El vaquero fantasma Había quien jurase que el jinete montaba un alazán entero; otro, que en melado cenceño, y otro más, que en retinto bragado de cabos blancos; nadie estaba de acuerdo en los pelos y señales de la cabalgadura, pero, todos a una, juraban por sus respectivas ánimas, que a plena luz del día habían visto pasar entre los matorrales al vaquero fantasma a carrera tendida, con el sombrero echado a las espaldas, sujeto por el barboquejo, sin que le estorbaran el paso ni troncos, ni malezas. Algunos aseguraban que se habían topado con él, ya en noches de lluvia y ventarrón, ya en otras serenas y de calma, en veredas y caminos. Las mujeres de las haciendas y ranchos contaban, persignándose, que, a la media noche, sobre todo, se oía la voz del fantasma f antasma imitando el grito peculiar de los vaqueros cuando arrean el ganado: y aquel “¡jo, jo, jooo!” lúgubre y plañidero despertaba ecos en los montes, como voces de ultratumba. Se contaba que el vaquero fantasma era el alma en pena de un ladrón de ganado que arruinó a un viejo hacendado con sus robos, por lo que fue muerto de una lanzada por uno de los hijos del anciano arruinado, y se cuenta que desde la noche siguiente del trágico suceso, comenzó a recorrer las sabanas y los caminos solitarios el alma del muerto, tomando la apariencia de un jinete misterioso.” Ahora les ofrecemos una segunda parte que le hemos adicionado, actualizándola, y que esperamos no la haya desvirtuado: “Con el tiempo, la leyenda se fue olvidando, casi nadie se acuerda de ella, pero la verdad es que el jinete fantasma continúa diariamente recorriendo todos los caminos de nuestra tierra. Unas noches ronda por la Región de los Ríos; otras, por la Chontalpa o la Sierra; y la mayor de las veces, por el Centro. De quienes se han topado con él, automovilistas, camioneros o motociclistas que viajan por las noches, muchos no han vivido para contarlo. Se dice que, de improviso, el jinete atraviesa la carretera o el camino, haciendo que el conductor conductor del vehículo frene y, si viaja sobrio, al sobresaltarse sobresaltarse exclame frases como: „¡Dios mío!‟, „¡Ave María Purísima!‟ o „¡Jesucristo mi salvador!‟, la cosa no pasa del susto. Si por el contrario, maneja ebrio y al ver al jinete aquel, suelta toda clase de improperios y maldiciones, el vaquero fantasma se para frente a él con ojos centelleantes y carcajeándose en forma demoniaca, por lo que presa del terror el viajero acelera enloquecido, terminando su vertiginosa carrera contra un árbol u otro vehículo, perdiendo la vida. ”Nadie lo ha visto, pero se asegura, que q ue el vaquero fantasma se acerca al vehículo accidentado y se lleva en ancas el alma del fallecido. ¿Verdad?, ¿mentira? Pero, si usted usted tiene que viajar esta esta noche por carretera, carretera, es mejor que no tome y se encomiende a Dios, no vaya a toparse con él.”
La mujer de la serpiente En la plazuela conocida como de La Concepción, que hace muchísimos años formaban las calles Vicente Guerrero e Independencia, del viejo barrio de La Punta en la ciudad de Villahermosa, vivió una señora llamada doña Beltrana, madre de una joven de nombre María Violeta, quien era ligera de cascos, por lo que su madre la castigaba a punta de latigazos cuando volvía a casa después de sus nocturnas correrías, sin que lograra encaminarla por la senda de la honestidad. Una noche que María Violeta regresó a su hogar sin haber saciado sus apetitos sexuales, cuando la madre se disponía a imponerle el castigo de rigor, se rebeló contra ella y arrebatándole el látigo se dispuso a usarlo en su contra, pero ante sus aterrorizados ojos y los de su madre, dicho látigo se convirtió en una enorme serpiente que se le enroscó en el cuerpo, quebrándole todos los huesos a su prostituido cuerpo, al que dejó hecho una masa informe y ensangrentada; y reptando, se sumergió en las aguas del cercano río Grijalva donde desapareció. Ante aquel hecho sobrenatural, doña Beltrana quedó muda de espanto y así vivió durante varios meses, pero antes de morir recobró el habla y pudo confesar la causa de la muerte de su hija, a la que la gente del barrio de La Punta, le llamó desde entonces, „la mujer de la serpiente‟.” Y aquí va, a manera de moraleja, un colofón de nuestra autoría: Todos, hijos e hijas debemos portarnos bien, respetar siempre y nunca, por ningún concepto, levantar la mano contra nuestros padres, pues la serpiente de esta leyenda vive en el cauce del río Grijalva y puede volver a salir, para ajustarle cuentas a los malos hijos.”
El duende De tiempo inmemorial se han conocido sinnúmero de historias sobre las apariciones de este singular personaje, al que se define como de la estatura y complexión de un niño delgado de escasos cinco años, portando un enorme sombrero de alas anchas tipo chontal, cuya mayor característica es la de tener los pies al revés, es decir, con los dedos hacia atrás y los talones al frente. Se cuenta que hace muchos años llegó a Tabasco un extranjero que adquirió un rancho por la Región de la Sierra, a quien le contaron todas las historias sobre el famoso duende, describiéndoselo como un espíritu chocarrero que gusta de perseguir a las personas, asustándolas y en ocasiones haciéndoles la vida imposible, y que cuando se enamora de alguna chica la hace sufrir terriblemente, por lo que hay que atraparlo para ahuyentarlo, lo que se logra de la forma siguiente: se deja a su alcance un espejo, una botella de aguardiente y un puro; ya que, al encontrarlos no puede vencer la tentación de fumar y beber, así como observarse detenidamente y hacer muecas f rente al espejo; y cuando está completamente borracho y distraído, se le puede cuerear para ahuyentarlo por completo. El extranjero de referencia se reía de todas aquellas supersticiones de los lugareños y siempre cabalgaba solo y su alma por esos caminos de Dios, en ocasiones a muy altas horas de la noche. Una de esas noches se encontró en una encrucijada, con un niño pequeño que parecía perdido, al que pensó auxiliar llevándolo a la primera casa que encontrara en el camino, para lo que bajó de su cabalgadura que se mostraba sumamente inquieta, alzó al niño y lo colocó sobre la silla de montar, entre la manzana y su cuerpo. Solícito le preguntó al niño dónde vivía, cómo se llamaba y quiénes eran sus padres, pero éste no le respondía. Finalmente, sacando de una de sus árganas una pieza de pan, le preguntó: —¿Tienes hambre, niño? Y el interrogado respondió afirmativamente con un movimiento de cabeza, por lo que el extranjero aquel, volvió a preguntarle: —¿Puedes comer pan? Y el supuesto niño le respondió de la forma siguiente: —Si ya tengo dientitos —mientras le mostraba unos enormes colmillos, al tiempo que se carcajeaba diabólicamente. Nuestro extranjero presa de pánico, lo lanzó al suelo y emprendió una vertiginosa carrera a galope tendido hasta llegar a su rancho, donde les platicó
a sus vaqueros la terrible experiencia vivida. Y, por temor a volverse a encontrar con tan indeseable personaje, vendió su rancho y regresó a su tierra para nunca más volver. ”Bien decía nuestra adorable madrecita: ¡Hay que creer o reventar!” Es todo por hoy amables e hipotéticos lectores, les invitamos a leernos el próximo viernes, en este mismo espacio de su diario vespertino favorito, “El Correo de Tabasco”, si los hados nos resultan propicios y el destino no nos alcanza.
Fantasma de Chico che Es precisamente aquí donde nace una famosa leyenda de la región, pues se cuenta que un personaje que fuera famoso en la década de los setentas se aparece por las noches rondando su tumba, en vida llevo el nombre de Francisco José Hernández mejor conocido como “chico che”, se cuenta que aseguran escuchar música saliente del panteón y ven una silueta de un señor de cabello un poco largo y que mide como 1.75 de altura y comenta que deambula sobre los pasadizos del cementerio, un grupo de investigadores acudieron al lugar y cuentan que un especialista hizo una invocación para saber si “chico che” se encontraba en ese plano y dijo que siempre que se invoca a alguien tienen que decir su nombre tres veces y se empieza a manifestar pero en este caso no hubo respuesta aunque podía sentir su presencia pero lo cual indica que ya esta en otro plano no en este, el ya esta donde tiene que estar, por lo cual las personas que han visto su sombra o que creen a verla visto se puede tratar de una de tantas tumbas que esta en el lugar, en ese momento los investigadores siguieron recorriendo el lugar y escucharon el sonido de un órgano tocando un tema muy conocido en ese lugar los investigadores se dieron cuenta que el sonido no pertenecía a ninguna de las tumbas y descubrieron que el sonido provenía de un reloj que tenia tiempo que esta descompuesto, la especialista comento que el espíritu del cantante no se encontraba atrapado en este plano, pero eso no quiere decir que no hubiera extrañas manifestaciones en este cementerio ya que un vigilante ha visto y escuchado cosas extrañas. Enfermeras del más allá Es una mañana calurosa en la ciudad de Cárdenas Tabasco, el hospital es un lugar que nunca tiene descanso sin embargo a pesar de las intensas jornadas que se pasan allí el ir y venir de enfermos, las enfermeras y los médicos no suelen darse abasto para a tender a todos los que necesitan de su asistencia, el día parece mas tranquilo de lo habitual las enfermeras van de pasillo en pasillo atendiendo los enfermos principalmente aquellos que tienen una mayor posibilidad de salir de las enfermedades que le afligen, desde la helada habitación aquellos que parecen ser los olvidados miran el pasar de las horas si ningún cambio en su estado de salud pensando tan solo en su final, cae la noche todo continua si ningún cambio aquellos enfermos en estado grave que creen que lo único que les continua es su fin, cambia por completo su estado de animo al aparecer frente a ellos unas simpáticas enfermeras que tan solo con verlas transmiten bondad y mucha tranquilidad a todos, estas enfermeras las cuales se pasean por los pasillos y las habitaciones del hospital van
reconfortándoles que todo estará bien puesto que aun no les ha llegado la hora para ir junto con ellas al mas allá. La leyenda de Xtabay Vivían en un pueblo dos mujeres, a una los vecinos apodaban Xkeban, es decir “pecadora”, y a la otra llamaban Utz-Colel, es decir, buena mujer. La Xkeban era muy hermosa, pero continuamente pecaba por amor y deseo. Por tanto, las gentes de moral recta e intachable la despreciaban y se alejaban de ella como cosa de peste. En más de una ocasión tuvieron la intención de lanzarla fuera del pueblo, pero al final prefirieron tenerla a la mano para despreciarla. La UtzColel era virtuosa, recta y austera, así como hermosa. Nunca había hecho un desliz de amor y recibía la estima de todo el vecindario. No obstante sus pecados, Xkeban era muy compasiva y bondadosa ayudaba a los mendigos que se cruzaban con ella, cuidaba a los enfermos abandonados, salvaguardaba a los animales, era humilde de corazón y sufría resignada los insultos de la gente. Aunque físicamente virtuosa, Utz-Colel era rígida y dura de carácter, despreciaba a los humildes por considerarlos inferior a ella y los enfermos le causaban repugnancia. Su vida era recta como un palo, pero su corazón era de serpiente. Un día, los vecinos no vieron salir de su casa a la Xkeban, pasó otro día y la misma cosa y otra y otra. Se pensó que Xkeban había muerto, en la soledad, con los animales cuidando su cuerpo, lamiendo sus manos y espantando a las moscas. El perfume que emanaba de su cuerpo se percibió por todo el pueblo. Cuando la noticia llegó a oídos de la Utz-Colel, se rió con desdén. Es imposible que el cuerpo de una gran pecadora, libere este perfume, dijo. En lugar hederá a carne podrida. Pero curiosa como toda mujer quiso percatarse por sí misma sobre este rumor. Fue al lugar y sintió el aroma perfumado, dijo al fin con sarcasmo “Debe de ser cosa del diablo para engañar a los hombres”, y añadió “Si el cuerpo de esta mujer pecadora huele tan aromáticamente, mi cadáver olerá mejor en su momento”. Al entierro de la Xkeban sólo asistieron los humildes que había ayudado y los enfermos a quien había curado, pero por donde cruzó el cortejo quedo impregnado el perfume, al día siguiente amaneció la tumba cubierta de flores silvestres. Poco después la Utz-Colel falleció, había muerto virgen y probablemente según la gente el cielo se abriría inmediatamente para recibir su alma. Pero ¡OH SORPRESA! contra lo que ella en su momento pensó al igual que todos, su cuerpo comenzó a desprender un hedor insoportable, como carne podrida de varios días. El vecindario lo atribuyó a malas artes del demonio, y acudieron a su entierro llevando ramos de flores para adornar su tumba, flores que en la madrugada desaparecieron, “malas artes del diablo" se dijo.
Siguió pasando el tiempo, y es sabido que después de la muerte de la Xkeban esta se convirtió en una flor de dulce, sencilla llamada Xtabentun simple y fragante. El jugo de esta flor embriaga dulcemente tal como embriago en vida el amor de Xkeban. En cambio, Utz-Colel después de su muerte se convirtió en la flor TZACAM, un cactus erizado de espinas del que brota una flor, hermosa pero sin perfume, en cambio tiene mal olor y al tocarla es fácil pincharse. Convertida la mujer en la flor de TZACAM se puso a reflexionar, celosa en extremo de Xkeban y al final llegó a la conclusión de que probablemente debido a que sus pecados eran de amor, fue que todo lo bueno le sucedió después de muerta. Así es que decidió imitarla entregándose al amor. Sin darse cuenta de que si las cosas habían pasado así fue por la bondad del corazón de la Xkeban, quien dio amor por puro impulso natural y generoso. Acudieron entonces en su ayuda los malos espíritus, la Utz-Colel consiguió la gracia de regresar al mundo cada vez que quería, asi es que se convirtió de nuevo en una mujer para seducir a los hombres, pero con amor nefasto, porque la extrema dureza de su corazón no le permitía otro. Bueno, se sabe que ella es la mujer Xtabay que emerge del TZACAM, la flor de cactus punzador y rígido, cuando ve a un hombre, vuelve a la vida y se coloca bajo la ceiba peinando su cabello largo con un pedazo de TZACAM con puntas erizadas. Sigue a los hombres hasta que los atrae, los seduce y finalmente los mata en el frenesí de un amor infernal.
Los Chaneques Oxolotán, pueblo zoque bañado por las verdes y turbulentas aguas del río de la sierra, oculta entre los cerros la magia de acontecimientos legendarios de una raza cuyo origen conserva el deseo propio del hombre entre el saber y el enseñar, que le permite expresar en cada elemento de la naturaleza la variedad de significaciones que envuelve a los sentidos. La magia de la selva invita a la búsqueda y al encuentro con lo desconocido. El espíritu de su pueblo aún conserva los vestigios de la tradición prehispánica en los testimonios silenciosos de los muros del convento Dominico y sus leyendas. En Oxolotán aún se conserva la tradición ancestral del respeto al consejo patriarcal del clan, que guarda y revela a las nuevas generaciones la sabiduría de los tiempos y los secretos de la vida. Las palabras del abuelo en los oídos de su nieto Eustaquio habrían de marcar la existencia del niño con los significados de las leyendas que en su infancia guardaría. Las sombras de la tarde en languidez se alargaban de la choza de don Celestino hasta el río y hasta las faldas de los cerros que la rodeaban, por eso, el pequeño Eustaquio cerraba la puerta, acercaba el butaque al fogón, mientras el abuelo enrollaba el tabaco, y Lluvia, la madre del niño, preparaba la cena, calentaba la tortilla de frijol y al ritmo del molinillo hacia la bebida para su padre. Después vendría el relato sin tiempo que el abuelo guardaba para su nieto, en donde transmitiría la magia del monte con sus duendes como legado ancestral de su pueblo. Sentado en el suelo, Eustaquio se acomodó con la cabeza sobre las piernas de don Celestino. Una a una las palabras fueron cayendo, abriendo el consejo para dar paso a la leyenda. —"Hijo, ya estás crecidito y atiende lo que te digo: cuando tu mamá te dice que no juegues dentro del monte, hazle caso porque ése es un lugar donde existen los chaneques. Pronto tendrás que acompañar a tu papá por el monte a la siembra y a la caza y tienes que aprender los secretos de la selva para que siempre regreses y no te pierdan." —"¿Y por qué me han de perder los chaneques abuelito?", preguntó aquella vez el niño con la inocencia de sus escasos cinco años de edad. —"¡Ah! -Porque los chaneques son dueños del monte y les gusta perder a la gente cuando les macheteamos su acahual, o cuando pasamos por la ceiba donde juegan." —"Abuelo, ¿cómo son los chaneques? ¿Los has visto?— El niño alejó su jícara y se pendió al relato del abuelo con el mismo encanto de los duendes. Sus ojos dilatados y sus oídos alerta se avivaron ante el deseo de saber todo sobre aquellos personajes místicos.
El abuelo mordió el tabaco, lanzó un escupitajo y prosiguió. —"Así es hijito, yo los he visto, una vez fui con mi padre a buscar a un curandero porque a mi hermano Encarnación -se llamaba igualito a tu papá—, a ése lo perdieron los duendes y lo encontramos a los tres días arañado y roto de la ropa de tanto caballito que le dieron, sólo recordaba que lo hacían brincar los acahuales y l os zarzales, estaba como loco, pero el curandero lo rameó con un gajo de jícaro y lo bañaron en el río, le dieron de beber albahaca por nueve días y lo cuartearon hasta que regresó su espíritu, pero los chaneques lo venían a buscar. Son como de tu tamaño, andan desnudos, se ríen con unos dientes como palillos, tienen los pies al revés como las pezuñas del burro, las chanequitas tienen la trenza larga hasta el suelo y te hacen cosquillas; parecen niños traviesos y te dicen que los sigas y te van llevando y llevando hasta que te pierden y ya no puedes regresar, estás vuelta y vuelta en el mismo lugar. Son enamorados y se llevan a las muchachas, las atontan y luego hay que curarlas en la misma forma. Ellos hacen sus maldades de acuerdo con el lugar donde estén, si en el campo encuentran un caballo lo toman para jugar, le trenzan y enredan la crin y la cola y lo carrerean a reventar. "—¡Ah! Pero también los puedes desencantar y alejarlos de los caminos. Escucha: si te los encuentras, quítate la ropa, póntela al revés y camina en sentido contrario a sus huellas, sólo así reencuentras el camino. Luego vuelves y les pones bajo la ceiba juguetes, tabaco, perfumes, un carrete de hilo, peines, espejo, trago y les cuelgas una hamaca de bejucos y hoja de tanai y cuando el chaneque se canse de jugar, se emborrache y se duerma, lo amarras con jolosin, lo cuereas con otro mecate hasta que te canses y después lo sueltas. Así, el encanto estará roto y tu camino estará libre. Ese es el secreto, ni el cura con rezos y agua bendita lo puede correr porque se le desaparece y luego regresa." El viejo así cumplía con su misión, sentía alcanzar la plenitud al otorgar en cada tarde los secretos de la vida a aquel niño para enfrentarse a la naturaleza, pues a su vez éste representaba la continuidad de su estirpe y él era el portavoz de los deseos más profundos de la familia. Por su parte, Eustaquio supo que los personajes que dramatizan en la vida, que son dueños de atributos sobrenaturales, que distribuyen la vida y la luz en razón a la naturaleza, son a la medida del hombre y poseen sentimientos y pasiones que los hacen vulnerables. Vencerlos significa imponerse a la naturaleza en su omnipotencia y perfección, lo cual permite abrir los caminos a la conquista del saber.
Chocha o puerca con chancletas Que en aquellos años, cuando se empezaba a fundar el centro de este municipio, alli por el mercado viejo, para arriba por donde hoy es la colonia Cocoyol, eran solo acahuales, eran caminos leñeros, donde los chavos los mandaba a traer la leña, pero estos no podian trabajar en esa zona del monte, porque se les aparecia una puerquita o Choca como aqui se le dice a este animalito y los espantaba. Los asustados chamacos les contaban a sus padres y amigos que la marrana o Chocha traia en sus patas unas chanclas de hule, las cuales se les conoce aqui como chancletas, pero nada de eso era cierto señala nuestro entrevistado, la puerca era que muy enojada porque llegaban a hacerle maldad los chamacos, los espantaba y era el golpeteo de sus orejas que asemejaba el ruido que hacen las sandalias o chanclas cuando se camina con ellas, pero esta otra historia se sigue contando por todo el pueblo y muchos chavos lo creen y se asustan cuando ven a una chocha enojada que pega tremendos chillidos. Bruja Blanca La tia Nati o Nata, como la conocia la gente les provocaba miedo a todos, incluyendo a los cazadores que salian por la noche a cazar animales de monte, porque de repente aseguraban que se les aparecia con figura de animal y por mis disparos que le hacian al supuesto animal, nunca le atinaban, luego solo escuchaban las carcajadas, risas de la bruja de la Isla, asegura que todavia hay muchos descendientes de esos hechiceros que heredaron el don de curar, como de hacerle males a las personas por dinero, explica que asi como existe el bien, existe el mal por lo que comentan no hay que confiarse amigo, la brujeria existe como lo blanco y lo negro, como la noche y el dia.
La virgen de cupilco Su iglesia está pintada con alegres colores e imágenes llenas de ingenuidad. La Virgen de la Asunción que ahí se venera tiene su leyenda. Cuentan que unos pescadores la encontraron en una barca en el mar, y se la llevaron a Cupilco, donde la veneraron, y luego continuaron su viaje hacia Ayapa. Ahí le rindieron homenaje y cerraron la iglesia durante la noche. Al día siguiente se encontraron con la sorpresa de que la Virgen se había movido y que su frente apuntaba en dirección de Cupilco. Los ancianos del poblado decidieron llevarla de un poblado a otro, pero la imagen siempre amanecía mirando hacia Cupilco; hasta que acordaron darle gusto y la llevaron a su actual templo, donde se quedó muy feliz, haciendo muchos milagros. Los días 30 de cada mes, en una ceremonia llena de ternura y cariño, las mujeres del pueblo la bajan del altar, la limpian con aceite perfumado y le cambian su vestido.