Los pirat as que asolaban las costas de
MAZAGÓN y DOÑANA
El almirante Garrocho vence a los corsarios africanos. Fuente: Crónica General de España. Cayetano Rossell.
Por José Antonio Mayo Abargues
h
ace más de cuatrocientos años, los piratas turco-berberiscos (musulmanes), desde sus bases en el Norte de África, asolaban y saqueaban los poblados próximos a las costas de Mazagón y Doñana impunemente, por ser ésta una zona inhóspita en la que no exisa ninguna vigilancia, ni tampoco contaba con ningún po de sistema defensivo. Sanguinarios piratas, como Arranz Mohamet, Solimán el Negro y Papasali, tuvieron durante muchos años atemorizados a los habitantes de esta zona.
Apresaban a sus gentes, a los pescadores que faenaban faenaban en sus aguas y a todos los que transitaban por ellas, para secuestrarlos y luego devolverlos a sus familias cobrando un rescate. Otros, eran vendidos como esclavos en el mercado musulmán; por lo general vendían a las mujeres, que eran ulizadas para trabajos doméscos o como concubinas, y a los hombres más jóvenes para remar en las galeras, donde terminaban dejando su vida. El resto eran decapitados; así de crueles eran estos piratas. Mucho se ha escrito, cricado y deplorado sobre la esclavización de los africanos por parte de los blancos; sin embarco, se ha ignorado la esclavitud de los blancos por parte de los africanos del Norte, que fue tan siniestra como la de los blancos. Al llegar a África era tradición obligar a los esclavos crisanos a deslar por las calles de la ciudad para que la gente se riera de ellos; era una respuesta de rencor y rabia por haber sido expulsados de España en el pasado. Sólo una familia de Huelva tuvo el valor de enfrentarse enfrentarse a ellos, perseguirlos y expulsarlos de estas costas: la ilustre familia de los Garrocho, una saga encabezada por Juan Marnez de Vega Vega y Garrocho, oriundo de Santander, noble del Valle de Carriedo y ancado en Gibraleón a nales del siglo XIV. Su hijo, Marn de Vega y Garrocho, alcaide del casllo y fortaleza de Gibraleón, ya establecido en Huelva, murió lanceado al enfrentarse enfrentarse a los corsarios en el intento de tomar Túnez Túnez en 1541. 154 1.
Su descendiente, el capitán Andrés de Vega y Garrocho, el héroe de más graduación de toda la familia, fue visitador de las Armadas y Flotas de Indias, durante más de doce años, y Almirante de la Armada en la conquista de Larache, en la que parcipó su hijo Juan de Vega y Garrocho. En 1581, Juan de Vega y Garrocho, al regresar con su padre de la “Jornada de Larache” fue capturado por el temible pirata Papasali, cuando navegaba por la costa de Arenas Gordas, y no fue rescatado hasta cuatro años después. En aquellos empos, Huelva contaba con numerosos barcos de transporte y de viajeros, además de jábe gas, cazonales, chinchorros, lavadas, y otras muchas embarcaciones que se empleaban en la pesca, surendo de pescado a la provincia, a Sevilla y a gran parte de Extremadura, un atracvo más para los piratas africanos. Preocupado por esta situación, el duque Juan Alonso Pérez de Guzmán ordena construir construir una galeota en el asllero de Huelva que, bien pertrechada y servida de gente diestra y de valor, dotada de buenas armas y municiones de guerra, fuese capaz de hacer frente a estos piratas y defender la costa de Huelva. Y así, nació la famosa Galeota de Huelva , que fue capitaneada por Juan de Vega y Garrocho, llegando a ser el terror de la piratería musulmana. Su hijo, el capitán José de Vega, connuó con el empeño de su padre de hacer desaparecer a los piratas de las costas onubenses por espacio de nueve años, y con tres barcos, entre los que se encontraba la célebre c élebre Galeota de Huelva , y una dotación de 200 hombres se dedicó a atacar barcos piratas, apresando a los más temibles piratas de estas costas. Salió de nuevo con su padre en tres barcos luengos, y rindió y cauvó al cruel y sanguinario Papasali y ciento ochenta y un turcos, dando liberliber tad a seis cauvos. Como consecuencia de este enfrentamiento, José de Vega salió herido. En el cabo de Santa María derrotó a una fragata turca, la rindió con ciento treinta y nueve tripulantes y su capitán Arranz Mohamet. Y en la Barra de Huelva luchó contra dos embarcaciones de moros, rindiendo la que mandaba Solimán el Negro, apresando ciento cuarenta y cinco turcos, matando trece y dejando heridos a veinuno. La galeona era una galera menor que constaba, a lo sumo, de dieciséis o veinte remos por banda y tan solo un hombre en cada uno. Fuente: www.capitanalatriste.com
Una leyenda cuenta que el pirata Papasali estaba obsesionado por las ballenas y otros “monstruos mama rinos”. Aprovechándose de esto, el capitán Garrocho construyó una estructura sobre un barco y le pintó ojos y dientes simulando un monstruo marino. El barco-señuelo fue dejado varado cerca de la costa, sin los palos, para que pareciese una ballena. Cuando el pirata Papasali se acercó a comprobar lo que era, fue acorralado y apresado. Como todas las leyendas, no sabemos si sucedió realmente o si fue solo un mito. Pero, aquella temible Galeota de Huelva, que hizo respetar estas costas derrotando a grandes embarcaciones, haciendo prisioneros a sus tripulantes y colgando sus banderas, a modo de trofeos, en la capilla mayor de San Francisco —propiedad de la familia—, no tuvo un nal feliz. Las diferencias entre los minis tros del rey sobre el reparto de las presas creó una situación incómoda para todos y se mandó quemar la galeota. Es evidente que la corrupción no es un invento de nuestros días.
Ya en el año 1598 se había proyectado la construcción de 40 torres para vigilar la costa andaluza, desde la desembocadura del río Guadiaro, en San Roque (Cádiz), hasta Ayamonte (mandato Felipe II- 1556 - 1598) ; aunque su ejecución no tuvo lugar hasta cuarenta años después (mandato Felipe III -1621 - 1665), por conictos de índole económicos entre los pueblos implicados en su ubicación. Algunos Concejos Locales, que eran los encargados de administrar y gobernar los municipios, argumentaron argumentaron falta de recursos económicos, injusto reparto de gastos, tanto para su construcción como para su mantenimiento y mala elección de sus emplazamientos, que más tarde fue demostrado, ya que estaban demasiado alejadas entre sí y dejaban un amplio campo de costa sin bar. Algunas de estas torres no se llegaron a construir nunca; hay serias dudas sobre la construcción de la Torre de Marijata (El Porl), incluida en este proyecto. Sin embargo, sí hay referencias referencias históricas sobre la Torre de Morla, situada en Mazagón, entre la Torre del Oro y la Torre Torre Arenillas, que desapareció muy pronto por los embates del mar. La desaparición de esta torre dejó desprotegida una gran franja del litoral de Mazagón, que tuvo que ser cubierta c ubierta por vigías en chozas c hozas o torres improvisadas. En 1768 se elaboró un proyecto para construir una nueva torre en la Punta del Picacho, cerca de donde estuvo la desaparecida Torre Torre de Morla. Nunca se llegó a construir. Estas torres hacían la función de torres vigía, encendiendo hogueras por las noches, y por el día humaredas o agitando lienzos blancos para avisar a las demás torres, que con estas señales avisaban también a los poblados de la proximidad de los piratas para que estuviesen preparados preparados para el ataque. Por eso, estas torres reciben el nombre de Torres Almenara, y su nombre viene del árabe, que quiere decir atalaya donde se enciende un fuego para alertar de algún peligro. Pero, si hablamos de piratas, también tenemos que hablar de los piratas de nuestra época, de esos gobernantes que son capaces de aniquilar la historia de un plumazo, despreciando a insignes personajes que derramaron su sangre por la defensa de las costas onubenses; aunque Huelva, en general, también fue muy desagradecida y muy cruel con la familia Garrocho. A nales del siglo XX, la casapalacio que la familia tenía en el número 18 de la calle La Fuente, de Huelva, fue derribada; argumentando rara zones urbaníscas; una casa cargada de historia…, y fueron muy pocos los que salieron en su defensa. El historiador onubense Diego Díaz Hierro intentó con su pluma salvarla de la piqueta, en un arculo publicado en el ABC de Sevilla el 23 de diciembre de 1965; pero, pero, nalmente, la historia de la saga de estos ilustres marinos se perdió entre los escombros y fue a parar a un vertedero. Sin embargo, estos mismos gobernantes van dejando sus nombres sembrados por las calles en placas inaugurales, como si de grandes héroes se tratara.
Lápida funeraria de la familia Garrocho, rescatada de la antigua iglesia de San Francisco. Actualmente se encuentra en los jardines del Santuario de Nuestra Señora de la Cinta.
En 1964 ya había sido derribada la iglesia de San Francisco, un edicio del siglo XVI, donde la familia Garrocho tenía su propia capilla en la que estaban enterrados algunos de sus familiares. La lápida funeraria fue rescatada del derribo y, y, desde 1975, se encuentra en los jardines del Santuario de Nuestra Nuestra Señora Señora de la Cinta. En el grabado de la piedra consta la siguiente inscripción: “ESTE ENTIERRO Y CAPILLA MAYOR MAYOR ES DEL SEÑOR CAPITÁN CAPITÁN ANDRÉS GARROCHO, ALMIRANTE POR SU MAJESTAD MAJESTAD Y VICEGENERAL DE SUS ARMADAS Y DE SUS HEREDEROS, AÑO DE 1.604”.
o r e m o R z e h c n á S é s o J : o t o F
Interior de la casa de la familia Garrocho, en la calle La Fuente (Huelva), tristemente desaparecida.
Fuentes consultadas: Crónica General de España . Cayetano Rossell. La piratería y la rendición de cauvos en las costas de Huelva. Siglos XVI-XVIII , José Luis Gozálvez Escobar. Torres de almenara de la costa de Huelva , Luis de Mora Figueroa.