LOS LOJANISMOS EN EL ÉXODO DE YANGANA DE ÁNGEL FELICÍSIMO ROJAS CRISTHIAN GEOVANY SARANGO JARAMILLO*1
RESUMEN O ABSTRACT El presente trabajo de máster tiene como objetivo estudiar los lojanismos, desde una perspectiva dúplice: sociolingüística y antropológico-cultural, en la novela El éxodo de Yangana —publicada por Editorial Losada de Buenos Aires, en 1949— del escritor, hablista y crítico ecuatoriano Ángel Felicísimo Rojas (1909-2003), como signo de identidad lingüística cultural. Esta creación literaria está considerada como «Una de las claves de la madurez de El éxodo de Yangana, como gran aventura narrativa es la lengua que maneja el escritor. Habla sabrosa, rica en voces castizas y giros locales, lojanos; excelencias de una elegante construcción y lengua de ancestro popular, se amalgaman en el discurso narrativo, nos obligan a gustarlo, a leer y releer la magnífica prosa del novelista» (Araujo Sánchez, 1983: 17). Tales usos idiomáticos regionales representan «el vínculo y sentido de pertenencia de un individuo con las particularidades verbales de la comunidad de habla» (Herrera, 2015: 1). El lenguaje narrativo de la novela en cuestión presenta variedades diatópicas en el habla de los usuarios del castellano del austro ecuatoriano. Además, los lojanismos constituyen vocablos y modismos identitarios del habitante lojano. En tal virtud, nos preguntamos: ¿Por qué indagar, pioneramente, en esta variedad lingüística lojana, a través de la novela citada? ¿En qué contextos los hablantes utilizan los lojanismos? ¿Cómo han incidido en la configuración de la identidad cultural lojana? Más aún, es pertinente efectuar esta investigación, si consideramos que la impronta de un pueblo, inmediatamente reconocible, está primigenia e íntimamente relacionada con su lengua y cultura. Por ello, los lojanismos son una expresión de la riqueza y prestigio lingüístico de los habitantes de la ciudad y provincia de Loja, en la república del Ecuador, puesto que « […] el habla de Loja suele considerarse como la más elegante del Ecuador» (Toscano Mateus, 1953: 37).
Palabras clave: lojanismos, identidad lingüística, Ángel Felicísimo Rojas, El éxodo de
Yangana.
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Máster en Literatura Española e Hispanoamericana, por la Universitat de Barcelona. Docente de la carrera de Lengua y Literatura en la Universidad Técnica Particular de Loja. Email:
[email protected]
INTRODUCCIÓN « ¡Estupenda “cecina de la provincia”, de aquí, del pueblo ahora desierto de Yangana salías también! Partías en grandes rimeros con una noble y aromada fama, resalada, grasosa, sápida, para echarte a andar por los llamados caminos de herradura de una provincia sin caminos, en el vientre de las alforjas y canastas fiambreras! ¡Te dejabas asar, chirriando, retorciéndote y escandalizando con tu pingüe perfume en el fogón improvisado junto a las quebradas cerreras, mezclándote al olor del café negro que hervía en el perol suspendido entre dos horquetas, en la pausa obligada de los hombres y las bestias caminantes!».
El éxodo de Yangana Ángel Felicísimo Rojas Mario Vargas Llosa tiene la convicción de que la literatura es el medio más eficaz e idóneo para concienciar a la población, a través de las palabras, ya que solo ella dispone de las técnicas para destilar ese delicado elíxir de la vida: la verdad escondida en el corazón de las mentiras humanas. Tomamos como referencia esta cita del ensayo La verdad de las mentiras (Vargas Llosa, 1990: 52), porque el novelista pretende mostrar la inconformidad de la realidad humana. En el trabajo que nos ocupa trataremos de analizar cómo Ángel Felicísimo Rojas utiliza en El éxodo de Yangana (1949) una rica gama de registros, como también, una variedad dialectal propia de la provincia de Loja —Ecuador—, esto es, una forma lingüística testimonial y, sobre todo, documental; procedente de la conciencia individual y colectiva del habitante lojano. De esta manera, la novela se convierte en un tributo literario y cultural, en una especie de himno novelado en homenaje a su terruño y a su querencia: La construcción es el esqueleto de la novela; la carne y la piel es la lengua. Y por lo que hace a la lengua, pocas novelas ecuatorianas —si alguna— la tendrán tan sabrosa por castiza, por su léxico El éxodo de Yangana es —dentro del campo lingüístico— la gran novela lojana (Aguirre Tirado, 2004: 718).
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Por esta razón, deviene fundamental indicar que el cantón Loja, capital de la provincia homónima (una de las 24 provincias que forman parte del país), se ubica al Sur del Ecuador, a 2100 msnm y cuenta con 1923 km² de extensión. Limita al norte con el cantón Saraguro (dato muy importante a tener en cuenta, puesto que es aquí donde se asienta la mayor de la población indígena de la provincia de Loja, la cual, en su totalidad, cuenta con el quichua como primera lengua), al sur y al este con la provincia de Zamora Chinchipe y al oeste con la provincia de El Oro y los cantones Catamayo, Gonzanamá y Quilanga. Políticamente el cantón se encuentra dividido en cuatro parroquias urbanas: trece parroquias rurales y estas a su vez en 174 barrios 2. La geografía del cantón Loja difiere significativamente del resto de la provincia, puesto que ésta se extiende, desde el occidente hasta la frontera con Perú, de tal forma que deja a este pedazo de territorio lojano rodeado de cordilleras andinas, y ubicado en la parte extrema oriental de la provincia lojana. Por otro lado, iniciamos este trabajo de máster con la descripción analítica del siguiente tema: Los lojanismos en El éxodo de Yangana de Ángel Felicísimo Rojas; lojanismos que conforman, en el ámbito lexical y fraseológico, una variedad lingüística del español ecuatoriano, particularmente, de la provincia de Loja. Se originan en el castellano de los conquistadores españoles, en un sustrato quichua3 y en arcaísmos de 2
Información obtenida del Ilustre Municipio de Loja. Ciudad de Loja, en línea: http://www.loja.gob.ec/ Consultado el 02/11/2016. 3
El quichua es el segundo idioma oficial del Ecuador. Posee alrededor de un millón de hablantes y una ortografía definida. La diferencia, con relación al resto de variedades quichuas, se basa principalmente en la pronunciación. Parafraseando a Edgardo Civallero, sostenemos que el idioma quichua entró al territorio ecuatoriano tras la conquista inca proveniente del Perú, aunque probablemente se hablara mucho antes como lingua franca, entre comerciantes. Durante la época de la Colonia fue el idioma más utilizado en Ecuador, a pesar de que el español fue siempre el instrumento de educación y administración oficial. Sin embargo, el quichua fue herramienta que empleó la población indígena andina —demográficamente mayoritaria en la sociedad colonial ecuatoriana— para transmitir y perpetuar el acervo incaico, básicamente oral.
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probable procedencia judeoespañola.4 Es importante poner de relieve que la evolución del castellano lojano fue menos dinámica y diferente al de otras regiones y provincias del Ecuador, debido al mayor grado de mestizaje de su población y al anfractuoso sistema orográfico de la provincia de Loja que la mantuvo en un secular aislamiento, en una preterición de los poderes políticos gubernamentales y en la carencia de vías de comunicación carrozables, hasta casi mediados del siglo XX. Sobre esta realidad provincial el escritor y suscitador cultural lojano, Benjamín Carrión, lapidariamente sentenció que su provincia de origen estaba situada en «El último rincón del mundo». Por lo tanto, a través de este Trabajo de Fin de Máster procuramos indagar sobre la identidad lingüística lojana presente en El éxodo de Yangana. El lenguaje narrativo de la obra es rico en lojanismos, los mismos que son codificados y decodificados, únicamente, por los hablantes de la ciudad y provincia de Loja. Por consiguiente, esta variedad dialectal identifica y distingue al habitante de la provincia meridional, con respecto a los usuarios del castellano hablado en otras provincias del Ecuador. Asimismo, la variedad lingüística lojana procede de su diversidad cultural específica. Sobre este particular, los antropólogos culturales, Ember y Ember (2003: 93) afirman: Existen muchas maneras en que la lengua de un pueblo pueda ser reflejo de su cultura; una de ellas se basa en el contenido semántico o vocabulario. Las experiencias, eventos u objetivos que un pueblo decide elegir y lexicalizar pueden ser el resultado de características culturales 5.
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Es una variedad lingüística hablada y escrita por los sefarditas. La base lingüística del judeoespañol es el castellano de finales de la Edad Media. Como el judeoespañol evolucionó de forma independiente, con respecto al español peninsular, la lengua sefardí ha conservado algunos fonemas que existían en el castellano medieval y que en el español actual se han perdido o han evolucionado hacia otros sonidos y significados. La conservación de esos fonemas medievales ha propiciado la impresión de que el judeoespañol es una lengua «antigua» o «arcaica». Sin embargo, el judeoespañol no es un español medieval fosilizado. Aunque conserva algunos rasgos arcaicos del castellano medieval, tanto en la fonética como en la morfosintaxis y el léxico, es una lengua viva que ha tenido su propia evolución interna y ha recibido también influencia externa, según el país de acogida y arraigo. 5
Carol Ember y Melvin Ember en Antropología cultural afirman que el lenguaje y la cultura son parte de la evolución de la lengua.
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Dado que, toda lengua tiene un sinnúmero de términos patrimoniales que describen su realidad, la significativa presencia de lojanismos en El éxodo de Yangana, constituye un reflejo de supervivencia en la matriz de la cultura lojana. En consecuencia, podemos afirmar, inequívocamente, que tales voces constituyen el primer signo de identidad cultural lojana. Los lojanismos se conciben como expresiones que representan un fenómeno dialéctico, idiosincrásico y definidor de rasgos identitarios, en virtud de que los individuos, en lo atinente al uso de su lengua materna, son capaces de asumir diversos papeles en múltiples actos de habla, condicionados por los contextos sociales, geográficos, históricos y, desde luego, pragmáticos. En suma, según la persona o grupo social con el que interactúa, la identidad lingüística lojana se expresa con rasgos particulares, propios de los hablantes de esta latitud geográfica del Ecuador. Así que, entendemos como lojanismos aquellos términos, expresiones o modismos que se consideran como propios y exclusivos del habla de los pobladores nativos de la ciudad y provincia de Loja. Este hecho tiene su fundamento en la terminología referente a la toponimia, antroponimia, gastronomía, costumbres, comportamientos, celebraciones, religiosidad popular, narrativa oral, lengua coloquial y familiar, referencias agropecuarias, etc. que, en la mayoría de los casos, sí se los puede considerar lojanismos genuinos. Los lojanismos empleados en El éxodo de Yangana son usados por personas de diferentes estratos sociales, nivel de instrucción, procedencia geográfica provincial, ─urbana o rural─, edad, sexo, etc. Los usuarios del castellano lojano que utilizan estas palabras realizan, de hecho, las características de esta variedad lingüística.
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Este trabajo se propuso como objetivo general, analizar los lojanismos como una cuestión identitaria en El éxodo de Yangana de Ángel Felicísimo Rojas; y, como objetivos específicos, describir a los lojanismos presentes en la novela citada como rasgos vívidos de la identidad lingüística y cultural lojana; y, por ende, caracterizar a los lojanismos de la novela arriba nombrada. Por otra parte, la metodología utilizada para el desarrollo del Trabajo de Fin de Máster fue amplia y diversa. Primeramente, se comenzó con la lectura de El éxodo de Yangana de Ángel Felicísimo Rojas, a fin de analizarla interpretarla y valorarla en términos sociolingüísticos, antropológico-culturales y literarios, en vista de que el lenguaje de la novela presenta significativas muestras de voces castizas, términos culturalmente heteróclitos y giros locales, en la línea que nos interesa: los lojanismos. Los lojanismos representan el pasado, presente y futuro en la cultura lingüística lojana. Acerca de este importante aspecto, Salazar (2013:11) manifiesta: «Ángel Felicísimo Rojas es el mejor cantor del chazo lojano y del habitante de la Región Sur del Ecuador». Con fines metodológicos y, para mayor claridad expositiva, el informe final del trabajo investigativo se presenta distribuido de la siguiente forma: en el primer capítulo, se elabora una nota biográfica de Ángel Felicísimo Rojas, en la misma se hace un pequeño esbozo de la biografía del autor. En el segundo capítulo, se describe brevemente el contexto sociocultural del autor y de la novela. Ángel Felicísimo Rojas fue un crítico de la realidad paupérrima de la clase social desvalida, en lo que respecta a sus derechos, garantías e intereses, lo que le ha valido para ser reconocido como un escritor realista de la literatura ecuatoriana. El éxodo de Yangana, publicada en 1949, termina un ciclo brillante de la literatura del movimiento
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literario realista ecuatoriano. De acuerdo con el criterio del crítico ecuatoriano Rodríguez Castelo (2004: 749): «Es una de las más hermosas novelas de la literatura ecuatoriana por su originalidad, belleza de lengua y tono épico». En el tercero y cuarto capítulos valoramos al lenguaje y a los lojanismos, como una manifestación identitaria. A sabiendas de que toda expresión cultural constituye una forma de identidad, la novela anteriormente citada permite resaltar la variopinta riqueza lingüística lojana. En palabras de un periodista y promotor cultural guayaquileño: La novela está escrita en un dialecto lojano, para emplear una frase un poco forzada. Porque eso era lo que la gente hablaba en mi tierra, que el mestizo del sur empleaba cuando yo escribí la novela (Calderón Chico, 1992: 152).
Finalmente, en el apartado de las conclusiones del Trabajo de Fin de Máster, se procura inferir caracterizaciones, usos pragmáticos, ejemplificaciones contextualizadas y valoraciones concernientes a los lojanismos tratados en los capítulos del tema correspondiente.
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BREVE ESTADO DE LA CUESTIÓN El idioma es el encuentro de culturas y el canal de comunicación de los hablantes, por tal motivo la lengua hace patria común6 en identificar los rasgos caracterizadores de un pueblo, nación, patria chica o terruño. Así que, se examina la identidad lingüística lojana7, a través de los lojanismos presentes en la novela El éxodo de Yangana de Ángel Felicísimo Rojas. En lo que se refiere a este ámbito investigativo, Félix Paladines (2006: 211) explica que la identidad cultural lojana está relacionada, en primer lugar, con el habla que le es propia, distintiva y estandarte: «cadenciosa, armónica, musical, clara, limpia, elocuente, sin estridencias ni letras y sílabas arrastradas en exceso o defectuosamente pronunciadas». Los lojanismos, en un período reciente, han sido utilizados con donaire literario por Ortega Jaramillo (2011: 16-17). Aquí el autor explora el dialecto lojano en el sabroso conjunto de relatos Sucedió en mi provincia. Realza el habla lojana en los siguientes términos: Era el tocho Luis, peón de la hacienda. Le gustaba criar chilalos. Era amigo de la cacería. Por el canto de la chiroca sabía la hora, durante el día; y por la salida de las guanchacas podía calcularla en la noche. Nunca falló un tiro, sabía pegarles en la cunga. Desde las cuzhas más altas tumbaba los bichauches, y desde las ramas a los mazhos. Cuando no encontraba nada en la cacería, hecho el equivocado disparaba al primer gallo guarico que aparecía en el camino o, por lo menos, mataba un zúngaro. Era guaco el tocho Luis y no sentía vergüenza de bañarse lluste en la quebrada, pero para que no lo reconociéramos las chamacas del barrio se tapaba la cara con un gangocho. Pocas veces usaba su machete motolo, para amenazar en los chuchaquis a sus enemigos. Ese proyecto de hombre, más parecía fidigüelo. Salía de la acequia viringo y tispo. Y para secarse, cuando no había sol, se hacía un surullo. Tenía churón el pelo, por eso que en destambarse se pasaba la mañana, usando un peine mangulero de cacho. Se ponía chinchoso y alegre cuando chancaba carne con la múchica en el batán, o cuando tenía suficiente puro para apretarse una chispa. Era pequeño y cabezón, más parecía un jimbirico. Y era la misma estampa de Sancho cuando changado del borrico llegaba buchido hasta el pueblo a comprar guineos y yucas, para su sancocho. No me olvido del tocho sentado en la cuja, con el bujingo en la mano, o subido en el
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Según el criterio de Víctor García de la Concha la lengua sirve como lugar de encuentro entre las diferentes sociedades, más allá del acto de comunicación. La lengua nos hace patria común en una concordia superior. 7
Un factor que incide significativamente en la tarea de estudiar los lojanismos en El éxodo de Yangana, es que, a diferencia de otras formas dialectales del español ecuatoriano, aún no existen estudios lingüísticos de la obra en torno a esta materia, razón por la cual, se dificulta la investigación correspondiente.
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soberado buscando nidos. Pero, eso sí, no le gustaban las mulas chúcaras, las frutas zúparas ni el color de los güizhcos. Mi colega, un abogado guayaquileño, me preguntó con cierta admiración despectiva: – ¿Le entendiste algo de lo que dijo esta muchacha?– […] (16-17).
El texto anteriormente citado constituye un muestrario de lojanismos8 utilizados con frecuencia en la lengua coloquial y literaria. De ahí que es comprensible la génesis cultural y social de esta forma de creatividad lingüística identitaria. Así lo corrobora el sociolingüista español Francisco Gimeno: Si consideramos el lenguaje como una forma de comportamiento social, la interacción verbal es un proceso estrechamente relacionado con el contexto cultural y la función social, y el discurso es regulado de acuerdo con normas y expectativas socialmente reconocidas (Gimeno, 1990: 53).
Por su parte, Ortega Jaramillo (2005: 18) apuesta por la preservación de esta manifestación cultural: «el lojano debe bregar porque no desaparezca este vocabulario propio del sur». La variedad idiomática de los lojanismos se ve reflejada en la cultura popular que describe el autor mencionado: Nuestro vocabulario lojano, efectivamente se instituye en sí en una riqueza pero sabiendo que el lenguaje es signo y manifestación de una trama social, más la correspondiente dosis de abstracción y consolidación cognitiva, no podemos aislar lo fonético de lo histórico (Ortega, 2005: 18).
Por esta razón, Ortega Jaramillo (2005: 10) desvela la identidad lingüística lojana, desde un punto de vista antropológico: describe las singularidades lingüísticas del habitante de esta región; como también, sus aspectos culturales, religiosos, idiosincrásicos reflejados en el habla9 de esta comunidad idiomática del castellano lojano. Asimismo, Carrión Arciniegas, (2006: 95) agrega: «el habla lojana está compuesta por lojanismos que constituyen un dialecto más puro y conciso». A su vez, estas palabras
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Los lojanismos son variantes lingüísticas que representan la idiosincrasia del habitante lojano. El habla del lojano es su destacado emblema de identidad: reconocible instantáneamente en cualquier lugar donde se encuentre. Para que se hayan formado los lojanismos, convergen muchos factores: geográficos, culturales e históricos. 9
Hay muchas expresiones que están basadas en las costumbres autóctonas lojanas. Su uso se manifiesta de modo variable, debido a que solo en esta región se utilizan dichos modismos.
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y formas de expresión propias de las variedades lingüísticas como producto de las realidades geográficas, sociales, culturales e históricas de una comunidad lingüística específica: la lojana, en nuestro caso, cuyo uso dialectal difiere del utilizado por el resto de hispanohablantes ecuatorianos. Estas voces son utilizadas en un contexto informal, por lo que son palabras que aparecen como una variación lingüística, expresadas por diversos estamentos sociales. Por ello, estos dialectos se «configuran en unidades autónomas —de significados sociales— determinados por criterios funcionales del uso lingüístico, de acuerdo con la situación comunicativa» (Gimeno, 1990: 39). En la misma línea conceptual, Arnoux y del Valle (2010: 2) puntualizan: «el lenguaje es concebido, por un lado, como una patria social que a la vez refleja y talla los contornos de las colectividades humanas y, por otro, como un fenómeno esencialmente variable». Al respecto, consideramos que el uso de lojanismos en la novela El éxodo de Yangana está determinado por el contexto sociolingüístico, en clave de variantes coloquiales, las mismas que son requeridas en situaciones familiares e informales. Según Gimeno (1990: 41): «El registro coloquial especifica la modalidad de la lengua que utilizan los hablantes en el ámbito de uso informal o cotidiano, y cuyos componentes son el campo de la cotidianidad, el modo oral es espontáneo, el tenor interactivo y el tono informal». Además, dichas palabras tienen sus peculiaridades fonológicas, léxicas y gramaticales, debido a que pertenecen al dialecto de la provincia de Loja, reflejando normas particulares de comportamiento lingüístico. Así lo corrobora, a mayor abundamiento, el mismo Gimeno: 10
La comunidad lingüística define a un grupo de individuos que utilizan la misma lengua (o geolecto) en un momento dado, y les permite comunicarse entre sí. Una lengua es inconcebible sin una comunidad lingüística que la soporte, al mismo tiempo que ésta no existe más que en virtud de una lengua determinada. Lengua y comunidad lingüística se condicionan, pues, recíprocamente. Una comunidad lingüística no es nunca totalmente homogénea, y se subdivide en numerosas comunidades lingüísticas inferiores (1990: 54).
Los lojanismos contienen un repertorio lingüístico propio y ancestral. Por lo tanto, estas variaciones lingüísticas son usadas por diferentes grupos sociales, de diferentes edades, de distinto sexo, de diversos grupos étnicos, etc. Así pues, estos giros dialectales son expresiones del español lojano vernáculo, que permiten introducir un nuevo vocabulario al idioma español, dando relevancia a las opciones fonéticas y gramaticales, enriqueciendo el léxico del castellano ecuatoriano. En lo concerniente a este aspecto la hispanista Sonia Thon (2010: 123) considera que: «Los registros lingüísticos de una lengua dependen del contexto de la obra y si es la oralidad la que se va a acentuar, deberá expresarse de acuerdo a la realidad socio-cultural de la cual proviene el personaje». Por consiguiente, la realización lingüística oral lojana se encarna y refleja en los personajes de la novela El éxodo de Yangana de Ángel Felicísimo Rojas. En consecuencia, la novela analizada, plasma creativamente la identidad lingüística y cultural lojana, mediante el uso vivencial de lojanismos. Asimismo, con atinado criterio del Valle (2007: s.p.) puntualiza: «La visión de la lengua como encarnación de la cultura de un pueblo, como singularísimo modo de interpretar la experiencia vital humana». Por lo tanto, la cultura es producto colectivo existencial «compuesta por elementos heredados del pasado como por influencias exteriores adoptadas y novedades inventadas localmente»10 (Molano, 2007: 72).
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Según Olga Lucía Molano (2007) cultura es el conjunto de los rasgos distintivos, espirituales, materiales y afectivos que caracterizan una sociedad o grupo social. Ella engloba, además de las artes y las letras, los modos de vida, los derechos fundamentales del ser humano, los sistemas de valores, creencias y tradiciones.
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La identidad cultural lojana está regida por los rasgos históricos de su acervo: una de ellos, de primerísima importancia, es la lengua, como elemento de comunicación entre los integrantes de la comunidad de habla. De ella depende su singularidad comunitaria, la misma que pervive en el tiempo a través de tradiciones, costumbres, mentalidad, cosmovisión, idiosincrasia, celebraciones, valores, creencias o gastronomía. En lo relativo a esta temática, González Varas (2000) manifiesta que: « […] un rasgo propio de estos componentes de identidad cultural es su carácter inmaterial y anónimo, pues son producto de la colectividad» (citado por Molano, 2007: 73). Estas variaciones dialectales se constituyen en nuevas articulaciones del corpus lingüístico lojano, las mismas que inciden en sus manifestaciones culturales, que crean temporalidades y ritmos lingüísticos y que se adaptan a las costumbres autóctonas de Loja.11 Por un lado, debemos considerar que la novela El éxodo de Yangana surge en un escenario social y político que «promovía el cambio de las condiciones sociales arbitrarias y tradiciones que devastaban la sociedad» (Rodríguez-Arenas, 2007: 15). Y por otro lado, el autor buscó destacar la identidad lingüística y cultural lojana por medio del habla de sus personajes. Como ya lo referimos anteriormente, los lojanismos son empleados en un ambiente de familiaridad e informalidad. De ahí que, considerando el criterio de del Valle (2007: s.p.) podemos advertir que: « […] la estructura conceptual básica de la identidad lingüística está formada por tres elementos: (a) una identidad grupal, o cultura (cívica o
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Muchas de las expresiones conocidas como lojanismos son términos que se han adaptado a las costumbres lojanas. Su uso representa una fuente de identificación. Más aún, si consideramos que la lengua constituye un signo de identidad de los pueblos.
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étnica) compartida, (b) posibilitada o determinada por una lengua común, (c) y circunscrita a un territorio». Por esta razón, el uso de los lojanismos identifica al habitante de esta región. En este contexto, según de del Valle (2007: s.p.) es «situar la lengua en el mismo centro de la identidad, con las singularidades culturales de la comunidad». Esta modalidad dialectal, cuyo componente principal está constituido por lojanismos, patentiza una diversidad lingüística del español ecuatoriano: los hablantes lojanos la expresan como símbolo de su identidad cultural12. El autor de El éxodo de Yangana explora y recrea, de una manera ágil y certera, el lenguaje que los lojanos lo sienten como propio y consustancial. Esta novela pone de manifiesto una riqueza idiomática, virtuosismo de técnicas narrativas y maestría en el tratamiento de contenidos sociales, que le han permitido ser aquilatada por la crítica como una novela señera, en la época de oro de la literatura ecuatoriana. El éxodo de Yangana revela la idiosincrasia del lojano: su forma de vida, su manera de ser, sentir y actuar, en suma, su conciencia identitaria. Para una dilucidación corroborativa, con relación a lo manifestado, se consigna el criterio del lingüista mexicano Zúñiga (2010: 6-7): Una comunidad se identifica con respecto a la forma de verse a sí mismos; en la forma de relacionarse con la naturaleza; en la manera en que ellos tienen que realizar sus prácticas cotidianas; en el modo en que ellos comienzan a dotarse autónomamente de fines y objetivos; en elegir los medios pertinentes para llegar a sus fines. A partir de estas prácticas es como la comunidad comienza a identificarse como comunidad (en tanto que todo lo anterior les es común). Y aquí, en la identificación mutua y recíproca de los medios de la comunidad, el lenguaje se configura de igual forma como el lenguaje común con el que cuenta la comunidad para poder expresarse y referirse hacia su mundo compartido […]. La identificación de los medios, fines, prácticas (símbolos y signos) entre los miembros de la comunidad crea la identidad. La identidad la construyen los miembros de la comunidad. En ella, el lenguaje posibilita que sea fijada en el seno de la comunidad y que se reproduzca. Mediante el lenguaje la identidad comienza definir los rasgos característicos y específicos de la comunidad y los exterioriza.
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En palabras de Olga Lucía Molano (2007), la identidad es el sentido de pertenencia a una colectividad, a un sector social, a un grupo específico de referencia.
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Como se ha pretendido analizar, la lengua constituye la impronta identitaria de una sociedad. Consecuentemente, los lojanismos utilizados en El éxodo de Yangana describen la variedad idiomática lojana,13 en clave de identidad lingüística y, por ende, identidad cultural.
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De Krejci Salcedo (2011), como aditamento a nuestro interés investigativo, menciona que los lojanismos son expresiones que reflejan nuestra identidad lojana. A su vez, destaca que los lojanismos son parte de nuestra riqueza lingüística.
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METODOLOGÍA La cultura lojana se mueve lingüísticamente por el uso de lojanismos, los cuales perviven en la memoria colectiva: por el uso conversacional cotidiano de los hablantes lojanos y por el empleo literario de sus escritores e intelectuales. De manera especial, estas formas expresivas relucen en El éxodo de Yangana, narración novelesca arquetípica en la utilización estilística de lojanismos, dado que tal particularidad corresponde a un tipo de literatura realista-costumbrista. Ángel Felicísimo Rojas, por boca de sus personajes, transmite el habla autóctona lojana, reproduciendo un dialecto que pone de relieve las singularidades lexicales y competencias semánticas de los habitantes de la región austral del Ecuador. Ángel Felicísimo Rojas utiliza un paisaje extraído de la oralidad, y lo reemplaza con un uso muy cuidadoso del lenguaje literario, donde el casticismo casi decimonónico se alterna con el uso de localismos que pretenden reproducir un habla, sino más bien se imbrican en el texto para reproducir sonoridades peculiares (Molina, 2016: 119).
La metodología de trabajo utilizada para el estudio de los lojanismos presentes en El éxodo de Yangana, estriba en los principios sociolingüísticos y dialectológicos, mediante la utilización un método comparativo que permite describir estas variedades lingüísticas. Para conseguir este propósito, se recurrió a una serie de textos especializados pertinentes y a otros afines a la investigación, con el objeto de conocer la cuestión identitaria de fondo. La novela motivo de análisis guarda directa compenetración con la realidad social lojana. En tal virtud, el análisis crítico, interpretativo y valorativo de los diferentes textos novelescos en torno a los lojanismos, permitió constatar su importancia en el contexto de la identidad lingüística lojana. Con esta investigación dialectológica se pretende conocer las peculiaridades del habla lojana, la misma que está concebida bajo diversos patrones, límites y orientaciones 15
configurando un dialecto con una considerable extensión léxica. Estas voces, giros y locuciones locales están vívidos, sobre todo, en el ámbito coloquial y familiar. Su uso está presente en diversas creaciones literarias de narradores lojanos: Benjamín Carrión Mora, Eduardo Mora Moreno, Alejandro Carrión Aguirre, Augusto Mario Ayora, Carlos Carrión Figueroa, etc. De manera iterativamente notable los encontramos en El éxodo de Yangana.14 En consecuencia, el estudio de las distintas variedades lingüísticas contribuye al desarrollo de la identidad de una sociedad concreta. Dominar una lengua no consiste solo en conocer su sistema abstracto, sino también las distintas realizaciones de este sistema en cada circunstancia concreta de uso. Conocer las variedades lingüísticas, tanto diafásicas, cuanto diatópicas, hacen de la lengua una gran cultura.15
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Según el criterio del académico ecuatoriano de la lengua, Carlos Joaquín Córdova Malo (1995) la lengua española hablada en el Ecuador es susceptible de clasificarse en variedades dialectales, debido a sus matices diferenciales, en áreas más o menos bien definidas, aptas para la conformación del mapa lingüístico ecuatoriano. Las dos grandes regiones sobresalientes son el habla de la Costa y el habla de la Sierra. La Región Amazónica es un agregado mixto. Por lo que se refiere a estas creaciones léxicas regionales, en efecto, se trata de toques de originalidad e ingenio que cobran mayor realce en el habla popular de una comunidad lingüística dada. Nacen los particularismos con vivacidad y tienen su propio territorio. Otro rasgo característico del español ecuatoriano y, de manera particular, del español hablado en Loja es la influencia del sustrato quichua, el mismo que ha adquirido una importancia lingüística primordial. 15
Según el Diccionario de términos clave de ELE del Centro Virtual Cervantes, los estudios de las diferentes variedades dialectales, fortalecen las capacidades lingüísticas para llegar a disfrutar de un nivel culto de la lengua española.
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CUERPO DEL TRABAJO 1. NOTA BIOGRÁFICA DE ÁNGEL FELICÍSIMO ROJAS Nació el 29 de diciembre de 1909 en El Plateado, recinto rural cercano a la ciudad de Loja, capital de la provincia de igual nombre. Sus estudios iniciales los recibe de su madre, la maestra de escuela rural Filomena Rojas Ocampo. Terminó la primaria en la escuela Miguel Riofrío, continuó sus estudios secundarios en el colegio Bernardo Valdivieso. A causa de la precaria situación económica de su familia, desde los nueve años tuvo que trabajar como ayudante de tipografía. Los estudios superiores los realiza en la Universidad Nacional de Loja. Se graduó de abogado. Ejerció su profesión en la ciudad de Guayaquil. Además, se destacó como profesor universitario y militó en el partido Socialista. Participó activamente en la vida política del Ecuador, entre las décadas de 1930-1960. En 1944 fue nombrado Contralor General del Ecuador. Dentro de su pensamiento liberal y socialista afirmó: El escritor debe ayudar a construir las patrias. La concienciación de los grandes sectores sociales y populares, es una de las tareas del escritor, sin descuidar que siempre se estará buscando las libertades y ayudando a construir esa libertad de la manera digna. Y esa lucha, cotidiana, esforzada y perseverante, la que pone de manifiesto el mérito y grandeza de nuestra profesión, la cosmovisión del escritor (Aguirre Tirado, 2004: 25).
Asimismo, fue miembro de la Academia Ecuatoriana de la Lengua y columnista de los diarios El Comercio de Quito y El Universo de Guayaquil. En 1997 recibió el Premio Eugenio Espejo. El 2002 el gobierno ecuatoriano le entregó la Orden Nacional al Mérito. Murió en el 2003 en la ciudad de Guayaquil, a los 94 años de edad.
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Entre sus principales obras destacan las siguientes: Novelas: El éxodo de Yangana (1949); Curipamba (1983); El club de los machorros (2004). Cuento: Banca (1940); Un idilio bobo (1946); El busto de doña Leonor (1998). Ensayo: La novela ecuatoriana (1948).
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2. CONTEXTO SOCIOCULTURAL DE ÁNGEL FELICÍSIMO ROJAS Y SU NOVELA EL ÉXODO DE YANGANA La obra narrativa de Ángel Felicísimo Rojas surge en un contexto de profunda crisis social, económica, religiosa y política. Por ello, los menesterosos y oprimidos son la base de su literatura: campesinos, trabajadores, gente sencilla, pueblos pequeños, etc. Según Araujo Sánchez «La crítica situación de miseria tiene más graves manifestaciones tanto en el campo como en la ciudad: desempleo, salarios insuficientes, baja del poder adquisitivo de la moneda, carestía de alimentos, etc.» (1983: 10). Se debe agregar la inestabilidad política en la cual se encontraba el país, entre los años 1912 y 1935, cuando se produjeron cambios de gobierno, dictaduras, revoluciones, escaramuzas y amagos de guerra con el Perú. La nación ecuatoriana atravesaba por un sistema político muy inestable, lo que provocó en el autor su decantación por la doctrina socialista. Con las armas intelectuales de su literatura, el pensamiento crítico periodístico, el ejercicio de jurisconsulto y la cátedra universitaria denunció las injusticias sociales consustanciales a un sistema político inicuo y lacerante. Esto conllevó a que Ángel Felicísimo Rojas creara una literatura militante y comprometida con el entorno y las circunstancias socio histórico, económico, ideológico, político y cultural del Ecuador de la época (Salazar, 2010: 62).
Durante la década de 1930 se forja un movimiento cultural ecuatoriano conformado por escritores, poetas, artistas, pintores, intelectuales de avanzada que refleja la cruda realidad de la sociedad ecuatoriana. Estos hombres comprometidos con la causa de la justicia social toman como sustancia de su literatura a los siguientes grupos sociales: montubios, cholos, afroecuatorianos, indígenas, campesinos y el proletariado industrial. Según la especialista en la obra del escritor lojano, Flor María Rodríguez-Arenas (2007: 3), Rojas palpó desde su infancia «las desigualdades económicas que veía en su medio
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escolar como a sus alrededores, aprendió a comprender algunos de los problemas sociales». En la década de 1930 Ángel Felicísimo Rojas se integró al Grupo de Guayaquil,16 lo que consolidó su praxis socialista. Esta consolidación ideológica influyó en Rojas para la plasmación de una literatura comprometida con las clases desfavorecidas y explotadas, con la denuncia de injusticas sociales y tropelías plutocráticas. En una entrevista concedida a Fausto Aguirre el autor manifiesta: Empero, la realidad fue cambiando, ha ido cambiando: los gobiernos tiranos, incapaces, regímenes que cumplían consignas extrañas, sistemas injustos y opresores hicieron de nuestra humana realidad un mundo de dificultades, sufrimientos, pesares, penalidades; poco a poco se sentían confrontaciones. No se respetaba el principio universal de que todos los hombres somos iguales y, como tales, tenemos derechos a un mínimo de comodidades inherentes a la persona humana. La vivencia de estas realidades y las lecturas de autores y obras de pensamiento y doctrina socialista nos llevaron a querer cambiar la situación, que era injusta (Aguirre Tirado, 2004:17).
En el contexto literario ecuatoriano, 1930 es una fecha de capital importancia: se inicia el realismo social ecuatoriano con la publicación del libro de cuentos colectivo Los que se van. Esta creación juvenil pionera refleja la desigualdad social del pueblo montubio y cholo de la costa ecuatoriana. Por lo tanto, con esta obra rupturistas se inicia un período áureo de escritores comprometidos ideológicamente con el cambio social, a través de una literatura contestataria. Los que se van fue escrito por tres escritores noveles de Guayaquil: Demetrio Aguilera Malta (1909-1981), Enrique Gil Gilbert (1912-1973) y Joaquín Gallegos Lara (1911-1947). «Es una obra cruda que nos presenta al montubio tal cual es: con su humanidad inmensa, desbordante de vitalidad; pero también con su miseria económica y
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El Grupo de Guayaquil o Grupo de los Cinco, acaso el más significativo movimiento literario del siglo XX para la evolución de la narrativa ecuatoriana. Lo conformaron Joaquín Gallegos Lara (1911-1947), Enrique Gil Gilbert (1912- 1973), Demetrio Aguilera Malta (1909-1981), Alfredo Pareja Diezcanseco (1908-1995) y José de la Cuadra (1903-1941).
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su temperamento apasionado, bravío, sensual, primario como para llevarlo fácilmente a la violencia cruel» (Salazar, 2010: 49-50). La novela se convierte en un instrumento de denuncia social, la misma que permite recrear la difícil realidad en la cual se encontraban los colectivos antes referidos. Se denunciaban, a través de estas obras literarias, problemáticas sangrantes: extrema pobreza y exclusión de ciertos grupos sociales; además, se exhibe la vergonzante explotación laboral del proletariado. Según el criterio de Rodríguez-Arenas (2007: 15): «La narrativa que se produjo en el Ecuador en la década del 30 explicita, en su gran mayoría, una propuesta de acción política que promovía el cambio de las condiciones sociales arbitrarias y tradicionales que devastaban la sociedad». Ángel Felicísimo Rojas afirma que la corrupción es el mayor mal endémico de la sociedad ecuatoriana. Para mayor claridad expositiva de esta lacra se recurre al personaje Rosita Sandoya de El éxodo de Yangana, quien es matrera «contrabandista de aguardiente y productos destilados»: No ocultaba Rosita Sandoya —mujer todavía joven, atrayente y gruesa, de ojos cariñosos—, ni su actividad de contrabandista ni su sistema de cohechar a los empleados del Estanco. Antes bien, con respecto a éstos, se expresaban así, cuando le preguntaban cómo ideó un sistema que le resultaba tan seguro: Lo aprendí de los gringos de las compañías extranjeras. Ellos hacen así con los del Gobierno, y consiguen lo que quieren. Cuesta un poquito, pero se gana más (Rojas, 2007: 54).
Se debe agregar que Ángel Felicísimo Rojas aborda muchos otros problemas sociales humanos. De igual manera, denuncia la prostitución como mácula y pústula que corrompen a la sociedad. Carmen Valle, dedicada a la profesión femenina más antigua del mundo (…). La miran de reojo y con instintiva repugnancia las casadas y las novias. Las despecha verla vestirse tan elegante, y quién podría decir qué sentimiento les produce saber que se desviste con hambriento descaro, porque parece, además que ama las actividades de su profesión (Ibíd.:30-31).
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Ángel Felicísimo Rojas también denuncia las principales ignominias de la sociedad ecuatoriana de aquel entonces, tomando partido por los «sujetos sociales más vulnerables, clases sociales y lucha de clases, la educación, la valoración de la narrativa ecuatoriana, el factor religioso, el internacionalismo socialista, el antiimperialismo y los asuntos limítrofes de nuestro país» (Salazar, 2010: 56). El éxodo de Yangana es una fuente riquísima para la «denuncia y protesta social, sobre las peripecias, dramas humanos, tragedias humanas, injusticias sociales» (Rojas, 1992: 153). Esta novela es la representación literaria de la lucha de un pueblo agrario de extracción indígena al que se le roba la tierra ancestral y con esto la identidad cultural, llevándolos a un lento proceso de asfixia y desintegración como comunidad. Estas agresiones los empujan a tomar una actitud crítica y reivindicadora, mediante la cual ejercen la protección de su individualidad y de su patrimonio. En una decisión de todos y de ninguno, se defienden, cuando los patrones-gamonales atacan y matan a seres indefensos, llegando a cobrar justicia por mano propia. De esta manera, este mundo novelístico expone los avatares de un pueblo que debe desarraigarse y abandonar la tierra, para salvarse de la injusticia de una aniquilación colectiva emanada de la ira y la reprobación que de ellos hacen el gobierno y las clases altas por haber tenido el atrevimiento de rebelarse contra el despotismo y la ignominia causados por sus opresores (Rodríguez-Arenas, 2007: 19).
De modo que, esta novela describe la tragedia andina de explotación de un pueblo sumido en la desgracia por reclamar sus tierras que les han sido otorgadas desde tiempos coloniales. Por tanto, se constituyen en patrimonios inalienables. Sin embargo, con la irrupción del gamonal latifundista17 que se apropia de lo ajeno sin piedad, toma las tierras de los comuneros yanganenses para constituir su patrimonio territorial, a base de dolor y sufrimiento de sus coterráneos. Es población que un día resuelve abandonar el sitio en que ha levantado su carpa para buscar la paz y la justicia en medio de la selva. Es pueblo en desbande que el autor va filiándolo para darnos a conocer los elementos que se compone. La huida del réprobo colectivo se convierte en una majestuosa descripción de tipos y caracteres. (Aguirre Tirado, 2004: 717-718).
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En El éxodo de Yangana aparecen los gamonales latifundistas representados por Emilio Gurumendi, su hijo Javier Gurumendi y su nieto Ignacio Gurumendi, quienes se adueñan de los terrenos de los comuneros de Yangana, provocando una confrontación con sus habitantes en defensa de la legalidad de sus terrenos.
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Según el crítico Hernán Rodríguez Castelo, El éxodo de Yangana es una novela que describe a «un pueblo que marcha hacia destino incierto pero libre, dejando atrás las cenizas de la vieja y amada población, a la que ambiciones; y leguleyadas habían cercado de alambres: éste el asunto» (2004: 748). En consecuencia, según Salazar (2010) los motivos para que el pueblo de Yangana huya de sus propias tierras, es por la inmoral y arbitraria apropiación de su heredad, con la complicidad cínica y culposa de los representantes del Estado. Entre las causas más remotas que desencadenan el éxodo de los yanganenses está la ilegal e inmoral apropiación de los terrenos comunales, por parte de tres gamonales latifundistas, cuyo largo proceso que dura prácticamente tres generaciones se describe mediante la denominada historia del haragán que, con la técnica narrativa de la caja china, se inserta en la novela y da cuenta de cómo don Emilio Gurumendi recibió de parte de su compadre indígena Trinidad Quizhpe el apoyo para cerrar y cultivar una pequeña porción de tierra comunal, la cual la dedicó a labores de explotación agropecuaria. (121).
Los habitantes del pueblo de Yangana abandonan su querencia con el dolor de haber perdido lo poco que tenían. Caminan hacia un éxodo llenos de dolor y angustia por encontrar un nuevo horizonte que les ayude a forjar su nuevo hogar; dejando atrás un pasado de injusticias, explotación y sufrimiento.
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3. LOS LOJANISMOS COMO EXPRESIÓN YANGANA DE ÁNGEL FELICÍSIMO ROJAS
IDENTITARIA EN
EL
ÉXODO DE
3.1. INTENTO POR DEFINIR LOS LOJANISMOS Los lojanismos son expresiones atípicas de la Región Sur del Ecuador, específicamente de Loja y su provincia. Por ende, hablar de lojanismos es indagar en la identidad lingüística lojana. «La forma de hablar del lojano es un elemento emblemático de la identidad lojana, la forma de expresarse verbalmente las personas, con claridad, sin precipitación, con una entonación característica y profusión de localismos» (Placencia, 2000: 182). Por lo tanto, se entiende por lojanismos las expresiones lingüísticas (vocabulario, frases, entonación fonética) que son de uso frecuente y que identifican al hablante de la ciudad o de la provincia de Loja.18 Los lojanismos son particularidades lingüísticas del habla de los lojanos. Su base constitutiva es la siguiente: terminología del castellano castizo, palabras propias del sustrato quichua —segundo idioma oficial del Ecuador— y, probablemente, vocablos de origen sefardita de la época de la conquista española. La forma de hablar del lojano es única en el Ecuador. Para esta variedad idiomática castiza han intervenido muchos factores, a saber: históricos, culturales y geográficos, etc. De modo que, el habla del lojano va acompañada de muchas expresiones vernáculas. Además, el aislamiento voluntario u obligado de los lojanos permitió conservar el idioma de los conquistadores españoles provenientes, en su gran mayoría, de tierras andaluzas.
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Estas variedades dialectales son utilizadas, en mayor o menor grado, por personas de todas las clases sociales de Loja, ciudad y provincia.
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Lo anteriormente descrito permitió legar un español cargado de arcaísmos y cruzado de innumerables términos tomados del ladino.19 El habla del lojano es su más destacado emblema de identidad, reconocible instantáneamente, en cualquier lugar donde se encuentre. El habla es motivo de orgullo e identidad del lojano: un habla cadenciosa, armoniosa, sin estridencias ni letras y sílabas arrastradas en exceso o defectuosamente pronunciada (o no pronunciada). El habla es la exteriorización musical del alma lojana. Repetimos: la dicción castiza del lojano, la manera clara y limpia de pronunciar la lengua castellana, son sus más auténticos y reconocible signo de identidad. Los lojanos son elocuentes y lucidos cuando hablan (Paladines, 2006: 99).
El lojano cultor espontáneo y gustoso de los lojanismos es, fundamentalmente, el llamado «chazo» de la provincia fronteriza de Loja. El mismísimo Ángel Felicísimo Rojas lo define así: «Un mestizo con una gran proporción de sangre blanca y un fuerte rezago de espíritu español, que el aislamiento secular en que ha vivido la región, por otra parte autárquica, ha podido conservar con sorprendente persistencia».(Rojas, s.f.: 213). Según la opinión de Carrión Arciniegas (2006) el lojano de la provincia es un auténtico «chazo» lojano. Su habla es inconfundible en cualquier parte del país donde se encuentre, esa forma de hablar cadenciosa, limpia, directa, pausada y clara. La forma de hablar del lojano se debe a las siguientes causas: La casticidad del lojano se debe a muchos factores, ya sean geográficos, sociales, económicos, etc., el habla lojana, contiene un tono neutral que muchas veces se emplea y se ve empañado por los singularísimos propios de Loja. Es este cúmulo de peculiaridades, de similitudes y diferencias con el resto de la patria y del mundo hispanohablante, es lo que hace que los lojanos reflejen su idiosincrasia, en su forma de hablar (2006: 56).
Los lojanismos son giros castizos echados al olvido y en desuso en otras partes de Hispanoamérica y en otras regiones del Ecuador. A este respecto, el criterio de Humberto Toscano Mateus es meridianamente esclarecedor: «Por la entonación y por la correcta pronunciación el habla de Loja suele considerarse como la más elegante del Ecuador»
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Es una modalidad lingüística de los sefardíes o judíos de origen hispano, básicamente compuesto de castellano antiguo y vocablos de otras lenguas peninsulares.
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(1953: 31).20 Por otro lado, Benjamín Ortega (2005) propone que no debe desaparecer el vocabulario del sur, que se debe valorar la expresividad dialectal lojana, como un compromiso cultural con la lojanidad. De acuerdo con el parecer del connotado escritor y celebérrimo periodista lojano Alejandro Carrión (1992) ser lojano es motivo de orgullo, sentirse lojano es admirar las costumbres, experiencias y vivencias de su terruño. Y, por cierto, ser lojano es hablar el castellano lojano. Félix Paladines acerca de la naturaleza del dialecto lojano, puntualiza: «Es un fósil del castellano, aprisionado en el tiempo por obra del aislamiento en el que se ha mantenido Loja y su provincia frente al resto del país» (2006: 215).
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A pesar de que la obra El español en el Ecuador data de más de 50 años, está considerada como el estudio lingüístico ecuatoriano más serio sobre la materia en cuestión.
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3.2. DESCRIPCIÓN Y CARACTERIZACIÓN DE LOS LOJANISMOS PRESENTES EN LA NOVELA EL ÉXODO DE YANGANA DE ÁNGEL FELICÍSIMO ROJAS A continuación se detallará una lista de lojanismos utilizados en la excelente novela del célebre escritor lojano. LOJANISMO
1. Achogchas
2. Achiote
3. Adredito
4. Aguaitar
5. Aguacolla
6. Alfeñique
7. Apearse
8. Anisado
9. Bahareque
10. Batán
SIGNIFICADO LOJANO Quichua achugcha. Legumbre indígena de nuestro suelo. Náhuatl: achiotl. Planta americana (bixa orellana). Su fruto de color rojizo es una baya pequeñita utilizada como condimento.
El que por costumbre hace o dice lo que no debe, por la sola mala intención de fastidiar y proceder adrede. Acechar, vigilar. Cacto sudamericano de flores blancas que se abren de noche, conocido también como sampedro; ha sido y es utilizada ceremonialmente, en trances adivinatorios, o como medicina chamánica. Golosina consistente en una barrita de caramelo retorcida. En Loja esta pasta se la hace con miel de panela. Melcochas. Bajarse de una caballería o de un vehículo y alojarse. Mezcla de alcohol neutro con esencia natural o artificial de anís seguido o no de destilación. Pared rústica hecha de palos y carrizos entretejidos y cubiertos con barro. Piedra plana para moler alimentos con la «múchica». Utensilio indispensable en la cocina.
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DICCIONARIO DE AMERICANISMOS Fruto de la achogcha, globoso, de color blanco por dentro y verde por fuera; es comestible. Pasta tintórea de color rojo oscuro que se extrae de la semilla pulverizada del achiote, y que, disuelto el polvo en agua hervida, se utiliza para colorear ciertos alimentos. De manera propósito.
Mirar a atención.
intencionada,
una
persona
a
con
No existe definición.
Alfeñique.
Hospedarse alguien en un lugar. Bebida realizada a base de aguardiente y anís. Mezcla de barro y paja.
Piedra rectangular o circular plana, que se utiliza de base para moler sobre ella cereales, verduras u otros alimentos.
11. Cararango
12. Cachaza
13. Cangana
14. Cauchutada 15. Claro de jora
16. Cerro de Colambo (1)
17. Colambo (2)
18. Curipamba
19. Culantro 20. Cuyero 21. Chacra
22. Chacota 23. Chante
24. Chaguarquero
Cerro ubicado en la región del sur del Ecuador entre Loja y Vilcabamba. Espuma e impurezas que flotan en el agua de caña hirviente. Espetón de madera, asador de madera para asar el cuy atravesándolo longitudinalmente. Especie de pincho. Impermeable Es una bebida alcohólica, obtenida por la fermentación de la materia azucarada contenida por un maíz malteado. Nombre híbrido formado de qulla más hampuy. Su nombre se debe al coloso Colambo, que tiene la figura de una enorme cabeza de serpiente que alinea la ondulada rocosa de la cordillera de Sabanilla, se levanta a 3.097 msnm. Serpiente de colores muy vivos. Es el nombre de un alto monte situado en el cantón Gonzanamá. Es el nombre quichua con el que se conocía al sector de Portovelo (provincia actual del Oro), primer centro minero del Ecuador. Es una hierba que sirve como condimento por su olor y sabor. De cuy. Lugar cerrado donde se crían cuyes. Huerto o espacio pequeño con cultivo de plantas alimenticias. Momento de alegría, mezclado con carcajadas. Hoja seca de plátano, que sirve para amarrar. Flor de agave. La fruta se llama alcaparra. Es un menosprecio decirle a alguien: chaguarquero sin alcaparras, es decir, un individuo solo apariencia. Además, persona muy alta y delgada.
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No existe definición. Heces o pozos que el guarapo cocido deja en las pailas.
No existe definición.
No existe definición No existe definición.
No existe definición.
No existe definición.
No existe definición.
Planta de hojas aromáticas usadas para condimentar comidas. Lugar cerrado en el que se crían cuyes. Terreno de poca extensión dedicado a la agricultura. Diversión que causa alboroto. No existe definición.
No existe definición.
25. Chancleta 26. Chazo
27. Chicha de jora
28. Chirote
29. Chicharones
30. Choclo
31. Cholo
32. Chuquribamba
33. Churón
34. Draque
35. Donosa
36. Echando goma 37. Estevadura
38. Faicales
La criatura recién nacida cuando es mujercita. Dícese del campesino blanco o de tendencia blanca, de la provincia de Loja. Es una bebida indígena. Su preparación se compone principalmente de la «jora» que básicamente es el maíz germinado, y ha sido utilizada desde la época preincaica como algo sagrado, exclusiva para actos ceremoniales y fiestas de todas las culturas prehispánicas de la zona central andina. Avecita de color tomate encendido, que se muere al ser capturada.
Fritos de carne de cerdo.
Quichua chugllu. Mazorca de maíz tierno. Maíz tierno desgranado crudo o cocido. De origen incierto. El que no pertenece al círculo de lo que se entiende por la nobleza criolla. Hombre del pueblo dedicado a los trabajos más rudos y humildes. Parroquia del cantón Loja, provincia del mismo nombre Cabello crespo, rizo. Se le aplica a la persona que tiene el pelo rizado. Bebida compuesta de aguardiente, azúcar, canela, jugo de limón y agua hirviente. Dicho de la mujer, guapa, bonita, pero para referirse a la perteneciente a la clase popular. Coloq. Cuando la mujer alcanza un período de madurez sexual y está lista para concebir. Arco en las piernas. Torcedura que produce concavidad. Bosque silvestre de faiques. Del quichua Faique, acacia espinosa de la familia del algarrobo, muy
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La mujer recién nacida. Pedazo de madera, corto y grueso.
No existe definición.
Ave canora de la Sierra ecuatoriana, de hasta 15 cm de longitud de color pardo moteado con manchas más oscuras. Carne de cerdo con porciones de tocino adheridas, picada en trozos pequeños y frita en su propia grasa. Maíz tierno desgranado, crudo o cocido. Referido a un indígena que ha adoptado usos y costumbres urbanas y occidentales.
No existe definición.
No existe definición. Canelazo con jugo de limón ácido.
No existe definición No existe definición.
No existe definición.
No existe definición.
39. Fritada 40. Guacho 41. Guambi
42. Guango
43. Guarapo 44. Guargüero 45. Huilco
46. Higuerón
47. Huanlla 48. Izhpingo
abundante en el campo seco de la provincia de Loja. Fritura de carne de cerdo, cortada en pedazos como para un bocado. Quichua huacchu. Huérfano solitario; que no tiene apoyo. Quichua guambi: flote. Acción y efecto de guambear una bestia, paso duro e incómodo de una caballería que se bambolea. Trenza que forman la mayoría de los indígenas con su larga cabellera y que les cae sobre la espalda. Jugo de caña de azúcar. Garguero, gaznate, garganta. Especie de árbol muy restringida y enigmática del Ecuador. Árbol aromático productor de mucho oxígeno. Árbol americano de madera blanca amarillenta, útil para la construcción de barcos. Quichua huanclla. Envoltorio pequeño con productos de campo. Especie de canela de los bosques orientales.
49. Joyapa
Fruta silvestre muy agradable.
50. Jumo
52. Laya
Ebrio, borracho. Charla, verborrea, locuacidad. Propaganda, generalmente sin fundamento. Índole de una persona.
53. Longuita
India adolescente.
51. Lata
54. Llazhipa
55. Máchica
Quichua llashipa. Helecho silvestre muy extendido. Se usa para la fogata donde se «chaspa» al coche, es decir, se soasa el cerdo. Quichua mashca. Harina de cebada. Se come con panela (migas) o se hace un refresco.
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Fritura de carne de cerdo cortada en trozos del tamaño de un bocado. Referido a una persona huérfana.
No existe definición.
Copo de algodón o de lana que se coloca en la rueca para ser hilado. Jugo de caña de azúcar sin fermentar. Garguero, gaznate, garganta. Cebil.
No existe definición.
No existe definición
No existe definición. Arbusto de hasta 5 m de altura, que crece generalmente en el páramo; tiene hojas aovadas y corteza escamosa. Borracho. Mentira, embuste.
Calidad, especie o género de una persona. Referido a una persona, indígena adolescente. No existe definición.
Harina de cebada tostada.
56. Méjicos
57. Mocosita
Agave. Se le llama también «penco». Se utiliza para designar a una niña en estado de lactancia
No existe definición. Referido a una persona joven.
58. Molloco
Plato exquisito preparado moliendo plátano verde asado con chicharrones.
No existe definición.
59. No tener sal en la mollera.
Persona tonta o simple.
No existe definición.
Quichua ushuta. Calzado a manera de sandalia, hecho de cuero o filamento vegetal. En quichua es hoja, por ello, se la considera como la hoja que cubre al maíz.
Sandalia tosca de cuero que usan los campesinos indígenas de ciertas regiones del Ecuador. Pequeño bote de fondo plano.
60. Ozhotas
61. Panga
62. Panela
63. Pencas
64. Pinllus
65. Poto
66. Quique 67. Ruco 68. Saragureño
69. Seco de chivo
70. Señor del Buen Suceso
71. Singadas
Raspadura o rapada que se utiliza como endulzante.
Tiras, trozos largos, estrechos y delgados. Se refiere también a un trozo o pedazo de carne. Quichua pinllu. Lechero, árbol. Es considerado como un árbol de la sabiduría y el poder. Calabaza cuyo fruto relativamente pequeño utilizan los campesinos como recipiente. Fruta agridulce común en Loja. Quichuismo que significa viejo o inútil. Gentilicio que describe a una persona del cantón Saraguro. Plato típico de la provincia de Loja, específicamente del cantón Zapatillo. Se lo sirve con arroz y aderezos Fiesta religiosa que se celebra en Gonzanamá el 20 de agosto en honor de esta sagrada imagen. Preparación de aguardiente con rapé de tabaco, sampedro (aguacolla), agua florida y otras perfumadas, que es aspirada por la nariz por medio de una
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Azúcar sin refinar, que se obtiene de la caña y se elabora en pequeños bloques de diferentes formas; se usa en lugar del azúcar como edulcorante natural y en la preparación de comidas y bebidas. Hoja, o tallo.
No existe definición.
Vasija hecha de calabaza para chicha. Recipiente hecho del fruto seco del poto. Efecto de la droga. Persona de edad avanzada. No existe definición.
No existe definición.
No existe definición. Persona de baja condición moral. Tabú.
72. Solcochadura
73. Soberado 74. Sofoco 75. Soplamocos
76. Talega
77. Taimado
78. Taralla 79. Taroso 80. Tayta
81. Tambo
82. Toronches 83. Togada 84. Vetoso 85. Voy a achicar bomba 86. Yangana
87. Zalamero
88. Zarandaja
cuchara. Sirve para curar el mal de «aire». Cocción en mucha agua con poca sal. Desván, parte más alta de la casa, inmediata al tejado. Es una sensación de ahogo por el calor u otra causa. Golpear a una persona en el rostro, especialmente en la nariz. Saco pequeño para llevar cosas. Según la definición lojana, relativo a una persona lenta, perezosa; que pretende eludir obligaciones laborales. Caña de maíz sobre la que crece el fruto. Quichua. Sucio, especialmente en la cara. Padre, papá. Posada, venta, parador. Los incas levantaban tambucuna o tampucuna, a trechos más o menos fijos, en las vías de comunicación para hacer un alto y descansar. Planta de la familia del babaco. Hace alusión a una mujer que está bien vestida. Venenoso, figurativamente venenoso Voy a orinar Parroquia rural del cantón y Loja. Persona quien hace caricias y halagos empalagosos y afectados con el ánimo de conseguir algo a cambio. Es una especie de frijol de forma redondeado de color crema, muy utilizado en la gastronomía lojana.
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No existe definición. Parte más alta de la casa, situada inmediatamente debajo del tejado. Referido a una persona impaciente. Bofetada. Bolsa, generalmente de papel, que sirve para guardar o llevar cosas. Referido a una persona, lenta, pasmada.
No existe definición. No existe definición. Padre mío. Establecimiento modesto, en las afueras de las poblaciones, destinado al albergue de pasajeros.
No existe definición. No existe definición. No existe definición. No existe definición. No existe definición. Demostrar adulaciones.
cariño
con
Frijol de forma elipsoidal de color blanco cremoso, de suave textura y agradable sabor.
Todos los lojanismos que han sido caracterizados son utilizados por los personajes en El éxodo de Yangana. Estas particularidades dialectales, en su gran mayoría, son utilizadas por la diversidad de personas aldeanas, campesinas; como también, usadas en los cantones y en la urbe de Loja, por todas las clases sociales, especialmente, empleadas por hablantes mayores de edad. Los lojanismos son un factor de unidad entre los lojanos. Dichos giros dialectales constituyen la base lingüística de los habitantes de la provincia de Loja.
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4. ANÁLISIS DE LOS LOJANISMOS COMO SIGNO IDENTITARIO EN EL ÉXODO DE YANGANA DE ÁNGEL FELICÍSIMO ROJAS Al iniciar el estudio de los lojanismos existentes en la novela de Rojas, traemos a colación el pertinente criterio de Krejci Salcedo (2011: 63) «Existen un sinnúmero de palabras que podrían ser considerados lojanismos, que sin duda son reflejo de nuestra identidad, de nuestro pasado, de nuestro presente, de nuestra riqueza cultural». El éxodo de Yangana contiene un léxico rico y representativo en lojanismos. Casi en cada página hallamos este tipo vocablos y modismos autóctonos. La novela está estructurada en un preludio, dos interludios y un postludio. Contiene siete divisiones internas.21 Ángel Felicísimo. Rojas le da al lenguaje un tratamiento primoroso y su devoción por la palabra vernácula se hace evidente: a cada momento logra rescatar la identidad lingüística del habitante lojano, la misma que le otorga una personalidad inconfundible. Sírvanos de botón de muestra la siguiente cita: «Los menores de sus hijos iban metidos
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La estructura externa de la novela consta de siete secciones: 1. Preludio: una voz narrativa principal cuenta de manera omnisciente las sensaciones que alarman a Joaquín Reinoso cuando se halla en los alrededores de Palanda; las mismas que han surgido a causa de una vibración y un ruido que el personaje no reconoce. Concluye cuando Reinoso observa que una muchedumbre de gente avanza hacia donde él se encuentra. 2. Primera Parte: a cargo de la misma voz narrativa principal que presenta las vida y situaciones pretéritas y presentes de la gente del pueblo de Yangana, conformado por unas ciento setenta familias que han emprendido el éxodo desde su tierra natal. 3. Interludio: Continúa la voz narrativa principal mostrando la manera en que Reinoso vigila furtivamente lo que algunos de sus coterráneos hacen en la huida de los yanganenses. 4. Segunda parte: Con un cambio de tono, de estilo y de narrador, esta sección presenta un cuaderno de un investigador norteamericano: Mr. Spark, quien había tomado notas sobre la población, los habitantes y sus costumbres y, además, sobre los alrededores de Yangana. 5. Interludio: Regresa el narrador principal para explicar lo concerniente a la gente del pueblo y sus comentarios. 6. Tercera parte: La voz narrativa principal transmite la conversación que tiene el Churón Ocampo con Reinoso y Rosa, su esposa. Luego cede la voz a Ocampo, quien relata los sucesos que produjeron la diáspora del pueblo de Yangana. 7. Postludio: La voz narrativa principal presenta la conversación que Ocampo y Reinoso sostienen hasta el momento en que el Churón Ocampo abandona la idea de tomarse por la fuerza el control de la gente ─que llegó a Palanda y a Pueblo Nuevo─, gracias a las palabras de Reinoso y a las que Rosa había pronunciado para aconsejar a la gente, una vez iniciada la caminata. Esta decisión evita nuevos enfrentamientos y da esperanza al pueblo fugitivo (Cfr. Rodríguez Arenas, 2007: 20-21).
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hasta el pescuezo en árguenas sonoras cual una piel de tambor,22 ofreciendo un desusado aspecto de macetas humanas» (Rojas, 2007: 44). Rojas emplea un dialecto local para describir ciertas características lojanas. Estos personajes se encuentran en una situación de menesterosidad y desvalimiento. De igual manera, en esta misma línea de uso literario del habla popular, viene al caso verificar que ella está presente también en otras obras literarias ecuatorianas de mérito. Para esta finalidad, tomaremos como muestra una cita de la novela Huasipungo (1934) de Jorge Icaza: Andrés Chiliquinga, al tratar de responder al visitante alzó pesadamente la cabeza, miró con ojos nublados y en tono de aturdida desesperación, exclamó: -Ahura. Uuu... Amitu mayordomu... Por caridad, pes... Que taiticu, patrón grande, su mercé, me adelante algu para veloriu... Boniticu... Shunguiticu... (Icaza, 2015: 82).
Es indudable que en la región norte de la Sierra ecuatoriana 23, la influencia del quichua ecuatoriano es muy acusada: se fusionan el español y el quichua. De ahí que, fonéticamente, podemos notar evidentes diferencias entre el habla de esta región y el dialecto lojano. Y en el plano semántico y sintáctico las diferencias son más notables. A continuación tomaremos una referencia literaria del libro de cuentos Los que se van24 (1930), en el que se refleja una variedad dialectal propia de la Costa ecuatoriana, especialmente, del montubio y el cholo costeño.25 —« ¡Pero no! El Rodolfo hablaba con el Roberto. ¡Vaya! ¿Qué no? Pero sí el Rodolfo hablaba solo, con nadie —ellos lo habían visto— y afilaba su machete». «Se iba solito, solito, a la manga donde le picó la culebra al Roberto y hablaba». Pero había quienes comentaban: — ¿Sabes pa qué va allá? —No. ¿Pa Qué? —Pa ver la ventana e la blanca. 22
Lo resaltado es mío.
23
La Sierra norte comprende las provincias de Cotopaxi, Tungurahua, Pichincha, Imbabura y Carchi.
24
Este libro de cuentos fue escrito por Demetrio Aguilera Malta (1909-1981), Enrique Gil Gilbert (19121973) y Joaquín Gallegos Lara (1911-1947). 25
El cholo y el montubio son los habitantes rurales de la Costa ecuatoriana. Su hábitat son las provincias del Guayas, Manabí, Los Ríos, Santa Elena, etc.
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—Mentira. —Si supiera ir niño que dizque es er novio e la blanca —Cuando lo ve juntos es que habla. —¡Ah! Entonces no es por eso sino con el ánima e Roberto que se trata. ¿Ti acuerdas que ahí jue que mataron a Roberfo? —Lo mató er diablo hecho culebra. —Sí. —¡Entonces Rodorfo tiene pacto con er malo! 26 (Gil Gilbert, 2015: 52-53).
Enrique Gil Gilbert resalta el dialecto del montubio y del cholo. En este fragmento encontramos frases coloquiales del habla costeña. Dichos giros y locuciones orales se caracterizan por tener pocas reglas gramaticales. Además, la trasformación fonética es rústica y vulgar, apelando a un vocabulario popular. En cambio, el dialecto lojano utiliza variantes idiomáticas libres de estridencias y distorsiones fonéticas27 que son frecuentes en un entorno familiar y coloquial. Por otra parte, el manejo del habla lojana se observa en el arte culinario. Consecuentemente, presentamos un fragmento en el que Ángel Felicísimo Rojas destaca la forma de producir azúcar: La instalación, en líneas generales, difería poco de las moliendas destinadas a elaborar raspadura. Tenía, en vez de las mesas con los moldes rectangulares para vaciar el dulce fundido, dos largos tabancos de caña guadúa, a ambos lados y paralelos a la hornilla. En ellos, ordenados en hilera, esperaba su turno otro género de moldes. Eran éstos una ringla de recipientes cónicos, con el vértice truncado dirigido al suelo, abiertos como un embudo y trabajados con duelas de caña unidas entre sí en la punta, que se aseguraban por el extremo superior mediante cuerdas de cabuyo. Dentro de cada molde aguardaba una especie de cucurucho de gran tamaño hecho con hojas frescas de plátano, cuyo objeto era cerrar por dentro los intersticios que las duelas dejaban en las soluciones de continuidad, protegiendo al molde de una posible filtradura (Rojas, 2007: 52)
Como vemos, el dialecto lojano está referido a un contexto informal y coloquial. Describe las principales formas de producción de este edulcorante, de suerte que el
26
El cuento se titula: La blanca de los ojos color de luna de autoría de Enrique Gil Gilbert.
27
El dialecto lojano es rico en arcaísmos españoles y sustratos quichuas propias de la región sur del Ecuador.
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narrador se sirve de lojanismos que se relacionan con tal actividad. Otro pasaje revela el uso peculiar del habla lojana: Compradas las cañas de buey, del casco a los corvejones, eran soterradas en el rescoldo, para que el pelo se chamuscara y sollamaran las pezuñas. El olor repugnante de la borra carbonizada era la señal. Luego la piel tostada era raída con un cuchillo. Le quitaban los cascos, hincando la punta del arma en el nacimiento de las pezuñas. (Ibíd.:50).
El autor recurre a una frase pintoresca para enfatizar en el quehacer cotidiano de los habitantes de Yangana. En el interludio se presenta «La canción beoda de las semillas». En este capítulo el autor emplea varios lojanismos. Helos aquí: -
Empero, el Churón Ocampo, ese ceñudo y autoritario jefe de la aventura, había prohibido beber en el campamento. (Ibíd.:73). [Churón: de cabello crespo, ensortijado; rizos que tiene una persona].
-
Parece que mi poto está mancornado y regándose ─observó─, y fue al sitio para enderezarlo. (Ibíd.:73). [Poto: calabaza cuyo, fruto relativamente pequeño, utilizan los campesinos como recipiente].
-
¡Porotos amados, sabrosos, nutritivos y escandalosos, cuánta pólvora gastáis en salvas! (Ibíd.:77). [Porotos: denominación que se le da a los frijoles].
-
El loco os ha visto nacer, cuando los chirotes malvados, cayendo a plomo sobre los surcos con una copla y una pechera sobre el buche, trataban de picotearos a mansalva. (Ibíd.:77). [Chirotes: ave canora de la Sierra ecuatoriana, de hasta 15 cm de longitud, de color pardo moteado con manchas más oscuras].
-
¡Por lo cual, durante las noches, mientras se duerme, en la casa donde se comió zarandajas no se escucha ninguna salva de artillería pesada! (Ibíd.:78). [Zarandajas: son una especie de frijol de forma redondeado, de color crema, muy utilizado en la gastronomía lojana].
-
Se llega a él por medio de una escalera de mano construida, ya sea con chaguarqueros, ya sea con cañas de guadúa (Ibíd.: 85). [Chaguarqueros: Flor de agave. La fruta se llama alcaparra. Es un menosprecio decirle a alguien: chaguarquero sin alcaparras, es decir, un individuo que es solo apariencia inane. Además, persona muy alta y delgada].
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-
[…] o el molloco o majado de plátano verde, cocido con la cáscara y después molido con maní tostado, en el gran batán de la patilla (Ibíd.:87). [Molloco: Plato exquisito preparado moliendo plátano verde asado con chicharrones].
-
A veces, estos «cocimientos» se abonaban con grandes pencas de cecina asada o con chicharrones de puerco. (Ibíd.:87). [Pencas: lonchas de carne cecinada y seca, especialmente de chancho].
-
Los choclos cocidos exhiben sus dientes de leche, amenazando desde el fondo de las ollas. [Choclos: Mazorca de maíz tierno. Maíz tierno desgranado crudo o cocido]. […] las achogchas, con sus fachas de ratas destripadas, flotan en el caldo. (Ibíd.: 87). [Achogchas: Legumbre indígena de nuestro suelo].
-
La víspera el propio interesado suele hacer un viaje a la altura en pos de llazhipa, que es un helecho que sirve de combustible. (Ibíd.: 110). [Llazhipa: Helecho silvestre muy extendido. Se usa para la fogata donde se «chaspa» al cerdo].
Todos los lojanismos que el autor maneja en las frases anteriores son el reflejo de la expresión popular lojana. Su uso está vinculado a una determinada clase social: campesinos y otras personas del sector rural, como también, de las poblaciones pequeñas y de los cantones de la provincia de Loja.28 Estos vocablos y modismos como elementos primordiales constituyen, fundamentalmente, la variante dialectal en la que se expresa la cultura lojana. Además, proporcionan una identidad lingüística al habitante del sur del Ecuador. Con referencia a este aspecto en análisis, merece la pena considerar el criterio de Ribadeneira (2004): «Rojas escribe relatando un ambiente rural por excelencia, en el que lo más valioso del hombre no escapa al tamiz de lo provinciano por más valioso del hombre que fuere, ajusta como anillo al dedo» (Citado por Aguirre Tirado, 2004: 705).
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El éxodo de Yangana está recreada en un escenario rural, relativamente cercano a la ciudad de Loja, capital provincial.
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Por lo tanto, estos usos dialectales —lojanismos— responden a los procesos nuevos de creación, cuya realidad demanda de un nombre. Se forjan porque describen modos de ser, costumbres, experiencias, tradiciones y gastronomía del habitante lojano. Parafraseando a Ortega (2004: 640): «La lengua que emplea Rojas en El éxodo de Yangana crece porque así lo deciden sus habitantes, de allí que las palabras registradas y valoradas no pueden divorciarse del conjunto de la práctica social y cultural». Por otra parte, los acontecimientos que se van mostrando, mediante diálogos, son presentados por los personajes en un tono conversacional. A su vez, los lojanismos son utilizados no solo por usuarios de extracción popular y rural, sino también por hablantes provenientes de estratos más altos de la escala social de Loja, ciudad y provincia, indistintamente de su grado de instrucción académica. Había que ver cómo picamos leña de faique, hermanitos. Cayó el algarrobo como si fuera taralla de maíz. (Rojas, 2007: 150).
En este diálogo el Churón Ocampo utiliza dos lojanismos: faique y taralla. El primero proviene del quichua faique, esto es, acacia espinosa de la familia del algarrobo, muy abundante en el campo seco de la provincia de Loja; el segundo, es una caña de maíz sobre la que crece el fruto. Estas creaciones lexicales de carácter regionales constituyen demostraciones de originalidad e ingenio, las mismas que cobran realce en el contexto del habla popular de la comunidad lingüística lojana. Se toma ahora la siguiente frase: « ¡Cómo corrió el rico claro de jora!» (Ibíd.:154). Este lojanismo alude a una bebida alcohólica obtenida por la fermentación de la materia azucarada contenida en un maíz malteado. La cita que a continuación transcribimos denota un uso literario creativo de los lojanismos en un contexto dialogal de campesinos: 39
Como a las once... vino lo bueno, mejor dicho, vino lo malo. Llegaron los patrones al convento. El pinganilla ese de Ignacio Gurumendi montaba una bonita yegua que se había mercado en la ciudad. El animalito era chugo, con unas grandes manchas. Tenía las orejas bien chiquitas y andaba como un aguacerito. Era de brazo, y parecía que ya mismito tocaba los estribos con los cascos (Ibíd.: 155).
De suerte que, confirmamos que estas variedades son recreadas literariamente por el autor para reflejar el habla común del campesino lojano. Transcribimos el siguiente pasaje: «¿Cuándo habíamos comprado el bagazo de la hacienda?» (Ibíd.: 156). Asimismo, vemos la utilización del lenguaje popular en los siguientes términos: «Yo me levanté con la carabina y aguaité desde la ventana». (Ibíd.:161). En comparación con el habla costeña, se considera un fragmento del cuento La Tigra, de José de la Cuadra: — ¡La Tigra está ajumándose! — ¿De veras? Yo me voy. —Es pior. Hay que estarse quedito hasta ver a quién agarra. —Ahá. Si advierte que te vas, te seguirá a bala limpia. Es así. Cuando la niña Pancha descubre que, mientras ella bebe, alguno deja furtivamente la cantina, lo caza a balazos en la obscuridad. — ¡Ah, hijo de perra! ¡Corre! ¡Corre! Esto te ayudará a correr. Apoyada en el hombro la dos cañones ─«la gemela»─, dispara a las piernas de huidizo. También le place «hacer bailar». — ¡Baila, Everaldo! ¡Baila, Everaldo! Utiliza entonces el Smith Wesson. Apunta a los pies del indicado. — ¡Baila Everaldo! Y el hombre tiene que bailar hasta que a la «patronita linda» le viene en gana, para caer luego rendido, acezante, como un perro con aviva, a revolcarse en el suelo de la cantina. — ¡Flojo bía sido Everaldo! ¡Veremos con vos, Cara´e caballo, qué tal eres pa´l baile! (De la Cuadra, 2011: 14).
El diálogo montubio, en lo concerniente a la fonética, comparte rasgos de yeísmo, no se reconoce entre el uso de la ye y la elle. «El seseo de la costa ecuatoriana se somete a una fuerte aspiración o incluso desaparición en posición preconsonántica y final de palabra» (Sawicka-Stępińska, s.f.: 82). Podemos notar la diferencia entre el habla montubia y la lojana. Los rasgos fonéticos entre un dialecto y otro son distintos, a todas luces. Para ello, en la subsiguiente cita encontramos el habla popular lojana en toda su dimensión expresiva:
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-Entonces ─respondió el Churón Ocampo─, anda por ahí con mi Adrianita; porque, te diré, el «conchito» me ha salido chancleta. Pero qué encanto de criatura ha resultado la guagüita. […] Pero el nuestro es bien chacito, y sin embargo sabe la mar de gracias (Ibíd.:180).
Las palabras chancleta permite designar coloquialmente una niña recién nacida; y chacito se refiere al campesino blanco o que tiende a blanco de la provincia de Loja. Por ello, el lenguaje narrativo de la novela, es la viva palabra de la condición humana del habitante lojano. Por otra parte, en contraposición con el habla culta, los lojanismos son variantes poco utilizadas en un lenguaje formal o académico. No todos los hablantes lojanos emplean los modismos vernáculos, debido a que han confluido determinadas características particulares del hablante —su lugar de nacimiento, formación cultural, edad, profesión, circunstancia pragmática, etc. —. Sea de ello lo que fuere, los lojanos de cualquier condición social no son ajenos al empleo de lojanismos. En mayor o menor grado, todos los lojanos los emplean como signo identitario, para sentirse en familia grande, ampliada: la lojanidad. Claro está, la conciencia lingüística y cultural se acrecienta con la madurez de las personas. Lo anteriormente expresado se manifiesta con nitidez en los encuentros de lojanos emigrantes: en España, Inglaterra, Estados Unidos, Italia, etc. En esos países se sienten a sus anchas, cuando, solo entre ellos, hablan «en lojano», esto es, en castellano salpimentado de lojanismos. Asimismo, Bustos (s.f.) afirma: En el fondo late siempre la cuestión de las relaciones entre lengua y cultura; esto es, del modo en que el hombre manifiesta su identidad cultural a través de la lengua, del habla particular, o, incluso, de los rasgos lingüísticos que le son propios. Claro es que el tema de la relación que existe entre lengua y cultura no es, ni mucho menos, un tema nuevo ni fácilmente discernible. (Citado por Lamíquiz, 1985: 28).
Las diferencias entre los miembros de una comunidad lingüística están relacionadas con su condición social. Por lo tanto, podemos considerar a los lojanismos como un fenómeno lingüístico que se inserta en la sociedad lojana por su idiosincrasia, 41
mentalidad, valores, ideales, comportamientos, en una palabra, cultura. De manera especial, por la conciencia y el gusto por hablar un castellano de mayor calidad en el Ecuador.
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CONCLUSIONES Las conclusiones a las que se ha arribado en este Trabajo de Fin de Máster son las siguientes: 1. Los lojanismos representan, desde el punto de vista lingüístico, sociolingüístico y antropológico el primer signo de identidad cultural. Su uso es frecuente en la lengua coloquial, familiar, informal. No obstante, los lojanismos han encontrado un sitial de dignidad en la lengua literaria de la mayoría de escritores lojanos. La novela El éxodo de Yangana de Ángel Felicísimo Rojas es el más egregio ejemplo de este aserto investigativo. 2. La novela está ambientada en un escenario aldeano y rural. Entonces, las referencias al mundo exterior, sus descripciones y sus circunstancias están relacionadas con este medio geográfico, histórico y cultural. Por cierto, en lo tocante al sinnúmero de personajes principales y secundarios, ellos están muy influidos por esta realidad. Por supuesto, la lengua usual responde a un sociolecto de caracteres particulares: un castellano castizo arcaizante con expresiones atípicas denominadas lojanismos, cuya génesis se remonta a la lengua de los conquistadores españoles —algunos de ellos, probablemente, criptosefarditas—, al sustrato quichua de raíces indígenas que confluyeron en morosa evolución, en un enclave de aislamiento secular. 3. Las palabras, modismos y expresiones que constituyen los lojanismos tienen sus particularidades fonéticas, lexicológicas y semánticas distintas del resto de dialectos del español ecuatoriano que, al momento de codificarlas para entablar una conversación entre miembros de la misma comunidad de habla, se tornan en una especie de argot ininteligible para los integrantes de otras comunidades lingüísticas del español.
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4. Si bien es cierto, los lojanismos dimanan la creatividad comunicativa aldeana y campesina, también es cierto que, de estos sectores sociales y lingüísticos, en su uso, se han extendido a estratos medios y altos. De suerte que, el grueso de la población, sobre todo adulta de Loja —ciudad y provincia— entiende y utiliza lojanismos en contextos coloquiales, folclóricos, artísticos, musicales, literarios, etc. 5. En la actualidad se carece, por completo, de investigaciones científicas monográficas sobre el dialecto lojano y su manifestación inmanente: los lojanismos de la oralidad y de la literariedad. Por esta razón, el presente Trabajo de Fin de Máster, quisiera constituirse en un aporte inicial de este maravilloso e inexplorado campo del saber lingüístico, hoy por hoy, terra incógnita de los estudios dialectológicos específicos. Es deseable que ulteriores investigaciones académicas avancen y profundicen sobre los lojanismos como fruto de la identidad lingüística y cultural lojana. 6. Es un imperativo categórico, promover desde la educación formal e informal de nuestras instituciones educativas de todos los niveles, el conocimiento, estudio y valoración del dialecto lojano y de su principal manifestación: los lojanismos, tanto en la expresión oral, cuanto en la creación literaria presente en los textos clásicos y contemporáneos de los escritores lojanos. De esta manera, Loja ganaría en conciencia lingüística, a efectos de potenciar un legado idiomático y cultural prestigioso, en el ámbito nacional e internacional, como también, elevaría su autoestima como grupo social, llamado a trascender en la historia merced a la cultura, en la vasta y profunda significación del término.
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