laura gutman - amor o dominacion los estragos del patriarcado

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ndice Portadilla Legales Dedicatoria Palabras preliminares Capítulo Capítu lo 1 - El Patriarcado y otros otros sistem s istemas as Capítulo Capítu lo 2 - El enorm enormee problem pr oblemaa del maltrato en los partos p artos Capítulo Capítu lo 3 - Represión Repres ión sexual: sexual: la herramienta herramienta perfecta del Patriarcado Patriar cado Capítulo 4 - El abuso sexual: otro recurso indispensable del Patriarcado Capítulo 5 - El abuso sexual: otro recurso indispensable del Patriarcado Capítulo Capítu lo 6 - Distancia emocional emocional disfraz dis frazada ada de sexu s exualida alidadd libre li bre Capítulo 7 - Abuso materno y desvitalización masculina Capítulo Capítu lo 8 - De niñas abusadas a madres ent entregadoras regadoras Capítulo 9 - ¿Y ahora qué hacemos?



























Amor o dominación Los estrag est ragos os del Patriarcado LAURA GUTMAN



























Dedico Dedic o este es te libro a mis hijo s Micaël, Mica ël, Maïara M aïara y Gaia. Gaia .



























Gutman, Laura Amor o dominación : los estragos del patriarcado / Laura Gutman ; coordinado por Mónica Piacentini ; dirigido por Tomás Lambré. - 1a ed. - Buenos Aires: Del Nuevo Extremo, 2014. E-Book. ISBN 978-987-609-374-3 1. Psicología. 2. Familia. I. Piacentini, Mónica, coord. II. Lambré, Tomás, dir. III. Título CDD 150 © 2012, Laura Gutman © 2012, de esta e sta edición: edici ón: Editorial del d el Nuevo Extrem Extremoo S.A. A.J.Carranza 1852 (C1414 COV) Buenos Aires Argentina Tel / Fax: (54 11) 4773-3228 e-mail: e-mail: editorial@delnu editorial @delnuevoext evoextrem remo.com o.com www.delnuevoextremo.com ISBN: 978-987-609-374-3 Primera edición abril de 2013 Reservados todos los derechos. d erechos. Ningun Ningunaa parte de esta publicación puede ser reproducida, r eproducida, almacenada o transmitida por ningún medio sin permiso del editor. Hecho Hecho el depósito que marca marca la ley l ey 11.723



























Palabras preliminares preliminares Las personas tenemos muchos problemas y queremos solucionarlos. Habitualmente tenemos la sensación que que “sin” “s in” esos problemas, seríam serí amos os más felices. Pretendemos Pretendemos que esos problem proble mas desaparezcan, que alguien cambie, que las cosas sucedan de otro modo. Adherimos al pensamiento mágico suponiendo suponiendo que las cosas pueden cambiar cambiar y enton entonces ces sí s í sería s eríam mos capaces ca paces de vivir vi vir felices. Lo que me resulta más llamativo es que no nos hacemos cargo ni nos sentimos responsables respecto a eso que generamos. Seguimos esperando –cual niños– que sean los otros adultos quienes nos cuiden y quienes finalmente se den cuenta de que somos merecedores de cariño y atención privilegiada. Pasa que eso es justamente lo que no sucedió cuando efectivamen e fectivamente te fuimos niños. Y eso que no sucedió es lo que ahora fantaseamos que tenemos derecho a recibir. Si soy un hombre casado, quiero que mi mujer me reciba con un abrazo y un rico plato servido en la mesa. Si soy mujer, espero que mi esposo solo me tenga presente a mí en su abanico de preocupaciones y colme cualquier necesidad personal. Si soy soltera/o, espero esp ero encontrar encontrar un partenaire partenai re que solo se dedique a amarme y satisfacerme. Si soy maduro/a, pretendo que mis hijos estén atentos a mis necesidades. El gran, gran problema es que ya somos personas adultas. Pero funcionamos con nuestras permanentem emente ente alguien colmándonos colmándonos de cuidado, cuidado , necesidades infantiles insatisfechas . Si no hay permanent simplemente el mundo nos resulta hostil. Estas actitudes tan frecuentes, tan banales y tan “normales”, confirman, una y otra vez, que conformamos un ejército de personas grandes que hemos quedado emocionalmente fijadas en la inmadurez de la época en que fuimos niños pequeños y, como tales, seguimos esperando la atención que no hemos recibido cuando efectivamente dependíamos del cuidado y la consideración consideraci ón de los mayores. mayores. Que a todos nos pase lo mismo, que estemos todos en la misma “bolsa”, no significa que esto “sea normal”, ni que “los seres humanos somos así”. Solo denota la constitución de un conjunto de preceptos, creencias, cree ncias, intercambios intercambios y ventajas ventajas que han contribuido contribuido a que fun funcionem cionemos os todos de la misma forma, englobados en una “modalidad” a la que vamos a denominar “cultura”. Cultura es todo lo qu q ue pensamos pensamos y organizam organizamos os para par a vivir, vi vir, incluidos los valores. valore s. Los valores valor es no son buenos buenos o malos en sí mismos, sino que cumplen diferentes objetivos. Nos gusten o no, las acciones que emprendemos individual y colectivamente colectivamente nos llevan a ciertos c iertos resultados. r esultados. En este sentido, sentido, som s omos os responsables re sponsables de lo que generamos. Dentro de este “colectivo”, hay algo que compartimos todos los seres humanos, al menos en nuestra nu estra cultura cultura “occident “occide ntal”: al”: hemos emos vivido v ivido niveles de desamparo muy importantes durante nuestra primera infancia. infancia. Y nos nos pasamos la vida adulta queriendo queriendo resarcirnos, resar cirnos, pero sin si n tener tener conciencia de lo que nos aconteció. Entonces, reclamamos nuestro derecho a ser amados. Así de simple. Pero como todos reclamamos lo mismo, no hay nadie del otro lado para “dar” amor. Por lo tanto, nos peleamos





























generación, o casi. Mismo país. Mismos momentos históricos. Todo normal. Cada vez que diserto y explico sobre los desamparos durante las infancias, soy testigo de la incredulidad de las personas que me escuchan. También es frecuente pensar que “eso” les pasó a los demás, pero no a uno, ya que tuvimos una madre maravillosa. Lamento compartir con mis lectores que –a lo largo de los años– he constatado que cuanto más necesitamos defender a nuestra madre, más ella ha arrasado con nosotros. Glup. A esta altura, altura, podemos empezar empezar a revisar revi sar las l as letras l etras de los l os tangos. tangos. Afirmar que tuvimos una infancia feliz no es complicado. Durante nuestra niñez , nuestra madre y todos los adultos de nuestra familia han dicho que éramos una familia feliz, por lo tanto, tener “esos recuerdos” es muy sencillo. Todo lo que ha sido nombrado se organiza en nuestra conciencia, conciencia, en consecuen consecuencia, cia, “recordarem “record aremos” os” que éram ér amos os felices. felic es. Pero Per o ese “recuerdo” no es más que una construcción de la mente. Habitualmente no tiene nada que ver con las vivencias internas, reales y olvidadas del niño que hemos sido. Esta dinámica la he descrito ampliamente en mi libro El poder del discurso materno.

¿Entonces? ¿Acaso tuvimos una vida que no recordamos? ¿A quiénes tenemos que creer? Esta es una buena pregunta. En verdad, no deberíamos creer en nadie más que en nosotros mismos. El vivimos e ngañados. O dicho de otro modo: nuestra organización psíquica logró problem proble ma es que vivimos sobrevivir al desamparo tomando como cierto lo que nuestra madre (o padre o abuelo o persona con la cual nos hemos identificado) ha dicho en aquel entonces. Esa “construcción de la realidad circu circ undan ndante” te” encajaba dentro dentro del sistema sistema de creencias cr eencias y valores de la persona que nom nombraba, braba, desde de sde es a lente lente . su punto de vista, eso que pasaba. Cuando fuimos niños, hemos tomado como única verdad esa Que por supuesto no era un punto de vista propio. Pertenecía a un adulto que tenía el lenguaje verbal disponible. Los niños, en principio, tomam tomamos os palabras pal abras prestadas. Y a partir p artir de esa int i nterpretación, erpretación, organizamos el mundo y la visión del universo que nos rodea. ¿Para qué sirven estas consideraciones? Para Pa ra tener en cuenta cuenta que aquello aquello que “recordam “recorda mos” relativo a nuestra infancia es altamente probable que no haya acontecido así (para nuestro registro interno, emocional, afectivo, perceptivo o como lo queramos llamar). En todos los casos, nuestra infancia ha sido mucho más carente –en términos términos de satisfacción de necesidades necesidade s básicas bási cas afectivas– de lo que podemos imaginar. Es tan usual que en el transcurso de cualquier sistema de indagación





























complejas, momentos históricos, culturales, políticos, económicos, que van armando un tejido de supuestos, ideologías y tendencias que forman una especie de tren en el que nos subimos todos, o casi todos. Luego no nos gustan algunos aspectos de ese tren. Pero no estamos dispuestos a abandonar los beneficios beneficios de ese viaje. via je. El propósito de este libro es que los adultos tengamos la posibilidad de ser cada vez más responsables respecto a lo que generamos. Que entendamos que no hay nada que nos acontezca que li bre albedrío al bedrío existe. Solo que necesitam necesitamos os llevar ll evar una vida más más no nos pe pe rtenezca rtenez ca. Y que el libre consciente para poder elegir. De lo cont c ontrari rario, o, el destino elige por nosotros, colocán colocá ndonos en la senda correcta, corre cta, a veces vece s de modo im i mpetuoso. petuoso. A través de muchos años de trabajo y de atención de hombres y mujeres –en la actualidad a cargo de mi Equipo Equipo de Profesionales– he ido i do desarrol desa rrollando lando una una metodología metodología que considero eficaz y valiosa: la construcción de la biografía humana. En mi libro El poder del discurso di scurso materno mater no he he explicado en parte cómo funciona, con qué obstáculos nos encontramos y, sobre todo, la distancia que hay entre lo que creemos de nosotros mismos y esa “totalidad” que efectivamente somos. Mi intención es continuar este abordaje en el presente libro , ofreciendo a mis lectores más y más casos comunes y corrientes, ya que hay tantas maneras de abordar a las personas como personas hay en el mundo. Lidio con la pena de no haber haber incorporado i ncorporado cient cie ntos os de “casos” “ casos” interesantes, interesantes, para elegir el egir apenas unos pocos, a modo de ejemplos. Quiero aclarar que ningún caso es “real”, sino que he tomado aspectos frecuent frecuentes es de un unos os y otros hasta hasta convertirlos en un un “caso” que sirva para nu nuestro estro propósito: pr opósito: el de comprender comprender las dinámicas dinámicas recurrentes recurrentes en e n los seres hu hum manos. Mi objetivo es también también ofrecer recursos para comprender en forma global lo que nos pasa, comprender las tramas completas – familiares y transgeneracionales– y aprender a mirarlas más ampliamente, sin prejuicios ni interpretaciones, interpretaciones, sin si no con el corazón abierto. indagación es muy buena, eficaz, corta, puntual y solidaria. Consider Con sideroo que esta me todología de ind No es la única ni la mejor. mejor. Pero Per o sé que fun funciona ciona en la gran mayoría de los casos. cas os. Aporta alivio, comprensión y escucha genuina. Es dentro de esta metodología de construcción de la biografía humana, que sigo pensando, cambiando, experimentando e intentando encontrar recursos para que cada individuo apunte más directamente hacia su propio destino.





























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El Patriarcado y otros sistemas

Dominación Dominación o solidaridad solida ridad ¿Cómo se logran instaurar las diferentes formas de dominación? El congelamiento del cuerpo de las mujeres Los beneficios de ser “normales” “normales” o “convencionales” “convencionales”





























Dominación Dominación o solidaridad La actualidad puede sign s ignificar ificar muchas cosas: hoy hoy,, este año, este siglo o este período perí odo histórico, qu q ue mirado desde una lente amplia tal vez abarque varios siglos. Habitualmente, todo lo que pensamos u opinamos está insertado en un sistema de creencias que pertenece a una dinámica cultural con parámetros parámetros propios. prop ios. De hecho, hecho, cuando cuando nos referimos referimos al tiempo tiempo en el que que vivimos y decimos “hoy “hoy en día”… Esto no deja de ser un concepto abstracto, pero que engloba experiencias que son comunes a todos. Hace unos unos cin ci nco mil mil años, el Patriarcado, Patriarcado , como como sistem sis temaa de vida v ida colectiva, col ectiva, se ha instalado instalado en casi todo el mundo. Nos resulta muy difícil imaginarnos por fuera de este sistema de vida, por lo tanto, tanto, casi todo lo l o que “vemos”, “vemos”, lo l o miramos miramos a través de la lent l entee de la l a lógica del Patriarcado. La cultura patriarcal occidental a la que pertenecemos asume un sistema de dominación. Es decir, está regulado por el poder de unos respecto a otros. Para imponer cierto poder de unos sobre otros, es necesaria la guerra, ya que, lógicamente, el lugar del dominador es más confortable que el lugar lugar del dominado. dominado. Los Los result res ultados ados de las gu guerras erras definen definen a los ganadores y a los perdedore p erdedores, s, o sea, se a, quién va a sumir el sitio de poder… hasta ser derrocado. Porque todo lugar de poder conlleva el pelig peli gro a ser destitu d estituido, ido, permanent permanentem ement ente. e. Por lo tanto, tanto, la lucha por conservar conservar un lugar lugar de privilegio pri vilegio o la lucha para obtener ese lugar de privilegio van a ser permanentes. Tenemos entonces, como eje, la guerra. A través de esas peleas se consigue asumir autoridad, jerarquía y poder. El valor de la autoridad autoridad,, entendida entendida como como el territorio donde quien quien detenta detenta el poder po der usa ventajas a favor propio propi o en detrimento de los demás, nos atraviesa más de lo que creemos. De hecho, decimos comúnmente que la vida es una lucha. Luchamos contra la pobreza, luchamos contra la ignorancia, contra las enfermedades, contra el hambre e incluso luchamos contra la naturaleza, creyendo que necesitamos dominarla. Incluso las relaciones humanas están organizadas en torno al poder y a la razón, al punto tal que estamos convencidos de que este es el modo “natural” de lo humano. Si estamos siempre pendientes pendientes de quitar quitar al otro lo que sea para apropiárnoslo, apr opiárnoslo, esta actitud actitud lleva im i mplícito plíci to que que el respeto res peto entre entre unos y otros otros no es –dentro del Patriarcado– Patri arcado– un valor ni una práctica corriente. cor riente. Miremos Miremos más allá. allá . Verem Veremos os que hay una una línea que recorre recorr e la l a lógica del Patriarcado, y es incluso la apropiación de la verdad. A lo largo l argo de la historia, han sido innum innumerabl erables es las l as guerras guerras libradas libr adas





























inferior inferioridad idad de condiciones. El gran desafío es comprender comprender cómo se ha virado históricament históricamentee desde desd e un modelo solidario hacia un modelo dominador, que hoy abarca prácticamente todas las culturas del mundo. De hecho, hecho, al observar cualquier cualquier organización organización social, social , verem ver emos os qu q ue podrem podr emos os ubicarla ubicarl a en algu al guno no de los dos sistemas: en el modelo dominador –en el que las jerarquías están respaldadas por la fuerza– fuerza– o en el modelo solidario. soli dario. Desde una una perspectiva per spectiva conven c onvencional, cional, la Alemania Alemania nazi, nazi, el Japón de los samuráis, samuráis, el Irán de Khom Khomeini eini o la l a civilización civi lización de los aztecas, aztecas, son s on sociedades radicalm radic alment entee distintas con relación a sus razas, origen étnico, ubicación geográfica e histórica. Sin embargo, tienen structura social so cial je rárqu rárquica ica algo en común: no solo el rígido dominio masculino, sino también una e structura y un alto valor en las guerras. Es más más difícil di fícil encon e ncontrar trar sociedades soci edades solidarias solid arias,, aunque aunque las hay en su diversidad. divers idad. Todas ellas son menos menos autoritarias, autoritarias, no tienen modelos jerárquicos jerár quicos e incluso habitualmente hay mayor igualdad sexual. Esto sucede en la actualidad, por ejemplo, en los países escandinavos. Desde este nuevo punto de vista –evaluando si una sociedad está conformada según un modelo de domin dominació ación n o según un modelo ode lo solidario – constatarem constataremos os que no no importa importa tanto tanto hablar hablar de políticas de izquierda o derecha, der echa, de capitalism capitali smoo o comunism comunismo, o, de religión r eligión o laicism laic ismo. o. Si todos ellos están organizados bajo un sistema de dominación, en el fondo no hay grandes diferencias. ¿Pero acaso hay a lo largo de la historia suficientes modelos solidarios? Es preciso señalar que lo que conocemos escolarmente como “evolución de la cultura humana” abarca una pequeña porción de la historia de la humanidad, ya que tenemos un acceso restringido a ese conocimiento. Lo que sí sabemos es que el modelo dominador que estamos viviendo empieza a ser rechazado por hombres y mujeres. Ya estamos sintiendo colectivamente que nos encaminamos hacia la destrucción de la Tierra y qu quee precisam preci samos os hacer algo al go al respecto. respe cto. ¿Cóm ¿Cómoo salir sal ir de la lógica l ógica del Patriarcado? Pa triarcado? Es muy muy difícil lograr modos modos de convivencia convivencia dent de ntro ro del respeto mutu mutuoo y la colaboración, colabor ación, si vivimos inmersos inmersos en sistemas sistemas de competen competencia. cia. Para ello tendríamos que saber conversar sin defender verdades absolutas. ¿Eso es posibl p osible? e? ¿Y si hacemos hacemos la prueba? Cuando Cu ando hay hay respeto por el otro, se desvanecen des vanecen las filosofías sociale soc ialess y políticas que pretenden pretenden señalar los caminos adecuados de la historia o de los órdenes políticos, en la medida en que haya































humanos. Cuando éramos niños nos preguntábamos cómo era posible que los seres humanos fuésemos tan crueles con otros humanos. Luego –simplemente– hemos dejado de formular esas preguntas. Los hum hu manos somos somos capaces ca paces de cosechar cos echar los campos, campos, escribi es cribirr poesía, poes ía, com co mponer música, música, buscar la verdad, enseñar e nseñar a un niño a leer y escribir. escribir . Somos Somos capaces capa ces de inventar inventar nuevas nuevas tecnologías, es decir, deci r, somos artífices de nuestra propia evolución. También somos los humanos quienes tal vez terminemos con este mundo en un desastre ecológico que estamos instaurando. Ya no es un problema de políticas. De hecho, en todos los sistemas políticos, de izquierda y de derecha, estamos igualmente atrapados por los mismos mismos discu disc ursos, defendiéndonos defendiéndonos de otros otros y acusando acusando a nuest nuestros ros enemigos. enemigos. Si buscam buscamos os en la historia conocida, desde des de los l os rom r omanos, anos, los viking vikingos o la Inquisición, Inquisición, constatarem constataremos os que la violencia viole ncia y las in i njusticias estu es tuvieron vieron siem sie mpre present pr esentes. es. Por otra parte, la l a visión vi sión habitual habitual que tenem tenemos os de nuestra historia es bastante reducida. Sabemos poco. Estudiamos solo algunas regiones y algunos momentos históricos. Quizás haya más historia detrás de las historias conocidas que nos ofrezcan un panorama panorama más más amplio amplio sobre s obre las posibilida posibi lidades des de organización organización de los hum humanos. anos. Justamente, existe un sinnúmero de hallazgos arqueológicos que dan cuenta de largos períodos de prosperidad prosper idad en un un pasado oculto. Miles Miles de años en los cuales las sociedade s ociedadess se desarroll desar rollaron aron fuera fuera del dominio masculino, sin jerarquías, ni violencia. Hubo sociedades antiguas organizadas de manera muy diferente de la nuestra, que contaban con deidades hembras. Es lógico que la más primitiva representación del poder divino haya sido femenina. Desde tiempos remotos, el ser humano había observado que la vida emerge del cuerpo de una mujer. Entonces es comprensible que el ser humano haya entendido el universo como una madre que da vida y cuida. Por lo tanto, es poco probable que hayan hay an consider considerado ado a las mujeres como sumisas, sumisas, sino, por el cont c ontrari rario, o, como como poderosas poder osas y capaces de de































madre .

Cada sistema tiene su propia lógica. Pensémoslo así: todo ser humano cuando nace necesita, y por lo tanto tanto espera, encontrarse encontrarse con la mism mismaa calidad cali dad de confort confort que que experiment experimentóó durante durante nu nueve meses en el útero de su madre. El hecho de carecer de calor, de blandura, de ritmo cardíaco reconocible, de brazos que lo amparen, de palabras que lo calmen, calmen, de cuerpo que lo proteja, pr oteja, de leche l eche que lo nutra; y de hallarse sobre una inhóspita cuna vacía sin movimiento… es sencillamente una experiencia aterradora y hostil. ¿Qué hacemos frente a la hostilidad? Tenemos dos opciones. La primera opción es no hacer casi nada…, permanecer permanecer pasivos, pasi vos, incluso con el riesgo ri esgo de morir morir.. Así nos convertimos en dominados. Ocupar Ocupar el rol pasivo del dominado dominado tiene ciertas ventajas –que suelen ser más invisibles que las ventajas del dominador–: en principio, no asumimos ninguna responsabilidad sobre lo que nos sucede, porque está claro que la culpa es del otro (del dominador). Cuando somos niños, no tenemos posibilidad de elegir conscientemente. Simplemente sobrevivimos espontáneamente, según nuestra energía, nuestro lugar en la familia, nuestra personalidad o nuestro nuestro “yo misterios misterioso” o” lo permitan. permitan. Una Una form formaa muy muy frecuent frecuentee que instau instaura ra el hecho de perm per manecer dominados dominados es la necesidad ecesi dad de nu nuestra estra madre de nutrirse nutrirse de nosotros, los hijos. ijos . Somos Somos los niños que miramos a nuestra madre y, por lo tanto, sabemos todo lo que le sucede a ella. En esas ocasion ocasio nes, nadie nos mira mira a nosotros en calidad de niños, es decir, nadie atiende nuest nuestras ras necesidades, que deberían deber ían ser priori pr ioritarias. tarias. La sustancia sustancia inf i nfant antil il es succionada por el e l adulto. El adulto es alimentado energéticamente, por lo tanto el niño queda sin fuerza emocional, sin deseo, sin originalidad y sin si n sentido. sentido. Ha sido dominado dominado y vivirá solo en beneficio beneficio del de l adu ad ulto durante durante un período crítico en el que hubiera tenido que nutrirse para alcanzar su máximo esplendor. La segunda opción es reaccionar, confrontar y luchar para intentar obtener lo que necesitamos.































convertirá en guerrero –si es niño– o en futura procreadora de guerreros –si es niña–. Ya sea en

guerreros activos o guerreros pasivos. ¿Cuál ¿Cuál es el e l problema? pr oblema? ¿Cóm ¿Cómoo continúa continúa este proceso pr oceso que se aceita acei ta día a día? dí a? Sencillam Sencill ament entee se va tejiendo un abismo entre la criatura humana –que nace ávida de amor y con total capacidad para amar – y la realidad rea lidad del de l vacío qu q ue la envuelve. envuelve. Quiero decir exactament exactamentee eso: no es cultura cultura ni es condicionamiento. condicionamiento. Se trata del diseño original de la especie humana: umana: todas las crías de mamífero humano nacen con su capacidad de amar intacta y –obviam –obvia mente– ente– esperando e sperando ser amparadas amparadas,, nutridas y cuidadas, ya que, al inicio de la vida, esa es la única manera de vivir en el amor . El impacto impacto por no recibir algo que era natural natural durante durante le vida v ida in i ntrauterina trauterina –traducida –traducida en la experiencia permanen permanente te de contacto contacto corporal y aliment alimento, o, de ritmo ritmo y movimient ovimiento, o, bajo la cadencia ca dencia de la respiraci respi ración ón de la madre– es feroz. L Laa cuestión es que que el bebé va a hacer todo lo qu quee esté a su alcance para obtener lo que necesita: necesita: estar es tar pegado pegado al cuerpo materno. materno. ¿Cóm ¿Cómoo lo va a lograr? En verdad, muchos de nosotros no lo hemos conseguido nunca. Pero hemos llorado hasta el cansancio, nos hemos enfermado, nos hemos brotado, hemos tenido accidentes domésticos, hemos infectado nuestros órganos, incluso gravemente. Tristemente, en la mayoría de los casos, en la medida en que nuestro cuerpo manif manifestaba estaba lo l o que no podíam podía mos decir de cir en palabras palabra s –porque –por que no no disponíam di sponíamos os de lenguaje lenguaje verbal– fue atendido solo en su manifestación física. Quizás nos llevaron a consultas médicas, nos sometieron a análisis, a unos cuantos pinchazos y a controles…, sin que nadie atinara a permitirnos permanecer permanecer en brazos de un adulto adulto amparante. amparante. Si observamos observamos esta escena desde el punto punto de vista del bebé que hem hemos os sido, resulta r esulta una una gran gran desilusión. A medida que crecemos, las cosas no mejoran. Por un lado, vamos afinando las herramientas de supervivencia. Es verdad ver dad que cada niño hum humano va a desarroll desar rollar ar recursos re cursos diferentes, diferentes, pero per o hay algo































con dolor, con ira, con quejas. Innumerables quejas. Con enfermedades, con problemas que queremos solucionar ya mismo. mismo. Sin embargo, embargo, es preciso precis o que recorramos rec orramos las experiencias que hemos hemos atravesado desde la l a avidez avi dez por dar y recibir amor, amor, hasta esta soledad y este frío frío interior interior que nos nos habita. Desde la vivencia de desamparo y de falta de cuerpo materno materno (ni siquiera estoy refiri refiriéndom éndomee a los niños que hem hemos os sido si do amenazados amenazados por nuestros uestros padres, p adres, que recibim recibi mos palizas, pal izas, gritos, humillaciones, castigos, mentiras, abusos emocionales o físicos… que –lo admitamos o no– somos la gran mayoría de los l os niños), solo so lo puede aparecer apare cer una una reacción. rea cción. Más activa o más pasiva, pero pe ro reacción reacci ón al fin. Esa reacción, reac ción, esa respuesta, r espuesta, va a ser s er –com –c omoo mínim mínimo– o– igual en intensidad intensidad de agresión o de retracción a la carga recibida. Los niños aprendemos precozmente que nadie es confiable. Que estamos estamos solos. sol os. Que Que –en principio– hay que defenderse. defenderse. Y que si aparece apar ece algo al go apetecible, lo mejor es “pescarlo” lo antes posible y comerlo antes que venga algún otro niño hambriento y nos lo robe. Esto que parece tan raro es lo que sucede, por ejemplo, cuando cuando los l os padres padr es inst i nstauram auramos os como modalidad vincular los famosos y mal entendidos “celos” entre los hermanos. Apenas nace un niño, suponemos que al niño mayor le corresponde sentir “celos” del menor. Es obvio que esa es una construcción construcción de los adultos, que nada nada tiene que ver con la capacidad capa cidad de amar amar de los niños. Sin Si n embargo, si el hermano mayor ha crecido desprovisto de cuidados, de amparo, de cuerpo materno, de disponibili di sponibilidad dad y de entrega entrega materna, materna, es lógico que apenas haga su aparición otro niño “hambriento”, reaccione “robando esa comida”, es decir, tratando de pescar para sí la poca sustancia materna aterna que haya haya disponible. di sponible. Pero Per o queda claro cla ro que no es el niño quien está está celoso. cel oso. Es la madre quien no está ni estuvo disponible. Y frente a la hambruna, los buenos modales no tienen cabida. Otra Otra manera manera de registrar la modalidad odalid ad guerrer guerreraa que se instala… es la falta de cuerpo. c uerpo. Si no hay hay cuerpo matern maternoo disponible, dis ponible, si no es posible posi ble succionar succionar la l a sustancia sustancia materna aterna –no solo traducida traducida en































dependientes dependientes de los l os adult a dultos os qu q ue deberían de berían proteg pro tegernos. ernos. ¿Quué tiene que ¿Q que ver el abuso materno materno con los personajes p ersonajes de gu guerrer erreros os que precisa preci sa el Patriarcado? Es interesante, porque, en este caso, nos convertimos en soldados rasos de mamá. Le lustramos las botas. Atendem Atendemos os sus más más infant infantiles iles y sombrías sombrías necesidades ecesi dades desplazadas. despl azadas. Y en ese permanent permanentee cuidado hacia nuestra madre, nos perdemos de nosotros mismos, con lo cual, nuestra ira, nuestro cansancio y nuestro hartazgo aparecerán espontáneamente y sin aviso, ante cualquier otro individuo que intente entrar en contacto emocional con nosotros. Quiero decir que las modalidades guerreras son muchísimas y muy variadas. Las iremos describiendo a lo largo del presente libro, usando ejemplos concretos para que resulte más llana y directa direc ta la comprensión comprensión de estas dinám di námicas, icas, que son –en todos los casos– me canismos de supe supe rvivencia consecuente conse cuentess del de l de de samparo samparo vivido vivido duran durante te nue stra niñez . El guerrero es la única pieza absolutamente necesaria para la dominación. Sin Si n alguien que asegure por la fuerza, la autoridad y la superioridad de unos sobre otros, ese poder no podría perpetuarse. Para una una cultura cultura de conquista, conquista, tenem tenemos os que fabrica fabricarr futu futuros ros guerrer guerreros, os, todo el tiempo. tiempo. e s casualid c asualidad ad qu que sep se paremos a los niños de sus madr madree s. Esto tiene un propósito De hecho, no es afinado. afinado. Por eso es pertinente pertinente que miremos miremos la realidad reali dad de nuestra uestra sociedad, s ociedad, amplia amplianndo el zoom hacia unaa mirada un mirada histórica global, en lugar lugar de creer que siglos de historia se pueden cambiar cambiar con un un puñado de volunt voluntades. ades. Precisam Preci samos os mu mucho más más que eso. Básicament Básicamente, e, nos hace hace falta acordar qué tipo de civilización queremos para nosotros y nuestros descendientes. Separar a los niños recién nacidos de sus madres no es ingenuo, tampoco es casualidad, ni es un error. Mientras todos

contribuyamos a que las cosas continúen dentro del mismo sistema, opinando prejuiciosamente y repitiendo como si fueran fueran mant mantras ras las mismas ismas ideas i deas obsoletas, no habrá verdaderas ver daderas chances chances para p ara un

































luego luego nos ha convertido convertido en las mujere mujeress que somos hoy: hoy: desapegadas, frías, frías , secas, secas , alejadas. alej adas. Ese frío interno interno es lo l o que nos imposibi imposibilita lita sent s entir ir compasión compasión y apego por el niño que ha ha salido sa lido de nuestras nuestras entrañas. Por eso, no vale la pena estudiar la teoría del apego. Todo niño humano nace de un vientre materno aterno y anhela anhela permanecer permanecer en un un terri territorio torio sim si milar. ilar . Esto es intrínseco intrínseco a todas las especies especie s de mamíferos. El verdadero problema es que las madres humanas hemos anestesiado y tergiversado nuestro nu estro instinto instinto de apego, con el objetivo de d e no seguir seguir sufriendo sufriendo por esa distan di stancia cia vivida cuando cuando nosotras mismas éramos niñas. Es una rueda que gira en torno a lo mismo: vacío, distancia de la propia madre, congelamien congelamiento to del cuerpo y de las emociones, emociones, anestesia vincular, vincular, lueg l uego, o, imposibi imposibilidad lidad o corte cor te frente frente al instint instintoo de apego hacia hacia la nueva cría. Si las mujeres sintiéramos la poderosa nece sidad sidad de de no se s e pararnos ararnos de nu nuee stra cría, c ría, nadie nadie podría podría imp imponernos onernos e se alejami ale jamiee nto. Somos las mujeres quienes –rechazantes de una cría que no sentimos propia– permitimos, estimulamos y facilitamos que la criatura sea alejada y tocada por personas extrañas. extrañas. Claro que para comprender esa falta de apego, tenemos que remontarnos hacia atrás. Hacia nuestras madres y hacia las madres de nuestras madres, y así, por generaciones y generaciones de

































arriesgarnos, decidimos hacer lo que hacen todos. Incluso Incluso pagando pagando el

precio de la despersonalización de nosotros mismos. En lugar de chequear qué es lo que sentimos o qué corresponde con nuestra integridad, miramos hacia afuera y tomamos decisiones en función de lo que hace la mayoría. Es fácil detectar estos funcionamientos tan habituales. Por ejemplo, todas las madres que vemos por la calle llevan a sus hijos en cochecitos, a un metro de distancia de sus propios pr opios cuerp cue rpos os. Desde el punto de vista del bebé, eso es un abismo. Desde nuestros convencionalismos, creemos que hacemos lo correcto, ya que todo el mundo hace “eso”. De cualquier manera, quiero aclarar que no estoy juzgando qué es correcto y qué no lo es. Simplemente, las madres conectadas con nosotras mismas (no abundamos, es verdad) sentiríamos una punzada punzada en el corazón. Nos Nos ahogaríamos ahogaríamos de angu angustia stia observando a nuestro nuestro bebé solo, alejadí al ejadísimo simo de nuestros nu estros brazos bra zos disponibles para pa ra cobijarl cobi jarloo y expuest expuestoo a las l as inm i nmensas ensas bocanadas de aire ai re que ingresan ingresan en sus pulmones sin tamizarlas con nuestra propia respiración. No importa qué se supone que está bien o está mal. mal. Lo único único que importa importa es registrar el corte emocional que sufrimos las madres, al punto punto de no no ser capaces capac es de sentir lo que el bebé siente. L fusión emocional (q e descri de scribí bí inuciosamen inuciosamente te en mis mis primeros libros, li bros, sobre todo en La

































Corporal Corpo ralm mente, afectivamen afec tivamente, te, tempora temporalmen lmente. te. Luego diremos que esa historia tan bonita de la fusión emocional que pregona Laura Gutman no es posible pos ible en estos tiempos, tiempos, en que las mujeres trabajam trabaj amos. os. Es políticamente políticamente correcto correc to pensar así, total todos pensamos lo mismo. Sin embargo, está claro que trabajar nunca fue un problema para las mujeres ni para los niños . El verdadero problema es la distancia emocional. La falta de respuesta espontánea espontánea al apego con la cría. crí a. La necesidad int i nterna erna de perm per manecer con el niño, porque po rque ya ya no somos una, sino que “somos” en la medida que estamos pegadas a la criatura. Si nuestro miedo se calma cuando cuando somos somos ig i guales a los demás, demás, es evidente que que ese susto susto infantil infantil tiene prioridad prior idad por sobre s obre todas las cosas. Y los niños pequeños forman parte de “todas esas cosas”.

































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El enorme problema del maltrato en los partos

Maltrato y deshumanización en la atención de los partos La masificación de los partos: otra autopista por donde transitam transitamos os todos Todas las l as mujere mujeress merecemos merecemos ser se r bien bi en tratadas tratadas

































Maltrato y deshumanización en la atención de los partos Sobre los partos y la deshumanización masiva actual en el acompañamiento y atención de las parturientas, parturientas, ya ya he escrito much muchoo en todos todos mis mis libros l ibros anteriores. Sin Si n embargo, embargo, creo que es pertinent pertinentee volver sobre estos asuntos asuntos con la serieda s eriedadd que merecen, merecen, porque en cada parto maltratado maltratado y en cada congelamiento del cuerpo y de las emociones de la mujer ante el desprecio, estamos contribuyendo a que nazca y se desarrolle un nuevo guerrero feroz. O un nuevo soldado abusado. Uno más para un mundo dividido y en lucha. Durante estos últimos veinte años, han surgido numerosos movimientos a favor del parto respetado, en parte promovidos por el excelente trabaj trabajoo de Michel Odent y su incansable incansable periplo peripl o por todo el mundo. Su experiencia, sus libros, sus conferencias, sus investigaciones y el apoyo que sigue ofreciendo a todas las doulas y formadoras de doulas en el mundo, han logrado que haya movimientos y entidades no gubernamentales, en todas las regiones del planeta, a favor de un parto humanizado. En todos los países occidentales, hay excelentes organizaciones que trabajan a favor de



































acercan la mirada a la vida intrauterina de nuestro bebé, como si fuera una película –ya que el mundo va velozmente hacia los formatos audiovisuales– y la preparación para un parto en un establecim estableci miento iento médico. médico. Hasta ahí… ahí… casi nadie se altera. Todo parece normal. ormal. Sin Si n embargo…, embargo…, es una autopista con peaje, como todas las autopistas del mundo… por donde vamos aferradas al volante que nos conduce a todas hacia un mismo lugar… convencional y patriarcal. Materialista. Funcional. Cortadas de la conexión espiritual. Fuera de nosotras mismas. Con la garantía de que nadie va a poner en duda nuestra ceguera, ni nuestro congelamiento perfecto para encastrar en la lógica lógica del Patriarcado.

































Todas las mujeres mu jeres merecemos merecemos ser bien tratadas Claro que en un mundo ideal –en verdad, en un mundo solidario, es decir, en un mundo que podemos podemos conform conformar ar si lo l o decidim decidi mos– todas las mujeres mujeres mereceríamos erecer íamos ser bien tratadas, tratadas, especialmente en el momento de parir. Y el buen trato debería ser la actitud más común y corriente entre entre los l os seres se res vivos. No sería serí a necesaria necesari a ningu ninguna búsqueda alternativa alternativa ni excepcional para encontrar encontrar mujeres con experiencia, que pudieran sencillamente acompañarnos y asistirnos.

































segun segundo parto fue un un verdadero viaje vi aje de iniciación iniciac ión (eso ya está relatado rel atado en mi mi libro l ibro ya citado), ci tado), pero quiero contarles algo más que en aquel entonces fue revelador para mí. El Hospital de Pithiviers era un hospital público muy sencillo, situado en una zona rural. La sección de Maternidad era frecuentada por algunas parturientas como yo: hippies, vegetarianas y raras, raras , que veníamos veníamos de diferent d iferentes es lug l ugares ares de Europa para parir con el respeto respe to y la armonía armonía que proponía Michel Michel Odent y las seis sei s parteras que trabajaban en su equipo. equipo. Las habitaciones habitaciones donde nos nos alojábam aloj ábamos os durante durante la l a estadía estaban previstas para pa ra dos do s personas. per sonas. A mí mí me tocó compartir compartir mi habitación con ujer jove e vivía vi vía en e n el campo, a pocos kilómetros kilómetros de allí. all í. Ese l hospital

































del Patriarcado. Es

únicam icamee nte sirve para para hacer hace r daño daño. No hay otra razón ni una costum una c ostumbre bre que ún ningún otro motivo que no sea impedir que haya un pasaje lento entre la provisión de oxígeno a través de la placent pl acentaa y el nuevo nuevo acceso acce so de oxígeno oxígeno suministrado suministrado por el aire. La viven vive ncia del niño recién re cién nacido, nacido, a quien –apenas –apenas salido sal ido del de l vient vi entre re de su madre madre y con el cordón umbili umbilical cal latiendo l atiendo (es decir, deci r, suministran suministrando do aún oxígeno)– oxígeno)– se le corta el cordón, es sim si milar a la de un buzo en el fondo del océano a quien de repente le cortaran el abastecimiento de oxígeno. ¿Qué deberá hacer? Desesperadamente, tendrá que nadar velozmente hacia la superficie y si logra

































una vivencia una vi vencia similar: lo que sentiríamos sentiríamos las l as personas pe rsonas grandes grandes si s i –estan –e stando do despiertas– desp iertas– nos metiesen metiesen a la fuerza fuerza una mang manguera uera de d e dos do s centím c entímetros. etros. ¿Alguien ¿Alguien puede im i maginarlo? aginarlo ? De cualquier modo, la verdadera tragedia de los partos masificados es que las madres terminamos tan humilladas y despersonalizadas, que el modo de salvarnos es desconectando de “eso” que nos ha traído tanto malestar y sufrimiento. “Eso” es el bebé que no logramos sentir como propio. No sentimos apego, ni la im i mperiosa perios a necesidad de aferrarnos corporalm corpor alment entee a ese es e niño. Al contrari contrario. o. Solo esperamos recuperarnos, volver a ser las de antes, volver a sonreír, divertirnos y reconquistar estra vida. vi da. Esa vida a la que estábam bradas. Este desconcierto frent la propia pr opia



































































































































































































































































































































































































































































































































































































































































































































































































































































































contar contar alg al go muy muy idílico idíl ico sobre el inicio i nicio de esta pareja, parej a, pero per o la terapeuta terapeuta fue fue in i nsistente sistente en este punto. punto. Si la mayoría de las relaciones rela ciones amorosas amorosas habían term terminado inado a los l os golpes… ¿cómo ¿cómo había logrado l ogrado sostener algo diferente con Roberto, en medio del estrés por generar más dinero y una refacción que se llevaba l levaba toda la energía dispon dispo nible? ible ? Tamara Tamara se s e volvió volvi ó a ofuscar…, hasta hasta que finalm finalment entee se largó a llorar, aceptando que las cosas habían sido muy difíciles, que Roberto no trabajaba a la par de ella y que esto le provocaba provoc aba rabia ra bia y desconcierto. Se peleaban pel eaban much muchoo y ella se odiaba odi aba a sí misma misma cuando cuando terminaba a los gritos. También dijo que ella no se gustaba a sí misma, que hacía esfuerzos por ser distinta, pero que igual sentía que tenía un volcán interno en ebullición, algo que era más fuerte que su propia voluntad. voluntad. La La terapeuta le dijo di jo que era er a verdad ver dad que ella ell a no se ent e ntendía endía a sí misma, porque había mucho de sí misma que ella no sabía y era importante que lo averiguáramos. La terapeuta se quedó con una leve sensación de que Tamara no decía toda la verdad. Como si hubiera una zona íntima que necesitara aún resguardar. Se lo dijimos y también le aseguramos que íbamos a seguir seguir por po r el camino camino trazado trazado –el de la búsqueda de la verdad–, aun a unque que respetando respetando sus tiempos. tiempos. También le mostram mostramos os que ella el la contaba contaba la l a reali r ealidad dad sesgada, s esgada, medía medía la inform información, ación, obviaba obviab a datos importantes, y que eso dificultaba la búsqueda de sombra. Había muchos detalles que daban cuenta de historias contadas por la mitad. Y cuando la terapeuta quería avanzar, Tamara se ofuscaba. Mostram Mostramos os que, de ese modo, iba a ser difícil abordar sus ataques ataques de ira, porque no no estábamos estábamos accediendo accedi endo a toda la verdad. ver dad. También También le volvim vol vimos os a explicar que podría podrí a empezar empezar a comprenderse comprenderse más si ella se perm per mitía nombrar nombrar zon zonas as dolorosas dol orosas sin defender a su madre . Y que era hora de empezar empezar a diferenciar el discurso di scurso de la l a madre madre del de l suyo, suyo, para animarse animarse a transitar con coherencia coherencia la realidad. Insistimos entonces con el tema del supuesto padre. Le dijimos que más allá de lo que su madre siguiera siguiera afirmando, afirmando, ella sentía y sabía que ese señor no era su padre. No lo extrañaba, no lo anhelaba, ni le importaba si conocía o no a su hija Sofía. Tamara reconoció que era efectivamente así. Que no le interesaba. Le recordamos que ella había obviado ese dato y que fue después de mucho pregunt preguntar… ar… que aparecieron aparecier on estos estos detalles. detalles . Hicimos Hicimos hincapié hincapié en que ese trabajo trabajo de indagación indagación tenía tenía sentido solo si ella estaba dispuesta a zambullirse en la verdad. Lo pensó y respondió que estaba de acuerdo, que ella había vuelto a hablar con su hermano y que él le l e había dich dic ho que quizás quizás no le convenía hacer el an a nálisis ális is del de l ADN, ya ya que si se s e demostraba demostraba que ella no era hija del padre, el día de mañana no recibiría su parte de herencia. Una vez más, Tamara había obviado este tema de la supuesta herencia. Era evidente que estaba paráme tros de su mam mamá: á: ocultamientos ocultamientos y medias ve rd rdades ades. acostumbrada a manejarse según los paráme Tamara Tamara respondió r espondió una una vez más más que sí, que tergiversaba, tergiversaba, pero que no lo hacía a propósito, p ropósito, solo sol o se daba cuenta de esa actitud automática cuando su terapeuta se lo señalaba. Era un pulso que funcionaba solo y que seguramente siempre había sido así. Le dijimos entonces que por ahora teníamos a una niña con una enorme tijera, cortando partes de la realidad. La imagen le sirvió. La



























resignada… aceptó que efectivamente había sucedido así y admitió que a esa altura ya el engaño era consigo misma. La despedimos porque el encuentro había sido muy duro. Pero Tamara se fue más calma y dócil que en ocasiones anterior anteriores. es. El siguiente encuentro fue absolutamente revelador. Volvimos sobre el tema del padre. Le dijim diji mos que era raro qu q ue apenas los padres se divorcia di vorciaron, ron, tan abruptam abruptament entee el padre hubiera dejado dejad o de verse ver se con ella. ell a. Que tampoco tampoco hubiese hubiese aparecido apareci do siquiera si quiera cuando cuando nació Sofía. Entonces Entonces Tamara dijo: —No fue fue abrupto. abrupto. —¿Acaso —¿Acaso el distan di stanciamien ciamiento to se fue fue produciendo poco a poco? —Ah, —Ah, ¿no ¿no te te conté? conté? —No. —Es que pasó algo horri horrible. ble. —Nun —Nunca me me dijiste diji ste que que hubiese hubiese pasado pas ado algo horrib horrible. le. —Sí. Fue una una vez que estábam estábamos os en un un restaurante, restaurante, poco después que que papá se fue de casa. Discutimos algo sobre política. En un momento, él me dio un empujón desde mis espaldas. Me caí al suelo, fue muy feo. Mi papá se levantó y se fue. Y no lo vi más. —¿Y vos qué sentís? sentís? ¿Lo ¿Lo extrañás? extrañás? ¿Te gustaría gustaría reanu re anudar dar el víncu ví nculo? lo? —No. Siento Siento que no no es mi mi padre, padre , pero no quiero quiero volver vol ver sobre sobr e el tema. tema. ¿Vos ¿Vos creés que es tan tan necesario saber si es o no es mi padre? La terapeuta le explicó que si ese episodio del restaurante lo había “recortado” con la tijera, era porque le dolía mucho, mucho, pero además porque era su pulso autom automático. ático. Sin embargo, embargo, lo más más important importantee era ese interrogante, esa duda, esa confusión que la habitaba: ¿era importante o no era importante saber si su s u padre era su padre? ¿Era important importantee saber sabe r si su madre madre había sosten s ostenido ido la l a ment mentira ira a lo largo de toda su vida o no? La La terapeuta le propuso pr opuso que que lo l o conversara con su marido marido y qu quee analizasen alguna forma de acceder a la verdad. Primero respondió agresivamente que ella elegía creerle a la madre. Luego aflojó un poco, se dio cuenta de que algo de sus explosiones y de su ira tenía que ver con partes de sí misma que no controlaba, porque no las comprendía. Por otra parte, ¿cómo podríam podría mos abordar su relación con Sofía, a quien quien por mom moment entos os no toleraba toleraba,, a quien le gritaba y zamarreaba si ella misma no se miraba con compasión y en pleno derecho de su verdad? Fue un encuent encuentro ro más corto, pero le dijim diji mos que regresara r egresara a las consultas consultas solo s olo si tomaba tomaba nuestra nuestra sugerencia sugerencia con la importancia que tenía. Ya era hora de terminar con los secretos y las mentiras. Ya había atravesado por varias terapias anteriores y nunca había abordado esta cuestión. Esataba claro que en esta biografía humana, era lo único que importaba. Un año más más tarde, Tamara Tamara reaparec r eapareció ió enviando el siguient siguientee mensaje mensaje a la l a secretaría: sec retaría: “Sucedió



























tomar las riendas de su vida. Al mismo tiempo sintió compasión por su madre, la abrazaba y le decía que ella no la iba a juzgar, solo necesitaba saber la verdad. La conversación duró poco. Tamara le explicó a su s u madre madre que quería hacerse el an a nálisis ális is del de l ADN, pero a la l a madre madre le l e pareció pare ció muy muy apresurado. Le dijimos que había dado un paso importante y que después de más de treinta años de guardar un secreto, no debía resultarle fácil a su madre cambiar su posición. Aunque sospechábamos que la madre sabía sabí a fehacientem fehacientement entee quién era el padre biológico de Tamara. Tamara. Tamara Tamara se dio di o cuenta cuenta de que no tenía tenía fuerzas fuerzas para conversar sobre s obre estas e stas cosas con sus sus tías, ni con su abuela. Agradeció que hubiéramos insistido, pero ella estaba agotada. Aunque notó algo interesante: interesante: desde esa e sa breve br eve conversación conversaci ón con su madre, madre, ella el la no había tenido tenido nuevas nuevas escenas e scenas de ira ir a contra Sofía. Luego pasaron algunas sesiones más en las que relató algunos líos entre tíos, primos y otros familiares sobre el asunto del ADN. Había una gran rebelión en la granja. Le pusimos un poco de humor al asunto. Ella no quería que nadie se metiera en ese tema. Sin embargo, le mostramos que el problem proble ma en esa fam famili iliaa no era todo lo que que sí se se decía, sino todo lo que no se decía. Resultó que pregunt preguntando ando detalle detalles, s, surgió surgió que much muchos os famili familiares ares sabían sa bían más más de lo que Tamara Tamara había imaginado. imaginado. Poco a poco, Tamara fue fue reconocien re conociendo do que tenía tenía miedo de encontrarse encontrarse con la realid r ealidad. ad. Lueg uegoo compartió algo más. más. Había sacado las cuentas cuentas para saber la fecha en que que había sido s ido concebida. Luego llamó a su tía materna para preguntarle por un viaje que la madre alguna vez había mencionado, encionado, unas unas vacaciones vac aciones que hicieron en famili familiaa al norte norte del país. La tía, a la defen d efensiva, siva, le pregunt preguntó: ó: “¿Por qué? qué? ¿Qu ¿Qué querés averiguar?”. La La fecha fecha de ese viaje vi aje coincidía coi ncidía con la fecha fecha en que ella creía que había había sido gestada. gestada. De inm i nmediato, ediato, se dio cuen c uenta ta de que todos en su famili familiaa sabían sa bían que su padre no era el padre biológico. Y que posiblemente todos sabían quién era el padre real. Era alguien alguien con quien quien la madre se había vinculado vinculado en ese viaje vi aje famili familiar. ar. Le dio un nuevo ataque de ira, pero al menos lo tenía ubicado. Llamó a su madre nuevamente, la acusó de haberle mentido, pero sobre todo de haberla entregado a un hombre violento durante toda su niñez con el único fin de salvarse sal varse ella, ella , salvar salva r su honor honor o lo l o que fuera fuera y le dijo que se había dado cuenta de que no tenía sentido hacer todo el trámite de análisis del ADN, porque la madre sabía perfectament perfectamentee quién era el padre. pa dre. La madre madre solo sol o atinó atinó a rogarle: “Necesito “Necesi to más más tiempo”. tiempo”. Tamara Tamara le respondió que ella el la ya le había otorgado otorgado treinta y seis años a ños de tiempo tiempo y que tenía tenía derecho de recho a conocer su identidad. Luego agregó que entre ellas dos tenían un solo compromiso: hablar respecto del verdadero padre. Y que mientras no estuviera lista para decirlo, que no la llamara ni la visitara. Su madre le respondió r espondió que no podía decírse dec írselo lo por teléfono. teléfono. Para Tamara, Tamara, esa fue la con co nfirmación firmación de que la madre sabía perfectament perfectamentee la identidad identidad de su padre biológico. biol ógico. Tamara tomó una decisión fundamental: se dio cuenta por primera vez de que quería dejar de cuidar a su madre y cuidarse ella. También sintió un gran enojo contra sus tíos, tías y abuela, ya que todos estaban al tanto de esa historia. Recordó muchas escenas de su infancia y adolescencia en las



























A uno de los encuentros posteriores, llegó exultante. ¡Tenía el nombre y apellido de su padre biológico! Había mant mantenido enido un una nueva nueva conversación con su madre. madre. Tamara Tamara le pidió no dar vueltas: “Solo decime el nombre y qué pasó exactamente”. La madre entonces le contó que poco tiempo antes de recibirse de bióloga, estando de vacaciones con su familia, tuvo unos encuentros con un hombre que estaba casado y qu quee tenía tres hijos. Cu Cuando ando regresó de vacacion vacacio nes se s e dio di o cuenta cuenta de que estaba embarazada. embarazada. Inten Intentó tó ubicar ubicarlo, lo, pero per o este señor le dijo di jo que eso era e ra im i mposible posibl e y negó negó haber haber estado e stado con ella. ella . Luego Luego siguió siguió relatando r elatando lo que siempre siempre sostu s ostuvo: vo: que a los l os tres años a ños se emparej emparejóó con el padre padr e y que él accedió ac cedió a adoptar legalment legalmentee a Tamara. Tamara. Nunca Nunca sabremos sabremos si las l as cosas su s ucedieron cedier on efectivam efectivament entee así, ya que que la madre madre siem si empre pre manipu manipuló ló la información, pero probablemente había algunos hechos coincidentes. Tamara escuchó atentamente y puso énfasis énfasis en que que la ment mentira ira y el ocultamient ocultamientoo de su identidad identidad habían habían sido hechos hechos terribles, terribl es, pero que lo peor había sido la entrega permanente y constante a ese padrastro violento, mientras la madre miraba para otro lado. La madre solo seguía justificándose con que era joven y que hacía lo mejor. No pudo mirar a los ojos a Tamara, ni se compadeció, ni le pregun preguntó en qué qué podía podí a ayudarla. ayudarla. Tamara Tamara le l e dijo dij o a su madre madre que lo que más lamentaba era que durante toda su infancia la hubiesen tildado de loca por sus arranques de furia, furia, pero que ahora –recordándose– –r ecordándose– se s e veía veí a a sí misma muy muy sola y desamparada, desamparada, mientras a nadie se le había ocurrido preguntarle jamás qué era lo que le sucedía. Le dio mucha pena por su propia infancia. infancia. También También se dio cuenta cuenta de que, que, a partir de ese moment omento, o, ella tenía que que ir al fondo de su verdad, para poder comprometerse genuinamente con la familia que había creado: su marido y su pequeña hija. También inició de inmediato una búsqueda por Internet, con el nombre y apellido de su padre biológico en mano. mano. No No lograba halla hallarr nada, hasta hasta que que su marido marido encontró encontró entre entre todos los sitios si tios donde buscaban, buscaban, un un aviso fúnebre con ese nombre nombre y apellido (que ( que no no eran comun comunes), es), fechado un un año atrás. Obtuvo un número de teléfono, pero necesitaba algo más de calma para encarar un llamado a la familia. Tamara se sentía potente, segura y dispuesta. El marido la apoyaba con amor. Las explosiones de ira contra su hija habían disminuido considerablemente. Su mente funcionaba a toda velocidad: veloci dad: aparecí ap arecían an recuerdos, recuerdos, palabras, palabr as, escenas esce nas y sueños. sueños. Pensó en conversar conversar abiertam abier tament entee incluso con quien quien creyó que había había sido su padre toda la l a vida. vi da. A esa altura altura también también sentía sentía com c ompasión pasión por él. Imaginó que quizás él también se había visto envuelto en una realidad que no supo cómo asumir. Buscó mantener muchas conversaciones con su hermano, quien siempre la había apoyado, y fue emocionante la capacidad que tuvieron ambos para decirse palabras cariñosas y verdaderas. Ambos habían sido víctimas de las mismas mentiras. El hermano también había sufrido durante su niñez, a raíz de los castigos a los que Tamara Tamara era som s ometida, etida, mient mientras ras él era e ra un testigo testigo aterrorizado e incapaz de hacer algo por ella. Tamara pensaba, calculaba, diseñaba, imaginaba, se exaltaba. Finalmente, abrazó a su terapeuta



























Fue una verdadera sorpresa. Con tono muy amable, el padre –ahora claramente padre adoptante– estuvo dispuesto a responder a todas las preguntas de Tamara. Le aseguró que siempre la había considerado su s u hija hija y qu quee con respecto a no hhaberl aberlee dicho la verdad, él é l no había tenido tenido un criterio formado respecto de ese tema, simplemente había apoyado la decisión de la madre. Le dijo que quería conocer a Sofía, pero Tamara le respondió r espondió que necesitaba necesitaba tiempo para pensar qué era lo que ella quería hacer con todo eso. Dos días más tarde, este padre le transfirió transfirió un unaa cantidad important importantee de dinero, di nero, como como reg re galo “por el e l nacimiento nacimiento de Sofía”. La felicitam felici tamos os a Tamara. Tamara. Ella El la estaba e staba diciéndole dici éndole a este hombre: hombre: “Me acabo de enterar enterar de que no sos mi mi padre” padr e” y este hombre hombre le l e estaba respondiendo: “Es verdad, pero tengo deseos de empezar a serlo”. En ese sentido, el regalo era saludable y reparador. Los deseos de reconstruir alguna relación afectiva, dentro de lo posible, también eran esperanzadores. Tamara le escribió un mensaje de profundo agradecimiento. En realidad, real idad, cualquier movimient movimientoo basado en la verdad era posible, pos ible, grato grato y tenía tenía sent s entido. ido. Lo que no comprendía Tamara era por qué Sofía estaba especialmente inquieta. Le explicamos que era imprescindible que ella comenzara a relatarle a su pequeña hija los detalles de la búsqueda que estaba emprendiendo emprendiendo respecto de su identidad. identidad. Tenía que contarle, contarle, con palabras pal abras sencillas, sencillas , que acababa de enterarse de que su papá era un señor que había fallecido recientemente y que nunca conoció, y que que antes antes había creído cr eído qu q ue su papá era er a Fulano de Tal, pero que al final no no era. Con palabras palabr as simples pero contunden contundentes, tes, porque la hija hija iba i ba a estar dispuesta a acompañarl acompañarlaa siempre y cuando cuando supiera de qué se trataba. Tamara Tamara continu continuóó con altibajos altibaj os emocionales, como como era de esperar. espe rar. Sin embargo, embargo, con relación a Sofía, las la s cosas cosa s estaban claras y la tranquili tranquilidad dad que se había inst i nstalado alado entre entre ellas e llas era señal de que estábamos estábamos transitando transitando por un camino camino adecuado. Esto le daba fuerzas fuerzas a Tamara Tamara cada ca da vez que se pregunt preguntaba aba si esta búsqueda “servía “serví a para algo, o no”. Lo Lo único cierto cie rto era que Tamara no tenía más ataques de ira y que Sofía crecía en un ámbito de mayor calma y felicidad. Durante los meses siguientes, Tamara vino a sus consultas esporádicamente. Hubo una anécdota que compartió con su terapeuta y que fue preciosa: se acercaba el festejo de su cumpleaños número 38. Cuando fue al local de cotillón para comprar las velitas, vio el número “cero” y recordó que su terapeuta terapeuta le l e había dicho di cho que que esta búsqueda b úsqueda de la l a verdad ver dad que ella ell a estaba emprendiendo, emprendiendo, era como un un “punto “pun to cero” en su vida. Entonces Entonces compró compró la l a velita vel ita con form formaa de “cero” “c ero” y la colocó sobre la l a torta. Es decir, en vez de soplar treinta y ocho velitas, sopló el número cero. Realmente fue emocionante, porque ella sentía que que estaba empezan empezando do a vivir y como como una una recién reci én nacida, nacida, necesitaba aprender nuevas nu evas formas de vincularse, necesitaba aprender a prender a tener tener paciencia, pa ciencia, darse dar se tiempo y sobre todo, seguir seguir sus “corazon “cora zonadas”. adas”.





























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Distancia emocional emocional disfra dis frazada zada de sexualidad sexualid ad libre lib re

El cuerpo desconect desc onectado ado Mercedes y su hija adolescente adol escente





























El cuerpo desconectado Desde los l os años a ños ’60 ’ 60 y el advenimient advenimientoo del “movim “movimient ientoo hippie”, el feminism feminismo, o, el rock, las revoluciones culturales, el Mayo francés, el fin de la guerra de Vietnam, los Beatles y la venta masiva de anticonceptivos, anticonceptivos, la l a sex se xualidad en Occidente adquirió un rasgo rasgo de liberación. libe ración. Cosa que en parte ha sido cierta y estam estamos os todos agradeci agradecidos. dos. Pero ha llegado la hora de profundiz profundizar ar un poco más más y revisar si aquella liberación ha sido tan libre como creemos y si esa “libertad” no se ha constituido en un refugio posible para que las heridas afectivas no duelan tanto. Ya hemos hemos dicho dic ho qu quee si el niño pequeño no recibe el cu c uidado y la protección a través de los cuidados am a morosos y corporales de la persona maternante, el cuerpo queda herido, infestado de residuos resi duos por las necesidades ecesi dades no satisfechas, con la carencia a flor de piel pi el y un vacío existencial existencial muy doloroso. doloros o. Esas hu huella ellass perm pe rmanecen anecen en el cuerpo. También También hacen estragos estragos en el territorio emocional, emocional, pero en el cuerpo son más visibles visi bles aún. Es tanto tanto el dolor, que a medida medida que vamos vamos creciendo, creci endo, las personas aprendemos aprendemos a organizar organizar un una prudente prudente distancia distancia entre lo que que el cuerpo siente y lo que el territorio emocional percibe. Casi, casi, como si el cuerpo fuera ajeno. Si el cuerpo es ajeno, podemos practicar una falsa sexualidad libre , porque de todas maneras, “no estamos estamos en ese escenario”. En ese caso ¿qu ¿quién ién practica una sexualida sexualidadd libre? li bre? ¿H ¿Hay ay sexualida sexualidadd si no hay un alma vibrando en ese acontecimiento? ¿Tiene algún sentido? Si practicamos el sexo como un acto alejado o desconectado, entonces es lo mismo tener sexo que tomar una gaseosa. Es un tema de satisfacción inmediata y descarte. No estoy juzgando ni diciendo que eso esté mal. No me interesa. Simplemente “eso” no es sexualidad, es otra cosa. No es intercambio, ni crecimiento, ni encuentro, ni entrega, entrega, ni superación, ni ni milagro. Es una una actividad activi dad desprovista des provista de d e alm al ma. Podemos hacerl hacerlo, o, claro. cl aro. Pero carece c arece de sent se ntido ido trascenden tras cendental. tal. Es com c omoo comer un alimento alimento sin alma alma solo sol o para par a llenar ll enar la barrig barri ga unos instantes. Me importa demostrar que a mayor sufrimiento durante la primera infancia, a mayor soledad y desarraigo desarr aigo afectivo, más más necesidad necesida d tenemos tenemos los l os individuos i ndividuos de distan dis tanciarnos ciarnos de cualquier cualquier acontecimien acontecimiento to emocional emocional y conectado. Porque si el cuerpo está conect c onectado ado con el territorio emocional, el cuerpo duele cuando el alma duele . En cambio, si no está conectado, el cuerpo puede “funcion “funcion separado” osotros pode e “el cuerpo hace” algo. De ese odo, el





























Hablar de sexualida sexualidadd es difícil: di fícil: a todos nos interesa, interesa, pero todos estam es tamos os en ascuas. Es lo mismo que hablar sobre el amor: a todos nos interesa, pero somos mayoritariamente ignorantes en estos temas. Respecto a la sexualidad tenemos un malentendido moderno: creemos que tener una sexualidad genital activa nos coloca en una buena posición, suponiendo que “nos hemos liberado de la represi r epresión ón de nuest nuestros ros padres pa dres o abuelos”. Es posible posibl e que ya ya no sostengam sostengamos os la falsa moral moral represiva, ni que nos interesen la monogamia o la fidelidad sexual dentro del matrimonio. Es posible que la virgin vi rginidad idad en las mujeres mujeres haya dejado de ser se r un atributo atributo positivo. Pero Per o esto no nos nos garantiz garantiza a experiencias libres, es decir, e xpe xpe rie rie ncias conectad conecta das y trascende trascende ntes te s respecto re specto a la se s e xuali xualid dad. ad. ¿Cómo saber cuál es nuestra realidad? Revisando la propia biografía humana y detectando los niveles de soledad, s oledad, desamparo desamparo y desprotección durante durante nuestra nuestra prim pr imera era infancia. infancia. ¿Por qué es necesario revisar r evisar eso? Porque Por que tenem tenemos os que saber de qué nivel de desprotección des protección provenimos, provenimos, para par a sospechar qué mecanismos de supervivencia hemos implementado. Si hemos adoptado el personaje de rebelde r ebelde frente frente a nuestros nuestros padres pad res represivos, repres ivos, y el modo modo en que hemos hemos desplegado des plegado nuestra nuestra rebeldí re beldíaa ha sido teniendo una sexualidad activa con muchos partenaires diferentes, es posible que eso nos haya servido en algunos aspectos y que hayamos podido explorar fronteras que estaban vedadas dentro de nuestra cultura familiar. Y eso puede haber sido positivo. Pero no nos garantiza una sexualidad conectada, que nos trascienda. Y si no nos trasciende, si no nos cambia, si no nos modifica interiormente, es falsa. ¿Qué podemos hacer? Empezar por el principio. Ingresar en nuestra propia historia hasta tocar el dolor, tocar el cuerpo físico y emocional, emocional, tocar las l as fibras y recuperar recuperar la hum humanidad que vibra en cada uno de nosotros. Es preciso que sepamos en qué condiciones hemos nacido, cuál fue nuestra realidad cotidiana cada día y cada noche durante nuestra primera infancia. Tenemos que abordar, con valentía y lucidez, lucidez, la reconst r econstrucción rucción de nuest nuestras ras percepciones percepci ones desde los ojos del niño que hemos hemos sido. si do. Tenemos que percibir el grado de desamparo, de falta de cuerpo, de falta de caricias y de comprensión que hemos experimentado por parte de los adultos que nos han criado. Y por supuesto, también también tendrem tendremos os que reconocer r econocer cuáles han sido nu nuestros estros recursos r ecursos para par a sobrevivi s obrevivir. r. Entonces Entonces sí, quizás quizás estem es temos os en condiciones de observar nu nuestra estra sexualidad adulta, desde el pu p unto nto de vista de la fusión emocional con un otro. Quizás las mujeres seamos capaces de registrar, por primera vez, los latidos de nuestro útero –único lugar donde efectivamente se produce el orgasmo, y desde donde se





























Mercedes y su hija adolescente Mercedes tiene 45 años y una hija de 15. Llegó a la primera consulta diciendo que había hecho muchísimas terapias de todo tipo y que ya estaba cansada. Era lógico. En la Argentina esto es habitual: habitual: estamos estamos todos cansados de todas las la s terapias. terapi as. Pero Per o consultó consultó porque por que tenía tenía much uchos os problem pr oblemas as para vin vi ncularse con su hija Andrea. Andrea. Ensegu Enseguida quiso aclarar aclar ar que ella sabía sabí a que las primeras veinticuatro veinticuatro horas después des pués de nacida habían sido muy difíciles, difícil es, que la beba lloraba l loraba mucho y ella no sabía calmarla, y que que a partir par tir de ese es e inicio, lu l uego todas todas las l as noches noches habían sido “desastrosas”. “de sastrosas”. Con Contó tó algun algunas anécdotas para dejar en claro que había leído leí do mis mis libros l ibros y qu quee estaba al tanto tanto respecto a la la importan importancia cia de d e los primeros años de vida y bla bla bla. bl a. Le propusimos propusimos que se calm cal mara, que ya veríamos, que buscaríamos seguramente otras instancias menos nombradas o menos interpretadas. Y finalmente le explicamos que necesitábamos ordenar su biografía humana para saber hacia dónde dirig diri gir nuestra uestra búsqueda. Así fue que comenzamos. Lo poco que sabía de su infancia –obviamente contado hasta el hartazg hartazgoo por su s u madre– madre– era que ella ell a no paraba de llorar, llor ar, ni de día, dí a, ni de noche. noche. Casi no tenía tenía recuerdos, pero tenía muy presente una historia “graciosa” que su madre había repetido durante años: los padres tenían tenían la costum costumbre de compartir compartir unos vasos de whisky cuando cuando el padre regresaba de su trabajo. Mercedes tenía tenía alrededor al rededor de 2 años, añ os, aparent apar entem ement entee ella ell a estaba llorando l lorando –como –como siem sie mpre– hasta hasta que en algún mom moment entoo dejó dej ó de llorar. llor ar. Horas más tarde, los padres –antes –antes de ir a dorm dor mir– se dieron cuenta cuenta de que se habían olvidado de darle de comer y que que tampoco tampoco la l a habían acostado en su cuna. La fueron a buscar a su cuarto, pero no la encontraron. Parece que Mercedes, solita, buscó un trapito y se acurrucó debajo de una mesa hasta quedarse dormida, como un perrito. Quiero mostrar cómo podemos utilizar alguna anécdota contada “casualmente”, para armar el rompecabezas de una dinámica habitual dentro de un determinado esquema familiar. Para que una escena así sea con co ntada con graci graciaa a lo l o largo lar go de los años, año s, es porque lo que sucedía habitualm habitualment entee era de un desamparo atroz desde el punto de vista de esta niña. Por lo tanto, le aseguramos a Mercedes que la madre debía haber nombrado esta escena muchas veces, pero que el desam des amparo paro había sido moneda corrient corri entee durante durante su niñez. Esto Esto lo sabemos porque el “desamparo” suele ser imposible de “nombrar”. Lo que tenemos son escenas, que, en su conjunto,





























una señora una seño ra que estaba sentada sentada en la mesa de d e al lado increpó al padre y se generó generó una discusión entre entre adultos. En verdad, no pudimos determinar si ella lo recordaba fehacientemente o si era una escena que había sido contada muchas veces. Pero de todas maneras ya teníamos la certeza de que a esta niña se le pegaba, y mucho. Le preguntamos si conservaba algún recuerdo o sentimiento cariñoso de su infancia. Entonces Mercedes nos dijo di jo que siem si empre pre tuvo “novios”, desde pequeñita. Durant Durantee toda la l a escuela esc uela primaria tenía tenía “n “ novios”. Y que que eso era lo l o más más cariñoso car iñoso que recordaba. Aunque Aunque la madre madre ¡la trataba de “prostituta”! Estaba claro que hasta ahora teníamos un panorama desolador. En ese punto, Mercedes nos preguntó si “todos los problemas” que tenía con su hija se debían a esas primeras veinticuatro veinticuatro horas en la clínica en que que ella el la no había podido podi do calm cal marla. arla . ¿Se dan cuent cuenta, a, queridos lectores, l ectores, la l a linealidad l inealidad de nuestros nuestros pensam pe nsamient ientos? os? Como Como esta es ta consultan consultante te era lectora de mis libros, ella venía a buscar la respuesta convencional: “Sí, qué horror, tu hija todavía está llorando por el abandon ab andonoo de las prim pr imeras eras veint vei nticuatro icuatro horas horas de su s u vida, tenemos tenemos que hacer hacer algo al go para cambiar cambiar la política de las l as maternidades”. Si un unaa persona per sona en quien quien delegamos delegamos un supuest supuestoo saber sa ber –por ejemplo, un terapeuta– nos confirma algo así, dándonos una “pseudo” respuesta… a nosotros nos trae alivio, porque alguien alguien “corrobora” “corrobora ” y otorga otorga un título título a “eso” “eso ” que le acontece acontece a nu nuestra hija. Sin embargo, embargo, esta o cualqu c ualquier ier otra interpretación es eso: un unaa explicación explicaci ón discutible. discutible. En este caso, nos dio ternu ternura la pregunt pregunta…, a…, por eso le l e mostram mostramos os que había mucho mucho recorrido recorri do aún para desarmar y revisar. revisar . Había tanta violencia enquistada en su familia de origen… que aunque las personas tratáramos de simplificar apuntando a un solo hecho puntual, creyendo que así tendríamos una solución definida respecto al asunto que nos preocupaba…, en verdad, eso no nos iba a llevar a resolver nada. Necesitábamos Necesitábamos reconstruir reconstruir un panorama panorama completo. completo. Seguim Seguimos os evocando ev ocando su infancia, infancia, y aparecieron apareci eron recuerdos de su s us padres pa dres teniendo teniendo relaciones rel aciones sexuales sexuales sin cerrar la puerta y ella pidiéndoles pi diéndoles que no hicie hicieran ran tanto tanto ruido. La La escuela prim pr imaria aria la atravesó como pudo, con algún que otro noviecito que le hacía compañía. Luego ingresó en una escuela secundaria de monjas. Parece que eran monjas “con mente abierta”, modernas, con quienes se podía hablar. A los 13 años conoció a un chico que le gustaba mucho. Entonces Mercedes le reveló a su padre que estaban pensando en tener relaciones sexuales. El padre solo atinó a decirle que se cuidara. Obviamente, ella se sorprendió, esperaba que el padre le dijera que era demasiado































Mercedes –con –c on pesar– lo l o admitió. admitió. Nos dijo que incluso incluso el hermano ermano mayor mayor traía a su novia novia a dormir a la casa, y que los escuchaba teniendo relaciones sexuales, ¡ya que compartían el mismo cuarto! Y que cuando cuando ella se quejaba con sus sus padres, padr es, rogán r ogándoles doles que le perm per mitieran dormir en el salón de la l a casa, ellos le decían dec ían que que era un unaa exagerada. exagerada. A esta es ta altura, altura, le l e mostram mostramos os a Mercedes Mercede s que ella estaba rodeada rodea da de sexo explícito, por parte de sus padres y de su herm hermano. ano. Y que que tendríamos tendríamos que investigar investigar más…, porque si aparecían apar ecían esos recuerdos r ecuerdos tan a flor flor de piel, piel , podíamos suponer suponer otros escenarios aún más más complejos y nnegados egados por la l a conciencia. Le pregu pr egunt ntam amos os en e ntonces tonces por los recuerdos respecto a su propia sexualida sexualidad. d. No disfru di sfrutaba. taba. Tampoco le molestaba. Simplemente era lo que los chicos le pedían que hiciera. Le preguntamos qué es lo que ella recibía a cambio. Respondió: “Supongo que sentía que me querían”. Durante las vacaciones sus padres se iban por períodos largos, a veces durante dos meses. Pero ella prefería quedarse en casa y tener relaciones con el hijo del encargado del edificio. Pasaban largas horas durante el verano mirando la tele y teniendo sexo. Aquí nos detuvimos para conversar pacientemente sobre los mecanismos de supervivencia de la psique. Le Le señalam señala mos cómo cómo buscaba desesperadam desespera dament entee amparo, amparo, mirada mirada y deseos de ser se r registrada. Continuamos formulando muchas preguntas con relación a su madre, porque en un momento Mercedes deslizó de slizó un “yo “yo era la única cuerda en mi mi famili familia”. a”. Quisimos Quisimos saber sa ber detalles, d etalles, hasta hasta que aparecieron apareci eron indicios claros clar os de que la madre padecía un alcoholismo alcoholismo pronu pr onunciado. nciado. De hecho, nu nunca se levant l evantóó a la l a mañana mañana para acom aco mpañarla pañarl a al colegio o para par a prepararl prepa rarlee el desayuno. desayuno. Sin embargo, embargo, la madre le asegu a seguraba raba que luego luego ella el la iba i ba hasta el colegio y se qu q uedaba todas las mañanas en la oficina ofici na de la directora direc tora para confirmar confirmar que que la trataran bien a Mercedes, ¡y Mercedes le l e creía! creí a! Ahora Ahora –al evocar esas escenas– se daba cuenta cuenta de que ella necesitaba creer algo aunque aunque fuese fuese totalm totalment entee































El embarazo llegó a los l os pocos meses de convivencia. El parto, absolu absol utament tamentee convencional convencional y previsible: previs ible: oxitocina, oxitocina, peridural y episiotomía episiotomía mediante. mediante. Mercedes Mercedes intent intentóó contar contar que todo todo perfecto, todo feliz. Como es nuestra costumbre, tuvimos que “desarmar”, una vez más, los discursos organizados sobre la felicidad con los bebés recién nacidos cuando volvemos a casa. Mercedes no recordaba gran cosa. Habían pasado quince años, era verdad. Entonces preguntamos específicamente por enferm enfermedades edades de la l a beba durante durante su primer año de vida. Tuvo much muchos os broncoespasmos, pero no no recordaba bien ni cuántos, ni cómo. Entonces tratamos de traer la “voz” de Andrea, de sus necesidades como criatura recién nacida, y de la distancia corporal y afectiva que para Mercedes era “normal”. Le propusimos pensar en la posibilidad de que tal vez ella no hubiese estado muy conectada conectada con su hija… proviniendo pr oviniendo de la historia que estábamos estábamos cotejando, resu res ultaba lóg ló gico. Poniendo Poniendo el cuerpo, pero no el alm al ma. O poniendo el alm al ma, pero per o no el cuerpo. Efectivamente, terminó aceptando que era probable. La confundían los recuerdos, porque la beba era muy buena, no demandaba nada y dormía en su cuna. Hasta se adaptó enseguida a la guardería apenas ella retomó el trabajo. Tampoco tuvo problemas cuando ingresó al jardín de infantes. Le explicamos explicamos entonces entonces qu q ue “eso” “es o” que ella ell a llam l lamaba aba “adaptación”, “a daptación”, debía ser el mecanismo ecanismo de supervivencia de la l a niña: una una “sobreadaptación” “sobr eadaptación” espectacular que luego luego necesitaba drenar a través de los broncoespasmos. broncoespasmos. Habían pasado much uchos os años, años , pero siem s iempre pre vale val e la pena “desarmar” las ideas que construimos sobre esos supuestos vínculos tan plenos que creemos que hemos sostenido con nuestros hijos. Cuando Cu ando Andrea Andrea ingresó ingresó a la l a escuela esc uela primaria, a los 6 años, años , la “adaptación” le costó much muchoo más. más. Era una una niña tímida tímida y callada. call ada. Mercedes no logró logró traer otros recuerdos sign s ignificativos ificativos de ese período per íodo respecto respec to a su s u hija: hija: gustos, ustos, dificu di ficultades, ltades, peleas, pel eas, enferm enfermedades, edades, sueños, ni fantasías. fantasías. Años más tarde,































genitalidad vivida como necesidad pasajera, sin encuentro ni comunicación. La falta de registro respecto de los hombres que fueron sus partenaires partenai res. Y básicamente, el hecho de que en esa época nadie la había amado, ni la había acompañado en el descubrimiento de una sexualidad conectada. Buscando Bu scando semejanz semejanzas as y diferencias entre entre la l a adolescencia adol escencia de Mercedes y la de su hija, Mercedes mencionó que Andrea en varias ocasiones había dejado su computadora encendida y abierto su Facebook y su Messeng Messenger er ant a ntes es de partir hacia la escuela. Era evidente que que estaba necesitando necesitando decirle algo a la madre. Dejó varios papeles y cartas de amor adolescente sobre su escritorio, en un grito desesperado por que su mam mamáá se enterase enterase de lo que le estaba sucediendo y se acercara acerc ara a conversar con ella. ell a. Al menos menos así lo estábam es tábamos os entendiendo entendiendo nosotras. nosotras. Mercedes Mercede s se puso pálida. Dijo Dij o que para ella el la sería se ría “imposibl “imposible” e” hablar sobre s obre “esos “e sos temas” temas” con Andrea. Andrea. Entonces Entonces la l a tranquili tranquilizam zamos, os, le dijimos que podríamos prestarle palabras para que ella intentara utilizarlas en la intimidad de su hogar con su hija. Ensayamos algunas frases: cómo preguntarle a Andrea si se sentía bien, si sabía cómo se sentía su novio, qué era lo que más le gustaba de su novio y qué era lo que menos le gustaba, qué era lo que ella deseaba o fantaseaba fantaseaba o an a nhelaba, si es que lo sabía. s abía. En fin, fin, la invit i nvitam amos os a hablar con su hija adolescente sobre sentimientos, temores o deseos. No de anticoncepción en formato técnico. Enton Entonces ces Mercedes Mercede s nos contó que que la semana semana anterior, anterior, Andrea le l e había pedido pedi do ir i r a ver al ginecólogo. Mercedes pidió pi dió el turno, turno, le dio el dinero, di nero, pero no la acom ac ompañó, pañó, ni le pregunt preguntóó después cómo había había sido esa entrevista. Ahora Ahora se daba de cuenta cuenta de que ella creía estar acompañando acompañando bien a su hija, sin si n embargo embargo conservaba esa distancia emocional emocional instalada desde desd e antaño, antaño, ya que que le daba terror la sola s ola idea de conversar amistosam amistosament entee de “estos temas” temas” con c on Andrea. Andrea. Ella, que había había tenido tenido relaci r elaciones ones supuestamente supuestamente “libre “li bres” s” con muchísi muchísim mos hombres hombres durante su juventud. juventud.































su “libido” “libi do” había estado e stado much muchos os años año s dirigida di rigida hacia su trabajo, donde obtenía obtenía reconocimient reconocimientoo social soci al y satisfacciones. Por lo tanto, era aún más evidente que Mercedes no tenía el interés puesto en casa. Ni en su marido, ni en su pequeña hija. hija. Mercedes aceptó ac eptó con pena, dejando en evidencia que casi no tenía tenía recuerdos de su hija de ningún ningún período períod o en particular. particular. Posiblem Posibl ement entee no miraba miraba much uchoo “hacia el hogar”. hogar”. Mercedes era er a inteligent inteligente: e: pensaba, relacionaba, relaci onaba, recordaba, reflexionaba, descubría descubría y no no tenía tenía miedo miedo de revisar r evisar y cambiar cambiar la la lente desde la cual ella interpretaba la realidad. Hasta hacía poco tiempo atrás, había considerado que Andrea era una nena buena y que la adolescencia la estaba poniendo rebelde. Ahora empezaba a reconocer que sabía muy poco respecto a su hija y que hacía quince años que estaba literalmente alejada de ella. Le mostramos que el “problema” de la distancia no ocurría solo en la relación con su única hija, sino que era su “ modus operandi” en su vida. No tenía vínculos profundos con ninguna amiga, ni con su marido, ni con su hija, ni con su familia de origen. No se veía desde hacía años con su hermano, ni con su cuñada. No tenía ninguna relación comprometida con ningún/a compañero/a de trabajo. Entendíamos que estábamos hablando en un idioma hasta ahora desconocido para ella. Esta propuesta era muy muy difícil, pero per o Mercedes estaba cada vez más más involucrada. También quisimos remitirnos a su puerperio, aunque ya habían pasado muchos años. Sin embargo, valía la pena reconstruirlo mentalmente. Habitualmente –en las parejas con niños pequeños–, la mayor mayor dificultad dificultad aparece cuando la libido de la mujer mujer se desvía hacia el maternaje y disminuy disminuyee en el territorio terri torio del intercambio intercambio entre entre los l os adultos. Pero en el caso de Mercedes, parecía par ecía que había falta total de libido, manifestando la represión de la que hablábamos anteriormente. Ella había necesitado congelar congelar su cuerpo cuerpo para pa ra no sufrir. Volvimos Volvimos a rem re memorar emorar las escenas de esa niña que había sido, que se quedaba dormida en un rincón bajo la mesa como un perro, mientras los































con su hija. Y llamativamente, Andrea ¡empezó a “jugar” a que era una beba! Le pedía a Mercedes que la tuviera en brazos (aunque físicamente era un poco más grande que su madre). Así, con su cuerpo desarroll desar rollado ado y algo desgarbado, se s e acurrucaba en su regazo. regazo. También También la encontró encontró a Andrea revisando fotos del jardín de infantes, diciendo “qué chiquita que era”. Nos sentimos muy conmovidas, y le expresamos a Mercedes que ese era un movimiento extraordinario, porque, de algún modo, ella estaba permitiendo que su hija “recuperara” algo de su niñez. Claramente Mercedes estaba pudiendo observar a su hija y registrando sus antiguas demandas con mayor sutilidad. Una vez más, podíamos afirmar que nunca es tarde. Que siempre es el momento oportuno. Lueg uegoo aprovecham aprove chamos os para par a volver volve r a conversar sobre sobr e la represión repres ión afectiva afectiva y sexual sexual que ella ell a había vivido y cómo esta experiencia la limitaba para conectar íntimamente. La represión sexual era tener el cuerpo congelado congelado y, en consecuen consecuencia, cia, no estar “dentro” “dentro” de la actividad sexual. sexual. Mercedes no era capaz aún de tener intimidad consigo misma. Por eso es o no podía todavía hablar con su hija hija adolescente. Ni de sexualidad, ni de nada que implicara alguna emoción. Le dijimos también que quizás en algún momento, sin apuro, para Andrea podía resultar muy sanador que la madre le explicara que ella, recién r ecién de adulta… pudo sentir sentir por primera vez, con su esposo (y papá de esta es ta oven), lo que era un acercamiento amoroso. Hasta sus 29 años no había tenido ninguna oportunidad de saberlo. sa berlo. En esa famili familiaa circulaba ci rculaba una una enorme enorme ignorancia ignorancia respecto al amor amor y a los l os acercamien ac ercamientos tos afectivos. Por eso, es o, justament justamentee por eso, podía podí a ser saludable que Andrea Andrea esperar e speraraa un poquito poquito para iniciarse en el contacto sexual con un muchacho. Su madre sabía perfectamente que tener sexo era muy fácil. Una mujer abría las piernas y listo. Pero tener intimidad emocional… requería el compromiso de la totalidad del ser. Y en estas historias de vida, esa totalidad aún dolía. La valentía de Mercedes consistía no solo en revisar revi sar su s u desamparo desamparo y la distan di stancia cia inst i nstalada alada hacia sí misma, misma, sino

































construido un pensamiento lineal sobre el “tiempo”, pero que en el mundo de las emociones, el “tiempo” no funcionaba así. De hecho, “aquello que nos sucedió” cuando éramos bebés, se actualizaba permanentemente. Le aseguramos que “lo peor ya había pasado”. Ahora ella era adulta y sí contaba contaba con los recursos suf s uficie icient ntes es para pa ra satisfacer s atisfacer sus necesidades. necesidades . Al mismo mismo tiempo, tiempo, tenía tenía la oportunidad oportunidad de reparar repa rar el e l desam des amparo paro con co n su propia hija, cosa que estaba haciendo haciendo desde hacía un unos os meses atrás, con enorme coraje. Este trabajo de indagación personal tenía un costo emocional. Por suerte, Mercedes lo estaba encarando con total compromiso, y estaba llegando rápidamente al corazón de su hija. Pero, al mismo tiempo, se le habían activado interiormente muchas emociones, recuerdos y sensaciones olvidadas, y era esperable que pasara por esos estados. Seguimos conversando sobre el e l esfu es fuerzo erzo cotidiano que le sign s ignificaba ificaba “conect “ conectar” ar” consigo consigo misma, misma, para par a poder luego luego “conectar” con los demás. demás. Mercedes reconocía que había atravesado atraves ado su vida saltando de una una actividad a la otra para no conectar, incluso cuando su hija era una niña muy pequeña. Pero ahora comprendía que, en verdad, era ella quien no toleraba el dolor de su propia soledad de bebé y eso era lo que Andrea estaba actualizando. Y así continuamos nombrando, recordando, ordenando, haciéndonos cargo, reparando, amando. No había nada que valiera más la pena que esto.

































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Abuso materno aterno y desvitalización desvitalización masculina

Abuso materno: el niño como fruto codiciado Ramón, el hombre que solo sabía complacer Ernesto y la pasión bajo los efectos del alcohol

































Abuso materno: el niño como fruto codiciado Sé que es difícil imaginar en el mismo plano una cadena transgeneracional de modalidades vinculares vinculares.. Pero Per o es impresci imprescindible ndible que nos entrenem entrenemos os en mirar “u “ un poco más allá”. all á”. Para Par a comprender comprender a nuestra nuestra madre, madre, será s erá obligat obl igatorio orio mirar la lógica l ógica famili familiar, ar, moral, religiosa, rel igiosa, filosófica, represiva repres iva y afectiva de su propia infancia, infancia, y esto atañe a su s u madre madre (nuestra (nuestra abuela). Lueg uegoo será ser á menester revisar esto mismo con nuestra abuela y su infancia, esto atañe a la bisabuela, y así. Lo mismo ismo con la ram r amaa paterna. Es decir, decir , siem sie mpre es posible posibl e y necesari necesarioo comprender comprender totalidades para encajarlas en un un orden con leyes propias. propi as. Patriarcado nece nec e sita al sufrimiento sufrimiento del niño pe pe queño como Insisto Insisto en que la lógica del Patriarcado sentim sentimient ientoo básico bási co para par a la hostilidad. Pasa que a partir par tir de ese e se desam desa mor inf i nfant antil, il, cada c ada niño va a organizar organizar diferentes estrategias. estrategias. Ya hemos hemos visto vi sto que la estrateg es trategia ia de batallar batall ar para pa ra ganar territorios es la más común. Y también exactamente la contraria: la de quedar en un lugar de víctima eterna, con unos un os cu c uantos antos benef b eneficios icios,, especial es pecialm mente ente aquellos que nos nos desligan de sligan de toda responsabili r esponsabilidad. dad.

































lo que sea para ser s er amado. Si las madres precisam preci samos os que ese niño nos mire, mire, nos admire, nos dé la razón, nos cuide, nos proteja, nos justifique, nos comprenda y nos haga sentir orgullosas…, la criatura, por supuesto, lo hará. No hay nada más importante en la vida de un niño pequeño que su madre. Su vida depende de la l a madre. Y este es el mayor drama, drama, a mi juicio. El niño, que que debería deber ía llegar l legar al mun undo do para ser completam completament entee protegido y amparado amparado por nosotras, las l as madres, apenas sea se a capaz de hacerlo, se verá obligado a proteger nuestros aspectos más infantiles. Peor aún. Estará milimétricamente pendiente de lo que nosotras queremos, deseamos, se nos antoja o necesitamos. El mundo está al revés. No hay nada más depredador para un niño que suponer que debe proteger a su madre.

Sin embargo, esto es absolutamente común y corriente. ¿Cómo lo sabemos? Evoquemos nuestra infancia. Es muy probable que recordemos con lujo de detalles los anhelos de mamá, las preocupaciones de mam mamá, á, las quejas de mamá, mamá, los sueños inalcanzables inalcanzables de mamá. amá. ¿Qué ¿Qué recordamos recordamos de nosotros mismos? Casi nada. O aquello que mamá ha dicho respecto a nuestras conductas. Si mamá sufría, si mamá no tenía plata, si papá le pegaba, si a mamá la engañaban, si a mamá la habían criado las monjas, si la abuela paterna era una bruja, si papá no la dejaba trabajar; o bien, si

































obtendrá el apoyo y la valoración del entorno. Si todos dicen que tenemos una madre maravillosa, por supuesto, supuesto, será maravi maravillos llosaa por siem sie mpre. Fin del asunto. asunto. Repito que un una madre puede devorarse devorar se a hijas mujeres jere s o hijos varones. var ones. Las Las hijas mujeres quedan para siempre al servicio servic io de esta madre, madre, que luego luego enfermará enfermará o tendrá tendrá siem s iempre pre problemas pr oblemas a resolver –y la responsabilidad por solucionarlos será de la hija, claro–. Incluso si las hijas mujeres armamos pareja, tenemos hijos, trabajamos y tenemos una vida adulta independiente, nuestra prioridad prior idad –sin –si n darnos cuent cuenta– a– será nuestra nuestra madre madre necesitada. Podemos Podemos vislum visl umbrar brar el desequilibrio desequilibr io que esto va a provocar –de modo encubierto– en la dinámica familiar. Si una madre adulta tiene puesta puesta su prioridad y sus preocupaciones preocupaciones en atender atender a su propia madre, en lugar lugar de atender a sus sus hijos, hijos , algo al go no está funcio funcionan nando do bien. b ien. Sin Si n embar embargo, go, esto es muy uy,, muy muy frecuente. frecuente. En el caso de los hijos varones, si no hay alguna alguna figura figura paterna suf s ufici icientem entemente ente potente, potente, las l as consecuencias consecuencias del abuso materno materno suelen suelen ser desastrosas. Porque es tanta tanta la vitalidad y el deseo “succionador” de la madre, que el niño crece acostumbrado a esta dinámica y, por lo tanto, será muy difícil de detectar esto que llam ll amativam ativament entee nombram nombramos os “abuso”. “a buso”. Sobre todo porque en apariencia apari encia el niño es bueno, la madre está feliz, el niño responde a las l as ex e xpectativas… y todo parece “normal”. “normal”.



































Ramón tenía 43 años cuando llegó a su primera consulta. Era empleado en un comercio textil. Tenía un hijo de 5 años. Su mujer estaba haciendo un proceso de indagación personal con nosotros, y un amigo amigo de él, él , también. también. Lo Lo alent al entaron aron para probar. No había leído leí do mis mis libros, libr os, pero per o sí había mirado algunos videos por Internet. Ya había hecho más de quince años de terapias diversas, pero su mujer le reclamaba que no se involucraba en la crianza del hijo que tenían en común, y él quería ser “un mejor padre”. Cuando Cu ando los hombres hombres llegan con ese tipo de oraciones or aciones de “querer ser se r diferen di ferentes”, tes”, personalm per sonalment entee “huelo” “hu elo” el discurso d iscurso de la esposa. e sposa. Somos Somos las l as mujeres mujeres quienes quienes preten pr etendem demos os que el otro cambie. cambie. Los

































Luego hubo una serie de malentendidos. Ramón “creyó” que automáticamente la profesional lo iba a esperar la semana siguiente a la misma hora, aunque esto nunca había sido acordado. Simplemente él “pensó” que era así. La profesional le había sugerido que solicitara un nuevo turno en secretaría –como hacemos usualmente–, ya que cada consultante decide cuánto tiempo necesita para procesar proc esar lo l o visto, entre entre un encuent encuentro ro y otro. otro. Un Una vez superados superados los l os “supuestos”, “supuestos”, volvió a la la consulta. A Ramón se lo notaba más repuesto que la primera vez. Dijo que lo que más lamentaba al recordar su infancia, era la rigidez de su papá y la imposibilidad de conversar o de acercarse a él. Seguimos con cronología. Él era un niño perseverante y buen estudiante. No se destacaba en

































mirada, más deseo, más simpatía. En ese entonces, Mónica le pedía que se involucrara más en la relación y Ramón intentaba satisfacerla. En ese período, Ramón abandonó definitivamente sus intent intentos os frustrados frustrados de acceder acc eder a la universidad y se dedicó dedic ó a ser un excelente excelente empleado. empleado. Ramón Ramón estaba fascinado por el ímpetu ímpetu de su compañera, compañera, y se sint s intió ió apoyado por ella para abandon a bandonar ar esos es os estudios estudios que eran era n un un verdadero dolor dol or de cabeza. Tratamos de indagar en la sexualidad, pero no obtuvimos buena información. Mónica se solía quejar de él, de qu quee no era suficie suficient ntem ement entee diestro di estro en la materia. Siendo Si endo jóvenes, él compensaba compensaba con la dedicación que le prodigaba, aunque en la actualidad las cosas estaban más difíciles, sobre todo

































intentaba ayudar, pero Mónica se ponía aún más nerviosa. Aparentemente, Ramón lograba acercarse a su hijo solo cuando Mónica ya estaba a los gritos y zamarreando al bebé. Por supuesto, Mónica lo desacreditaba desacr editaba y lo denigraba, denigraba, aun a unque que Ramón Ramón recién pudo ir reconociendo r econociendo esta realidad reali dad en el transcurso de estas entrevistas. Le demostramos a Ramón que su mujer le garantizaba estar en su eterno personaje de víctima víctima –lugar conocido y calentito–. calentito–. Por otra parte, Mónica era la única que aportaba vitalidad al vínculo, aunque fuera en forma de conflicto. Y también le permitía a Ramón no desplegar ningún deseo propio, como era su costumbre. En definitiva, había un beneficio oculto, que era la comodidad de no asumir ninguna responsabilidad.

































muchacho que parecía transparente, con ojos muy claros, cristalinos y una mirada atenta. Estaba muy impactado por la lectura de mi libro El poder del discurso di scurso materno mater no, porque algunas “intuiciones” que había tenido durante muchos años y había descartado porque pensaba que eran fruto de sus fantasías, de pronto le encajaron internamente y sintió que necesitaba ordenarlas, comprenderlas y verificar si tenían tenían algún sentido sentido lógico, o no. Por otra parte, par te, estaba preocu preoc upado por su matrim matrimonio, onio, se sentía desdichado y triste a la lado de su mujer, pero no podía imaginarse separado de ella. Ya estaba preparado prepar ado para hacer el recorri r ecorrido do de su s u biografía biografía hum humana, así que el preám pr eámbulo bulo fue fue corto; y empezam empezamos. os. La madre madre había cursado solo sol o la escuela prim pr imaria, aria, era originaria o riginaria de un pu pueblo eblo



































Le explica os que hasta ahora aparecía apar ecía fuertem fuertement entee la l a cultu del trabajo, la l a austeridad, la

























Poco a poco, empezó a darse cuenta de que el estado de ebriedad le gustaba. Así fue que empezó

























Hicimos un repaso de su historia matrimonial: cuando se fue a vivir con Mariana, cortó en parte

























cuidado de los mayores. Los adultos no. Los adultos adultos solo s

sclavos de

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laura gutman - amor o dominacion los estragos del patriarcado

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