Makhno vs Malatesta: La controversia entre el PLATAFORMISMO y otras FORMAS DE ACCIÓN REVOLUCIONARIA REVOLUCIONARIA
Esta es una polémica teórica y práctica entre la legendaria figura de d e Errico Malatesta y del comandante-guerrillero ucraniano, que se enfrentó con el fuego y la organización no solo a burgueses ucranianos, sino que a todos los reaccionarios extranjeros pro-fascistas, así como también al régimen bolchevique encabezado encabezado por Lenin y Trotsky, T rotsky, cuando estos se disponían a asesinarle para someter a ucrania bajo el mandato bolchevique. Malatesta, entre sus sus hazañas hazañas preparó la táctica del “Frente único Proletario”, cometió expropiaciones, realizó incontables veces acciones directas contra la burguesía y fue presa del fascismo al hasta finalizar sus últimos días. Además de propagar la idea idea autogestionaria industrial, donde las asociaciones obreras obreras inicien la toma de los medios de producción (industrias) para que se colectivice la propiedad privada burguesa, iniciando la autogestión; es decir; comenzar a hacer LA REVOLUCION REVOLUCION SOCIAL en vez vez de desfilar con coloridas banderas frente al gobierno. Makhno, quien se transformó en “la pesadilla del ejército rojo”. Organizó la “makhnovchina”, Estado mayor del ejército negro, la comuna con pr oducción
colectiva por la socialización de la tierra y el postulado de LA PLATAFORMA, pero sin duda sus acciones heroicas, lo enmarcan como una f igura importante en la resistencia a los regímenes totalitarios vengan de donde vengan y utilicen o no la revolución como excusa para establecer una dictadura sobre la población explotada. A continuación se le invita al lector a leer de forma crítica, a rechazar y rescatar todo lo que considere necesario en este choque teórico-práctico de la comprensión de la organización no solo apta para el e l sabotaje, sino para el triunfo de la revolución social.
ACERCA DE LA DEFENSA DE LA REVOLUCIÓN Nestor Makhno En el contexto del debate que ha tomado lugar entre nuestros camaradas de distintas tierras respecto a la Propuesta la Propuesta de Plataforma para una Unión General de Anarquistas, publicado Anarquistas, publicado por el Grupo de Anarquistas Rusos en el Extranjero, he sido consultado, por diversos actores, sobre escribir un texto dedicado específicamente a la cuestión de la defensa de la revolución. Pretendo tratar sobre el tema de la forma más diligente, pero antes de hacerlo, creo tener el deber de informar a los camaradas que éste no se trata de un asunto central de la Propuesta de Plataforma: su esencia, es la necesidad de alcanzar la unidad más consistente en nuestras filas comunistas libertarias. Esto requiere sólo de reparos y complementos para su implementación. De otro modo, si no apuntamos a la convergencia de nuestras fuerzas, nuestro movimiento estará condenado a sucumbir de una vez por todas a la influencia de los liberales y oportunistas que penan en nuestros círculos, si no, a los descarados especuladores y aventureros políticos, quienes, en el mejor de los casos, pueden ir por ahí con sus charlatanerías, pero son incapaces de luchar en terreno por el logro de nuestros grandes objetivos. Esto último, sólo puede ocurrir si vamos de la mano con todos aquellos que creen instintivamente en la rectitud de nuestra lucha y que buscan lograr, mediante la revolución, la libertad e independencia más amplias posibles, para así construir una nueva vida y una nueva sociedad, en la cual los individuos puedan por fin, y sin obstáculos, ejercer su impulso creativo en beneficio del bien común. En lo que concierne al objetivo específico de la defensa de la revolución, voy a fiarme de mis experiencias de primera mano durante la Revolución Rusa en Ucrania, en el curso de una lucha desigual, pero decisiva, librada por el movimiento revolucionario de los explotados ucranianos. Aquella experiencia me ha enseñado, primeramente, que la defensa de la revolución se liga directamente a la ofensiva que se opone a la Contra-revolución: en segundo lugar, que su expansión e intensidad se encuentran condicionadas, en todo momento, a la resistencia de los Contra-revolucionarios: en tercer lugar, se desprende de lo anterior que las acciones revolucionarias dependen estrechamente del contenido político, de la estructura y de los métodos organizativos adoptados por los destacamentos revolucionarios armados, que se ven obligados a confrontar ejércitos contra-revolucionarios convencionales en un extenso frente. En la lucha contra sus enemigos, la l a Revolución Rusa primero comenzó por organizar destacamanentos de Guardias Rojas, bajo el liderazgo de los Bolcheviques. Se detectó rápidamente, que éstos fueron incapaces de soportar las presiones de las tropas enemigas, específicamente, de los cuerpos de avanzada alemanes, austríacos y húngaros, por la sencilla razón que, la mayor
parte del tiempo, éstos operaban sin ninguna guía operativa general. Esto es por lo cual los l os Bolcheviques, en la primavera de 1918, optaron por la organización del Ejército Rojo. Fue entonces cuando lanzamos el llamado a formar "batallones libres" de explotados ucranianos. Rápidamente se evidenció que tal organización era impotente para sobrevivir las provocaciones internas de toda clase, dado que, sin un registro adecuado, político o social, recibía a todos los voluntarios, a condición sólo de que estuvieran deseosos de tomar las armas y luchar. Esta es la razón por la cual las unidades armadas establecidas por esta organización fueron traicioneramente enviados al enemigo, un hecho que les impidió ver más allá su misión histórica en la lucha opuesta a la contrarevolución. Sin embargo, a continuación del revés inicial de la organización de los "batallones libres" -que pueden ser descritas como unidades de lucha de la primera línea de defensa de la l a revolución- no nos desesperamos. La organización fue, de alguna manera, revisada en su formato: los batallones fueron complementados por destacamentos ligeros de partisanos de un tipo mixto, es decir, que comprendían infantería y caballería indistintamente. La tarea de estos destacamentos era operar adentrados tras las l íneas enemigas. Esta organización fue puesta a prueba durante las operaciones contra las fuerzas de avanzada Austro-Alemanas y las bandas del Atamán Skoropadsky 1, su aliado, durante el final del verano y el otoño de 1918. Adhiriendo a esa forma de organizar organizar la defensa de la revolución, revolución, los explotados ucranianos fueron capaces de arrancar de las garras de los contrarevolucionarios la horca que éstos habían ajustado a la revolución en Ucrania. Es más, no estando contentos sólo con defender la revolución, la profundizaron tanto como pudieron 2.
1
Nota: Nota: Atamán es un título nobiliario ucraniano. El Atamán Skoropadsky, fue el líder del gobierno títere instalado en Ucrania (28 de abril de 1918) por las tr opas Alemanas y Austro-Húngaras, que avanzaron sobre el terreno cedido por los Bolcheviques tras el tratado de Brest-Litovsk (3 de marzo de 1918). En este tratado, a cambio de la paz con Alemania y Austria, el gobierno Bolchevique entregaba Ucrania en la práctica, retirando sus tropas. Su gobierno (Rada, en lengua lengua ucraniana) se caracterizó por la represión, represión, el encarcelamiento y fusilamiento de revolucionarios y co mbatientes que resistían la ocupación alemana y austro-húngara, por la brutalidad de la Varta (policía) y por fuertes medidas anti -populares, en la forma de racionamientos arbitrarios e impuestos excesivos, que se tradujeron en hambruna y rabia. La co mbinación de la lucha insurreccional de destacamentos guerrilleros (con la notable participación de las guerrillas anarquistas de Makhnó y Schuss) y la movilización de masas, consistente en revueltas cam pesinas y luchas obreras (donde los trabajadores ferroviarios tuvieron un rol importantísimo), pr ecipitaron la caída del Atamán Skoropadsky el 14 de diciembre de 1918. 2
Nota de Alexandre Skirda: Skirda: En ese momento, los Bolcheviques no tenían unidades militares en Ucrania: no fue sino hasta mucho más tarde que sus pri meras unidades de combate llegaron desde Rusia, momento en el cual ocuparon un frente paralelo a nosotros, aparentemente buscando unirse a los explotados ucranianos, que estaban organizados autónomamente y, por sobre todo, ajenos a su supervisión estatal, pero en los hechos, se pusieron a trabajar de forma forma deshonesta para quebrarlos y eliminarlos en provecho provecho propio. A fin de conseguir su objetivo, los Bolcheviques Bolcheviques no desecharon nada, llegando tan lejos como a sabotear directamente el apoyo que se les pidió en forma de municiones y baterías: esto, en el preciso momento en que montábamos una amplia ofensiva a lo largo de nuestro frente, el éxito del cual dependía,
En la medida en que la contra-revolución interna se extendía adentro del país, ésta recibía ayuda de otros países, no sólo en la forma de armas y municiones, sino que además en la forma de tropas. Pese a esto, nuestra organización para la defensa de la revolución también se expandía en tamaño, y al mismo tiempo, según surgía la necesidad, adoptaba un nuevo formato y métodos de combate más adecuados. Sabemos que el frente contra-revolucionario más peligroso en ese entonces, estaba a cargo del ejército del General Denikin: sin embargo, el movimiento insurgente hizo de las suyas en su contra, durante cinco o seis meses. Un buen número de los mejores comandantes Denikinistas fracasaron frente a nuestras unidades, las cuales carecían de otras armas que las arrebatadas al enemigo. Nuestra organización contribuyó en gran medida a ello: sin pisotear la autonomía de las unidades de combate, las reorganizó en r egimientos y brigadas coordinadas por un Equipo operativo común. Es verdad que el establecimiento de éste, fue factible sólo gracias a la apreciación por parte de las masas de explotados revolucionarios en servicio en las líneas de Frente contra el enemigo, así como tras t ras sus líneas, de la necesidad de un Comando militar único. Es más, aún bajo la influencia de nuestro grupo de campesinos comunistas libertarios de Gulyai-Polyé, los explotados vigilaron que cada individuo estuviera facultado con iguales derechos al tomar parte en la construcción de la nueva sociedad, en todas las esferas, incluyendo en la obligación de defender sus conquistas. De este modo, mientras el frente de Denikin amenazaba la vida misma de la revolución libertaria, que era presenciada con vivo interés por la mayoría de la población, los explotados revolucionarios se agrupaban sobre l a base de nuestra noción organizativa de la defensa de la revolución, haciéndola suya y proveyendo al ejército insurgente de un flujo regular de combatientes frescos para aliviar a los heridos y a los exhaustos. En todas partes, los requerimientos prácticos de la lucha indujeron a nuestro movimiento a establecer un Equipo operativo y organizativo, para compartir una visión de conjunto sobre todas las unidades de combate. Es debido a esta práctica que me encuentro incapacitado para suscribir a la visión de que los anarquistas revolucionarios rechazan la necesidad de tal Equipo para observar estratégicamente la lucha armada revolucionaria. r evolucionaria. Estoy convencido de que cualquier anarquista revolucionario encontrándose en las mismas circunstancias en las que yo me encontré en la guerra civil en Ucrania se verá impelido, por necesidad, a hacer lo que nosotros hicimos. Si en el curso de la auténtica revolución social por venir, hay anarquistas que rechazan estos principios organizativos, entonces, en nuestro movimiento t endríamos sólo charlatanes vacíos y masa inerte, elementos perniciosos que serían rechazados en breve.
primariamente, del poder de fuego fuego de nuestra artillería y de nuestras ametralladoras, cuando de hecho, estábamos tremendamente cortos de municiones.
Al tratar la resolución del asunto de la defensa defensa de la revolución, los anarquistas anarquistas deben observar incesantemente el carácter social del comunismo libertario. Enfrentados a un movimiento revolucionario de masas, debemos reconocer la necesidad de organizarla y dotarla de medios válidos, para luego entregarnos a ella de todo corazón. De otra otr a manera, si aparecemos como soñadores y utópicos, entonces no deberíamos obstaculizar la lucha de los explotados, particularmente de aquellos que siguen a los socialistas de Estado. Más allá de cualquier sombra de duda, el anarquismo es y permanece como un movimiento social revolucionario, y es por esto que yo soy y siempre seré partidario de que éste tenga una organización bien articulada y apoyaré el establecimiento, una vez llegada la revolución, de batallones, regimientos, brigadas y divisiones diseñadas para amalgamarse, en determinadas ocasiones, en un único ejército, bajo un Comando regional único, en la forma de un Equipo supervisor organizativo. La tarea de éste será, acorde a los requerimientos y las condiciones de la lucha, trazar un plan operativo federado, coordinando las acciones de los ejércitos regionales, para traer a una conclusión exitosa la lucha conducida en todos los frentes de cara a la contra-revolución armada. El asunto de la defensa de la revolución no es un asunto sencillo: requerirá de un gran compromiso organizativo de parte de las masas revolucionarias. Los anarquistas deben comprender esto y estar ahí para asistirles en esta tarea.
Delo Truda No.25, Junio de 1927, pp.13-14.
El Grupo de Anarquistas Rusos en el Extranjero RESPONDE A LOS CONFUSIONISTAS EN EL ANARQUISMO con palabras previas de P. Archinov Palabras previas: la esencia del problema
Los debates provocados por la "Plataforma Organizativa" se Organizativa" se han enfocado, hasta ahora, principalmente sobre sus variados argumentos o, de hecho, sobre la propuesta organizativa contenida en ella. La mayoría de sus críticos, así como muchos de quienes la apoyan, han carecido de una visión clara en su apreciación sobre la sustancia de las premisas de la Plataforma: no han tratado de descubrir cuales fueron los factores f actores que conllevaron su aparición, el punto de partida adoptado por sus autores. Y sin embargo, este asunto es de la mayor importancia para aquellos que buscan comprender el espíritu y la importancia de la Plataforma. La recientemente publicada "Respuesta a la Plataforma" de Volin y algunos otros anarquistas, proponiéndose representar un completo rechazo a la Plataforma, ha fracasado -pese a todos t odos sus esfuerzos en esta tarea, pese a todos sus clamores de leer "entre líneas"- en elevarse por sobre el nivel de una diatriba banal en contra de argumentos tomados por separado, y se ha mostrado impotente de abordar el corazón mismo del problema. Debido a que esta "Respuesta" demuestra la más completa incomprensión de las tésis de la Plataforma, las distorsiona y hace uso de sofismas para rebatirlas, el Grupo de Anarquistas Rusos en el Extranjero, habiendo indagado en este amago de crítica, una vez más, ha identificado una serie de puntos que son cuestionados: al mismo tiempo, el Grupo ha registrado ineptitud política y teórica de la Respuesta. El siguiente comentario, titulado "Respuesta a los Confusionistas en el Anarquismo", se dedica a examinar su réplica. Su intención no es servir servir ni de complemento ni de anexo a la Plataforma: está diseñado, meramente, para clarificar algunas de sus tésis. Sin embargo, permítasenos aprovechar esta oportunidad para remarcar algunas cosas a consideración de los compañeros que puedan tener algún interés en la Plataforma para organizar al Anarquismo: creemos que al hacer esto, ayudamos a que su espíritu y su significado sean mejor entendidos. Hemos adquirido el hábito de culpar del fracaso del movimiento anarquista en Rusia entre 1917-1919, a la represión estatal del Partido Bolchevique. Lo cual es un grave error. La represión Bolchevique dificultó la expansión del movimiento anarquista durante la revolución, pero fue sólo uno de los obstáculos. Mas bien, fue la inefectividad interna del propio movimiento
anarquista una de las principales causas de este fracaso, f racaso, una inefectividad emanada de la vaguedad y de la indecisión que caracterizaron a sus principales posiciones políticas respecto a organización y tácticas (Esperamos demostrar y desarrollar esta opinión en un estudio separado, adjuntando datos y documentos de prueba). El anarquismo carecía de una opinión firme, enérgica y oportuna ante los principales problemas que enfrentaba la Revolución Social, opiniones que eran necesarias para satisfacer a las masas que hacían la Revolución. Los Anarquistas llamaban a tomarse las fábricas, pero no tenían una una noción homogénea y bien definida sobre la nueva producción y su estructura. Los anarquistas favorecían la consigna comunista: " De cada cual según sus capacidades, a cada cual según sus necesidades", pero nunca se molestaron en aplicar este concepto a la vida real. Es así como permitieron que elementos sospechosos transformaran este gran principio en una caricatura del anarquismo (Debemos recordar como muchos estafadores se aferraron a este principio como un medio de obtener bienes colectivos, durante la revolución, en provecho propio). Los Anarquistas hablaban mucho de la actividad revolucionaria de los mismos trabajadores, pero fueron incapaces de di rigir a las masas, aunque más no fuera rudimentariamente, hacia las f ormas que tal actividad debiera asumir: se demostraron incapaces de regular las relaciones recíprocas entre las masas y su centro ideológico. Incitaban a las masas a sacudirse del yugo de la Autoridad: pero no indicaban cómo las ganancias de la Revolución se habrían de consolidar y defender. Carecían de opiniones claramente definidas y de políticas de acción específicas con respecto a muchos otros problemas. Lo cual los alienó de las actividades de las masas y los condenó a la impotencia social e histórica. En esto debemos ver la principal causa de su fracaso en la Revolución Rusa. Nosotros, los anarquistas rusos que vivimos la prueba de fuego revolucionaria entre 1905 y 1917, no tenemos la menor duda respecto a ello. La obviedad de la inefectividad interna del anarquismo nos ha compelido a buscar fórmulas para alcanzar el triunfo. En veinte años de experiencia, de actividad revolucionaria, veinte años de esfuerzos en las filas anarquistas, y de esfuerzos que no consiguieron nada sino fracasos del anarquismo en cuanto movimiento organizador : todo esto nos ha convencido de la necesidad de un nuevo partido -organización anarquista que cubra amplios sectores, arraigado en una teoría, una política y una táctica común. Estas son las premisas de la "Plataforma Organizativa". Si los anarquistas de otros países, sin la experiencia de primera mano de la Revolución Rusa, pero con algún conocimiento de ella, aunque sea magro, estuvieran dispuestos a examinar cuidadosamente el estado del movimiento anarquista en sus propios países, no podrían dejar de notar que la inefectividad interna que causó el fracaso del anarquismo en la Revolución Rusa, prevalece igualmente en sus propias filas y representa una amenaza mortal sobre el movimiento, especialmente en tiempos de revolución. Entonces, comprenderán el
significado del paso adelante que representa la Plataforma Organizativa para el anarquismo, desde el punto de vista de las ideas, como del punto de vista de la organización y construcción. Y comprenderán que solo el camino trazado por la Plataforma, puede restaurar la salud del anarquismo y fortalecerlo entre las masas. P. Archinov
RÉPLICA A LA RESPUESTA DE ALGUNOS ANARQUISTAS RUSOS A LA PLATAFORMA La Respuesta (Abril de 1927) de algunos anarquistas rusos a la Plataforma, es un intento de criticar y rechazar completamente la "Plataforma Organizativa" publicada por el Grupo de Anarquistas Rusos en el Extranjero. Los autores de la Respuesta, declaran estar en desacuerdo, no sólo con ciertas ideas expuestas en la Plataforma, sino que con toda t oda ella. Es precisamente "la Plataforma, en cuanto tal… sus principios subyacentes, su esencia, su misma
lógica" los que no son aceptables a su parecer, ellos dicen: no es Anarquismo, sino Bolchevismo lo que en ella se expresa (pp. 30-37). La esencia ideológica de los Bolcheviques y de los "Plataformistas" " Plataformistas" es idéntica (p. 37). Indudablemente, ellos dicen, (p.29) "los autores de la "Plataforma" ven como indispensable: la creación de un centro de dirección política, la organización de un ejército y de una fuerza policial a disposición de ese centro, lo que esencialmente significa, la introducción de una autoridad política transitoria, en esencia, estatista". Y la Respuesta está aderezada con cantidad de otras afirmaciones semejantes e igualmente sorprendentes. Creemos que tales afirmaciones obligan a que sus autores provean evidencia adecuada antes de hacerlas. De hecho, esta práctica de hacer alegatos sin fundamentos puede llevar al movimiento anarquista a una conducta cuestionable: todo anarquista, en el verdadero sentido de la palabra, debe, por lo tanto, tomar una posición decidida contra esta clase de argumentación. En el curso de nuestra exposición, veremos en qué medida los autores de la Respuesta han buscado dar autenticidad a sus propios alegatos y cómo esto nos arroja luz sobre el significado y el valor de la Respuesta. Sus autores comienzan declarando que están en "total desacuerdo con el grupo respecto a muchas tesis fundamentales e importantes contenidas en la Plataforma". Pero en realidad, el disenso se relaciona con cada una de las tesis t esis de la Plataforma sobre organización y principios. Para explicar su diferencia de opinión, se dan vueltas, recurren a sofismas, para terminar en dudosas conclusiones propias. Ya que son hostiles a priori a toda la Plataforma, pero carecen de una visión propia explícita sobre cualquiera de los aspectos tratados en la Plataforma, no podría ser de otra manera. Esto lo podemos apreciar si nos detenemos en sus principales objeciones. Pero hay más aún: vemos que los autores de la Respuesta, al rebatir ciertos argumentos de la Plataforma, frecuentemente terminan reiterando estos mismos argumentos, proclamándolos como suyos propios y usándolos contra la Plataforma. Queremos aclarar un punto: la mejor respuesta a sus objeciones es la misma Plataforma, y el lector encontrará en ella opiniones específicas y claras sobre cada uno de los aspectos discutidos. Nos ocuparemos ahora tan sólo de algunos aspectos de la Plataforma que los autores de la Respuesta han intentado rebatir, a fin de clarificar el espíritu y la corriente que los ha motivado.
1. Las Causas de la Debilidad del Movimiento Anarquista
La Plataforma localiza las principales causas de la debilidad del movimiento anarquista en la ausencia de un factor organizativo y de relaciones organizadas dentro del movimiento, que lo llevan a un estado de "desorganización crónica". A la vez, la Plataforma agrega que esta esta desorganización se anida anida en algunas limitaciones de naturaleza ideológica. Podemos ver estas limitaciones en un amplio rango de principios pequeño burgueses que no tienen nada que ver con el anarquismo. La desorganización que prevalece en nuestras filas es ayudada por la confusión ideológica. Y a fin de poner fin a tal confusión práctica e ideológica, la Plataforma sostiene la idea de establecer una organización general fundada sobre un programa homogéneo. De esta manera, la Plataforma sienta las bases de una organización general de anarquistas y genera homogeneidad ideológica. La organización creada, así, colectivamente, será lo suficientemente fuerte como para librar l ibrar al anarquismo de sus contradicciones ideológicas y de sus inadecuaciones organizativas, pavimentando el camino a una organización anarquista poderosa alineada en torno a principios homogéneos. No vemos otra forma de desarrollar y fortalecer al anarquismo entre las masas. La Plataforma ha señalado que la propuesta de agrupar a las distintas corrientes anarquistas en una "familia unida tiernamente" no va a restaurar la salud del movimiento anarquista, sino que en lugar de ello, sólo puede empeorarla y aturdirla. Las críticas de la Respuesta, repudian absolutamente el cuadro que la Plataforma retrata respecto a las causas de la debilidad del movimiento anarquista. Ellos ven las causas en "la vaguedad de muchas ideas básicas a nuestra perspectiva, tales como la noción de revolución social, de violencia, de creatividad colectiva, de período de transición, de organización y algunas otras". Además, los autores de la Respuesta enumeran otras materias en las cuales los anarquistas no se ponen de acuerdo. Si se les creyera, deberíamos pensar que los anarquistas no tienen una visión común sobre nada, y que debiéramos primero teorizar sobre todo antes de abordar el problema de la organización. Ya hemos escuchado estas ideas y promesas bastante seguido hasta ahora. Y, en lugar de amenazar por cierto la primera vez con realizar un trabajo teórico en profundidad, ¿no sería mejor que los autores de la Respuesta se ocuparan de esta tarea, haciéndola fructificar para luego ofrecerla como contra argumento a la Plataforma? Nuestra concepción sobre los principios del anarquismo es bastante diferente. Estamos concientes de que hay acuerdo entre los anarquistas respecto a los temas de mayor trascendencia, como la idea de la revolución social, de la violencia, de la creatividad colectiva, de la dictadura, de la organización, etc. Aquellos que hasta ahora han permanecido adversarios de la revolución social, de la violencia revolucionaria y de la organización, siempre seguirán siéndolo, y sería, en realidad, demasiado ingenuo escribir la historia del anarquismo de nuevo sólo por ellos. Tan pronto como alguien se nos acerque y nos diga que no acepta la idea de la revolución social, alguien podría anunciar que se opone a la violencia revolucionaria, un tercero podría expresar su insatisfacción con la misma idea del comunismo anárquico y un cuarto podría hablar en contra de la lucha de clases. Declarar en toda ocasión que los "principios anarquistas" no han sido suficientemente precisados, es de hecho, prácticamente el fracaso
para divisar una teoría general. ¿No tuvimos a Bakunin, Kropotkin y Malatesta, quienes fueron lo suficientemente precisos sobre los principios anarquistas? Ha habido movimientos anarquistas en gran cantidad de países, basados en aquellos principios. ¿Cómo se puede declarar que no han sido suficientemente claros? Es cierto que hay muchos puntos obscuros en el anarquismo. Pero aquellos son de otro carácter. El hecho es que junto al incuestionable núcleo anarquista, el movimiento posee un número de tendencias t endencias liberales y desviaciones individualistas que no permiten que éste tenga una base estable. Para restaurar la salud del movimiento, se le debe liberar de estas tendencias y desviaciones: pero esta limpieza es, en gran medida, evitada por todos aquellos individualistas, abiertos o encubiertos (y los autores de la Respuesta indudablemente se encuentran entre estos últimos), que son parte del movimiento. 2. La Lucha de Clases en el Sistema Anarquista
La Plataforma declara, simplemente, que la "lucha " lucha de clases entre el Trabajo T rabajo y el Capital fue, en toda época en la historia de la sociedad humana, el principal factor determinando la forma y la l a estructura de aquellas sociedades", que el anarquismo emergió y se desarrolló en el terreno de esa lucha, en el seno de la humanidad laboriosa y oprimida; que es un movimiento social de las masas oprimidas; el intento de presentarlo como un problema humanitario general equivale a una falsedad social e histórica. En la lucha entre el Capital y el Trabajo, el anarquismo lucha de lleno e inseparablemente del lado de éste último. Los autores de la Respuesta, contrarían aquel claro y preciso mensaje diciendo que "el anarquismo es una síntesis de elementos: clasistas, humanos e individuales". Esta visión es común a la de los liberales, temerosos de confiar sobre las verdades del Trabajo, y quienes siempre han oscilado ideológicamente entre la burguesía y el proletariado, buscando valores humanistas comunes para usarlos como conexión entre las clases contendientes. Pero nosotros sabemos bien que no hay una humanidad, única e indivisible, que las demandas del anarquismo comunista serán alcanzadas sólo mediante la determinación de la clase obrera y que la actividad de la humanidad, como un todo, incluida la burguesía, no apunta en absoluto hacia ello: consecuentemente, el punto de vista ofrecido por los liberales que no saben cómo tomar posición en la tragedia t ragedia social mundial, no puede tener nada que ver con la lucha de clases ni, de este modo, con el anarquismo. 3. Sobre el Problema de la Dirección de las Masas y los Eventos desde el Punto de Vista de las Ideas
La Respuesta más bien extrae la idea de un liderazgo autoritario de su propia inventiva que de las ideas expuestas en la Plataforma. Y, hablando más ampliamente, a lo largo de la Respuesta, lo que sus autores buscan es descifrar algún significado oculto en la enigmática Plataforma, llegando a pintar un cuadro que pretende aterrorizar, no sólo a los anarquistas, sino que incluso
a ciertos estadistas más sentimentales que lo común. De esta manera, la influencia ejercida en el plano de las ideas por los anarquistas sobre los sindicatos revolucionarios es interpretada por ellos como la subordinación de estos sindicatos a la organización anarquista. El método de una estrategia militar revolucionaria común aplicada a la defensa de la revolución se "convierte", en su interpretación, en la idea del ejército de un Estado centralizado. La noción de un comité ejecutivo de la organización anarquista, se convierte, en su interpretación, en un Comité Central dictatorial, que demanda de una incuestionable obediencia. Uno podría pensar que los autores de la Respuesta son demasiado ignorantes como para ser capaces de poder captar la esencia de todos estos problemas: ¡Nada de eso! Todas estas deformaciones y alteraciones hechas por ellos, persiguen un mismo fin: nosotros demostraremos brevemente hasta qué punto nuestros adversarios pretenden alarmarse con la expresión "dirección de las masas y de los eventos desde el punto de vista de las ideas". ¿Pero no son, s on, entonces, como aquellos casos raros, que aterrorizándose con la idea de la influencia, están aterrados de ellos mismos ser influyentes? La dirección de las masas desde el punto de vista de las "ideas", simplemente, quiere decir la existencia de una idea que sirva de guía en el movimiento. En el mundo de la lucha socialista y de las demandas socialistas, tales ideas no son numerosas. Pero es natural que nosotros, los anarquistas queramos que las ideas que guíen a los explotados sean ideas anarquistas y no, por ejemplo, social-demócratas, como aquellas que tan sólo recientemente han traicionado al movimiento de obreros revolucionarios Vienés 3. Pero para que las ideas anarquistas lleguen a convertirse en el magneto de las masas, debemos desarrollar una actividad ideológica bien organizada, la cual, a su vez, necesita de una organización anarquista cuyos miembros difundan nociones bien claras y coherentes entre las masas. Todo lo cual es tan elemental y auto-evidente, que resulta vergonzoso tener que aclararlo una y otra vez, a esta altura, a gente que se dice estar familiarizada con el anarquismo. Los autores de la "Respuesta" están, de sobra, concientes de ello, ya que, tras deformar nuestro punto de vista y de ofrecer una montaña de absurdos en relación a la Unión General de Anarquistas, terminan diciendo que el rol de los anarquistas en las organizaciones económicas es influenciar a las masas moralmente y en términos de las ideas, mientras que las organizaciones específicamente anarquistas debieran, de hecho, ayudarlas desde el punto de vista de las "ideas". ¿Pero al decir esto no se están casi tomando prestadas las posiciones de la Plataforma, luego de haber enlodado su nombre? ¿Qué significa "influenciar y asistir a las masas desde el punto de vista de las ideas"? ¿Van los anarquistas a dar asistencia ideológica a una muchedumbre a punto de realizar un pogrom o de realizar un linchamiento? 4 Toda asistencia 3
4
Se refiere a las claudicaciones de la social-democracia austríaca.
Pogrom es Pogrom es un término utilizado para denominar los ataques racistas que sufrían las comunidades judías en Rusia, que eran el chivo expiatorio perfecto para el Zar, que los culpaba de cualquier mal que aquejara a ese país. La "Ley de Lynch", o linchamiento, era la matanza que daba una muchedumbre con armas improvisadas a negros, sindicalistas y revolucionarios en los EE UU entre el siglo XIX y siglo XX. Muchas veces, las autoridades carcelarias, arreglaban poner a las víctimas (usualmente presos políticos o negros "culpables" sólo de no haber nacido blancos) a disposición de grupo s orquestados por
entregada a las masas en el plano de las ideas, debe ser consonante con la ideología anarquista: de otro modo, no sería asistencia "anarquista". "Asistir ideológicamente", simplemente significa: la influencia desde el punto de vista de las ideas, la dirección desde el punto de vista de las l as ideas. Bakunin, Kropotkin, Reclus, Malatesta -estos son hombres que fueron, indudablemente, dirigentes ideológicos de las masas-. Pero nosotros aspiramos a que esa dirección, que se ha ejercido ocasionalmente, se convierta en un factor permanente: esto sólo será posible cuando haya una organización que posea una ideología común y cuyos miembros se involucren en una actividad ideológicamente coordinada, sin ser colateral o dispersa como ha sido el caso hasta ahora. Estos son los términos en que la cuestión ha sido planteada. Y es en vano que los autores de la "Respuesta" soñarán sofismas a fin de demostrar que la dirección en el plano de las ideas significa una dirección autoritaria. Son las masas populares las que harán la revolución por sí mismas, dicen nuestros adversarios. Entendido. Pero deben saber que la masa revolucionaria se nutre por siempre en el seno de una minoría de iniciadores, que precipitan y dirigen los eventos. Y estamos autorizados para afirmar que en una verdadera revolución social, solo los partidarios del anarquismo obrero serán contados entre esta minoría. 4. La Idea del Período de Transición
La "Plataforma" resalta que los partidos políticos socializantes entienden el término "Período de Transición" queriendo significar una etapa específica en la vida del pueblo, siendo los rasgos esenciales de tal período: un quiebre con el antiguo orden de cosas y la instalación i nstalación de un nuevo sistema político y económico, un sistema el cual, en cuanto tal, no representa aún la completa emancipación de los trabajadores. El Comunismo anárquico, sin embargo, repudia arreglos transicionales de esta naturaleza. Aboga por una revolución social de los trabajadores que siente las bases para una sociedad libre e igualitaria. Llama la atención que el problema pr oblema no pueda estar más claramente planteado. Pero los autores de la "Respuesta" han lucubrado para descubrir precisamente lo opuesto en la "Plataforma". Según ellos estiman, la "Plataforma" es, enteramente, un mero " intento de ofrecer esta idea (del período de transición) y de transplantarla al anarquismo". Y he aquí la prueba: la "Plataforma" prevé algunos temas, (algunos están en el apéndice a la "Plataforma"), sobre cuando la prensa (o más bien el abuso ya mencionado) de la clase hostil a los trabajadores sea suprimida por los obreros en lucha. Y los autores de la "Respuesta" se regocijan: ¿Por qué esto no equivale, "en realidad a un período de transición"? t ransición"? Luego, la "Plataforma" declara que el principio comunista anárquico "de cada cual según sus capacidades, a cada cual según sus necesidades" de ninguna manera hace que incumba a los obreros rebeldes encargarse de alimentar a todo el mundo, incluidos sus enemigos declarados organizaciones racistas y derechistas como el Ku Klux Klan. Ambos hechos constituyen algunas de las páginas más horrendas y vergonzosas de la historia moderna.
quienes, por motivos contra-revolucionarios, se negarán a tomar parte en la producción y no soñarán con otra cosa que con decapitar la revolución. Tal principio, simplemente, significa igualdad en la distribución dentro de los parámetros de una sociedad igualitaria: no se aplica en absoluto a aquellos que se han puesto fuera de esa sociedad por motivos contra-revolucionarios. Más aún, tal principio significa que cada miembro de la sociedad de los trabajadores que profite de sus servicios, debe servirle de acuerdo a sus fuerzas y capacidades, y de ningún modo de acuerdo a sus caprichos o para nada. Los autores de la "Respuesta", nuevamente, lanzan un grito en el cielo: ¿qué hay con eso, no es acaso eso período de transición? Ellos proclaman "la aplicación del principio de igual goce sobre todos los productos disponibles y recientemente manufacturados, sin miramientos a su cantidad, para todos los miembros de la colectividad, sin excepciones, restricciones o privilegios de ninguna clase". La verdad, es que no queda claro en esta fórmula si es que los trabajadores rebeldes deban alimentar a la burguesía que no t oma parte en la producción y que utiliza su ingenuidad i ngenuidad para oponérseles. Pero, ya que esta fórmula está en oposición con el principio obrero de la "Plataforma", deberíamos concluir que los trabajadores tendrían el deber de mantener a la burguesía, aunque no tengan el menor deseo de hacerlo. No nos detendremos a discutir tal t al punto de vista. La clase obrera lo resolverá sola y en la práctica, llegando la revolución social. Sin embargo, creemos que los autores de la "Respuesta" " Respuesta" no serán tapados con elogios por el tierno cuidado con que cubren a un burgués que se niega a trabajar. ¿No sería mejor avisarles a los autores de la "Respuesta" que busquen alguna forma para volver a los burgueses en miembros honestos de la sociedad de trabajadores, en lugar de cuidarles con tal solicitud? Pero el más impresionante truco de los autores de la "Respuesta" viene más adelante. Luego de vérseles rebatiendo todas las posiciones de la "Plataforma", luego de vérseles despreciar a sus autores como vergonzosos Bolcheviques, Bolcheviques, y su sistema constructivo despreciarlo como una forma transicional de sistema estatal económico y político -uno podría esperar verles presentando un provocador esquema de la sociedad anarquista post-revolucionaria, de la sociedad en que todos van a encontrar sus necesidades satisfechas y la cual no tendrá nada en común con aquella descrita en la "Plataforma". Sin embargo, no hay nada de esto. Todo lo que uno encuentra, es una admisión de que el esfuerzo creativo de la revolución social " será un comienzo natural para la formación de una sociedad anarquista ". Ahora bien, tal declaración ha sido tomada, palabra por palabra, de la "Plataforma", la cual afirma que "la victoria de los obreros… será el comienzo de la construcción de una sociedad anarquista, la cual, una vez esbozada, seguirá luego, sin interrupciones, su propia línea de desarrollo, fortaleciéndose y completándose". En verdad, cuando se trata de nuestros adversarios, el lado derecho de su mente no tiene idea de lo que el lado izquierdo hace y piensa. 5. El Problema de la l a Producción
Tampoco los autores de la "Respuesta" dejan de manifestar objeciones categóricas a nosotros en relación al problema de la producción. Es muy difícil
tener idea de qué ocasiona sus objeciones, así como qué es lo que favorecen en su exposición. La idea de una producción unificada y coordinada que plantea la "Plataforma" los petrifica, así como la idea de agencias dirigiendo la producción elegidas por los trabajadores. En la idea de producción coordinada, ellos adivinan el espectro de la centralización y el estatalismo y ofrecen, en cambio, la idea de producción descentralizada. La idea de producción unificada es clara: la "Plataforma" ve a toda la industria moderna como una única y gigantesca maquinaria de productores, creada por los esfuerzos de numerosas generaciones de trabajadores y, por tanto, propiedad de todos y de ningún particular. Las ramas particulares de la producción pr oducción están inseparablemente inseparablemente interconectadas y no pueden producir ni existir como entidades separadas. La unidad de esa maquinaria está determinada por factores técnicos. Pero sólo una producción unificada y coordinada es capaz de existir en esta fábrica mastodóntica: la producción realizada de acuerdo a un esquema general prescrito por las organizaciones productoras de obreros y campesinos, un plan diseñado a la luz de las necesidades de la sociedad como un todo: los productos de esa fábrica pertenecen a toda la sociedad laboriosa. Tal producción es genuinamente socialista. Es de lamentar que los autores de la "Respuesta" omitan explicar cómo ellos visualizan la producción descentralizada. Pero deberíamos suponer que están hablando de muchas producciones independientes, de industrias aisladas, de asociaciones separadas y quizás incluso fábricas separadas, produciendo y disponiendo de sus productos según les parezca adecuado. Los autores de la "Respuesta" declaran que la producción descentralizada operará según principios federalistas. Pero, ya que las unidades federadas no serán nada más que pequeñas empresas privadas (es decir, la fuerza laboral unida de una única planta, compañía o industria), la producción no será, en absoluto, socialista: será aún capitalista, en la medida en que se basa en la parcelación de la propiedad, lo que no tardará en provocar competencia y antagonismos. La producción unificada no es la producción centralizada dirigida desde un "centro" autoritario. Meramente, la producción pr oducción unificada es la producción auténticamente comunista. 6. La Defensa de la Revolución
Examinando el problema de la defensa de la Revolución, la "Plataforma" remarca, primero, que el medio más efectivo de defender la revolución será encontrar una solución radical a los problemas de la producción, del abastecimiento y de la tierra. Pero la "Plataforma" también prevé que la solución a estos problemas, necesariamente, prenderá una amarga guerra civil en la cual la clase explotadora intentará retener o retomar sus privilegios. Esto es ineludible. La "Plataforma" indica, además, que en esa guerra, la clase actualmente en el poder, recurrirá a la "metodología de toda acción militar: unidad en la planificación operacional y unidad en la comandancia general". Debe decirse que los explotados también tendrán que recurrir a esos métodos
de lucha, y que todas t odas las unidades armadas que surjan voluntariamente deberán amalgamarse en un único ejército. Esta necesidad no hace imposible que los destacamentos locales lleven adelante una lucha independiente de cara a la contra-revolución. Pero requiere, r equiere, sin embargo, que el ejército revolucionario de obreros y campesinos confronten el amplio frente de la arremetida contra-revolucionaria. A fin de combatir la contra-revolución, los obreros obreros poseerán un plan plan operacional común y un comando general. De otra manera, el enemigo los atacará cuando estén más débiles y cuando menos lo esperen. La Historia es la mejor prueba de esto: a. Todas las revoluciones populares fueron especialmente exitosas cuando cuando el ejército cesó de servir ciegamente a la clase dominante y se arrojó ar rojó a la causa de los rebeldes. b. Durante la Revolución Revolución Rusa, fueron aquellos movimientos populares populares que lograron unificar sus fuerzas armadas, sus unidades de importancia, a los cuales se confiaron las operaciones militares que afectaban a toda una región, siendo sensiblemente exitosos. Tal fue el caso del movimiento insurgente encabezado por Makhnó. Los grupos insurgentes que fracasaron en comprender esta necesidad perecieron frente a un enemigo bien organizado. Hubo cientos de casos como éstos durante la Revolución Rusa. c. La Contra-revolución Contra-revolución rusa, liderada por Koltchak, Denikin, Yudenich Yudenich y otros, debe su derrota militar, principalmente, al hecho de que fracasó en establecer un único plan operacional y la unidad de comandancia para los ejércitos contra-revolucionarios: de tal modo, mientras Koltchak estaba cerca de Kazán y avanzaba hacia Moscú (en 1918), Denikin permanecía en el Cáucaso; pero fue sólo cuando Koltchak fue "liquidado" (en 1919) que Denikin cercó Moscú. ( Nota: No estamos acá hablando de la guerrilla librada por los campesinos en contra de Koltchak y Denikin, que luego condujo a la derrota militar y social de este último). El trabajo insurgente revolucionario durante la guerra civil debe saber cómo usar la metodología de la unidad en la planificación operacional y de la comandancia general de las fuerzas armadas revolucionarias. Sin eso, los obreros y campesinos serán golpeados por las fuerzas contra-revolucionarias, altamente familiarizadas con las artes militares. La "Plataforma" señaló cuán necesario es que los obreros utilicen esa metodología, a la vez que creen un único ejército que agrupe a todas t odas las fuerzas armadas al servicio de la revolución. No es necesario decir que la "Plataforma" insiste en esta organización sólo durante el período de guerra civil en la lucha contra la contrarevolución. Una vez terminada esta guerra, el ejército revolucionario no tiene más razón de ser y será disuelto. A decir verdad, el capítulo completo de la "Plataforma" que trata sobre la defensa de la revolución, enfatiza sólo la necesidad que los obreros tienen de usar esa metodología de un plan operacional común y de una comandancia común. La "Plataforma", además, trata el punto de que estos métodos, así como la idea del ejército revolucionario, deben ser vistos sólo como estratagemas requeridas por la
guerra civil, y de ningún modo, como principios anarquistas. Nos sorprende el hecho de que ninguna mente sana y honesta podría encontrar argumentos en ello para acusar a la "Plataforma" de proponer la idea de un ejército regular, centralizado. Pero los "sabiondos" de la "Respuesta", " Respuesta", sin embargo, lo logran. Ellos nos acusan, ni más ni menos, que de aspirar a crear un ejército centralizado puesto a disposición de las organizaciones productoras generales dirigidas, a su vez, por la Unión/Partido. Creemos que los círculos anarquistas están lo suficientemente claros como para entender por sí mismos lo incoherente y absurdo de esta visión. La "Respuesta" " Respuesta" no propone ninguna solución eficiente y rápida al problema de la defensa de la revolución. Después de haber proferido, como es su costumbre, una avalancha de los más disparatados insultos en contra de la "Plataforma", sus autores comienzan a murmurar algo así como unidad de las fuerzas armadas en la revolución, copiando así las ideas de la "Plataforma", " Plataforma", luego de deformarlas, como es usual. Pero es al examinar la necesidad, anunciada en la "Plataforma", de un ejército revolucionario subordinado a las organizaciones productivas superiores de los trabajadores, donde los autores de la "Respuesta" dan muestras de una mente verdaderamente penetrante, de una auténtica maestría en las artes de la adivinación. ¿Cómo se atreven, nos dicen, a argumentar que eso no corresponde a un período de transición? Cómo puede constituir un período de transición, precisamente, la subordinación del ejército revolucionario a las organizaciones productoras de obreros y campesinos - he ahí el enigma inescrutable. Las fuerzas militares de los explotados no se convertirán de ningún modo en un fin en sí mismo: tendrán sólo una forma de implementar las formalidades de la revolución obrera y campesina. Como resultado, es a los obreros y campesinos a los cuales el ejército rinde cuentas y sólo ellos lo pueden dirigir políticamente. De acuerdo a los autores de la "Respuesta", el ejército revolucionario, o, de hecho, las agrupaciones armadas, no debieran rendir cuentas a esas organizaciones: tendrán existencia independiente y lucharán según les parezca apropiado. ¡Así, a estas gentes que tienen la insolencia de hablar de cosas sobre las cuales nunca han re flexionado, sus argumentos se les vuelven en su propia contra! 7. La Organización Anarquista
A este respecto también, los autores autores de la "Respuesta" están primordialmente primordialmente preocupados de deformar el significado de la "Plataforma". " Plataforma". Primero que nada, transforman la idea de un Comité Ejecutivo en la de un Comité Central del Partido, un comité que elabore órdenes, haga leyes y mandatos. Cualquiera que esté ligeramente familiarizado, en el menor de los grados, con política sabe que un comité ejecutivo y un comité central son dos ideas bien diferentes: el comité ejecutivo bien puede ser una agencia anarquista: de hecho, tal órgano existe en muchas organizaciones anarquistas y anarco-sindicalistas. A la vez que rechazan la idea una organización amplia amplia anarquista, basada en una ideología homogénea, los autores de la "Respuesta" toman la idea de una organización sintetista donde todas las vertientes del anarquismo se agrupen en "una sola familia". Para pavimentar el camino al establecimiento de esta organización, ellos proponen hacer un periódico en cada país que discuta y
examine todas las cuestiones controversiales, desde cada ángulo, y que así lleve a formar una entente entre los anarquistas. Nosotros ya hemos dado nuestra dado nuestra posición respecto a la noción de síntesis y no vamos a repetir nuestro razonamiento aquí. Nos limitaremos, simplemente, a decir que la existencia de discrepancias entre las opiniones de los anarquistas se debe a algo más que a la carencia de un periódico que actúe como foro de discusión (ya han existido algunos). Un foro de discusión nunca podrá agrupar a las distintas corrientes divergentes, pero ciertamente podrá enredar la mente de las masas trabajadoras. Mas aún, todo un montón de individuos que se proclaman anarquistas no tienen nada en común con el anarquismo. Agrupar a esta gente (¿sobre qué base?) en "una familia" f amilia" y describir a ese agrupamiento como "organización anarquista", no sólo sería un sin sentido: sería efectivamente dañino. Si por alguna desafortunada casualidad esto llegara a ocurrir, desaparecería toda perspectiva de desarrollo del anarquismo en un movimiento social revolucionario de los explotados. No es una mezcla indiscriminada, sino que una selección entre las fuerzas anarquistas y su consecuente organización en un partido comunista anárquico, lo que resulta vital para el movimiento: no una síntesis abigarrada, sino que la diferenciación y la exploración de la idea anarquista para llevarla así a un programa homogéneo del movimiento. Esta es la única forma de reconstruir y fortalecer al movimiento entre las masas laboriosas. Para concluir, diremos algunas palabras sobre los aspectos éticos de la "Respuesta". En realidad, no es a la "Plataforma" a la cual la "Respuesta" se refiere, sino que a una serie de posiciones debidamente deformadas por adelantado, por los autores de la "Respuesta". No hay un solo párrafo al cual respondan sin un preámbulo. Siempre comienzan indagando en las omisiones Jesuíticas de una posición y, luego de haberlas aderezado, proceden a hacer sus objeciones. En sus manos, la "Plataforma" se ha convertido en una conspiración diabólica contra el movimiento anarquista y contra la clase trabajadora. Así representan el pensamiento de la "Plataforma": "En la cúpula, el partido dirigente (la Unión General de Anarquistas); más abajo, las organizaciones superiores obreras y campesinas dirigidas por la Unión; y más abajo aún, las organizaciones inferiores, los órganos de lucha f rente a la contra-revolución, el ejército, etc." En todas partes, hablan de instituciones de "investigación y violencia política". Se describe, así, una escena, un retrato, de un Estado policial, dirigido por la Unión General de Anarquistas. Uno bien podría preguntarse: ¿por qué recurrir a todas estas mentiras? Los autores de la "Respuesta" han leído la "Plataforma". Entonces, deberían saber que el pensamiento tras la "Plataforma" " Plataforma" articula la organización de las fuerzas anarquistas para el período de la lucha contra la sociedad de cl ases capitalista: su objetivo es, simplemente, difundir el anarquismo entre las masas y dar dirección ideológica a su lucha. En el momento en que los explotados hayan vencido a la sociedad capitalista, asistirán a una nueva era en su historia, una era en la cual todas las funciones sociales y políticas sean transferidas a las manos de los obreros y los campesinos, quienes se encargarán de crear la vida nueva. En este punto, las organizaciones
anarquistas, y con ellas, la Unión General, perderán toda su significación y podrán, en nuestra opinión, gradualmente disolverse en las organizaciones productoras de los obreros y los campesinos. La "Plataforma" contiene toda una sección constructiva que trata del rol de los obreros y los campesinos en el despertar de la Revolución. Por el contrario, no dice nada sobre el rol específico de la Unión Mundial de Anarquistas en esa coyuntura. Y esto no es accidental, sino que constituye una omisión deliberada. Porque toda actividad política y económica entonces, se concentrará, en nuestra visión, en los órganos de auto-administración de los explotados: en los sindicatos, los comités de fábricas, los concejos, etc. Pero, dando crédito a los autores de la "Respuesta", sería entonces cuando el Partido Comunista Anárquico haría de las suyas: posicionado arriba en al gún lugar, dirigiría las organizaciones "superiores" e "inferiores" de los explotados, el ejército, etc. Esta es la manera en que tratan con un documento del cual se proponen ofrecer una crítica, la forma en que tratan al lector a quien prometen la verdad. La irresponsabilidad de estos métodos seguramente alarmará a cualquier lector capaz de reflexión en materias mater ias políticas. Al indagar las otras razones de la debilidad debilidad del movimiento anarquista, anarquista, los autores de la "Respuesta" señalan la siguiente: "El actual estado mental de las masas, que carecen de elementos y del deseo de investigar, analizar y y quienes, consecuentemente, siempre han decidido por la opción comparar y más fácil, por el curso que ofrezca la menor resistencia, de acuerdo a recetas "pre-fabricadas", ofrecidas por demagogos de todos los colores". Permítasenos concluir nuestro exámen de la "Respuesta" con esta notable sentencia de sus autores. Notables palabras, porque demuestran la futilidad e hipocresía de sus habladurías sobre el potencial creativo "de las masas, m asas, su actividad autónoma, la seria amenaza que la dirección ideológica plantea a su potencial, etc.". Si se cree a la "Respuesta", " Respuesta", uno queda con la impresión de que las masas no sólo son incapaces de encontrar los caminos a su liberación, sino que además, no tienen el menor deseo de ello, y prefieren seguir la línea de la menor resistencia. Si esto fuera así, las cosas irían mal para el anarquismo, ya que forzosamente éste debe atraer las masas a su lado. Al proponerse el objetivo de refutar la "Plataforma" a cualquier costo, aunque para lograrlo, incluso, hayan debido dar la espalda a la razón, a los hechos y a la vida misma, es que los autores de la "Respuesta" " Respuesta" se han visto reducidos a esa clase de declaraciones. Esperamos haber probado, en la anterior exposición, que el programa de los autores de la "Respuesta" carece de fundamentos y que no se trata más que de especímenes típicos de la incoherencia política en nuestro movimiento. Respecto al aspecto ético de la "Respuesta", " Respuesta", no puede ser descrito como otra cosa que un objeto de lección en calumnias. El Grupo de An arquistas Ruso s en el Extranjero
París, 18 de Agosto, 1927 .
UN PLAN DE ORGANIZACIÓN ANARQUISTA Errico Malatesta [Una respuesta a "Plataforma Organizativa para una Unión General de Anarquistas"] Anarquistas"] Por casualidad (es de conocimiento común que en Italia I talia la prensa no fascista es suprimida) me he encontrado con un panfleto en francés titulado " Plateforme d'organisation de l'Union générale des Anarchistes (Projet)", lo cual, traducido, significa Proyecto de programa de organización or ganización de una Unión General de Anarquistas. Este es un proyecto de organización anarquista, publicado en Noviembre de 1926 por un "Grupo de Anarquistas Rusos en el Extranjero", que pareciera estar dirigido en particular a nuestros compañeros rusos. Pero aborda cuestiones que conciernen igualmente a todos los anarquistas; y además, es claro, notablemente por el lenguaje en que está escrito, que busca reclutar a compañeros de todos los países. Cualquiera sea el caso, vale l a pena examinar, tanto por los rusos r usos como por todos, si es que las propuestas planteadas están en armonía con los principios anarquistas y, de esta manera, si es que su puesta en práctica realmente ayudaría a la causa anarquista. Anarquismo y Organización
Los motivos de los camaradas que proponen esta Plataforma son excelentes. Se quejan, con razón, que los anarquistas no han tenido y no tienen una influencia en los eventos político-sociales en proporción al valor teórico y práctico de sus doctrinas, sin considerar su número, su valor y su espíritu de sacrificio -y ellos creen que la principal razón para esta relativa falta de éxito se debe a la ausencia de una organización grande, seria y efectiva. Y hasta este punto, en general, estaría de acuerdo. La organización, que en realidad no es más que la práctica de cooperación y solidaridad, es una condición natural y necesaria de la vida social: es un hecho ineludible el cual ciertamente involucra a todo el mundo, sea en la sociedad humana en general, o en cualquier grupo de personas unidas por un objetivo común. Ya que los hombres no tienen ni el deseo ni la habilidad para vivir en el aislamiento, ya que, de hecho, no puede convertirse realmente en un hombre y satisfacer sus necesidades materiales y morales por fuera de l a sociedad y de la cooperación con sus semejantes, inevitablemente ocurre que aquellos que carecen de los medios o de una conciencia lo suficientemente desarrollada para crear una organización libre con otros que comparten sus mismos intereses y sentir, deben someterse a la organización de otros, generalmente de una clase o grupo dominante, que busca explotar en ventaja propia el trabajo del resto. La ancestral opresión de las masas por un pequeño y
privilegiado número, ha sido siempre la consecuencia consecuencia de la mayoría m ayoría de la gente para llegar a acuerdo entre sí y crear organizaciones con otros trabajadores para la producción y el goce y, ante la eventualidad, para la defensa en contra de sus explotadores y opresores. El anarquismo surgió como remedio para este estado de cosas. Su principio básico es la libre organización, creada y mantenida por la libre voluntad de sus componentes, sin ninguna clase de autoridad, es decir, sin nadie teniendo el derecho a imponer su propia voluntad sobre los demás. Y resulta, entonces, natural, que los anarquistas intenten aplicar el mismo principio sobre el cual, según su punto de vista, debería fundarse f undarse toda la sociedad humana, a su propia vida privada y organizativa. Por algunas discusiones, podría parecer que hay anarquistas que se oponen a cualquier clase de organización; pero en realidad las muchas, demasiadas discusiones que tienen lugar entre nosotros sobre esta materia, i ncluso viéndose obscurecidas por cuestiones de terminología o envenenadas por las diferencias personales, básicamente son relativas a la forma y no al principio pr incipio de organización. De esta manera, ocurre que cuando los compañeros que, a juzgar por lo que dicen, son los más más obstinados oponentes oponentes de la organización, organización, realmente quieren hacer algo, se organizan tal como el resto, y frecuentemente f recuentemente de mejor manera. El problema, repito, es enteramente un asunto de método. Esto es por lo cual sólo puedo simpatizar con la iniciativa emprendida por estos compañeros rusos; porque estoy convencido de que una organización más general, más armoniosa, más estable que cualquiera de las intentadas por los anarquistas hasta ahora, sería ciertamente un importante factor de f ortaleza y éxito, un vehículo poderoso para la difusión de nuestras ideas, aún si no tuviera éxito en eliminar todas las debilidades y los errores que son, quizás, inevitables en un movimiento como el nuestro, que está bastante avanzado a su tiempo y el cual debe, por esto, luchar en contra de la incomprensión, de la indiferencia y, frecuentemente, de la hostilidad de la mayoría. La organización de los trabajadores y la organización específica
Yo creo que es, por sobre todo, urgente y esencial que los anarquistas alcancen acuerdo y se organicen tanto como puedan y lo m ejor que puedan, para que puedan ser capaces de influenciar la dirección di rección que las masas toman en su lucha por mejoras y por su emancipación. Hoy en día, la fuerza más grande de transformación social es el movimiento obrero (movimiento sindical) y de su dirección depende en gran medida el curso que tomen los eventos y el objetivo a ser alcanzado por la próxima revolución. A través de organizaciones fundadas para la defensa de sus intereses, los obreros se han concientizado sobre la opresión que sufren y del antagonismo que los divide de sus amos, han comenzado a desear una mejor vida, se han acostumbrado a luchar juntos y en solidaridad, y pueden obtener esas mejoras que son compatibles con la continuación de un régimen capitalista y estatal. Después, cuando el conflicto ha ido demasiado lejos como para ser resuelto, entonces hay revolución o reacción. Los anarquistas deben
estar concientes de la utilidad y de la importancia del movimiento sindical, deben apoyar su desarrollo y hacer de él uno de sus medios de acción, haciendo todo lo que puedan para garantizar que, en cooperación con las otras fuerzas progresistas existentes, éste sea un factor de la revolución social que involucre la supresión de las clases, la total libertad, la igualdad, la paz y la solidaridad entre los seres humanos. Pero sería una gran y fatal ilusión el creer, como muchos creen, que el movimiento obrero por sí sólo puede, y debe, por su propia naturaleza, conducir a tal revolución. Al contrario, todos los movimientos fundados sobre intereses materiales y de corto alcance (y un amplio movimiento obrero no puede ser fundado sobre otra cosa), pero que carecen de energía, determinación, del esfuerzo combinado de hombres de ideas, que luchan y se sacrifican por un ideal futuro, tienden inevitablemente a adaptarse a las circunstancias; desarrollan un espíritu conservador y de miedo al cambio en aquellos que logran obtener mejores condiciones para sí mismos, y frecuentemente, terminan creando nuevas clases privilegiadas, y apoyando y consolidando el sistema que uno desea demoler. De aquí se desprende la urgente necesidad de organizaciones puramente anarquistas, luchando desde dentro y desde fuera de los sindicatos para alcanzar una sociedad plenamente anarquista y para esterilizar todo germen de degeneración y reacción. Pero resulta claro que, para alcanzar sus fines, la organización anarquista debe estar en armonía, en su constitución y forma de operar, con los principios del anarquismo, es decir, no debe estar de ninguna forma contaminada por el espíritu del autoritarismo; debe ser capaz de reconciliar la acción libre de los individuos, con la necesidad y el placer de cooperación y ayudar a desarrollar la conciencia y la iniciativa de sus miembros; debe ser un medio para educar en el ambiente en que operamos, y para la preparación moral y material para el futuro que deseamos. ¿Entrega el proyecto en cuestión una respuesta a estos requisitos? No creo que lo haga. En mi opinión, en vez de crear entre los anarquistas un mayor deseo de organización, pareciera haber sido formulada para el designio expreso de reforzar el prejuicio en aquellos camaradas que creen que la organización significa la sumisión a líderes y pertenencia a una institución centralizada, autoritaria, que ahoga toda libre iniciativa. Y de hecho, expresa aquellas mismas intenciones que algunos persisten en atribuir a todos los anarquistas descritos como organizadores, contrariamente a la verdad evidente, y pese a nuestras protestas. ¿Una o muchas organizaciones? organizaciones?
Veamos. Primero que nada, parece ser erróneo -y en cualquier caso, impracticable- desear unir a todos los anarquistas en una "Unión General", i.e. como expresa el Proyecto, en una agrupación revolucionaria activa y única. Nosotros los anarquistas, podemos decir que somos todos del mismo partido, si por la palabra partido entendemos todos aquellos que están del mismo
lado, es decir, que comparten las mismas aspiraciones generales y que, de
una u otra manera, luchan por el mismo objetivo en contra de los enemigos comunes. Pero esto no significa que sea posible -ni, quizás, siquiera deseableunirnos todos juntos en una misma asociación específica. Hay demasiadas diferencias entre los lugares y las condiciones de lucha, demasiados medios de acción posibles que prefieren unos y otros, demasiadas diferencias de temperamento y problemas personales de incompatibilidad para que la Unión General, si es tomada seriamente, sea, en vez de un medio de coordinación y síntesis de las contribuciones de todos, un obstáculo a l a actividad individual y quizás, también, causa de amargos conflictos internos. ¿Cómo, por ejemplo, podría organizarse de la misma manera y con la misma gente, una asociación abierta de propaganda y de agitación entre las masas, y una sociedad secreta, forzada por las condiciones políticas del país en que opera a ocultar del enemigo sus intenciones, medios y miembros? ¿Cómo podrían los educacionistas5 y los revolucionarios adoptar las mismas tácticas, si los primeros creen que el ejemplo y la propaganda son suficientes para la transformación gradual de los individuos y, consecuentemente, de la sociedad, mientras que los últimos están convencidos de que es necesario destruir con violencia un orden que se basa en la violencia y crear, en contra de la violencia de los opresores, las condiciones necesarias para la diseminación de la propaganda y de la aplicación práctica de los ideales conquistados? ¿Y cómo se va a mantener junta a gente que, por razones propias, no se gustan ni se respetan entre sí y que nunca podrían ser igualmente militantes buenos y útiles para el anarquismo? Mas aún, los autores del Proyecto (Plataforma), declaran "inaceptable" la idea de crear una organización que pueda reunir a los representantes de las diferentes corrientes del anarquismo. Tal organización, ellos dicen, "incorporando elementos heterogéneos, teórica y prácticamente, no sería más que una ensalada de individuos que ven de manera diferente todas las cuestiones concernientes al movimiento anarquista y que, inevitablemente, se desintegraría tan pronto como fuera puesta a prueba por la realidad". De acuerdo. Pero entonces, si reconocen la existencia de anarquistas de otras tendencias, deben además aceptar el derecho que éstos, a su vez, t ienen a organizarse y a trabajar por la anarquía de la forma en que lo estimen mejor. ¿O proclamarán la expulsión del anarquismo, la excomulgación de todos aquellos que no aceptan su programa? Ellos dicen "querer " querer agrupar en una única organización a todos los elementos saludables del movimiento libertario"; y naturalmente, tenderán a juzgar como saludables sólo a aquellos que piensen como ellos. ¿Pero qué harán con los elementos no saludables?
5
Se refiere a aquellos anarquistas iluministas, muy en boga a comienzos del siglo XX, que sostenían que la transformación social era un proceso que se daría por el elevamiento intelectual y moral de las masas, y por la iluminación del pueblo, por lo cual no no conservaban mucha fe en los métodos revolucionarios, revolucionarios, sino que ponían su fe en la educación y la propaganda.
Ciertamente, hay en el anarquismo, como en toda comunidad humana, elementos de diferente cualidad y, lo que es peor, hay quienes, en nombre de la anarquía, circulan ideas que tienen una extremadamente dudosa afinidad con el anarquismo. ¿Pero cómo evitar esto? La verdad anárquica no puede ni debe convertirse en el monopolio de un individuo o comité, ni puede depender de las decisiones de mayorías reales o imaginarias. Es sólo necesario -y esto es suficiente- que a todos les sea permitida la más grande libertad de crítica, y que cada persona sea capaz de mantener sus propias ideas y escoger a sus propios camaradas. A fin de cuentas, sólo el tiempo dirá quien está en lo correcto. El anarquismo y la responsabilidad colectiva
Abandonemos, entonces, entonces, la idea de agrupar a todos los anarquistas en una sola organización, y consideremos a la Unión General que los rusos nos proponen como lo que realmente es; es la Unión de una fracción de anarquistas; y veamos si la forma de organización propuesta se conforma a los principios y métodos anarquistas y si puede, consecuentemente, contribuir al triunfo de la Anarquía. Nuevamente, me parece que no. No dudo en la sinceridad de las proposiciones anarquistas de estos camaradas rusos: ellos quieren lograr el comunismo anárquico y están buscando la forma más rápida para que ello ocurra. Pero no es suficiente querer algo: es también necesario adoptar los medios correctos, tal como cuando se quiere ir a algún lugar es necesario seguir el camino correcto, de otra forma, se terminaría en otro lugar. Del mismo modo, lejos de facilitar el logro del comunismo anárquico, anárquico, su organización, siendo típicamente autoritaria, no puede sino distorsionar el espíritu del anarquismo y llevar a consecuencias bastante diferentes de las que se pretendían. De hecho, la Unión General consistiría de varias organizaciones parciales, con sus secretarios, que dirigirían ideológicamente su actividad política y técnica; y para coordinar la actividad de todos los miembros de la organización, habría un Comité Ejecutivo de la Unión, encargado de llevar a cabo las decisiones tomadas por la Unión y de "conducir ideológica y organizacionalmente a las agrupaciones en conformidad con la ideología y la política táctica general de la Unión". ¿Es esto anarquista? En mi opinión, esto es un gobierno y una iglesia. Es cierto que no hay policía ni bayonetas, como tampoco hay discípulos fieles listos a aceptar la ideología dictada, pero esto sólo significa que su gobierno sería impotente e imposible, y que su iglesia sería un criadero de divisiones y herejías. Su espíritu, su ttendencia, endencia, sigue siendo autoritaria y sus efectos educativos serán siempre anti-anarquistas. Júzguese si esto es incorrecto.
"El órgano ejecutivo del movimiento libertario general -la Unión Anarquistaintroduce en sus filas el principio de responsabilidad colectiva; toda la Unión será responsable de la actividad revolucionaria y política de sus miembros; y cada miembro será responsable de la actividad política y revolucionaria de la Unión". Y posteriormente a esto, que es la más completa negación de la independencia y acción individual, los autores, recordando que son anarquistas, se describen como federalistas y truenan en contra de la centralización, "cuyo inevitable resultado", dicen, "es la esclavitud y la mecanización de la vida social y de la vida de la organización". Pero, si la Unión es responsable de lo que cada miembro hace, ¿cómo puede garantizar a los miembros individuales y a los diferentes grupos la libertad para aplicar el programa común en la forma que crean mejor? ¿Cómo se puede ser responsable por un acto que uno no tiene t iene la posibilidad de prevenir? Luego, la Unión, y mediante ella, el Comité Ejecutivo, deben supervisar las actividades de los miembros individuales y ordenarles qué hacer y qué no hacer; y ya que la desaprobación posterior a los eventos no puede compensar la responsabilidad previamente aceptada, nadie sería capaz de hacer nada antes de obtener la aprobación y el consentimiento del comité. Por lo cual, ¿puede un individuo aceptar responsabilidad por las acciones de una organización antes de saber qué es lo que ésta va a hacer y si no es capaz de prevenirla de hacer algo a lo que éste se opone? Más aún, los autores de la Plataforma dicen que es la "Unión" la cual establece su voluntad y dispone. Pero cuando se hace mención a la voluntad de la Unión, ¿significa esto, quizás, la voluntad de todos sus miembros? En tal caso, para que la Unión sea capaz de operar sería necesario que todos, en todo momento y en todos los asuntos, tuvieran la l a misma opinión. Ahora bien, si es natural que todos acuerden principios generales y básicos, ya que de otra manera no podría estar o permanecer unidos, es inconcebible que todos esos seres pensantes puedan, todo el tiempo, ser de la misma opinión sobre qué hacer ante cada circunstancia y sobre la elección de gente para ocupar los cargos ejecutivos. El anarquismo y el principio de mayoría
En realidad -como el texto de la Plataforma demuestra-, la voluntad de la Unión sólo puede significar la voluntad de la mayoría, expresada por medio de congresos, que nominan y controlan al Comité Ejecutivo y deciden sobre todas las cuestiones importantes. Naturalmente, los congresos estarán compuestos de representantes elegidos por mayoría en los grupos afiliados, y estos representantes decidirán qué hacer, nuevamente, por mayoría de votos. Así, en la mejor de las hipótesis, las decisiones serían tomadas por la mayoría de la mayoría, que podrían bien, especialmente cuando hay más de dos opiniones divergentes, representar no más que a una minoría. Debe también notarse que, dadas las condiciones en que los anarquistas viven y actúan, sus congresos son aún menos propiamente representativos que los
parlamentos burgueses, y su control sobre el ejecutivo, de tener éste poderes autoritarios, podría ser oportuno y efectivo sólo con grandes dificultades. En la práctica, aquellos que van a congresos anarquistas son aquellos capaces de hacerlo, aquellos con dinero y aquellos que no son detenidos por la policía; aquellos que no representan más que a sí mismos o a un pequeño número de amigos, así como aquellos que representan realmente las visiones y deseos de una gran comunidad. Y tomando las precauciones hechas en contra de los traidores y espías, de hecho, por estas mismas precauciones necesarias, un examen serio de los mandatos y de su validez es imposible. De cualquier modo, este es un auténtico sistema de mayoría, uno completamente parlamentario. Es sabido que los anarquistas no aceptan el gobierno de las mayorías (democracia), ni tampoco aceptan el gobierno de unos pocos ( aristocracia, oligarquía, ni dictadura de clase o partido), ni el gobierno de uno ( autocracia, monarquía o dictadura personal). Los anarquistas han hecho innumerables críticas al así llamado gobierno de mayorías, el cual, es más, siempre lleva en la práctica a la dominación de una pequeña minoría. ¿Es necesario hacerlo nuevamente para beneficio de nuestros camaradas rusos? Ciertamente, los anarquistas reconocen que en la vida en comunidad, es frecuentemente esencial para la minoría, aceptar las visiones de la mayoría. Cuando hay necesidad o es de clara utilidad para hacer algo, y a fin f in de hacerlo, es necesaria la cooperación de todos, por lo que la minoría debe percatarse de que hay que adaptarse al deseo de los l os más. Y, en general, para vivir juntos pacíficamente, y en igual pie, es necesario que todo el mundo sea ameno, tolerante y flexible. Pero esta e sta adaptación de unos a otros debe ser recíproca y voluntaria, y debe proceder de la conciencia de su necesidad y de la disposición de cada persona a no paralizar la vida social mediante la hostilidad; y no debe ser impuesto como principio o por norma estatutaria. Y este es un ideal el cual, quizás, en la vida social práctica será difícilmente alcanzable al canzable en su completitud, pero es cierto que en todo grupo humano, mientras más libre y espontáneo sea el acuerdo entre minoría y mayoría, mayoría, más libre es de cualquier cualqu ier formulación que no provenga de la naturaleza de las cosas, lo que es más cercano a la anarquía. Entonces, si los anarquistas niegan el derecho de la mayoría a gobernar la sociedad humana en general, cuando el individuo se vea forzado a aceptar ciertas restricciones, porque no puede aislarse sin renunciar a las condiciones de la vida humana, y si quieren que todo sea hecho mediante el libre acuerdo de todos, ¿cómo es que podrían adoptar la idea del gobierno de mayorías en sus asociaciones esencialmente libres y voluntarias, y comenzar a declarar que las decisiones de la mayoría deben ser aceptadas, antes incluso de ser conocidas? Es comprensible que quienes no son anarquistas crean que la anarquía, es decir, la libre organización sin la dominación de la mayoría ni vice versa, sea
una utopía imposible o que sólo sea posible en un futuro remoto; pero es inconcebible que aquellos que profesan ideas anarquistas y quieran alcanzar la anarquía, o al menos dirigirse seriamente en esa dirección, ahora antes que mañana, repudien los principios fundamentales del anarquismo a través del mismo método que proponen para garantizar su éxito. Las bases de la organización anarquista
Una organización anarquista debe fundarse, en mi opinión, sobre bases muy diferentes a las propuestas por los compañeros rusos. Plena autonomía, plena independencia y, consecuentemente, plena responsabilidad de los individuos y del grupo; libre acuerdo entre aquellos que piensan útil unirse y cooperar para alcanzar el objetivo común; deber moral de apoyar las campañas emprendidas y no hacer nada que vaya en contra del programa aceptado. Sobre estas bases luego se construye el marco práctico, adaptado para t raer vida real a la organización. Y luego, los grupos, federaciones de grupos, federaciones de federaciones de federaciones, los encuentros, los congresos, los comités encargados del enlace, etc. Pero todo esto debe ser hecho libremente para así no obstruir el pensamiento y la iniciativa de los individuos, y sólo a fin de dar más peso a campañas que, si son aisladas, serían imposibles o ineficaces. De esta manera, los congresos de una organización anarquista, si bien sufrirían en cuanto cuerpos representativos de todas las imperfecciones que ya he mencionado, estarán libres de cualquier resabio de autoritarismo, porque no harían leyes, ni impondrían sus decisiones sobre otros. Servirían para sostener e incrementar los contactos personales entre los camaradas más activos, para comparar y estimular los estudios programáticos sobre las for mas y los medios de llevar adelante la acción, para informar sobre la situación en las diferentes regiones y sobre las acciones más urgentes que se deben realizar en cada área, para formular las variadas opiniones actualmente sostenidas por los anarquistas, y llevar a cabo una estadística de ellas -sin ser sus decisiones obligatorias, sino sólo sugerencias, advertencias, propuestas para plantear a todos los involucrados, y no compromisos, excepto, para aquellos que los acepten. Los órganos administrativos que sean nominados -Comité de Enlace, etc.- no tienen poderes ejecutivos, sólo realizan iniciativas de parte de quienes las desean y aprueban, y no tienen t ienen derecho a imponer su visión; ciertamente, podrán sostenerlas y difundirlas como cualquier grupo de compañeros, pero no podrán presentarlas como la línea oficial de la organización. Ellos publicarían las resoluciones de los congresos y las visiones y propuestas pr opuestas comunicadas a ellos por los grupos e individualidades; y ayudarían, para quienes lo deseen, a facilitar las relaciones entre los grupos y la cooperación entre todos aquellos que estén de acuerdo en diversos asuntos: cada persona es libre de hacer contacto directo con quien quiera, o de hacer uso de otros comités nominados por grupos especiales. En una organización anarquista, los miembros individuales pueden expresar cualquier opinión, o adoptar cualquier táctica que no contradiga los principios aceptados y que no dañen la actividad de otras personas. En cada caso, la organización dada dura por el tiempo en el cual las razones para la unidad son
más que las razones para el disenso. De otra manera, se disuelve y sustituye por otros grupos más homogéneos. Por supuesto, la duración, la permanencia de una organización, condiciona su éxito en la larga batalla que debemos luchar, pero es además natural para cualquier institución aspirar, instintivamente, a una vida indefinida. Pero la duración de una organización libertaria debe ser la consecuencia de la afinidad espiritual de sus miembros y de la adaptabilidad de su constitución a las circunstancias en continuo cambio. Donde ésta ya no es más capaz de cumplir una misión útil, es mejor que muera. Conclusión
Aquellos compañeros rusos, rusos, quizás, encontrarán encontrarán ineficaces a las organizaciones como yo las concibo y similares a las que hay. Los entiendo. Estos compañeros están obsesionados por el éxito que los Bolcheviques han tenido en su propio país, y quisieran, a la manera de los Bolcheviques, unir a los anarquistas en una especie de ejército disciplinado, el cual, bajo la dirección direc ción ideológica y práctica de unos pocos lideres, marche compacta al asalto del presente régimen y, entonces, alcanzada la victoria material, presida la constitución de la nueva sociedad. Y quizás sea cierto que bajo este sistema, siempre que los anarquistas lo acepten, y que los lideres sean hombres de genio, nuestra eficiencia material sería enorme. ¿Pero con qué resultado? ¿No ocurriría con el anarquismo lo que ha ocurrido en Rusia con el socialismo y el comunismo? Estos camaradas están ansiosos de ver la victoria, al igual que nosotros; pero para vivir y lograr la victoria no es necesario renunciar a las mismísimas razones que nos dan vida y distorsionar el carácter de la eventual victoria. Queremos luchar y triunfar, pero como anarquistas -por la anarquía. Errico Malatesta
Publicada en " Il Risveglio" (Ginebra, Octubre de 1927)
SOBRE LA PLATAFORMA Nestor Makhnó [Una respuesta a "Un plan de organización anarquista"] anarquista" ]
Estimado compañero Malatesta: He leído su respuesta al proyecto de "Plataforma Organizativa para una Unión General de Anarquistas", Anarquistas" , proyecto publicado por el Grupo de Anarquistas Rusos en el Extranjero. Mi impresión es que, o bien usted ha malentendido el proyecto de "Plataforma", o su rechazo a reconocer r econocer la responsabilidad colectiva en la acción revolucionaria y la función directiva que las fuerzas anarquistas deben tomar, emana de una profunda convicción sobre el anarquismo que le l leva a despreciar aquel principio de responsabilidad. Sin embargo, se trata de un principio fundamental, que nos guía a cada uno de nosotros en nuestra forma de entender la idea anarquista, en nuestra determinación de que ésta penetre las masas, en su espíritu de sacrificio. Es gracias a éste que un hombre puede elegir la vía revolucionaria y atraer a otros a ella. Sin éste, ningún revolucionario podría tener la necesaria fuerza, voluntad o inteligencia para soportar el espectáculo de la miseria social, ni menos, para luchar contra ella. Es gracias a que se han inspirado en la responsabilidad colectiva, que los revolucionarios de todas las épocas y escuelas han unido sus fuerzas; es sobre ella que han basado sus esperanzas en que las revueltas parciales -revueltas de las cuales la historia de los oprimidos está llena- no han sido en vano, que los explotados entenderán sus aspiraciones, extraerán de ellas experiencias aplicables a sus tiempos y las utilizarán util izarán para encontrar nuevos caminos hacia la emancipación. Usted mismo, mi querido Malatesta, reconoce la responsabilidad individual del revolucionario anarquista. Y lo que es más, la ha recomendado a lo largo de su vida como militante. Al menos, así es como yo he entendido sus escritos sobre anarquismo. Pero usted niega la necesidad y utilidad de la responsabilidad colectiva, cuando se trata de las tendencias t endencias y las acciones del movimiento anarquista como un todo. La responsabilidad colectiva le asusta, ya que usted la rechaza. Para mí, que he adquirido el hábito de encarar plenamente las realidades de nuestro movimiento, su negación de la responsabilidad colectiva me parece no sólo carente de fundamentos, sino que peligrosa para la revolución social. Se debe tomar bien en cuenta la experiencia para librar la batalla decisiva en contra de todos nuestros enemigos juntos. Ahora bien, la experiencia de las batallas revolucionarias del pasado me lleva a creer, excluyendo toda imitación, que sin importar cuál sea el orden de los eventos revolucionarios, es necesario
darles una dirección seria, tanto ideológica como tácticamente. Esto significa que sólo un espíritu colectivo, sensato y dedicado al anarquismo, podrá expresar los requerimientos del momento, mediante una voluntad colectivamente responsable. Ninguno de nosotros tiene el derecho a evitar ese elemento de responsabilidad. Por el contrario, si hasta ahora ha sido ignorado en las filas de los anarquistas, es necesario que ahora sea, para nosotros, comunistas anárquicos, un artículo en nuestro programa teórico y práctico. Sólo el espíritu colectivo de sus militantes y su responsabilidad colectiva permitirán al anarquismo moderno eliminar de sus círculos la idea, históricamente falsa, según la cual no es necesario que el anarquismo sirva de guía -ni ideológica ni práctica- para la masa de trabajadores en el momento revolucionario, y consecuentemente, no puede tener una responsabilidad como grupo. No comentaré ahora otras partes de su artículo en contra del proyecto de "Plataforma", tal como aquella en que usted ve "una iglesia y una autoridad sin policía". Sólo expresaré mi sorpresa de verle recurrir a semejantes argumentos en el curso de su crítica. Le he dado bastantes vueltas al asunto y no puedo aceptar su opinión más que sus razones. No, usted no está en lo correcto. Y porque estoy en desacuerdo con su refutación, que usa argumentos demasiado superficiales, creo estar facultado para preguntarle: 1. ¿Debe el anarquismo tener alguna responsabilidad en la lucha de los trabajadores en contra de sus opresores, del capitalismo, y de sus sirvientes del Estado? Si no debería, exponga las razones. Si lo acepta, entonces, ¿debieran los anarquistas trabajar para permitir a su movimiento ejercer su influencia sobre las mismas bases del orden social existente? 2. ¿Puede el anarquismo, en el estado de desorganización en que se halla por el momento, ejercer alguna influencia ideológica y práctica sobre los sucesos sociales y la lucha de la clase obrera? 3. ¿Cuáles son los medios por los cuales el anarquismo debe servir fuera de la revolución y cuáles son los medios de los que dispone para probar y afirmar sus conceptos constructivos? 4. ¿Necesita el anarquismo de sus propias organizaciones permanentes, específicas, íntimamente ligadas entre sí por la unidad de propósito y de acción, para alcanzar sus aspiraciones? 5. ¿Qué deben entender los anarquistas como las instituciones a establecerse con vista a garantizar el libre desarrollo de la sociedad? 6. ¿Puede el anarquismo realizarse sin instituciones sociales, en la sociedad comunista que usted concibe? En el caso de un si, ¿por qué medios? En el caso de un no, ¿cuáles instituciones debería reconocer y utilizar, y en el nombre de qué debería hacerlo? ¿Deberían los anarquistas asumir una función
directiva, y consecuentemente responsable, o deberían limitarse a ser auxiliares irresponsables? Su respuesta, querido Malatesta, me sería de gran importancia, por dos razones. Me permitiría, primero, entender mejor su punto de vista en cuanto a la cuestión de la organización de las fuerzas anarquistas y del movimiento en general. Y, hablemos francamente, su opinión es inmediatamente aceptada por la mayoría de los anarquistas y simpatizantes sin mayor discusión, porque es la opinión de un militante valioso, que ha permanecido toda su vida fiel a su posición libertaria. Entonces, depende, en cierta medida, de su actitud, si se lleva o no adelante un estudio completo de las cuestiones urgentes que nuestros tiempos plantean al movimiento, y consecuentemente, de si su desarrollo se retarda o da un salto adelante. Con permanecer en el estancamiento del pasado y del presente, nuestro movimiento no ganará nada. Al contrario, es urgente que, en vista vista a los eventos, le demos capacidad capacidad para cumplir a cabalidad su rol. Considero su respuesta de gran importancia. Saludos revolucionarios Nestor Makhnó
(1928)
RESPUESTA A MAKHNÓ Errico Malatesta [Una respuesta a "Sobre la Plataforma"] Plataforma"] Estimado compañero, He finalmente podido ver la carta que usted me ha enviado hace más de un año, sobre mis críticas al al proyecto proyecto de organizar una Unión General de Anarquistas, publicada por el Grupo Grupo de Anarquistas Rusos Rusos en el Extranjero, conocido en nuestro movimiento por el nombre de "Plataforma". Conociendo mi situación como usted la conoce, ciertamente habrá entendido por qué no he respondido. No puedo tomar parte como quisiera de la discusión de las cuestiones del mayor interés para nosotros, porque la censura me impide recibir publicaciones que son consideradas subversivas subversivas o cartas que traten de tópicos políticos o sociales, y sólo después de largos intervalos y por afortunada casualidad vengo a oír el distante eco de lo que los compañeros dicen y hacen. De este modo, me he enterado de que la "Plataforma" y mis críticas a ella han sido ampliamente discutidos, pero sé poco o nada de lo que se ha dicho; y su carta es el primer documento escrito sobre el asunto que he logrado ver. Si pudiéramos escribirnos libremente, le pediría clarificara, antes de entrar a la discusión, algunos de sus puntos de vista los cuales, quizás debido a una traducción imperfecta del ruso al francés, f rancés, me parecen, en parte, algo obscuros. Pero estando las cosas como están, responderé a lo que he entendido, y espero ser capaz de ver su respuesta. Usted se sorprende de que yo no acepte el principio de responsabilidad colectiva, que usted cree es un principio fundamental que guía, y debe guiar, a los revolucionarios del pasado, presente y futuro. Por mi parte, me pregunto qué puede significar la noción de responsabilidad colectiva venida de los labios de un anarquista. Yo sé que los militares tienen el hábito de decimar grupos de soldados rebeldes o de soldados que no se han comportado correctamente frente al enemigo, disparándoles indiscriminadamente. Sé que los jefes militares no tienen escrúpulos en destruir poblados o ciudades, y masacrar a toda una población, incluidos los niños, porque alguien ha puesto alguna resistencia a una invasión. Sé que a lo largo de la historia, los gobiernos han, de varias maneras, amenazado con, y aplicado, el sistema de la responsabilidad colectiva para poner freno a los rebeldes, para demandar impuestos, etc. Y entiendo que esto puede ser un medio efectivo para intimidar y oprimir.
¡¿Pero cómo puede, gente que lucha por la libertad y la justicia, hablar de responsabilidad colectiva, sólo puede interesarles la responsabilidad moral, cuando hayan o no sanciones materiales de por medio?!!! Si, por ejemplo, en un conflicto con fuerzas armadas del enemigo, el hombre que está a mi lado actúa como un cobarde, él me puede dañar a mi y a los demás, pero la vergüenza será sólo suya, por su falta de valor para mantener el rol que él mismo escogió. Si durante una conspiración, un conspirador traiciona y envía a sus compañeros a prisión, ¿son los engañados los responsables de su traición? La "Plataforma" dice: " Toda la Unión es responsable de la actividad revolucionaria y política de todo miembro y cada miembro es responsable de la actividad revolucionaria y política de la Unión ". ¿Puede esto ser reconciliado
con los principios de autonomía y de libre iniciativa que los anarquistas profesan? Yo respondo, entonces: "Si la Unión es responsable de lo que cada miembro hace, ¿cómo puede dejar a sus miembros mi embros individuales y a sus diversos grupos, la libertad de aplicar el programa común de la forma en que les parezca adecuado? ¿Cómo puede hacerse responsable de una acción, si carece de los medios para impedirla? De esta manera, la Unión y, mediante m ediante ella, el Comité Ejecutivo, Ej ecutivo, necesitarían monitorear la acción de los miembros individuales y ordenarles qué hacer y qué no hacer; y ya que la desaprobación luego de los eventos no puede rectificar una responsabilidad previamente aceptada, nadie sería capaz de hacer nada antes de haber obtenido el vamos, el permiso del comité. Entonces, ¿puede un individuo aceptar responsabilidad por la acción de una colectividad antes de saber qué es lo que la última hará, y sin poder prevenirla de hacer lo que éste desaprueba? Ciertamente, acepto y apoyo la visión de que cualquiera que se asocie y coopere con otros para un propósito común, debe sentir la necesidad de coordinar sus acciones con aquellas de sus compañeros y no hacer nada que dañe el trabajo de otros y, de esta manera, a la causa común; y que se respeten los acuerdos que sean hechos -excepto cuando sinceramente deseen dejar la asociación al emerger diferencias de opinión, o cuando las circunstancias hayan cambiado, o conflictos sobre los métodos predilectos hagan la cooperación imposible o inapropiada. Tal cual, yo mantengo que aquellos que no sientan ni practiquen estos deberes, deban ser expulsados de la asociación. Quizás, al referirse a la responsabilidad colectiva, ustedes se refieran precisamente a ese acuerdo y solidaridad que debe existir entre los miembros de una asociación. Y si esto es así, su expresión representa, en mi opinión, un uso incorrecto del lenguaje, pero básicamente, esto sólo sería una cuestión de palabras sin importancia y el acuerdo podría alcanzarse rápidamente. La cuestión realmente importante que usted plantea en su carta, concierne al rol de los anarquistas en el movimiento social y la forma f orma en que éstos debieran desempeñarlo. Este es un asunto básico, la razón de ser del anarquismo y uno debe ser bastante claro respecto a lo que se refiere.
Usted pregunta si los anarquistas deben (en el movimiento revolucionario y en la organización comunista de la sociedad) asumir un rol directivo y, consecuentemente, consecuentemente, responsable, o limitarse a ser auxiliares irresponsables. Su pregunta me deja perplejo, porque carece de precisión. Es posible dirigir mediante el consejo y el ejemplo, dejando al pueblo -proveídos de las oportunidades y los medios para suplir por sí mismos sus necesidades- adoptar nuestros métodos y soluciones si estos son, o parecieran ser, mejores que aquellos sugeridos y ejecutados por otros. Pero es también posible dirigir tomando el mando, esto es, convirtiéndose en gobierno e imponiendo las ideas e intereses propios mediante métodos policiales. ¿De qué manera quisiera dirigir? Somos anarquistas, porque creemos que el gobierno (cualquier gobierno) es un mal, y que no es posible ganar la libertad, solidaridad y justicia si no es con libertad. No podemos, entonces, aspirar al gobierno y debemos hacer todo cuanto sea posible para evitar que otros -clases, partidos o individualidadestomen el poder, convirtiéndose en gobiernos. La responsabilidad de los lideres, una noción según la cual me parece quisieran garantizar que el público sea protegido de sus propios abusos y errores, no significa nada para mí. Aquellos en el poder, no son verdaderamente responsables, excepto, cuando son enfrentados a la revolución, y no podemos hacer la revolución todos los l os días, y generalmente ésta ocurre sólo cuando el gobierno ya ha hecho todo el mal que podía hacer. Usted entenderá que yo estoy lejos de pensar que los anarquistas deban estar satisfechos con ser simples auxiliares de otros revolucionarios quienes, no siendo anarquistas, naturalmente aspiran a convertirse en gobierno. Por el contrario, yo creo que nosotros, los anarquistas, convencidos de la validez de nuestro programa, debemos apuntar a adquirir una influencia enorme a fin de llevar al movimiento hacia la realización de nuestros ideales. Pero tal influencia debe ser ganada haciendo más y mejor que los demás, y sólo será útil si es ganada de esa manera. Hoy por hoy, debemos profundizar, desarrollar y propagar nuestras ideas y coordinar nuestras fuerzas en una acción común. Debemos actuar en el movimiento obrero para impedir que éste se vea limitado y corrompido por la exclusiva búsqueda de mejoras pequeñas, compatibles con el sistema capitalista; y debemos actuar de tal manera que contribuya a preparar la completa transformación social. Debemos trabajar con las masas desorganizadas, y quizás imposibles de organizar, para despertarlas al espíritu de rebelión y al deseo y la esperanza de una vida libre y feliz. Debemos iniciar y apoyar todos los movimientos que tiendan a debilitar las fuerzas del Estado y del capitalismo, e incrementar el nivel mental y las condiciones materiales de los trabajadores. Debemos, en breve, preparar y prepararnos, moral y materialmente, para el acto revolucionario que abrirá el camino hacia el futuro. Y luego, en la revolución, debemos tomar una parte enérgica (si es posible anterior y más efectivamente que los demás) en la lucha material esencial y
conducirla al límite máximo en la destrucción de todas las fuerzas represivas del Estado. Debemos alentar a los trabajadores a tomar posesión de los medios de producción (tierras, minas, fábricas y talleres, medios de transporte, etc.) y de las reservas de bienes manufacturados; a organizar inmediatamente, por sí mismos, una distribución equitativa de los bienes de consumo, y al mismo tiempo, suplir los productos pr oductos para el intercambio entre regiones y comunas, para la continuación e intensificación de la producción y de todos los servicios útiles para el público. Debemos, de todas las formas posibles y acorde a las circunstancias y oportunidades locales, promover la acción de las asociaciones obreras, de las cooperativas, de los grupos voluntarios -para prevenir la emergencia de nuevos poderes autoritarios, de nuevos gobiernos, oponiéndoles con la violencia si es necesario, pero por sobretodo, mostrándolos como superfluos. Y donde no encontremos suficiente consenso entre el pueblo y no p odamos prevenir el reestablecimiento del Estado con sus instituciones autoritarias y sus cuerpos coercitivos, debemos negarnos a tomar parte en él o reconocerlo, rebelándonos en contra de sus imposiciones y demandando nuestra plena autonomía y la de todas las minorías disidentes. En otras palabras, debemos permanecer en un estado concreto o potencial de rebelión r ebelión y, siendo incapaces de triunfar en el presente, debemos, al menos, prepararnos para el futuro. ¿Es esto a lo que ustedes se refieren en la parte que cabe a los anarquistas en la preparación y realización de una revolución? Por lo l o que sé de ustedes y de su trabajo, me siento inclinado a creer que si. Pero cuando veo que en la Unión que ustedes apoyan, hay un Comité Ejecutivo que da dirección ideológica y organizativa a la asociación, me asalta la duda de que ustedes también quisieran ver, en el movimiento general, un cuerpo central que dictaría, de manera autoritaria, el programa teórico y práctico de la revolución. De ser esto así, somos polos opuestos. Su organización, o sus órganos administrativos, podrían estar compuestos por anarquistas, pero no serían otra cosa sino un gobierno. Creyendo, en la más completa buena fe, que fueran necesarios para el triunfo de la revolución, asegurarían, como prioridad, que estuvieran lo suficientemente bien colocados y que fueran lo suficientemente fuertes como para imponer su voluntad. Crearían, entonces, cuerpos armados para la defensa material, y una burocracia para realizar sus mandatos, y en este proceso, paralizarían al movimiento popular y matarían la revolución. Esto es lo que yo creo ha pasado con los Bolcheviques. Aquí estamos. Creo que lo importante no es la victoria de nuestros planes, de nuestros proyectos, de nuestras utopías, que en cualquier caso necesitan de la confirmación de la experiencia y pueden ser modificados por la experiencia, desarrollados y adaptados a las condiciones materiales y morales reales de cada época y lugar. Lo que más importa es que el pueblo, todas las personas, pierdan el instinto y los hábitos serviles que les han legado miles de años de esclavitud, y aprendan a pensar y actuar libremente. Y a esta gran tarea de
liberación del espíritu a la que los anarquistas se deben dedicar especialmente. Le agradezco la atención que gentilmente ha dado a mi carta y, en la esperanza de escuchar nuevamente de usted, le envío mis cordiales saludos. Errico Malatesta
Noviembre de 1928 Publicada en " Il Risveglio" (Ginebra, 4 de Diciembre de 1929)
UNA SEGUNDA CARTA A MALATESTA Néstor Makhnó [Una respuesta a "Respuesta a Makhnó"] Makhnó" ] Estimado compañero, Quise leer la traducción t raducción al ruso de su carta antes de responderle. En ella usted decía que antes de entrar en una discusión, en lo que, por otra parte, no había pensado, usted quisiera que le diera a conocer cuál es mi concepción del anarquismo. Por lo tanto le voy a explicar estas ideas y, al mismo tiempo, las causas a las que atribuyo la debilidad de nuestro movimiento. Como cualquier anarquista, rechazo la autoridad en general, soy un adversario de toda organización basada en el centralismo, no reconozco ni al Estado ni a su aparato legislativo, soy un enemigo convencido de la democracia burguesa y del parlamentarismo – considerando a esta forma social un obstáculo para la liberación de los trabajadores – en una palabra, me levanto contra todo régimen basado en la explotación de los trabajadores. t rabajadores. Para mí, el anarquismo es una doctrina social revolucionaria que debe inspirar a los explotados y oprimidos. Sin embargo, en mi opinión, el anarquismo actualmente no posee todos los medios necesarios para llevar a cabo una acción social; de ahí el marasmo en que se debate. Y no se remediará esta situación permaneciendo en lo borroso. Se puede entender como se quiera; en mi caso, creo que los anarquistas no deben temer abandonar sus posiciones tradicionales al sacar las conclusiones lógicas que derivan del pensamiento de nuestros teóricos. Por ejemplo, una pregunta surge. ¿Necesita el anarquismo – y por tanto la masa de trabajadores revolucionarios – concebir organizaciones permanentes que puedan garantizar las funciones sociales útiles que el Estado asume hoy por hoy, organizaciones que deben ser herramientas para establecer políticas prácticas conformes con el ideal anarquista? ¿O será este el rol de los l os sindicatos de trabajadores y cooperativas agrarias o de otras que, en su forma actual, son influenciadas ideológicamente por el tipo de grupos de acción anarquistas que existen hoy? Tiendo a creer que una vez resuelta esta cuestión primordial por los anarquistas, otros problemas de igual importancia se plantearán a nuestro movimiento. Los anarquistas deben, en particular, comprender bien lo que Kropotkin expresaba como la "institución social de derecho fundado en la costumbre" para determinar, de modo concreto y adecuado a nuestros tiempos, la naturaleza de estas instituciones cuya relación con el anarquismo no necesita ser probada.
Estas deducciones serán de máxima importancia no sólo para las masas revolucionarias en general sino también para los anarquistas en particular, y no olvidemos que el 90% de nosotros nunca ha considerado estas cuestiones. A partir del momento en que ni Malatesta ni Faure ni otro entre nuestros viejos compañeros han abordado estos problemas ni nada dicen del deplorable estado de nuestro movimiento, estos compañeros deducen de ello que todo está bien y que los anarquistas están preparados para cumplir su indispensable rol destructivo y constructivo en la revolución del futuro. Sin embargo, la realidad es otra: año tras tr as año nuestro movimiento pierde influencia entre los l os trabajadores y, consecuentemente, se debilita. Es cierto que algunos teóricos "en nuestros medios rusos en particular dicen que la fuerza del anarquismo radica en su debilidad, y su debilidad en su fuerza", de modo que no hay que preocuparse si las organizaciones or ganizaciones anarquistas pierden influencia… Pero
examinada más de cerca, se ve que esta afirmación es enteramente estúpida, es simplemente una fórmula engañosa diseñada para calmar a los charlatanes cuando se trata de explicar el estado real del anarquismo. Creo que un verdadero movimiento social, tal como concibo al anarquismo, no puede tener políticas positivas hasta que se haya dotado de f ormas organizativas relativamente estables que le darán los variados medios necesarios para la lucha contra los distintos sistemas sociales autoritarios. La ausencia de esos medios hace que la acción anarquista – sobre todo en el período revolucionario – tienda a degenerar en una suerte de individualismo local; todo eso porque, al declararse enemigos de "todas las constituciones", los anarquistas en general han visto a las grandes masas alejarse de ellos, por no inspirar ninguna esperanza de cualquier tipo de logro práctico. Para luchar y vencer, hace falta una táctica cuyo carácter debe estar expresado en un programa de acción práctica. Sólo cuando tengan tal programa los anarquistas podrán reunir a las masas explotadas alrededor suyo y prepararlas para la gran batalla revolucionaria con más posibilidad de lograr una transformación social radical. Pero, lo reitero, tal prueba no se podría intentar sin una organización permanente. Creer que los grupos de propaganda actuales alcanzarán esta tarea revolucionaria es una ilusión. Para que cualquier organización social pueda jugar un rol, debe ser conocida por las masas populares antes de que se desencadene el proceso revolucionario. Así que pienso que en vez vez de pasarse el tiempo rechazando rechazando a diestra y sieniestra los anarquistas harían mejor en concretar lo que « quieren » proponiendo a los trabajadores algo realista para colocar en el lugar de todas las cosas que niegan. Entonces, y sólo entonces, los anarquistas podrán aspirar con buena razón al rol que se atribuyen, esto es, el de ser "guardianes vigilantes de la libertad contra quienes busquen el poder y contra la eventual tiranía de la mayoría". Desafortunadamente, en la actualidad, el anarquismo sigue siendo fuerte sólo en su filosofía. Carece de medios prácticos. Es incapaz de manifestarse
completamente, incluso en tiempos de revolución, y aquellos movimientos espontáneos con un espíritu anarquista que surgen, parecen a los ojos de las amplias masas como meros intentos desesperados. Y eso sólo acentúa la trágica situación del anarquismo. Me pregunta si concibo como usted el rol de los anarquistas antes y durante la revolución, como lo expuso en su contestación. Le diré por tanto que estoy en completo de acuerdo con usted en lo que hace al rol a jugar, pero creo que ese rol sólo puede llenarse exitosamente cuando nuestro Partido sea ideológicamente homogéneo y unificado desde el punto de vista de la t áctica, lo que no es el caso ahora. La experiencia nos enseña que la acción anarquista a gran escala sólo podrá alcanzar sus resultados si posee una base organizativa definida, inspirada y guiada por el principio de la responsabilidad colectiva de los militantes. "¿Cómo quiere usted guiar a las masas?", me pregunta. Le respondo que cualquier movimiento social, cuanto más todo movimiento revolucionario de las amplias masas populares, requiere formular, durante la acción, pr opuestas adecuadas para empujarlo hacia el objetivo a alcanzar. La masa es demasiado heterogénea para ser capaz de hacerlo. Sólo grupos ideológicos con po líticas claramente definidas son capaces de dar este impulso. Sólo ellos serán capaces de aclarar los eventos y formular claramente las aspiraciones inconcientes de las masas, dando el ejemplo mediante acciones y palabras. Por eso nuestro Partido debe, en mi opinión, precisar su unidad política y carácter organizativo. En el ámbito de las realizaciones prácticas, los grupos anarquistas autónomos deben ser capaces ante cada nueva situación que se presente, de formular los problemas a resolver y las respuestas que darles sin titubear y sin alterar los fines y el espíritu del anarquismo. Con fraternales saludos, Né s to r Ma k h n o
De "Le Libertaire", 9 de Agosto de 1930
SOBRE LA RESPONSABILIDAD COLECTIVA Errico Malatesta (Extraído de Studi Sociali 6 , 10 de Julio de 1930) Esta es una carta de Errico Malatesta al grupo anarquista del Distrito 18 de Le Libertaire” París, escrito en Marzo o Abril de 1930 y publicada en París en “ Le No.252, el 19 de abril de 1930. La carta confirma la opinión de Malatesta sobre el concepto de responsabilidad colectiva en la organización. Tanto en el último congreso de los anarquistas organizados de Francia, como en las páginas de Le Libertaire”, el asunto fue discutido en caliente. “ Le
He visto una declaración del grupo del 18 en donde, de acuerdo con la “Plataforma” de los rusos y con el camarada Makhnó, se sostiene que el “principio de responsabilidad colectiva” es la base de cualquier organización
seria. Ya he señalado, en mis críticas a la “Plataforma” y en mi respuesta a la carta
abierta dirigida a mí por Makhnó, mi opinión sobre este supuesto principio. Pero ya que hay cierta insistencia en una idea o, al menos en una expresión, que me parecería, personalmente, más propia de un regimiento que de grupos anarquistas, espero que se me permita decir algunas palabras más sobre este asunto. Los camaradas del 18 dicen que “los anarquistas comunistas deben trabajar de
tal manera que su influencia inf luencia tenga las mayores posibilidades de triunfar y este resultado no se alcanzará a menos que la propaganda se desarrolle colectivamente, permanentemente y homogéneamente”. ¡De acuerdo! Pero pareciera que ese no es el caso; ya que estos camaradas se quejan de que “en
nombre de la misma organización, en cada rincón de Francia, las más diversas, e incluso contrarias, teorías se divulgan”. Esto es deplorable en grado sumo, pero simplemente significa que esa organización no tiene un programa claro y preciso, comprendido y aceptado por todos sus miembros, y que dentro del partido, confundidos por una misma denominación, hay hombres que no comparten las mismas ideas y que debieran agruparse en organizaciones distintas o permanecer desvinculados si son incapaces de encontrar otros que piensen como ellos. Si, como los camaradas del 18 dicen, la UACR 7 no hace nada para establecer un programa que sea aceptado por todos sus miembros y permitirles actuar conjuntamente en situaciones tales como las que se les presenten, si, en otras palabras, la UACR carece del conocimiento, cohesión o acuerdo, su problema 6
Studi Sociali era Sociali era un periódico anarquista de habla italiano con sede en Montevideo, Uruguay, fundado por Luigi Fabbri. 7 Union Anarchiste Communiste Révolutionnaire. Révolutionnaire .
es este, y no se remediara nada en proclamar la “responsabilidad colectiva” la cual, a menos que signifique la sumisión ciega a de todos a la voluntad de algunos, es un absurdo moral en teoría y una irresponsabilidad general en la práctica. Pero quizás todo esto no sea más que un asunto de palabras. Makhn ó ya dije que “Quizás, al referirse a la En mi respuesta a Makhn responsabilidad colectiva, ustedes se refieran precisamente a ese acuerdo y solidaridad que debe existir entre los miembros de una asociación. Y si esto es así, su expresión representa, en mi opinión, un uso incorrecto del lenguaje, pero básicamente, esto sólo sería una cuestión de palabras sin importancia y el “
”
acuerdo podría alcanzarse rápidamente”.
Y ahora, leyendo lo que los camaradas del 18 plantean, me siento más o menos de acuerdo con su forma de concebir la organización anarquista (estando bastante alejado del espíritu autoritario que la “Plataforma” pareciera
revelar) y confirmo mi creencia de que, tras las diferencias semánticas, realmente yacen posiciones idénticas. Pero si tal es el caso, ¿por qué persistir en el uso de una expresión que sirve tan sólo para entorpecer la clarificación de lo que fue una de las causas de los malentendidos provocados por la “Plataforma”? ¿Por qué no hablar como
todos, de manera que nos entendamos y no originemos confusión? La responsabilidad moral (y en nuestro caso no hablamos más que de responsabilidad moral) es individual por su propia naturaleza. Sólo el espíritu de dominación, en sus varios disfraces políticos, militares, milit ares, eclesiásticos, etc., ha podido hacer a los hombres responsables de lo que no habían hecho voluntariamente. Si ciertos hombres acuerdan hacer algo y uno de ellos hace que la iniciativa i niciativa fracase al no realizar lo que había prometido, todos dirán que fue su culpa y que, por consiguiente, es responsable él, no así aquellos que hicieron hasta el final lo que supuestamente debían hacer. Una vez más, hablemos como todo el mundo. m undo. Tratemos de que nos entiendan todos. Quizás así nos encontremos con menos dificultades en nuestra propaganda. Errico Malatesta Malatesta
Marzo/ Abril de 1930
LO VIEJO Y LO NUEVO EN EL ANARQUISMO Piotr Arshinov [Una respuesta a Malatesta] En el órgano anarquista de Ginebra Le Reveil, como suplemento, el camarada Errico Malatesta ha publicado una artículo crítico sobre el proyecto de la Plataforma Organizativa editado por el grupo de anarquistas rusos en el exilio. Este artículo nos ha producido perplejidad y pesar. Esperábamos, y aún esperamos, que la idea del anarquismo organizado or ganizado encontraría una obstinada resistencia por parte de los partisanos del caos, tan numerosos entre las filas anarquistas, porque tal idea obliga a que todos los anarquistas que participan en el movimiento sean responsables y a que adopten nocione s de deber y constancia. Hasta ahora, el principio favorito en que la mayoría de los anarquistas habían sido educados puede ser explicado por el siguiente axioma: "Hago lo que quiero y no doy cuenta de nada". Es muy natural que los anarquistas de esta especie, impregnados de tales principios, sean enérgicamente hostiles a toda idea de anarquismo organizado y de responsabilidad colectiva. El camarada Malatesta es ajeno a estos principios, y es por esta razón que su texto provocó esta reacción en nosotros. Perplejidad, porque él es un veterano del anarquismo internacional, y no ha asido el espíritu de la Plataforma, su carácter vital y su asunto, que se derivan de los requerimientos de nuestra época revolucionaria. Pesar, pues en permanecer fiel al dogma inhe rente al culto de la individualidad, él se ha opuesto (esperemos que sólo sea temporalmente) a la tarea que aparece como etapa indispensable en la extensión y desarrollo externo del movimiento anarquista. En el comienzo de su artículo, Malatesta dice compartir una serie de tésis de la Plataforma e incluso las refuerza con algunas ideas que expone. Concuerda en notar que los anarquistas no han tenido y no tienen influencia en los eventos políticos y sociales, a causa de la falta de una organización activa y seria. Los principios tomados por el camarada Malatesta se corresponden con las principales proposiciones de la Plataforma. Uno podría esperar que hubiera examinado, comprendido y aceptado igualmente una serie de otros principios desarrollados en nuestro proyecto, porque existe un nexo de coherencia y de lógica entre todas las tésis de la Plataforma. Sin embargo, Malatesta va a explicar de manera enérgica su diferencia de opinión con la Plataforma. Se pregunta si es que acaso la Unión General de Anarquistas proyectada en la Plataforma puede resolver el problema de la educación de las masas obreras. Responde negativamente. Da como razón el carácter pretendidamente
autoritario de la Unión, la cual, según él, desarrollaría la idea de la sumisión a directores y líderes. ¿Sobre qué bases puede reposar tan seria acusación? Es en la idea de la responsabilidad colectiva, recomendada por la Plataforma, que él ve la principal razón para formular tal acusación. No puede admitir el principio de que toda la Unión se haga responsable de cada miembro, y que a la inversa, cada miembro sea responsable de la línea política de toda la Unión. Esto significa que Malatesta no acepta precisamente el principio de organización que se nos aparece como el más esencial, a fin de que el movimiento anarquista se siga desarrollando. En ninguna parte el movimiento anarquista, hasta ahora, ha alcanzado el estadio de movimiento popular organizado como tal. En lo más mínimo la causa de esto reside en condiciones objetivas, como que las masas obreras no entiendan el anarquismo y no se interesen en éste sino en períodos revolucionarios; no, la causa de la debilidad del movimiento anarquista reside esencialmente en los propios anarquistas. Ni siquiera una sola vez han intentado realizar de manera organizada tanto la propaganda de sus ideas como la actividad práctica al interior de las masas obreras. Si tal cosa resulta extraña para el camarada Malatesta, afirmamos con fuerza que la actividad de los anarquistas más activos -entre los que se incluye él mismo- asume por necesidad un carácter individualista; incluso si esta actividad se distingue por un alto nivel de responsabilidad personal, concierne solamente a un individuo y no a una organización. En el pasado, cuando nuestro movimiento estaba naciendo nacional e internacionalmente, no podía ser de otro modo; debían asentarse las bases del movimiento anarquista de masas; debía apelarse a las masas obreras e invitarlas a comprometerse en la lucha anarquista. Esto era necesario, aunque fuera sólo el trabajo de individuos aislados con medios limitados. Estos militantes anarquistas cumplieron su misión; atrajeron a los obreros más activos a las ideas anarquistas. Sin embargo, esto no era más que la mitad del trabajo. Al momento en que el número de elementos anarquistas provenientes de las masas obreras se incrementaba considerablemente, considerablemente, era imposible restringirse a una práctica y a una propaganda aislada, sea individualmente o en grupos dispersos. Seguir con esto sería como dar vueltas sobre lo mismo. Debemos ir más allá para no quedar rezagados. La decadencia general del movimiento anarquista se explica exactamente de la siguiente manera: hemos cumplido con el primer paso sin ir más allá. Este segundo paso consistía, y aún consiste, en agrupar a los elementos anarquistas provenientes de las masas obreras, en una colectividad activa capaz de liderar la lucha organizada de los trabajadores con el fin de concretar las ideas anarquistas. La cuestión de los anarquistas de todos los países es la que sigue: ¿puede nuestro movimiento contentarse con subsistir en base a formas viejas de organización, a grupos locales sin ligazón orgánica entre sí, y cada cual actuando por cuenta propia acorde a su particular ideología y pr áctica? o sólo
imaginando ¿tiene nuestro movimiento recursos para nuevas formas de organización que le ayuden a desarrollarse y a arraigarse entre la amplia masa de trabajadores? La experiencia de los últimos 20 años, y más particularmente, de las dos revoluciones rusas -1905 y 1917/19- nos sugiere una respuesta a estas cuestiones mejor que todas las "consideraciones teóricas". Durante la Revolución Rusa, las masas obreras fueron ganadas para las ideas anarquistas; pese a esto, el anarquismo como movimiento organizado sufrió un completo revés; en el comienzo de la revolución nos encontrábamos en las posiciones más de avanzada en la lucha, pero luego, en los inicios de la fase constructiva nos encontramos irremediablemente aparte de dicha construcción, y consecuentemente aparte de las masas. Esto no fue pura casualidad: esta actitud inevitablemente fluía de nuestra propia impotencia, tanto de un punto de vista organizativo como de nuestra confusión ideológica. Este revés fue causado por el hecho que, durante la revolución, los anarquistas no supieron implementar su programa social y político y sólo se aproximaron a las masas con propaganda fragmentaria y contradictoria; no teníamos una organización estable. Nuestro movimiento se representaba por organizaciones eventuales, aparecidas por aquí, aparecidas por allá, que no buscaban con firmeza lo que querían, y que frecuentemente desaparecían luego de un corto tiempo sin dejar huella. Resultaba desesperantemente ingenuo y estúpido el suponer que los trabajadores apoyarían y participarían en tales "organizaciones" en el momento de la lucha social y de la construcción comunista. Estábamos habituados a atribuir el fracaso del movimiento anarquista en Rusia entre 1917-1919, a la represión estatal del Partido Bolchevique; esto es un gran error. La represión bolchevique impidió la extensión del movimiento anarquista durante la revolución, pero no fue el único obstáculo. Es más bien la impotencia interna del mismo movimiento una de las principales causas de su derrota, una impotencia procedente de la vaguedad e indecisión que caracterizaba a las diferentes afirmaciones políticas en lo concerniente a organización y táctica. El anarquismo no tenía una opinión firme f irme y concreta sobre los problemas esenciales de la revolución social; una opinión indispensable para satisfacer la búsqueda de las masas que estaban creando la revolución. Los anarquistas ensalzaban el principio comunista: "de cada cual según sus capacidades, a cada cual según sus necesidades", pero nunca se preocuparon de llevar este principio a la realidad, si bien se permitió que ciertos elementos sospechosos transformaran este gran principio en una caricatura del anarquismo -sólo hay que recordar cuántos usureros se beneficiaron acaparando para sí los bienes de la colectividad. Los anarquistas hablaron bastante de la actividad revolucionaria de los obreros, pero no pudieron ayudarles, siquiera indicándoles las formas aproximadas que esta actividad adoptaría; no sabían como sortear las relaciones recíprocas entre las masas y su centro de inspiración ideológica. Llevaron a los trabajadores a sacudirse el yugo de la Autoridad, pero no les indicaron los medios para consolidar y defender las
conquistas de la Revolución. Carecían de conceptos claros y precisos, de un programa de acción entre muchos otros problemas. Fue esto l o que los distanció de la actividad de las masas y los condenó a la impotencia social e histórica. Es en esto donde debemos buscar las causas primordiales de su derrota en la Revolución Rusa. Y no nos cabe duda de que, si la revolución estallara en muchos otros países europeos, los anarquistas sufrirían la misma derrota derr ota porque no están menos si es que no más - divididos en el plano de las ideas y de la organización. La época presente, en que por millones los trabajadores están comprometidos en el campo de batalla de la lucha social, demanda de respuestas precisas y directas por parte de los anarquistas en lo concerniente a la lucha y a la construcción comunista que le debe seguir; demanda igualmente de la responsabilidad colectiva de los anarquistas en virtud de estas respuestas y de la propaganda anarquista en general. Si no asumieran esta responsabilidad, los anarquistas al igual que cualquier otro en el mismo caso, no tendrían el derecho de hacer propaganda de manera inconsecuente al interior de las masas obreras, que han luchado a costa de grandes sacrificios y han tenido innumerables víctimas. En este contexto, no se trata de un juego ni de un objeto para experimentar. Es por esto que, de no tener una Unión General de Anarquistas, no podremos proveer de respuestas comunes sobre todas t odas estas cuestiones vitales. En el comienzo de su artículo, el camarada Malatesta pareciera saludar la idea de la creación de una vasta organización anarquista. Sin embargo, al repudiar categóricamente la idea de la responsabilidad colectiva, se hace imposible la realización de tal organización. Porque tampoco será posible si no existen acuerdos teóricos y organizativos que constituyan una plataforma común en donde agrupar a numerosos militantes. En la medida en que acepten esta plataforma, debe ser obligatoria para todos. Aquellos que no reconozcan sus principios básicos, no podrán ni les interesará inter esará ser miembros de la organización. De esta manera, esta organización será la unión de aquellos con una concepción común de la línea teórica, táctica y política para ser llevada a cabo. Consecuentemente, la actividad práctica de cada miembro de la organización estará naturalmente en plena armonía con la actividad general, y a la inversa, la actividad de toda la organización no podrá estar en contradicción con la conciencia y con la actividad de cada miembro, si es que aceptan el programa pr ograma sobre el que se funda la organización. Es esto lo que caracteriza a la responsabilidad colectiva: toda la Unión es responsable por la actividad de cada miembro, a sabiendas de que cumplirán su labor política y revolucionaria en el espíritu político de la Unión. Al mismo tiempo, cada miembro es plenamente responsable por toda la Unión, viendo que su actividad no sea contraria de aquella realizada por todos sus miembros. Esto no significa en lo más mínimo autoritarismo, como erróneamente afirma el
camarada Malatesta, sino que es expresión de la comprensión consciente y responsable del trabajo militante. Resulta obvio que en llamar a los anarquistas a organizarse en base a un programa definido, no estamos quitando el derecho en cuanto tal de los anarquistas de otras tendencias a organizarse como les parezca conveniente. De cualquier modo, estamos persuadidos que desde el momento en que los anarquistas creen una importante organización, se revelará la vacuidad y la vanidad de las organizaciones tradicionales. El principio de la responsabilidad es entendido por el camarada Malatesta en el sentido de una responsabilidad moral de los indivivduos y de los grupos. Es por esto que él sólo da a los congresos y sus resoluciones el rol de una suerte de conversación entre amigos, que en suma no pronuncia más que deseos platónicos. Esta forma tradicional de entender el rol de los congresos no resiste la prueba de la realidad. En efecto, ¿cuál es el valor de un congreso en el cual sólo se expresan "opiniones" sin encargarse de llevarlas a la práctica? Ninguno. En un movimiento vasto, una responsabilidad puramente moral y no orgánica pierde todo su valor. Abordemos ahora la cuestión cuestión relativa a mayorías y minorías. Pensamos que toda discusión en torno a este tema resulta superflua. En la práctica, esto se ha resuelto ya hace largo tiempo. Siempre y en todo momento, los problemas pr oblemas prácticos entre nosotros se han resuelto con una mayoría de votos. Esto es completamente comprensible, porque no hay otra manera de resolver estos problemas en el seno de una organización que pretende actuar. En todas las objeciones elevadas hasta ahora en contra de la Plataforma, existe una falta de comprensión de las tésis más importantes que contiene; una falta de comprensión de nuestra aproximación al problema organizativo y al método para su resolución. En efecto, la l a comprensión de esto es extremadamente importante y posee una significación decisiva para una apreciación correcta de la Plataforma y de toda la actividad organizativa del grupo Dielo Trouda. La única forma de alejarnos del caos y de revivir al movimiento m ovimiento anarquista, es una clarificación teórica y organizativa entre nuestras filas, que conlleve a la diferenciación y selección de un núcleo activo de militantes, m ilitantes, sobre la base de un programa homogéneo teórica y prácticamente. Es en esto en lo que reside uno de los principales objetivos de nuestro texto. ¿Qué es lo que representa nuestra clarificación y a qué nos debe llevar? La ausencia de un programa general homogéneo ha sido siempre una notable falla del movimiento anarquista, y ha contribuido muy frecuentemente a hacerlo bastante vulnerable, a que su propaganda no haya sido siempre coherente y consistente en relación a las ideas profesadas y a los principios prácticos defendidos. Muy por el contrario, ocurre frecuentemente que lo que es
propagado por un grupo es, en otro lado, denigrado por otro grupo. Y esto no sólo sobre las aplicaciones tácticas, sino también sobre tésis fundamentales. Cierta gente defiende tal estado de cosas diciendo que de esta forma se da cuenta de la variedad de ideas anarquistas. Bueno, admitámoslo, pero ¿qué interés puede representar esta variedad a los trabajadores? t rabajadores? Hoy, ellos luchan y sufren, y ahora e inmediatamente necesitan una concepción precisa de la revolución, que los pueda llevar hacia su emancipación; no necesitan de una concepción abstracta, sino que necesitan de una concepción viva, real, elaborada y que dé respuesta a sus demandas. Mientras, los anarquistas proponían frecuentemente, en la práctica, numerosas ideas, sistemas y programas contradictorios, en los cuales lo más importante era rayano en la insignificancia, o con mucho, contradecía a otro. En tales condiciones, es fácilmente entendible que el anarquismo no pueda ni ahora ni en el futuro, impregnar a las masas y ser una misma cosa con ellas, así como inspirar su movimiento emancipatorio. Porque las masas sienten la futilidad de las nociones contradictorias y las evitan instintivamente; y pese a esto, en un período revolucionario, actúan y viven de una manera libertaria. Para concluir, el camarada Malatesta piensa que el éxito de los Bolcheviques en su país, no permite pasar una buena noche a los anarquistas rusos que editaron la Plataforma. El error de Malatesta es no tomar en cuenta las circunstancias extremadamente importantes de las cuales la Plataforma Organizativa es producto, no sólo por la Revolución Rusa, sino también por el movimiento anarquista en esta revolución. Ahora, es imposible no tomar en consideración esta circunstancia para así resolver el problema de la organización anarquista, de su forma y de su base teórica. Es indispensable mirar el lugar ocupado por el anarquismo en el gran levantamiento l evantamiento social de 1917. ¿Cuál fue la actitud de las masas insurgentes con respecto al anarquismo y a los anarquistas? ¿Qué apreciaron en ellos? ¿Por qué, pese a esto, el anarquismo sufrió un revés durante esta revolución? ¿Qué lecciones debemos extraer? Todas estas preguntas, y aún más, deben aparecer inevitablemente a quienes abordan las cuestiones planteadas por la Plataforma. El camarada Malatesta no ha hecho esto. Él ha tomado el problema actual de la organización en la abstracción dogmática. Esto es bastante incomprensible para nosotros, que habíamos acostumbrado ver en él, no a un ideólogo, sino que a un práctico del anarquismo real y activo. Él se contenta con examinar en qué medida tal o cual tésis de la Plataforma está o no en acuerdo con los puntos de vista tradicionales en el anarquismo, y luego los refuta, al encontrarlos opuestos a las viejas concepciones. Él no puede pensar que pueda ser lo opuesto, que sean precisamente aquellas las que estén erradas, y que por ello se haya necesitado de la aparición de la Plataforma. Es de este modo, como pueden ser explicadas toda la serie de errores y contradicciones planteadas arriba. Déjenos hacer notar en él una grave negligencia; no trata en absoluto con la base teórica, ni con la sección constructiva de la Plataforma, sino únicamente
con el proyecto de organización. Nuestro texto no solamente ha refutado la idea de la Síntesis, así como las del anarcosindicalismo como inaplicables y en bancarrota, también ha avanzado el proyecto de agrupar a los militantes activos del anarquismo sobre la base de un programa más o menos homogéneo. El camarada Malatesta debió haber tratado con precisión sobre este método; sin embargo, lo ha pasado por alto en silencio, así como a la sección constructiva, pese a que sus conclusiones aparentemente se aplicarían a toda la Plataforma. Esto da a su artículo un carácter contradictorio e inestable. El comunismo libertario no puede permanecer en los obstáculos del pasado, debe ir más allá, combatiendo y superando sus defectos. El aspecto original de la Plataforma y del grupo Dielo Trouda, consiste precisamente en ser extraños a dogmas anacrónicos, a ideas prefabricadas, y que, por el contrario, se esfuerzan en llevar adelante su actividad partiendo de los hechos reales y presentes. Esta aproximación, constituye el primer intento de fusionar al anarquismo con la vida real y de crear una actividad anarquista sobre esta base. Es sólo así que el comunismo libertario puede liberarse de un dogma obsoleto y promover al movimiento vivo de las masas. Dielo Trouda nº30, Mayo 1928, pp.4-11.