LA INVENC INVE NC IÓN DEL PUEBLO PUEB LO El surgim i ento d e la sober an í a Ingl aterra rra popular en Inglate y E s ta ta d o s U n i d o s por
Edmund S. Morgan
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Siglo veintiuno editores Argentina s.a. TUCUMÁN 1621 V N (C1050AAG), BUENOS AIRES, REPÚBLICA ARGENTINA
Siglo veintiuno editores, s.a. de c.v. CERRO DEL AGUA 248, DEIEGAC5ÓN COYOACÁN, 04310, MÉXICO, D. F.
Siglo veintiuno de España editores, s.a. C/MENÉNDEZ PiDAL, 3 BIS (28036) MADRID ________ ___________ ______ ______ _______ _______ _____ __
Morgan, Edmund La invención del pueblo : el surgimiento de la soberanía popular en Inglaterra y Estados Unidos - la ed. - Buenos Aires : Siglo XXI Editores Argen tina, 2006 2006.. 368 36 8 p. p. ; 21x14 cm. (His toria tor ia y cultura; 24 24 dirigida por Luis Albe rto Romero) ISBN 987-]220-61-8 Tradu Tra ducid cid o por:J po r:Juli uli o Sierra. 1. Historia Estadounidense. I. Título CDD 973
Título original: Inve In vent ntin ingg the Peop People: le: The Rise o f Popu Po pular lar Sovereignty Eng E ngla land nd a n d America Am erica © 1988, Edmund Morgan © 1988, W. W. Norton & Company, Inc. Revisión técnica: María Inés Tato Portad Portada: a: Pe ter Tjebb es © 2006, Siglo XXI Editores Argentina S. A. ISBN-10: 987-1220-61-8 ISBN-1 ISBN-1S: S: 978-987 -1220-61 -8 Impreso en Artes Gráficas Delsur Alte. Solier 2450, Avellaneda, en el mes de octubre de 2006 Hecho el depósito que marca la ley 11.723
Para Pa ra Marie
Indice
A g ra d e c i m ie n t o s
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P r im e r a P a r t e - O ríg e n e s 1. El derecho divino de los reyes 2. El El enigma enigm a de la representa repres entación ción 3. La invención del pueblo soberano 4. Los Los dos cuerpos cuerpo s del pueblo pu eblo 5, La revolución cautelosa 6, Pueblos coloniales
13 17 39 57 m
97 127 127
S e g u n d a P a r t e - A m b i g ü e d a d e s ú ti le s 7. El pueblo en armas: el invencible yeom yeoman an 8. La decisión decisión del pueblo: pu eblo: elecciones y campañas camp añas e l e c to r a l e s 9. La voz del pueblo: instrucciones, peticiones, a s o cia cio n es
159 161
223
Tercera P arte - La ví víaa estadounidense estadoun idense 10. La revolución imprudente 11. La in v en ció n d el p u e b l o es ta d o u n id e n s e
251 251 253 279
Epílogo: Epílogo: De la deferen de ferencia cia al liderazgo liderazgo
305
Not N otas as
327
185
Agradecimientos
La elaboración elabo ración de este libro ha llevado llevado mucho muc ho tiempo. Algunas Algunas de sus sus partes, en e n sus versiones versiones más más tempranas temp ranas,, fuero fu eronn presenta pres entadas das y comentadas en la Universidad de Cornell (en las conferencias Cari Becker), en el Seminario Lionel Trilling de la Universidad de Colum bia y en el centro cen tro Davis de la Universidad Un iversidad de P rinceton. rinceto n. He tratado de sacar provecho de los debates que surgieron en esas ocasiones ocasiones y también tam bién de las lecturas lecturas realizadas realizadas por po r amigos mejor m ejor in formados que yo. Linda Colley leyó un borrador del manuscrito completo y me salvó de numerosos errores. Varios estudiosos me dieron buenos bue nos conse consejos jos,, a los los que no siempre presté atención, aten ción, so br b r e el p r im e r capí ca pítu tulo lo:: P aul au l C hris hr istitian anso son, n, Jac Ja c k H exte ex ter, r, el d ifu if u n to Joel Hurstfield, Barbara Malament, Conrad Russell, Lawrence Stone y David Underdown. Probablemente ninguno de ellos coincidirá con la interpr inte rpreta etació ciónn ofrecida en él. él. Marie Marie Cas Caske keyy Morgan yjam yja m es L. Mairs también leyeron el manuscrito entero y me ayudaron a darle la claridad que pue p ueda da tener. Ave Avery H udso ud sonn ha h a sido el el tipo de editor que todo escritor esc ritor desea. desea. Finalmente quiero agradecer agrad ecer a los los muchos muc hos bibliotecarios biblioteca rios que me han h an facilitado las las cosa cosass en la Briti British sh Library, Library, la Bodleian, Bodle ian, la Virginia Historical Society y, especia esp ecialm lmen en te, la biblioteca de la Universidad de Yale y la biblioteca Henry E. Huntington. Partes del segundo capítulo fueron fue ron publicadas publicadas en la YaleReviewde abril abril de 1983 y se reimprime reimp rimenn aquí con c on el permiso corres c orrespondie pondiente. nte.
PRIMERA PARTE PART E Orígenes Nada es más más sorprendente para para aquellos que se ocupan de los asuntos hu manos con mirada filosófica, que ver la facilidad con la que las mayorías son gobernadas por las minorías; y observar la implícita sumisión con la que los hombres renuncian a sus sus propios sentimientos sentimientos y pasiones a cambio de los de sus gobernantes. C uando investig investigamos amos por qué m edios se produ ce esta mara maravil villa, la, encontrar enco ntrarem em os que qu e así co m o la Fuerza Fuerza está está siempre del lado de ios gobernados, quienes gobiernan no tienen otra cosa que los apoye más que la opinió op inión. n. Es, Es, por lo tanto, tanto, sólo en la op inió n don d on de se fun da el gobiern go biern o, .y .y esta esta máxim m áxim a se aplica a los más despótico s y más militare militaress de los gobierno gob ierno s, así com o a los más libres libres y populares. David David Hu m e, “D “D e los primeros primeros principios del gob ier no ”, Ensayos Ensa yos y tratad tra tados os sobre varios vario s terna ternas, s, 1758.
Podemos Pod emos tal tal ve vez preg untar un tarno noss si hoy la la fuerza está siempre del lado de los los gobernad gob ernados, os, e incluso incluso si si siempre lo ha estado, pero pe ro en general las observaciones de Hume pueden ser aceptadas. Dicho de otra manera, todo gobierno gob ierno descansa descansa en el consentimiento, consentimiento, ob tenido de alguna algun a manera, m anera, de los gobernado gob ernados. s. Ya la larga, larga, la la me ra fuerza, por más que esté totalmente a disposición de los po cos que gobiernan, no constituye una base suficiente para inducir el consentimiento. Los seres humanos, aunque más no sea sea para para m anten er un a apariencia de dignidad, dignidad, deben ser ser per suadidos. El consentimiento debe ser sostenido por opiniones. Loss pocos Lo pocos que gob iernan ierna n se ocupan de alimentar alim entar esa esass opinio nes. nes. No es tarea fáci fácil, l, pues las las opiniones opinio nes que q ue se necesitan para par a ha h a cer que las mayorías se sometan a las minorías, a menudo se dife rencian de los hechos observables. Así pues, el éxito de un gobierno requiere la aceptación de ficciones, requiere la suspensión volun taria de la incredulidad, incredu lidad, requie re quiere re que q ue nosotros creamos que el em pe p e r a d o r está es tá ves v estid tidoo a u n q u e p o d a m o s ver ve r que qu e n o lo está. Y, p a ra reordenar lo dicho por Hume, la máxima se extiende a los más li bres br es y más p o p u lare la ress g o b iern ie rnoo s , así com co m o a los más má s desp de spót ótic icos os y
más militares. Los gobiernos populares de Gran Bretaña y los Es tados Unidos descansan en ficciones tanto como los gobiernos de Rusia y China. Todo gobierno necesita necesita hacer hace r creer cree r en algo algo.. Hacer H acer creer que el rey es divino, que es justo y que la voz del pueblo es la voz de Dio ios. s. Hacer Hac er creer que el pueb pu eblo lo tiene una un a vo voz o hacer hace r cree c reerr que lo loss representantes del pueblo son el pueblo. Hacer creer que los go be b e rna rn a n tes te s está es tánn al servic ser vicio io del p u eblo eb lo.. H a c e r c ree re e r q u e to todd o s los hombres hom bres son igual iguales es o hacer hace r creer cree r que no n o lo son. son. El mundo político de las simulaciones se mezcla con el mun do real de extrañas maneras, pues el mundo de las simulaciones pu p u e d e con frec fr ecuu enci en ciaa d a r fo f o rma rm a al m u n d o real. rea l. Para Pa ra ser s er viable, p a ra cumplir con su propósito, sea cual fuere ese propósito, una fic ción debe tener una cierta semejanza con los hechos. Sí se aparta demasiado de d e los los hechos, la suspensión suspensión voluntaria de la increduli incred uli dad se desmorona. Y, a la inversa, podría desmoronarse si los he chos se alejan demasiado de la ilusión a la que queremos que se par p arez ezca cann . Dado Da do que qu e las ficci fic cion ones es son nece ne cesa saria rias, s, d a d o que qu e n o p o demos vivir sin ellas, a menudo nos esforzamos, para prevenir su desmoronamiento, por cambiar los hechos con el propósito de que coincidan con la ficción, para hacer que nuestro mundo se amolde más a lo que queremos que sea. A esto a veces lo llama mos, mos, de mane m anera ra muy aprop ap ropiada, iada, “refo ref o rm a”, a”, cuan cu ando do la ficción ficción asu asu me el mando man do y modifica la la realidad. Aunque Aunq ue las ficci ficcione oness perm pe rm iten a las las minorías gobe go be rnar rn ar a la las mayorías, no sólo las mayorías se ven limitadas por ellas. En la mezcla extraña de la simulación política y la realidad, los pocos que gobiernan , al al igua iguall que los los muchos gobernados, gob ernados, pued pu eden en en en contrarse a sí mismos limitados —incluso podríamos decir “re formados”— por las ficciones de las que su autoridad depende. No N o sólo só lo la au a u to tori ridd a d , sino sin o tam ta m b ién ié n la lib li b e rta rt a d , p u e d e n d e p e n d e r de las ficciones. Es más, la libertad podría depender, por artero que parezca, de las propias ficciones que sostienen la autoridad. Tal ha sido sido el el cas casoo, po r lo menos en el mun m undo do anglo an glono norteam rteam eri cano; y la libertad m odern od erna, a, para p ara bien bie n o para pa ra mal, nació, o quizá quizá deberíamos decir fue inventada, en ese mundo y continúa nu
Dado que es un tanto incómodo reconocer que dependemos * tanto de las ficciones, les damos por lo general algún nombre más enaltecedor. Podemos proclamar que son verdades evidentes por sí mismas, y esa designación no es inapropiada, porque implica nues tro compromiso con ellas y al mismo tiempo las protege de todo desafío. Entre las ficciones que aceptamos en la actualidad como evidentes por sí mismas están las que Thomas jefferson consagró en la Declaración de la Independencia, la de que todos los hom bres son creados iguales y la de que deben obediencia al gobierno sólo si es su propio agente, si esta autoridad deriva de su consenti miento. Sería difícil, si no imposible, demostrar estas proposiciones con pruebas fácticas. Podría ser un tanto más fácil, con la clase de pruebas que generalm ente requerimos para demostrar cualquier proposición discutible, demostrar que los hombres no son creados iguales y que no han delegado autoridad alguna a ningún gobier no. Pero las verdades evidentes por sí mismas no son discutibles, y desafiarlas desgarraría la trama misma de nuestra sociedad. No es el propósito de este libro desafiarlas, y mi uso de la pa labra “ficción” no tiene esa intención. Me han molestado las con notaciones peyorativas de esa palabra, pero no he podido encon trar otra mejor para describir los diferentes fen óm enos a los que la he aplicado. Sólo puedo esperar que los lectores que perseve ren hasta el final del libro reconozcan que las cualidades Acció nales de la soberanía popular sostienen más que amenazan los valores humanos asociados a ella. Espero que también reconoz can que no atribuyo engaño o fingimiento por parte de aquellos que emplearon o sostuvieron las ficciones aquí examinadas, fic ciones en las que suspendieron