La horma Se llama horma a un instrumento que se introduce en el interior de una prenda para darle o preservar su forma. En particular se llaman así a los utensilios de madera que usan los zapateros y los sombrereros durante la confección de la prenda. Elmer Candia Aguilar 15/08/2012
¿PARA QUÉ SIRVEN LAS HORMAS? La horma es una copia abstracta en madera del pie humano. Una de sus funciones es sustituir el pie durante la confección del zapato para actuar como superficie de trabajo en la que los fragmentos de piel lisos puedan adquirir adquiri r forma plástica. La segunda función consiste en reflejar la orientación de la moda y los requisitos estéticos; es decir, mostrar una forma perfecta, p erfecta, como el modelo de zapato elegido elegid o Durante los últimos cien años, la moda del calzado masculino no ha sufrido variaciones extremas. Existen unos pocos modelos básicos que se diferencian entre sí por la forma de la puntera, en el corte de la parte superior y en los elementos ornamentales. Por ello se han desarrollado modelos de hormas bautizados con el nombre de los modelos característicos, como por ejemplo, la horma Budapest, con puntera alta. Las hormas correspondientes al volumen interior y la l a forma exterior del zapato se elaboran de acuerdo con las medidas que se han tomado del pie, y siempre por pares. El pie derecho nunca es el reflejo perfecto del izquierdo, se dan pequeñas o grandes diferencias en cuanto al tamaño y a la forma. Un buen hormero tiene en cuenta las más leves diferencias especificadas en la hoja de medición y las traslada al zapato Actualmente apenas quedan hormeros que sigan trabajando de una forma totalmente artesana y que ignoren las ventajas del d el trabajo mecánico para aliviar su fatigoso trabajo aunque sea ocasionalmente. Presentaremos los cuidadosos procedimientos de la elaboración de una horma desde un singular taller donde siguen utilizándose únicamente herramientas tradicionales y que gracias a un trabajo muy escrupuloso consigue hormas perfectas, sin las cuales las obras maestras que constituyen los zapatos a medida no podrían pod rían existir.
"ZAPATERO A TUS ZAPATOS" La herramienta más importante y el símbolo del arte de la zapatería es la horma. Sus orígenes son tan remotos como los propios principios del oficio. Las primeras pruebas documentados del uso de d e hormas en la confección de zapatos se remontan a la Grecia y la Roma antiguas. En "El banquete", el filósofo griego Platón (427 -347 a.C) cuenta cómo Zeus creó al hombre de dos partes y las cosió a la l a altura del ombligo. Pulió las arrugas, le incorporó el pecho e hizo ambas cosas...con una herramienta parecida a la que los l os zapateros usan para pulir las arrugas de la l a piel sobre la horma". También el escritor romano Plinio el Viejo (23-79 d.C.) describe una divertida anécdota sobre la disputa del artista Apeles con un zapatero: Apeles, el pintor más famoso de Grecia en la antigüedad ( período de creación 340-300 a.C. aunque lamentablemente no se ha conservado ninguna de sus obras) colocó sus primeras obras en el voladizo de su casa y se escondió tras una mesa para escuchar la crítica del pueblo llano, a quien consideraba un juez más estricto que a sí mismo. Un sutor (zapatero) observó que en el interior de un zapato faltaba un ojal. El pintor remedió la falta divertido. El zapatero, animado, extendió su crítica a la pierna de la figura representada, pero Apeles le l e respondió: " Ne supra crepidam sutor iudicet " (un zapatero debe limitarse l imitarse a opinar sobre sus sandalias). De ahí procede la expresión exp resión "zapatero a tus zapatos". zapatos ". Los zapateros griegos utilizaban las hormas para sobreponer las l as correas de las sandalias. Los romanos cosían sobre ella el zapato, que en su época ya era cerrado. De acuerdo con el tipo de zapato y sus medidas usaban distintas hormas para sandalias y pa ra zapatos cerrados. Ya aplicaban el concepto de las sandalias asimétricas: una para el pie derecho y otra para el pie izquierdo. Confeccionaban una horma para cada pie, y para la l a elaboración de las botas construían incluso hormas
divisibles.
La horma es la herramienta más importante del zapatero Reproducción de un grabado en cobre de Robert Benard; D. Diderot y J.B. D'Alembert
El tímpano de la tumba de C. Julio Helio, zapatero ( Primera mitad delsiglo II s.C.) reproduce dos hormas: en la de la izquierda hay montada una sandalia de correas (Museo Capitolinos, Capitolinos, Roma)
LAS HORMAS SIMÉTRICAS Y ASIMÉTRICAS
Los conocimientos sobre la elaboración de las hormas, como tantos otros, se perdieron durante la edad Media. Muy probablemente, en el norte de Europa no se usaba ningún tipo de ayuda para la confección de zapatos. Los zapateros cosían las piezas de piel de forma más o menos correcta. pero a partir del siglo XVI, abundantes grabados, dibujos y pinturas empiezan a dar testimonio de las herramientas usadas y principalmente de las hormas. El zapatero disponía, como en la antigüedad, de una gran cantidad de hormas; las piezas individuales, al igual que en la actualidad, sólo se construían para la clientela selecta o según deseo expreso del cliente. En un principio utilizaban únicamente una placa gruesa de madera con forma de suela. Una pequeñas piezas de madera superpuestas facilitaban la extracción de dicha placa del interior del zapato una vez listo. Aunque para los zapatos estrechos y los de pico, de corte ajustado, probablemente era necesario el uso de hormas asimétricas y divisibles, a finales de la Edad Media, en la época de los zapatos anchos y uniformes (los denominados "picos de pato", los zapateros trabajaban aún con hormas simétricas y de un solo bloque: tomaban las medidas para ambas hormas de un solo pie, lo cual, como es de imaginar, provocaba incomodidades considerables al usuario del zapato mientras se acostumbraba al calzado (no es de extrañar, pues, que los nobles obligaran a sus sirvientes a calzar los zapatos durante seis meses, para que "se diesen de sí").
El taller de zapatería Scheer (Viena) conserva con todo tipo de cuidado las hormas elaboradas para el emperador Francisco José I de Austria (1848-1916)
Horma con agarraderos
En el interior de este zapato de pico de tipo gótico, hecho de piel y abrochado por el lateral (aprox. del año 1420) se encuentra una horma original, asimétrica y divisible.
Las hormas asimétricas fueron "redescubiertas" a principios del siglo XIX a consecuencia de la orientación popular hacia los orígenes del hombre que propugnaba la Ilustración (finales del siglo XVII hasta entrado el XIX) con el lema "regreso a la naturaleza". La razón debía gobernar el pensamiento y los actos del hombre, afirmaban filósofos y científicos como Locke, Rousseau, Hume o Pestalozzi. En el curso de la Ilustración surgió en el seno de la sociedad una conciencia corporal más sana y natural, algo que se trasladó también a la moda: los esfuerzos concretos se destinaron en primer lugar al calzado de los soldados, que dadas sus exigencias debía ser más cómodo. Los zapateros empezaron a orientarse según el pie natural y a estudiar su anatomía, una parte importante de la formación de un zapatero hasta la actualidad, especialmente desde que se impusieron las hormas asimétricas a principios del siglo XX. La demanda de zapatos que se adaptasen bien creció a lo largo del siglo XIX. Se desarrolló la producción en masa, que trajo consigo una nueva división del trabajo y una diferenciación más acentuada de los oficios. Como consecuencia de la industrialización de la confección del calzado en la segunda mitad del siglo XIX, la construcción artesana de hormas se ha convertido en un oficio singular y poco corriente.
ELABORACIÓN MANUAL Y PREPARACIÓN MECÁNICA DE UNA HORMA A MEDIDA ELABORACIÓN MANUAL
En el taller de un hormero suele haber herramientas con más de un siglo de antigüedad. Dos de las que se usan en el taller de Berta son piezas de museo. Una es la podadora de corte longitudinal para dar la primer forma al bloque de madera. Se fija con un gancho al final de la mesa de trabajo y puede moverse vertical y horizontalmente.
En uno de los laterales del bloque cortado con la podadora se dibuja la planta interior obtenida a partir del contorno del pie. Finalmente, el hormero corta los extremos del bloque cubiertos con cera y empieza a darle forma con la hachuela. Siempre coloca el bloque sobre la mesa en la dirección que mejor le permite trabajar con la cuchilla de la podadera, que sitúa en el ángulo adecuado. El hormero empuja la empuñadura con fuerza hacia abajo para cortar astillas de más o menos grosor en los puntos adecuados. Durante este proceso se rige ya por los datos que figuran en la hoja de medición sobre la longitud, el volumen y el modelo del zapato. Con el cuchillo curvo y una escofina, labra los abultamientos y las cavidades, y con una lima pule la forma y elimina los rastros de las herramientas utilizadas hasta entonces, así como las rugosidades de la superficie. Tras las últimas mediciones, el hormero da la forma definitiva a la horma con papel de lija, grueso al principio y fino después. La superficie queda totalmente lisa. PREPARACIÓN MECÁNICA
Dar forma manualmente a una horma de zapato requiere una cantidad extraordinaria de tiempo, además de ser una tarea fatigosa. Por este motivo, en la actualidad, en todo el mundo se aprovechan las ventajas que ofrece la llamada máquina copiadora de talla. En el año 1819, Thomas Blanchard patentó en Massachusetts, Estados Unidos, un torno en el que podían producirse formas irregulares de madera, como por ejemplo culatas de fusil u hormas. Su invento fue la base de las máquinas en las que en un principio se producían hormas simétricas y, posteriormente, asimétricas. En la década de 1920, salió al mercado la máquina predecesora de la que se utiliza normalmente en la actualidad y con la cual pueden trabajarse la horma del pie derecho y la del izquierdo simultáneamente. Las máquinas que existen hoy en día producen un par de hormas en sólo cinco o seis minutos. Si las indicaciones de la hoja de mediciones muestran que a la longitud le corresponde un número 42 y al ancho de los laterales una numeración media, y sin embargo los empeines son pronunciados, se elegirá un patrón de horma con el número 43 y 7 de ancho. Si la longitud de los dos pie discrepa, es decir, si el pie izquierdo calza por ejemplo un 42 y el derecho un 42,5, para el pie izquierdo se elegirá un patrón del número 42 y para el derecho uno del 43. En el primer caso, el patrón tensado en la máquina de copiado reproducirá las hormas derecha e izquierda simultáneamente. En el segundo caso, primero copiará la horma del número 42 y posteriormente la del 43.
Con la ayuda de un patrón (segundo plano), el hormero fresa el tarugo de madera hasta obtener la fase previa d e la horma deseada
COPIA PRELIMINAR, DEFINITIVA Y ÚLTIMOS TOQUES LA COPIA PRELIMINAR
Se fijan dos bloques de madera vaporizados y encerados en la máquina copiadora. Ambos toman forma simultáneamente de acuerdo con el patrón de horma. Un sistema de palpación sigue de forma automática la forma del patrón y dirige los afilados cuchillos. Los dos bloques de madera van girando bajo la presión de los cuchillos en direcciones contrarias, con lo cual surgen al mismo tiempo las formas de la horma derecha y de la izquierda. Se trata de la copia preliminar. LA COPIA DEFINITIVA
Al preparar la máquina para la copia definitiva, el hormero da forma a la horma con una precisión milimétrica. En lugar de cuchillos utiliza muelas y empieza por eliminar los contornos de las acanaladuras provocadas por los cuchillos. A continuación, va retirando finas tiras de la madera sobrante, desde el talón hasta la punta, hasta que el patrón alcanza la forma y tamaño deseados. las máquinas modernas captan las variaciones más sutiles. LOS ÚLTIMOS RETOQUES
Con una sierra, el hormero retira los soportes de fijación tanto de la puntera como de la zona del talón. Finalmente, practica un agujero horizontal en el tercio superior de la horma (imagen superior izquierda) para que posteriormente, cuando la horma haya realizado su función y el zapato esté listo, pueda retirarla fácilmente. El próximo paso tiene una finalidad similar: dado que la horma no puede retirarse de una sola pieza, se corta una
cuña ligeramente curva (imagen superior central). Durante la confección del zapato, la cuña no debe sobresalir, por lo cual el hormero taladra ambas partes de la horma verticalmente, introduce una espiga para fijarlas y las atornilla (imagen superior derecha).
Para la confección de za patos cerrados los antiguos zapateros romanos, ya utilizaban hormas divisibles. Una vez terminado el zapato, podían extraerlas sin problemas. La fotografía muestra un ejemplar (aprox. siglo II d.C.) procedente de Alemania.
EL MATERIAL DE LA HORMA La horma sólo puede cumplir su función de forma óptima, es decir, sólo pue producir zapatos de buena calidad, si se elabora con la mejor madera. Algu del zapato, como por ejemplo la forma de la puntera y del contrafuerte del pueden trabajarse sobre una horma de madera dura pero suficientemente fl Para confeccionar hormas sólo puede utilizarse madera que sea resistente a las oscilaciones en el grado de humedad y a las diferencias de temperatura, así como a la gran presión, a los martillazos y a la fijación de clavos. Aunque el arce, el haya, el roble, el olmo y el nogal cumplen dichas condiciones, sólo resultan óptimos, y por tanto más rentables, el haya común y el carpe. La madera de árboles que crecen en una zona rocosa siempre será más dura que aquella que crece en un valle o cerca del agua. Un tronco torcido, o un árbol atacado por lombrices o los hongos no puede utilizarse. Dado que el carpe crece muy l debe tener entre 80 y 100 años para haber alcanzado las proporciones adecuadas que permitan elaborar hormas calidad. El árbol seleccionado se tala en el momento en que la circulación del fluido es más lenta; en Europa entr noviembre y febrero. La madera de un árbol talado durante esos meses se seca más rápidamente y su dureza es estable. Los árboles talados en invierno se dividen en trozos de 2m de longitud, se apilan y se conservan al aire libre vari Mientras la madera descansa, empieza a secarse lentamente y su humedad se reduce del 50-60% al 25-30%. La sin tratar es extraordinariamente sensible y puede sufrir cambios en el volumen a raíz de oscilaciones en la hume aire o en la temperatura. Por ello, deben calcularse minuciosamente el momento y la duración del proceso de sec Cuando hace mucho calor o queda expuesta a pleno sol, por ejemplo, la madera puede secarse demasiado, endu romperse al mínimo golpe, como el cristal. EL CORTE EN BLOQUES
En el taller, según la edad y el diámetro del árbol, de un bloque de madera de 30 a 32 cm se cortan de cuatro a seis tarugos del mismo tamaño, con los cuales se elaborarán de cuat hormas. La orientación longitudinal de la horma debe corresponderse con la orientación lo de la fibra. Al cortar, el aprovechamiento constituye un criterio muy importante: de los árboles más gr elaboran las hormas de mayor tamaño, y con los árboles de menor diámetro las hormas m pequeñas. Tras la división, los tarugos se comprueban minuciosamente y se clasifican. Sól madera completamente sana resiste la acción del martillo, los clavos y la humedad. El gro
rentable de un tronco oscila en general entre los 35 y 90 cm. La zona central es el núcleo o tuétano: en los árbol es una sustancia todavía blanda y esponjosa sobre la cual crecen los cercos anuales, que más tarde constituirán l para las hormas. El hormero prácticamente puede ver la forma de la horma escondida en la madera. Al dar forma a cada segmento del bloque, con la sierra mecánica o a la usanza tradicional, con la podadera, el hormero se guía por la vista y su larga experiencia. De cada segmento surgirá una horma El grosor de un tronco oscila entre los 35 y los 50 cm. Puede producir de cuatro a seis hormas VAPORIZACIÓN Y SECADO
Los bloques de carpe o haya común se almacenan en una sala cilíndrica bajo una presión de dos a tres atmósferas y una temperatura de 120ºC para ser vaporizados. de este modo se eliminan los inevitables fluidos, ácidos y hongos, y la madera se hace totalmente insensible a las variaciones de humedad y temperatura. De un bloque que pese 0,5 kg. por ejemplo, se eliminan unos 200 g. de agua. la fibra de la madera queda más apretada y se hace más elástica. Al clavar un clavo en madera vaporizada, la fibra se comprime. Al retirar el clavo, la fibra vuelve a su lugar. Después de haberse realizado la vaporización, los dos extremos del bloque de madera se cubren con cera para permitir que el resto del líquido contenido en la madera se evapore por los laterales y no se grietas en los extremos. A continuación, empieza el secado natural, que se prolongará por un período de unos do Aunque el grado de humedad de la madera disminuye al 16 o 18%, para poder continuar trabajándola de forma es necesario que ésta alcance un grado de humedad todavía menor, del 10 al 12%. El secado artificial en cámara unas tres semanas, durante las cuales los bloques de madera reciben aire caliente con un aumento de temperatu en primer lugar a 20ºC, luego a 30-40ºC y finalmente a 50ºC. El grado de humedad de la madera se controla continuamente. Ni el secado artificial ni el natural (mediante el almacenamiento en cobertizos) pueden ser acelerados en ningún bloques de madera llegan a la cámara demasiado pronto, la mayoría desarrollarán grietas o deformaciones, con l perderán la principal propiedad por la cual fueron elegidos. su elasticidad. Al finalizar esos años de preparación, e está a punto para la elaboración de las hormas de zapatos y es trasladado al taller.
Los bloques de madera, cubiertos de cera, descansan en cobertizos cubiertos para que sigan un proceso de secado natural. Se apilan de form suficiente aireación por todos lados. El aire tiene un grado medio de humedad del 16 al 18%. Durante este lento proceso de secado, la hu madera se reduce hasta dichos niveles.
HORMAS A MEDIDA MÉTODO DE SUSTRACCIÓN
De una horma básica pueden elaborarse hormas a medida a partir de dos métodos característicos. Uno da forma individual a la horma utilizando la sustracción; el otro, la adición Cuando llegan al taller del zapatero, las hormas básicas son siempre algo más grandes de los necesario. Si el pie es más estrecho o el empeine más bajo de la media, el zapatero, basándose en la hoja de medición y utilizando una lima o papel de lija de distintos grosores, da la forma final correspondiente a los zapatos deseados y elabora la horma a medida. Es decir, sustrae material. Para finalizar, la horma se pule con papel de lija no muy grueso para evitar que la piel resbale sobre la superficie durante la confección del zapato.
En primer lugar, el hormero lima la madera sobrante con una escofina gruesa. A continuación usa una escofina más fina. Se trata del método d e sustracción.
MÉTODO DE ADICIÓN
Este método de confección de hormas a medida se remonta a las tradiciones más antiguas. La corrección también se realiza según la hoja de mediciones, teniendo en cuenta los puntos críticos. Los lugares característicos donde el hormero debe aplicar las correcciones son, normalmente, el contorno exterior de la planta, la zona de los metatarsianos, el dedo pulgar, el empeine y el talón. En muy pocos casos dichos puntos son más pequeños de lo normal. Es más frecuente que el pie sea más ancho, el empeine y el pulgar más elevados o el talón más desarrollado. Mediante la adición de varias capas de pie de distintos grosores, se da la forma deseada a la horma. Si las medidas difieren mucho de la media, puede aplicarse más de una capa de piel
Se comprueba la longitud según los datos de la hoja de medición.
Deben rebajarse los bordes de las capas de piel.
HORMAS CORREGIDAS
Confeccionar un par de zapatos sobre una horma corregida mediante el método de adición no supone ningún problema para un zapatero. La forma deseada se consigue pegando fragmentos de piel a la horma. No obstante, esos trozos de piel pueden despegarse o deformarse durante la confección. Por tanto, si el cliente desea utilizar la horma para varios pares de zapatos, resulta más seguro usarla como patrón para una horma a medida definitiva. Las hormas izquierda y derecha corregidas mediante capas de piel se envían de nuevo al taller del hormero, donde se utilizan como patrón para la elaboración de hormas a medida. Bajo las muelas se coloca una horma algo más grande. El copiado definitivo permite obtener en unos minutos la horma adecuada al modelo de zapato elegido.
Los añadidos se pegan en su lugar correspondiente.
Se realizan frecuentes mediciones para comprobar el volumen.
Las hormas corregidas con piel son utilizadas como patrones para las hormas a medida definitivas, que actuarán como sustituto del pie del cliente y de todos sus rasgos característicos.
CARACTERÍSTICAS DE LAS HORMAS
La horma alemana se caracteriza por un empeine elevado y posee una puntera ovalada.
La horma vienesa tiene forma de plátano, con un arco latitudinal algo hundido.
La horma abierta italiana se distingue por una p untera llana.
La horma austriaca se caracteriza por una ondulación en el centro.
En la horma Budapest, la puntera es elevada
La horma inglesa cuenta con una puntera ligeramente
LA PRUEBA DE LA HORMA
Es responsabilidad del zapatero encontrar el tipo de horma más adecuado para cada cliente. A pesar de que todos los modelos de zapatos pueden confeccionarse sobre cualquier tipo de horma, según la tradición zapatera, un modelo de zapato Blucher se adapta mejor a una horma alemana o Budapest, y un Oxford a una horma inglesa. Evidentemente, la forma confeccionada a medida tiene que poder reproducir todos los rasgos característicos del tipo de horma, del pie y del modelo elegido. Únicamente es posible confeccionar zapatos perfectos a partir de hormas perfectas. Por este motivo, la mayoría
de los talleres de confección de calzado insisten en someter las hormas a prueba (con el consiguiente trabajo adicional que esto implica) a fin de disminuir el riego de defraudar al cliente con unos zapatos inadecuados o de derrochar tiempo y piel de extraordinaria calidad. El zapatero confecciona zapatos con piel de calidad media simplificando las fases de elaboración. Si el zapato de prueba resulta inadecuado en algunos puntos, todavía se está a tiempo de realizar las correcciones oportunas a la horma. En tal caso, el zapatero marca directamente sobre ésta los puntos que deben ensancharse o estrecharse. Tras esta comprobación, se considera que el zapato de prueba ha cumplido con su cometido y no se utiliza más. DURACIÓN DE LA HORMA
Una horma de zapato a medida que resulte perfecta puede utilizarse durante muchos años. Para tal fin, se anota en ella el nombre del cliente y se almacena en una sala con la temperatura y la humedad adecuadas para que la madera conserve su forma y elasticidad como el primer día. Cuando el cliente lo solicite, el zapatero podrá confeccionar unos zapatos nuevos y cómodos a partir de la misma horma. No obstante, es recomendable revisar el volumen de la horma cada dos o tres años. El volumen del pie puede variar por las causas más diversas: aumento o pérdida de peso, práctica intensiva del deporte, algunas enfermedades o deformidades del pie surgidas con el paso de los años. En tal caso, deben tomarse las medidas de nuevo y elaborarse nuevas hormas. Si no se han producido variaciones apreciables, el zapatero puede seguir utilizando las mismas hormas. A pesar de todo, si el cliente decidiera elegir un nuevo modelo de zapato, sería necesario elaborar unas nuevas hormas.
TIPOS DE ZAPATOS
EL ZAPATO HECHO A MEDIDA
Todo zapato hecho a medida constituye una valiosa creación por una parte, protege la grácil estructura del pie humano de las más incomodidades y, por otra, como parte del atuendo, refleja el gusto y a menudo su posición social: la elegancia empieza por el calzado.
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El hombre se hace los zapatos a medida por dos motivos principales. lugar, por afán de diferenciación e individualismo: prefiere escoger la modelo, la piel, el color, la combinación de pieles, la dureza de la del talón o los ornamentos, para que el zapato haga juego con un traje o se adecue a una determinada ocasión. No obstante, también el signo de esta tradición clásica encarga un modelo totalmente moderno.
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El segundo motivo es de carácter más prosaico. En general, las personas llegan a este mundo con pies sanos, mantienen así cuando tienen la posibilidad de caminar descalzos sobre terreno arenoso, pedregoso o boscoso. nuestro mundo civilizado, los pies se acostumbran a una "existencia perezosa" desde edades muy tempranas: l empiezan a llevar zapatos cuando aprender a caminar, y el proceso empeora con los años, al conducir, trabaja oficinas o ver la televisión durante horas. Los peores daños son consecuencia principalmente de los zapatos, en del calzado malo e incómodo. Muchos pies que han sufrido durante años encuentren consuelo en un zapato he medida. No se sabe a ciencia cierta cuándo la confección de zapatos se convirtió en un oficio, aunque en el Egipto de ha años ya era una ocupación con reputación. Los artificios, sutilezas y trucos de dicho oficio se han ido refinando de la historia, puesto que hasta finales del siglo XIX, momento en que empezó a generalizarse la producción in gente llevaba zapatos y botas hechos a mano. El proceso de elaboración artesanal del calzado sigue teniendo las mismas fases que hace unos 100 o 200 año
en la actualidad existe un cierto grado de especialización y división de los trabajos de preparación. El zapatero medidas del cliente, pero es el hormero quien con dichas medidas construye la horma, que a partir de ese mo sustituirá al pie durante las fases posteriores de la elaboración. El zapatero elige la piel apropiada, pero es el c quien da forma a las piezas, y el aparador quien las cose. Se trata de una auténtico trabajo de equipo. Cuando la pala cosida llegan al taller, la manufactura sigue las mismas reglas que las de los antiguos zapateros del rey los pequeños talleres de pueblo. La elaboración de un par de zapatos es un desafío a la experiencia y habilidad del zapatero. Desde el momento toman la medidas hasta que se entrega el calzado pulido a su futuro propietario, ni el ojo ni la mano del zapat fallar. Incluso con una práctica y experiencia de más de 30 años, el "espíritu del oficial artesano" siempre enfo nuevo modelo como si se tratara de su obra maestra. Al conseguirlo, hace realidad la sentencia de Chuang Tse zapato es el adecuado, olvidamos el pie". A pesar de los cambios que la ciencia y la técnica han aportado al oficio del zapatero a los largo de los siglos, l que elaboran zapatos a mano, ya se en Londres, Nueva York, Munich, Viena, Roma o Budapest, siguen declará orgullo partidarios de sus conservadoras tradiciones, tanto en lo que se refiere a los abundantes modelos com material utilizado y a la ética del oficio. Los modelos que hoy en día consideramos clásicos y elegantes surgieron durantes las últimas décadas del sigl También en lo que se refiere al material podemos aplicar la máxima conservadora: la auténtica piel natural no sustituto, ni en la pala, ni en el forro, ni en la plantilla, ni en la suela. Se elige piel curtida con sustancias veget acuerdo con una tecnología que cuenta con siglos de antigüedad. El hilo utilizado para coser procede también fibras vegetales más fuertes, y para el engrudo se usan exclusivamente ingredientes naturales.
"EL ZAPATO HACE A LA PERSONA" Tal como demuestran las pinturas murales del período comprendido entre el año 15000 y 12000 a.C. halladas en España, el hombre no tardó en sentir la necesidad de proteger sus pies de las inclemencias del tiempo. Las primeras formas de calzado eran cubiertas de piel o primitivas sandalias de rafia, hojas de palma o, posteriormente, de madera. Esta necesidad de protección derivó en un afán por mostrar la propia individualidad y significación a través del calzado: cuanto más importante la persona, más ostentosos y singulares eran sus zapatos. La pertenencia a una clase social u otra a menudo quedaba indicada por determinados modelos de zapatos (a un tipo concreto de zapato le correspondía una ornamentación concreta), y de este modo surgió la moda en el calzado. En el antiguo Egipto, llevar sandalias de plata o adornadas con piedras preciosas era un lujo reservado a los sumos sacerdotes y a los gobernantes. Este privilegio iba ligado a un funcionariado muy importante en el corte del faraón : en época de la I dinastía (2850-2660 a.C.), el cuidador de sandalias vigilaba las sandalias de los dignatarios en los lugares sagrados, donde sólo se podía entrar descalzo, o bien iba tras ellos con las sandalias en una caja. Esta figura se mantuvo hasta la Edad Moderna. En las ceremonias oficiales, Julio César llevaba botas de oro, Nerón prefería las sandalias de plata. Durante las festividades, Carlomagno calzaba zapatos decorados profusamente con piedras preciosas, mientras que su hijo Luis I el Piadoso consideraba apropiadas las botas de oro. Hasta entrado el siglo XIX, los zapatos ricamente decorados estaban reservados a los sectores más acomodados de la sociedad (con estrictas prescripciones de acuerdo con la posición social de la persona). La clase media (la baja nobleza y los ricos comerciantes) llevaban modelos más sencillos. Los pobres calzaban zapatos de madera o atados, o incluso iban descalzos.
La sandalia de hoja de palma (Tebas, Alto Egipto, 1400-1250 a.C.) cumplía con las condiciones básicas del calzado: una suela atada al pie con correas lo protegía mientras caminaba por la arena o sobre las piedras.
Sandalia de plata de la época bizantina hallada en una tumba egipcia. Es similar a la hoja de palma. El valioso material y la abundante decoración de esta forma, por lo demás muy sencilla, demuestran que el calzado ya era un símbolo de riqueza y de posición social en el siglo VI a. C.
Los zapatos que vistió Napoleón I (1769-1821) durante su coronación en 1804. Se trata de un sencillo modelo Escarpín de talón bajo.
MODA EN LOS PIES En la moda del calzado para hombres, desde un principio dominaron las botas, consideradas típicamente masculinas. A pesar de ello y de acuerdo con el espíritu de cada época, aparecen también zapatos bajos de distintos tipos, que sufren cambios impredecibles y extremos, al igual que la moda femenina. La primera oleada de moda barrió Europa durante los siglos XII y XIII. Los cruzados fueron los que introdujeron las versiones modernas de los zapatos de pico que utilizaban los sirios y posteriormente los etruscos: los zapatos de pico, conocidos ya desde la Alta Edad Antigua (siglos V y VI d.C.). Una suela adicional de madera, que permitía mantener los pies secos al andar por la calzada, actuaba de refuerzo. ¡Es el único calzado que ha precisado utilizar espina dorsal! Con el transcurso del tiempo, la punta del zapato de pico, reservada sobre todo a cortesanos y a ricos mercaderes de la época, fue creciendo, puesto que todo el mundo quería mostrar con ella la posición social que había adquirido. Como era de esperar, sus proporciones adquirieron connotaciones fuertemente fálicas. Un edicto papal obligó finalmente a reducirlas a unas medidas aceptables. En el siglo XIV, el rey francés Felipe IV el Hermoso prescribió que a los duques les estaba permitido llevar puntas que midieran dos veces y media la longitud de sus pies, a la nobleza dos veces y a los caballeros una y media. En 1436, el rey Eduardo IV de Inglaterra dictó la ley siguiente: " A los nobles cuyo título esté por debajo del de Lord no les están permitidos los zapatos o las botas cuy punta sobrepase las dos pulgadas; el Rey podrá cobrar
una multa de tres chelines y dos peniques cada vez que se incumpla lo dictado". Alrededor del año 1500, el Renacimiento y el florecimiento de la burguesía urbana impusieron un modelo de zapato muy ancho y sencillo que se convirtió en modelo básico para todas las clases sociales de entonces. De esta forma, el movimiento que se mostraba contrario a los zapatos cortesanos de pico llegó también a extremos similares. El calzado que utilizaban los burgueses ricos era muy ancho y redondo, y era calificado de forma despectiva de pie de oso o pico de pato. Pero a pesar de su forma casi cuadrada, resultaban más bien incómodos de llevar comparados con los zapatos de pico. Para empezar, la forma del zapato no se adaptaba a la forma del pie; además, se confeccionaba con varias con varias capas de piel muy dura, incluso con abultamientos parecidos a cuernos en las punteras -de ahí otra de sus denominaciones: zapatos de cuernos-, que difícilmente cedían al movimiento del pie. Una de las características que poseían los zapatos de la época del Renacimiento era la apertura que tenían en la parte superior, para que las medias blancas fueran visibles hasta la altura de los dedos. A partir del año 1565, el vistoso zapato español conquistó Europa y gracias a su suave material garantizó más comodidad. Durante el barroco, los hombres daban preferencias al calzado del material más refinado (piel o brocado) con tacón alto y ornamentos muy vistosos, como, por ejemplo, lazos, grandes hebillas, bordados y piedras preciosas. El rococó surgido en Francia bajo el reinado de Luis XV (1715-1774), tomó el relevo del pomposo barroco con zapatos más elegantes y decorados.
El zapato en forma de pico transmite un mensaje indiscutiblemente sexual en este grabado del siglo XV
Este soporte de madera del siglo XV mantenía la forma del zapato de pico al andar y lo protegía de la suciedad.
La moda y el arte seguían ligados a las tradiciones cortesanas, aunque dejaban entrever algunos nuevos elementos burgueses. Las confrontaciones bélicas que caracterizaron el siglo XVIII (la guerra de sucesión de España, la guerra con el Imperio Otomano, la guerra de independencia de Estados Unidos y la Revolución Francesa, entre otras) devolvieron su importancia a la bota. Además de los modelos estrechos y elegantes de piel suave que lucía la corte (era necesario sumergir el pie en agua y contar con la ayuda de un sirviente para poder calzarse dichas botas), hicieron su entrada las botas robustas de caña alta, que siguieron en uso en el ámbito militar hasta finales del siglo XVIII El espíritu de la moda actual se desarrolló durante la Revolución Francesa (1789-1799), con la emancipación de la burguesía. La moda burguesa reflejaba los principios de la revolución: igualdad y fraternidad. A partir de
OXFORD entonces, los nobles prescindieron de los adornos vistosos: se adoptaron colores y formas más discretos, el tacón desapareció. Hippolyte Taine (1828-1893), historiador y filósofo francés, formuló la hipótesis de que la invención de los pantalones que cubrían el tobillo fue la mayor consecución de la historia de Europa, puesto que con ellos llegó el hombre civilizado. Podría añadirse que también fueron los responsables de la aparición del clásico zapato bajo, más adecuado para este tipo de moda. Durante la época Biedermeier y el romanticismo, en los primeros años del siglo XIX, los zapatos con lazos y otras decoraciones regresaron durante un breve período, si bien a mediados de ese mismo siglo la moda del calzado masculino experimentó profundas transformaciones en las que dominó mayoritariamente el zapato bajo. Nuevas formas de zapatos y botas encontraron su lugar en el escenario de la moda, principalmente a través de personalidades sociales con mucho estilo o de militares (por ejemplo, las botas Wellington, los zapatos Blucher o Derby). En un principio, volvió a dominar la media bota. Cabe destacar especialmente a un creador de moda, el británico George Bryan Brummel (1781-1840), más conocido como Beau Brummel, quien prefería colores mates y valoraba sobremanera el corte exacto. Llevaba botinas de cordones bajo unos pantalones muy ajustados. Los hombres de Gran Bretaña, del continente y de ultramar siguieron su ejemplo hasta bien entrado el siglo XX (entre ellos su amigo y admirador, el príncipe de Gales y el rey Jorge IV de Inglaterra). Los modelos considerados clásicos hasta la actualidad surgieron como símbolo de comodidad y de elegancia. Los maestros zapateros de Londres, Münich, París, Viena y Budapest contribuyeron a establecer esta moda tan conservadora.
Los zapato "de cuero", con abultamientos parecidos a un cuerno en la puntera, difícilmente cedían a los movimientos del pie.
Luis XIV (1638-1715), el rey Sol, lucía zapatos ricamente decorados
El músico del baile campesino, de Pieter Brueghel el Viejo (hacia 1568) lleva los zapatos anchos ("picos de pato") típicos de la época, además de medias blancas.
El Oxford es con toda probabilidad el zapato inglés para hombres más elegante. Se caracteriza por ser cerrado y llevar cordones, que tras pasar por cinco pares de agujeros se atan a la perfección y sólo permiten ver el extremo superior de la lengüeta. Este tipo de zapato es especialmente adecuado para pies estrechos con empeine bajo. Puesto que el zapato queda cubierto por el pantalón, ante todo debe tomarse en cuenta la armonía entre ambos. Con un traje negro, el Oxford de la misma tonalidad garantiza a su dueño un aspecto muy distinguido en cualquier celebración.
Es considerado el tipo de zapato inglés. Modelos como el de la fotografía ya se confeccionaban en Inglaterra durante la década de 1830, aunque no se pusieron de moda hasta 1880. Desde entonces se conocen con la denominación Oxford. El prototipo de este modelo del taller de John Lobb, Londres, fue elaborado hace aproximadamente un siglo. Actualmente sigue considerándose el modelo más elegante para hombres.
Un pequeño desfile de Oxfords: a la izquierda el Oxford liso ( plain). La única ornamentación de este elegante y ascético zapato es el pespunteado doble a lo largo de la puntera recta y de la separación entre empella y alas. En el centro, un semi-brogue: la puntera recta, la separación entre empella y cañetas y entre cañetas y contrafuerte del talón, la línea de las orejas y el borde superior de las cañetas están provistos de perforado. A la derecha, un típico full-brogue, con una puntera vega profusamente perforada.
FULL-BROGUE Y SEMI-BROGUE La versión más sencilla de los modelos Oxford y Blucher no exhibía ningún tipo de decoración, aunque los zapateros no tardaron en incluir la ornamentación en el calzado clásico masculino. Pero los zapatos decorados con distintos modelos de perforados son una invención de los campesinos irlandeses, para facilitar el secado del interior de sus zapatos, ablandados por el suelo pantanoso, practicaban agujeros en la gruesa piel de la puntera y de las cañetas de su calzado. En Inglaterra, este tipo de zapato se popularizó primero entre guardas forestales y guardabosques, y posteriormente entre los círculos aristocráticos que iban de caza con ellos. tras invadir el guardarropa de la nobleza, Brogue sufrió modificaciones: se empezó a confeccionar con piel cada vez más fina y suave y un patrón de perforado visiblemente más elegante. Se perdió la función original del perforado (brogueing), que pasó a decorar el zapato. El patrón del perforado en la puntera se perfeccionó en gran medida y a las líneas de
separación entre la empella y las cañetas, así como a los bordes superiores de las cañetas, se les aplicaron patrones de perforado pespunteados. Así surgieron el full-brogue y el semi-brogue. La diferencia entre ambos radica en la forma de la puntera: en el caso del full-brogue, se trata de una puntera vega, y en el del semibrogue de una puntera recta. En la Inglaterra de finales del siglo XIX, los full-brogue ya era habituales en los campos de golf y eran considerados un tipo de calzado exclusivamente deportivo. Sin embargo, la fama mundial les llegó en la década de 1930, cuando el príncipe de Gales, considerado el hombre más elegante de Europa, sorprendió a la alta sociedad acudiendo a jugar al golf con zapatos full-brogue. este tipo de calzado le gustaba tanto que decidió vestir una versión más elegante del mismo durante los acontecimientos sociales.
La versión puritana del Oxford se opone al Oxford full-brogue, profusamente decorado.
Tres variantes de puntera. Arriba: sencilla ( plain); Centro: recta con perforaciones ( semi-brogue); Aabajo: puntera vega con perforado ( full-brogue)
BLUCHER El modelo Blucher es muy habitual en el continente europeo. Es un zapato de cordones ancho y abierto. También e con el nombre de Derby. La denominación Blucher hace referencia al mariscal de campo prusiano y duque de Wahls Gebhard Leberecht von Blücher (1742-1819), quien además de derrotar a Napoleón en 1815 junto a Wellington en encargó la confección de zapatos de este tipo para sus soldados. El modelo Blucher ofrece una comodidad absoluta a aquellos amantes de los zapatos con el pie más ancho y el emp elevado de los normal. La ornamentación suaviza el carácter robusto de este zapato, producto de las costuras exter
el cosido doble) y de la doble suela. Dado que es un zapato abierto, resulta más fácil introducir el pie en él que en Oxford, y la distancia entre las dos cañetas puede regularse de manera más efectiva. El El Blucher se confecciona en en versiones: liso, semi-brogue y full-brogue
Desde finales del siglo XIX, este modelo goza de especial popularidad en Viena. El corte es el denominado Blucher c decoración semi-brogue. La empella queda dividida a 7 u 8 cm. del extremo delantero por una puntera recta sobre l dispone un perforado entre dos pespunteados: dos perforaciones pequeñas verticales entre dos perforaciones mayo diseño decorativo delantero dominan las perforaciones grandes sobre un halo de más pequeñas. El perforado situad dos pespunteados se repite en las costuras de la empella, de las l as cañetas y del contrafuerte del talón. El Blucher liso resulta casi puritano: la empella no está dividida, las cañetas se extienden en un único arco liso l iso hasta la suela. Muchos amantes de los zapatos prefieren esta sencilla versión al semi-brogueo al full-brogue por el temor (infundado9 de que una puntera recta o una puntera vega puede oprimir o causar dolor al pie. La piel de tipo scotchgrain (foto izquierda) acentúa el carácter informal y deportivo de este modelo. model o. Un modelo que despierta reacciones contradictorias:o bien gusta y es imprescindible en la colección de zapatos o nunca se llega a establecer una relación íntima con él. En la fotografía, e noruego, una variante del Blucher. Se caracteriza por una peculiar división de la e como por las costuras confeccionadas a mano de la pala. Una de ellas recorre paralela los bordes de la suela a una altura de unos 2,5 cm. y la otra divide verti la punta del zapato hasta la suela. En dichas costuras, realizadas escrupulosamente los bordes de la piel se orientan hacia el exterior. En comparación con otros m clásicos, el noruego resulta deportivo incluso en su versión más elegante. En gener carácter rústico de este zapato se acentúa con el material elegido: la piel grane popular. La coloración suele presentar un gran contraste y a veces resulta incluso sorprendente. Se S e trata de un mo extravagante que refleja las exigencias juveniles.
Este modelo Blucher encarna la creatividad del diseño moderno y la moderación refinada. A diferencia del arco típic modelo Blucher, las cañetas se extienden sobre la empella lisa y en lugar de los cuatro a seis pares tradicionales de lleva un único par. La parte superior superi or del zapato irradia una perfecta armonía. Hasta finales de la Primera Guerra Mundial, la l a monarquía austrohúngara contaba con capitales: Viena y Budapest. Ambas ciudades poseen muchas similitudes no sólo en la arquitectura, la literatura y la música, sino también en su artesanía. En el terreno cul muchas obras de arte son fruto de la rivalidad entre las l as dos ciudades, y los artesanos ellos los zapateros, no querían quedar nunca atrás. atr ás. Casi simultáneamente a la aparici popular Blucher semi-brogue en Viena, surgió en modelo Budapest. Ambos siguen m similitudes, aunque los distinguen ciertas características en la forma y la ornamentaci puntera del Budapest es más alta y no es recta, sino que reproduce la forma de un co elegante línea ondulada de la puntera vega se extiende a lo largo de la empella, práct hasta el contrafuerte del talón. El trazado de las líneas muestra muy buen gusto y pe realzar los patrones de perforado que lo acompañan. El arco en forma de corazón se r las líneas que separan la empella de las cañetas y las cañetas del contrafuerte del tal Además, se ve realzado por una serie de perforaciones. Un dibujo ornamental geomé decora la puntera.
MODELOS DE VERANO En general, todos los modelos clásicos pueden adaptase como zapatos de d e verano con aireación si el zapatero utiliza piel fina o por ejemplo, confecciona determinadas partes de la zona superior con piel pi el trenzada. Sin embargo, un zapato de verano elaborado según las reglas más estrictas del calzado clásico no está pensado sólo para una estación. En el clima cli ma europeo, puede llevarse durante más tiempo que un zapato de confección industrial, que sólo resiste su uso durante unos meses. Sorprendentemente, en el calzado de verano son más populares las tonalidades oscuras que las claras.
Este Oxford con el clásico dibujo de las perforaciones se convierte en un zapato de verano gracias a la piel pi el con que ha sido confeccionado: la piel fue acondicionada para que resultara muy suave y no se le l e aplicó coloración alguna para que conservara su tonalidad natural. La ornamentación de este clásico modelo Blucher consiste en una empella trenzada que contrasta con los laterales lisos. La piel trenzada permite mucha más aireación que la piel lisa más fina. El material se corta en tiras de 3 a 5 mm. de anchura. La mitad de ellas se cuelgan paralelamente en una estructura parecida a un telar; a continuación, el zapatero entrelaza el resto en ángulo recto: primero por encima y luego por debajo de las tiras verticales (podría decirse que teje la piel). De este modo consigue una superficie trenzada de patrón cuadrado. Cuánto más estrechas las tiras, más atractivo el efecto.
Los agujeros practicados en la piel de la pala de este modelo Blucher garantizan una aireación del 100%. En el modelo de la fotografía, la puntera y las orejas permanecen lisas, mientras que el resto presenta grandes perforaciones con una función estética parecida a la del brogueing, que además permiten la aireación. Los agujeros están ordenados en un patrón geométrico sistemático fijado por el diseñador. La separación entre las perforaciones de 3 mm. de diámetro es de 1,5 cm. y forma una especie de red. En este modelo de verano, la piel de la parte superior y la del forro han sido punzonadas conjuntamente. El forro ofrece a la pala la consistencia necesaria. Actualmente, las sandalias no representan ningún símbolo de posición social como en la antigüedad. Son, ante todo, cómodas, puesto que resultan muy agradables en días calurosos. El modelo de la fotografía conserva algunos elementos del calzado clásico masculino: la puntera y el contrafuerte del talón son cerrados y lisos para que los prendederos de distinto grosor destaquen más (especialmente el que se extiende hasta la parte más alta del empeine). Esta sandalia es una variante típica del Monkstrap: el prendedero es una prolongación de la cañeta y se sujeta con una hebilla. Para el diseñador, la funcionalidad era muy importante, aunque consiguió hacer especial la sencillez de su modelo.
EL ZAPATO FORMAL - DE CORDONES Y CON COSTURA PRUSIANA Dentro de los zapatos bajos, podemos establecer una primera distinción entre los modelos de cordones con costura prusiana y modelos de cordones con costura inglesa. En los zapatos con costura prusiana las dos partes de la pala que se juntan con los cordones están cosidas bajo la parte delantera d elantera del zapato y terminan en una lengüeta cosida, un trozo de piel dispuesta bajo los cordones. Los zapatos de cordones con costura prusiana son en principio un poco más formales que los zapatos de cordones con costura inglesa; con ellos ell os el pie se ve simplemente "más vestido". En Estados Unidos este tipo de zapato se llama también balmoral o abreviado bal. El más formal de todos los zapatos de este tipo, el Oxford, apareció ya en el siglo XVIII. En Estados Unidos se le llama ll ama balmoral Oxford. El Brogue se popularizó en el siglo XIX. Se inspira en el calzado tradicional de los escoceses cuyas características fueron adaptadas en un principio para los zapatos de señora. El modelo con agujeros troquelados llegó después a los zapatos za patos masculinos y se desarrollaron formas mixtas a medio camino entre el Oxford y el Brogue. A causa de su origen folklórico, el Brogue se considera un poco más rústico que el Oxford, de aire más urbano. Sin embargo, el Brogue negro también se acepta en Londres. Una característica típica del Full-Brogue es la puntera elevada, por eso e so a este zapato en Estados Unidos también se le llama wingtip, es decir, zapato con punto en ala. Long wingtips o long wings son Brogues en los que la puntera se extiende hasta el talón, un estilo que también puede encontrarse en los fabricantes americanos , como Alden o Allen-Edmonds.
Un Oxford negro como el modelo Consul es considerado el zapato masculino más formal. Puede llevarse con un traje de rayas diplomáticas para ir a trabajar, pero también combina con un chaqué en recepciones oficiales, bodas, etc. Para combinar con el blazer resulta demasiado formal, pero en marrón queda bien con trajes de tweed y americanas de sport.
El Legate tiene un estilo entre el Este es un típico semi Brogue. Oxford y el Brogue. No es tan formal Gracias a su superficie estructurada, como el Oxford liso ni tan rústico el Diplomat combina muy bien, en como el Full-Oxford. El Brogue es un color negro, con trajes de tejidos zapato adornado con agujeros suaves o estampados, como la punzonados. El término Brogue franela o el cuadro príncipe de Gales. proviene de la palabra galesa brog, con la que se designa a los zapatos. Otra denominación para estos zapatos es "Budapest", dada la calidad que tradicionalmente tienen los zapatos fabricados en Hungría.
El Chetwynd de Church es el clásico Full-Brogue, el zapato que no debería faltar en el armario. En marrón resulta ideal para llevarlo con un traje deportivo de tweed, con franela o con pantalones de pana o molesquín.
El adorno en la puntera convierte al Barcroft en un zapato un poco menos formal, así que no resulta adecuado en ocasiones muy elegantes. Por lo demás, se utiliza en las mismas ocasiones que el Oxford liso.
EL ZAPATO FORMAL - DE CORDONES Y CON COSTURA INGLESA En los zapatos de cordones con costura inglesa la parte lateral del zapato va cosida por fuera a la parte delantera. La parte delantera, es decir, la que cubre el empeine y los dedos del pie se convierte en la lengüeta. Los zapatos fabricados según este principio se llaman en inglés blucher. El nombre proviene del mariscal de campo general prusiano Blücher que en 1815 derrotó a Napoleón en Waterloo junto a Wellington. En esta ocasión sus soldados llevaban borceguíes de cordones con costura inglesa. Otra denominación para este tipo de zapato, que también se usa en Alemania, es derby. Sin embargo, en Estados Unidos se usa más el término blucher. Cuando la parte delantera no está adornada, el zapato se llama plaintip blucher. Un zapato de cordones con costura inglesa y puntera es un toecap blucher. Un Brogue de cordones con costura inglesa y puntera de ala que se extiende a todo
el zapato es en Estado Unidos un long wing blucher. Pero no se deje asustar por esta avalancha de nombres. Incluso en los catálogos de los fabricantes de zapatos las distintas denominaciones se utilizan de forma arbitraria. Piense que una vez en la zapatería no tiene que preocuparse por el vocabulario. Simplemente señale el zapato elegido y, sobre todo, no olvide decir el número que calza. Un Derby o Blucher de este tipo resulta muy adecuado cuando no es obligado llevar los Oxford, más elegantes en el trabajo. En color marrón caramelo el modelo Shannon es muy popular sobre todo en el sur de Europa. Se lleva con pantalones de franela y navy blazer, pero también combina muy bien con pantalones de pana y vaqueros. Este Derby en negro es una buena alternativa frente al Oxford aunque no es tan elegante. Es un zapato para todos aquellos que llevan la discreción hasta los pies. El Gerard en marrón es la versión más fina del Shannon, el modelo de la ilustración anterior y puede llevarse bien con trajes deportivos ligeros. El Cromwell tiene los agujeros punzonados del Brogue, la puntera del Oxford y la costura inglesa del Derby. esta mezcla hace que su estilo sea difícil de clasificar. En marrón combinaría bien con una americana a cuadros y unos pantalones de tela cruzada cavalry.
El Burford suele fabricarse en negro. Tiene una forma que es una mezcla entre el Derby y el Oxford, por lo que resulta un zapato adecuado para el traje de negocios. Al llevar la costura inglesa es un poco menos formal que el Oxford. Este wingtip blucher, como le llaman los americanos, es una conseguida mezcla entre el Brogue y el Derby. la costura inglesa combina bien con la puntera de ala rústica y la suela de cuero gruesa. El Grafton es el zapato ideal para todos aquellos que encuentra el Full Brogue normal demasiado formal y el plaintip demasiado simple. En Italia es muy popular en color sándalo.
Los Mocasines El mocasín es un zapato ligero y flexible de piel suave y suela delgada. Es tan cómodo que casi ni se nota en los pies y es el acompañante ideal de un guardarropa ligero. Actualmente, el mocasín también se confecciona en versión de vira cosida, además de su sencilla forma original. Esta definición incluye tanto el mocasín como los distintos mocasines de cerquillo cosido. Comparado con el zapato de cordones, el mocasín es un zapato más bien informal. De hecho, cuando en los
años treinta, se introdujo en Estados Unidos el mocasín Penny, al principio los adeptos de los zapatos de cordones tradicionales pensaron que alguien se había equivocado y había salido a la calle en zapatillas. No obstante, el ligero mocasín pronto ganó popularidad, puesto que ahorraba el engorro de atar y desatar los lazos de los cordones y además, al menos en la versión original sin forro, no daban tanto calor como los zapatos con cordones. Al poco tiempo, además de la sencilla versión antigua ya existía una versión de cerquillo cosido. Hoy en día, aunque el mocasín se encuentra totalmente aceptado como un clásico, en las ocasiones realmente formales se debe seguir llevando un zapato de cordones. La versión de calidad superior es el mocasín de cerquillo cosido. Existen dos versiones: el mocasín Tassel y el mocasín Penny. la denominación mocasín no es acertada en este caso desde el punto de vista técnico, pero sí como reminiscencia del modelo más antiguo de este zapato. El Weejun de Bass es considerado como el abuelo del mocasín Penny. En color negro o vino, desde su introducción en los años 30 ha permanecido casi sin cambios. Después de llevarlo un corto tiempo, la pala sin forro se adapta de forma óptima al pie y por ello es muy cómodo, incluso sin calcetines. Se llama así porque en los años 50 los estudiantes de las Universidades de Nueva Inglaterra tuvieron la idea de esconder un penique bajo la lengüeta del zapato para que les trajera suerte. El nombre Weejun es una deformación oral de la palabra Norwegian ("noruego") ya que la forma del mocasín recuerda a la de los zapatos que los pescadores noruegos se dedicaban a fabricar en sus tiempo libre. Los fabricantes ingleses presentan el mocasín Tassel con un corte más alto que el original americano, lo que resulta en una silueta más elegante. Este tipo de zapato se compara, en cuanto estilo, al navy blazer porque los dos son fáciles de combinar y difíciles de clasificar. Se puede tomar como regla a seguir que se pueden llevar siempre que sea posible llevar un navy blazer, pero no olvide que el mocasín Tassel en su forma clásica forma parte, en Estados Unidos, del vestuario de negocios. Uno de los mocasines más populares hoy en día es el llamado beefroll, un modelo muy clásico del fabricante americano Sebago. El nombre beefroll se refiere a los nudos parecidos a rollitos de carne que surgen del ornamento ribete del puente y que se encuentra a derecha e izquierda del empeine. Además de en los Estados Unidos este mocasín también es muy popular en Europa del Sur y allí se suele llevar combinado con un traje oscuro. El modelo de la figura es de Church's, pero es uno de los clásicos beefroll.
MOCASINES A LA ITALIANA
El mocasín Tassel se remite a la estructura que encontramos hoy en día en las botas. Los lazos de los cordones se pasan alrededor del zapatos mediante "túneles" y terminan en el empeine en forma de lazada. Solamente en los modelos muy antiguos los extremos de los lazos de los cordones estaban adornados con una borla de piel. La marca norteamericana Alden se atribuye haber mejorado esta antigua estructura en los años 40, ya que el zapato se ajustaba tan bien que no necesitaba cordones y las borlas sólo tenían una función decorativa. Así que si usted busca los originales los encontrará en Alden.
Hasta la Primera Guerra Mundial eran los ingleses los que dictaban mundialmente las tendencias en zapatos masculinos. La moda masculina en general también seguía los ejemplos y modelos ingleses, menos algunas excepciones locales. Incluso la gran tradición húngara de zapatería seguía el estilo de los modelos ingleses. Sólo los americanos aportaban nuevas ideas, por ejemplo, con el mocasín que pronto cruzó el charco y supo hacerse un lugar en el armario de los zapatos del caballero. Después de la Segunda Guerra Mundial, las nuevas formas de los zapatos americanos inspiraron a los italianos y estos crearon a partir de ellas un nuevo concepto de zapato masculino, ligero y suave, que se adaptaba a la nueva línea innovadora que proponían los diseñadores italianos mucho mejor que los tradicionales zapatos ingleses Oxford, Derby o Brogue. Así que, hoy en día, un caballero puede escoger en su guardarropa clásico entre un estilo internacional con tendencias inglesas o italianas. Adornan la piel suave y adaptable, casi como un guante, de los mocasines del sur de Europa. Son conscientes de sus desventajas: se conservan poco tiempo y los pies se cansan rápido, pero no les importa porque se trata de un zapato tan cómodo de llevar como las pantuflas de estar en casa y porque empequeñecen el pie, al menos aparentemente. Piensan que las finas costuras, las suelas delgadas y la piel, que en ocasiones tiene hasta tacto de seda, es lo que mejor combina con los finos resultados de las creaciones de los sastres italianos. Y es que lo que pretenden los sastres italianos es que la ropa sea ligera y de una elegancia natural. Estas dos características pueden aplicarse también a las creaciones de los zapateros italianos, cuya confección y trabajo a medida destaca por su excelente calidad. De entre ellos, desde hace tiempo los mocasines Gucci son la primera opción. El mocasín de Gucci forma parte de un pequeño grupo de clásicos intemporales que bien llevados y combinados con estilo están considerados en todo el mondo signo de buen gusto. Quedan bien en muchos y variados contextos y en todo ellos se adaptan perfectamente. Se pueden llevar con pantalones de pana ingleses de cinturilla abierta o con una austera americana de tweed de Cording, en Piccadilly, o con cachemir o franela de Kiton. Podemos encontrarlos junto a pantalones cortos caqui y un polo de Ralph Lauren, vaqueros y camisas a cuadros e incluso con esmoquin. Se trata de un zapato elegante para el tiempo libre y, al mismo tiempo, zapato deportivo para un traje. En un armario lleno de zapatos, tres pares de Gucci en negro y marrón pueden competir con todos su colegas de cerquillo cosido. Con la creación de este zapato el nombre de la familia Gucci ha pasado a ocupar un lugar en el panteón de las glorias del mundo de la moda.
Como sucede con los zapatos de cerquillo cosido, la fabricación de los mocasines empieza con el corte de la pala. En Italia, así como en la holandesa casa Greve
El segundo paso en el proceso de fabricación, una vez la pala ya está cosida, es ponerla sobre la horma, y con ello también sobre la plantilla y fijarla a la
En los mocasines la suela se pespuntea, lo que quiere decir que se pasa una costura a través de la plantilla y la entresuela. No obstante, a continuación la parte
esto se realiza a mano.
horma de forma provisional. En el paso siguiente la pala se cierra al coser la parte superior que falta. A continuación ya pueden retirarse las pequeñas agujas puesto que la pala ya está fijada a la horma.
Monkstrap - El Zapato con Hebilla El monkstrap se llama así porque su cierre con hebillas y porque recuerda a las sandalias de los monjes. Esta característica tan práctica le ha proporcionado a este tipo de zapato multitud de admiradores y detractores. Los partidarios de este modelo aprecian que se ajustan perfectamente al pie y que las hebillas son muy fáciles de abrochar, al contrario de lo que pasa con los cordones que siempre se desatan en el momento menos oportuno. Los adversarios de los monkstrap lo encuentran un zapato afectado y superficial. Así que es una cuestión de gustos personales decidir si gusta o no esta especie de mezcla a medio camino entre el zapato de cordones formal y los mocasines más informales. Objetivamente, no hay nada que objetar al monkstrap, dejando a un lado pequeñas incomodidades, como por ejemplo que los bajos del pantalón pueden engancharse en la hebilla o quedar encima de la lengüeta que sobresale y que esto desluce la caída del pantalón. Por eso los zapatos de hebilla sólo quedan bien cuando se llevan con pantalones con perneras estrechas, con los bajos muy poco anchos, y que no toquen o casi no toquen el zapato. Entonces es cuando destacan la parte elegante de la pala larga y la hebilla del latón y cuando sabemos realmente a qué nos recuerdan estos zapatos: no a los zapatos del hábito de los monjes sino a los zapatos de los tres mosqueteros, adornados también con hebillas resplandecientes. Si a usted no le acaban de convencer este tipo de zapatos deberá seguir, le guste o no, con los zapatos de cordones y los mocasines. Se componen de empella y cañetas, como el Oxford y el Blucher, pero se diferencia de ellos por la vistosa hebilla que une las dos cañetas. La hebilla queda fijada en una de las cañetas. la otra termina en un prendedero de piel que se ata a la hebilla. Con él se regula la distancia entre las cañetas sobre el empeine Normalmente, el Monkstrap cuenta con una empella lisa y sin divisiones, sobre la cual destacan la hebilla y el prendedero. las hebillas pueden ser muy variadas: plateadas, doradas, angulares, redondeadas, lisas o decoradas. la ventaja del Monkstrap es la facilidad con que se abrocha, contrariamente al Blucher, que posee un
inferior de la suela se pega. Si se formara un agujero en esta suela no se podrá retirar debido al material que se utiliza para pegarla. Si hay que cambiar la suela es necesario lijarla.
abrochado complicado en el que los herretes descansan sobre el zapato.
La mayoría de los caballeros prefieren los zapatos de hebilla negros. En Francia son muy populares combinados con pantalones en color gris oscuro y un blazer. El zapato de hebilla de ante, como el Westbury Suede de Church's, es sólo para absolutos fans de este tipo de zapato. Si no tiene suficiente con una hebilla, en este modela la tiene por duplicado. Este modelo lo llevan sobre todo los franceses. De todas maneras, pierde un poco en comodidad y adaptabilidad porque hay que abrochar dos hebillas en lugar de una. Pero se trata de un detalle de poca importancia. Este modelo con más de un siglo de antigüedad, constituye toda una curiosidad y un deleite para la vista. Fue diseñado para el traje típico escocés, para bailar con el kit. Aunque el Monkstrap se caracteriza ante todo por una sencillez casi puritana, el zapato de la fotografía, procedente del taller de John Lobb en Londres, fue decorado profusamente. El modelo es a la vez una particular variedad del full-brogue. La puntera vega que divide la empella, las cañetas e incluso el contrafuerte del talón están decorados con numerosas perforaciones. La división de la empella es muy curiosa, puesto que forma una sola pieza junto con las cañetas. La característica hebilla desempeña un papel secundario. UN CLÁSICO AMERICANO - LOS BICOLORES
Si usted conoce este zapato y le gusta debería preguntarse por qué hasta ahora no ha logrado aceptación en Europa. Tal vez sea porque se pudo de moda entre la juventud americana, sobre todo la femenina, en una época en la que en Europa no había todavía gran interés por las tendencias que venían de Estados Unidos. A principios de los años 40 todas las fans de Frank Sinatra llevaban estos zapatos. Este entusiasmo nunca llegó a Europa. después de la guerra este zapato dejó de asociarse a un movimiento juvenil concreto. Los héroes de los años cincuenta llevaban mocasines Penny o botas tejanas. Así que los bicolores siguieron siendo lo que siempre habían sido: un zapato ligero americano de fin de semana, muy popular entre los estudiantes y también entre los profesores, que se llevaba con chinos y americanas de tweed. para el fin de semana también se combina como si fuera una bota o un mocasín, es decir, con un polo, vaqueros y suéter o trinchera. También existía la versión más elegante para gente de negocios que los combinaba con un traje oscuro, como si se tratara de unos Oxford negros. De hecho, su costura prusiana y punta sencilla y sin adornos le hacen parecer tan formal como unos Oxford. pero sólo en teoría, puesto que en negro supone estar a medio entre unos Oxford y unos Brogues, aunque no se esté vestido de forma incorrecta. Así que si usted es partidario del estilo clásico americano, como el Ralph Lauren o Brooks Brothers, debería combinar su traje de espiga gris con unos bicolores de piel de caballo. Más americano imposible. El bicolor es el zapato clásico de fin de semana de Nueva Inglaterra, típico de las exclusivas Universidades de la costa este. Tanto los profesores como los estudiantes adoran estos zapatos de característica suela roja, que han cambiando desde hace décadas.
SINÓNIMO DE IMPERMEABLE Los zapatos de cerquillo cosido tienen un inconveniente que se deriva de su construcción y es que no son impermeables. De todas maneras, esto no suele suponer un gran problema, puesto que este tipo de zapatos se llevan en la ciudad y no para ir a pasear al campo en días lluviosos. Para estas ocasiones los zapatos adecuados son aquellos fabricados según el método Veldtschoen. El nombre proviene del africaans (veldtschoe o más correctamente veldskoen) y traducido significa zapato campero. Esta denominación explica perfectamente para qué están pensados estos zapatos: para el trabajo en el campo o, en el sentido figurado, para la moda de campo. En estas ocasiones prestan mucho mejor srvicio que unos zapatos de cerquillo cosido. Con el método Veldtschoen la pala se gira hacia afuera y se cose con la plantilla y el cerquillo. En el cerquillo se pega o cose una suela de plástico o una suela de cuero extragruesa y doble a modo de protección contra la humedad. La lluvia cae por la pala con el borde hacia afuera y de este modo no puede penetrar en el cerquillo. Si se trata de un zapato de costura inglesa la pala se une con las partes laterales del zapato de manera que no pueda entrar agua por debajo de los cordones. Por supuesto, un zapato de este tipo jamás será tan impermeable como unas botas o unos chanclos de goma pero con ellos se puede pasear un rato bajo la lluvia sin riesgo de volver a casa con los pies empapados. Pocas marcas fabrican los zapatos Veldtschoen, como por ejemplo, Tricker's, cuya colección country comprende algunos modelos Veldtschoen. Otro fabricante de veldts, como se los llama a menudo es Joseph Cheaney & Sons en Desborough, una empresa de mucha tradición fundada en 1889. La colección country de Cheaney ofrece incluso una buena docena de diferentes modelos Veldtschoen. Al fin que los veldts sean impermeables y todo terreno, suelen fabricarse con una suela perfilada de vibran que se cose de forma flexible como si fuera una suela de cuero.
MODELOS CLÁSICOS Los modelos para hombre considerados clásicos actualmente son producto de una especie de fiera competición que tuvo lugar entre los maestros zapateros europeos durante los años 1880 a 1889. Los talleres ubicados en en Londres, París, Münich, Viena y Budapest se hicieron famosos en todo el mundo gracias a su habilidad e individualidad. Lo que determina un modelo de zapato es principalmente la forma que presenta su estructura. Existen algunas categorías básicas. En primer lugar, un modelo de zapato se define por el método de cierre: zapato de cordones (abierto o cerrado), zapato con hebilla o mocasín. En un zapato con cordones cerrado, como el modelo Oxford, las orejas van cosidas bajo la empella y se cierran sobre una lengüeta cosida. Si el zapato es abierto, como el modelo Blucher, las orejas se cierran sobre la empella, que a su vez se transforma en lengüeta. Otra característica es el número de piezas que componen la parte superior del zapato. En la variante más simple, el mocasín, la parte superior consta de una sola pieza de cuero. Los modelos como el Budapest se componen de empella, cañetas y contrafuerte del talón exterior. La empella, puede además, estar fraccionada por una puntera recta o una puntera vega, o por distintas aplicaciones. Una tercera característica diferencial sería la existencia o no de un patrón de perforaciones (brogueing) que desde finales del siglo XIX caracteriza la moda del calzado masculino. Los modelos clásicos no llegan a la docena, pero ofrecen múltiples posibilidades de variación en la confección de modelos individuales. Para la creación de un nuevo zapato, el diseñador se basa siempre en la elección de un modelo básico tradicional. No obstante, aplica su creatividad exclusivamente a las variedades de composición de la parte superior: el trazado de las líneas, el acoplamiento armónico de las piezas individuales, la adecuación de ornamentación (como, por ejemplo, brogueing, pespunteados, festoneados o superposiciones), color y superficies, y las posibles combinaciones entre ellas. Aunque internacionalmente existe coincidencia en las denominaciones utilizadas para los modelos básicos, sus numerosas variedades reciben nombres individualizados en cada taller.
EL ZAPATO DE GOLF Cada deporte precisa ropa especial para garantizar la máxima efectividad durante su práctica. Aunque durante la primera época del tenis, la esgrima, el críquet o el golf el calzado de trabajo era considerado suficiente, todas estas disciplinas no tardaron en experimentar un cambio. El modelo básico del zapato de golf es el Blucher full-brogue. Teniendo en cuenta las circunstancias de este deporte -el golf se juega al aire libre y mayoritariamente sobre pasto-, los zapateros confeccionaban la empella y las cañetas del zapato de golf con piel resistente e impermeable, preferentemente scotchgrain de tonalidades oscuras. La zona intermedia de la empella es de piel más suave, normalmente de color blanco. En lo que refiere a la forma, la estructura, el corte y la confección, el zapato de golf se asemeja al Budapest blanco y negro, aunque presenta importantes diferencias: por una parte, la gran lengüeta perforada y con flequillos, que tras abrochar el zapato se sitúa sobre la empella para proteger los cordones de la humedad; por otra, los clavos fijados en la suela y el tacón (cuatro en el tacón y de cinco a siete en la suela) para que el jugador tenga mejor estabilidad sobre el pasto. En general, un zapato de golf dispone de dos tipos de clavos que pueden intercambiarse fácilmente: unos para terrenos blandos y otros para terrenos más duros. En la mayoría de los casos, los zapatos de golf se hacen a medida. El jugador de golf profesional cuenta con dos pares: uno para los entrenamientos y el otro, más sofisticado, para la competición.
BOTAS En los días fríos de invierno, el pie necesita más protección, algo que pueden ofrecerle las bota gracias a las cañetas, que se extienden entre 5 y 10 cm. por encima del tobillo. De este modo, no sólo cubren el pie, sino también la parte baja de la pierna. Existen botas Oxford, y Blucher: lisas, semi-brogue y full-brogue. El material y el proceso de elaboración se corresponden con el del zapato bajo. La única diferencia es que las botas cuentan con doble suela, a menudo con suela exterior de goma para evitar los resbalones sobre la nieve o el suelo húmedo. Los laterales pueden abrocharse con cordones, ganchos metálicos o botones. Puesto que los pantalones cubren casi por completo dichos laterales, las botinas pueden combinarse con los mismos trajes que un zapato bajo, aunque no se consideran apropiadas para las ocasiones especiales.
Una variante de invierno muy extendida: el Blucher semi-brogue . La forma como abrocha es digna de mención: los cordones pasan primero por dos pares de agujeros, como en un zapato bajo y posteriormente por unos refinados ganchos metálicos.
La base del modelo conocido como bota Balmoral fue una bota diseñada a mediados del siglo XIX por J. Sparkes Hall, el zapatero de la reina Victoria, para el príncipe Alberto con ocasión de unas vacaciones en el castillo de Balmoral, Escocia. Pasadas algunas décadas, el Oxford liso de cañetas altas y abrochado con cordones largos se había convertido en calzado de trabajo, tanto para hombres como para mujeres.
La bota Oxford clásica ofrece muchas posibilidades de variación en el diseño. Aunque por una parte la forma básica se remite a la tradición clásica, esta admite perfectamente la armonización con atrevidas novedades. El corte de las cañetas cosidas a lo largo de la línea central, muestra una elegante curvatura. Los cordones, cruzados a través de diez pares de ganchos, constituyen la única pero destacada ornamentación de este modelo.
BOTAS: Una historia La historia de la bota es de alguna manera la historia del proceso civilizatorio del hombre, ofreciéndole protección pero también vanidad. Los primeros registros que se conocen de calzado elaborado con fines de protección hablan de la presencia de la bota ya hace 15000 a.C., tal y como lo testimonian numerosas pinturas rupestres en España. Las piezas más antiguas que se conocen proceden de Mesopotamia en el Oriente Medio, y según se cree en esa época eran usadas tanto por hombres como por mujeres, y ya registraban numerosas decoraciones,
demostrando que la bota siempre tuvo fines tanto utilitarios como suntuarios. Al correr los siglos la bota se fue volviendo un implemento exclusivamente masculino, reservándose a la mujer delicadas piezas de calzado que d ifícilmente les permitían salir de sus casa, transformándose así en una forma de control que sustentaba las relaciones de dependencia cultivadas en la civilización occidental. Apenas se les reconocía el derecho a la bota de montar, pero sólo dentro de las clases sociales más altas, donde había tiempo para actividades ociosas. El resto de la población, aún la que trabajaba con caballos no tenía más posibilidad que trabajar descalzos, y esto incluía a la mujer, la cual nunca estuvo eximida de las fuertes labores rurales. Pero el siglo XlX sería el siglo de los grandes descubrimientos tecnológicos, provocadores de tantos cambios. Entre ellos se destacaría la nueva actitud de la mujer, ahora más curiosa que nunca, y dispuesta a salir de su casa para conocer el mundo. La bota acompañó este impulso y alrededor de 1830 empiezan a surgir las primeras botas femeninas, con modelos delicados y refinados, abotonados o atados con lazos. Estas botas, de caña baja, se diferenciaban bastante de las botas masculinas, tanto de las botas de trabajo, como de las militares o las suntuarias; aunque las primeras botas femeninas no podían competir con las botas masculinas en el lujo y delicadeza de las decoraciones. Curiosamente, fue la Reina Victoria, conocida por su puritanismo y su actitud conservadora, quien popularizó la bota femenina, especialmente la ‘Bota Balmoral’, bautizada en honor al pueblo escocés. Esta bota cubre el
tobillo, y cuenta con una suela gruesa que la transformó en el calzado favorito para las caminatas y lue go, las grandes fiestas, una vez que la superficie de la bota empezo a decorarse profusamente. Estas botas eran confeccionadas exclusivamente en cuero, pero pronto otros materiales comenzaron a ser utilizados, como la seda, la tafeta y diversas formas de lienzo. Para la segunda mitad del siglo XlX, la bota era ya el calzado de día de mujeres y hombres, tanto en invierno como en verano, y los modelos comienzan a diversificarse. A la variedad de materiales, se suma la novedosa utilización de la caña alta para las mujeres (que había sido un privilegio masculino) y la proliferación, gracias a la producción en serie, de los botines entre las clases bajas de la rígida organización social occidental. A pesar de estos cambios en las preferencias, que obligaron a modificar la confección (fundamentalmente para ajustarse a las exigencias de la ya mencionada producción en serie y las transformaciones sociales que trajo la incipiente revolución industrial), para comienzos del nuevo siglo, la bota ‘de paseo’ y ‘de fiesta’,
tremendamente populares en las últimas décadas del siglo XlX, caen en desuso, y las botas recuperan su condición de instrumento de trabajo. Y salvo excepciones, mantienen ese estatus hasta los años 50 del siglo XX, donde irrumpen en el mundo de la moda. Los años 60 fueron la década de la juventud, y de los cambios estéticos más radicales y rápidos de los que se tenía memoria. La bota fue uno de los emblemas vestimentarios de esa década. El cuero perdió sus cualidades utilitarias para transformarse en lienzo de diseños psicodélicos multicolores; el plástico y el vinyl se sumaron a la cada vez más diversa oferta de materiales en los que podían manufacturarse las botas; pero especialmente, nunca antes se habían visto tal variedad en estilos, longitudes, alturas de taco y motivos decorativos. Desde la ‘Bota Beatle’ popularizada por el cuarteto de Liverpool hasta la ‘Granny Boot’,
Las Botas y su decoración: el siglo XlX infaltable en el vestuario de toda hippie a la moda y que no era más que la bota ‘de paseo’ del siglo XlX.
Los años 70 fueron más tranquilos, pero los 80 vieron renacer un furor por la bota desconocido hasta entonces, y lo más peculiar de esta nueva moda es que fue protagonizada por las botas vaqueras, que siempre habían sido marginadas en la industria del cuero y el calzado en general, no sólo porque su público era reducido sino por su manufactura artesanal. Durante todo el siglo XX, estas botas habían estado limitadas a las personas que desarrollaban oficios rurales o afines en los EEUU, y a todo aquel que gustara del universo del cowboy tal y como lo presentaba el cine y los otros grandes medios masivos. En 1980, debido precisamente a una película, ‘Urban Cowboy’, se desarrolló una moda que colocó a la bota vaquera no sólo en las calles de las grandes ciudades, sino también en las pasarelas. Esto llevó a un nuevo protagonismo del cuero, ya que si bien otros modelos de botas pueden confeccionarse en diversos materiales, la bota vaquera no se concibe elaborada en algo que no sea cuero, aunque hoy por hoy la variedad de los cueros es más grande que nunca, debido esencialmente a los nuevos métodos de procesamiento de la piel animal y también a las exigencias de la moda. Los últimos años del siglo XX encuentran a la bota ya instalada en los repertorios vestimentarios de cualquier persona, más allá de ocupaciones, clases sociales, género o lugar de procedencia. Hoy que poseemos a nuestro alcance una variedad de calzados como nunca antes en la historia de la humanidad, la bota de cuero sigue siendo la mayor protección de nuestros pies y a la vez, su mayor orgullo. Bibliografía :
Beard, Tyler; Arndt, Jim. Art of the Boot. USA, Gibbs-Smith Publisher, 1999. O’Hara, Georgina. The Encyclopaedia of Fashion. London, Thames and Hudson, 1989. O’Keeffe, Linda. Zapatos. Un tributo a las sandalias, botas, zapatillas....
Barcelona, Konemann, 1997.
Cuando pensamos en botas de cuero, todo tipo de ellas, nos vienen a la mente imágenes de fuerza y estoicismo, capacidad de resistencia y protección, pero las botas son también instrumentos de vanidad y soberbia. Este calzado, que comenzó como una manera efectiva de proteger el pie de agresiones accidentales, volviéndose un elemento de trabajo indispensable, es también espacio para la imaginación y la fantasía. Si bien los hombres han utilizado la bota de cuero desde tiempos inmemoriales, la decoración de las mismas había quedado un tanto relegada, en favor del desarrollo de todo tipo de bordados, aplicaciones y estampados en las botas de tela (seda, tafetas, gros, encaje, terciopelo, y todo material suntuario), que eran infaltables en el repertorio de toda figura de cierto poder adquisitivo y social (desde El Vaticano hasta la China Imperial). Recién con el desarrollo de la moda militarista sobre fines del siglo XVIII y principios del XIX, se empieza a integrar el cuero dentro de los materiales aptos para la bota de lujo, ya que hasta entonces estaba limitado a las piezas de trabajo y de montar. En realidad las botas de cuero siempre habían formado parte del vestuario militar, pero generalmente como base rústica que daba sostén a materiales como el metal y hasta la madera que ofrecían la protección principal frente al arma del enemigo, notoriamente en el caso de las armaduras feudales. Sin embargo, fue recién a fines del siglo XVIII cuando el uniforme militar adquiere el carácter de emblema nacional, obteniendo sus componentes un papel central en la definición de la identidad del guerrero como fuerza definitoria del nuevo sistema político. Esto lleva al desarrollo del uniforme como objeto suntuario y a la vez como un instrumento de demarcación social, política y económica. La Francia comvulsionada del Ancien Régime fue el origen de esta moda que obtuvo su apogeo en la Grande Armée, formada por (los nuevos) ciudadanos franceses, resultado de la Revolución Fra ncesa. Bajo el mandato de Napoleón, la moda militarista hizo del hombre un espectáculo de penachos, armaduras pectorales y espadas brillantes. Las botas de cuero fueron parte esencial de esta iconografía masculina del guerrero, especialmente las botas húngaras, rígidas y de caña altísima, que sostenían al soldado como columnas de fuerza. Transformadas más que nunca en símbolo de poder masculino, las botas militares del siglo XIX fueron las primeras botas de cuero en adquirir valor suntuario y empezar a ser decoradas, inicialmente por detalles en metal que luego se fueron haciendo más prominentes y simbólicamente evidentes. Aparentemente, las masculinidad también había que anunciarla. Así la bota de cuero pasó a ser una parte del vestuario reverenciada y vinculada a la sexualidad (como toda prenda de cuero, debido a su inescapable vinculación a lo animal), transformándose en un implemento fetichista por excelencia. Esta particular fijación sexual con un objeto, se desarrolló espectacularmente a lo largo del siglo XIX, pero tomó como su elemento privilegiado a la bota femenina. Los pocos modelos de bota que le estaban reservados a la mujer se elaboraban en todo tipo de material, pero difícilmente en cuero, ya que el único desplazamiento para la mujer debía ser el doméstico o el salón (el dormitorio también entraba en los trayectos permitidos, pero allí la protección del pie no era precisamente una prioridad). Sin embargo, alrededor de 1830 surge la ‘Bota Balmoral’, utilizada en Inglaterra por la Reina
Victoria, introduciendo la cabritilla como material de elaboración de las botas de salón. Al principio las botas femeninas eran invariablemente de caña baja y de colores plenos y diseños discretos, pero por la mitad del siglo las cosas empiezan a cambiar. Hasta entonces las botas de mujer
se cerraban con botones o lazos, pero sobre 1850 estos detalles empiezan a desarrollarse hasta obtener el protagonismo del calzado. Los botones se multiplicaron hasta resultar incontables y los lazos se extendieron por metros y metros. La caña alta, algo en realidad no demasiado práctico para la mujer (sobre 1880 el ‘abrochador’ era un implemento infaltable en cualquier guardarropas femenino), fue el detonante de esto,
exigiendo tiempo y paciencia, algo que no le faltaba a la mujer de sociedad. Todo este esfuerzo tuvo una recompensa particular, por primera vez la bota de cuero femenina obtuvo el mismo poder evocador que la bota masculina.
En el siglo XlX, que se destacó especialmente por armar el cuerpo de la mujer mediante implementos como el corsé; las botas de cuero fueron otro de los recursos que hicieron del cuerpo femenino (como lo venían haciendo con el masculino desde fines del siglo XVIII) un espectáculo público de fuertes connotaciones sexuales. El fetichismo de la bota femenina permanece aún hoy, comercializándose modelos inspirados en la moda cotidiana del siglo XlX. Pero toda la sensualidad y sugerencia de colores como el rojo o el negro, e incluso el brillo del dorado no conformaron a la crecientemente inquieta mujer de fines de siglo, que pronto saldría a la calle a reclamar su derecho al voto. Ya cerca de 1890, las botas de cuero femeninas se habían vuelto el lienzo donde pintar flores y otros motivos intrincados de colores imposibles, que parecían un antecedente cierto de la psicodelia de 1968. Se vieran o no se vieran bajo los inmensos vestidos de miriñaque o polizón, ocultaran el tobillo de las miradas lujuriosas o concentraran allí mismo los fervientes deseos de los hombres victorianos, sobrias o descaradamente coloridas, las botas de cuero femeninas eran finalmente un espacio de imaginación y fantasía que expresaba en sí mismo las relaciones de poder de la sociedad. Bibliografía:
Bryson, Norman; Holly, Michael Ann; Moxey, Keith. Visual Culture. USA, Wesleyan University Press, 1994. O’Hara, Georgina. The Encyclopaedia of Fashion. London, Thames and Hudson, 1989.
O’Keeffe, Linda. Zapatos. Un tributo a las sandalias, botas, zapatillas.... Barcelona, Konemann, 1997.
UNA HISTORIA DE LA BOTA VAQUERA Por D. W. Frommer II Traducción al Español: Licenciado Richard Danta "(…) Y los caballeros que permanecen ahora en el lecho de Inglaterra, se considerarán como malditos por no
haberse hallado aquí, y tendrán su nobleza en bajo precio cuando escuchen hablar a uno de los que han combatido con nosotros el día de San Crispín." Enrique V, Acto lV, Escena 3 (Traducción de Luis Astrana Marín) A pesar de que la fabricación de zapatos ha sido un arte establecido por lo menos durante 3.500 años, cualquier recuento de la historia de la bota vaquera debe comenzar en algún lado. Podríamos comenzar en las grandes planicies de Norteamérica, en la segunda parte del siglo XlX, e incluso, de acuerdo a ciertas teorías,
podríamos empezar con los Conquistadores en el siglo XVll. Pero en la industria en sí (entre los artesanos fabricantes de botas y zapatos), las leyendas, las tradiciones y la historia comienzan realmente con San C rispín. San Crispín es el santo patrón de los zapateros. Desde el medioevo, el 25 de octubre ha sido celebrado como el día de San Crispín, y por tanto como el día del zapatero. En el pasado, los zapateros y los artesanos productores de botas cerraban sus negocios y talleres en este día, en celebración y conmemoración. Y decimos conmemoración porque hay mucho más en la historia de San Crispín de lo que parece a primera vista. De hecho, hay dos historias que parecen la misma... una en Inglaterra y la otra en Francia. San Crispín nació en el seno de una familia romana adinerada en el siglo lll D.C. En algún momento, ya tempranamente, se convirtió al Cristianismo. Dado que esto no era muy bien visto para un romano noble, la leyenda dice que fue desheredado. Obligado a valerse por sí mismo, San Crispín se transformó en zapatero. A pesar de que enseñar los Evangelios fue su principal actividad, elaboraba zapatos en su tiempo libre hasta que fue sentenciado a muerte por sus creencias en la ciudad de Soissons, Francia, en 288 D.C. Sabemos un poco más de San Hugo, la contrapartida inglesa de San Crispín. Nacido Hugo, hijo de Arviragus, rey de Powisland (la actual Wales), San Hugo se casó con una princesa cristiana, Winifred de Flintshire. Rápidamente ella lo convirtió al Cristianismo, con los mismos resultados que San Crispín. Habiendo caído en la pobreza, Hugo se volvió zapatero, predicando los Evangelios de día y realizando su artesanato por la noche. Tanto él como Winifred fueron condenados a muerte, por agitadores, más o menos sobre el 300 D.C. La leyenda dice que sus colegas zapateros mantuvieron constantemente vigilia, consolándolo durante su período de encarcelamiento. A su muerte, por colgamiento, sus amigos rescataron su cuerpo de la horca y secaron sus huesos, los cuales fueron usados para elaborar herramientas para hacer zapatos. De hecho, durante mucho tiempo, un kit de herramientas para zapateros fue llamado "Los Huesos de San Hugo". Un lugar común en estas historias y en numerosas otras que se refieren a zapateros, es el tema de la nobleza. De hecho, el tacón en sí es una marca de nobleza. La más antigua información que tenemos del uso del tacón alto para cabalgar, describe a los invasores Mongoles que usaban brillantes tacones rojos de madera. Los Mongoles eran jinetes consumados y sus fáciles victorias dejaron una marca en la sociedad europea. Considerando que poseer y mantener un caballo requería cierta riqueza, sumado al hecho que el andar a caballo coloca al jinete en un lugar físicamente elevado en relación a la persona a pie, los jinetes y consecuentemente, los tacones altos fueron asociados con la nobleza. Los caballeros Stuardos (hombres del rey todos), que emigraron a América durante el Interregno Cromwelliano trajeron consigo sus botas de montar, altas hasta el muslo... y de tacón alto. Muchos se asentaron en el Sur y de hecho, el grueso de la clase latifundista agrícola sureña era descendiente de estos caballeros. Un hecho que jugó un gran papel en el estallido de la Guerra Civil Americana y la preeminencia de la caballería sureña. Antes y después de la Guerra Civil muchos sureños emigraron a Texas o huyeron al Oeste escapando de la devastación de la guerra. Nuevamente, la asociación entre los tacones altos y la nobleza los acompañó. Mucha gente ha especulado acerca de los orígenes de la bota vaquera, pero el Museo Northampton en Inglaterra tiene una de las más grandes colecciones históricas de calzado en el mundo y en sus exhibiciones puede encontrarse la verdadera historia de la bota vaquera. En las salas que abarcan los siglos XVll y XVlll se pueden encontrar ejemplos de botas de cabalgar que poseen, al igual que un par hecho aproximadamente en 1630 CIMAS ALTAS (HIGH TOPS), delantera puntiaguda y TACONES ARMADOS (STACKED HEELS) de 2 pulgadas. Durante este período de tiempo, las botas se hacían sobre hormas únicas, que no eran ni izquierdas ni derechas. Hormas para el pie izquierdo y para el derecho eran comunes antes de este período, pero con la moda del tacón alto (algunos hasta de 3 pulgadas) y la dificultad de elaborar pares de hormas para los tacones más altos, la mayoría del calzado se producía en una horma única. Los estilos militares tuvieron una gran influencia en las botas durante este tiempo, a pesar de que debido a razones prácticas, la altura de la botas gradualmente fue reduciéndose en relación a las botas altas de los caballeros. En 1790 las hormas pares fueron reintroducidas debido a la proliferación de tacones más bajos. Y con el inicio del nuevo siglo, las botas se volvieron moda, incluso para las mujeres. En 1815, Arthur Wellsley, Primer Duque de Wellington, derrotó a Napoleón en Waterloo. Con la victoria y su consecuente popularidad, las botas Wellington se convirtieron en El Estilo por excelencia. La mayor diferencia de estas botas con respecto a estilos anteriores es que los tacones eran bajos y livianos y la cima llegaba sólo a la altura de la pantorrilla. En Northampton hay un par de atavíos wellingtons hechos en 1817. Son una bota a cuatro piezas -EMPEINE (VAMP), contrafuerte, cimas delanteras y traseras - con costuras decoradas a los costados (el mismo di bujo que
una bota vaquera moderna). EL EMPEINE (VAMP) y el contrafuerte eran de charol negro, las cimas castañas con un ribete oliva y un recortado... y poseen una costura decorativa que sigue diseños de fantasía al frente de la pierna. Con tacones de cuero armado de 1 pulgada y ceñidores de lienzo, son muy parecidas a las botas del oeste que después se volverán parte de la historia de la frontera americana. En 1847, S.C. Shive, en América, patentó el modelo y las molduras para lo que él llamó una Full Wellington -una bota a dos piezas que encontró amplia aceptación entre los militares, jinetes y aventureros de aquellos tiempos. Para 1868 las wellington eran un estilo casi exclusivamente americano, no muy frecuente en Europa, donde se prefería la bota Hessin. Desde los 1850's hasta los 1880's, la full wellington fue la bota proporcionada a los oficiales militares. Y asimismo, aunque por reglamentación, a los soldados a pie y los enlistados sólo se les proporcionaba zapatos (acordonados a la altura del tobillo -antecesores del PACKER), ellos también preferían la full wellington, la cual acompañó al ejército y a la nación al Oeste. Durante la Guerra Civil, la Intendencia del Ejército solicitó suministros de muchos y diversos contratistas civiles. La palabra "shoddy" ("de pacotilla", para referirse a algo de mala calidad) proviene de esta época y refiere a un tipo particular de paño de lana que se usó para elaborar mantas y abrigos y que usualmente se rompía tan pronto como se mojaba. De la misma manera, las órdenes de botas militares eran a menudo cubiertas por contratistas inescrupulosos. Esto es significativo considerando que al final de la guerra el gobierno federal tenía medio millón de pares de botas excedentes -botas con las cuales había que hacer algo. En los años que siguieron, las tropas estacionadas en la frontera repetidamente descubrieron que las botas que les proporcionaban se rompían fácilmente, especialmente en los climas y terrenos severos. Esto los llevó a recurrir a los artesanos civiles cercanos para reemplazar el calzado defectuoso. Esto sería el origen de la industria de la bota vaquera que floreció en los años siguientes. Debe decirse que durante y después de la guerra el Ejército se ocupó intensamente en probar nuevos diseños... desde alturas de pierna, a métodos de pegar suelas, hasta probar cueros de diferente tipo y origen. Muchos avances en la elaboración y en los materiales fueron introducidos por los militares. Merece especial mención el cuero que fue establecido para la elaboración de la parte alta de la bota. Después de mucha experimentación, un cuero español curtido al roble que era encerado densamente sobre el lado de la piel, se transformó en el estándar. Y fue de esta piel encerada que la mayoría de las primeras botas vaqueras fueron elaboradas. Para 1870 la bota vaquera usada por los jinetes de la frontera era esencialmente, una variación del tipo militar. El patrón Coffeyville, como fue llamado, tenía un tacón cubano alto; y la parte delantera de la bota, a pesar de ser básicamente una full wellington, estaba usualmente incorporada. De hecho, este injerto incorporado de la parte delantera es prácticamente la característica distintiva de muchas de las botas militares. Esto no e s sorprendente dado que todas las botas, ya fueran hechas para uso militar o como calzado a medida (a solicitud del cliente), eran hechas por artesanos civiles. Ya en los 1880´s la bota vaquera, como un estilo propio empezaba a emerger. Entonces se empezaron a ver cimas tubulares, estrellas y herraduras incrustadas, costuras dibujadas y tacones altos. Para 1900 l a bota de cuatro piezas se había transformado en la forma dominante -probablemente como respuesta a la dificultad de construcción de la full wellington, al surgimiento de un estándar de entallado que era más preciso que antes, y al hecho que, históricamente, la wellington de cuatro piezas se había venido reservando para clientes adinerados. Los estilos, claro, cambian con los tiempos. Muchos son sólo variaciones de color y d ecoración. Alturas de tacones y cimas han surgido y desaparecido, y sutiles variaciones regionales también han hecho su aparición, de tal manera que hoy, para un ojo experimentado, hay una marcada diferencia en la bota tejana y la bota norteña y tal vez, incluso con la bota Great Basin. Según aquellos familiarizados con las botas del oeste, hoy hay cuatro grandes variaciones de la histórica bota vaquera. Por un lado, está la cuatro piezas (el atavío wellington), la cual, como hemos visto, evolucionó a partir de la full wellington en los 1880´s. Por otro lado, está la full wellington propiamente dicha, que es elaborada sólo por algunos artesanos, tanto en sus configuraciones históricas como contemporáneas. Después está la PACKER. Como ya se mencionó, el acordonado era común en la frontera americana. Los hombres que se enlistaban no solían estar dispuestos a una carrera militar y usualmente abandonaban el servicio en el oeste. Existen fotografías históricas de vaqueros sentados en la baranda del corral mirando una jineteada a mano limpia. En no pocas de esas fotos los hombres que usaban acordonados superaban en número a los que usaban las botas vaqueras tradicionales. Hyer Boot Company, en su catálogo de 1926, ofrecía
al menos tres páginas de estilos acordonados -para los peones rancheros. El cuarto y último estilo, que es generalmente llamado el estilo Tejas o Hollywood, tiene sus orígenes en el campo militar, al igual que la wellington, pero aparece un poco después en el tiempo. En 1887, los militares empiezan a usar un estilo de bota diferente. Al igual que las botas de cabalgar inglesas, este nuevo estilo tiene una costura que sube por la parte trasera de la bota, en vez de subir por el costado como en la wellington tradicional. De hecho, para 1889, las botas de los oficiales parecían casi idénticas al estilo inglés. Este dibujo permanecerá como estándar hasta que el ejército abandone el caballo y las unidades montadas después de la Primera Guerra Mundial. De todas maneras, este dibujo dio origen a una bota vaquera de tres piezas con una pieza en la cima y una costura subiendo por detrás de la pierna, como en la bota militar. Debido a que la pierna de la bota presenta un amplio lienzo para el trabajo decorativo, algunos de los trabajos más bellos y refinados hechos por los artesanos de botas del oeste fueron realizados en este estilo de bota. A través de los 30 y 40 (la era de Hollywoood) la bota Tejas disfrutó de una gran popularidad. Pero es un estilo de bota difícil de hacer, especialmente si es hecha como una bota y no como una variación del zapato. Esto, combinado con una fluctuación cíclica hacia estilos más conservadores, provocó que la bota Tejas fuera relegada a la casi oscuridad. A pesar de esto, al igual que THE PACKER, la bota Tejas está disfrutando de cierta resurgencia hoy, a pesar de que en su mayor parte los habilidosos artesanos del pasado ya no están. Y esto es un punto importante, porque la historia de la bota del oeste no sólo es una cronología de eventos ni tampoco una mera investigación académica de la evolución del calzado y la vestimenta; ni siquiera es un estudio de aquellos que usaron las botas. En su aspecto más sobresaliente, es una historia de los creadores; de sus habilidosas manos y de su amor a técnicas refinadas. En última instancia, la historia de la bota del oeste es la historia del oficio de la elaboración de la bota. Hay un interesante relato en ese sentido que June Swan (curadora asistente en el Museo de Northampton) suele contar. Después de la Guerra Civil muchos de los oficios -trabajos que por siglos habían descansado en artesanos habilidosos y altamente entrenados- empezaron a industrializarse. Naturalmente había una gran resistencia a la idea de la fábrica y sus salarios esclavistas. Los zapateros y los fabricantes de botas estuvieron entre los más vociferantes en esta resistencia y su actividad fue, de hecho, una de las últimas en ser reconvertidas. Durante los últimos 1880, muchos premios y concursos fueron establecidos para demostrar qu e los obreros de las fábricas no podían competir con la habilidad de los artesanos. Algunos de los trabajos más plenos de fantasía y refinamiento jamás hechos fueron creados para estas exhibiciones y competencias. Ms. Swan cuenta acerca de botas de exhibición hechas en Filadelfia con costuras de 64 puntadas por pulgada. Hoy por hoy, el mejor de los trabajos hecho en cuero con una máquina de coser moderna logra aproximadamente 30 puntadas por pulgada. Más puntadas romperían el cuero. Además sabemos que ese trabajo era hecho a mano. James Devlin dice en su libro "The Guide To The Trade", que este trabajo era hecho con una lezna tan delgada que ante un corte accidental de la mano, la herida ni duele ni sangra, y que un cabello humano era usado como aguja. Y a pesar de que aquellos que trabajan en el oficio -zapateros y creadores de botas- son menos cada año, aquellos que trabajan la cerda y la lezna lo hacen bajo el escrutinio de los fantasmas de los maestros pasados. Son capaces de sentirlos en sus hombros. Y cada destello surgido del cuero pulido lleva consigo los reflejos de una noble tradición; de Gengis Khan y Ulan Bator; de reinos perdidos y Bonnie Prince Charlie; de Nathan Bedford Forrest y Phil Sheridan; de Charles Goodmight y Augustus mcCrea; de William S. Hart y Bob Wills, de Lobb; y Leopold; y Luchesse; del caballo... y la tierra... y el cuero... e incuestionablemente, incluso de nuestro propio reflejo. Bibliografía:
Astrana Marín, Luis. Obras Completas de William Shakespeare; Barcelona; Ed. Vergara; 1966 (3 Vols.) Brinckerhoff, Sidney. Boots and Shoes Of he Frontier Soldier; Arizona Historical Society; 1976. Devlin, James. The Guide To The Trade, The Shoemaker; London; 1839. Dictionary of Leather-Working Tools, c. 1700-1950; R.A.. Salaman; Macmillan Publishing Co; New York, NY. McPherson, James. Battle Cry of Freedom; Oxford University Press; 1988. Swann, June. Shoes; B.T. Batsford Ltd, London, England; s/d.
Gracias a Dan Freeman, Jim Bowman, y la Honourable Cordwainers Company por compartir sus conocimientos.
Y un agradecimiento especial a Dave Viers por el préstamo de parte de su colección. D.W. Frommer ll es el autor de "Western Bootmaking: An American Tradition", un manual completo sobre la elaboración de la bota vaquera tradicional de cuatro piezas. Es también autor de "Western Packers; An American Hybrid", manual acerca de la elaboración de PACKERS del oeste.
DISEÑAR EL MODELO Y PATRONES DISEÑAR EL MODELO Antiguamente, el diseñador elaboraba primero un dibujo realista y detallado del modelo, por lo general desde muchas perspectivas. Actualmente suele dibujar las distintas partes del zapato y los ornamentos correspondientes directamente sobre la horma. De este modo consigue un punto de vista tridimensional y básicamente más funcional. Este método tiene otras ventajas: permite controlar mejor la ornamentación y las proporciones, como en el caso de la puntera, las cañetas y el contrafuerte. Si el diseño no queda satisfecho con el resultado, puede borrar una línea inadecuada, e incluso el diseño entero, y empezar de nuevo. Es habitual que durante esta primer fase todos los trabajadores del taller opinen sobre el desarrollo del nuevo diseño.
Oxford semi-brogue
Blucher full-brogue
Penny Loafer
Blucher liso
Oxford liso
Blucher semi-brogue
EL PATRÓN BÁSICO A continuación, el diseñador traslada su diseño a papel, dado que para la confección del patrón básico el modelo dibujado debe poder extenderse completamente sobre un plano. De ahí surge el corte que tendrá la parte superior del calzado. Los zapateros con experiencia en su trabajo opinan que a partir de una horma tridimensional puede elaborarse un patrón básico suficientemente preciso simplemente con lápiz, papel, una cuchilla afilada, la cinta métrica y algunos clavos.
Para poder obtener dos mitades de tamaño idéntico, se marca la línea central que une la punta del zapato con el punto más bajo del tacón
Seguidamente se coloca la parte exterior de la horma sobre el papel, se dibuja el contorno con lápiz y se corta el patrón dejando algunos centímetros a lo largo del contorno.
Una vez cortado el contorno de la horma, el zapatero practica hendiduras a lo largo de la línea central
El zapatero copia el contorno del papel con hendiduras sobre otra hoja de papel y añade entre 1,5 y 2 cm. bajo la línea de la suela (para trabajar la pala suele clavarse la misma cantidad de piel bajo la horma). El patrón básico de la parte superior está listo.
El contorno con hendiduras puede colocarse fácilmente sobre la horma. El zapatero clava el papel y marca sobre él los datos de medición y la forma de la horma.
PATRONES DEL MODELO La totalidad de las líneas, los arcos y las decoraciones que se indican en una horma se trasladan con toda precisión al patrón básico, que a partir de ese momento pasa a denominarse patrón de modelo. En él se distinguen claramente todos los detalles: el número de partes de la pala, los puntos en que se unen, el tamaño de los ornamentos y su relación mutua. Los patrones del modelo se corresponden por completo con el tamaño y las medidas del pie del cliente. A partir de ellos, surgen otros patrones para los elementos individuales de la pala (según el modelo, puede tratarse de un solo patrón o hasta de siete). Tras anotar el nombre del cliente, tanto los patrones como el patrón del modelo se envían dentro de una bolsa al cortador. Con su ayuda, el cortador corta las piezas superiores en la piel deseada y el color elegido. El aparador las combina y, a continuación, decora la parte superior según el patrón del modelo. Finalmente, se cosen todos los componentes de la pala.
LA PALA
EL CORTE Previamente a la industrialización, el zapatero cortaba personalmente cada pieza del zapato. Hoy en día se limita a los elementos necesarios para la estructura del zapato como la suela, la plantilla y la vira. La piel elegida para las piezas de la pala (boxcalf, rindbox o caballo) se envía al taller del cortado, juntamente con los patrones del diseñador, donde el experto corta cada pieza individual con un cuchillo. Evidentemente, un buen cortador tiene que conocer bien el proceso completo de la confección de zapatos y las distintas propiedades de cada tipo de piel. "Tenemos una gran responsabilidad", comenta György Szkala. Lleva trabajando como cortador más de 30 años (actualmente en el taller de L. Vas, Budapest). "La piel de ternero de primera calidad es un material carísimo. Si no trabajamos con la minuciosidad suficiente, en lugar de cortar una empella o una cañeta perfecta, tendremos solamente material de desecho, basura. Además, incluso la piel bien curtida tiene puntos mejores y peores. Debemos saber si hay que cortar las distintas piezas de la piel cercana al espinazo, la zona con la mejor piel, o bien la de la piel del cuello o de la falda, que no es de tanta calidad. La experiencia es buena consejera, pero cada pieza es distinta. Así pues, cada vez debemos considerar de nuevo la situación de los patrones. Si constatamos que hemos cortado la empella de la zona más valiosa de la piel pero contiene una tara, utilizamos ese fragmento para una pieza más pequeña del mismo zapato. Si durante el corte el cuchillo resbala accidentalmente y la pieza cortada resulta más pequeña de lo que la marca el patrón también le encontramos una utilidad. La dirección en que se extiende la piel también es importante. Los patrones de la empella deben colocarse sobre la piel de forma que esta se extienda longitudinalmente, no transversalmente. Contrariamente, las cañetas no deben poder extenderse longitudinalmente, ya que con el uso podrían ensancharse de 1 a 2 cm. Si fuera el caso, el zapato perdería su solidez y su forma. En comparación con estas consideraciones, el hecho de cortar es un juego de niños. Si el cuchillo, está lo bastante afilado y se tiene seguridad en las manos, no puede fallar nada". Par empezar, el cortador examina cada pieza de piel para asegurarse de que no hay taras que el control de la fábrica haya pasado por alto. Si la piel presenta cortes, puntos o arrugas, estos se marcan con un lápiz para no utilizar en modo alguno dichas zonas para las pieza de la pala y evitarlas durante la colocación de los patrones. El cortador estira la piel en todas las direcciones para comprobar la dirección en que se extiende y su elasticidad. El posicionamiento de los patrones se sucede en un orden establecido muy estricto: la pieza más importante del modelo es siempre la empella, a continuación las cañetas y finalmente el resto. Las empellas se cortan siempre de una o dos tiras cercanas a la espina dorsal y el resto de piezas de otras zonas. El método que sigue el cortador siempre es el mismo, independientemente del tipo de piel con el que se confeccione la pala: boxcalf, rindbox o cordobán (caballo). la piel se extiende sobre la mesa sobre una capa de goma de 8 cm. de grosor. El cortador cuenta las piezas y las ordena de forma rentable: dos empellas, dos cañetas, dos correas traseras, cuatro bases para las orejas y, en el caso de diseños más complicados, las demás piezas. A menudo, la distancia entre cada fragmento es de un milímetro escaso. Seguidamente, el cortador presiona los patrones sobre la piel y corta las empellas, las cañetas y las demás piezas de la pala. El cuchillo parece un escalpelo y se afila constantemente con una piedra de amolar para que no resbale y provoque cortes erróneos o para que los bordes de la piel no presenten dentados u ondulaciones, algo que dificultaría considerablemente el trabajo del aparador. Sobre cada pieza se anota el nombre del cliente o un número de identificación que indique claramente a qué zapato pertenece dicha pieza y si se trata de un fragmento correspondiente al zapato izquierdo o al derecho. Finalmente, se empaquetan en una pequeña bolsa y se envían al aparador.
Un buen cortador contribuye a la belleza y solidez del zapato, ya que es responsabilidad suya elegir y cortar los trozos de piel para la pala. Es un experto en todo lo referente a las diferentes coloraciones, el peso, las aguas y la flexibilidad de la piel.
Los patrones para los zapatos con puntera vega constan de dos piezas que se colocan sobre la piel de terreno.
La herramienta más importante del cortador es el cuchillo, de acero flexible y la piedra de afilar
ACCESORIOS DE LA PALA La pala de los zapatos confeccionados a la medida lleva siempre forro. Además de cubrir los refuerzo, garantiza el confort al andar. Los fragmentos de la parte superior se confeccionan con piel suave pero rígida. Sin embargo durante la confección se someterán a distintos procesos que les conferirán su forma definitiva y permanente. La piel no sólo se ve reforzada y compactada durante el curtido, sino también durante la confección del zapato, ya que se provee el interior de distintos refuerzos. El forro los cubre puesto que de lo contrario producirían heridas en el pie. Al contrario de la piel exterior, la piel para forro no se curte con cromo sino con tanino, para que garantice la respiración natural de la piel del pie. Su permeabilidad al aire y a la humedad es ideal. Además, es muy suave y confortable, elástica y muy flexible. El corte de las piezas exteriores y del forro es distinto ya que debe evitarse que la costura de la pala y del forro se superpongan. Si fuera así, ejercerían presión sobre el pie. Además, el forro debe componerse del menor número posible de piezas para que el interior contenga muy pocas costuras. Al elaborar los patrones del zapato, los del forro se diseñan aparte. El cortador también los necesita. Entre los demás accesorios de un modelo full-brogue, destacan los soportes sobre los cuales se aplicarán la ornamentación y la perforación de la puntera, de las cañetas, de la parte superior de las cañetas e incluso de la punta de la lengüeta. Algunos de ellos se cortan de la misma piel exterior. Los ribetes, destinados a reforzar de forma refinada y a decorar los bordes se confeccionan con la misma piel
que la pala. A menudo, el cortador añade tiras de tela para reforzar la empella y los laterales, especialmente en el caso del calzado que debe alcanzar una determinada solidez.
La solidez de la pala aumenta gracias a los distintos refuerzos escondidos en el interior del zapato. Se trata de un Blucher de piel de ternero.
La piel de ternero de la puntera de este modelo Blucher es muy delgada y se refuerza con tiras de tela pegadas.
De la piel de la pala, además de la empella y cañetas, pueden cortarse varios accesorios: por ejemplo el ribete y las bandas de la oreja de un full-brogue.
El color de piel indica que se trata de cuero para el forro del zapato.
PREPARATIVOS PARA LA UNIÓN DE LAS PIEZAS DE LA PALA Una vez cortadas, las piezas de la pala, del forro y de los accesorios son enviadas al aparador. En los antiguos talleres de zapatero, el aparado era una de las tareas
que realizaba el mismo zapatero. Sin embargo, hoy en día, la confección de la pala constituye un oficio independiente. Las piezas de la parte superior del zapato se cosen a máquina, pero requieren algo de preparación. En primer lugar, el aparador marca los puntos en que cada pieza coincide con las otras. A continuación, indica los puntos decoración y de los agujeros. Uno de los momentos importantes de la fase de preparación es el afilado de los cantos de cada pieza, también conocido como rebajado de los bordes de la piel. Si los cantos no se afilasen, el grosor de las costuras se duplicaría. Sin embargo, si se juntan dos rebajados, la transición es perfecta. Evidentemente, algunos fragmentos de la pala no entran en contacto con ninguna otra pieza, como por ejemplo el borde superior de las cañetas o de la lengua. En otros puntos, por lo contrario, las piezas se superponen de tal manera que la capa superior queda destacada como ocurre en la puntera recta o en las cañetas. Dichos bordes consiguen un aspecto muy estético gracias a un aspecto muy estético gracias a un trabajo altamente minucioso y una gran precisión. Para ello se han desarrollado distintos métodos: algunos mas simples y otros mas elaborados. En uno de los procedimientos menos complicados, se dobla el borde cortado y ambas capas se cosen por encima. El festoneado o el ribeteado son procedimientos complicados. Antes de llevar a cabo el doblado, festoneado o el ribeteado, el aparador afila los cantos y sollama la piel para poder eliminar con más facilidad los posibles restos que puedan quedar tras el corte, así como para endurecer los bordes. En las pieles teñidas superficialmente, el interior es más claro. Par suprimir la diferencia de color se recorren los bordes con una esponja empapada en tinta.
Se marcan los puntos del pespunteado
Sollamándolos, se endurecen los bordes
...y de los agujeros.
Se tiñen las superficies cortadas.
Se afilan los bordes que se deben unir mediante costuras.
Los laterales están listos para ser trabajados.
LA PERFORACIÓN (BROGUEING) EL FESTONEADO El festoneado no sólo elimina los bordes cortados, sino que tiene además una función decorativa. Este método es recomendable especialmente en aquellos modelos cuya pala es componga de varias piezas. De esta forma se obtiene un diseño mucho más variado. A menudo, la punta de la lengüeta o incluso la lengüeta entera se somete también al festoneado para que la decoración resulte armónica. Las máquinas de festoneado funciona según el mismo principio que la del aparado, pero en lugar de agujas utiliza herramientas de metal de distinto tamaño con diferentes patrones o perfiles. Con estas herramientas, el aparador puede cortar los bordes en patrones rectos o curvados. Al final del proceso, se les pasa una esponja con tinte.
La puntera vega del modelo Budapest está decorada con un pequeño festoneado en zigzag.
El festoneado hace las funciones de decoración y de refuerzo de los bordes cortados. Los festoneados de los laterales se refuerzan con ribetes.
El aparador utiliza la máquina de festonear para aplicar el dibujo en zigzag a los cantos cortados.
Todos los modelos masculinos cuentan con una variante lisa, sin perforaciones y otra perforada. Si las costuras de la pala o de la parte más visible del zapato (la punta) muestran perforaciones y están decoradas con una puntera recta, se trata de un semi-brogue. Si la decoración a base de perforaciones se practica sobre una puntera vega, se habla de full-brogue. Las perforaciones muestran una sucesión de dibujos (a lo largo de las costuras). Sobre la punta del zapato y sobre una parte de los laterales se aplican complicados patrones geométricos en distintos tamaños. Las sucesiones de perforaciones acentúan las líneas y los arcos en los que se unen los distintos componentes de la pala: la unión de la empella y las cañetas, del contrafuerte del talón y las cañetas y, en el caso de la puntera recta y la puntera vega, la unión de la puntera con la empella. El borde superior de las cañetas también puede mostrar una serie de perforaciones. El tipo más sencillo de ordenación para las perforaciones es el siguiente: agujeros de 3 mm con separaciones de 5 mm. Las variantes más complicadas alternan el perforado de distintos tamaños: entre los agujeros de 3 mm se practican dos perforaciones más pequeñas, de 1 mm de diámetro. En la mayoría de los casos, las perforaciones se practican a una distancia del borde que permita enmarcar el dibujo por ambos lados con una línea simple o doble de pespunteado. Para la perforación a lo largo de las costuras no se elabora ningún patrón ni se marca la distancia entre agujeros. Al aplicar verticalmente el punzón en la piel extendida sobre la goma, el aparador confía en su buen ojo y en la rutina. Golpea con el martillo y practica rítmicamente agujero tras agujero.
Par a la perforación se utiliza punzón de 1,5 o 5 cm de diámetro.
En los laterales se practican agujeros de 3 mm de diámetro, siempre a la misma distancia.
Entre las perforaciones de mayor tamaño se practica otras dos de menor tamaño en paralelo.
El ritmo regular de las punzadas da lugar a un dibujo perfecto.
Perforaciones de diferente tamaño y de sucesión alterna decoran los arcos de esta puntera vega.
DECORACIONES SOBRE LA PUNTERA Los modelos semi-brogue y full-brogue muestran complicados diseños geométricos (brogueings) sobre la puntera y la empella. Las perforaciones se ordenan según patrones geométricos muy variados de agujeros grandes y pequeños, o bien del mismo tamaño, que forman líneas y arcos siempre simétricos. Se alternan las perforaciones de 3 mm y 1 mm de diámetro, y en ocasiones se incluye un agujero todavía mayor (de casi 5 mm de diámetro) en el centro del dibujo. Las líneas que forman no deben cubrir la totalidad de la puntera en ningún caso. El cliente puede elegir entre los patrones del diseñador, pero también es posible confeccionar un dibujo individual de acuerdo con su petición, exclusivo para sus zapatos. Técnicamente, las perforaciones de la puntera se practican de la misma forma que las que recorren las costuras. Sin embargo, en el primer caso, el aparador utiliza el patrón del diseñador. A tal efecto coloca un fino papel sobre la piel y perfora cuidadosamente con el punzón aquellos puntos previamente señalados en el patrón. Puesto que las series de perforaciones recorren las superficies de corte de cada pieza, por ejemplo entre cañetas y empella, es imprescindible que los agujeros se muestren siempre del mismo color que la piel exterior. Las perforaciones sobre la puntera muestran la base de la empella o la piel del forro (en el caso de que la empella no dispusiera de base) y por tanto se produciría una inadmisible disonancia de tonalidad. Para evitar que ello ocurra, se aplica una fina capa de piel exterior debajo de dichas perforaciones. La decoración con perforaciones no solo cumple funciones estéticas sino también funcionales. Los zapatos de verano ganan en aireación gracias a la técnica de la perforación, a menudo con agujeros de 5 mm de diámetro.
Un patrón característico en el que dominan los arcos.
Las perforaciones de mayor tamaño se encuentran rodeadas de agujeros más pequeños dispuestos en forma circular y rectilínea.
La estricta ordenación geométrica queda suavizada por agujeros de distintos tamaños.
Las perforaciones se punzonan con la ayuda de un patrón
La sucesión de perforaciones y el dibujo se unen en perfecta armonía.
REFUERZOS EN LA PALA Tal como hemos mencionado anteriormente, para que el zapato no pierda la forma con que ha sido confeccionado y para que pueda mantenerse atractivo y estable durante años, se aplican varios refuerzos a la pala. El aparador fija algunos de dichos refuerzos; otros los incorpora el zapatero en estadios posteriores. Para empezar deben reforzarse aquellos puntos en los que la posibilidad de ensanchamiento sea mayor, como por ejemplo los bordes superiores de las cañetas, donde se fija una cinta de tela de 3 a 5 mm de anchura resistente a la rotura pero con poca capacidad de expansión. El aparador aplica asimismo refuerzos a las cañetas y a la empella, donde sitúa una tela del grosor de una sábana entre la piel exterior y la del forro. Los refuerzos se pegan a las piezas que componen la pala con una goma elaborada con caucho disuelto en gasolina. Este tipo de cola se seca en 10 o 15 minutos y permanece flexible y elástica incluso cuando está seca. El aparador refuerza todas aquellas zonas que puedan dañarse fácilmente con el uso diario, como la puntera. Para ello utiliza soportes y tiras elaborados con la misma piel que la pala. Las orejas son una zona muy sensible: la piel exterior puede desgarrarse muy fácilmente si el dueño de los zapatos aprieta demasiado al abrocharse los cordones. Por esta razón, el refuerzo de esta zona requiere una precisión particular. El aparador pega soportes de piel de 2 a 2,5 cm de anchura bajo la piel exterior, practica los agujeros y a continuación
pespuntea el soporte al borde de las alas. Las tiras de tela cosida y pegadas a las cañetas tienen como función evitar el ensanchamiento de la piel, aunque no pueden hacer nada contra el desgarre de los bordes superiores de las cañetas. Contra estas deformaciones se aplica un refuerzo particular, el ribete, que a la vez sirve de ornamentación. Se afilan los cantos de una tira de 1,8 cm de anchura obtenida de la piel exterior. Seguidamente se dobla la tira y se pespuntea. Se pega al borde y se pespuntea de nuevo dejando visible aproximadamente 1-1,5 mm por encima del borde.
El aparador refuerza la empella y las cañetas con soportes de piel o de tela.
Coloca un soporte de piel con los bordes completamente afilados debajo de las orejas.
Si las curvaturas son pronunciadas, practica hendiduras en el ribete para que la piel no quede demasiado tensa.
Una cinta de tela resistente evita que los laterales pespunteados se ensanchen.
Fija el ribete en el borde superior de la cañeta.
EL APARADO DE LA PALA Unos 50.000 años antes de nuestra era, el hombre primitivo ya cosía la piel de su vestimenta con la ayuda de púas, espinas de pescado, huesos y tendones. Las primeras agujas de coser se han encontrado en excavaciones de restos de la Edad de Bronce (milenios III-I a.C.). Se trata de piezas de bronce estrechas y puntiagudas en las que se practicaba un agujero por el cual pasaba el hilo. Hasta mediados del siglo XIX, para el aparado de los componentes de la pala se utilizaban agujas de este tipo. Actualmente también suelen usarse para unir la suela con la pala. En 1845, el ayudante de tejedor Elias Howe (1819-1867) construyó la primera máquina de coser útil con pespunteado doble. Los fabricantes de las máquinas de aparado modernas han perfeccionado el principio de su funcionamiento. Dos aspectos determinan el pespunteado de la pala: los puntos deben ser fuertes y duraderos, ir en línea recta y ser regulares. Además, deben cumplir también una función decorativa. El pespunteado puede ser simple o múltiple. En el extremo superior de las cañetas suele bastar un pespunteado simple o doble. Sin embargo, en los puntos donde la pala adquiere más grosor, como por ejemplo la unión de
empella y cañetas, a menudo se aplican cuatro líneas de pespunteado. La separación entre puntos es de 1 a 1,5 mm. Así pues, cada centímetro puede incluir de cinco a seis puntos. para unir las piezas más delgadas suele utilizarse hilo de algodón y para las zonas más gruesas, lino. Para realizar el aparado de las piezas más refinadas es aconsejable el uso de hilo de seda. El hilo que se utiliza para coser la pala se compone de tres, cuatro, seis o nueve filamentos. El grosor de hilo se deduce a partir de la relación entre longitud (metros) y peso (gramos). De esta manera, 80/4 hace referencia a una bobina en que 80 m de hilo pesan 4g. Si se cose a máquina, el hilo superior y el hilo inferior quedan entretejidos y unen conjuntamente el material, que puede tener una o más capas. El hilo superior es visible en el exterior de la pala. El hilo inferior recorre el interior del zapato. A menudo, el pespunteado funciona como ornamento. El aparador trabaja con hilo de distintos grosores y puntos de distinto tamaño. Por ejemplo, con hilo grueso y puntos grandes (tres puntos en 1 cm) o combinando una línea de pespunteado más estrecha y otra más gruesa, el aparador puede remarcar el carácter deportivo del zapato. Antes de que el aparador pueda empezar a coser, debe marcar en cada una de las piezas los puntos en que estas entran en contacto con las otras y debe pegar con una solución gomoso las superficies que va a unir de acuerdo con los puntos marcados. Esta fase del proceso facilita enormemente el aparado, ya que evita que las piezas se separen mientas cose. El pespunteado debe ser exacto y regular. Cualquier irregularidad estropearía la armonía del zapato.
El color del hilo utilizado para la pala debe ser de un tono más oscuro que la piel.
El color del hilo inferior debe hacer juego con el hilo superior.
El pespunteado de las piezas debe ser siempre exacto y regular.
1:La base de la empella y la empella se aparan conjuntamente.
3: Tras pegar el contrafuerte a la cañeta, apara ambas piezas
2: A continuación, el aparador fija la empella a la cañeta.
4: Si el zapato no dispone de contrafuerte del talón, aplica correas posteriores sobre la costura de las cañetas.
RETOQUES FINALES A pesar de que todas las piezas de la pala han sido escrupulosamente cosidas y forradas, el trabajo todavía no ha terminado. En primer lugar debe cortarse la piel del forro que sobresalga por los bordes, entre 1 y 2 mm por encima de la línea de pespunteado. esta tarea, aparentemente fácil, requiere mucho habilidad. La superficie del corte debe ser absolutamente recta para que la piel del forro no sea visible por encima de los bordes de las cañetas. Además, las tijeras no deben dañar la línea de pespunteado. A continuación se punzonan los agujeros. Normalmente tienen un diámetro de 2 a 3 mm y una separación entre agujeros de 1 a 1,5 cm. El tamaño de los agujeros debe determinarse de manera que pasar los cordones por ellos resulte más bien difícil. Al fin y al cabo, con el tiempo y el uso las perforaciones se ensancharán. Además, los agujeros de tamaño reducido suelen resultar más estéticos. Tras cada pespunteado, se cortan los hilos quedando pequeños cabos sueltos. El aparador elimina estos pequeños cabos sueltos. El aparador elimina estos pequeños fragmentos: primero introduce la hebra del hilo superior en el interior del zapato con una lezna puntiaguda y a continuación la ata fuertemente con la del hilo inferior; seguidamente corta o sollama el hilo sobrante. Puesto que la pala todavía debe someterse a otros procesos durante la confección del zapato, durante esta fase no es necesario limpiarla ni pulirla. Sin embargo, el aparador no debe olvidar una última tarea: bajo la puntera perforada se pega un soporte de piel con una solución gomosa. Con un trozo de caucho se eliminan los restos de cola para que en las fases siguientes no puedan depositarse polvo ni restos de piel en las perforaciones ornamentales.
La piel del forro que sobresale debe ser eliminada cuidadosamente.
Los agujeros se practican con un punzón.
La pala de este modelo Budapest full-brogue está lista para ser enviada al taller de zapatería.
CUEROS Y PIELES
LA PIEL DE LA PALA La elegancia y la solidez de un zapato dependen en gran parte de la calidad de los materiales utilizados. Así pues, para un zapatero, el mayor imperativo consiste en elegir la materia prima para la pala y la suela con la mayor escrupulosidad posible. El material más adecuado para la confección del calzado continua siendo la piel animal, puesto que ofrece una protección duradera contra la posibilidad de heridas y las influencias climáticas negativas. Además, permiten airear el pie y es fácil de trabajar. Para la confección de la parte superior del zapato puede utilizarse la piel de distintos animales, como, por ejemplo, la de vaca, toro, buey, ternero, caballo, cabra, cerdo, ciervo y para nombrar algunas curiosidades, la piel de elefante, cocodrilo, lagarto, pescado, avestruz, camello, canguro, o pavo. Desde principios del siglo XX, el calzado clásico se confecciona principalmente con piel de ternero, vaca y caballo, aunque en años recientes ha ganado terreo la piel de canguro. Todavía se utilizan pieles exóticas, aunque en muy pocos casos. La piel animal se compone de tres capas diferentes: la epidermis (capa exterior), el tejido conjuntivo (la dermis) y el tejido subcutáneo. La más valiosa es la dermis, con la cual se confeccionan los componentes de la pala, la suela y otros accesorios. Durante el tratamiento de la piel, esta capa debe separarse de las otras. La piel sin tratar se conserva en frío (en países de clima frío), mediante el secado (en regiones más cálidas) o en sal. Los tres métodos impiden la putrefacción. Ya en la Edad de Piedra, tras descubrir las múltiples posibilidades de uso de la piel, el hombre se esforzó para descubrir la manera de conferirle flexibilidad, resistencia y, ante todo, durabilidad. El secado por sí solo no daba el resultado esperado: al sol, las pieles se volvían quebradizas y con la humedad se descomponían rápidamente. El descarnado y el golpeado intensivo tampoco condujeron a ningún avance. El cambio se produjo cuando el hombre constató que usando ceniza y cal podía eliminar el pelo más fácilmente, y que ahumándola se conservaba mejor (curtido al humo). El curtido al zumaque utiliza grasas y aceites de adobo más
ancestrales sigue siendo utilizado por los esquimales: mastican la piel y la ablandan con saliva para después frotarla con grasa. Los primeros indicios sobre el curtido de pieles, desde siempre asociado al calzado, se encuentran en los frescos egipcios. En dicho país, al igual que en la Roma y la Grecia antiguas, predominaban el curtido con corteza o vegetal (con corteza de abeto, roble y aliso, o cáscaras de agallas, granadas o bellotas) y el curtido al zumaque. La piel más valiosa se adobaba con alumbre (una sal mineral) para teñirla de blanco. Se cree que este curtido mineral, también denominado blanqueado, es uno de los más antiguos que existen. Con el alumbre, la piel se endurecía y debía ser estirada de nuevo antes de trabajarla. Los fundamentos del proceso de curtido, ya sea al zumaque, vegetal o mineral, no han cambiado. Al igual que el zapatero, el curtidor se remite a un oficio artesanal con milenios de historia y tradición.
CUERO LIMPIO La preparación de la piel para un curtido sigue basándose en la experiencia de tiempos remotos, tanto en los pequeños talleres que siguen trabajando artesanalmente como en las grandes fábricas. Las fases del trabajo son básicamente las mismas. La dermis, es decir, la capa que constituirá la piel, está compuesta por una red de tejidos, algunos más finos y otros más gruesos. Si practicamos una sección transversal, pueden distinguirse a simple vista las dos capas: la capa superior es la capa papilar, atravesada por orificios capilares y salidas de las excreciones producidas por las glándulas sebáceas y sudoríparas. Cada piel posee un dibujo granular distinto, que le confiere su atractivo particular. Bajo la capa papilar se encuentra la capa reticular, compuesta principalmente por un gran número de filamentos cruzados, responsables de la resistencia y la solidez de la piel. En la piel bobina encontramos que la relación entre la capa papilar y reticular es de 1 a 3,5; es decir, se trata de una piel muy sólida utilizada mayoritariamente para los zapatos de uso diario. La dermis contiene un 90% de proteínas, en su mayor parte colágeno. Al preparar la piel, se tienen en cuenta las propiedades de las moléculas de colágeno. Absorben fácilmente el agua y ligan las distintas sustancias del tratamiento. El primer paso consiste en ablandar las pieles en grandes cubas o piletas de agua. Las impurezas y los conservantes (como por ejemplo la sal) quedan eliminados y la piel recupera su antiguo contenido en líquidos. En la Antigüedad y durante la Edad Media, las pieles sin tratar se almacenaban en lugares cálidos y húmedos para facilitar la eliminación del pelo. El método actual también cuenta con una larga tradición: las pieles descansan entre 20 y 24 horas en cubas, piletas o tambores con una solución de cal. De este modo se ablandan las dos capas superfluas. Seguidamente se descarna la piel. Hoy en día, este proceso, antiguamente muy fatigoso, se realiza mecánicamente. Se retira la piel ablandada de la solución de cal y se empieza eliminando los filamentos del subcutis para que aparezca el lado de la carne de la dermis. A continuación, con unas láminas provistas de cuchillas se retira la epidermis o capa superior, para así descubrir el lado flor de la dermis. Para lograr la mayor pureza posible en ambas superficies, los procesos de la limpieza mecánicos previos se repiten a mano. Para ello, el curtidor utiliza un cuchillo curvado con dos empuñaduras: el hierro de descarnar. Hace siglos se utiliza en este oficio y se asemeja a la herramienta que da forma a las hormas. Finalmente, el cuero limpio se examina minuciosamente y se clasifica, puesto que hasta este momento no podía determinarse la calidad real de la piel. Sólo las piezas perfectas seguirán adelante en el proceso
Las capas de la piel que deben eliminarse son ablandadas con una solución de cal en grandes recipientes
Varias láminas con cuchillas afiladas retiran las capas ablandadas
La superficie se limpia con el hierro de descarnar
Una vista de la piel limpia.
Una vez limpia, la piel se somete a estrictas pruebas de calidad.
EL RECURTIDO Y ZURRADO La última fase del curtido es el recurtido y zurrado. Tras prensar la piel para eliminar el agua sobrante (proceso de desagüe),el curtidor comprueba que no hayan quedado impurezas. A continuación, tiñe la piel del color deseado. Para ello se suelen utilizar dos métodos distintos. Por una parte, se pude sumergir la piel en enormes recipientes que contienen colorantes orgánicos o inorgánicos hasta que el color haya penetrado en todos los tejidos. Otro método consiste en aplicar el color sobre la superficie de la piel con un pincel (aunque en la actualidad es más usual utilizar la pistola pulverizadora). Se trata del llamado teñido a pincel. El secado puede tener lugar de distintas formas. El secado mecánico consiste en colgar las pieles para que crucen un túnel de secado de 20 m de longitud. Uno de los métodos más tradicionales es colocar la piel por el lado flor sobre una placa de cristal habiendo eliminado previamente cualquier arruga. Pero el procedimiento
más antiguo, que continua utilizándose en la actualidad, es la extensión de la piel sobre marcos de madera. En ambos casos (tanto sobre cristal como sobre un marco de madera), la piel se seca a una temperatura de 40 a 60ºC y reposa durante 1 o 2 días. Seguidamente, el curtidor aplica grasa a la superficie de la piel para conferirle elasticidad y brillo. El último paso consiste en el alisamiento. La cara interna de la piel puede alisarse con una pesada plancha, manualmente, o también introduciéndola en una máquina donde un cilindro presiona la cara exterior de la piel contra una placa de acero a 80 o a 90ºC de temperatura. Al dar por finalizado el proceso, la piel curtida con sal de cromo ya adquirió su aspecto definitivo.
Secado de la piel sobre marcos de madera es un método ancestral.
La piel de ternero dispone como mínimo de una superficie lisa y se utiliza par modelos elegantes. En los modelos deportivos se favorece la variante scotchgrain (graneada) de la piel bovina.
Alisando la piel sobre una placa de vidrio se consigue una superficie perfectamente lisa.
EL CURTIDO VEGETAL
Las piezas que componen la parte inferior del calzado clásico confeccionado a mano (palmilla, suela de cuero -y entresuela en el caso de los zapatos de doble suela-, contrafuerte del talón, tacón y vira) se elaboran a partir de piel gruesa pero con un determinado grado de flexibilidad. La piel bovina de curtido vegetal es especialmente adecuada para ello. La piel con la que tienen confeccionarse las partes inferiores del zapato deberá someterse a las mismas fases de preparación
que la piel utilizada para la pala. No obstante, el procedimiento de curtido en sí presenta diferencias significativas. Por una parte, para iniciar el proceso de curtido vegetal se utilizan otras sustancias. Además, el curtido se lleva a cabo con el uso de una técnica distinta. La piel para la pala se introduce en enormes tambores que giran sin cesar, pero dicho método no es aplicable a la piel destinada a la suela. El movimiento rotativo disminuiría la resistencia y la solidez del colágeno, algo que debe evitarse puesto que la suela está sometida a mucha presión. Para ello, actualmente sigue utilizándose el método ancestral del curtido vegetal. Se precisan un mínimo de tres noques (fosos estáticos), o a veces más. Las pieles, limpias por ambos lados, pasan casi seis semanas en una solución con relativamente pocas sustancias curtientes, cuya función es ablandarlas. En el segundo noque, reposarán sumergidas en una solución más concentrada. Finalmente, continúan ablandándose en un tercer noque durante once meses. El curtidor va alternando capas de piel y de sustancias de curtido vegetales. Cuando el recipiente está lleno, añade más solución hasta cubrir la totalidad de las capas. Entonces empieza a producirse una transformación que confiere a las pieles gran fortaleza, dureza y resistencia al agua y a la temperatura, así como un alto grado de maleabilidad. Este tipo de cuero conserva su color natural.
Una vez limpias las pieles se introducen en el primer foso. UN MILAGRO DE LA NATURALEZA
Los textos precedentes del antiguo Egipto demuestran que el hombre, con una inventiva sin límites, utilizaba ya el tallo, la corteza y las hojas de distintas plantas para el curtido de la piel. Los materiales que se mencionan con más asiduidad son la corteza de roble, el mangle, las hojas de mirto y las bellotas. En la actualidad, los curtidores siguen usando dichas plantas para fabricar piel de suela de gran calidad. Sus sustancias activas se unen al colágeno y hacen que la piel adquiera solidez y resistencia al agua y a las altas temperaturas. Aún hoy se utiliza un antiguo dicho de la época de Napoleón, según el cual, el secreto de una buena piel está en la sustancia y en el tiempo de curtido. Las curtiembres que valoran la calidad por encima de todo utilizan el propio tanino de las plantas y no se extracto, aunque este aceleraría el proceso. La diferencia de calidad podría compararse a la que existe entere el café normal y el café instantáneo. Los curtidores que fabrican actualmente la mejor piel para suelas abogan por un período de curtido mínimo de un año y en el caso de pieles más gruesas incluso de 15 meses. Con ello garantizan que las sustancias curtientes penetren por completo en unas pieles que pueden alcanzar entre 5 y 8 mm de grosor en algunos puntos.
BOXCALF
La mayor parte del calzado elegante se confecciona con la piel denominada boxcalf. Esta piel de ternero puede transformarse en tres tipos de piel: lisa, graneada (scotchgrain) o aterciopelada . La denominación bocalf cuenta con tres posibles explicaciones. La primera hace referencia al emblema de una excelente fábrica de piel estadounidense, que se reproducía un ternera en una caja (calf y box en inglés ). La segunda se basa en la piel de ternero, después de realizarse un curtido perfecto, se conservaba en unas cajas para preservar su calidad. La última vincula este término al zapatero londinense Joseph Box , quien supuestamente dio su nombre a la piel. La piel boxcalf tiene un tacto suave y a pesar de ello presenta cierta rigidez. Ocupa un rango muy elevado entre las pieles. El lado flor muestra un graneado extraordinariamente refinado con un bonito patrón. El grosor de la piel oscila entre 1 y 1,2 mm, y su superficie abarca por lo general de 1 a 1,5m2 (internacionalmente, la piel se mide en pies). Si para la confección de la pala se necesita sólo un número reducido de piezas -como en el caso del modelo Blucher, cuya empella es de una sola pieza- , la piel del ternero puede producir las palas para dos o incluso tres pares de zapatos.
Cuando la empella de un Blucher es de una sola pieza, la pala se compone únicamente de empella, cañetas y correas traseras. La línea del espinazo recorre el centro de la piel extendida, desde el cuello a la parte inferior de la barriga. Los patrones para la empella se colocan simétricamente, junto a la línea de la columna: el del zapato derecho a la derecha y el del zapato izquierdo a la izquierda. Dado que de la piel de un animal pueden obtenerse las piezas para más de un zapato, los patrones correspondientes se colocan uno después del otro en una o dos filas a lo largo del espinazo. De la parte del cuello no pueden cortarse empellas porque la estructura de la piel es demasiado suelta y a veces muestra arrugas que perjudicarían la elegante solidez y rigidez de la empella. Las cañetas y las correas traseras se cortan del resto de la superficie.
LA PIEL BOVINA
La piel bovina (rindbox) es el tipo de material que se utiliza para confeccionar zapatos más sólidos de uso diario: su estructura es maciza y aún así maleable. El tejido de su capa reticular, a diferencia de la piel boxcalf es muy resistente y debe poder soportar como mínimo unas 20.000 flexiones sin quebrarse o desgarrarse. La capa papilar original es apenas visible puesto que la superficie ha sido tratada y cubierta por una capa graneada artificial (por ejemplo un scotchgrain irregular).La extensión de la piel es mucho mayor que la de la piel del ternero: llega a alcanzar a los 3 m 2, por lo que suele cortarse en dos hojas a lo largo de la columna vertebral, forma en que llega al cortador.Este sitúa los patrones de la pala de forma distinta a la utilizada con la piel del ternero. Las zonas situadas a lo largo del espinazo son también más valiosas, pero en este caso el cortador no sitúa la empella derecha y la izquierda contiguas, sino una debajo de la otra a lo largo de la línea del espinazo puesto que, tal como se ha mencionado anteriormente, se trata sólo de la mitad de la piel. La dirección en que se extiende la piel es sumamente importante sobre todo en el caso de la piel con graneado artificial, para que la superficie irregular de esta no se alise con el uso y pierda su carácter graneado, ya
que es precisamente el grano lo que confiere al zapato su gran individualidad y su innegable atractivo.
La superficie graneada de la piel bovina suele ser producto de una flor artificial. La piel bovina se suministra en dos hojas a causa de su gran tamaño. La mejor piel se encuentra a lo largo del espinazo. Por consiguiente, las empellas se cortan de dicha zona.
PIELES EXÓTICAS: LAGARTO Y COCODRILO PIEL DE LAGARTO La piel extendida de un lagarto ocupa una superficie de 1 m2. Por lo tanto, para confeccionar un par de zapatos es necesario contar con la piel de 3 o 4 lagartos como mínimo. Al cortar cada pieza, el cortador debe aplicar sus conocimientos. Es del todo imposible cortar dos empellas de una misma piel; por lo tanto, se necesitan dos pieles con un dibujo y tonalidad similares. Las empellas se cortan del punto en que la piel sea más gruesa y el dibujo de las escamas más atractivo. Solamente se consigue la simetría necesaria si se encuentra un eje simétrico entre dos pieles. En los modelos más bellos, la pala se compone de varias piezas pequeñas. Las combinaciones de lagarto y boxcalf resultan muy atractivas. PIEL DE COCODRILO La piel más adecuada para la parte superior de un zapato es la de un cocodrilo joven, puesto que cuando alcanza una determinada edad las escamas son demasiado grandes y duras. Además se rompen con facilidad al trabajarlas. De la piel de un cocodrilo pueden obtenerse palas para un par de zapatos. Al situar los patrones sobre la piel, el cortador debe tener en cuenta que el dibujo de las escamas sea simétrico en ambos zapatos. La dirección de extensión no es significativa en el caso del cocodrilo ni en el del lagarto. Dado que este tipo de pieles, en comparación con la del ternero son mucho más delgadas y ruidosas, se utiliza un forro intermedio: la piel del lagarto suele fijarse sobre la piel de ternero. Este forro debe cumplir las exigencias de flexibilidad. El calzado de piel de reptiles no se ornamenta ni pespuntea. Tampoco se le practican perforaciones. La particularidad y la decoración del zapato es la piel en sí.
Este modelo cuenta con una empella, contrafuerte y orejas confeccionadas con piel de lagarto.
El dibujo de las escamas de la piel del lagarto (izquierda) y de cocodrilo (derecha) constituye decoración suficiente para modelos exclusivos.
CORDOBAN Antiguamente, en Córdoba este término signaba un tipo de piel de cabra muy ligero, curtido con sustancias especiales. Hoy en día, este concepto suele hacer referencia a la resistente piel de caballo. Es ideal para la parte superior de modelos clásicos de aspecto robusto. Debido a su solidez, suelen confeccionarse con doble suela y un forro más grueso de lo normal. Posiblemente, el calzado cordobán más elegante sea el modelo Budapest. Los zapatos elaborados con piel cordobán pesan poco más que los confeccionados con piel de ternero. La diferencia puede ser de 80 a 100 g. por par (500 g. en piel de ternero y 540-550 g. en piel de caballo). La piel de caballo es uno de los materiales más caros para la elaboración de la pala, en parte por sus extraordinarias características y en parte porque de la piel de un animal relativamente grande sólo pueden utilizarse dos pequeñas superficies ovales o circulares de unos 3 m2, procedentes de la grupa. Podríamos afirmar: un caballo un par de zapatos. El grosor de la piel cordobán oscila entre los 1,6 y los 1,8 mm, pero es tan elástica como la piel de ternero. El cortador no tiene puntos fijos en la situación de los patrones (como por ejemplo el espinazo en la piel del buey o ternero). Debe palpar la piel para constatar los puntos donde es más pesada o ligera y distribuir los patrones de modo que las piezas del zapato izquierdo y del derecho tengan el mismo grosor. Mientras que en el caso de la piel de ternero los folículos pilosos son invisibles, el adobo aplicado a la piel cordobán no permite eliminar la totalidad de dichos rastros. Estos puntos deben cerrarse con crema y pulirse a continuación. De este modo se obtiene una superficie brillante y lisa.
De la piel de un caballo sólo se puede producir un par de zapatos.
LA GAMA DE COLORES COMBINACIÓN DE COLOR Y PIEL LA GAMA DE COLORES A lo largo de la historia, la moda del calzado masculino no sólo se ha caracterizado por unas formas típicas, sino también por distintas tendencias en la coloración. Los documentos e ilustraciones de que se disponen demuestran que, en determinadas épocas, el zapato favorecía por completo el colorido: según la moda o la posición social, plateado, dorado, rojo, violeta o incluso amarillo canario. El punto álgido del color tuvo lugar durante el barroco. El calzado masculino artesanal clásico no sólo ha sido constante en la for ma, sino también en su discreta coloración. En ocasiones se ha afirmado que existen únicamente dos colores para el calzado masculino: el color negro y el marrón. Aunque esto es un error, lo cierto es que el espectro de colores básicos se mueve en una franj a muy reducida, a pesar de que existen numerosas posibilidades en cuanto a múltiples matices de color y su co mbinación con distintos materiales.
Si se mezclan los seis colores del espectro (rojo, naranja, amarillo, verde, azul y
violeta) con el negro, se obtienen los colores oscuros, que junto con el negro constituyen las tonalidades más frecuentes del calzado masculino. El marrón, por ejemplo, puede englobar desde el marrón oscuro, casi negro, pasando por el color coñac hasta el coñac claro. La escala de rojos también está muy dividida: desde el rojo guindilla hasta el burdeos oscuro. COMBINACIONES DE COLOR Y PIEL El calzado tradicional de un solo color sigue siendo considerado propio de un gentleman. No obstante, zapateros y diseñadores buscan siempre nuevos retos para romper la monotonía del zapato median te el uso de distintas combinaciones de tonalidades y pieles. Incluso el Oxford liso, con su simple corte, ofrece dicha posibilidad, por no hablar de los modelos con varias piezas superiores. Sin embargo, en general, los diseñadores se limitan a combinaciones de dos colores o a superficies con distintos tipos de piel: otro tipo de componentes serían considerados demasiado extravagantes. Un ligera rebeldía contra la tradición podría ser la combinación de dos tonalidades de un mismo color, como por ejemplo el marrón medio y el marrón oscuro. Por el contrario, las mezclas de marrón y burdeos, negro y coñac, negro y burdeos o negro y marrón, por citar solamente algunas de las infinitas combinaciones posibles a nuestro alcance, son consideradas mucho más atrevidas. El diseñador también puede conseguir combinaciones que sorprendan al cliente a través de la mezcla de pieles con distintos tipos de superficies, como por ejemplo piel lisa y piel graneada. Con todo, las combinaciones de este tipo están sometidas a una estricta ley tácita: la puntera sólo puede confeccionarse con piel lisa para que pueda pulirse y brillar al máximo. Cuando se trata de un zapato fullbrogue, el patrón del dibujo no tiene limitaciones. Diseñadores y zapateros trabajan codo con codo en el desarrollo de un modelo individual. Además, no hay que olvidar al cliente: es imprescindible establecer una larga conversación con el futuro dueño de los zapatos, de la misma manera que durante la toma de las medidas. De este modo, el diseñador y el zapatero recibirán la máxima información posible sobre las distintas situaciones en que el cliente llevará este calzado y sobre su estilo personal. Sólo así pueden aconsejarle la mejor opción y responder a sus demandas individuales con profesionalidad. Este Oxford full-brogue es un perfecto ejemplo de una refinada combinación de colores y tipos de piel. Los tonos claros reflejan el carácter veraniego de este modelo. la belleza de este ejemplar procedente del taller de John Lobb de Londres radica en el contraste de materiales: piel de ternero lisa y brillante conpiel de ternero mate y aterciopelada.
LA PIEL DE LA SUELA Las tradiciones del curtido varían de un país a otro. La piel de curtido vegetal es fuerte, sólida y aun así flexible y muy maleable. Además, soporta sin problemas las presiones a las que se ve sometida durante la confección del zapato y durante su uso posterior. De ella se obtienen las suelas, las palmillas, los tacones, las viras y los contrafuertes interiores del talón. Las piezas confeccionadas con piel de curtido vegetal tienen muchas ventajas. La forma de una suela de piel de curtido vegetal nunca se deforma, ni con la lluvia ni con la nieve, ni sobre el asfalto caliente ni en terrenos pedregosos. La vira no sufre distensiones fácilmente ni se encoge, sino que ofrece un soporte perfecto al zapato en todas las situaciones. La palmilla permite la transpiración y absorbe el sudor del pie sin quedar húmeda. Además, posee un efecto germicida que actúa sobre las bacterias y los hongos. Gracias a las sustancias vegetales, la piel adquiere un atractivo color natural. Y el aroma de la piel adquiere un atractivo color natural. Y el aroma de la piel bien curtida puede competir tranquilamente con el mejor desodorante para pies.
La piel se comprime mediante unos cilindros metálicos y la alta presión.
Aunque la calidad de la piel puede comprobarse mediante el color y el taco, no debe olvidarse la realización de una prueba instrumental.
EL FORRO DE REFUERZO Su función es ofrecer un soporte a la parte interior y exterior del zapato y evitar que la piel se ensanche demasiado al andar y forme arrugas. Estos refuerzos laterales consisten en tiras de piel de la pala de 1,2 a 1,4 mm de grosor.
Se dobla la piel del forro y se amontona para que no obstaculice la introducción, con engrudo en ambas caras, del tope duro, del contrafuerte del talón y del forro de refuerzo. Los refuerzos quedan unidos unos con otros.
Tras la colocación de los refuerzos, el zapatero extiende de nuevo el forro y alisa las tres capas de piel. Aplica taco a la piel del forro para que resulte más fácil retirar la horma una vez listo el zapato.
EL FORRO
A pesar de que las piezas de la pala y del forro se cortan con patrones distintos, y a pesar de que los fragmentos se cosen por separado, finalmente se obtienen dos formas que se correspondan a la perfección. Se aparan conjuntamente al borde la cañeta, aunque sólo en este punto, ya que posteriormente deben incorporarse algunos refuerzos entre las dos capas. Además, el zapato debe añadir todavía la puntera, el forro de refuerzo y el contrafuerte del talón. El forro, suave pero resistente y formado por tres piezas (pala y dos cañetas), se apara y se ajusta a la pala de modo que el derecho quede en el interior del zapato. Para los mocasines, no obstante, existe un truco: su forro consta de cuatro piezas -la pala, dos cañetas pequeñas y un fragmento de forro independiente que une las dos cañetas en la zona del contrafuerte del talón-. Al aparar, esta pieza posterior se vuelve de modo que la cara mate de la piel quede en el interior del zapato. Puesto que su adherencia es mucho mayor, evitará que el pie quede suelto al andar. El forro se aplica de manera distinta en los modelos Blucher y Oxford. Mientras que en el caso del Blucher la lengüeta queda forrada simultáneamente a la empella -después de todo, forman una única pieza-, en el caso del Oxford la lengüeta constituye una pieza independiente. Primero se le aplica el forro y a continuación se cose a la empella. El calzado de verano no siempre se forra puesto que las palas decoradas con trenzado o con patrones de perforaciones tienen como función permitir la aireación del pie. Sin embargo, dichos modelos, e incluso las sandalias, van también provistos de un forro interior más fino de lo normal que evitar su deformación. En el caso de los zapatos con perforaciones, el aparador punzona la piel exterior conjuntamente con la del forro. A las sandalias se les aplica en forro integral y a continuación se cosen las tiras al forro. Finalmente se retira el forro sobrante cortándolo con un cuchillo afilado
La piel exterior y la piel del forro se cosen al borde de las cañetas.
Se coloca el forro a un modelo Blucher
Se aplica forro a ambas cañetas.
LOS ZAPATEROS EL TALLER DE ZAPATERÍA El oficio de zapatero nación en el momento en que el hombre creó por primera vez una protección para sus pies, hace unos 15.000 años. Durante la edad de Piedra, las mujeres eran responsables de la confección del calzado para toda la familia. En algunos clanes de mayores dimensiones no tardó en establecerse la división de los trabajos, de modo que uno de los miembros del grupo quedó encargado de la elaboración de zapatos. ocurrió lo mismo con otros oficios. Una de las representaciones supuestamente más antiguas que se dispone sobre el oficio de un zapatero data de hace 4000 años. Se trata de un fresco egipcio, por desgracia muy deteriorado, hallado en la tumba de Rejmire en Tebas, que esboza una especie de historia de distintos oficios. Además de constructores de naves, joyeros, escultores y escribas, en la pintura también están representados los zapatero. El taller (de sandalias), muy bien equipado, demuestra que los zapateros gozaban ya de una buena posición entre los distintos oficios, y que merecían el honor de figurar en los frescos de la cámara funeraria del visir de Tutmés III. En los talleres de sandalias del antiguo Egipto, el trabajo estaba estrictamente dividido: la extensión de la piel y la perforación de las suelas, para que posteriormente pudieran añadirse las correas, eran tareas totalmente independientes. En la antigüedad, para dar fin a las desavenencias que desde hacía años reinaban entre los romanos, el segundo emperador romano, Numa Pompilla (715-672 a. C. ), dividió a los ciudadanos en nueve comunidades (lat. collegia) según la tradición, teniendo en cuenta su linaje. Los zapateros ( lat. sutores ) estaban situados en el rango número cinco. Sin embargo, en el imperio Romano, las agrupaciones de oficios de carácter gremial no quedan documentadas hasta el siglo II a. C. dichas asociaciones asociaciones estaban controladas por el estado y sus principales deberes consistían en regular el ejercicio conjunto del culto, los eventos de tipo social y los intereses comunes del oficio. Los trabajadores de cada oficio se agrupaban en la misma zona e instalaban sus talleres en calles secundarias próximas al centro de la ciudad, unos junto a otros. Los zapateros hacia lo mismo, y aún hoy en día muchas ciudades siguen teniendo una calle denominada Zapatería. Los testimonios escritos concretos sobre el oficio de zapatero en el área germánica aparecen por primera vez durante el siglo VI d.C. en el derecho borgoñón, y en el siglo IX en las leyes de Carlomagno (capítulo XLV sobre haciendas). En dicho documento se obliga al administrador de la hacienda a buscar buenos artesanos "...herreros, orfebres, plateros, zapateros, torneros..." Alrededor de los siglos X y XI se produjo un cambio decisivo en la historia de los zapateros: se agruparon en cofradías, que a partir de ese momento representaron sus intereses económicos y sociales. Los zapateros que llegaban a la ciudad procedentes del campo no sólo podían contar con su protección, sino también con as ventajas económicas que ofrecían los mercados y plazas comerciales. Las cofradías estaban sometidas a las leyes episcopales y por tanto su vida social estaba orientada al clero. Los patrones de los zapateros medievales eran los santos Crispino y Crispiano, cuya onomástica se celebra el 25 de octubre. Según una leyenda francesa, los dos hermanos (fr. Crépìn y Crépinien) procedían de una distinguida familia romana. Se convirtieron al cristianismo y huyeron de Roma en dirección a Soissons, Francia, a causa de la persecución del emperador Diocleciano (284-305 d.C.). Allí aprendieron el oficio de zapatero. De día predicaban el Evangelio y de noche confeccionaban zapatos gratuitamente para los pobres. A causa de su conducta ejemplar tuvieron muchos adversarios. Finalmente fueron traicionados y entregados al general romano Macimiano Hercúleo. Sin embargo, ni la tortura (cuenta la leyenda que las puntas de hierro que les clavaban en los dedos, retrocedían y herían a aquellos que los rodeaban) ni las ruedas de modlino que les ataron al cuello para que se ahogaran pudieron con ellos. Finalmente, los dos hermanos fueron decapitados. Los soldados lanzaron sus cuerpos a las fieras pero estas los dejaron intactos. Según otra leyenda, un anciano y su hermano enterraron sus cadáveres en los alrededores de Soissons por encargo de los ángeles y, de acuerdo
con otra versión, algunos cristianos enterraron sus cuerpos en la iglesia del santo Laurencio en Panisperma, Italia. La ciudad de Soissons (sede episcopal católica desde el siglo III d.C) dedicó una iglesia a los dos hermanos. En el siglo IX, las reliquias de ambos fueron depositadas definitivamente en Osnabrück. Según la tradición inglesa, los dos hermanos eran hijos de la reina de Kent. Perseguidos por el general Maximiano Hercúleo, huyeron disfrazados de campesinos hacia Faversham. Crispino se convirtió en aprendiz de un zapatero y Crispiano en soldaddo del ejército romano. Por orden de su maestro, Crispino fue a llevar un nuevo par de zapatos a la hija del emperador Maximiano (en el año 288 d.C., Diocleciano le había nombrado corregente). Úrsula y Crispín se enamoraron y se casaron en secreto. Maximiano se entero de ello, pero quedó apaciguado por la distinguida procedencia de ambos hermanos y por las gestas heroicas de Crispiano en el ejército romano. El 25 de octubre reconoció oficialmente el enlace entre ambos.
El dibujo de esta ánfora griega del siglo VI d.C. muestra un zapatero cortando la piel. Sobre su cabeza cuelgan algunas herramientas y varios modelos de zapatos. Su mesa de trabajo es horizontal y sobre ella realiza las pruebas de los modelos.
El zapatero representado en este relieve, procedente de una tumba de Reims, Francia (aprox. siglo II a.C), trabaja un zapato extendido sobre un caballete. A sus pies tiene un cesto repleto de trozos de piel. De la pared cuelgan sus herramientas.
LOS GREMIOS DE ZAPATEROS A finales del siglo XI, las cofradías derivaron en los gremios medievales. Los gremios de zapateros determinaban sus propios códigos y observaban su cumplimiento de forma muy estricta. Fijaban los precios, ejercían estrictos controles de calidad y dictaban las ordenanzas para la regulación de la producción, de los horarios de trabajo y de las condiciones de admisión, así como las disposiciones sobre la formación de aprendices y oficiales. Asimismo, supervisaban la vida social de sus miembros.
En el cofre del gremio se conservaban los documentos y el dinero, cuya custodia era confiada al miembro más honorables. Solía tener la forma de un altar plegable y contenía los nombres de los miembros, los documentos, valiosos recipientes, mortajas y otros símbolos de la vida comunitaria. En las ciudades más gran des y acaudalas, los gremios poseían edificios propios en los que celebraban sus reuniones, las d enominadas conversaciones matutinas. También estaban a disposición de los oficiales de paso que buscaban albergue. Quienes deseaban aprender el oficio de zapatero, debían cumplir con numerosas condiciones. Sólo podían ser aprendices aquellos que provenían "de un matrimonio ordenado y virtuoso, tanto por parte de padre como por parte de madre" o aquellos casados con una viuda de zapatero. Además, el solicitante debía haber pasado 14 días en un taller de zapatería para poner a prueba su habilidad y su talento. Tras presentar el certificado de nacimiento correspondiente, pasar el período de prueba y pagar la tarifa del aprendizaje, se cerraba un contrato con el maestro, cuyo deber a partir de dicho momento era transmitir al joven aprendiz todos los trucos del oficio y cuidar de que su moral fuera ejemplar. El aprendizaje solía durar unos 3 años, y si no podía pagarse
la tarifa, unos cuatro años. Una vez transcurrido el período acordado y elaborada la pieza para el examen, el oficial iniciaba un peregrinaje de seis a nueve años para ahondar y ampliar sus conocimientos en otros talleres (en el siglo XVII, la peregrinación fuera reducida a un año y medio, y pasó a formar parte fija del aprendizaje). Durante esos años, el oficial pasaba un mínimo de seis semanas en cada taller; en un documento, y posteriormente en un librito, quedaba anotado el tiempo empleado y el comportamiento que había tenido. Al terminar el peregrinaje, el oficial confeccionaba su pieza de maestría, con la cual demostraba a los cuatro miembros más antiguos del gremio sus conocimientos y su habilidad. En un lapso de ocho días debía confeccionar cuatro pares de zapatos y de botas. Los maestros zapateros urbanos llevaban una vida muy opulenta, tal como demuestran los documentos preservados hasta el momento. Los zapateros más pobres se agrupaban en el campo y confeccionaban calzado sencillo para los campesinos: sólido y económico. Los zapateros remendones (afincados en míseros cobertizos) tenían mucha mejor reputación en el campo que en la ciudad, siempre en el caso de que pudiesen remendar un zapato para que pareciese uno nuevo. En las zonas rurales también había zapateros ambulantes que llevaban el taller consigo y que confeccionaban zapatos para los campesinos con la piel que éstos almacenaban en sus granjas. Los zapateros rurales representaban una fuerte competencia para los zapateros urbanos. Por ello, los gremios controlaban de forma muy estricta la relación entre la oferta y la demanda del mercado interior. Pero la competencia procedente de las propias filas tampoco debía menospreciarse. Había talleres que empleaban a más oficiales de lo permitido, exigían más horas de trabajo al día de las que estaban establecidas o confeccionaban modelos no autorizados. Los controles a los talleres estaban destinados a evitar todas estas situaciones.
Este grabado en cobre reproduce un "Taller de zapatería". El maestro ocupa una posición superior, tal como se aprecia por su vestuario y por su situación ante el mostrador.
En esta pintura, los colores oscuros y terrosos, así como los rostros graves e inclinados destacan el miserable entorno de la familia del zapatero.
Durante el período de la Ilustración, las representaciones de oficios eran muy populares. El interés radicaba principalmente en mostrar información práctica sobre los modelos y los procedimientos de elaboración LA INDUSTRIALIZACIÓN Y SUS CONSECUENCIAS PARA LOS ZAPATEROS A partir de 1750, los privilegios políticos de las ciudades empezaron a disminuir. Esta pérdida, junto con la introducción de la libertad industrial y de comercio (en 1791 en Francia, a principios del siglo XIX en Prusia y otros países; en Alemania no fue reconocida hasta 1869 mediante el código industrial), tuvo como consecuencia la disolución de los gremios. de ellos surgieron las corporaciones. Con la aparición de la industria a mediados del siglo XIX, empezó una época difícil para los zapateros independientes. Las primeras máquinas de coser de Elias Howe precedieron la aparición de la primera máquina atornilladora para la fijación del tacón y de la suela en el año 1860, y de de máquina para coser suelas de McKay supuso la irrupción definitiva de la era mecánica en la confección de zapatos. Las fábricas de calzado obtuvieron enormes beneficios gracias a estas nuevas técnicas. La confección industrial y el comercio del calzado se expandieron con una rapidez asombrosa en Estados Unidos. En el año 1901, se importaron más de un millón de zapatos americano a Inglaterra. Los pequeños talleres zapateros no podían competir con la rapidez de la confección industrial ni mucho menos con sus precios, por lo que sufrieron grandes pérdidas. Los zapateros quedaron relegados a zapateros remendones. Pero el factor calidad acabó imponiéndose como rasgo definitivo entre las fábricas y los talleres artesanos, que seguían valorando enormemente sus antiguas tradiciones. Su clientela procedía de aquellos círculos que consideraban que "el zapato hace a la persona" y exigían individualidad y excelente calidad para su calzado. Los talleres de Londres, París, Roma, Viena y Budapest, algunos de ellos con más de un siglo de historia, han conservado las tradiciones más antiguas hasta la actualidad, al igual que otros de creación más reciente. En el taller de László Vass, ubicado en Budapest, se aplican los principios de calidad de los gremios, ya desaparecidos. Cada zapatero del taller se declara orgulloso de su oficio, ama su profesión y trabaja en un ambiente amistoso e incluso familiar. Aunque en Hungría ya no es necesario elaborar la pieza de maestría que los gremios exigían antiguamente, cada par de zapatos es confeccionado con tanta precisión como si de dicha pieza se tratara. En Alemania, el examen de maestría sigue siendo un requisito para la apertura de un taller propio y para poder impartir formación a aprendices. Los zapateros que trabajan en los talleres tradicionales clavetean, amartillan y cosen los zapatos con los mismos procedimientos que utilizaban sus predecesores hace unos 2.000 años. Los zapateros fabrican la gran mayoría de sus herramientas personalmente. Los cuchillos, las leznas y las agujas que existen actualmente no se diferencian demasiado de los que observamos en antiguos grabados, y cada zapatero insiste en utilizar sus propias herramientas, casi supersticiosamente, ya que afirman que cada pieza "es distinta".