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LOS RETOS DE LA EDUCACIÓN EN LA MODERNIDAD LÍQUIDA Zygm u n t B au m an
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En elWashin gton Post del 2 de enero de 2001, Caroline Mayer informaba sobre una amplia variedad de productos que habían invadido los superm ercados estadounidenses durante el año anterior, descritos como productos de comida rápida que ahorran tiem po y esfuerzo ypueden consumirse instantáneamen te sin complicaciones. Es verdad que los norteameric anos (y no sólo ellos) hace tiempo que han llegado a identificar el progreso con los atajos: con las cada vez más abun dantes oportunidades de comprar lo que anteshabía que hacer. También es cierto (y tan cierto que parece trivial) que, una vez que se ha instalado, esa con cepción de «mejoramiento» tiende a expandirse en espiral y a situar en la categoría de tareasevitables y desagradables una cantidad cada vez mayor de acti vidades que antes se reali zaban de buena gana. La bores que solían efectuarse diariamente, en general sin quejas y a menudocon placer, han llegadoa con siderarse y experimentarse como una pérdida dese-
chable, aborrecible y detestable de tiempo y energía. Esta tendencia no es de ningún modo novedosa, pero la velocidad con que estos «nuevos y mejorados» preparados que perm iten ahorra r tiempo se han ins talado recientemente en lasestanterías de lossuper mercados , para pasar velozmente a los carritos de los
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entusiastas cons umidores, asombraría al más agudo EDA G G observ ador de los mercados al imentarios y de los há-AOI S O C IA L .& f O g e d is a
bitos de sus adictos. Caroline Meyer nos hace saber que cada ez vhay más niños estadounidenses, y cada vez con mayor frecuencia, que consideran ag obiante leesfuerzoque implica comer n ua manzana: dem asiado trabajo arduo para a l s mandíbulas y los dientes y, además, una inversión de tiempo excesiva para la cantidad de placer obtenida.A estos niños también les desagrada tener que pela r una naranj a y prefieren beber unjugo envasado. La nueva costumbre de beber cervezadirectamente de la botel la, un hábito que se expande por los bares estadounidenses pubs y los ingleses tan velozmente com o un incendio forestal, ¿no se relaciona con unacreciente sensación de que es un trabajo demasiado tedioso verter la cerveza ed la botel la en una copa antesde saciar la sed? Smucker, una fábrica de comidasrápidas,presentó no hace mucho una novedad am pliamente aclamada: hanquitado la corteza a las rebanadas de an p so-
bre lasque se unta la mantequilla de cacahuete y la jalea de frutas de los emparedados preferidos de los niñosestadounid enses. Aparentemente, la innovación da respuesta a u na urgente necesidad puesto queel éxito fue ins tantáne o. Según parece, los niños llegaron a considerar que m order el borde m ás durode la
rebanada de pan era un reto demasiado laborioso para sus mandíbulas. Aunque los pad res noparecenirles a la zaga. El té helado es una de las bebidas favoritas de os l norteamericanos. Pero, desgraciadamente, para prepararlo
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a la vieja usanza pr imero hayque hervir ag ua, llenar la tetera, hacer el té yluego esperar a que el prepa
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rado se enfríe. Mucho trabajo ymucho tiem po. ¿So brevivirí an la sed yel deseode saciarla todo e l proce so? Afortunadamente,otro potentadode la indust ria de alimentos, Lipton, decidió calmar la impacien cia de los am antes del téhelado yofrece a lo s afli gidos adictos unas bolsitas de té cuyo contenido es soluble en agua fría (y hasta helada). Ahora la satis facción puede ser instantánea,como en el caso del recientem ente comerci alizado atún instantáne o en polvo que pone n fi a la engorrosa tarea e d perder tiempo abri endo una lata. Yano es necesari o pospo ner las necesidades. La espera -como prometieron alguna vez los anuncios que tentaban a losfuturos usuarios de las recién aparecidas tarjetas de créditoha sido finalmente eliminada del deseo de consu mir atúny té helado.
El síndrome de la impaciencia En su artículo, Caroline Mayer cita al profesor David Shi, de la Universidad Furman de Carolina del Sur: «Esperar se ha convertido ne una circunstancia into lerable». Shi ha apodadocomo « síndrome de la acele ración» a este nuevo estado deánimo de los estadouni denses. Yo hablaría más preci samente de l «síndrome
de laimpaciencia ». Max Weber habí a elegido la pos tergaciónde la gratificación como lavirtud suprema de los pioneros del capitalismo moderno y como la fuente primera de su asombroso éxito. El tiempo ha
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llegado a ser un recurs o (quizá el último) cuyo gastoEDA G O se considera unánim emente abominable, injustifica- GIA S O C IA L ,
ble e intolerable; en realidad, un desaire y una bofetada a la dignidad humana, una violación a losdere-t& t © chos humanos. g e d is En nuestros días, toda demora, dilación o espera a se ha transformado en un estigma de inferioridad. El drama de la jerarquía del poder se representadiariamente (con un cuerpo de secretarias cumpliendo el papel de directores de escena) e n innumerabl es salas de espera en donde se pide a algunas personas (inferiores) que «tomen asiento» y continúen esperando hasta que otras (superi ores) estén ibres l «para recibirlo a usted ahora». El emblem a de privilegio (tal vez uno de los más poderosos factores de estratificación) es el acceso a los atajos, a los medios que permiten alcanzar la gratificación instantáneamente. La posición de cada unoen la escala jerárquica se mide por la capacidad (o la ineptitud) para reducir o hacer desaparecer por completo el espacio de tiempo que separa el deseo de su satisfacción. El ascensoen la jerarquía social se mide por la creciente habilidad para obtener lo que uno quiere (sea loque fuere eso que uno qui ere)ahora, sin demora. Como en el caso de otros bienes muy codiciados, el mercado está siempre dispuestoa suministrar premios de consolación diseñados seg ún los modismos
de la nueva era: bolsitas de té helado, sobres deatún en polvo; o bien réplicas producidas masivamente de los objetos auténticos dehaute-couture, la reservados para el goce de unos pocos sel ectos. Entrevista-
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da por Oliver Burkman The de Guardian,1una joven inglesa de 18 años declaraba: «No me gustaría, al hacer un repaso de mi vida, ver que encontré un em pleo y permanecí en él para siempre sólo porque era seguro». A los padres -que permanecieron en sus empleos durante toda su vida (quiero decir, si toda vía quedan deesos padres)- se les mira como una advertencia y un freno disuasivo: éste es el tipo de vi da que debem os evitar a toda costa. Mientras tanto un panadero neoyorquino se quejaba ante Richard Sennett2de la perplejidad que sentían los que esta ban del bando de los padres: «No puede usted imagi nar lo estúpido que me siento cuando les hablo a mis hijos de compromiso. Como es una virtud abstracta, no la ven en ninguna parte». Seguramente tampoco hay muchas pruebas de compromis o en las vidas de esos mismos padres.Éstos probabl emente h ayan in tentado comprometerse con algo más sólido y dura dero que ellos mismos -una vocación, una causa, un lugar de trabajo- sólo para descubrir que hay muy pocos blancos sólidos y duraderos hacia donde apun tar, o quizá ninguno, que recibancon interés su ofer ta de compromiso. El descubrimiento de Benjamín Franklin de que «el tiempo es dinero» era un elogio del tiempo: el tiempo es un valor, el tiempo es importante, es algo
1. BURKMAN, O., «My dad is a living deterrent [...]», The Guardian, 21 de marzo de 2001. 2. SENNETT, R.,The c orrosió n o f Charact er, W . W. Norton & Co., Nueva York, 1998, p. 25. [Trad. cast.:La corrosió n d el carácter : las consecu en cias person ales d el t rab ajo e n el nuevo capita lismo, Anagrama, Barcelona, 2000.]
que debemos atesorar ycuidar, como hacemos con EDA G O nuestro capital y nuestras inversiones. El «síndrome ÍGA P
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de la impaciencia» transmite el mensaje inverso: el tiempoes un fastidio y una faena, una contrari edad, un desaire a la libertad humana, una amenaza a lo s derechoshumanos y n o hay ninguna necesidad ni obligación de sufrir tales molestias de buen grado. El tiempoes un ladrón.Si uno acepta espe rar, pos tergar las recompensas debidas a su paciencia, será despo jado de las oportunidades de alegría y placer que tienen la costumbre de presentarse una sola vezy de saparecer a pra siempre. El paso del tiempo debe re gistrarse en la columna dedébitos de los proy ectos de vida humanos; trae consigo pérdidasy no ganancias. El pasodel tiempo presagia la disminución de opor tunidades que debieron cogerse y consumirse cuando se presentaron. Después decompararlas ideas pedagóg icas y los marcos educativos de trece civilizaciones diferentes, Edward D. Myers3observ ó (en un libro publicado en 1960) «la creciente tendencia a considerar la educa ción como un produc to antes que com o un proceso». Cuando e s considerada como un producto, la educación pasa a ser una cosa que se«consigue», completa yterminada, o relativamente acabada; por ejemplo, hoy es frecuente íor que una pe rsona el pre gunte aotra: «¿Dónde rec ibió ustedsu educación?», esperando larespuesta:«En tal ocual universidad». La implicación es que el graduado aprendió todo lo
que necesitaba saber acerca de las técnicas y aptitu3. MYERS, E. D., Edu cat ion in t he Pers pective of His tory , Harper, Nueva York, 1960, p. 262.
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des, aspiraciones yvalores de la eng l ua, las matemá ticas y todo el conocimiento acumulado sobre las re laciones del hombre con otros hom bres, así com o también su deudacon el pasado,el orden natura l y su relación con él: en suma, todo aquello que nece sitaba saber, es decir, que se le exigía para obtener un determinado empleo. A Myers no legustó lo que comprobó ; hubiera pre ferido que la educac ión fuera u j zgada com o una em presa continua que dura todaa l vida. Tampoco le agradó latendencia a cortar e l pastel del conocimien to en pequeñas por ciones, una para cada oficio o profesión. En opinión de My ers, una «persona culta» tenía el deber de o n conformarse con su propi a «por ción profesional» y, además, no bastab a con cumplir ese deber durante los años de educación formal. El conocimiento objetivamente acumulado y potencial mente disponible era enorme y continuaba expan diéndose, de modo que el esfuerzo po r asimilarlo no debería detenersel día e de lagraduación. El «apetito de conocimiento» debería hacerse gradualmente más intenso a lo arg l o de toda la vida, a fin de que cada individuo «continúe creciendo» y sea a la vez una persona m ejor. Sin embargo, Myers dio por sentada -y no la impugnó- la idea de que uno podía apropiar se del conocimiento y convertir lo en una propiedad duradera ed la persona. Com o sucedía con cualquier
otra propi edad, en la porentonces «sólida» etapa de la modernidad, lo grande era bel lo ymás equivalía a mejor. Lo que Myers consi deraba errado eld pensa miento educativo de la época erasolamente esa no ción de que los jóvenes podían obten er su educació n
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E D de una vez y para siempre, como una adquisición A G O a conti GIA única, en lugar de considerarla una búsqued S
nua de posesiones cada vez más numerosas ylOCA ricas L .G que seagregarían a las ya adquiridas. P fr © g e d is a
El conocimiento
La imagen del conocimiento reflejaba queel compro miso y la visión de la educación eran un a réplica de las tare as queese compromiso fijó en la agenda mo derna. El conocimiento tenía valor pue sto que se es peraba que durara, así como la ción ten ía valor ed uca en la m edida en que ofreciera conocim ient o de v aYafuera quese la juzgaracomo un epi lor durade ro. sodio aislado, o bien que se la considerara una em presa de toda unavida, la educación debía encararse como la adquisición de un producto que, como to das las demás posesiones,podía y de bía atesorarse y conservarse para siempre. Así llegamos al primero de los múltiples retos que la educación contemporánea debe afrontar y sopor tar. En nuestra «modernidad líquida», las posesiones duraderas, los productos que supuestame nte uno com praba una ez v y ya no reem plazaba nunca más -y que obviamente no se concebían para serconsumidos una única vez -, han perdido su antiguoencanto. Cons ide
rados alguna ez v como activos ventajosos , hoy tien den averse como pas ivos. Los que algunavez fueron objetos de deseo se transformaron en objetos de res quemor. ¿Por qué? Porque el «mundo vital» de la ju ventud contemporánea, compuesto desmañadamen
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te con porciones de sus ex periencias vitales, ya no se © ce a los pasadizos orde nados, sólidos y a «prendit pare > x C L
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óles» de los laberintos «de ratones de laboratorio» que hace m edio siglo se utilizaban para explorar los misterios de la buena adaptaci ón a trav és del aprendizaje. John Kotter,4profesor de la Harvard Business School, aconseja a sus lectores que eviten quedar atrapados en empleos de larga duración del tipo «puesto permanente» y, en realidad, desaconseja desarrollar una lealtad institucional o dejarse absorber demasiado en cualquier empleo durante un tiempo prolongado.No debe sorprendern os, pues, que el panadero Rico se lamentara ante Sennett de lo dificultoso que le resultaba ex plicar qué po día significar un compromiso.5 La historia de la educación está plagada de períodos críticos en los cuales se hizo ev idente que las premisas y estrategias probadas y aparentemente confiables habían perdido contact o con la realidad y exigían ajustes o una reforma. Con todo, aparentemente lacrisis actual es diferente de las del pasado. Los retos actual es están golpea ndo durame nte la esencia misma de la ide a de educación tal como se la concibió en el umbral de la arg l a historia de la civilización: hoy está en tela de juicio loinvariable de la idea, las características constitutivas de laeducación que hasta ah ora habí an soportado todos los reto s del pasado y habían emergido ilesas de todas las crisis.
Me refiero a los supuestos nunca antes cuestionados 4. KOTTER, J., The N ew Rules, Dutton, Nuev a York, 1995, p. 159. 5. SENNETT, R„ op. cit., p. 25.
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y mucho menos sospec hosos de haber per dido vigen cia, con lo cual, necesariamente, deberían reexamiO S
C IA narse yreemplazarse. L En el mundo de la modernida d líquida, la solidez de lascosas, como ocurre co n la solidez de los víncu- © g e d los humanos, se inte rpreta como un a amenaza. Cu al- sai quier juramento de lealtad,cualquier compromiso a largo plazo (y mucho más un compromiso eterno) auguran un futuro cargado de obligaciones que (inevitablemente) e r stringiría la libertad demovimiento y reduciría la capacidad de aprovechar las nuevas y todavía desconocidas oportunidades en e l momento en que (inevitablemente)se presente n. La perspectiva de cargar con una res ponsabilidad de por vida se desdeña como algo repulsivo y alarmante.
Hoy se sabe que las cosasmás preciadas envejecen rápid o, que pier den su br illo en un n i stante y que súbitamente y casi sin que medie advertencia alguna, se transforman de emblema de honor en estigma de vergüenza.Los editor es de as l lustrosas ev r istas de moda saben tomar bien el pulso de la época: junto con la inf ormación obr s e las nuevas tendenc ias acerca de l«o que hayque hacer» y «lo que hay que tener», proporcionanregularmente asus lectores consej o sobre lo que «ya no se usa» y debe desca rtarse. Además, hoy se espera que ni isquiera los hábi tos que supuestamente habrí an de durar un poco m ás perm anezcaninalterables. Un anuncio reciente de oferta d e
teléfonos móv iles atraea los curtidos usuarios de teléfonos con esta exhortación: «Usted ya no puede presentarse en público con ese móvil que tiene ahora... vea los nuevos modelos». Nuestro mundo re-
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cuerda cadavez más la « ciudad invisible» de Leonia de Italo Calvin o, donde l«a opulencia puede medirse,
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no tanto por las cosasque se fab rican, se venden yse compran cadadía; [...] sino, antes bien,por las cosas que se tiran diariamente para dejar lugar a las nu e vas».6 La alegría de «deshacerse» de las cosas, de descartarl as, de arrojarlas al cubo de labasura, es la verdadera pasión de nuestro mundo.
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La capacidad de durar mucho tiempo y servir in definidamente asu propietario ya no juega a favor d e un producto. Se espera que a l s cosas, como losvín culos, sirvan sólo durante un lapso « determinado» y luego se hagan pedazos;que, cuando -tarde o tem prano, pero mejor temprano- hayan agotado su vida útil, sean desechadas . Por o l tanto hayque evitar a ls posesiones, y particularmente las posesiones de larga duración de las que no es fácil librarse. El consumisacumulación mo de hoy no se define por la de cosas, sino por el breve goce de esas co sas. Por lo tanto, ¿por qué el «caudal de conocimientos» adquiridos durante los años pasados en el colegio oen la univer sidad habría de ser la excepción a esa regla univer sal? En el torbellino de cambios, el conocimiento se ajusta al uso instantáneo yse concibe para que se utilice una sola vez. Los conoci mientos listos para el uso instantáneo e instantáneamente desechabl es de ese estilo que prom eten los prog ramas d esoftware
-que aparecen y desaparecen de las estanterías de 6. CALVINO, I., Invisible Cities, Picador, Londres, 1971, p. 91. [Trad. cast.: Las ciud ad es invisibles, Siruela, Madrid, 1998.]
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E D las tiendas en una sucesión cada vez más acelerada-, A G O G resultanmucho más atracti vos. IA S
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Todo este encogimiento del lapso de vida del sa ber, provocado por nu «contagio» completo -por el ú x t O al impacto de degradar la durabilidad de la posición, g e d is guna vez venerable, que ocupaba ne la jerarquía de a valores-, está exacerbado por la mercantilización del conocimiento y del acceso laconocimiento. Hoy el conocimiento es una mercancía; al menos se ha fundido en el molde de la m ercancía y se incita a seguir formándose en concordancia con el modelo de la mercancía. Hoy es posible patentar equeñ p as porciones de conocimiento con el propósito de impe dir las réplicas, al tiempo que otras porciones -que no entran n e el marco de las leyes de la pa tente- cons tituyen secretos cuidadosamente guardados mientras están a ún enel proceso dedesarrollo (como un nuev o modelo de automóvil antes de que seexhiba en el salón del año siguiente), siguiendo la bien fundada creencia de que, como en el caso de cualquier otra mercancía, el valor comercial refleja lo que diferen cia al producto ed los ya existentes antes ue q la cali dad del productoen su conjunto. Lo que diferencia al producto , por regla general, es de corta vida,pues el impacto de la no vedad sedesgasta rápidamente.Por lo tanto,el destino de la mercancía es perdervalor de mercado velozment e y ser reemplazada por otras versiones «nuevas y mejoradas» que pretenden tener
nuevas características diferenciales, tan transitorias como las de los productos que acaban de ser dese chados porque ya perdieron su momentáneo poder de seducción. Concentra r el valor en lo diferencial es
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una manera de devaluar, oblicuamente, el resto del conjunto, el restoque noha sido afectadopor el cam
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bio, el resto que «sigue siendo igual». Así es como se desalienta la idea de que la educa ción puede ser unproducto» « que uno gana yconser va, atesora y protegey, ciertamente, ya son pocoslos que hablan afavor de laeducación institucionalizada. Antes, para convencera sus hijos de los beneficios del aprendizaje, los padres y madres solían decirles: «Nadie podrá nunca quitarte lo que has aprendido». Semejante consejo puede haber sido una promesa alentadorapara aquellos niños a los u qe se lesense ñaba a construir sus vidas como casas -desde los ci mientos hastael techo,mientras en ese proceso b i an acumulando lemobiliario-, pero lo más probable es que la ju ven tu d contem poránea lo considere una perspectiva aterrad ora. Hoy los compromisos tienden a ser muy mal vistos, salvo que conteng an una cláu sula de «hasta nuevo aviso». En una cantidad cada vez mayor de ciudades de Estados Unidos, los per misos para construir sólo se entregan junto con su
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correspondiente permiso de demolición...
El cambio contemporáneo El segundo ret o a las premisas básicas de laeduca
ción procede de na la tu raleza er rática y esencia lm ente im pre de cible de l cam bio contem poráneo y agrega nueva fuerza a al primera amenaza. En todas las épocas el conocimiento fue valorado por ser una repres entación fiel del mundo; pero ¿qué
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ocurre c uando el mundo cambi a de una maneraque AED G O G continuamente desafía la verdad del conocimiento IA S O C IA L
existente y to ma constantementepor sorpre sa hasta a las persona s «mejor informadas»? WernerJaeger, au- tx t tor de la clásica indagación de las raíces antiguas del Oge d i s a concepto occidental de pedagogía y aprendizaje,7 creía que la idea de educación Bildung ( , formación) había nacido de un par de supuestos: el primero era la ideade que, debajo del desmenuzable estrato de diversidad, de la variada y cambiante experiencia humana, se asienta a l roca dura del ordeninmutable del mundo ,y el segundo, que a l s leyes que sustentan y gobierna n la natural eza hum ana son gual i mente sólidas. El primersupuestojustificaba la necesidad y los beneficios de transmitir los conocimientos de los maestro s a los discípulos. El segundo mbuí i a a los docentes de laconfianza en sí mismos necesari a para tallar la personalidad de sus alumnos, como el escultor talla el mármol, para darlela forma que, en todos los tiempos se estimaba queebía d ser justa, bella y buena y, por esas mis mas razones , virtuosa y noble. Si los descubri mientos de Jaeger son acer tados (y nunca fueron refu tados), la educación «tal como la conocemos»está en serias di ficultades, pues hoyrequiere un enorme esfuerzo sostener cualquiera de los dos supuestos yaún más esfuerzo perc ibirlos como conceptosevidentespor sí mismos.
7. Véase WERNER J AEGER, Paíde ia, Die Form u n g des gr ie chischen Menschen, W alter de Gruyter, Berlín, 1958. [Trad. cast.: Paíd eia : los ide ales de la cu lt u ra griega, F.C.E., Madrid, 1990.)
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A diferencia del laberinto e d los conductista s, el mundo, tal como se vive ho y, parece m ás unartefacto proyectado para olvidar que unlugar para el aprendizaje. Los tabiques divisorios pueden ser, como en aquel laboratorioaberí l ntico, opacose impenetrables, pero éstos marchan sobre ruedas y están en continuo movimiento, arrastrando consigo los pasajes probados y exploradosanteriormente. ¡Desdichados aquel los con recuerdos persistentes cuando encuentran que las confiables sendas de ay er al poco tiempo e t rminan en callejones sin salida o en arenas movedizas, o cuando descubren que las pautas de conducta convertidas en hábitos y que alguna ez v contaban con garantía absoluta comienzan a provocar desastres en lugar del éxito asegurado! En semejante mundo, el aprendizaje está condenado a ser una búsqueda interminable de objetos siempre esquivos ue, q para colmo, tienen la desagradabley enloquecedoracostumbrede evaporarse o pe rder su b rillo en el momento en que se alcanzan. Y puesto que las recompensas por obrar apropiadamente tienden a trasladarse diariamente a diferentes lugares, los esfuerzos red oblados pueden ser reconf ortantes, pero tambiénengañosos: son trampas de las que hayque cuidarse y que conviene evitar, pues pueden instilar hábitos eimpulsos que en poco tiempo habrán de revelarse inútiles, si no ya dañinos. Nigel Thrift, el perspicaz analista de la gente de
negocios contem poránea, ha hecho notar el extraordinario cambio de vocabulario y el marco cogni tivo que caracteriza a la nueva elite mundial de la industria, el comercio y las finanzas y cómo, entre ellos, los de
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mayor éxito, digamos « los que llevan la voz cantan- EDA G O te», fijan las pautas ed conducta delos de menor éxi- IAG S O
to o de los miembros que aún aspir an a emularlos.8 ACI L Para afianzar las reglas de sus estrategias y la ló. & í gica de sus accion es, los líderes contem poráneos e dl Cg e mundo de los neg ocios utilizan los tropos de la«dan- disa za» y del «surf». Ya no hablan de laingeniería» « como lo hacían sus abuelo s y todavía sus padres, sino de «culturas» y «redes», de «equipos» y «coaliciones», y antes que habla r de control, liderazgo o, más específicamente, de dirección, prefieren hablar de «influencias». En oposición a tales conceptosabandonados o evitados, estos nuevos términos transmiten un mensaje de volatilidad, de fluidez, de flexibilidad y de corta vida . Las personas que des pliegan estas expresiones andan ne busca deorganizaciones de estructurano muy firme fáciles de reunir, desmantelar y reorganizar seg ún lo requieranlas cambiantes circunstancias notificándolas con muy poca antelación odirect am ent e sin p revio aviso. Esta f orma fluida de montar y desmontar es la que mejor se ajusta a lapercepción que tienen delmundo que los rodea: un mundo « múltiple, complejo y en veloz movimiento» y, por lotanto, «ambiguo», «enmarañado» y «plástico», incierto, paradóji co y hasta «caótico». Las organizaciones comerciales de hoy tienden a tener un considerable elemento de desorganización deliberadamente construido; cuanto menos sólida y
prontamente alterable sea una organización, tanto 8. THRIFT, N., «The rise of soft capitalism», enCul tu ra l Valúes, abril de 1997, p. 52.
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mejor. Y, como sucede con todo lo demás, en semejante mundo líquido toda sabiduría y todo conoci-
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miento de cómo hacer algo sólo puede envejecer rápidamente yagotar súbi tamentela ventaja que alguna vez ofreció. De ahí que hoyse presenten como preceptos de la efectividad y la produc tividad «la negativa a aceptarel conocimiento establecido», la renuencia a guiarse por los antecedentes y la sospecha que despierta la experiencia acumulada. Uno es tan bueno como sus éxitos, pero en realidad sólo es tan bueno como suúltimo proyecto de éxito. En los años pioneros de lacibernética ya hubo quienes hicieron notar que no podía existir la «organización perfecta». No hay manera de afirmar con ningún grado de certeza cuál de las organizaciones al-
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ternativas es « mejor», salvo que se ha ya tenido en cuenta el ambiente en el cual está destinada a funcionar esa organización. Podemos juzgar que los complejos organismos multifuncionales de los mamíferos superiores son los log ros de prim er orden de la evolución de las especies, únicamente porque el planeta
Tierra que habitan está protegido del espacio exterior lleno de meteoritos errantes por una gruesa capa de atmósfera. Si éste nofuera el caso, una forma mucho más «perfecta» de vida sería una m asa de u n plasma fluido e informe.Podemos decir que la tierra defrontera que todos habitamos en estos días parece favorecer el plasma y desfavorecer los org anismos com-
plejos, estrechamente integrados, que se reproducen monótonamente a sí mismos. Como señaló Ralph Waldo Emerson hace ya mucho tiempo, cuando uno e s desliza sobre un a capa
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delgada de hielo, la salvación está en la velocidad. Pa-DEA G ra los que están bus cando su sal vación sería un buenGOIA S O C I A L . O g e d i s a
consejo u qe intentaranmoverse con la rapidez suficiente como pa ra no correr el riesgo d e quedarse demasiado tiempo poni endo a prueba la resistencia del lugar. En un m undo volátil como el de la m odernidad líquida, en el cual casi ningunaestructura con serva su forma el tiempo suficiente como para garantizar alguna confianza ycristalizarse en una responsabi lidad a largo plazo al ( menos nunca se dic e si habrá de cristalizarse ni cuándo y hay muy pocas probabilidades de que alguna ve z lo hag a), andar es mejor que estar sentado, correr es mejor que andar y surtes hacer mejor que correr.El surfing mejora con al ligereza yla vivacidad de quien lo practi ca; tambiénes convenie nte que el deportista no sea melindroso para elegir las olas que llegan hasta léy estésiempre dispuesto a dejar de ladoel saberrecibido, junto con las preferencia s habituales que ese saber garantiza.
La memoria
Todo esto va en contra de la esencia de todo lo que representaron el aprendizaje y la educación a lo largo de la mayor partede su historia. Después detodo, el aprendiza je y laeducación fueron creados a la medida de un mund o que era duradero, esperabaconti-
nuar si endo duradero y apuntaba hacerse a aún más duradero de lo que había si do hasta ent onces. En se-
mejante mundo, la memoria era un valor positivo, tanto más rico cuanto más lejos en le pasado log rara
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llegar y cuanto más tiempo se conserv ara. Hoy, una memoria tan sólidamente atrincherada parece, en muchos casos, potencialmente inhabilitante, en mu chos más engañosa y, en la mayoría, inútil. Uno no puede dejar de preguntarse en qué medida el rápido y espectacular crecimiento de los servidores y las re des electrónicas se debió a la prom esa que ofrecían esos servidores de mitigar las preocupaciones relati vas al almacenamiento, la evacuación y el reciclado de desechos.Puesto que el trabajo de memorizarpro duce más desperdicios que productos útiles y puesto que no hay una manera confiable de decidir de ante mano qué será conveniente y qué no (cuál de los pro ductos aparentem ente útiles pronto ca erá en desuso y cuál de losaparentementenútiles i gozará d e un sú bito resurgimient o de la demanda), la posibilidad de almacenar toda la información en contenedores ue q se mantienen a prudente distancia del cerebro (don de la información acumulada podría tomar subrepti ciamente el control de la conducta) fue una proposi ción oportuna y tentadora. En nuestro oláti v l mundo decambio instantáneoy errático , las costumbres establ ecidas, los marcoscognitivos sólidos y las preferencias por los valores es tables, aquellos objetivos últimos de la educación ortodoxa, se convierten en desventaja s. Por o l menos, ésa es la posición en que las sitúa el mercado d el co
nocimiento, para el cual (como sucede conlas demás mercancías en los demás mercados ) toda lealtad, to do vínculo inquebrantable y todo compromiso a largo plazo son anatem a y también un obstáculo que hay que apartarenérgicamente del camin o. Pasamos del
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laberintoinmutable creado en los laboratorios onc EDA G O ductistas y la monótona rutina modelada por losIAG cola O S
boradores de Pavlov al mercado abierto, donde cua l IACL quier cosa puede pasar en cualquier momento¿t pero í' en el que nada puede hac erse yfijarse de unavez y© g e para siempre y donde cada paso logrado es unadsia cues tión de suerte que de ninguna manera garantiza que, si se repite,se obtendrá otro ito. éx Y lo que deb emos recordar y apreciar con todas sus consecuencias es que en nuestros días el mercado yla totalidad del mappa m un di et vitas se superp onen. Como observa ba recientem ente Dany -RobertDufour,«el capitalismo sueña no sólo con ampliar [...] el territorio en el que todo objeto es una mercancía (derechos sobre el agua, derecho s sobre el ge noma y sobre todaslas es pecies vivas, órganos humanos [...]) hasta límites del globo; también procura expandirlo en los profundi dad a fin de abarcar los asuntos privados, alguna vez a cargo del individuo (subjetividad, sexualidad .[..]) y ahora incluidos en al categoría ed mercancía».9 En el actual estadio «líquido» de la modernidad, la demanda de as l funciones directivas ortodox as de «disciplinar y vigilar» se agota rápidamente. Y es fácil comprender por qué: la dominación debe log rarse y asegurase dedicando mucho menos esfuerzo, tiempo quedar ex cluid o de y dinero, mediante la amenaza de todo comp rom iso o, mejor aún,mediante lanegativa a pr ior i a comprometerse, antes que aplicando el control y la vigilancia obstructivos y continuos, día
tras día.La amenaza de exclusión del comprom iso o 9. DUFOUR, D.-R., «Malaise dans l’éducation», Le Monde Diiembrede 2001, p. 11. plomatique, nov
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la negativa al compromiso traspasan onusel pro band i al otro, al bando dominante. Ahora le corresponde al subordinado comportarse (y hacerlo diariamente) de un modo que atraiga el favor de sus ej fes y despierte en éstos el interéspor «comprar» sus servicios y sus «productos» individualmente diseñados, del mismo modo en que los demás productores y vendedor es se ducen a sus posibles clientes para que deseen las mercancías que pone n en venta. «Seguir la rutina» no bastaría para alcanzar ese propósito. Como com probaron Luc Boltanski y Éve Chiapello,10quien qui e ra tener éxito ena lorganización que ha re emplazado las situaciones laborales del tipo «laberinto de rato nes de laboratorio», debe mostrarse jovial, dueño de aptitudes comunicativas, abierto y curioso, ofrecien do a la venta su propia persona, la persona completa, como un valor único e irremplazable que mejorará la calidad del equipo. Ahora es responsabilidad del em pleado en funciones o del que aspira a serlo «monitorearse» para poder esta r seguro de que suorm f a de actuar es convincente y tiene probabilidades de ha llar aprobación no sólo en el presente sino en cual quier ocasión, en caso de que el gusto de uqien lo examina cambie. Ya no es tarea de los jefes moderar las idiosincrasias de sus empleados, homogeneizar sus comportam ientos ni mantenersus acciones den tro del rígido marco de la rutina. La recetapara el éxito es «ser uno mismo», no ser
«como todoslos demás». Lo quemejor sevende es la 10. BOLTANSKI, L. y CHIAPELLO, É., Le nouvel espri t du caimard, París, 1999, p. 171. [Trad. cast..- El pitalisme, Gall nu evo espírit u de l c apit alism o, Akal, Madrid, 2002.]
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y no la semejanza. Tener conocimientos y aptitudes «adecuados para el empleo» y ya exhibidos diferencia
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por otros que hicieron ese mismo trabajo antes o se postulan para hacerlo ahora, no sería suficiente; lo más probable es que se considere una desventaja. En cambio,hacen faltas ideas insól itas, proyectosexcepcionales nunca antes sugeridos por otros y, sobre todo, la gatuna propensi ón a marchar sol itariamente í í ffl g e d i s a
por caminos propios . Novirtudes parece sencillo aprender semejantes en los cosechar libros de ytexto (y sí, quizás, en los cada vez más numerosos libros de bolsillo que enseñan o prometen enseñar cómo impugnar y apartar del camino el conocimiento y la sabiduría recibidos y cómo cobrar los ánimos necesarios para recorrerlo solo). Por definición, tales virtudes deberíandesarrollarse «desde dentro», mediante la liberación y la expansión de las «fuerzas interiores»que están latentes en as l oscuras entrañasde la personalidad, unas fuerzas qu e esperan serdespertadas para ponerse a trabajar. Éste es el tipo de conocimiento (o más precisamente inspiración) queambicionan los hom bres y mujeres de la modernidad líquida. Quieren tener asesores que les enseñen cómo «marchar», antes que maestros que les aseguren que están recorriendo la única carretera pos ible, ya abarrotada.Los asesore s que buscan, y por cuyos servicios están dispuestos a
pagar lo que haga falta pagar, deberían ayudarlos (y lo harán) aexcavar en la profundidad de su carácter y de su personalidad, donde se presume que están los yacimientos de precioso y sólido metal pidiendo a voces que se lesdescubra. Estos consej eros habrán ed
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reprochar pr obablemente la pereza o la negligencia de sus clientes antes que suignorancia y les enseña-
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tre o el savo ir vivre rán el «cómo», es decir, els avoir é antes queel «saber» a secas, en el sentido de sabiduría, ese saber queosl educador es ortodox os dese aban impartir a sus discípulos y que sabían transmitir muy bien. El culto actuala la «educación permanen te» se concentra en parte en la necesidad de actualizarse en cuando a las «novedades últimas» de la información profesional pero también, en una parte ig ual o mayor aún, debe su popul aridad a la convicción de que el yacimiento de la pers onalidad nuncase agota y a la firme creencia de que todavía pueden encontrarse maestros espirituales que sepan cómo llegar hasta los depó sitos aún inexplorados que os l demás guías no pudieron alcanzar o p asaron p or alto, es de cir, pueden enco ntrarse dedicando el debido esfuerzo y el suficiente dinero para pagar el precio de sus ser vicios. La marcha triu nfal del conocimiento a través del mundo habitado (vivi do) por o l s hombres y mujeres
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modernos se desarr olló en dos frentes: en el primero se procedió a invadir, capturar, domesticar, proyectar, colonizar y convertir en tierras de cultivo los nuevos territorios aún nex i plorados delmundo. Gracias alos avances del primer frente, la construcción del imperio fuela de la n i formació n destinada arepresentar el mundo: en el momento de la representación, la parte
representada de l mundo seconsideró conqui stada y reivindicada para losseres hum anos. El segundo frente fue el de al educación, que progresó ex pandiendo el canon de os l «hombres educados» y ampliando las
capacidades de percepci ón y de retención de o l s edu candos. En ambos frentes, la «meta ifnal» del largo y tortuoso esfuerzo-el fin de la guerra- se tuvo clara mente presente desde el comienzo: todos los espa cios en bla nco se llenarían eventualme nte hasta tra zar unmap pa mun di completo y toda la información necesariapara moverse ilbrementepor el mundo cartografiado se pondría a disposición de los m iembros de la especie humana mediante la provisión de la cantidad necesaria d e canalesde transmisión educa cional. Sin embargo, cuanto más progresaba esta guerra y a medida que las crónicas de las batallas victorio sas se hacían más largas, tanto más parecía retroce der la l«ínea de meta». En esta fec ha ya es prudente suponer que laguerra u f e, continúa y continuará siendo imposible de ganar tanto ne un frente com o en el otro. Para com enzar, trazar elmapa de cada territorio recién conquistado parece aumentar antes que dis minuir el tamañoy la cantidad de espacios en blan co, por locual el momento e d esbozar un m apamundi completo no parece inminente. Además, el mundo «de ahí fuera», que alguna vez pareció ácil f de captu rar y aprehend er, de encarcelar e inmovilizar en el ac to de representac ión, hoy consigue escurrirse de toda forma registrada y se parecemás a un jugador (por cierto astuto y taimado) que pa rticipa del uego j de la
verdad que a la apuesta en uego j yel premio qu e los jugadores humanos esperaban compartir. Según la vivida descripción de Paul Virilio, «el mundo ac tual ya no tiene ningún tipo de estabilidad, está to-
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do el tiempo deslizándose, escurriéndose silenciosa mente».11
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Con todo,desdeel segundo frente, desde le frente educacional, el de la distribución del conocimiento, llegan noticias todav ía más seminales. Por continuar citando a Virilio, «lo desconoci do ha cambiado de p o sición: ha pasadodel mundo, que era demasiado vas to, misterioso y salvaje», a la «galaxia nebular de la imagen».12 Los exploradores deseosos d e examinar esa galaxia en su tota lidad son pocos ysólo aparecen esporádicamente, y los que están capacitados para hacerlo son aún menos. «Hombres de ciencia, artis tas, filósofos [...], todos nosotros nos encontramos en una especie de “nueva alianza" para la exploración de esa galaxia, un tipo de alianza de la que también
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la gente común podría abandonar toda esperanza de llegar a formar parte. La galaxia es, pura y sencilla mente, inasimilable. Aún más, mucho m ás, en el mundo al que se refierela información,la inform ación m isma ha lleg ado a ser el prin cip al sitio de lo “desconocido”.» Hoy lo q ue parece«demasiado vas to, misteri y salvajcom e» es la informació n misma. Lo hom bres oyso mujeres unes de la actual idad es tis man mucho más amenazador es esos volúmenes gi gantescos de información ávidos de atención que lo s pocos m « isterios del universo» que quedan yque sólo son obje to de interéspara un pequeñogrupo deadic-
11. «From modernism to hypermodernis m and beyond» , en J OHN ARMITAGE (ed.), Virilio Uve : Selec te d interv iews , Sage, Londres, 2001, p. 40. 12. Entre vista a Jéróme Sans, en JOHN ARMITAGE (ed.), op. cit., p. 118.
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tos a laciencia y un puñado aúnmás pequeño de as-EDA G O G pirantes al prem io Nobel. IA
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Todo lo desconocido tiende a sentirse como una amenaza, si bien a l s diferentes variedades d e «lo desconocido» provocan disti ntas reacciones.Los espacios en blanco del mapa del universo despiertan la curiosidad del aventurero,lo incitan a laacción y aumentan su determin ación, valor y confianza. Prometen una interesantevida dedescubrimientos, auguran un futuro mejor librado poco a oco p de las molestias que envenenan la vida. Pero es muy diferente el caso de la masa impenetrable de información «objetivamente disponible»: todo está aquí, accesible ahora y al alcance de la m ano y, sin embargo, insolente yenloquecedoramente distante, obstinadamente ajeno, más allá de toda esperanza de ser comprendido cabalmente alguna vez. El futuro ya no es un tiempo que se persiga. Sólo aumentará las complicaciones presentes, acrecentando exponencialmente la inútil y sofocante m asa de conocimiento, impidiendo la salvación queseductoramenteofrece. La completa masa de conocimiento en oferta es el principal obstácul o que impide aceptar esa misma oferta. Y también es la principal amenaza a la confianza humana: seguramente debe ed haberen alguna parte,en esta aterra dora masa de información, una respue sta a cualquiera de los problemas que nos atorm entan y así es cóm o, si no se consigue hallar la respue sta, sobrev ienen in-
mediata ynaturalmente la autocrítica y el menosprecio por uno mismo. La masa de conocimiento acumulado ha llegado a ser el epítome contemporáneo del desorden yel caos.
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En esa masa se ha n ¡do derrumbando y disolviendo progresivamente todos los mecanismos ortodoxos de
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ordenamiento: temas relevantes, asignación de importanci a, necesidad de determinar la uti lidad y autoridades que deter minen el valor. La masa haceque sus contenidos parezcan uniformemente descoloridos. Podríamos dec ir que en esa masa cada pizcade información fluye con el mismo peso específico. Y la gente, a la quese le niega el derecho a opinar por sí misma por falta de pericia pero que es constantemente abofeteada por las corrientes cruzadas de las contradictorias declaraciones de losexpertos, no tiene manera deseparar la paja del igo. tr En la masa, la parcela de conocimiento recortada para el consumo y el uso personalsólo puede evaluar-
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se por su cantidad; no hay ninguna pos ibilidad de comparar su cal idad con el resto de la m asa. Una porción de n i formación es g i ual aotra. Los prog ramas de preguntas y respuest as de la televisión reflejan fielmente esta nueva informidad obtusa y desconcertante del conocimiento humano: el competidor recibe la misma cantidad de puntospor cada respue sta acertada, independientemente del tem a a que se refiera la pregunta. La importancia de las preguntas y la consecuente tra scendencia de las re spuestas on cuentan. Y si conta ra, ¿cómo se lasarreglaría uno para compararlas y medirlas?
Conclusión
Asignar importanci a a las diversas porciones e d información y más aún asignar a algunas más importancia
que aotras probablemente sea una e d las tareasmás
complicadas y una de las decisiones más difíciles de tomar. La única regla empír ica que puedeguiarnos es la relevanciamom en tánea del tema, una relevanci a que, alcam biar d e un mom ento a otro, hace quelas porciones de conocimiento asimiladas pierdan su si nificación tan pronto como fueron adquiridas y, a m
nudo, mucho antes deque se es l haya dado un buen uso. Como otras mercancías del mercado, son p ductos concebid os para ser consumidosinstantáneamente, en el acto y por única vez. En el pasado, la educación adquiría muchas formas y demostró ser capaz de ajus tarse a las cambian-
tes circunstancias, fijándose nuevos objetivos y diseñando nuevas estrategias. Pero, lo repito, el cambio actual no es como o l s cambios del pasado. En ningún otro punto de inflexión de la historia humana los ed cadores debieron afrontar un desafío estrictamen comparable con el que no s presenta la divisoria de
aguas contemporánea. Sencillamente, nunca antes estuvim os en una situación semejante.Aún debemos aprender learte de vivir en un mundo sobres aturado de información. Y también debemos aprender el a más difícil arte de preparar a las próx imas generaciones para vivir en semejante mundo.
Hay pocostextos que sinteticen con mayor lucidez la condicióndel individuo en lasociedaddeconsumodelsigloXXIqueestaspáginasescritasporZygmunt Bauman. En ellas se delimitan con precisión los contornos de un estado de cosas en el que los individuos, convertidos en consumidores, han perdido contactocontodaslasreferenciasideológicas,socialesydecomportamiento quehabíandeterminadosu actuaciónen siglosanteriores. Enesteordennuevolavida «seacelera»porlanecesidad,casiobligación, de aprovechartantas oportunidades de felicidad como sea posible, cosa que nos permite ser«alguien nuevo» a cada momento. La identidad se construye por medio de accesorios comprados, que aparecenen el mercado en número quesemultiplicahastahacerseincontrolable,aligualquelaofertadeinformación conquenuestrocriterioesbombardeadodesdetodaspartes.Ellotieneinfluencia sobre nuestra manera de relacionarnos con el saber, el trabajo y la vida en general: la educación, en la época de la modernidad líquida, ha abandonado la nocióndeconocimientode la verdad útil paratoda la viday la ha sustituido porladelconocimiento«deusarytirar»,válidomientrasnosedigalocontrario yde utilidad pasajera. Sin embargo,paraBauman, laformacióncontinuadanodeberíadedicarse exclusivamentealfomentodelashabilidadestécnicasyalaeducacióncentrada
en eltrabajo, sino, sobretodo,a formar ciudadanosquerecuperen el espacio públicodediálogoysusderechosdemocráticos,puesun ciudadanoignorante de lascircunstanciaspolíticasysocialesen lasqueviveserátotalmente incapazde controlarelfuturode éstasyel suyo propio. Z ygmunt
Bauman
(Poznan, Polonia, 1928)fue profesorde Filosofía y Sociología
en la UniversidaddeVarsovia hasta 1968,fechaen laquetuvoqueabandonar elpaísa causadeuna campañaantisemitaorganizadaporelpartidocomunista polaco.Prosiguiósu labordocenteenIsrael,EstadosUnidosy Canadá,y desde 1971 resideenelReinoUnido,dondetrabajacomoprofesoreméritodeSociología en laUniversidaddeLeeds.Es unodeloscomentaristasmásdestacadosdela sociedaddeconsumomoderna.Gedisahapublicadosulibro Trabajo, consumismo y nuevos pobres(2003).