LA EXTIRPAGION DE IDOLATRIAS EN CHARCAS, BOLIVIA Roy Querejazu Lewis
La segunda parte de l-a evangelización consistió en l-a erradicación de 1o que los misioneros llamaron ,'idolatrías". A1 decir, t'segunda parte'r, no necesariamente significa que tal erradicación 1e siguió, a manera de complemento, a l-a evangelización. Más bien, en muchos casos, primero se procedió a la extirpación de 1o pagano, para luego, dejar e1 campo libre a la evangelización propiamente dicha. Pero en realidad, con al-gunas variaciones de índol-e regional, la extirpación de idolatrías y la evangelización eran medios para conseguir un solo fin; 1a cristianización de los indígenas. Ambas estrategias eran parte de una sola acción. Desde un principio, 1a evangelización de1 indígena en Charcas y en el Perú, estuvo fundamentada en la propia verdad de1 Cristianismo, y no aceptaba Ia posibilidad de otra manera de enfocar eI origen de1 mundo, 1a permanencia del hombre en él- y 1a proyección de sus creencias hacia el- más allá. Más aún, les fue casi imposible a los representantes de la fe Católica captar Ia esencia de l-a rel-ioi-ón nativa que estaba basada fundamentalmente en 1a naturaleza.
Eduardo Galeano, acertadamente ha afírmado que en Ia cultura cristiana no existe una estrecha identificación de fa condición humana con la naturaleza, y tampoco se menci-ona esta palabra en sus Diez Mandamientos. Por 1o tanto, como el medio ambiente no era preocupación de los hispanos, y menos una religión nat.iva qr-re sí se preocupaba de su entorno, nunca se l-es pasó por 1a mente el- fundamentar su acción evangeJ-izadora a partir de esa otra concepción religíosa. La natural-eza para 1os hispanos era algo que debía explotarse a como dé lugar, y nunca buscar, como 1o hacían 1os indígenas, un eguilibrio, y vivir en comunión con e1la. Sencilla y llanamente, procedieron a e]i-minar todo lo sue no era CatóIico.
Existía además, la creencia medieval de que todo 1o pagano en América era obra de1 Diablo, y, al decir de Irene Silverblatt (Dioses y diablos: IdolatrÍas y evangelización), se procedió a l-a "caza de brujos", creando los españoles "un profundo impacto en los Andes, alimentando ideol-ógicamente a los "extirpadores de idolat.rías" del Nuevo Mundo'r. La cosmología andina, por su parte, "no comprendía una noción de1 Ma1, ni su encarnación en un ser satánico como en las concepciones occidentales". Para la sociedad andina, la cosmovisión incluía fuerzas de oposición que eran más bien recíprocas y a 1a vez complementarj-as. Pero los primeros misioneros españoles "interpretaron 1a religión precolombina en términos del- Diablo cristiano y crearon brujas donde éstas no exi sl-íanrt (Silverbl-att 1982 :31, 39-40) . Si revisamos el- trabajo de Nathan Wachtel, en Los vencidos - Los indios de1 Perú frente a 1a conquistsa EspañoJ.a (1530-1570), podemos comprender el impacto gue signifi-có eI intento de dominio espirit.ual, que contribuyó a la "desestructuración def mundo indígena". La extirpación de Ia idolatría era para e11os un verdadero intento de "deculturación". Sin embargo, Wachtel sostiene que la evangellzación sóIo tuvo
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alcances superficial-es, y la sociedad indígena desestructurada no tuvo en el cristianismo "ningún el-emento positivo de reorganízación", es decir, de
"reestructuración".
Según el- autor (basado en el manual- de Confesión de Diego Torres), este choque de estructuras menta1es completamente extrañas entre sí, hizo que los indígenas vieran aI Cristianj-smo como rtrrna variedad de idolatria", mientras que sus dioses eran vistos por los hispanos como "manifestaciones def diablo".
Por otra parte, Ias grandes campañas de extirpación de idolatrÍas, a principios del siglo XVII, certificaron la vitalidad y convicción de las creencias indígenas (I^Iachtel L976:2O9, 229, 23L, 233, 263) . Es bien sabido por 1os estudiosos del- tema que los misioneros catóLicos util-izaron a los niños indígenas para delatar Ia exist.encia de idolatrías (huacas naLural-es y artificiales). A1 formar, 1a Religión Popular Indígena, parte de esa esencia del ser indígena, que abarcaba también su cosmovisión, equilibrio con la naturaleza, ciclos rituales agrícolas, tradiciones, y todo el-Io, parte innata de su propia idiosincracia, el hecho de querer barrer con t.odo 1o que representaba su religiosidad, produjo en el1os una reacción que se tradujo en una profunda resistencia pasiva que veremos en más detalle más adel-ante. Norman Meiklejohn sintetiza
este impacto espiritual de la siguiente
manera:
rIVo sóLo era ef cristianismo algo extraño y sin atractivos,
sino también positivamente repugnante por su excTusivismo y su carácter coercitivo. Representaba un insul-to a sus creencias; hacía que 7os niños se vofvieran contra sus padres y eJ hermano contra su hermano, yd que hacía que uno espiara y denunciara al- otro. Venía a destrozar sus símboTos reTigiosos, quemaba y profanaba l-os sagrados vestigios de sus dirigentes y antepasados. No satisfecho con quitarTe su reLigión naturaT, 7e obTigaba a 7a misa, a las reuniones de doctrina cristiana y a La confesión anual-. Sj se resistÍa, l-o humiTTaban, 7e rapaban el- cabe77o, 7o encarceJaban, Lo confinaban a una casa especiaT para adoctrinarlo hasta que abjurara de su fe y profesara en púb7ico La fe cristiana',D^r ^fr.
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.nre debido
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religión nativa, Ios indígenas no se mostraron contrarios a 1o que veían como "dioses de 1os cristianos". Pensaban que aI haber conquistado su territorio tendrían que haber conLado con "la ayuda de poderosos espíritus'. En consecuencia, "parecía razonable reconocerles poder a estos espíritus e inclusive rendirles alqún tipo de culto" Respecto a ]a incomprensión del sacerdote español hacia e1 indígena, el citado autor manifiesta qLle todo el1o partía de un desinterés por entender "la mental-idad de los indígenas, su forma de pensar, de sentir, de aprender, de proceder". Luego añade: "Incapaz de apreciar o siquiera entender 1a cultura 'i-rí^^-^ rr¡urvefrd Éu dPEyu y d- cIId, ^11- tel misionero tendía a considerarlo débiI, retrogado, terco y estúpido. Cuando volvía a sus costumbres culturales y religiosas, l-o cual sucedía tan pronto como el misionero Ie dejaba solo, era tenj-do por vicioso y herético".
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Asimismo, Ios primeros misioneros catóIicos en el- Alto y Bajo Perú, supusieron equivocádamente que los indígenas renunciarían fácil-mente a su Religión Nativa al serles presentada 1a CatóIi-ca. Meiklejohn finaliza sus comentarios sobre este tema aseverando que rrpoco o nada se esforzaron para .i avn] i ¡¡r h^r I^d l-os indígenas -,{í^^--^ debían ^-4 ^+ ser crio I,v- .1*é ^r1Á ^^1-<^* "o,,-o y r¡u -,,imistas ] AL conocer muy poco de la religión precristiana, no podían pensar en demostrar la j-nferioridad de ésta con respecto aI cristianismo. Y a1 ignorar la manera indÍgena de pensar, ma1 podían adaptar 1os contendios cristianos a su mentalidad. El método fundamental para superar siguiera en parte 1os múItip1es obstáculos que se oponían a una evangelización efectiva, era ef amor crist j-ano. Pero ésLe f al-t.aba por compleLo en la mayoría de los casos t' (Meiklejohn 1988 :255, 257-258, 263-254, 2G5) .
Por su parte, Hans van den Berg, manifiesta su parecer de que l-a evangelj-zación estuvo desde un principio basada en una "refut.ación de fos supuestos "dioses" indígenas". E1 mencionado autor cita la Instrucción (de 1545) del obispo Loayza cuando dice: rrPara que en alguna manera se despierten aI conocimiento de Dios, platícalles la ceguedad y errores en que han vi-vido adorando piedras y otras criaturas o obras de sus manos" Con referencia a l-a manera torpe con que se dirigían a los indígenas, el autor cita Ia Reprehensión para tos idolatras y superst,iciosos, contenida en eI Cohfesionario de 1585: ttQuiero que sepas quan enojado esta Dios contra ti por esas mal-dades que has hecho de adorar 7as guacas, o a7 sol-, etc. Porque l-e has quitado su honra, y l-a has dado a 7as piedras y a 7os cerros y otras cosas que son muy wiTes (...). Di tonto, ¿porque haces tu gran necedad? (...) Dine 7oco, ¿que piensas que 7a guaca te haze bien o ma7? Muy ciego estas. Mira que te digo que si mas tornas a essas mafdades te castigara Dios reziamente (. . . ) quica te embiara vn rayo que te parta, o vn maJ- rabioso de muerte (Tercer Concilio 7985:242, 244)tt (Van den Berg 7990:235, 236).
Por t.odo 1o precedente vemos que hubo una fal-ta de comprensión de 1o gue era el- mundo espiritual- del indígena andino. A toda esa Religiosidad Popular Andina se le puso el rótulo genérico de idolatrías. Dicha palabra englobaba todo eI Panteón Andino, incluyendo sus huacas, tanto natural-es como artificiales, como también al hecho de idolatrar, que abarcaba todos 1os ri trral és 1/ .'FrÉm^-i grrrvr¿rqD us! y
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Pese a esta fal-ta de conocj-mj-ento de l-a cul-Lura indígena, hubo quienes se preocuparon de recopilar, a su manera, información pertinente a la Relj-g1ón del indígena andino. Estos eran l-os lIamados cronistas, entre 1os que en este caso destacamos a .fosé de Acosta, con su Historia natural y moral de las Indias, 1z ,Juan Pol-o de Ondegardo, con su Inetrvción conLra las ceremonias, y ritos que vsan Los indios conforme aI tiempo de su infidelidad.
,fosé de Acosta en su capítu1o segundo da cuenta acerca "de los géneros de idolatrías que han usado 1os indi-os": ttT Ld¡
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principio y fin de todos 7os mafes, y por eso e7 enemigo de l-os hombres ha muTtipTicado tantos géneros y suertes de idoTatría, que pensar de contarTos por menudo es cosa infinita. Pero reduciendo la idoJ-atría a cabezas, hay dos 45
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Tinaj es en eTLa: una e,s cerca de cosas natural-es; otra cerca de cosas imaginadas o fabricadas por invención humana. La primera de estas se parte en dos, porque o La cosa que se adora es general como so1, 1una, tuego, tierra, el-ementos, o es particuTar como ta1 río, fuente o árbo7, o monte, y cuando no PvL
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se usó en ei Pirú en gran exceso, y se l-lama propiamente guaca. Elsegundo género de idoLatría, que pertenece a invención o ficción humana, tiene tanbién otras dos diferencias: una de 7o que consiste en pura arte e invención humana, como es adorar ídolos o estatua de pa7o, o de piedra o de oro, como de Mercurio o Palas, que fuera de aqtella pintura o escul-tura, ni es nada ni fué nada. Otra diferencia es de 7o que reaLmente fué y es aLgo, pero no 7o que finge e7 idóLatra que 7o adora, como l-os muertos o cosas suyas que por vanidad y Tisonja adoran Los hombres,,. Los indígenas reconocían como "supremo Señor y Hacedor de todo" a Viracocha, "y le ponían nombre de gran excelencia, como Pachacamac o Pachayachachic, que es creador del ciel-o y tierra, y Usapa, qple es admirable, y otros semejantes". Después de Viracocha y pertenecientes a1 primer grupo (entre e11as, Ias de deidades, estaban eI sol, 1a funa, las estrellas Cabrillas, Urcuchillay, CatuchiIlay, Machacuay, Chuquichinchay, Chacana, Topatorca, Mamana, Mirco, y Miquiquiray), el- mar (Mamacocha), la tierra (Paehamame )
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Pertenecj-ente a l-os elementos particul-ares del primer grupo o "lj-naje", estaban algunos ríos, fuentes, euebradas, peñas o piedras grandes, cerros, cumbres de montañas, apachetas (montículos artificial-es de piedras), y finalmente, "cualquier cosa de naturaleza que 1es parezca notable y diferente de l-as demás". Asimismo: "A este tono cualquier cosa que tenga extrañeza entre las de su género, les parecía que tenía divinidad, y hasta hacer esto con pedrezuelas y metales, y aún raíces y frutos de la tierra, como en l-as raíCeS
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1lal1ahuas, y las besan y 1as adoran. Adoran también osos, Ieones, tigres y culebras, porque no les hagan malrr. Pert.enecientes al segundo grupo o "género" estaban aquellas "figuras e imágenes fabricadas por manos de hombres, sin haber en el-las más de ser piedras, o pal-os o metaI, y l-a f igura que el- artíf ice quiso dalles " . Asimismo, este segundo grupo i-ncluye a 1os difuntos (Acosta L98'/:3L3-31-4, 31,6-31,'7 , 320-322, 328) . Con relación a estos úl-timos, Polo de Ondegardo menciona: "l-os defuntos, ó sus sepul-turas, assí de los antepassados, como de 1os Indios ya Christianos". Respecto a1 primer grupo de Acosta, Polo menciona además las tempestades, los torbellinos, o remolinos de vj-ento, Ias lluvias y e1 granizoAsimismo, hace mención a 1a piedra larga (huanca) colocada en medio de las chacras para "desde allí inuocar l-a vi-rtud de la tierra y para que Ie guarde Ia Chacra".
Polo de Ondegardo dedica un capítulo especial- a 1os sacrificios y ofrendas. Menciona l-as ofrendas de chicha y coca a la Pachamama. Asimismo, a tiempo de arar, barbechar y sembrar, menciona fas ofrendas de sebo guemado, coca, cuyes, y corderos (flamas). A1 presentarse sequías, inundaciones o granizadas, menciona 1a ayuda que pedÍan al sol, la 1una, y 1as huacas, 46
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ofreciendo sacrificios y a]runos. También menciona eI sacrificio, algunas veces, de personas, especialmente ni-ños, o bíen ofrendas de sangre/ en casos de "grande importancia, como pestilencia grande, ó mortandad". Con relación a 1os hechiceros, Polo afirma que acudían a sus servicios para que les curen sus enfermedades, 1es adivinen el futuro. les manifiesten 1o que han perdido o les han robado, para que 1es recomienden a 1as huacas, para confesarse con e11os, 1es den "remedios para alcancar vna muger, ó aficionarl-a, ó para que no los dexe la manceba: y 1as mugeres acuden á los mismos para 1o mismo',.
En eI capítulo VI. rrDe los errorec contra la fe catóIica en la que suelen caer algunos Indiosr', podemos comprender mejor (a través de polo) 1a visión que tenían algunos indígenas del Cristianismo. Es decir, 1o que ellos lograron captar de Ia accj-ón evangelizadora de los misioneros. Reproducimos dicho texLo: "Dizen algunas veces de Dios que no es buen Dios, y que no tiene cuydado de 7os pobres, y que de vaTde l_e siruen los Indios,'. (...) "2.Que no es piadoso ni tan misericordioso Dios, como dizen Los vÁ4; -+ err¿¿Dcldtra>.
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grauísimamente: ó para otros pecados enormes,,. t'3.Que Dios 7os crió para viuir en pecado, y especiaTmente para cosas deshonestas de Luxuria y de embriaguez, y que eLfos no pueden ser buenos". tt4.Que 7as cosas se hazen por 7a voTuntad deL SoT, de 7a Luna, y de f fag
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acá abaxo".
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tt5.Que como los Christianos tienen 1mágenes y 7as adoran, assí se pueden adorar 7as Huacas, ó rdoLos, ó piedras que e7l-os tienen. y que 7as ymágenes son l-os ldoTos de fos Christianos', . "6.Que 7o que predican 7os Sacerdotes y Predicadores no es todo verdad y que muchas cosas deJ-7as son encarecimientos, para atemorizar á l-os Indios. Y
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memoriaTes, como á 7os mayores y antepassados de l-os Christianos y á sus QuiJ-Lcas y escripturas,, ttT.Que no ay para que adorar fa Santíssima Trinidad, ni á Iesu Christo nuestro Señor. "Este Tenguaje es particuTar de 7os hechizeros que andan engañando y sonsacando á 7os indios para apartarTos de 7a Fe Cató7ica, añadiendo mil- mentiras contra ell-as: y haziendo juntas de Indios secretamente, donde predican contra 7o que Los sacerdotes enseñan y abonan su secta faLsa". t'8.Que bien se puede adorar á Iesu Christo nuestro Señor y af demonio juntamente, porque se han concertado ya entrambos y están hermanados". "9.Ponen duda y dificuftad en aTgunas cosas de l-a fe. PrincipaTmente en e7 mysterio de la Sanctíssima Trinidad, en la vnidad de Dios, en 7a pasión y muerte de fesu Christo, en l-a virginidad de nuestra Señora, en e7 Sanctíssimo Sacramento de7 al-tar, en 7a Resurrección general-r y cerca deL Sacramento de ]a extrema vnción, (por no auérsel-es administrado hasta aquí) allcnrlc ñttq nñ fenían nOticia dé1 . nó Írcwen .nrc era Sacramento,t. "70.Dizen que l-os matrimonios se pueden disofuer aunque sean ratos y consumados: y assí por cual-quier ocasión que sea, dizen que an de apartarse 7os casados, y piden que J-os dissueluan',. tl77.Que pecar soLtero con soLtera no es pecado, y ef Tenguaje que ay de dezir (no te embaraces con esse casadot ó casada que es gran hocha, mejor es ttvvlelq
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SEQUILAO 8
que te embueLuas con otro softero ó softera que no es pecado) es común entre mtt¡ha<
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vn softero con vna soJ-tera a7gún tiempo amancebados pot vía de prueua para auetse de casar, bien se pued.e hazer, y que no es pecado: potque el-l-os 1o hazen para seruir á Oios. Y assí fo hazen comúnmente fos Indios sin escrúpul_o,, . t'73.Que e7 Sacerdote ma7o, brauo, cobdicioso, deshonesto, ó que tiene otros pecados escandaTosos no consagra en 7a missa, ni vafen los sacramentos que administra, y que no se á de adorar 7a hostia V eL cájiz que fos tajes aLcan en e] aTtartt . "74.Que Las ánimas de J-os defuntos andan vagueando y tienen necessidad de comida y beuida y ropa & c- por l_a hambre y sed y frio que passantl (pol-o de Ondegardo 7906:793-797, 202-203).
Si bien Polo de Ondegardo no cuanLifica, ni identifica Ia representativldad de 1a muestra que dio lugar a fos comentarios recién expuestos, e11o refleja un resultado poco Ánf i mn rlaqda ur a l }/u¡¡LU ñrrñl¡la r¡i
fracaso
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en términos aún más severos. A1 respecLo dice que 1a evangeli-zación en los siglos XVI y XVII fue más negativa que positiva. "Primero porque postulaba, por definición, l-a destrucción de l-a religión indígena a l-a cual- pretendía sustituir e1 catolicismo, después porque esa política de destrucción - llamada rrayl- i rn¡n'i
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resistencias y reacciones indígenas y esas reacciones, a su vez, arrastrarían a la Iglesia peruana a1 ciclo de 1a represión. Asimismo, sostiene que las idolatrías para los español-es no solamente abarcaban l-as huacas, ritos, creencias y su religión en general, sino que incluía varios aspectos ¡rr'lt-rrr¡'lac "o- ld medida en cfue 1os usos autóctonos contradi'ieran en tal o cual punto 1a 1ey cristiana. Es decir, que Ia represión religiosa dañó a la cultura andina en su conjunto,' (Duviols J-976:84) .
Sin duda, Pierre Duviols, por su dedicación al estudio de esce trema, es una de las autoridades más fidedignas acerca de la destruccj-ón de l-as religiones indígenas. Su anál-isis parte de l-a ambivalencia de la metodología evangelizadora: aquella de 1a persuación y de Ia represión. Pero en vista de la "incompatibil-idadl entre el- Catol-icismo y ta Rel1g1ón Indígena, se impuso Ia "extirpación de Ia idolatría". A1 frustarse el método persuasivo, aproximadamente entre L532 y 1550, los misioneros procedieron a 1a desLrucción sistemática de l-as huacas, altares, adoratorios, ídolos y momias sagradas (mallquis), es decir de todo 1o sagrado para los indígenas, y su sustitución por l-a cruz cristiana. Erc|-a {-iñ^ !rLE ur},v
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los primeros diez años de la conquista, cuando los "conquistadores" extirpaban con fines de saqueo. E1 pillaje en aquel-fos días fue el nervio motor de l-a destruccj-ón de 1os "templos de1 demonio". Luego, a partir del primer Concilio Limense (1551) 1a Iglesia Cató1ica parte acLiva en l-a ext.irpación de idolatrías. En las constituciones def Concilio se redactó una primera lista de interdi-cciones, prohibiendo I'todos tomó
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QUEREJAZU/ EXTIRPACION DE IDOLATRIAS EN CHARCAS. BOLIVIA
los cultos y ritos estrictamente relig:iosos". Asimismo se les obligaba a ^ ml-sa, -a recibir instrucción cristiana, a vivir con moral- cristiana, -l según las costumbres españo1as. Las infracciones eran castigadas según 1a reglamentación de1 Concilio "a) Penas corporales: la más frecuente era la de1 látigo, siendo elnúmero de golpes 50 ó 10O, pero podía sobrepasar largamente esa cifra, principalmente en caso de reincidencia. E1 suplicio del cepo. Parece que fue muy difundido,. cada doctrina tenía su cepolr . "b) Penas aflictivas e infamantes: cortar l-os cabellos (1a mayoría de los grupos indígenas usaban l-os cabell-os largos o t.renzas), práctica extremadamente frecuente. Esta medida representaba una terrible degradación en l-as sociedades andinas, .ta1 como 1o han mostrado los mismos misioneros (Acosta, Arriaga). Una cédula real de fines del siglo XVII prohibió, aunque sin éxito, esta práctica,'. "c) Penas pecuniarias, l-as multas". 'rd) La privación de los carg'os, empleos púb1icos, para las autoridades indígenas (curacas, fiscal-es, etc. ) ". ^!i asr-sE.l-r ^^.i -
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Sin embargo, estas "reglas y tarifas" generalmente eran sobrepasadas, pues Ios doctrineros aisl-ados y 1os monjes agrupados en conventos, tomaban sus propias iniciativas, incidiendo en terribles abusos, segiún l-o atestiguaban los documentos de l-as "autoridades ecfesiásticas y de 1os querellantes indígenas". En la práctica, s€ procedió a l-a visit,a de idolaErías, que se constituyeron en un eficaz insLrumento de Ia extirpación de idolatrías. A1 decir de Duviols, se trataba de una ,'Inquisición vol-ante',. "Equipos constituidos por un juez-visitador de las idolatrías, dos padres de 1a Compañía de.fesús, un escríbano, un policía y diversos auxiliares indios encargados de l-as delaciones, recorrían 1os campos pasando de 10 a 15 días en cada pueblo. Ahí pasaban a la población a la criba, procedían a los inLerrogatorios, a 1as pesquj-sas, a l-as confesiones, multiplicaban Ios sermones, Ias procesiones, suscitaban las delaciones, iban a destruir los santuarios junto con l-os ídolos fijos, haciendo transportar los otros a 1a plaza de1 pueblo en donde se procedía al- auto de fe en el curso de1 cual- fos índígenas veían arder las momias sagradas de sus padres y de sus abuefos. Se instruían también 1os procesos a los "hechizeros" y a 1os "dogmatizadores", se organizaban 1as abjuraciones públicas y las sesiones de disciplina". Luego de indagar sobre 1os jefes religiosos, hechj-ceros y dogmatizadores, se sometía a los culpables a un "proceso de Ídolatría" cuyas sentencias respondían a fas penas establ-ecidas en el Primer Concilio de Lima y a aquellas del Santo Of
ici-o.
En e1 Capítulo anterior habíamos visto que Ia visit.a de idolatrías surge también como un substj-tuto de la Inquisición. La Corona se oponía a aplicar eI Santo Oficio a los indígenas, 1o que dio lugar a que se llegase a una convergencia de la extirpación y de 1a lnquisición, creándose "una institución análoga y paralela que tomaría bajo su jurisdicción e1 caso de los indios idól-atras. Esta institución fue l-a vi-sita de las idofatrías".
Pese a l-a periocidad de las visitas, y del elemento de sorpresa y concent.ración de los medios empleados, como de l-a vigilancia de curas y 49
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corregj-dores, después de concluida l_a visita, "Ias redes religiosas a poco', en las comunidades.
desmantel-adas se reconstruían poco
Cada pueblo debía contar con su casa de reclusión, consistente muchas veces en una habitación contigua al curato. trn T,i m^ nñr a-i emnl a) sp r,onsf rrrr.rfi una prisión especial para "l_os hechiceros más peligrososrr, conocida como La Casa de Santa Cruz. ,
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El Segundo Concilio Limense de L567. estableció lL4- DfY ^i-,,i^ñr^ UfcrrUC reglamentación contra la ídolatría: -Destrucción de los templos y l-os ídoIos. Estaban convencidos que los curacas conocían su ubicación. Había que encontrar Ia manera de hacerles hablar. "Los curas darán a fos indios un plazo de tres días para que comuniquen e1 lugar en el que se hallan las huacas y sus ído1os. La notificación se hará púb1ica y solemnemente, en presencia de testigos y ante notario, para que de ese modo los indios "se expresen libremente y sin Lemor". Conocido e1 lugar de 1as huacas, serán sus mismos adoradores 1os encargados de demol-er1as completamente, "destruvéndolas desde Ia base hasta el último r.Jurruv.., u ot.ooatldo
todo".
-Destrucción de las apachetas. (. . ) "El cura debe obligar áman|- usa l -^ habitantes a que e11os mismos destruyan, y nnmn'l -^-^L^f rqD uuLLLI/rs é|-uqLLLsrf 4P4UIIe , lugar de las cuales se colocará una ctwztt. .
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Se prohibían además: los entierros,. el culto a los muertos: ofrendas; Ias fiestas; 1os ritos paganos y el Corpus Cristi,' 1os ritos y supersticiones; las deformaciones craneanas,- 1os orejones y 1a perforación de 1as orejas; y el rito sexual- de l-as cabelleras -
Asimismo, e1 Concil-ío adoptó e1 llamado método de "1a tabla rasart y expresó que "hasta que esas prácticas no hayan concl-uido, no cree que pueda comenzar el cutlo de l-a relioión cristiana,'. Según Duviols, este Segundo Concilio Limense demuestra ya un buen conocimiento de Ia Religión Indígena, por 1o que podría ser considerado como rlnrimér ,l^ 1r^] FI c^nñrcqol-nncráfi¡¡ Dérrráñ.tr cre J_a rg.resr_a ^^i, cian¿l¡ -r-..*J un aporEe vali-oso el tratado redact.ado por Polo de Ondeqardo. Por otra parte, esLe Concilio, "reconoce impTicitamente el fracaso parciaJ- de los primeros intentos evangeTizadores, ya que admite que 7os indios cristianizados mantienen sus antiguas prácticas en La cLandestinidad, y que e1 paganismo se ha generalizado't. De1 mismo modo, revela la existencia de un "dual-ismo ritua7", cuando tos indígenas colocaban ído1os paganos junto a las imágenes de l-os santos. Asimi-smo, el Concilio mantenía el rigor en la destrucción de las idolatrías, pero en los demás casos se recomendaba "un método suave y atento a 1os mati-ces". Quedaba claro que 1os transtornos psicológicos que acarreaba Ia conversión (tanto religiosa como cultura) duraban mucho tiempo, y se hacía ímprescindible repet.ir las advertencias y amonestaciones, para recién proceder con l-os castigos. El Tercer Concilio Limense (1583), en 1o referente a l-a erradicación de idolatrías, se limitó a repetir 1o establecido en el Segundo (1561) , "y amplía su validez". Se insist.ió en privar a los hechiceros de su libertad. Durante 50
QUEREJAZU/ EXTIRPACION DE IDOLATRIAS EN CHARCAS. BOLIVIA
este Concilio se redactaron tres manuales trilingues (Quechua, A)¡mara y Español) consistentes en un catecismo, un libro del confesor y un sermonari-o. Los dos últimos fueron utilizados como "instrumentos para Ia lucha contra Ia idolatría".
Asimismo, eD 1585 se confeccionó e1 "Confesionario para curas de indios", cuyo prólogo resumía l-a doctrina del Concili-o en cuanto a ]a "pedagogía de la extirpación". Reconocía que los doctrineros hasta entonces sólo habían enseñado el cat.ecismo a los indígenas "como si fueran loros, sin tratar de desengañarlos mostrándol-es Ia vanidad y la inepcia de sus convicciones " .
OLra obra redactada relativa a l-a idol-atría fue EI Tercer Cathecismo por Sermones (1585) De un total de treinta sumarios de sermones, unos cuantos se referían explíciLamente a fa idofatría. Se atribuye a ,José de Acosta ser uno de 1os principales redactores de estos dos documentos.Bajo inicíativa de la CompañÍa de .Tesús, se trataba en lenguas indígenas proveer aI nativo con
modelos de exposición, preguntas, respuestas y sermones, suplir',J-as deficiencias pedagógicas y lingüísticas del- cl-ero rural-".
En 1610, se sacudió el- ambiente eclesiástico a1 darse a conocer que "Ios feli-greses indígenas no eran verdaderos cristianos - según era de esperar sino despiadados apóstatas y forma1ísimos herejes". Hasta entonces, la ovt-irn¡niÁh ^^ iColatrías había Druv sido gvrrDfug!quq considerada como parte de 1as tareas de Según Duviofs, Ia extirpación era considerada como un paso ".r"ngll-iracíón. precedente a la "instrucción de neófitos". Los indígenas habían sido bautizados, integrados en doctrj-nas y bajo cont.rol administrativo (con excepción de aquellos en zonas periféricas) de la Iglesia. El- cl-ero tenía la conciencia tranquila por la l-abor cumplida. Pese a elIo, antes de 1610, 1a extirpación de idolatrías estuvo a cargo de los curas que residían en l-as doctrinas, sin mayor control de sus qtlneri
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"celosos de su misión y honestos", pero la gran mayoría incurrió en abusos de todo tipo. De acuerdo con Duviol-s, "no podría haber sido de otro modo ya que Ios doctrineros del Perú, a menudo considerados la hez del- clero españoI se encontraban dispersos, aislados en territorios inmensos, en contacto con poblaciones indígenas g'eneralmente dóciles, maleables y a 1as que se podía esclavizar a voluntad. La mayoria sólo tenía en mente enriquecerse en el menor tj-empo posible y retornar a España¿ para gozar de una bolsa bien repleta. De ahí 1os incesantes desplazamientos de 1os curas de indios de una doctrina a otra (no olvidemos que g'eneralmente l-os pretendientes clasificaban a las doctrinas de acuerdo a su rentabilidad) que hacía posible el sistema de propiedad individual de las doctrinas. De ahí l-as continuas exacciones, Ia explot.ación despiadada de 1os indígenas, el florecimiento de l-as más nefastas manifest.aciones de Ia tiranía. Muchos documenLos presentan a estos hombres en quienes el anhelo de Ia evangelización era casi inexisLente - como reyezuelos o sátrapas, que repartían su tiempo entre el- comercio - tratos y contratos - el- juego y eI libertinaje, siempre prestos a usar la violencia para quebrar toda oposición. Dos testimonios, uno proveniente de un jesuita 51
SEQUILAO 8
español-, el- otro de un cacigue, ilustran esta realidad,'.
De esta manera, a fines de L609, "un cura de indios" alertó que l-a idolatría "cort't.inuaba con e1 mismo vigor que antes de 1a Conquista", realizándose l-as prácticas id.ol-átricas en 1a clandestinidad. La lglesia reaccionó dando lugar a tres "campañas sist.emáticas y sucesivas" que se l-levaron a cabo hasta fines de1 siglo XV]I, que sacudieron fa base cultural de Ia población indígena. Sin embargo, cabe indicar que este gran movimiento de represión religiosa, como señala el autor, solamente se dio en eI Perú. El-l-o se debió al descubrimiento por Francisco de Avil-a de idolatrías en Huarochiri. Se sabía de la existencia de una doble actividad religiosa de los feligreses indÍgenas desde 1550, pero las circunstancias po1íticas y religiosas de 1610 hicieron que se inicie una campaña de extirpación de "gran envergadura". "Después de más de B0 años de evangelización, no se 1os podía considerar ya como unos neófitos, como plantas tiernas en la fe, sino como apóstatas y formalísimos herejesr' (decfaración de F. de Avil-a en 1609). Asimismo existía el temor de una rebelión coordinada entre los rebeldes araucanos en Chile con los "apóstatas y herejes" indígenas del Perú, más las rrnaciones heréticas enemigas de España".
En 1513, se 1lewó a cabo un Sínodo con eI fin de tratar 1os problemas de la idolatría. En su capítulo vI, referente a las Constituciones, en Erece puntos se establ-ecía "l-o que debe ser la visita de Ias idolatríasrr. A objeto de mitigar su carácter represivo Lobo Guerrero j-nstruye inaugurar el Sínodo con el- edicto de gracia que daba a l-os idólatras "un plazo de algunos días para declarar sus ritos y sus ídolos". En caso contrario serían sujetos a l-as
medidas represivas. Las innovaciones del Sínodo se referían al empadronamiento, a 1a obligación de 11evar una lista de l-os idólatras, hechi-ceros, ídol-os y objetos de culto, más 1a prohibición de algunos objetos que tengan alguna relación (directa o indirecta) con fa idolatría y el derecho asignado a 1os visitadores de establecer reducciones en los pueblos. Como consecuencia de todo el-lo se llevaron a cabo varias visitas, entre eflas, l-a de Concepción de Chupas en L6L4. La Segunda Campaña se i-nició con Gonzalo de Campo entre L625 y 1-626, y prosiguió con Hernando Arias de Ugarte (1630-1538) . La Tercera Campaña estuvo a cargo de Pedro de Villagomez (1-64IL67I). Durante esta tercera campaña se utili-zaron manuales de extirpación como medio de duplicar esfuerzos.
Duviol-s describe Ia ejecución de l-as sentencias de la siguiente manera: ilEf visitador no ha concl-uido su misión: todavía falta de pronunciar l-as
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Los hechiceros, y todos aqueTlos que han sido objeto de aTguna condena, se presentan ante el- visitador, que l-es anuncia 7as penas. Los castigos más frecuentes (además de 7a obTigación de asisitir a7 catecismo y de 77evar a cuestas una gran cruz de madera) se ponen en práctica inmediatamente. Los cuTpables recorren las caLLes del- puebTo a horcajadas sobre una 77ama, TTevando en su cabeza 7a coroza, después reciben aTgunos azotes y son rapados. Otros están obTigados a presentarse en 7a igTesia con e7 torso desnudo y un cirio en l-a mano. Todos e17os, así ataviados, escuchan 7a misa y participan en eL sofemne acto de abjuración. Después del sermón, uno de e7Jos, previamente instruido, se adelanta, se arrodil-fa sobre Las gradas del- a7tar, 52
QUEREJAZU/ EXTIRPACION DE ¡DOLATRIAS EN CHARCAS. BOLIVIA
y hace púb7ica confesión de su anterior extravío (. . . ) . Después de fa misa, debe real-izarse La gran procesión con que finaTiza l-a visita. Toda La pobTación participa en effa entonando l-a Tetanía de 7a Cruz. Muy a menudo se organiza una reunión púbJica de f Tagel-ación',. Cabe señaIar, sin embargo, que no toda la lglesia estaba de acuerdo con estas campañas de extirpación. Algunos sectores de 1a Iglesia Católica en e1 Perú se oponían. Hubo, por ejemplo, oposición concreta a la Campaña de los años 1626-1-627, asimismo a partir de L649.
En 1619, e1 Virrey Esquilache decidió extender 1a Campaña de Extirpación de Idol-atrías a todo el Perú, incluyendo a los Obispados de Cuzco, La Paz, Arequipa, Huamanga, Santa Cruz de la Sierra y e1 Arzobispado de 1a Plata. Se extendió una circular a l-os corregidores para que colaborasen a los padres de
1a Compañía de .fesús
Analizando otros aspectos de l-as campañas de erradi-cación de idolatrías. Duviol-s presenta el caso de los curas y religiosos protectores de la idolatrÍa, quienes veían por convenj-ente mantener "buenas rel-aciones" con los caciques local-es. "Los j-ntereses en juego - transacciones comerciales dolosas, explotación de la mano d.e obra ind.ígena - y también l-a gran desigualdad numérica de ambos sectores en regiones aisladas (1a mayoría de eIl-as) explican l-a existencia de ese sístema de complicidades entre l-os representantes de1 poder cofonial y 1os mandones indígenas,'.
Duviols cita un caso concreto: "Estos tratos y contr.atos debían en la significaban un obstáculo a Ia extirpación, inspirar una carta, que e1 arzobispo dirige a1 rey en 1614, en 1a que movido por 1a indignación y basándose en los testimonios fehacientes de una encuesta, demuestra que numerosos religiosos (franciscanos, dominicos, agustinos y hermanos de l-a Merced) explotaban a l-os tejedores indígenas a escala industrial y se dedicaban a la crianza i-ntensiva de ganado, sin ocuparse 1o más mínimo de la catequesis, de donde resultaba que no sol-amente se dejaba de instruir a los indios en la fe cristiana, sino que éstos permanecían Lan j-dólatras como antes que eI país fuera conquistado. Recurriendo a 1a amenaza, estos monjes obligaban a los indios a mantener en secreto sus actividades, fo que dificultaba en demasía las encuentas. EI arzobispo solicita en esa ocasión gue todos aquellos religi-osos que no cumplen los votos de castidad y de pobreza sean enviados a sus respectivos conventos, ya que só1o significaban un obstáculo para 1os fines de 1as visitas de las idolatrías". medida en qFle
Fuera de l-os intereses de orden económico, los había también de oLra índole, tales como l-as riva1idades , y eI amor propio herido ante l-a imposibilidad de ocultar de l-os visit.adores l-a continuj-dad de las idof atrías. "Toledo informa, por ejemplo, que el cura Padifla, a quien é1 había encargado que real-izara una misión extírpadora, descubrió en Chuquisaca numerosas huacas, a pesar de las obstrucciones de l-os doctrineros local-es, furiosos e indignados porque se había demostrado su notoria negligencia en el cumplimiento de su deber". También influía el t.error que tenían 1os doctrineros por 1a posibilidad de que Ios indígenas se vengaran (envenándofos o incendi-ando sus viviendas) 53
SEQUILAO 8
en caso de ser delatados ante 1os visitadores. Así ocurrió con el arzobispo Gonzalo de Campo, envenenado en Recuay, cuando se llevaba a efecto una visita.
Sin duda, esta violenta represión religiosa sacudió a l-a población indígena, dando lugar a la autodestrucción de jóvenes y ancianos, pero no en números simj-lares a la "epidemia de suicidios" de las islas Cari-beñas. Los suj-cidios eran tarnbién reprimidos. Según Acosta, Ia o1a de suicidios en ef ámbito l-acustre del Titicaca disminuyeron después de 1as medidas que se adoptaron. Los cuerpos de los suicidas eran arrastrados por las calles del pueblo por niños y luego quemados en público y en presencia de los familiares, "1o que se tiene como una gran desgracia y una gran infamia entre Ios indios". Según Duviols, en e1 siglo XVIf, el suicidio continuaba siendo una manera de resistencia pasiva contra la Visita de las fdol-trías. Otro efecto
de las Visitas fue 1a huída de indígenas, llegando a incidir en fo que denominó "1a despoblación del Perú',.
se
Duviols finaliza su análisis sobre 1a represión religiosa afírmando gue 1a Religión Popular Andina sin duda sufrió cambios. En 1as regiones apartadas, fuera del control de 1os europeos, "Ios antiguos cul-tos regionales, liberados de la tutel-a incaica, renacerían pero también se desarroflarían. En l-as regiones ocupadas, estos cultos se adaptaron a 1a clandestinj-dad, se al-teraron, evolucionaron, Lransformándose y adquiriendo un nuevo vigor en la resistencj-a. En todas part.es las manifestaciones religiosas se intensificaríen - r'rr¡l aqarri cra Y*"Y99 anrF frreren I as form;s anre én al circunstancias, aunque sól-o fuera porque frente a 1a
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situación insoportable que imponía Ia realidad, la única salida era 1a esperanza que alentaba en 1o sobrenatural, por intermedio de la magia". Parafraseando un estudio contemporáneo sobre la región de Puno, Duviols concluye e1 tema dici-endo: "La exti-rpación de l-a idolaLría es una empresa a
1o Sísifo.
Pero l-a Iglesia católica no ha logrado destruir las viejas
creencj-as, l-as ha alterado cj-ertamente y sobre todo ha conseguido hacerse reconocer como un mediador aceptable entre ef indígena y e1 mundo sobrenatural" (Duviol-s L97L: 2O1--2O5 ¡ I9'76: 84-86, 9O-94; 1-977 :90, L26-I32, 1,73, I75-L77, 187-188, Ig4, Lg6-L97, Lg9, 203, 2O'/-209, 241_, 259-259, 397-403, 434,437)
.
Un aspecto medular del resultado de 1a evangelización, incluyendo las campañas de erradicación de idolatrías. fue un sincretismo (o una yuxtaposición según algunos autores) de l-as dos relj-giones, que sin duda, desde Ia óptica de Ia Iglesia Catól-ica, no era el resultado que esperaban. Asimismo, si bien varios autores de aquel entonces y algunos de los modernos,
coinciden en reconocer que la evangelización, más la extirpación de idolatrías, no tuvieron l-os resul,tados esperados por los cristianos, entre el-los, tanto antiguos como modernos, no existe un criterio unánime en cuanto a las causas de tal- fracaso. Para Pedro Borges en Métodos Misionales en Ia Cristianización de America - Siglo XVI, el trabajo inte]ectual de demostrar teóricamente, "l-a falsedad de los dioses índicos" no estuvo a1 mismo nivel de esfuerzo con "el derrocamiento de las deidades y supresión de los cultos idolátricos indígenas". Asimismo, el- autor cita a Polo de Ondegardo quien "se lamenta de 54
QUEREJAZU/ EXTIRPACION DE IDOLATRIAS EN CHARCAS. BOLIVIA
la negligencia en que incurrieron los misioneros al prescindir de La refutación teórica de 1a ídolatría, y 7a considera como un yerro tan grande, que, al decir de los mismos indios, a ella se debía ef sincretismo religioso en que muchos de éstos abocaron una vez abrazado el- cristiani-smo,'. Con referencia aI caso concreto de Charcas, otro motivo de1 fracaso de 1a extirpación de idolatrías residió en la obligación que tenían l-os cIérigos, si querían hacerse cargo de una doctrina, de aprender e1 idioma de IrvD ^^
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cargio de doctrineros sin tomarse Ia molestia de aprender eI idioma de los indígenas era seleccionar unos cuantos vocablos que encontraban escriLos en los confesionarios, aprendérsel-os tal como allí los encontraban escritos y sin más dedicarse al apostolado. El fruto de tal- ardid era que con esas sol-as pal-abras no sabían ni predicarles convenientemente, ni reprenderfes sus vicios" (Borges 1960: 250, 249).
El propio Pablo Joseph de Arriaga de la Compañía de Jesús, en su obra La extirpación de la idolatría en eI Perú, refleja fa mentafidad con que el clero en aquella época analizaba este resul-tado inesperado para e1los z "Las dos principales causas de l-as IdoLatrias de fos Indios, diximos que eran. La primera suma ignorancia, que tienen de las cosas de nuestra Fé, por no estar enseñados en eifa, y e7 engaño en que siempre están de sus Huacas, y supersticiones de que no an sido desengañados, que también es faita de Aa¡frin=¿tt4,
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coracones l-as verdades de 7a ReTigión Christiana, sino a arrancar de él-7os las malecas, y raízes de sus errores. La segunda causa es no averl-es qtitado hasta aora sus Huacas, Malquis, ni Conopas, ni 7os demás motivos de su Idol-atríatl (Arriaga 1920:104). Cabe seña]ar, sin embargo, que di_cha opinión, Arriaga 1a expresó antes de emprender las visitas de extirpación de idol-atrías.
Xabier Albó, en Jesuitas y Culturas Indígenas - Perú 1568 - 1-506 - su actiuud, métodos y criterios de aculturaci.ón, cita al padre José de Acosta, en cuyas palabras podemos apreciar su concepto sobre este probl-ema: "Porque los que quieren recomendar y fort.al-ecer la religión cristiana no logran más que hacerla odiosa, porque arrancando de manos de los indios contra su volunt.ad los ídolos, se l-os meten más en el- corazón; pero en 1os cristianos, como digo, no es contra Ia razón hacerlo. Mas en 1os que no han profesado la fe de Cristo, ni aun la conocen bien. ni se 1a han enseñado, esforzarse en quitar primero por Ia f:uerza l-a idolat.ría antes de que espontáneamente reciban ^1 el
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prudentísimos varones, cerrar a cal y canto la puerta del evangelio a los infieles, en lugar de abrirfa como pretenden" (Acosta en: A1bó 1966;418). Sin embargo, una postura algo diferente adopta Hans van den Berg, al afirmar que hubo una cierta aceptación de la situación resuLtante de Ia evangelización y de Ias campañas de extirpación de idolatrías, que 1a denomina 'statu quo". Se basaba en "el reconocimiento de 1os indígenas como miembros r^ fa 1ue
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tenj-endo ciertas creencias no-cristianas y practicando ciertas costumbres ancestrales". Los españoles, sost.iene van den Berg, tenían interés en "mantener su propia superioridad, tanto cul-tural- como religiosa. Por eso, nunca quisieron real-i-zar la total "humani-zación" de fos indígenas: dentro de 55
SEQUILAO 8
la estructura socio-cultural de Ia época colonial (. . . ) 1os aymaras y orros pueblos indígenas tenían que seguir ocupando el puesto más bajo; una superación de su inferioridad hubiera puesto en peligro 1a posiclón de los dominadores. Este hecho ha tenido, sin duda, una repercusión sobre la evangelización: a la inferi-orldad social y cultural- difícil-menLe puede corresponder una superioridad religiosa". Este convencimiento de l-os evangelj-zadores y españoIes en g'eneral , de que su cultura era superl-or a aquella de las naciones nativas en América, habría - según e1 autor contribuído a que se adoptase una posición de statu quo que aceptaba a1 indígena profesar una religión con una dimensión autóctona y otra cristiana. La cl-andestinidad de esta Rel-iqión nati-va ha continuado, con conocimiento de ta Iglesaa, pero sin persecusión, desde mediados de1 siglo XVII (van den Berg 1990: 279-28)-\
.
En e1 caso concreto de Charcas, cabe mencionar la cita que Thierry
Saignes hace de Pierre Duviols (de l-a introducción de su tesis), afirmando que a causa de fal-ta de recursos 1a actividad de extirpaci-ón de idolatrías en esta región no fue important.e o significativa. E1lo se habría originado en un pacto
entre part.e del clero y/o autoridades coloniales con 1os indígenas a cambio de, por ejemplo, "quinientos carneros o mill- para el u para sus amigos". Otra explicación para esta suavización de la extirpación de idolatrías en Charcas, según eI citado autor, pudo haberse originado en un pacto entre índígenas y autoridades coloniales a objeto de reorganizar la mita de Potosí (Saignes 1984: 44-45)
.
Pese a todo ello, tenemos pruebas fidedignas de una acción extirpadora e iconoclasta pertinaz en Charcas, como 1o demuestra en Tiahuanaco, un mono1ito decapitado, otro con La cruz cristiana grabada en su hombro y varios bloques Iíticos con grabados representando cruces e iglesias cristianas. Asimismo, varios paneles de arte rupestre natiwo en los Andes de Charcas, todavía muestran fa intensa actividad iconoclasta efectuada durante 1a Colonia. Especialmente, 1as rayas j-ncisas con fines dest.ructivos y fas cruces cristianas, en los paneles de arte rupestre, s€ constituyen en prueba fehaciente de dicha actividad (Véase eI Capítulo referido al- ArLe Rupestre durante Ia Colonia). Con relación a Ia crwz cristj-ana, ,José Luis Gonzalez en El Huanca y Ia Crwz, subraya 1a importancia que tuvo La Crwz en Ia Campaña de Exti-rpación de Idolatrías, relatando su protagonismo en e1 proceso que se cumplía en cada *"^Lf I/ucur9,
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idolátrícos, cuanto en l-as procesiones. "Como puede apreciarse - afirma Gonzalez - el esquema de l-as visitas de idol-atría, es real-mente una cruzada" (acción guerrera rea]i-zada en nombre de Ia cruz) con la peculiaridad de que ésta, a diferencia de las otras realizadas con desptiegue mi-l-itar, siempre culminaba con la victoria de la Crt:2, la derrota de los ídol-os, la condena de l-os hechiceros
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Pero está
fuera de dudas que la Crwz, en estas campañas, era símbolo de conquista y de ocupación de territorios y pueblos. Al menos ese era el sentido que los visitadores daban a su paso después de1 cual Ia Cruz quedaba "muy bien puesta" en la plaza" (GonzáIez L989: 36-37). A 1o largo del- presente capítulo hemos visto las varias facetas de la acción exlirpadora en eI Perú en general y su extensión a l-os territorios de 56
QUEREJAZU/ EXTIRPAGION DE IDOLATRIAS EN CHARCAS. BOLIVIA
la Audiencia de Charcas en part.icular. Por una serj-e de razones, d.icha no tuvo el- éxito esperado, aunque sí desestabilizó l-a estructura religiosa y cultural nativa, mas no su esencia. La forma y manera de l-levar a cabo sus ritos tuvo, sin duda, cambios, cuyos resultados perduran hasta nuestros días. campaña
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extirpadores de l-a fglesia, hicieron todo cuanto est.uvo a su alcance, mas tampoco consiguieron el objetivo de una erradicación y ewangelización como ellos hubiesen querido. 1a Religión Popular Andina, al correr el siglo XVIf, seguía en Charcas con ímpet.u renovador. Un testimonio de
eIIo, se encuentra en una carta de Francisco de Amolaz a Fray .fulian Chumillas, con fecha de 9 de mayo de 1690. 'tReverendissimo Padre Fray ,fulian Chumif l-as. Don Pedro de Cardenas que fue obispo de 7a YgTesia de Santa Cruz de 7a Sierra en carta para su magestad de once de Agosto, def año pasado de mill- y seiscientos y ochenta y quatro da quenta de 7o obrado en l-a visita que 7os de aqueT obispado y que en el- Puebfo de Pocona Doctrina que esta a cargo de ReTigiosos de San Francisco halfo mucha disminución de Yndios pues siendo antes de diez mill- tributarios no tenia trecientos por e1 poco cariño que 1os curas de aqueJ PuebLo tenian a sus feTigreses y por no reconocer estos curas fijo que l-os doctrinase consoTase y defendiese como fo hacian fos cLerigos respecto de ser muchas l-as mutaciones que tenian Los regulares y durar Los curas 7o que se -l.es antoja a 7os preTados dirigida
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por todas l-as Provincias y que ya tenia principio en Cochabamba a que apTico todas las fuercas para destruir este veneno y arrancar de Rais tan pestiTente semil-l-a y hico pesquisa de 7os compTices castigandoJ-os severamente quemando 7as casas que servian de adoratorio poniendo cruces en el-las doctrinandol-os personaTmente, y dio orden a l-os ReLigiosos que a77i asistian para que a todos 7os yndiciados 7os hiciesen yr todos 7os dias a oir misa y ser enseñados y predicasen yncesantemente, abominando este sacriTigio pecado y ynsistiesen a l-a virtud y observancia de l-os mandamientos. . .,, Archivo tutauricio Vaf canober. Copia del ori-qlnaf en el Archivo General- de Indias. Sevilla La "decul-turación sin verdadera aculturación", como dice Wachtel, incentivó una profunda energía rebel-de en l-os indÍgenas, que se manifestó a través de una tenaz resistencia de características espirituales y religiosas. Si bien se había producj-do una especie de sincretismo religioso con una yuxtaposición de creencias y prácticas religiosas, era evidente que existía un fermento de descontento de índo1e intelectual que se vio agitado además por rrdD ^^
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Esta sj-tuación dio lugar a dos focos de rebelión indÍgena que sacudieron l-os címientos de la estructura española. De esta manera, fa brutal poIítica extirpadora de la Iglesia Católica sobre la Religión Popular Andina, en lugar de consolidar l-a evangelización, dio fuerzas y esperanzas a un
SEQUILAO 8
movimiento indígena que se manifestó tanto pasiva como activamente.
(*) E1 presente trabajo corresponde a uno de 1os capítulos del libro Análisis Histórico deI Coloniaje, que saldra a lwz a fines del nresent-e afl6.
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