unificación del mundo islámico. Abd el-Rahman Al-Kawakibi (1849-1903) es el segundo de los pensadores citados, residente en Egipto, que se dio a conocer por su obra Om el Koura y su proyecto de «Organización internacional islámica». En este sentido propugnaba la creación de una institución internacional musulmana sobre la base de un pacto, del que publicó el texto; inicialmente la actividad de esta organización parecía ser más de orden cultural que político. Pero estas propuestas no tuvieron un eco inmediato, aunque se mantuvo el valor de la idea. Habrá que esperar a que se produzca la crisis del Sultanato y resurja el ideal de un islamismo modernizado para que, durante el periodo de entreguerras, se celebren una serie de Congresos con tales objetivos: el primer Congreso islámico se reunió en El Cairo en mayo de 1926 con asistencia de delegados de trece países musulmanes, entre los que se encontraban Egipto, Túnez, Marruecos e India; otros Congresos islámicos se celebraron posteriormente en La Meca en junio de 1926, y en Jerusalén en diciembre de 1931. Tras la Segunda Guerra Mundial resurgió de nuevo el movimiento panislámico desde 1954, ya con nuevas orientaciones y características, predominando las de talante religioso-cultural y conservador.
l nacionalismo árabe El nacionalismo árabe se configuró y desarrolló al mismo tiempo y de forma paralela a como fue surgiendo el nacionalismo judío. En este sentido escribe J. P. Alem que los renacimientos, en la época contemporánea, de los nacionalismos árabe y judío son fenómenos curiosa y paradójicamente concomitantes. Intentando unir conjuntos de pueblos mal definidos, ambos nacionalismos despertaron en la última parte del siglo XIX, y los dos encontraron su realización con ocasión de un mismo acontecimiento histórico: la liquidación del Imperio Otomano al término de la Primera Guerra Mundial. Lo que diferencia a ambos nacionalismos, árabe y judío, es que el primero señala el resurgimiento de un pueblo más homogéneo asentado sobre la tierra de sus antepasados, mientras que el segundo se ha desarrollado entre un pueblo disperso por varias regiones del mundo, dentro de culturas e idiomas diversos. Por su parte, M. Rodinson llama «arabismo» al nacionalismo árabe próximo al tipo actual, cuyo modelo fue formándose en Europa a través de una lenta evolución desde la Edad Media; el nacionalismo árabe se ha desarrollado paulatinamente «en función de situaciones y acontecimientos que las diversas teorizaciones iban siguiendo por aproximaciones sucesivas», desde mediados del siglo XIX y sobre todo a comienzos del XX. Según este mismo autor los caracteres que definen a los árabes y que constituyen la arabidad son tres: en primer lugar, hablan la lengua árabe, en sus diversas variedades, a la que consideran como su lengua natural; en segundo lugar, estiman como patrimonio suyo la historia y los rasgos culturales de los árabes, y que engloba a la religión islámica; y en tercer lugar, reivindican la identidad, y poseen conciencia de arabidad. Tales son los considerados pueblos o países árabes. También en opinión de M. Flory y R. Mantran el mundo árabe se puede definir por varios