La época colonial hasta 1760 Cuauhtémoc Díaz González Domínguez En el ensayo “La época colonial hasta 1760”, Bernardo García Martínez considera como considera como la segunda etapa de la historia de nuestro país a la colonia, que es un proceso histórico que comprende de 1521 a 1821, aunque las fechas cambian desde la perspectiva histórica que se analice; es decir, historia económica, social, ambiental. De la conquista a la independencia existieron varias fases, la primera la ubica de 1519 a 1610, es el periodo fundacional, que inicia con la tercera expedición organizada por Hernando Cortés, que sale de Cuba ya con tintes bélicos. Con la fundación del cabildo de Veracruz, Cortés organiza autónomamente el proceso de conquista, que tiene su punto máximo con la toma de Tenochtitlán, pero no concluye con ese hecho, sino que es a partir de esa situación que comienza la ocupación -de lo que después será conocida como la Nueva España- de los diversos señoríos, tanto de la Triple Alianza, como los independientes, algunos tan importantes como el reino de Michoacán. Se estableció entonces una relación de dominio entre los conquistadores españoles y los Señoríos, los que no obstante continuaron siendo cuerpos políticos con su propio gobierno y la recaudación de tributos, pero a los que ahora se había agregado la figura del encomendero; quien estaba obligado a mantener los avances victoriosos que había tenido la corona. A la par que en la península Ibérica se instauraba un gobierno central, el reino de la Nueva España se va legitimando como el heredero de la anterior Triple Alianza, muestra de ello es la reedificación de la ciudad de México que se convertirá en la capital del nuevo territorio conquistado. La necesidad de conformar cargos administrativos de la Corona se refleja en la llegada de los llamados Pobladores, españoles peninsulares que fundan numerosos centros de población y lo cual, a su vez, activa el intercambio de animales y productos al Nuevo Mundo. Además de los pobladores, arribaron a América las órdenes mendicantes, con el fin de evangelizar a los paganos, pues en cierta forma, la conversión era un fin que justificada en gran medida la invasión y conquista. Trabajaron con el apoyo de los encomenderos para
difundir las prácticas cristianas como el bautismo o la veneración de los santos; además de reglamentar la moral sexual entre los nativos. Se habla de una consolidación de la conquista que duró treinta años, de 1530 a 1560, y los aspectos que destacan son la instauración de una relativa paz, con excepciones como la guerra del Mixtón, en el actual Jalisco; los conquistadores comienzan a ser deslazados del poder y son reemplazados paulatinamente por hombres letrados en los puestos más altos del gobierno. La representación del gobierno monárquico de la Península se hizo valer con la creación de la figura del Virrey en 1535. Los señoríos, que habían permanecido casi inalterados en los primeros años, se adhirieron al sistema colonial al organizarlos de manera corporativa como los cabildos castellanos, además se unificó la carga tributaria y se congregaron los habitantes en asentamientos urbanos con la distribución de edificios y viviendas que subsiste hasta la actualidad; lo que ayudó al desarrollo de la evangelización, pues cada pueblo tenía como edificación central un templo con sus respectivo santo patrono, además de que los frailes canalizaron parte de la carga tributaria para los gastos del culto. Aun cuando había restricciones, la inmigración española fue en tal número (cerca de 20 mil a mediados de siglo) que la fundación de ciudades pronto fue notable, Valladolid, Antequera de Oaxaca, Guadalajara, Mérida con sus respectivos cabildos. Además del proceso urbanizador, otro, el mestizaje – biológica y culturalmente-fue siendo evidente. En lo que se refiere a la expansión el rasgo más importante en este periodo fue la expansión hacia el norte que a su vez propició la existencia de nuevas áreas de cultivo y el desarrollo de la ganadería. Para 1600 casi la cuarta parte de la población era de origen hispánico, la labor de los frailes fue siendo sustituida por el clero secular y los antiguos encomenderos y caciques quedaron completamente excluidos. Nuevas rutas comerciales se establecieron de Acapulco tanto a las posesiones sudamericanas como a Asia, concretamente a Manila en 1571. La explotación minera que comenzó a tener auge, sobre todo en la extracción de plata, sirvió para cubrir los gastos de la empobrecida y mal gobernada España que intentaba reponerse de la derrota de la Armada Invencible en 1588. El periodo de madurez y autonomía (1610-1760) fue cuando los criollos como grupo comienzan a ser no sólo visibles sino que empiezan su ascenso a posiciones
administrativas. También es el etapa del florecimiento cultural, con la consolidación de colegios religiosos y la universidad, además da inicio una conciencia de identidad novohispana con autores como Balbuena Grandeza mexicana, Fernando de Alva Ixtlixóchitl, Sor Juana Inés de la Cruz, Carlos de Sigüenza y Góngora entre otros. Elementos netamente mexicanos surgieron del mestizaje cultural, el vestido, la comida, la música, la difusión por toda Nueva España del culto de la Virgen de Guadalupe. Surgen las haciendas con trabajadores libres llamados peones, que ayudaron al establecimiento de núcleos poblacionales de mestizos. Además los propietarios en general eran mayoritariamente criollos. Ingleses, franceses y holandeses, en este periodo, dan una sacudida a las posesiones españolas en América. Los ingleses tomaron Jamaica (1655) y se asentaron en Tabasco y Belice, además de La Habana (1692) lo que reflejó la decadencia marítima imperial y por consiguiente el ascenso bélico de las otras potencias europeas. El periodo final comprende de 1715 a 1760 y tiene como antecedente primero el ascenso de la dinastía borbónica en España, lo que aseguró un periodo de paz con Francia, no así con Inglaterra que por el Tratado de Utrecht obtuvo el derecho exclusivo de llevar esclavos africanos a América. La conquista de Tamaulipas o Nuevo Santander y el Nayar, fueron los grandes espacios vacíos que terminaron por consolidar el territorio de la Nueva España en el siglo XVIII, en el que ya puede hablarse de un país con suficiente solidez y en el que la élite criolla se formulaba una preocupación de identidad americana.