UNIVERSIDAD DE CHILE FACULTAD DE CIENCIAS FORESTALES DEPARTAMENTO DE GESTIÓN FORESTAL Y MEDIO AMBIENTE
FUNDAMENTOS DEL MANEJO DEL FUEGO GUI GUI LLE RMO JULI JU LI O ALVEAR Profesor Titular
OCTAVA EDICIÓN Santiago de Chile, Marzo de 2012
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TABLA DE CONTENIDOS Capítulos MATERIAS 1. INTRODUCCIÓN INTRODUCCIÓN AL MANEJO DEL FUEGO 1.1 Conceptos Preliminares 1.2 Daños y Efectos de Los Incendios Forestales 1.2.1 Daños del Fuego 1.2.2 Efectos del Fuego 1.2.2.1 Efectos Socioeconómicos 1.2.2.2 Efectos Ecológicos 1.2.3 Rol del Fuego como Agente Natural 1.3 Valoración de Pérdidas por Incendios Forestales 1.3.1 Consideraciones Generales 1.3.2 Métodos de Valoración de Pérdidas Directas 1.3.3 Métodos de Valoración de Pérdidas Indirectas 1.4 Ocurrencia de Incendios Forestales en el Mundo 1.5 Los Incendios Forestales y el Manejo del Fuego en Chile 1.5.1 Reseña Histórica 1.5.2 Evolución en los Tiempos Presentes 1.6 Componentes del Manejo del Fuego 1.6.1 Prevención 1.6.2 Presupresión 1.6.3 Combate 1.6.4 Uso del Fuego 1.7 Tipos de Incendios Forestales 2. COMPORTAMIENTO COMPORTAMIENTO DEL FUEGO 2.1 Conceptos Generales 2.2 Variables del Comportamiento 2.2.1 Combustión de Combustibles Forestales 2.2.2 Propagación del Fuego 2.2.2.1 Modelos de Propagación 2.2.2.2 Velocidad de Propagación 2.2.3 Liberación Calórica 2.2.4 Llama 2.2.5 Columna de Convección 2.2.6 Columna de Humo 2.2.7 Ignición e Inflamabilidad 2.2.8 Transferencia del Calor 2.3 Factores del Comportamiento Comportamiento 2.3.1 Topografía 2.3.2 Estado Atmosférico 2.3.2.1 Temperatura del Aire 2.3.2.2 Humedad del Aire 2.3.2.3 Presión Atmosférica 2.3.2.4 Viento 2.3.2.5 Masas de Aire y Frentes 2.3.2.6 Nubes 2.3.2.7 Nubosidad e Insolación 2.3.2.8 Radiación Solar 2.3.3 Combustibles 2.3.3.1 Propiedades Físicas 2.3.3.2 Calidad 2.3.3.3 Condición de la Vegetación
Páginas 8 8 8 9 9 10 10 18 19 19 21 31 40 41 41 54 67 68 68 69 70 70 72 72 73 73 76 76 77 79 80 82 85 85 86 87 87 88 88 89 90 90 96 96 97 97 97 97 100 101
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TABLA DE CONTENIDOS Capítulos MATERIAS 1. INTRODUCCIÓN INTRODUCCIÓN AL MANEJO DEL FUEGO 1.1 Conceptos Preliminares 1.2 Daños y Efectos de Los Incendios Forestales 1.2.1 Daños del Fuego 1.2.2 Efectos del Fuego 1.2.2.1 Efectos Socioeconómicos 1.2.2.2 Efectos Ecológicos 1.2.3 Rol del Fuego como Agente Natural 1.3 Valoración de Pérdidas por Incendios Forestales 1.3.1 Consideraciones Generales 1.3.2 Métodos de Valoración de Pérdidas Directas 1.3.3 Métodos de Valoración de Pérdidas Indirectas 1.4 Ocurrencia de Incendios Forestales en el Mundo 1.5 Los Incendios Forestales y el Manejo del Fuego en Chile 1.5.1 Reseña Histórica 1.5.2 Evolución en los Tiempos Presentes 1.6 Componentes del Manejo del Fuego 1.6.1 Prevención 1.6.2 Presupresión 1.6.3 Combate 1.6.4 Uso del Fuego 1.7 Tipos de Incendios Forestales 2. COMPORTAMIENTO COMPORTAMIENTO DEL FUEGO 2.1 Conceptos Generales 2.2 Variables del Comportamiento 2.2.1 Combustión de Combustibles Forestales 2.2.2 Propagación del Fuego 2.2.2.1 Modelos de Propagación 2.2.2.2 Velocidad de Propagación 2.2.3 Liberación Calórica 2.2.4 Llama 2.2.5 Columna de Convección 2.2.6 Columna de Humo 2.2.7 Ignición e Inflamabilidad 2.2.8 Transferencia del Calor 2.3 Factores del Comportamiento Comportamiento 2.3.1 Topografía 2.3.2 Estado Atmosférico 2.3.2.1 Temperatura del Aire 2.3.2.2 Humedad del Aire 2.3.2.3 Presión Atmosférica 2.3.2.4 Viento 2.3.2.5 Masas de Aire y Frentes 2.3.2.6 Nubes 2.3.2.7 Nubosidad e Insolación 2.3.2.8 Radiación Solar 2.3.3 Combustibles 2.3.3.1 Propiedades Físicas 2.3.3.2 Calidad 2.3.3.3 Condición de la Vegetación
Páginas 8 8 8 9 9 10 10 18 19 19 21 31 40 41 41 54 67 68 68 69 70 70 72 72 73 73 76 76 77 79 80 82 85 85 86 87 87 88 88 89 90 90 96 96 97 97 97 97 100 101
3 2.3.3.4 2.3.4 2.3.4.1 2.3.4.2 2.3.4.3 2.3.5 2.4 2.4.1 2.4.2 2.4.3 2.4.4 2.4.5 2.4.6 2.5 2.5.1 2.5.2 2.5.3 2.5.4 2.5.5 3. 3.1 3.2 3.2.1 3.2.2 3.3 3.3.1 3.3.2 3.3.3 3.4 3.5 3.5.1 3.5.2 4. 4.1 4.2 4.2.1 4.2.2 4.2.3 4.3 4.3.1 4.3.2 4.3.3 4.3.4 4.3.5 4.3.6 4.4 4.4.1 4.4.2 4.4.3 4.4.4 4.4.5 4.4.6 4,5 5.
Resistencia al Control Inventario de Combustibles Método de los Transectos Lineales Método Australiano Método Foto-Serie Modelación de Combustibles Comportamiento Comportamiento Extremo Emisión de Pavesas y Producción de Focos Secundarios Incendios de Copa Emisión de Materiales Gruesos y Generación de Incendios Lejanos Remolinos de Fuego Incendios Explosivos Tormentas de Fuego Simulación de Incendios Forestales Sistema BEHAVE Sistema FARSITE Sistema Canadiense (FBP) Sistema CARDIN Sistema KITRAL PRONÓSTICOS PRONÓSTICOS DE INCENDIOS FORESTALES Conceptos Generales Tipos de Índices Clasificación según la Composición de Factores Clasificación según el Objetivo Sistemas de Pronósticos de Incendios Forestales Sistema NFDR Sistema FWI Índices basados en la Teledetección Aplicaciones del Pronóstico de Incendios Forestales El Pronóstico de Incendios Forestales en Chile Acciones Iniciales Índice de Riesgo PRIORIDADES PRIORIDADES DE PROTECCIÓN Introducción Fundamentos del Método Análisis de Riesgos Análisis del Peligro Análisis del Daño Potencial Procedimiento en la Determinación de Prioridades Delimitación de Zonas de Trabajo y Definición de Unidades de Superficie Definición de Variables Generales Y Específicas Asignación de Puntajes Normalizados Procedimientos Procedimientos para el Cálculo de Puntajes Normalizados Definición de Categorías y Rangos de Prioridades de Protección Construcción del Mapa de Prioridades de Protección Estudio de Caso Referencias Iniciales Selección de Variables y Definición de Puntajes Normalizados Cálculo del Riesgo Cálculo del Peligro Cálculo del Daño Potencial Determinación de las Prioridades de Protección Anexo. Mapas de Referencia PREVENCIÓN
103 104 105 108 109 110 116 116 116 117 117 117 118 118 119 121 122 123 124 127 127 128 128 129 130 130 132 134 135 135 135 136 141 141 142 143 144 144 145 146 147 147 149 154 154 155 155 156 157 161 168 172 174 177
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5.1 5.2 5.2.1 5.2.2 5.2.3 5.2.4 5.2.5 5.3 5.3.1 5.3.2 5.3.3 5.4 5.4.1 5.4.2 5.4.3 5.4.4 5.4.4.1 5.4.4.2 5.4.4.3 5.4.4.4 5.5 5.5.1 5.5.2 6. 6.1 6.2 6.3 6.3.1 6.3.2 6.3.3 6.4 6.4.1 6.4.2 6.4.3 6.4.4 6.4.5 6.4.6 6.5 6.5.1 6.5.2 6.6 7. 7.1 7.2 7.3 7.3.1 7.3.2 7.3.3 7.3.4 7.4 8. 8.1 8.1.1 8.1.2
Generalidades Educación y Difusión Análisis de Riesgos Medios de Comunicación Técnicas de Comunicación Evaluación de Campañas de Prevención Campañas de Prevención en Chile Legislación y Reglamentación Conceptos de Legislación y Reglamentación Medidas Legislativas Medidas Reglamentarias Manejo de Combustibles Conceptos y Alcances Propiedades de la Vegetación en relación al Manejo de Combustibles Situaciones a apoyar con el Manejo de Combustibles Combustibles Técnicas de Manejo de Combustibles Cortafuegos Cortacombustibles Cortacombustibles Líneas de Penetración Reducción de Combustibles Modificación del Clima Provocación de Lluvias Artificiales Modificación de Tormentas Eléctricas DETECCIÓN Generalidades Observación Terrestre Móvil Observación Terrestre Fija Operación del Sistema Visibilidad de los Observadores Terrestres Fijos Diseño de Sistemas de Torres de Observación Observación Aérea Tipos de Aeronaves en la Detección Cobertura de Vigilancia Planes y Programas de Vuelo Localización, Reconocimiento y Reporte de Focos Personal y Equipos Diseño de Sistemas de Patrullaje Aéreo Observación con Medios Indirectos Sistemas Televisivos Sistemas basados en Radiómetros Infrarrojos Elección de Sistemas de Detección RADIOCOMUNICACIO RADIOCOMUNICACIONES NES Generalidades Cobertura y Flujo de las Radiocomunicaciones Radiocomunicaciones Transmisiones y Equipos de Radiocomunicación Radiocomunicación Tipos de Ondas Fenómenos que Afectan a las Radiocomunicaciones Radiocomunicaciones Tipos de Señales en las Transmisiones Radiales Equipos para las Radiocomunicaciones Radiocomunicaciones Explotación de las Radiocomunicaciones Radiocomunicaciones COMANDO DE OPERACIONES Abastecimiento Abastecimiento Planes de Abastecimiento Abastecimiento Servicios de Abastecimiento
177 177 178 179 180 182 182 185 185 185 187 187 187 188 189 190 190 194 194 195 196 197 197 198 198 198 199 199 203 205 207 207 208 209 209 210 211 211 212 212 213 216 216 216 218 218 218 219 219 220 223 223 224 227
5 8.1.3 8.2 8.2.1 8.2.2 8.2.3 8.3 8.4 8.5 8.5.1 8.5.2 9. 9.1 9.1.1 9.1.2 9.1.3 9.1.4 9.1.5 9.2 9.2.1 9.2.2 9.2.3 9.2.4 9.2.5 9.3 9.3.1 9.3.2 9.4 9.4.1 9.4.2 9.4.3 9.5 9.5.1 9.5.2 9.5.3 9.5.4 9.5.4.1 9.5.4.2 9.5.4.3 9.5.4.4 9.5.4.5 9.5.4.6 9.6 9.6.1 9.6.2 9.6.3 9.6.4 9.6.5 9.7 9.7.1 9.7.2 9.8 9.8.1 9.8.2 9.8.3
Relaciones Despacho Sistemas de Despacho Normas de Despacho Módulo de Despacho del Sistema Kitral Transporte Desmovilización Desmovilización Central de Operaciones Funciones de la Central de Operaciones Implementación Implementación de una central de Operaciones COMBATE Fases del Combate Reconocimiento Primer Ataque Control Liquidación Guardia de Cenizas Métodos de Combate Método Directo Método Dos Piés Método Paralelo Método Indirecto Método del Área Líneas de Control Características Características de una Línea de Fuego Técnicas de Construcción de Líneas de Fuego Equipos y Herramientas de Combate Herramientas Manuales Equipos Motorizados Livianos Equipos Motorizados Pesados Uso del Agua en el Combate Principios en el Uso del Agua Equipos para la Aplicación del Agua Relaciones Hídricas Tendidos de Mangueras y Disposición de Motobombas Sistema Estándar Bombeo en Serie Bombeo Paralelo Bombeo Paralelo en Serie Relevo o Posta Sistema por Gravedad Uso de Productos Químicos en el Combate Retardantes Agentes Humectantes Espumas Gelatinas Explosivos Empleo de Elementos Aéreos Aviones Cisterna Helicópteros Organización para el Combate Conceptos Generales Aspectos Básicos en la organización para el Combate Funciones de una organización para el Combate
227 227 229 229 230 239 240 241 241 244 246 246 246 247 248 248 249 249 249 250 250 251 251 252 252 252 254 255 256 257 258 258 259 262 263 263 263 264 264 264 265 265 266 267 267 268 268 269 269 272 274 274 276 278
6 9.8.4 9.8.4.1 9.8.4.2 9.8.4.3 10. 10.1 10.2 10.2.1 10.2.2 10.2.3 10.2.4 10.2.5 10.2.6 10.2.7 10.3 10.4 10.5 10.5.1 10.5.2 10.5.3 10.5.4 11. 11.1. 11.1.1 11.1.2 11.1.3 11.2 11.2.1 11.2.2 11.2.3 11.2.4 11.2.5 11.2.6 11.2.7 11.2.8 11.3 11.3.1 11.3.2 11.3.3 11.3.4 11.3.5 11.4 11.4.1 11.4.2 11.4.3 11.4.4 11.4.5 11.4.6 11.4.7 11.4.8 11.4.9 11.5 11.5.1 11.5.2
Esquemas de Organización para el Combate Incendios Pequeños o Incipientes Incendios Medianos Incendios Mayores o de Magnitud SEGURIDAD EN EL COMBATE Generalidades Componentes de un Sistema de Seguridad Selección del Personal Capacitación Entrenamiento Acondicionamiento Acondicionamiento Físico Alimentación Implementación Implementación Personal Primeros Auxilios Principios Básicos de Seguridad Reglamento de Seguridad en el Combate Supervisión en Operaciones de Combate Ámbito de la Supervisión Tareas Relevantes del Supervisor Perfil del Supervisor Acciones Especiales de Seguridad USO DEL FUEGO Generalidades El Fuego como Herramienta en el Manejo Forestal Efectos Negativos en la Aplicación del Fuego Quemas Controladas y Quemas Prescritas Etapas en la Planificación del Uso del Fuego Definición de Objetivos Evaluación Preliminar Plan de Quema Oportunidad Oportunidad y Autorización de la Quema Preparación del Terreno Ratificación de la Oportunidad de la Quema Ejecución de la Quema Evaluación Final Prescripciones en la Preparación del Terreno Cortafuego Perimetral Ordenamiento de Combustibles Sectorización Accesibilidad Interior Medidas de Seguridad en Terrenos Vecinos Técnicas de Encendido Quema Progresiva Quema en Retroceso Quema Frontal Quema por Fajas Simultáneas Quemas por Focos Simultáneos Quema por los Flancos Quema Circular Simple Quema Circular con Encendido Central Quema Chevron Equipos de Encendido Equipos Manuales Proyectiles Terrestres
280 280 281 282 284 284 285 285 285 289 290 291 291 293 293 294 295 295 296 297 299 301 301 301 303 303 304 304 305 305 306 307 307 308 309 309 310 311 313 313 314 314 314 315 316 317 318 319 320 321 323 324 324 325
7 11.5.3 11.5.4 12. 12.1 12.2 12.2.1 12.2.2 12.2.3 12.3 12.3.1 12.3.2 12.3.3 12.3.4 13. 13.1 13.2 13.2.1 13.2.1.1 13.2.1.2 13.2.1.3 13.2.1.4 13.2.1.5 13.2.2 13.2.3 13.2.4 13.3 13.3.1 13.3.2 13.3.3 13.3.4 13.3.5 13.4 13.4.1 13.4.2 13.4.3 13.5 13.5.1 13.5.2 13.6 13.6.1 13.6.2 13.6.3 13.7 13.7.1 13.7.2 14.
Proyectiles Aéreos Dispositivos Especiales EVALUACIÓN ECONÓMICA DEL MANEJO DEL FUEGO Consideraciones Generales Criterios de Eficiencia Económica El Método Menos-Costo-Más-Daño Menos-Costo-Más-Daño Análisis Beneficio/Costo Tasa de Quema Permisible Criterios Pragmáticos Criterio del Presupuesto Forestal Criterio del Capital Forestal Criterio de Daños y Gastos Históricos Criterio del Producto del Sector Forestal MECANISMOS DE GESTIÓN EN EL MANEJO DEL FUEGO Conceptos Generales Sistema Planes Planes de Desarrollo Objetivos Diagnóstico Evaluación de Cursos de Acción y Límites Definición del Plan Programa de Asignación de Recursos Planes Operativos Planes Especiales Planes Prediales Esquema Organizacional Funciones Límites Estructura Descripción de Cargos Procedimientos Procedimientos Sistema de Instrucciones Componentes del Sistema de Instrucciones Internas Administración Administración del Sistema de Instrucciones Estructura del Sistema de Instrucciones Sistema de Información Generalidades Sistemas de Información en el Manejo del Fuego El Sistema Kitral Antecedentes Diseño del Sistema Kitral Impactos Previstos del Sistema Kitral El Sistema SINAMI Referencias Generales Funcionamiento del Modelo de Evaluación del Ataque Inicial BIBLIOGRAFÍA
326 326 328 328 330 330 339 340 340 341 341 341 342 343 343 343 344 345 345 347 348 348 349 351 352 354 355 355 356 357 357 358 358 360 361 364 364 366 373 373 374 380 382 382 383 385
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CAPI TULO 1
INTRODUCCIÓN AL MANEJO DEL FUEGO
1.1
CONCEPTOS PRELIMINARES
El Manejo del Fuego, también conocido como Control de Incendios Forestales o Protección contra los Incendios Forestales es una disciplina que integra conocimientos científicos y tecnológicos de una amplia gama de especialidades relativas a temas económicos, sociales y ambientales, con el propósito de estudiar la ocurrencia y la propagación de incendios en zonas rurales, como así también el uso del fuego como herramienta de trabajo en operaciones agrícolas y forestales. Se preocupa además del análisis, diseño, formulación, aplicación y evaluación de los criterios, procedimientos y técnicas necesarios para regular o minimizar los efectos y daños que el fuego puede provocar en los recursos naturales renovables. De acuerdo a antecedentes publicados por FAO e informes estadísticos de diversos países recopilados por Julio (2007), se estima que en el mundo ocurren anualmente, en promedio, alrededor de 2,19 millones incendios en zonas rurales, los que según FAO (2007) podrían afectar aproximadamente a 350 millones de hectáreas, esto es, cerca del 1,8% de toda la superficie de tierras del planeta. Un cálculo muy conservador indicaría que el monto de las pérdidas directas provocadas por la propagación del fuego en las zonas rurales superaría a cien mil millones de dólares anualmente en todo el mundo. Las pérdidas que ocasionan los incendios forestales son frecuentemente de consideración. Por ejemplo en Chile, de acuerdo a las estadísticas oficiales de la Corporación Nacional Forestal, en el período 1997-2006 ocurrieron en promedio por temporada 6.102 siniestros, que afectaron anualmente de 53.082 hectáreas, con valores en pérdidas directas estimadas por Julio (2007) del orden de 63 millones de dólares como promedio anual. Por otra parte, son incalculables los daños indirectos o intangibles, referidos a aspectos tales como la pérdida de recursos hídricos, descenso del nivel de fertilidad de los suelos, alteraciones en los ecosistemas, deterioro de la belleza escénica y la calidad ambiental, además de todas aquellas otras externalidades o secuelas de carácter social que afectan el desarrollo de la población humana, la biodiversidad y al entorno natural. Entonces, en las regiones con problemas de incendios forestales se hace indispensable contar con programas de manejo del fuego, a fin de velar por la preservación de los bienes y servicios que proporcionan los ecosistemas forestales y los desarrollos que se generan a partir de recursos.
1.2
DAÑOS Y EFECTOS DEL FUEGO
El fuego, cuando se propaga descontroladamente consumiendo la vegetación en sectores rurales, por consecuencia de incendios forestales o quemas mal ejecutadas, puede ocasionar graves daños a los recursos naturales renovables y al medio ambiente, afectando a la vida humana por el perjuicio que significa la pérdida de los bienes y servicios que ellos proveen.
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Uno de los aspectos importantes a considerar en la toma de decisiones para el control de los incendios forestales se refiere al conocimiento de los efectos que provoca el fuego en los recursos naturales renovables. Las consecuencias de este fenómeno son complejas, porque involucran múltiples impactos interrelacionados tanto globales como específicos, con derivaciones en el corto, mediano y largo plazo, y que afectan directa e indirectamente a la humanidad. Constituye un requisito fundamental reconocer la amplia gama de problemas que pueden provocarse, y considerar que este agente destructivo es muy variable, con resultados difíciles de generalizar. Los factores que regulan la iniciación, propagación y efectos de los incendios forestales son innumerables, porque comprometen procesos que abarcan aspectos tales como la actitud y cultura de la población humana, las características de las formaciones vegetales y su fauna relacionada, los tipos de suelos, las condiciones topográficas, los cursos de agua, los regímenes climáticos y, en general, los intereses socioeconómicos comprometidos en los sitios afectados. Todo ello hace, con frecuencia, que sea muy difícil identificar y evaluar los daños que se provocan, los que normalmente se valorizan de manera subjetiva, subestimando la real gravedad que poseen. Los problemas que provoca el fuego pueden calificarse desde dos puntos de vista: Daños y Efectos. Los primeros están referidos al monto o valor del perjuicio y, los segundos, a la calidad de los mismos o a las alteraciones que se originan en la dinámica de los diferentes procesos relativos a los recursos naturales renovables, incluyendo las funciones que ellos cumplen en el desarrollo económico, social y ambiental.
1.2.1 Daños del Fuego. En general, las pérdidas que provocan los incendios forestales y las quemas mal aplicadas pueden clasificarse en dos grandes categorías:
Daños Directos. Son todos aquellos bienes tangibles, que se transan en el mercado en valores
monetarios, cuya identificación y evaluación es factible efectuarla inmediatamente o en un breve lapso después de producida la acción del fuego. En esta categoría cabe señalar a las pérdidas de maderas y otros productos forestales, cultivos agrícolas, cercos, ganado, aserraderos y otras instalaciones rurales.
Daños I ndirectos. Corresponden a las pérdidas de carácter intangible, difíciles de identificar y
evaluar, incluso a veces en el mediano plazo, con secuelas que generalmente se manifiestan en valores que no estuvieron directamente afectados por la acción del fuego. Cabe aquí destacar a la pérdida de fertilidad de los suelos, la iniciación de procesos erosivos, la sedimentación en cursos de agua, las alteraciones en el equilibrio biológico y en los ecosistemas, el deterioro de la belleza escénica y la higiene ambiental, el perjuicio a la biodiversidad e, incluso, la secuela de problemas económicos y sociales que se originan en comunidades cuyo sustento se basa principalmente en el aprovechamiento de los recursos forestales.
1.2.2 Efectos del Fuego En términos generales, se pueden identificar dos grandes grupos de efectos: Socioeconómicos y Ecológicos o Ambientales.
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1.2.2.1 Efectos Socioeconómicos. En este caso, se identifican los efectos en la Salud Pública y el Desarrollo Comunitario.
Salud Pública. Los principales efectos son: - Contaminación de suelos, aguas y atmósfera. - Deterioro del paisaje o belleza escénica. - Limitaciones para la recreación, esparcimiento y prácticas deportivas.
Desarrollo Comunitario. La gama de efectos, por lo general concatenados, es muy amplia: - Daños a la propiedad. - Deterioro o detención de procesos productivos. - Reducción de fuentes de trabajo. - Limitaciones al desarrollo rural y al comercio local. - Deterioro del turismo. - Pérdida de valores culturales e históricos. - Perjuicios a obras públicas e infraestructuras de comunicaciones.
1.2.2.2 Efectos Ecológicos. Están referidos particularmente a los efectos que se ocasionan al clima, los suelos, la vida silvestre y los árboles mismos.
E fectos en el Clima. Son diversos, y afectan principalmente al microclima. - Cambio en los regímenes de vientos. - Disminución de la humedad ambiental. - Incremento de la temperatura ambiental. - Aumento de la radiación solar. - Incremento de la luminosidad. - Reducción de la evapotranspiración. - Disminución de la disponibilidad de oxígeno.
E fectos sobre el Suelo. Los más importantes son: Propiedades Físicas.
Los efectos en propiedades tales como la estructura o textura, varían dependiendo del tipo de suelo afectado y del contenido de humedad que posee, la intensidad y duración del incendio y de la oportunidad y cantidad de la precipitación postfuego. Hacia el estrato mineral, la transferencia de calor se produce por conducción y por transporte de vapor desde los estratos orgánicos superficiales, que pueden soportar la combustión hasta profundidades significativas. Por otra parte, en zonas de turberas o de desechos vegetales, la ignición se puede producir en forma espontánea o propagarse desde un incendio superficial, generándose incendios subterráneos difíciles de controlar, y que pueden mantenerse activos durante muchos días, incluso por meses y hasta por varios años. El contenido de humedad del suelo afecta al poder calorífico y a la conductividad térmica, y determina el grado de velocidad de la transferencia del calor. Sin embargo, con excepción de las arcillas, el calor se disipa con gran rapidez en los estratos profundos del
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suelo, minimizándose a veces en forma significativa el aumento de temperatura en las capas superficiales. Temperatura y Calor . Se ha comprobado que los estratos orgánicos no se queman cuando
su contenido de humedad supera al 120%, y que la combustión se producirá con toda seguridad cuando la humedad sea inferior al 40%. Dentro de estos límites, la combustión se inicia y desarrolla dependiendo de la cantidad de calor recibida desde los combustibles ardientes sobre el suelo. También se ha determinado que la temperatura de la superficie desciende de manera significativa en los estratos inmediatamente inferiores (por ejemplo, un nivel de 250° C en la superficie puede bajar a menos de 100° C en una profundidad igual o mayor a dos centímetros). Por otra parte, la liberación de calor desde el fuego provoca en el estrato orgánico un fenómeno conocido como "repelencia", que se produce en un nivel máximo cuando las temperaturas del suelo alcanzan entren los 175 y 200º C. Propiedades Químicas y Ciclo de Nutrientes . El calor liberado por un incendio provoca
diversos efectos en el suelo: i) Incrementa la concentración y movilidad de elementos solubles, especialmente de iones de potasio, calcio y magnesio. ii) Decrece la presencia de aniones tales como sulfatos y fosfatos. iii) Decrece la cantidad de nitrógeno orgánico e incrementa la de nitrógeno inorgánico, dejando como resultado la presencia de residuos tales como carbón. Dependiendo de la intensidad del fuego y de eventuales posteriores incendios, estos elementos pueden ser derivados del sistema por efecto de la erosión o por deposición en el perfil del suelo, en algunos casos como reservorios de nutrientes en la capa superficial y, en otros, en estratos de repelencia. También pueden, en parte, ser absorbidos por el carbón o capturados por algunas plantas. También se verifica una tendencia al incremento del pH, especialmente en suelos pobres y arenosos. El grado al cual se altera el pH del suelo depende esencialmente de la carga de combustibles y la intensidad del fuego, aspectos que determinan la cantidad de cenizas que pasa a quedar disponible. La fijación de nitrógeno, tanto simbiótico como no simbiótico, es más activa después del incendio, y puede contribuir a recuperar su pérdida volatizada durante la combustión. Por otra parte, el descenso de nutrientes por lixiviación y escurrimiento puede ser muy pequeña en las quemas prescritas, pero pueden alcanzar elevados niveles por efecto de incendios intensos. Los ciclos del fósforo también se afectan con el fuego, con un nivel de pérdida que puede alcanzar a un 46% del total contenido en la biomasa de bosques de coníferas. Propiedades Biológicas. El fuego provoca un efecto inmediato en los microorganismos
de los estratos superficiales del suelo, afectando en forma letal a las poblaciones con graves alteraciones en el hábitat, producto de los cambios de temperatura y la remoción de la capa de material orgánico. Este último efecto es temporal, sin embargo, su recuperación puede extenderse por prolongados períodos. En general, el fuego ejerce un efecto de limpieza temporal al suelo, el que puede mejorar las condiciones para el crecimiento de las plantas. La eliminación de la fauna microbiana y la microflora también reduce la competencia por los nutrientes que aparecen después del fuego. En cierto modo, el fuego compite con los agentes biológicos en la descomposición del suelo. El nitrógeno no simbiótico es
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prontamente generado, sin embargo, el aumento de la temperatura del suelo incrementa la descomposición de la litera remanente y un nuevo régimen vegetativo se impone, y con ello se facilita el reestablecimiento de la población de microorganismos. Con frecuencia la destrucción de los microorganismos puede ser considerada como un beneficio para los sistemas manejados por el hombre. Algunos microorganismos son activos parásitos, y todos son competidores por los nutrientes del suelo, por lo que su eliminación mediante el fuego podría ser considerada como un efecto sanitario, aunque sea solamente temporal. Sin embargo, debe señalarse que el daño que el fuego puede provocar al suelo es muy variable, tanto en sus propiedades físicas como químicas y biológicas. Básicamente el efecto está condicionado por factores tales como: - Cantidad de calor liberado por el fuego, - Duración del incendio o quema. - Frecuencia de incendios en el mismo sitio. - Fragilidad del suelo afectado.
E fectos sobre el Agua y el Ci clo Hidrológi co. Al respecto, cabe indicar que el efecto de los incendios forestales en los procesos hidrológicos son indirectos, porque más bien se relacionan con las alteraciones de las propiedades físicas y químicas del suelo, sobre los cuales el fuego actúa transformando el material orgánico en ceniza soluble. También, los cambios en el microclima provocados por el fuego al destruir la vegetación, inciden fuertemente en el ciclo hidrológico.
Está demostrado que los efectos del fuego sobre los recursos hídricos son comunes en la mayoría de la regiones del mundo. Los principales se pueden resumir como se indica a continuación: a) El fuego ejerce efectos pronunciados sobre los procesos hidrológicos básicos, incrementando la susceptibilidad de los suelos a la erosión y a la pérdida de estabilidad. Esto se manifiesta como una consecuencia del aumento del escurrimiento de aguas superficiales y de los significativos incrementos de volúmenes de agua en los períodos de máxima descarga. Estos factores contribuyen a incrementar la fuerza del transporte de sedimentos. b) Los procesos de erosión originados por el fuego están regulados por diversos factores: Grado de eliminación de la cobertura vegetal protectora, nivel de pérdida del estrato de material orgánico, inclinación de las pendientes, grado de sequedad del suelo, condiciones climáticas del lugar y, tasa de recuperación de la cobertura vegetal. c) La sedimentación, por efecto de la erosión, y el consecuente incremento de la turbiedad de las aguas, se señalan como los efectos más graves sobre los recursos hídricos en los períodos siguientes a los incendios. La eliminación de las cubiertas protectoras de los cursos hídricos también origina un incremento de la temperatura del agua y, en consecuencia, una amenaza para la vida acuática. d) Los incendios de gran magnitud y de elevada intensidad constituyen factores que inciden negativa y fuertemente en el daño que se provoca a los recursos hídricos.
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e) El fuego ocasiona una rápida mineralización y una movilización de nutrientes en los cursos de agua y en las soluciones de suelos. Sin embargo, estas adiciones de nutrientes no afectan significativamente a la calidad de las aguas superficiales que son usadas para el consumo humano. Por otra parte, los nutrientes perdidos por sedimentación y por disolución no tienen una relación directa con la productividad del sitio. f) Los cambios en la calidad del agua por efectos del fuego no muestran aparentemente un efecto importante en la composición o productividad de los invertebrados. Los efectos integrados del fuego en los procesos hidrológicos de una zona forestal conducen, en general, a una tendencia de incremento moderado del flujo anual de aguas, un marcado aumento de los caudales inmediatamente después de una tormenta, y un descenso de los niveles de calidad del agua. La magnitud de estos efectos depende de la frecuencia, tamaño e intensidad de los incendios, el tipo de suelo, y el tamaño y topografía de la cuenca hidrográfica. Las relaciones entre el aumento del flujo hídrico y el descenso de la calidad del agua, conllevan efectos ecológicos y económicos que deben evaluarse en un estudio de caso a caso, por la variedad e intensidad de las alteraciones que se producen. Finalmente, no pueden dejar de mencionarse los efectos en los regímenes de escorrentía y calidad de las aguas provocadas por las actividades de combate de incendios. Las operaciones con maquinaria pesada, productos químicos, construcción de barreras de contención, estanques, efectuadas cerca de vertientes y lagunas, influyen notablemente en la química y la hidrología del escurrimiento de aguas. También deben tenerse especiales cuidados en los trabajos de rehabilitación de terrenos afectados por el fuego, especialmente cuando pueden ocasionar futuras alteraciones al suelo, como es el empleo de fertilizantes para facilitar la introducción de especies exóticas, incluyendo pasturas no nativas, que son sembradas como medida de control de la erosión.
Efectos en la Vida Silvestre . Son múltiples, pero pueden clasificarse en tres grandes grupos: Vegetación. Los procesos ecológicos generados por el fuego son altamente complejos, porque
con frecuencia no se repiten y a veces sus resultados son contradictorios, aunque es posible identificar algunos principios generales para los fenómenos que se regulan. Estos deben ser considerados en la caracterización de la biota, en los objetivos de la administración de áreas silvestres, o en la definición de objetivos y metas en el manejo forestal, incluyendo las referencias básicas para el control de incendios. La adaptación de las especies de la flora en la evolución de los diversos ecosistemas es una respuesta de diversos factores que actúan sobre él, en donde el fuego puede también estar presente, aunque son escasas las situaciones en que este elemento sea claramente predominante o actúe como agente único de los cambios que se generen. Por lo general, un ambiente silvestre está permanentemente presionado y afectado por factores climáticos (sequía, viento, humedad, temperatura, radiación solar, etc.), plagas y enfermedades, o bien por agentes físicos (intervención del hombre en el manejo y explotación de bosques), todos los cuales interactúan, incluso con el fuego, condicionando la evolución del hábitat. El fuego es un antiguo y universal fenómeno, que ha jugado un significativo papel en innumerables comunidades vegetales, y también ejercido un efecto importante en muchos paisajes naturales. En diversas regiones el fuego se ha visto como un factor natural, que se presenta e influye en forma regular, permitiendo la sucesión vegetal, el rejuvenecimiento de
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plantas y el establecimiento de mosaicos de coberturas florísticas, que continúan desarrollándose en los presentes días, con una amplia gama de variaciones entre un sitio y otro. Algunos de los efectos específicos más importantes sobre la vegetación son: - Adaptación de plantas vasculares al fuego. - Estímulo a la floración - Retención de semillas - Dehiscencia estimulada por el fuego - Incremento de vigor y persistencia - Destrucción de formaciones vegetales o alteraciones en la composición de las especies. - Migraciones de animales mayores, aves, insectos y microorganismos. - Desequilibrios ecológicos o rupturas en la cadena biológica. Particularmente, sobre los árboles, cabe mencionar a los siguientes efectos: - Muerte de los tejidos vegetales. - Daños a sus órganos, con alteraciones fisiológicas y deformaciones en el crecimiento del árbol. - Deterioro en las propiedades físicas de la madera. - Provocación de problemas biológicos y sanitarios. Sin embargo, debe indicarse que la susceptibilidad de los árboles a los efectos del fuego depende de diversos factores, tales como: - Edad del árbol. - Tamaño y morfología de los órganos expuestos. - Características físicas de la corteza. - Forma del follaje. - Constitutivos químicos del follaje, corteza y madera. - Tipo de arraigamiento. - Propiedades del suelo. - Características del rodal. - Estación del año. - Intensidad del incendio. La muerte de los tejidos vegetales por efecto del calor ambiental, depende de las temperaturas existentes en un momento dado y la longitud del período de exposición. Al respecto, Nelson en 1952 (citado por Davis, 1959), determinó las temperaturas letales de acículas de cuatro especies de coníferas, sumergidas en agua a diferentes niveles de temperaturas y tiempos de exposición.
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Cuadro 1.2.2.2 Tiempos letales promedio en acículas de cuatro especies de coníferas sumergidas en agua a diferentes niveles de temperatura. Tenperatura del Agua (ºC) 52 54 56 58 60 62 64
Tempo Letal (minutos) 11 6 3 1,5 0,25 0,1 0,01
Fauna. A diferencia de la flora, la fauna no contribuye como combustible en la iniciación y
propagación de los incendios. El efecto reside en la reacción de los animales que, como cabe suponerlo, es muy variable. En parte, las consecuencias son un daño directo a los animales cuando los incendios son muy intensos o se propagan a una alta velocidad, y por otro lado, a los cambios en el hábitat por las alteraciones que se producen en la vegetación y en el suelo. En los incendios de baja intensidad, muchos organismos son atraídos al sitio quemado, tales como insectos que buscan el humo y el calor, y consecuentemente, también la fauna insectívora, especialmente aves y, tras ellas, sus depredadores. La mayoría de la fauna menor se refugia en los estratos subterráneos del suelo, donde los efectos del fuego disminuyen. Respecto a los cambio que se producen en la fauna con posterioridad al incendio, en el caso de las aves se comprueban como poco significativos, y constantes en los mamíferos. Las diferentes especies se encuentran claramente identificadas respecto a su dependencia y reacciones con los efectos del fuego. Incluso, son diversos los ejemplos de tipos de faunas adaptadas a los regímenes de fuego establecidos en forma natural o por actividades antropogénicas.
Ecología. La relación entre los ciclos bióticos y la frecuencia de incendios es fundamental para
apreciar los efectos del fuego en el ecosistema. No es necesario que la ocurrencia de incendios mantenga una regular frecuencia sobre el sitio para provocar efectos significativos en el ecosistema, porque basta con uno o más esporádicos incendios de alta intensidad para que ello se produzca. En los sistemas dependientes del fuego, donde las plantas están afectadas por una alta competencia, el incendio constituye un mecanismo de senescencia o de madurez, durante el período en que el vegetal se reproduce y muere naturalmente. En el caso de coberturas arbóreas predominantes en el sitio que sobreviven por siglos, la presencia de incendios por lo general no afecta significativamente al ecosistema. En contraste, en zonas de praderas, pastizales o vegetación herbácea, se puede provocar cambios significativos en la composición de especies, y la sucesión vegetal que continúa estará esencialmente regulada por la frecuencia de los incendios.
Paisaje. Castillo (2006) define a los incendios como un proceso de disturbio que irrumpe en la
estructura de un ecosistema, que genera patrones espaciales del comportamiento de la vegetación y un mosaico de estados definidos como una relación mosaico-paisaje. Este proceso
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está regulado naturalmente por variables relacionadas con la orografía, topografía, clima, vida silvestres y el tipo y grado de la intervención humana presentes en las zonas afectadas por el fuego. Por otra parte, la frecuencia de los incendios y la extensión e intensidad que ellos alcanzan constituyen otros factores relevantes en la formación de parches (estados transitorios del paisaje con atributos diferentes, procesos de adaptación muy particulares y cambios en la conectividad de masa y energía con paisajes vecinos). En general, se constata que la acción del fuego en una misma área y durante períodos sucesivos, ocasiona un deterioro sostenido en la composición florística, junto a una notable disminución en la capacidad de recubrimiento vegetal en los sectores quemados.
Efectos sobre el Aire y la Atmósfera. Principalmente se refieren a: Dinámica de la Columna de Convección. Es un hecho conocido que la circulación de masas de
aires en la atmósfera son afectadas por los incendios de alta intensidad, en algunos casos similares a los de tormentas severas. Con frecuencia una columna de humo observa magnitudes que superan a los 7000 metros de altitud, y bajo esas condiciones se puede generar un amplio rango de emisiones incandescentes que van provocando múltiples incendios secundarios . En la dinámica de grandes incendios forestales se comprueba una elevada tasa de consumo de combustibles vegetales (30 mil toneladas o más por hora), y elevadas alturas de la columna de humo (superiores a 5.000 metros), que incorporan grandes volúmenes de aire en sus efectos de convección, pudiendo exceder a los 100 mil metros cúbicos. Estas masas de aire contienen una apreciable cantidad de humedad después de alcanzar los niveles de condensación, promoviendo una poderoso dinamismo cuando reciben el calor latente liberado por las formaciones de cúmulos existentes sobre el incendio. Emisiones. Varían según se trate de un incendio o de una quema controlada, y también de
factores tales como la cantidad, calidad y humedad de los combustibles, además de la topografía y condiciones meteorológicas reinantes en la propagación del fuego. Los incendios forestales producen una amplia variedad de productos de la combustión, pero no todos ellos corresponden a los combustibles forestales. Una descripción de los principales elementos de polución se expone a continuación.
Material Partículado. Uno de los productos más importantes es el humo, que contiene
partículas líquidos y sólidos en un rango de tamaño que oscila entre 0,001 y 10,0 micrones, cuya cantidad puede estimarse sobre la base de la carga de combustibles consumidos por el fuego. Cuando las partículas se presentan en grandes cantidades, se origina una drástica reducción de la visibilidad atmosférica, y se crean condiciones desfavorables para la salud humana, especialmente si estos elementos se combinan con emisiones de productos químicos generados por otras fuentes contaminantes. En este último caso, los efectos combinados son sinérgicos.
Monóxido de Carbono. Es altamente tóxico. Los procesos desarrollados por la
actividad humana son la principal fuente emisora de este gas, seguido de cerca por el océano, que a su vez constituye la fuente natural de mayor importancia. Como dato de referencia, debe señalarse que las concentraciones normales de CO en la atmósfera fluctúan entre 0,05 y 0,2 ppm. Estudios realizados en la zona occidental del Estado de Washington demostraron que las emisiones de CO en un incendio de matorral alcanzan hasta 40 ppm a 20 metros de altura, y disminuyen a la cuarta parte a un nivel de 50 metros de altura, representando ambos casos el promedio en un período de 2 horas. A
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modo de comparación, los estándares para la salud humana indican un límite de 50 ppm para un período de exposición de 8 horas.
Dióxido de Carbono. Este gas inodoro e incoloro, formado por la descomposición de
sustancias orgánicas, también se produce en la combustión completa de compuestos que contienen carbono. En términos estrictos, el anhídrido de carbono no está considerado como un contaminante del aire en los inventarios nacionales de emisores de EE.UU.
H idrocarbones. Aunque este emisor cuantitativamente es muy importante en la
polución provocada por la combustión de combustibles forestales, sus efectos son significativamente diferentes a los liberados por los motores de combustión interna, debido a la ausencia de compuestos de plomo y azufre. En general, el efecto de los incendios forestales y las quemas en la liberación de hidrocarbones se considera de baja gravedad en su contribución a la formación de smog fotoquímico. Los montos de liberación de hidrocarbones son variables en los incendios forestales, dependiendo ello esencialmente del tipo de vegetación y del contenido de humedad que posee.
Producción de H umo. La combustión incompleta produce elevadas emisiones de material
particulado y de CO. En general, los fuegos de menor intensidad producen mayores emisiones de material particulado, lo que resulta de dos procesos: La aglomeración de hidrocarbones condensados y alquitranes y, los efectos mecánicos provocados por fragmentos de vegetación y cenizas que ascienden por la columna de convección. El tamaño y contenido de las partículas de humo tienen una significativa implicancia en la salud. Las partículas pequeñas (de diámetro inferior a 2,5 micras), pueden penetrar profundamente en los pulmones, y se definen, por lo tanto, como fracciones respirables. Estas partículas también afectan a la visibilidad y a la transferencia de calor por radiación en la atmósfera. También influye la cantidad de toxinas liberadas por el incendio que se han incorporado al ambiente. Eventualmente los desechos colectados desde la superficie de la tierra pueden incorporarse a los procesos bióticos. En la mayoría de los incendios, el humo pasa primero a través de los componentes de la biota antes de introducirse en el aire. El humo puede potencialmente constituirse en un agente biológico al igual que un evento meteorológico, al provocar efectos inhibitorios en ciertos hongos y algas, estimular el florecimiento de determinadas plantas y retardar el crecimiento y propagación de patógenos y parásitos.
Actividad Humana. El fuego, si bien puede ser beneficioso para la protección y el manejo
forestal, incluso en el desarrollo de diversos sistemas de vida silvestres, sus efectos pueden ser altamente negativos cuando, por consecuencia del comportamiento extremo de un incendio, o bien por aplicaciones inadecuadas de quemas, se destruyen o se modifican substancialmente elementos esenciales del ecosistemas y, por lo tanto, la calidad de vida de la población humana.
Poblaciones H umanas. Varían significativamente en su monto y consecuencias entre una temporada y otra. En los análisis sobre el tema, se ha comprobado que los efectos de mayor gravedad no observan una relación clara con el tamaño de los incendios, sino que más bien con la oportunidad en que se presentan, la intensidad que desarrollan y la velocidad de propagación que alcanzan. La situación es más difícil es la de incendios localizados en la interfaz urbanorural, por el inminente riesgo a viviendas e instalaciones, con los consecuentes impactos en la vida humana. En estos últimos valores, las pérdidas pueden ser irrecuperables y de montos incalculables.
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Cuencas Hidrográficas. La magnitud de los valores afectados dependen claramente de la
topografía de la cuenca, que influye en el efecto de las lluvias torrenciales y sus consecuentes movimientos violentos de agua y sedimentos. Los impactos que se producen en las comunidades humanas pueden llegar a ser dramáticos, particularmente en terrenos con una topografía muy quebrada. Sin embargo, el daño a las cuencas y sus impactos en las poblaciones, normalmente se interpreta o supone de una gravedad muy inferior al que realmente se produce. Cuando el agua escurre con fuerza por pendientes desprovistas de vegetación, además de agua y sedimentos pueden transportarse materiales leñosos gruesos, piedras y otros cuerpos mayores, provocándose inundaciones en los cultivos y sectores habitacionales, destrucción de obras civiles, con elevadas pérdidas sociales y a la producción .
Recreación. Los impactos pueden ser graves por la función social que reportan los recursos forestales en servicios de belleza escénica, esparcimiento, prácticas deportivas, turismo, descanso, etc. Estos valores adquieren cada día mayor importancia para el hombre que, con el avance de la civilización, sus necesidades de contacto con la naturaleza también se incrementan, e incluso ha pasado a constituir, en muchas personas y grupos humanos, un elemento de fundamental importancia para sustentar la salud mental y la espiritualidad.
Sin embargo, no todos los efectos sobre la recreación son negativos, porque el fuego, dependiendo de las características del terreno afectado y de la intensidad misma del incendio, puede generar resultados positivos en el mediano y largo plazo. Por lo general, el impacto inmediato es violento o dramático, pero, la vegetación puede reaccionar con posteridad en forma favorable, con un mayor vigor y exhuberancia, recuperándose la estabilidad de los suelos y de la flora, contribuyendo a mejorar el paisaje y, en consecuencia la fauna y la calidad del aire y de las aguas.
Calidad del Aire. Tal como se expresó con anterioridad, la combustión de materiales leñosos
afecta a la composición de la atmósfera, por la incorporación de diversos tipos de emisiones de partículas y gases, que además restringen la visibilidad. También se ha determinado la presencia de compuestos que se activan y reaccionan violentamente ante la presencia de una intensa luz solar, generando emisiones con efectos irritantes aún más graves . Especialmente debe tenerse presente que las columnas de humo en incendios forestales que se desplazan desde zonas rurales, en donde no representan un efecto importante de polución, al entrar en las áreas urbanas pueden incrementar fuertemente su acción contaminante, por las reacciones fotoquímicas que se producen principalmente por efecto del aumento de la concentración del ozono y de otros compuestos irritantes.
1.2.3 Rol del Fuego como Agente Natural No obstante los efectos negativos tanto socioeconómicos como ecológicos que generan los incendios forestales, descritos en las secciones precedentes, debe destacarse que, en muchas regiones del mundo, el fuego representa un factor positivo, a veces decisivo, en la evolución de la flora y la fauna, especialmente cuando ocurre en forma natural, como consecuencia de tormentas eléctricas o erupciones volcánicas. Son diversos los ejemplos sobre el rol ecológico del fuego. Algunos más conocidos están referidos a la dinámica y desarrollo de los bosques de los géneros eucaliptos, pinus, araucaria,
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entre otros, en donde el efecto puede estar dado en la preparación de una cama para la recepción y germinación de semillas en procesos de repoblación natural, o bien en la generación de calor suficiente para abrir conos serotinos y permitir la diseminación de las semillas. Por otra parte, diversas especies se revitalizan en su desarrollo o generan rebrotes potentes por efecto de la recepción de calores intensos. La generación de incendios naturales no corresponde a un proceso que se verifique en forma regular en el transcurso del tiempo. Es común, a través de la historia, constatar períodos intercalados con y sin la generación de fuegos por tormentas eléctricas. Por esa razón, el desarrollo de diversas formaciones vegetales se ha acondicionado a los denominados “ciclos de fuego”, que corresponde a períodos de años en los cuales se intensifica la presencia de este factor. En una importante medida, el uso del fuego a través de quemas ejecutadas por el hombre, se inició como una forma de imitar a la naturaleza, o bien para suplir sus necesidades en el manejo de la vegetación en los períodos de ausencia de tormentas eléctricas. Más adelante, en el Capítulo 11, se presenta una sección referida al uso del fuego como herramienta de trabajo en actividades agrícolas y forestales.
1.3
VALORACIÓN DE PÉRDIDAS POR INCENDIOS FORESTALES
1.3.1 Consideraciones preliminares. La determinación del monto de las pérdidas e impactos que provocan los incendios forestales es un aspecto clave en la planificación y programación del manejo del fuego, particularmente en lo que respecta a los niveles de inversión y gastos que es necesario desembolsar para las actividades destinadas a evitar o mitigar los daños que eventualmente puedan generarse. En general, los servicios encargados de la gestión del manejo del fuego, tanto públicos como privados, si bien comprueban su preocupación por disponer de presupuestos suficientes para asegurar la adecuada protección de los recursos naturales que están bajo su responsabilidad, sus decisiones sobre el financiamiento requerido para las operaciones de prevención y combate normalmente no están debidamente fundamentadas: Una, por el desconocimiento del valor real de los daños que se producen por los efectos del fuego y, por otro lado, debido a la ausencia de información confiable sobre la eficacia que se logra en la reducción de los daños con la aplicación de diferentes niveles de asignación y distribución de medios para el control de los incendios forestales. La evaluación de las pérdidas e impactos de los incendios forestales no es una tarea fácil, porque los efectos del fuego sobre los recursos naturales renovables y su respectivo flujo de bienes y servicios que proveen, especialmente en aquellos no poseen un valor de mercado, son prácticamente desconocidos. Diversos bienes, como la madera que abastece a producciones industriales, la infraestructura rural, el ganado, cultivos agrícolas, entre otros, son claramente tangibles y poseen una tasación comercial, de modo que por medio de una adecuada caracterización de la intensidad del daño, es posible determinar con precisión el monto de la pérdida. Pero, en los recursos naturales existe una amplia gama de valores y servicios que se afectan de manera intangible, con impactos ambientales y sociales que no se transan en los mercados y que, con frecuencia, pueden apreciarse en su verdadera magnitud en un período posterior, a veces en el mediano y largo plazo después de la ocurrencia del incendio.
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González Cabán (1998) señala que la implementación de un sistema de evaluación de daños por incendios forestales requiere necesariamente contar con instrumentos que permitan identificar y caracterizar los bienes y servicios provistos por el medio natural que están siendo afectados por el fuego, de manera de determinar los efectos tanto cuantitativos como cualitativos que se provocan, como paso previo para determinar el flujo de beneficios que se altera o destruye, y, lograr finalmente, mediante la aplicación de una tasa de descuento, la estimación del precio de la pérdida total y por cada uno de los bienes y servicios dañados. La preocupación por valorizar las pérdidas provocadas por los incendios forestales se manifestó inicialmente con la creación del Servicio Forestal de Estados Unidos en el año 1904, oportunidad en que se establece la necesidad de determinar la cuantía de los daños para fundamentar niveles presupuestarios adecuados para la protección de los recursos naturales renovables (Gorte y Gorte, 1979). Amparado por esa referencia, diversos investigadores en el tema, comenzando por Headly en 1916, y seguido por Flint (1924) y Sparhawk (1925) proponen métodos de valorización que llegaron conformar la fundamentación básica actual del análisis ecónómico del manejo del fuego. Esta contribución fue revisada y perfeccionada primero por Hornby (1936) y Gisborne (1939), y luego por una enorme cantidad economistas forestales que han continuado ininterrumpidamente esta tarea hasta los tiempos presentes. Sin embargo, González-Cabán (1998) menciona que el propósito principal del cálculo de las pérdidas en el pasado, en la mayoría de los métodos propuestos, estaba referido a la madera en bosques que abastecían a la industria forestal. El mismo autor señala que ya existe consenso que, en cualquier sistema válido de evaluación de daños, además de la madera transada en los mercados tradicionales, debe ineludiblemente considerar toda la gama de bienes y servicios que proveen los recursos forestales, incluso aquellos que de carácter intangible que no poseen un valor comercial, como es el caso de los impactos ambientales y sociales. Ello, no obstante lo complejo que significa la valorización, porque los valores intangibles, especialmente los de no uso, no tienen una base común de comparación, además de la incertidumbre o confusión que en forma importante existe sobre la relación entre daño y valor. Al respecto, ya son varios los países que especifican en sus sistemas legales que la evaluación del daño debe corresponder al costo de restauración del daño total del recurso afectado más el valor económico perdido durante el período de afectación. En Chile no existen normas para la determinación de los daños que generan los incendios forestales, incluso no existen métodos reconocidos para valorizar las pérdidas. Solamente cabe observar la estimación de pérdidas directas en plantaciones forestales por parte de algunas empresas forestales, la que se esencialmente se basa en cálculo del costo de reposición para los bosques inmaduros y en el valor comercial de la madera dañada en los bosques maduros. La primera referencia publicada sobre el tema está contenida en el Plan Nacional de Protección contra Incendios Forestales formulado en 1967 por el Ministerio de Agricultura (Julio y Leyton, 1967), en el cual se expresa la necesidad de crear un programa de estudios económicos dirigido a evaluar los efectos y los daños ocasionadas por los incendios. En el mismo documento se incluye un cálculo de las pérdidas directas para el año 1965, basado en una estimación de los volúmenes de madera quemados en bosque nativos y plantaciones forestales, tasados al precio de mercado y que ascendía a 107, 2 millones de escudos, equivalentes a 32,5 millones de dólares (ambas cifras en valores de 1965). Con posterioridad, en diversas oportunidades el Laboratorio de Incendios Forestales de la Universidad de Chile (Julio, 1985, 2001, 2007; Rodríguez et al, 2010) ha realizado estudios de
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evaluación de daños por incendios forestales mediante métodos pragmáticos, basándose en muchos supuestos e interpolaciones debido a la insuficiente información existente para la aplicación de modelos económicos convencionales. Sin embargo, los resultados obtenidos tienen esencialmente un carácter académico y no se reconocen por no tener un respaldo oficial. Por otra parte, aunque inicialmente el diseño del método fue considerado con un carácter pragmático, basado en la intuición, posteriormente se comprobó que el procedimiento aplicado se ajustaba correctamente a la técnica de valoración conocida como Método de los Precios Hedónicos, que determina el valor de uso mediante el estudio de preferencias expresadas.
1.3.2
Métodos de valorización de pérdidas directas
Están referidos a la determinación de daños tangibles o directos, que poseen un valor de transacción en los mercados locales. Los principales métodos de valorización empleados en los últimos 50 años se describen a continuación.
1.3.2.1 Método del Servicio Forestal de Estados Unidos Las siguientes fórmulas utilizadas por el Servicio Forestal de Estados Unidos en el período 19551970, descritas en el Forest Service Handbook (USDA Forest Service, 1958), ajustadas por Julio (1974), podrían ser aplicadas en la evaluación del daño directo por incendios en formaciones boscosas regulares típicas de Chile, especialmente plantaciones. También podría ser aplicables a bosques nativos coetáneos (como es el caso de formaciones de Nothofagus sp. manejadas de Magallanes) y renovales nativos.
Bosques y renovales nativos coetáneos:
D=M*K*S*V*A*(Y+R)
Plantaciones Forestales:
D = A [( M * (Y+R) * K * V ) + C ] En donde: D = Valor del daño, en US $. M = Incremento medio anual, en m3/ha. K = Proporción de árboles muertos, en tanto por uno. S = Stock de madera comercial acumulado al momento del incendio en tanto por uno. V = Valor comercial de la madera en pié, en US $/ m3. Y = Edad del rodal, en años. R = Número de años esperados para la regeneración natural o reposición de la plantación A = Superficie afectada por el incendio, en ha. C = Costo de plantación incluyendo preparación del sitio (US$/ha).
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También en el Forest Service Handbook se incluyen referencias y criterios para el cálculo del daño en praderas, ganado, cosechas agrícolas y forestales, infraestructura rural e inversiones en el manejo silvicultural de los bosques, sin indicar fórmulas para su determinación.
1.3.2.2
Método de Loomis
Diversos autores han diseñado métodos simplificados para evaluar las pérdidas comerciales en bosques afectados por incendios forestales, como es el caso de Loomis (1974), quien diseñó un conjunto de fórmulas aplicables a bosques latifoliados de Estados Unidos con el propósito de valorizar las pérdidas en volumen y calidad de árboles afectados por el fuego. Este conjunto de fórrmulas, que exponen a continuación, también podrían aplicarse en tipos forestales nativos chilenos, coetáneos y multietáneos, tales como Siempreverde, Roble-Raulí-Tepa, Coigüe, Lenga, entre otros.
Valor de la Pérdida en Madera Aserrada (VM), en US$
VM = SP [-82,45+3,08(WL)+38,94(L)+2,18(DBH)+0,71(WW)]
Estimación del Volumen Dañado (VD), en pies madereros.
VD = -79,14+3,82(WL)+41,14(L)+1,54(DBH)+0,59(WW)
Longitud del Defecto sobre el Tocón (LD), en Pies.
LD = -2,88+0,98(WL)+2,37(L)+0,07(WW)
Superficie de la Sección del Fuste Dañada, a la Altura del Tocón (SD), en pulgadas cuadradas.
SD = -185,09+4,67(WL)+111,10(L)+5,13(DBH)+1,32(WW) En donde: DBH = DAP con corteza, en pulgadas. WL = Longitud de la herida sobre el tocón, en pies. WW = Ancho de la herida a la altura del tocón, en pulgadas. = Log(base 10) del número de años estimados antes de la cosecha. L SP = Valor comercial de la madera en pié , en US$/Pié Maderero.
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Las fórmulas propuestas por Loomis poseen como inconveniente que su cálculo está referido al daño por árbol. Por lo tanto, para determinar la pérdida total por hectárea se requiere previamente efectuar un inventario de los árboles afectados por el fuego, para determinar la cantidad de ejemplares dañados por categorías de DAP, la longitud y ancho de la herida al nivel del tocón y, por especies. Esto último, en el caso de corresponder a bosques compuestos por dos o más especies con maderas de diferentes valores comerciales.
1.3.2.3 Método de Chandler, Cheney, Thomas, Trabaud y Williams Estos autores (Chandler et al, 1983) recogen los criterios de diversos autores para determinar los daños en bosques destinados a la producción maderera, y que se fundamentan en la diferencia que se produce en el valor neto presente (VNP) del recurso con y sin efectos del fuego, en los siguientes términos:
V = VNP1 – VNP2 En donde V es el valor del daño; VNP1 es el valor neto presente del bosque sin incendio y VNP2 es el valor neto presente del bosque afectado por el fuego. Ahora, el valor neto presente para un bosque maderero con una rotación definida, es determinado por la fórmula: VNP = [Y / (1+P)n 1] – [e / P]
Donde: Y es el valor neto del producto maderero esperado; e es el costo anual de manejo; P es la tasa de descuento, y n es la longitud del período de rotación. Si el bosque se encuentra disponible para una cosecha inmediata, el valor neto de la propiedad es VNP + Y , esto es, el valor del suelo más el valor neto de la producción maderera en pié que sostiene. Si el bosque es afectado por un incendio, el daño (D) podría ser Y – S (donde S el valor neto de la madera recuperada) más o menos los efectos en el suelo que influyen en su aptitud para la producción maderera, lo que depende de la calidad del sitio y de diversos otros factores. Para el caso de la regeneración, cuando se requiere talar completamente al rodal para generar las condiciones necesarias para la repoblación natural, el daño real correspondiente a ello, asignable por causa del incendio, considerando el período que debe transcurrir para su reestablecimiento, podría calcularse como:
DR = VNP [(1 + P) x -1) / (1 + P)x] En donde DR representa al daño en la regeneración natura, y x al número adicional de años para el establecimiento de la regeneración.
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Si el terreno es plantado antes que se establezca la regeneración natural, el costo de la plantación también debe considerarse como daño del incendio, debido a que la adicional sustitución que representa en reemplazo de la regeneración natural debiera calificarse como la pérdida de un beneficio derivado de los efectos del fuego. En este caso, el daño a la regeneración natural debe calcularse como:
DR = C – [(Ya – Yb) / (1 + P) n] En donde: C es el costo de plantación; Ya es el valor del retorno neto esperado de la plantación, e Yb es el valor neto del retorno esperado de la regeneración natural
1.3.2.4 Método Español Los Manuales de Valoración de Pérdidas por incendios forestales de España (Vélez, 2010) contienen procedimientos para el cálculo de daños en productos maderables, y no maderables (leña, piñón, corcho, resinas, frutos, hongos, pastos y caza. En las secciones siguientes se exponen los métodos que podrían ser aplicables a Chile
a) Valoración de pérdidas en productos maderables Se consideran dos situaciones: La primera, referida a bosques jóvenes que aún no están en edad para un aprovechamiento comercial y, la segunda, a bosques en condiciones de ser cosechados con aprovechamiento comercial.
i)
Bosques jóvenes sin aprovechamiento comercial . Se estiman en función de los gastos necesarios para establecer una masa forestal igual a la quemada en sus momentos previos al incendio que la afectó, teniendo en cuenta el capital suelo, los gastos de conservación y el costo de regeneración (repoblación). Debe considerarse el principio de persistencia del recurso forestal, es decir, que después del incendio no se transforme en suelo de uso urbano o agrícola. La fórmula es la siguiente:
Dr = K * Sr [(A + 1,25 Co) (1,04er – 1) + Co’ * 1,04er] En donde: Dr = Daño en el bosque sin aprovechamiento comercial K = Coeficiente de superficie cubierta Sr = Superficie afectada con arbolado sin aprovechamiento comercial, en ha A = Valor en euros de la hectárea de suelo sin arbolado Co = Costo actual de repoblación de una hectárea, en euros er = Edad media en años del bosque sin aprovechamiento comercial Co’ = Costo real de regeneración de una hectárea, en euros.
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Los perjuicios se estiman por el incremento del valor perdido por efecto del fuego, en el período que transcurre desde el año de la repoblación hasta el año del incendio. La fórmula es:
Fr = K * ST * PT * VT * {[(1 + t)er] / [(1 + t) T]}
En donde Fr = Perjuicios en bosques sin aprovechamiento comercial K = Coeficiente de superficie cubierta ST = Superficie afectada con arbolado sin aprovechamiento comercial, en ha PT = Precio medio en euros del m 3 de madera en pié sin corteza VT= Volumen maderable promedio de producción en el turno en m 3sc/ha t = Tanto por uno de interés anual er = Edad media en años, del bosque sin aprovechamiento comercial T = Turno del vuelo, en años
ii)
Bosques con aprovechamiento comercial. Los daños se estiman como equivalentes a la depreciación de la madera como consecuencia del incendio. La forma a utilizar es:
Dm = (Pm * Vm) – (P’m * V’m) En donde: Dm Pm Vm P’m V’m
= Daño en bosques con aprovechamiento comercial = Precio medio en euros por m3 de madera en pié con corteza y de las dimensiones del bosque quemado = Volumen maderable con aprovechamiento comercial dañado por el fuego, en m3 con corteza = Precio medio en euros por m3 de madera en pié con corteza. Como máximo será igual a P m = Volumen maderable dañado por el fuego que se puede aprovechar, en m 3 con corteza. Como máximo será igual a V m
Los perjuicios se estiman por el valor potencial del bosque por haberse tenido que aprovechar antes del término del turno, debido al incendio; es decir, por el sacrificio de cortabilidad. La fórmula es:
Fm = Sm * PT * VT * {[(1 + t) T-em] / [(1 + t)T-em]}
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En donde: Fm Sm PT VT t T em
= Perjuicio en bosques con aprovechamiento comercial = Superficie afectada con arbolado con aprovechamiento comercial, en ha = Precio medio en euros por m3 de madera madura en pié con corteza, en ha = Volumen maderable que produce una ha en el turno, promedio del bosque, en m3 con corteza = Tanto por uno del interés anual = Turno del vuelo, en años = Edad media en años del bosque con aprovechamiento comercial
Los valores de t que deben asignarse (en España), se exponen en el Cuadro 1.3.2.4a
Cuadro 1.3.2.4a Valores de t para especies frondosas y resinosas, según longitud del turno (rapidez de crecimiento de las especies), y para montes públicos y privados Turno en Años (Rapidez de Crecimiento) 10 – 20 (rápido) 20 – 30 (medio 30 – 60 (lento) 60 y + (largo)
Especies Frondosas M.Públicos M.Privados 0,050 0,060 0,045 0,055 0,040 0,045 0,025 0,025
Especies Resinosas M.Públicos M.Privados 0,055 0,065 0,045 0,050 0,025-0,030 0,035-0,040 0,015-0,025 0,015-0,025
b) Valoración de pérdidas en productos no maderables
i) Pérdidas en la producción de leña. Molina (2008) propone un método simple, basado en las producciones de especies de los géneros Quercus y Fraxinus con los antecedentes de precios y volúmenes recogidos en producciones privadas y adjudicaciones de montes públicos en Montefrío (Granada). Para estos efectos, considera como unidad de volumen a un metro estéreo, que en promedio corresponde a 0,65 m 3 de madera sólida, lo que representa entre 450 y 580 kg de leña. El método se basa en la práctica de contrato que varían de 5 a 20 años de extensión. Ante la ocurrencia de un incendio forestal, el arrendatario rescinde el contrato, perdiendo la renta fijada hasta el período de recuperación del bosque, la que se determina como:
P = Px * R * {[(1 + t)n – 1] / [t * (1 + t)n)]}
En donde P son las pérdidas estimadas en euros/ha; Px es el precio del metro estéreo en euros; R es la productividad anual de leña en metros estéreos; t es el tanto por uno de interés anual; y n es el número de años transcurridos desde el incendio hasta el final del aprovechamiento.
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ii)
Pérdidas en la producción de hongos. El aprovechamiento micológico, que se caracteriza por su estacionalidad, corta duración y aparición secuencial, está sometido a una fuerte dependencia de los factores meteorológicos y ecológicos. Sin embargo, en algunas zonas forestales puede llegar a constituir una gran importancia en el plano socioeconómico. También Molina (2008) propone un método estimación de las pérdidas, similar al descrito precedentemente para el caso de la leña, basado en la siguiente fórmula:
P = Px * Rx * {[(1 + t)n – 1] / [t * (1 + t)n)]} En donde P son las pérdidas estimadas en euros; Px es el precio de producción de hongos en euros; Rx es la producción esperada por unidad de superficie, en kg; t es el tanto por uno de interés anual; y n es el número de años transcurridos desde el incendio hasta la recuperación de la producción de hongos.
iii)
Pérdida en recursos pascícolas . Su valoración depende de la calidad de la pradera o pastizal y de diversos factores que afectan a la masa ganadera, como la carga de producción sostenible de pastos y la capacidad de ingestión en el pastoreo de los animales. En diversos tipos de recursos pastoriles presentes en espacios abiertos en España, San Miguel Ayanz en el año 2001, citado por Molina (2008), calculó la carga verde y palatable sostenible (PV), que se expone en el Cuadro 2. En el mismo cuadro se incluye los valores de pérdida del recurso en espacios abiertos por causa de incendios forestales determinados por Molina (2008) en euros (Eº) por hectárea y por año, que se basó en la estimación cuantitativa de los valores nutritivos y de producción de los mismos recursos pascícolas.
Cuadro 1.3.2.4b Carga sostenible de recursos pascícolas y pérdidas por incendios forestales Tipos de Recursos Pascícolas Praderas naturales Pastizales estacionales mediterráneos Pastizales en montes
Carga Sostenible (kg PV/ha) 138 25 23
Valor de Pérdida (Eº/ha/año) 450 32 202
También se señala que los pastizales en bosques afectados por el fuego necesitan un período de acotamiento (recuperación del recurso pascícola) que puede extenderse desde 5 a 10 años. Para este caso, Molina (2008) propone la siguiente fórmula para el cálculo definitivo de la pérdida.
P = R * {[(1 + 0,06)n – 1] / [0,06 * (1 + 0,06)n)]}
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En donde P representa las pérdidas finales (Eº/ha); R es la renta perdida (Eº/ha); y n es el número de años sin pastoreo (acotamiento en bosques).
c) Valoración de pérdidas en la capacidad de fijación de carbono La retención del carbono depende del tipo de ecosistema y de las condiciones que éste se encuentre; es decir, de la diversidad, densidad, estructura, edades y distribución de especies vegetales que lo componen. Influyen también las condiciones del sitio, incluyendo factores como el clima, el suelo y las perturbaciones derivadas de la actividad humana. Molina (2008) estima que en España, en términos generales, que los bosques absorben alrededor del 20% de las emisiones anuales de CO 2. Por otra parte, el mismo autor señala que los bosques de coníferas, especialmente los de rápido crecimiento, son el doble más eficientes que los latifoliados en la fijación de carbono. Vélez (2010) expresa que la fijación de carbono debiera calificarse como un servicio ambiental que provee la vegetación, considerando la contribución de la propiedad de este recurso como amortiguador de los efectos del cambio climático. Sin embargo, la eliminación de la vegetación por fuego o cualquier otro proceso destructivo, y la consiguiente pérdida de la capacidad que se indica, cabe definirla como un daño directo desde que se iniciara la transacción de bonos de carbono en el mercado internacional, producto de los acuerdos del Protocolo de Kyoto. Al respecto, Vélez (2010) expresa que la fijación es permanente en el caso de superficies arboladas, y discontinua en matorrales y pastizales. Por tal razón, considera que la pérdida debe calcularse solamente en los bosques dañados por el fuego, Para estos efectos, los necesarios para la valorización de la pérdida son: -
La superficie arbolada afectada por la propagación del fuego, en hectáreas (Sa). El valor medio de la capacidad de fijación de CO 2 para la o las especies, en términos de tonelada por hectárea y por año (Cf). - El precio de los derechos de emisión de CO 2, en el año del incendio, en euros o dólares por tonelada (De). El producto de los tres factores indicados permitiría la estimación de la pérdida en la capacidad de fijación. Por otra parte, si se considera un período de 20 años de reducción de esa capacidad, la estimación de la pérdida (Pcf) podría calcularse por medio de la siguiente expresión:
Pcf = (Sa)(Cf) (De)(1,04)20 = (2,911) (Sa)(Cf)(De)
1.3.2.5
Valoración de pérdidas en la interfaz urbano rural
Los sectores periurbanos, particularmente los que circundan a grandes ciudades como Santiago, Valparaíso, Viña del Mar y Concepción, están permanentemente afectados por incendios rurales y representan una grave amenaza a los núcleos poblacionales enclavados en ellos. No obstante, no
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se evidencia en la bibliografía nacional y extranjera referencias a métodos basados en análisis económicos para valorar los daños que allí se provocan por la propagación del fuego. Julio (2007) señala, que las pérdidas directas por incendios en los sectores de la interfaz cabría clasificarlas en tres categorías: Daños a las habitaciones e infraestructura, daños a la vegetación presente, incluyendo el daño a productos silvoagropecuarios y, daños a la salud de las personas afectadas por el fuego. En un estudio efectuado por el Laboratorio de Incendios Forestales de la Facultad de Ciencias Forestales de la Universidad de Chile sobre la evaluación socioeconómico del impactos de incendios forestales en la Provincia de Valparaíso (Rodríguez et al, 2010), se desarrolló un método simple para la valoración de las pérdidas directas en cuatro situaciones diferentes de la interfaz urbano-rural. Una descripción breve de los obtenidos para esas cuantro situaciones se expone a continuación
Situación 1.
Sectores habitacionales consolidados de un nivel socio-económico alto, caracterizados por los siguientes indicadores: - Superficie Total en la Zona de Estudio: 99,38 ha - Cantidad promedio de habitantes por casa: 2 adultos y 2 niños. - Materiales de construcción (en orden de prioridad): Ladrillo-hormigón-tejas de gredamadera-cemento. - Vegetación circundante: Jardines con riego y arbolado ornamental - Índice de Inflamabilidad (basado en los materiales de construcción y en la vegetación circundante): 1,0
Situación 2. Sectores habitacionales parcialmente consolidados de un nivel socioeconómico medio a bajo, con los siguientes antecedentes: - Superficie Total en la Zona de Estudios: 414, 13 ha - Cantidad promedio de habitantes por casa: 3 adultos y 5 niños. - Materiales de construcción (en orden de prioridad): Madera-volcanita. - Vegetación circundante: Matorrales y pastizales. - Índice de Inflamabilidad (basado en los materiales de construcción y en la vegetación circundante): 5,0
Situación 3. Sectores habitacionales no consolidados de un nivel socioeconómico bajo, con los siguientes antecedentes: - Superficie Total en la Zona de Estudios: 220,88 ha - Cantidad promedio de habitantes por casa: 3 adultos y 4 niños. - Materiales de construcción (en orden de prioridad): Pizarreño-volcanita-madera-ladrillo. - Vegetación circundante: Matorrales y pastizales. - Índice de Inflamabilidad (basado en los materiales de construcción y en la vegetación circundante): 4,0
Situación 4.
Sectores habitacionales consolidados de un nivel socioeconómico medio, preferentemente rurales, con los siguientes antecedentes: - Superficie Total en la Zona de Estudios: 4.656,50 ha - Cantidad promedio de habitantes por casa: 3 adultos y 4 niños. - Materiales de construcción (en orden de prioridad): Cemento-madera-ladrillo-hormigón. - Vegetación circundante: Matorrales, pastizales y cultivos agrícolas (frutales, cereales). - Índice de Inflamabilidad (basado en los materiales de construcción y en la vegetación circundante): 3,0
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Respecto al valor del daño en viviendas, los antecedentes utilizados fueron obtenidos de un catastro efectuado en los sectores habitacionales en la interfaz urbano rural, basado en imágenes satelitales complementados con información recolectada en terreno en las cuatro situaciones identificadas según los niveles socioeconómicos ya indicados. A ello se agregaron los resultados de entrevistas a empresas inmobiliarias, tiendas de comercio de materiales de construcción, consultas a catálogos y otras indagaciones, con el propósito de fijar los precios de los bienes susceptibles de daño por el fuego. En cuanto al costo de recuperación de las personas afectadas, los valores de referencia se obtuvieron de los archivos de los organismos asistenciales en salud de la V Región y los indicadores calculados en Australia por Handmer et al (2008). La información recolectada que se menciona en los dos párrafos precedentes, fue procesada para obtener la tabla de valores que se expone en el Cuadro 1.3.2.5, necesaria para la determinación de las pérdidas en cada una de las cuatro situaciones habitacionales.
Cuadro 1.3.2.5 Tabla de valores para el cálculo de las pérdidas en sectores habitacionales, según Situaciones Socioeconómicas Itemes 1
Datos Base Densidad de Casas (N°/ha) Superficie Promedio por Casa (m2) Superficie con Vegetación (m 2/ha) Personas por Casa (N°) Tasación de Casas (US$/Casa) Factor de Pérdida por Casa * Valor de Enseres (US$/Casa) Factor de Pérdida por Enseres * Costo en Salud (US$/Persona) Factor de Pérdida en Salud *
26 120 6.240 4 121.212 0,1 12.212 0,1 202 0,5
Situaciones 2
11 48 8.506 7 20.202 0,9 2.020 0,9 202 1,0
3
4
72 52 5.598 8 30.303 1,0 3.030 1,0 202 1,0
1 73 9.695 7 50.505 0,7 5.050 0,5 292 0,8
* Los Factores de Pérdida están referido a la proporción del daño (en tanto por 1) sobre el monto total del bien o valor afectado por el fuego.
Debe indicarse que los Factores de Pérdida (Casas, Enseres y Salud) se refieren a la proporción promedio del daño que provoca el fuego respecto al valor total del bien afectado o del costo médico total de recuperación de personas afectadas. Estos factores fueron definidos sobre la base de las respuestas a consultas a personal de CONAF, ONEMI y Agencias Públicas de Salud y Viviendas. En el estudio se analizó la posibilidad de incorporar a la pérdida de vidas humanas por consecuencia de incendios forestales. Ello, considerando que en otros países, como es el caso de Australia, se ha establecido en la evaluación de daños un listado de valores para los diferentes tipos de perjuicios a las personas, incluyendo las pérdidas de vida, determinándose por cada fallecimiento un monto de dos millones de dólares (Handmer et al, 2008). Sin embargo, esto último fue desechado por la escasa confiabilidad de la información disponible.
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En cuanto al daño en la vegetación y los productos silvoagropecuarios asociados, su valoración fue realizada según el modelo de combustible existente en cada caso, y se basó en los precios de transacción en los mercados locales. Para estos efectos se consideraron como referencias a diversas publicaciones, entre las cuales cabe mencionar: ODEPA (2009), INFOR (2009), Gilchrist y Toral (2007), Montenegro et al (1994), Toral (2008), Kannegiesser (1987), SOQUIMICH (2001), y los registros de la Universidad de Chile (Laboratorio de Incendios Forestales y Departamento de Economía Agraria).
1.3.3 Métodos de valoración de pérdidas indirectas Tradicionalmente se menciona que las pérdidas indirectas generadas por los incendios forestales están referidas a todos aquellos valores afectados por el fuego que no poseen un precio de transacción en el mercado. Estos valores son de un carácter intangible, y los efectos de su pérdida con frecuencia sólo pueden apreciarse en el mediano o largo plazo. Al respecto, son diversos los autores que se refieran a los conceptos que están involucrados a este tema. Por una parte, González-Cabán (1998), menciona a los beneficios que provee la biosfera, que podrían identificarse como servicios ambientales, los cuales podrían clasificarse en dos grandes grupos: i) Las amenidades del ambiente, tales como los espacios para la recreación y el disfrute estético del paisaje, y ii) Los servicios de apoyo a la vida, que son los procesos naturales que mantienen a la biosfera, como la biodiversidad, la estabilización de ecosistemas y regulación del clima. Estos beneficios constituyen recursos que se consumen sólo idirectamente, pero son cruciales son fundamentales para el desarrollo de la vida. En cambio, Vélez (2010), señala que la pérdida de beneficios ambientales está referida esencialmente a los valores que representan los ecosistemas forestales en la conservación de la naturaleza. Plantea que, entre los diversos y complejos efectos protectores del arbolado, los de mayor relevancia están referidos a la defensa de los suelos y a la regulación de la escorrentía de las aguas superficiales. La pérdida de estos valores impacta a múltiples sectores de la agricultura, las vías de tránsito, los emplazamientos poblacionales, los suministros de agua, entre otros aspectos importantes. Molina (2008), por otro lado, plantea los efectos socioeconómicos de los incendios forestales en torno a los impactos que se producen en el paisaje. Entiende al paisaje como el escenario rural que es percibido por cualquier observador, y que corresponde a un sistema dinámico sujeto a continuos cambios originados por fenómenos naturales o antrópicos. Plantea que la visión integral en el análisis del paisaje cabe diferencias tres susbsistemas o componentes: Abiótico (clima, suelos, geomorfología, aguas); Biótico (flora y fauna) y Socioeconómico (elementos antrópicos, basados en factores culturales e históricos). También expresa que la valoración del paisaje desde una perspectiva global debe entenderse como una cohesión entre biotipo y biocenosis, una conjunción entre los componentes físicos y biológicos, que representan un conjunto de influencias que es mucho más amplia y profunda de lo que es posible percibir visualmente. En plano socioeconómico, Julio (2009) califica los impactos de los incendios forestales en dos grandes grupos:
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-
Efectos de la salud pública, que principalmente están referidos a la contaminación de suelos, aguas y atmósfera y, el deterioro del paisaje o belleza escénica y sus consecuentes deterioros en los beneficios que permiten la recreación, el esparcimiento y la práctica deportiva.
-
Efectos en el desarrollo comunitario, que conforman una amplia gama de impactos, por lo general concatenados, en la cual cabe identificar a aspectos tales como la pérdida de la propiedad, el deterioro o detención de procesos productivos, la reducción de fuentes de trabajo, las limitaciones al desarrollo local y el comercio, el deterioro del turismo, la pérdida de valores culturales e históricos, el perjuicio a obras públicas y vías de comunicación, entre otros.
Diversos autores proponen técnicas de cuantificación de las pérdidas indirectas, particularmente en los casos de impactos de los incendios forestales en el paisaje, la recreación y la protección de suelos y aguas. Para otras situaciones, la valorización se ha intentado a través de modelos de precios hedónicos, el método de valorización contingente (disposición a pagar) y el MCV(método del costo de viaje). También se han empleado métodos pragmáticos basados en escalas de valores adicionales, definidas por medio de la opinión de expertos, que determinan valores que se agregan o se suman a las pérdidas directas evaluadas por ecosistema, tipo forestal o modelo de combustible afectados por el fuego. En general, todas las propuestas de valorización de pérdidas indirectas poseen una alta cuota de subjetividad, dada la dificultad de identificar y precisar los impactos en cada uno de los componentes del complejo conjunto de bienes y servicios que proveen los recursos forestales dañados por el fuego. Además, está presente la infinita variabilidad de los incendios mismos, que son afectados en su comportamiento por combinaciones de factores de peligro, en cada uno, que determinan prácticamente la imposibilidad de observar dos casos idénticos.
1.3.3.1 a)
Métodos de Valorización de pérdidas basados en el costo de restauración
Valorización de la pérdida en valores protectores
Vélez (2010), propone un método de cuantificación basado en el costo de restauración de una cuenca hidrográfica afectada por un incendio forestal. En ello, considera como supuesto que la superficie arbolada dañada por el fuego se vuelve a repoblar, debiéndose proceder previamente a la eliminación de la vegetación quemada. Simultáneamente a la repoblación se requerirá la instalación de defensas contenedoras de deslizamientos de suelos, como la construcción de terrazas y levantamiento de diques Naturalmente que, con tales acciones, no se producirá en forma automática la restauración de los efectos protectores del bosque, ya que la vegetación tardará varios años en desarrollar sus copas y las raíces requeridas para la contención del suelo y la generación del estrato de materia orgánica correspondiente. La pérdida en valores protectores se estima considerando la ineficacia del bosque para defender el suelo y regular la escorrentía por un período de 20 años, utilizando la siguiente fórmula:
Vpo = (In)(Sm)(1,04)20 = (In)(Sm)(2,191)
33 En la que “V po” es la pérdida de valores protectores en el año n; “I n” es el monto de la inversión que produce el efecto protector, en euros en el año n; y “S m” es la superficie total afectada por los
incendios en el año n, en hectáreas.
b)
Valorización de pérdidas en valores recreativos
La destrucción de un paisaje rural de valor recreativo compuesto por áreas arboladas y desarboladas, se traduce en la pérdida del disfrute no material que aprovecha la comunidad para su esparcimiento o por su belleza escénica. Vélez (2010) señala que la perdida de este recurso es posible valorarla de acuerdo al gasto directo que es necesario realizar para reponer los beneficios recreativos dañados, y para ello establece como supuesto que el área arbolada es repoblada inmediatamente después del incendio que la afectó, definiéndose un plazo de acotamiento de 20 años para lograr la recuperación de los valores recreativos. En el caso de las áreas desarboladas, el período de recuperación de la vegetación se fija en cinco años, considerando el plazo de recuperación natural de la vegetación afectada, compuesta por pastizales, matorrales y arbustos. Sobre la base de las consideraciones recién expuesta, la fórmula propuesta es: in
Vm = 0,65 (Fan
i n 19
i n
Sai + Fdn
Sdi)
i n 4
En donde Vm Fan Fdn Sai Sdi
= Pérdida de valores recreativos en el año n = Renta física, en euros, de una hectárea de superficie arbolada en el año n = Renta física, en euros, de una hectárea de superficie desarbolada en el año n = Superficie arbolada afectada por los incendios, en hectáreas, en el año n = Superficie desarbolada afectada por los incendios, en hectáreas, en el año n
El coeficiente 0,65 es válido para España, y proviene del cálculo realizado por el ICONA relativo al porcentaje del costo de disfrute en relación al valor de la renta física del monte.
1.3.3.2
Métodos basados en los valores de uso y no uso
Los ecosistemas y los servicios ambientales que éstos proveen, según Figueroa (2009), constituyen un activo económico. El valor económico de todos los bienes y servicios que proporciona dicho activo, es decir, el valor del activo mismo, generalmente no es reflejado de manera adecuada ni completa por los indicadores económicos convencionales, y en muchos casos no pasan por el mercado. Esto último significa que los usuarios los reciben sin ningún costo explícito. Conceptualmente, el valor económico total (VET) de un área protegida o reconocida por sus atributos naturales es, como cualquier otro activo, igual al valor presente del flujo de todos los bienes o servicios que esa área entregará desde el momento actual hasta que deje de existir. Algunos de los bienes y servicios que se proveen son regularmente transados en el mercado
34
(como la madera), el que otorga precios que constituyen, bajo determinadas condiciones, expresiones de valor que son aceptadas por la sociedad (Figueroa, 2009). Sin embargo, la valoración se torna compleja cuando esos bienes y servicios no cuentan con mercados explícitos (la belleza escénica de un paisaje o la regulación de los ciclos hidrológicos que proporcionan los bosques, por mencionar algunos). Sobre estos bienes surge la necesidad de estimar su valor unitario, para lo cual los economistas han desarrollado diferentes métodos. Entre éstos, especialmente en el caso de aplicaciones sobre los servicios ambientales que provee una determinada área, cabe señalar las propuestas de Figueroa (2009), basada en los valores de Uso y No Uso de esos mismos servicios. El valor de uso representa a la valoración que las personas otorgan al aprovechamiento que obtienen como usuarios de los servicios ambientales que se proveen. Dentro de este concepto cabe distinguir dos aspectos: El Uso actual, que representa la satisfacción que se está obteniendo por medio del consumo de los servicios y, el Uso Futuro, que se refiere al bienestar que se alcanza por el consumo que se tendrá en los tiempos venideros. Por su parte, el valor de no uso está referido a la valoración que las personas que, pese a no ser usuarias de los servicios ambientales, otorgan por el bienestar que los recursos naturales generan por el simple hecho que existan, independientemente que puedan ser objeto de aprovechamiento actual o futuro. En este caso, el valor puede ser diferenciado en dos categorías: Una, el Valor de Opción, que se define por el gasto a efectuar para garantizar la producción en el futuro en el futuro bien o servicio y, la otra, el Valor de Existencia, que es la valoración asignada a un bien ambiental que no está relacionado a un uso alguno del mismo, ya sea actual como futuro. Figueroa (2009) propone la determinación del valor de uso mediante la aplicación de métodos basado en el empleo de mercados sustitutos (Costo de Viaje y Precios Hedónicos) y el método de Valoración Contingente (basado en el empleo de preferencias expresadas). Respecto al valor de no uso, su recomendación es la aplicación del método de valoración contingente. La aplicación de los métodos recién indicados, que más adelante se describen en forma resumida, lleva como resultado a la determinación del valor de un bien y un servicio ambiental determinado. Ahora, si el bien y el servicio ambiental están referidos, por ejemplo, a un área destinada a la recreación, que ha sido afectada por un incendio forestal, el monto de la pérdida generada puede estimarse mediante diferentes modalidades: -
Mediante la determinación de un monto de compensación por la pérdida producida. Por el costo del incremento del gasto que representa recibir los beneficios de la recreación en un área distinta a la tradicionalmente usada. Por la diferencia de los valores calculados antes y después de haberse producido el incendio.
a) Método del costo de viaje. Se aplica para la valoración de áreas naturales que son visitadas por personas que buscan el disfrute de la belleza escénica, el esparcimiento, la práctica de deportes y de cualquier otra actividad recreativa. Consiste en estimar los gastos en que incurren los visitantes para obtener los beneficios esperados, a través de la estimación de la demanda por el bien recreativo (Figueroa, 2009).
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González-Cabán (2007) señala que el cálculo de la demanda por la recreación en un lugar específico requiere reconocer que los costos del viaje de traslado del visitante, desde su ciudad de origen, son precios. Si los visitantes provienen de diferentes ciudades, ubicadas a distintas distancias, cada costo de viaje y número de viajes por ciudad de origen pasa a ser una combinación de precio y cantidad. Ahora, este resultado, considerando a todas las ciudades de origen de los visitantes, permitirá construir la curva de demanda, que estará dada gráficamente representando en el eje de la abscisa a la cantidad de viajes y, en el eje de la ordenada, al costo de viaje, tal como puede apreciarse en la Figura 1. Por otra parte, el superávit o déficit de consumo (disfrute por recreación) de cada visitante va a estar dado por la ubicación de su punto de combinación de precio y cantidad (bajo o sobre la curva de demanda, respectivamente), pero, considerando como precio al valor que ese visitante está dispuesto a pagar por el disfrute, más el correspondiente costo de viaje. En consecuencia, los visitantes que viven más cerca del lugar de recreación pagan menos por viaje; por lo tanto, estarían dispuestos a pagar más por el consumo o disfrute que aquellos que viven más lejos para tener acceso al lugar, o bien, para pagar porque que la calidad de la recreación no disminuya. La aplicación del método, según González-Cabán (2007), implica considerar tres supuestos fundamentales: -
Los viajes se realizan con un sólo destino. Es decir, los visitantes viajan desde su residencia a un solo lugar y regresan directamente a sus residencias. Debe existir suficiente información de los costos de viaje desde diversas ciudades ubicadas a diferentes distancias. El viaje en sí mismo no tiene valor; es decir, se asume que el costo del traslado se incurre solamente para tener acceso a los beneficios que provee el lugar de recreación.
Figueroa (2009) señala que el método tiene una ventaja importante, referida al uso información de mercado, ya que todos los costos de viaje poseen precios reales y conocidos (combustible, amortización del vehículo, pasajes en medios públicos de transporte, alimentación, pernoctación, etc.).
b) Método de la valoración contingente. Es descrito por Figueroa (2009) como un método que se basa en la construcción de un mercado hipotético y, mediante las respuestas de las personas a preguntas directas efectuadas a través de un cuestionario especialmente elaborado, se posibilita la estimación de cómo les afecta a su bienestar el aumento o deterioro de la cantidad o calidad de un bien o servicio ambiental y, también, en conocer los comportamientos del público al respecto. Se entrega como oferta una entrevista a través de la cual las personas deben explicitar en las respuestas su demanda en el tema. Mediante el método se busca la máxima disposición a pagar, por conseguir un bien o servicio ambiental provistos por área naturales o, alternativamente, la mínima disposición aceptar en compensación ante una disminución de ese bien o servicio. La disposición a pagar por un bien refleja las preferencias que los individuos tienen por él, y por consiguiente, la valoración que le otorgan. Si el bien es de alto interés para una persona, ella estará dispuesta a sacrificar el consumo de otros bienes que le parezcan de menor prioridad o valor.
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La valoración contingente permite no sólo medir el valor de la recreación en áreas silvestres bajo diferentes niveles de abundancia de congestión, o niveles de agua de un río, sino que además es el único método que posibilita estimar otros valores de los recursos naturales, como por ejemplo, el beneficio que la población general recibe de la existencia de un ecosistema único (González-Cabán, 2007). La noción básica del método es que un mercado hipotético, pero realista, para comprar el uso o preservación de un recurso natural sin mercado, puede ser conocido de manera creíble a una persona. Entonces, el procedimiento se basa en pedirle a la persona consultada que use ese mercado hipotético para expresar su valoración del bien o recurso. Sobre lo último, González-Cabán (2007) distingue tres elementos claves en la aplicación del método: i) Mecanismo para solicitar la información. Ello puede ser efectuado mediante diferentes
procedimientos: i) Con un formato de preguntas abiertas, en donde se le pregunta a la persona sobre el monto de su máxima disposición a pagar; ii) Por medio de un formato con preguntas cerradas en un proceso iterativo, donde se consulta por una determinada cantidad a pagar y, si la respuesta es positiva, se consulta por un valor mayor que el anterior, y así sucesivamente se va incrementando el monto hasta que se obtenga una respuesta negativa. El mayor valor de la disposición positiva a pagar determina el valor del recurso; iii) A través de una selección dicótoma (tipo referendo), donde el entrevistado responde si o no a una cantidad asignada al azar por el entrevistador. Esa cantidad aleatoria varía para cada entrevistado, de manera que todos los participantes son consultados por montos diferentes, lo que permite al analista estimar la disposición a pagar sobre la base de las probabilidades de respuestas positivas dadas por todos los consultados. ii) Mecanismo de pago. El instrumento a utilizar requiere estar relacionado con las
características del mercado hipotético que se ha construido. Algunos ejemplos pueden ser: Impuestos sobre la renta, impuestos sobre la propiedad inmueble y, incremento de los costos de los servicios públicos. En la elección del mecanismo de pago el analista debe decidirse por aquel que resulte con la menor cantidad o intensidad de respuestas negativas (o protestas), entre las opciones que se describen y consultan en las entrevistas. iii) Descripción del recurso a valorar . Debe hacerse de modo de representar de la manera más
precisa y amplia el bien o servicio que se desea valorar. Lo recomendable es que la descripción sea concisa, neutral y objetiva. Para ello pueden usarse diversos medios o elementos, o combinaciones entre ellos, lo que dependerá de la naturaleza del cambio ambiental que se desea describir. Los medios o elementos pueden ser figuras, gráficos, fotografías o reseñas escritas.
c) Método de los precios hedónicos Permite valorar un recurso o un servicio ambiental que califican como un bien heterogéneo, como es el caso de una vivienda o un salario. Por ejemplo, una vivienda ubicada en un sector de alta belleza escénica o valioso ambientalmente, será más valorada que otras cuyas características de construcción son similares, pero que no poseen los atributos del entorno de la primera. En el ejemplo del salario, una persona podría estar dispuesta a percibir un menor nivel de remuneración si el ambiente laboral es grato y cuenta con espacios favorables para su desarrollo personal o profesional, pero sus exigencias de sueldo probablemente serían mayores si en un puesto de trabajo similar no estaría beneficiándose de los atributos positivos que ofrece el primer caso.
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En el método, en consecuencia, el precio de un bien se determina a base del valor intrínseco que posee, posiblemente definido por el mercado, más el valor que se le puede asignar al conjunto de atributos asociados a este bien, los que pueden influir positiva o negativamente en la valoración global del mismo bien. La finalidad de la aplicación del método consiste en hacer explícitos los precios de bienes (o de sus atributos) para los que no existe un mercado formal. Al respecto, Abad (1996) y GonzálezCabán (2007) señalan que, con el empleo de un análisis de regresión múltiple, o mediante el empleo de técnicas econométricas, es posible estimar el peso de las variables que determinan el precio final de un bien y, bajo determinados supuestos, obtener los precios de sus atributos parciales. En el ejemplo de la vivienda, anteriormente citado, los atributos asociados que se consideran para comparar a las dos situaciones tienen, presumiblemente, precios diferentes. La variación de precios puede plantearse como el precio implícito de la variación de los niveles de calidad ambiental Al respecto, Abad (1996), menciona que bajo determinadas condiciones de la función de precios implícitos puede identificarse la función de demanda de la característica escogida y, en consecuencia, el excedente del consumidor. De este modo, variaciones en la provisión de tal característica comportan diferencias, factibles de medir en términos monetarios, en el bienestar de las personas. Los requisitos que deben considerarse para la correcta aplicación del método son numerosos. Abad (1997) señala que, al menos, se requiere que los cambios en la calidad ambiental que se pretenden valorar sean significativos para que puedan ser percibidos por los agentes que participan en el mercado. Además, se precisa disponer de los antecedentes de una cantidad importante de transacciones por unidad de tiempo en relación al tamaño del mercado y, también, disponer de información completa y confiable sobre todas las variables que influyen sobre el precio del bien.
1.3.3.3 Método Pragmático Esta referido a la modalidad que se ha aplicado en Chile para estimar las pérdidas indirectas, correspondientes a los impactos ambientales y sociales generados por los incendios forestales, bajo la consideración de la importante restricción existente de no disponer información suficiente para permitir la aplicación de técnicas de valoración como las descritas en los puntos precedentes. Los intentos de valoración global de las pérdidas, esto es, la suma de los daños directos e indirectos, se plantean inicialmente en los últimos años del recién pasado siglo, siendo llevadas a efecto por el Laboratorio de Incendios de Forestales de la Universidad de Chile (Julio, 1985, 2001). El método se planteó bajo la propuesta de Hornsmann (1961), que señalaba como criterio de valoración de las pérdidas indirectas, la referencia de una cantidad equivalente a 10 veces el monto de las pérdidas directas, considerando a este factor como un indicador de los impactos del fuego en las funciones de protección, provisión de servicios ambientales y valores sociales que reportan los recursos naturales renovables afectados por el fuego. Originalmente el método se aplicó de manera empírica exactamente como lo recomendaba Hornsmann, pero posteriormente fue modificado el coeficiente 10 por una escala a 1 a 10, para asignar valores diferentes a cada uno de los tipos de vegetación (modelos de combustibles)
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afectados, de acuerdo a la apreciación de los impactos ambientales y sociales generados (Julio, 2001). El último cálculo realizado con el procedimiento modificado corresponde al año 2007, efectuado por Julio (2007), en el que se consideraron las pérdidas indirectas totales para todo Chile durante un período de 25 años (1982-2006). En este caso, se estableció una segregación de la escala de 1 a 10 en dos escalas parciales: Impactos ambientales (escala de 1 a 7), e impactos sociales (escala de 1 a 3). Los resultados obtenidos pueden observarse en los siguientes cuadros:
Cuadro 1.3.3.3a Coeficientes en la Valorización de Daños I ndirectos por I ncendios F orestales Tipos de Vegetación
Coeficientes (*) Ecológico Social Total Praderas y Pastizales 2 1 3 Matorrales y Arbustos 5 2 7 Arbolados Nativos 7 3 10 Plantaciones de Pino Radiata 3 2 5 Plantaciones de Eucaliptos 3 2 5 Otras Plantaciones Forestales 3 2 5 Otros (Agrícolas, Desechos Forestales, etc) 1 1 2 (*) Aplicables sobre los respectivos valores de pérdida directa Fuente: Julio (2007)
Cuadro 1.3.3.3b Pérdidas I ndirectas Totales y por Regiones en el Período 1982-2006 (US $ de junio de 2006) Región III IV V Metropolitana VI VII VIII IX X XI XII TOTAL Fuente: Julio (2007)
Pérdidas Indirectas US $ % 670.618 0,01 19.192.554 0,20 648.057.593 6,74 279.723.210 2,92 960.684.349 10,00 864.276.648 9,00 2.276.345.656 23,69 794.692.579 8,27 2.467.181.585 25,68 711.266.739 7,40 585.373.368 6,09 9.607.463.999 100
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Cuadro 1.3.3.3c Pérdidas I ndirectas Totales y por Tipos de Vegetación en el Período 1982-2006 (US $ de junio de 2006) Tipos de Vegetación Pino Radiata Eucaliptos Otras Plantaciones Arbolado Nativo Matorrales y Arbustos Pastizales Otros Combustibles Otros TOTAL
Pérdidas Indirectas US $ % 3.264.008.000 33,97 737.769.000 7,68 28.303.000 2,95 4.802.198.000 50,00 422.471 4,40 104.328.000 1,09 60.006.000 0,62 188.382.000 1,96 9.607.464.000 100
Fuente: Julio (2007)
De acuerdo a los resultados expuestos, que indudablemente tienen un carácter de estimativo por los diversos supuestos considerados para obtener la información requerida para los cálculos, el monto promedio de las pérdidas indirectas para todo Chile en el período analizado, asciende a 384,3 millones de dólares por año. Si se tiene presente que las pérdidas directas para el mismo período alcanzaron un promedio de 59,4 millones de dólares por año, el promedio total anual llega a 443,7 millones de dólares, todos ellos basados en el precio del dólar en junio del 2006. Por otra parte, la relación de valores entre pérdidas indirectas y pérdidas directas es de 6,47. Es importante señalar que el método descrito puede ser considerado como útil para la estimación del valor económico total que representan las pérdidas generadas por los incendios forestales en Chile, mientras aún no se disponga de una información más completa, detallada y confiable. Por otra parte, en el estudio de las diferentes técnicas de valoración de daños descritas en los puntos precedentes, se puede comprobar que el método pragmático para la estimación de pérdidas se ajusta muy bien a los protocolos definidos para la aplicación del método de los precios hedónicos. Al respecto, el valor intrínseco de cada tipo vegetacional (o modelo de combustible) se asocian los valores referidos a los atributos ambiental y social inherentes al recurso vegetacional, dada la intangibilidad de su influencia en el área de ubicación y en su correspondiente entorno. En consecuencia, a pesar que originalmente se consideró que el diseño del método pragmático no poseía un sustento de validez científica, el desarrollo verificado en los últimos tiempos en los instrumentos provistos por las ciencias económicas estaría demostrando que realmente está avalado por técnicas confiables y reconocidas.
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1.4
OCURRENCIA DE INCENDIOS FORESTALES EN EL MUNDO
Los incendios forestales han representado, prácticamente en toda la historia de la Humanidad, una amenaza permanente en las zonas rurales y en la periferia de sectores urbanos. Son innumerables los casos en que el fuego, provocado por el hombre o por agentes naturales, ha arrasado extensas superficies de vegetación, destruyendo a su paso a centros poblados y, también, la pérdida de muchas vidas humanas. Con frecuencia se cita en la literatura especializada situaciones muy dramáticas provocadas por la propagación del fuego, incluso en tiempos recientes, como por ejemplo, el Gran Incendio del Dragón Negro, que se reconoce como el mayor siniestro forestal ocurrido en la historia del mundo, el que en 1990 destruyó cerca de 8 millones de hectáreas de selvas, cultivos agrícolas y pastizales en la zona limítrofe de China y Siberia, provocando la muerte a más de 200 personas. La recopilación de antecedentes sobre ocurrencia de incendios forestales en el mundo efectuada por el Laboratorio de Incendios Forestales de la Universidad de Chile (Julio 2007), permitió la elaboración del Cuadro 1.4, que refleja la enorme variabilidad del problema. Debe señalarse que una importante cantidad de países, especialmente de África, Asia, Oceanía y Latinoamérica, no tienen registros sobre la cantidad de incendios y las superficies afectadas. También, en otros casos, los antecedentes disponibles poseen baja confiabilidad. Al respecto, FAO (2007) estima que, en promedio, en todo el mundo están ocurriendo anualmente alrededor de 1,35 millones de incendios forestales, los que estarían afectado unas 350 millones de hectáreas. El problema de los incendios forestales se presenta de una manera muy variable entre un país y otro, por las diferencias en las condiciones climáticas, florísticas, orográficas, uso de la tierra, niveles culturales y comportamiento de las poblaciones humanas, existentes entre las distintas regiones del mundo. Ello lleva a que el riesgo de ocurrencia de incendios y la peligrosidad de la propagación del fuego difieran en forma notable. Incluso, al analizar cada país por separado, internamente se pueden observar diferencias geográficas significativas en cuanto a la magnitud y características del problema y, también entre un año y otro debido a las fluctuaciones del clima. Por otra parte, la forma y la efectividad con que se aborda el control de los incendios forestales presentan también grandes variaciones entre los países. En primer lugar, las capacidades económicas que poseen las naciones industrializadas son muy superiores a las de los países en vías de desarrollo en la implementación de los programas de manejo del fuego, en el nivel de conocimiento sobre el problema y en la creación y aplicación de tecnologías y esquemas organizativos eficientes. También influye la concepción y la prioridad que se otorgan en las políticas nacionales respecto al valor de los recursos forestales y la necesidad de protegerlos. Además, las tradiciones en el uso de la tierra, que en muchos casos se expresan en rasgos atávicos difíciles de superar, plantean frecuentemente situaciones, a veces incomprensibles, impiden a las naciones más pobres a aplicar acciones que se ejecutan normal y rutinariamente en los países industrializados. La combinación de los aspectos antes expuestos, referidos a la variabilidad natural del problema de los incendios forestales, y a las condiciones existentes para lograr una efectiva protección de sus recursos naturales renovables, conducen a concluir que cada país debe encontrar su propio modelo de manejo del fuego, que requiere ajustarse a los factores que prevalecen en la ocurrencia y propagación de los incendios, y a las capacidades y limitaciones que se posean para establecer sistemas eficaces de prevención y combate.
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Cuadro 1.4 E stadísticas de I ncendios Forestales en algunos Países País Argentina Australia Bolivia Brasil Australia Canadá Colombia Cuba Chile El Salvador España Estados Unidos Finlandia Francia Grecia Guatemala Honduras Indonesia Italia México Mongolia Nicaragua Portugal Rusia Senegal Sudáfrica Tailandia Uruguay Venezuela
1.5
Período 2000-2004 1956-1995 1999-2000 1990-2000 1956-1995 1987-1997 1996-2002 2000-2003 1998-2007 1998-2003 1988-1997 1980-1994 1980-1996 1988-1997 1988-1997 1998-2003 1998-2003 1982-1998 1988-1997 1990-2004 1980-1998 1998-2004 1988-2002 1980-1996 1993 1986-1995 1992 1990-1994 1987-1999
Ocurrencia (N° Incendios/año 14..928 3.500 30.000 160.000 3.500 9.449 4.137 1.119 6.068 5.500 16.992 224.300 608 5.884 1.973 652 4.564 S/i 11.422 7.801 151 5.652 22.234 17.499 S/i S/i S/i 2.353 1.394
Superficie Quemada (ha/ año) 2.551.015 3.524.000 8.374.738 1.500.000 3.524.000 3.428.860 46.080 38.892 53.143 16.098 195.985 2.558.010 504 27.677 48.751 202.090 69.609 748.812 115.391 244.322 485.640 59.530 124.899 920.713 750.000 80.000 1.872.700 3.311 8.230
LOS INCENDIOS FORESTALES Y EL MANEJO DEL FUEGO EN CHILE
1.5.1 Reseña Histórica
Período Precolombino Existen evidencias sobre la ocurrencia de incendios forestales en Chile desde hace unos 10.000 años, como consecuencia de fenómenos naturales y también por efecto de quemas efectuadas por los indígenas. Otero (2006), rescata las referencias de diversos historiadores que señalan que en la zona de Monteverde, localizada en la actual Región de los Lagos, los antiguos mapuches y huiliches modificaron el paisaje limpiando bosques mediante el empleo de fuego, con el fin de habilitar suelos a la agricultura. También opina que los incendios generados por erupciones
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volcánicas y rayos de tempestades secas conformaron factores naturales en el desarrollo de los bosques antes de la llegada de los españoles. Dadas las dificultades de la vegetación nativa para encenderse, por su ambiente muy húmedo, es probable que los indígenas esperaran el término del florecimiento de la quila (Chusquea spp), por la sequedad que adquiriría. Mayer Rusca (1943) y Bosnich (2005) mencionan que esa especie gramínea, también conocida como “bambú” o “caña”, posee ciclos que se extienden hasta
dieciséis años para florecer, y luego morir, pasando a constituir estratos extensos de masa vegetal pesada, densa y seca, lo que unido a su alto contenido celulósico, representan un combustible elevada peligrosidad. También señalan que los incendios de mayor gravedad que se producen desde tiempos remotos corresponden justamente a los que se inician en esas condiciones, desarrollando por lo general niveles de comportamiento extremo del fuego. Donoso (1983) relata que con anterioridad al Descubrimiento de América, los indígenas limpiaban con fuego los bosques y matorrales esclerófilos ubicados en las regiones centrales para preparar el terreno para sus cultivos agrícolas. También indica que aplicaron quemas para facilitar la caza del guanaco, el que prácticamente fue eliminado, pasando a ser reemplazado por especies introducidas por los incas como la alpaca y la vicuña. Esto último es confirmado por Hartwig (1991), al referirse a las tribus de Pehuenches que habitaban en ambas vertientes de la Cordillera de Los Andes, cuya subsistencia se basaba en gran parte en la cosecha del fruto de la Araucaria y de la caza del guanaco, empleando el fuego para acorralarlo y lograr su captura. Sin embargo, Donoso (1983) estima que, previamente al siglo XVI, las acciones de las diversas etnias indígenas provocaron escasos efectos sobre los bosques nativos. En el sur son claros los indicios del uso del fuego para cocinar, protegerse del frío y para limpiar sectores cercanos a los poblados destinados al cultivo de papas (patatas), con un impacto que habría sido muy pequeño. Por otra parte, las poblaciones de la costa sur-austral no intervinieron los bosques porque dependían casi completamente de los productos del mar. Las formaciones de alerce tampoco estuvieron especialmente afectadas por los indígenas debido, entre otros factores, a la falta de accesibilidad y a las características del hábitat de esta especie arbórea, sumamente inhóspita para el hombre. Además, en las zonas australes, las comunidades de Alacalufes de los Canales y los Yaganes en la Patagonia, eran pueblos costeros de pocos habitantes que vivían de la pesca y que no habrían alterado a los bosques, con excepción de la provocada por los Huiliches y Chonos en la Isla Grande de Chiloé, donde establecieron cultivos agrícolas y la ganadería de camélidos.
Período de la Conquista y Colonización Española (1541-1810) Son diversos los autores que se refieren a los orígenes de los incendios forestales durante la colonización española, pero no todos ellos coinciden respecto en quienes recayó la principal responsabilidad de este problema. Por una parte, Elizalde (1970) y Gastó en 1979 (citado por Haltenhoff, 1993), relatan que la primera intención de los españoles fue aplicar el modelo cultural y de producción agropecuaria europeo, tal como lo habían hecho en las otras colonias que ya se habían establecido desde el descubrimiento de América. Sin embargo, los conquistadores se encontraron con una enorme resistencia por parte de las poblaciones nativas, debiendo recurrir a una feroz persecución para someterlos bajo su dominio. Ante ello, los mapuches se escondían en los bosques para protegerse, y también para emboscar a los españoles recurriendo al uso del fuego. Pero Donoso (1983), señala que los españoles en sus expediciones hacia el sur, la resistencia de los mapuches los obligó a replegarse y a organizarse para comenzar una cruenta y devastadora guerra, donde el fuego pasó a ser una arma, destinada a quemar los bosques donde se escondían los mapuches.
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La consecuencia fue una enorme superficie de bosques quemados, pero lo más grave, según Haltenhoff (1993) recogiendo lo expuesto en la Geografía Botánica de Chile escrita por Karl Reiche en 1906, fue que, entre Santiago y el Seno de Reloncaví, la población indígena ascendía a 1,5 millones de personas, la que se redujo a la mitad en menos de tres décadas producto de la persecución de los colonizadores y su afán de ampliar los terrenos para la agricultura y la ganadería. Donoso (1983) estima que el paisaje chileno comenzó a modificarse significativamente con la llegada de los españoles, Después de fundar Santiago de Nueva Extremadura en 1541, avanzaron hacia el sur, comenzando a sentirse los primeros efectos por la tala del bosque esclerófilo para obtener madera para las construcciones, y la quema de los desechos para habilitar los suelos a la agricultura. Luego se introdujo el ganado en forma extensiva en el Valle Central, en la Cordillera de la Costa y en la Precordillera de Los Andes, y comenzaron a verificarse los efectos de compactación del suelo e inicio de procesos erosivos por el sobrepastoreo, en una amplia zona que llegaba hasta el río Bio Bio. También la producción de leña y carbón acentuaron ese impacto. Procesos similares afectaron a la Palma Chilena y el Ciprés de la Cordillera, cuyas extensiones fueron drásticamente reducidas. Ya, a los comienzos del siglo XVII, el alerce empezó a sufrir los embates de los conquistadores, porque su madera era excelente para las construcciones y permitió establecer, además, una floreciente industria de embarcaciones, con exportaciones por la costa del Pacífico, hasta Lima. Respecto a lo anterior, Castillo (2006) en un estudio sobre el efecto del fuego en el cambio del paisaje vegetal en la zona mediterránea costera de la V Región, en el período 1986 – 2004, determinó que no se experimentaron cambios significativos, no obstante la alta frecuencia de incendios forestales registrados. Con ello comprobó que la alteración en la estructura de la vegetación se manifiesta evidentemente en una escala muchísimo mayor de tiempo, presumiblemente con bastante antelación a la ocupación del área para un uso agrícola y urbano, y más recientemente por la introducción de plantaciones forestales con fines productivos. Donoso (1983) señala que la autoridad gubernamental contribuyó de manera importante a la destrucción de las formaciones forestales nativas, pues autorizaba la tala libre de árboles para obtener importantes ingresos por las licencias que otorgaba. La destrucción de bosques se acrecentó, pero también impulsó las primeras medidas proteccionistas: En 1580 se dictaminó la prohibición absoluta de talar árboles durante seis años en los sectores más destruidos. Pero, estas medidas no tuvieron un efecto importante al no disponerse de los medios requeridos para fiscalizarlas. Sin embargo, Otero (2006) opina que no se constata que durante la Colonia se haya verificado un proceso importante de destrucción y limpieza de bosques con el fin de habilitar terrenos para la agricultura. Por el contrario, las tierras limpiadas por los indígenas fueron abandonadas y se recubrieron de árboles. Aparte de la demanda por maderas valiosas como el alerce y el ciprés para los astilleros y la incipiente industria de la artesanía, no existía una gran necesidad de productos forestales en el resto del país, debido a la baja población y a la intermitente guerra con los mapuches. La presión se produjo principalmente sobre el bosque esclerófilo de la zona central, donde se había establecido la mayoría de los españoles. Morales (1989) no concuerda con lo anterior, al relatar que la devastación de bosques se inició con anterioridad a 1680, lo que determinó un frágil y prematuro equilibrio entre el recurso forestal y las actividades económicas, y que condujo en algunas zonas a un nivel catastrófico por la pérdida de bosques durante la Colonia, y que, según Contesse (1990), iniciaría el proceso de la mayor parte de la destrucción ocurrida en los bosques originales.
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Período Inicial de la República (1810-1850) En las primeras décadas de la República prácticamente no hubo cambios en los sistemas de vida que en Chile que imperaron en los últimos tiempos de la Colonia. Incluso, la administración forestal establecida por los españoles, basada principalmente en la Novísima Recopilación promulgada por el Rey Fernando VI, continuó vigente hasta 1837, cuando se dictó la primera Ley Orgánica de Ministerios, pasando la Secretaría de Hacienda a tomar la tuición de la industria, la agricultura y los bosques (Saelzer, 1973). El mismo Saelzer (1973) señala que las ordenanzas españolas instruían la prohibición de talar y rozar a fuego con fines agrícolas, especialmente en las zonas de manantiales perennes, y también la corta de renuevos de árboles para producir carbón y leña. A pesar de la preocupación por la conservación de los bosques, no se verificaron acciones claras que permitieran la aplicación efectiva de las leyes, debido a las distancias, las difíciles comunicaciones y la inacción de los Cabildos, que nunca se interesaron realmente por evitar la destrucción de los bosques. Sobre este período existen muy pocas referencias acerca de la situación de los recursos forestales del país, particularmente respecto a los efectos de las quemas en la destrucción de bosques. Probablemente ello se deba a que la mayor atención de los historiadores estuvo centrada en el candente ambiente que se generó en el país al pasar el Gobierno a las manos de chilenos, que estuvieron muy unidos hasta que lograron independizarse de España, pero después las disputas intestinas crearon profundos antagonismos que tardarían en superarse. Haltenhoff (1993), señala que las zonas del s ur se mantuvieron inmunes al “hombre civilizado” durante más de 300 años, hasta la instauración de la República y la generación de iniciativas de colonización mediante la inmigración de europeos. Primero, en el Gobierno de Bernardo O’Higgins, en 1812, cua ndo se pretendió traer a ingleses e irlandeses; y luego, en un proyecto de 1838 patrocinado por la Sociedad de Agricultura, en el que se intentó motivar la venida de inmigrantes a Chile desde diversos países. En 1845, el Congreso aprobó la Ley de Tierras, que fue decisiva para consolidar los procesos de colonización y que permitió en 1846 el arribo del barco Catalina a Corral con los primeros grupos de alemanes, procedentes desde Hamburgo, que se radicaron principalmente en Valdivia, La Unión y Osorno. Ya en 1850 se contabilizaba el arribo de 10 barcos con nuevos inmigrantes, cuyo destino fue la zona del Lago Llanquihue. Con estos últimos hechos se comenzó prácticamente la colonización del sur, y también la más grande masiva destrucción de los bosques nativos. Elizalde Mac-Clure (1958), basándose en antecedentes de la FAO, estima que el territorio continental de Chile primitivamente estaba cubierto en un 54% por bosques, esto es, unas 40 millones de hectáreas y que, en el curso de 400 años hasta mediados del siglo XX, el país ya había perdido la mitad de su superficie forestal. Sin embargo, se considera que la mayor parte de esa pérdida realmente se produjo con posterioridad a 1850. Las cifras antes mencionadas coinciden con los resultados de último Catastro Nacional de Vegetación Nativa (CONAF/CONAMA, 1999), que indican que la superficie actual cubierta de vegetación que debe ser protegida de los incendios forestales corresponde al 55% del territorio continental, dentro de las cuales unas 15 millones corresponden a bosques nativos y plantaciones forestales. Contesse (1990) señala que en los inicios del siglo XIX, el uso de los bosques fue ocasional, con el propósito principal de apoyar a la actividad agropecuaria o minera, sin llegar a constituir vínculos sostenidos ni esquemas productivos estables. No se reconocía, el carácter de renovable que tienen los recursos forestales, y más bien se le trató como un recurso minero y además
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inagotable, por la inmensa magnitud que poseía. Ante ello, sólo cabía esperar la destrucción masiva de los bosques se incrementara en la medida que se expandieran los procesos de colonización en las regiones sur y austral, tal como comenzara a ocurrir a partir de 1850. En las Memorias de Pedro Nolasco de 1849, citado por Haltenhoff (1993), se relata que el exterminio de los bosques se inició antes de la llegada de los colonos europeos, y que realmente fue impulsada por parte de grupos de chilenos que emigraron hacia el sur en años anteriores en busca de una mejor vida. También cit a a Vicente Pérez Rosales que, en su obra “Memorias del Pasado” de 1882, resalta el rol de los propios agentes gubernamentales responsables del proceso
colonizador, que ordenaron expresamente la quema de terrenos arbolados para tener donde enviar a los inmigrantes.
Período de la Colonización del Sur y la Patagonia (1850 – 1950) Varios autores describen las enormes superficies arrasadas por el fuego en la ocupación de tierras de las zonas sur y austral por parte de colonos chilenos y europeos. Haltenhoff (1993) destaca las 62.000 ha que ardieron en 1852 en Osorno y el Lago Llanquihue, y la quema de 1863, que destruyó 75.000 ha de alerzales situados entre Puerto Varas y Puerto Montt, que fueron permitidas por las autoridades para ampliar los terrenos agrícolas, sin embargo, esos terrenos pantanosos conocidos como ñadis resultaron estériles para los cultivos. No obstante, Donoso (1983) y Otero (2006) mencionan que este gran alerzal fue requemado en 1902, exterminándose la vegetación que se había salvado anteriormente, y también la regeneración que había surgido en las últimas décadas. Otero (2006) agrega que entre 1850 y 1860 ardieron más de 50.000 ha de lenga y que en período 1870-1910 se arrasaron los bosques existentes entre Talca y Concepción, y también los existentes entre los valles de Bío Bío y Malleco. También se refiere al alerce que , mediante las explotaciones e incendios, redujo su extensión, estimada en 520.000 ha en 1550, a su mitad al término del siglo XIX. Haltenhoff (1993), expresa que lamentablemente la colonización con inmigrantes se llevó sin una adecuada preparación ni organización para recibirlos. Los colonos fueron establecidos en condiciones realmente miserables, donde la supervivencia se hizo muy difícil, porque en vez de llegar a las fértiles tierras que esperaban se encontraron con parajes de bosques impenetrables y que, por las privaciones que sufrían, no les quedó otra opción que limpiarlos para el cultivo agrícola necesario para su subsistencia. Según Donoso (1983), la historia de la colonización alemana al sur de Valdivia, se reitera con de la italianos y suizos en la provincia de Malleco, en donde se conformó el “Granero de Chile”, y
que llevó a limpiar terrenos para cultivar trigo hasta el punto de dejar las tierras tan profundamente erosionadas que su recuperación ha sido prácticamente imposible hasta el día de hoy. El proceso se repitió a partir de la Pacificación de la Araucanía, aunque con menor gravedad que en Malleco. Sin embargo, el período de esplendor del “Granero” duró unos 30 años, porque el uso excesivo de los terrenos y la permanente aplicación de quemas llevaron rápidamente al agotamiento del suelo, disminuyendo los rendimientos de trigo desde 55 a 7 toneladas por hectárea. En 1915, según lo relataba Federico Albert (citado por Otero, 2006), la experiencia del “Granero de Chile” significó la quema de alrededor de 13 millones de hectáreas, cuyo
resultado fue la
erosión del 60 % de los suelos de la Cordillera de la Costa existentes entre Valparaíso y Cautín, además de la pérdida de la navegabilidad de la mayoría de los ríos de la zona central.
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Donoso (1983) menciona que esos hechos llevaron la indignación de conservacionistas, como Benjamín Vicuña Mackenna, quien reclamó en 1855 por la dictación de un Código Forestal, planteando que “sin eso”, Chile será un desierto antes de un siglo, o cuando El Boletín de la
Sociedad Nacional de Agricultura escribe, en 1870, que el desierto es ya la mitad del país. Por se parte, Menardier (citado por Elizalde, 1970) señala que la idiosincrasia chilena es realmente lamentable, porque ha impedido el desarrollo armónico del país y la utilización equilibrada de sus recursos, debido al interés de los agricultores por obtener una producción rápida y muy remunerativa en el menor espacio de tiempo posible. Saelzer (1973) coincide al señalar que los graves efectos de la colonización concitaron la preocupación de las autoridades, pero que ello no se manifestó consecuentemente con los hechos. Tanto la promulgación del Código Penal en 1872 como la del Reglamento General de Corta de 1873, aportaron escasos elementos efectivos en favor de la protección de los bosques. Otero (2006) agrega que en el Reglamento General de Corta prohibía el uso del fuego como método de explotación de bosques entre el límite norte de la Provincia de Atacama y el Río Bío Bío, pero dejó abierta la posibilidad de quemar en los territorios sur y austral con la autorización de los Gobernadores Provinciales. Destaca, además, que en esa época los roces de bosques no se consideraban como una labor destructiva, sino que más bien de carácter benéfica, por las ventajas que significaba utilizar el suelo calcinado para la agricultura y ganadería. Sólo cuando las pavesas generaban nuevos focos se hablaba de incendios, que se dimensionaban sin incluir los terrenos rozados. Luego de la Pacificación de la Araucanía, en 1881, según Otero (2006) le tocó el turno a la Región de La Frontera en el proceso de destrucción del bosque nativo mediante el hacha y el fuego para habilitar nuevos terrenos para la agricultura. Los incendios en la Araucanía fueron de tal magnitud que el fuego arrasó con la mayoría de los bosques del Valle Central y de las dos cordilleras, hasta una altitud de 700 a 1000 msnm. Donoso (1983) señala que la eliminación del bosque en el sur supuso una inminente crisis maderera para los inicios del siglo XX, la que podría evitarse con la tala de los árboles de Chiloé, Aysen y Magallanes. Esto contribuyó a acelerar la colonización en las despobladas zonas australes y patagónicas, y la repetición del proceso destructivo en varios millones de hectáreas y, tal como lo informan Elizalde (1970) y Otero (2006), impactos severos se constataron entre 1915 y 1920 en los archipiélagos Las Guaytecas y Los Chonos, donde la mayor parte de sus superficies fueron quemadas con el fin de facilitar la producción de postes de ciprés. Otero (2006) reporta que en la Patagonia la destrucción de bosques comenzó en la década 18801890. Un factor importante constituyó la concesión para explotar ganado ovino en Gente Grande en la costa del Estrecho de Magallanes, que provocó profundos efectos sobre la vegetación y significó prácticamente la extinción de la población indígena. Señala además que el bosque que existía era muy denso, con un estrato herbáceo pobre y un suelo cubierto por una profunda y compacta capa de hojarasca, situación que favoreció a la propagación del fuego. La ocupación de Aysen se inició entre 1920 y 1930 y, según Otero (2006), se consolidó con la entrega de títulos de dominio provisorios a los colonos por parte de la Dirección de Tierras y Colonización después de un año de permanencia en el terreno, con la condición que éstos hubieren realizado mejoras tales como cercos, roces, limpias, empastes, sendas para la mensura y la construcción de una casa. Pero, en la práctica, los trámites se extendían demasiado, incluso hasta 10 o más años, lo que era inconveniente para asegurar la producción. La incertidumbre llevó a los colonos a no preocuparse por el buen uso de sus terrenos, además del hecho que sin
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título no podían optar a créditos. Lo normal era rozar a fuego una superficie 10 veces superior a lo requerido, porque los terrenos eran montañosos, con suelos de escaso valor, lo que generó como resultado la iniciación de graves problemas de erosión. Elizalde (1970) y Haltenhoff (1993) estiman que la destrucción de los bosques en Aysen, afectó a unas tres millones de hectáreas entre 1920 y 1950, y que en gran medida se habría facilitado por los efectos de los ciclos de florecimiento de la quila, que conformaba un combustible muy peligro que, junto a la topografía abrupta, permitió el desarrollo de grandes incendios. Cuencas enteras, desde la cordillera hasta el mar, como las de los ríos Baker, Cisnes, Erasmo, Simpson y Emperador Guillermo, se convirtieron en zonas desertificadas. La erosión arrastró miles de toneladas de suelos, embancando los ríos, generando una actividad agropecuaria marginal y de subsistencia. Grosse (1974), en relación a Aysen, analiza las causas de su enorme destrucción. Textualmente escribe: “Es obvio culpar, muchas veces equivocadamente a los pioneros de la provincia. Era
natural que estos hombres consideraran en los primeros tiempos a la selva como su peor enemigo. Llegaron desde el Este, desde la pampa patagónica, con sus reses de vacuno, para las que necesitaban talaje. No tenían otra alternativa que hacer roces y sembrar pasto en las praderas limpias. Además, los funcionarios ministeriales exigieron a los pobladores trabajo en los campos que habían solicitado, que significaba hacer roces. Desgraciadamente, en aquellos tiempos faltaban expertos funcionarios forestales, los que podían haber dirigido estas acciones. Así el colono se encontraba solo, sin asistencia técnica en el manejo de los recursos”.
Otero (2006) señala que el primer esfuerzo de cuantificar en términos reales el daño provocado por los roces y los incendios forestales en el bosque nativo es entregado por Federico Albert, en 1912, en “El Primer Ensayo de una Estadística Forestal de Chile”, donde estima que los bosques
quemados desde la Conquista en el Siglo XVI alcanzan a 11 millones de hectáreas. Sin embargo, debe señalarse que ese diagnóstico no incluyó a los grandes roces e incendios forestales de Chiloé, los Archipiélagos Australes, Aysen y Magallanes, ocurridos entre 1910 y 1950, que afectaron a varios millones de hectáreas. Saelzer (1973) relata que en 1925 se incorpora en la legislación la expresión “Terreno Forestal”,
sobre el cual se establecía la prohibición de rozar a fuego, instruyendo al Gobierno la elaboración de un Reglamento. Ese Reglamento, de acuerdo a lo informado por Mora (1950) y Gallardo (1984) se formuló seis años después, con un articulado que por primera vez contempló normas técnicas sobre el empleo del fuego en zonas rurales. Un hecho notable ocurre en 1943, con motivo de la Primera Asamblea Forestal Nacional, organizada por la Sociedad de Amigos del Árbol y el Ministerio de Tierras y Colonización, porque constituyó el primer foro público en la historia de país para analizar los problemas que afectaban a los bosques y al desarrollo forestal. Las Actas de la Asamblea (Sociedad de Amigos del Árbol, 1943) describen los acuerdos tomados bajo la presencia de autoridades públicas, representantes universitarios, profesionales, empresarios y propietarios de bosques, que esencialmente estaban referidos a la necesidad de una regulación estricta del uso del fuego en terrenos rurales basada en conceptos técnicos, con el fin de proteger efectivamente a los recursos naturales renovables. Además, se plantea la conveniencia de crear un Cuerpo de Guardería Forestal con autoridad o fuero especial, en número suficiente y con los implementos apropiados, para asegurar la protección, la conservación y el adelanto de las Reservas Forestales y Parques Nacionales.
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En esta misma Asamblea, Contreras (1943) expuso las medidas de prevención y combate contra incendios que estaba aplicando el Servicio de Seguro Obligatorio en su Hacienda Canteras en la provincia de Ñuble, para defender las 6.200 ha de plantaciones de bosques ya establecidas, y que formaban parte de un programa total de 14.000 ha previsto a cumplirse en un plazo de cinco años. Según Julio (2007), estas medidas conformaron realmente el primer plan contra incendios forestales que se formuló en Chile y que, por lo acertado de su elaboración, posee un alto valor histórico. La devastación de los bosques naturales llevó al Gobierno a contratar a la Misión Haig, integrada por expertos de los Estados Unidos, con el fin de evaluar la real situación forestal del País. Contesse (1990) señala que el informe emitido en 1944 por esta Misión constata la pobreza del estado de los recursos naturales renovables, pero también expresa la capacidad que existiría para compensarla con la implantación de bosques artificiales de especies de rápido crecimiento. Elizalde (1958), relata que en el verano 1943-44 ocurre un catastrófico incendio que carboniza a más de 100.000 ha de bosques en las provincias de Osorno, Valdivia, Llanquihue y Cautín. Julio (2007) estima que ese incendio, que duró todo el verano, según las crónicas de la época debió haber afectado al menos 500.000 ha al incluir las formaciones de matorrales, pastizales y cultivos agrícolas que fueron dañadas por el fuego. También Elizalde (1958) menciona que, diez años más tarde, otro gran incendio en las provincias de Valdivia y Cautín arrasó una extensa zona forestal, afectando uno de los lugares más atrayentes del país por su exuberante vegetación. Elizalde (1970) y Haltenhoff (1993) informan que la pérdida de bosques naturales como consecuencia de las quemas e incendios aumentó significativamente entre 1930 y 1960. Basándose en informes de la FAO, revelan que la tasa de agotamiento alcanzó en esos tiempos a un promedio de 28 millones de metros cúbicos de madera anuales, lo que correspondería a un monto de 3,5 veces mayor que el incremento volumétrico anual.
I nicios de la Protección contra I ncendios Forestales (1950-1967) El Gobierno sigue recurriendo al apoyo internacional para la formulación de una política forestal y la creación de un servicio forestal. La FAO, entre 1952 y 1970, a través de diversas misiones elaboró reiteradamente los proyectos solicitados, los que el Gobierno acogió pero siempre fueron rechazados por el Parlamento de la República. Las únicas iniciativas que tuvieron éxito fueron la creación en 1952 de la Escuela de Ingeniería Forestal de la Universidad de Chile, y del Instituto Forestal en 1961. Respecto a la primera, cabe indicar que incorporó por primera vez en Latinoamérica una cátedra universitaria sobre protección contra incendios forestales (Julio, 2007). La Misión Hartman de la FAO señaló en su informe final (Hartman, 1956) que, a pesar del agotamiento de los bosques, quedaban aún grandes extensiones forestales que, con una correcta ordenación, podrían abastecer de materia prima permanentemente a los centros madereros integrales que se proyectaban crear. Sin embargo, las perspectivas eran muy desalentadoras, por el desinterés de la mayoría de los madereros por conservar sus bosques. Hasta tal punto eran destructivos los métodos de explotación que se preveía un agotamiento total de los bosques en un plazo de 10 a 20 años, si se continuaba con la tala irracional y el uso indiscriminado del fuego. Valenzuela (1951) informa que el fuego era claramente la principal causa del daño a los recursos forestales, siendo cuatro veces superior a la corta y pérdida de todos los otros factores; pero, con la aplicación de un sistema de protección su efecto disminuiría a la quinta parte. Agrega que, mediante adecuados planes de protección, podría aumentarse en dos y media veces el volumen
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cortado, quedando un saldo disponible para aumentar la masa de reserva, y así evitar la extinción de los bosques. Fuentes (1954) señala que, aunque no se disponía de estadísticas para evaluar la frecuencia e intensidad de los incendios, estimaba que el área quemada anualmente fluctuaba entre 70 y 80 mil hectáreas de bosques. Alrededor del 73% de esa pérdida ocurría en las provincias de AraucoMalleco y Llanquihue, y un 25% en Chiloé y Aysen, correspondiendo en un 100% a la acción directa o indirecta del hombre. Las causas se eran principalmente la quema como método de explotación forestal, escapes del fuego en roces legales e ilegales, descuidos de turistas, transeúntes y trabajadores, pirómanos y chispas emitidas por los ferrocarriles. Fuentes (1954) se refiere a la diversidad de daños que provocaba el fuego además de las pérdidas de maderas. Expresó que los incendios estaban destruyendo cuantiosos valores que, aunque intangibles, deberían considerarse por los beneficios que reportaban a la sociedad, como los valores escénicos y recreativos, la acción protectora de suelos y aguas, la vida silvestre, entre otros. Otero (2006) agrega que debido al fuego se generaron procesos erosivos de enormes proporciones en gran parte del país, estimando pérdidas de unas cinco toneladas de suelo por hectárea y por año, y alude a estudios del Instituto de Recursos Naturales (IREN) que indicaban que, en 1960, cerca del 80 % de los suelos forestales del país se encontraban en diferentes niveles de erosión, en donde las regiones del Maule, la Frontera y Aysen, eran las más afectadas. Haltenhoff (1993) informa que en el Primer Congreso Forestal Maderero Nacional, organizado en 1953 por la Corporación Chilena de la Madera (CORMA), se reitera al Gobierno sobre la necesidad de reglamentar los temas sobre incendios forestales. En la oportunidad se da a conocer un estudio elaborado por CORMA, en el que se recomienda al Ministerio de Educación que en las escuelas rurales de zonas forestales se promueva el interés de los estudiantes por las actividades forestales y la protección de los bosques. También, en mismo Congreso se propone la coordinación de las diversas reparticiones públicas dedicadas al estudio y fomento de las actividades forestales y madereras. Además se pide la promulgación de una ley de prohibición del uso del fuego en zonas rurales desde diciembre a marzo, la obligatoriedad de cortafuegos en bosques naturales y artificiales, la designación de inspectores ad-honorem y la participación de los propietarios forestales en las campañas de prevención de incendios. Por último, se concluye en la conveniencia que el Gobierno lleve una efectiva Campaña de Prevención, el otorgamiento de facilidades para la importación de equipos de protección, y que el Ministerio de Tierras, Bienes Nacionales y Colonización impulse un programa de capacitación y asistencia técnica en prevención y combate de incendios forestales. Por su parte, Fuentes (1954), en su calidad de Director de Bosques del Ministerio de Tierras, Bienes Nacionales y Colonización, informó sobre que el tema sobre defensa contra los incendios ocupaba un lugar preferente. Se refirió a los planes de prevención y supresión para todo el país a fin de asegurar a la población una afluencia permanente de producto forestales y propender a la protección de las cuencas hidrográficas, que influyen en la conservación de las aguas y en el mantenimiento de las condiciones de navegabilidad de los ríos. Sin embargo, estos planes no podrían todavía ser aplicados con la intensidad requerida a todos los bosques como era de desear, por no disponerse de los fondos suficientes y de las leyes necesarias para llevar a cabo esta la bor. Mientras tanto se estaban aplicando los principios generales sobre protección a los bosques fiscales, especialmente a las Reservas Forestales y Parques Nacionales y que, de acuerdo con la reglamentación, los Intendentes y Gobernadores, Cuerpos de Carabineros y Fuerzas Armadas, tenían la obligación de cooperar en la extinción de incendios de bosques.
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Sin embargo, Julio (2007), informa que, de acuerdo a los antecedentes disponibles, los llamados de CORMA y los planes de protección anunciados por la Dirección de Bosques no tuvieron efectos importantes en los siguientes cinco años. Por lo demás, la Dirección de Bosques estaba muy lejos de contar con una organización y los elementos requeridos para implementar planes verdaderamente efectivos que permitieran reducir el número y la intensidad de los incendios de bosques. En realidad la preocupación del Gobierno para afrontar la difícil situación que existía en torno a la destrucción de los recursos forestales era más bien una postura de imagen, sin la voluntad política de buscar soluciones efectivas al problema. Saelzer (1973) señala que ello se demostraría en 1956 con el traslado de la tuición sobre los bosques desde el Ministerio de Tierras, Bienes Nacionales y Colonización al Ministerio de Agricultura, encargando al Departamento de Conservación de Recursos Agrícolas y Forestales (DECORAF) de su Dirección General Agraria la administración y fiscalización de las disposiciones legales. Para Julio (2007), esto significó un drástico cambio para el sector forestal, pasando desde una dirección ministerial a una condición de sub-departamento, lo que influyó notoriamente en su capacidad operativa y presupuestaria para ejecutar la tarea bajo su responsabilidad. La situación se mejora algo en 1959, con una nueva reestructuración del Ministerio de Agricultura, cuando se crea el Departamento Forestal bajo la tutela de una Dirección de Agricultura y Pesca CORMA (1957) señala que un informe entregado al Ministerio de Agricultura que condensa las pérdidas ocurridas en el verano 1956-57 por los incendios forestales. Se detalla que el fuego destruyó sobre 3.000 ha de plantaciones de pino insigne entre Maule y Valdivia y 70.000 ha de selvas naturales en Malleco, Cautín y Valdivia, la destrucción de 12 aserraderos y unas 100 millones de pulgadas de madera aserrada quemada. Todo esto significaba un daño superior a los 46 mil millones de pesos, sin considerar la pérdida de viviendas de los obreros que trabajaban en los bosques y aserraderos, junto a tractores, animales y herramientas, con valores no especificados. Se señala que el daño del fuego en los bosques representaba, en pulgadas, un volumen 3,5 veces superior a la madera que se explotaba, correspondiendo al total que se ocuparía para construir una ciudad completa de 100.000 habitantes. CORMA (1957) aboga por la creación de un Comité de Protección Forestal integrado por organismos estatales y entidades particulares, con atribuciones para velar por el patrimonio forestal de Chile. También lamenta que el proyecto de ley propuesto sobre protección forestal no haya suscitado el interés del Parlamento. Agrega “que es indispensable que los organismos
estatales tomen cartas en el asunto, porque la iniciativa privada, por muy eficiente que sea, no puede allanar todas las dificultades que hay que vencer en una campaña de esta naturaleza”. El Comité de Protección antes señalado, es creado por el Departamento Forestal del Ministerio de Agricultura, cinco años después, en 1962, con el propósito de realizar una campaña sistemática de prevención y combate de incendios de bosques, y se integró con representantes del Ejército, Carabineros, Fuerza Aérea, Dirección de Turismo, Instituto Forestal, Punto IV, Corporación Chilena de la Madera y Dirección de Tierras y Bienes Nacionales (CORMA, 1962). Haltenhoff (1993) se refiere a la creación en 1958 de la Escuela de Guardabosques, en Concepción, bajo la tutela del Ejército de Chile y con el apoyo del Ministerio de Agricultura y del Gobierno de Alemania Federal. Esta Escuela desarrolló una interesante labor, pero, según lo informado por CORMA (1967), se trasladó a Valdivia por razones de orden técnico, a lo que se sumó el valioso apoyo ofrecido por la Universidad Austral de Chile. Finalmente, se instala en 1970 en Contulmo, en la Provincia de Arauco, como una Escuela de Prácticos Forestales, sin participación del Ejército, pero siempre con el apoyo del Gobierno Alemán.
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Sobre lo anterior, Weck (1957) señaló que inicialmente se pretendía la formación de un Cuerpo de Protección Forestal destinado a defender los suelos forestales de la explotación devastadora, el incendio y el descuaje y arrasamiento. Esta tarea se cumpliría con la formación de brigadas de combate de incendios en todas las zonas forestales, dotadas del correspondiente equipo y organización, y un adecuado sistema de control y alarma. Pero, según Julio (2007), estos anhelos sólo pudieron cumplirse parcialmente, al concretarse únicamente la preparación de algunas brigadas que apoyaron acciones de combate durante unos tres o cuatro años. El interés del Ejército fue decreciendo, hasta que definitivamente se retiró del proyecto. Haltenhoff (1993) se refiere al proyecto sobre Prevención y Combate de Incendios de Bosques que en 1959 elaboró el Departamento Forestal de la Dirección de Agricultura y Pesca del Ministerio de Agricultura (DIAP), asesorado por expertos del USDA Forest Service, y que contó con el apoyo de una valiosa donación de equipos para el combate por parte del DTICA (Departamento Interamericano de Cooperación Agrícola, dependiente del Punto Cuarto del Plan Marshall de Estados Unidos). Al respecto, Becker (1962) informa que el acuerdo entre el DTICA y la DIAP incluía la puesta en marcha de un programa de asistencia técnica a los propietarios de plantaciones forestales, mediante el entrenamiento de personal técnico en el manejo de recursos madereros y desarrollo forestal. Esto permitió la incorporación de un experto en incendios forestales del Servicio Forestal de EE.UU., y como contraparte a un ingeniero forestal chileno entrenado para participar en la tarea prevista. Becker (1962) se refiere a la necesidad de establecer una organización nacional para defender los recursos forestales del fuego. Entre sus recomendaciones señalaba que la protección contra incendios debía mirarse como una importante inversión, no sólo para aumentar la producción de maderas sino que también a favor de la conservación de suelos, la regulación de cursos de agua y el disfrute de las bellezas escénicas. Añadió que la ejecución de programas de prevención y combate era altamente técnica y especializada, y que debería efectuarse con un presupuesto apropiado. Para ello se requería otorgar la autoridad necesaria al Departamento Forestal del Ministerio de Agricultura, y emplear todas las capacidades disponibles detener la grave destrucción de los recursos forestales de Chile. En 1962, Carabineros de Chile crea la Policía Forestal con el fin de hacer cumplir las normas establecidas en la Ley de Bosques y para formar el primer sistema nacional de brigadas de combate de incendios forestales (Carabineros de Chile, 1991). Hantelhoff (1993) informa que en 1964 la Policía Forestal ya operaba 80 brigadas, constituidas por personal de sus Grupos de Instrucción y Voluntarios Civiles, que fueron equipados con el apoyo de la Misión Económica de EE.UU. Por su parte, el USDA Forest Service organizó un programa de capacitación para 14 oficiales de Carabineros que serían destinados a distintas zonas de Chile (Julio, 1967). Lamentablemente, el apoyo inicial que tuvo la Policía Forestal empezó a disminuir, y al cabo de unos pocos años dejó de participar en las operaciones de combate (Julio, 2007) Cárcamo (1967) relata que el Huracán Alicia en el invierno de 1965 destruyó 7.000 ha de plantaciones forestales y afectó severamente a otras 12 mil en la Región del Bío Bío, y que por el grave problema por la disponibilidad de enormes cantidades de material combustible que se generó, el Ministerio del Interior decidió ejecutar un programa especial de protección. Según Julio (2007), participaron además el Departamento Forestal del Ministerio de Agricultura, la Policía Forestal de Carabineros, el Instituto Forestal y las Intendencias de las Provincias de Ñuble, Concepción y Bío Bío. Este programa, que operó sólo en el verano 1965-66, fue exitoso y
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pasó a conformar la primera acción gubernamental de protección contra incendios forestales técnicamente bien organizada e implementada. Julio (1967) señala que, en 1966, el país se encontraba sin una organización adecuada ni disponía de los medios necesarios para prevenir y combatir los incendios forestales. Ello llevó a que el Ministerio de Agricultura, a través del Departamento Forestal y la Oficina de Planificación Agrícola, formularan en 1967 el Plan Nacional de Protección contra Incendios Forestales, con el cual se pudo establecer definitivamente un sistema de defensa para los recursos forestales (Julio y Leyton, 1967). Sobre la base de ese plan, el recién creado Servicio Agrícola y Ganadero, estableció en 1967 el Departamento de Protección contra Incendios Forestales, que se constituyó como la primera organización especializada y técnicamente bien organizada y equipada en la materia, con cobertura en todo el país, iniciando una efectiva tarea que ha perdurado hasta los presentes días (Julio, 2007). Julio (1967), en las III Jornadas de la Asociación Chilena de Ingenieros Forestales presentó públicamente el Plan Nacional de Protección contra Incendios Forestales, cuya formulación se basó en los antecedentes que se exponen a continuación: a) La extensión del territorio nacional afectada por los incendios forestales alcanzaba a 44 millones de hectáreas, y que en 1965 sólo un 0,5 % de esa superficie estaba bien protegida, y que alrededor del 75% se encontraba con una mínima o ninguna protección. b) El Gobierno, hasta 1966, sólo se preocupó parcialmente de la legislación en la materia y de controlar a los incendios con escasos medios, sin demostrar un mayor interés para cumplir con esa responsabilidad. c) El Comité de Protección en 1962, formado por organizaciones públicas y privadas fue una buena iniciativa, pero en la práctica su labor no fue efectiva por la falta de un estatuto que definiera las funciones y responsabilidades que asumían cada uno de sus integrantes. d) Sólo Carabineros de Chile se preocupó realmente por la protección de bosques, iniciando en 1962 la formación de brigadas de combate, pero esta labor no fue asistida técnicamente por el Ministerio de Agricultura, cometiéndose errores en la ubicación y la preparación de esas unidades. e) Se demostró la efectividad de una buena organización de prevención y combate, como ocurrió con el programa de emergencia para la temporada 1965-66. En esa oportunidad, con un gasto de alrededor de 0,5 millones de escudos, se estima que se salvaron unos 25 millones de escudos de pérdidas directas que se habrían producido sin las medidas de prevención y combate aplicadas. También Julio (1967) informa que las primeras acciones realizadas por Plan se estuvieron dirigidas al establecimiento de una organización territorial y la instalación de Comités Nacional y Regionales de Coordinación. Respecto a la organización territorial, se crearon unidades de protección para cada una de las 15 zonas del SAG, a cargo de un ingeniero forestal especialista en la materia, que se desempeñaba bajo la tutela técnica del Departamento de Protección de la División Forestal. También menciona que las instituciones que habían comprometido su apoyo eran: La Oficina de Emergencia del Ministerio del Interior, la Fuerza Aérea, la Policía Forestal de Carabineros, Cuerpos de Bomberos, la Corporación Chilena de la Madera, el Instituto de Desarrollo Agropecuario, la Corporación de la Reforma Agraria, el Instituto Forestal y las Universidades de Chile y Austral. Julio (1967), agrega que en la aplicación del Plan se definió e implementó el concepto de Área de Protección, que correspondía a la extensión de territorio que podría abarcar una patrulla de
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combate. Por lo tanto, para cada una de las 176 áreas prioritarias delimitadas inicialmente se instaló una unidad de 20 a 25 personas. Además, se asignó uno o dos guardabosques, encargados de la prevención, manejo de combustibles y detección de incendios. Se fijó la norma que un técnico debía hacerse cargo de la dirección y supervisión de un número no mayor a 5 áreas. Este técnico debería actuar siguiendo las instrucciones del ingeniero forestal que se desempeñaba como jefe zonal de protección. Gracias a un crédito de 2 millones de dólares otorgado por el Gobierno de Francia fue posible equipar a la mayoría de las zonas de protección con elementos para el combate, prevención, detección, radiocomunicaciones y transporte. También Julio (1967) señala que en el Plan Nacional se incluyeron diversos proyectos específicos que establecían las referencias para el diseño, implementación y puesta en marcha, con metas y plazos, de proyectos relativos a Campañas de Prevención, Pronósticos de Incendios, Sistemas de Detección y Radiocomunicaciones, Organización y Operación de Unidades de Combate, Investigación y Capacitación, entre otros. El Ministerio de Agricultura (1970) destacó la tarea iniciada por el Plan Nacional señalando, entre otras acciones, la realización de una campaña de educación y divulgación para prevenir los incendios forestales, la operación del Convenio con la Federación Aérea de Chile que incorporaba a los clubes aéreos civiles en la detección de incendios forestales y la capacitación de 720 técnicos y operarios. Se agrega que en 1970 ya estaban funcionando 265 brigadas, aportadas por la Policía Forestal, Compañías de Bomberos, la División Forestal del SAG, Fuerzas Armadas y Empresas Forestales. En 1968 fue invitado el Profesor James L. Murphy de la Universidad de Washington y Asesor del USDA Forest Service, para que evaluara el Plan Nacional de Protección contra Incendios Forestales, y recomendara las acciones prioritarias que deberían impulsarse en el corto plazo. En el informe de este experto (Murphy, 1968), se destacan los siguientes comentarios: a) El riesgo y peligro y daño de los incendios forestales demuestran una pronunciada tendencia al incremento en Chile, y se requerirá asegurar la protección en las localidades rurales, que podría ser muy efectivo si se contara con el apoyo de políticos, autoridades públicas, empresarios y organizaciones civiles. b) Las campañas de prevención debieran enfocarse hacia las principales causas de incendios forestales. El incremento de combustibles, especialmente en las plantaciones, debería controlarse con medidas tales como cortacombustibles. c) Sería conveniente mantener programas de capacitación para los directivos, profesionales y técnicos que participan en el Plan, tanto para aquellos que tengan responsabilidades directas o que actúan desde instancias de colaboración. d) La investigación debiera considerarse como un componente fundamental. Algunos temas urgentes a considerar se refieren a la evaluación de medios aéreos de combate en relación a la eficiencia de brigadas terrestres, la reducción de combustibles peligrosos en la interfaz urbano-rural, el análisis de los efectos de sequía en el índice de peligro, entre otros. e) La formulación y aplicación del Plan Nacional de Protección se consideraban como acertadas, estableciéndose un hito en la historia de la defensa contra los incendios forestales, previéndose un cambio significativo en la percepción del problema, y las acciones para controlarlo inician un importante proceso de crecimiento y desarrollo.
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1.5.2 Evolución en los Tiempos Presentes.
Ocurrencia y Superficies Afectadas En las ultimas cuatro décadas (1967-2010), se constata la ocurrencia de 168.755 incendios forestales en todo Chile, los que afectaron 1.859.630 hectáreas, tal como se puede observar en el Cuadro 1.5.2a., elaborado sobre la base de antecedentes disponibles en la Corporación Nacional Forestal (Sistema Estadístico de Manejo del Fuego), Instituto Forestal (Boletines de Estadisticas Forestales Anuales), Policía Forestal de Carabineros de Chile (Memorias Anuales), Empresas Forestales (Informes Anuales de Programas de Manejo del Fuego) y Universidad de Chile (Laboratorio de Incendios Forestales).
Cuadro 1.5.2a Pr omedios Anuales de Ocurrencia de I ncendios F orestales y Superficies Afectadas en ocho Quinquenios (1967-1971 a 2006-2010) Temporadas 1966-1970 1971-1975 1976-1980 1981-1985 1986-1990 1991-1995 1996-2000 2001-2005 2006-2010
Número de Incendios 497 1.238 3.157 4.995 5.026 5.531 5.750 6.546 5.548
Superficies afectadas (ha) 26.875 37.203 36.092 46.482 67.022 43.251 61.160 51.798 45.466
Promedios de incendios (ha) 54,1 30,1 11,4 9,3 13,3 7,8 10,6 7,9 8,2
Los antecedentes revelan una notable alza de la cantidad de incendios hasta el quinquenio 19821986, momento en que la curva se estabiliza, comprobándose posteriormente y hasta los tiempos presentes valores que fluctúan entre 4.200 y 7.550 incendios anuales, con una leve tendencia al incremento En cambio, la tendencia de las superficies afectadas por el fuego en el mismo período es diferente, con alternancia de años benignos y críticos, y fluctuaciones desde 10.200 hasta 101.770 hectáreas por año. Se comprueba lo expresado anteriormente sobre el pronunciado incremento de la ocurrencia en los cuatro primeros quinquenios, para llegar a una relativa estabilización de la cantidad de incendios en los cinco períodos. Este fenómeno podría explicarse por la insuficiente capacidad existente para capturar y registrar la información sobre ocurrencia entre los años 1967 y 1981. Si se consideran exclusivamente los promedios de los cinco últimos quinquenios, en los cuales la información posee un alto nivel de confiabilidad, la tasa anual de incremento del número de incendios es de 0,79 %. Por otra parte, no debe desconocerse el efecto de las campañas de prevención y del mayor control en el uso del fuego, que se han venido intensificando con el transcurso de los años. De todas maneras, la tendencia del incremento de los incendios forestales es un fenómeno que se presenta en la mayoría de los países del mundo, como una consecuencia del uso cada vez más intensivo de los recursos naturales renovables, ya sea para su aprovechamiento productivo, o bien como una fuente de recreación y esparcimiento. Aunque no es posible comprobarlo, al parecer el cambio climático también está influyendo en el aumento de los incendios forestales.
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Se observa también una tendencia al incremento de las superficies afectadas hasta el cuarto quinquenio, para continuar con una curva, aunque con algunas irregularidades, se ha mantenido relativamente plana en los últimos 25 años. En cuanto al tamaño medio de los incendios, se destaca una pronunciada disminución hasta el tercer quinquenio, lo que se interpreta como una consecuencia de la consolidación de los programas de protección, con la implementación de organizaciones mejor preparadas, junto a un constante aumento en la asignación de recursos a partir desde los mediados de la década del sesenta. Posteriormente, a contar del cuarto quinquenio, el indicador se ha mantenido con leves fluctuaciones. En todo caso, cabe señalar que el tamaño promedio de 9,41 ha/incendio (Cuadro 1.5.2b) es un buen indicador, comparado con el promedio para Latinoamérica que alcanza a 65 ha/incendio (Julio, 2007). Las cubiertas vegetales a proteger de los incendios forestales, de acuerdo al Catastro Nacional de Vegetación Nativa (CONAF/CONAMA, 1999), se presentan desde la III hasta la XII Regiones, en una extensión de 40,6 millones de hectáreas, lo que equivale aproximadamente al 54% del total del territorio continental del país.
Cuadro 1.5.2b Distribución Regional de la Ocurrencia y Superfi cies Afectadas en el Período 1982-2006 Región III IV V Metro VI VII VIII IX X (3) XI XII Total
Ocurrencia Nº Incend. % 451 0,32 1.231 0,88 23.306 16,59 11.624 8,27 6.231 4,44 8.955 6,37 55.303 39,37 21.287 15,15 10.101 7,19 1.382 0,98 609 0,43 140.480 100
Superficies ha % 560 0,04 24.668 1,87 222.779 16,84 109.563 8,28 161.640 12,22 117.593 8,89 259.973 19,13 169.445 12,81 142.348 10,76 73.782 5,58 47.245 3,57 1.322.596 100
Promedio por Incendio (ha) 1,24 20,04 9,56 9,43 25,94 13,13 4,57 7,96 14,09 53,39 77,58 9,41
Densidad (1) de Incendios 1,42 3,71 178,82 126,72 49,87 38,36 163,15 71,79 17,73 1,90 0,68 34,65
Superficie (2) Afectada (%) 0,004 0,011 0,525 0,371 0,146 0,112 0,478 0,209 0,052 0,006 0,002 0,101
(1) Densidad de Incendios: Cantidad de Incendios por 1.000 km2 y por año. (2) En relación al total de superficie regional a proteger, en valores promedios anuales (3) Incluye a las actuales Regiones Los Ríos y Los Lagos, constituídas en la Reforma Administrativa del año 2007
Se observa que la VIII Región es que la presenta los mayores valores de cantidades de incendios y extensiones de cubiertas vegetales afectadas, con 39,37% y 19,13%, respectivamente, de los totales nacionales. Le sigue en importancia la V Región con el 16,59 % de la ocurrencia y el 16,84 % de la superficie quemada, y luego las Regiones Metropolitana y IX. Por su parte, las regiones de los extremos norte (III y IV) y sur (XI y XII) poseen la menor cantidad de incendios y superficies dañadas. En relación a estas diferencias, cabe expresar los siguientes comentarios:
El 97,4% de la ocurrencia se concentra entre las Regiones V y X; en cambio, las regiones norteñas y australes (III, IV, XI y XII) poseen una muy escasa importancia en la iniciación de
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incendios forestales (2,6%), lo que se explica por el menor riesgo presente (bajos niveles de densidad población y de vías de comunicación). Esto se refleja en la densidad de incendios, porque las regiones con una mayor ocurrencia corresponden justamente a las que poseen una menor extensión de territorio.
Las diferencias en superficies afectadas por el fuego entre las regiones también son importantes, aunque inferiores a la de la ocurrencia. Al respecto, el 88,9% corresponde al territorio de las regiones centrales, y el 11,1% al de las regiones ubicadas en los extremos del país. La razón de ello es el tamaño promedio de los incendios, que observa en general valores significativamente mayores en las regiones de baja densidad de incendios, y que en cierto modo es la consecuencia del menor desarrollo que poseen sus programas de manejo del fuego, a pesar que en conjunto conforman alrededor del 56% del total de la superficie nacional que debe ser protegida. Se constatan tres regiones que poseen situaciones contradictorias en relación a la tendencia general. Por un lado, la III Región, que posee valores muy bajos de densidad de incendio y de tamaño promedio de incendios, lo que se puede explicar porque las condiciones aridez allí existentes sólo permiten la presencia de vegetación muy rala, que no favorece a la propagación del fuego. Otros casos son las Regiones VI y VII, que poseen un elevado tamaño promedio de incendios, que sólo podría entenderse por su menor nivel de desarrollo en manejo del fuego en comparación al de las regiones vecinas. Si los antecedentes expuestos se utilizan como indicadores de la eficiencia del manejo del fuego, podría señalarse que las mejores posiciones corresponden a las Regiones V y VIII, que comprueban altos niveles de densidad de incendios y muy bajos tamaños promedios de incendios. Por el contrario, la situación más precaria se encuentra en las regiones australes (XI y XII), que observan un elevado tamaño promedio de incendios. Finalmente, cabe indicar que la proporción de extensión de la superficie quemada en relación al total del territorio nacional a proteger se considera como muy bajo (0,1% anual), al compararse con el promedio de Latinoamérica que es del orden de 1,14 % por año (Julio, 2007).
Respecto a la clasificación de la ocurrencia por categorías de tamaño de los incendios forestales, que también se considera como otro indicador de la eficiencia del manejo del fuego (Julio, 2007), se presenta a continuación al Cuadro 1.5.2c elaborado con antecedentes registrados por el Sistema Estadístico de Manejo del Fuego de CONAF. El 93,7% de los incendios afectaron superficies iguales o menores a 10 ha. Por el contrario, los incendios de 100 o más hectáreas representan el 1,2 % de la ocurrencia. Estos valores revelan que las operaciones de presupresión y combate se realizan en forma rápida, efectiva y oportuna.
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Cuadro1.5.2c Distribución de la Ocurrencia según Clases de Tamaño de los Incendios (Período 1982-2006) Clases de Tamaño(ha) 0,1 - 5,0 5,1 - 10,0 10,1 - 50,0 50,1 - 100,1 100,1 - 200,0 200,1 - 400,0 400,1 - 800,0 8001 - 1500,0 1500,1 - 3000,0 Sobre 3000 Total
Número de Incendios 125.885 5.770 5.877 1.265 703 422 281 140 98 39 140.480
% de Incendios 89,6 4,1 4,2 0,9 0,5 0,3 0,2 0,1 0,07 0,03 100
En relación a la distribución cronológica de la ocurrencia, las condiciones climáticas que imperan en Chile en el transcurso del año (verano caluroso y seco, e invierno frío y con precipitaciones), lleva a una alta concentración de los incendios en la temporada estival(diciembre a marzo), con alrededor del 90 % de los incendios forestales, tal como se puede constatar en el Figura 1.5.2a Este hecho, si bien exige un trabajo de elevada intensidad durante el verano, permite un receso de varios meses sin operaciones, que favorece a la preparación de las actividades para la siguiente temporada.
45000
Número de Incendios
40000
s o i d n e c n i e d º N
35000
35 Porcentaje 30
30000
25
25000
20
20000
15
15000
10
10000 5000
5
0
0
r e b r e b m i e i e m i c v o D N
o e r E n
r o r e b F e
r z o a M
e j a t n e c r o P
l i b r A
e b r t u c - O y o a M
Meses
F igura 1.5.2a Distribución de la Ocurrencia en el Transcurso del Año (Período 1982-2006)
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Causalidad de los I ncendios F orestales La distribución y evolución de la causalidad de los incendios forestales en el territorio nacional se presenta en los Cuadros 1.5.2d y 1.5.2e, construidos por Julio (2005b) con el propósito de apreciar el comportamiento del riesgo a lo largo del país en el período 1976-2000. Se observa, por ejemplo, que la provocación de incendios como consecuencia de Juegos de Niños y Tránsito de Vehículos y Peatones, es elevada en la Macro Región Centro, lo que sería una respuesta a los efectos de la mayor densidad poblacional y de actividad humana en la periferia de las grandes ciudades. Se constata en las Macro Regiones Norte, Centro-Sur, Sur y Austral que las Quemas constituyen la principal causa, lo que se explica por una mayor preponderancia de actividades rurales, en las cuales el fuego es una herramienta tradicional para la eliminación de desechos de explotaciones agrícolas y forestales y, también, en la habilitación de los suelos para cultivos y forestaciones. También puede observarse que la intencionalidad o premeditación ha sido la principal causa de ocurrencia en el país durante el período analizado, con una presencia notable en las Macro Regiones Centro-Sur y Sur.
Cuadro 1.5.2d Distribución de la Causalidad por Macro Regi ones ( Período 1976 – 2000) Causas Quemas Faenas Forestales Faenas Agropecuarias Recreación y Deportes Juegos de Niños Ferrocarriles Tránsito de Vehículos Tránsito de Peatones Otras Negligencias Intencionales Fenómenos Naturales Accidentes
Norte 23,2 1,9 4,5 11,6 6,1 0 10,9 21,1 2,3 16,1 0 2,3
% por Macro Regiones (*) Centro C. Sur Sur Austral 9,2 20,1 31,1 35,9 1,3 3,3 3,7 5,2 1,3 1,1 1,0 19,3 2,7 3,9 2,1 9,8 20,5 2,7 3,3 2,5 0,8 3,4 4,2 0 2,2 2,2 1,1 0,7 35,7 26,5 18,5 19,5 2,8 0,8 0,7 3,6 22,4 33,7 32,2 1,0 0,1 0,1 0,1 0,3 1,0 2,2 2,0 2,2
Total (%) 19,0 2,7 1,6 3,3 9,2 2,6 2,0 27,8 1,5 28,5 0,1 1,7
(*) Norte (III, IV); Centro (V, RM, VI); Centro-Sur (VII, VIII); Sur (IX, X); Austral (XI, XII)
En la evolución de la causalidad se aprecia un notable y constante descenso de la participación de las Quemas, lo que puede atribuirse a las disposiciones legales que se han estado aplicando cada día con un mayor rigor y, también, por la mejor comprensión de los productores rurales sobre los problemas que se generan con el empleo inadecuado e irracional del fuego como herramienta de trabajo. Además, es significativo el progresivo incremento de las causas Tránsito de Peatones e Intencionales, que han pasado a ser los principales orígenes de incendios forestales. El primero podría interpretarse como una consecuencia de la cada vez mayor cercanía de los centros poblados a las áreas silvestres y, también, al aumento permanente del interés o necesidad de los pobladores por visitarlas. La intencionalidad se ha incrementado de manera notable, llegando a constituir la primera causa en Chile con una participación que alcanzó al 40% del total en el período 1996-2000. Julio (2007)
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expresa que este hecho es preocupante y estima que se mantendrá en el futuro, por diversas razones señalando, entre otras a protestas y venganzas motivadas por conflictos sociales o exigencias de recuperación de tierra por parte de movimientos indígenas revindicacionistas. Por otra parte, la piromanía como enfermedad o lacra social, está aumentando como producto del desarrollo del mismo, tal como ocurre con las tasas de drogadicción, alcoholismo y suicidios.
Cuadro 1.5.2e
Evolución de la Causalidad ( % de Ocurrencia por Quinquenios) en el período 1976-2000 Causas
1976-80
Quemas Faenas Forestales Faenas Agropecuarias Recreación y Deportes Juegos de Niños Ferrocarriles Tránsito de Vehículos Tránsito de Peatones Otras Negligencias Intencionales Fenómenos Naturales Accidentes
41,3 3,8 1,4 4,8 12,0 4,6 2,0 14,2 1,0 13,4 0,1 1,4
1981-85 24,0 3,5 2,2 3,5 8,8 3,6 2,0 27,7 2,5 20,9 0,1 1,2
1986-90 16,8 2,9 2,1 3,2 11,1 1,9 2,1 31,6 1,5 24,9 0,1 1,8
1991-95 1996-00 2001-05 2006-09 10,1 1,5 0,9 2,6 8,0 2,2 1,9 32,5 1,2 37,1 0,3 1,7
12,4 2,5 1,3 3,1 6,9 1,3 2,1 27,5 1,3 39,1 0,2 2,3
11,3 2,9 0,8 3,6 8,6 0,6 0,7 32,2 1,5 35,4 0,2 2,3
12,0 2,0 0,9 3,3 7,5 0,4 0,1 33,9 1,8 34,5 0,4 3,3
Vegetación Afectada Las estadísticas de período 1982-2006 sobre este tema se exponen en el siguiente cuadro:
Cuadro 1.5.2f
Tipos Vegetacionales Afectados por los Incendios Forestales en el Período 1982-2006 (totales de hectáreas dañadas). Región III IV V RM VI VII VIII IX X XI XII Total % Anual
Pino Radiata 0 1 8.844 258 10.935 18.409 98.112 32.856 7.468 0 0 176.883 13,4 7.075
Eucalipto 53 273 12.908 2.732 2.601 3.578 26.702 3.664 1.598 0 0 54.109 4,1 2.164
Otras Plantacio. 6 292 118 123 92 78 1.447 53 145 115 0 2.469 0,2 99
Arbolado Matorral. Pastizales Nativo y Arbustos y Prader. 3 321 100 7.785 9.181 6.989 76.239 55.425 64.042 28.728 36.728 40.600 29.609 66.143 46.629 22.316 30.696 27.282 16.707 38.850 38.408 53.281 23.364 19.393 76.570 28.402 6.906 11.756 30.964 29.490 11.441 15.269 20.516 334.435 335.373 300.355 25,3 25,4 22,7 13.377 13.415 12.014
Fuente: CONAF-Sistema Estadístico de Manejo del Fuego
Otros
Total
77 147 5.213 354 5.631 15.234 32.747 36.834 21.259 1.457 19 118.972 8,9 4.759
560 24.668 222.779 109.563 161.640 47.593 252.973 169.445 142.348 73.782 47.245 1.322.596 100 52.904
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Se comprueba que los tipos de vegetación que en mayor grado están siendo afectados por los incendios forestales corresponden a formaciones nativas (arbolados, matorrales y pastizales), que en conjunto concentran cerca de las tres cuartas partes de la superficie dañada por el fuego. También se constata que los incendios en plantaciones (Pino Radiata, Eucaliptos y otras especies) han dañado a cerca del 18% del total de la superficie afectada, lo que corresponde a un monto aproximadamente al doble de la categoría Otros (compuesta principalmente por cultivos agropecuarios, basurales y desechos de explotaciones forestales y agrícolas).
Pérdidas por I ncendios F orestales Las pérdida directas, que Julio (2005b) las define como el daño ocasionado a bienes y recursos que en el mercado se transan de acuerdo a su valor comercial (plantas, maderas, cercos, casas, instalaciones industriales, entre otros), se estimaron en un estudio realizado por el Laboratorio de Incendios Forestales de la Universidad de Chile (Julio, 2001), actualizado al 30 de junio del año 2006. Los valores totales para todo el país, en promedios anuales por quinquenios, se exponen en la Figura 1.5.2b Puede constarse que en el transcurso del período 1967-2006 la pérdida directa por incendios forestales alcanza un promedio anual total algo superior a 50 millones de dólares, con una tendencia al incremento, aunque la secuencia cronológica es fluctuante. De hecho, el quinquenio más crítico es el del período 1987-1991, con un daño promedio anual aproximado de 78,16 millones de dólares. Debe señalarse que la información base utilizada indica que específicamente los años de mayor gravedad fueron 1987 y 2002, con pérdidas de 154,8 y 145,5 millones de dólares, respectivamente. En cambio, los de menores daños corresponden a los años 1975 y 2001, con 10,7 y 7,5 millones de dólares, respectivamente.
90 80
Pérdidas anuales
) 70 $ S U M 60 M ( s 50 e l a u 40 n a s a d 30 i d r é 20 P 10 0 1967 – 1971
1972 – 1976
1977 – 1981
1982 – 1986
1987 – 1991
1992 – 1996
1997 – 2001
2002 – 2006
Quinquenios
F igura 1.5.2b Pérdidas Directas por I ncendios F orestales, expresadas en Promedios Anuales por Quinquenios en el Período 1967 – 2006 (en millones de US $ de junio de 2006)
61
Los Cuadros 1.5.2g y 1.5.2h, que se exponen a continuación, revelan la distribución de las pérdidas directas por regiones y por tipos de vegetación, de acuerdo a los resultados del estudio efectuado por el Laboratorio de Incendios Forestales de la Universidad de Chile que se señaló en el párrafo precedente.
Cuadro 1.5.2g Pérdidas Directas Totales y por R egiones en el Período 1982-2006 (US $ de junio de 2006) Región III IV V Metropolitana VI VII VIII IX X XI XII TOTAL
Pérdidas Directas US $ % 254.741 0,02 11.050.247 0,74 160.092.605 10,78 46.601.124 3,14 106.504.837 7,17 137.726.324 9,28 524.503.704 35,33 255.654.029 17,22 185.151.023 12,47 31.104847 2,10 25.953.948 1,75 1.484.597.430 100
Cuadro 1.5.2h Pérdidas Directas Totales y por Ti pos de Vegetación en el Período 1982-2006 ( US $ de junio de 2006) Tipos de Vegetación Pino Radiata Eucaliptos Otras Plantaciones Arbolado Nativo Matorrales y Arbustos Pastizales Otros Combustibles Otros Valores TOTAL
Pérdidas Directas US $ % 700.795.765 47,20 147.569.582 9,94 5.660.864 3,81 476.310.649 32,08 60.367.140 4,07 34.778.106 2,34 30.005.571 2,02 29.109.754 1,96 1.484.597.430 100
Los antecedentes recién expuestos permiten comentar lo siguiente: a) Es notable la participación de la VIII Región en el total de las pérdidas directas, que asciende al 35,33%. Le siguen en importancia las Regiones IX y X, pero con menos de la mitad del monto de la VIII Región. En estas tres regiones, que son vecinas, recae alrededor de dos tercios de las pérdidas directas por incendios forestales de todo el país.
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b) Llama la atención la proporción del daño en la V Región (10,78%), que no es equivalente a su alta participación en la ocurrencia de incendios y superficie afectada. La explicación de ello está dada por el hecho que los tipos de vegetación más afectados son arbustos, matorrales y pastizales, que poseen un bajo valor comercial. c) Las regiones de los extremos norte y sur (III, IV, XI y XII), participan en conjunto con un 4,6% en el total de las pérdidas directas, lo que se debe a las bajas tasas de ocurrencia y superficies afectadas por los incendios forestales. d) En relación a los tipos de vegetación afectados, es extremadamente elevada la participación de las plantaciones de pino radiata en el total de las pérdidas directas, que asciende a 47,2%. Le siguen en importancia los arbolados nativos, que también observan valores muy altos. Sobre estas dos regiones, en conjunto, representan cerca del 80% del total de las pérdidas directas del país. Respecto a las pérdidas indirectas, no es posible determinarlas de manera confiable debido a la insuficiente información disponible en Chile sobre los bienes y recursos afectados por el fuego. Corresponden, según Julio (2005b), a valores intangibles, que afectan esencialmente a las externalidades de los ecosistemas naturales, como el deterioro de la flora y fauna autóctonas, degradación de suelos y aguas, desequilibrios ambientales y, en general, los efectos en la calidad de vida de la población humana como consecuencia de la contaminación ambiental y la limitación a actividades como el turismo, la recreación, el esparcimiento y la práctica de deportes. En la mayoría de los aspectos recién señalados, los daños provocados por el fuego sólo es posible constatarlos en períodos posteriores al incendio, que pueden extenderse por varios años. Por otra parte, la diversidad de tipos de pérdidas indirectas que se generan, con procesos variados en cuanto a la dinámica y sucesión de los efectos, hacen sumamente difícil la identificación del daño y, más aún, su evaluación cuantitativa (Koslowski y Algren (1974). No obstante lo anterior, Julio (2001) realizó un intento de estimación basado en el método propuesto por Hornsmann (1961), quién usó como criterio de valorización de los daños indirectos la referencia de una cantidad equivalente a 10 veces el monto de los daños directos, como indicador de las pérdidas en las funciones de protección y producción de beneficios y servicios accesorios que reportan los recursos forestales. Para su aplicación al caso chileno, Julio (2001) modificó el coeficiente 10 de Hornsmann, estableciendo una escala de 1 a 10, para asignar valores diferentes a cada uno de los tipos de vegetación afectados. Para ello, aplicó un procedimiento empírico que se tradujo en una tabla que consideraba efectos ecológicos y sociales, de acuerdo a un diseño basado en sus conocimientos y experiencias sobre daños e impactos del fuego (Cuadro 1.5.2i).
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Cuadro 1.5.2i Coeficientes en la Valorización de Daños I ndirectos por I ncendios F orestales Tipos de Vegetación
Coeficientes (*) Ecológico Social Total Praderas y Pastizales 2 1 3 Matorrales y Arbustos 5 2 7 Arbolados Nativos 7 3 10 Plantaciones de Pino Radiata 3 2 5 Plantaciones de Eucaliptos 3 2 5 Otras Plantaciones Forestales 3 2 5 Otros Tipos (Frutales, Desechos Forestales, etc) 1 1 2 (*) Aplicables sobre los respectivos valores de pérdida directa Los coeficientes recién expuestos, aplicados sobre los respectivos valores de pérdidas directas, hizo posible la construcción de los Cuadros 1.5.2j y 1.5.2k, que a continuación se presentan.
Cuadro 1.5.2j Pérdidas I ndirectas Totales y por Regiones en el Período 1982-2006 (US $ de junio de 2006) Región III IV V Metropolitana VI VII VIII IX X XI XII TOTAL
Pérdidas Indirectas US $ % 670.618 0,01 19.192.554 0,20 648.057.593 6,74 279.723.210 2,92 960.684.349 10,00 864.276.648 9,00 2.276.345.656 23,69 794.692.579 8,27 2.467.181.585 25,68 711.266.739 7,40 585.373.368 6,09 9.607.463.999 100
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Cuadro 1.5.2k Pérdidas I ndirectas Totales y por Tipos de Vegetación en el Período 1982-2006 (US $ de junio de 2006) Tipos de Vegetación Pino Radiata Eucaliptos Otras Plantaciones Arbolado Nativo Matorrales y Arbustos Pastizales Otros Combustibles Otros Valores TOTAL
Pérdidas Indirectas US $ % 3.264.008.000 33,97 737.769.000 7,68 28.303.000 2,95 4.802.198.000 50,00 422.471.000 4,40 104.328.000 1,09 60.006.000 0,62 188.382.000 1,96 9.607.464.000 100
Los resultados obtenidos sobre los totales de pérdidas indirectas por incendios forestales permiten comentar lo siguiente: a) La aplicación del criterio de Horsmann modificado permitió determinar que los montos totales de pérdida indirecta en el período 1982 – 2006 alcanzan aproximadamente a 9,6 miles de millones de dólares, equivalente a 6,5 veces el valor de las pérdidas directas informado anteriormente. b) Entre los tipos de vegetación, es el arbolado nativo el que posee la mayor participación dentro del total de las pérdidas indirectas, con un porcentaje muy elevado (50%). Las plantaciones de pino radiata pasan a ocupar el segundo lugar, manteniendo un alto porcentaje (cerca de 34%). El resto de los tipos de vegetación contribuyen en un conjunto con sólo el 14 % del total de las pérdidas indirectas del país. c) Se constata que es la X Región la que posee los mayores valores de pérdidas indirectas, con un 25,7% del total, seguida desde muy cerca por la VIII Región (23,7%). Por otra parte, se destaca el incremento de la participación de las regiones australes (XI y XII), alcanzando en conjunto a alrededor del 13,5%, que corresponde prácticamente al doble del porcentaje que observan en las pérdidas directas. Si bien la estimación de las pérdidas indirectas podría ser objetada por el débil fundamento científico del método aplicado, es indudable que los resultados obtenidos representan una interesante referencia, que contribuye a valorar en términos más reales los daños que ocasionan los incendios forestales en Chile.
Pr incipales Acciones en la Protección contra los I ncendios F orestales A partir de la aplicación del Plan Nacional de Protección contra Incendios Forestales de 1967 se inician y ejecutan una importante cantidad de acciones de prevención y combate, con las cuales la organización para el manejo del fuego inicia un interesante desarrollo. Julio (2007) describe detalladamente la labor realizada, la que en forma resumida se expone a continuación.
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1967: - La División Forestal del Servicio Agrícola y Ganadero concreta la formación de 60 brigadas de combate, que se constituyen con trabajadores de diferentes unidades del Ministerio de Agricultura. - La Universidad de Chile implementa un programa de investigaciones en manejo del fuego, destacándose dos proyectos iniciales: El diseño de un índice de ocurrencia, y los estudios sobre comportamiento del fuego. - La Empresa Industrias Forestales S.A. opera un programa independiente para la protección de sus plantaciones forestales, que incluye brigadas de combate y la instalación y operación de 7 torres de detección. - El Gobierno de Francia otorga a Chile un crédito por dos millones de dólares para apoyar la implementación del Plan Nacional de Protección. 1968: - Se inicia el combate aéreo de incendios forestales en el verano 1967-68 con tres aviones Canso prestados por el Gobierno de Québec, Canadá. - La detección se efectúa principalmente mediante patrullajes aéreos aviones de clubes civiles, programados dentro de un convenio suscrito con la Federación Aérea de Chile. En 1968 se registran alrededor de 400 horas de vuelos de detección. - Se instala la primera Central Nacional de Operaciones en Chile, ubicada en el Parque O’Higgins de Santiago, que comanda las actividades de prevención y combate para todo el país, y establece un sistema de informaciones sobre incendios forestales. - El índice de ocurrencia comienza a operar en las diferentes zonas del país. 1970: - El Gobierno de Canadá concede un crédito de 1,5 millones de dólares, con el propósito de incrementar y mejorar el equipamiento del Plan Nacional de Protección. 1972: - El Plan Nacional de Protección pasa a depender de la recién creada Corporación Nacional Forestal, la que asume la responsabilidad total de la prevención y combate en todo el país. - Empieza la instalación de las centrales de operaciones en las diferentes regiones. 1973: - La Central de Capacitación Escuadrón, de CONAF, inicia un intenso programa de formación de personal. Se destacan inicialmente los cursos para jefes de brigada y combatientes, operación de motobombas y detección aérea y por torres de observación. - Se crea el sistema de determinación de prioridades de protección, que pasó a conformar en los años siguientes una fundamental herramienta para la planificación estratégica del manejo del fuego. 1974: - CONAF profesionaliza el sistema nacional de protección, con personal rentado y de dedicación exclusiva. - Se incorporan los helicópteros para el transporte de brigadas y el apoyo a las operaciones de combate. - CONAF crea Forestín, que pasa a constituirse como un importante símbolo en las campañas de prevención.
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1975: - La Universidad Austral inicia un programa de investigaciones en manejo del fuego, con proyectos de evaluación de combustibles forestales y modelación de la propagación del fuego. - La crisis mundial del petróleo imposibilita la continuidad de la detección aérea, lo que llevó a inicio y desarrollo sostenido de la detección por medio de torres de observación. 1976: - La Compañía Manufacturera de Papeles y Cartones establece un programa independiente de protección para sus plantaciones forestales, las que cubrían alrededor de 200.000 ha. - Se estima que el gasto total en Chile para el manejo del fuego asciende a unos 4,5 millones de dólares, de los cuales en un 60% es asumido por CONAF y el resto por el sector privado. 1978: - CONAF decide continuar su tarea de protección sólo en la defensa del patrimonio forestal del Estado y en terrenos de pequeños y medianos propietarios. Justifica este paso por considerar que las grandes empresas poseen la capacidad económica suficiente para autoprotegerse. El hecho es resistido, pero en un breve lapso esta medida condujo a un acelerado desarrollo de los sistemas privados de protección. 1980: - La Universidad Austral, por encargo de CONAF y 11 empresas forestales, formula el Plan Integrado de Protección para las Regiones VIII y IX. Se demuestra que la aplicación de este plan mejoraría significativamente los niveles de la protección y con un menor costo, pero definitivamente no es acogido por la negativa de algunas empresas de compartir sus recursos e información. 1982: - Mediante decretos del Ministerio de Agricultura se establecen normas sobre prevención y combate de incendios forestales, y se reglamenta el uso del fuego en zonas rurales. Estas normas legales son las únicas de importancia que se promulgan desde la Ley de Bosques de 1931 hasta los presentes días. 1983: - Se crea el Consejo Técnico de Coordinación CONAF/Empresas Forestales, con el fin de llevar acciones mancomunadas en diversas actividades de manejo del fuego. Las universidades asumen un rol activo en capacitación e investigación. - La Empresa Forestal Arauco, sobre la base de un estudio encargado a la Universidad Austral, incorpora el Sistema Fuego a la gestión de su programa de manejo del fuego, que constituye el primer sistema inteligente aplicado en Chile. 1987: - El Consejo Técnico de Coordinación encarga a las universidades la formulación de un Programa Nacional de Investigaciones en Manejo del Fuego. Dentro de este marco, entre 1987 y 1991 se ejecutan tres importantes proyectos: Modelación de Combustibles Forestales, Técnicas de Encendido en el Uso del Fuego y el Índice de Riesgo de Incendios Forestales. 1991: - Se crea en la VIII Región la Sociedad de Protección del Bío Bío, basada en la integración de los programas de manejo del fuego de tres empresas forestales. El ejemplo es imitado
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posteriormente con la formación de las Sociedades La Frontera y Los Lagos, en las Regiones IX y X, respectivamente. 1992: - Por medio de fusiones y compras, se reduce significativamente la cantidad de grandes empresas forestales. Además, las empresas empiezan a cambiar la modalidad de ejecución del manejo del fuego, pasando desde una gestión directa a una basada en la contratación de empresas de servicios. Este hecho lleva a una fuerte baja en el interés por la realización de programas de investigación y desarrollo. 1993: - La Universidad de Chile, con el apoyo del Instituto Forestal y el Instituto Tecnológico de Chile, todas ellas organizaciones estatales, inician un gran proyecto tendiente al desarrollo del Sistema Kitral, sobre prognósis y gestión en incendios forestales, con el fin de incorporar tecnologías de avanzada en el manejo del fuego. 1998: - Se constata un potente impulso en el empleo de medios modernos en la gestión del manejo del fuego (SIG, GPS, Información Satelital, Uso de Infrarrojos, Sistemas Inteligentes). Sin embargo, todo ello corresponde a iniciativas puntuales, sin el respaldo de procesos de planificación. 1999: - El Ministerio de Agricultura encarga a la Fundación Chile la elaboración de una propuesta sobre Políticas y Estrategias Nacionales para el Manejo del Fuego, como parte del Proyecto de Ley sobre una Nueva Institucionalidad Forestal. Sin embargo, su aplicación no se lleva a efecto por desacuerdos entre instituciones estatales. En los años siguientes se observa pasividad en la gestión del Gobierno sobre el tema. 2005: - El presupuesto total en Chile para la protección contra los incendios forestales alcanza a 15 millones de dólares, que es aportado en un 67 % por las empresas forestales y en un 33 % por CONAF. Las asignaciones para prevención, capacitación e investigación y desarrollo, en conjunto, son inferiores al 5 % del total indicado. 2006: - La Empresa Forestal Mininco S.A. inicia la instalación de un sistema de teledetección automático, basado en la operación de sensores infrarrojos en sus torres de observación 2009: - Como parte de las iniciativas de la Mesa Forestal Nacional (ente coordinador entre los sectores públicos, privados y académicos), CONAF asume la responsabilidad de preparar un Proyecto de Ley sobre Incendios Forestales. Participan también en esta iniciativa CORMA, el Colegio de Ingenieros Forestales y la Universidad de Chile.
1.6
COMPONENTES DEL MANEJO DEL FUEGO
Todo programa de manejo del fuego, sea de nivel nacional, regional, local o predial, necesariamente debe considerar cuatro aspectos o componentes básicos: Prevención, Presupresión, Combate y Uso del F uego. Una breve descripción de ellos se desarrolla a continuación
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1.6.1 Prevención. Son todas las medidas tendientes a evitar que se produzcan o propaguen los incendios forestales (en el último caso, en relación a las acciones ejecutadas previamente a la ocurrencia). También se le define como la actividad que cumple el propósito de controlar el riesgo y peligro de incendios forestales. Por RIESGO debe entenderse al agente que origina o provoca un incendio forestal. En Chile, en la gran mayoría de los casos (sobre el 99%) corresponde a actividades del hombre, ya sea a través de acciones negligentes como también premeditadas o intencionales. En otros países, como aquellos ubicados en las zonas septentrionales del hemisferio norte, la provocación de incendios por efecto de tormentas eléctricas, constituye el factor de riesgo de mayor importancia, que en algunos alcanza una incidencia de hasta el 80%. En cambio, el PELIGRO está referido a la conflictividad que puede alcanzar el comportamiento del fuego de un incendio una vez que se haya producido y se esté propagando y, por lo tanto, ello dependerá básicamente de factores tales como la topografía del lugar, la calidad y condición de la vegetación afectada y, del estado del tiempo atmosférico imperante. Debido a que la topografía y el estado atmosférico no pueden ser controlados por el hombre, las acciones preventivas del peligro requieren enfocarse esencialmente en la vegetación. Las medidas o acciones dirigidas a prevenir el riesgo y peligro de incendios forestales, consisten esencialmente en:
Educación y Difusión. Se ejecutan a través de Campañas de Prevención, con el propósito de crear conciencia respecto al valor que representan los recursos naturales renovables y, también, para promover su protección de la acción destructiva de los incendios forestales, a través de la persuasión, de manera de provocar un cambio en la conducta de las personas que actúan como agentes de riesgo. Legislación y Reglamentación. Son normas de carácter jurídico o reglamentario, tanto de ámbito público como privado, destinadas a controlar las actividades de las personas, cuando impliquen un riesgo de ocurrencia o un peligro de propagación de incendios forestales. Manejo de Combustibles. También conocido como Silvicultura Preventiva contempla intervenciones de la vegetación, ejecutadas previamente a la ocurrencia, con el fin de evitar la propagación del incendio, o al menos reducir la conflictividad potencial del comportamiento del fuego. Por lo tanto, constituye esencialmente una medida de control del peligro. 1.6.2 Presupresión. Son actividades que deben ser planificadas y programadas con antelación a la ocurrencia de incendios forestales, con el propósito de evaluar los problemas que eventualmente puedan originarse, y disponer una oportuna detección y capacidad de extinción, en caso que ellos se produzcan. En este caso, cabe mencionar:
Evaluación del Grado de Peligro. Se basa en el uso de índices, cuyo diseño está dirigido a pronosticar la probabilidad de inicio, propagación, conflictividad y daños de los incendios forestales.
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Detección. Son todas aquellas operaciones que se ejecutan con el propósito de descubrir, localizar y reportar oportunamente a los incendios forestales que se inician. Movilización. Es el conjunto de actividades que suceden desde el momento que se ha recibido un reporte de incendio forestal y se ha emitido la instrucción de despacho de una o varias unidades de combate, hasta que efectivamente se inicia el combate con el reconocimiento del foco en el terreno afectado. Organización para el Combate . Corresponde a la infraestructura y recursos que deben disponerse para la movilización y extinción de los incendios forestales, incluyendo los diseños operacionales y esquemas organizativos, necesarios para lograr acciones eficientes y oportunas. Seguridad. Incluye las medidas requeridas para velar por un desempeño eficiente del personal en las operaciones de manejo del fuego, particularmente desde el punto de vista de su correcta preparación, equipamiento, prevención del riesgo de accidentes y control de pérdidas. Comando de Operaciones. Aborda la evaluación, planificación, programación, coordinación y conducción permanente de las operaciones de manejo del fuego, en orden de asignar adecuadamente los recursos disponibles, especialmente en situaciones coyunturales.
1.6.3 Combate. Es la extinción o supresión de los incendios forestales, que debe ejecutarse de acuerdo a los planes, métodos y criterios definidos e implementados en la presupresión. El combate incluye una serie de actividades denominadas bajo el término de Fases, las que se realizan consecutivamente. Estas son:
Reconocimiento. Es la evaluación del sector afectado por un incendio forestal, a fin de estimar las proyecciones del comportamiento del fuego, los daños potenciales y las posibilidades de control existentes. Todo ello con el objeto de definir las estrategias y tácticas que deben aplicarse para lograr una eficiente extinción. Primer Ataque. Es el inicio del combate propiamente tal, y se ejecuta de acuerdo a los resultados obtenidos en el reconocimiento. Está dirigido a detener el frente principal del incendio, el que se define en función de las características del comportamiento del fuego, el daño que se puede originar, o por las condiciones existentes para controlar el incendio. Control. Es la acción de circunscribir la zona del incendio dentro de un perímetro de seguridad, que permita detener en forma definitiva la propagación en todo el perímetro de propagación del fuego. Liquidación. Es la supresión definitiva del incendio, una vez que ya ha sido controlado, por medio de la sofocación o remate de los focos aún existentes en el terreno. Guardia de Cenizas. Es el patrullaje final, mediante el cual se vigila el sector quemado a partir del término de la liquidación del incendio. Su propósito es detectar oportunamente cualquier rebrote de fuego, y proceder en consecuencia a su pronta extinción en caso que ello ocurra.
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1.6.4 Uso del Fuego. Diversas operaciones agrícolas y forestales pueden ser ejecutadas utilizando al fuego como herramienta de trabajo. Este elemento, en el cumplimiento de diversos objetivos, puede emplearse con gran efectividad y a costos reducidos. Sin embargo, su aplicación debe ser muy cuidadosa, por el riesgo siempre presente que sus resultados no sean favorables, en lo que respecta al balance de efectos positivos y negativos. Por tal razón, el uso del fuego como herramienta de trabajo debe realizarse cumpliendo un Plan de Quema, que requiere prepararse teniendo presente los objetivos perseguidos, las condiciones del terreno, el estado atmosférico, las características de la vegetación a eliminar, los recursos disponibles y los riesgos existentes en el lugar.
1.7
TIPOS DE INCENDIOS FORESTALES
El término "Incendio Forestal" normalmente se utiliza para calificar a todo fuego que se propaga quemando vegetación en forma libre y descontrolada, en zonas rurales, cualquiera que sea el origen o causa que lo haya provocado. Quizás sería más apropiado denominar a este fenómeno como Incendio Rural o Incendio de Monte, pero la expresión incendio forestal ya se encuentra adptada en Chile, por lo que se estima conveniente seguir empleándola. Se acostumbra clasificar a los incendios forestales en tres tipos: Superficial, Subterráneo y Aéreo, de acuerdo al estrato horizontal de la cobertura vegetal que está siendo afectado por la propagación del fuego.
Incendio Superficial. Es aquel que se propaga consumiendo la vegetación arbustiva y herbácea, y la hojarasca existente sobre el piso del bosque. Es el tipo más común y, por lo general se presenta en la mayoría de las propagaciones del fuego en terrenos rurales. Puede alcanzar velocidades violentas de avance cuando las condiciones son favorables (sobre 30 km/hora, en pastizales secos y presencia de vientos intensos o laderas muy inclinadas). Sin embargo, en plantaciones forestales o arbolados nativos, dependiendo de la humedad ambiental, su avance fluctúa normalmente entre 30 y 200 metros por hora. Incendio Subterráneo. También es conocido como Incendio Profundizador, porque se propaga por debajo del piso del bosque, consumiendo raíces, humus y el material orgánico no incorporado al suelo mineral, y sobre la base de una combustión incompleta. En Chile son comunes en bosques nativos conformados principalmente por especies del genero Nothofagus. La propagación del fuego es muy lenta, de sólo algunos metros por día. Incendio Aéreo. También se le denomina como Incendio de Copa, porque se caracteriza por una propagación del fuego a través del follaje de los árboles. Por lo general es violento y espectacular, errático, con avances por ráfagas que frecuentemente se desplazan en direcciones imprevistas. En Chile se presenta normalmente en plantaciones de coníferas y raras veces en bosque nativo, por la heterogeneidad y discontinuidad de las copas de este último. Es frecuente observar situaciones con la presencia simultáneamente dos de los tres tipos de incendios tipos indicados. Las combinaciones normales son superficial-aéreo y superficialsubterráneo. En algunos casos pueden presentarse los tres tipos al mismo tiempo (Incendio Total).
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En el desarrollo de un incendio superficial en bosques a menudo se constata la formación de "Fuegos Coronados" o "Fuegos en Espiral", que corresponden a un encendido violento y simultáneo de árboles completos. Se produce cuando existe una alta continuidad de materiales de combustión rápida entre el suelo y el follaje y, al mismo tiempo, una desecación acelerada del conjunto por efecto de una fuerte exposición de calor radiante y convectivo desde el piso del bosque. Finalmente, existe otra forma de propagación del fuego, referida a la emisión de partículas medianas o gruesas encendidas desde un frente de avance de gran desarrollo y dinamismo, situación que conduce a la generación de diversos focos satélites a distancias variables. Este fenómeno no debe calificarse como otro tipo de incendio forestal, por considerarse más bien como un efecto del comportamiento del fuego. Estas emisiones no deben confundirse con las pavesas, que más bien corresponde a partículas vegetales finas y livianas encendidas flotantes que son transportadas por la convección, pero que liberan un bajo monto de calor y se apagan rápidamente, sin ocasionar nuevos focos.
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CAPI TULO 2
COMPORTAMIENTO DEL FUEGO 2.1
CONCEPTOS GENERALES
El Comportamiento del Fuego es un aspecto de gran trascendencia en la iniciación y propagación de los incendios forestales y quemas controladas. Conceptualmente corresponde al "conjunto de efectos, principalmente de carácter físico-mecánicos y químicos, que se observan en el ambiente afectado por la propagación del fuego". En términos simples, puede expresarse que el comportamiento es lo que hace el fuego cuando se está propagando a través de una cubierta vegetal. Es decir, en qué forma se expande, a qué velocidad avanzan sus diferentes frentes, el dinamismo que observa la columna de convección, la forma y color de la columna de humo, la cantidad de energía y los mecanismos mediante los cuales se transfiere al ambiente, la longitud de las llamas, entre otras características. Este conjunto de variables, o parámetros de salida del comportamiento, es determinante en la definición de la modalidad de combate de un incendio forestal y, en el caso de una quema, de las técnicas de encendido y de control de la propagación. El comportamiento depende de las características ambientales del terreno afectado, representada por la topografía, el estado atmosférico y la vegetación combustible. Cada uno de estos factores provoca efectos específicos en el fenómeno fuego, y si ellos han sido evaluados correctamente previamente al inicio de un incendio o al encendido de una quema, será posible pronosticar o simular las dimensiones que tendrán las variables o parámetros del comportamiento.
FACTORES
VARIABLES Ignición Propagación
Topografía
Tiempo Atmosférico
Liberación Calórica
Comportamiento del Fuego
Longitud de Llama Dinamismo de Columna
Combustibles Emisiones
F igura 2.1 Relación entre F actores y Variables del Comportamiento del F uego
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La simulación del comportamiento del fuego ha adquirido una alta connotación en los últimos tiempos, representa un importante apoyo en la toma de decisiones en diversas operaciones de manejo del fuego, especialmente en lo referido a la silvicultura preventiva, la asignación de recursos en el despacho y en la definición de estrategias y tácticas de combate.
2.2
VARIABLES DEL COMPORTAMIENTO
2.2.1
Combustión de Combustibles Forestales.
La combustión es una reacción química, del tipo oxidación, que al afectar a materiales vegetales se verifica a una gran velocidad, a temperaturas elevadas y en reacciones sucesivas en cadena, entregando como resultado final la liberación de energía calórica y lumínica. La reacción química en la combustión de los combustibles forestales puede exponerse como:
Combustible (Celulosa) + Aire (O 2) + Calor = Anhídrido Carbónico + Vapor Agua + Luz +Calor
El calor liberado en la combustión depende de la densidad y constitutivos químicos del material afectado, factores que se combinan y entregan como resultado un valor determinado de potencia o poder calorífico que posee el combustible. En el caso de los materiales vegetales, este valor es, en promedio, alrededor de 3.600 kilocalorías por kilogramo. La presencia de luz o llama ocurre normalmente en la combustión de materiales vegetales o leñosos, y se produce cuando la liberación de gases inflamables, por efecto de la reacción química, se desarrolla en una temperatura ambiental suficientemente alta como para provocar la ignición (sobre 300º C.). En la combustión de los combustibles forestales el comburente normal es el oxígeno, que se encuentra en una proporción equivalente al 21% de la atmósfera al nivel de altitud del mar. El aire puede mantener su condición como comburente cuando la proporción de oxígeno que contiene es superior al 15%. Sin embargo, en algunos casos especiales, como sucede con los incendios subterráneos, la combustión (incompleta) se puede llevar a efecto sin la presencia de aire, porque el rol de comburente lo pueden ejercer algunos compuestos nitrogenados existentes en el estrato orgánico no incorporado al suelo mineral, los que por efecto del calor pueden descomponerse y liberar oxígeno y Monóxido de Carbono. Los incendios forestales son heterogéneos, en lo que se refiere a los materiales vegetales que se consumen, ya que estos difieren en aspectos tales como peso, tamaño, grosor, densidad, calidad, etc., pero en todos existe el mismo compuesto químico combustible que permite generalmente el desarrollo de la combustión: Celulosa. En el desarrollo de la combustión de los combustibles forestales es posible diferenciar tres etapas o fases, las que se indican a continuación.
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a) Precalentamiento o Presecado.- Los materiales vegetales, por el efecto del calor externo que reciben, inicialmente se secan y pierden humedad. A partir del momento de la evaporación de todo el agua contenida en los tejidos comienza la destilación de los gases combustibles. En esta etapa normalmente se desprende un humo de color blanco grisáceo. b) Gaseosa o Líquida.- Continúa la destilación de los gases combustibles hasta que se produce la ignición o encendido. La ignición se produce cuando la temperatura de los tejidos vegetales alcanza un nivel suficientemente alto (alrededor de 300º C.). En esta fase el color del humo es por lo general azul, y está dado por los gases que se liberan durante la destilación. c) Sólida o Carbonización.- Si las llamas se mantienen, terminan por consumir a los materiales leñosos, que finalmente se transforman en ceniza residual. El humo, en esta fase final, es normalmente de color amarillo. Relacionado con el proceso de la combustión, Brown y Davis (1973) indican tres conceptos importantes de tener presente:
Período de Combustión. Es el tiempo requerido por un combustible para quemarse completamente, lo que depende en primer término del tamaño, disposición y humedad del material. Es probable que la intensidad calórica también ejerza un efecto importante, pero ello aún no está completamente demostrado. Tiempo Crítico de Combustión (Critical Burnout Time). Es el lapso máximo para que un combustible se pueda quemarse manteniéndose constante la alimentación de energía requerida para el desarrollo de la base de la columna de convección. Su magnitud depende de la intensidad calórica. Algunos autores consideran al tiempo crítico de combustión como un sinónimo del Tiempo de Residencia, aunque estrictamente estos conceptos son diferentes. Tiempo de Residencia (Residence Time). Es el período requerido para completar el estado de inflamabilidad (Flamming Stage). En otras palabras, es el tiempo ocupado por la propagación del frente de una llama para trasladarse a una distancia equivalente a la profundidad del mismo frente de llama. O bien, el tiempo de permanencia de la llama en un mismo punto. También es importante señalar el término smoldering, que se menciona en las publicaciones de Estados Unidos y Canadá, y que está referido a combustiones de baja intensidad calórica en materiales vegetales, en donde no se verifica la presencia de llamas. Una traducción aproximada podría ser "combustión de brasas", o bien "rescoldo". Este fenómeno se observa con frecuencia en los incendios subterráneos, y también en la presencia de materiales combustibles muy gruesos en el plano superficial sobre el piso del bosque (desechos de explotación forestal). En las operaciones de manejo del fuego se acostumbra a representar a la combustión por medio del Triángulo del Fuego, en donde sus aristas corresponden a los tres elementos que intervienen en el proceso (combustible, oxígeno y calor, tal como se observa en la Figura 2.2.1). Si alguna de las aristas o lados del triángulo se quiebra o elimina, la combustión se detiene o no se produce.
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CALOR
OXÍGENO
COMBUSTIBLE
F igura 2.2.1
Triángulo del Fuego Esto último constituye el principio básico del control de los incendios forestales, porque el objetivo es impedir que el triángulo se forme o se mantenga completo, y ello se puede lograr actuando o influyendo sobre cualquiera de las aristas que lo componen:
Sobre el calor, la acción se realiza enfriando el ambiente con agua difusa (neblina), o bien, humedeciendo los combustibles con agua antes que se inicie la ignición. Sobre el aire, es necesario bajar la proporción de oxígeno por debajo del 15%, y esto se logra lanzando tierra sobre las llamas o también, haciendo subir la humedad relativa con la aplicación de agua difusa. Sobre el combustible, el efecto se logra eliminando o cortando la continuidad de la vegetación, por medio de la instalación de líneas o cortafuegos, con el propósito de detener la propagación del fuego.
En relación al triángulo del fuego, la acción sobre alguna de sus aristas depende de la modalidad de combate que se aplique, que difiere de manera clara según se trate de un incendio urbano o de uno rural. En el caso de los incendios rurales, prácticamente la única posibilidad de detener la propagación del fuego es mediante el corte de la continuidad de la vegetación, por la dificultad o imposibilidad de controlar el abastecimiento de oxígeno, o de reducir la cantidad de energía que se libera con la combustión, dadas las enormes extensiones de superficie que caracterizan a estos incendios. Por su parte, los incendios urbanos por lo general afectan a superficies menores y a recintos cerrados, por lo que es factible la aplicación de medidas tendientes a cortar el abastecimiento de oxígeno o a enfriar el ambiente. Además, en la mayoría de los casos, las acciones dirigidas a cortar
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la continuidad del combustible pueden ser inconvenientes, porque implicarían el despeje de construcciones en los alrededores del foco de fuego.
2.2.2
Propagación del Fuego.
2.2.2.1 Modelos de Propagación. La forma que adquiere el fuego en un plano horizontal en el desarrollo de un incendio forestal es el resultado de la acción combinada de los factores del comportamiento, entre los cuales se destacan la dirección y velocidad del viento, la inclinación y orientación de la pendiente y, la cantidad, continuidad, distribución y calidad de la vegetación. Si el terreno es plano, no hay presencia de viento y la vegetación es homogénea, el modelo de propagación del fuego será circular, es decir, tenderá a avanzar en todas las direcciones a una misma velocidad. Sin embargo, esta situación raras veces se presenta, porque el modelo de propagación normalmente está afectado por uno o varios de los factores del comportamiento. El modelo de propagación puede adquirir formas diversas, de acuerdo a la resultante de la composición de las fuerzas que actúan simultáneamente. Entre las figuras geométricas más comunes a las cuales se puede asimilar la propagación en el plano horizontal cabe mencionar a las triangulares (abanicos con o sin depresión intermedia), ovales, elipsoides, y otras. Lo usual es que el modelo de propagación tienda a observar una forma elíptica. Anderson (1983), indica que la elipse está dada esencialmente por la siguiente función:
d/b = 1,87 (0,1147 U)
En donde “d” representa a la distancia del fuego desde su origen al frente de mayor avance; “b" el ancho máximo de la elipse; y “U”, a la velocidad del viento a media llama, calculada a la mitad de la altura de medición de la velocidad del viento (20 pies). Sin embargo, Andrews (1986), demostró que la fórmula no conduce a un modelo circular cuando la velocidad del viento es igual a cero. Además, determina un modelo exageradamente elongado ante la presencia de altas velocidades de viento. Por esa razón propone una fórmula simplificada (que fue la que definitivamente se adoptó para el Simulador Behave), que consiste en:
d/b = 1+ 0,125 V En donde "V" representa a la velocidad del viento a 20 pies de altura. De esta forma, el área y el perimetro de un incendio con un modelo de propagación elíptica estarían dados por las siguientes expresiones:
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p = ( /2)[1+1/1+0,125V)]
a = ( d2) / [4(1+0,125V)] En donde "a" y "p" son el área y el perímetro, en millas cuadradas y millas, respectivamente.
2.2.2.2 Velocidad de Propagación. Por otra parte, la velocidad de propagación, que puede expresarse como la tasa de incremento del incendio, puede ser estimada en términos lineales, perimetrales o en superficie.
a) Velocidad de Propagación Lineal. Es interesante conocerla porque permite estimar el lapso que posiblemente transcurrirá para que un sector del frente del incendio alcance un determinado punto amagado, tal como una casa, bosque valioso, etc. Se acostumbra a estimar la velocidad de avance, en este caso, en metros por segundo o minuto, o bien, en kilómetros por hora, en un rumbo determinado de propagación. Según Frandsen (1971), la velocidad de propagación lineal es el resultado de una compleja asociación de variables, en la que intervienen el flujo de calor absorbido por el combustible afectado, la densidad de la cama del combustible, el calor de preignición y la gradiente de intensidad vertical. Este concepto permitió a Rothermel (1983) diseñar un modelo teórico para la velocidad de propagación lineal, aún vigente, basado en el principio de la conservación de la energía en una unidad de volumen de combustible inmediatamente adelante de un frente de avance del fuego, que se expande a través de una cobertura vegetal homogénea:
R = Ir * FP (1+Kw+Ks) / Pb * E * Qig En donde:
R = Velocidad de Propagación (pies/min). Ir = Intensidad de Reacción (BTU/pie2/min). FP = Razón del Flujo de Propagación (Propagating Flux Ratio). Kw = Coeficiente del Viento. Ks = Coeficiente de la Pendiente. Pb = Densidad Anhidra del Complejo de Combustible (Ovendry Bulk Density), en libras por pié cúbico. E = Número Efectivo de calor (Effective Heating Number). Qig = Calor de Preignición (BTU/libra).
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A su vez, la Intensidad de Reacción (Ir) corresponde a la tasa total de producción de energía, por unidad de superficie, en la zona de combustión, se expresa como:
Ir = Vr * Pb * Fb * h * Nm * Ns
En donde, los nuevos términos significan:
Vr = Velocidad de Reacción (1/min). Fb = Profundidad de la Cama de Combustibles (pies). h = Poder Calorífico (BTU/libra). Nm = Coeficiente de Contenido de Humedad de la Vegetación. Ns = Coeficiente Humedad de los Minerales. El Coeficiente del Viento (Kw), por su parte, está dado por:
Kw = C * UB / (Pr/Prop)-E
En donde las expresiones "C", "B" y "E" son funciones relacionadas con el tamaño de las partículas, y son constante para una característica dada de la relación superficie/volumen (Rsv). "U" es la velocidad del viento (pies/min), "Pr" es la Razón de Compresión (Packing Ratio) del momento y, "Prop", es la Razón de Compresión Optima para un valor dado de Pr. La Razón del Flujo de Propagación (FP) indica la proporción total de calor producida en la zona de combustión que, en el momento, precalienta a las partículas próximas a la ignición. FP varía de 0 a 1, con la tendencia hacia 0 cuando la Razón de Compresión (Pr, Packing Ratio) decrece, lo que sucede cuando el material está más suelto, o bien, el grosor de las partículas es mayor. La función, en este caso, es:
FP = (192+0,259 Rsv)- 1 exp [(0,792+0,68 Rsv * 0,5) ( Pr+1)
Donde "Rsv" es la relación entre el Área de Superficie de las partículas y el Volumen de las mismas, en pie2/pie3. Estas funciones están incorporadas al simulador de incendios BEHAVE (Burgan y Rothermel, 1984), elaborado por el Servicio de Forestal de Estados Unidos, y también han sido adaptadas para el simulador CARDIN construido en España (Martínez Millán et al, 1990). Las fórmulas recien indicadas son difíciles de aplicar en Chile por la información disponible para alimentarlas. Por tal razón, en la construcción del Simulador Kitral se optó por lo
79
propuesto por Julio et al (1995), que señala que la velocidad de propagación lineal depende principalmente del modelo de combustible afectado por el incendio, el contenido de humedad de las partículas finas y muertas, la intensidad del viento y la inclinación del terreno. Tentativamente, en terreno, para los casos en que no se disponga de un simulador, puede emplearse una fórmula simplificada, consistente en:
Vp = (Fmc) (Fch) (Fp + Fv)
en donde "Vp" es la Velocidad de Propagación (en metros por segundo), y "Fmc", "Fch", "Fp" y "Fv" corresponden a los factores Modelo de Combustible, Velocidad del Viento, Pendiente y Contenido de Humedad de la Vegetación Fina. Los valores de estos factores se determinan mediante el empleo de tablas, las que se exponen más adelante (Cuadros 2.3.1, 2.3.2.4 y 2.3.3.2). Esta fórmula se fundamento en los resultados de 30 años previos de investigaciones realizadas en Chile sobre comportamiento del fuego.
b) Velocidad de Propagación Perimetral.- Es el incremento del perímetro del incendio, el que se requiere calcular para determinar la longitud de las líneas de fuego necesarias para controlar su expansión. También se estima en metros por segundo o minutos, o en kilómetros por hora. c) Velocidad de Propagación en Superficie.- Se estima en metros cuadrados por minuto o en hectáreas por hora, con el fin de determinar el ritmo de expansión total del incendio y, en consecuencia, el monto del daño que se está provocando por la eliminación de vegetación. 2.2.3
Liberación Calórica.
Se acostumbra a expresarla como Intensidad Calórica, que es la tasa de energía liberada por unidad de tiempo y unidad de longitud del frente de avance del incendio. Su cálculo se acostumbra efectuarlo de acuerdo a la fórmula de Byram (1957):
I=H*W*r en donde: "I" es la Intensidad Calórica (kilocalorías/metro/segundo) "H" es el Poder Calorífico del Combustible (kilocalorías/kilogramo) "W" es el Peso del Combustible Disponible (kilogramo/metro 2) "r" es la Velocidad de Propagación Lineal (metro/segundo) En relación al concepto de liberación calórica, cabe exponer las siguientes definiciones:
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a) Combustible Disponible.- Es la cantidad de material vegetal que efectivamente se quema en un incendio. Por lo general corresponde al material seco o anhidro existente en el estrato superficial, y se le expresa en kg/m 2 o ton/ha. b) Combustible Total.- Es la cantidad total de material vegetal o biomasa que teóricamente puede consumirse en un incendio forestal. Incluye a todos los estratos del rodal y también se expresa en kg/m2 o ton/ha al estado seco o anhidro. c) Energía del Combustible.- Es el monto de energía, expresado en kilocalorías por metro cuadrado, que puede liberarse en la combustión de los materiales leñosos existentes en el lugar del incendio. d) Tasa de Combustión.- Es la cantidad de calor que se libera en un incendio por unidad de superficie y por unidad de tiempo. Se acostumbra expresarla en Kcal/seg/m 2. Rothermel (1972) propone expresar la liberación calórica a través del concepto de la Intensidad de la Reacción, y para este efecto diseño una función para determinarla, cuya expresión ya fue presentada en el punto 2.2.2.2
2.2.4
Llama.
Es la energía lumínica que emite la combustión de los combustibles forestales. Corresponde a la ignición o encendido de los gases combustibles que se liberan en la destilación de los materiales leñosos cuando se encuentran sometidos a altas temperaturas. Esta variable es importante en el desarrollo de los incendios y de las quemas, y sus efectos son esencialmente:
a) Flujo de Calor Radiante Horizontal.- Su importancia radica en que es el principal responsable del presecado y precalentamiento de los materiales combustibles cercanos a la llama. Barrows, en 1971, señaló que la cantidad de calor recibido por radiación horizontal a una distancia dada se puede calcular por medio de la siguiente función:
Qd = Qo ( 1 / d2)
en donde “Qd” es la cantidad de calor (Kcal) recibida a una distancia dada (pies); “Qo”la cantidad de calor emitida por la fuente de origen (Kcal); y “d” la distancia (pies). Cuando la energía radiante recibida a una distancia determinada desde la fuente emisora de calor alcanza una intensidad equivalente a 100 (kcal/m/seg), se produce la ignición del material combustible. Sobre la base de la fórmula recién expuesta, fue posible elaborar el Cuadro 2.2.4a, que expone las entre las variables Qd, Qo y d:
81
Cuadro 2.2.4a Calor radiante horizontal recibido (Qd) desde focos de diferentes intensidades calóricas lineales (Qo) y distintas distancias desde el desde el foco emisor (en combustibles finos, terreno plano y sin viento) Dist (m) 1 2 3 4 5 6 7 8 9 10
50 50 13 6 3 2 1 1 0,8 0,6 0,5
Intensidades calóricas lineas (en kcal/m/seg) en el foco emisor 70 100 200 500 1000 2000 70 100 200 500 1000 2000 18 25 50 125 250 500 8 11 22 56 111 222 4 6 13 31 63 125 3 4 8 20 40 80 2 3 6 14 28 56 1 2 4 10 20 41 1 2 3 8 16 31 0,9 1 3 6 12 25 0,7 1 2 5 10 20
5000 5000 1250 556 313 200 139 102 78 62 50
Las intensidades calóricas lineales Qd iguales o superiores 100 kcal/m/s (valores en rojo) provocan la ignición en un minuto o menos. Cuando Qd se mantiene entre 50 y 100 Kcal/m/s (valores en azul) la ignición se inicia enre uno y tres minutos. En la medida que se prolonga en tiempo la emisión de calor desde Qo, disminuirá el tiempo de encendido en Qd.
b) Longitud de la Llama. Mantiene una relación directa con la intensidad calórica, y afecta significativamente al dinamismo de la columna de convección. Se acostumbra a calcularla mediante la fórmula modificada de Albini (1976):
L = 0,1477 (I)0,46 en donde, "L" es la longitud de la llama, en metros; e "I" la intensidad calórica, en kilocalorías por metro y por segundo. Tal como podrá observarse en el Cuadro 2.2.4b, la relación entre la intensidad calórica lineal y la longitud de la llama es directa:
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Cuadro 2.2.4b Relación entre la I ntensidad Calórica Lineal y la Longitud de la Llama Intensidad Calórica Lineal (Kcal/m/seg) 50 70 100 200 500 1000 2000 5000
Longitud de Llama (m) 0,9 1.0 1,2 1,7 2,6 3,5 4,9 7,4
c) Efecto Letal Vertical (Efecto Scorch).- Se refiere a la altura en que puede ser afectado el follaje de los árboles como consecuencia de la radiación vertical de un incendio superficial. Su determinación es importante en quemas bajo dosel para la eliminación de desechos de intervenciones silvícolas. Puede calcularse por medio de la fórmula propuesta por Albini (1976): Hs = (63/140-T) [I 7/6 / (I+W3)1/2] “Hs” representa
a la altura máxima del Efecto Scorch, en pies; “T” a la temperatura del aire, en grados Fahrenheit; “I” la intensidad calórica lineal, en BTU/pies/segundo; y “W” la velocidad del viento, en millas/hora.
2.2.5
Columna de Convección.
Es la corriente ascendente de gases y aire desde la superficie ardiente de un incendio o quema, por efecto del incremento de la temperatura ambiente y el descenso de la densidad del aire. Si la columna es generada por intensidades calóricas inferiores a 500 kcal/m/seg. el incendio puede ser calificado como bidimensional, porque el comportamiento presenta un efecto significativo sólo en el plano superficial, con una propagación previsible y, por lo general, sin mayores dificultades para el control. En cambio, cuando la intensidad calórica sobrepasa a las 500 kcal/m/seg., se verifica un incremento cada vez un mayor de su dinamismo, con efectos verticales significativos, pasando entonces el incendio a calificarse como tridimensional. En estos casos la propagación puede ser imprevisible o errática, con emisiones de materiales incandescentes y formación de remolinos, lo que puede representar condiciones críticas y un muy difícil control del incendio. En general, es posible caracterizar a una columna de convección y sus efectos, en un incendio o una quema, de acuerdo a los siguientes parámetros: - Velocidad de transformación de la energía termal a cinética.
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- Nivel de turbulencia del vórtice. - Velocidad de ascenso de fluidos. - Emisión de partículas incandescentes. En relación al dinamismo de la columna de convección, Byram (1957) desarrolló un modelo conceptual, que se expresa en las dos siguientes fórmulas:
Pw = P (V-r)2 / 2 g
Pf = 1 / Cp (To + 459) en donde:
Pw = Rango del flujo de energía cinética en el campo de viento a una altura z sobre el fuego (lb-pie/seg/pie2). Pf = Rango en el cual la energía térmica es convertida en energía cinética en la columna de convección a una altura z sobre el fuego (lb-pie/seg/pie 2). g = Aceleración de gravedad (pies/seg 2). P = Densidad del aire a la altura z (lb/pie3). I = Intensidad calórica (BTU/pie/seg). Cp = Calor específico del aire a una presión constante (BTU/lb/ºF). r = Velocidad de propagación lineal del fuego (pie/seg). V = Velocidad del viento a la altura z (pie/seg). To = Temperatura del aire en la elevación del fuego (ºF). Chandler et al (1983), señalan que en la convección de incendios forestales es necesario diferenciar diversas zonas o estratos específicos, que a continuación se describen:
a) Zona de la Cama de Combustibles.- Se extiende desde el suelo mineral hasta el límite superior del estrato de combustibles superficiales, con una dimensión vertical que puede ser desde unos pocos milímetros hasta varios metros, dependiendo del modelo de combustible. b) Zona de Combustión.- Es el área activa de inflamabilidad en y sobre la cama de combustible. Su altura vertical es variable, pero usualmente es inferior a 30 metros sobre la cama de combustibles. c) Zona de Transición (Turbulencia).- Se ubica entre la zona de combustión y el estrato de flujo organizado de la principal columna de convección. Sus límites de altura inferior y superior son indefinidos, pero en la mayoría de los casos se extiende más allá de 30 a 60 metros sobre la zona de combustión. d) Zona de Convección Termal (Convección del Fuego).- Es el área ubicada entre el límite superior de la zona de transición y la base de la cima de la columna de convección. La energía para la convección proviene principalmente del fuego, aunque el calor emitido por
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condensación de vapor de agua también está presente. Su altura puede variar desde 300 hasta 500 metros.
e) Zona de Descenso del Humo (Smoke Fallout Zone).- Es un estrato relativamente delgado, ubicado en la base de la cumbre de la columna. Es característico en convecciones compactas. f) Zona de Condensación Convectiva.- Se extiende entre la zona de descenso del humo y la cumbre de la columna de convección, con una forma similar a la de la parte superior de una gorra. Es usualmente de color claro como resultado del vapor de agua condensado o por la presencia de pequeños cristales de hielo. El calor emitido por la condensación es la principal fuente de energía para la convección de la zona. No está presente en todos los incendios, porque depende de la energía liberada desde el fuego. Posee una altura variable. La emisión de materiales incandescentes ( spotting) que son transportados por las corrientes conveccionales de un incendio forestal, en lo relativo a las distancias a las cuales se pueden provocar fuegos satélites, es un tema que recientemente ha comenzado a estudiarse con profundidad. Al respecto, Albini (1983), se refiere a los "termales" como el principal medio de transporte de las partículas encendidas, y plantea que estos elementos corresponden a la variación de la intensidad calórica en períodos de suficiente extensión para activar mecanismos que generen una secuencia de impulsos de fluidos flotantes. Esto último puede ocurrir cuando la intensidad calórica decrece por debajo del promedio, conduciendo a la inclinación de la pluma de la columna en un ángulo mayor que el promedio. La secuencial alteración en el padrón de flujo provoca una suerte de pliegue de la estructura de la pluma, igual que una "arruga" en una pieza de tela. Este pliegue provoca, a su vez, el quiebre en algun sector del flujo de la pluma, separándolo del resto y permitiendo su ascenso y desplazamiento como una estructura coherente y aislada. Albini también comprobó que la máxima altura en el ascenso de las partículas encendidas posee una relación estrecha con la energía liberada por los termales, definiendo la siguiente función:
H = 0,173 E1/2 En donde "H" es la máxima altura de ascenso de las partículas (en metros), y "E" es la fuerza termal (en kilojoules/m). Ahora, la fuerza termal, para cada modelo de combustible, está directamente relacionada con la intensidad calórica del incendio (I) y la velocidad del viento (U) medida a 10 metros de altura, de acuerdo a la expresión E = I f(U). Finalmente, de acuerdo a la fórmula propuesta por Chase (1981), la distancia máxima de transporte de partículas encendidas, se determina sobre la base de:
X = 2,78 U(H) H 1/2
85
En donde "X" representa a la máxima distancia (en metros) y "U" es la velocidad del viento (en metros por segundo) a la altura "H".
2.2.6
Columna de Humo.
El humo es un conjunto de gases, vapor de agua, materiales finos y residuos de la combustión, que ascienden sobre el incendio transportados por la columna de convección. Su efecto tiene esencialmente un carácter visual y, en algunos casos, contaminante. El color y la forma de la columna de humo se utilizan como indicadores del ambiente del sector del incendio y del comportamiento del fuego. Estos antecedentes son útiles en la detección y reconocimiento de incendios, y también, en la evaluación del dinamismo de la columna de convección. En general, la forma y color del humo dependen de la intensidad calórica del incendio, la superficie del sector ardiente, la calidad del combustible y la estabilidad atmosférica (perfil de vientos).
2.2.7
Ignición e Inflamabilidad.
Son dos variables del comportamiento, estrechamente relacionadas, las que frecuentemente se emplean de manera errónea como sinónimos.
Ignición, es el momento en que aparece la llama, que se produce cuando el ambiente donde fluyen los gases combustibles liberados por la combustión alcanza una temperatura de alrededor de 340º C. También se le conoce con el término de Encendido. Inflamabilidad, es la capacidad de un combustible de seguir ardiendo, con posterioridad a la ignición, hasta consumirse completamente, sin la presencia o adición de energía calórica exterior. La velocidad de ignición de los materiales vegetales está estrechamente ligada al tamaño de las partículas, en especial en lo que respecta a la relación entre el área de la superficie de ellas con el volumen contenido, lo que influye en el tiempo de calentamiento y desecación de los tejidos vegetales. Por su parte, la inflamabilidad está relacionada con la compactación del material vegetal, por el efecto que posee esta variable en la circulación del oxígeno requerido para la combustión. La composición química de los materiales vegetales también está relacionada con la ignición y la inflamabilidad, porque determina la temperatura a la cual se liberan los compuestos volátiles. Al respecto, Chandler et al (1983) señalan:
La sílica posee un importante efecto en la inflamabilidad. Altas concentraciones de sodio y potasio (y otros aniones) afectan negativamente a la pirólisis. El contenido de fósforo está correlacionado inversamente con la inflamabilidad. Existe una alta correlación entre el contenido de fósforo y calcio con las máximas volatizaciones.
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Los terpenos, grasas, aceites y ceras constituyen una alta proporción de los componentes volátiles en los tejidos vegetales. Son altamente energéticos e influyen poderosamente en la inflamabilidad. Los aceites y los terpenos contribuyen a elevar la temperatura en la primera fase de la combustión. Los extractivos como benceno-etanol son volátiles a temperaturas inferiores a 300º C, por su contenido de resinas, azúcares y otros compuestos solubles.
Koller (1982), determinó los potenciales de ignición e inflamabilidad de diversos materiales vegetales existentes en Chile, sobre la base a los tiempos requeridos para uno y otro caso, en condiciones normalizadas. Los antecedentes del Cuadro 2.2.7 se obtuvieron con muestras de 5 gramos, molidas, a un contenido de humedad de 12% y expuestas a una fuente calórica directa y constante de 300º C.
Cuadro 2.2.7 Tiempos de Ignición e Inflamabilidad para diversos Combustibles Forestales existentes en Chile (en minutos) Tipo de Combustible Hojas de Pasto Natural Hojas de Ulex sp Hojas de Chusquea quila Hojarasca de Nothofagus sp Hojarasca de Pinus radiata Hojarasca de A.Melanoxylon Desechos Leñosos Coniferas Desechos Leñosos Nothofagus
2.2.8
Ignición
Inflamabilidad
0,18 0,15 0,18 0,23 0,17 0,31 0,18 0,25
0,53 0,72 0,74 1,02 0,35 0,83 1,54 1,36
Transferencia del Calor.
Existen tres formas conocidas de transferencia del calor: Conducción, Convección y Radiación. En la Conducción el calor se transfiere a través de un cuerpo sólido, por contacto entre sus partículas, sin que se verifique un desplazamiento significativo de estos elementos. Este mecanismo posee escasa importancia en la propagación de incendios forestales. La Convección es el flujo de calor en ambientes gaseosos o líquidos, generado por la mezcla de porciones que poseen diferentes temperaturas y densidades. Posee una gran importancia en el desarrollo de los incendios forestales (columna de convección), también en el precalentamiento del ambiente por donde puede eventualmente propagarse el fuego. En cambio, en la Radiación el calor se transmite por medio de ondas que se propagan en la atmósfera en línea recta. Un ejemplo típico de este mecanismo es el calefactor eléctrico (sin ventilador). Es importante en los incendios forestales porque el precalentamiento y presecado de los combustibles cercanos a las llamas se lleva a efecto principalmente por medio de este mecanismo de transferencia. En incendios forestales y quemas también se verifican transferencias del calor mediante la emisión de materiales incandescentes, pavesas, chispas o brasas, las que pueden originar fuegos satélites. Sin embargo, a estas emisiones corresponderían más bien considerarlas como un efecto de la convección.
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2.3
FACTORES DEL COMPORTAMIENTO
El comportamiento del fuego en un incendio forestal o en una quema, depende de las características del terreno y del ambiente del sector que está siendo afectado; es decir, de la topografía, el tiempo atmosférico imperante y de las condiciones del material vegetal.
2.3.1 Topografía. Son tres los factores topográficos que afectan de una manera importante al comportamiento del fuego: Configuración, Exposición y Pendiente. Con frecuencia se menciona también a la altitud, por su efecto en la temperatura del aire y en la disponibilidad de oxígeno, pero realmente su incidencia en la iniciación y propagación de incendios forestales es muy baja.
La Configuración o Relieve, condiciona al clima (especialmente los microclimas), y en forma indirecta al comportamiento del fuego, por su efecto en la regulación de regímenes de viento, especialmente en las zonas de transición entre valles y quebradas o cañones. La Exposición, o posición de las laderas con respecto a la radiación solar, tiene un efecto importante en el desarrollo de la vegetación y en la condición de humedad de los materiales combustibles y, por lo tanto, en el comportamiento del fuego y en la resistencia al control. La Pendiente es el factor de mayor importancia en el comportamiento del fuego. Se caracteriza por la influencia que ejerce en el desarrollo de la columna de convección y, por el hecho que, mientras más inclinadas se presenten las laderas, mayores serán las velocidades de propagación de los incendios que ascienden por ellas.
Cabe señalar que, mientras más reducidos sean los espacios abiertos en el desarrollo de un incendio, con mayor rapidez se calentará el aire y, por lo tanto, se acelerará su ascenso, generando vacíos en las laderas que pasan a ser ocupados por las llamas, que se inclinan, incrementándose el efecto de la convencción y de la radiación en la desecación y el precalentamiento de la vegetación. La pendiente también contribuye al desplazamiento de materiales ardientes por efecto de la fuerza de gravedad, cuando el incendio se está propagando por los sectores altos de una ladera. Como una forma de determinar el efecto de la inclinación del terreno en la velocidad de propagación lineal del fuego, se presenta en el Cuadro 2.3.1 una tabla de valores para el factor pendiente, basada en la función propuesta por Julio et al (1995), para el desarrollo del Simulador de Incendios Forestales KITRAL, la que se expone a continuación:
y = 1,00 + 0,023322 x + 0,00013585 x 2
En donde "y" corresponde al valor del factor pendiente, y "x" al porcentaje de inclinación del terreno del tramo en evaluación, en la dirección del avance de la propagación del fuego que está siendo medida.
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Cuadro 2.3.1 Efecto de la Pendiente en la Velocidad de Propagación Lineal del Fuego PENDIENTE (%) 90 80 70 60 50 40 35 30 25 20 15 12 10 9 8 7 6 5 4 3 2 1 0
FACTOR DE PROPAGACIÓN 4,199 3,735 3,298 2,888 2,506 2,150 1,986 1,822 1,732 1,521 1,384 1,302 1,247 1,222 1,198 1,173 1,148 1,123 1,099 1,074 1,049 1,025 1,000
PENDIENTE (%) 0 -1 -2 -3 -4 -5 -6 -7 -8 -9 -10 -12 -15 -20 -25 -30 -35 -40 -50 -60 -70 -80 -90
FACTOR DE PROPAGACIÓN 1,0000 0,978 0,956 0,934 0,912 0,890 0,868 0,846 0,824 0,802 0,780 0,744 0,689 0,598 0,520 0,423 0,475 0,285 0,174 0,090 0,033 0,004 0,001
2.3.2 Estado Atmosférico. El estado atmosférico, cuya calificación está dada por la presencia y características de los factores meteorológicos o meteoros, posee una gran importancia en la iniciación y comportamiento de los incendios forestales. Incluso, los meteoros constituyen los principales agentes reguladores de las temporadas de ocurrencia y las horas de mayor riesgo y peligro, por su efecto en la humedad y temperatura de la vegetación.
2.3.2.1 Temperatura del Aire. Corresponde al grado de calor que posee un sólido o un fluido, de acuerdo a una escala de convencional. En Chile es empleada la escala Celsius, que establece como referencias a los puntos de congelación y ebullición del agua (0 y 100 grados, respectivamente).
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La temperatura del aire posee un efecto significativo en la condición de la vegetación, porque regula su desecación y la temperatura interna de los tejidos vegetales y, en consecuencia, los requerimientos de energía calórica externa necesarias para la ignición e inflamabilidad.
2.3.2.2 Humedad del Aire. El agua existente en la atmósfera puede modificar su estado de vapor a uno líquido o sólido, por efecto de las condiciones ambientales imperantes. Cuando la atmósfera está suficientemente fría, el vapor de agua se transforma en agua líquida, que precipita dando lugar al fenómeno conocido como Condensación. Ahora bien, si la temperatura ambiental es aún más fría, el vapor de agua puede pasar directamente a un estado cristalino (hielo), en proceso conocido como Sublimación. Ambos procesos (condensación y sublimación), pueden dar como resultado la formación de neblina y nubes en la atmósfera, los que además son reversibles, porque cuando son afectados por temperaturas suficientemente altas, llevan al agua al estado gaseoso (vapor), dando origen a la Evaporación. El contenido de humedad del aire, que es la cantidad de agua presente en un volumen determinado de atmósfera, juega un papel importante en la determinación del estado del tiempo. Mientras más alto es el contenido de humedad, mayores serán las posibilidades de formación de nubes. Por otro lado, el máximo de cantidad de vapor de agua que puede contener el aire depende de la temperatura del ambiente. La capacidad del aire para contener agua se incrementa con la temperatura. Se establece que el aire está saturado cuando contiene la máxima cantidad de agua posible para un determinado nivel de temperatura atmosférica. El grado de saturación del aire se expresa a través del término de Humedad Relativa del Aire, que es un concepto empleado para comparar la cantidad de agua que realmente existe en la atmósfera con la máxima que puede contener en un momento y lugar dado. Se acostumbra expresar la humedad relativa del aire en términos porcentuales, estableciendo que el estado de sequedad total corresponde al 0%, y el estado de máxima saturación al 100%. Cuando el aire se enfría y su nivel de saturación supera al 100%, ese excedente se condensa y, si existe en la atmósfera la presencia de núcleos en suspensión (partículas de polvo, sales, etc.) la condensación se apoya en ellos para precipitar en forma de lluvia. La temperatura a la cual debe enfriarse un volumen de atmósfera para dar origen a la condensación se conoce bajo el término de Punto de Rocío. La amplitud o diferencia de la temperatura del aire en un momento dado con la correspondiente a su punto de rocío se denomina Depresión del Punto de Rocío. Esta variable, que se expresa en grados Celsius, constituye un indicador de cuán cerrado está el ambiente para su saturación de humedad. Ahora, cuando se igualan las temperaturas del aire y del punto de rocío, el aire está en un estado de saturación (100% de humedad relativa). Una regla práctica indica que la humedad relativa del aire se duplica con el descenso de la temperatura en 10º C, y se reduce a la mitad con un aumento de la temperatura en 10º C. Finalmente, puede indicarse que la humedad del aire afecta al comportamiento del fuego de dos maneras diferentes:
Influye en la disponibilidad de oxígeno necesario para el proceso de la combustión. A una mayor humedad relativa del aire existe una menor proporción de oxígeno en el ambiente, lo
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que significa una desaceleración o retardo en el proceso. A la inversa, con una disponibilidad más alta de comburente, la velocidad de la combustión se incrementará.
También afecta a la humedad de la vegetación, lo que constituye su principal efecto, porque existe una relación directa muy estrecha entre ambos. Esto significa que a una mayor humedad relativa del aire, más alto es el contenido de humedad de los combustibles forestales (particularmente los finos) y, por lo tanto, mayor es el requerimiento de energía calórica externa para eliminarlo, incrementando el período de la fase de presecado de la combustión.
2.3.2.3 Presión Atmosférica. Es la fuerza que ejerce el peso del aire sobre la superficie de la tierra, la que varía en forma inversamente proporcional con la altitud. Por tal razón, para hacer comparables las mediciones hechas por diferentes estaciones meteorológicas, los valores obtenidos se proyectan al correspondiente de la altitud del nivel del mar. El peso de un kilogramo de aire por centímetro cuadrado de terreno al nivel del mar equivale a 1013 hectopascales, 1013 milibares o 76 centímetros de la columna de mercurio. A traves de las isobaras (líneas o cotas que unen puntos que poseen la misma presión atmosférica), es posible delimitar los centros de alta y baja presión. Las primeras, que son zonas afectadas por valores superiores a 1013 hectopascales, se conocen generalmente como Anticiclones, caracterizan a condiciones atmosféricas estables y poseen, en la mayoría de los casos, diámetros de varios centenares de kilómetros. Los centros de baja presión, que corresponden a zonas con valores inferiores a 1013 hectopascales, se conocen también como Depresiones o Ciclones e identifican a condiciones atmosféricas inestables o de "mal tiempo", con la presencia de lluvias, vientos fuertes, tornados, o huracanes. A diferencia de los anticiclones, los centros de baja presión poseen extensiones muy variables. Los centros de baja presión se caracterizan por el movimiento ascendente de masas de aire. El aire que asciende se expande y se enfría, lo que contribuye a reducir su capacidad de saturación. Es la razón por la cual estos centros se asocian frecuentemente con nubosidades, neblinas o precipitaciones. Por el contrario, los centros de alta presión se caracterizan por el movimiento descendente del aire o Subsidencia, lo que significa compresión del aire y, por lo tanto su incremento de temperatura. Cuando la temperatura del aire aumenta disminuye la humedad relativa (por la elevación de su capacidad de saturación), teniéndose como resultado la presencia de atmósferas limpias o despejadas. En general, el efecto de la presión atmosférica sobre el comportamiento del fuego no es directo, sino que más bien actúa sobre otros meteoros, como el viento, la temperatura y la humedad del aire, que sí poseen una estrecha relación con la ocurrencia y propagación de los incendios forestales.
2.3.2.4 Viento. Las diferencias de presiones atmosféricas en el plano horizontal dan origen a movimientos de aire o vientos, que ejercen el efecto meteorológico de mayor importancia sobre el comportamiento del fuego. Uno de los factores que provoca la variación de presiones es la temperatura de la atmósfera.
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A una mayor temperatura la densidad del aire es menor, por lo que tiende a ascender, dejando un vacío que pasa a ser ocupado por el aire frío de mayor densidad. El mismo fenómeno ocurre en el ambiente donde se desarrolla un incendio forestal. El aire frío se desplaza hacia la superficie del terreno ardiente, en donde se calienta, para difundirse posteriormente en dirección a los estratos superiores. Esta explicación también es válida para describir el movimiento horizontal del viento entre dos zonas con diferentes presiones atmosféricas. El rango del avance por unidad de tiempo con que una masa de aire se mueve desde un centro de alta a uno de baja es conocido como Velocidad del Viento, y su intensidad depende esencialmente de las distancia existente entre ambos centros y de la diferencia de los niveles de presión atmosférica que ellos poseen ( Gradiente de Presión). La rotación de la tierra ( Fuerza de Coriolis) también influye en el movimiento del aire, pero sin afectar mayormente a la velocidad, sino que más bien a su dirección. Debido a este efecto, el viento tiende a avanzar desde los centros de alta en forma paralela a las isobaras siguiendo, siempre el sentido de los punteros del reloj (en el hemisferio norte, porque en el hemisferio sur sucede lo contrario). Sin embargo, en su llegada a los centros de baja, la dirección del viento se invierte debido al contacto que se establece en el perímetro con los centros de alta. En los niveles de altitud inferiores (bajo 1000 msnm) existe otro factor que afecta al movimiento del aire, conocido como la Fuerza de Fricción. Este factor está determinado por el relieve de la tierra y, dependiendo de los accidentes presentes (montañas, valles, ríos, lagos, etc.), el viento puede variar de velocidad y cambiar su dirección en los estratos terrestres superficiales. El sector de la atmósfera que está siendo afectado por movimientos del aire originados por un incendio forestal, está sujeto a los mismos principios indicados precedentemente. Se presenta, por lo general, una masa ascendente de fluidos calientes (columna de convección), cuyo dinamismo está regulado por la intensidad del calor liberado en el terreno y las diferencias de temperaturas existentes en el perfil vertical del lugar. Los efectos más importante del viento en el comportamiento del fuego y en el desarrollo de un incendio forestal, son los siguientes:
Desecación de los materiales vegetales, acelerando la transpiración por descenso de la humedad relativa del aire. Aceleración de la combustión por la adición de mayores cantidades de oxígeno. Inclinación de las llamas, lo que provoca un presecado y precalentamiento más rápido en los materiales vegetales próximos al frente del incendio. Inclinación de la columna de convección, incrementando su dinamismo y la emisión a distancias lejanas de materiales incandescentes que ascienden por el vórtice.
Julio et al (1995), a partir de los modelos de expansión de incendios forestales para diferentes intensidades de viento, desarrollados por Anderson (1983), en condiciones supuestas bajo de terreno plano y un estrato de combustible homogéneo, derivaron una función para la determinación del factor de propagación para este meteoro, en un rumbo idéntico al de la dirección del viento. Esta función, cuya tabla de valores resultantes se presenta en el Cuadro 2.3.4.2a, es la siguiente:
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y = 1,00 + 0,51218 x - 0,007151 x2 En donde "y" representa al factor de propagación del viento, y "x" a la velocidad del viento en km/hora. La función es aplicable para rangos de velocidades del viento inferiores a 65 km/hora, por no contarse con antecedentes confiables en rangos superiores al indicado. Por tal razón, provisoriamente se recomienda mantener constante el valor del factor correspondiente a 65 km/hora (4,08) para la evaluación de los efectos de vientos con velocidades mayores a la indicada.
CUA DR O 2.3.4.2a Efecto de la Velocidad del Viento en la Propagación Lineal del Fuego. Velocidad del Viento (km/h)
Factor de Propagación
Velocidad del Vient (km/h)
Factor de Propagación
0 1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 12
1,00 1,50 2,00 2,48 2,94 3,39 3,83 4,25 4,66 5,05 5,43 5,79 6,14
13 14 15 16 17 18 19 20 21 22 23 24 25
6,44 6,79 7,10 7,39 7,66 7,92 8,17 8,40 8,62 8,82 9,01 9,18 9,34
De los valores expuestos, puede observarse que el incremento inicial de la velocidad de propagación del fuego es muy potente, pero a partir de un nivel de 40 km/hora de intensidad del viento ese efecto comienza a disminuir gradualmente , como consecuencia de la cada vez mayor de la influencia del aire frío que se adiciona a la combustión y, también, por el impacto mecánico de sofocación que provocan los movimientos muy fuertes de la masa de aire que se desplaza. Debe tenerse presente que los valores del factor de propagación recién expuestos corresponden al rumbo que coincide con la dirección del viento. El factor de propagación en rumbos diferentes requiere ser corregido, porque el efecto sobre la velocidad de propagación disminuye en la medida que aumenta el ángulo que se forma con el rumbo principal. A modo explicatorio, se expone a continuación el Cuadro 2.3.4.2b. Con el propósito de otorgar una mejor comprensión en la lectura del cuadro, debe señalarse que el rumbo 0/360° corresponde al eje de máxima velocidad del viento, el que normalmente no coincide con el norte geográfico. Por ejemplo, un viento con dirección NE (rumbo geográfico de 45°), para los efectos de aplicación de la tabla se le debe considerar con un rumbo de 0°. Ahora, con este mismo ejemplo, con un viento de intensidad de 5 km/hora, si se desea determinar el factor de propagación lineal del fuego en el rumbo geográfico de 135°, el ángulo que forma este rumbo con el de la dirección real del viento pasa a ser de 90° (135°- 45°), lo estaría representado un Fvv de 1,96.
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Cuadro 2.3.4.2b Valores del F actor de Propagación del F uego en diferentes rumbos del viento (el rumbo 0°/360° corresponde al de la dirección real del efecto del viento) Velocidad del Viento (km/h) 0 1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 12 14 16 18 20 25 30 35 40 45 50
Factores de Propagación del Fuego según Velocidades (km/hora) y Rumbos (°) del Viento (Fvv) 0 45 90 135 180 225 270 315 360 1,00 1,00 1,00 1,00 1,00 1,00 1,00 1,00 1,00 1,51 1,34 1,24 1,21 1,16 1,21 1,24 1,34 1,51 2,00 1,67 1,47 1,43 1,31 1,43 1,47 1,67 2,00 2,48 1,91 1,64 1,58 1,23 1,58 1,64 1,91 2,48 2,94 2,16 1,81 1,72 1,14 1,72 1,81 2,16 2,94 3,39 2,38 1,96 1,86 1,13 1,86 1,96 2,38 3,39 3,82 2,52 2,06 1,95 1,42 1,95 2,06 2,52 3,82 4,24 2,66 2,17 2,03 1,71 2,03 2,17 2,66 4,24 4,65 2,80 2,27 2,12 1,99 2,12 2,27 2,80 4,65 5,04 2,86 2,36 2,10 1,99 2,10 2,36 2,86 5,04 5,42 2,93 2,44 2,09 1,97 2,09 2,44 2,93 5,42 6,13 3,00 2,51 2,05 1,95 2,05 2,51 3,00 6,13 6,78 2,97 2,39 2,02 1,94 2,02 2,39 2,97 6,78 7,38 2,93 2,33 1,95 1,83 1,95 2,33 2,93 7,38 7,92 2,89 2,28 1,88 1,70 1,88 2,28 2,89 7,92 8,40 2,85 2,23 1,86 1,66 1,86 2,23 2,85 8,40 9,36 2,76 2,14 1,83 1,49 1,83 2,14 2,76 9,36 9,96 2,70 2,11 1,80 1,47 1,80 2,11 2,70 9,96 10,20 2,58 2,09 1,75 1,52 1,75 2,09 2,58 10,20 10,09 2,39 2,07 1,71 1,53 1,71 2,07 2,39 10,09 9,61 2,39 2,11 1,68 1,57 1,68 2,11 2,39 9,61 8,78 2,47 2,24 1,75 1,63 1,75 2,24 2,47 8,78
En el combate de incendios forestales interesa especialmente referirse a los Vientos Locales, los Procesos Adiabáticos y la Estabilidad Atmosférica:
a) Vientos Locales. Son movimientos de aire convectivos causados por diferencias de temperaturas en zonas de pequeña extensión. En particular, algunos orígenes de los vientos locales o convectivos pueden ser:
Convecciones generadas por el calentamiento del terreno como consecuencia de la radiación solar. Calentamiento desigual del terreno por la presencia de elementos con diferentes capacidades de reflexión y absorción de la energía solar (vegetación, agua, suelos descubiertos, etc.). Calentamiento desigual del terreno por efecto de factores topográficos (microrrelieve, exposición y altitud).
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Entre los vientos locales más comunes, cabe destacar a:
Brisas de mar y de tierra, conocidas también como brisas diurnas y nocturnas. Durante el día, en los litorales, el viento superficial se desplaza desde el mar (o lago) hacia tierra firme, debido a que sobre esta última se producen con una mayor intensidad movimientos ascendentes de aire caliente (la tierra posee una mayor capacidad de reflexión, a diferencia del mar que absorbe mejor el calor solar). En cambio, en la noche, el aire se mueve desde la tierra hacia el mar, porque el ascenso de aire caliente se produce especialmente sobre el agua. Vientos de valle, respecto a los cuales cada localidad presenta un padrón común, variando de dirección e intensidad de acuerdo a la estación del año, la hora del día, la pendiente y exposición del terreno, y el tipo de suelo. Vientos de tormentas secas o previos a las lluvias, que son erráticos en su dirección y que presentan cambios violentos en su intensidad. Vientos Foehn, que estan asociados a la presencia de cordones montañosos. Estos vientos, generados por movimientos generales de masas de aire, se desplazan por sobre la cordillera y descienden por el sotavento de la pendiente, provocando un efecto intenso de calentamiento, sequedad y turbulencia. Remolinos de viento, que son pequeños ciclones de alta intensidad, que se generan en sectores con un severo calentamiento del ambiente en la superficie terrestre.
b) Proceso Adiabático. Describe los efectos dinámicos de la atmósfera en el desplazamiento vertical del aire. Al ascender, una masa de aire se expande y se enfría, y si contiene vapor de agua se produce una condensación. Por el contrario, si la masa de aire desciende, se comprime y aumenta su temperatura y baja su humedad. En el plano vertical, la temperatura desciende con el aumento de la altitud, lo que constituye el proceso conocido como Gradiente Vertical, y en el cual tiene una gran importancia la humedad atmosférica. En la meteorología se identifican tres tipos de gradientes verticales, de acuerdo a la temperatura y humedad existente: Seca, Húmeda y Normal. En la gradiente vertical seca la temperatura se incrementa al menos en 1° C por cada 100 metros de mayor altitud. En este caso, la temperatura varía en función de la presión atmosférica y de la densidad y actividad molecular del aire. Es decir, en las altitudes inferiores el aire está más comprimido, más denso y, por lo tanto, más caliente. En cambio, en la gradiente vertical húmeda, el incremento de temperatura varía de 0,5 a 1,0º C cada 100 metros, lo que se explica debido a la mayor liberación de calor latente que se produce por la condensación del vapor de agua. Por ultimo, se califica como gradiente vertical normal a aquella que presenta una variación promedio de 0,5° C cada 100 metros de incremento de altitud en la porción inferior o superficial de la atmósfera, la que cambia según la hora del día y el grado de turbulencia ambiental.
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c) Estabilidad atmosférica. Es la resistencia presente en el perfil vertical al movimiento del aire. Este aspecto posee una gran importancia en el comportamiento del fuego, porque se relaciona con el dinamismo de la columna de convección y el nivel de dificultad del control del incendio. En general, una atmósfera inestable favorece al desarrollo del incendio por la menor resistencia que opone al ascenso de los gases desde la superficie ardiente. Se distinguen cinco condiciones de estabilidad atmosférica, las que se describen brevemente a continuación:
Estable. La gradiente vertical adiabática ambiental es menor que la gradiente vertical adiabática seca. El efecto principal es que el aire desplazado tenderá a volver a su posición original. Inestable. La gradiente vertical adiabática ambiental es mayor que la gradiente vertical adiabática seca. En este caso, el aire en movimiento tenderá a continuar su desplazamiento por sí mismo. Neutral. La gradiente vertical adiabática del ambiente es igual a la gradiente vertical adiabática seca. El volumen de aire quedará estático en cualquier altura después de desplazarse. Muy Estable. La gradiente vertical adiabática ambiental es claramente menor que la gradiente vertical seca. La temperatura se incrementa con la altitud, lo que constituye el fenómeno conocido como Inversión Térmica. El aire tenderá a mantenerse en los estratos inferiores o superficiales. Muy Inestable. La gradiente vertical adiabática es muy superior a la gradiente vertical adiabática seca. En este caso, la temperatura desciende rápidamente con la altitud, lo que contribuye a un ascenso intenso del aire. Esta condición de estabilidad atmosférica se acostumbra denominar Estado Super Adiabático.
La estabilidad atmosférica puede ser evaluada por medio de indicadores prácticos, que se pueden apreciar con un análisis visual del ambiente. Por ejemplo: - Los chubascos o tormentas indican una atmósfera inestable. - Las nubes estratos caracterizan a una condición estable, al igual que las neblinas. - Un humo con una alta dispersión indica una atmósfera inestable. En cambio, cuando la columna es compacta y con límites claramente definidos, el ambiente es estable. - Las ráfagas de viento corresponden a ambientes inestables. Por el contrario, los vientos lentos y sostenidos son indicadores de estabilidad atmosférica. - La inversión térmica se presenta en ambientes estables. Un caso particular está representado por los llamados Cinturones Térmicos, que corresponden a volúmenes de aire que se sitúan en el primer tercio de las laderas, en la zona de transición en los límites de contacto entre atmósferas muy estables y muy inestables. Los cinturones térmicos mantienen una estrecha relación con el fenómeno conocido como Inversión Térmica, que ocurre cuando un estrato de aire caliente se encuentra sobre otro frío. Esta condición, que puede encontrarse a lo largo del litoral costero, y también en las zonas montañosas en las primeras horas de la mañana o las últimas de la tarde, genera una disminución de la intensidad calórica de los incendios. Pero, si el incendio presenta un importante desarrollo y su columna de convección se introduce en el estrato de inversión, la energía liberada sobre el aire frío
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puede provocar violentos movimientos en este último, provocando un comportamiento errático del fuego.
2.3.2.5 Masas de Aire y Frentes. Una masa de aire es una extensa zona de la tropósfera, en la cual se presentan valores relativamente homogéneos de temperatura y humedad, en el plano horizontal. Las masas de aire se califican de acuerdo al sector de la superficie de la tierra que las origina. En tal sentido se mencionan las Masas Polares y Tropicales, o bien, Marítimas y Continentales, como igualmente combinaciones entre ellas (polar- marítima o tropical-continental, por ejemplo). Por lo general varían en sus características de acuerdo a la estación del año. Si estos meteoros son calentadas por debajo, tiende a ser inestables. Al contrario, si se enfrían por debajo, tienden a ser estables. La zona de transición entre dos masas de aire diferentes es conocida como Frente o Sistema Frontal. Cuando el frente que avanza es frío, pasa a denominarse Frente Frío, y será un Frente Caliente, cuando el que avanza es caliente. Los frentes que no avanzan o retroceden, se conocen Frentes Estacionarios. El frente caliente provoca una elevación de la temperatura del ambiente que está ocupando en su avance, incluso a veces con anticipación a su llegada a ese sector. Conduce, a su vez, un descenso de la presión atmosférica y un incremento del punto de rocío. En cambio, el efecto del frente frío es bajar la temperatura, lo que se produce siempre muchas horas antes de su llegada. La presión atmosférica aumenta a medida que va llegando, y genera también un descenso del punto de rocío. En general, las precipitaciones se originan en las masas de aire calientes, cuando ellas son humedas e inestables y comienzan a ser afectadas por el avance de un frente frío.
2.3.2.6 Nubes. El vapor de agua en la atmósfera, una vez condensado, puede permanecer en suspensión, formando nubles y neblina. Tanto una como la otra están constituidas por pequeñas gotas, cuyo diámetro oscila alrededor de 0,01 mm. Se acostumbra clasificar a las nubes de acuerdo a sus formas y aspectos, y también por el efecto que poseen en las precipitaciones. Al respecto, se mencionan:
Cirros. Son nubes altas formadas por cristalitos de hierro, de color blanco uniforme, y con aspectos de plumas, estrías o penachos. Se forman en altitudes 5 a 10 mil msnm. Cúmulos. Poseen la forma de copos o bolsos, con una base horizontal plana y bordes claramente definidos. Se originan por efecto de corrientes ascendentes y cambian de forma, por lo general en lapsos breves. Estratos. Son nubes bajas, de forma indefinida de un color gris uniforme. Producen frecuentemente lloviznas. Nimboestratos. Presentan una apariencia sombría, de color gris o negruzco, límites indefinidos con bordes en forma desgarrada. Provocan lluvias y nieve. Cúmulonimbos. Presentan la apariencia de montañas con un pronunciado desarrollo vertical. Provocan normalmente tormentas de agua intensas y granizos.
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2.3.2.7 Nubosidad e Insolación. Es la proporción de nubes que se observa en la atmósfera en alguna zona determinada. Se puede estimar directamente observando la fracción de cielo cubierto (en octavos). También se puede definir la nubosidad de acuerdo a la cantidad de horas en que los rayos solares llegan a la superficie terrestre (Insolación). La nubosidad (o la insolación) posee un efecto neto sobre la condición de la vegetación (contenido de humedad), y en la temperatura de los tejidos vegetales.
2.3.2.8 Radiación Solar. Es la energía solar recibida en la superficie de la tierra. Es la responsable de la mayoría de los fenómenos meteorológicos, y mantiene una estrecha relación con la condición de la vegetación. La radiación solar está constituida por rayos ultravioletas, lumínicos y térmicos (infrarrojos), y su efecto en la superficie terrestre varía según la latitud y la longitud. Además, de acuerdo al tipo de elemento presente (bosque, pradera, desierto, mar, hielo, cemento) difiere la capacidad de absorción de la energía recibida, como también su reflexión y dispersión.
2.3.3
Combustibles.
En el control de incendios forestales, la vegetación constituye un factor de gran importancia, por la posibilidad de intervenirla silviculturalmente para reducir el peligro como apoyo a la prevención y el combate. En cambio, en los otros factores del comportamiento (topografía y estado atmosférico), las acciones del hombre son prácticamente nulas, desde el punto de vista preventivo. Por combustibles forestales deben considerarse a todos los materiales vegetales que se encuentran en los bosques, matorrales, praderas, pastizales, etc., susceptibles de encenderse por efecto de la aplicación de suficiente calor, y que permiten la propagación del fuego a través de ellos. En el manejo del fuego, el análisis de la vegetación es conveniente plantearlo bajo el concepto de Modelos de Combustible , los que se definen como "coberturas vegetacionales homogéneas, respecto al comportamiento del fuego que pueda observarse en los incendios que eventualmente se propaguen a través de ellas". Al respecto, diversos tipos vegetacionales, especialmente los referidos a arbolados nativos, pueden representar situaciones muy similares respecto al comportamiento del fuego, y cabría por lo tanto calificar a algunos de ellos dentro de un mismo modelo de combustible. Por la razón recién expuesta, la clasificación tradicional basada en familias, géneros, especies, etc., no es suficiente en la evaluación del peligro de incendios forestales, puesto que lo normal es que un tipo vegetacional, especialmente en el caso de las plantaciones forestales, pueda dar cabida a varios modelos de combustibles, dependiendo ello de la edad del rodal, los tratamientos silviculturales aplicados, la clase de sitio e, incluso, la latitud. En el estudio y caracterización de los modelos de combustibles se consideran cuatro grupos de propiedades: Físicas, Calidad, Condición y Resistencia al Control.
2.3.3.1 Propiedades Físicas. Entre ellas cabe destacar especialmente a las siguientes:
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a) Cantidad.- Está referida al peso o carga de combustible disponible existente en los estratos superficial y subterráneo. Es el material que normalmente se consume en un incendio forestal y, se evalúa en términos de peso seco o anhidro por unidad de superficie (kg/m2 o ton/ha). Su interés está dado por la relación directa que mantiene con la cantidad potencial de energía calórica que se puede liberar en un incendio (energía del combustible). Se acostumbra identificar cuatro categorías de cantidad de materiales combustibles, según su carga o peso: - Baja (hasta 20 ton/ha). - Media (de 20 a 40 ton/ha). - Alta (de 40 a 80 ton/ha). - Muy Alta (sobre 80 ton/ha).
b) Continuidad.- Se refiere al contacto directo entre las partículas combustibles en relación al flujo y transferencia de calor necesario para la propagación del fuego. La continuidad puede caracterizarse a base de los diferentes planos de un rodal, a través de los cuales es posible la propagación de un incendio (aéreo, superficial, subterráneo, vertical y asociada). - Aérea.- Corresponde a la que favorece la propagación de los incendios de copas, y que identifica a todos los materiales vegetales dispuestos a una altura superior a 1,70 metros sobre el piso del bosque. Está representada básicamente por la copa de los árboles y arbustos altos. - Superficial.- Es la que permite la propagación de incendios superficiales, e identifica a todos los materiales vegetales existentes sobre el piso del bosque y hasta una altura de 1,70 m. En este caso, los combustibles están representados por hojarasca, pastos, hierbas, regeneración, matorrales, arbustos y desechos (troncos y ramas depositadas sobre el piso). - Subterránea.- Contribuye a la propagación de incendios subterráneos o profundizadores, estando representada por raíces, humus y materia orgánica no incorporada al suelo mineral. - Vertical.- Se refiere a la que permite la propagación del fuego desde el piso del bosque hasta la copa de los árboles, y viceversa. Los elementos principales, en este caso son: plantas epífitas, cortezas resinosas o sueltas, ramas de árboles y arbustos, matorrales, quila, etc. - Asociada.- Se presenta en rodales en los que la estructura o disposición de los materiales vegetales permite la propagación simultánea del fuego a través de dos o más estratos diferentes.
c) Distribución.- Es la disposición, ordenamiento o uniformidad que presentan los materiales vegetales en un rodal. La distribución se califica en términos de homogeneidad (o heterogeneidad) y, su importancia reside en el efecto que posee sobre el modelo de propagación del fuego. d) Compacticidad.- Se refiere a la proximidad existente entre las partículas combustibles, en relación a la facilidad o dificultad presente para la circulación del oxígeno necesario para la combustión. A mayor compactación (o menor porosidad), más lenta es la combustión, y
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viceversa. Sin embargo, la combustión puede retardarse en situaciones de muy baja compacticidad (o muy alta porosidad) por la falta de continuidad de los combustibles. Rothermel, en 1983, definió a la compactación en términos de Razón de Compresión o Packing Ratio (Pr), que se expresa como una relación entre la densidad de un volumen determinado en la cama de combustibles (Prt) y la densidad efectiva de las partículas allí contenidas (Pre), de acuerdo a la fórmula que se indica:
Pr = Prt / Pre Por su parte, Brown, en 1970, planteó que el espaciamiento entre partículas ( Particles Spacing), puede también considerarse como un indicador de la porosidad de un complejo de combustibles, y señaló que puede calcularse por medio de:
Sp = Vd1/2 - A1/2 En donde "Sp" es el promedio del espaciamiento entre partículas, "Vd" es el espacio o vacío promedio existente entre partículas y, "A" es el promedio del área de una sección de las partículas. En esta expresión se asume que Vd es homogéneo y que la sección de las partículas tiene forma cuadrada.
e) Grosor de Partículas.- El diámetro o grosor de las partículas tiene una relación estrecha con la velocidad de cambio de la temperatura y humedad de los tejidos vegetales. También, la energía calórica que puede liberarse depende de este factor. En las partículas más finas, la combustión es más rápida, pero el monto de energía calórica liberada es menor; en cambio, en las más gruesas sucede lo contrario. Las partículas combustibles, analizadas desde este punto de vista (diámetro o grosor) se clasifican en las siguientes categorías: - Muy Finas (igual o menor a 5 mm). - Finas (de 6 a 25 mm). - Medias (de 26 a 75 mm). - Gruesas (superior a 75 mm). Otro concepto ampliamente usado en la calificación de las partículas, se refiere a la relación entre el área de la superficie de las partículas y el volumen contenido por ellas, debido al efecto directo que se ejerce con la velocidad de los cambios de temperatura y contenido de humedad de los tejidos vegetales, que a su vez están correlacionados con los tiempos de ignición y velocidad de propagación. Al respecto, Brown (1970), propuso modalidades simples para el cálculo de esta relación para partículas cilíndricas (acículas de coníferas) y no cilíndricas (hojas de latifoliadas):
Cilíndricas: Rsv = 4 / d
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En donde "Rsv" es la relación superficie/volumen de partículas (cm 2/cm3), y "d" es el diámetro promedio de partículas (cm)
No Cilíndricas: 2Sa + t*Pa / t* Sa En donde "Sa" es la superficie de uno de los lados de la hoja (cm2), "t" es el promedio de grosor de la hoja (cm), y "Pa" es el perímetro de la hoja (cm).
2.3.3.2 Calidad. Se refiere al potencial de ignición e inflamabilidad que poseen los materiales vegetales, al margen del efecto de las condiciones ambientales prevalecientes en un momento dado. Este factor está dado por el poder calorífico del combustible, la densidad de los tejidos vegetales y, especialmente por los constitutivos químicos presentes (resinas, aceites, sílice, etc.). Es importante señalar que la calidad no sólo está representada por la especie dominante en un rodal cualquiera, sino que también por la edad de las plantas y, por los órganos que en mayor proporción serán afectados por el fuego. Un concepto relacionado con la calidad de los materiales combustibles es el Tiempo de Retardación o Timelag, que ha pasado a tener una gran importancia en los pronósticos de incendios y en la simulación del comportamiento del fuego. Este concepto está referido a la velocidad de reacción de los combustibles, en cuanto a su humedad, frente a los cambios de las condiciones meteorológicas. Por tiempo de retardación debe entenderse al lapso requerido por un combustible vegetal cualquiera para perder dos tercios de su contenido de humedad, tomando como referencia una condición original de saturación (inmediatamente después de una lluvia, por ejemplo) y la humedad de equilibrio que corresponda al nuevo estado atmosférico que prevalezca, siempre que éste se mantenga en rangos similiares desde el momento de término de las precipitaciones. De acuerdo al tiempo o constante de retardación, se clasifican los materiales combustibles en cuatro categorías: 1, 10, 100 y 1000 horas, que corresponden a la misma clasificación del grosor o diámetro de las partículas muy finas (0,1 a 0,5 cm; finas (0,6 a 2,5 cm); medias (2,6 a 7,5) y gruesas (sobre 7,5 cm), respectivamente. En general, dependiendo de la calidad, existen diferencias importantes entre los modelos de combustibles respecto a la velocidad de avance del fuego que se propaga a través de ellos. En el Cuadro 2.3.3.2 se exponen las claves y los correspondientes valores calculados por Julio et al (1995), en el estudio de determinación de factores de velocidad de propagación lineal para modelos de combustibles establecidos en sistema de Chile. Los valores que se señalan en el cuadro corresponden a situaciones normalizadas, consistentes en: Terrenos planos, ausencia de viento, cobertura vegetal contínua y homogenea y, con un contenido de humedad de 15% para las partículas finas y muertas.
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Cuadro 2.3.3.2 Valores Base de Velocidad de Propagación Lineal del F uego (VPL) en Modelos de Combustibles. CLAVE MODELOS PCH1 PCH2 PCH3 PCH4 PCH5 MT01 MT02 MT03 MT04 MT05 MT06 MT07 MT08 BN01 BN02 BN03 BN04 BN05 PL01 PL02 PL03 PL04 PL05 PL06 PL07 PL08 PL09 PL10 PL11 DX01 DX02
DESCRIPCION DE MODELOS DE COMBUSTIBLES Pastizales Mesomórficos Densos Pastizales Mesomórficos Ralos Pastizales Higromórficos Densos Pastizales Higromórficos Ralos Chacarería, Viñedos y Frutales Matorrales y Arbustos Mesomórficos Densos Matorrales y Arbustos Mesomórficos Medios y Ralos Matorrales y Arbustos Higromórficos Densos Matorrales y Arbustos Higromórificos Medios y Ralos Formaciones con predominancia de Chuesquea spp Formaciones con predominancia de Ulex spp Renovales Nativos diferentes al Tipo Siempreverde Renovales Nativos del Tipo Siempreverde Formaciones con predominancia de Alerzales Formaciones con predominancia de Araucaria Arbolado Nativo Denso Arbolado Nativo de Densidad Media Arbolado Nativo de Densidad Baja Plantaciones Coníferas Nuevas (0-3) sin Manejo Plantaciones Coníferas Jóvenes (4-11) sin Manejo Plantaciones Coníferas Adultas (12-17) sin Manejo Plantaciones Coníferas Mayores (>17) sin Manejo Plantaciones Coníferas Jóvenes (4-11) con Manejo Plantaciones Coníferas Adultas (12-17) con Manejo Plantaciones Coníferas Mayores (>17) con Manejo Plantaciones Eucaliptos Nuevas (0-3) Plantaciones Eucaliptos Jóvenes (4-10) Plantaciones Eucalipto Adultas (>10) Plantaciones Latifoliadas y Mixtas Desechos Explotación a Tala Rasa de Plantaciones Desechos Explotación a Tala Rasa de Bosque Nativo
FACTOR VPL (metros/seg) * 0,018880 0,016027 0.010235 0,008690 0,001009 0,007603 0,008147 0,001672 0,004886 0,010321 0,009234 0,001787 0,004342 0,002249 0,001441 0,000979 0,001556 0,002365 0,013174 0,005973 0,002481 0,002712 0,006516 0,003255 0,002596 0,009777 0,005429 0,003799 0,001325 0,002134 0,001903
Valores en Terrenos Plano, sin Viento y Contenido de Humedad de 15 % para las Partículas Finas y Muertas (1 - 10 Horas Tiempo de Retardación).
2.3.3.3 Condición de la Vegetación. Esta propiedad se refiere a la susceptibilidad de los tejidos vegetales a la ignición e inflamabilidad, en relación al efecto de las condiciones meteorológicas prevalecientes y la época del año. Las condiciones meteorológicas regulan el contenido de humedad y la temperatura de los tejidos vegetales, y su consiguiente requerimiento de energía calórica externa para la combustión. En cambio, la estación del año afecta preferentemente a la condición fisiológica de los vegetales vivos o verdes, por su relación con los ciclos de circulación de savia en el transcurso del año.
102
La velocidad de propagación mantiene una relación inversa y no lineal con el contenido de humedad de las partículas finas y muertas que posee la vegetación que está siendo afecta por un incendio forestal. Al respecto, el factor de propagación respectivo, en el diseño del Simulador de Incendios Forestales KITRAL (Julio et al, 1995), fué definido por la siguiente función:
Fch
389,1624 14,3 x 0,2 x 2 3,559 1,6615 x 2,62392 x 2
En donde " x" es el contenido de humedad en %, y " Fch", el respectivo factor de propagación. Los antecedentes utilizados en el diseño de la fórmula recién expuesta provienen del Servicio Forestal de Estados Unidos (1960, 1969) y de investigaciones desarrolladas por Brumm (1970) y Julio (1992). La tabla de valores de factores de propagación resultantes para diferentes niveles de contenido de humedad de la vegetación fina, se presenta en el Cuadro 2.3.3.3. Por otra parte, el contenido de humedad de la vegetación fina y muerta, referidos a materiales de tiempos de retardación de 1 y 10 horas, respectivamente (grosores de partículas iguales o inferiores a 2,5 centímetros), dependen esencialmente del efecto de la temperatura y humedad relativa existentes en el ambiente en que se encuentran. En el diseño del simulador KITRAL también se contempló la elaboración de una fórmula para el cálculo del contenido de humedad directamente con los valores entregados por estaciones meteorológicas, para lo cual se basó en los resultados de investigaciones publicadas por Simmard (1968), Brumm (1970), Fosberg y Deeming (1971), Deeming et al (1974), Fosberg (1977), (Cheney (1978), Rothermel (1983), Bahamondez (1983), Van Wagner (1987), Vega y Casals (1988) y Flores (1990). La función construida es la siguiente:
CH = -2,97374 + 0,262 (RH) - 0,00982 (T) En donde "CH" representa al contenido de humedad de las partículas finas, en %; "RH" a la humedad relativa del aire, en %; y, "T", es la temperatura del aire en ºC.
Cuadro 2.3.3.3 Efecto del Contenido de Humedad en la Velocidad de Propagación Lineal del Fuego (partículas finas y muertas). CONTENIDO DE HUMEDAD (%) 1 5 6 7 8 9 10 11
FACTOR DE PROPAGACION 51,46 6,01 4,46 3,47 2,79 2,31 1,95 1,68
CONTENIDO DE HUMEDAD (%) 11 12 13 14 15 17 20 25
FACTOR DE PROPAGACION 1,68 1,47 1,30 1,16 1,05 0,87 0,70 0,52
103
Por su parte, Chandler et al (1983), propone una versión modificada del Indice de Evapotranspiración de Thornwaite para evaluar la variación del contenido de humedad de los combustibles finos y secos en las diferentes estaciones del año.
M = (P * R ) - F
En donde "M" es el índice de humedad mensual, "P" es el total mensual de precipitaciones en centímetros, "R" es el total de días con precipitaciones en el mes, y "F", un factor de evapotranspiración. Ahora, F está determinado por:
F = [(0,14T * 0,89) (L)] / 12
En donde "T" es la temperatura media mensual, en grados Celsius, y "L" la longitud media del día en el mes, en horas.
2.3.3.4 Resistencia al Control. Es considerada como indicador de la dificultad de supresión de un incendio, particularmente en lo que respecta al esfuerzo requerido para la construcción de líneas de fuego. Esta propiedad, que está muy relacionada con el modelo de combustible, y depende también de factores ajenos al comportamiento del fuego, como son los métodos, equipos y recursos que se utilicen en el combate. Ahora, si estos factores se normalizan correctamente, (por ejemplo, unidades de combate estandarizadas, en cuanto al número de hombre, capacitación, organización y equipamiento), la resistencia al control pasa a depender esencialmente de las propiedades físicas del modelo de combustibles. En el Cuadro 2.3.3.4 se exponen los resultados de estudios desarrollados en Chile sobre modelación de combustibles forestales, referidos al rendimiento en construcción de líneas de fuego (Julio, 1992), (Julio et al, 1995), a fin de ilustrar la resistencia al control en diferentes tipos vegetacionales. Los antecedentes corresponden a los incorporados en el Sistema KITRAL sobre Prognósis y Gestión en Control de Incendios Forestales, desarrollado por el Proyecto FONDEF FI13, y están basados en la productividad de cuadrillas de combate en terrenos planos, equipadas con herramientas manuales.
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Cuadro 2.3.3.4 Rendimientos en la Construcción de Líneas de Fuego (en metros/hora/hombre) para diferente Modelos de Combustibles de Chile. CLAVE MODELOS PCH1 PCH2 PCH3 PCH4 PCH5 MT01 MT02 MT03 MT04 MT05 MT06 MT07 MT08 BN01 BN02 BN03 BN04 BN05 PL01 PL02 PL03 PL04 PL05 PL06 PL07 PL08 PL09 PL10 PL11 DX01 DX02
2.3.4
DESCRIPCION DE MODELOS DE COMBUSTIBLES Pastizales Mesomórficos Densos Pastizales Mesomórficos Ralos Pastizales Higromórficos Densos Pastizales Higromórficos Ralos Chacarería, Viñedos y Frutales Matorrales y Arbustos Mesomórficos Densos Matorrales y Arbustos Mesomórficos Medios y Ralos Matorrales y Arbustos Higromórficos Densos Matorrales y Arbustos Higromórificos Medios y Ralos Formaciones con predominancia de Chuesquea spp Formaciones con predominancia de Ulex spp Renovales Nativos diferentes al Tipo Siempreverde Renovales Nativos del Tipo Siempreverde Formaciones con predominancia de Alerzales Formaciones con predominancia de Araucaria Arbolado Nativo Denso Arbolado Nativo de Densidad Media Arbolado Nativo de Densidad Baja Plantaciones Coníferas Nuevas (0-3) sin Manejo Plantaciones Coníferas Jóvenes (4-11) sin Manejo Plantaciones Coníferas Adultas (12-17) sin Manejo Plantaciones Coníferas Mayores (>17) sin Manejo Plantaciones Coníferas Jóvenes (4-11) con Manejo Plantaciones Coníferas Adultas (12-17) con Manejo Plantaciones Coníferas Mayores (>17) con Manejo Plantaciones Eucaliptos Nuevas (0-3) Plantaciones Eucaliptos Jóvenes (4-10) Plantaciones Eucalipto Adultas (>10) Plantaciones Latifoliadas y Mixtas Desechos Explotación a Tala Rasa de Plantaciones Desechos Explotación a Tala Rasa de Bosque Nativo
ANCHO DE LINEA (cm) 50-120 130-200 58 35 74 45 86 53 110 67 88 54 9 6 66 40 10 6 52 32 34 21 7 4 15 9 50 31 42 26 43 26 26 16 39 24 46 28 70 43 32 20 22 13 18 11 36 22 44 27 48 29 62 38 37 23 30 18 41 25 8 5 9 6
Inventario de Combustibles.
Su propósito es proveer información cuantificada acerca de las propiedades físicas de los modelos de combustibles, especialmente en lo que respecta a la cantidad y al grosor o tamaño de las partículas. Otras propiedades, como la continuidad y la distribución, pueden ser calificadas mediante técnicas visuales, y los antecedentes respectivos se pueden recolectar en los mismos puntos de muestreo para los inventarios de combustibles. Las técnicas más empleadas en la ejecución de inventarios de combustibles son el Método de los Transectos Lineales y el Método Australiano o Por Pesadas, los que se describen a continuación.
105
2.3.4.1 Método de los Transectos Lineales. Se basa en el conteo de las intersecciones que se producen entre las partículas combustibles y una línea horizontal, de ancho infinitesimal, que se proyecta en un plano vertical, hasta una altura de 1,70 metros (altura de la cabeza del hombre). Posteriormente, una vez ejecutado el conteo, mediante la aplicación de un conjunto de fórmulas, se obtiene directamente la carga de combustibles en el rodal. Debe tenerse presente que el peso del material orgánico no incorporado al suelo mineral (incluyendo el estrato de hojarasca), no es obtenido con esta técnica, por lo cual es necesario combinarlo con el Método Australiano, para conocer el peso total del combustible disponible por unidad de superficie. En el conteo de las partículas, es necesario tener presente los siguientes aspectos:
Se cuentan todos los materiales leñosos secos o muertos dispuestos sobre el piso del rodal, tales como ramas, tallos, ganchos, troncos y astillas. No se cuentan las plantas arraigadas, conos, acículas, hojas, pastos, hierbas y los materiales adheridos a árboles o arbustos en pié. No se consideran en el conteo a los materiales que se encuentran dentro del estrato de elementos orgánicos no incorporados al suelo mineral. Se cuentan las partículas ya indicadas, siempre que la intersección sea con el eje de ellas. No se cuentan las partículas cuando sus ejes coincidan exactamente con la línea de muestreo (plano vertical). Las partículas curvas se cuentan tantas veces como la cantidad de intersecciones que se produzcan con el plano o línea de muestreo. Las astillas y otros materiales irregulares deben asimilarse a un cilindro, para determinar sus respectivas categorías de grosor. En el formulario de terreno, se debe registrar la cuenta de todas las partículas de un grosor igual o inferior a 7,5 cm.En cambio, en las mayores a 7,5cm, debe anotarse el diámetro. Además, en estas últimas, es necesario identificar su condición (sanas o podridas).
Algunos elementos básicos del método, como fórmulas, líneas de muestreo e intensidad de los muestreos, se exponen a continuación:
a) Fórmulas. Tal como se expresó con anterioridad, el peso del material se calcula separadamente por cada categoría de grosor de partículas contadas o medidas. Posteriormente, estos resultados parciales deben sumarse, incluyendo el peso de la hojarasca y del material orgánico no incorporado al suelo mineral (que se obtienen por medio del método australiano), para obtener la carga total de combustibles. Se aplican básicamente dos fórmulas diferentes en el método de los transectos lineales: Para partículas de un grosor igual o inferior a 7,5 cm, y para partículas de un grosor superior a ese valor.
Para partículas de un grosor 7,5 cm o menos: P
1,23 * n * dmc * S * a * c N
*L
106
Para partículas de un grosor superior a 7,5 cm: P
1,23* d 2 * S * a * c N
*L
En donde: P = Peso del material vegetal (ton/ha). n = Número de intersecciones (según conteo). dmc = Diámetro medio cuadrático (cm). S = Gravedad Específica. a = Factor de corrección para ángulos no horizontales. c = Factor de corrección para la pendiente de la línea de muestreo. N = Número de líneas de muestreo. L = Longitud de la línea de muestreo (m). d2 = Sumatoria de los diámetros al cuadrado de partículas. Los valores a asignar a las variables incluídas en ambas fórmulas, para el caso de plantaciones de Pino Radiata en Chile, determinados por Navarrete (1986), se presentan a continuación en los Cuadros 2.3.4.1a al 2.3.4.1d.
Cuadro 2.3.4.1a Valores del Diámetro Medio Cuadrático de Partículas según Categorías de Grosor. Categorías de Grosor (cm) 0 - 0,5 0,6 - 2,5 2,6 - 7,5
Diámetro Medio Cuadrático (cm) Plantaciones en Pié Desechos de Explotación 0,111 0,123 1,000 2,319 8,844 12,50
Cuadro 2.3.4.1b Valores de Gravedad Específica de Partículas según Categorías de Grosor. Categorías Gravedad de Grosor Específica (cm) (gr/cm3) 0 -0,5 0,48 0,6 - 2,5 0,48 2,6 - 7,5 0,40 > 7,5 (sanas) 0,40 > 7,5 (podridas) 0,30
107
Cuadro 2.3.4.1c Factor de Corrección para Ángulos no Horizontales de Partículas según Categorías de Grosor. Categorías de Grosor (cm) 0 -0,5 0,6 - 2,5 2,6 - 7,5 > 7,5
Factor de Corrección 1,13 1,13 1,13 1,00
CUA DRO 2.3.4.1d Factor de Corrección para la Pendiente en la Línea de Muestro Pendiente Factor de (%) Corrección 0 - 20 1,00 21 - 50 1,06 51 - 70 1,17 71 - 90 1,28 91 - 110 1,41
b) Puntos y Líneas de Muestreo. Cada punto de muestreo corresponde al origen de una línea de muestreo, cuya orientación se define al azar. Existen diversos criterios sobre la longitud y forma de la línea de muestreo. En Chile, de acuerdo a los estudios efectuados por Navarrete (1986), se ha adoptado a una recta de 15 metros, clasificada en tres tramos, en la forma que se indica a continuación:
0m
3m
5m
15 m
El conteo o medición de partículas a lo largo de la línea de muestreo se lleva a efecto de la siguiente manera:
En el tramo de 0 a 3 metros se consideran todas las partículas que cruzan o tocan a la línea, cualquiera que sea el grosor que ellas posean. Las partículas muy finas, finas y medias (diámetro inferior a 7,5 cm) se cuentan, y a las gruesas (sobre 7,5 cm de diámetro) se les mide el diámetro.
108
En el tramo de 3 a 5 metros, se consideran todas las partículas que cruzan o tocan a la línea, con excepción de las muy finas (diámetros inferiores a 0,6 cm). Las partículas finas y medias (desde 0,6 a 7,5 cm de diámetro) se cuentan, y a las gruesas (con diámetros superiores s 7,5 cm) se les mide el diámetro. En el tramo de 5 a 15 metros, sólo se mide el diámetro de las partículas gruesas.
c) Intensidad de Muestreo. La cantidad de puntos de muestreo es variable, dependiendo de la extensión de la superficie a evaluar y de las características de la vegetación (distribución y continuidad), según puede observarse en el Cuadro 2.3.4.1e, que se construyó a base de las experiencias en la aplicación del método en Chile.
Cuadro 2.3.4.1e Intensidades de Muestreo en la Aplicación del Método de los Transectos Lineales. SUPERFICIE DEL RODAL (ha) 0,5 1 3 8 15 30 100 500
NUMERO DE PUNTOS DE MUESTREO Vegetación Vegetación Contínua/Homogenea Discontínua/Heterogenea 3 15 5 23 10 30 15 55 25 65 30 85 60 120 90 165
Los puntos de muestreo se localizan siguiendo criterios similares a los empleados en los inventarios forestales normales (en forma sistemática o al azar). En general, debe señalarse que el método de los transectos lineales se adapta mejor para el inventario de combustibles en bosques de coníferas, porque sus partículas son más regulares. El error es mayor en bosques irregulares (bosques nativos de Chile), y es la razón por la cual en estos casos la intensidad del muestro es más exigente.
2.3.4.2 Método Australiano. Se basa en el pesaje del material vegetal recolectado en una parcela de muestreo que, por lo general, es de un cuarto de metro cuadrado de superficie (0,5 m * 0,5 m). Se contempla todo el material vegetal existente entre el suelo mineral y una altura de 1,70 metros sobre el piso del rodal, exceptuando a los tallos arraigados o ramas vivas adheridas a troncos en pié que tengan un diámetro superior a 2,5 cm.
109
Como interesa conocer el peso del combustible al estado anhidro, se requiere previamente que el material recolectado sea llevado a una estufa de secado, para someterlo a una temperatura de 102º C. durante un lapso de 24 a 48 horas, para proceder posteriormente a su pesaje. Al igual que en el caso de la aplicación del método de los transectos lineales, la intensidad de muestreo también depende de las características de la vegetación (continuidad y homogeneidad) y de la extensión del terreno a evaluar (Cuadro 2.3.4.2). El método australiano, a diferencia del de los transectos lineales, es más eficiente en e inventario de estratos vegetacionales heterogéneos y discontinuos (vegetación nativa arbórea, arbustiva y herbácea), sin embargo su aplicación es engorrosa por lo que significa el traslado de muestras de materiales a un laboratorio para la determinación del peso anhidro.
CUA DR O 2.3.4.2 Intensidades de Muestreo en la Aplicación del Método Australiano. SUPERFICIE NUMERO DE PUNTOS DE MUESTREO DEL RODAL Vegetación Vegetación (ha) Contínua/Homogenea Discontínua/Heterogenea 0,5 7 10 1 10 15 3 15 20 8 25 35 15 35 50 30 40 70 100 80 110 500 120 150 2.3.4.3 Método Foto-Serie. Esta modalidad no es exactamente otro método inventario de combustibles forestales, puesto que corresponde más bien a una técnica de caracterización práctica de la vegetación en un determinado lugar, a fin de clasificarla dentro del sistema de modelo de combustibles existente, y conocer oportunamente, sin que sea necesario efectuar medición alguna, los parámetros más importantes del comportamiento potencial del fuego. Lógicamente, en la elaboración de las referencias del método, es necesario haber evaluado previamente las diferentes asociaciones vegetacionales por medio de alguna de las técnicas conocidas de inventario de combustibles (transectos lineales o australiano), además de los respectivos estudios de comportamiento del fuego. El método se apoya en una colección de fotografías que incluye a las diferentes situaciones vegetacionales existentes en un lugar determinado, en donde para cada una de ellas aparece identificado el correspondiente modelo de combustible, acompañado de una descripción general de sus propiedades físicas, calidad y resistencia al control y, también, el comportamiento potencial del fuego ante la eventual iniciación de un incendio.
110
Lo anterior permite al usuario del método que, en cada situación vegetacional existente en el sector a evaluar, por medio de una simple comparación con la serie fotográfica, pueda determinar el modelo de combustible correspondiente, y obtener la información más relevante requerida para la operación de manejo del fuego que desee efectuar. En la elaboración de las bases del método, es necesario observar cuidadosamente las especificaciones del caso, referidas en especial al tipo de cámara fotográfica, lente y película, el inventario de la vegetación, la distancia en la toma de fotografías, la posición de los rayos solares y de las sombras, el tipo de letrero y la clave de identificación del modelo de combustible, etc.
2.3.5
Modelación de Combustibles.
Los combustibles forestales corresponden a una forma de clasificación de los diversos materiales vegetales que se encuentran disponibles en terrenos rurales, susceptibles a la ignición y a la inflamabilidad. Es decir, en los cuales es posible la iniciación y propagación del fuego. Comprenden, en la práctica, a una innumerable variedad de combinaciones de materiales vegetales vivos y muertos. En cada una de las situaciones con presencia de combustibles forestales se verifica una reacción específica del comportamiento del fuego, o del conjunto de fenómenos físicos, mecánicos y químicos que se observan en el ambiente donde se desarrolla un incendio forestal (Burgan, 1987), las que también están reguladas por las condiciones meteorológicas prevalecientes y la topografía del lugar (Anderson, 1982). El hecho es que, cuando los combustibles existentes en un sitio determinado han sido evaluados correctamente y, también se conoce el efecto de las condiciones ambientales en el desarrollo de un incendio forestal que eventualmente puede ocurrir, el comportamiento potencial del fuego puede ser satisfactoriamente simulado (Andrews, 1986), (Julio, 1992), (Andrews y Chase, 1989). Lo recién expuesto constituye el fundamento de la modelación de los combustibles forestales, porque a través de ella se persigue el propósito de identificar y clasificar a los diferentes tipos de coberturas vegetales en relación al comportamiento esperado del fuego. Entonces, la identificación y clasificación de los combustibles forestales es algo más complejo que la descripción taxonómica o tipológica de la vegetación, porque significa caracterizar al material leñoso desde el punto de vista de sus efectos en el comportamiento del fuego; esto es, sobre la velocidad de propagación de los frentes de llamas, la cantidad de energía calórica que se transferirá al ambiente, el dinamismo de la columna de convección, la forma y color de la columna de humo, entre otros parámetros (Rothermel, 1974), (Deeming y Brown, 1975). Diversos investigadores han propuesto definiciones para los modelos de combustibles forestales. El primero de ellos fue Hornby, quién en 1936 los describió como "unidades de medida para la evaluación de las asociaciones vegetacionales, respecto al potencial de propagación del fuego y a la resistencia al control". Este concepto, con el transcurso del tiempo se fue especializando, pero sin variar su contenido esencial. En la actualidad se concibe a un modelo de combustible como aquel que representa a todas aquellas situaciones vegetacionales en donde el fuego tendrá un comportamiento similar, siempre que se mantengan homólogas las condiciones meteorológicas y topográficas que las afecten. (Fahnestcock, 1970), (Deeming y Brown, 1975), (Rothermel, 1974), (Albini, 1976), (Anderson,
111
1982). Por otra parte, Roussopulos y Johnson (1975), Maxwell y Ward (1981), Anderson (1974), Ottmar et al (1990) y Julio (1992), se han referido a la importancia que representa la modelación de combustibles forestales en la toma de decisiones para el control de incendios, y destacan lo siguiente: -
Permite la confección de cartas zonales de combustibles y, por lo tanto, facilita la planificación del manejo del fuego desde el punto de vista de la distribución espacial del peligro. Define los niveles de organización y preparación de las unidades de supresión, en relación al peligro, como asimismo respecto a los niveles del esfuerzo de control. Facilita las decisiones tácticas y estratégicas del combate. Fundamenta la determinación de prioridades en el manejo de los combustibles y la definición de los tratamientos que deben aplicarse mediante la silvicultura preventiva. Permite la operación de simuladores de incendios forestales, particularmente en lo que se refiere al pronóstico del comportamiento del fuego y de los daños que pueden originarse.
Como se indicó anteriormente, los modelos de combustibles conforman un complejo de materiales vegetales de variada índole que, dependiendo de las condiciones ambientales prevalecientes, regulan los efectos del fuego en el desarrollo de un incendio forestal en fenómenos tales como la tasa de combustión, velocidad de propagación, monto de energía liberada, longitud de las llamas, dinamismo de la columna de convección y modalidad de transferencia del calor, por mencionar a los más importantes (Rothermel, 1974). Este complejo de materiales vegetales, según Fahnestock (1970), Deeming y Brown (1975), Ward y Sandberg (1981), Fisher (1981) y Anderson (1982), puede clasificarse considerando tres grandes grupos de propiedades: Físicas, Calidad y Condición. Por su parte, Hornby (1936), Sandberg y Ward (1981) y Ward y Sandberg (1981), incluyen a la "Resistencia al Control" como una cuarta propiedad de los modelos de combustibles. Sin embargo, esto último es discutible calificarlo en tal sentido, puesto que es una consecuencia de los tres grupos de propiedades anteriores y, además, está determinado por factores ajenos al comportamiento del fuego, como, por ejemplo, los niveles de organización, capacitación e implementación de las unidades de combate.
2.3.5.1
Proceso de Modelación de Combustibles en Chile.
La caracterización y clasificación de los modelos de combustibles en Chile se planteó en 1987, cuando la Corporación Nacional Forestal, Empresas Forestales y Universidades, decidieron impulsar conjuntamente un Programa Nacional de Investigaciones en Manejo del Fuego (Julio, 1987a), con el propósito de establecer las bases para el futuro desarrollo de la actividad. Se contemplaron cinco grandes líneas de investigación, una de las cuales tenía como objetivo la confección de un simulador de incendios forestales que permitiera pronosticar de manera confiable el comportamiento del fuego para las diversas condiciones existentes en el País. Para ello se consideró la necesidad de reunir información confiable sobre los siguientes aspectos: a) Propiedades de los tipos vegetacionales susceptibles a la ignición e inflamabilidad (modelación de combustibles forestales). b) Efectos de los factores meteorológicos, topográficos y vegetacionales (modelos de combustibles forestales) sobre el comportamiento del fuego.
112
c) Calificación de las variables del comportamiento (propagación, intensidad, dinamismo, transferencia de energía, etc.) según modelos de combustibles. d) Estándares de resistencia al control, según modelos de combustibles. No cabe duda alguna, de acuerdo a expuesto, que la modelación de los combustibles forestales existentes en el territorio nacional constituye un requisito fundamental para la investigación sobre comportamiento del fuego y la aplicación de este concepto en la prevención y combate de incendios forestales. Para tal efecto se definió un proceso de nueve pasos, los que a continuación se describen siguiendo su orden secuencial de ejecución (Julio, 1987b): 1º Identificación de las asociaciones de vegetación existentes en Chile que están siendo afectadas por la propagación de incendios forestales. 2º Caracterización de las asociaciones de vegetación de acuerdo a antecedentes disponibles o experiencias registradas, en relación a las propiedades combustibles, resistencia al control y susceptibilidad al daño. 3º Clasificación de las asociaciones de vegetación (a modo de modelos de combustibles preliminares), a fin de establecer las referencias para la ejecución del estudio detallado de propiedades. 4º Estudio de las propiedades físicas de los modelos de combustibles preliminares, a través de la ejecución de inventarios de combustibles. 5º Evaluación de la resistencia al control de los modelos de combustibles preliminares, en base a estudios de rendimiento en la construcción de líneas. 6º Estudio de la calidad de los modelos de combustibles preliminares, incluyendo aspectos tales como poderes caloríficos, tiempos de retardación, constitutivos químicos, potenciales de ignición e inflamabilidad. 7º Evaluación del comportamiento del fuego en los modelos de combustibles preliminares, en relación a las condiciones meteorológicas y topográficas, y a base al estudio de incendios reales y experimentales. 8º Análisis de las relaciones existentes entre las propiedades de los modelos de combustibles preliminares y el comportamiento del fuego observado en ellos. 9º Definición del sistema de modelos de combustibles forestales para Chile. Cabe destacar que, de acuerdo lo informado por Julio (2006), la investigación en el tema fue iniciada en 1968 por la Universidad de Chile, y en 1974 por la Universidad Austral. Posteriormente, ambas universidades, con el apoyo del Consejo Técnico de Manejo del Fuego CONAF/Empresas Forestales formularon las bases de la modelación de combustibles y la elaboración de una clasificación preliminar (Julio,1987)), lo que constituyó un paso fundamental para la construcción de del simulador de incendios del Sistema Kitral (Julio et al, 1995). La tarea de investigación sobre modelos de combustibles forestales ha continuado siendo llevada, hasta los presentes días, por el Laboratorio de Incendios Forestales de la Universidad de Chile.
113
2.3.5.2 Estructura del Sistema de Modelos de Combustibles de Chile. De acuerdo al proceso descrito precedentemente, la clasificación preliminar de combustibles estableció un sistema que comprende Grupos de Modelos Generales, los que en conjunto contienen 31 Modelos Específicos. También se identificó un sexto grupo, comprendido por tres situaciones diferentes de terrenos incombustibles. La descripción de estos grupos y sus respectivos modelos se expone a continuación:
GRUPO I.- PRADERAS, PASTIZALES, ESTRATOS HERBACEOS Y CULTIVOS AGRICOLAS. Incluye 5 Modelos de Combustibles: PCH1. Pastizales, Praderas, Cereales y Estrato Herbáceos Higromórficos Densos. PCH2. Pastizales, Praderas, Cereales y Estratos Herbáceos Higromórficos Ralos. PCH3. Pastizales, Praderas, Cereales y Estratos Herbáceo Mesomórficos Densos. PCH4. Pastizales, Praderas, Cereales y Estratos Herbáceos Mesomórficos Ralos. PCH5. Chacarería y similares, Viñedos y Frutales. GRUPO II.-MATORRALES, ARBUSTOS Y RENOVALES NATIVOS. Incluye 9 Modelos de Combustibles: MT01. Matorrales y Arbustos Nativos Mesomórficos, Densos (contacto entre las plantas). Comprende formaciones compuestas por especies tales como: Litre, Boldo, Quillay, Maqui, Arrayán, Espino, Peumo, Colliguay, Avellano, Baccharis spp, Mosqueta. MT02. Matorrales y Arbustos Nativos Mesomórficos, de Densidad Media a Rala (separación entre las palntas). Comprende formaciones compuestas por las siguientes especies principales: Litre, Boldo, Quillay, Peumo, Maqui, Arrayán, Espino, Colliguay, Avellano, Baccharis spp, Mosqueta y Aromo. Matorrales y Arbustos Nativos Higromórficos, Densos (contacto entre los MT03. especímenes). Comprende formaciones compuestas principalmente por Radal, Avellano, Pichi, Retamo, Ñirre, Maqui, Quila, Colihue, Ulex, Canelo, Roble, Coihue, Tineo, Lingue, Taihuén, Zarzamora y Chaura. MT04. Matorrales y Arbustos Nativos Higromórficos, de Densidad Media a Rala (separación entre plantas), con formaciones compuestas principalmente por Ñirre y Lenga. MT05. Formaciones con presencia predominante de Quila y Colihue (Chusquea sp.). MT06. Formaciones con presencia predominante de Ulex, Aliaga Marina o Espino (Ulex spp.). MT07 . Renovales Nativos diferentes al Tipo Forestal Siempreverde. MT08. Renovales Nativos del Tipo Forestal Siempreverde. GRUPO III.- ARBOLADO NATIVO. Incluye 5 Modelos de Combustibles: BN01. Formaciones con predominancia de la especie Alerce (Fitzroya cupressoide). BN02. Formaciones con predominancia de la especie Araucaria (Araucaria araucana). BN03. Arbolado Nativo Denso (contacto entre las plantas), con formaciones tales como: Roble-Raulí-Coihue, Siempreverde, Roble Hualo, Lenga, Coihue-Lenga, CoihueRaulí-Tepa y Alerce- Coihue-Tineo. BN04. Arbolado Nativo de Densidad Media (separación inferior a 5 m entre las plantas), con formaciones tales como Roble-Raulí-Coihue, Coihue- Raulí-Tepa, Siempreverde, Lenga y Coihue-Lenga. BN05. Arbolado Nativo Ralo (separación sobre 5 m entre las plantas), con formaciones tales como Lenga, Coihue-Raulí-Tepa, Siempreverde y Alerce-Canelo-Coihue.
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GRUPO IV.- PLANTACIONES FORESTALES. Incluye 12 Modelos de Combustibles. PL01. Plantaciones Nuevas de Coníferas (0 a 3 años), sin manejo. PL02. Plantaciones Jóvenes de Coníferas (4 a 11 años), sin manejo. PL03. Plantaciones Adultas de Coníferas (12 a 17 años), sin manejo. PL04. Plantaciones Mayores de Coníferas (sobre 17 años), sin manejo. PL05. Plantaciones Jóvenes de Coníferas (4 a 11 años), con manejo. PL06. Plantaciones Adultas de Coníferas (12 a 17 años), con manejo. PL07. Plantaciones Mayores de Coníferas (sobre 17 años), con manejo. PL08. Plantaciones Nuevas de Eucaliptus spp (0 a 3 años). PL09. Plantaciones Jóvenes de Eucaliptus spp (4 a 10 años). PL10. Plantaciones Adultas de Eucaliptus spp. (sobre 10 años). PL11. Plantaciones de Latifoliadas y Mixtas con predominancia de especies Latifoliadas. Incluye deformaciones de Populus spp.- Latifoliadas Nativas y Latifoliadas Coníferas. GRUPO V.- DESECHOS DE EXPLOTACIONES FORESTALES A TALA RASA. Incluye dos Modelos de Combustibles. DX01. Desechos de Explotaciones a tala rasa de plantaciones (pinos y eucaliptos). DX02. Desechos de Explotaciones a tala rasa (roces) de arbolados y matorrales de bosque nativo. GRUPO VI.- TERRENOS SIN VEGETACIÓN. Incluye tres casos de terrenos incombustibles. SV01. Cuerpos de Agua. SV02. Cascos Urbanos. SV03. Suelos Desnudos. 2.3.5.3
Atributos de los Modelos de Combustibles.
Cada uno de los modelos descritos corresponden a representaciones de asociaciones vegetacionales que poseen un similar comportamiento potencial del fuego, dada la combinación de las propiedades físicas, calidad, condición y resistencia al control que poseen. En lo que respecta a la información requerida para la operación del Simulador Kitral, cabe destacar cinco propiedades específicas que poseen un especial interés, y que a continuación se describen brevemente. En el Cuadro 2.3.5.3, se presentan sus respectivos valores (con excepción de los correspondientes a la velocidad base de propagación lineal, que ya se presentaron en el Cuadro 2.3.3.2):
a) Carga de Combustibles . Peso del combustible disponible que normalmente es consumida en un incendio forestal, y que se acostumbra a expresar en kilogramos por metro cuadrado. b) Poder Calorífico Superior . Monto de energía contenida en una unidad de peso de material vegetal al estado anhidro, y que normalmente se expresa en kilocalorías por kilogramo. c) Energía del Combustible. Monto de energía calórica que normalmente se libera en un incendio forestal, y que se expresa en kilocalorías por kilogramo del material vegetal disponible. d) Valor Base de Velocidad de Propagación Lineal. Tasa del incremento de avance de un incendio superficial en un rumbo determinado, considerando condiciones ambientales normalizadas dadas por un Contenido de Humedad de la Vegetación Muerta Fina y Muy Fina de 15 %, Terreno Plano (sin pendiente) y ausencia de Viento. Su forma de expresarla es generalmente en metros de avance lineal por segundo.
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e) Resistencia al Control, Corresponde al esfuerzo requerido para la construcción de líneas de fuego, con medios manuales, en un terreno plano y mediante la aplicación del método progresivo. Se expresa sobre la base del rendimiento en metros por hombre y por hora, para fajas de un ancho predeterminado, considerando unidades de combate normalizadas (número de hombres, tipos de herramientas, y niveles de capacitación y organización).
Cuadro 2.3.5.3 Atributos de Modelos de Combustibles Modelo de Combustible PCH1 PCH2 PCH3 PCH4 PCH5 MT01 MT02 MT03 MT04 MT05 MT06 MT07 MT08 BN01 BN02 BN03 BN04 BN05 PL01 PL02 PL03 PL04 PL05 PL06 PL07 PL08 PL09 PL10 PL11 DX01 DX02
Combustible Disponible (Kg/m2) 0,684 0,527 0,918 0,617 0,649 2,923 1,910 3,308 1,383 3,029 3,529 3,189 1,903 2,624 2,310 3,544 2,164 1,954 0,838 3,019 3,333 3,249 4,087 3,714 4,063 0,905 3,164 2,742 2,464 8,250 7,125
Poder Calórico Superior (Kilocal/Kg) 3928 3928 3928 3928 3800 4693 4693 4572 4572 5000 5087 4500 4500 4600 4550 4452 4452 4452 4399 4870 4870 4870 4870 4870 4870 4372 4816 4816 4684 4746 4652
Resistencia al Control (*) (m/hombre/hora) 86 110 58 74 88 9 66 10 52 34 7 15 50 42 43 26 39 46 70 32 22 18 36 44 48 62 37 30 41 8 9
(*) Basado en el Rendimiento de Cuadrillas Terrestres en la Construcción de Líneas, de 50 a 120 cm de Ancho, en Terrenos Planos y con Herramientas Manuales.
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2.4
COMPORTAMIENTO EXTREMO
Frecuentemente, cuando las condiciones ambientales son críticas, los incendios o las quemas pueden alcanzar un comportamiento altamente conflictivo, que puede caracterizarse por una propagación violenta y errática, una alta tasa de liberación calórica y una columna de convección de gran desarrollo y dinamismo. Todo ello contribuye a que la contención del avance de las llamas en el combate o la regulación de la intensidad del fuego sea muy difícil. Situaciones como las señaladas se conocen bajo el término de "comportamiento extremo", que en general están asociadas a la presencia de los fenómenos que se describen en los párrafos siguientes.
2.4.1
Emisión de Pavesas y Producción de Focos Secundarios.
Las pavesas corresponden a materiales vegetales finos que se encuentran en estado ardiente, por un breve lapso y que se generan en los frentes de fuego. Ascienden por la columna de convección y, cuando hay presencia de viento, son transportadas en forma aérea hacia sectores vecinos aún no afectados por el fuego. Estas pavesas pueden originar focos secundarios o satélites, siempre que el combustible que las reciba sea fino y se encuentre con un bajo contenido de humedad. Dependiendo de la intensidad del viento y la condición de la vegetación, las pavesas pueden originar un gran número de focos, que pueden alterar significativamente el ambiente o clima de fuego, contribuyendo a dificultar la operación de combate.
2.4.2
Incendios de Copas.
Cuando un incendio se propaga por el estrato aéreo de un bosque, normalmente lo hace en forma de ráfagas violentas, en intervalos y direcciones irregulares. Lo común es que, en estos casos, el fuego sobrepase las líneas terrestres de control y, prácticamente, la única opción de detener un frente de esta naturleza es a través de la aplicación de contrafuegos. Existe una alta probabilidad que se origine un incendio de copas cuando en el terreno afectado estén presentes las siguientes condiciones:
Bajo contenido de humedad de los combustibles vivos y muertos. Follaje de alta inflamabilidad, particularmente de especies resinosas o con un alto contenido de aceites. Rodales de copas densas y con una alta continuidad. Niveles altos de liberación calórica en el estrato superficial del rodal. Una elevada continuidad vertical en el rodal, que facilite la propagación del fuego desde el piso hacia las copas. Vientos regulares e intensos. Pendiente media a pronunciada.
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2.4.3
Emisión de Materiales Gruesos y Generación de Incendios Lejanos.
Los incendios de alta intensidad están asociados a una columna de convección de gran dinamismo y magnitud. Por otra parte, la enorme cantidad de calor transferido al ambiente puede provocar fuertes tensiones internas en el material leñoso, incluso en piezas gruesas y troncos, los que se colapsan y explosionan emitiendo partículas de diversos tamaños. Estas partículas, por su tamaño, una vez encendidas, pueden permanecer ardiendo a veces por períodos prolongados (varios minutos). Ahora bien, si la columna de convección es afectada por vientos intensos de gran altura, existe una alta probabilidad que los materiales ardientes que están ascendiendo sean transportados a distancias lejanas, a veces cientos de metros, incluso, kilómetros, provocando nuevos incendios.
2.4.4
Remolinos de Fuego.
Un remolino de fuego puede ser descrito como un tornado o torbellino, con una forma alargada y vertical, similar a un embudo invertido, que se desarrolla en el centro de la columna de convección. Por el ojo del remolino, conocido como vórtice, ascienden masas gaseosas en forma de espiral y a una gran velocidad. Esta condición, además de facilitar la emisión de materiales incandescentes en diversas direcciones, provoca un avance vigoroso y errático de la columna de convección. Dependiendo de la intensidad del incendio, los remolinos de fuego pueden alcanzar una altura variable, desde unos pocos metros hasta varios centenares de metros. Igualmente, el vórtice puede poseer un diámetro desde algunos centímetros hasta un metros o más Entre los factores que conducen a la formación de remolinos de fuego pueden destacarse los siguientes:
Fuerte calentamiento de la superficie del terreno, por efecto de una intensa radiación solar. Presencia de vientos moderados a fuertes, especialmente formados por efecto de una topografía abrupta en el lugar (pendientes pronunciadas, cañones, etc.). Atmósfera inestable, que favorezca el ascenso de la columna de convección. Alta tasa de liberación calórica en el incendio, que influye en la formación de vientos intensos en la base de las llamas.
La intensidad calórica actúa, por lo general, como el agente activador de la formación de los remolinos, siempre que las otras condiciones descritas están presentes en el terreno.
2.4.5
Incendios Explosivos.
El fenómeno de los incendios explosivos, conocido en la literatura extranjera como "Blow up", está referido a un cambio violento del ambiente donde se desarrolla un incendio forestal, como consecuencia de un incremento, también violento y en un lapso muy corto (a veces, sólo unos pocos segundos), de la energía que se está transfiriendo. El incendio explosivo se asemeja a un estallido de llamas con efectos convectivos prácticamente instantáneos. Se produce normalmente cuando una gran masa de vegetación alcanza muy rápidamente, y en forma simultánea, la desecación y la temperatura de ignición. En estas situaciones, la columna de convección puede proyectarse a varios miles de metros de altura, con la formación de remolinos, emisión de materiales incandescentes y llamas de extremada longitud.
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Por lo general, los incendios explosivos se originan cuando la temperatura ambiental es muy alta, existen grandes cantidades de combustibles secos, la atmósfera es inestable con presencia de vientos intensos y el terreno es muy quebrado, con pendientes muy pronunciada y presencia de cañones estrechos y profundos.
2.4.6
Tormentas de Fuego.
Las tormentas de fuego pueden considerarse como frentes estacionarios de llamas, pero de gran extensión y con una alta tasa de liberación calórica. En la atmósfera existente sobre este frente de llamas se originan con frecuencia violentos movimientos de masas gaseosas. Una de las formas más espectaculares de tormentas de fuego, y también de mayor conflictividad, son aquellas generadas por el efecto de varios incendios o quemas simultáneas presentes en una misma zona. Estos frentes de fuegos interactúan entre ellos, provocando condiciones ambientales críticas, que pueden conducir a la formación de una columna de convección única y de gran envergadura. Las tormentas de fuego también pueden provocarse en quemas controladas, cuando se aplican técnicas de encendido que desarrollan un proceso similar al de los incendios simultáneos (fajas paralelas, focos simultáneos, flancos, etc.). Igualmente, los contrafuegos, en el combate indirecto, provocan una alteración ambiental que podría calificarse como tormenta de fuego.
2.5
SIMULACION DE INCENDIOS FORESTALES.
El desarrollo de un incendio forestal que se propaga libremente, es decir, sin la intervención de las medidas de supresión aplicadas para su control, corresponde básicamente a la respuesta del comportamiento del fuego. Se mencionó anteriormente que el comportamiento está regulado por diversos factores ambientales, relacionados con la topografía del terreno afectado, las condiciones meteorológicas prevalecientes y del tipo y estado de la cobertura vegetal presente. Cada uno de los factores involucrados, que provocan efectos específicos en la propagación del fuego, es posible identificarlos y medirlos. De manera que, cuando las condiciones ambientales existentes en los momentos previos a la iniciación del incendio (o en los primeros minutos de su desarrollo) son conocidas, es posible pronosticar las características que puede adquirir el fenómeno. En Estados Unidos, la simulación del comportamiento del fuego se comenzó a plantear formalmente con la iniciación del proyecto "National Fire Danger Rating System" (NFDRS) en 1968 del Servicio Forestal (Deeming et al, 1972), con el objeto de normalizar el empleo de los innumerables (alrededor de 2.000) indicadores del riesgo y del peligro que se estaban aplicando simultáneamente en el país. Ello implicó iniciar una revisión exhaustiva de la información disponible sobre los factores y variables del comportamiento. Sobre esa base fue posible construir, en una primera instancia, un simulador diseñado para ser operado con calculadoras manuales (Burgan, 1979). Posteriormente, los trabajos de Burgan y Rothermel (1984), Andrews (1986) y, Andrews y Chase (1989), contribuyeron definitivamente a la construcción del Sistema BEHAVE, que constituyó el primer simulador operable por medio de computadores personales.
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Por su parte, en Canadá, también en 1968, con el diseño del CFFDRS (Canadian Forest Fire Danger Rating System), también se iniciaron los trabajos para el establecimiento de un sistema de simulación del fuego (Van Wagner, 1974), cuyo objetivo principal era elaborar guías de pronósticos del comportamiento en diferentes modelos de combustibles (Lawson, 1977). Posteriormente, en 1985, como consecuencia de la experiencia adquirida, el sistema fue replanteado, dando origen al FBP (Canadian Forest Fire Behavior Prediction) , actualmente vigente (Lawson et al, 1985). Otro sistema de simulación de incendios forestales interesante de mencionar es el CARDIN , elaborado por la Universidad Politécnica de Madrid (Martínez Millán et al, 1990) a pedido del ICONA (Instituto de Conservación de la Naturaleza de España). El sistema CARDIN se basa esencialmente en los desarrollos logrados a través del sistema Behave. En Chile, dentro de las actividades contempladas en el Proyecto FONDEF FI-13 para el desarrollo del Sistema Kitral (Prognósis y Gestión para el Control de Incendios Forestales), se construyó un simulador de incendios forestales, cuya versión 1.0 fue puesta en operación en la temporada de verano 1996/97..
2.5.1
Sistema BEHAVE.
El sistema está conformado por un conjunto de programas computacionales interactivos, ordenados en dos subsistemas: Burn y Fuel. Ambos subsistemas se enlazan mediante un archivo de modelos de combustibles (SPECIFIC), que almacena la información incorporada y ajustada de los modelos que emplea el Behave, tal como puede observarse en la Figura 2.5.1
Subsistema Predictor
Subsistema Modelos de Combustibles
FUEL
Modelo de Combustible
BURN
FIRE1
NEWMDL SPECIFIC
TSTMDL
FIRE2
Figura 2.5.1.- Estructura del Sistema BEHAVE El susbsistema Burn, que permite la simulación de un incendio forestal o de una quema controlada, consta de dos programas básicos: Fire 1 y Fire 2. El primero de ellos es el predictor del comportamiento y, el segundo posee diversos módulos de cálculo destinados a complementar y
120
facilitar la operación del Fire 1. Por su parte, el subsistema Fuel, se refiere a la construcción e instalación de modelos de combustibles y consta de dos programas: NEWMDL, que permite la incorporación de nuevos modelos de combustibles al sistema y, TSTMDL, que califica y ajusta los modelos ya incorporados al BEHAVE.
2.5.1.1 Subsistema Fuel. Fue desarrollado y descrito por Burgan y Rothermel (1984). En su versión original tiene incorporado los 13 modelos de combustibles básicos definidos por Anderson (1972), derivados de la clasificación establecida para el NFDRS y elaborada por Deeming y Brown (1975). Estos modelos se agrupan en las cuatro categorías que se exponen a continuación: I. PASTIZALES - Pastizales puros, bajos y secos (1) - Pastizales y matorrales (2) - Pastizales puros, altos y secos (3)
II. MATORRALES - Matorrales altos (4) - Matorrales bajos (5) - Matorrales secos, con desechos de bosques latifoliados (6) - Formaciones de palmáceas bajo el dosel de bosques de latifoliadas (7)
III. BOSQUES - Hojarasca de bosques adultos y cerrados (8) - Hojarasca de bosques latifoliados (9) - Matorrales y hojarasca bajo el dosel de bosques adultos (10)
IV. DESECHOS - Desechos livianos de explotación a tala rasa o de intervenciones silviculturales (11) - Desechos medios de explotaciones a tala rasa o de intervenciones silviculturales (12) - Desechos pesados de explotaciones a tala rasa o de intervenciones silviculturales (13)
En la operación del sistema, si el modelo de combustible seleccionado no satisface completamente al usuario, el programa contempla la posibilidad de introducir cambios temporales, tales como la carga de material combustible, profundidad del estrato de hojarasca, densidad del rodal, etc.
2.5.1.2 Subsistema Burn La versión original fue descrita por Andrews (1986) y actualizada por Andrews y Chase (1989). Tal como se mencionó anteriormente, se basa en el funcionamiento de los programas: Fire 1 y Fire 2. El programa Fire 1 contiene ocho módulos (Direct, Site, Size, Contain, Spot, Dispatch, Custom y Specific), a los cuales se puede acceder a través de un menú simple, pero que pueden funcionar independientemente. Estos módulos, en conjunto, pueden proporcionar la siguiente información: - Velocidad de propagación. - Energía del combustible. - Intensidad calórica lineal. - Tasa de combustión (intensidad de reacción). - Longitud de la llama. - Altura letal máxima por radiación vertical (efecto scorch). - Superficie del incendio en un momento dado.
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- Longitud del perímetro del incendio en un momento dado. - Distancia desde el origen del incendio hasta su cabeza. - Distancia desde el origen del incendio hasta su cola. - Ancho máximo del incendio. - Relación longitud/ancho del incendio. - Distancia máxima de emisión de materiales encendidos (spotting). - Mortalidad del arbolado. - Posibilidades de combate directo. - Longitud de la línea de control requerida para un momento dado. - Tiempos de combate, según estándares de productividad en la construcción de líneas. La información que entrega Fire 1 requiere de una amplia alimentación de datos relativos a los factores del comportamiento, que corresponden a las condiciones ambientales del sitio donde se inicia o se propaga el fuego. No obstante, este proceso es rápido, porque se lleva a cabo mediante la respuesta a preguntas simples que se formulan por pantalla. Por su parte, el programa Fire 2, posee cuatro módulos operativos (Ignition, Moisture, HR y Specific), que le permiten calcular el índice de grado de peligro de incendios y acceder a datos que sirven de entrada al programa Fire 1. En particular, puede proporcionar la siguiente información: Humedad Relativa del Aire, Temperatura del Punto de Rocío, Probabilidad de Ignición y Humedad del Combustible Seco Fino (1 hora de Tiempo de Retardación). Al igual que en el programa anterior, Fire 2 se alimenta con antecedentes relativos a los factores del comportamiento que están afectando al lugar sometido a la simulación. La versión original del Sistema Behave poseía importantes limitaciones, principalmente por el hecho de no estar conectado a un sistema de información geográfica.Esto le implicaba una condición estática, ya que los pronósticos se basaban en la información de un sólo punto (origen u otra posición del frente del incendio), asumiendo que los factores del comportamiento se mantenían constantes en sus alrededores. Además, las variables del comportamiento se entregaban solamente para el rumbo que el usuario indicara, lo que significaba que en forma directa no era posible simular el modelo de expansión del incendio. La versión actual del programa (FARSITE System) ha superado el problema recién descrito, gracias a la incorporación de un sistema de información geográfico como soporte.
2.5.2
Sistema FARSITE
Es un simulador de la progresión de un incendio forestal basado en el Sistema BEHAVE, creado en 1997 (Finney 1997, 1998), que se apoya en un sistema de información geográfica tipo Arc-Info y que, además incorpora un modelo de expansión del frente de avance basado en el principio de propagación de ondas de Huygens, lo que permite que tanto el perímetro como el comportamiento del fuego puedan ser exportadas a otras aplicaciones, como SIG y estaciones de trabajo UNIX y otras. Además de su capacidad de predecir la propagación superficial, el FARSITE puede implementar modelos de transición a fuegos de copas, propagación de fuegos activos de copas, generación de pavesas y materiales incandescentes emitidos por árboles ardientes y situaciones de aceleración de la combustión. Por otra parte introduce las igniciones como puntos, líneas y áreas, edita interactivamente las barreras que pueden obstaculizar la propagación del fuego y, también, es capaz de representar las simulaciones en tres dimensiones.
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Por su capacidad de evaluar incendios potenciales o inicios de focos con proyecciones de varias horas conforma una excelente herramienta de planificación para el combate, especialmente por la posibilidad que ofrece al comparar los resultados de esfuerzos alternativos de contención. Esto mismo le confiere gran utilidad para simular quemas y otros medios de tratamiento de combustibles.
2.5.3
Sistema Canadiense (FBP).
El Sistema FBP (Canadian Forest Fire Behavior Prediction) está conectado directamente al sistema de evaluación del grado de peligro (Canadian Forest Fire Danger Rating System), que es el que provee la mayoría de los indicadores que alimentan a la simulación de los incendios. Además, está conectado a un SIG, lo que le permite observar directamente, por pantalla o por impreso, el modelo simulado de expansión del incendio para momentos futuros determinados. El sistema FBP consiste en tres componentes primarios de salida: Intensidad Calórica del Frente del Incendio, Tasa de Propagación y Consumo de Combustibles, los que, a su vez, permiten la salida de una considerable cantidad de información relativa a los parámetros del comportamiento del fuego. El archivo actualizado de modelos de combustibles que alimenta al sistema (Forestry Canada, 1992), se basa en cinco grupos, que contienen en conjunto a 16 modelos:
Modelos de Combustibles
Combustibles
FFMC, ISI, BUI Porcentaje y Velocidad y Direcció Dirección de la Direcció Pendiente Dirección del Viento
Tiempo Atmosférico
Topografía
Elevació Elevación y Localizació Localización Geogr áfica
Tiempo Transcurrido Punto o Linea de Ignició Ignición
Contenido de Humedad del Follaje
Tipo y Duración de la Predicción
Sistema Canadiense de Predicción del Comportamiento del Fuego (FBP) Velocidad de Propagaci Propagació ón Consumo de Combustible Combustible Intensidad del Frente Descripció Descripción del Fuego
Distancias de Propagació Propagación Intensidad del Frente Area Elí Elíptica del Fuego Tasa de Crecimiento del Per ímetro Relació Relación LongitudLongitud -Ancho
Figura 2.5.3.- Estructura del Sistema Canadiense (FBP) MODELOS DE COMBUSTIBLES Coniferas C-1: Picea y bosques con líquenes. C-2: Picea boreal. C-3: Bosques maduros de Jack Pine (P.banksiana) y Lodgepole Pine (P.contorta).
123 C-4: Bosques inmaduros de Jack y Lodgepole Pine. C-5: Red Pine (P.resinosa) y White Pine (P.strobus). C-6: Plantaciones de coníferas. C-7: Ponderosa Pine (P.ponderosa) y Douglas Fir (Pseudotsuga menziesii).
Deciduos D-1: Aspen (Populus sp) sin hojas.
Bosques Mixtos M-1: Bosques boreales mixtos sin hojas. M-2: Bosques boreales mixtos verdes. M-3: Bosques mixtos de Balsam Fir (Abies balsamea) sin hojas. M-4: Bosques mixtos de Balsam Fir verdes.
Matorrales y Arbustos (slash) S-1: Matorrales de Jack o Lodgepole Pine. S-2:Matorrales de White Spruce (Picea glauca) y Balsam Fir. S-3: Matorrales de Douglas Fir.
Terrenos Abiertos
O-1: Pastizales.
2.5.4 Sistema CARDIN Ha sido elaborado en el Departamento de Economía y Gestión de la Escuela Superior de Ingenieros de Montes de la Universidad Politécnica de Madrid, a petición del Instituto de Conservación de la Naturaleza de España. Su versión original, dirigida a la simulación de incendios superficiales, fue esencialmente una adaptación del sistema Behave, por cuanto empleó sus mismas fórmulas y esquema de modelación de combustibles para definir las variables del comportamiento del fuego. La innovación más importante consiste en la incorporación de un sistema de información geográfica (DIGICAR) y el desarrollo de un modelo teórico continuo basado en una ley de composición de velocidades, que permiten seguir y predecir la expansión de uno o una serie de incendios, a través de la pantalla de un computador personal, en imágenes de 2 y 3 dimensiones del terreno. El CARDIN también emite reportes impresos en períodos definidos, en donde se entrega información sobre: Tiempo transcurrido desde el inicio del incendio, contorno y perímetro del fuego y superficies afectadas totales y por modelos de combustibles. La modelación de combustibles está basada en una cobertura ráster obtenida de la digitalización de las fronteras de mapas de contienen zonas de tipos vegetacionales. Estos tipos se califican como modelos de combustibles de acuerdo a la clasificación definida en el Sistema Behave. En la nueva versión se mejora la posibilidad de manejo del SIG, permitiéndose la transferencia de información desde otros sistemas (Arc-Info, Terrasof y Genamap), superándose la limitación de uso del DIGICAR, que estaba incorporado al CARDIN e implicaba la obligación de digitalizar directamente las características del terreno afectado. Además, se contempla el desarrollo de un módulo externo para la simulación del combate (Programa GFUEGO), con programas de creación dos ficheros: Elementos de combate (número, clase y situación), e Infraestructura (puntos de agua, caminos, etc.), a través de los cuales es posible definir ataques directos e indirectos.
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Sin embargo aún no se resuelve el problema de una simulación no esté apoyada por un módulo de campos de vientos, lo que significa que este factor se opera en forma estática (con una sola dirección e intensidad del viento para toda el área afectada por el incendio). No obstante, el operador puede cambiar la dirección e intensidad del viento en los frentes del incendio, de modo de adaptarlo a los cambios reales que se están produciendo en el sector bajo la simulación.
2.5.5
Sistema Kitral.
Fue desarrollado entre 1993 y 1996 por el Proyecto FONDEF FI-13, con el patrocinio del Fondo de la Comisión Nacional de Investigación Científica y Tecnológica de Chile (CONICYT), y bajo la ejecución de un Consorcio integrado por cuatro unidades: El Departamento de Manejo de Recursos Forestales de la Universidad de Chile, el Centro de Estudios Espaciales de la Universidad de Chile, el Instituto de Investigaciones Tecnológicas de Chile (INTEC-Chile) y el Instituto Forestal.
2.5.5.1 Aspectos Generales. El Kitral se construyó con el propósito de establecer un mecanismo permanente de la evaluación de la ocurrencia de incendios forestales en Chile, con la capacidad de emitir información útil para la gestión de los programas de manejo del Fuego de CONAF y de las empresas forestales. El sistema incluye una caracterización de variables físicas y ambientales, a fin de estimar la probabilidad de iniciación de incendios, la expansión y conflictividad de los potenciales focos, los daños probables que se pueden ocasionar y, la definición de mecanismos de alerta para el eventual control. Para los focos que efectivamente se inicien, el sistema es capaz de simular, tanto en el tiempo como en el espacio, el comportamiento en forma dinámica, entregando por pantalla o impresos, la información que se requiere para la asignación de recursos y la orientación de la estrategia misma de combate. También contiene los módulos necesarios para la planificación estratégica del manejo del fuego, con especial referencia a la asignación espacial de medios para la presupresión y el combate. El sistema está estructurado por diversos módulos independientes pero interconectados, mediante los cuales es posible resolver los problemas globales y específicos del manejo del fuego, de acuerdo a los requerimientos que se presenten. Los principales módulos son los siguientes: - Sistema de Información Geográfica. - Evaluador del Grado de Peligro. - Simulador de Campos de Viento. - Simulador de Incendios Forestales. - Sistema Estadístico de Manejo del Fuego. - Sistema de Prioridades de Protección. - Evaluador de Operaciones de Manejo del Fuego. - Sistema de Comandos Programación Diaria y Despecha). - Planificador Estratégico. El diseño de los módulos se fundamenta en los resultados de investigaciones realizadas en Chile desde 1967, y en la revisión de los resultados de investigaciones y desarrollo de sistemas similares construidos en el extranjero (Estados Unidos, Canadá, Australia, España y Francia).
125
En la operación del Kitral, un rol fundamental le corresponde al SIG, que almacena la totalidad de la información espacial y facilita su empleo y análisis a través de un administrador de archivos ráster, con el cual se permite la transferencia a los otros módulos del sistema en los formatos computacionales requeridos. Los estratos información que contienen las bases de datos almacenada en el SIG, tales como historial de ocurrencia, modelos de combustibles, topografía, redes viales, hidrografía, infraestructuras para el manejo del fuego, en su primera fase (1994-96) cubrieron el territorio total de las Regiones VII a X de Chile (alrededor de 15 millones de ha), previéndose para los años siguientes agregar la información correspondiente a las Regiones Metropolitana, V y VI, logrando con ello la cobertura completa del territorio nacional en donde se verifica el 99% de la ocurrencia de incendios forestales. Un aspecto importante del Kitral se refiere a la recolección y calificación de la información sobre vegetación. En ello, se contempló una prospección para toda el área del proyecto, incluyendo no sólo bosques, sino que también formaciones arbustivas, matorrales, pastizales, cultivos agrícolas y todas aquellas otras que permiten la propagación de incendios en terrenos rurales. Esta información, recolectada y procesada en función de los parámetros del comportamiento del fuego, se clasificó de acuerdo a la pauta de la modelación de combustibles diseñada para Chile, según lo descrito en el punto 2.3.5.
2.5.5.2 Simulador de Incendios Forestales. Se considera que los aspectos claves en la simulación del comportamiento del fuego están dados por la velocidad de propagación y el modelo de expansión del fuego, por cuanto, a partir de estas dos variables, y siendo conocidas las condiciones ambientales prevalecientes en el terreno afectado, es posible llevar a efecto la estimación de los otros elementos que caracterizan al incendio. Por otra parte, sobre la base de los resultados de las investigaciones efectuadas en la materia, se sabe que la velocidad de propagación del fuego en incendios superficiales depende esencialmente de cuatro factores: Modelo de Combustible, Contenido de Humedad de la Vegetación Fina, Pendiente del Terreno e, Intensidad del Viento. Igualmente, se ha comprobado que, tanto el modelo de combustible como el contenido de humedad de la vegetación, si bien afectan a la velocidad de propagación, no influyen de manera significativa en el modelo de expansión del fuego. Es decir, para diferentes niveles de los factores recién mencionados, se producirán también diferentes tamaños de incendios, pero siempre se mantendrá la figura geométrica superficial que genera el foco en el terreno, si es que los otros factores (pendiente y viento) se mantienen constantes. Además, las variaciones del modelo de combustible y el contenido de humedad no se presentan normalmente en superficies pequeñas. En cambio, los efectos de las variaciones de la pendiente (inclinación y exposición) y del viento (intensidad y dirección) son significativas en la forma que adquiere la propagación del fuego y en el rumbo del frente principal de avance, incluso en extensiones muy pequeñas, aunque se mantengan constantes el modelo de combustible y el contenido de humedad de la vegetación. Estos antecedentes, junto a los resultados de estudios efectuados durante 30 años de estudios, llevaron a expresar que, en términos simples, la velocidad de propagación lineal del fuego, en cualquiera de sus rumbos, partiendo desde el punto de origen del incendio, estaría dada por:
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Vp = Fmc * Fch * (Fp + Fvv)
En donde Vp representa a la Velocidad de Propagación Lineal, y Fmc, Fch, Fp y Fvv a los factores Modelo de Combustible, Contenido de Humedad, Pendiente y Velocidad del Viento, respectivamente. A partir de la expresión expuesta, que constituye la función básica adoptada por el Sistema Kitral para la simulación, es posible calcular las velocidades de propagación del fuego en diferentes rumbos (cada 5, 10 o 15 grados, por ejemplo), y construir sobre ellas cotas de isotiempo para períodos predeterminados (en momentos futuros cada 1, 5, 10, 15, 30, 60 o más minutos). De esta manera, es posible proyectar el desarrollo que alcanza el incendio, en cuanto a magnitudes, conflictividad y esfuerzo de control requerido, ya sea por pantalla o a través de la emisión de impresos. Los factores que intervienen en el cálculo de la velocidad de propagación (modelo de combustible, contenido de humedad de la vegetación, pendiente y velocidad del viento), corresponden a coeficientes determinados por diversas funciones, diseñadas a base de los resultados de estudios efectuados en Chile, en el extranjero o adaptaciones de estos últimos. El Simulador Kitral, además de entregar información sobre velocidades de propagación lineal y modelos de expansión superficial de incendios, emitir una gran variedad de antecedentes útiles para las decisiones de despacho y las tácticas de combate, entre los cuales cabe señalar a los siguientes.
Velocidades de propagación perimetral y en superficie del incendio en períodos determinados. Intensidades calóricas lineales para un sector del perímetro del incendio en un momento dado. Longitud de llamas en un sector definido del perímetro del incendio en un momento dado. Altura de la radiación vertical de las llamas (efecto Scorch), para un sector definido del perímetro del incendio y en un momento dado. Longitud del perímetro del incendio para un momento dado. Superficie cubierta por el incendio para un momento dado. Monto de los daños directos que provocar el incendio hasta un tiempo determinado. Carga de trabajo contener el incendio en un período objetivo definido, en términos de la cantidad y tipo de recursos requeridos para la construcción de las líneas correspondientes.
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CAPITULO 3 PRONÓSTICOS DE INCENDIOS FORESTALES Una organización de manejo del fuego requiere, para el adecuado cumplimiento de sus objetivos, disponer de un mecanismo que le permita conocer:
La evaluación del estado atmosférico y sus posibles efectos en la ocurrencia y propagación de incendios forestales. Los problemas del momento y en el corto plazo, que se generen como consecuencia de la posible ocurrencia de incendios y del comportamiento del fuego. El nivel probable de conflictividad de esos potenciales problemas. La posible localización de los mismos. Los recursos requeridos para el control de ellos.
Estos antecedentes, que son fundamentales en las decisiones de asignación de recursos en operaciones de prevención, presupresión, combate y uso del fuego, pueden ser provistos mediante la Evaluación del Grado de Peligro , conocida también como el Pronóstico de Incendios Forestales.
3.1
CONCEPTOS GENERALES
Se acostumbra definir al Pronóstico de Incendios Forestales como "la combinación de factores fijos y variables que determinan la probabilidad de ocurrencia, el comportamiento del fuego en los momentos iniciales del incendio, el potencial de propagación, el esfuerzo de control y, los daños que presumiblemente se pueden originar". Los factores fijos (estáticos o estructurales) son todos aquellos que no experimentan una variación significativa en el transcurso de una temporada. Los principales son la topografía, las propiedades físicas de los modelos de combustibles y el riesgo que representan los centros poblados. Por su parte, los factores variables (dinámicos o coyunturales) varían de manera apreciable en el transcurso de una temporada, incluso en un día o desde un momento a otro. Esencialmente están representados por los factores meteorológicos, la condición de la vegetación y los agentes temporales de riesgo derivados de la actividad humana. La representación cuantitativa o cualitativa del grado de peligro se expresa normalmente a través de Indices, que se diseñan considerando los factores de mayor relevancia que afectan a la iniciación y la propagación del fuego, en la región donde serán aplicados. Además, por lo general, son específicos, en el sentido que cumplen con el objetivo de evaluar aspectos parciales del pronóstico de incendios. Por su parte, la integración de los resultados de los diferentes índices a través de una estructura interconectada, con la finalidad de evaluar el problema potencial global que puede representar la ocurrencia y propagación de los incendios forestales, se conoce como Sistema de Pronóstico de Incendios Forestales .
128
3.2
TIPOS DE ÍNDICES
Los índices pueden clasificarse de acuerdo a dos puntos de vista diferentes, de acuerdo los factores considerados en su diseño, y en relación al objetivo perseguido.
3.2.1 Clasificación según la Composición de Factores. En esta categoría es posible diferenciar dos grupos: No Acumulativos y Acumulativos, dependiendo de la incorporación de variables que están afectadas por los valores que ellas presentaron en los días anteriores. Por ejemplo, la temperatura y la humedad relativa del aire pueden considerarse como variables cuyos niveles, en un momento dado, no dependen de una manera significativa por las condiciones atmosféricas prevalecientes en los días previos. En cambio, el contenido de humedad de la vegetación es una variable acumulativa, porque está sometida al efecto de los factores meteorológicos de períodos pasados. Un ejemplo típico de índice no acumulativos el Factor de Riesgo de Angstrôm, diseñado en 1942 en Suecia y que fue utilizado durantes muchos años para evaluar la probabilidad de ocurrencia de incendios forestales. Su fórmula es la siguiente:
B = 5R - 0,1 (T-27)
En donde "B" representa al Factor de Riesgo, cuyo valor cuando es inferior a 2,5 indica una alta probabilidad de ocurrencia; "R" representa a la humedad relativa en tanto por uno, y; "T" la temperatura del aire en grados Celsius. Por su parte, un ejemplo de índice acumulativo es el Indice de Sequía, construido en Francia en 1955 para la zona de la Costa Azul, que considera dos variables: La velocidad del viento Mistral y el déficit de saturación hídrica del suelo. Su empleo no se basa en una fórmula, sino que en una tabla de doble entrada, en la que se señala el grado de peligro existente para una situación dada.
Cuadro 3.2.1a Tabla de Valores para el Cálculo del Í ndice de Sequía de la Costa Azul Déficit de Saturación Hídrica Nulo Moderado Alto Muy Alto
Grado de Peligro según Velocidades de Viento (km/hora) menos de 20 20 a 40 sobre 40 0 0 0 1 1 1 1 2 3 1 2 2
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El índice está implementado con una escala de alerta que se aplica de acuerdo al grado de peligro calculado para una situación determinada, tal como se como se puede observar en el Cuadro 3.2.1b.
Cuadro 3.2.1b E scala de Alerta y Despacho, de acuerdo al Í ndice de Grado de Peligro de la Costa Azul. Índice de Peligro 0 1 2 3
3.2.2
Clase de Peligro Bajo Moderado Elevado Extremo
Nivel de Alerta Mínima Simple Alta Máxima
Clasificación según el Objetivo.
La mayoría de los índices están diseñados para cumplir objetivos específicos de apoyo para las operaciones de manejo del fuego. Desde este punto de vista, cabe señalar los tipos más conocidos:
Índice de Riesgo. También conocido como Índice de Ignición o de Ocurrencia. Su propósito es estimar la probabilidad de inicio de incendios forestales en una región definida y para un momento dado. Índice de Sequía. Denominado también como Índice de Humedad Acumulada. Expresa los efectos acumulados de la sequía o de las precipitaciones. Está dirigido a determinar la condición de la vegetación y, por lo tanto, su susceptibilidad a la ignición y a la inflamabilidad. Índice de Propagación. Determina el probable rango de velocidad de avance en combustibles determinados y de acuerdo a las condiciones ambientales previas a la ocurrencia. Índice de Intensidad. Estima el monto de energía calórica que podría liberar un incendio que eventualmente se propague a través de un determinado combustible y en condiciones ambientales definidas. Índice de Carga. Estima la cantidad de trabajo o esfuerzo requerido para controlar un incendio. Su empleo está enfocado a facilitar la formulación de la estrategia y la táctica de combate que corresponderían aplicar en un caso dado. Índice de Carga Total. Representa el monto potencial total diario de esfuerzo requerido para controlar todos los incendios que pueden ocurrir en una región determinada.
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3.3
SISTEMAS DE PRONÓSTICOS
Un sistema de pronósticos es un conjunto de índices interrelacionados, a través del cual es posible estimar parcial y globalmente la probabilidad de inicio de incendios, como asimismo, los problemas que pueden derivarse con la propagación potencial del fuego.
3.3.1 Sistema NFDR (National Fire Danger Rating). Fue diseñado en 1972 por el Servicio Forestal de EE.UU., y está compuesto por diversos índices elaborados para apoyar la planificación, ejecución y supervisión de las operaciones de control de incendios forestales de una unidad de protección. La estructura del sistema, con las interrelaciones entre componentes del comportamiento, índices y fuentes de información objetiva y subjetiva, puede observarse en la Figura 3.3.1. Los índices se alimentan básicamente de información provista por tres componentes del comportamiento del fuego: Propagación del Incendio (SC, Spread Component), Liberación de Energía (ERC, Energy Release Component) e, Ignición (IC, Ignition Component). Estos índices, que se evalúan cada uno en una escala de 0 a 100, poseen una definición y naturaleza que se indica a continuación:
Índice de Ocurrencia (Ocurrence Index). Es un número relativo al inicio potencial de incendios. Deriva del riesgo presente en la zona que estará expuesta a las fuentes de ignición. Se relaciona también con el Componente de Ignición, el que se expresa como la propagación resultante de la conexión de una partícula encendida flotante (pavesa) con un combustible fino.
Índice de Combustión (Burning Index). Se deriva de los Componentes Propagación y Liberación de Energía. Pronostica la rapidez de expansión del fuego, la tasa de combustión por unidad de superficie del frente de llama y el ancho de la zona de inflamabilidad conjuntamente. Índice de Carga (Load Index). Está referido a la carga potencial de trabajo requerida para la contención de todos los incendios que ocurrirán en un día determinado y en una zona dada (unidad de protección). Es dependiente de los Índices de Ocurrencia y Combustión. Índice de Severidad Estacional (Seasonal Severity Index). Pronostica la carga total de trabajo requerida para el control de todos los incendios que ocurrirán en una temporada en la zona de una unidad de protección. Su estimación puede estar dada por la sumatoria de los valores del Índice de Carga de todos los días de la temporada, en la unidad de protección.
El Índice de Severidad de Estacional, dada al incertidumbre de evaluar previamente, con la necesaria precisión, el comportamiento de algunas de las variables que lo componen durante el transcurso de la temporada que se iniciará, su mayor utilidad está referida al análisis comporativo del grado de peligro en períodos pasados. La importancia de los aspectos básicos del comportamiento del fuego (facilidad de ignición, velocidad de propagación y tasa de combustión) no puede ser sobreestimada mientras ellos no indiquen efectivamente la necesidad de llevar a efecto medidas de control. De ello proviene la validez de considerar los componentes del comportamiento IC, SC y ERC, porque constituyen la clave de la evaluación del grado de peligro al integrar los efectos de los combustibles, el
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estado atmosférico y la topografía en un sistema numérico, que puede ser empleado objetivamente por el personal de protección
F igura 3.3.1.- Sistema de Pronósticos de I ncendios Forestales de E E .UU. (NF DRS)
Componente de Ignición (IC), representa la facilidad de los combustibles finos para encenderse. La ignición normalmente se produce en los materiales muertos, especialmente en los casos en que: i) Las partículas flotantes encendidas entran en contacto con el material vegetal muerto, ii) Las partículas de combustible estan secas y, iii) La temperatura de la partícula asciende a temperaturas superiores a 300° C. Componente de Propagación (SC) , es una modelación matemática que integra el efecto conjunto del viento y la pendiente con las propiedades de la cama de combustibles y de las partículas vegetales incorporadas, estas últimas, al respectivo modelo de combustible. Componente de Liberación de Energía (ERC) , que está determinado para cada modelo de combustible. Sin embargo, existe una diferencia importante con el Componente de Propagación, pues mientras éste es esencialmente calculado sobre la base de partículas finas (una hora de tiempo de retardación), el ERC requiere los antecedentes de contenido
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de humedad de las partículas medias y gruesas (10 y 100 horas de tiempo de retardación, respectivamente).
3.3.2 Sistema FWI (Canadian Forest Fire Weather Index System). La primera versión del FWI fue publicada en 1970, sobre la base de los trabajos iniciados en 1968 por el Proyecto Forest Fire Danger Rating System ejecutado por un grupo de trabajo del Servicio Forestal de Canadá. En realidad, la investigación la empezaron Wright y Beall, quienes ya en 1938 habían propuesto un sistema de pronósticos (Van Wagner, 1987). El sistema comprende seis componentes normalizados. Los primeros tres corresponden a códigos de la humedad de la vegetación, que representan a la variación de la humedad de tres clases de combustibles que poseen diferentes tasas o velocidades de desecamiento. Los otros tres componentes consisten en índices del comportamiento del fuego, los que se refieren a la velocidad de propagación, el peso del combustible y la intensidad calórica. La alimentación para el cálculo del FWI es exclusivamente información meteorológica (temperatura, humedad relativa, velocidad del viento y precipitaciones en las últimas 24 horas), recolectada diariamente a mediodía desde estaciones automáticas, a la que debe agregarse el dato de estacionalidad (mes en curso). Debe señalarse que es suficiente la recolección de información a mediodía para proceder al pronóstico del grado de peligro en cualquier momento dentro de las próximas 24 horas, dada las correlaciones determinadas entre las variaciones del contenido de humedad de la vegetación y las variables meteorológicas.
S S A E C N I O G I Ó C L A O V R R O E E S T B E O M
E D S O G I D Ó C
D I N E T N O C
E D O
S O L E D D A D E M U H
O T N E E O D I G M E S E A U T C F I R L D O E N P I D M O C
Viento
Temperatura, Humedad Relativa, Viento, Precipitación
I T S U B M O C
S E L B
Temperatura Precipitación
Temperatura, Humedad Relativa, Precipitación
COMBUSTIBLES FINOS
HOJARASCA
INDICE DE PROPAGACIÓN INICIAL (expectativas de propagación del fuego)
SEQUÍA
INDICE DE COMBUSTIÓN (cantidad de combustible disponible para la combustión)
INDICE METEOROLÓGICO (mide la intensidad calórica del incendio)
CANADA (CFFWIS)
F I GUR A 3.3.2.- Componentes del I ndice Meteorológico Canadiense (F WI )
133
La descripción de los componentes del Sistema FWI es la siguiente:
Código de Contenido de Humedad en Combustibles Finos - FFMC (Fine Fuel Moisture Code). Es un rango numérico del contenido de humedad de los materiales finos dispuestos en el estrato superficial o superior de la hojarasca. El código en un indicador de la susceptibilidad relativa de ignición de las partículas allí existentes, que en conjunto y al estado anhidro representan un peso aproximado de 0,25 kg/m 2.
Código de Contenido de Humedad en la Hojarasca - DMC (Duff Moisture Code). Es un rango numérico del contenido de humedad del material vegetal de compactación media a baja, ubicado en el estrato medio o moderadamente profundo de la capa de material orgánico no incorporado al suelo mineral. El código proporciona una indicación del consumo de materiales de grosor medio existentes. El peso de este material, al estado anhidro, es de alrededor de 5 kg/m2. Código de Sequía - DC (Drought Code). Es un rango numérico del contenido de humedad del material ubicado en el estrato de mayor profundidad (adyacente al suelo mineral) de la capa de material orgánico en descomposición. Es un indicador de los efectos de estacionalidad o acumulativos de la sequía en los combustibles forestales, y de la cantidad de partículas y trozas gruesas susceptibles de consumirse con el fuego. Este material, al estado anhidro, puede alcanzar un peso de 25 kg/m 2. Indice de Propagación Inicial - ISI (Initial Spread Index). Es un rango numérico de las expectativas de velocidad de propagación del fuego. Combina los efectos del viento y el FFMC en la tasa de propagación al margen de las variaciones de la cantidad de combustible. Indice de Combustión - BUI (Buildup Index). En un rango numérico que provee información sobre la cantidad de combustible disponible para la combustión. Se determina a base de la combinación de los componentes DMC y DC. Indice Meterológico - FWI (Fire Weather Index). Es un rango numérico de la intensidad calorórica del incendio, resultante de la combinación de los índices de propagación inicial (ISI) y Combustión (BUI). Es útil como un índice general del grado de peligro para todas las zonas forestales de Canadá.
El Sistema FBI puede ser operado en forma práctica mediante diversas tablas una vez recolectada la información meteorológica del día. El comienzo del registro diario está dado por el inicio de la temporada de incendios forestales, en primavera. El día exacto de inicio del cómputo de los componentes FFMC, DMC y DC debe ser señalado por un meteorólogo especializado en comportamiento del fuego. En ausencia de esta indicación se recomienda iniciar el proceso bajo el siguiente criterio: a) En regiones normalmente cubiertas de nieve en el invierno, los cómputos deben iniciarse a partir del tercer día transcurrido desde que la nieve ha desaparecido en la zona a evaluar.
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b) En las regiones en donde la nieve no es significativa, los cómputos debe iniciarse al tercer día sucesivo en que la temperatura de mediodía (16 horas) alcanza un valor igual o superior a 12° C. En los dos casos indicados, los cálculos se inician con los valores FFM =85, DMC=6 y DC=15.
3.3.3 Indices basados en la Teledetección Con el desarrollo de la cartografía digital y la captura de información por medio de sensores remotos de estaciones satelitales automáticas se han abiertos enormes posibilidades para la evaluación del grado de peligro, producto de la capacidad de captar y retransmitir la energía que emiten los diversos elementos que componen la atmósfera y la superficie de la tierra. La energía radiante o reflejada se describe en función de su longitud de onda, y ésta se subdivide a su vez en bandas donde la relación electromagnética manifiesta un comportamiento similar, conocido como espectro electromagnético. Cada cuerpo terrestre, como un determinado tipo de vegetación, posee una reflectancia que es propia, o bien, una firma espectral única (A.S.P., 1983). En consecuencia, cada modelo de combustible, dependiendo de las condiciones en que se encuentre en un determinado momento (temperatura y contenido de humedad de sus tejidos), no sólo puede ser detectado e identificado mediante sensores satelitales, sino que también es posible conocer su estado en cuanto a la susceptibilidad a la ignición e inflamabilidad (Chuvieco, 1990). Los principios recién descritos han permitido el desarrollo de instrumentos para evaluar la condición de los combustibles, entre los cuales el más conocido es el Indice de Vegetación de Diferencia Normalizada “NDVI” (Normalizad Difference Vegetation Index), que se basa en la
siguiente fórmula:
NDVI
en donde:
NDir NDr NDir NDr
NDVI es el Indice de Vegetación de Diferencia Normalizada NDir es la reflectancia en el Canal 2 del sensor AVHRR sobre el NOAA NDr es la reflectancia en el Canal 1 del sensor AVHRR sobre el NOAA.
El Indice NDVI ha sido ampliamente utilizado en España en la previsión del peligro de incendios forestales debido a que presenta una alta correlación con el índice foliar, la producción primaria y la actividad vegetativa de las diferentes cubiertas de formaciones arbóreas, arbustivas y herbáceas. Bermúdez, en 1997, analizó la aplicación del NDVI en 36 incendios forestales en Chile, comprobando su potencialidad como herramienta de apoyo a la evaluación del grado de peligro.
135
3.4
APLICACIONES DEL PRONÓSTICO DE INCENDIOS FORESTALES.
Pueden ser innumerables las aplicaciones de los índices de grado de peligro. Las más comunes son:
a) Publicidad. Su divulgación permite dar a conocer el nivel probable de ocurrencia y propagación de incendios. Ello facilita la colaboración del público en las campañas de prevención. b) Control de Zonas de Alto Riesgo y Peligro. Orienta la aplicación y la fiscalización de medidas tales como: Suspensión de faenas rurales, regulación del tránsito, prohibición de ingreso a sectores con problemas potenciales y otros similares. c) Quemas Controladas. Los índices respectivos permiten una eficiente regulación de los permisos de uso del fuego en faenas silvoagropecuarias y la oportunidad de aplicación de esta herramienta. d) Presupresión. Permiten programar, regular y reasignar los recursos disponibles para diversas operaciones, como la detección y el combate. e) Estrategias de Combate. La estimación del comportamiento potencial de un incendio en un sector determinado, constituye un antecedente valioso para definir los recursos, organización y método de combate que puede ser conveniente aplicar. f) Despacho. Puede representar un apoyo fundamental en las decisiones de asignación de recursos para el combate, especialmente en situaciones de incendios simultáneos. g) Planificación. Los antecedentes de varias temporadas sobre el grado de peligro permiten conocer la distribución cronológica y espacial de la ocurrencia y, por consiguiente, facilitan la planificación del manejo del fuego tanto en el espacio como en el tiempo, y contribuyen a fundamentar los diseños operacionales de diferentes actividades de la prevención y el combate.
3.5
EL PRONÓSTICO DE INCENDIOS FORESTALES EN CHILE
3.5.1
Acciones Iniciales
La primera iniciativa conocida en Chile sobre este tema corresponde al Índice de Incendios Forestales construido en 1962 por el Instituto Forestal (Julio,1970), basado exclusivamente en los valores de la humedad relativa del aire, la que se representaba en una escala de cuatro rangos: (Alto con una HR inferior a 40%; Medio con HR de 40-60%; Bajo con HR de 6080%; y Nulo con HR superior a 80%).
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Cuadro 3.5.1 E scala del Í ndice de I ncendios F orestales de 1962 Niveles de Humedad Relativa del Aire Sobre 80 60 – 80 40 – 60 Menos de 40
Clases del Indice Nulo Bajo Medio Alto
Su construcción se hizo sin el respaldo de estudio alguno, y realmente nunca se supo cual era su objetivo. Su uso, que se extendió por unos dos años, tuvo más bien un efecto de apoyo a las campañas de prevención (Julio, 1990a). Posteriormente, en 1968, la Universidad de Chile construyó el Índice de Probabilidad de Ocurrencia, (Julio y Sanino, 1968; Ferreira,1970). Se basó en un estudio de correlaciones entre diversos factores meteorológicos y la ocurrencia diaria de incendios, considerando como zona piloto a la Provincia de Bío-Bío. Los análisis estadísticos demostraron que la combinación de valores de la temperatura del aire, la humedad relativa y un factor de sequía (basado en la cantidad de días sin lluvias) representaba de manera confiable a la probabilidad de ocurrencia. El índice se diseñó para ser operado mediante una regla de cálculo circular, a fin de facilitar uso. El Índice de Probabilidad de Ocurrencia demostró su utilidad, y se le empleó para la programación de diversas operaciones de manejo del fuego, incluso en la entrega de permisos para quemar, a pesar que eso no era uno de sus objetivos originales. En 1973 CONAF, sin un estudio previo que lo respaldara, incluyó la velocidad del viento como una nueva variable, y ajustando la regla de cálculo (Dieterich, 1973), instruyendo su aplicación para todo Chile, en circunstancias que las condiciones ambientales que regulan la iniciación de incendios varían significativamente desde una región a otra.
3.5.2 Índice de Riesgo En 1987, con el apoyo del Consejo Técnico de Coordinación CONAF-Empresas Forestales, se iniciaron los estudios para establecer un Sistema Nacional de Pronósticos de Incendios Forestales, basado en cuatro índices básicos: Riesgo, Propagación, Carga y Severidad Estacional Julio (1987). La construcción del Índice de Riesgo concluyó en 1989 y su validación en 1990 (Julio, 1990a), y quedó expresado en una fórmula general para definir la probabilidad de inicio de incendios forestales en diferentes sectores del territorio comprendido entre las Regiones V y X, inclusive. Los resultados de la fórmula, que a continuación se presenta, se califican en cinco categorías de riesgo, de acuerdo a la siguiente tabla expuesta en el Cuadro 3.5.2.
y = 17,6653+1,1692x1-0,4378x2+0,3473x3+18,6862x4-0,2664x5
137
En donde: y = Probabilidad de ocurrencia diaria de incendios forestales en una escala de 0 a 100. x1 = Temperatura del aire, en grados Celsius. x2 = Humedad relativa del aire, en tanto por ciento. x3 = Velocidad del viento, en nudos. x4 = Factor estacional, que fluctúa de 1 a 3 (según tabla). x5 = Factor sequía, que fluctúa de 0,5 a 70 (según tabla).
Cuadro 3.5 Categorías de Riesgo según valores del Í ndice CATEGORIA DE RIESGO Nulo Bajo Medio Alto Extremo
VALOR DEL INDICE 0 – 25 26 – 40 41 - 55 56 – 70 71 - 100
El Índice General de ocurrencia puede ser reemplazado por 15 Índices Específicos, que representan en forma más precisa al mismo número de Zonas de Riesgo en que fue clasificado el territorio evaluado. Estos índices específicos poseen una fórmula con la misma estructura y variables del índice general, variando solamente los coeficientes. Tanto en el diseño del índice general, como en los índices específicos, se incorporaron las variables Factor Sequía y Factor Estacionalidad que, por la naturaleza que poseen, se ha estimado conveniente describir su significado y forma cálculo.
3.5.2.1 Factor Sequía. Su propósito fue disponer de un evaluador de la condición de la vegetación, en cuanto a su contenido de humedad y el consecuente potencial de ignición. Autores como Lindenmuth (1961), Peet (1961), Julio (1968) y Ferreira (1970), señalan que un indicador de la sequía, en ausencia de información confiable sobre la variación del contenido de humedad de la vegetación, puede obtenerse tomando como referencia del efecto de las precipitaciones. De hecho, algunos indicadores del grado de peligro, como ocurre con el Índice Nesterov, empleados por muchos años en Rusia y Polonia (Turner et al, 1961), emplean como variable a la cantidad de días transcurridos sin precipitaciones (o de intensidades diarias menores a 2 mm). En el caso del Índice de Riesgo, sobre la base del estudio de 94 precipitaciones y sus efectos posteriores en la ocurrencia, permitió el diseño de la siguiente función:
y = 70,00 - 12,35545x + 0,52528x2
138
En donde "y" representa al factor sequía, y " x" al número de días transcurrido desde la última lluvia. Sin embargo, debe señalarse que la fórmula corresponde a la situación generada por una lluvia máxima intensidad, que para el presente caso fue calculada en 70 mm. Esto significa que, toda precipitación diaria superior a 70 mm, cualquiera que sea su monto, al día siguiente sin precipitaciones el factor sequía corresponderá a 70, para seguir descendiendo en los días siguientes, en caso que no se registren nueva lluvias. Por otro lado, una vez alcanzado el valor mínimo de 0,5, cualquiera que sea la cantidad de días sin precipitaciones que transcurran posteriormente, el factor sequía deberá mantenerse en ese valor en el cálculo del índice de riesgo. Ahora, tal como puede observarse en el Cuadro 3.5.2.1a, al término de un período de sequía, por la presencia de una lluvia de una intensidad superior a 0,5 mm, el factor a emplear en ese día corresponderá exactamente a la cantidad de agua caída. Si continúa lloviendo al día siguiente, el factor que debe aplicarse a este último es la cantidad de precipitaciones del día más el valor de la tabla derivado por la lluvia acumulada al día anterior.
Cuadro 3.5.2.1a Valores del Factor Sequía en los días posteriores a una lluvia. AGUA CAIDA (mm) > 70 70,0-58,3 58,2-47,5 47,4-37.8 37,7-29,0 28,9-21,5 21,4-14,9 14,8-9,4 9,3-4,9 4,8-1,4 1,3-0,5 <0,5
1 70,0 58,2 47,4 37,7 28,9 21,4 14,8 9,3 4,8 1,3 0,5 0,5
FACTOR DE SEQUIA EN LOS DIAS SIGUIENTES 2 3 4 5 6 7 8 9 58,2 47,4 47,4 37,7 37,7 28,9 28,9 21,4 21,4 14,8 14,8 9,3 9,3 4,8 4,8 1,3 1,3 0,5 0,5 0,5 0,5 0,5 0,5 0,5
37,7 28,9 21,4 14,8 9,3 4,8 1,3 0,5 0,5 0,5 0,5 0,5
28,9 21,4 14,8 9,3 4,8 1,3 0,5 0,5 0,5 0,5 0,5 0,5
21,4 14,8 9,3 4,8 1,3 0,5 0,5 0,5 0,5 0,5 0,5 0,5
14,8 9,3 4,8 1,3 0,5 0,5 0,5 0,5 0,5 0,5 0,5 0,5
9,3 4,8 1,3 0,5 0,5 0,5 0,5 0,5 0,5 0,5 0,5 0,5
4,8 1,3 0,5 0,5 0,5 0,5 0,5 0,5 0,5 0,5 0,5 0,5
10 1,3 0,5 0,5 0,5 0,5 0,5 0,5 0,5 0,5 0,5 0,5 0,5
Con el objeto de despejar dudas en el uso del Cuadro 3.5.1b en el cálculo del factor sequía, se presenta el Cuadro 3.5.2.1b a modo de ejemplo.
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Cuadro 3.5.2.1b E jemplo de Cálculo del F actor Sequía Día 12.02.96 13.02.96 14.02.96 15.02.96 16.02.96 17.02.96 18.02.96 19.02.96 20.02.96
3.5.2.2
Precipitación del día (mm) 0 15,8 7,1 0 0 0 81,3 0 0
Cálculo del Factor Sequía 0 + 0,5 = 0,5 15,8 + 0 = 15,8 7,1 + 14,8 = 21,9 0 + 21,4 = 21,4 0 + 14,8 = 14,8 0 + 9,3 = 9,3 81,3 + 4,8 = 86,1 0 + 70,0 = 70,0 0 + 58,2 = 58,2
Factor Estacional.
La estacionalidad ha sido frecuentemente utilizada como un factor importante en la determinación del grado de peligro, porque se estima que constituye un indicador de condiciones no meteorológicas (precipitaciones) en el pronóstico de la ocurrencia de los incendios forestales (Turner et al, 1961), (King y Linton, 1963), (Peet, 1965), (Mc Arthur, 1966). En el diseño del índice de riesgo para Chile se consideraron dos variables en la evaluación de la estacionalidad: a) El riesgo, representado por actividades humanas que varían en el transcurso de la temporada de verano (flujo de turistas y veraneantes, operaciones agrícolas y forestales, etc.). b) Condición de la vegetación, al margen de los efectos de las precipitaciones. Esta variable, que también es dependiente de factores ambientales (temperatura y humedad del aire), en el caso de los materiales vegetales vivos la condición fisiológica de las plantas (flujo de savia), afecta de manera variable la susceptibilidad de los tejidos vegetales a la ignición según la estación del año. Debe destacarse que la segunda de las variables normalmente se evalúa a través de tablillas indicadoras del contenido de humedad de la vegetación, o por medio de funciones matemáticas relacionadas con el tiempo atmosférico. En la determinación del factor estacional se aplicó un procedimiento de carácter cualitativo, porque no se contó con la información necesaria para estimarlo en forma cuantitativa. En concreto, se consideraron diversas opciones de coeficientes, que fueron correlacionadas con la ocurrencia real para todo el país y con cada una de las zonas de grado de peligro en diferentes períodos en la temporada. Se comprobó que una escala de coeficientes de 1 a 3 entregaba un alto grado de confiabilidad. El factor estacional, así definido en forma general para todo el país, y específicamente para cada una de las diferentes zonas de grado de peligro, respecto a su variación en el transcurso de la temporada de ocurrencia de incendios forestales, se expone en el Cuadro 3.5.2.2
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Cuadro 3.5.2.2 Factor Estacional para las Zonas de Grado de Peligro, en la Temporada de Ocurrencia MES DIAS PAIS ZONAS DE GRADO DE PELIGRO 1 2 4 5 7 8 10 11 13 14 01-15 1,0 2,0 1,0 1,0 1,0 1,0 1,0 1,0 1,0 1,0 1,0 Noviem 16-30 1,5 2,5 1,2 1,0 1,0 1,2 1,0 1,0 1,0 1,0 1,0 Noviem 01-15 2,0 3,0 1,5 1,0 1,0 2,0 1,2 1,2 1,0 1,0 1,0 Diciemb 16-31 2,5 3,0 2,0 1,0 1,2 2,5 1,2 1,5 1,2 1,0 1,0 Diciemb 01-15 3,0 3,0 2,0 1,0 1,5 3,0 1,5 1,5 1,5 1,2 1,0 Enero 15-31 3,0 3,0 1,5 1,0 1,5 3,0 1,5 1,5 1,5 1,2 1,2 Enero 01-14 3,0 3,0 1,5 1,2 1,5 3,0 2,0 2,0 1,5 1,2 1,5 Febrero 15-29 3,0 Febrero 3,0 1,5 1,2 1,5 3,0 2,0 1,5 1,5 1,2 1,5 01-15 2,0 Marzo 2,5 1,5 1,2 1,2 3,0 1,5 1,5 1,5 1,0 1,5 16-31 1,5 Marzo 2,5 1,5 1,2 1,2 3,0 1,5 1,5 1,5 1,0 1,5 01-15 1,0 Abril 2,0 1,2 1,0 1,0 1,2 1,0 1,0 1,0 1,0 1,2 16-30 1,0 Abril 1,5 1,0 1,0 1,0 1,0 1,0 1,0 1,0 1,0 1,0
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CAPÍ TULO 4
PRIORIDADES DE PROTECCIÓN 4.1
INTRODUCCIÓN
La determinación de prioridades de protección es un aspecto fundamental en la planificación estratégica de un programa de manejo del fuego. Su formalización como un instrumento de apoyo para el diagnóstico y la toma de decisiones se planteó originalmente en 1974 por la Universidad de Chile, ante la necesidad de disponer de una guía para facilitar la asignación eficiente de los recursos disponibles para contrarrestar las pérdidas generadas por la propagación del fuego en las zonas rurales. Desde esa fecha, la aplicación del método ha evolucionado permanentemente gracias a una cada vez mayor disponibilidad de información y, también, como consecuencia del desarrollo tecnológico, los medios para la captura y procesamiento de datos, particularmente los basados en el empleo de las ciencias de la informática. Sin embargo, las base conceptuales y el diseño lógico, después de la experiencia recogida por su empleo en múltiples oportunidades, se han mantenido en el tiempo, demostrándose la fortaleza que posee como herramienta de planificación.. En cierto modo, la determinación de prioridades de protección podría calificarse como un análisis de demanda y oferta. Esto, por un lado, porque permite evaluar la distribución espacial de los efectos y gravedad de los incendios forestales una localidad, zona o región, con resultados concretos sobre la demanda de medios requeridos para cubrir las debilidades detectadas en el análisis de la protección existente. Por otra parte, la oferta está representada por las bases que el método provee para el diseño de las operaciones y empleo de los recursos que se poseen para optimizar la eficiencia de sus coberturas territoriales. Es interesante destacar que, con posterioridad a la creación del método de determinación de prioridades, surgen en otros países inquietudes sobre la necesidad de contar con instrumentos destinados a fundamentar las decisiones de asignación espacial de recursos manejo del fuego, con una arquitectura y protocolos en una línea similar a la iniciativa chilena. En tal sentido cabe destacar la propuesta de Rapp y Davis, (USDA Forest Service, 1977), con la creación del Sistema Focus (Fire Operacional Characteristics Using Simulation), sobre cuyas bases se concretó, alguno años más tarde, el Sistema SINAMI (Sistema de Análisis para el Manejo de Incendios), creado por el Servicio Forestal de Estados Unidos (Vélez, 2011), y que se emplea hasta los presentes momentos por diversos países. En el mismo ámbito, cabe destacar el trabajo de Fried y Gilles, que en 1997 propusieron el Método CFES (The California Fire Economics Simulador), que representa una interesante instrumento para el análisis y optimización del aprovechamiento de los medios disponibles. La aplicación del Método ofrece importantes ventajas por su factibilidad de ser utilizado en todo tipo de programa de manejo del fuego, contenidos tanto en planes nacionales, regionales, zonales como prediales, que sean formulados por servicios públicos u organizaciones privadas, incluso con niveles precarios de información disponible. Por otra parte, la definición de las prioridades de protección es flexible, puesto que las variables y factores que se consideran, como asimismo la ponderación que se les asigna, pueden ajustarse a las características de la
142
zona en estudio, y de acuerdo a los intereses de la organización responsable del manejo del fuego. En el presente Manual se describen los conceptos del Método y sus protocolos de aplicación, incluyéndose en sus secciones finales el desarrollo de un estudio de caso, con la finalidad de aclarar con la mayor precisión posible sobre sus diversas formas de utilización.
4.2
FUNDAMENTOS DEL MÉTODO
La protección absoluta o total, en la formulación de planes de manejo del fuego, aunque teóricamente es concebible, en la práctica es muy difícil lograrla. Además, desde el punto de vista económico es improcedente, porque el nivel de gasto en que se incurriría para evitar totalmente los daños ocasionados por el fuego, con toda seguridad podría alcanzar a un monto superior al de las pérdidas resultantes en el caso de no aplicarse medida alguna de protección. Por tal razón, diversos investigadores en la materia han definido algunos conceptos tales como el de la “Protección Adecuada” y el de “ Tasa Permisible de Quema”. El primero establece que el monto de los recursos para el manejo del fuego debe ser suficiente, en el sentido que corresponde asignar sólo lo que es necesario para asegurar el cumplimiento de los objetivos fijados por el programa forestal de la zona o región que se está defendiendo. Por su parte, mediante la Tasa Permisible de Quema se argumenta que debiera aceptarse la posibilidad que una determinada proporción de ese territorio bajo protección sea afectada por los incendios, siempre que no se altere significativamente la producción de bienes y servicios esperados en el aprovechamiento de los recursos naturales renovables (Gorte y Gorte, 1979). Los principios de la Protección Adecuada y de la Tasa de Quema Permisible constituyen el fundamento del Método de Determinación de Prioridades de Protección (MDPP), porque su empleo está orientado a privilegiar la asignación de los recursos disponibles en los sectores críticos o de mayor interés en defender. Ello, desde el punto de vista de la naturaleza de los problemas que generan la ocurrencia y propagación de incendios, o bien, de acuerdo al valor de los daños que eventualmente podrían provocarse. Mediante la aplicación del MDPP, como sucede con todo tipo de planificación territorial, la zona a estudiar puede ser segregada en una determinada cantidad de unidades de superficie, de modo que cada una de ellas pueda ser evaluada independientemente para la definición de su particular nivel interés de protección, de acuerdo a valor que posea y de su situación respecto a la gravedad del impacto que podría generarle un eventual incendio forestal. Luego, una vez obtenidos los resultados en todas las unidades de superficie, ordenados de acuerdo al valor calculado en cada una de ellas, será posible clasificar a esa unidad en alguna de las ca tegorías de prioridad o interés de protección y, por consiguiente, la base de su requerimiento en la asignación espacial de los recursos disponibles. Esta herramienta también plantea la posibilidad de incrementar la capacidad y eficiencia en el uso de los medios existentes al aplicarlos en forma diferenciada, atendiendo las condiciones específicas presentes en los diferentes sectores del territorio bajo protección. La mayor complejidad en la aplicación del MDPP radica en la definición de las variables (y de sus respectivas ponderaciones) que deben considerarse para valorar los diferentes niveles de impactos e intereses. Por tal razón, estas variables que pueden ser múltiples, requieren ser seleccionadas de modo que representen de la mejor manera posible las características de la zona a proteger. Por otra parte, es necesario que los parámetros que califiquen a cada una ellas sean
143
válidos y precisos respecto a la importancia que se les otorga, y deben, además, sustentarse con información completa y confiable en su caracterización y cuantificación. Según Julio (1992), las etapas contempladas para la aplicación del MDPP se indican a continuación, las que posteriormente se describen respecto al proceso metodológico requerido: i. ii. iii. iv. v. vi.
Delimitación de la zona de trabajo y elección de unidades de superficie Definición de Variables Generales y Específicas Definición de Puntajes Normalizados Procedimientos para el Cálculo de Puntajes Normalizados Definición de Categorías y Rangos de Prioridad de Protección Construcción del Mapa de Prioridades de Protección
También se señala que otro elemento esencial en el desarrollo del proceso es el hecho que cada una de las diversas variables específicas escogidas están incorporadas a alguno de los tres subconjuntos o variables generales que componen el sistema, y que sustentan los análisis básicos de Riesgo, Peligro y Daño Potencial, cuyos resultados se integran para la obtención de los valores finales de niveles de prioridad en todas las unidades de superficie definidas (Julio, 1992). Estos análisis de describen brevemente a continuación:
4.2.1 Análisis de Riesgos. Es el estudio de los factores que definen el inicio de incendios (ocurrencia). Para tal efecto, sobre la base de la experiencia obtenida en las aplicaciones del Método, en el análisis se consideran dos componentes o variables específicas: Ocurrencia Histórica y Ocurrencia Potencial. a) Ocurrencia Histórica.- Corresponde a la ocurrencia que efectivamente ha existido en los períodos pasados, considerando la localización y frecuencia de los incendios registrados en las temporadas previas. Dada la dinámica, en cuanto a la evolución cronológica y espacial de la ocurrencia, como así también de la causalidad, lo recomendable es considerar períodos que no excedan a los cinco años recién pasados, para asegurar la representatividad de la información. b) Ocurrencia Potencial.- Está referida a la localización y frecuencia de incendios que probablemente se originarán en el futuro próximo, según los problemas que se esperen por efecto de la acción de agentes tales como negligencias humanas, operaciones forestales, tránsito de vehículos, flujo de turistas, etc. Metodológicamente, los agentes o situaciones de riesgo que pueden dar origen a futuros incendios pueden ser caracterizados por diversas subvariables, entre las cuales cabe destacar a las siguientes: -
Densidad poblacional Zonas de influencia de entidades poblacionales (interfaz urbano-rural) Franjas de influencia de vías de comunicación (carreteras, caminos, líneas ferroviarias. Sectores con faenas silvoagropecuarias Sectores de recreación y deportes en zonas rurales Sectores de concentración permanente de personas en zonas rurales (por razones culturales, religiosas o de otra índole)
144
-
4.2.2
Franjas de riesgos de instalaciones de servicios públicos en sectores rurales (líneas de transmisión de electricidad, gaseoductos y otros) Zonas afectadas por fenómenos naturales (erupciones volcánicas, tormentas eléctricas)
Análisis del Peligro
Estudia las condiciones ambientales que afectan tanto a la susceptibilidad de la vegetación a la ignición e inflamabilidad (meteorología, topografía), como también a la resistencia natural presente para el control de la propagación de eventuales focos de fuego que se inicien en la zona. En la aplicación del análisis es necesario conocer las diferentes coberturas de vegetación existentes en la zona, las que a su vez deben estar clasificadas como modelos de combustibles, los cuales poseen un nivel de peligro intrínseco base conocido, derivado de las propiedades que poseen. Ese puede incrementarse o disminuir entre los diferentes sectores de la zona según las condiciones climáticas y topográficas que prevalecen en ellos. Concretamente, las variables específicas a considerar en el análisis del peligro podrían ser: -
Velocidad potencial de propagación lineal del fuego Liberación potencial de energía calórica Resistencia al control (nivel de esfuerzo requerido para instalación de líneas de contención del fuego) Grado de inclinación de la pendiente del terreno Exposición a la radiación solar Altitud del terreno Clima (basado esencialmente en un índice que integre los valores promedios de meteoros tales como intensidad del viento, humedad relativa del aire, temperatura del aire, pluviosidad o déficit hídrico) Grado de accesibilidad (por su efecto en la oportunidad del control de un eventual incendio)
4.2.3 Análisis del Daño Potencial Es la estimación de las pérdidas o daños en los recursos bajo protección por efecto de la propagación del fuego. Al respecto, pueden distinguirse tres componentes de acuerdo a la naturaleza de los valores afectados: Daño Comercial, Daño Ambiental y Daño Social. a) Daño Comercial .- Incluye a todos los bienes o valores tangibles que poseen un precio conocido en el mercado, y que podrían dañarse por efecto de la propagación del fuego. Al respecto, es posible identificar a las siguientes variables: - Valor de la vegetación - Valor de de instalaciones, equipamiento e infraestructura rural - Valor de la masa ganadera - Pérdidas por la detención o alteración de procesos productivos - Pérdidas en empresas turísticas
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- Limitaciones al desarrollo económico y comercios locales b) Daño Social .- Incluye a todos los bienes o valores intangibles, que no poseen un precio de transacción comercial, y que podrían perderse por efecto de la propagación del fuego. Al respecto, es posible identificar a las siguientes variables: - Impactos de las pérdidas de propiedades y bienes comunitarios y personales - Reducción de las fuentes de trabajo - Impactos por la pérdida de valores culturales e históricos - Pérdidas por la detención o alteración de procesos productivos - Perjuicios en obras públicas e infraestructura de comunicaciones - Impactos en la salud pública y de las personas - Deterioro del paisaje y la belleza escénica - Limitaciones para la recreación y el deporte en espacios rurales c) Daño Ambiental.- Está referido al deterioro de los beneficios o servicios intangibles que proveen los recursos naturales renovables afectados por el fuego, incluyendo los impactos y efectos indirectos de carácter ecológico, los que principalmente podrían consistir en: - Contaminación de suelos, aguas y atmósfera - Deterioro de la biodiversidad y las reservas genéticas naturales - Impactos en la conservación de la naturaleza y vulnerabilidad de los recursos naturales renovables - Pérdida y fragmentación del paisaje en ecosistemas naturales - Deterioro y alteraciones en cuencas hidrográficas y en los procesos hidrológicos e hídricos
4.3
PROCEDIMIENTOS EN LA DETERMINACIÓN DE PRIORIDADES
En términos generales, el proceso de determinación de prioridades de protección se basa en la asignación de puntajes normalizados (escalas de equivalencia), a cada una de las variables específicas consideradas para cada uno de los tres análisis generales (riesgo, peligro y daño potencial). Luego, en cada unidad de superficie (celdilla, píxel) definida en la cartografía de referencia, se acumulan los puntajes normalizados de todas las variables específicas que la afecten. De esta forma, cada celdilla alcanza un puntaje final que corresponde a la sumatoria de los puntajes de las variables presentes en ella y, finalmente, la distribución espacial de estos valores totales por celdillas indicará la distribución de los sectores con un mayor o menor interés o necesidad de protección. Con el fin de facilitar la interpretación del mapa con los resultados obtenidos, es conveniente establecer rangos para los puntajes finales por celdilla, de modo de clasificar la zona en tres o cuatro categorías, que delimiten los sectores de prioridad nula, baja, media y alta, respecto a la demanda de servicios de protección. A continuación, con el propósito de otorgar una mayor comprensión en la aplicación del método, se describen los criterios y referencias que normalmente se consideran en identificación y calificación y procesamiento de los antecedentes requeridos.
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4.3.1 Delimitación de la zona de trabajo y elección de unidades de superficie Un aspecto preliminar y básico en la aplicación del Método es la definición del sistema cartográfico que se empleará para identificar en forma precisa a la localización geográfica de cada uno de los datos que se requerirá procesar. Al respecto, lo recomendable es emplear un sistema convencional o conocido. Actualmente, producto del desarrollo de los sistemas de información geográfica, el sistema de coordenadas UTM se observa como el de mayor eficiencia. Sin embargo, las coordenadas geográficas basadas en la latitud y latitud también son recomendables, como asimismo el Sistema GEOREF, creado por CONAF en 1978 (Maldonado, 1979), y que se ha utilizado con frecuencia para esta finalidad. Una vez escogido el sistema cartográfico, procede definir con exactitud los límites de territorio de trabajo. Esta tarea no es necesaria cuando el área a proteger corresponde a un predio ya delimitado (un parque nacional, por ejemplo) o una unidad administrativa como comuna, provincia o región. No obstante, en estos casos es conveniente proyectar los límites hacia el exterior en un radio de 500 metros a 5 kilómetros (dependiendo de la superficie de la zona de trabajo), con la finalidad de establecer una franja de amortiguación por el riesgo y peligro que puedan representar los sectores aledaños. Debe agregarse que no se justifica definir prioridades de protección en territorios inferiores a 100 hectáreas. Otro punto esencial es la definición de las unidades de superficie que conformarán la superficie total a estudiar, y sobre las cuales deberán imputarse los valores de las variables de riesgo, peligro y daño potencial. Al respecto, la experiencia adquirida con la aplicación del método señala la conveniencia de establecer unidades que cubran la misma superficie, porque ello permite una comparación equitativa entre los resultados que se obtengan para todas, tanto en los análisis parciales de las variables generales y específicas como en el indicador final de prioridad. Por otra parte, se considera que el total de unidades de superficie (celdillas o píxeles), con el objeto de apreciar adecuadamente los puntajes finales de riesgo, peligro, daño potencial y prioridad final, su cantidad no debiera ser excesiva ni mínima, estimándose correcta una cifra que fluctúa entre 100 y 1.000. Esto significa que, en la medida que se incremente la extensión del territorio a evaluar, también aumentará la superficie representada por cada unidad de superficie, si se mantiene la cantidad de ellas. También es importante destacar el caso de la aplicación del Método en forma agregada dentro un territorio de gran extensión, como podría ser por ejemplo, el de una gran empresa forestal cuya zona de dispersión de predios abarca diversas regiones, o bien, el del Programa de Manejo del Fuego de la Corporación Nacional, que tiene la responsabilidad proteger la totalidad del territorio nacional que puede ser afectado por incendios forestales (alrededor de 40 millones de hectáreas), englobando programas regionales, provinciales, comunales y prediales (unidades del SNASPE). En ambos casos, es fundamental que el plan general de manejo del fuego y el de sus correspondientes niveles de planes específicos que los comprenden, estén basados en un mismo sistema cartográfico de referencia, y que las unidades de superficie definidas para las prioridades de protección tengan una extensión basado en una estructura de valores múltiples, partiendo desde los planes prediales hasta los planes nacionales. De este modo se establece un esquema normalizado para el total de las situaciones presentes, que permite la agregación de resultados de los territorios menores en conjuntos de ellos.
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Con el propósito de complementar la explicación de las consideraciones recién expuestas, se expone a continuación un ejemplo aplicable al Programa de Manejo del Fuego de CONAF, que incluye un conjunto agregado de situaciones, suponiendo una cantidad de unidades de superficie que fluctúa entre 300 y 1000, para cada uno de los niveles de agregación.
Cuadro 4.3.1 E jemplo de superficies y cantidad de unidades (celdillas o píxeles) para la determinación de pri ori dades en un esquema de agregación de niveles Nivel de Plan Nacional Región del Maule Provincia de Curicó Comuna de Molina Predio Grande Predio Pequeño
4.3.2
Superficies (ha) 40.000.000 3.051.810 748.670 155.200 31.000 330
Cantidades de Unidades 1.000 635 468 388 310 330
Superficies por Unidades (ha) 40.000 4.800 1.600 400 100 1
Definición de Variables Generales y Específicas
La selección de las variables específicas de riesgo, peligro y daño potencial se realiza entre aquellas que comprueben un alto nivel de influencia en la ocurrencia de incendios que afecta a la zona de estudio. Los factores que relacionados con la ignición, la propagación del fuego o la generación de daños, son innumerables, pero no siempre todos ellos están presentes, como es el caso de líneas ferroviarias o de sectores de recreación, por citar algunos ejemplos. Por otra parte, algunos factores que están presentes pueden tener una escasa importancia o peso, lo que llevaría a la conveniencia de descartarlos para simplificar el proceso. En consecuencia, en el proceso es importante considerar exclusivamente a las variables que posean una alta relevancia en el problema de los incendios forestales o en las operaciones de prevención y combate y, también, respecto a la gravedad de los impactos que pudiesen generarse. En general, se recomienda que la cantidad de variables específicas a considerar en la aplicación del Método fluctúe entre 10 y 15 para el conjunto de los tres análisis generales. En la selección de las variables, al igual que en la fijación de sus ponderaciones o pesos relativos (rangos de puntajes normalizados), por la subjetividad que ello implica, puede ser conveniente apoyarse en la aplicación de técnicas basadas en la opinión de expertos en la materia (Método Delphi, por ejemplo).
4.3.3 Asignación de Puntajes Normalizados Una vez definidas las variables que componen el Método, es necesario establecer escalas de equivalencias que permitan la comparación entre ellas, a fin de facilitar la sumatoria de sus valores y su posterior clasificación. Esta codificación o puntaje normalizado (que generalmente se expresan en un rango de 0 a 100), debe tener límites precisos para cada variable, dependiendo de la importancia relativa que posea dentro del conjunto.
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La asignación de los puntajes debe iniciarse considerando sólo a las variables generales (riesgo, peligro y daño potencial), con la precaución que la suma de los valores de los límites superiores de sus rangos sea igual a 100. Posteriormente, el valor fijado para cada variable general debe distribuirse entre todas las variables específicas correspondientes, ya seleccionadas. Por ejemplo, en este segundo paso, y tal como puede observarse en el ejemplo del Cuadro 3.3, si al análisis de riesgo se le asignó un límite superior de 35 y se seleccionaron dos variables específicas (ocurrencia histórica y ocurrencia potencial), la suma de los puntajes normalizados de éstas debe ser también de 35 (20 + 15). Ahora, dependiendo de la opinión de los expertos respecto al peso de esas dos variables específicas podría también corresponder a opciones de 25 +10, 30+5 bien 18 + 17. Se observa en el ejemplo que la variable específica Ocurrencia Potencial está compuesta por cuatro subvariables: Influencia de Carreteras, Influencia de la Interfaz Urbano-Rural, Áreas de Interés Turístico y Zonas de Faenas Forestales, con puntajes normalizados de 4, 6, 2 y 3, respectivamente, cuya suma cumple con el requisito de equivaler al valor de 35 fijado esta la variable específica. El ejemplo que se expone a continuación corresponde a la aplicación hipotética del Método por parte de CONAF para cumplir el requerimiento de un plan provincial de manejo del fuego, desarrollado en el año 2010 como ejercicio para estudiantes de la Escuela de Ingeniería Forestal de la Universidad de Chile.
Cuadro 4.3.3
E jemplo de Vari ables y asignación de Puntajes Normalizados (PN) en la Determinación de Prioridades de Protección para una provincia chilena Variable Generales Análisis Riesgo
PN 35
Variables Específicas
PN
- Ocurrencia Histórica - Ocurrencia Potencial
20 15
Análisis Peligro
30
- Potencial de Propagación - Resistencia al Control - Pendiente - Clima
10 5 10 5
Análisis Daño Potencial
35
- Valores Comerciales - Valores Sociales
12 10
- Valores Ambientales
13
Sub-variables
PN
- Influencia de Carreteras - Influencia de Interfaz - Áreas Turísticas - Faenas Silvoagropecuarias
4 6 2 3
- Interfaz Urbano-Rural - Valores Turísticos - Unidades del SNASPE - Zonas de Interés Ecológico
7 3 8 5
En el ejemplo recién expuesto, la selección de las variables y la asignación de sus puntajes fue decidida por un panel de expertos en manejo del fuego, conformado por profesores
149
universitarios y especialistas de CONAF, después analizar detenidamente los antecedentes y condiciones de la zona de trabajo. Debe tenerse presente que características e intereses a considerar pueden variar significativamente entre diferentes las regiones de Chile, incluso entre áreas existentes en una misma región, de modo que el esquema de variables y puntajes no es frecuente que se repita en el estudio de otros casos. Al respecto, se estima conveniente señalar algunas consideraciones a tener en cuenta en la decisión que se tome para algunas situaciones normales: -
La relación de puntajes entre las variables ocurrencia histórica y potencial, que en ejemplo se observan con valores relativamente similares, puede llegar a ser sensiblemente diferente al que se defina para otras áreas, dependiendo ello de la densidad de incendios forestales (cantidad por unidad de superficie y por unidad de tiempo) y la extensión del territorio bajo análisis que poseen. Al respecto cabe indicarse la situación de la Comuna de Viña del Mar, que posee una pequeña superficie con una elevada tasa de ocurrencia, en donde son muy escasos los sectores rurales o de la interfaz que no hayan sido afectados por siniestros. En este caso, la ponderación del riesgo histórico debiera ser claramente superior a la del riesgo potencial. Lo contrario sucede con una comuna de una región austral, que poseen una gran extensión y una baja densidad de incendios, por lo que correspondería otorgar un puntaje normalizado al riesgo potencial mucho mayor que el del riesgo histórico.
-
Otra situación que es importante revisar corresponde a las ponderaciones que asignen a las variables del análisis de daño potencial. Se señalan a continuación tres situaciones, que obedecen a distintos intereses por parte de quienes desean llevar a efecto el estudio: Una, cuando el territorio a evaluar está referido a la zona de dispersión de predios de una gran empresa forestal, cubierto mayoritariamente por plantaciones de pino y eucalipto y con un manejo orientado esencialmente a la producción de maderas para abastecer a industrias de celulosa y papel. En este caso, la decisión lógica sería favorecer a la ponderación de la variable valor comercial por sobre los valores sociales y ambientales. Ahora, si el análisis correspondiera a la zona de un Parque Nacional, lo adecuado sería privilegiar la ponderación del valor ambiental, asignándole el mayor peso mayor, dados los objetivos que se persiguen con las unidades del SNASPE. Una tercer ejemplo podría estar referido a la determinación de prioridades de protección inserto en un plan desarrollo regional, en el cual los valores sociales podrían ser ponderados de una manera similar o superior al de los valores comerciales y ambientales (situación que podría corresponder a la de la interfaz urbano-rural).
4.3.4
Procedimientos para el Cálculo de Puntajes Normalizados
Una vez definidas las variables específicas y sus correspondientes rangos de puntajes normalizados, debe procederse al cálculo de los respectivos valores a imputar a cada unidad de superficie. En primer lugar es necesario tener presente que el esquema de puntajes normalizados se fundamenta en la necesidad de comparar las escalas de valores de las diversas variables que componen el método, que se expresan en términos reales diferentes modos (unidades monetarias, superficies de influencias, densidades poblacionales, tasa de ocurrencia de incendios, parámetros medición del comportamiento del fuego, entre otras, incluso están aquellas de carácter intangible que requieren graduarse en forma subjetiva). La asignación de los valores para cada variable requiere hacerse sobre la base de una escala que represente adecuadamente su ámbito específico y permita calificar los distintos niveles o grados
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de importancia que puedan existir en cada una de las unidades de superficies a evaluar (píxeles o celdillas). Como consecuencia de lo señalado en el párrafo precedente, la forma de definir a las escalas son diversas, principalmente debido a la naturaleza de la variable y del tipo de unidad de medición que se utiliza. A continuación se describen las reseñas de los procedimientos que normalmente se emplean en la definición de las escalas de valores y sus correspondientes rangos de ponderación o puntajes normalizados para diferentes variables que podrán seleccionarse en un estudio determinado. Como la cantidad de variables posibles de escoger es muy alta (en el Capítulo 2 se señalan más de 30), las referencias que se entregan en el presente documento corresponden a las variables indicadas en el ejemplo del Cuadro 3.3 que son 14, y corresponden a las que se consideran con una mayor frecuencia. Una descripción complementaria y más detallada se podrá apreciar en el Capítulo 4 del presente manual, en el que se expone el proceso completo del proceso aplicado en el mismo ejemplo. Es importante destacar que diversas variables que no se incluyen en los protocolos que más adelante se describen, en el supuesto que una o varias de ellas se seleccionen en otro estudio de determinación de prioridades, lo recomendable, metodológicamente, es ajustarla a alguno de los procedimientos que se exponen. -
Ocurrencia Histórica. Para esta variable es necesario elaborar un mapa en donde
queden imputados todos los incendios registrados por unidad de superficie en el período de análisis que, por lo general abarca a los cinco años previos al momento del estudio. De este modo se podrá construir un listado de todos píxeles o celdillas con su respectiva densidad de incendios, y se podrá establecer la amplitud total de resultados, que van desde 0 (píxeles sin incendios) hasta la cantidad máxima por unidad superficie. Luego, se requiere establecer una cantidad de rangos dentro de esa amplitud de resultados, para permitir la calificación de cada uno de los píxeles de la zona de estudio. Sin embargo, sobre lo último, es necesario destacar que, en la ocurrencia histórica, la relación entre los rangos de resultados de las densidades de incendio y los límites de los niveles de puntajes normalizados a asignar no es lineal ni equivalente, por cuanto el incremento del riesgo es exponencial en la medida que aumenta la densidad de incendios. Una modalidad de elaboración de la escala de puntajes para esta variable se describe en el Estudio de Caso que se presenta en el siguiente Capítulo, basado en la definición de límites para los diferentes rangos de acuerdo al criterio de similitud de superficies que se determinen en un gráfico, donde el eje de la abscisa represente clases de densidades de incendios por unidades de superficie, y el eje de la ordenada a la cantidad total de incendios registrados para cada una de las clases de densidades. -
Ocurrencia Potencial. Las cuatro sub-variables del ejemplo: Influencia de carreteras,
influencia de la interfaz, áreas de interés turístico y sectores con faenas silvoagropecuarias pueden ser definidas como binarias, es decir, calificando cada celdilla o píxel de acuerdo a la presencia o ausencia del factor de riesgo, sin considerar rangos intermedios. Procede, en consecuencia, asignar el valor máximo de puntaje normalizado establecido en cada una de las unidades de superficie que tengan presencia de alguna de las subvariables de la ocurrencia potencial. Por el contrario, ante la ausencia de incendios registrados, corresponderá a un valor nulo.
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Podría ser conveniente en algunos casos establecer rangos intermedios para la influencia de carreteras y de la interfaz urbano-rural. En el primer caso, estableciendo puntajes diferentes de acuerdo al tipo de carpeta de rodado (pavimento superior, ripio, tierra), o bien por la intensidad de tránsito que posean (alto, medio, bajo). También, definiendo rango de descenso de la influencia de la vía de comunicación en la medida que aumenta la distancia desde el eje de la calzada (por ejemplo, 0-500, 500-1000 y 1000-2000 metros), dependiendo esto del tipo de carretera, densidad de tránsito, uso principal de la vía, u otra referencia relevante según sea la situación. Respecto a la zona de influencia de la interfaz, si se dispone de la información requerida, también se puede optar a rangos intermedios de puntaje normalizado de acuerdo a factores tales como densidad de habitaciones, tipo de material de construcción, distancia desde el límite urbano, situación socioeconómica de los pobladores, entre otros. Para esta variable, es conveniente tomar la decisión con el apoyo de paneles de expertos. -
Potencial de Propagación.
Puede basarse de acuerdo a parámetros del comportamiento del fuego respecto a eventuales incendios que podrían iniciarse. Estos parámetros pueden ser la velocidad de propagación lineal, la intensidad o la longitud de llamas, siendo el primero de ellos el más utilizado. Un ejemplo aclaratorio sobre el procedimiento a seguir para definir la escala de rangos y sus correspondientes puntajes normalizados se describe en el Estudio de Caso del Capítulo 4. Para la calificación de esta variable se requiere inicialmente disponer en un mapa la delimitación e identificación de los diversos modelos de combustibles presentes en la zona de estudio, a fin de poder registrar en cada celdilla o píxel cuál o cuales de ellos se presenta en una mayor proporción. Lo recomendable es basarse en el sistema nacional de modelos de combustibles elaborado para el Sistema Kitral por el Laboratorio de Incendios Forestales de la Universidad de Chile (Julio et al, 1995a), que contiene la información sobre las propiedades de los diversos tipos de vegetación requeridas para el cálculo de los parámetros del comportamiento del fuego. Respecto al cálculo mismo, pueden ser empleadas las formulas provistas por el Sistema Kitral de Prognósis y Gestión, desarrollado entre 1993 y 1996 por el mismo Laboratorio (Julio et al, 1995b). Una vez calculadas las velocidades de propagación lineal para cada uno de los píxeles, los resultados indicarán la amplitud de resultados para la variable y, de acuerdo a su puntaje normalizado máximo, podrán definirse la cantidad de rangos y sus límites de valores. Entre caso, la relación entre las clases de los rangos y puntajes es lineal y directa. También se podría optar, sobre la base de un panel de expertos, la identificación y calificación de los tipos de vegetación sin emplear las fórmulas y tablas anteriormente señaladas, como sería el caso de la aplicación del método en situaciones en que no se posea la información confiable o suficiente requerida
-
Resistencia al Control.
Está referida al esfuerzo necesario a desplegar en la construcción de una línea de contención de la propagación del fuego. Por lo general se emplea como parámetro a la cantidad de metros por hora y por hombre de una brigada de combate, basada en su rendimiento con herramientas manuales y equipos motorizados livianos, en la instalación de líneas en la fase de primer ataque o ataque inicial, de una anchura de 0,5 a 1,2 metros. Al igual que en el caso de la variable
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señalada anteriormente, lo recomendable es utilizar las tablas del rendimiento del Sistema Kitral construidas para cada modelo de combustible. Para la definición del valor a asignar por cada píxel o celdilla, como asimismo, las escalas de rangos y puntajes normalizados, debiera aplicarse el mismo procedimiento indicado precedentemente para la variable potencial de propagación. Igualmente, la relación entre las dos escalas es lineal, pero inversa, es decir, mientras mayor sea el rendimiento en la construcción de la línea, el correspondiente puntaje normalizado será menor. Del mismo modo podría emplearse alternativamente en la definición de modelos de combustibles y puntajes normalizados, un criterio basado en la opinión de expertos, pero debe aclararse que la disponibilidad de un mapa de tipos de vegetación para la zona de estudio es ineludible.
- Pendiente. El valor correspondiente a cada píxel puede obtenerse de dos maneras
diferentes: Una, mediante la confección de un Modelo Digital de Terreno en el caso que se tenga el apoyo de un SIG, con lo cual se conocerá la pendiente promedio para el punto central de unidad de superficie. La otra modalidad, cuando no se posea del medio recién señalado, es calcular directamente la pendiente en un mapa con curvas de nivel (Carta Regular del IGM, por ejemplo), para cada celdilla, de acuerdo a la cantidad de cotas de altitud que la cruzan ( promedio de las dos diagonales). Dado el efecto exponencial que posee la pendiente sobre el comportamiento del fuego, especialmente en la velocidad de propagación lineal, en la definición de clases o rangos, y la asignación del puntaje normalizado a cada una de ellas, deberá procederse de un modo similar al indicado para la variable ocurrencia histórica. Igualmente será necesario ajustar los rangos de manera que los puntajes normalizados sean idénticos en todos los píxeles con un mismo valor de pendiente. -
Clima. Los valores promedio durante la temporada de incendios forestales de meteoros
tales como la velocidad del viento, pluviosidad, temperatura y humedad relativa del aire, cantidad de meses secos durante el año, principalmente, influyen en la condición de la vegetación para la ignición y la velocidad de la combustión en la propagación del fuego. Estos datos pueden ser recopilados en alguno de los diversos atlas climáticos publicados (INIA, Almeida Arroyo, Santibáñez, Dirección Meteorológica de Chile, entre otros autores). Lo importante es delimitar las zonas climáticas que influyen en el peligro de incendios forestales, para proceder posteriormente a la calificación de las unidades de superficie contenidas en cada una de ellas. También es posible utilizar algún índice bioclimático conocido en Chile (Santibáñez y Uribe, 1993)( Luebert y Pliscoff, 1996) para facilitar la tarea. Por último, de acuerdo a los datos que se posean, es posible construir un indicador que se ajuste a la zona de estudio, otorgando pesos diferentes a los factores que se consideren de acuerdo al nivel de incidencia que poseen. Al respecto, en el Estudio de Caso que se presenta en el Capítulo 4 se expone un ejemplo de aplicación. Es importante tener presente que el indicador que se utilice o se elabore, es de carácter estructural, porque se basa en valores promedios de los meteoros durante la temporada de verano, lo que es distinto a los valores de los índices de pronósticos de incendios (como el IPO o índice de riesgo o ocurrencia, por ejemplo, por su carácter de contingente), dado que estos últimos evalúan las contingencia potencial día a día, de acuerdo a los valores de los meteoros del momento.
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-
Valores Comerciales. Corresponden a la pérdida directa o tangible que puede generarse en los productos o bienes relacionados con los diferentes tipos de vegetación (asociados a los modelos de combustibles) y de otros recursos existentes en áreas rurales y de la interfaz, como construcciones, instalaciones, cercos u otra infraestructura o equipamiento. Para la determinación de puntajes normalizados se deberá, previamente, indagar sobre los precios vigentes de mercado de una hectárea de terreno, para las diversas coberturas de vegetación y, también de los otros bienes existentes en la zona de estudio. Respecto a la intensidad del daño, corresponde asumir como supuesto que las pérdidas serán totales en los eventuales incendios que ocurran. Luego, corresponderá asignar a cada unidad de superficie el valor que poseen los tipos vegetación y de los otros bienes presentes, y determinar la amplitud de los resultados obtenidos. A continuación, de acuerdo al puntaje normalizado máximo para la variable, corresponderá delimitar una cantidad equivalente de rangos de daños potenciales directos, debido a que la relación entre estos aspectos es directa y proporcional.
-
Valores Sociales. Incluye dos aspectos: Impactos en Áreas de la Interfaz Urbano-Rural
e Impactos en las Áreas de Interés Turístico. Al igual que en el caso de la Ocurrencia Potencial, estas subvariables, de acuerdo a la información disponible, pueden ser calificadas como binarias, es decir, se constata la presencia o ausencia ante la eventual propagación del fuego, sin rangos intermedios. Por lo tanto, lo recomendable es asignar a todos los píxeles o unidades de superficie los valores máximos de cada una de estas variables que les estén afectando. Para la variable impacto en la interfaz también está presente la posibilidad de establecer rangos intermedios, dependiendo de la disponibilidad de información confiable sobre los efectos de la pérdida de valores en riesgo, como viviendas, bienes, daños a la salud y, en general, la secuela de convulsiones sociales, tanto comunitarias como personales que podrían derivarse por la propagación del fuego. Pero, a diferencia de lo señalado para la variable ocurrencia potencial, en el presente caso los antecedentes son muy escasos y difíciles de calificar. -
Valores Ambientales. En el ejemplo tomado como referencia está representada por dos
variables: Áreas Silvestres Protegidas e Interés Ecológico de las Formaciones Vegetales. En el primer caso, también puede ser tratada en forma binaria, y en la asignación del puntaje normalizado deberá procederse de la misma forma ya descrita para las variables Ocurrencia Potencial y Valores Sociales. Es decir, a todas las unidades de superficie que queden dentro del territorio del SNASPE correspondería asignarles el puntaje máximo definido para esta subvariable. Respecto a la variable relacionada con el Interés Ecológico, que viene a representar los daños intangibles o indirectos generados por los incendios forestales, se recomienda seguir el criterio propuesto por Julio (2007), que establece, primero, una escala de 1 a 10 para calificar cada tipo de vegetación o modelo de combustible de acuerdo al valor ambiental que se le otorgue. La adscripción de cada tipo de vegetación presente en la zona de estudio en alguna de las 10 categorías en la escala recién mencionada, debiera basarse en una decisión tomada por un panel de expertos. Luego, considerando que el número de cada una de las clases representa a un factor que se multiplica con el valor comercial una vez que sean definidos los tipos de vegetación, se podrá obtener el valor a asignar a cada unidad de superficie.
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Una vez asignados los señalados valores, deberá procederse de la misma forma descrita para el valor comercial descrito previamente, con el fin de determinar la escala de puntajes normalizados para esta variable, considerando una cantidad de rangos de valores equivalente al puntaje máximo establecido.
4.3.5
Definición de Categorías y Rangos de Prioridades de Protección
Todas las unidades de superficie de la zona de estudio deberán finalmente clasificarse en tres categorías: Primera Prioridad (Alta), Segunda Prioridad (Media) y Tercera Prioridad (Baja). Ello dependerá del puntaje final que se obtenga en cada unidad o píxel. Ya se señaló anteriormente que cada unidad de superficie tendrá un valor final igual a la sumatoria de los puntajes normalizados de todas las variables que la están afectando. Teóricamente el valor máximo teórico es 100, pero en la práctica es difícil que se obtenga. A continuación, debe procederse a ordenar los valores obtenidos en todas las celdillas en forma descendiente, en donde los valores más altos representaran a las celdillas con una mayor necesidad de protección (primera prioridad) y, los más bajos, a las celdillas que poseen un menor interés (tercera prioridad). Debe tenerse presente que en el listado es necesario excluir a las unidades que representan superficies incombustibles (Cascos Urbanos y Cuerpos de Agua), y que en estas situaciones la prioridad cabría calificarla como nula. Los límites de los puntajes normalizados totales para identificar a las tres categorías de prioridad son subjetivos, debiendo ser determinados para cada aplicación particular. Sin embargo, lo usual es basarse en el criterio de los “séptimos” , recomendado por Julio (1992), que establece que la superficie total cubierta por celdillas de primera prioridad debe corresponde a la mitad del total de las de segunda prioridad, las que a su vez equivalen al 50 % de las de tercera prioridad; es decir, éstas categorías representan 1/7, 2/7 y 4/7 del total de la superficie de la zona bajo protección, respectivamente. Sin embargo, es necesario aclarar que los criterios para la fijación de los límites de los rangos de cada una de las categorías de prioridad pueden ser muy variables y que, en definitiva, la decisión generalmente pasa a depender de la cuantía de recursos disponibles para el manejo del fuego, o también de acuerdo al nivel de exigencia que se establezca en la identificación de los sectores más críticos o demandantes de protección. Por ejemplo, si el criterio es privilegiar la asignación de recursos disponibles en los sectores con problemas extremos, la proporción de celdillas de primera prioridad podría corresponder al 10 %, 5% o menos, en el total de unidades de superficies de la zona de estudio.
4.3.6
Construcción del Mapa de Prioridades de Protección
La información de todas las unidades de superficie, calificadas en alguna de las tres categorías de prioridad, como resultado final de la aplicación del método, debe traspasarse a un mapa, de modo de permitir una observación rápida y clara de las posiciones y límites de los diversos sectores con diferentes niveles de interés en protección. Por otra parte, la representación espacial de las prioridades de protección facilita la evaluación de la eficiencia en el uso de los recursos dispuestos para el manejo del fuego, como así también el diseño de diversas operaciones de prevención, presupresión y combate. Un ejemplo
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aclaratorio en esta materia podría referirse a la evaluación de la cobertura efectiva de detección basada en una red de torres de observación. Al respecto son posibles dos situaciones: Una, en donde la cobertura total de visibilidad física alcanza al 70% del total de la superficie de interés, valor que en principio podría calificar al sistema detección como bueno o muy bueno; sin embargo, al contrastarse las superficies visibles con sus respectivas prioridades de protección se constata que la mayor proporción de sectores de las primeras prioridades se ubican en sectores no visibles. La segunda, en la cual la visibilidad física total alcanza solamente al 40% del territorio bajo protección, lo que calificaría a la eficiencia del sistema de detección como regular o baja, pero al contrastar lo visible con sus prioridades, se comprueba que se están cubriendo la mayor parte de los sectores de primera y segunda prioridad. Si no se consideran las visibilidades ponderadas por la prioridad, la conclusión lógica sería que la detección en la primera situación es eficiente y en la segunda deficiente, pero mediante las ponderaciones indicadas, se estaría demostrando que esas calificaciones corresponden realmente a lo contrario. También es recomendable elaborar mapas parciales de prioridades de protección, para cada uno de los análisis que componen el sistema. Ello, porque el diseño y la programación de diversas actividades de manejo del fuego se apoyan preferentemente en sólo en uno odos de ellos. Por ejemplo, la prevención basada en la sensibilización se fundamenta principalmente en el análisis de riesgo. Otro caso por citar, entre otros, se refiere a las decisiones de despacho de recursos para el combate, que se sustenta solamente en los análisis de peligro y daño potencial, sin requerir de antecedentes relativos al riesgo, por cuanto esta actividad se activa en el momento que se recibe el reporte de un nuevo incendio forestal que debe ser controlado.
4.4
ESTUDIO DE CASO
4.4.1
Referencias Iniciales
La zona seleccionada para el presente estudio de caso corresponde a una provincia hipotética de Chile, que posee una superficie total 1.398.400 ha y que se caracteriza por una amplia variedad de situaciones de riesgo, peligro y daño potencial, la presencia de ocho entidades poblacionales (una ciudad de tamaño medio, dos pueblos grandes y tres pequeños), un litoral marítimo en su parte norte, diversas vías de comunicación, dos cordones montañosos, y variados sectores con faenas de explotación agrícola y forestal, vegetación nativa, plantaciones forestales, cultivos agropecuarios, áreas silvestres protegidas y áreas de interés turístico. El clima general es templado cálido con lluvias invernales (tipo Csb, según la clasificación de Koeppen), en el fue posible diferenciar tres subzonas climáticas. Sobre la base del sistema cartográfico convencional (longitud y latitud), se definieron 874 unidades de superficie (celdillas cuadradas de 1600 ha; píxeles de 4km*4km). Se dispone de información obtenida en CONAF, INE, Dirección Meteorológica de Chile, IGM, Ministerio de Transporte y Comunicaciones, SAG, CORMA e Intendencia Regional, con la cual fue posible confeccionar seis mapas base que contienen la mayor parte de los antecedentes requeridos para sustentar los diferentes procesos del Método. Estos mapas, que se presentan en el Anexo, incluyen antecedentes sobre: Mapa 1.- Información General sobre la Zona de Estudio Mapa 2.- Centros Urbanos, Carreteras y Cuerpos de Agua Mapa 3.- Áreas Silvestres Protegidas, Turísticas y de Explotación Silvoagropecuaria
156
Mapa 4.- Mapa de Pendientes y Zonas Climáticas Mapa 5.- Ocurrencia Histórica de Incendios Forestales Mapa 7.- Modelos de Combustibles El estudio de prioridades de protección fue impulsado por el Programa Regional de Manejo del Fuego de CONAF, como parte de un plan estratégico forestal inserto en el plan provincial de desarrollo.
4.4.2
Selección de Variables y Definición de Puntajes Normalizados
Con el apoyo de un panel de expertos y la aplicación del Método Delphi, teniendo además presente los objetivos del estudio y los antecedentes disponibles para la aplicación del Método, se decidió un esquema de trabajo basado en 14 variables o subvariables, distribuidas entre las tres variables generales (riesgo, peligro y daño potencial), que se expone en el Cuadro 4.4.2. También se incluyen en el mismo cuadro las ponderaciones o puntajes normalizados definidos.
Cuadro 4.4.2 E squema de Variables y Puntajes Normalizados (PN) para la Zona de E studio Variable Generales Análisis Riesgo
PN 35
Variables Específicas
PN
- Ocurrencia Histórica - Ocurrencia Potencial
20 15
Análisis Peligro
30
- Potencial de Propagación - Resistencia al Control - Pendiente - Clima
10 5 10 5
Análisis Daño Potencial
35
- Valores Comerciales - Valores Sociales
12 10
- Valores Ambientales
13
Sub-variables
PN
- Influencia de Carreteras - Influencia de Interfaz - Áreas Turísticas - Faenas Silvoagropecuarias
4 6 2 3
- Interfaz Urbano-Rural - Valores Turísticos - Unidades del SNASPE - Zonas de Interés Ecológico
7 3 8 5
Se puede observar un relativo equilibrio en la asignación de puntajes normalizados entre la ocurrencia histórica y la potencial. En ello, el panel de expertos consideró que, si bien en la Zona de Estudio, como se evidencian en el Mapa 5, existen sectores con una elevada tasa de ocurrencia, especialmente en el entorno de entidades poblacionales, carreteras y centros de recreación, también se constata que por sobre el 50 % del territorio existe una nula o mínima densidad de incendios. Por otra parte, en consideración a los objetivos del estudio, el panel de expertos decidió, en el análisis de daño potencial, otorgar un mayor peso a las pérdidas intangibles por sobre a aquellas de carácter comercial.
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4.4.3 Cálculo del Riesgo 4.4.3.1 Ocurrencia Histórica La base de datos utilizada para el proceso requerido corresponde a los antecedentes expuestos en el Mapa 5 del Anexo, los que a su vez se obtuvieron de los registros de incendios forestales del quinquenio 2006-2010, del Sistema Estadístico de Manejo del Fuego de CONAF. Estos datos señalan, a modo de resumen, que el 24 % de las unidades de superficie o píxeles no fueron afectadas por incendios en el período de estudio, un 36 % tuvo una baja ocurrencia (píxeles con 1 o 2 incendios), y que en un 9 % se alcanzó una ocurrencia alta o extrema (sobre 10 incendios por píxel). En el Cuadro 4.4.3.1a se expone distribución de la densidad de incendios, la que conforma la base para el cálculo de los puntajes normalizados para esta variable. La densidad está representada por cantidad de incendios por píxel (1600 ha).
Cuadro 4.4.3.1a Distribución de la de I ncendios F orestales N° incendios N° por píxel píxeles 0 1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 12 14 15 16 17 18 19 22 25 26 29
211 207 110 63 46 35 29 26 21 20 23 16 7 5 5 1 4 1 2 3 3 4 2
Total Total Incendios Acumulado 0 207 220 189 184 175 174 182 168 180 230 176 84 70 75 16 68 18 38 66 75 104 58
0 207 427 616 800 975 1149 1331 1499 1679 1909 2085 2169 2239 2314 2330 2398 2416 2454 2520 2595 2699 2757
N° incendios por píxel
N° píxeles
Total Incendios
Total Acumulado
33 34 37 40 42 48 53 60 63 75 77 80 84 86 91 105 108 109 125 149 152 188 323
2 3 1 1 1 1 1 3 2 1 1 1 2 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1
66 102 37 40 42 48 53 180 126 75 77 80 168 86 91 105 108 109 125 149 152 188 323
2823 2925 2962 3002 3044 3092 3145 3325 3451 3526 3603 3683 3851 3937 4028 4133 4241 4350 4475 4624 4776 4964 5287
Se observa que se registraron 5.287 incendios en el período estudiado. De acuerdo a lo indicado en el punto 3.4, la definición de límites de rangos de densidad de incendios (número
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de incendios por píxel) para la determinación de puntajes normativos se basó en un criterio de similitud de superficies, que en este caso estuvo representada por rangos de un mismo total acumulado de incendios. En consecuencia, la amplitud de cada rango, a modo de referencia debe tener alrededor de 264,35 incendios, cifra obtenida de la división del total de incendios (5.287) por la cantidad de clases de puntaje normalizado (20), definido en el esquema del Cuadro 4.4.2. Ahora, a cada clase de cantidad de incendios por unidad de superficie, por la cantidad de incendios acumulados que posee, le corresponde una proporción del valor del rango ya definido (264,35), tal como puede observarse en el Cuadro 4.4.3.1b
Cuadro 4.4.3.1b Cálculo de Rangos por clase de Densidad de I ncendios (N° de incendios por píxel) N° Incendios por píxel
Total Acumulado
Cantidad de Rangos
N° incendios por píxel
0 1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 12 14 15 16 17 18 19 22 25 26 29
0 207 427 616 800 975 1149 1331 1499 1679 1909 2085 2169 2239 2314 2330 2398 2416 2454 2520 2595 2699 2757
0 0,78 1,62 2,33 3,03 3,69 4,35 5,04 5,67 6,35 7,22 7,89 8,21 8,47 8,75 8,81 9,07 9,14 9,28 9,53 9,82 10,21 10,43
33 34 37 40 42 48 53 60 63 75 77 80 84 86 91 105 108 109 125 149 152 188 323
Total Cantidad Acumulado de Rangos 2823 2925 2962 3002 3044 3092 3145 3325 3451 3526 3603 3683 3851 3937 4028 4133 4241 4350 4475 4624 4776 4964 5287
10,68 11,06 11,20 11,36 11,52 11,70 11,90 12,58 13,05 13,34 13,63 13,93 14,57 14,89 15,24 15,63 16,04 16,46 16,93 17,49 18,07 18,78 20
El puntaje normalizado para cada clase de Número de Incendios por píxel corresponde, en principio, al respectivo valor de la columna Cantidad de Rangos, sin embargo, es recomendable aplicar un ajuste a la curva que relaciona a los valores de ambas columnas. El resultado obtenido, en el presente caso, se expone en el Cuadro 4.4.3.1c. Los valores resultantes deben, a continuación, reemplazar en el mapa o planilla de cálculo a los datos originales de cantidad de incendios por píxel. En cada caso se requiere imputar el valor del puntaje normalizado que corresponda a la cantidad de incendios registrada previamente.
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Posteriormente, los puntajes normalizados de la ocurrencia histórica por cada unidad de superficie, deberán sumarse a los que se obtengan para la ocurrencia potencial. De esta forma se completará la elaboración del análisis de riesgo.
Cuadro 4.4.3.1c Puntajes Normlizados para la Ocurrencia Histórica por Rangos Valores de Densidad de I ncendios Rangos de Número de Incendios por Píxel 0 1-2 3-4 5-6 7-9 10-12 13-16 17-21 22-26 27-33 34-41 42-50 51-60 61-72 73-85 86-102 103-120 121-143 144-169 170-199 200-323
Puntajes Normalizados 0 1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 12 13 14 15 16 17 18 19 20
4.3.3.2 Ocurrencia Potencial Los cuatro componentes considerados en esta variable: Influencia de carreteras, influencia de la interfaz, áreas de interés turístico y sectores con faenas silvoagropecuarias fueron definidos como binarios, es decir, se procedió a calificar cada celdilla o píxel de acuerdo a la presencia o ausencia del factor de riesgo, sin considerar rangos intermedios. También, de acuerdo al criterio definido en el Punto 4.3.4, se asignó el valor máximo de puntaje normalizado establecido en cada una de las unidades de superficies que estuviesen siendo afectadas por alguna de las subvariables de la ocurrencia potencial. Los antecedentes empleados para el cálculo de los puntajes normalizados se presentan en el Mapa 2 (Sectores de Interfaz y Franjas de Influencia de Carreteras), y el Mapa 3 del Anexo (Sectores de Faenas de Explotaciones Silvoagropecuarias y de Interés Turístico).
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No fue posible establecer rangos intermedios para las variables influencia de carreteras e interfaz urbano-rural. En el primer caso, debido a la extensión de las unidades de superficie (1.600 ha; píxeles de 2km*2km), por lo que se resolvió imputar su presencia en todas las celdillas que estuviesen cruzada por una carretera, o en un posición inmediatamente vecina. Respecto a la zona de influencia de la interfaz, no se dispuso de la información necesaria para establecer rangos intermedios. En este caso, se calificó su presencia en todas las unidades de superficies inmediatamente vecinas o adyacentes a alguna de las entidades poblacionales existentes en la Zona de Estudio. El procesamiento de la información, en forma resumida, entregó los siguientes resultados:
Cuadro 4.4.3.2 Resumen de Resultados en el Análisis de Ocurrencia Potencial Subvariables Influencia de Carreteras Influencia de la Interfaz Sectores Turísticos Sectores con Faenas Silvoagropecuarias
Puntajes Normalizados 4 6 2 3
Presencia de Subvariables (N° de píxeles) 153 82 16 77
% de Zona de Estudio 17,5 9,4 0,02 8,8
4.4.3.3 Prioridades de Protección basadas en el Análisis de Riesgo Los puntajes normalizados calculados por unidades de superficie, para todas las variables y subvariables, fueron sumados, y de esa manera se obtuvo la tabla final del análisis de riesgo, cuyos resultados finales permitieron definir la distribución de las prioridades de protección, basadas en el método de los séptimos, que se expone en la Figura 4.4.3.3, junto a un resumen de los resultados que se presenta en la Cuadro 4.4.3.3
Cuadro 4.4.3.3 Resultados del Análisis del Riesgo y de sus Prioridades de Protección Prioridades de Riesgo Primera Segunda Tercera Totales
Rangos de PN 9-32 2-8 0-1
N° Unidades de Superficie 109 289 476 874
Superficies (ha) 174.400 462.400 716.600 1.398.400
% 12,5 33,1 54,4 100
161
Prioridades de Protección según Análisis de Riesgo 1 2 3 4 5
6 7 8 9 10 11 12 13 14 15 16 17 18 19 20 21 22 23 24 25 26 27 28 29 30 31 32 33 34 35 36 37 38
A B C D E F G H I J K L M N O P Q R S T U V W I Prioridad
Unidad de Superficie: 1.600 ha Área Urbana
II Prioridad
III Prioridad
Cuerpo de Agua
S uperfi ci e Total: 1.398.400 ha
F igura 4.4.3.3.- Mapa del Análisis de Riesgo Se puede observar con claridad que los diferentes niveles de prioridad cubren prácticamente todos los sectores de la Zona de Estudio, aunque el mayor riesgo se concentra preferentemente en los alrededores de los centros poblados y en las vecindades de las vías de comunicación.
4.4.4
Cálculo del Peligro
4.4.4.1 Potencial de Propagación Se consideró para el cálculo de esta variable a la velocidad de propagación lineal del fuego, considerando la fórmula del Sistema Kitral (Julio et el, 1995b), que se expresa en:
VPL = (Fmc) (Fch) (Fp + Fvv)
En donde “VPL” representa a la velocidad de propagación lineal del fuego, en metros/segundo; “Fmc” el factor modelo de combustible; “Fch” el factor contenido de humedad de la
162 vegetación; “Fp” el factor pendiente, y “Fvv” el factor velocidad del viento. Los valores d e
estos cuatro factores se obtuvieron de las tablas del Sistema Kitral. Respecto a los combustibles, la información disponible para la Zona de Estudio indicó la presencia de 10 modelos, identificados y distribuidos tal como se observa en el Ma pa 6 (Anexo 1), y que corresponden a los siguientes, con sus respectivos valores de Fmc.
Cuadro 4.4.4.1a Valores Base de la Velocidad de Propagación Lineal (Sistema (Kitral) Modelos de Combustibles Pastizal Mesomórfico Denso/Cultivos de Cereales Matorrales y Arbustos Higromórficos Densos Formaciones con predominancia de Chasquea spp Renovales Nativos del Tipo Siempreverde Formaciones con predominancia de Araucaria Arbolado Nativo Denso Arbolado Nativo de Densidad Media Plantaciones de Pino Radiata Jóvenes sin Manejo Plantaciones de Pino Radiata Jóvenes con Manejo Plantaciones de Eucalipto Glóbulo Adultas
Clave Kitral PCH-1 MT-03 MT-05 MT-08 BN-02 BN-03 BN-04 PL-02 PL-05 PL-10
Fmc (metros/seg) 0,018880 0,001672 0,010321 0,004342 0,001441 0,000979 0,001556 0,005973 0,006516 0,003799
Para el cálculo del contenido de humedad se utilizaron los datos meteorológicos promedios por temporada de verano publicados por el INIA (1990), para las tres subzonas climáticas, y que se exponen más adelante en el Cuadro 4.4.3. Específicamente se empleó la función desarrollada por Julio (2011), que expresa:
CH = - 2,97374 + 0,262 (HR) – 0,00982 (T)
En donde “CH” es el contenido de humedad, en %; “HR” la humedad relativa del aire en %; y “T”, la temperatura del air e en ºC.
Los datos de pendientes promedios por unidad de superficie se calcularon por medio de un modelo digital de terreno, con información de las cartas regulares del IGM. Estos datos se presentan en el Mapa 4 (Anexo 2). Por último, los antecedentes sobre velocidad del viento corresponden a los publicados por Santibáñez y Uribe (1993). Una vez obtenidos los valores de las variables antes indicadas, y su conversión en factores, se procedió al cálculo de la velocidad de propagación lineal en cada una de las unidades de superficie. En el resumen que se presenta en el Cuadro 4.4.4.1b, establecieron 10 rangos, que equivalen a una misma cantidad de clases de puntajes normalizados, dada la relación directa que se define con la velocidad de propagación lineal
163
Cuadro 4.4.4.1b Cuadro resumen de Resultados y Puntajes Normalizados (PN) para la variable Velocidad de Propagación Lineal. VPL (metros/seg) (sin vegetación) 0,001 – 0,140 0,141 – 0,207 0,208 – 0,273 0,274 – 0,339 0,340 – 0,406 0,407 – 0,472 0,473 – 0,538 0,539 – 0,604 0,605 – 0,671 0,672 – 0,737 Totales
Número Píxeles 56 263 141 101 37 38 0 166 0 0 72 874
%
PN
6,4 30,1 16,2 11,6 4,2 4,3 0 19,0 0 0 8,2 100
0 1 2 3 4 5 6 7 8 9 10
Se observa que la velocidad de propagación, en alrededor del 52% de las unidades de superficie tendría en la temporada de verano valores inferiores a 0,207 metros por segundo (12,42 metros por minuto). Cabe destacar la significativa proporción de unidades con una propagación del fuego a una velocidad extrema, de 0,672 a 0,737 metros por segundo (40,63 a 44,22 m/s), lo indudablemente es consecuencia de los sectores que se caracterizan por pendientes elevadas, vientos intensos y altas temperaturas. 4.4.4.2 Resistencia al Control Como se expresó con anterioridad, esta variable está referida al esfuerzo requerido para la construcción de líneas de contención de la propagación del fuego en operaciones de combate. Cada tipo de vegetación, de acuerdo a sus propiedades física posee un estándar especifico, lo que permite calificar a los modelos de combustibles de acuerdo a la facilidad o resistencia que ofrecen para ser intervenidos. En el presente estudio se utilizaron las tablas de rendimiento en la construcción provistas por el Sistema Kitral, que se expresan en metros de línea por hombre y por hora de trabajo. En el Cuadro 4.4.4.2a se presentan los antecedentes correspondientes a los modelos de combustibles presentes en la Zona de Estudio. Estos valores fueron determinados por Julio et al (1995) considerando las siguientes referencias: Combate terrestre con brigadas profesionales, anchura de la línea de 0,5 a 1,2 metros, empleo herramientas manuales y equipos motorizados livianos y operación en terrenos planos. Para los terrenos inclinados se aplicó un factor de dificultad equivalente al factor pendiente.
164
C uadro uadro 4.4.4.2a 4.4.4. 2a Rendimientos en la Construcción Construcción de Líneas (Sistema (Kitral) Modelos de Combustibles
Clave Kitral PCH-1 MT-03 MT-05 MT-08 BN-02 BN-03 BN-04 PL-02 PL-05 PL-10
Pastizal Mesomórfico Denso/Cultivos Denso/Cultivos de Cereales Matorrales y Arbustos Higromórficos Densos Formaciones con predominancia de Chasquea spp Renovales Nativos del Tipo Siempreverde Formaciones con predominancia de Araucaria Arbolado Nativo Denso Arbolado Nativo de Densidad Media Plantaciones de Pino Radiata Jóvenes sin Manejo Plantaciones de Pino Radiata Jóvenes con Manejo Plantaciones de Eucalipto Glóbulo Adultas
Rendimiento (m/hora/hombre) 86 10 34 50 43 26 39 32 36 30
Los valores indicados se imputaron en cada unidad de superficie, de acuerdo al modelo de combustibles, corregidos corregidos por el factor pendiente en el caso de terrenos inclinados. Dada la relación proporcional, aunque inversa, entre los valores de rendimiento y la resistencia al control, los puntajes normalizados mayores de la variable corresponden a aquellos que representan a las también mayores dificultades dificultades en la construcción de líneas. La amplitud de valores fue segregada en cinco rangos, que corresponde al máximo del puntaje normalizado. Un resumen de los resultados obtenidos se expone a continuación.
Cuadr uadr o 4.4.4.2b C uadr uadr o resumen resumen de de R esultado esultadoss y Punta Puntajj es Norma N ormaliliza zado doss (P ( PN ) pa para la varia ri able R esiste sistencia ncia al Cont Control (R C) Rendimientos en la Construcción de Líneas (metros/hora/hombre ) (sin vegetación) 10,0 - 25,2 25,3 - 40,4 40,5- 55,6 55,7 - 70,8 70,9 – 86,0 Totales
4.4.4.3
Número Píxeles 56 48 484 48 0 238 874
% 6,4 5,5 55,4 5,5 0 27,2 100
PN (RC) 5 4 3 2 1 0
Pendiente
El valor promedio de la pendiente para unidad de superficie está indicado en el Mapa 4 (Anexo 2). Estos antecedentes se obtuvieron por medio de la aplicación de un modelo digital de terreno con información de las Cartas Cartas Regulares IGM IGM Escala 1:50.000. Cada uno de los valores valores fue reemplazado por su respectivo factor de pendiente (Anexo 1). Una vez hecho, todos los resultados se ordenaron en forma ascendente, para determinar los rangos de amplitud y su
165
correspondiente puntaje normalizado. Esto último, dada la relación exponencial entre la pendiente y el nivel de impacto en el comportamiento del fuego, se aplicó el mismo procedimiento señalado para la variable ocurrencia histórica del análisis de riesgo. Los resultados obtenidos se presentan en el Cuadro 4.4.4.3
C uadro uadro 4.4. 4.4.4.3 4.3 C uadr uadr o Re Resumen sumen de R esultados sultados y Puntajes Puntajes Norm Nor malizados alizados (PN (P N ) pa para la varia ri able Pend Pendie ient ntee. Pendiente (%) 0 0,1 – 4,9 5,0 – 8,9 9,0 – 11,9 12,6 – 13,9 14,0 – 15,9 16,0 – 16,9 17,0 – 17,9 18,0 – 18,9 19,0 – 21,9 22,0 – 29,0 Totales
4.4.4.4
Número Píxeles 197 461 12 25 28 43 16 27 23 29 13 874
%
PN
22,5 52,6 1,4 2,9 3,2 4,9 1,8 3,1 2,6 3,3 1,5 100
0 1 2 3 4 5 6 7 8 9 10
Clima
Los atlas climáticos publicados por el INIA (1990) y Santibáñez y Uribe (1993), permitieron confeccionar una tabla de valores promedio en el verano de los meteoros que poseen una alta incidencia en iniciación iniciación y propagación de incendios incendios forestales. Los antecedentes recolectados permitieron segregar el territorio bajo estudio en tres subzonas climáticas, cuyos límites se pueden observar en el Mapa 4 del Anexo. Anexo.
Cuadr uadr o 4.4.4.4a Antece Anteced dente ntes Climát Climáticos icos de la Zona Zona de E stud studio io Variables Duración de la Temporada de Incendios (meses) Temperatura del Aire Máxima Promedio (°C) Humedad Relativa Aire Mínima Promedio (%) Velocidad Promedio del Viento (km/hora) N° de Unidades de Superficie
Zona 1 6 29 41 11 222
Zona 2 5 31 36 8 240
Zona 3 4 26 43 9 412
Una revisión rápida de los datos indicaría que las zonas 1 y 2 tendrían un mayor grado de conflictividad climática, con una una clara diferencia sobre sobre la zona 3. Sin embargo, se prefirió recurrir al apoyo de un panel de expertos para diseñar algún método cuantitativo que estableciera las diferencias entre ellas, lo que llevó a diseñar un índice simple basado en ponderaciones de la incidencia incidencia que cada meteoro tiene sobre sobre el peligro de incendios. incendios.
166
La conclusión de la consulta llevó al siguiente orden de importancia de las variables (de mayor a menor), con la indicación entre paréntesis de la ponderación que consideró asignar a cada una de ellas: Velocidad del Viento (4), Temperatura (3), Duración de la temporada (2) y Humedad Relativa (1). Debe tenerse presente que que la humedad relativa tiene tiene un efecto indirecto indirecto sobre el peligro (a mayor valor la incidencia es menor). Por otra parte, de manera de hacer equitativo el proceso de cálculo, se resolvió resolvió llevar, para cada variable meteorológica, meteorológica, su valor máximo a 100, asignando un número proporcional proporcional a los restantes. Los resultados permitieron permitieron la confección del Cuadro 4.4.4.4b.
Cuadr uadr o 4.4.4.4b V alor alor es Cli C lim máti áti cos cos de la Zona Zona de de Estud E studii o cor cor r egi dos dos según la la importanci importancia a relati relati va Variables Duración de la Temporada de Incendios (meses) Temperatura del Aire Máxima Promedio (°C) Humedad Relativa Aire Mínima Promedio (%) Velocidad Promedio del Viento (km/hora)
Zona 1 100 94 -95 100
Zona 2 83 100 -84 73
Zona 3 67 84 -100 82
El índice simple propuesto corresponde la fórmula: I=(VV)(10) + (T)(7) - (MT)(2) - (HR)(5), y al ser aplicado con los valores corregidos entre los siguientes resultados para cada zona climática, con su correspondiente puntaje normalizado, entregó los siguientes resultados:
C uadr uadr o 4.4.4.4c 4.4.4. 4c C alifi alif i cación cación F i nal nal de Zona Zonass Cli C lim máticas y sus corre corr espond spondii entes ntes Puntajes Normalizados (PN) Variables Temporada (meses) Temperatura (°C) H.Relativa (%) V.Viento (km/hora) Valor Total Puntaje Normalizado
Ponderación 2 7 -5 10
Valores Corregidos Ponderados Zona 1 Zona 2 Zona 3 200 166 134 658 700 588 -475 -420 -500 1000 730 820 1383 1176 820 5 3 1
4.4.4.5 Prioridades de Protección basadas en el Análisis del Peligro Mediante la suma de los puntajes normalizados calculados para cada una de las unidades de superficie permitió la amplitud de los resultados finales y, por medio de la aplicación del método de los séptimos, la distribución y límites de las tres categorías de prioridades según el peligro. En la Figura 4.4.4.5 se expone el correspondiente mapa. Un resumen de esos resultados se presenta a continuación:
167
C uadr uadr o 4.4.4.5 R esultados sultados del del Análi Análisisiss de de P elig li g r o y de sus Pri Pr i orida ori dade dess de de Pr ote otección cción Prioridades de Riesgo Primera Segunda Tercera Totales
Rangos de PN 16-22 12-15 1-11
N° Unidades de Superficie 100 234 540 874
Superficies (ha) 160.000 374.400 864.000 1.398.400
% 11,4 26,8 61,8 100
En la Figura 4.4.4.5, a diferencia de los resultados obtenidos en el Análisis de Riesgo, se constata una distribución distribución irregular de los los sectores de mayor mayor peligro. Se observan que los los incendios con los niveles más altos de conflictividad se concentran en los cordones montañosos (por efecto de pendientes pronunciadas), y en la zona oeste (central y sur). Prioridades de Protección según Análisis de Peligro 1 2 3 4 5
6 7 8 9 10 11 12 13 14 15 16 17 18 19 20 21 22 23 24 25 26 27 28 29 30 31 32 33 34 35 36 37 38
A B C D E F G H I J K L M N O P Q R S T U V W Unidad de Superficie: 1.600 ha Área Urbana
I Prioridad
II Prioridad
Cuerpo de Agua
S uperf ic ie Total: 1.398. 400 ha
F i gura gur a 4.4.4.5.- Ma M apa del Aná A nálilisi siss de de P eligr li gr o
III Prioridad
168
4.4.5 Cálculo del Daño Potencial 4.4.5.1
Valores Comerciales
Corresponde a la pérdida directa o tangible que puede generarse en los productos o bienes relacionados con los diferentes tipos de vegetación (asociados a modelos de combustibles – Mapa 6). Para el cálculo de los puntajes normalizados normalizados se consideró el precio precio de mercado de una hectárea de terreno, y el supuesto que la pérdida pérdida por efecto del fuego fuego es total. Una indagación en la región de la Zona de Estudio permitió conocer los valores en dólares por modelo de combustible, que se expone en el Cuadro 4.4.5.1a.
C uadro uadro 4.4.5.1a 4.4.5. 1a V alores alores de de Mercad Mer cado o par para a los Mod Modelo eloss de Combusti Combustible ble Modelos de Combustibles Pastizal Mesomórfico Denso/Cultivos Denso/Cultivos de Cereales Matorrales y Arbustos Higromórficos Densos Formaciones con predominancia de Chasquea spp Renovales Nativos del Tipo Siempreverde Formaciones con predominancia de Araucaria Arbolado Nativo Denso Arbolado Nativo de Densidad Media Plantaciones de Pino Radiata Jóvenes sin Manejo Plantaciones de Pino Radiata Jóvenes con Manejo Plantaciones de Eucalipto Glóbulo Adultas
Clave Kitral PCH-1 MT-03 MT-05 MT-08 BN-02 BN-03 BN-04 PL-02 PL-05 PL-10
Valores (US$/ha) 650 710 1.100 1.760 5.000 5.300 3.800 3.900 4.500 5.100
En la asignación de puntajes normalizados, de acuerdo a los criterios señalados en el Capítulo 3 del presente documento, se optó por establecer una escala de un número de clases o rangos idénticos al puntaje normalizado máximo de la variable (12 puntos), en atención a la relación directa y proporcional entre los valores de los modelos de combustibles y las correspondientes ponderaciones a asignar. Bajo esta consideración, se procesó la información, con el resultado que se expone en el Cuadro 4.4.5.1b.
169
Cuadr uadr o 4.4.5.1b C uadr uadr o Re Resumen sumen de R esultados sultados y Puntajes Norm Nor maliza alizado doss (P ( PN ) pa para la varia ri able Valo Valor Com Comercial Rangos de Valores (US$) 0 650 – 1.037 1.038 – 1.424 1.425 – 1.812 1.813 – 2.199 2.200 – 2.587 2.588 – 2.974 2.975 – 3.362 3.363 – 3.749 3.750 – 4.137 4.138 – 4.524 4.525 – 4.912 4.913 – 5.300 Totales
Número Píxeles 56 286 75 26 0 0 0 0 0 185 55 0 191 874
%
PN
6,4 32,7 8,6 3,0 0 0 0 0 0 21,2 6,3 0 21,8 100
0 1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 12
4.4.5.2 Valores Sociales Las dos componentes del valor social: Interfaz Urbano-Rural y Valores Turísticos, al igual que en el caso de la la ocurrencia potencial, se se definieron como como binarias, es decir, calificando cada celdilla o píxel de acuerdo a la presencia o ausencia de estas subvariables, sin considerar rangos intermedios. La información disponible fue insuficiente para aplicar algún tipo de segregación. Por lo tanto, y también de acuerdo al criterio definido en el Punto 4.3.4, se procedió, a asignar el valor máximo de puntaje normalizado establecido en cada una de las unidades de superficies que estuviesen siendo afectadas por alguna de estos scomponentes. La distribución espacial de la presencia de sectores de de interfaz e interés turístico se puede observar en los Mapa 2 y 3 del Anexo. El procesamiento de la información, en forma resumida, entregó los siguientes resultados:
C uadr uadr o 4.4.5.2 R esume sumen de R esultados sultados en en el Análi Análisisiss de Ocurr Ocur r encia nci a Potenci Potencia al Subvariables Interfaz Urbano.Rural Interés Turístico
Puntajes Normalizados 7 3
Presencia de Subvariables (N° de píxeles) 82 13
% de Zona de Estudio 9,4 1,5
170
4.4.5.3
Valores Ambientales
Se consideraron dos subvariables: Unidades del Sistema Nacional de Áreas Silvestres Protegidas del Estado Estado (SNASPE) y Sectores de Interés Ecológico. Ecológico. La primera de ellas fue calificada como binaria, por lo que se procedió a asignar el puntaje normalizado máximo (8 puntos), a todas las celdillas o píxeles con presencia de una unidad del SNASPE, utilizando para ello los datos del Mapa 3 del Anexo. Como resultado se constató la presencia en 43 unidades de superficie, lo que corresponde al 4,3 % del total de la Zona de Estudio. Respecto al Interés Ecológico, con el apoyo de una panel de experto se establecieron cinco categorías, considerando los tipos de vegetación o modelos de combustibles presentes en la Zona de Estudio, cuyas distribuciones distribuciones se aprecian en el Mapa 3 del Anexo. En la asignación de puntajes normalizados, de acuerdo a los criterios señalados en el punto 4.3, se optó por establecer una escala de un número de clases o rangos r angos idénticos al puntaje normalizado máximo de la variable (5 puntos), en atención a la relación directa y proporcional entre los valores de los modelos de combustibles combustibles y las correspondientes ponderaciones a asignar. Los resultados resultados obtenidos son los siguientes:
C uadr uadr o 4.4.5.3 R esumen esumen de de R esultados esultados en en la evaluaci evaluación ón de de sector sectorees de I nterés E cológico cológi co Clase de Interés Ecológico 0 1 2 3 4 5 Totales
Modelos de Combustibles Sin Vegetación PCH1 PL02-PL05 MT03-MT-05-PL05 MT08-BN04 BN02-BN03
Nº Píxeles 56 238 166 178 102 134 874
% de Zona de Estudio 6,4 27,2 19,0 20,4 11,7 15,3 100
PN 0 1 2 3 4 5
4.4.5.4 Prioridades de Protección basadas basadas en el Análisis de Daño Potencial Potencial Sobre la base de la sumatoria de los puntajes normalizados calculados en las cuatro subvariables del Análisis de Daño Potencial e imputados en cada una de las unidades de superficie, fue posible conoce conoce la amplitud de los resultados resultados finales. Luego, Luego, por medio de la aplicación del método de los séptimos, se definió la distribución y límites de las tres categorías de prioridades para esta variable general. En la Figura 4.4.5.4 se expone el correspondiente mapa. Un resumen de esos resultados resultados se presenta a continuación: continuación:
171
Cuadro 4.4.5.4 Resultados del Análisis de Daño Potencial y de sus Prioridades de Protección Prioridades de Riesgo Primera Segunda Tercera Totales
Rangos de PN 17 - 25 11 - 16 0-9
N° Unidades de Superficie 148 293 433 874
Superficies (ha) 236.800 468.800 692.800 1.398.400
% 16,9 33,5 49,5 100
En la Figura 4.4.5.4, se observa que la distribución de los sectores con los mayores valores de daño potencial difiere de los resultados obtenidos en los Análisis de Riesgo y Peligro, puesto que se constata una distribución irregular de los sectores de mayor peligro. Se aprecia una concentración de las unidades de superficie de primera prioridad, preferentemente en las partes noroeste y franja horizontal central de la Zona de Estudio.
Prioridades de Protección según Análisis de Daño Potencial 1 2 3 4 5
6 7 8 9 10 11 12 13 14 15 16 17 18 19 20 21 22 23 24 25 26 27 28 29 30 31 32 33 34 35 36 37 38
A B C D E F G H I J K L M N O P Q R S T U V W Unidad de Superficie: 1.600 ha Área Urbana
Cuerpo de Agua
I P ri ori dad
I I Pr io rid ad
I II P ri orid ad
S uper fic ie Total: 1.398. 400 ha
F igura 4.4.5.4.- Mapa del Análisis de Daño Potencial
172
4.4.6 Determinación de Prioridades de Protección Los resultados de los Análisis de Riesgo, Peligro y Daño Potencial se integraron para definir las prioridades de protección globales de la Zona de Estudio. El procedimiento simplemente consistió en la sumatoria, por cada unidad de superficie, los puntajes normalizados obtenidos en los tres análisis indicados. Posteriormente, valores finales para los 874 píxeles o celdillas fueron ordenados en forma decreciente (desde un máximo de 54 hasta un mínimo de 1 puntos), de modo de definir, mediante una nueva la aplicación del método de los séptimos, los límites de los rangos de cada una de las tres categorías de prioridad de protección. Un resumen de los valores finales se expone a continuación.
Cuadro 4.4.6 Resumen de Resultados en la Determinación de Prioridades de Protección Prioridad de Rangos Número de Superficie (ha) % en la Zona de Protección (PN) Píxeles Estudio Primera 34 -54 131 209.600 15,0 Segunda 26 - 33 236 377.600 27,0 Tercera 1- 25 507 811.200 58,0 Totales 874 1.398.400 100 Finalmente, la distribución espacial de los sectores según sus prioridades de protección se puede observar en la Figura 4.4.6 Mapa Prioridades de Protección 1 2 3 4 5
6 7 8 9 10 11 12 13 14 15 16 17 18 19 20 21 22 23 24 25 26 27 28 29 30 31 32 33 34 35 36 37 38
A B C D E F G H I J K L M N O P Q R S T U V W Unidad de Superficie: 1.600 ha Área Urbana
Cuerpo de Agua
I Prioridad
II Prioridad
III Prioridad
S uperf ici e Total: 1.398.4 00 ha
F igura 4.4.6.- Mapa de Prioridades de Protección
173
La distribución de los sectores de mayor interés de protección (primera prioridad) se presenta prácticamente en toda la Zona de Estudio, aunque en la parte noreste su proporción es menor (preferentemente en la interfaz de la ciudad más importante, y en los centros de recreación ubicados en el litoral.
174
4.5 Anexo. Mapas de Referencia Mapa 1.- Zona de Estudio 1 2 3 4 5
6 7 8 9 10 11 12 13 14 15 16 17 18 19 20 21 22 23 24 25 26 27 28 29 30 31 32 33 34 35 36 37 38
A B C D E F G H I J K L M N O P Q R S T U V W Unidad de Superficie: 1.600 ha
Carretera
Área Urbana
Cuerpo de Agua
Su perfic ie Total: 1.398.400 ha
Mapa 2.- Centros Urbanos, Carreteras y Cuerpos de Agua 1 2 3 4 5
6 7 8 9 10 11 12 13 14 15 16 17 18 19 20 21 22 23 24 25 26 27 28 29 30 31 32 33 34 35 36 37 38
A B C D E F G H I J K L M N O P Q R S T U V W Unidad de Superficie: 1.600 ha
Carretera
Área de Interfaz Urbano-Rural
Área Urbana
Cuerpo de Agua
Área de Influencia de Carretera
Área de Interfaz con Influencia de Carretera
Su perfic ie Total: 1.398.400 ha
175
Mapa 3.- Áreas Protegidas, Turísticas y de Explotación Silvoagropecuaria 1 2 3 4 5
6 7 8 9 10 11 12 13 14 15 16 17 18 19 20 21 22 23 24 25 26 27 28 29 30 31 32 33 34 35 36 37 38
A B C D E F G H I J K L M N O P Q R S T U V W Unidad de Superficie: 1.600 ha
Carretera
Área de Interes Turístico
Faenas de Explotación Silvoagropecuarias
Área Urbana
Cuerpo de Agua
Área Silvestre Protegida
Su perfic ie Total: 1.398.400 ha
Mapa 4.- Pendientes y Zonas Climáticas 1 2 3 4 5
6 7 8 9 10 11 12 13 14 15 16 17 18 19 20 21 22 23 24 25 26 27 28 29 30 31 32 33 34 35 36 37 38
A B C
1
1
0
0
0
2
16 17 22
21 3
2
2
2
2
1
1
0
0
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1
1
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2
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1
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2
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14
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1
1
1
1
1
1
0
1
0
0
0
1
1
2
D E F
0
2
1
1
1
1
10 13 15
12
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0
0
1
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1
1
1
1
1
1
1
1
1
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1
1
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12
16 17
12
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0
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G H I
1
1
2
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16
20 17
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1
1
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1
1
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1
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0
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16
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1
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1
1
1
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0
0
0
0
6
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20 16
10
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1
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1
1
1
1
1
2
J K L
1
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0
0
0
3
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0
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18 17
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0
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11 17
13
19 11
10 11 12
11 12
14 11
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1
2
M N O
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0
1
1
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18
17 12 15
18 18 19
19 18
22 20
18 15
1
1
1
1
1
1
1
8
18
10
19 18
20
29 11
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10
13 17 18
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0
0
1
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15
14 12
22 16
P Q R
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0
1
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13
19
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15 17 18
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0
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10 16 18
S T U
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0
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18
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20 20
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10
V W
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2
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9
17
20 16 23
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1
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15
1
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20
5
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21 17
5
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16 13
19
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0
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1
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14
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14
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17 19
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23 25
18
17 18
15 17 17
9
14 15
15 15
18 12
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1
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1
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1
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1
1
1
1
1
1
2
2
2
13 12
11
8
3
1
2
1
1
15 15
18
19 20
16 11 12
14
30 34
0 1
15
25 27
20 18
22
14 14
13 13
11 15
17 18 19
1
1
1
0
0
0
0
5
11 15
16 15 15
13 14
1
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1
1
1
1
1
1
1
1
2
2
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1
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1
1
1
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1
1
1
1
1
1
1
1
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1
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1
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0
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0
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1
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32 26 25
28
17
16
17 14
1 1
17
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25 19
21
17
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1
1
1
1
1
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1
2
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0
0
0
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11 23
17 23
12
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1
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1
1
1
1
0
0
0
0
1
1
2
2
1
1
1
1
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19
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0
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1
1
1
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1
1
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0
18 19
20
0 0
0
12
10
17
0
1
0
Unidad de Superficie: 1.600 ha
Zona Climática 1
Área Urbana
Zona Climática 2
Zona Climática 3
10
Pendiente (%)
Su perfic ie Total: 1.398.400 ha
1 1
176
Mapa 5.- Ocurrencia Histórica de Incendios Forestales 1 2 3 4 5
6 7 8 9 10 11 12 13 14 15 16 17 18 19 20 21 22 23 24 25 26 27 28 29 30 31 32 33 34 35 36 37 38
A B C
0
2
7
0
0
1
0
1
9
2
6
7
2
1
1
3
1
3
2
0
0
0
0
1
2
5
9
15 11
2
7
4
6
2
3
11 0
0
0
0
1
1
1
10
26
6
5
4
6
7
4
D E F
1
1
0
1
0
0
0
1
3
2
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8
4
3
1
2
1
3
2
2
0
0
0
4
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0
0
1
1
5
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3
1
2
0
1
3
1
0
G H I
5
8
7
10
6
10
19 25
3
5
6
11
48 323
1
1
2
3
11
60
91 152 33 34
37 86
42 12
8
9
109 11
9
6
5
2
1
80
10
3
7
1
2
6
4
26 75 188 53
5
2
1
1
1
2
1
0
0
1
0
2
3
1
0
0
0
0
1
4 11
2
1
8
2
1
1
1
0
0
0
1
0
1
5
3
5
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10
3
1
1
10 3
2
1
1
1
1
1
2
1
1
1
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0
4
9
1
0
1
1
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0
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1
0
0
4
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1
1
2
3
6
2
1
0
1
1
0
0
0
9
15
22
17 14
4
2
0
0
1
3
8
5
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1
3
1
0
0
0
0
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0
1
1
9
2
7
1
1
1
1
2
1
1
1
1
10
84
108 5
3
2
1
1
2
7
4
5
1
2
0
1
0
0
1
2
1
0
2
2
1
6
5
2
2
10 14
J K L
8
40
149 12
7
6
5
4
5
15
9
3
2
1
1
2
1
2
4
7
9
8
4
2
3
4
3
12
9
6
3
25
5
19
9
3
7
4
6
5
4
7
3
1
5
3
6
5
15
33
5
4
1
1
2
7
7
3
11
17
2
1
4
M N O
4 0
25
29
3
7
1
10
2
3
0
1
10
3
105
6
2 3
22
8
2
1
9
4
3
2
11
2
1
1
1
1
5
1
2
1
1
2
1
0
1
1
1
2
7
17
7
10
2
6
1
1
2
1
2
3
1
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4
0
2
1
9
2
0
0
0
0
1
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0
0
0
2
1
4
11
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1
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1
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0
0
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0
0
0
1
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1
11
7
2
0
10
1
2
8
2
1
0
0
0
0
10
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1
2
0
0
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0
0
1
1
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1
0
0
0
2
1
2
5
5
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1
0
P Q R
9
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6
3
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4
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0
0
1
1
1
1
1
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1
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1
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0
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1
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0
1
2
4
1
8
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0
2
10
14 11 9
4
5
4 10
2
0
2
4
1
1
2
7
5
2
1
0
1
0
1
2
1
3
1
0
1
1
2
1
3
4
5 34
63
8
4
10
9
8
3
2
1
2
3
2
14 29 125 16
1
2
1
S T U
1
1
2 14
17 10
5
4
3
8
9
6
10 6
11
4 22
12 15
10
6
7
8
6
5
1
4
3
6
9
98
63
10
5
4
60
7
9
11
5
4
3
3
7
1
1
2
3
4
2
1
2
3
2
4
1
1
1
3
2
4
60
84 11 7
6
8
3
2
1
1
2
5
2
1
0
0
1
1
1
1
0
1
1
2
1
0
4
0
2
1
1
26 77
34
7
3
1
V W
4 5
2
5
0
1
4
3
4
26
1
2
3
10 12
0
1
1
2
3
1
1
1
0
1
0
1
0
0
1
0
1
0
0
0
1
0
0
1
0
0
1
2
10
1
3
11 19 12
12
4
1
2
1
0
0
1
1
0
0
0
0
2
2
1
0
0
0
0
0
0
1
0
0
1
1
0
0
0
1
0
2
0
1
2
5
3
2
0
15
NºIncendios/Unidad de Superficie/Año
Unidad de Superficie: 1.600 ha Área Urbana
3
8
Su perfic ie Total: 1.398.400 ha
Cuerpo de Agua
Mapa 6.- Modelos de Combustibles 1 2 3 4 5
6 7 8 9 10 11 12 13 14 15 16 17 18 19 20 21 22 23 24 25 26 27 28 29 30 31 32 33 34 35 36 37 38
A B C D E F G H I J K L M N O P Q R S T U V W Cuerpo de Agua
PCH1
MT05
BN02
BN04
PL05
Área Urbana
MT03
MT08
BN03
PL02
PL10
S uperf ic ie Total: 1.398 .400 ha
177
CAPITULO 5
PREVENCIÓN 5.1
GENERALIDADES
La Prevención está referida a las medidas, normas y, en general, a todas las actividades tendientes a evitar que se inicien incendios forestales. También, se le incluye la ejecución de todas aquellas intervenciones en el bosque, efectuadas con anticipación a la ocurrencia, destinadas a controlar la propagación de los fuegos que eventualmente puedan producirse. Se menciona con frecuencia que la prevención está dirigida a controlar el riesgo y el peligro de incendios forestales. En este caso, por Riesgo debe entenderse a los factores que provocan la ignición o encendido, ya sean tanto de origen humano como natural. En cambio, por Peligro se interpreta a las condiciones ambientales, esencialmente a la vegetación, que favorecen a la inflamabilidad o propagación del fuego. En general, la prevención puede efectuarse a través de diferentes formas, entre las cuales cabe destacar a los siguientes mecanismos: a) Educación y Difusión , cuyo propósito está dirigido a controlar el riesgo o factores que provocan el inicio de incendios. b) Legislación y Reglamentación , a través de las cuales es posible controlar el riesgo y la propagación del fuego (peligro). c) Manejo de Combustibles, También conocido como Silvicultura Preventiva, que cumple el propósito de controlar el peligro. d) Modificación del Clima , que permite el control del riesgo y el peligro.
5.2
EDUCACIÓN Y DIFUSIÓN
Algunos autores, como Vélez (2000), denominan esta forma de prevención con el término Sensibilización. El propósito de la educación y la difusión es crear conciencia sobre el valor que representan los recursos naturales renovables y la necesidad de preservarlos. Se pretende afectar la actitud de los diferentes sectores de la comunidad o grupos sociales, empleando los diferentes medios de comunicación disponibles, de modo de provocar los necesarios cambios de comportamiento respecto a la responsabilidad que les cabe a las personas en la iniciación y propagación de los incendios forestales. Los medios para alcanzar tales objetivos son diversos, dependiendo de la clase de grupo social o agente de riesgo a sensibilizar, su localización, tipo de recurso forestal afectado, valores dañados o amenazados, etc. Por lo general, las medidas de educación y difusión se efectúan a través de programas conocidos como Campañas de Prevención, que se formulan y ejecutan basadas en tres elementos básicos: Análisis de Riesgos, Medios de Comunicación y Técnicas de Comunicación.
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5.2.1
Análisis de Riesgos.
Se refiere al estudio de las causas de los incendios forestales, incluyendo su localización, oportunidad y actitud del grupo social involucrado en la ocurrencia. En términos simples, puede decirse que corresponde al diagnóstico del problema, y cumple con el objetivo de definir los orígenes de la iniciación de incendios y las condiciones que han prevalecido en ello, a fin de fundamentar la aplicación de medidas que efectivamente contribuyan a la prevención de riesgos. Un aspecto importante del análisis de riesgo en las campañas de prevención es la identificación de los grupos sociales que provocan los incendios forestales. En Chile, los principales son: - Niños. - Turistas y Deportistas. - Transeúntes (Peatones). - Agricultores. - Forestadores. - Operadores de Maquinarias. - Choferes y Pasajeros. - Pirómanos. - Saboteadores. Cada uno de estos grupos demuestra un comportamiento diferente en sus actitudes y motivaciones, representando patrones típicos de riesgos en la oportunidad y lugar de su acción provocadora de incendios. Por tal razón, la modalidad de sensibilizarlos para modificar su comportamiento, debe ser específica en relación al medio y técnica a emplear, y respecto al momento y lugar para aplicarla. Aunque sea obvio expresarlo, es indudable que la determinación de las causas de los incendios forestales es esencial para asegurar el cumplimiento de los objetivos de la prevención. Es indispensable que las campañas de sensibilización estén fundamentadas y diseñadas de acuerdo a los orígenes del problema, porque no será posible lograr la efectividad esperada si no tiene el suficiente conocimiento para orientar la aplicación de las acciones necesarias. Por la razón de lo recién expuesto, en el análisis de riesgo adquiere una gran importancia la I nvestigación de Causas, que tiene por propósito determinar en forma científica la ubicación exacta del punto de inicio de un incendio forestal, de modo de permitir la identificación de los factores que podrían haber provocado el foco de fuego y la evaluación misma del comportamiento del fuego en la propagación de sus primeros momentos. Estos antecedentes, y mediante la aplicación de diversas técnicas de análisis, pueden llevar a concluir en forma precisa el origen del incendio y del agente de riesgo involucrado. Bajo esas referencias, en España se creó la técnica de investigación de causas conocida como Método de las E videncias F ísicas (ME F ), que ha permitido alcanzar un elevado nivel de confiabilidad en las estadísticas sobre causalidad de incendios forestales (Velez, 2000). En Chile, el mismo método ha empezado a ser aplicado recientemente por CONAF en la VIII Región. El Método de las Evidencias Físicas se aplica a través del trabajo de una Brigada de Investigación de Incendios Forestales (BRIF), que debe estar compuesta por especialistas en pruebas materiales y pruebas de testigos, para cumplir con un protocolo que contempla las actividades señaladas en el orden secuencial de ejecución que a continuación se expone:
179
-
Análisis del Reporte del Incendio Evaluación de Antecedentes Históricos y Meteorológicos Determinación de la Geometría del Incendio Estudio de las Evidencias Físicas Determinación y Validación del Sector de Inicio del Incendio Determinación del Punto de Inicio del Incendio Análisis de Indicadores de Actividad y Pruebas Materiales Testimonio de Testigos Definición de la Causa del Incendio.
Vélez (2000) señala que el investigador de causas no debe dejar de tener presente que el objetivo primordial de su trabajo es contribuir a que los incendios no se inicien. Además, su tarea debe permitir la confección de un catálogo de causas para una zona determinada, incluyendo especialmente aquellas que son evitables. El mismo autor agrega que la investigación de causas genera diversos beneficios, entre los cuales cabe indicar: -
5.2.2
Disminuir el número de incendios. Conocer y demostrar con pruebas cuáles son las causas de incendios. Delimitar zonas de riesgo con sus respectivos planos de causalidad. Definir las oportunidades en que las diferentes causas provocan el inicio del incendio. Posicionar los medios de detección en función de las previsiones de ocurrencia. Aminorar la sensación de impunidad de los incendiarios. Divulgar las técnicas preventivas adecuadas para las diferentes situaciones de riesgo. Facilitar la formulación de políticas y estrategias preventivas.
Medios de Comunicación.
Las formas para provocar el efecto deseado en el cambio de actitud de los grupos sociales pueden ser innumerables, pero todas ellas poseen algo en común: Impactar el lado afectivo de las personas, basándose en mensajes que provoquen un impacto positivo en los aspectos que en mayor grado las motivan, ya sean de carácter patriótico, religioso, cultural, social, ecológico, económico, turístico o estético. En general, los medios de comunicación a emplear, de acuerdo al ámbito que se desee afectar con la educación y difusión, pueden clasificarse en dos grandes categorías: a) Selectivos. Están dirigidos a un grupo o grupos sociales específicos, empleando los mecanismos y contenidos que los afectarán preferentemente. En ello se requieren de diseños comunicacionales muy exigentes, basado en un buen conocimiento del comportamiento de las personas que deben ser inducidas al cambio de actitud. Por lo general, son medios que se aplican en forma muy localizada, entre los cuales cabe destacar a los siguientes: - Charlas y Conferencias. - Exposiciones. - Demostraciones. - Concursos. - Seminarios y Talleres. - Distribución de Cartillas y Materiales Divulgativos. - Asistencia Técnica.
180
- Contactos Personales (Prevención Cara a Cara). b) Masivos. Se aplican para provocar un efecto de gran cobertura, a nivel regional o nacional, pretendiéndose afectar a toda la comunidad, sin que necesariamente se le otorgue preferencias a un grupo social o agente de riesgo en particular. Entre los medios masivos que han demostrado poseer un mayor impacto en la prevención global de incendios, cabe señalar a: - Televisión. - Radioemisoras. - Prensa Escrita. - Cine. - Programas Escolares. - Distribución de Materiales Divulgativos.
5.2.3 Técnicas de Comunicación. La comunicación social, en su objetivo de emitir mensajes que efectivamente impacten a grupos de personas para provocar los cambios en las actitudes indeseables, necesariamente debe plantearse en la forma y en las oportunidades adecuadas. El mensaje que se desea transmitir debe estar acompañado de los elementos apropiados para que efectivamente sea recibido, correctamente interpretado y aceptado por las personas que se desea afectar. En tal sentido, la comunicación en una campaña de prevención debe ser cuidadosamente preparada considerando aspectos tales como el diseño de su presentación, contenido del mensaje y la simbología de apoyo, los que deben aplicarse a través de una correcta programación. a) Diseño de Presentación . Se refiere al empleo de elementos tales como colorido, sonido, simplicidad, tamaño y extensión del mensaje, ambiente de presentación, posición en el tiempo y en el espacio, entre otros, de manera que en conjunto contribuyan a favorecer al cambio de actitud que se persigue. El mensaje debe ser atractivo en su presentación y, por supuesto, todos los elementos que provoquen una reacción negativa o que conduzcan a una interpretación errónea de su contenido deben ser evitados. Por tal razón, la naturaleza del comportamiento o las motivaciones del agente de riesgo deben ser evaluadas previamente al diseño de la presentación. b) Contenido del Mensaje . Es la enseñanza o innovación que se desea que sea adoptada por parte del agente de riesgo. En ello, se debe apuntar en forma precisa al aspecto o actividad que provoca la iniciación de los incendios forestales, especialmente cuando se está tratando de afectar a un grupo social determinado. Ahora bien, particularmente en el caso de entrega de mensajes basados en el empleo de medios de comunicación masivos, y dependiendo de la etapa en el proceso educacional en que se encuentre, los contenidos pueden ser generales, pero siempre insertos en una línea adecuadamente programada, a fin de terminar, en mensajes posteriores, con la enseñanza precisa sobre la raíz y consecuencias del problema. c) Simbología de Apoyo . El éxito de una campaña de prevención puede depender del símbolo que se haya escogido para facilitar la comprensión del mensaje. El símbolo puede ser
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variado, como por ejemplo, un animal, un árbol, una frase o una palabra, una combinación de colores o sonidos, o cualquier otro elemento atractivo que permita el enlace de los diferentes mensajes previstos en la programación de la campaña de prevención. El caso más notable de símbolos para la prevención lo constituye el Oso Smokey, que ha sido utilizado en las campañas de divulgación de Estados Unidos por más de 60 años, con el cual se ha logrado que sólo con la exhibición de su figura se provoque un positivo impacto a la mayoría de los grupos sociales, porque representa innumerables mensajes que se han ido entregando con anterioridad en forma continua y progresiva. En Chile, el Coipo Forestín, creado en los inicios de la década del 80, constituye un buen ejemplo de símbolo para la prevención de los incendios forestales, aunque su uso ha sido discontinuo y no ha demostrado una progresión clara en el contenido de sus mensajes. En general, se señalan diversos atributos para que un símbolo contribuya en forma efectiva al éxito de una campaña de prevención. Los principales se indican a continuación: - Originalidad. - Representatividad. - Nacionalidad (o Regionalidad). - Generalidad. - Simplicidad. - Simpatía. - Presentación Grata. - Alusión a valores importantes (la Familia, por ejemplo). d) Programación de las Campañas de Prevención . Se refiere a la secuencia o cronología en el desarrollo de la prevención basada en la educación y difusión. Al respecto, los especialistas en la materia plantean que las campañas deben cumplir con los siguientes aspectos esenciales:
Sistematicidad , porque establece que la programación debe planearse de manera que el
mensaje se entregue cumpliendo etapas y metas claramente definidas, con contenidos adecuados para el grupo social objetivo y en la oportunidad apropiada para ello. Este aspecto debe considerar dos niveles: Uno, referido a las actividades preventivas a realizar en el transcurso de una temporada y, el segundo, respecto a la programación global considerando un período futuro de varios años, que necesariamente debe contener las referencias que enmarquen las actividades anuales que se suceden consecutivamente.
Progresión, porque la entrega de conocimientos debe ser graduada, con la presentación inicial de temas generales en sus inicios, relativos al medio ambiente y los recursos forestales, y terminar con mensajes que apunten específicamente hacia los problemas que originan la causalidad y la forma como la personas deben contribuir a superarlos. De esta forma existirá una mayor probabilidad que los objetivos de la campaña puedan ser oportuna y correctamente asimilados por los agentes de riesgos que se desea afectar.
Generalidad, porque se debe procurar que las campañas sean amplias, con una cobertura sobre todos los grupos sociales involucrados con la ocurrencia de incendios, atendiendo a la diversidad de condiciones culturales, geográficas, socioeconómicas y otras, que en conjunto representan. En tal sentido, las campañas locales o regionales, necesariamente deben estar enmarcadas dentro de los lineamientos nacionales que se establezcan.
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Continuidad, que está muy relacionada con los aspectos de generalidad y sistematicidad antes expuestos, y que persigue el propósito de asegurar que los resultados alcanzados en un período determinado no se pierdan en las temporadas siguientes, por interrupciones o cambios significativos en el diseño, contenido, orientación o profundidad de los mensajes. 5.2.4 Evaluación de las Campañas de Prevención. Por lo general, los resultados de una campaña de prevención cumplen con los objetivos perseguidos cuando han sido preparadas y ejecutadas para aplicar acciones que efectivamente afecten las costumbres y hábitos de los grupos sociales que inciden en la ocurrencia de incendios forestales. Tal propósito es muy difícil lograrlo en el corto plazo, no tanto por la calidad del diagnóstico de la causalidad y de la caracterización de los agentes de riesgo mismos, sino que más bien por lo complejo que significa pronosticar la reacción que tendrán los afectados por la campaña de prevención. Por tal razón, lo adecuado es esperar resultados favorables y significativos en el mediano plazo, cuando el ejercicio se haya realizado varias veces, corrigiendo en cada oportunidad las medidas aplicadas,sobre la base de las experiencias ya obtenidas. Al término de cada temporada es necesario evaluar el impacto de la campaña, considerando su contenido, cobertura, forma y medios empleados. Ello puede lograrse a través de estudios previos y posteriores a la temporada, de modo que permitan comparar los niveles de conocimiento sobre el problema de los incendios forestales que posean los diferentes grupos sociales, y las variaciones en el impacto sobre la sensibilización que se lograron mediante los mensajes. Además de los aspectos generales de la campaña, también es importante evaluar la efectividad de los elementos específicos que se utilizaron. Aspectos tales como el medio de comunicación, diseño de la campaña, oportunidad de los mensajes, claridad y amenidad de los mismos, etc., deben ser estudiados a objeto de introducir las mejoras necesarias para el período siguiente. En general, en la evaluación de las campañas de prevención se pueden aplicar las mismas técnicas empleadas por el marketing, en la promoción de determinados artículos para el consumo de la población. Su naturaleza debe ser esencialmente sociológica, apoyada por muestreos representativos de todos los estratos de interés, basados en entrevistas y encuestas, como así también los resultados que se observan en el análisis espacial y cronológico de la causalidad
5.2.5
Campañas de Prevención en Chile
Las campañas de prevención en Chile han sido por general, erráticas, porque han modificado permanentemente su estrategia, estilo y contenidos, incluso con cambios frecuentes en la simbología de apoyo que confunden al público en vez de consolidar el propósito de la sensibilización (Julio, 2006a). Respecto a esto último, se estima pertinente describir algunas referencias breves de los principales símbolos utilizados en las campañas de prevención, con el propósito de apoyar los comentarios emitidos en los párrafos precedentes. -
Don Puma.- Fue el primer símbolo, utilizado entre los años 1962 y 1964 por el Ministerio de Agricultura y el Instituto Forestal (Julio, 1970). Se pretendió imitar al Oso Smokey de Estados Unidos, pero por el hecho de no existir esa especie animal en
183
Chile se le reemplazó por un puma. No tuvo el efecto esperado porque no cumplía con la mayoría de los requisitos de un símbolo para la protección, tal como se puede apreciar en la Figura 5.2.5a. Incluso, su empleo fue negativo, porque la población rural considera a este animal como un enemigo por los ataques a los animales domésticos en su necesidad de alimentarse. Además, al mostrársele vestido como un ranchero norteamericano, la gente no lo consideró representativo de las zonas forestales chilenas.
F igura 5.2.5a F oto de Afiche de Don Puma -
Juan Pino: Constituyó el símbolo de las campañas de prevención en la VIII Región aproximadamente entre los años 1968 y 1972 (Lagno, 1973). Esta campaña es una de las que ha tenido éxito en Chile, pero lamentablemente se mantuvo sólo por algunos años. El símbolo impactó a la población rural, por su representatividad, y su diseño simple y atractivo para entregar mensajes muy directos y de fácil comprensión, tal como pude observarse en la Figura 5.2.5b.
F igura 5.2.5b F otos de Afiches de Juan Pino
184 -
Forestín : Como símbolo es reconocido por la mayoría de la población chilena, incluso en el ámbito latinoamericano, debido a su larga trayectoria. Fue creado en 1974 con el nombre de Coipo, una especie animal humanizada que habita en los bosques del sur de Chile (Ahumada, 2000), pero al poco tiempo de su aparición se le bautizó como Forestín, como consecuencia de la voluntad de miles de niños que participaron en un concurso para otorgarle un nombre (CONAF, 1987). Se ha mantenido hasta los presentes días, cumpliendo adecuadamente varios de los requisitos de un símbolo, como su representatividad, alusión al tema de los incendios, presencia atractiva, su apoyo a valores como la amistad y la naturaleza, entre otros. Sin embargo, no ha mantenido una adecuada continuidad en sus diseños y en el contenido de los mensajes, y su programación no ha sido sistemática ni progresiva. Por otra parte, sólo en algunas regiones del país se le continúa empleando. Podría indicarse que es un buen símbolo, pero que no se le aprovechado debidamente.
F igura 5.2.5c F otos de Afiches de F orestín -
Silvestre: Es el símbolo más reciente, creado en el año 2004 por el Programa Bosques para Chile patrocinado por CORMA (Chile Forestal, 2006). Se basa en una lechuza humanizada y se le emplea en la Zona Centro-Sur de Chile (Regiones VII, VIII y IX), donde se encuentra la mayor parte de las plantaciones forestales. Posee un diseño atractivo, pero no tiene la suficiente representatividad y no ha logrado los impactos esperados. Sus mejores resultados los ha obtenido en campañas realizadas en escuelas rurales, apoyando programas de educación ambiental. Con el fin de fortalecer su imagen como símbolo, últimamente se le está empleando apariciones conjuntas con Forestín. En general podría decirse la creación de Silvestre no ha sido positiva, en el sentido que le ha restado espacio a Forestín, que sí ha demostrado su efectividad como símbolo.
F igura 5.2.5d.- F otos de Silvestre (CONAF , 2006)
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5.3
LEGISLACIÓN Y REGLAMENTACIÓN
No todas las actitudes humanas, relacionadas con la ocurrencia de incendios forestales, pueden ser modificadas por medio de programas de educación y difusión. Con frecuencia, ello se debe a la respuesta negativa de personas que, por problemas culturales o actitudes rebeldes, no entienden o no acatan las recomendaciones de los mensajes preventivos. Por tal razón, es necesario complementar a los programas de educación y difusión con sanciones o medidas coercitivas para controlar o reprimir las acciones irresponsables o negligentes, y garantizar la protección de los intereses que la comunidad tiene en los recursos naturales renovables. Ahora bien, tales medidas no sólo son aplicables al control del riesgo, sino que también al peligro, a través del establecimiento de las normas necesarias que permitan prevenir la propagación de los incendios forestales, ante la eventualidad que se inicien.
5.3.1
Conceptos de Legislación y Reglamentación.
Es importante establecer las diferencias entre la Legislación y la Reglamentación, por el ámbito y niveles de especificación que poseen respecto a la prevención. Dentro de la Legislación se incluyen todas aquellas normas jurídicas, basadas en leyes o decretos, que afectan a toda la población de un país o de una región determinada. Son, por lo general, de carácter general, y establecen las referencias globales sobre determinados aspectos. En cambio, la Reglamentación, que incluye normas no necesariamente derivadas de leyes o decretos, regula actividades específicas de la población o de determinados grupos sociales, que pueden tener validez para todo el territorio de un país, de una región, una comuna o localidad pequeña, o bien, para el patrimonio territorial de una organización privada. La reglamentación puede basarse en decretos o resoluciones, en los casos que corresponda que sean administradas por instituciones públicas. También pueden ser disposiciones establecidas por organizaciones privadas, para proteger sus bosques o cultivos agrícolas. En este último caso, sólo son válidas en esos terrenos privados.
5.3.2
Medidas Legislativas.
En Chile, aunque existe una base jurídica para legislar sobre la prevención de incendios forestales, la normativa vigente no es suficiente para controlar adecuadamente el riesgo y el peligro. Las disposiciones más importantes son:
Constitución Política (1980), en su Artículo 18 asegura a todas las personas el derecho a vivir en un ambiente libre de contaminación. También establece que es un deber del Estado tutelar por la preservación de la naturaleza. Código Penal (1874), que establece el delito de incendio forestal y fija sanciones a quienes incendien bosques, mieses, pastos, montes, cierros y plantíos. Ley de Bosques (D.S. 4363, 1931), que prohíbe el uso del fuego como método de explotación forestal. Ley de Fomento Forestal (D.L.701, 1974), que establece la obligatoriedad de planes de
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protección en los predios que se acojan a los beneficios de la Ley.
Decreto 276 (Ministerio de Agricultura, 1980), derivado de la Ley de Bosques, que fija las normas y oportunidades en el uso del fuego en terrenos rurales. Decreto 733 (Ministerio del Interior, 1982), que establece que la Corporación Nacional Forestal y la Policía Forestal de Carabineros son los organismos del Estado responsables de la protección contra los incendios forestales. Ley sobre Bases Generales del Medio Ambiente (No 19.300, de 1994), que establece la existencia de daño ambiental y las responsabilidades respectivas, en las que se incluye como hecho culposo o doloso la provocación de incendios forestales.
En general, la legislación chilena en la materia es claramente anticuada e incompleta, porque las disposiciones factibles de aplicar corresponden principalmente a las de la Ley de Bosques. Las otras, a pesar de estar vigentes, requieren de trámites judiciales muy engorrosos, o bien demasiado drásticas, las que en la práctica son inaplicables. Ello se comprueba a través de los estudios efectuados por Munzenmeyer (1999), quién demostró que en la V Región, entre los años 1993 y 1997, se ingresaron a los juzgados 4.097 causas por incendios, y sólo hubo 19 sentencias condenatorias; es decir, menos del 5 por ciento. Las limitaciones de los instrumentos legales chilenos quedan en evidencia al revisar el sinnúmero de ordenanzas, decretos y leyes que existen en otros países. Algunas de ellas son: a) Declaración de zonas de riesgo y peligro de incendios forestales (Francia, EE.UU., España, México), en las cuales, en períodos conflictivos, la autoridad local puede prohibir el tránsito de vehículos y personas, incluso, la suspensión de todo tipo de faenas en sectores rurales. b) Reclutamiento de todas las personas adultas aptas, dentro de un radio determinado, para que participen en actividades de prevención y combate de incendios forestales (Canadá). c) Participación obligatoria de los servicios públicos y privados de transportes y comunicaciones en actividades de prevención y combate, mientras dure una emergencia por un alto nivel de riesgo y peligro (EE.UU. México). d) Establecimiento de impuestos territoriales para financiar a los programas de control de incendios forestales de los servicios públicos (Canadá, Estados Unidos). e) Prohibición de transportar materiales inflamables por el interior de los bosques (Canadá). f) Prohibición de fumar o usar el fuego, en cualquier forma, en terrenos forestales (Alemania, EE.UU.). g) Regulación de actividades silvoagropecuarias y sobre manejo de combustibles en sectores periurbanos (Estados Unidos, Canadá, España).
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5.3.3
Medidas Reglamentarias.
Diversas actividades en los bosques, especialmente relativas a las intervenciones silviculturales y operaciones de explotación, pueden ser diseñadas apoyando a la prevención sin que sea necesario afectar los objetivos y metas del manejo forestal. Igualmente, a través de la reglamentación, es posible establecer diversas normas y restricciones en las operaciones forestales, con el propósito de controlar el riesgo y el peligro de incendios. A modo de ejemplo, se citan algunas de las más comunes: a) Instalación de cortafuegos, cortacombustibles y líneas de penetración junto con la reforestación o en bosques establecidos, con el objeto de cortar la continuidad de la vegetación, alterar el comportamiento del fuego y facilitar el acceso al interior de los rodales. b) Intervenciones silviculturales como podas, raleos y limpias, para reducir la cantidad de combustibles y evitar acumulaciones peligrosas en sectores de alto tránsito. c) Medidas precautorias especiales, como fajas de seguridad en los alrededores de aserraderos, casas otras instalaciones y vías de comunicación de alto tránsito. d) Control del uso de maquinarias, con el objeto de eliminar la producción de chispas o cualquier otro elemento de riesgo. e) Regulación del acceso y tránsito en los bosques, como asimismo, la prohibición del uso del fuego en el interior de ellos con fines domésticos. f) Obligatoriedad para el personal de la empresa, tales como obreros, guardabosques, supervisores y personal administrativo, a colaborar en las operaciones de prevención y combate. g) Reglamentación de las actividades de contratistas, a objeto de evitar el riesgo y peligro, y asegurar su apoyo a las operaciones de vigilancia y combate. h) Reglamentación del uso del fuego en actividades forestales y agrícolas, complementarias a las disposiciones legales vigentes.
5.4
MANEJO DE COMBUSTIBLES
5.4.1
Conceptos y Alcances.
El Manejo de Combustibles, también conocido como Silvicultura Preventiva, tiene como propósito controlar el peligro o la susceptibilidad de la vegetación a la ignición y propagación del fuego, a través del reordenamiento, reducción o corte de la continuidad de los materiales leñosos. Su aplicación puede ser llevada a cabo por medio de una amplia gama de acciones, cuyas prescripciones, localización, diseño operacional y oportunidad de ejecución, varían de acuerdo a las condiciones del terreno a proteger, especialmente en lo que respecta al riesgo y al peligro de incendios forestales. El manejo de combustibles, además de su propósito de prevenir incendios forestales, representa
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un importante apoyo a la presupresión y el combate, porque facilita la ejecución de diversas operaciones, tales como la vigilancia y acceso rápido a los lugares afectados, la instalación de líneas de control, el anclaje para la aplicación de contrafuegos y otras. Por otra parte, contribuye a disminuir los niveles de conflictividad que potencialmente puede alcanzar el comportamiento del fuego. También, el manejo de combustibles debe ser considerado como un componente del manejo de bosques, debido a que la mayoría de las acciones contempladas en su aplicación pueden corresponder simultáneamente a operaciones silvícolas propiamente tales. Entonces, si todo ello se establece dentro de un proceso forestal único, es posible que el costo del manejo de combustibles pueda reducirse significativamente, y que los beneficios en el desarrollo de los bosques sean claramente netos, cuando las aplicaciones se efectúan adecuada y oportunamente.
5.4.2
Propiedades de la Vegetación en relación al Manejo de Combustibles.
Los tipos forestales, al caracterizarse como modelos de combustibles, poseen diversas propiedades que condicionan separada y conjuntamente la susceptibilidad a la ignición y la propagación del fuego. Las propiedades que en un mayor grado pueden ser afectadas con el manejo de combustibles, se describen a continuación. a) Cantidad. Su importancia está relacionada directamente con el monto de energía calórica que puede liberarse en un incendio. Mientras mayor sea la cantidad, más elevados serán los niveles de intensidad calórica y, por consiguiente, la conflictividad del comportamiento. Por otra parte, la cantidad de combustibles se relaciona también directamente con la resistencia al control, es decir, con la dificultad de instalación de líneas de fuego. b) Continuidad. Se refiere al contacto directo entre las partículas vegetales, en cuanto a la probabilidad de transferencia de energía calórica y la consecuente propagación del fuego. La continuidad puede estar dada en uno o varios de los planos existentes en el rodal. En tal sentido se mencionan frecuentemente la continuidad aérea, superficial, subterránea y vertical, que son las responsables de los incendios de copas, superficiales y subterráneos, como así también, de los fuegos coronados, respectivamente. c) Distribución. Corresponde a la disposición u ordenamiento de los diferentes materiales vegetales existentes, en particular en los estratos superficial y aéreo del rodal, calificándola de acuerdo a la homogeneidad que presentan. En la medida que aumenta la homogeneidad de los combustibles, más elevada será la probabilidad de pronosticar o simular el modelo de propagación que desarrolle el incendio y, en consecuencia, la programación de la respectiva operación de combate tendrá también un mayor grado de confiabilidad. d) Compactación. La proximidad entre las partículas combustibles se relaciona con la facilidad o dificultad de la circulación del aire necesario para el proceso de combustión. Con valores altos de compactación (o bajos de porosidad), más acelerada será la combustión y viceversa. Sin embargo, la combustión en situaciones de compactación muy baja también puede reducirse o no producirse, por efecto de una escasa continuidad entre los materiales vegetales. e) Grosor de Partículas . El diámetro de los materiales combustibles presenta una relación
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muy estrecha con la tasa de variación del contenido de humedad y de la temperatura de los tejidos vegetales. Las partículas más finas pierden su humedad con rapidez y alcanzan temperaturas elevadas en lapsos breves, sin que se requiera un monto importante de energía calórica exterior. En cambio, las partículas gruesas requieren de una gran cantidad de energía exterior para que se provoque la ignición, pero una vez en estado ardiente pueden liberar una considerable cantidad de calor, a diferencia de las partículas finas. f) Calidad. La calidad, que se expresa a través del potencial de ignición e inflamabilidad del material combustibles, depende de factores tales como el poder calorífico, la densidad del tejido vegetal y los constituyentes químicos presentes (resinas, aceites, etc.). En un modelo de combustible cualquiera, la calidad no sólo está dada por las especies predominantes, sino que también por la edad de los árboles, el tipo de manejo realizado y por los elementos vegetales que en mayor proporción pueden ser afectados por el fuego (follaje, fuste, desechos, corteza, etc.). g) Condición. Cuando el contenido de humedad es alto, lo más probable es que la ignición no alcance a producirse o que la inflamabilidad se desarrolle muy lentamente. Por el contrario, los tejidos vegetales en una condición de sequedad, la ignición e inflamabilidad se llevan a efecto con rapidez, incluso, en situaciones extremas, en unos pocos segundos. Los materiales que alcanzan con mayor facilidad una condición crítica son las partículas finas (pastizales), o bien cuando corresponden a tejidos muertos (desechos de intervenciones silvícolas).
5.4.3
Situaciones recomendables para la aplicación del Manejo de Combustibles.
En general, y de acuerdo a lo descrito anteriormente, las situaciones más difíciles desde el punto de vista del peligro en el control de incendios forestales, se observan cuando los materiales vegetales se encuentran bajo una condición de sequedad, acompañada de algunos de los siguientes elementos: - Elevada carga o peso por unidad de superficie. - Alta continuidad en los estratos aéreo, superficial y vertical. - Compactación media a baja. - Fuerte proporción de partículas finas y muy finas. - Partículas con constitutivos químicos de elevado potencial de ignición e inflamabilidad. - Presencia de desechos de intervenciones silvícolas u otros materiales vegetales muertos. Estas situaciones pueden ser reguladas por medio del manejo de combustibles, que contribuye a reducir, por un lado, la probable iniciación y propagación de incendios forestales y, por otra parte, a disminuir el nivel potencial de conflictividad del comportamiento del fuego. Las aplicaciones de manejo de combustibles deben orientarse a controlar preferentemente situaciones tales como: a) Sectores con coberturas de vegetación demasiado extensas, sin cortes suficientes en la continuidad de los estratos horizontales, cuando sean altas las probabilidades de propagación de incendios en una gran superficie. b) Rodales muy sucios, que no hayan sido sometidos a un manejo forestal, o con intervenciones cuyos desechos permanezcan en su interior, donde, en ambos casos, la iniciación de cualquier foco represente la posibilidad de generar un incendio con un
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elevado dinamismo conveccional. c) La periferia de rodales con una alta susceptibilidad a la propagación del fuego, a objeto de impedir o retardar el avance hacia el interior, especialmente en sectores con un alto tránsito. d) Los alrededores de zonas de alto riesgo (centros poblados, áreas de recreación, sectores con faenas agrícolas y forestales, etc.), en los cuales puedan generarse focos que se propaguen hacia terrenos vecinos, con vegetación de alta combustibilidad. e) La periferia de sectores de interés ecológico o social que requieran ser preservados, rodeados de terrenos con vegetación que favorezca el desarrollo de incendios y, la consecuente posibilidad de afectar a los valores señalados. f) En general, todos los sectores de alta prioridad de protección, por el valor de los recursos contenidos y que, por lo tanto, sea necesaria la aplicación de medidas para evitar la iniciación o propagación de incendios.
5.4.4 Técnicas de Manejo de Combustibles. Los propósitos del manejo de combustibles pueden lograrse con la aplicación de variadas técnicas, que se seleccionan para un caso dado de acuerdo al tipo de problemas que se requiere controlar y de las condiciones del terreno. Las técnicas más comunes son: Cortafuegos, Cortacombustibles, Líneas de Penetración y Reducción de Combustibles. Las técnicas recién indicadas pueden aplicarse a través de diversas operaciones o medios: Intervenciones Silviculturales, Equipos Mecanizados Pesados, Astilladoras, Hornos, Quemas Prescritas, Productos Químicos, Silvopastoreo, Establecimiento de Barreras con Vegetación de baja combustibilidad, por mencionar a los más conocidos.
5.4.4.1 Cortafuegos. Una definición tradicional describe a los cortafuegos como "barreras naturales o artificiales, construidas antes del incendio o en el momento de su propagación, limpias parcial o totalmente de vegetación, que persiguen el propósito de cortar la continuidad de los combustibles y, también, para facilitar el acceso y ejecución (anclaje) de los trabajos de combate del fuego". Respecto a los cortafuegos, se estima de interés referirse al diseño que deben observar considerándolos como un sistema, y en lo que respecta a las modalidades de instalación y mantenimiento. a) Diseño de Redes de Cortafuegos. Los cortafuegos preventivos (construidos antes de la iniciación de incendios), deben basarse en un sistema necesariamente incorporado al manejo forestal aplicado al rodal, en donde cabe observar especificaciones tales como las siguientes:
Ancho.- No se puede pretender que los cortafuegos sean de una anchura tal que puedan detener en forma absoluta la propagación de cualquier tipo de incendio. En algunos casos el comportamiento puede ser extremo, con la presencia de materiales incandescentes que sobrevuelan distancias de hasta varios centenares de metros. Por lo tanto, lo que debe
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esperarse es que, a través de ellos, pueda detenerse a la mayoría de los incendios no conflictivos (superficiales y subterráneos), y también, permitir el expedito acceso de las unidades de control. No existen normas precisas sobre el ancho que deban tener los cortafuegos, porque la efectividad de ellos depende de diversos factores (especialmente la topografía y el tipo de vegetación). Algunos autores recomiendan que, en terrenos planos cubiertos con arbolado y matorrales ralos, el ancho debe ser de alrededor de 12 m, y si la cobertura vegetal es densa, la magnitud debe alcanzar el doble del valor recién indicado (unos 25 m). Ahora, en terrenos con una pendiente cercana al 70%, el ancho debe incrementarse a unos 20 y 35 m, respectivamente. Por otra parte, es común observar el criterio de regular el ancho del cortafuego en función de la altura que los árboles pueden alcanzar en su madurez. En este caso, la recomendación es que el ancho debe ser equivalente a esa altura. La anchura de los cortafuegos también puede ser complementada con fajas adicionales instaladas a ambos lados, en las cuales se proceda a extraer el material vegetal liviano de fácil combustibilidad (cortacombustibles).
Tipos. Un sistema de cortafuegos puede estar compuesto por dos clases de fajas diferentes: Cortafuegos Principales y Cortafuegos Secundarios (o Auxiliares). Los principales corresponden a la estructura básica de la red. Por lo general son perimetrales (circunvalan al bosque), pero también pueden ser troncales (para sectorizar la zona cuando la vegetación continua es muy extensa). Su anchura debe corresponder a la señalada en a). En cambio, los secundarios o auxiliares, se instalan como apoyo a los principales. Su anchura debe ser menor (de 5 a 10 m), y su propósito es establecer unidades de una menor superficie (5 a 30 ha), a fin de impedir que la propagación del fuego alcance extensiones mayores. Todo ello además de mejorar las condiciones para el acceso y el combate. En todo caso, en la instalación de un sistema de cortafuegos debe hacerse todo el esfuerzo posible en utilizar los espacios desprovistos de vegetación (caminos, cursos de agua, roquerios, etc.), de manera de reducir la intervención en superficies arboladas.
Densidad. Se refiere a la proporción de superficie destinada a cortafuegos, en relación a la extensión total del bosque bajo protección. En general, puede plantearse que la densidad está regulada por el ancho de los cortafuegos y la distancia que los separa. En sectores de bosques heterogéneos y multietáneos, con topografía quebrada o con abundantes cursos de agua, es difícil predeterminar la proporción de espacios que deben destinarse a cortafuegos, ya que la presencia de sectores sin vegetación, aunque irregulares, puede ser suficiente para cumplir con el objetivo de corte de la continuidad. Sin embargo, si la accesibilidad es precaria, puede ser conveniente un refuerzo con la instalación de fajas o líneas de penetración. En cambio, en plantaciones, pueden estar dadas las condiciones para la planificación de redes de cortafuegos, especialmente si están sometidas a un programa de manejo forestal. En este caso, podría tomarse como referencia la experiencia alcanzada en Chile en bosques
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de pino insigne, que crecen en terrenos planos o con pendientes moderadas, en donde se considera adecuada la instalación de redes (que incluyen los caminos), con una densidad que fluctúe entre 5 y 10%.
Orientación. Existen dos factores que son esenciales para definir la orientación que deben tener los cortafuegos: La presencia de pendientes y la dirección de los vientos locales predominantes. Con respecto a la pendiente, se anteponen dos criterios: Uno de ellos es instalar los cortafuegos siguiendo las curvas de nivel y, el otro, en una posición perpendicular a la anterior. Existen razones que fundamentan ambos criterios. En el primer caso, en sitios con una pluviometría alta se previene la iniciación de procesos erosivos, que pueden provocarse con facilidad cuando los cortafuegos se disponen paralelamente a la pendiente. Por otra parte, los cortafuegos perpendiculares a las curvas de nivel favorecen en mejor forma el control de un incendio que se propague en el lugar. En cuanto a la dirección de los vientos predominantes, es común la idea de establecerlos orientados paralelamente al avance de las masas de aire, porque así se puede aminorar la expansión lateral de los incendios. También es conocido el criterio de instalarlos en diagonal con respecto a la dirección de los vientos, porque de esa forma se incrementa en términos reales la extensión del espacio destinado a cortar la continuidad de la vegetación. b) Construcción y Mantenimiento de Cortafuegos . La instalación de cortafuegos debe hacerse empleando los medios y técnicas apropiadas para cumplir con las especificaciones fijadas, y según las condiciones del terreno. Los recursos disponibles para esta tarea también deben considerarse en la aplicación de la técnica que se aplique. La construcción de cortafuegos permanentes debe estar siempre acompañada de un adecuado programa de mantenimiento, de manera que estas barreras no dejen de prestar la utilidad esperada y, además, para no incurrir en la pérdida de los esfuerzos ya realizados. Las técnicas y medios más conocidos que se emplean en la construcción y conservación de cortafuegos se describen brevemente en los párrafos siguientes.
Medios Manuales . Se basan en el empleo de herramientas simples o equipos motorizados livianos. Pueden recomendarse en terrenos quebrados, de difícil acceso, cuando no sea posible la operación de maquinaria pesada, o bien, cuando el uso del fuego implique un riesgo importante. Métodos Mecánicos . Cuando las condiciones lo hagan posible, el empleo de equipos pesados tales como bulldozers o tractores complementados con accesorios tales como masticadores, rodillos, arados, palas, trituradores y otros, pueden ser de gran efectividad. Estos equipos son de alto costo, de manera que la decisión de emplearlos debe basarse en un elevado rendimiento en la construcción del cortafuego. Silvopastoreo. El empleo de ganado, como vacunos, caprinos, equinos, incluso porcinos, puede ser muy útil en el mantenimiento de los cortafuegos, por el consumo de hierbas, pastos y rebrotes, o también, por el ramoneo de matorrales y árboles de follaje bajo. En diversas ocasiones se ha demostrado que el uso de ganado puede ser rentable, considerando exclusivamente la inversión en los animales. Además debe
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tenerse presente el beneficio que significa mantener los cortafuegos limpios. Sin embargo, es imprescindible que el ganado sea bien manejado, sin excederse en la carga que pueda soportar el terreno.
Productos Químicos. Particularmente los herbicidas, pueden usarse en diversas formas para la construcción y mantenimiento de cortafuegos. Algunas de sus aplicaciones pueden estar destinadas a la preparación de matorrales y arbustos para una posterior quema, al control de rebrotes, a la reducción de la inflamabilidad de especies de fácil combustibilidad y, a favorecer la producción de semillas de especies que puedan conformar cortafuegos verdes o vivos. En general, los productos químicos atacan selectivamente a las plantas, sin reducir a los combustibles (exceptuando a los de preemergencia), de modo que su aplicación es necesario combinarla con otro medio de eliminación del material vegetal, a fin de asegurar el éxito de la tarea preventiva. Por otra parte, la selección de los productos debe ser muy cuidadosa, por los efectos de toxicidad que pueden generarse en el ambiente. También, las altas concentraciones y los efectos de larga persistencia son necesarios de regular. Los problemas de seguridad en la manipulación es otro aspecto que debe tenerse presente. Entre los herbicidas con efectos de corta duración (de 1 a 6 meses) de mayor uso, cabe señalar a 2,4-D,2,5-T, Amitrole, Atrazine, Dalapon, Dicamba y Simazine. En cambio, productos como Bromacil, Diuron y Picloram, pueden tener una persistencia de hasta 48 meses. Algunos retardantes químicos de larga duración, como el Phoscheck y el Fire-trol, que pueden mantener su efecto hasta por dos meses (en zonas de baja pluviometría), pueden ser también empleados para establecer cortafuegos temporales.
Quemas Prescritas. El fuego puede ser empleado como un medio efectivo y barato en la instalación y mantenimiento de cortafuegos, siempre que se le aplique cuidadosamente, en los lugares y oportunidades en que el riesgo sea mínimo. La aplicación del fuego debe siempre basarse en un plan de quema, a través del cual se evalúen correctamente las condiciones del sitio, la necesaria preparación del terreno, la oportunidad apropiada y las técnicas más eficientes de encendido, control y liquidación, como también los recursos requeridos y las medidas de seguridad correspondientes. Todo ello con el fin de lograr un resultado netamente favorable en cuanto al balance de efectos positivos y negativos. A lo anterior, es necesario agregar la exigencia del cumplimiento de las normas legales y reglamentarias en la materia. Cortafuegos Verdes. A diferencia de los medios descritos anteriormente, el empleo de especies de baja combustibilidad, para frenar o aminorar una eventual propagación del fuego, no se basa en el establecimiento de espacios o franjas libres de vegetación. La implantación de coberturas vegetales es con especies herbáceas preferentemente, de baja biomasa y perennes, aunque también es común el empleo de plantas anuales. Las especies más conocidas para estos efectos pertenecen a los géneros Bromus, Festuca, Santolina, Lolium, Phalaris y Agropyron. Con ellas es posible reducir en forma importante la velocidad de propagación del fuego, manteniendo las posibilidades de acceso expedito para las unidades de combate.
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También las barreras de arbustos o árboles pueden constituir adecuados cortafuegos, cuando poseen un follaje de lenta o difícil ignición. Estas fajas pueden detener o reducir en un importante grado la velocidad de avance de incendios superficiales, y en algunos casos, de copas. Especies de los géneros Larix, Acacia, Myrtus, Fraxinus, Fagus, Betula, entre otras, pueden cumplir con estos objetivos de la prevención de incendios.
5.4.4.2 Cortacombustibles. Corresponden a una modalidad del manejo de combustibles que puede aplicarse en forma auxiliar o de apoyo a los cortafuegos y, también, como una medida preventiva única en determinados sectores boscosos. Se definen como "fajas de terreno con la vegetación parcialmente removida, con el fin de modificar el comportamiento del fuego de un incendio que eventualmente pueda propagarse". Por lo general, en estas fajas se elimina la totalidad del combustible pesado (árboles, arbustos y desechos gruesos) y se reduce la altura del sotobosque (hierbas, pastos, renuevos). En algunos casos, la remoción de los árboles puede consistir en un raleo fuerte (unas 200 plantas por ha), complementado de una poda alta (de 4 a 6 metros) en los ejemplares que permanezcan en el terreno. Como medida de apoyo a los cortafuegos, los cortacombustibles se instalan adyacentes y en forma paralela a ambos lados como fajas de una anchura de 5 a 30 metros. Cuando se aplican como medida única, pueden alcanzar anchuras de hasta 100 metros, dependiendo del tipo de vegetación existente y de la extensión del bosque bajo protección. También pueden incluir en su interior una o varias líneas de contención, consistentes en fajas raspadas hasta el suelo mineral, de uno a tres metros de ancho. La instalación de un sistema de cortacombustibles, además del rol preventivo que cumple, puede representar un importante componente del preataque, por la sectorización que se establece en la zona intervenida, además de diversos beneficios que se logran para el desarrollo del combate de incendios.
5.4.4.3 Líneas de Penetración. Consisten en fajas de uno a tres metros de ancho, en donde la vegetación se elimina completamente, con un raspado hasta el suelo mineral. Se establecen en forma de una malla, con separaciones entre las líneas de 200 a 300 metros, de manera de encerrar bloques de vegetación continua de 4 a 9 ha. En cierto modo podrían calificarse como cortafuegos auxiliares o secundarios, porque cortan la continuidad de la vegetación en terrenos boscosos y, facilitan el acceso y la ejecución de las operaciones de combate. Las líneas de penetración se aplican normalmente en rodales sometidos a intervenciones silviculturales intensas, que presenten una gran cantidad de desechos sobre el piso (como es el caso de raleos a desecho en plantaciones de coníferas). La instalación de las líneas de penetración, al igual que en el caso de los cortafuegos, debe efectuarse aprovechando al máximo los accidentes topográficos, senderos, cursos de agua y otros sectores sin vegetación, a fin de reducir sus costos de instalación y mantenimiento. También deben considerarse como un componente importante de los esquemas de preataque.
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En este sentido, un importante beneficio que ofrecen es que, en gran medida, el control de los incendios que puedan originarse ya está efectuado, y que en la mayoría de los casos, constituyen el anclaje necesario para la liquidación del fuego.
5.4.4.4
Reducción de Combustibles.
Dentro de estas medidas se considera a todas aquellas dirigidas a eliminar total o parcialmente los materiales combustibles dispuestos en el interior del bosque, de fácil combustibilidad y que faciliten la propagación del fuego en cualquiera de los estratos de continuidad. Con la reducción de los combustibles se pretende, por un lado, evitar futuras situaciones de comportamiento extremo y, por otra parte, tratar que los focos potenciales se propaguen, en lo posible, sólo por el estrato superficial y con una baja liberación de energía calórica. También, con la reducción de combustibles se pretende mantener al rodal limpio, en condiciones tales que se facilite el tránsito del personal de combate, como asimismo, la ejecución de las operaciones de control y liquidación del fuego. Por otra parte, las intervenciones silviculturales normales, como podas y raleos, podrían calificarse como medidas de reducción de combustibles, porque a través de ellas se establecen cortes en la continuidad de la vegetación. Los mayores requerimientos de reducción de combustibles se presentan en rodales con un peligro muy alto, como consecuencia de intervenciones silviculturales, temporales de viento o ataques de plagas y enfermedades. En estos casos, puede existir una gran cantidad de vegetación seca en pié y/o desechos abundantes sobre el piso. Esta misma situación es posible encontrarla en bosques adultos sin manejo, especialmente cuando se trata de plantaciones de coníferas. El material combustible seco debe ser, en lo posible, eliminado del rodal, y para tal propósito pueden emplearse diversos medios o modalidades. a) Acarreo manual de los materiales hacia los alrededores del bosque (en cortafuegos, caminos o espacios sin vegetación), donde puedan ser eliminados por medio de quemas progresivas, o bien, conformando fajas o rumas seguras. b) Uso de astilladoras y hornos, para consumir los materiales leñosos, aprovechando esta operación para obtener productos que puedan generar ingresos. En todo caso, el empleo de tales equipos debe hacerse en sectores donde la vegetación se ha limpiado, para evitar riesgos. c) A través de quemas bajo dosel, que deben aplicarse en forma prescrita, contemplando todas las precauciones necesarias. La técnica de encendido y la modalidad de quema que se apliquen deben ser tales que se asegure una liberación calórica mínima, sólo la suficiente para reducir el peligro. Por otra parte, las restricciones en cuanto a las condiciones meteorológicas deben ser muy severas. d) Manejo de ganado con especies que se adapten a las condiciones del rodal, y que acepten a las hojas y ramillas como alimento. Todas las modalidades de reducción de combustibles indicadas, no pueden aplicarse a la totalidad de las condiciones existentes en los bosques que requieren ser tratados. En algunos casos, por la topografía y accesibilidad presentes (el empleo de hornos y astilladoras, por
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ejemplo) y, en otros, por los riesgos que puedan ocasionarse (empleo de fuego bajo dosel). En general, la recomendación es emplear todos los medios disponibles para eliminar los combustibles peligrosos, sin descuidar las medidas de seguridad correspondientes.
5.5
MODIFICACIÓN DEL CLIMA
A través de la alteración del estado atmosférico, o de las condiciones meteorológicas, pueden lograrse resultados muy efectivos como apoyo a las operaciones de prevención y combate. No obstante, la modificación del clima es una técnica que aún se encuentra en su fase experimental, y los beneficios de sus aplicaciones no son todavía completamente previsibles. Incluso, en algunos países su empleo está siendo sometido a revisiones, por las implicancias legales que significa en los casos de sectores que son afectados cuando no lo requieren, o bien, resulten perjudicados por las características del fenómeno meteorológico que se ha provocado. En Chile, la modificación del clima no se ha aplicado como medida de manejo del fuego. Las experiencias sólo están referidas a la búsqueda de soluciones a situaciones de sequía, que afectan a la agricultura y a la disponibilidad de agua. Sin embargo, en Estados Unidos, Canadá y otros países, constituye una actividad que con frecuencia se ha utilizado en operaciones de prevención y combate. En la prevención puede ser muy útil, por la reducción del riesgo de incendios provocados por rayos, y en la disminución del peligro al aumentar el contenido de humedad de los combustibles. Igualmente, en el combate, las lluvias artificiales pueden representar un importante apoyo, porque contribuyen al aumento del contenido de humedad de la vegetación y, a la consecuente alteración del comportamiento del fuego.
5.5.1
Provocación de Lluvias Artificiales.
Se logra a través del bombardeo y siembra de nubes, sobre la base de la teoría BergeronFindeisen, que establece que descensos violentos de la temperatura en las nubes provoca la formación de millones de cristales, de tamaño infinitesimal, que sirven de núcleo para la formación de las gotas de agua que precipitan. El producto de mayor uso es el yoduro de plata. Otros compuestos empleados con frecuencia son la sal común, acetona, nieve carbónica, sulfato de cobre, aire líquido, butano, éter y cloruro de etileno. La aplicación puede ser a modo de siembras aéreas (aerosoles es la más común), o bien, por medio de bombardeos aéreos (bengalas, bombas), bombardeos terrestres (balas químicas, bengalas y diversos tipos de proyectiles). Las nubes propensas para la provocación de lluvias artificiales son Cúmulos Cálidos, que posean un grosor de 1,5 a 4 kilómetros, con una altura de su base mínima de 4 mil metros sobre el nivel del mar. La temperatura óptima para que se inicie la lluvia es de -7º C. Las experiencias efectuadas en Chile indican que sólo en el 30% de las aplicaciones se logra provocar efectivamente precipitaciones. La lluvia, por lo general, se produce alrededor de 20 minutos después de la aplicación del producto químico. Un problema importante que aún no ha podido ser resuelto, es que la intensidad y duración de las lluvias que se provocan, son imprevisibles.
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5.5.2 Modificación de Tormentas Eléctricas. En el hemisferio norte, una proporción importante de los incendios forestales son generados por rayos en tormentas eléctricas. Este problema no se presenta en Chile; en cambio, en Canadá y EE.UU., donde existe una elevada causalidad de incendios provocada por este fenómeno, se han desarrollado técnicas dirigidas a la disolución y transformación de nubes que provocan rayos (cúmulos y cúmulo-nimbos), empleándose diversos tipos de productos, similares a los señalados para la siembra de nubes. Otra técnica desarrollada para el control de incendios originados por tormentas eléctricas, consiste en el bombardeo de nubes con ondas magnéticas, con el objeto de desviar la descarga de los rayos hacia sectores no peligrosos (lagos, por ejemplo).
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CAPITULO 6
DETECCIÓN 6.1 GENERALIDADES Es la acción dirigida a vigilar una zona bajo protección, con el propósito de descubrir y localizar los incendios forestales que puedan haberse iniciado. Es el primer paso de un proceso que comienza para lograr una oportuna extinción de los focos de fuego. La velocidad con que se lleva a efecto la detección es de gran importancia, porque la dificultad o esfuerzo de control se incrementa términos exponenciales en relación al tiempo transcurrido desde el momento de origen del incendio. La detección puede efectuarse a través de dos formas generales:
a) Detección no Programada. Se basa en el apoyo de medios informales (no incluidos en la programación del manejo del fuego), con los cuales existe la capacidad de registrar y procesar de los avisos de descubrimiento y localización de focos que deben reportarse. Incluso, considera los casos en que la central de operaciones que ha recibido el reporte ya haya impartido previamente las instrucciones para la movilización, reconocimiento y ejecución del primer ataque, si es que ello se estima adecuado en la oportunidad correspondiente. Los reportes más frecuentes provienen generalmente del personal de programas ajenos al manejo del fuego, que recorren habitualmente los sectores bajo protección cumpliendo tareas tales como control de faenas, guardería forestal u otras. En otros países la información de particulares (automovilistas, transeúntes, etc.) constituye una importante fuente de reportes de detección, pero en Chile la experiencia ha demostrado un bajo nivel de cooperación del público y una precaria confiabilidad de la información que se entrega. b) Detección Programada. Corresponde a la aplica con los dispositivos que específicamente se han dispuesto para detectar los incendios forestales. Al respecto, la detección programada puede ejecutarse a través de diversos sistemas, entre los cuales se destacan los Observadores Terrestres Móviles, Observadores Terrestres Fijos y Observadores Aéreos.
6.2
OBSERVACIÓN TERRESTRE MÓVIL.
La detección se apoya en patrullajes terrestres de vigilantes, guardabosques, supervisores o técnicos, que pueden movilizarse por medios diversos, aunque lo normal es emplear vehículos motorizados (jeeps o motocicletas). El patrullaje terrestre ha sido tradicionalmente un complemento para otros sistemas de detección, como son los basados en torres de observación o en vigilancia aérea. Sin embargo, en sectores aislados pueden llegar a ser principal modalidad de descubrimiento oportuno de incendios forestales, especialmente en terrenos de alto valor, extensión reducida (un predio o un grupo de ellos contiguos) y con una topografía muy quebrada.
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Es necesario que en el área bajo vigilancia existan puntos relevantes o panorámicos, en los cuales pueda observarse adecuadamente a todo el terreno protección. No es recomendable basar este tipo de detección en la observación de vigías en movimiento, porque la calidad de la observación es baja. El patrullaje debe funcionar siguiendo rutas preestablecidas, en horarios definidos, con paradas en puntos estratégicos, de gran visibilidad, en donde se realiza la observación propiamente tal. Estos puntos pueden estar apoyados con pequeñas instalaciones o miradores, para mejorar la cobertura de vigilancia. Es importante, en el diseño del sistema, seleccionar las rutas y miradores que optimicen la detección. Especialmente, para el caso de los miradores, es necesario conocer previamente la cobertura efectiva de visibilidad y la prioridad de protección de los sectores a vigilar. Gajardo, en 1993, propuso un método para diseñar sistemas de patrullaje terrestre, tomando como referencia el conocido problema del "vendedor viajero". Plantea que el patrullero, al igual que el vendedor viajero, debe ser considerado como un individuo que requiere abandonar un sitio base, visitar otros n-1 sitios (una vez cada uno) y regresar a la base. Para tal propósito es necesario crear un programa que determine un itinerario de costo mínimo, cuya solución se basa en una matríz (n*n), que contiene los costos mínimos de viajar entre cada par de sitios (i,j), con i,j=1.....n. El costo de viajar entre el sitio "i" y el sitio "j" (Cij), no es necesariamente igual al costo de hacerlo desde "j" a "i" (Cji). De este modo, la definición de rutas puede asociarse a un problema de asignación, en el que se distribuye un grupo de trabajadores a un conjunto de tareas, considerando en este caso, la definición de una cantidad determinada de orígenes a un conjunto de destinos. De acuerdo a ello puede plantearse el problema de las rutas de patrullaje terrestre considerando dos métodos de solución: Uno basado en la teoría de las redes y, el otro, en la programación entera. En cuanto al equipamiento requerido para los patrulleros, además del medio de transporte, debe consistir en un aparato de radio (para el reporte rápido de los focos que se detecten), binoculares (para mejorar la calidad de la observación), un plano del sector (para la localización de los focos), los formularios para el registro de las observaciones y, si es posible (de acuerdo al medio de transporte que se ocupe), algunas herramientas para colaborar en el primer ataque del incendio que se descubra.
6.3
OBSERVACIÓN TERRESTRE FIJA
Opera con torres de observación, las que se basan por lo general en una estructura de metal o madera, de una altura que normalmente fluctúa entre 12 y 30 metros, sobre la cual está instalada una caseta, en donde permanece un vigía o terrero. En Chile, donde en la actualidad constituye el principal sistema de detección, las primeras torres se instalaron alrededor de 1950, y ya en el año 2003 se comprobaba la existencia de alrededor de 260 torres de observación, operadas por CONAF y Empresas Forestales.
6.3.1
Operación del Sistema.
6.3.1.1 Métodos de Observación. Los mejores resultados en la detección apoyada por una torre de detección se obtienen mediante la combinación de observaciones sistemáticas panorámicas y detalladas del sector bajo
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vigilancia, efectuadas alternadamente, realizadas en forma directa (a ojo desnudo), o con el apoyo de binoculares.
a) Observaciones Panorámicas. Deben efectuarse con una frecuencia que depende del grado del grado de peligro del momento. Consisten en revisiones del paisaje que rodea a la torre, siguiendo un movimiento rotatorio, deteniéndose algunos momentos en aquellos puntos o sectores relevantes desde el punto de vista de la prioridad de protección, y que representen especialmente un elevado riesgo (producto de tránsito, faenas forestales o uso recreativo, en otros problemas), o un alto peligro, que eventualmente permita el desarrollo de incendios conflictivos. Lo normal es efectuar las observaciones panorámicas en forma continua, con lapsos de receso de unos 15 minutos, con posterioridad al término de la observación detallada que a continuación debe complementarla. b) Observaciones Detalladas. Tal como se mencionó el párrafo precedente, inmediatamente después de la revisión panorámica debe llevarse a efecto una observación exhaustiva de toda la zona bajo vigilancia, en forma sistemática, procurando cubrir la totalidad de los sectores del terreno a proteger. Esta modalidad de observación se puede efectuar de dos formas diferentes (Figura 6.3.1.1).
Paralela, que consiste en programar la vigilancia de manera de ir observando el terreno en recorridos de la visual en tramos circulares seguidos, que van desde los alrededores de la torre hasta sus límites de visibilidad (en forma de una espiral excéntrica). Con el objeto de facilitar este trabajo, la zona se puede dividir en varios sectores, cada 60º, por ejemplo, o bien apoyándose entre puntos de referencia notables (árbol alto aislado, cima de un cerro, cruce de una carretera, etc.). Radial, que se basa en observaciones que van en línea recta, de ida y regreso, desde la posición de la torre hacia sus límites de visibilidad (separadas cada 5 o 10º), siguiendo los movimientos de un puntero de reloj, en forma consecutiva hasta completar el círculo. Observación Paralela
Observación Radial
F igura 6.3.1.1.- Métodos de Observaciones Detalladas
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6.3.1.2 Localización de Focos. Cuando el torrero descubre un humo, debe localizarlo en forma precisa y, luego caracterizarlo, cumpliendo la exigencia de enviar el reporte correspondiente a la central de operaciones en cada una de esas dos oportunidades La localización del foco se efectúa en términos del rumbo que éste posee en relación a la posición torre. Para ello, el torrero debe disponer de algún instrumento (localizador) que le permita conocer el grado exacto con respecto al norte en que se ubica el posible incendio. El localizador de incendios más conocido es el Detector Osborne, que es una alidada (o goniómetro) instalada en un anillo giratorio, apoyada en un limbo graduado fijo, y con dos mirillas, que le permiten visar la posición del foco y conocer el respectivo ángulo mediante una simple lectura en la correspondiente posición de la escala del limbo (del tipo Vernier). Debe señalarse el reciente desarrollo de binoculares con brújula incorporada, que permiten conocer dentro del campo de la visual, el rumbo de la posición de un objeto (humo) que está siendo enfocado con respecto al correspondiente punto de observación (torre). Frecuentemente el torrero, una vez conocido el rumbo del incendio, y con el apoyo de un plano de la zona, puede determinar con precisión la ubicación del foco. No obstante, lo recomendable es que la central de operaciones lo determine para evitar posibles errores. Para esto último, puede emplear la información de torres vecinas que también han detectado al foco, y por la intersección de los rumbos reportados sobre un plano, le será posible determinar su posición exacta.
6.3.1.3 Identificación de Humos. Es importante para la central de operaciones que el reporte de un foco incluya la mayor cantidad posible de antecedentes del eventual incendio forestal, a objeto de tomar la mejor decisión de despacho de recursos para su control. Por tal razón, la detección no sólo consiste en la localización exacta del humo observado, sino que además debe incluir las características que éste posee y, por supuesto, determinar si realmente corresponde a un incendio forestal. En tal sentido, es importante que el torrero esté capacitado para clasificar al humo, en aspectos tales como tamaño, forma, color y legitimidad. a) Tamaño del Humo. Está referido a la superficie de su base o de su posición terrestre, de manera de interpretar la extensión del sector ardiente. Para tal efecto se acostumbra a emplear como unidad de superficie a la que cubre aproximadamente un campamento o zona de picnic. Al respecto, se menciona que un humo grande es aquel posee el tamaño de 10 o más de esas unidades; por su parte, un humo medio es el que tiene alrededor de cinco y, es pequeño cuando alcanza a dos o menos. b) Forma del Humo. Es un aspecto que interesa por la representación que posee sobre el comportamiento del fuego del incendio detectado y los factores que lo están afectando. Por ejemplo, si la columna de humo es difusa, puede significar la presencia de un incendio bidimensional (baja intensidad); en cambio, cuando es compacta o tiene un contorno claramente definido, la energía calórica emitida puede ser muy elevada. Por otra parte, si la columna está inclinada, significa la presencia de viento, y también es un indicador de la dirección de avance de la propagación. Los quiebres en el perfil de la columna pueden
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indicar estratos de vientos a diferentes alturas, y en algunos casos permiten determinar la presencia emisiones de materiales encendidos. c) Color del Humo. Puede indicar el tipo de vegetación que está siendo afectada por el incendio. Algunos ejemplos frecuentes de representación de colores del humo se indican a continuación, aunque debe señalarse que no todos los casos se ajustan a esas referencias. - Blanco-Grisáceo. Corresponden a pastos, hierbas y otros estratos superficiales con un alto contenido de humedad en su follaje. - Gris. Por lo general se refiere a matorrales o arbustos ralos. - Gris Oscuro-Negro. Se podría deber a la presencia de matorrales leñosos muy densos. - Azul-Oscuro. Normalmente corresponden bosques latifoliados densos. - Amarillo-Café. Por lo general, cuando son bosques de coníferas. d) Legitimidad de los Humos. Se refiere a la naturaleza del humo detectado. Al respecto, se acostumbra clasificarlos en:
- Legítimos. Son los que corresponden a incendios conocidos y reportados. También se incluyen los humos de quemas controladas autorizadas.
- I legítimos. Pueden corresponder a incendios desconocidos o no detectados, y a quemas controladas no autorizadas.
- Humos F alsos. Se refieren a fenómenos similares al humo, pero que no corresponden a la combustión de materiales leñosos, tales como polvaredas, evaporación, smog y otros.
- Habituales. Corresponden a humos de fábricas o de faenas silvoagropecuarias, que se
mantienen por tiempos prolongados. Si no han sido registrados o se desconocen al momento de la detección pueden confundirse fácilmente con un incendio forestal.
6.3.1.4 Condiciones y Equipamiento del Torrero. La tarea de vigilancia desde una torre desde observación es delicada, porque su eficiencia depende estrechamente de la rigurosidad en el cumplimiento de las normas que regulan la operación. En primer término, el torrero debe ser adecuadamente seleccionado considerando diversos requisitos y exigencias, entre las cuales tenerse presente:
a) Capacitación. Tener un nivel de preparación suficiente para manejar los equipos (localizador de incendios, radio), los planos y fotografías del sector bajo vigilancia, y los registros de información. También debe poseer conocimientos sobre comportamiento del fuego y una suficiente información de terreno del área cubierta por la torre.
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b) Salud. Estar exento de problemas oculares y enfermedades crónicas graves. Por otra parte, es necesaria una suficiente estabilidad emocional, que le permita soportar su soledad durante muchas horas diarias y períodos prolongados, en un ambiente poco grato. c) Actitud. Por su permanente aislamiento, requiere de un adecuado nivel de responsabilidad y disciplina. Igualmente, dada la necesidad de estar en constante comunicación radial con diversas unidades, es conveniente que su trato con otras personas sea formal, amable y directo. Por otra parte, la eficiencia del torrero depende en gran medida de las condiciones de la torre para su trabajo y de disponibilidad de los medios recomendables para efectuar su labor. En tal sentido, cabe indicar: -
Es necesario que posea el equipamiento básico mínimo para la detección y reporte de focos: Localizador de incendios, binoculares, planos o fotografías del sector a su cargo, equipo de radio y formularios para el registro de información.
-
En cuanto a las condiciones ambientales, la caseta debe ser de una suficiente extensión (lo conveniente es sobre 4 m 2), para operar con comodidad y tener el espacio para sus necesidades domésticas. Igualmente, es importante tener resuelto el apoyo logístico para sus requerimientos básicos (abastecimiento de agua y energía).
-
Algunos elementos necesarios para apoyar su tarea, en lo que respecta a facilitar la observación y disminuir su agotamiento, pueden consistir en un pasillo exterior a la caseta, y la presencia de ventanales amplios, con los vidrios inclinados y de colores suaves (preferentemente azules o verdes) para evitar los efectos de la reflexión solar.
-
Además, la torre misma debe ser segura, en cuanto a la estabilidad de su estructura, y también respecto acceso a la caseta. Sobre esto último, es importante contar con escaleras con los dispositivos de seguridad para evitar caídas en su ascenso o descenso.
-
Por otra parte, es conveniente que la torre se encuentre en un terreno despejado de vegetación, por lo menos en radio de 50 m, para no limitar su visibilidad y, también, como medida de seguridad ante eventuales incendios en el sector.
6.3.2
Visibilidad de los Observadores Terrestre Fijos.
Las torres, dependiendo de la topografía del terreno y de la nitidez atmosférica, pueden tener un alcance de visibilidad que fluctúa normalmente entre 5 y 35 kilometros (en casos especiales pueden vigilar a más de 50 km). El estándar empleado en Chile para los análisis de coberturas corresponde generalmente a un radio de observación de 20 km.
6.3.2.1 Radios de Visibilidad. Se acostumbra a clasificar el radio de visibilidad en dos tramos:
a) Autosuficiente, que se extiende desde la posición de la torre hasta una distancia de 8 a 10 km, con el cual puede cubrirse la superficie del sector en la cual el torrero es capaz
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de determinar la localización exacta de un foco sin el apoyo de una torre vecina o de otro sistema de detección.
b) Complementario, que corresponde al tramo ubicado desde 10 km hasta el límite de visibilidad, en el cual el vigía sólo puede determinar el rumbo del incendio, sin la capacidad de conocer la localización exacta de un foco. En este caso, es la central quién lo determina, en base a la intersección de rumbos reportados por dos o más torres. 6.3.2.2. Áreas Ciegas y Visibles. El terreno bajo el radio de cobertura de una torre no siempre es totalmente visible desde la caseta del vigía. Existen sectores en donde el torrero no puede detectar directamente el inicio de un foco, esencialmente debido a obstáculos topográficos. En tal caso, esos sectores se denominan como Ar eas Ciegas. Por su parte, se califican como Areas Visibles, todos los sectores que pueden ser observados directamente por el torrero. Teóricamente, en ellos, el inicio de un incendio debiera ser detectado tan pronto como la columna de humo sea visible. La exigencia de visibilidad de una torre es variable, porque no necesariamente toda la zona bajo su cobertura puede ser de interés para el propietario del terreno. También, el estándar de cobertura puede estar dado por la prioridad de protección de los sectores bajo vigilancia. Sobre esto último, la norma general aplicada en Chile es que los terrenos de primera prioridad deben ser visibles en un 100%, descendiendo el nivel de exigencia para los de segunda y tercera prioridad. Ahora, es importante que el estándar se establezca para el sistema de torres que está cubriendo la totalidad de la zona bajo vigilancia, y en ningún caso aplicarlo separadamente para cada observador.
6.3.2.3 Análisis de Visibilidad. Es indudable que, previamente a la decisión de construir una torre de observación, es conveniente conocer la visibilidad que realmente existe desde el o los puntos posibles de instalación. Al respecto, existen diversos métodos para determinar la proporción de áreas visibles y ciegas desde un punto de observación. Los más conocidos son los siguientes: a) Mediante la representación gráfica de diversos perfiles transversales, construidos en diferentes radios a partir de la posición de la torre hasta sus límites de visibilidad. b) Por medio de maquetas a escala y la proyección de una luz desde el punto donde se instalará la caseta de la torre. En este caso, las áreas visibles corresponderán a las iluminadas directamente y las ciegas, las que quedan bajo sombras. c) Sobre la base del dibujo de las áreas visibles en el terreno mismo, basándose en mapas, fotografías y visitas al terreno. d) A través de dibujos a partir de fotografías oblicuas, tomadas en forma panorámica desde el punto teórico de ubicación de la torre, y orientadas con la ayuda de mapas adecuados.
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e) Empleando un radar (sonar), ubicado en el punto de la torre, que permite construir el plano de visibilidad por medio del rebote de las ondas emitidas. Entre los métodos indicados, el de los perfiles transversales se reconoce como el más eficiente y es, por lo tanto, el de mayor utilización. Esto especialmente en los tiempos actuales, puesto que el desarrollo de sistemas de información geográfica facilita su aplicación aprovechando un modelo digital de terreno construido sobre una base de datos de la topografía del sector. En el análisis de visibilidad por medio del método de los perfiles transversales, construido en la forma tradicional, los pasos a seguir son los siguientes: 1º Elección de la cartografía. En Chile lo apropiado es emplear las Cartas Regulares IGM, escala 1:50.000 y con cotas de altitud cada 25 metros. 2º Definición del número de radios para la construcción de los perfiles, lo que depende de la topografía del sector. En terrenos planos la separación entre ellos puede ser de 25 a 30 grados, en cambio, cuando la topografía es muy quebrada, lo recomendable es cada 10 o menos grados. 3º Construcción de los perfiles transversales. Para tal efecto es necesario confeccionar una planilla para el registro de las distancias desde la torre, donde se produzcan los cambios de cotas. Posteriormente, con esos antecedentes, es posible dibujar el perfil de cada radio. 4º En todos los perfiles debe dibujarse la rasante desde la posición de la caseta de la torre hacia cada punto de cambio de altitud, de modo que su proyección determine las posiciones de los tramos visibles y ciegos. 5º Confección del plano de visibilidad. Se obtiene por medio de líneas que unen los límites de todos los tramos ciegos y visibles de radios vecinos, determinándose de esta manera los límites y posiciones de los sectores cubiertos y no cubiertos. La líneas pueden ser rectas, pero lo recomendables es dibujarlas siguiendo las cotas de altitud con el apoyo de mapas topográficos.
6.3.3
Diseño de Sistemas de Torres de Observación.
Cuando se desea establecer un sistema de detección basado en observadores terrestres fijos, que requiera de varias torres (se excluye en este caso la situación de predios aislados), lógicamente la decisión para el diseño (número y localización) se debe fundamentar en un criterio de optimización. Es decir, lograr un diseño eficiente, en el sentido que contemplando la menor cantidad posible de torres se cumpla con el estándar de visibilidad que se ha definido para la zona correspondiente. La cantidad y posición de las torres puede ser definida por diversos criterios, entre los cuales se destacan dos: a) Uno, de carácter estático, basado en un monto presupuestario definido de antemano, lo que implica conocer previamente el número de torres a instalar. En este caso, la solución debe ser provista por un proceso matemático que determine la mejor
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visibilidad conjunta entre las diferentes opciones de combinaciones de localización de los observadores. b) Cuando el proceso se inicia sin conocer exactamente el número de torres que se requiere instalar, el criterio se puede basar en un análisis marginal. Es decir, ir aumentando gradualmente el número de torres, hasta determinar el punto en que la incorporación de nuevas torres no aporta un incremento significativo de visibilidad en la zona. Lógicamente, la visibilidad para cada categoría de número de torres que se está comparando, debe corresponder a la respectiva mejor combinación localizaciones entre las opciones disponibles. En los dos criterios señalados, previamente a la aplicación del proceso de optimización, se requiere desarrollar un análisis con el apoyo de mapas topográficos y revisiones en terreno que permita conocer la posición de todos los puntos factibles para la instalación de torres. Respecto a ello, deben considerarse aspectos tales como accesibilidad al punto, posibilidades de apoyo logístico, niveles preliminares de suficiencia en cuanto a su cobertura de visibilidad y, en general, el cumplimiento de los diferentes requerimientos operacionales para asegurar una adecuada detección. Tapia (2008), en un estudio sobre diseño de un sistema de detección basado en torres para la Región Metropolitana de Chile, propone un sistema automático para la definición de puntos opcionales para la localización de los observadores. Para ello, con el apoyo de un sistema de información geográfica y modelos digitales de terreno, sugiere seleccionar las localizaciones opcionales por medio de la identificación de puntos destacables de relieve (hitos geográficos), basándose en un índice topográfico que evalúa la altitud de cada uno de ellos en relación a los que existen en sus vecindades. La propuesta recién descrita permite un importante ahorro de esfuerzo en la definición del diseño de un sistema de torres. Sin embargo, en la aplicación del método debe tenerse presente una importante restricción, la que se refiere a que no siempre los puntos localizados en las mayores altitudes son los que poseen las mejores visibilidades. Con frecuencia, las combinaciones de visibilidades de varias torres pueden determinar que algunos puntos ubicados en la medianía de la falda de cerros, incluso en valles, pueden ser más eficientes que aquellos localizados en altitudes mayores. En ambos criterios de optimización para el diseño de sistemas de torres, o en cualquier otro que se aplique, se debe tener presente que, en la expresión visibilidad, también se está incorporando la prioridad de protección, porque las exigencias de cobertura varían según el interés o importancia que posean los diferentes sectores en la zona. Sobre esto último, metodológicamente puede ser conveniente la construcción de una matriz sobre la zona a vigilar, en donde cada punto represente una unidad de superficie determinada. A su vez, cada punto puede representar un puntaje en una escala, dada por la visibilidad propiamente tal y la prioridad de protección. Por ejemplo, a una unidad de superficie de primera prioridad y que posea un 100 % de visibilidad, correspondería asignarle el puntaje máximo. Por el contrario, un punto de mínima prioridad con 100 % de visibilidad tendría el puntaje mínimo (incluso negativo, por poseer una cobertura indeseada). De este modo, la sumatoria de los puntaje ponderados de todas las unidades de la zona de cobertura de una torre le otorgará a ésta un valor final, que es el debiera emplearse en los análisis combinatorios antes indicados.
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Pedernera (1996) desarrolló un método para el diseño de redes de torres de detección para empresas forestales chilenas, en donde la primera prioridad de protección está dada por los predios con plantaciones forestales. Propone un modelo matemático de programación lineal entera binaria, que caracteriza al problema de localización de torres como un análisis de oferta y demanda, en el que se cuenta con "n" puntos alternativos de oferta (posiciones alternativas de torres), y con "m" centros de demanda de detección (superficies prediales). El modelo matemático entrega como resultado el número mínimo de puntos que permitan satisfacer la demanda de protección de la mayor cantidad posible de centros de demanda que quedan bajo la cobertura del sistema de detección. El problema de programación lineal entera binaria se resuelve por medio de un algoritmo heurístico de bifurcación y acotación, con el empleo de un programa optimizador. Posteriormente, una vez resuelto el problema de optimización, se procede a realizar la última parte del análisis con el apoyo de un Sistema de Información Geográfica, a fin de evaluar las superficies cubiertas. Lógicamente, para la aplicación del método, es necesario disponer de los archivos de información cartográfica digitalizada sobre la topografía de la totalidad de la zona de análisis, los planos de visibilidad de los puntos opcionales para la localización de torres, y los límites prediales.
6.4
OBSERVACIÓN AÉREA
Se basa en la vigilancia desde aviones, helicópteros, globos aerostáticos, aeronaves pequeñas no tripuladas y operadas por control remoto e, incluso, satélites artificiales. De todos ellos, los más empleados son los aviones y los helicópteros, aunque en estos últimos el costo puede ser restrictivo, siendo más conveniente destinarlos a otras operaciones, como: transporte de combatientes, reconocimiento de incendios, dirección del combate o bombardeo con agua o productos químicos. Los aviones históricamente han representado un sistema importante de detección en Chile. Incluso, entre 1967 y 1974 constituyeron el medio de mayor empleo (en promedio, sobre 4 mil horas de vuelo por temporada). Posteriormente, con el alza de los combustibles por la crisis del petróleo, comenzaron a ser desplazados progresivamente por las torres de observación y dejaron de constituirse como el principal sistema de detección. En la actualidad continúa su uso en la detección en algunas regiones del país, pero su mayor aporte ahora está referido al reconocimiento de focos y a la dirección del combate. En el diseño de un sistema de detección aérea basada en avionetas intervienen diversos elementos, entre los cuales cabe destacar: Tipo de aeronave, cobertura de vigilancia, planes y programas de vuelo, localización, reconocimiento y reporte de focos, personal y equipos. Una breve descripción de estos aspectos se expone a continuación:
6.4.1
Tipos de Aeronaves en la Detección.
Las aeronaves más adecuadas para la detección son modelos pequeños (Cessna, Piper, Commander, etc.), principalmente por su costo operacional y por la capacidad que poseen para efectuar la vigilancia en terrenos forestales mediante vuelos lentos. Por otra parte, los aviones pequeños pueden aterrizar, despegar y abastecerse de combustibles en innumerables condiciones de terreno, lo que facilita el rol que ellos cumplen.
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En general, se mencionan diversas características que deben poseer las aeronaves para realizar un eficiente trabajo de detección. Las principales son:
a) Velocidad de Crucero. En lo posible sobre 120 nudos, a fin de lograr un rápido desplazamiento hacia las zonas donde deben efectuar los patrullajes. b) Velocidad de Sustentación (Stall). Baja, para poder sobrevolar con lentitud los sectores con posibles focos, y permitir una mejor vigilancia sin el riesgo de caída de la aeronave. c) Ala Alta. Sobre la cabina del piloto, para lograr una mejor observación de los terrenos durante el desarrollo del patrullaje. d) Estabilidad Aerodinámica . La aeronave debe ser capaz de resistir turbulencias atmosféricas sin disminuir en forma sensible su estabilidad. e) Maniobrabilidad. Por la naturaleza de la operación, es indispensable que el avión esté diseñado para efectuar giros rápidos y en distancias muy cortas. f) Autonomía. Los aviones, dependiendo del tamaño del área a vigilar o de la ocurrencia de focos en la ruta, pueden permanecer en el aire por muchas horas. De ahí la conveniencia de la capacidad de volar por períodos prolongados sin demasiadas interrupciones para el abastecimiento de combustibles. 6.4.2
Cobertura de Vigilancia.
El avión es una plataforma aérea de vigilancia, que va barriendo el terreno con su observación y, teóricamente su visibilidad puede ser total, sin áreas ciegas. No obstante, la extensión de la zona de observación depende de diversos factores:
a) Velocidad de Vuelo. A mayores velocidades de desplazamiento más extensa es el área vigilada por unidad de tiempo. Pero, la calidad de la observación es mejor a velocidades bajas. b) Altura de vuelo. Igualmente, con vuelos a mayores alturas la observación cubre zonas más extensas. Sin embargo, la calidad de la vigilancia es mejor a alturas menores. Lo recomendable es efectuar los patrullajes a un altura de 400 a 700 metros sobre el suelo. c) Topografía. Afecta al radio de visibilidad. Los mayores rendimientos se obtienen volando sobre terrenos planos. d) Visibilidad. La nitidez atmosférica es importante en la calidad y rendimiento del patrullaje. La eficiencia es menor en sectores con humo o smog. La radiación solar, en algunas horas del día, puede limitar a la visibilidad. e) Estabilidad Atmosférica. Las zonas o períodos de turbulencias atmosférica pueden anular la operatividad de los aviones livianos. f) Observador Aéreo. La calidad, experiencia y conocimiento de la zona por parte del vigía aéreo aes fundamental en la eficiencia de la detección.
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6.4.3
Planes y Programas de Vuelo.
Un sistema de detección aérea, al igual que la vigilancia basada en torres de observación, debe estar diseñado para alcanzar el mayor nivel de eficiencia posible. Es decir, lograr la máxima cobertura de observación en el menor tiempo de vuelo posible. Por tal razón, los planes y programas de vuelo que se formulen pueden ser decisivos en lograr el propósito de eficiencia recién mencionado.
E l Plan de Vuelo se refiere a la ruta establecida para el patrullaje, y debe definirse
esencialmente considerando las prioridades de protección determinadas para los diferentes sectores de la zona bajo vigilancia. Las rutas pueden ser permanentes o eventuales. Las primeras son aquellas que se emplean en todos los vuelos normales o rutinarios, y por supuesto, deben cubrir adecuadamente a lo menos los sectores prioritarios. En cambio, las eventuales poseen un carácter complementario o alternativo, y deben emplearse de acuerdo al riesgo y peligro presentes en un día y zonas determinadas. Es recomendable que estas últimas se definan en la planificación de las operaciones de la temporada, porque también pueden ser útiles cuando se dispone de dos o más aeronaves simultáneamente para efectuar los patrullajes.
Los Programas de Vuelo definen las rutas a utilizan cada día y la frecuencia de vuelos a
efectuar en cada una de ellas. Esto puede depender de las aeronaves disponibles, pero la regulación debe estar dada, en primer lugar, en función del grado de peligro presente. Incluso, con índices bajos, puede ser innecesario instruir patrullajes. Los horarios de vuelo para días normales deben programarse para los lapsos de mayor probabilidad de ocurrencia, esto es, entre las 11 y 18 horas, recomendándose la realización, por lo menos, de dos patrullajes en los sectores de primera prioridad (antes y después del mediodía). En cambio, para los días con un grado de peligro alto o extremo, se recomienda intensificar los patrullajes, con el objeto de reducir los lapsos entre un vuelo y otro. La mayor desventaja de la detección aérea con respecto a la basada en torres reside en la discontinuidad de la vigilancia También, en los planes de vuelo, es conveniente establecer rutas cortas, que puedan significar recorridos de una a dos horas de duración. Es importante, especialmente en los días más críticos, programar una alta frecuencia de patrullajes con el objeto de detectar los focos sin que transcurra un lapso importante desde su inicio.
6.4.4
Localización, Reconocimiento y Reporte de Focos.
La Localización es la detección misma de un foco, con la respectiva determinación de su
posición exacta. Para ello es indispensable que el observador o vigía aéreo no sólo posea un adecuado conocimiento de los terrenos que están siendo patrullados, sino que también es necesario que disponga de los medios (instrumentos, cartas) que le permitan definir con precisión las coordenadas geográficas correspondientes. Este último aspecto está en los actuales momentos siendo resuelto eficientemente con los Sistemas de Posicionamiento Global (GPS). Una vez localizado el foco, el avión debe iniciar un sobrevuelo en el sector afectado, conocido con el término Reconocimiento, a fin que el Observador Aéreo pueda calificarlo (verificar si
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corresponde a un incendio, quema u otro fenómeno), y para obtener los antecedentes requeridos por el reporte que debe transmitirse a la central de operaciones.
El Reporte tiene por objeto comunicar a la central de operaciones todos los antecedentes
necesarios para la decisión de despacho de recursos para el combate del foco. Lo conveniente es efectuarlo en dos oportunidades: Primero, tan pronto como se ha localizado el foco y, con posterioridad al sobrevuelo de reconocimiento. El doble reporte tiene la ventaja de otorgar más tiempo a la central de operaciones para la revisión de antecedentes sobre el sector afectado. De esta manera, con la recepción del segundo reporte, la decisión de despacho puede ser más rápida y segura. El contenido del reporte de reconocimiento del incendio puede ser breve, si la central de operaciones dispone de un adecuado sistema de información. En el caso contrario, la información a transmitir puede ser muy extensa porque debe incluir, en lo posible, los siguientes antecedentes: - Superficie afectada. - Topografía. - Modelos de combustibles. - Comportamiento del fuego. - Dirección del viento. - Valores amenazados. - Disponibilidad de agua. - Acceso terrestre. - Acceso de helicópteros. - Posibilidades de combate aéreo. - Personal del lugar trabajando en la extinción. - Estado de avance en el control del incendio. - Requerimientos generales para el combate. El reporte se puede agilizar significativamente con el empleo de códigos radiales, en donde cada uno de los factores recién señalados y las opciones posibles de ellos, están previamente identificados en claves y en formatos normalizados. Además, dependiendo del sistema de información que maneje la central de operaciones, una proporción importante de la información estática o fija, relativa al sector del incendio, podría obviarse en los reportes del observador aéreo.
6.4.5
Personal y Equipos.
No es recomendable que el piloto del avión cumpla también la tarea de vigilancia, por razones de seguridad y porque no es común que posea la capacitación necesaria para la detección. Debe considerarse, como una norma básica, la presencia de un Observador Aéreo que acompañe al piloto, con la suficiente preparación y equipamiento para cumplir adecuadamente tal función. La calidad del observador aéreo es esencial para asegurar la efectividad de la detección. Por tal razón, es importante que posea una adecuada experiencia en manejo del fuego y un suficiente conocimiento del terreno que le corresponde vigilar. Es conveniente que este cargo sea ejercido por un técnico con experiencia en combate de incendios forestales.
211
En cuanto al equipamiento, a excepción del avión y sus elementos complementarios respectivos, es importante que el observador aéreo disponga de los siguientes elementos: - Equipo de radiocomunicación. - Binoculares. - Cartas y fotografías de la zona. - Reglilla para el cálculo de superficies. - Gafas protectoras del sol. - Protectores de oídos.
6.4.6 Diseño de Sistemas de Patrullajes Aéreos. Un sistema de detección aérea, al igual que la vigilancia basada en torres de observación, debe estar diseñado para alcanzar un alto nivel de eficiencia. Es decir, lograr la mayor cobertura de observación en el menor tiempo (costo) de vuelo posible. Lo primordial en el diseño de un sistema de detección aérea está referido a los planes de vuelo (definición de las rutas de vigilancia). A diferencia del diseño de sistemas de torres, en el patrullaje aéreo no interesa la visibilidad (porque se supone que no existen puntos ciegos), sino que la superficie cubierta (ponderada por las prioridades de protección) por unidad de tiempo. La superficie cubierta depende de la topografía de la zona (que regula el ancho de la franja de observación y la altura de vuelo) y, a su vez, el tiempo de vuelo en la ruta está afectado por la tasa de ocurrencia de incendios de la zona (por el sobrevuelo requerido para el reconocimiento de cada foco que se detecte, que debiera fluctuar entre 5 y 10 minutos). Lo recomendable es que una ruta de vuelo cubra en total una superficie que fluctúe entre 150 mil y 400 mil hectáreas. Ahora, la productividad de esta ruta estará dada esencialmente por la proporción de tiempo destinado a la vigilancia de sectores de interés, y el costo de la operación. De esta manera, la definición de los planes de vuelo debe necesariamente hacerse sobre la base de la evaluación de todas las rutas opcionales, considerando las especificaciones y restricciones antes indicadas. En el diseño del sistema, deben considerarse todos los aerodrómos y aviones disponibles en la zona, a fin de identificar soluciones óptimas para cada una de las diferentes situaciones que puedan presentarse, y fundamentar la programación diaria del patrullaje.
6.5
OBSERVACIÓN CON MEDIOS INDIRECTOS
La detección ideal es la que permite el descubrimiento y localización de los focos en el momento preciso que se inician, cualquiera que sea la posición de ellos, las condiciones ambientales presentes o la hora del día en que se originen. El avance tecnológico ha permitido el desarrollo de métodos que hacen posible la detección instantánea, basada en instrumentos o medios de alta precisión y que resuelven las limitaciones de la visión humana. Entre tales técnicas, conocidas como indirectas porque no emplean la visión humana sino que sensores remotos, cabe destacar a los sistemas basados en la Televisión y en los Radiómetros Infrarrojos .
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También debe destacarse la detección mediante Rayos Láser , aun cuando se encuentra en un estado inicial de desarrollo. Su principio está dado por la intercepción de fotones emitidos por la columna de convección y que están siendo reflejados por el humo. El sistema está dirigido a la detección de columnas de convección que posean más de un metro de diámetro y que sobrepasen las copas de los árboles (Vélez, 2000).
6.5.1
Sistemas Televisivos.
Están recién saliendo de su fase experimental, porque solamente en los últimos tiempos se ha logrado una resolución adecuada, y una operación a costos razonables. La imagen transmitida a través de una o varias cámaras es recibida directamente en una central de operaciones, en la que se puede disponer de la cantidad suficiente de pantallas para mantener una vigilancia permanente de la zona bajo protección. Estas cámaras pueden estar instaladas en puntos fijos de observación, o bien en equipos móviles. En los Sistemas Fijos de Observación, las cámaras se instalan en una torre de detección y pueden ser de dos tipos, al igual que los sistemas normales de vigilancia o seguridad: Rotatorias o Estáticas. Las primeras operan con una cámara que va girando, de manera de cubrir en determinados lapsos la circunferencia completa (cada minuto, por ejemplo). En cambio, en las estáticas, la cantidad de cámaras es variable, porque no cambian de posición y en conjunto están observando simultáneamente diferentes sectores de la zona bajo vigilancia. Para este último caso, en la central de operaciones debe disponer de tantas pantallas como cámaras de observación consideradas en la operación. A pesar de los avances logrados, el sistema aún posee algunas limitaciones, entre las cuales cabe mencionar que sólo tienen un nivel adecuado de resolución para distancias relativamente bajas (hasta un radio de unos cinco kilómetros desde la torre de apoyo) y, no son útiles en la noche. Por lo general, son recomendables en la vigilancia de zonas de baja extensión y alto valor (por ejemplo, en algunos sectores del Cerro San Cristóbal en el Parque Metropolitano de Santiago). En el caso de los Sistemas Móviles de Observación, la cámara va instalada en una avioneta de patrullaje aéreo, que se acostumbre denominar como "Avión Óptico". Además, la aeronave va provisto de un sistema de navegación GPS (Sistema de Posicionamiento Global) e instrumentos para medir superficies de terreno. De esta forma, mediante el avión óptico, la central de operaciones puede recibir imágenes video captadas durante el patrullaje, que se transmiten mediante sistemas de telefonía celular, conocer la posición geográfica exacta de las mismas, y efectuar un reconocimiento directo del terreno que está siendo afectado por un foco de fuego.
6.5.2
Sistemas basados en Radiómetros Infrarrojos.
Ya fueron incorporados definitivamente como sistemas de detección en la década del sesenta, en Estados Unidos y Canadá. En la actualidad, con los equipos en uso se han resuelto todas sus limitaciones iniciales (calibración de la longitud de las ondas calóricas emitidas, por ejemplo), incluso operan a un costo razonable.
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Los radiómetros infrarrojos se basan en la captación del calor que emiten los cuerpos, por medio de una célula sensible de iridio y antimonio, que se mantiene fría con compuestos tales como nitrógeno líquido u otros. Los equipos diseñados para la detección pueden fijarse en instalaciones terrestres (torres), o en elementos aéreos como aviones o satélites. Los radiómetros pueden emitir la información a través de fotografías, en plotters o bien, directamente en la pantalla en una central de operaciones. La modalidad más empleada corresponde a la de radiómetros instalados en avionetas, que desarrollan patrullajes aéreos similares a los indicados anteriormente. En este caso emplean scanners que van barriendo una franja para captar al instante cualquier señal correspondiente a un foco de incendio forestal. Además de la localización de incendios, pueden entregar otros antecedentes útiles para la central de operaciones, entre los cuales cabe destacar: - Mapeo del perímetro del incendio. - Localización de focos satélites. - Dirección y velocidad de propagación del incendio. - Determinación de los niveles de intensidad calórica en toda la superficie del incendio. - Mapeo de combustibles, aguas, caminos, etc. Entre los scanners inicialmente más conocidos para ser empleados en avionetas se destacan el modelo AN/ASS-S1R (EE.UU) y el modelo AFDS-2 (Canadá). Con ellos fué posible efectuar barridos de franjas de hasta 15 km de ancho, con la capacidad de detectar focos hasta de 0,1 m 2. En el caso de los radiómetros instalados en torres, el sistema opera a base de una cámara rotatoria, la que puede girar cubriendo los 360 grados en un lapso cercano a un minuto. La detección de la fuente calórica se produce por medio de un proceso de validación, mediante el cual, el aparato emite una señal de alarma cuando capta una fuente calórica no registrada en la rotación anterior. Esto significa, que se puede tardar entre uno y dos minutos en descubrir un foco. Algunos radiómetros instalados en torres, como es el caso del Sistema Bosque, desarrollado por la Fábrica Bazán-Faba, de España, son capaces de captar focos de un metro cuadro de extensión hasta una distancia de 10 km, y de 10 m 2 cuando están situados a 20 km de la cámara.
6.6
ELECCIÓN DE SISTEMAS DE DETECCIÓN
La experiencia revela que ningún sistema de detección puede asegurar una completa confiabilidad para descubrir y localizar oportunamente a los incendios forestales. Una breve comparación de las ventajas, desventajas y beneficios complementarios que poseen los principales sistemas puede es útil tener presente en las decisiones para seleccionar la o las modalidades de detección a aplicar en una zona determinada.
a) Observadores Terrestres Fijos. La ventaja principal de las torres de observación reside en su capacidad de mantener una vigilancia continua, la que puede efectuaser en forma ininterrumpida durante días y noches
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y, en períodos de inestabilidad atmosférica con vientos fuertes o turbulencias. Por otra parte, mediante la información provista por dos o más unidades, la central de operaciones puede determinar con precisión la localización de los focos que son reportados. Además, las torres pueden otorgar un importante apoyo al sistema de radiocomunicaciones, por la posibilidad de cumplir también un rol de enlace (estaciones repetidoras). En cuanto a las desventajas de las torres, se señala en forma especial la presencia de áreas ciegas en su cobertura de vigilancia, las limitaciones que posee el vigía para efectuar un reconocimiento del foco y, el hecho que constituya una instalación fija que no es posible desplazar para atender otros sectores que posean un alto grado de peligro. Por otra parte, algunos factores como la posición de los rayos solares en las tardes, o atmósferas afectadas por el humo o el smog, pueden restringir significativamente la visibilidad.
b) Observadores Terrestres Móviles. Son muy eficientes para determinar la posición de un foco, y para efectuar su reconocimiento en unos pocos minutos. Incluso, ofrecen la posibilidad de llevar a efecto un oportuno y efectivo primer ataque cuando los focos están cercanos a la ruta de patrullaje y se dispone de las correspondientes herramientas de combate. Además, el sistema puede ser fácilmente implementado sobre la base de una guardería forestal o desde actividades de supervisión que contemplen personal que esté recorriendo en forma permanente la zona bajo protección. Sus principales inconvenientes se refieren a la falta de continuidad de la vigilancia y, las superficies limitadas que pueden ser cubiertas con el sistema, por lo que la recomendación es restringir este sistema a zonas de pequeña extensión y de alto valor, o bien, como complemento de la detección por torres para cubrir las zonas ciegas en sus coberturas de visibilidad.
c) Observadores Aéreos. Sus mayores ventajas se refieren a la flexibilidad (que permite empleo del sistema en las oportunidades y sectores que el grado de peligro lo determine), la inexistencia de puntos ciegos y su enorme capacidad de reconocimiento detallado de los focos detectados. Adicionalmente, pueden colaborar en la dirección del combate y, guiar o coordinar la operación de aviones cisterna. Su principal desventaja se refiere a la falta de continuidad de la vigilancia. Además posee limitaciones en condiciones atmosféricas inestables, como vientos fuertes o turbulencias, y también puede restringirse significativamente su distancia de visibilidad por la radiación solar en las horas del atardecer.
d) Observadores Indirectos Los observadores fijos apoyados por radiómetros infrarrojos tienen una importante cantidad de ventajas, como la detección prácticamente instantánea de focos, no estar afectadas por la hora del día o estado del tiempo atmosférico, y por la exactitud de sus reportes de localización de los incendios, que se conocen en tiempo real en una central de operaciones. Además, cuando los radiómetros se operan conjuntamente con cámaras de televisión es posible reconocer el incendio y su entorno en forma remota. En el caso de los radiómetros y cámaras televisivas instaladas en avionetas, su principal ventaja es la
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transmisión por pantalla del reconocimiento del incendio y de las características del comportamiento del fuego en los momentos en que la aeronave está sobrevolando el sector afectado. Las desventajas del sistema residen en la resolución de la imagen que captura tanto con el empleo de cámaras infrarrojas como televisivas, que son inferiores a la del ojo humano, especialmente en días con atmósfera limpia y cuando el vigía apoya su observación con binoculares. Por otra parte, la instalación y operación de estos sistemas, en el caso de torres, es de un elevado costo, significativamente mayor al de los sistemas basado en la observación humana. Además, la eficiencia de los infrarrojos disminuye ostensiblemente en ambientes con una alta humedad del aire, y en bosques muy densos. Finalmente cabe señalar, como regla básica, la conveniencia de considerar dos sistemas diferentes en la formulación de un plan de detección de incendios forestales para una región determinada, planteando su implementación en forma que uno de ellos se destaque como el principal y, el otro, opere en calidad de complementario o de apoyo, a fin de aprovechar las ventajas y superar las limitaciones que tengan cada uno de ellos. Esta recomendación es especialmente válida en los casos de la vigilancia de zonas de alto valor, extensas y de topografía quebrada. En general, las combinaciones más adecuadas en el caso de vigilancias basadas en la observación directa, son: Torres/Patrullajes Terrestres y Torres/Patrullajes Aéreos.
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CAPI TULO 7
RADIOCOMUNICACIONES 7.1 GENERALIDADES Las comunicaciones oportunas en una organización de control de incendios forestales son de fundamental importancia. En gran medida la efectividad de la presupresión y el combate dependen de la cobertura y calidad de los medios que se emplean para la transmisión de mensajes sobre situaciones contingentes y para la movilización y coordinación de las operaciones. Existe una gran variedad de medios para apoyar las comunicaciones en el manejo del fuego, entre los cuales cabe mencionar los mensajes a través de mecanismos tradicionales como estafetas, telégrafo, telex, teletipo, teléfono y radiorreceptores-emisores. En los últimos tiempos se ha iniciado un espectacular desarrollo en elementos basados en la telefonía inalámbrica (celulares) y sistemas computacionales (modems, correo electrónico, internet). Sin embargo, en los actuales momentos, en lo que respecta a la coordinación de operaciones de presupresión y combate, los equipos de radiocomunicación continúan siendo los más empleados, por su seguridad y eficiencia, y teniendo presente la alta frecuencia de inicio y propagación de incendios en sectores aislados o de topografía quebrada, que restringen la transmisión por medios inalámbricos. Las radiocomunicaciones, en general, permiten el cumplimiento de los siguientes objetivos básicos: a) Proveer información oportunamente. b) Enlazar, coordinar, supervisar y dirigir operaciones de manejo del fuego. c) Facilitar la administración de programas de manejo del fuego. Ahora, se interpreta como un Sistema de Radiocomunicaciones en el manejo del fuego como aquel esquema en el que se define, diseña, organiza y controla el empleo de equipos de radiocomunicación como apoyo a las operaciones de prevención, presupresión, combate y uso del fuego. En un sistema de radiocomunicaciones cabría incluir a los siguientes elementos: Cobertura y Flujo de los Enlaces Radiales. Tipos de Transmisión. Equipos de Radiocomunicación. Reglamento de Explotación. Personal.
7.2
COBERTURA Y FLUJO DE LAS RADIOCOMUNICACIONES.
La mayoría de las operaciones de presupresión y combate requieren estar enlazadas a través de eficientes medios de comunicación. De otra manera, la interrelación requerida entre ellas puede
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afectarse notablemente, dada la rapidez y sincronización que necesitan. También, la cobertura de los enlaces debe establecerse considerando todas las unidades territoriales comprendidas en la zona bajo protección. Lo normal es que las radiocomunicaciones sean administradas por una central de operaciones, dada sus funciones de evaluación de situaciones contingentes y de asignación y coordinación de recursos en las acciones de control. Por tal razón, es indispensable que esta unidad disponga del equipamiento que le permita un fluido y permanente contacto con todas las unidades operativas y territoriales. A lo anterior, debe agregarse el enlace con otras instituciones que operen en la misma zona, con las cuales existan acuerdos de colaboración recíproca, ya sea con el servicio forestal estatal o empresas privadas que poseen un patrimonio de bosques bajo protección. La cobertura y flujo de las comunicaciones, en el típico caso de un programa de manejo del fuego de carácter regional, puede representarse, a modo de ejemplo, en el esquema que continuación se expone en la Figura 7.2.
Subcentrales de Operaciones Estaciones Meteorológicas
Otras Instituciones
Brigadas Terrestres
Unidades Administrativas
Aeronaves de Combate
CENTRAL DE OPERACIONES
Supervisores de Protección
Aeronaves de Detección
Centrales de Abastecimiento
Patrulleros Terrestres
Otras Unidades Operacionales
Torres de Observación
Medios de Transporte Unidades de Seguridad
Figura 7.2
Ejemplo de Flujo y Cobertura de Radiocomunicaciones en un Programa Regional de Manejo del Fuego.
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7.3
TRANSMISIONES Y EQUIPOS DE RADIOCOMUNICACIÓN
7.3.1
Tipos de Ondas.
En la propagación de las radiocomunicaciones entre las antenas transmisoras y receptoras, cabe destacar los mecanismos basados a través de Ondas Terrestres, Celestes y Troposféricas.
a) Las Ondas Terrestres se generan en antenas colocadas en la cercanía de la superficie terrestre, y poseen una polarización vertical. Mediante esta forma de propagación se favorece a las emisiones de frecuencias bajas y medias. b) Las Ondas Celestes o de cielo, que también poseen una polarización vertical, se generan en antenas alejadas de la superficie terrestre, a una altura equivalente a 0,25 de la longitud de la onda que se irradia. Esta forma de propagación favorece a las emisiones de alta frecuencia (HF). c) Las Ondas Troposféricas o espaciales, conocidas también como ondas directas, se generan con antenas de polarización vertical y horizontal, poseen una estrecha dependencia con la frecuencia radiada, favoreciendo aquellas superiores a 30 Mhz. Son una forma de propagación que favorece a las emisiones de muy alta frecuencia (VHF), por la dificultad que presentan los obstáculos que puedan existir entre las antenas de emisión y recepción (topografía, curvatura de la tierra). 7.3.2
Fenómenos que afectan a las Radiocomunicaciones.
Son diversos los problemas de carácter ionosférico (en el estrato ubicado sobre los 50 km de altitud, desde la superficie de la tierra) que limitan o dificultan la propagación de ondas en las radio- comunicaciones. Los más importantes son los siguientes:
a) Efectos de la Actividad Solar. La propagación de las ondas, a excepción de las más cortas, dependen en gran medida de las condiciones en que se encuentra la ionósfera, particularmente en relación a la actividad solar. Al respecto, los mayores problemas están referidos a las Tormentas Ionosféricas y los Disturbios Ionesféricos Repentinos. Las Tormentas Ionosféricas son alteraciones de la ionósfera relacionadas con cambios significativos y repentinos en el campo magnético terrestre (Tormentas Magnéticas), que afectan a las transmisiones de alta y muy alta frecuencia (HF y VHF). En cambio, los Disturbios Ionosféricos son interrupciones de las transmisiones de alta frecuencia (HF), por períodos de 15 a 60 minutos, relacionados con las manchas solares. El fenómeno está dado por la emisión de ondas ultravioletas que no son absorbidas por las capas atmosféricas, que se generan cuando las manchas solares se encuentran en su ciclo máximo.
b) Ruidos y Estática. En la salida de un receptor sensible se escuchan normalmente ruidos que provienen de las tensiones inducidas en las antenas por efecto de las fuentes naturales o artificiales de interferencia, y que limitan a veces en forma considerable las transmisiones. Estos ruidos, que desaparecen al desconectar la antena, no deben confundirse con aquellos de origen
219
circuitable o valvular, que establecen por su parte un límite inferior de señales detectables, lo que constituye un tipo de interferencia considerada como normal en la recepción de la alta frecuencia.
7.3.3
Tipos de Señales en las Transmisiones Radiales.
Las formas de señales de mayor empleo en las radiocomunicaciones de un programa de manejo del fuego son de Alta Frecuencia (HF) y Muy Alta Frecuencia (VHF).
a) Alta Frecuencia (High Frecuency). Estas señales se propagan en forma rectilínea, recorriendo distancias de hasta 300 km, hasta reflejarse en la capa atmosférica F-20 Applenton, por lo cual están expuestas a los fenómenos de interferencia anteriormente descritos. La ventaja de las transmisiones HF son el gran alcance de sus señales, pero que siempre poseen una suficiente claridad de las señales, por lo que es necesario contar con elementos adicionales para mejorar su calidad. Además, requiere del empleo de equipos de mayor volumen, de difícil transporte y, también, sus antenas son muy largas y de compleja instalación.
b) Muy Alta Frecuencia (Very High Frecuency). Las ondas se propagan a través de la tropósfera, hasta una altitud de 15.000 m. Las señales VHF comprenden por lo menos de dos tipos de ondas: Una que se desplaza directamente desde la antena transmisora a la receptora y, la otra, es la que llega al equipo receptor después de reflejarse en la superficie de la tierra, o bien como resultado de las reflexiones eléctricas de la tropósfera. Las señales VHF poseen diversas ventajas, destacándose la claridad de la transmisión, su fácil utilización, equipos compactos y transportables y, antenas cortas y de rápida instalación. Por el contrario, su gran desventaja reside en las interferencias que se originan por los obstáculos que encuentra en su propagación por línea recta (principalmente topográficos).
7.3.4
Equipos para las Radiocomunicaciones.
La diversidad de operaciones en el manejo del fuego y las exigencias que ellas plantean desde el punto de vista de las radiocomunicaciones, llevan a la necesidad de disponer equipos de variadas especificaciones, que se adapten adecuadamente, a cada una de las situaciones más típicas. Por tal razón, en un programa de manejo del fuego, es necesario disponer de una gama de equipos, que van desde los de carácter fijo, del tipo HF, con potencias superiores a los 100 o 300 watts, que deben estar instalados en centrales de operación, estaciones base de radio o unidades territoriales administrativas, hasta equipos móviles y portátiles (walk-talkie), preferentemente del tipo VHF y potencias que pueden ir desde unos pocos watts, instalados en unidades operativas (brigadas, aeronaves, torres de detección, guardas forestales, supervisores, etc.). Otros elementos indispensables son las estaciones repetidoras, y las fuentes de abastecimiento de energía. Las primeras consisten en un conjunto de dos elementos independientes (uno receptor y otro transmisor), conectados, de manera de conformar un enlace intermedio para
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facilitar la transmisión de mensajes entre puntos lejanos. En cuanto a las fuentes de energía para alimentar las operaciones de los equipos receptores-transmisores, pueden ser variables, dependiendo de las condiciones de cada lugar, especialmente en lo que respecta a la infraestructura de apoyo a las radiocomunicaciones. Sobre esto último, las fuentes de energía pueden basarse en la red eléctrica normal y, en ausencia de ella, la operación de generadores apoyados por motores a combustión, la fuerza del viento o cursos hidráulicos.
7.4
EXPLOTACIÓN DE LAS RADIOCOMUNICACIONES.
El funcionamiento de un sistema de radiocomunicaciones debe basarse, en primer lugar, en un diseño que permita el adecuado cumplimiento de los objetivos perseguidos. Entre los elementos del diseño cabe referirse a la localización y cobertura de las estaciones base, cobertura de las unidades operativas, flujos y enlaces para los mensajes, tipos y distribución de los equipos a emplear y, en general, el rol que cumple la central de operaciones en la regulación del sistema. Respecto a normas, procedimientos, cobertura y especificaciones administrativas y técnicas en la operación de un sistema de radiocomunicaciones, lo adecuado es contemplarlas dentro de un Reglamento de Explotación, en los cuales se incluyen los siguientes aspectos de mayor importancia:
a) Disciplina de Tráfico. Un elemento que atenta contra la eficiencia de las radiocomunicaciones es el desorden en el empleo de los equipos, en especial cuando deben funcionar simultáneamente, y en los eventos o contingencias que requieran una pronta solución. Por tal razón, es necesario establecer horarios de transmisión para la emisión de mensajes de carácter administrativo o que no impliquen algún tipo de urgencia. Lo adecuado es procurar su ejecución en momentos tranquilos (primeras o últimas horas del día), de manera de dejar libre el espacio en los momentos críticos (horas de mayor riesgo) para aquellos mensajes que deban transmitirse sin pérdida de tiempo. En forma complementaria, la asignación de frecuencias según el tipo de usuario de las radiocomunicaciones, constituye también una medida efectiva. En tal sentido, lo recomendable es que en la transmisión de mensajes de operaciones de combate, por ejemplo, se utilice siempre una frecuencia diferente a la de reportes con información estadística o administrativa. Incluso, en uno u otro caso, es conveniente la fijación de prioridades de transmisión, de modo de privilegiar siempre las situaciones de mayor importancia o urgencia. Otro aspecto que contribuye a la disciplina del tráfico y, por lo tanto, a la eficiencia misma del sistema, es la observancia del conducto regular en situaciones normales de transmisión. Ello, con el objeto de evitar contradicciones o alteraciones en el orden de mando establecido, cuando se enlazan directamente dos unidades para tratar asuntos o tareas no asignadas. Indudablemente, el criterio debe ser muy flexible en la materia, especialmente cuando se presentan situaciones que deben ser conocidas o resueltas a la brevedad.
221
b) Normas de Transmisión. La forma de transmitir, ya sea en su expresión verbal como en el tiempo empleado para la emisión de los mensajes, al igual que su precisión o exactitud, constituyen también aspectos claves en el funcionamiento del sistema de radiocomunicaciones. Al respecto, las reglas clásicas son:
Mantener permanentemente una actitud de cortesía en la transmisión, evitando expresiones inadecuadas, de manera de asegurar la mejor disposición del operador que recibe el mensaje. Pronunciar las palabras en forma clara y lenta, repitiendo aquellas de difícil recepción. El tono de voz debe ser el normal, procurando que las frases sean de la menor extensión posible, pero sin afectar la comprensión del mensaje. Respetar las normas establecidas, especialmente aquellas referidas a la identificación nítida del emisor, receptor y las instrucciones de cambio de emisión y recepción. Emplear, siempre cuando sea posible, las claves y códigos establecidos en el sistema.
c) Claves y Códigos. Son elementos básicos en las radiocomunicaciones, cuyo propósito es simplificar la emisión y comprensión de los mensajes, en particular cuando las condiciones de transmisión son difíciles, se desee una interpretación exacta del mensaje, o sea necesario acortar la extensión de los reportes. Las Claves están referidas normalmente a los cargos del personal y a la identificación de las diferentes unidades del programa de manejo del fuego, o de la empresa correspondiente. Mediante el empleo de expresiones alfanuméricas puede obtenerse una importante ganancia de tiempo en la descripción o identificación de las unidades que emiten o reciben mensajes. En cambio, los Códigos reemplazan las palabras o frases rutinarias por medio de expresiones simples y de buena calidad fonética, que contribuyen también a un ahorro considerable de espacio en las transmisiones. Un elemento de gran importancia en esta materia constituyen los códigos establecidos para los reportes basados en formularios, que frecuentemente contienen una cantidad considerable de información (estadística, descriptiva de situaciones determinadas o administrativa).
d) Registros. Mediante las radiocomunicaciones se transfiere desde distintos puntos una cantidad considerable de información, la que es posible registrar, dejando constancia sobre la oportunidad en que son dadas diversas instrucciones de carácter operativo y administrativo, como asimismo, los momentos en que éstas se ejecutan. La central de operaciones puede, posteriormente, revisar esos registros con el fin de facilitar la evaluación de las gestiones efectuadas Por las razones anteriores, es de gran conveniencia que el radio-operador mantengan un registro o bitácora de los mensajes captados o emitidos. Ahora, el registro puede apoyarse en el empleo de grabadoras a objeto de no limitar la tarea del radio-operador con la anotación de los
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mensajes y, posteriormente, en momentos tranquilos, traspasar la información a las bitácoras normales. Últimamente, como consecuencia del desarrollo tecnológico, ya es posible el empleo de sistemas computacionales conectados a las radiocomunicaciones, que permiten eficientemente llevar el registro de mensajes de una central de operaciones y, su posterior utilización en la captura de información o evaluación de actividades (Bitácoras Electrónicas).
223
CAPITULO 8 COMANDO DE OPERACIONES Durante el transcurso de una temporada de incendios forestales, la organización a cargo del manejo del fuego asume la responsabilidad de administrar los recursos y aplicar las normas y esquemas establecidos en el respectivo Plan Operativo. En la preparación del plan operativo se prevé la magnitud y características de los probables problemas a enfrentar, a objeto de definir el monto de los recursos a asignar, como así también su localización, distribución y criterios de utilización de los mismos. Sin embargo, los eventos que sucedan en la temporada no pueden ser conocidos exactamente con anticipación, dada la dependencia que existe con las condiciones climáticas que prevalecerán. No es posible saber en los momentos de la preparación del plan, cuán crítica será la temporada, o cuán prolongados serán los períodos con una tasa elevada de ocurrencia y daños por los incendios. Por otra parte, no es recomendable preparar los planes operativos bajo el supuesto que la temporada será extremadamente crítica, porque los costos del manejo del fuego podrían llegar a niveles muy elevados y probablemente podrían exceder a los límites razonables de la relación beneficio/costo resultante al término de la temporada. Es decir, se debe correr el riesgo que los recursos en determinados momentos puedan hacerse insuficientes para enfrentar situaciones extraordinarias, pero, al mismo tiempo, es necesario tener previsto los mecanismos de apoyo para superar satisfactoriamente tales eventualidades. Por tal razón, el manejo del fuego debe programado con la flexibilidad necesaria para movilizar o desmovilizar recursos, entre sectores que presenten un diferente grado de conflictividad en períodos simultáneos. Esto implica el funcionamiento de dispositivos especiales, que contemplen los procedimientos que deben aplicarse en determinadas circunstancias (sistema de instrucciones), faciliten la información necesaria para la toma de decisiones en las contingencias (sistema de información), establezcan los criterios de asignación de recursos (sistema de despacho) y que, todo lo anterior, pueda coordinarse eficientemente a través de un comando de operaciones que se responsabilice de guiar y coordinar las diferentes actividades que deban ejecutarse. En consecuencia, en el funcionamiento del Comando de Operaciones, cuya función esencial es la asignación y movilización de los recursos para la presupresión y el combate, como así también de la coordinación de las respectivas misiones en ejecución, se requiere considerar aspectos tales como el Abastecimiento, el Despacho, el Transporte y la Desmovilización. Para este efecto debe disponer del apoyo de una unidad especializada, conocida como Central de Operaciones.
8.1
ABASTECIMIENTO
Está referido al diseño, implementación y organización de los recursos necesarios para apoyar a las operaciones de presupresión y combate. En general, contempla una gran diversidad de actividades, las que pueden agruparse en tres líneas principales: Planes, Servicios y Relaciones.
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8.1.1. Planes de Abastecimiento. Son dispositivos o Planes Especiales establecidos normalmente en los planes operativos, en los cuales se definen los diseños de localización de recursos disponibles (brigadas de combate, centrales de abastecimiento y bases de operaciones aéreas) y los esquemas de preataque.
8.1.1.1 Localización de Brigadas de Combate. a) Referencias Generales. En este caso, la localización está referida a campamentos bases, puesto que las brigadas pueden reubicarse en el transcurso de la jornada en otros puntos (stand by), de acuerdo a la programación diaria de actividades definida, la que se instruye de acuerdo al grado de peligro prevaleciente. Cada brigada, ubicada en un campamento base, posee una zona de cobertura que está definida por la red caminera existente, que es la que determina los tiempos de llegada a los diferentes sectores comprendidos dentro de ella. Se considera, por convención, que el límite de la zona de cobertura debe corresponder a un tiempo de llegada de un móvil terrestre no superior a 60 minutos. A su vez, dependiendo del tipo de transporte de la brigada, existen estándares de tiempos de movilización según la calidad de los caminos. Por ejemplo, Manríquez (1993), en un estudio efectuado para la zona costera de la VIII Región, determinó las velocidades de traslado de brigadas en dos tipos de móviles: Pequeños (camionetas tipo Toyota 1,5 Ton, doble tracción) y Grandes (camiones tipo Chevrolet C-40, 4 ton), que se presentan en el Cuadro 8.1.1.1a.
Cuadro 8.1.1.1a Tiempos Promedio de Traslado de Brigadas según Clases de Caminos y Ti pos de Móviles para la Zona Costera de la VI I I Regi ón de Chile. CLASES DE CAMINOS Pavimento Superior Ripio Buena Calidad Ripio Mala Calidad Tierra Buena Calidad Tierra Mala Calidad
TIEMPOS DE TRASLADO (km/hora) Móvil Pequeño Móvil Grande 50,0 55,5 36,0 40,0 30,0 33,0 30,0 33,0 25,0 30,0
Los valores que se indican en el citado cuadro deben corregirse en los tramos que contemplen cruces de centros poblados, puentes, zonas de curvas y pendientes, dados los tiempos adicionales que generan tales situaciones. De esta manera, es posible construir una carta de isotiempos de traslado desde cada campamento base. Sin embargo, en la definición de la localización de una brigada es necesario considerar otra variable: Las prioridades de protección, que deben ponderar los tiempos de llegada a cada sector.
225
En consecuencia, la localización del campamento base de una brigada va a estar definido por la zona de cobertura de mayor puntaje entre las opciones analizadas. El puntaje de cada opción, de un modo similar al problema de la localización de torres de detección, deberá corresponder a la sumatoria del resultado de los cálculos para cada unidad de superficie, sobre la base de la combinación de los valores de prioridad y tiempos de llegada respectivos.
b)
Localización de Conjuntos de Brigadas de Combate.
El criterio a aplicar cuando se desea establecer un sistema de brigadas de combate puede ser el mismo señalado para el caso de la detección por torres (expuesto en el Capítulo 6). Es decir, su diseño (número y ubicaciones), se debe fundamentar de manera que se logre, con el menor costo posible, el estándar de cobertura global que se ha definido para la zona bajo protección. La cantidad de brigadas puede estar definida por dos situaciones diferentes. Una, de carácter estático, basada en un monto presupuestario fijado de antemano, lo que implica ya conocer previamente el número a instalar. En este caso, la solución debe ser provista por un juego matemático que determine la mejor cobertura conjunta entre las diferentes opciones de combinaciones de localización para la cantidad predeterminada de campamentos. Cuando el proceso se inicia sin conocer exactamente el número de brigadas que se requiere instalar, el criterio se puede basar en un análisis marginal. Es decir, mediante el incremento gradual del número de brigadas, hasta determinar el punto en que la adición de nuevas unidades no aporte un incremento significativo en la cobertura de la zona. Lógicamente, la cobertura para cada categoría de cantidad de brigadas que se está comparando debe corresponder a la respectiva mejor combinación de localizaciones. En ambos criterios, o cualquier otro que se aplique, se debe tener presente que en la evaluación de la cobertura también se requiere incorpor a la prioridad de protección, porque las exigencias de varían según el valor que posean los diferentes sectores en la zona. A lo anterior cabe agregar lo referido a las restricciones de tiempos de movilización establecidas para cada punto amagado por un incendio. Al respecto, y a modo de ejemplo, cabe señalar la pauta definida por Julio et al (1980), en la proposición de un programa integrado de protección para la VIII y IX Regiones de Chile.
Cuadro 8.1.1.1b Situaciones de Cobertura de Bri gadas en Sectores Prioritarios según exigencias de Tiempos de Llegada de Unidades. NIVEL DE COBERTURA Bueno Adecuado Insuficiente Malo
SITUACIONES Dos brigadas llegan al sector del incendio en menos de 15 minutos Una brigada llega en 15 min. o menos, y otra en 15-30 min. Dos brigadas llegan al sector del incendio en 15-30 minutos Ninguna brigada llega al sector del incendio antes de 30 minutos
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En la pauta, los tiempos están referidos al lapso transcurrido desde la salida de la brigada hasta el sector del incendio (Tiempo de Viaje), y no incluye el desplazamiento a pié por parte de los combatientes desde el lugar de estacionamiento del vehículo hasta el sector del combate, cuyo recorrido se estima a una velocidad de 4 km/hora, como promedio. Por otra parte, la pauta, fue definida sobre la base de situaciones normales o promedio de grado de peligro (medio o alto).
8.1.1.2 Localización de Centrales Abastecimiento. Estas unidades consisten en depósitos o instalaciones en donde se mantienen los recursos para el combate, de manera de asegurar su oportuna disponibilidad para el momento en que sean requeridos. En principio, los campamentos base de brigadas cumplen tal función, sin embargo, en situaciones de emergencia, en las que deban concurrir fuerzas de apoyo no equipadas para el combate (segunda y tercera líneas), es necesario contar en lugares estratégicos con centrales que dispongan de los elementos requeridos. La cantidad y localización de las centrales, en un sistema de abastecimiento para el combate, es un típico problema de asignación, en el que se plantea la existencia de diversos puntos que demandan recursos sobre otros que los disponen. Por tal razón, es factible la solución del problema del número y localizaciones de centrales de abastecimiento a través de herramientas matemáticas tales como la programación lineal. Ahora, la demanda está determinada por la ocurrencia histórica de incendios que requieren ser combatidos en la zona, y las prioridades de protección existentes para cada sector amagado. La oferta, por su parte, representa la disponibilidad total de medios para el combate, definida por la asignación global establecida por el programa de manejo del fuego respectivo, y que teóricamente pueden distribuirse en diferentes opciones de combinaciones de puntos, evaluados previamente como estratégicos, en cuanto a los tiempos de acceso a los centros de demanda.
8.1.1.3 Localización de Bases para Operaciones Aéreas de Combate. Los helicópteros y aviones cisterna también deben mantener una localización en lugares previamente establecidos, y operar siguiendo una programación claramente definida. Asimismo, el apoyo logístico e infraestructural requerido para las operaciones con elementos aéreos debe estar resuelto eficientemente, dado el elevado costo que involucran. Por otra parte, también deben estar definidas las restricciones, tales como topografía, condiciones meteorológicas, distancias, prioridades de los sectores afectados, etc. Al igual que en el caso de las centrales de abastecimiento, la cantidad y localización de las bases para la operación de aeronaves es un típico problema de asignación, en el que se plantea la existencia de diversos puntos que demandan recursos (sectores de ocurrencia de incendios forestales) sobre otros (aeropuertos y helipistas) que los disponen. Por tal razón, también es factible la solución de diseño a través de la programación lineal.
8.1.1.4 Planes de Preataque. Los planes de preataque deben contener el tipo de movilización a ejecutar e, incluso, la modalidad de combate a aplicar, en el control de un eventual incendio. Ello requiere, por lo tanto, una evaluación detallada y previa del terreno, de manera que la simulación del incendio sea confiable y, por consiguiente, la formulación de estrategias y la programación de los recursos a emplear.
227
Dada la necesidad de llevar a efecto una detallada descripción del sector sobre el cual se está formulando el preataque (topografía, accesos, líneas de anclaje, fuentes de agua, modelos de combustibles, vientos locales, disponibilidad y localización de recursos para el combate, etc.), de modo que sustente el conocimiento sobre las diferentes opciones posibles de supresión del incendio, estos planes deben reservarse exclusivamente a sectores de alta prioridad de protección y con una elevada tasa de ocurrencia. Además, es necesario tenerse presente que el plan de preataque debe ser revisado por el jefe de incendio, una vez completado el reconocimiento del foco en el arribo al lugar, debido a la imposibilidad de pronosticar con certeza el punto exacto en el que pueda iniciarse un incendio y, por lo tanto, las condiciones ambientales que puedan presentarse en el momento del evento. Por tal razón, con el preataque se pretende programar en términos generales las decisiones de movilización y combate, logrando con ello una ganancia de tiempo que puede ser decisiva en el control del eventual incendio.
8.1.2 Servicios de Abastecimiento. Contemplan los dispositivos necesarios para la realización de los planes de abastecimiento y de apoyo a la ejecución misma del combate. Entre ellos, cabe destacar: - Instalación de campamentos. - Apoyo logístico. - Mantenimiento y reparación de equipos. - Primeros auxilios y salvamento. - Administración del personal. - Radiocomunicaciones. - Información. - Inventario de equipos y herramientas. - Organización del tránsito. - Habilitación de estacionamientos y helipistas.
8.1.3
Relaciones.
Se refiere a los mecanismos de vinculación y coordinación entre las unidades que participan en una misma operación de combate. Esta función adquiere relevancia en los incendios de magnitud, donde concurren recursos de diversos programas de la empresa afectada y de otras instituciones de apoyo. Por lo tanto, en los planes de emergencia, las relaciones tienen una especial connotación, a fin de asegurar una expedita comunicación entre las organizaciones participantes, y la correcta organización y coordinación entre ellas para realización de las acciones que se lleven a efecto.
8.2
DESPACHO.
El despacho es la función del comando de operaciones referida a la toma de decisiones coyunturales de asignación de recursos para el combate, aunque también puede incluir algunos aspectos de la presupresión (la detección, por ejemplo). Por tal razón, en la ejecución del despacho cabe identificar a dos actividades básicas y generales:
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a) Programar diariamente la localización de recursos móviles para la detección y combate (en las primeras horas de la mañana), a modo de stand by, de acuerdo a la distribución geográfica prevista del grado de peligro para la jornada que se inicia, en la zona bajo protección. b) Decidir e instruir la movilización de unidades para el control de los incendios forestales que están siendo reportados a la central de operaciones, basándose en la información disponible y de acuerdo a las instrucciones establecidas en el plan operativo de manejo del fuego. El despacho constituye, por lo tanto, una función que debe cumplirse a través de procesos eminentemente analíticos, que requieren fundamentar sus decisiones en la evaluación de los antecedentes que se reporten a la central de operaciones, con el apoyo del sistema de información para el manejo del fuego y, en la observancia del sistema de instrucciones vigente, particularmente en los aspectos relativos a las pautas y criterios de despacho establecidos. Su ejecución requiere manejar información actualizada, referida a una gran cantidad de antecedentes, entre los cuales se destacan los siguientes:
Características del área bajo protección, en cuanto a su topografía, vegetación, agentes de riesgo, infraestructuras, prioridades de protección y, en general, los aspectos relativos a la ocurrencia, propagación de incendios y condiciones existentes para el desarrollo del manejo del fuego. Disponibilidad efectiva de recursos para el combate, incluyendo la capacidad y equipamiento de las brigadas, con sus respectivos estándares de movilización y rendimientos. Condiciones meteorológicas del momento, grado de peligro en los diferentes sectores del área bajo protección y, otros factores que pueden afectar al comportamiento del fuego y el desarrollo de los incendios forestales que se están iniciando o se pueden originar en períodos próximos. Nivel de ocurrencia y localización exacta de incendios existentes en toda la zona bajo la cobertura, como así también, la identificación de los sectores con una alto riesgo de iniciación de incendios en el transcurso del día. Carga de trabajo requerida para la supresión en un momento dado, tanto específica (para cada incendio) como total (conjunto de incendios en desarrollo), y criterios e instrucciones necesarias para definir la asignación de los recursos disponibles.
Es decir, en el despacho además de tener presente los problemas en un momento dado y la capacidad existente para controlarlos, también es necesario considerar todos aquellos otros que pueden surgir en los períodos inmediatamente posteriores, a fin de mantener un estado de alerta permanente, con la reserva de recursos para afrontar nuevas situaciones conflictivas. Cuando el nivel de ocurrencia es bajo, o en los casos en que la cobertura de recursos para el combate es suficiente, la función de despacho se simplifica, porque puede bastar una instrucción radial para ordenar la movilización correspondiente, no siendo necesario entrar a un análisis detallado de antecedentes para respaldar la decisión. Por el contrario, en períodos críticos por una alta ocurrencia de incendios simultáneos o insuficiencia de medios disponibles para abordar todos los problemas presentes, el despacho se complica, porque se hace necesario analizar cuidadosamente cada caso, a fin de establecer una adecuada jerarquización en la asignación de recursos para el combate. En situaciones de emergencia, el despachador debe ser apoyado por el jefe de operaciones o el jefe mismo del
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programa de manejo del fuego. Ello, especialmente cuando deba recurrirse al apoyo de recursos extraordinarios, de otras regiones o empresas. En este caso, la función no se altera, sino más bien cambia el nivel de responsabilidad en la decisión de asignación de recursos.
8.2.1
Sistemas de Despacho.
En las operaciones de un programa de manejo del fuego, especialmente en las referidas al combate, deben en lo posible evitarse las subjetividades y las improvisaciones. En ello, es conveniente la evaluación anticipada de las diferentes situaciones que potencialmente pueden suceder, con el fin de prever las acciones adecuadas para resolverlas. En el proceso recién descrito, conocido bajo el término de " decisiones programadas", adquiere una gran importancia el sistema de despacho, que corresponde a la modalidad empleada para la asignación de recursos. En tal sentido, cabe distinguir tres formas diferentes de aplicación: a) Despacho Simple. Que corresponde a un sistema basado exclusivamente en la competencia del despachador, quién, al recibir el reporte que informa una situación determinada, revisa los antecedentes respectivos y toma la decisión de asignar recursos para resolverla, de acuerdo a su criterio o apreciación personal.
b) Despacho Automático. En este caso, la información relativa a los problemas que están ocurriendo o que potencialmente pueden originarse, está almacenada en un computador, que a su vez emite la decisión de asignación de recursos por medio de un programa elaborado para estos efectos. La decisión se asume en forma completamente automatizada y, en la práctica, el computador es el que ejerce la función de despachador. c) Despacho Semiautomático. Que es similar al anterior, pero que difiere en el sentido que la solución emitida por el computador (o pautas establecidas previamente) sólo posee el carácter de sugerencia, correspondiéndole al despachador asumir la decisión definitiva, en la que aplica criterios, experiencias y otras apreciaciones que son difíciles de almacenar en un computador. Es una combinación de los sistemas anteriores y, constituye la modalidad que se ha estado imponiendo en los últimos tiempos. La automatización del despacho, que puede diseñarse a base de sistemas expertos, sea parcial o total, cumple los objetivos de programar las decisiones y de liberar al máximo la responsabilidad y subjetividad del despachador. Sin embargo, la confiabilidad de las decisiones asumidas con el apoyo de este sistema van a estar dada en gran medida por la amplitud de la base de conocimientos almacenada, la consistencia de las reglas de inferencia que se definan, el diseño de los módulos evaluador y despachador, y también, por la calidad y amenidad del subsistema de consultas (interfaz con el usuario) (Valencia, 1991).
8.2.2 Normas de Despacho. Constituyen las reglas y criterios que se establecen para la ejecución del despacho, en lo que respecta a las referencias que deben considerarse en las decisiones de asignación de recursos para la presupresión y combate. Las principales se relacionan con los siguientes elementos:
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8.2.3
Delimitación de sectores prioritarios de protección. Cobertura y capacidades de las unidades e infraestructura disponible para la presupresión y el combate. Restricciones en el empleo de recursos terrestres y aéreos. Bases para la coordinación de operaciones conjuntas con unidades de otras instituciones. Asignación de recursos en situaciones de incendios simultáneos. Esquemas de organización para el combate de incendios mayores o de magnitud.
Módulo de Despacho del Sistema KITRAL
El Sistema Kitral sobre Prognósis y Gestión en Control de Incendios Forestales, desarrollado por la Universidad de Chile, INTEC-Chile e Instituto Forestal (Proyecto FONDEF FI-13) entre 1993 y 1996 (Julio et al, 1997), contempla un Módulo de Despacho, mediante el cual se dispone de una herramienta eficaz para la toma de decisiones en la asignación de recursos para las operaciones de combate. Las referencias principales del módulo se describen a continuación.
a) Fundamentos del Sistema El sistema consiste esencialmente en una pauta para la estimación de los recursos requeridos para el combate de un incendio forestal que está siendo reportado a una central de operaciones. La pauta se basa, en su versión 1.0, en un proceso de cálculos que entrega como resultado diferentes opciones de tipos y equipos a movilizar, entre las cuales el despachador debe escoger aquella que evalúe como la más adecuada para las condiciones del caso presente bajo análisis, teniendo en consideración aspectos tales como los medios efectivamente disponibles, y la capacidad existente para controlar la propagación del fuego en un tiempo objetivo determinado. En su versión 2.0, en 1997, se incorporó al sistema un mecanismo de selección de la mejor opción, que incluye además el costo de la movilización y uso de los recursos definidos. El proceso de cálculo para definir las opciones de decisión de asignación de recursos utiliza información contenida en las bases de datos del Sistema Kitral, en lo que respecta a los modelos de combustibles que serán afectados, los rendimientos de los recursos disponibles en la construcción de líneas, y la longitud que alcanzará el perímetro del incendio para distintos tiempos objetivos dados desde el momento de inicio del foco. Para esto último, se apoya en los resultados del simulador de incendios. El procedimiento consiste, primero, en estimar el esfuerzo de construcción de la línea sobre la base de un trabajo realizado exclusivamente por combatientes terrestres equipados con herramientas manuales y equipos livianos, cuyo rendimiento estará dado por el modelo de combustible y el tipo de línea (en cuanto a su ancho). Para ello deben conocerse el Tiempo de
I nicio del I ncendio (TI ), el Tiempo de Comienzo del Ataque (TA ) y el Tiempo Objetivo de Control (TO). El Ti empo de Inicio del I ncendio está definido por quién detectó al foco, de acuerdo a su tamaño en el momento de su descubrimiento y localización, el modelo de combustible inicial, y las condiciones ambientales del sector afectado (grado de peligro y topografía). En cambio, el Tiempo de Comienzo del Ataque, debe ser estimado por el despachador en la central de operaciones, basándose en el tiempo de traslado de los recursos a movilizar para el combate. Y, el Tiempo Objetivo de Control, que también debe ser definido en la central de operaciones, se
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determina por medio de la simulación del incendio reportado, específicamente en la información sobre las longitudes que tendrá el perímetro del foco en diferentes momento futuros. La cantidad de hombres requeridos para el control del incendio en un tiempo objetivo dado, constituye el Índice Básico para la Construcción de Líneas (IB); ello, bajo el supuesto que la operación se basará sólo en combatientes terrestres equipados con herramientas manuales. Sin embargo, esta cantidad puede ser parcialmente reemplazada por otros recursos alternativos, como Camiones Cisterna, Tractores, Aviones y Helicópteros, los que también poseen sus respectivos estándares en el rendimiento en la construcción de líneas. La función para el cálculo del Índice Básico es:
IB
p
RND * TD
En donde: “p” representa a la longitud del perímetro de la línea en el respectivo TO (en metros); “RND” es el rendimiento en la construcción de líneas (en metros/hombre/hora) y , “TD” es el Tiempo Disponible para el control del incendio (en horas). Este último se determina por medio de la diferencia entre TA y TO. Los rendimientos en la construcción de líneas, ya sea con combatientes terrestres o por medios alternativos, también depende del ancho de la barrera de control que se requiera establecer, y ello, es una decisión que también debe ser definida. Para esto último, es necesario considerar el grado de conflictividad que observará el comportamiento del fuego (niveles de intensidad calórica) en los frentes potenciales de propagación del fuego.
b) Tipos de Líneas de Control. Las líneas de control a establecer se clasifican de acuerdo al ancho requerido para la faja de contención de la propagación del fuego y, como se expresó anteriormente, ello depende del grado de conflictividad del comportamiento del fuego en los diferentes frentes de avance del incendio. El grado de conflictividad en el perímetro se califica de acuerdo al nivel potencial de intensidad calórica, lo que es un antecedente que también puede ser provisto por el simulador de incendios. Debe tenerse presente que el grado de conflictividad varía a lo largo del perímetro. Por ejemplo, los mayores niveles de intensidad calórica normalmente se ubican en la cabeza del incendio, que por lo general corresponde al sector con mayores velocidades de propagación del fuego. Por el contrario, los de menor conflictividad se observan en la cola del incendio, en la mayoría de los casos.
232
Los Cuadros 8.2.3a y 8.3.2b describen los tipos de líneas de control y los grados de conflictividad en el perímetro del incendio que se consideran en el procedimiento:
Cuadro 8.2.3-a Tipos de Líneas de Control Tipo de Línea A B C
Cuadro 8.2.3-b Grados de Conflictividad
Ancho (m) < 1,1 1,1 – 3,0 3,1 - 5,0
Grado de Conflictividad Bajo Medio Alto
Intens.Calórica (kcal/m/seg) < 500 500 – 1000 > 1000
Ahora, las proporciones de longitudes de tipos de líneas a construir en el perímetro, según las categorías de incendios, clasificados de acuerdo a los máximos esperados para el grado de conflictividad del comportamiento del fuego en el perímetro de propagación, son los siguientes:
CUA DR O 8.2.3c
Proporciones de Líneas a Construir según Categorías de Incendios Nivel de Conflictividad
Categoría de Incendio
Línea A (%)
Línea B (%)
Línea C (%)
Bajo Medio Alto
I II III
100 50 33,3
0 50 33,3
0 0 33,3
b) Rendimientos en la Construcción de Líneas. Los recursos a emplear en la construcción y sostenimiento de las línea de control perimetral del incendio se clasifician en tres grupos: i) Combatientes Terrestres; ii) Tractores; y iii) Elementos para la Aplicación de Agua y Productos Químicos.
Rendimientos de Combatientes Terrestres .- Los estándares, expresados en metros por hombre y por hora, por modelo de combustible, corresponden a los definidos por el Sistema KITRAL y se exponen en el Cuadro 8.3.2d.
233
Cuadro 8.2.3d Rendimientos de Combatientes en la Construcción de Líneas en metros/hora/hombre, según Modelos de Combustibles y Tipos de Líneas
Modelo de Combustible
Línea A
Línea B
Línea C
PCH1 PCH2 PCH3 PCH4 PCH5 MT1 MT2 MT3 MT4 MT5 MT6 MT7 MT8 BN1 BN2 BN3 BN4 BN5 PL1 PL2 PL3 PL4 PL5 PL6 PL7 PL8 PL9 PL10 PL11 DX1 DX2
58 74 86 110 88 9 66 10 52 34 7 15 50 42 43 26 39 46 70 32 22 18 36 44 48 62 37 30 41 8 9
21 27 33 41 33 4 24 4 20 13 2 5 19 16 16 10 15 17 26 13 8 7 13 17 18 23 14 11 15 3 4
13 16 20 25 20 2 15 2 12 8 1 3 12 10 10 6 9 10 16 8 5 4 8 10 11 14 9 7 9 2 2
Rendimientos de Tractores . Los estándares de las bases de datos del Sistema Kitral expresan los rendimientos en metros por hora, según modelos de combustibles, tipos de líneas y clases de tractores. Estos últimos están clasificados en Pequeños (5-10 toneladas, 55-95 HP y ancho de pala de 3 metros), Medianos (11-20 toneladas, 100-195 HP y ancho de pala de 3,3 a 4 metros) y Grandes (21-40 toneladas, 200-350 HP y ancho de pala de 4,3 a 5,3 metros). En el presente caso los tractores se consideran como medios alternativos o suplementarios al trabajo que deben efectuar los combatientes terrestres, por eso fue necesario transformar las tablas de rendimientos en su equivalente a cantidades de hombres requeridos para construir una línea de longitud determinada, con sus respectivas especificaciones de modelo de combustible y ancho necesario.
234
CUAD RO 8.2.3e Rendimientos de Tractores en la Construcción de Líneas en (horas/ hombre), según Modelos de Combustibles y Tipos de Líneas Modelo Combustible PCH1 PCH2 PCH3 PCH4 PCH5 MT1 MT2 MT3 MT4 MT5 MT6 MT7 MT8 BN1 BN2 BN3 BN4 BN5 PL1 PL2 PL3 PL4 PL5 PL6 PL7 PL8 PL9 PL10 PL11 DX1 DX2
Tractor Pequeño A B C 26 71 69 22 60 60 20 52 51 16 44 43 16 43 42 78 176 211 19 52 50 96 239 287 21 55 55 22 57 56 89 310 372 71 212 212 21 56 53 21 55 53 22 60 58 12 32 32 19 48 48 29 78 80 25 68 66 24 60 59 20 54 52 19 48 50 25 68 66 22 58 59 23 60 59 27 74 73 22 69 55 13 35 33 10 27 27 52 140 126 56 126 152
Tractor Mediano A B C 37 103 117 31 84 99 28 73 84 23 61 70 23 61 70 117 264 369 28 76 86 142 355 498 33 87 102 32 86 98 132 463 648 106 318 371 32 83 92 31 82 92 33 90 100 19 49 57 28 72 84 41 111 132 35 94 107 36 90 102 31 85 95 29 74 91 37 101 115 33 86 102 34 90 103 38 104 119 33 88 96 20 54 59 15 41 47 80 212 223 84 189 264
Tractor Grande A B C 38 105 170 33 91 154 30 79 130 25 66 109 25 66 109 154 347 693 31 85 136 170 426 852 37 95 158 42 111 180 182 637 1273 124 373 621 37 98 155 39 101 162 40 107 171 28 73 121 36 94 157 46 126 214 38 102 166 47 115 186 46 127 204 49 127 222 45 125 204 39 102 173 39 105 171 42 112 184 42 111 172 32 87 137 24 65 109 125 334 502 124 279 558
Rendimiento de Equipos para la Aplicación de Agua y Productos Químicos .- En el caso de los medios para la aplicación de agua y productos químicos, como Camiones Cisterna, Helicópteros y Aviones, por su condición de apoyo a la instalación y sostenimiento de las líneas, el criterio adoptado se basa en una reducción porcentual de la cantidad de combatientes requeridos para el control de un incendio dado y un tiempo objetivo determinado.
El Cuadro 8.3.2f expone los factores de reducción de carga de trabajo humano. Debido a la inexistencia de información suficiente y confiable respecto al rendimiento de estos elementos en el control de un incendio, los factores para cada tipo de equipo, tanto en el caso de aplicación de agua pura o con productos químicos (espumas y retardantes), han sido definidos en forma empírica sobre la base de la experiencia existente en Chile.
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Cuadro 8.2.3f F actores de Reducción de la Carga de Trabajo Humano, según Tipo de E lemento para la Aplicación de Agua y Productos Químicos Tipo de Elemento
Clave
Factor(%)
Camión Cisterna con Agua Camión Cisterna con Productos Químicos Helicóptero con Agua Helicóptero con Productos Químicos Avión Pequeño (<1000 litros) con Agua Avión Pequeño (<1000 litros) con Productos Químicos Avión Mediano (1000-3000 litros) con Agua Avión Mediano (1000-3000 litros) con Prod. Químicos Avión Grande (>3000 litros) con Agua Avión Grande (>3000 litros) con Productos Químicos
CCA CCQ HA HQ APA APQ AMA AMQ AGA AGQ
15 30 20 40 20 40 25 50 30 60
En el caso de aeronaves (aviones y helicópteros) que operen aplicando únicamente agua, se establece como restricción para los factores señalados en el cuadro, una rotación máxima de 12 minutos (lapso entre lanzamientos). Con el fin de dar una mayor claridad a la aplicación del Cuadro 8.2.3f, se describe el siguiente ejemplo: El Índice Básico para la Construcción de Líneas (IB) ha calculado la cantidad de 100 combatientes para controlar un determinado incendio, pero la central de operaciones decide la incorporación de un Avión Grande con Productos Químicos (AGQ); entonces, sólo será necesario movilizar 40 hombres, debido al factor de reducción que genera esa aeronave. También debe tenerse presente la restricción de cantidades mínimas de combatientes terrestres, cualquiera que sea la cantidad de máquinas y aeronaves que estén apoyando a las líneas de control, lo que va a depender de la categoría del incendio (I, II o III; o bien, grado de conflictividad baja, media o alta, respectivamente).
Cuadro 8.2.3g Cantidades Mínimas de Combatientes Terrestres Según Categorías de Incendio Categoría de Incendio I. Conflictividad Baja II. Conflictividad Media III. Conflictividad Alta
Cantidad Mínima (Nº de Combatientes) 8 17 25
236
d)
Rendimientos en Sectores Afectados por el Fuego con dos o mas Modelos de Combustibles.
El Simulador de Incendios del Sistema KITRAL es capaz de calcular, para un tiempo objetivo dado, la longitud que alcanzará el perímetro total de cualquier incendio, incluso segregada por modelo de combustible, en los casos de la presencia de dos o varias asociaciones vegetacionales con diferentes respuestas de comportamiento del fuego. Esto último significa que, ante la presencia de dos o más modelos de combustibles, deben considerarse dos o más estándares en el rendimiento de construcción de líneas, para los diferentes medios que intervengan en el control del incendio. Ahora, la situación se torna más compleja en los incendios que presenten simultáneamente dos o tres tipos de conflictividad, porque en ellos corresponde establecer líneas con anchuras diferentes, en los que, teóricamente, el cálculo de recursos a despachar tendría que realizarse, en primer término, independientemente para cada tramo del perímetro con un mismo modelo de combustible y, luego, efectuar la sumatoria de todos los tramos. A ello se suma el hecho de identificar las variaciones de los modelos de combustibles, a fin de ajustar las posiciones de los distintos tipos de líneas, porque la anchura de éstas dependen esencialmente si se encuentran en la cabeza, la cola o los flancos del incendio. Dada la factibilidad de efectuar los cálculos oportunamente, dentro de los márgenes de tiempos razonables requeridos por una decisión de despacho, se consideró pertinente introducir algunas simplificaciones en las primeras versiones del sistema, las que consistirían en:
Considerar exclusivamente los modelos de combustible que estén representados en, por lo menos, el 10 % del perímetro de control del incendio. Omitir la variable referida a la posición del tipo de línea, en lo que respecta a cada modelo de combustible que debe ser considerado en el cálculo. Establecer valores únicos de rendimiento para cada tipo de línea, según la clase de recurso para el combate, basados en el promedio ponderado de las longitudes de perímetros por modelos de combustibles.
e) Costo de Recursos Movilizados. El Módulo de Despacho, en sus procesos de despliegue de las diferentes opciones de tipos y cantidades de recursos a movilizar para el combate de un incendio forestal, también posee los dispositivos para el cálculo del costo que implica cada una de las opciones, de manera de permitir que la decisión de asignación de recursos también esté respaldada por el gasto en que se incurrirá. En el Cuadro 8.3.2-h se exponen costos horarios de uso de cada uno de los tipos de recursos que eventualmente pueden ser despachados. Los valores que se indican corresponden a un promedio de las tarifas utilizadas por la Corporación Nacional Forestal en el transcurso de laa temporada 1996/97.
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Cuadro 8.2.3h Costos Horarios de diferentes Tipos de Recursos para la Movilización Y Combate de I ncendios F orestales Tipo de Recurso
Código
Costo Horario (UF)*
Combatiente (incluye equipamiento) Móvil Camión Cisterna con Agua Camión Cisterna con Productos Químicos Tractor Pequeño Tractor Mediano Tractor Grande Helicóptero con Agua Helicóptero con Productos Químicos Avión Pequeño (<1000 litros) con Agua Avión Pequeño (<1000 litros) con Productos Químicos Avión Mediano (1000-3000 litros) con Agua Avión Mediano (1000-3000 litros) con Productos Químicos Avión Grande (>3000 litros) con Agua Avión Grande (>3000 litros) con Productos Químicos *(UF) = Unidad de Fomento = US$ 44,3 (marzo de 2011)
HMB MOV CCA CCQ TR1 TR2 TR3 HA HQ APA APQ AMA AMQ AGA AGQ
0,4 2 5 12 2 3 4 110 120 45 50 75 85 130 145
c) Opciones para la Decisión de Despacho. La explicación del proceso de determinación de los recursos a movilizar de los recursos a movilizar se describe sobre la base del ejemplo de un incendio de baja conflictividad, que afecta a un solo modelo de combustible, con un Tiempo Objetivo de 1 hora y un Índice Básico de 24 combatientes. Al tiempo de utilización de los recursos debe agregarse 0,5 horas de desmovilización y regreso a las bases. Además, debe indicarse que la máxima capacidad de transporte de un móvil es de 15 combatientes. Para el presente caso, de acuerdo a los recursos disponibles para el combate y sus respectivas capacidades, resultaron 30 opciones de despacho, que corresponden a un mismo número de combinaciones de elementos de acuerdo a las reglas establecidas en el procedimiento de cálculo, y que se exponen en el Cuadro 8.3.2-i. Es importante recordar la restricción referida a una cantidad mínima de combatientes terrestres que, para incendios de conflictividad baja, es de 8 hombres.
238
Cuadro 8.2.3i Opciones de Despacho Tipos y Cantidades de Recursos
Opción 1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 12 13 14 15 16 17 18 19 20 21 22 23 24 25 26 27 28 29 30
HMB 24 21 14 10 10 8 13 8 18 11 14 9 9 9 13 9 8 13 8 20 11 16 11 15 11 20 11 15 14 9
CCA 1 1 1 1 1 1 1 2 2 2 2 2 2 -
CCQ 1 1 1 1 1 1 1 1 -
HLA 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 -
HLQ 1 1 1 1 1 1 -
APA 1 1 1 1 1 1 -1 1 1 1 -
APQ 1 1 1 1 1 1 -
TR1 1 -
TR2 1
Es importante señalar que la decisión definitiva de recursos a movilizar debe ser asumida por el despachador después de analizar las opciones propuestas por la pauta, y considerando las otras eventuales situaciones contingentes que también deben ser manejadas por la central de operaciones, al igual que el costo operacional que puede significar cada una de estas posibilidades de despacho. Se observa en el Cuadro 8.3.2-i que ninguna de las opciones propuestas incluye al Tractor Grande (TR·3), el que se encontraba entre los recursos disponibles para el despacho. La razón de ello es que su rendimiento equivalente en el Tiempo Disponible es de 26 hombre, lo que significa que, de incluirse como opción, este elemento se estaría aprovechando parcialmente, dada la restricción de una cantidad no inferior a 8 combatientes que se estipula que debe estar asignada a la operación. Una de las reglas del sistema es descartar todas aquellas combinaciones que impliquen una cuota de recursos superior al equivalente de 24 personas (Índice Básico).
239
Cabe señalar que en cálculo de las opciones, se considera la utilización en el nivel de máxima productividad de los recursos disponibles. Esto es importante tenerlo presente en el caso de los tractores, porque sus rendimientos varían según el tipo de línea que se debe construir (lo que no ocurrió en el presente caso, porque el requerimiento era de una línea de un metro de ancho en el 100 % del perímetro del incendio). La corrida del programa del módulo reveló importantes diferencias en los costos de las 30 opciones de tipos y cantidades de recursos a movilizar, que fluctuaron entre 12,2 UF (opción 30, que corresponde a 9 hombres y un tractor mediano) y 360 UF (opción 6, que incluye 8 hombres, un camión cisterna con agua, un helicóptero con agua y un helicóptero con productos químicos). Otras opciones de bajo costo resultaron ser 29, 1 y 2, con valores de 14,3 a 26,1 UF. Entre las de más alto costo pueden mencionarse a las opciones 21, 16 y 18, con valores de 255,3 a 354,6 UF. Finalmente, debe reiterarse que la decisión de despacho es sumamente compleja, porque involucra muchas variables y, generalmente con demasiadas opciones de recursos a movilizar, algunas de las cuales son difíciles de identificar o cuantificar directamente por parte del despachador. Por tal razón, el módulo maneja la información internamente, desplegando por pantalla solamente la que esté resultando como la más eficiente económicamente.
8.3
TRANSPORTE
Incluye los medios y sistemas de traslado del personal que debe participar en las operaciones de combate. La eficiencia del transporte está dada por una relación de beneficio/costo, que involucra aspectos tales como el tiempo de colocación del personal y equipos en el lugar del incendio, el costo del traslado y los daños que puede originar el incendio mismo por consecuencia de la oportunidad de la extinción. El transporte de los recursos para el combate se puede efectuar empleando diversos medios, que pueden agruparse en tres categorías: Terrestres, Acuáticos y Aéreos. a) Medios Terrestres. Pueden ser variados, basándose en el empleo de camiones, camionetas, ferrocarriles, tractores, vehículos basados en la tracción animal o simplemente, tracción humana. La elección del medio dependerá de las distancias a recorrer, la accesibilidad del lugar, el comportamiento potencial del fuego y, especialmente, de los recursos disponibles.
b) Medios Acuáticos. Pueden ser muy útiles en las zonas que posean un sistema hidrológico con abundantes lagos y ríos navegables que permiten un acceso oportuno a los sectores amagados por los incendios, y cuando el traslado de las unidades de combate por otros medios sean de una menor eficiencia. b) Medios Aéreos. Se basan principalmente en el apoyo de aviones y helicópteros, cuyo elevado costo. Esto implica una decisión fundamentada sobre los beneficios que se alcance con el empleo de tales elementos. En general, con el empleo de los elementos aéreos es necesario tener presente diversos aspectos, entre los cuales es necesario señalar a los siguientes:
240
8.4
Los aviones son efectivos cuando se dispone de las pistas de aterrizaje requeridas, o bien, si es el caso, existe una suficiente superficie de lagos y cursos de agua para el amarizaje de aeronaves anfibias. Normalmente no tienen la posibilidad de llegar hasta el lugar mismo del incendio, de manera que su utilización debe combinarse con otros medios de transporte. Los helicópteros son quizás el medio más efectivo para el traslado de personal y equipos, porque pueden llegar al lugar mismo del incendio y apoyar al combate en un sinnúmero de operaciones (lanzamientos de agua, tendido de mangueras, salvamento, dirección del combate, etc.). La eficiencia de estos elementos aumenta en forma considerable cuando existe una adecuada red de helipistas habilitadas en los sectores bajo protección. El paracaidismo es una forma de transporte aéreo, cuyas características varían según se empleen aviones o helicópteros, o bien, el traslado de personal o equipos. En general, es una operación de alto riesgo que ha sido descartada en Chile, siendo reemplazada por el helitransporte, que evita los saltos desde las alturas y los accidentes respectivos y, los combatientes no requieren un entrenamiento intenso ni equipamientos especiales. El autodescenso, también conocido como rapel, que consiste en el deslizamiento de los combatientes desde un helicóptero por medio de una cuerda, es otra forma de transporte aéreo. Exige un adecuado entrenamiento del personal y un equipamiento especial, por el riesgo que significa la caída desde alturas de 30 a 50 metros. En Chile ha sido ocupado experimentalmente por algunas empresas forestales.
DESMOVILIZACIÓN
Puede definirse como la actividad mediante la cual se programa y realiza el regreso a sus bases de los recursos empleados en una operación de combate, en forma segura, ordenada, oportuna y económica. La desmovilización puede resultar compleja, porque no siempre los recursos ocupados en el combate deben regresar al mismo lugar desde donde provinieron. Además, la liberación de todos ellos con frecuencia no es simultánea, sino de acuerdo al momento que van dejando de ser útiles en la operación. Por otra parte, es necesario comprobar las existencias de personal y equipos registradas al momento de iniciarse el combate, a fin de detectar el estado en que se encuentran o las pérdidas ocurridas. En ello, es frecuente que algunos de los recursos para el combate sean enviados directamente a participar en otra operación. En tal caso, la selección de debe ser cuidadosa, a fin de evitar agotamientos excesivos en el personal, o una deficiente labor por el mal estado de los equipos. Todo lo anterior conduce a plantear a la desmovilización como una actividad que requiere estar muy bien programada Algunos de sus aspectos, por muy detallados que parezcan, pueden ser fundamentales para mantener a la organización de combate permanentemente en buenas condiciones.
241
8.5
CENTRAL DE OPERACIONES.
Tal como se expresó con anterioridad, es la unidad en la cual reside el comando de operaciones de un programa de manejo del fuego. Esta unidad cumple una función fundamental, porque a través de ella se asigna, se instruye la movilización y se lleva la coordinación en el empleo de los recursos requeridos para las actividades de presupresión y combate. También se califica al comando de operaciones como la función de inteligencia del control de incendios forestales, contando como instrumento para el cumplimiento de su rol a la central de operaciones, que también es conocida como Base de Operaciones u Centro Operativo. Este instrumento permite al Comando de Operaciones administrar: a) El conocimiento de las condiciones del territorio bajo protección (riesgo, peligro, daño potencial y recursos disponibles). b) La caracterización de las situaciones contingentes que se generan en el momento o en los momentos futuros próximos, respecto a la ocurrencia y propagación de incendios. c) La evaluación de la capacidad de los recursos disponibles para el control de las situaciones contingentes presentes o previstas. d) La decisión de movilización de los recursos disponibles. e) La coordinación de las operaciones en ejecución o por ejecutar. f) En general, el manejo de sistemas de información requerido para diversas decisiones conyunturales y estratégicas. La central de operaciones, que canaliza el cumplimiento de las tareas recién señaladas, debe enmarcarse dentro de las estipulaciones dadas por diferentes elementos reguladores, tales como los planes (operativo, abastecimiento) y los sistemas (instrucciones e información). Respecto al plan operativo, debe indicarse que su formulación corresponde al período presupuestario de la institución en la cual se encuentra inserto el programa de manejo del fuego. En él se definen las actividades a desarrollar en la temporada y se establecen los requerimientos necesarios para su adecuado cumplimiento, como así también, la organización de los recursos humanos y materiales, la planificación espacial de las unidades operativas, la programación general de actividades y el sistema de instrucciones que debe regular el funcionamiento de la prevención, presupresión, combate y uso del fuego. En cuanto a los otros elementos reguladores recién mencionados, algunos ya fueron descritos en capítulos anteriores y, los otros serán presentados en las páginas siguientes.
8.5.1 Funciones de la Central de Operaciones. No existe una pauta formal que defina exactamente las funciones que debe cumplir una central de operaciones, como tampoco es conveniente establecer una norma rígida al respecto. En general, por lo menos en el caso de Chile, están más bien determinadas por características tales
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como su tamaño, ámbito de acción, tipo de personal y medios que maneja, lo que lógicamente va a estar supeditado, a su vez, de la naturaleza de la empresa a que pertenece el programa de manejo del fuego, la extensión del territorio bajo su cobertura y del nivel y complejidad de los problemas que se presentan con la ocurrencia y propagación de los incendios forestales. También, en el diseño de la central, es importante considerar los tipos de apoyo que puede entregar a la administración global de la empresa y a otras operaciones forestales que se están ejecutando. Por otra parte, dentro de la organización del programa mismo de manejo del fuego, como una forma de lograr un mejor aprovechamiento de las capacidades existentes, a la central de operaciones se le pueden adscribir funciones o asignar tareas que probablemente no correspondan exactamente a las que naturalmente deba desempeñar. Como consecuencia de los antecedentes recién expuestos, es posible señalar que las funciones que eventualmente puede ejercer una central de operaciones cabría clasificarlas en tres categorías diferentes: Básicas o Esenciales, de Apoyo o Complementarias y, de Servicios.
8.5.1.1 Funciones Básicas. En este caso, corresponde incluir aquellas funciones que ineludiblemente deben estar incorporadas a toda clase de central de operaciones, cualquiera que sean las características del programa de manejo del fuego o el tipo de esquema organizativo que posea la empresa respectiva. Concretamente, puede señalarse a las tres siguientes: Despacho, Radiocomunicación e Información.
a) Despacho. Es la función destinada a conocer las situaciones contingentes relativas al riesgo y peligro de incendios forestales, evaluar los problemas presentes y sus proyecciones en el futuro inmediato, definir los medios requeridos para el control de tales problemas, instruir la movilización y desmovilización de los recursos que se destinen para ese efecto y, coordinar las operaciones que los mismos ejecuten.
b) Radiocomunicación. Es una función esencialmente instrumental y operativa, destinada a la administración de los enlaces radiales entre la central de operaciones y otras unidades del programa de manejo del fuego y de la empresa, y de otras instituciones. En la práctica, esta tarea corresponde a la recepción de mensajes referidos tanto a aspectos operacionales como administrativos y, al mismo control del tráfico radial. Constituye una función esencial, porque de ella depende la oportunidad de toma conocimiento de los diversos problemas que se originen en el área de operaciones del programa de manejo del fuego, y de la rapidez con que se emiten las instrucciones de movilización y coordinación de las unidades territoriales que deben actuar en el control de las situaciones contingentes. A pesar que, en términos generales, la radiocomunicación puede ser conceptualmente una función muy clara y de fácil delimitación en cuanto a las tareas que debe contemplar, en la práctica suele no ocurrir así. Por un lado, con frecuencia se realiza en una suerte de confusión con el despacho, y es común que en algunas centrales se cuente con personal denominado como "despachadores-radioperadores", para que desempeñen simultáneamente ambas funciones. Ello, puede ser lógico y conveniente en centrales que le corresponda administrar situaciones de una
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baja ocurrencia de incendios forestales. Pero, en el caso contrario, ante la presencia de una alta tasa de incendios o de problemas contingentes, la realización conjunta del despacho y la radiocomunicación puede conducir a un deterioro de la eficiencia de ambas en el cumplimiento de sus respectivas funciones. Por otra parte, también son comunes los casos en que a la radiocomunicación se le asignen diversas tareas además de la recepción y transmisión de mensajes y el control del tráfico, tales como la preparación de propuestas de sistemas de radiocomunicaciones, la administración de la asignación y explotación de los respectivos medios disponibles, el control del inventario de equipos e instalaciones y la supervisión del estado, mantenimiento y reposición de los mismos. Estos aspectos deben ser abordados por personal o unidades especializadas, que no deben intervenir en el normal desarrollo de las radiocomunicaciones.
c) Información. Está referida a la administración del sistema de información para el manejo del fuego que, tal como se describiera anteriormente, cumple el rol de proporcionar los antecedentes necesarios para la toma de decisiones coyunturales y estructurales para el desarrollo de la protección contra incendios forestales. Al igual que lo señalado para la radiocomunicación, esta función puede incluir una amplia diversidad de aspectos además de su rol natural, que en este caso corresponde a la provisión y manejo de antecedentes necesarios para la toma de decisiones. Al respecto, cabe indicar que su ámbito está referido a materias tales como el diseño del sistema mismo y su correspondiente implementación (formatos y programas de ingreso, almacenamiento, procesamiento y salidas de antecedentes), la emisión de reportes operativos, gerenciales y administrativo y, en general, la elaboración de las estadísticas del programa de manejo del fuego. También debe señalarse que, en centrales que están sometidas a una intensa y permanente presión de ocurrencia de incendios o de problemas contingentes, la función informativa necesariamente debe especializarse o asumirse de una manera segregada. Por una parte, el manejo de la información dirigido a apoyar la toma de decisiones sobre situaciones coyunturales, debe plantearse muy ligado a la función despacho. En cambio, el manejo de la información para las decisiones estructurales (programación general y planificación estratégica), como así también la administración de las estadísticas de manejo del fuego, corresponde tratarla en una unidad separada, incluso, quizás, fuera del ámbito de la central de operaciones. Todo ello, con el objeto de permitir que ambas funciones puedan realizarse adecuadamente y sin interferencias mutuas.
8.5.1.2 Funciones de Apoyo. Aquí pueden considerarse todas aquellas relativas al programa de manejo del fuego que no requieran respuestas urgentes, o que no estén sometidas a la presión de contingencias de solución inmediata, las que puedan llevarse eficientemente aprovechando los recursos disponibles en la central de operaciones y que, por supuesto, no afecten el cumplimiento de las funciones básicas o esenciales. Entre estas funciones cabe señalar algunas tales como informática y estadísticas, coordinación de actividades de prevención, programación, coordinación y registro de faenas de manejo de combustibles, programación y evaluación de quemas controladas, meteorología y pronósticos de incendios, evaluación del estado e inventario de equipamientos e infraestructura,
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coordinación y supervisión de abastecimiento y apoyos logísticos, entre otras. Además, la capacidad que posea la central de operaciones, en cuanto a la incorporación de las funciones de apoyo recién indicadas, también va a depender del esquema organizacional global que en definitiva se adopte para el programa de manejo del fuego.
8.5.1.3 Funciones de Servicio. Son las funciones que pueda desempeñar la central de operaciones relativas a programas diferentes al manejo del fuego, como enlaces radiales generales para la empresa, coordinación de faenas de plantaciones y explotación, coordinación del transporte de productos forestales, etc. Como se indicó anteriormente, estas funciones pueden ser asumidas dependiendo de la capacidad existente en la central de operaciones y, también, del esquema de organización general establecido para la empresa.
8.5.2
Implementación de una Central de Operaciones.
Para el cumplimiento de los objetivos y el adecuado ejercicio de las funciones expuestas en los puntos anteriores, es necesario disponer de una adecuada implementación para la central que, en el caso de considerar exclusivamente los roles definidos como básicos o esenciales, debiera contemplar los siguientes elementos:
a)
Local.
Debe poseer el espacio suficiente para el desempeño cómodo de las diferentes tareas asignadas, tanto para el movimiento del personal adscrito como para la manipulación de los equipos y medios que deben utilizarse. Al respecto no cabe indicar estándares de superficies para el local, porque ello dependerá básicamente del grado de automatización que se posea para su funcionamiento. Un aspecto importante es también el aislamiento físico que debe poseer la central respecto a otras oficinas o instalaciones de la empresa o del programa de manejo del fuego mismo. Es indispensable evitar, en lo posible, las interferencias derivadas del tránsito de personas, ruidos, trámites o comunicaciones ajenas, que pueden alterar la necesaria tranquilidad que se requiere para el cumplimiento de las delicadas tareas que deben cumplirse. En ningún caso, la sala de la central de operaciones conviene utilizarla como una secretaría, oficina de consultas o lugar de encuentro de contratistas o empresas de servicios, porque esta condición conduce naturalmente a distracciones en tareas que requieren un total compenetración, como lo constituyen el despacho y la radiocomunicación.
b) Alhajamiento. Los elementos tales como iluminación, aireación, escritorios, consolas, kardexs, archivos, paneles, pizarras y otros, deben ser los adecuados para permitir un trabajo expedito al personal. Su organización espacial debe ser óptima y, en el caso del mobiliario, es indispensable considerar los aspectos ergonómicos básicos, a objeto de evitar agotamientos prematuros. Todo ello puede afectar negativamente al personal en los períodos críticos de operaciones. Deben evitarse todos aquellos elementos que no presten una utilidad clara para el trabajo de la central, como escritorios, mesas, paneles u otros. Ello, por un lado, para aumentar la
245
disponibilidad de espacio realmente útil y, por otro, especialmente en el caso de paneles, pizarras y archivadores, que contengan información irrelevante, para evitar pérdidas de tiempo o incomodidades en el acceso de los medios realmente necesarios. En general, cada persona debe disponer de sus propios elementos para el desempeño del trabajo, particularmente en el caso de escritorios y consolas. No es adecuado que dos o más personas estén empleando simultáneamente alguno de estos elementos.
c) Equipos. Corresponden principalmente a los medios para las radiocomunicaciones (radios, teléfonos y elementos complementarios), y los de captura, registro, procesamiento y acceso a información (calculadoras, computadores, imágenes satelitales, entre otros). Respecto a los equipos de radiocomunicación, lo lógico es que se cuente con los implementos, tanto en cantidad como en las especificaciones, requeridos para llevar correctamente los enlaces con las diferentes unidades relacionadas con la central, para la recepción y transmisión de mensajes e información, y para la instrucción oportuna de movilización, desmovilización y coordinación de operaciones terrestres y aéreas de presupresión y combate. De igual manera, los equipos de procesamiento y acceso a la información deben ser de la variedad y capacidad suficientes para hacer factible la disponibilidad de los antecedentes requeridos para la evaluación permanente de las operaciones de manejo del fuego, y para apoyar la toma de decisiones, especialmente en situaciones coyunturales.
d) Sistemas. Constituyen los elementos fundamentales para orientar, normar, sustentar y ejecutar correctamente la gestión de la central de operaciones. En forma relevante, en el caso de programas de manejo del fuego de empresas de tamaño mediano o mayor, o regionales de la Corporación Nacional Forestal, es indispensable contar con sistemas tales como Información e Instrucciones, que deben estar no sólo disponibles, sino que además su personal debe estar capacitado para su adecuado manejo y aplicación, a lo menos en los aspectos directamente relacionados con las tareas asignadas.
e) Planes. Son documentos que contienen objetivos, metas, plazos, proyectos, actividades, tareas e instrumentos (personal, equipos, tecnologías y financiamiento), definidos para el adecuado cumplimiento de las responsabilidades asignadas al programa de manejo del fuego. Entre los diferentes tipos de planes atingentes al manejo del fuego, los operativos (que incluyen los especiales relativos al abastecimiento) y prediales no sólo deben estar disponibles en la central de operaciones, sino que además requieren ser estrictamente observados, por cuanto establecen los delineamientos precisos que regulan el cumplimiento de sus funciones básicas.
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CAPITULO 9 COMBATE El combate o supresión es la actividad del control de incendios forestales que se preocupa de la extinción de focos de fuego, iniciados en terrenos rurales y que se propagan libremente a través de la vegetación por efecto de las condiciones ambientales presentes en el lugar afectado. Es, tal vez, la actividad de mayor espectacularidad del manejo del fuego, pero también la menos deseada por el personal, porque además de exigir un enorme desgaste físico y mental, representa un alto riesgo de accidentes por el difícil ambiente que normalmente existe en la zona de trabajo. El combate debe aplicarse pretendiendo lograr el quiebre del triángulo del fuego; esto es, por medio del corte de la continuidad de los combustibles, el descenso de la temperatura de los materiales ardientes, o bien, mediante la reducción del oxígeno necesario para la combustión. La primera de estas tres acciones es la que realmente la que se aplica en la mayoría de las operaciones de supresión. La extinción eficiente de los incendios forestales es la resultante de una aplicación disciplinada de la organización para el combate y de las medidas previstas en la presupresión, de las cuales emanan los criterios y referencias para que las decisiones asumidas se ajusten a las características especiales y únicas que se presentan en cada operación de combate.
9.1
FASES DEL COMBATE
En el desarrollo de las operaciones de combate es posible observar diversas etapas o fases que se ejecutan, por lo general, de manera secuencial: Reconocimiento, Primer Ataque, Control,
Liquidación y G uardia de Cenizas. 9.1.1. Reconocimiento
Constituye la primera tarea del combate, y se inicia una vez que la brigada o cuadrilla arriba al sector afectado por el incendio. Representa, a pesar de su corta duración (solamente algunos minutos), una enorme importancia, porque sus resultados pueden incidir significativamente en el éxito de la operación global. Concretamente, en esta fase debe procederse a: a) Recolectar los antecedentes del lugar afectado por el incendio, con el objeto de conocer exactamente lo que está sucediendo, analizar visualmente la situación presente y, evaluar a todos aquellos factores que están afectando al comportamiento del fuego y que influirán en las acciones de control que deberán aplicarse. b) Estimar los posibles problemas que pueden originarse, en particular los valores amenazados, como así también la eventual propagación de los diferentes frentes de fuego, a fin de analizar las opciones estratégicas y tácticas de combate que sean factibles de aplicar. c) Planificar la acción de combate; es decir, la modalidad definitiva de organización y uso de los recursos disponibles para extinguir el incendio, procurando que la tarea sea realizada con la mayor eficiencia posible.
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Como todo proceso que contemple el análisis de un problema para encontrar la mejor forma de resolverlo, el reconocimiento debe realizarse cuidadosamente, en un lapso breve pero de extensión suficiente para fundamentar debidamente las acciones que deberán desarrollarse. En tal sentido, siempre es conveniente prolongar esta fase en algunos minutos, si con ello se está asegurando la modalidad más eficiente de ataque, de acuerdo a las circunstancias presentes. En el reconocimiento también corresponde revisar y completar las decisiones contenidas en el plan de preataque, lógicamente en los casos en que haya sido formulado. En el plan de preataque aunque se contempla la estrategia que debe adoptarse en un determinado lugar en el supuesto que ocurra un incendio forestal, no es posible en la mayoría de los casos definir las acciones específicas (tácticas) a seguir, debido a la natural incertidumbre de pronosticar con exactitud el punto de origen del foco, las condiciones ambientales que prevalecerán en la oportunidad y, también, los tipos y cantidades de recursos para el combate que dispondrán..
9.1.2
Primer Ataque.
Esta fase también es conocida como Detención del Frente Principal o Ataque Inicial. Corresponde a la primera acción de contención del fuego en la línea, y en ella debe procederse de acuerdo a lo definido en el reconocimiento. Lo normal y lógico es, en primer lugar, tratar de detener el frente de avance que implique los mayores problemas. Ahora bien, esta calificación no sólo está dada por el comportamiento del fuego, en lo que respecta a su modelo y velocidad de propagación, sino que también puede estar determinada por los valores que están siendo amagados, especialmente cuando estos corresponden a poblaciones o vidas humanas. En esta fase ya se comienza aplicar la estrategia definida en el reconocimiento, porque a veces, por las características del comportamiento, puede ser inconveniente iniciar las operaciones en el frente principal en lo que respecta a la velocidad de propagación, sino que en otros sectores, si de este modo se logra que definitivamente al término del incendio los valores dañados sean los menores posible. Hornby, en 1936, basado en las estadísticas forestales ocurridos en la Zona Norte de las Rocallosos, en EE.UU., estableció una función para determinar los tiempos límites para la ejecución del primer ataque, la que puede ser útil para ser considerada a la situación de países como Chile.
t = ((C * W)/(W + 0,5 p)) - 0,25
En donde "C" representa el tiempo transcurrido desde la detección del incendio y hasta su control, en horas; " W" es el rendimiento en construcción de líneas de fuego, en metros/hora; "p" es el promedio del incremento del perímetro del incendio desde el momento de la detección hasta el inicio del ataque, en metros/hora y; " t" corresponde al tiempo de viaje, desconocido, expresado en horas.
248
9.1.3
Control.
Se lleva a efecto una vez detenido el frente principal, y consiste en circunscribir todo el sector del incendio dentro de una línea o perímetro de seguridad, con el fin de impedir completamente su propagación. No siempre es necesario construir la línea en todo el perímetro del sector afectado, porque frecuentemente existen accidentes naturales, caminos o senderos que pueden aprovecharse para ese propósito. Por otra parte, dependiendo de los recursos disponibles, la magnitud del incendio y la estrategia de combate adoptada, la construcción de la línea puede ser efectuada simultáneamente en los frentes de avance en diferentes sectores del perímetro.
9.1.4
Liquidación.
Es la extinción de los focos que aún permanecen en el sector afectado por el incendio, mediante el remate de brasas y llamas, para evitar los rebrotes. Teóricamente se establece que la liquidación comienza cuando ya el incendio ha sido controlado, sin embargo, esta tarea puede comenzar antes, dependiendo de la disponibilidad de recursos y la localización de los puntos aún ardientes. Con frecuencia el control y la liquidación pueden ejecutarse en forma paralela. Por otra parte, tampoco es estrictamente necesario ejecutar la liquidación en toda la zona afectada por el fuego el sector. Cuando la superficie del incendio es muy extensa, a veces basta con el remate de las incandescencias en una franja de 50 o más metros de ancho, desde la línea de control hacia adentro. En general, la liquidación de incendios de bosques requiere un trabajo más intenso y prolongado que los de matorrales o pastizales. Al respecto, se establecen las siguientes recomendaciones en esta tarea (Servicio Forestal de EE.UU., 1964):
Iniciar el trabajo en cada sector tan pronto cuando la línea haya sido terminada, incluyendo la aplicación del fuego a través de quemas de ensanche, líneas negras o contrafuegos. Permitir la quema de los materiales vegetales aún no consumidos, en forma rápida y segura, si ello no representa un riesgo de rebrote o descontrol del incendio. En los incendios pequeños todos los focos deben ser sofocados cuando la cantidad de materiales ardientes no sea excesiva. En los incendios grandes, la liquidación debe iniciarse en los sectores adyacentes a la línea, operando de modo que el viento no pueda empujar los materiales ardientes y sus emisiones fuera del terreno bajo control. Es necesario revisar exhaustivamente el terreno para localizar los focos ocultos aún ardientes. Un apoyo importante en esta tarea puede ser el empleo de detectores infrarrojos manuales. En lo posible debe evitarse la detección de focos ocultos empleando las manos para palpar el piso del bosque. Eliminar o colocar fuera de peligro todo el material pesado, tales como trozas o ramas gruesas, que se encuentre fuera del sector bajo control pero cercanos a las líneas. Revisar y eliminar todas las raíces ardientes cercanas a las líneas. Eliminar las ramas y troncos, incluyendo el volteo de árboles en pié, que se encuentren dentro del sector bajo control, que en condiciones adversas de tiempo puedan favorecer la emisión de materiales ardientes que sobrepasen la línea. Una especial preocupación
249
9.1.5
se debe tener con los troncos con pudrición interior, por el efecto de chimenea que puede generar en ellos. En los terrenos en pendiente, es necesario cavar zanjas de suficiente profundidad, en forma de "V", para evitar el rodado de materiales encendidos fuera del sector bajo control. En lo posible debe emplearse agua y tierra en la liquidación, pero cuidando de aplicarlas en las cantidades estrictamente necesarias. Además, en el caso de hojarasca ardiente, ésta debe previamente esparcirse.
Guardia de Cenizas.
Es el patrullaje final del incendio, y se inicia una vez que el fuego ha sido controlado y liquidado. Consiste en mantener una vigilancia en todo el sector, que puede extenderse desde algunas horas a varios días, dependiendo del tipo de cobertura vegetal y las características del terreno afectado, con el objeto de rematar los posibles rebrotes que aparezcan. Lo ideal (impracticable en la mayoría de los casos), es mantener la guardia de cenizas hasta una primera lluvia de suficiente intensidad, aunque en algunas situaciones de incendios subterráneos (especialmente cuando el estrato de materia orgánica es muy profunda, o en las zonas de turberas), el fuego es posible que no se extinga en tales condiciones. La guardia de cenizas es una labor agotadora y desagradable, que requiere ser ejecutada con gran responsabilidad, puesto que significa vigilar una zona en la que aparentemente no se producirá ningún problema, ya el fuego ha sido controlado y liquidado. Sin embargo, debido a la natural tendencia de descuidar esta labor, una gran cantidad de incendios se generan a consecuencia de los rebrotes de focos que no han sido debidamente revisados y extinguidos.
9.2
MÉTODOS DE COMBATE
Se distinguen dos tipos de métodos de combate: Los basados en la instalación de una línea perimetral de control, en los cuales se observan las cinco fases descritas anteriormente (Métodos Directo, Dos Pies, Paralelo e Indirecto) y, los que no se basan en esa línea de control (Método del Área).
9.2.1
Método Directo.
En este caso, la línea se instala en el borde del fuego, aplicando agua, arrojando tierra, por sofocación, empujando el material ardiente hacia adentro, cortando la vegetación, despejando y raspando el piso del bosque hasta el suelo mineral. Se aplica normalmente en incendios superficiales, de lenta propagación, con baja altura de llamas y escasa liberación de calor. Es decir, cuando las condiciones presentes permiten a los combatientes colocarse al borde de las llamas sin incurrir en riesgos personales. La ventaja de este método reside en que se corta de inmediato la propagación del fuego, porque el control es en el frente mismo de avance, evitándose el empleo del fuego (quemas de ensanche o de limpieza), minimizando la superficie que será quemada. En cambio, sus desventajas consisten en que el método no puede ser aplicado cuando la intensidad calórica es elevada, llamas largas, o cuando el humo hace difícil las condiciones de trabajo en la cercanía de las llamas.
250
9.2.2 Método Dos Pies. Difiere del método anterior porque la línea ya no es posible instalarla en el borde del fuego, sino a que a una pequeña distancia (alrededor de dos pies o 60 cm). En este caso es posible acumular los materiales combustibles livianos, producto del despeje y raspado, entre la línea y el fuego, para que se consuman en forma segura evitando focos peligrosos. Con el método se facilita el empleo de las herramientas manuales, incluso, en casos especiales es posible el uso de equipos motorizados livianos (motosierras y desbrozadotas), que incrementan notablemente el rendimiento en la construcción de la línea. En este caso, la radiación calórica recibida por los combatientes es mucho menor, lo que permite un mejor trabajo de la cuadrilla, especialmente cuando es posible empujar el combustible liviano hacia las llamas. Por las razones anteriores, la línea puede ser construida a una mayor velocidad en comparación al método directo. Esto significa, además, simplificar la tarea de supervisión por parte del jefe de la cuadrilla y, también, reducir las posibilidades de fuegos que sobrepasen la línea de control.
9.2.3 Método Paralelo. Se instala la línea a una distancia variable desde el borde de las llamas (por lo general, entre 3 y 20 metros), porque las características del incendio no permiten una mayor aproximación. La línea se instala en la mayoría de los casos paralelamente a los flancos, en forma de cuña o tenaza, a fin de reducir gradualmente la longitud del frente principal. Se recomienda aplicar el método cuando el comportamiento del fuego presenta, además de una alta radiación calórica que impide el acercamiento de los combatientes, llamas largas y emisiones de materiales incandescentes (pavesas) a distancias superiores a un metro. Otra característica del método es la posibilidad de aplicar fuego en la línea a medida que se instala, con el propósito de reforzar el corte de continuidad de la vegetación. Esta operación complementaria se denomina como Quema de E nsanche , Quema de Limpieza o Línea Negra. No debe confundirse con los contrafuegos, que más adelante serán descritos. Las ventajas del método paralelo consisten en la instalación de líneas que pueden ser muy efectivas en el control de incendios que se propagan a una muy alta velocidad, con elevadas tasas de liberación calórica y emisiones de materiales incandescentes. Además la supervisión es simple porque las líneas se instalan normalmente en forma recta y es factible el apoyo de equipos pesados en su construcción. Las desventajas pueden estar dadas en la difícil determinación de la distancia a que deben instalarse las líneas paralelas desde los flancos del incendio, que a veces pueden resultar excesivas e implicar una pérdida innecesaria de superficie boscosa. Por el contrario, cuando esa distancia es demasiado corta, el fuego puede sobrepasar fácilmente a la línea.
251
9.2.4 Método Indirecto. Se basa en la aplicación de un Contrafuego, que consiste en iniciar una suerte de contraincendio, apoyado en la línea de control, en dirección al frente de avance, avance, aprovechando el efecto de vacío que genera este último. La línea de control que se emplea como anclaje para la aplicación del fuego puede basarse en un camino, cortafuego o una faja que se instala especialmente para tal propósito. Con frecuencia, la aplicación de un contrafuego es la única opción existente para detener frentes de avance de gran conflictividad y dinamismo, dinamismo, que pueden sobrepasar fácilmente todo todo tipo de líneas o barreras construidas para su contención, ya sea por los movimientos conveccionales que se generan, o bien, por la emisión de materiales gruesos incandescentes a distancias lejanas. El método indirecto, a diferencia de los otros descritos con anterioridad, no es rígido en la localización de la línea, y permite mayores posibilidades para la elección de los puntos que pueden utilizarse como anclaje. Sin embargo, implica un alto riesgo, y sólo debe ser empleado con personal capacitado en la materia (especialmente por la decisión del momento y puntos donde deben colocarse los encendidos para el contrafuego). En situaciones de emergencia como las que se indican a continuación, la decisión de aplicar un contrafuego es recomendable, pero debe tomarse con las máximas precauciones.
La presencia presencia de un incendio incendio que libera una una gran gran cantidad cantidad de de calor, con una una columna columna de convección de alto dinamismo y una propagación errática. Una propagación violenta del fuego, que no permite disponer del tiempo suficiente para instalar líneas o fajas seguras de control y aplicar el método paralelo. Cuando se requiere construir una línea excesivamente ancha, por por la fuerza fuerza e intensidad de la emisión de materiales incandescentes desde el frente de avance.
En cambio, la gran desventaja del método consiste en que la superficie boscosa a sacrificar puede ser muy extensa, lo que sucede cuando la línea para el contrafuego se instala a una enorme distancia desde el frente de avance (a veces 100 o más metros), y no siempre se tiene la seguridad de lograr un resultado exitoso con aplicación de esta técnica.
9.2.5 Método del Área. Se caracteriza porque los esfuerzos están dirigidos a liquidar directamente las llamas o las brasas, sin instalar una línea de control perimetral. Por tal razón, sólo están presentes tres de las cincos fases del combate (reconocimiento, liquidación y guardia de cenizas). Se recomienda aplicar el método en incendios incipientes, cuando las brigadas terrestres llegan rápidamente y pueden ejecutar un primer ataque oportuno, o bien, se dispone de aviones cisternas o helicópteros para bombardear con agua o productos químicos a los focos en sus momentos iniciales. Para esto último, los lanzamientos no se colocan para reforzar la línea de control, sino que en lo posible posible a cubrir toda la superficie superficie del sector ardiente. El método también es aplicable en los casos de incendios que se presentan con diversos focos secundarios dispersos y no se dispone del suficiente tiempo o de los recursos necesarios para instalar oportunamente una línea de control para cada uno de ellos o el conjunto. En este caso, en el reconocimiento no se define un primer ataque ataque dirigido a la detención del frente principal, sino que más más bien al control del foco secundario secundario principal.
252
9.3 LÍNEAS DE CONTROL Se pueden clasificar en dos categorías: Cortafuegos y L í nea neas de de F ueg ueg o. Estas últimas son las que se emplean normalmente en el combate terrestre. Los cortafuegos se definen como "barreras naturales o artificiales, limpias parcial o completamente de vegetación, de un ancho variable (por lo general de 5 a 30 metros), instaladas previamente al incendio o en el momento del combate, con el objeto de impedir la propagación del fuego o para apoyar la operación de control (anclaje, accesibilidad). No obstante, los cortafuegos pueden establecerse como líneas de control en el combate cuando se requiere instalar fajas despejadas superiores a tres metros de ancho, o cuando es necesario emplear maquinaria pesada.
9.3.1 Características de una Línea de Fuego. Es una faja despejada de vegetación con un raspado de los materiales hasta el suelo mineral, de un ancho de 0,40 a 1 metro, que se construye o instala en el momento mismo mismo del incendio, a objeto de aplicar alguno de los métodos de combate descritos anteriormente. En su instalación debe considerarse lo siguiente: a) b) c) d) e)
El raspado raspado debe hacerse estrictamente estrictamente hasta el suelo mineral, cualquiera cualquiera que sea la la calidad y profundidad del estrato de materia orgánica. El corte de la continuidad de de la vegetación no sólo debe hacerse al nivel del suelo, sino que que en todo el plano vertical sobre raspado efectuado en el suelo. En terrenos con pendiente pendiente es necesaria la construcción de una barrera o camellón en su borde inferior, para evitar el rodado rodado de materiales ardientes. La línea debe debe ser lo más corta posible, evitando los ángulos agudos agudos y procurando procurando aprovechar, en lo posible, los accidentes naturales o senderos existentes en el lugar. El material material fino extraído debe ser ser lanzado hacia el lado de las llamas, para evitar evitar que las chispas que sobrepasen la línea provoquen un encendido detrás de ella. Por el contrario, para los materiales pesados, la recomendación es impulsarlos impulsarlos hacia el lado opuesto, opuesto, porque pueden contribuir a impedir impedir o retardar el encendido de los los combustibles livianos. livianos.
9.3.2 Técnicas de Construcción de Líneas de Fuego. F uego. Existen diversas técnicas o modalidades para la construcción de líneas de fuego, entre los cuales se destacan el Método Progresivo (con sus versiones Funcional y Golpe Único) y el Método de la Rotación.
9.3.2.1 Método Progresivo Funcional. Es la técnica más conocida y, en la práctica, la única modalidad de construcción de líneas empleada por las brigadas profesionales de combate en Chile. En su aplicación, los operarios que componen la unidad de combate se ubican ubican en una fila, manteniendo permanentemente su su misma posición relativa y avanzando a una igual velocidad. El desplazamiento de los hombres se efectúa en tal forma que cada uno de ellos ejecuta una parte del trabajo, lográndose que la línea quede totalmente hecha con la pasada del último combatiente.
253
Como el trabajo en la línea contempla diferentes labores, las herramientas que emplean los combatientes son variables. No existe una regla fija respecto al tipo de herramientas a utilizar, porque ello depende de las características del terreno, del modelo de combustible y de la cantidad de combatientes en la línea. Pero, por lo general, la secuencia de funciones, con la indicación de las herramientas que usualmente se emplean en cada una de ellas, es la siguiente:
1º 2º
Localización de la Línea (Marcación): Machete, rozón o calabozo, hacha. Corte y D espe speje de Comb Combust ustible ibles Aéreo Aéreo y Supe Superficial rf icial:: Rozón, machete, hacha, pulaski, motosierra, desbrozadora.
3º
Corte y Raspado de Combustibles Superficial y Subterráneo: Pulaski, rastrillo Mc Leod,
pala, rastrillo segador.
4º
V olteo olteo de de Á r boles boles Pró Pr óxi mos a la Lí Lí nea (según el combustible): Hacha, motosierra,
pulaski.
5º 6º
Quema de E nsanche (según el método de combate): Antorcha, mechero, lanzallamas. Que Sost Sosteenimien nimientto y Vi gila gi lanc ncia ia de la L ínea ínea: Bomba de espalda, pala, batidor.
En general, la cantidad de personal por cada función indicada, dependiendo del tamaño de la cuadrilla, puede ser como se indica en el Cuadro 9.3.2.1.
C uadr uadr o 9.3.2.1 N úmer úmer o y Di D i stri str i bución de C omba ombatitieentes ntes según el Ta T amaño de de la Cua Cuadrilla dri lla en la apli aplica cación ción del del Mé M étodo todo Pr og r esivo si vo Funci F uncio onal. nal. TAMAÑO DE LA CUADRILLA FUNCION Marcación Despeje Raspado Volteo Encendido Sostenimiento
4-6 hombres 0-1 1-2 2-3 0-1 0-1 1
6-8 hombres 0-1 2-3 2-3 1-2 1-2 1-2
8-12 hombres 0-1 2-4 2-4 1-2 1-2 1-2
El método progresivo funcional permite un alto rendimiento en la construcción de líneas, es de bajo riesgo para los combatientes y, puede adaptarse a cualquier tipo de terreno y modelo de combustible. Como desventaja, debe señalarse que es eficiente sólo cuando es aplicado por personal con una preparación y capacidad homogénea, y con un adecuado entrenamiento en trabajos de equipo.
9.3.2.2 Método Progresivo Golpe Unico. Esta versión del método progresivo es empleada en Australia. Consiste en que cada hombre ejecuta un golpe con su herramienta para raspar la vegetación y luego avanza una distancia predeterminada (por lo general, dos pasos), luego, el combatiente siguiente golpea con su herramienta en el trecho inmediatamente adelante que el anterior, y así sucesivamente van actuando el resto de los hombres. Se supone que cada golpe es suficiente para raspar un trecho
254
de 20 cm de la línea, de modo que si la brigada está compuesta por diez hombres y se ubican formados en línea, en conjunto y simultáneamente ejecutan el raspado en tramos de dos metros de longitud. En forma gráfica puede indicarse que el grupo de hombres se asemeja a una cuncuna, porque todos ellos, al ejecutar sus golpes de herramienta, avanzan dos pasos (dos metros), y proceden a ejecutar el nuevo golpe. Es necesario aclarar que los diez hombres se encuentran ubicados en tramos diferentes, de manera que con la pasada del décimo combatiente por cada tramo, la línea queda definitivamente instalada. El método es muy efectivo cuando se requiere solamente raspar, sin necesidad de despeje, como es el caso de de pastizales. Además, Además, en terrenos con pendiente pendiente es difícil difícil mantener la armonía del grupo. Como es de suponer, requiere una elevada disciplina para su ejecución y, por lo tanto, un entrenamiento entrenamiento intensivo en equipo. equipo.
9.3.2.3 Método de la Rotación. También es conocido como Método de la Escuadra. Se usó en Estados Unidos y Canadá en décadas pasadas, siendo en los actuales momentos reemplazado por la técnica progresiva funcional. Considera el trabajo simultáneo de dos cuadrillas en secuencia, la primera dedicada al despeje y la otra al raspado. En ambas cuadrillas los hombres se posicionan en fila, encargándose cada uno de ejecutar en forma completa el trabajo (de despeje o raspado) en un tramo de dos metros en la línea. Luego, en la medida que cada hombre termina su tarea en el tramo correspondiente, debe caminar para ubicarse a la cabeza de la línea de su cuadrilla, y empezar a trabajar en otro tramo. A diferencia de las técnicas progresivas, el método implica que los hombres vayan cambiando permanentemente su posición en la línea, porque los que ejecutan más rápido su trabajo avanzan con mayor frecuencia hacia la parte delantera. El método tiene la ventaja de no requerir un entrenamiento intenso en equipo. Además, aprovecha en mejor forma a los hombres con una mayor capacidad de trabajo. Sin embargo, las desventajas son importantes. Primero, se evidencia un alto riesgo de accidentes, porque mientras algunos se mueven a lo largo de la línea, otros siguen golpeando con sus herramientas. Por otra parte, las dos cuadrillas (despeje y raspado) deben avanzar un mismo ritmo, a fin de no crear cuellos de botella. También, la modalidad del método tiende a perjudicar a los combatientes más disciplinados y de mayor fortaleza física, porque los más flojos generalmente se aprovechan de aquellos trabajando con lentitud.
9.4 EQUIPOS Y HERRAMIENTAS DE COMBATE. Una operación eficiente de combate exige el empleo una gran variedad de herramientas y equipos, la mayor parte especializados y diseñados para que la tarea se ejecute adecuadamente. Los aspectos ergonómicos en el diseño y empleo de estos elemento son de fundamental importancia, porque el trabajo de los combatientes es pesado, se efectúa durante períodos prolongados y en condiciones condiciones ambientales desfavorables. desfavorables.
255
Cabe mencionar especialmente a las herramientas manuales y los equipos motorizados (livianos y pesados), que se describen brevemente a continuación. No se incluyen los medios para la aplicación de agua, productos químicos y fuego, porque se revisarán más adelante, cuando sean tratadas las respectivas materias, tanto en el combate como en el uso del fuego controlado.
9.4.1 Herramientas Manuales. Son diversas, y en conjunto deben cubrir toda la gama de tareas comprendidas en la construcción de líneas. Se acostumbra clasificarlas en las siguientes categorías: Cortantes, Raspantes, Mixtas, Múltiples y Sofocantes.
9.4.1.1 Herramientas Cortantes. Se emplean en el volteo de árboles y arbustos, corta de ramas y, en general, para ejecutar despejes o clareos de la vegetación requeridos para la construcción de líneas de fuego y cortafuegos. Entre ellas se destacan:
a) Hachas. Existe una gran variedad de tipos, en cuanto a su tamaño y peso. Los modelos más comunes pesan entre 2 y 3 kg. Son las herramientas cortantes de mayor importancia, y se les emplea para el volteo de árboles de diámetro medio y delgado, arbustos y en el corte de raíces. Algunos modelos modelos son de doble hoja, con filos especiales para diferentes diferentes clases de troncos o tallos. b) Rozones. Son muy empleados por su efectividad en el despeje de vegetación media y liviana, como ramas, matorrales y estratos herbáceos. También son útiles para limpiar el fuste de árboles de las ramas que favorezcan a la propagación vertical del fuego. También existen modelos de doble filos, que son los más recomendables. c)
Sierras. Tales como sierras de arco o corvinas, ambas muy útiles en el volteo de árboles, aunque uso empleo es cada vez menos frecuente.
d) Machetes. Son útiles en el despeje de materiales medios y delgados, debido a su escaso peso y maniobrabilidad. No es recomendable su empleo en el volteo de árboles, porque ello exige un elevado esfuerzo y demasiado tiempo. 9.4.1.2 Herramientas Raspantes. Como lo indica su nombre, su uso está destinado a raspar el piso del bosque hasta el suelo mineral, para cortar la continuidad superficial y subterránea. Las principales son:
a) Rastrillos. Entre las cuales se mencionan principalmente los modelos Council y Segador, aunque a este último se acostumbra calificarlo también como cortante de raíces. Los rastrillos constituyen un elemento esencial de una brigada, por su capacidad de raspado y excavación. b) Azadones. Aunque son menos efectivos que los rastrillos, sirven para cavar zanjas y, cuando sus bordes están afilados y la hoja es de buena calidad, apoyan el corte de raíces y ramas delgadas.
256
c)
Escobas Metálicas. Son muy efectivas para barrer la hojarasca suelta y no muy profunda. Incluso, cuando sus hojas o agujas son gruesas y duras, pueden apoyar el raspado hasta el suelo mineral.
9.4.1.3 Herramientas Mixtas. Son aquellas que sirven sirven para ejecutar el raspado y corte corte indistintamente. Las más conocidas son el pulaski y el rastrillo McLeod por su diseño especialmente elaborado para el combate.
a) Rastrillo Mc Leod. Es una combinación de rastrillo y azadón, diseñado. La parte equivalente al rastrillo se caracteriza por sus dedos gruesos y afilados, que junto con permitir un vigoroso raspado es muy útil para el corte de raíces y tallos delgados. En su otra parte, ubicada en el lado opuesto de la cabeza, posee una hoja ancha, gruesa y de bordes afilados, que le permite permite cortar ramas delgadas y también también cavar con facilidad. b) Pulaski. Es una mezcla de hacha y azadón (azahacha), lo que la hace eficiente como herramienta cortante en el volteo de árboles y matorrales, en el raspado y excavado. Esta herramienta, junto con el rastrillo Mc Leod y la pala, conforman los elementos manuales de mayor utilidad en el combate de incendios en sectores sectores con árboles, arbustos, matorrales y cañaverales densos y altos. 9.4.1.4 Herramientas Múltiples. La más importante corresponde a la pala, cuyos modelos, especialmente diseñados para el combate de incendios forestales, poseen una gran versatilidad. Básicamente se le emplea en el raspado, excavado, lanzamiento de tierra y en la sofocación del fuego. Con sus bordes afilados y la hoja cóncava con punta también puede ser empleada como herramienta cortante de tallos medios y delgados, también para lanzar agua e incluso, puede apoyar a la preparación de alimentos (como olla o sartén).
9.4.1.5 Herramientas Sofocantes. En esta categoría están los batidores o bate fuegos, entre los cuales se destacan diversos modelos, según el material de la hoja, la rigidez o flexibilidad de la misma, o bien si la hoja es única o de varias láminas láminas traslapadas (palmetas). (palmetas). El tipo más conocido consiste consiste en un mango mango con una hoja gruesa flexible de caucho en su extremo, de una superficie 35 por 25 centímetros y un grosor de medio centímetro. Este modelo es muy efectivo para la sofocación de fuegos de baja altura (pastizales, hojarasca), y se emplea mediante un sobado lento sobre el material ardiente. No debe usarse para golpear en forma violenta a las llamas porque de ese contribuye a incrementar el abastecimiento de oxígeno.
9.4.2 Equipos Motorizados Livianos. Están destinados a efectuar funciones cortantes y de despeje de la vegetación. Se caracterizan por su alto rendimiento en la construcción de líneas. Los principales tipos se describen a continuación.
9.4.2.1 Motosierras.
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Existen diversos modelos, que difieren principalmente en la potencia del motor y en la longitud de la hoja o espada. En general son muy útiles en la construcción de líneas de control por su capacidad para el volteo de árboles, arbustos y matorrales, como así también en el desramado, trozado de rollizos gruesos y en el despeje de follajes densos. En los momentos actuales, en Chile, las motosierras han pasado a constituir un elemento de uso normal, y han desplazado a las herramientas tradicionales de volteo, como son las hachas y sierras.
9.4.2.2 Desbrozadoras Mecánicas. Consisten en una sierra circular colocada en el extremo de una barra conectada a un motor, que puede ser el mismo de una motosierra, en la cual se ha reemplazado ree mplazado la espada por la señalada sierra desbrozadora. Tal como lo indica su nombre, este elemento es sumamente eficaz en el despeje, por su capacidad capacidad para desramar, limpia de hierbas y malezas y, también, también, en el volteo de tallos leñosos delgados.
9.4.2.3 Cavadoras Rotativas. Son similares a las desbrozadoras mecánicas, pero difieren en que la sierra circular es reemplazada por un disco rotatorio que posee diversas cadenas delgadas conectadas a su periferia. El disco al girar impulsado por el motor permite que las cadenas golpeen violentamente al suelo, roturándolo y estableciendo una suerte de línea de control. A su vez, el equipo puede ir montado sobre una rueda y, la barra en un extremo poseer una especie de manubrio, lo que facilita su transporte por un solo hombre, que al avanzar va construyendo la línea. En terrenos de vegetación liviana, como pastizales u hojarasca no compacta, el equipo llegar alcanzar rendimientos de hasta un kilómetro por hora en la instalación de una línea de alrededor de 50 cm de ancho. Su empleo no es recomendable en terrenos en pendiente o en suelos cubiertos con vegetación pesada.
9.4.3 Equipos Motorizados Pesados. Estos equipos son de una alta efectividad en la instalación de líneas de control anchas (desde uno hasta cinco metros), para todo tipo de terreno y cobertura de vegetación, con capacidades y rendimientos que varían según el tipo de maquinaria. Dentro de ellos se incluye a diversos tipos de tractores y bulldozers, equipados con implementos especiales (palas, rastrillos, rodillos, cadenas, bolones metálicos, masticadores, etc.), o bien para arrastrar a rrastrar arados de diversas clases. La maquinaria pesada empleada en el combate de incendios no posee diseños especiales, sino que corresponde a la que se utiliza en la agricultura, construcción de caminos y otras tareas de naturaleza análoga. Algunos modelos de tractores pequeños equipados con una pala en punta, pueden ser muy útiles, porque junto a su capacidad de construcción de fajas, pueden desplazar grandes volúmenes de tierra a ambos lados, ampliando el ancho de la línea de control. En algunos países, como Alemania, se emplean equipos bélicos (Panzer Leopard) a modo de tanques con oruga para la construcción de líneas, aprovechando su capacidad de circulación en todo tipo de terreno, su peso (que va aplastando y moliendo la vegetación a su paso) y su veloz desplazamiento en las carreteras (hasta 130 km/hora) para llegar oportunamente al lugar del incendio. Sin embargo, debe señalarse que la maquinaria pesada no reemplaza completamente al trabajo del combatiente equipado con herramientas livianos o elementos motorizados livianos. Estos
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equipos facilitan considerablemente la instalación de líneas de control, pero en su paso van dejando una enorme cantidad de material liviano suelto sobre el piso, que es necesario extraer, para asegurar el corte de continuidad de los combustibles. Por otra parte, también poseen desventajas, como el costo de operación y, en el caso de los bulldozer y tractores, su lento desplazamiento por las carreteras es una restricción, lo que frecuentemente implica la necesidad de disponer camiones de alto tonelaje para permitir su transporte rápido.
9.5 USO DEL AGUA EN EL COMBATE El agua es un elemento extintor del fuego de gran efectividad, siempre que se pueda emplearla oportunamente, en grandes cantidades y se posea los equipos necesarios para su aplicación. Algunos conceptos y referencias sobre el empleo de este elemento en el combate se revisan en los siguientes párrafos.
9.5.1 Principios en el Uso del Agua. Su acción puede estar dirigida a controlar los tres elementos del triángulo del fuego (oxígeno, calor y combustibles) y, también a apoyar a cualquiera de los métodos de combate conocidos. Asimismo, en la liquidación, su empleo es siempre de gran utilidad. En todos estos casos puede ser aplicada mediante equipos terrestres o con el empleo de aeronaves, y su efectividad es superior aún cuando se le adicionan productos químicos, tales como retardantes, espumas, agentes humectantes y gelatinas. a) Acción sobre la Temperatura. El agua es un excelente medio de absorción del calor y provoca, por lo tanto, un enfriamiento ambiental. Se ha calculado que, teóricamente, la aplicación de un volumen de este elemento sobre la superficie de un combustible ardiente, puede hacer descender a la temperatura de 300 volúmenes de ese material a un nivel inferior al del punto de ignición. En la práctica se ha demostrado que esa relación puede llegar a 1:50, cuando se le emplea correctamente y con los equipos apropiados. La diferencia entre ese potencial teórico con el resultado de su aplicación, se debe a que su uso en partículas muy finas para cubrir la superficie ardiente es difícil lograrlo por el efecto de evaporación y el alto porcentaje de agua que queda en suspensión. Debe indicarse, que el efecto del agua sobre la temperatura, cuando se aplica directamente, los obtienen los mejores resultados cuando se ataca a la base de las llamas. En los frentes de alta intensidad, cuando el agua se aplica en las partes altas de las llamas, se provoca una fuerte evaporación, que impide lograr un resultado positivo, incluso hacer completamente inútil este esfuerzo. b) Acción sobre el Oxígeno. El agua aplicada como neblina o en forma pulverizada, gracias al empleo de pitones especiales, contribuye a modificar la proporción de oxígeno en la atmósfera, a niveles cercanos o inferiores a un 15 %, lo que significa la pérdida de capacidad del comburente en la combustión y, por lo tanto, la ignición se retarda o paraliza. Este efecto puede ser muy importante tenerlo presente en los lugares de baja aireación o escaso abastecimiento de oxígeno, como rodales de alta densidad, fondos de quebrada u otros.
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c)
Acción sobre los Combustibles. El efecto del agua, en este caso, puede desarrollarse en dos formas distintas: Por imbibición de la vegetación liviana, que al aumentar su contenido de humedad y bajar la temperatura de los tejidos, llevará a un requerimiento más elevado de calor exterior para provocar el desecado y posterior ignición. Por otro lado, también debe señalarse el efecto mecánico del agua sobre los combustibles que, al ser aplicada en forma de chorros compactos de alta presión, provocan una fuerte dispersión de los materiales livianos. Sobre la base de este último efecto, cuando el agua es aplicada sobre suelos delgados y sueltos, puede por sí sola establecer una efectiva línea de control, cortando la continuidad de los combustibles por el barrido y dispersión de materiales combustibles que se provoca.
9.5.2 Equipos para la Aplicación del Agua. El desarrollo del manejo del fuego en Estados Unidos y en Canadá ha llevado al diseño de una gran diversidad de equipos para la aplicación del agua. Sin embargo, debe señalarse que los principales avances tecnológicos se lograron entre 1945 y 1960. Con posterioridad, se ha evidenciado un perfeccionamiento especialmente en los materiales con que ellos se confeccionan. Tal vez los mayores progresos en los últimos tiempos han consistido en el diseño de camiones cisternas de gran capacidad, estanques portátiles, mangueras de alta resistencia y también porosas y, en la adaptación de equipos para el empleo de agua mezclada con productos químicos. En general, los equipos para aplicar el agua se pueden clasificar en dos grandes categorías: Los de impulsión manual y aquellos basados en la fuerza de un motor.
9.5.2.1 Equipos de Impulsión Manual. Son los más simples, por cuanto se basan en una operación exclusivamente manual, entre los cuales se destacan los Baldes y las Bombas de Espalda.
a) Baldes. Pueden ser metálicos o de lona. Son preferibles los últimos, por su peso y su capacidad de plegado, lo que les permite un fácil transporte, además del reducido espacio que ocupan. Lo habitual es que posean una capacidad de 5 a 10 litros, y se les emplea cuando la fuente de agua natural que los abastece se encuentra cercana. También pueden ser alimentados con un ladrón de agua. Por lo general son útiles en la sofocación de los focos que se van produciendo en las cercanías de la línea de control, pero su empleo es cada vez menor, por la incomodidad que significa su traslado y manipulación. Incluso, en Chile, sólo esporádicamente se han empleado, y cuando se disponen más bien se utilizan como recipiente para guardar diversos elementos y herramientas pequeñas.
b) Bombas de Espalda. A diferencia de los baldes, las bombas de espalda representan elementos de extraordinaria utilidad por su apoyo a las líneas de control y en la sofocación de focos satélites. También son muy efectivas en la fase de liquidación del incendio.
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Consisten en bolsas o depósitos de una capacidad de 15 a 20 litros, construidos con materiales diversos (metal, caucho, polietileno, lona e, incluso, papel grueso), que se llevan en la espalda del combatiente, el que puede impulsar el agua gracias a un mecanismo manual aspiranteexpelente. Pueden poseer una boquilla para la regulación del chorro (compacto o disperso), con una tapa ancha para facilitar su alimentación, desde una manguera, un ladrón de agua, o bien por inmersión en una fuente de agua. Las diferencias entre los distintos tipos que existen se basan esencialmente en el material de fabricación, lo que hace que cada uno de ellos posea ventajas y desventajas con respecto a los otros. Las metálicas, por ejemplo, son más durables, pero más pesadas y sus bordes pueden dañar la espalda del combatiente si no están bien ajustadas. Las plásticas, a su vez, son más livianas, pero su durabilidad es menor y, con frecuencia, fallan en las conexiones del metal con el plástico. Las de caucho, por su parte, se adaptan muy bien al cuerpo, pero es precaria su calidad de aislante del frío que transfiere el agua a la espalda del combatiente, pudiendo provocar problemas reumáticos su uso permanente en el mediano plazo. En cuanto a las papel, son de fácil transporte (por lo general van en paquetes de 10 o 20 unidades plegadas), pero tienen el inconveniente de su corta duración, a pesar de usar papel impregnado con productos impermeables, de manera que se consideran desechables porque su empleo sólo es posible en una o dos oportunidades
9.5.2.2 Equipos Basados en Motobombas. El elemento principal lo constituye una motobomba, cuya función básica es succionar agua desde una fuente natural o un estanque, para impulsarla hacia la línea de control, apoyada de diversos dispositivos complementarios, como mangueras, coplas, pitones y otros.
a) Tipos de Motobomba. En el combate de incendios forestales dos son los tipos más empleados de motobombas: Centrífugas y Volumétricas.
Motobombas Centrífugas. Son las más conocidas, y también las más sencillas. No poseen válvulas ni pistones, y se basan en la fuerza centrífuga que desarrolla un disco o aleta que gira, recibiendo agua por el centro y descargándola por la periferia. Poseen diversas ventajas, entre las cuales se destacan su fácil operación y mantenimiento, porque son compactas y muy livianas (8 a 15 kg), tienen pocas piezas móviles, que se dañan escasamente con agua sucia. Su flujo es continuo, arrancan bajo carga (presión), no son autocebantes, operan con caudales bajos y presiones altas y, lo que es sumamente importante en las operaciones de combate, pueden conectarse en serie. Son portátiles y pueden ser operadas por un sólo hombre, con una capacidad de descarga de hasta 300 litros por minuto, dependiendo de su presión (libre, hasta 35 kg/cm2). Los modelos más conocidos pertenecen a la fábrica canadiense Wajax, destacándose la Mark 3, que es empleada prácticamente en todo el mundo y que posee un diseño que prácticamente no ha cambiado en los últimos 40 años. Motobombas Volumétricas. Su mayor empleo en el combate de incendios forestales es cuando están instaladas en carros cisterna. Se basan en motores a explosión (dos tiempos, con impulsos por cada giro del cigüeñal), de operación y mantenimiento más complejo que las motobombas centrífugas porque poseen muchas partes móviles y son sensibles al agua
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sucia. El flujo es discontinuo, son pesadas y no arrancan bajo presión, son autocebantes, operan con caudales altos y presiones bajas y, no pueden ser conectadas en serie.
Equipos Complementarios. La operación de las motobombas se basa en una verdadera batería de elementos para facilitar la succión y descarga del agua. Los principales son: - Mangueras de Succión. Conocidas como Chorizos. Son semi-rígidas, normalmente de cauchos, reforzadas con anillos metálicos protectores, de 2 a 4 metros de longitud, con diámetros de 50 a 100 mm. Pueden emplearse solas o conectadas (dependiendo de la longitud del tramo de succión) y están diseñadas para resistir altas presiones. A su vez, poseen filtros como elementos complementarios para evitar el paso de impurezas, coplas y una plataforma metálica para el apoyo de la bocatoma (Sky). - Mangueras de Salida. Se les conoce como Tiras, y sus longitudes usuales son de 30 metros (100 pies) y diámetros de 25 a 70 mm, siendo más empleadas las de 38 a 40 mm. Se clasifican de acuerdo a si poseen o no un revestimiento interior. Las con revestimiento interior ( forradas) poseen una menor pérdida por fricción, lo que las hace recomendable para tendidos de gran longitud. Además, soportan presiones de hasta 600 psi (el doble que las sin revestimiento interior) lo que las hace preferible colocarlas inmediatamente a la salida de la motobomba. Sus desventajas son su mayor peso y superficie exterior, que permanece seca, quedando más expuesta al daño provocado por las llamas y brasas. Las mangueras sin revestimiento interior, conocidas como Lloronas, están diseñadas para mantener su superficie exterior húmeda, lo que facilita su empleo o movimiento dentro del área del incendio. Actualmente es la única manguera segura para usar en los frentes de fuego. Sin embargo, posee desventajas, tales como su mayor pérdida por fricción, su menor capacidad de resistir las presiones altas del agua, su difícil secado y sensibilidad al ataque de hongos.
- Coplas o Uniones. Se utilizan para conectar dos tiras. Pueden basarse en un sistema de tornillo o con una conexión a presión, siendo más comunes las primeras. Originalmente eran fabricadas de bronce, pero últimamente, para reducir su peso en el transporte y manipulación, se están elaborando a base de duraluminio, material con el que se ha logrado además una gran dureza y resistencia. Pitones. Se conocen también como Lanzas. Existe una gran diversidad de tipos, dependiendo la elección de alguno de ellos de la forma como se desee impulsar al agua frente al fuego. En tal sentido, se destacan los pitones neblineros, de chorro compacto y de chorro radial (spray). Algunos pitones comúnmente empleados poseen una boquilla intercambiable, para posibilitar la salida del agua en diferentes maneras. También pueden ser de metal o de material plástico (duraluminio). Gemelos. Son coplas de salida doble, empleadas para ampliar la cantidad de conductos para el agua en el frente de combate, o bien, para incrementar el número de unidades en los tendidos de manguera. Pueden ser con o sin llaves para la regulación de la evacuación del agua. También existen las coplas con tres salidas de agua, conocidas con el nombre de Trifurcas, cuyo empleo es más frecuente en los incendios urbanos.
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Ladrón de Agua. Es una manguera de pequeño diámetro (igual o inferior a una pulgada) y de baja longitud, que se conecta en una copla. Es muy útil para apoyos adicionales de agua, especialmente en el carguío de bombas de espalda y baldes, y también en usos domésticos. Tijeras o Estranguladores. Es una especie de tenaza, que presiona la manguera para cortar la circulación del agua (sin detener la motobomba) y permitir el cambio rápido de alguna conexión (copla, pitón, gemelo, ladrón de agua). Parches. Son de tipo metálico, tubulares y con una abertura longitudinal, que se adosan a presión en algún sector perforado de la manguera, para mantener su uso durante la operación de combate, evitando la pérdida de presión y el incremento de la perforación. Su empleo es temporal, porque la manguera dañada debe repararse tan pronto como sea posible. Además, existe una gran variedad de elementos complementarios para los equipos de agua, especialmente llaves de diferentes tipos, destinados principalmente para facilitar la operación de las motobombas y en el tendido de mangueras. Por otra parte, son importantes los dispositivos para el transporte humano de las mangueras, que pueden ser de tipo mochila o carretes.
9.5.3 Relaciones Hidráulicas. 9.5.3.1 Presiones Hidráulicas. Existen cuatro clases de presiones hidráulicas que actúan en los tendidos de mangueras cuando se está impulsando agua por medio de motobombas:
a) Altura y Succión. Corresponde a la distancia vertical entre la motobomba y la fuente de agua que la alimenta. b) Presión Hidroestática. Es la altura vertical entre el pitón de salida del agua y la motobomba. La presión desarrollada en este caso, en una columna de agua, es de 0,433 psi por cada pie de elevación. c) Pérdida por Fricción. Representa la resistencia al flujo de agua dentro de la manguera, y se mide en psi por cada 100 pies de longitud. Los factores que influyen en la pérdida por fricción, son: - Velocidad de flujo del agua dentro de la manguera. - Rugosidad o asperaza interna, en la manguera. - Diámetro de la manguera.
d) Presión del Pitón. La presión generada por la motobomba debe ser suficiente para contrarrestar la presión hidroestática y la pérdida por fricción. Es importante es mantener la presión suficiente para el impulso del agua desde el pitón. Se considera que una presión de 25 psi en el pitón es la mínima para lograr un adecuado nivel de efectividad en el combate.
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9.5.3.2 Ecuación de Bombeo. Es posible determinar, oportunamente, si se puede llevar agua útil desde la motobomba al punto donde el pitón se encuentra impulsándola en el frente de ataque. La ecuación establece que:
Pb = Ph + Pf + Pp En donde "Pb" es la presión de la motobomba, en psi; "Ph" la Presión hidroestática o de la columna de agua, en psi; "Pf" la pérdida por fricción por cada 100 piés de manguera, en psi; y "Pp" la Presión en el pitón, en psi. En la resolución de la ecuación de bombeo, es necesario apoyarse de los valores de las tablas para las pérdidas por fricción, que relacionan la potencia de la motobomba con el tipo de manguera.
9.5.4 Tendidos de Mangueras y Disposición de Motobombas. En el uso de motobombas y sus equipos complementarios es posible aplicar diferentes sistemas, con el fin de aprovechar en mejor forma los medios disponibles y la eficiencia del agua. Todo ello, de acuerdo a los objetivos que se planteen en el uso del agua.
9.5.4.1 Sistema Estándar. Es la forma más simple de organización de las mangueras y equipos complementarios en una operación de aplicación de agua en el combate, y es también la de mayor empleo. Se basa en la operación con una sola motobomba, con una o varias salidas de agua en el frente de combate. Por lo tanto, la línea secuencial de elementos en cada uno de los tendidos es generalmente la siguiente: - Fuente de Agua. - Manguera de Succión (Chorizo). - Motobomba. - Manguera de Salida (Tira). - Coplas. - Mangueras de Salida. - Gemelos. - Mangueras de Salida. - Pitón.
9.5.5.2 Bombeo en Serie. En este caso se emplean dos motobombas. A la salida de la primera se conecta directamente una segunda motobomba (también es posible colocar una o más tiras de mangueras entre
264
ambas). De esta forma se mantiene el caudal de agua, pero se suman las presiones para la impulsión. La primera de las motobombas debe ser la mayor potencia y, además, es necesario hacerla arrancar algunos momentos con anterioridad a la segunda. En el caso que los dos equipos posean una potencia equivalente, la segunda debe operar una presión levemente inferior. Las ventajas del bombeo en serie consisten en que un sólo operador experimentado puede hacer funcionar las dos motobombas y, en terreno con pendiente, es innecesario trasladar la segunda motobomba cerro arriba, porque suficiente hacerlo únicamente con las mangueras. En cambio, como desventaja, debe señalarse que requiere mangueras de salida de alta resistencia a la presión del agua, las que, a su vez, pueden representar un alto riesgo para operador en caso que se origine una rotura. Además, se necesita un adaptador especial para la conexión de la segunda motobomba.
9.5.4.3 Bombeo Paralelo. Consiste en que dos motobombas, en forma independiente, alimentan separadamente a un tramo único de salida del agua. Con este sistema se logra aumentar el caudal del agua, pero la presión se mantiene constante. Como es lógico suponerlo, el bombeo paralelo debe emplearse cuando el caudal de agua requerido en el tendido sea superior al que pueda impulsar una sola motobomba. Su ventaja, a diferencia del bombeo en serie, es que no requiere ninguna atención especial en la operación de las motobombas, aunque se necesitan dos operadores de motobombas. Lógicamente, las mangueras de salida de las motobombas deben ser de un diámetro inferior al que posea la manguera que reúne sus caudales.
9.5.4.4 Bombeo Paralelo en Serie. Es la combinación de los dos sistemas anteriores, requiriéndose de tres motobombas. Con el sistema se puede lograr un incremento del caudal y la presión del agua. Se aplica en los casos en que la fuente de agua no suministra la cantidad suficiente de líquido para abastecer a una sola motobomba, de manera que se hace necesario recurrir también a una o varias otras fuentes auxiliares, a fin de lograr que la suma de los caudales sea suficiente. Lógicamente, las motobombas auxiliares conectadas en paralelo tienen que funcionar por debajo de su velocidad de régimen para no agotar a las fuentes de abastecimiento de agua.
9.5.4.5 Relevo o Posta. Es una variante del sistema estándar, porque consiste en que la salida de agua impulsada por una motobomba llena un estanque, el que a su vez alimenta a otra motobomba y, así sucesivamente. De esta forma se puede llegar con agua a objetivos muy lejanos y, en el empleo de dos o más motobombas no se producen presiones excesivas en los equipos ni en las mangueras. Su mayor desventajas, es la de requerir tantos operadores como motobombas se utilicen, como así también disponer de una mayor cantidad de equipos complementarios (estanques portátiles, por ejemplo).
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9.5.4.6 Sistema por Gravedad. Es similar al método estándar, con la sola diferencia que la impulsión del agua no está basada en una motobomba, sino que en la fuerza de gravedad, lo que se logra aprovechando las diferencias de altitudes entre la fuente de agua y el pitón de salida. Se estima que para que el agua sea impulsada con una suficiente presión debe existir por lo menos una diferencia de 25 metros, entre la fuente de agua y el pitón de salida. El sistema por gravedad es el que presenta la menor cantidad de problema entre todas las formas de impulsión de agua, porque justamente evita el empleo de motobombas. Sin embargo, su aplicación es poco frecuente, incluso en las zonas en donde la topografía puede ser muy bien aprovechada, como es el caso de Chile.
9.6
USO DE PRODUCTOS QUÍMICOS EN EL COMBATE
El agua, a pesar de constituir un elemento de uso universal en el combate de incendios de forestales, posee diversas limitaciones, entre las cuales debe mencionarse su rápida evaporación, su dificultad de penetrar en los tejidos vegetales dada su alta tensión superficial y, la necesidad de emplearla en grandes cantidades, lo que significa que con frecuencia se requiere trasladarla desde lugares lejanos. Por tales razones, desde los mediados del siglo XX se ha llevado un desarrollo tecnológico interesante para superar las limitaciones antes indicadas, basado principalmente en el empleo del agua combinada con productos químicos. Sin embargo, este esfuerzo no ha sido fácil, por las complicaciones adicionales que implica la utilización de compuestos químicos en comparación al uso del agua pura. Al respecto, la N.F.P.A. (National Fire Protective Association de Estados Unidos), establece que los productos químicos que se utilicen en el combate de incendios forestales deben poseer, a lo menos, las siguientes características:
La relación beneficio/costo debe ser suficientemente favorable para justificar el costo que implica el uso de tales productos. Deben estar disponibles oportunamente y en cantidades adecuadas en las zonas de uso primario. No deben ser tóxicos para la vida animal y vegetal. Tampoco pueden producir efectos irritantes ni contaminantes en el personal que trabaja en su mezclado y almacenamiento. El nivel de adherencia de las mezclas a los tejidos vegetales debe ser alto, cualquiera que sea el tipo de partículas combustibles (pastos, ramas, hojarasca, troncos, etc.). No deben producir efectos desecantes en la vegetación. Lo recomendable es su requerimiento en pequeñas cantidades en la mezcla con el agua. La mezcla debe ser rápida y fácil para lograr la suspensión o completar la solución, y sin que sea necesario agitar o emulsionar el producto obtenido para su posterior uso. Es importante su tolerancia a cambios de temperaturas en los estanques de almacenamiento o en los equipos usados para su aplicación. No pueden ser abrasivos, corrosivos ni erosivos a los metales de las mezcladoras, estanques y equipos para su aplicación. Su almacenamiento debe ser expedito.
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No deben ser sensibles al pH y los componentes minerales del agua corriente, como asimismo, se requiere que sean resistentes al ataque o deterioración por efecto de hongos y bacterias. En su preparación y uso, no deben requerir, en lo posible, personal ni equipos especializados. No deben ser resbaladizos o jabonosos, a fin de evitar accidentes en el personal, tanto en su preparación como en el combate, o crear dificultades en la manipulación de coplas o pitones.
Los productos químicos que se utilizan en la actualidad superan las restricciones recién señaladas, incluso algunos de ellos poseen propiedades fertilizantes en los terrenos donde se aplican. Además, la mayoría de ellos, en los momentos actuales, pueden ser aplicados también por medios aéreos. En general, se pueden clasificar en cuatro categorías de productos químicos para el combate de incendios forestales: Retardantes, Agentes Humectantes, Espumas y Gelatinas. Sin embargo, diversos autores denominan a todos bajo el término genérico de retardantes, porque en las cuatro categorías indicadas se provoca, en alguna medida, una dificultad o un retardo en el proceso de combustión. También, en el combate de incendios forestales, se acostumbra a emplear explosivos, los que, aunque se basan en una reacción química con efectos principalmente físico-mecánicos, algunos tipos de explosivos pueden agregar también efectos de retardación.
9.6.1
Retardantes.
Son compuestos que mediante una acción química o física, reducen la susceptibilidad a la ignición e inflamabilidad de los tejidos vegetales, o bien, por efectos mecánicos pueden alterar la continuidad de los combustibles, dispersándolos, cuando son aplicados en forma de chorros compactos. Están compuestos por mezclas viscosas que contienen, además del agua, los siguientes componentes:
a) Producto Químico Activo. Provoca la acción química propiamente tal cuando el producto químico se descompone por efecto del calor que adquieren los tejidos vegetales (después de la desecación y perdida de su humedad), liberando amoníaco, que es un fluido incombustible, que dificulta la combustión y también contribuye a la formación de una capa aislante que impide el abastecimiento de oxígeno. Lo normal es que consistan en sales amónicas (sulfatos, fosfatos, pirofosfatos y polifosfatos). b) Densificante. Es el componente insoluble, y que contribuye a la viscosidad y peso del retardante. Posee además una acción netamente física, porque permite la mayor adherencia del producto químico al tejido vegetal, impidiendo el abastecimiento del oxígeno necesario para la combustión. Por lo general corresponde a arcillas (montmorillonita, sepiolita, atalpugita, bentonita), o viscosantes orgánicos (gomas vegetales, alginatos, derivados de la celulosa como el carboxi-metil-celulosa y, pectinas). c) Anilinas. No provocan efectos químicos ni físicos, sino que están destinadas a otorgarle un color llamativo a la mezcla (rojo, amarillo), que contraste con el de la vegetación. Ello,
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porque el costo de los productos requiere que quede claramente visible el sector de la cobertura vegetal afectada por su aplicación, especialmente en los bombardeos aéreos. A los retardantes químicos se les acostumbra clasificar de acuerdo a la duración del efecto que poseen sobre la vegetación, retardando o inhibiendo la combustión. En este sentido, se identifican como de corta y larga duración.
a) Retardantes de Corta Duración. Se incluyen todos aquellos cuyo efecto permanece por períodos de 5 horas o menos. Entre los más conocidos se destaca la Bentonita, que es una mezcla de minerales sodio y montmorillonita. Su empleo en los últimos tiempos ha sido reemplazado por los productos de larga duración. b) Retardantes de Larga Duración. Son los que poseen un efecto que se prolonga por más de cinco horas, a veces por varios días, incluso por un mes o más, en zonas secas. Esto último ha llevado que les emplee frecuentemente como una acción del tipo preventiva, como es la instalación de cortafuegos temporales. Los productos de mayor uso en la actualidad son el Phoscheck (mezclas de fosfato diamónico con carboxi-metil-celulosa), y el Fire-trol (sulfato de amonio y atalpugita). 9.6.2
Agentes Humectantes.
Se definen como productos químicos que, agregados al agua en pequeñas dosis, le modifican sus propiedades físicas, preferentemente la tensión superficial, lo que le permite incrementar su penetración en los tejidos vegetales y, por lo tanto, provocan un aumento del contenido de humedad. Pueden provocar, además, emulsiones y espumas, pero en bajas cantidades. Su efecto principal consiste en prolongar el período de desecación de la vegetación (por el mayor contenido de humedad que adquiere) y, también, reducir la tasa de velocidad de la evaporación del agua. El agua posee una tensión superficial de 73 dinas por cm, la que puede ser reducida a un nivel de 30 a 35 con la aplicación de un agente humectante, logrando aumentar su penetrabilidad en los combustibles forestales hasta unas ocho veces. A modo de comparación puede señalarse que el alcohol posee una tensión de 22 dinas por cm. Los agentes humectantes están siendo empleado cada día más en el combate de incendios forestales, especialmente en los casos en donde la disponibilidad de agua es escasa. Pueden ser aplicados con los equipos normales de impulsión de agua, incluso por medio de bombas espalda. Cuando no se dispone de los productos específicamente fabricados para el combate de incendios forestales, éstos pueden ser reemplazados por detergentes comunes utilizados para lavar la ropa (Omo, Drive, Rinso, Skip u otro). Una cucharada aplicada en una bomba de espalda puede incrementar significativamente la eficiencia del agua.
9.6.3
Espumas.
Se emplean con el propósito de incrementar de manera significativa el volumen del agua disponible. Este efecto se puede lograr a través de la reducción de la tensión superficial del
268
agua, dividiendo finamente las partículas, ya sea por medio de acciones de tipo químicas como mecánicas. Las espumas pueden actuar indistintamente de tres maneras diferentes: Por enfriamiento, por sofocación y por humedecimiento. El rango de aumento del volumen del agua varía entre 8 y 18 veces, dependiendo del tipo de producto formador de la espuma y de la presión del pitón que la está aplicando. Con las espumas, que esencialmente emplean anhídrico carbónico como agente químico, es posible construir líneas de control muy efectivas, que pueden mantenerse por períodos de una a dos horas. A modo de ejemplo, puede señalarse una antigua fórmula basada en 8 kg de bicarbonato de sodio y ácido fosfórico, mezclados con 10 litros de agua, la que permite instalar una barrera de 30 metros de largo, 60 cm de ancho y 30 cm de alto. La aplicación de espumas normalmente se realiza a nivel terrestre. En el combate aéreo por lo general no es recomendable, por las dificultades que significa operar el equipo formador de la espuma, y por el efecto de dispersión que se produce en el producto lanzado desde 30 o más metros sobre el suelo. También es posible provocar la formación de espumas exclusivamente por efectos mecánicos, a base de aire comprimido, pero ésta modalidad no ha sido suficientemente desarrollada como para ser aplicada en forma eficiente en el combate de incendios forestales.
9.6.4
Gelatinas.
Poseen un efecto similar al de los retardantes de corta duración, pero exclusivamente en lo que respecta a la acción física y mecánica, principalmente por la adherencia que alcanzan en el tejido vegetal, que genera una capa aislante que facilita la retención de humedad y reduce el abastecimiento de oxígeno. En realidad provocan efectos químicos indirectos por su capacidad inhibir a la combustión. Son productos de una apariencia similar a las jaleas que se forman a partir de la adición de compuestos coloidades al agua por medio del fenómeno de adsorción, lo que contribuye, además de la viscosidad que se adquiere, a generar un incremento notable del volumen del agua (de 100 a 1.000 veces, dependiendo del producto químico utilizado). Entre los productos más conocidos cabe destacar al Algin (basado en soluciones de Clohídrido de Calcio) y el Gelgard (que es un polímero sintético).
9.6.5
Explosivos.
Su aplicación está orientada a provocar efectos físicos y mecánicos con el propósito, por una parte, para despejar coberturas arbóreas y facilitar la instalación de líneas de control y, por otro lado, aprovechar la onda expansiva de la explosión para lograr la sofocación del fuego. Incluso, en casos especiales, se han aplicado bombardeando las laderas de un cerro, a fin de generar un deslizamiento o avalancha que aplaste a un frente de avance del incendio.
269
En España ha sido introducida la aplicación de estos productos mediante una forma denominada como Extintores de Explosión, combinada con retardantes. Estos se operan dentro de un recipiente de plástico que contiene una mezcla de 5 kg de peso, compuesta por: - 80 % de agua. - 20 % de retardante químico. - 40 gramos de pólvora. - Una mecha rápida de un metro de longitud. Los extintores se colocan extendiendo la mecha, enganchándola en la parte alta del matorral, con el extremo dirigido hacia el incendio. La onda expansiva de la explosión aplasta al fuego, al mismo tiempo se impulsa al retardante, que llega a cubrir a la vegetación en aproximadamente dos metros de línea de fuego. Los extintores también se pueden colgar en las ramas de árboles para la contención de incendios de copa. Pero, los mejores rendimientos se logran en matorrales densos. La instalación de los extintores se realiza por medio de una cordada, y en ello, los combatientes deben retirarse algunos metros para evitar que algún fragmento los alcance.
9.7
EMPLEO DE ELEMENTOS AÉREOS.
Los aviones y helicópteros pueden constituir una poderosa ayuda en la extinción de incendios. Sin embargo, no debe dejar de tenerse presente que sólo consisten en una herramienta más que se incorpora a la supresión, sin dudas la más contundentes de todas, pero que de ninguna manera deben ser consideradas como un sistema diferente de combate.
9.7.1
Aviones Cisterna.
9.7.1.1 Principios en el Combate Aéreo. La labor que normalmente desarrollan es apoyar, con lanzamientos de agua o productos químicos, a las líneas que se instalan en tierra para el control de los incendios. Por lo general, el uso de los aviones cisternas debe considerarse dentro de los siguientes términos: a) Efectuar los lanzamientos de apoyo a las líneas siguiendo estrictamente las instrucciones del jefe incendio. b) Aprovechar las barreras naturales o sectores con combustibles livianos para colocar los lanzamientos, de manera de lograr el máximo de efectividad. c) Iniciar los lanzamientos sobre la línea siempre desde un punto relevante, a fin de mantener una referencia para los lanzamientos posteriores y lograr la continuidad de la operación. d) Evitar la operación en condiciones topográficas difíciles, con vientos fuertes (sobre 25 nudos) o, en situaciones de baja visibilidad (1.500 o menos metros). e) Aplicar el primer ataque por medio del método del área, solamente en focos pequeños (no superiores a 0,1 ha), y cuando el combustible ardiente sea liviano.
270
f) En lanzamientos con bajos volúmenes de agua pura (1000 litros o menos), los vuelos deben ser rasantes, a una altura no mayor a 15 o 20 metros, y aplicados sólo a coberturas de pastizales o matorrales. g) No es conveniente operar con los aviones cisterna, en apoyo a las líneas, cuando la rotación de lanzamientos exceda a los 10 minutos (por el efecto de evaporación del agua). Esto, en el caso que no se empleen productos químicos.
9.7.1.2 Técnicas de Bombardeo Aéreo. De acuerdo a las características del incendio y del modelo de avión que se esté empleando, existen diversas formas para aplicar los lanzamientos de agua o de productos químicos en el combate: a) Lanzamiento Unico (Salvo Drop). Consiste en que toda el agua que va en el estanque del avión se descarga de una sola vez. Se aplica para reforzar la línea de fuego, o bien, para la extinción de focos pequeños por medio del método del área. En este último caso, el ataque se puede basar en la operación de varios aviones simultáneamente. b) Lanzamiento Parcial (Split Drop). El avión abre parcialmente las compuertas del estanque, de modo de descargar el agua en dos o más lanzamientos (dependiendo del número de compuertas). Se emplea generalmente para establecer o apoyar una línea de control en donde interesa más la longitud que la anchura. Su aplicación más común es la de formar un ángulo abierto frente al avance del fuego (la técnica del estrangulamiento, en el método paralelo). c) Lanzamiento en Cadena (Trail Drop). Se basa en la instalación o apoyo a una línea de control, en la que varios aviones van aplicando sus lanzamientos uno a continuación de otro, siguiendo la misma línea. En este caso, interesa la longitud y el ancho de la línea.
9.7.1.3 Modelos de Lanzamientos. La distribución y concentración del agua que llega a tierra en los lanzamientos es importante en el combate aéreo. La extensión y forma del lanzamiento depende esencialmente de la clase de avión y del tipo de lanzamiento que se está aplicando, además de la presencia de viento. También, el empleo de productos químicos, al provocar una mayor cohesión del agua y disminuir la pérdida por suspensión en el aire, lleva a modelos de menor superficie, aunque con una mayor concentración. La superficie cubierta con un lanzamiento, en el caso del tipo único, y con agua pura, puede ir en total desde 0,15 ha (en avionetas tipo Piper Pawnee o Cessna Ag-Wagoon) hasta 3 o más ha (en aviones tipo Martin Mars o Hércules). No obstante, lo que debe interesar es cubrimiento de agua en la superficie con una suficiente concentración del líquido, para provocar el efecto deseado. Sobre esto último, se considera que lo mínimo debe ser de 2 litros por metro cuadrado, cantidad que puede ser mucho mayor, dependiendo del tipo de vegetación existente.
9.7.1.4 Tipos de Aviones Cisterna. Existe una gran variedad de modelos de aviones que se pueden emplear en el combate de incendios forestales, y su elección depende de la topografía, vegetación, fuentes de agua, infraestructuras (aeropuertos y aeródromos), nivel de organización territorial, distancias de
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cobertura, etc. En tal sentido, los aviones cisternas se pueden clasificar en tres grupos claramente definidos: Hidroaviones, Bombarderos de Tierra y Fumigadores. a) Hidroaviones. La característica principal es su capacidad de cargar el estanque directamente en fuentes naturales o artificiales de agua (mar, lagos, ríos, embalses), aunque algunos de los modelos también pueden hacerlos sobre pistas duras con el apoyo de carros cisterna o por conexiones con grifos. El carguío directo en fuentes de agua se basa en vuelo rasante, a unos 20 a 40 cm sobre la superficie del río, lago o mar, para colocar una bocatoma que permite el llenado del estanque aprovechando la velocidad del avión. El carguío se puede realizar en unos pocos segundos, sin embargo, se requiere un área despejada que, dependiendo del modelo de avión, se puede extender desde unos 400 a 2000 metros de longitud. En el caso de aviones tipo PBY (Canso), la operación se dificulta en las fuentes de agua que poseen menos de un metro de profundidad, olas con alturas superiores a 80 cm, o con la presencia de vientos de 70 km/hora. Los estanques, en la mayoría de los casos, van en el cuerpo del avión (en el depósito de bombas, en aquellos adaptados) y, también en los patines para el amarizaje (Twin Otter). Entre los modelos más conocidos están los de la serie Catalina PBY (Cansos), diversos tipos de Grumman, Twin Otter, Beaver y los Canadair (Cl-215 y CL-415). Estos últimos han sido diseñados especialmente para el combate de incendios. Las capacidades normales de transporte y lanzamiento de agua fluctúan desde 1.500 a 6.500 litros de agua. b) Bombarderos de Tierra. Solamente pueden aterrizar y cargar sus estanques en pistas duras, en donde se abastecen de agua o productos químicos con el apoyo de motobombas u otros implementos existentes en los aeropuertos. Corresponden a aviones que anteriormente operaron como bombarderos en conflictos bélicos, a los cuales el depósito para las bombas se acondicionó como estante. Algunos pocos modelos corresponden a aviones de gran capacidad de transporte, como es el caso del Hércules. Históricamente los modelos más son el Martin Mars (B-2), diversos tipos de Grumman, Douglas (DC-3 y DC-6), los de la serie B (17, 25 y 26), Hércules (C-130), Ilushin y F7F. Algunos modelos como Air Tractor (AT-802F) y el Drommader, aunque los dos últimos también podrían calificarse como bombarderos de tierra, también podrían considerarse en la categoría de fumigadores. Las capacidades de transporte de agua varían desde 2.000 hasta 25.000 litros. Por lo general, poseen una mayor velocidad de crucero que los hidroaviones, y una mejor maniobrabilidad. c) Fumigadores. Corresponden a aviones pequeños, que tradicionalmente operan en actividades agrícolas (fumigación). La mayoría de los modelos poseen un dispositivo que les permite abrir completamente una compuerta de salida del estanque, y poder de esa forma efectuar el lanzamiento de agua.
272
Poseen estanque de baja capacidad (500 a 2.000 litros), y deben operar a una baja altura (5 a 30 metros), para evitar la pérdida de agua por suspensión. Esto último limita su operación a terrenos planos y con vegetación herbácea o arbustiva. En el combate de incendios de bosques son de baja eficiencia. Su gran ventaja está dada en el hecho que pueden aterrizar en potreros y caminos, y cuando pueden ser apoyados por un carro cisterna para el carguío del agua, son capaces de ejecutar lanzamientos con una alta rotación (cada pocos minutos). Si la operación de combate se basa en dos o tres aviones, pueden lograr un alto rendimiento, en cuanto a volúmenes de agua aplicados por unidad de tiempo. Los modelos más conocidos son Beaver, Commander, Cessna AG-Wagoon, Piper Pawnee, Air Tractor y Drommader.
9.7.2
Helicópteros.
Se les reconoce por su gran versatilidad, porque además de apoyar al combate con lanzamientos de agua, pueden participar en una forma muy efectiva en diversas otras operaciones de manejo del fuego, las principales de las cuales se describen brevemente a continuación:
a) Patrullajes Preventivos . Solamente con la presencia de un helicóptero en vuelo sobre una determinada zona, al margen del propósito que se persiga, puede provocarse un efecto preventivo de incendios forestales, especialmente cuando está la presencia de incendiarios. Ahora, si a ello se agrega el empleo elementos como altavoces para advertir a la población sobre situaciones de riesgo, o la posibilidad de distribuir material divulgativo desde el aire, se puede contribuir efectivamente a reducir la ocurrencia.
b) Detección Aérea. Los helicópteros poseen diversas ventajas sobre los aviones en la ejecución de patrullajes aéreos, como por ejemplo: la mejor condición para el reconocimiento de incendio (por la posibilidad de mantenerse estacionario en el sector afectado por el fuego), o bien, por su capacidad de aterrizaje para la comprobación detallada en el terreno mismo. Incluso, puede extender su apoyo en la ejecución del primer ataque si dispone del personal y los medios correspondientes. Indudablemente, es importante destacar como desventaja su mayor costo para ser empleado en forma rutinaria en la detección.
c) Instalación de Infraestructuras. En sectores de difícil acceso o de topografía quebrada, el helicóptero puede prestar una valiosa ayuda en el traslado de materiales, e incluso de la instalación de infraestructuras. En el último caso, un ejemplo clásico es su capacidad de apoyo en la instalación de torres de detección en puntos elevados de los sectores montañosos.
d) Transporte de Personal y Equipos. Es indudable que constituye el medio más eficaz para el traslado rápido de medios necesarios para la ejecución de diversas operaciones, especialmente en terrenos de difícil accesibilidad o
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lejanos. En el caso del combate, la ejecución del primer ataque con el apoyo del helicóptero puede significar la extinción de los focos en sus momentos iniciales, evitando el desplazamiento de mayores cantidades de recursos y, también reduciendo considerablemente los daños que puede provocar el fuego.
e) Dirección del Combate. El helicóptero es una excelente plataforma para la observación del desarrollo de un incendio y de la operación del combate que se está llevando a cabo, como asimismo, en la evaluación de las proyecciones del siniestro y las posibilidades de localización de los recursos dispuestos. Particularmente la coordinación de aeronaves y las relaciones aire-tierra en las operaciones, pueden ser llevadas eficientemente con estos elementos. Por tal razón, en incendios conflictivos, ya sea por la extensión del fuego o por el comportamiento que presenta, la mejor posición para el jefe del incendio puede ser en un helicóptero.
f) Bombardeo Aéreo. Desde un helicóptero se puede apoyar el combate aéreo mediante el lanzamiento de agua o de productos químicos, a través de diferentes formas diferentes: Mediante helibaldes, con estanque incorporado, aplicando agua con mangueras o empleando la técnica del racimo. Esta última, desarrollada especialmente en Europa, consiste en el traslado de un conjunto de bolsas plásticas llenas con agua, que se dejan caer en un sector de la línea de control o directamente sobre focos pequeños. Con el empleo de helibaldes, los cuales pueden tener una capacidad variable, desde 200 hasta 5.000 litros, pueden alcanzarse elevados rendimientos, en lo que respecta a la colocación de volúmenes de agua por unidad de tiempo, cuando la fuente de abastecimiento está cercana al frente de ataque. En el caso del estanque incorporado, que en algunos modelos (Sikorsky, MN-6) pueden poseer una capacidad de hasta 20.000 litros, la operación puede ser con productos químicos y ejecutada en una forma parecida a la de los aviones bombarderos de tierra, con la ventaja de una mejor localización del lanzamiento y de una mayor capacidad para modelar la caída del líquido en el terreno, debido a la posibilidad de vuelos lentos o posiciones estacionarias. También, algunos modelos de helicópteros pueden operar motobombas y mangueras del aire, para aplicar agua de un modo similar al de las operaciones terrestres. Esta aplicación, desde el aire y en una posición de vuelo estacionario, puede muy efectiva en la extinción del fuego. Con frecuencia, en incendios que se propagan por pastizales o cultivos agrícolas, el efecto ventilador que se produce con las aspas del helicóptero, puede contribuir a sofocar al fuego o llevarlo a sectores donde pueda ser fácilmente controlado o apagado.
g) Tendido de Mangueras. Se desarrolló como técnica en la década de los sesenta, alcanzando en EE.UU. y Canadá una notable efectividad. Se basa en el empleo de un carrete de gran dimensión ubicado entre los patines de la aeronave, que lleva un conjunto de tiras enrolladas, las que se van desplegando en la medida que la máquina se desplaza, normalmente a una altura de 7 a 10 metros sobre el suelo. Cuando el follaje y la topografía lo permiten, las tiras de manguera se pueden tender exactamente por donde se necesita, evitando pérdidas de tiempo y superando los sectores de
274
difícil acceso para las brigadas terrestres. La longitud del tendido depende de la potencia del helicóptero, pero normalmente longitudes de unos 100 metros de mangueras pueden ser transportadas y colocadas sin mayores problemas.
h) Autorización y Supervisión de Quemas Controladas. El helicóptero es quizás es el medio más efectivo en el control del uso del fuego en zonas rurales, en lo que respecta al cumplimiento de las disposiciones legales, tanto para otorgar permisos de quemas como en la observación de la seguridad de los preparativos de la operación, además de la supervisión en la aplicación de técnicas de encendido y de regulación de la propagación. Por otra parte, la inspección desde el aire para detectar quemas ilegales es altamente eficiente.
i) Establecimiento de Líneas de Encendido. Particularmente en la ejecución de quemas basadas en el empleo de heliantorchas o cápsulas incendiarias, permite la aplicación rápida y eficiente de técnicas de encendido tales como la frontal, retroceso, fajas focos paralelos y circulares. Esta operación no es recomendable en quemas de superficies pequeñas (50 ha o menos), por el elevado costo que significa. Las operaciones de encendido con el apoyo de helicópteros son empleadas frecuentemente en Australia, donde es común la aplicación de quemas en superficies superiores a 5.000 ha. En estos casos, la operación es de una alta eficiencia, por su rendimiento y el bajo costo por unidad de superficie.
j) Operaciones de Logística y Salvamento La capacidad del helicóptero, dada por su desplazamiento rápido y aterrizaje en los puntos con problemas o que requieren apoyos logísticos, le permite ejecutar tareas, a veces fundamentales, en apoyo a la seguridad, salvamento y abastecimiento de personal y equipos. Especialmente cabe destacar a las siguientes:
Abastecimiento oportuno de personal, herramientas, equipos, alimentos y otros elementos para el apoyo logístico. Evacuación oportuna de personal en situaciones de alto riesgo. Detección oportuna de situaciones de alto riego para el personal y reporte de las mismas. Enlace radial entre diferentes sectores en la operación de combate cuando se dificulta o se pierde la comunicación por tierra. Traslado rápido de personal accidentado a centros de atención médica, o para servir de apoyo en la aplicación de primeros auxilios.
9.8
ORGANIZACIÓN PARA EL COMBATE
9.8.1
Conceptos Generales de la Organización en el Manejo del Fuego.
La organización es el esquema que se establece en una institución para definir los grupos de trabajo, el ambiente físico y su localización y, las interrelaciones que deben existir entre las unidades y entre las personas, para el cumplimiento de determinados objetivos.
275
El Manejo del Fuego, especialmente en lo relativo al Combate de los Incendios Forestales, es una actividad compleja, que requiere de un elevado nivel de movilización oportuna y coordinación en la ejecución de las diversas operaciones que engloba. En general, estas operaciones, aunque es posible identificarlas y evaluarlas separadamente, están estrechamente interrelacionadas. Tan solo basta que una de ellas no se plantee adecuadamente para que todo el sistema pueda tornarse ineficiente. Una caracterización somera del manejo del fuego, desde el punto de vista de la gestión de un programa diseñado específicamente para su aplicación, puede contribuir a aclarar los conceptos recién emitidos.
a) Naturaleza Estocástica de la Ocurrencia. La ocurrencia puede calificarse como un fenómeno que se desarrolla en un escenario de incertidumbre, dada la enorme cantidad de factores presentes que la condicionan, y la constante variabilidad de los mismos. Ello plantea serias dificultades para pronosticar con exactitud la oportunidad, localización y conflictividad de los incendios que pueden producirse, como así también los daños que se generarán y el esfuerzo que se requerir desplegar para el control. b) Extensión y Dispersión de las Operaciones. Por otra parte, es común que los programas de manejo del fuego protejan un patrimonio forestal conformado por numerosos predios, dispersos en una o varias zonas de gran extensión. La posición discontinua de los predios o bosques que requieren ser cubiertos, a veces con distancias considerables entre ellos, implica desarrollar esquemas altamente eficientes para atender adecuada y oportunamente las diversas contingencias que pueden originarse en cualquier momento y lugar del patrimonio bajo protección. c)
Eficiencia versus Efectividad. Es fácil resolver el problema del control de los incendios forestales a través de la vía de acopiar permanentemente nuevos recursos para la prevención y el combate. Esta modalidad, que permite a veces alcanzar una gran efectividad en la lucha contra el fuego, ha sido adoptada con frecuencia en Chile por parte de algunas empresas forestales. Sin embargo, es difícil obtener esos mismos resultados con niveles razonables de gasto, sin perder la perspectiva del negocio forestal. Por tal razón, la exigencia de aplicar diseños operacionales eficientes, que optimicen el uso de los recursos disponibles, debe constituir un objetivo primordial del manejo del fuego.
d) Diversidad de Funciones, Especialidades y Ambientes. Desde el punto de vista organizacional, los programas de manejo del fuego también presentan algunas peculiaridades, que deben superarse con una adecuada cuota de objetividad y habilidad. Por una parte, son múltiples las funciones y tareas que deben abordarse simultáneamente. Por otro lado, se requiere normalmente de importantes contingentes de personal, con niveles jerárquicos diversos y dentro de una amplia gama de especialidades. También representa un aspecto notable las condiciones de trabajo y los ambientes en que ellos se efectúan. Con frecuencia las jornadas de trabajo son muy extensas, en condiciones de terreno y clima difíciles, bajo una fuerte presión y no exentas de riesgos. e)
Planificación, Programación y Subjetividad. Los incendios forestales constituyen una contingencia permanente en el transcurso de toda la temporada de ocurrencia, lo que hace imprescindible desarrollar una cuidadosa planificación de las operaciones de combate que podrían llevarse a efecto, en lo posible a través de decisiones programadas que contemplen los esquemas, estrategias y medios que supuestamente se requerirán. No obstante, cada
276
operación de combate constituye un evento diferente y con características propias. Esto implica que, tanto o más importante que automatizar el combate es disponer de una capacidad probada de análisis y aplicación de criterios que permitan superar satisfactoriamente la variedad de situaciones que eventualmente se puedan generar.
g) Supeditación a una Administración Superior. Lo expuesto en los puntos anteriores lleva a concluir que los esquemas organizativos y operacionales del manejo del fuego deben plantearse atendiendo a consideraciones muy especiales. Sin embargo, no debe dejar de tenerse presente que tales programas están insertos en una organización superior, con políticas, normas y procedimientos que los condicionan en todos sus aspectos generales. Entonces, tanto desde el punto de vista de la Empresa como el del programa de manejo del fuego, se requiere plantear y ajustar las relaciones y procedimientos para que la funcionalidad de uno y del otro se mantengan en forma coherente y coordinada en el cumplimiento de sus respectivos objetivos. h) Plasticidad de la Empresa en relación al Manejo del Fuego. Finalmente, cabe insistir en que no sólo al programa de manejo fuego le corresponde adecuarse a las directrices que normalmente aplica la Empresa para el desarrollo de todas sus actividades, sino que también esta última debe adaptarse a las condicionantes del combate de incendios forestales. Ello está referido más bien a las emergencias que derivan de incendios catastróficos o de magnitud, en donde para el control puede ser necesario movilizar a todos los recursos disponibles en la Empresa e, incluso, demandar el apoyo de otras empresas o instituciones. La Empresa, en otras palabras, en lo que se refiere a los recursos que maneja normalmente, debe poseer un suficiente nivel de preparación y plasticidad para insertarse en los esquemas combate de incendios, y supeditarse a las directrices que rigen para este tipo de operaciones. 9.8.2 Aspectos Básicos en la Organización para el Combate. Con frecuencia se establece la analogía entre el control de incendios forestales y las operaciones militares. En ambos casos existe un territorio que debe ser protegido de la acción de un enemigo, que puede atacar sorpresivamente y en cualquier lugar, al que sólo se puede neutralizar actuando oportunamente, en forma organizada, disponiendo de los recursos apropiados y, enfocando los esfuerzos preferentemente hacia las debilidades que posee, o en los frentes donde se pueden originar las mayores pérdidas. Lo anterior implica el desarrollo de sistemas de pronósticos de los problemas que se pueden presentar, su caracterización y el diseño de las operaciones que permitan su eficiente control. Es necesario, que las operaciones se basen en planes detallados preparados con una suficiente antelación, implementados con el personal y equipos adecuados, apoyados por dispositivos de alerta, despacho y movilización y, por sobre todo, empleando esquemas organizacionales que se ajusten a la naturaleza de la tarea de combate que se requerir aplicar. Por las características de las operaciones de combate de incendios forestales es necesario enfatizar sobre algunos principios que otorgan el marco de referencia a los esquemas organizativos que deben implementarse, los que, en gran medida, condicionan el resultado de la gestión que se lleve a efecto.
a) Unidad de Mando. La estructura de la organización para el combate puede variar significativamente de una operación a otra, según la cantidad de recursos movilizados o
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por el nivel de gravedad de la situación presente. Pero, en todos los casos debe ser altamente jerarquizada, con una sola línea directiva, que posea la autoridad necesaria para que las instrucciones que fluyan a través de ella no sean discutidas, lo que no significa que no deban ser evaluadas previamente de manera participativa.
b) Funcionalidad. Las operaciones de combate, en la medida que el evento posea una mayor conflictividad, requieren disponer de una organización más exigente en cuanto a la diversidad de aspectos técnicos o logísticos que se presenta, y a la disponibilidad del personal necesario hacerse cargo de ellos. Entonces, el comando de la operación debe plantearse de manera de acoger, en las directrices que se impartan, las recomendaciones que los especialistas propongan, a fin de asegurar la multiplicidad funcional del esquema y la eficiencia global de la gestión. c)
Delegación. En incendios pequeños, donde participa una sola brigada, la organización puede ser muy simple, de modo que el jefe de la operación pueda controlarla completamente e impartir en forma directa todas las órdenes necesarias. Pero, en casos más complejos, la estructura se incrementa de manera modular, con la agregación de unidades funcionales y ejecutoras, que van imposibilitando al jefe del incendio ejercer una supervisión directa. En tales casos, las directrices del comando sólo pueden ser generales, correspondiendo delegar en los niveles siguientes la responsabilidad de resolver los detalles de la ejecución del combate.
d) Trabajo en Equipo. La complejidad de las operaciones de combate no permite a los individualismos, porque la única forma de lograr resultados positivos es por medio del trabajo coordinado de grupos de personas. La regla básica es que cada componente de la organización debe contribuir con una cuota de la tarea total, sin excederse a la labor específicamente asignada, a fin de no afectar la armonía del conjunto. Por tal razón, en la capacitación del personal se debe otorgar una especial consideración a este aspecto, a fin de asegurar para la organización su desempeño eficiente como tal. e)
Disciplina. Este aspecto es indispensable reiterarlo por la importancia que posee. La operación de combate es un evento que debe desarrollarse sin pérdida de tiempo y cumpliendo estrictamente las órdenes que se impartan, porque el retardo en la ejecución de alguna de ellas puede conducir a la desorganización del esquema aplicado. En tal sentido, no se puede dar cabida a reacciones contrarias por discrepancias y, menos aún, improvisaciones, a no ser que se pierda la comunicación, lo que también constituye un suceso indeseable.
f)
Seguridad. Constituye uno de los aspectos más delicados en una organización para el combate de incendios forestales. Cualquiera que sea el nivel de la emergencia o de los daños que potencialmente se puedan provocar, no puede olvidarse que la primera prioridad debe estar dirigida a velar por la integridad de las personas. La lucha contra el fuego siempre constituye una operación de alto riesgo, y toda acción que se determine debe considerar la forma como evitarlo. En la práctica, cualquier error o falla en la organización, tales como exigencias excesivas, instrucciones pocos claras, falta de comunicación, indisciplina, implementación personal inadecuada, capacitación y entrenamiento insuficientes, entre otras, puede llevar a problemas graves de seguridad.
278
9.8.3 Funciones de una Organización para el Combate. En el caso del manejo del fuego, la organización para el combate se establece como una actividad de la presupresión, a través de la cual deben plantearse esquemas variables, dependiendo de la magnitud o conflictividad de los incendios que se requiere controlar. La unidad básica de combate es la Brigada, que normalmente está compuesta por dos o tres cuadrillas, de 4 a 8 personas cada una, y cuya tarea esencial es la construcción de líneas control o contención del fuego. En general, se reconocen cinco funciones esenciales en una organización para el combate de incendios forestales: Comando, Línea, Planes, Servicios y Relaciones. Sin embargo, no todas las funciones recién indicadas pueden ser necesarias a considerar o identificar en una determinada situación. Por ejemplo, en un incendio menor o incipiente, que puede ser cubierto por una sola brigada, es posible aplicar un esquema muy simple, que contemple únicamente las funciones comando y línea. Pero, en la medida que el incendio alcanza magnitudes mayores, puede ser conveniente un despliegue más completo, hasta alcanzar la totalidad de las funciones señaladas.
9.8.3.1 Función Comando. Es la dirección del combate, a cargo de un Jefe de Incendio, cuya misión es reconocer y evaluar la situación cuando llega al lugar afectado, definir la estrategia para la supresión, organizar al personal e impartir las instrucciones correspondientes para la supresión del fuego. Por otra parte, debe mantener una comunicación permanente con la central de operaciones, para informar el desarrollo de la operación, pedir información complementaria y solicitar los recursos adicionales cuando se requieran. Dependiendo de la magnitud del incendio, el cargo de jefe de incendio puede ser desempeñado por un jefe de brigada, un supervisor de protección, un jefe de operaciones o, en las situaciones más críticas, por el jefe del programa de manejo del fuego.
9.8.3.2 Función Línea. Constituye el componente de la organización encargada de efectuar la extinción propiamente tal, en los frentes de fuego mismos. Es decir, debe encargarse de la instalación de líneas de control de la propagación, la aplicación de agua, encendidos de apoyo, la operación de maquinaria pesada, dirigir el bombardeo con agua desde aeronaves, etc. El jefe de línea, directamente o por medio de sus asistentes, debe conducir, supervisar y coordinar las operaciones que están efectuando las brigadas y unidades especializadas, aplicando las tácticas que correspondan, pero siempre dentro de las directrices o estrategia establecida por el jefe del incendio. Dependiendo del tamaño del incendio o de las condiciones que afectan al lugar del combate, la zona de operaciones puede subdividirse en sectores para facilitar el trabajo de la supresión, con la recomendación que no excedan a la cantidad de tres, en el caso de incendios de tamaño medio a grande. Cuando el problema es de una gran magnitud o de carácter catastrófico, lo conveniente es instalar divisiones que agrupen a dos o tres sectores. En ambos casos, es necesario disponer de una importante cantidad de jefaturas y subjefaturas de combate, pero todas ellas supeditadas estrictamente bajo la misma organización de línea y el respeto a los
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niveles jerárquicos contemplados (Jefe de Incendio-Jefe de Línea-Jefe de División-Jefe de Sector-Jefes de unidades de combate).
9.8.3.3 Función Planes. Es la función de inteligencia de la organización de combate, que se ejerce a cargo de un Jefe de Planes a quién le corresponde realizar el análisis del incendio, en lo que respecta a su comportamiento, factores que lo condicionan, proyecciones, daños que potencialmente puedan producirse y, las posibilidades reales de control según los recursos disponibles. Lo esencial en la tarea del jefe de planes es la proposición que debe entregar al jefe del incendio sobre la estrategia que debe aplicarse para el combate, o las modificaciones que sean necesarias de introducir cuando las condiciones cambian. Por la complejidad de la función, en las situaciones más críticas el jefe de planes puede requerir del apoyo de personal especializado, tales como analista meteorológico, analista de comportamiento del fuego, oficiales de registros y cartografía, exploradores y oficiales de planes o inteligencia.
9.8.3.4 Función Servicios. Está referida a la aplicación de todos los dispositivos requeridos para asegurar el abastecimiento de los elementos necesarios, apoyo logístico y todas aquellas otras acciones indispensables que contribuyan al expedito desempeño de la organización de combate. En el caso de incendios mayores o de magnitud, esta función puede requerir de un volumen considerable de unidades de apoyo y personal especializado. En estas situaciones, el jefe de servicios puede llegar disponer bajo su mando unidades tales como: - Administración del personal. - Finanzas. - Logística. - Instalación de campamentos y oficinas. - Radiocomunicaciones. - Inventarios. - Mantenimiento y reparación de equipos. - Seguridad y salvamento. - Primeros auxilios. - Alimentación. - Sanidad y Aseo. - Instalación de estacionamiento y helipistas. - Organización del tránsito.
9.8.3.5 Función Relaciones. Se encarga de mantener la coordinación necesaria entre las diferentes unidades que están operando en el incendio mismo o que están prestando un apoyo desde el exterior. Esta función puede adquirir una enorme importancia en los incendios mayores o de magnitud, en los que pueden concurrir recursos de varias empresas o instituciones, a las cuales es necesario mantenerlas bajo un constante enlace, a fin de coordinar a los responsables de todas las tareas que se ejecuten, y se logre que la operación global se desarrolle en forma armónica y eficiente.
280
9.8.4
Esquemas de Organización para el Combate.
Corresponden a las modalidades de estructura para la organización del combate, expresadas por medio de organigramas, en donde se reflejan las líneas jerárquicas y funcionales que relacionan a las diversas unidades encargadas de ejecutar las tareas previstas. Indudablemente, de acuerdo a los conceptos de la administración, cada unidad representada en el organigrama debe estar avalada por las especificaciones establecidas en manuales de organización y de funciones. Los esquemas pueden ser variados, porque dependen de la magnitud del incendio, la concurrencia de recursos, las condiciones ambientales, los valores amenazados y el estilo de combate establecido por el programa de manejo del fuego. A continuación se exponen, a modo referencial, tres casos típicos de esquemas, recomendables para la organización del combate en Incendios Incipientes o Pequeños, Medianos y, Mayores o de Magnitud.
9.8.4.1 Incendios Pequeños o Incipientes. Se refiere al caso de una operación de combate basada en una sola brigada, la que debe cubrir todas las funciones requeridas. Su esquema de organización podría ser el siguiente:
JEFE DE BRIGADA
Radioperador
Jefe de Campamento
Jefe de Cuadrilla
Jefe de Cuadrilla
Combatientes
Combatientes
F igura 9.8.4.1. E squema de Organización para el Combate en I ncendios Pequeños. Las funciones de la organización quedan a cargo de:
a)
Comando. Que debe ser ejercida por el Jefe de Brigada, quién también puede encargarse de la función línea, con el apoyo de dos asistentes (Jefes de Cuadrilla). b) Planes. Puede quedar bajo la responsabilidad del Radio-operador, pero también podría ser desempeñada por el Jefe de brigada o un Jefe de Cuadrilla.
281
c) Línea. A cargo del Jefe de brigada, o bien alguno de los Jefes de Cuadrilla. d) Servicios. El Conductor del móvil puede asumir esta tarea, el que también podría desempeñarse como Jefe de Campamento. Sin embargo, tanto el Jefe de Brigada como alguno de los Jefes de Cuadrilla pueden encargarse eventualmente de alguna de esas funciones. e) Relaciones. No se requiere cubrir, por cuanto es sólo una la unidad de combate participante. 9.8.4.2 Incendios Medianos. El esquema se puede plantear cuando concurren dos o más brigadas y/o unidades especiales (agua, equipos pesados o elementos aéreos). En este caso, el jefe de incendio puede requerir del apoyo de varios asistentes, que debe escogerlos entre el personal que compone las unidades de combate, o bien, optar por algunos de los técnicos del área que concurren a apoyar la operación de combate.
JEFE DE INCENDIO Asistente General Asistente Aéreo
Asistente Línea
Asistente Planes
Avión Cisterna
Brigada
Registros
Helicóptero Avión Reconoci
Brigada
Asistente Servicios Campamento
Meteorología
Radiocomunicac
Maquin.Pesada
Comportamiento
Equipos
Equipos deAgua
Exploración
Finanzas
FIGURA 9.8.4.2.- Esquema de Organización para el Combate en Incendios Medianos. En este caso, las funciones de la organización pueden ser ejercidas de la siguiente manera:
a)
Comando. Puede quedar a cargo de alguno de los Jefes de Brigada, un Supervisor o el Jefe de Operaciones del Programa de Manejo del Fuego.
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b) Línea. Puede ser asumida directamente por el Jefe de Incendio o por el Jefe de Operaciones, debiéndose en ambos casos disponer de dos asistente: Uno, encargado de las operaciones aéreas (Observador Aéreo) y, el otro, a cargo de las operaciones terrestres (uno de los Jefes de Brigada o un supervisor de manejo del fuego). c) Planes. El Asistente General, u otra persona que posea los conocimientos y la preparación necesaria (un Supervisor de Protección, por ejemplo) pueden asumir la responsabilidad. Este cargo requiere del apoyo de por lo menos otra persona, encargada de la recolección de los antecedentes necesarios para la definición de la estrategia de combate (Supervisor o Guarda Forestal). d) Servicios. Debiera estar a cargo de un Oficial de Logística, y en el caso que no se cuente con este tipo de especialista, podría quedar la tutela de un Conductor de Móvil entrenado o por un contratista de la empresa. El responsable de la función también podría encargarse de la administración del campamento, pero necesitaría contar con el apoyo de varios ayudantes para cubrir adecuadamente las diferentes tareas involucradas. e)
Relaciones. Para este nivel de organización tampoco se estima necesario contar con un asistente de relaciones. Los requerimientos que al respecto se planteen, pueden ser cubiertos por el Jefe de Incendios por su Asistente General.
9.8.4.3 Incendios Mayores o de Magnitud. Pueden referirse a incendios catastróficos, o cuando se requiera de una masiva participación de recursos para el combate, con la concurrencia de personal de otros programas de la empresa y, también, de otras instituciones. Dado lo crítico que representa la operación de combate, teniendo presente que este tipo de incendios puede provocar daños cuantiosos, es fundamental que los diferentes cargos del esquema de organización sean ejercidos por los mejores especialistas disponibles para las diferentes funciones a cumplir, sean adscritos al Programa de Manejo del Fuego, de otros Programas de la Empresas o de las otras organizaciones que han concurrido a colaborar. No obstante, las principales responsabilidades debieran quedar preferentemente a cargo de personal de la Empresa afectada. Por otra parte, es importante considerar que las relaciones jerárquicas normales de la Empresa no necesariamente deben mantenerse en el esquema de organización para el combate. Lo importante es lograr que las líneas de mando emanen desde quienes se encuentren mejor preparados para dirigir las acciones en las diferentes funciones contempladas. El personal de otros programas de la empresa participa haciéndose cargo de las funciones servicios y relaciones, y en forma parcial, la de planes. Incluso, en la línea, se puede responsabilizar de algunas tareas, como las relativas a las operaciones con maquinaria pesada. Ello permitiría al personal adscrito al programa de manejo del fuego dedicarse preferentemente al combate propiamente tal. En los incendios mayores o de magnitud, el esquema de organización para el combate puede ser del tipo que se expone en la Figura 9.8.4.3. En la aplicación de esquemas de organización para el combate en situaciones como la presente, en donde participa una cantidad considerable de personas y unidades no especializadas en incendios forestales, no es conveniente operarlas en forma improvisada,
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porque los resultados pueden ser negativos. Es del todo recomendable preparar este tipo de esquema con anterioridad al inicio de la temporada de ocurrencia, para seleccionar a las personas idóneas que se harán cargo de las funciones más delicadas, capacitarlas y entrenarlas, elaborar los instructivos correspondientes, y probar la organización misma con los ejercicios que sean necesarios.
JEFE DE INCENDIO JEFE DE RELACIONES
ASISTENTE GENERAL
JEFE DE PLANES
JEFE DE SERVICIOS
Meteorología Comportamien Registros Cartografía Exploración
JEFE DE LÍNEA Asistente Aéreo Divisiones
Jefe Sector 1
Jefe Sector 2
Jefe Sector 3
Brigada Básica Brigada Apoyo Unidad Agua Equip.Pesados U.Encendido
Brigada Básica Brigada Apoyo Unidad Agua Equip.Pesados U.Encendido
Brigada Básica Brigada Apoyo Unidad Agua Equip.Pesados U.Encendido
Administración Finanzas Campamentos Radiocomunición Inventarios Mantenimiento Seguridad Alimentación Sanidad y Aseo Estacionamiento Helipistas Tránsito
Figura 9.8.4.3.- Esquema de Organización para el Combate de Incendios de Magnitud.
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CAPÍTULO 10 SEGURIDAD EN EL COMBATE
10.1 GENERALIDADES El manejo del fuego es una actividad que involucra una considerable cantidad y variedad de situaciones de riesgos para el personal, equipos e instalaciones que participan en diferentes operaciones. Los mayores problemas de seguridad están relacionados con el combate, especialmente en las tareas que deben ser ejecutadas en las cercanías de los frentes de fuego. Al respecto, las situaciones de riesgo que con una mayor frecuencia afectan a los combatientes en las operaciones de combate, se señalan a continuación: - Evaluación insuficiente de situaciones de emergencia. - Vestuario inadecuado. - Problemas de salud. - Preparación física insuficiente. - Exceso de calor. - Atmósfera contaminada. - Agotamiento o fatigas. - Manejo descuidado de equipos y herramientas. - Rodado de materiales encendidos. - Tránsito descuidado de vehículos. - Encerronas de fuego. - Operación negligente con equipos de encendido - Chequeos imprudentes en la liquidación. - Aplicación inoportuna o inadecuada de contrafuegos. - Descuidos con tendidos de cables de alta tensión. - Circulación negligente en terrenos difíciles. - Cruce de llamas. - Carreras al borde del fuego. - Escasa visibilidad. - Preparación deficiente para el combate nocturno. - Desconocimiento del sector del incendio. - Falta o pérdida de comunicación. - Indisciplina de los combatientes. - Pánico en situaciones de emergencia. - Plan inadecuado de combate. - Consumo de agua contaminada. - Turnos demasiado prolongados. - Inadecuado mantenimiento de equipos y herramientas. - Imprevisión en la atención de accidentados. - Régimen alimenticio inapropiado. Todas las situaciones de riesgo deben ser consideradas en un programa de seguridad, en el cual es de fundamental importancia que se contemplen las acciones y medidas necesarias para la prevención de accidentes y de pérdidas que eventualmente puedan ocurrir, como así también,
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los mecanismos apropiados para conocer, evaluar y resolver con expedición los problemas que en la materia se produzcan. La seguridad podría definirse como "un conjunto de normas, precauciones y criterios, cuyo propósito es permitir un desempeño eficiente del personal de manejo del fuego, exento de accidentes o riesgos que atenten contra la salud, y también minimizar los daños que se puedan provocar a las instalaciones, equipos y herramientas de trabajo".
10.2 COMPONENTES DE UN SISTEMA DE SEGURIDAD La seguridad, considerada como un sistema que contemple la aplicación de medidas dirigidas a prevenir y resolver expeditamente los accidentes del personal de combate, debe incluir diversos aspectos, entre los cuales cabe destacar a : Selección del Personal, Capacitación, E ntrenamiento, I mplementación Personal, Alimentación y Primeros Auxilios.
10.2.1 Selección del Personal. Por la gran variedad de riesgos presentes en las operaciones de manejo del fuego, especialmente en el combate, es conveniente que la selección del personal sea cuidadosamente realizada, descartando a todos los postulantes que no cumplan estrictamente con las exigencias que establecen las normas de seguridad. En el combate, la selección del personal debe basarse en diversos exámenes que evalúen aspectos tales como Condición Física, Salud Adecuada y E stabilidad E mocional o Sicológica. Frecuentemente se establece como requisito que las personas no sean analfabetas, de una edad de 18 y 45 años, con aptitud para el aprendizaje, observante de disciplinas, habituadas a trabajos rurales y sin limitaciones físicas o sicológicas que afecten el desempeño de las tareas asignadas. Sin embargo, a veces no basta que el combatiente cumpla los requisitos señalados. Si la organización no le proporciona un ambiente de trabajo o de convivencia adecuado, puede provocarse una desmotivación o desinterés en el cumplimiento de sus responsabilidades. Esto puede conducir a situaciones que favorecen el riesgo, como una baja observancia de las normas de seguridad, bajos rendimientos, e incluso, agotamientos físicos o mentales prematuros.
10.2.2 Capacitación. Es la instrucción conceptual a que deben ser sometidos los trabajadores, necesaria para la adecuada ejecución de sus tareas. La capacitación es importante aplicarla no sólo a los combatientes, sino que también a todo el personal del programa de manejo del fuego, incluso, de otros niveles de la empresa. En el caso de los niveles directivos, es importante que se maneje un conocimiento adecuado sobre el riesgo que representan los incendios forestales, y de las características, capacidades y limitaciones del personal y sus elementos de trabajo. Respecto a los trabajadores, su labor podrá ejecutarse con un buen rendimiento y seguridad, en la medida que se encuentren preparados para ello y, que la asignación de tareas se lleve a efecto considerando sus capacidades y el ambiente donde desarrollarlas.
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La capacitación también podría definirse como "un proceso destinado a promover, facilitar y desarrollar aptitudes, habilidades o grados de conocimiento en los trabajadores, con el fin de mejorar sus condiciones para la ejecución de sus tareas e incrementar su productividad, procurando su aceptación a las nuevas tecnologías". Además, la capacitación debe ser considerada como una forma de transferencia tecnológica, a través de la cual, los conocimientos requeridos para el desarrollo de determinadas actividades, sean entregados desde un instructor a un trabajador que es necesario que los aprenda. Sin embargo, la capacitación es esencialmente una técnica de comunicación, que consiste no solamente en transmitir mensajes o conocimientos, sino que primordialmente provocar cambios en las actitudes o en el desempeño laboral de quienes se desea capacitar. La capacitación es compleja, porque en la transferencia de conocimientos normalmente están presentes problemas tales como hábitos o costumbres, dogmas, prejuicios, intereses particulares y diferencias culturales o sociales entre el instructor y los trabajadores. Por tal razón, los criterios y medios usados para la comunicación entre el instructor y los trabajadores deben ser los adecuados, a fin de superar los problemas descritos en el párrafo anterior, y facilitar la entrega, comprensión y aceptación de los conocimientos o tecnologías.
10.2.2.1 Preparación de un Programa de Capacitación. Cuando un instructor debe capacitar a un grupo de trabajadores, son diversas las actividades que requiere abordar. Las principales son:
a) Definición de Objetivos. Los fines perseguidos deben ser descritos con precisión. Es decir, las innovaciones que requieren transferirse o los cambios de actitud que es necesario provocar, deben ser aclaradas con un suficiente detalle. Todo ello con el propósito de lograr que los trabajadores entiendan el porqué de la necesidad de aprender o reforzar conocimientos. b) Documentación. El instructor debe buscar los materiales que necesita revisar o estudiar en la preparación de los contenidos de la capacitación que ejecutará, y que permitirá el cumplimiento de los objetivos ya fijados. Este paso permite la confección del esquema preliminar del programa. c) Evaluación de los trabajadores. Los trabajadores elegidos para la capacitación deben ser analizados mediante un diagnóstico, con el fin de conocer sus niveles de conocimientos y, en general, las aptitudes que posean, como punto de partida para el aprendizaje. Algunos aspectos importantes deben considerarse, tales como grado de instrucción escolar, nivel de conocimientos teóricos en las materias que se desean impartir, experiencias previas en la práctica de las mismas materias y, capacidades o limitaciones para ser sometidos a un programa de capacitación. d) Preparación del Programa. Definitivamente el programa debe ser elaborado considerando las materias básicas que requieren ser enseñadas o reforzadas (por ejemplo, nociones de cartografía, matemáticas elementales, o bien, sobre las características de la organización a que pertenecen), también los nuevos conocimientos a impartir y, en general, todas las otras condiciones presentes que afecten al desarrollo del programa. Debe fijarse el tiempo total que debe ocupar el programa y los respectivos tiempos parciales de las materias específicas a incluir.
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e) Método de Capacitación. Se debe analizar y definir la modalidad que adoptará para llevar a efecto la capacitación, la que puede elegirse dentro de las siguientes opciones: Curso Formal , a efectuarse en un recinto cerrado (aula), considerando preferentemente la instrucción de materias teóricas. Curso Práctico en Terreno, dirigido principalmente a entrenar a los trabajadores. Curso Teórico-Práctico, combinando sesiones en salas de clases y ejercicios o demostraciones de terreno. Trabajo de Grupo, como mesas redondas, seminarios, o estudios de casos, basados esencialmente en la discusión e intercambio de experiencias entre los trabajadores, bajo la guía del instructor y siguiendo un esquema programado. Instrucción Programada, basada en el estudio y ejercicio personal de los trabajadores bajo la guía del instructor, quien debe además proporcionar los materiales de trabajo necesarios. f) Materiales Didácticos. El instructor debe definir y preparar, o proporcionar los materiales didácticos requeridos para la capacitación (pizarrón, rotafolios, diapositivas, láminas, videos, planos, maquetas, guías, cuadernos para ejercicios, etc.). g) Elección del Local o Lugar. Si la capacitación se efectúa en una sala de clases, ésta debe ser cómoda y espaciosa, de modo que los trabajadores puedan ejecutar sus movimientos sin estorbarse entre sí, además de un mobiliario que considere los aspectos ergonómicos. La iluminación debe ser adecuada y con la posibilidad de obscurecimiento en caso que se empleen diapositivas o transparencias. También es importante que el local disponga de los servicios básicos mínimos y esté ubicado en lugar tranquilo, sin interferencia de ruidos exteriores o un excesivo tránsito de personas ajenas. Si la capacitación se hace en terreno, las exigencias son menores. En este caso también son importantes los requisitos de tranquilidad y privacidad, procurando que en el lugar se cumplan las condiciones requeridas y se disponga de los elementos para que los ejercicios o demostraciones puedan efectuarse en buena forma.
10.2.2.2 Técnicas de Enseñanza. Las técnicas de enseñanza incluyen etapas que van progresivamente desde la presentación de las materias, hasta la verificación del aprendizaje. Se menciona con frecuencia a los Cinco Principios del Aprendizaje, en relación a la forma como deben transferirse los conocimientos. Ellos son: - De lo fácil a lo difícil. - De lo conocido a lo desconocido. - De lo simple a lo complejo. - De lo general a lo particular. - De lo teórico a lo práctico. En general, las técnicas más usadas en la capacitación de combatientes de incendios forestales son el Curso F ormal y el Método de los Cuatro Pasos. La determinación de una u otra está
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relacionada con los objetivos de la instrucción, las características de los participantes y los medios que se disponen.
a) Curso Formal. Está dirigido preferentemente hacia la instrucción de materias teóricas, aunque también puede abordar aspectos prácticos, cuando es posible desarrollar en la sala de clases ejercicios, estudios de casos o simulaciones. Por medio de este tipo de curso se procura entregar nuevos conocimientos, identificar problemas, interpretar situaciones y ejercitar criterios en la solución de interrogantes. En su desarrollo debe tenerse presente lo siguiente:
Identificar siempre los objetivos, ya que ello es la clave de una buena instrucción. Usar materiales didácticos, tales como elementos audiovisuales, guías o apuntes. Incentivar la participación de los trabajadores (tiempo suficiente para las preguntas y respuestas). Programar una evaluación final, ya sea escrita, oral, práctica o combinaciones de ellas. Repetir, en una próxima oportunidad, las materias cuyos objetivos no fueron alcanzados.
Por otra parte, los cursos formales son convenientes cuando es necesario capacitar una cantidad importante de personas, en un tiempo limitado, o se requiere conocer materias nuevas. También, cuando lo importante es entregar información o interpretar situaciones, y cuando se necesita normalizar conocimientos o criterios Entre las principales ventajas están la de permitir el empleo de elementos audiovisuales y la posibilidad de trabajar con grupos grandes. Por otra parte, favorece la interpretación de problemas y la aplicación de criterios de solución, permite la participación más activa de los trabajadores y, los objetivos del curso se pueden exponer oportunamente. En cambio, presenta las siguientes desventajas: Es rígido, en el sentido que cada paso está fijado en un orden o secuencia que no debe alterarse; normalmente el intercambio o discusión entre el instructor y los alumnos es bajo; los trabajadores de preferencia sólo ven y escuchan; y, se puede transformar en un monólogo si el instructor no incentiva las consultas o la discusión.
b) Método de los Cuatro Pasos. Consiste en una serie de recomendaciones lógicas, tendientes a entregar una adecuada instrucción, donde se expone la forma de ejecución de una determinada tarea, resaltando puntos claves y los criterios de aplicación. Es una modalidad combinada de capacitación y entrenamiento, especialmente útil cuando: i) Se trata de capacitar a trabajadores sin experiencia. ii) Se requiere dar a conocer equipos y herramientas nuevas. iii) Es necesario demostrar habilidades físicas y capacidad para el uso de equipos y herramientas. iv) Se debe conocer la efectividad del trabajador en la ejecución de una tarea completa. Tal como lo indica su nombre, se desarrolla en cuatro pasos.
I. Presentación. Se expone la operación o faena de referencia, se explica destacando los puntos claves, se aclara el porqué y las consecuencias de proceder de una manera diferente.
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II. Demostración. Se desarrolla la operación reiterando los puntos claves señalados en la presentación. III. Comprobación. Los trabajadores deben, en forma separada, ejecutar la operación, repitiéndola tantas veces como sea necesario hasta lograr su dominio, siempre bajo la guía del instructor, que se mantiene a su lado. IV. Observación. Se deja al solo al trabajador en el ejercicio de ejecutar la operación, debiendo ser supervisado periódicamente por el instructor, el que debe corregir sus errores hasta que adquiera definitivamente la destreza necesaria. El método presenta las siguientes ventajas: -
Permite una reacción inmediata del trabajador. Se practica en un sitio similar al del trabajo habitual. Los objetivos son claramente comprendidos. Se determina fácilmente el cumplimiento de los objetivos. Le otorga una gran seguridad al instructor. Permite una activa participación. Es adecuado para enseñar nuevas modalidades de trabajo.
En cambio, sus desventajas son: Poco flexible, porque el esquema de instrucción no debe variarse y, es rutinario y agobiante, puesto que los ejercicios se pueden repetir muchas veces y separadamente por trabajador. Además, sólo es posible aplicarlo con grupos pequeños.
10.2.3 Entrenamiento. Está muy ligado a la capacitación, porque corresponde al ejercicio práctico constante de los conceptos ya aprendidos. En el trabajo de los combatientes, como puede ser la construcción de una línea en un frente de fuego, por citar un ejemplo, no basta con dominar los conceptos teóricos, sino que es indispensable aplicarlos correctamente y con rapidez, si se desea realizar una gestión eficiente. Por tal razón, el ejercicio permanente a través de sesiones de entrenamiento, es de suma importancia que el personal pueda llegar a ejecutar sus tareas en forma rápida, con la suficiente expedición, rendimiento y calidad. No es apropiado efectuar exclusivamente entrenamientos individuales a los componentes de un grupo de trabajo, especialmente en operaciones de manejo del fuego. Es importante considerar sesiones alternadas de trabajo en equipo, a fin de probar todas las combinaciones posibles de capacidades y formas de ejecutar la tarea. En el caso de las brigadas de combate, un deficiente entrenamiento en equipo puede conducir a duplicaciones de esfuerzos y pérdidas de tiempo por coordinaciones inadecuadas entre el personal, que son situaciones que con una alta probabilidad pueden conducir a problemas graves de seguridad. Dentro del entrenamiento, es también conveniente realizar simulacros de incendios, para probar el nivel de preparación teórica y práctica de los trabajadores. También es útil aprovechar a las quemas controladas que, aunque no es lo mismo que los incendios forestales, pueden apoyar al ejercicio de evaluación del comportamiento del fuego, la previsión de riesgos, la ejecución de operaciones como tendidos de manguera, la construcción de líneas, el uso del contrafuego, el manejo de herramientas y equipos, entre otros aspectos.
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Una técnica especial de entrenamiento, especialmente para jefes de brigada y de cuadrilla, es la basada en simuladores audiovisuales tradicionales de incendios. Estos elementos, que pueden ser portátiles o fijos, se apoyan en una sala cerrada y oscura, en la que se proyecta en una pantalla el desarrollo de un incendio virtual, que se propaga prácticamente en forma idéntica a uno natural, gracias a los efectos especiales que se pueden lograr con parlantes, proyectores (con la operación simultánea de 3 o 4 equipos para láminas y diapositivas) y un grupo de dibujantes (expertos en comportamiento del fuego y combate), que van modificando el incendio virtual de acuerdo a las acciones control efectuadas. Con el avance de la tecnología, estos simuladores pueden ahora funcionar con el apoyo de medios computacionales. La técnica se basa en que un instructor supervisa a un alumno que está observando a la pantalla practicando el rol de jefe de incendio, con el deber de transmitir por radio las instrucciones correspondientes a las unidades de combate para el control del fuego. Si las órdenes son correctas, el incendio será extinguido sin complicaciones; por el contrario, si las órdenes no son las adecuadas, el incendio se escapará, lo que se podrá captar en la pantalla gracias al trabajo de los dibujantes (o del operador del equipo de computación).
10.2.4 Acondicionamiento Físico. Con frecuencia se considera al acondicionamiento o preparación física como un componente del entrenamiento, lo que no es correcto. Este aspecto se refiere a la preparación de los trabajadores para soportar los esfuerzos físicos y las condiciones ambientales a que estarán sometidos cuando ejecuten sus tareas. La condición o aptitud física de una persona corresponde al resultado de la suma de sus capacidades aeróbica y muscular. La Capacidad Aeróbica es la cantidad máxima de oxígeno que puede captar el sistema respiratorio y transportarlo, a través de la sangre a los músculos, para eliminar las toxinas que se acumulan por efecto de los esfuerzos físicos. En cambio, la Capacidad Muscular , se refiere a la aptitud para desplegar cualidades tales como: Resistencia, Flexibilidad, Agilidad, Reflejos y Equilibrio. Con el acondicionamiento físico se pueden lograr los siguientes beneficios en el personal de combate: - Incrementar la capacidad de trabajo físico, tanto en potencia como en resistencia. - Resistir mejor las temperaturas elevadas por efecto de la radiación y la convección. - Aumentar la velocidad de aclimatación ante cambios violentos de las condiciones ambientales. - Prevenir los accidentes personales, por la mayor capacidad de reacción, flexibilidad y dureza muscular adquirida. - Desarrollar trabajos intensos con un bajo ritmo de pulsaciones y sin aumento significativos de la temperatura corporal. - Disminuir la tasa de ausentismo laboral, como consecuencia de la disminución de enfermedades y lesiones. La preparación física alcanza uno de los mayores niveles de exigencia en los combatientes. Por tal razón se requiere que se realice de una manera muy bien programada. En Chile, los expertos en la materia recomiendan para los combatientes someterse a sesiones de trabajo diario de media hora, como mínimo y, con ejercicios variados, en recintos de acondicionamiento
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especialmente diseñados, que permitan el adecuado desarrollo de las capacidades aeróbica y muscular. Lógicamente, esta actividad debe ser programada, supervisada y evaluada por un profesional competente en el tema.
10.2.5 Alimentación. Junto al acondicionamiento físico es importante velar por la alimentación de los trabajadores. Un régimen alimenticio inadecuado para el ejercicio de una determinada tarea, puede afectar, no solamente el estado físico del personal, sino que también su condición anímica o mental. El esfuerzo desarrollado por los combatientes es superior al de trabajadores de otras faenas, lo que les exige un mayor consumo de calorías. Por otra parte, algunos tipos de alimentos pueden ser inadecuados, tanto por el contenido proteico que posean, como por la oportunidad en que se ingieren. Por ejemplo, es inconveniente consumir comidas abundantes y pesadas a mediodía, porque generalmente las exigencias del combate se presentan en las primeras horas de la tarde. Por tal razón, es conveniente que el régimen alimenticio se lleve a través de un programa adecuado, con dietas balanceadas y contenidos calóricos dosificados según los esfuerzos que desplegará el personal, de modo de asegurar su mejor capacidad y disposición frente al trabajo. También, sobre este aspecto, es importante la participación de un dietista u otro profesional entendido en la materia.
10.2.6 Implementación Personal. Los trabajadores, aunque posean las condiciones físicas requeridas y se encuentren bien capacitados para la ejecución de una determinada tarea, pueden quedar inoperantes o estar sometidos a un alto riesgo, si su vestuario y equipos de protección personal son insuficientes o inadecuados. Para los combatientes, la implementación de equipos personales puede ser variada, dependiendo de la tarea asignada. Algunos de los elementos recomendados para los componentes de una brigada se describen brevemente a continuación.
Traje. Es conveniente que su tela haya sido tratado con productos ignífugos. Puede ser de una o dos piezas, con mangas largas y, en lo posible, que permita cubrir toda la piel del cuerpo, por lo que se recomienda que está complementado con un cubrefaz, para evitar el efecto de la radiación sobre la cara y el cuello. La tela tamién debe ser resistente y liviana (tipo sarga), y de colores claros (amarillo o naranja), para favorecer la reflexión y evitar la absorción de calor. En ausencia de un cubrefaz, puede ser útil una toalla, la que requiere mantenerse húmeda cuando el combatiente permanece cerca de las llamas por períodos prolongados. Casco. Debe proteger adecuadamente el cráneo contra golpes, impactos de ramas, herramientas cortantes, vegetación con espinas, proyecciones de materiales pesados o ardientes, insolaciones intensas, etc. Puede ser metálico o de plástico moldeado, con arnés interior regulable, correa de ajuste a la mandíbula y de un peso que no exceda a los 400 gramos.
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Zapatos de Seguridad. Su diseño debe considerar una adecuada protección a los tobillos, pero sin menoscabar la necesaria flexibilidad para los pies, por lo que se recomiendan de media caña. Además deben ser resistentes a todo tipo de terreno. Es recomendable que estén reforzados en la parte delantera con metal, para proteger los dedos en los golpes con piedras o maderos pesados. También es recomendable que tenga un piso (suela) de caucho labrado, con un dibujo profundo autodeslizante, y con una plantilla interior aislante del calor. Deben usarse con calcetines gruesos para evitar el efecto de los roces. Gafas (Antiparras). Son necesarias para la protección de los ojos contra partículas ardientes, polvo, impactos con vegetaciones punzantes, humo y gases irritantes. La montura debe ser transparente, flexible, envolvente en la parte superior del rostro, y porosos, para permitir la aireación. El lente debe ser plano, incoloro, resistente a los golpes y al calor (metacrilato). Además, ajustables con una banda elástica regulable. Guantes. Deben proteger completamente las manos y las muñecas contra posibles erosiones, quemaduras, espinas y otras heridas por efecto de caídas, golpes, la manipulación de materiales pesados o el manejo mismo de las herramientas. Deben estar fabricados de cuero flexible pero resistente, poroso para reducir la humedad por transpiración. Cinturón. Lo recomendable es que estén conformados por una banda de lona resistente, con una anchura de 50 mm, regulable, con enganche metálico y cierre rápido, sin aristas ni partes salientes, ojales metálicos aptos para enganchar en ellos implementos útiles diversos. No es conveniente, bajo ningún término, emplear cinturones fabricados con tiras de manguera dadas de baja, porque son altamente inflamables en un estado de sequedad. Cantimplora. Las más adecuadas son aquellas que poseen la capacidad de un litro para el transporte de agua o bebidas. Es necesario que tengan un tapón de cierre hermético tipo rosca, recubierta con fieltro tratado con productos de protección contra hongos, a fin de permitir mantenerla húmeda y a una baja la temperatura, para la mejor preservación del líquido contenido. Su forma debe ser suave, sin esquinas agudas ni bordes pronunciados. También es conveniente llevarla dentro de un estuche de lona, con broche de cierre rápido, para ser retirada del mismo sin desengancharla del cinturón. Manta aluminizada. Lo apropiado es que sea por lo menos del tamaño de una frazada, para que permita envolver completamente al combatiente cuando lo requiera (encerronas de fuego o ráfagas violentas de llamas). Debe ser muy delgada y liviana, pero resistente, de modo que pueda plegarse y guardar en estuche de pequeño volumen, que también debiera engancharse al cinturón. Se menciona como requisito que esta manta sea de fácil y rápido despliegue y que pueda resistir el impacto de llamas intensas unos tres o más minutos. Además de los elementos recién descritos, es indispensable que la brigada, como unidad, cuente con los medios necesarios para atender a los primeros auxilios, al igual que mascarillas antigases, trajes ininflamables y de todos los otros equipos indispensables para la ejecución oportuna de operaciones de salvamento y rescate.
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10.2.7 Primeros Auxilios. Cada unidad de combate debe contar por lo menos con una persona preparada y equipada para suministro de primeros auxilios, de manera de permitir la atención rápida y efectiva de las lesiones menores que afecten a los combatientes. Esta misma persona debe ser también capaz de diagnosticar oportunamente las situaciones de gravedad mayor, que requieren con urgencia ser atendidos en centros médicos. Al accidentado en el combate, como medida básica, se le debe colocar en posición horizontal, salvo que su cara esté congestionada o se encuentre sangrando por la cabeza, en cuyo caso se requiere que permanezca más elevada, apoyada en una almohada o manta doblada. En general, se recomienda abrigar a los heridos. Es indispensable que a la brevedad, una vez producido un accidente, se determine si el afectado está herido, con asfixias o envenenamiento, o bien, si tiene contusiones o hemorragias. Tan pronto como se conozca la naturaleza y gravedad del problema, se le deben aplicar los primeros auxilios y, si corresponde, trasladarlo por medios expeditos y seguros un centro médico. En este último caso, deben estar previstos los centros de atención y el medio de transporte correspondiente. Un elemento imprescindible que no debe faltar en ninguna unidad de combate, es el botiquín de primeros auxilios, el cual debe contener de todos los elementos y medicamentos necesarios para la variedad de situaciones de accidentes rutinarios que puedan originarse, o de otros problemas comunes que atenten contra la salud de los combatientes.
10.3
PRINCIPIOS BÁSICOS DE SEGURIDAD.
El Servicio Forestal de Estados Unidos establece para las operaciones de combate un conjunto de normas fundamentales , conocido como “ los 10 principios o reglas básicas de seguridad ”, cuya observación permanente es obligatoria, especialmente por parte los jefes de brigada y cuadrilla. Estas reglas, que a continuación se exponen, son también válidas para las operaciones de combate que se efectúen en cualquier país, en todo tipo de incendio o terreno afectado. 1. Mantener una información permanente sobre las condiciones meteorológicas prevalecientes y los pronósticos para momentos posteriores. 2. Mantener una información permanente sobre el comportamiento del fuego. 3. Basar todas las acciones en el combate de acuerdo a la información que se posea sobre el comportamiento del fuego y sus proyecciones para los momentos posteriores. 4. Reconocer e informar sobre todas las rutas de escapes disponibles en los diferentes sectores de combate. Evitar las operaciones en los sectores que no posean una salida segura y rápida ante cualquier emergencia. 5. Mantener puestos permanentes de observación en todos los sectores de la zona de combate, especialmente en los puntos y oportunidades que posean una alta probabilidad de generación situaciones de riesgos.
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6. Proceder siempre manteniendo un estado de alerta y tranquilidad, a fin de tomar las decisiones delicadas en la oportunidad que suceda alguna contingencia, con rapidez y con la adecuada reflexión previa sobre como resolver el problema. 7. Considerar que la pérdida de comunicación entre los componentes de la brigada constituye una situación de riesgo. Ante este hecho se debe actuar rápidamente para reconstituir los enlaces correspondientes. 8. Entregar siempre las instrucciones en forma clara y precisa, procurando que se dispongan de los medios y modos adecuados para ejecutarlas, verificando si su comprensión haya sido la correcta. 9. El jefe de brigada y sus subalternos deben mantener permanentemente el control de todos los componentes de la unidad de combate. 10. Tener siempre presente que la primera prioridad en el combate es la seguridad de los combatientes y de las personas de la zona afectada por el incendio, cualquiera que sean los otros valores y bienes amenazados.
10.4
REGLAMENTO DE SEGURIDAD EN EL COMBATE
Es imprescindible que una organización de combate disponga de un adecuado Reglamento de Seguridad y Control de Pérdidas, en el cual se contemplen todas las normas necesarias para prevenir y atender los accidentes del personal, y los daños a las instalaciones y equipos. El reglamento debe contener además, los procedimientos a seguir en la investigación de accidentes o eventos que afecten al personal y los medios disponibles. En general, debiera incluir normas como las que se indican a continuación: a) Definición de las funciones de las unidades y descripción de los cargos del personal adscrito. b) Requisitos para el desempeño de cada uno de los cargos de la unidad de combate y Procedimientos para la selección del personal. c) Descripción de las especificaciones de los equipos de protección personal y vestuarios. d) Transporte, operación y mantenimiento de equipos y herramientas. e) Reglas para el desplazamiento a pié del personal en terrenos quebrados, con vegetación densa, escasa visibilidad, o con la presencia de otros factores de riesgo. f) Transporte del personal en móviles terrestres. g) Transporte y colocación del personal con elementos aéreos en el sector de un incendio. h) Operación, traslado y mantenimiento de maquinaria pesada y precauciones con el personal ajeno. i) Operación y mantenimiento de aeronaves y precauciones para el personal ajeno.
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j) Precauciones en las operaciones cercanas a frentes de fuego. k) Requisitos y condiciones para el combate nocturno. l) Procedimientos para los primeros auxilios. m) Traslado del personal accidentado a centros médicos. n) Condiciones de salud para el personal y programa de revisiones médicas. o) Feriados del personal y programa de turnos. p) Régimen de actividades de campamento. q) Almacenamiento y precauciones con combustibles e insumos. r) Almacenamiento y conservación de alimentos. s) Regímenes alimenticios en el campamento y en operaciones de terreno. t) Programa de evaluación y acondicionamiento físico del personal. u) Supervisión de programas de seguridad, control de pérdidas e investigación de causas de accidentes. Finalmente, debe señalarse que no es suficiente disponer de un buen reglamento, ni que se apliquen sanciones a los infractores, para que realmente se establezcan las condiciones de seguridad esperadas. El reglamento debe ser claramente conocido y comprendido por el personal, y acatado estrictamente por todos los niveles de la organización, para que se cumplan efectivamente los objetivos perseguidos.
10.5
SUPERVISIÓN EN OPERACIONES DE COMBATE
10.5.1 Ámbito de la Supervisión. La supervisión es esencialmente el acto de dirigir a personas en una actividad productiva o de servicios. También podría indicarse que corresponde a lo que se conoce bajo término genérico de "jefatura", o la función de asumir la responsabilidad de velar por el correcto cumplimiento de las tareas asignadas a un grupo de trabajadores dentro de una organización determinada. Sin dudas la supervisión en el combate de incendios forestales está estrechamente ligada a la seguridad y el control de pérdidas, porque en contempla, como uno de sus aspectos básicos, el lograr que el personal se desempeñe en forma eficiente y en un ambiente exento de accidentes o riesgos que atenten contra su saludo, como asimismo, procurar que el daño a las instalaciones, equipos y herramientas de trabajo sea el menor posible.
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En general, no existe una regla fija para definir el nivel que debe ocupar la supervisión dentro de la estructura jerárquica de una empresa. Por otra parte, puede ser centralizada o descentralizada. El primer caso corresponde a aquella en la cual la gestión productiva se esté asumiendo de manera global por medio de una sola línea de mando. En cambio, en la descentralizada, la responsabilidad se asume en forma especializada para cada una de las fases o componentes del proceso productivo, debiendo compartirse la tarea global entre diferentes instancias de la organización. Tanto en la posición centralizada como en la descentralizada, el supervisor, asume igualmente la responsabilidad de dirigir a uno o más trabajadores y, por su competencia o especialidad, debe poseer recursos bajo su tuición y hacerse cargo de los problemas que provoque su personal subalterno. Desde el punto de vista de la administración, a un supervisor le corresponde manejar recursos de la empresa, a objeto de obtener determinados resultados, cuantitativos y cualitativos, al menor costo posible y en la oportunidad apropiada. Debe además instruir al personal a su cargo, señalándole el qué, cómo, cuando y donde, respecto a las tareas a ejecutar, como así también, verificar que esas tareas sean ralizadas correctamente.
10.5.2 Tareas Relevantes del Supervisor. El ámbito de las responsabilidades que le competen al supervisor de un programa de manejo del fuego, lógicamente derivan de las actividades que están a su cargo. Por ejemplo, las tareas de un supervisor de quemas controladas pueden ser completamente diferentes a las del que ejerce esa función sobre operaciones aérea, y la preparación para ambas especialidades puede variar de un modo substancial en lo que a aspectos técnicos se refiere. Por otra parte, los supervisores encargados de procesos globales, como los jefes de zonas o áreas requieren, por lo general, de una menor compenetración en los aspectos técnicos, y una mayor dedicación a los asuntos administrativos y operativos. Sin embargo, cualquiera que sea la posición o campo de trabajo del supervisor, se distinguen tareas esenciales que de todas maneras deben ser cubiertas por ellos. Las principales se mencionan a continuación.
Preparar los programas de trabajo que deben ser ejecutados por el personal a su cargo, y proponerlos a su jefe directo, con el respectivo plan de requerimientos. Preocuparse por el nivel de preparación de los trabajadores en las labores que se están asignando y, hacerse cargo o requerir el apoyo para ejecutar la capacitación que sea necesaria. Asumir la conducción de las labores encargadas al personal a su cargo, como también de los controles de avance y evaluación de los resultados obtenidos. Instruir al personal sobre los diferentes reglamentos y normas que deben observarse en la ejecución de las labores asignadas, velando por el cumplimiento de las mismas. Observar estrictamente el cumplimiento de las normas de seguridad, prevención de accidentes y control de pérdidas y, preocuparse del entrenamiento del personal en tales materias.
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Preocuparse por las condiciones de trabajo, en cuanto al ambiente, equipamiento personal y, en general, que las normas laborales y de previsión social estén siendo satisfactoriamente respetadas. Velar por la disponibilidad adecuada y oportuna de los recursos materiales y financieros requeridos para la ejecución de las tareas comprometidas. Encargarse del inventario de equipos y herramientas asignados a su unidad, como también velar por apropiado mantenimiento, reparación y uso. Aplicar un programa de observación de las tareas encargadas al personal, que se realice en forma periódica, oportuna, efectiva y racional, a fin de instruir las correcciones que sean necesarias. Llevar las finanzas de las operaciones a su cargo en forma ordenada, con el cumplimiento estricto a los procedimientos que la empresa mantenga en la materia. Relacionarse con los otros supervisores o jefes de unidad de la empresa a objeto de programar y coordinar tareas compartidas parcial o totalmente. En general, observar y cumplir fielmente los preceptos de los sistemas de instrucciones e información que afecten a las actividades bajo su responsabilidad.
10.5.3 Perfil del Supervisor. La supervisión prácticamente es una tarea profesional, que puede estar avalada por un determinado programa de estudio o de perfeccionamiento por quien la desempeña, pero que su dominio más bien se va adquiriendo a través de experiencias sucesivas. Su ejercicio implica diversas competencias y aptitudes o destrezas, algunas de carácter general, y otras relativas a la naturaleza de la actividad que está abordando. Los elementos que se consideran fundamentales en el ejercicio de la supervisión, se describe a continuación. a) Conocimientos Técnicos. Es indudable que el supervisor debe poseer un buen nivel de conocimientos, tanto general como particular, sobre los diferentes aspectos técnicos del manejo del fuego y de las áreas referidas a sus responsabilidades concretas. Esto es indispensable para el cumplimiento eficiente de los compromisos asumidos, en lo que respecta a la planificación, ejecución, control y evaluación de las diferentes tareas encargadas a su personal subalterno. El supervisor no solamente debe estar capacitado para evaluar la tarea ejecutada por los trabajadores, sino que también, poseer los conocimientos necesarios para la capacitación que requiera impartirse, por lo menos en los aspectos relevantes de las diferentes labores a realizar. Sin embargo, esto último no corresponde interpretarlo como que el supervisor representa a la persona que posee el mayor conocimiento en cada una de las materias o aspectos específicos involucrados. La exigencia mínima es entender bien de qué se tratan estas materias y, aprovechar adecuadamente las especialidades que posee el personal subalterno para lograr una adecuada asignación de las tareas correspondientes.
b) Conocimiento de la Empresa. Por otra parte, el supervisor debe estar adecuadamente informado de las características de la organización a la cual está prestando sus servicios. En particular, respecto a sus políticas, límites de operación, recursos disponibles, esquema organizacional, autoridades, unidades y funciones, etc.
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Una especial atención debe estar dada hacia las normas y reglamentos existentes (sistema de instrucciones) en la empresa, que condicionan o regulan la forma como deben cumplirse las diferentes responsabilidades asumidas. El programa de manejo del fuego está inserto en la empresa, y por lo tanto, debe someterse a todos sus criterios de funcionamiento. A ello debe agregarse las instrucciones específicas que regulan a las diferentes actividades de la prevención, presupresión, combate y uso del fuego. Por muy alta que sea la competencia técnica del supervisor, si no posee un adecuado dominio de los aspectos administrativos de su tarea puede caer fácilmente en el riesgo de ser ineficiente o inoperante para la empresa, por las contradicciones en que puede incurrir o por el quiebre que puede provocar al esquema organizacional mismo.
c) Capacidad de Comunicación. La supervisión es una tarea que requiere la práctica de una intensa relación entre diferentes miembros de la empresa. Por una parte, el supervisor debe estar en permanente comunicación con sus superiores, de quienes recibe instrucciones y debe dar cuenta sobre sus responsabilidades. Por otro lado, debe mantener un estrecho contacto con otros supervisores, en una relación funcional, normalmente orientada a coordinar o compartir recursos comunes. Con todos ellos, el supervisor de manejo del fuego debe buscar la forma de comunicación más efectiva para lograr el mejor apoyo para su gestión. Es indudable que en este aspecto se requiere la habilidad de plantear las relaciones atendiendo la posición y características personales de los interlocutores, a fin que la recepción sea siempre positiva. Con el personal a su cargo, la tendencia más positiva es la cooperación y el trabajo en equipo. En este sentido el supervisor debe cumplir un rol de guía al subordinado, con instrucciones e informaciones claras y precisas, buscando siempre el modo de entregarlas que mejor se adapte a las características personales del trabajador correspondiente. Por otra parte, es necesario actuar con comprensión y receptividad frente a los problemas que le plantee el trabajador.
d) Habilidad para Mejorar los Métodos de Trabajo. La meta primordial de la supervisión es lograr que el objetivo de la empresa se cumpla con la mayor eficiencia mayor. Por tal razón, el supervisor debe mantener siempre la actitud de reconocer su responsabilidad en tal sentido, buscando y efectuando las innovaciones en los métodos de trabajo que contribuyan a obtener los mejores resultados o que signifiquen un mejor aprovechamiento de los recursos humanos y materiales disponibles. Es conveniente que la mencionada actitud del supervisor se manifieste teniendo presente aspectos tales como: -
Todos los procedimientos de trabajo son, en algún grado, susceptibles de mejorarse. Todos los trabajadores poseen aptitudes creativas innatas que conduzcan a la generación de nuevas ideas para mejorar los métodos de trabajo. En la modificación de los métodos de trabajo, es esencial la motivación a los trabajadores, a fin de superar la natural resistencia a las innovaciones.
e) Capacidad para Dirigir al Personal. El supervisor debe ocupar una parte importante de su tiempo revisando el trabajo de su personal, con la preocupación constante de
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lograr la mayor eficiencia en el cumplimiento de las tareas asignadas. Esto implica poseer la habilidad suficiente para dirigir a los trabajadores, condición que se podría caracteriza con los aspectos que se indican a continuación: - Conocimiento del personal a su cargo como grupo y de las aptitudes especiales de cada uno de los trabajadores. - Desplante, confianza en sí mismo y ascendencia ante su personal. - Objetividad en el análisis de los problemas que afectan a su grupo de trabajo. - Ecuanimidad, flexibilidad, criterio y condescendencia en el trato con sus subalternos. - Permitir que los trabajadores expresen libremente sus ideas. - Dar el ejemplo en la observancia de las normas técnicas y las reglamentaciones vigentes. - Cortesía y paciencia en la atención de los problemas personales de los trabajadores. - Respetar las opiniones de los trabajadores y resaltar las aptitudes que posean. - Capacidad de delegación de funciones y tareas. - Facilidad de expresión oral y escrita. - Sentido del humor y control de su estado de ánimo. - Presentación personal satisfactoria.
10.5.4 Acciones Especiales de Supervisión. Un aspecto de gran importancia en la responsabilidad de todo supervisor es el Control de Pérdidas, que está referido a los accidentes de trabajo que puedan afectar los recursos humanos y materiales de la empresa. Se pretende, con ello, establecer en definitiva, la integración de todas las acciones de seguridad con las actividades que conforman los procesos productivos. Ahora bien, la seguridad para el presente caso, debe considerarse en el sentido amplio de la palabra. Involucra no sólo al daño provocado por un determinado suceso imprevisto, sino que también a la pérdida que se origina por la realización ineficiente de una determinada actividad (por ejemplo, el daño provocado por un incendio forestal debido a una detección inoportuna del foco inicial, aunque no resulten afectadas personas ni equipos). Entre las acciones más relevantes de la supervisión, relativas al control de pérdidas, cabe destacar: Investigación de Accidentes, Inspecciones Planeadas y Observaciones de Trabajo.
a) Investigación de Accidentes. Se le define como el esfuerzo sistemático para establecer, a través de todas las fuentes de información posibles, las circunstancias de mayor relevancia en la generación de un accidente. Por su parte, como accidente debe entenderse a todo acontecimiento que provoque un daño a una persona, un bien o propiedad. Los especialistas en la materia plantean una diferencia entre Accidente e I ncidente , definiendo a este último como un evento o suceso que afecta o podría provocar el deterioro de la eficiencia de una operación. En consecuencia, el accidente es, por lo general, generado por un incidente. La investigación de accidentes se desarrolla a través de un procedimiento normalizado, que incluye los siguientes pasos: I. Constitución del investigador en el lugar del accidente, a fin de apreciar los hechos en el terreno.
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II. III. IV. V. VI.
Entrevistas a los testigos a los afectados por el accidente. Reconstitución del accidente. Determinación de las causas. Conclusión y recomendaciones. Seguimiento de las recomendaciones.
b) Inspecciones Planeadas. La inspección se define como una técnica de carácter preventiva, orientada a detectar los riesgos presentes en el ambiente de trabajo y que puedan ocasionar accidentes. El riesgo puede ser un incidente o bien, un fenómeno imprevisto. La inspección que se aplica en forma programada, regular y sistemática, cubriendo completamente el ambiente de trabajo, se le conoce como planeada o formal. Puede Específica o General. En el caso de las específicas, se planea inspeccionar partes críticas de procesos o instalaciones, las que presumiblemente son potenciales generadoras de riesgos de accidentes importantes. En el caso del manejo del fuego, cabe exponer como ejemplo al mantenimiento de herramientas de combate, programada para descubrir especialmente los problemas en que pueden incurrir los combatientes en la construcción de líneas de fuego. En cambio, las inspecciones planeadas generales cubren íntegramente el área de trabajo o proceso productivo, se realizan con una frecuencia menor que la anterior (mensual, por ejemplo) y que están orientadas esencialmente a verificar deterioros en las operaciones (incidentes), que puedan dar origen a accidentes.
c) Observaciones de Trabajo. Es otra técnica preventiva, destinada a detectar fallas humanas motivadas por prácticas, acciones o actitudes riesgosas de uno o varios trabajadores. Se basa en el concepto de "observar", lo que significa que el supervisor debe concentrarse conscientemente para no mirar en forma mecánica, y poder percibir de esta forma lo que realmente se debe captar. Las observaciones de trabajo son las que se efectúan sobre un trabajador mientras desarrolla sus tareas habituales, con el objeto de detectar e identificar las prácticas o actos inseguros que está cometiendo. Las observaciones también pueden ser planeadas, cuando se programan anticipadamente, considerando todos los elementos que interesa analizar, tales como los tipos de trabajadores, clases de faenas, oportunidad y características de la observación, etc.
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CAPITULO 11 USO DEL FUEGO 11.1
GENERALIDADES
11.1.1 El Fuego como Herramienta en el Manejo Forestal. Existen en la actualidad diversos grupos, algunos influyentes en la opinión pública, que manifiestan su total rechazo al empleo del fuego como herramienta de trabajo en actividades silvícolas y agropecuarias. Plantean esencialmente que los efectos negativos serán siempre de mayor significación que los beneficios que puedan alcanzarse, incluso, que los daños provocados en muchos casos son irrecuperables. Sin embargo, la mayoría de los especialistas en el tema estima que las quemas, particularmente cuando son aplicadas en forma prescrita, pueden ser verdaderamente útiles, por la facilidad con que pueden alcanzarse algunos de los objetivos del manejo forestal y, por el control que se puede realizar para que los impactos negativos sean mínimos. Es indudable que ninguna quema puede ser ejecutada en terrenos de alta fragilidad. Igualmente, es inconveniente la aplicación del fuego sin el apoyo de un plan cuidadosamente formulado, o cuando no se haya evaluado correctamente el comportamiento potencial del fuego y, tampoco en los casos en que se desconozcan las técnicas de encendido y regulación del fuego, o en las situaciones en que no se disponga de los medios requeridos para ejecutar la operación. Las aplicaciones más comunes del fuego, como herramienta de trabajo en apoyo al manejo forestal, se describen en forma resumida a continuación:
a) Mejoramiento de las condiciones para la regeneración natural. Las semillas de muchas especies que se diseminan en forma anemófila, requieren entrar en contacto con el suelo mineral para prosperar. Con el fuego puede reducirse el estrato de material orgánico no incorporado al suelo mineral, creándose las condiciones para una adecuada cama de germinación. Por otra parte, el fuego provocado naturalmente o en forma prescrita, libera la cantidad de calor suficiente para la apertura de conos serotinos de diversas especies coníferas, entre las cuales se encuentra el pino insigne, permitiéndose de este modo regular la oportunidad de diseminación de las semillas. b) Preparación de sitios para la regeneración artificial. En la ejecución de un programa de forestación es frecuente la necesidad de remoción o limpia del terreno de todos los materiales vegetales que puedan obstaculizar la ejecución de las faenas y el posterior desarrollo de la plantación misma. En estos casos, el fuego aplicado en forma prescrita, puede contribuir eficientemente a la preparación del terreno, sin menoscabar la calidad del sitio y, normalmente, a un costo muy inferior al de otras técnicas alternativas. c) Manipulación de especies vegetales. El fuego es un excelente medio para modificar la composición de especies en la cobertura vegetal de un sitio determinado. De esta forma, representa una herramienta de gran utilidad para mejorar la calidad del terreno con la eliminación de especies indeseables, sean hierbas, matorrales o arbustos, tanto en espacios abiertos como bajo dosel.
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d) Métodos de corta. Cuando la vegetación es densa en un rodal, o el volumen de desechos es muy alto, las intervenciones de cortas intermedias o final, pueden estar limitadas por la necesidad de despejar el terreno previamente. En tal sentido, el fuego bien aplicado contribuye a resolver este problema en forma eficiente. e) Manejo de la vida silvestre. Con anterioridad se mencionó el rol que el fuego puede jugar como un factor ecológico. Este elemento, provocado naturalmente, ha contribuido en muchas regiones del mundo a preservar el equilibrio biológico y la supervivencia de la flora y la fauna. El hombre posee la capacidad y los medios para simular las condiciones creadas por la naturaleza a través de la aplicación de quemas prescritas, con el fin de favorecer el desarrollo de la vida silvestre. Son innumerables los ejemplos que prueban la eficacia de este medio, especialmente en períodos en los cuales la producción de fuegos naturales no se ha presentado con su normal intensidad. f) Manejo de cuencas. El fuego representa un grave problema en el funcionamiento de las cuencas hidrográficas, por el efecto negativo a las propiedades del suelo y la generación de procesos erosivos, cuando ha sido el responsable de la eliminación de la capa vegetal protectora. Sin embargo, el sistema hidrológico depende en gran medida del tipo de cobertura vegetal existente, aspecto que el hombre es capaz de regularlo a través de aplicaciones de fuego prescrito. g) Manejo de praderas. El empleo del fuego para este objetivo constituye una práctica normal en muchas regiones del mundo. Algunos de los beneficios que se pueden lograr son:
Cambios en el tipo de cobertura vegetal, cuando se desea reemplazar especies indeseables por otras de mejor calidad o productividad. Mejoramiento o restauración de praderas, provocando un estímulo en el crecimiento de las especies, principalmente cuando predominan plantas sobremaduras o de mal desarrollo. Mejoramiento de las condiciones del suelo, con la incorporación de nutrientes que favorezcan la regeneración natural, o bien, la destrucción de las semillas correspondientes a especies indeseables.
h) Mejoramiento de la accesibilidad y la estética. La remoción de acumulaciones excesivas de materiales leñosos en el bosque contribuye, indudablemente, a un mejoramiento de las condiciones de acceso para el hombre, el ganado y la fauna silvestre. También se puede, a través del empleo del fuego, favorecer la estética y las posibilidades de recreación. Sobre esto último, aún cuando las quemas afectan al paisaje por su efecto de ennegrecimiento, se ha comprobado que en muchos casos, ello sólo es un problema transitorio, siendo superado satisfactoriamente en un breve plazo (1 a 3 años). i) Control de plagas y enfermedades. La limpieza sanitaria de terrenos con vegetación afectada por ataques de hongos e insectos dañinos, puede ser eficazmente realizada por medio de aplicaciones con fuego. Aunque este tratamiento está más generalizado en la agricultura, por su bajo costo, se ha comprobado también su factibilidad en el control y erradicación de plagas y enfermedades en los bosques. En este último caso, a diferencia de la agricultura, su empleo debe ser muy cuidadoso, por el alto riesgo que involucran las quemas bajo dosel.
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j) Control de incendios forestales. Son diversas las formas de aplicación del fuego como herramienta de trabajo en la prevención y combate. Algunos ejemplos son: Manejo de combustibles, instalación y mantención de cortafuegos, establecimiento de quemas de ensanche o líneas negras, contrafuegos, capacitación del personal, etc. 11.1.2 Efectos Negativos en la Aplicación del Fuego. Los efectos del fuego en las quemas pueden ser tanto o más intensos que los de un incendio forestal propiamente tal. Frecuentemente este elemento se emplea en la eliminación de desechos de explotaciones forestales, que representa un combustible crítico por la cantidad, continuidad, grosor, calidad y condición de los materiales vegetales. Ello puede conducir a un comportamiento extremo, con una alta tasa de liberación calórica, una columna de convección de alto dinamismo, propagación errática de los frentes de avance y la emisión de materiales incandescentes en diversas direcciones. Algunos de los efectos negativos de mayor relevancia que pueden ser provocados por las quemas, se señalan a continuación: a) Alteraciones en asociaciones vegetacionales, que pueden ir desde un cambio en la composición de algunas especies hasta la eliminación total de la flora, con la pérdida de los productos y servicios intangibles que ellas proveen. b) Los suelos pueden ser afectados significativamente, en lo que respecta a sus propiedades físicas, químicas y biológicas, lo que suele conducir a diferentes grados de degradación y esterilidad. Las secuelas normalmente son más graves, como ocurre con la iniciación de procesos de erosión, derrumbes, avalanchas, embancamiento de cursos de agua y, en general, la alteración de los sistemas hidrológicos. c) El ecosistema también puede ser afectado. El equilibrio flora-fauna-suelo-agua-clima se rompe, provocándose la interrupción o término de las condiciones en las cuales se sustenta la vida silvestre. Ello puede dañar seriamente a la fauna autóctona por la migración o extinción de las especies existentes. d) Las condiciones que favorecen a la higiene ambiental para la población humana también se deterioran, como consecuencia de los efectos contaminantes en los suelos, aguas y aire, además de las limitaciones a las posibilidades que ofrecen los recursos naturales para la práctica de deportes, recreación y esparcimiento. a) El daño a las materias primas por efecto del fuego, como es el caso de la madera, también puede acarrear una amplia gama de secuelas. En este caso, cabe destacar a la detención de procesos productivos, que afecta a los centros de consumo y a la capacidad del sector forestal como fuente de trabajo, con todos los efectos negativos que implica la cesantía.
11.1.3 Quemas Controladas y Quemas Prescritas. Frecuentemente, en el uso del fuego, se habla de quemas controladas y quemas prescritas como sinónimos, en circunstancias que existe una clara diferencia entre ambos conceptos. La Quema Controlada, que corresponde al modo tradicional de empleo del fuego en Chile, puede ser definida como "el uso de este medio para eliminar vegetación en forma dirigida, circunscrita o limitada a un área previamente determinada, conforme a técnicas y
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procedimientos preestablecidos y, con el fin primordial de mantener el fuego dentro de la línea de control perimetral instalada". En cambio, la Quema Prescrita, podría definirse como la aplicación cuidadosa del fuego en un sector con vegetación que se desea modificar o eliminar, bajo condiciones que permitan mantener el efecto dentro de un área predeterminada y que, al mismo tiempo, sea posible lograr un comportamiento del fuego tal, que se obtengan precisamente los objetivos o beneficios perseguidos, con un mínimo de daños, siempre a un costo razonable. Debe agregarse que mediante la quema prescrita se plantean complementariamente dos objetivos esenciales: Primero, que la contaminación atmosférica en el período de aplicación del fuego sea la menor posible y, segundo, que los efectos posteriores no afecten significativamente a la sustentabilidad del recurso natural renovable tratado con esta técnica. De lo expuesto puede desprenderse que, para una quema controlada, el imperativo básico es mantener el fuego dentro de un área predeterminada. En cambio, para la quema prescrita, no sólo se contempla confinar al fuego dentro de un perímetro de control, sino que también velar por el cumplimiento de los otros dos objetivos señalados en el párrafo precedente.
11.2
ETAPAS EN LA PLANIFICACIÓN DEL USO DEL FUEGO
En el desarrollo de cualquier tipo de intervención en un rodal, especialmente en el caso de una corta final, y se tenga el propósito de tratar posteriormente el terreno con fuego con el propósito de eliminar los desechos y preparar el suelo para un nuevo uso, es recomendable definir los siguientes aspectos básicos antes de la cosecha: a) El objetivo de uso posterior del terreno, con el fin de orientar la elección de la técnica de encendido a aplicar y de los respectivos preparativos que se requieran en el lugar. b) La factibilidad de ordenamiento del material vegetal que debe ser eliminado, con el propósito de facilitar la ejecución de la quema, de acuerdo a los objetivos trazados. c) La posibilidad de incorporar, en el transcurso de la cosecha o intervención silvícola, algunas de las prescripciones para la preparación del terreno, como es el caso de fajas de acceso o cortafuegos. Es importante tener presente los aspectos recién señalados, a objeto de racionalizar el proceso y lograr una real reducción de los costos. La costumbre es que la explotación o roce, y la preparación del sitio para la quema, sean consideradas como dos operaciones independientes, lo que en general es inconveniente, porque puede conducir a una duplicación innecesaria de algunas de las faenas involucradas. Posteriormente, una vez ejecutada la cosecha, es necesario considerar las diversas etapas en la preparación, ejecución y evaluación de la quema, que se describen en los puntos siguientes.
11.2.1 Definición de Objetivos. La necesidad de emplear el fuego puede obedecer a una gran variedad de propósitos, tal como se indicó con anterioridad. Lo importante es que se posea una completa claridad de la razón por la cual se requiere aplicar una quema.
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En Chile, el uso normal de esta herramienta se ha limitado a la eliminación de desechos agrícolas y forestales, a fin de preparar el terreno para nuevos cultivos. En el caso de la actividad forestal, las posibilidades de empleo del fuego pueden ser ampliamente superiores a las actualmente en uso o conocidas. En tal sentido, los técnicos relacionados con el tema debieran hacer lo posible para aprovechar este medio para favorecer el cumplimiento de diversos objetivos del manejo forestal. Debe señalarse, además, que en el uso del fuego no basta con conocer el propósito perseguido. Ello debe ser complementado con la descripción precisa de los efectos que se desean alcanzar (localización e intensidad), y de los valores que deben preservarse, ya sea en el interior del sector a tratar como en los terrenos o ambientes aledaños.
11.2.2 Evaluación Preliminar. La decisión de ejecutar una quema exige la seguridad de cumplimiento satisfactorio de los objetivos perseguidos respecto al balance de efectos positivos y negativos esperados. Ello implica analizar en detalle las condiciones del terreno, especialmente en lo referente a la topografía, las características de los materiales vegetales y el estado del tiempo esperado para la oportunidad de aplicación de la quema. En tal sentido, es necesario simular el probable comportamiento que tendrá el fuego para estimar la posibilidad efectiva de controlar la operación y la obtención de resultados favorables. Situaciones desfavorables, como la existencia de recursos valiosos en el interior o en los alrededores del sector, la presencia de factores que provoquen un comportamiento extremo del fuego, etc., deben analizarse cuidadosamente para determinar la factibilidad de ejecutar la quema en forma segura. En la mayoría de los casos existen métodos y oportunidades para aplicar el fuego sin que se genere un riesgo importante para los valores que deben ser preservados. Pero, en cada quema, es necesario sopesar cuidadosamente las condiciones presentes, en relación al costo tanto privado como social que puede significar llevar a efecto la operación con resultados claramente positivos. La preparación del terreno, las técnicas de encendido y control y los recursos requeridos para la ejecución de la quema, deben quedar definidos, en sus términos generales, en la evaluación preliminar.
11.2.3 Plan de Quema. Corresponde al documento en donde se describen todas las actividades a ejecutar, los recursos requeridos y las medidas de seguridad a adoptar. Constituye un instrumento fundamental para la aplicación del fuego, puesto que en él se establecen con la suficiente precisión y detalle las acciones a realizar, sin dejar lugar a futuras interpretaciones incorrectas o improvisaciones para la oportunidad en que se ejecute la operación. El plan sólo deberá considerarse como definitivo una vez que haya sido sancionado por las autoridades pertinentes, y se disponga de los recursos necesarios para su adecuada ejecución. En general, un plan de quema debe contener las siguientes secciones:
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a) Antecedentes Generales. Incluye la localización del terreno a tratar, el objetivo perseguido, las características fisiográficas, condiciones del material combustible, etc. Es importante en esta sección incorporar un plano del terreno con las especificaciones correspondientes. b) Prescripciones. Se refiere a las intervenciones que deben efectuarse en el terreno, especialmente de manejo de combustibles, con el objeto de asegurar un eficiente desarrollo de la operación. Concretamente, se contemplan: El cortafuego perimetral, la sectorización cuando sea necesaria, las fajas de accesibilidad interior (que dependerán de la técnica de encendido prevista), el ordenamiento de los combustibles y las medidas de seguridad en terrenos vecinos. c) Condiciones Ambientales Deseables. El estado del tiempo y humedad de los combustibles son aspectos que deben ser estrictamente observados, por los efectos que poseen en el comportamiento del fuego y en el control de la quema. Por lo general, se plantean en términos de restricciones. Por ejemplo, 10 km/hora como límite máximo de intensidad de viento, o bien, un mínimo de 10 % de humedad para la vegetación fina. d) Oportunidad de la Quema. La fecha y hora probable de inicio y término de la quema, las que lógicamente deben ser posteriormente ratificadas, dependiendo si se cumplen las condiciones ambientales deseables en la oportunidad preestablecida. e) Programación de la Quema. Aquí se incluye la técnica de encendido y control que se aplicará, con la descripción, localización exacta y secuencia precisa de las líneas o puntos que deben establecerse para lograr el desarrollo definido para la quema y su segura liquidación. Es importante señalar en el plano del terreno la ubicación de los encendidos, al igual que la oportunidad fijada para cada uno de ellas. f) Recursos Programados. Es la descripción de la cantidad y especialización del personal y equipos requeridos para la preparación, ejecución y evaluación de la quema, como así también, el esquema de organización que debe establecerse, y el presupuesto requerido para el total y cada una de las partes de la operación. g) Autorizaciones. Debe incluirse en el documento el nombre de quién lo ha preparado, y el de las correspondientes autoridades que aprueban el plan de quema. 11.2.4 Oportunidad y Autorización de la Quema. La ejecución de la quema debe fijarse provisoriamente para la fecha en que se estime que todos los preparativos se cumplirán de acuerdo al plan establecido. Esto es, cuando la ordenación del material, instalación de cortafuegos y fajas y, todas las otras medidas consideradas, se efectúen conforme a las prescripciones. Del mismo modo, para la fecha prevista, se deberá tener la certeza de la disponibilidad y adecuada condición del personal requerido junto a su esquema de organización, la provisión de equipos y materiales, las medidas de alerta y control de imprevistos, y todos aquellos otros aspectos importantes para asegurar la adecuada aplicación del fuego. No solamente los aspectos técnicos y logísticos deben estar resueltos y disponibles para la fecha fijada, sino que también todos aquellos requisitos de carácter legal y reglamentarios vigentes,
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establecidos, ya sea por parte de la institución pública fiscalizadora (Corporación Nacional Forestal), como por parte de la misma empresa o institución administradora del terreno a tratar. En general, en las empresas forestales chilenas, la oportunidad de ejecución de quemas es un motivo de permanente conflicto, porque suelen contraponerse los criterios o intereses de distintas unidades relacionadas con la operación (unidades de manejo del fuego y de establecimiento de plantaciones, especialmente). Todos estos intereses deben ser convenientemente armonizados con la suficiente anticipación, de manera de lograr la ejecución de las quemas en un calendario que permita su realización eficiente y segura.
11.2.5 Preparación del Terreno. Corresponde a la ejecución de las actividades consideradas en las prescripciones del plan de quema. En ello, debe cumplirse estrictamente con lo definido respecto al ordenamiento de combustibles, cortafuegos, fajas, medidas de seguridad, etc. El detalle de las especificaciones de manejo de combustibles en la preparación de las quemas, se describen en el punto 11.3 del presente capítulo. Lo recomendable es iniciar la preparación del terreno una vez obtenidos todos los permisos correspondientes. No obstante, si la disponibilidad de tiempo entre los momentos de la aprobación definitiva del plan y la ejecución de la quema no es suficiente, algunos de los trabajos cuya realización sea necesaria de todas maneras, como los cortafuegos perimetrales por ejemplo, éstos pueden comenzarse con anticipación, siempre que cuenten con una aprobación preliminar de la autoridad correspondiente.
11.2.6 Ratificación de la Oportunidad de la Quema. El día anterior a la fecha fijada para la ejecución de la quema, es necesaria una comprobación en el terreno respecto a la ejecución de las prescripciones establecidas, a fin de corregir oportunamente las deficiencias que se constaten. Igualmente, es necesario verificar si la realización de la quema se llevará sin infringir alguna de las disposiciones legales o reglamentarias vigentes. Debe tenerse presente que la Corporación Nacional Forestal, dependiendo de las condiciones meteorológicas imperantes, se reserva el derecho de prohibir la ejecución de quemas controladas, a veces por períodos indefinidos, como medida de prevención de incendios forestales en períodos críticos. En cuanto al personal y medios programados para la operación, también debe verificarse su disponibilidad, organización y conocimiento del plan de quema y, en general, detectar cualquier problema o inconveniente presente, a fin de subsanarlo oportunamente y, evitar cualquier riesgo en la posterior ejecución de la quema. Una vez revisados los aspectos recién mencionados, se podrá decidir la hora de la ejecución de la quema programada para el día siguiente. Lógicamente, si se comprueba que los problemas detectados no podrán resolverse con seguridad en el plazo disponible, la quema deberá postergarse hasta que exista la certeza que todas las prescripciones estén satisfactoriamente cumplidas.
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Lo recomendable es iniciar la quema en un momento tal, que pueda ser liquidada a una hora apropiada, de modo que se ejecute en un período, en el cual las condiciones ambientales sean las adecuadas y previstas para el cumplimiento de los objetivos y el control de la operación. Dependiendo de los objetivos de la quema y la estación del año, en general, los momentos más recomendables para el inicio de las quemas, son al atardecer, en noche o en las primeras horas del día, que corresponden a los períodos en donde los factores meteorológicos pueden regular con mayor probabilidad un eventual comportamiento crítico del fuego.
11.2.7 Ejecución de la Quema. En la oportunidad fijada para la ejecución de la quema, algunos momentos previos al encendido, es necesario: a) Revisar nuevamente los preparativos, personal, equipos y organización de la operación. b) Evaluar las condiciones atmosféricas y el grado de peligro del momento. También es importante disponer de pronósticos meteorológicos para las horas posteriores (especialmente respecto a la dirección e intensidad del viento). c) Verificar la disponibilidad efectiva de recursos de apoyo para prevenir y controlar cualquier situación complicada que se presente inesperadamente. Algunos planes de quema pueden considerar también la ejecución de una Prequema, con el objeto de comprobar el posible comportamiento del fuego que se generará en el transcurso de la operación. Esto significa quemar una pequeña extensión del mismo terreno (algunos metros cuadrados), especialmente en los casos de operaciones difíciles, ya sea por el comportamiento potencial del fuego, o bien, por un probable descontrol de las mismas. En cierto modo, la prequema es un indicador en tiempo real del nivel de conflictividad efectiva que tendrá la quema. Si se detecta en la oportunidad cualquier problema que represente un grado suficiente de inseguridad de controlar adecuadamente la operación, el encendido debe postergarse para el momento o fecha posterior, cuando el riesgo aludido haya sido superado. Tanto las técnicas de encendido como los equipos que deben emplearse, se describen detalladamente en los siguientes puntos 11.4 y 11.5, respectivamente. En el encendido y en el control del desarrollo de la quema, la operación debe efectuarse siguiendo estrictamente el programa establecido, evitándose las improvisaciones. Incluso, los cambios de las condiciones meteorológicas en lo posible deben estar previstos. Una vez iniciada la quema, si se presenten situaciones inesperadas, que signifiquen dificultades en su control, lo recomendable es hacer todo lo posible para detenerla, aunque reste aún una parte de superficie por tratar. Del mismo modo, la liquidación y la guardia de cenizas deben realizarse siguiendo de manera estricta la programación establecida. Es importante que se disponga de una cantidad suficiente de personal en el terreno, por el tiempo que sea necesario, a fin de prevenir y controlar en forma oportuna los rebrotes de fuego, puesto que constituyen una importante causa de incendios forestales en Chile.
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En general, tanto en la preparación del plan como en la ejecución de la quema, los riesgos de descontrol o por efectos no deseados deben ser razonablemente sobreestimados, a fin de contar con algún margen de seguridad en el cumplimiento de los objetivos perseguidos.
11.2.8 Evaluación Final. La única forma de verificar el cumplimiento de los objetivos de la quema es desarrollar posteriormente una evaluación de los efectos negativos y positivos que se provocaron. Esta evaluación, a su vez, puede proporcionar información valiosa para mejorar la planificación y ejecución de las operaciones que se deban ejecutar en el futuro. Esta etapa debe cumplirse, en lo posible, inmediatamente después de la quema (aunque algunos efectos solo será posible valorarlos en el mediano plazo), a fin de evitar la pérdida de información. La evaluación debe enfocarse hacia los siguientes aspectos primordiales:
a) Cumplimiento de los Objetivos. En directa relación con los propósitos planteados, debe determinarse el grado de cumplimiento de todos ellos, en términos de superficie quemada, tipo, tamaño, impactos en terrenos vecinos y, en lo posible, la cantidad de combustible remanente. b) Cumplimiento del Plan de Quema. Determinar si la operación se realizó de acuerdo a lo estipulado en el plan, registrando y analizando las situaciones que no pudieron abordarse conforme a lo programado. Es necesario revisar el efectivo control del comportamiento del fuego y de las influencias o cambios observados por los factores meteorológicos, como también, los efectos negativos, tales como focos satélites, escapes, daños al follaje, etc., identificando los sectores y causas bajo las cuales se presentaron. Es importante también, evaluar el plan de quema, en el sentido si fue preparado correctamente. c) Efectos Ambientales Negativos. Anotación de los probables efectos negativos producidos o potenciales en el medio ambiente. Por ejemplo: Daños al suelo y el sitio, efectos de la convección y la radiación en la vegetaciones y bienes de terrenos vecinos, perturbaciones en las vías de comunicación o centros poblados (efectos de visibilidad y contaminación, como consecuencia del humo), etc. d) Costo de la Operación. En relación al presupuesto aprobado, es necesario determinar los superavits o déficits resultantes en cada uno de las partidas presupuestarias contempladas y analizar las causas de ellos. Esta información representa también otro antecedente de suma importancia para la programación de posteriores quemas.
11.3
PRESCRIPCIONES EN LA PREPARACIÓN DEL TERRENO
Son las intervenciones que deben efectuarse en el terreno a tratar con una quema, especialmente referidas al manejo de los combustibles que se desean reducir, a fin de asegurar el adecuado desarrollo y control del comportamiento del fuego. Las prescripciones se definen de acuerdo a los objetivos de la quema, las características del terreno, las condiciones meteorológicas esperadas y la técnica de encendido a aplicar.
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11.3.1 Cortafuego Perimetral. Es indispensable que todas las quema, cualesquiera que sean los objetivos o las condiciones del terreno, cuenten con un cortafuego seguro que rodee completamente al sector que se deba tratar. Para ello deben aprovecharse los caminos, senderos, cursos de agua, topografía u otros accidentes naturales existente en el lugar, con el fin de facilitar su instalación y reducir los costos de su construcción. El ancho y las otras especificaciones del cortafuego se deben definir considerando primordialmente el comportamiento esperado del fuego, incluyendo las eventualidades que puedan surgir en el transcurso de la operación (cambio brusco de la dirección e intensidad del viento, por ejemplo). Concretamente, los factores a considerar, son los siguientes:
a) Topografía. Posición e inclinación de las pendientes, presencia de quebradas, cañones y otros rasgos relevantes. b) Combustibles. Cantidad, calidad, distribución y condición de la vegetación a reducir. Una especial atención debe darse a la altura de los combustibles existentes en las cercanías (interior y exterior) del perímetro del sector. c) Tiempo Atmosférico. La intensidad y dirección de los vientos predominantes y, los eventuales cambios que al respecto puedan originarse. d) Técnica de Encendido. Los tramos del perímetro que en mayor grado pueden ser afectados por los frentes de avance de la quema. Es necesario establecer algunas diferencias en las especificaciones de los cortafuegos requeridos en las quemas abiertas y las quemas bajo dosel (en bosque en pié).
11.3.1.1 Cortafuegos Perimetrales en Quemas Abiertas. En este tipo de quema, el cortafuego perimetral, dependiendo de los factores antes indicados, pueden tener un ancho de 5 a 50 metros, con una faja de raspado en su interior de 1 a 5 metros. La condición crítica de mayor grado corresponde a la de terrenos con pendientes pronunciadas (sobre 30 %) con cantidades elevadas de material pesado (roces y desechos de explotaciones a tala rasa). En este caso, lo recomendable es aplicar los valores mayores de anchura indicados. Además, la faja de raspado de ser construida en forma de "V", o con barreras de tierra o camellones, para la detención de los materiales encendidos rodantes. En cambio, en situaciones más simples (pastizales o estrato herbáceos de baja altura, en terrenos planos), las fajas de despeje y raspado pueden corresponder a los valores inferiores de anchura recomendadas. No es necesario que el ancho del cortafuego se mantenga constante en todo el perímetro del sector. Las mayores precauciones deben tenerse en los sectores limítrofes que reciban el impacto más elevado del comportamiento del fuego (propagación e intensidad calórica) por efecto de la técnica de encendido aplicada, intensidades altas del viento, la exposición e inclinación de la ladera, o bien, la presencia de quebradas o cañones, que pueden originar movimientos conveccionales turbulentos. También, donde existan terrenos aledaños de alto valor se debe intensificarlas precauciones. Por ejemplo, en relación a lo anterior, en una quema frontal, el perímetro del sector ubicado en la parte alta del terreno, o en el lado más lejano al efecto del viento, el cortafuego debe poseer
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la máxima anchura. En cambio, en el límite opuesto, desde donde se propagará el fuego, su dimensión puede ser significativamente inferior.
11.3.1.2 Cortafuegos Perimetrales en Quemas Bajo Dosel. En estos casos, el nivel de exigencia es inferior en comparación al de las quemas abiertas, debido a que el comportamiento del fuego lógicamente debe ser de un menor nivel de conflictividad, por la rigurosa regulación que debe aplicarse para evitar daños al follaje de los árboles. Además, las quemas bajo dosel no son recomendables en terrenos de pendiente media o abrupta, o con presencia de vientos de intensidad media a alta. Por tales razones, lo normal es que una faja de despeje de 2 a 5 metros y un raspado de uno a dos metros, sean suficientes para establecer un buen control perimetral en la propagación del fuego. La mayor precaución en los cortafuegos perimetrales corresponde al corte efectivo de la continuidad de combustibles en el estrato aéreo, de manera de evitar que cualquier escape del fuego en el interior del rodal se transforme en un incendio de copas en los terrenos vecinos.
11.3.2 Ordenamiento de Combustibles. Al igual que en los cortafuegos perimetrales, el ordenamiento de combustibles presenta algunas diferencias en la preparación de quemas abierta y las aplicadas bajo dosel.
11.3.2.1 Ordenamiento de Combustibles en Quemas Abiertas. Lo común en este tipo de quemas es la eliminación de desechos de explotaciones de plantaciones a tala rasa y roces de vegetación nativa, con el propósito de preparar el terreno para una próxima reforestación. También son frecuentes en la eliminación de rastrojos o desechos de la cosecha de cultivos agrícolas, pero en la mayoría de estas situaciones no es necesario aplicar medidas de manejo u ordenamiento de combustibles. En el primero de los casos recién mencionados, cuando el material leñoso de residuos que no haya sido retirado o apilado en rumas o fajas, son recomendables las siguientes prescripciones: a) Evitar acumulaciones de materiales que provoquen elevados niveles de liberación calórica, o el desarrollo de convecciones de alto dinamismo. Un criterio de control, al respecto, es remover o dispersar todos los sectores que presenten una altura de desechos superior a un metro. b) En los sectores periféricos la redistribución de combustibles debe ser más drástica aún. Sobre ello, algunas empresas forestales en Chile aplican la norma de mantener una altura máxima de 20 cm de los materiales en una franja de 10 metros de ancho, desde el perímetro hacia el interior, para continuar con otra de similar anchura, con una altura no superior a 50 cm. c) En terrenos en pendiente, en las cercanías del perímetro (interior y exterior), deben evitarse las acumulaciones de materiales pesados que, por efecto del fuego, puedan rodar y facilitar una propagación que sobrepase al cortafuego.
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d) Los árboles muertos en pié en el interior del terreno a tratar deben ser volteados, a fin de evitar la producción de materiales incandescentes que traspasen las líneas perimetrales de control.
11.3.2.2 Ordenamiento de Combustibles en Quemas Bajo Dosel. El uso del fuego bajo dosel siempre debe ser considerado como una operación muy compleja, por el daño potencial al follaje y por el efecto que se puede generar al tejido cambial de los árboles si la corteza es consumida por el fuego. En primer lugar, este tipo de quema no puede ser aplicado en rodales multietáneos o con regeneración natural abundante, que es la situación normal del bosque nativo en Chile. En el caso de las plantaciones, en pino radiata por ejemplo, tampoco es recomendable aplicarla en rodales nuevos (inferiores a 6 años), por el insuficiente desarrollo de la corteza para la protección del cambio y, porque el follaje, aunque se hayan aplicado podas, está aún muy cerca del suelo. Además, como antecedente en la definición de las prescripciones, es necesario realizar un ejercicio de simulación de la quema, con el objeto de estimar la probable longitud de las llamas y la magnitud del efecto letal vertical (scorch) que se pueda producir. En general, en la aplicación de quemas bajo dosel, las medidas recomendables de ordenamiento de combustibles son: a) Altura de poda suficientemente alta para evitar los efectos de la radiación vertical y la convección en el follaje. En plantaciones de pino radiata, en Chile, la experiencia indica que la altura mínima fluctúa entre 4 y 8 metros, dependiendo de la edad del rodal y de la cantidad y altura del desecho existente sobre el piso del bosque. b) Se debe evitar todo tipo de situaciones que contribuyan la propagación vertical del fuego. En tal sentido, árboles caídos o apoyados en otros, matorrales, arbustos, epífitas adheridas al tronco, etc., deben ser removidos o eliminados. c) La altura de los desechos sobre el piso no debe exceder a 50 cm. Todas las acumulaciones que sobrepasen ese nivel deben removidas o dispersadas. Esta prescripción debe ser considerada con especial énfasis en las cercanías de la base de los árboles. d) En la base de los árboles, además, es necesario efectuar una limpia de materiales, incluyendo la hojarasca, en un radio de 50 cm, por lo menos. Esta medida debe programarse para ser ejecutada al momento de la poda del rodal, como una forma de racionalizar las faenas y reducir los costos. Un especial cuidado debe tenerse en la aplicación de quemas bajo dosel en plantaciones de pino oregón (Pseudotsuga menziesii), debido a la alta posibilidad de propagación del fuego a través del tronco, por la presencia abundante de bolsillos de resina. Por otra parte, la elevada porosidad del estrato de hojarasca provoca una combustión acelerada, de mayor intensidad calórica y, en consecuencia, longitudes más prolongadas de las llamas y del efecto de la radiación vertical, en comparación a la quema bajo dosel de plantaciones de pino radiata.
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11.3.3 Sectorización. La extensión del terreno a tratar con una quema en una sola operación u oportunidad es variable. Esto, debido a las condiciones condiciones del terreno y, principalmente, de los recursos disponibles para el control. En algunos países (Australia, por ejemplo), es frecuente que se ejecuten quemas de una superficie de varios miles de hectáreas, en una sola oportunidad, en condiciones tales como topografía suave a plana, cantidades bajas a medias de combustibles, disponibilidad de recursos suficientes para el control y, empleo de tecnologías que permiten encendidos múltiples y simultáneos en forma segura, generalmente aplicadas con medios aéreos. En Chile, donde las condiciones son normalmente de alto peligro (topografía quebrada y grandes cantidades de combustibles asociadas a desechos de explotaciones a tala y roces) y recursos limitados para el control de la quema, lo adecuado es sectorizar los terrenos de gran extensión (en lo posible en unidades inferiores a 200 has), de modo de ejecutar la operación por parcialidades, minimizando el riesgo de escapes y fortaleciendo las capacidades para el control de la operación. Sin embargo, en condiciones de alto riesgo, tampoco es conveniente establecer unidades demasiado pequeñas (menores a 5 ha), por la dificulta que se presenta de manejar adecuadamente el comportamiento del fuego en espacios reducidos. Lo importante es ejecutar la quema bajo una permanente regulación del fuego y, para ello, se deben evitar los riesgos de escapes del fuego, o que el balance de efectos resultantes sea negativo. Por ello es recomendable que cada sector sea delimitado bajo el criterio de homogeneidad de las condiciones ambientales presentes, porque de este modo se puede aplicar en cada uno de ellos las técnicas de encendido y de control de la propagación del fuego que sean más eficientes. En la delimitación también deben considerarse los caminos y accidentes naturales existentes, a fin de reducir la carga de trabajo que implica la instalación de cortafuegos interiores y su respectivo costo. En todo caso, el nivel de exigencia de los cortafuegos interiores puede ser menor al de los perimetrales, aunque deben ser lo suficientemente seguros para lograr el propósito de la sectorización. Sin embargo, con respecto a lo recién indicado, la aplicación del fuego en un terreno con varios sectores, debe realizarse por medio de un programa general de encendidos. En ello, lo conveniente es programar la quema de cada sector considerando una secuencia que se inicia por aquel que posee las mayores complejidades para el comportamiento del fuego y exige medidas de seguridad mas estrictas, para terminar con el que se determine como el más simple y de fácil control. En términos prácticos, prácticos, en un terreno en pendiente, pendiente, los primeros sectores a tratar con la quema deben ser los que estén en las partes más altas, dejando para el final los situados en las alturas inferiores. Con presencia de viento, lo recomendable es que los sectores se quemen avanzando contra el viento.
11.3.4 Accesibilidad Interior. Dependiendo del tamaño del terreno a tratar con una quema en una sola oportunidad, y de la técnica de encendido programada, puede ser necesaria la instalación de fajas de despeje en el interior, a fin de facilitar f acilitar el tránsito expedito y seguro del personal de encendido y control. Al igual que lo expuesto anteriormente, la accesibilidad interior debe diseñarse considerando los senderos o accidentes naturales existentes. Ahora, si es necesario instalar fajas, no debe seguirse el mismo criterio de los cortafuegos interiores, puesto que basta sólo con el
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establecimiento de senderos despejados o libres de desechos para asegurar una circulación exenta de riesgos para el personal sin riesgos.
11.3.5 Medidas de Seguridad en Terrenos Vecinos. La ejecución de una quema, quema, sea controlada o prescrita, significa significa mantener la propagación del del fuego y de sus efectos circunscritos dentro del límite del terreno en tratamiento. Sin embargo, no siempre es suficiente la construcción de un cortafuego perimetral seguro como medida de prevención de daños en terrenos vecinos. Los efectos de la convección y de la radiación, como también la emisión de materiales encendidos, pueden sobrepasar al cortafuego. Por tales razones, es necesario considerar acciones tales como la reducción de materiales acumulados en la cercanía exterior del cortafuego, el volteo de árboles cuyo follaje pueda servir de vehículo para la propagación del fuego y, en general, todas las medidas de manejo de combustibles que en cada caso particular se determinen como convenientes. Por supuesto que lo anterior no evita la exigencia de mantener una vigilancia permanente, junto a un dispositivo de control expedito y oportuno para cubrir las emergencias. Estas medidas deben extremarse cuando las condiciones de los terrenos vecinos sean difíciles, debiéndose procurar un reforzamiento de la vigilancia e, incluso, exagerar la aplicación de agua en forma preventiva, en todos los los sectores de combustibles combustibles peligrosos.
11.4 TÉCNICAS DE ENCENDIDO En las quemas, a diferencia de los incendios forestales, es posible programar el comportamiento del fuego por medio del manejo de los factores que intervienen. Por ejemplo, los resultados son diferentes si se aplica el fuego de manera que la propagación ascienda por la pendiente, en comparación al propósito que descienda por la ladera. Esto es básico en la ejecución de quemas, porque una vez definidos sus objetivos y las características que se requieren para el comportamiento del fuego, necesariamente debe buscarse la forma más eficiente de regulación de los factores ambientales. En tal sentido, las Técnicas de Encendido, que definen la localización, oportunidad y secuencia de aplicación del fuego en la ejecución de la quema, cumplen un rol de gran importancia para asegurar el cumplimiento de los objetivos perseguidos.
11.4.1 Quema Progresiva. Se aplica en desechos de explotaciones a tala rasa y, especialmente, de intervenciones silviculturales (podas, raleos o limpias), que se acumulan en pilas o rumas en caminos, cortafuegos u otros espacios abiertos. Como el material arrumado puede alcanzar un enorme peso, la quema debe aplicarse cuidadosamente, a fin de evitar una intensidad calórica muy alta, una elevada radiación y un severo dinamismo conveccional. En tales casos, si la ruma se encuentra cercana al arbolado, lo más probable es que el follaje se afecte, con la posibilidad de generarse un incendio de copas. Por tal razón debe procurarse que la quema de los materiales sea lenta y a una baja intensidad. Esta regulación puede lograrse de diferentes formas:
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a)
La aplicación del fuego, en el caso de pilas en caminos forestales o cortafuegos, debe debe iniciarse en el momento que comience la acumulación de los desechos, de modo de mantener siempre una baja cantidad de materiales y, por lo tanto, el menor nivel posible de liberación calórica.
b)
Si el material posee un bajo contenido de humedad y sea difícil reducir la longitud de las llamas, ese efecto debe ser amortiguado por medio del empleo de agua, siendo suficiente la cantidad que provee una bomba de espalda. Por otra parte, se debe disminuir el ritmo de velocidad en la formación de la pila.
c)
En rumas o fajas dispuestas dispuestas en espacios espacios abiertos, la quema debe debe llevarse a efecto por parcialidades (separadamente ruma por medio o una cada tres, evitando encendidos simultáneos en todas ellas,) y controlando el calor con aplicaciones de agua. En estos casos, se debe procurar que la propagación sea siempre bajando por la pendiente o en contra del viento (aunque lo conveniente es aplicar el fuego con ambientes calmos).
En general, el fuego debe aplicarse buscando condiciones favorables (temperatura baja, humedad alta y sin viento), en particular cuando el estado de los combustibles sea crítico por su sequedad. Por otra parte, cuando las rumas se encuentren en terrenos abiertos, con un bajo riesgo de daño a terrenos vecinos, vecinos, es posible posible efectuar la quema simultánea de todas las rumas aplicando la técnica en retroceso, retroceso, la que se describirá en el siguiente punto. punto.
11.4.2 Quema en Retroceso. Es conocida también como Quema en Contra o Backfire. Consiste en ejecutar la operación de manera que el fuego se propague en contra del viento o bajando por la pendiente. Es la técnica más segura para controlar el comportamiento del fuego, porque su propagación es muy lenta, la intensidad de escaso monto y la longitud de llamas muy baja. Puede emplearse en diversas situaciones, pero siempre con presencia de viento o pendiente. Sin embargo, a pesar de los bajos niveles de temperatura que se provocan en el suelo, el fuego puede permanecer un período relativamente prolongado en un mismo punto, lo que conduce al consumo casi total del material fino y hojarasca y, un efecto más significativo en las propiedades y nutrientes del piso del b osque (efecto “smouldering” o de “rescoldo”). Esto significa que la técnica debe evitarse en lo posible en terrenos con materiales pesados, como desechos medios y pesados de explotaciones de árboles a tala rasa. Por lo mismo, la recomendación es aplicarla preferentemente en coberturas vegetales livianas y de baja altura, como rastrojos de cultivos agrícolas, o quemas bajo dosel en bosques ralos, con poda alta, sin sotobosque, de modo que solo se consuma el estrato superficial de la hojarasca. La técnica se aplica instalando una línea de encendido en la parte alta de la ladera o en el límite opuesto al efecto del viento. Luego, se deja que el fuego se propague libremente hasta llegar al otro extremo del sector. La operación puede acelerarse ejecutando un encendido frontal en el límite más favorecido por el efecto del viento o de la pendiente (Figura 11.4.2). Esta técnica requiere un contenido de humedad más bajo en los materiales finos, en comparación a otras modalidades de quema. Además, es más exigente respecto a la continuidad de los combustibles. combustibles. Dado el bajo monto de energía calórica calórica liberada, con frecuencia no es efectiva para eliminar materiales pesados. Su mayor inconveniente está en la lentitud con que se verifica la operación.
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I
II
Línea Inicial de Encendido
Avance de Línea en Retroceso
III
IV Dirección del Viento o de la Pendiente
Quema en Pleno Desarrollo
Término del Encendido
F I G UR A 11.4.2.- S ecuenci cuencia a de E ncend ncendii do en la Quem Quema en Re R etroceso troceso 11.4.3 Quema Frontal Se denomina también Quema a Favor o Head Fire. En este caso caso se pretende pretende aprovechar los los efectos ambientales para favorecer la propagación del fuego. Es decir, que la quema avance en la misma dirección del viento o que suba por la pendiente. Ha alcanzado un uso generalizado, porque se le considera como el tipo de quema que alcanza los mayores rendimientos de superficie tratada, por unidad de tiempo y por unidad de longitud de líneas de encendido. En la ejecución de la quema, el primer paso es instalar una línea de encendido en la parte alta de la ladera o en el límite más lejano al efecto del viento, de modo que la propagación se inicie en retroceso. Luego, cuando la quema haya avanzado un trecho suficiente (de 30 a 50 metros, dependiendo del comportamiento del fuego), se provoca el encendido frontal en el límite del sector opuesto al encendido inicial (Figura 11.4.3). La quema se se caracteriza por una una violenta propagación del fuego, con una alta tasa de intensidad calórica y, frecuentemente, con emisiones de materiales incandescentes. Se le considera como la técnica de mayor riesgo y difícil control, no siendo recomendable aplicarla, especialmente cuando los terrenos vecinos posean combustibles peligrosos o de alto valor. Por otra parte, las medidas de control y seguridad deben ser extremas. Los cortafuegos, por ejemplo, deben tener un ancho suficiente para contrarrestar el efecto de la radiación y la emisión de incandescencias. Al respecto, algunos especialistas recomiendan, para el límite del
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sector que recibirá el mayor impacto de la propagación, cortafuegos de un ancho mínimo de 30 m (en el caso de pastizales) hasta 50 o más (en roces pesados de vegetación nativa).
I
II
Línea Inicial de de En Encendido
Encendido Frontal
III
IV Dirección del Vi V i ento o de la Pendiente
Quema en Pleno Desarrollo
Término de la Quema
F I G UR A 11.4.3.11.4. 3.- S ecuenci cuencia a de E ncend ncendii do en la Quem Quema F r onta ontall La técnica puede emplearse en una amplia gama de situaciones diferentes, siempre que exista la seguridad de controlar la operación. No es recomendable aplicarla bajo dosel. A diferencia de la quema en retroceso, la técnica frontal por la violencia de la propagación, generalmente consume parcialmente los combustibles, y sus efectos sobre el suelo son significativamente menores.
11.4.4 Quema por Fajas Simultáneas. Sus otras denominaciones conocidas son Quema Quema por por F ajas Paralela P aralelass o Strip H ead F ire ir e. Posiblemente es el tipo de quema más versátil, por la capacidad que ofrece para la regulación del comportamiento del del fuego. Consiste en establecer líneas de encendido encendido sucesivas, paralelas paralelas al frente de propagación del fuego, que se instalan avanzando en contra del viento o descendiendo por la pendiente, pendiente, o bien, perpendicularmente a la resultante del efecto de ambos factores (Figura 11.4.4). Puede aplicarse en terrenos abiertos o bajo dosel. En el primer caso es factible emplearla para eliminar todo tipo de materiales combustibles, con distancias variables entre las líneas de encendido (20 a 80 m), dependiendo de los objetivos y el consecuente comportamiento del fuego deseado (a menores distancias, más bajos serán los niveles de velocidad de propagación y liberación de calor). Bajo dosel sólo debe emplearse para eliminar combustibles livianos, y requiere una poda de suficiente altura para evitar daños al follaje por la convección y el efecto
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scorch. La distancia entre las líneas puede variar de 2 a 10 m, dependiendo de la cantidad de materiales y los objetivos de la quema. La técnica, corresponde a la aplicación de diversas quemas frontales simultáneas, que se propagan por un trecho de baja extensión que impiden que el fuego alcance un comportamiento crítico. Por tal razón es segura y de fácil f ácil control, útil para la eliminación de materiales medios y pesados, pero requiere de personal con experiencia para determinar la distancia adecuada entre las líneas. En general es de costo moderado, por la rapidez con que puede ser tratado todo el terreno. Puede muy cara cuando están presentes grandes acumulaciones de materiales, y se requieren cortafuegos interiores o franjas despejadas para el tránsito y seguridad del personal.
I
II
Línea In Inicial de de En Encendido
Primera Fa Faja Pa Paralela
III
IV Dirección del Vi V i ento o de la Pendiente
Quema en Pleno Desarrollo
Término del Encendido
F I G UR A 11.4.4.- Secuencia Secuencia de de E ncend ncendii do en la Quem Quema por F ajas S i multáne ultáneas as
11.4.5 Quema por Focos Simultáneos. Se le conoce también como Quema Quema por por Puntos, Mancho M anchones nes o Spo Spot H ead F ire ir e. Es similar a la quema por fajas simultáneas, con la diferencia que no se establecen líneas de encendido continuas, sino por puntos o focos. Se basa en que los focos establecidos deben propagarse en diversas direcciones, pero antes que el fuego alcance un comportamiento conflictivo, estos focos se controlan al juntarse con sus vecinos (Figura 11.4.5).
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I
II
Línea Inicial de Encendido
Primera Línea de Puntos
III
IV Dirección dell V i ent de ento o o de la Pendiente
Quema en Pleno Desarrollo
Término del Encendido
F I G UR A 11.4.5.- Secuencia Secuencia de de E ncend ncendii do en la Quem Quema por por F ocos ocos Sim Si multáne ultáneo os Su aplicación es factible en una gran variedad de condiciones en espacios abiertos. La distancia entre los focos puede fluctuar entre 20 y 100 m, de acuerdo a la extensión y las características del terreno, como también de los objetivos perseguidos. perseguidos. También puede emplearse bajo dosel, pero debe ejecutarse sobre la base de una cuidadosa regulación del comportamiento del fuego. Representa la mejor modalidad en la eliminación de desechos de intervenciones silvícolas en bosques de pino insigne. En este caso, la experiencia indica que los focos deben situarse a entre 2 y 3 metros. El tiempo de quema puede ser menor que el de otras técnicas, y no requiere normalmente la instalación de cortafuegos o fajas interiores de acceso, por lo que su costo es normalmente bajo. Pero necesita personal experto para definir la distancia entre los focos. No es recomendable aplicarla en terrenos con pendientes medias a pronunciadas, ni con vientos de intensidad media a alta. En las quemas bajo dosel, cuando es bajo el contenido de humedad del combustible y la carga de materiales excede a 30 ton/ha, el encendido de todos los focos en un lapso breve puede significar un alto riesgo, por el efecto de tormenta de fuego.
11.4.6 Quema por los Flancos. Se le conoce además como Quema por Cuñas o Flank Fire. La técnica, a diferencia de otras formas de encendido, pretende pretende que el fuego no se propague en favor o en contra contra del viento o de la pendiente, sino que perpendicularmente al efecto natural de los factores señalados.
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Se aplica iniciando el encendido con una línea en retroceso en la parte alta de la ladera o del perímetro opuesto al efecto del viento. Luego, se establecen los encendidos simultáneos y paralelos, a partir de la línea inicial, en una posición normal, avanzando en contra del viento o bajando por la ladera (Figura 11.4.6). La distancia entre las líneas puede variar entre 20 y 80 m, según la extensión del sector, las condiciones del terreno y los objetivos de la quema. Con esta quema el fuego tiende a desplazarse entre las líneas, a consecuencia del efecto de vacío que se provoca en los callejones de llamas que se forman. Por tal razón se le reconoce como una técnica muy efectiva para la eliminación de combustibles livianos y pesados, con un bajo impacto sobre las propiedades del suelo, porque el calor se transfiere hacia arriba preferentemente. Por otra parte, es segura y de fácil control. El comportamiento del fuego es regulable con la distancia entre las líneas. También requiere personal experto y una adecuada coordinación para el avance simultáneo de los encendidos. Es aplicable en cualquier tipo de terreno abierto, excepto bajo dosel.
I
II
Línea Inicial de Encendido
Avance los Flancos
III
IV Dirección del Viento o de la Pendiente
Quema en Pleno Desarrollo
Término de la Quema
FIGURA 11.4.6.- Secuencia de Encendido en la Quema por los Flancos
11.4.7 Quema Circular Simple. También es conocida como Ring Fire. Su aplicación se basa en el encendido de todo el perímetro del sector a tratar. Dependiendo de la cantidad de personal y equipos disponibles, como también de las características del terreno y las condiciones ambientales, la línea de encendido perimetral puede hacerse simultáneamente o en forma gradual. Lo recomendable es
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iniciarla en el sector del perímetro más alejado al efecto del viento, o en la parte más alta del terreno, para posteriormente avanzar hacia ambos lados, hasta lograr que las líneas de encendido se junten en el lado opuesto (Figura 11.4.7). En lo posible, este tipo de quema debe aplicarse con ambientes calmos o vientos suaves (intensidad máxima de 3 km/hora), y en terrenos planos o con pendientes suaves (menores a 8%). Esto, porque la modalidad del encendido contribuye a la formación de una columna de convección de alto dinamismo en el parte central del sector. Por la misma razón, no debe ser aplicada bajo dosel. Además, en terrenos abiertos no es recomendable para eliminar desechos pesados o grandes cantidades de materiales. En cambio, es muy segura y eficaz para la reducción de desechos de explotaciones agrícolas (rastrojos) y materiales livianos. No es recomendable su aplicación bajo dosel.
I
II
Línea Inicial de Encendido
Avance en el Perímetro
III
IV Dirección del Vi ento o de la Pendiente
Quema en Pleno Desarrollo
Término de la Quema
F I GUR A 11.4.7.- Secuencia de E ncendido en la Quema Circular Simple
11.4.8 Quema Circular con Encendido Central. Es conocida también como Center F ire. Es similar a la quema circular simple, con la diferencia que antes del encendido perimetral debe establecerse un foco inicial en el centro del terreno (Figura 11.4.8a). Es muy rápida y, por lo general, el material combustible se consume completamente. No es recomendable su aplicación con vientos moderados a fuertes, ni en pendientes medias o abruptas. Con el encendido central, se reduce el dinamismo de la convección, lo que permite su empleo en la eliminación de materiales medios como desechos
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de explotaciones a tala rasa o de roces de vegetación nativa, con una carga de combustibles que no excedan a 80 toneladas por hectárea. Esta técnica es probablemente la de mayor eficiencia para la eliminación de rastrojos agrícolas. Por otra parte, es inconveniente aplicarla bajo el dosel de arbolados.
I
II
Encendido Central
Avance en el Perímetro
III
IV Dirección del Viento o de la Pendiente
Quema en Pleno Desarrollo
Término de la Quema
F I GUR A 11.4.8a.- Secuencia de E ncendido en la Quema con E ncendido Central El comportamiento se regula variando el lapso de espera para el encendido perimetral, una vez instalado el foco central. Otro modo puede consistir en el encendido de líneas circulares, alrededor del foco inicial, pero en zonas intermedias, para finalizar con el encendido perimetral.
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I
II
Encendido Central
Encendido de Primer Anillo
III
IV Dirección del Viento o de la Pendiente
Quema en Pleno Desarrollo
Término de la Quema
F I GUR A 11.4.8b.- Secuencia de E ncendido en Quema con Encendido Central y Anillos Paralelas Con presencia de viento o pendiente, no se recomienda instalar el foco inicial en el centro del terreno, sino que desplazado hacia la parte alta u opuesta al viento. Ello, con el objeto de reducir el efecto de la propagación frontal violenta que podría originarse.
11.4.9 Quema Chevron. Se conoce también como Quema E strella o Quema Centrífuga. Podría señalarse además, que corresponde a una variedad de quema por los flancos, con la diferencia que las líneas de encendido son divergentes. Es apta para tratar cerros completos o una parte de ellos, en los casos que la superficie sea homogénea, sin presencia de quebradas medias o profundas. Se inicia en la cumbre del cerro, haciendo bajar por la pendiente simultáneamente cuatro o más líneas en sentidos diferentes. A medida que encendidos descienden, la separación entre ellas incrementa, y la forma de la quema pasa a asemejarse a una estrella (Figura 11.4.9). Es una técnica segura, pero puede ser lenta dependiendo de las condiciones del terreno. No es recomendable aplicarla con presencia de vientos de intensidad media a alta. Al igual que en la quema por los flancos, requiere de una muy buena coordinación en el establecimiento de las líneas de encendido, que deben ser simultáneas y con una idéntica velocidad de avance.
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I
II
Encendido Central
Avance hacia el Perímetro Si nVi ento
III
IV
Quema en Pleno Desarrollo
Término de la Quema
F I GUR A 11.4.9.- Secuencia de E ncendido en la Quema Chevron (E strella)
11.5
EQUIPOS DE ENCENDIDO
Existe una gran variedad de equipos y dispositivos para la aplicación del fuego en la ejecución de quemas, que pueden emplearse especializadamente, según las condiciones del terreno y el objetivo perseguido. Es posible agruparlos en las siguientes categorías o grupos: Manuales, Proyectiles (Terrestres y Aéreos) y Dispositivos Especiales (Eléctricos, Láser).
11.5.1 Equipos Manuales. Corresponden a diversos tipos de antorcha y lanzallamas que, tal como lo indica la denominación del grupo, se operan manualmente. Entre los más conocidos se destacan los siguientes:
a) Antorcha Fusee (Candela, Fusee). Consiste en una barra de combustible sólido, similar a la utilizada en fuegos de artificios. La barra posee un dispositivo de ignición en uno de sus extremos (basado generalmente en un mecanismo de roce), que al ser activado emite una llama de corta longitud (de 10 a 20 cm). Dependiendo de la longitud de la antorcha, la llama puede durar desde 5 a 30 minutos, hasta que el combustible sólido se consuma totalmente.
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Es un elemento de fácil transporte por su peso y tamaño, de aplicación simple y que se le puede emplear en todo tipo de quema, preferentemente en aquellas con materiales livianos. Su mayor problema radica en la baja intensidad calórica de la llama, lo que a veces requiere disponer de demasiado tiempo para la instalación de una línea de encendido. Además, si se apaga la llama antes de completarse su consumo total, queda inutilizada para una próxima aplicación.
b) Antorcha de Goteo (Mechero, Drip Torch). También existen diversos modelos. Consiste en un recipiente metálico de capacidad de 3 a 7 litros, que contiene una mezcla líquida combustible (gasolina y kerosene), que puede ser evacuada por gravedad a través de un tubo que sale de su parte superior, con una mecha ardiente en su extremo, la que permite el encendido del combustible a medida que va saliendo. Es tal vez uno de los mejores equipos de encendido, por su seguridad, manejo simple, fácil transporte y mantenimiento. Es aplicable a todo tipo de vegetación, porque provoca un efectivo encendido, aunque a veces puede ser algo lento en materiales muy pesados
c) Lanzallamas (Flame Thrower, Flame Gun). Son similares a las antorchas de goteo, y difieren en que el combustible líquido (puede ser también con la misma mezcla) no es evacuado por gravedad, sino que por la presión de aire comprimido o de otro dispositivo instalado en el equipo. Los lanzallamas que se emplean en las quemas controladas expelen una llama de 60 a 120 cm de longitud. Son adecuados para la eliminación de desechos de explotación a tala rasa o limpia de terrenos para la forestación. Su transporte es manual. Su inconveniente principal consiste en que la flama no siempre provoca el encendido con rapidez, lo que puede significar la necesidad de repasar varias veces a los materiales, con un mayor consumo de combustibles. Por otro lado, su uso no es tan seguro como las antorchas de goteo, requiriéndose personal con experiencia para su manipulación.
11.5.2 Proyectiles Terrestres. Existe una amplia variedad de tipos, con diseños derivados normalmente de artefactos empleados con fines bélicos, tales como granadas, balas y bombas incendiarias, aunque, en los actuales momentos, la mayoría de ellos han sido fabricados con especificaciones que los ajustan exactamente a los requerimientos de las diferentes técnicas de quema. Pueden disponer de un encendido por contacto eléctrico, químico, o bien, por impacto o percusión. Se aplican lanzándolos a mano, con pistolas de salva (Very) o por medio de cañones cortos. Son útiles para encendidos mediante la técnica por focos, en terrenos de gran extensión y de difícil acceso. Bajo dosel, pueden ser empleadas pequeñas bombas incendiarias, depositadas o lanzadas manualmente. Su problema principal reside en el costo, además de implicar un alto riesgo, por lo que su uso debe estar restringido a situaciones especiales y con la participación de personal experto.
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11.5.3 Proyectiles Aéreos. Principalmente se refieren a bombas incendiarias y heliantorchas. También pueden ser considerados dentro de este grupo algunos tipos de proyectiles terrestres, como balas incendiarias y granadas, cuando pueden lanzarse desde una aeronave.
a) Bombas Incendiarias. Se pueden lanzar desde helicópteros o aviones. Se basan en compuestos químicos tales como permanganato de potasio o glicol etileno, contenidos en cápsulas pequeñas, que provocan una ignición por contacto o a base de una mezcla que provoca una reacción exotérmica de alta temperatura, en alrededor de 20 segundos. En este último caso, la aeronave debe poseer el equipo necesario para preparar la mezcla y regular el tiempo de lanzamiento entre una y otra bomba. Son útiles en grandes extensiones de terreno, para aplicar la técnica de encendido por focos. Por lo general la ignición es rápida y efectiva. Su mayor inconveniente es el costo, además de la necesidad de contar con personal especializado.
b) Heliantorcha (Helitorch). Es similar a la antorcha de goteo o mechero, con la diferencia que su dimensión es mayor, y al combustible líquido debe incorporársele una gelatina para lograr un peso y densidad más altos, a fin de asegurar su caída y efecto en el material que se desea reducir. La antorcha va adosada o colgada desde la base de un helicóptero, y la salida del combustible se ejecuta por medio de un mecanismo de control remoto en la cabina del piloto de la aeronave. Puede emplearse en la quema por focos y, también, en la instalación de líneas o fajas de encendido. Por su alto costo, su uso está restringido a terrenos de gran extensión. Otro inconveniente es su manipulación, que implica riesgos altos, tanto en la operación del helicóptero como en la aplicación del encendido. Además, con frecuencia la combinación de la gelatina con el combustible líquido provoca algunos problemas, por una incorrecta titulación de la mezcla.
11.5.4 Dispositivos Especiales. En la aplicación del fuego es posible utilizar una infinidad de equipos y aparatos especiales. Entre ellos puede ser interesante mencionar a los basados en instalaciones eléctricas y en rayos láser. a) Sistemas Eléctricos. Consisten en tendidos de cables, con un entramado variable en cuanto a su diseño, que depende de la técnica de encendido que se aplique, y con mechas de combustibles sólidos (generalmente gelatinas de gasolina) instaladas en los cruces de los cables conductores. La descarga eléctrica para provocar la ignición se efectúa normalmente con un dispositivo manual (tipo palanca o bombín), fuera del terreno, o mediante un control remoto. Posee la ventaja que se puede aplicar en el momento preciso deseado, con la localización exacta prevista de los puntos de encendido y una ignición simultánea (o gradual), en todo el terreno. Sin embargo, su empleo tiene varios problemas. Uno es el costo (la infraestructura de alambres y mechas sirve para un solo encendido); por otra parte, la instalación del entramado es compleja. También, en Estados Unidos, donde se ha estado
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aplicando el sistema, con frecuencia la fauna o el tránsito de ganado puede deteriorar las instalaciones, previamente al encendido. b) Rayos Láser. Su aplicación aún se encuentra en una etapa experimental, y su costo es todavía muy alto. Sin embargo, se le vislumbra con grandes posibilidades para el futuro, por la factibilidad de aplicar el sistema en cualquier tipo de quema y terreno, con una regulación exacta en la localización y oportunidad de los focos o líneas de encendido.
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CAPITULO 12 EVALUACIÓN ECONÓMICA DEL MANEJO DEL FUEGO 12.1
CONSIDERACIONES GENERALES
El manejo del fuego es un componente importante en los procesos forestales, porque representa un esfuerzo, a veces de consideración, dirigido a contrarrestar las pérdidas que se originan a consecuencia de la ocurrencia y propagación de los incendios forestales. Sin embargo, aunque existe clara comprensión de la necesidad de disponer los recursos necesarios para el control del fuego, está presente la permanente preocupación de la magnitud de la tarea que en tal sentido requiere hacerse y, también sobre el desconocimiento del impacto que efectivamente las medidas de prevención y combate provocan en la reducción de los daños. Desde 1975, las agencias públicas de los Estados Unidos responsables de la protección contra los incendios forestales, han incrementado su interés por analizar el tema. Existe inquietud por el aumento real de los gastos de los programas de manejo del fuego, sin que ello se traduzca en un beneficio claro o evidente. Por tal razón, el Servicio Forestal ha implementado diversos cambios en su política en la materia, entre los cuales se destaca la conveniencia de incorporar criterios de eficiencia económica en la formulación y evaluación de los planes de manejo del fuego. En tal sentido, la creación del SINAMI (Sistema de Análisis para el Manejo del Fuego), creado en 1978, ha significado un importante avance en la materia. En Chile también se ha manifestado la misma preocupación, que se expresa en la necesidad de determinar, por un lado, los niveles razonables de gastos y, por otra parte, sobre la forma como deben asignarse los recursos disponibles. Al respecto, Julio (1985), en un análisis de la protección de las plantaciones forestales, demostró la existencia de diversas debilidades o insuficiencias en los sistemas de manejo del fuego, entre las cuales se incluían los montos de gasto en la protección de las plantaciones forestales, que en su opinión no se ajustaban a los niveles recomendables, y que, además, se evidenciaba una insuficiente claridad sobre la forma de distribución de los recursos disponibles entre las diversas actividades que conforman la defensa contra el fuego. El tema de la determinación de niveles presupuestarios para el control de incendios forestales es un típico problema de eficiencia económica y, según la opinión unánime de los especialistas en la materia, es sumamente difícil abordarlo, por lo complejo que significa identificar y valorar los diferentes factores que lo afectan y, por la falta de información sobre algunos de ellos. Concretamente, en el caso de Chile, existen innumerables problemas en la determinación de los niveles razonables de gastos para la protección, derivados de los antecedentes que a continuación se exponen: a) La ocurrencia de incendios forestales es un fenómeno estocástico, que se caracteriza por un elevado grado de incertidumbre, dada la gran variedad de los factores que la condicionan: Estado atmosférico, calidad y condición de la vegetación combustible, comportamiento de la población humana, operaciones agrícolas y forestales y, en general, una amplia gama de factores de riesgo y peligro que hacen muy difícil
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pronosticar la oportunidad, localización y conflictividad de los fuegos que pueden producirse en terrenos rurales. b) Por otra parte, el manejo del fuego posee un gran dinamismo, por el permanente desarrollo tecnológico que esta disciplina ha demostrado, y también, por la constante evolución de las técnicas de intervenciones silviculturales en el manejo de bosques, que indudablemente influyen en la ocurrencia, la propagación y pérdidas que generan los incendios forestales. c) Las estadísticas de incendios forestales, aunque podrían calificarse como confiables en cuanto a los registros de ocurrencia (cantidad de siniestros y superficies afectadas), en general son incompletas e imprecisas en lo que respecta al valor de las pérdidas que se producen, especialmente en el caso de la vegetación nativa. d) Finalmente, la asignación efectiva de recursos para la protección con frecuencia es difícil de valorar con exactitud. Algunos aspectos, como los gastos operacionales directos de prevención, presupresión y combate, es posible identificarlos y calcularlos con una relativa facilidad. En cambio, otros aparecen confundidos dentro de actividades generales de las instituciones forestales, porque corresponden a programas utilitarios que benefician a la gestión global (radiocomunicaciones, construcción de caminos, capacitación, guarderías forestales, gestión administrativa, por citar algunas). A los puntos anteriores cabe agregar, continuando con el ejemplo de Chile, el constante proceso de cambios a que han estado sometidas las empresas forestales. El patrimonio territorial se ha incrementado permanentemente, y en algunos casos en forma acelerada. También ha sido notable la fusión entre empresas. Por otra parte, la modalidad de gestión para la protección ha venido variando, desde un esquema de ejecución directa a uno basado en la prestación de servicios de terceros, manteniéndose la duda sobre si este cambio haya representado un mejoramiento real de la prevención y el combate. Todo esto ha significado que la consolidación o "madurez" de la mayoría de los programas de manejo del fuego privados todavía no se ha alcanzado, no obstante el importante crecimiento que han experimentado desde 1979. Antecedentes extraoficiales revelan que las empresas forestales, en el año 2003, que operan programas de manejo del fuego para proteger un total cercano a 1.300.000 ha de plantaciones, estaban incurriendo en conjunto en un gasto anual promedio del orden de 14 millones de dólares, lo que representaba un monto promedio por hectárea algo superior a 10 dólares. Sin embargo, debe señalarse que ese monto de gasto no se determinó por medio de una evaluación económica del manejo del fuego, sino que más bien se estableció sobre la base de las experiencias que cada una de las empresas había adquirido en la protección de sus recursos forestales. De todas maneras, el gasto en protección, que siempre es significativo, promueve una constante preocupación por parte de las empresas, por el impacto que ejerce sobre la rentabilidad del negocio forestal, y porque no se tiene claro si es insuficiente, satisfactorio o excesivo. Tampoco es correcto establecer un estándar único o fijo para el gasto en todos los programas de manejo del fuego. Ello, porque los presupuestos para el control de incendios forestales pueden, técnicamente, variar notablemente de una situación a otra, por razones tales como:
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a) El tamaño del programa de manejo del fuego, en cuanto a la extensión y el valor del patrimonio territorial bajo protección, que puede permitir o limitar la implementación de operaciones de gran envergadura aprovechando el efecto de la economía de escala. b) La dispersión geográfica de los predios forestales, en el sentido de favorecer o dificultar la eficiencia en las coberturas territoriales, o la optimización misma de los diseños operacionales que se deseen establecer. c) Las condiciones de los terrenos forestales y las características de los bosques, en lo que respecta a las clases de edad, sistemas de manejo aplicados, accesibilidad, esquemas de rodales aplicados, etc., que afectan al esfuerzo de protección que debe desplegarse y a la respectiva resistencia al control. d) En general, los niveles de riesgo (probabilidad de ocurrencia de incendios) y de peligro (conflictividad en la propagación del fuego) existentes en las regiones donde se encuentra al patrimonio forestal a proteger, varían significativamente de acuerdo a su posición geográfica. El problema de la determinación del nivel de gasto, tal como se expresó anteriormente, no sólo está presente en Chile. En países con un alto desarrollo en el control de incendios forestales, como es el caso de EE.UU., Canadá o Australia, las apreciaciones en la materia son diversas, y ello ha significado una permanente polémica sobre los criterios que deben emplearse. En general, en la definición del nivel óptimo de protección, pueden distinguirse esencialmente dos tipos diferentes de criterios: Los basados en un análisis de eficiencia económica y, aquellos sustentados en indicadores simples o pragmáticos. Una breve descripción de los conceptos considerados en ambos criterios se presenta en los siguientes puntos.
12.2
CRITERIOS DE EFICIENCIA ECONÓMICA
La ciencia económica, que representa una valiosa herramienta para ser aplicada a toda actividad que dispone de recursos limitados para cumplir determinados objetivos, en el manejo del fuego puede entregar orientaciones respecto al monto razonable de medios que se requiere asignar para minimizar el daño que provocan los incendios forestales, y de qué modo debe distribuirse entre las diferentes tareas involucradas (prevención, combate, etc.). Diversos economistas se han referido al monto o nivel justificable de gastos en manejo del fuego, proponiendo modelos para establecer referencias para su determinación. La discusión se ha centrado principalmente en torno al Método Menos-Costo-Más-Daño (Least- Cost-PlusLost), que corresponde al nivel de gasto que minimiza la suma de todos los costos y daños. También es interesante el Análisis Beneficio/Costo, especialmente útil para comparar el costo efectivo del manejo del fuego con el costo efectivo de otros tipos de manejo. Estos modelos, junto a otros como el de la Tasa de Quema Permisible (Allowable Burn Objective), se describen a continuación.
12.2.1 El Método Menos-Costo-Más-Daño. El método se planteó en relación a las actividades del manejo del fuego consideradas como críticas, tales como el Tiempo de Ataque, el Esfuerzo de Presupresión, o el Esfuerzo de Manejo
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del Fuego. Pero, la consideración fundamental es que el nivel de protección se optimiza cuando los costos combinados de prevención (que incluye a la presupresión), supresión y daños son también óptimos. Estas tres funciones se consideran para variar la predictibilidad en los cambios de los niveles de gastos en presupresión, esfuerzo del manejo del fuego, o superficie quemada. Si el gasto en presupresión se imputa como una variable independiente, el daño originado por el fuego es visto como una función decreciente. En otras palabras, cuando incrementa el nivel de presupresión, el daño decrece. Los costos de prevención lógicamente también decrecen cuando aumenta la presupresión. El gasto en prevención es, en este esquema, una función incremental. El resultado de esta función combinada es una curva en forma de "U", en donde su punto mínimo de inflexión representa el gasto óptimo de presupresión. Uno de los primeros modelos conocidos para aplicar el método Menos-Costo-Más-Daño (LCPL) fue desarrollado por Sparhawk, en 1925. Su principio básico consistió en minimizar la suma del "Riesgo Total" (Total Liability, costos de supresión más recursos dañados) y del "Costo Primario de Protección (presupresión), tratando a los gastos de presupresión como variable independiente que determina el costo de supresión y el daño (Figura 12.2.1a).
F igur a 12.2.1-a.- F unción de Riesgo Total de Sparhawk. El riesgo total en el modelo es dependiente del riesgo de incendios, el que a su vez está supeditado al esfuerzo de presupresión, que varía con la resistencia al control, mano de obra disponible, accesibilidad (facilidades de transporte y detección), o la eficiencia de la supresión. Un mejoramiento en alguno de estos parámetros conduce a una disminución de la superficie quemada. Los incrementos en los gastos de la protección primaria también llevan a la reducción de la superficie quemada, y de las pérdidas si esa superficie se quema. El riesgo total, considerado como un conjunto, está inversamente relacionado con los esfuerzos primarios de protección. La suma del riesgo total y protección primaria corresponde a la actual función costo-más-daño a minimizar. Sparhawk identificó a la madera y al forraje como valores protegidos, y a las cuencas, suelo, recreación y vida silvestre como valores indirectos. Pero, sólo consideró al valor de la madera
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en pié por la escasez de información respecto a los otros beneficios y, también por considerar que el margen de error en la estimación del daño a la madera era superior al valor de esos otros beneficios. No le otorgó atención alguna a los beneficios potenciales por efectos del fuego. Flint (1928) también se interesó por el método LCPL. Su criterio fue similar al de Sparhawk, ya que también consideró al gasto de presupresión como variable independiente, aunque lo expresa en un porcentaje de la superficie protegida en lugar del gasto total (estimó que la superficie quemada era un mejor indicador del daño que los valores perdidos). Tal vez, las menciones de Flint se referían sólo a las pérdidas en maderas porque los registros disponibles de incendios eran antiguos, incompletos y poco confiables. Sobre los conceptos recién expuestos, Flint enuncia su principio de Protección Adecuada, expresándolo como: "El grado de protección que asegura la rentabilidad de la propiedad forestal, equivalente al promedio de las pérdidas del fuego y de otros agentes destructivos”,
habiendo expresando este concepto con el propósito de motivar a los inversionistas moderadamente conservadores para que colocaran sus capitales en los procesos forestales productivos. Hornby (1936), aplica una versión modificada del criterio de Sparhawk, en la que prefiere emplear a la superficie quemada en vez de los gastos de presupresión, como variable independiente, tal como se puede observar en la Figura 12.2.1b. El daño y los costos de supresión en este modelo se incrementan con el aumento de la superficie quemada. Por otro lado, los gastos de presupresión están en relación inversa a la superficie quemada. Hornby estuvo convencido que, en su supuesto, la estimación del LCPL podría ser correcta, aunque los daños fuesen difíciles de medir como una función del esfuerzo de presupresión. El sugirió, en cambio, la experimentación con diversos niveles de supresión, presupresión y daños resultantes, en diferentes temporadas y mediante el empleo de las combinaciones que fueran posibles de realizar con su modelo.
F I GUR A 12.2.1b.- Modelo Menos-Costo-Más-Daño de Hornby
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Headley (1943) fue el primero en intentar un análisis a través de políticas alternativas de control de incendios. Consideró en primer lugar a Valores Humanos (respecto a cómo los recursos forestales sirven a las necesidades humanas), postulando que ellos solamente se relacionaban con las restricciones de superficie o de tiempo en una forma irreal, debido a la falta de consistencia con los cambios naturales de la necesidades humanas y los valores de los recursos. El aceptó el método LCPL porque enfocaba a los valores humanos y porque consideraba que los recursos forestales, al servicio de las necesidades humanas, poseían diferentes valores en distintos tiempos y lugares. En otras palabras, su opinión era que el LCPL se podía adaptar a los cambios de las condiciones existentes, mientras que el área quemada permisible y los objetivos de tiempos de control tenían un menor dinamismo. Craig y otros autores rescataron el modelo en 1945 y 1946, en la zona de Los Apalaches. Aunque sus estudios fueron en principio empíricos y estuvieron orientados a su aplicación, su contribución a la teoría del LCPL fue algo sustancial, porque constituyó el primer intento de evaluar daños específicos en términos de recursos múltiples, y uno entre escasos especialistas en reconocer valores diferentes al de la madera. Empleando una estimación compuesta del daño, Craig propuso comparar los gastos para supresión y presupresión con los daños establecidos en los seguros, de manera que los gastos incrementales en dólares para el control resultarann, por lo menos, equivalentes a los correspondientes a la reducción de los daños (pérdidas y supresión). En términos de teoría, la mayor contribución de Craig es su reconocimiento a la necesidad de usar el análisis marginal, sugiriendo comparar diferentes niveles de costo-más-daño, en el límite que determine un rango razonable de protección. Arnold (1949) analizó diversos objetivos relacionados con el Adecuado Control de Incendios Forestales (Adequate Fire Control), concluyendo que el LCPL era preferible al criterio de la Tasa de Quema Permisible, o alguna otra medida de tiempo de control. Citó a Sparhawk, Flint y Craig en sus intentos de aplicar este método, pero señaló la insuficiencia de sus datos sobre costos y del recurso dañado. Propuso una variación del LCPL con el fin de minimizar los problemas identificados. Inicialmente, asumió ciertas relaciones funcionales entre variables: El Costo de Supresión (S) debía depender de la cantidad de hombres despachados y del lapso en que el incendio se estaba quemando antes del arribo de los recursos de combate (Tiempo de Ataque); la presupresión (P) tendría que ser inversamente proporcional al tiempo de ataque (al que denominó como Horas de Control, o Tiempo Permisible entre la detección y el ataque); y, el daño (L), correspondía a una constante por acre quemado. El modelo se construyó sobre tipos homogéneos de combustibles, incendios predecibles y un grado de peligro constante. Arnold derivó el LCPL para diversos niveles de presupresión, medidos en tiempo de ataque. Su variable independiente pasó a ser el tamaño de la fuerza de supresión, la que el optimizaba para cada tiempo de ataque seleccionado. Entonces, derivó a las curvas de costo total más daño sobre un rango de tiempos de ataque, en donde incluía los costos de presupresión y prevención y los recursos dañados (Figura 12.2.1c). La prevención, que en el modelo corresponde a la reducción de la ocurrencia, podía ser aplicada uniformemente o concentrada en puntos críticos. Los niveles óptimos de prevención se determinaban de la misma manera que el óptimo de supresión más daños, empleando el porcentaje de reducción de incendios forestales como la variable independiente, nuevamente sobre un rango de tiempos de ataque.
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F i gur a 12.2.1-c.- M ode odelo M enos-C nos-Cos osto to-M -Má ás-Daño s-D año de A r nold Mactavish (1965) trabajó con una versión expandida del modelo de Arnold. En un intento de introducir un mayor realismo, agregó el peso promedio de dos variables estocásticas como datos necesarios: La frecuencia de distribución de la intensidad del fuego, y la probabilidad de incendios concurrentes. Consideró a los costos de supresión como una función incremental del tamaño de las brigadas para un rango de intensidades intensidades del fuego, fuego, y la función costos de de supresión más daño en directa relación a los tiempos permisibles desde la detección hasta el primer ataque, para cada intensidad. Los costos de presupresión (detección, construcción de caminos, etc.) poseían una relación inversa a los tiempos permisibles. El valor mínimo de la suma de estas dos funciones indicaba el óptimo del costo-más-daño y del tiempo permisible. Con esta proposición más realista, Mactavish sugirió la necesidad de disponer de una variada información antes antes de implementar implementar la planificación. Parks (1964), también propuso al método LCPL para definir los objetivos de una organización de control de incendios forestales. Su aporte estuvo orientado en primer lugar hacia la identificación de las relaciones de costos en la protección, asumiendo inicialmente que el daño es directamente proporcional al área quemada y que, por lo tanto, el principal propósito del control de incendios debería consistir en evitar que el fuego alcance un tamaño conflictivo. El padrón de expansión e xpansión del incendio Parks propone, se presenta en la Figura 12.2.1-d, donde: TV = Tiempo de Ignición; Ignición; TD = Tiempo de Detección; TA = Tiempo de Ataque; TC = Tiempo de Control; TM = Tiempo de Liquidación.; y TF = Tiempo Final de Extinción.
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F i gura ur a 12.2.1d.- Padrón de E xpansi xpansió ón de de I ncend ncendii o de Parks Par ks Determinó que los tiempos permisibles más críticos eran la detección, el ataque y el control, los que identificó como factores de costos críticos de la siguiente manera: 1. 2. 3. 4. 5.
Un tiempo tiempo de de costo (transporte, logística) proporcional al tamaño tamaño de la fuerza de supresión (se asume una función lineal). Costos de otros apoyos apoyos de emergencia (comunicaciones, (comunicaciones, policía, policía, etc.), mientras el fuego está fuera de control. Costos en dólares de horas-hombre de las fuerzas de supresión (jornales, equipamiento, equipamiento, etc.), proporcional al total del tiempo requerido. Costos de mantenimiento mantenimiento de de los niveles niveles de organización organización de protección protección (se asumía una función constante). Costos de los recursos recursos dañados por unidad unidad de superficie (se asumía asumía una función constante en un nivel arbitrario).
Debido a que los costos variables y los daños son proporcionales al tamaño de la organización de combate y a los tiempos de ataque, los criterios de supresión deberíann basarse esencialmente en la rapidez y energía del ataque inicial. El modelo de Parks no reconoce a los efectos benéficos del fuego, ni establece diferencias entre los recursos dañados con los diversos objetivos del uso de la tierra, y se asume que el nivel de presupresión es fijo. Davis (1971) comparó el control de incendios con el control de plagas y enfermedades, el control de inundaciones, la defensa nacional y la protección contra incendios urbanos, en el sentido de que todos estos aspectos poseían objetivos similares (prevención de catástrofes) y resultados semejantes (reducción de daños). En consecuencia, todos ellos deberían ser tratados con el modelo del del LCPL. Sin embargo, Davis Davis reconoció algunas algunas de las limitaciones limitaciones del modelo, tales como la estimación de costos, la estimación de daños y los cambios en los costos asociados a los cambios en los daños. Indicó que la estimación de los costos era una tarea fácil, aunque se requería cuidado con la información que se recolectara, especialmente con los datos
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históricos. El problema de la estimación del daño no era simple, y mencionó que se debía hacer el esfuerzo de considerar exclusivamente valores transables en el mercado, y no preocuparse por la identificación o evaluación del daño de valores intangibles o sicológicos. Finalmente, Davis, en relación a los cambios de costos asociados a los cambios en el daño, señaló que se necesitaba de una "bola de cristal", debido a la dificultad de disponer series históricas de datos confiables y completos sobre sobre niveles de gastos y daños. El problema problema principal estaría en que realmente no se contaba con un procedimiento apropiado para efectuar tales estimaciones (daños con un esfuerzo cero de la organización de presupresión). Simard (1976) planteó otra aproximación teórica al problema. Reconoció dos fallas o fuentes de confusión en los trabajos previos. Primero, que se apreciaba una baja consistencia en la defensa de la variable independiente. Además, el diagrama del costo-más-daño se mantenía con una baja alteración, independientemente de cómo se hubiera definido el eje horizontal. En segundo lugar, las relaciones de las funciones de costo y daño con su función de producción subyacente para el área quemada, jamás habían sido explícitamente examinadas. examinadas.
F i gur gu r a 12.2.1e.12.2.1e.- M odelo delo de A nálisis nálisi s M argi arg i nal de Sim Si mmar d Simard desarrolló un función de producción hipotética para el área quemada, en términos de "esfuerzo esfuerzo de manejo manejo del del fuego fuego", y sosteniendo que ésta podía ser trasladada dentro del tradicional modelo LCPL (ya sea como superficie quemada o de esfuerzo de manejo del fuego), o bien, tratarla mediante el análisis marginal (por igualación del costo marginal de las "unidades de esfuerzo de manejo del fuego" con el daño marginal), como se puede apreciar en la Figura 12.2.1e.
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Simard determinó que esa era una función de daño marginal, representada por la primera derivada (pendiente) de la función de producción. Esto era más que una extensión de la teoría, porque econstituía una nueva nueva aplicación de producción económica. Era también consistente con las técnicas de optimización de la microeconomía empleadas en otras formas de producción y, en términos de la teoría económica era completamente clara. En resumen, el modelo de Simmard es el primero que trató los efectos benéficos del fuego por medio de una técnica analítica, en la que incluyó, más que cualquiera de los procedimientos desarrollados a la fecha, la mayor parte del escenario del manejo del fuego. Mills, en 1980, introdujo una variación importante en el modelo LCPL con el concepto del Valor Neto de los Cambios en la Productividad de los recursos afectados por los incendios forestales, estableciendo estableciendo que este valor, valor, sumado a la minimización minimización del costo, costo, constituía un criterio más adecuado para evaluar la eficiencia económica del manejo del fuego. Este criterio era una transformación de la maximización del valor neto presente que normalmente se aplicaba en los análisis de inversión. Estimó que la transformación era necesaria por la dificultad de estimar correctamente los efectos del manejo del fuego en la productividad de los recursos forestales (Figura 12.2.1f). En el cálculo del valor neto del cambio (NVC), el analista debía identificar el recurso afectado, definir los objetivos del manejo, determinar el área en la cual serían medidos los cambios en la productividad y, mantenerse muy cuidadoso en la especificación de los parámetros que describirían las situaciones a evaluar.
F i gur gu r a 12.2.1f 12.2.1f.-.- M ode odelo de del Cos C osto to más el el Valo V alorr N eto del del Ca C ambi o, segú segúnn Mi M i lls Las estimaciones del valor neto del cambio en los estudios de eficiencia económica son generalmente restrictivos en la medición de los efectos del fuego. Ello, porque algunos de los recursos afectados no pueden ser valorados en términos monetarios. Además, en las decisiones de manejo del fuego, el valor neto del cambio no combina los diversos efectos del fuego a través de un simple índice. Sin embargo, este criterio constituye en los actuales momentos
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quizás la mejor opción de estudio de la eficiencia económica en el control de los incendios forestales. El Valor Neto del Cambio, que es el cambio en el valor neto presente en la productividad de los recursos por efecto del fuego, puede calcularse de acuerdo a lo propuesto por Mills y Flowers (1985), que establecen la siguiente relación:
NVC = PNV1 - PNV2 en donde:
NVC = Valor Neto del Cambio. Neto Presente sin Incendios. PNV1 = Valor Neto Neto Presente con Incendios. PNV2 = Valor Neto En el caso que el fuego no afecte el valor por unidad, sino que sólo a la productividad de los recursos en el año de los incendios, el valor neto del cambio se puede simplificar en los siguientes términos:
NVC = V (Q1 - Q2) en donde: unidad de productividad productividad afectada por el el fuego. V = Valor por unidad productividad del área área afectada por el fuego sin incendios. incendios. Q1 = Nivel de productividad afectada por el fuego con incendios. Q2 = Nivel de productividad del área afectada El efecto del fuego en la productividad corresponde a la diferencia entre los niveles de productividad con y sin incendios, y no entre con o sin programa de manejo del fuego, como generalmente se considera considera en las evaluaciones evaluaciones económicas. El empleo de la referencia sin incendios es importante, porque el cambio en la productividad de los recursos podría ocurrir con la referencia del sin programa no es posible estimarla, por lo tanto, no es factible conocer cuál será el beneficio o el daño que provocan los incendios con una total ausencia del manejo del fuego. Si el fuego afecta al valor por unidad de productividad de los recursos, entonces deben estimarse separadamente los niveles de productividad, a través de la fórmula:
NVC = (V1) (Q1) - (V2) (Q2)
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en donde: unidad sin incendios. V1 = Valor por unidad unidad con incendios. V2 = Valor por unidad Esta situación podría presentarse en rodales con madera comercial, en donde el esquema de cosecha en el año de los incendios y el efecto del fuego no sólo afecte a los volúmenes, sino que también a los precios en pié, variando de buenos precios verdes (en el caso de sin incendios) a malos precios de recuperación (con incendios). Si el fuego afecta también a los calendarios de producción de los años siguientes, entonces todas las rentas netas de las situaciones con y sin incendios deben descontarse descontarse al año de los incendios. Si adicionalmente el fuego afecta a los costos de manejo, los costos del con y sin incendios deben incluirse en el cálculo. En síntesis, todo lo que afecte a la magnitud o al calendario de productividad, el valor por unidad de productividad, o a los costos de manejo, debe incorporarse al cálculo del valor neto del cambio. A su vez, todo lo que no cambie por efecto del fuego, debe ser ignorado. El valor neto del cambio es, entonces, el valor presente de los futuros cambios de productividad, de los valores y de los costos de manejo. manejo. No corresponde a una estimación del costo costo de reposición de los recursos afectados por el fuego. Por ejemplo, si un rodal de madera comercial en pié se quema, el valor neto del cambio estaría dado por el impacto de su futura productividad, y no por el valor presente de los costos de establecimiento del pasado. Estos costos del pasado están económicamente sumergidos y no pueden ser recuperados. Los costos de reemplazo podrían considerarse como una forma de valores de recursos cuando ellos poseen una razonable estimación del valor presente. Los costos de reemplazo de estructuras estructuras quemadas constituyen constituyen un ejemplo de costos de reemplazo, que pueden ser usados si la información de mercado no está disponible. Aunque el concepto es relativamente simple, el cálculo del valor neto del cambio ha sido llevado de diferentes maneras por los autores que lo han aplicado.
12.2.2 Análisis Beneficio/Costo. Uno de los métodos más conocidos en la determinación de posibilidades financieras de proyectos públicos y privados es el análisis beneficio/costo. beneficio/costo. En forma breve se puede señalar que este análisis busca identificar en los proyectos cuál es el retorno aceptable de cantidad de satisfacción (ingresos, flujo de beneficios) por unidad de inversión. Sin embargo, sólo unos pocos analistas lo han empleado, por la dificultad conceptual de medir los daños prevenidos. O'Connell (1971) propone que en vez de analizar opciones simples, todas las alternativas de manejo deberían ser tratadas con el beneficio/costo, para identificar los beneficios y los costos marginales. Advierte que todos los impactos (nacionales, regionales y locales) debieran ser contabilizados (esto es aplicable tanto para los usuarios del beneficio/costo como los del LCPL). El esquema que sugiere es una serie de iteraciones a través de modelos de programación lineal para varias alternativas de manejo, con una retroalimentación de los impactos del manejo mismo. Aunque O'Connell no discute su aplicación en el control de incendios específicamente, se muestra interesado en la planificación de recursos naturales, y la aplicación de sus resultados en la planificación del control control de incendios.
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Zinuvska (1972) afirma que el análisis de beneficio/costo podría ser usado para escoger entre la utilización de quemas prescritas para lograr determinados objetivos y otras actividades de manejo, empleando como argumento que en el manejo del fuego es posible aplicar el criterio beneficio/costo como en otros tipos de proyectos. Al igual que muchos otros autores, Zinuvska reconoce la necesidad de evaluar los valores no comerciales. El presiona por la necesidad de desarrollar métodos y prescripciones mejores. Jischke y Shamblin (1974) desarrollaron una aproximación única al análisis beneficio/costo por medio de su integración integración con elementos del LCPL. La figura del LCPL que ellos ellos sostienen puede puede ser usado como el modelo beneficio/costo, aunque ellos nunca lo explicaron Su criterio le otorga una especial atención a los costos, y no se refieren claramente a los beneficios o como medirlos.
12.2.3 Tasa de Quema Permisible. Muchos autores que han discutido el criterio de la tasa de quema permisible la han considerado como una restricción económica. Otros autores, sin embargo, se pronuncian en favor de políticas basadas en un límite de superficie quemada anual permisible, definida por medio de un análisis económico. Beichler (1940) prefirió seleccionar la tasa de quema permisible de una manera arbitraria, y planteó que podría determinarse por medio de una igualación igualación de los recursos perdidos y los costos costos (aunque la lógica económica para este método no la describió). Estaba convencido que la tasa de quema permisible debería basarse en lo que denominó como "control adecuado" (adequate control), el que tendría que estar relacionado con el valor del recurso. Sin embargo, no propone un procedimiento para calcular el valor de los recursos ni para el control adecuado, aunque aseguró que el control adecuado y "la exclusión total de los los incendios" (excepto como una herramienta de manejo) no son compatibles. Hornby (1939) propone emplear el LCPL para desarrollar un porcentaje de quema permisible del total del área, pero no especificó, al igual que Beichler, sobre como debe hacerse ésta determinación. Gibson y otros (1976), (1976), plantean algunas algunas innovaciones innovaciones con respecto respecto a la determinación determinación de la tasa de quema permisible. Proponen colocar en una matriz las clases de daños de incendios y las clases de grado de peligro, y determinar (aunque no aclaran cómo) una superficie de quema permisible para cada combinación. De ésta forma se podría compara a las actuales superficies quemadas y revisar si ellas ellas son mayores que las permisibles. Sugirió Sugirió no llevar a efecto una reevaluación si la superficie de quemas permisibles es mayor que la real o actual (aparentemente esto es considerado como poco crítico). La revisión, según planteó Gibson, Gibson, ayuda a contabilizar la productividad productividad de la tierra, cuáles recursos de dañan, destruyen o mejoran, y los cambios de productividad de los recursos, en el corto y largo plazo, tanto tangibles como intangibles.
12.3
CRITERIOS PRAGMÁTICOS
Como una alternativa al empleo de instrumentos del análisis de eficiencia económica en la determinación de niveles de gastos para el control de incendios forestales, dada las dificultades existentes en la identificación, caracterización y medición de las variables, en diversos países, se ha optado por empleo de indicadores simples, basados fundamentalmente en la experiencia histórica
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que se ha obtenido en la ejecución de operaciones de prevención y combate. Los más conocidos se describen a continuación:
12.3.1 Criterio del Presupuesto Forestal. Se fundamenta en la relación lógica que debe existir entre la magnitud de las operaciones forestales y la protección del recurso bosque que las sustenta. Por un lado, mientras mayor sea la actividad que se realice, más alto será el riesgo presente. Además, un uso más intenso del terreno, implica también una mayor valoración del mismo. En la aplicación de este criterio se establece que el presupuesto para la protección debe corresponder a un monto que varía entre el 1 y 2% del presupuesto forestal. Ahora, por presupuesto forestal debe entenderse aquel que incluye todas las partidas destinadas a cubrir los gastos fijos y variables de las operaciones forestales mismas, que van desde la preparación del terreno para la forestación, manejo y explotación, hasta los gastos complementarios tales como administración, capacitación y estudios. No se considera el valor del suelo ni el transporte de los productos desde el bosque a la fábrica o puerto. Por otra parte, debe señalarse que este criterio es adecuado para empresas relativamente estabilizadas en el negocio forestal, en las cuales ya se evidencia un equilibrio entre la formación de bosques y la utilización de ellos.
12.3.2 Criterio del Capital Forestal. Establece que existe una neta relación entre el valor del recurso bosque que está siendo administrado por la empresa forestal y el esfuerzo que debe desplegarse para protegerlo. Este criterio que se aplicó inicialmente en Estados Unidos, desde hace unos quince años se ha estado usando en Chile. El indicador del gasto, en este criterio, plantea un monto equivalente al 0,5 % del valor comercial del bosque bajo protección, como el respectivo nivel de gasto. En cierto modo, este criterio es similar al aplicado por las compañías de seguros con respecto a un determinado bien que se desea asegurar. A un mayor valor del bien, más elevada será el monto correspondiente al gasto en manejo del fuego.
12.3.3 Criterio de Daños y Gastos Históricos. Se fundamenta en que el esfuerzo para el control de los incendios forestales debe adecuarse en función de los problemas que se han producido en los períodos pasados. Para tal efecto, el criterio establece que el presupuesto para el manejo del fuego debe corresponder a una tasa del 30 al 50% del monto de los daños más los gastos en protección desembolsados en los años anteriores (se considera el promedio del quinquenio recién pasado). Este criterio, que también se aplicó originalmente en Estados Unidos, también ha sido utilizado con alguna frecuencia por las empresas forestales chilenas.
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12.3.4 Criterio del Producto del Sector Forestal. Es más adecuado aplicarlo en la determinación de presupuestos para programas nacionales de manejo del fuego, como sería el caso de la Corporación Nacional Forestal en Chile. Estuvo siendo utilizado por el Servicio Forestal de Estados Unidos hasta fines de la década del sesenta. Establece que el presupuesto para la protección del recurso forestal debe mantener una estrecha relación con el producto que el mismo sector está generando. Para tal efecto, plantea un monto de gasto equivalente que fluctúa entre el 1 y el 2 % del producto geográfico bruto del sector forestal. El criterio no ha sido aplicado aún en Chile. En general, y para un caso dado, lo recomendable es aplicar la mayor cantidad posible de los criterios señalados, y obtener como referencia final el valor promedio de todos ellos. Esto, con el objeto de reducir las distorsiones que se pueden producir con la aplicación de solamente uno de los indicadores.
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CAPITULO 13 MECANISMOS DE GESTIÓN EN EL MANEJO DEL FUEGO 13.1
CONCEPTOS GENERALES
Una gestión eficiente en el manejo del fuego, como toda actividad productiva, implica el diseño y la implementación de diversos mecanismos que faciliten el desarrollo de los procesos de planificación, programación, dirección, ejecución y control, en todos los proyectos, actividades o tareas que se requieren ejecutar. Los mecanismos de gestión para el manejo del fuego, que más adelante se describen, cumplen con la finalidad de maximizar la eficiencia en el funcionamiento de la organización establecida. Ellos abordan la protección contra los incendios forestales desde distintos puntos de vistas, en forma coordinada, a fin de clarificar y ordenar las diversas y complejas actividades que lo componen. Entre los mecanismos de gestión que se estiman de fundamental importancia para la operación del Programa de Manejo del Fuego en una organización forestal, cabe destacar a:
Sistema Planes, E squema Organizacional, Sistema de I nstrucciones y Sistema de I nformación. Con la aplicación de estos mecanismos es posible establecer un orden estructurado para el manejo del fuego, de manera de permitir un diseño apropiado para las operaciones, un efectivo seguimiento y una correcta evaluación de los resultados, lográndose con ello la base necesaria para el planteamiento y ejecución oportunos de las reformulaciones necesarias.
13.2
SISTEMA PLANES
Los planes son la expresión de la planificación, puesto que constituyen los elementos especializados para canalizar el diseño de los métodos efectivos para lograr propósitos u objetivos predeterminados. Los planes, a su vez, están estrechamente relacionados con los esquemas organizacionales, porque delinean estrategias, definen límites y establecen requerimientos para la realización de las actividades que deben llevarse a efecto. Por tal razón, en un programa de control de incendios forestales, al igual que otras actividades productivas, es relevante no sólo disponer de planes adecuadamente formulados, sino que también desarrollar la capacidad para la correcta interpretación de su contenido y crear las condiciones para su aplicación, dada su connotación de herramientas de gran utilidad. Esto último, particularmente en lo que respecta a: a) Cuantificación de las metas de desarrollo. b) Compatibilización del empleo de los recursos disponibles con las metas y plazos establecidos. c) Optimización del empleo de los recursos disponibles.
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En el control de incendios forestales es posible identificar una gran diversidad de tipos de planes, sin embargo, todos ellos pueden ser incluidos en algunas de las cuatro siguientes categorías: - PLANES DE DESARROLLO - PLANES OPERATIVOS - PLANES ESPECIALES - PLANES PREDIALES En los siguientes puntos del presente capítulo se lleva a efecto una descripción de los diversos planes que pueden ser considerados en el control de los incendios forestales.
13.2.1 Planes de Desarrollo Lo normal, en Chile, es considerarlos como planes a mediano plazo (horizonte de 5 a 10 años), por la dinámica de la ocurrencia y daños de los incendios forestales, derivada de la expansión de las plantaciones forestales, el incremento en la utilización de los bosques y el cambio de actitudes de las personas. Su propósito es establecer una secuencia de decisiones, de manera de ir logrando el cumplimiento de metas específicas en determinados plazos y llegar, al término del horizonte definido, un eficiente empleo de los recursos disponibles y, en consecuencia, al logro de los objetivos perseguidos por el manejo del fugo. Algunas actividades de la protección pueden requerir de un período de varios años para alcanzar su completa implementación, como ocurre con la detección basada en torres de observación. En cambio, en otras, se debe ir probando diversas estrategias opcionales para llegar a definir el esquema más eficiente, como, por ejemplo, la prevención realizada por medio de campañas de educación y difusión. En ese sentido, se evidencia como conveniente que el control de incendios forestales esté regido por un plan de desarrollo, ya que éste representa el marco de referencia para las acciones globales y específicas que deben efectuarse. Aunque el control de incendios no difiere de otras actividades productivas o de servicio, algunos de los términos usuales de esta actividad específica pueden conducir a algunas confusiones, pero ello sólo constituye un problema semántico. Por citar un ejemplo: el Estudio de Mercado en un Plan o Proyecto Normal, pasa a denominarse Diagnóstico en el presente caso. Lo importante en la formulación del plan de desarrolloes respetar todas las etapas o capítulos fundamentales que componen su estructura, que esencialmente son: I. Objetivos II. Diagnóstico de Incendios Forestales III. Evaluación de Cursos de Acción y Límites IV. Definición del Plan V. Programa de Asignación de Recursos
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13.2.1.1 Objetivos. Deben definirse en dos niveles: Generales y Específicos.
a) Objetivos Generales. 1. Plantear el esquema que debe alcanzar el programa de manejo del fuego al término del horizonte del plan. 2. Contemplar, dentro del esquema, soluciones parciales que deben ser abordadas por planes operativos anuales, a fin de cubrir satisfactoriamente los requerimientos que se determinen para los plazos inmediatos o intermedios. 3. Enmarcar el desarrollo del control de incendios dentro de un nivel razonable de protección, que derive de la identificación y evaluación de las medidas que se adopten, las inversiones y gastos a desembolsar y, los daños que presumiblemente se originarán. Todo ello en relación a la condición de los problemas presentes y los valores del patrimonio a proteger.
b) Ojetivos Específicos. 1. Orientar las acciones de desarrollo de acuerdo a las recomendaciones que emanen del diagnóstico de la situación actual y futura, referida a la magnitud de los problemas existentes y a la capacidad disponible para enfrentarlos. 2. Describir y fundamentar técnica y económicamente las actividades a contemplar dentro del plan, considerando aspectos tales como: -
Cantidad y organización de los recursos humanos y materiales requeridos. Localización y cobertura de las unidades operativas. Métodos y técnicas a aplicar. Manejo de la información, toma de decisiones y comando de operaciones. Perfeccionamiento, capacitación y entrenamiento del personal. Evaluación de resultados. Provisión de medios para la investigación e incorporación de nuevas tecnologías.
3. Para cada actividad considerada, describir el cronograma de implementación y ejecución, a fin de visualizar las metas y plazos para cada una de ellas. 4. Establecer las bases para la formulación de los planes operativos, especiales y prediales, a objeto que se ajusten a los delineamientos de desarrollo.
13.2.1.2 Diagnóstico de Incendios Forestales. Su propósito es evaluar el estado actual y futuro, en relación a la ocurrencia, propagación y daños de los incendios forestales, como asimismo, la capacidad existente para controlarlos eficientemente. El primer paso en el diagnóstico es la delimitación de la zona a cubrir con el plan. Con posterioridad, corresponde determinar las prioridades de protección de los diferentes
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sectores que componen la zona del plan. Finalmente, debe efectuarse la evaluación técnica y económica del control de incendios realizado.
a) Delimitación de la Zona del Plan. Deben delimitarse dos zonas: La Zona Total de Operaciones y la Zona de Interés Directo. La Zona Total de Operaciones corresponde al total del área de dispersión de predios a proteger, y su delimitación tiene por objeto estimar la amplitud máxima de cobertura de las operaciones de prevención y combate que se considerarán en el plan. Por su parte, la Zona de I nterés Directo, es aquella contenida dentro de los límites de los predios a proteger. También debe considerar a los terrenos vecinos o aledaños a los predios, en donde la iniciación de incendios puede representar un problema potencial para el patrimonio de la institución.
b) Determinación de Prioridades de Protección. Se refiere a la identificación y delimitación de los sectores que, en la zona total de operaciones del plan, representen diferentes niveles de exigencia o interés de proteger. La determinación de prioridades debe basarse en la integración de los resultados de tres análisis: Riesgo, Peligro y Daño Potencial. El procedimiento que al respecto debe seguirse, ya fue descrito en el Capítulo 4.
c) Evaluación Técnica del Control de Incendios Realizado. En esta sección del diagnóstico debe desarrollarse, sobre la carta de prioridades de protección, el análisis de las operaciones de control de incendios ejecutadas en las temporadas anteriores. Es necesario evaluar la cobertura y efectividad de las medidas de prevención y combate aplicadas, la organización establecida para tal efecto y, las técnicas y procedimientos utilizados. El propósito de esta evaluación es determinar la capacidad existente para contrarrestar el efecto de la ocurrencia, y en qué medida han sido correctas la orientación, la intensidad y la localización de las medidas aplicadas. En particular, se recomienda analizar las siguientes operaciones o actividades: * * * * * * * * * * * * * *
Prevención de Riesgos (Campañas de Educación y Difusión). Prevención del Peligro (Manejo de Combustibles). Evaluación del Grado de Peligro. Detección Terrestre y Aérea. Radiocomunicaciones. Abastecimiento, Movilización y Transporte. Comando de Operaciones y Despacho. Combate. Seguridad. Organización del Programa de Manejo del Fuego. Organización de la Institución en relación al Manejo del Fuego. Sistemas de Apoyo (Información e Instrucciones). Uso del Fuego Controlado. Mecanismos de Evaluación de Resultados, Estudios e Innovaciones Tecnológicas.
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d) Evaluación Económica del Control de Incendios Forestales. Su propósito es analizar el resultado de la asignación de recursos para la protección, tanto en lo que se refiere a los montos totales como a la distribución de los mismos en las diferentes actividades realizadas. Se requiere, en una primera etapa, reunir información relativa a los siguientes aspectos: * * * *
Inversiones y gastos históricos en control de incendios forestales. Gastos históricos ocasionados por los incendios forestales. Valor de los recursos bajo protección. Presupuesto de la Institución destinado a actividades forestales.
Además, es necesario contar con los antecedentes requeridos para la evaluación de la eficiencia del control de incendios forestales, para lo cual pueden emplearse, entre otros, los siguientes indicadores: * * * * * * *
Densidad de incendios forestales. Tamaño promedio de los incendios forestales. Distribución de los incendios forestales según categorías de tamaño. Gasto promedio por unidad de superficie protegida. Daño promedio por incendio y por unidad de superficie protegida. Tiempos efectivos y permisibles en la detección, despacho, movilización y control. Cobertura de unidades operativas en relación a las prioridades de protección.
13.2.1.3 Evaluación de Cursos de Acción y Límites. En esta sección corresponde desarrollar una recapitulación del diagnóstico. Es decir, las conclusiones obtenidas requieren interpretarse como el marco de referencia para las acciones que necesariamente procederá emprender. Es conveniente evaluar, a base a los antecedentes disponibles, la intensidad, orientación y cursos opcionales para el control de incendios forestales, tanto en sus aspectos generales, como también en todas aquellas actividades específicas que se determinen como relevantes. Concretamente, en la evaluación de cursos de acción y límites, corresponde definir el Nivel Optimo de Protección, y las Actividades a incluir en el Plan.
a) Nivel Óptimo de Protección. Puede definirse como aquel que, con gastos mínimos razonables, es posible asegurar el cumplimiento de los objetivos fijados para el control de incendios forestales. En la determinación del nivel óptimo de protección es conveniente aplicar alguna de las técnicas evaluación de la eficiencia económica, tales como el Análisis Beneficio/Costo, el Análisis Menor-Costo-Más-Daño o el Análisis Marginal. Si la información disponible es incompleta o de baja confiabilidad, es posible optar por indicadores de carácter pragmático, relativos al valor del capital bosque a proteger, las pérdidas que tradicionalmente se están ocasionando, el monto del presupuesto forestal o la magnitud del producto que genera la actividad forestal.
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Con la determinación del nivel óptimo de protección, ya es posible conocer el monto del total del gasto recomendable, el que deberá posteriormente distribuirse entre las diversas actividades específicas que se contemplen en el plan.
b) Delimitación de Actividades. Las conclusiones del diagnóstico deben orientar la definición de las líneas básicas a través de las cuales es necesario canalizar el control de los incendios forestales, y también para evaluar las actividades específicas de cada una de ellas. Esta evaluación debe expresarse en términos de reconocer la necesidad de incorporar nuevas tareas, o bien, de implementar, reforzar, mantener o disminuir el grado de intensidad que históricamente se ha estado aplicando para cada una de ellas. Posteriormente, procede calificar, de acuerdo a las posibilidades existentes y, en términos generales, la mejor opción de distribución presupuestaria para el conjunto de actividades definidas para el control de incendios forestales, manteniéndose siempre dentro de los límites fijados en la estimación del nivel óptimo de protección.
13.2.1.4 Definición del Plan. En este capítulo corresponde describir a las Metas, Plazos, Programas, Proyectos, Tareas e I nstrumentos a considerar en el Plan de Desarrollo. Todo ello de acuerdo a las referencias elaboradas en función de las prescripciones descritas en los capítulos anteriores. El Plan mismo puede ser clasificado, en lo que respecta a su ámbito técnico, en grandes secciones, cada una de las cuales debe contener diversas actividades u operaciones específicas: Prevención, Presupresión, Combate, Organización y, Evaluación y Estudios. Todas las actividades específicas que se propongan deben enmarcarse dentro de los delineamientos globales del plan de desarrollo, y para cada una de ellas se requiere elaborar el respectivo cronograma de implementación y ejecución. En el cronograma de cada actividad, es necesario considerar las soluciones puntuales a resolver, completa o parcialmente, mediante los planes operativos anuales que se formulen dentro del horizonte del plan de desarrollo, o por medio de los planes especiales o proyectos correspondientes. Por otra parte, los planes prediales también deben ser considerados en todas aquellas acciones que posean una localización territorial claramente definida.
13.2.1.5 Programa de Asignación de Recursos. El objetivo este capítulo es presentar un resumen de los requerimientos determinados para todas las actividades a considerar en el plan de desarrollo. Solamente basta indicar las necesidades globales y los plazos en que se necesita disponer de las asignaciones de recursos correspondientes. Para cada año, dentro del horizonte definido para el plan, es necesario indicar el monto monetario de los requerimientos, ordenados o clasificados en las siguientes categorías: Personal, E quipos, I nfraestructura, Servicios y Gastos de Operación. Igualmente, los
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ingresos que se generen con el funcionamiento del programa de control de incendios forestales, también deberán describirse.
13.2.2 Planes Operativos. Se pueden interpretar de dos maneras diferentes: Como un programa anual de actividades, o bien, como un plan a corto plazo. Se estima de interés, respecto a los planes operativos, revisar su ámbito y estructura.
13.2.2.1 Ámbito de los Planes Operativos. En general, los planes operativos están determinados por los períodos presupuestarios de la institución a la cual se encuentra adscrito el programa de control de incendios forestales. En ellos se describen las actividades a desarrollar en el período correspondiente, y se establecen los requerimientos para ejecutarlas. En el control de incendios forestales, a diferencia de otras actividades productivas, es difícil definir metas concretas o resultados esperados. La ocurrencia y daños dependen también de variables no controladas por el hombre (el clima, por ejemplo). No obstante, en alguna medida es posible utilizar indicadores que permitan evaluar la gestión a realizar desde un punto de vista cuantitativo (número de torres de detección instalar, kilómetros de cortafuegos, cursos de capacitación, etc.). También, la gestión una vez realizada es posible calificarla a modo de estándares tales como tiempos permisibles, proporción de incendios de un tamaño inferior a 5 ha, entre otros. Por tal razón, es conveniente describir a los planes operativos sobre la base de las medidas que se adoptarán, y no tanto por los resultados que espera con la aplicación de ellas. No es posible determinar con un grado suficiente de confiabilidad, previamente a la temporada de ocurrencia, el nivel de conflictividad que prevalecerá, o cuál será el impacto de la prevención y del combate que se ejecute. En ese sentido, se recomienda que contengan, con la mayor precisión posible, los detalles de las actividades programadas y los procedimientos que se observarán en la realización de ellas. Esto último es esencial para la evaluación que debe efectuarse al término de la temporada, la que normalmente se traduce en un Informe Final. Como es lógico suponer, la preparación de tal informe debe ceñirse, en lo posible, a la misma estructura empleada en el documento del plan operativo, a fin que la evaluación se lleve comparando lo programado con lo ejecutado. Además, en el informe final, es importante calcular algunos de los indicadores de eficiencia mencionados en el punto 2.2.2.4, porque pueden facilitar el análisis de la gestión desarrollada. Por otra parte, es conveniente indicar que los planes operativos no se deben formular para abordar situaciones aisladas en el tiempo ni en el espacio. Todos sus preceptos e instrucciones deben estar, en lo posible, dentro de los delineamientos fijados en el plan de desarrollo. Es indudable que, de acuerdo a las condiciones presentes en una temporada determinada, tales como la disponibilidad efectiva de recursos o el comportamiento del tiempo atmosférico, puede ser necesario adoptar algunas decisiones que no coincidan exactamente
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con los lineamientos establecidos. Sin embargo, no debe dejar de tenerse presente que los planes operativos, en esencia, deben constituir etapas del plan de desarrollo, con sus respectivas metas y plazos, y que la suma de ellos en el horizonte definido tiene que conducir al cumplimiento global de los objetivos perseguidos.
13.2.2.2 Estructura de los Planes Operativos. Una propuesta de esquema para los planes operativos se expone a continuación.
i. Antecedentes Preliminares 1.1 Descripción de la Institución y del Patrimonio a Proteger. 1.2 Descripción del Programa de Control de Incendios Forestales. Marco de Referencia para el Período (basado esencialmente en los resultados obtenidos en la temporada anterior).
ii. Resumen de Recursos. (Descripción de las instalaciones, equipos y personal, como asimismo, la organización de los mismos).
iii. Programa de Operaciones (Descripción de las actividades a desarrollar, incluyendo los diseños, procedimientos generales y asignaciones de recursos). 3.1 Prevención. - Educación y Difusión. - Reglamentación. - Manejo de Combustibles. 3.2 Presupresión. - Grado de Peligro. - Detección. - Radiocomunicaciones. - Infraestructura de combate. - Operaciones Aéreas. 3.3 Organización para el Combate. - Esquemas de Organización. - Planes de Preataque. - Pautas de Despacho. 3.4 Comando de Operaciones. - Centrales de Operaciones. - Sistema de Información. - Sistema de Instrucciones. 3.5 Uso del Fuego. 3.6 Actividades Extraprogramáticas. 3.7 Seguridad.
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- Selección del Personal. - Capacitación. - Entrenamiento. - Alimentación. - Equipamiento Personal. - Sanidad y Primeros Auxilios. - Prevención de Riesgos. - Control de Pérdidas.
iv. Dirección y Control 4.1 Diseño de Operaciones. 4.2 Seguimiento y Evaluación de las Operaciones. 4.3 Estudios e Innovaciones Tecnológicas. 4.4 Relaciones en la Institución 4.5 Relaciones Interinstitucionales.
v. Presupuesto 5.1 Gastos. 5.2 Inversiones. 5.3 Ingresos.
13.2.3 Planes Especiales. Están referidos a actividades específicas descritas en el plan de desarrollo, que pueden ser ejecutadas progresivamente a través de los planes operativos y que, por la naturaleza que poseen, sea conveniente formularlas separadamente.
13.2.3.1 Proyectos. Podría asumirse que los planes especiales corresponden a los proyectos del plan de desarrollo, en todos los casos en que la actividad o materia involucrada sea relevante y posible de identificar en el tiempo y en el espacio. Por otra parte, en la estructura de un proceso de planificación, el proyecto puede ser considerado como una unidad de inversión en el establecimiento de un programa, y su formulación debe estar ceñida a un esquema coherente, factible de llevarse a la práctica de una manera independiente. También puede plantearse que un proyecto corresponde a una unidad de actividad de cualquier naturaleza, que requiere para su realización del uso o consumo inmediato, o a corto plazo, de algunos recursos escasos o limitados (financiamiento, personal, equipos, tecnologías, etc.), aún sacrificando beneficios actuales y asegurados, en la esperanza de obtener en el futuro próximo retribuciones que superen a las que se logran con el empleo actual de dichos recursos. En el control de incendios forestales, la mayoría de las actividades pueden formularse a modo de proyectos, porque obedecen a demandas precisas (objetivos), posibilitan la
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selección de un curso de acción entre varias opciones, son ejecutables independientemente, y sus resultados pueden analizarse mediante los indicadores y técnicas usuales de la evaluación de proyectos.
13.2.3.2 Etapas en la Realización de un Proyecto. Un proyecto, desde la idea inicial hasta su ejecución y puesta en marcha, es un proceso continuo en el que se combinan o suceden, permanentemente, consideraciones de orden técnico y económico. Este proceso se lleva dentro de un cuadro de factores políticos, sociales y económicos, que pueden traducirse en reglas y situaciones de una variada gama, que influyen sobre sus características técnicas y la correspondiente factibilidad económicofinanciera. El proyecto se lleva a cabo en una sucesión de etapas, que siguen un orden claramente definido:
a) Identificación de la Idea. Se considera un hecho relevante que posteriormente pasa a constituir el objetivo del proyecto. Se realiza en esta etapa un primer análisis de la idea, para establecer en forma preliminar su vialidad técnica y económica. b) Anteproyecto Preliminar. Se estudia la idea con una suficiente profundidad para confirmar su factibilidad técnica, así como su interés económico, según sea la naturaleza del posible proyecto. c) Anteproyecto Definitivo. Se definen diversos aspectos, en otros, las características del mercado, alternativas de procesos, tamaño, volumen físico, localización, financiamiento, rentabilidad, calendario, etc., para cada una de las opciones que se identifiquen. d) Diseño Final o Ingeniería. Viene a representar, después del análisis de los antecedentes anteriores, la elección de la mejor opción (proyecto definitivo), y los ulteriores detalles para su implementación y puesta en marcha. e) Puesta en Marcha. Es iniciar la ejecución del proyecto. f) Control de Avance. La evaluación permanente de los resultados parciales y de los objetivos terminales del proyecto. 13.2.4 Planes Prediales. 13.2.4.1 Relaciones con el Sistema de Planificación. Los predios (separadamente o en conglomerados), corresponden a las unidades territoriales del patrimonio forestal que debe ser protegido. Por lo tanto, hacia ellos deben enfocarse las acciones directas o indirectas que están siendo definidas en los distintos tipos de planes de manejo del fuego. Por lo general, cada predio representa una situación especial, en cuanto a su localización, accesibilidad, topografía, cursos de agua, faenas en realización, tipo y condición de la vegetación, microclima, etc. También, entre ellos pueden existir diferencias apreciables con respecto al riesgo, peligro y daño potencial, o bien, de acuerdo a la disponibilidad y calidad de los recursos para apoyar la prevención y el combate.
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Si bien es cierto que el propósito de los planes de desarrollo, operativos y especiales de control de incendios, es velar por la adecuada protección del patrimonio forestal, por lo general en ellos no se considera con una suficiente especificación a las situaciones puntuales que constituyen los predios. Como consecuencia, es frecuente que suceda, cuando se inicia un incendio en un predio determinado, que no se tengan antecedentes claros, completos o detallados del lugar afectado. Entonces, dentro de la consideración sobre la inserción del plan predial dentro del sistema global de planificación, los objetivos primordiales de este instrumento son, en primer lugar, facilitar la disponibilidad de información ordenada sobre los requerimientos y condiciones para la protección y, en segundo término, proporcionar pautas claras de acción para la prevención, presupresión y combate. El plan predial, en principio, debe estructurarse de una manera similar a la de cualquier otro tipo de plan. Esto es, incluyendo la evaluación de las condiciones existentes en el lugar, el pronóstico de problemas potenciales, la calificación de las actividades que se requiere implementar, la programación de tareas y la descripción de los recursos necesarios para el cumplimiento de los objetivos del control de incendios forestales.
13.2.4.2 Estructura de los Planes Prediales. Concretamente, la estructura del plan predial podría plantearse siguiendo el esquema que se presenta a continuación:
i. Descripción del Predio - Antecedentes Generales. - Cartografía Básica. - Prioridades de Protección. - Recursos Disponibles para la Protección.
ii. Evaluación de la Protección Realizada - Análisis de la Ocurrencia Histórica. - Medidas de Prevención. - Medidas de Presupresión. - Organización para el Combate. - Uso del Fuego. - Estándares de Eficiencia. - Coordinación Central.
iii. Programa de Operaciones en el Predio - Educación y Difusión. - Manejo de Combustibles. - Detección Predial. - Abastecimiento y Servicios. - Movilización y Preataque. - Organización para el Combate.
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- Seguridad. - Infraestructura. - Relaciones con Vecinos. - Relaciones con otras Instituciones y Empresas.
iv. Programa de Operaciones Centralizadas - Prevención General. - Detección General. - Radiocomunicaciones - Cobertura de Unidades de Combate. - Sistema de Instrucciones. - Sistema de Información. - Capacitación. - Comando y Coordinación General.
v. Programa de Asignación de Recursos - Personal. - Equipos y Herramientas. - Instalaciones. - Calendario de Inversiones y Gastos.
13.3
ESQUEMA ORGANIZACIONAL
Con frecuencia se establece una analogía entre el control de incendios forestales y las operaciones militares. En ambos casos existe un territorio que debe ser protegido de la acción de un enemigo, que puede atacar sorpresivamente y en cualquier lugar, al que sólo se puede neutralizar actuando oportunamente, en forma organizada, disponiendo de los recursos apropiados y, enfocando los esfuerzos preferentemente hacia las debilidades que posee, o en los frentes donde se pueden originar las mayores pérdidas. Lo anterior implica el desarrollo de sistemas de pronósticos de los problemas que se pueden presentar, su caracterización y el diseño de las operaciones que permitan un eficiente control. Es necesario, que las operaciones se basen en planes detallados, preparados con una suficiente antelación, implementados con el personal y equipos adecuados, apoyados por dispositivos de alerta, despacho y movilización y, por sobre todo, empleando esquemas organizacionales que se ajusten a la naturaleza de la tarea de combate que se requerirá aplicar. Toda administración debe poseer un esquema organizativo, que permita el ordenamiento de empleo de los recursos disponibles para el cumplimiento de los objetivos institucionales. En el caso del control de incendios forestales, el esquema puede contemplar los siguientes componentes:
a) Funciones. Que son las orientaciones y especificaciones generales establecidas para enmarcar las actividades a desarrollar. b) Límites. Constituyen la definición precisa de los escenarios o ambientes a través de los cuales deben aplicarse las actividades el control de los incendios forestales.
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c) Estructura. Corresponde a la identificación y de las unidades, su organigrama, descripción de relaciones jerárquicas y funcionales entre ellas y, el rol preciso que les compete. d) Descripción de Cargos . Define la adscripción, requisitos, responsabilidades, atribuciones y relaciones de cada persona de la organización. e) Procedimientos. Es el conjunto de reglamentos, manuales, instructivos y otras normativas que deben observarse en el ejercicio de las funciones asignadas.
13.3.1 Funciones. Tradicionalmente se agrupan las funciones en un programa de control de incendios forestales en cuatro líneas, que resumidamente se describen a continuación.
a) Prevención. Le corresponde llevar a efecto las medidas tendientes a evitar la ocurrencia de incendios forestales, como así también las acciones precautorias, dispuestas de antemano a la iniciación del fuego, para impedir o limitar la propagación del fuego. b) Presupresión. Canaliza el diseño, programación y ejecución de las actividades dirigidas a pronosticar, detectar y reportar la iniciación de focos, despachar y, movilizar unidades de combate. Incluye, además, el comando de las operaciones mismas, la organización y preparación de los recursos de combate y el manejo de la información requerida. c) Combate. Está referida a la acción concreta de extinción de incendios forestales, de acuerdo a los recursos, diseños operacionales y estrategias definidos e implementados en la presupresión. d) Uso del Fuego. Está referida al empleo del fuego como herramienta de trabajo en el manejo de los recursos agrícolas y forestales, velando que la aplicación de ese elemento se lleve eficiente y cuidadosamente, y que permita la obtención de resultados favorables, en lo que respecta al balance de efectos positivos y negativos. 13.3.2 Límites. Establecen el marco de referencia para el desarrollo de las actividades contempladas en el control de incendios forestales, desde los puntos de vista territorial, físico y funcional.
a) Límites Territoriales. Definen las fronteras geográficas de la zona que serán apoyadas con las operaciones prevención, presupresión, combate y uso del fuego. b) Límites Físicos. Son las referencias, en cuanto a la intensidad con se aplicaran las actividades de manejo del fuego. Se establecen, por lo general, según los recursos disponibles, los que a su vez, deben estar ajustados a las metas establecidas para el período respectivo de operaciones.
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c) Límites Funcionales. Define las actividades que deben realizarse y la coordinación requerida con otros programas relacionados o con los cuales la tarea deba ser compartida. Algunas operaciones, como el uso del fuego, el manejo de combustibles, o la explotación de las radiocomunicaciones, por citar algunos ejemplos, deben definirse con precisión a fin de eludir situaciones de confusión en cuanto a las responsabilidades y acciones comprometidas. 13.3.3 Estructura. Está constituida básicamente por dos elementos: El Organigrama y la Descripción de Funciones del programa de control de incendios forestales. En el Organigrama se identifican y representan gráficamente todas las unidades del programa, sus posiciones jerárquicas, líneas de autoridad y las relaciones funcionales. Siempre debe tenerse presente que el organigrama está referido a unidades y no a personas. La Descri pción de F unciones está referida al rol que le compete a cada unidad y sus relaciones con otras unidades del programa o de la institución. Las definiciones deben ser precisas, especialmente en las materias relevantes, a fin de evitar interpretaciones equívocas en las atribuciones y responsabilidades asignadas. Se observa con frecuencia en diversas instituciones que, por el hecho de haberse confeccionado un organigrama, se entienda en forma implícita las funciones de las diferentes unidades. Al respecto, es necesario reiterar que el organigrama es solamente un gráfico de la institución, y es insuficiente para entender cabalmente el desenvolvimiento del esquema organizacional. Normalmente en el sector forestal, en las instituciones públicas y las grandes empresas, los programas de control de incendios forestales poseen una estructura compuesta por dos niveles: La Organización Central y la Organización Territorial. a) Organización Central .- Está conformada por una jefatura principal y por diversas unidades asesoras o auxiliares, requeridas para la planificación, dirección, coordinación, supervisión y evaluación de las actividades que desarrollan las instancias ejecutoras del control de incendios forestales. b) Organización Territorial .- Está compuesta por unidades geográficas (regiones, provincias, zonas, distritos, comunas o predios), y es la que se encarga de la ejecución de las actividades programadas, dentro de los lineamientos establecidos por la jefatura central. A las unidades territoriales, también les compete, en el ámbito correspondiente, la planificación, programación, supervisión y evaluación de las operaciones de prevención y combate. Lo normal es que la estructura sea netamente vertical, destacándose la dependencia directa de las jefaturas territoriales con la jefatura central. No obstante, es frecuente que el nivel territorial para el control de incendios forestales dependa de la organización territorial de la institución. En este caso, la relación entre las jefaturas central y territorial del programa es sólo de carácter funcional, aunque la primera puede lograr un efecto de control indirecto apoyándose en la línea jerárquica principal (Director Nacional - Director Territorial) y, también, por la capacidad que posee en la decisión en la asignación de recursos.
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Es importante señalar que las relaciones funcionales poseen sólo un carácter de instrucciones técnicas, que requiere ceñirse a los criterios y normas generales del programa y que, por lo tanto, no debe afectar la verticalidad de la autoridad jerárquica. Es esta última la responsable de las situaciones concretas que se generan y, ante la presencia de interpretaciones diferentes sobre una materia determinada, procede que cada unidad efectúe sus tareas del modo indicado por su responsable jerárquico, mientras no sea aclarada la diferencia por parte de una autoridad superior.
13.3.4 Descripción de Cargos. Su propósito es identificar y caracterizar los cargos o asignaciones de tareas del personal adscrito al programa de protección. La descripción de cargos debe considerar los siguientes aspectos:
a) Nombre del Cargo. Todos los empleados o funcionarios deben tener definida su posición o cargo, y en lo posible con una denominación codificada. b) Adscripción del Cargo. Se refiere a la unidad a la cual pertenece el cargo. Es inconveniente la existencia de personas que no dependan de alguna unidad, cualquiera que sea el tipo de contrato que exista con la institución. c) Requisitos del Cargo. En cada cargo deben estar estipuladas las condiciones que se exigen para asumirlo. Lo usual es establecerlas a base del grado de estudios, la especialidad requerida, y la experiencia en la función respectiva. d) Relación de Dependencia. Es la identificación del cargo ejercido por el jefe directo o superior inmediato. e) Relaciones de Supervisión. Corresponde a la identificación de los cargos de las personas subordinadas o subalternas. f) Relaciones Funcionales. Es la identificación de los cargos de personas con los cuales se requiere una coordinación, ya sea técnica como administrativa. g) Responsabilidades del Cargo. Es la descripción de funciones y actividades del cargo, como asimismo sus atribuciones y obligaciones. 13.3.5 Procedimientos. Se refiere al material informativo requerido para la adecuada interpretación de las políticas de la institución, objetivos perseguidos, criterios y, modalidades de ejecución de las tareas contempladas. Los procedimientos, que normalmente se ordenan en un Manual de Procedimientos, en el caso del control de incendios forestales constituyen un mecanismo de gestión de enorme importancia, por la precisión, oportunidad y coordinación con que deben ejecutarse muchas de sus operaciones. La importancia de los procedimientos en la protección, ha hecho recomendable que se les considere como un mecanismo de gestión diferente al del esquema organizacional, aunque
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conceptualmente conforman un sólo conjunto. Por esta razón han pasado a calificarse como un Sistema de Instrucciones, cuyos aspectos más relevantes se exponen en las páginas siguientes.
13.4
SISTEMA DE INSTRUCCIONES
El funcionamiento de un programa de control de incendios forestales debe regirse por un Sistema de Instrucciones, a través del cual se proporciona la base para la interpretación de la política institucional, el conocimiento de los objetivos perseguidos, la aclaración de los criterios y modalidades en la ejecución de las tareas contempladas y, en general, las normas establecidas para el adecuado desenvolvimiento de la organización. El sistema de instrucciones, que comprende un conjunto de reglamentos, manuales, instructivos y circulares, se compone de dos partes: I nstrucciones E xternas e I nstrucciones I nternas. Las primeras, que se originan fuera del ámbito del programa de control de incendios forestales, establecen normas para todo el personal de la institución. Estas pueden emanar de Consejo Superior, la Dirección Ejecutiva, Gerencia u otras autoridades jerárquicas superiores al programa. En cambio, las instrucciones internas se generan en el seno del programa de manejo del fuego, y sólo son aplicables al personal adscrito a él. Por lo general son de carácter técnico, por cuanto aquellas de índole administrativa o financiera se contemplan en las normas externas, sancionadas por las instancias superiores de la institución.
13.4.1 Componentes del Sistema de Instrucciones Internas. El sistema debe abarcar todo el campo de actividades y operaciones asignadas al programa de control de incendios forestales, y representa un conjunto armónico de elementos tales como: Reglamentos, Manuales, I nstructivos y Circulares. Debe indicarse que estrechamente ligado al sistema de instrucciones está el Sistema de Información. Este último puede definirse como un mecanismo administrador de los antecedentes que se generan con el control de incendios forestales, los cuales deben ser registrados y procesados en forma permanente, a fin de apoyar la planificación y programación de actividades, y para sustentar la toma de decisiones en situaciones coyunturales y estructurales.
13.4.1.1 Reglamentos. Contienen las normas que rigen al personal en relación a su comportamiento laboral, los derechos que posee, las restricciones a tenerse presente en el empleo de los medios y recursos existentes y, en general, las autorizaciones y limitaciones para el ejercicio de determinadas actividades. Entre los reglamentos recomendables para un programa de manejo del fuego cabe destacar a los siguientes: -
Seguridad. Campamentos de Brigadas. Explotación de Radiocomunicaciones. Prevención en Faenas Forestales.
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- Uso del Fuego. - Operaciones Aéreas. - Operaciones de Contratistas.
13.4.1.2 Manuales. Contienen descripciones conceptuales y, en general, las especificaciones técnicas de los diferentes aspectos involucrados en las operaciones y actividades del programa. El propósito esencial es proporcionar el conocimiento para la mejor comprensión de las tareas que deben ser ejecutadas. En tal sentido, un manual debe ser considerado como un texto guía o de estudio, que normaliza el empleo de términos y facilita la interpretación del origen, desarrollo y efectos de los diferentes procesos de la prevención, presupresión, combate y uso del fuego. Lo adecuado en la preparación de manuales es procurar que constituyan conjuntos coordinados de conocimientos, que simplifique su volumen y evite las contradicciones o duplicidades. Para ello, su implementación debe estar orientada dentro de líneas claramente establecidas, en las cuales se aborde particularmente los aspectos más relevantes del control de incendios forestales. En principio, un programa de manejo del fuego debiera contemplar especialmente los siguientes manuales: - Comportamiento del Fuego. - Prevención. - Manejo de Combustibles. - Meteorología y Grado de Peligro. - Detección. - Despacho. - Operación y Mantención de Equipos. - Radiocomunicaciones. - Combate. - Uso del Fuego. - Preparación Física. - Seguridad. - Primeros Auxilios.
13.4.1.3 Instructivos. Corresponden a la instrumentalización de los reglamentos y manuales, porque en ellos se describe en forma detallada y precisa, los procedimientos tanto técnicos como administrativos que deben observarse para la ejecución de cada operación o actividad relevante del programa. En general, deben considerarse como instrucciones permanentes, porque las prescripciones contenidas es conveniente que se proyecten por un período superior a un año (contemplando las actualizaciones necesarias en cada temporada), para evitar confusiones o equivocaciones por efecto de cambios frecuentes en su contenido. Al igual que los manuales, los instructivos deben constituir un conjunto armónico, consecuente con las normas y conceptos técnicos involucrados al programa de manejo del fuego y, preparados de acuerdo a pautas generales claramente establecidas. Debe evitarse la tendencia de emitir instructivos para resolver situaciones específicas o aisladas, que se presenten esporádicamente.
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13.4.1.4 Circulares. Corresponden a instrucciones temporales, que complementan a los instructivos, y que se emiten para dar órdenes rápidas requeridas por problemas coyunturales, que afecten el desarrollo del control de incendios forestales por lapsos cortos (que no excedan a una temporada), o cuando la vigencia de sus prescripciones pueda perder validez en un período próximo inmediato.
13.4.2 Administración del Sistema de Instrucciones. 13.4.2.1 Conservación y Manejo. El sistema, constituido por reglamentos, manuales, instructivos y circulares, debe ser operado en forma continua, de manera de lograr los siguientes propósitos: a) Asegurar el conocimiento y la disponibilidad oportuna de normas y preceptos que regulan el programa. b) Lograr que las instrucciones estén normalizadas, sin duplicidades, vacíos o contradicciones, y que correspondan estrictamente a las necesarias, evitando detalles inútiles. c) Identificar, clasificar y codificar adecuadamente a todas las instrucciones, a fin de facilitar su búsqueda y empleo por parte del personal. d) Procurar la actualización permanente del sistema. En general, debe indicarse que para el eficiente manejo del sistema, es necesario que la dirección del programa de control de incendios forestales disponga de los medios necesarios para su permanente implementación y actualización. También cabe señalar la conveniencia de que las normas y otros elementos que contenga sean conocidos y sancionados por las autoridades que supervisan al programa, de manera de contar con el apoyo jerárquico necesario para su aplicación.
13.4.2.2 Codificación. En la preparación y manejo del sistema de instrucciones es importante lograr que sus componentes conformen un conjunto armónico y equilibrado, con el cual se cubran satisfactoriamente los requerimientos del programa de control de incendios forestales. Por tal razón, es conveniente identificar subsistemas, que permitan la clasificación de todas las materias que deben ser normadas. Los subsistemas, debidamente ordenados y codificados, de acuerdo a una secuencia lógica, contribuyen a la conservación y manejo eficientes del sistema de instrucciones, representando ello las siguientes ventajas concretas: a) La ubicación rápida de un procedimiento que requiera ser consultado.
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b) La detección de materias que aún no han sido normadas y, prevenir, por lo tanto, acciones futuras incorrectas como consecuencia de no contar con la instrucción pertinente. c) La revisión expedita de los procedimientos y la comparación de aquellos referidos a un mismo tema, con el objeto de corregir los errores o contradicciones existentes y, consecuentemente, facilitar la oportuna modificación y actualización. En cada subsistema, en el diseño del sistema de instrucciones bajo las referencias señaladas precedentemente, deben incorporarse todos los procedimientos relativos a la materia correspondiente, sean ellos reglamentos, manuales, instructivos o circulares. Por otra parte, cada subsistema está compuesto de diversos descriptores, que son los elementos que identifican a las materias específicas involucradas en cada uno de ellos.
13.4.3 Estructura del Sistema de Instrucciones. Una proposición de estructura para los subsistemas y descriptores del sistema de instrucciones de un programa de control de incendios forestales, se expone a continuación.
0100 0101 0102 0103 0104 0105 0106 0107 0108 0109 0110 0111 0112
Subsistema de Prevención del Riesgo Normas para la Educación y Difusión. Regulaciones de Riesgos en Operaciones Agrícolas y Forestales. Prevención Cara a Cara. Ingreso y Tránsito en Predios. Relaciones con Predios Vecinos. Inspecciones Preventivas. Instalación y Mantenimiento de Letreros Preventivos. Distribución de Materiales Divulgativos. Habilitación y Uso de Zonas de Picnics. Uso y Transporte de Materiales Inflamables. Regulación de Actividades de Contratistas. Uso y Mantenimiento de Equipos y Herramientas.
0200 0201 0202 0203 0204 0205 0206 0207 0208 0209 0210
Subsistema Manejo de Combustibles Normas Técnicas en el Manejo de Combustibles. Instalación y Mantenimiento de Cortafuegos. Instalación y Mantenimiento de Cortacombustibles. Instalación y Mantenimiento de Líneas de Penetración. Silvicultura Preventiva. Operación de Astilladores en la Reducción de Combustibles. Operación de Hornos en la Reducción de Combustibles. Operación de Maquinaria Pesada en la Reducción de Combustibles. Aplicación de Productos Químicos en la Reducción de Combustibles. Manejo de Ganado en la Reducción de Combustibles.
0300 0301 0302 0303
Subsistema Meteorología y Grado de Peligro Fundamentos de la Climatología, Meteorología y Grado de Peligro. Instalación y Mantenimiento de Estaciones Meteorológicas. Operación y Mantenimiento de Equipos e Instrumentos Meteorológicos.
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0304 Operación de Índices de Grado de Peligro.
0400 0401 0402 0403 0404 0405 0406 0407
Subsistema Detección Fundamentos Técnicos de la Detección. Instalación y Mantenimiento de Torres de Observación. Instalación y Mantenimiento de Miradores. Regulaciones del Patrullaje Terrestre. Operación de Torres de Observación. Regulaciones del Patrullaje Aéreo. Detección no Programada.
0500 0501 0502 0503
Subsistema Radiocomunicaciones Normas Técnicas en Radiocomunicaciones. Instalación, Operación y Mantenimiento de Equipos de Radiocomunicaciones. Explotación del Sistema de Radiocomunicaciones.
0600 0601 0602 0603 0604 0605 0606 0607 0608 0609 0610 0611 0612 0613 0614 0615 0616 0617
Subsistema Abastecimiento y Servicios Para el Combate Normas Técnicas de Abastecimiento y Servicios para el Combate. Mantenimiento y Operación de Herramientas Manuales. Mantenimiento y Operación de Motosierras y Desbrozadoras. Mantenimiento y Operación de Motobombas y Equipos Complementarios Mantenimiento y Operación de Camiones Cisterna. Mantenimiento y Operación de Móviles Terrestres. Regulación de Operaciones Aéreas. Regulación de Abastecimientos para el Combate. Servicios de Alimentación. Implementación de Unidades de Combate. Instalación y Mantenimiento de Hidrantes. Señalización de Predios y Accesos. Señalización de Infraestructuras para el Combate. Instalación y Mantenimiento de Campamentos. Instalación, Uso y Mantenimiento de Estacionamientos, Helipistas y Aeródromos. Esquemas de Preataque. Operaciones con Productos Químicos en el Combate.
0700 0701 0702 0703
Subsistema Transporte Regulaciones del Transporte Terrestre. Regulaciones del Helitransporte. Regulaciones de Operaciones de Autodescenso.
0800 0801 0802 0803 0804 0805 0806 0807 0808 0809
Subsistema Coordinación y Despacho Diseño e Implementación de Centrales de Operaciones. Organización y Funcionamiento de Centrales de Operaciones. Planes de Despacho. Regulaciones en la Movilización de Recursos. Regulaciones en la Desmovilización de Recursos. Manejo y Conservación de Paneles y Elementos Cartográficos. Manejo y Conservación de Archivos y Registros. Operación del Sistema de Información. Operación del Sistema de Instrucciones.
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0900 0901 0902 0903 0904 0905
Subsistema Operaciones de Combate Métodos y Técnicas de Combate. Regulación de Operaciones de Unidades de Combate. Regulación de Operaciones con Equipos de Agua. Regulaciones del Combate Aéreo. Esquema de Organización para el Combate.
1000 1001 1002 1003 1004 1005
Subsistema Organización Organización del Programa de Control de Incendios Forestales. Descripción de Cargos. Calificación y Procedimiento para Situaciones de Emergencia. Regulación de Actividades en Campamento. Regulación de Turnos de Unidades y Personal.
1100 1101 1102 1103 1104 1105 1106
Subsistema Uso del Fuego Fundamentos y Técnicas en el Uso del Fuego. Regulaciones en el Uso del Fuego. Prescripciones en la Preparación de Terrenos. Prescripciones en la Ejecución de Quemas. Mantenimiento y Operación de Equipos de Encendido. Planes de Quema.
1200 1201 1202 1203 1204 1205 1206 1207 1208 1209 1210 1211 1212 1213 1214
Subsistema Seguridad Normas Técnicas de Seguridad y Control de Pérdidas. Selección de Personal. Capacitación y Entrenamiento. Acondicionamiento Físico. Alimentación. Primeros Auxilios y Atención Médica. Equipamiento Personal. Normas de Seguridad en la Detección. Normas de Seguridad en el Transporte Terrestre. Normas de Seguridad en el Transporte Aéreo. Normas de Seguridad en el Combate. Normas de Seguridad en Actividades de Campamento. Normas de Seguridad en el Manejo de Combustibles. Normas de Seguridad en el Uso del Fuego.
1300 1301 1302 1303 1304 1305 1306 1307
Subsistema Evaluaciones Técnicas y Planes Normalización de Investigaciones y Estudios. Evaluación de Daños de Incendios Forestales. Investigación de Causas de Incendios. Evaluación Técnica de Operaciones. Formulación y Evaluación de Planes Especiales. Formulación y Evaluación de Planes Operativos. Formulación y Evaluación de Planes Prediales.
1400 1401 1402 1403 1404
Subsistema Equipos Complementarios y Colecciones Uso y Mantenimiento de Equipos Audiovisuales. Uso y Mantenimiento de Equipos Procesadores de Datos. Manejo y Conservación de Colecciones Fotográficas. Manejo y Conservación de Bibliografías.
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1405 1406 1407 1408
Manejo y Conservación de Cat logos. Manejo y Conservación de Discos Computacionales. Manejo y Conservación de Elementos Didácticos. Manejo y Conservación de Instrumentos.
1500 Subsistema Administración 1501 Evaluación y Calificación del Personal. 1502 Contratación de Personal. 1503 Administración Presupuestaria y Control de Gastos. 1504 Contratación de Servicios y Arriendos. 1505 Adquisición de Equipos y Bienes. 1506 Construcciones Rurales. 1507 Convenios y Relaciones Interinstitucionales. 1508 Preparación y Emisión de Informes. 1509 Control del Uso de Vehículos. 1510 Bodegaje e Inventario de Bienes, Equipos, Herramientas e Instrumentos.
13.5
SISTEMA DE INFORMACIÓN
13.5.1 Generalidades. 13.5.1.1 Información y Organización. El papel de la información en una organización es apoyar los procesos de Planificación, Dirección y Control. En otras palabras, la toma de decisiones asociadas a tales procesos. Este apoyo se manifiesta en el conocimiento del estado de la organización y su ambiente, l as posibles proyecciones o predicciones de su comportamiento y, de las acciones derivadas de las decisiones que se adopten. Se deduce que, en la comprensión del rol de la información, es necesario disponer de un adecuado conocimiento sobre el proceso de toma de decisiones. Al respecto, y en forma breve, puede indicarse que este proceso engloba tres aspectos esenciales: a) Inteligencia, que es la búsqueda de las condiciones requeridas para la toma de decisión. b) Diseño, que es la invención, desarrollo y análisis de los posibles cursos de acción. c) Elección, que es la definición de cursos de acción más eficientes entre aquellos disponibles y ya evaluados. El proceso de toma de decisión no siempre es estrictamente lineal o secuencial, sino que también puede ser retrospectivo, porque puede retroalimentario, es decir, regresar desde un paso posterior a uno anterior a fin de completar o validar el proceso mismo. Además, es un ciclo complejo, porque en cada fase pueden verificarse recursivamente sus aspectos de inteligencia, diseño y elección.
365
Por otra parte, la toma de decisiones se fundamenta en la información disponible, la que a su vez depende del sistema de comunicación existente en la organización. Ahora, por sistema de comunicación debe entenderse como aquel compuesto por un medio transmisor, un medio receptor y un canal entre ambos, de modo que se haga posible la transferencia de un mensaje que contiene información. En ese contexto, es importante referirse a la noción de cantidad de información (número potencial de mensajes a transmitir). Es decir, la cantidad no está asociada a un mensaje en particular, sino que al conjunto que es posible transmitir. Esto es importante porque la información tiene un costo, ya que afecta a la cantidad de transmisores, receptores y canales que se requerir disponer, además de la exigencia que su calidad sea suficiente como para permitir reconocer, codificar y discriminar la variedad de signos o símbolos que debe contener. En una organización, desde el punto de vista estructural, puede ser conveniente aislar y fragmentar, o bien, reducir, las interacciones que se producen entre sus componentes. Un medio para lograrlo es favoreciendo la comunicación directa entre sus componentes. Esto implica, la necesidad de disponer de canales para la conexión entre las unidades. Cada unidad recibe información que describe las decisiones y acciones que ella requiere, así como las decisiones y acciones anticipadas de otras unidades. Esta información sirve de marco de referencia para el proceso de toma de decisiones y, por lo tanto, debe diseñarse de tal manera que cada unidad se comporte de una forma consistente con los objetivos de la institución y con las actividades de los otros componentes de la organización. La coordinación que puede lograrse, entonces, se realiza esencialmente a través de planes, que se originan en determinadas decisiones. Los planes de la organización se basan, a su vez, en la información que fluya entre las unidades que la componen, la que también provee los elementos necesarios para la codificación. Por tal razón, la información posee un rol fundamental en el desenvolvimiento armónico de la organización.
13.5.1.2 Concepto de Sistema de Información. De lo anterior también se desprende que la información está estrechamente ligada a la estructura de la institución. Esto lleva a concluir que un sistema de información es un subsistema dentro de la organización, compuesta por personas, equipos y procedimientos, encargados de proveer la base necesaria para la toma de decisiones de planificación, dirección y control. Por otra parte, algunos especialistas enfocan al sistema de información desde el punto de vista del apoyo que otorgan a la toma de decisiones. En cambio, otros lo describen como una unidad que proporciona información sobre recursos disponibles y que, al mismo tiempo, sirve de herramienta para la extrapolación del recurso cuando requiere ser manejado, en términos físicos y económicos. De todas las concepciones dadas, puede recapitularse que un sistema de información constituye una herramienta de gran utilidad en la toma de decisiones coyunturales, en la planificación estratégica y en el control del uso de los recursos disponibles. Por lo tanto, la aplicación de sistema de información como herramienta de trabajo en la actividad forestal, puede tener incorporado subsistemas específicos tales como:
366
a) Evaluación Preoperativa , que pretende obtener una rápida evaluación de áreas consideradas de interés para la organización, con el objeto de analizar operaciones actuales y futuras, o bien, problemas reales o potenciales que pueden afectar al patrimonio territorial bajo su administración. b) Inventario Continuo, que permite la actualización permanente de la disponibilidad de recursos, y medir los parámetros de cobertura, mejoramiento, rendimiento y costos de los mismos. c) Simulación, respecto al desarrollo y comportamiento de los recursos, a través de la cual se dispone de una amplia gama de posibilidades para la planificación, tanto para elección de opciones coyunturales y estratégicas, como en la determinación de los esquemas de acción. 13.5.2 Sistemas de Información en el Manejo del Fuego. 13.5.2.1 Requerimientos de Información. Un programa de manejo del fuego se caracteriza por poseer un esquema organizacional complejo. En general, la organización involucra un sinnúmero de eventos que generan y requieren, permanentemente, de información oportuna y confiable para lograr el cumplimiento de los objetivos perseguidos. La mayor complejidad de estos programas está dada por las características de los eventos que deben ser controlados (incendios forestales), que ocurren en momentos y lugares que, aunque pueden ser supuestos, no dejan de ser impredecibles en su comportamiento y proyecciones. Por tal razón, los sistemas de información son ahora imprescindibles en la administración de la protección, porque proveen antecedentes e indicadores requeridos para el estudio permanente de los incendios forestales, el análisis de sus proyecciones en el corto, median o y largo plazo, y en la evaluación de los resultados de las medidas de control aplicadas. Todo ello con el fin de facilitar la toma de decisiones en la asignación y empleo de los recursos disponibles.
13.5.2.2 Tipos de Información. La información administrada por el sistema, como apoyo a la toma de decisiones puede ser suministrada y procesada de acuerdo a dos criterios diferentes: Tiempo-E spacio y Dinamismo.
a) Criterio del Tiempo-Espacio. Ordena la información que alimenta al sistema de acuerdo: En primer lugar, según la secuencia cronológica en su generación, considerando como punto de referencia al momento en que ocurre el incendio y, en segundo lugar, la distribución espacial de los componentes del problema, tomando como base la localización de los incendios, o un punto de referencia en un sistema cartográfico con coordenadas convencionales. Entonces, la información se puede ordenar en los siguientes términos:
367
EN EL TIEMPO
EN EL ESPACIO
Previa al Incendio Durante el Incendio Posterior al Incendio
Ambiente del Lugar Localización del Daño Esfuerzo de Control
b) Criterio del Dinamismo. Ordena la información de acuerdo a la variabilidad o permanencia en el tiempo de los factores que la generan. Algunos autores clasifican a la información en Fija y Variable, pero tal vez es más adecuado referirse en términos de Estática y Dinámica. Como I nformación Estática se entiende a aquella que proviene de factores que no experimentan variaciones significativas en el transcurso de una temporada. En cambio, la I nformación Dinámica, si es generada por factores que varían en el transcurso de la temporada, incluso de un día a otro, o en lapsos de horas, minutos o segundos. De acuerdo al criterio del dinamismo, la información puede ser ordenada concretamente como:
INFORMACIÓN ESTÁTICA Modelos de Combustibles Topografía Valores a Proteger Infraestructura Riesgos Permanentes
INFORMACIÓN DINÁMICA Tiempo Atmosférico Grado de Peligro Condición de Combustibles Esfuerzo de Control Riesgos Eventuales
13.5.2.3 Estructura. El sistema de información para el control de incendios forestales puede estar compuesto por un conjunto de archivos y programas que registran, validan, almacenan y procesan los antecedentes recolectados. Este conjunto se organiza de acuerdo a la funcionalidad de los elementos contenidos, formando grupos o subsistemas. La experiencia en Chile, basada en el empleo de sistemas de información, desde 1981, para apoyar la toma de decisiones en el control de incendios, ha llevado a la recomendación de identificar cinco subsistemas: Datos; E valuación y Control; Prioridades; Despacho y, Planificación. Cada uno de estos subsistemas, que en los párrafos siguientes se describen, cumple una función específica, y actúa por medio de programas independientes. No obstante, todos ellos pueden enlazarse por medio de rutinas, a fin de permitir la ejecución operaciones dirigidas centralizadamente.
368
En la operación de los sistemas de información para el control de incendios forestales, por la considerable cantidad de datos que se generan, especialmente en programas con una cobertura regional o nacional, lo adecuado es manejarlos con el apoyo de medios computacionales. Sin embargo, no debe descartarse su operación manual, aunque evidentemente el rendimiento y la velocidad de los procesos pueden constituir una limitación en la toma de determinadas decisiones y, también la imposibilidad de integrar los subsistemas para apoyar procesos globales en la gestión.
a) Subsistema Datos Debe registrar, en bases de datos, todos los antecedentes que se generen o recopilen en relación al funcionamiento del Programa de control de incendios forestales. Su implementación y aplicación se puede basar en los captadores normales de información, que consisten en elementos tales como formularios, fichas, bitácoras y otros formatos de registros. Todas las actividades que generen información deben ser almacenados en un esquema codificado, que podría basarse en los siguientes Descriptores y Registros:
Código
Descriptor
Código
A-01
Incendios Forestales
A-02
Quemas Controladas
A-03
Difusión y Educación Manejo de Combustibles Controles Preventivos Meteorología y Grado de Peligro
A-011 A-012 A-021 A-022 A-023 A-024 A-031 A-032 A-041 A-042 A-051 A-052 A-061 A-062 A-063 A-071 A-072 A-073 A-074 A-075 A-081 A-082 A-083 A-084 A-085 A-086
A-04 A-05 A-06 A-07
Detección
A-08
Operaciones de Brigadas de Combate
Tipo de Registro Ficha de Incendio Forestal Reporte de Evolución de Incendio Ficha de Quema Controlada Formulario de Evaluación de Quema Calendario de Quemas Registro de Avance de Quemas Registro de Actividades Divulgativas Registro Distribución Materiales Divulgativos Ficha de Faena de Manejo de Combustibles Ficha de Avance de Faena Manejo Combustibles Calendario de Controles Preventivos Registro de Controles Preventivos Registro de Pronósticos Meteorológicos Registro Meteorológico Diario Registro de Grado de Peligro Diario Ficha de Unidad de Detección Reporte de Torre de Observación Reporte de Patrullaje Terrestre Reporte de Patrullaje Aéreo Registro de Apertura y Cierre de Torre Registro de Apertura y Cierre de Brigada Registro de Actividades Semanales Registro de Misiones de Combate Ficha de Brigada Registro de Entrenamiento de Brigada Registro de Preparación Física de Brigada
369
A-09
Operaciones Aéreas
A-10
Actividades Extraprogramáticas Radio Comunicaciones
A-11
A-12
Control de Pérdidas
A-13
Accidentabilidad y Prim.Auxililios
A-14
Personal del Programa
A-15
Personal de Contratistas
A-16
Servicios de Alimentación
A-17
Infraestructura
A-18
Inventarios de Equipos
A-091 A-092 A-093 A-094 A-101 A-102 A-111 A-112 A-113 A-114 A-121 A-122 A-131 A-132 A-133 A-134 A-141 A-142 A-143 A-144 A-145 A-146 A-147 A-151 A-152 A-153 A-161 A-162 A-163 A-164 A-165 A-171 A-172 A-173 A-174 A-175 A-176 A-177 A-178 A-179 A-181 A-182 A-183 A-184 A-185 A-186 A-187 A-188 A-189
Ficha de Unidad Aérea Registro de Operaciones de Patrullaje Aéreo Registro de Operaciones de Combate Aéreo Registro de Operaciones de Helicópteros Ficha de Actividades Extraprogramáticas Ficha de Solicitud Actividad Extraprogramática Registro de Equipos de Radiocomunicación Reporte de Falla de Equipos de Radio Registro de Mantenimiento de Equipo de Radio Bitácora de Mensajes Radiales Registro de Pérdidas Calendario de Inspecciones Planeadas Registro de Accidentes del Personal Registro de Servicios de Atención Médica Ficha de Atención Médica Ficha de Investigación de Accidente Registro de Personal del Programa Calendario de Turnos Registro de Permisos Registro de Tarjas Registro de Postulantes al Programa Registro de Capacitación del Personal Registro de Personal de Apoyo de la Empresa Registro de Contratistas Registro de Faenas de Contratistas Registro de Recursos de Contratistas Registro de Servicios de Alimentación Registro de Raciones Alimenticias Calendario de Dietas Alimenticias Registro de Consumo de Alimentos Registro Inspecciones Servicios Alimentarios Ficha de Central de Operaciones Ficha de Campamento Base Ficha de Torre de Detección Ficha de Estación Meteorológica Ficha de Base de Radiocomunicaciones Ficha de Base de Operación Aérea Ficha de Aeródromo y Helipista Ficha de Hidrante y Fuente de Agua Ficha de Cancha de Preparación Física Registro de Herramientas Manuales Registro de Motosierras y Eq.Complementarios Registro de Motobombas y Eq. de Agua Registro de Maquinaria Pesada Registro de Vehículos Livianos Registro de Camiones Cisterna Registro de Instrumentos y Materiales Registro de Solicitud de Uso de Equipo Registro de Movimiento de Bodega
370
A-19
Uso/Mantenimiento de Equipos
A-20
Otros Recursos de la Empresa
A-21
Recursos de Terceros
A-191 A-192 A-193 A-194 A-195 A-196 A-197 A-201 A-202 A-203 A-204 A-205 A-206 A-211 A-212 A-213 A-214
Ficha de Herramientas Manuales Ficha de Motosierra y Eq.Complemetario Ficha de Motobomba y Equipos de Agua Ficha de Maquinaria Pesada Ficha de Vehículo Liviano Ficha de Móvil de Brigada Ficha de Camión Cisterna Registro de Herramientas Manuales Registro de Equipos Livianos Motorizados Registro de Maquinaria Pesada Registro de Vehículos Livianos Registro de Solicitud de Recurso de la Empresa Registro de Uso de Recurso de la Empresa Registro de Recursos de Otras Empresas Registro de Recursos de Empresas en Convenio Registro de Solicitud de Recurso de Tercero Registro de Uso de Recurso de Tercero
b) Subsistema Evaluación y Control. Debe contemplar diversos informes, emitidos en períodos variables, que tengan como propósito evaluar el desarrollo del programa de control de incendios forestales y proveer la información necesaria para la toma de decisiones coyunturales y estructurales. Los informes del Subsistema de Evaluación y Control deben alimentarse con los antecedentes contenidos en los archivos del Subsistema Datos, a base a procesamientos parciales o totales, de acuerdo a los objetivos generales y específicos que se definan. Al igual que en el subsistema datos, en este caso los informes que se elaboren pueden ser codificados y enmarcados dentro de un esquema del tipo del que se expone a continuación: Código
Descriptor
Código
B-01
Incendios Forestales
B-02
Quemas Controladas Difusión y Educación Manejo de Combustibles Controles Preventivos Meteorología y Grado de Peligro
B-011 B-012 B-013 B-021 B-022 B-031 B-032 B-041 B-042 B-051 B-052 B-061 B-062 B-063 B-071 B-072
B-03 B-04 B-05 B-06 B-07
Detección
Tipo de Informe Gerencial de Ocurrencia y Daños Estadísticas de Incendios Forestales Informe de Daños al Seguro Control de Avance de Programa de Quemas Estadísticas de Quemas Informe de Actividades Divulgativas Estadísticas de Educación y Difusión Informe de Faenas de Manejo de Combustibles Estadísticas de Faenas Manejo Combustibles Informe de Control Preventivo Estadísticas de Controles Preventivo Informe Meteorológico Diario Informe de Grado de Peligro Diario Estadísticas Meteorología y Grado de Peligro Estadísticas de Detección Informe Evaluación de Unidades de Detección
371
B-08
Operación de Brigadas
B-09
Operaciones Aéreas
B-10
Actividades Extraprogramáticas Radio Comunicaciones Control de Pérdidas
B-11 B-12 B-13
Accidentabilidad y Primeros Auxilios
B-14
Personal del Programa
B-15
Personal de Contratistas Servicios de Alimentación Infraestructura
B-16 B-17
B-18
Equipamiento del Programa
B-19
Otros Recursos de la Empresa
B-20
Recursos de Terceros
B-21
Actividades Generales
B-081 B-082 B-083 B-084 B-085 B-091 B-092 B-101 B-102 B-111 B-112 B-121 B-122 B-123 B-131 B-132 B-133 B.134 B-141 B-142 B-143 B.151 B-152 B-161 B-162 B-171 B-172 B-173 B-174 B-175 B-176 B-177 B-178 B-179 B-181 B-182 B-183 B-191 B-192 B-193 B-201 B-202 B-203 B-211 B-212
Estadísticas de Actividades de Brigadas Informe de Misiones de Combate de Brigadas Informe de Preparación Física Informe de Entrenamiento de Brigada Informe de Evaluación de Brigada Estadísticas de Operaciones Aéreas Informe de Misiones Aéreas Informe de Actividad Extraprogramática Estadísticas de Actividades Extraprogramáticas Estadísticas de Radiocomunicaciones Evaluación de Unidad de Radiocomunicación Informe de Inspección Informe de Pérdida Estadísticas de Pérdidas Informe de Accidente Informe de Atención Médica y Primeros Auxilios Informe de Investigación de Causas Estadísticas de Accidentes y Atención Médica Estadísticas de Tarjas y Permisos Informe de Evaluación del Personal Informe de Curso de Capacitación Informe de Actividades de Contratista Informe de Evaluación de Contratista Informe de Evaluación de Servicio Alimentario Estadísticas de Servicios de Alimentación Informe de Evaluación de Central Operaciones Informe de Evaluación de Campamento Base Informe de Evaluación de Torre Observación Informe de Evaluación de Est. Meteorológica Informe de Evaluación de Base Radiocomunica. Informe de Aeródromo y Helipistas Informe de Cancha de Preparación Física Informe de Evaluación de Hidrantes y F.Agua Informe de Mantenimiento de Infraestructura Estadísticas de Uso de Equipos y Herramientas Estadísticas de Mantenimiento de Equipos Estadísticas de Movimientos de Bodega Informe de Uso de Recursos de la Empresa Informe de Uso de Recursos de Contratistas Estadísticas de Uso de Recursos de Apoyo Informe de Uso de Recursos de Terceros Informe de Uso de Recursos en Convenio Estadísticas de Uso de Recursos de Terceros Informe de Actividades de Zonas/Distritos Informe de Actividades del Programa Informe de Evaluación Temporada del Programa
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c) Subsistema Prioridades. Su propósito es obtener la representación espacial de todos los sectores del patrimonio forestal que deben ser protegidos, calificándolos de acuerdo al interés que posean para la Empresa y, también, los requerimientos del control de incendios forestales que se determine para cada uno de ellos. La forma tradicional de definición de prioridades se basa en la integración de los resultados de los análisis de riesgos, peligro y daño potencial. Sin embargo, ya están las condiciones para el empleo de sistemas de información geográfica para la imputación de los diversos estratos de antecedentes, correspondientes a las variable específicas que se definan para ser incluidos en los procesamientos. El subsistema, por las características del proceso en la determinación de prioridades, permite la generación de información parcial o semielaborada, la que puede apoyar a la toma de decisiones en aspectos específicos del control de incendios. Por citar un ejemplo, la educación y difusión en campañas de prevención, puede basarse en los resultados del análisis de causalidad de incendios. Desde el punto de la evaluación económica del control de incendios forestales, el sistema de prioridades juega un rol de gran importancia, porque establece el enlace esencial para el análisis de eficiencia de las coberturas de las operaciones de prevención, presupresión y combate, como así también la base para la estimación de estándares de productividad.
d) Subsistema Despacho. Tiene por objeto apoyar las decisiones de asignación de recursos en situaciones coyunturales, particularmente referidas a la presupresión y combate, que se activan de acuerdo a los pronósticos de ocurrencia de incendios o bien, cuando los siniestros efectivamente se están produciendo. El empleo de medios computacionales permite el despliegue por pantalla de antecedentes útiles para la decisión de despacho, tales como la caracterización de una situación dada, los recursos recomendables para el control de una situación e, incluso, la modalidad de operación a ejecutar y la organización de los medios a destinar en la misión. Para ello, Meneses y Julio (1983), recomendaron que un subsistema de despacho debiera diseñarse en función de cuatro grupos de variables: a) Aquellas relativas al sistema de prioridades (análisis del peligro y daño potencial). b) El grado de peligro (índice de riesgo) que afecta al sector del incendio forestal. c) La posición del potencial o real incendio forestal (en términos de ubicarse dentro, en los alrededores o lejano a un predio de interés en proteger). d) La disponibilidad y posición de los recursos existentes para la presupresión y el combate. El subsistema despacho también representa un elemento de importante en la programación del manejo el fuego, porque la información que se capture a través de su funcionamiento
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permitir la estimación de rendimientos operacionales, especialmente aquellos referidos a la capacidad y calidad de movilización de recursos de presupresión y combate.
e) Subsistema de Planificación. Contribuye a definir y evaluar la distribución espacial de los recursos dispuestos para el control de incendios forestales, tanto para la prevención, como en la presupresión y combate. Sobre la base de la caracterización de las unidades de superficie, calificadas en prioridades de protección, y la aplicación de instrumentos matemáticos, especialmente referidos a la investigación operativa, es posible optimizar localizaciones y rutas, como así también la identificación de sectores críticos, facilitando la toma de decisiones estructurales sobre la asignación espacial de los recursos disponibles. Indudablemente, el subsistema de planificación también debe constituir un elemento fundamental en la evaluación económica del control de incendios forestales, por la información que es capaz de proveer respecto a la cobertura física de los medios disponibles, sus rendimientos y relaciones con los daños que históricamente se han producido en la zona bajo protección.
13.6 EL SISTEMA KITRAL 13.6.1 Antecedentes El Sistema KITRAL, cuya versión 1.0 se completó en 1996, fué construido por el Proyecto FONDEF FI-13, con la participación de la Universidad de Chile, INTEC-Chile y el Instituto Forestal como instituciones ejecutoras, representando un importante esfuerzo de innovación tecnológica en la evaluación permanente del problema de los incendios forestales y en el uso de herramientas modernas para la gestión de programas de manejo del fuego. Aprovechando la experiencia recogida en su primera aplicación, en el transcurso de la temporada de verano 1996/97 por parte del Programa de Manejo del Fuego de CONAF-VIII Región, se introdujeron en la versión 2.0 algunas modificaciones orientadas a simplificar la operatividad de sus módulos, mejorar la presentación de pantallas y aplicar correcciones menores a sus algoritmos, como consecuencia de las validaciones efectuadas por sus diseñadores y, también, por las sugerencias planteadas por el usuario. En el diseño e implementación del KITRAL se tuvo, como objetivo primordial, la búsqueda de un sistema inteligente que elevara la eficiencia del manejo del fuego, sobre la base del análisis de las condiciones que afectan la ocurrencia, propagación y daños que provocan los incendios, de los efectos mismos que pueden generarse y, de la operación de dispositivos para la evaluación y elección de opciones como soporte en la toma de decisiones. Por otra parte, el Sistema posee los módulos necesarios para formular la planificación estratégica del manejo del fuego, particularmente en lo que respecta a la asignación óptima de los recursos disponibles para la protección. En la construcción del Sistema KITRAL se consideró, con un especial énfasis, la incorporación de diseños que se ajustaran a la modalidad de operación que tradicionalmente se ha aplicado en Chile, en cuanto a los criterios generales de protección normalmente empleados, y a la real capacidad de los medios disponibles para la prevención, combate y
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comando de operaciones. En tal sentido, sus bases de datos y estándares de productividad se construyeron aprovechando los resultados de cerca de 30 años de investigación sobre las condiciones prevalecientes en el País. Por otra parte, las herramientas de gestión propuestas deben ajustarse a los esquemas organizacionales que están siendo aplicados, tanto por parte de la Corporación Nacional Forestal como de las Empresas Forestales Privadas que poseen Programas de Manejo del Fuego. Como una forma de asegurar el cumplimiento del propósito de entregar una herramienta que verdaderamente sea aceptada por quienes tienen la responsabilidad de la protección contra los incendios forestales, en el transcurso de los tres años de ejecución del Proyecto FI-13, sus profesionales encargados tuvieron el cuidado de llevar a efecto innumerables reuniones técnicas para discutir los diseños propuestos con los potenciales usuarios, y así acoger todas las sugerencias que condujeran, no sólo a mejorar el sistema, sino también a lograr que su incorporación a los programas de manejo del fuego fuese realmente factible. No obstante lo anterior, la aplicación del Sistema por parte de sus potenciales usuarios, indudablemente implica un salto tecnológico significativo, porque aunque las referencias generales del manejo del fuego no cambiarán, será necesario superar el estilo tradicional de gestión, en donde la interpretación de los problemas presentes y las proyecciones de los mismos se han establecido históricamente sobre bases empíricas y subjetivas. En especial, de acuerdo a la experiencia que se posee, la toma de decisiones se ha realizado sin el apoyo de la información suficiente, como tampoco sustentada en evaluadores confiables de las diversas opciones de solución disponibles.
13.6.2 Diseño del Sistema KITRAL El KITRAL es un sistema completamente elaborado en Chile, con un funcionamiento apoyado en medios computacionales, y cuyo desarrollado se ha basado en la construcción de diversos módulos independientes interconectados, los cuales en un ambiente gráfico de múltiples ventanas ofrecen una interfaz altamente amistosa, que permite al usuario ejecutar en forma ágil las actividades que se presentan rutinariamente en una central de operaciones. Entre los criterios básicos que se emplearon como referentes para el diseño y la implementación del Sistema, han sido de primordial importancia los siguientes:
Por la gran complejidad de los fenómenos que están involucrados en la protección de los recursos forestales (tanto físicos como humanos) y la experticia de quienes están encargados de atacar el problema, fue necesario maximizar los esfuerzos en la búsqueda de una solución que conformara un real aporte a quienes tienen la tarea de resolverlo. Por tal motivo, se pretendió incorporar todos los resultados disponibles de investigaciones efectuadas en el área, especialmente en las materias relativas a los módulos de simulación de incendios y planificación del uso de recursos disponibles. Reconociendo la gran efectividad que poseen las centrales de operación para el control de incendios forestales, se intentó minimizar el impacto producido en la transferencia hacia el Sistema KITRAL; de tal forma que su utilización significara la continuación natural del proceso de evolución que ha tenido el manejo del fuego en Chile. Esto se ve reflejado en la mecanización directa de operaciones que actualmente se realizan en forma manual, tal como son la realización de triangulaciones orientadas a la determinación de la localización de un foco o,
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incluso, el llenado de la bitácora de eventos y operaciones, cuyo manejo pasa en gran medida a automatizarse.
Debido a la gran cantidad de información que maneja el Sistema, en su diseño se establecieron las condiciones para que éste pudiese integrarse con los sistemas de control y administración de las instituciones usuarias, a través de generación de reportes tipo o de exportación directa de la información por medio de la utilización del formato estándar de administración de bases de datos.
El Sistema posee cuatro grupos funcionales claramente diferenciados, ellos son: el encargado de realizar las acciones normales concernientes al despacho de la central de operaciones (Menú Comando), el encargado de realizar aquellas acciones de índole estructural (Menú Planificación), el encargado de la generación de reportes, informes y mapas (Menú Estadística) y, por último, el encargado de realizar aquellas labores de administración y actualización de la información computacional (Menú Mantenimiento). Una descripción global de los principales subsistemas y módulos que permiten la funcionalidad del Sistema se desarrolla en los puntos siguientes:
13.6.2.1 Sistema de Información Geográfica. Uno de los módulos de mayor importancia corresponde al del Subsistema de Información Geográfica (SIG), el cual permite mantener consistencia en la información que manejan los diferentes módulos operativos del Sistema. Este es un módulo transparente al usuario en su utilización, ya que su labor está limitada a realizar operaciones internas de almacenamiento, enlace y extracción de información para poder satisfacer los requerimientos a que el Sistema está sometido, tanto en la operación de los simuladores (campos de viento y expansión de incendios) como en las exigencias de tiempos de respuestas para la atención adecuada de una alarma de incendio. Gracias a un administrador de archivos, se facilita la transferencia de datos entre los diferentes módulos, el que a su vez que permite un manejo seguro de la información por medio de su jerarquización en los niveles de acceso. El SIG está orientado a la mantenimiento permanente de información geográfica actualizada de toda el área que cubre KITRAL, ofreciendo la posibilidad de realizar modificaciones de vigencia temporal, que afecten sólo datos del día, o de carácter permanente durante el transcurso de la temporada. Para ello maneja dos bases de datos: Una base diaria que entrega la información al operador para que pueda utilizarla directamente, o bien modificarla con eventos coyunturales de relevancia para su labor. La segunda, es una base de la temporada que alimenta a la base diaria al comienzo de cada jornada y sólo puede ser modificada por un supervisor. Junto a estas dos bases de datos, el Sistema posee una otra de carácter estructural, que normalmente es almacenada en dispositivos secundarios, y su actualización debe realizarse una vez al año. Por otra parte, la administración de la información de carácter acumulativo dentro del Sistema se registra sobre una base histórica que almacena las acciones más relevantes de la operación. La información que se almacena en los diferentes niveles de administración del Sistema está dada de acuerdo a la estabilidad que ésta posea y según la frecuencia con que ella es requerida. Así es como, en la base estructural, y en la correspondiente a la temporada, se mantiene: a) Información Geográfica (topografía, hidrografía, caminos, centros poblados, etc.).
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b) Información Climática (vientos dominantes, etc.), información vegetacional (tipos de combustibles y tablas de comportamiento). c) Información Patrimonial (límites prediales, recursos, etc.) y fechas de actividades planificadas de importancia (faenas, eventos, campañas, etc.). Por otra parte, en la base diaria se manejan los antecedentes relativos a la posición y estado de los recursos de la central de operaciones, la bitácora diaria, la información sobre los incendios del día, la información meteorológica, de faenas y eventos, por mencionar las más importantes.
13.6.2.2 Cálculo del Índice de Riesgo. El sistema ofrece la posibilidad de calcular diariamente, incluso cada hora o minuto (dependiendo el acceso directo a información meteorológica que se disponga), La probabilidad de ocurrencia de incendios (Índice de Riesgo). Su cálculo se desarrolla considerando cinco variables de entrada: Temperatura del Aire, Humedad Relativa del Aire, Velocidad del Viento, Factor Sequía y, un Factor de Estacionalidad. Todo ello, gracias a un lenguaje de macros desarrollado para operar con la información del Sistema, se ha construido un esquema muy flexible para la definición de las diferentes variables que se ven involucradas en los cálculos. El módulo permite estimar el nivel de probabilidad de ocurrencia en cualquier punto del área de cobertura del Sistema, entregando la información en un esquema de cinco Categorías de Riesgo (Extremo, Alto, Medio, Bajo y Nulo). Incluso, por un simple pinchazo, se despliega la información detallada de las variables de entrada en el píxel afectado. El funcionamiento del módulo en gran medida se apoya en la información que le provee un Simulador de Campos de Vientos, construido para el Sistema KITRAL, el que, sobre la base de los datos que proporcionan estaciones meteorológicas instaladas en la zona, es capaz de modelar la velocidad y dirección del viento en todos los píxeles del área de cobertura, considerando los efectos de la fisiografía, vegetación y de otras barreras existentes. El Simulador de Campos de Viento también puede proporcionar la información sobre temperatura y humedad relativa del aire, aunque el propósito esencial de esta herramienta es facilitar la modelación de la expansión potencial de los incendios forestales El propósito primordial del Índice de Riesgo, al modelar la distribución espacial de la probabilidad de ocurrencia de incendios en tiempo real, es apoyar la programación diaria de recursos para la presupresión y combate, como así también a la calificación de incendios en las decisiones de despacho. De esta manera, permite la jerarquización en el uso de los medios disponibles de acuerdo a las contingencias que se prevean para la jornada de operaciones.
13.6.2.3 Simulador de Expansión de Focos. El Sistema KITRAL está provisto de un simulador de incendios forestales, el cual tiene la capacidad de modelar incendios superficiales. Genera en pantalla la propagación del fuego para momentos dados posteriores a su inicio, emitiendo además información sobre su
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perímetro, superficie, comportamiento esperado del fuego, carga de trabajo requerida para su contención y una evaluación de las probables pérdidas que se producirán. La simulación puede activarse en dos situaciones diferentes: a) Con un carácter preventivo, pinchando un píxel que esté siendo reconocido por el Índice de Riesgo por su alta probabilidad de iniciación de un foco. De esta forma, podrá conocerse el desarrollo de la propagación de ese eventual incendio y los respectivos requerimientos exigido a para su control, permitiendo alertar y organizar el despacho para el momento en que se efectivamente se produzca. b) En los casos de incendios cuyo inicio está siendo reportado por dos o más torres de detección. En este caso, el Sistema puede determinar la posición inicial del foco por medio de la intersección de las visuales de las torres. Las variables que considera el simulador son las siguientes: Un factor base de propagación lineal del fuego propio de cada modelo de combustible, el contenido de humedad de la vegetación fina y muerta, la pendiente, la velocidad y dirección del viento y, la existencia de barreras (caminos, cortafuegos, cursos de agua) que puedan afectar a la expansión del incendio. El Simulador está basado en un modelo construido por investigadores de la Universidad de Chile que incluye algunos componentes desarrollados en el extranjero (por ejemplo, el modelo de propagación del fuego según la dirección e intensidad del viento, elaborado por Anderson en 1983), y su implementación está basada en un modelo de costo aplicado celda a celda en una matriz ráster, lo que permite reproducir formas aún cuando sean bastante complejas, y con un tiempo de respuesta adecuado. El tiempo de simulación de cinco horas de avance del fuego se logra en un tiempo aproximado de 2 minutos para elementos mínimos representados en píxeles de 25 x 25 m. En forma paralela a este módulo, existe un programa simulador de vientos que entrega la información de las condiciones probables del viento en el sector que el simulador de expansión requiera. La simulación de un incendio puede observarse en pantalla por el despliegue de franjas de diferentes colores, cada una de las cuales corresponde a una cota de isotiempo trascurrida desde el momento de inicio del foco. La magnitud de las cotas de isotiempo pueden ser establecidas por el usuario (15, 30, 45, 60 o más minutos), le permiten estimar el modelo de propagación que adquirirá el incendio en un tiempo futuro definido, incluyendo la evaluación de las superficies afectadas según modelos de combustibles. El simulador ha sido construido con un alto grado de flexibilidad, con lo cual ofrece facilidades de modificación de la información por parte del usuario en cualquier momento, de tal forma que pueda ser alimentado también con antecedentes provenientes directamente del terreno, tales como datos topográficos, meteorológicos, vegetacionales o presencia de barreras. Esto último otorga la posibilidad de utilizar el simulador de incendios sobre escenarios ficticios, para la planificación, el entrenamiento de personal, la presupresión, o bien, en el análisis de la evolución de un fuego existente o probable para diferentes escenarios ambientales. El módulo de simulación está inmerso dentro de la ventana de combate de KITRAL, lo que facilita el despacho de recursos hacia el lugar del incendio en conjunto con la creación de una ficha semiautomatizada. Por otra parte, el usuario dentro de KITRAL, puede mantener simultáneamente varias ventanas de combate para caracterizar y proyectar incendios
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ubicados en lugares distintos, o bien para realizar simulaciones del mismo incendio a diferentes escalas.
13.6.2.4 Comando Operacional Mediante este módulo se apoya a la toma de decisiones en la asignación, la movilización y la coordinación de recursos requeridos para el control de situaciones coyunturales. Se basa en el funcionamiento de dos subsistemas: Programación Diaria y Despacho, los cuales van alimentando las bases de datos para el sistema estadístico, una bitácora semiautomatizada que acumula información de toda la temporada, y la información necesaria para la emisión rápida de reportes al término de la jornada. a) Programación Diaria de Operaciones. El Módulo permite optimizar la reasignación diaria de recursos móviles disponibles para la presupresión y el combate (y también los períodos de operación de aquellos fijos, como las torres de detección) de acuerdo al valor del índice de peligro para el día, el que se determina, tal como se señaló en un punto anterior, esencialmente sobre la base de la información meteorológica del día anterior y los pronósticos para la jornada de ejercicio. Esta optimización se realiza por medio del cálculo automático de las zonas que cada recurso debe cubrir (cálculo de áreas de influencia), lo que conlleva a la determinación de la carga teórica de trabajo para cada una de las unidades. La labor del operador se centra en determinar localizaciones de recursos de tal forma que la carga de trabajo que corresponda a cada uno de ellos esté dentro de un rango aceptable. b) Despacho. Está referido a la toma de decisiones en la asignación de recursos para la presupresión y combate requeridas para el control de situaciones coyunturales que están siendo reportadas a la central de operaciones. El caso más frecuente corresponde al de un incendio forestal recién detectado y, para este efecto, el módulo opera dos componentes:
La Pauta de Calificación del Incendio, que a través de un proceso de cálculos en donde intervienen el Indice de Peligro del momento en el lugar del incendio, la posición del foco (con respecto a los predios de la empresa) y la conflictividad potencial del incendio en cuanto a la dificultad de control y la pérdida que puede generarse (valores obtenidos de los análisis de Peligro y Daño Potencial, del Sistema de Prioridades de Protección), permite la clasificación del incendio en una escala de importancia de 1 a 10 (rangos menor y mayor, respectivamente). El Estimador de Recursos para el Combate , el que mediante el apoyo del simulador de expansión de focos, hace posible caracterizar la conflictividad del incendio en diferentes momentos futuros y los requerimientos de recursos para lograr el control en cada uno de esos momentos, determinado a través de un Indice Básico (hombres/hora).
El Sistema también puede determinar la mejor opción de asignación de recursos para el combate (número de hombres o su equivalente en unidades de agua, maquinaria pesada, helicópteros etc.) a movilizar para cada uno de tiempos objetivos definidos (1, 3 o 5 horas) y de acuerdo a las cantidades y tipos de medios que posea la organización En este caso, el
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cálculo se lleva a efecto sobre la base de los valores de la longitud esperada del perímetro del incendio (en el tiempo objetivo definido), los rendimientos de los recursos disponibles para la construcción de líneas de control en el sector afectado y el costo de la operación. El módulo de despacho, por otro lado, permite el registro de operaciones de móviles, diferenciando el momento del despacho con el de la salida y del arribo de ellos al lugar de destino. Esta acción se realiza en base a un esquema gráfico en que el usuario debe desplazar “íconos” dentro del área de influencia de la central de comando de las
operaciones. Además el despacho es apoyado con el despliegue gráfico de los rumbos que las torres informan acerca de los focos detectados. Esta información es utilizada internamente para que el sistema realice las triangulaciones que permitan determinar las posiciones probables y efectivas de los incendios.
13.6.2.5 Subsistema Estadístico. Para la administración de los recursos y la generación de informes, reportes y/o mapas, el Sistema KITRAL contiene un Módulo Estadístico, con el propósito de apoyar dos funciones básicas de gran importancia: El Registro y la Búsqueda de Información. a) La función Registro es del tipo automática, de modo que cada vez que ocurre un evento relevante dentro del Sistema, como por ejemplo el desplazamiento de un móvil o la detección de un foco, sea posible generar registros de datos para ser utilizados al momento de la confección de un reporte. b) La función Búsqueda está asociada directamente con la generación de reportes y con la determinación del estado de operabilidad de los recursos al momento de su requerimiento. Para ello, internamente, se utiliza un grupo de rutinas desarrolladas con la función de interrelacionar las diversas tablas de información que el Sistema maneja. El Sistema posee una lista de reportes predeterminada, de tal forma que se puede entregar, en cualquier momento, información actualizada acerca de la cantidad de incendios clasificada por tipo de combustible inicial, por causalidad, por fuente de detección, por tamaño, por día de la semana en que se inició el siniestro, por mes del año, etc. También ofrece resúmenes de operaciones de recursos como son los movimientos de vehículos, aviones, helicópteros o maquinaria. Se incluye, además, informes de daño, índice diario de riesgo y resúmenes de las misiones de combate. Junto con esta lista es posible generar mapas (reportes gráficos), como son los de ocurrencia, posición de recursos, resultados de simulación de incendios, prioridades de protección, análisis de riesgo, peligro y daño potencial, etc.
13.6.2.6 Optimizador de Recursos para la Protección Este módulo está orientado a apoyar la toma de decisiones en la planificación táctica y estratégica del manejo del fuego, otorgando un especial énfasis a la identificación,
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cuantificación y localización de los recursos requeridos para la presupresión y el combate durante el transcurso de la temporada, y para períodos futuros con un horizonte definido. El Optimizador de Recursos para la Protección utiliza información proveniente de un módulo de Cálculo de Prioridades de Protección para la zona de cobertura, el que opera a base de los de la integración de los resultados de tres análisis: Riesgo (histórico y potencial); Peligro (conflictividad potencial del comportamiento del fuego en el terreno) y; Daño Potencial (bienes y valores intangibles). Cada uno de estos análisis se alimenta de información disponible en las bases de datos del Sistema, de donde extraen los datos y se definen las variables y sus ponderaciones (importancia relativa) de acuerdo a la decisión que manifieste el usuario, aunque el Sistema ofrece una configuración de variables por defecto, de acuerdo a los criterios que tradicionalmente se han aplicado en Chile. El Sistema permite generar, por pantalla o en un impreso, el plano de prioridades de protección en el que se clasifica a cada una de las unidades de superficies de la zona bajo protección en tres niveles o categorías: Alta, Media y Baja. Además, junto con la emisión del plano de prioridades, es posible obtener como subproductos los resultados separados de los análisis de riesgo, peligro y daño potencial, y de esa manera es posible también apoyar la toma de decisiones en aspectos específicos de la planificación del manejo del fuego. El proceso de determinación de prioridades, como también de los componentes de este subsistema (análisis de riesgo, peligro y daño potencial), permite realizar evaluaciones tanto técnicas como económicas de las diversas opciones de distribución espacial de recursos (torres de detección, brigadas de combate, rutas de patrullaje, centros de abastecimiento, etc.) y la eficiencia de las coberturas de los mismos, que el usuario del Sistema proponga o requiera determinar. En general, el sistema de planificación estratégica que propone el KITRAL se basa en un esquema de oferta y demanda, en donde lo primero está representado por las necesidades de protección que demuestra el área de cobertura (definidas por las prioridades) y, lo segundo, por los diferentes recursos disponibles por parte del usuario (tipos y cantidades) para satisfacer esa demanda. Entonces, el proceso consiste en evaluar las diversas opciones de cantidades y localizaciones, a fin de seleccionar la mejor de ellas. Ante una situación de ninguna restricción económica, el Sistema puede proponer la solución óptima para el caso bajo análisis. El análisis de eficiencia de localizaciones y coberturas de los recursos disponibles se realiza por medio de un esquema de cálculo de áreas de influencia y tiempos de acceso de los recursos hacia los lugares de alta prioridad. Dentro de este esquema, el usuario debe proponer escenarios adecuados en que podrá definir el patrimonio de la empresa, los estándares de rendimientos de los recursos que utiliza y otros elementos relevantes, de manera que sea posible determinar las cargas de trabajo probable durante el transcurso de la temporada para los recursos definidos, permitiendo, de este modo, la entrega de un resumen técnico y económico del escenario propuesto.
13.6.3 Impactos Previstos del Sistema KITRAL La construcción del Sistema KITRAL, dirigida al desarrollo de instrumentos que contribuyan a elevar el nivel de eficiencia de los actuales sistemas de control de los incendios forestales, indudablemente representa la posibilidad del mejoramiento de los
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resultados de los esfuerzos que se están llevando a cabo para la protección del medio ambiente, por el efecto de mitigación de los problemas que provoca la ocurrencia y propagación del fuego en las zonas de recursos naturales renovables. Concretamente, y en relación al manejo del fuego, en la oportunidad de la formulación del Proyecto FI-13, se identificaron diversos aspectos que, a través de la aplicación de los sistemas y productos que se esperaba obtener al término de su plazo de ejecución, apuntaban a elevar la capacidad y calidad de las tradicionales actividades del manejo del fuego, como la prevención, Estos aspectos, que se reiteran en los actuales momentos, se refieren esencialmente a lo siguiente:
El pronóstico oportuno de la potencial iniciación de incendios forestales permite la aplicación de medidas preventivas para evitar que muchos focos efectivamente se produzcan. Cabe señalar que la mayor parte de la ocurrencia se presenta en oportunidades y localizaciones no previstas, justamente por la inexistencia de indicadores confiables del grado de peligro, lo que constituye un hecho que en gran medida lo puede resolver el Sistema KITRAL. La simulación del comportamiento del fuego (modelo de expansión, liberación de calor, longitud del perímetro, esfuerzo de control, nivel de daños, etc.) en los incendios que potencialmente se inicien, o que ya hayan sido detectados, contribuye a estimar correctamente los recursos que requieran ser movilizados, tanto en cantidad como calidad, a fin de llevar a cabo una rápida y efectiva extinción. La detección oportuna de los incendios se facilita por los dispositivos desarrollados para el Sistema KITRAL permite reducir la conflictividad de los focos y el tamaño que ellos en definitiva alcancen, solamente por el efecto de los tiempos de control corridos desde el instante que los focos se inician. Debe indicarse que la conflictividad de un incendio se incrementa en términos exponenciales en relación al tiempo transcurrido. Los estratos de información contenidos en las bases de datos del Sistema, tales como sectores de riesgo, calidad de los combustibles, daños potenciales, topografía, accesibilidad, infraestructura de apoyo, entre otros elementos, establecen el fundamento básico para la planificación espacial del manejo del fuego. Con ello, se posibilita la correcta identificación y delimitación de sectores prioritarios de protección, lo que a su vez permite sustentar la formulación de planes fundamentales, como es el caso de la prevención (por la capacidad de despliegue de información sobre localización, oportunidad y causa de los incendios), o bien, en la optimización de localizaciones, rutas y coberturas de los recursos disponibles para la presupresión y combate. El análisis conceptual de los elementos que componen el manejo del fuego, y la descripción de los mecanismos que se proveen para su aplicación, acarrea consecuentemente la incorporación de un efecto normalizador de las actividades, tanto de CONAF como de las Empresas Forestales. Este aspecto se visualiza como un elemento importante en la elevación de los niveles de eficacia de la protección, por el intercambio de información, capacidad tecnológica y ejecución de operaciones realizables bajo similares estándares.
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En general, a través de los diferentes elementos que posee el Sistema KITRAL, se cuenta con la capacidad de disponer mecanismos apropiados para toda la gestión que engloba el control de los incendios forestales, gracias a la inclusión de los elementos de soporte que representan los dispositivos para definir la asignación de recursos y la toma de decisiones coyunturales y estructurales, como así también, en el diseño de esquemas organizacionales para las operaciones que deban llevarse a cabo.
Es importante destacar que KITRAL es un sistema original porque, aunque ya existen otros sistemas similares ya desarrollados particularmente en Canadá y Estados Unidos, su diseño se ha adecuado a las condiciones de Chile, con bases datos y estándares de productividad propios y, también, de acuerdo a los criterios, estilos de trabajo y capacidades que observan los programas de manejo del fuego que operan en el país. Incluso, posee módulos, especialmente los relativos a la planificación estratégica y a los mecanismos de gestión, que no han sido tocados ni menos desarrollados en el extranjero. Además, se han incorporado las tecnologías de punta necesarias para lograr el mejor nivel de eficiencia en la captura, procesamiento, interpretación y despliegue de información. Finalmente, aun cuando el Sistema fue construido para las condiciones de Chile, el diseño y configuración de sus módulos son fácilmente ajustables para ser operado en otros países. Prácticamente el único aspecto que requiere ser considerado en su exportación, es el referido a las bases de datos, que lógicamente deben contener la información que corresponda al área de aplicación.
13.7
EL SISTEMA SINAMI
13.7.1
Referencias Generales
El Sistema SINAMI (Sistema de Análisis para el Manejo del Fuego) fue desarrollado por el Servicio Forestal de Estados Unidos en los finales de la década de 1970, sobre la base de la integración de diversos instrumentos creados separadamente (algunos con bastante anterioridad, como el Nacional Forest Fire Danger Rating System, o las fórmulas de Comportamiento del Fuego de Rothermel), para el análisis y apoyo de la toma de decisiones en aspectos referidos a la evaluación de incendios, manejo de combustibles, evaluación del grado de peligro, diseños y comandos operacionales, estrategias de combate, eficiencia económica, entre otros. Su propósito fue establecer un proceso analítico para sustentar la formulación de programas de protección que efectivamente contrarrestaran la ocurrencia y propagación de los incendios dentro de un marco presupuestario razonable. El componente principal del SINAMI es el Modelo de E valuación del Ataque I nicial (EAI), que permite la evaluación de las diferentes opciones de esquemas de protección en escenarios variables de riesgos, peligro, comportamiento del fuego, topografía, meteorología, accesibilidad, daños potenciales, recursos de combate disponibles, etc., que requieren ser conocidos para fundamentar la planificación del manejo del fuego y cumplir con el objetivo de contener los incendios en tamaños predeterminados y en tiempos prefijados.
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El marco económico de las propuestas del SINAMI está dado por el Valor del Cambio Neto del Recurso (CNV), que representa la diferencia de la productividad esperada, resultante de la comparación entre la situación previa y la posterior a los efectos de un incendio forestal. Por otra parte, contempla la calificación de 12 opciones modeladas de comportamiento del fuego (esencialmente sobre la base de la propagación del fuego y la intensidad calórica) para cada incendio, a fin de formular la acción de extinción correspondiente. Para ello, requiere del apoyo sistema de información sobre el historial de ocurrencia y daños, acciones de combate realizados y costos de la supresión, con registros válidos correspondientes a un período de 5 a 20 años en la zona bajo protección (Lugar Representativo “LR”). A partir del
estudio histórico y a través de un programa de análisis, el sistema puede predecir:
Cuándo y donde deben emplearse los medios de extinción. La cantidad de incendios, clasificados por tamaño y nivel de intensidad, que pueden esperarse. La superficie afectada por incendio, y con su respectiva intensidad del fuego esperadas. Los costos totales de extinción que deberán desembolsarse, más el cambio neto del valor de los recursos bajo protección (C+CNV).
El Modelo EAI emplea las fórmulas de Rothermel para el cálculo del Nivel de Intensidad del Fuego (NIF) y la Velocidad de Propagación (VP). Además tiene incorporada una gran cantidad de módulos interrelacionados, destinado a la resolución de los múltiples aspectos específicos que es necesario abordar. Entre estos últimos cabe destacar a la Tabla Maestra de Medios (TMM), La Tabla de Selección de Opciones (TSO), el Costo Unitario por Misión (CUM), el Costo Promedio por Unidad de Superficie (CPUS), la Tabla de Fuegos Escapados (TFE), el Lenguaje de Control de Trabajo (LCT), la Meta de Planificación de Manejo de la Tierra (PMT), entre otros.
13.7.2
Funcionamiento del Modelo de Evaluación del Ataque Inicial
Vélez (2000), describe de manera sencilla el funcionamiento del Modelo de Evaluación del Ataque Inicial (EAI) aproximadamente en los siguientes términos: El Modelo EAI simula extinción de un incendio calculando su perímetro en diferentes momentos. El incremento del perímetro se deriva del insumo Velocidad de Propagación (VP), basados en modelos de propagación elíptica. Por otra parte, la superficie del foco de fuego al momento de su detección se utiliza como el tamaño inicial del incendio, sobre el cual derivan los cálculos posteriores de incremento (tiempo cero en relación a los tiempos de llegada de las unidades de combate, y tamaños futuros con respecto a los medios de extinción de refuerzo). Todo ello sustentado en los estándares e indicadores correspondientes al Lugar Representativo (LR) bajo análisis. El Programa busca la lista de despacho de referencia (que contiene los recursos disponibles para el combate), y selecciona a la primera unidad que debe movilizarse de acuerdo al Nivel de Intensidad del Fuego (NIF) del LR. Luego, calcula el perímetro basado en el tiempo de arribo de esa unidad. En los períodos futuros sucesivos, el programa coteja si la tasa de productividad de la unidad de combate (en la construcción de la línea) es mayor que la tasa de incremento del perímetro del incendio. Si ello es efectivo, calcula cuanto será el lapso requerido para contener el incendio, y cuál será su tamaño una vez que sea controlado. El
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momento del control se produce cuando la longitud de la línea construida por la unidad de combate se iguala a la longitud del perímetro. Ahora, si la tasa de productividad de la unidad de combate es menor que la tasa de incremento del perímetro, el EAI vuelve a la lista de despacho y selecciona una segunda unidad. El modelo calcula el perímetro en ese momento y resta la longitud de la línea construida por la primera unidad. Entonces, el proceso contínúa ahora con la suma de las productividades de las dos unidades, y el total resultante se vuelve a cotejar con el correspondiente incremento del perímetro. Si la productividad conjunta de las dos unidades es aún insuficiente, el sistema continúa su reiteración seleccionado una tercera unidad en la lista de despacho. Si aún no ha sido posible controlar el incendio, incorpora una tercera unidad, y cuando ya no se disponen de más medios en la lista de despacho, el fuego se declara escapado, y su tamaño final se podrá determinar en la Tabla de Fuegos Escapados (TFE). El Cambio Neto en el Valor de los Recursos (CNV) se calcula separadamente por cada incendio, multiplicando el tamaño final por el CNV por hectárea para el NIF al cual el fuego quemó. Por su parte, el Costo de Extinción del Evento para cada incendio se calcula considerando dos componentes: La suma del Costo Unitario por Misión (CUM) para cada una de las unidades de combate despachadas, y el Costo de Extinción por hectárea (CEA) multiplicado por el tamaño final. Los valores asociados a cada evento (tamaño, CNV, Costo de Extinción) se multiplican por la frecuencia anual esperada de incendios en sus correspondientes NIF y VP, a fin de estimar los costos anuales promedio esperados. Los costos se suman para calcular el total para la Zona de Análisis de Manejo del Fuego (ZAMF), y posteriormente, éstos para el cálculo de toda la unidad administrativa o distrito de protección. En resumen, de acuerdo a la experiencia obtenida por el Servicio Forestal de Estados Unidos, al Sistema SINAMI cabe considerarlo como una herramienta objetiva y confiable para estimar la efectividad de programas opcionales de manejo del fuego, basado en la eficiencia económica.
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