Paradó8ica4ente o4bre el l!ser$n4ssuindefenso creación: capara&ón, cuero ni pelo ue elrecub ra laespie desnu de&desela 'e obligad0oo tiene a busc ar prot ecció n, debe cons truir su prop io refu gio: La casa ! ;, sin e4bargo , a< casa s 4al)f ica s, resid enc ias ue atraen la desgracia, aparta4entos perniciosos, 4ortíferos para los seres u4anos ue 4oran en ellos! =5ules son las causas del te4ible 4aleficio ue e4ana de ciertas piedras, de ciertas pa re de s> Ra di ac io ne s te l? ri ca s, ra
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Roger de Laforrest
Casas que matan
Índice Los peligros del cielo abierto Las siete plagas Las casas de cncer Los santuarios La 4e4oria de las paredes Precauciones < re4edios $l fantas4a es inocente
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Roger de Laforrest
Casas que matan
Los peligros del cielo abierto Para el hombre lo natur al no es vivir libre en libertad, sino vivir libre en una cárcel Malaparte
$ntre los ani4ales, el o4bre es el 4s 'ulnerable: 0o tiene capara&ón, ni cuero, ni tan siuiera pelo ue recubra su piel! $s un ser 4s desnudo ue una lo4bri& < 4s frgil ue una lar'a! Para el 6ran Crgani&ador de catstrofe, el o4bre es la 'ícti4 a ideal, pues no e@iste otra ue, co4o )l, sea consciente de su condición! $s inteligente, ingenioso, < se obstina có4ica4ente por escapar a su destino de presa, lo ue ace a?n 4s atracti'a la ca&a al o4bre ue la naturale&a practica sin cuartel! $n consecuencia, < aun cuando pueda parecer paradó8ico, las circunstancias en las ue el o4bre tiene 4s posibilidades de sobre'i'ir, la estadística lo de4uestra feaciente4ente son, precisa4ente, auellas catstrofes de las ue )l, en persona, es autor < responsable! $s decir, los accidentes de carr etera < las guerras! $ncerrados en esas cscaras de ue'o ue lla4a4os auto4ó 'iles, los conducto res se lan&an unos en pos de otros, o unos contra otros, se adelantando, se ro&ando < se esui'ando con unos 4rgenes de seguridad no superiores a unos pocos centí4etros! Por lo de4s, ninguno de los participantes en este peligroso 8uego respeta las reglas del 4is4o, con lo ue lo ra&onable sería pensar ue no puede aber super'i'ientes al final de un ballet tan de4encial! in e4bargo, < contraria4ente a toda pre'isión, las estadísticas prueban ue de los 4illones de locos ue cada día 8uegan a este 8uego, sólo algunos 4illares encuentran la 4uerte en )l! Lo cual, en definiti'a, eui'ale a decir ue cada uno de nosotros, cuando sali4os a la carretera, tene4os tanta probabilidad de 4orir 'iolenta4ente co4o de ganar el pri4er pr e4io de la lotería nacional! Los 4uertos ascienden a unos uince 4il por aBo! ; eso ue dica cifra engloba a los peatones atropellados!!!, lo cual no es onesto! 3e todos 4odos, debe4os reconocer ue la proporció n de 'ícti4as es ínfi4a, si tene4os en cuenta los centena res de 4illones de personas ue, a lo largo de .#D días, prueban suerte 'oluntaria4ente en el 8uego del auto4ó'il < la 4uerte! 5onsiderando ue la 4igración 4otori&ada de los fines de se4ana se a con'ertido en el deporte 'iril de la u4anidad, el precio no es e@agerado: $l biliar o el críuet son, al fin < al cabo, casi igual4ente peligrosos! /4agine4os, un 4o4ento, ue los o4bres afrontaran con la 4is4a despreocupación, con la 4is4a te4eridad, las fuer&as ostiles de la naturale&a! EFu) ecato4beG Pero, por fortuna, la u4anidad no a cesado de in'entar 'acunas contra las epide4ias, diues contra las inundaciones, edificios elsticos contra los terre4otos, pararra
Roger de Laforrest
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seís4os < las te4pestades, el a4bre < las epide4ias, las inundaciones < las plagas eli4inarían, con 4enores gastos, a 4uca 4s gente! 3e8ando a un lado los grandes cataclis4os naturales, el o4bre se enfrenta per4anente4ente a las agresiones del cli4a, del 4edio a4biente, de los ele4entos en general, <, por si esto fuera poco, debe soportar en todo 4o4ento las ostilidades ue le declaran las fuer&as in'isibles, tanto las ue suben de la tierra co4o las ue ba8an del cielo! 0o a< duda, pues, de ue la naturale&a es para )l una ene4iga 4ortal! 5uando un o4bre dice ue es o uiere ser naturalista sólo puede acerlo por esnobis4o < de un 4odo parcial o te4poral! Porue, de eco, para sobre'i'ir necesita 'estidos < una casa! $l resto de los ani4ales de la creación resisten 4uco 4e8or las incle4encias! Pero el o4bre, ue a 4edida bestia se ale8a de la barbarie, no tiene 4s re4edio acer ue co4oseeldistingue caracol! de La lacasa es su< ?nico refugio, su 'erdadera protección! Para tener seguridad necesita cuatro paredes < un teco! 3or4ir ba8o las estrellas, e auí una bella i4agen po)ticaH pero la realidad ue e@presa es te4ible! 3or4ir al descubierto por la noce resulta peligroso! An 4íni4o de prudencia aconse8a colocar una pantalla protectora entre el dur4iente < el cielo abierto ue resplandece sobre su cabe&a! "uí debo precisar ue dor4ir, de noce, al aire libre, es lo ue ace del o4bre una 'ícti4a indefensa < ofrecida en olocausto a toda clase de ra
An 4)dico nortea4ericano a4igo 4ío con uien discutía los peligros del cielo abierto 4e contó ue abía tenido ocasión de 'erificar, en circunstancias nada agradables, lo funda4entado de 4i tesis! ucedió acia las postri4erías de la ?lti4a guerra, en "le4ania! %i a4igo era el responsable de una a4bulancia 4ilitar de ca4paBa ue se despla&aba con las a'an&adillas del e8)rcito de Patton! An día i&o le'anta r las tienda s de su peueB o ospital 4ó'il en un laberinto de ruinas! Tan sólo unos días antes au)ll a era toda'ía la ciudad de Pfor&ei4 ! $n auellos 4o4en tos no uedaba en pie ni uno solo de sus 4uros! 5o4o consecuencia de alg?n bo4bardeo o co4bate 4u< encarni&ado ue tu'o lugar en el sector, 4i a4igo recibió auel día una considerable afluencia de eridos! $n las tiendas no uedaba ni un espacio libre < era i4posible, por otra parte, organi&ar antes del día siguiente un con'o< para e'acuar acia la retaguar dia a uienes abían recibido
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