II Institución de los lectores
Notas Preliminares 1.
La Institución de los lectores se realiza por el Obispo o por el Superior mayor de un instituto religioso clerical durante la Misa o bien en una celebración de la Palabra de Dios. 2.
Las lecturas bíblicas se toman, en todo o en parte, de la liturgia del día o de las que se proponen más arriba (p. 214). Rito para instituir Lectores 3.
Después de la proclamación del Evangelio, el Obispo, con mitra, toma asiento en su sede. Un diácono o un presbítero designado al efecto llama a los candidatos diciendo: Acérquense los que van a ser instituidos en en el ministerio ministerio de lectores. Los candidatos son llamados por su nombre; cada uno responde: Presente. Y se acercan al Obispo, a quien hacen una reverencia. 4.
Entonces, todos toman asiento y el Obispo pronunci pronuncia a la homilía y la concluye dirigiéndose a los candidatos con estas u otras palabras semejantes: Queridos hijos: Dios Padre reveló y realizó el Misterio de la Salvación por medio de Jesucristo, su Hijo hecho hombre, quien después de enseñarnos todo lo necesario para salvarnos, confió a su Iglesia el ministerio de predicar el Evangelio a todos los hombres. Ustedes, constituidos como lectores o relatores de la Palabra de Dios, ayudaréis a cumplir esta misión y por eso recibiréis un oficio particular en el Pueblo de Dios: oficio que está al servicio de la fe que se nutre de la Palabra de Dios. Proclamaréis Proclamaréis la Palabra en la asamblea litúrgica; educaréis educaréis en la fe y para la digna recepción de los sacramentos a los niños y a los adultos y anunciaréis la Buena Noticia de la Salvación a los hombres que todavía la desconocen. Con este anuncio y con vuestra ayuda, los hombres podrán llegar al conocimiento de Dios Padre y de su Hijo Jesucristo, su enviado, y así conseguir la Vida eterna. Ya que anunciaréis a otros la Palabra divina, dóciles al Espíritu Santo, recíbanla ustedes primero, medítenla asiduamente, asiduamente, a fin de ir adquiriendo o creciendo cada día más, en un suave y vivo amor hacia ella. Que la conducta de ustedes manifieste a nuestro Salvador Jesucristo. 5.
Concluida la homilía, todos se ponen de pie y el Obispo, sin mitra, invita a los fieles a orar, diciendo: Queridos hermanos, roguemos a Dios Padre que bendiga a estos servidores suyos que han sido elegidos para el ministerio de lectores, para que al realizar con empeño el oficio que se les confía, anunciando a Cristo glorifiquen al Padre que está en los cielos. Todos oran en silencio unos instantes. 6.
Luego, el Obispo prosigue: Dios, fuente de esplendor y bondad, que enviaste a tu único Hijo, la Palabra que da vida, para que revelara a los hombres el misterio de tu amor, dígnate bendecir a estos hermanos nuestros que han sido elegidos para desempeñar el ministerio de lectores. Concédeles que al meditar asiduamente tu Palabra asimilen su enseñanza y la anuncien con fidelidad a sus hermanos. Por Jesucristo nuestro Señor. R. Amén. 7.
Los candidatos se acercan al Obispo y éste entrega a cada uno el libro de la Sagrada Escritura mientras dice: Recibe el libro de la Sagrada Escritura y trasmite con fidelidad la Palabra de Dios para que tenga mayor vigencia en el corazón de los hombres. El lector responde: Amén. Mientras tanto, sobre todo si los candidatos son numerosos, se puede cantar el Salmo 18 u otro canto apropiado. 8.
Si la institución de lectores se celebra durante la Misa, ésta continúa como de costumbre; si se realiza en el transcurso de una celebración de la Palabra, el Obispo bendice al pueblo y luego lo despide de la manera acostumbrada. III Institución de acólitos
Notas preliminares La Institución de acólitos se realiza por el Obispo, o por el Superior mayor de un instituto religioso clerical, durante la celebración de la Misa. 1.
Las lecturas bíblicas se toman, en todo o en parte, de la liturgia del día o de las que se proponen más arriba (p. 214). 2.
Rito para instituir acólitos Después de la proclamación del Evangelio, el Obispo, con mitra, toma asiento en su sede. Un diácono o un presbítero designado al efecto llama a los candidatos diciendo: Acérquense los que van a ser instituidos en el ministerio de acólitos. 3.
Los candidatos son llamados por su nombre; cada uno responde: Presente. Y se acercan al Obispo, a quien hacen una reverencia. 4.
Entonces, todos toman asiento y el Obispo pronuncia la homilía y la concluye dirigiéndose a los candidatos con estas u otras palabras semejantes: Queridos hijos: Elegidos para el oficio de acólitos, participarán de un modo peculiar en el ministerio de la Iglesia, cuya vida tiene su cumbre y su fuente en la Eucaristía, por la que es edificado y crece el Pueblo de Dios. A ustedes se les encomienda a función de ayudar a los presbíteros y a los diáconos en el ejercicio de su ministerio y se les confía, como ministros extraordinarios distribuir la sagrada Comunión a los fieles y llevarla también a aquellos que están enfermos. Al ser destinados de una manera especial para este ministerio, es necesario que procuren vivir intensamente de la gracia que brota del sacrificio del Señor y se identifiquen cada vez más con él, procuren percibir el sentido espiritual y profundo de las cosas; al cumplir su oficio, busquen profundizar en su sentido espiritual para que puedan ofrecerse cada día a Dios como sacrificio espiritual y aceptable, por Jesucristo, nuestro mediador. Para hacer esto les ayudará recordar que así como participan de un mismo Pan con sus hermanos, así también deben formar un solo cuerpo con ellos; por tanto, amen sinceramente al Cuerpo místico de Cristo, que es el Pueblo de Dios especialmente a los débiles y enfermos y adecuen sus vidas al precepto que el Señor dio a sus Apóstoles en la última Cena cuando dijo: "Ámense los unos a los otros como yo los he amado". 5.
Concluida la homilía, todos e ponen de pie y el Obispo, sin mitra, invita a los fieles a orar, diciendo: Queridos hermanos: Supliquemos al Señor que derrame la abundancia de sus bendiciones sobre aquellos a quienes eligió para el oficio de acólitos y los fortalezca para ejercer fielmente este ministerio en su Iglesia. Y todos oran en silencio unos instantes. 6.
Luego, el Obispo prosigue: Dios misericordioso, que confiaste a tu Pueblo el Pan de Vida, por medio de tu único Hijo,
bendice a estos hermanos nuestros, que han sido elegidos para el ministerio de acólitos. Concede que sean asiduos servidores del santo altar, distribuyan con fidelidad el Pan de la Vida a sus hermanos y acrecienten constantemente su fe y caridad para consolidar tu Iglesia. Por Jesucristo nuestro Señor. R. Amén. Los candidatos se acercan al Obispo y éste entrega a cada uno el recipiente con el pan o con el vino que serán consagrados, mientras dice: 7.
Recibe este recipiente con el pan (con el vino) destinado a la celebración de la Eucaristía y compórtate de tal manera que merezcas servir a la mesa del Señor y de la Iglesia. El acólito responde: Amén. 8.
Los acólitos, y si fueran muchos, sólo algunos de ellos, llevan durante la preparación de los dones las patenas con el pan y el cáliz con vino. 9.
Los acólitos hacen la comunión inmediatamente después de los diáconos. 10.
El Obispo pude establecer que el acólito, hecho ministro extraordinario de la Eucaristía, ayude a distribuir la sagrada Comunión en la Misa en la que se le ha confiado este ministerio.