo de razonamiento, el quid, lejos de ser analítico, es “borroso”: se produce de forma inconsciente, y depende, sobre todo, de la intuición, lo que permite penetrar rápidamente hasta el meollo, el quid, de la cuestión de que se trate. (La palabra “trace” en la teoría fuzzy-trace hace referencia a las representaciones mentales, o trazas, que colectivamente constituyen la memoria.) Los diferentes modos de razonamiento en la teoría de representación borrosa (verbatim y quid) no son mutuamente exclusivos; en realidad, pueden operar al mismo tiempo en una misma persona. Pero cada uno de ellos es predominante en diferentes etapas de la vida del desarrollo humano normal. Jean Piaget, figura legendaria de la psicología del desarrollo, sostenía que al principio de nuestra vida somos niños intuitivos que se convierten, de adultos, en individuos analíticos. La teoría de representación borrosa invierte el orden, y propone, en cambio, que es el razonamiento verbatim, rutinario y literalista, el que impera durante la infancia y la adolescencia. Después, con la madurez, es el pensamiento intuitivo, “quid”, el que se impone para tomar decisiones, despreciando los detalles que apartan del meollo del problema, que son filtrados y eliminados por nuestra experiencia, nuestras emociones, concepción del mundo, educación y otros factores. Mente y cerebro 26/2007
Experiencia de intervención en una joven de 15 años
P.: ¿A qué crees que se debió que tomases decisiones imprudentes en el pasado? R.: En parte, por los amigos de mi pandilla, y también porque suponíamos que lo que hacíamos —tener relaciones, sin el fastidio de los preservativos— no estaba mal. P.: ¿En qué medida ha afectado el programa a tu forma de actuar en situaciones potencialmente peligrosas?
Al decidir, el proceder intuitivo, que capta el meollo del problema, tiende a producir respuestas “simplistas”, del tipo “blanco o negro”, “bueno o malo”, “seguro o peligroso”. Y, no obstante, esta forma de razonar es la más avanzada, porque la tendencia a producir decisiones por este procedimiento aumenta con la edad, la experiencia y la pericia, según se demuestra en las investigaciones sobre niños y adultos.
La teoría de la representación borrosa y el riesgo Cuando la situación entraña riesgos, la teoría de la representación borrosa pronostica que los individuos adultos y maduros no se pondrán a deliberar sobre el grado de riesgo y la magnitud de los beneficios en el caso de que exista una probabilidad no despreciable de que el resultado sea catastrófico o ponga en peligro la salud o la vida. En cambio, sí sería de esperar que por el método verbatim, analítico, que utilizan los adolescentes en casos similares, se tardase más en llegar a una conclusión. Y, en efecto, en los estudios en los que se comparan los tiempos de respuesta, medidos en milisegundos, a preguntas del tenor “¿Es buena idea prenderse fuego al Mente y cerebro 26/2007
R.: En concreto, me parece que he aprendido lo muy importante que es usar un condón, y el programa me ha abierto verdaderamente los ojos sobre lo corrientes que son las enfermedades de transmisión sexual y lo prudente que tengo que ser para evitarlas. P.: La intervención, ¿te ha hecho sentirte más dueña de tu vida? R.: Sí, porque al hablar de todas las distintas formas de decir “no”, yo las he usado en la práctica, lo que me hace sentirme mucho más cómoda. Ahora tengo más confianza en mí misma. Ya no me siento como una tonta al negarme a algo. Y si alguien piensa que soy una tonta, con su pan se lo coma.
pelo?” o “¿Es buena idea beberse una botella de lejía?” queda de manifiesto que los adultos responden antes que los adolescentes. En años recientes, algunos colegas han sugerido que la teoría de la representación borrosa podría ser aplicable al enfadoso problema de las conductas imprudentes de los jóvenes. Hemos aceptado el reto. De nuestras investigaciones se desprende que resultaría útil añadir un componente de carácter intuitivo a los programas de intervención. Estamos convencidos de que al hacer hincapié en el razonamiento intuitivo, en vez de acentuar el “lógico”, ante situaciones que pueden entrañar peligros, se contribuiría a lograr que muchos —aunque no todos— los adolescentes dejasen de participar en osadías e imprudencias.
Dos rutas hacia el riesgo Los autores proponen que hay dos clases de adolescentes que adoptan decisiones temerarias, aunque llegan a tomarlas por rutas muy diferentes: individuos temerarios tras deliberación y temerarios reactivos. Una aplastante mayoría de los jóvenes entre los 13 y los 19 años —los que van cubriendo las etapas normales de la adolescencia— se encuadra en la
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Lo que sigue forma parte de una conversación con una chica de 15 años que había tenido anteriormente un embarazo no deseado y ahora participa en el programa de intervención reforzado con elementos intuitivos preparado por los autores.
clase de los temerarios deliberativos. Antes de realizar algo que tal vez sea peligroso, estos jóvenes sopesan racionalmente las ventajas y los inconvenientes, según les animaban también a proceder los programas de intervención. Y con demasiada frecuencia, estos individuos “racionales” llegan a una conclusión que para ellos resulta lógica, a saber, que los beneficios de la acción arriesgada compensan con holgura sus inconvenientes, y deliberadamente deciden realizarla. Tomemos como ejemplo un caso límite, el de la ruleta rusa, que desempeñaba un papel determinante en el filme El cazador. Nick, el personaje interpretado por Christopher Walken, ha ganado una suma considerable apostando a la ruleta rusa. Le vemos por última vez en un garito de Saigón, sentado frente a su viejo amigo Michael (Robert de Niro) y apuntándose a la cabeza con un revólver. Nick era un individuo mentalmente inestable, traumatizado por la ordalía de la guerra de Vietnam y adicto a la heroína. Mas, para los individuos de conducta deliberadamente temeraria, e incluso para los programas de intervención típicos concebidos para ayudar a estos jóvenes (por no hablar de los economistas de cier61
to pelaje), la decisión de jugar a la ruleta rusa podría ser considerada racional si el premio dinerario fuese suficientemente grande. Después de todo, el beneficio podría ser una fortuna para toda una vida... y el riesgo de perderla era sólo de una parte en seis. El joven temerario-deliberativo se ha fundado en razonamientos literalistas, concordantes con su edad, y no completamente absurdos, cuyos resultados podrían, no obstante, ser trágicos. La mayoría de los adultos, de serles presentada esta propuesta —dinero para ganar, y solamente un cartucho en el tambor— respondería en el acto, “¿Está usted loco?” Ninguna suma, por grande que fuera, me convencería para asestar un arma contra mi sien. No importan aquí ni el número de billetes ni el número de balas: estamos hablando de un riesgo sustancial de perder la vida. “El pensamiento de los adultos se dirige directamente al meollo de la cuestión, toma el camino más rápido y evita distracciones, capta el significado final, y llega a una respuesta clara: ¡De ninguna manera!”
En la temeridad reactiva no se razona ni lógica, ni intuitivamente. Se actúa, en cambio, de forma impulsiva, provocada por alguna tentación llegada del entorno. El temerario reactivo no tiene la intención de hacer cosas peligrosas. Mas, por cierto número de causas —entre ellas, la presión de sus compañeros grupales o la excitación del momento— se ven arrastrados a situaciones comprometidas, a menudo, en contra de su propio y buen juicio. Por fortuna, al crecer y llegar a adultos, estos temerario-reactivos suelen comportarse de forma mucho menos impulsiva. Hasta entonces, los esfuerzos para influir en el desarrollo cognitivo de estos jóvenes de poco sirven, pues no actúan tras reflexión, sino por reacción. Las medidas para proteger a estas personas, que asumen riesgos sin proponérselo, deben centrarse en la supervisión, e incluso el control, de adultos, para reducir las ocasiones de que reaccionen ante la tentación. Los temerarios deliberativos —el grupo muchísimo mayor de adolescentes en riesgo— tienen una probabili-
dad mucho mayor de beneficiarse del pensamiento intuitivo, menos lógico y más dirigido al quid de la cuestión. Estos jóvenes razonan —por erróneas que puedan ser sus conclusiones— y podemos quizás influir en su forma de razonar. Con este fi n, estamos estudiando los resultados de un programa de intervención basado en el refuerzo de la intuición en un ensayo clínico, con participación de más de 800 adolescentes. Somos optimistas sobre la posibilidad de que la metodología del pensamiento intuitivo se incorpore en los programas de prevención de riesgos, en los que podría ayudar a que los jóvenes atraviesen sin daño los peligrosos años de la adolescencia. Ofrecemos, por el momento, las siguientes recomendaciones, que están avaladas empíricamente, para ayudar a los adolescentes a evitar peligros para su salud: • A los temerarios reflexivos se les han de presentar argumentos bien razonados para que rechacen conductas peligrosas, e información veraz sobre datos y normas sociales
Pensar en lo impensable En estudios donde se mide el tiempo de reacción, los adolescentes tardan mucho más que los adultos antes de responder “no” a preguntas como “¿Es buena idea beberse una botella de lejía?”
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TIEMPO DE REACCION (EN MILISEGUNDOS)
© iSTOCKPHOTO / JAMES FERRIE
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ADOLESCENTE EDAD
Mente y cerebro 26/2007
(“La idea de que a tu edad todo el mundo ha tenido ya relaciones sexuales no es cierta”). Hay que centrarse en reducir los beneficios percibidos de las conductas imprudentes y reforzar, en cambio, los beneficios percibidos de otras posibles conductas, más seguras. • A los adolescentes les cuesta comprender la idea de “consecuencias dañinas” porque carecen de experiencia al respecto (que podría hacerles también propensos a la repetición de conductas imprudentes). Es necesario ayudarles a comprender que el significado de verdades asociadas a las imprudencias (“como el VIH no responde a los antibióticos, no es posible curar el sida”) y a deducir el meollo o conclusión final de esos mensajes, para que perduren en la memoria durante más tiempo que los hechos singulares. • Disminuir los riesgos mediante el mantenimiento o la implantación de normas que exijan edades más avanzadas para el consumo de alcohol; Mente y cerebro 26/2007
prohibir que otros menores puedan viajar en automóviles conducidos por adolescentes, y reducir la exposición a sustancias que puedan provocar adicciones (en lugar de tratar de enseñar a los jóvenes a beber responsablemente, por ejemplo). • Controlar o supervisar a los jóvenes adolescentes, en lugar de confiar en que ellos mismos tomen decisiones razonadas, o que aprendan en la dura escuela de la vida; eliminar ocasiones de que incurran en conductas peligrosas. • Incentivar a los jóvenes para que desarrollen intuiciones o imágenes positivas de conductas prudentes y saludables, e imágenes negativas de las insalubres, poniendo a su alcance películas, novelas, seriales u otros medios de entretenimiento que susciten una evocación emotiva. • Identificar e incentivar a los adolescentes para que se comprometan consigo mismos (“No voy a asistir a fiestas donde no haya adultos”) y
MORGUEFILE.COM
¿IMPORTA EL NUMERO DE BALAS para decidir si se juega o no a la ruleta rusa? Una decisión racional no siempre requiere pensar analíticamente.
ayudarles a identificar indicios de posibles riesgos, para evitarlos antes de que sea demasiado tarde (“No subiré en un coche si el conductor ha bebido”). VALERIE F. REYNA y FRANK FARLEY han estudiado el riesgo durante un cuarto de siglo. Reyna enseña psicología y desarrollo humano en la Universidad Cornell. Farley, titular de la cátedra L. H. Carnell de la Universidad de Temple, ha ocupado la presidencia de la Asociación Americana de Psicología. Bibliografía complementaria HOW PEOPLE MAKE DECISIONS THAT INVOLVE RISK: A DUAL-PROCESSES APPROACH. Valerie F. Reyna en Current Directions in Psychological Science, vol. 13, n.o 2, págs. 60-66; 2004. THE DEVELOPMENT OF JUDGEMENT AND DECISION MAKING IN CHILDREN AND ADOLESCENTS. Compilación de Janis E. Jacobs y Paul A. Klaczynsky. Lawrence Erlbaum Associates, 2005.
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Delincuentes sexuales Muchos delincuentes sexuales se arrepienten de sus delitos y quieren evitar una recaída. Para llevar a cabo sus propósitos precisan ayuda terapéutica
Bernd Wischka
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imm acude puntual. Como siempre. Toma asiento en una de las sillas dispuestas en círculo y espera la llegada de los demás. Le irritan los retrasos. Pero él apenas participa en los diálogos que se desarrollan iniciada la sesión. Prefiere escuchar a sus compañeros. Hoy, sin embargo la psicoterapeuta le interpela directamente. ¿Qué pasó en su caso? Aunque el joven se muestre relajado todos notan que está deseando terminar con su relato cuanto antes. Entonces la psicóloga le ruega que se coloque en el papel de su víctima. Y empiezan: “¿Cómo se llama usted?” “Jennifer”, responde Timm. “¿Qué edad tiene usted?” “¿A qué se dedica?” “¿En qué ocupa el tiempo libre?” Se van sucediendo las preguntas, pues al fin y al cabo la psicóloga quiere saber lo que Jennifer sintió cuando Timm entró enmascarado en su piso. Y prosigue: “¿Qué pensó cuando reconoció a Timm?” “¿Temía que la fuera a matar?” Es cuando Timm pierde su aplomo de hielo. Se halla sentado, con el cuerpo inclinado hacia delante y los ojos enrojecidos. Hace dos años que violó a la joven. Desde aproximadamente ocho meses acude dos veces por semana a sesiones de terapia conductualcognitiva en la prisión de Lingen. El grupo consta de ocho convictos de delitos sexuales y dos psicólogos. La terapeuta no relaja la presión: “Jennifer, ¿qué cambió en su vida con 64
la violación?” Timm responde a todas las preguntas. Aunque se atasca, no elude las respuestas. La psicóloga está satisfecha. Pero un compañero de prisión insiste: “¡Naturalmente que Jennifer tenía un miedo pavoroso! ¿Cómo podía saber ella que tú no la ibas a matar? A ti no te conocía bien. Ni mucho menos”. Timm no había hecho nada insólito entre hombres recluidos en un establecimiento penitenciario o en una institución de terapia social. En el año 2005 se denunciaron en Alemania unos 8100 casos de violación y de agresión sexual, así como unos 14.000 delitos de abuso infantil. Algunos de los delincuentes acabaron en un instituto psiquiátrico porque el tribunal, basándose en el informe de los peritos, decidió que no se les podía imputar culpa y requerían un tratamiento psiquiátrico. Pero la mayoría cumple una condena de privación de libertad en prisión. Al cabo de un año, de tres o quizá de diez son puestos en libertad. La alarma social se dispara cuando uno de ellos reincide. Muchos ciudadanos transmiten a los políticos la necesidad de “encerrar por vida a todos los delincuentes sexuales”, según proponía en 2001 el entonces canciller Gerhard Schröder. A la hora de cumplir tal demanda, se plantea la cuestión de dónde alojar a tanto delincuente. Desde el año 2001 la administración ha invertido alrededor de mil quinientos millones de euros en la construcción de nuevas instalaciones penitenciarias. Hay en-
carcelados en todo el territorio federal 5000 delincuentes sexuales. Un día en prisión cuesta alrededor de 80 euros, lo que supone un gasto cotidiano de 400.000 euros. Nuestra sociedad gasta cada vez más en sancionar a los delincuentes. Pero apenas nos preguntamos si tales costes son proporcionales al provecho obtenido. Cambiemos de escenario. Curso de perfeccionamiento en psicología forense en el marco del “Programa de tratamiento de delincuentes sexuales”. Mis colegas y yo, desde finales de los noventa, hemos desarrollado esta variante terapéutica en la prisión de Lingen a partir de terapias cognitivas-conductuales. El psicólogo que dirige el juego de roles pone sobre la mesa un objeto envuelto en un paño al tiempo que les dice: “He traído el cuerpo del delito de una violación”. Todos le miran tensamente cuando desenvuelve el paquete: un molde de cerebro humano.
Los delitos sexuales empiezan en la mente Con ello expresa gráficamente lo que caracteriza nuestra visión sobre el tratamiento de la delincuencia sexual: el punto de arranque fundamental son los procesos cognitivos que llevan a un hecho delictivo. Y aquí partimos de que hablamos de hombres con
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RECLUIDOS EN PRISION. Más de 1000 delincuentes sexuales se encuentran actualmente en Alemania en tratamiento psicoterapéutico. Mente y cerebro 26/2007
Mente y cerebro 26/2007
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VISUM; JUSTIZVOLLZUGSANSTALZ ZEITHAIN
responsabilidad y no de “bestias” ni “dementes” esclavos de sus hormonas. Sólo con esta perspectiva vale la pena tratar a un delincuente sexual, contando con su colaboración, para evitar en el futuro comportamientos sexuales deturpados. El supuesto necesario es que también él quiera conseguir la meta. Pero al propio tiempo se trata de reconocer en los afectados tendencias de difícil enderezamiento. No se puede eliminar de un plumazo una pedofilia arraigada, ni siquiera con terapias de larga duración. En la meta importa “control más que curación”. Dicho de otra manera, un delincuente sexual no puede eliminar sus fantasías anormales por completo, pero sí puede aprender a controlar su comportamiento. El exacto conocimiento del desarrollo de un delito puede revelar sus causas y orígenes. Timm lo ha descrito en su grupo: Jennifer es una conocida de su hermana, que vive en una casa pequeña en estado de cierto abandono. Por eso, Timm, una persona habitualmente altruista, se ha prestado a repararla, gratis. La chica apenas le presta atención durante los trabajos. Cierta noche Timm lleva en coche a su hermana a una fiesta. La deja y
vuelve en seguida a casa. Enciende la televisión y su estado de ánimo se va desasosegando. Pone un vídeo pornográfico con sus fantasías sexuales preferidas: durante la masturbación se imagina que tiene una amiga que le ha sido infiel. Le pide explicaciones y la golpea. Ella se arrepiente de todo, le pide perdón y se acuesta con él. A Timm le entra hambre y decide salir a buscar algo en una casa de comida rápida. Toma el coche. Le gusta conducir. En vez de optar por el tramo más corto, da un rodeo. De pronto se encuentra ante la casa de Jennifer. La puerta trasera se halla abierta; Jennifer está sola. Timm saca su pistola de la guantera del coche, va al maletero, se cala el pasamontañas, recoge las esposas y la cinta adhesiva. Se encamina hacia la puerta trasera... ¿Por qué ha violado Timm a Jennifer? ¿Había planificado su delito desde hacía tiempo? Cuando estaba ante la casa de Jennifer ya tenía todo lo que necesitaba: esposas, pasamontañas, pistola. ¿Dudaba hasta el último momento? ¿Cómo justificaba su acto ante sí mismo? Si se pregunta a quienes han cometido un delito sexual por sus motivos, suelen contestar: “No sé cómo pudo
Experiencias negativas en la infancia y juventud
Acontecimientos ambiguos negativos
Esquemas mentales erróneos
pasar”, “Sencillamente, me vino por sorpresa”, “El alcohol tiene la culpa” o “Cuando me di cuenta de lo que hacía era demasiado tarde”. Con tales excusas los delincuentes ahogan la responsabilidad de sus actos. Resulta más sencillo representar un hecho moralmente reprobable como producto de un estado de enajenación que aceptar que se ha actuado de manera consciente. ¿Cómo caracterizar la postura de Timm ante las mujeres? No es fácil hablar con él sobre la cuestión. A menudo se siente explotado. Tuvo sus primeras experiencias sexuales con su hermana mayor y cuando su madre se percató de ello le apaleó inmisericorde. Se echó tierra sobre el asunto. Las chicas de su clase se ríen de este tímido retraído. Les gusta que les repare sus bicicletas, al fin y al cabo nunca se niega. Su comportamiento servicial trasciende las aulas. Timm estudia formación profesional, cuyas prácticas simultanea con pequeños trabajos en las viviendas de su círculo de conocidos, a menudo sólo por una palabra de agradecimiento.
Dependiendo sólo de sí mismo Timm crece automarginado. No habla con nadie de sus problemas; a nadie cuenta sus fantasías. Carente de ayuda para aligerar su presión psíquica y recapacitar sobre sus obsesiones. Siente complejo de inferioridad ante las mujeres. Sus primeras experiencias sexuales tuvieron un componente negativo, vinculadas a un castigo. Por un lado, Timm busca el reconocimiento con sus prestaciones y altruismo; mas, por otro, evita el contacto estrecho con el otro sexo por miedo al fracaso. No
Elaboración selectiva de la información SIGANIM / GEHIRN & GEIST, SEGUN BERND WISCHKA
2. Factores de riesgo: alcohol, drogas, excitación sexual
Interpretación limitada
DELITO SEXUAL
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EN EL UMBRAL DE LA VIOLENCIA. La repetición de experiencias negativas consolida los esquemas mentales negativos. Los afectados perciben los sucesos críticos de forma unilateral y distorsionada. Si a ello se agregan además otros factores como el alcohol o la excitación provocada por películas pornográficas, sólo queda un pequeño paso hacia la violencia. Mente y cerebro 26/2007
Mente y cerebro 26/2007
BERND WISCHKA
cultiva ninguna relación franca. Como contrapartida, y estimulado por películas pornográficas, desarrolla imágenes fantasiosas en las que ejerce su poder sobre las mujeres. En los delincuentes sexuales, las experiencias negativas de sus relaciones desempeñan una función importante, además de las vivencias traumáticas de violencia y abusos en la infancia y juventud. Conducen a esquemas mentales muy rígidos en las asociaciones de ideas sobre sí mismos y los demás. Jennifer deja displicente que Timm prosiga con los arreglos. El se siente despreciado y explotado. Sus esquemas mentales no permiten otra interpretación, de manera que no intenta iniciar otro tipo de aproximación. A la espera de una salida negativa se consuman sus augurios: Jennifer mantiene las distancias con este “bicho raro”. Una última mirada retrospectiva permite barruntar cómo Timm se iba acercando a la comisión del delito sexual. Anda siempre introduciendo mejoras en su coche. Se gana un dinero esporádico con suplencias de taxi. Le gusta y así mata su tendencia al aburrimiento. Solo en su habitación, pasa a veces horas entre vídeos, preferentemente de acción. Hace un año un pasajero del taxi intentó robarle, pero el delincuente huyó cuando Timm paró en un tramo iluminado y transitado de la calle. Pensó: “¡Esto no me vuelve a pasar!”. Se procuró una pistola, que llevaba desde entonces en el taxi. Y cuando toma su propio coche, la pasa a la guantera, para cualquier eventualidad. De hecho, su maletero se encuentra repleto de herramientas, amén de las necesarias en caso de accidente (cuerda de remolque, guantes, cinta adhesiva, cuchillo y un pasamontañas contra el frío). Cierto día en que espera la gestión de un cliente junto a un mercadillo, aprovecha para comprarse un sombrero de piel y un par de esposas. A las pocas semanas comete la violación. Lo que esta descripción evidencia es que no todos los delincuentes sexuales planean con mucha anticipación sus delitos y los ejecutan de acuerdo con lo proyectado. A menudo, se toman una serie de “decisiones aparentemen-
3. CIRCULO CERRADO. En alrededor de 90 sesiones de grupo con más o menos de seis a ocho participantes los delincuentes sexuales deben modificar sus criterios y aprender nuevas formas de comportamiento. Cada sesión dura hora y media. te sin trascendencia” y sin fijar de antemano el resultado. Algo similar acaeció en el caso de Timm. ¿Qué quería hacer con las esposas? Quizá se tratara de un capricho grotesco. Otra cuestión es de si había introducido el pasamontañas en el maletero para las noches muy frías. ¿Se imaginaba usar la pistola para intimidar a una mujer? ¿Quizás en el caso de que una lo hubiese “merecido”? Con el tiempo tales pensamientos hacen más probable la comisión del delito. Pero a veces coinciden determinadas circunstancias: una interpretación unilateral (“ella se aprovecha de mí”) u otros factores (el alcohol y la excitación provocada por la película pornográfica). En esas circunstancias la presión para una satisfacción inmediata es tan apremiante, que el delito se presenta como algo inevitable en la vivencia personal. En nuestro programa de tratamiento los delincuentes informan al grupo de sus experiencias anteriores con el fin de ir sacando a la luz los esquemas
cognitivos subyacentes: ¿qué criterios, estados de ánimo y sentimientos constituían el punto de arranque del delito? ¿Cómo se fueron formando? ¿Qué experiencias vitales desempeñaron un determinado papel en cada caso? Por último, cada participante interviene en busca de pormenores: ¿Qué decisiones tomó el día de los hechos y por qué razones? En tanto en cuanto el autor se vea como persona que tomó una decisión ante diferentes alternativas de actuar, puede asumir la responsabilidad por su actuación pasada y por la futura. Otro centro de gravedad de esta terapia recae en la estimulación de la capacidad de empatía. Los delincuentes han de atender a informes de mujeres violadas. Y ellos mismos deben describir en el grupo su propio delito desde la perspectiva de la víctima. Al principio Timm había minimizado las consecuencias que le llevaron hasta Jennifer. Y pretextó que “ella ya había tenido varias experiencias sexuales”, añadiendo: “¿Por qué finalizó Jen67
JVA LINGEN
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¿VENTANA SIN VISTAS? Para los delincuentes sexuales la terapia cognitiva-conductual puede ser una oportunidad de cara a una nueva vida con relaciones interpersonales de funcionamiento normal.
nifer su psicoterapia ya al cabo de seis meses si presumiblemente había sufrido un trauma tan negativo?” Pero Timm hace ya tiempo que no repite tales cosas.
Levantar umbrales de freno Aunque se consiga eliminar justificaciones y se minimice la importancia de los hechos, ¿qué pensar ante la reincidencia? A este respecto, nuestro enfoque terapéutico se orienta hacia la prevención de la dependencia. También aquí se trata de cambiar la tendencia y levantar umbrales de freno, sin olvidar reconocer situaciones críticas y de evitarlas. De superarlas, si se presenta. En el centro de toda terapia se sitúa la profilaxis contra las recaídas. 68
De la importancia de ésta nos ilustra el siguiente ejemplo: Markus, que ha abusado sexualmente de una niña de doce años, está recluido desde hace tres en el centro de Lingen. En los dos últimos años, se ha venido preparando para no reincidir, a su salida de la reclusión. Pero nosotros partimos de que no se ha volatilizado su interés por los niños, sino que, en el futuro y en momentos críticos, volverá a tener las correspondientes fantasías sexuales. Y lo decisivo será si podrá volver a librarse de ellas. Su intención —si perdura y él se encuentra confortable en ella— produce un sentimiento de profunda “autoeficacia”, la sensación de poder conseguir un objetivo por decisión y acción propias. Se trata de un circuito de intenciones que se refuerza a sí mismo. ¿No habría aquí un problema de autovaloración? Puede ser que durante mucho tiempo Markus no se enfrente a una situación difícil. No percibe peligro alguno cuando sus paseos le llevan cada vez con más frecuencia a la Escuela de Enseñanza Básica de su pueblo. Si alguien le ofreciera ahora un piso con vistas al patio de recreo, ni siquiera se atormentaría. Markus supera la contemplación de los niños. Pero, ¿podrá hacerlo cuando experimente un rechazo, se sienta solo o haya consumido alcohol? ¿Cómo reaccionará al ver a un niño llorando porque se ha caído? ¿Irá a consolarlo? ¿Podrá entonces dominar sus sentimientos? Y si lo consigue, ¿qué hará cuando vuelva a estar en casa? ¿Navegar en Internet, chatear con otros jóvenes en el papel de un joven o “bajar” páginas de pedofilia? Se consigue a veces salir de esa situación. Pero si no ocurriera, podría empezar a sopesar la iniciación de relaciones sexuales con una menor, presuntamente, y de nuevo otra vez, con una muchacha en el umbral de la pubertad. Quizá llegará a autoconvencerse de que él tiene derecho a amar y de que las muchachas de hoy con doce años están mucho más desarrolladas que antes. ¿Es que no sienten curiosidad y quieren tener también sus experiencias? Minimiza las consecuencias para la víctima; al fin y al cabo él no hará uso de la violencia. “Si ella no quiere,
lo dejo en seguida.” La presión por la autosatisfacción sube de punto; se masturba acompañándose de las fantasías en las que su última víctima desempeña el papel principal. Y todo palidece: las consecuencias de una nueva condena, el cumplimiento de la misma. Pensará que la terapia ha sido un fracaso y que sigue todo igual. Si se le priva al delito sexual del mito de un acto criminal impulsivo se pueden reconocer las vías para hacer más improbable la reincidencia. Lo que le importa a Timm en primer lugar es entender la comisión del delito, asumir la responsabilidad y desarrollar la firme voluntad de no buscar otras víctimas. Y para ello debe conocer los daños sufridos por una mujer violada. Al propio tiempo tiene que cuestionar sus convicciones y buscar otras experiencias que corrijan sus esquemas mentales equivocados y generen nuevas estructuras mentales. Por esa razón importa que Timm construya una relación de confianza con una terapeuta femenina y que aprenda que “no todas las mujeres se aprovechan de mí”. El terapeuta debe buscar que establezca relaciones distendidas con el mundo exterior. Le ayudará a ampliar sus competencias sociales, a estructurar amistades y a aprender a hablar sobre sus problemas. Y es que lo que necesita, tras su puesta en libertad, es un círculo de personas que le apoyen y le saquen de una eventual crisis. Lo que recuerda bastante al alcohólico luego de una cura de desintoxicación. Además el muchacho ha de ejercitarse a refrenarse y no definirse sólo por sus logros. Algo ha conseguido ya. Debe saber que determinadas fantasías sexuales y el consumo de pornografía fomentan los delitos sexuales, es decir representan factores de riesgo que hay que evitar. Durante la terapia, va ensayando una gama de posibilidades de acción que le permitan enfrentarse a la soledad, la decepción y el aburrimiento, sin entrar en situaciones de riesgo. En resumen, por un lado no se trata de metas inalcanzables, aunque el camino a seguir cueste tiempo y esfuerzo. Y por otro lado sería ingenuo creer que Timm puede alcanzar Mente y cerebro 26/2007
ABSTENCION
Sensación de autoeficiencia
Sobrevaloración de sí mismo, decisiones aparentemente intrascendentes
SIGANIM / GEHIRN & GEIST, SEGUN BERND WISCHKA
Estados emocionales negativos, conflictos interpersonales
Capacidad para superar situaciones críticas
Presión de complacencia, expectativa de fracaso, distorsiones cognitivas
REINCIDENCIA
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TOMAR LA CURVA. El comportamiento aberrante se asemeja a una dependencia. Cuanto más se aleja la persona afectada de su propósito de mantenerse “abstemia” (flecha roja) tanto más difícil le resulta dar un giro a la situación (flecha azul).
estas metas sin ayuda; es decir, con la mera reclusión carcelaria.
Comunidad terapéutica La terapia tiene que crear condiciones que permitan experimentar nuevos modos de comportamiento. Sólo se pueden esperar efectos duraderos de un “comienzo integrador”; el personal psicológico de instituciones penitenciarias entiende su función en un marco amplio donde entran las relaciones laborales y el entorno vital del delincuente sexual. En el seno de esa comunidad terapéutica, deben preparar cuidadosamente la situación para después de la excarcelación. ¿Se puede documentar fehacientemente la eficacia de una psicoterapia de delincuentes sexuales? No faltan los estudios que aportan una respuesta afirmativa. En 1999 Margret Alexander, de la Oshkosh Correctional Institution de Wisconsin, analizó 79 estudios terapéuticos con casi 11.000 casos de delincuentes. La cuota de reincidencia de los delinMente y cerebro 26/2007
cuentes sexuales no tratados llegaba, con un 18 por ciento, al porcentaje de otros estudios de América del Norte y de Alemania. En el caso de los tratados terapéuticamente la cuota de los reincidentes bajaba al 13 por ciento. Entre quienes se aplicaban métodos cognitivos conductuales el porcentaje alcanzaba incluso al 7,2 por ciento. A similares resultados llegan los metaanálisis recientes. Hace poco registró William D. Marshall, de los Servicios Psicológicos de Rockwood en Kingston, 534 delincuentes sexuales, de los cuales una parte había hecho una terapia cognitivo-conducutal. Después de más de cinco años de libertad, el porcentaje de reincidentes llegaba sólo al 3,2 por ciento, frente a un 16,8 por ciento de los que no habían pasado por la terapia. En conjunto, con estos métodos cognitivos-conductuales, podemos declarar una reducción de los reincidentes en un 50 o 60 por ciento. Pero la terapia tiene también sus límites. Así, cuando un delincuente
domina las reglas sociales del juego y dispone de estrategias para la autorregulación y, no obstante, tiende conscientemente a objetivos sexualmente desviados. Suele darse entre personas con fijaciones sadistas o pedófilas, lo mismo que en individuos con trastornos de personalidad. En definitiva, tipos de delincuentes con especial riesgo de reincidencia. Una terapia de grupo carece de sentido si el interesado aprovecha la narración del delito ajeno para planificar con mayor refinamiento su futura reincidencia o buscar placer en la descripción de las penas de las víctimas. Los métodos cognitivos-conductuales no sirven sin un mínimo de empatía con las víctimas. Se comprende el deseo de que se penalice y se recluya a los delincuentes. Sin embargo, es irracional la creencia de que un rígido sistema de encarcelamiento hará bajar el número de delitos sexuales y violentos. Igual de irrealista es la idea de que todo delincuente puede ser preservado de una reincidencia mediante un tratamiento psicoterapéutico. Pero lo que es seguro es que las medidas terapéuticas aquí descritas pueden contribuir a reducir el número de otras víctimas. BERND WISCHKA, psicoterapeuta, dirige el departamento socioterapéutico de la prisión de Lingen y coordina las instituciones socioterapéuticas de la Baja Sajonia. Bibliografía complementaria BEHANDLUNG “GEFÄHRLICHER STRAFTÄTER”: GRUNDLAGEN, KONZEPTE, ERGEBNISSE. Dirigido por G. Rehn et. al. (2ª edic.). Centaurus; Herbolzheim, 2001. DAS BEHANDLUNGSPROGRAMM FÜR SEXUALSTRAFTÄTER (BPS): ENTWICKLUNGINHALTE-ERFAHRUNGEN. B. Wischka en Forensik 2003: Krank und/oder Kriminell?, dirigido por M. Osterheider, vol. 18. Eickelborner Fachtagung. Psycho-Gen Verlag; Dortmund, 2004. SOZIALTHERAPIE IM JUSTIZVOLLZUG. AKTUELLE KONZEPTE, ERFAHRUNGEN UND KOOPERATIONSMODELLE. Dirigido por B. Wischka et al. Kriminalpädagogischer Verlag; Lingen, 2005.
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Falsas confesiones ¿Por qué confiesa alguien un crimen que no ha cometido? Los autores analizan las tácticas habituales en los interrogatorios policiales
Saul M. Kassin y Gisli H. Gudjonsson
T
risha Meili sólo tiene recuerdos oscuros del peor día de su vida. En abril de 1989, esta corredora de bolsa fue violada y golpeada hasta quedar inconsciente, mientras practicaba jogging en el Central Park neoyorquino. Probablemente pensando que estaba muerta, el autor o los autores la dejaron allí abandonada. Pero la joven consiguió sobrevivir. Transcurridas apenas 48 horas tras la agresión, la policía detuvo a cinco adolescentes con edades comprendidas entre los 14 y los 16 años. No se encontró ninguna prueba concluyente en el lugar del crimen. Las sospechas contra la banda juvenil eran bastante endebles. Pero el caso ocupaba el foco de los medios de comunicación de todo el país, que apremiaban a las autoridades. Los funcionarios interrogaron a los sospechosos con despiadada agresividad. Además, según pudo comprobarse, algunos fueron vistos en las inmediaciones del parque la noche de autos. Al final, confesaron todos los jóvenes. Cuatro confesiones, grabadas en vídeo, se aportaron en la sala del juicio, a pesar de que los cinco acusados se retractaron posteriormente de sus declaraciones. Afirmaron que habían firmado las declaraciones para librarse de nuevos interrogatorios. No obstante la retractación, aquellas cintas de vídeo convencieron a la policía, a la fiscalía, al jurado y a la nación entera. Los adolescentes terminaron condenados y encerrados en prisión. Trece años después se presentó en la policía Matías Reyes. Reconoció que sólo él había maltratado 70
y violado a la mujer en el parque. La fiscalía de Manhattan reabrió la causa y comprobó que Reyes tenía un sorprendente conocimiento sobre los pormenores del hecho y sobre la escena del crimen. Y, como puso de manifiesto una prueba de ADN, la muestra de esperma recogida entonces procedía indiscutiblemente de él. En diciembre de 2002, los jóvenes fueron puestos en libertad. No se trata de ningún caso aislado. Los anales de la justicia están llenos de decisiones equivocadas, que llevaron a la cárcel, al cadalso incluso, a hombres y mujeres inocentes. Los avances técnicos que se han conseguido en la prueba del ADN permiten hoy la revisión de casos cerrados tiempo atrás gracias a que, en su momento, se recogieron sangre, pelos, esperma, jirones de piel, saliva u otro material biológico. En los últimos años se han descubierto muchas condenas equivocadas. Sólo en los Estados Unidos hasta 2005 se llevaban contados 157 casos. En una cuarta parte de tales sentencias erróneas la prueba definitiva había sido una confesión falsa.
Los motivos de los “culpables inocentes” Pero, ¿por qué confiesa alguien un crimen que no ha cometido? Según la investigación científica, intervienen factores psicológicos muy dispares y complejos. A menudo, el simple deseo de atención o de notoriedad. Cuando, en 1932, fue secuestrado y posteriormente asesinado el hijo de 18 meses de Charles Lindbergh, el célebre piloto que realizó el primer vuelo trasatlántico, se declararon autores del crimen casi un doble centenar de sujetos. Por su lado, Henry Lee
Lucas, medio siglo más tarde y en un clima de apremio gubernamental, se reconoció autor de cientos de asesinatos sin solucionar, lo que le convirtió en el criminal en serie más productivo de la historia del crimen. Amén de ese anhelo de atención, se aducen otros motivos: la necesidad consciente o inconsciente de expiar la culpa de alguna acción anterior, la incapacidad de distinguir la realidad de la fantasía y el mismo deseo de proteger al verdadero autor. Hay quienes confiesan por condescendencia o para conseguir un determinado fin. Quieren evadirse de una situación violenta, escaparse de una amenaza real o imaginaria, si no embolsarse una recompensa prometida. A veces sucede que los sujetos que, durante los interrogatorios, se encuentran cansados y confusos, se muestran incluso fácilmente influenciables y terminan por creerse los autores reales del delito en cuestión, en particular si se les exponen pruebas falsas. Tal le ocurrió a Peter Reilly. Cuando este joven de 18 años, procedente de Falls Village, en Connecticut, volvió una noche a su casa encontró a su madre muerta. Reilly llamó de inmediato a la policía. Acabaría convertido en el principal sospechoso del asesinato. Tras haberse ganado la confianza del joven, un inspector le comunicó que, según el detector de mentiras, no cabía la menor duda de la culpabilidad de Peter, por mucho que éste no se acordara de lo acontecido. Las cintas magnetofónicas revelan que Reilly, a lo largo de interminables horas de interrogatorio, fue experimentando un cambio sobrecogedor: de la negación pasó a la confusión, de ésta a la duda y de la duda (“parece ser Mente y cerebro 26/2007
CORBIS-BETTMANN
1.
AP
LA IMAGEN DE UN ESCANDALO JUDICIAL. En 1989 Yusef Salaam (arriba) y otros cuatro adolescentes reconocieron haber violado a una joven mientras practicaba jogging en el Central Park neoyorquino. Los cinco fueron condenados. Cuando el caso se reabrió en 2002, se produjo la manifestación pública que recoge la fotografía (abajo, en primer plano, la madre de Salaam).
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2. Culpable
Inocente
SIGANIM / GEHIRN & GEIST
Renuncia a los derechos (en porcentaje)
100 90 80 70 60 50 40 30 20 10 0
Neutral
Comprensivo
Agresivo
¿NADA QUE OCULTAR? En un experimento llevado a cabo por Saul Kassin y Rebecca Norwick, una serie de voluntarios hicieron el papel de arrestados para un ficticio “detective McCarthy” del robo de 100 dólares. Previamente se había dicho a cada participante si eran o no culpables. Si eran inocentes, renunciaban con frecuencia mayor a sus derechos constitucionales (permanecer en silencio o que un abogado estuviese presente durante los interrogatorios). Pero cuando el interrogador se ponía agresivo, disminuía considerablemente esa disposición, a diferencia de lo que sucedía con los voluntarios “culpables”.
Estilo de interrogatorio
que he sido yo el que lo ha hecho realmente”) al convencimiento absoluto (“me acuerdo que puse una cuchilla de afeitar, que utilizaba para los aviones de modelismo, en la garganta de mi madre...”). Dos años más tarde aparecieron pruebas sólidas que demostraban la imposibilidad de la intervención de Reilly. En la resolución del caso “Miranda contra el estado de Arizona”, de 1966, el Tribunal Supremo de los Estados Unidos de América dictaminó una exigencia decisiva: la policía debía manifestar a todo sospechoso su derecho a permanecer en silencio garantizado constitucionalmente. Todo el mundo puede callar y solicitar la presencia de un abogado durante el interrogatorio. Sólo cuando el sospechoso “voluntaria, deliberada y conscientemente” renuncia a estos derechos, sus declaraciones pueden aducirse como prueba. Si venimos al continente europeo, en Alemania entró en vigor una instrucción obligatoria semejante en 1879. Y por seguir en el mismo país, un “mandato” como el de la sentencia Miranda se agregó al ordenamiento procesal penal alemán en 1950. Pero las disposiciones garantistas no siempre producen los resultados buscados. Richard A. Leo, de la Universidad de California en Irvine, constató a 72
mediados de la década de los noventa que, en promedio, aproximadamente cuatro de cada cinco sospechosos no hacían uso de su derecho de permanecer en silencio. Además, los sujetos que no habían estado nunca inmiscuidos en un proceso judicial tendían a hacer la declaración sin la presencia de un abogado, un comportamiento distinto de quienes habían tenido ya alguna cuenta con la justicia. En 2004, Saul Kassin, del William’s College de Williamstown en Massachusetts, y Rebecca Norwick, de la Universidad de Harvard, formaron dos grupos de voluntarios: los integrantes del primero debían actuar como si hubieran cometido un robo, mientras que los del segundo se comportarían como si no fueran culpables de nada. Ante un supuesto comisario, sólo el 36 por ciento de los voluntarios culpables estuvieron dispuestos a declarar espontáneamente, mientras que en los inocentes el porcentaje se incrementaba hasta alcanzar el 81 por ciento. Adujeron posteriormente que la razón para obrar así es que no tenían nada que ocultar ni que temer. Tiempo atrás, la policía norteamericana recurría a determinadas técnicas para forzar confesiones u obtener otras informaciones en prisión preventiva, incluidos los castigos corporales. Tales métodos pertenecen al pasado.
Pero las nuevas técnicas de interrogatorio pueden también producir falsas confesiones. Recordemos la aventura de Tom Sawyer. En 1986, inspectores de la policía de Florida imputaron a Sawyer varias agresiones sexuales y un asesinato. Le interrogaron durante 16 horas seguidas, hasta arrancarle la confesión. Sawyer fue considerado el sospechoso principal debido a que, durante el interrogatorio, enrojecía de repente y se mostraba confuso. Lo que se les escapó a los funcionarios es que Sawyer era un alcohólico en desintoxicación y padecía por ello de una fobia social, razones que explicaban su copiosa sudoración y su enrojecimiento en las situaciones de estrés. Tales conclusiones equivocadas radican en sutiles hábitos psicológicos. Según evidencian muchos interrogatorios, cuando uno se ha formado una opinión, tiende a aceptar la información que concuerda con su idea, para despreciar los hechos que la contradicen. Esta inclinación instintiva hacia la confirmación cognitiva determina que las convicciones, una vez surgidas, sean muy estables, aun cuando las pruebas hablen en su contra. Así quedó muy patente en el caso Bruce Godschalk de 2002. Varias pruebas de ADN independientes determinaron que era imposible que hubiera podido cometer la violación que se le había imputado 15 años antes. Sin embargo, el fiscal mantuvo que Mente y cerebro 26/2007
Métodos de interrogatorio controvertidos Pese a la contundencia de tales estadísticas, muchos investigadores siguen creyendo que sus juicios sobre la culpabilidad o la inocencia son más precisos que los de la media de los ciudadanos. Christian Meissner y Saul Kassin, de la Universidad Internacional de Florida, llevaron a cabo en 2002 un metaanálisis de la bibliografía. Comprobaron que en la mayoría de los trabajos los funcionarios criminalistas y el resto de los participantes con formación específica mostraban —en comparación con los no instruidos— una fuerte tendencia a presuponer en los detenidos la intención de engañar. Las falsas confesiones no sólo pueden ocasionarlas los prejuicios de los Mente y cerebro 26/2007
funcionarios, sino también las características de la celda de interrogatorios. Así, los partidarios de la técnica Reid recomiendan que los investigadores efectúen los interrogatorios en habitaciones pequeñas, insonorizadas y sin muebles. De ese modo, los incriminados se sienten aislados y acobardados; además, se potencia su ansia de libertad. En ese ambiente empieza el proceso de interrogatorio de nueve horas de duración que porta el nombre de su creador, John E. Reid. El policía recita ante el inculpado los cargos que se le imputan. Se detiene luego en los puntos que permiten justificar psicológicamente el crimen o pueden hacerlo plausible. Corta cualquier intento de defensa del sospechoso. El agente rechaza todo tipo de objeción de contenido, moral y emocional, al tiempo que presta un especial cuidado a que el interrogado no se retracte del todo. Por eso importa manifestarle al incriminado signos de simpatía, comprensión y de cierta disposición a ayudarle. Al final, el funcionario ofrece al presunto criminal una explicación del delito que le permita salvar la cara y conformar todas las declaraciones en una confesión definitiva. La finalidad del “interrogatorio Reid” no es otra que ejercer una presión creciente contra las negaciones del sospechoso y, al mismo tiempo, minimizar las consecuencias de la confesión. Por esa razón está expresamente prohibido en muchos lugares. Un primer aviso de que las influencias institucionales y culturales producen también falsas confesiones lo constituye el hecho de que las tasas de confesiones varían de un país a otro. En los Estados Unidos firman una confesión el 42 por ciento de los sujetos en prisión preventiva, en Inglaterra casi el 60 por ciento. En Japón los interrogatorios policiales tienen muy pocas limitaciones y, además, el cargo de la violación de una regla culturalmente condicionada genera una enorme vergüenza. Por eso, el 90 por ciento de los sospechosos japoneses confiesan. Mediante estudios de autoevaluación los investigadores se afanan por esclarecer los motivos en virtud de los cuales las personas acceden a hacer una confesión. Gisli Gudjonsson, del
King’s College de Londres, conjuntamente con Hannes Petrusson, de la Clínica Universitaria de Reykiavik, publicaron en 1991 el primer trabajo en este campo. Los autores desarrollaron el “Cuestionario Gudjonsson de Confesión”, que constaba de 54 preguntas. (Andando el tiempo, fue utilizado en un posterior estudio islandés de mayores proporciones y en una investigación norirlandesa.) El resultado fue el siguiente: entre los diversos motivos que llevan a la confesión, la creencia en la existencia de una carga probatoria aplastante desempeña un importante papel. Razón por la cual, la presentación de indicios ficticios mueve a los inocentes hacia la confesión; por ejemplo, cuando un funcionario se inventa un testigo presencial o pretende tener recogidas huellas dactilares, pelos o sangre del interrogado.
3. EN LA ACTUALIDAD, LAS PRUEBAS DE ADN permiten reabrir casos en los que se condenó a la persona equivocada.
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las pruebas de ADN eran defectuosas y se negó a reabrir el caso. A la pregunta de cuáles eran las razones de su escepticismo, el fiscal respondió: “No tengo al respecto ninguna base científica. Confío en mis policías y en la confesión grabada en la cinta magnetofónica. Por eso, los resultados de las pruebas de ADN tienen que estar equivocados... hasta que alguien me demuestre lo contrario”. Los prejuicios influyen en el estilo policial de interrogatorio, lo que repercute a su vez en la conducta de los inculpados. Lo demostraron en 1999 Lucy Akerhurst y Aldert Vrij, de la Universidad de Portsmouth. Cuando los policías gesticulaban intensamente e iban de un lado para otro en el cuarto, los arrestados reaccionaban con intranquilidad motora, conducta que, ante los ojos de los agentes, resultaba harto “sospechosa”. No suele ser fácil distinguir entre verdad y mentira en las declaraciones testimoniales. Numerosos experimentos ponen de relieve que la mayoría de las personas, cuando aciertan en esta distinción, lo hacen por casualidad. En este campo, la formación produce, en el mejor de los casos, mínimas mejoras. En general, los sujetos que profesionalmente deberían estar más entrenados para distinguir las mentiras —policías, psiquiatras o inspectores de aduanas— alcanzan sólo en promedio una cuota de aciertos del 54 por ciento.
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ENTREVISTA - “Interrogar consiste en establecer relaciones” Jo Reichertz, de la Universidad de Duisburg-Essen, ha asistido a numerosos interrogatorios policiales en calidad de observador y consejero. Declara que las falsas confesiones no representan en Alemania ningún problema grave, a diferencia de lo que acontece en Estados Unidos. Profesor Reichertz, ¿con qué frecuencia se dan en Alemania falsas confesiones? Aquí se trata de un fenómeno excepcional. Recuerdo el caso de Günther Kaufmann, un actor que reconoció haber asesinado a su asesor fiscal y pasó por ello varios años en prisión. Más tarde se descubrió que su mujer había contratado a dos hombres para matar al asesor fiscal, por haber descubierto sus ocultaciones al fisco. Kaufmann, compadeciéndose de su mujer gravemente enferma, se hizo pasar por culpable del crimen. ¿Qué factores desempeñan un papel significativo en las falsas confesiones? Son múltiples: algunos confesos quieren desviar la atención de otros hechos delictivos, confundir a la policía o simplemente escapar de un interrogatorio sofocante. Otras veces, los sujetos se creen culpables, aunque en verdad no lo sean. Así acontece en delitos cometidos bajo la influencia de las drogas o por personas con enfermedades psíquicas o de inteligencia disminuida. No hay en Alemania estadísticas fiables, ni siquiera valoraciones, sobre la cuantía de falsas confesiones. Según mi experiencia, dos tipos son los más frecuentes: corazones solitarios en busca de algún tipo de atención o reconocimiento; y sujetos que buscan en invierno un lugar donde resguardarse y tener una comida. ¿A qué obedece la elevada tasa estadounidense de falsas confesiones? En los Estados Unidos cada estado federal tiene sus propios reglamentos y, en parte, también cada ciudad. No cabe, pues, establecer una comparación directa con Alemania. En algunos sitios o en algunos estados federales los reglamentos proteccionistas para los testigos son “más blandos” que en
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Alemania, aunque no podría aportar mayor precisión. Pero hay otros estados federales en los cuales las medidas para garantizar los derechos de los arrestados están claramente establecidas: en ellos el tribunal obliga a que exista una grabación magnetofónica de todos los interrogatorios y a veces también un vídeo de los mismos. En el caso de que se infrinjan tales derechos, no pueden utilizarse las pruebas así obtenidas. En el sistema legal alemán solamente se exigen las grabaciones magnetofónicas, aunque con las mismas estrictas imposiciones. ¿Considera usted que son adecuadas las disposiciones legales en Alemania a este respecto? Hemos de alegrarnos de que las leyes expliciten con nitidez qué está y qué no está permitido en los interrogatorios policiales. Pero, desde mi punto de vista, y en interés tanto de la víctima o víctimas como de la sociedad en su conjunto, resulta legítimo no limitarse a preguntas protocolarias, del tipo “¿fue usted o no?”. Es necesario que los policías desarrollen su trabajo de esclarecimiento de los hechos delictivos. En última instancia, ese proceder obra en interés del detenido, pues, mediante su declaración, puede quedar libre de su acusación. La protección de las víctimas y de los testigos va a menudo de la mano. ¿Cómo transcurren los interrogatorios en las comisarías alemanas? Por lo general, dos inspectores realizan conjuntamente el interrogatorio, cuyo desarrollo se halla sometido a prescripciones muy claras. En primer lugar, se informa al interrogado sobre su derecho a permanecer en silencio y a declarar en presencia de un abogado. Todas las preguntas y declaraciones son protocolizadas y enviadas a continuación al tribunal, una vez que el inculpado las ha leído y firmado. Ningún interrogatorio puede prolongarse más allá de cuatro a cinco horas. ¿Cómo se producen en Alemania las confesiones? Hay dos situaciones de partida distintas: el interrogado, ante las pruebas que se
presentan contra él, puede admitir su culpa de principio a fin. En ese caso todo está claro. Pero cuando el detenido rechaza todas las inculpaciones, los funcionarios, si persisten las sospechas sobre el sujeto, deben proceder a interrogar de la forma establecida. ¿Puede usted ponernos un ejemplo? En una ocasión tres jóvenes con apenas 18 años se habían puesto a tono con sus novias. Se emborracharon y vieron juntos un par de películas de Bud Spencer. Y a continuación se fueron a la calle con la intención de dar una paliza al primero que se encontraran. Se toparon con un anciano y le mataron a golpes. Uno de los tres chicos negó todo obstinadamente. Pero, en el transcurso del interrogatorio, un policía logró establecer con él una relación “fraternal”. Le hizo ver que todo el mundo podía cometer una tontería en su vida. Y al mismo tiempo apeló a su honor. Pero el empuje definitivo para la confesión fue la alusión a su novia embarazada y la pregunta: “¿Qué pensará tu hijo de ti si no tienes el valor de reconocer tus propios actos?” Parece entonces que el terreno interpersonal es decisivo para el éxito de una confesión. Exacto. Sobre todo en ausencia de pruebas ni testigos. Es entonces cuando la policía pone en marcha las estrategias comunicativas. Y entonces el policía se convierte en un psicólogo.
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Más bien en alguien en el que confiar. En la primera fase del interrogatorio el policía intenta conocer mejor al detenido y descubrir cuáles son los valores que él considera importantes: por ejemplo, la fidelidad, el sentido del deber, el orgullo o la responsabilidad. Si el arrestado permanece en sus trece, el policía se dirige a una segunda fase, en la que se busca estabilizar la relación y construir puentes. El funcionario procura evitar el terreno de la culpa, muestra signos de respeto y de un cierto entendimiento de los posibles motivos del crimen. No se pueden, sin embargo, aducir falsos hechos o pruebas, pues el abogado defensor lo utilizaría para exculpar a su defendido.
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¿Qué pasa cuando el interrogado no coopera? Entonces las cosas se vuelven bastante más complicadas. En el caso de cargos graves, hay muy pocos interrogatorios, al menos en Alemania, en los que un abogado no esté presente. Y la mayoría de los letrados aconsejan a sus defendidos que permanezcan en silencio. En estos casos es cuando el éxito del interrogatorio depende más del establecimiento de relaciones con el acusado. Lo cual a veces supone una gran carga para los inspectores; por ejemplo, cuando
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un presunto infanticida se encuentra sentado ante ellos. ¿Hasta qué punto es correcto el juicio de que “con el abogado adecuado no te puede pasar nada”? Si en la escena del crimen no se encuentra ninguna prueba definitiva, una condena basada sólo en indicios circunstanciales es bastante improbable. Los indicios no pueden nunca sustituir a una confesión. Resulta siempre preferible la negociación de la sentencia de culpabilidad y de las penas ante el tribunal, denominada en determinados lugares petición de negociación. Hasta hace muy pocos años este proceder no estaba todavía vigente en Alemania. Pero, debido a razones pragmáticas y económicas, se está haciendo cada vez más frecuente. De todas formas, a diferencia de lo que sucede en los Estados Unidos, no se permite aquí establecer una negociación en los prolegómenos del juicio. Una excepción la constituyen los delitos en relación con las drogas. Los agentes dedicados a su persecución gozan de cierta capacidad de negociación, en el marco del régimen especial de los testigos principales, con el fin de poder llegar a otros sujetos más importantes. Entrevista realizada por Rabea Rentschler
Especial importancia revisten las presuntas declaraciones de testigos, como se demostró en un experimento de laboratorio realizado en 1996. Kassin y Katherine L. Kiechel, del William’s College, acusaron, durante el experimento, a unos alumnos de estropear un ordenador al haber apretado un botón cuya tecla estaba expresamente prohibido tocar. Cuando se encontraba presente otra compañera que afirmaba haber visto casualmente al inculpado apretando el botón, la cuantía de voluntarios que confesaban haberlo apretado ascendía al 45 por ciento. Al mismo tiempo, crecía el número de participantes que terminaban por creerse la acusación y evacuaban falsos recuerdos en relación con la falta supuestamente cometida. En 2004, Steven A. Drizin, de la facultad de derecho de la Universidad del Noroeste de Chicago, junto con Richard Leo analizaron 125 casos de falsas confesiones probadas que habían sido obtenidas entre 1971 y 2002. Este estudio es el trabajo aleatorio de investigación más extenso realizado hasta el momento. Aproximadamente dos tercios de los afectados fueron rehabilitados antes de cumplir la inminente condena que se cernía sobre ellos, pero el resto lo fueron después de cumplir la pena total o parcialmente. El 93 por ciento de las confesiones procedía de varones. En relación con los delitos imputados, en el 81 por ciento de los casos se trataba de asesinato, en el 8 por ciento de violaciones y en el 3 por ciento de incendios provocados. La verificación de la inocencia se consiguió, en la mayoría de los casos, mediante la detención del verdadero autor o sobre la base de nuevas pruebas. En la investigación aleatoria la mayoría de los sujetos eran varones jóvenes (el 63 por ciento tenían menos de 25 años y el 32 por ciento tenían incluso menos de 18). Además, entre ellos, había una proporción muy por encima de la media de retrasados psíquicos (22 por ciento) o de enfermos psíquicos (10 por ciento). Sorprendentemente, en casi un tercio de los casos había varias falsas confesiones para un mismo delito —como en el caso de la violación de Central Park—, lo que prueba que los 75
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PARA QUE LAS DECLARACIONES DE UN CONFESO puedan ser correctamente valoradas, policías, letrados y jueces deberían tener acceso a las cintas de vídeo del interrogatorio en que se produjo la confesión.
interrogadores habían utilizado una confesión para obtener otras mediante algún tipo de chantaje. ¿Qué conclusiones pueden sacar los funcionarios que llevan a cabo los interrogatorios de los conocimientos psicológicos que tenemos sobre las falsas confesiones? Sobre todo, que determinadas prácticas de interrogatorio suponen un grave riesgo. Un importante factor a este respecto es la duración de la detención o de la toma de declaración. El estudio realizado en 2004 por Steven Drizin y Richard Leo muestra que, en las falsas confesiones, la duración media de los interrogatorios fue de 16,3 horas. Cuando los adolescentes del caso Meili confesaron, llevaban ya de 14 a 30 horas en prisión preventiva.
Acorralados Un segundo problema tiene que ver con la táctica de engañar a los interrogados en relación con las pruebas. No es raro que, cuando esto se hace, capitulen los detenidos. Cuando los investigadores presentan conscientemente la 76
situación de forma falseada para los intereses del arrestado, los inocentes se sienten entonces tan acorralados como los verdaderos culpables, lo que hace que el riesgo de falsas confesiones aumente de forma notable. Un tercer punto guarda relación con la banalización ilegítima. Si un policía sugiere al arrestado que el delito en cuestión fue seguramente provocado por la víctima o por un accidente o le da cualquier tipo de exculpación moral, le induce así a creer que su confesión puede auspiciar una sentencia benigna. Melissa Russano y sus colegas, de la Universidad Roger Williams en Bristol (Rhode Island), descubrieron que proporcionar al interrogado esas seguridades encubiertas conduce a una elevada probabilidad de producir una falsa confesión. Para que las declaraciones de un confeso puedan ser correctamente valoradas, policías, letrados y jueces deberían tener acceso a las cintas de vídeo del interrogatorio en que se produjo la confesión. Este extremo se puso de manifiesto en una inves-
tigación del Instituto Nacional de Justicia norteamericano realizada en 1993. La abrumadora mayoría de los departamentos de policía de los Estados Unidos que ya están grabando los interrogatorios en vídeo, ponderan la eficacia de esa cautela. Urge que tales reformas se pongan en práctica para que aumente la confianza social en los interrogatorios y para ayudar a que a todo detenido se le dispense justicia y legalidad. SAUL M. KASSIN, profesor de psicología en el William’s College de Williamstown, investiga sobre la interdependencia entre la metodología de los interrogatorios y las confesiones de los arrestados. GISLI H. GUDJONSSON, docente de psicología forense en el King’s College de Londres, estudia la credibilidad de las confesiones y las declaraciones de testigos en los procesos penales. Bibliografía complementaria THE PSYCHOLOGY OF CONFESSIONS : A REVIEW OF THE LITERATURE AND ISSUES. Saul M. Kassin y Gissli H. Gudjonsson en Psychological Science in the Public Interest, vol. 5, n.o 2, págs. 33-67; 2004.
Mente y cerebro 26/2007
Modulación de la transmisión sináptica La modulación sináptica mantiene en equilibrio la excitación e inhibición en la corteza cerebral. Su estudio nos descubre nuevas maneras de comunicación neuronal y nos permite explorar la atención y la memoria, entre otros procesos
Alvaro Duque
U
n cerebro humano pesa aproximadamente 13001500 gramos, que viene a equivaler a un 2 % del peso total de un adulto. Su corteza cerebral, extendida, cubre una superficie de 1800-2300 centímetros cuadrados. Hay en el cerebro unos 22.000 millones de neuronas, aunque la cifra exacta no se sabe; diferentes estudios indican entre 10.000 y 100.000 millones. Cada una de estas neuronas se comunica con otras mil neuronas, por lo menos, al tiempo que puede recibir hasta diez veces más conexiones procedentes de otras células nerviosas. Se estima que en el cerebro humano hay por lo menos 1014 conexiones sinápticas, una cantidad mayor que el número de estrellas que los astrónomos calculan para nuestra galaxia. Los procesos biológico-electroquímicos que ocurren en los circuitos neuronales proveen al ser humano de una capacidad sin igual de razonar que lo diferencia del resto de los animales. Anatómica y funcionalmente la neurona se puede dividir en tres compartimientos básicos principales: el cuerpo o soma, donde se encuentra el núcleo y se desarrollan múltiples reacciones bioquímicas necesarias para la vida Mente y cerebro 26/2007
celular; las dendritas que, como antenas o tentáculos, reciben la mayoría de la información proveniente de otras células, y el axón, que es el cable con el que una neurona se conecta con otras neuronas. Las neuronas se denominan interneuronas cuando su axón forma conexiones con células que se encuentran en el ambiente local del cuerpo celular, a unos cientos de micrometros a la redonda (1 micrometro es una milésima de milímetro); o se denominan neuronas de proyección cuando su axón conecta con neuronas que se encuentran a una distancia mucho mayor. Son muchas, sin embargo, las neuronas de la corteza cerebral que presentan ambos tipos de conexiones. Citemos, por botón de muestra, las neuronas piramidales, que deben su nombre a su morfología triangular. El tronco principal de su axón viaja distancias considerables para establecer conexiones con otras células; también se ramifica muy cerca de su origen, permitiendo que sus ramas formen conexiones con neuronas locales (véanse las figuras 3 y 5). Ese fenómeno nos enseña que la información procesada se dirige tanto al ambiente local como a regiones remotas. Algunas neuronas especializadas, pensemos en las motoneuronas de la
espina dorsal, pueden comunicarse directamente con órganos efectores, como los músculos, y dar así origen al movimiento. A este tipo de contacto se le denomina sinapsis neuromuscular.
Principales mecanismos sinápticos Hay tres clases básicas de transmisión sináptica: excitadora, inhibidora y moduladora. La transmisión sináptica excitadora incrementa la probabilidad de producir un potencial de acción. La sinapsis inhibidora reduce dicha probabilidad. La moduladora cambia el patrón o la frecuencia de la actividad generada por las células afectadas o ambos. La excitación y la inhibición son las fuerzas principales que rigen en los circuitos neuronales. La acción básica que los neuromoduladores ejercen consiste en condicionar la excitabilidad de las neuronas (véase la figura 5, paneles superiores). Las funciones de los circuitos neuronales vienen determinadas por el tipo de conexión establecida entre las neuronas, sus propiedades electrofisiológicas y las propiedades de la transmisión sináptica. El mal funcionamiento de neurotransmisores y neuromoduladores, ya sea por una deficiencia de los mismos, por deficiencias en sus receptores o en sus 77
MACACO
HURON
TODAS LAS ILUSTRACIONES DEL ARTICULO: CORTESIA DEL AUTOR
RATA
RATON HUMANO 1 cm
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CEREBROS DE DIFERENTES ESPECIES COMPARADOS A ESCALA. Algunos cerebros (hombre, macaco y hurón) son girencefálicos, es decir, presentan numerosos pliegues en la corteza que aumentan su superficie total. Otros (rata y ratón) son lisencefálicos. Pese a las enormes diferencias, las semejanzas permiten, mediante homologías y comparaciones, el estudio indirecto del cerebro humano a través del estudio del cerebro de otras especies.
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mecanismos de acción, es responsable de un abanico de enfermedades, que se extiende desde la esquizofrenia hasta el parkinson y el alzheimer, pasando por las obsesiones maníacas o el trastorno bipolar.
Sinapsis, receptores y modulación En nuestro caso, cuando hablemos de sinapsis, nos referiremos exclusivamente a las conexiones entre neuronas. La actividad sináptica se desarrolla entre dos neuronas, una presináptica y otra postsináptica. Sabemos que las sinapsis pueden ser eléctricas o químicas. Las sinapsis eléctricas, comunes en el corazón y el hígado, resultan harto menos frecuentes en el cerebro, donde predominan las sinapsis químicas. En general, las sinapsis eléctricas permiten una transmisión rápida y se muestran bastante menos propensas a alteraciones o modulación porque facilitan el intercambio directo de iones y otras sustancias químicas entre los citoplasmas de las células conectadas. En las sinapsis químicas, la célula nerviosa presináptica y la postsináptica están separadas por un pequeño espacio, de unos 20 nanómetros o millonésimas de milímetro; se trata de la hendidura sináptica. La transmisión sináptica química se inicia con la llegada de un potencial de acción al terminal presináptico, que despolariza la membrana celular y abre canales iónicos para franquear el paso de calcio a la célula, con el incremento consiguiente de este ion en el interior de la neurona presináptica. Tal incremento de la concentración de calcio desencadena una serie de reacciones bioquímicas que resultan en la liberación de neurotransmisor en la hendidura sináptica.
El neurotransmisor liberado viaja por la hendidura sináptica hasta alcanzar la membrana de la célula postsináptica. Aquí se une a su correspondiente receptor de membrana. Dicha trabazón abre, o cierra, canales iónicos que alteran la concentración de diferentes iones en el interior, o exterior, de la célula postsináptica; de ese modo se originará un potencial excitador (EPSP) o inhibidor (IPSP).
Receptores Los receptores desempeñan un papel fundamental en la modulación sináptica. Su gran variedad permite efectos muy dispares. En términos simples, los receptores se dividen en ionotrópicos y metabotrópicos. Los ionotrópicos están formados por proteínas transmembrana que forman complejos canal-receptor. La activación del receptor abre un canal por donde cursa el flujo rápido de iones hacia el interior, o hacia el exterior, de la célula.
Los receptores metabotrópicos son complejos acoplados a moléculas alojadas en el interior celular, como proteínas G (así llamadas en razón de su unión al nucleótido guanina) y segundos mensajeros, un grupo heterogéneo de moléculas que desencadenan una respuesta en la célula postsináptica. Esta señalización metabotrópica, o a través de intermediarios, resulta en acciones lentas y mucho mas complejas. En ciertos casos, la acción principal consiste en facilitar el flujo de iones entre el interior de la neurona y el espacio extracelular. Bajo ciertas circunstancias, la activación sináptica de receptores no produce un EPSP o un IPSP, sino que altera la eficacia de los potenciales excitadores o inhibidores que han sido generados por otras sinapsis. Este efecto en particular es el que propiamente recibe el nombre de modulación. En este contexto, modular significa cambiar las propiedades de
2.
CIENTOS DE NEURONAS DE LA CORTEZA CEREBRAL DEL HURON. Para su observación se ha utilizado el método de tinción de Golgi. Nótese que con este método sólo aproximadamente un 5 % de las células se hacen visibles, lo que constituye una ventaja para su estudio. De lo contrario sería imposible ver unidades independientes.
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79
a
c
SOMA DENDRITAS AXON
AXON AXON
b
AXON
transmisión de un sistema complejo en el que una señal eléctrica (el potencial de acción presináptico) se convierte en química (liberación de neurotransmisor) y luego nuevamente en eléctrica (potencial postsináptico). ¿Dónde y cuándo puede ocurrir la modulación de la transmisión sináptica? La modulación, directa o indirecta, puede darse en la célula presináptica, en la hendidura sináptica o en la célula postsináptica, pues éstos serían los tres lugares básicos donde acontece la transmisión. De una manera transitoria, la modulación podría ejercerse antes, durante o después de 80
3.
PARTES BASICAS DE LAS NEURONAS. Detalles de una neurona piramidal (a), como alguna de la figura 2, para ilustrar sus componentes: soma, dendritas y axón. En b, se aporta el detalle de un axón, que se bifurca, con sus botones axónicos (cabezas de flecha blancas). Estas pequeñas varicosidades axónicas contienen vesículas sinápticas y tienden conexiones o sinapsis con otras neuronas circundantes. En c, presentamos un par de células piramidales, para cuya observación se ha recurrido al método de fluorescencia y microscopía confocal. El registro electrofisiológico in vitro en el soma de ambas neuronas indicó previamente que las dos células establecían sinapsis entre sí.
la liberación del neurotransmisor; es decir, antes de que la señal eléctrica origine una señal química, durante la transmisión de la señal química o durante la conversión de la señal química en una nueva señal eléctrica. ¿Por qué es importante la modulación? La modulación sináptica controla la actividad neuronal. Los mecanismos de control implicados resultan críticos para mantener los equilibrios bioquímicos y eléctricos que se requieren en el funcionamiento adecuado de las redes neuronales. Sépase que la epilepsia, por aducir un ejemplo, se debe a una actividad
neuronal no controlada y en la que una exagerada excitación de las células no queda contrarrestada por mecanismos inhibidores.
Modulación de la excitación e inhibición sinápticas La conducta, normal o patológica, es el resultado de la actividad neuronal. La excitación e inhibición recurrentes y equilibradas en los circuitos neuronales de la corteza cerebral sustentan el estado de vigilia, la atención y la memoria. De la pérdida de equilibrio entre la excitación e inhibición neuronales se siguen efectos patolóMente y cerebro 26/2007
a
b
Transmisión sináptica, sin suficiente despolarización para abrir los canales de NMDA
ASTROCITO Transportador de GLU [ ]
PRE
GLU
NMDA
GLU Ca++ Na+ K+ Mg++ ASTROCITO
Q/K
Canal de Ca++ dependiente del voltaje POST Transmisión sináptica; despolarización suficiente para abrir los canales de NMDA PRE
Axón de la neurona presináptica [ ]
Dendrita de la neurona postsináptica Glía
NMDA
Vesículas que contienen neurotransmisor Sinapsis
Q/K
[ ] POST
4. gicos. Desde una fase precoz del desarrollo del cerebro humano aparecen diferenciados dos tipos funcionales de sinapsis: las sinapsis excitadoras, que emplean por neurotransmisor el glutamato, y las sinapsis inhibidoras, que recurren al ácido gamma-aminobutírico (GABA). La modulación de la excitación e inhibición sinápticas se halla, pues, íntimamente ligada a la modulación de los receptores de glutamato y de GABA. Existen por lo menos cuatro tipos de receptores de glutamato. Uno de ellos es metabotrópico (mGLU-R); los otros tres, ionotrópicos: receptores de kainato (KA), AMPA y NMDA (por las siglas en inglés de las sustancias que los activan con mayor eficacia). Los receptores KA y AMPA de glutamato activan sobre todo canales que permiten el tránsito de los cationes sodio y potasio, con la despolarización consiguiente de la célula en virtud de la entrada de sodio. Por su parte, la activación de los receptores ionotrópicos NMDA permite no sólo el flujo de sodio y potasio, sino también de calcio. Sépase, no obstante, que su activación viene modulada sinérgicamente por el magnesio y el voltaje de la célula. Así, Mente y cerebro 26/2007
EL CONCEPTO DE LA SINAPSIS TRIPARTITA remite al proceso en que intervienen dos neuronas (una presináptica y otra postsináptica) más un astrocito adyacente. (a) Fotografía obtenida en el microscopio electrónico, coloreada para ilustrar el concepto de sinapsis tripartita (sólo se han coloreado algunas vesículas). (b) Ilustración esquemática de algunos episodios sinápticos; en particular: la liberación del neurotransmisor glutamato, el papel de los receptores NMDA y el voltaje en el aumento de la concentración de calcio en la célula postsináptica, amén de la participación activa de células gliales.
cuando la célula se encuentra cerca del potencial de reposo, es decir, a –60 milivolts, los iones de magnesio presentes en el espacio extracelular se adhieren al canal e impiden la entrada de sodio y calcio en el interior celular. Con una célula despolarizada, el magnesio se retira y permite la entrada de sodio y calcio, para facilitar de ese modo una despolarización más rápida de la célula. Por último, la actividad de los receptores NMDA está modulada por la glicina; aunque no conocemos todavía el mecanismo subyacente (véase la figura 4).
Receptores GABA Las sinapsis gabaérgicas utilizan receptores ionotrópicos GABAa o metabotrópicos GABAb. Los receptores ionotrópicos GABAa permiten la entrada de cloro en el interior celular.
Ese ion, por su carga negativa, hiperpolariza la membrana neuronal. A los receptores GABAb, metabotrópicos, les cumple la misión de abrir canales de potasio para que éste escape del interior de la célula hacia el exterior. En razón de su carga positiva, el ion potasio negativiza el interior celular al salir hacia el exterior de la célula, lo que comporta una hiperpolarización de la membrana. En general, los agentes que bloquean la transmisión gabaérgica disminuyen la inhibición de la actividad neuronal, con ello se rompe el equilibrio entre inhibición y excitación y, por ende, se provoca una actividad neuronal desenfrenada que puede manifestarse en forma de convulsiones epilépticas. En su extremo opuesto, los agentes que aumentan la inhibición, al reducir o contrarrestar el fenómeno 81
V(mV)
In vivo 0
Excitación: neurona despolarizada disparando potenciales de acción
e1
-40
LFP(uV)
MUA(uV)
-80
Inhibición: neurona hiperpolarizada en silencio
100 0 -100
500 0 -500 0
4
8
s
CAPA V
e2
e4
SEÑAL HIBRIDA
In vitro
RED
EPSP
e3
SOMA
PRE POST SEÑAL ANALOGICA
AXON 25 ms
SEÑAL HIBRIDA
SEÑAL DIGITAL
100 ms SEÑAL DIGITAL
Los EPSP y la despolarización de la red pueden viajar eficientemente por el axón cerca de 0,5 mm
82
Sinapsis lejana
Tres modos diferentes de señales sinápticas
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5.
LAS REDES NEURONALES SON COMPLEJAS y diversos los registros electrofisiológicos que pueden obtenerse. La figura ilustra una célula piramidal (en blanco) de la capa V de la corteza cerebral y las relaciones que establece con otras neuronas circundantes (en gris). El axón de la célula se muestra en rojo; presenta ramas colaterales que tienen cientos de botones que forman conexiones sinápticas locales. El axón principal continúa su camino y alcanza regiones lejanas (i. e. tálamo y médula espinal), donde puede ramificarse de nuevo para establecer múltiples contactos sinápticos. Con un electrodo “de campo” (e1, naranja) podemos registrar la actividad de muchas neuronas, mediante unidades múltiples (MUA) y EEG local (LFP), mientras se obtiene un registro intracelular desde el soma de una célula (e2, verde o e4, azul). Estos registros nos ofrecen una idea general sobre el estado de la modulación sináptica y sobre el modo en que afecta las redes neuronales. In vitro, en cortes de cerebro de sólo 200-300 micrometros de grosor, simultáneamente se pueden obtener registros electrofisiológicos a partir del soma de una célula postsináptica (e4, azul), y a partir del soma (e2, verde) y del axón (e3, morado) de una célula presináptica. El registro a partir del axón se lleva a cabo en el punto donde éste se corta y forma una varicosidad (de aproximadamente 5-10 micrometros). Estos registros han permitido establecer que, debido a la sincronización de las redes neuronales, los EPSP y la despolarización se propagan cientos de micrometros. Dicha actividad puede modular, en las terminales cercanas, la liberación de neurotransmisor merced a la llegada de potenciales de acción. Por lo tanto, la comunicación local se lleva a cabo con señales híbridas: digitales y analógicas; en cambio, la comunicación a larga distancia es solamente digital.
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de la excitación, se manifiestan con efectos anticonvulsivos-sedativos y ansiolíticos. Ante esa doble deriva, la sinapsis se convierte en el principal blanco de los fármacos psicoactivos cuya principal función es la modulación sináptica con el objetivo de contrarrestar una alteración del equilibrio entre inhibición y excitación, hasta el restablecimiento deseable del comportamiento normal. De ahí que la modulación sináptica sea también el blanco principal de armas biológicas, como los gases nerviosos que alteran la comunicación celular hasta el punto de llegar a causar la muerte. Pese a sus efectos antagónicos, la relación química entre el glutamato y el GABA es increíblemente estrecha. El GABA es metabolizado vía descarboxilación del glutamato con la intervención de dos enzimas principales: la enzima glutamato descarboxilasa (GAD) y una aminotransferasa.
Neuromoduladores Aparte de recibir sinapsis excitadoras e inhibidoras mediadas por glutamato y GABA, la neurona es sensible a la acción de neuromoduladores. Los principales sistemas moduladores son el sistema colinérgico, el serotoninérgico, el noradrenérgico y el dopaminérgico. Se les denomina ascendentes porque las células secretoras de los neurotransmisores correspondientes se encuentran en núcleos del tronco cerebral; desde allí sus axones ascienden hasta la corteza. Las neuronas tienen diferentes combinaciones de receptores para los moduladores. Las sustancias en cuestión pueden ser liberadas en las sinapsis o directamente en medio extracelular; esta segunda forma, paracrina, se produce de un modo difuso. Tienen asignada la misión de modular el grado de excitación e inhibición de la célula, es decir, la manera en que la neurona responde al glutamato y al GABA. Los sistemas moduladores ascendentes controlan los ciclos de vigilia y sueño y, en general, determinan el “estado” de la persona: dormido, despierto, atento, etcétera. Controlan con precisión la excitación e inhibición de circuitos neuronales. En este ámbito, durante la vigilia y el sueño
paradójico, el electroencefalograma detecta una activación muy parecida en la corteza cerebral. Sin embargo, la persona que se encuentra soñando no ejecuta las acciones soñadas porque los circuitos motores correspondientes permanecen inhibidos. Aunque todo neuromodulador cumple una función asignada, el efecto exacto que tiene sobre una sinapsis particular depende de muchos factores, incluyendo los receptores que están siendo afectados y cómo éstos a su vez obran sobre la excitación o inhibición sinápticas. Todo esto puede depender del estado eléctrico de la sinapsis y la historia reciente de la actividad sináptica. Gracias a la presencia de diferentes tipos de receptores, la célula goza de capacidad para responder de manera distinta dependiendo de los estímulos; la respuesta guarda relación con el estado de activación de la neurona y de la intensidad del estímulo. Un estímulo moderado que llega a una neurona en reposo puede bastar para activar receptores KA y AMPA, pero resultar insuficiente para activar receptores NMDA. Sin embargo, si el mismo estímulo llega a una neurona que genera potenciales de acción y cuya membrana se halla, por ende, relativamente despolarizada, podrá activar los receptores NMDA, que generarán una nueva corriente de calcio, con la modificación consiguiente de la actividad celular. De ello se infiere la existencia de al menos otro tipo de modulación sináptica, dependiente de la actividad sináptica reciente.
Neuroplasticidad La modulación dependiente de la actividad sináptica reciente recibe el nombre técnico de neuroplasticidad. Las redes neuronales del ser humano poseen una capacidad extraordinaria para modificarse a través de la experiencia. En dicha facultad se basan la memoria y el aprendizaje, cualidades que han conferido a nuestra especie una ventaja evolutiva indiscutible. En el transcurso de la jornada, el cerebro va procesando cantidades ingentes de información procedente de los sentidos, información que en buena medida se desecha tras un breve plazo de utilización. Sólo los hechos más 83
b
PIA
a
DENDRITA
200 µm I
c
II/III
IV
V
TEST DE MEMORIA DE LA RATA EN UN LABERINTO-T
% DE RESPUESTAS CORRECTAS
90
80 MEJORIA DE MEMORIA
70
MEMORIA NORMAL 60
50 Control
Expresion normal
ZD+Sp-AMPc de canales HCN-1
Sp-AMPc ZD
sobresalientes y necesarios se guardan en la memoria a largo plazo, para permitir al individuo desenvolverse con mayor eficacia en el futuro. La actividad neuronal se halla directamente ligada al procesamiento de la información recibida. Las sinapsis afectadas pueden autorregularse mediante cambios de corta duración (capaces de bloquear cualquier pretendida inducción de cambios persistentes) o mediante el inicio de cambios duraderos. Ejemplos del segundo caso nos lo ofrecen la potenciación sináptica a largo plazo (LTP, por sus siglas 84
Canales HCN-1 bloqueados
CORTEZA PREFRONTAL DE LA RATA
6. LA INHIBICION DEL ADENOSIN MONOFOSFATO CICLICO (AMPc), DE LOS CANALES HCN-1 o de ambos, mediante la excitación de receptores adrenérgicos α2A o mediante la inhibición directa a través de fármacos o acción vírica, fortalece la memoria persistente en las redes neuronales de la corteza prefrontal. Las dendritas de las células piramidales de la capa V (y de otras capas) aumentan la expresión de los canales catiónicos HCN-1 a medida que ascienden hasta la capa I (a). En la ilustración se muestra la corteza prefrontal de una rata. Para su observación se utilizó un método de tinción basado en reacciones inmunohistoquímicas. Localización de la corteza prefrontal de la rata, donde se han manipulado los canales HCN-1 (b). En tests de memoria espacial realizados sobre un laberinto, las ratas a las que se les ha eliminado o bloqueado los canales HCN-1 en la corteza prefrontal logran puntuaciones mnémicas muy superiores a las de las ratas control (c). El bloqueo de los canales HCN-1 con el fármaco ZD7288 y la consecuente potenciación de la memoria puede eliminarse mediante la co-infusión de otro fármaco, el Sp-AMPc, un análogo del AMPc.
en inglés) o la depresión sináptica a largo plazo (LTD). A esa capacidad del sistema nervioso de modificarse como consecuencia de su propia actividad se le aplica con propiedad el término de neuroplasticidad. Los cambios aludidos son morfológicos y bioquímicos, que modifican los circuitos neuronales implicados. Por tanto, la eficacia de la transmisión sináptica medida de acuerdo con su magnitud y duración dependerá de la actividad reciente de la sinapsis. No hemos de entender, en este contexto, que cualquier patrón de actividad in-
duzca siempre plasticidad, sino que el cerebro goza de la extraordinaria capacidad de procesar información a corto plazo, utilizarla y desecharla. Una propiedad del cerebro del mismo rango que su otra capacidad de guardar información pertinente en la memoria a largo plazo. Ni queremos, ni necesitamos recordar todas y cada una de nuestras experiencias diarias.
El fenómeno del LTP, la memoria y el aprendizaje Por potenciación sináptica a largo plazo hemos de entender un incremento perMente y cerebro 26/2007
sistente de la eficacia de la transmisión sináptica después de excitar una vía aferente con estímulos de alta frecuencia de repetición. Llámase eficacia en la transmisión sináptica a la mayor celeridad e intensidad en que se desarrolla el proceso. Aunque estos cambios se producen inmediatamente, su duración es variable (de pocos minutos hasta muchas semanas) y dependen del protocolo utilizado para su inducción. Habida cuenta de las características del LTP, se especula que este fenómeno pudiera intervenir en la memoria. Entre las características en cuestión, una primera concierne a su naturaleza de evento específico: sólo las sinapsis activadas con estímulos de alta frecuencia de repetición muestran potenciación. Se trata también de un evento asociativo, porque pueden potenciarse las sinapsis estimuladas de forma subumbral si se estimula, a la vez e intensamente, una sinapsis cercana. Finalmente, se ha observado el fenómeno de la LTP en el hipocampo, una estructura cerebral ligada a la memoria. Aunque falten datos que demuestren una relación funcional directa entre el LTP y la memoria, de la acumulación de pruebas indirectas cabe inferir que la potenciación sináptica a largo plazo constituye al menos una base fisiológica para la formación de algún tipo de memoria. En este sentido se ha observado, en experimentos sobre el hipocampo de roedores, que la utilización de antagonistas de los receptores NMDA bloquea la inducción del LTP y reduce el aprendizaje espacial. Este tipo de aprendizaje incrementa en el hipocampo los niveles de la proteína calcio-calmodulina quinasa II (Ca++/ CaM), una enzima estimulada por la inducción del LTP y cuya inhibición deteriora el aprendizaje espacial. Ese y otros experimentos similares sugieren una estrecha relación entre la inducción del LTP, la producción de proteínas y la capacidad de aprender, memorizar o recordar la información recibida. Una relación, además, temporal. En efecto, lo mismo la memoria que el LTP constan de una fase inicial transitoria similar (< 4h) y una fase tardía también muy parecida. La fase tardía se demora porque implica la síntesis de proteínas. Mente y cerebro 26/2007
Sin embargo, no sólo el hipocampo ha sido ligado a la memoria. En nuevos y excitantes experimentos se ha logrado un refuerzo substancial de la memoria espacial de uso rápido mediante la estimulación de receptores adrenérgicos α2A en la corteza prefrontal de la rata. La estimulación de estos receptores causa la inhibición de una molécula señalizadora denominada AMPc y de los canales HCN-1 (los canales HCN-1-2-3-4 son catiónicos no-selectivos, activados por hiperpolarización de la membrana celular y controlados por nucleótido cíclico). Esto produce un fortalecimiento de la actividad sostenida en las redes neuronales de la corteza prefrontal, lo que da lugar a un aumento en la capacidad del animal para recordar y así obtener una proporción mucho más alta de respuestas correctas en un test de memoria. El bloqueo o disminución de los canales HCN-1 se puede también obtener con el fármaco ZD7288 o mediante manipulación virica. La potenciación de la memoria causada por la administración de ZD7288 se puede bloquear con la co-infusión de otro fármaco, el Sp-AMPc, un análogo del AMPc (véase la figura 6). Gracias a los estudios antes mencionados se prevé que el fármaco guanfacina que estimula receptores adrenérgicos α2A y que ya se está utilizando para el tratamiento de hipertensión en seres humanos, pueda aplicarse para el tratamiento de deficiencias cognitivas asociadas a la corteza prefrontal (por ejemplo, trastornos de atención e hiperactividad).
La facultad de olvidar ¿Cómo borrar de la memoria la información que ya no necesitamos? Cuando las contracciones continuadas, o tétanos, que inducen LTP no son demasiado fuertes, es posible despotenciar el LTP hasta los niveles basales, antes del tétanos inicial. Se logra mediante la aplicación de estímulos de baja frecuencia inmediatamente después de inducido el LTP. Para mediar la despotenciación, se han propuesto varios mecanismos. Uno de ellos consiste en la activación de los receptores NMDA y sus consecuentes cambios en la concentración de calcio intracelular
y extracelular, además de la modificación del estado de las proteínas fosfatasas y quinasas. Téngase en cuenta que la despotenciación puede constituir un mecanismo de homeostasis sináptica para mantener la sinapsis trabajando en un rango de actividad en que podemos modificar su eficacia. Con otras palabras, la despotenciación nos da la capacidad de olvidar para poder volver a usar las sinapsis que se necesitan para el procesamiento de la información que recibimos sin cesar. En la complejidad de estos cambios bioquímicos y, a la larga, morfológicos subyace probablemente el almacenamiento de la memoria y la capacidad de aprender. ¿Cuáles son las modificaciones sinápticas que dan lugar a la memoria o al aprendizaje? ¿Cuáles sus bases moleculares? ¿Cuáles los mecanismos que sirven para regularlos? Son interrogantes complejos que probablemente nos ocuparán por mucho tiempo. Las propiedades de la corteza cerebral dependen del número y características de sus elementos, así como del número y propiedades de las conexiones entre sus elementos. Aunque el cerebro, alcanzado el estado adulto, deja de crecer, mantiene su capacidad de memorizar y aprender. Por ello se especula sobre la posibilidad de que las capacidades que persisten se deban a cambios en las propiedades y en el número de sus conexiones, no al número de elementos. La sinapsis constituye, pues, el lugar idóneo donde establecer y guardar los recuerdos. A su vez, el LTP resulta, por sus características, el mecanismo más verosímil. Por eso, el aprendizaje y la memoria se hallan íntimamente ligados a la modulación sináptica.
Potenciales de acción El potencial de acción es un fenómeno de tipo binario. Se da o no se da. Su forma y duración dependen de los canales iónicos que participan; pueden modularse las corrientes iónicas que lo originan. La modulación de los flujos iónicos produce cambios en las propiedades de la membrana celular. De tales cambios emergen patrones particulares de amplitud y duración 85
miten encender, apagar y cambiar el modo de actuar de células y circuitos establecidos.
Glía: astrocitos y oligodendrocitos
GST-π +
Oligodendrocitos identificados con glutatión-S-transferasa
HCN-2 +
Canales HCN-2 detectados con anticuerpos
+
Colocalización de oligodendrocitos y canales HCN-2
=
7.
LOS OLIGODENDROCITOS EXPRESAN CANALES HCN-2. En estas imágenes obtenidas con microscopía confocal se comprueba que algunos oligodendrocitos de la corteza prefrontal del hurón expresan canales catiónicos no selectivos de tipo HCN-2. Para su tinción se utilizaron métodos de inmunohistoquímica y fluorescencia. La intersección de las líneas roja y verde indica uno de los casos. Los paneles superior y lateral demuestran que la observación es de la misma célula.
de los potenciales de acción, así como de su frecuencia. La amplitud, duración y frecuencia de los potenciales de acción, cuando alcanzan el terminal presináptico, repercuten en la liberación de neurotransmisores. Así, el aumento en la duración del potencial de acción incrementa el tiempo de despolarización del terminal sináptico y, por ende, aumenta la entrada de calcio al mismo, lo que afecta la liberación de neurotransmisores. Con la frecuencia de los potenciales de acción guarda relación directa la liberación de mu86
chos neuropéptidos. Mientras para la liberación de los neurotransmisores clásicos (glutamato y GABA) sólo se necesitan uno o varios potenciales de acción, la liberación de algunos neuropéptidos puede requerir la acción rápida y repetitiva de muchos potenciales de acción (actividad tetánica). La situación difiere cuando se trata de diversos tipos de neuronas. Hay neuronas que emiten incesantes potenciales de acción y otras silentes. Son las conexiones entre diferentes neuronas y los neuromoduladores que afectan a las conexiones los que per-
Además de las neuronas presináptica y postsináptica, intervienen, en la modulación de la transmisión sináptica (si no en el procesamiento directo de la información), los astrocitos. Estas células de la glía se comunican entre sí por medio de ondas de calcio intracelulares y son excitadas directamente por cambios extracelulares en la concentración de calcio. La llegada de un potencial de acción a la terminal presináptica de una neurona despolariza la membrana celular y abre canales iónicos que permiten la entrada de calcio a la célula, cambiando la concentración de calcio extracelular. Los astrocitos participan en el proceso; su excitabilidad depende de la concentración de calcio extracelular, cuya variación depende de la actividad sináptica. Además, los astrocitos se encuentran capacitados para liberar el neurotransmisor glutamato, que de nuevo puede alterar la concentración de calcio a través de receptores NMDA. En ese ciclo fisiológico, el incremento de calcio en el interior de la célula presináptica no sólo causa la liberación de neurotransmisor, sino que altera también la concentración de calcio extracelular. La consiguiente excitación de los astrocitos adyacentes provoca la liberación de glutamato, que podría afectar a la neurona presináptica y a la postsináptica, estableciéndose entonces una comunicación bidireccional entre astrocitos y neuronas. Las interacciones entre astrocitos y neuronas determinan un proceso de la información harto complejo. En efecto, desde el punto de vista morfológico, la estrecha relación entre astrocitos y neuronas en los contactos sinápticos provoca una “sinapsis tripartita”, desarrollada por dos neuronas (una presináptica y otra postsináptica) más un astrocito adyacente. De ese modo, observamos que los astrocitos intervienen activamente en la modulación de la transmisión sináptica (véase la figura 4). Los oligodendrocitos, otra célula glial, bien conocidos por sus Mente y cerebro 26/2007
funciones en la mielinización de los axones de las neuronas del sistema nervioso central, podrían, en principio, influir también en la modulación sináptica; entre otras formas, mediante sus efectos en las concentraciones de diferentes iones (véase la figura 7).
El axón, híbrido informático Se ha descubierto que los potenciales sinápticos viajan a través del axón e influyen, de forma subumbral, en la producción de potenciales de acción. Un avance significativo en la investigación de la modulación de la transmisión sináptica. Admitíase, hasta hace poco, que los axones del sistema nervioso central de los mamíferos, hombre incluido, se ceñían a una comunicación de tipo digital: el potencial de acción se da o no se da. En ese marco, la información se hallaría codificada de manera digital, de modo específico en la frecuencia y distribución temporal de los potenciales de acción. Los cambios sutiles del voltaje de la membrana celular que no alcanzaban a provocar un potencial de acción constituirían una suerte de ruido eléctrico sin mayor consecuencia. Acontece, sin embargo, que este ruido subumbral puede viajar por el axón e influir en la generación de potenciales de acción que, a su vez, causan la liberación de neurotransmisores. El axón se convierte entonces en un transmisor de información lo mismo digital que analógica, propiedad que incrementa enormemente la capacidad de las neuronas para procesar y transmitir información. En su contorno local, el axón se comunica con otras células mediante señales analógicas y digitales. A grandes distancias, la comunicación sería solamente digital. Esta propiedad es un resultado de las características eléctricas de la membrana celular. Las pequeñas fluctuaciones en voltaje subumbral sólo pueden viajar cortas distancias; la resistencia de la membrana celular no permite una transmisión lejana (véase la figura 5).
Modulación sináptica La modulación sináptica es un fenómeno mucho más complejo de lo que hemos descrito. No olvidemos que la Mente y cerebro 26/2007
propia terminología, los criterios a cumplir o ambos para que una sustancia se considere neurotransmisor o neuromodulador son todavía tema de debate. La complejidad aumenta a medida que técnicas más avanzadas permiten ahondar en la actividad metabólica celular. No cesan de descubrirse nuevas vías de comunicación entre neuronas y entre éstas y órganos efectores (glándulas y músculos). La existencia de la modulación sináptica por intermedio de anticuerpos ha quedado ya demostrada. Cierto es que las relaciones entre el sistema nervioso y el sistema inmunitario son complejas. La enfermedad autoinmunitaria humoral prototípica de transmisión sináptica es la myasthenia gravis; en ella el sistema inmunitario ataca complejos de transmisión sináptica en la membrana celular, en particular los receptores nicotínicos de acetilcolina. Pueden también modular la actividad sináptica ciertos gases, aunque no se hallen empaquetados y guardados en vesículas sinápticas ni actúen sobre receptores habituales. Nos referimos al óxido nítrico (NO), monóxido de carbono (CO) y sulfuro de hidrógeno (H2S). El empleo de ATP y adenosina como neuromoduladores, lo mismo que algunos iones como el zinc, nos hablan de un extenso repertorio de comunicación celular. La liberación de glutamato, o la síntesis y liberación de D-serina por parte de los astrocitos, pone en entredicho la definición de neurotransmisor como sustancia sintetizada y liberada sólo por las neuronas. La modulación sináptica es un proceso complejo que ejerce sus efectos sobre un sistema no menos complejo, la comunicación neuronal. La interacción entre el sistema nervioso y otros (verbigracia, el sistema inmunitario), la participación de células gliales, los cambios en las concentraciones de iones (i.e. calcio y potasio), las diferencias en número, localización, distribución y modos de operación de muchos receptores y substancias neuromoduladoras, son apenas una parte del sinnúmero de variables que desempeñan un importante papel en la modulación sináptica. En ellas se funda la capacidad excepcional del cerebro para procesar información.
ALVARO DUQUE trabaja en el departamento de neurobiología de la facultad de medicina de la Universidad de Yale en New Haven. Estudió ingeniería eléctrica en la Universidad de Columbia en Nueva York y se doctoró en neurociencias por la Universidad de Rutgers en Newark. Bibliografía complementaria NEOCORTICAL NEURON NUMBER IN HUMANS: EFFECT OF SEX AND AGE. B. Pakkenberg y H. J. Gundersen en The Journal of Comparative Neurology, vol. 384, págs. 312-320; 1997. AUTOIMMUNITY AND NEUROLOGICAL DISEASE. ANTIBODY MODULATION OF SYNAPTIC TRANSMISSION. K. D. Whitney y J. O. McNamara en Annual Review of Neuroscience, vol. 22, págs. 175-195; 1999. EEG CORRELATION OF THE DISCHARGE PROPERTIES OF IDENTIFIED NEURONS IN THE BASAL FOREBRAIN. A. Duque, B. Balatoni, L. Detari y L. Zaborszky en Journal of Neurophysiology, vol. 84, págs. 1627-1635; 2000. SYNAPSES. Dirigido por W. M. Cowan, T. C. Südhof, C. F. Stevens. The Johns Hopkins University Press; Baltimore, 2001. NOVEL NEUROMODULATOR. D. Boehning y S. H. Snyder en Annual Review of Neuroscience, vol. 26, págs. 105-131; 2003. NEW INFORMATION PATHWAYS IN THE NERVOUS SYSTEM: COMMUNICATION BETWEEN ASTROCYTES AND NEURONES. G. Perea y A. Araque en Revue Neurologique, vol. 36, págs. 137-144; 2003. SLEEP-WAKE MECHANISMS AND BASAL FOREBRAIN CIRCUITRY. L. Zaborszky y A. Duque en Frontiers in Bioscience, vol. 8, págs. d1146-1169; 2003. EXCITATORY-INHIBITORY BALANCE. SYNAPSES, CIRCUITS, SYSTEMS. Dirigido por T. K. Hensch, M. Fagiolini. Kluwer AcademicPlenum Publisher; Nueva York, 2004. MODULATION OF INTRACORTICAL SYPOTENTIALS BY PRESYNAPTIC SOMATIC MEMBRANE POTENTIAL. Y. Shu, A. Hasenstaub, A. Duque, Y. Yu y D. A. McCormick en Nature, vol. 441, págs. 761-765; 2006. NAPTIC
ALPHA2A-ADRENOCEPTORS STRENGTHEN WORKING MEMORY NETWORKS BY INHIBITING CAMP-HCN CHANNEL SIGNALING IN PREFRONTAL CORTEX. M. Wang, B. P. Ramos, C. D. Paspalas, Y. Shu, A. Simen, A. Duque, S. Vijayraghavan, A. Brennan, A. Dudley, E. Nou, J. A. Mazer, D. A. McCormick, y A. F. Arnsten, en Cell, vol. 129, págs. 397-410; 2007.
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ILUSIONES
Sutilezas de la constancia Si sabemos que dos líneas presentan la misma longitud, ¿por qué nos parecen distintas?
L
as ilusiones son anomalías que pueden revelar indicios de los misteriosos procesos del cerebro, lo mismo que Sherlock Holmes podía resolver un caso criminal centrándose en un solo hecho que se saliese de lo corriente. Pensemos en la frase “el perro que no ladró” del cuento breve Fulgor de plata, de Sir Arthur Conan Doyle, o en la mancuerna echada en falta en El valle del miedo, también de Conan Doyle. Es posible que los ejemplos más conocidos de las trampas que nos tiende la visión sean las ilusiones ópticas de carácter geométrico. En la ilusión de Ponzo (a), que fue demostrada en 1913 por Mario Ponzo, una de las rectas horizontales —que son idénticas— parece más corta que la otra. En la ilusión de Mueller-Lyer (b), creada por Franz Mueller-Lyer en 1889, el segmento limitado por los ángulos que apuntan hacia fuera parece más corto que el encerrado entre los que apuntan hacia adentro, aunque, también en este caso, la longitud de ambos es idéntica. Estas ilusiones son muy conocidas, y aun así, muy vigorosas: el conocimiento de la verdadera longitud de las líneas no evita ni atenúa sus efectos. ¿Tenemos alguna idea de su causa? ¿Por qué ese contumaz error del sistema visual, esa insistencia en percibir de forma incorrecta algo tan simple, aun sabiendo de cierto que es una ilusión? Antes de explorar tales cuestiones, vamos a presentar otro par de enigmas visuales. En la figura d tenemos un campo de discos sombreados, que son vistos como huevos dispersos entre alvéolos. Los discos de tono claro en su parte superior parecen prominencias 88
o huevos; los demás, cavidades o alvéolos. Esa sensación de profundidad procede de una tendencia innata de nuestro sistema visual, que presume que la luz viene de lo alto (después de todo, hemos evolucionado en un planeta que tiene su sol en el cielo). En consecuencia, el cerebro interpreta que los discos de tono claro por arriba son redondeados como huevos y que los de color claro por abajo son cavidades (pues tal sería el aspecto
de un hueco o hundimiento iluminado desde lo alto). En la figura e, el gradiente de sombra cambia de derecha a izquierda, y la sensación de profundidad es mucho menos acusada (los objetos parecen ser más planos) y más “biestables” (los discos individuales tienen la misma probabilidad de ser considerados cóncavos o convexos, y se puede imaginar que la fuente de luz se encuentra a cualquiera de los dos lados).
TODAS LAS ILUSTRACIONES: SCIENTIFIC AMERICAN MIND
Vilayanur S. Ramachandran y Diane Rogers-Ramachandran
a
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b
Hasta ahora, todo bien. Pero habremos observado que el gradiente percibido de luminosidad —la diferencia aparente de brillo entre las partes más claras y las más oscuras de cada disco— parece ser más somero en el caso de las esferas que en el de los cráteres. El gradiente de brillo parece, a su vez, ser menos acusado en el caso de los discos con iluminación cenital que en el de los de iluminación lateral. ¿Por qué? El gradiente físico es exactamente el mismo en cada uno de los discos sombreados (si quiere convencerse, gire la hoja).
Conexión de constancia Estos dos conjuntos de ilusiones —las ilusiones ópticas geométricas y las del tipo de variación del gradiente— no parecen tener relación alguna. Sin embargo, ambas revelan un principio fundamental de la visión: el de constancia perceptiva. Consiste este efecto en una tendencia a observar correctamente un objeto y considerarlo dotado de atributos físicos constantes (tamaño, forma, color, luminosidad, distancia, etc.), a pesar de cuán variables resulten las imágenes retinianas que se recaben de tal objeto, que dependen del punto de observación, la distancia a que se encuentre, la iluminación y otras magnitudes. La cuestión no es nada trivial. Nuestros cerebros, a diferencia de una cámara de vídeo, no se limitan a “leer” las imágenes retinianas para Mente y cerebro 26/2007
c
percibir un objeto; por el contrario, las interpretan basándose en el conocimiento y en el contexto. La constancia perceptiva nos guía, por ejemplo, a pesar de los cambios de iluminación. Aunque cueste creerlo, la tinta negra de un periódico tiene, bajo la luz solar, una luminancia absoluta (la intensidad de la luz que refleja, medida con un fotómetro) mayor que un papel blanco visto de noche en una habitación bien iluminada. No obstante, reconocemos la verdadera naturaleza de los objetos y su brillo relativo: a pesar de las condiciones de iluminación, percibimos las letras como tipos negros sobre papel blanco y no percibimos —de hecho, nos es imposible percibir— las luminancias absolutas. Otro ejemplo, más relevante para nuestras ilusiones geométricas, es la constancia de tamaño, es decir, la tendencia a considerar constante el tamaño de un objeto, se halle cerca o lejos. Si observamos a una persona que se nos aproxima corriendo, su imagen en la retina se agranda, pero no por ello nos parece que haya crecido. Nuestro cerebro, sin que nos demos cuenta, toma en consideración la distancia e interpreta el tamaño correctamente. En pura analogía, si una persona está tendida en el suelo con los pies apuntando hacia nosotros, la imagen retiniana de los pies puede ser doble que la de la cabeza, pero no por eso vemos a un microcéfalo macrópodo. Lo que sí vemos es a una persona de proporciones normales, que tiene
los pies más cerca de nosotros que la cabeza. Pero, ¿por qué se explican las ilusiones geométricas con la constancia de tamaño? El fenómeno es consecuencia de una indicación de profundidad, llamada perspectiva lineal, con la que están familiarizados todos los pintores y dibujantes. Un objeto de tamaño constante, al alejarse, proyecta sobre la retina una imagen cada vez más pequeña. Esta contracción deriva de las leyes de la óptica, sin relación alguna con la percepción. Pensemos ahora en lo que ocurre cuando nos situamos entre las vías paralelas del ferrocarril y dejamos que la vista corra a lo largo de ellas. Los raíles permanecen paralelos y las traviesas parecen tener el mismo tamaño en toda la extensión; sin embargo, en la imagen retiniana resultante, y de hecho, en cualquier proyección sobre un plano, como la de una fotografía o la de un dibujo lineal, resulta obvio que la separación entre los raíles y la correspondiente longitud de las traviesas disminuye al aumentar la distancia. Tal hecho nada tiene que ver con la percepción: es pura óptica. En el mundo de la percepción, sin embargo, nuestro cerebro corrige en gran medida esta perspectiva lineal, por lo que interpretamos que el tendido férreo es recto y paralelo, y que las traviesas tienen longitud constante. Con ello se atribuyen correctamente los cambios de tamaño a las variaciones en distancia y no de dimensión. 89
e
d
En conjunción Echemos otra ojeada a la ilusión de Ponzo. Fijémonos en las líneas convergentes. Al igual que los raíles de ferrocarril, nos hacen pensar en rectas paralelas que se pierden en la distancia. Y lo mismo que las traviesas, los segmentos horizontales son interpretados en el contexto de estas rectas convergentes y, por consiguiente, son vistos como si se encontrasen a distintas distancias. En la ilusión de Ponzo, sin embargo, los dos segmentos horizontales tienen exactamente la misma longitud (a diferencia de las traviesas, que se hacen más pequeñas con la distancia). Dado que son interpretadas en el contexto de rectas convergentes y parecen encontrarse a distintas distancias, el cerebro aplica una corrección de constancia, por lo que la recta superior parece ser más larga que la inferior. Es como si el cerebro razonase: “Una recta horizontal se halla más alejada, luego si tiene la misma longitud física que la otra deberá proyectar una imagen más pequeña en mi ojo. Pero como la imagen es del mismo tamaño, estará producida por una línea más larga que se encuentra más distante”. 90
Esta corrección acontece aun cuando las rectas convergentes no provoquen en el observador ninguna sensación de profundidad. Dado que el trazo superior ha sido deliberadamente dibujado para que tenga la misma longitud que el inferior, el cerebro prevarica, por así decirlo, al aplicar esta regla de constancia, y es percibido como anormalmente largo. En el caso del segmento inferior ocurre a la inversa: da la impresión de ser artificialmente corta. Richard L. Gregory, de la Universidad de Bristol, denomina a este fenómeno conservación indebida de la escala. Nuestros módulos visuales, que se ocupan de la profundidad, la distancia y el tamaño, funcionan con piloto automático, sin cogitación consciente. Incluso si se demuestra con una regla que las dos líneas miden lo mismo, este conocimiento consciente, “de alto nivel”, se evidencia incapaz de “corregir” las señales enviadas “de abajo arriba” por los mecanismos de constancia. Gregory ha ofrecido otra deliciosa explicación de constancia dimensional para la ilusión Mueller-Lyer. Señala que los contornos de esta ilusión son idénticos a los contornos que uno encuentra cuando se observa el borde exterior de un edificio o los rincones interiores de una sala (c). En esta proyección bidimensional de un mundo tridimensional, el rincón interior de la sala se ve más distante; se dispara el factor de escala dimensional y se produce una percepción errónea de las diferentes longitudes lineales. Ocurre como con la ilusión de Ponzo: en tanto que la profundidad esté implícita en la figura, no es necesario experimentarla conscientemente. Las líneas de perspectiva, propone Gregory, establecen directamente la constancia de escala, por lo que no se precisan evaluaciones de distancia.
Volvamos a las prominencias y cavidades. Hemos explicado la ilusión de profundidad a partir de la presunción inherente de que la luz viene de lo alto. Pero, ¿por qué los huevos iluminados desde arriba parecen tener mayor uniformidad en reflectancia superficial (luminosidad) que los discos iluminados desde un costado o las cavidades iluminadas desde abajo? Resulta obligado aquí apelar a un fenómeno análogo de constancia de la luminosidad, es decir, la facultad del cerebro para extraer la auténtica reflectancia de la superficie de un objeto, en lugar de las variaciones de luminancia, consecuencia de la iluminación. Consideremos, primero, el huevo con iluminación cenital. El cerebro da por supuesto que el sol está en lo alto, y un huevo real produciría exactamente esa pauta de variación de luminancia: una gradación de luminancia que decrece progresivamente de arriba abajo. Por eso, el disco parece ser un huevo o un abultamiento y no un disco plano sombreado: es la hipótesis “de óptimo ajuste”. Pero entonces el cerebro dice: “La variación de luminancia —luz desde lo alto— no procede evidentemente del propio objeto, sino que se debe a la forma en que está iluminado desde arriba; lo veré, pues, como si su reflectancia fuese uniforme”. Este efecto de luminosidad constante implica que, si no se apreciase profundidad en la imagen presentada, no habría constancia de luminancia y, en consecuencia, se vería que la parte alta del disco es mucho más clara, y la parte baja, mucho más oscura, de lo que parecen ahora. Mas, ¿por qué no es aplicable el mismo razonamiento para los huevos iluminados desde un costado, que vemos en e, habida cuenta, sobre todo, Mente y cerebro 26/2007
de que el gradiente es exactamente el mismo? Se debe a que el cerebro no está habituado a la iluminación transversal. Por tanto, la impresión de profundidad es más débil y, en correspondencia, la corrección por variación de luminancia (luminosidad constante) es más débil. Los gradientes de luminosidad percibida parecen ser, pues, más pronunciados que para los huevos con iluminación cenital en d. El mismo razonamiento vale para las cavidades. Debido al fenómeno de interreflexión (la luz se refleja y dispersa al incidir en las paredes de una cavidad auténtica y compensa en parte el gradiente producido por la iluminación), el cerebro “espera” que el gradiente de iluminación sea menor en las cavidades que en los huevos. Por ello, aplica sólo débilmente la corrección de constancia en ellas. Esta corrección atenuada bastaría en el mundo real, pero el sombreado de las cavidades artificiales de d es físicamente idéntico (aunque invertido) al de los huevos. Así pues, el gradiente de luminosidad percibido es más acusado que en ellos. Una segunda razón estriba en las cavidades, menos frecuentes que los bultos y, por consiguiente, el sistema visual es menos proclive a esta corrección de constancia. Hemos expuesto estos complicados razonamientos para subrayar que en el sistema visual humano se encuentran integrados, en forma de reglas, incluso aspectos extraordinariamente sutiles de las estadísticas del mundo. Podemos idear motivos de gran sencillez a partir de los cuales valernos de pistas, como Sherlock Holmes, que contribuyan a resolver el misterio de la percepción visual. VILAYANUR S. RAMACHANDRAN y DIANE ROGERS - RAMACHANDRAN pertenecen al Centro del Cerebro y la Cognición de la Universidad de California en San Diego. Bibliografía complementaria EYE AND BRAIN: THE PSYCHOLOGY OF SEEING. Richard L. Gregory. Princeton University Press, 1997. SEEING BLACK AND WHITE. Alan Gilchrist. Oxford University Press, 2006.
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SYLLABUS
Ganglios basales Los ganglios basales controlan nuestro movimiento. Tarea que desempeña también la corteza motora. Los anatomistas resuelven esa aparente antinomia Helmut Wicht
S
i hacemos un corte transversal del cerebro, observaremos que la superficie se halla recubierta de una fina corteza grisácea, el córtex, compuesta por los cuerpos celulares de miles de millones de neuronas, compactamente empaquetadas: las “células grises”. Justo debajo de la corteza, el tejido se nos ofrece con un blanco reluciente. Por aquí corren las fibras nerviosas, prolongaciones de las neuronas que establecen miríadas de conexiones desde, hacia y en el interior de la corteza. Más abajo, el cerebro se vuelve de nuevo gris. En torno a las cavidades, encontramos acumulaciones de cuerpos de células nerviosas; los pioneros de la investigación cerebral las llamaron “ganglios basales”, del griego “ganglion”, que significa conglomerado, nudo o tumor. Tejido nervioso gris, en todo caso, que se halla bastante profundo, cerca de la base del cerebro. Hasta ahí llegaba el conocimiento sobre los ganglios basales hace 150 años. Más adelante se comprobó que algunos de estos conglomerados celulares descritos en el interior del cerebro (en amarillo en el dibujo) desempeñaban tareas completamente distintas de los restantes —los “verdaderos”— ganglios basales (en naranja). Por eso, en la actualidad el tálamo se adscribe al diencéfalo y la amígdala al sistema límbico. ¿Qué nos queda? En primer lugar, el estriado, el cuerpo con estrías: dos cuerpos de sustancia gris que fueron separados uno de otro por un haz de fibras durante el desarrollo embrionario. Este haz de fibras es la cápsula interna. Así, en el lado interno de la cápsula interna reside una de las partes del estriado: el núcleo caudado 92
(el núcleo de la cola); y, en su lado externo, la otra: el putamen (el núcleo en forma de cáscara). Junto al putamen se advierte una estructura triangular de color gris claro, interrumpida en su mitad por una fina capa de sustancia blanca. Esta estructura es el globo pálido. A veces, el globo pálido y el putamen se unen y forman el núcleo lentiforme. Lo que va junto o no, anatómicamente hablando, depende muchas veces de su aspecto. Al lado, situado más interiormente que el globo pálido, tendríamos el núcleo subtalámico y, por debajo de éste, la sustancia negra. Considerados en su conjunto —núcleo caudado, putamen, globo pálido, núcleo subtalámico y sustancia negra— integran, según la definición actual, los ganglios basales. Sin olvidar al claustro, una delgada tira de sustancia gris situada lateralmente al putamen. Aunque no se sabe si en realidad el claustro pertenece o no a los ganglios basales, por la sencilla razón de que se ignora qué función desempeña. Algunos autores piensan incluso que podría ser un trozo extraviado de la corteza. ¿Para qué sirven todos estos conglomerados grises localizados en la profundidad de nuestro cerebro? Es evidente que tienen algo que ver con el control de nuestros movimientos. Si un paciente presenta dañados los ganglios basales a causa de una lesión cerebral o de una enfermedad, se resiente su movilidad. Los músculos se vuelven rígidos o dormidos, aunque ocasionalmente tiemblen o tengan movimientos involuntarios. En neurología se habla de “trastorno motor global”. Y este tipo de trastornos no son desgraciadamente infrecuentes. En unos casos, un accidente cerebrovascular —es decir, una obturación o rotura de los vasos sanguíneos cere-
brales— puede afectar a los ganglios basales. En otros, a causa de enfermedades degenerativas (enfermedad de Parkinson), se mueren las células nerviosas, sobre todo las de esas áreas cerebrales, por causas que hasta ahora nos resultan desconocidas. Además también existen trastornos motores “focales”, que se limitan a grupos musculares determinados. En este caso se afectan —por culpa también de un accidente cerebrovascular— las áreas de la corteza cerebral responsables del movimiento: la corteza motora. Estas observaciones llevaron a los anatomistas a un origen doble del movimiento. Uno sería la corteza motora. Lo denominaron “sistema motor piramidal”, porque las fibras nerviosas que parten de la corteza motora hacia el tronco cerebral conforman una figura triangular que acaba en punta. En el tronco cerebral, las fibras nerviosas neuronales procedentes de la corteza se cruzan al lado contrario, razón por la cual cuando se produce un accidente cerebrovascular en una mitad del cerebro las parálisis corporales aparecen en el lado contrario. El otro punto de origen estaría formado por los ganglios basales. Sus fibras no irían directamente a la columna vertebral, sino a un centro subordinado: el “centro motor supraespinal del tronco cerebral”. Este concepto algo pomposo describe un conjunto de grupos neuronales que sólo comparten un proceso: envían fibras nerviosas hacia la médula espinal. A esta segunda cadena de mando se la denominó “sistema motor extrapiramidal”. La palabra extra no significa aquí suplementario, sino externo, porque sus vías descendentes hacia la columna vertebral no circulan por dentro de la pirámide: o bien unas se cruzan por otros lugares o bien otras Mente y cerebro 26/2007
Estriado Putamen
Núcleo caudado
Corteza motora
Corteza motora
Núcleo lentiforme
Tálamo Globo pálido
Claustro Núcleo subtalámico Sustancia negra Amígdala
Cápsula interna
Centros motores supraespinales del tronco cerebral
Vía piramidal
Células nerviosas motoras de la médula espinal
Bucle corteza � Ganglios basales � Tálamo � Corteza
Bucle interno de los ganglios basales
Musculatura
Vías de conducción de los impulsos motores voluntarios del cerebro
SIGANIM / GEHIRN & GEIST
Centros motores supraespinales del tronco cerebral
Células nerviosas motoras de la médula espinal Sistema motor extrapiramidal Sistema motor piramidal
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CORTE TRANSVERSAL DEL CEREBRO con los ganglios basales (naranja) y con aquellas regiones cerebrales que antes también fueron consideradas como tales (amarillo). El dibujo pequeño de la izquierda muestra la idea antigua de los “dos titiriteros” con sistemas motores estrictamente separados: el “piramidal” (verde) y el “extrapiramidal” (rosa). Hoy está constatado que los ganglios basales están subordinados a la corteza motora.
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Ruina del modelo dual En realidad no se puede separar un sistema del otro. Hemos de abandonar la idea de un sistema motor piramidal frente a un sistema motor extrapiramidal. Ambos deben englobarse bajo el concepto de sistema motor voluntario. El mito de la estricta separación de las funciones, persistente todavía en los viejos manuales, es falso. Según el estado actual del conocimiento, los ganglios basales guardan una interrelación estrecha. A modo de botón de muestra, la lesión responsable de la enfermedad de Parkinson es un trastorno de las fibras nerviosas que corren entre el estriado y la sustancia negra. Además, apenas hay uniones directas de los ganglios basales con el centro motor supraespinal del tronco 94
Ello no obstante, la corteza puede todavía controlar algunas tareas motoras finas. Lo comprobamos cuando un paciente con parkinson enhebra un hilo o hace un juego con los dedos. A menudo desaparecen de golpe el temblor de brazos que en otros movimientos menos finos tantas molestias les causa. Las fibras nerviosas que parten de la corteza y se dirigen hacia la médula espinal pasan por la cápsula interna, es decir, por los ganglios basales. Si estos haces nerviosos son dañados a este nivel (punta de flecha roja superior en el esquema de la página anterior), entonces los miembros quedan colgando como si estuvieran dormidos. Siguiendo su camino descendente, las fibras nerviosas van de la cápsula interna al tracto corticoespinal, es decir, a la vía piramidal. Este es el cable decisivo, del cual depende el movimiento voluntario. A pesar de ello, no hay que infravalorar el papel de unos nudos subordinados: los centros motores supraespinales. Si se daña ahora el tracto corticoespinal (punta de flecha roja inferior en la ilustración) —mientras que permanecen intactas las fibras que van desde la corteza hacia la columna vertebral pasando por los centros motores supraespinales— entonces las consecuencias son sorprendentemente escasas. Esta lesión se ha realizado experimentalmente con monos. Sólo han aparecido problemas con los dedos de las manos y de los pies. Nada más. Con esta alteración se reduce, por tanto, sólo un aspecto del movimiento, la destreza de los dedos. © iSTOCKPHOTO / GREG DRAPER
no se cruzan en absoluto hacia el lado contrario. Las competencias de cada uno de los dos sistemas estaban, según ese modelo, perfectamente diferenciadas. El sistema piramidal gobernaba los movimientos voluntarios y todavía no completamente entrenados; por ejemplo, cuando uno tiene que tocar un nuevo instrumento musical. Todo movimiento, desde la posición del cuerpo, pasando por la colocación de los brazos, hasta el movimiento más pequeño de los dedos, es controlado por el “sistema motor piramidal” de forma conciente y a menudo muy trabajosa. En cambio, el “sistema motor extrapiramidal” se encargaba de los movimientos derivados, esos movimientos automáticos que se ponen en marcha de forma rutinaria cuando uno domina un instrumento y se pone a tocar una pieza que conoce de memoria y de cuyos detalles no necesita preocuparse. Los ganglios basales gobernarían así los movimientos voluntarios, realizados de forma principalmente inconsciente; son los movimientos que suelen comprometer al cuerpo entero o, al menos, a los grandes paquetes musculares, como cuando uno corre, monta en bicicleta o habla.
cerebral. La principal salida de los ganglios basales se produce, a través del globo pálido, hacia el tálamo en el diencéfalo; y éste, a su vez, manda fibras hacia la corteza. La corteza irradia de vuelta fibras hacia los ganglios basales. Los ganglios basales alcanzan los centros motores del tronco cerebral y de la médula espinal sólo mediante un rodeo a través de la corteza motora. Dentro de ese sistema único, cada centro se encarga de tareas especializadas. Así, los ganglios basales se ocupan de la “regulación global” y la corteza cerebral de la “regulación focal”. Dicho con otras palabras: los ganglios basales saben cómo realizar en conjunto una secuencia de movimientos, con qué turno y con qué fuerza tensar los músculos. Por su parte, la corteza motora conoce qué músculos determinados son necesarios en cada secuencia del movimiento.
Corteza y ganglios Si se dañan los ganglios basales, la coordinación deja de funcionar y aparecen los síntomas típicos de un trastorno motor global. Por ejemplo, los temblores y vaivenes de las extremidades en la enfermedad de Parkinson, los movimientos repentinos y violentos en forma de bruscos coletazos del “balismo” o los extraños retorcimientos del “baile de San Vito” (el corea de Huntington).
HELMUT WICHT enseña anatomía en la Universidad Johann Wolfgang Goethe de Frankfurt. Bibliografía complementaria TASCHENATLAS DER ANATOMIE, VOL. 3: NERVENSYSTEM UND SINNESORGANE . (9ª ed.). W. Kahl y M. Frotscher. Thieme; Stuttgart, 2005.
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LIBROS
Fisicalismo THE NATURE OF MIND. AN INTRODUCTION, por Peter Carruthers. Routledge; Londres, 2004. THE MIND INCARNATE, por Lawrence A. Shapiro. The MIT Press. Cambridge, Mass. 2004. FILOSOFIA
DELLA MENTE. UNA PROSPETTIVA ONTOLOGICA E ANTROPOLOGICA, por Juan José Sanguineti. Edusc;
Roma, 2007.
E
l estudio de la naturaleza y filosofía de la mente constituye una de las áreas más excitantes de la investigación contemporánea. Ocupa ahora el lugar que en los años sesenta y setenta se reservó para la filosofía del lenguaje. De hecho, aunque cuestión de vieja raigambre en la historia del pensamiento, su enfoque actual parte de la filosofía analítica y reclama el concurso de varias disciplinas. Las neurociencias, la psicología cognitiva, la filosofía computacional, la psicolingüística y cuantas abordan problemas epistemológicos y antropológicos suscitados por las ciencias cognitivas intervienen en su conformación. El debate actual prolonga la vieja controversia sobre las relaciones (de integración, complementariedad, separación o identidad) entre actividad cerebral (o nerviosa en general) y operaciones mentales. Se trata de desentrañar las bases neurológicas de la inteligencia, el alcance de la causalidad de los Mente y cerebro 26/2007
procesos intencionales, el concepto de inteligencia animal o el de inteligencia artificial. Desde ópticas muy dispares, el trío de libros de cabecera se proponen describir las corrientes de la filosofía de la mente (dualismo, emergentismo, funcionalismo, conductismo, etc.). En trazos gruesos, la filosofía de la mente gira en torno a la contraposición dualismo mente/cuerpo y monismo (espiritual o materialista). Un antagonismo que nos ha acompañado, en diferentes formas, desde el mismo origen de la filosofía. Cierto es que los grandes pensadores que trazaron las líneas maestras de la reflexión occiden-
tal fueron dualistas, pues defendían la existencia de un alma y un cuerpo. No obstante, Aristóteles proponía la integración de las dos instancias en la unidad de una sola sustancia, alejado del dualismo radical que subraya la distinción, o separación, entre mente y cuerpo, engarzados por una mera relación extrínseca. Pero cuando se habla hoy de dualismo, el referente inmediato es el cartesiano. Descartes abandona la noción aristotélica de alma como forma del cuerpo. En un tránsito bastante rápido se produce la sustitución del concepto de alma por el de mente. El cuerpo deja de ser un cuerpo informado por el alma, para constituir una máquina autónoma que opera de acuerdo con las leyes de la naturaleza. La separación ontológica entre la res cogitans y la res extensa se afianza. Los estados conscientes (creencias, deseos y percepciones) no poseen propiedades ni eléctricas ni químicas. Son intencionales. Representan cosas, incluso inexistentes. En esa intencionalidad se afirman quienes declaran su singularidad contrapuesta a los estados físicos. ¿Cómo podría un estado físico (estado del cerebro) representar algo? ¿Cómo podría un patrón particular de actividad celular gozar de intencionalidad? Además, si difícil es admitir que un mecanismo físico represente algo que existe fuera del sujeto, menos inteligible resulta incluso que pueda representar algo que ni siquiera 95
existe. A mayor abundamiento y a diferencia de los objetos y los estados físicos, los estados mentales carecen de instalación espacial. Ni el pensar ni el imaginar, ni las emociones de angustia o miedo, ocupan un lugar en el espacio. Si no son espaciales, parece obvio, siguen argumentando, que tampoco serán físicos. Próximo a la tesis dualista, el paralelismo psicofísico se caracteriza por su renuencia a aceptar una interacción entre lo físico y lo mental. La relación entre lo mental y lo físico suele contemplarse en términos de “coordinación”; por ejemplo, el acto psíquico de ver se correspondería con el funcionamiento biológico del ojo. ¿Cómo puede el acto de la conciencia, se preguntarán sin solución de continuidad los filósofos, imprimir movimiento a los engranajes mecánicos del cuerpo? Admitido está que todo fenómeno físico debe tener una causa antecedente causal física, lo que suele conocerse por principio de la “causalidad física cerrada”. Y en ello se funda la concepción fisicalista de la relación mente-cerebro. Una concepción que reduce los actos mentales a funciones electroquímicas. En ese contexto, el problema filosófico de la relación “mente-cuerpo” se expresa en términos de relación mente-cerebro. (Al fisicalismo Peter Carruthers le dedica el capítulo quinto de su The Nature of Mind.) Un desarrollo particular del fisicalismo lo encontramos en el emergentismo. De acuerdo con el mismo, la complejidad orgánica nerviosa produciría propiedades holísticas de nivel superior, no deducibles de la suma de las partes componentes del organismo. La organización y el dinamismo cerebral causan los fenómenos mentales: los qualia, que abarcan desde la conciencia hasta las sensaciones, pasando por las emociones, el dolor o cualquier acto psíquico. A esa reducción extrema se opuso el funcionalismo. En su contexto, la mente viene a ser una metáfora del software, un programa o un método de elaborar y transmitir información. El funcionalismo reconoce cierto grado de autonomía a los estados mentales. Para quienes se adhieren a la tesis de la identidad de la mente y el 96
cerebro, la descripción de un estado mental y la de un estado cerebral (físico) son dos explicaciones de una misma realidad indivisa. Un dolor o un pensamiento es idéntico a determinado estado cerebral o del sistema nervioso central. Con todo, no es una tesis sobre el significado; no se propone que el concepto de dolor (por poner un ejemplo arquetípico) deba analizarse o definirse en términos del desarrollo de un proceso cerebral. Se trata, por el contrario, de una tesis sobre los objetos del mundo al que se refieren nuestras palabras. A su vez, estrechamente relacionado con el cierre causal de la física está el principio de unidad de la naturaleza. En esta concepción, la naturaleza se hallaría estratificada, dentro de un sistema unitario de leyes y patrones de organización. En la base se encontraría la física, explicación última de los estratos suprayacentes. Las leyes químicas y los procesos químicos se resuelven en la física atómica, los procesos bioquímicos se constituyen por la química molecular, los procesos biológicos y neurológicos se realizan en procesos de la bioquímica. Tal procedimiento y enfoque, destaca el fisicalismo, ha permitido el despegue de la ciencia. Y rematan: ante semejante éxito, cabe suponer que los fenómenos mentales deben resolverse en fenómenos físicos, probablemente cerebrales. De esta opinión participa el autor de The Mind Incarnate, Shapiro, sostiene que la mente constituye una entidad autónoma, similar a cualquier otro órgano del cuerpo. Y recoge una tesis arraigada en psicología cognitiva, según la cual los estados y los procesos mentales se configuran de múltiples formas; la mente humana podría realizarse por cerebros distintos de los humanos. A diferencia de esta tesis de la realización múltiple, que describe una relación síncrona entre mente y cerebro (lo que en un momento dado constituya al cerebro constituye también la mente), la tesis de la separación concierne a una relación diacrónica entre la mente y el cuerpo. Aunque la mente y el cuerpo se hallen en una interacción causal mutua, la mente es un órgano
cuasi autocontenido, como el estómago o el riñón, cuyas propiedades y operaciones pueden comprenderse sin tener que prestar atención a las propiedades anatómicas y fisiológicas del resto del cuerpo. La tesis de la separación, su rival, concibe la mente como un fantasma naturalista residente en la máquina. (Haciéndose eco de la diatriba antidualista de Gilbert Ryle contra lo que éste llamaba “fantasma en la máquina”.) Para describir el contenido de la tesis de la realización se acude a menudo a la analogía del reloj, que puede construirse de muchas maneras (analógico o digital fundamentalmente). Si aceptamos que la mente humana consta de diversas facultades cognitivas (percepción, memoria, lenguaje, comprensión, atención, capacidad para solucionar problemas, etc.) y que estas capacidades difieren de la forma en que pueden presentarse en otros organismos, habrá que aceptar la existencia de una realidad psicológica exclusivamente humana. En la tesis de la realización múltiple de los estados mentales se implicaron, sobre todo, Hilary Putnam y Jerry Fodor. Los argumentos de Putnam contra la teoría de la identidad constituyen ahora el locus classicus de la doctrina. Putnam plantea la construcción de la mente como una colección de estados de la máquina de Turing. Las máquinas de Turing son constructos teóricos (no existen realmente porque poseen una capacidad infinita de almacenamiento) definidos por dos funciones: una que lleva inputs y estados a outputs y otras que lleva inputs y estados a otros estados o a los mismos. La tabla de máquina de Turing enumera las instrucciones que definen ambas funciones. Putnam sugería que los estados mentales podían concebirse como análogos de los estados de la máquina de Turing. En vez de números que servían de inputs y outputs a la máquina de Turing, Putnam introducía estímulos sensoriales y conducta. En su modelo, los estados mentales están definidos por una tabla de máquina que especifica relaciones funcionales entre estímulos sensoriales, estados y comportamientos. LUIS ALONSO Mente y cerebro 26/2007