Lazos de familia Clarice Lispector
Os laços de família, (Lazos de Familia, 1960)
La mujer y la madre, finalmente, se acomodaron en el taxi que las llevaría a la Estación. La madre contaba y recontaba las dos maletas intentando convencerse de que ambas estaban en el carro. La hija, con sus ojos oscuros, a los que un ligero estrabismo daba un continuo brillo de burla y frialdad, la observaba. —¿o me he olvidado de nada! —"reguntaba la madre, "or tercera ve#. —o, no, no se olvidó de nada —contestaba la hija, divertida, con "aciencia. $odavía estaba bajo la im"resión de la escena medio cómica entre su madre y su marido, a la hora de la des"edida. %urante las dos semanas de visita de la vieja, los dos a"enas si se habían so"ortado& los buenos días y las buenas tardes sonaban a cada momento con una delicade#a cautelosa que la hacía querer reír. 'ero he ahí que a la hora de la des"edida, antes de entrar en el taxi, la madre se había transformado en suegra ejem"lar y el marido se tornaba en buen yerno. ('erdone alguna "alabra mal dicha), había dicho la vieja se*ora, y +atalina, con algo de alegría, vio a ntonio, sin saber qu- hacer con las maletas en las manos, tartamudear, "erturbado con ser el buen yerno. (i me río, ellos han de "ensar que estoy loca), había "ensado +atalina, frunciendo las cejas. (/uien casa a un hijo "ierde un hijo, quien casa a una hija gana otro hijo), aseguró la madre, y ntonio había a"rovechado su gri"e "ara toser. +atalina, de "ie, observaba con malicia al marido, cuya seguridad se había desvanecido "ara dar "aso a un hombre moreno y menudo, for#ado a ser el hijo de aquella mujercita gris0cea... 1ue entonces que las ganas de reír se hicieron m0s fuertes. 1eli#mente, nunca necesitaba reír cuando tenía deseos de reír2 sus ojos tomaban una ex"resión astuta y contenida, se tornaban m0s estr0bicos y la risa salía "or los ojos. iem"re dolía un "oco ser ca"a# de reír. reír. 'ero nada "odía "odía hacer en contra2 desde "eque*a había reído "or los ojos, desde siem"re había sido estr0bica. —3uelvo a decirte que el ni*o est0 delgado —dijo la madre resistiendo los saltos del carro 4 a "esar de que ntonio no estaba "resente, ella usaba el mismo tono de desafío y acusación que em"leaba delante de -l. $anto que una noche, ntonio se había agitado2 —5o es cul"a mía, everina6 7l llamaba a la suegra everina, "ues desde antes del casamiento habían "royectado ser suegra y yerno modernos. Luego, en la "rimera visita de la madre a la "areja, la "alabra everina se había tornado difícil en la boca del marido y ahora, entonces, el hecho de llamarla "or el nombre no había im"edido que... +atalina los miraba y reía. —El chico siem"re fue delgado, mam0 —le res"ondió. El taxi avan#aba monótono. —%elgado y nervioso —agregó la se*ora con decisión. —%elgado y nervioso —asintió +atalina, "aciente. Era un ni*o nervioso, distraída %urante la visita de la abuela se había tornado a8n m0s distante, dormía mal, "erturbado "or las excesivas caricias y "or los "elli#cos de amor de la vieja. ntonio, que nunca se había "reocu"ado es"ecialmente con la sensibilidad del hijo, "asó a lan#ar indirectas a la suegra, ("ara "roteger a una criatura)... criatura)... —o me olvid- de nada... —recomen#ó la madre, cuando una trenada s8bita del carro las lan#ó una contra la otra e hi#o que se des"e*aran las maletas—. 5h6, 5hí —exclamó —exclamó la madre madre como en un desastre irremediable—, irremediable—, 5ah6 —decía, —decía, balanceando la cabe#a, sor"rendida, de re"ente envejecida y "obre. ¿4 +atalina! +atalina miraba a la madre y la madre miraba a la hija, ¿y tambi-n a +atalina le había ocurrido un desastre! us ojos "ar"adearon sor"rendidos, ella arreglaba de "risa las maletas, la bolsa, buscando remediar la cat0strofe lo m0s r0"idamente "osible. 'orque de hecho había sucedido algo, sería in8til ocultarlo2 +atalina había sido lan#ada contra everina, en una intimidad de cuer"o hace mucho olvidada, venida del tiem"o en que se tiene "adre y madre. "esar de que nunca se habían realmente abra#ado o besada %el "adre, sí, +atalina siem"re había sido m0s amiga. +uando la madre les llenaba los "latos, oblig0ndolos a comer demasiado, los dos se miraban "ar"adeando, cóm"lices y la madre ni lo notaba. 'ero des"u-s del choque en el taxi y des"u-s de que se arreglaron, no tenían de qu- hablar, ¿"or qu- no lle gaban ya a la estación! —¿o me olvid- de nada! —"reguntó la madre con vo# resignada.
+atalina ya no quería mirarla ni res"onderle. —5$oma tus guantes6 —le dijo, recogi-ndolos del "iso del taxi. —5h6, 5ah6, 5mis guantes6 —exclamaba la madre, "er"leja. ólo se miraron realmente cuando las maletas fueron colocadas en el tren, des"u-s de intercambiados los besos2 la cabe#a de la madre a"areció en la ventanilla. +atalina vio entonces que su madre e staba envejecida y tenía los ojos brillan tes. El tren no "artía y ambas es"eraban sin tener qu- decirse. La madre sacó el es"ejo de su bolso y examinó su sombrero nuevo, com"rado en la misma sombrerería donde su hija los com"raba. e miraba com"oniendo un aire excesivamente severo, en el que no faltaba cierta admiración "or sí misma. La hija la observaba divertida. adie m0s "uede amarte sino yo, "ensó la mujer riendo "or los ojos& y el "eso de la res"onsabilidad le dio a la boca un gusto a sangre. +omo si (madre e bija) fuesen vida y re"ugnancia. o, no se "odía decir que amaba a su madre. u madre le dolía, era esa La vieja había guardado el es"ejo en el bolso y la miraba sonriendo. El rostro gastado y todavía bastante vivo "arecía esfor#arse "or dar a los otros alguna im"resión de la que el sombrero formaba "arte. La cam"anilla de la estación sonó de re"ente, hubo un movimiento general de ansiedad, varias "ersonas corrieron "ensando que el tren ya "artía2 (59am06), dijo la mujer. (5+atalina6), dijo la vieja. mbas se miraban es"antadas& la maleta en la cabe#a de un maletero les interrum"ió la visión y un muchacho que corrió al "asar junto a +atalina la tomó del bra#o, desarregl0ndole el cuello del vestido. +uando "udieron verse de nuevo, +atalina estaba dominada "or la urgencia de "reguntarle a su madre si no había olvidado nada... —...¿o olvid- nada! —"reguntó la madre. $ambi-n a +atalina le "arecía que habían olvidado algo y ambas se miraban atónitas, "orque si realmente algo habían olvidado, ahora ya era demasiado tarde. :na mujer arrastraba a una criatura, la criatura lloraba, nuevamente sonó la cam"anilla de la estación... (9am0), dijo la mujer. ¿/u- cosa habían olvidado decirse una a la otra!& ahora ya era demasiado tarde. Les "arecía que un día debían haberse dicho así2 (soy tu madre, +atalina). 4 ella debería haber res"ondido2 (y yo soy tu hija). —5+uídate de las corrientes de aire6 —gritó +atalina. —5'ero, muchacha, no soy m0s una criatura6 —dijo la madre sin dejar de "reocu"arse de su "ro"ia a"ariencia. La mano "ecosa, un "oco tr-mula, acomodaba con delicade#a el ala del sombrero y +atalina tuvo, s8bitamente, ganas de "reguntarle si había sido feli# con su "adre. —5%ale recuerdos a la tía6 —gritó. —5í, sí6 —9am0 —dijo +atalina, mientras un largo silbato se había escuchado y en medio del humo ya las ruedas se movían. —5+atalina6 —dijo la vieja con la boca abierta y los ojos es"antados, y a la "rimera sacudida la hija la vio llevarse las manos al sombrero2 -ste se le había caído hasta la nari#, dejando a"arecer a"enas la nueva dentadura. El tren ya marchaba y +atalina hada se*as. El rostro de la madre desa"areció un instante y rea"areció ya sin el sombrero, el mo*o deshecho, cayendo en mechas blancas sobre los hombros como las de una doncella —el rostro estaba inclinado, sin sonreír, tal ve# sin siquiera mirar a la hija distante. En medio del humo, +atalina comen#ó a caminar de regreso, las cejas fruncidas y en los ojos la malicia "ro"ia de los estr0bicos. in la com"a*ía de la madre, había recu"erado el modo decidido de caminar2 sola, le era m0s f0cil. lgunos hombres la miraban, ella era dulce, un "oco "esada de cuer"o. +aminaba serena, moderna en los trajes, los cabellos cortos, te*idos de color caoba. 4 de tal manera se habían dis"uestos las cosas que el amor doloroso le "areció la felicidad —todo estaba tan vivo y tierno a su alrededor, la calle sucia, los viejos tranvías, cascaras de naranja—2 la fuer#a fluía y refluía en su cora#ón con "esada rique#a. Estaba muy bonita en ese momento, tan elegante& integrada en su -"oca y en la ciudad en donde había nacido como si la hubiese elegido. En los ojos bi#cos cualquier "ersona adivinaría el gusto que tenía esa mujer "or las cosas del mundo 9iraba a las "ersonas con insistencia, "rocurando fijar en aquellas figuras mutables su "lacer todavía h8medo de l0grimas "or la madre. e desvió de los carros, consiguió a"roximarse al bus burlando la cola, mirando con ironía& nada im"edía que esa "eque*a mujer, que andaba bamboleando los cuadriles, subiese otro misterioso "elda*o en sus días. El ascensor #umbaba en el calor de la "laya. brió la "uerta del a"artamento mientras se liberaba del sombrerito con la otra mano& "arecía dis"uesta a go#ar de la liberalidad del mundo
entero, camino abierto "or su madre y que l e ardía en el "echa ntonio a"enas levantó los ojos del libra La tarde del s0bado siem"re había sido (suya) y, en seguida, tras la "artida de everina, -l la retomaba con "lacer, junto al escritorio. —¿(Ella), se fue! —í se fue —res"ondió +atalina em"ujando la "uerta de la habitación de su hija 5h, sí6, allí estaba el ni*a "ensó con s8bito alivia u hija %elgado y nerviosa %esde que se "usiera de "ie había caminado con firme#a& "ero casi a los cuatro a*os hablaba como si desconociera los verbos2 constataba las cosas con frialdad, no las ligaba entre sí. llí estaba -l meci-ndose en la toalla mojada, exacto y distante. La mujer sentía un calorcillo agradable y le habría gustado "render al ni*o "ara siem"re en este momento& le quitó la toalla de las manos en se*al de censura2 5este chico6 'eto el ni*o miraba indiferente al aire, comunic0ndose consigo misma Estaba siem"re distraída $odavía nadie había conseguida verdaderamente, llamarle la atención. La madre sacudía la toalla en el aire e im"edía, con su volumen, la visión de la habitación2 (mam0), dijo el chica +atalina se volvió r0"ida. Era la "rimera ve# que -l decía (mam0) en ese tono y sin "edir nada. ;abía sido m0s que una constatación2 (5mam06) La mujer continuó sacudiendo la toalla con violencia y "regunt0ndose a qui-n "odría contar lo que había sucedido, "ero no encontró a nadie que "udiera entender lo que ella no "odía ex"licar. rregló la toalla con vigor antes de colgarla "ara secar. $al ve# "udiese contar, si cambiaba la forma. +ontaría aquello que el hijo dijera2 (9am0, ¿qui-n es %ios!) o tal ve#2 (9am0, ni*o quiere a %ios). $al ve#. ólo en símbolos cabría la verdad, sólo en símbolos la recibirían. +on los ojos sonriendo "or su mentara necesaria y, sobre todo, "or su "ro"ia tontería, huyendo de everina, ines"eradamente, la mujer rió de verdad "ara el ni*o, no sólo con los ojos2 todo su cuer"o rió quebrado, quebrando las ataduras, y una as"ere#a a"areció como una ronquera. 1ea, dijo entonces el ni*o, examin0ndola. —53amos a "asear6 —res"ondió rubori#0ndose y tom0ndole de la mano. 'asó "or la sala, sin detenerse avisó al marido2 —53amos a salir6 4 gol"eó la "uerta del a"artamento. ntonio a"enas tuvo tiem"o de levantar los ojos del libro y sor"rendido es"iaba la sala vacía. (5+atalina6), llamó, "ero ya se escuchaba el ruido del ascensor descendiendo. ¿ dónde fueron!, se "reguntó inquieto, tosiendo y son0ndose la nari#. 'orque el s0bado era suyo, "ero -l quería que su mujer y su hijo estuvieran en casa mientras -l tomaba su s0bado (5+atalina6), llamó aburrido aunque su"iera que ella ya no "odría escucharla e levantó, fue hasta la ventana y un segundo des"u-s vio a su mujer y a su rujo en la acera. Los dos se habían detenido, la mujer tal ve# decidía el camino a seguir. 4 de s8bito, "usi-ronse en marcha. ¿'or qu- caminaba ella tan decidida, llevando al ni*o de la mano! %esde la ventana veía a su mujer agarrando con fuer#a la mano del "eque*o y caminando de "risa, los ojos fijos adelante& y, a8n sin verlo, el hombre adivinaba su boca endurecida. La criatura, no se sabía "or qu- oscura com"rensión, tambi-n miraba fijo hacia delante, sor"rendida e ingenua. 3istas desde arriba, las dos figuras "erdían la "ers"ectiva familiar, "arecían achatadas contra el suelo y m0s oscuras a la lu# del mar. Los cabellos del chico volaban... El marido se re"itió la "regunta que, a8n bajo su inocencia de frase cotidiana, lo inquietó2 ¿a dónde van! 3eía, "reocu"ado, que su mujer guiaba a la criatura y temía que en ese momento, en que ambos estaban fuera de su alcance, ella transmitiese a su hija., "eto ¿qu-! (+atalina), "ensó, (+atalina, 5esta criatura todavía es inocente6) En qu- momento es que la madre, a"retando una criatura, le daba esta "risión de amor que se abatiría "ara siem"re sobre el futuro hombre. 90s tarde su hijo, ya hombre, solo, estaría de "ie, frente a esta misma ventana, gol"eando con los dedos esta vidriera& "reso.
un ingeniero. 4 sabía que si la mujer a"rovechaba de la condición de un marido joven y lleno de futuro, tambi-n la des"reciaba, con aquellos ojos atontados, huyendo con su hijo nervioso y delgado. El hombre se inquietó. 'orque no "odría seguir d0ndole sino eso2 m0s -xito. 4 "orque sabía que ella lo ayudaría a conseguirlo y odiaría lo que consiguieran. sí era aquella mujer calmada de treinta y dos a*os que nunca hablaba la verdad, como si hubiese vivido siem"re. Las relaciones entre ambos eran tranquilas. veces -l "rocuraba humillarla, entraba en la habitación mientras ella se cambiaba de ro"a, "orque sabía que ella detestaba ser vista desnuda. ¿'or qurequería humillarla! in embargo, -l sabía bien que ella sólo sería de un hombre mientras fuese orgullosa. 'ero se había habituado a tornarla femenina de esta manera2 la humillaba con ternura, y ya ahora ¿ella sonreía sin rencor! $al ve# de todo eso hubiesen nacido sus relaciones "acificas y aquellas conversaciones en vo# tranquila que formaban la atmósfera del hogar "ara la criatura. ¿< -sta se irritaba a veces! lgunas veces el ni*o se irritaba, "ataleaba, gritaba durante las "esadillas. ¿%e dónde había nacido esta criaturita vibrante, sino de lo que su mujer y -l habían cortado de la vida diaria! 3ivían tan tranquilos que, si se a"roximaba un momento de alegría, ellos r0"idamente se miraban, casi irónicos y los ojos de ambos decían2 no vamos a gastarlo, no vamos a usarlo ridículamente. +omo si hubiesen vivido desde siem"re. 'ero -l la había visto desde la ventana, la vio caminar de "risa, de manos dadas con el hijo, y se había dicho2 ella est0 tomando sola este momento de alegría. e había sentido frustrado "orque desde hacía mucho no "odía vivir sino con ella. 4 ella conseguía tomar sus momentos, sola. 'or ejem"lo, ¿qu- había hecho su mujer entre la salida del tren y su llegada al a"artamento! o era que sos"echase de ella, "ero se inquietaba. La 8ltima lu# de la tarde estaba "esada y se abada con gravedad sobre los objetos. Las arenas cre"itaban secas. El día entero había estado bajo esa amena#a de irradiación. /ue en ese momento, aunque sin estallar, se ensordecía cada ve# m0s y #umbaba en el ascensor ininterrum"ido del edificio. +uando regresase +atalina, ellos cenarían es"antando a las mari"osas. El ni*o gritaría en su "rimer sue*o, +atalina interrum"iría un momento la cena... ¿y el ascensor no se detendría ni siquiera un instante! o, el ascensor no se detendría un instante. —%es"u-s de cenar iremos al cine —resolvió el hombre. 'orque des"u-s del cine sería finalmente noche y este día se quebraría con las olas en las rocas del r"oador.