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Datos del libro Traductor: Gortari, Eli de Autor: Childe, Vere Gordon ©1988, Fondo de Cultura Económica de España, S.L. Colección: Breviarios Brevi arios del Fondo Fondo de Cultu Cultura ra Económica, Económica, 92 92 ISBN: ISBN: 9788437500157 978843 7500157 Generado con: QualityEbook v0.67
TRADUCCIÓN DE ELI GORTARI
Primera edición en inglés, 1936 Primera edición en español, 1954 Vigésima primera reimpresión, 1996
Título original: Man Makes Himself © 1936 (C. A. Watts & Co.) Pitman Publishing, Londres D.R.© 1954, Fondo de Cultura Economica D.R.© 1986, Fonoo de Cultura Economica, S.A. de C V. D.R.© 1995, Fondo de Cultura Economica Carretera Picacho-Ajusco 227; 14200 México, D. F.
ISBN 84-375-0015-X Impreso en México
PREFACIO CON este libro no se tuvo el propósito de hacer un manual de arqueología, ni menos de historia de
la ciencia. Tratamos de que resultara legible a quienes no se interesan por los problemas de detalle que los especialistas discuten con calor. Por tanto, el libro ignora tales problemas y evita, además, los términos técnicos y los nombres raros, los cuales dan carácter científico a los textos sobre prehistoria (incluyendo a los del autor), pero los hacen más difíciles de seguir. Ahora bien, para simplificar los temas y el vocabulario hemos tenido que sacrificar precisión. Tratándose de prehistoria, casi todos los enunciados tendrían que ir acompañados de la frase; “Con los testimonios de que disponemos hasta ahora, la probabilidad favorece la opinión de que”... En consecuencia, pedimos al lector que añada esta reserva, o alguna otra semejante, a la mayoría de nuestros enunciadas. Ni siquiera con esta restricción, resultarán aceptadas por todos, la totalidad de nuestras aseveraciones; pero, ha sido imposible embrollar el texto con explicaciones minuciosas, ajenas a la tesis principal. Sin embargo, sostenemos que los hechos han sido establecidos con precisión suficiente a los propósitos de este libro, y que las enmiendas admisibles no afectarían a las explicaciones en manera alguna. Por último, confesamos que, mientras los capítulos IV, V, VI y VI se basan en estudios de primera mano sobre los objetos o los testimonios originales, en cambio, para el capítulo VIII empleamos exclusivamente traducciones y comentarios hechos por las competente autoridades que se citan en las notas.
I HISTORIA HUMANA E HISTORIA NATURAL
E N
el siglo pasado, el “progreso” era aceptado como un hecho. El comercio crecía, l productividad de la industria iba en aumento y la riqueza se acumulaba. Los descubrimientos científicos prometían un avance ilimitado del dominio humano sobre la naturaleza y, por consiguiente, infinitas posibilidades de ampliar la producción. La creciente prosperidad y la profundización del conocimiento inspiraban la atmósfera de optimismo, sin precedente, que se respiraba en todo el mundo occidental. En nuestros días, este optimismo ha recibido una ruda sacudida. La primera guerra mundial y las crisis subsecuentes, que produjeron, en medio de una horrible miseria, un exceso aparente de mercancías, han socavado sus fundamentos económicos. Y ahora han surgido muchas dudas acerca de la realidad del “progreso”. Para esclarecer sus dudas, los hombres han acudido a la historia. Pero los propios historiadore no dejan de estar influidos por la situación económica actual. Como lo ha puesto al descubierto el profesor Bury, la idea misma de progreso constituyó una novedad, enteramente ajena a quienes se ocuparon de escribir la historia en la edad media y en la antigüedad. En nuestros días, se advierte una actitud pesimista o mística en los escritos de autores muy leídos, en el campo de la historia como en el de la ciencia natural. Algunos se inclinan, como los antiguos griegos y romanos, a buscar ansiosamente en el pasado una “edad de oro” de primera simplicidad. La “escuela histórica” alertaría de misioneros católicos y sus maestros en arqueología y antropología, ha resucitado la doctrina medieval de la “caída del hombre” por haber probado el fruto del árbol del saber, revistiéndola con términos científicos. Un punto de vista análogo se encuentra implícito en algunos escritos de los divulgadores ingleses. Por otro lado, la filosofía fascista, expuesta más abiertamente por Herr Hitler y sus defensores académicos, y disimulada a veces bajo el disfraz de eugenesia e Gran Bretaña y en los Estados Unidos, identifica el progreso con una evolución biológica concebid en forma no menos mística. Uno de los propósitos de este libro es el de señalar cómo, la historia, enfocada desde un punto de vista científico impersonal puede aún justificar la confianza en el progreso, tanto en los días de depresión como en el apogeo de la prosperidad del siglo pasado. Pero, para hacernos con la necesaria actitud científica, tenemos que estar dispuestos a modificar nuestra concepción, tanto de] progreso como de la historia. En su esencia, la actitud científica, consiste, realmente, en abandonar los prejuicios personales, así como la subordinación a las preferencias y aversiones particulares. “La función de la ciencia es la clasificación de los hechos y el reconocimiento de su concatenación de su significación relativa”. La actitud científica se muestra en el hábito de formular juicios imparciales sobre los hechos, dejando a un lado los sentimientos personales. “El hombre de ciencia”, dice Karl Pearson, “tiene que esforzarse por eliminarse a sí mismo de sus juicios.” Por cierto que l importancia atribuida por los hombres de ciencia al número y a la mensuración, no deja de tener relación con la exigencia de adoptar una actitud impersonal. "Los resultados de la mensuración”, según hace notar en determinada página el profesor Levy, “serán enteramente independientes de cualquier prejuicio religioso, ético o social. Ya sea que el lector simpatice o no con el texto de esta página, estará de acuerdo en que su número es 322, ”